^á yALLANSÉ^EN LA UISMA LlBEERíA: ^ .."lí^YíS^ ^ miscdanea de ciencias, litera- QÍnift%Ió de Ift XueT» ^fiFOIan-r- ' ,. , . tfartcs é induaria, publicada por u¿®^d do Patnotaa Granaduios, bajo «áflaccion deF. J. deCaMis.Tloevaedi|p.,c«^d.. jíSiulos juódi.0. de C«.uaa. auolada, ygdpmadala “f”'” J /' ^; '■"IripÁl de la Bo«S«'“ ii|^484|t*l lomo ia-8® fr* grueso ' ¿Miendlo Iilsddrlcodel descubriinieiüg;colonizacion de la Xuca^j» Tit 1 it 1 n - ... ,1 r> ^-.1 Pat*i$. 1848. 1 tomo oBipcoaio • — ¿rle&nada* en el siglo xvi, por el Coronel J|M ' ' ■ “ ' - . . ’l Pans,t848. 1 tomo 10 frr VIAJES CIENTIFICOS A LOS ANDES ECUATORIALES ■ ¿ COLECCION DE MEMORIA.S SOBRE FÍSICA, QUÍMICA É HISTORIA NATURAL DI l.i NUEVA GRANADA, ECUADOR Y VENEZUELA, Pr%ESEKTAOAS A LA ACADEMIA DE CIEKCIAS DE FBANCIA voi ni. BOUSSINGAULT,. stt actual Presidente, y Miembro del Consejo de Estado de la Rcpublica ; Y POR EL ROÜllN: » TRADUCIDAS CON ANUENCIA DE LOS AUTORES T PBECEDIDAS BE 'ALGUNAS , ii^cl mismo. INAS NOCIONES DE GE01fí^lA<^^\ ‘ V; t ; :•>“ fNis ■ t '» tí ■ ... lí ri. ^ LASSERRE, EDITOR. I 1849 lÜB vcá A ' j i'i ^ O lí U Di I ADVERTENCIA PRELIMINAR. Los resultados que las ciencias han recogido de los viajes y residencia de los S. S. Boussingault y Roulin en Colombia se hallan dispersos en varias memorias insertas en los Ana- les de Física y de Química .y en las Memorias de Sabios Es- tranjeros que publica la Academia de ciencias, obras que comprenden centenares de volúmenes y cuya adquisición es demasiado costosa. Carecemos por tanto de los conocimien- tos que aquellas memorias encierran, y son muy pocos los Granadinos, Venezolanos y Ecuatorianos que han tenido ocasión de leerlas, á pesar de vevsai’se sobre materias del mayor interes para el desarrollo de los recursos de nuestra patria común y prnu la difusión de las ciencias en ella. Auxiliado bondadosamente por los consejos de aquellos (los sabios, que me honran con su amistad, me propuse para llenar este vacío traducir al castellano estas memorias, reuniéndolas en un solo tomo y anadiendo las notas que me parecieron conducentes. ■ Terminado mi trabajo, lo ofrecí al Gobierno Granadino á fin de que se publicara bajo sus auspicios. Mas el Presi- dente de la República, General T. C. de Mosquera, de- seando probablemente con loable escrupulosidad ([ue no se hiciera gasto alguno, por pequeño que fuese, si ño estaba previamente volado por el congreso, no se atrevió á decre- tar la corta erogación (|ue habria sido necesaria para la im-. presión L 1 « Ya que no le es dado al Gobierno (decía yo en mi representación), por . las escaseces del erario, promover directamente la exploración l'isica, y “ 011132 H advertencia 1»RELIMINAH. Afovtunadanieiile se halló en Paris un Editor que, con- fiando en el gusto por las ciencias que ha comenzado a propagarse en los pueblos de la antigua Colombia, quiso emprender por su cuenta esta publicación, > aceptó el don de este manuscrito. ^íe atrevo á esperar que sus esperanzas no serán engañadas, y lo deseo ardientemente á fin deque se baga patente en Europa que no solo los cuentos, novelas y otros escritos frivolos son de consumo en la América del Sur. De esta manera nos suministrarán alimentos intelec- tuales algo mas sustañeiosos. J. A. Pari.s, i» ele Marzo de 1844. mineralógica del territorio Granadino, para facilitar la explotación de sus productos, quizá no le será difícil, de los fondos aplicados á la instrucción pública, hacer la erogación de cerca de mil pesos que costaría la publica- ción en un solo tomo de todas estas memorias, que tengo traducidas con algunas notas, y cuyo trabajo ofrezco gustoso, siempre que se encomiende á nuestro Encargado de negocios lo que concierne al empleo de los fondos contratas v contabilidad. Mas si las atenciones del tesoro nacional ó la falta de facultades legales en el Poder Ejecutivo para aplicar suma alguna con el objeto indicado, no permitiesen al Gobierno acoger estas ideas, ni al ho- norable Secretario encargado de la dirección de la instrucción publica ha- llar algún arbiU-io para llevarlas á efecto, habré tenido por lo ménosla sa- t iifaccion de ofrecer el debido homenaje de mis desvelos en favor de los adelantos positivos de la República. “ En efecto, temeroso el Presidente de incurrir en responsabilidad legal, y teniendo presentes los ejemplos de orden en el manejo de las tenias que sus tres predecesores le habian dejado, se abstuvo de ordenar el gasto. Sabia por otra parte que si la legislatura cumidia con su deber, no aprobaría uin- guii gasto ilegal, y queexamiuaria cuidadosamente si los gastos en la Nueva Granada y las compras en Europa se habían hecho conforme á las leyes, y si todos los objetos y útiles comprados por cuenta de la nación habían idoá parar álos establecimientos nacionales, puesto que la responsabilidad de los funcionarios públicos no prescribe en un gobierno popular como el nuestro. INTRODUCCION. Las nociones mas. elementales de física de química y de zoo- logía forman ya hoy parle de la enseñanza secundaria en la N'ueva Granada, y por tanto los puntos relativos á estas ciencias que se tocan en las Memorias insertas en el presente voliimeu, se hallan al alcance de nuestra juventud. No sucede lo mismo respecto de la geología, que aun no se cultiva generalmente en la América del Sur, á pesar de que los pueblos que habitan las regiones meridionales del nuevo continente están llamados á sa- car todavía mayores utilidades de los conocimientos geológicos, que las naciones mismas cu donde este estudio se considera como fundamental. Con el fin de suplir en alguna manera c.sta falta, y de facili- tar la inteligencia de ciertas porciones de las memorias de M. Boussingault, me propuse desde luego escribir algunas páginas que contuvieran, ñola nomenclatura, ni una lista de definicio- nes que son casi siempre ininteligibles para los que no conocen la materia, ni tampoco unasérie de consideraciones áfigeogenia, que es el punto de vista teórico y ma elevado de la geología y el que mayores atractivos ofrece, sino una breve introducción preliminar á la parte mas árida, pero al mismo tiempo la mas positiva de esta ciencia, es dccirá la geogmsia^ ramo que trata de los materiales sólidos de que se compone la corteza terrestre, y del modo con que se hallan dispuestos estos materiales los unos respecto de los otros, que es lo que mas nos importa conocer como base de muchas de las artes, y como punto de partida para el agricultor, el minero, el ingeniero civil, etc. IV INTRODUCCION. El que se proponga examinar con atención las rocas que cons^ lituyeii las cadenas de montañas mas elevadas como las colinas apenas perceptibles, no tardará á descubrir que su composición resulta siempre de la asociación mas ó ménos íntima de algu- nas especies minerales. Así, el feldespalo, el mica y el cuarzo *, reunidos en granos angulosos ó cristales entreverados en todos sentidos, consliluycn el granito. Si falta el feldespato, persistien- do los otros dos elementos, la roca de textura hojosa que resulta por predominar el mica, se denomina mica esguisío. Si por el contrario es el cuarzo el que escasea notablemente, y la roca granítica presenta estructura laminar ó mas bien tendencia á la estratificación, se llama entóneos gneiss. Cuando en lugar de mica atiarecc otra especie mineral llamada anfibolio ú hornabhuda, la roca que resulta es la syenila, así nombrada por la ciudad de Ssena en Egipto, en cuyas inmediaciones se fabricaban de esta roca los obeliscos y otros de los monumentos mas antiguos de la industria humana^. Si ya no son ni el anfibolio ni el mica los que se asocian con el cuarzo y el feldespato, sino el talco, el granito que resulta de su reunión se conoce con el nombre de prologina, roca dominante en los Alpes, la cual forma el núcleo del Monte Blanco, montaña la mas elevada de Europa. • 1 El feldespato es uno de los minerales mas abundantes que se conocen, y calcula que él solo forma casi la mitad de la masa consolidada de nues- tro globo. Se compone de ácido silícico y de alumina, sosa ó potasa, y a ve- ces cal ; es decir que es un silicato de una, dos ó mas de estas bases ; su apariencia normal es cristalina, su color varia. El mica, tan fácil de distin- guir porsueslriictura hojosa, laminar y cristalina, es también un silicato de alumina, magnesia, fierro etc. El cuarzo, llamado, cuando se presentadia- fano, cristal de roca, es el ácido silícico puro. Aun cuando esta opaco, su dureza y su cristalización lo caracterizan fácilmente. Carece de las pro- piedades mas aparentes de los ácidos, es decir de sabor, solubilidad, etc., pero, como se combina con las bases para formar sales, goza de la piopie- dad característica de los ácidos. Esta es una de las rocas mas comunes en la provincia de Antioquia. La mayor parle de las piedras que vi usar para moler el maiz son de syenila. INTRODUCCION. v ICl feldespato en masa compacta teñido de diversos colores . por ácidos metálicos é incorporados en él varios granos crista- linos, se llama pór^do, roca que es susceptible de hermoso puU- mento y que los pueblos antiguos emplearon para columnas, estatuas, baños, urnas, etc.*. En las rocas iraquUicas que constituyen la masa' de los An- dq^ y de la mayor parte de los volcanes conocidos, el feldespato, íntimamente modificado en sus caracteres físicos, se vé asociado al piroxenio*. El tacto áspero de estas rocas las caracteriza fá- cilmente, y la piedra pómex es una exageración de las propieda- des mas aparentes de las rocas á que aludimos. Todas las que componen el grupo que acabamos de describir son áe origen Ígneo, es decir, que han cristalizado después de fundidas á una temperatura mas ó menos elevada, y por esto se llaman también plulónícas. Muchas de estas rocas son probable- mente contemporáneas de la época en que el globo terrestre se consolidó. Entonces sus elementos, mezclados íutimamenle por medio de la fusión, cristalizaron al enfriarse, componiendo las especies minerales que acal)amos de enumerar y otras muchas ménos abundantes, las cuales quedaron adheridas las unas á las oirás del propio modo que vemos desarrollarse los cristales de feldespato, de mica y de piroxenio en ciertas escorias que produ- cen los hornos altos constniidos para reducir los metales. Esta es la razón porque se denominaron terrenos primarios ó primi- tivos los que se componen de estas rocas, las cuales no ofrecen tampoco indicios de estratificación. Mas esta denominación se ha abandonado desde que se observó que muchas de estas rocas habian salido de lo interior de la tierra posteriormente á la for- mación de terrenos mas recientes, y aun los habian cubierto, 1 F.n la proviueia de Neiva, eii la de Pamploaa» Cauca y otras del terri- torio granadino se hallan muchas variedades de pórfidos. 2 El piroxenio ó augila es también como el aufiholioun silicato de mag- nesia, de cal, de óxido ferroso, etc.; pero la combinación de sus elementos es diferente como lo son sus formas cristalinas. V, INTRODUCCION. . como hoy mismo lo vemos en la lava líquida que mana de los volcanes activos. Granitos, traquitas, pórfidos, basaltos, etc., son pues todas rocas Ígneas masó menos antiguas que aparecieiou en la superficie penetrando por entre las grietas que produje- ron las enormes dislocaciones de la corteza mineral de nuestro plaiielíi en el trabajo de .su consolidación, ó quebrando violen- tamente los estratos sedimentarios. Entro las rocas Ígneas anti- guas V las modernas no se advierte otra diferencia que la de sii composición y señales evidentes de haber salido aquellas en una consistencia menos fluida que la de las lavas actuales, que corren como arroyos de materia líquida. Aquellas masas cristalizadas y no estratificadas se hallan á veces ocultas en parte ó enteramente por lechos, capas, ó esh a- tos de rocas mas recientes y cuyos elementos fragmentarios es- tán indicando que se formaron á expensas de las partículas des- agregadas ó arrancadas á los terrenos mas antiguos que les sirven de base. Foresto se ácnonimíiTOu secundarias ó de sedimento. En efecto, si todos los dias somos testigos déla descomposición de las rocas cristalinas sin mas agcucia que la de la atmosfera que hoy nos rodea, no es difícil imaginar cual seria la rapidez de las alteraciones de estas mismas rocas por la acción incesante y corrosiva de una atmósfera de temperatura mas elevada y car- gada de gases enérgicos*, en la cual los meteoros acuosos han dc- 1 Las inmensas masas de vegetación enterradas qae constituyen la ulla, ó carbón mineral, según veremos después, prueban que el ácido carbónico era muy abundante en el aire, que estos seres organizados contribuyeron á modificar á fin de que los animales que hoy existen pudieran respirarlo. Asíes que basta entonces solo se advierte que existían animales que respi- raban en el agua. Luego aparecieron los Satínanos, que pueden respirar un aire ménos puro, pues, según el hermoso pensamiento de M. Elie deBeau- mont, uno de los geólogos mas eminentes de nuestro siglo, los seres orga- nizados cuyos restos aparecen en los diferentes estratos de la tierra, pueden considerarse como instrumentos meteorológicos que nos manifiestan la composición de la atmósfera de cada época. En efecto, la historia de la tierra está escrita coh esqueletos, los restos mortales de la organización son l.MnODLCClON. vil l)ido tener necesariamente una rotación mas activa por la pronta evaporación de las aguas en un teiTeno caliente. A tre45 clases pueden reducirse todos los depósitos de la série sedimentaria. El mas abundante, que es la roca arenisca (gres ó sands(one), se compone de granos de cuarzo mas ó menos ro- dados, mas ó menos grandes ó pequeños, algunas veces mezcla- dos con granos de mica ó teñidos por las infiltraciones de óxi- dos, hidratos y carbonatos metálicos. Estas infiltraciones, junto con la presión ocasionada por el peso de nuevos depósitos, han determinado la petrificación de estos lechos, primitivamente de arena suelta. Aun se observan á veces capas alternantes de arena y de piedra arenisca. Hé aquí pues el elemento cuarzo que pro- viene de las rocas cristalinas descompuestas, él cual, como mas inalterable, no ha variado sensiblemente, aunque es cierto que hay areniscas que contienen hasta -^^0 de silica en estado gela- tinoso ú opalino. El otro elemento importante del granito, á saber el feldespalOy aparece de.scorapuesto al estado de arciUa endurecida y tras- formada, esta arcilla que es la segunda clase de los depósitos de la série sedimentaria, es una mezcla de alumina y de silica. Ella forma la mayor parte de las rocas esquistosas ó apizai ra- das, que se exfolian, principalmente cuando en ellas abundad mica. De eUa taml)icn se componen los depósitos de gi’eda ó arcilla blanda que hacen tan penoso el tránsito de algunos de nuestros caminos, porque, oponiéndose á la infiltración de las aguas, se forman hondos y glutinosos lodasales, los cuales no se secan sino á virtud de la acción continua del sol. Es sin embargo de advertir que la propiedad plástica que caracteriza en este es- tado la arcilla no es peculiar á la alumina, pues toda inatciia U»s imicos indicios, que han sobrevivido á todas las catástrofes, deloque fué la vida en cada época, y este vasto cementerio que llamamos corteza mine- ral, encierra todos los elementos para enumerar las vicisitudes de nuestro globo, profunda materia de estudio para el filósofo. VIH INTRODUCCION, reducida á polvo fino es susceptible de amasarse, estando mo- jada. El tercer depósito sedimentario, que es el caUzo, aunque no se presenta generalmente en niasas tan considerables como el depósito de arenisca, que en ocasiones pasa de dos n)ii metros de grueso, como sucede en el ramo oriental de nuestra cordi- llera de los Andes, es también de mucha importancia por com- ponerse casi en su totalidad de restos de seres orgánicos del reino animal las mas veces imperceptibles ya, y formando rocas homogéneas, siendo por lo mismo un indicio seguro del des- arrollo de la vida animal en cada época y en cada zona de la tierra. En este depósito, la cal carbonatada pasa desde el estado cristalino que caracteriza los mármoles estatuarios, al compacto solamente, como en la piedra litográíica, ó grosero en la piedra caliza ordinaria que se usa en la mamposteria, y últimamente deleznable en las margas, que son mezclas de caliza y de arcilla en todas proporciones. Hé aquí pues, los tres grandes miembros delasérie sedimen- taria, los cuales se han reproducido en las diferentes épocas que precedieron á la nuestra, es decir á aquella en que apareció la especie humana sobre la tierra, y forman grupos de terrenos á que también se ha dado el nombre de Neptunianos por haber • sido depositados por las aguas en forma de sedimentos, á cuya circunstancia deben su estratificación, ó colocación en estratos, capas ó lechos sucesivos, que es el carácter que sirv e principal- mente para distinguirlos, aun cuando algunos de ellos hayan perdido uno de los rasgos mas notables de la série sedimentaria, que consiste en la presencia de restos de seres organizados, y ademas hayan adquirido la apariencia cristalina, por haberles trasmitido las rocas ígneas ópluíónicas su calor al contacto, y por haber recibido posteriormente otros principios que cambian su composición. Cuando esto ha sucedido, las rocas sedimen - tarias se denominan metamórficas. El mármol sacaróide de Car- rara por ejemplo, tiene la apariencia de roca cristalina á pesar IX IISTRODUCCION. • de haber sido depositado al estado de sedimento, como se puede . observar siguiendo la continuación de los mismos estratos basta donde no llegó la acción en virtud de la cual se verificó el me- tamorjismo. Otras rocas calizas, por la introducción posterior de la magnesia se han convertido en dolomías. Mas no deben con- fundirse con las rocas cristalinas ni con las metamórfic^s cier- tas concreciones formadas por las aguas, como el alabastro, aunque aparezcan cristalizadas. El examen de la sucesión de los terrenos sedimentarios ó de su escala cronológica es el objeto principal de la Geología, ) el co- nocimiento cabal que se ha llegado á adquirir del orden en que se depositaron, por haberlos estudiado é identificado en las re • giones del mundo las mas apartadas unas de otras, es lo que le da el carácter propio á la ciencia. En los terrenos de esta serie sedimentaria se hace todavía otra distinción, que es la de terrenos depositados por las aguas del mar, ó vicif'inos^ por no bailarse en ellos olios restos de ani- males sino de zoofitos, moluscos y pescados análogos á los que hoy habitan los mares ; y terrenos lacustres ^ porque sus fósiles, que así se denominan los restos orgánicos que contienda cor- teza terrestre, son de agua dulce. Aquí podria preguntarse que se hizo la inmensa cantidad de agua del mar que habria sido necesaria para bañar completamente la tierra, puesto que se en- cuentran ostras y otros fósiles marinos en la cima de las mas altas montañas, y no como quiera trasportados violentamente, sino fijos muchas veces á las mismas rocas en que vivieron en el seno de los mares. Admitiendo como admiten generalmente los geólogos, fundados en pruebas irrecusables, la alta tempera- tura de lo interior de la tierra, no es posible suponer que estas aguas desaparecieron en los abismos, porque la temperatura que crece rápidamente á medida que el lugar subtci ránto es mas profundo, las habria reducido al estado de vapor acuoso el cual no puede disolverse en la atmósfera sino en ciertas proporcio- nes. Ksta dificultad aparente, léjos de arredrarnos, nos ofrecerá 1?ez en la po- sición horizontal en que se formaron, y manifiestan al contrario por sus inclinaciones la violencia de las fuerzas que impelieron de abajo para arriba las raoulaüas, rompiendo y levantando las capas sedimentarias basta darles algunas veces la posición ver- tical Y aun invertida. Las couebas que estos estratos contienen se presentan en general en uua posición anuloga á la de estos, en lugar de la horizontal en que debieron forzosamente depo- sitarse conforme á las reglas de la estática. El fenómeno se mani fiesta exactamente como si nuestro globo, dotado de una corteza delgada y sólida, viniera algunas ocasiones á hundirse en ciertas porciones y á levantarse en otras, unas veces por uu movimiento lento y secular, como acaece en el norte de la Europa y en la costa de Chile, otras veces por cataclismos instantáneos que se- pultan razas enteras de animales vivos, cuyos restos se hallan en situaciones y circunstancias que no dejan duda respecto de la instantaneidad del fenómeno. De esta manera es que los movi- mientos de la parte sólida del globo dislocan los mares, arroján- dolos en diversas direcciones, cubriendo con ellos tierras enju- tas V levantando su foudo, con los fósiles que lo liabitaban, á enormes alturas. Las arenas, guijos y cantos arrastrados por la dislocación violenta de los mares que iuundarou las tierras, llevándose cuanto no oponia grande resistencia, es lo ([ue se llama en geo- logía diluvio, ó terreno diluviano^ ó terreno errático. Encima de este hav nuevas tierras de aluvión que vemos formarse todavía en nuestros dias por las avenidas de las aguas en los valles, con- fluencias de losrios y costas marítimas. Por último las tierras vegetales, ó terreno deirifico, compuesto del detritus ó restos de vegetales descompuestos y mezclados con las rocas que les sir- ven de base. XI INTKODliCClON. Si á esta enumeración agrejíamos el lerreiio madrepórico ela- borado por los zoofitos en los mares actuales, y que es com- puesto de madreporas y corales, tendremos la serie en grande de las escamas que, sobrepuestas las unas alas otras, coraponen el revestido hojaldrado y sólido que cubre nuestro planeta, masa esferoidal de líquido incandescente, que, moviéndose en si lencio, V íiirando sobre sí misma con maravillosa regularidad, verifica su revolución invariable al rededor del sol en 365 dias V cuarto. Llámase también terreno irreiario la serie de rocas sedimen- tarias formadas á expensas de los lechos del terreno secundario, cuyos elementos, fáciles de distinguir, se ven en los estratos de los terrenos mas modernos, que recibieron aquel nombre por la misma razón que el terreno secundario se llamó así á causa de haberse formado á expensas del Icrreuo primitivo. Mas estas denominaciones de terrenos primarios, de transición, secunda- rios y terciarios se usan poco en el dia, y solo se conserva como aplicable á los cuatro grupos sedimentarios mas antiguos la de terreno Paleozoico, es decir que contiene séres organizados fósiles, de aspecto enteramente diferente á los que viven actual- mente. El cuadro siguiente contiene la sucesión de todos los terrenos sedimentarios con los nombres generalmente adoptados para designarlos, y en el orden natural de superposición. No en to- dos los paises existe sin interrupción la serie completa de estos estratos. Faltan en la mayor parte uno ó muchos miembros, pero el orden de superposición no varia jamas en ninguna región. Así el que csplora un pais desconocido, debe comenzar por des- cubrir y asegurarse bien de un horizonte geológico, es decir liallar un terreno que pueda identificarse con olro conocido en regiones ya estudiadas. Este horizonte servirá de punto de par- tida bácia arriba y hacia abajo para la determinación de los demas terrenos que vaya encontrnudo. XII ÍNTRODUCCIOiN. Cuadro de los terrenos de la serie sedimentaria, en el orden natural de super'posicion. AluTÍones modernas y formación madrepórica. 2 « Terreno Diluviano ó cuaternario. u a « u 30 S e o V u im V H Este terreno se ha divi- dido tamUicn en tres gru- pos. El mas antiguo, que es el Eoceno y vM el cual .se ven los primeros restos de animales que aun viven; el mioceno en que abundan mas, y el Phóceno, en que U mayor parle de la.s es> peciesiieuen reprcíenlanles en los mares actuales. En el terreno terciario se ven los primeros huesos de lua- miferos. Suptrior. Urditno. Ejemplos : Aluviones de.l Rhin, arena® de Asti en el Piainonte, y de las Landas ^ del sur de Francia. ) Calizas lacustres y otros terrenos , tales I como los de la Superga cerca de lurin, los de Burdeos y Aix. Las arenas y are- . ñisca de Fontainebleau. Margas y yeso ; alternan las formaciones de agua dulce y de mar. Caliza grosera con i muchos fósiles marinos. Arcilla plástico. UttúoxJ Ecle terreno es famoso por haberse «lu- i diado con el mayor esmero, como asiento f de los dos emporios de la civilización mo- ’ derna, Paris y Londres. Este terreno tiene por tipo la creta llanca^ aunque ella no existe en muchas regiones. En este terreno se han incor- porado las calizas ó margas azules y negras que ocupan una inmensa c.\\eusion cu la Nueva Granada , desde Ana- puima, por Viluima, ^ illela : la Palma, Vclez, el Socorro, ; basta el Sube. Los fósiles re- cogidos por diversos viajeros en estas localidades no de- jan duda. Formación numulílica, así llamada por los uuinnlilos, ó conchas en forma de mone- das. Caliza pisolílica. Creta blanca con leclios de silex y sin 1 ellos. Cesta cloritaJa, ó ron puntos verdes dcsili- Icalo de lierro, y Creta tobácea. C.anlt ; es una formación particular de ^ Margas. Terreno ó formación neocomiana, muy ex- tensa y que se divide en tres grupos , wc- diano, inferior c inferior. 50^ Fjla grande formación se- dimcntana,quc ha lomado su nombre por haberse estudiado y tomado por tipo el terreuo de las montañas del Jura y el de 00 lilico por contener muchas calizas en forma de granos redondos como hue- vos aglutinados de todas di- mensiones, se couipnue de le- chos de calizas alternando coa margas y arcillas, muy abunduiiles en fósiles. Superior.' Mediano. Inferior. Li>i. Caliza de Porlland , Arcilla de Kim- meridge. Caliza con corales llamada coral rag. Arcilla de Oxford. Grande oolita. Caliza compacta de 1 Caen Margas y calizas con belemilos. í Caliza con grifeas arqueada.^, foúl \ oaracterislico. Arenisca infraiiásira y ( dolomias. INTRODUCCION. Xlil Í I® Margas irisadas ó Keuper ; 2'* Caliza conchírcra llamada MuscbclKiilk ; 3^ Arcaiica abigarrada. Terre7ios paleozoicos. ^ • o 6» / ■í C ® it * 1 70 gjo'Sííi) Arenisca de los Tosgcs, generalmente roja, t i'S ) Zekstein, ó caliza maguesiaua. Arenisca roja. \ O • í fifi [ * 8" E®® I Formación de arenisca con leches de ulla, ó carbón mineral. ^ 1 Caliza de nionlaña ó carbonífera. h * [ P* ü V Así llamado por haberse estudiado j Arenisca roja antigua, particularmente en el Deronsbire. ( Cnpiistus autraxiíeros. Asi llamado por haberse f Caliza superior de Wendioe. estudiado en Inglaterra i Arenisca inferior de Cnradoc. en el país de los ontiguus J Capas antiguas llamadas también Siluros. \ brianas. cam- El conocunieiito cabal que se ha adquirido de la sucesión de estos terrenos es el que pertnite juzgar del órden en que se le- vantaron los diversos sistemas de monlauas que conocemos. Id mas antiguo, conocido con el nombre de Wcstmoroland y Hundsruck en dirección aproximada de E. á O., que hoy no esv- el mas elevado, solo turbó la horizontalidad délos terrenos sedi- mentarios mas inferiores, cuyas capas se inclinaron de uno y otro lado de la cadena, por el impulso con que se formaron las protuberancias. Los lechos ó capas sedimentarias mas modernas no se habian depositado todavía, porque de otro modo liabrian corrido la misma suerte, siendo así que se observan, no solo ho- rizontales, sino descansando sobre los lados y cortes de los es- tratos levantados mas antiguos, y esto es lo que se llama estrati- INTKODrCCION. ficacion discordare. Cuando eslu discordancia so descubre, ella es indicio de que en la época que Irascnrrió entre el depósito de los dos terrenos sedimentarios que no son paralelos, hubo lina dislocación ó cataclismo, y de esta manera se ha seguido la tilia con de los diversos sistemas de montañas, hasta el de los Andes que es uno de los mas modernos, porque levantó todos los estratos de los terrenos sedimentarios conocidos. Cudntanse hasta hoy catorce sistemas de montañas levanta- das en diversas épocas geológicas, mas es de advertir qut el fe- nómeno no se circunscribe las mas veces é una sola región, "y que hay montañas en diversos paises que pertenecen al propio sis- tema como levantadas al mismo tiempo, y entóucés siguen en general una dirección ó direcciones paralelos á un gran círculo de la esfera. Así, por ejemplo, junto con los Pirineos, y en la misma convulsión, salieron los montes Karpatas, los Balkanes, y otras cadenas de montañas en Grecia. Aquí terminaremos la ojeada rápida que nos propusimos dar á ilude clasificar las grandes masas que sobrepuestas las unas a las otras componen la corteza sólida de la tierra. Ahora debemos señalar los criaderos ele la grande variedad de otros minerales, que, aunque menos abundantes* tienen mas usos y son por lo mismo de mayor importancia bajo este punto de vista, ademas de que su modo de existir da nueva lu*z á las cuestiones geoló- gicas puramente teóricas, y hace comprender mejor lo que lle- vamos dicho respecto de las grandes formaciones. F.n efecto, la distribución de los minerales iHiles en la serie de los terrenos ya mencionados presentad mavor Ínteres teórico y práctico. Los límites de esta introducción iio nos permiten tratar sino de los principales, y que se encuentran en masas considerables : tales son los combustibles fósiles, 2*' la sal y el yeso, .V los metales mas útiles. Hablando de estos últimos, tendremos ocasiou de tra- tar de las vetas (Ilíones) en que cuajan los demas minerales ra- ros que no se hallan diseminados sino accidentalmente en cier- tos estratos, pues cuando esto sucede, su existencia sirve liasta INTRODUCCION. \v para facilitar el rec-oiiocimiento y delermiuaciou de diversas rocas. La antracita, la ulla, los lignitos y las turbas, no son otra cosa que el carbón mas ó menos puro, mas ó menos mezclado con el bidrógeno, y acercándose mas á la naturaleza vegetal que fue su origen miéntras mas reciente es el terreno que las eon- tiene. La ulla,ócarboii mineral propiaraculc dicho,'comienza á ob- servarse al estado de antracita con su dureza v brillo seminictá- % lieo en la parte superior del terreno siluriano. Mas no aparece en todo su vigor sino en la formación que lleva el nombre de terreno de ulla y que se compone de arenisca prieta o roja, las mas veces hojosa, y de arcilla esquistosa, la cual forma el asiento y el techo de los mantos de ulla, que rara vez se presentan hori- zontales, ántes bien se observan casi siempre inclinados, encor- vados, plegados y comprimidos, de modo que una galería recti- línea suele encontrar muchas veces la misma veta. Sin embargo el carácter mas peculiar á esta sustancia es la de no presentarse sino en cuencas circunscriptas á espacios reducidos, y no en fa- jas extensas como las otras sustancias minerales. Ln Francia se cuentan algo mas de cincuenta hoyas ó cuencas en que se depo- sitaron los restos vegetales que constituyen la ulla. En Bélgica el terreno de ulla es mas considerable, y la Inglaterra debe á la euorine cantidad de ulla que contiene, uua gran parte de su ri- queza y prosperidad. Todavía puede encontrarse ulla en terrenos mas recientes, tales como en las margas trizadas de la formación del Trias, y hasta en el terreno Jurásico, pero mas arriba los depósitos de carbón se presentan al estado de lignitos, como se ve en los ter- renos terciarios. La mayor parte de los vegetales fósiles que lian dejado sus restos en el terreno de ulla son criptógamas vas- culares que no forman sino de la vegetación actual, y los cuales solo viven hoy en ciertos lugares bajos y húmedos de la zona ecuatorial. En la \ucva Granada, el terreno de ulla mas XVI I^ÍTHODUCCION. cónsiderahle es el de la planicie de Bogotá, que aparece en inan- • tos inclinados. Comienza en Pacho y Zit)aquirá y , extendiéndose hasta Canoas por el sur y hasta los Laches por el oriente, pro- mete ser un manantial inagotaJíle de riqueza futura para la pro- vincia de Bogotá, si, como es de esperarse, él se extiende por debajo del terreno diluviano y de aluvión de la llanura sobre que está fundada la ciudad, puesto que se observa en la colina de Suba en donde la arenisca sobresale á estos terrenos de acarreo. No ha podido todavía determinarse cxaclamenle el lugar que ocupa este depósito inmenso de lilla cu la série de los terrenos, ni tampoco el de la reducida cuenca situada al norte de la villa de Guaduas, que parece mas moderna. La sal gema y el yeso, que de ordinario la acompañan, for- man también depósitos cu los terrenos secundarios en que se encuentran, pero los mantos y depósitos de sal gema no tienen la continuidad de los de ulla, por consiguiente no pueden ser ex- plotados como esta según la dirección délos estratos sedimenta- rios. Los grandes depósitos de sal pueden mas bien ser compa- rados á enormes lentes cristalbios, que, dilatando los estratos de rocas que los rodean , revelan una intercalación posterior de estas masas salinas, originada por fenómenos que no co- nocemos bien. Se encuenlran estos depósitos desde el zcestein hasta los terrenos mas modernos. El terreno salífero se anuncia |)or la presencia de yeso iibroso ó compacto en lechos ó venas delgadas ó en concreciones globulares : luego aparece la arcilla gris ó azulosa salada, que llega á mezclarse con la sal y á man- charla. La sal ofrece uua cristalización rápida y confusa y los lechos mas ó menos puros están á menudo separados por capas de arcilla salífera (Saltzboii). Muchas vecos se ven venas de azufre en rocas sedimentarias léjos de toda influencia volcánica y en posición análoga á la de los criaderos de la sal. Atribuyese entonces la presencia de este cuerpo elementar á la descomposición del sulfato de cal ó yeso tan abundante en estas localidades. INTRODUCCION. xvii; F.iitrc los niiiicralcs metálicos merece una mención especial el de fierro, por su almndancia , por hallarse muchas veces estra- tificado como roca , y [>or su importancia de primer orden entre los productos de.da naturaleza beneficiados por los hombres, como que es el mas poderoso agente de la industria y de la civi- lización del género humanó. La mena de fierro de roca comprende el fierro carbonatado, los óxidos rojos, los Iddratos compactos ú oolíticos que se ha- llan diseminados en los terrenos de sedimento desde los mas an- tiguos basta los mas recientes que contienen el fierro palustre el cual se deposita á nuestra vista todos los dias en las fuentes mi- nerales. Mas en los terrenos antiguos,* unas veces ha formado globos ó masas redondas á virtud de la agencia de ciertas accio- nes moleculares que concentran las moléculas de la misma na- turaleza; otras veces, cuandosu precipilaciou no acaeció en aguas tranquilas, como en el terreno de ulla, sino en aguas agitadas, da color á toda la masa según acontece respecto de la arenisca roja (jue debe su color al fierro. En otras partes los hidratos ferrosos han llenado las grietas é intersticios de los estratos, formando cierto género de tabiques que son muy comunes en las margas recientes. Los mejores laboreos de fierro carbonatado litoide en concreciones y lechos, existen en el terreno de ulla, y coustilu- ven un carácter de este terreno, como lo es también la extensión de los criaderos de fierro al principio y al fin de cada período geológico. Los demas metales se chcuentran en vetas que cruzan los es- tratos de diferentes terrenos, rara vez al estado metálico (ex- cepto el oro y la platina), y casi siempre envueltos y combinados con otr^ sustancias minerales, que por regla general son de na- turaleza diferente déla de las rocas estratificadas en que se en- cuentran. La masa de estas vetas ó filones en que están incrus- tadas las materias metálicas es loquese llama ganga y se compone de ordinario ó de silica cristalizada en cualquiera de sus formas y colores, ó de cal carbonatada ó fiuatada (espato flúor) ó de xviii ÍNTRODÜCCION. barita sulfatada cristalizada. Pocas veces sucede que un filón compuesto de estas gangas deje de ser metalífero : ks vetas es- tériles son formadas ó de tierras arcillosas ó de pudingas y bre- chas análogas a las délos estratos próximos. Las piedras precio- sas, los cristales naturales mas perfectos de diversas sustancias, provienen de estos mismos filones, en que se encuentran también la galena ó sulfuro de plomo, la blenda y las piritas cristaliza- | das de cobre, de fierro, y el sulfuro de antimonio etc. Estos fi- lones están formados muchas veces por lechos sucesivos y en- cierran fragmentos de las rocas vecinas, se ramifican } se ciu- ^ zan enriqueciéndose en los puntos de convergencia. Otras veces ] cesan repentinamente á cbnsecucncia de fallas que dependen de j que los estratos coírespondieu tes de las rocas se han hundido ó | levantado. Es preciso examinar y estudiar con atención estas | circunstancias para hallar de nuevo la veta perdida. Todos estos ^ fenómenos que los mineros conocen por experiencia, ilustran ^ la geología, demostrando los reslialamientos de los diferentes estratos que componen la corteza mineral, revelando el modo como se han rellenado sucesivamente las diferentes grietas, y haciendo ver de dos filones que se cruzan cual es el mas inoder- I no. La geología paga hoy con usura á la minería los auxilios que este arte le ha suministrado para sus progresos. La influencia J de los fenómenos Ígneos sobre la producción de las vetas ó filo- T nes es incontestable, y hay pocos que duden de que los criado- ^ J ros metalíferos son uno de los efectos del enfriamiento del globo ^ terrestre. * | Los pórfidos metalíferos de la Yega de Supia y de Antioquia j acompañan las piritas auríferas que constituyen las minas de Maimiato, y la anticua destrucción de otros criaderos análogos, ^ es lo que forma el vasto depósito de aluvión de que se extrae el 1 oro en las provincias de Chocó y Popayan. Las velas de plata y otros metales de las fuentes del Magda- ^ lena, del Sapo, Ibague, Sautana, Mariquita y otras de la base de ^ la cordillera central no existiriau si esta cadena no contuviera j INTRODUCCION. rocas eruptivas del período intermedio, es decir pórfidos, ser- pentinas etc., pues ni las erupciones graníticas antiguas, ni las recientes traquitas han podido innuir sobre los criaderos me- tálicos, que están invariablemente subordinados al periodo in- terinediario ya mencionado. Antes de concluir tocaremos la cuestión de la distribución de los animales y plantas fósiles en los diferentes estratos, puesto que de este cnnocuniento y del de la superposición depende principalmente la clasificación* de los terrenos. Enuméranse cerca de diez y seis mil especies fósiles conocidas, diferentes de las que actualmente viven, y su estudio forma ya hoy un ramo de la geología que se llama la paleonlohfjia, ramo que fue creado por el mas ilustre délos naturalistas de los tiempos mo- dernos, G . Cuvier. >* Anticuario de un nuevo género, decía aquel sabio, he tenido que aprender á leer y á restaurar esta singular especie de monumentos »*. Actualmente la fauna y la flora fó- siles coustituyen uiio de los estudios mas indispensables al geó- logo. No nos es posible en esta vasta materia ni aun siquiera dar aquí el catálogo de los restos orgánicos que se han hallado en los diferentes estratos de los terrenos sedimentarios cu los cua- les muchas veces solo se ven los indicios y marcas de los seres que vivieron. Nos limitaremos por tanto á manifestar que pue- den dividirse en varios grupos principales. En los estratos inferiores de la serie sedimentaria que formau el terreno siluriano abundan los restos de moluscos de singula- res configuraciones, entre ellos los orloceras, j)€nlttinci os y or- thes V una familia rara de crustáceos llamados ííi7o6ííos. En los lechos superiores comienzan a verse restos de peces pequeños de forma extraordinaria, que se han clasificado entre los Sau- roides. En el terreno devoniano continúan los trilohitos, co- mienzan los gonialiloSj espiriferos y otras familias demo.uscos, V se ven los restos de peces de formas tan particulares que st confundieron por algún tiempo con los crustáceos. XX INTRODUCCION. £1 terreno carbonífero y de uUa es caracterizado por la pre- sencia de los producius, otra familia de moluscos estinguida hoy. Conliiiuan muchas de las familias precedentes y aparece una flora inmensa que prueba que la vegetación de aquella época se desarrolló con extraordinaria exuberancia. Enlónces se se- pultaron los combustibles que tanlo vuelo han dado á la indus- tria humana en el presente siglo, tesoro guardado por millares de años para nuestro consumo y el de las generaciones que nos seguirán. En los estratos superiores de este terreno ílguran algunos reptiles; es decir que ya el aire comenzaba á ser respi- rable pues que se ven restos de animales que viven fuera del agua. En el terreno peneano hay pocos fósiles, y son de algunos rep- tiles, peces, moluscos y radiados. Generalmente hablando., en las areniscas que contienen fierro, los fósiles son escasos. Cada ^ez que el depósito se formó tranquilamente, abundan los fósiles j al contrario los conglomerados, las areniscas rojas y los demas estratos que anuncian corrientes rápidas, mezclas confusas de elementos, contienen pocos restos de seres orgánicos y dan lu- gar á terrenos anormales difíciles de caracterizar y de clasi- • ♦ ficar. Subiendo otro piso se halla el terreno triásico también po- bre de fósiles. Comienzan los anionilos. Los trilobitos cesan con otros géneros de los terrenos mas antiguos. Vense mas géneros de reptiles y algunos moluscos. Mas arriba se presenta el terreno jurásico, uno de los mas abundantes en fósiles. Los amonilos son muy comunes ; co- mienzan los belemitos y hay muchos géneros de reptiles. El terreno creláceo que termina la serie de los secundarios contiene igualmente muchos fósiles, se ven ya fragmentos de huesos de aves, pero los mamíferos no existen loda\ía en aque- llos estratos. En los tres pisos de los terrenos terciarios se empiezan á ha- llar restos de las especies de animales que aun viven, y aparecen INTRODUCCION. ya los restos de mamíferos. Eu el inferior los mmiodoiUes, des- pués los elefantes, rinocerontes, hipopótamos y muellísimos mo- luscos. IjOs huesos y las conchas conservan en parte sus prin- cipios gelatinosos que no se hallan en los estratos inferiores, y las partes leñosas de las materias vegetales se distinguen fácil- mente. En las cavernas de los terrenos ma.s modernos se ven sepul- tados muchos huesos de diversos animales, entre ellos algunos de bueyes y ciervos en *los que se distinguen las marcas de los dientes de las hyeuas que probablemente habian arrastrado su presa á los lugares en que vivian. El hombre y las obras de sus manos no se encuentran sino en los terrenos de acarreo mas recientes. Es indudable que la es- pecie humana no apareció áno en la época geológica mas mo dorna. La indicación de los fenómenos (lUC lian influido ó lufluycii todavía en las modilicaciones de naturaleza, de forma y de posi- ción de los materiales lliiidos y sólidos que componen el globo terrestre, completaría este cuadro, pero nos conduciría á hablar de las mareas, de los neveros, de las corrientes, de los demim- óos, de los folcanes, de las fuentes termales, de las emanaciones gaseosas, y de varias cuestiones de meteorología que no es posi- ble circunscribir á los límites reducidos de esta introducción su- maria. COLECCION I DE MEMORIAS. MEMORIA Sobre la influencia de los desmontes en la diminución de las aguas corrientes. Cuestión es hoy importante y muy debatida la de saber si los trabajos agrícolas de los hombres' pueden modificar el clima de un pais. Los grandes desmontes, el desecamiento de los panta- nos y ciénagas que influyen sobre el repartimiento del calor du- rante las diferentes estaciones del aüo, ¿influirán acaso igual- mente sobre las aguas corrientes que riegan una comarca, dis- minuyendo la cantidad de lluvia ó permitiendo á las aguas una evaporación mas pronta, á consecuencia de la trasformacion de extensos bosques en sementeras considerables? En muchos lugares se ha creído que de algunos años á esta parte han co- menzado á disminuirse de un modo sensible ciertos manantiales que servían para el uso de los molinos. En otros se ha visto que los rios son menos hondos que antes ; y el aumento continuo de las playas cubiertas de guijo que aparecen en sus márgenes es manifiesto indicio de haber diminuido sus aguas. Finalmente algunas fuentes se han secado enteramente. Todo esto se ha ob- servado principalmente en los valles dominados por montañas, V ser ha visto que ello se ha verificado después que han comen- zado á destruirse sin consideración alguna los bosques que exis- tían distribuidos en diversos lugares. De estos hechos podría deducirse la consecuencia de que en donde quiera que se han hecho desmontes llueve menos que antes, y esta es en efecto la opinión que con mas generalidad prevalece, y si ella se admite' sin mas detenido examen, podría 1 2 MtMORlA va alirmarse que los desmontes disminujen la cantidad anual de lluvia que cae en una región. Mas, al mismo tiempo que se han verificado los hechos que acabo de referir, se ha observado igualmente que desde que se han ejecutado los desmontes, en los rios y los torrentes que parecían haber perdido una parte de sus a^uas se advierten avenidas y crecientes súbitas y ex- traordinarias que causan grandes desastres. Se ha visto tam- bién que, después de tempestades violentas, de algunas fuentes casi secas ha surgido el agua abundante é impetuosamente por algún tiempo para secarse de nuevo. De estas observaciones se deduce que no debe adoptarse con precipitación y sin examen la opinión común de que el corte de los bosques disminuye la cantidad anual de lluvia, porque nada tendría de extraño que esta cantidad no hubiera variado, y que el volumen de las aguas corrientes se mantuviera el, mismo, á pesar de las aparien- cias de sequedad que en ciertas épocas del año puedan pre- sentar los rios y las fuentes, y pudiera suceder que la diferen- cia solo dependiera de que hay mas irregularidad en el vaciarse las aguas á consecuencia de los desmontes. Por ejemplo, si las grandes crecientes y avenidas del Ródano compensariii. exactamente la falta de aguas en el resto del año, resultaiia que hov este rio vertía en el Mediterráneo el mismo volumen de agua que en tiempos anteriores á los desmontes que se han hecho cerca de sus fuentes, y en época en que probablemente su pro- fundidad media no estaba expuesta como en nuestros días a considerables variaciones. Es verdad que aun en este caso los bosques tendrían siempre la ventaja de regularizar el der- rame de las aguas de lluvia. Mas, si en efecto las aguas cor- rientes escasean á proporción que se da mayor extensión a los desmontes, esto no puede depender de otra causa sino de que las lluvias son ménos abundantes, ó de que la evapora- ción se aumenta considerablemente en un suelo desnudo de bosques y privado del abrigo que los árboles le propor.W; nabln asi contra el viento como contra los rayos de sol. Es- tas dos causas, que obran siempre en el mismo sentido, de ben combinarse á menudo; pero, ántes de tratar de asignar lo que depende de cada una de ellas, conviene averiguar p evia mente si es un hccho evidente que las aguas comentes dismi- 3 SOBRE DESMONTES. nuyeh en la superficie de un pais en que se hacen grandes desmontes; en una palabra, indagar si no se han tomado las apa- riencias por la realidad, y este es sin duda el punto útil de la cuestión, porque una vez que se averigüe que realmente los des- montes disminuyen las aguas corrientes, importa ménos saber de qué modo esqueellosinfluyen en esta diminución. Es menes- ter, pues, examinar si no se encuentra en la naturaleza un orden de fenómenos que pueda servir de criterio para lograr la reso- lución de esta cuestión. Yo creo que los lagos que se hallan en las llanuras ó en diversas alturas de las cordilleras son propios para ilustrar la discusión , si los consideramos como depósitos destinados á recoger y medir en una escala colosal las variaciones que puede haber en la cantidad de aguas corrientes que riegan un pais. Si la masa de estas aguas varía en mas ó en ménos , es evidente que esta variación y el sentido en que ella se verifique será indicada por el nivel común del lago, por la razón que hace que el nivel de un lago varié en diversas épocas del año con- forme á la estación seca ó lluviosa. De aquí se sigue que el nivel medio ó común de un lago bajará si la cantidad anual de aguas corrientes que riegan una comarca disminuye; subirá por el contrario si las aguas vivas aumentan, y permanecerá estacio- nario si el volumen anual de los rios y fuentes ó manantiales que desaguan en el lago no varía. En la discusión que voy a enlabiar he usado con preferencia de las observaciones relativas á los lagos que no tienen salidas ó desagüe, porque he querido determinar las mas pequeñas variaciones de nivel, sin pasar no obstante por alto lo que dice relación con los lagos que pierden sus aguas por un solo canal, cuyo estudio estoy persuadido puede también dar resultados bastante exactos. Mas, antes de entrar en materia, debo dar alguna idea de lo que entiendo por variación de nivel. Reconocen los geólogos que en la superficie de la tierra el nivel de las aguas ha sufrido alteraciones considerables, ya sea que observemos las orillas del mar ó las márgenes de los grandes lagos. Este hecho es constante, y sobre ello lodos están de acuer- do, pero no lo están igualmente sobre la causa del fenómeno; los mas pretenden que en muchos casos la variación de nivel solo es aparente, que las masas de agua no han descendido, sino 4 MEMORIA que son las costas las que se han levantado. Los otros creen por el contrario que hay diminución real de la masa del liquido, verdadero desecamiento ; unos y otros dan sus razones en favor de su modo de ver la cuestión , mas yo por ahora no tengo para que tomar cartas en la disputa que tiene divididos á los geó- logos. No tendré para que ocuparme de las costas bañadas por el Océano, ni de las grandes diferencias de nivel que se advier- ten en ciertos lagos por consecuencia de circunstancias geoló- gicas que no pertenecen á la materia que trato, porque estas va- riaciones, á veces enormes, parecen haber sido ocasionadas en general por violentas catástrofes, que , con pocas excepciones , fueron anteriores á los tiempos históricos, mientras que yo no pienso tratar sino de las variaciones de nivel observadas en los lagos por nuestros antecesores ó por nuestros contemporáneos : en una palabra, yo no apreciaré sino los sucesos que se han veriticado á la vista de los hombres, puesto que lo que me pro- pongo es juzgar la influencia de sus trabajos agrícolas sobre el estado meteorológico déla atmósfera. Lo que tengo que decii se refiere principalmente á la América, en donde he hecho mis ob- servaciones, pero haré ver al mismo tiempo que lo que es cierto en América lo es también en cualquier otro continente. j Uno de los países mas interesantes de Venezuela, es sin duda j almna el valle de Aragua, situado á corta distancia del mar, dotado de un clima caliente y de un suelo maravillosamente i fértil. Este valle encierra todas las culturas propias de las regio- ^ nes tropicales : sobre las colinas que se levantan en el fondo del | valle, se ven con asombro campos que recuerdan la agricultura | de U Europa ; el trigo crece en las alturas que dominan á Victo- r ria. El valle de Aragua tiene por limites, al norte, la cadena de montabas litoral ; al sur, un sistema de alturas que lo separan de ^ los Llanos, y al oriente y occidente una serie de colinas que lo cierran completamente. Esta singular configuración de su ter- reno hace que los rios que nacen en su interior no tengan salida alguna hácia el Océano. Sus aguas se acumulan en la parte mas ¡ baja del valle , y forman por su reunión el hermoso lago de Ta- carigua ó de Valencia. Este lago, que, según M. de Humboldt, , excede en extensión al de Neuchatel en Suiza, tiene una eleva- I cion de 439 metros sobre el nivel del mar, cerca de diez legua» 5 SOBRE DESMO^TES. de largo, y, en su mayor anchura, dos leguas y media En el tiempo en queM. de Humboldl visitó el valle de Aragua percibían los habitantes el desecamiento gradual y manifiesto que se veia en el lago en los últimos treinta años. En efecto bastaba com- parar las descripciones que nos han dejado los historiadores an- tiguos con su estado actual, para reconocer, aun rebajando todo lo exagerado, que las aguas habian diminuido considerable- mente. Los hechos hablaban por sí mismos. Oviedo, cuya historia de Venezuela se publicó en 1723, y que habla visitado muchas veces el valle de Aragua á fines del siglo quince, dice positivamente que Nueva Valencia fue fundada en 1555 á media legua del lago de Tacarigua; en 1800 Mr. de Hum- boldt reconoció que ya la ciudad distaba de la orilla del lago 2700 toesas. Ademas el aspecto del terreno ofrece otras prue- bas : adviértense montecillos en la llanura que conservan el nombre de islas que tuvieron cuando estaban rodeados de agua. Las tierras enjutas después de haber sido abandonadas por las aguas del lago se han trasformado en ricas sementeras de algo- don, de plátanos y de caña. El agua se aleja de los edificios que estaban ántes cercanos á la ribera; desde 179G aparecie- ron nuevas islas, y un punto militar importante, la fortaleza erigida en 1740 en la isla de la Cabrera, vino á quedar en una península. Finalmente en dos islas de granito , la de Cura y la de Cabo blanco, M. de Humboldt halló entre algunos arbustos á pocas toesas sobre el nivel de las aguas arena fina mezclada con helicitas. Hechos tan claros y de tanta notoriedad no podían dejar de engendrar hipótesis entre los sabios del pais para ex- plicarlos, mas todas ellas se fundaban én un conduelo subter- ráneo que daba libre salida á las aguas hácia el Océano. M. de Humboldl manifestó lo infundado de estas explicaciones, y des- pués de un maduro exámen de aquellos lugares, no dudó en atribuir la diminución de las aguas en el lago de Tacarigua á los 1 Así el laíío de Tacari|;ua ocuparía la quinta parte déla planicie de Bogotá, cuya supcríicie es de i30 leguas cuadradas, poco mas ó ménos, y que paiece haber sido tanibicu en otro tiempo cubierta por las aguas. Un nivelamiento exacto de esta planicie conlribuiria A resolver curiosas é interesantes cues- tiones sobre su estado primitivo, la influencia absoluta ó relativa del corto de Tequendama sobre su estado actual, cuestiones interesantes aun para la suerte y el valor futuro de las propiedades rurales en la llanura.' {El traductor.) 6 MEMORIA grandes desmontes que se habían ejecutado en la última mitad del siglo pasado en los valles de Aragua. « Derribando los árboles que cubren la cima y el declive de las montañas, los hombres en lodos los climas preparan á las generaciones futuras dos calamidades á la vez : escasez de combustible y de agua. » Desde el tiempo de Oviedo, que, como todos los coronistas, guardó un silencio absoluto sobre la diminución del lago, el cultivo del añil , de la caña , del algodón y del cacao, adquirió mucha importancia y extensión. Los valles de Aragua presenta- ban en 1800 una población tan densa como cualquiera de las porciones mas pobladas de Francia. Sorprendía agradablemente ver el bienestar que reinaba en las muchas aldeas habitadas por esta industriosa población, tan pró-^^pero era el estado de aquel hermoso pais cuando M. de Humboldt habitaba la hacienda de Cura. Veintidós años después me toco visitar los valles de Ara- gua , y fijar mi residencia en la villa de Maracai , y ya para en- tonces los habitantes advertían que no solamente las aguas de la laguna habían cesado de bajar, sino que comenzaban «á subir de un modo bien manifiesto. Terrenos ocupados antes por plan- taciones de algodón habían sido sumergidos, y las islas llamadas Nuevas Aparecidas, que salieron délas aguas en 1796, desapare- cieron de nuevo, convirtiéndose en escollos peligrosos para la navegación. La lengua de tierra de la Cabrera, al norte del valle, se habia estrechado de tal suerte, que la mas pequeña avenida la inundaba totalmente, y un viento continuado del norueste era suficiente para cubrir de agua el camino que conduce de Maracai á Nueva Valencia. El temor de que el lago se .secara que habia inquietado antes á los habitantes de las inmediacione.s del lago , cambiando de naturaleza, se convertía en miedo de ver invadidas sus propiedades por las aguas del mismo, si continuaban á cre- cer, y los que habían imaginado antes los conductos subterrá - neos para explicar la diminución de las aguas se apresuraban á creerlos cerrados para dar razón de su aumento. Los valles de Aragua fueron teatro (durante mucha parte de los veintidós años que habían trascurrido) de luchas san- grientas para sustraerse al dominio de la España; la guerra a muerte habia devastado estas pacíficas y risueñas comarcas, y diezmado su prolacion. AI primer grito de independencia mu- SOBRE DESMONTES. 7 chos esclavos adquirieron. la libertad, alistándose en las bande- ras de la nueva república, y, abandonados así los grandes traba- jos agrícolas, la selva invasora de los trópicos reconquistó muy en breve una gran parte del terreno que los hombres le habían arrancado en mas de un siglo de constantes y penosas labores*. En tiempo de la grande prosperidad de los valles de Aragua, se desviaban los principales afluentes del lago para utilizarlos en regadíos, y de este modo los rios quedaban secos durante mas de seis meses en el aüo, mientras que en la época á que ahora alu- do, las aguas de estos rios, que ya no se empleaban en el riego, corrian libremente. Así cuando la industria agrícola de los valles de Aragua tomaba incremento, cuando su cultivo en grande se extendía y se multiplicaban los desmontes, bajaba el nivel del lago gradualmente; mas tarde, en un período de desastres, pasajeros por fortuna, en que cesaron los desmontes, en que las tierras ocupadas antes en sementeras se convirtieron de nuevo en bosques , entonces las aguas cesaron de bajar y comenzaron muy pronto á seguir un movimiento ascencional nada equí- voco. Trasladaré ahora la discusión, siempre sin salir de América, á una región en donde el clima es análogo al de Europa , en donde pueden recorrerse campos inmensos cubiertos de cereales ; quiero hablar de las planicies altas de la Nueva Granada, de estos valles elevados de dos á tres mil metros, en los cuales la temperatura en el curso del año, no excede de 14® á 16® centígrados. No fal- lan en ellos lagos, y me seria fácil describir muchos, pero me contentaré con citar aquellos que han sido también examinados en tiempos remotos. El pueblo de Ebaté está situado á la inmediación de dos lagos ; hace como sesenta años estos dos lagos formaban uno solo 2. Los 1 Esta Opinión de M. Boiissingault dcl)e examinarse con circunspección. El coronel Codazzi, en su interesante obra de la Geografía de Venezuela, pu- blicada en 1841, dice que las aguas del lago continuaban bajando, y de ios datos estad í.stic«»s que refiere en la misma obra se deduce que el cultivo en los valles de Aragua habia crecido muchísimo, sobre todo el del café. De este fruto se cosecharon sesenta mil quintales en 1808 y mas de docientos mil en 1839. Mas el café es un arbusto que exige sombra, y las tierras que lo produ- cen no puede decirse que están desnudas de bosques. La cuestión es pues com- plexa y necesita considerarse mas detenidamente. {El traductor^ 2 La altura de estos lagos es, según mis observaciones, de 2,562 metros. [Nota del autor.) 8 MEMORIA habitantes ancianos de estos lugares han visto bajar sucesiva- mente las aguas, y salir playas nuevas, y hay en el dia campos de trigo de la mayor feracidad en terrenos completamente inunda- dos treinta anos ha. Este fenómeno es tanto mas visible, cuanto que una diminución de agua de tres á cuatro pulgadas deja en seco una vasta extensión de terreno. Basta recorrer los alrededores de Ubaté, consultar los caza- dores experimentados del pais, y registrarlos archivos de las par- roquias, para persuadirse de la extensión de bosques que han sido destruidos. Los desmontes continúan, y es constante que la baja de las aguas, aunque mas lenta que en otro tiempo , no ba cesado todavía. El lago de Fuquene, situado en el mismo valle al oriente de Ubaté , merece toda nuestra atención. Medí su altura por medio del barómetro con el cuidado mas escrupuloso, y hallé que tenia la misma elevación que los de Ubaté. El obispo Piedrahita lo vi- sitó hace cerca de dos siglos, y en su Histof'ia de la conquista de la Nueva Granada^ le da diez leguasj de largo, sobre tres de ancho *• Por una feliz circunstancia, el doctor Roulin tuvo ocasión, hace algunos años, de levantar un plano de este lago, al cual encon- tró legua y media de largo y una de ancho. No creo que las di- mensiones adoptadas por Piedrahita sean exageradas, y me fun- do por una parte en mis nívelamientos barométricos, y por la otra en que ningún coronista habla de los lagos de Ubaté, mién- tras que mencionan lagunas de menos consideración. Me inclino á creer que en la época en que el obispo Piedrahita visitó es- tos lugares, solo habia un lago que se extendía sin interrupción desde Ubaté hasta Fuquene. En esta suposición, el cálculo de Pie- drahita no nada tendría de exagerado. Por otra parte , el hecho de la diminución de las aguas, de que nadie duda, es mucho mas importante que el cómputo de la superficie de terreno que las aguas han dejado en seco. Todos los habitantes de Fuquene saben 1 El Padre Zamora, en su Historia de la provincia dei Nuevo Reino de Gra- nada, dice iü siguiente :« El pueblo de Fuquene señorea, por estar tolocado en una eminencia, á la famosa laguna que los conquistadores llam.iron de Tin- jac á, y ahora llamamos de Fuquene. Tiene diez leguas por lo largo y tres por lo mas ancho. A sus riberas tenia grandes poblaciones de Indios sujetos al caci- que de Ubaté, cuyo nombre era el de toda aquella provincia, El licenciado Gon- zalo Ximenez de Quesada habla de un gran templo que habia en una isla en medio del lago. (Rl traductor.) 9 SOBRE DESMONTES. que el pueblo fué construido en la orilla del lago , del cual dista hoy cerca de una legua. Era en otro tiempo abundante la madera para construir las casas, y las montanas de uno y otro lado del valle estaban cubiertas de encinas y de laureles [myrica) de los que se sacaba gran cantidad de cera .\hora han desaparecido casi enteramente, y la explotación de la sal deNemocon y Tausa ha causado principalmente la destrucción rápida de los bosques en las inmediaciones de übaté y de Fu- quene. A todos estos hechos auténticos y que me seria fácil multiplicar, podría quizá responderse que la incontestable dimi- nución de las aguas habría acontecido aun cuando los bosques no hubieran desaparecido, y podría sostenerse que el deseca- miento depende de causas desconocidas que no nos es lícito descubrir, como sucede con otros fenómenos de la naturaleza. A esta Objeción no puedo oponer, como en Valencia, el nuevo incremento de las aguas ocasionado por el abandono de las labranzas y el aparecimiento de nuevas arboledas, pero si podría invocar en favor de la opinión que defiendo, la lentitud con que continúa hoy secándose el valle de Fuquene desde que ha cesa- do la destrucción de los bosques, que casi han desaparecido del todo; por lo cual, viendo los cultivadores que ya no se formaban con la rapidez que antes los terrenos fértiles que el lago aban- donaba, estaban imaginando ya en los medios de obtener direc- tamente lo que ios desmontes les ofreeian antes, y con tal objeto trataban desde 1826 algunos especuladores de abrir un canal para desaguar el lago y secar enteramente el fondo del valle. Sin embargo prefiero emplear argumentos sacados del examen de otros fenómenos del mismo orden que nos ofrecerán una prueba mas evidente de la opinión que he adop- tado. Voy á manifestar que en los lagos en cuyos alrededores no se han ejecutado desmontes, el nivel de sus aguas tampoco 1 Antes de la conquista los indígenas se alumbraban con cera de laurel, y, mas cautos y prudentes que los actuales habitantes, no permitiau indistinta- mente la destrucción de los árboles en el declive de las montañas, porque sabian por experiencia que,iiua vez corlados , arrastrada por las lluvias la tierra, desaparece la vegetación, y quedan inútiles vastas porciones de terrenos que antes prudiician maderas, resinas y bumedad para fertilizar ios campos inferiores. Hoy las rocas desnudas protestan contra el des<;uido é igmtrancia de los primeros í'olonos y de sus sucesores, y demandan á la legislación que proteja los eiícasos bosques que aun quedan contra las depredaciones de los rozadores. {El traductor.) 10 MEMORIA ha sufrido variaciones, y con eslo pienso que desaparecerá cual- quiera duda que aun pudiera quedar. Comenzaré por el lago de Tota, en atención á no estar muy distante de Fuquene , á hallarse en circunstancias geológicas semejantes, y á ser al mismo tiempo el lago mas curioso que sea posible encontrar en toda la Nueva Granada. El lago de Tota está situado en un lugar muy elevado sobre ^ la cordillera deSogamoso : su altura debe llegar á 4,000 metros, en lérminos que la vegetación desaparece casi enteramente, y solo se advierten aquí y allí en la roca de arenisca algunas de las plantas que caracterizan la región de los páramos, de las saxífragas y de los frailejones {es'peletía) revestidos de un vello espeso , y las gramíneas semejantes á paja seca que han hecho dar á las sabanas el nombre de pajonales. El lago es casi circular, y Piedrabita, que lo visitó en 1652, le calcula dos leguas de diámetro j sus aguas , cuando el viento las agita , forman olas que hacen peligrosa la navegación. Según una tradición muy anterior al descubrimiento de la América , en el lago residía un monstruo marino que causaba la agita- ción de las aguas y su derrame hacia el camino que cruza las orillas. Algunas personas de veracidad me han asegurado haber visto en la superticie del lago, no un monstruo, como lo afirman los Indios, sino una masa de agua, que, levantándose de repente, j sacude al caer las aguas del lago y las derrama en sus orillas , fenómeno análogo al que pasa en el lago deGinebia, y que ^ los Indios tienen la pretensión de poder adivinar por el estado ^ de la atmósfera, advirtiendo á los viajeros que no se pongan I en camino cuando el lago quiere enojarse. Hoy, como en 1652, 1 el. camino que pasa por el mismo lugar, es decir entre el lago y un muro de rocas escarpadas, está sujeto á inundarse con la misma frecuencia, y las aguas bañan las mismas rocas, sin que i su nivel haya tenido mas alteraciones que la región desierta y j estéril que lo rodea. Mas quizá se creerá que no be debido hacei entrar como elemento en esta discusión, la consideración de un lago situado en los límites extremos de la vida vegetal, y, temiendo que este ejemplo que me parecía tan terminante, no | se estime decisivo, precisamente por haberlo elegido en medio de un país árido y desnudo, rae veo obligado á describir otros SOBRE DESMONTES. 11 lagos menos elevados que el de Tota, y cuyas aguas han per- manecido estacionarlas por siglos enteros, aunque situados en medio de un pais cultivado, pero cuyo aspecto no ha variado. He estudiado estos lagos eii las inmediaciones del Ecuador, en la provincia de Quito. Para ir de ¡barra á Quito se atraviesa un hermoso valle en el cual se encuentra el lago de San Pablo ; los Indios le conser- van su antiguo nonibre de Chilcapan. Está elevado sobre el Océano de 2,763 metros. La temperatura correspondiente á esta altura no permite ya el cultivo del trigo ni del maiz; pero si el déla cebada, avena y papas, de que hay copiosas sementeras ; el pais contiene sobre lodo extensas dehesas, las colinas apare- cen cubiertas de rebaños de ovejas, cuyas lanas alimentan las fábricas de paños de la provincia. Los pueblos que rodean el lago existían ántesde la conquista, y la masa de la población, que es todavía indígena, ha conservado sus usos y su idioma. En una palabra, las cosas parece que están hoy en el estado en que se hallaban bajo el imperio délos Incas. La única diferencia esen- cial que se advierte es que la cria de carneros de Europa ha reemplazado casi enteramente la délos llamas; sin embargo todavía se encuentran á menudo recuas de llamas cargados de mercancías y conducidos por Indios á las ciudades vecinas. Todos admiten que los bosques desaparecieron de la planicie de San Pablo desde tiempo inmemorial, y que, desde la época de los Incas, ya solo servia para apacentar ganados. Las casas de los pastores construidas hace mas de un siglo en las orillas del lago han conservado su misma distancia de las aguas, y el camino que siguió por la ribera del lago Huayna-Capac, cuan- do salió de Quito para la conquista deOtavalo, fija todavía hoy el límite de las aguas. La cordillera que separa el valle de San Pablo de las costas del mar del Sur está cubierta en su declive oriental de selvas inmensas y casi impenetrables. Indico esta circunstancia porque estoy persuadido que hasta los desmontes hechos abajo de un lago alpino, aun á grandes distancias, influyen en el nivel de sus aguas. Podría citar sin alejarme mucho de los lugares que acabo de describir el lago singular de Cuicocha, que ocupa una.concavidad traquílica, y en el cual dos islas examinadas 12 MEMORIA con mucha atención por el coronel Hall dan testimonio de la constancia y estabilidad de su nivel. El estudio del lago de Yaguarcocha, ó Laguna de sangre, asi llamado desde que ¡ Huayna Capao enrojeció sus aguas con la sangre de 30,000 In- dios Lañares que hizo degollar, me conducirla á iguales resulta- dos. Estos dos lagos no tienen salida alguna, pero he escogido el de Ghilcapan, precisamente porque tiene una abertura natural ' hacia el norte por la cual sale el rio Blanco , para mostrar, según I lo dije al principio, que las observaciones hechas sobre. lagos , abiertos también pueden ser útiles. Una corriente de agua cualesquiera que sale de un lago ha de profundizar necesaria- mente el conducto por donde pasa, y causar un descenso en el nivel de las aguas. Ahora bien, á pesar de esta circunstancia, las de Chilcapan no han bajado do nivel, y, examinando con atención la roca traquitica, en el lugar de donde nace el rio Blanco, he visto que no habia nada que indicase acción corrosi- ^ va délas aguas. En las muchas cascadas que he tenido ocasión de examinar, he advertido que efectivamente una masa de agua puede, al caer, cavar hondamente las piedras mas duras, pero nunca he observado acción sensible del agua cuando solo . corre sobre una roca, á no ser que lleve consigo, como sucede generalmente en los torrentes, cascajo cuya frotación continua sea susceptible de gastar la superficie de la roca por donde ^ pasa. Terminaré lo que me queda que decir relativamente á los lagos de la América meridional tratando del de Quilatoa, situado en el otro hemisferio, porque fué observado con la mayor exac- ^ titud en dos épocas suficientemente distantes una de otra, á saber en 1740 y en 1831. Basta permanecer algún tiempo en la villa de Lalacunga, situada al pié del Cotopaxi,* para oir hablar con frecuencia de las maravillas de la laguna de Quilatoa ‘. De • 1 El padre Juan de Velasco, natural de Quito, en su Historia natural de- ^ anuel reino, escrita en 1789 y publicada en Quito en 1844, dice lo siguiente : o Quirotoa ó Quilatoa, de figura cónico- tronca, tiene en su altura un elevado muro de escarpadas peñas, y dentro, un lago de una legua de circunferencia con una isla en medio. Esta se perdió con haber subido el agua setenta varas por los años de 1725. Luego que se cubrió la isla se dccbyó volcan, porque arrojó llamas de en medio de las aguas. En su última erupción, que Li luzo en diciembre de 1740, ardió una noche cutera , derramándose las llanws en con- torno, quemó las rocas y esterilizó los campos. Con esto parece que. que SOBHE DESMOMCS. 13 la cual se dice que de tiempo en tiempo lanza fuego que abrasa los arbustos que crecen en sus orillas, y cuyas detonaciones se oyen á mucha distancia. La Condamine hi/o una excursión á Quilatoa en 1738, y halló que el lago era circular; tenia decien- tas toesas de diámetro y sus aguas distaban de lo escarpado de las orillas veinte toesas. En el mismo estado encontré el lago de Quilatoa en 1831 en que lo visité. Tiene el aspecto de un cráter ocupado por el agua; su elevación sobre el nivel del mar es de 3,918 metros, es decir que pertenece á la región fria, y en efecto está rodeado de inmensas dehesas, y la hacienda de gana- do de Piliputzin se halla 500 metros mas abajo ; al oriente la cordillera que desciende hácia la costa está cubierta de selvas incultas y desconocidas. Los pastores de los contornos me dije- ron que nunca habian visto salir llamas del lago ni oido deto- naciones. E! estudio de los lagos, tan comunes en Asia, condiiciria pro- bablemente á resultados conformes con los que se deducen de las observaciones hechas en la América meridional, á saber, que las aguas que riegan una comarca diminuyen á medida que los desmontes se acrecientan y que las labranzas adquieren exten- sión. Los trabajos recientes de M. de Humboldt, que han con- tribuido tanto á dar a conocer aquella parte del mundo, parece que dejan poca duda en ello. Después de hacer ver que el siste- ma de montanas del Altai desaparece con una serié de colínas en las llanuras de Kirghiz, y que por consiguiente la cadena del üral no está ligada con la del Altai, como se creía generalmente, este célebre geógrafo prueba que justamente en los lugares en que se acostumbraba situar los montes Alghinicos comienza una región particular de lagos que continúa por las llanuras atravesadas por los rios Ichim, Omsk y Ob Podría suponerse que estos lagos son el residuo de la evaporación de una grande masa de agua que en otro tiempo cubria todo el pais, y que, por consecuencia de la configuración del suelo, se hábia dividido en otros tantos lagos particulares. Atravesando el eslepar de extinguido, porque bajando las aguas se de.scubrió la isla y no ha vuelto á dar señal a’guna. Es crcible que esta montaña hubiese sido volcan antiguo y muy alto, y que, hallándose hueco como el Carguairazo, se hubiese sentado su copa formando la isla que se ve. » (£/ iruductor.) 1 Humboldt, Fragmentos asiáticos. ■NBIMIIIBmUOl ■MMmMftTMB 14 MEMOIUA Baraba para ir de Tobolsk á Barnaoul, M. de Humboldl observó que por donde quiera el desecamiento del pais aumenta rápida- mente por el cultivo de la tierra. Quedan pues que examinar, bajo el punto de vista que nos ocupa, los lagos de£uropa. Mi viaje á Suiza fué demasiado rá- pido para proporcionarme datos suficientes con respecto á los lagos de esta interesante región, mas por fortuna un ilustre observador nos ha dejado documentos preciosos que ofrecen pruebas nuevas sobre el influjo del cultivo y de los desmontes en la diminución de las aguas. Saussure, en sus primeros estu- dios relativos á la temperatura de los lagos de la Suiza, exami- nó los que están situados al pié de la primera línea del Jura. El lago de Neucbatel tiene ocho leguas de largo ; su mayor anchura no pasa de dos leguas. Lo que mas admiró á Saussure fué la extensión que este lago debia haber tenido en otro tiempo, porque, según él, las grandes praderas horizontales y pantano- sas que lo terminan al sudoeste han debido pertenecer al lago. Él deBienna tiene tres leguas de largo y una de ancho; está separado del de Neuchatel por una serie de llanadas que proba- blemente estuvieron inundadas. El lago de Morateslá separado del lago de iSeuchatel por llanos pantanosos que sin duda alguna también estuvieron cubiertos por las aguas, en tiempo en que, según Saussure, los lagos de Nenchatel, Bienna y Moral, no for- maban sino uno solo, porque, en Suiza, como en América y en Asia, los antiguos lagos que podrian llamarse primitivos y que ocupaban el fondo de los valles, cuando el pais estaba entera- mente inculto y agreste , se han dividido por el efecto del dese- camiento en cierto número de lagos independientes. Terminaré la tarea que me impuse, aprovechándome, respec- to de la discusión que me ocupa, de las observaciones de Saus- sure en el lago de Ginebra. Este lago es, por decirlo asi, el punto de partida de los inmensos trabajos de este célebre físico, V nadie ha hecho de él un estudio tan profundo. Supone Saus- sure que, en una época bien anterior á los tiempos históricos, las montanas que dominan este lago estaban sumergidas, hasta que una catástrofe posterior no dejó mas aguas que las que se encuentran en el fondo del valle y que forman el lago de Gine- bra. Fundándonos en el testimonio de los monumentos cons- SOBRF. DESMONTES. 15 truidos por los hombres, no es posible dudar que las aguas de este lago no hayan diminuido en los últimos doce siglos. Mucha parte de la ciudad de Ginebra está edificada en las playas aban- donadas por las aguas del lago, y este descenso del nivel del lago, según el mismo Saussure, no depende solamente de ha- berse profundizado el canal de desagüe, sino también de la di- minución en la cantidad de aguas que entran en el lago. La consecuencia que se saca de las observaciones de Saus- sure, es que, en el espacio de mil docientos á mil trescientos anos, las aguas corrientes han disminuido gradualmente en las regiones que circundan el lago de Ginebra, y nadie me parece negará que se han hecho en Suiza durante este largó período inmensos desmontes, ni que haya dejado de acrecentarse el cultivo de este hermoso pais. Del examen del nivel de los lagos hemos llegado á la con- clusión siguiente : que en los países en donde se han ejecutado grandes desmontes, ha habido muy probablemente diminución en las aguas vivas que corren á la superficie del terreno; mien- tras que allí donde no se ha hecho tala alguna, las aguas cor- rientes permanecen como ántes sin menoscabo. Así los bosques considerados bajo el punto de vista que nos ocupa, obran conservando el volumen de las aguas destinadas á los molinos, canales, etc., porque impiden que las aguas de lluvia se reú- nan y corran demasiado pronto , y porque sirven de obstá- culo á la evaporación. Que un terreno cubierto de árboles sea mónos propio á favorecer la evaporación que un terreno desmontado, es un hecho constante que no admite discusión ; mas, para observar bien las diferencias de estas dos condiciones, es menester viajar por caminos que atraviesen sucesivamente terrenos limpios v terrenos cubiertos de bosques, poco tiempo después de la esta- ción de las lluvias. Entonces se advierte que las porciones del camino descubierto aparecen completamente secas, mientras que donde hay bosque el lodo y la humedad continúan. En la América meridional los terrenos cubiertos de selva espesa son los en donde se observa mas claramente la dificultad de la eva- poración. En los bo.sques la humedad es constante, y los senderos son siempre pantanosos, sin que haya otro medio de desecar . 16 MEMORIA estas sendas montuosas sino dándoles una anchura de ochenta á cien metros, es decir haciendo un desmonte considerable. Una vez admitido (y no es posible resistir á la evidencia) que las aguas corrientes se diminuyen en consecuencia de los des- montes, conviene examinar si esta diminución depende de una cantidad menor de lluvia, ó de una evaporación mayor, ó de los riegos. Dije al principio de esta memoria que no era fácil calcu- lar la influencia que cada una de estas causas tiene en el fenómeno ; pero, ántes de terminar, trataré de averiguar cual tiene mas ó menos, y algo adelantará la discusión si consigo probar que hay menoscabo en las aguas corrientes por el solo efecto del desmonte, sin la concurrencia simultánea de las otras causas. Por lo que hace al riego ó regadío, hay que distinguir nece- sariamente entre el caso en que se sustituyan grandes semen- teras á los bosques, y el caso en que un terreno árido y limpio se cultive por la industria del hombre. En el primer caso es probable que el riego contribuya poco á ‘disminuir la masa de las aguas corrientes, porque debe suponerse que la can- tidad de agua consumida en la vegetación de una superficie dada de bosques, debe por lo menos igualar á la que demanda una superficie igual cultivada después de la tala. Entonces la influencia que ejerce este terreno cultivado no es otra que la de un terreno desmontado, que obra únicamente favore- ciendo la evaporación de las aguas de lluvia. En el segundo caso, es decir en aquel en que se dedique á las labranzas una grande extensión de pais inculto, habrá evidentemente con- sumo del agua necesaria para la vegetación que se ha pro- vocado, y por esto la introducción de la industria agrícola, aun en países sin bosques, debe forzosamente diminuir las cor- rientes de agua. Probablemente hade atribuirse á una circuns- tancia semejante el desecamiento gradual de los lagos que encierran una parte de las aguas del norte del Asia. Y no hay que decir que en este caso se aumenta la evaporación de las aguas de lluvia, pues por el contrario este efecto debe mas bien diminuir, porque el agua se evapora mas difícilmente en el suelo cubierto de plantas que en el que esté desnudo de vegetación. 17 SOBRE DESMONTES. De las consideraciones que he presentado respecto de los la- gos de Venezuela, de la Nueva Granada, del Ecuador y de Suiza se sigue que puede atribuirse directamente la diminución de una parte de las aguas corrientes tributarias de estos lagos á una cantidad menor de lluvia; pero también puede sostenerse con la misma razón que esta diminución es tan solo la conse- cuencia de una evaporación mas rápida de las aguas de lluvia. En efecto hay circunstanciasen que la diminución de las aguas vivas proviene de una evaporación mas activa. Aunque he oido citar muchas observaciones en apoyo de esto, como estoy per- suadido que en discusiones como la que nos ocupa no son solo los hechos sino los hechos bien observados los que conviene adoptar, solo citaré dos observaciones; la una se debe á M. Des- bassyns deRichemonden la isla de la Ascensión; la otra es tomada de mis registros durante una residencia do muchos años en las minas de Marmato. En la isla de la Ascensión existia un hermoso manantial en lo bajo de una montaña, el cual perdió su abundancia y por ultimo se secó después que se cortaron los árboles que cubrían aquella montaña. Atribuyóse la pérdida de la fuente al des- monte, y, haciendo nuevos plantíos de árboles, algunos años después apareció de nuevo la fuente, que creció al mismo tiempo que el bosque, y al cabo recobró su primitiva abundancia. La montaña metalífera de Marmato está situada en la provin- cia del Cauca, en medio de selvas inmensas. El arroyo que se usa en la mina está formado por la reunión de otros que nacen en la planicie montañosa de San Jorge, que domina el estableci- miento. En 18¡26, cuando por la primera vez visité estas minas, Marmato no era otra cosa que la reunión de unas cabañas mi- serables habitadas por negros esclavos. En 1830, época en que salí de aquellos lugares, Marmato presentaba el aspecto mas animado, se veian alli grandes talleres, fundición de oro, máquinas para triturar y amalgamar el mineral. Mas de tres mil habitantes, lodos libres, vivían en el declive de toda la mon- taña, y por consiguiente se habían cortado maderas, así para la construcción do las máquinas y de los edificios, como para l'.acer carbón ; el resultado fue que no habían trascurrido toda- vía dos años cuando se observó que el volumen de agua que 2 18 MEMORIA daba movimiento á las máquinas comenzó á diminuir de un modo notable, y la cuestión era grave, porque al menoscabo en la cantidad de aguas como fuerza motriz acarrea como conse- cuencia una diminución en la producción de oro. Ni en Marmato ni en la isla de la Ascensión una tala local y limitada á cierto espacio ha podido influir suficientemente sobre el estado meteorológico de la atmósfera para hacer variar la cantidad anual de lluvia que cae en aquellas regiones. Ademas, en Marmato, luego que se observó la diminución de las aguas, se estableció un pluvimetro, advirtiéndose que en el segundo año después de establecido y á pesar de haber continuado los desmontes, la cantidad de agua de lluvia recogida fué mas con- siderable, sin que se hubiera aumentado visiblemente el volu- men de las aguas corrientes *. Es pues verisímil que las talas y desmontes locales, aunque sean limitados á corlas distancias, pueden diminuir y aun hacer desaparecer las fuentes y los arroyos, sin que este efecto pueda atribuirse á una cantidad menor de lluvia. Nos queda la última cuestión por examinar, á saber : si los grandes desmontes, es decir aquellos que comprenden un pais extenso, pueden hacer que disminuya la cantidad de lluvia Esta cuestión no puede resolverse sino por medio de observa- ciones udométricas , y desgraciadamente en Europa no han comenzado á practicarse sino cuando los grandes desmontes se hablan ya verificado. Esperamos que los Estados Unidos de América, en donde las talas se ejecutan con la mayor rapidez y extensión, nos ofrecerán, dentro de poco tiempo una serie pre- ciosa de hechos. Por lo que á mí toca, habiendo estudiado bajo los trópicos el fe- nómeno de la lluvia, he formado, respecto de la cuestión de los desmontes, una opinión que he logrado hacer adoptar también á otros observadores. Yo creo firmemente que la tala de árboles en grandes espacios disminuye la cantidad de lluvia anual que cae en una región. 1 Dos años de observaciones udométricas son suflcientes, aún entre los tró- picos, para acusar una variación en la cantidad de lluvia ; mas, de las obser- vaciones de Marmato se deduce que la masa de agua corriente ha d¡minui¿o, aunque la cantidad de lluvia baya sido mayor el segundo año. SOBRE DESMONTES. 19 Hace tiempo que se dice que en las regiones equinocciales ja época de la estación lluviosa vuelve cada año con admirable regularidad ; y esto es muy exacto, aunque el hecho meteoro- lógico no debe anunciarse de un modo demasiado general. La alternación regular de las estaciones secas y lluviosas es casi completa en las regiones que comprenden un territorio con extremo variado. Así un pais que tiene bosques y rios, lla- nuras y montañas, lagos y extensas planicies, presenta con efecto estaciones periódicas perfectamente caracterizadas *. No sucede así cuando el terreno siendo mas uniforme adquiere un carácter especial. La época de la vuelta periódica de las llu- vias será mucho ménos regular cuando abundan los terrenos limpios y áridos, cuando las grandes labranzas se han susti- tuido en parte á los bosques, cuando los ríos y los lagos son esca- sos Las lluvias en semejante pais serán ménos abundantes, y se sufrirán de tiempo en tiempo sequias de larga duración. Si, por el contrario, como en el Chocó y las selvas del Orinoco, bosques densos cubren casi totalmente el territorio, si hay mu- chos rios y que el cultivo de la tierra sea limitado, la irregula- ridad de las estaciones se verificará igualmente, pero en un sentido diferente. Dominarán las lluvias, y en ciertos años se- rán casi continuas. El continente americano nos ofrece en una grande extensión dos regiones colocadas bajo las mismas condiciones de tempe- ratura, Y en las cuales se encuentran sucesivamente las cir- cunstancias mas favorables á la formación de la lluvia, y lasque les son mas diametralmente opuestas. De Panama hácia el sur se encuentra la bahía de Cupica, las provincias del Chocó , Buenaventura , Barbacoas y Esmeraldas. En estos paises cubiertos de selvas densas regadas por una infinidad de rios, las lluvias son casi continuas. En el interior casi no hay dia que no llueva *. Del otro lado del Tumbez há- 1 Vcnetuela,los llano» y planicies de la Nueva Granada y de Quito, valle del Magdalena, provincias de Antioquia, de Guayaquil y de Cartagena. {Nota del autor). 2 Provincias del Socorro, deSogamoso, de Cumana, de Coro, de Cuenca Iricia Piara. l Hé aqui como describe esta faja de tierra nuestro malogrado natu^ali^ta CaHas, en el semanario de la Nueva Granada. « La parle baja y marítima de 20 MEMORIA cia Paila, comienza un orden de cosas enteramente diferente . los bosques desaparecen, y también el cultivo de la tierra. Aquí no se sabe lo que es llover, y cuando estuve en Paila oí decir á los habitantes que hacia diez y siete años que no llovía. Esta falta de lluvia es general en todo el país que toca en el desierto de Sechura y se extiende hasta Lima : en esta región la lluvia es tan escasa como los árboles. Así, en el Chocó, cuyo terreno está cubierto de selvas, llueve siempre ; sobre la costa del Perú, en donde el terreno es arenoso, privado de árboles y de verdura, no llueve nunca, y esto, como llevo indicado, bajo climas iguales, igual latitud, igual distancia á las montañas, altura uniforme sobre el nivel del mar. Los hechos que he manifestado en esta memoria parece que prueban: -a \ a \o Que los grandes desmontes disminuyen la cantidad de aguas vivas que corren á la superflcie de un pais. 2 ^* Que es imposible decir si esta diminución se debe á una cantidad anual menor de lluvia, ó á una evaporación mayor, ó á estos dos efectos combinados. 30 Que la cantidad de aguas vivas no parece haber vanado en los países que no han experimentado mutaciones debidas á la agricultura. 40 Que independientemente de la conservación de las aguas vivas, los bosques regularizan su curso. S*» Que el cultivo de la tierra en los países áridos y desnudos de bosques, también absuerbe una parte de las aguas corrien- tes. 6® Que las talas parciales pueden agotar las fuentes, sin que por esto pueda sacarse la consecuencia de haberse diminuido la cantidad anual de lluvia. estos países la coDStitayc una zona horizontal de 12 á U> leguas de anchura, baja, anegadiza en gran parte, cruzada por mil ríos caudalosos que ya se sepa- ran.va se reúnen y forman un archipiélago continuo en sus embocaduras, y qué lentos y perezosos se dejan balancear de oriente á occidente por las fu zas de la luna muchas leguas dentro del continente. , • „ » Todo este pais está enteramente cubierto de selvas. colosales en donile una vegetación vigorosa no deja otros vacíos que los que les <}>sputan las ondai. Pncas poblaciones, algunos grupos de cbbzas pajizas ^mbradas á largas b- tancias y siempre á las orillas de los ríos, es lo único habitado de esta mmeasa región. (A^otn del traductor.) t SOBRE DESMONTES. 21 7° Que en virtud de los fundamentos que prestan los hechos . meteorológicos observados en las regiones equinocciales, debe presumirse que los grandes desmontes disminuyen la cantidad anual de lluvia que cae en una región *. ADICION DEL TRADUCTOR. La Francia tiene 52 millones de liectaras de superficie, y en ella hay 8,623,128 de bosques, ó la sexta parte, de los cuales 1 Aunque la opinión que M, Boussingault sostiene en esta memoria parece matemáticamente demostrada, no creo fuera de propósito citar algunos he- chos que la confirman y que refiere en su Fiajc al Oriente el maiTscal Mar- luont, duque de Ragusa.y miembro de la Academia de ciencias, porque estos hechos de climas análogos á los nuestros y en otra parte del mundo, contri- buirán, espero, á fortalecer el pensamiento de comenzar á crear entre noso- tros una legislación de bosques, por cuya falta podrian quejarse amargamente nuestros hijos y nietos, haciéndonos el cargo de que viviendo en una época ya adelantada de luces no podíamos alegar ignorancia por no haber atajado las inútiles y perjudiciales talas de árboles, y regularizado los cortes de madera sobre todo en los lugares y provincias de climas fríos en que la reproducción es lenta ó casi imposible en ciertas situaciones. Dice el mariscal que puede afirmar que desde el mes de noviembre de 1798 hasta fin de agosto de 1799, en que estuvo mandando en Alejandría de Egipto no llovió sino una sola vez, durante media hora, miéntrasque hov llueve cada’ ano por treinta á cuarenta dias, y á veces en invierno la lluvia es incesante ñor cinco y seis días. Que en el Cairo, en lugar de algunas golas de lluvia oue eran «msa rara, llueve anualmente por quince á veinte dias, v que se supone oue esta modificación en el clima es el resultado de plantíos' inmensos de árboles que se han hecho por disposición del Bajá. Cerca de veinte millones de árbo- les se lian sembrado abajo del Cairo. Y lo que autoriza á creer fundada esta causa es el efecto inverso obtenido de un modo incontestable en el E«^ÍDto so- perior, en consecuencia de la destrucción de los árboles. Hace ochenta años llov ía suficientemente en el Egipto superior ; entonces las montañas de Libia v de Arabia que forman el valle dcl Nilo tenían yerba v árboles, y los Aralies man- tenían en ellos sus ganados, pero habiendo destruido los árLlcs, cesaron las lluyips y se secaron los pastos. Después de citar otros hechos relativos á Egipto, concluye el mariscal ¡Marmonl : « La conservación de los árboles y de los bosques, y en su defecto el de las plantacioues, obran pues sobre el clima de un modo mas pronto, mas directo y mas eficaz de lo que ordinariamente Tr-hb M agn^^^^ » Casi al mismo tiempo c«- crhia M. Balbi . « La destrucción délos bosques puede algunas veces ser útil pan un país, porque le procura una circulación de aire mas Ubre, pero llevada al e^eso es un azote que devasta regiones enteras. Las islas de Cabo Verde nos ofrecen funestos ejemplos. » {Nota del traductor J 22 MEMORIA 1 millón 1 83,256 pertenecen al estado, son los mejor adminis- trados, V producen 32 francos por hectara anualmente ; J 823,833, al común de los lugares y á los establecimientos públicos; 106, 929, ala corona; 5,619,110, á los particulares que producen 24 francos por hectara. . , i i La Francia tiene ademas en matorrales, malezas y brezales, 8 millones de hectaras. ^ La utilidad dé los bosques no es hoy disputada por ninguno; todos saben que en las regiones de montañas la destrucción de los bosques convierte los arroyos en torrentes devastadores. Fsta es la causa de la devastación de los departamentos alpinos, en donde el suelo desaparece bajo los pies del hombre y debe temerse se conviertan en desiertos. Los rtos, acrecentados de repente por las aguas, cuyas corrientes no tienen nada que as modere en el declive de las montañas, ocasionan en las lla- nuras desgracias como las que determinaron las inundacio- nes de los valles del Loira. Así el interes del baño co.no de la montaña están de acuerdo en favor de replantar los bosques cierno ha presentado una ley en este año, de acuerdo con los votos de los concejos generales de los departamentos, para aumentar hasta en un quinto de superficie la los bosques. M. Alluard del Alto Rbin propone los siguientes remedios . 1° Reprimir los abusos de las talas. . , , . 20 Sujetar al régimen especial de bosques a todos los terrenos cuyo declive pase de ciertos limites. Esta medida encierra la prohibición de desmontar directa ó indirectamente estos erre- nos V aun la espropriacion por causa de utilidad publica de sus terrenos á los propietarios que se denegaren á replantar los bos- *^*3*E«ncion deMniribuciones por cierto periodo a los propie- larios Que havan replantado árboles. 4- Protección mas eficaz acordada por la legislación penal a los propietarios de bosques, re.specto de lo cual, cuando se ra^a sobre todo de bosques particulares, la mayor parte de .os delitos quedan impunes. SOBRE EL ARBOL DE LA LECHE. 23 5® Fomentar las asociaciones para replantar los bosques y arboledas. MEMORIA Sobre el Arbol de la leche» • Entre las asombrosas producciones vegetales que á cada paso se encuentran en las regiones equinocciales, se halla un árbol que produce con abundancia cierto jugo lechoso comparable por sus propiedades á la leche de los animales, y que como tal se usa. M. de Humboldt bebió de este jugo en la hacienda de Barbula, situada en la cordillera litoral de Venezuela. Cuando salimos de Europa, este sabio viajero nos recomendó expresamente que examináramos detenidamente este producto vegetal, y que le enviáramos la flor del árbol que lo produce, el cual crece con abundancia en las montanas que dominan á Periquito, pueblo situado al norueste de Maracay. Así lo hici- mos, advirtiendo desde luego que posee las mismas propiedades físicas que la leche de vaca, con la diferencia de ser mas vis- coso ; tiene también el mismo sabor, pero la analogía cesa si se consideran sus propiedades químicas. Esta leche se disuelve en el agua en todas proporciones, y así disuelto no se coagula por la ebullición. Los ácidos tampoco lo cuajan como sucede con la leche de vaca. El amoníaco no solo no forma precipitado en él, antes bien lo liquida mas. Este ca- rácter indica que el jugo de que nos ocupamos no contiene caucho, puesto que en otros jugos que tienen este principio y que hemos examinado, el amoníaco preci(3ilabala mas mínima parte, y el precipitado desecado tenia las mismas propiedades que la goma elástica. El alcool lo coagula apénas, ó mas bien lo prepara para que pueda filtrarse con facilidad. La leche vege- tal enrojece algún tanto la tintura de tornasol y hierve á la tem- peratura de lüO® bajo la presión de 0,729. El calor desenvuelve en esta sustancia los mismos fenómenos que en la leche de 21 MEMORIA vaca, así como en esta, se forma una película í^ue impide el deS' preiidimienlo de vapores acuosos. Quitando esta película y de- jando evaporarla leche vegetal aun calor moderado, llega á formarse un extracto que se parece al franchipan, pero conti- nuando por mas tiempo el fuego, se producen en el líquido gotas oleosas que aumentan a proporción que el agua se evapora, y por último se forma un liquido oleoso que se deseca y endurece luego que la temperatura se eleva, y entonces se esparce un olor fuerte de carne frita en grasa. El calor separa la leche vegetal en dos parles, la una fusible y de naturaleza oleosa, y la otra fibrosa y de naturaleza animal. Si no se evapora con demasiada rapidez la leche vegetal, de modo que entre en ebullición la materia fusible, puede obtenerse esta sin alteración, y sus propiedades son las siguientes : Es de color blanco amarilloso, traslucida, sólida, de modo que resiste á la presión del dedo. Comienza a derretirse a la temperatura de 40® centígrados, y cuando se termina la fusión el termómetro indica 00®. Es insoluble en el agua, los aceites esenciales la disuelven con facilidad, se combina también con los aceites comunes , y forma con ellos un compuesto análogo al cerato. El alcool á 40®, ó hirviendo, la disuelve enteramente, y al enfriarlo se precipita. Essaponificable con la potasa cáustica, V hervida con el amoníaco, forma una emulsión jabonosa. El ¿cido nítrico caliente la disuelve, con desprendimiento de ácido nitroso y formación de ácido oxálico. Esta materia es semejante a cera de abejas refinada, y puede servir á los mismos usos, y así hicimos con ella bujías. La materia fibrosa la conseguimos evaporando la leche y sacando la cera derretida por decantación, después lavando el residuo con un aceite esencial para quitar las últimas porciones de cera, y últimamente exprimiendo este residuo y haciéndole hervir, largo tiempo en agua para volatilizar el aceite esencial. A pesar de esta operación no se puede quitar enteramente el olor del aceite esencial. La materia fibrosa sacada de este modo es prieta, quiza por haber.se alterado algo á la temperatura de la fusión de la cera. >’o tiene sabor, y puesta sobre un fierro caliente, .se hincha, se tuerce, se funde y se carboniza esparciendo un olor de carne 25 SOBRE EL ARBOL DE LA LECHE. asada. Si se vierte sobre ella ácido nítrico acuoso, se desprende un gas que no es ácido nitroso. La materia fibrosa se trasfonma en una masa amarillenta y aceitosa, como acontece con la carne muscular, cuando se prepara el gas ázoe según el método de M. Bertliollet. El aícool no disuelve la materia fibrosa, y por lo mismo nos servimos de este menstruo para separarla sin alteración, la- vándola frecuentemente con este líquido caliente hasta obte- nerla al estado de fibras blancas y flexibles. En esta disposición se disuelve fácilmente en el ácido hidroclórico acuoso. Esta sustancia posee, según se verá, los mismos caracteres que la fibrina animal. La presencia en la leche vegetal de un producto que no se halla de ordinario sino en las secreciones délos animales, es un hecho tan particular, que no nos atreveríamos á anunciarlo sino con mucha circunspección, si la fibrina animal no hubiere sido ya descubierta por uno de nuestros mas célebres químicos, M. Vauquelin, en el jugo lechoso del carica papatja. Lo último que examinamos fue el líquido que, en la leche de este árbol, mantiene en suspensión y en un estado de divi- sión química, los principios anteriormente analizados, es decir la cera y la fibrina. Lo que pasa por el filtro de la leche vegetal despucs de haber formado un coágulo lijero con ei auxilio del alcool según indi- camos ántes, enrojece la tintura de tornasol, y evaporado no forma cristales. Continuando la evaporación hasta la consisten- cia de jarabe, y poniéndole alcool rectificado, permanece inso- luble, excepto una pequeña porción de materia azucarada. La porción insoluble en el alcool tenia un sabor amargo, y, disol- viéndola en agua, formó un precipitado, tanto con el amoníaco como con el fosfato de sosa. Sospechamos por lo mismo que contiene una sal de magnesia, y aplicando el sistema de! doctor WoUaston, es decir colocando en un vidrio de reloj, al lado de una gota de esta sustancia, otra de fosfato de amoníaco, y mezclándolas, se formaban fácilmente caracteres, propiedad gráfica que distingue el fosfato amoníaco magnesiano. Pensá- bamos que era el ácido acético el que se hallaba combinado con la magnesia; mas, virtiendo en él ácido sulfúrico, no manifestó 26 MEMORIA olor alguno de vinagre, y formó un sulfato, carbonizando el lí- quido. No sabmoít, pues, cual será la naturaleza de este ácido. La materia que no pasa por el filtro tiene el aspecto, luego que se seca, de cera sin refinar, y se derrite esparciendo cierto olor de carne. Abandonada á sí misma, la leche vegetal se agria y adquiere un olor desagradable. Al alterarse, despide gas ácido carbóni- co, y se forma ademas una sal amoniacal, puesto que la potasa ocasiona en ella un desprendimiento de alcalí volátil. Bastan algunas gotas de ácido para impedir la putrefacción. Así pues, las partes constituyentes de la leche vegetal, de que nos ocupamos, son : cera ; 2° fibrina ; 3“ un poco de azúcar ; 4° una sal de magnesia, que no es un acetato ; 5® agua. iS'o contiene ni maleria caseosa ni caucho. Calcinada, produce silica, cal, magnesia y fosfato de cal. A la fibrina debe su pro- piedad nutritiva. Ignoramos cual sea el efecto de la cera sobre la economía animal, pero si podemos asegurar que en estos paises la experiencia prueba que no es nociva, puesto que eutra por mitad del peso de esta leche, la cual no lo es. Debería cultivarse el árbol de Ia leche, aunque no fuera sino para extraer la cera, que es de una cualidad superior, lo que seria una nueva riqueza para el fértil valle deAragua, en el cual se ve el cultivo de la cana dulce , del añil y del algodón, reunido con el de las cereales. Maracay, 15 de febrero de 1823, Exáneii químico del curare^ veneno de los Indios del Orinoco , por M31. Jiouim y BoussingauU. Los Indios del Orinoco, los del Casiquiare y del rio Negro, usan para envenenar sus armas de un extracto vegetal conocido con el nombre de curare, y cuya acción sobre la economía ani- mal es con extremo enérgica. Aquellos indígenas extraen este veneno evaporando el jugo de diversas plantas. Como no logramos ver el método con que los naturales lo preparan, 27 SORBE EL CURARE. vamos á copiar lileralmente lo que dice sobre esta materia M. de Humboldt, quien, en su memorable navegación del Orinoco, pre- senció lodos los detalles de esta preparación. « Tuvimos la felicidad de encontrar á un Indio ménos ebrio que los otros, que se ocupaba en destilar el veneno curare. Servíale su choza de laboratorio químico : vimos en ella grandes ollas de barro destinadas al cocimiento de los jugos vegetales, y otras vasijas que, presentando ménos profundidad y mas superficie, debian favorecer su evaporación. Completaban el aparato farmacéutico del amo del curare ( nombre que daban á este Indio) una especie de embudos hechos de hojas de banano arro- lladas, las cuales servian para filtrar líquidos. Era notable el orden y aseo de la choza del Indio, no ménos que su aire ma- gistral y tono enfático , semejante al de nuestros farmacópolas deantano. « Yo sé, nos decia gravemente, que Vds. los blancos poseen el secreto de hacer jabón y de fabricar aquel polvo ne- gro que tiene el inconveniente de asustar las aves si llega á errarse el tiro. El curare, que nosotros preparamos como nues- tros padres, aventaja á todo lo que Vds. saben hacer por allá. Esta es una arma quémala y no hace ruido. - * La fabricación del curare es harto simple. La planta de que se extrae se llama bejuco de maoacure y se produce abundante- mente en las serranías que hay entre los rios Jehete y Maguaca. Es falso que carezca de hojas; parece pertenecer á la familia de las strychneas. Importa poco que el mavacure sea fresco ó que tenga algunas semanas de cogido. La corteza y una parte de la albura es donde se contiene el veneno. Ráense con un cuchillo ramos de mavacure de cuatro á cinco lineas de diámetro, mué- lese la materia raída hasta reducirla á hebras tenuísimas, y siendo el zumo amarillo, da este color á toda la masa. Viertese luego esta sustancia en uno de los embudos que hemos des- crito, que eran de todos los utensilios de nuestro Indio los que mas preciaba y encarecia. Preguntábanos repetidas veces si teníamos por allá (es decir en Europa) alguna cosa comparable al embudo. Estese introduce dentro de otro instrumento seme- jante, pero mas fuerte, hecho de hojas de palma y sostenido por cabos de hojas y de racimos de esta misma familia de vegetales. Lo primero que se hace esdesleir en agua fria la corteza molida ; 28 MEMORIA luego filtra por algunas horas gota á gota un licor amarillento que se concentra evaporado en una gran vasija de barro; se prueba el licor, y, cuando está bastante amargo, se le cree su- ficientemente concentrado. Resta otra operación, que es darle cuerpo, esto es, hacerle espeso y viscoso para que se pegue á la Hecha. A este fin se hierve la infusión con otro zumo vegetal, que es muy glutinoso y se extrae de un árbol de grandes hojas lla- mado quivaguero, que no tiene nada de mortífero. Entonces se cuaja la mezcla , y adquiere la tenacidad de alquitrán ó jarabe espeso. El curare se vende, después que toma esta forma, en totumas, que son los emisferios huecos y leñosos de la corpu- lenta fruta del to.tumo [crescentia cujete). Como su fabricación solo es conocida de un corto número de familias, el de primera calidad es carísimo, pero basta una pequeñísima cantidad para cada flecha. Hay curare de raiz y de bejuco : el que vimos pre- parar fué este segundo, que es mucho mas activo y se vende á mas alto precio. A orillas'del Orinoco es raro que se coma ga- llina que no haya sido muerta por la hincadura de una flecha enherbolada, operación que se cree dar un sabor delicado a la carne. Lo mismo se hace con las panas de monte, los hocos ó paujíes {alcctor), los cerdos monteses y baquiras {dkotyles), las iguanas, los monos y peces. » El curare que examinamos es sacado en las orillas de Rio Negro, y consiste en un extracto sólido, negro, de aspecto resi- noso, el cual pulverizado adquiere un color amarillento ; su sabor es amargo, pero esta amargura no tiene nada de acre ni de picante. Calentado, se hincha y arde con dificultad, en con- tacto con las brasas. En su combustión no despide el olor parti- cular de las sustancias orgánicas que contienen ázoe. El éter sulfúrico no ejerce acción alguna sobre el curare; le quita so- lamente cierta materia oleosa; el alcool tiene mayor acción, y la tintura alcoólica que resulta es de un hermoso color rojo y muy amarga. El curare se ablanda en el agua, y al fin se disuelve en mu- cha parte; la solución acuosa tiene un color rojo subido y es muy amarga; enrojece un poco el papel de tornasol, y ni el amoníaco , ni la potasa, ni los carbonatos de estas bases , son capaces de determinar un precipitado ; sucede lo mismo con 29 SOBRL EL CURARE. los oxalatos alcalinos, pero la tintura de agalla, el ácido agá- lico, y los agalatos, la precipitan al instante, y el precipitado, que es de un color blanco amarilloso, se disuelve enteramente en el alcool v en los ácidos. Estos dos caracteres confirmaron la Opinión que habíamos concebido que el curare contenía una base alcalina vegetal, y como M. Kunth clasifica en la familia de las strychneas el mavacure, que es la planta que los Indios del Casiquiare usan principalmente para preparar el curare, habíamos pensado que esta base podia ser la estricnina, mas luego que observamos que la solución acuosa del curare no producía precipitado alguno, ni por los álcalis ni por los oxaIa*os, casi abandonamos esta suposición, aunque siempre nos creimos obligados á comenzar nuestro trabajo buscando la estricnina. Con tal objeto disolvimos el curare en el agua hasta donde se pudo; la parte insoluble, bien lavada en un filtro, hasta qui- tarle todo sabor amargo, fué enjugada,}' bien seca aparecía como una materia pulverulenta; quemada en un crisol, exhalaba un olor picante como el que se observa en la combustión imper- fecta de la fibra vegetal ; macerada después, dejó un residuo ter- roso considerable, que se componía de silica, de alumina y de magnesia. El curare contiene muy cerca de veintidós por ciento de materia insoluble, que parece no es otra cosa que una arcilla impregnada de principios vegetales. La solución acuosa fué hervida con magíiesia calcinada bien pura ; después de algún tiempo de ebullición, recogimos la ma- gnesia en un filtro ; la lavamos y secamos, sin que abandonara nada al alcool con que se examinó inmedialamente. Esto pro- baba claramente que la estricnina no exislia en el curare, y como el liquido filtrado conservó sus propiedades alcalinas, juzgamos que no habíamos descubierto la sustancia alcalina, porque era soluble en el agua, aunque también podia suceder que, como los principios colorante-s aumentan muchas veces la solubilidad de ciertos cuerpos muy poco solubles por sí mismos, nuestro líquido alcalino, que presentaba un color subido, podia estar en este caso. Evaporamos en seguida el licor alcalino hasta reducirlo á consistencia de jarabe, y este extracto lo agitamos diversas veces con alcool , el cual dejó sin disolver una materia (pie 30 MEMORIA tenia todas las propiedades de la goma, la cual retenia siempre algo de materia colorante roja, aunque, macerándola largo tiempo en el alcool, se le quitaba enteramente el sabor amargo. Esta materia constituye muy cerca de los tSt «le' curare. Eva- poramos luego los licores ó tinturas alcoólicas, residuos de esta operación, los cuales quedaron reducidos á un extracto de color oscuro, muy amargo y alcalino, que nos fué imposible cnsta- lizar. Suponiendo que la materia colorante roja que existía en cantidad considerable en este extracto era la que podía impedir la cristalización, la hicimos pasar por un filtro, con carbón ani- mal, al estado de disolución acuosa, que salió limpia y de un color amarillo claro trasparente, mas este liquido sin color nos produjo un nuevo extracto igual en todo al primero con excepción del color. . . No podíamos considerar este extracto comoel principio amargo puro del curare, porque el fosfato de amoniaco nos indicaba la Listencia de la magnesia en él, y el ácido sulfúrico levantaba vapores de vinagre. Aun su calidad alcalina vegetal no era muy segura, porque , reducido á cenizas el residuo , comunicaba al agua la misma propiedad alcalina. Conocimos, por la facilidad con que lo privamos de la materia colorante, que el principio amargo del curare era sólido ; mas, . para examinarlo bien, teníamos que separarlo de las diversas sustancias que lo acompaftan, sustancias que son también solubles en el agua y en el alcool. Asi fue preciso valernos de la propiedad que habíamos observado en la disolución acuosa del curare de formar un precipitado con la infusión de agallas V los a'ralatos. Lavando reiteradamente este precipitado, lo separamos de todas las materias solubles y de mucha parte de la materia colorante. En seguida disolvimos el agalato en el ácido oxálico, que nos pareció preferible á cualquiera otro , y con la magnesia lo precipitamos; filtrando el liquido, que apa- recía alcalino, este liquido evaporado nos dio un residuo casi enteramente soluble en el alcool, del cual por la sacamos el principió amargo del curare, que, manifestan o en consistencia de jarabe, fué preciso para desecarlo colocarlo bajo un recipiente, cerca de un vaso de ácido sulfúrico concen- trado Preparado de este modo tenia una apariencia de cuerno; V SOBRE EL CURARE. 31 su color el amarillo claro, su sabor muy amargo, atraía mucho la humedad , el ácido nítrico concentrado le- comunicaba un color rojo de sangre, y el ácido sulfúrico un tinte hermoso de laca carmín. El principio amargo del curare se carboniza al fuego, y esparce vapores espesos que, cuando se respiran, de- jan una sensación de amargura muy desagradable. Después de la combustión queda un residuo muy escaso y nada alcalino. El principio amargo es insoluble en el aceite esencial de trementina y en el éter, pero el agua y el alcool lo disuelven perfectamente, y la disolución en ambos casos presenta las propiedades alcalinas ensayadas con los papeles reactivos. La solución acuosa del principio amargo del curare neutraliza los ácidos, y las sales que forma con los ácidos sulfúrico, hidro- clórico y acético son todas solubles, pero es imposible hacer- las cristalizar. Resúmen de la operación para extraer el principio amargo del curare. Pulverizarlo y agitarlo con alcool hirviendo. Evaporar la tin- tura alcoólica, y su residuo ; disolverlo en el agua, que no deja por disolver sino una pequeña cantidad de resina. A la solu- ción acuosa se le quita su color con carbón animal , y se vierte en ella una infusión de agallas que la precipita en copos de un color blanco amarillento, los cuales contienen sin duarómctro 723"* 0; termómetro bar. 28, 3; termómetro Jib. 28 3. Supongo ([ue la altura del barómetro es á la orilla dcl mar á lO"' 0 de elevación* 7C2™ 7l.(Tenn. 27“ 1), ó á 758'" 99 á la temperatura de 0, ó de 760"* 17 al nivel del mar. Los 0, 17 es la diferencia de mi ])arómetru con el de Parí j. 3 34 OBSERVACIONES M. (le llumbolilt dice que las aguas calientes de las Trinche- ras están muy cargadas de ácido hidrosullúrico, y que conlie- iieri mas sales que las de Marrara, y una temperatura de 90'» -i. Ignoramos la altura á que salen estas aguas-, pero SJ, como es probable, están menos elevadas que las de Mariana (1), las fuen- tes termales de la cordillera presentarán este fenómeno dign'o de atención, á saber, que las aguas que salen á menor eleva- ción sobre el nivel del mar son mas cargadas de hidrogeno sulfurado y de sales, al mismo tiempo que son mas calientes ; mientras que las aguas que salen á una altura mayor son las mas puras y las méiios calientes. . , , , * Maracay, II dp. febrero de 1S_3. RESULTADOS De las observaciones barométricas hechas en la Guaira, a 10“ 67 (le altura sobre el nivel del mar. Los dos barómetros portátiles de Fortin fueron comparados en Taris con el del mismo artista que se usa en el observatorio, y no sufrieron alteración alguna en el viaje de mar, porque, comparados al llegar, resultaron iguales, y no es natural admitir que ambos hubieran variado del mismo modo, lo que permite comparar las observaciones de la Guaira con las de Taris. Diez observaciones hechas entre el 23 de noviembre y el 7 de diciembre de 1822 dan por término medio nié in. He las 9 de la mañana. . . . • • /60, OS De las 10 ' ^2’ De Us 4 de la tarde ...... Variación diurna. 2, 44 1 M de llumboldt no indica la altura de las aguas calientes délas Tiinchc- ras imro la posición gcóííi aílca de este lugar y el curso del no de Aguas Ca- lientes. (|ue desemboca cerca de Puerto Cabello, hacen creer que su nive Ic^s infnior al de las de Mariara y Onoto. M. Boussingault dtcc a M. de HumboUlt, en una carta, que si el interior déla tierra conserva una tempera tura eleva- da, como parece probable, la infiltración de las aguas de lluvia puede ser . <.au«ía general de las aguas calientes y tibias que salen a la superficie, y por lo mismo ban de ser mas calientes y mas cargadas de sustancias salinas, mieiilras niéuos elevadas sean las fuentes. Ya M. de La Placo babia dado esta expli- cación ile. la causa de las aguas termales. 35 lUUOMÉTRlCAS. El instante del máximo seria, según el resultado medio, k las 9 de la manana, pero las observaciones prueban que el máximo se ha verificado tantas veces á las 9 como á las 10. También seria dilicil decir á qué horas se veriíicó el mínimo por la larde, si á las 3 ó á las 4, pues las observaciones medias de estas dos horas no difieren de una suma apreciable. Las observaciones de MM. Boussingault y Rivero no hacen conocer con una precisión suficiente el máximo de la noche. Los valores particulares del período diurno en los dias de observación que han servido al cálculo de los términos medios precedentes son los siguientes : 2““ 59; 2™ 45; 2-" 83; 2“ 92; 2“ 51; 2® 80; 2“U;2®51; 2“ 04 ; 2® 23. La media 2““ 56 de todos estos números aventaja de — milímetro el valor deducido de la comparación de las alturas de las 9 y las 4, porque unas veces se ha escogido la observación de las 9, otras la de las 10, siempre la que era mayor. Comparando las alturas absolutas del barómetro observadas á las mismas horas en diversos dias, se nolan diferencias de hasta 2"'® 10. En nuestros climas de Europa la semi-suma media de las observaciones de las 9 de la mañana y de las 3 de la tarde no excede de un décimo de milímetro el término medio de las observaciones de mediodia. Así parece que también sucede entre los trópicos. Se halla en efecto 758""" 68 por semi-suma media de las alturas observa- das á las 9 de la mañana y á las 4 de la larde durante cinco dias diferentes, y 758'“ 83 por la media de las observaciones he- chas los mismos dias á mediodía. Se ve pues que la diferencia es en el mismo sentido que en París. Bajo el ecuador como en los climas templados, la altura ba- rométrica de medio dia puede pues considerarse sin error sensi- ble como la media del dia. Haremos en otra ocasión notar las consecuencias que se sacan, con respecto á la altura absoluta del barómetro entre los tró- picos, de las preciosas observaciones de los señores Rivero y Boussingault. {Ñola de los Redactores de los Anales.) ff 3G MEMORIA SOBRE LA IIALLOISITA. Extracto de la memm'ia en que se da cuenta del análisis de la Halloisita de Guateque, Guateque es un pueblo situado en la cordillera oriental, no muy lejos de Sogamoso. Su terreno consiste en una formación muy extensa de arenisca, que descansa sobre el grupo poiTidítico y esquistoso de Pamplona. Cerca de Guateque, de la arenisca se pasa íi un esquisto negro muy carburado, en el cual se encuen- tran depósitos de anü’acita de poca consideración. En. este esquisto lué que, en 1820, buscando una mina de esmeraldas, bailaron los ludios en abundancia una sustoncia blanca, com- pacta, suave al tacto, de fractura concoidea y cerosa, traslucida en las orillas, que, sumergida en el agua, desprende muchas burbujas de aire y se vuelve trasparente. Esta sustancia es bas- tante blanda para ser rayada con facilidad por la una, y adhiciu fuertemente «á la lengua. Calentando en una pequeña retorta de vidrio con un recipiente, basta el principio de la temperatura roja, dos gramos del mineral de Guateque, se sublimó hacia la parte superior de la retorta una materia blanca cristalina que reconocí ser hidroclorato de amoniaco, pero en cantidad demasiado insignificante para podei - lo pesar. El agua evaporada que se condensó en el recipiente tenia sabor alcalino. La sustancia se sacó de la retorta después y se introdujo en un crisol de platina para terminar la calcina- ción, y concluida que fué esta operación se pesó de nuevo, y se bailó que liabia perdido al fuego de su peso en agua 0, 50. Este mismo resultado se babia obtenido en un anídisis hecho en América en la materia recientemente sacada de la mina. Así calcinado, el mineral no pesaba pues sino is 50. Se examinó entónces con la potasa en un crisol de plata, y dió Os, 80 de silica y 0” 71 de alumina. Busqué inútilmente la glucina en el mineral, por haber oido decir que en las inmediaciones de Guateque se habian encontrado esmeraldas; tampoco hallé en el ni ácido fluórico ni ácido fosfórico, ni magnesia ni cal. Asi pues la com- posición del mineral será : silica. Aliiinina. Agua. 0, 400 0, 350 0, 250 37 SOBRli LA CERA DE PALMA. Uitli oclorato de amoníaco. Indicios. La cual es idéntica con la de un mineral hallado cerca de I/icja por M. Oinalio de llalloy y dedicado á este geólogo por M. Berthier, quien hizo el análisis y halló Silica O, 395 Alumina 0, 340 Agua O, 265 Ambos minerales pierden una parte de su agua de cristaliza- ción á la temperatura de 100“, y como un grama del mineral de (iuatcque calentado en el baño de María por dos horas queda reducido á Os 89, admitiendo que esta agua está solamente al estado higroscópico, su composición quedarla reducida á Guilcquo. Lieja. Silica 0, 460 0, 449 Alumina. ... 0, 402. .... O, 391 Agua 0, 148 0, 160 Fórmula. . . . 2Al SP-}-ví/ U* NOTA. Sobre la cera de palma de los Andes de Quindió. La palmera que MM. de llumboldt y Bonpland dieron á cono- cer con el nombre áeceroxijlon andícola da una materia com- bustible que en el pais llaman cera de palma. Para sacai la, ras- pan el tronco de la palmera, hierven esta raspadura con agua y quitan la cera que aparece á la superficie del líquido, deján- dola luego enfriar y secar. En este estado la materia es porosa, desmoronadiza, de un blanco que tira al amarillo ; se ablanda con el calor natural de la mano, no tiene sabor ni olor. Los Indios la venden en tortas pequeñas. La cera de palmera reducida á polvo y puesta en digestión en el alcool, le comunica un color amarillo claro. A la tempera- tura ordinaria, se disuelve una corta porción, y la que queda sin disolver es perfectamente blanca. La tintura alcoólica, luego (pie se evapora, deja un residuo amarillento algo amargo y de aspecto resinoso. 38 Cl-liA DE PALMA ^ Privada asi de su materia colorante y licrvida en el alcool, la cera de palma se disuelve sin trapajo. Cinco á seis partes de alcool á del alcoómelro de M. Gay-Lussac disuelven [ una parte de cera. Al enfriarse la disolución se cuaja en forma j de manteca ó de aceite congelado. Suponiendo que c-^ta masa podía ser una mezcla de cera y de resina, la desleí en mucho alcool y íiltrc. Kl alcool apareció lechoso añadiéndole agua, y ’ evaporado dejó sentar una sustancia blanca idéntica a la que ) quedó en el filtro, y que debe considerarse como la parle osen- J cial de la cera de palma. Esta materia, luego que se seca, es blanca, granujienta, de un tacto áspero, sin sabor ni olor. El alcool caliente la disuelve, pero frió no. También es soluble en ^ el éter sulfúrico, el cual evaporado la deja sentar en forma o de polvo cristalino. Es igualmente soluble en la potasa cáustica caliente, y la disolución es jabonosa. A la temperatura ordinaria el ácido nítrico tiene poca acción sobre esta materia, pero con el auxilio del calor la Irasforma , en una sustancia amarilla y en ácido oxálico. Derrítese á una temperatura superior á la del agua hirviendo bajo la presión de , ' 0,560, adquiriendo entonces un color oscuro, l'n calor fuerte la inflama, y entonces arde y humea. El ácido sulfúrico le comunica un color amarillo y la disuelve. De esta disolución es precipitada la materia por el agua, bajo la forma de polvo blanco. Según estos ensayos, la cera de palma es una especie de resina, y por tanto es impropiamente que se le da el nombre de cera ; nos referimos á la que produce el ceroxilon andícola. Así es que para que pueda servir á fabricar bujías la mezclan con grasas animales ú otra cera vegetal Laboratorio fie la escuela fie minas en Bogotá, agosto de 1825. 1 M. de HumboUlt añade en una nota qucM. Vauqiiclin había sometido á al- gunas experiencias una pequeña cautidad de cera de palma que ¿1 trajd de Aiuórica, y que había creído reconocer en ella ios verdaderos caracteres de la cera, pen» que la lectura de la nota de M. Boas.siugault le bixo variar ente- ramente de opinión. Añailc M. de lliimboldt que pudo ser que la cera de patina f]tu^ trajo de Aiuéricn contuviera alguna parle de cera legítima que b* liabrian mezclado ántcs de dársela. i (Aota del Traductor), SOUllE OUO NATIVO. 39 Análisis de diferenles variedades de oro nativo (tomo 45 de lus Anales), En ni¡ trabajo sobro la composición del oro nativo argentí- fero, procuré probar que en sus aleaciones naturales el oro y la plata se encontraban combinados en proporciones delini- das : los resultados de que voy á dar cuenta sirven de confir- mación á los que obtuve antes, y prueban ademas que existe en la naturaleza el oro puro, y también la combinación de un átomo de plata con doce átomos de oro, combinación cuya exis- tencia babia sospechado ya. Las muestras de oro que be ana- lizado provienen de diferentes minas de la Nueva Granada, y el método de ensayo que he seguido es el de la copelación, que considero como el mas exacto y mas pronto. Oro de la vega de Svpia, Pepita del peso de 8sf. 20, de color amarillo sucio, manchada por el óxido de fierro : de un terreno aluvial de syenita y grunstein porfiditico. El análisis dió por resultado : Oro. , . . 6 ¡Nü!!:VA CllANADA. mas la cantidad de óxido que está aquí combinado con los 10 s de ácido es ct'rca de tres veces mayor. De donde se infiere que el mineral analizado es un nuevo molibdalo de plomo que contiene tres veces el óxido del molibdalo neutro analizado por llalchett. Kn el molibdalo de Pamj>lonaol oxigeno de la base es precisa- mcntc’icual al oxigeno del ácido : es el molibdato triplómbico, cuya fórmula debe ser Pb^ Mo*. Puede pues considerarse el mineral de Pamplona como com- puesto do Siibnioülidnlo i!c |iIonui. . 5f»« 7 Orl)onalo du itl. . 1 7, ó llidiocluralo de /V/. . . OS, G Fosfato de id. . • 05, 4 (Ironiato de id. . 03, 6 Gan|;a. ..... 07, G Oxido de plumo en exceso. 00, 7 98, l Rio Sucio «le Kngrumá, mayo 1830. MEMORIA Sobre la composición dcl oro nativo de las diferentes minas de la Nueva Granada. Mis’ocupaciones me condujeron durante algunos años de re- sidencia en ('.olombia á examinar muchas muestras de oro na- tivo de sus minas^ con el fin de averiguar la cantidad de plata que ellas contenían. Me persuadí enlónccs que en el oro nativo argentífero la plata se encuentra combinada con aquel metal en proporciones definidas, y de modo que un átomo de plata aparece ligado con muchos átomos de oro. Si se comparan las propiedades de la plata á las del oro se advierte que este metal es electro-negativo respecto del primero. Según esto es probable que, en las combinaciones naturales de estos dos metales, el oro entre como elemento electro-negativo, de manera que, de acuerdo con el órden de la nomenclatura, estas combinaciones deberían llamarse aururos. Hasta aquí solo he hallado en el oro nativo argentífero un átomo de plata unido u MEMOUIAS. á 2, 3, 5, 0 y 8 álomos ilc oro, como resulta de los análisis de que me propongo hacer relación ; mas es probable que existen todavía otras combinaciones que deben completar y. quizas dar mayor extensión á esta serie. En mis cálculos be adoptado el número 24, 8G como peso atómico del oro, número que de la composición del peróxido de oro ha deducido M. Berzelius, supo- niendo á este óxido tres proporciones de oxígeno. En cuanto á la plata he adoptado el número 27,03. Oro nativo de Marmato. Esta hermosa variedad de oro la he hallado en las minas de Marmato cerca de la Vega de Supia, provincia de Popayan. En Marmato se trabaja la pirita aurífera que forma vetas gruesas ó filones en la sienita porfidítica. El oro de que voy á hablar estaba en lo interior de un pedazo de pirita, y aparecía en figura de grupo de cristales octáedros y cúbicos de color amarillo claro, y su peso á la temperatura de 160 centígrados era de 12,666. Un fragmento de este oro, del peso de 28 gramas 59, calentado con agua regia, me dió 105 04 de cloruro de plata, lo que equivale á 7s 57 de plata. El cloruro que se formó conservaba la figura de los cristales de oro que se ensayaron con el ácido. De esta disolución del oro en el agua regia, precipité por el sulfato 215, 0 de oro puro. De modo que la composición del oro de Marmato es la siguiente : Teóricamente. Oro. . . . 21, 00 73, 45 3 álomos de oro. . . 73, 4 Plata. ... 07, 57 20, 48 1 alomo de plata. . . 26, G Perdida. . . 00, 02 00, 07 'lOO, « 28, 59 100, 00 Ag. nu ^ Oro nativo de Titiribí. Este oro se sacó de una mina situada cerca del pueblo de Titiribí, en lechos delgados de arcilla fer- ruginosa colocados en el esquisto anlibólico que hace parte del terreno de syenita y de grunstein porfiditico de la provincia de Anlioquia. El lecho aurífero, cuyas dimensiones llegan rara- mente á un pié de espesor, está cubierto de un montonde gui- jarros de cuarzo, rodados y apénas aglutinados entre si. 15s 44 de oro cristalizado de Titiribí disueltos en agua regia me die- ron : Cloruro de pl.ila. . . 5*^ 23. ... 4® 00 Piala 26 Oro pino 11, 43 Oro 74 15, 43 Teóricamente 3 álomos de oro y uno de plata. Ag. au 100 SORBE EL OUO NATIVO. 45 Oro nativo de Malpaso. Este oro existe en granillos alenlcjuc- lados, irregulares, de color amarillo subido; pesa 14,706 á la • temperatura de 16°, y se extrae de la arena aluvial de Malpaso cerca de Mariquita. Este oro , ensayado con el agua regia, se cubre rápidamente de cloruro de plata, pero la acción del ácido penetra con dilicultad hasta el centro de los granos, de lo cual me convencí examinando el cloruro formado y viendo que des- pués de haberlo dejado largo tiempo con el ácido, todavía conte- nia partículas de oro;*por lo cual, para evitar en adelante toda causa de error, abandoné el uso del ácido nitro>muriático, y tanto este oro como los demas los ensayé por copelación, em- pleando el mismo método que usan los ensayadores para deter- minar la ley del oro y de la plata, colocando el oro nativo en la copela con una cantidad conocida de plata pura; el peso del bo- tón ó tejuelo indicaba si babia habido metales que hubieran desaparecido en forma de escorias durante la copelación. Lami- nado y envuelto después en forma de espiral el tejuelo, lo hervía en el ácido nítrico á 1,15 de densidad, y después en otro ácido de 1,28. Concluido el apartado, y lavada la laminilla de oro y seca en el hornillo, pesó : Oip de Malpaso lO® 20l Pasado lodo á la copela coa Plata (loa 29, 30 | 120 granos de plomo. Peso del botoii 39, 50 Piala lina contenida. . . . 29, 30 Oro y plata. . . 10, 20 Oro fino. . . .09, 00. . . 88, 24 8 ál. de oro. . . 88, 04 Plata. ... 1, 20. .. 11, 70 1 al. plata. . . 11, 90 10, 00 100, 00 Ag. Au* Oro nativo de Rio Sucio. En granos grandes irregulares de co- lor subido oscuro, pesa 14,690. Proviene de una mina aluvial de las orillas del Rio Sucio á las inmediaciones de Mariquita. Oro nativo. . m 10® 1 Pasados á la copela con ciento de Plata fina. . . • 27 I plomo. 37 Peso del tejuelo. . . 36, 95 Oro y piala. . . 09, 95 Materias escorificadas . 00, 05 Oro en lámina. . 08, 75. . 87, 94 Apartado. Plata OI, 20. . 12, 00 Peso de la laminilla, . 36, 95 100, 00 Plata Una,. . . 27, 00 O o » • Teóricamente 8 ál. 88, 04 1 ¿I. de plata. . . IL 76 Ag. An. i 100, 00 46 MEMORIA Oro nativo de otra wma cerca de Titiribí. Se encuentra en crislales oclaédricos en ganga ile óxido de fierro arcilloso, color amarillo claro. No pmlc limpiar completamente el fragmento que analizó del óxido de fierro que lo acompaíla. Oro nativo. Plata íiiia. , 22 00 I ^ plomo. Apartado. 32, 15 22 , 00 10, 16 7, 45 02. 70 32, 60 Peso de la lámina. . . 32, 15 _ Peso do la laminilla. . Materias escorificadas. . 00, 45 óxido de licrro Plata lina. Por ciento. Téoricamenle. Oro y plata. Oro. . 73, 4 3 át. de oro. . 73,4 Oro puro quedó Piala. . 26, C 1 ál. de pinta. . 26, 6 Plata. . . Aug. A. 3 100* 0 Oro nativo del Guamo. En cristales indeterminafiles, de un co- lor amarillo de latón : se halla en la arcilla de un filón de piri- tas en la mina del Guamo cerca de Marmato. Oro nativo. Plata lina. . . 1 C* 50 I Pasados á la copela . 35, 10 J con 208, U de plomo. Peso de la lámina, aiat. escorlf. . . 51, 60 Apartado. 51, 25 Pe^o de la lannnilla. 00, 35 Plata fina. , . Oro y plata. . Oro en lámina. . 11, 90 Plata 04, 25 51, 25 35, 10 16, 1.6 73, 68 20, 32 Ag. Au.’ Téoricamontp. 3 át. oro. . 73, 4 I át. plata. 26, 6 100, O Oro nativo del Llano. Se saca de un terreno llamado el Llano, que ocupa el fondo del valle de la Vega de Supla. Este terreno de aluvión ó acarreo, compuesto de fragmentos porfiditicos, des- cansa sobre una roca arenisca muy semejante á la arenisca abigarrada. 1^1 oro del Llano tiene la forma de granillos como lentejuelas de un color rojizo particular, circunstancia que le ba valido el nombre de oro colorado. Oro n.^livo. . . Plata fina. . . Peso de la lámina. Malcrías escorificadas 10 « 00 24, 95 I Pasados con 100 de plomo. 34, 95 34, 65 00, 30 cobre». Apartado. Peso de la lámina. . 34, 65 Plata lina. . . 24, 95 Oro y plata. . Oro en la lámina. Piala. . . . Ag. An.® Oro nativo de la Bajo. Tcóricamcnle. 88, 58 8 át. de 010 . 88, 04 11, 42 1 ál. de plata. 11, 96 100, 00 100, 00 La muestra que analizó la trajo 09, 70 08, 60 01 , 10 SOBRI-: EL OIU) NATIVO. '*7 M. Slophenson de la mina de aluvión de la Baja cerca de Pam- plona. Su estructura es porosa y contiene algunas partículas de cuarzo y de óxido de fierro. Oro nativo. Plata fina. * i Pasados con 140 g. de plomo. . 2b, 70 ) Peso de la lámina. Materias escorificadas. Apartado. Peso de la laminilla. Plata fina . . Oro y plata. Oro en lámina. . . Plata. . . . 43, 40 42, 20 01, 20 42 '^ 20 28, 70 13, 50 11, 90 01 , 00 Por 100. Teórlcameiile. 88, 15 8 át. de oro, . 88, 04 1 1 , 85 1 át, de plata, . 1 1 , 9fi 100. 00 100, 00 100, 00 Ag. Au.8 Oro nativo de Hojas Anchas, — Se extrae de una mina de alu- vión de la provincia de Antiocpiia en hojuelas de color amarillo rojizo. Pasados con 130 gr. de plomo. Oro nativo. . . * . Plata fina. .... Pt^ de la lámina. . Materia.s escorificadas. Apartado Peso de la lámina, plata fina. . . . t)ro y piula.. Oro en lámina.. Plata. . , . Ag. Au.® 146 301 28, 30 1 42 , 60 41 , 80 00 , 80 • 41» • 28, > * 13, • 11, • 02, 30 40 84, 05 15, 0.1 C át. de oro. 1 át. de plata. 100, 00 84, 71 15, 29 100, 00 Oro nativo de la Trinidad cerca de Sania Rosa de O.sos. — En figura de una pepita del peso de 50 gramas, color subido, sacada de una mina de aluvión. Oro nativo. . . Plata fina. Peso de la lámina. Apartado. Peso de la lámina. Plata fina. . . Oro y plata. . Oro en lámina. Plata. . . I3« 35 » 31, 85 1 45, 20 45, 20 45, 20 31, 85 13, 35 Pasados con 135 gr. de plomo. 13, 35 11 , 00 02, 35 por 100, 85, 5 r, G 100, O teóricamente. 1 át. de oro. 1 ,á'. que es posible imaginar. En las calles y plazas no se encontraban sino hombres y mujeres que confesaban á gritos sus pecados; padres. que reconocián á sus hijos naturales, y gentes que restituían lo mal habido. Reunión 51 SOBRE TERREMOTOS. imponente la de esta multitud orando con fervor para aplacar al cielo, y cuando una fuerte ondulación se repetía como para anunciar cjue las plegarias no se habían escuchado, era cosa lúgubre oir por todas partes nuevos gemidos de dolor. En esta noche triste, yo me dedique con la mayor atención á mis observa- ciones meteorológicas, pero en silencio y en lugar apartado, porque en ningún país es permitido á un físico consultar impu- nemente sus instrumentos en presencia del populacho igno- rante y supersticioso. Nada particular ofrecía el estado meteorológico de la atmós- fera; las variaciones horarias del barómetro, tan regulares en- tre los trópicos, se sucedieron sin interrupción; solamente la brújula de variación diurna mostraba en sus continuas oscilacio- nes que la tierra seguia conmovida aun en los intervalos en que no se sentían los sacudimientos que agitaban los edificios. Luego que se restableció la calma, comenzaron á llegar de to- daspartes las relaciones de loque habia sucedido en cada lugar; se supo entonces que ninguna erupción se habia observado en los volcanes de la Nueva Granada, porque aunque las erupcio- nes delVesuvio y del Etna, en Europa, son siempre acompañadas de violentos terremotos, y que, en América, cada vez que el Cotopaxi, el Tunguragua y el Cumbal arrojan los materiales húmedos y félidos que constituyen sus erupciones, también se agita la tierra con mas ó menos violencia, puede decirse en general que en el Nuevo Mundo los terremotos no coinciden con ninguna erupción volcánica. En los memorables terremotos que arruinaron las ciudades de í.alacunga, Riobamba, Honda, Cara- cas, l.a Guaira, Mérida, Barquisimeto, etc., y á consecuencia de los cuales puede decirse que mas de cien mil personas perdie- ron la vida, no se observó erupción alguna en los volcanes de aquellas regiones. En los Andes las oscilaciones de la tierra, cuando provienen de erupciones volcánicas, son, por decirlo asi, locales, miéntras que los temblores de tierra, que, por lomé- nos aparentemente, no tienen relación con aquellos fenóme- nos, se propagan á distancias increíbles. En este caso se ha ob- servado que los movimientos seguían con preferencia la direc- ción de las cadenas de montañas. El terremoto que destruyó á Caracas en 1812 ejerció su acción siguiendo la cordillera orien- 5> MEMORIA tal de los Andes, haciendo caer como un juego de naipes lodas las ciudades situadas en aquella dirección. Se ha observado en la América del Sur que los terremotos se sienten principalmente en los terrenos de montanas, y la causa que los produce obra de un modo tan constante, que da lugar á pensar que si se llevase un registro de los terremotos se veria que en una ü otra parte la tierra no cesa de temblar ^ I lín 1S28, encargado de redactar para el boletín de la sociedad de Geografía de Francia una relación del terremoto de la Nueva Granada '{c 1827, consigné también en el mismo escrito, que se insertó en el lioletin de la Sociedad de abril Y mayo del mismo año, la siguiente enumeración de terremotos : B Jamás desde el descubrimiento de la América, han sido los terremotos ni tan frecnenles ni tan desastrados como en el principio de este siglo. • En 1805, un terremoto espantoso destruyó completamente la villa de Honda, una de las mas pobladas y mas prósperas de las orillas del Magdalena. » El 20 de marzo de 1812, las ciudades de Caracas, Mérlda, la Guaira y Sau Felipe sufrieron en parte la misma suerte; ti sacuditniento sepultó bajo los escombros, en pocos minutos, casi veinte mil habitantes. u El 17 de junio de 1826, sufrió Bogotá uno de los mas fuertes terremotos tjuc de memoria de hombres había habido en aquella ciudad ; varios edificios se arrui- naron; y el 16 de noviembre del año siguiente (1K27), otro terremoto destruyó muchas poblaciones en Popayan y en Nciva. Así que, en poco mas de treinta años trascurridos desde la memorable catástrofe de Biobamba'el 4 de febrero de 179", el año siguiente al de la ruina de Cumaná, hemos visto ocho ciu- dades destruidas, y mas de sesenta mil personas sepulladas bajo las ruinas de los edificios ó ahogadas en las inundaciones que han acompañado los terremo- tos. Creo que la historia ofrece pocos ejemplos de semejantes calamidades en tan corlo miinero de años, calamidades que son tanto mas deplorables, cuanto que el país que ha sido víctima (la república de Colombia) es sesenta veces iiiénos ])oblado que la Francia, puesto que solo tiene treinta habitantes por legua cuadrada. » Antes de hablar del último de estos terremotos, de lo que me ha encar- gado la Sociedad, tarea que desempeñaré brevemente por haber publi- cado ya en el Globo una carta detallada del fiscal del tribunal de aquel dis- trito, que es sujeto de talentos y de veracidad, he creído que convenía á los intereses de la ciencia traer á la memoria los que le han precedido en un pe- riodo no muy largo, y advertir que si la atención pública no se ha fijado sufi- cientemente en la sucesión lamentable de tan terribles fenómenos, de que una misma generación ha sido víctima, debe atribuirse en parte á la distancia de los lugares en que han ocurrido estos accidentes, y en parte á la rapidez é importancia de acontecimientos de otro género que en Europa han ab^orhi- do completamente la atención en el mismo intervalo de tiemp<) así en el viejo como en el nuevo Conliüeute. » El Puracé es hoy el primer volcan activo que se encuentra en la cadena de lo.s Andes al sur de Cumaná * en una extensión de mas de 400 leguas. Al rededor de este volcan, en un radio de cerca de cuarenta leguas, es que el último terremoto ha hecho mas estragos. Las tres cúspides de Uuila, Puracé y Sotará son vecinas, y su situación en el nudo que forman los tres ramos de * Igiionibau «DlonceiU •liiUneii ¿«1 Buii «n ti (rupo dtl ToUroi, qut m crcii •xtioguído comple- t Jmcirit. SOBRE TERREMOTOS. 53 Esta frecuencia de conmociones en el suelo de los Andes y lá poca coincidencia que se advierte en estos movimientos la cordillera que atraviesan la parle central de Colombia al reunirse, es digna de atención. Desde el IG de noviembre á las 6 de la tarde eu que se sintió en Popayan el primer movimiento, 'la tierra no cesó de agitarse á intervalos mas ó ménos largos, hasta fines del mismo mes. El primer sacudimiento alcanzó hasta Cogotá, ochenta leguas al nordeste, con bastante fuerza para vencer al- gunos edificios, mióntras que los del 17 del mismo á las 5 déla mañana y á las 11 h. 45', que causaron tantos daños en Popayan y sus inmediaciones, ape- nas se sintieron en la capital, ó fueron tan débiles que de ellos no hacen men- ción las airtas que hemos recibido por el último correo. »* Kn Popayan solo dos personas perecieron ; los habitantes tuvieron en general tiempo para abandonar los edificios ántes que se arruinaran, pero en Neiva y Patia, á cansa de las inundaciones repentinas, consecuencia délos derrumbamientos ocasionados por el terremoto, murieron mas de trescientas personas, porque hay muchos sitios habitados en las orillas del Magdalena y del Patia, que corre en el valle mas profundo que nos ofrecen los Andes, y que presenta el úuico ejemplo de un clima mal sano en medio de las cordilleras. » Ignóransc y probablemente no se sabrán jamas los efectos dcl terremoto en las regiones del Sudeste, porque en esta dirección, á pocas leguas de Popayan, comienzan los desiertos inmensos en donde muchos afluentes del Amazonas tie- nen su origen, desiertos que recorren solamente algunas tribus de indigenas salvajes. — París, abril 10 de 1828. — Jo.aquin Acosta. » Posteriormente el virtuoso ó ilustrado patriota don Santiago Perez Valen- cia me confió el registro original que por muchos años ha llevado en Popayan, y que publico aquí sin privarlo déla indicación de algunos sucesos coetáneos que están también intercalados de su propia mano en él, y que, aunque aje- nos de este lugar, le dan mayor carácter de actualidad. Temblores en Popayan desde fines del siglo pasado. 1785. — 12 de julio. A las 2 de la mañana. — Dañó los tejados de las casas y algunos edificios del campo. — Conocido con el nombre de terremoto del señor Obregon, porque murió este obispo el 14, en que todavía se repetian algunos movimientos. 1805. — 16 de junio. A las 3 de la mañana. Bastante notable, aunque no como en Honda. 1812. - 28 de mayo. A las 11 1/2 de la noche. Bastante fuerte. 1814. — 19 de noviembre. A las 12 de la noche. Fuerte. 1815. — 13 de junio. 1816. — 28 de noviembre. 29 de id. 1819. — 5 de febrero. 17 de id. A las 12 del dia. Oscuridad del sol al ponerse e 24 de abril del mismo año y signier.tes como en diciembre de 1808 y enero de 1809. El 30 de abril de 1816, meteoro luminoso á las ocho de la noche que estalló con explosión ruidosa. (Erup- ciones cutáneas malignas.) Teníblor á las ocho de la noche, fuerte. Otro fuertísimo á las dos de la tarde. Las tropas españolas lo sintieron atravesando el Guanacos en marcha para Bogotá bajo las órdenes de Warleta. Temblor á las cuatro de la mañana, fuerte. A las ocho de la noche. 5i MEMORIA con las erupciones volcánicas , hacen presumir que en el mayor número de casos no debe atribuirse á los centros vol- 1826. — 17 de junio 1827. 16 de noviembre. 17 de id. 31 de diciembre. 1828. — 9 de febrero. 24 de id. 28 de id. 29 de id. 15 de marzo. k de abril. G de mayo. 1 2 de id. 25 de id. 6 de junio. 10 de id. 28 de id. 5 dejulio. 19 de agosto. 20 de id. 25 de id. h de octubre. 1 i de id. 18 de 20 de 22 de 30 de id. id. id. id. 4 de noviembre Temblor fuerte á las 11 b. 4o' de la noche, el mis- mo que arruinó algunos edificios en Bogotá. A las 6 de la noche. Muy fuerte. A 1.1S 12 deldia. Muy fuerte. Arruino algunos edi- ficios. A las 10 y 1/4 déla mañana. 10 ifl de la mañana. 8 1/2 de la mañana. 6 1/2 de la noche. C 3/4 de la mañana. 6 de la noche. 1 1 de la noche. 7 1/2 de la mañaná. ú 1 1 3/4 de la noche. 10 1/2 de la mañana. G de la noche. 3 de la tarde. 10 de la noche. 4 de la tarde. 6 de la noche. 2 1/2 de la tarde. 9 1/2 de la noche. 5 de la mañana. 6 de la noche. El día siguiente fue la insurrec- ción de Obando. 2 de la tarde. 4 de la mañana y 2 de la tarde. C deia mañana. 3 1/4 de la mañana. A la 1 1/4 y .4 las 4 3/4 tarde. El dia 12 la acción de la Ladera; derrota de Toma.** Mosquera. 16 de id. Temblor á las 9 1/4 de la nmñana. 30 de id, 9 de la nuche 14 de diciembre. 10 de la mañana. 17 de id. 3 de la mañana. 1829. — 5 de febrero. 9 de la noche. 27 de id. 4 de la tarde.) 28 de id. 2 de la nmñana. 1 de marzo. 3 y 6 de la tarde, 11 y t./2 de la noche. 6 de 1 ( 1 . 2 horas de. la mañana. 7 de id. 10 de la mañana. 17 de abril. 10 de la noche. 7 de mayo. 5 déla mañana. 28 de id. 2 de la mañana. 1 8 de setiembre. Temblor á la 1 1/4 de la mañana. 25 de id. Id. á las 7 1/2 de la mañana. 14 de octubre. 6 1/2 déla noche. 8 de noviembre. 5 de la mañana. 1 de diciembre. 7 de la noche. SOBRE TERREMOTOS. 55 cánicos la causa que los produce. Sobre cual sea esta he re- flexionado largo tiempo, y por tin he creido que la hipótesis 9 de diciembre. 4 de la mañana. 14 de id. 12 1/2 déla noche. 1830. - - 5 de febrero. 5 1/4 de la mañana. 28 de id. 5 1/4 de la tarde. 8 de marzo. 9 1/2 de la mañana. 9 de id. 11 y 1/2 de la noche. 10 de id. 12 de la mañana, 5 de la tarde, 11 de la noche. 12 de id. 3 de la mañana, y 11 de la noche. 15 2 de la mañana. 21 de abril. 9 y 10 déla mañana, y 11 déla noche. 3 de junio. Asesinato del general Sucre. 10 de octubre. Temblor á la 1 1/2 de la tarde. 1831. • — 5 de marzo. A las 2 1/2 de la tarde. 17 de id. 4 1/2 de la tarde. 1832. — 18 de febrero. 5 de la mañana. 21 de mayo. 2 de la mañana. 26 de id. 1 de la mañana. 31 10 I;2 de la noche. 5 de junio. 5 de la mañana. Fuerte. 1833. — 1 de mayo. 3 de la mañana. Fuerte. 23 de id. 4 1/2 tic la mañana. 20 de setiembre. 12 y 1/2 de la noche. 1834. — 19 de enero. 4 3/4 de la tarde y 12 de la noche. 20 de id. 7 de la mañana. Muy fuerte. Duró uu minuto. . 11 de agosto. 4 1/2 déla tarde. Fuerte. 1835. — ^3 de cuero. Ruidos subterráneos desde las 2 déla mañana por la costa del Sur; ruina de Tumaco '. 6 de junio. Temblor á las 7 de la mañana. 27 de id. 6 y 15 de la mañana 1838. — 16 de febrero. 10 de la noche. 17 de id. 3 1/2 de la mañana. '4^ Aá% V Q/A /)n 1 fi rviQTi&n*! * * J «./i •• «V. •<* Al» 1839. — 28 de mayo. lo de la noche. 9 de junio. 4 de la mañana. 19 de id. 6 1/2 de la mañana. 23 de id. 1 de la mañana. 13 de octubre. 9 3/4 de la noche. 1840. — 16 de febrero. A las 7 1/2 de la mañana. 29 de abril. 10 de la mañana. 3 de junio. 7 de la noche. 13 de id. 9 y 10 de la noche. Fuerte. 23 de agosto. 3 de la mañana. 3 de setiembre. 0 de la mañana. i4 de id. 5 3 4 de la tarde. 18 de id. 5 1/2 de la tarde. 28 de id. 3 de la mañana. 2 de octubre. 12 de la noche. 1841 . — 22 de setiembre. 1 1/2 déla mañana y 11 1/4. 16 de octubre. 11 1/4 de la noche y 3 de la mañana. De la anterior lista se colige que por lo general los temblores mas fuertes 011133 56 MEMORIA que paso á exponer reúne en su favor el testimonio de algunos hechos importantes. Paréceme que la mayor parte de los terremotos tiene su ori- gen en los derrumbamientos subterráneos de las montañas, es decir en el hundimiento interior de la cordillera de los Andes, el cuales consecuencia natural de su levanlamienlo, que, según yo lo concibo, no se efectuó estando fundidas ó semiderretidas las materias que la constituyen, pues por .el contrario todo hace creer que este levantamiento no sucedió sino cuando ya las ro- cas estaban sólidas, porque la masa traquitica que forma cerca del ecuador la base dé las cordilleras se compone de enormes fragmentos angulares amontonados confusamente. En algunos puntos, como en el Tunguragua, esta roca partió y levantó los lechos de esquisto arcilloso al salir á la superficie de la tierra en un estado fragmentario impelida por las fuerzas subterráneas, en otras obró del mismo modo quebrantando el mica esquisto cuarzoso como en el Antisana, pero en ninguna se halla la roca eruptiva derramada sobre la roca superficial, como habría acon- tecido y actualmente sucede cuando aquella ha salido en un estado blando. La consolidación de los fragmentos de rocas cristalinas que constituyen en realidad el núcleo de los Andes no ha podido ser tan completa desde el momento de su formación, que no hayan acontecido hundimientos desde aquella época-, así es que pa- rece natural suponer que las mas altas cadenas de montañas fon hoy menos elevadas de lo que eran en su principio cuando acababan de formarse. Los movimientos interiores que se verifican en las masas fragmentarias de una cadena tienen forzosamente una tendencia manifiesta á diminuir la elevación de sus picos mas encumbra- doF; por dos causas, por el hundimiento mismo, cuyo resultado es el de allanar las montañas, y por la caída de las cimas, que han sido siempre por junio, julio y noviembre. Si exceptuamos los años de 1828 y 1829, en que la tierra no cesó de tcmblar,4puedc decirse que los meses de enero, agosto y setiembre son los ménos expuestos á estos fenómenos. Los ruidos subterráneos del 23 de cuero de 1835, que alcanzaron á Bogotá por una parte y á la isla de Jamaica por otra, dependieron de la erupción del volcan de Cosiguina en centro América, y este hecho se cita como uno de los ejemplos de trasmisión subterránea dcl sonido á mayores distancias. (£/ Traductor.) SOBRE TERREMOTOS. 57 es una consecuencia del movimiento de toda la masa. Así en- tre los naturales del Ecuador se conserva el recuerdo del des- moronamiento de la famosa montaiTa llamada Capa-Urcu, situa- da cerca de Riobamba. En el origen esta montana, como su nom- bre lo indica, era el Je/e, capitán^ es decir la mayor y mas ele- vada de todas las inmediatas al ecuador. Un sacudimiento sub- terráneo acontecido en época anterior al descubi imiento de la América, desmoronó su porción superior, y hoy el Capa-trcu *es muy inferior al Cbimborazo. La inspección de los trozos tra- quiticos que del vértice cónico de esta célebre montana apaie- ceu esparcidos en la llanura, y la observación de estas rui- nas convencen de que las altas cumbres de los Andes se compo- nen solo de rocas acumuladas. Estos hundimientos, que han debido ser tan frecuentes in- mediatamente después que se levantaron las montanas, conti- núan hasta ahora, y no vacilo en atribuir á su acción, no solo la mayor parte de las grandes conmociones subterráneas que conmueven tan á menudo las montaüas, sino también los ruidos sordos que acompañan siempre los terremotos y que en aque- llas regiones llaman bramidos. Estos ruidos son análogos á los que conocen los mineros, y que se escuchan cuando hay der- rumbes considerables en lo interior de las minas. Se podria presentar la objeción siguiente á mi teoría. Si real- mente la causa de los terremotos es el (tassement) hundimiento délas masas que componen las montañas, el nivel de estas en las regiones sujetas á frecuentes terremotos debe bajar. En efecto hay ya muchas razones para creer que la altura de los Andes disminuye. En el siglo anterior, los académicos franceses que se ocupaban de operaciones geodésicas en Quilo se queja- ban de la nieve que los cubria en la estación del Guagua Pichin- cha, punto de donde hace muchos años que la nieve desapareció enteramente. Caldas calculó con exactitud hace treinta anos la altura del Puracé. En 1832 determiné yo de nuevo la altura de aquel volcan, y la hallé menor que la que indica aquel desgraciado sabio . Podria alegarse que la diferencia depende de errores en la observación, mas los habitantes de Popayan han advertido también que el limite inferior de la nieve que cubre el Puracé se eleva gradualmente, fenómeno que no puede atribuirse sino a 58 MEMORIA dos razones : ó á que la temperatura media de aquel pais sube, ó á que baja efectivamente el nivel de la montaña. Lo primero es inexacto, puesto que la temperatura media que yo hallé en 1832 coincide con la que Caldas encontró hace treinta años. Asi pues es de suponerse que la altura del Puracé ha disminuido. Comparando el resultado de mis observaciones barométricas con las de Caldas y de Humboldt, veo que las mas dan una altura menor á Quito, Popayan, Santa Fe de Bogotá y la hacienda de Antisana. Si esta diferencia dependiera solamente de error en las observaciones seria bien rara casualidad que los errores fueran siempre en el mismo sentido. Cuando otros viajeros repitan las muchas observaciones barométricas que yo he hecho en las cordilleras desde el 12<'de latitud norte hasta el 5" de latitud sur, quedará resuelta de un modo definitivo esta importante cuestión. Mas difícil es de concebir que la tierra se levante gradualmente, como acontece en Escandinavia, y de lo cual no queda hoy du- da alguna, que no el descenso de las montanas ; y como de la hipótesis anterior se sigue que los temblores deben ser mas fre- cuentes en una comarca miéntras mas moderna sea la forma- ción de las montañas, la determinación de la edad relativa de las diferentes cadenas de montanas dehe contribuir á ilustrar la materia ». Yo no conozco bastante la Europa para saber si algu- nos terrenos montañosos sujetos á los terremotos han variado en su elevación, pero M. de Humboldt creyó haber descubierto en 1823 que la altura del Vesuvio, en los veinte años trascur- ridos desde 1804, había diminuido de cerca de 30 metros. La ex- ploración que se ejecuta en el Etna actualmente por dos geólo- gos célebres, MM. de Buch y Elie de Beaumont; arrojará nueva luz sobre esta cuestión. I TodaTia carecemos de una teoría que sea generalmeute admitida y^jue ex- plique las causas de los terremotos. Sin embargo la ingeniosa hipótesis de M. Boussingaull ha sido adoptada por varios sabios que se han ocupado espe- cialmente de esta materia. Puede decirse que esta teoría y la de la expansión de los fluidos clásticos en las profundidades de la tierra, son las mas probables. Esta última, que hace depender de la misma causa los terremotos y los fenó- menos volcánicos, reúne las opiniones de mayor número de geólogos en su favor, entre otro.s de !fl. Perrey, que se ha consagrado hace ya muchos años al estudio especial de los terremotos. {El Traductor.) AGUA MINERAL DE PAIPA. 59 ANALISIS Del agua mineral de Paipa cerca de Tanja. La aldea de Paipa está situada á un dia de camino al nordeste de la ciudad de Tunja, en un estrecho valle en que nace el no Suarez. Hallé, observando el barómetro, que la altura de esta po- blación sobre el nivel del mar es de metros. El terreno de los alrededores de Paipa es en general el mismo que constituye la mayor parte de la cordillera oriental de los Andes, es decir una arenisca poco dura, de grano tino, de color que varia desde el blanco al rojo amaranto. Esta are- nisca abunda algunas veces en mica; adquiere una estructura esquistosa, y contiene conchas y restos de vegetales; entonces se convierte en arenisca abigarrada perfectamente caracteriza- da, y en el valle profundo del Cbicamocba, como en la provincia del Socorro, la cubren extensos depósitos de muschelltalk ‘. Esta roca arenosa alcanza á una altura considerable. En el páramo de Chita la he seguido hasta una altura de 4000 metros; un poco mas al norte, en la sierra nevada del Cocui, se cubre de nieve perpetua, y desciende, según lo he visto, sin inter- rupción hasta el rio Casanare. En Salinas de Chita, sobre el costado oriental de la cordillera, esta formación abunda en fuentes saladas. Cerca de la aldea de Paipa, en la hacienda del Salitre, existen fuentes de agua mineral dignas de atención por la enorme can- tidad de sulfato de sosa que espontáneamente producen. Un arroyo atraviesa la hacienda- del Salitre, y en sus orillas en di- ferentes puntos se descubren una multitud de manantiales de agua caliente muy cargada de sales, de la cual se desprende una corriente constante de gas ácido carbónico. En el paso del ar- rovo para llegar á la casa de la hacienda encontré la tempera- 1 Los fósiles que el mismo señor Boussingault halló en esta formación cali- za y que frajó á Europa han hecho formar muy distinto juicio á h»s geólogos curopci», la ma>or parte de los cuales se inclinan .á pensar que esta realiza es imicho mas moderna que el musche'.kalk y que pertenece al terreno cretáceo. {F.l Traductor.) 60 MKMORIA tura de una de estas fuentes de 73“; mas abajo muchas fuentes me dieron úna temperatura desde 56 á 68° centígrados. Después de algunos dias de tiempo seco, el terreno que está cerca del arroyo se cubre de eflorescencias salinas, las que apénas se han recogido cuando se reproducen otras nuevas, de manera que algunos Indios, barriendo sin cesar la superficie del suelo, pueden colectar en pocas horas una masa considerable de sul- fato de sosa. Designan con el nombre de salitre esta sal en toda la comarca, y lo dan á los ganados para engordarlos. Analizó el agua de la fuente que me indicó 73® de calor, sometiendo 7680 gramas de agua á la ebullición, la que dejó asentar un gramade carbonato de cal. Así privado del carbonato calizo, el agua de Paipa no se enturbia con el oxalalo de amo- níaco, mas los nitratos de barita y de plata forman siempre abundantes precipitados. Concentrada el agua por la evapora- ción, se vuelve fuertemente alcalina y precipita entónces las sales de zinc y de magnesia. , Como el agua mineral de Paipa no contiene sino sales de base de sosa, basta para descubrir su composición determinar las cantidades de los diferentes ácidos. En 3840 gramas de agua privada de carbonato de cal y concentrada como corresponde, añadí nitrato de barita, lo que me dió un precipitado del peso de 214 gramas; este precipitado, puesto en digestión en el ácido nítrico mezclado con agua, manifestó una lijera efervescencia y se redujo á 207 gramas de sulfato de barita equivalente de 126^5 de sulfato de sosa. El ácido nítrico quitó á la materia pre- cipitada siete gramas de carbonato de barita, que corresponden á 1,6 gramas de ácido carbónico, ó á 2,7 de bicarbonato desosa. Al agua mineral privada de los ácidos sulfúrico y carbónico, se anadió una solución de nitrato-de plata, que dió 105 gramas de cloruro de piala correspondientes á 51 e, 1 de hidrocloratojde sosa. Así el agua mineral de Paipa contiene, según este análisis : AproziniatWaioente. 3[1 00 de sulfato. litOO de hidroclorato. . ^De sosa. yIIOO de bicarbooato. SOBRE FIERRO. 61 No creo que se haya encontrado todavía en la naturaleza una agua mineral tan cargada de sales, y es fácil de comprender el partido que podria sacarse de una fuente tan abundante en sul- fato de sosa, si se quisiera extraer la sosa, materia hoy casi desconocida en la Nueva Granada, pero cuya importancia seria apreciada en virtud de las ventajas que ella ofrece para la fá- brica de jabones duros, pues los que hoy se consumen en el pais, hechos de lejía de cenizas, son blandos, de mala calidad y caros Santa Fe de Bogotá, nov. 1829. MEMORIA. Sobre diferentes 7nasas de fierro que se han encontrado en la cor- dillei'a de los Andes. Al llegar á Santa Rosa, pueblo situado en el camino de Pam- plona á Bogotá, supimos que se babia descubierto en sus in- mediaciones cierta mina de fierro, y que un fragmento de este mineral servia de yunque á un herrero. Este mineral supuesto no era otra cosa que una enorme masa de fierro meteórico, según lo reconocimos con agradable sorpresa luego que* la .vimos. Esta masa la halló una muchacha llamada Cecilia Cor- redor en la colina de Tocavila, á un cuarto de legua del pueblo, el sábado santo del aíio de 1810. En el mismo lugar en que .se encontró notamos la excavación que se hizo para sacarla de donde estaba enterrada sin parecer otra cosa que una punta de algunas pulgadas fuera de la tierra. El terreno de la colina de Tocavita, como el de Santa Rosa, pertenece a una formación de arenisca segundaria de considerable extensión. t Aunque es cierto'quc el sulfato de sosa no se vende hoy en Europa á mas de veinte francos el quintal, y que por tanto no .será nunca objeto de exportación el salitre de Palpa, para la industria del país es de suma importancia, pues so- mos tributarios del extranjero por dos productos en que la so.sa entra como materia primera, el jabón illanco, que llamamos de Alicante aunque allí no se fabrica ya (el que se consúmeles va de Francia) y el vidrio. (£/ Traductor.) fio MEMORIA Santa Rosa dista de Bogotá como veinte leguas al nordeste, á 5» 40' de latitud y 75® 40' de longitud occidental de Taris, y su altura sobre el nivel del mar es de 2,744 metros. Los habitantes del pueblo se juntaron para arrastrar aquella masa hasta la plaza, dejándola en la casa municipal, en donde permaneció ocho anos, y luego en la tienda del herrero siete anos mas hasta la época de nuestro viaje*. Este fierro es cavernoso, pero no tiene la apariencia vitrificada al exterior que se observa en otros del mismo origen, pero de que carece igualmente el fierro meteórico de Zacatecas en Méjico, cuyo peso es de mas de 20 quintales. El fierro meteórico de Santa Rosa es maleable, de una estructura granujienta, se deja fácilmente limar; tiene un brillo blanco de plata; su peso especifico es de 7, 3. El volumen de esta masa es de 102 decimetros cúbicos, y por lo mismo su peso total no excederá mucho de 1500 libras, ó quince quintales. ■ Es digno de notarse que en la época, en que se halló aquella masa de fierro, se encontraron también otros fragmentos mas pequeños en varios lugares circunvecinos, y nosotros mismos, en el corto tiempo de nuestra residencia allí, recogimos muchos. Para hacer ver que este fierro es idéntico á otros del mismo origen que diversos viajeros han examinado, presentaremos los experimentos químicos á que lo sometimos. Análisis de la masa grande. * Pusimos 16 28 de este metal en ácido nítrico; la disolución se hizo rápidamente y no quedó casi residuo. Evaporamos esta disolución casi hasta secarla con el fin de oxidar bien el fierro. Luego añadimos agua y precipitamos por medio del amoníaco. En un íillro separamos el óxido y le lavamos con agua caliente. El liquido amoniacal apareció de un color verde tirando al azul. El prusiato de potasa produjo en él un precipitado blanco tirando a verde, lo que indicaba que el color dependía de la existencia del nickel en la disolución y no del cobre. En esta disolución 1 El señor Rivero compró para el museo, al que perlencce hoy, esta masa mc- teórica de fierro, y debería hacerse un esfuerzo para traerla á la capital di sde Santa Rosa, en donde todaria existía en 1836. {El Traduclor,) SOBRE FIERRO. 63 amoniacal reducida por medio de la evaporación á la mitad de su volíimen, pusimos potasa cáustica, y para estar seguros de la descomposición completa de las sales dobles de amoniaco y de nickel, evaporamos enteramente el líquido. Lavamos este resi- duo, que no era otra cosa que óxido de nickel, el cual, después de calcinado, pesó = 0, 14. Mas, como podia haber quedado aun algo de nickel en el óxido de fierro precipitado de la disolución nítrica, disolvimos este óxido, húmedo todavía, en el ácido acético; y el residuo sólido, evaporado con las precauciones convenientes, lavado después y filtrado, lo mezclamos con carbonato de potasa, que produjo un leve precipitado blanco; hervimos el todo, y luego calcinamos este precipitado, el cual era también óxido de nickel y pesó 0,01. En este fierro no pudimos descubrir indicio alguno de man- ganesa ni de cobalto, y como los elementos que el análisis nos dió son : Owdo de fierro. . , 1. 17 id. de nickel. . . O, 1 5 cien partes de este fierro meteórico contendrán pues : Fierro. . . 91, 4 1 Tíickel. . . 08, 59 100, 00 Usamos del mismo método para examinar otros fragmentos comenzando por otra masa de peso de 681 g., descubierta tam- bién en 1810 cerca de Santa Rosa. Este fierro es maleable, pero difícil de limar. Su brillo es plateado; su gi’ano fino como el del acero, se forja bien pero es quebradizo cuando está caliente; su peso específico es de 7, 6. 76 l8 produjeron Oxido de fierro. . 9, 46 id. de nickel. . 0, 75 Residuo insoluble Asi cien parles tienen : o* el ácido niirico. 0, 02 Fierro. . 91, 23 Ts’ickel. . 8, 21 Residuo. O, 28 99, 72 El residuo, insoluble en el ácido nítrico, se deja atacar difícilmente por el ácido nitro-muriático (agua regia), aun cuando está ca- liente, y nos pareció que se componia de nickel, fierro, y quiza también de un poco de cromo. 64 MEMORIA Olro fragmento de peso de 561 gramas, hallado igualmente en Santa Rosa en 1810, cuya estructura era también cavernosa, difícil de limar, de brillo de plata, y de grano semejante al del acero fundido y forjado, produjo, por medio del análisis de Oxido de fierro. . . . 2, 02 id. de niikel. . . . 0, 16. Por lanío ci ’D paites contendrán : De fierro., . . 91, 76 De nickel. . , 06, 36 98, 12 Reconocimos que había nickel en un número considerable de otros fragmentos recogidos en Santa Rosa á la misma época; el peso del mayor era de 1 45 gramas. Mas no es solamente en aquel lugar que se ha encontrado fierro metálico análogo á este. Asi el señor Jerónimo Torres poseía un pedazo del peso de 82 libras en el cual no se veia cavidad alguna, y, aunque muy di- fícil de limar, ora maleable, de brillo de plata, y de un peso especifico de 7, 6. Cuatro gramas produjeron analizados 0.\ido de fierro. . . 5, 23 id. denúkc!, . . 0, 40 Es decir por ciento 90, 7 6' <3c fierro 07,' 87 de nickel. 98, 63 ■ * • Esta masa se encontró en Rasga tá, á las inmediaciones de la salina de Zipaquirá, cuya latitud es de 4« 57 y cuya longitud es de 76“ 33' al occidente de Paris, con una altura de 2,650 metros sobre el nivel del mar. Otra masa del peso de 44 libras, que nos mostraron en el mismo lugar, tenia una forma casi esférica, de estructura porosa, pero muy maleable y de un brillo de plata. En esta masa halla- mos también de 7 á 8 por ciento de nickel. í SOBRE VOLCANES. 65 INVESTIGACIONES QUIMICAS sobre la naturaleza de los Jlúidos elásticos que se exhalan de los vol- canes del Ecuador. En todos tiempos el estudio de los volcanes ha ocupado las meditaciones de los observadores. Su origen, su estado de acti- vidad, la naturaleza de las materias que los alimentan, han hecho nacer inOnitas hipótesis tan pronto abandonadas como imaginadas porque no se fundaban sobre hechos, hasta que se aprendió á interrogar la naturaleza por medio de experiencias, y que, reconociéndose la propiedad que tienen ciertos cuerpos de combinarse produciendo calor y luz, comenzó á sospecharse que la causa de los volcanes dependía de una acción de este gé- nero. Acababa de nacer la química cuando ya Lemery trató de representar el fenómeno de los fuegos subterráneos por medio de una reacción química. Esta experiencia, enlónccs famosa, hov casi olvidada, consistía en colocar á cierta profundidad en la tierra dos ingredientes juntos, azufre y limaduras de fierro, húmedos uno y otro ; la combinación se verificaba, y como esta mezcla se calentaba á veces hasta la incandescencia, desprendía- se súbitamente una masa considerable de vapores que, empu- jando la tierra vegetal que cubría la materia, y lanzándola léjos, presentaba así el simulacro de una erupción. Como en aquella época la ciencia no demandaba grande exactitud ni precisión, se consideró esta experiencia como suficiente y satisfactoria explicación de los fenómenos volcánicos. Mas tarde nació la geología, y muy en breve entró en el número délas ciencias de observación. Los terrenos teatro de las erup- ciones volcánicas fueron estudiados con especial cuidado por los geólogos. Desmarest observó la identidad délos terrenos vol- cánicos de Italia con los de Auvernia, y M. de Humboldt probó que esta semejanza se sostenía aun en las regiones vulcanizadas del nuevo continente. Dolomieu, después de haber recorrido la Sicilia, creyó que el origen ó centro de los volcanes estaba si- tuado bajo las formaciones de rocas primitivas. Sin embargo 5 I MEMOni.V ninguna de estas obsenaciones explicaba la causa física de los volcanes, porque esta explicación parecia ser mas bien del re- sorte de la química. Sir llumphry Davy, después de haber des- compuesto los álcalis y las tierras, y obtenido así metales tan combustibles que ardían por sí solos al contacto del aire y aun del agua, pretendió fundar sobre estas propiedades extraordi- narias la' teoría de los volcanes, suponiendo que estos metales existían en el interior del globo terrestre, y que el aire ó el agua del mar penetrando hasta ellos causaban por su combinación con estas materias eminentemente inflamables lodos los fenó- menos q\ie nos presentan los volcanes. M. Gay Lussaq discutió la teoría de Davy y manifestó otras ideas sobre el origen de los fenómenos volcánicos, atribuyéndo- los á afinidades enérgicas que, á fin de satisfacerse, producían calor suficiente para fundir las lavas. Este sabio reconoció que no hay inverosimilitud en suponer que los radicales de la silica, alumina, cal y aun del mismo fierro, esten unidos al cloro en el interior de la tierra, y que estos cloruros eran susceptibles en presencia del agua de producir una temperatura muy elevada, y de exhalar el gas ácido hidroclórico que se encuentra en el cráter de muchos volcanes de Italia. Finalmente la última hi- pótesis, que es hoy la mas generalmente adoptada, es la que hace depender los fuegos subterráneos del estado de incandes- cencia del interior de nuestro planeta. En el estado de incertidumbre que ofrece todavía la ciencia con respecto á los volcanes, es imposible apreciar el valor de las hipótesis que se han propuesto sucesivamente. En efecto, para formarse ideas cabales sobre las sustancias que existen en el in- terior déla tierra, y sobré su participación en los fenómenos vol- cánicos, es preciso conocer ántes la naturaleza de los vapores que exhalan los volcanes. Afin de adquirir este dato, formé el proyecto, durante mi residencia en los Andes, de visitar el cráter de cada uno de los volcanes inflamados, y de establecer en ellos mi laboratorio, con el objeto de determinar, por medio del análisis químico, la naturaleza de los Huidos elásticos que se desprenden de ellos. Una circunstancia terrible, nacida sin duda de la expansión de materias gaseosas, sobrevino entonces, la que aceleró la eje- I l. e j \ I 1 SOBRK VOLCANí:S. 67 cucion de mi proyecto, dando mayor interes á este género de investigaciones. El 16 de noviembre de 1827, alas seis déla tarde, toda la Nueva Granada, es decir una extensión de tierra • (ie mas de itrcinia mil leguas cuadradas, se conmovió fuer- temente; la tierra tembló por el espacio de cinco minutos; luego que cesó el movimiento se oyeron en todo el valle del Cauca violentas detonaciones que se sucedian de treinta en treinta segundos con una notable regularidad. Supe después que en muchos lugares la tierra se habia abierto, y que de las hendiduras salían con estrépito materias gaseosas. En varios puntos se encontraron ratones y serpientes asGxiados en sus cuevas por aquellos gases. Ríos caudalosos, como el Cauca y el Magdalena, arrastraron por muchas horas lodos espesos que esparcían por donde quiera un olor insoportable de hidrógeno sulfurado. En las montanas de la provincia de Neiva hubo der- rumbamientos considerables que detuvieron durante muchos dias el curso de los torrentes, los cuales ronipi.endo luego esta especie de diques, ocasionaron en el valle grandes desastres. Los volcanes que he podido estudiar se hallan comprendidos entre el 5° ‘grado de latitud norte y la línea equinoccial ; las bo- cas ignívomcs están abiertas en la cresta de los traquitas que erizan las cordilleras y cuyas elevadas cumbres alcanzan casi siempre al límite de la^ nieves permanenles. Una montana ne- vada, de la cual sale constantemente una columna de humo, es la imagen exacta de un volcan del nuevo mundo. Volcan de Tolhna. Lalilud norte 4® SS', loiig- occidental 70® 40' de París. ElTolima astá situado casi á tres leguas de la pequeña ciudad de Ibagué ; visto desde la llanura, este- volcan se presenta bajo la forma de un cono truncado. La altura de su cima nevada es de 3,500 metros sobre el -nivel del mar. La historia de la conquista ha conservado el recuerdo de una erupción acaecida á las M do la mañana del dia 12 de marzo de 1595, que devastó toda la provincia de Mariquita*. Hoy el Tolima es un volcan casi ex- 1 El P. F. P. simón, en el capítulo 41, G* noticia, 2* parte, dejjcrihc esta fétida erupción de lodo (|ue bajó por el Guali y Laguniila, de donde se iníiere que no fué el Tolima, sinoelRuiz, la causa de estos fenómenos. (Tí/ Traductor. 68 ‘ MEMORIA tinguido que no figura en la lista de los volcanes activos*. El señor Goudot, botánico joven que por amor á la ciencia había subido ya dos veces al pico del Tolima, se ofreció á servir- me de guia en mi excursión. Aunque el volcan dista tan poco de ¡bagué, el camino es sobremanera trabajpso, de tal suerte que gastamos cinco dias andando por entre torrentes y precipi- cios para llegar. En las angosturas de Combeyma se ve el es- quisto micáceo, al principio muy carburado y que se trasforma en esquisto anfibólico; la roca esquistosa ó apizarrada que cerca de Ibaguc se halla inclinada de 4-5® poco mas ó ménos se levanta mas en la proximidad del volcan, hasta que última mente aparece en la posición vertical al contacto déla traquila. El punto en donde nos detuvimos á observar en el Tolima se halla algo mas bajo que el limite inferior de las nieves perpe- tuas, y su altura, calculada con el auxilio del barómetro, era de 4300 metros. Situé mis instrumentos en un espacio compren- dido entre dos muros de Iraquita. El suelo estaba allí abierto por todas partes, y de las grietas salían abundantes vapores. Todo nos manifestaba que aquel era un cráter antiguo, cuyo piso consiste hoy en un barro negro bien sólido, mezclado con pedazos de azufre. En una hendedura de la cual se exhalaban vapores visibles, el termómetro se sostuvo á 50'’ centígrados. Recogí el aire de esta grieta vaciando dentro de ella un tubo graduado lleno de agua, y hallé, sometiendo este gas á la acción de la sosa cáustica, que el aire recogido contenia 0,14 de ácido carbónico. El olor de los gases que salían del volcan indicaban suficientemente la presencia del ácido hidrosulfúrico. Traté en vano sin embargo de determinar la cantidad de este ácido por medio del acetato de plomo mezclado con ácido 'acético. El color negro que adquirió este reactivo me mostró que había absorpcion, pero tan leve que no excedería de 70 V 0 del volumen del gas objeto del experimento. Para descubrir si había otros ácidos en los vapores del volcan, coloqué un vaso lleno de agua á 0» en la grieta, cuya temperatura era de 50®. La superficie exterior de este vaso se cubrió al instante de humedad, y de este modo me fué fácil recoger suficiente cantidad de líquido, el i Véase la nota al fín de esta memoria.' SOBHE VOLCANES. 69 cual no me dió precipitado alguno con el nitrato de plata y re- conocí ser agua pura. Así pues los productos gaseosos del volcan de Tolima son : 1° Vapor de agua ; 2“ Gas ácido carbónico ; 3° Gas ácido hidrosulfúrico. • Azufral del Quindio. Cuando se atraviesan las montañas del Quindio, cubiertas de selvas espesas, para pasar del valle del Magdalena al del Cauca, es menester andar á pié ó cargado por hombres cuya profesión es la de trasportar viajeros y mercancías L Ordinariamente se gastan nueve dias en este camino. En la segunda jornada se llega al Azufral^ de donde extraen azufre del que contiene una roca de esquisto micáceo muy carburado. Este depósito de azufre no tiene nada de particular si se atiende á que el azufral del Quindio se encuentra situado precisamente en la base del volcan de Tolima, en el cual el esquisto descansa evidente- mente sobre la traquita; y á cierta distancia, en el sitio lla- mado Agua Caliente, en donde hay una fuente termal, se ve salir la roca traquitica por entre el esquisto. Vense varias exca- vaciones en el azufral hechas para sacar el azufre, mas ellas son forzosamente superficiales, porque el minero, para no respirar los gases deletéreos que el esquisto micáceo exhala, tiene que retener su respiración mientras trabaja. Estos gases esparcen por otra parte un olor fuerte de ácido hidrosulfúrico. El aire de las excavaciones no contiene sino 5/i00 de aire atmosférico y 95 de gas ácido carbónico, según lo reconocí por medio de varias experiencias. Así es que la sosa cáustica lo absuerbe completamente. Cien partes del gas del azufral sometidas á la acción del ace- tato ácido de plomo disminuyeron de una décima parte en su volumen, de donde se infiere que este gas no contiene sino 0,001 de ácido hidrosulfúrico. 1 Débc'c al íjcneral Ilcrran el beneficio de un buen camino de herradura en Quindio, empreudido y casi terminado bajo su administración, camino ijnc ba reemplazado la mala vereda que describe aquí el sabio viajero francés. (£/ Traductor.) 70 MEMORIA Si hemos de juzgar por la éscasa proporción de aire atmosfé- rico contenido en el gas del azufra!, la exhalación de vapores es allí mas rápida y abundante que en el cráter del Tolima, á pesar de que la temperatura de las excavacidnes no excede de la de la atmósfera. Yo la encontró do 19" á miéntras que un ter- mómetro al aire libre indicaba Esta baja temperatura es tanto mas notable cuanto que el azufral está situado 2.300 me- tros mas abajo del cráter del volcan. Sin embargo la tempera- tura del azufral parece haber sido mucho mas elevada en tiem- pos anteriores. En 1801 M. de Humboldt la halló á 48" c. Penetrando en la atmósfera de ácido carbónico de que están llenas las galerías del azufral, se siente una impresión tan fuerte de calor, que indicaria que la temperatura excede de 40®, si el termómetro no señalara solamente 20®. Se padece también de una picazón aguda en los ojos, y es de advertir que á los trabajadores empleados en la extracción del azufre se les disminuye en general la vista. Volcan de Púracé. Lal. norte 2* 29*. Longitud oeste 79" o. La cumbre nevada del Puracé se descubre desde la ciudad de Popayaó. Según Caldas la elevación de este volcan es de 5.184 metros; mas el lugar de donde salen los vapores sulfurosos está solamente á la altura de 4,359 metros. Este lugares de- signado por los Indios con el nombre de azufral del Boquerón , y en él establecí mi laboratorio. Hay muchos puntos situados bajo el límite inferior de la nieve de donde sale humo denso. El suelo que pisábamos estaba caliente, y escuchábamos bajo la vierra un ruido que indicaba una grande masa de agua hir- viendo. De una abertura que tendría cerca de doce pulgadas de diámetro, salía impetuosamente una corriente de vapor que hizo subir el termómetro á 86® 5, que es, con corla diferencia, el grado de ebullición del agua bajo la presión de 459 milíme- tros que corresponde á la altura del Boquerón. Esta circuns- tancia es interesante por cuanto de ella puede colegirse con suficiente probabilidad que la masa de agua, cuyo hervor se SOBRE VOLCANES. oía claramente, era pura; porque sí esta agua hubiera contenido sales en disolución , la temperatura de su vapor habría sido necesariamente mas elevada'. El vapor de agua que salía de diferentes grietas tema un fuerte olor de ácido hidrosulfürico, y, como fué fácil condensar una cantidad considerable de este vapor, pudo examinarse sin dificultad el liciuido que resultaba, que era una agua dotada de cierto olor hepático, el cual olor desaparecía prontamente de jándola al aire, en cuyo caso no presentaba precipitado alguno, cualquiera que fuese el reactivo que se emplease, manifestando asi las propiedades del agua pura. Queda pues probado que los vapores que emanan del Puracé no contienen ácido hidroclo- rico en cantidad perceptible. Mas, temiendo que los vapores de ácido hidroclórico no se hubieran condensado junto con los de agua, coloqué en la corriente de vapor una solución de potaba, la cual, saturada por el ácido nítrico, no me dió tampoco pre- cipitado alguno con el nitrato de plata. Como la corriente de vapores que salía de la abertura era muv continua, tuve mucho trabajo para recoger los gases que acompañaban el vapor de agua. Lo conseguí sin embargo, ma- nipulando con guantes en los cuales podía introducir nieve; vaciaba un tubo graduado lleno de agua en el hueco de donde salía la corriente de vapores, y después de algún tiempo lo sa- caba, pero, por mucha cautela que usase, siempre penetraba en él algo de aire atmosférico. Asi mezcladas, cien partes del gas del volcan ensayadas con la sosa cáustica, me dieron por resultado 85 de ácido carbónico con alguna variedad de una ex- periencia á otra, según la mayor ó menor den reza con que yo ejecutaba la operación. Importaba adquirir la certidumbre de I Las experiencias de M. Regnault han liecho ver últiiiiameute que, cual- quiera que sea la temperatura de ebullición del agua mas ó uiúdos impura, la temperatura de su vapor depende solamenle de la presión atmosférica. Importa rectiíicar este pasaje de la memoria de M. lioussingault, no solamenle porque su conjetura con respecto á la pureza del agua que hierve en el inte- rior del Puracé uo es exacta, sino porque sobre el principio contrario se funda en el día la bipsometría, ó el método de medir la altura ríe las montanas por medio de la ebullición de cualquiera agua. .\ dos pulgada.^» de la siiperficie de una mezcla de agua v ácido sulfiirico en las proporciones ncce.'>ai ias para que la temperatura de ebullición alcance á 140", el vapor que se exhala per el ruello del recipiente y dentro del mi'Oio cuello no pasa sin embargo de 100" bajo la presión ordinaria. (£/ Traductor.) 72 MEMORIA que el residuo gaseoso que el alcalí no podía absorber era real- mente aire atmosférico introducido durante la operación, y no hidrógeno ó ázoe, que podian hallarse mezclados á los vapores del volcan ; y para demostrar con exactitud que aquellos dos gases no existían era preciso hallar que el gas no absorbido era aire, y aire perfectamente puro. Para ello llené del gas del vol- can un frasco cerrado herméticamente.. Después de haber ab- sorbido el gas ácido carbónico, analizó el residuo en el eudio- metro de fósforo á mi llegada al pueblo de Puracé, y encontré que el oxígeno absorbido por el fosforo llegaba justamente á 0, 21. Por consiguiente no queda la menor duda de que este residuo era aire atmosférico puro. El azufre que aparece á la superficie del terreno en donde existen las grietas merece que nos detengamos un instante. Este azufre se halla en masas cristalinas en forma de agujas trasparentes entreveradas, pegado á las piedras esparcidas por donde quiera, y se forma sin cesar; así es que, si se deja un pedazo de madera abandonado por algunos dias sobre el terreno en el azufral, se cubre de cristales de azufre. Esta vo- latilizacion del azufre á una temperatura tan baja (86"5) no es fácil de explicar *. Es posible que la producción de este com- bustible dependa de la combustión lenta del gas ácido hidro- sulfúrico. Así es, por ejemplo, que, quemando en un tubo ácido hidrosulfürico, el azufre que no se inflama á la temperatura á que arde el hidrógeno aparece al estado sólido en el tubo Los fluidos elásticos que salen del volcan de Puracé son : 1® Vapor de agua ; 2® Gas ácido carbónico ; 3° Gas ácido hidrosulfürico ; Volcan de Pasto. Lat. norte, 1®. Longitud oeste 79* 44. El volcan de Pasto domina la ciudad del mismo nombre v el 9 1 Sábese que el azufre leqnierc para fundirse on calor de 109“, y para Tolati- Iizar.^e3í6«. (£/ Traductor), Sólido sí, pero pulverulento y no cristalizado. {El Traductor), SOBRK VOLCANES. 73 grupo de montañas traquíticas eii cuyo promedio está situado; se encuentra dividido por dos torrentes célebres por la profun- didad de sus lechos y lo escarpado de sus márgenes, el Guaitara y elJuanambrú. Las erupciones de este volcan son frecuentes; muchas veces despide» á una altura considerable, pedazos enor- mes de rocas incandescentes. Este fenómeno es acompañado á menudo de violentas detonaciones ; pero lo que es singular es que los terremotos son raros en Pasto, y, á pesar de que los ruidos subterráneos (los bramidos) se oyen casi todas las no- ches, la tierra tiembla pocas veces. Un Indio Pastuzo me decia que esto consistía en que, como la boca del volcan era grande y bien abierta, él podía respirar sin dificultad. Desde Genoi, lugarcillo al pié del volcan, hasta el cráter gasté siete horas siempre subiendo, y hallé que su altura absoluta es de 4,100 metros. El terreno que rodea el volcan presenta bar- rancas y escarpados notables de donde se arrojan las aguas formando cascadas muy hermosas. Estas aguas son acidas, y recuerdan el sabor del -agua del rio Vinagre. Atravesando la pampa de Rumichaca, ántes de parar á la Quiebra del Peligro, mis Indios m.e mostraron en el suelo hoyos de cinco á seis piés de profundidad y de cuatro á cinco de diámetro, diciéndome que eran causados por piedras arrojadas por el volcan. Se veia efec- tivamente en el fondo de cada hoyo un fragmento de roca tra- quítica bien escorificado. En un lugar muy inclinado en que ha. bia acumulados pedazos de rocas de lodos tamaños, observé una grieta ancha en la roca dura traquítica ; esta grieta tendrá tres a cuatrocientos metros de largo; la roca, aunque rajada, no pre- senta indicio alguno de estratificación. La dirección de la grieta es del sudoeste al nordeste. Esta enorme hendidura, llena en parte de piedras, exhala por muchos puntos vapores que in- dican una acción volcánica muy intensa. Continuamente se oia un ruido subterráneo que infundía terror. De cuando en cuando salian rápidamente los vapores produciendo un silbido que anunciaba una fuerte compresión, y la piedra enorme sobre la cual yo estaba parado tenia un movimiento casi con- tinuo. Aun fuera de la grieta, al salir el vapor hacia subir el termómetro á 102° cent., loque probaba, ó que había estado comprimido, ó en contacto con rocas de una temperatura muy 74 MEMORIA elevada, puesto que la altura del barómetro (472 mm.) indicaba una presión bajo la cual el máximun de tensión del vapor de agua no excede de la temperatura de 86 á 87° cent. El estaño se derritió á la entrada déla grieta, como también el bismuto, que introduje algo mas, suspendido de un alambre; mas el plomo en el mismo lugar no se fundió. De aquí puede deducirse que, á la entrada de la grieta, la temperatura de la roca debía estar entre 256° y 334** cent. Condensé el vapor acuoso que salía del volcan con el auxilio de un vaso lleno de agua muy fria, y el resultado me dió una agua que no contenía ácido hidroclórico. Una solución de po- tasa que puse en la corriente del vapor tampoco me indicó la menor señal de este ácido. A causa de la abundancia del vapor acuoso y de su alta tem- peratura, no podian examinarse los gases en la grieta grande, y por tanto lo hice en una corriente de vapor cuya temperatura no pasaba de 90“ 5 centígrados que se exhalaba de otra grieta. En este vapor se percibía un leve olor.de ácido hidrosulfúrico, mientras que en la grande no lo había. El azufre es pues escaso en el volcan de Pasto. Cien partes de gas recogidas en la grieta se redujeron por la absorción de la sosa cáustica á 22, lo que muestra que el gas contenia 78 100 de ácido carbónico. A mi regreso á Pasto reconocí que el gas que no había sido absor- bido era aire puro. El gas del volcan oscurecía la disolución de acetato de plomo, sin diminuir en su volumen de un modo perceptible, de modo que puede sacarse la consecuencia que no contiene sino una pequeñísima cantidad de ácido hidrosul- fúrico. Así pues el volcan de Pasto produce : 1“ Vapor de agua á 102° cent.; 2° Gas ácido carbónico ; 3® Gas ácido hidrosulfúrico. I El est.'tño exige para fundirse la temperatura de 228® centíg. El bismuto, 24G“. El plomo 322“. {El Traductor.) j SOBRE VOLCANES. 75 Volcan de Tuquerres (cerca del Ecuador). Tuguerres es una pequeña ciudad de la provincia de los Pas- tos. Su elevación sobre el nivel del mar es de 3107 metros. A tres horas de camino al occidente del pueblo, en la rula que conduce al mar del Sur, se descubre el volcan de Tuquerres, que presenta una variedad de .colores por cierto sorprendente. La vista se reposa en primer lugar sobre un lago espacioso cuyas aguas son tan verdes, que apenas puede creerse que aquello sea realmente agua. La laguna verde, que es el nombre que le dan los Indios, está rodeada de altas murallas circulares de traquita, y el color de esta roca varía del negro al blanco y de este al rojo. En la orilla oriental del Lago se levanta una cúpula casi en- teramente formada de azufre, rajada por todas partes \ exha lando una multitud de fumaradas que esparcen un fuerte olor de ácido hidrosulfúrico aun á largas distancias. El agua del lago contiene una pequeña cantidad de sulfato de alumina. Al pié de la cúpula, el agua tenia una temperatura de 27‘’cent.; dos metros mas al centro déla laguna, el termóme- tro indicaba solamente 10". Por mis observaciones barométri- cas, la altura del Lago Verde sobre el nivel del mar será de 3908 metros. Fijé j articularmente mi atención en una grieta que exhalaba una corriente de vapor muy fétido, cuya tempe- ratura llegaba á 86“ c. El agua obl enida condensando este va- por no contenia ácido hidroclórico. Cien parles de gas recogidas en la misma grieta me dieron 0, 86 de ácido carbónico, y me persuadí de que el aire que quedaba por residuo después de la absorción por medio del alcali había sido introducido durante la Operación. Analizando el vapor de otras hendiduras menos calientes que me permitían sacar con facilidad el tubo gra- duado, hallé que era lodo ácido carbónico que la sosa absorbía completamente. Cien parles á la misma temperatura y presión analizadas con el acetato ácido de plomo me dejaron por resi- duo 99,5. Así es que puede admitirse que hay hasta 0,05 de ácido hidrosulfúrico en este gas. Sin duda de esta circunstancia 76 MEMOHU depende la inmensa cantidad de azufre que se encuentra en la Solfatarra de Tuquerres. Los fluidos que exhala el volcan de Tuquerres son pues ; r Vapor de. agua á la temperatura de 86* c.; 2* Gas ácido carbónico; 3® Gas ácido hidrosulfúrico. Volcan de Cumbal , muy cerca de la linea equinoccial, Cumbal es quizas el pueblo m.as elevado de la provincia de los Pastos; su altura, según mis observaciones barométricas, es de 3219 metros. El volcan está situado al occidente del lugar. Dos horas fueron suficientes para subir al cráter. Después de baber trepado una serie de rocas escarpadas, llegué adonde hay cierta especie de cúpula rodeada de una cintura de hielo. De esta cúpula se desprenden en abundancia vapores fétidos. El barómetro indicaba allí una altura de 4761 metros sobre el nivel del Océano. Un poco mas abajo, al occidente del punto en donde observé el barómetro, se veia levantarse una columna de vapor denso que esparcía un olor fuerte de ácido sulfuroso. Bajando al lugar de donde salen estos vapores, escuché un ruido con- siderable como el que hace un coche pesado en el empedrado. El viento del Este, que comenzó a soplar con violencia, se llevó los vapores, y entónces pude reconocer un espacio circular cóncavo de cerca de veinte metros de diámetro. Eran tantos los vapores que salían, que luego que el viento cesaba algo, aquel espacio parecía ocupado por el humo de un vasto incen- dio, y entónces era preciso retirarme prontamente para no ser sofocado. Mas luego que el viento soplaba podía recorrer el terreno del cráter, que es una mezcla de azufre y de lodo vol- cánico. El suelo retumbaba al caminar como cuando se anda sobre una bóveda, pero era preciso moverme sin cesar para no quemarme los piés. Cavando hasta la profundidad de algunas pulgadas, al instante salía una llama larga de azufre que ardía por algunos minutos. En diferentes puntos de la superticie cón- cava del cráter, se distinguía el azufre ardiendo continuamente y el vapor de agua que se exhalaba. En los lugares menos ca- lientes se veian pedazos grandes de azufre. El agua que recogí condensando los vapores se sentía algo ácida , pero esto pro- SOBRE VOLCANES. 77 venia del ácido sulfuroso, puesto que el nitrato de plata mani- festó que no había ácido hidroclórico. Examinando el gas sacado del terreno en donde el azufre ardía, hallé que se com- ponía en gran parte de ácido carbónico y en parte de ácido sulfuroso. El álcali cáustico .me dejaba un residuo que variaba entre 0,08 y 0,05, y este residuo no era aire puro, porque apa- gaba los cuerpos que ardían. Analizado con el fósforo re- sultó ser ázoe casi puro. Mas este ázoe no me parece que deba ser considerado como producto del volcan de Cumbal , sino como consecuencia de la existencia del gas sulfuroso, que tam- bién es un producto accidental. En efecto, cuando el vapor de azufre llega al contacto del aire con una temperatura sulicien- lemente elevada, arde, y, ardiendo, quila el oxígeno al aire at- mosférico que puede encontrarse en el cráter. A la misma causa, es decir á la temperatura de los orificios, debe atribuirse la falta de ácido hidrosulfúrico en los gases del Cumbal ; este ácido al arder se trasforma en agua y en ácido sulfuroso. Así, en los pro- ductos gaseosos de la parte superior del volcan, en donde la tem- peratura de las grietas ú orificios no excede de 85° cent., no se halla ni ácido sulfuroso ni ázoe; el gas. que yo extríije de allí era ácido carbónico, con casi 0,001 de ácido hidrosulfii- rico. Según estas experiencias, el volcan de Cumbal produce : 1» Vapor de agua ; 2° Vapor de azufre ; 3® Gas ácido carbónico ; 4o Gas ácido hidrosulfúrico. Y como productos accidentales, ácido sulfuroso y ázoe. En el volcan de Cumbal terminaron mis indagaciones, a causa de las dificultades que hallé para darles mayor extensión. Al cráter del Rucu Pichincha, que domina á Quito, no pude ba- jar, pero me acerqué bastante para reconocer que estaba en completa actividad, lo que es tanto mas particular, cuanto que hace cerca de un siglo, á la época en que Bouguer y La Conda- mine visitaron á Quilo, este volcan parecía enteramente extin- guido. El Tunguragua y el Antisana, que, en el tiempo en que M. de Humboldt recorrió aquellas regiones, mostraban indicios nada equívocos de actividad, se hallan hoy en calma perfecta. 78 MEMORIA El Colopaxi, á cuya hisloria está unido el recuerdo de grandes calamidades, permanece inflamado. El dia 23 de noviembre hice una tentativa para subir al cráter en compañía de mis ami- gos el doctor Daste y el coronel Hall. Llegamos hasta la altura de 5716 metros, pero, casi al instante de subir al cráter, la nieve que pisábamos se ablandó de tal modo, que nos fué abso- lutamente imposible dar un paso adelante. Compendiando los hechos que acabo de consignar en esta memoria, resulta : 1° Que los fluidos elásticos que exhalan los volcanes del Ecuador son idénticos en todos, á saber : vapor de agua en grande cantidad, gas ácido carbónico, gas ácido hidrosulfúrico, y algunas veces vapor de azufre. 2“ Que el ácido sulfuroso y el ázoe que se encuentran en los cráteres de estos volcanes deben considerarse como sustancias accidentales. 3“ Que el ácido hidroclórico, el hidrógeno y el ázoe no hacen parte esencial de los gases que se desprenden de los volcanes del Ecuador. En otra memoria presentaré algunas consideraciones sobre las aguas termales que se encuentran en las inmediaciones de los volcanes. Nota. M- Dcville, qtic se prepara á publicar los resultados de so viaje cien- tilico á las Antillas, tampoco ha podido hallar ácido hidroclórico en.las emana- ciones volcánicas de la Dominica y la Guadalupe. La coincidencia de este hecho, observado en la América meridional por dos hábiles químicos, pone ya enteramente fuera de cuestión la hipótesis que ci'dicaba la acción volcánica por la imipciun y descomposición consiguiente de las aguas del mar en el interior de la tierra. Al mismo tiempo aparece que hay productos gaseosos, comunes á lodo» los volcanes^ tales son el vapor de agua, el ácido carbónico V el ácido sulfohhlrico, ó hidrógeno sulfurado, y productos que solo se eu- óucnti an en los volcanes de Europa y de Asia, como el ácido hidroclórico. Para completar el exáuien de las emanaciones volcánicas del Nuevo Coutinentc seria de desear que se recogieran extensas colecciones de las emanaciones sólidas de cada volcan, como se ha hecho en Europa, en donde se han descu- bierto muchos miuei alcs sublimados y «xindensados en el cráter de los volca- nes y solfalarras ; tales son los hidrocloratos de sosa, de amoniaco y de cobre, sulfato de alumina, fierro digisto, ácido bórico, selenio, réalgar, etc. No hay líccho de estos, por pequeño que, sea que, bien observado, no contribuya á los adelantamientos de las ciencias, y sobre todo de la geología, cultivada con entusiasmo y provecho en sus aplicacionc.» en la América del Norte, y apé- nas conocida en la del Sur. {El Traductor.) SOBRE AGUAS TERMALES. 79 CONSIDERACIONES Sobre las agtias termales de las Cordilleras, No han podido todavía ponerse los geólogos de acuerdo res- pecto de la causa del calor de las aguas termales. Los unos creen que depende de la alta temperatura de lo interior del globo ; los otros piensan que consiste en la acción química que pueden ejercer algunas circunstancias locales, como por ejem- plo una causa volcánica. M. de Laplace es, me parece, el primero que ha dado una explicación del calor de las aguas termales fundada sobre la alta temperatura de lo interior de la tierra ; y en efecto los he- chos que se observan en muchos puntos de la cordillera de los Andes dan fuerza á esta ingeniosa explicación. Así es que en la cadena de montanas del litoral de Venezuela, parece observarse que la temperatura de las aguas termales es menor, mientras mas considerable es su altura absoluta. Por ejemplo el agua caliente de las Trincheras, cerca de Puerto Cabello, que se halla casi al nivel del mar, tiene una temperatura de 970 cent. La fuente de Mariara, que está ya á 476 metros, tiene solamente una temperatura de 64® cent., y finalmente el agua de Onoto, situada en una altura de 702 metros, no alcanza sino á 44®, 5 cent. En el terreno Iraquí tico, sobre todo en las inmediacio- nes de los volcanes, no se observa ya esta regulai ¡dad en la diminución de la temperatura de las aguas termales. Infiérese que en esta circunstancia la cau.sa local que ocasiona el fenó- meno volcánico infiuye también sobre la temperatura de estas aguas. Será pues muy interesante investigar si las fuentes ter- males tienen su origen en los centros volcánicos. Me pareció que era posible examinar esta cuestión analizando las aguas termales cercanas á los volcanes, y determinando bien, sobre todo, la naturaleza de los gases que ellas exhalan, porque si estos gases fueran los mismos que los que hemos encontrado en el cráter de los volcanes, seria ello buena razón para supo- ner que las aguas termales han estado en contacto con las ma- 80 MEMORIA terias que existen en los centros volcánicos. El examen de las .sustancias salinas disueltas en las aguas minerales adquiere así un nuevo grado de interes, siempre que estas sales se miren como productos solubles que existen ó se forman en el interior de los volcanes. Estas diversas consideraciones me decidieron á emprender el análisis de las aguas termales que he encon- trado en mis viajes. En este lugar solo presentaré los resultados obtenidos, omitiendo el detalle de las operaciones químicas. Fuentes termales próximas al volcan de Tolima. Agua sulfurosa de San Juan, — A casi 4,000 metros de altura ; temperatura , 3*2» cent. Esta agua no contiene sino gases ácidos hidrosulfúrico y car- bónico. Agua de Tocho en el Quindio. — Elevación, 1955 metros; temperatura, 35% 5 cent. Acido carbónico libre, en abundancia. Carbonato de cal. . . 0,00015 Cloruro de calcio. . 0,00002 C.arbonalo de fierro. . . Indicios. Silica. ... ... id. Fuentes termales inmediatas al volcan de Puracé. Agua íiáía. — Elevación , 4000 metros; temperatura, 36"; gas ácido hidrosullürico y carbónico. Esta agua no contiene materias salinas perceptibles. Agua de Coconwco. — Elevación, 2500 metros; temperatura, 72'» 8. r.as ácido carbónico é hidrosulfúrico en mucha abundancia. Sulfato de sosa. . . . 0,00390 Cloruro de sodio. . . . 0,00275 Bicarbonato de sosa. . . 0,00069 Carbonato de cal. . . . 0,00010 Silica 0,00005 El agua de Coconuco deja en asiento una concreción sobre cuya naturaleza trataré de un modo especial en otro lugar. SOBRE AGUAS TERMALES. 81 Fuentes de los. alrededores del volcan de Pasto, Agua de Pandiaco, — Altura, 2571 metros; temperatura, 36“ cent. Gas ácido carbónico. Bicarbonato de cal. . . 0,00005 Carbonato de sosa. . . 0^00061 Carbonato de magnesia. . Indicios. ht. de fierro. . . id. Silica id. El agua de Pandiaco ha formado una concreción caliza bas- tante considerable para poderse beneficiar como cal, y efectiva- mente hay hornos en que se calcina. Volcan de Tuquerres. En el camino de Tuquerres á Guachucal, se ve una fuente de agua fría de donde se desprende gas ácido hidrosulfúrico. Volcan de Cumhal. Entre el volcan de Cumbal y el nevado de Chiles hay una agua termal muy abundante, y bastante caliente para cocer huevos. Esta agua exhala gas ácido hidrosulfúrico y ácido carbónico. Volcan de Aniisana. En la hacienda de Lisco, á una altura de 3549 metros, se ob- serva una fuente ferruginosa cuya temperatura es de 27% 2 cent. El agua de esta fuente contiene mucho ácido carbónico, y forma, como en Pandiaco, un asiento calcáreo que se beneficia también como cal. Volcan de Cotopaxi. En el pueblo de indígenas de Alangasí, al pié del Cotopaxi, hay muchas aguas calientes. La del manantial de Belermos tiene una temperatura de 36° 7 cent. Esta agua es casi pura •, 6 82 MEMORIA no contiene sino algunos indicios de cloruros de sodio, de magnesia y de calcio. En los contornos del Cotopaii hay mu- chas fuentes sulfurosas. Volcan de Tunguragua, El Tunguragua ofrece muchas fuentes [termales en su base. El agua de los Ranos es ferruginosa ; esta fuente tiene mu- cha reputación en el pais ; su temperatura es de 54 4 cent.; ella exhala en abundancia gas ácido carbónico, y deja sentar un sedimento de ocre mezclado con carbonato de cal. La aldea de los Baños tiene de altura 1909 metros sobre el nivel del mar, y está situada en el camino de Quito á las misiones del Rio Amazonas. Se conoce también cerca del Tunguragua una agua de la cual se extrae cierta sal purgante á la que se atribuyen grandes virtudes medicinales. La fuente está situada en el torrente de Batcun. El agua de Batcun contiene : Sulfato de cal. . . . 0,00072 Sulfato de magnesia. . . 0,00120 Sulfato de sosa. . . . 0,00443 Cloruro de sodio. . . 0,00158 Silica Indicios. El Chimborazo, que es ciertamente un volcan antiguo, pre- senta cerca de Mocha algunas fuentes de las cuales se despren- den los gases ácidos hidrosulfürico y carbónico. Finalmente, en las inmediaciones de Cuenca, en un terreno de arenisca le- Yantado por el pórfido conexionado con las traquitas del volcan de Sangay, existe un manantial muy caliente, que produce grande cantidad de los mismos gases. Los hechos que acabo de mencionar me parece que bastan para asegurar que generalmente los gases que acompañan las aguas termales situadas en las inmediaciones de los volcanes , son de la misma naturaleza que los que se encuentran en el cráter de los mismos volcanes, á saber : gas ácido carbónico y gas ácido hidrosulfürico. Es pues verisímil que las aguas ca- lientes del terreno traquítico de las cordilleras deben su tempe- ratura al fuego subterráneo, y es también bastante natural SOBRE AGUAS TERMALES. 83 crGcr que las sales disueltas ó acarreadas por las aguas pro- vienen de lo interior de los volcanes. Suponiendo que las sales contenidas en las aguas termales existen en el interior de los volcanes de las cordilleras, puede explicarse entonces de un modo satisfactorio la presencia de los gases ácidos hidrosulfíi- rico y carbónico en el cráter de cada uno de ellos. Así el acido carbónico puede considerarse como producto de los carbonatos de cal ó de sosa. En el primer caso el calor solo seria sufi- ciente para que se desprendiera el ácido ; en el segundo, ade- más de una temperatura elevada, .el carbonato alcalino para descomponerse necesita del contacto de una sustancia silizosa ó aluminosa, como las que contienen las mismas rocas traquí- ticas. En cuanto al ácido hidrosulfúrico, puede concebirse que proviene de la reacción del vapor acuoso sobre el sulfuro de sodio; en efecto el resultado de esta reacción seria sulfato de sosa, sal que se encuentra en la mayor parte de las aguas terma- les, y gas hidrosulfúrico, que se presenta tanto en las aguas ter- males como en el cráter de los volcanes. Siguiendo este racio- cinio hasta en sus últimas consecuencias, es preciso averiguar las reacciones que produciria el cloruro de sodio, porque esta sal, que existe en la mayor parte de las aguas termales, deberla también, según la hipótesis que nos ocupa, existir igualmente en los volcanes. Mas cuando los cloruros alcalinos se calientan fuertemente en contacto con el vapor de agua y la materia si- lizosa, se produce gas ácido hidroclórico , que no be podido encontrar entre los flúidos elásticos que exhalan los vol- canes del Ecuador. Es posible que la falta de este ácido en los productos gaseosos de los volcanes dimane de la misma causa que impide hallarlo libre en las aguas termales, es decir en la existencia de los carbonatos. Concíbese en efecto que el ácido hidroclórico no puede coexistir con los carbonatos sin descom- ponerlos; luego, si estos carbonatos entran en la composición de las sustancias contenidas en los centros volcánicos, se com- prende también que el ácido hidroclórico, á medida que se pro- duce, debe atacar los carbonatos con los cuales está mezclado el cloruro de sodio, y formar nuevos cloruros terrosos ó alca- linos, con desprendimiento de ácido carbónico. Si, por el con- 84 MEMORIA trario, en un volcan existieran cloruros sin mezcla de carbona- tes, podria entonces producirse el ácido hidroclórico. Asi, se- gun esta hipótesis, los ácidos carbónico é hidroclórico no ^ coexisten sino en el caso en que hay exceso de cloruros alcali- i nos mezclados con los carhonatos. 1 Terminaré estas consideraciones sobre las aguas termales, examinando si la temperatura de estas aguas está sujeta á va- i riscioiifis* ' En 1800, M. de Ilumboldt halló la temperatura de la fuente de Mariara de 59» 3. En 1823 el seflor Rivero y yo hemos visto que el termómetro subía en el mismo manantial á 01”. Una di- ferencia tan considerable como 4», S no puede atribuirse á error de instrumento, tanto mas Cuanto que nuestras observa- ciones termomctricas de la Guaira y de Caracas están de acuerdo con las de M. de Humboldt en las mismas ciudades. 51as bien seria de temer que, como la fuente do Mariara forma un extenso arrovo, imeden las observaciones no haber sido hechas exacta- 'f' mente en el mismo lugar, aunque, por lo general, un observa- dor que desea averiguar la temperatura de una agua termal no observa en un solo punto, sino que busca aquel en que el agua es mas caliente. Por otra parte las objeciones, á qne podrían dar , lu-ar las observaciones de Mariara, desaparecen enteramente , por lo que hace á las que se hicieron en la fuente de las Tnn- i dieras, cerca de Puerto Cabello. En las trincheras el agua sale de dos albercas pequeñas, la una situada cerca de la otra, | hechas de cranito. La mas grande tiene una capacidad de r casi dospie¡ cúbicos; M. de Ilumboldt da al agua de las Tnn- J olieras una temperatura de DO» 4 cent. Veintitrés anos después nosotros encontramos 92» 2 en una de las albercas y cent, en la otra. Tanto nuestras observaciones como las de M. llnm- boldt se hicieron en el mes de febrero. Parece pues que en e , corlo espacio de veintitrés años la temperatura de las aguas termales de Mariara y de las Trincheras lía-aumentado en mu- , dios grados. Es de notar que en el intervalo de tiempo que se- para el viaje de M. de. Humboldt del nuestro ocurrió e gran terremoto de 26 de marzo de 1812, cuyos sacudimientos desli o- veron la ciudad de Caracas y todas las que estaban situadas sobre la cordillera oriental, con muerte de treinta mil habitan- SOBRE AGUAS TERMALES. 85 tes. Las aguas calientes que salen por entre el granito de la cordillera del litoral son casi puras; no contienen sino una pequeña cantidad de silica en disolución, y gas ácido hidrosul- fíirico mezclado con gas ázoe. La composición es idéntica con la que resultaría de la acción del agua sobre el sulfuro de silicio. Cuando se vierte agua sobre el sulfuro de silicio, hay manifesta- ción de calor, parte del agua se descompone, y sus elementos se combinan con los elementos del sulfuro para formar ácido silícico soluble y ácido hidrosulfürico -, en una palabra resulta agua caliente con silica en disolución é hidrógeno sulfurado. Tal es también la composición de las aguas termales del terreno granítico de Venezuela. Agua minef'al de Cocomco. — Excbnen químico de cierta susiaiicía mineral que existe en las aguas termales de Coconuco, " El pueblo de Coconuco está situado en el camino que de Po- payan conduce al volcan de Puracé, y'ofrece uno de los parajes mas pintorescos del mundo. Los accidentes del terreno son los mas extraordinarios y caprichosos, las habitaciones aparecen como asomadas en los declivios de las montañas vecinas. Desde allí se descubren por una parte los valles ardientes del Cauca, y por la otra las nieves del Puracé y del lluila. La hermosa cascada del rio Vinagre, una vegetación vigorosa y un delicioso clima de primavera contribuyen á porfía á volver agradable aquel sitio. A la entrada misma del pueblo se halla la fuente termal ; el agua sale impetuosamente de la roca traquílica (que es la que constituye el piso de toda aquella comarca), y al mismo tiempo se desprenden los gases ácidos hidrosulfürico y carbónico con tal abundancia, que es imprudencia exponerse á aquellas exha- laciones. La cantidad de agua es considerable, y su temperatura de 72», 8 centígrados. Al enfriarse esta agua pierde su sabor hepático. Hervida, deja sentar algún carbonato de cal y de man- ganesa, y conserva un sabor alcalino que depende de las sales de sosa que contiene. Cuando en las aguas minerales no hav % sino sales de sosa, el modo mas pronto de analizarlas es tra- tando de descubrir en ellas los ácidos, y calculando después la 86 MEMORIA, ETC. composición de las diversas sales, sin dejar por esto, como me- dio de verificación, de evaporar una cantidad considerable del agua mineral para descubrir en masa la suma de sales que en ellas existen. Así lo hice, y el análisis del agua de Coconuco me- dió por resultado : Sulfato sosa. . • 0,00389 Cloruro de soilio. . . 0,002^5 Bicarbonato de sosa. . 0,00009 id. de cal. . 0,00010 Acidos hidrosulfúrico y carbónico en grande abundancia, y algunos indicios de magnesia, de silica y de manganesa. A pesar de las propiedades sulfurosas del agua de Coconuco, y de que las enfermedades cutáneas son casi universales en el valle del Cauca, los habitantes de estas provincias no hacen de ellas el uso conveniente, y un Indio enfermo a quien exhorté á que se bañara en aquella fuente me contestó que la agua eia demasiado caliente y hedionda para venir de buen paraje. La concreción que cubre la roca de donde sale la fuente, y que deja la misma agua, es de color blanquecino, algo traslucida, de una dureza media entre el carbonato y el Iluato de cal ; su peso específico es de 2,77. Esta sustancia se disuelve con efer- vescencia en los ácidos, pero mas despacio que el carbonato de cal, de una manera análoga á la dolomía. Si se expone al fuego del soplete, adquiere un color negro ; y exhala cloro añadiéndole ácido hidroclórico. Estos dos últimos caracteres son indicios ciertos de la presencia del manganesa en la concreción. Disolví 75 de este mineral en el ácido hidroclórico, y no me quedó residuo alguno. Agregué á esta solución, que no es muy acida, sal amoníaco, y luego precipité el manganesa por medio.del hidrosulfato de amoníaco. Recogí el sulfuro de man- ganesa con el menor contacto de aire posible ; lo lavé con agua que contenia algunas gotas de hidrosulfato; después lo disolví en el ácido hidroclórico. Precipité luego el metal bajo la fórma de carbonato, y lo trasformé en óxido mangano-mangánico. Este óxido pesó 0^,49, que corresponden á 0,46 de óxido man- ganoso, que en el mineral debe constituir Os, 79 de carbonato manganeso. Obtuve la cal bajo la forma de carbonato que pesó 2s,79. La ANALISIS, ETC. 87 disolución en la cual se había destruido el exceso de hidrosul- fato añadido para descubrir el manganesa, y privada después de la cal por medio del carbonato de amoníaco, fué evaporada y el residuo calcinado. Me quedó Os, 10 de una materia blanca, que, lavada, se redujo á 0^,07 de magnesia, equivalente á 0,15 de car- bonato. Los 0,03 de materia soluble eran sulfato de sosa, que es natural hallar en una concreción formada por agua que con- tiene esta sal en abundancia. No hallé el íluato de cal en la concreción ó depósito del agua termal de Coconuco, que con- tiene en resúmen : Carbonato de cal. . . . 0,742 ¡d, de manganesa. .0,210 id. de magnesia. . 0,040 Sulfato de sosa.. . . . 0,008 O, si se consideran solamente carbonates de cal y de man- ganesa , Carbonato de cal. .... 0,77 j 4 ál. id. de manganesa. . . 0,23 | I átomo. .\unque no debe olvidarse que estos dos carbonatos son iso- •morfos. Dejo que los mineralogistas decidan si la combinación quí- mica que resulta del depósito de una agua mineral puede constituir una especie en el sistema mineralógico. Antes que yo, Bergraan babia hallado el manganesa en una agua mineral, y Berzelio encontró indicios de carbonato man- ganoso en un depósito calizo de los baños de Carlsbad, pero no creo que basta hoy se baya encontrado una agua termal tan rica de manganesa como la de Coconuco. Esta circunstancia me de- cidió á publicar esta noticia. Análisis del agua del Rio Vinagre, Un fenómeno que llama mucho la atención de los viajeros que visitan Popayan es la acidez de las aguas del rio Pasam- bió, llamado por esta razón en el país Rio Vinagre. Este rio 88 ANALISIS nace cerca de las bocas del volcan de Puracé, á una elevación de cerca de 4,300 metros. Hasta el pueblo de Puracé el curso de este torrente es subterráneo, y su acceso no es. fácil sino en la chorrera de San Antonio, que es una cascada admirable, de mas de 300 pies de elevación , que forma el Pasambio precipi- tándose en medio de un vasto anfiteatro cortado en la roca traquítica. Tres millas mas abajo, el Pasambio, después de ha- ber recibido el torrente de Anambio, se arroja en el Cauca. Del pueblo de Puracé se va sin mucho trabajo á lo bajo de la Chorrera; pero no es posible permanecer allí mucho tiempo , porque la lluvia continua de agua acidulada ocasiona en los ojos una picazón insoportable. Mas abajo de la cascada hallé que el rio Pasambio tenia 72 piés de anchura, y de hondo cuatro pulgadas, y que la velocidad de su curso era de tres piés por segundo. El agua del rio Vinagre es de una trasparencia perfecta; su densidad es de 1,0015; tiene un sabor ácido muy caracterizado, acompaíiado de cierta astringencia que indica una sal alumi- nosa; enrojece fuertemente la tintura de tornasol, aun después, de haber hervido largo tiempo; las limaduras de zinc determi- nan un desprendimiento de hidrógeno. Los reactivos indican que en está agua hay ácidos sulfúrico hidroclórico, cal, alu- mina, é indicios de fierro y de magnesia. Daré cuenta aquí de los resultados de un análisis cuantitativo de esta agua que hice en abril de 1831 en Puracé. 422 f^ramas de agua del Rio Vinagre dieron con el nitrato de plair2? 01 de cloruro, equivalente á 0? 384 de ácido hidroclórico. ^ 422*'gramas de agua por medio del cloruro de bario produ- jeron is 35 tle sulfato de barita, que contienen 0, 464 de ácido sulfúrico. , . V 422 «^ramas reducidos por la evaporación dieron por medio del á^moniaco cáustico un precipitado de alumina que pesó 03 17. Esta alumina contenia indicios de fierro y de magnesia. En el líquido asi privado de alumina, con el auxilio del oxalato de amoníaco, precipité la cal ;Hrasformé el oxalato de cal así ob- tenido en carbonato, que pesó Os 10 ó 0,056 de cal. Evaporé este líquido, del cual había sacado la cal y la alumina, y, expulsando las sales amoniacales, me quedó un residuo desales alcalinas de 89 DEL AGUA DEL RIO VINAGRE. sosa. Trasformé estas sales en sulfato, que pesó primero Os 13, pero, disolviéndolo en el agua, abandonó Os 01 de silica, y quedó por consiguiente reducido á 0? 12, equivalentes á 0,05 de sosa. Conforme á este análisis el agua del rio Vinagre contiene pues : Acido sulfúrico 0,00110 Acido hidfoclórico. . . . 0,00090 AUimioa 0,00040 Cal 0,00013 Sosa 0,00012 Silica • 0,00023 Oxido de fierro y magnesia. . Indicios. Si se admite qué la alumina y la cal se encuentran combina- das en esta agua con el ácido sulfúrico, puede representarse la composición del rio Vinagre como sigue : Sulfato de alumina .... 0,00131 Sulfato de cal 0,0003 1 Cloruro de sodio 0,00022 Silica. . ...... 0,00023 Aoido liidroclórico. .... 0,00081 Mas esto es solo una suposición, y es mas probable que el agua del Pasambio debe su ácidez mas bien al ácido sulfúrico que al ácido liidroclórico, porque me ha sido imposible descu- brir ácido liidroclórico libre en los productos del volcan de Pu- racé. En el cráter del volcan de Pasto descubrí uiia masa con- siderable de sulfato ácido de alumina que comunica al agua un sabor ácido y astringente; el análisis de este sulfato, de que pienso ocuparme pronto, dará, me parece, alguna luz sobre !a composición de las sales contenidas en las aguas del Rio Vina- gre, y sobro la naturaleza del ácido que se encuentra libre *. 1 El 15 de marzo de 1847 leyó M. EoiissingaiiU una memoria dando cuenta á la Academia de ciencias del análisis cpie hizo por sn recomendación el señor Lexvy dcl agua de una fuente termal hallada porM. Degenhardten er páramo de Ruiz, cerca del volcan dcl mismo nombre, áuna altura de 3800 metros, cu las cabeceras del rio Guali, provincia de Mariquita, ^ta agua contiene tres vecc.s mas ácitlo sulfúrico qne la dcl Pasambio ó Vinagre de l’opayan por lo niónos cu el punto de la cascada de San Antonid, eu donde ya va mezclada con las aguas de la uieve derretida. Calculando por la masa de las aguas del Rio Vinagre y por el resultado de su análisis, M. Boussingault computa que cada veinticiialro horas se pierden 38,011 kilogramas de ácido sulfúrico y 31,654 de ácido clorihfdrico, y como es probable que ésta cordi- llera tenga muchas otras fuentes de estos ácidos, por hallante sus solfatarras en las mismas circunstancias que el Puracé y el Ruiz, se observará que el 90 ANALISIS, ETC. ANALISIS De la Alumma sulf alada nativa del Dio Saldaña. Se halla en los esquistos negros de transición de los Andes de Colombia una sustancia blanca salina con sabor de alumbre : se ve muchas veces al estado eflorescen te ; otras se encuentra en pequeñas masas cristalinas. Parece que es peculiar de otros ikonsckiefers de la América meridional, pues M. de llumboldt la observó también en los de la península de Araya cerca de Cu- mariá. Existe también en los de Socorro y en muchos otros lu- gares. En aquellos en que se encuentra en bastante cantidad se recoge, se disuelve en el agua y se evapora la disolución hasta que esté bastante concentrada para solidificarse al enfriarla. Así obtenida, esta materia se encuentra en el comercio en forma de panes esféricos como los de alcanfor que venden los boticarios j su contextura es, como la de la sal amoníaco ; no atrae la humedad del aire y solo se eflorece á lo exterior. La llaman alumbre y la usan como tal. El que yo analizé se saca de los esquistos negros de transición que existen cerca del Rio Saldaña, que desemboca en el Magdalena entre Neiva y Honda. 5 gramas disueltos en el agua dejaron 0,02 de arcilla. La di- solución dió con el nitrato de barita 5,57 de sulfato, que repre- sentan 1,82 de ácido sulfúrico. Otros 5 gramas disueltos por separado dejaron también 0,021 de arcilla; con el carbonato de amoníaco se separaron 0,83 de alumina, los cuales, con la adición de potasa, abandonaron 0,02 gramas de óxido de fierro y 0,01 de cal. Evaporada enteramente la disolución restante después de haber desprendido las sales amoniacales, no quedó residuo apreciable, de lo que se infiere que el alumbre de Saldaña no contiene álcali alguno. Para hallar la cantidad de agua, traté muchas veces de calci- nar con precaución el alumbre reducido á polvo, mas la diver- sidad de los resultados no me permite adoptar ninguno. desperdicio de estos dos reactivos químicos, que la naturaleza nos ha dado sin trabajo, es mayor en un mes que el producto de todas las fábricas de ácido sulfúrico é bidroclórico artificiales de Europa en un año, {El Traductor.) 91 ANALISIS, ETC. Si se pretende hallar la cantidad de agua por diferencia, en virtud de la cantidad de ácido sulfúrico y alumina encontradas en la sustancia, se obtendrá 2,33 como peso de este líquido. Con el fin de verificar la exactitud de este resultado, se cal- cinaron por dos horas 5 gramas de alumbre, y se hallo por re- siduo 0,85 de alumina perfectamente blanca ; asi la perdida en ácido y en agua no excedió de 4,15. Así pues quedan exacta- mente 2,33 de agua. El alumbre de Saldaua se compone pues : Acido sulfúrico. 1.82 por ciento. . 30,40 contienen oxigeno. . 21.79 Alumina. . . . 0,80 Agua, . ... 2,33 Oxido de fierro. 0,02 Cal 0,01 Arcilla. , . . ♦ 0.02 5,00 Se infiere pues exactamente por las proporciones de oxígeno contenidas en el ácido sulfúrico, alumina y agua, que este alumbre es una verdadera sal neutra (sulfato neutro de alu- mina), en la cual el oxígeno de la base es al del ácido como 1:3. Su composición puede pues expresarse así : Acido sulf. . . 36.08 3 átomos. Alumina. . . . 15,38 1 át. Agua 48,54 18 ál. 100, Otf El signo químico que representa esta composición debe ser AS^ + 18 A^., y la formula mineralógica A^ Sw® + 18 Ag. Bogotá, 1 de mayo de 1825. ANALISIS De la alumina sulfatada del volcan de Pasto, Hallándome en el volcan de Pasto estudiando sus productos, noté que los Indios que me acompañaban buscaban solícita- mente una materia salina que por su sabor era fácil de caracte- 16,00 -- 46,60 — ^*>25 00,04 00,02 00,04 92 ANALISIS rizar como sal de alumina, y electivamente era alumbre, deque mis guias hacian copiosa jirovision para sus tintes, pues cada habitante de la ciudad de Pasto tiene en su casa una fábrica de telas de lana, y muy á menudo se ve en una sola pieza que sirve de cuarto de dormir y también de cocina, un telar y un apa- , rato para teílir. . Las ruanas ó ponchos de los Peruanos, vestidos antiguos del j tiempo de los Incas que usan todavía los Españoles America- nos, son un objeto considerable de industria en la provincia de Pasto. La reputación de las ruanas que se fabrican en Pasto es grande, y es menester confesar que por lo que hace á la dura- ción y hermosura de los tintes, poco tienen que envidiarlos Pastosos á los tintoreros europeos. La cochinilla les sirve para . fabricar el color rojo. Esta cochinilla se cosecha sobre todo en \ los cactos de Penipe y de Riobamba. Con el añil dan el color ^ azul, y el amarillo con una planta muy común en el pais. Los i agentes químicos de que usan son la lejía de ceniza, jugo de limones silvestres (limones sutiles), alumbre y ácido sulfúrico. Este ácido lo preparan con el azufre de los volcanes, y con el nitrato de potasa que en los dias secos sale como por encanto de las arenas de piedra pomex de que está cubierto el suelo que sirve de base al Cotopaxi. Los habitantes de Guano, linda aldea dos leguas al norte de Riobamba, casi lodos son fabricantes de ^ ácido sulfúrico. Me costó mucho trabajo obtener licencia para visitar una de sus fábricas. Allí oí que queman el azufre en ti cámaras pequeñas de plomo que no tienen sino dos ó tres metros cúbicos de capacidad. El dueño de la fábrica, que era d un mestizo respetable por su edad, me dijo gravemente que , después de muchos años de experiencia había logrado perfec- i cionar su fábrica de tal modo, que podia rebajar el precio del | ácido á ocho reales ó sea cinco francos poco mas la libra L ' El alumbre se halla, como llevo dicho, en el cráter del vol- can de Pasto, en masas blancas acompañadas muchas veces de sulfato de cal, y pegado á la roca traquílica alterada ya por los 1 Kn París cuesta hoy la libra de ácido sulfúrico común á 8 centavos, pero tanibifiü es cierto que en lo.^ tres estados que componían á Colombia no hay otra fábrica de ácido sulfúrico que esta de Guano, ni teiifío noticia que exista esta industria en ningún otro punto de la América meridional. {El Traductor.) 93 DE L\ ALUMINA, ETC. vapores sulfurosos. Este alumbre es en todo semejante por sus caracteres exteriores al de Saldaña, que di á conocer algunos años ha, aunque estas sales se crian en localidades bien diferen- tes, puesto que el de Saldaña existe en un terreno de transición. El análisis me mostró que la composición de uno y otro era también idéntica. Me persuadí, por medio de algunos ensayos preliminares que no creo necesario indicar, que el sulfato de alumina de Pasto solo contenia ácido sulfúrico, alumina, agua y cierta cantidad de materia extraña insoluble, y en consecuencia procedí al análisis del modo siguiente. Disolví ± gramas 45 de sulfato de alumina y me quedó un residuo insoluble que pesó Os 18. La alumina precipitada por el amoníaco pesó Os 34. Hirviendo después el líquido para despojarlo del exceso de gas amoníaco, y añadiendo cloruro de bario, obtuve 2® 35 de sulfato de barita, equivalente á 0? 81 de ácido sulfúrico. La barita que se encontraba en la disolución la precipité con el ácido sulfúrico, y separé en un nitro el sulfato. Evaporado después completamente el lí- quido, y expelidas por medio del fuego las sales amoniacales, me quedó un residuo por su péqueñez difícil de descomponer, y que se componía de sulfato de cal. El resultado del análisis es pues el siguiente. Materias exlraüas. . 05, 1 8 [ Trasfonnando eu centenas y uo haciendo Acido sulfúrico. . . O, 8 1\ caso de sustancias extrañas : Acido sulfúrico. . Alumina. . . . Agua 35, C8 14,98 49,34 Composición idéntica á la de la alumina sulfatada de Saldaña, Y que corresponde á la formula AÍ. S^”{"18 Aq. Nota. En el valle de Caqucsa, en el de Vituinia, en el de Velcz y el Socorro, el sulfato de alumina es muy común en las rocas api/^aiTadas ampelí ticas -, se conoce con el nombre de alcaparrosa ; lo usan para hacer tinta cuando es amarillo ó verde, es decir cuando contiene fierro. El alumbre de Roma, <]ue podría fabricarse refinando aquellos productos naturales, seria un ramo de industria y de comercio provechoso al pais, pues se vende á 30 centavos la libra en los mercados europeos. {El Traductor.) 94 MEMORIA MEMORLV sobre ir¡la n° 1* medió. . . 27, O granos de oro . £1 de la marcada con el n* 2*. .... 25, 5 F.!delan»3® . 01,10 ■**^“"*^ Eldelan“4* 01,10 >! Separé muchas veces el oro de las otras materias con que queda ^ mezclado después de lavarlo por la última vez, con el auxilio - del azogue, y siempre con buen éxito, sobre todo cuando el polvo de oro es demasiado fino. Creo por tanto que el ensayo de la pirita calcinada, lavándola, es muy exacto, y superior á los ensayos por las vías seca y hú- meda, así por ser de fácil ejecución, como porque permite que se hagan las operaciones en grande. Para verificar la exactitud del ensayo que recomiendo, hice comparativamente, por tres métodos diferentes, la operación sobre la misma pirita. Después de haber calcinado la pirita, dividí el óxido que me resultó en tres partes cada una de 210 granos; SOBHE EL ORO, ETC. 101 {a) 210 granos en ácido hidroclórico hirviendo me dieron un residuo compuesto casi enteramente de blenda negra que se calcinó, residuo que pesaba 23 granos, y que disolví en el agua regia. El sulfalo de berro precipitó de esta disolución 0,1 granos de oro (vea kúmeda). (á) 210 granos cscoriíicados con plomo no despojado de la plata, dieron en la copela 0,15 granos de oro argentífero, que se redujo en el ácido nítrico á 0,1 granos de oro [via seca). (c) 210 granos molidos y lavados en un mortero me dieron 0,2 granos de oro en polvo, que, fundido en el horno de copela con plomo y plata, dejó un boton que por medio del apartado me dió 0,1 granos de oro puro. La coincidencia de eslos tres ensayos no deja duda alguna sobre la exactitud de esta última operación de lavado. Por lo que hace á la pirita aurífera, lo que importa no es tanto descubrir exactamente la cantidad de oro que puede contener, sino averiguar si este metal existe, que es cuanto se necesita para beneficiarla, pves basta que sea avríferapara que valga la pena de irabujarla^ y esto es mmj fácil calcinando 40 á 50 granoSy y lavando el óxido que resulta en un tubo de vidrio de 5 á 6 pul- godas de largo y 3/4 de diámetro ; despves de algunos 7ninutos de agitación el oro se junta en el fondo ^ y la menor partícula se dis- tingue perfectamente L Esta experiencia puede practicarse donde quiera, y es tan exacta que jamas me he equivocado en el análi- sis, habiéndolo hecho á menudo por los otros sistemas conoci- dos como medio de verificación. Si por el método combinado de calcinar, moler y lavar, se ha logrado extraer el oro de cierta especie de pirita, es seguro que podrá practicarse la operación engrande con buen éxito. En este caso la calcinación se ejecuta en hornos de reverbero, y no presenta mayores dificultades que el que ofrece la calcinación de los minerales mezclados con sal que se preparan para la amalgamación. La calcinación en mon- tones, como se practica en Hartz y en Chessy, seria quiza mas conveniente por ser mas económica. Podrían calcinarse eritónces 1 Hé aquí un método para averiguar si las piritas (luermajasó margajitas) contienen oro, método al alcance de todos, como lo es la operación en grande después de adquirida la certidumbre ; y 'como las piritas son tan abundantes en ía Nueva Granada, cada uno puede hacer la experiencia sin costo alguno. {El Traductor.) 102 MEMORIA á la vez 5000 quintales de mineral que darian, si su composición fuera como la pirita de Marmato, de 1 á 13 quintales de oro. Un molino de trigo seria suficiente para moler el óxido de fierro que proviene de la calcinación de la pirita. En las oficinas de amalgamación un molino de esta especie muele cada dia 24 quintales de mineral calcinado, y no hay motivo para creer que no hiciera otro tanto con la misma cantidad de pirita calcinada. El óxido de fierro, así molido, se podria lavar en tres ó cuatro albercas colocadas en forma de anfiteatro, y para lim - piar el oro de las materias extrañas, con las cuales aparece mezclado al fin de esta Operación, se haría uso de la batea, ó se emplearla el azogue. Tales son los medios generales que me parece deben em- plearse para extraer el oro de la pirita, que, por lo que hace á los detalles de ejecución, fácil será imaginarlos á los que se ocupan del laboreo de las minas. El método de la calcinación es también conveniente para extraer el oro de la blenda y del sulfuro de antimonio. La blenda exige para calcinarse de una temperatura mas elevada que la pirita, pero el producto de la calcinación se lava no menos bien. El sulfuro de antimonio presenta todavía menos dificultad que la pirita porque se calcina á un calor moderado, y el óxido gris que resulta de esta operación es arrebatado al punto por el agua. El sulfuro de antimonio pierde de su peso algunas veces por la calcinación hasta M por ciento, pérdida que depende de la vo- latilización de una parte del sulfuro. Un mineral compuesto en grande parte de sulfuro de antimonio, que me trajeron de las inmediaciones de Pamplona, dió por el ensayo de la calcinación los resultados siguientes : 1000 granos calcinados. .... 1000 Produjeron en mineral calcinado. . , . 528 La pérdida pues fiié de. ..... 472 0,47 El Óxido de antimonio molido dejo después de lavado 1,3 granos de oro en polvo. Asi eS de esperarse que el método de la calcinación pueda aplicarse á lodos los sulfiiros auríferos. Por lo que hace á las ventajas que él ofrece comparado con los de la fundición y amalgamación, no es difícil apreciarlo, pues que 103 MEMORIA, ETC. esle sistema no consiste en otra cosa que en la aplicación de un método conocido, y generalmente practicado en un caso parti cular *. Mariquita, julio de 1826 *. MEMORIA . Relativa á la acción del gas ácido hidroclúrico á una alia temiera' tura sobre la plata : observación sobre el apartado seco. Los químicos daban en otro tiempo el nombre de apartado seco á la operación que ejecutaban para separar completa- mente el oro de los otros metales que se encuentran aleados con el, la cual consistía en una cementación prolongada. Este método es muy antiguo, y no comenzó á sustituírsele el apartado por el agua fuerte, basta el ano de 1350; aunque el precio subido de los ácidos no permitió que este sistema sa- liese de los laboratorios de los ensayadores, continuando a usarse todavía por algún tiempo para purificar el oro de un cemento de arcilla y de sal, ó empleando con este mismo objeto la sulfuración con el auxilio del antimonio ó el sublimado cor- rosivo. Mas los rápidos progresos de las artes y de la química no tardaron en introducir en todas partes el apartado por la via húmeda como consecuencia del bajo precio de los ácidos. Nadie ignora hoy á qué grado de perfección ha llegado la afina- ción de las materias de oro y plata en Francia, y todos saben que, en el dia, no hay pais alguno de Europa en que no este enteramente abandonado el antiguo sistema. No sucede así en América, en donde las artes europeas que se trasmitieron á la épocadel descubrimiento han permanecido tan estacionarias, que no hace muchos anos he visto emplear los mismos métodos que I Dtsde ántes del descubrimiento de la América ya usaban los indígenas calcinar los minerales al aire libre, antes de fundirlos para extraer los metales preciosos. Véase al padre José de Acosta, Historia natural de Indias. {El Truduclor.y 104 MEMORIA se usaban en Europa en la edad media. Así, en establecimientos de la mayor importancia, como son las casas de moneda de la Nueva Granada, la separación de la plata que contiene el oro de las minas se verifica todavía por medio del apartado seco, y al entrar en ellas me hallé de repente trasladado como por en- canto en medio de la metalurgia del siglo xvi, en presencia de aquellos hornos complicados que traian á mi mente la filosofía hermética, y hablando con personas que usaban el lenguaje científico de aquella época, y me parecía ver los químicos de las edades pasadas que acababan de despertarse después de tres siglos de sueño profundo ^ En la casa de moneda de Bogotá, se ejecuta el apartado seco ó la cementación cada vez que es preciso separar la plata, que se encuentra frecuentemente ligada con el oro en proporciones considerables, con el.ün de reducir la liga á la ley que se requiere en la moneda de oro. El oro argentífero en granalla se somete á la cementación en ollas fabricadas de losa ordinaria y porosa. El cemento se compone de dos partes de ladrilio y uiia de sal. Cada olla puede contener de diez á quince libras de oro, que están aisla- das y separadas por una pulgada de grueso de cemento. El horno en que se verifica la cementación es un cilindro vacio de cuatro piés y medio de diámetro y nueve de altura. A la dis- tancia de tres piés de la tierra hay una reja que recibe los cri- soles de cementar. Cerca del suelo está la entrada que sirve para el combustible. Este' horno no tiene ni cenicero ni reja para el fuego, ni chimenea, y las ollas ó marmitas se introdu- cen por lo alto. La cementación dura de veinlicuatro a treinta y seis horas según la cantidad de plata que se quiera extraer, y las ollas se mantienen en todo este tiempo á la temperatura roja color de cereza. Terminada la operación y desatado en agua el cemento, se lava para separar el- oro en granalla. En este estado el oro adquiere veintiuno á‘ veintidós quilates, y se funde en barras ([ue deben tirarse en láminas para la fiihricacinn de la moneda. Después de haber reducido a pasta fina el cemento que queda, t Ya hoy í« han reformado los métodos que M. Boussingault rió en 1825, y existe un aparato moderno en la casa de moucüa de Bogotá. {El Traductor.) SOBRE EL APARTADO. SECO. se mezcla con una décima parte de su peso de sal común, y se incorpora con el mercurio en proporción diez veces mayor que la plata que existe en él. La amalgamación se efectúa en gran- des artesas á la lem(>eratura de catorce á diez y ocho grados, y esta operación dura de cuatro á cinco dias. El cloruro de plata que contiene el cemento se reduce por el mercurio; bajo la influencia de la sal la plata metálica se amal- gama, y el cloruro de mercurio sale con los barros. El amal- gama así obtenido es siempre muy seco a causa de la grande cantidad de cloruro de mercurio que queda interpuesta, y la plata que resulta de esta operación es casi pura ; solo contiene algunos milésimos de oro. En el acto de la cementación la plata se trasforma en cloruro por la acción del arcilla y de la sal secas. En el estado actual de nuestros conocimientos no es posible dar una explicación satisfactoria de las acciones químicas que realizan esta trasfor- macion. Mas como este método servia para extraer la plata de la granalla gruesa de oro argentífero, me pareció que podria igualmente aplicarse para extraer la del oro en polvo de .Mar- malo, que se saca de las piritas y que contiene ordinariamente 0,26, es decir algo mas de una cuarta parle de su peso de plata. Hice fabricar para ello un horno, modilicando el antiguo con el fin de ahorrar combustible, y, en lugar de los frágiles vasos en que se colocaba el cemento y el oro mezclados, puse buenos crisoles de Cornwallis para precaver el riesgo de las quebra- duras y pérdidas consiguientes, y de esta suerte di fuego al horno y á su bóveda por treinta horas, sin haber obtenido resul- tado alguno. Repetí la operación haciendo durar el fuego por setenta y dos horas sin mejor éxito. De modo que, á pesar de mis crisoles, me vi obligado, con particular complacencia de los operarios del pais, á recurrir al antiguo método. No habia otro medio de explicar tan extraordinario resultado, sino suponiendo que el acceso del aire era indispensable en la cementación, porque, de otro modo, no podia creerse que vasos de tierra mal cocidos y porosos hacían ventaja á crisoles de buena calidad y casi impermeables. Para saberlo de cierto hice la experiencia siguiente. Tomé dos planchas iguales de plata con 24,6 granos de peso 106 MEMORIA cada una. Coloqué la primera en un vaso pequeño de porcelana en el centro de un cemento hecho de ladrillo molido y de sal; este vaso íué embutido en el carbón de un crisol y cubierto también de carbón en polvo fuertemente comprimido, de modo que no se omitió ninguna precaución para poner el metal al abrigo del contacto del aire. La segunda plancha fue colocada por el contrario en una copeta porosa con cemento y en un hornillo de ensayo, de modo que se facilitase el acceso del aire. Después de siete horas de fuego el peso de la primera plancha no disminuyó sino en 0, 3, mientras que la segunda babia per- dido quince granos de su peso, quedando reducida á 9, 50 gra- nos, miéntras que el de la pricnera era de 24, 3. La superlicie de la planciia colocada en la copela apareció corroída fuerte- mente, y el cemento que la rodeaba impregnado de cloruro de plata. Siendo pues evidente la acción del aire, me quedaba sin embargo por averiguar cómo es que el aire influye en la tras- formacion de la plata en cloruro. Para ello examiné en primer lugar si la sal común por sí sola podía atacar la plata á la tem- peratura roja, y reconocí que una lámina de este metal, cubierta de sal y puesta en una copela, á la temperatura roja, por tres horas no se alteraba en nada. En esta experiencia, se me pro- porcionó observar con qué rapidez se aumenta la volatilidad del cloruro de sodio, cuando es favorecida por una corriente de aire muy caliente. Luego que se colocaba la sal en la copela co- menzaba á exhalar vapores abundantes, y en breve se disipaba totalmente. Así pues la presencia de una tierra es necesaria para que la sal común convierta la plata en cloruro, y como la arcilla que entra en la composición del cemento contiene silica y alumina, me pareció que debía averiguar, separada- mente, la acción de estas dos tierras. En dos copelas diferentes puse dos láminas de plata de peso cada una de G granos 5; en la una el cimiento era de silica y sal, y de sal y alumina en la otra. Mantuve el horno por cuatro horas á una temperatura superior al rojo color de cereza, y observé luego lo que paso á exponer. La plata que coloqué con el cimiento aluminoso desapareció enteramente. En este ci- miento, que estaba algo aglutinado luego que se enfrió, se descubría una estructura cristalina y sin sabor salado. Al salir f 107 SOBRE EL APARTADO SEXO. del horno, pareció muy blanco, pero luego que le dió la luz del sol tomó un color morado subido. La lámina de plata que se calentó en el cimiento de silica no había desaparecido, y pe- saba todavía después de la operación cuatro granos; en toda su superficie se descubría la estructura cristalina, y en algunos puntos un barniz de color verde oliva pegado al metal. Las por- ciones de cimiento que habían estado en contacto con la lá- mina tenían un color oscuro subido. Este cimiento no tenia sabor salado alguno y parecía completamente vitrificado. Sin duda el mal éxito de la cementación depende de esta vitrifica- ción de la mezcla de la sal y silica. Sábese que á la mas alta temperatura la silica no tiene acción alguna sobre la sal común, siempre que las materias eslen períeclamente secas, pero, se- gún las curiosas experiencias de los señores Gay-Lussac y Thenard, el vapor de agua determina al instante una de las reacciones mas enérgicas, con desprendimiento de gas ácido hidroclórico y formación de silicato de sosa. En las experien- cias que acabo de describir ha habido sin duda alguna inter- vención del vapor de agua, como lo manifiesta la vitrificación del cloruro de sodio por la silica. Y, efectivamente, el aire, atravesando el hornillo de copela, ha debido arrastrar una can- tidad suficiente de vapor de agua para determinar la reacción. En la cementación en grande como se ejecuta en Bogotá, la combustión de un cuerpo tan hidrogenado como el carbón de madera exhala suficientes vapores acuosos para envolver cons- tantemente las materias sujetas a la cementación. Sin embargo, para adquirir la certidumbre completa de que el agente que favorece la cementación es realmente el vapor de agua que la atmósfera encierra, ó el que se forma por la combustión, hice pasar una corriente continua de aire bien seco por un tubo de porcelana que contenia en cimiento una lámina de plata, la cual, como debe suponerse, no manifestó la menor alteración. Quedaba sin embargo todavía una dificultad en pié, y es la siguiente. Si, como parece seguro, ya el vapor de agua es el que determina en el acto de la cementación la acción de las tierras sobre la sal común, debe haber indispensablemente producción de gas ácido hidroclórico, y como por otra parte hemos visto que la plata se trasforma en cloruro, debemos suponer que el 108 MEMORIA gas ácido hidroclórlco se descompone con el auxilio del calor á una temperatura roja, cosa que hasta aquí no se ha admitido, y que por consiguiente debia averiguarse. Para ello introduje en un tubo de porcelana colocado en el horno una lámina de plata en forma de espiral. Por una de las extremidades del tubo afluia una corriente de ácido hidrocló- rico que se desecaba pasando por el cloruro de calcio; de la otra extremidad salia un tubo adaptado debajo de una campana llena de agua. Luego que la plata llegó á la temperatura roja, comenzó á desprenderse gas hidrógeno, mas poco después cesó la acción, el gas ácido hidroclórico continuó pasando sin des- componerse, y el agua de la campana adquirió toda en breve las propiedades acidas. Examinando la lámina de plata, hallé que estaba revestida en su superficie de un barniz de cloruro de plata que probablemente habia impedido la acción del metal sobre el ácido. Para allanar este inconveniente, puse alumina al rededor de la lámina de plata para absorber el cloruro argen- tífero que se forma en la operación. El resultado fué favorable, y recogí bastante hidrógeno, prueba clara de la descomposición del gas acido hidroclórico; sin embargo la mayor parte de este ácido j)asaba sin descomponerse, y el agua de la campana en que se disolvía aparecía fuertemente acida; el desprendimiento del hidrógeno cesó gradualmente. Examinando luego los resul- tados, se advirtió que la plata estaba corroída, pero se hallaba todavía cubierta de una corteza de cloruro que habia impedido la descomposición ulterior del ácido, y se vió que el cloruro formado penetró muy poco en la alumina. Repetí entónces la experiencia mezclando con sal la alumina ; entónces la opeia- cion caminó sin detenerse, el gas hidrógeno se desprendía siem- pre despacio, pero la mayor parte del ácido pasó sin descom- ponerse como en las experiencias precedentes. El efecto de la sal mezclada consistió en favorecer la difusión del cloruro de plata en la alumina, y es probable que este resultado depende de la tendencia que tienen estos dos cloruros á combinarse entre si y formar un cloruro doble que tiene un sabor salado sin gusto metálico, que el agua descompone y que adquiere un color morado con la luz del sol ; frió, es vitroso trasparente, y de un calor opalino, y se solidifica á la temperatura roja oscura. 109 SOBRE EL APARTADO SECO. Quise luego hacer otra experiencia para certificarme de la acción del Acido hidroclórico sobre la plata. Puse en una copela una lámina muy delgada de este metal, con peso de 13 granos 3 por el espacio de una hora á la temperatura mas elevada del horno. Dirigí sobre ella una corriente de gas ácido hidroclórico, y observé que no cesó de exhalarse un lijero vapor blanco. Des- pués de la operación la lámina no pesó sino 9 granos 5, y su superficie, que no ofrecia ni el mas leve indicio de cloruro, era de un hermoso color blanco mate, de donde se deduce que, á medida que se formaba el cloruro, lo arrastraba la corriente de gas ácido que atravesaba constantemente el horno. Como la plata tiene la propiedad de combinarse con el oxí- geno á temperatura elevada, podría quiza presumirse que en la cementación el contacto del aire favorecía la acción del ácido, pero una experiencia comparativa hecha sobre dos piezas de plata exactamente iguales me hizo ver que el oxígeno del aire no aumenta de un modo sensible la acción del ácido hidrocló- rico sóbrela plata. La descomposición de este ácido por el me- tal es pues un hecho análogo á la descomposición del agua por el fierro. La plata fija el cloro del gas ácido hidroclórico como el fierro se une al oxigeno del vapor de agua, y en ambos casos el hidrógeno queda libre. Sin embargo, ála misma temperatura en que estos metales realizan las descomposiciones que acaba- mos de mencionar, el gas hidrógeno tiene la propiedad de re- ducir á metal el cloruro de plata y el óxido de fierro, produ- ciendo respectivamente ácido hidroclórico y agua. Cuando se sujeta la plata al tránsito de una corriente sos- tenida de gas ácido hidroclórico, el hidrógeno que se desprende queda envuelto eíi una cantidad demasiado grande de gas ácido hidroclórico para poder obrar sobre el cloruro que se forma, y es ademas arrastrado rápidamente fuera del aparato por la corriente continua de ácido. Miéntras que cuando se re- duce el cloruro de plata por el gas hidrógeno sucede lo contra- rio, el gas ácido hidroclórico que se forma no puede obrar sobre la plata que se reduce, porque se encuentra envuelto y arreba- tado por la gran cantidad de hidrógeno. Así es que t)ara atacar la plata con el ácido hidroclórico se necesita emplear un exceso de este ácido si se quiere trasformarla en cloruro, y por la lio MEMORIA misma razón, para reducir el cloruro de plata es preciso hacer uso de una cantidad de hidrógeno mucho mas grande que la que seria suliciente para hacer pasar el cloro al estado de ácido hidroclórico. Ena vez demostrado que la plata descompone el ácido hidroclórico, los fenómenos que acompañan la operación del apartado en seco se explican fácilmente. La arcilla del ci- miento, con el auxilio del vapor de agua, descompone .la sal, de donde resulta ácido hidroclórico que ataca la plata trasfor- mándola en cloruro. Este se combina probablemente con la sal, y forma un doble cloruro que penetra la masa del cimiento dejando limpia la superficie de la plata, circunstancia que per- mite al ácido que no cesa de formarse que ataque de nuevo al metal para trasformarlo en cloruro ‘. MEMORIA Sobre la leche venenosa del Hura crepitans {Acuapa). Hay en los valles calientes que rodean la esplanada de Bogotá un árbol lechoso llamado Ajuapar. Las emanaciones de la leche que produce cuando es reciente bastan para causar enferme- dades al individuo que las recibe. En Guaduas y otros lugares lo usan para pescar envenenando con él los rios y estanques, y este hecho es suficiente indicio de sus perniciosas calidades. Según las noticias que nos comunicó el doctor J. María Cés- pedes, profesor de botánica, el ajuapar es el ura crepitans de Lineo, hermoso árbol cuyo fruto es usado para fabricar salva- deras de oficina, y así es que en las colonias Franceses le dan el nombre de Arenillero. 1 El estado imperfecto de nuestros aparatos sirvió á lo niénos para que M. Boussingaull hiciera este descubrimiento ; y las experiencias nccesari^ para verificar esta observación se hicieron en la casa de moneda de Bogotá. Wc ha parecido importante traducir literalmente cala memoria como las de- más, aunque carece de interes local, A fin de que se advierta que para un buen observador hasta los chascos dan motivo á descubrimientos. El método empí- rico que se seguia en Bogotá quedó así explicado científicameute, y un hecho nuevo fué añadido á la química. [El Traductor.) SOBRE LA LECHE DEL AJUARAR. 1tl Nuestro amigo el doctor Roulin nos envió de Guaduas el jugo del ajuapar que ha servido para nuestras experiencias *. Esta leche vegetal seria enteramente semejante á la leche de vaca si no fuera algo amarilla. Carece de olor; su sabor es ape- nas sensible al principio, mas luego causa una irritación en la garganta ; enrojece la tintura de tornasol ; el alcool y los ácidos producen un depósito viscoso y blanco, y el líquido que sobre- nada es trasparente y de color de ámbar. Evaporamos un litro de leche de ajuapar hasta la consistencia de extracto. Debemos advertir aquí que á uno de nosotros que se ocupó especialmente de hacer esta operación se le hinchó la cara, se le ulceraron los ojos, y aun le supuraron las orejas en la parte exterior. El achaque duró muchos dias, y no cedió sino á los baños reiterados de leche de mujer. Este accidente prueba hasta la evidencia que el principio activo del jugo del ajuapar es volátil. 2o Se puso en digestión en el alcool á 36° el extracto así obte- nido, y tomó un color amarillo subido, enrojeciendo el papel azul. 3° Evaporada la disolución alcoólica, el residuo lavado con agua dejó sin disolver una materia amarilla viscosa. Durante la evaporación de la disolución alcoólica, el que la dirigia ;sufrió la misma incomodidad que evaporando el jugo fresco. 4° La disolución acuosa tenia el mismo color que la disolución alcoólica ; como ella era ácida , con el acetato de plomo for- maba un asiento blanco, voluminoso, lijero, que se disol- vía de nuevo con mucha facilidad añadiendo algunas gotas mas de ácido acético; este carácter indicaba la presencia ¡del ácido malico, y como el líquido no mostraba precipitado alguno por el oxalato de amoníaco, se podía haber pensado que este ácido se hallaba al estado libre; mas la magnesia añadida en una parte del líquido nos persuadió que la propiedad ácida dependía de la presencia del malato ácido de potasa. 5" Examinando las disoluciones acuosa y alcóolica de que 1 La presente memoria, la de los meteoritos, la del árbol de la leche y aná- lisis de la Gaylusita fueron presentadas por los señores Boussingault y lUvero, que trabajaron reunidos. (£/ Traductor.) líá MEMORIA hemos hrclio ya mención , hallamos que tenían un olor parti- cular, parecido al de la carne hervida : creemos que este olor debe atribuirse á la materia colorante parda de estas mismas disoluciones, y aunque no pudimos separarla enteramente le reconocimos las propiedades siguientes. Su olor se parece bas- tante al del caldo de carne; ella es soluble en el agua y en el alcool, pero no se disuelve ni en el éter ni en el amoníaco; por tanto la consideramos como una sustancia análoga á -la osma- zoma. 6“ La materia amarilla y viscosa, insoluble en agua fria, fué puesta y lavada en agua hirviendo (en Bogotá el agua hierve á algo menos de En este estado no se liquidó totalmente. En el éter sulfúrico se disolvió casi enteramente, dejando un corto residuo, al principio de apariencia oleosa, mas luego que se eva- poró el éter se presentó bajo la forma de cristales pequeños solubles en el agua y en el alcool y de sabor acre y ardiente. Las disoluciones acuosas y alcoólicas de esta materia crista- lina enrojecían el papel tenido de cúrcuma, y volvían azul el de tornasol enrojecido ántes por el ácido acético, mas á causa de la pequeña cantidad de esta sustancia no pudimos hacer un^ exámen mas completo. 7« J.a disolución etérea, abandonada en un vaso abierto, dejó por residuo la materia amarilla viscosa que existiendo en pro- porciones considerables en el jugo del ajuapar nos ha sido fácil estudiarla suücientemente. Ko tiene olor, su sabor se desarrolla algún tiempo después de aplicarla á la lengua; en contacto con el cutis lo cubre de pequeñas ampollas como si se aplicase un vejigatorio. A una temperatura superior á la del agua hirviendo se liquida, entra en ebullición y se volatiliza; mas durante su destilación en vaso cerrado, se descompone en parte y deja un residuo carbonoso. Los vapores acuosos y alcoólicos favorecen su volatilización, y exponiéndose á estos vapores se sufre el accidente que hemos mencionado hablando de la evaporación del jugo reciente del ajuapar. Esta materia viscosa mancha el papel como los aceites volátiles, y se disuelve muy bien en la esencia de trementina. Ni la potasa cáustica ni el amoníaco ejercen acción alguna sobre ella, mas el ácido nítrico la ataca SOBRE LA LECHE DEL AJÜAPAR. 113 fuertemente y parece que la convierte en resina. Tales son las propiedades de esla sustancia, que ])uede mirarse como un aceite esencial, aunque carece de olor, y por eso la llamare- mos aceite esencial cáustico ó de vejigatorio. 8° La porción insoluble en el alcool lavada en agua hir- viendo, tenia la consistencia de pasta blanda y blanca sin sabor ni olor, soluble en el ácido acético, mas la disolución era turbia,* el ácido liidroclórico la disolvía inénos. Molida en un mortero de vidrio con una solución de potasa cáustica, formaba una emulsión jabonosa, y, abandonada en agua fria (la temperatura variaba de 15 á 19^ cent.), entró en fermentación pútrida, y despedia un olor de queso rancio. Secada al aire, adquirió un color pardo, aspecto de cuerno , y se hizo quebradiza ; si en tal estado se arrojaba sobre carbones encendidos, se inflamaba acrecentando su volumen y despidiendo un olor de cuerno quemado. Estas propiedades pertenecen esencialmente al glu- ten, con cuyo nombre lo designaremos, porque si es cierto que la consistencia blanda y do elástica de esta sustancia la separan del gluten, también lo es que le hemos estudiado después de haber hervido, y que así hervido el gluten pierde también su elasticidad. 9® Para averiguar si existia cera en la leche de ajuapar, hici- mos hervir el gluten desecado en el alcool, mas no observamos en este líquido, decantán dolo bien caliente, ningún depósito. 10“ Examinamos el agua en que habíamos hecho hervirla sustancia arriba mencionada (8), y vimos que concentrada dejó sentar un depósito blanco y granujiento en el cual se dis- tinguían hermosos cristales de nitrato de potasa. 11° El depósito granujiento (10) fue lavado con agua fria, y presentaba entónces los caractéres siguientes : Se disolvía algo en el agua; con el acetato de plomo producía copos blancos que desaparecían añadiendo algunas gotas de vinagre ; el oxa- lato de amoníaco causaba también un üjero precipitado. Estas propiedades, y otras que seria inútil consignar aquí, nos persua- dieron que este depósito granujiento no era otra cosa que ma- lato de cal. Así , resulta de nuestro trabajo que el jugo lechoso del vra crepitans contiene : 1® glúten ; *2' aceite esencial cáustico; 3° un 8 lU SOBRE LAS PROPIEDADES QUIMICAS principio acre cristalizable y alcalino? 4° m alato ácido de cal; 50 nitrato de potasa ; 6° malato de cal ; 7® osmazoma L iBogolá, diciembre 1824. Sobre leus propiedades químicas del rocou Achote. Aunque el rocou se usa para teñir las telas hace ya muchos años, apenas se conocen sus propiedades químicas. Por el con- trario la historia natural de esta materia deja poco que desear. Sábese que se extrae del bija orellana ■, árbol muy común en la América meridional. El fruto, cubierto de espinas Qexibles, es hueco, y cada uno contiene treinta á cuarenta granos como garbanzos, revestidos de una materia pegajosa de color rojo de bermellón. Para extraer esta sustancia roja se estrujan en vasijas de ma- dera los granos del hija OrcUana ; añádese agua y se deja en re- mojo por algunos dias, al cabo de los cuales comienza una especie de fermentación pútrida; pénese entonces la materia en coladores, y se recibe el liquido que tiene el tinte en sus- pensión; déjase sentar y se decanta luego. La sustancia roja se pone á secar á la sombra, y se amolda en panecillos que se envían á Europa con el nombre de rocou. Este método tiene muchos in- convenientes, entre otros el de dar un producto bastante im- puro, y creo que el que tísan en Bogotá es preferible; consiste en estregar unos con otros los granos ó simientes. Este como la materia colorante es muy superficial, se separa fácilmente sin 1 lié aquí pues una sustancia vegetal cuya acción enérgica podrá quizá aplicarse con el tiempo á la medicina, sustancia que encierra al mismo tiempo un principio azotado, la osmazoma, que es uno de los mas gustosos y nutriti- vos que produce el reino animal. M. Lewy podrá hacer un buen análisis cuan- titativo de esta producción extraordinaria vegetal, que contiene del reino mi- neral el nitrato de potasa, uno de los elementos que entran en la composición de la pólvora; del reino animal, el principio mas sabroso que el fuego desen- vuelve en la carne asada; y del vegetal, el gluten, que es el mas nutritivo, alca- lis, aceite esencial y sallas que son los mas preciososy eficaces. (£/ Traductor.) 2 La palabra bija, que los botánicos han admitido, viene de la lengua anti- gua de Haiti, y rocou de la palabra brasiliensc urucu. Ilumboldí, viajes, tomo VI, p. 317. DEL ROCOU. 115 cargar el agua con el mucilago contenido en el inleríor de las simientes; después se deja sentar y se decanta. Esta materia colorante se llama Achote en el pais, y sirve para reemplazar con ventaja el azafran en la economía doméstica. He seguido el mismo método para extraer el rocou que sometí á las experiencias de que voy á dar cuenta, con la sola diferencia de que lo he filtrado para separarlo del agua. Prepa- rado así, tiene un hermoso color rojo, y al secarse adquiere un tinte mas subido : su olor es desagradable, aunque no es muy fuerte. No tiene sabor. Expuesto al fuego se ablanda, se inílama y arde despidiendo mucho humo. Deja como residuo un carbón leve y muy brillante. El agua disuelve una pequeña porción de rocou y adquiere un color amarillo claro. El alcool lo disuelve en mayor cantidad ; la disolución, hecba en frió, es de un her- moso color naranjado : por la evaporación espontánea se ob- tiene la materia colorante al estado pulverulento. El éter sulfú- rico disuelve con mas facilidad todavía el rocou, y la disolución es de un color rojo naranjado. La potasa cáustica, los carbona- tes de potasa y de sosa disuelven el rocou en mayor propor- ción; y los ácidos lo precipitan bajo formado copos lijeros. Las disoluciones alcalinas son de un rojo muy subido. El cloro quita súbitamente el color á la disolución alcoólica del rocou ; la di- solución se hace blanca y como lechosa. El ácido hidroclórico no ejerce acción alguna sobre el rocou, ni el ácido acético; pero el ácido sulfúrico al contrario presenta un fenómeno notable, porque lo trasforma cuarido está en polvo en un color azul de añil, mas este tinte no es permanente ; poco á poco se debilita, pasa al verde y á las veinticuatro horas al color violado. Parece que esta propiedad de dar color azul con el ácido sulfúrico no es exclusiva del rocou, sino que tam- bién la presenta la materia colorante del azafran. A la tempera- tura ordinaria la acción del ácido nítrico sobre el rocou es apenas sensible, comunicándole un tinte verde que pasa al amarillo ; pero con el auxilio del calor se desprenden muchos vapores nitrosos, el rocou adquiere una consistencia de jarabe, y algu- nos minutos después se inflama rápidamente como el salitre, dejando por residuo carbón muy dividido. El rocou se disuelve fácilmente en el aceite esencial de tre- 11(» SOBRE LA COMPOSICION menlina; los aceites comunes lo disuelven también, y los In- dios Caribesy Otomacos usan todavía del rocou mezclado con íjrasa para pintarse. A esta composición llaman Onoto^ pero pre- fieren la chica, q le da un color mas brillante y resiste mejor á la acción del sol L Bogotá, 1824. SOBRE LA COMPOSICION Del barniz de los Indios de Pasto. Varias veces había oido hablar en mis viajes de cierto barniz que losPastuzos aplicaban sobre la madera para hacerla imper- meable á la humedad, y en mas de una ocasión reconocí la utilidad de vasijas de madera barnizada en lugares en que no siempre es posible reponer inmediatamente un vaso de vidrio ó de losa que se rompe. Por esto los utensilios domésticos de la provincia de los Pastos se componen por lo común de cala- bazas barnizadas de color encarnado, y algunas adornadas de dibujos y figuras hechas con hojas de oro ó de plata. Luego que terminé mi trabajo sobre el volcan que domina la ciudad de Pasto, me propuse estudiar la industria de los Paslu- zos, en compañía de mi amigo Fray José Burbano del orden de San Agustín, uno de los religiosos mas populares de Pasto, que me sirvió de guia, y, en verdad, que no podía haber escogido me- jor conductor. Pasto, considerado bajo el punto de vista de la industria, es efectivamente un lugar notable como el límite hasta donde llegó hácia el norte la civilización délos Incas, que nació, según la tradición, en las márjenes de la laguna de Titl- caca, y cuya misión fué civilizar las tribus salvajes, enseñándo- les la agricultura y las artes metalúrgicas. Hacia muy poco que Pasto se había sometido al dominio de los Incas cuando sucedió la invasión europea luego que se descubrió la América. Desde 1 El rocou se rende en Franci» á dos francos el kilograma. DEL BARNIZ DE PASTO. II7 entonces cesó todo progreso entre los Indios; la civilización los dejó estacionarios en donde no los destruyó. Así, es muy inte- resante estudiar lo que queda de las artes antiguas á los Indios que, escapando á la influencia europea, han conservado lo que sabian sus antepasados en la época de la conquista, y el c^so se ofrece de continuo en los Andes de Quito; allí, como en otros lugares, maravilla ver la habilidad con que ejercen los Indios ciertos oGcios. Observé en Pasto el modo con que aplican los artesanos el barniz sobre la madera. Este barniz es una materia blanda sin ser líquida, muy elástica, y cuando no se le ha dado todavía color con el achote se semeja tanto al gluten que no es posible distinguirlo de esta sustancia; como ella se extiende en una membrana muy delgada, que es la que se aplica sobre la mate- ria que se quiere barnizar. El barniz adhiere con fuerza, aun- que al principio permanece tan blando que basta el esfuerzo de la uña para arrancarlo; mas luego se endurece sin rajarse ni saltarse, ni deteriorarse, aun cuando se dejen las vasijas bar- nizadas con agua caliente. No resisten tan bien al aguardiente ni á la lejía de ceniza. El barniz blando y elástico que usan los artesanos en Pasto parece muy diferente del barniz bruto que se vende en las tiendas de comercio y que traen los Indios no reducidos de Mocoa, á siete dias de distancia al oriente de Pasto, del otro lado de la cordillera en las vertientes del Ama- zonas. No se conoce el nombre del árbol que lo produce, y ni aun se sabe si este barniz se forma como las gomas y resinas, lo que es probable, si hemos de juzgar por la apariencia de la materia. El barniz de Pasto es sólido, pesa mas que el agua, carece de olor y de sabor, es bastante tenaz y por lo mismo no puede pulverizarse; su fractura es vilrosa. Apénas se electriza frotán- dolo. A la temperatura de algo mas de 100" se vuelve elástico y salta como el caucho lanzándolo contra un cuerpo duro, pero al enfriarse pierde su elasticidad. Arde con llama fuliginosa, sin producir el humo abundante que despiden las resinas. El ácido sulfúrico lo disuelve sin alterarlo, y de esta disolución ácida lo precipita el agua. Es insoluble en la esencia de tremen- tina aun cuando se vierta á la temperatura de su ebullición. Si 118 SOBRE LA COMPOSICION se calienta con aceite común, se ablanda y adquiere elasticidad, pero no se disuelve. El éter sulfúrico priva al barniz de una pequeña cantidad de resina verde, y lo hincha, manifestando los fenómenos que muestra el caucho que se pone á digerir en el petróleo. El alcool priva igualmente al barniz de la materia resinosa verde, que le comunica su color, pero no lo disuelve. Así es que, lavando muchas veces con alcool hirviendo el bar- niz que se pulveriza previamente, se consigue purificarlo com- pletamente. Entónces se manifiesta bajo la forma de una especie de gelatina de color blanco no muy limpio, y, si se deja enfriar entónces, se endurece bastante y puede ya pulverizarse con fa- cilidad. Su color es el verde claro así seco. Esta sustancia, pri- vada de esta manera con el alcool de casi toda la resina verde que le da color, es la que considero como el barniz de Pasto en su estado de pureza. Sus propiedades son las siguientes .* es insoluble en el alcool, en el éter, en la esencia de trementina, y en los aceites comu- nes. Aunque el éter no lo disuelve, le hace aumentar de volu- men. Es duro y quebradizo cuando está frió, pero se ablanda y se hace elástico desde la temperatura de 100«. La potasa cáus- tica lo modifica del modo| que indicaré luego. El barniz de Pasto analizado por medio del óxido de cóbreme dió los resul- tados siguientes ; !• Matcri*. 0,296 0,353 Acido orbónico. 0,766 0,914 Agua. 0,266 0,309 3® 0,333 0,866 0,290 40 0,255 0,659 0,229 Carbonn. lliilró|:cno. Oxiprno. Es decir en el 1 ® : 0,716 0,097 0,187 en el 2 ® : 0,718 0,095 0,18'7 en el 3® : 0,719 0,097 0,184 en el 4" ; 0,715 0,100 0,185 Estos análisis conducen á la fórmula 0. Carbono 0,714 Uidrógtino 0,096 Oxígeno. .... . 0,190 Y considerando, según la opinión de M. Dumas, el hidrogeno carbonado C** H* como un radical que se encuentra á diferentes grados en el alcanfor, la colofana, ácido sebacico y ácido can- I 119 BEL BARNIZ BE PASTO. fórico, el barniz de Pasto se colocaría en la serie siguiente entre la celofana y la esencia de trementina. C 40 f£í» esencia de trementint. C^onsaf) alcanfor, colofona, ciertas celofanas, barniz de Pasto, ácido sebacico. CSOjfíb'oS ácido canfúrico. lie dicho que el barniz de Pasto se disolvía fácilmente en la potasa cáustica. Con el auxilio del calor la potasa disuelve su- íiciente cantidad de barniz para que la disolución pueda apare- cer como masa de jabón al enfriarse. Esta especie de jabón se disuelve en el agua, y el ácido acético precipita entonces de su disolución el barniz en el estado en que lo usan los Indios de Pasto. Tiene entonces un brillo de seda y se deja extender como el gluten en membranas. Preparado asi contiene agua y un poco de ácido acético. Expuesto al aire, se concentra su color y pierde con el agua su propiedad elástica. A 130° se derrite y abandona enteramente el* agua y el ácido acético que puede contener. Enfriado se hace tenaz y se disuelve en toda propor- ción en el alcool, el éter y la esencia de trementina. Puede en- lónces formar un barniz alcoólico susceptible de muchas apli- caciones si se consiguiera en el comercio el barniz de Pasto para fabricarlo. La composición del barniz no se altera sin embargo con esta modificación , puesto que en dos análisis diferentes he hallado Halen*. 1. 0,239 2. 0,314 1“ leído cirbón 0,618 0,805 ICO. 20 . tfua. 0,223 0,291 Carbono. . , Hidrógeno. . Oxígeno. . . 0,714 0,104 0,182 0,710 0,102 . 0,188 120 SOBRE EL YODO mMORL\ Sobre la existencia del yodo en las agms de una salina de la provincia de Antioquia. Sacan de la provincia de Antioquia un líquido de color ama- rillo, de sabor picante y con olor manifiesto de agua de mar. Esta sustancia, que se usa con buen éxito para curar los cotos, se llama en el pais, sin duda en razón de ser espesa y oleagi- nosa, aceite de sal. Fácil es reconocer que el aceite de sal no es otra cosa que una disolución saturada de hidrocloralo de sosa, de cal y de magnesia; pero como hasta hoy el yodo es el único específico conocido contra el coto, pensé que esta sustancia podría existir en la disolución, y en efecto lo descubrí por medio de las experiencias siguientes. Añadiendo ácido sulfúrico al aceite de sal en una retorta se desprendieron vapores abundantes de ácido hidroclórico; calen- tando luego esta retorta se llenó del vapor violado característico del yodo. La disolución de almidón no ocasionó alteración alguna en el aceiíe de salj pero al agregar á ella algunas gotas de ácido sul- fúrico se manifestó un hermoso color azul subido. La necesidad de añadir ácido sulfúrico indica en este caso que el yodo no existe al estado libre, sino probablemente al estado de ácido hidrródico formando un hidriodato. La presencia del yodo en el acede de sal es tanto mas digna de atención, cuanto que esta úl- tima sustancia no es otra cosa que el agua madre de la salina de Guaca, situada en la cordillera que separa el rio Magdalena del Cauca, y á una distancia muy grande de las costas del mar. La sal se obtiene en Guaca evaporando casi totalmente el agua salada. La sal cristalizada así, tiene un sabor picante, muy desa- gradable, y queda impregnada de un líquido de apariencia oleosa. Luego que colocan esta sal en conos de loza ó barro ordinario como las formas de fabricar azúcar, el aceite se escurre por el orificio inferior, y, así privada de aquel líquido, la sal se vende para el consumo y usos ordinarios. En este estado con- tiene apénas yodo, y sin embargo no puede dudarse de sus pro- 121 DE LX PROVINCIA DE ANTIOQÜIA. piedades medicinales contra los cotos, porque, en los países ve- cinos de las salinas y en donde se consume esta sal , el coto es desconocido, mientras que en la misma cordillera, en los lugares en que no se usa de la mencionada sal, esta enfermedad aparece donde quiera. No habiendo visitado todavía la provincia de Antioquia no puedo decir positivamente á qué época geológica pertenece la salina de Guaca : siif embargo voy á dar la idea que be podido formar en virtud de algunas noticias y de una colección de ro- cas que he examinado. El terreno dominante en Antioquia es el desyenita. Esta roca pasa en algunos puntos al grunstein, y las ricas minas de oro de esta provincia existen generalmente en este terreno de svenita grunstein. El oro se encuentra frecuentemente disemi- nado en un grunstein porfidílico, y algunas veces también en tilones de cuarzo granujiento. En partes se ve el gneis salir debajo del terreno syenítico : este último está en relación con algunas calizas granujientas y esquistos negros que sin duda son de formación intermediaria. Esta formación, que parece constituir una grande parte del valle del Cauca, sostiene aquí y allí algunos depósitos de origen mas reciente, como por ejemplo la arenisca roja antigua. Coom la salina de Guaca está situada en un ramo de la cordillera que separa el rio Magdalena del Cauca, es probable que ella pertenece á los depósitos de yeso de época mas antigua : poca duda puede quedar de ello si se atiende á los fragmentos de yeso anhidro ‘ y de la ulla esquistosa que se encuentran en Guaca. Es pues muy natural que, en Guaca como en Zipaquirá, Tausa, Cumaral (llanos de San Martin), el terreno salífero repose inmediatamente sobre la arenisca roja antigua. La existencia délas mismas sales en las aguas madres de Guaca y en las aguas del mar me determinó á examinarlas químicamente. A las propiedades ya descritas, agregaré que el agua madre de Guaca enrojece lijeramente la tintura de tornasol y que su peso es de 1,2349'. Las sales de barita no indican en ella ácido sulfúrico. 1 En Zipaquirá hallé también que el yeso fibroso es anhidro, y que la sal gema, aun la cristalizada, no contiene agua interpuesta. 2 Según M. Gay Lussac el agua del mar pesa 1,0286. 122 SOBaE) EL YODO, ETC. Treinta gramos de agua madre evaporada totalmente y el residuo calentado después á la temperatura roja por algún tiempo dejaron 8,07 gr. de materia salina. Estos 8,07 granos disueltos en agua destilada dejaron un residuo sólido de 0,58 de magnesia y 0,04 de óxido rojo de fierro. Con el oxalato de amoniaco se separó la cal déla disolución, y el oxalato de cal que se formó descompuesto por el íierro y con el auxilio del ácido sulfúrico, dió 3,43 granos de sulfato, que re- presentan 1,42 de cal. Asi privado de cal el liquido, no coutenia tampoco magnesia y se le extrajó 4,58 de hidroclorato de sosa. Este hidroclorato, disuello en una proporción conveniente de agua y mezclado con una disolución concentrada de sulfato de alumina, dejó sentar cristales de alumbre, que, lavados con un poco de agua fría y secados al aire, pesaron 0,04, equivalentes de casi 0,006 granos de hidroclorato de potasa. Trasformando en hidroclorato la magnesia y el óxido de fierro, se halla que las aguas madres de Guaca se componen de : Aguas madres. Aguas del mar (evaporadas). Agua 0,7064 0,9691 Hidroclóralo de sosa . . 0,1527 0,0218 ííi. de magoesia. 0.0450 0,0049 ¡d. de cal. . . 0,0930 0,0008 id. de potasa. . 0,0002 Trazas. id. de fierro, . 0,0027 0,0000 Sulfato de sosa. . . . 0,OOCO 0,0034 * llidriodaio. .... Trazas. 0,0000 Acido hidioclórico, . . Trazas. 0,0000 1,0000 1,0000 Comparando la composición del agua madre de Guaca con la del agua del mar, puede observarse que la primera contiene casi las mismas sales que la segunda, con la diferencia de que existen en proporción mas grande. La relación de las sales entre SÍ no es la misma en las dos aguas; en la primera el hidroclorato de cal iguala poco mas ó menos la sal de mar; pero es fácil de comprender que si se evaporase una gran cantidad de agua del mar y que se separase una parte considerable del hidroclorato ^ Probablemente de magnesia, porque, después de la calcinación, el residuo salino no contiene }a yodo. ^ 2 Después se ha bailada tanil)ien bromo en estas aguas madres. SOBRE LAS SALINAS YODIFERAS. ETC. 121 (]p sosa por cristalización, S6 obtendría una agua madre parecida á la de Guaca. Sometiendo á estas operaciones mayor cantidad de agua del mar, no solamente se llegaría á reconocer fácil- mente el hidroclorato de potasa sino que verisímilmente se conseguiría descubrir el yodo ^ puesto que, aunque hasta aquí no se ha podido encontrar en el agua del mar, se admite sin embargo tácitamente su presencia , porque de otro modo sena preciso suponer, contrariamente á todas las ideas recibidas, que el yodo se elabora por sí mismo en las plantas marinas que lo contienen. Si se evapora una disolución saturada de muchas sales de solubilidad diferente, es claro que las mas solubles se separan á lo último. De aquí se deduce, si se atiende también á los análisis arriba mencionados, que seria preciso concentrar casi 116 litros de agua del mar para que llegara á contener una proporción de hidroclorato de cal igual al que se encuentra en las aguas madres de Guaca. Estoy muy léjos de pretender explicar el origen de los terre- nos salíferos por la evaporación del agua de los mares, y solo presento este hecho á los que intenten dar esta explicación poi medio de consideraciones puramente geognósticas. Bogotá, 9 de mayo de 1825. MEMORL\ Sobre las salinas yodíferas de los Andes. Las fuentes saladas sobre las’, cuales me propongo llamar por un momento la atención de los geólogos y de los químicos presen- tan un doble interes. Bajo el punto de vista geológico es curioso ver salinas independientes, por decirlo así, de la naturaleza de los terrenos, mostrándose á la vez en las rocas mas antiguas y en los depósitos mas modernos, y cuyo origen es coetáneo con 1 Así se ha hecho con buen éxito posteriormente, quedando de este modo jiistiücada la conjetura de M. Boussingault. (£/ Traductor.) 124 SOBRE LAS SALINAS YODIFERAS el lie los Andes í en una palabra, salinas que deben conside- rarse como resultado del lavamiento de las rocas cristalinas que constituyen estas masas gigantescas. Bajo el punto de vista de la salubridad estas salinas son de la mas alta importancia. El hombre está expuesto en las cordilleras á una horrible deformidad, el coto. Conozco pocos lugares cuya altura excede de dos mil metros de elevación sobre el nivel del mar, en que deje de haber individuos afligidos por esta enfermedad, y sola- mente los paises en que se hace uso de la sal de las salinas que voy á describir están exentos de ella. Tuve Ocasión desestudiar estas singulares fuentes saladas es- tando en la provincia de Antioquia ocupado en recojer mate- riales para la descripción geognóstica de la Nueva Granada. Antioquia es una comarca que se distingue por la dificultad de sus comunicaciones. Su acceso es difícil por estar rodeada de montanas ásperas, de tal suerte que por algunas los viajeros tienen que hacerse trasportar á espaldas de hombres. Todavía hay memoria de muchos habitantes de la provincia que no pudieron nunca salir de ella, porque siendo muy pesados Ies fué imposible hallar cargueros bastante fuertes para llevarlos á cuestas. Con caminos semejantes es fácil de imaginar cuan dis- pendiosos han de ser los trasportes, y cuan excesivo el precio de algunos efectos de valor primitivo poco considerable, cuando vienen de muy lejos. Esta es sin duda la razón de haberse ocu- pado en Antioquia mas que en otras partes del beneficio de las aguas saladas, puesto que, aunque bastante escasas de sal, sus productos no tienen nada que temer de la concurrencia de la sal del mar ó de las famosas minas de Zipaquirá. Son muchas las salinas que se trabajan en la provincia de Antioquia, pero las mas importantes son las de Guaca cerca de Medeüin.El valle de Medellin presenta un terreno syenítico muy extenso, y en Guaca á la syenita cubre una roca arenácea de origen muy reciente. Es una arenisca compuesta de fragmen- tos de cuarzo, gruesos en los estratos superiores, y muy menu- dos en los inferiores. Esta arenisca existe en estratos horizonta- les y contiene depósitos de lignitos que pasan algunas veces á la ulla ó carbón mineral , pero que otras veces presentan troncos de árboles apenas carbonizados. Todas estas materias 125 DE LOS ANDES. carbonosas están muy impregnadas de piritas. El agua salada se extrae de un pozo cavado en la roca que es una pudinga ; cuando yo visité la salina producia 130 piés cúbicos de agua en seis horas. El agua salada mana tanto de los lados como dei fondo del pozo. Está circunstancia ha hecho dar á todos estos pozos salinos en donde el agua mana en forma de lágrimas el nombre expresivo de ojos de sal. El cloruro de sodio constituye la mayor parte de las sales contenidas en el agua de Guaca, mas en las aguas madres de la misma salina se encuentran ademas cloruros de potasio, de calcio, hidroclorato de magne- sia, bastante yodo según aparece de experiencias recientes, é indicios nada equívocos' de bromo. Es cosa singular que hace ya mas de un siglo se había reconocido que estas aguas madres eran un específico seguro para curar el coto. En el mismo pueblo de Guaca y á poca distancia dei pozo principal, existen otros dos pequeños llamados de Mata Sano ; mas aquí el agua salada vierte de una roca poríidílica de pasta petrosilizosa con cristales de feldespato y de aníibolio incrusta- dos. Gomo la salina de Mata Sano está situada mas abajo de la de Guaca, y que el pórfido forma la base de la arenisca, se puede admitir sin esfuerzo que el agua salada que se muestra en la roca porfidítica proviene del terreno arenáceo superior, y aun esta es la consecuencia mas natural que puede deducirse de la Observación. Mas en el camino de Guaca á Medellin se halla una salina pequeña que existe en un esquisto ó pizarra aníibó- lica muy hojosa é intercalada en la syenita, y como esta salina es mucho mas elevada que la de Guaca, y que por otra parte no se halla terreno arenáceo en los alrededores, es menester reconocer que el agua salada que se beneficia no proviene de la arenisca. La exactitud de esta observación la he visto confir- mada á cada paso en mis frecuentes excursiones geológicas hechas en la provincia de Antioquia. La salina de Rio Grande en el camino de Medellin á Santarosa de Osos se encuentra en una hermosa syenita colocada mil metros mas arriba de los depósitos de arenisca que se ven en las márgenes del rio Cauca. Abundan ejemplos semejantes en la esplanada sobre la cual se halla fundada la ciudad de Rio Negro. Al sur, cerca del pue- blo de Cuarzo, se benefician las salinas yodíferas del Retiro. La 126 SOBRE LAS SALINAS YODIFERAS esplanaUa de Rio Negro está formada por un granito escaso de cuarzo, abundante de feldespato Icclioso y de mica negro. Esta roca es sin duda una modificación de la syenila, con la cual está relacionada por grados insensibles. En esta syenita el anfibolio se halla reemplazado por un mica negro hexagonal, sustitución que tengo á menudo observada en distintos lugares. Las salinas del Retiro aparecen en el granito á mas de dos mil metros de elevación sobre el nivel del mar, miéntras que. la are- nisca no se muestra en parle alguna sobre la esplanada de Rio Negro. Caminando al sur se observa en las cercanías de Sonson otra salina, en una syenita particular, porque contiene á la vez mica negro y anfibolio. Esta salina tiene mas de dos mil qui- nientos metros de altura, y la sal que de ella se extrae no tiene mucho uso por la cantidad considerable de sulfato de sosa con que está mezclada. El resultado del análisis de la sal de Sonson es el siguiente : Cloruro desodio. ..... 0,43 Sulfato de sosa 0,53 Carbonato de sosa. . .' . . 0,01 Curhonato de cal 0,03 Yodo Trazas. El distrito de la Vega de Supia encierra salinas abundantes. Las de Muela, de Ipa y del Peñol salen de una arenisca que cu- bre el fondo de la hoya del Supia y cuya elevación no excede de algunos centenares de metros al nivel del torrente del mismo nombre. Esta arenisca, semejante á la de Guaca, es di- fícil de caracterizar, porque carece de fósiles. En la salina del Peñol esta roca abunda en fragmentos de piedra lidiana. La parte superior de la arenisca está cubierta por una arcilla roja muy fusible, en la cual se ven venas delgadas de yeso hidra- tado. En el fondo de la hoya del Supia la arenisca existe en lechos horizontales, mas hacia las orillas sus capas están mas ó menos inclinadas, y su inclinación es hacia el centro de la hoya, de manera que parecen haber sido levantadas por las montañas qtie se ven en forma de anfiteatro circular al rededor del pueblo. La syenila porfidítica constituye el terreno principal de la Vega de Supia. Esta syenita es rica en vetas (filones) de minerales. 127 DE LOS ANDES. y la roca misma es aurífera. Podria presumirse que la arenisca reciente que reposa sobre la syenila porfidítica es producida por la desagregación de esta roca ; á primera vista todo parece autorizar tal suposición ; mas, reflexionando, se presenta luego la siguiente dificultad que no permite adoptarla. El pórfido es abundante en oro; las arenas de este pórfido, las aluviones an- tiguas, como las que se forman todos los dias á expensas de esta roca, son igualmente auríferas, miéntras que la arenisca no contiene ni señales de este metal. El valle de Supia está pues cubierto por un terreno aluvial porfidítico que descansa sobre ia arcilla roja superior á la arenisca. La parte inferior de este terreno aluvial es riquísima, como que la arena misma que toca la arcilla es la que se beneficia para sacar el oro, mas el minero sabe que al llegar á la arcilla el metal desaparece. Eu efecto, por mas que se ha trabajado, nunca ha podido hallarse oro en la roca fragmentaria. Así es casi seguro que la roca are- nácea no debe su origen al pórfido, en cuyo caso seria difícil concebir que dejara de contener oro diseminado. La salina del Peñol produce sal de buena calidad que con- tiene ; Cloruro de sodio 0,81 Sulfato de cal 0,09 Cloruro de calcio 0,09 Hidrocloruro de magnesia. . , 0,01 Yodo ludidos. La sal de Muela contiene : cloruro de sodio. 0,65 Sulfato de sosa 0,31 Carbonato de sosa 0,ü4 id. de cal. ..... 0,05 Yodo Indicios. A- corta distancia del Peñol se halla la salina del Ciruelo, á poca altura sobre el nivel del Cauca, y los pozos están cava- dos en la syenita porfidítica. La sal de Ciruelo contiene : Cloruro de sodio. . . . . 0,59 Cloruro de calcio . . 0,14 Hidrocloruro de maguesia. . 0,14 .Sulfato de cal . 0,13 Todo I 1J8 SOBRE LAS SALINAS YODIFERAS \ La sal deM()gan,cercadeRio Sucio, sale de una inmensa masa i de pórfido llamada el Enguruma. Esta salina se beneficia actual- j mente como cantera de cal, puesto que el agua salada ba for- mado y todos los dias forma un depósito calizo bastante consi- 1 derable. i Todo el terreno metalífero que rodea la Vega de Supia pre- I senta fuentes saladas. Citaré solamente las que están siluadas en los alrededores de las antiguas minas de Mapura cerca de Anserma viejo. Antes de la conquista de América, el cacique de Anserma se liabia hecho rico y poderoso trabajando estas sali- nas : Anserma en lengua de los Indios queria decir el dueño de la sal. Los Indios de Quinchia tienen en su pueblo un pozo salino cavado en el pórfido. La sal de Quinchia contiene : Cioniro (le sodio 0,83 Sulfato de sosa. . . . . 0,09 . Carbonato de cal. . . . 0,08 ' id. de magnesia. . . Indicios. Vodu . Stñales. La nación de los Quinchias era antropófaga; los primeros Españoles que recorrieron este país vieron en la plaza del pueblo actual una fortaleza cuyo exterior estaba revestido de huesos J humanos. Un Indio que trabajaba en las salinas me dijo que en otro tiempo la sal de Quinchia se usaba mucho, sobre todo en las grandes ocasiones, queriendo dar á entender sin duda por grandes ocasiones los festines en que los Quinchias comían á ¡ sus enemigos. í El Valle del Magdalena posee también algunas salinas yodí- i leras ; una de ellas está situada cerca del pueblo del Guayabal en una roca de esquisto micáceo, continuación del que con- tiene las minas de plata de Santa Ana. El valle del Cauca es ' rico en salinas ; las de Galindo y las de la Paila pueden produ- ^ cir mucha sal, pero están muy abandonadas de algunos años aíras ; las primeras salen de la arenisca reciente de que hablé antes, las segundas de la syenila de las montañas que dominan ^ á Buga. 1 La salina de Asnenga cerca de Pitayó, lugar célebre por la DE LOS AN!)ES. 129 abundancia y la buena calidad de sus quinas j es particular por la fuerte dosis de yodo que contiene. La sal de Asnenga contiene : Cloruro de sodio 0,7 í Carlxmato desosa. . . . . 0,18 Sulfato de sosa 0,07 Carbonato de cal y de magnesia. 0,03 Silira 0,01 \udu Alxindantes señales. Bromo td. El pueblo de Puracé está situado á mucha elevación, y el agua de que se hace uso es la de nieve de los nevados vecinos. Estas dos circunstancias bastan para producir el coto ; me sorprendió por lo mismo ver á los vecinos blancos de Puracé exentos de esta enfermedad, y digo los blancos porque es sabido que los Indios no están sujetos al coto, mas mi sorpresa cesó luego que hallé que la sal de que usaban en el pueblo era yoilifera, y esta fué la primera vez que tuve ocasión de observar una salina en la traquita. Continuando hacia el sur se descubre siempre con los esquistos con los cuales alterna el terreno de sycnila porfi- ditica del valle de Palia. Este valle está cubierto de salinas que .se trabajan con empeño, cuya continuación alcanza hasta el grupo (raquítico del volcan de Pasto, mas ya allí no pueden be- neficiarlas, porque: la sal que se extrae no puede sostener la concurrencia con la de las salinas de Mira. La planicie de este nombre sirve de base al antiguo volcan de Colacache, y el pueblo que se ha fundado sobre este terreno salado dista de la villa de Ibana como dos leguas al Occidente. El suelo de esta planicie se compone de arena blanca probablemente volcánica, de fragmentos de piedra pomexy de traquita. Este terreno aluvial es el que nivela todos los alrededores de Quito, pero no es sa- lado sino cerca del rio Mira. La extensa llanura de .Mira está corlada por barrancas cuya profundidad llega con frecuencia á mil metros. Estas barrancas ocasionaron á los académicos fran- ceses graves dificultades para la medida de la base de sus ope- raciones. El terreno arenoso que rodea el Colacache se impregna de sal hasta la profundidad de algunas pulgadas. Esta arena se recoge, se lava, y luego se amontona de nuevo hasta que la su- 9 130 SOBRE LAS SALINAS YODIFERAS perlicie se cubre otra vez de sal. Entonces se somete á la misma Operación, y así succesivamente. Generalmente se cree en Mira que la sal se forma espontáneamente por la acción atmosférica. Fúndanse en que solo la superficie del suelo está salada, y en que la tierra lavada produce de nuevo sal, luego que se deja expuesta al aire por algún tiempo, y en que, á pesar de haber sido trabajadas largo tiempo estas antiguas salinas, sus produc- tos no disminuyen. Considero estas ideas generalmente admiti- das como inexactas, y los hechos que sirven de fundamento para creer que la sal se forma en virtud de acción atmosférica me parecen insuficientes del todo. Es cierto que la superficie del suelo aparece muy salada, pero también lo es que basta una experiencia muy sencilla para reconocer que el terreno contiene cloruro de sodio hasta una profundidad de cinco á seis pulgadas, y no tengo duda que todo este terreno aluvial de Mira está penetrado de una lijera cantidad de sal, y es muy natural que, á causa de la propiedad trepadora (grimpante) de las sustancias salinas, la sal suba á cristalizar y se concentre j)or decirlo así en la superficie del suelo en la parle mas cerca de la arena. Por lo que hace á la reproducción de sal en las tierras ya lavadas, ella prueba únicamente que estas tierras no fueron despojadas la primera vez de toda la sal que contenían, como es fácil manifestarlo examinando las arenas que acaban de lavarse y de sacarse de las^jZ/jas, especie de odres grandes que sirven de filtros. He insistido en la necesidad de refutar la opinión adoptada sobre la formación de la sal de mar en Mira, porque del otro lado del Ecuador explican dcl mismo modo, fundándose sobre hechos igualmente mal observados, la forma- ción del nitrato de potasa que se ve en las llanuras que rodean la villa de Latacunga. Es en verdad difícil de explicar la forma- ción del nitrato de potasa do que está impregnado el suelo en estas llanuras, pero ciertamente no es ménos extraordinario ver esta arena de piedra pomex mezclada intimamente al ni- trato de potasa, que encontrar como sucede en Tarapaca en el Perú, un criadero considerable de nitrato de sosa en la arcilla, ó un producto tan cargado de ázoe como lo es la sal amoníaco que sale de algunos volcanes. El terreno salífero de Mira ofrece la particularidad de ocupar una extensión circunscripta en medio DE LOS ANDES. 131 (le la llanura inmensa de Cotacaclie, á pesar de ser el terreno que la rodea absolutamente de la misma naturaleza. Hallé que la aluvión salada del Mira descansa sobre una tra- quita de pasta piroxcnica y cristales de feldespato vitroso, como puede observarse distintamente en el álveo profundo del torrente de Ambi. Como de las traquilas de Puracé y de Pasto manan, según hemos visto, fuentes de agua salada yodífera idéntica á la que se produce en Mira, nada de aventurado ten- dría la hipótesis que atribuida el origen de la sal de Mira á fuentes saladas que nacerían en la roca traquítica que sirve de base al terreno aluvial que se beneficia. Al uso continuo de esta sal deben los habitantes de la provincia de los Pastos el privi- legio de carecer del coto, que á la altura considerable (cerca de 3,000 metros) de esta comarca, llamada por M. de Humboldt el Thibet de la América meridional, es endémico cuando no se usa de la sal yodifera. En los alrededores de Quito comienzan ya á verse cotos justamente en donde á la sal de Mira se susti- tuye la de la Punta Santa Helena. Esta sal, que, como todas las de mar, es yodifera, pierde esta cualidad luego que se trasporta á grandes distancias en el interior, porque las sales delicuescen- tes, que son precisamente las que contienen el yodo, se eliminan en el trasporte. En Pamplona la sal de mar de Santa Marta no preserva del coto sino cuando ha sido enviada en vasos de o’a de lata El terreno de Quito no carece de salinas yodíferas, pero el bajo precio de la sal de la mar del Sur no permite trabajar- las con provecho, y solo cuando el coto hace progresos muy rápidos es que los enfermos hacen uso de la salina yodifera de Tomabela, cerca de Guaranda, que está situada justamente á la base del Chimborazo. Una de las cuestiones mas graves v cuya discusión y consideración ofrece mas interes en aquellas comarcas es la de la extirpación del coto; es preciso haber 1 Esta es la razoa porque la sal de Antioquia que se lleva para curar Ins co- tas á las provincias de Mariquita, Bofíotá, Tunja y Socorro no siempre pro- duce buenos efectos. Yo aconsejé al señor Ospina, que siendo secretario de lo Interior se ocupó seriamente de e.sta cuestión, y 27® cen- tígrados, y el higróraetro de Saussure marcaba 90° á 100° de máximun de su escala. Este grado de humedad es general en todo el Chocó, en donde llueve incesantemente. Acabo de citar lugares en que el hombre no está sujeto al coto á pesar de vivir en un clima caliente y húmedo. Ahora mani- festaré que esta enfermedad ataca también al habitante de paises fríos y secos, y de este modo habré combatido con hechos la Opinión á que aludo. Hay coto en Bogotá, ciudad situada á 2640 metros de elevación sobre el nivel del mar, y que disfruta una temperatura media de 44°, 5 centígrados, y aun en las noches claras y serenas, á causa de la irradiación nocturna, baja hasta 7® centígrados*. Subiendo á las altas regiones de la atmósfera, ya sea en un globo aerostático, ya trepando á la cúspide de montanas eleva- das y aisladas en medio de una llanura, se observa una diminu- ción rápida de humedad en las diferentes capas de aire que se atraviesan. No sucede así cuando se sube gradualmente á las cor- dilleras; la diminución en este caso no es tan rápida. En las ciudades situadas sobre los Andes, el estado higromé- trico del aire que se respira no corresponde á lo que debía ser en razón de su altura sobre el Océano. Este hecho se explica fá- cilmente si se atiende á que las planicies altas de los Andes están surcadas por aguas vivas en todas direcciones, y que por lo mismo el aire puede aquí saturarse de humedad como en cual- quier otro lugar ; y si acontece que haya mas sequedad de ordi- t No 63 raro Tcrel termómetro centígrado en Bogotá antes de nacer el sol á 2“ y 3", y en el año de 1833, los últimos dias de diciembre y primeros de enero de 1834, el agua se heló en los jardines y patios de las casas de la ciudad. De la laguna de Fontibon trajeron trozos de hielo de dos pulgadas de espesor. {El traductor.) laG SOBRE LAS CAUSAS nario en la atmósfera de estas regiones, esto depende de que á pesar de su altura siempre se encuentran dominadas por mon- tanas mas elevadas, y según que el aire que circula en los lu- gares situados en las alturas recorre para llegar á ellos monta- fias mas ó ménos encumbradas, aparece mas ó menos húmedo. En Bogotfá, cuando no hay viento y que el dia está despejado, ■ el higrómetro de Saussure indica de 43“ á 73®. Si el viento viene del occidente, llega á la planicie, sin recorrer ninguna ca- dena alia de montañas, aire que ha permanecido en el valle caliente del Magdalena. Una parte del vapor de agua que existe en este aire caliente se condensa al contacto de una atmósfera mas fría, se forman nubes, el higrómetro marcha rápidamente hacia la humedad, la temperatura de la atmósfera baja y co- mienza á llover. Lo contrario sucede cuando el viento sopla del Oriente y trae aire que ántes de llegar á la planicie ha atravesado los pá- ramos deChingaza, de Suma Paz y de üsme. Estos páramos son montañas desnudas cuya altura es de mas de 3000 metros. En- tonces se observa mucha sequedad en el aire. El 9 de marzo de 18-25 había soplado viento del oriente por algunos dias, y vi en Bogotá el higrómetro de Saussure á 36° al medio dia, media hora después 38% á la una de la tarde 57®, que es el mayor grado de sequedad que he llegado á observar en las cordilleras. La villa de Chita en el departamento de Royacá tiene una altura de 2976 mélros sobre el nivel del mar. Su temperatura media es de II® 5í; cuando sopla allí viento del este debe ser mas seco que en Bogotá, porque Chita se encuentra precisa- mente al pié de una cadena de montañas, una de cuyas cumbres constituye el páramo de Chita y no baja de 3670 metros de altura. Sin embargo los cotos son comunes en Chita. Las aguas de nieve derretida se consideran por algunos como causa de cotos en los que tienen que hacer uso de ellas, y efec- tivamente en la Nueva Granada se observa esta enfermedad en lus lugares cuyos habitantes beben de ordinario estas aguas, como sucede con los habitantes de la ciudad de .Mariquita , situada en las orillas del Gualí, que sale del nevado de Buiz; con los de 1 bague, que viven en las márgenes del Combeima, que desciende del Tolima ; pero la mayor parte de los pueblos 137 DEL COTO. en donde el coto es endémico están sin embargo miJy distantes de los nevados, y las aguas que en ellos se beben no provienen de la nieve derretida. A las aguas de manantiales también se ha atribuido la causa de los cotos, fundándola los unos sobre su frialdad y los otros en las materias salinas que suelen contener. No conozco bien en la Nueva Granada sino dos lugares en donde los habitantes beben exclusivamente agua de manan- tiales, y son Nemocon, en la provincia de Bogotá, que posee un abundante manantial que brota de la piedra arenisca, y la ciudad del Socorro, cuyos habitantes beben aguas de manantial que salen de la roca caliza. En esta última los cotos son muy comunes y voluminosos, y en Nemocon no observé uno solo. Estos dos hechos diámetralmente opuestos pueden sin embargo alegarse en favor de la opinión de los médicos que atribuyen el coto á las propiedades de ciertas aguas en razón de los prin- cipios que en ellas se encuentran, puesto que el agua de Ne- mocon, que atraviesa rocas de cuarzo insolubles no produce mal efecto alguno, mientras que la del Socorro, que sale de una roca caliza que se disuelve en parte, principalmente á causa del ácido carbónico que contiene, parece que ocasiona cotos. Esta Observación nos conduce naturalmente á indagar si las cualidades químicas de las aguas y la naturaleza de las materias que ellas pueden disolver tienen ó no efecto próximo sobre el origen de los cotos. La cuestión de las cualidades químicas de las aguas depende enteramente de consideraciones geognósti- cas, porque nadie ignora que el agua que atraviesa un terreno ó se Oltra por los diferentes estratos que lo componen, adquiere á menudo ciertas propiedades que la constituyen nociva, ó por lo ménos le comunican mal sabor. Examinaremos, pues, si la naturaleza del terreno tiene una iníluencia perceptible sobre la producción del coto. La cadena litoral de Venezuela se compone de una serie de rocas granitóides, de gneis, de mica esquisto, que se convierte en esquisto con talco ó con arcilla. Estas rocas, combinadas de diferentes modos, forman el terreno en que está edificada la ciudad de Caracas, y todas las demas que hay en los valles de Aragua y del Tuy. En la provincia de Caracas, el coto no es en- 138 SOBRE LAS CAUSAS démico, y solo se observa en las personas de constilucion lin- fática. En las provincias de Pamplona y en. la del Socorro el terreno es también de granito, de gneis y de mica esquisto muy análogo al de Caracas, y en él están edificadas las ciudades de Pamplona, de Bucaramanga y de Girón, en donde el coto es ciertamente endémico. La formación de syenita y de grunstein porlidítico ocupa un espacio considerable en la Nueva Granada ; sobre ella existen los pueblos de la Baja, Cacóla deVelasco, las Lajas, etc. , en donde hay muchos cotos, y esta misma formación constituye toda la provincia de Antioquia, la parte alta del Cauca y el Choco, en donde no hay cotos. El esquisto arcilloso de transición no es muy común en la Nueva Granada, y solamente he observado dos fajas, la una que pasa por Villeta y se dirige al nordeste hasta Muso, en donde se trabaja la famosa mina de esmeraldas. En ella hay situados entre otros lugares Villeta, la Palma, Coper, el Peñón, Jaime Pacho, Muso, y en ellos abundan los cotos. La otra aparece en la cordillera central que separa las hoyas del Cauca y del Magda- lena; este esquisto se convierte á veces en grauwake esquistoso (apizarradoj, cerca de las Juntas y de Timaná, y en muchas mi- nas de oro y de platina que no son otra cosa que aluviones de pórfido sobre el esquisto. En los lugares situados en este terreno no he observado cotos. La piedra arenisca roja {gres rouge) ocupa un lugar importante entre las formaciones de la cordillera oriental. Esta formación presenta muchos lugares en donde el coto es endémico; pero en el valle de Tensa no hay cotos á pesar de estar situado en esta formación. Aunque el zechstein entra en la constitución geognóstica de la cordillera oriental, esta roca caliza no es abundante, y por lo mismo no debe tomarse en consideración en el presente exámen de las causas que producen el coto . La piedra arenisca abigarrada {gres bigarré) por el contrario abunda en muchos. puntos; así es que los valles de Suarez, de Chicamocha y de Suratá son parte de esta formación que se encuentra en Chita, en las Salinas, en Gheva y en Jericó. En to- dos estos lugares el coto es común, miéntras que en el pueblo de Guadalupe, en la Mesa de Gerias, en los Santos y en Sube. DEL COTO. 139 no liay coto endémico á pesar de tener un suelo idéntico á los primeros. En la provincia del Socorro, la arenisca abigarrada no apa- rece á la superficie, y está cubierta y muchas veces enteramente reemplazada por extensos depósitos de roca caliza con conchas, que yo clasifico como pertenecientes al muschelkalk Esta roca se ve en el Socorro, en San Gil, en las Palmas, en San Be- nito y en muchos otros sitios. En todos ellos el coto es comple- tamente endémico, y no conozco lugar alguno situado sobre esta roca caliza cuyos habitantes esten exentos de coto. Uesulta de la discusión geológica que acabo de presentar, que, con excepción de las rocas calizas, la naturaleza del suelo no parece ejercer infiuencia alguna sobre la frecuencia de los cotos, y que esta infiuencia si efectivamente la hay no se exten- deria sino á los lugares en donde existen las rocas calizas se- cundarias, terreno que es muy escaso en la Nueva Granada, siendo asi que en la mayor parle de los lugares en donde el coto es endémico no hay rocas calizas. Habiendo pues llegado á persuadirnos con hechos que la na- turaleza del terreno no tiene una influencia decisiva sobre esta enfermedad, examinemos ahora si por acaso la constitución física y la topografía de los lugares en donde el coto es endé- mico, presentan algunas circunstancias dignas de observarse en esta discusión. Creen muchos en Europa que una de las causas que contri- buyen á la producción de los cotos es la residencia en valles calientes y profundos que se hallan por su situación abrigados de los vientos reinantes, y Saussure atribuia á esta circunstan- cia local los cotos que abundan en Servor y en Chede. Es cierto que los habitantes de la provincia de Pamplona y los de los Valles estrechos y profundos de Chicamocha y Suratá adolecen de cotos, pero también los hay en muchos puntos del valle ancho y abierto del rio de la Magdalena en su parte superior. En la Nueva Granada se cree reconocer únicamente como he- 1 Ya liemos dicho que los mas eminentes paleontologistas de Francia, Ale- mania é Inglaterra consideran esta caliza como mucho mas moderna y perte- neciente al período cretáceo, según resulta de la inspección de los fósiles. {El traductor,) l'íO SOBRE US CAUSAS cho general y que depende de la constitución física del pais el de que las montanas elevadas tienen una grande influencia en la producción de los cotos. ■ Mariquita y Lajas, elevadas de algunos centenares de metros solamente sobre el Océano, están situadas al pié de una alta cadena de montañas que comprende el nevado de Ruiz, el cual tiene mas de cinco mil metros de elevación. La ciudad de Iba- gue solo tiene de elevación 1,328 metros, pero está dominada por el pico de Tolima, que, según mis observaciones barométri- cas, parece que tiene mas de 4,900 metros de altura absoluta. En la cordillera oriental se bailan muchas ciudades y aldeas á una grande altura sobre el mar y al pié de montañas todavía mas altas. Tales son entre otras Bogotá, á 2,640 metros (3,300 varas granadinas) al pié de una cadena de montañas cuya al- tura en partes excede de 3,400 métros; el pueblo de la Mon- tuosa Baja, cerca de Pamplona, á una altura de 2,654 metros ; y en sus inmediaciones se levanta el Páramo Rico y el alto del Barómetro, que tienen 3,800 y 3,950 metros de altura. El pueblo de las Vetas tiene 3,254 metros de altura situado bajo del Pá- ramo de San Urbano, cuyo punto culminante alcanza á 3,937 métros. Podrán citarse todavía Pamplona, Chita, las Salinas, los Cerritos, Chitaga, y otros muchos lugares que se hallan en circunstancias locales absolutamente iguales, y en todos ellos el coto es mas ó ménos endémico. Sobre una extensión muy considerable de territorio que comprende las llanuras de Apure, de Casanare, del Meta, del Orinoco y de San Martin, no se ven cotos ; tampoco se observa esta enfermedad en el Chocó, que está regado por donde quiera de rios, y carece de montañas altas; así es que la línea misma divisoria de las aguas que van al Atlántico y al Pacífico es de tan poca elevación, que no tardará mucho el dia en que se aproveche esta circunstancia para establecer la comunicación , éntrelos dos mares. " De los hechos que acabo de exponer me parece que se de- duce rectamente : 1® que el coto es propio de los lugares situa- dos á mucha altura, ó dominados por montañas elevadas, y 2° que esta enfermedad deja de ser endémica en los lugares si- tuados en la llanura y á mucha distancia de las cordilleras. I DEL COTO. lil Antes de averiguar como es que las montanas elevadas pue- den contribuir á la producción del coto, necesito explicar una anomalía que existe en la Nueva Granada, y que á primera vista parece contradecir las condiciones de que he dado cuenta como consecuencia de las consideraciones arriba manifestadas. Del grupo volcánico de Puracé parte la cordillera central que divide las hoyas del Magdalena y del Cauca, por los dos grados de latitud boreal, y corre hacia el norte hasta los ocho. Desde su origen este ramo ofrece en una distancia de sesenta leguas los picos nevados de lluila, Barragan, Quindio, Tolima, Santa Isabel y Buiz. Del lado que mira al oriente, es decir el que forma la hoya de las aguas que se pierden en el Magdalena, se observan cotos en muchos lugares, mientras que del lado opuesto por donde corren las aguas tributarias del Cauca los cotos son muy raros, y en la provincia de Antioquia, pais de montañas, desaparecen del todo. La ciudad de Cartago, cm el valle del Cauca, por su altura sobre el nivel del mar, por la temperatura y el estado higromé' trico de su atmósfera, como por su proximidad á un torrente, el rio de la Vieja, que nace cerca de los nevados de Quindio, se halla en una situación parecida á la de Mariquita en el valle del Magdalena. El pueblo de Sonson, en la provincia de Antioquia, que tiene 2,538 metros de altura absoluta y que está dominado por el páramo de Sonson, cuya altura es de 3,2i 2 metros, tiene mucha analogía por su posición con Bogotá, y sin embargo el coto no es endémico en Cartago ni en Sonson, como lo es en Mariquita y en Bogotá. Esta afortunada circunstancia depende de un hecho geológico muy interesante, y sobre el cual me propongo llamar algún dia la atención de los geólogos. Por ahora me contentaré con hacerlo conocer de un modo breve. Ya he dicho ántes que el terreno de syenita y de grunstein porGdítico es propio de la provincia de Antioquia ; ahora añado que este terreno comprende también el valle alto del Cauca. Los depósitos areniscos que se ven en aquélla región y que por sus caracteres pudieran clasificarse como arenisca abigarrada, son quizá mas bien pequeñas formaciones locales. De estos depósitos ó sedimentos arenáceos nacen algunas fuentes de agua salada, que tienen su origen en la roca porfidítica que Ies sirve de base, como me lo ha persuadido un estudio detenido I I »'• ■ I»’. .ti 142 SOBRE LAS CAUSAS de este terreno. En muchos lugares el agua sale directamente de la roca cristalina. En la provincia de Antioquia no se hace uso de otra sal que de la que producen estas salinas singulares, y el análisis que de muchas de ellas tengo hecho me ha demostrado que, aunque la composición de estas sales es variable , en todas ellas existe una cantidad apreciable de yodo. Hé aquí la razón porque no hay cotos en la provincia de Antioquia : cada habitante toma todos los dias cierta dosis de yodo con la sal que consume, y esta sustancia es un específico contra aquella enfermedad, y hé aquí también porque es que las personas atacadas de esta en* fermedad se curan residiendo por tiempo suficiente en esta pro- vincia. Y no es de ahora que se conoce el efecto saludable de la sal de Antioquia en achaque tan temible para la Nueva Granada, puesto que mucho antes del descubrimiento del yodo los resi- duos de las aguas de Guaca, cerca de Medellin, se usaban como remedio eficaz para el coto. Tan 'cierto es que la exención de cotos de que disfrutan los habitantes de Antioquia y del Cauca depende de la circunstancia que llevo mencionada, que uno de los habitantes mas antiguos del país me ha asegurado que en cierta familia en donde se purificaba la sal que usaban para quitarle el olor desagradable y una especie de amargura que tiene, comenzó á manifestarse el coto. En Cartago, mientras que se usó solamente de estas sales yodíferas, principalmente de la de la hacienda de Galindo, no se veian cotos, mas luego que comenzó á introducirse la sal de Zipaquirá, comenzaron también á aparecer los cotos, y no cun- dió rápidamente la enfermedad gracias al uso que ha conti- nuado de salar las carnes con las sales del pais que la experien- cia ha mostrado ser mas á propósito para impedirla putrefacción. Queda pues explicada satisfactoriamente la anomalía aparente que nos ofrecía la provincia de Antioquia, y por lo mismo debo pasar á examinar en q^é manera pueden infiuir las montanas elevadas en la producción del coto. Es Opinión general en la Nueva Granada que el coto depende de las propiedades dañosas de ciertas aguas, y esta opinión vulgar se funda sobre observaciones de todos los dias que es fácil multiplicar. Sucede en algunas ocasiones que ciertos in- dividuos afligidos con esta enfermedad mudan de residencia y I DEI, COTO. ' ” vaii á vivir á lugares en donde el coto no es endémico. El clima puede ser el mismo, el enfermo continuar usando de los mismos alimentos sin cambiar en un ápice su método de vida, y sin mas diferencia que el uso de otras aguas ; la enfermedad sin em- bargo comienza al instante á disminuir y por último desaparece. Es entonces natural suponer que el efecto saludable proviene del agua solamente. Acontece otras veces que algunas personas que viven en lugares en donde el coto es endémico evitan este achaque usando de otras aguas lejanas que se consideran buenas, y absteniéndose de las aguas comunes de su residencia. Las aguas que salen de las montañas elevadas son casi siem- pre muy puras, y si, como hay tantas razones para pensarlo, estas aguas son capaces de producir el coto^ no hay duda que en algo han de ser diferentes de las aguas que corren en las llanuras. En efecto el agua puede tener propiedades muy dife- rentes, y causar quizá diversos efectos, cuando del seno de la atmósfera en donde existe como vapor invisible se condensa eii las altas cimas, ó en las llanuras bajas casi al nivel de los mares. Es sabido que el agua privada de aire atmosférico como cuando acaba de destilarse, no es potable por insípida é indigesta; para restituirle sus calidades es necesario abandonarla á sí misma por algún tiempo, para que pueda absorber de nuevo el aire que pierde durante la ebullición. Ahora bien, es un hecho averi- guado que la cantidad de gases que un líquido es capaz de di- solver depende déla presión; que cuando esta es mayor au- menta la cantidad del gas, y disminuye cuando la presión es menor. De aquí se deduce que el agua condénsada en las cimas de las montanas en donde el aire es mas raro, y la presión escasa, debe contener y en realidad contiene ménos aire atmosférico que el agua de los lagos ó de los rios que existen en las regio- nes inferiores, casi al nivel del Océano, en donde el aire es denso y mayor la presión. En Europa, las aguas que contienen poco aire porque se han condensado en las altas regiones de la atmósfera, salen necesariamente de los nevados, puesto que en estas latitudes el límite inferior de la nieve permanente co- mienza desde una altura de 2,800 métros; mas en la América Ecuatorial, en donde, según M. Humboldt, el término inferior de la nieve sube á 4,800 métros, no es menester que el agua líi SOBRE LAS CAUSAS salga de los nevados como en Europa, para que contenga tan poco aire como aquella, y á esta altura entre los trópicos la tempera- tura media del aire es superior de muchos grados al punto de congelación. Así es que el agua que corre en la planicie de Bo- gotá no debe contener mas aire atmosférico que la que sale de los nevados bajos de los Alpes ó de los. Pirineos. El agua de rio ó de manantial que sea de buena calidad, al nivel del mar, contiene 35 centímetros cúbicos de aire atmosférico por litro ; este volumen de aire debe pesar 0,045 gramas, es decir jrhi P^so del agua. Esta cantidad, aunque tan mínima, basta para comunicar al agua propiedades que el gusto descubre, y que desaparecen en el agua que acaba de hervirse. Si ademas se considera que, según las experiencias de MM. llumboldt y Gay-Lussac, el aire disuelto en el agua es mas cargado de oxigeno que el aire atmosférico, no parecerá impro- bable la ¡dea de que el uso de una agua despojada de la mayor parte del aire muy oxigenado que es capaz de disolver cause algún desórden en la economía animal. Estas consideraciones me decidieron á determinar con exactitud por medio de expe- riencias la cantidad de aire atmosférico que contienen las aguas que usan los habitantes de varios lugares en donde el coto es endémico. Para ello me valí de una retorta con agua que hice comuni- car por medio de un tubo con un recipiente estrecho y graduado que llené de azogue. Mantuve hirviendo esa agua por espacio de media hora, y medí el gas que obtuve recogido en el recipiente; despojándolo luego del ácido carbónico con un fragmento de potasa que introduje por entre el azogue á la parte superior lo medí por segunda vez. En cada experiencia consultaba la tem- peratura y la altura barométrica. En la Baja, cerca de Pamplona, examiné así el agua de un torrente que desciende de las montañas vecinas, cuya altura es entre 3000 y 3,900 metros de elevación. La del pueblo es de 2,454 metros, y en él los cotos son muy co- munes. Un litro de agua del torrente dé la Baja me suministró por la ebullición tres centímetros cúbicos de gas ácido carbónico y diez y seis centímetros cúbicos de aire atmosférico (á la tempe- ratura de lO** y la columna barométrica 0™56). Este mismo vo- DEL COTO. Ii5 lumen de aire se reduce á 11, 2 centímetros cúbicos, á la temperatura de o y á la presión de 0“ 76. El peso de estos 11, 2 centímetros cúbicos debe ser de cerca de Os* 015, es de- cir, de una tercera parte del peso del aire atmosférico contenido en la misma cantidad de agua cogida cerca del nivel del mar. El agua que se bebe en Bogotá sale de la cadena de montañas al pié de la cual está fundada la ciudad, cuya elevación es de 2,640 métros. Hay bastantes cotos en ella. Un litro de agua del riachuelo de San Francisco me suministró por la ebullición 17 centímetros cúbicos de aire atmosférico á la temperatura de 45® y bajo la presión de O"* 56. A este aire no le hallé ácido carbónico. Reducido á 0® y bajo la presión de 0” 76, este litro de agua de San Francisco no contiene sino 11,8 cen- tímetros cúbicos de aire atmosférico. En algunos parajes de la ciudad hacen uso de agua de ma- nantial que mana déla arenisca roja. De un litro de agua de una fuente déla calle de la Carrera, saqué hirviéndola según el mé- todo mencionado, 16, 6 centímetros cúbicos de ácido carbónico, y 17, 6 centímetros cúbicos de aire atmosférico, á la temperatura de 15 grados y bajo la presión de 0“ 55o. Reduciendo á la tem- ' peratura de 0 y á la presión de 0“ 76 este volúmen, seria de 12, 2 centímetros cúbicos. Mas como estas aguas se examinaron re- cien cogidas, y corriendo de lugares mas altos, debian natural- mente contener ménos aire que después de haber permanecido algún tiempo en el lugar en donde se hicieron las experiencias. Me propuse pues averiguarlo, ó en otros términos, saber cuanto aire atmosférico podia absorber definitivamente el agua en Bo- gotá, es decir á la temperatura de 15 á 16», y bajo la presión de 0, 560.. De un litro de agua del riachuelo deSan Francisco sacado al mismo tiempo que la que sirvió en la experiencia precedente, y dejada por veinticuatro horas en vasija vidriada, obtuve 2 cen- tímetros cúbicos de ácido carbónico y 20° 8 de aire atmosférico (temperatura 16® barómetro 0“ 550). Haciendo luego las correc- ciones arriba mencionadas, encontré que el agua contenia 14,2 centímetros cúbicos de aire. De donde resulta que el agua en Bogotá 24 horas después de cogida, ha absorbido una pequeña cantidad de gas ácido carbónico y parte mas de aire atmosfé- rico que el que contenia al instante de sacarla. Pasado este tiempo 10 146 SOBRE LAS CAUSAS ya no absorbe mas aire, según lo observé repitiendo la expe- riencia setenta y dos horas después. Como el agua llovediza reúne las condiciones mas favorables para saturarse de aire, puesto que atraviesa la atmósfera en forma de golas, quise verificar en ella otra experiencia. El 2 de noviembre de 1829, á las tres de la larde, cayó en Bopta un aguacero, y me apresuré á recoger del agua llovida y a some- terla al instante á la ebullición. El resultado fué que cada litro de agua llovida contiene tres centímetros cúbicos de acido car- bónico, y 14, 2 centímetros cúbicos de aire atmosférico supo- nicndo’los gases á 0° y bajo la presión de 0“ 76. Esta es pues la cantidad de aire atmosférico que alcanza á disolver el agua en Bogotá miéntras que al nivel del mar un litro de agua absuerbe\ retiene 35 centímetros cúbicos, es decir mas del doble. En el nevado del Tolima, á una altura de 4,700 métros, recogí agua de la nieve que cubre esta montaba traquitica, y aunque no pude hacerla experiencia sino en un cuarto delitro, y que por lo mismo no pude obtener resultado cuantitativo, la circunstancia de no haber encontrado aire alguno es suficiente indicio para suponer que el agua de nieve derretida á esta altura casi no con- tiene aireU Bebimos esta agua de nieve pernoctando abajo del nevado, y le hallamos, aunque perfectamente pura, un sabor desagradable. Estas aguas forman el torrente de Combeima, que pasa por Ibague, en donde el coto es muy endémico. j.a diminución rápida que se observa en la cantidad de aire atmosférico disuelto en el agua, puede quizá servir de explica- ción á la circunstancia de no hallarse peces en lo alto de las cor- dilleras, á pesar de que la temperatura se mantiene á algunos grados sobre 0^^ en lodo el año. Según Mr. Ramond los pescados cesan de existir en los Pirineos en las aguas que pasan de 2,280 metros de altura absoluta ; mas esto depende de que los estan- ques se congelan una parte del año. En las cordilleras ya no se encuentran peces en las aguas á mayor altura que 3,600 métros sobre el nivel del mar, á pesar de que á esta elevación la tem- peratura media de la atmósfera alcanza á 8» del termómetro cen- 1 véase mas adelante la memoria sobre la composición del aire contenido en la nieve. DEL COTO. 147 lígrado. No hay peces en la laguna de Tecuquita cerca de Chita, cuya altura es de 3,600 metros, y la temperatura de sus aguas es de 7® centígrados, ó era por lo menos el dia que la examiné. Sin embargo, á esta altura, no solo la vegetaciones todavía muy activa, sino también hay insectos, de modo que parece natural atribuir la falla de peces á la circunstancia de no contener el agua suficiente cantidad de aire atmosférico para su respira- ción L De lo expuesto’ se infiere que es probable que el agua que no contiene suficiente cantidad de aire atmosférico en disolución, es capaz de acarrear cotos á los que la usan continuamente, y esta quizás es la causa de los cotos en las provincias de Mari- quita, Lajas, Coloya, é inmediaciones de Ibague, lugares en donde se beben las aguas que bajan de los nevados de la cordi- llera central. A esta misma causa atribuyo esta enfermedad en P.cgolá, Tunja, Chita, la Baja, Chitaga, Vetas, etc., lugares que, situados á una grande altura, están rodeados de montañas de 3 á -400 metros mas elevadas. Citaré un hecho que confirma mi opinión. En Mariquita, en donde esta enfermedades muy co- mún, he visto una familia exenta de cotos sin mas precaución que la de conservar el agua del Guali en un lugar fresco por es- pacio de treinta á cuarenta horas ántes de bebería. Es claro que este tiempo es suficiente para que el agua pueda absorber el aire que le faltaba cuando estaba recien sacada L A algunas personas oí decir en Mariquita que era cierto que él agua conservada algún tiempo no daba coto, y que esto con- sistía en que se sentaban las partículas terrosas que causaban la enfermedad, pero parece mas natural suponer que el éxito feliz de esta costumbre depende de la absorción del aire por el agua. En muchos puntos he visto que aguas que al salir de los ne- 1 Los sefiorcs Valeocicnncs, profesor en el museo de historia natural, y Levy, hoy cateflrático de química en Bogotá, han hecho últimamente una serie de experiencias de las cuales parece que se colige que los peces casi no ne- cesitan de aire disucho en e.l agua para vivir, {El Traductor.) 1 En Mariquita la presión atmosférica es suficiente para que el agua ab- siicrba y mantenga suíiciente cantidad de aire, mientras que en Bogotá he- mos visto que sesenta horas despucs de conservada el agua no contenia mas aire que el que absorbió en las* primeras veinticuatro horas. {El Traductor.) 148 SOBRE LAS CAUSAS vados ó de las altas montañas tenían la propiedad de producir cotos, la perdían alejándose desús fuentes cuando adquirían el aire que les faltaba. Así es que el rio Chicamoclia, por ejemplo, en el puente deOgamora, en la cabulla de Soala, cria cotos en sus orillas, y veinte leguas mas abajo, en la cabulla de Sube, no he podido ver un solo coto en el pueblo, que no deja de ser con- siderable. En las provincias de Pamplona y del Socorro, los cotos son muy comunes en Suratá, en Cacota de-la Matanza, losCerritos, Con- cepción, Anciso. En todos estos lugares, las aguas que se beben bajan impetuosamente de las montañas elevadas. En las mismas provincias el coto deja de ser endémico en el pueblo de Guada- lupe, en la Mesa de Gerias y en los Santos, lugares poco elevados sobre el nivel del mar y en donde los arroyos serpentean lenta- mente en un terreno llano. Suponiendo pues que en la mayor parte de los lugares habitados de la Nueva Granada, lo endémico del coto depende de la poca cantidad de aire que contienen las aguas que descienden de las altas montañas, falta por explicar cómo es que en lugares bajos y en donde no se usan aguas que provienen de altas montañas, el coto es sin embargo endémico y muy común como sucede en el Socorro, en donde se beben aguas de fuentes que salen de terreno calizo. Esta ciudad está ediOcada en terreno árido á bastante distancia del rio Suarez, y se halla mal provista deagua. La que usan los habitantes, la ex- traen de algibes no muy hondos, hechos en el terreno de caliza ó de arenisca caliza. La temperatura media del Socorro no baja de 24®, y su altura sobre el nivel del mar es de 700 metros. Un litro de agua de una fuente en el Socorro me dió por la ebulli- ción 16 centímetros cúbicos de gas ácido carbónico y 12 cenü- metros cúbicos de aire atmosférico suponiendo ambos gases á Oo y bajo la presión 0“ 76. Contenia ademas esta agua una pe- queña cantidad de carbonato de cal é indicios de otra sal caliza soluble. De esta experiencia deduzco que el agua del Socorro no . contiene el aire que debería disolver, a la altura en que está si- tuada, y que por consiguiente no hay razón para suponer que el coto allí debe atribuirse á otra causa. Un cclesiáslico amigo mió, natural del Socorro, me ha ase- gurado que en su familia, que era numerosa, no se conocieron DEL COTO. 149 cotos miéntras se usó de agua llovediza que su padre, que era médico aragonés, hacia recoger en una cisterna. A la altura del Socorro el agua de lluvia debe contener en efecto suficiente can- tidad de aire, y por tanto no puede indicarse á los habitantes del Socorro precaución mas saludable para evitar el coto, que el uso de agua llovediza. Mas sucede también que hay cotos en lugares en donde no se beben aguas que provienen de altas montañas, ni se usan aguas que salen de un terreno calizo como en el Socorro. Así he visto cotos en la planicie de Bogotá y en el pueblo de Piedras en el Valle del Magdalena, en donde beben aguas estancadas. También se observa esta enfermedad en llanuras en donde se hace uso ha- bitual de aguas pantanosas. Examinando estas aguas he visto constantemente que no contienen suficiente aire atmosférico para ser de buena calidad. De un litro de agua de pantano cerca de Fontibon, no pude sacar sino 12 centímetros cúbicos de aire atmosférico, y encontré ademas 12 centímetros cúbicos de gas ácido carbónico, ambos gases reducidos á 0 y bajo la presión de O® 76. Las aguas que han permanecido mucho tiempo en contacto con materias vegetales, como madera podrida y hojarasca, las que corren lentamente por tierras vegetales feraces, tampoco contienen la cantidad necesaria de aire y producen cotos. En este caso se hallan las de Santa Ana, Peladeros, etc. M. Dalton asegura que es bastante para que una agua pierda prontamente la totalidad del oxígeno del aire que puede disolver ordinaria- mente el dejarla en vasijas de madera. Así pues, en la Nueva Granada vemos que el coto es endémico en lugares en donde se usan aguas que descienden rápida- mente de altas montañas, ó aguas de terrenos calizos secun- darios, ó de aguas de pantanos, ó finalmente de aguas que han estado en contacto con restos de vegetales. En todos estos casos hemos hallado que el aire contenido en el agua es en cantidad muy reducida. Sin embargo pueden citarse lugares y aun ciudades importantes en donde se usan aguas que por su origen han de contener poco aire atmosférico, y en donde sin embargo se ven raramente cotos. Mas la pobla- ción de estos lugares es de raza india que parece exenta de 150 SOBRE LAS CAUSAS cotos en donde quiera en América, por lo menos yo nunca he visto Indio de raza pura con coto. En Coloya, en Piedras, y en las orillas del Combeyma, abundan los cotos entre los negros, mulatos y mestizos, y los Indios están exentos aunque usan de las mismas aguas. Antes que yo un célebre viajero habia hecho la misma observación. Los indígenas de tez bronceada gozan (dice M. Huinboldt) de una ventaja física que depende sin duda de la sencillez del género de vida de sus antepasados por mi- llares de años. Jamas he visto Indios corcovados, y raramente se ven Indios bizcos, cojos ó mancos. En los lugares en donde los habitantes están sujetos á cotos los Indios carecen absolutamente de esta enfermedad, que se ve pocas veces aun en los mestizos.» Debemos ahora indicar en la suposición de que el coto endé- mico dependa dcl uso de aguas escasas de aire, cuáles serán los medios higiénicos que deberán practicarse para precaverse de esta enfermedad. 1® En los lugares de poca altura sobre el mar, en donde el coto parece endémico, porque están situados á la orilla de tor- rentes que bajan de montañas elevadas, bastará dejar el agua reposando por un dia á fin de que tenga tiempo de absorber el aire que puede faltarle. Esta precaución ha producido buenos resultados en Mariquita. 2® En los parajes de poca altura en donde el coto puede atribuirse al uso de fuentes que salen de terrenos calizos, debe- rian construirse aljibes á fin de recoger en ellos el agua llove- diza y usarla en lugar de aguas de manantial. Esta misma pre- caución deberia recomendarse á los habitantes de los lugares en que se usan aguas de ciénagas y de (lantanos. En los tiempos de seca se reemplazarla el agua llovediza con las aguas ordina- rias, pero dejándolas reposar á fin de que perdiendo insensible- mente el ácido carbónico que contienen, el aire pueda reem- plazarlo en parte. Estos arbitrios bien sencillos para conseguir agua que con- tenga suficiente cantidad de aire son infructuosos en los lugares que por su grande altura carecen de la presión atmosférica in- dispensable para mantener el aire disuelto en el agua. Así en Bogotá, por ejemplo, ningún esfuerzo bastará para hacer que el agua contenga mas de catorce á quince centímetros cúbicos I DEL COTO. de aire en cada litro, y en Chita todavía ménos. Así no queda mas recurso en los muchos lugares habitados sobre las altas planicies de las cordilleras en donde el coto es endémico, sino combatir esta enfermedad con el ^lodo , especifico seguro que la naturaleza ha colocado afortunadamente cerca del mal en las innumerables fuentes saladas cerca del Cauca y Antioquia. Las salinas de Guaca, de Matasano, del Keliro, de Rio Grande, etc., etc., cerca de Medellin; las del Peñol, del Ciruelo, de Mapura, de Mogan , de Muela y de Ippa, cerca de la Vega de Supia; en fin las de Galindo, la Paila, Murciélago, y sobre todo de Asnenga en el valle alto del Cauca, dan sales cargadas de yodo. En ellas esta sustancia existe en un estado no bien definido hasta ahora, pero susceptible de administrarse aun por personas ignorantes, de preferencia al medicamento puro, que suele ocasionar graves accidentes. La experiencia de mas de dos siglos que ha hecho la provincia de Antioquia ha probado que las sales yodíferas no tienen in fluencia alguna nociva en la economía animal. Estoy seguro de que el coto desaparecería de la Nueva Granada si las autori- dades toma ran medidas para establecer en cada cabecera de cantón en donde el coto es endémico depósitos de sales yodife ras en los que los habitantes pudieran surtirse de la sal necesaria á su consumo. La industria de Antioquia y del Cauca adquiriría mayor extensión en la preparación y exportación de lassales yodí- feras. Y aunque es cierto que los ingresos de la. renta de salinas podrian disminuir, yono debo ocuparme de esta cuestión, puesto que lo que escribo no es para favorecer los intereses del fisco sino para mejorar la salud de los habitantes de estas comarcas. Cuando se considera el número considerable de individuos atacados de coto y de inbecilidad que se ven solamente en el ramo oriental de la cordillera, sorprende que el gobierno no haya dirigido la atención de los observadores sobre esta cues- tión, que en la Nueva Gránada es de la mayor importancia bajo el aspecto político, puesto que el coto no solamente desfigura al hombre, sino que ejerce sobre sus facultades intelectuales efectos todavía mas funestos 1 El trasporte de la sal desde Antioquia seria muy costoso; lo seria inétios 152 SOBRE LAS CAUSAS DEL COTO. NOTA DEL TRADUCTOR. En el mes de octubre próximo pasado, presentó M. Grange ú la Academia de ciencias una memoria con este título: Observa- ciones sobre las causas del coto y del raquitismo en los terrenos magnesiferas, y análisis de las aguas corrientes en los terrenos talco- sos^ antraxiferos y cretáceos del valle del ísere. El autor concluye de estos análisis que en todos los valles en donde ei coto y el cretinismo ó idiotismo son endémicos, las aguas potables, sea cual fuera el terreno por donde corren, contienen una fuerte cantidad de sales de magnesia (cloruros, sulfatos y carbonates). Las aguas de la nevera de Glezin contienen una pequeña canti- dad de sales en que los cloruros y los sulfatos dominan, y luego la cantidad de sales disueltas va en aumento desde lo alto de las montanas hasta la base plana. Reconocida como hoy lo está la importancia del agua para la nutrición como que introduce en la economía animal algunas sustancias necesarias á la vida que no se encuentran en canti- dad suficiente en los alimentos, es del mayor interes el examen cuantitativo de las aguas de que se surten las diversas pobla- ciones, ya que existe hoy en la Nueva Granada un hábil profe- sor de químicá muy versado en los análisis, la ciencia y la hu- manidad esperan hallar en sus trabajos la confirmación ó la refutación de la teoría de M. Grange sobre el origen del coto, que él supone se debe á la* presencia de la magnesia en las aguas de las aldeas y valles en donde este achaque es endémico. La magnesia compone entonces de 10 á 25 por 100 de la totali- dad de las sales que contienen aquellas aguas. Estos análisis se han hecho sobre tres especies de terrenos muy diferentes por su edad y composición, á saber el talcoso, el antraxífero y el cretáceo. Este último parece ser el mismo (si atendemos solo á los fósiles) que forma los valles del Socorro, de Vituiraa, Vi- lleta, Velez, y otros lugares de la Nueva Granada en donde el el de las aguas madres, que solas contienen la sustancia útil, las cuales se mezclarían con la sal de Zipaquirá, lo que conciliaria todos los intereses. \a he dicho ántes que una botella ó litro de aceite de sal vertida en un colador de sal de caldero le comunicaría las propiedades de la de Autioquia. {El Tra- ductor). 153 MEMORIA SOBRE EL ERAO. coto es también endémico, pero en donde hasta ahora solo se suponia la existencia en abundancia de sales de cal. Como la geología está en su cuna en la Nueva Granada, se ignora la existencia de las rocas dolomíticas tan abundantes en Europa en todos los terrenos desde los mas antiguos. M. Grange pre- tende por el contrario que es la falta de cal en las aguas abun- dantes en magnesia lo que causa el coto, y propone hacer pasar las aguas nocivas por filtros ó depósitos llenos de cal carbona- tada ó de una capa delgada de cal. M. Lewy está llamado á resolver en la Nueva Granada esta cuestión. MEMORI.\ SOBRE EL GRAO, POR MARIANO DE RIVERÓ Y J. B. BOÜSSINGAULT. Después de un dia de camino al sudoeste de la ciudad de Mé- rida hácia la Grita, se encuentra un pequeño pueblo de Indios llamado Lagunillas, por razón de estar situado á corta distancia de una pequeña laguna, de donde, hace muchos años, extraen los indios una sal que llaman urao. La laguna del urao puede tener 1000 metros de largo y 250 de ancho, su mas grande profundidad no alcanza á 3 metros; está situada en un terreno arcilloso que contiene pedazos muy gran- des de arenisca secundaria. Por una observación barométrica, hemos calculado su elevación sobre el nivel del mar en 1013 metros. Los Indios, para extraer el urao, hacen bajo el agua una exca- vación de algunos metros, plantan después en este foso una vara de 14 á 16 piés de largo, cuya extremidad superior sale sobre la superficie del agua : hecho este trabajo preparatorio, un Indio se apoya sobre ella y dirige otra hácia la mina dándole una cierta inclinación ; luego otro Indio zabulle, siguiendo la dirección de la vara inclinada, llega á la mina, está pocos minutos, arranca algunos pedazos de sal y sube á la superficie. Según lo que nos informaron estos buzos, parece que ántes de llegar al urao se encuentra primeramente un metro de limo ; después una capa 1Ó4 MKMOUIA de arcilla en la que se encuentran muchos cristales largos y delgados de carbonato de cal ; mas abajo, como á otro metro, se halla la capa de urao, cuyo espesor es poco considerable. El agua de la laguna es poco salada y los animales la beben con placer. Análisif:. El urao se encuentra cristalizado, pero su cristaliza- ción es indeterminable ; esta consiste en agujas largas, prismá- ticas, divergentes, que parecen salir de un centro común ; su brillo es medio vidrioso. Esta sal es un poco ménos dura que el carbonato de cal, al aire no se esflorece, su sabor es alcalino y semejante al del carbonato de sosa. 100 partes de aguaá la tem- peratura de 16 grados (term. cent.) han disuelto 13,4; se di- suelve con efervescencia en el ácido hidroclórico ; el nitrato de barita no enturbia su disolución ; por la evaporación se obtienen cristales cúbicos de sal marina; no contiene potasa. El urao, que se puede seguramente considerar ya como un car- bonato desosa, fué trasformado en nitrato; y este disuello, el nitrato de plata no produjo ningún precipitado sensible en el li- cor ; se obtuvieron los mismos resultados con el oxalato de amoníaco. La disolución del urao en el agua precipita con abundancia el nitrato de barita. Durante la precipitación no se observó des- prendimiento de ácido carbónico. El precipitado de carbonato de barita se disolvió completamente en el ácido muriático. 100 partes de urao calentadas á un fuego rojo en un crisol de platina perdieron 30, 52 ; se repitió tres veces esta experiencia, y los resultados no variaron mas que en los centesimos ; durante la calcinación no se observó fusión acuosa ; cuando se aumentó el fuego hasta el rojo blanco la sal comenzó á fundirse. Para saber la cantidad de ácido carbónico, se evaluó la pér- dida que experimenta el urao después de su disolución en un ácido ; el medio de dos experiencias que se acuerdan entre si da 39,0 por 100. Se determinó la sosa tratando el urao por el ácido sulfúrico ; too partes de esta sal dieron 76,28 de sulfato sin agua, lo que corresponde á 41,24 de sosa. Puede ser mejor evaluar la sosa por el residuo déla calcina- ción del urao. Según los primeros ensayos se puede considerar 155 SOBRE EL ERAO. el urao como un carbonato de sosa puro ; por consiguiente (>8,48 partes que deja el urao después de su calcinación, no pueden ser sino de carbonato de sosa privado de agua ; lo que da 41,20 de sosa y 25,28 de ácido carbónico : se ve pues que la pérdida al fuego no es ciertamente debida al desprendimiento del agua que contiene el urao, sino también en, parte al ácido carbónico que se puede encontrar sustrayendo 27,28 de la cantidad de ácido que se encontró directamente : es decir, de 39,0 ; por con- siguiente el ácido desprendido por el fuego— 1 1,72. Para conocer la cantidad de agua se sustraerá 11,72 de la pérdida al fuego ; se encontrará pues 18,80. El urao está pues compuesto de Acido carbóuico. .... 0,3900 Sos."» 0,4122 Agua 0,1880 Malcrías extrañas y perdida. . 0,0098 1 ,0000 Esta sal contiene mas ácido carbónico que el carbonato y me- nos que el bicarbonato. Klaproth analizó un carbonato de sosa que viene de la pro- vincia de Sukena cerca de Fezzan en Africa, y tiene mucha ana- logía con el urao se llama trona en el pais. Hé aquí su compo- sición L üraó Trona >«gun lüaproth. Acido carbónico. . . 0,3900 0,3900 Sosa 0,4122 0,3800 Agua 0.1880 0,2300 Pérdida 0,0098 M000_^ 1,0000 1,0000 La sal de urao se emplea para dar causticidad á un extracto de tabaco que puesto en la boca excito la salivación ; esta pre- paración se llama chimó y moó. Al chimó en Mérida le anaden 4 arrobas de urao por 8 de tabaco ; en Barinas 2 solamente. El moó es mas suave y contiene menos urao. Este extracto es de un uso general en las cercanías de Mérida y en la provincia de Varinas. Se observará que en Africa la sal trona se mezcla con el tabaco para darle un mordiente. Hemos visto que el urao no es otra cosa que un carbonato de í Thompson, pág. 454. 156 tres iNüEVOS MINERALES. sosa, que se encuentra en muchas partes y que no es particular al suelo de Colombia. Se encuentra en Méjico con abundancia. En Africa se dice que las murallas de Cassar, ahora arruinadas, fueron construidas con el trona. En el Egipto, en las lagunas en donde hay natrón en grandes cantidades, también se extrae esta sal en abundancia. Guandp llegó á Egipto la expedición francesa, dice el general Andreosi que estas lagunas se estaban benefi- ciando. Para el trasporte de esta sal se usaban caravanas de 150 camellos y de 500 á 600 burros ; se estima que la carga de cada caravana era de 600 gauthars de 48 ogahs^ que corresponden poco mas ó ménos á 34,560 kilógramas. El natrón se ponia en los al- macenes deTaranch» de donde salian las caravanas; de aquí se envia por el Nilo á Roseta y Alejandría, y después á Europa. El precio del natrón en Egipto es de 90 paraks por un gauthar de 36 ogafis, es decir cerca de siete centésimos el kilógrama. La con- ducción por agua se paga por el comprador que costea la pólvora, munición, y escolta de 60 hombres armados. Por lo regular la exportación del natrón se hace para Venecia, la Francia ó Ingla- terra. Si el urao se mantiene al precio de hoy dia y si su consumo es considerable, no dudamos que los extranjeros introducirán esta sal en la provincia de Mérida, y sino formarán fábricas para ha- cerlo de la sal común, como se practica hoy dia en Europa ; y por consiguiente decaerá indubitablemente el precio del urao*. TRES ESPECIES NEEY.\S MINERALES DE LA NUEVA GRANADA. Análisis de la Gay-Lussita. M. Boussingault analizó unos cristales que se encuentran en Lagunilla, cerca de Mérida, en donde mismo se extrae el car- bonato de sosa que ha recibido el nombre de urao. Estos crista- les, que los naturales llaman clavos^ existen en un lecho de ar- 1 Esta memoria fué publicada por sus autores en castellano en Bogotá imprenta de la República por N. L., año de 1824. 157 TRES Nl’EVOS MINERALES. cilla, y tienen la apariencia de cal carbonatada ; son prismáticos, trasparentes, irregulares, rayan la cal sulfatada, pero son rayados por la cal carbonatada, y su brillo es también intermediario entre el que se observa en aquellos minerales. Ellos decrepi- tan algo y se despojan por el calor de su agua de cristalización, que corre en el interior de la retorta. El resultado del análisis es el siguiente : Carbonato de sosa. . . . 33,96 id. decaí. . . . 31,39 Agua 32,20 Acido carbónico. . . . 01,45 • Arcilla 01.00 lOÜ O un átomo de carbonato de sosa, otro de carbonato de cal y 1 1 átomos de agua. Así esta nueva especie mineral, que es un carbonato doble de cal y de sosa, análogo á la dolomía, recibió el nombre de gay- lussita por haber sido dedicada al sabio físico y químico M. Gay-Lussac. M. Cordier reconoció después que la forma pri- mitiva de la Gay-Lussila es un octáedro irregular, de 70g ^ lO&s ^y de 1045-7 respectivamente. Sus cristales, que son comun- mente bi piramidales, se parecen á los de la aragonita. Cuando los cristales no son trasparentes enteramente, se debe esta cir- cunstancia á la mezcla de la arcilla. Gozan de la refracción do- ble á un grado eminente. Tacto seco y frió, quebradizo, frac- tura concoidea por la percusión, y brillo ó brillante vitroso pasando al adamantino. Se pulveriza con facilidad sin crujido, y el polvo es de color blanco tirando al gris, y de tacto seco que apénas deja rastro. Blenda negra de Marmato. En las venas de ciertas auríferas de Marmato halló M. Bous- singault una materia negra de estructura lamelar, que presenta todos los caracteres físicos y químicos de la blenda negra ordi- naria, pero que, analizada y examinada con atención, ofrece una composición bastante diferente, y suficiente para constituir una especie mineral nueva, que ha recibido el nombre de marmaiita. Esta blenda no es solo un sulfuro de zinc sino un doble sulfuro 158 EXAMEN COMPARATIVO, ETC. de zinc y de protosulfuro de fierro en las proporciones siguien- tes : Sulfuro de zinc. . . . 0,771 = 3 átomos PrLlosulfuio de fierro, . 0,229 = 1 át. En ella el sulfuro negativo que es el de zinc, contiene tres ve- ces la cantidad de azufre del sulfuro positivo, que es el proto- sulfuro de fierro. Fierro arseníatado de Loaisa^ en Marmaío, xMr. Boussingault analizó en 1828 una materia porosa de un color verde claro que se encuentra en la roca de grunstein por- fiditico descompuesto de Loaisa. Halló que se componía de : Acido arsénico 46,8 ij- Oxido de plomo 00,4 Agua . 15,6 ^ Alumina . 02,6 ' Silica 05,0 Oxido rojo de fierro. . . . 31,7 Indicios de óxido de cobre. • 101,1 Si se hace abstracción de la ganga : Acido arsénico. : . . . . 49,6 Oxido de fierro. 34,3 Oxido de plomo. .. . . . . 00,4 Agua. ........ 16,9 10í,2 EXAIVIEN COMPARATIVO De las circunstancias meteorológicas bajo las cuales vegetan ciertas plantas nutritivas en el Ecuador y en la Zona templada. Discutiendo las observaciones que debían servirme para co iiocer la climatología de la zona equinoccial, fui conducido á exa- minar bajo qué condiciones de temperatura se desarrollan mu- chas plantas alimenticias cuyo cultivo es común á la Europa y á la América. El Conocimiento de la temperatura media de un lugar situado > EXAMEN COMPAUATIVO, ETC. ir)0 bajo los trópicos puede ya dar una idea bastante exacta de su agricultura ; en efecto, la temperatura de cada dia difiere poco déla del año entero, durante el cual la vida vegetal se ejerce sin interrupción alguna. Otra cosa sucede en los climas templados; el calor medio anual no es entonces un dato suficiente para apre- ciar la importancia agrícola de una comarca. Para saber lo que la tierra puede producir, es menester conocer el calor particular á las diferentes estaciones ; en una palabra, lo que importa saber es la temperatura media del período en el cual se completa la vegetación para saber qué plantas útiles se pueden confiar al suelo. En el examen que me propuse verificar, traté de saber, con la mayor exactitud y como paso preliminar, cual era el tiempo tras- currido entre el nacimiento y madurez de aquellas plantas. De- terminé después la temperatura del espacio que separa estas dos épocas extremas de la vida vegetal. Comparando estos datos res- pecto de una misma planta cultivada á la vez en Europa y en América, se llega á este singular resultado que el número de dias que separa el principio de la vegetación de la madurez, es mayor en proporción que la temperatura media bajo cuya in- fluencia vegeta la planta, es menor. La duración de la vegetación es la misma por diverso que sea el clima, si esta temperatura es idéntica en ambos lugares, y la duración de la vegetación será mas corta ó mas larga, á medida que será ménos ó mas fuerte el calor medio del ciclo en que se completa la vegetación. En otros términos, la duración de la vegetación parece estar en ra- zón inversa de las temperaturas medias. De suerte que si se mul- tiplica el número de dias en que una misma planta vegeta en cli- mas distintos, por la temperatura media del ciclo ó período déla vegetación, se hallarán números poco mas ó ménos iguales. Este resultado no es solamente notable como que parece indicar que bajo todos los climas la misma planta anual recibe en el cui'so de su existencia una cantidad i|ual de calor, sino que puede* servir de regla para preveer la posibilidad de aclimatar un yegé- tal en unpais en el cual se conoce la temperatura medía de cada mes. Los datos que yo necesitaba para emprender las investigacio- nes que me propuse, parecían á primera vista fáciles de hallar, puesto que solo se trataba de saber á que épocas se siembran y 160 EXAMEN COMPARATIVO, ETC. se cosechan los vegetales mas comunes, y cual es la temperatura media délos dias durante los cuales se realiza la vegetación. Mas no aconteció así : noté que aquellas épocas se daban de un modo vago, y aun variaban en los diferentes aflos en los mismos lu- gares, y que cuando se conseguía fijarlas de una manera sufi- cientemente exacta, no era igualmente posible hallar observa- ciones termométricas hechas con cuidado. He podido sin embargo pqr mi posición seguir el cultivo de las cereales en Bechelbronn en el año de 1836 ; y la proximidad de Strasburgo á Bechelbronn me permitió hacer uso de las observaciónes meteorológicas que el profesor Herrenscheneider hace en aquella ciudad. Debo á este hábil y acreditado observador lodos los datos climatológicos que he empleado. Comenzaré comparando el cultivo de las ce- reales sobre las esplanadas elevadas de los Andes con el de la ha- cienda que habito en .Alsacia. Mr. Herrenscheneider ha fijado á 9° 9 la temperatura media de Strasburgo, después de veinte años de observaciones. La tem- peratura media de las estaciones deducida de quince anos de observaciones es, según el mismo, en el Invierno. . . . . 1®,4 c. Primavera 9, 9 Eslío 17, 8 Otoño 9, 8 Sóbrela esplanada de Bogotá la temperatura media es de Li,7, y difiere poco de la temperatura media de los meses y aun de los dias. En Strasburgo la temperatura media del mes mas caliente es de 18" 6, y en algunos años sube á 22, 8. Cultura del trigo en Bechelbronn [Alsacia). El trigo de invierno se sembró el 1® de noviembre de 1835 ; apenas comenzó á nacer cuando sobrevino el frío.— La vegetación volvió á comenzar el 1® de marzo.— La cosecha se hizo el dia 16 de julio de 1836. — Puede pues conlarsesin mayor error que la vegetación comenzó el dia 1® de marzo para continuar sin interrupción hasta el 15 de julio inclusive. Tcmperalura nirdia X» «le diai. M.nrzo 1836. . . . 10®, 4 31 Abril — . . . . 10, 6 30 Mayo — . . . . 14,3 31 Jimio — . ... 20, C 30 Julio — , . . . 22, 4 15 137 SOBRE FLAMAS NUTRITIVAS. ÍG1 Según esto, y liaciendo el cálculo, se ve que en el espacio de es- tos 137 diasque el trigo gastó en madurar, la temperatura media fuéde 1408 . Todos los agricultores sienten la necesidad de sembrar el trigo un poco antes del invierno, porque sembrado en marzo da una cosecha mediana y algunas veces nula. Las interesantes ex- periencias de M, Gaspard han mostrado que en nuestros climas la época mas tardía para sembrar trigo de invierno es el 15 de febrero. Este hecho es difícil de explicar si se considera que bajo los trópicos el trigo se siembra á una temperatura igual á la del mes de mayo de Europa, y sin embargo germina y produce co- sechas abundantes. Laespecieque.se cultiva es la misma que en Europa, y en los Estados Unidos de América se denomina trigo de invierno. No conozco positivamente la época de la cosecha de trigo en las inmediaciones de Paris, pero suponiendo que la cosecha se coja ordinariamente entre el 1° y el 15 de agosto, no podrá co- meterse un grande error. Contando siempre con que la vegeta- ción comienza el 1® de marzo, se halla que el trigo en las cerca- nías de Faris necesita de ICO dias para madurar. Las tablas meieorológicas del observatorio indican en estos ICO dias una temperatura media de 13® 4 cent. Ci ltivo del trigo dtntr o de los trópicos. El trigo cosechado en la hacienda deSimijaca el 25 de julio de 1824, habia sido sembrado en los últimos dias de febrero. Su- poniendo que comenzara á vegetar en marzo se tendrá : Tcni|[M.-raiuRi itirdu. Nünicro de diu. Marzo. . , . 14,ii. . . . 31 Abril. . . . 14,7. ... 30 Mayo. . . . I4t9. . . . 31 Jimio. . . . 14,7. ... 30 Julio. . . . 14,5. ... 20 147 (lias. con la temperatura media de 14, 7. Respecto del cultivo del trigo en Bechelbronn he dado el re- sultado de 183C, porque era inlere.sante buscar un resultado medio, y el ano de 183G fué aun co isiderado como buen aíio. Los agricultores creen aquí que puede lijarse la época de la co- secha de los trigos de invierno hacia el dia 1® de agosto. 11 102 EXAMEN- METEOROLOGICO. Según M. Herrenscheneider, la temperatura media de los me- ses, deducida de quince años de observaciones hechas en Stras- burgo es : Enero. . . .— 0«2 Mayo. . . .+15,1 Setiembre. . . .+14,5 Febrero. . . .+3,» Junio. . . .-j- 1 6,8 Octubre. . . . 9,7 Marzo. . . .-f-5,5 Julio. . . . + 18,6 Noviembre. . . .+ 4,9 Abril. .■+9,3 Agosto. . . 18,1 Diciembre. . . .+ 1,9 Así del 1° de marzo al 9 de agosto hay 162 dias con una tem- peratura media de 13° 3. La duración del cultivo de un año por término medio, es mas larga que lo fué en 1836 ; pero la tempe- ratura fué inferior. Cultivo del trigo en los Estados Unidos de Norte América, Los datos agrícolas y meteorológicos que tengo sobre la Amé- rica del Norte los he sacado de la excelente obra de M, Wardeii {Descripción de los Estados Unidos de la América Setentrional). Según las observaciones termométricas hechas en la ciudad de Kingston en el Estado de New-York, latitud norte 41° 50, pueden concluirse de un modo aproximado las temperaturas medias de los meses como siguen : Enero. . Felirero. . Marzo. . Abril. Mayo. . Junio. Julio. Agosto. . Setiembre. Octubre. . 2®5 .- 2,0 .-f 1.9 .“f-1 1»^ .-j- 1 3,3 .-f2ü,0' .+23,3 .+23,7 .+ 19,4 .+ 15,2 La temperatura media aoual es de 12°1, la tem- ^peratura media deducida de la de los aljibes et de t2‘»2. Tíoviembre. .+ 4,7 Diciembre. , — 3,7 En el Estado de New-York, se siembra el trigo en otoño ; la vegetación, suspendida en el invierno, se de.sarrolIa al princi- pio de abril. La cosecha se coje ordinariamente á principios de agosto. Número de diet. Abril temperatura media. . .+M*'4 30 Mayo -fl3,3 31 Junio -1-20,0 30 Julio +23,3 31 122 dias. La temperatura media de estos dias, 17° 2. SOnUE PLANTAS NUTRITIVAS. i 63 Cidtivo del trigo de estío. Viendo cultivar el trigo de invierno en Bogotá, me imaginaba que este trigo produciría en Europa sembrado en marzo, pero los agricultores son de una opinión contraria ; según ellos el trigo de marzo forma una especie particular, y ellos saben por la experiencia de los malos resultados de las siembras tardías á que es preciso recurrir en los ailos en que las semillas de otoño se han perdido, que el trigo de invierno no se logra cuando se siembra en la primavera. Ya he citado las observaciones de M. Gaspard que confirman plenamente esta opinión. Se sembró trigo tremes en Bechelbronn el 15 de marzo de 1836 y se cosechó el 25 de julio. Temperttiura media. Número de día». Marzo Abril. 30 Mayo . . , . . 31 Junio “(“20,6 30 Julio ^22,4 i4 131 dias con una temperatura media de 15° 8. Año común este trigo se siembra aquí al fin de marzo, época en que el terreno está suficientemente seco para sembrar, y la cosecha se coge el 15 de agosto. El trigo tremes, en los años or- dinarios, permanece en la tierra desde el 1* de abril hasta el U de agosto inclusive, ó 136 dias. Averiguando con el auxilio de las temperaturas mensuales dadas por M. Herrenscheneider cual es la temperatura media que corresponde á este intervalo de tiempo, se halla que es la de 15“ 3. En las inmediaciones de Kingston el trigo tremes se siembra al principio de mayo y se cosecha hácia el 15 de agosto. Temperaturs media. Número dedUi. Mayo. . . . -{-13®3, . . ... 31 Junio. . . . -t-20,0. ..... 30 Julio. . . . -j-23>3 .31 Agosto. . . . /-|-23,7 14 106 diús con una temperatura media de 19“ 5. Ifii EXAMEN METEOROLÓGICO. Cultivo del trigo en el Estado del Ohio. Una serie de observaciones meteorológicas hechas en Cinci- nati, (latitud 39® N.) de 1806 á 1813 dan por las temperaturas medias de los meses. Enero. . . . — 1^2 Julio. . . . -j-2306 Febrero. . . • ■f' L3 Agosto. . . +22,9 Marzo. . . . -j- 6,7 Setiembre. . . +20,2 Abril. . . 4-14,2 Octubre. . . + I>,8 Mayo. . . . -i- 16.3 Nositfinbrc* -r- 5 4 Junio. ... +21,8 Diciembre. . + L4 con una temperatura media anual de 1*2® 2. La vegetación comienza en marzo ; la cosecha se hace en la segunda semana de julio, es decir el 10. El cultivo dura por consiguiente 13*2 dias con una temperatura media de 15® 4. Reuniendo los hechos que acabo de mencionar respecto del cultivo del trigo, se ve según lo indiqué al principio que la dura- ción de la vegetación está en razón inversa de la temperatura media. En efecto, multiplicando la duración de cada cultura por las temperaturas respectivas, se obtienen números muy poco diferentes. Diti. media. Trigo de invierno en Bechelbronn. I37X1^®8. id. id. en París. . . Ifi0xl3,3. Trigo de Marzo en Bcchelbroun. . l3lXló,8. Trigo de I’.og'iJá 147X1^,7. Trigo de in\¡erno de Cinclnati. . 132X1 id. id. de Kingston. . 12?XI7,2. Trigo de eslío en Kingston. . . 106X19,5. 2138 2144 2073 2161 2033 2098 2067 Cultivo de la cebada. La cebada merece que examinemos con atención las condicio- nes meteorológicas bajo las cuales vegeta. La cebada es de todas las cereales la que llega en las cordilleras á mayor altura, y la que se logra bajo los climas ménos templados de los trópicos. En regiones en las cuales la temiieratura media no es mayor de 11® y cuando ya el trigo no se produce, se encuentran todavía her- mosos campos de cebada, es decir, que la cebada germina, ve- geta y madura bajo la iníluencia de esta temperatura ; yo no la he visto cultivar en lugares que tienen una temperatura media y constante inferior á 10®. SOBRE PLANTAS NUTRITIVAS. 165 Cultivo de la cebada de invierno en Alsacia. La cebada fué sembrada el 1® de noviembre de 1835 y se co- sechó el 1“ de julio. La vegetación comenzó en el mes de noviem- bre, pero se suspendió hasta el mes de marzo por los frios. Desde aquella época siguió sin interrupción. Ttmperatura media. Di». Marzo. . . . 10,4. . . 31 Abril. 10,6. . . 30 Mayo. . . 14,3. . . 31 Junio. . . 20,6. . . 30 122 dias. con 13® 8 de temperatura media. En los anos comunes se cosecha la cebada de invierno, poco mas ó ménos, el dia 15 de julio. Fijando siempre al 1“ de mar/o el punto de partida de la vegetación continua, puede verse que la cebada vegeta 136 dias bajo una temperatura media de 12, 3. Cultivo de la cebada de eslío en Bechelbronn. Sembróse en los últimos dias de abril de 1836, y se cosechó el dia 1® de agosto. Del l®de mayo al 1® de agosto pasaron 92 dias. Haciendo uso de los datos meteorológicos de que he hablado ya, se observa una temperatura media de 10® o, en estos 92 dias. Cultivo de la cebada en las cordilleras. Cumbal, cerca de Tuqtierresen la provincia de los Pastos, tiene una temperatura media de 10° 7. Sobre la esplanada délos Pas- tos no hay época fija para sembrar la cebada. Generalmente des- pués de la estación de las lluvias por principios de junio es que los princ¡|)ales agricultores siembran sus campos ; la cosecha se hace enlónces hacia mediados de noviembre. Exige asi la cebada en aquella región 168 dias para alcanzar su madurez. En la planicie de Bogotá en donde la temperatura media es de 14® 7, se necesita mucho ménos tiempo para cosechar la cebada. Siémbrase al mismo tiempo que el trigo, en marzo, y pasan re- gularmente cuatro meses entre la época de la siembra y la de la cosecha, es decir 122 dias. 166 EXAMEN METEOROLÓGICO. Cultivo de la cebada en la América Setenlrional. En Kingston, la cebada de estío se siembra á principios de mayo y se cosecha á principios de agosto. Temperatura meüia. Diai. Mayo. . - 7 - 13 , 3 . . . 31 Junio. -i- 20,0. . . 30 Julio . . -{-23,3. . . 31 92 (lias. con una temperatura media de 18“ 9, Reuniendo los hechos relativos al cultivo de la cebada, se ob- serva lo siguiente : Diai. Cebada de invierno en Bechelbronu. 122X13,8 = 1684 U. id. 130X12,3 1678 ¡d, en Cumbal. . « 168X10,7 1798 Jd. en Bogotá. . . 122X1^,7 1793 Cebada de eslío en Bechelbronn. . 92X>9.0 ^^48 ¡d. en Kiug^on 92Xi3,9 1739 Cultivo del maiz. En Bechelbronn en 1836 fue sembrado el maizel 1» de junio y cosechado el 1“ de octubre, cosecha muy abundante. Tcinpctalura media. Diü» Junio. .... -j-20,6. ... 30 Jubo -{-22,4. . . . 31 Agosto -{-21,5. ... 31 Selienibre, . . . *^ló,0. * • . 30 1 22 dias. con una temperatura media de 20^0. Cultivo del maíz en el departamento del Sena. Me aseguran que en las inmediaciones de París se siembra el . maiz á mediados de mayo paracosechar en tiempo de vendimias, es decir á fines de octubre. Temperatura media. Di ai. Mayo. . . .^l 4 ,7 • • . . . 16 Junio. . . . -{-17,1. . . -^18,6. . . . 30 Julio. . . 31 Agosto. . . . -{-17,0. . . . 31 Setiembre. . . -fl3,7. . . . 30 Octubre. . -{-10,0. . . . 31 169 días con una temperatura media de 15“ 2. SOBRF. PLANTAS NUTRITIVAS. 167 Cultivo del maíz en América, Regiones calientes. — En las orillas del Magdalena se siembra el maiz á principios de julio, después de los desmontes que se ha- cen quemando las selvas, y la cosecha se coje en los primeros dias de octubre. Cuéntanse por término medio tres meses de cul- tivo, y acontece algunas veces tener tres cosechas en el curso de un año. La temperatura media del valle del Magdalena es de 27, 0. En los valles mas altos que el Magdalena, pero que pertenecen todavía á las tierras calientes, el maiz exige mas tiempo para sa- zonarse. En los lugares en donde la temperatura oscila entre 20 y 21®, trascurren ordinariamente cuatro meses éntrela siembra y la cosecha. Al norte del Ecuador (lat. 4“ á 7®), se siembra en setiembre y se cosecha en enero. El cultivo dura por consiguienlt3 casi 122 dias. Esto lo he observado en ' Temp. tneáii. Arma, provincia de Antioquia. . . . 20"0 Marmalo 20,5 Tega de Stipia 21,5 temperatura media de estos lugares 20° 6. En las planicies templadas como la de Bogotá, que pueden con- siderarse como el límite superior de la vegetación del maiz, son precisos seis meses completos para la sazón de esta planta. La época en que se siembra es muy variable ; con frecuencia se cul- tiva simultáneamente con las papas ó las arracachas, y yo lo he visto sembrar en casi todos los meses que no son lluviosos. Todo cuanto se necesita es que el tiempo de la floración no caiga en la época del año en que las noches son muy claras, porque en- tonces el frió ocasionado por la irradiación nocturna del caló- rico, perjudica mucho á las cosechas y aun las destruye entera- mente. Pueden en definitiva admitirse 180 dias como duración del cultivo del maiz en las planicies altas y templadas que gozan de una temperatura media de 14® á 15°. Cultivo del maiz en la América Septentrional. En las inmediaciones de Kingston se siembra el maiz al fin de 168 EXAMEN METEOROLÓGÍCO. mayo para cosecharlo á fines de setiembre ó en los primeros dias de octubre. Trmper.itura inedia. Dídi. Junio. . . . -|-20,0. ... 30 Julio. . . . -f23,3. ... 31 A^oslo. ... -^23,7. . . . 31 Setiembre. . . ... 30 dias. 122 con una temperatura media de 2i® 5. En la Luisiana se siembra el maiz desde principios de mayo basta fines de junio ; las cosechas" se hacen desde julio á no- viembre. Las observaciones de M. Dunbar en 1802 cerca del Misisipi (lat. 310 28 norte) dan la temperatura media de los meses, como sigue : luiftTO. . . . 11,7 Mayo. . Junio. . . . 21,1 Setirmbre. . Febrero. . . 10,0 . . 25,3 Octubre. Matzo. . . . 14,7 Julio . . 25,3 . . 24,7 Noviembre. Abril. . . ’. 21,1 Agosto. . Diciembre. . Cuando el maiz se siembra en marzo, se cosecha al fin de junio ó principios de julio. TetnperaUiri media. Oiai. Mnrzo 14,7. . . . 31 Abril 21,1. . . . 30 ^lü^o. .. . . . 2i,]. . . • 31 Junio 25,3. ... 30 • 1 22 dias. con una temperatura media de 20® i. Reuniendo los hechos sobre el cultivo del maiz tenemos : Dial. En Bcchelbronn. . . 122X20.0=2440 París Yaile del Magdalena. . 92X27,0=2484 Marmato . 122X20,6 — 2513 Planicies templadas . . 180X14,5=2610 Kingston. . . . . . 122X21,3=2620 Misisipi . 122X20.4=2189 Cultivo de la patata (papa). En Bcchelbronn las papas se sembraron en IS.'JS el dia 1" de mayo, y se cosecharon el dia 15 de octubre. 169 SOBRE PLANTAS NUTRITIVAS. Tcnip«r«tura medí». Día». TU ayo 14,3. . . . 31 Junio 20,6. . . . 30 Julio 22,4. . . . 31 Agosto 21,5. . . . 31 St-liembre. . . . 15,0. . . . 30 Ociubic-. .... 9,7. . 14 167 dias con una lompcralura inedia de 18“ 2. En los años ordinarios la cosecha serecoje cerca del de no- viembre. Calculando la temperatura media con los resultados queM> llcrrenscheneider ha deducido de quince anos de obser- vaciones, se halla 15" 5 por la temperatura de 184 dias trascur- ridos del 1" de mayo al 1® de noviembre- El cultivo de las papas en las cordilleras comienza en los lu- garescuya temperatura media no essuperiorá 18» , las cosechas mas productivas se hacen en donde la temperatura es de 13“ a 14“ *. Se cultivan todavía en los lugares cuyo calor medio es de 10*. El límite superior de las papas sube algo mas que el de la cebada. No hay épocas bien tijas para sembrarlas en las planicies elevadas de los Andes ; muchas veces ocupan un campo desti- nado para sembrar después trigo ó cebada. Yo he visto en las in- mediaciones de Bogotá sembrar papas á mediados de diciembre inmediatamente después délas lluvias ; en este casóse cosechan á fines de junio. Para su sazón son necesarios por lo ménos200 dias con una temperatura media de 14“ 7. Advertiré de paso que. es muy difícil conservar estas raices en un clima en donde el termómetro permanece constantemente entre 14 y 16. Esta con- servación afortunadamente es innecesaria puesto que es posible cosechar cada mes papas nuevas. El punto mas elevado, y por consiguiente el ménos caliente, en que he visto cultivar papas es, en la proximidad del Antisana, la hacienda dePiñantura, que tiene una temperatura media de 11“, y considero como el límite del cultivo ventajoso de esta raiz. lie comido en la época de mi ascensión al Antisana (principios de agosto de 1831) papas que fueron plantadas al principio de noviembre. De donde se infiere que, bajo la iníluencia de una temperatura constante de 1 1», su cultivo habia exigido 273 dias. t Sepnn M. Coilazzi se cultivan tas papas cerca del laíio de Valencia en 120 dias, temp. lu. Zó* 5; en Mérida en 137, teinp. media 22*. (£/ traductor.) k 170 EXAMEN METEOUOLÓGICO, Mas este no es el límite superior del cultivo de estos tubérculos bajo el Ecuador. Al pié del Cotacache, cerca del lago Cuicocha, en Cambugan, cuya temperatura alcanza apénas á 9° 1|2 las papas vegetan once meses enteros, y el clima es ya tan riguroso en estos lugares, que la cosecha se pierde á menudo por las he- ladas de los meses de noviembre y de enero. En Pomasque, á las inmediaciones de Quito, en lugares mas bajos, M. Jijón siembra la papa á mediados de agosto y la coge á fines de febrero. El cultivo dura pues 200 dias. La temperatura media de Pomasque es de 15°, 5. La papa exige para sazonarse un tiempo tanto mas largo que su cultivo ha sido bajo una temperatura ménos elevada. Dio. Tcmpersitira. En Beclielbnion en 1836. . . 167X18,2=3039 Resultado medio 184X*&,ó=2852 En Bogotá 200X1^,7=2900 En Piuanlura 273X1 1,0=3000 Bcdmen. Aisacia 1836. id. media. . . Alais. . Lago de Talencia Bogotá. Mérida. Pomasque. . Piuanlura. . . Cambugan. La germinación, el desarrollo de los órganos con cuyo auxilio los vegetales funcionan en la tierra y en el aire, se manifiestan á una temperatura que abraza una extensión de 40 á 45°, pero la época la mas importante de la vida vegetal se realiza general- mente dentro de límites mas estrechos y que circunscriben el clima mas conveniente al cultivo. Así es que la viña vegeta toda- vía vigorosamente en lugares en que ya no madura la uva. Para producir un vino potable es preciso que la viña no solamente tenga un estío y un otoño suficientemente calientes, sino que tam- bién á cierto período dado, el del brote del fruto, la temperatura del aire por un mes no baje de 19% como se[deduce del siguiente cuadro trabajado por M. de Humboldt. Producto del tiempo por la teiuperalura. . . 3039 . • 3944 . . 3228 . . 3060 . . 2900 . . 3060 . . 3180 . . 3036 . . 3192 I I í| SOBRE PLANTAS NUTRITIVAS. 17Í Temperatura del otniio. dcl niMinat dcl eslió. cal ente. Burdeos. . . . . . 21,7 14,4 22.9 cultivo favorable. Frankíorl sobre el Moiu. 18,3 10,0 18,8 Xj3usdn3« •• • • . . 18,4 9,9 18,8 París . . 18,1 1 1,2 18,9 Berlin 18,8 17,8 vino apenas potable. Londres. . . 17,1 10,7 17,8 ya no se cultiva la viña Cberburgo. . . . . 1C,5 12,5 17,3 Cuadro que indica el máximo y el mínimo de temperatura propia á favorecer la madurez ó sazón de diversas plantas. Uósimo. Mínimo. Arbol del Cr.cao 28. ..23 Plátano • • 28. . . 18 Añil. . . 22 Caña dulce id. . . 22 Coco Hodvicea nucífera) . . . , . . id. Palma (Cocus Buliracea) id. Tabaco iti- Yuca. . id. Maíz . id- Algxdoii id. Frijoles id. 25,5 25.5 18.5 22.5 15 19.5 15 Arroz id. . . 20,5 22 19 20 19,5 20 25 23 23 19 23 15 11 9 Calabasas (Crescencia cujeles) id. Carica nauava id. Pina. . . ‘ id. Ricino id. Melón de Europa id. ' id. Guiidiias (Bambusa) id. La \iñ3 2fi,2 Café 26. Aiiis (Piupinela Anisum) 25. Trigo .24. Cebada 00. Papas 24,2 Arracacha. 24. . . 12 Lino. Manzano Encina (Quercus Toliraeiisis). . Cbusqiie (Chtisquea). . . . Frailejoues (Espelelia). . . 23. 22 . 19. 13 . 12 . 1 5 15 16 4,2 4,2 Al terminar esta memoria llamaré la atención délos fisiologis' las hacia la consideración de un hecho que no parece haberse suficientemente meditado. A saber que hay plantas, y todas las de los trópicos se encuentran en este caso, que nacen, viven y se reproducen bajo una temperatura uniforme. En Europa y en la América Septentrional una planta anual está sometida durante i 72 EXAMKN METEOROLÓGICO. elciirso de su existencia áiiiíluencias climatéricas extremamente variadas. El trigo por ejemplo, germina á 6® ú 8®, luego su vege- tación, casi suspendida en el invierno, se reanima en marzo óen mayo bajo un grado de calor igual á aquel en que germinó. En abril y mayo la temperatura se eleva gradualmente de 10” á 18®. La espiga se desarrolla y se sazona bajo la influencia de un calor que llegue algunas veces á 24 y íS*. Entre los trópicos el fenómeno se pasa de un modo diferente; la germinación del trigo , como su sazón , se realiza á un grado de calor que no varia durante todo el tiempo del cultivo. En Bogotá el termómetro indica 14® 7 en la época de la siembra como en la de la cosecha. También habria error en creer que porque las cereales sopor- tan en Europa un color de 20 á 24 grados, deben igualmente medrar en los climas tropicales que tienen temperaturas medií s semejantes. Las cereales germinan á la verdad bajo los mas fuertes calores equinocciales, y MM. Colin y Edwards han probado con interesantes experiencias que el trigo puede germinar to- davía á una temperatura mas elevada; mas también es cierto que entónces la planta vejeta pero no espiga. Me parece que deben fijarse los límites de temperatura para el cultivo ventajoso del trigo de las Cordilleras, entre los 13® y 18®, porque á 24 su cul- tivo es imposible. Conozco un sugeto en Cartago temperatura media 2i® 4) que ha hecho inútiles esfuerzos por hacer producir espigas á algunas plantas de trigo. De todas las plantas nutritivas equinocciales el maiz es el que abraza una zona de vegetación mas extensa , y el que da cose- chas abundantes á temperaturas constantes que varían de 27® 5 á 14. De aquí se infiere la razón de medrar también en el estío en los climas europeos. En Alsacia germina á 15, y soporta du- rante su cultivo un calor de 20 á 23®. En Europa la papa se siem- bra á una temperatura de 10 á 15®, y soporta enjunioy julio un calor que alcanza en ciertas ciicunstancias á 24®. En Alsacia la temperatura* media del cultivo de esta planta es de 16 á 19®. Es cosa pues singular el ver que entre los trópicos medre muy imperlectamente en los lugares que tienen una temperatura constante de 18®. A este grado de calor las papas que se cultivan son poco harinosas y tienen un sabor dulce muy caracterizado. 173 SOBRK PLANTAS NUTRITIVAS. Las mejores calidaides se dan en las planicies cuya temperatura no excede de 15“. La mayor parte de las legumbres de Europa vegetan como las cereales bajo el calor moderado y constante de las altas regio- nes de los trópicos; pero hay plantas que no se conforman de modo alguno con esta uniformidad de temperatura. Los árboles frutales de Europa, por mas que digan los habitantes de las cor- dilleras, no se han aclimatado bien en sus montanas como las cereales, que se producen admirablemente. El manzano, el du- razno , el albaricoque ílorccen y vegetan vigorosamente en las planicies de Bogotá y de Quito, pero la fruta no llega jamas á una completa madurez en los árboles, y si se plantan en una atmósfera mas caliente , no se obtienen mejores resultados. Así estos árboles, que florecen á una temperatura bastante baja (5á 11«), exigen para la madurez de sus frutos un grado de calor bien superior al que es necesario para mantener su vege- tación. He compendiado en un cuadro los hechos que llevo mencio- nados en este trabajo, y que tienen por objeto probar que existe entre la duración del cultivo de una misma planta bajo diversos climas y la temperatura bajo cuya influencia se desarrolla esta vegetación, una relación constante. Esta relación parece incon- testable respecto de los vegetales que se cultivan en diversas al- turas de las cordilleras. En una memoria particular me propongo demostrarlo con respecto del cultivo de la caña de azúcar, del añil y dcl plátano. Las observaciones que he recogido en Alsacia ■ y en los Estados-Unidos de América hacen creer que esta rela - ción se verilica también bajo la zona templada ; mas no tengo embanazo en confesar que estas observaciones no son todavía suficientes para admitirlo definitivamente, y mi fin principal al publicarlas ha sido provocar la discusión sobre este puuto inte- resante de meteorología agrícola. o o o o o o o o o o o C c = c c L. u L. U o t ^ i ^ ^ i c = c C c -~ »#« ^ «M '*** EXAMEN METEOROLOGICO. C C C 3 C O I- k> V O i; ly i « nn% o c > — ® o 2 ? «> y y y 9 ■CTJ SOBRE PLANTAS NUTRITIVAS. 175 Cultivo del Aíiü (1). En Venezuela en las plantaciones de añil que están poco ele- vadas sobre el nivel del mar el primer corte se hace 80 dias des- pués de sembrado. Temperatura media 27® 4. En Maracay, á los tres meses, ó 92 dias. Temperatura media de Maracay 9. 25, 5 En las regiones que tienen una temperatura media de 22° á23®, y que pueden considerarse como el. límite del cultivo del Ysatis, el primer corte es á los tres meses y medio , ó 106 dias. En la costa de Coromandel el añil se siembra después de las lluvias de diciembre, y la planta vegeta durante los meses de enero, febrero y marzo, es decir 90 dias. Tomando las observaciones hechas en Bombay se tiene, por la temperatura media de los dos meses de invierno y del mes de estío 24% 6. Producto del tiempo por Reiúnken. temperatura. Venezuela, nivel del mar 2200 Maracay 2340 Begiones templadas 2385 Costa de Coromandel. . . . . . . 2217 Partiendo de este dato que el añil se desarrolla bajo la in- fluencia de una temperatura de 22 á 23», se advierte porqué es que los ensayos para aclimatar este plantío en el mediodia de la Europa han producido resultados satisfacloriós. Aun en Francia se ha conseguido un corte que por ser uno solo no puede compensar el costo de su cultivo. Ademas es preciso que el ca- lor sea bastante intenso y prolongado para obtener semilla lo que no es de esperarse sino rara vez en el Sur (en Alais) si como sededuce de las observaciones de M. d’Hombres firmas la tem- peratura del otoño en aquella región no pasa de 154. Ks posible que el clima de Argel convenga mejor al añil aunque sus costas se an ménos calientes que las de ciertas comarcas de la Europa meridional, porque la temperatura de su otoño es mas alta ; su- poniendo por ejemplo que en Argel el añil comenzara á vegetar activamente al fin de Mayo, daria probablemente el primer (1) Añadimos lo siguiente de obra posterior de M. Boussingault. 176 OBSEUVACIOXES corte en setiembre y el segundo en los últimos dias de octubre { I J en el caso en que por medio del riego se pudiera evitar que la sequedad suspendiera la vegetación. Pudiera hacerse la expe- riencia, sin perder de vista sin embargo que en las regiones templadas de los trópicos, bajo la influencia de una temperatura constante de 22° á 23“ el cultivo del añil no ofrece ventajas no- tables. OBSERVACIONES Sobre la irradiación nocturna del calórico hechas en las cordilleras de la Nueva Granada. • En la noche cuando la atmósfera está serena y el cielo sin nu- bes, los cuerpos terrestres se enfrian y adquieren pronto una tem- peratura inferiora la del aire que los rodea. Nadie ignora que sobre este hecho irrefragable es qucM. Wells ha fundado su hermosa explicación de los fenómenos del rocío, M. Wells, en la serie de experiencias que emprendió para examinar la intensi- dad del enfriamiento nocturno, halló que un termómetro entre el cesped indicaba en circunstancias favoríibles á la irradiación 40 5° y aun 7" de menos que un termómetro igual colocado á 1*” 2 á distancia del suelo. Estas experiencias fueron hechas en Europa y al nivel del mar, y yo no conozco otras experiencias de este género hechas entre los trópicos, sino las del capitán Sa- biné que durante su residencia en Jamaica tuvo ocasión de ha- cer observaciones á una altura de 1229 metros. La disminución de temperatura que este sabio observador encontró, variaba de 5** á 10“ centígr. En la época de mis viajes por las cordilleras. (1) Seguü las observaciones de M. Aiinc en Argel la temperatura media es Enero. . . . 1 1,6 Febrero. . . 12,7 Marzo. . . 13.3 Abril. , . . 15,0 Mayo. . • . . 15,1 Judio. . 22,0 Julio. . . 24 \ Agosto.. - 24.7 I S»*lieii:bre. . 22,9 ( Ocliibre. . 20,3 I" Noviembre . 10,7 j Diciembre. . 12,9 j media anual 17,8 SOBRE LA IRRADIACIOA\ 177 hice algunas observaciones con el fin de apreciar la intensidad de la irradiación nocturna del calórico á diversas alturas; estas observaciones no son tan numerosas como hubiera querido, porque no hay muchas oportunidades para ello en paiscs de montañas y bosques, en donde el cielo está con frecuencia cu- bierto de nubes. Siempre hice mis observaciones del mismo modo : colocaba un termómetro de bola pequeña y montado en marfil sobre la yerba ó césped, y otro á una altura de i” 6 de la superficie de la yerba ; solo observaba cuando la noche estaba clara y la at- mósfera en calma ó poco agitada. Paso ahora á consignar aquí las observaciones que hice. Vaga de Supia. Elevación 1225 metros, Tcrmtro. luípondiilo. Termtro.en el céjped. Diferencii> En Agosto á las 8 déla noche. . cenlig. . ceulig. . 28 Fji octubre á las 10 de la noche, 20“5. , , , 17®2. - . . 3*3 Hacienda cerca de Anserma. Elevación, . 134I cetros En diciembre al nacer el sol. . . 18*3, . . . 15*5. , 2*8 Campo en la orilla del torrente de Perillo, Selvas de Hervé. Elevación 53O mctroi. En junio al nacer el sol. . . . 13*3, . . ^ 12*2. . . . l*l Hacienda del rodeo de Svpia. Elevación . 1709 metros. Noviembre á las 10 de la noche. . lfi“7, , . . l4®/i, . , 2*3 En julio á las 1 0 id i7*4. ’ . ’ 14“4* . * ’ 3* Guadualejo, Selvas de Hervé. Elevación 1756 metros. En junio al nacer el sol. ... 15*. ... 10*. ... 5* Pío Sucio. Elevación 1818 metros. En enero al nacer el sol. . . . 15*5. . . . 10, 5. ... 5* Las Tapias, Selvas de Quindio. Elevación •. . . . 2003 metros. En enero alas 9 14*1. \ ; . 13*3.. . . 12 0,8 2508 metros. 305 . . . 17g OBSERVACIONES :l/cncjes, cerca de Pasto. \ Elevación. ‘ • En junio al nacer el sol, . . • 8®I. . . Hacienda de Sn. José, cerca de Tunja, Elevación 2778 metros. En agosto al nacer el sol. . •. . 6‘’7. . . . 3“3. . . Venta del Chamisat. 2»G 3*4 . . 2991 metros. En agosto al nacer el sol. 6*7. . , . 3'3. . . En Vela S. . . . 32 í 8 metros. En agosto al nacer el sol. . . . . 60. . , . 0 . . • « Capilla de Onadalupe, , cerca de Bogotá. , . . 3304 metros. En mayo, con una noc'ne muy favora- ble, á las 2 de la mañana. . , . . 60 7. . . 200. . . . . 505 , . . 0“5. . . . Al nacer el sol . ñ»! 0 . . , OoO. . . . En Guadalupe observé un fenómeno singular : la mí 3*4 paja seca, la escala de marfil del termómetro, en una palabra, to- das las sustancias vegetales m«er ¿as se cubrían deyelo, miéntras que la yerba y las hojas de algunos arbustos solo se cubrían de gotas de rocío. Campo en el pantano de Vargas (Tolima)* Elevación 3672 metros. . . 4*1. . Eli enero al nacer el sol. -- 1“I. Estancia de Antisana. Elevación 4072 métros. En julio al nacer el sol. . . .. 0,5 Me olvidé de anotar el termómetro en la yerba, mas el agua se habla helado enteramente en las inmediaciones de la casa. Azufral de Tolima. Elevación. En enero al nacer el sol • • l"í, 4tl9 metros. 2®I. . . . 1< SOBRE LA IRRADIACION. 1T9 Campo entre Uncu- Pichincha y Guagna-P ichincha , cerca de Quito. Elevación 4600 metros. Eu julio al nacer el sol. . . . 1“7. ... 0". ... 17 Según noticias que pude adquirir, parece que en las cordilleras intertropicales no hiela á una altura inferior á2000 metros; sin embargo pueden presentarse algunas circunstancias que favo- rezcan tan extraordinariamente el enfriamiento nocturno, que es realmente imposible indicar un límite cierto. Bastan, por ejem- plo, muchos dias cubiertos seguidos de noches muy serenas para aumentar considerablemente el frió producido por la irratliacion del calórico. Puede decirse de un modo general que en las pla- nicies cultivadas de las cordilleras que están sulicientemente ele- vadas para tener una temperaiura media de 10'' á 1 4® centígra- dos, hay riesgo de sufrir los efectos del hielo. Acontece por desgracia con frecuencia que una sementera de trigo, de cebada ó de maiz que da las mayores esperanzas, queda destruida en una noche y á veces en una hora por consecuencia de la irradia- ción nocturna del calor. En Francia, durante las noches claras de abril y mayo, los retofios y las hojas enrojecen y se hielan; los jardineros atribuian este efecto nocivo á la luz de la luna, hasta que M. Arago iiizo ver que dependía del frió producidopor la irradiación nocturna. Es de notarse que la temperatura media de los meses de abril y mayo en Francia, corresponde precisa- mente á la temperatura media de las regiones de las cordilleras en donde se experimentan los efectos del hielo sobre las plantas. Cuando se consideran las pérdidas que el hielo causa á los agri- cultores en las circunstancias que acabo de mencionar, no puede menos de pen.sarse que la ciencia que ha determinado tan bien las condiciones bajo las cuales se produce este fenómeno, debe- ría igualmente indicar un arbitrio practicable para preservar los campos cultivados de la irradiación nocturna. Ignoro si se ha propuesto alguno, pero voy a dar á conocer un método imagi- nado y seguido con buenos resultados por un pueblo agricul- tor. Los indígenas del Alto-Perú que habitan las llanuras elevadas del Cusco, están mas que ningún otro pueblo expuestos á versus 180 OBSERVACIOES SOBRE L.\ IRRADIACION. cosechas perdidas por consecuencia de la irradiación noclurna del calórico. Los Incas habían delorminado perfeclamente las condiciones bajo las cuales debia temerse el hielo durante la no- che, y habían reconocido que no helaba sino cuando el cielo es- taba sereno y la atmósfera tranquila. Sabiendo pues que las nu- bes impedían el hielo, imaginaron para proteger sus campos contra el frió de las noches, hacer en cierto modo nubes artíti- ciales. Cuando el aspecto de la noche i ndicaba que era de temerse el hielo, es decir cuando en tiempo de calma las estrellas brilla- ban con luz pura, los Indios encendían hogueras de paja ó es- tiércol, cuyo humo turbaba la trasparencia tan temible de la at- mósfera. En caso de viento la precaución seria infructuosa, pero tampoco seria necesaria, puesto que cuando hay viento no es do temerse el hielo causado por la irradiación noclurna L No dudo que este método seria provechoso y aplicable h las esplanadas de Bogotá y de Quilo, y dejaré á los agricultores de Europa el cui- dado de averiguar en que circunstancias podría serles ventajoso imitar el ejemplo de los Indios del Cusco. La práctica de los Indios que dejo indicada está descrita por Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios Reales del Perú (part. r cap. 5" lib. 7“). Garcilaso nació en el Cusco, y en su infancia vio muchas veces á los Indios hacer humazos para preservar del hielo sus sementeras de maiz. Antes de concluir citaré textual- mente este pasaje verdaderamente notable del historiador de la Conquista del Perú. >> Viendo los Indios á prima noche el cielo raso y sin nubes, » temiendo el hielo, pegaban fuego á los muladares para que se » hiciese humo, y cada uno en particular procuraba hacer humo « en su corral ; porque decían que con el humo se escusaba el - hielo, porque servia de cubija como las nubes para que nohe- l Desde 1833 recomendé á varios agricultores de la esplanada de Bogotá esta precaución y la indiqué en mis lecciones orales de química y física en la universidad de Bogotá. — En t836 la practiqué en un campo de trigo que lo^^ré preservar di I hielo en vecindario de Usaquen, pueblo situado ádos le- «'uas al norte de Bogotá. Como habria sido muy costoso mantener hogueras toda la noche, no las hacia prender hasta la una de la mañana en que empieza el rie-sgo, y como rara vez hay calma perfecta, observé que era mejor colocar las hogueras en la extremidad del campo del lado de la dirección del airccillo, con el Ün de cubrir de un velo de humo la sementera {Nota del traductor). MICMORIA, ETC. 181 • lase. Yo vi eslo que digo en el Cusco : si lo hacen hoy, no lo sé, » ni supe si era verdad ó no que el humo escusase el hielo, que » como muchacho no procuraba de saber lan por extenso las co- » sas que veia hacer á los Indios» . NOTA. Los sabios redactores de los Anales ailaden aquí que Plinio el naturalista consignó en sus escritos los útiles efectos de los humazos para impedir la congelación nocturna. [El T.) NOTA FINAL. Se ha observado desde tiempo inmemorial en la Nueva Granada que el enfriamiento producido por la irradiación nocturna que supone una atmósfera clara y despejada es signo por lo general de buen tiempo. Asi es que cuando hace frió pol- la mañana y baja el termómetro, se dice que hará buen dia. To- dos exclaman, en Bogotá, por ejemplo, cuando el agua está fria, vamos á tener un tiempo sereno. En efecto, asi debia ser según las nociones mas comunes de la meteorología, confirmadas por la anterior memoria sobre la irradiación de la superficie de la tierra. MEMORIA Sobre la profundidad á la cual se halla bajo la tierra, la capa de temperatura invariable entre los trópicos. Determinación déla tem- peratura media de la zona tórrida al nivel del mar. Observaciones sobre la diminución del calor en las cordilleras. Cuando se hacen observaciones meteorológicas en las regiones equinocciales sorprende la poca extensión de las variaciones ter- momél ricas. En los climas ardientes de las costas, como sobre las planicies aéreas de los Andes, el termómetro no oscila, en el lapso de un año, sino de algunos grados al rededor de la tem- peratura media. Sin embargo la determinación de la tempera- tura media de un lugar, tan fácil de obtener para un observador sedenlario, se hace impracticable para el viajero que se detiene pocos diasen cada lugar. Así es que por lo regular tiene que con- tentarse con fijarla aproximadamente, lo que en el estado pro- gresivo de la Meteorología no ofrece grande interes á la ciencia. 18 > MEMORIA En los dos años últimos que precedieron á mi regreso á Eu- ropa, veia con dolor, repasando mis trabajos, que entretantos lugares cuya altura sobre el nivel del mar había lijado, apénas poseía respecto de algunos los elementos de su temperatura media. Sin desconocer el interes que mis observaciones baro- métricas pueden ofrecer á la geología y á la geografía física no poília menos de lamentar que muchas veces la rapidez de mis marchas me había impedido atender á una de las cues- tiones mas propias á ejercitar la curiosidad del físico que tras- porta sus instrumentos en las montañas; á saber, la diminución del calor en las cordilleras. Reconocí entonces cuan impor-. lante seria imaginar un medio con cuyo auxilio un viajero pu- diera en un espacio de tiempo muy limitado procurarse la temperatura media de un punto cuya elevación absoluta hu- biera calculado. En Europa, la temperatura media de un lugar se calcula con bastante exactitud por la temperatura constante de las bodegas y aljibes; en la región de las cordilleras, en América, no hay que contar con este recurso, porque con frecuencia se caminan cen- lenares dé leguas sin hallar una bodega ó una cisterna y el uso de la sonda ofrece dificultades considerables á un simple via- jero. La profundidad á que se encuentra en la tierra la faja o zona de temperatura invariable depende de la amplitud de las varia- ciones termomélricas que se observan en un año. De aquí de- pende que en las altas lalitudes esta profundidad debe ser con- siderables. En Taris, por ejemplo, M. Arago ha observado que a 25 pies bajo la superficie del suelo todavía no permanece el termómetro estacionario. Mas no es difícil imaginar que en un clima constante esta profundidad debe ser menor, puesto que si existiera un lugar en que la temperatura del aire fuese todos los dias del año la misma, la superficie de la tierra conservaria la misma temperatura, y por tanto la profundidad déla faja de temperatura invariable seria nula y podría representarse por 0. Ahora bien, el clima de las regiones equinocciales es tan cons- tante, que se aproxima al caso hipotético que acabo de mencio- nar, y debía por tanto sospecharse á priori que la profundidad de aquella zona en semejantes regiones habría de ser tan poco' SOBRE LA TEMPERATURA MEDIA, ETC. 183 considerable, que, sondeando superficialmente, se hallaria á corta distancia del suelo. Hacia este objeto dirigí mis experiencias en 1830 durante mi residencia en la Vega de Supla, y los resultados que logré sobre- pasaron mis esperanzas. En efecto, resulta, según creo, de mis observaciones que cualquier viajero puede en menos de una hora hallar la temperatura media de una ciudad ó pueblo, en una palabra, de cualquier punto habitado entre los trópicos, cualquiera que sea por otra parte su elevación absoluta respecto del nivel del mar. En Europa las observaciones hechas para buscar la faja de temperatura invariable, por medio de la sonda del minero^ se han practicado al descubierto, sin hacer caso del calor directo pro- ducido por los rayos del sol, ni de la irradiación nocturna del calórico, ó de la acción de las aguas de lluvia, que debe variar según la mayor ó menor porosidad del terreno. Mas como yo imaginaba que una perforación no muy honda seria suficiente en mis observaciones en aquellas regiones, me importaba mucho ob- servar bajo las condiciones mas favorables al objeto que me pro- ponía. Así, para evitar la influencia de las causas de perturba- ción que acabo de mencionar, he observado siempre en un lugar abrigado, como el piso inferior de una casa, en la choza de algún Indio, ó en una simple ramada. Cualquier techo es abrigo suficiente y satisface á las condiciones que exigen las observaciones. En el pueblo de Supia, coloqué mi termómetro en un hoyo de ocho pulgadas de profundo y media pulgada de diámetro que hice en el piso inferior de una casa cubierta de hojas de palma. Introducido el termómetro pendiente de un cordon para sacarlo cuando se queria observar, tapaba luego el orificio con un cartón, y sobre este ponia una piedra grande. La elevación del pueblo de Supia sobre el nivel del mar es de 1225 metros, su temperatura media, calculada por varias séries de observacio- nes termométricas hechas en 1825, 1826 y 1829, es de 21® 5. Voy á dar cuenta ahora de la marcha del termómetro enterrado, según resulta de las observaciones que hice en diferentes lu- gares. m MEMORIA A una profundidad Supia 18S0. <]e 8 pulgada!. En ti airr. 3 de Agosto á las 9^ maúaoa. 21,4 cent. 2t*7 c. alas 10. . 21,4. . 22,2 á las 1 1. . « • 21,5. . 22.2 á la 1. . • • 21,5. . 23,8 á las 3 tarde. • • 21,5. . 22,8 9 Agosto á las 8 inaíiana. • 21,4. . 20,0 al mediodía. a « 21,4. . 23,3 á las 5. . • • 21,4. . 22,2 lOAgosto al niediodia. • 21,4. . 23,3 á las 4. . ♦ ■ 21,4. , 23,5 £1 n de agosto al niediodia. 21,4. . 22,5 £1 12 á las 9 mañana . • 21,3. . 20,5 al niediodia. • • 21,3. . 21,1 £113, á las 9 mañana • • 21,3. . 20,6 á las 3 larde . • 21,5. . 22,6 á Ins 4. • • 21,3. . 23,9 El 15 ai mediodia. • 21,3. , 22,8 £1 1 6 al mediodía. • • 21,3. . 22,8 á las 3 . • 21,3. , 22,3 £1 18 al mediodia. • • 21,3. . 24,4 fcrmómclroá un pi« de profundidad. El 1 8 á las 3 I’ tarde. • 21,5. . 23»4 al las 4. • 21,5. . 22,3 á las 6. 21,5. . 21,7 á les 9. , 21,5. . 22.2 £1 1 9 á las 9 mafian a. 21,5. . 21,1 ñ mediodía. 21, .5. . 21,7 á las 2. 21,5. . 22,8' á las 3. . 21,6. . 22,2 á las 6. . 21,6. . 22,2 £1 20 á las 1 1 tuañ'iña. 21,5. . 21,1 al mediodía. 21,5. . 21,7 á las 3 tarde. 21,5. . 22,2 El 21 á las 3 tarde. 21,6. . á l.'is 5 id. . 21,5. . £l 22 á las 9 mañana. 21,5. . á las 3 tarde. 21,6. , En los meses de setiembre, octubre y noviembre el termóme- tro indicó siempre 21® 5. Observaciones hechas en las minas de Marínalo, Se colocó el termómetro á un pie de profundidad debajo del suelo de una sala baja de la casa del superintendente de las mi- nas. La temperatura media de esta casa deducida de un año de observaciones, es de 20“ 5, y su elevación sobre el nivel del océano es de 1426 metros. 185 SOBRE LA TEMPERATURA MEDIA, ETC. Tfrinó 'letro Lijo U tii-rr*. £1 9 de setiembre de 1 830 á las II de la mañana. 2ü''5 á la 1 20,5 á las 3 20,5 £1 dia 10 á las 8 mañana. . . 20,3 á las 1 1 20,3 á la 1. * . . . 20,4 á las 2 20,5 á las 3 20,5 Observaciones hechas en Anserma Nuevo, El termómetro colocado á un pie de profundidad en el suelo de una casa baja. Terniómttro. 6 diciembre de 1830 á las 81* m.'iñana. . 23,8 £1 19. • . . á las 8 mañana. . 23,7 El 21. . . . á las 3 tarde. . 23,7 El 22. . . . álas 9 mañana. . 23.7 a las 11. • . * 23,7 á las 9 de la noche. 23,6 á las 1 0 de la noche. 23,6 Durante los meses de enero y febrero de 1831, el termómetro indicó siempre de 23“ 6 á 23° 7. Las observaciones hechas por Caldas cerca de Anserma, daná esta parte del valle del Cauca una temperatura media de 23* 8. Observaciones hechas enel pueblo de Puracé, En la Troja del Cura, cuya elevación sobre el nivel del mar es de 2651 metros, coloqué el termómetro á un pié de profundidad bajo del suelo. El 17 de abril de 1831 á las 1 1^* mañana. I3M. Termómetro il tíre* . 14,8 al mediodía. . . 13,1. . 15,7 á las 2. . . . 13,1. . 14,9 á las 4. ; . . 13,1. . 14,2 El 18 á las B mañana. . 13,1. . 14,0 á las 9. . . . 13,1. . 15,7 Observaciones hechas en Popayan, La altura de esta ciudad es de 1808 metros sobre el nivel del mar. Caldas da áPopayan una temperatura media de 18® 7. Un termómetro introducido en la tierra á un pié de profundidad ha indicado constantemente por diez dias 18“ 2. Pasto (altura 2610 métros). A fines de mayo de 1831 un termómetro introducido á unj)ié 186 lilEMORIA de profundidad permaneció estacionario á 7. Caldas que resi- dió largo tiempo en esta ciudad le asigna una temperatura me- dia de 14" 6. Quito (altura 2914 metros). Las observaciones termométricas hechas en Quito con exce- lentes instrumentos (cuya exactitud me consta) y con el mayor cuidado por los coroneles Hall y Salaza establecidos en aquella ciudad, le dan una temperatura media de 15° 55. El termómetro se observaba al nacer el sol y dos horas después de mediodía. kobseryacio.nes de Hall. Teaipcnlura media 1825. Julio. . . 10,5 Agoslo. . . lí),7 Oclubie. . 15,1 1826. Ffbm'o. . . 15,9 Marzo. . . 15,7 Abril. . . 15,5 Mayo. . . 15,4 Junio. . . 14,1 Agobio. . . 10 , Selióinbre. . 16,4 Oclubre. . 15,7 Novii-mbre.. 15,7 Diciembre- . 14,8 1827. Enero. . . 15,3 Febrero. . 16,5 Marzo. . . 15,2 Abril. . . 15,2 Estando en Quito M. Salaza, á mis instancias continuó sus ob- servaciones introduciendo el termómetro á un pié de profundi- dad en la tierra en una sala baja, y su resultado es el consignado ’ en el adjunto cuadro. TERMOMETRO. Mcfcs. Fechas. ^ i tai 7 maiíana. a lat 11. a las 2 larde. i lai 4 id. Setiembre 1 83 1 . 26 15‘>5 15,5 15*'5 15‘>5 — 27 15,5 15,5 15,3 15,5 — 28 15,3 15,5 15,5 15,5 — 29 15,5 15,5 15,5 15,5 — 30 15,5 15,5 15,5 15.5 Octubre. 1 15,3 15,5 1 5,5 15,5 — 2 15,5 15,3 15,5 15,5 — . 3 15,4 15,5 15,4 15,5 — 4 15,5 15,5 1 5,5 15,5 — 5 15,5 15,4 15,5 15,5 — 6 15,5 15,5 15,5 15,5 — 7 L5,4 15,5 15,5 15,5 OBSERVACIONES DE SALAZA. 1827. Julio. - Agosto. . Setiembre. Oclubre. Jíovirtnbre Diciembre. 1828. Enero. . Febrero. Marzo. . Abril. . Mayo. . Junio. . Xemperatur* medís. 13“7 15,5 16,2 15.8 15,0 16.9 14.4 15,9 15.8 'V 16.4 15.9 Octubre. 187 SOBRE L\ TEMPERATURA MEDIA , ETC. Las observaciones que he mencionado bastan me parece para probar de un modo indudable que la temperatura media de un lugar abrigado entre los trópicos es la temperatura de la tierra á un pie de hondura. Habiendo reconocido así la posibilidad de lograr por un medio tan pronto como fácil la temperatura media de un lugar, llevaba en todos mis viajes una barrena de minero con la cual hacia el hoyo de un pie de hondura, para determinar como lo veiifiqué la temperatura propia de un número consi- derable de lugares cuya altura absoluta iba midiendo. En este género de investigaciones no tuve otro disgusto sino que me tu- vieran |)or Guaqvero ó busca Santuarios y Guacas^ nombre que se da en América a los que se consagran con mas ó ménos for- tuna al hallazgo de las sepulturas de Indios, en las cuales suelen encontrarse sumas considerables en joyas y adornos de oro. Mis observaciones comprenden desde el grado 11“ de latitud boreal basta el 5® grado de latitud austral. En el sentido verti- cal fui bastante afortunado para poder llevar mis instrumentos hasta una altura de GOOO metros L Mas, antes de dar á conocer los hechos que he recogido relativamente al clima de las diferen- tes alturas de las cordilleras, discutiré las observaciones hechas así sobre las costas del grande océano como sobre el mar de las Antillas, con el objeto de fijar tan exactamente como fuera po- sible la temperatura media de la zona tórrida al nivel y sobre las orillas del mar. De la temperatura de las. costas en las inmediaciones del Ecuador. Las primeras nociones exactas respecto de la temperatura media de las regiones equinocciales se deben á .M. deHumboldt, y aunque este célebre viajero no pudo reunir por sí mismo su- licienie número de observaciones, supo discutir con tal capaci- dad los datos que consiguió, que el grado Tr 5 deducido por él me parece que se aproxima mucho de la verdad. Kirvan había admitido el -29, y mas recientemente M. Brewster, en su fórmula climatérica, adoptó el de 28® 2. Otro sabio inglés, M. Atkinson, sometiendo al cálculo las mismas observaciones deM.. de Ilum- 1 La mayor á que ningnn observador ha llegado hasta hoy en el Nuevo Mundo. (zVora del traductor.) i 88 MEMORIA boldt, halló por la temperatura media del Ecuador 29° 2. Esta temperatura es ciertamente demasiado elevada; sin embargo, no creo que pueda expresarse por un solo numero de grados la temperatura media de la zona ecuatorial. El clima se mo- difica de tal suerte por las circunstancias locales, que puntos muy cercanos y al mismo nivel difieren de casi un grado centí- grado, como se verá por la serie de observaciones que siguen, y de las cuales soy en parte deudor á la franca amistad del coronel Hall , que pudo dedicar, durante la guerra de la independencia, algunos momentos al cultivo de las ciencias. Costas bañadas por el mar del Norle. — Cvrnaná (temperatura media 27° 5, según M. de Humboldt ). La Guaira, — Diez dias de observaciones dieron el resultado de 27' 0 por la temperatura media de este puerto, que está si- tuado al pié de una cadena de montañas elevadas. Rio de Hacha . «— Por siete meses de observaciones, de diciem- bre 1822 á junio de 18*23, el coronel Hall halló la temperatura media de esta ciudad á 28° 1. S anta Mar ta.’—YÁi julio 1832 tomé la temperatura del agua de una cisterna del centro de la ciudad, y me dió á las seis de la tarde temp. 28® 6 ; el dia 20 de julio y el 21 á las seis de la ma- ñana 23° 6. La superficie del agua estaba á 5 metros de profun- didad*. Barranquilla ^ en las bocas del Magdalena. — 27° 9 de tempera- tura media deducida de dos meses de observaciones del coronel Hall. Cartagena. — La temperatura de las aguas de los aljibes ó vastas citernas en donde se recejen las de lluvia para el consumo de la población en todo el año, me dió constantemente 27° 5 1 M. Carlos Degenhardt, cuya muerte preuratura privó á la Nueva Granada de importantes ti abajos científicos, rae comunicó sus observaciones nicteoro- lójíicas hechas en Santa Marta en los meses de cuero y febrero, de las cuales resulta que la temperatura media de Santa .Marta seria de 28, 8, que no difiere como se ve sino de 1/5 grado de la que halló Mr. Boussingault. [Nota del traductor.) 2 En todo el mes de Enero de 1831 observé en el pie de la Popa, lugar situado extramuros de Cartagena y al mismo nivel, cuatro y aun seis veces por dia el leriiió.netro centígrado, excelente instrumento de Bunlen comparado ántcs de mi salida de París con los del observatorio, y hallé la temperatura media de I SOBRE LA TEMPERATURA MEDIA, ETC. 180 Costas del mar del Sur. Panamá. — Mediante sus observaciones del mes de setiem- bre de 1824, el coronel Hall lijó la temperatura media de Pana- ma en *27® 2. Tumaco. — En febrero de 1832 un termómetro introducido á un pié de profundidad en el suelo, al abrigo de una choza, se- ñaló 26« 1. Tumaco está en el Chocó, y el pais que le rodea es húmedo y cubierto de bosques. — En junio de 1828 se hicieron observaciones que dan áeste pueblo una temperatura media de 26° 4. Esmeraldas está situado á las orillas del rio del mismo nombre, y sus alrede- dores son húmedos y poblados de árboles. Guayaquil. — En enero de 1832, puesto el termómetro á un pié bajo el suelo, en un piso inferior, indicó 26. Según resulta de un mes de observaciones hechas por el coronel Hall, la temperatura media de Guayaquil no excede de 25" 6. Guayaquil situado á las orillas del rio (iuayas, esta r(»deado de bosques y pantanos. Paita . — El termómelro introducido á un pié de profundidad en el suelo de una casa baja situada á la orilla del mar, indicó en enero de 1833 27® 1. Paita se halla en un terreno arenoso privado de vejetacion ; no llueve nunca. Pueden reducirse estas diferentes observaciones al siguiente cuadro. Puertni. Cumana. Latitud. I0“27 N. Temperatura media. 27®5. . . Obserracionei. País seco, pocos bosques 10,37 N. 27,5. . . Af^s/leic l^u Oiiniro • • uriUaba Rio de Hacha. 11,40 N. 28,1. . , id. .Sania Marta. 11,15 N. 28,6. . . Pais árido. Barranquilla. 11, 0 N. 27,9. . . id. Cartagena. . 10.25 N. 27,6. . . Pais |>anlanoso. Panamá. 8,58 N. 27,2. . . id. Tumaco. 1,40 N. 26,1. . . Pais húmedo. Selvas. Esmeraldas.. 0,55 ?í. 20,4. . . id. Guayaquil. . 2,11 S. 26,0. . . id. Paita, 5, 5 S. 26,1. . . Muy seco. •2’»" 00. Observaba al nacer el sol, á las 9 de la mañana, á las 12, á las 3 de la lardejalgunas veces á las 5 y á las 10 de la noche. K1 menor grado de calor ob- servado fue el dia 4 de Enero á las 0 de la mañ. 22“ cent; el mayor, los dias 9 y 20 de Enero á las 12 del día , 30® 2 termómetro centígrado, casi siempre. En Cartagena la temperatura de las 9 de la mañana puede considerarse como la temperatura media del dia, según se deduce de mis observaciones. La tempe- ratura de las 5 de la tarde está en el mismo caso. {Nota del traductor.) 190 MEMORIA Así puede decirse que la temperatura de la zona tórrida varia de O á 28« 5. La abundancia de selvas y la humedad tienden á enfriar el clima de un pais; por el contrario la sequedad y la aridez, que es su consecuencia, tienden á aumentar el calor. Nada hay mas propio para confirmar esta aserción qiie el examen del clima de una parte de las costas que el Mar del Sur baña. Desde la bahía de. Cupica hasta el golfo de Guayaquil, el pais está cubierto de bosques inmensos y surcado por innumerables rios, llueve casi continuamente. La temperatura media c « _C ”3 O . 5 § ^.2 .2 S a tx> .:: 00 u &« tti • ^ V - 5 « .i .5 CQ cí Pd C >. Ü5 >^ .£ o i» U3 4# í 2 5 P5 ?c' 3 c/: ' p *5 's « o cd * H 2 o .2 J g’ «A 'A ■= «'3 Ñ 0 C3 3 o> b 3 0 u ** C = =3=3 *• ^ eo es a — a « a 0 a ^ ^ c 5 S . £ . 2 .2 S .2 S «S ti 4i 2 =• 2 <í S < c tí O 3in— O0 0'íooe*5v»{^ ^ .A .A .«& >A ftA éA ^ ^ es > te -— .— tC "~ ■ ; c .5 .= ■ T3 -3 *3 - t : «' 3 ' 3 - 3 ' 3 ' 3 - 3 - 3 r 3 - 3‘3 Uj— — ._ ._ — ._ •3 ra -3 W 3 2 w r ': 'Ji C3 '-' 0 3 ^ 0 *a> « c Ñ 2 ”3 •»! > .2 C S3 “ <3 > > ce *3 - S" O a ? S *3 rH ^ ^¿*3 4 J nX^r i T, ^2 ~ w — « ■O .» :o a — 5 2 _t> !2 2 —-.3 «> '{«3 '= 3 - — ^ ■« ST o ^ « 6 » 2 •3 «J -3 o -? O ^ *4 co - *3 s rH rs >=««3 o 22 « «í — -2 u> .3 -ji uí — • • • •• £ 2 -3 s ^ ^ *5 c c 0 0 0 es •í? 0 00 « X e *5 C 3 0 co •3 *0 3 es »*3 0 fN 00 • •* «k ♦ »\ «• A A 0 <• *ít ÍS Í 3 n co .e 3 « y 4. o d > » L‘» 2 OC cc o c> r^ «k i« o r> •% c o O lO c #> es •« C c o »- #V. «k Q fo C r^ o o ?*N 00 ^ t^ o o o o c» o oc 00 r^ o c t>. O o o co O 4 ¿^ u-í ^ o *A n s. ^ s> Ü y — es r- •* — — ^ — •* T-í ■•-« »- >-. c Ss 2 ^ S ^’i ¿ 'í o o en — cnooo^r^ — ®»«0 — ««o «wo-«®t'<=>'-«csOOOc: íí*SooS«finOCOo «« — «eMCScs.es««<^ c in n es O t^ o es s5* eo re o ce •T «3 t^ o ce ce sr *3* ie 30 Kfi o S9 o p; s ÍZ 5 '<^¿;rtc«'*íwcñWíJj’S< 4 Í -«J — S _ C • « ^ - í3 m to C5 O c; -C *:5 te u C3 ^ n E — <3 tiS O O « c « ® s_ wi »: '-' o S^«£ 20 Í^'Í 2 §.o 5 a ^ ©"«Tr 5 — S =■« f-^ o p «J oo €3 c u I SOBRE LA TEMPERATURA MEDIA. 197 c •o rs to C «s tu a a ^ c o -.7 s» t/t ^ s .i o «« C8 U> JX to o c o es es Ci> a 3 es bC »■. .= ^ = i-'-s £-^-:2:2^|.= 4 '|:h3:2.-2 tg Q ÍS T <«.<-» — • 2 *0 “ *5 ”3 •’O 22 •*■ •«« •»« •= á « O 12 w (A O O ja • u ° .-« 2 0 = 0 '3 5^ ja ■^ £ 3 v> S?S •C 5 ^ iA O 2 C3 ■A O u a 2 o > s ^9 C t5 c t< 3 S . U) ^ s . « £ « =* iJ w ‘C ’H ,e- .«j H -< <5 Sí a *3 a 3 • ^3 «*2 5 S 'A O ^ ií O rt s U • 2 • • o c 2 2 aH á!3 ü u a ^ "B "3 T3 a £5 a < a E '3 O a es u es es a .3 'A "3 '£ 5* a B ■< H o a e a a <; o Xñ '3 ÍP= .§1 1 S C H a o N ^ O « -B jj a W 3 O Ai • _ • • S s 2 p s 2 s o " ■= 2 .2 ■= .« cc^ cr e cr c a a a a es a 03 a a a a C 73 H ■«! r* "< ° A *3 2 2 .2 a . 3 g « c- O-B S 3 -3 *3 2® 3* <1 £“»-< >-1 « n a £ " .2 o a V3 — U H S H n a c -3 ^ “a ‘s-E- • • B « es c'sousa»n 1 ® "V ^.=1 o - ” “i ^ C» e3 «■ o o r- s^e'j.^srvycAeso — «000 oo* oo* oí exT ur" r-f - — — o> •- es es 0 0 •- 0 0 co 0 — US 0 0 U 5 0 00 0 eo 0 es •a» — 0 0 — «í? r>e a 0 M 'S‘ 0 ■•O 0 0 «M es 0 0 0 t>. 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Carbono 0,883 0,880 0,885 0,88 4 Hidrógeno 0, i 2 1 0,122 0,119 0,119 1,004 ■ 1,002 1,004 1,003 Se ve pues que el petroleno es isomérico con el aceite esen- cial de limón, con la esencia de trementina y el aceite de copa iba. No pudiendo combinar el petroleno con los ácidos sulfúrico y clorhídrico, he lomado para descubrir su peso atómico la den- sidad de su vapor por el método deM. Dumas *. El vapor del petroleno pesa íl® 4 1 5. 20 vul, de vapor de carbono = 8,432 lü vol. de Lidrógeno = í,!01 9,538 Multiplicando por cuatro para tener el peso atómico, se tiene: so átomos de carbono = 3,000 8 64 átomos de hidrógcno= 400 0 3,4GO 8 Según M. Dumas, la densidad del vapor de la esencia de tre- mentina es de 4,765, que es precisamente la mitad de la densidad 1 Peso del recipiente lleno de aire 78 gr. 143. Barom. 745”, 5” term. 21“ 2. Lleno de vapor 79 220. Capacidad del recipiente á 21®, 2. 297 cent. cnb. . Aire que quedó en el recipiente 20 c. cub. Pres. 728®” term,v^21,2. Temperatura del vapor 310*. {Nota del autor.) 202 MEMORIA del vapor del petroleno. El petroleno, como los aceites que son isoméricos con él, contiene 0,885 de carbono y 0,115 de hidró- | geno. ' Despuesde la preparación alcoólica,el betúmen de Bechelbronn adquiere mucha consistencia, y el alcool queda impregnado de petroleno que es fácil separar destilando la tintura alcoólica. Mas el alcool solo no basta para quitar al betúmen todo el petro- leno, porque á medida que el betúmen pierde su fluidez, dismi- nuye la acción disolvente del alcool. La destilación del betúmen á un calor constante y suficientemente elevado no da mejores resultados. Después de muchos ensayos, el mejor arbitrio que hallé para separar el betúmen de su principio volátil, fué calen- ^ tándolo hasta 250*^ en una estufa de aceite de M. Gay-Lussac, hasta que cesa de haber diminución en el peso, operación larga que dura 45 á 50 horas, aunque solamente se verifique en dos gramos de materia. Por este método una parte del petroleno se oxida y pasa al estado sólido ó de asfalteno, de modo que res- | pecto de esta sustancia el análisis es imperfecto. Mas como ya este principio volátil se ha examinado, se consigue lo principal 1 que es examinar el principio sólido, que se obtiene puro en esta operación. El es negro, muy brillante, fractura concoidea, pesa mas que el agua. Calentado á 300% se ablanda y adquiere elasti- cidad. Se descompone antes de derretirse. Arde como las resi- nas dejando un residuo muy abundante. Cuando se extrae el principio lijo de un betúmen que ha sido purificado pré.viamente con el étber, entóneos no queda residuo después de la combus- tión. Este cuerpo posee todos los caracteres del asfalto, y como por otra parte forma la parte esencial de este mineral, le llamo asfalteno. 0, 299 de asfalteno quemados por medio del óxido de cobre dieron : Aculo carbónico. 0,814 agua 0,2G8 — carbono. .0,750 ] — hidrógeno. 0,099 ^ j — oiigeno. .0,148 1 Esta composición se representa por la fórmula siguiente : • c w H o » ó por esta ('.«o H «4 O ». Lo que parece indicar que el asfalteno es el resultado de la SOBRE L\ COMPOSICION DE LOS BETÜMENES. 203 oxidación del peLroleno. El asfalleno es insoluble en el alcool, y soluble en el élher, los aceites comunes y la esencia de tremen - lina. Lo mismo sucede con el petroleno. El belúmen de Bechelbronn puede considerarse como una mezcla de pelroleno y de asfalleno, esto es por lo ménos lo que se deduce de su análisis. El betúraen analizado, fue antes puri- licado por medio del élher. Acido oibónico. aguí. I. 0,357 dieron 1 , 1 25 0,360 u. 0,385 1,21 1 0,400 1, 11. Carbono. . . 0.871 0,870 HidiógeuO. . . . 0,113 0,112 Oxig eiio. . . 0,016 0,018 Parece pues, conforme á esta composición, que el belúmen de Bechelbronn contiene : Pelroleno, 0,85 í Asfalleno, 0,146 En esta suposición se tendría : Carbono 0,868 Hidrógeno 0,112 Oxígeno. 0,020 Aunque no he analizado el belúmen de Lobsann, he adqui- rido la certidumbre de que contiene los dos principios que be encontrado en el de Bechelbronn En resúmen, considero que los betúmenes glutinosos pueden mirarse como mezclas en todas proporciones de los dos princi- 1 Con la sola diferencia de que eiiLohsami predomina el asfalleno : asi es que el belúmen que se extrae de aquellas nnnas se aplica sobre todo para fabricar escayolas, mezclándolo con guijarros, en una proporción que se puede de- ducir de la circunstancia de que el quintal doble ó métrico de betúmen puro se yende á razón de 80 francos y el de la escayola ó mezcla á 14 francos. Un quintal de esta última materia puede aplicarse en una superticie de seis metros cuadrados, y poco mas de una pulgada de espesor ; y de este modo se u.sa para enlozar las calles en las ciudades, para azoteas, etc. Eu donde como en Améi ¡«'a el corte de las piedras es costoso, seria de muclia importancia la creación de esta industria y sus aplicaciones. En Julio de este año de 1846 visite las minas de Lobsann y observé rpie, á pesar de que la temperatura del aire era de 30* centígrados, el betúmen de ({ue estaban cubiertos y enlozados los patios y caballerizas no se ablandaba; por tanto creo que bien puede empicarse en la zona tórrida con ventaja y economía, pues no faltan minas de esta sustancia. Solo en las provincias de Mariquita y Neiva, en la Nueva Granada, conozc<» cuatro, que llaman allá neme, y cuya situación á poca distancia del Mag- dalena facilita los trasportes. {Nota del traductor.) 201 MEMORIA, ETC. píos que tienen cada uno una composición deünida. Uno de ellos iel asfalleno), sólido y fijo, se aproxima por su naturaleza al asfal- to; el otro (el petroleno), líquido, oleoso y volátil, se parece por algunas de sus propiedades á ciertas variedades de petróleo. Esta es la razón por qué varia la -consistencia de los betúmenes por decirlo así hasta lo infinito, y basta que uno ú otro de los dos principios domine en la mezcla, para aumentar ó disminuir su Iluidez. Mas siempre se puede reducir un belúmená mayor con- sistencia y solidez, volatilizando por medio del calor una parte del principio líquido, y esto hacen los habilantes de Paita con el betúmen que tienen, naturalmente demasiado flüido , para calafatear sus embarcaciones, que es el uso para que lo aplican. La analogía aparente que hay entre el asfalteno y el asfalto de los'mineralogistas me decidió á averiguar si ella continuaba hasta en la composición. Sometí al análisis el asfalto de Coxitambo, que ciertamente puede considerarse como tipo de la especie. El as- falto de Coxitambo tiene la fractura concoidea, mucho brillo, y por su color negro y brillante podria pasar por piedra obsidiana; su densidad es del, 68. El asfalto de Coxitambo se disuelve con mucha dificultad en el petroleno y en los aceites comunes, y esta es la única diferencia, que parece provenir de la grande cohe- sión del asfalto natural, pues en todos los demas caracteres es idéntico con el asfalteno. Pulverizado el asfalto de Coxitambo con una lima, y quemado, hallé que dejaba 0,016 de cenizas lije- ramente ferruginosas. Por dos experiencias, 0, 307 de asfalto (deduciendo las ceni- zas) me dieron en el análisis : Acido carbónico, 0,819 agua 0,201 — carbono. . 0,750 — hidrógeno. . 0,095 — oxigeno. . 0,155 ¡ Esta composición se aproxima pues mucho á la del asfalteno sacado del betúmen de Bechelbronn. RELACION DE UNA ASCENSION AL CHIMBORAZO. 205 RELACION De una ascensio7i al Chimborazo^ ejecutada el 1 6 áe diciembre de 1831 por M. Boussingault. Después de diez ailos de trabajos asíiluos había por fin realizado los proyectos demi juventud que me condujeron al Nuevo Mundo, había determinado la altura del barómetro al nivel del mar en- tre los trópicos, la posición de las principales ciudades de Vene- zuela y de la Nueva Granada, y conocido por muchas nivelacio- nes la forma de las cordilleras j había adquirido los dalos mas exactos sobre los criaderos de oro y de platina de Antioquia y del Chocó; había establecido sucesivamente mi laboratorio en el cráter de cada uno de los volcanes vecinos del Ecuador, y fi- nalmente había tenido la fortuna de poder continuar mis obser- vaciones sobre la diminución del calor en los Andes intertropi- cales, hasta la enorme altura de 5500 metros. Me hallaba en Riobamba descansando de mis últimas excursiones al Cotopaxi y al Tunguragua, y también porque quería examinar cómoda- mente y saciar mis ojos, si me es permitido usar de esta expre- sión, con la contemplación de estas majestuosas cimas neva- das que tantas veces me habían procurado las dulces emociones de la ciencia, y á las cuales muy pronto debia decir un á dios eterno. Piiobamba presenta quizá el diorama mas singular del universo. La ciudad no encierra en sí misma cosa notable, y está situada en uno de aquellos llanos áridos tan comunes en los Andes, y que tienen todos un aspecto hiemal característico que produce .. en el viajero cierta sensación de tristeza, la cual depende acaso en parte de que para subir á estos lugares se atraviesan siempre lossitios mas pintorescos, y de que nunca se pasa sin sentimiento del clima suave de los trópicos, alas escarchas del norte* Se di- visaban desde la casa en que yo habitaba el Capac-Ui'cu, e\ Tun- guragua, el Cubillé, el CarguairazOy y en fin al norte el Chimbo- razo j y otras muchas montanas célebres que sin tener el honor o(¡6 RELACION lie estar cubiertas perpetuamente de un manto de nieve, no son por esto ménos dignas de la atención de los geólogos. El vasto aníiteatro de nieve que circunscribe por donde quiera el horizonte de Riobamba, ofrece de continuo campo para las observaciones mas variadas. Es curioso reparar el aspecto de es- tas cimas nevadas á diferentes horas del dia, y ver variar su al- tura aparente dé un momento á otro por efecto de las refraccio- nes atmosféricas. ¿Con qué interes no se advierte en un espacio tan reducido, la producción de todos los grandes fenómenos de la meteorología? Aquí una nube horizontal inmensa, de aquellas que Saussure ha definido con tanta exactitud con el nombre de parasitas, cihe por la mitad uno de estos elevados conos de Ira- quila, y conserva su posición sin desprenderse á pesar de la vio- lencia de los vientos. En breve, de esta masa de vapor se lanza ol rayo; el granizo y la lluvia inundan la base de la montaña, miéntras que su copa nevada, inaccesible á la borrasca, brilla iluminada por el sol. En otra parte se descubre una cúpula res- plandeciente de hielo, cuya proyección sobre el azul subido del cielo permite distinguir sus mas delicados contornos; la atmós- fera se manifiesta pura y trasparente como el mas diáfano cris- tal, cuando, mirando atentamente, se advierte de repente que esta cima nevada se cubre de una nube en forma de velo lijero, que parece emanar de su seno, como si despidiera humo, esta nube no ha acabado de formarse cuando desaparece para repro- ducirse luego y desvanecerse otra vez. Tat formación intermi- tente de las nubes es un fenómeno muy frecuente en las sierras nevadas, y se observa particularmente en tiempo sereno y siem- pre algunas horas después de la culminación del sol. En estas circunstancias pueden compararse los nevados á condensadores lanzados hacia las regiones elevadas de la atmósfera para enjugar el aire refrescándolo, y que restituyen de este modo á la superfi- cie de la tierra el agua que se hallaba en la atmósfera en forma de vapor*. 1 Quiero copiar aquí este capítulo del original rara dar á los lectores una muestra del estilo de M. BOussingault, que reúne dos raras cualidades, la de profundo observador y la de elegante escritor, y porque, si en la traducción del idioma de las ciencias se lucha con dificultades nacidas de la escasez de tér- minos técnicos adoptados por la Academia Española, y que es preciso nacio- nalizar por autoridad privada, en la traducción del Icogtiagc descriptivo 207 DE UNA ASCENSION AL CHIMBORAZO. Estas planicies rodeadas de nevados presentan á veces el as- pecto mas lúgubre, cuando un viento constante trae aire hú- medo de la región caliente. Entonces cesan de verse las monta- nas, y el horizonte se cubre de nubes que parece tocan la tierra. El tiempo se mantiene frió y húmedo, porque esta masa de va- pores es casi impenetrable á la luz del sol ; de modo que no hay sino un crepúsculo continuado^ el único que se conoce entre los trópicos, porque, bajo la zona ecuatorial, la noche sucede súbi- tamente al dia, y el sol parece que se apaga al ponerse. Mis observaciones sobre las Iraquilas de las Cordilleras no podian terminarse mejor que por un estudio especial del Chlm- borazo. Para ello habría sido en verdad suficiente acercarme á la base, pero lo que me decidió á pasar el límite de la nieve permanente , en una palabra, lo que determinó mi ascensión fue la esperanza de obtener la temperatura media de una esta- ción extremamente elevada, y aunque esta esperanza fué frus- trada, no por esto creo que mi excursión ha sido enteramente no es posible siempre sin chocar contra las reglas de la sintaxis en el idioma en que se traduce, trasmitir al lector el giro de la frase original, que muchas veces es lo que produce mayor impresión. *c C'estun sujet continuel d’observations variées, que ce vaste amphithéAlrc de neige qui limite de toutes parís Thorizon de Riobamba. 11 est curieui d’observer l’aspect de ces glacicrs aux différcnles heures du jour, de voir leur liauteur apparentc, varier d un moment A 1 autre par leffet des léfractions atmospbériqiies. Avec quel interét oe voit-on pas aussi se produirc dans un espoce aussi circonscrit tous les grands phénoménes de la météoroli»gie ! Ici c’cst un de cesnuages inmienscs en longucur, queSaussure a si bien diMini par le nom de nuage parasite, qui vicnt s’attacher á la parlie inoyenne d’un cono de trachyte; il y adliére; le vent qui soufíle avec forcé nc peut ricn sur lui. Bientót la foudre éclate an milieu de cette masse de vapeur, de la grélc méléc de pluic inonde la base de la montagne, tandis que son soinmet neigenx , que l’oragc n’a pu atteiadre, est vivemént éclairé par le solcil. Plus loin c’est une cirac*'é1ancée de glacc resplendissante de lumiére; elle se dessinc nettement sur l’azur du cid , on en distingue tous Ies contours, tons les accidents ; l’at- raospliére estd’une purcté remaniuablc, ctcependant ccllc cime de neige se couvre d’un nuage qui semble émaner de son sein , on croirait en voir sorlir de la fumée; ce nuage n’offre déja plus qu'une Icgére vapeur, il disparait bientót. Mais bientót aussi, il se reproduit pour disparaitre encorc. Cette for- mation intermiltente des nuages est un pliénoméne tró-s-fr^uent sur les sommets des montagnes couvertcs de neige ; on l’ohserve principalement dans les temps screins, toujours quelques heures aprós la culmination du soleil. Dans ces conditions, les glaciers peuvent étre comparés á des condensateurs lanc.és ters les hautes régions de ratmnsphóre pour desíécher l'air en la refroidissant, et raracncr ainsi á la surfacc de la terre l’cau qui sy trouvait coDtenue i l’état de vapeur. » (A’ofa del Traductor.) 508 UrXAClON inülil para la ciencia. Manifiesto así las razones que me condu- jeron sobre el Cbimborazo , porque repruebo las excursiones peligrosas á las montañas cuando no se emprenden en el interes de las ciencias. Asi es que á pesar de las repetidas ascensiones al Monte Blanco que se han ejecutado desde el tiempo de Saus- sure la que él hizo es la única importante, y ningún reconoci- miento debemos á sus imitadores, puesto que no han hecho conocer nada que merezca los peligros de semejante viaje. Mi amigo el coronel Hall, que me había acompañado ya al Cotopaxi y al Anlisana, quiso hacerlo también en esta expedición, descoso de aumentar en ella los datos que se ocupaba en recoger respec- to de la topografía de la provincia de Quito, y de continuar sus investigaciones sobre la geografía de las plantas. Hay dos modos de subir al Chimborazo desde Riobamba : por el Arenal la pendiente es áspera, y la nieve aparece rasgada por muchos picos de la roca traquítica; por Chillapullu , no léjos de Mocha, aquí el declive es menor pero la cuesta es mas larga. Kste fué el camino que preferimos después de haber examinado detenidamente las inmediaciones de la montaña. El ti de di- ciembre de 1831 fuimos á dormir en la hacienda del Chimborazo, y tuvimos la fortuna de hallar en ella paja seca y algunas pieles de carnero para abrigarnos. Este lugar tiene una altura de 3800 metros, se siente en él bastante frió por la noche, y como la leña es escasa por ser la región de los pajonales, que se atraviesa an- tes de llegar al límite de la nieve perpetua, y donde acaba la ve- getación, la residencia allí no es muy agradable. El dia 15 nos pusimos en camino guiados por uno de los Indios de la hacienda, los cuales en general son malos guias , porque como no suben mas allá del límite de las nieves permanentes, no pueden adquirir un conocimiento cabal de la ruta que ha de seguirse para llegar á la cima de los nevados. Seguimos un arroyo cuyas aguas bajaban del nevado por una grieta profunda, luego abandonamos su cauce para dirigirnos hacia Mocha por la base del Chimborazo. Ibamos siempre subien- do aunque insensiblemente, y nuestras muías caminaban con trabajo por entre las piedras sueltas acumuladas de la base de la montaña. Poco á poco creció la inclinación de la cuesta, de modo que al fin ya las muías se detenían á cado paso, y no ha- 209 DE Ü.NA ASCENSION AL CIIIMBORAZO. cían caso de las espuelas. La respiración de estos animales pare- cía difícil y precipitada. Entonces hice una observación baromé- Irica que me probó que estábamos á 4808 metros sobre el nivel del mar, es decir, con dos metros de diferencia, á la altura del Monte Blanco. Allí dejamos las caballerías y nos cubrimos la cara con máscaras de tafetán raso que llevábamos, por evitar los accidentes que sufrimos en el Antisana, y comenzamos á trepar por un corte de penas que alcanzaba á un punto muy ele- vado del nevado. Era mediodía, y aunque subíamos despacio, caminando por entre la nieve , sentíamos á cada instante mayoi dificultad para respirar : á cada ocho ó diezpasos nos veíamos forzados á detenernos para restablecer nuestras fuerzas, pero sin sentarnos. En alturas iguales creo haber observado que se respira mas difícilmente andando sobre la nieve que sobre las rocas- En otro lugar trataré de dar de ello una explicación. Dentro de breve tiempo llegamos á una peña sobresaliente en la dirección (]ue seguíamos y continuamos por sobre ella, no sin mucha fa- tiga ocasionada por lo blando del piso de nieve en que nos su- mergíamos á veces hasta la cintura. A corta distancia vimos que era imposible continuar, porqu’e del otro lado de la pena negra la nieve blanda tenia mas de cuatro pies de profundidad por donde quiera. Nos sentamos á descansar sobre una peña des- nuda qué parecía una isla en medio de un mar de nieve. La medida barométrica nos dió una altura de ul la metí os , deján- donos con la pena de saber que después de tantas fatigas solo habíamos subido 307 metros desde el punto en que nos apea- mos. Llene aquí una botella de nieve con el fin de hacer después un examen químico del aire encerrado en sus poros; luego se verá que objeto me proponía en este exámen. Pocos minutos fueron suficientes para bajar al lugar en don- de habíamos dejado nuestras muías. Allí me detuve para exa- minar esta parte de la montaña geológicamente y recoger mues- tras de la serie de rocas. A las 3 1 12 volvimos á emprender nuestro viaje de regreso y llegamos á la hacienda á las seis. A pesar de que el mejor tiempo nos favoreció, y de que nunca el Chimbo- razo nos habia parecido tan majestuoso, no podíamos conside- rarle sin pesar y descontento, después dc' nuestra infructuosa tentativa. Resolvimos hacer otra por el lado mas pendiente que 14 nEUClON es el que da sobre el Arenal, por donde había subido M. de Humboldt, yen ciiva dirección nos habian mostrado desde Rio- bamba el punto hasta donde habla alcanzado, mas nos fue im- posible saber nada respecto de la senda que le condujo, porque va habian muerto los Indios que acumpafiaron aquel intrépido * El dia siguente , á las 7 de la mañana, nos dirigimos bacía el Arenal. El tiempo estaba claro y sereno. Al oriente descubría- mos el famoso volcan del Sangay en la provincia de Macas, que La Condaininehabia visto un siglo ha en un estado constante de incandescencia.’Por esta parte el terreno es mucho mas pen- diente. En general las planicies traquilicas que sostienen los picos aislados de los Andes se levantan insensiblemente. Las mu- chas y profundas grietas que surcan estas planicies parecen di- vergentes de un centro común, y son mas angostas a medida que se alejan de este centro. Pueden compararse con exactitud á la superficie de una vidriera estrellada. A las 9 de la mañana hicimos alto para desayunarnos ala sombra de una enorme roca de Iraquita que llamamos el Pedron del Almverso. Aquí hice una Observación barométrica con la esperanza de hacer otra a las í de la tarde para conocer á estas alturas cual es la diurna del barómetro. La elevación del Pedron es de 4335 me- tros. Continuamos, y, sin desmontarnos, atravesamos e limite de la nieve permanente, y solo a la altura de 4945 metros en dondeel terreno es ya enteramente impracticable para las muías lasdejamoscon la certidumbredequepocoshan andado a caballo en semejantes alturas, pues para ello se necesitan muchos años de práctica en los Andes. Estas pobres muías habian tratado ya muchas veces de hacernos comprender su cansancio dejando caer enteramente las orejas y volviendo á mirar sin cesar hacia el llano á cado paso , porque estos animales tienen un instinto verdaderamente extraordinario. Después de haber reconocido el punto en que nos hallábamos, advertimos que para llegar a una eminencia que se dirigía hacia la cumbre del Chirntorazo era preciso trepar antes una cuesta escarpadísima que temamos á la vista y que se componía de piedras de todos tamaños cubier- tas mas ó menos de hielo , y en partes se veia que estos trozos de roca descansaban sobre la nieve endurecida, y que por con- DE IjxNA ASCENSION AL CHIMBOUAZO. 2!1 siguiente se tiabrian desprendido recientemente de la parte su- perior de la montana. Estos derrumbes son frecuentes, en me- dio de los nevados de las Cordilleras, y los mas temibles son aquellos que arrastran mas piedras que nieve. Eran las diez y tres cuartos de la mañana cuando dejamos las muías, y en tanto «lue anduvimos por las piedras no tuvimos mucho mas trabajo que el que habríamos sufrido al subir una escalera desbaratada, en donde todo consiste en escoger la piedra que está mas firme para poner el pié. Cada seis ú ocho pasos hacíamos alto para tomar aliento, y yo aprovechaba estos momentos para cortar y preparar muestras de rocas para mi colección geológica. Mas cuando pisábamos sobre la nieve, el calor del sol nos sofocaba, nuestra respiración se hacia mas difícil , y por lo mismo tenía- mos forzosamente que reposarnos casi á cada p5so. las once y cuarto acabamos de atravesar un espacio considerable cubier- to de nieve en el cual fué preciso cavar para hacer escalones. No faltó peligro en este pasaje en que up resbalón habria cos- tado la vida á cualquiera de nosotros. Entramos luego de nuevo á la parle pedregosa que mirábamos como tierra firme, y por lo mismo* por allí' subimos algo mas rápidamente. Yo caminaba delante, luego el coronel Hall, y últimamente el negro, que se- guía cuidadosamente nuestros pasos para no comprometer la seguridad de los instrumentos que llevaba á cuestas. Marchába- bamos en completo silencio, porque la experiencia me había enseñado que no hay cosa que tanto extenúe en estas alturas como hablar, así solo en voz baja y cuando nos deteníamos , se proferian algunas palabras. Atribuyo á esta precaución la salud de que he disfrutado constantemente en mis ascenciones á los volcanes. En el Antisana, un Indio que, á pesar de este pre- cepto que aun con despotismo he hecho ejecutar, gritó llamando • al coronel Hall que se habia estraviado con la niebla, fué ataca- do súbitamente de vértigo y de un principio de hemorragia. Por fin, llegamos á la eminencia en forma de filo que nos proponíamos seguir hasta la cumbre. Desgraciadamente no era tan cómoda como lo pensábamos desde léjos , poca nieve la cu- bría es verdad \ pero en compensación tenia declives tan escar- |)ados que no era fácil escalarlos sin hacer esfuerzos inauditos, yen estas regiones aéreas los ejercicios gimnásticos son bastante 212 RELACION penosos. Por úllimo llegamos á una muralla vertical, tajada en la roca Iraquítica, de muchos centenares de metros de altura. Aquí sentimos un momento visible'de desaliento, el barómetro nos indicó que solo estábamos á 5680 metros de elevación sobre el nivel del mar, altura inferior á la que llegamos cu el Cotopaxi, V también á la de la ultima estación de M. de llumboldt sobre el Chimborazo, á donde por lo ménos queríamos llegar. Cuando los exploradores de monlanas comienzan á sentir desaliento, lo primero que hacen es sentarse, y así lo hicimos nosotros en la estación de Pena Colorada. Era la primera vez que nos permitía- mos descansar sentados : y como nos devoraba la sed, nuestra primera ocupación fue chupar hielo para aplacarla. Era ya casi la una, y sin embargo sentíamos mucho frió, el termómetro ha- bía bajado á 5” -í. Nos hallábamos envueltos en una nube, y el higrómetro marcaba 91". Luego que la nube se disipó, el higró- metro se fijó en Tanta humedad en semejante altura puede quizá parecer extraordinaria, pero no es sino muy ordinaria en los nevados de los Andes, y paréceme que puede exidicarsc fá- cilmente, porque por eldia la superficie de la nieveestá casisiem- pre húmeda i así, por ejemplo, en la Peíia ColoTüdaÁódo estaba mojado, por lo mismo el aire ambiente cerca del nevado debia estar saturado de vapor acuoso. En el Monte Blanco , Saussure vió que su higrómetro se mantenía entre 51 « y 59“ cuando la temperatura variaba de 0® 5 a — 2® 3 de Reaumur, y no es laro encontrar aun en el nivel del mar un estado higrométrico se- mejante. En las Cordilleras, se observa lamayor sequedad del aire en las planicies que tienen una altura entre 2000 y 3500 metros. En Bogotá, por ejemplo, el higrómetro de Saussure baja hasta 26". Los accidentes que sufren las personas que frecuentan los ne- vados, y particularmente la alteración del cutis de la cara , no pueden pues atribuirse á la extrema sequedad del aire. Esta alteración depende, por lo ménos en parte, de la acción de una luz muy fuerte , puesto que para impedirla es suficiente un velo lijero que no impide el contacto libre del aire, pero sí basta para atenuar la luz fuerte del sol reverberada por la superficie de la nieve. Me han asegurado que algunos defienden la cara de esta acción molesta de la luz tifiéndose de negro; y para mí esto no es dudoso, porque el negro que me acompañó al Antisaha, 213 DE ÜNA ASCENSION AL CIIIMBORAZO. fué atacado como yo de una terrible indamacion en los ojos, por lio haberse cubierto el jostro , sin cjue su cutis sufi iese la menor alteración, mientras que el mió quedó enteramente des- truido. Cuando se disipó la nube que nos envolvia, reconocimos nues- tra posición. En frente teníamos la pena colorada cortada á pico, á nuestra derecha un abismo espantoso, á la izquierda, del lado del Arenal, se veia una roca sobrecaliente de la nieve desde la cual nos pareció que podria descubrirse si nos era posible ro- dear la peña colorada, y aí mismo tiempo si la subida en este caso era practicable. Aunque el acceso de esta roca era muy difícil, con el auxilio de mis dos compañeros logré subir, y desde allí me persuadí que si conseguíamos trepar por una superficie de nieve muy empinada que se apoyaba^obre el lado opuesto de la peña colorada, debíamos esperar continuar nuestra ascen- sión. Para comprender la topografía del Chimborazo, es preciso figurarse una inmensa masa rodeada y sostenida por todas par- les por estribos que se apoyan en la llanura. Antes de hacerla tentativa, mi negro fué por órden mia á exa- minar la nieve, que encontró bastante firme. Enlónces el coronel Hall y el negro dieron la vuelta á la roca en que yo estaba, y se prepararon á recibirme, puesto que yo tenia que deslizarme so- bre el hielo de como 25 pies para juntarme con ellos, operación » que se ejecutó sin accidente, pero una piedra, desprendién- dose de lo alto, golpeó al coronel Hall y lo hizo caer. Yo creí que estaba lastimado, hasta que le ví’levanlarse y examinar con su lente la muestra mineral que tan brutalmente vino á someterse á nuestras investigaciones : era un pedazo de roca traquítica, idéntica á la peña por donde subíamos. Lo hicimos con toda precaución, porque, aunque á la derecha podíamos apoyarnos sobre la peña, á la izquierda la pendiente era escarpadísima, de modo que antes de continuar, quisimos familiarizarnos con la vista del precipicio, precaución que tanto recomienda Saussure se lome cuando debe atravesarse un lugar peligroso, y no he olvidado jamas en mis expediciones arriesgadas sobre las cum- bres de los Andes tan prudente precepto. En breve comenzamos’ á sentir en mayor grado de lo que habíamos sufrido antes el efecto de la rarefacción del aire ; á 214 RlíLACION cada dos ó tres pasos teníamos que detenernos y aun acostar- . nos por algunos segundos, mas incomodidad solo era al ca- minar, y cesaba al instante que nos sentábamos. La nieve pfm- • cipió á entorpecer y hacer peligrosa nuestra marcba, porque solo habia ya tres ó cuatro pulgadas de nieve blanda sobre el hielo duro y resbaloso que quedaba debajo y que era preciso pi- car para aíirmar nuestros pasos. Este trabajo lo hacia el negro, que iba delante, perocómo‘se fatigaba tanto, quiseyopasar ade- lante para relevarlo, cuando resbalé de repente, aunque por fortuna el coronel Hall y el negro me retuvieron, corriendo todos tres en aquel instante el riesgo roas inminente. Esta circunstan- cia nos hizo vacilar, pero tomando una nueva resolución segui- mos, y siendo ya mas firme la nieve, hicimos los últimos esfuer- zos para trepar por el ángulo de peñas que deseábamos, al cual por fin llegamos á la una y tres cuartos. Allí nos convencimos de que era imposible pasar adelante, nos hallábamos al pié de un prisma delraquita, cuya base superior, cubierta de una cúpula de nieve, forma la cumbre del Chimborazo. El paraje á donde habíamos subido era un reducido pretil de algunos piés de anchura, rodeado por todas {¡artes de precipi- cios, y en cuyos contornos la naturaleza presentaba los mas ca- prichosos accidentes. El color oscuro de la roca contrastaba con la blancura deslumbradora de la nieve. Sobre nuestras cabezas se veian suspendidos como arañas de cristal largos estalactitos de hielo, ó como una magnífica cascada que se hubiera conge- lado de repente. El tiempo era admirable, el cielo puro, el aire en calma, apenas se divisaban.algunas nubecillas al occidenle; nuestra vista descubria una extensión inmensa, y en tan extraor- dinaria posición sentíamos el mas vivo contento. Estábamos en- tonces á 0004 metros de altura absoluta, es decir á la mayor ele- vación según creo á que los hombres han alcanzado en las montañas L I Como el Chimborazo tiene 6536 metros de altura, solo le quedaban 520 metros para llegar á la cumbre. £1 baten de Huuiboldt subió en 1802 ú 5109 metros sobre el Chimborazo, y desde entónces ningún otro sabio viajtto había intt otado la ascensión. En la sesión del 3l de Julio del año pasado, da cuenta M. Arago, secretario perpetuo de la .Academia de ciencias, de los nuevos c.Alcu os de 51. PcntlantI DE UNA ASCENSION AL CHIMBORAZO. 215 A las 2 de la tarde, el mercurio se sostenía en el barómetro a 371- 1 (13 pulgadas 8 líneas i) el termómetro del barómetro marcaba 7« 8 cent. A la sombra de la peila el termómetro libre marcaba igualmente T 8. En vano busqué una caverna para to- mar la temperatura media de la estación. A la profundidad de un pie bajo la nieve el termómetro marcaba 0, pero esta nieve se derretía y por lo mismo el instrumento no debía indicar otra temperatura. Después de algunos instantes de quietud nos bailábamos per- fectamente restablecidos de las fatigas del viaje, y ninguno de los tres sentía los accidentes que se refieren de otras personas que han subido á las altas montañas. Tres cuartos de hora des- pués de haber llegado, así mi pulso como el del coronel Hall marcaba 106 pulsaciones por minuto, y teníamos sed porque había en nosotros una Tijera excitación febril, mas en manera alguna desagradable. La alegría de mi amigo era tan manifiesta como comunicativa, y sin cesar de dibujar la escena que nos ro- deaba, y que él llamaba un infierno de nieve, se le soltaban los dichos mas agudos. Advertí que la intensidad del sonido se ha- biadisminuidotan notablemente, que la voz de mis compañeros se había modificado y alterado de suerte que no se reconocía, y que el poco ruido que hacia mi martillo golpeando la roca, nos causó mucha sorpresa. La rarefacción del aire produce general- mente en las personas que suben á las montañas, efectos muy marcados. En el Monte Blanco sintió Saussure náuseas y desa- zón. Esta disposición crecía al moverse ó fijar la atención en sus instrumentos. Según el Ladre Acosta, los primeros Españoles que pasaron sobre las montañas elevadas de América, fueron atacados también de náuseas y de dolores de estómago. Bou- guer sufrió muchas hemorragias en las cordilleras de Quilo, y del mismo accidente M. Zumstein en Monte llosa, finalmente á MM. de Humboldt y Bonpland en su ascensión al Chimborazo el respecto de la altura de los nevados de Bolivia, que desde Í830 se liabia su- puesto ser mas elevados que el Chimlwrazo, ;l consecuencia délas observa- ciones del citado viajero, según se indicó en la página 318 de la reiinprcsiou tlel Semanario de la Nueva Granada. En virtud de estos nuevos cálculos queda reducida la altura del Soratá á 6i88 metros, y la del lliraani á 6456 ; y como el Chimborazo tiene 6544, recupera esta montana su rango de la mas alta del nuevo Mundo. {Nota tUl traductor.) ¿16 RELACION 23 de junio de 1802, ademas de sobrevenirles náuseas, les salió san{?re de los labios y encías. Por lo que hace á nosotros, con excepción de la dificultad de respirar y lasitud extremada que sufrimos al subir la cuesta, inconvenientes que cesaron luego que nos sentámos, ningún otro accidente experirnenlamos. Quiza esla insensibilidad á los efectos del aire enrarecido debe atri- buirse á la residencia prolongada en las ciudades elevadas de los Andds L No habrá dificultad en concederme qué el liombre puede acostumbrarse á respirar el aire enrarecido de las mas altas montañas, si se considera el movimiento de ciudades como Rogotá, Micuipampa, Potosi, etc., cuya altura va de 2000 á 4000 metros, si se atiende á la fuerza y prodigiosa agilidad que los toreadores muestran en la ciudad de Quito á 3000 metros de al- tura, y á que, en lugares de una elevación tan grande como la del Monte Blanco, en el cual Saussure apenas tenia valor para consultar sus instrumentos y en donde sus guias robustos desx fallecian al hacer un agujero en la nieve, vemos en América damas jóvenes y delicadas entregarse por noches enteras al ejercicio del baile, y sobre todo sise recuerdaque una de las mas célebres batallas de la guerra de la independencia se dió en el declive del Pichincha á una altura casi igual á la de Monte Rosa. * Lo que sí he observado en todas mis excursiones á las cordi- lleras, es que en alturas iguales la sensación es mucho mas pe- nosa cuando se sube por sobre la nieve, que cuando se trepa • por la peña desnuda : así es que sufrimos mas en el Cotopaxi que en el Chimborazo, porqueen el primero permanecimos constan- temente sobre la nieve. Los Indios de Antisana nos dijeron que siempre que caminaban por algún tiempo sobre ja nieve les daba ahogo, y puede ser que los accidentes de Saussure y sus guias en su campamento de Monte Blanco, dependieran, por lo ménos en parte, déla acción todavía desconocida de la nieve, puesto que este campamento no llegaba siquiera á la elevación de 4141 y 1 Observé en 1838, que subí á la cumbre dd Rucu-Picbindui con el señor Rocafiierte enlónces Presidente del Ecuador, que d Dr.benit, medico Francés, v algunos ofii ialcs procedentes de las guarniciones de la costa dd mar fueron los mas incomodados, mientras que los Pastosos, Quiteños y yo, no sentimos sino d cansancio de la cuesta. {Nota dil Tniduclor.) DH: una ASCENSION AL CHIM.BORAZO. filT 4166 metros en que están situadas, según M. Penlland, las ciu- dades de Caxamarca y Potosí . En las alias montañas del Perú y en los Andes de Quilo, los viajeros y las muías en que van monlados sufren algunas veces de repente dificultad grande para respirar, y aun algunos afir- man haber visto caer las muías casi asfixiadas. Este fenómeno, que no es constante, parece independiente de los efectos causa- * dos por la rarefacción del aire, y se observa sobre todo cuando las montañas están cubiertas de nieves abundantes y que hay calma. Es de notar que Saussure se sentía aliviado de su males- tar en el Monte Blanco cuando soplaba algún vientecillo. Desig- nan en América con el nombre áe Soroche cslQ estado meteoro- lógico del aire que tanto afecta los órganos de la rcspii ación. Como esta palabra soroche quiere también decir pirita entre los mineros americanos, se infiere que han buscado la analogía de este fenómeno con las exhalaciones subterráneas, y aunque esta explicación pueda ser plausible, tengo por mas natural atribuir el soroche á un efecto producido por la nieve. La sofocación que he experimentado subiendo sobre la nieve cuando los rayos dcl sol la herían, me ha conducido á suponer que podía desprenderse de ella un aire viciado, y lo que apoya- ba esta idea singular era que .Saussure verificó una experiencia que le hizo pensar que el aire que lá nieve despide contiene mé- nos oxígeno que el de la atmósfera. Saussure liabia recogido el aire que sometió á su examen en los intersticios de la nieve del Cuello del Gigante, y Sennebier lo analizó por medio del gas nitroso, y, comparándolo con el aire libre de Ginebra, Saussure da los resultados siguientes : •> En Ginebra una mezcla de par- « tes iguales de aire» atmosférico y de gas nitroso produjo dos « veces 1,00. El aire de la nieve, ensayado del mismo modo, dió » la primera vez 1,85 y la segunda 1,86; mas este análisis, que » parecía indicar un aire bien impuro, habría exigido otras ex- » periencias para que se reconociese la naturaleza del gas que » ocupaba el lugar del oxígeno ». Yo deseaba hacia mucho tiempo repetir el experimento de Sennebier, porque si resultaba exacto, y si efectivamente el aire encerrado en la nieve de las montañas contiene menos oxí- geno que el aire ordinario, ya no habia dificultad en concebir 218 RELACION como este aire impuro desprendido por la acción del cálor del sol podía, esparciéndose en la atmósfera, incomodar álos hom- bres y animales quo lo respiran. Con este objeto fué que llené de nieve una botella en la estación de Chillapulla, la cual exa- minada en la Hacienda del Chimborazo, hallé que, habiéndose derretido enteramente la nieve, el agua que resultó ocupaba poco mas de la octava parte de la capacidad de la botella, y que por tanto las otras i partes de esta capacidad se hallaban ocu-' padas en gran parte por el aire que habla salido de los poros de !a nieve, y en parte también por el aire atmosférico que nece- sariamente quedó en la botella al llenarla. Analize con mucho cuidado este aire déla nieve de Chillapulla por medio del cudió- metro de fósforo : 82 partes del aire de la nieve dejaron por re- siduo 68 partes de ázoe, por tanto hubo l A partes de oxigeno absorbidas, de donde se deduce que este aire contenia 0,i6 de oxígeno. Ahora bien, si se atiendo á que la botella, ademas del aire de la nieve, debía contener también aíre atmosférico, no habrá duda en que este análisis confirma los resultados de Saus- sure en los Alpes, y que la dificultad de respirar que se siente sobre los nevados cuando hay sol, y el soroche de las altas mon- tañas del Perú, pueden en cierto modo explicarse concediendo que el aire que circula al rededor de la nieve, es ménos puro en aquellas circunstancias que elde la atmós'era. El resultado eu- diométrico que obtuve me parece exento de error, mas soy de sentir que se requieren nuevas experiencias para probar clara- mente que el aire examinado era efectivamente el que existia en los poros de la nieve ántesde derretirse; porque, como para ob- tener este aire fué preciso esperar la fusión de la nieve, el gas encerrado en la botella quedó en contactoicon el agua que re- sultó de allí, y como el oxígeno se disuelve con mas facilidad en el agua que el ázoe, el aire de la botella ha podido perder una parte de su oxígeno y quedar menos rico de este gas aun cuando el de la nieve hubiera tenido realmente la composición ordina- ria. Esta es la única objeción que puede hacerse á mi análisis; y en cuanto al de Saussure seria preciso para juzgarlo conocer antes el método empleado por aquel ilustre observador para extraer de la nieve el aire que analizó Sennebier. Los físicos que han frecuentado las montanas elevadas con- DE UNA ASCENSION AL CHIMBORAZO. 219 vienen todos en que el color azul del cielo parece tanto mas in- tenso, cuanta mayores la elevación. Saussure vio el cielo en el Monte Blanco de uncolor el mas subido de azul de rey, y durante la nocfie, en uno de sus campamentos sobre la misma montana las estrellas brillaba con el mayor resplandor en medio de un cielo de ébano, (sonsus propias expresiones). Sobre el Cuello del Gigante la intensidad del color del cielo era todavía mayor. Saussure ha- bía imaginado un instrumento á propósito para poder compa- rar las observaciones de esta especie. Nosotros por el contiaiio no advertimos en nuestra estación del Cliimborazoquc,á pesar de su pureza, el color del cielo fuera mas subido que en Quilo. Sin embargo, como , en alturas méwos considerables, he tenido oca- sión de ver el cielo casi enteramente negro, me propongo solo referir los hechos como los he observado. Estando en el Tolima, á una altura de 4,686 metros, es decir a corta distancia del límite de la nieve perpetua, el cielo me pare- ció conservar su color ordinario. En el volcan de Cumbal, el cie- lo se mostró de un color azul de ahil subido. Entónces me hallaba rodeado de nieve, porque el cráter de aquel volcan está circuido por el nevado. Miéntras que subia y antes de llegar á la nieve, el color del cielo me pareció mucho mas claro. En mi ascensión al Antisana, ántes de llegar á la nieve, el cielo perma- neció con su color ordinario, pero apenas entre a la nieve cuando me pareció tan oscuro como la tinta, y tanto, que el negro que cargaba con mi barómetro se asustó mucho de ello. Estefué el dia en que fuimos atacados por la violenta inOamacion délos ojos que nos privó de la vista por muchos dias. Finalmente, cuando subí al Cotopaxi, llevábamos yo como mi compañero de viaje anteojos de color, y habiendo caminado cinco horas sobre la nieve, nos detuvimos á la altura de 5,719 metros ; mirando entónces el cielo sin anteojos lo hallamos exac- tamente lo mismo que en el llano, y allí como en el Chimborazo, luegoque nos quitamos el velo de tafetán, reconocimos el mismo cielo de Riobamba y de Quilo. No por esto pretendo sostener que el color del ciclo no sea realmente mas oscuro sobre las montañas elevadas que al nivel del mar, puesto que yo no te- nia cyanómetro, y no tengo duda alguna respecto de los resul- tados que Saussure obtuvo, lo que quiero decir es que esta dife- 220 RELACION rencia de color no es sensible sino por comparación, y que el tinte negro del cielo qiie se observa en ocasiones sobre los ne- vados, depende de la fatiga del órgano de la vista y quizá es también un efecto del contraste. Los montaraces que acornpafiaron á Saussure en su memora- ble ascensión al Monte Blanco, pretendieron haber visto estre- llas de dia claro, cuando subían á la montaña. Saussure no fue testigo de este fenómeno porque su atención estaba dirigida á otra parte, pero no Ic quedó duda del hecho por el testimonio unánime de sus guias. Vo puedo decir que ni en el Chimborazo ni en ninguna otra de las montañas de los Andes en las cuales he subido á alturas mucho mas considerables que Saussure sobre los Alpes, he visto las estrellas en el día, habiéndome encontrado muchas veces en las condiciones mas favorables para observar este fenómeno, particularmente en la Peña Colorada, en donde me hallaba á la sombra y al pié de un muro de traquita muy ele- vado. Miéntras que estuvimos ocupados en nuestras observaciones sobre el Chimborazo, el tiempo continuó sereno y aun el sol ca- lentaba demasiado ; mas como á las tres de la larde vimos que se formaban nubes á nuestros piésen la llanura, luego oímos true- nos bajo dé nuestra estación, y aunque el ruido era débil se pro- longaba. Al principio creimos que eran bramidos subterráneos pero cuando observamos que las nubes rodeaban la base de 1 montaña y comenzaban á subir lentamente, conocimos que no debíamos perder tiempo, porque era preciso tratar de pasarlos malos pasos antes de que lloviera, en cuyo caso hubiéramos cor- rido los mayores peligros, porque la caida de un poco de nieve habría puesto la cuesta tan resbalosa, que no hubiera sido posi- ble transitarla, y no temamos ningún abrigo para pasar la noche sobre el nevado. Bajamos trabajosamente ; apénas habíamos-ca- minadocomo 300 á 400 metros, penetramos en las nubes por la parte superior y luego comenzó á caer algo de nieve delgada que enfrió el aire mucho. Cuando llegamos á donde el Indio nos es- peraba con las muías, cayó granizo grueso de una-nube, y con tanta violencia, que nos maltrató bastante. A las cuatro y tres cuartosabri mi barómetro en elPedron del almuerzo, en el mismo lugar en que observé por la mañana á las 9, á cuya hora 221 DE UlNA ASCENSION AL CHIMBORAZO. Se mantenía á 450“ G" térra, harom. 1 0 “ c. lerm. lib. 5 y halle á las 4 y 3/4 458 2 *18 3 Diferencia. 000 6 Así pues resultaba que á esta altura la variación diurna del barómetro se verifica en sentido inverso á la ordinaria, es decir bue, de las 9 á las 4, eií lugar de bajar como sucede entre los tró- picos, el barómetro sube. Supongo que esta irregularidad en la variación duirna del barómetro depende de alguna circunstancia accidental; y me inclino mas á pensarlo así, porque en la hacienda del Anlisana vi que las variaciones del barómetro, aunque me- nos considerables que en los valles, se veriíicaban siempre en el mismo sentido. Continuando la bajada, la lluvia mas fria se mezclaba al gra- nizo, y habiéndonos cogido la noche, no llegamos hasta las ocho á la hacienda del Chimborazo. Las observaciones que pude hacer en esta excursión confirman todas las ideas que ya tengo manifestadas en diversas ocasiones sobre la naturaleza de las montanas traquíticas que forman la cordillera de los Andes, y en el Chimborazo, que es eviden tenien- te un volcan apagado, he visto repetirse los mismos fenómenos que habia observado en los demas volcanes del, Ecuador. Como elCotopaxi, el Antisana, el Tunguragua y en general todas las montanas de que están herizadas las planicies de los Andes , la masa del Chimborazo se compone de la acumulación de frag- mentos de rocas traquíticas amontonadas sin óiden. Estas rui- nas enormes de traquita han sido levantadas en un estado sólido, sus ángulos son siempre agudos, nada manifiesta que hubo si- quiera algún principio de fusión. En ninguno de los volcanes del ecuador he visto nada que pueda mirarse como lava que haya corrido. De sus cráteres no ha salido otra cosa que deyecciones de lodo, gases ó fluidos elásticos y piedras incandescentes de traquita mas ó ménos escorificada que han sido lanzadas con frecuencia á distancias considerables. La naturaleza de la base del Chimborazo puede examinarse con detalle en el torrente vecino á la hacienda. Allí se ve que las traquitas no se hallan estratificadas, sino hendidas en todos sen- tidos. Esta roca de masa de feldespato, generalmente de un co- lor gris, contiene piróxeno y cristales de feldespato semi-vitroso. 20.2 RELACION La traíjuita se levanla hacia el Chimborazo , y presenta grietas que son mas anchas y profundas á medida que se aproximan á la montana como si el Chimborazo al levantarse hubiera encor- vado la planicie que le sirve de base. La roca traquitica, que es la que constituye en mucha parte el terreno de la provincia de Quito, ofrecé poca variedad, y los fragmentos amontonados confusamente que componen los co- nos volcánicos, son semejantes por su naturaleza mineralógica á la roca de que esta formada la base. Estos conos, estas mon- tañas sobresalientes son el resultado probable de los esfuerzos de los fluidos elásticos que ánies de salir de la tierra por los puntos de menor resistencia , levantaron la traquila quebrada en una infinidad de pedazos por la violencia de los vapores. Después de la erupción, la roca asi quebrada ha debido nece- sariamente ocupar un volumen mucho mas considerable , y no pudiendo caber los fragmentos en el lugar de donde habian sa- lido, han formado montañas sobre los orificios por los cuales se exhalaron los gases. Como aconteceria si haciendo un hondo agujero en una peña dura y compacta, se quisiera después volver á llenarle con las piedras que se hubieran sacado cavándola, y que lo que quedase precisamente sobrante después de colmado el hueco, se colocara al rededor de una línea que pasara por el eje del agujero. La figura de esta eminencia fragmentaria seria necesariamente un cono de tanta mayor altura, cuanto mas hondo se hubiera excavado el hueco. De esta manera es que yo concibo que se han Tormado el Cotopaxi , el Tunguragua , Chimborazo, etc. ^ Los fluidos elásticos al abrirse paso por entre la corteza tra- quítica después de haberla quebrantado han podido dejar la superficie del suelo en comunicación con huecos considerables, á una profundidad mas ó ménos grande. De aquí puede originar- 1 M. Bousftingault nic dccia en tono festivo, que esta idea le fue sugerida una vez en que viajando en las cordilleras una niáiio diestra le liabia compues- to y arreglado en sus baúles toda la ropa blanca, y que desde la primera jor- nada, queriendo sacar una pieza del fondo, al componer de nuevo observó con angustia que sobraba una pirámide enorme de ropa la cual sobresalía de dos piés del baúl é impedia cerrarlo, siendo asi que el din áotcs todo estaba acomodado v el baúl abria v cerraba con la niavor facilidad Cuan exacta sea esta comparación no hay viajero que pueda desconocerlo. [El Traductor.) 22.1 DE Ulna ASCENSION AL CHIMBORAZO. se que los fragmentos levantados al principio se hundan de nue- vo para llenar las excavaciones. En este caso j en vez de un cono prominente en el punto de la erupción habra una conca- vidad en la tierra, y de este modo se explican las depresiones tan notables que se advierten en el cráter del Rucu Pichincha y en el lago verde de la Solfatarra de Tuquerres que en otro lu- gar he descrito extensamente. Yo considero pues la aparición de los conos traquíticos de las Cordilleras como posterior al levantamiento de la masa de los Andes, pero aun ha habido otros nmvimientos mas recientes de terreno en aquellos mismos lugares. Se ven en los alrededores de los picos mas elevados, como el Cayambe, el Antisana y el Chimborazo, otras eminencias pequeñas compuestas igualmente de fragmentos, pero no ya de traquita ordinaria, sino de una roca negra porfidítica, cuya masa coloreada por el piróxenioestá incrustada de cristales raros de feldespato vil roso. Esta roca se semeja al basalto., pero no contiene peridot. Algunas veces esta roca es compacta y prismática, otras escoriforme y porosa, y podria parecer lava si ocupara un espacio menos reducido. Cuando es porosa, los fragmentos no son mayores que el puño. La materia de estos montecillos ha surgido evidentemente en época muy reciente. Así ps que en la chorrera de Pisque cerca de Ibarra, se nota una hermosa columnata de la misma sustancia descansando en terreno de aluvión. En la l\acienda de Lisco esta misma roca fragmentaria ha atravesado la traquita levantándola. Este fue el arroyo de lava que M. de Humboldt creyó que ha- bla arrojado el Antisana , y en otro lugar he discutido las razo- nes en que me fundo para no participar en este punto de la opinión de mi ilustre amigo. El volcan extinguido de Calpi si- tuado en la base del Chimborazo, que visitamos á nuestro re- greso á Riobamba , también esta formado de la misma especie de basalto. En medio del suelo arenoso que ocupa toda la plani- cie de Riobamba, se advierte cerca del pueblo de Calpi un cerro de color, oscuro llamado Jana-urcu (montaña negra). En la parte inferior de esta altura se descubre una roca Iraquítica bajo la arena, de la misma naturaleza que la del Chimborazo, pero abierta por todas partes y cubierta de grietas por donde quiera, como si hubiera sido comprimida y violentada. El decli- RELACION, ETC. ve de Jana-urcu, del lado de Calpi, presenta muchos fragmentos pequeños de la roca negra, que semejan enteramente á la erup- ción de piedras de Lisco, y aun parece que en Jana-urcu la erupción se verificó posteriormente al depósito de arena que ni- vela la llanura, porque la superficie de esta aparece sembrada de piedras negras cscoriformes. Nuestros guias , que eran Indios de Calpi , nos condujeron á una caverna en donde se escuchaba claramente el ruido de una ca.scada subterránea, y según la intensidad del ruido la masa de agua que le ocasionaba debia ser considerable. Hasta entón- ces no cesaba de sorprenderme la aridez del terreno desde Lala- cunga hasta Riobamba , porque no podía concebir como tantos nevados y montañas elevadas que dominan aquella planicie no la regaban con abundantes riachuelos. Después ya me per- suadí que la sequedad de aquella comarca es solamente superfi- cial, Parece cierto quelasaguas que provienen de las montañas, penetrando por entre este terreno permeable, circulan mas ó me- nos hondamente en el interior de la tierra. La cascada de Jana- urcu es una prueba, pero si se baja alas quiebras profiindasque atraviesan por donde quiera el terreno aluvial de la planicie, se ven á veces salir abundantes manantiales. En las inmediaciones de Latacunga, entre esta ciudad y el Coíopaxi, existe una fuente que se encontró cavando á algunos metros de profundidad en el conglomerado de piedra pómex, y que los Indios llaman Timbo- Pollo.’Esen realidad un arroyo subterráneo en que el agua se renueva sin cesar, y en el cual se percibe bien de que lado viene la corriente*. Hallé que su temperatura era de 18® 8 centígrados mientras que la temperatura media de Latacunga es de 15® 5 cent. Volvimos á Riobamba el 21 de diciembre, en donde permanecí algunos dias miéntras concluia mis observaciones. El 23 de diciembre salí de Riobamba con dirección á Guayaquil, en donde debia embarcarme para visilar la costa del Perú. A la vista del Chimborazo, me separé del coronel Hall, de cuya con- fianza y amistad había disfrutado durante mi residencia en la 1 No hay duda de que la construcción de fuentes foráminas o aljibes artc- sios, sacaria á la supeilicic de la tierra, todas estas aguas subterráneas dando mayor valor á las propiedades de aquella hermosa región. {El T.). 225 MEMORIA SOBRE LAS ALTERACIONES, ETC. lirovincia de Quito. S»i conocimiento perfecto de los lugares me f ué de mucha utilidad, y en él encontré un excelente é infatiga- ble compañero de viaje. Nuestros á dioses fueron tiernos como si alguna cosa nos dijera que no debíamos volvernos á ver. Este funesto presentimiento se verificó pocos meses después, en que mi desgraciado amigo pereció de un modo desastrado en las calles de Quito. MEMORIA Sobre las alteraciones que se descubren en los animales domésticos que se condujeron del antiguo al nueoo continente j por el doctor Roulin^. Diez anos de residencia en Colombia me permitieron hacer sobre ciertos puntos de historia natural y especialmente res- pecto de los mamíferos y de las aves, algunas observaciones que me propongo someter sucesivamente al juicio de la Academia. La mayor parte de los grandes mamíferos que hoy viven en aquellas regiones se llevaron de Europa, y como al mismo tiem- po son los mas útiles, fueron desde el principio el objeto de toda la atención bajo el punto de vista económico, aunque el aspecto científico quedó completamente olvidado, suponiendo tal vez que después de haberse estudiado tan completamente en Europa, no habia para que hacerlo en América ; sin reflexio- nar en que la introducción en un mundo nuevo de animales que en cierto modo se han sustituido á las especies indígenas, for- ma una época cuya historia merece examinarse. Entre las cuestiones que piden examen , las siguientes son bien obvias:¿ El establecimiento de estos animales ha sido acom- pañado ó no de alguna circunstancia ó fenómeno digno de no- tarse? ¿Una vez naturalizados en el pais, permanecieron sin modificación como los primeros que salieron de Europa, ó se alteró la raza, y en este caso podrá la trasformacion dar alguna 1 La Academia de ciencias ac(»rdó (jiic esta interesante memoria se iiisertaso t*n el volúmen de las Memorias de sabios extranjeros que se publica por este cuerpo , y la hemos sacado del tomo 6" de la colección. 15 226 MEMORIA luz sobre lo que en otro tiempo sucedió cuando estas especies pasaron del estado salvaje al doméstico? Puntos son estos que merecen examinarse y discutirse, pero nunca lo serán comple- tamente mientras no se junten las observaciones que se veníi- quen en las diferentes regiones de este vasto continente. Las que pude recoger en la Nueva Granada y en una parte de Ve- nezuela, entre los grados 3 y 10 de latitud boreal y 70 y 80 de longitud occidental del meridiano de París, son lasqueahoia presento. El territorio á que me refiero , sin ser muy extenso para el objeto propuesto , ofrece sin embargo el mas favorable campo para este género de observaciones. La gran cordillera de los Andes que lo recorre de un extremo al otro, y se divide en tres ramos principales, presenta en sus valles, en sus faldas y sobre sus planicies elevadas , poblaciones en que según la altura varia también el clima, de manera que el viajero puede á veces en un solo dia comparar animales de la misma especie, que viven los unos en temples medios de 10“ centígrados, y de allí hasta 25® y aun mas. Los mamíferos trasportados del antiguo continente son el cerdo, el caballo, el asno, la oveja, la cabra, la vaca, el perro ^ el galo. Colon llevó los primeros cerdos á la isla de Santo Oomingo, desde el año de 1493, un año después del descubrimiento, y en los años siguientes pasaron con los Españoles á lodos los lugares en que iban á establecerse. Los primeros que llegaron á la pla- nicie de Bogotá fueron conducidos por un camino bien indirec- to, dando la vuelta por el Perú con Belalcazar,y no como podría suponerse con Quesada por la vía del Magdalena. Belal cazar y sus compañeros, en su larga peregrinación en solicitud del Do- rado, abrigaban siempre el pensamiento de fundar algún pueblo, y por esto conducían desde Quito algunos cerdos para que mul- tiplicaran en su futura colonia, y no debe maravillarnos esta perseverancia si se reflexiona que por el mismo tiempo Frede- man , partiendo de Venezuela, después de sufrir por algunos anos en los llanos cruelísimas miserias, se apareció en las altu- ras de Bogotá con sus compañeros , desnudos , extenuados y muertos de hambre, y sin embargo supieron conservar en me- SOBRE LAS ALTERACIONES DE LOS ANIMALES. 227 dio (Je sus necesidades las gallinas que sacaron con ánimo de comenzar la cria en las comarcas en queso eslableccrian. Como los cerdos son mas fáciles de trasportar que los otros mamífeios domésticos, fueron siempre los primeros animales de cria, y en menos de medio siglo se propagaron desde el gra- do 25 de latitud boreal á los .40«de latitud austral. No se advir- tió que les hiciera impresión alguna la mudanza de temperal^- ra, antes bien se multiplicaron con la misma rapidez que en Europa, y aun con tal extremo, que cuando comenzó á cultivarse la cana de azúcar en Santo Domingo , fué preciso trabajar en agotarlos por los daños que bacian en las nuevas plantaciones. Antes de esta destrucción, y cuando la manadas de cerdos pacían libremente en la isla, muchos se escondían en los bos- (jues y se alzaban convirtiéndose en animales silvestres. Esto mismo aconteció en las demas islas, y según el testimonio de Oviedo, treinta años después del descubrimiento de América ya había cerdos cimarrones en Cuba, en Jamaica, en Puerto Rico, etc.*; v si no se encuentran en el continente en este estado, pro- sigue Oviedo, debe atribuirse esta circunstancia á que los ani- males feroces los devoran, luego que cesan de estar bajo la pro- tección del hombre. M^as si esta observación es exacta respecto de las porciones de la tierra firme que Oviedo visitó, no lo es respecto de las provincias de lo interior. Yo he hallado cerdos cimarrones y salvajes en los llanos, particularmente en la orilla izAiuierda del Meta, entre Guanapalo y Pore, á pesar de que por allí no faltan animales feroces, como se deduce de que el ma- vordomo de un hato recien establecido en las inmediaciones 9 / mató desde el primer año once tigres, uno de ellos dentro de su misma casa, y sesenta y dos leopardos (Felis-Puma). Aunque es cierto que los animales que sirven de presa á esta raza felina viven en grande número, y por consiguiente, aun en las espe- cies mas perseguidas , siempre hay algunos individuos que lo- gran escaparse. A fin de que pueda formarse una ¡dea de la abundancia de ani- males silvestres, ó de monte, que viven en los parajes en donde vi los cerdos cimarrones, me bastará decir que, habiéndome pa- rado á descansar á la sombra de un tamarindo en la hora de mayor calor del dia, conté desde este árbol, que ocupaba el cen- 228 MKMORIA tro de una inmensa llanura, trece ciervos y cinco cafuches á un tiempo, y en las tres horas que allí permanecí, hasta cuarenla animales de monte, l,os cerdos cimarrones que vi en esta jornada pasaron dema- siado léjos para poder distinguirlos de los cafuches ; pero mi guia mas práctico los reconocía al instante. Comí sin embargo en aquel mismo dia carne de estos puercos cimarrones, que en- contré flaca y de un sabor muy inferior á la de los cerdos do- mésticos. Ella es sin embargo un regalo para los pastores de estas sabanas, porque comiéndola varían la cansada uniformidad de sus alimentos, que no consisten por seis meses en otra cosa que en carne de vaca sin pan y sin legumbres. Alcanzan corriéndolos á caballo los cerdos cimarrones, porque aunque el arranque de estos es rápido, muy pronto se cansan, y si los persiguen con el demasiado calor suelen morir asfixiados. Los cerdos domés- ticos, mas gordos que los cimarrones, sienten todavía mas que estos el calor, y si los hacen caminar al sol, aun sin apurarlos, mueren muchos sofocados. De aquí es que prefieren los que se ocupan de este tráfico llevarlos á Bogotá en la estación lluviosa. La mayor parte de los cerdos que se consumen .en la Nueva Granada se crian en tierra caliente, porque allí cuesta muy poco el alimento, y aun hay meses en que lo procuran ellos mismos, buscando frutas del monte, particularmente las de las diversas especies de palmeras. Vagando así todo el dia en el monte, estos animales pierden lodos los indicios de la servidumbre, las orejas loman una posición derecha, la cabeza adquiere mayor volumen V se levanta en la parte superior, el color es mas constante y casi siempre negro. En los individuos de esta especie de poca edad se advierten sobre un fondo ménos oscuro ciertas rayas amarillas como los javalies pequeños, ó javatos. Así son por lo general los cerdos que llevan á Bogotá de los valles de Tocaima, Cunday, Melgar, etc.; si no tuvieran tan poco pelo presentarían enteramente el mismo aspecto que un javalí de la misma edad (de 1 ano á 18 meses). Pero hay mas, el javalí sometido á la esclavitud sufre una alteración que lo aproxima en esto á los cerdos de la Nueva Granada, y no ha mucho que pude observarlo en una hacienda de Bretaña en donde criaban lele ü ocho javalies. A uno de ellos de edad de cerca de dos años SOBRE LAS ALTERACIONES DE LOS ANIMALES, m daban de comer en el establo, porque querían engordarlo para matarle, y aunque no lo encerraban, no por esto dejaba de venir al establo estimulado por la comida que hallaba constantemente. Viviendo en una atmósfera húmeda y caliente, se le había caido mucha parte’ de las cerdas y se parecía mucho en tal estado á los marranos de América que acabo de describir, solo que tenia dos arrugas á los lados del hocico que le daban un aspecto mas feroz. El cerdo de los páramos se modifica en sentido inverso, y ad- quiere en parte la fisonomía del javalíde nuestros bosques, por- que se cubre de pelo áspero, algunas veces enrizado, bajo el cual en ciertos individuos se deja ver una especie de lana. Nótase ademas que la acción del frió en estos lugares, á pesar de no ser excesivo, y la falta de alimentos suficientes, mantienen estos ani- males pequeños y mezquinos. En algunas tierras calientes el cerdo no es negro sino rojizo como el pécari jóven, y aun en Melgar y en los otros lugares ya citados el cerdo no es siempre negro, algunos son cinchados de blanco. Mas los de ménos edad en esta variedad tienen las mis- mas manchas que los otros. Los únicos cerdos que se ven en Colombia semejantes á los de Francia han sido llevados en estos últimos veinteavos de los Es- tados Unidos del norte de América, en donde no se ha alterado la raza porque á un clima análogo al de Europa se añaden los cui- dados que se tienen por acá con los animales domésticos. Estos cerdos se llevaron de Nueva York ó de sus inmediaciones. La misma diferencia existia ya entre los cerdos cimarrones que todavía vivían en las islas francesas al fin del siglo XVll en abun- dancia, pero que no tardaron en desaparecer merced al genio destructor de nuestros colonos. El padre Labal nos ha dejado su descripción, y él los distinguía perfectamente, como también el padre Dutertre, quien, aunque visitó las Antillas en la época en que los cerdos franceses conducidos hacia poco tiempo no habían su- frido todavía alteríicion alguna, reconoció que los que procedían de los Españoles, que eran numerosos en San Cristóbal, la Marti- nica y la Guadalupe, manifestaban las diferencias de que habla el padre Labat. Azara critica severamente á Buííon quien repite lo que estos dos religiosos habían observado, porque, aplicando á 230 MEMOniA (oda la América lo que observó cu el Paraguay, sostiene que los cerdos descendientes de los que llevaron los Españoles á Amé- rica son blancos como los de Aragón, y que por tanto si los do las Antillas eran negros, seria porque no eran verdaderos cerdos sino grandes pécaris; pero este último animal no se’halló en las islas, y ademas el padre luitcrtre conocía estos animales, que á veces llevaban á San Cristóbal desde la Costa firme, y por tanto no podía incurrir en un error tan craso como confundir las dos .^species. La vaca, l¡'. Desde el segundo viaje de Colon pasó el ganado mayor á Amé- rica asi como los cerdos, y se multiplicó con tanta prontitud en .Santo Domingo, que de esta isla salió cuanto se condujo á los diversos lugares del continente á medida que so descubría y su- jetaba cada región. A pesar de estas exportaciones, todavía, si hemos de creer á Oviedo, no faltaban en aquella isla haciendas de cuatro mil reses y aun de ocho mil. El precio del ganado había caído do tal manera en 1530, que la mayor parte de las reses solo se mataban para aprovechar los cueros. Según el Padre Acosta, en 1587 se exportaron de esta isla 35,444 cueros de res y 64,350 de los puertos de Nueva España. Hacia sesenta y cinco años en- tonces que los Españoles habían lomado la capital del imperio de Montezuma, y antes de este suceso no habían podido ocuparse de otra cosa que de hacer la guerra. El ganado vacuno se aclimataba sin dificultad por dondequiera cuando su numero era corto y no se alejaba de las habitaciones, pero luego que comenzó á multiplicarse, se observó que en cier- tos lugares no podía subsistir sin el cuidado del hombre, y que le era indispensable en sus alimentos cierta cantidad de sal para prosperar y aun para vivir, de manera que cuando las plantas, las aguas, ó ciertas tierras salitrosas, muy comunes en América, no se la suministraban, era preciso acudirlos con ella directa- mente, porque sino se desmedraban, las hembras cesaban en . liarle de ser fecundas, y al lin se agotaba el ganado completa- mente. Aun en los lugares cu que no necesita el ganado de sal, siem- pre es ventajoso darle en los grandes hatos en períodos regula- SOBRE LAS ALTERACIONES DE LOS ANIMALES. 231 res, porque así se reúnen para contarlos y examinar su. estado. Tal es la inclinación de estos animales por la sal, que cuando so les ha dado dos ó tres veces, hasta locarles al cuerno para verlos correr al encuentro de los ganaderos. Mas si se descuida el ga- nado y que él encuentre en sus pastos ó en las aguas la sal nece- saria á su existencia, dentro de pocos años se alza y se convierte en cimarrón ó silvestre. Lo he visto en San Martin en una ha- cienda dclosjesuitas y en el páramo deSanta Isabel provincia de Mariquita, luego que so abandonaron ciertas minas de oro cor- rido á que estaba anexa una hacienda de ganado mayor. En este último sitio el ganado abandonó la hacienda y subió la cordillera á la región de las gramíneas, en donde viven estos animales en un temperamento frió de 9® á 10® centígrados. Las gentes de Mendez y otros pueblos de la tierra caliente suelen ir á cazarlos tendiéndoles lazos y persiguiéndolos en la dirección indicada, pero sucede que muchas veces no pueden bajarlos vivos, por- (jue, aunque después de resistir por algún tiempo al fin acaban por ceder, no es raro verlos ponerse á temblar y caer luego muertos ; y como por la falla de sal y los malos caminos no puede aprovecharse la carne, eslas cacerías no son frecuentes, ademas de que los habitantes déla tierra caliente temen ser sorprendi- dos por la nieve en aquellas alturas, lo que los acobarda y suelo hacer perecer. No es difícil domesticar este ganado cimarrón manteniéndolo cereal de las casas dándole sal y acostumbrán- dolo á ver gente á menudo. No se me presentó la ocasión de ver ninguno vivo, pero comí de la carne de una vaca que se mató la víspera de mi llegada á una estancia, y no hallé ninguna dife- rencia entre esta y la carne vaca doméstica. El cuero era muy grueso, del tamaño ordinario, pero de pelo largo, espeso y parado. lie visto en el cantón de San Martin este ganado cimarrón pa- ciendo en los llanos con el doméstico, pero apenas veian algún hombre, cuando partían á la carrera hacia el monte, en donde pasan la noche y solo salen á la sabana á pastar al mediodía. Cuando corren levantan la cabeza, en lugar de bajarla como los loros que viven en los pastos bajos. xAntes de la guerra de la re- volución, cuando había mas ganado doméstico, los llaneros no hacían caso de los cimarrones que son muy difíciles de coger, porque para enlazarlos es preciso arrinconarlos entredós capos 232 MEMOUIA ó cosa semejante. Luego que se coge alguna res es preciso ma- tarla al punto, porque de otro modo es imposible evitar que se vuelva al monte. Los cueros de estos animales no difieren en nada, según me pareció, de los domésticos de los mismos llanos, pero siempre pesan ménos que los del ganado de tierra fria, pues en esto es semejante el ganado que se cria en Bogotá al de los páramos de Santa Isabel. En los lugares mas calientes de las provincias de Mariquita y Neiva observé que algunas reses tenían el pelo raro y muy delgado, por lo cual y por antífrasis los llaman pelones, y aun supe que esta variedad se reproduce perla generación, mas no se favorece su multiplicación porque mucha parte de estos ganados se conducen á cebar á los potreros de la sabana de Bogotá en donde el frió los pcrjudicaria, pues aun todos sufren mas ó menos, y aun hallando mejores pastos como sucede siempre, se enllaquecen al principio hasta que han sufrido una fuerte salivación. En los potreros en que sq desbaban estos ganados, según la opinión general no pueden pastar después ni los ganados criollos sin enfermarse, hasta que pasen algunos meses. Nacen también algunas veces terneros absolutamente sin pelo á que se da el nombre de oalungos, denominación con que se distinguen ciertos perros sin pelo originarios de Calongo ó Cacongo en la costa de Guinea, y que en Francia llamamos perros turcos, sin saber porqué. Estos animales que son débiles y delicados se matan antes que lleguen á la edad de reprodu- cirse, y no nace nunca en la tierra fria esta variedad. En Europa, en donde la leche es uno de los productos princi- pales del ganado mayor, se ordenan generalmente las vacas desde el momento en que son fecundas, hasta el en que cesan de serlo. Esta práctica constante repetida sobre todos los individuos por muchas generaciones ha producido al fin alteraciones dura- bles en la especie. Las ubres han adquirido mayor tamaño, y la leche se secreta en ellas aunque se les quite el ternero. En Co- lombia, en consecuencia de un sistema rural diferente, de la abundancia de ganados relativamente á la población, y de su dispersión en vastos potreros y de otra multitud de circunstan- cias que no es mi ánimo enumerar, se han interrumpido estos hábitos, y dentro de un corto número de generaciones, la orga- nización ha recuperado, libre de trabas, su tipo normal. Así es SOHRE LAS ALTEKACIO>íES DE LOS A>iLMALl-:S. ‘i33 que hoy cuando se quiere que una vaca de leche es preciso con-, servarle el ternero, que se separa por la noche para dar tiempo á que la leche se acumule, y si el ternero muere ó crece, la leche se seca al instante. El asno. En las provincias en donde tuve ocasión de observar este ani- mal, no noté alteración alguna ni en su forma ni en sus hábitos. Hay muchos en Bogotá, en donde los emplean para cargar ladri- llo, teja y otros materiales de construcción. Viven casi abando- nados á la intemperie, sin alimento suficiente, por esto son en general ])cquenos, mezquinos, cubiertos de pelo largo é irregu- lar. Las monstruosidades son comunes no solo en los adultos que se dedican á cargar ánlcs de tener fuerzas bastantes, sino también en los que nacen, lo que ciertamente depende del mal trato que se da á las madres en la época de la gestación. En las tierras calientes en donde se destinan algunos en la cria de muías para garañones, se les trata mejor, se les da bien de comer, lo que, junto con el clima, contribuye á impedir la de- gradación de la especie, y por tanto en estos lugares son mas grandes, mas robustos y de un pelo mas liso que en la región fría. Siempre que en un mismo potrero se encuentran caballos enteros y asnos garañones, la guerra de mordizcos y de coces es obstinada, y según me han asegurado algunos habitantes del campo, á fuerza de perseverancia en su designio, el asno consi- gne frecuentemente castrar al caballo de un mordizco. En nin- guna de las provincias que he visitado, el asno ha pasado al es- tado silvestre. El caballo. No sucede así con el caballo, que se ha independizado y pasado al estado silvestre en muchoa lugares, lie visto algunas tropas pequeñas de estos caballos cimarrones en los llanos de San Mar- tin, entre las cabeceras del Meta, el Rio negro y el lirnadca, pero como su número es reducido y las llanuras que habitan mas fre- cuentadas por los hombres, no han adquirido las costumbres que en las sabanas del Paraguay, de que Azara nos ha dejado tan exacta descripción. Nunca los vi en grandes tropas divididas en 234 MEMORIA secciones, sino en grupos aislados y compuestos de un caballo viejo y de cinco ó seis yeguas con sus potros; ni tampoco se acer- can a los caballos domésticos para sonsacarlos, como hacen en el Paraguay, antes bien huyen euando ven gente y no se detie- nen basta que se pierden de vista. Son hermosos los movimien- tos de estos caballos cimarrones, particularmente los del gefe de la tropa, pero sus formas, sin ser voluminosas, carecen de ele- gancia. En los hatosde los Llanos, los caballos están enteramente aban- donados á sí mismos, y se recogen de cuando en cuando solo para impedir que se bagan cimarrones, para herrar los potros y para sacarles los gusanos. A causa de esta vida independienle, un ca- rácter que pertenece á la especio no domada reaparece, es decir la constancia c uniformidad del color bayo-castaño que es no solamente el color dominante, sino también el único, y bien pudiera haber sucedido algo semejante respecto de los caballos que se abandonaban por las montañas en Europa, porque en los proverbios, se designa á menudo el caballo con el nombre de el bayo^ como se conoce el asno con el de rucio. En las haciendas pequeñas de la cordillera, se advierten clara- mente los efectos del estado doméstico, porque hay ya variedad en el color y en el porte de los caballos, que sin embargo no son jamas grandes, y mantienen el pelo espeso y largo cuando viven en los potreros, pero este se alisa y reduce con algunos meses de pesebre. Ademas de esto, la raza de los caballos de las tierras frías se renueva sucesivamente por medio de los caballos padres que se traen de los paises calientes, particularmente del valle del Cauca. En donde no tienen este cuidado los caballos crecen poco á pesar deque los pastos son excelentes, y se cubren de pelo, lo que Ies quila la gracia, pero conservan siempre las cualidades útiles, aunque no la hermosura, y los de ciertos parajes en donde la raza no se renueva se citan por su velocidad en la carrera. Cuan- do traen caballos de Casanare ó de San Martin á Bogotá, es pre- ciso mantenerlos 'en pesebre hasta que se aclimatan, porque de otro modo, si se dejan en los potreros, enllaquecen, se cubren de sarna y muchos perecen. Como el paso que se prefiere es el de andadura ó portante, se trabaja en hacerlos entrar ó en mantenerlos, por esto se cargan SOBRE LAS ALTERACIONES DE LOS ANIMALES. 235 y se hinchan las piernas de muchos caballos, especialmente si el pesebre es empedrado, y en este caso, si son hermosos, se destinan para padres en los hatos, de donde ha resultado una laza en que el paso de andadura es para los adultos natura!. Estos caballos son conocidos en el país con el nombre de aguilillos. De ordinario cada recua de muías tiene como gefe ó mas bien como abanderado un caballo castrado que es el objeto del carino de todas, de manera que no consienten en quedarse atras ó en separarse del inadrino^ que así llaman a este caballo, y aunque esten cansadas caminan por alcanzarlo, y cuando lo consiguen lo huelen y manifiestan de lodos modos su regocijo. De lo cual se aprovechan los arrieros para mantener unidas sus muías que tanto amor muestran por el madrino, el cual se manifiesta muy indiferente á la ternura de la recua. Las rayas en la piel que es un carácter pcrlenecienle a mas de la mitad de los géneros de la familia que nos ocupa, son mas co- munes en las muías, principalmente en las piernas, tjue en las dos especies de que proviene esta mezcla. Podría pensarse de este hecho que he observado en América, que el carácter á que aludo era antes mas general en aquellas especies, asno y caballo, y (jue la esclavitud lo ha borrado. Me inclino á creerlo aunque carezco de pruebas para apoyar esta idea. Kl perro. Nadie ignora que este animal fué »ino de lo.s mas eficaces au- xiliares de los Españolea en sus expediciones militares del Nuevo Mundo, y que Colon mismo dio el ejemplo, puesto que según sus propias memorias, en el primer combate con los Indios, sus fuerzas constaban de docientos infantes; veinte gineles y veinte perros. En seguida se emplearon los perros en la conquista de las di- versas regiones en donde se hizo resistencia mas tenaz, como en Méjico, Nueva Granada y algunos otros puntos. Su raza se ha conservado en la planicie de Bogotá sin alteración aparente, y hoy sirven para la cacería de venados en la cual manifiestan mu- cho ardor, y usan del mismo modo de ataque que los hacia tan temibles á los indígenas, el cual consiste en hacer presa en el auimal por el vientre en el momento en que este en la carrera se apoya sobre los pies delanteros, y dándole entonces un fuerte 236 MKMOUIA sacudimiento, arrojan al suelo de esta manera animales seis ve- ces mas grandes que ellos mismos. Los perros de raza pura de esta especie se prefieren á los mejores de Europa, porque sin haber recibido educación, mani- fiestan disposiciones particulares. Así es que no atacan nunca de frente á los venados, lo que cuesta á veces la vida á los perros no experimentados. Este perro se ha deteriorado en las chozas de los habitantes de. las orillas del Magdalena, así por la mezcla como por falta de suficiente alimento ,* pero en ellos se nota otra especie de instinto que se ha vuelto hereditario, y que es precioso en la cacería del pécari de mandíbula blanca (cafuche ó manao). La destreza del perro consiste en moderar su ardor y en no perseguir ningún animal en particular sino toda la tropa, y en estos perros se observa que, desde la primera vez que los con- ducen al monte, ya saben como atacar, miéntras que los perros de las otras razas se precipitan, y rodeados deestos cerdos mon- teses, son despedazados en pocos instantes por fuertes que sean. Esto no quiere decir sin embargo que lodos los perros de tierra caliente sean cazadores, los hay enteramente inútiles, y que sin embargo viven en las casas por docenas, flííeos, hambrientos, que devoran cuanto encuentran , desde la correa de látigo con que los castigan, hasta las frutas y aun el maiz en el granero y en la sementera. Estos perros son casi una tercera parte mas pequeños que los de los pastores en Europa , pero se parecen á estos por la forma general del cuerpo, aunque tienen la cabeza mas gruesa, y en la mayor parte las orejas están caldas ó incli- nadas ; su color ordinario es como el de los dogos, poro no tie- nen negro el hocico. Aunque ladradores y pendencieros , son por lo general cobardes. Estos animales tienen muchas veces que buscar sus alimentos, y no por esto se hacen cimarrones como eñ Buenos Ay res. He visto en los lugares vecinos al bosque en donde los tigres no abundan , que las perras salian á parir en algún matorral en donde criaban sus hijos , pero luego los traian á la casa. Se ha dicho de los perros lo que Oviedo decia de los cerdos, que aunque se abandonaban, así en el continente como en las islas de América, solo en estas se propagaban al estado de cimarro- nes, porque no hallaban animales feroces mas fuertes que ellos. Mas la Observación tampoco subsiste respecto de esta especie, SOBKE LAS ALTERACIONES DE LOS ANIMALES. 2^7 porque todos saben que en las pampas de Buenos Ay res y en otros lugares de la América meridional, se encuentran tropas numerosas de perros cimarrones que no se diferencian de los de las islas sino en que estos últimos han perdido la voz, mién- tras que los primeros, entre los cuales cada dia se refugian al- gunos perros abandonados por los viajeros ó desertores de las estancias, no han olvidado el ladrar. Los de las islas, completa- mente aislados, han olvidado con facilidad un lenguaje que su especie adquirió en la sociedad del hombre, para emplearlo en nuestro servicio. Se han hallado en muchas islas de la América, particularmente en las grandes Antillas y en las islas inmedia- tas á Chile, perros originarios de Europa que recobrando su in- dependencia pierden la voz, y esto con tanta prontitud, que Co- lon lo observó ya en su segundo viaje á Santo Domingo en los perros que había dejado el ano precedente. En lo cual me pa- rece que hay error y que se confundieron los perros de Europa con los chacales americanos que se vieron al estado doméstico en muchas de las Antillas. Me parece muy difícil de señalar con certeza la época en que comenzaron á enmudecer los perros cimarrones de la isla de Santo Domingo, y los primeros historiadores no nos presentan indicación segura sobre ello. Así, Oviedo en 1526 y 1535, Gomara en 1543, v Acosta en 1590, hacen mención de la extraordinaria multiplicación de estos perros y de los daños que hacían en los ganados, de modo que se perseguían y se daban premios á los que los cazaban; pero de lo que dicen no se iníiere que hubieran perdido ya la facultad de ladrar, y esta omisión es tanto mas notable, cuanto que estos escritores señalan en otros animales domésticos, por ejemplo en el gato y en el gallo, algunas altera- ciones análogas, de donde puede concluirse que no se había observado todavía este cambio ó que no lo había. Esta reflexión podría aplicarse igualmente á los historiadores americanos del siglo XVII, Herrera, Laet, etc., sino supiéramos que en lo relativo á la historia natural, estos escritores se contentan con repetir lo que otros habían dicho ya, porque hay razones para creer que en 1633 , época en que Laet publicó su ISovus OrbiSj ya los perros cimarrones no ladraban. Nada bien positivo puede deducirse de las relaciones de los padres Dutertro, Labal ,íi:. I, ! i-. i'ii b '■ tí ^ j3> i' ■ ' , > -f V i ) Í38 MEMORIA y OexnieÜn, que. visitaron las Antillas en IGiO, 1G6G y 1701. Mas con respecto a Chile tenemos datos que nos permiten señalar con bastante aproximación el tiempo que, se necesitó para que los perros olvidaran el ladrar. Daremos aquí la serie de los he- chos que nos han conducido á marcar estos límites. Cuando los piratas, en la última mitad del siglo XYII, comenzaron ¿visitar el mar del Sur, se proveían de carne de las cabras cimarronas, cria que los españoles dejaron hacia el año de 1760. Así dos hombres abandonados en esta isla desierta, el uno en 1671 y el otro en 1704, pudieron vivir fácilmente de la cacería de las ca- bras, de las cuales el uno mató mas de quinientas en el espacio de cuatro años y medio. Este mismo individuo amansó algunos gatos de raza europea que encontró también, perono vió un solo perro en toda la isla. Poco tiempo después los introdujeron los Españoles para destruir las cabras y quilarle.s este recurso á los piratas que devastaban sus costas. Con este fin destruyeron también el ganado cimarrón de Santo Domingo, lo que causó la pérdida de una parte de la isla, porque los bucanieros que no po- dían ya vivir de la caza, se hicici'on agricultores y se establecie- ron de firme en la isla. En la de Juan Fernandez, el objeto se lo- gn’) mejor, y los piratas no pudieron hacer ya sus provisiones de carne, porque aunque las cabras no se destruyeron enteramente se disminuyeron mucho y se cogían con mucho trabajo. Así fuó que en 1741, cuando el almirante Anson abordó á esta isla, no había sino cerca de docientas cabras refugiadas en medio de las rocas mas inaccessibles ; miéntrus que ios perros se habían multiplicado extraordinariamente, porque cuando escasearon las cabras, los lobos marinos les ofrecieron un alimento tan fácil de conseguir como inagotable. Estos perros perlenecifin á dife- rentes especies , lo que prueba que no era todavía antigua su introducción. El capellán de lord Anson cuenta que de noche salían estos animales á robarles ‘las provisiones, y que aun acon- teció haber atacado á uno de los marineros, que recibió auxilio oportuno sin lo cual le hubieran devorado. En una ocasión vie- ron á los perros perseguir las cabras, pero no hacen mención de la circunstancia de ser mudos como lo advirtió Don Antonio ülloa dos años después. Refiere este oficial que los perros de esta isla de Juan l’crnandez ya no ladraban , y que conducidos t. SOBRE lAS ALTERACIONES DE LOS ANIMALES. 239 á bordo de los buques tampoco lo hacían, basta que reunidos á los perros domésticos, comenzaron á tratar de imitarlos, aunque imperfectamente y como novicios que hacen una cosa á que no están acostumbrados. Así estos perros cuyos padres habían sa- bido ladrar , aprendieron á hacerlo luego que se hallaron en compañía con los perros domésticos, y la cosa no habría sido tan fácil al haber pertenecido á una raza habitualmente muda , como sucedió con los dos perros traídos á Inglaterra de bis ori- llas del Rio Makensie que nunca supieron otra cosa (jue ahullar, mientras que sus descendientes aprendieron á ladrar desde la primera generación. El Galo, Es el gato hoy tan común en America, como en Europa , y pa- rece que no tuvo dificultad alguna en connaturalizarse. Vi mu- chos entre los Indios del Orinoco, que los aprecian mucho y los llevan consigo en sus emigraciones anuales. No los he ob- servado al estado salvaje ó cimarrón en ninguna de las provin- cias que visitó. Selkirk pretende haber visto gatos cimarrones en la isla de Juan Fernandez, y se asegura que los Franceses hallaron también gatos cimarrones cuando se establecieron en la isla de San Cristóbal. Estos últimos eran pintados de negro y amarillo rojizo, según el padre Dutertre, que quizá no habla por experiencia propia, sino por la suposición de llamarse galos de Espafia entre nosotros los de este color; mas según lo ob- serve en la Nueva Granada esta variedad no me pareció allí mas común que en Francia. Ninguna alteración se advierte en el gato que vivetín América, excepto que no tiene tiempo marcado para la reproducción, ni sus maullidos en aquel período son tan incómodos como en nuestros países. Esta modificación se verificó muy pronto, ]uics Gomara, cuya historiase publicó en 155i, la indica. La constan- cia del clima es sin duda la causa de este cambio, porque tam bien se nota en los demas animales de que ya he hablado, con ciertas excepciones respecto de las cabras y ovejas, porque aun* que en todo el ano nacen cabritos y corderos, hay dos épocas en que los partos aumentan considerablemente, que son por Noche Buena y Pcntecóstes. 240 MEMORIA La Oveja. oveja es muy común en la cordillera de los Andes desde los mil metros de altura hasta los dos mil quinientos. Las que se lle- varon de España no fueron del ganado merino sino del ordinario que produce la lana burda. Como en ninguna parte vive fuera de la protección del hombre, no se advierte alteración alguna ni en sus formas ni en sus hábitos, excepto quiza que son mas peque- ñas en lo general que en Europa. Entre los límites de altura que acabo de indicar, la oveja se propaga con facilidad y casi sin auxilio ó cuidado del hombre. No así en las tierras calientes. Con muchísima diticultad se crian en lós llanos del Meta, según me dijeron , y en efecto no vi oveja alguna desde el rio hasta el pie de la cordillera , aunque apetecen mucho los habitantes las pieles para hacer sacos, y cada una vale tanto como un cuero de buey. Es cierto que hay ovejas en los valles que separan la cor- dillera oriental de la central, pero en corto número ; las hembras no son muy fecundas y los corderos se crian con trabajo. Sin embargo en estos países observé un fenómeno que me parece digno de notarse, y que consiste en que, creciendo la lana de los corderos lo mismo que en los climas frios, si se corla, crece otra vez regularmente, pero si no se esquila á tiempo el ani- mal, la lana se entreteje como un fieltro y se desprende por par ches, y en el lugar de donde cae no se presenta la piel con lana corta ó desnuda y en estado mórbido, sino que aparece cubierta de un pelo brillante como el de las cabras en los mismos cli- mas , y en kis partes en donde esto sucede no sale mas lana. La Cabra. Aunque este animal por su figura parece destinado á vivir en las montañas , prospera todavía mejor en los valles bajos y ar- dientes que en los lugares elevados de la cordillera. En los cli- mas que le convienen multiplica mucho : cada parto es de dos, muchas veces de tres, pero nunca de seis como lo han afirmado algunos. No crecen mucho, pero su foi ina ha ganado bajo lodos aspectos, porque el cuerpo es mas esvelto , la cabeza mas ele- sonni* US amkhacionrs dr los ammalrs. 241 gíihle, mejor situada y no tan sobrecargada de cuernos. Has- ta su agilidad y propensión á trepar y saltar se han aumentado. Muchas veces me he divertido viendo en una aldea como saltaban las cabras á mas de quatro piés de altura sobre el zócalo de las pilastras de la iglesia , quedando encaramadas por horas enteradas en un borde estrecho de tres pulgadas, sin mas objeto aparente para permanecer en lan difícil posición que el de calentarse al sol, lo que pudieran haber hecho al pié del muro sin trabajo ni esfuerzo. Estas cabras tienen el pelo corto, liso bien sentado. Las hay de varias pintas, pero las mas comunes son aleonadas con una raya mas oscura en el lomo y manchas negras simétricas en la cabeza. El signo mas evidente de do- mesticidad en nuestras cabras europeas, que es lá amplitud de las ubres , ha desaparecido completamente en la cabra ameri- cana. ^0 hago mención del camello, hablando de los cuadrúpedos llevados al nuevo mundo, porque la especie no se ha conservado, aunque en diversas ocasiones se ha conducido de Canarias. Las tentativas para aclimataren América este útil animal se han hecho en tiempos de revueltas políticas ; quiza en tiempos mas tranqui- los se habría obtenido mejor resultado, como ha acontecido lespecto de otros animales que no se logró connaturalizar al principio, ni por largo tiempo, mientras que hoy son tan fecun- dos como en los países de su origen, según lo veremos luego que se trate de las aves domésticas. Las que de esta clase se llevaron á las Indias occidentales fueron la gallina, el ganso, el pato, el pavo, la paloma y la pin- tada ó gallineta. En estas dos últimas especies no advertí mudanza alguna. Las palomas ofrecen las mismas variedades que en Europa, es decir en las de palomar, porque las de pajarera no parece que se han 11c- ' vado á América. Quiza las pintadas ofrecen mas variedad en las pintas que en Francia, pero son tan incómodas allá como aquí por sus chillidos, de suerte que muchas personas, á pesar de lo delicado de su carne, se abstienen de criar esta clase de aves. El pavo real es lo mismo que en Francia, pero nada común, porque se pone poco cuidado en propagarlo, puesto que la hem- bra pone el mismo número de huevos que en Europa y no hay 1G I . 1 ' 2J2 MEMORIA (IiricuUa.1 en criarlos. No sucedía asi al principio, pues, según Gomara con mucho esmero apenas podían criarse algunos. • H ga’nrque no ha mucho mas de viente años se introdujo en Bo^golá, presentó al principio las mismas dilicultades. Al principio casi no ponían las hembras, y cuando mas empo- laban una cuarta parle de los huevos. Morían muchos pollos ¡I primer mes, pero los que se criaban constituían una gener - don mas aclimatada que la primera, y hoy la especie, sm ser tan fecunda como en Europa, tiende á llegar al mismo punto. La Gallina, Esto mismo aconteció en el Cusco y valles anexos, según Garcilaso, con las gallinas, y por mas de treinta «"os P"' dieron criarse los pollos, aunque en Yucay y Muyna, a pocas leguas de distancia, los había en abundancia. En el día la raza primitivamente introducida es en donde quiera lecunda, pero la raza inglesa que se ha tratado de aclimatar para obtener gallos de pelea no ha llegado todavía al mismo grado de fe- cundidad, y culos primeros años era fortuna que se empollaiau dos ó tres huevos de quince ó veinte. Si se observan los pollos de estas dos razas en tierra caliente se advierten curiosas diferencias. El pollo criollo cuyos padres han vivido por siglos en un clima en que el termómetro no baja de 20», nace con algún plumón que pierde dentro de pocos dias y quek enteramente desnudo con excepción de las plumas de las alas que crecen como de ordinario. El pollo inglés por el contrario nace cubierto de plumón espeso que no se cae sino cuando nacen plumas en su lugar, como si dijéramos que estos animalitos nacen vestidos como para vivir en el pais de donde acaban de salir sus padres. Gomara pretende que los gallos tras- portados á la isla de Santo Domingo perdían la costumbre de cantar á media noche. Mas yo los he oido muchas veces cantar á aquella hora en la Nueva Granada, por tanto este cambio ó modiOcacion no es general, y no hay ninguno que sea común á toda la raza trasplantada, porque la desnudez de los pollos criollos se observa solo en tierra caliente. Hay entre las gallinas dos variedades que se propagan por generación, que SOBRE LAS ALTERACIONES DE LOS ANIMALES. son las gallinas de pie5 amarillos y las negras que llaman nica- raguas en el pais, y en las cuales la piel, pero sobretodo la cresta, membranas serosas y el tejido celular que rodea los músculos, son de color negro. Como las de este color tienen poco aprecio para presentarlas en la mesa, no se trata de mul- liplicarlas ; á pesar de esto son comunes, lo que me hace creer que, ademas de los individuos que heredan de sus padres esta disformidad, hay otros que nacen con ella aunque de padre y madre que ñola tenían. En confirmación de esta opinión, adver- tiré que el melanismo y el albinismo á diferentes grados se muestran frecuentemente en la América tropical en los animales de sangro caliente y se trasmiten por via de generación. Quiza podría aplicarse esto también á Un pais situado en los antípodas de los que me ocupan, por lo ménos así sucede en Java, según Márden, respecto de las gallinas. Él albinismo es común á la especie humana en las islas de la Sonda. Los hechos que he presentado en esta memoria fueron reco- gidos sin intención deformar con ellos un sistema, pero reunién- dolos después, me parece que de ellos podrían deducirse las siguientes consecuencias : 1“ Que cuando se trasportan á un clima nuevo ciertos ani- males, no son solamente los individuos sino también las razas que es preciso aclimatar. 2* Luego que se verifica esla aclimatación, las razas se modi- fican de modo que su organización se pone en armonía con los climas nuevos en que deben vivir. 3* Los hábitos de independencia hacen nacer igualmente otras modificaciones durables, en las cuales se observa cierta tenden- cia á hacer retrogradar las especies domésticas hácia las salvajes de donde provienen. 344 MF.MORIA EL TAPIR PINCHAQUE. MEMORIA Para servir á la historia del (apir, y descripción de una especie nue^m propia de ¡as reyitmes elevadas de la cordillera de los Andes; por el D. Roulin. Algunos de los animales mas notables del nuevo continente fueron observados desde su descubrimiento por los primeros navegantes que visitaron sus costas, y no tardaron en ser cono- cidos en Europa. Así en las relaciones de viajes publicados en 1305 se menciona ya el opposum (chucha runcho), el pécari, (cafuche, manao, saino, etc.), y los monos de cola que agarra, miéntras que el tapir, que es el mamífero mas grande de los que pertenecen á América y que es muy común en todos los puntos de la costa en que .tocaron Colon, Vespucio, Niño, Pinzón y Cabral, no se conoció hasta después de la fundación del Darien ‘. Acosados los Españoles por el hambre, indagaban por los animales que servían de alimento á los naturales, y el tapir era uno de estos. Asi las primeras noticias de su existencia se tuvieron á fines de 1510. Pedro Mártir lo describe aunque imperfectamente en 1511, pero ya habla de su trompa que es el carácter distintivo de este animal. Otra descripción mas de- tallada dio después Oviedo en el Sumario dé la historia natural y general délas Indias, pero esta descripción, útil á un cazador, no lo es mucho al naturalista. Pedro Cieza de León habla tam- bién del tapir y de su existencia en las regiones del Sur, en donde no se sabia que existiese. La Crónica del Perú de Cieza se publicó en 1553, y en el mismo año publicó Gomara su histo- ria general de las Indias. En ella menciona también el tapir. En uno de los pasajes le da el nombre de A7ita, bajo el cual lo 1 Eué el baciiiller Enciso uno de los primero.s «[uc hablaron de este animal en la Suma de Geop^rafia. SOBRE EL TAPIR. 2Í5 ■ había dado ya á conocer Pigafetta en su relación del viaje á las Molucas. Thevet fue el primero que indicó en 1556 en sus Sin- gularidades de la Francia Aníárticaf que la cola del Tapir era muy corta, y lo llama taphire que es el nombre que le daban los indígenas del Brasil, aunque un poco alterado, como el de Tapirousou que le había dado Levy, cuya descripción no es tampoco muy ajustada. Dos Jesuítas, los Padres Acosta y Maffey, son los últimos escritores del siglo XVIO que hablan del tapir : el primero no lo había visto y apénas lo menciona , el segundo , aunque no visitó la América , lo describe por relaciones, pero lo describe mal. Muy á principios del siglo siguiente se encuentra ya en las Décadas de Herrera (Década IV, libro X, cap. 13) una descrip- ción mejor del tapir, en que se advierte lo pequeño de sus ojos, lo angosto de su frente y la disposición baja de las coyunturas como en el elefante; indica la existencia de un dedo mas en los pies delanteros, pero le da uno mas en ambos. Ya en la primera Década había hablado reproduciendo las descripciones de Oviedo y de Pedro Mártir, y sin advertir que uno y otro trataban del mismo animal, pero añade una particularidad mas, y es que hay pelos blancos entre los negros de la piel del tapir, lo que solo es cierto respecto de las hembras. En el Orbis ISovus de Laet, publicado en 1633, se recopila cuanto se conocía del tapir hasta entónces, pero sé añade dos nombres mas dados á este cuadrúpedo, el de mai-pouri (según el P. Harcourt ) que le daban en Cayena, y el de Tapirete en las bocas del Amazonas. El jesuíta INiercmber'g dió luego otra descripción tomando fragmentos del l»adre Simón, de Juan de Lery y de Hernández que no hizo otra cosa que copiar á Oviedo. Dampier lo confunde con el manatí engañado por el nombre de vaca marina que se da á este, y por las relaciones que le sirvie- ron de guia. El Padre Ruiz, en su libro de la Conquista espiritual hecha por los Padres de la Compañía de Jesús en el Paraguay ^ (Madrid, 1639 ), da también á conocer algunas particularidades nuevas del tapir , aunque mezclándolas con rasgos fabulosos. Las observaciones posteriores han confirmado la circunstancia que refiere el Padre Ruiz, de que el tapir, como el bisonte v otros animales silvestres herbívoros, come arcilla salada. MEMORIA A mediados del siglo XVII® era ya tal la confusión en los dalos de los compiladores ó escritores decidas que mas bien se te- mian que se deseaban. Lo que era ya menester sucedió, y fuó que un observador naturalista examinó y describió el animal. Marcgraíílo hizo con mas exactitud de lo que podía esperarse del estado de la ciencia zoológica en aquel tiempo, y la descrip- ción se publicó en su Historia natural del Brasil, impresa en 1648. Laet fuó el que redactó el viaje de Marcgraff el cual murió antes de ordenar sus notas, por lo que se bailan algunos erro- res é inexactitudes á pesar del talento y laboriosidad del re- dactor. Probablemente son de atribuirse á esta causa los defectos que se advierten en su descripción del tapir, sobre todo respecto de los dientes. Pudiera creerse que Marcgraff se equivoca en cuanto al número de las molares por haber examinado un individuo al cual no le hubieran salido aun todas, ó hubiera perdido algunas. No seria tampoco eslraño el haber confundido los caninos con los incisivos, pues en este animal apénas se distingue el canino del incisivo inmediato, y aun es mas pequeño, pero con todo esto no pasarían estos dientes de diez y seis en lugar de veinte. No puede pues creerse otra cosa sino que el tapir examinado era de- masiado arisco para dejarse contar los dientes ; y en este caso si Marcgraff hubiera corregido sus notas habria colocado esta deter- minación como dudosa. Varios otros autores pretendieron después describir el Tapir : Pisón, Ray, Barreré y Gumilla. En estos dos últimos se halla algo nuevo, y es que la voz de este animal es una especie de silvido comparable al de la gamuza, y que los cazadores imitan con buen éxito para cogerlo. Gumilla es el primero que menciona las sendas que hace el tapir pasando muchas veces por los mismos lugares, y el hueso anguloso de la frente con que rompe la maleza, loque le permite, correr por el bosque como el javalí europeo. Gumilla y el Padre Lozano, otro jesuíta, hablan también de la extraordi- naria fuerza muscular del tapir, que no tolera ser enlazado, por- que arrastra caballo y ginete. El Padre Charlevoix, en su Historia del Paraguay, dió dos descripciones del tapir erróneas que en- gañaron á diversos naturalistas y entre otros á Buffon, sobre lodo respecto de andar en manadas, y pasar reunidos la noche, lo que SOBRE EL TAPIR. -¿47 es falso. Liiineo no había podido asignarle su verdadera colo- cación en su cuadro zoológico por falta de datos suticientes. La representación del tapir que se halla en las primeras ediciones de Buffon es poco exacta, aunque hecha conforme á un dibujo que La Condamine trajo de Quilo. En el tomó 15« de la edición de Buífon publicada en Holanda en 177 1 , hizo Allamand modifica- ciones importantes respecto de la descripción de este animal, por haber visto uno traído al principe de Orange y haber adquirido buenas observaciones relativas á una hembra de la misma espe- cie que se exhibía en las férias de Holanda por aquel tiempo. En- tónces reconoció la exactitud de la descripción de MarcgratT. Como en la figura de Allamand, la hembra del tapir tiene la trompa recogida. Pennant y Gnmelin, que publicaron después sus descripciones, dicen que solo el macho tiene trompa. Finalmente enl784dió ya Buffon una buena representación del tapir en el sexto lomo del suplemento á la historia do los cuadrúpedos, dibujado al natural por un tapir vivo que existió en París, aunque parece que este animal no era todavía adulto. Ademas Buffon añadió á la historia de este cuadrúpedo los datos que le habían comunicado Laborde, médico del reyen Cayena, y Bajón, cirujano real en la misma colonia. Los partos de la hem- bra del tapir según Laborde son singulares y cría largo tiempo, nocion que antes no se tenia, así como tampoco otras respecto de las formas exteriores del animal que da Bajón, pues su trabajo respecto de la estructura de los órganos internos es errónea. Mas tarde Bajón de vuelta en Francia dio una buena descripción del tapir, de que no tuvo conocimiento Buffon, porque no hace uso de ella en su suplemento, á pesar de haber sido impresa dos años antes con privilegio de la Academia, y esta omisión se ex- tendió á los demas naturalistas de aquella época, y aun de las posteriores; á pesar deque el trabajo de Bajón era muy superior á cuanto se babia publicado hasta entonces respecto del tapir, y aun á mucho de lo que después se ha hecho. Bajón renuncia á la Opinión de ser el tapir animal ruminante, y corrige el error re- lativo al número do dientes, que son seis incisivos, dos caninos y catorce molares, en lugar de doce, pero la equivocación es aquí excusable, cuando se examinan individuos en que no se ha terminado todavía la segunda dentición. 248 MKMOlUA Pareció por fui el ensayo sobre la historia natural de los cua- drúpedos del Paraguay porD. Félix Azara, Paris 1801, porque la traducción francesa se publicó ántesqueel original español. Este libro comienza con Ja historia del tapir, y aunque en lo quedice es. mas exacto Azara que Bajón, su descripción contiene menos noticias importantes respecto de esto animal, especialmente de sus hábitos al estado de libertad, y aipií como en lo restante de su obra.se maniíiesta Azara decidido á no admitir como cierto sino lo que él observó en el Paraguay, aunque otros observadores lo hayan visto detenidamente en otros países, y que la cosa sea muy compatible con lo que él refiere. Así es que no consienteen que*el tapir tenga la facultad de zabullir que le dan otros obser- vadores, hecho que parece incontestable, ni que se defienda vi- gorosamente de los perros, ni que haga sendas á fuerza de pa- sar por los mismos lugares, ni que el berrido del macho pueda distinguirse del de la hembra, etc. Confirma por otra parte la afición de estos animales por las tierras saladas. No es difícil que en el Paraguay los tapires sean menos inclinados al agua que en otras regiones de América, como se ha observado en diversos lugares del Asia, pues que según la observación de M. Humboldt los hábitos de muchas especies de animales americanos varían según los cantones que habitan. Azara confirma la observación ya hecha respecto del hábito de comer arcillas saladas que otros viajeros habían notado en diversos lugares. Mas el principal mérito de este naturalista con- siste en el cuidado que pone en describir las formas exteriores del animal. Los detalles que da son bastantes para que puedan reconocerse en lo venidero las diferencias específicas que se en- cuentren. Azara sostiene que las hembras son mayores que los machos, al contrario de lo que Bajón habia indicado, según pa- rece, sin razón. Otra diferencia en los dos sexos que no observaroíi ni Azara ni Bajón consiste en lo largo de la trompa que es mayor en el macho. Azara que describe un individuo joven al cual no habían salido todavía las últimas molares, que no aparecen en el tapir sino mucho después de las otras, según lo habia advertido Ba- jón, no le da sino treinta y ocho dientes, en vez de cuarenta y dos. Los describe regularmente pero los caracteriza nial porque SOBRE EL TAIMR. m considera como segundo canino el incisivo mas externo fie la mandíbula superior. Las observaciones de Azara pertenecen to- davía al siglo XVIII. Las del siglo XIX hicieron conocer mejor la anatomía del tapir. En i803 presentó .M.Cuvier una memoriaque no deja nada que desear en la parte osteológica. Mas todos estos estudios y datos recogidos en tres siglos se referian á una sola especie, á lo menos así lo creían los natura- listas, á pesar de las lijeras diferencias que algunos habían no- tado, y que cuando mas, suponiendo que no dependieran de la diversidad del sexo, podrían constituir una variedad. Xo dejaba sin embargo de ser raro el ver que un género tan caracterizado, tan abundante en individuos y tan esparcido en una vasta ex- tensión de tierra, estuviera reducido á una sola especie, cuando hasta entre los mayores pachidermos, se cuentan dos por cada género y muchos en los pequeños. Y si consideramos también los animales que existieron en épocas mas remotas, la anomalía es todavía mayor, puesto que la familia de los palcotcrios tan pró- xima á la délos tapires, tiene once especies fósiles conocidas. Ultimamente dos naturalistas viajeros en la India, MM. Diard y Duvancel, hicieron ver que el tapir no se apartaba tanto como se había supuesto de la regla general, y dieron á conocer otra especie. Hoy vengo yo á describir la tercera que descubrí en las altas regiones de la cordillera de los Andes. Ya me había llamado la atención la lectura de los cronistas españoles que describen la piel del tapir como negra y cubierta de pelo espeso, caracteres que no convienen al tapir conocido de los naturalistas moder- nos y que yo había visto en los llanos y en los espaciosos valles de poca elevación sobre el nivel del mar. Por tanto sospechaba desde entónces que pudiera existir otra especie desconocida, aunque nada tendría de estraño que este animal como otros, tu- viera otro color en el pelo y mayor cantidad de este miéntras mas frió es el clima. Ocupado después en levantar la carta geográfica de la provin- cia de Mariquita, y habiendo tenido que recorrer durante seis meses las selvas que cubren el declive oriental de la cordillera central, observé que cuando subía á alturas mayores que 5 ó 600 metros, ya no se descubrían las sendas de los tapires, ni su es- tiércol, ni sus huellas. Me pareció pues que la especie conocida 2B0 MEMORIA no pasaba deacjuellos limites en altura, y que si existian tapires en los páramos elevados debían pertenecer á otra especie, como el ciervo de las cordilleras es especie diferente de la del ciervo de las tierras calientes. Me dijeron que en el páramo de Quin- dio habían matado un tapir, mas este solo ejemplo no era suñ- cientepara admitir la existencia del animal en aquellas alturas, porque bien podía suceder que fuera un individuo del pié de la cordillera estraviado ó perseguido por los cazadores, mas cuando yo mismo atravesé la cordillera de Ibague á Cartago, vi, de ¡da y vuelta, mucho rastro de estos animales, y los cargueros me ase- guraron que solían verlos siempre en los parajes mas elevados. Las descripciones que me dieron coincidían con las de Gomara. Desde entonces no me quedó ya duda sobre la existencia de una nueva especie de tapir en lo alto de la cordillera de los Andes, y por mucho tiempo no logré á pesar de mis esfuerzos ver uno de estos animales, hasta que, hallándome el año pasado en Bogotá, , me dijeron que habían matado en el páramo de Suma-Paz mas ele- vado aun que el de Quindio, dos tapires. Luego que lo supe salí de Bogotá sin perder un instante, y favorecido por una circunstan- cia particular, conseguí verlos enteros ^ Al momento descubrí que era este el mismo animal que me habían pintado los cargue- ros del Quindio, y también que pertenecían á una especie nueva del género tapir'perfectamente caracterizada y diferente de la del tapir común. De los dos individuos el uno era apenas adulto, el otro bas- tante viejo para tener los dientes gastados y aun cariados en muchos puntos. Su tamaño era de una sexta parte mayor que el otro, y en esto consistía la única diferencia que podía advertirse en estos dos animales. Quise llevar uno de ellos á Bogotá para describirlo mas despacio, pero no conseguí que nielo vendieran, y tuve que contentarme con la breve descripción que pude hacer en el mismo lugar y con un bosquejo ó diseño lomado con lápiz. 1 Acostumbran en la Nueva Granada en las octavas de Corpus de los pueblos adornar los arcos de laurel que se erigen en la plaza con aves y cuadrúpedos que por su magnitud ó rareza llamen la atención. Antes de la liwta se em- prenden monterías con el objeto de coger animales para la exhibición en que cada parroquia pretende sobrepujar á la vecina , y como las octavas duran mas de dos meses se proporciona una buena ocasión á los curiosos para ver animales singulares, visitando muchas parroquias. SOBRE EL TAPIR. 251 Conseguí por fin la cabeza y las pesuñas del mas grande qué me sirvieron para terminar mi bosquejo en Bogotá, que es el mismo que presento á la Academia, habiendo ya depositado en el Mu- seo la calavera y los huesos del pié de aquel animal. A fin de reproducir con mas exactitud el perfil de la cabeza, hice uso de la cámara lucida de Wollaston. Esta cabeza difiere de la de los tapires comunes asi por el conjunto, como por los detalles ; la forma del hocico es diferente y la trompa no ofrece de ambos lados las arrugas que indican que. habitualmente la tiene encogida. La oreja no tiene la pinta blanca que ofrece el, tapir común, pero tiene otra de este color que pasa por debajo del ángulo de la boca hasta la mitad del labio superior. Tampoco se observa la cresta singular que comienza á la altura de los ojos, en la frente y se prolonga en el cogote del tapir común. El de la nueva especie es perfecUmente redondo, y en él la piel es igual sin partición ni dirección diferente en los pelos, cuyo largo es por donde quiera el mismo, y son muy espesos, de color negruzco mas subido en la punta que en la raiz, lo que produce el color zaino en los caballos. En las ancas y en la región correspondiente á la fosa ilíaca externa se vede cada lado una peladura mas grande que la palma de la mano, pero no es callosa, y tanto el joven como el viejo la presentaban igualmente simétrica, como también la raya blanca sin pelos entre los dedos.' Mas la comparación de los caracteres exteriores no separa tan claramente las dos espe- cies del tapir como la de la calavera. Rara hacerla reconocer me- jor, he dibujado la calavera del nuevo tapir bajo tres aspectos diferentes, y así mismo las de las dos especies, el de Cayena y el de Sumatra que se conservan en el Museo en la galería de ana- tomía comparada. M. Cuvier reconoció al punto que la calavera de este animal se parecía mucho mas á la del paleoterio, que también me pareció deber representar á continuación. Si se compara la calavera de la especie nueva con las de los otros dos tapires, se advierte mayor semejanza con el de Suma- tra que con el de Cayena, y esta similitud es sobre todo notable en la dirección dé la frente, en su anchura, en carecer de ángulo sa- liente la cresta bi-parietal, en la dimensión de los huesos de la nariz, y finalmente en la forma de la mandíbula inferior, cuyo borde es recto en ambas especies, miéutras que se presenta ar- 252 MEMORIA queado en la de Cayena. Si se fuera á juzgar del tamaño del ani- mal por las dimensiones de la calavera, se podría creer que la nueva especie es mucho mas pequeña que la antigua, y lo es en efecto, aunque no tanto como podría suponerse. El individuo que dibujé tenia cinco piésseis pulgadas y media de la extremidad del hocico hasta la punta de la cola, (la cual apenas se distingue) por ser muy corta. Su altura, de dos pies nueve pulgadas; las piernas delanteras tenían un pié y cuatro pulgadas, eran muy fuertes y en la parle superior su conlornode diez y seis pulgadas. Las piernas traseras aunque mas largas eran mas delgadas. La articulación libio-larsiana permitía á los dos huesos articulados seguir en linea recta. No pude medir el grueso del cuerpo porque lo ha- bían abierto y sacado los intestinos antes de traerlo de la mon- taña. Habría querido examinar el estómago para saber de que plantas se alimentan estos animales en tales alturas, pero los cazadores me dijeron que los habían hallado comiendo chusque, (nastus chisque de A~uníh)\ me aseguraron también que comían frailejon [espeletia]^ planta resinosa que no tocan ni el ganado ni aun los venados. El tapir es un animal gloton que come ciega- mente cuanto encuentra. Asi cuando están cautivos suelen comer sus mismos excrementos, y á los que se matan en montería se les halla en el estómago, pedazos de madera, piedras y hasta hue- sos. Sábese que en la especie común la piel de las hembras tiene muchos pelos blancos mezclados á los de color mas oscuro, y aun sucede qne cuando estos son muchos y los otros de color rojizo, el color del animal pasa al que se conoce en los caballos con el nombre de ruano claro. No logré averiguar si la especie de las montañas presentaba el mismo fenómeno, ni si en ella era tam- bién como parece probable la liémbra mayor que el macho, y si los recien nacidos tienen pintas como sucede en la especie asiá- tica V en la común. Parece que el tapir de montaña ó de tierra fria no tiene ente- ramente los mismos hábitos que el de la especie común, que duemie de dia y no anda sino en la noche buscando los alimen- tos, puesto que los cazadores de Suma Paz mataron los dos que me han servido para esta descripción á las diez de la mañana comiendo chusque. Vo he hallado en el Quindio á las nueve de SOBRE EL TAPIR. 253 la mañana estiércol fresco de estos animales que todavía humea- ba, y el rastro indicaba que acababan de pasar tranquilamente y sin temor ni precipitación, lo que manifiesta que no habia sido el miedo el que los habia lanzado de sus guaridas á esta hora. Es verdad que esto pasó en el mes de diciembre, época del calor, por lo ménos en la especie ordinaria, período que les da mas actividad en el dia, pero la cacería de Suma-Paz fué en julio. Es de creer que una especie que habita solamente la cúspide de las montañas, no sea tan numerosa como la que vive en los llanos ó valles calientes, mas como la cordillera de los Andes se extiende de una extremidad á otra de la América meridional, es muy posible que la nueva especie abraze los mismos paralelos que la antigua. No puedo decir con seguridad otra cosa sino que la he hallado en la cordillera oriental y en la central, entre los 4“ y 5° de latitud norte, y que sé que se ha visto hácia el 2« y aun en el Ecuador si hemos de juzgar por el dibujo de La Condaraine que sirvió á Butfon para redactar su primer artículo. Por la parte del norte la especie nueva podria alcanzar hasta tos 10» de lati- tud, por lo ménos á esta me parece que conviene mas bien la descripción que Gomara da del tapir negro y lanudo de la pro- vincia de Cumaná, que llama Capa. La especie común habita una extensión mayor de un lado del Ecuador que del otro. La diferencia sin embargo no es tan grande como BulTon lo creia, suponiendo ser tapires ciertos animales grandes, de pesuña hendida, vistos por los viajeros en Patagonia y en el estrecho de Magallanes, y quizá también por la denomi- nación de Danía que Gomara aplica sin razón á los Huanacos que los compañeros de Magallanes hallaron cerca del puerto de San Julián. No solo no alcanza el tapir, como se ha supuesto á la ex- tremidad austral del continente, ó al 50", como los huanacos, sino que no es seguro todavía que pase del 35 o, miénlras que al norte déla linea equinoccial su límite es el 12o. No son cierta mente las cadenas elevadas de montañas las que le han impedido el paso en el Istmo de Panamá, ni la diferencia de los alimentos, ó de temple; y sin embargo, este animal que entre todos los pachi- dermos es sin duda, si exceptuamos el cerdo, el que se habitúa con mas facilidad á un régimen diferente y ([ue puede llamarse 254 MEMORIA omnívoro, este aninmlj decimos, no se conóóc en la America Se- tentrionali En los países en que existen las dos especies de tapires, los cazadores no los distinguen, y los designan con el nombre gené- rico de Danta. Ocupándome en averiguar el origen de este nom- bre, hallé que como otros muchos proviene de una nomencla- tura singular adoptada por los Españoles á la época del descu- brimiento, en que, hallándose en presencia de una naturaleza enteramente nueva, se vieron en el coso de Adan, es decir, obligados á dar nombres á todos los animales de la tierra y á to- das las aves del cielo# Comenzaron por desembarazarse de los que no llamaban su atención por algo útil, asi comprendieron bajo el nombre de pajariiosi todas las aves pequeñas que no se destinaban á la mesa ; á los insectos con escamas se les dio el nombre de cucarrones ó cucarachas, y los que tienen alas tras- parentes se llamaron moscas, moscos, mosquitos y moscarrones. Respecto de los animales útiles ó nocivos, les tué preciso darles una denominación mas especial. Mas como no era posible adop- tar los nombres indígenas, que en razón de la multiplicidad de los dialectos variaban de una provincia á otra, lomaron nombres europeos análogos para las especies americanas, api icando á cada una la de la especie que en España prestaba el mismo servicio ó hacia los mismos daños, dejando á un lado las analogías do forma de color etc., y no guiándose sino por la utilidad. Así se vé en América el nombre de zorro aplicado á una inlinidad de cuadrú- pedos, acompañado de un epíteto qué muchas veces Se omite, como zorro gatuno, perruno, collarejo, zorro hediondo ó zorrilla, que se aplica al sariga opossum, al cual Cieza de Léon llama chu- chaj femenino de chucho, nombre genérico de las aves de presa nocturnas, porquecomo ellas devora las aves domésticas Poco 1 No hay porque admirarse de ircr dar á uñ eundri'ipedo el Dombre de una ave, pues que en este caso ambos T¡vcn en la ascuridad, y no se conocen sino por los estragos que ocasionan en los corrales. De aquí viene que en inuclios lugares no tienen nombre particular, y no es raro oir eh los pueblos de Amé- rica : « No podemos criar gallinas porque el animal se las come. » Y esto mismo acontece en Francia, como se deduce de estos versos de Lafontaine : Dans mon pallier rien ne m’étalt resté. Depuis deux jours la héte a toui mangé. SOBRE EL TAPIR. 255 les importaba á los colonos que estos animales perteneciesen alas familias de los feUs^ de los canisgulo^inephitiSj una vez que comían sus gallinas, bien merecían el nombre de zorro. A los cuadrúpe- dos lijeros que penetraban en los agujeros persiguiendo á los ratones, y que cazan los pajarillos y pichones, sea que tuvieran . los dedos reunidos, ó un pulgar trasero , que su cola estuviera desnuda ó velluda, que con ella se agarraran ó que no los sir- viera para este efecto, invariablemente las designaban con el nombre de comadrejas. Citaremos otro ejemplo , el llama se parece mas al camello que á los demas animales del antiguo continente, como que Balboa lo creyó así al ver las figuras que le trazaron los Indios del istmo de Panamá, y esto le confirmó en la idea de que aquellas eran las Grandes Indias. Ademas los Peruanos lo em- pleaban como bestia de carga. Pues á pesar de todo, como los Españoles no lo aplicaron principalmente para este uso y que lo mas útil para ellos era su vellón, que hilaban y tejían como lana, le dieron el nombre de Oveja del Penr^y si el nombre Pe- ruano de llama ó Hacina se ha conservado, es porque la lengua Quichua es un idioma de los mas perfectos de la América del •Sur, que ha continuado hablándose aun después de la conquista. No creo sin embargo que esta nomenclatura en que no me de- tendré mas tiempo dependiera de un sistema creado con antici- pación ; no , esto prueba únicamente que liabiéndose los hom- bres encontrado en circunstancias semejantes, los guió la misma idea. Pasemos ahora á examinar porque dieron al tapir el nom- bre de Danta. Según algunos naturalistas, y entre ellos Sonnini, el nombre de Danta proviene de la palabra portuguesa anta. » Los Peruanos, dice (en el diccionario de hist. nat. t. XXXII pág.452, París 1819) llaman este animal vagra, los naturales de la Nueva España, Beorí, los de Guayana, Maipouri, los Españoles la gran bestia y los portugueses del Brasil Anta, de donde han salido las pala- bras, Ent, Danta y Ante que usan diversos autores. » Pero no es probable que los Españoles hubieran tomado de la lengua por- tuguesa un nombre para designar animales que habían conocido mucho antes que sus vecinos de la península. Per el contrario estos nombres existían en las lenguas española y portuguesa, iíSr» MKMORIA mucho antes del descubrimiento de América y se empleaban para hablar del alce, búfalo y de otros animales, cuyas pieles se usa - ban como colas defensivas. Espafia recibía estas pieles por con- ducto de los Flamencos, en cuyo idioma el alce se llama Eelent, Elandt, Elant. Los Españoles confundieron la primera sílaba de esta palabra con el artículo el, y dijeron el Ante terminando la palabra con una vocal conforme á la índole de su idioma. El fe- menino Anta se convirtió en Danta, por adhesión del signo del genitivo. En la época del descubrimiento de América, una parte indis- pensable del equipo del soldado era la cuera ó coleto de ante que en francés se llamaba collet de buffle. Luego que los Españolea comenzaron sus excursiones en el continente, no hallaron ya la raza inerme y pacifica délas islas, sino tribus guerreras, muchas de las cuales conocían hasta el arte de las fortificaciones, y usa- ban de armas defensivas. El cuero del tajíir servia en el Brasil para fabricar escudos, como en el Senegal; y en algunas provin- cias de la Nueva Granada hacian con la piel de este animal cierta especie de dalmática con que se resguardaban de las flechas y de los dardos. Este era el ante de los indios, y por tanto nada mas natural para los Españoles que llamar Ante ó Danta al ani- mal cuyo cuero servia para tales usos. • BuíTon reconoció también que estos nombres habían sido apli- cados á otros cuadrúpedos del antiguo continente ántes de ha- ber servido para designar el tapir, pero no supo á que especie de animal habían pertenecido originariamente, ni por que motivos se le impusieron al pachidermo americano, y por esto incurrió en algunos errores respecto de esta etimología. Cuando los Españoles y los Portugueses aplicaron el nombre de Anta ó de Danta al tapir, quisieron asimilarlo no al antílope africano, sino al anta que conocieron primero es decir al alce, y lo que es prueba perentoria de mi aserto, es que cuando quie- ren designaral tapir en lengua latina, usan el nombre de Alce ‘. Al pesuno de alce se atribuía en los siglos XIV y XV maravillo- sa virtud contra la epilepsia, y la misma incertidumbre que rei- ' 1 Vease Andrei Bacci, tractatus de magna iKístia Alce, cjiisque proprictalibus epilepsiae resistentibus; Stuttgard 1668; y Mtnabcni Tractatus de magno ani- mal i quod Alcen non nuil i vocant, Germán i vero EbnY , manifiestan que la especie de frente achatada ó plana ( es decir el pinchaque de las Cordilleras ) es mas pequeña que la otra, y quizá esta es la diferencia que los indígenas quisieron indicar añadiendo al simple nombre de tapiira, que designaria 262 del TIZON la especie nueva , las partículas ete y ousou. Tapiier oimm, Tapiier, etc, es decir gran tapir ó tapir por excelencia. Del tizón &n el inaiz , y de sm efectos en el hombre y en los animales ^ por jii, Roulin. Sábese hace ya muchos años que el centeno atizonado, como alimento, produce algunas enfermedades convulsivas y gangre- nosas, al mismo tiempo que obra de un modo particular sobre el útero como que la terapéutica lo usa con buen éxito en cier- tos achaques do este órgano. Se suponía por analogía que el tizón que ataca lambii^n las otras cereales había de ocasionar los mismos efectos, aunque ninguna experiencia directa con- firmaba esta hipótesis, porque en las cereales que se consumen generalmente , tales como el trigo, cebada y avena, son pocas las espigas atacadas, y por tanto nula su influencia en el total producto de la cosecha. Bien puede pues suceder que el tizón no comunique en efecto á estos granos propiedad alguna dele- térea, como otras ' enfermedades que no hacen otra cosa que privados de sus cualidades nutritivas, ó tal vez los accidentes . que producen son diversos de los que ocasiona el tizón. Seria muy interesante estudiar esta cuestión, sobre todo después que la enfermedad epidémica que ba reinado en París en 1829 pre- sentó muchos síntomas de la que engendra el tizón de centeno, á pesar de que en los mas de los casos no podía tener tal origen. Por mi parte tuve ocasión durante mi residencia en América de estudiar el tizón en una cereal que nunca es atacada de semejante enfermedad en Europa, es decir en él maiz, que en las regiones calientes de Colombia forma la mayor parte del alimento de aquellos habitantes. Algunos de los síntomas que su uso origina son parecidos á los que produce el tizón de cen- teno, pero otros varían notablemente. Nunca pude averiguar bien cuales eran las circunstancias que favorecían la produc- ción del tizón en el maiz , pero sean estas fas que fueren, el rel- sultado es que esta enfermedad se anuncia en forma de un « 263 Y DE SUS EFECTOS. pequeño tubérculo de línea y media á dos líneas de diámetro y y tres á cuatro líneas de largo, especie de cono aplicado sobre el grano que le da la apariencia de una pera, y no como en el centeno cuyo grano se alarga solamente. El tizón se distingue del resto de la simiente por su color lívido aunque carece de olor, i)or lo menos no pude descubrir ninguno en los granos que examiné y que no eran muy frescos. Rara vez el tizón cunde en toda la comarca y solamente ataca una ó mas sementeras vecinas. Al grano así alterado dan en aquel pais el nombre de maíz peladero^ porque hace caer el pelo á los que lo comen , accidente muy notable en aquella comar- ca en donde se encuentran pocos calvos aun entre los viejos. En ocasiones hace caer también los dientes, pero jamas he visto que produzca la gangrena ni tampoco las enfermedades convul- sivas que causa el centeno atizonado. Puede suceder que sus efectos sean ménos notables , porque en aquellos países no se hace un uso tan continuo de las cereales como entre nosotros. Eos cultivadores de América consumen apénas en maiz la mi- tad de lo que los nuestros en centeno, porque el plátano suple casi siempre la falta del pan. También podría suponerse que la diferencia de los efectos deletéreos de los dos granos consiste en su composición. En efecto el maiz apénas contiene gluten, que es materia animalizada y putrescible, mas también es pre- ciso recordar que el trigo, que contiene el doble de gluten del centeno, es muy poco-atacado por el tizón. Veamos ahora los efectos del maiz así alterado sobre los ani- males. Los cerdos lo repugnan al principio, pero si no los alejan de los lugares en que hay este maiz , acaban por comerlo con ansia. Al cabo de algunos dias de haberse alimentado con el maiz peladero comienzan á pelarse sin otra alteración visible en su salud, luego se observa cierta dificultad en los movimien- tos de los miembros posteriores que sostienen ya con trabajo al animal. En este estado los cerdos comienzan á enflaquecer y por ello los matan á fin de aprovechar la carne, de modo que nunca pude observar personalmente los efectos ulteriores déla enfermedad. No oí decir que la carne de estos animales en tal estado fuera nociva. Las muías que se alimentan con el maiz así alterado pierden 264 DEÍ. TIZON el pelo y aun los cascos , y por tanto se acostumbra llevarlas á potreros en donde no subsistiendo la causa de la enfermedad pronto se restablecen y recobran las uñas perdidas. Aunque de mis notas no se deduce claramente que los miembros posterio- res son únicamente afectados-, me parece muy probable que así sea , porque los pies delanteros en las bestias caballares se de- signan con el nombre de manos en idioma castellano, y esta circunstancia no se habria dejado de mencionar en los informes que consigné en mis apuntes. Las gallinas que se alimentan con maiz atizonado ponen á me- nudo huevos sin cáscara ó movidos. No es fácil de ex|ilicar la influencia que este alimento puede ejercer en la formación del carbonato de cal que compone la cáscara del huevo ; podría ser que el tizón produjera un verdadero aborto excifando los órga- nos destinados á la expulsión del huevo y determinando con- tracciones que lo arrojen antes del tiempo en que se cubre de la cáscara terrosa. Me he detenido particularmente en este hecho, porque muchos médicos que han preconizado el uso del centeno atizonado como medicamento, han asegurado al mismo tiempo que es incapaz de producir el aborto. Esta opinión ha sido pro- pagada con loables intenciones y á fin de evitar tentativas culpa- bles. Por mi parte estoy muy distante de aprobar semejante re- serva, porque creo que en esta materia como en otras vale mas decir toda la verdad que ocultarla en parte. Si no se hubiera ad- vertido que el uso del centeno atizonado en los alimentos produ- cía partos prematuros, no hay motivo para suponer que se hu- biera administrado para facilitar los partos trabajosos. M. Cour- haut y otros facultativos han observado la frecuencia de los abortos durante las epidemias del tizón, y aun el primero lo de- terminó en una perra propinándole por seis dias centeno atizo- nado en dósis de cuatro onzas pordia. Sin embargo debo confe- sar que nunca tuve oportunidad de observar directamente caso alguno de aborto determinado en los mamíferos por el uso del maiz atizonado ó peladero, y que los informes que pude adqui- rir me parecen insuficientes para admitir este resultado que creo no obstante muy probable. Sábeseque el centeno atizonado obra con mayor fuerza cuando está fresco, y lo mismo sucede con el maiz peltídero^ con la dife- V DE SUS EFECTOS. :>tí5 reiicia deque eii este grano el veneno tiene mayor actividad an- tes de su perfecta madurez. Pocos ignoran que desde que co- mienza á espigar, hasta la época de la cosecha, un enjambre de enemigos rodean al maiz para devorarlo, y solo la vigilancia mas activa puede preservarlo de los mamíferos y de las aves que se muestran igualmente ansiosasde él. Cuando el tizón llega á ata- carlo, no se cuida tanto, y los animales sacian impunemente su apetito en las sementeras. Entonces suelen verse los monos y los papagayos morir víctimas de su voracidad y de la actividad del veneno. Las bandadas de gallinazas indican frecuentemente los lugares del bosque en que los venados mismos han perecido. Parece dudoso después de lo que acabamos de relatar res- pecto de la actividad de este veneno, que el maiz peladero sea susceptible de perder en corto tiempo, pasándolo á lugares fríos, sus cualidades deletéreas. Muchas personas dignas de crédito, y cuyo testimonio era enteramente desinteresado, me han asegu- rado que cuando el maiz peladero ha pasado por los páramos ó lugares elevados en donde reina un frió perpétuo, queda entera- mente privado de sus propiedades nocivas, y se usa como ali- mento sin mal resultado ni desconfianza por los habitantes de los valles opuestos de la cordillera que saben bien el riesgo á que se espondrian comiéndolo en los mismos lugares en que se cose- cha ántesde haberlo hecho viajar por temperamentos fríos. Esta circunstancia podría quizá esplicar porque el centeno atizonado pierde su acción como medicamento en ciertas circunstancias, y quizá por haber sufrido los rigores del invierno en graneros mal cerrados, miéntras que el que conserva su actividad lia podido guardarse en bodegas ó lugares cuya temperatura varia poco. Seria interesante observar escrupulosamente su acción en am- bos casos. Imagino que el tizón del maiz no es enfermedad muy común; no he sabido que se conozca ni en el Perú ni en Méjico, y (juizá no sale de las provincias de Neiva y Mariquita en la Nueva Gra- nada, y eso en la región mas caliente, aunque el maiz prospera también en los climas frios. lie visto vastagos de esta planta de mas de siete piésde altura en las orillas del lago de Fuquene, á una elevación de 2500 metros sobre el nivel del mar. Parece (|ue la temperatura influye mucho sobre la proporción dé los princi- 2G6 DESCRIPCION píos iiiDiediatos que entran en la composición de esta planta, por lo ménos me persuadí de ello respecto del jugo de la cana de en maiz. Leyendo en la primera carta* de Cortés al emperador Cárlos V, que los Mejicanos sacaban miel del maiz mas dulce que el azúcar, probé las canas del maiz de Bogotá, que me parecieron insípidas ; mas luego hice la experiencia en Mariquita, y hallán- doles un sabor muy dulce, hice exprimir algunas, y saqué de dos á tres libras de un jugo verdoso opaco que se aclaró hirviendo, y habiéndolo limpiado con lejia de ceniza, conseguí un jarabe bien dulce y difícil de distinguir del jarabe ordinario sin un. gusto lijeramcnte ácido que le quedó. Evaporándolo obtuve mas de dos onzas de azúcar seco, que en breve cayó en deliquescen- cia atrayendo la humedad del aire, quizá á causa del ácido málico que la lejia no le habia quitado enteramente. Nota. El azúcar que se extrae del jugo de la cana del maiz es la glucosa, ó azúcar que no cristaliza como la de la caúa dulce, remolacha etc., y la pequeña cantidad de azúcar cristalizable que contiene según M. Peligot, no puede cristalizar á causa de su mezcla con la glucosa. Esta última se usa para favorecer la fer- mentación de la cerveza y el jugo dulce de la caña de maiz pu- diera emplearse para mejorar algunas de las bebidas fermenta- das en los lugares en que la miel escasea ó se consigue á precios muy subidos {El Traduclor). DESCRIPCION Del IJrolopfnts ¡^lagdalena, por M.ValencienneSj profesor de historia natural en el Museo. Ya hemos dado la descripción de una nueva especie de cua- drúpedo que caracteriza las altas planicies de los Andes, el ta- ])ir panchique que descubrió el Dr. Roulin. Este mismo natura- lista trajo del Magdalena una raya muy particular que ha re- sultado ser también una especie nueva, según se deduce de la 1 Debe decir la segunda porque la primera carta de Cortés no existe, ó por lo iuénos basta ahora no ha podido encontrarse. {El Traductor.) Dlíf. UROLOPIUJS MAGDALENA. i>67 siguiente descripción trabajada,' por el distinguido naturalista mencionado en el título de este capitulo, para insertarse en esta recopilación de memorias científicas sobre la Nueva Granada. El pez que trajo el I)r. Roulin del rio Magdalena hubiera de- bido clasificarse en el género de las pastenagas. Mas M. Muller ha separado con razón de este género que considera como una familia, las especies dotadas de cola corta terminada mas abajo de las agujas por una aleta membranosa análoga á la nadadera, caudal de muchas rayas. La especie que describimos presenta el carácter genérico re- conocido por el célebre Ictiologista de Berlin, y es una especie nueva cercana á su Urolophus torpedinus '. El cuerpo de este pescado es orbicular, el diámetro longitu- dinal es algo mas largo que el transversal, pero la diferencia no excede de la undécima parte. Apénas sobresale la extremidad del hocico. El borde posterior de los ojos se presenta poco mas ó menos hacia la cuarta parte del diámetro mayor. El diámetro longitu- dinal de cada ojo es la quinta parte de su distancia á la punta del hocico, y el intervalo que los separa es doble de su diáme- tro. El tubo ó respiradero superior es bastante grande, oblicuo y muy inmediato al ojo, algo hacia fuera. El relieve de la cintu- ra. escápulO' humeral, está situado á mas de la mitad de lo largo del cuerpo. La pectoral es estrecha y sobresale bastante por su punta obtusa y bien separada de la base de la cola, cubriendo casi enteramente la ventral. Esta descansa en un pelvis estre- cho cuyo borde anterior se encorva poco cerca del ángulo ex- terno, porque el interno es libre y recto. De este modo la nada- dera es casi triangular, y el apéndice masculino que la acompaña se extiende un poco mas que lo baria si perteneciera el animal al género femenino. La boca es muy pequeña, los dientes son puntiagudos con un pequeño talón de cada lado. Los de la fila externa que tienen la punta usada parecen por lo mismo ásperos. Las narices son muy pequeñas y su velo tiene solo algunas franjas cortas cerca del borde labial. Al labio inferior solo acom- pañan ciertas papilas cortas. 1 MulL Rayas, pag. 173, sp. n* 2. 2()8 DESCRIPCION DEL UROLOPHUS MAGDALENA. Las hendeduras de los branquiós son cinco como en todas las rayas ; están colocadas en líneas arqueadas y son peque- ñas. La hendedura del ano es longitudinal, corla, acompañada de membranas bastante notables. Se ven sin dificultad los dos con- ductos, que se abren en la cavidad peritoneal común del ab- domen. La cola es un poco mas larga que el diámetro longitudinal del tronco, y algo deprimida. Bastante espesa en la base y circuida en las extremidades superior é inferior de un borde membra- noso que es demasiado estrecho para merecer el nombre de na- dadera. En medio de su largo tiene una puya aplanada con sus dientes en ambos lados. Existen ademas, cuatro tubérculos en forma de aguijón, delante de la puya caudal. La piel superior del disco es arrugada y cubierta de peque- ños tubérculos, pero sin aguijón, mas visibles cerca de la cintura escapular que en lo restante del cuerpo. El color del animal es rojizo con manchitas ondeadas, que en I)artes se cruzan y anastomosan. Su largo total es de 0"’, 31. El del disco es solo de 0®, 16. El ancho es de 0, 145. Esta especie de pescado ofrece mucho inte- res por ser una de aquellas que suben del mar á los ríos, y viven también en agua dulcé, puesto que se mantiene en parajes en donde no alcanza la marca. Por conservar el recuerdo de una costumbre tan rara entre los Chondropterigiones la he dado el nombre del rio que habita, aunque el pez es propiamente de mar. El Dr. Roulin halló en su viaje al Meta, en Giramena, dos es- pecies de rayas, la una llamada raya negra ^ y la otra raya casca- bel, De una y otra se hizo una breve descripción en 1829 en los Anales de historia natural, ])ero el gravador no representó la cola cortada, según estaba en los individuos observados por el Dr. Roulin, pues los Indios no dejan nunca de cortar la cola con el aguijón al sacar el pez del agua, sino que la prolongó de fanta- sía, por tanto en esta parte el dibujo no es correcto. Estas rayas viven basta a mas de 350 leguas del océano. Las del Magdalena á mas de200. vSeguu una nota escrita por el mismo Sr. Valencien- pes, parece que podriau también clasificarse, sin temor de errar, OBSERVACIONES METEOROLOGICAS. -209 las dos pastenagas ó rayas del Meta en el género urolophus, en cuyo caso la que describió M. Roulin con el nombre de paste- naga llumboloti, se llamarla Vrolophus HumbolcUi. Para ello se. funda él Sr. Valenciennes en la comparación que ha hecho con el uroloplius que el Sr. Castelnau acaba de traer del Amazonas al Museo de historia natural. Este tiene la piel sembrada de pe- qu;2ñas granulaciones y atravesada de lineas negras yojos negros muy característicos, y aunque estos colores no son exactamente los mismos que los de las rayas del Meta descritas por el Dr. Rou- lin, es difícil de no convencerse que son muy semejantes, por lo menos en cuanto á la distribución. M. Valenciennes se propone llamar en su Ictiología la especie del Amazonas vrolophus castel- neauli^ y advierte que el número de especies de este género, que abraza las rayas de agua dulce, ha crecido mucho. OBSERVAaONES METEOROLÓGICAS. En la reimpresión del Semanario de la Nueva Granada, presen- tamos las observaciones meteorológicas de Caldas en Bogotá en 1808. Quince años.despues verificó las suyas M. Boussingault en 1823 y 1824, y diez anos mas tarde en 1832 y siguientes, el tra- ductor de estas memorias. Nos ha parecido útil conservar todas estas series, añadiendo ademas la cantidad de lluvia caida en al- gunos años á diferentes alturas del territorio de la Nueva Gra- nada, de que se ha llevado un registro en los diversos estableci- mientos de la compañía Inglesa de minas de la Nueva Granada, merced al celo ilustrado del Sr. Ricardo Illíng^vorth que distri- buyó los udómetros y dió las instrucciones á los directores de las diversas estaciones. Muchas ventajas pueden sacarla agricul- tura y la física general de las observaciones de este género que hoy se hacen en diferentes puntos de la Nueva Granada, sobre todo cuando la honradez, capacidad y eficacia de los observado- res inspiran perfecta confianza y cuando no se hacen solo por el vano deseo de llamar la atención pública sobre el individuo que las hace. 270 OBSERVACIONES Agosto 1823 i Observaciones baroineiricas d 4 ° 36 ’ 50 ’^ de tai. n. en Bogotá. Itarúin. á 0 Terop. B«r>'>iu. áO Temp. iv>r. Altura Puntos X i iat del y á la» drl del media dd de ‘9l>. ■iré. 4 b. aire. niax. dia. U luna. Eitado del tíe'o. 559,93 tn tu 561,18 O 17,0 ni 1,72 560,32 o I7j0 559,40 562,09 15.0 560,28 2 1 ,5 20,0 1,80 501,13 562^8 15,0 560,28 16,0 1,90 501,23 562,00 15,8 560,03 22,0 1,97 561,01 502,44 14,8 560,20 20,0 2,24 !:-01,32 562,81 15,0 561,33 14,0 1,48 562,07 502,93 14,8 560,73 15,0 2,2 o 501,83 562,40 14,0 559,74 16,0 2,06 601,07 502,35 14,0 559 j«l ÍG.O 2,54 501,08 502,08 16,0 559,94 22,0 2,14 501,01 502,23 16,0 559,90 18,6 2,33 561,00 561,73 15,0 L nerig. N. L. 502,03 502,15 15,0 15,0 4" croo. nebuloso. hermoso, id. nebuloso. hermoso. ciibierlo. id. id. nebul. lluvia, neindoso. id. id. hermoso . id. nebuloso. 501,94 15,0 659,48 22,0 2,40 500,71 hermoso. 501,88 14,0 .559,05 18,0 2,23 .560,70 Apog. nebulost). 562,47 15,8 559,95 20,0 2,54 561,20 id. * 1 1 502.59 602,63 562,83 562.60 562,11 501,93 501,88 501,18 501 ,93 502,62 562,02 502,13 15,0 15.0 13.0 14,8 14.0 15.0 15,0 14.5 15.5 15,0 15,0 15, 560.03 500.03 560.03 500.02 560.03 559,50 559,0 1 559.93 5.59.93 539.04 10,2 16,0 20,0 15,5 21,0 10,0 2,00 2,20 2,57 2,09 1.52 1,02 2.52 2,69 2,69 2,49 561,33 561,73 561.31 561,00 501.31 501,12 500,37 500.27 561.27 561,27 500,88 • I '■Ji A • ' id. id. beinnoso. id. id. id. id. nebuloso. cubierto. hermoso. nebuloso. Altura media del mes. . 0® 501,10 Alt. roed, del máx. . . 0 562,19 V.rial. diurna. maJí». 2« 22. Alt. med. del min. . . 0 560,02 Icmp. m. d. q. . . . Alt. roed, entre m. et t. m. del'. .... Bun 0 501,10 14,84 18,4 METEOROLOGICAS. 271 Mes de setiembre de 1823. 2 Rarúui. áO Ternp. Baróin. SO Teiiip.’ Dif.ael Altura Farei 3* )' á la« 9 del y á laf 4 del fnáx« media dri d« Kiliiilú del cielo. de la mafi. aire. tarde. aire. rt niln. día. 1* luna. ■ - ■■ ■ ■■ ■ — • - — 1 2 562,03 16,0 559,38 16,5 2,05 560,70 I. perig. cubierlo. 3 562,25 15,0 559,63 19,0 2,62 560,94 nebuloso. 4 562,37 13,0 559,58 18,5 2,79 560,97 N.L. id. f» 562,67 14,0 560,63 16,0 1,94 561,60 cubierlo. C 562,87 14,0 560,88 19,0 1,99 561,87 iiebiilnsii. / 563,85 13,5 561,C3 18,0 2,82 562,44 lluvia. 8 502,62 1 5,0 500,68 20,0 1,94 561,65 nubes. 9 502,06 13,0 559,58 17,5 2,48 560,82 id. 10 561,63 15.0 558,80 19,0 2,83 560,21 id. 11 501,90 15,0 559,16 16,0 2.74 560,53 otibierlo. 12 561,87 15,0 559, 1 6 20,0 2,71 560,51 P. Q. Mk U.ÜOaStf 15.8 (},5607ü 17. lluvia. 13 562,68 '15,0 500,7 5 '15,0 1,93 561,7 1 14 602,71 14,0 1. apng. cnbicrlo. 15 562,22 16,0 559,73 19,0 2.49 560,97 id. IG 561,90 15,0 5.59,08 18,5 2,8.2 560,49 nt'buloso 17 561,63 14,5 558,79 10,0 2,84 560,21 cubierlo. 18 561,28 15,5 559,05 20, 0 2,23 560,16 hermoso. 19 56 1 ,97 14,0 559,4.3 1 7,5 2,54 560,05 nubes. 20 502,83 14,0 P. L. cubierto. 21 502,21 1 4,5 559,14 18.5 3,07 500,62 ntibe.s á las 9 - b.. Iiermuso 22 561,46 14,0 .5.58,07 18,5 3,39 559,76 á lu.s 4 gra- 562,55 li,0 3,1.3 23 559,42 19,0 T Cí\ Í1 0 nizo, inienus. OtlUf 90 nuiles. 24 562,10 13,0 558,58 17,0 3,52 560, .34 berino.sn á 9 • b. cubierlo á (.• •i b. 25 562,31 16,0 559,06 17,5 2,63 560,98 viento fuerle N.C. N. 0. 2G 562,33 15,0 560,23 20,0 2,10 501,28 hermoso. 27 562,94 14.0 500,40 17,5 2,54 561,07 nnbes. „ ' ^ 28 561,93 14,0 559,73 17,0 2.20 560,83 - uebnioso, ' -. 29 562,75 14,0 560,41 19,0 2,34 561,58 1. per. bermuso. 30 561,15 hermoso. AU. media del raes. . . O” 500,9.3 l. media de las. 9. . . 14,46 — media del m.tx. . . O 502,28 id. de las 4 b. , . . 18,10 • — raed, del rain. . . O 559,75 — raed, dcl rain, j del' máx O 561,00 272 obseuvaOionks Octubre de 1843 . Raróiiietro T«n>pe* BaróineUo Tcinpr- Altura ^ á 0 y á lai ratura a 0 y á las ralura media de .2 il de lama* del aire. del airt . día. ® ftcna. • fCNT<)S de U luuik.’ K>Udu demos del rielo. 1 2 5 4 5 fi 7 8 9 10 U 12 13 14 .,il5 .. 16 :^i 17 18 19 20 21 22 23 24 2¿ 26 27 28 29 30 31 561,72 14,5 559,97 14,5 1,75 560,84 562,56 15,0 560,33 15,5 2,25 561,44 562,60 13,5 560,03 18,0 2,57 561,31 562,21 15,5 559,66 17,0 2,55 500,98 562,56 •15,5 5.59,90 16,0 2,06 561,2.3 502,33 16,5. 559,44 22,5 2,89 560,88 572,00 15,2 662,91 15,0 559,48 19,5 3,43 501,19 562,34 14,0 562,08 15,5 559,92 19,0, •2,16 561,00 562,53 16,0 • 562,18 15,5 559,37 17,0 2,81 560,77 561,93 15,8 . 561,10 15,5 560,93 16,0 558,37 17,0 2,56 559,65 561,23 14,6 558,64 15,'5 2,59 559,93 562,03 15,0 580,98 15, U 538,23 16,0 2,75 559,60 561,08 15,0 558,03 , 19,0 3,05 559,55 361,13 15,0 558,45 Í5,0 2,68 . 559,79 561,68 15,5 559,03 13,3 2,65 560,35 562,13 13,0 562,11 14,0 559,53 13,5 2,58 560,82 502,10 13,0 559.31 15,0 2,85 560,73 561,76 13,5 559,73 15,5 2.03 ‘ilií) 7A 7 562, o8 14,0 560,63 13,0 1 ,95 o6 1 , 60 562,88 14,0 559,80 13,5 3,08 561,34 562,24 13,0 539,32 16,0 2,92 500,78 562,41 13,0 562,20 13.5, 559,13 15,0 3,07 560,66 562,89 14,4 559,31 1 6,5 3,58 561,10 N. í, P.Q.Ap. P. L. I. pci ig. D. Q, riiliicrlo, ¡ü. id. id. id. iiiihej;. id. id. id. id. rnhierin. - iJ. id. » niil)es. lluvia. á 9 li. hermoso. 4 li. lluvia. henuo.so. cubierto, nubes, id. id. nehuio.so. Iluvi.i, nubes. cubifilo. id. id. id. id. id. berinuso. Abura media del barómeiroen el mes. 0 560 71 Alt. inedia del b. álas 9 0 502*, 0.5 Alt. mediad 4 o 559,37 Tcmpeiatura inedia. á9 h 14,75 id. á 4h 16,17 Ml-TEOUOLOGICAS 273 Mes de noviembre. Barómetro Tempe- Barúiuclro Tempe- Dircren- Altura Facet de « a á 0 V ú iai ratura a 0 T á It-o ratura. cis inedia del la luna. OBSERYACIOSTES. c *9. del aire. 4. nía y nié día. 1 ¿iCI,83 13,0 558,89 150,0 2,94 560,36 nebuloso. 2 5G1,33 14,5 558,23 17, 0 3,40 559,98 N. L. sereno. 3 561,52 12,5 558,86 15, 0 2,66 560,19 nebuloso. 4 561,15 13,5 558,68 16, 0 2,47 559,96 ‘ id. 5 560,70 15,0 557,68 15, 0 3,02 559,19 sereno. f) 557,77 18, 5 nebuloso. 7 561,18 15,0 558,48 18, 0 2,70 559,83 sereno. 8 662,20 16,0 559,83 17, 0 2,37 561,01 nubes. 9 561,65 14,0 559,76 17, 0 1,89 560,70 L. Apo. sereno. 10 561,48 15,0 559,51 16, 0 1,97 560,49 P.Q. 1 1 561,58 14,0 559,43 15,0 2,15 560,45 nubes. 13 561,83 14,0 560,03 13,0 1,80 560,93 lluvia. 13 561,72 13,0 .sereno. 14 561,88 1,20 559,13 17, 0 2,75 560,50 muy sereno. 15 560,83 14,0 558,40 17, 0 2,43 559,61 id. IG 560,85 14,0 558,38 17, 5 2,47 559,61 id. 17 561,68 15,0 559,78 14, 0 1,90 560,78 • lluvia. 18 562,3o 15,0 559,56 15, 0 2,74 500,93 P.l L. id. delgada. 19 561,71 1,40 559,40 14,0 2,31 560,55 id. 20 562,65 1,30 569,92 13,0 2,13 560,98 l.Perig. id. 31 561,98 14,0 560,18 16, 0 1,80 561,08 nubes. 32 563,38 13,5 560,53 17, 0 2,85 561 ,95 sereno. 23 562,40 14,0 560,02 47, 0 2,38 561,71 id. 24 561,48 13,0 559,07 16, 5 2,41 660,17 id. 25 562,15 13,0 559,35 18, 0 2,80 560,7.5 r. ) Q. id. 2G 562,79 14,5 559,35 18, 0 2,44 660,57 id. 27 561,63 14,0 559,03 17, 5 2,00 560,63 id. 38 501,23 13 5 558,55 14, 0 2,68 .559 89 id. 29 560,83 15'o 558,33 17, 1 2,50 559,58 id. 30 561,18 13,0 558,80 19,0 2,38 555,99 id. La altura inedia del mes. • • • • • 0'" 560,44 Altura media de las 9. . 561,63 id. de las 4. 559 19, Temperatura media de las 9. . • • a . 14,0 id. de las 4 . 16,48 27Í OBSFJWACíOlSRS Mes de diciembre 1823 . . Barómetro Tempera* Barométre Tempera- .S a 0 et 9 luta 7r> DIav 1 2 3 4 5 6 7 8 9 in 1 1 12 13 14 13 IC 17 18 19 20 21 22 23 24 25 2G 27 28 29 30 31 a U T á 9 h. 582,03 561,14 561.43 360.83 561,13 561 .44 561.44 56 1.45 560.63 559,28 561,18 560.83 561,11 500,98 361.33 561,71 562,26 562,26 562.83 563,23 562,61 563.33 562.63 562,78 561,80 560,76 501,69 561,48 501,94 560,88 561,92 oirc. 3\fés de ííneroj i82i. Icl Darom. a 0 Teaip. del Difer, de ;^Uiira ihSdi.1; I'tinlujdt ; Á b. aire. m.y m. la luna. 559,37 2,68 560,21 N. L. 558,82 2,3á 559,98 557,83 3,60 559,63 557,75 3,08 559,29 558,93 • 2,20 560,03 559,15 2,29 560,29 559,30 2, i i 560,37 658,57 2,88 560,01 557,93 2,70 559,28 557,54 • i, 44 •558,56 P. Q. 558,81 2,37 559,99 • 558,80 2,03 559,81 558,38 2,73 559,74* 538,13 2,83 559,55 559,50 1,83 560,41 560,62 1,09 561,10 P,. L. 580,28 2,38 561,47 o60,62 2,21 561,72 561,29 1,94 562,20 560,19 2,42 V 561,40 560,48 2,85 561,90 560,49 2,14 561,56 N. Q. 560,41 2,07 561,59 558,08 559,88 569,73 559,95 559,13 559,23 2,68 1,8Í 1,75 2,01 1,75 2,69 559,97 560, / 8 560,60 560,93 560,00 560, N. I. Altura media del mes. . . ¡d, á 9**. . . . id. á 4*'. . , . 0,560 000 561 63 559 29 ■ - P ' . 'v • 1-^’ . “ r 276 OBSERVACIONES Mes de Febrero^ 1824. . 'f- j, p Barom. a 0 V a 9li. id a 4 b> Diferencia. Altara media. Punto) de b luna. áGf «r*! A. 562,58 56l.,18 .'>60.58 501,21 561,11 561,63 561,51 561, GSr 561,13 560.88 560.96 564.88 562,53 562,71 561,58 561,68 559.91 559,03 558,34 558,77 559,36 558,86 559,43 559,88 559,83 559,31 558.91 558,38 560,13 560,48 559,98 559,43 559,31 1,86 2,67 2,15 2,24 2,44 1.70 2.77 2,08 1,82 1,82 1,97 2,58 1,75 2,05 2,15 2,37 560,68 561,24 560,10 559,40 559,99 560.23 560.24 560,47 560,74 660,22 559,89 559,67 561,00 561,50 560,50 560,49 ' -22 561,33 ■7' . " 23 563,13 501,10 2,03 562,11 , 24 562,66 559,67 3,09 501,11 25 561,98 559,20 2,78 560,59 26 561,01 558,37 2,64 559,69 27 561,63 558,16 3,47 559,89 - 28 501,88 559,58 2,30 560,73 29 .002,48 P. Q. •,r. tTii P. L. V. Q. Altura meJia del me;, id, de 9*». , ¿¡. id, de 4*>. . 0,500 48 0,561 70 0,559 38 Di» METEOROLÓGICAS. Mes de Marzo. Barom. aO Temp. de) Barou. sO Teinp. del DKeieu. Baroiu. nie. Punto» dv j a 9 li. aire. 3 ; a 4 li. aire. cía. dio. la inna. — — — — — — — 1 561,48 559,88 1,60 560,68 N.’L. 2 561,48 558,64 2,84 560,06 3 561,36 559,23 2,13 560,29 4 561,58 559,43 •2,15 560,50 5 562,59 560,18 2,41 561,38 6 562,99 560,71 2,28 - 561,85 7 562,43 8 561,98 558,70 3,28 560,34 1’. Q. 9 559.63 13 561,40 * 558,75 2,65 560,07 14 561,70 559,92 1,78 560,81 15 562,28 559,73 2,55 561,00 P. L. 16 561,61 559,38 2,23 560,49 22 28 • 29 D. Q. 562,63 561,71 559,23 559,23 2,48 2;48 560,95 560,47 N. L. 30 561,64 559,31 2,33 560,47 31 562,53 560,03 2,50 561,28 Altura media dcl mes. . ) • • « 0, 560,67 id. de 9 h. . * . • 561,92 id. • * de 4 b, . 559,65 '^•r .. ■ ;v r -r 1 I ■ ^ * » .*> <.r i-'L. ' i» % I - " ~ 378 4<< OHSEKVACKhMiS ¿Ve^ de Abril, J 82?^.' i.- íh' .2 p y ¿>8. S61,86 562»93 562,80 bM 561, ¿(3 561,58 562,02 561.66 561,98 562,38 562.60 563,13 ¿63,12 562.61 562,30 662,37 562,48 562,80 561,56 562,35 562,51 562.66 T?mp«!- Ijajóme* rattira troiOy del aire. á 4. T«?n)p¿rí- lura dul iir«« 560,46 __560,80 '.rN.- .559,47 IfQi 559,11 " 559,00 Ir 559,03 560,20 559,54 559,73 560,50 560,33 560,70 561.53 560,19 559.54 5o9,53 550, 558,78 560,22 560,00 Pi^ren- 1,70 2,13 2,43 2,55 1,82 2,12 2,25 1,88 2,27 2,43 1,59 2,42 2,83 2,88 3,33 2,78 2,13 1,51 4Upí* media. 561,01 |él,86 560,21 560,30 661,11 360,604 560,85 561,44 561,46 561,91 562,32 561,40 560,95 .560,99 561,19 560,17 561,28 561,25 de lana. P. h. ü. ^ X* N. l Altura media del mes* t 0 561,14 id. de9h. . o 562,39 id.de 4 h. . . o 559,89 Lamedla. o 561,11 '-A> ü ' - . . Ti á^. < * • — ^ ^ •. I t"r _ e* ’ ^'Ar* a *_ -■ '■'•í ■' u miíteoholOgicas. 27 V /Ifa# de Mayo^ U«rom. i Temp-del Itarom.áO fl k, y ¿ 0. jite. y á 4 k. DiTy rc»ci|. Altan ni^- Punto» «U dié." ■ lunsr 5CI ,48 501.73 501,60 561,83 562,15 562.63 561,35* 562.74 562,48 563,05 562,74 561,85 561,96 561,23 560.43 561,73 561,23 560.63 561,39 562,41 562,60 562,28 562.44 562,15 562,87 562,22 560,35 561,50 562,03 502j09 558,97 559.17 558,76 559,61 559,52 560,08 559,56 560.18 560,01 559,69 558,23 558.53 559,10 559^1 1 559,06 559.44 560.53 560,34 560,65 559.53 558.45 559,08 559,78 559,60 La id. del TDÍD. r0,r I id • del ma\. 2,51 2,56 2,84 ?,33 2,61 2.55 1,79 2.56 3,04 3,Q5 3,00 J,9Q 2,63 2,12 2,97 2,75 2,ia 2,22 2,69 1,90 2,42 2.25 2.49 560,22 560,45 56Q,18 560,72 5f)Q,a3 561,35 560,45 561,96 561,53 561,21 559,48 500,41 560,17 559,84 560,92 561,40 561.39 501,76 559.40 '560,29 560,90 560^84 P. Q. P. L. N. Q. . 0,560 71 • , . 0,559 46 0,561 89 1 . V >v , .1 280 OBSEUVAClONKvS Mes de Junio de 1824 . Diat. Barómetro á 0 V Barómetro i 4L. y Dir. Alt. media. — 9h. áO. — • 1 560,97 559,38 1,59 560,17 2 560,84 S 561,68 4 561,68 559,54 2,14 560,61' 6 561,68 559.09 2,59 1,86 560,38 560,81 6 561,74 559,88 7 561,90 •560,47 1,43 561,18 . 8 551,69 9 10 P 562,50 560,17 2,33 56i;33 ' Mil 1 562,01 ; 12 1 13 ** 562,36 • 562,08 560,45 1,91 1,67 561,40 561,24 560,41 * 14 562,40 560,63 1,77 561,51 15 562,96 560.83 2,12 561^89 16 563.07 560,98 2,09 562,02 17 663,10 561,16 1,94 562,13 18 562,28 560,71 1,57 561,49 M 19 561,63 559,29 2,84 560,46 20 561,40 559,79 1,61 560,59 21 562,03 559,73 2,30 • 560,88 22 562,11 560,19 1,92 561,15 23 561,75 24 562,49 25 562,30 561,15 1,15 561,72 26 562,59 560,61 1,98 561,60 27 • 562,85 561,78 1,07 • 562,31 28 561,85 « 29 562,60 30 562,18 560,33 1,85 561:25 P. Q. P. L. K L. N. L. Allura media del mes. 0“ 561,24 de 9 Íí V ... . o 562,18 “■ O 560,17 meteoroi.Ogicas 281 Mes de Julio ^ 1824, a Barom. a 0 Id. a 4 b. Difereucia, Altlnivdia. o tt a 9 b> • ct a 0. 1 560,88 560,28 0,60 560,58 2 559,83 3 561,03 559,83 1,20 560,43 4 562,48 560,03 2,45 561,25 5 561,83 6 561,68 • 7 561,71 8 562,28 560,58 1,70 561,48 9 562,53 560,48 2,15 561,55 10 562,68 11 562,33 560,70 1,63 561,51 • 12 562,06 13 561,46 560,66 0,80 561,06 14 562,76 15 562,78 561,30 1,48 562,04 16 563,88 17 .562,31 18 561,98 . 560,88 1,15 561,40 19 561,98 561,08 0,90 561,53 20 561,33 559,88 1,45 560,60 21 561,63 22 561,72 559,95 1,77 560,83 23 562,63 24 562,97 25 562,08 26 562,63 561,26 1,37 561,94 27 562,58 • 560,75 1,83 561,66 28 562,85 561,02 1,83 561,93 29 562,53 560,91 1,62 o6l,72 30 561,88 31 562,58 l'uutot 29,0 29,0 7607 7571 A las 5. 27,5 27,5 7606 7578 A las 6 mañana. 25,0 24,0 7624 7594 A las 9. 28,0 27,5 7638 7601 A las 12. 30,0 29,8 7625 7588 A las 3 tarde. 29,0 28,7 7615 7579 A las 5. 27,0 26,7 7613 7580 A las 10 noche. 25,0 25,0 7615 7585 A las 6 mañana. 23,0 23,5 7614 7587 A las 9. 27.0 27,0 7639 7606 A las 12. 29,5 29,6 7626 7589 A las 3 tarde. 29.0 29,0 7606 7570 A las 10 noche. 26,0 26,0 7610 7578 A las G mañana. 23,5 24,0 7631 7594 A las 9. 27,5 27,0 7637 7603 A las 12. . 29,0 28,8 7629 7592 A las 3 tarde. 30,0 29,3 7614 7577 A las 4. 2^,3 28,5 7612 7577 A las 9 noche. 26,0 26,0 7620 7589 A las 6 mañana. 25,0 24,8 7620 isgo A las 9. 27,3 27,0 7627 7594 A las 12. 29,0 28,8 7632 7596 A las 3 tarde. 28,0 28,6 7617 7580 A las 6 maña na. 25,0 24,7 7624 7594 A líiai. lilite. lioruiuct. Alas 6m. 22,6 20,5 0,682,2 A las 9 m. 23,0 23,3 0,683,3 A las 12 m. 24,0 24,0 0,682,3 A las G m. 23,6 22,0 Ü,6S2,5 A las 0 m. 23,0 23,0 0,683,7 A las 12 m. 23,6 23,4 . 0,6t3,3 A las 3 t. 24,6 24.4 0,680,8 A las 9 u. 23,0 23,0 0,682,0 A las 6 m. 22,6 21,1 ' 0,682,4 A las 9 m. 22,5 23,0 0,683,5 A las 12 m. 24,0 24,3 0,682,2 A las 3 t. 25,0 25,0 0,680,3 A las 9 0. 23,5 23,6 0,681,2 A las 6 m. 23,0 21,0 0,678,8 las 9 m. 23,0 23,0 0,681,1 A lus 12 m. 24,0 24,0 0,682,8 A las 3 t. 25,0 24,8 0,679,9 A las 9 n. 23,5 23,0 0,681,6 A las 6 m. 23,0 22,0 • 0,682,5 A las 12 ro. 25,0 24,2 0,682.0 A las 3 r. 25,0 24.5 0,680,1 A las 9 n. 23,0 23, b 0,681,9 A las 9 m. 22,0 22,5 0,683,5 A las 12 m. 24,0 23,6 0,683,2 A las 3 t. 25,0 24,6 0,(580,5 A lus 9 n. 23,0 23,0 0,682,3 A 'las 6 m. 22,0 20,0 0,682,1 A las 9 m. 24,0 24,0 0,682, i A las 12 m. 25,0 24,'» 0,682,1 A las 3 1. 25,0 25,0 0,679,5 A las 9 n. 23,0 23,6 0,681,6 A las 9 m. 23,0 23,0 0,682,4 A las 12 m 25,0 25,0 0,680,1 A ias 3 1. 25,0 25,5 0,679,1 A las 9 n . 24,0 24,2 Ó,CSl,3 A las 6 m. 52,0 23,0 0i081,4 A ias 9 m. 24,0 23,7 0,682,5 A las 12 m. 25,0 24, d 0,681,5 A las 9 m. 24,0 24,0 0,682,0 A las 12 11 . 25,0 25,0 0,681,3 A las 3 t. 25,0 25,0 0,679,0 A las 9 u. 25,0 24,5 0.680,3 A las 9 ro. 22,0 22,6 0,682,5 A ias 12 m. 24,0 24.0 0,681,9 A las. 3 t. 24,0 24,0 0,679,5 A ias 9 n. 23,0 23,6 0,681,4 A las 9 m. 28,0 23,0 0,681,1 A las 12 in, 23,0 23,4 0,680,6 A Ias9n, 22,5 23,0 0,679,3 ¿87 KeciuriiU áO. 0,679,9 0,680,8 0,679,7 0,679,9 0,681,2 0,681,0 0,678,1 0,679,5 0,680,0 0,681,1 0,679,6 0,677,6 0,678,6 0,676,3 0,680,6 0,680,1 0,677,2 0,679,0 0,680,0 0.679,3 0,677,4 0,679,4 0,681,1 0,680,6 0,677,7 0,679,9 0,679,7 0,680,2 0,679,4 0,678,8 0,679,1 0,679,9 0,677,4 0,676,4 0,678,7 0,678,9 0,679,9 0,678,8 0,679,4 0,678,6 0,676,3 0,677,6 0,680,1 0,679,3 0,676,9 0,678,9 0,678,6 0,678,1 0,670,9 288 Abril. Notar. OBSERVACIONES lloras de la Téroi. Term. Barónic* Batóm. obserracion. bar. Ubre. tro. reducido. Día 2/i. — LlovÍ7.na, Di^'t 25, — Niihíado. Día 26. — Xublado, Día 27. vi/iin. — Tnicnos. 11o- Dia 28. — NubKido, lio* vi/.na. A ia$ 6 DI. A las 9 ID. A las 12 ID. A las o t. •A las 9 n. A las 6 DI. A las 9 DI. A las 10 m. A las di íD. A las 12 m. A la una. A las 3 t. A las 9 n. A las 10 II. A las G DI. A las 7 ID. A las 9 ID. A las 11 DI. A las 12 ID. A las 3 t. A laso n, A las 9 ID. A las 12 ID. A las 3 t. A las9n. 22.0 21,0 0,679,4 0,077,1 23.0 23,0 0,680,9 0,078,4 24,5 24,5 0,679,8 0,677,1 26.0 26,5 0,677,5 0,674.7 24.0 23,0 0,679,0 0,677,0 24.0 24,5 25.0 25,0 25,0 25.0 24.0 24.0 22.0 23.0 24.0 24.0 25.0 26.0 24,0 24.0 25.0 20.0 25,0 23,7 2.4,6 25,0 25,0 25.0 2.4.3 24.0 24.0 21.0 22,4 23,7 24.3 25,0 .2.5,0 .24,5 2 - 4,0 25.0 26.0 25,0 0,682,4 0,682,0 0,681,5 0,680,9 0,680,4 0,679,2 0,681,1 0,681,5 0,681,4 0,081,6 0,682,6 0,682,0 0,681,8 0,678,7 0,681,3 0,681,9 0,680,7 0,678,5 0,681,4 0,679,8 0,679,4 0,678,8 0,678,2 0,677,7 0,676,5 0,678,7 0,678,9 0,679,0 0,679,1 0,680,0 0,679,4 0,679,1 0,676,0 0,078,7 0,679,3 0,678,0 0,675,7 0,678,7 Día 29. ■ nos. Día 30. nos. ■Nublado, true* - Lluvia Iruc- Alasl2-m. 25,0 25,0 0,680,0 0,677,3 A las 9 ni. 23,0 23,5 0,681,0 0,679,3. Resúmen. Aliura media de la columna baromí-üícíren eiraes, deducida del mfiximo v míni- mo de cada (lia, 678“ 3. Hulosieledias de lluvia, y siele de 1 Temperatura media diaria del lluvia acompañada de truenos. J mes 23® 65. A las 9 m. 25,0 24,3 0,681,6 0,678,9 A las 10 m. 25,0 24,7 0,681,4 0,678,7 A las 12 ni. 25,0 25,2 0,680,5 0,677,8 25.0 25,3 0,679,4 0,676,7 26.0 26,0 0,878,9 0,676,1 26.0 26,0 0,678,1 0,675,3 25.0 25,0 0,678,3 0,675,6 25,0 25,0 0,679,4 0,676,7 25,0 25,0 0,679,9 0,677,2 Mayo. Alai i. Dia 1" — Lluvia truenos. A las 2 t. ' A las 4 I. A las5t. A las 6 n. A las 8 n. A las 9 m. 23,0 20,3 0,681,4 0,678,9 Dia 2. — Lluvia truenos. ^ las 12 ni. 24,0 *4,5 0,680,6 0,678,0 A las 3 t. 25,0 25,0 0,098,2 0,675,5 AlasOn. 24,0 24,5 0,681,6 0,679,0 MKTEOUOLOGICAS, Mayo. NoUf. lloras — Truenos sinllu- A las 12 m. 25,0 25,0 0,680,8 vía. A las 3 t. 26,0 26,0 0,678,4 A las 7 ni. 24,0 23,0 0,680,8 A las 9 ni. 24,0 24,5 0,680,9 A las 11 ni. 25,0 24,8 0,680,9 Dia 5. — Lluvia y trae- . A las 12 m. 24,0 24,7 0,679,8 nos. A las 3 t. 24,0 24,6 0,678,0 A las 4 t* 24,0 24,5 0,677,6 A las 5 l. 24,0 24,5 0,677,8 A las 9n. 24,0 24.0 0,680,3 • A las 7 ni. 23,0 20,4 0,680,9 A las 9 ui. 23,0 22,8 0,681,3 Dia 6. — Lluvia tropical, A las 12 m. 23,0 23,8 0,680,5 Irueiios desde el mediodía. A las 2 1. 24.0 24,2 0,679,6 A las 4 t. 25,0 25,0 0,678,0 A Ias9 n. 34,0 24,0 0,680,7 A las 7 in. 21,6 20,0 0,682,0 A las 8 ra. 22,0 22,8 0,682,5 A las 9 in. 23,0 23,0 0,082,5 * t • ■ * 1 A las 10 ni. 23,0 23,4 0,682,2 Dia 7. — Lluvia Irnptcal. A las 12 ic. 23,0 23,8 0,681,6 A las 3 t. 24,0 24,0 0,672,1 A las 4 t* 24,0 24,0 0,678,7 A las 9 n. 23,0 23,0 0,681,0 A las 7 ni. 21,6 20,0 0^682,1 A las 8 m. 22,0 22,8 0,682,8 A las 9 ni. 23,0 23,0 0,683,6 Dia 8. — Lluvia, truenos. Á las 12 DI. 24,0 24,0 0,681,9 A las 3 t. 24,0 2.1,2 0,679,7 • A las 9 n. 24,0 23,6 0,681,6 A las 7 in. *22,0 20,8 0,682,4 A las 8m. 22,0 22,0 0,682,8 Dia 9. — Lluvia por la A las 9 m. 23,0 22,3 0,683,2 tarde. A las 11 m. 23,0 24,8 0,681,8 A las 3 t. 24,0 24,0 0,680,0 A las 9 n. 22,0 22,8 0,082,5 A las- 9 in. 23,0 23,0 0,683,2 Dia 10 . — Lluvia, ime- A las 12 ni. 24,0 24.0 0,681,8 nos. A las 3 t. 24,0 23,7 0,079,6 A las 9 11 . 23,0 22,3 0,081,7 A las 7 III. 22,0 22,0 0,682,5 A las 9 m. 22,0 22,8 0,682,9 Dia 11. — Lluvia .truenos. A las 12 111 . 24.0 23,7 0,681,5 • A las 3 1. íí.%0 23,6 0,679,6 A las 9 t. 22,0 21,0 0,681,9 19 289 Barnnittrú rcducidu aO. 0,679,1 0,679,9 0,678,8 0,678,7 0,678,1 0,675,6 0,678,2 0,678,3 0,678,2 0,677,2 0,675,/, 0.675,0 0,675,2 0,677,7 0,678,4 0,678,8 0,678,0 0,677,0 0,675,3 0,678,1 0,679,7 0,680,1 0,680,0 0,679,7 0,679,1 0,676,5 0,676,1 0,679,3 0,679,7 0,680,4 0,681,0 0,679,5 0,078,1 0,679^0 0,670,0 0,680,4 0,680,7 0,679,3 0,677,4 0,680,1 0,680,7 0,679,2 0,677,0 0,679,2 0,080,1 0,680,5 0,678,9 0,677,1 0,679,5 290 Mato. OBSERVACIONES TTXT^. Notu. Día 12. — Lluvia y míe- nos por la laydp. J>¡a 13. — Lluvia. Día 14. — Lluvia, Irucnos. Ili>r 85 de la úliscnaciou A las 7 m. A las 9 in. A las 12 ni. A lasS l. ' A las 9 n. A las 7 m. A kis 9 tn. A las S t. A las 9 n. A las 7 nv. A las 9 111 . A las 12 ni. A las 3 1. A las On. v . Ala3 7rn. A las 9 m. Día 15.— Lluvia, nublado. A laá 12 lu. Al as 3 t. A lasU 11 . 22^0 24.0 24,0 25.0 23.0 22.0 23.0 24.0 .23,0 23.0 24.0 24,0 24.0 23.0 23,0 23.0 24.0 24,0 24,0 A lus 9 in. 23,0 DialO. — Uima, nublado. A las 12 m. 25,0 A las 3 f; 26,0 ' A las 9 m. 23,0 -A las 12 ni; 24,0 . A las 3 t. 24,0 AlusOn. 24,0 A. las 9 in. 22,0 Alasl2in. 24,0 A las 9 n. 24,0 A las 9 111 . 24,0 A las 12 m. 25,0 A las 3 t. 25,0 Jiéaúmen, Día 47. — Nublado. Día 18. — Uoviziia. IVm 19. — Nublado, Temí. Baróme. Bnróm. libre. tro. reducida a 0. 22,4 0,681,6 0,679,2 23,8 0,681,9 0,679,3 24,2 0.681,3 0,678,7 24,6 0,679,0 0,677,3 23,5 0,681,7 0,679,2 22,0 0,681,7 0,682,3 0,679,3 22,8 0,679,8 24,2 0,679,5 0,676,9 23,0 0,68ü,.8 0,678,3 22,0 0,680,8 0,678,3 23,8 0,681,2 0,678,6 24,2 0,680,4 0,677,8 24,3 0,676,6 0,674,6 24.0 0,680,1 0,677,6 23;o 0,681,1 0,678,6 23,0 0,681,2 0,678,7 24,0 0,680,2 0,677,6 24,5 0,678,8 0,670,2 24,0 0,680,5 0,677,9 23,0 0,681,1 0,677,6 25,4 0,680,2 0,677,5 25,6 0,678,6 0,677,8 28,0 0,682,4 0,679,9 24,3 0,682,0 0,679,4 24,4 0,680,8 0,678,2 23,6 0,682,4 0,677,8 22,0 0,683,8 0.681,4 23,8 0,682,4 0,679,8 24,0 0,682,1 0,679,5 23,8 0,633,0 0,680/, 25,0 0,682,2 0,679,5 25,3 0,680,2 0,677,5 Abura medía de. la coliinina baioniélrica en los diez y nueve dias de observaciones de Maj o. Teinperalura media deducida de 94 observa- ciones Diez y seis dias de lluvia, de ellos diez ron li uonos. Ban'iin. red unido a U 678“ 1 23** 64. ^ METEOROLOGICAS 291 OBSERYAaONES ]\IETEOROLOGICAS Hechas en Bogotá desde el 9 de setiembre de 1831 con «n barómetro de Bunten de sifón comparado con el del observatorio de Parts. Bl ier máme tro centígrado (Ul mismo fabricante. SETIEMBRE. 9 Viento fuerte S.-E., cielo sereno. 1 1 Lluvia. Nublada la mañana. Serena la larde. . • 1 3 Lluvia. 1 4 Lluvia fuerte lodo el dia. 15 Nublado. 16 Nublada. Tprni. del Laro- ' iiirUo. Itarú* luetro- Id. correji- do H 0. A las 9 mañana. 16®8 563,4 0,562,1 A las 12 id. IC^O 662,5 0 , 561,1 A las 9 mañana. 15,7 5’63, 7 A las 9 mañana. 16,0 564,3 A las 3 larde. 16,3 561,8 A las9 mañana. 15,6 564,6 A las 9 mañana. 15,8 A las 3 lardé.’ 16,0 561,3 A las 9 mañana. 15,0 563,9 17 Lluvia. 18 LluviSi 19 Nublado. 30’ Mañana serena, fuerte lluvia por la tarde. A las 9 mañana. 15,6 563,0 A las 3 tarde. 16,0 561,3 * A las 9 mañana. 15,0 504,4 A las 3 larde. 15,8 501,6 21 22 24 25 Mañana nublada. Lluvia por la larde. 4 Alas9 mañana. 15,1 563,6 A las 3 tarde. 15,6 562,1 A las 3 larde, 15,2 562,0 Alas 9 mañana. 14,7 564,1 A las9 mañana. 14,9 563,8 A las 3 larde. 16,0 561,4 A las 9 mañana. 14,8 503,4 A Las 3 larde. 15,2 561,9 A las 9 mañana. 15,0 564,0 OCTUBRE. A las9 mañana. 15,5 564,4 A las 9 mañana. 15,4 563,4 A las 9 mañana. 16,3 563,4 A las 3 larde. 17,0 560,8 562.3 562,9 500.4 563,2 559,9 562.6 561.0 559,9 563.1 560.2 502.3 560.7 500.7 562.7 562.5 560.0 562.0 560.6 562,0 303.0 562.0 562,0 559,3 Ausente de Bogotá desde esta época sin interrupción hasta lines de i 292 OBSERVACIONES MES DE ENERO DE 1833. Diu. il 4 Cielo sereno nubes escarmenadas. Esle mes puede considerarse co- mo el mas frió en Bogotá. 2 SerHK), nubes escarmenadas. 3 S*wno, V. S. E. 4 Viento sur, nebuloso. 5 Nebuloso. 6 Sereno, nubes esparcidas. 7 . 8 9 1 1 14 Vienlp Este, ló Viento variable N. O. E. 17 20 21 22 Lluvia, viento O. 23 Viento norte, sereno. Vi Viento O. 20 Viento t). A las 9 m. A las 12. A las 3 t. A las G. A las 7 m. Ala 1^1. A las 3 t. A las 6 t. A las 9 n. A las 7 ra. A las 9 m. A las 7 n. A las 9 m, A las 3 t. A las 9 m. A las S l, A las 9 m. A las 3 t. A las 3 t. A las 9 m. A las 3 t, A las 9 m. A las 3 t. A las 9 m. A las 3 t. A las 9 m. A las 3 t. A las 9 m. A las 3 t. A las 9 m. A las 3 t, A las 9 m. A las 3 t. A las 9 m. A las 3 t. A las 9 m. A las 3 t. A las 9 m. A las 9 m. A las 3 t. A las 9 m. A las .3 l. ’U litirc. 12,0 18,2 18.7 13.8 9,2 19.5 18.3 13,7 11.3 8,0 13.7 12.5 13.1 lOyÓ 12.5 21.2 10.8 lOjS 15,0 Í4,0 13,7 15,0 16.5 15.0 17.5 12.5 17.5 11,2 20.0 13.7 18.7 17,5 17,5 10,2 21,2 1 5,0 15.0 10.0 1 5,0 14.0 1 .5.0 •18,7 id. del baroni. 13.5 20.3 18,0 15.0 9,0 21.0 19.0 14.6 12.0 12,0 1 5.5 13.3 14,0 17.6 14.0 17.0 13.0 18.0 16,0 15.0 14.0 16.3 16.4 16.5 18.0 12.6 19.0 11.7 21.0 15.0 19.0 19,0 19.0 16,6 21.0 10,0 16.3 10,0 17,0 >j 16,2 19.3 baró- metro. 563,3 562.8 561.9 561.7 561.8 562.6 561,5 562.1 562.8 502.7 563.3 502.2 563.4 562.2 .561,6 560.4 563.5 561,0 561.0 562.9 561.7 563.5 561.9 563.9 503.7 563.0 561.1 562.7 561.5 503,4 ‘ 562,1 562.2 561.7 562.9 562,0 .563,7 562.3 562.8 .563,0 561.3 562,8 .502,1 reduci- do áO. 502.2 561.2 560.2 500,4 561.0 560.8 559.8 560, '8 .561,7 561.6 562.0 56 1 .0 562.1 560.6 500.3 559.0 562.3 560.0 559.6 561.0 560.4 562.1 560.5 562.5 562.1 561.9 559.3 561.6 odÓ, / 502.1 560.4 560.5 560.0 561.4 560.2 502.3 561.0 561,9 561.5 500.0 561,5 500.4 MKTEOUOU'KIICAS. Oia». V. libre. ;d. dr! baroni. bató- metro.' Vie»lo E. A las 9 m. 10,6 11,5 563,0 Ciibierlo. . A las 3 t. 19,3 20.0 .562,0 30 Cielo sefeno Y. N, 0. A las 9 m. 12,5 14,0 565,0 A las 3 t. 20,0 20,1 563,4 YienloN. E. cielo cubierto. Lluvia y truenos por la larde. A las 9 m. 10,6 11,5 564,9 A las 3 l. * 18,7 19,0 563,2 FEBRERO. !• Viento ííorle por la mañana y A las 9 m. 12,5 13,0 563,9 oeste por la tarde con nubes. A las 3 t. 18,7 19,0 562,4 2 Viento Norte por la mañana y A las 9 m. 1 2,5 1 3,5 564,2 oeste por la tarde. . A las 3 t. 18,7 19,0 562,3 3 ... . • A las 9 m. Viento eíle. ^ 3 , 11 , 2 ' 18,7 12.0 19,0 563,1 562,4 4 Viento E. A !“ ® A las 3 t. 11,2 21,2 12,5 21,3 564,1 .562,7 „ T> A las 9 m. 11,2 1 2,5 .564,2 563,5 5 Viento $. E. * i o . A las 3 t. 21,2 21,0 7 Viento E. nebuloso. A las 9 m. 15,0 1 5,5 564.1 8 Viento 0. variable, lluvia. A las 3 t. 12,5 13,0 562,5 9 ^ Yiento E. lluvia por la tarde al cambiar el viento. A las 9 m. 16,2 17,0 .564,6 10 Viento este, sereno; A las 5 t. - 13,0 14,0 562,1 12 Viento N. E : por la tarde viento A las 9 in. 16,2 17,0 563,4 oeste truenos. A las 3 t. 20,4 21,0 561,8 13 Viento Norte por la mañana, oes- A las 9 ro. 16,2 18,0 563,1 le por la tarde, truenos. A las 3 t. 15,0 15,0 561,6 14 y 15 Serenos. • 16 Viento S. 0. y oeste, sereno. A las 9 m. Á las 3 t. 16,0 18,7 17,0 19,6 563, 1 561,9 17 Sereno. 18 Viento variable al E. nublado. A las 3 t. 18,7 19,6 560,5 19 Viento Este sereno este dia y los siguientes hasta acabar el mes. A las 9 ra- A las 3 t. 17 ; 5 18,7 19,0 19,0 5(>2,2 561,0 MARZO. Viento S. E. en lo alto de la at- mósfera, y N. 0. en lo bajo. Alas 9 m. 16,0 16,5 563,3 2 Viento N. 0. y por la tarde llu- •via, truenos, granizo. A las 9 m. 16,8 18,0 563,8 3 Viento este, nube?, y por la noche, lluvia. A las 9 ni. 16,0 17,0 563,9 ■m reduci- do ú (t. 562.0 561.1 563.7 .561,6 563.8 561,5 562.7 560.7 563.0 560.6 562.0 560.7 563.0 560,9 563.0 .561,7 562.8 .561,3 .563,1 560.8 561.9 560.0 561,5 560, .3 561,6 560, 1 558,8 560,6 559,3 561,9 562,2 562,4 Mi ÍMll •ll ,L 0HSEf\VAC10Nh;S 4 Tiento Este, sereno. A las y ni. 5 Tiento Este. A las 9 m. A l{is 3 I . 6 Tiento este sereno, lluvia por la noche. A las 9 m. A las 3 t. 7 Sereno. 8 Lluvia, truenos, granizo. A las 3 l. j .A. las 9 ni. A las 3 t. 9 Tiento 0. lluvia. 1 0 Tiento íí. y Q. A las 9 m. # A las 3 t. 1 1 Tiento Oeste. A las 9 m. A las 3 t. A las 9 m. A las 3 l. 12 Tiento Oeste. 13 Tiento Oeste. A las 9 m. A las 3 t. I ^ Tiento Oeste. 15 Tiento N. O. sereno. 1 0 Tiento Oeste A los 9 ni. A las 8 ni. A las 9 m. A las 9 ni. A las 3 t. 1 7 Tiento Oeste. 1 8 Tiento Oeste, lluvia jior la tarde. ^ 9 m. •A. IdS u t» 1 9 Tiento Oeste. 20 Tiento Oeste. 21 T. Oeste, lluvia por la tarde. De los demás dias dcl mes llovió en todos e.^tccplo el 24*, 30 y 31 A las 9 ni. A las 9 ni. A las 3 t. A las 9 m. hI. lib. b*r. Bjriilóet. Rrd(tci,0 17,0 563,4 501,9 17,5 19,-0 503,3 561,6 2ü,0 21,0 ño 1,8 560,0 18,7 21,0 563,9 562,0 20.8 21,0 502,2 a 60, 4 17,5 17,0 562,1 560,6 17,5 1 S,5 563,7 502,1 17,5 18,0 562,8 561,2 17,5 18,0 50.3,8 502,2 18,3 19,0 563,2 501,5 1.5,0 15,0 564,2 502.9 22,0 22,0 562,8 560,0 16,Ó IG,5 563,6 5ÍJ2,Í 20,5 21,0 562,4 560,3 10,0 17,0 562,0 22,0 22,0 . 562,2 560,3 17,5 18,0 .563.4 501,8 15.0 1 5,0 563,8 561,5 18,7 20,0 563,2 iif61,4 lf),0 10,5 .562,8 561,4 21,0 21,0 562,1 560,3 13,0 1 '«,0 562,4 561,1 20,0- J> 561,0 559, 8.Í» 15,0 10,0 562,7 56 F, 3 17,0 18,0 563,4 561,8 *10 7 1 n n 1* 4 f * i O, / 19,0 5fi2j 1 560/i 17,5 19,0 5C>3jO 561,3 2 Tiento Este muy fuerte. 3 Tiento Este, sereno, lligrómetro 55. 4 Tiento E. Por la larde se cambió al 0. 5 Tiento S. y luego E. Llovizna 6 Tiento fuerte N. E. ABRIL. A las 8. A las 9. A las 9 m. A las 3 l. A las 9. A las 3. A las 7 m. A las 9 m. Alas 9. 12,0 ■ 15‘,6 16, G 564,5 563,1 1 5,0 16,0 563,7 £62,3 20,0 21,0 562,7 560,9 •18,5 21,0 563,5 561,7 17,5 18,0 503,3 561,7 12,0 13,0 562,5 561,3 10,0 19,0 563,9 562,2 10,5 17,5 563,3 561,8 MI-TKOUOLÓGICAS. Tnrm. libre A las 9. 17,5 7 Viento S. E. A las 3 . 18,7 8 Viento N. S. A las 12. A las 3. 17,5 19,0 9 Vicnlo N. O. A las 9. 16,5 Lluvia por la noche, el viento al ■ • S. E. • ' A las 3 . 20,0 10 Viento S. E. lluvia por la tarde. A las 9. 15,0 Tti'ti». I>ar. ¿{)5 l/arúiiict. RriIuaHo, Tienlo a! sur. A las 3. 16,0 19,0 19,0 564.3 562.4 563.1 562.2 562,9 502.3 563.1 562.2 563,7 viento al Esle. (A las 3. 15,7 15,0 501,7 Viento Ouesle, lluvia todo el A las 9. 12,5 14,0 '563,5 día. A las 3. 13,5 13,0 561,3 Viento Oeste, lluvia, truenos. A las 9. A las 3. 13,0 13,0 15,0 ' 15,0 563,3 561,7 Viento Oeste, caiiihió. * A las 9. 15,0 15,5 18,0 503,5 502,1 al Este. A las 3. 1 6,0 VieiiioEste, paramo. A las 9. A las 3. 17.0 15.0 16,0 18,0 564,5 502,2 Viento ?i. E. A las 9* A las 3. 16,0 17,8 18,5 19,0 564,4 563,0 Viento E. A bs 1 C A las 3. 1. 17,6 17,6 20,0 16,5 563,9 .502,7 A' lento N.-E-, £. Á las 9. A las 3. 13,0 18,5 14,0 '*20,0 503,3 562,2 A'iénlo N. O, A las 9. A tas 3. 18,7 18,7 20,0 20,0 564,7 503,0 20 Vicnlo E. y S. E. 21 Viento S. E. A las 10. Á las 3. A üas 9, A las 3, 22 Viento Esle, lluvia por la tarde. ^ g' 23 Viento £,, llovizna por .la niañ. A las 9. Viento O. lluvia por la larde. A las 3. A las 6. A las 1 1 . A las 3 . 24 Viento Este, llovizna. 25 Viento S.* E. y N. E. 26 Viento S. E. A las 9. A las 3 . A las 9. A las 3. 562,5 560.7 561.4 500.5 501.4 560.4 561.8 560.5 501.0 560,4 562.2 060.0 562.0 560.4 562.1 560.5 562.1 560.6 562.7 561.3 502.1 501.2 562,0 500.4 562 .2 561.2 18,7 21,0 563,9 562,0 21,0 20,0 562,5 560,7 10,0 18,0 562,9 561,3 1 8,5 19,6 562,6 .560,8 18,7 20,0 563,3 5 ,5 20,0 21,0 562,'» 560,5 15,0 15,0 502,9 561,6 18,7 19,0 501,6 360,0 11,2 11,0 562,0 561,0 16,0 18,0 502,9 561,3 18,7 20,0 562,1 500,3 16,0 19,0 563,2 56 1 ,5 19,0 20,0 562,0 360,2 16,0 18,0 502,4 560,8 21,5 22,5 561,6 559,8 Trrui. librr. Trrui. bar. lUtóuicl. Reduci’t''. — — — — 17,0 20,0 562,6 560,8 20,0 21,0 561,5 559,6 1 1,2 10,5 661,2 560,3 18,7 20,0 561,6 559,8 16,0 .18,5 562,7 56i,:i 15,0 16,0 501,2 560,8 A )as 10. A las 3. 4 Vitíuto N. O. y jS. E. lluvia y Inifiios. ó Vieiilo N. E. y N. O. lluvia. 8 VicDio O. truenos, lluvia Iropi- cal. 9 Viento O. N. O. lluvia. 10 Viento N. E. sereno. 11 Viento N. lluvia. 12 Sereno. 13 Viento N. E. y S. E. 14 Viento Pí. lluvia. 15 Viento E. sereno. Así como en los dias 16 y 17 en que no se hizo observación, 18 Viento S. E. y E, lluvia. 19 Sereno. A las 3 tard. A las 9. A Iss 3, A las 9. A las 3. A las 9. A las 3. A las 9. A las 3. A las 9. A las 3. A las 9. 13.0 15,0 561,2 559.9 18,5 21,0 560,8 558,9 16.0 17,0 561,5 560,0 13,0 13,0 564,0 12,5 12,5 562,1 502,8 501,0 15.0 17,0 56.3,0 561,5 13.0 10,0 562,2 560,8 16.0 18,0 562,9 561,3 16,0 17,0 561,6 560,1 16,0 15,0 17,5 18,3 17,5 563.1 562.2 562.7 56 1 .5 560.6 561,4 500,1 A las 3. 17,5 19,0 562,4 560,7 A las 9 1/2. 16,0 17,0 563,6 562,1 A las 3. 17,6 19.5 562,2 560,5 A las 9. 16,0 U ¡1 563,6 562,0 A las 3. 20,0 22,0 563,2 561,2 A las 9. 1 5,5 17,0 564,0 562,5 A las 9. 16,5 18.0 564,4 562,8 A las 3, 17,8 19,0 563,3 561,6 A las 9. 17,5 20,0 .504,4 564,4 A las 3. 21,0 22,0 563,1 562,1 >ii<:rKonoLO(:iCAS. ¿ht lili. T« rni. bar. Baioiiict. 20 A las y. i 7 19,0 563,8 562,1 21 Viento ÍN . E. y E. A las 9. A las 3. 1 6,5 18,7 18,0 20,0 564.1 563.1 562,5 561,3 22 Viento S. E. A las 9. 13,0 15,0 564,3 563,0 23 • Viento E. y S. E. . A las 9 1 12. A las 3. 17,5 20,0 19,5 21,0 564,5 563,9 562,8 562,0 Los (lias 24 y 26 serenos, el 25 lluvia. 27 Viento E.- $ A las 9. A las 3. 18,5 18,0 20',0 » )) 563,1 561,8 561,3 560,1 . El 28 y 30 llovizna que llaman paramo, y el 29 sereno. 31 Viento N. E. A las 9. A las 3. 16,0 18,7 20,0 564,3 562,2 562,9 560,4 JUNIO. 1” Viento N. A las 9. A las 3. 13,0 18,7 14,7 21,0 562,9 562,5 561.6 560.6 2 A las 9.* 1 7,5 19,5 563,5 561,8 Nota. En los meses siguientes de este año se observó solo accidentalmente a causa de ausencias y ocupaciones importantes ; se aunque aisladas. conservan sin embargo 20 Llovizna. A las 9. 1 5,5 17,0 .563,5 562,0 A las 3. 16,5 18,0 562,9 56 1,3 JULIO. 3 Vienlo S. <4 Viento S.E. llovizna, 5 Viento S. E, y N. 1 1 Truenos lluvia, tropical 20 Lluvia. 3 Sereno, 24 27 A las G m. 1 1,2 A las 9 m. 1 6,0 A las 3 t. 1 5,0 A las 8 m. 12,6 A las 3 t. 17,5 A las 7. 11,6 A las 3 1/2. 16,0 OCTUBRE. Alas 4 1/2 1. 13,0 A las 9 1/4. 16,6 A las 4 1/2. 15,0 A las 9 1/2. 18,6 A las 4 1/2. A las 8 1/4. 12,5 A las 4 1/2. 17,5 A la¡9 1/2. 17, 11,0 502, t 561,1 18,3 5_C3,5 562,0 16,0 562,2 560,8 14,0 563,1 56 1 ,8 19,0 562,8 561,1 12,6 562,0 561,8 18,5 503, 2 560,7 i ''15,0 560,3 559,0 16,0 563,5 .562, 1 16,0 560,1 559,4 15,6 563,2 501,8 560,8 n » 15,0 563,8 562,5 17,2 560,7 559,2 16,50 563,6 562,2 298 OBSERVACIONES NOVIEMBRE. Temí. ni). l’erm. bar. líaróni. Rcdiickloi Viento S, O. lluvia, truenos. 2 Viento O. y N. O. lluvia. 3 Viento O. lluvia, truenos. 4 Viento O. lluvia, truenos. á Viento N, O. lluvia, truenos. A las 9. 16,5 A las 4. 16,0 A las 9. . 13,0 A las 4. 16,0 A las 9. ■17,5 Alas 12. 17,5 A las 4 . A las 3 1/2. 17,5 15,0 563,9 562,6 16,0 561,8 560,4 15,0 563,5 562,2 16,2 561,5 560,1 15,0 .564,0 562,7 13,3 562,0 560,7 15,0 .561,2 559,9 16,0 561,2 559,8 Alas 9 , A las 3 6 Lluvia, viento N. O. 10 2 Vieiilo E. Sereno, 3 Sereno, vieiito.K. A las 4. A las 3. 1834.— ENERO. 15,0 560,7 559,4 17,0 15,0 560,2 * 559,9 15,3 562,8 561,5 17,0 560,4 559,0 6. Viento. S 569,5 562,3 561,2 560,7 551.4 Alas 9 lj2. A; las 7. 10,0 13,0 A los 3i 1/2. 18,0 15,0 ToJos los dins lja.st.‘í el 17 serenas, en la larde de este dia truenos lejanos. El dia 20 de enero á la.s 7 1/4 cíe la mañana tenibló la tierra en dirección N. ■ A. — Esto terremoto fue él qiiearruinó á Pasto. A las 9. 10,5 15,0 563,9 562,6 A los 3. »» 16,0 561,8 560,4 22 V¡tinlo S. E!. .sereno. 23 T' . Viento N. A las 9. A las 3. 12,5 17,0 15.0 17.0 564.0 561.0 562,7 500,1 A las 9 11,0 1 5 n 569 4 563 1 21 Tiento S- I k» js./ • * IJO y 1 A las 3. 20,0 17.5 564,2 .561,6 25 Viento E. y S. nubes. A las 9. 13,0 13,.5 .964,5 563,1 Á las 3. 17,0 17,0 .563,1 501,6 26 Viento S. y S. 0. llovi/.na. A las 9. 12,0 10,0 564,1 562,7 * A las 3. 13,5 16,0 562,7 561,3 27 Viento S. y S. E. sereno. A las 9. 10,2 1 5,4 564,0 562,6 A las 3. . . 17,0 561,9 560,4 28 Viento E. V S. sereno. Alas 9. 13,0 10,0 564,0 562,6 A las 3, 21,0 17,0 562,3 560,9 29 • Viento E. y S. Alas 9. 15,0 10,0 .564,2 562,8 A las 3 . 20,0 17,5 562,9 561,3 30 Viento N. A las 9. 14,0 16,0 564,7 563,3 A las 3. 18,0 18,0 562,7 561,1 31 Viento O. A las 9. 12,5 10,5 504, 1 ' 562,7 A las 3 . 18,3 18,0 561,9 560,3 METKOROLOGICAS. i>9í) Tci'u». Tfi'ii». Altura dvl Oaroni. MARZO I83V. I.íir , libre. barom. reducido . áO. — — — — — — 1 Viente Oeste, nubes. A las 9 in. 16" 1.5,6 0, .564,3 0,. 503,0 Viente Este. Sereno. A las 3 1/2 1. IT,."! 19,3 0,561.8 0,560,3 ‘i V. Norte, sereno. A las 9 m. 1.3,5 1 1.5* 0..563,6 0.561,6 V. N. E. Sereno. A las 3 t/2 1. 17,2 22,7 0,361,8 0,560,3 3 V. K. Sereno. laso m. 15.5 W 0,561,6 0.562.6 V. E. Sereno. .A las 3 1. 17 20 , 0,561,9 0,560,4 i Sereno. .A las 9 m. 16 14 0.563,9 0,36-2,5 Viento Sur, Nubes. A las 3 1-2 1. 17 22,,5 0,562,3 0,560,8 .5 V. N. .Sereno. A las 9 m. 15 15 0,. 563.8 0,562,. 4 V. E. Velo, sol naranjado. A las 3 1 2 1, ; .17 22,5 0,362,0 0,. 560,5 0 V. E. Sereno, A las 9 m. 15,5 11,5 0,563,7 0.56-2,3 ' A las 3 L 17,5 23,5 6,361,5 0,. 560,0 . 7 V. N. E, Sereno. A 1.18 9 m . 15,5 ; 15 0,563,1 0,561,7 V. Oeste, velo. Halos. A las 3 1.2 t. 18 22 0,560,6 0,559,0 8 V. Oeste Sereno. . A las 9 ra. 16 16 0..’>62,8 0,.561,3 V. Oeste, A las 3 1.2 t. 18,5 15,1 0,560,2 0,5.58,6 1 » V. N, 0. Sereno. A las 9 na. 17, 18,5 0,562.2 0,.560,7 Viento N. lluvia fuerte ¿la !•, true- A las 3 I./2 1. 17,2 16,6 0,561,1 0,559,6 nos. lü V. Norte, Sereno, A las 9 m.' 16,3 t 15 0.562,8 0,561,4 Viento Sur. A his 3 t. 19 26? 0,560,9 0,539,2 ti Viento. 0. Sereno. A las 9 m . 16,3 t 17 0,563,3 0,561.9 No se hizo observaciones. A las 3 1/2 1. tá Llovizna, nublado,! A Ia.s 0 m . 17 16,5 0.564.4 0,36-2,0 Viento 0. A las 3 1/2 1. 17,5 22 0,56-3,8 0,-561,3 L3 Viento.- F. Sereno, A las 9 m. 16,5 16 0,.nfr1,4 0,563,0 V. E. A las 3 1. 17, .5 18,8 0,,562,8 0,561,3 11 V F ■A las 9 m. .17 18,5 0.564,0 0.56-2,4 I# V • Xi* V. E. Nublado. A las 3 1 2t. 17,: i 18,5 0,561,6 0,560,1 ! 5 Sereno. V. N.E. A las 9 m. 17 18 0,503,6 0.562, 1 Y. N Sereno. A las 3 1. 18 19 0,. 56 1,6 O,.5G0, 1 te V. N. Sereno. A las 9 m. 17 18.5 0,.563,6 0,562,1 V. 0. Truenos, lluvia fuerte. A las 3 1. 17 17,5 0,560,8 0,.V19,3 17 V. N. Nublado, lluvia. .A lasOm.- 16,5 1,5 0,364,1 0,562,7 V. N. lluvia. A las 3 t. 17 15 0,563,1 0,.561,6 18 V. N, Nublado. A las 9 m. 16 16 0,564,6 0,56-2,6 V. N. Nublado. A las 4 t. 17 17 0,56-2,0 0,560,5 • 19 V.Ñ. lluvia truenos. A las 9 m. 16,5 17,5 0,563,4 0,562,0 V. 0. Lluvia. A las 3 t. 16,5 17,5 0,361,1 0,5.59,7 •20 Sereno, V. 0. Alas 9m. 16 13,5 0,563.9 0,.562.5 V. 0. Lluvia, truenos. .A las 3 1, -2 t. 17 16,5 0,361,7 0,. 56 1,2 21 V. N. E. Nublado, A las 9 ra. 16,5 17 0,364.6 . 0,563,2 V.S. O- Lluvia, truenos, llovió loda A las 3 t. 17 15,3 0,.564,-2 0’559,7 la noche.. •22 V. E. Nubes. •A las 9 m . IG 17,5 0,. 563.9 0,56-2,5 V. 0. Lluvia. A las 3 t. 17 21 0,361,7 0,560,2 23 V. N. Lluvia. A laso m. 16 15 0,563,9 0.362,5 V. N. Lluvia, truenos. .A las 3 1. 17 18,. «i 0,561,7 0,-560,2 OBSEUVACIONKS :K)0 21 V. N. Llovizna. 25 V. N. V. N. 26 y. N. V. o. 27 V.«. V.IÍ. 28 V. K. V. O. 29 V. S. V. O. 30 V. N, v.o. 3< V. O. V. S. Nublado. E-. O. Sereno. Sereno. Sereno. * LIuvia,lruenos. Sereno. Lluvia. Sereno. Sereno. Sereno. Sereno. Sereno. O. Lluvia, truenos. A las 9in. A las 3 t. A las 9 m. A las 4 t. .A las 9 m. A las 3 1. A las 9 m. A las 3 t. - - A las 9 ni. A las 3 t. A las 9 m. Alas 31. A jas 9 m. A ias 3 t. A las 9 m. A las 3 t. Resmmn. Tenti. Temí. Alturii 62,3 A las 4 1. 18 20 0,561,7 0,560,1 A las 9 m. 16 15 0,563,2 0,561,8 A las 3 12 t. 16,4 16,2 0,561,9 0.560,5 A las 9 ui. 16 17,5 0,563,8 0,562.4 A las 8 ( 2 1. 16 15 0,562,2 0,560,8 A las 9 m. 15,5 17 0,564,3 0,563,0 A las 3 1/2 1. 16 13,6 0,561,9 0,560,5 A las 9 m. 13 15 0,563,4 0.562,1 A lasat. 16 16,2 0,561,8 0,560,4 A las 9 m. 15 17,5 0,563,8 0,562.5 A las 3 1/2 1. 13,5 13 0,562,4 0.361,1 A las 9 m. 15,3 15 0,.56í,6 0..563,:{ A las 3 1/2 l. 15 16 0,563,3 0,562,0 — — — — I- — — ' 13 V. S. E. Lluvia. A las 9 m. 15 15 . 0,564,4 0,563,0 Y. 0. Sereno. A las 4 1. 15,5 17,» 0,.562,8 0,561,5 14 V. S. Nublado. A las 9 m. 15,5 16,2 0,564,3 0,563,0 V. S. Sereno. A las 3 t. 16,5 22,5 0,562,1 0,500,7 15 V. S- Sereno. A las 9 m. 15 17,5 0,564,2 0,562,9 V.O. Nublado. A las 3 t. 16 17,8 0,562,2 0,560,8 18 V. N. Sereno. A las 9m. 16 19 0,563,8 0,362,4 V. S. Sereno. •A las 3 t. 18 22 0,56-2,3 0,.560,7 17 V. S. Sereno. A Ias9m. 15,5 17,5 0.564,6 0,563,3 v.s. A las 3. 18 •2.4 0,563,4 0,561,8 18 V. S. Alas 9 m. 16,5 18,5 0,563,0 0,563,6 V. E. Sereno. Alas 4 t. 18 •22,5 0,562.6 0,561,0 19 V. 0. Sereno. A las 9 m. 15 16,2 0,564,1 0,562,8 V. Fuerte 0, Sereno. A las 3 1. 18 •22,5 0,562,1 0,560,5 •20 V. N. Sereno. A las 9 m. <6 15 0,563,4 0,562,0 V. N. Sereno. A las 3 t. 20 •26 0,561,2 0,559,4 21 V.N. Sereno. A las 9 m. 17 18,5 0,563,2 0,561,7 V. E. Sereno. A lasSt.i 19 *23 0,561,4 0,5.59,7 22 V. N. 0. Sereno. A las 9 m 17 17,5 0,563,5 0,362,0 Alas 3 t. 17,5 19 0,562,8 0,561,3 ■23 2* V. S. 0. A Ias9m 16,5 16,2 0,563,4 0,562,0 V. S. E. Sereno. A las 3 t. 19 22,3 0,561,8 0,560,1 2.’> V. S. Lluvia fuerte. * A las 3 t. 18 15 0,362,5 0,560,9 26 V. N. Lluvia. A las 9 m. 17,3 16,5 0,363,4 0,363,9 Y. N. Lluvia. Alas 3 t. 17,5 14 0,563,8 0,562.3 27 Y*. N. A lac Q m 47 A «At O 0,563,6 • • Y. N. Sereno. 7 3XT T 1 A A A . 7 «A A tas 3 t. 18 22,5 0,563,2 0,561,6 «•0 T« A las 9 m . 16 12,5 0,565,4 0.564,0 • -29 V. S. Nublado. A las 9 m 16 17 0,56.5,3 0,563,8 Y. 0.. Sereno. A las 3 t. 17,3 22 0,563,4 0,561,9 30 Y. N. E. Sereno. A las 9 m. 15,5 15 0,564.8 0,563,5 Y. 0. Sereno. A las 3 1. 18 22,5 0,562,9 0,561,3 *1 Resúmen del mes. il (lias lluviosos, 17 serenos .16“ Temperatura media del mes deducida de las de 21) dias de observaciones de las 9 déla maSaua temperatura media del dia. Máxima de la columna barométrica. . . . Mínima Altura media del mes r»ei.(5"- 302 OBSICRVACIONKS - MAYO. > • Tt-ni*. Tírm. Altiii-a Altura W Iar. corfifj* a 0, A las 9 ni. 15,0 16,0 0,564,3 0,562,1 A las 3 12 t. 18,0 21,0 0,563,0 0,561.4 A las 9 m. 16,0 12,0 0,563,4 0,562,0, A las 9 in. 16,0 16,0 0,563,7 0,562,3 • A las 3 t. 17,0 20,0 0,561,7 0,560,2 A las 9 in. 16,0 16,0 0,563,7 0,562,3 0,560,9 A las 3 1/-2 t. 17,0 21,0 0,562,4 A las 9 m. 16,0 16,0 0,563,9 0,.562,5 A las 3 1/2 t. 17,0 22,5 0,562,8 0,.561,3 A las 9 m. 16,0 16,0 0,564,1 0,562,7 A las 3 1/2 !. 17, .3 21,0 0,562,2 0,500,7 A las 9 m. 16,0 12,0 0,564,4 0,563.0 A las 3 1/2 t. 16,0 12,0 0,562,5 0,561,1 A las 9 in. . 15,0 16,0 0,563,9 0,562,6 A las 3 1/2 t. 16,0 18,5 0,562,2 0,560,8 A las 9 1/2 m. 15,0 17,5 0,564,0 0,562,7 A las 3 1. 17,0 21,0 0,562,0 0,561,1 A las 9 in. 15,5 16,2 0,563,6 0,562,3 A las 3 1/2 t. 16,5 20,0 0,562,8 0,561,4 A las 9 ni. 16,0 17,5 0,563,6 0,562,2 A las 3 1/2 l. 18,0 21,0 0,561,7 0,560,1 A las 9 m. 15,5 17,5 0,56.3,2 0,561,9 .•V las 3 1/2 t. 16,0 20,0 0,565,1 0,560,7 A las 9 m. 15,0 18,0 0,564.2 0,562,9 A las 3 1 '2 t.- 17,0 22,5 0,562,7 0,561,2 A las 9 m. 16,5 18,0* 0,564,5 0,563,1 A las 3 1/2 L 18,0 22,5 0,562,7 0,561,1 A las 9 m. 16,0 18,5 0,563,8 0,562,4 A las 9 ni‘. 16,0 18,5 0,563*4 0,562,0 A las 3 1/2 1. 16,5 16,2 0,562,6 0,581,2 A las 9 m. 16,0 16,0 0,563,. 5 0,562,1 A las 3 1/2 t. 18,0 18,5 0,562,2 0,560,6 A las 9 m. 16,0 17,5 0,563,6 0,502,2 A las 3 1/2 t. 17,0 22,5 0,501,9 0,560,4 A las 9 m. 15,0 18,5 0,563,7 0,562,4 A las 3 1/2 l. 16,5 21,0 0,562,2 0,560,8 A las 9 1/2 ni. 16,0 20,0 0,563.2 0,561,8 A las 3 1/2 t. 20,0 24,0 0,562.3 0,560,5 A las 9 ni. 15,0 16,2 0,563,7 0,562,4 A las 3 1/2 t. 16,5 20,0 0,562,2 0,560,8 A las 9 1/2 m. 15,5 20,0 0,563,7 0,562,4 A las 31/2 1, 19,0 22,0 0,562,3 0,560,6 21 V. S. Sereno. 22 V. O. Llovizna. 23 V. S. Nublado, í V, S. fuerte, llovizna. 2 V. N. E. Llovizna. .3 \'. N. Llovizna. 4 V. S. Sereno. * lovizna. V. variable. fi V. O. V. E. Sereno. 7 V. E. Sereno. V. .S. O. Lluvia. 8 V. S. Sereno. 9 V, S. Llovizna. 10 V, .S. O. Llovizna. 11 V. S. Nublado. 12 V. S. E. Nublado. 1 3 y. S. Sereno. 14 V. .S. Sereno, IT) V. S. Sereno. Ifi V. .S. Sereno. V. S. Llovizna. 17 V. S. Llovizna. V. N. 18 V. S. Llovizna. V. S. 19 V. S. 20 No hubo Observación, .Sereno. 300 OBSERVACIONES Term. Term. bn'. libre. AHura bar. Altara correg. aO. 24 V. .N. Llovizna. 25 V. E. Sereno. V. N. E. Sereno. 2« V. S. E. Sereno. V. S. K. 27 V. R. Sereno. 28 V. S. Lluvia, í’or i» (arde V. E. Sereno. 29 V. N. Lluvia. 30 V. S. V. S. E. SI No hniK) Observación. i. i A las 9 í/2 m. A las 12 m. A las 3 1/2 t. A las 0 1/2 ni. A las 3 i '2 l. A las 9 1/2 m, IJ/ A las 3 1/2 1. É lás 9 1 ,‘2 ra. A las 3 1/2 t. A las 9 1/2 |n. A las § 1 '2 t. A las 9 m, A las 3 1/2 U A las 9 1/2 ni. A las 3 1/2 t. I I I -J 16,0 16,2 16.5 21,0 18,8 22,5 36.5 21,0 19,0 22,5 16.5 20,0 19.0 22,5 17.0 20,0 18.0 23,0 17.0 20,0 19.0 22,0 16,5 16,5 17.0 22,0 16,5 20,0 16,5 18,5 0,563,8 0,563,1 0,562,3 0,563,4 0,562,1 0,563,1 0,561,8 0,562,9 0,561,1 0,562,0 0,560,9 0,563,0 0,562,3 0,563,6 0,562,6 0,562,4 0,561,7 0,560,7 0,562,0 0,560,4 0,561,7 0,560,1 0,561,4 0,559,5 0,560,2 0,559,0 0,561,6 0,560,4 0,561,8 0,561,0 r fíesmmíi i Altura media del baróinclro en el mes deducida de las máximas y mínimas obser- vadas en cada dia, 561*" 4 . Ausencias y ncupaciuues me iinpidicroii verificar las observaciones en los últimos seis meses de, 3 834. , ’ DE ENERO DE 1835. T. L. T. I. 1® Viento N. Sereno y Ó. 8 Lluvia iwr la larde. 3 Lluvia, V*. S. O. 4 Lluvia, Iroenos. V.S. ü. r> Sereno, V.N.^ tí Lluvia. V. O. 7 Viento E. y O. Lluvia. F| 8 Vientos. Sereno.- 9 Viento variable deS. á N. Sereno. 10 Viento N. O. Sereno. Por la tarde lluvia, truenos y granizo. 1 1 Viento E. 13 Viento É. y N. Sereno. A las9 m. 15 1.S .563.2 A las 3 l. 17 18 561,7 A lasa l;2t. va li .n61,7 O A las 3 t. 16 16,2 561,4 .560,0 A las 9 m. 15 15,5 562,6 561,8 A- las 3. 16 15 .%l,l 5,59,7 Alas 9 m. 15,5 16,2 ■•563,3 562,0 A Ih 5 3 t. 17 17 561,3 .5.59,8 A las 9 m. 16 18 562,7 561,3 A los 3 t. 16 16 560,9 559,4 X las 9 m. 15,5 17 563,1 561,8 A las 3 t. 17 18 561,3 559,8 A las 9 m. 14 16 564,1 56-2,8 A las 3 1/2 t. 18 18 562,1 560,5 9 Viento S. E. Sereno. 308 OBSERVACIONES ^ í Tcroii Tprm. bar, libre. Alliira Baróni. bar. reducido á 0. M dO Tiento O. Sereno. di Tiento S-Semo. t2 Tiento N. O. Sereno,. 13 Tiento E- Sereno.^ II Tiento S. O. Sereno. IS' Viento K¿ E. Sereno. ^ IG Viento O. I Viento O. Lluvia copio^if 48 Lluvia tropical; no hubo observación. I i» Viento N. - í 'R 20 Viento K. O, X 24 Vttnto N. O. / ' ■ ' ' ^ pia 22, sereno, y no hubo observación. 23 Viento E. 2* Tiento E.y N.'e 2.”* Tiento N. Llovizna. Tiento E. por la tarde. 20 Viento K. y E. Sereno. 27 Tientos. 28 Viento S. . 29 Viento S. K. 30 Vientos 31 Viento O. y S. l4 A las 3 4/2 1. A las 9 m. A las 3 4/2 t. /Alas 9m. A las 9 m. A las 3t. A las 9 m. A las 9 in Alas 9 m. A 1^3 1. A los 9 m. A las 3 l/Z‘ A las 9 m'.’ A las 4 t. A las 9 in. A las 3 m. A las 9 m. A las 3 4/2 1. Alas9 tn. A las 3 1. \ A las 9 m. •' Aias3l/2t. A laso m. A las 3 t A las 9 m. A las 3-4/2 t. A las 9 ra. A las 3 t. A las 9 ni. A las 3 1. A las 9 m. A las 3 4 2 t. A l.as 9 m. " A las 3 4,2 1. IT A las 9in. A las 3 i. 43 45 563,8 362,5 47,5 47 361,4 .360,0 46 • 47 563,6 562,2 47.5 47 561,7 ,360,3 46 47 563,3 562,0 45 43,5 563,6 562,3 48 48 • 561,6 560,0 *45 43,7 563,8 562,5 14 42,5 563,4 .364.8 4.3 15 563,6 562,3 46 1 5 561.7 560,3 45.5 46,2 .362,9 .361,6 46 45 364,2 559,8 41 563,0 562.0 46 560,-1 .359.0 48 45 562,8 564,5 46,5 46 .360,6 .3.39,2 45 44 562,7 .364.4 46 45 .364,0 539,9 45 45 563,8 562,5 47 46 562,0 560,3 45 1.3 562.1 .360,8 4 6, .3 47 .361,2 359.7 4.3, .3 4.3 563.2 56 1.9 46 46 .364,4 560,0 45.3 46,2 .363,1 560,9 46 45 564,5 .360 1 «iUV| 1 4.3,3 47 563,4 561.7 16 44,5 .364,9 .360,5 46 47 563,4 562.0 46,3 16 561, .3 560.0 46 47 - .363,1 561,6 17 561,7 560,2 46 47.5 .363,5 362, 48 562,9 361,3 >r 46 [ \564,3 .362,9 47,5 1 ' 1 .361.8 .360.3 METKOHOLOGICAS. 309 ABRIL. T» IM, ■J'riin. lar. litir. ü.iroiu. Uc0 hubo Observación. Lluvia, muy fuerte. 2 Viento N. y E. 3 ■ Viento N. y E. -i Viento 0. lluvia. 6 Lluvia, no hubo observación. 6 Viento 0. lluvia. 7 Viento N. sereno. 8 Viento N. 0. 9 Viento 0. Lluvia por la tarde. 10 Viento N. por la tarde. Lluvia, viento O. •s! * 11 Viento O. lluvia y truenos por la tarde. 12 Viento K. llovizna. 13 Viento N. lluvia, truenos. H Viento N. y 0. sereno. 15 Viento N. y E. Sereno. 16 Viento S. y E. Llovizna que llaman paramo. ^17 Viento E. y IS*. ^ Sereno. ^ 1 8 Viento S. y E. 19 Vientos. O. sereno. 20 Viento ’ ♦ 21 Sereno, no hubo observación. 22 Vientos. 23 Viento N. 2 i Viento N. lluvia y truenos por la larde. 25 Viento O. lluvia. A las 9. las 3. A las 9. A las 3. A las 9. A las 3. A las 9. A las 3. 16,0 > b 16,0 18,0 15.0 16.0 17.0 564,4 565 u » 563,5 » » 16.0 563,7 562,3 » » 56l,6 560,0 18.0 564,4 563,1 17.0 562,0 560,6 15.5 16,0 16,0 16.5 A las 9. A las 3. •A las 9. A las 3. A las 9. 15,0 A las 3 1/2. 17,0 A las 9. 1 5,5 A las 3 1/2. 16,5 A las 9. 17,0 A las 3 1/2. 18,0 A las 9. 15,5 A las 3. 17,0 A las 9. 15,0 A las 3 L2. 17,0 A las 9. 15',0 A las 3 1/2. 16,0 A las 9. A las 3 1/2. 15.0 > » 16.0 » 0 16,5 16,0 18,0 15.0 17.0 18.0 16,0 17.0 16.5 18,7 16,2 16.0 17.0 18.0 16,2 13.5 15.0 * 18.0 B V 563,9 562.2 564.2 561.4 564.5 561.0 563.6 561.6 564.5 562.1 563,9 561.7 SqS,! 561.3 563.8 561.6 664,5 562.0 563.9 662.1 562.5 560.8 562.8 560,0 562.7 560.0 562.1 560.2 563,0 560.5 565.6 560,2 561.8 559.8 562,5 560.2 563.2 » » 562,6. » i> A las 9. 15.0 16,5 563,7 562,2 A las 3 1/2. 16,0 18,7 561,6 560,4 A las 9. 16,0 18,7 564,1 562,7 A las 3 1 2. 16,0 B » 562,0 560,6 A las 9. 15,0 17,5 561,7 562,4 A las 3 1/2. 17,0 18,0 561,0 564,4 D A las 9. 15,0 15,0 563,2 561,9 A las 9. .15,0 15,0 562,8 561,8 A las 3.- * ,1^0 F- 561,3 559,8 A las y. 16,0 16,5 563,7 562,3 A las 3. 17,0 9 561,8 560,3 A las 9. 16,0 18.0 563,0 561,6 A las 9. 16,0 17,5 563,7 562,3 A las 3 l/'2. 17,0 17,0 561,5 560,0 A las 0. 16,0 18,7 563,2 561,8 A las 3 1/2. 16,5 561,9 560,4 3tO OBSERVACIONES T«rn». Tí-rii». bar. libre. Barúm. Itednc. 26 No Imbo observación, lluvia. 27 Viento N. lluvia. Observación dudosa. 28 Viento N. 0. Lluvia. 29 Viento K. 30 No hubo Observación, lluvia por la tarde. A laso. 16,0 16,5 Alu.s3 1/2. 16,0 13,7 A las 9. 15,0. 16,5 A las 3 1/2. 16,0 l5,0 A las 9. 15,0 15,0 A las 3 1/2. 17,0 18,0 561,9 561.5 562.6 561,1 563,3 561,5 560,5 560,1 561,3 569,7 562,0 56tl,0 í^kYO. A las 9 ni. A las 3 1 '2. 2 Viento N. y E. ' Sereno. 3 Viento N. O, Llovizna (pai^ámp). 4 Viento N. (Paramo). 5 Viento N. Lluvia. | C Viento O. lluvia. 7 Viento' 0. lluvia. 15,0 í6,2 15,2 15,0 A las O ra. 16,0 16, i A las 3 1/2. 18,0 » » A las 6. 16,0 16,2 A las 3 1/2;'; n,o 21,0 A las 9. 16,0 17,0 A las 3 1/2. 17,0 20,0 A las 9.; 16,0 16.0 Alas3;/2. 'i7,5 2 1,0 A las 9. 16.0 18,7 A las 3 1/2. 16,0 1.3,7 , 8 Viento S. lluvia.''^ 9 Viento N. O. lluvia. ‘10 1 i.S'iento O. lluvia. A las 9. A las 3. A las 9. A Jas 3 1/2. A las 9. A las 9. 'A las 3 1,'2. Alas 9. A las 3 1/2. A las 9 m. 16,0 16,0 16.0 17,0 15.0 16,0 15,5 12,5 15.0 15,0 15.0 17,0 16.0 » B 15.0 15,0 15,0 16,2 H, 5 ,12,5 563,8 12 Viento N. lluvia. Truenos granizo. Se suspendieron las observaciones hasla el mes de Octubre. 563,1 561 .7 563.3 561.3 563.1 561.8 563.4 561.5 563,4 561.1 502.6 561.0 563,3 561.2 563.2 562.0 563,. 5 563.8 562.2 564.3 562,-3 561.4 560,8 562,0 569.7 561.7 560,3 562.0 660.0 562.0 559.5 561.2 559.6 561.8 559.8 561.9 501.7 562.2 562,5 560.8 563.0 561.0 562,$ OCTUBRE 1835. # Este raes contra lo ordinario ha sido seco. El cometa de Halley se ha visto desde el i5. 22 Viento N. lluvia. 26 Viento O. Y por la tarde lluvia fuerte. 27 Viento S. sereno. 28 Viento S. E. sereno. A las 9. .\ las 9 m. A las 3 1/2 A las 9 m. A las 9. A las 4 t. 16,0 15,0 562,9 15,0 15,5 564,0 15,0 11,5 562,1 15,0 15,0 563,8 14,0 13,0 563,1 17,0 20,0 561,6 .METEOROLOGICAS. 311 'IVnin Trriii. baró. id. redil. Dmi. • bar. libre. metro. cilio á 0. 29 Viento S. E. seteno. A las 9 m. 14.0 13, .6 562, t) .561,3 A las 3 1/2 1. J6,Ü 21,0 .SG0.4 659,0 30 Viento E. sereno. A las 9. 15,Ó 17,5 5G3,0 5G1,7 31 Viento N. sereno. A las 9. • 15,6 18,0 ÓG3,2 661,8 NOVIEMBRE. Kn los (lus primeros liids üc cslc mes llovió y cayo granizo. 3 LluMa truenos, granizo, v . O. ^ ^ j ^ 8 Viento N. por la mañana que . . _ _ cambio por la larde al O. con ^ jjjj ^ i lluvia truenos y granizo. 9 Viento Norte. 10 Viento O, 1 1 Viento E. 1 3 Viento N. O. lluvia, truenos. 14 Viento O. lluvia. 15 Viento variable, lluvia. 1 6 Viento Norte, sereno. 1 7 Viento N. O. 18 Viento N. O. sereno. 1 9 Viento O. sereno. .3 J‘ Viento sereno. - L-/ 22 Viento S. O. sereno. 23 Viento N. Upvi 24 Viento N. j 26 Viento E. llovizna. 27 Viento S. E. sereno. • 28 Viento S. E. sereno, 29 Viento N. sereno, A las 9 1/2. A las 9 m. A las 10. A las 9 DI. A las 3 1 /2. A las 9 IJ2 Alas 3 1/2. A las 9. A las 3 1, 2. A las 9. A las 9 m. A las 3 1/2. Alas 9 1/2. A las 3 í/2. A las 3 1/2. C^A las 9 1/2. A las 3 1/2. Alas 9 1/2. Alas 3 1/2. A las 9 t/2. A las 3 1/2. A las 9 I/2i A las 9 1/2. Alas 3 1/2. A las 9 1/2. A las 9 1/2. A las 9 1/2. 16,0 16,0 16,0 17.0 1 5.0 15.0 16.0 15.0 16.0 15.0 15.0 15.0 16.0 14.0 1 5.0 16.0 15,0 15.0 16.0 14*5 17.0 15.0 17.0 15.0 17.0 15,5 15.5 16.0 15.5 1 5.5 15,0 17.0 15.0 17.5 22.0 18.5 10,2 20,0 17.5 20,0 15,0 15.0 16,2 20 0 12.5 15.0 21.0 16.5 18,0 18,7 15.0 22.0 18,0 20,0 17.5 21,0 1 / 17,5 17,5 17,5 17,5 _ 562,3 560,1 562.3 561.0 563.1 563.7 362.7 563.4 561.4 563,1 561.5 563. 1 561.2 562,9 562.1 560.3 562.7 561.5 561.7 362.0 560,3 562.2 560.0 562.6 560.0 562.8 563.3 561.3 563.7 563,2 563.0 560,9 558.7 560,9 559,5 56 1 .8 .562,4 562.1 560,0 561,8 360.2 561.8 560.8 561.6 560.9 558.9 561.4 560.2 560.3 560.7 558.8 500,’ 558 561.3 558.5 561.5 5GI,8 559.9 562.3 561,8 561,7 f ■ 312 OBSEIlVAClOiS’ES METEOROLOGICAS, DICIEMBRE. T).ai. I ° Viento S. sercnoj vicnlu E, 4 Vieuiu E. b Vienlo U. 6 Viento N. E. sereno, VEfilTA. 7 N. E. sereno. 8 Viento E. sereno. 9 Viento E, sereno, lo Viento N. sereno W?. 1 1 Viento S. sereno. 12 Vienlo S. sereno. Temí. Tcriii. baró- iti. redu- Itü r. libre. nictru. cido á 0. A las 9 1/2. 1G,Ü 17,5 563,1 561,7 A las 3 1/2. 16,0 18,0 561,3 559,9 A las 9 1/2. 15,0 20,0 562,6 56 1 ,.'{ A las 3 1/2. 17,0 • 18,0 561,1 559,6 Alas 9 1/2. 16,0 16,2 562,5 561,1 -i A las 3 1/2. 17,0 17,5 56 1 ,4 559,9 A las 9 1/2. 15,0 17,5 562,4 561,1 A las 3 l;2. 15,0 18,0 560,6 559,3 A las 9 1/2. 16,0 15,0 562,8 561,4 A las 3 1/2. 17,5 21,0 561,0 559,4 A las 9 1/2. 16,5 18,5 562,5 561,9 A las 3 1/2. 20,0 20,0 561,6 559, A las 9 1/2. 16,5 18,7 562,8 561 ,4 Alas 3 1/2. 18,0 22,0 560,2 558,6 A las 9 1/2. 1 5,5 13,7 562,4 660,0 A las 3 1/2. 16,0 •20^0 560,5 558,9 A las 9 1/2. 15,0 13,7 562,5 561,2 A las 9 1/2. 15,0 15,0 563,3 562,0 ^^ifíesúmen. La altura media de Já columna barométrica reducida á la temperatura de la con- gelación resulta ser, según las series de las anteriores observaciones, hechas con lodo cuidado dei6I milímetros 45 centesimos. - El barómetro estaba colocado á una a lin a de cerca du cuatro metros sobre el nivel de la plaza de san Francisco. Respecto de la temperatura, no habiendo observado el mínimum de cada dia y »o estando los termómetros en las circoustancias que se requieren para acusar sin eriorla temperatura del aire, no puede colegirse con exactitud cual sea esta y debe admiürse la de 14» 5 como media, según se deduce de la de los algibes en Bogotá • y es la que M. Boussingault adopta. ’ r* tir; cascada di: tequcndama. 313 CASCmV DE TEQIIÉNDAMA. Omitióse en la reimpresión del Semanario la descripción de este sitio famoso hecha por Caldas. Para reparar esta falta la in- sertamos aquí, añadiendo que la medida exacta de su altura que deseaba aquel sabio Granadino, se verificó en el año de 1840 por el Sr. Barón Gros y por el autor de esta nota, lomando todas las precauciones que nos permiten asegurar que el error, si lo hay, no puede exceder de dos metros. Hízosecon una cuerda de cáñamo y una plomada suspendida libremente al nivel de la cascada en la orilla izquierda del rio, y proyectado el anillo há- cia fuera de la roca por una pieza de madera' de cinco varas. La cuerda quedó dos dias y dos noches suspendida á fin de que se saturara de humedad y se evitara el error de contracción. Entre tanto un hombre en lo bajo se aseguraba de que el plomo tocaba en la tierra. La cascada forma dos saltos. El superior que es pequeño tiene solo 8“ 44 de altura, y es fácil de medirse con la mayor exactitud, porque puede bajarse por el lado izquierdo defrio al mismo nivel. El inferior tiene 137'“ 5G. Altura total de la cascada hasta la superficie de las aguas del rio, 146 metros, es decir 175 varas, tomando la relación del metro á la vara adoptada por Gis- car ; altura que es como se vé muy inferior á las que se habían hallado hasta aquí; y es de admirarse que Caldas por el cálculo del descenso de los graves se hubiera aproximado mas que Ez- quiaqui, que se suponía (lo que es improbable) haber usado de sondalesa. En la altura de 146 metros está incluida la distancia del punto en donde en la márgen izquierda del rio locaba la plo- mada, hasta el nivel de las aguas, reducida esta distancia á la perpendicular. Asi pues, por una singular coincidencia, la altura de la cascada de Teiiucudama, una do las maravillas de la naturaleza en núes- 314 CASCADA tras regiones, es exactamente la misma que la de la mayor de las pirámides de Egipto, obra la mas elevada que los hombres han construido en la superficie de nuestro planeta. Algunos han llegado á pensar que con el trascurso de los años la cascada de Tequendama perderá mucha parte de su belleza á consecuencia de la diminución del caudal de las aguas del Eun- za. Fundados en las siguientes observaciones que se deben al celo ilustrado delSr. Ricardo Illing^vorlh, podemos asegurar que en la primera mitad de este siglo por lo menos, la cantidad anual de lluvia caida en Bogotá no ha vanado de un modo sensible en cada año, y que por lo mismo’no es de temer en muchos anos la diminución de las aguas de Punza. Esta cuestión es de suma importancia para la agricultura, y exige que consignemos aquí los resultados principales. La cantidad de lluvia caida eu Bogolú en 1807, según las observaciones udonu^iricas de Caldas, fué de. Seguí) las de M, llliiigrowlli, y reducidas las pulgadas scgiin las e. . . 100 cent, S pulgadas 106 En 1838. 130 En 1839. 91 4 Eli 1840. 114 3 En 1841. 121 9 En 1842. 101 Ü I'ur lérniioo medio 110 7 ceuliuiclros por año. TEQUENDAMA. » Tenemos muchas descripciones de la catarata de Tcquenda- ma; pero casi todas exageradas. lí^ aquí lo que nosotros hemos escrito en la Relación de nuestros viajes dentro dél Reino, o El Bo- gotá, después de haber recorrido con paso lento y perezoso la es- paciosa llanura de su nombre, vuelve do repente á su curso hácía Occidente y comienza á atravesar por entre el cordon de monta- ñas que están al sudeste de Santafé. Aquí dejando esa lentitud melancólica acelera su paso, forma olas, murmullo y espumas. Rodando sobre un plano inclinado aumenta por momentos su velocidad. Corrientes impetuosas, golpes contra las rocas, sal- tos, ruido majestuoso suceden al silencio y á la tranquilidad. En la orilla del precipicio todo el Bogotá se lanza en masa sobre un banco de piedra, aquí se estrella, aquí da golpes horroro- sos, aquí forma herbores, borbollones, y se arroja en forma de plumas divergentes mas blancas que la nieve en él abismo que f DE TEQUENDAMA. 315 Jo espera. En su fondo el golpe es terrible, y no se puede ver sin horror. I^lstas plumas vistosas que formaban las aguas en el aire se convierten de repente en lluvia, y en columnas de nubes que se levantan á los cielos. Parece que el Bogotá, acostumbrado á recorrer las regiones elevadas de los Andes, ha descendido á pe- sar suyo á esta profundidad, y quiere orgulloso elevarse otra vez en forma de vapores. » Las márgenes del Bogotá, desde que entra en la garganta de Tequendama, están hermoseadas con arbustos y también con ár- boles corpulentos. Las vistosas beffarias resinosay urcns^ lasme- Jastomas, la cuphea.. . esmaltan esos lugares deliciosos que ponen á la sombra, el roble, las arabas y otros muchos árboles. El punto mas alto de la catarata, aquel de donde se precipitan las agíias, está 312 varas mas bajo que el nivel de la esplanada de Bogotá, y esto basta para comenzar á sentir la mas dulce temperatura. A la derecha y á la izquierda se ven grandes bancos horizontales de piedra tajados á plomo y coronados de una selva espesa. Cuando los dias son serenos y el sol llega de los 45 á los 60 grados de altura sobre el horizonte del lado del Oriente, el ojo del especta- dor queda colocado entre este astro y la lluvia que forman las aguas al caer. Entonces percibe muchos iris concéntricos bajo de sus pies, que mudan de lugar conforme se va levantando el astro del dia. »* La cascada no se puede ver de frente, y es preciso conten- tarse con observarla de arriba abajo. Por el lado del Norte ofre- ce el terreno un acceso mas fácil y mas cómodo. Aquí hay un pequeño plano horizontal de piedra al nivel mismo del punto en que se precipitan las aguas, y desde este lugar es que los curio- sos y observadores han visto esta célebre catarata. V» Cuando se mira por la primera vez la ca.scadadeTequendania hace la mas profunda impresión sobre el espíritu del observa- dor. Todos quedan sorprendidos y como atónitos : los ojos fijos, los párpados extendidos, arrugado el entrecejo, y unalijera son- risa, manifiestan claramente las sensaciones del alma. El placer y el horror se pintan sin equivocación sobre todos los semblan- tes. Parece que la naturaleza se ha complacido en mezclar Ja majestad y la belleza con el espanto y con el miedo en esta obra maestra de sus manos. « 3 re CASCADA Nosotros no Oslamos acostumbrados á ver hacia abajo de altu- ras eminentes é incurrimos sin pensarlo en una ilusión. Siempre nos parecen mayores las elevaciones cuando vemos para abajo, que cuando las miramos al reves. Una torre, por ejemplo, nos parece de 30 ó 40 varas cuando la miramos desde su base, pero si subimos á su parte superior nos creemos á 60 ó á 80 varas de altura. Esta ilusión nace de los mismos principios que el aumento aparente del diámetro de la luna y del sol cuando están inme- diatos al horizonte. El profundo .Malebranche ha demostrado las causas; y nosotros creemos que existen las mismas en el caso de la catarata de Tequeudama. Este es el origen de tantas exa- geraciones sobre su altura. No ha faltado escritor que ledo me- dia legua de elevaejon, pero, como dice Bouguer, es preciso ser muy circunspecto en el uso de la palabra legua cuando se trata de alturas. Si se repiten las visitas á Tequeudama, si se mira esta profundidad por intervalos y con un ánimo sereno, la ilusión va poco á poco desapareciendo, y las leguas se convierten en varas. Las palmas colosales que se habian visto en el fondo del abismo, ya no son sino heléchos arbóreos (polipodios) de dos brazas de al- tura. Los climas confundidos, los frutos de los paises ardientes á la vista de la cebada y de la papa ; el mono, el tigre en la base, y el oso y el ciervo en la parte superior, no son otra cosa que consecuencias de la primera ilusión. ¿Cómo 200 varas de altura perpendicular habian de hacer variar la temperatura, la vegeta- ción y los animales? Los rasgos que se han publicado hasta aquí son hijos de una imaginación acalorada y del deseo de embelle- cer las descripciones. Algunos han medido la altura de esta cascada. El primero que yo sepa fué el célebre Mutis. Entre los MSS. que se entregaron por el gobierno al observatorio astronómico, he hallado las ope- raciones y los resultados que obtuvo este botánico. Pocos años después de su llegada á este reino, hizo un viaje de muchos dias, y emprendió subir, rodeado de peligros, desde la Mesa de Juan Dias hasta la base de las cataratas. Las corrientes y los precipi- cios lo detuvieron en la embocadura de la quebrada de Pobaza (jue esta poco distante de este punto. Aquí hizo una observación del barómetro, y estimó el descenso del Bogotá en este corto es- pacio de 3o varas. Después se trasi)orló con sus instrumentos a DE TEQUENDAMA. 317 la parte superior é hizo otra observación semejante. Con estos dalos dedujo que la catarata tenia 255 varas de altura perpen- dicular. Es verdad que Mutis no corrigió lascolunas mercuriales del efecto del calor, y que no tuvo atención á la latitud y pesan- tez. Ya se vé, en esa época no habían escrito todavía De Luc Trembley, Saussure, ni La Place. Mutis desmontaba su baróme- tro á cada observación, y lo volvía á llenar para verificar otra nueva : no hervía el mercurio, y lo que es mas notable, se con- tentaba con cerrar la extremidad superior del tubo con lacre. Todo esto reunido debe haber producido errores en los resulta- dos. Pero, haciendo justicia, admiramos como se acercó tanto á, la verdad en medio de tantas inexactitudes. Porlosañosde 1790, D. Domingo Ezquiaqui, comandante de ar- tillería, hizo medidas mas serias por órden del virey Espoleta. Esta medida se publicó en el número 88 del antiguo Pap^el periódico de Sctntafé de Bogotá. Se dice que fué hecha con sondalesa y por consiguiente de la mayor confianza, f.a altura perpendicu- lar de esta catarata se halló entonces de 26-1,5 varas. La profun- didad del abismo que las aguas han excavado en la roca era de 40 varas. Por lo demás la medida barométrica de este oficial de artilleria es de todo punto monstruosa y no merece referirse. En 180 leí barón de Homboldt, que visitó estas regiones, midió también la cascada de Tequendama. Este viajero usó del des- censo de los graves, y dedujo que tenia 2i2 varas de altura per- pendicular. Este resultado lo hemos visteen los apuntamientos manuscritos que dejó Ilumboldt á varios curiosos del reino. Los 600 pies ingleses hacen 220 varas castellanas. En 1807 quise yo también hacer mis tentativas con esta célebre catarata. UwSé como Humboldt del descenso délos graves, y hallé constantemente que estos gastaban seis instantes en bajar. De aquí deduje que la cascada tenia 219,9 varas de altura. El método de los graves incluye errores y es de los mas delica- dos. Con un cuarto de instante que se dé de mas ó de menos, lo que es muy fácil, la medida resulta monstruosamente errada. A mas de esto en Tequendama no se puede asegurar el observador del momento preciso en que el grave loca la parte inferior de la cascada. La lluvia, las nieblas continuas que se levantan impiden el que se haga por este medio una medida exacta. En conside- 3i8 PüfcNTE Y ABISMO ración á lodo, nos atenemos á la de Ezquiaqiii por ser hedía con sondalesa, hasta que otras la contradigan ó confirmen. Las medidas reunidas son : ^lutis. .... 255,0 varas. Ezquiaqui. . . . S6 j),5 HuinboidU MSS. . 212,0 Humboldt: Ambigú. 220,0 Caldas 219,9 <7ros y yícosífl 1840. 1*75,0 Puente y abismo de Pandi. Para completar la descripción de las curiosidades naturales mas notables del territorio granadino, vamos á hacer aqui un breve extracto de las cartas interesantes que el barón Gros diri- jid al célebre geólogo Elie de Beaumout sobre el famoso puente de Icononzo , ó Pandi, sintiendo que la falta de espacio y la pre- mura del tiempo no nos permitan dar la traducción entera de estos documentos. » El valle de Icononzo, ó de Pandi, pueblps de indígenas colo- cados Norte Sur en una línea perpendicular á la grieta profunda en cuyo fondo corre el rio de Suma Paz, dista de Bogotá doce á quince leguas al S. O. Saliendo de esta ciudad bien temprano, puede llegarse á Fusagasugá el mismo dia. En este lugar situa- do en un valle delicioso se respira un aire tibio y embalsamado que hace contraste con la atmósfera fria y penetrante de la pla- nicie alta. De Fusagasugá se va á Mercadillo en seis horas. Este es el último lugar habitado que se encuentra antes de -llegar al puente de piedra como lo llaman los Indios vecinos. Se caminan luego veinticinco minutos mas de bajada hasta el fondo del bar- . raneo, atravesando un trozo de bosque. Entonces se da vista á ^ un puente de palos construido al modo del pais con árboles y ramas atravesadas, cubiertas de tierra y cascajo. Estráníse aquí una especie de parapeto de madera construido de ambos lados, cuando el viajero ha tenido que pasar altos puentes de madera, en todo el camino sobre torrentes impetuosos, sin que se haya juzgado conveniente hacerles baranda alguna. No deja de pal- DE PANDI. 319. pitar el corazón, á cada oscilación que el paso de la muía comu- nica á los puentes, y cuando se reflexiona que una plomada que se dejara caer desde el estribo tocarla en el torrente sin obs- táculo alguno. Sorprende pues bailar esta baranda, y mas no viendo nada, porque los arbustos ocultan el precipicio, basta que se llega á la mitad del puente y que se advierte por entre los brezales un abismo profundísimo del cual sube un rumor sordo como si 4o produjera un torrente lejano. De cuando en cuando aparecen ciertos reflejos azulados, y las hileras de es- puma de un blanco dudoso que bajan lentamente, pasan bajo el puente, é indican de esta manera que una corriente de agua ne- gra y profunda desciende del Oriente al Occidente por entre los muros perpendiculares de esta enorme quiebra. Si se arrojan algunas piedras como para explorar el abismo, se levanta un ruido disonante, y ya acostumbrada la vista á la oscuridad, se distinguen volando rápidamente sobre las aguas multitud de aves cuyo graznido espantoso se semeja al de los grandes murciéla- gos, tan comunes la zona ecuatorial. Este espectáculo imponente que conmueve el ánimo y le co- munica cierto terror, se ofrece al viajero parado sobre el puente vuelto bacía arriba y mirando al Oriente. Aquí el puente natural es perpendicular sobre el abismo entero, aunque invisible, bajo el puente de madera, y tiene como cinco varas de grueso poco menos. La roca que forma las paredes del abismo se continua formando el primer arco ó bóveda natural que sirve de funda- mento al puente, y constituye uua délas maravillas naturalesde esta comarca. Si se vuelve la vista al Occidente, se observa el agua saliendo de una grande profundidad bajo el puente, y aun- que el espectáculo no es tan singular, la abertura mayor de las paredes de la grieta procura mas luz y permite examinar me- jor la configuración de las rocas que son formadas de lechos al- ternantes de arenisca ó asperón esquistoso y compacto. Por esta parte se puede bajar basta la parte inferior del segundo puente formado por un enorme bloque ó canto de arenisca que al des- plomarse quedó atorado entre los dos muros de la grieta, ó es por ventura un fragmento dislocado de la misma capa de piedra que se continua á su nivel de ambos lados. Este canto es de forma cúbica, y forma como la llave de la bóveda entre'dos cor- 320 PUEiNTK Y ABISMO DE PANDI. nisas de la roca que se avanzan de cada lado. La grieta se pro* longa hastá cerca de un cuarto de legua mas abajo, pero su al- tura, que desde el piso del puente es de 85 metros ó casi cien varas castellanas^ hasta el nivel del agua, vadisminuyendo gra- dualmente y acaba por presentar el aspecto de un torrente cau- daloso sembrado de grandes piedras y corriendo por entre un bosque. No fué posible medir con exactitud la bondura de las aguas bajo el puente, cantidad que varia con la^avenidas y se- gún las estaciones de lluvia ó secas, pero por un cálculo aproxi- mado puede decirse que. no baja de seis metros. El largo total de esta maravillosa grieta ó quiebra es de una legua, desde el paraje en que el torrente penetra por entre las dos paredes perpendi- culares que la forman, hasta que sale de la grieta, cuya anchura por término medio es de diez á doce metros (30 á 35 pies). La bóveda natural del puente de piedra superior tiene veinte y un pies de anchura. iFbs lechos de roca arenisca que constituyen la grieta están inclinados hácia el Sur de diez grados, y de cinco al Ocaso, por consiguiente se levantan hácia la planicie alta de Bo- gotá. Las aves semi nocturnas que viven en las grutas subterráneas de la grieta de Pandi parecen ser los guácharos que el barón de llumboldt vió en el Orinoco y que existen también en las caver- nas del Chaparral, en donde los llaman guaparosy guapacoes. Estos pájaros viven en grutas húmedas, se alimentan con frutos aromáticos y producen una grasa líquida como aceite, que uti- lizan en otros lugares, como en Caripe. Son una variedad del ca- primulgus. • Dos veces la altura de la columna de bronce de la plaza Vendoma en Paris, J. A. - -¿ PIN. INDICE DE MATERIAS AdVERTENOLí PREUMINAR H INTRODUCCION Memoria sobre la influencia ele los desmontes en la diminución de las ^ aguas corrientes * Adición del traductor. ‘ 21 Memoria sobre el Arbol de la leche * • 2.T Exámen químico del curare, veneno de los Indios del Orinoco, por MM. Rotilin y Roussingault 20 Sobre las aguas calientes de la Cordillera de Venezuela Resultados de las observaciones barométricas hechas en la Guaira á lO™ 67 de altura sobre el nivel del mar 3í Nota sobre la cera de palma de los Andes de Qu indio 37 An.'llisis de un nuevo mineral hallado en el Páramo Chico, cerca de Pamplona Memoria sobre la composición del oro nativo de las diferentes minas de la Nueva Granada. . . ^3 Sobre los terremotos de los Andes. . . ¿d Análisis del agua mineral de Paipa cerca de Tunja 39 Memoria sobre diferentes masas de Oerro que se han encontrado en la cordillera de los Andes R* Investigaciones químicas sobre la naturaleza de los flúidos elásticos que se exhalan de los volcanes del Ecuador, por M. Boussingault. ... 65 Consideraciones sobre las aguas termales de las Cordilleras 79 Análisis del agua del Rio Vinagre 87 Análisis de la Alumina sulfatada nativa del Rio Saldaña 90 Análisis de la alumina sulfatada del volcan de Pasto 9* Memoria sobre un nuevo método para ensayar y extraer el oro de la pirita aurífera 9A Memoria relativa á la acción del gas ácido-bidroclóiico á una alta tem- peratura sóbrela plata : observación sobre el apartado seco. ... 103 Memoria sobre la leche venenosa del Hura crepitans (Acuapa). . , . . 110 Sobre las propiedades químicas del rocou (Achote) 114 Sobre, la composición del barniz de los Indios de Pasto 116 Memoria sobre la existencia del yodo en las aguas de una salina de la provincia de Antioquia 120 Memoria sobre las salinas yodíferas de los Andes 123 Sobre las causas del coto en las cordilleras de la Nueva Granada. . . . 133 Memoria sobre el urao, por Mariano de Rivero y J. B. Boussingault. . . 153 Tres especies nuevas minerales de la Nueva Granada. Análisis de la Gay- Lussita. ^ 136 Examen comparativo de las circunstancias meteorológicas bajo las cuales vegetan ciertas plantas nutritivas en el Ecuador y en la zona Observaciones sobre la irradiación nocturna del calórico, hechas en las cordilleras de la Nueva Granada 170 21 *1. I'i ..ÍO 322 ÍNDICE DE MATERIAS. l(i,írp'J wü Meiuoría sobre la profundidad á la cual se halla bajo la tierra Ja capa de temperatura invariable entre los trópicos. Determinación de la temperatura media de la zona tórrida al nivel del mar. Observaciones sobre la diminución del calor en las Cordilleras. . ; “Memoria sobre la composición de los Betúmcnes Relación de una ascensión al Chimborazo, ejecutada el 10 de diciembre de 1831 por IM. Boussingault. -Memoria sobre las alteraciones que se descubren en Jos animales domés- Í8Í 198 20 .' ticos que se condujeron del antiguo al nuevo continente, por el doc'or Roulin. Memoria pora servir á la historia del Tapir y descripción del Tapir Pan- chique ó Pinchaque, nueva especie Americana, por el doctor Roulin. . Memoria sobre el maíz peladero ó atizonado y sus singulares efectos en el hombre y en los animales, por el doctor Ríuilin Descripción de una nueva especie de pescado del Magdalena y el .Meta por M. Valcnciennes, ] Observaciones nieteorólogiras en Bogotá, por IM. Boussingaulí. ! . . Sene de observaciones meteorológicas hechas^ en Cartagena en 1831. Observaciones meteorológicas, hechas en Guaduas en el mes de abril de 1831, por J. Acosta Observaciones meteorológicas hechas en Bogotá por J*. Acosta. . ! ! Cascada de Tequendaraa Puente de Pandí .... J c » • It:' “t- . V i •- , ■> ;ío. í 4 1 r :4r . .'ji \ [ n , . - iiíi LiTii ** TT-v-'f V üi -'3n i( ,P=í' ' > .4' lijo Sí.- .-e- “.T-r - II. I :f -=í • 1 I ! J¿f