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NAVARRETE (M. F. de)

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VIAJES DE CRISTÓBAL COLÓN

VIAJES CLASICOS

EDITADOS POR CALPE

Speke (J. H.).— Diario del descubrimiento de las fuentes del Nilo. Tomos I y II, con grabados y cartas.

BouGAiNviLLE (L. A.).— Viaje alrededor del mundo. Tomos I y 11, con láminas y cartas.

Bernier (F.). Viaje al Gran Mogol, Indostán y Cachemira. Tomos I y II, con grabados, láminas y cartas.

La Condamine (C. de).— Viaje a la América meri- dional. Un volumen, con una lámina y un mapa.

Matthews (].).— Viaje a Sierra Leona. Un volumen, con un mapa.

Darwin (C. R.).— Viaje de un naturalista alrede- dor del mundo. Tomos I y II, con numerosos grabados y dos cartas.

CooK (James).— Primer viaje alrededor del mundo del teniente... Tomos I, II y III, con grabados, láminas y cartas.

Colón (Cristóbal). Viajes. Un volumen, con una carta.

CooK (James).— Viaje hacia el Polo Sur y alrede- dor del mundo. Tomos I, II y III, con grabados, láminas y mapas.

Nüñez Cabeza de Vaca (Alvar).— Naufragios y Co- mentarios. Un tomo, con dos cartas.

EN PRENSA:

Ross (J.).— Narración de un segundo viaje en bus- ca del paso del Noroeste. Dos tomos.

Clapperton.— Viaje al África centraL Dos tomos.

Hernán Cortés.-- Cartas de relación sobre la con- quista de Méjico. Un volumen.

MuNGo Park.— Descubrimiento del río Niger. Dos tomos.

Papel fabricado expresamente por La Papelera Espaísola.

M. FERNANDEZ DE NAVARRJ&TK : :

VIAJES

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CRISTÓBAL COLÓN

Con una carta

CALPE

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ES PROPIEDAD COPYRIGHT BY CALPK, MADBID, 1922

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Levantina de Artes Gráficas.— Cartagena-Madrid.

ÍNDICE

Páginas

Nota biográfica de Cristóbal Colon vii

Primer viaje de Cristóbal Colon 1

Carta del Almirante Cristóbal Colon escrita al escribano de ración de los señores Reyes Ca- tólicos 187

Traducción latina de la carta de Cristóbal Colon al señor Rafael Sánchez, hecha por Leandro Cosco e impresa la primera vez en Roma el año

de 1493 197

Segundo viaje de Cristóbal Colon 213

Memorial que para los Reyes Católicos dio el Al- mirante don Cristóbal Colon en la ciudad de Isabela, a 30 de enero de 1 494, a Antonio de Torres sobre el suceso de su segundo viaje a las Indias, y al final de cada capítulo la respues- ta de sus Altezas 245

Tercer viaje de Cristóbal Colon 267

Carta del Almirante al ama (que había sido) del príncipe don Juan, escrita hacia fines del

año 1500 293

Cuarto y último VI^JE de Cristóbal Colon 307

Carta que escribió don Cristóbal Colon, Virey y Almirante de las Indias, a los cristianísimos y

muy poderosos rey y reina de España 329

Relación hecha por Diego Méndez de algunos acontecimientos del último viaje del Almirante

don Cristóbal Colon , 351

Mapa de los viajes de Colon 344 345

505121

ADVERTENCIA DE ESTA EDICIÓN

Las notas de Fray Bartolomé de las Casas llevan su nombre. Las anónimas son de Martin Fernández de Navarrete, Las señaladas con la letra J), de J. Dantín Cereceda.

Acompaña a esta edición un mapa (pági- nas 344-345) con los derroteros de los cuatro viajes de Cristóbal Colón.

Cristóbal Colón, primer Almirante de Castilla y del Océano, descu- bridor del Nuevo Mundo, nació en Genova o acaso en sus cercanías (1436? 14SI?), y murió en Valladolid a 20 de mayo de ijoó.

Iras navegar varios años por las aguas del Mediterráneo, después de 14^3 se le halla en Lisboa, emporio marítimo de su tiempo. Por enton- ces eran los portugueses los más audaces y diestros navegantes del Viejo Mundo. Entre ellos completó Colón sus conocimientos náuticos; trazó di- ferentes cartas de marear, con cuya venta pudo vivir obscuramente, y na- vegó las costas de África, Inglaterra e Islandia.

Acaso en esta última isla oyese hablar, como vago recuerdo temeroso, de las viejas expediciones escandinavas, por el año looo, de Groenlandia a la costa oriental de América. Acaso el dibujo y trazado de las cartas de que tantas veces dependiera su sustento le sugirió ponerse en relaciones con Toscanelli, en demanda de consulta acerca de la figura y tamaño de la Tierra. El error inicial de Toscanelli, quien supuso más corto el ra- dio terrestre, determinó a Colón a hallar un nuevo camino occidental supuesta la redondez de la Tierra hacia el país de las especias.

Expuso Colón sucesivamente sus proyectos al Rey de Portugal, a los Reyes Católicos (148J-1486), al Rey de Inglaterra y al de Francia. Ante sí, o apoyándose en el dictamen adverso de Juntas científicas diferentes, las cuatro Cortes desecharon sus, para entonces absurdas, pretensiones.

Perdida la esperanza que Colón pusiera en el Monarca francés , decidió el navegante italiano celebrar otra entrevista con el Rey Católico español, y a fines de I4gi Colón comparece ante nueva Junta en Santa Fe, que, cual la de Salamanca, condenó su proyecto. Desvanecidas con esta desau- torización sus liltimas esperanzas, decidió Colón abandonar España. Pen- só regresar a Córdoba para recoger a su hijo Diego y dejar a su hijo na- tural Fernando al cuidado de su madre, Beatriz Enríquez.

En términos de extrema pobreza llegó Colón al convento de La Rábida, con cuyo prior, Juan Pérez, confesor de la Reina, trabó conversación, ha- ciéndole participe de sus sueños y miserias. Juan Pérez fué el único que, en el abandono general, comprendió su genio. Poco después instó el fraile a doña Isabel la Católica con tal fuego de convicción, que la expedición quedó decidida.

VIII

Armáronse tres carabelas la Santa María, o capitana, la Pinta y la Niña en Palos de Maguer. En la primera embarcó Colón como Almiran- te y Juan de la Cosa como maestre; en la segunda, la más velera, Martín Alonso, el mayor de los Pinzones, como capitán y su hermano Francisco como maestre; en la Niña, la más pequeña, Vicente Yáñez Pinzón, como capitán. A un total de 120 hombres que Casas reduce a go se elevaron sus tripulantes.

El viernes j de agosto de 14^2 zarpó la débil escuadrilla del puerto de Palos. Las vicisitudes de la navegación por el Océano Atlántico; los pos- teriores descubrimientos en las Antillas y Tierra Firme, que Colón reali- zara en sus cuatros viajes, vienen contenidos en el texto del libro presente, compuesto con el diario del Almirante y con los documentos que Martin Fernández de Navarrete logró reunir.

De la carencia de dotes de gobernación y de grandeza para entender el valor intimo de la próspera fortuna, en que se ensaya el temple y calidad de las almas, nacieron las desdichas posteriores del descubridor de Améri- ca. Cometió desaciertos bastantes para atraerse el desamor y el odio de sus compañeros y para buscar en vano su perdido prestigio cuando, frente a descontentos y revoltosos, hubo de él necesidad. En el tercer viaje el comen- dador Francisco de Bobadilla suspendió al Almirante en sus funciones y aun lo envió a España encadenado. La carta del Almirante a doña Juana de la Torre (véase pág. 2gj) pone en antecedentes de estas amarguras. Aun cuando los Reyes libertaron y rehabilitaron plenamente a Cristó- bal Colón, de hecho aquí terminó su, gloriosamente comenzado, virreina- to de las Indias.

ESTE ES EL PRIMER VIAGE

Y LAS DERROTAS Y CAMINO QUE HIZO EL ALMIRANTE DON

CRISTÓBAL COLON CUANDO DESCUBRIÓ LAS INDIAS, PUESTO

SUMARIAMENTE (1), SIN EL PRÓLOGO QUE HIZO A LOS REYES,

QUE VA A LA LETRA Y COMIENZA DE ESTA MANERA

In nomine D. N, Jesu Christi

l-^ORQUE, cristianísimos, y muy altos, y muy excelen- "■• tes, y muy poderosos Príncipes, Rey y Reina de las Españas y de las islas de la mar, nuestros Señores, este presente año de 1492, después de vuestras Alte- zas haber dado fín a la guerra de los moros que reina- ban en Europa y haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, adonde este presente año, á dos dias del mes de Enero, por fuerza de armas vide poner las banderas Reales de vuestras Altezas en las torres de Alfambra, que es la fortaleza de la dicha ciudad, y vide salir al Rey Moro á las puertas de la ciudad y besar las Reales manos de vuestras Altezas y

(1) Fray Bartolomé de las Casas, de cuya letra era el ori- ginal de que se sacó esta copia, poseyó muchos papeles es- critos por el mismo Colon, con los cuales escribió su His- toria de Indias, y compendió la relación de este viage cual la publicamos, dejando íntegro el prólogo ó carta dirigida á los Reyes Católicos, que también insertó á la letra en el capítulo 36 de su Historia inédita. Al margen de esta copia puso Casas algunas notas, que hemos conservado con su nombre.

VIAJKS DE COLÓN 1

I M. FERNANDEZ DE NAVARRETE

del Príncipe mi Señor, y luegfo en aquel presente mes, por la información que yo habia dado á vuestras Alte- zas de las tierras de India, y de un Príncipe que es lla- mado Gran Can, que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes, cómo muchas veces él y sus ante- cesores habian enviado á Roma á pedir doctores en nuestra santa fé, por que le enseñasen en ella (1), y que nunca el Santo Padre le habia proveído, y se perdian tantos pueblos creyendo en idolatrías é recibiendo en sectas de perdición, vuestras Altezas, como católi- cos cristianos y Príncipes amadores de la santa cris- tiana y acrecentadores della, y enemigos de la secta de Mahoma y de todas idolatrías y herejías, pensaron de enviarme á mí, Cristóbal Colon, á las dichas partidas de India para ver los dichos príncipes, y los pueblos y tierras, y la disposición dellas y de todo, y la manera que se pudiera tener para la conversión dellas á núes tra santa fé; y ordenaron que yo no fuese por tierra ai Oriente, por donde se costumbra de andar, salvo por el camino de Occidente, por donde hasta hoy no sa- bemos por cierta que haya pasado nadie. Así que, después de haber echado fuera todos los judíos de todos vuestros reinos y señoríos, en el mismo mes de Enero mandaron vuestras Altezas á que con arma- da suficiente me fuese a las dichas partidas de India(2),

(1) Paulo Toscanelli daba también estas noticias del Gran Can al canónigo de Lisboa Fernando Martínez en car- ta escrita en Florencia á 25 de Junio de 1474, tomándolas de lo que Marco Polo refiere en el prólogo y otros lugares de la relación de su viage. Toscanelli envió copia de esta carta á Colon cuando este le consultaba sobre su designio de navegar al Occidente para ir á la India. (Véase la Histo- ria de Hern. Colon, cap. 7.)

(2) No hay claridad en esto. Aunque los Reyes deter- minaron mucho antes la expulsión de los judíos, no publi- caron su decreto hasta el 30 de Marzo de 1492; y bien

VIAJES DE COLON 3

y para ello me hicieron garandes mercedes, y me ano- blecieron que dende en adelante yo me llamase Don, y fuese Almirante mayor de la mar océana é Visorey y Gobernador perpetuo de todas las islas y Tierra-fir- me que yo descubriese y g-anase, y de aquí adelante se descubriesen y ganasen en la mar océana, y así suce- diese mi hijo mayor, y así de grado en grado para siempre jamás; y partí yo de la ciudad de Granada á 12 dias del mes de Mayo del mesmo año de 1492, en Sábado; vine a la villa de Pelos, que es puerto de mar, adonde armé yo tres navios muy aptos para semejante fecho; y partí del dicho puerto, muy abastecido de muy muchos mantenimientos y de mucha gente de la mar, á tres dias del mes de Agosto del dicho año, en un Viernes, antes de la salida del sol con media hora, y llevé el camino de las islas de Canaria de vuestras Al- tezas, que son en la dicha mar océana, para de allí to- mar mi derrota y navegar tanto que yo llegase á las Indias, y dar la embajada de vuestras Altezas á aque- llos príncipes y cumplir lo que así me habían manda- do; y para esto pensé de escribir todo este viage muy puntualmente de dia en día todo lo que yo hiciese y viese y pasase, como adelante se verá. También, Seño- res Príncipes, allende de escribir cada noche lo que el dia pasare, y el dia lo que la noche navegare, tengo propósito de hacer carta nueva de navegar, en la cual situaré toda la mar y tierras del mar Océano en sus propios lugares, debajo su viento; y mas, componer un libro y poner todo por el semejante por pintura, por latitud del equinoccial y longitud del Occidente, y so- bre todo cumple mucho que yo olvide el sueño y tien- te mucho el navegar porque así cumple, las cuales se- rán gran trabajo.

comenzaron á tratar con Colon luego que entraron en Gra- nada, no concluyeron las capitulaciones con él hasta 17 de Abril. Así se concilia lo que aquí dice.

M. FERNANDEZ DE NAV ARRETE

Viernes 3 de Agosto

Partimos Viernes 3 dias de Agosto de 1492 años de la barra de Saltes (1) á las ocho horas; anduvimos con fuerte virazón hasta el poner del sol, hacia el Sur, 60 mi- llas, que son 15 leguas (2); después, al Sudueste y al Sur cuarta del Sudueste, que era camino para las Ca- narias.

El Sábado 4 de Agosto Anduvieron al Sudueste cuarta del Sur.

(1) Saltes. Isla formada por dos brazos del rio Odiel, frente de la villa de Huelva. Hubo en ella población por lo menos desde el siglo xii, y continuaba el año de 1267, en que el Rey D. Alonso el Sabio dividió el término de la villa de Saltes con la de Huelva. Ignórase cuándo se despobló, pues aunque en la Suma de Geografía de Martin Fernan- dez de Enciso, impresa en 1519, se hace mención de aquel pueblo, consta que por aquel tiempo solo existia la iglesia adjudicada á las de Huelva: lo que denota que ya no habia población. No debió pasar mucho tiempo sin que se arrui- nase la iglesia, pues para conservar su memoria se fundó dentro de Huelva una ermita con título de Nuestra Señora de Saltes, en la que se conserva una cruz, reliquia de la pa- rroquia. Aun existen en la isla vestigios de ella; y su dis- trito está dividido en tierras labrantías, dehesas de pastos y montes acotados de caza menor, cuya propiedad es de los Marqueses de Ayamonte, con título de Condes de Sal- tes. (Dictamen de D. Josef Ceballos al principio de Huelva ilustrada, del Licenciado D. Juan de Mora, impresa en Se- villa, año 1762, y en los capítulos 1, 5 y 13 de esta obra.)

(2) Colon usaba de millas italianas, que son de menor extensión que las españolas, pues cuatro de aquellas equi- valen á tres de estas y á la medida de una legua.

VIAJES DE COLON

Domingo 5 de Agosto

Anduvieron su via entre d¡a y noche, mas de 40 le- guas.

Lunes 6 de Agosto

Saltó ó desencajóse el gobernario (1) á la carabela Pinta, donde iba Marfein Alonso Pinzón, á lo que se creyó y sospechó por industria de un Gomes Rascón y Cristóbal Quintero, cuya era la carabela, porque le pesaba ir aquel viage; y dice el Almirante que antes que partiese habiewi hallado en ciertos reveses y g-ris- quetas, como dicen, á los dichos. Vídose allí el Almi- rante en g-ran turbación por no poder ayudar á la di- cha carabela sin su peligro, y dice que alguna pena perdia con saber que Martin Alonso Pinzón era per- sona esforzada y de buen ingenio; en fin, auduvieron entre dia y noche 29 leguas.

Martes 7 de Agosto

Tornóse á saltar el gobernalle á la Pinta, y adobá- ronlo y anduvieron en demanda de la isla del Lanaa- rote, que es una de las islas de Canarias, y anduvieron entre dia y noche 25 leguas.

Miércoles 8 de Agosto

Hobo entre los pilotos de las tres carabelas opinio- nes diversas donde estaban, y el Almirante salió mas verdadero, y quisiera ir á Gran Canaria por dejar la carabela Pinta, porque iba mal acondicionada del go-

(1) Gobernarlo ó gobernalle es el timón.

b M. FERNANDEZ DE NAVARRETE

bernario y hacia ag-ua, y quisiera tomar allí otra si la hallara; no pudieron tomarla aquel dia.

Jueves 9 de Agosto

Hasta el Domingo en la noche no pudo el Almiran- te tomar la Gomera, y Martin Alonso quedóse en aquella costa de Gran Canaria por mandato del Almi- rante, porque no podia navegar. Después tomó el Al- mirante a Canaria á Tenerife)^ y adobaron muy bien la Pinta, con mucho trabajo y diligencias del Al- mirante, de Martin Alonso y de los demás; y al cabo vinieron á la Gomera. Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife, que es muy alta en gran manera. Hicieron la Pinta redonda, porque era latina; tornó a la Gomera Domingo a 2 de Setiembre con la Pinta adobada.

Dice el Almirante que juraban muchos hombres, honrados españoles, que en la Gomera estaban con Doña Inés Peraza, madre de Guillen Peraza, que des- pués fue el primer Conde de la Gomera, que eran ve- cinos de la isla de Hierro, que cada año vian tierra al Oueste de las Canarias, que es al Poniente; y otros de la Gomera afirmaban otro tanto con juramento. Dice aquí el Almirante que se acuerda que estando en Por- tugal el año de 1484 vino uno de la isla de la Madera al Rey a le pedir una carabela para ir a esta tierra que vía, el cual juraba que cada año la via, y siempre de una manera; y también dice que se acuerda que lo mismo decían en las islas de los Azores^ y todos estos en una derrota, y en una manera de señal, y en una grandeza (1). Tomada, pues, agua y leña y carnes, y lo demás que tenían los hombres que dejó en la Gomera

(1) Por muerte de Fernán Peraza, en 1452, quedó el Se- ñorío de las Ganarías a su hija Doña Inés, casada con Die- go de Herrera, en cuya posesión los confirmó el Rey D. En-

VIAJES DE COLÓN 7

ei Almirante cuando fue á la isla de Canaria á adobar la carabela Pirita^ finalmente se hizo a la vela de la di- cha isla de la Gomera, con sus tres carabelas, Jueves á 6 dias de Setiembre,

rique IV a 28 de Setiembre de 1454. Ya entonces, según dice el Almirante, veían los habitantes de la Gomera y del Hie- rro todos los años una tierra al Poniente, que se ha preten- dido ser la imaginaria isla de San Borondnn. Posteriormen- te a esta época continuaron las ilusiones y la preocupación vulgar de su existencia, sin embargo de las expediciones y buques que se despacharon para encontrarla y reconocer- la, sin que pudieran conseguirlo los más hábiles marine- ros que para ello se emplearon. Viera, en su Historia de Canarias, refiere circunstanciadamente todos estos suce- sos con sinceridad y buena crítica (tomo I, lib. 1, § 28, pá- gina !>■ y siguientes), y Feijoo refuta estas visiones como una preocupación de la gente vulgar. (Teatro Crítico, tomo IV. Disc. 10, § 10.)

El M. Pedro de Medina, en sus Grandezas de España (ca- pítulo 52, página 47), dice que no muy distante de la isla de la Madera estaba otra que se llamaba Antilia, que ya no se veia y que la halló figurada en una carta de marear muy antigua; y Viera (tom. I, pág. 90) refiere que algunos por- tugueses y habitantes de la Madera veian al Oeste unas tie- rras que jamás pudieron encontrar aunque lo intentaron, y que de ahí tuvo principio el representar en las cartas que entonces se deHneaban algunas islas nuevas en nuestros mares, especialmente la Antilia y San Borondon. Esta se halla situada en el globo o mapamundi que construyó Mar- tin de Behem en Nuremberg el año 1492 como al SO. de la del Hierro, aunque interpuestas las islas de Cabo Verde.

De estas preocupaciones, tan arraigadas por el espacio de cerca de cuatro siglos, y que dominaban más en la épo- ca de los descubrimientos, á fines del siglo XV y principios del XVI, y de la maligna emulación con que después del pri- merviaje se procuró rebajar el mérito del gran Colon, pudie- ron nacer las voces de haber sido antes descubierto el nue- vo continente y sus islas, ya por Alonso Sánchez de Huelva ó por otro navegante portugués o vizcaíno, como escribie

8 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Jueves 6 de Setiembre

Partió aquel dia por la mañana del puerto de la Gomera, y tomó la vuelta para ir su viage, y supo el Almirante, de una carabela que venia de la isla del Hierro, que andaban por allí tres carabelas de Portu- gal para lo tomar; debia de ser de invidia quel Rey tenia por haberse ido a Castilla, y anduvo todo aquel dia y noche en calma, y a la mañana se halló entre la Gomera y Tenerife.

Viernes 7 de Setiembre

Todo el Viernes y el Sábado, hasta tres horas de noche, estuvo en calma.

Sábado 8 de Setiembre

Tres horas de noche Sábado comenzó a ventar Nordeste, y tomó su via y camino al Oueste; tuvo mu- cha mar por proa, que le estorbaba el camino, y anda- ría aquel dia 9 leguas, con su noche.

ron varios españoles, ya por Martin de Behem, como han pretendido aun modernamente algunos extrangeros; pero Oviedo, autor coetáneo, asegura que aquella novela con verdad ninguno la podía afirmar, que así corría por el mun- do entre la gente vulgar, y que él la tenía por falsa. Don Cris- tóbal Cladera, en sus Investigaciones históricas, refutó con solidísimas razones y fundamentos estas pretensiones de naturales y extrangeros, defendiendo el mérito y la gloría del primer Almirante de las Indias.

VIAJES DE COLON

Domingo 9 de Setiembre

Anduvo aquel día 19 leguas, y acordó contar menos de las que andaba, por que si el viage fuese lueng^o no se espantase ni desmayase la gente. En la noche andu- vo 120 millas, á 10 millas por hora, que son 30 leguas. Los marineros gobernaban mal, decayendo sobre la cuarta del Nordeste, y aun á la media partida; sobre lo cual les riñó el Almirante muchas veces.

Lunes 10 de Setiembre

En aquel dia con su noche anduvo 60 leguas, á 10 millas por hora, que son 2 leguas y media; pero no contaba sino 48 leguas por que no se asombrase la gente si el viage fuese largo.

Martes 11 de Setiembre

Aquel dia navegaron á su via, que era el Oueste, y anduvieron 20 leguas y mas, y vieron un gran trozo de mastel de nao, de 120 toneles, y no lo pudieron tomar. La noche anduvieron cerca de 20 leguas, y contó no mas de 16 por la causa dicha.

Miércoles 12 de Setiembre

Aquel dia, yendo su via, anduvieron en noche y dia 33 leguas, contando menos por la dicha causa.

Jueves 13 de Setiembre

Aquel dia con su noche, yendo á su via, que era al Oueste, anduvieron 33 leguas, y contaba 3 ó 4 menos.

10 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Las corrientes le eran contrarias. En este dia, al co- mienzo de la noche, las ag-ujas noruesteaban, y a la mañana noruesteaban algún tanto (1).

Viernes 14 de Setiembre.

Navegaron aquel dia su camino al Oueste, con su noche, y anduvieron 20 leguas; contó alguna menos; aquí dijeron los de la carabela Niña que habian visto un garjao y un rabo de junco, y estas aves nunca se apartan de tierra, cuando mas, 25 leguas.

Sábado 15 de Setiembre

Navegó aquel dia con su noche 27 leguas su cami- no al Oueste, y algunas mas, y en esta noche, al prin- cipio della, vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos de ellos 4 ó 5 leguas.

Domingo 16 de Setiembre

Navegó aquel dia y la noche á su camino, el Oues- te; andarian 39 leguas, pero no contó sino 36; tuvo aquel dia algunos nublados; lloviznó; dice aquí el Al- mirante que hoy y siempre, de allí adelante, hallaron aires temperantísimos; que era placer grande el gusto de las mañanas, que no faltaba sino oir ruiseñores. Dice él: « y ^Ya_ú\veímjgiQj:.^o^ Abril en el Andalucía > . Aquí comenzaron a ver muchas manadas (2) de yerba muy verde, que poco había, según le parecía, que se había desapegado de tierra, por la cual todos juzga-

(1) Primera observación que se hizo de la variación magnética.

(2) Así el original; quizá manchas

VIAJES DE COLÓN 11

ban que estaba cerca de algfuna isla (1); pero no de tierra fírme, según el Almirante, que dice: porque la tierra firme haso más adelante, "

Lunes 17 de Setiembre

Navegó á su camino, el Oueste, y andarían en dia y noche 50 leguas y mas: no asentó sino 47; ayudábales la corriente; vieron mucha yerba y muy a menudo, y era yerba de peñas, y venia la yerba de hacia Ponien- te; juzgaban estar cerca de tierra (2); tomaron los pi- lotos el Norte marcándolo, y hallaron que las agujas noruesteaban una gran cuarta, y temían los marineros, y estaban penados y no decían de qué. Conociólo el Almirante, mandó que tornasen a marcar el Norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agu- jas; la causa fué porque la estrella parece que hace movimiento y no las agujas (3). En amaneciendo aquel

(1) No era infundada esta sospecha, pues iban aproxi- mándose a unas rompientes que se señalan en nuestras cartas como vistas en el año 1802.

(2) En esta situación todavía distaban las rompientes 40 leguas al Oeste.

(3) El ingenioso Colon, que fue el primer observador de la variación, procuraba disipar los temores de su gente explicándoles de un modo especioso la causa de este fenó- meno. Así lo asegura su historiador Muñoz, y así era la verdad, como se comprueba al ver las reflexiones que hace en su tercer viaje sobre estas alteraciones del imán. La misma sorpresa y cuidado de los pilotos y marineros es una prueba decisiva de que hasta entonces nadie había no- tado esta variación en las agujas. Así lo dicen Casas, Her- nando Colon y Herrera, historiadores exactos y fidedignos, y por lo mismo es muy singular que haya cundido tanto la opinión de que el primero que observó las declinaciones del imán fuese Sebastian Caboto, que no salió a descubrir hasta el año 1497, con permiso del rey de Inglaterra Enri- que VII, suponiendo que publicó esta novedad el año

*

12 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Lunes vieron muchas mas yerbas, y que parecían yer- bas de ríos, en las cuales hallaron un cangrejo vivo, el cüaTguardo el Almirante, y dice que aquellas fueron señales ciertas de tierras, porque no se hallan 80 le- guas de tierra; el agua de la mar hallaban menos sala- da^ desde que salieron de las Canarias; ios aireSt'Siem- pre mas suaves; iban muy alegres todos, y los navios quien mas podia andar andaba por ver primero tie- rra; vieron muchas toninas, y los de ía Niña mataron una. Dice aquí el Almirante que aquellas señales eran del Poniente, «donde espero, en aquel alto Dios en cu- yas manos están todas las victorias, que muy presto nos dará tierra». En aquella mañana dice que vido un ave blanca que se llama Rabo de junco ^ que no suele dormir en la mar.

Martes 18 de Setiembre

Navegó aquel día con su noche, y andarían mas de 55 leguas; pero no asentó sino 48; llevaba todos estos días mar muy bonanza, ^5omo\en el rio de Sevilla. Este día Martin Alonso, con la Pinta, que era gran vele- ra, no esperó, porque dijo al Almirante desde su ca- rabela que había visto gran multitud de aves ir hacia el

de 1549, y que otros la atribuyan á un tal Criñon, piloto de Dieppe, hacia el año 1534. Nuestro erudito Feijoo incu- rrió en este error, y lo sostuvo, tomándolo, según dice, de monsieur Fontenelle en su Historia de la Real Academia de Ciencias, del año 1712. (Teat. Crít., tom. V, Disc. 11, y Carta 5.^ del tomo 1.) El P. Fournier (Hidrog., lib. 11, ca- pítulo 10) atribuye la primacía de aquella observación á Caboto y á Gonzalo Fernandez de Oviedo, sin duda por- que habló de ella en el lib. 2, cap. 11, de su Historia gene- ral de las Indias. Así se ha procurado obscurecer el mérito de Colon hasta en las observaciones que eran propias de su situación é hijas de su meditación y conocimientos.

VIAJES DE COLÓN 13

Poniente y que aquella noche esperaba ver tierra (1), y por eso andaba tanto. Apareció á la parte del Norte una gran cerrazón, qués señal de estar sobre la tierra.

Miércoles 19 de Setiembre

Navegó su camino, y entre dia y noche andaria 25 le- guas, porque tuvieron calma; escribió 22. Este dia, á las diez horas, vino á la nao un alcatraz, y á la tarde vieron otro, que no suelen apartarse 20 leguas de tie- rra (2); vinieron unos llovizneros sin viento, lo que es^ señal cierta de tierra; no quiso detenerse barloven- tea^ndo el Almirante para averiguar si habia tierra; mas de que tuvo por cierto que á la banda del Norte y del Sur habia algunas islas, como en la verdad lo estaban, y él iba por medio dellas; porque su voluntad era se- guir adelante hasta las Indias, y el tiempo es bueno, porque placiendo á Dios á la vuelta se veria todo: es- tas son sus palabras... Aquí descubrieron sus puntos los pilotos: el de la Niña se hallaba de las Canarias 440 leguas; el de la Pinta, 420; el de la donde iba el Almirante, 400 justas (3).

Jueves 20 de Setiembre

Navegó este dia al Oueste cuarta del Norueste, y á la media partida, porque se mudaron muchos vientos con la calma que habia; andarian hasta 7 ó 8 leguas. Vinieron á la nao dos alcatrazes, y después otro, que fue señal de estar cerca de tierra, y vieron mucha yer- ba, aunque el día pasado no habian visto de ella. To- maron un pájaro con la mano que era como un garjao;

(1) Las rompientes les demoraban al Oeste, a 20 leguas de distancia.

(2) Estaban como a 10 leguas de las rompientes.

(3) Es exacta la distancia que señala el Almirante.

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14 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

era pájaro de rio y no de mar; los pies tenia conao "gaviota; vinieron al navio en amaneciendo dos ó tres pajaritos de tierra cantando, y después, antes del sol salido, desaparecieron; después vino un alcatraz; venia del Ouesnorueste; iba al Sueste, que era señal que de- jaba la tierra al Ouesnorueste, porque estas aves duer- men en tierra y por la mañana van á la mar á buscar su vida, y no se alejan 20 leguas.

Viernes 21 de Setiembre

Aquel dia fue todo lo mas c^lma, y después algún viento; andarían entre dia y noche, deüo á la via y de lio no, hasta 13 leguas; en amaneciendo hallaron tanta yerba que pareciaser la mar cuajada de ella (1), y venia del Oueste; vieron un alcatraz, la mar muy llana, como un rio, y los aires los meJQres del mundo. Vieron Una

¡'ballena, que es señal que estaban cerca de tierra, por- que siempre andan cerca (2).

Sábado 22 de Setiembre

Navegó al Ouesnorueste más ó menos, acostándose á una y otra parte; andarían 30 leguas; no veían casi yerba; vieron unas pardelas y otra ave; dice aquí el Almirante: mucho me fue necesario este viento contra-

(1) Las corrientes llamadas de las Canarias y ecuatorial del Norte condujeron a Colón al Mar de los Sargazos, re- manso del Atlántico septentrional, a la altura de la Flori- da, en el que se acumula número prodigioso de algas, prin- cipalmente sargazos Esta es la hierba con que en estos días Colón fué tropezando, dificultándole a veces la nave- gación.— D.

(2) Es muy fundado el juicio del Almirante, pues nave- gaba por el Norte de las dichas rompientes, á 4 leguas de distancia.

VIAJES DE COLÓN 15

riot porque mi gente andaban muy estimulados (1), que pensaban que no ventaban estos mares vientos para volver a España; por un pedazo de dia no hubo yer- ba; después, muy espesa.

Domingo 23 de Setiembre

Naveg-ó al Norueste, y á las veces á la cuarta del Norte, y á las veces á su camino, que era el Oueste, y andaría hasta 22 leguas; vieron una tórtola y un alca- traz, y otrojjaf arito de rio^ y otras aves blancas; las yerbas eran muchas, y hallaban cangrejos en ellas, y como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gen te diciendo que pues por allí no había mar grande, que nunca ventaría para volver a España; pero des- pués alzóse mucho la mar y sin viento, que los asom- braba, por lo cual dice aquí el Almirante: asiy que muy necesario me fue la mar alta, que no pareció, salvo el tiempo de los judíos cuando salieronde Egipto contra Moysen, quelos sacaba de capimprln^ —y ^i b ^ <í^^

Lunes 24 de Setiembre

Navegó á su camino al Oueste dia y noche, y anda- rían 14 leguas y media; contó 12; vino al navio un al- catraz, y vieren muchas pardelas.

Martes 25 de Setiembre

Este dia hubo mucha calma, y después ventó; y fue- ron su camino al Oueste hasta la noche. Iba hablando el Almirante con Martín Alonso Pinzón, capitán de la otra carabela. Pinta, sobre una carta que le había en víado tres días hacia á la carabela, donde, según pare-

(1) Aquí comienza á murmurar la gente del largo viage. Casas.

16 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

ce, tenia pintadas el Almirante ciertas islas por aquella mar (1), y decia Martin Alonso que estaban en aque- lla comarca, y respondía el Almirante que así le pare- cía á él; pero puesto que no hubiesen dado con ellas, lo debia haber causado las corrientes, que siempre ha- blan echado los navios al Nordeste, y que no habían andado tanto como los pilotos decían; y estando en esto dijo el Almirante que le enviase la carta dicha, y enviada con alguna cuerda comenzó el Almirante á cartear en ella con su piloto y marineros; al sol pues- to subió el Martin Alonso en la popa de su navio, y con mucha alegría (2) llamó al Almirante, pidiéndole albricias, que vía tierra, y cuando se lo oyó decir con afirmación el Almirante, dice que se echó a dar gra- cias á nuestro Señor de rodillas, y el Martín Alonso decia: Gloria in excelsis Deo, con su gente; lo mismo hizo la gente del Almirante, y los de la Niña subié- ronse todos sobre el mastel y en la jarcia, y todos afir- maron que era tierra, y al Almirante así pareció, y que habría a ella 25 leguas; estuvieron hasta la noche afir- mando todos ser tierra; mandó el Almirante dejar su

(1) Esta carta delineada por el Almirante no podía de- jar de ser como la que Paulo Toscanellí, médico florentin y célebre astrónomo de su tiempo, envió á Lisboa en 1474. Comprendía desde el Norte de la Irlanda hasta el fin de Guinea, con todas las islas que están situadas en este via- ge; y hacía el Occidente se representaba el principio de la India, con las islas y lugares por donde se podría andar. Co- lon vio esta carta, y su lectura de las relaciones de los via- geros, especialmente de Marco Polo, le confirmó en la idea de hallar por el Occidente la misma India adonde ellos ha- bían ido por la parte oriental. Por esta causa la situación de las costas é islas, tomada de noticias tan vagas, debia ser muy imperfecta é inexacta, como lo era también en el pla- nisferio de Martin de Behem, construido en 1492.

(2) Alegrón de tierra por Martin Alonso, pero no lo era. Casas.

VIAJES DE COLÓN 17

camino, que era el Oueste, y que fuesen todos al Sud- ueste, adonde había parecido la tierra; habrian anda- do aquel dia al Oueste 4 legfuas y media, y en la no- che, al Sudeste, 17 legfuas, que son 21, puesto que de- cia á la gente 13 leguas, porque siempre fingía á la gente que hacía poco camino porque no lfi5„p.ar££Íese largo; por manera que escribió por dos caminos aqueT" viage: el menor fue el fingido, y el mayor, el verdade- ro; anduvo la mar muy llana, por lo cual se echaron á nadar muchos marineros; vieron muchos dorados y otros peces.

Miércoles 26 de Setiembre

Navegó á su camino al Oueste hasta después de mediodía. De allí fueron al Sudueste hasta conocer que lo que decían que había sido tierra no lo era, sino cielo; anduvieron dia y noche 31 leguas, y contó a la gente 24. La mar era como un río; los aires, dulces y suavísimos.

Jueves 27 de Setiembre

Navegó á su vía al Oueste; anduvo entre dia y no- che 24 leguas; contó á la gente 20 leguas; vinieron mu- chos dorados; mataron uno; vieron un rabo de junco.

Viernes 28 de Setiembre

Navegó á su camino al Oueste; anduvieron día y noche, con calmas, 14 leguas; contaron 13; hallaron poca yerba; tomaron dos peces dorados, y en los otros navios, mas.

VIAJES DE COLÓN 2

18 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Sábado 29 de Setiembre

Navegó á su camino al Oireste; anduvieron 24 le- guas; contó á la gente 21; por calmas que tuvieron anduvieron entre dia y noche poco. Vieron un ave que se llama rabiforcado (1), que hace gomitar á los alcatra- zes lo que comen para comerlo ella, y no se mantiene de otra cosa; es ave de la mar, pero no posa en la mar ni se aparta de tierra 20 leguas; hay de estas muchas en las islas de Cabo Verde; después vieron dos alca- trazes; los aires eran muy dulces y sabrosos, que diz que no faltaba sino oir al ruiseñor, y la mar juliana como un rio^parecieron después en tres veces tres alcatra- zes y un forcado; vieron mucha yerba.

Domingo 30 de Setiembre

Navegó su camino al Oueste; anduvo entre dia y noche, por las caimas, 14 leguas; contó 11; vinieron al navio cuatro rabos de junco, que es gran señal de tie- rra, porque tantas aves de una naturaleza juntas es se- ñal que no andan desmandadas ni perdidas; viéronse cuatro alcatrazes en dos veces; yerba, mucha.

Nota. Que las estrellas que se llaman las guardias, cuando anochece están junto al brazo de la parte del Poniente y cuando amanece están en la línea debajo del brazo al Nordeste, que parece que en toda la noche po andan salvo tres líneas, que son nueve horas, y esto cada noche; esto dice aquí el Almirante. También en anocheciendo las agujas noruestean una cuarta, y en

(1) El rabiforcado, o rabiahorcado, es ave del gen. Ta- chypetkes, de la misma familia que los pelícanos o alcatra- ces.— D.

VIAJES DE COLÓN 19

amaneciendo están con la estrella justo, por lo cual parece que la estrella hace movimiento como las otras estrellas, y las ag^ujas piden siempre la verdad.

Lunes /.° de Octubre

Navegfó su camino al Oueste; anduvieron 25 leguas; contó á la gente 20 leguas; tuvieron grande aguacero. El piloto del Almirante temia hoy en amaneciendo que hablan andado desde la isla de Hierro hasta aquí 578 leguas al Oueste; la cuenta menor que el Almí- raate mostraba a la gente eran 584 leguas; pero la ver dadera que el Almirante juzgaba y guardaba era 707

Martes 2 de Octubre

'•n

Navegó su camino al Oueste noche y dia, 39 leguas; contó a la gente obra de 30 leguas; la mar, llana y bue- na siempre: á Dios muchas gracias sean dadasy dijo aquí el Almirante; yerba venia del Este ai Oueste, por el contrario de lo que solía; parecieron muchos peces; matóse uno; vieron una ave blanca que parecía ga- viota.

Miércoles 8 de Octubre

Navegó su vía ordinaria; anduvieron 47 leguas; con- tó á la gente 40 leguas. Aparecieron pardelas; yerba, mucha, alguna muy vieja, y otra muy fresca, y traía como fruta (1), y no vieron aves algunas; creía el Almí-

(l) Acaso esta yerba muy fresca que traía como fruta no eran sino las algas, sargazos y Fucus de que ya se habló en nota, y la fruta, los conceptáculos de los extremos de las frondes de los Fucus. La inmensa pradera flotante que for- man al acumularse en el remanso central del circuito de las

20 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

rante que le quedaban atrás las islas que traía pinta- das en su carta. Dice aquí el Almirante que no se qui- so detener barloventeando la semana pasada, y estos dias que habia tantas señales de tierra, aunque tenia noticia de ciertas islas en aquella comarca, por no se detener, pues su fín era pasar a las Indias; y si detu- viera, dice él que no fuera buen seso.

Jueves 4 de Octubre

Navegó á su camino al Oueste; anduvieron entre dia y noche 63 leguas; contó a la gente 46 leguas; vi- nieron al navio más de 40 pardelas juntas y dos alca- trazes, y al uno dio una pedrada un mozo de la cara- bela; vino á la nao un rabif oreado y una blanca como gaviota.

Viernes 5 de Octubre

Navegó á su camino; andarían 11 millas por hora por noche y dia andarían 57 leguas, porque aflojó la noche algo el viento; contó a su gente 45; la mar, en bonanza y llana: á Dios, dice, muchas gracias sean da- das; el aire, muy dulce y temprado; yerba, nenguna; aves pardelas, muchas; peces golondrinas volaron en la nao muchos.

Sábado 6 de Octubre

Navegó su camino al Vueste ó Oueste, qués lo mis- mo; anduvieron 40 leguas entre dia y noche; contó á la gente 33 leguas. Esta noche dijo Martin Alonso

corrientes se ha llamado Mar de los Sargazos, y ocupa en el Atlántico Septentrional extensión superior a 6.000 mi- llas cuadradas. D.

VIAJES DE COLÓN 21

que seria bien naveg^ar a la cuarta del Oueste, á la parte del Sudueste; y al Almirante pareció que no de- cia esto Martin Alonso por la isla de Cipango, y el Almirante via que si la erraban que no pudieran tan presto tomar tierra, y que era mejor una vez ir á la tierra firme y después á ¡as islas.

Domingo 7 de Octubre

Navegó á su camino al Oueste; anduvieron 12 mi- llas por hora dos horas, y después 8 millas por hora, y andaria hasta una hora de sol 23 leguas; contó á la gente 18. En este dia, al levantar del sol, la carabela Niñüi que iba delante por ser velera, y andaban quien mas podia por ver primero tierra, por gozar de la merced que los Reyes a quien primero la viese habían prometido, levantó una bandera en el topo del mastel, y tiró una lombarda por señal que vian tierra, porque asi lo habia ordenado el Almirante. Tenia también or- denado que al salir del sol y al ponerse se juntasen todos los navios con él, porque estos dos tiempos son mas propios para que los humores den mas lugar á ver mas lejos. Como en la tarde no viesen la tierra que pensaban los de la carabela Niña que habian visto, y porque pasaban gran multitud de aves de la parte del Norte al Sudueste, por lo cual era de creer que se iban á dormir á tierra ó huian quizá del invierno, que en las tierras de donde venian debia de querer venir, porque sabia el Almirante que las mas de las islas que tienen los portugueses por las aves las descubrie- ron, por esto el Almirante acordó dejar el camino del Oueste y poner la proa hacia Ouesudueste (1), con de-

(1) El cambio de rumbo al Sudoeste dicese obedeció a consejos de Martín Alonso Pinzón, comandante de la Pin- ta. £1 marinero Vallejo, de Moguer, declaró en el pleito del Almirante que Pinzón vio en la tarde pasar loros con

22 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

terminación de andar dos dias por aquella vía. Esto comenzó antes una hora del sol puesto. Andarían en toda la noche obra de 5 leg-uas, y 23 del día; fueron por todas 28 leguas noche y día.

Lunes 8 de Octubre

Naveg-ó al Ouesudueste, y andarían entre dia y no- che 11 leguas y media ó 12, y á ratos parece que an- duvieron en la noche 15 millas por hora, si no está mentirosa la letra; tuvieron la mar como el rio de Se- viU^: gracias á Dios, dice el Almirante; los aires,"tnuy oulces, como en Abril en Sevilla, qués placer estar á ellos, tan olorosos son. Pareció la yerba muy fresca; muchos pajaritos del campo, y tomaron uno que iba huyendo al Sudueste, grajaos y ánades y un alcatraz.

Martes 9 de Octubre

Navegó al Sudueste; anduvo cinco leguas; mudóse el viento y corrió al Oueste cuarta al Norueste, y an duvo 4 leguas; después, con todas, 11 leguas de día, y á la noche, 20 leguas y media; contó á la gente 17 le- guas. Toda la noche oyeron pasar pájaros.

Miércoles 10 de Octubre

Navegó al Ouesudueste; anduvieron á 10 millas por hora y á ratos 12 y algún rato á 7, y entre dia y noche 59 leguas; contó á la gente 44 leguas no mas. Aquí la gente ya no lo podía sufrir: quejábase del largo viage; pero el Almirante los esforzó lo mejor que pudo dán- doles buena esperanza de los provechos que podrían

rumbo Sur, y supuso que habría tierra en tal direccióa.- Nota D.

VIAJES DE COLÓN 23

haber. Y anadia que por demás era quejarse, pues que él habia venido á las Indias, y que así lo habia de proseguir hasta hallarlas, con el ayuda de nuestro Señor.

Jueves 11 de Octubre

Navegó al Ouesudueste; tuvieron mucha mar, mas que en todo el viage habían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto á la nao. Vieron los de la cara- bela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo, labrado á lo que parecía con hierro, y un pedazo de caña y otra yerba que nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado descaramojos (1). Con estas señales respiraron y alegráronse todos. Andu- vieron en este día, hasta puesto el sol, 27 leguas.

Después del sol puesto navegó á su primer caminoj al Oueste; andarían 12 millas cada hora, y hasta dos horas después de media noche andarían 90 millas, que son 22 leguas y media. Y porque la carabela Pinta era mas velera é iba delante del Almirante, halló tierra y hizo las señas quel Almirante habia mandado. Esta tie- rra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, á las diez de la no- che, estando en el castillo de popa, vido lumbre; aun- que fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó á Pero Gutiérrez, respostero destrados del Rey, é díjole que parecía lumbre, que mírase él, y así lo hizo y vídola; díjolo también á Ro- drigo Sánchez de Segovía, quel Rey y la Reina envia- ban en el armada por veedor, el cual no vido nada porque no estaba en lugar do la pudiese ver. Después quel Almirante lo dijo se vido una vez ó dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba,

(1) Por de escaramujos.

24 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

lo cual á pocos pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar junto á la tierra. Por lo cual, cuando dijeron la Salve, que la acostumbran decir é cantar á su manera todos los marineros, y se hallan todos, rogó y amonestólos el Almirante que hi- ciesen buena g-uardia al castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que via tierra le daria luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes hablan prometido, que eran 10.000 maravedís de juro á quien primero la viese. A las dos horas después de media noche pareció la tie- rra, de ¡a cual estarían 2 leguas. Amañaron (1) todas las velas, y quedaron con el treo (2), que es la vela grande y sin bonetas, y pusiéronse á la corda (3), tem- porizando hasta el dia Viernes, que llegaron á una isle- ta de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahani (4). Luego vieron gente desnuda, y el Al- mirante salió á tierra en la barca armada,yMartin Alon-

(1) Amañaron por amainaron.

(2) Treo, vela cuadrada que se ponía solo cuando habia mal tiempo, para correr.

(3) Ponerse á la corda es ponerse al pairo ó atravesa- do para no andar ni decaer del punto en que se está.

(4) Examinado detenidamente este diario, sus derrotas, recaladas, señales de las tierras, islas, costas y puertos, pa- rece que esta primera isla que Colon descubrió y pisó, po- niéndole por nombre San Salvador, debe ser la que está si- tuada mas al Norte de las Turcas, llamada del Gran Turco. Sus circunstancias conforman con la descripción que Colon hace de ella. Su situación es por el paralelo de 21° 30'; al Norte de la medianía de la isla de Santo Domingo. Nava- rrete. Es error grave de Navarrete haber supuesto que la primer isla americana descubierta por Colón perteneciese al archipiélago de las Turcas, al N. de Haití. La isla de Gua- nahani, que Colón llamó San Salvador, es la actual isla Watling, del Archipiélago de las Bahama o Lucayas, a los 24" de lat N.-D.

VIAJES DE COLÓN 25

SO Pinzón y Vicente Anes (1), su hermano, que era ca- pitán de la Niña. Sacó el Almirante la bandera Real, y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navios por seña, con una F y una Y; encima de cada letra, su corona, una de un cabo de la )J< y otra de otro. Puestos en tie- rra, vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó á los dos ca- pitanes y á los demás que saltaron en tierra, y á Ro- drigo Descovedo, Escribano de toda el armada, y á Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por y testimonio cómo él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el Rey é por la Reina sus señores, hacieedo las protestaciones que se requirian, como mas largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escripto. Luego se ayuntó allí mucha gente de la isla. Esto que se sigue son palabras formales del Almirante, en su libro de su primera navegación y descubrimiento de estas Indias. «Ye (dice él), porque nos tuviesen mucha amistad, porque conosci que era gente que mejor se libraria y convertiria á nuestra Santa con amor que no por fuerza, les di á algunos de ellos unos bonetes colora- dos y unas cuentas de vidrios, que se ponían al pescue- zo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hobie- ron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían á las barcas de los navios adonde nos estábamos, nadando, y nos traian papagayos y hilo de algodón en ovillos, y azaga- yas, y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuentecillas de vi- drio y cascabeles. En fin, todo tomaban, y daban de aquello que tenían, de buena voluntad. Mas me pare- ció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre losparió, y también

(1) Debe decir Yañez.

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26 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

las mugieres, aunque no vide mas de una, farto moza, y todos lo que yo vi eran todos mancebos, que ning^uno vide de edad de mas de treinta años, muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras; los ca- bellos, g^ruesos cuasi como sedas de cola de caballos, i' é cortos; los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detras, que traen laro-os, que jamas cortan; dellos se pintan de prieto, y ellos son de la / color de los canarios, ni negros ni blancos, y dellos se pintan de blanco, y dellos de colorado, y dellos de lo que fallan, y dellos se pintan las caras, y dellos todo el cuerpo, y dellos solo los ojos, y dellos solo el nsriz. Ellos no traen armas ni las cognocen, porque les amostré espadas y las tomaban por el filo, y se corta- ban, con ignorancia. No tienen algún fierro; sus azaga- yas son unas varas sin fierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos á una mano son de buena estatura de grandeza, y buenos gestos, bien hechos; yo vide algu- cAf nos que tenian señales de feridas en sus cuerpos, y les hices señas qué era aquello, y ellos me amostra- ron cómo alli venían gente de otras islas que estaban acerca y les querían tomar, y se defendían; y yo creí, é creo, que aquí vienen de tierra firme á tomarlos por captivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía, y creo que ligeramente se harían cristianos,

I H^^- que me pareció que ninguna secta tenian. Yo, placien- do á nuestro Señor, levaré de aquí al tiempo de mi partida seis á V. A. para que deprendan fablar. Nin-

i';^ guna bestia, de ninguna manera, vide, salvo papagayos, en esta isla.» Todas son palabras del Almirante.

Sábado 13 de Octubre

«Luego que amaneció vinieron á la playa muchos ;^ destos hombres, todos mancebos, como dicho tengo,

VIAJES DE COLÓN 27

y todos de buena estatura, gente muy fermosa; los ca- bellos no crespos, salvo corredíos y gruesos como sedas de caballo, y todos de la frente y cabeza muy ancha, mas que otra generación que fasta aquí haya visto, y los ojos muy fermosos y no pequeños, y ellos ninguno prieto, salvo de la color de los canarios, ni se debe esperar otra cosa, pues está Lesteoueste con la isla del Hierro (1), en Canaria, so una línea. Las pier- nas muy derechas, todos a una mano, y no barriga, salvo muy bien hecha. Ellos vinieron á la nao con al- madias, que son hechas del pie de un árbol, como un barco luengo, y todo de un pedazo, y labrado muy á maravilla, según la tierra, y grandes en que en algunas venían 40 ó 45 hombres, y otras mas pequeñas, fasta haber dellas en que venia un solo hombre. Remaban con una paia como de fornero, y anda á maravilla; y si se le trastorna, luego se echan todos á nadar, y la en- derezan y vacian con calabazas que traen ellos. Traían ovillos de algodón filado, y papagayos, y azagayas, y otras cositas que seria tedio de escrebir, y todo daban por cualquiera cosa que se los diese. Y yo estaba aten- to y trabajaba de saber si habia oro, y vide que algu- nos dellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen á la nariz, y por señas pude entender que yendo al Sur ó volviendo la isla por el Sur que esta- ba alh' uix rey que tenia grandes vasos dello, y tenia muy mucho. Trabajé que fuesen allá, y después vide que no entendían en la ida. Determiné de aguardar fasta mañana en la tarde, y después partir para Sud- ueste, que según muchos dellos me enseñaron decían que había tierra al Sur y al Sudueste y al Norueste, y questas del Norueste les venían a combatir muchas veces, y así, ir al Sudueste a buscar el oro y piedras preciosas. Esta isía es bien grande, y muy llana, y de (1) La verdadera situación de esta isla respecto a la del Hierro es: O., 5** S.; E., 5" N. Navarrete. Téngase en cuenta el error de Navarrete. D.

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árboles muy verdes, y muchas ag-uas, y una laguna en medio muy grande, (1) sin ninguna montaña,y toda ella verde, qués placer de mirarla; y estag-ente, farto man- sa, y por la gana de haber de nuestras cosas, y tenien- do que no se les ha de dar sin que den algo y no lo tienen, toman lo que pueden y se echan luego a na- dar; mas todo lo que tienen lo dan por cualquiera cosa que les den; que fasta los pedazos de las escudillas y de las tazas de vidrio rotas rescataban, fasta que vi dar 16 ovillos de algodón por tres ceotis (2) de Por- tugal, que es una blanca de Castilla, y en ellos habria mas de una arroba de algodón filado. Esto defendiera y no dejara tomar a nadie, salvo que yo lo mandara to- mar todo para V. A., si hobiera en cantidad. Aquí nace en esta isla; mas por el poco tiempo no pude dar así del todo fé, y también aquí nace el oro que traen col- gado á la nariz; mas por no perder tiempo quiero ir á ver si puedo topar á la isla de Cipango (3). Agora, como fue noche, todos se fueron á tierra con sus almadias."

Domingo 14 de Octubre «En amaneciendo mandé aderezar el batel de la nao

(1) La mayor parte de las islas del Archipiélago de Bahama son de origen coralino. La isla de Guanahani, o de Watling, es un atollj como lo da a entender la laguna cen- tral, que ya llamara la atención de Colón, y la grande res- tinga de piedras que cerca toda aquella isla alrededor, como dice en el domingo 14 de octubre. D.

(2) Por Ceuti o cepti, moneda de Ceuta que corría en Portugal.

(3) Marco Polo, en el cap. 106 de la relación de su viage,. asegura haber visto esta isla, de la cual hace una larga des- cripción, y añade que estaba situada en alta mar, a distan- cia de 1.500 millas del continente de la India. El Dr. Ro- bertson dice que probablemente es el Japón. (Recherches hist. sur rinde ancienne, sec. 3).

VIAJES DE COLÓN 29

y las barcas de las carabelas, y fue al luengo de la isla, en el camino del Nornordeste, para ver la otra parte, que era de la otra parte del Leste que habia, y tam- bién para ver las poblaciones, y vide luego dos ó tres y la gente, que venían todos á la playa llamándonos y dando gracias á Dios; los unos nos traian agua; otros, otras cosas de comer; otros, cuando veian que yo no curaba de ir á tierra, se echaban á la mar nadando y venían, y entendíamos que nos preguntaban si eramos ^^ venidos del cielo; y vino uno viejo en el batel dentro, y otros a voces grandes llamaban todos, hombres y mu- , geres: venid á ver los hombres que vinieron del cielo; -iíÜí traedles de comer y de beber. Vinieron muchos y mu- ' chas mugeres, cada uno con algo, dando gracias á Dios, echándose al suelo, y levantaban las manos al cielo, y después a voces nos llamaban que fuésemos á tierra; mas yo temía de ver una grande restinga de piedras que cerca toda aquella isla al rededor, y entre medias queda hondo y puerto para cuantas naos hay en toda la cristiandad, y la entrada dello muy angosta. Es verdad que dentro desta cinta hay algunas bajas; mas la mar no se mueve mas que dentro en un pozo. Y para ver todo esto me moví esta mañana, porque supiese dar de todo relación á vuestras Altezas, y también adonde pudiera hacer fortaleza, y vide un pe- dazo de tierra que se hace como isla, aunque no lo es, en que habia seis casas, el cual se pudiera atajar en dos días por isla; aunque yo no veo ser necesario, por- que esta gente es muy simplíce en armas, como verán vuestras Altezas de siete que yo hice tomar para le llevar y deprender nuestra fabla y volvellos, salvo que vuestras Altezas, cuando mandaren, puédenlos todos llevar a Castilla, ó tenellos en la misma isla captivos^) porque con 50 hombres los terna todos sojuzgados y les hará hacer todo lo que quisiere; y después, junto con la dicha isleta están huertas de árboles las mas hermosas que yo vi, é tan verdes y con sus hojas como

30 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

las de Castilla en el mes de Abril y de Mayo, y mucha agfua. Yo miré todo aquel puerto, y después me volví a la nao y di la vela, y vide tantas islas, que yo no sabia determinarme á cuál iria primero, y aquellos hombres que yo tenia tomado me decian por señas que eran tantas y tantas que no habia número, y anombraron por su nombre mas de 100 (1). Por ende, yo miré por la mas garande (2), y aquella determiné andar, y así hago, y será lejos desta de San Salvador 5 leguas, y las otras, dellas mas, deltas menos; todas son muy llanas, sin montañas, y muy fértiles, y todas pobladas, y se ha- ll cen guerra la una á la otra, aunque estos son muy sim- y^P^íces y muy lindos cuerpos de hombres.»

Lunes 15 de Octubre

«Habia temporejado esta noche con temor de no llegar á tierra á sorgir antes de la mañana, por no sa- ber si la costa era limpia de bajas, y en amaneciendo cargar velas. Y como la isla fuese mas lejos de 5 le- guas, antes será 7, y la marea me detuvo, sería medio día cuando llegué á la dicha isla, y fallé que aquella haz, qués de la parte de la isla de San Salvador^ se corre Norte Sur, y hay en ella 5 leguas, y la otra que vo seguí se corría Leste Oueste, y hay en ella mas de 10 leguas. Y como desta isla vide otra mayor al Oueste, cargué las velas por andar todo aquel día fas ta la noche, porque aun no pudiera haber andado al cabo del Oueste, á la cual puse nombre la isla de San-

(1) La multitud de estas islas indica que deben ser las que forman los Caicos, las ¡naguas chica y grande, Marigua- na, y demás que se hallan al Oeste. —A/avarreíe.

Persiste Navarrete en el error. Las islas a que Colón se refiere son las más occidentales, pertenecientes a las Bahama. D.

(2) Esta isla grande debe ser la que llaman Gran Caico, y dista de la primera 6 leguas.

VIAJES DE COLÓN 31

ta María de la Concepción (1), y cuasi al poner del sol sorgí acerca del dicho cabo, por saber si habia allí oro, porque estos que yo habia hecho tomar en la isla de San Salvador me decian que ahí traian manillas de oro muy garandes á las piernas y á los brazos. Yo bien creí que todo lo que decian era burla para se fugir. Con todo, rai voluntad era de no pasar por ninguna isla de que no tomase posesión, puesto que tomado de una se puede decir de todas; y sorgí é estuve hasta hoy Mar- tes, que en amaneciendo fui á tierra con las barcas ar- madas, y salí, y ellos, que eran muchos, así desnudos y de la misma condición de la otra isla de San Salvador, nos dejaron ir por la isla y nos daban lo que les pedia. Y porque el viento cargaba á la traviesa Sueste no me quise detener y partí para la nao, y una almadia gran- de estaba abordo de la carabela Niñay y uno de los hombres de la isla de San Salvador, que en ella era, se echó á la mar y se fué en ella, y la noche de antes á medio echado el otro (2) y fué atrás la alma-

dia, la cual fugió que jamas fué barca que le pudiese alcanzar, puesto que le teníamos grande avante. Con todo dio en tierra, y dejaron la almadia, y alguno de los de mi compañía salieron en tierra tras ellos, y to- dos fugeron como gallinas, y la almadia que habían dejado la llevamos abordo de la carabela TVma, adon- de ya de otro cabo venia otra almadia pequeña con

(1) Esta parece ser la que hoy se llama Caico del Norte; aunque con el nombre de Santa María de la Concepción comprendió todo el grupo de las islas inmediatas, que se lla- man los Caicos, como se nota mas adelante, en el día 16 de Octubre. Navarrete. Continúa Navarrete en su error. La isla de la Concepción se llama así aún y pertenece a las Bahama y no a los Caicos. D.

(2) Con la ininteligible escritura de esta palabra en el original, y el vacío ó hueco que sigue, queda obscuro el sentido del período. Acaso quiso decir: y la noche de anta al medio se echó el otro á nado, y fue atrás la almadia, &c.

32 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

un hombre, que venia á rescatar un ovillo de algodón, y se echaron algunos marineros á la mar porque él no queria entrar en la carabela, y le tomaron; y yo, que estaba á la popa de la nao, que víde todo, envié por él, y le di un bonete colorado y unas cuentas de vidrio verdes pequeñas, que le puse al brazo, y dos cascabe- les, que le puse á las orejas, y le mandé volver su al- madia, que también tenia en la barca, y le envié á tie- rra; y di luego la vela para ir á la otra isla grande que yo via al Oueste, y mandé largar también la otra alma- dia que traia la carabela Niña por popa, y vide des- pués en tierra al tiempo de la llegada de! otro á quien yo habia dado las cosas susodichas, y no le habia que- rido tomar el ovillo de algodón, puesto quel me lo queria dar, y todos los otros se llegaron á él, y tenia á gran maravilla é bien !e pareció que eramos buena gente y que el otro que se habia fúgido nos habia he- cho algún daño y que por esto lo llevábamos, y á esta razón usé esto con él de le mandar alargar, y le di las dichas cosas porque nos tuviesen en esta estima, por- que otra vez cuando vuestras Altezas aquí tornen á enviar no hagan mala compañía; y todo lo que yo le di no valia 4 maravedís. Y así partí, que serian las diez horas, con el viento Sueste, y tocaba de Sur para pa- sar a estotra isla, la cual es grandísima, y adonde to- dos estos hombres que yo traigo de la de San Salva- dor hacen señas que hay muy mucho oro, y que lo traen en los brazos en manillas, y á las piernas, y á las orejas, y al nariz, y al pescuezo. Y habia de esta isla de Santa María á esta otra 9 leguas Leste Oueste, y se corre toda esta parte de la isla Norueste Sueste, y se parece que bien habría en esta costa más de 28 le- guas (1) en esta faz, y es muy llana, sin montaña nin- guna, así como aquellas de San Salvador y de Santa María, y todas playas sin roquedos, salvo que á todas

(1) Son solo 19 leguas.

VIAJES DE COLÓN 33

hay algunas peñas acerca de tierra debajo del aguai por donde es menester abrir el ojo cuando se quiere surgir é no surgir mucho acerca de tierra, aunque las aguas son siempre muy claras y se ve ei fondo. Y des- viado de tierra dos. tiros de lombarda, hay en todas es- tas islas tanto fondo que no se puede llegar á él. Son estas islas muy verdes y fértiles, y de aires muy dulces, y puede haber muchas cosas que yo no sé, porque no me quiero detener por calnr y andar muchas islas para fallar oro. Y pues estas dan así estas señas que lo traen á los brazos y á las piernas, y es oro, porque les amos- tré algunos pedazos del que yo tengo, no puedo errar, con el ayuda de nuestro Señor, que yo no le falle adonde nace. Y estando á medio golfo destas dos is- las, es de saber de aquella de Santa María y de esta grande, á la cual pongo nombre la Fernandina (1), fa- llé un hombre solo en una almadia que pasaba de la isla de Santa María á la Fernandina, y traia un poco de su pan, que sería tanto como el puño, y una cala- baza de agua, y un pedazo de tierra bermeja hecha en polvo y después amasada, y unas hojas secas que de- be ser cosa muy apreciada entre ellos, porque ya me trujeron en San Salvador dellas en presente, y traia un cestillo á su guisa, en que tenia un ramalejo de cuen- tecillas de vidrio y dos blancas, por las cuales conoscí quel venia de la isla de San Salvador, y habia pasado á aquella de Santa María, y se pasaba á la Fernandina, el cual se llegó á la nao; yo le hice entrar, que así lo demandaba él, y le hice poner su almadia en la nao, y guardar todo lo que él traia, y le mandé dar de comer pan y miel, y de beber, y así le pasaré á la Fernandi- na, y le daré todo lo suyo, porque buenas nuevas de nos para, á nuestro Señor aplaciendo, cuando vues-

(1) Conócese ahora con el nombre de ¡nagua chica. Navarrete. Fiel a su error original, Navarrete cree ser ¡nagua chica la isla que llamó Colón Fernandina, y que hoy se identifica con Exama grande. ü.

VIAJES DE COLÓN 3

34 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

tras Altezas envíen acá que aquellos que vinieren res- ciban honra y nos den de todo lo que hobiere.»

Martes 16 dt Octubre

«Partí de las islas de Santa María de la Concepción, que sería ya cerca del medio dia, para la isla Fernán- dina,\a. cual amuestra ser g-randísima al Oueste,y nave- gué todo aqael dia con calmería; no pude llegar á tiem- po de poder ver el fondo para surgir en limpio, porque es en esto mucho de haber gran diligencia por no pe»*- der las anclas; y así, temporicé toda esta noche hasta el dia, que vine á una población, adonde yo surgí, é adonde habia venido aquel hombre que yo hallé ayer en aquella almadia á medio golfo, el cual habia dado tantas buenas nuevas de nos que toda esta noche no faltó almadias abordo de la nao, que nos traían agua y de lo que tenían. Yo á cada uno le mandaba dar al- go, es á saber, algunas contecillas; 10 ó 12 dellas de vidrio en un filo, y algunas scnaias de latón destas que valen en Castilla uñ~ maTaveHí cada una, y algunas agujetas, de que todoTenian en^rairdísTnia excelencia, y también los mandaba dar, para que comiesen cuando venían en la nao, miel de azúcar; y después, á horas de tercia, envié el batel de la nao en tierra por agua, y ellos de muy buena gana le enseñaban á mi gente adonde estaba el agua, y ellos mismos traían los ba rriles llenos al batel, y se folgaban mucho de nos ha- cer placer. Esta isla es grandísima y tengo determina- do de la rodear, porque,segun puedo entender, en ella, ó cerca della, ha_y_niiaa-jde.jirQ^. Esta isla está desviada de la de Santa María 8 leguas cuasi Leste Oueste,y este cabo adonde yo vine, y toda esta costa, se corre Nor- norueste y Sursueste,y vide bien 20 leguas de ella, mas ahí no acababa. Agora escribiendo esto di la vela con el viento Sur para pujar á rodear toda la isla, y traba- jar hasta que halle Samoet, que es la isla ó ciudad

VIAJES DE COLÓN 35

adonde es el oro, que así lo dicen todqs estos que aquí vienen en la nao y nos lo decían los de la isla de San Salvador y de Santa María. Esta gfente es se- mejante á aquellas de las dichas islas, y una fabla y unas costumbres, salvo questos ya me parecen algún tanto mas dom.éstica^ente, y de tracto, y mas sotiles, porque veo que han traído algodón aquí á la nao y otras cositas: que saben mejor refetar (1) el pagamen- to que no hacían los otros; y aun en esta isla vide pa- ños de algodón fechos como mantillos, y la gente mas dispuesta, y las mugeres traen por delante su cuerpo una cosita de algodón que escasamente les cobija su natura. Ella es isla muy verde y llana y fértilísima, y no pongo duda que todo el año siembran panizo y cogen, vasLiodas otras cosas; y vide muchos árboles muy fií^rrnpg^dp Ins nnpstrn<^j y dellos que tenían los ra- mos de muchas maneras y todo en un pie, y un ramito es de una manera y otro de otra, y tan disforme que es la mayor maravilla del mundo cuánta es la dJi^aLsl; dad de la unalñanera a la7>t][fi. verbí o-racia: un^ramo "tenia las tojas a manera de canas y otro de manera de lentisco; y así, en un solo árbol, de cinco ó seis de es- tas maneras, y todos tan (feacsg^; ni estos son enjeri- dos, porque se pueda ^^r>l^ gn^VI ^jj^rtr^ lo hace, an^ tes son por los montes, ni curí(cíello^ esta gente. No le conozco secta ninguna/ y cr^eO^'^e muy presto syVj(í' tofnarian cristianos, porque ellos son de muy buen en- tender. Aquí sonólos peces tan disformes de los nues- irn< qiip«^ pnaravilla. Hay algunos hechos como gallos de las mas finas colores del mundo, azules, amarillos, colorados y de todas colores, y otros pintados de mil maneras; y las colores son tan finas que no hay hom- bre que no se maraville y no tome gran descanso á verlos. También hay ballenas; bestias en tierra no vide

(1) Acaso refertar, v. a. ant.: contradecir, repugnar, re- sistir, rehusar ó regatear.

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ninguna de ninguna manera, salvo papagayos y la- gartos; un mozo me dijo que vido una grande culebra. Ovejas ni cabras ni otra ninguna bestia vide, aunque yo he estado aquí muy poco, queesjgedjo día; mas si las hobiese no pudiera jerrarjde^ver alguna. El cer- co destaísTa escribiré después qüe~yo la "Robiere ro- deado,»

Miércoles 17 de Octubre

«A medio día partí de la población adonde yo es- taba surgido, y adonde tomé agua para ir rodear esta isla Fernandina, y el viento era Sudueste y Sur; y como mi voluntad fuese de seguir esta costa desta isla adonde yo estaba al Sueste, porque así se corre toda Nornorueste y Sursueste, y quería llevar el dicho cami- no de Sur y Sueste, porque aquella parte todos estos (^^¿¿que traigo y otro de quien hobe señas en esta parte dei Sur á la isla á que ellos llaman Samoet, o adonde es el oro; y Martin Alonso Pinzón, capitán de la carabela P/nía, en la cual yo mandé a tres de estos indios, vino á y me dijo que uno dellos muy certi- ficadamente le había dado á entender que por la par- te del Nornorueste muy mas presto arrodearía la isla. Yo vide que el viento no me ayudaba por el camino que yo quería llevar, y era bueno por el otro; di la vela al Nornorueste, y cuando fué acerca del cabo de la isla, á dos leguas, hallé un muy maravilloso puerto con una boca, aunque dos bocas se le puede decir, porque tiene un isleo en medio, y son ambas muy an- gostas, y dentro muy ancho para cien (1) navios si fuera fondo y limpio, y fondo al entrada; parecióme razón del ver bien y sondear, y así surgí fuera del, y fui en él con todas las barcas de los navios, y vimos que no había fondo. Y porque pensé cuando yo le vi que era boca de algún rio, había mandado llevar barri-

(1) En el original dice parecían; pero es error conocido.

VIAJES DE COIlÓN 37

les para lomar agua, y en tierra halé unos ocho ó diez hombres, que luego vinieron á aós, y nos amostraron ahi cerca la población, adonde yo envié la gente por agua, una parte con armag, otros con barriles, y así la tomaron; y porque era iejuelos me detuve por espacio de dos horas. En este tiempo anduve así por aquellos árboles, que era la cosa mas fermosa de ver que otra que se haya visto, veyendo tanta verdura en tanto grado rqrpn pn f^\ m^n dfí Mayo en el Andalucía, y los árboles todos están tan disformes de los_^nuestros como el dia de la noche; y así lásTrutas^_j^L así las verTias y l»snj<>flr».<s y ^ndas Jas cosas. Verdad es que algunos árboles eran de la naturaleza de otros que hay en Castilla, por ende había muyWan diferencí^, y los otros árboles de otras maneras eran tantos que no hay persona que lo pueda decir ni asemejar á otros de Castilia* La gente toda era una con los otros ya di- chos, délas mismas conHiriOTí*'^ y ^*'' A^en^^Ar^c y ^p> la misma estatura, v dallan de lo que tenían por cual- qmcra cosa que les diesen; y aquí vide que unos mo- zos de los navios les trocaron azagayas por unos pe- dazuelos de escudillas rotas y de vidrio, y los otros que fueron por el agua me dijeron cómo habían estado en sus casas, y que eran de dentro muy barridas y lim- pias, y sus camas y paramentos de cosas que son como redes de algodón (1); ellas las casas son todas á manera de alfaneques, y muy altas y buenas chinne- neas (2); mas no vide entre muchas poblaciones que yo vide ninguna que pasase de 12 hasta 15 casas. Aquí fallaron que las mugeres casadas traían bragas de al- godón; las mozas no, sino salvo algunas que eran ya de

(1) Llámanse hamacas.

(2) Estas chimeneas no son para humeros, sino unas coronillas que tieiten encima las casas de paja de los in- dios. Por esto lo dice, puesto que dejan abierto por arriba algo para que salga el humo. Casas.

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edad de 18 años. Y ahí había perros mastines y bran- chetes, y ahí fallaron uno que había al nariz un peda- zo de oro que sería como la mitad de un castellano, en el cual vieron letrasj reñí yo con ellos porque no se lo resgataron y dieron cuanto pedia, por ver qué era y cuya esta moneda era; y ellos me respondieron que nunca se le osó rescatar. Después de tomada la agua volví á la nao, y di la vela, y salí al Norueste tanto que yo descubrí toda aquella parte de la isla hasta la costa que se corre Leste Oueste, y después todos estos in- dios tornaron á decir que esta isla era mas pequeña que no la isla Samoet, y que seria bien volver atrás por ser en ella mas presto. El viento allí luego mas calmó y comenzó á ventar Ouesnorueste, el cual era contrario para donde habíamos venido, y así tomé la vuelta y navegué toda esta noche pasada al Lestesues- te, *y cuándo al Leste todo y cuándo al Sueste; y esto para apartarme de la tierra porque hacia muy gran ce- rrazón y el tiempo muy cargado; él era poco y no me dejó llegar á tierra á surgir. Así que esta noche llovió muy fuerte después de media noche, hasta cuasi el dia, y aun está nublado para llover; y nos, al cabo de la isla de la parte del Sueste, adonde espero surgir fasta que aclarezca, para ver las otras islas adonde tengo de ir; y así, todos estos días después que en estas Ir^dji^s estoy ha llovido poco ó mucho. Crean vuestras Alte- I zas que es esta tierra la mejor é mas f^'^HI» Y ^pni^f^f^- I da, y llana, y fiuena que haya en el mundo.>

Jueves 18 de Octubre

«Después que aclaresció seguí el viento, y fui en derredor de la isla cuanto pude, y surgí al tiempo que ya no era de navegar; mas no fui en tierra, y en ama- neciendo di lavela.>

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Viernes 19 de Octubre

«En amaneciendo levanté las anclas y envié la ca- rabela Pinta al Leste y Sueste y la carabela Niña al Sursueste, y yo con la nao fui al Sueste, y dado orden que llevasen aquella vuelta fasta medio dia, y después que ambas se mudasen las derrotas y se recogieran para mí; y luego, antes que andásemos tres horas, vimos una isla al Leste, sobre la cual descargamos, y llegamos a ella todos tres navios antes de medio dia á la punta del Norte, adonde hace un isleo y una restin- ga de piedra fuera de él, al Norte, y otro entre él y la isla grande, la cual anorobraron estos hombres de San Salvador quG yo traigo la isla Saometg, a la cual pipe nombre lá^TsaSe^^^^d). Üi viento era Norte, y quedaba el dicho isleo en derrota de la isla Fernán- dinay de donde yo habia,45artido, Leste Oueste, y se corria después la costa desde el isleo al Oueste, y habia en ella 12 leguas fasta un cabo, á quien yo lla^né q1 CabsJiexinQSüu^^^ es de la parte del Oueste; y así es fermoso, redondo y muy fondo, sin bajas fuera de él, y al comienzo es de piedra y bajo, y mas adentro es playa de arena, como cuasi la dicha costa es, y ahí sur- gí esta noche. Viernes, hasta la mañana. Esta costa toda y la parte de la isla que yo vi es toda cuasi playa, y la isla más fermosa cosa que yo vi; que si las otras son muy hermosas, esta es mas: es de muchos árboles y muy verdes, y muy grandes, y esta tierra es mas alta

(1) Parece que la Isabela corresponde a la isla que aho- ra se conoce con el nombre de ¡nagua grande, y los indios llamaban Saomeio. Navarrete.

Es la isla Larga del Archipiélago de las Lucayas— al £. de la isla Fernandina , que ]uan de la Cosa, en su mapa de 1500, llama Yumay.— D.

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que las otras islas falladas, y en ella al^ún altillo, no que se le pueda llamar montaña, mas cosa que afer- mosea lo otro, y parece de muchas aguas allá al me- dio de la isla; de esta parte al Nordeste hace una grande angla, y ha muchos arboledos, y muy espesos y muy grandes. Yo quise ir á surgir en ella para salir á tierra y ver tanta fermosura; mas era el fondo bajo y no podía surgir salvo largo de tierra, y el viento era muy bueno para venir á este cabo adonde yo surgí agora, al cual puse nombre Cabo FermosOy porque así lo es; y así, no surgí en aquella angla, y aun porque vide este cabo de allá tan verde y tan fermoso, así como todas las otras cosas y tierras destas islas, que yo no adonde me vaya primero, ni me cansar los ojos de ver tan fermosas verduras y tan diversas de las nuestras^ aun creo que ha en ella muchas yerFas y mlichos árboles que val^n itiuchoen España para tm- juras y para medicinas de especería; mas yo no los co^mazcQ^ de que llevo grande p¿Sa. V llegando yo aquí á esté" cabo vino el olor tan bueno y suave de flores ó árboles de la tierra, que era la cosa mas dulce del mundo. De mañana, antes que yo de aquí vaya, iré en tierra á ver qué es aquí en el cabo; no es la po- blación salvo allá mas adentro, adonde dicen estos hombres que yo traigo que está el Rey y que trae mu- cho oro; y yo de mañana quiero ir tanto avante que halle la población y vea^Jmj^aJ_enguacpnjest£^-R^ que según estos dan las señas él señorea todas estas islas comarcanas, y va vestido^ y trae sobre__sL-mucho oro; aunque j)n doy mucl>^ f^ a sus derireSf así por no los eñtender^o__bien, comojgn cognoscer qu.^llQg son tari pobres de oroque cualquiera. poco que_este_JRey tfSfgtí les"pfaréce á ellos mu¿ho. fcste á quien yo digo Cabo fermoso creo que es Tila apartada de Saofntto^ f átrh h^y ya ó^rá éntr eméíFías pequeña; yo no curo asi ver tanto por merttidov porcjue níó ío podía facer en cincuenta años, porque quiero ver y descubrir lo iftas

VIAJES DE COLÓN 41

que yo pudiere, para vol\^er a vuestras Altezas; á nues- do Señor aplaciendo, en Abril. Verdad es que fallan- to adonde haya oro o especería en cantidad me dé- teme fasta que yo haya dello cuanto pudiere; y por esto no fago sino andar para ver de topar en ello.»

Sábado 20 de Octubre

«Hoy a! sol salido levanté las anclas de donde yo estaba con la nao surgido en esta isla de SaometOf al cabo del Sudueste, adonde yo puse nombre el Cabo de la Laguna, y á la isla la Isabela, para navegar al Nordeste y al Leste de la parte del Sueste y Sur, adonde enteiidJLjJe estos hombres que yo traigo que era la poBTacíon y el Rey de ella, y fallé todo tan bajo el fondo que no pude entrar ni navegar á ello, y vide que siguiendo el camino del Sudueste era muy gran rodeo, y por esto determiné de me volver por el ca- mino que yo habia traido del Nornordeste de la parte del Oueste, y rodear esta isla para (1) el viento

me fué tan escaso que yo nunca pude haber la tierra al longo de la costa, salvo en la noche; y por qués peli- gro (2) surgir en estas islas, salvo en el dia, que se vea con el ojo adonde se echa el aucla, porque es todo manchas, una de limpio y otra de non, yo me puse á temporejar á la vela toda esta noche del Domingo. Las carabelas surgieron porque se hallaron en tierra temprano, y pensaron que á sus señas, que eran coS- tumbradas de hacer, iría á surgir; mas no quise.»

Domingo 21 de Octubre

«A las diez horas llegué aquí á este cabo del isleo» y surgí, y asimismo las carabelas; y después de haber

(1) Igual vácí<> en t\ órrgíriál: pfárecc falta reconocerla,'

(2) Así el original: parece ha de déóif péligrótiy.

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comido fui en tierra, adonde aquí no habia otra pobla- <;ión que una easa, en la cual no fallé á nadie: que creo que con tejnor se habian fúgido, porque en ella esta- ban todos sus aderezos de casa. Yo no les dejé tocar nada, salvo que me salí con estos capitanes y gente á ver la isla; que si las otras ya vistas son- muy fermosas y verdes y fértiles, esta es mucho mas y de grandes arboledos y muy verdes. Aqui es unas grandes lagu- nas, y sobre ellas y á la rueda es el arboledo en mara- villa, y aquí y en toda la isla son todos verdes y las yerbas congojen el Abril en «el Andalucía; y el cantar de los pajaritos, que"]parece que er"Kqm£¿. nunca se querría partir de aquí, y las manadas de los papaga- yos, que ascurecen el sol; y aves y pajaritos de tantas maneras y tan diversas de las nuestras, que es maravi- lla; y después ha árboles de mil maneras, y todos de su manera fruto, y todos huelen que es maravilla, que yo estoy el m^.q penad p del mundo de no los (cogñóscef, porque soy bien cjerfo que todos son cosa de vaJíaT V ^de ellos traigo la demuestra, y asimismo de las yerbas, ludando así en cerco de una destas lagunas vide una sierpe (1), la cual matamos y traigo el cuero a vues- tras Altezas. Ella como nos vido, se echó en la lagu- na, y nos le seguimos dentro, porque no era muy fon- da, fasta que con lanzas la matamos: es de 7 palmos en largo; creo que destas semejantes hay aqui en esta laguna muchas. Aquí cognoscí del lináloe (2), y mañana he determinado de hacer traer á la nao 10 quintales, porque me HijTftn giig y^lp. mnrhn. Tamhiftn andando en busca de muy buena agua fuimos á una población aquí cerca, adonde estoy surto media legua; y la gen- te della como nos sintieron, dieronJtQdos á fugir, y de- jaron las casas, y escondieron su ropa y lo que tenían

(1) YGana (Iguana) debió de ser esta. —Casas.

(2) Lo mismo que áloe, planta de la que se extrae el acíbar, jugo concreto de las hojas. D.

VIAJES DE COLÓN 43

por el monte; yo no dejé tomar nada ni la valia de un alfiler. Después se llegaron á nos unos hombres de- líos, y uno se llegó del todo aquí; yo di unos cascabe- les y unas cuentecillas de vidrio, y quedó muy conten- to y muy alegre, y porque la amistad creciese mas y los requiriese algo le hice pedir agua, y ellos, después que fui en la nao, vinieron luego á la playa con sus ca- labazas llenas y folgaron mucho de dárnosla, y yo les mandé dar otro ramalejo de cuentecillas de vidrio, y dijeron que de mañana vernian acá. Yo queria hinchir aquí toda la vasija de los navios de agua; por ende, si el tiempo me da lugar, luego me partiré á rodear esta isla fasta que yo haya lengua con este Rey, y ver si puedo haber del el oro que/>yn que trfí<^T y después partir para otraTsía grande mucho, que creo que debe ser C ¿pango, según las señas que me dan estos indios \ vi que yo traigo, á la cual ellos llaman Colba (1), en la \^ cual dicen que ha naos y mareantes muchos y muy grandes, y de esta isla otra que llaman Bosio (2), que también dicen qués muy grande, y á las otras que son entremedio veré así de pasada, y según yo fallare re- caudo de oro ó especería determinaré lo que he de facer. Mas todavía tengo determinado de ir á la tierra firme y á la ciudad de Guisay, y dar las cartas de vues- tras Altezas al Gran Can (3) y pedir i espuesta, y venir con ella.»

(1) Parece error en el original, por Cuba, como se com- prueba mas adelante.

(2) Acaso Bohío, como dice después.

(3) Colón creyó siempre haber descubierto las costas orientales de la India. Así, pensaba ir a Guisay (Kinsai o Hang-Cheufu, en China) y visitar después al Gran Khan. Quedaba el Gran Khan como un eco o recuerdo de los re- latos de los viajeros venecianos. En el siglo xiii, Khubilai Khan, en la época que la dinastía de los Tchinguis alcanzó su apogeo, intentó una expedición guerrera al Japón (el Cipango de la Edad Media). D.

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Lunes 22 de Octubre

«Toda esta noche y hoy estuve aquí aguardando si o el Rey de aquí ó otras personas traerían oro ó otra cosa de sustancia, y vinieron muchos de esta gente, se- mejantes á los otros de las otras islas; así^desLniídos y

llos de prieto, y así de lP"^has maperas. Traían azaga- yas y algunos ovillos de algodón a resgatar, el cual trocaban aquí con algunos marineros por pedazos de vidrio, de tazas quebradas y por pedazos de escudi- llas de barro. Algunos dellos traían algunos pedazos ^ de oro colgado al nariz, el cual de buena gana daban por un cascabel destos de pié de gavilano y por cuen- tecillas de vidrio; mas es tan poco, que no es nada; que es verdad que cualquiera poca cosa queleTes ellos también tenían á gran maravilla nuestra venida, y creían que erarnos venidos del cielo. Tomamos agua para los navtosen una laguna que aquí está acerca del Cabo del isleo, que así la nombré, y en la dicha laguna Martin Alonso Pinzón, capitán de la Pinta^ mató otra sierpe tal como la otra de ayer, de 7 palmos, y fice to- mar aquí del lináloe cuanto se falló.»

Martes 23 de Octubre

«Quisiera hoy partir para la isla de Cuba, que creo que debe ser Cipango, según las señas que dan esta gente de la grandeza della y riqueza, y no me déteme mas aquí ni (1) esta isla alrededor para ir á la

pobUcion, como tenia determinado, para haber len- gua con este Rey ó Señor, que es por no me detener c mucho, pues veo que ac[iiijroJxay-iitÍDLa.^ oro, y al

(1) Igual vacío en el original.

VIAJES DE COLÓN 45

rodear de estas islas ha menester muchas maneras de viento, y no vienta así como los hoonbres^ querrían^ pues es de andar adonde haya trato grande, digo que no es razón de se detener salvo ir á camino, y calar mucha tierra fasta topar en tierra muy provechosa, aunque mi entender es questa sea muy provechosa de especería; mas que yo^OLia-XOgJiQzao^ qjue lJevQ._ia^ mayor penadel mundoTgue veo mil maneras de árbo- fes que tieñé~cada uno su manera de íruta^ Y- ^S!J^ 37f>r^rññmo ij^n t^^pana <^n pI m^s dp May^ y Jiinin.^y roil xnanf-r^ifi dff y^bas. eso mesmo con flores,y de todo no se cognosció, salvo este lináloe de que hoy man- dTTamjjJen traerá la nao mucho para llevaFa vuestráS' Alteras. Y no he dado ni doy la vela para ~Lu6a por- que no hay viento, salvo calma muerta y llueve mucho; y llovió ayer mucho sin hacer ningún frió, antes el día hace calor, y las noches temperadas como en Mayo en^^£>aiía en el Andal^^ría.»^ •""' ^

Miércoles 24 de Octubre

«Esta noche á media noche levanté las anclas de la isla Isabela del Cabo del isleo, qués de la parte del Norte adonde yo estaba posado, para ir á la isla de Cuba, adonde desta gente que era muy grande y de gran trato, y habia en ella oro, y especerías, y naos grandes, y mercaderes; y me amostró que al Ouesud- ueste iría á ella, y yo asi lo tengo, porque creo que si es así como por señas que me hicieron todos los indios de estas islas y aquellos que llevo yo en los navios, por- que por lengua no los entiendo^ es la isla de Cipan- >, de

go, de que se cuentan cosas maravillosas (1), y en las

(1) Según Humboidt, con referencia a Titsing (Anales de los Emperadores del Japón), en contraste con la riqueza que Colón atribuía al Japón, reinaba entonces un dairio, Go-tsutsi Mikado no-in, tan mísero que hubo de enterrár- sele pobremente. Reinó de 1465 a 1500.—/).

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esperas (1) que yo vi y en las pinturas de mapamundos es ella en esta comarca, y asi navegué fasta el día al Ouesudueste, y amaneciendo calmó el viento y llovió, y así casi toda la noche; y estuve así con poco viento fasta que pasaba de medio día, y entonces tornó á ven- tar muy amoroso, y llevaba todas mis velas de la nao, maestra, dos bonetas, y trinquete, y cebadera, y meza- na, y vela de gavia, y el batel por popa; así anduve al camino fasta que anocheció, y entonces me quedaba el Cabo Verde (2) de la isla Fernandinat el cual es de la parte de Sur; á la parte de Oueste me quedaba al Nor- ueste, y hacia de á él 7 leguas. Y porque ventaba ya recio y no sabia yo cuánto camino hobiese fasta la dicha isla de Cubay y por no la ir á demandar de noche, porque todas estas islas son muy fondas a no hallar fondo todo en derredor, salvo á tiro de dos lombardas, y esto es todo manchado un pedazo de ro- quedo y otro de arena, y por esto no se puede segu- ramente surgir salvo á vista de ojo, y por tanto acordé de amainar las velas todas, salvo el trinquete, y andar con él, y de á un rato crecía mucho el viento y hacia mucho camino, de que dudaba, y era muy gran cerra- zón, y llovía; mandé amainar el trinquete y no anduvi- mos esta noche dos leguas >, &c.

Jueves 25 de Octubre

Navegó después del sol salido al Oueste Sudueste hasta las nueve horas; andarían 5 leguas; después mudó el camino al Oueste; andaban 8 millas por hora, hasta la una, después de medio dia, y de alii hasta las tres, y andarían 44 millas. Entonces vieron tierra, y

(1) Acaso por esferas.

(2) Todavía se llama así el cabo meridional de la isla Larga (Long Island). - D.

VIAJES DE COLÓN 47

eran 7 á 8 islas (1), en lueng^o todas de Norte a Sur; distaban de ellas 5 leg^uas, &c.

Viernes 26 de Octubre

Estuvo de las dichas islas de la parte del Sur; era todo bajo cinco ó seis leguas; surgió por allí. Dijeron los indios que llevaba que habia dellas a Cuba anda- dura de dia y medio con sus almadias, que son nave- tas de un madero, adonde no llevan vela. Estas son las canoas. Partió de allí para Cuba, porque por las señas que los indios le daban de la grandeza y del oro y perlas della pensaba que era ella, conviene á saber^ Cipango,

Sábado 27 de Octubre

Levantó las anclas salido el sol de aquellas islas, que llamó las islas de Arena por el poco fondo que tenían de la parte del Sur hasta 6 leguas. Anduvo 8 millas por hora hasta la una del día al Sursudueste, y ha- brían andado 40 millas, y hasta la noche andarían 28 millas al mesmo camino, y antes de noche vieron tie- rra. Estuvieron la noche al reparo, con mucha lluvia que llovió. Anduvieron el Sábado fasta el poner del sol 17 leguas al Sursudueste.

Domingo 28 de Octubre

Fue de allí en demanda de la isla de Cuba al Sur- sudueste, á la tierra-della mas cercana, y entró en un

(1) Deben ser los Cayos orientales y meridionales del Gran Banco de Bahama, que despiden placer de sonda al Sur, y donde estuvo fondeado Colon el día 26 de Octubre, partiendo desde allí para dar vista á Cuba, como en efecto la vio, entrando el día 28 en el puerto de Ñipe.

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rio muy hermoso y muy sin peligro de bajas ni otros inconvenientes, y toda la costa que anduvo por allí era muy hondo y muy limpio fasta tierra; tenia ¡aboca del rio 12 brazas, y es bien ancha para barloventear; sur- gió dentro, diz que a tiro de lombarda. Dice el Almi- rante que nunca tan hermosa cosa vido, lleno de árbo- les todo cercado el rio, fermosos y verdes y diversos de-kLs nuQstroSj con flores y con su fruto, cada_jino— ^ de_iumanera. Aves, muchas, y pajaritos que cantaban muy duTcemente;habiagran cantidad de palmas dei3itra_ iiiaiier^jque..JíLS_deJjuinea y de las nuestras: de una estatura mediana y Tos pies sin aquella camisa, y las hojas muy grandes, con las cuales cobijan las casas; la tierra, muy llana; saltó Almirante en la barca y fue á tierra, y llegó á dos casas que creyó ser de pescado- res, y que con temor se huyeron, en una de las cuales halló un perro GpiejumíiaJkdró, y en ambas casas ha- lló redes de hilo de palma y cordeles, y anzuelo de cuerno, y fisgas de hueso y otros aparejos de pescar, y muchos huegos dentro, y creyó que en cada una casa se juntan muchas personas; mandó que no se tocase en cosa de todo ello, y así se hizo. La yerba era gran- de como en el Andalucía por Abril y Mayo. Halló verdolagas muchas^ bledos. 1 ornóse aTTa^Barca y an- duvo por el rio arriba un buen rato, y diz que era gran placer ver aquellas verduras y arboledas, y de las aves, que no podia dejallas para se volver. Dice que es -Aaquella isla la mas hermosa que ojos hayan visto, llena de muy buenos puertos y rios hondos, y la mar, que parecía que nunca se debia de alzar porque la yerba de la playa llegaba hasta cuasi el agua, la cual no sue- le llegar donde la mar es brava; hasta entonces no ha- bía experimentado en todas aquellas islas que la mar fuese brava. La isla dice qués llena de montañas muy hermosas, aunque no son muy grandes en longura, sal- vo altas, y toda la otra tierra es alta de la manera de ^icília; llena es de muchas aguas, según pudo enten-

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der de los indios que consigo lleva, que tomó en la isla de Guanahani, los cuales le dicen por señas que C_ hay lOrios grandes y que con sus canoas no la püe- den cercar en veinte dias. Cuando iba á tierra coiHos navios salieron dos almadias ó canoas, y como vieron que los marineros entraban en la barca y remaban para ir á ver el fondo del rio para saber dónde habian de surgir, huyeron las canoas. Decian_los indios que en aquella isla habia minas de ^rn y p?rl«ff, y vido *^í Almirante lugar apto para ellas y almejas, qués señal dellas, y enlendia el Almirante que allí venian naos ^^iQ^^KSEíh-^ grandes, y que de allí a tierra firme habia jornada de diez dias. Llamó el Almirante aquel

rio y puerto de Snn^Snhtnrínr (1 )■ (

Lunes 29 de Octubre

Alzó las anclas de aquel puerto y navegó al Po- niente para ir diz que á la ciudad donde le parecía que le decían los indios que estaba aquel Rey. Una punta (2) de la isla le saiia á Norueste seis leguas de allí; otra punía (3) le salía al Leste 10 leguas; andada otra legua vido un río, no de tan grande entrada, al cual puso nombre e} rio de Ig Id^nn (4); anduvo hasta? hora de vísperas. Vido otro rio muy mas grande que los otros, y así se lo dJierxiDL.poiL-Señas- los indifís. y cerca de él vido buenaspoblacrones de casas; llamó aPno'érrTo^e Wares (5), Envió dos barcas á uñh po- ■? blacion por haber lengua, y á una de ellas un indio de

(1) Conócese con el nombre de Puerto o Bahía de Ñipe, a seis leguas al SSE. de la punta de Muías.

(2) La punta de Muías.

(3) Hunta Cabana, hacia el cayo de Moa.

(4) Debe ser el puerto de Bañes, que está al NNO. del anterior.

(5) Ha de ser el puerto de las Nuevitas del Principe.

VIAJES DE COLÓN 4

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los que traía, porc[U£ja los entendían al^o y paostra- ^an estar contentos con Jos , cristianas, de las cuales to^bs ios liomtres y mug-eres y criaturas huyeron, des amparando las casas con todo lo que tenían, y mandó el Almirante que no se tocase en cosa. Las casas diz que eran ya mas hermosas que las que habían visto, y creía que cuanto mas se alíegase á la tierra firme se- rian mejores. Eran hechas á manera de alfaneques, muy grandes, y parecían tiendas en real, sin concierto de calles, sino una acá y otra acullá, y de dentro muy barridas y limpias, y sus aderezos muy compuestos. Todas son de rnma?=! de palmas muy hermosas. / Hallaron muchas estatuas en ñ^ur^^Q mugetes, y mnchas_cahe7,as en ipair^ra Hp raraTnpf^ (1). muy bien labri3SZNo esto tienen por hermosura ó adoran en ellas. Había perros, que jamas ladraron; había ave- citas salvages mansas por sus casas; había maravillo- sos aderezos de redes y anzuelos y artificios de pas- car; no le tocaron en cosa dello. Creyó que todos los de la costa debían de ser pescadores que llevan el pescado la tierra dentro, porque aquella isla es muy grande, y tan hermosa que no se hartaba de decir bien della. Dice que halló árboles y frutas de muy maravi- lloso sabor, y dice que debe haber vacas en ella y otros ganados, porque vído cabezas en hueso que le parecieron de vaca. Aves y pajaritos y el cantar de "^ los grillos en toda la noche, con que se holgaban to- > dos; los aires, sabrosos y dulces de toda la noche; ni '^ frío ni caliente. Mas por el camino de las otras islas, en aquellas diz que hacia gran calor y allí no, salvo templado iioxaSL-fiji-Mayo; atribuye el calor de las otras islas por ser muy llanas y por el viento que traían has- ta allí, ser Levante, y por eso cálido. El agua de aque- llos ríos era salada á la boca; no supieron de dónde bebían los indios, aunque tenían en sus casas agua

(1) Por carátula, careta o mascarilla.

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dulce. En este río podían los navios boltejar (í) para entrar y para salir, y tienen muy buenas señas ó mar- cas: tienen siete ú ocho brazas de fondo á la boca y dentro cinco. Toda aquella mar dice que le parece que debe ser siempre mansa como el rio de Sevilla, y el agua aparejada para criar perlas. Halló caracoles grandes, sin sabor, 119 c.nmn los de España. Señala ia disposición del rio y del puerto (2) que arriba dijo y nombró San Salvador, que tiene sus montañas her- mosas y altas romn la Ppñfidp In^ nnnrrtnrníinn^ y una deltas tiene encima otro montecillo á manera de una hermosa mezquita. Este otro rio y puerto (3) en que agora estaba tiene de la parte del Sueste dos monta- ñas así redondas, y de la parte del Oueste Norueste un hermoso cabo llano, que sale fuera.

Martes 30 de Octubre

Salió del rio de MareSf al Norueste, y vido cabo lleno de palmas, y púsole Cabo de Palmas (4), des- pués de haber andado 15 leguas. Los indios que iban en la carabela Pinta dijeron que detras de aquel cabo habia un río (5) y del rio á Cuba habia cuatro jorna- das (6), y dijo el capitán de la Pinta quejeñTeñdia que

(1) Canal de la entrada del puerto de las Nuevitas del Príncipe.

(2) «El puerto de Baracoa.» Casas. No es sino el puerto de Ñipe.

{^^) «O es este el de Baracoa, por lo que dice del cabo Llano.» Casas. No es sino del puerto de las Nuevitas del Principe; las dos montañas son las lomas del Mañueco, y el cabo Llano, la Punta de Maternillo.

(4) Llámase hoy el Alto de Juan Dañue.

(5) Rio Máximo.

(6) «Muy ascufas andaban todos por no entender á los indios. Yo creo que la Cuba que los indios les decian era la provincia de Cubanacan, de aquella isla de Cuba, que tie- ne minas de oro &c.» Casas. No era sino Cuba, la ca- pital de la isla.

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^esta Cuba era ciudad, y que aquella tierra era tierra firme muy grande, que va mucho al Norte, y que el Rey de aquella tierra tenia guerra con el Gran Can, al cual ellos llamaban Cami, y á su tierra ó ciudad, Fava^ y otros muchos nombres. Determinó el Almirante de lleg-ar á aquel rio y enviar un presente al Rey de la tie- rra (1) y enviarle la carta de los Reyes, y para ella te- nia un marinero que habia andado en Guinea en lo mismo, y ciertos indios de Guanahani que querian ir con él, con que después los tornasen a su tierra. Al parecer del Almirante distaba de la línea equinoccial 42 grados hacia la banda del Norte (2), si no está co- rrupta la letra de drknde tfo^l^rjá f^gtp, y dirft,qiif> ha- bía de trabajar de ir al Gran Can, que pensaba que estaba por allí, ó á la ciudad de Cathay (3), qués del Gran (Jan, que diz que es muy grande.^egun le fue dicho antes que partiese de España. Toda aquesta tie- rra dice ser baja y hermosa y fonda la mar.

Miércoles 31 de Octubre

Toda la noche Martes anduvo barloventeando, y vido un rio donde no pudo entrar por ser baja la entrada, y pensaron los indios que pudieran entrar los navios como entraban sus canoas, y navegando adelante halló un cabo que salía muy fuera, y cercado de ba-

(1) «Toda esta tierra es la isla de Cuba y no tierra fir- mo— Casas.

(2) Los cuadrantes de aquel tiempo medían la doble al- tura, y, por consiguiente, los 42° que dice distaba de la equi- noccial hacia el N. deben reducirse a 21** de latitud N., que es, con corta diferencia, el paralelo por donde navegaba Colon.

(3) Marco Polo hace la discripcion del gran reino de Cathay, y con este nombre se conoce aun la China en mu- chas partes del Oriente, según el Dr. Robertson. (Recherch. hittor., sect. 3.)

VIAJES DE COLÓN 53

jos (1), y vido una concha ó bahía donde podían es tar navios pequeños, y no lo pudo encavalg"ar porquel viento se había tirado del todo al Norte (2), y toda la costa se corría al Nornorueste y Sueste, y otro cabo que vido adelante le salía mas afuera. Por esto y por- quel cíelo mostraba de ventar recio se hobo de tornar al rio de Mares,

Jueves de Noviembre

En saliendo el sol envió el Almirante las barcas á tierra á las casas que allí estaban, y hallaron que era toda la gente huida, y desde á buen rato pareció un hombre, y mandó el Almirante que lo dejasen asegu- rar, y volviéronse ias barcas, y después de comer tor- nó á enviar á tierra uno de los indios que llevaba, el cual desde lejos les dio voces diciendo qué nc^Jiobíe- sen miedo porque era buena ^ente y no EaciarTmaj á nadie, ni eran del Lirax} Candantes daban de lo suy o en muchas islas que habían estado, y echóse á nadar el indio y fue á tierra, y dos de los de allí lo tomaron de brazos y lleváronlo á una casa, donde se informaron del. Y como fueron ciertos que no se les había de ha- cer mal, se aseguraron y vinieron luego á los navios mas de 16 almadias ó canoas con algodón hilado y otras cosíllas suyas, de las cuales mandó el Almirante que no se tomase nada, por que supiesen que no buscaba el Almirante salvo oro, á que ellos llaman nucaí]; y así, en todo el día anduvieron y vinieron de tierra á los navios, y fueron de los cristianos á tierra muy. seguramente. El Almirante no vido á alguno dallos oro, ^BStfi. dice el Almirante que vido

(1) Es lo que ahora se llama Boca de Carabelas grandes y Punta del Maternillo.

(2) «Por esto que dice aquí del viento que llevaba es cierto que era Cuba por la costa que andaba.» Casas.

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á uno deiios un pedazo de plata labrado colgado á la nariz, que tuvo por señal que en la tierra ha- bía plata. Dijeron por señas que antes de tres dias venian muchos mercaderes de la tierra dentro á com- prar de las cosas que allí llevan (1) los cristianos, y darían nuevas del Rey de aquella tierra, el cual, según se pudo entender por las señas que daban, questabade allí cuatro jornadas, porque ellos habían enviado mu- chos por toda la tierra á le hacer saber del Almirante. Esta gente dice el Almirante es de la misma calidad y costumbre de los otros hallados, sin ninguna secta que yo conozca, que fasta hoy aquestos queTraigo no hejrist 0*11 á^ e r ñíñgu n o oFacIó ñ", añiHs~dicerrra Ive y p.r^ueMorín rnn !?]«; manos al cielo, como le ámues- traiH-v^racef» la saaal de la cruz. Toda la lengua tam- bien es una, y todos amigos, y creo que sean todas estas islas y que tengan atierra con el Gran Can^-á que ellosTTaman Cavila, y á la provincia Bafan, y asi an- dan también desnudos como los otros. Esto dice el Almirante. El río dice que es muy hondo, y en la boca pueden llegar los navios con el bordo hasta tie- rra; no llega el agua dulce á la boca con una legua, y es muy dulce. Y es cierto, dice el Almirante, questa es la tierra firme, y que estoy, dice él, ante Zayto y Guin- say, 100 leguas (2) poco mas ó poco menos lejos de lo uno y de lo otro, y bien se amuestra por la mar, que viene de otra suerte que fasta aquí no ha venido, y ayer, que iba al Norueste, fallé que hacia frío.

(1) Ha de decir llevaban.

(2) «Esta algara vía no entiendo yo.» Casas. Como el Almirante estaba persuadido que aquella tierra era el ex- tremo del continente de la India, se creía también á distan- cia de 100 leguas de las ciudades que cita. Marco Polo ha- ce la descripción de Quinsay ó Giunsay en él cap. 98 de la relación de su viaje.

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Viernes 2 ele Noviembre

Acordó el Almirante enviar dos hombres españo- les: el uno se llamaba Rodrigo de Jerez, que vivía en A»yamonte, y el otro era un Luis de Torres, que habia vivido con el Adelantado de Murcia, y habia sido ju- dío, y sabia diz que hebraico y caldeo y aun algo ará- bigo, y con estos envió dos indios: uno de los que con- sigo traía de Guanahani, y el otro, de aquellas casas que en el rio estaban poblados, Dióles sartas de cuen- tas para comprar de comer si les faltase, y seis días de término para que volviesen. Dióles muestras de espe- cería para ver si alguna della topasen. Dióles instruc- ción de cómo habían de preguntar por el Rey de aque- lla tierra, y lo que habían de hablar de parte de los Re- yesde Castilla: cómo enviaban al Almirante para que les diese de su parte sus cartas y un presente, y para sa- ber de su estado y cobrar amistad con él y favorece- He en lo que hobiese dellos menester, &c., y que su- piesen de ciertas provincias y puertos y ríos de que el Almirante tenia noticia, y cuánto distaban de allí, &c. Aquí tomó el Almirante el altura con un cuadran- te esta noche, y halló que estaba 42 grados (1) de la línea equinoccial, y dice que por su cuenta halló que había andado desde la isla del Hierro 1.142 leguas (2), y todavía afirma que aquélla es tierra firme.

Sábado 3 de Noviembre i^

En la mañana entró en la barca el Almirante, y por-

(1) «Esto es falso, porque no está Cuba sino en grados.» Casas. Debe entendérsela doble altura. Véase la nota 2.' en el día 31 de Octubre.

(2) La verdadera distancia andada era de 1.105 leguas.

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que hace el rio en la boca un gran lago, el cual hace un singularísimo puerto, muy hondo y limpio de pie- dras, muy buena playa para poner navios á monte (1) y mucha leña, entró por el río arriba hasta llegar al agua dulce, que sería cerca de dos leguas, y subió en un raontecillo por descubrir algo de la tierra, y no pudo ver nada por las grandes arboledas, las cuales eran muy frescas, odoríferas, por lo cual dice no tener duda que no haya yerbas aromáticas. Dice que todo era tan hermoso lo que vía, que no podia cansar los ojos de ver tanta lindeza, y los cantos de las aves y pajaritos. Vinieron en aquel día muchas almadias ó canoas á los navios á resgatar cosas de algodón filado y redes en que dormían, que son hamacas.

Domingo 4 de Noviebmre

Luego, en amaneciendo, entró el Almirante en la barca y salió á tierra á cazar de las aves que el día an- tes habia visto. Después de vuelto vino á él Martin Alonso Pinzón con dos pedazos de canela, y dijo que un portugués que tenia en su navio habia visto a un indio que traía dos manojos della muy grandes; pero que no se la osó resgatar por la pena quel Almirante tenia puesta que nadie resgatase. Decía mas: que aquel indio traía unas cosas bermejas como nueces. El Contramaestre de la Pinta dijo que había hallado árboles de canela. Fue el Almirante luego allá, y halló que no eran. Mostró el Almirante á unos indios de allí canela y pimienta, parece que de la que llevaba de Castilla para muestra, y conosciéronla diz que, y dije- ron por señas que cerca de allí había mucho de aque- llo, al camino del Sueste. Mostróles oro y perlas, y respondieron ciertos viejos que en un lugar que llama-

(1) Poner los barcos á monte era vararlos en la playa para limpiar ó recorrer sus fondos.

VIAJES DE COLÓN 57

ban Bohio (1) había infinito, y que lo traían al cuello^ y á las orejas, y á los brazos, y á las piernas, y también perlas. Entendió mas: que decían que había naos gran- des y mercaderías, y todo esto era al Sueste. £ntendiói también que lejos de allí había hombres de un oio,^\ h 1 5^ otnSTirgh hocicos de perros, que comían los hombres,! v'^ y quicen tomando uno Ío déo-ollaljan y le bebían t>ir) sangre^yie^cortabarr su ñafúráTTJeferminó de volver á ^^^ ¿^ la TiacT é1^ATrñTrañTe~á esperar los dos hombres /que ha- bia enviado, para determinar de partírsela buscar aquellas tierras si no trujesen aquéllos alguna buena nueva de lo que deseaban. Dice mas el Almirante: es- ta gente es muy mansa y muy temerosa, desnuda, comoT ^^ dicho teni?o«"lm armas yi sin ley.^sfas tierras son muy \JijK fértiles; ellos las tienen llenas mames (ü), que son cómo zanahorias (3), que tienen sabor de castañas, y tie- nen faxones (4) y fabas muy diversas de las nuestras, y mucho algodón, el cual no siembran y nace por los montes, árboles grandes, y creo que en todo tiempo lo haya para coger, porque vi los cogujos abiertos y otros que se abrían, y flores todo en un árbol, y otras mil maneras de frutas que no me es posible escribir, y

(1) * Bohio llamaban los indios de aquellas islas á las casas, y por eso creo que no entendía bien e) Almirante. Ante debia de decir por la Isla Española, que llamaban Haití.* —Casas.

(2) Los aquí llamados mames por Colón son tubérculos de alguna especie del gen. Dioscorea (acaso la D. trífida), que se llaman también ñames e yames, perfectamente dis- tinta de la batata o aje de los historiadores primitivos de Indias. D.

(3) «Los ajes ó batatas son estos.» Casas. Oviedo, en su Historía natural de las Indias, cap. 82, distingue los a/es de las batatas. Aquéllos (dice) tiran á un color como entre morado azul, y éstas son mas pardas y mejores. No les da el nombre de mames.

(4) Acato fexoes, por fréjoles ó judias, como mas ade- lante.

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todo debe ser cosa provechosa. Todo esto dice el Almirante.

Lunes 5 de Noviembre

En amaneciendo mandó poner la nao á monte y los otros navios, pero no todos juntos, sino que quedasen siempre dos en el lug^ar donde estaban, por la seg^uri- dad, aunque dice que aquella g^ente era muy segura y sin temor se pudieran poner todos los navios junto en monte. Estando así vino el Contramaestre de la Niña á pedir albricias al Almirante porque había hallado ^almáciga; mas no traía la muestra porque se le había caído. Prometíóselas el Almirante, y envió á Rodrigo Sánchez y á Maestre Diego á los árboles, y trujeron un poco della, la cual guardó para llevar á los Reyes, y también del árbol; y dice que se cognosció que era almáciga, aunque se ha de coger á sus tiempos, y que había en aquella comarca para sacar 1.000 quíntales cada año. Halló diz que allí mucho de aquel palo que le pareció lináloe. Dice mas: que aquel puerto de Ma- i res (1) es de los mejores del mundo y mejores aires y -t mas mansa gente, y porque tiene un cabo de peña al- tillo se puede hacer una fortaleza, para que si aquello saliese rico y cosa grande estarían allí los mercaderes seguros de cualquiera otras naciones; y dice: nuestro Señor, en cuyas manos están todas las victorias, ade- i'ezca todo lo que fuere su servicio. Diz que dijo un indio por señas que el almáciga era buena para cuan- do les dolía el estómago.

Martes 6 de Noviembre

Ayer en la noche, dice el Almirante, vinieron los dos hombres que había enviado á ver la tierra dentro,

(1) «Este debe ser Baracoa.» Casas, No es sino las J^uevitas del Principe,

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y le dijeron cómo habían andado 12 leguas que habia basta una población de 50 casas (1), donde diz que habia 1.000 vecinos, porque viven muchos en una casa. Estas casas son de manera de alfaneques grandísimos. Dijeron que los habian rescebido con gran solemni- dad, según su costumbre, y todos, así hombres como mugeres, los venían á ver, y aposentáronlos en las me- jores casas; los cuales los tocaban y les besaban las ma- nos y los pies, maravillándose y creyendo que venían del cíelo, y así se lo daban á entender. Dábanles de comer de lo que tenían. Dijeron que en llegando los llevaron de brazos los más honrados del pueblo á la casa principal, y diéronUs dos sillas, en que se asenta- ron, y ellos todos se asentaron en el suelo en derredor de ellos. El indio que con ellos iba les notificó la ma- nera de vivir de los cristianos y cómo eran buena gen- te. Después saliéronse los hombres y entraron las mu- geres, y sentáronse de la misma manera en derredor dellos, besándoles las manos y los píes, atentándoles si eran de carne y de hueso como ellos. Rogábanles que se estuviesen allí con ellos al menos por cinco días. Mostraron la canela y pimienta y otras especias quel Almirante les habia dado, y dijéronles por señas que mucha della habia cerca de allí al Sueste; pero que en allí no sabían si la habia. Visto como no te- nían recaudo de ciudades, se volvieron, y que qui- sieran dar lugar a los que con ellos se querían venir, que mas de 500 hombres y mugeres vinieran con ellos, porque pensaban que se volvían al cíelo. Vino, empe- ro, con ellos un principal del pueblo y an su hijo y un hombre suyo; habló con ellos el Almirante; hízoles mucha honra; señalóle muchas tierras é islas que habia en aquellas partes; pensó de traerlos á los Reyes, y diz que no supo qué se le antojó: parece que de miedo y de noche escuro quísose ir á tierra; y el Almirante diz

(1) Debe ser la villa del Príncipe ó el Bayamo.

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que porque tenía la nao en seco en tierra, no le que- riendo enojar, le dejó ir, diciendo que en amaneciendo tornaría, el cual nunca tornó. Hallaron los dos cris- tianos por el camino mucha gente que atravesaba á sus pueblos, mug-eres y hombres, con un tizón en la mano, yerbas para tomar sus sahumerios que acostumbra- ban (1); no hallaron población por el camino de rnas de cinco casas, y todos les hacían el mismo acatamieri- to. Vieron BDUchas maneras de árboles é yerbas é flo- res odoríferas. Vieron aves de muchas maneras diver- sas de las de España, salvo perdices y ruiseñores, que cantaban, y ánsares, y desto hay allí harto; bestias de cuatro pies no vieron, salvo perros que no ladraban. La tierra, muy fértil y muy labrada de aquellos mames y fexoes (2), y habas muy diversas de las nuestras; eso

(1) En la Historia general de Indias, que escribió el Obispo Casas, capítulo 46, refiere mas circunstanciada- mente este suceso. «Hallaron (dice) estos dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaban a sus pueblos, mu- geres y hombres; siempre los hombres con un tizón en las manos y ciertas yerbas para tomar sus sahumerios, que son unas yerbas secas metidas en una cierta hoja seca también, á manera de mosquete hecho de papel, de los que hacen los muchachos la Pascua del Espíritu Santo; y encendido por una parte de él, por la otra chupan ó sorben ó reciben con el resuello para adentro aquel humo, con el cual se ador- mecen las carnes y cuasi emborracha, y así diz que no sienten el cansancio. Estos mosquetes, ó como los llamáremos, lla- man ellos tabacos. Españoles cognoscí yo en esta Isla Espa- ñola que los acostumbraron á tomar, que siendo reprendidos por ello, diciéndoseles que aquello era vicio, respondían que «o era en su mano dejarlos de tomar. No qué sabor ó provecho hallaban en ellos. > Véase aquí el origen de nues- tros cigarros. ¿Quién diría entonces que su consumo y uso llegaría á ser tan eomún y general, y que sobre este vicio nuevo y singular se habia de establecer una de las mas pin- gües rentas del Estado?

(2) Lo mismo que fréjoles ó judías.

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mismo panizo y mucha cantidad de algodón cogido y filado y obrado, y que en una sola casa habian visto mas de 500 arrobas, y que se pudiera haber allí cada año 4.000 quintales. Dice el Almirante que le parecia cjue no lo sembraban y que da fruto todo el año; es muy fino, tiene el capillo muy grande; todo lo que aquella gente tenia diz que daba por muy vil precio, y que una gran espuerta de algodón daba por cabo de agujeta ó otra cosa que le dé. Son gente, dice el Al- mirante, muy sin mal ni de guerra; desnudos todos, hombres y mugeres, como sus madres los parió. Ver- dad es que las mugeres traen una cosa de algodón so- lamente tan grande que le cobija su natura y no mas, y son ellas de muy buen acatamiento, ni muy negras, salvo menos que canarias. «Tengo por dicho, serení- simos Príncipes (dice el Almirante), que sabiendo la lengua dispuesta suya personas devotas religiosas, que luego todos se tornarían cristianos; y así, espero en nuestro Señor que vuestras Altezas se determinarán á ello con mucha dilisrencia, para tornar á la Iglesia tan grandes pueblos, y los convertirán, así como han des- truido aquellos que no quisieron confesar el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo; y después de sus días, que todos somos mortales, dejarán sus reinos en muy tran- quilo estado y limpios de heregía y maldad, y serán bien rescebidos delante el Eterno Criador, al cual ple- ga de les dar larga vida y acrecentamiento grande de mayores reinos y señoríos, y voluntad y disposición para acrecentar la santa religión cristiana, así como hasta aquí tienen fecho, amen. Hoy tiré la nao de monte (1) y me despacho para partir el Jueves, en nom- bre de Dios, é ir al Sueste á buscar del oro y espece- rías y descobrir tierra.» Estas todas son palabras del Almirante, el cual pensó partir el Jueves; pero porque

(1) Tirar la nao de monte es botarla ó echarla al agua cuando está varada.

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le hizo el viento contrario no pudo partir hasta doce dias de Noviembre.

Lunes 12 de Noviembre

Partió del puerto y rio de Mares al rendir del cuar- to de alba, para ir á una isla que mucho afirmaban los indios que traía que se llamaba Babeque (1), adonde, segfun dicen por señas, que la gente della coge el oro con candelas de noche en la playa, y después con martillo diz que hacian vergas dello, y para ir á ella era menester poner la proa al Leste cuarta del Sues- te. Después de haber andado ocho leguas por la cos- ta delante halló un rio, y dende andadas otras cuatro halló otro rio, que parecía muy caudaloso y mayor que ninguno de los otros que habia hallado. No se quiso detener ni entrar en alguno dellos por dos respectos: el uno y principal, por quel tiempo y viento era bue- no para ir en demanda de la dicha isla de Babeque; lo otro, porque si en él hobiera alguna populosa ó famo- sa ciudad cerca de la mar se pareciera, y para ir por el rio arriba eran menester navios pequeños, lo que no eran los que llevaba; y así se perdiera también mu- cho tiempo, y los semejantes ríos son cosa para des- cubrirse por sí. Toda aquella costa era poblada, ma- yormente cerca del rio, á quien puso por nombre el rio del Sol; dijo quel Domingo antes, 11 de Noviem- bre, le había parecido que fuera bien tomar algun^as personas de las de aquel rio para llevar á los Reyes, porque aprendieran nuestra lengua para saber lo que hay en la tierra, y porque volviendo sean lenguas de los cristianog_4LÍQm£n-jaiLestras costumbres v las cosas te laFéT^porque yo vi é cognozco (dice éí"STniiran- te) quesfa gente no tiene s^cta ninguna, ni-son^-idóla-^

(1) Isla de Babeque ó Bohío llamaban ios indios á la costa de tierra firme, conocida también de ellos por Cari- taba.

VIAJES DE COLÓN 6S

tras, salvo muy mansos, y sin saber qué sea mal, ni ma- tar á otros, ni prender, y sin armas, y tan temerosos que á una persona de los nuestros fqygn J.00 dellos, aunque burlen con ellos, y crédulos y cogaoscedores que hay Dios en el cielo, é firmes que nosotros habe- rnos venido del cielo, y muy presto á cualquiera^jQra- ción que nos les-digfa«io*-^HA^4i^n, y lidceri^el-sefial de la cruz ^. Así, que deben vuestras Altezas deter- minarse áto's hacer cristianos, que creo que si comien- zan, en poco tiempo acabará de los haber convertido á nuestra Santa multidumbre de pueblos, y cobran- do grandes señoríos y riquezas y todos sus pueblos de la España; porque sin duda es ch estas tierras grandísima sujna de oro, que no sin causa dicen estos indios que yo traigo que ha en estas islas lugares adonde cavan el oro y lo traen al pescuezo, á las ore- jas y á los brazos é á las piernas, y son manillas muy gruesas, y también ha piedras y ha perlas preciosas y infinita especería; y en este rio de MareSy de adonde partí esta noche, sin duda ha grandísima cantidad de almáciga, y mayor si mayor se quisiere hacer, porque los mismos arboles, plantándolos, prenden de ligero y ha muchos y muy grandes, y tienen la hoja como len- tisco, y el fruto, salvo qués mayor así los árboles como la hoja, como dice Plinio é yo he visto en la isla de Xió en el Archipiélago (1), y mandé sangrar muchos destos árboles para ver si echaría resina, para la traer, y como haya siempre llovido el tiempo que yo he es- tado en el dicho rio no he podido haber della, salvo muy poquita que traigo á vuestras Altezas, y también puede ser que no es el tiempo para los sangrar, que esto creo que conviene al tiempo que los árboles co- mienzan á salir del invierno y quieren echar la flor, y

(1) Antes de venir á Portugal y á España había navega- do y visto Colon todo el mar de Levante. (Véase el cap. 4 de su Hist., escrita por su hijo D. Hernando.)

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acá ya tienen el fruto cuasi maduro ag^ora. Y también aquí se habría grande suma de algodón, y creo que se y vendería muy bien acá sin le llevar á España, salvo á ^>| las grandes ciudades del Gran^Can que se descubri- fán sin duda, y otras muchas de otros señores que ha- "Brán eíT^HícBk servir á vuestras Altezas, y adonde se les darán de otras cosas de España, de las tierras de Oriente, pues estas son á nos en Poniente, y aquí ha también infinito lináloe, aunque no es cosa para hacer gran caudal; mas del almáciga es de entender bien porque no lo ha, salvo en la dicha isla de Xió, y creo que sacan dello bien 50.000 ducados, si mal no me acuerdo; y ha aquí en la boca del dicho rio el mejor puerto que fasta hoy vi, limpio é ancho é fondo, y buen lugar (1) y asiento para hacer una villa é fuerte, é que cualesquier navios se puedan llegar el bordo á los muros, é tierra muy temperada y alta, y muy buenas aguas. Así, que ayer vino abordo de la nao una almadia con seis mancebos, y los cinco entraron en la nao; estos mandé detener é los traigo. Y después envié á una casa que es de la parte¿£l rio del Poniente, y trujeron siete cabezas de nqfíge^J, entre chicas é grandes, y tres niños. EstoJiice porqujs .nigjox_se_comp^orj^^ hom- bres en_Es2aña_b^bípndn mwgfírps de su tíierira que sm^énir, porquera otras "'"chas veces se acaeció ~traer los hombres de Gm'pfta para q"** Hf>prf_mjiV«;^n la lengua en Portugal^ v flfíSP"*'*' 0"*=^ V^ly^a" y p<=^"ga- ban de se aprovechar dellos en su tierra nnrla buena compañía que le habían hecho y dádivas que se les habían dados^jen-üegando en tierra ¡amas parecían. Otros 'no lo hacían así. Así que teniendo susmugeres teman gana de negociar lo que se les encargare, y también estas mugeres mucho enseñarán á los nues- tros su lengua, la cual es toda una en todas estas islas

(1) Este puerto, al cual Colon llamó del óo/, debe ser el puerto del Padre.

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de India, y todos se entienden y todas las andan con sus almadias, lo que no han en Guinea, adonde es mil maneras de lenguas, que la una no entiende la otra. Esta noche vino abordo en una almadia el marido de una destas mujeres, y padre de tres fijos, un macho y dos fembras, y dijo que yo le dejase venir con ellos, y á me aplogó mucho, y quedan agora todos con- solados con el que deben todos ser parientes, y él es ya hombre de 45 años.» Todas estas palabras son for- males del Almirante. Dice también arriba que hacia algún frió, y por esto que no le fuera buen consejo en invierno navegar al Norte para descubrir (1). Navegó este Lunes hasta el sol puesto 18 leguas al Leste cuar- ta del Sueste, hasta un cabo, á que puso por nombre el Cabo de Cuba (2).

Martes 13 de Noviembre

Esta noche toda estuvo á la corda, como dicen los marineros, que es andar barloventeando y no andar nada, por ver un abra, que es una abertura de sierras como entre sierra y sierra, que se comenzó á ver al poner del sol, adonde se mostraban dos grandísimas montañas (3), y parecía que se apartaba la tierra de Cuba con aquella de Bohío, y esto decían los indios que consigo llevaban, por señas. Venido el día claro dio las velas sobre la tierra, y pasó una punta que le pareció anoche obra de dos leguas, y entró en un gran golfo, cinco leguas al Sursudueste, y le quedaban otras

(1) «Desto que aquí dice parece que navegara hacia el Norte, en dos días sin duda descubriera la Florida.» Casas.

(2) Este cabo, según el viage que hizo Colon al Este desde su salida del rio de Mares (NuevitasJ, debe ser la Punta de Muías.

(3) «Estas montañas eran la una el Cabo de Cuba, que se llama punta de Mahici.* Casas. No eran sino las Sie- rras del Cristal y las del Moa.

VIAJUS DK COLÓS 6

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cinco para llegar al cabo, adonde en medio de dos grandes montes hacia un degollado, el cual no pudo determinar si era entrada de n»ar; y porque deseaba ir á la isia que llamaban Babeque, adonde tenia nueva, según él entendía, que habia mucho oro, la cual isla le salia al Leste; como no vido alguna grande población para ponerse al rigor del viento, que le crecía mas que nunca hasta allí, acordó de hacerse á la mar y andar al Leste con el viento, que era Norte, y andaba ocho millas cada hora, y desde las diez del día, que tomó aquella derrota, hasta el poner del sol anduvo 56 lias, que son 14 leguas, al Leste, desde el Cabo de Cuba. Y de la otia tierra del Bohío, que le quedaba á solaviento, comenzando del cabo del sobredicho golfo, descubrió á su parecer 80 millas, que son 20 leguas, y corríase toda aquella costa Lesueste y Ouesnoroeste.

Miércoles 14 de Noviembre

Toda la noche de ayer anduvo al reparo y bario venteando (porque decía que no era razón de navegar entre aquellas islas de noche hasta que las hubiese descubierto), porque los indios que traía le dijeron ayer Martes que habría tres jornadas desde el rio de Mares hasta la isla de Babequey que se debe entender jornadas de sus almadías, que pueden andar 7 leguas, y el viento también le escaseaba; y habiendo de ir al Leste no podía sino a la cuarta del Sueste, y por otros inconvenientes que allí refiere se hobo de detener hasta la mañana. Al salir del sol determinó de ir á buscar puerto, porque de Norte se habia mudado el viento al Nordeste, y puerto no hallara fuérale ne- cesario volver atrás, á los puertos que dejaba en la isla de Cuba. Llegó á tierra, habiendo andado aquella noche 24 millas al Leste cuarta del Sueste; anduvo al Sur (1) millas hasta tierra, adonde vio muchas

(1) Igual vacio en el original.

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entradas y muchos isletas y puertos, y por quel vien- to era mucho y la mar muy alterada no osó acometer á entrar, antes corrió por la costa al Norueste cuarta del Oueste, mirando si habia puertos, y vido que ha bia muchos, pero no muy claros. Después de haber andado asi 64 millas halló una entrada muy honda, an- cha un cuarto de milla, y buen puerto (1), y rio, don- de entró y puso la proa al Sursudueste, y después al Sur hasta lleg-ar ai Sueste, todo de buena anchura y muy fondo, donde vido tantas islas que no las pudo contar todas, de buena grandeza, y muy altas tierras, llenas de diversos árboles de mil maneras, é infinitas palmas. Maravillóse en gran manera ver tantas islas y tan altas, y certifica á los Reyes que las montañas que desde antier ha visto por estas costas y las destas islas que le parece que no las hay mas altas en el mun- do ni tan l^ermosas y claras, sin niebla ni nieve, y al pié dellas grandísimo fondo; y dice que cree que es- tas islas son aquellas innumerables que en los mapa- mundos en fin de Oriente se ponen (2); y dijo que creia que habia grandísimas riquezas y piedras pre- ciosas y especería en ellas, y que duran muy mucho al Sur y se ensanchan á toda parle. Púsoles nombre la mar de nuestra Señora^ y al puerto que está cerca de la boca de la entrada de las dichas islas puso puerto del Principe, en el cual no entró mas de velle desde fuera hasta otra vuelta que dio el Sábado de la sema- na venidera, como allí parecerá. Dice tantas y tales cosas de la fertilidad y hermosura y altura destas islas que halló en este puerto, que dice á los Reyes que no se maravillen de encarecellas tanto, porque les certifí-

(1) Parece debe ser el puerto de Tanamo, en Cuba.

(2) Véase el mapamundi de Martin de Behem, cons- truido en 1492 y publicado por Mur y por Cladera, y se ad- vertirá la multitud de islas que se colocaba al extremo oriental de la India.

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ca que cree que no dice la centésima parte: alg^unas dellas que parecía que lleg^an al cielo y hechas como f^ puntas de diamantes; otras, que sobre su g^ran altura tienen encima como una mesa, y al pié dellas fondo grandísimo, que podrá llegar á ella una grandísima ca- rraca (1), todas llenas de arboledas y sin peñas.

Jueves 15 de Noviembre

Acordó de andallas estas islas con las barcas de los navios, y dice maravillas dellas, y que halló almáciga é infínito lináloe, y algunas deilas eran labradas de las raices de que hacen su pan los indios, y halló haber encendido fuego en algunos lugares; agua dulce no vido; gente había alguna, y huyeron; en todo lo que anduvo halló hondo de 15 y 16 brazas, y todo basa, que quiere decir quel suelo de abajo es arena y no peña?, lo que mucho desean ios marineros, porque las peñas cortan los cables de las anclas de las naos.

Viernes 16 de Noviembre

Porque en todas las partes, islas y tierras donde en- traba dejaba siempre puesta una cruz, entró en la bar- ca y fue á la boca de aquellos puertos, y en una pun- ta de la tierra halló dos maderos muy grandes, uno mas largo que el otro, y el uno sobre otro, hechos una cruz, que diz que un carpintero no los pudiera poner mas proporcionados; y adorada aquella cruz, mandó hacer de los mismos maderos una muy grande y alta cruz. Halló cañas por aquella playa, que no sabia don- de nacían, y creía que las traería algún rio y las echa- ba á la playa, y tenia en esto razón. Fue á una cala dentro de la entrada del puerto de la parte del Sues-

(1) Con este nombre designaban ó conocían ya á los navios de mayor magnitud en el siglo xiii, según lo expre- sa el Rey D. Alonso el Sabio en la part. 2.% tit. 24, ley 7.

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te (cala es una entrada angosta que entra el agua del mar en la tierra); allí hacia un alto de piedra y peña como cabo, y al pié del era muy fondo, que la mayor carraca del mundo pudiera poner ei bordo en tierra, y habia un lugar ó rincón donde podían estar seis na- vios sin anclas como en una sala. Parecióle que se po- día hacer allí una fortaleza á poca costa, si en algún tiempo en aquella mar de islas resultase algún resgate famoso. Volviéndose á ia nao, halló los indios que consigo traía que pescaban caracoles muy grandes que en aquellas mares hay, y hizo entrar la gente allí é buscar si habia nácaras, que son las ostias donde se crian las perlas, y hallaron muchas, pero no perlas, y atribuyólo á que no debía de ser el tiempo deílas, que creía él que era por Mayo y Junio. Hallaron los mari- neros un animal que parecía taso o taxo. Pescaron \ también con redes, y hallaron un pece, entre otros mu- j chos, que parecía propio puerco, no como tonina, el cual diz que era todo concha muy tiesta, y no tenia I cosa blanda sino la cola y los ojos, y un agujero de- ^r bajo della para expeler sus superfluidades; mandólo ^ salar para llevarlo que viesen los Reyes. -/^^^c^-c/v^c^'^

Sábado 17 de Noviembre

Entró en la barca por la mañana y fue á ver las is- las que no habia visto por la banda del Sudueste; vido muchas otras y muy fértiles y muy graciosas, y en- tre medio dellas muy gran fondo; algunas dellas divi- dían arroyos de agua dulce, y creía que aquella agua y arroyos salían de algunas fuentes que manaban en los altos de las sierras de las islas. De aquí yendo adelante halló una ribera de agua muy hermosa y dul- ce, y salía muy fría por lo enjuto della; habia un pra- do muy lindo, y palmas muchas y altísimas mas que las que había visto; halló nueces grandes de la India,

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creo que dice, y ratones grandes (1) de los de India también, y cangrejos grandísimos. Aves vido muchas, y olor vehemente de almizque, y creyó que lo debia de haber allí. Este dia, de seis mancebos que tomó en el rio MareSy que mandó que fuesen en la carabela Niña, se huyeron los dos mas viejos.

Domingo 18 de Noviembre

Salió en las barcas otra vez, con mucha gente de los navios, y fue á poner la gran cruz que habia mandado hacer de los dichos dos maderos á la boca de la en- trada del dicho puerto del Príncipe, en un lugar visto- so y descubierto de árboles; ella muy alta y muy her mosa vista. Dice que la mar crece y descrece allí mu- cho mas que en otro puerto de lo que por aquella tierra haya visto, y que no es mas maravilla, por las muchas islas, y que la marea es al revés de las nues- tras, porque allí la luna al Sudueste cuarta del Sur es baja mar en aquel puerto. No partió de aquí por ser Domingo.

Lunes 19 de Noviembre

Partió antes quel sol saliese, y con calma, y después, a! medio dia, ventó algo al Leste y navegó al Nornord- este; al poner del sol le quedaba el puerto del Prin- cipe al Sursudueste, y estaría del 7 leguas. Vido la isla de Babeque al Leste justo, de la cual estaría 60 mi- llas. Navegó toda esta noche al Nordeste escaso; añ-

il) * Hutías debían de ser.» Casas.— Oviedo, en la Relac. sumar, de la Hisi. nat. de Indias, cap. 6, dice que las hutías son cuasi como ratones ó tienen con ellos algún deudo ó proximidad; y los coríes son como conejos ó gaza- pos chicos, y no hacen mal, y son muy lindos y de varios colores.

VIAJES DE COLÓN 71

daría 60 millas, y hasta las diez del dia Martes otras 12, que son por todas 18 leguas, y ai Nordeste cuarta del Norte.

Martes 20 de Noviembre

Quedábanle el Babeque, ó las islas del Babeque, al Lesueste, de donde salía el viento que llevaba, contra- rio. Y viendo que no se mudaba y la mar se alteraba, determinó de dar la vuelta al puerto del Principe, de donde habia salido, que le quedaba 25 leguas. No qui- so ir á la isleta que llamó Isabela, que le estaba 12 le- guas, que pudiera ir á surgir aquel dia, por dos razo- nes: la una, porque vido dos islas al Sur, las quería ver; la otra, porque los indios que traia, que habia to- mado en Guanahani, que llamó San Salvador, que estaba 8 leguas de aquella Isabela, no se le fuesen, de los cuales diz que tiene necesidad, y por traellos á Castilla &c. Tenian diz que entendido que en hallan- do oro los había el Almirante de dejar tornar á su tie- rra. Llegó en parage del puerto del Principe; pero no lo pudo tomar porque era de noche y porque lo de- cayeron las corrientes al Norueste. Tornó á dar la vuel- ta y puso la proa al Nordeste con viento recio; aman- só y mudóse el viento al tercero cuarto de la noche; puso la proa en el Leste cuarta del Nordeste; el vien- to era Susueste y mudóse al alba de todo en Sur, y tocaba en el Sueste. Salido el sol, marcó el puerto del Principe, y quedábale al Sudueste y cuasi á la cuarta del Oueste, y estaría del 48 millas, que son 12 leguas.

Miércoles 21 de Noviembre

Al sol salido navegó al Leste con viento Sur; andu- vo poco, por la mar contraria; hasta horas de vísperas

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hobo andado 24 millas. Después se mudó el viento al Leste y anduvo al Sur cuarta del Sueste, y al poner del sol habia andado 12 millas. Aquí se halló el Al- mirante en 42° de la línea equinoccial (1) á la parte del Norte, como en el puerto de Mares; pero aquí di- ce que tiene suspenso el cuadrante hasta llegar a tie- rra, que lo adobe. Por manera que le parecía que no debía distar tanto, y tenia razón, porque no era posi- ble como no estén estas islas sino en (2) gra- dos. Para creer que! cuadrante andaba bueno le mo- vía ver, diz, que el Norte (3) tan alto como en Casti- lla, y si esto es verdad, mucho allegado y alto andaba con la Florida; pero ¿dónde están luego agora estas islas que entre manos traía? Ayudaba á esto que ha- cia diz que gran calor; pero claro es que si estuviera en la costa de la Florida que no hobiera calor, sino frío; y es también manifiesto que en 42° en ninguna parte de la tierra se cree hacer calor si no fuese por alguna causa de per accidens^ lo que hasta hoy no creo yo que se sabe. Por este calor que allí el Almi- rante dice que padecía, arguye que en estas Indias, y or allí donde andaba, debía de haber mucho oro, ste día se apartó Martín Alonso Pinzón con la cara- bela Pinta, sin obediencia y voluntad del Almirante, por cudicía, diz que pensando que un indio que el Al- mirante habia mandado poner en aquella carabela ie habia de dar mucho oro, y así, se fue sin esperar, sin causa de mal tiempo, sino porque quiso. Y dice aquí el Almirante: «otras muchas me tiene hecho y dicho.»

Jueves 22 de Noviembre Miércoles en la noche navegó al Sur cuarta del

(1) Son solo 2r de latitud. (Véase la nota 2.* en el día 31 de Octubre.)

(2) Igual vacío eo el original.

(3) Falta el verbo era ó es^a6apara completar la oración»

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Sueste con el viento Leste, y era cuasi calma; al ter- cero cuarto ventó Nornordeste; todavía iba al Sur, por ver aquella tierra que por allí le quedaba, y cuando sa- lió el sol se halló tan lejos como el día pasado, por las corrientes contrarias, y quedábale la tierra 40 millas. Esta noche Martin Alonso siguió el camino del Leste para ir á la isla de Babequej donde dicen los indios que hay mucho oro, el cual iba á vista del Almirante, y habría hasta éi 16 millas. Anduvo el Almirante toda la noche la vuelta de tierra, y hizo tomar algunas de las velas y tener farol toda la noche, porque le pare- ció que venía hacia él, y la noche hizo muy clara, y el ventecillo. bueno para venir á él si quisiera.

Viernes 23 de Noviembre

Navegó el Almirante todo el día hacía la tierra, aF Sur siempre, con poco viento, y la corriente nunca le dejó llegar á ella; antes estaba hoy tan lejos della al poner del sol, como en la mañana. El viento era Les- nordeste y razonable para ir al Sur, sino que era pocoj y sobre este cabo encabalga otra tierra ó cabo que va también al Leste, a quien aquellos indios que lle- vaba llamaban BohiOf la cual decían que era muy grande y que había en ella gente que tenia un ojo en la frente, y otros que se llamaban caníbales, á quicH mostraban tener gran miedo. Y desque vieron que lleva (1) este camino, diz que no podían hablar por- que los comían, y q«e son gente muy armada. El Al- mirante dice que bien cree que había algo dello; mas que pues eran armados, sería gente de razón, y creía que habían captivado algunos, y que porque no vol- vían a sus tierras dirían que los comían. Lo mismo creían de los cristianos y del Almirante al principio que algunos los vieron.

(1) Ha de decir llevaba.

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Sábado 24 de Noviembre

Navegó aquella noche toda, y á la hora de tercia del día tomó la tierra sobre la isla llana (1), en aquel mismo lugar donde habia arribado la semana pasada cuando iba á la isla de Babeque. Al principio no osó llegar á la tierra porque le parecía que aquella abra de sierras rompia la mar mucho en ella. Y en fin llegó á la mar de nuestra Señora, donde habia las muchas is- las, y entró en el puerto, questá junto á la boca de la entrada de las islas, y dice que si él antes supiera este puerto y no se ocupara en ver las islas de la mar de nuestra Señora, no le fuera necesario volver atrás, aunque dice que lo da por bien empleado por haber visto las dichas islas. Así, que llegando á tierra, envió la barca y tentó el puerto, y halló muy buena barra, honda de seis brazas, y hasta 20, y limpio, todo basa; entró en él poniendo la proa al Sudueste, y después volviendo al Oueste, quedando la isla llana de la par- te del Norte, la cual con otra su vecina hace una la- V guna de mar en que cabrían todas las naos de £spa- n"^ ña (2) y podían estar seguras, sin amarras, de todos los vientos. Y esta entrada de la parte del Sueste, que se entra poniendo la proa al Sursudueste, tiene la salida al Oueste muy honda y muy ancha; así que se puede pasar entremedio de las dichas islas, y por cognosci- miento dellas, á quien viniese de la mar de la parte del Norte, qués su travesía desta costa. Están las di- chas islas al pié de una grande montaña (3), qués su

(1) Cayo de Afoa.

(2) «Este debe ser el puerto que llamó Santa Catalina, porque llegó á él su víspera.» - Casas. No es sino el puer- to de cayo de Moa, cuya descripción es muy exacta.

(3) Las sierras de A4oa.

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iongrura de Leste Oueste, y es harto luenga y mas alta y luenga que ninguna de todas las otras que están en esta costa, adonde hay infinitas, y hace fuera una restin- ga al luengo de la dicha montaña, como un banco, que llega hasta ía entrada. Todo esto de la parte del Sueste, y también de la parte de la isla llana hace otra restin- ga, aunquesta es pequeña, y así, entremedias de am- bas hay grande anchura y fondo grande, como dicho es. Luego, á la eatrada á la parte del Sueste, dentro, en el mismo puerto, vieron un rio grande (1) y muy hermoso, y de mas agua que hasta entonces hablan visto, y que bebia el agua dulce hasta la mar. A la en- trada tiene un banco; mas después adentro es muy hondo de ocho y nueve brazas. Está todo lleno de palmas y de muchas arboledas, como los otros.

Domingo 25 de Noviembre

Antes del sol salido entró en la barca, y fué a ver un cabo ó punta de tierra (2) al Sueste de la isleta llana, obra de una legua y media, porque le parecía que había de haber algún rio bueno. Luego, á la en- trada del cabo de la parte del Sueste, andando dos ti- ros de ballesta, vio venir un grande arroyo de muy linda agua, que decendia de uaa montaña (3) abajo, y hacia gran ruido. Fue al rio, y vio en él unas piedras relucir, con unas manchas en ellas de color de oro (4), <■ y acordóse que en el rio Tejo, que al pié dé! junto á la ; mar se halló oro, y parecióle que cierto debía tener ^ oro (5), y mandó coger ciertas de aquellas piedras para ' llevar á los Reyes. Estando así dan voces los mozos

(1) Es el rio de Moa.

(2) Punta del Mangle ó del Guarico.

(3) De las sierras de Moa,

(4) «Estas debían ser piedras de Margarita.» Casas

(5) «No hay duda sino que allí lo había.» Casas.

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grumetes diciendo que vian piñales (1). Miró por !a sierra, y vídolos tan grandes y tan maravillosos que no podía encarecer su altura y derechura, como husos . gordos y. delgados, donde cognosció que se podian hacer navios é infinita tablazón y masteles para los í mayores naos de España. Vido robles y madroños, y un buen rio, y aparejo para hacer sierras de agua. La tierra y los aires, mas templados que hasta allí, por la altura y hermosura de !as sierras. Vido por la playa muchas otras piedras de color de hierro, y otras que decían algunos que eran de minas de plata, todas las cuales trae el rio. Allí cogió una entena y niastel para la mezana de la carabela Niña. Llegó á la boca del rio, y entró en una cala (2) al pié de aquel cabo de la . parte del Sueste, muy honda y grande, en que cabrían Ol 100 naos sin alguna amarra ni anclas, y el puerto, que ^ los ojos otro tal nunca vieron. Las sierras, altÍFÍmas, de las cuales descendían muchas aguas lindísimas; y todas las sierras llenas de pinos, y por todo aquello di- versísimas y hermosísimas florestas de árboles. Otros dos ó tres ríos le quedaban atrás. Encarece todo esto en gran manera a los Reyes, y muestra haber rescibí- do de verlo, y mayormente los pinos, inestimable alegría y gozo, porque se podian hacer allí cuantos na- ' víos desearen, trayendo los aderezos, si no fuere ma- ' dera y pez, que allí se hará harta, y afirma no encare- cello la centésima parte de lo que es, y que plugo a nuestro Señor de le mostrar siempre una cosa mejor ' que otra, y siempre en lo que hasta allí había descu- bierto iba de bien en mejor, así en las tierras, y arbo- ledas, y yerbas, y frutos, y flores, como en ¡as gentes, y siempre de diversa manera, y así en un lugar como en otro. Lo mismo en los puertos y en las aguas. Y final- mente, dice que cuando el que lo ve le es tan gran-

(1) «Haylos, pines admirables.» Casas.

(2) Puerto de Jaragua.

VIAJES DE COLÓN 77

de admiración, cuánta mas será á quien lo oyere, y que nadie lo podrá creer si no lo viere.

Lunes 26 de Noviembre

AI salir el sol levantó las anclas del puerto de Santa Catalinay adonde estaba dentro de la isla llana, y na- vegó de luengo de la costa, con poco tiempo Sudues- te, al camino del Cabo del Pico (1), que era al Sues- te. Llegó al cabo tarde porque le calmó el viento, y llegado vido al Sueste cuarta del Leste otro cabo, questaria del 70 millas, y de allí vido otro cabo, que estaría hacia el navio al Sueste cuarta del Sur, y parecióle que estarla del 20 millas, al cual puso nom- bre el Cabo de Campana (2), al cual no pudo llegar de día porque le tornó á calmar del todo el viento. Andaría en todo uquel día 32 millas, que son 8 leguas. Dentro de las cuales notó y marcó nueve puertos muy señalados (3), los cuales todos los marineros ha- cían maravillas, y cinco ríos grandes, porque iba siem- pre junto con tierra para verlo bien todo. Toda aque- lla tierra es montañas altísimas muy hermosas, y no secas ni de peñas, sino todas andables, y valles hermo- sísimos. Y así ios valles como las montañas eran lle- nos de árboles altos y frescos, que era gloria mirarlos, y parecía que eran muchos piñales. Y también detrás del dicho Cabo del Pico, de la parte del Sueste, están dos ísletas que terna cada una en cerco dos leguas, y dentro dellas tres maravillosos puertos y dos gran- des ríos. En toda esta costa no vido poblado ninguno

(1) Punta del Mangle ó del Guarico.

(')) Es Punta Vaez.

(3) Entre los nueve puertos que dice vio y marcó en aquel trozo de costa deben notarse la ensenada Yamani- ^íie y los puertos de /ara^a, de Taco, Cayaganueque, de Nava y Maravi.

78 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

desde la mar; podría ser haberlo, y hay señales delío, porque donde quiera que saltaban en tierra hallaban señales de haber gente y huegos muchos. Estimaba que la tierra que hoy vido de la parte de Sueste del Cabo de Campana era la isla que llamaban los indios Bohio: parécelo porque! dicho cabo está apartado de aquella tierra. Toda la g-ente que hasta hoy ha hallado diz que tiene grandísimo temor de los de Caniba ó Canima, y dicen que viven en esta isla de Bohioy la cual debe de ser muy grande, según le parece, y cree que van á tomar á aquellos á sus tierras y casas, como sean muy cobardes y no saber de armas. Y á esta cau- sa le parecía que aquellos indios que traía no suelen poblarse á la costa de la mar, por ser vecinos á esta tierra, los cuales diz que después que le vieron tomar la vuelta de esta tierra no podían hablar, temiendo que los habían de comer, y no les podía quitar el temor, y decían que no tenían sino un ojo y la cara de perro, y creía el Almirante que mentían, y sentía el Almirante que debían de ser del señorío del Gran Can que los captivaban.

Martes 27 da Noviembre

Ayer al poner del sol llegó cerca de un cabo, que llamó Campana, y porque! cielo claro y el viento poco no quiso ir á tierra á surgir, aunque tenía de sota- vento cinco ó seis puertos maravillosos, porque se de- tenía mas de lo que quería, por el apetito y deleitación que tenía y rescibía de ver y mirar la hermosura y frescura de aquellas tierras donde quiera que entraba, y por no se tardar en proseguir lo que pretendía. Por estas razones se tuvo aquella noche á la corda y tem- porejar hasta el día. Y porque las aguages y corrien- tes lo habían echado aquella noche mas de cinco ó seis leguas al Sueste adelante de donde había anoche-

VIAJES DE COLÓN 19

cido, y le había parecido la tierra de Campana; y allende aquel cabo parecia una grande entrada que mostraba dividir una tierra de otra, y hacia como isla en medio, acordó volver atrás, con viento Sudueste, y vino adonde le habia parecido el abertura, y halló que no era sino una grande bahía (1), y al cabo della, de la parte del Sueste, un cabo, en cual hay unamontaña(2) alta y cuadrada, que parecia isla. Saltó el viento ea el Norte, y tornó á tomar la vuelta del Sueste, por correr la costa y descubrir Lodo lo que allí hobiese. Y vido luego al pié de aquel Cabo de Campana un puerto (3) maravilloso y un gran rio, y de alli a un cuarto de le- gua otro rio, y de allí á media legua otro rio, y dende á otra media legua otro rio, y dende á una legua otro rio, y dende á otra otro rio, y dende á otro cuarto otro rio, y dende á otra legua otro rio grande, desde el cual hasta el Cabo de Campana habría 20 millas, y le quedan al Sueste; y ios mas destos ríos tenían gran- des entradas y anchas y limpias, con sus puertos ina- ravillosos para naos grandísimas; sin bancos de arena ni de peña ni restingas. Viniendo así por la costa, á la parte del Sueste del dicho postrero rio halló una gran- de población (4), la mayor que hasta hoy haya hallado, y vido venir infinita gente á la ribera de la mar dando grandes voces, todos desnudos, con sus azagayas en la mano. Deseó hablar con ellos y amainó las velas, y surgió y envió las barcas de la nao y de la carabela, por manera ordenados que no hiciesen daño alguno a los indios ni lo rescibiesen, mandando que les diesen algunas cosillas de aquellos resgates. Los indios hicie- ron ademanes de no los dejar saltar en tierra y resis- tirlos. Y viendo que las barcas se allegaban mas á tie- rra y que no les habían miedo, se apartaron de la mar.

(I) Era el puerto de Baracoa.

{'¿) El monte del Yunque.

(3) El puerto de Maravi.

(4) La de Baracoa.

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Y creyendo que saliendo dos ó tres hombres de las barcas no temieran, salieron tres cristianos, diciendo que no hobiesen miedo, en su lengua, porque sabian algo della por la conversación de los que traen con- sigo. En fin, dieron todos á huir que ni grande ni chi- co quedó. Fueron los tres cristianos á las casas, que son de paja y de la hechura de las otras que habian visto, y no hallaron á nadie ni cosa en alguna delias. Volviéronse á los navios y alzaron velas á medio dia para ir á un cabo hermoso (1) que quedaba al Leste, que habria hasta él ocho leguas. Habiendo andado me- día legua por la misma bahía, vido el Almirante á la parte del Sur un singularísimo puerto (2), y de la par- te del Sueste unas tierras hermosas á maravilla, así como una vega montuosa dentro en estas montañas, y parecían grandes humos y grandes poblaciones en ella, y las tierras muy labradas; por lo cual determinó de se bajar á este puerto y probar si podía haber lengua ó práctica con ellos; el cual era tal que si á los otros puertos había alabado, éste dice que alababa mas con las tierras y templanza y comarca delias y población; dice maravillas de la lindeza de la tierra y de los ár- boles, donde hay pinos y palmas (3), y de la grande vega, que aunque no es llana de llano (4), que va al Sur- sueste, pero es llana de montes llanos y bajos, la mas hermosa cosa del mundo, y salen por ella muchas ri- veras de aguas que descienden destas montañas. Des- pués de surgida la nao saltó el Almirante en la barca para sondar el puerto, qués como una escodilla; y cuando fue frontero de la boca al Sur halló una entra- da de un río que tenia de anchura que podía entrar una galera por ella, y de tal manera que no se veía

(1) La punta de Maici.

(2) El puerto de Baracoa.

(3) Siempre donde hay palmas de las muy altas es fér- tilísima tierra. Casas.

(4) Quiere decir que no es rasa.— Casas.

VIAJES DE COLÓN 81

tiasta que se llegase a ella, y entrando por ella tanto como longura de la barca tenia cinco brazas y de ocho de hondo. Andando por ella, fue cosa maravillosa ver las arboledas y frescuras, y el agua clarísima, y las aves y amenidad, que dice que le parecia que no quisiera salir de allí. Iba diciendo á los hombres que llevaba en su compañía que para hacer relación a los Reyes de las cosas que vian no bastaran mil lenguas á referillo ni su mano para lo escribir, que le parecia questaba encantado. Deseaba que aquello vieran muchas otras personas prudentes y de crédito, de las cuales dice ser cierto que no encarecieran estas cosas menos que él. Dice mas el Almirante aquí, estas palabras: <' cuánto »será el benefícip^que de aquí se puede haber, yo no

> lo escríBoTEs cierto. Señores Príncipes, que donde >hay tales tierras que debe haber infinitas cosas de aprovecho; mas yo no me detengo en ningún puerto, aporque querría ver todas las mas tierras que yo pu- »diese para hacer relación dellas á vuestras Altezas, y

> también no ^^J^HS^i^^y '^ gente destas tierragiJiQ, » nie^ntienden^T^G^nTo^ y » estos indios que yo traigo muchas veces le entiendo >una cosa por otra, al contrario (1), ni fío mucho de- »llos porque muchas veces han probado á fugir. Mas »agora, placiendo a nuestro Señor, veré lo mas que yo y > pudiere, y poco á poco andaré entendiendo y conos- / >ciendo, y faré enseñar esta lengua á personas de mi »casa, porque veo qués toda la lengua una fasta aquí; »y después se sabrán los beneficios, y se trabajará de

> hacer todos estos pueblos cristianos, porque de ligero »se hará, porque ellos no tienen secta ninguna ni son ^idólatras, y vuestras Altezas mandarán hacer en estas > partes ciudad é fortaleza, y se convertirán estas tie- »rras. Y certifico á vuestras Altezas que debajo del

(1) De esta mala ó equivocada inteligencia resultan en esta relación muchos nombres mal expresados.

VIAJE? DE COLÓN 6

82 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

»sol no me parece que las pueda haber mejores en fer-- utilidad, en temperancia de frió y calor, en abundancia »de ag-uas buenas y sanas, y no como los rios de Gui- >nea, qu£Son todos pestilencia; porque, loado nuestro ^^enor7 iiasíarTioy "d^e tbdámi-^^ no habido perso- »na que le haya mal la cabeza ni estado en cama por »dolencia, salvo un viejo de dolor de piedra, de que >él estaba toda su vida apasionado, y luego sanó al >cabo de dos dias. Esto que digfo es en todos tres na »víos. Así, que placerá á Dios que vuestras Altezas en- »viarán acá ó vernán hombres doctos, y verán después »la verdad de todo. Y porque atrás ten^o hablado del »sitio de villa é fortaleza en el rio de Mares, por el »buen puerto (1) y por la comarca; es cierto que todo >es verdad lo que yo dije, mas no ha ninguna compa- »ración de allá aquí, ni de la mar de nuestra Señora;^^ »porque aquí debe haber infra la tierra grandes pobla- »ciones y gente innumerable y cosas de grande prove- »cho, porque aquí y en todo lo otro descubierto, y » tengo esperanza de descubrir antes que yo vaya á «Castilla, digo que terna la cristiandad negociación >en ellas, cuanto mas la España, á quien debe estar su- »jeto todo. Y digo que vuestras Altezas no deben »consentir que aquí trate ni faga pié ningún extra n ge - »ro (2), salvo católicos cristianos, pues esfoTue'Tt'tíh »y eF comienzo del propósito, que fuese por acrecen- atamiento y gloria de la RengioLíLJ:xi¿tiaiia¿ni_j^nir á » estas partes ninguno que no^ea buen cristiano. > To- das son sus palabras. Subió allí por el rio arriba y ha- lló unos brazos del rio, y rodeando el puerto (3) halló á la boca del rio estaban unas arboledas muy gracio-

(1) El puerto de las Nuevitas.

(2) Véase con cuánto fundamento apoyaron nuestras leyes de Indias este consejo de Colon, tanto mas imparcial cuanto era dado por un extrangero, aunque ya naturalizado en España.

(3) El de Baracoa.

VIAJES DE COLÓN 83

sas, como una muy deleitable huerta, y aiií halló una almadia ó canoa hecha de un madero tan grande como una fusta de 12 bancos, muy hermosa, varada debajo de una atarazana ó ramada hecha de madera y cubier- ta de grandes hojas de palma, por manera que ni el sol ni el agua le podían hacer daño; y dice que allí era el propio lugar para hacer una villa ó ciudad y fortaleza, por el buen puerto, buenas aguas, buenas tierras, bue- nas comarcas y mucha leña.

Miércoles 28 de Noviembre Estúvose en aquel puerto aquel día, porque Uovia y hacia gran cerrazón, aunque podia correr toda la cos- ta con el viento, que era Sudueste y fuera á popa; pero porque no pudiera ver bien la tierra, y no sabiéndola es peligroso á los navios, no se partió. Salieron á tie- rra la gente de ios navios á lavar su ropa; entraron al- gunos de ellos un rato por la tierra adentro; hallaron grandes poblaciones y las casas vacías, porque se ha- bían huido todos. Tornáronse por otro rio abajo, ma- yor que aquel donde estaban en el puerto.

Jueves 29 de Noviembre Porque llovía y el cielo estaba de la manera cerra- do no se partió. Llegaron algunos de los cristianos á otra población cerca de la parte de Norueste, y halla- ron en las casas á nadie ni nada, y en el camino topa- ron con un viejo que no les pudo huir; tomáronle y dijéronle que no le querían hacer mal, y diéronle al- gunas cosillas del resgate y dejáronlo. El Almirante quisiera vello para vestillo y tomar lengua del, porque le contentaba mucho la felicidad de aquella tierra y disposición que para poblar en ella había, y juzgaba que debía de haber grandes poblaciones. Hallaron en una casa un pan de cera (1), que trujo a los Reyes,

(1) Esta cera vino allí de Yucatán, y por esto creo que esta tierra es Cuba. Casas.

84 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

y dice que donde cera hay también debe haber otras mil cosas buenas. Hallaron también los marineros en una casa una cabeza de hombre dentro en un cestillo, cubierto con otro cestillo y colgfado de un poste de la casa, y de la misma manera hallaron otra en otra población. Creyó el Alnriirante que debia ser de algu- nos principales del iinage, porque aquellas casas eran de manera que se acooren en ellas mucha gente en una sola, y deben ser parientes descendientes de uno solo.

Viernes 30 de Noviembre

No se pudo partir porquel viento era Levante, muy contrario á su camino. Envió ocho hombres bien arma- dos, y con ellos dos indios de los que traía, para que viesen aquellos pueblos de la tierra dentro, y por haber lengua. Llegaron á muchas casas y no hallaron á nadie ni nada, que todos habían huido. Vieron cuatro mancebos questaban cavando en sus heredades; así como vieron los cristianos dieron á huir; no los pudie- ron alcanzar. Anduvieron diz que mucho camino. Vieron muchas poblaciones y tierra fértilísima, y toda labrada, y grandes riveras de agua, y cerca de una vie- ron una almadia ó canoa de 95 palmos de longura, de un solo madero, muy hermosa, y que en ella cabrían y navegarían ciento y cincuenta personas-

Sábado I.° de Diciembre

No se partió por la misma causa del viento conira- río y porque llovía mucho. Asentó una cruz grande á la entrada de aquel puerto, que creo llamó el Puerto Santo (1), sobre unas peñas vivas. La punta es aquella questá á la parte del Sueste, á la entrada del puerto, y quien hobiere de entrar en este puerto se debe lie-

(1) Es el de Baracoa.

VIAJES DE COLÓN 85

gar mas sobre la parte del Norueste á aquella punta que sobre la otra del Sueste, puesto que al pié de am- bas, junto con la peña, hay 12 brazas de hondo, y muy limpio; mas á la entrada del puerto, sobre la punta del Sueste, hay una baja que sobreagua (1), la cual dista de la punta tanto que se podria pasar entre medias, habiendo necesidad, porque al pie de la baja y del cabo todo es fondo de 12 y de 15 brazas, y á la entrada se ha de poner la proa al Sudueste.

Domingo 2 de Diciembre

Todavía fue contrario el viento y no pudo partir; dice que todas las noches del mundo vienta terral, y que todas las naos que allí estuvieren no hayan miedo de toda la tormenta de mundo, porque no puede reca- lar dentro por una baja que está al principio del puer- to &c. En la boca de aquel rio diz que halló un gru- mete ciertas piedras que parecen f^ner nrn; trujólas para mostrar á los Reyes. Dice que hay por altí, á tiro de lombarda, grandes rios.

Lunes 3 de Diciembre

Por causa de que hacia siempre tiempo contrario no partia de aquel puerto, y acordó de ir á ver un cabo muy hermoso un cuarto de legua del puerto, de la parte del Sueste; fue con las barcas y alguna gente ar- mada; al pié del cabo había una boca de un buen rio, puesta la proa al Sueste para entrar, y tenía (2) 100 pasos de anchura; tenia una braza de fondo á la en- trada ó en la boca; pero dentro había 12 brazas, ó 5, y 4, y 2, y cabrían en él cuantos navios hay en España.

(1) Hay, en efecto, este bajo en la punta SE. de la en- trada de este puerto, que está descrita con mucha exactitud.

(2) Río Boma.

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Dejando un brazo de aquel rio fue al Sueste, y halló una caleta en que vido cinco muy grandes almadias, que los indios llaman canoas, como fustas muy hermosas, y labradas que diz era placer vellas, y al pié del monte vido todo labrado. Estaban debajo de árboles muy es- pesos, y yendo por un camino que salia á ellas fue- ron á dar á una atarazana muy bien ordenada y cu- bierta, que ni sol ni agua no les podia hacer daño, y debajo della habia otra canoa, hecha de un madero como las otras, como una fusta de 17 bancos; era placer ver las labores que tenia y su hermosura. Subió una montaña arriba, y después hallóla toda llana y sem- brada de muchas cosas de la tierra, y calabazas, que era gloria velia; y en medio della estaba una gran población; dio de súbito sobre la gente del pueblo, y como los vieron, hombres y mugeres dan de huir. Ase- guróles el indio que llevaba consigo de los que traia diciendo que no hobiesen miedo, que gente buena era. Hízolos dar el Almirante cascabeles y sortijas de la- tón y contezuelas de vidrio verdes y amarillas, con que fueron muy contentos. Visto que no tenian oro ni otra cosa preciosa y que bastaba dejallos seguros, y que toda la comarca era poblada, y huidos los demás de miedo,y certifica el Almirante a los Reyes que 10 hom- bres hagan huir a 10.000: tan cobardes y medro- sos son que ni traen armas, salvo unas varas, y en el cabo de ellas un palillo agudo tostado^ acordó volver- sfi.-X)ice que las varas se las quitó todas con buena maña, resgatándoselas de manera que todas las dieron. Tornados adonde habían dejado las barcas envió cier- tos cristianos al lugar por donde subieron, porque le habia parecido que habia visto un gran colmenar; an- tes que viniesen los que habia enviado ayuntáronse muchos indios y vinieron a las barcas, donde ya se ha- bía el Almirante recogido con su gente toda; uno dellos se adelantó en el rio junto con la popa de la barca, y hizo una grande plática, quel Almirante no en-

VIAJES DE COLÓN 87

tendia, salvo que los otros indios de cuando en cuan- do alzaban las manos al cielo y daban una grande voz. Pensaba el Almirante que lo aseguraban y que les pla- cia de su venida; pero vido al indio que consigo traia demudarse la cara, y amarillo como la cera temblaba mucho, diciendo por señas quel Almirante se fuese fuera del rio, que los querian matar, y llegóse á un cristiano que tenia una ballesta armada, y mostróla á los indios, y entendió el Almirante que los decia que ios matarían todos porque aquella ballesta tiraba le- jos y mataba. También tomó una espada y la sacó de la vaina, mostrándosela diciendo lo mismo, lo cual cido por ellos dieron todos a huir, quedando todavía temblando el dicho indio de cobardía y poco cora- zón; y era hombre de buena estatura y recio. No qui- so el Almirante salir del rio, antes hizo remar en tie- rra hacia donde ellos estaban, que eran muy muchos, todos teñidos de colorado y desnudos como su ma- dre los parió, y algunos dellos con penactios en laxa- beza y otras plumas, todos con sus manojos de azaga- yas. «Llegúeme a ellos y díles algunos bocados de pan, »y demándeles las azagayas, y dábales por ellas á unos >un cascabelito, a otros unasortijuela de latón, á otros »unas contezuelas; por manera que todos se apacigua- »ron y vinieron todos á las barcas, y daban cuanto te- »nian, porque (1) que quiera que les daban. Los mari- » ñeros habían muerto una tortuga, y la cascara estaba »en la barca enped azos, y los grumetes dábanles della >como la uña, y los indios les daban un manojo de » azagayas. Ellos son gente como los otros que he ha- >llado (dice el Almirante), y de la misma creencia, y »creian que veníamos del cielo, y de lo que tienen »luego lo dan por cualquiera cosa que les den, sin de- soír qués poco, y creo que así harían de especería y de

(1) Asi el original. Debe decir por cualquiera cosa que les daban.

88 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

' ^..Qro si lo tuvigsen. Vide una casa hermosa, no mujr agrande, y de cTol puertas, porque así son todas, y en- »tré en ella y vide una obra maravillosa, como cama- »ras hechas por una cierta manera que no lo sabria »decir, y colg-ado al cielo della caracoles y otras cosas, ¡»Yo pensé que era templo, y los llamé, y dije por sé- Añas si hacian en ella oración; dijeron que no, y subió |>uno dellos arriba y me daba todo cuanto allí habia, y Vdello tomé algo.»

Martes 4 de Diciembre

Hízose á la vela con poco viento, y salió de aquel puerto, que nomhr ó Puerto Santo; á las 2 leguas vido un buen rio, de que ayer habló(l); fue de luengo de costa^ y corríase toda la tierra, pasado el dicho cabo, Lesues- te y Ouesnoroeste, hasta el Cabo Lindo (2), que está al cabo del Monte, al Leste cuarta del Sueste, y hay de uno á otro 5 leguas. Del cabo del monte, á legua y media hay un gran rio algo angosto; pareció que te- nia buena entrada y era muy hondo, y de allí á tres cuartos de legua vido otro grandísimo rio, y debe ve- nir de muy lejos; en la boca tenia bien 100 pasos, y en ella ningún banco, y en la boca ocho brazas y buena entrada, porque lo envió á ver y sondar con la barca, y tiene el agua dulce allí hasta dentro en la mar, y es de los caudalosos que habia hallado, y debe haber grandes poblacii^nes. Después del Cabo Lindo hay una grande bahía que sería buen paso por Lesnordes- le y Sueste y Sursudueste.

Miércoles 5 de Diciembre

Toda esta noche anduvo á la corda sobre el Cabo- Lindo, adonde anocheció, por ver la tierra que iba al

(1) El río Boma,

(2) Es la Punta del Fraile.

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Leste, y al salir del sol vido otro cabo (1) al Leste, á 2 leguas y media; pasado aquel vido que la costa volvía al Sur y tomaba del Sudeste (2), y vido luego un cabo muy hermoso y alto (3) á la dicha derrota, y distaba desotro 7 leguas; quisiera ir allá; pero por el deseo que tenia de ir á la isla de Babeque, que le que- daba, según decian los indios que llevaba, al Nordeste, lo dejó. Tampoco pudo ir al Babeque porque el vien- to que llevaba era Nordeste. Yendo así miró al Sues- te y vido tierra (4), y era una isla muy grande, de la cual ya tenian diz que información de los indios, á que llamaban ellos Bohio^ poblada de gente. De esta gen- te diz que los de Cuba ó Juana (5), y de todas eso- ^ tras islas tienen gran miedo, porque rjiz qiie^jcomian / los hombres. Otras cosas le contaban los dichos in- dios, por señas, muy maravillosas; mas el Almirante no diz que las creia, sino que debian tener mas astucia y mejor ingenio los de aquella isla Bohio para los cap- tivar quellos, porque eran muy flacos de corazón. Así que, porquel tiempo era Nordeste y tomaba del Nor- te, determinó de dejar á Cuba 6 Juanas que hasta en- tonces habia tenido por tierra firme por su grandeza, porque bien habría andado en un parage ciento y vein- te leguas; y partió al Sueste cuarta del Leste, puesto que la tierra quel había visto se hacia al Sueste daba este resguardo, porque siempre el viento rodea del Norte para el Nordeste, y de allí al Leste y Sueste. Cargó mucho el viento, y llevaba todas sus velas, la

(1) Punta de los Azules.

(2) Frontón oriental de Cuba, que es una gran playa, á que llaman Punta de Maici.

(3) «Este debe ser la Punta de Maici, que es la postre- ra de Cuba.» Casas. No es así, pues este cabo es el de San Nicolás, en la Isla Española ó de Santo Domingo.

(4) «Esta es la £s)oa/ío/o, según parece.» Casas. Así es.

(5) «Aquí parece que debía de haber puesto nombre el Almirante a Cuba /uaná.» Casas,

90 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

mar llana y la corriente que le ayudaba, por manera que hasta la una, después de medio día, desde la ma- ñana, hacia de caminó 8 millas por ahora, y eran seis horas aun no cumplidas, porque dicen que allí eran las noches cerca de quince horas; después anduvo 10 mi- llas por hora, y así andaría hasta el poner del sol 88 mi lias, que son 22 leguas; todo al Sueste. Y porque se hacia noche mandó á la carabela Niña que se adelan- tase para ver con dia el puerto, porque era velera, y llegando á la boca del puerto (1), que era como la bahía de Cádiz, y porque era ya de noche, envió á su barca que sondase el puerto, la cual llevó lumbre de candela, y antes quel Almirante llegase adonde la ca- rabela estaba barloventeando y esperando que la bar- ca le hiciese señas para entrar en el puerto, apagósele la lumbre á la barca. La carabela, como no vido lumbre, corrió de largo é hizo lumbre al Almirante, y llegando á ella contaron lo que había acaecido. Estando en esto, los de la barca hicieron otra lumbre; la carabela fue á ella, y el Almirante ho pudo y estuvo toda aquella no- che barloventeando.

Jueves 6 de Diciembre

Cuando amaneció se halló 4 leguas del puerto; pú- / solé nombre Puerto Maria (2), y vido un cabo hermo- so al Sur cuarta del Sudueste, al cual puso nombre Cabo del Estrella (3), y parecióle que era la postrera tierra de aquella isla hacia el Sur, y estaría el Almi- rante del 28 millas. Parecióle otra tierra (4), como isla no grande, al Leste, y estaría del 40 millas. Quedábale otro cabo muy hermoso y bien hecho, á quien puso

(1) Puerto del Mole de San Nicolás, en la Isla Española.

(2) Puerto de San Nicolás.

(3) Cabo de San Nicolás.

(4) La continuación de la costa septentrional de la Isla Española.

VIAJES DE COLÓN 91

vtiombre Cabo del Elefante (1), al Leste cuarta del | Sueste, y (listábale ya 54 millas. Quedábale otro cabo al Lesuesie, al que puso nombre el Cabo de Cinquin; estaría del 28 millas. Quedábale una gran escisura ó abertura ó abra á la mar, que le pareció ser rio (2), al Sueste, y tomaba de la cuarta del Leste; habría del á la abra 20 millas. Parecíale que entre el Cabo del Ele- fante del de Cinquin habia una grandísima entrada (3), y algunos de los marineros decían que era aparta- miento de isla; aquélla puso por nombre la Isla de la \ Tortuga. Aquella isla grande parecía altísima tierra, no cerrada con montes, sino rasa como hermosas campi- ñas, y parece toda labrada, ó grande parte della, y pa- . recian las sementeras como trigo en el mes de Mayjo^y^ en la campiña de Córdoba. Viéronse muchos fuegos ?^ aquella noche, y de día muchos humos como atalayas, que parecía estar sobre aviso de alguna gente con quien tuviesen guerra. Toda la costa desta tierra va al Leste. A horas de vísperas entró en el puerto dicho, y púsole nombre Puertode^San N ico la s^DorQue era día 1 de San Nicolás, porTionrísuya (4), y a la entrada dél se maravilló de su hermosura y bondad, y aunque tie- ne mucho alabados los pu-ertos de Cuba, pero sin du- da dice él que no es menos este, antes los sobrepuja y ninguno le es semejante. En boca y entrada tiene le- gua y media de ancho y se pone la proa al Sursueste, puesto que por la grande anchura se puede poner la proa adonde quisieren. Va de esta manera al Sursues- te 2 leguas; y á la entrada dél por la parte del Sur se hace como una angla, y de allí se sigue así igual hasta el cabo, adonde está una playa muy hermosa y un cam-

(1) Es la Punta Palmista.

(2) Puerto Escudo.

(3) Canal de Isla Tortuga.

(4) «No entiendo cómo á este puerto puso arriba Puer- to María y ahora de San Nicolás. « Casas. Todavía con- :serva el nombre de San Nicolás.

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po de árboles de mil maneras, y todos cargados de frutas, que creía el Almirante ser de especería y nue- ces moscadas, sino que no estaban maduras y no se conoscia, y un rio en medio de la playa. El hondo de este puerto es maravilloso que hasta llegar á la tierra, en longura de una (1) no llegó la sondaresa ó

plomada (2) al fondo con 40 brazas, y hay hasta esta longura el hondo de 15 brazas, y muy limpio, y así es todo el dicho puerto de cada cabo hondo dentro á una pasada de tierra de 15 brazas, y limpio, y desta manera es toda la costa, muy hondable y limpia, que no parece una sola baja, y al pié della, tanto como longura de un remo de barca de tierra, tiene cinco brazas, y después de la longura del dicho puerto, yendo al Sursueste, en la cual longura pueden barloventear mil carracas, boja un brazo del puerto al Nordeste por la tierra dentro una grande media legua, y siempre en una misma an- chura, como que lo hicieran por un cordel, el cual que- da de manera questando en aquel brazo, que será de anchura de 25 pasos, no se puede ver ia boca de la en- trada grande, de manera que queda puerto cerrado (3),, y el fondo de este brazo es, así en el comienzo hast% la fin, de 11 brazas, y todo basa ó arena limpia, y hasta tierra y poner los bordos en las yerbas tiene ocho bra- zas. Es todo el puerto muy airoso y desabahado; de árboles, raso. Toda esta isla le pareció de mas peñas que ninguna otra que haya hallado; los árboles, mas pequeños, y muchos dellos de la naturaleza de España, como carrascos y madroños y ot^ós, y lo mismo de las yerbas. Es tierra muy alta, y toda canapiña ó rasa, y de

(1) Igual vacío en el original.

(2) Sondalesa ó sondaresa. La cuerda del grueso del dedo meñique, y de mas de 100 brazas de larga, en cuyo extremo se asegura el escandallo ó plomada paka medir la profundidad del mar y conocer la calidad de su fondo.

(3) Es el Carenero, dentro del mismo puerto de San Ni- colas.

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muy buenos aires, y no se ha visto tanto frió como allí» aunque no es de contar por frió; mas díjolo al respec- to de las otras tierras. Hacia enfrente de aquel puerto, una hermosa veg^a, y en medio della, el rio susodicho; y en aquella comarca (dice) debe haber grandes po- blaciones, según se veianlas almadias con que navegan, tantas y ian grandes dellas como una fusta de 15 ban- cos. Todos los indios huyeron, y huian como vían los navios. Los que consigo de las isletas traia tenían tan- ta gana de ir á su tierra, que pensaba (dice el Almi- rante) que después que se partiese de allí los tenia de llevar á sus casas, y que ya lo tenjan por sospechoso porque no lleva ej camino de su casa, por lo cual dice que ni les creía lo que le decían ni Tos ejitendia bien, ni ellosá él, y diz que haSia eF mayor miedo deí ínüñ- do de la genie de aquella"Tsla. Así que, por querer ha- ber lengua con la gente de aquella isla, le fuera nece- sario detenerse algunos dias en aquel puerto; pero no lo hacia por ver mucha tierra y por dudar quel tiem- po le duraría. Esperaba en nuestro Señor que los in- dios que traia sabrían su lengua y el la suya, y des- pués t(5rñ¥rTaYTráBlára con" áqu gente, y placerá á Magestad (dice él) que hallará a|j^iin h"**» "f'^igat de oro antes H"*^ ynelvf»-

Viernes 7 de Diciembre

Ai rendir del cuarto del alba dio las velas y salió de aquel Puerto de San Nicolás^ y navegó con el viento Sudueste al Nordeste 2 leguas, hasta un cabo que hace el Carenero^ y quedábale al Sueste un angla y el Cabo de la Estrella al Sudueste, y distaba del Almiran- te 24 millas. De allí navegó al Leste luengo de costahas- ta el Cabo Cinquin, que seria 48 millas; verdad es que las 20 fueron al Leste cuarta del Nordeste, y aquella costa es tierra toda muy alta y muy grande fondo; has- ta dar en tierra es de 20 y 30 brazas; fuera tanto como

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un tiro de lombarda no se halla fondo, lo cual todo lo probó el Almirante aquel dia por la costa mucho á su placer, con el viento Sudueste. El angla que arri- ba dijo llega diz que al Puerto de San Nicolás tanto como tiro de una lombarda, que si aquel espacio se atajase ó cortase quedaría hecha isla; lo demás bojaria en el cerco 3 ó 4 millas. Toda aquella tierra era muy alta y no de árboles grandes, sino como carrascos y madroños, propia diz tierra de Castilla. Antes que lle- gase al dicho Cabo Cinquin con 2 leguas, halló un agrezuela (1) como la abertura de una montaña (2), por la cual descubrió un valle grandísimo, y vídolo todo sembrado como cebadas, y sintió quedebia de ha- ber en aquel valle grandes poblaciones, y á las espal- das del habia grandes montañas y muy altas, y cuando llegó al Cabo de Cinquin^ lo demoraba el Cabo de la Tortuga al Nordeste, y habria 32 millas (3), y sobre este Cabo Cinquin, á tiro de una lombarda, está una peña en la mar, que sale en alto, que se puede ver bien; y estando el Almirante sobre el dicho cabo le demo- raba el Cabo del Elefante al Leste cuarta del Sueste, y habria hasta él 70 millas (4), y toda tierra muy alta. Y á cabo de 6 leguas halló una gran angla (5), y vido por la tierra dentro muy grandes valles y campiñas v montañas altísimas, todo á semejanza de Castilla. Y dende á 8 millas halló un rio muy hondo, sino que era angosto, aunque bien pudiera entrar en él una carraca, y la boca todavía sin banco ni bajas. Y dende á 16 millas halló un puerto (6) muy ancho y muy hondo has- ta no hallar fondo en la entrada ni á las bordas á tres

(1) Así en el original; quizá abrezuela ó anglezuela.

(2) Bahía Mosquito,

(3) Debía demorarle al Norte, á distancia de 11 millas.

(4) También hay error en esta distancia, pues debe ser de 15 millas.

(5) Puerto Escudo.

(6) La misma Bahía Mosquito que vio antes.

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pasos, salvo 15 brazas, y va dentro un cuarto de legua. Y puesto que fuese aun muy temprano, como la una después de medio dia, y el viento era á popa y recio, pero porque el cielo mostraba querer llover mucho y habia gran cerrazón, que es peligrosa aun para la tie- rra que se sabe, cuanto mas en la que no se sabe, acordó de entrar en el puerto, al cual llamó Puerto de la Concepción, y salió á tierra en un rio no muygrarP' questá af cabo del puerto, que viene por unas ve- gas y campiñas que era maravilla ver su hermosura; llevó redes para pescar, y antes que llegase á tierra saltó una lisa como las de España propia en la barca, que hasta entonces no habia visto pece que pareciese á los de Castilla. Los marineros pescaron y mataron otras, y lenguados y otros peces como los de Castilla. Anduvo un poco por aquella tierra, qués toda labra- da, y oyó cantar el ruiseñor y otros pajaritos como los de Castilla. Vieron cinco hombres, mas no les qui- sieron aguardar, sino huir. Halló arrayan y otros árbo- les y yerbas como los de Castilla, y así es la tierra y las montañas.

Sábado 8 de Diciembre

Allí en aquel puerto les llovió mucho, con viento Norte muy recio; el puerto es seguro de todos los vientos excepto Norte, puesto que no le puede hacer daño alguno, porque la resaca es grande, que no da lugar á que la nao labore sobre las amarras ni el agua del rio. Después de media noche se tornó el viento al Nordeste y después al Leste, de los cuales vientos es aquel puerto bien abrigado por la isla de la Tortuga, questá frontera 36 millas (1).

(1) Esta distancia es solo de 11 millas.

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Domingo 9 de Diciembre

Este dia llovió é hizo tiempo de invierno como en Castilla por Octubre. No habia visto población, sino una casa muy hermosa, en el Puerto de San Nicolás, y mejor hecha que en otras partes de las que habia vis- to. La isla es muy g-rande, y dice el Almirante no será mucho que boje 200 legfuas; ha visto qués toda muy labrada; creia que debían ser las poblaciones lejos de la mar, de donde ven cuando llegaba, y así huían todos y llevaban consigo todo lo que tenían, y hacían ahu- madas como gente de guerra. Este puerto tiene en la boca 1.000 pasos, qués un cuarto de legua; en ella ni hay banco ni baja, antes no se halla cuasi fondo hasta en tierra á la orilla de la mar, y hacia dentro en luengo va 3.000 pasos, todo limpio, y basa, que cualquiera nao puede surgir en él sin miedo y entrar sin resguardo; al cabo del tiene dos bocas de ríos que traen poca agua; enfrente del hay unas vegas las mas hermosas del mun- do y cuasi^semejables á las tierras de Castilla, antes és- tas tiene n ven taj a , p or To cual pusn nomtHieXdichajsla la Isla Española.

Lunes 10 de Diciembre

Ventó mucho el Nordeste, y hízole garrar las an- clas medio cable, de que se maravilló el Almirante, y echólo á que las anclas estaban mucho á tierra y ve- nia sobre ella el viento. Y visto que era contrario para ir á donde pretendía, envió seis hombres bien ade- rezados de armas á tierra, que fuesen 2 ó 3 leguas dentro de la tierra para ver si pudieran haber lengua. Fueron y volvieron, no habiendo hallado gente ni ca- sas; hallaron empero unas cabanas y caminos muy an-

VIAJES DE COLÓN 97

chos y lugares donde habían hecho lumbre muchos; vieron las mejores tierras del mundo, y hallaron árbo- les de almáciga muchos, y trujeron della, y dijeron que había mucha, salvo que no es agora el tiempo para co- gella porque no cuaja.

Martes 1 1 de Diciembre

No partió por el viento, que todavía era Leste j Nordeste. Frontero de aquel puerto, como está dicho, está la Isla de la Tortuga, y parece grande isla, y va la costa de ella cuasi como ía Española, y puede haber de la una á la otra, á lo mas,101eguas (1), conviene á sa- ber, desde el Cabo de Cinquin á la cabeza de la Tor- tuga; después la costa della se corre al Sur. Dice que quería ver aquel entremedio destas dos islas por ver la Isla Española, qués la mas hermosa cosa del mun- do, y porque, según le decían los indios que traía, por allí se había de ir á la Isla de Babegue, los cuales le decían que era isla muy grande y de muy grandes montañas y ríos y valles, y decían que la Isla de Bohio era mayor que la Juana, á que llaman Cuba, y que no está cercada de agua, y parece dar á entender ser tie- rra firme, qués aquí detrás desta Española, á que ellos llaman Caritaba (2), y que es cosa infinita, y cuasi traen razón que ellos sean trabajados de gente astuta, porque todas estas islas viven con gran miedo de los de Caniba; y así, torno á decir, como otras veces dije, .//' dice él, que Caniba no es otra cosa sino la gente del J"\l¡ Gran Can, que debe ser aquí muy vecino, y terna navios \ y vernán á captivarlos, y como no vuelven creen que se los han comido. Cada día entendemos mas á estos

(1) Ya se ha visto que son solo 11 millas. Acaso son errores de la copia que hizo Casas.

(2) Aludían á las costas de Tierra-firme.

TIAJÍS DK COLÓN 7

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indios y ellos á nosotros, puesto que muchas veces ha- yan entendido uno por otro (dice el Almirante). En- vió gente á tierra; hallaron mucha almáciga sin cua- jarse; dice que las aguas lo deben hacer, y que en Xié la cogen por Marzo, y que en Enero la cogerian en aquestas tierras, por ser tan templadas. Pescaron mu- chos pescados como los de Castilla, albures, salmo- nes, pijotas, galios, pámpanos, lisas, corbinas, cama- rones, y vieron sardinas; hallaron mucho lináloe.

Miércoles 12 de Noviembre

No partió aqueste dia por la misma causa del vien- to contrario dicha. Puso una gran cruz á la entrada del puerto, de la parte del Oueste, en un alto muy visto- so, en señal (dice él) que vuestras Altezas tienen la tierra por suya^ y principalmente por señal de Jesu- cristo nuestro Señor, y honra de la cristiandad; la cual puesta, tres marineros metieron por el monte á ver los árboles y yerba, y oyeron un gran golpe de gente, todos desnudos como los de atrás, á los cuales llamaron é fueron tras ellos, pero dieron los indios á huir. Y finalmente, tomaron una muger, que no pudie- ron mas, porque yo (él dice) les habia mandado que tomasen algunos para honrallos y hacelles perder el miedo, y si hobiese alguna cosa de provecho, como no parece poder ser otra cosa, según la fermosura de la tierra; y así, trujeron la muger, muy moza y hermosa, á la nao, y habló con aquellos indios, porque todos te- nian una lengua. Hízola el Almirante vestir, y dióle cuentas de vidrio y cascabeles y sortijas de latón, y tornóla á enviar á tierra muy honradamente, según su costumbre; envió algunas personas de la nao con ella, y tres de los indios que llevaba consigo, por que ha- blasen con aquella gente. Los marineros que iban en la barca, cuando la llevaban á tierra, dijeron al Almi-

VIAJES DE COLÓN 99

rante que ya no quisiera salir de la nao, sino quedarse con las otras mugeres indias que habia hecho tomar en el puerto de Mares de la Isla Juana de Cuba. dos estos indios que venian con aquella india diz que venian en una canoa, qués su carabela, en que nave- gan de alguna parte, y cuando asomaron á la entrada del puerto y vieron los navios volviéronse atrás y deja- ron la canoa por allí en algún lugar, y fuéronse camino de su población. Ella mostraba el parage de la pobla- ción. Traía esta mujer un pedacito de oro en la nariz, que era señal que habia en aquella isla oro.

Jueves 13 de%^Diciembre

Volvieron los tres hombres que habia enviado el Al- mirante con la muger á tres horas de la noche, y no fueron con ella hasta la población porque les pareció lejos ó porque tuvieron miedo. Dijeron que otro dia vernian mucha gente á los navios, porque ya debían de estar asegurados por las nuevas que daria la muger. El Almirante, con deseo de saber si habia alguna cosa de provecho en aquella tierra, y por haber alguna lengua con aquella gente, por ser la tierra tan hermosa y fér- til, y tomasen gana de servir á los Reyes, determinó de tornar á enviar á la población, confiando en las nue- vas que la india habría dado de los cristianos ser bue- na gente, para lo cual escogió nueve hombres bien aderezados de armas y aptos para semejante negocio, con los cuales fue un indio de los que traía. Estos fueron á la población (1), questaba 4 leguas y media al Sueste, la cual hallaron en un grandísimo valle, y vacía, porque como sintieron irlos cristianos, todos hu-

(1) Pueblo conocido en el dia con el nombre de Gre- M orne y situado á orillas del Rio de los tres Ríos, que des agua media milla al Oeste del Puerto de Paz.

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yeron, dejando cuanto tenían la tierra dentro. La pobla- ción era de 1.000 casas y de más de 3,000 hombres. Ei indio que llevaban los cristianos corrió tras ellos dando voces, diciendo que no hobiesen miedo, que los cris- tianos no eran de Cariba, mas antes eran del cielo, y que daban muchas cosas hermosas á todos los que ha- llaban. Tanto los imprimió lo que decian, que se ase- guraron y vinieron juntos deJlos mas de 2.000, y todos venian á los cristianos y los ponian las manos sobre la cabeza, que era señal de gran reverencia y amistad, los cuales estaban todos temblando hasta que muchos los aseguraron. Dijeron los cristianos que después que ya estaban sin temor iban todos á sus casas, y cada uno les traia de lo que tenia de comer, que es pan de nia- mes (1), que son unas raices como rábanos grandes que nacen, que siembran y nacen y plantan en todas sus tierras, y es su vida; y hacen dellas pan y cuecen y asan y tienen sabor propio de castañas, y no hay quien no crea, comiéndolas, que no sean castañas. Dábanles pan y pescado y de lo que tenían. Y por que los in- dios que traia en el navio tenían entendido quel Almi- rante deseaba tener algún papagayo, parece que aquel indio que iba con los cristianos díjoles algo desto, y así, les triijeron papagayos y los daban cuanto les pe- dían sin querer nada por ello. Rogábanles que no se viniesen aquella noche y que les darían otras muchas cosas que tenían en la sierra. Al tiempo que toda aque- lla gente estaba junta con los cristianos vieron venir una gran batalla ó multitud de gente con el ma- rido de la muger que había el Almirante honrado y cn-

(1) Niames ó ñames eran los ajes, especie de batatas, de cuyas raices hacían pan y tenían el sabor o gusto de las castañas. Así lo dicen más adelante, en los días 16 y 21 de Diciembre. También llamaban cazahi al pan que hacían de la raíz de la planta llamada yaca. (Véase a Oviedo en el cap. 5.° de su Hisl. nat. de las Indias.)

VIAJES DE OÍLÓN 101

viado, la cual traían caballera sobre sus hombros/ y' ' venían á dar g-racías á los cristianos por la honra quel Almirante le había hecho y dádivas que le había dado. Dijeron los cristianos al Almirante que era toda gente más hermosa y de mejor condición que ninguna otra de las que habían hasta allí hallado; pero dice el Al- mirante que no sabe cómo puedan ser de mejor con- dición que las otras, dando á entender que todas las que habían en las otras islas hallado eran de muy bue- na condición. Cuanto á la hermosura, decían los cris- tianos que no había comparación así en los hombres como en las mugeres, y que son blancos mas que los otros, y que entre los otros vieron dos mugeres mozas tan blancas como podían ser en España. Dijeron tam- bién, de la hermosura de las tierras que vieron, que ninguna comparación tienen las de Castilla, las mejores en hermosura y en bondad, y el Almirante así lo vía por las que ha visto y por las que tenia presentes, y decíanle que las que vía ninguna comparación tenían con aquellas de aquel valle, ni la campiña de Córdoba llegaba aquella con tanta diferencia como tiene día de la noche. Decían que todas aquellas tierras estaban labradas y que por iftedio de aquel valle pasaba un rio (1) muy ancho y grande que podía regar todas las tierras. Estaban lodos los árboles verdes y llenos de fruta, y las yerbas, todas floridas y muy altas; los cami- nos, muy anchos y buenos; los aires eran como en AbríK en Castilla; cantaba el ruiseñor y otros pajaritos como^ en el dicho mes en España, que dicen que era la ma-' yor dulzura del mundo. Las noches cantaban algunos^ pajaritos suavemente; los grillos y ranas se oían mu- chas; los pescados, como en España. Vieion muchos, almacigos y línaloe^yajgodonales; oro^^ no^-es-maravílla en taií poco tiempo no se halle. Tcmó¡ ^ aquí el Almirante experiencia de qué horas era el día

(1) Llamado de los Tres Rio*.

X02 M, FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

y ía noche, y de sol á sol; halló que pasaron 20 ampo- lletas que son de á media hora, aunque dice que allí puede haber defecto, porque ó no la vuelven tan pres- to ó deja de pasar algo. Dice también que halló por el cuadrante questaba de la línea equinoccial 34 gra- dos (1).

Viernes 14 de Diciembre

Salió de aquel Puerto de la Concepción con terral, y luego, desde á poco, calmó, y así lo experimentó cada dia de los que por allí estuvo. Después vino viento Le- vante; navegó con él al Nornordeste; llegó á la Isla de la Tortuga; vido una punta della, que llamó la Punta P/crna, que estaba al Lesnordeste de lacabezadela isla, y habría 12 millas, y de allí descubrió otra punta, que llamó la Punta Lanzada^ en la misma derrota del Nord- este, que habría 16 millas. Y así, desde la cabeza de la Tortuga hasta la Punta Aguda habría 44 millas, que son 11 leguas, al Lesnordeste. En aquel camino había algunos pedazos de playa grandes. Esta isla de la Tor- tuga es tierra muy alta, pero no^ montañosa, y es muy hermosa y muy poblada de gente como la de la Isla Española, y la tierra así toda labrada, que parecía ver la campiña de Córdoba. Visto quel viento le era con- trario y no podía ir á la isla Baneque (2), acordó tor- narse al Puerto de la Concepción, de donde había sa- lido, y no pudo cobrar un rio questá de la parte del Leste del dicho puerto dos leguas.

Sábado 15 de Diciembre

Salió del Puerto de la Concepción otra vez para su

(1) Hay error en este número, pues debe ser 20 grados.

(2) Otras veces dice Baveque.

VIAJES DE COLÓN 103

camino; pero en saliendo del puerto ventó Leste recio, su contrario, y tomó la vuelta de la Tortuga hasta ella, y de allí dio vuelta para ver aquel rio que ayer quisiera ver y tomar y no pudo, y desta vuelta tampoco lo pudo tomar, aunque surgió media legua de sotaviento en una playa, buen surgidero y limpio. Amarrados sus na- vios, fué con las barcas á ver el rio, y entró por un bra- zo de mar questá antes de media legua, y no era la boca; volvió, y halló la boca, que no tenia aun una bra- za y vefiia muy recio; entró con las barcas por él para llegar á las poblaciones que los que antier habia en- viado habian visto, y mandó echar la sirga en tierra, y tirando los marineros della subieron las barcas dos ti- ros de lombarda, y no pudo andar mas por la reciura del corriente del rio. Vido algunas casas y el valle grande donde están las poblaciones, y dijo que otra cosa mas hermosa no habia visto, por medio del cual valle viene aquel rio. Vido también gente á la entrada del rio, mas todos dieron á huir. Dice mas: que aque- lla gente debe ser muy cazada, pues vive con tanto te- mor, porque en llegando que llegan á cualquiera parte, luego hacen ahumadas de las atalayas por toda la tie- rra, y esto mas en esta Isla Española y en la Tortuga, que también es grande, que en las otras que atrás dejaba. Puso nombre al valle, Valle del Paraíso, y al rio, Guadalquivir, porque diz que así viene tan grande como Guadalquivir por Córdoba, y á las veras ó ribe- ras del, playa de piedras muy hermosas, y todo andable.

Domingo 16 de Diciembre

A la m&dia noche, con el ventezuelo de tierra, dio las velas por salir de aquel golfo, y viniendo del bordo de la Isla Española, yendo á la bolina, porque luego a la hora de tercia ventó Leste; á medio golfo halló una canoa con un indio solo en ella, de que se maravillaba

104 M. FERNÁNDEZ DE N AVARRETE

el Almirante cómo se podía tener sobre el ag^ua siendo el viento grande. Hízolo meter en la nao á él y á su canoa, y halagado dióle cuentas de vidrio, cascabeles y sortijas de latón, y llevólo en la nao hasta tierra á una población (1) que estaba de allí 16 millas, junto á la mar, donde surgió el Almirante y halló buen surgi- dero en la playa junto á la población, que parecía ser de nuevo hecha, porque todas las casas eran nuevas. El indio fuese luego con su canoa á tierra, y da nuevas del Almirante y de los cristianos por ser buena gente, puesto que ya las tenían por lo pasado de las otras donde habían ido los seis cristianos, y luego vinieron mas de 500 hombres, y desde á poco vino el Rey de- llos, todos en la playa, juntos á los navios por questa- ban surgidos muy cerca de tierra. Luego, uno á uno y muchos á muchos, venían á la nao sin traer consigo cosa alguna, puesto que algunos traían algunos granos

^de oro finísimo en las orejas y en la nariz, el cual lue- go daban de buena gana. Mandó hacer honra á todos el Almirante, y dice el: porque son la mejor gente del mundo y mas mansa; y sobre todo^ que tengo mucha esperanza en nuestro Señor que vuestras Altezas los harán todos cristianos, y serán todos suyos^ que por suyos los tengo. Vido también quel dicho Rey estaba en la playa, que todos le hacían acatamiento. Envióle un presente el Almirante, cual diz que rescibió con mucho estado, y que seria mozo de hasta 21 años, y que tenía un ayo viejo y otros consejeros que le con- sejaban y respondían, y quél hablaba muy pocas pala- bras. Uno de los indios que traía el Almirante habló con él; le dijo que como venían los cristianos del

o cielo y que andaba en busca de oro y quería ir á la Isla de Baneque, y él respondió que bien era y que

o en la dicha isla había mucho oro; el cual amostró al aguacil del Almirante, que le llevó el presente, el ca-

(1) Puerto de Paz.

VIAJES DE COLÓN 105

mino que habia de llevar, y que en dos dias iría de allí á ella, y que si de su tierra habian menester algo lo daría de muy buena voluntad. Este Rey y todos los otros andaban desnudos como sus madres los parieron,^ y asi las mugeres, sin alg-un empacho, y son los mas hermosos hombres y mugeres que hasta alíí hobieron / hallado; harto blancos, que si vestidos anduviesen y se 0 guardasen del sol y del aire, serian cuasi tan blanco» como en España, por questa tierra es harto fría y la mejor que lengua pueda decir: es muy alta, y sobre el mayor monte podrían arar bueyes, y hecha toda á campiñas y valles. En toda Castilla no hay tierra que se pueda comparar a ella en hermosura y bondad. Toda esta isla y la de la Tortuga son todas labradas óomo la campiña de Córdoba. Tienen sembrado en ellas ajeSy que son unos ramillos que plantan, y al pié de ellos nacen unas raices como zanahorias, que sirven por pan, y rallan y amasan y hacen pan dellas,. y des- pués tornan á plantar el mismo ramillo en otra parte j torna á dar cuatro ó cinco de aquellas raices, que son muy sabrosas, propio gusto de castañas. Aqui las hay las mas gordas y buenas que había visto en ninguna parte, porque también diz que de aquellas habia en Guinea. Las de aquel lugar era tan gordas como la pierna, y aquella gente todos diz que eran gordos y valientes, y no flacos, como los otros que antes habia hallado, y de muy dulce conversación, sin secta. Y los árboles de allí diz que eran tan viciosos que las hojas dejaban de ser verdes y eran prietas de verduras. Era cosa de maravilla ver aquellos valles y los rios y bue- nas aguas, y las tierras para pan, para ganado de toda suerte, de que ellos no tienen alguna, para huertas y para todas las cosas del mundo quel hombre sepa pe- dir. Después, á la tarde, vino el Rey á la nao; el Almi- rante le hizo la honra que debía, y le hizo decir cómo era de los Reyes de Castilla, los cuales eran los mayo- res Príncipes del mundo. Mas ni los indios quel Almi-

^

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rante traia, que eran los intérpretes, creían nada, ni el Rey tampoco, sino creían que venían del cíelo, y que los reinos de los Reyes de Castilla eran en el cielo, y no en este mundo. Pusiérorle de. comer al Rey de las cosas de Castilla, y él comía un bocado y después dá- balo todoá sus consejeros y al ayo, y á los demás que metió consig-o. «Crean vuestras Altezas questas tierras »son en tanta cantidad buenas y fértiles, y en especial » estas desta Isla Españolay que no hay persona que lo »sepa decir, y nadie lo puede creer si no lo viese. Y »crean questa isla y todas las otras son así suyas como Castilla, que aquí no falta salvo asiento y mandarles >hacer lo que quisieren, porque yo con esta gente que atraigo, que no son muchos, correría todas estas islas >sin afrenta: que ya he visto solo tres destos marineros >descender en tierra y haber multitud destos indios y »todos huir, sin que les quisiesen hacer mal. Ellos no ' jtíenen armas, y son todos desnudos y de ning-un ¡n- ,/ *genio en las armas y muy cobardes, que 1.000 no v^^ »agfuardarían tres, y así, son buenos para les mandar y ^ »les hacer trabajar, sembrar, y hacer todo lo otro que

»fuere menester^ y que hagan villas, y se enseñen á >andar vestidos y á nuestras costumbres.»

ILunes 17 dt Diciembre

Ventó aquella noche reciamente viento Lesnord- este; no se alteró mucho !a mar porque lo estorba y escuda la Isla de la Tortuga^ quesíá frontero y hace abrigo; así estuvo allí aqueste dia. Envió á pescar los marineros con redes; holgáronse mucho con los cris- tianos los indios, y trujáronle ciertas flechas de los de Caniba ó de los caníbales, y son de las espigas de ca- ñas, y exigiéronles unos palillos tostados y agudos y son muy largos. Mostráronles dos hombres que les fal- taban algunos pedazos de carne de su cuerpo, y kicié-

VIAJES DE COLÓN 107

ronles entender que los caníbales los habían comido á bocados: el Almirante no lo creyó. Tornó á enviar ciertos cristianos á la población, y á trueque de con- tezuelas de vidrio resgataron algunos pedazos de oro j labrado en hoja delgada. Vieron á uno, que tuvo el Almirante por gobernador de aquella provincia, que llamaban Caciquet un pedazo tan grande como la mano de aquella hoja de oro, y parecía que lo quería resga-o tar; el cual se fué á su casa, y los otros quedaron en la plaza, y él hacia hacer pedazuelos de aquella pieza, y trayendo cada vez un pedazuelo resgatábalo. Después que no hobo mas dijo por señas quel había enviado por mas y que otro día lo traerían. Estas cosas todas, y la manera dellos y sus costumbres y mansedumbre y consejo, muestra de ser gente mas despierta y enten- dida que otros que hasta allí hobiese hallado, dice el Almirante. En la tarde vino allí una canoa de la Isla de la Tortuga con bien 40 hombres, y en llegando á la playa, toda la gente del pueblo, questaba junta, se asentaron todos en señal de paz, y algunos de la ca- noa, y cuasi todos descendieron en tierra El Cacique se levantó sólo, y con palabras que parecían de ame- nazas los hizo volver á la canoa, y les echaba agua y tomaba piedras de la playa y las echaba en el agua, y después que ya todos, con mucha obediencia, se pu- sieron y embarcaron la canoa, él tomó una piedra y la puso en la mano á mi alguacil para que les tírase, al cual yo había enviado á tierra, y al escribano y á otros, para ver traían algo que aprovechase, y el alguacil no les quiso tirar. Allí mostró mucho aquel cacique que se favorecía con el Almirante. La canoa se fué luego, y dijeron al Almirante después de ida que en la Tortuga había mas oro que en la Isla Española por- que es más cerca de Baneque. Dijo el Almirante que creía que en aqucWa. Isla Española ni en laTortuga ho- biese minas de oro, sino que lo traían de Baneque, y que traen poco porque no tienen aquellos qué dar por

108 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

ello, y aquella tierra es tan gruesa que no ha menester que trabajen mucho para sustentarse ni para vestirse, como anden desnudos. Y creia el Almirante questaba muy cerca de la fuente, y que nuestro Señor le había O de mostrar donde nasce el oro. Tenía nueva que de allí al Baneque (1) habia cuatro jornadas, que podrían ser 30 ó 40 legfuas, que en un dia de buen tiempo se po- dían andar.

Martes 18 de Diciembre

Estovo en aquella playa surto este dia porque no habia viento, y también porque habia dicho el cacique o que habia de traer oro, no porque tuviese en mucho el o Almirante el oro (diz que) que podia traer, pues allí no habia minas, sino por saber mejor de dónde lo traían. Luego, en amaneciendo, mandó ataviar la nao y ia carabela de armas y banderas por la fiesta que era este dia, de sancta María de la O, ó conmemoración de la Anunciación: tiráronse muchos tiros de lombardas, y el Rey de aquella Isla Española (dice Almirante) habia madrug-ado de su casa, que debía distar cinco le- guas de allí (2), según pudo juzgar, y llegó á hora de tercia á aquella población, donde ya estaban algunos déla nao quel Almirante habia enviado para ver si ve- 0 nía oro, los cuales dijeron que venían con el Rey mas de 200 hombres, y que lo traían en unas andas cuatro hombres, y era mozo, como arriba se dijo. Hoy, estando el Almirante comiendo debajo del castillo, lle- gó a la nao con toda su gente. Y dice el Almirante á los Reyes: «Sin duda pareciera bien á vuestras Alté- is zas su estada y acatamiento que todos le tienen,

(1) «Nunca este Baveque pareció: por ventura, era la Isla de Jamaica. > Casas.

(2) Era el pueblo de lo interior llamado en el día Gros Morne, distante cuatro leguas del Puerto de Paz, en donde estaba fondeado el Almirante.

VIAJES DE COLÓN 109

» puesto que todos andan desnudos. £1, así como entró >en la nao, halló questaba comiendo á la mesa debajo »del castillo de popa, y él á buen andar se vino ásen- »tar á par de mí, y no me quiso dar lugar que yo me »saliese á él ni me levantase de la mesa, salvo que yo «>comiese. Yo pensé quel ternia a bien de comer de » nuestras viandas: mandé luego traerle cosas que! >comiese. Y cuando entró debajo del castillo hizo •señas con la mano que todos los suyos quedasen »fuera, y así lo hicieron con la mayor priesa y aca- »tamiento del mundo, y se asentaron todos en la cu- *bierta, salvo dos hombres de una edad madura, que »yo estimé por sus consejeros y ayo, que vinieron y se ^asentaron á sus pies, y de las viandas que yo le puse » delante tomaba de cada una tanto como se toma para »hacer la salva, y después luego lo demás enviábalo á »los suyos, y todos comían della, y así hizo en el be- >ber, que solamente llegaba á la boca y después así lo »daba á los otros, y todo con un estado maravilloso y »muy pocas palabras, y aquellas quel decía, según yo » podía entender, eran muy asentadas y de seso, y aque- >llos dos le miraban á la boca y hablaban por él y con >él, y con mucho acatamiento. Después de comido, un » escudero traía un cinto que es propio como los de » Castilla en la hechura, salvo qués de otra obra, que »él tomó y me lo dio, y dos pedazos de oro labrado, »que eran muy delgados, que creo que aquí alcanzan »poco del, puesto que tengo questán muy vecinos de

> donde nace, y hay mucho. Yo vide que le agradaba »un arambel que yo tenia sobre mi cama; yo se lo di, »y unas cuentas muy buenas de ámbar que yo traía al

> pescuezo, y unos zapatos colorados, y una almatraja »de agua de azahar, de que quedó tan contento que »fue maravilla, y él y su ayo y consejeros llevan grande »pesar porque no me entendían ni yoa ellos. Con todo, »le cognoscí que me dijo que si me cumpliese algo de »aquí que toda la isla estaba á mi mandar. Yo envié

lio M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

>por unas cuentas mias, adonde por un señal tengo wn » excelente de oro (1) en que están esculpidos vuestras ^Altezas, y se lo amostré, y le dije otra vez, como ayer, »que vuestras Altezas mandaban y señoreaban todo lo ^mejor del mundo, y que no había tan grandes Prínci- >pes, y les mostré las banderas reales y las otras de la >cruz, de que él tuvo en mucho; y qué grandes seño- >res serian vuestras Altezas, decia él contra sus conse- >jeros, pues de tan lejos y del cielo me habian enviado » hasta aquí sin miedo; y otras cosas muchas se pasaron >que yo no entendia, salvo que bien via que todo tenia grande maravilla.» Después que ya fue tarde y él se quiso ir, el Almirante le envió en la barca muy honra- damente, y hizo iirar muchas lombardas, y puesto en tierra subió en sus andas y se fue con sus mas de 200 hombres, y á su hijo le llevaban atrás en los hom- bros de un indio, hombre muy honrado. A todos los marineros y gente de los navios, donde quiera que los topaba les mandaba dar de comery hacer mucha honra. Dijo un marinero que le habia topado en el camino y visto que todas las cosas que le habia dado el Almi- rante, y cada una dallas, llevaba delante del Rey un hombre, á lo que parecía de los mas honrados. Iba su hijo atrás del Rey buen rato, con tanta compañía de gente como él, y otro tanto un hermano del mismo Rey, salvo que iba el hermano á pié y llevábanlo del brazo dos hombres honrados. Este vino á la nao des- pués del Rey, al cual dio el Almirante algunas cosas de los dichos resgates, y allí supo el Almirante que al Rey llamaban en su lengua Cacique. En este día se res- gató diz que poco oro; pero supo el Almirante, de un hombre viejo, que habia muchas islas comarcanas á cien leguas y mas, según pudo entender, en las cuales nasce muy mucho oro, y en las otras, hasta decirle que habia

(1) «Este excelente era moneda que valía dos castella- nos.»— Casas.

VIAJES DE COLÓN 111

isla que era todo oro, y en las otras, que hay tanta can-<s> tidad que lo cog^en y ciernen como con cedazos, y la funden y hacen vergas y mil labores: fig-uran por señas la hechura. Este viejo señaló al Almirante la derrota y el parage donde estaba; determinóse el Almirante de ir allá, y dijo que si no fuera el dicho viejo tan princi- pal persona de aquel Rey que lo detuviera y llevara consigo, ó si supiera la lengua que se lo rogara, y creía, según estaba bien con él y con los cristianos, que se fuera con él de buena gana; pero porque tenia ya aque- llas gentes por de los Reyes de Castilla y no era razón de hacelles agravio, acordó dejalio. Puso una cruz muy poderosa en medio de la plaza de aquella población, á lo cual ayudaron los indios mucho, y hicieron diz que oración y la adoraron, y por la muestra que dan espera en nuestro Señor el Almirante que todas aque- lias islas han de ser cristianos.

Miércoles 19 de Diciembre

Esta noche se hizo á la vela por salir de aquel golfo que hace allí la isla de la Tortuga con la Española^ y siendo de dia tornó el viento Levante, con el cual todo este dia no pudo salir de entre aquellas dos islas, y á la noche no pudo tomar un puerto (1) que por allí parecía. Vido por allí cuatro cabos de tierra y una arande bahía y rio, y de allí vido una angla (2) muy grande, y tenia una población, y á las espaldas un va- lle entre muchas montañas altísimas, llenas de árboles, que juzgó ser pinos, y sobre los dos Hermanos (3)

(1) El Puerto de la Granja,

(2) La ensenada del puerto Margot.

(3) «Estos dos Hermanos y el cabo de Torres no los ha nombrado hasta agora.» Casas. El cabo de Torres es la punta de Limbé.

112 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

hay una montaña muy alta y gorda que va de Nordeste al Sudueste, y del Cabo de Torres al Lesueste está una isla pequeña, á la cual puso nombre Santo To- más porque es mañana su vigilia. Todo el cerco de aquella isla tiene cabos y puertos maravillosos, según juzgaba él desde la mar. Antes de la isla de la parte del Oueste hay un cabo que entra mucho en la mar, alto y bajo, y por eso le puso nombre Cabo alio y bajo (1). Del camino de Torres al Leste cuarta del Sueste hay 60 millas hasta una montaña mas alta que otra, que entra en la mar (2) y parece desde lejos isla por sí, por un degollado que tiene de la parte de tie- rra; púsole nombre Monte Caribata, porque aquella provincia se llamaba Caribata. Es muy hermoso y lleno de árboles verdes y claros, sin nieve y sin nie bla, y era entonces por allí el tiempo, cuanto á los ai- res y templanza, como por Marzo en Castilla, y en cuanto á los árboles y yerbas, como por Mayo; las no- ches diz que eran de catorce horas.

Jueves 20 de Diciembre

Hoy, al poner del sol, entró en un puerto que estaba «ntre la isla de Santo Tomás y el cabo de Caribata (3), y surgió. Este puerto es hermosísimo y que ca- bían en él cuantas naos hay en cristianos; la entrada del parece desde la mar imposible á los que no ho- biesen en él entrado, por unas restringas de peñas que pasan desde el monte hasta cuasi la isla, y no puestas por orden, sino unas acá y otras acullá; unas á la mar y otras á la tierra; por lo cual es menester estar despier-

(1) Punta e isla Margot.

(2) Montaña so'ure el Guarico, y la de Monte Cristi, que dista 42 millas.

(3) Bahía de Acul. *

VIAJES DE COLÓN 113

tos para entrar por unas entradas que tiene muy anchas y buenas para entrar sin temor, y todo muy fondo de siete brazas, y pasadas las restringas, dentro hay 12 bra- zas- Puede la nao estar con una cuerda cualquiera amarrada contra cualesquiera vientos que haya. A la entrada de este puerto diz que habia un cañal (1), que queda á la parte del Oueste de una isleta de arena, y en ella muchos árboles, y hasta el pié de ella hay siete brazas; pero hay muchas bajas en aquella comarca, y conviene abrir el ojo hasta entrar en el puerto: des- pués no hayan miedo á toda la tormenta del mundo. De aquel puerto se parecía un valle grandísimo y todo labrado, que desciende á él del Sueste, todo cercado de montañas altísimas que parece que llegan al cielo, y hermosísimas, llenas de árboles verdes, y sin duda que hay allí montañas mas altas que la isla de Teneri- fe (2) en Canaria, ques tenida por de las mas altas que puede hallarse. Desta parte de la isla de Santo Tomás está otra isleta (3) á una legua, y dentro de ella otra, y en todas hay puertos maravillosos; mas cumple mi- rar por las bajas. Vido también poblaciones y ahuma- das que se hacían.

Viernes 21 de Diciembre

Hoy fue con las barcas de los navios á ver aquel puerto; el cual vido ser tal que afirmó que ninguno se le iguala de cuantos haya jamás visto (4), y excúsase diciendo que ha loado los pasados tanto que no sabe

(1) «Creo que quiere decir cañaveral.» Casas. Lo que debe decir es canaL

(2) En efecto, son montañas muy altas, pero no tanto.

(3) La isla de Rafas.

(4) Buen puerto es, pero es mejor el puerto de Ñipe, que llamó de San Salvador, en Cuba.

VIAJES DS COLÓN 8

114 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

cómo lo encarecer, y que teme que sea juzgfado por manificador excesivo mas de lo que es la verdad; á esto satisface diciendo que! trae consig-o marineros antiguos, y éstos dicen y dirán lo mismo, y todos cuantos andan en la mar, conviene á saber: todas las alabanzas que ha dicho de los puertos pasados ser verdad, y ser este muy mejor que todos ser asimismo verdad. Dice mas desta manera: «Yo he andado 23 años »en la mar, sin salir della tiempo que se haya de » contar, y vi todo el Levante y Poniente, que dice por »ir al camino de Septentrión, que es Inglaterra, y he andado la Guinea; mas en todas estas partidas no se »halíará la perfección de los puertos

(Vacio de renglón y medio en el original)

^fallado siempre lo (1) mejor quel otro,^

»que yo con buen tiento miraba mi escrebir, y torno á »decir que afirmo haber bien escripto, y que agora »este es sobre todos, y cabrían en él todas las naos »del mundo; y cerrado, que con una cuerda la mas » vieja de la nao la tuviese amarrada. > Desde la en- trada hasta el fondo habrá cinco leguas (2). Vido unas tierras muy labradas, aunque todas son así, y mandó salir dos hombres fuera de las barcas que fuesen á un alto para que viesen si había población, porque de la mar no se vía ninguna; puesto que aquella noche, cerca de las diez horas, vinieron á la nao en una ca- noa ciertos indios á ver al Almirante y á los cristianos, por maravilla, y les dio de los resgates, con que se holgaron mucho. Los dos cristianos volvieron y dije- ron dónde habían visto una población grande (3), un poco desviada de la mar. Mandó el Almirante remar hacia la parte dónde la población estaba, hasta llegar

(1) Vacio de una palabra en el original. Son cinco millas. El pueblo de Acal.

VIAJES DE COLÓN 115

cerca de tierra, y vio unos indios que venían á la ori- lla de la mar, y parecia que venian con temor, por lo cual mandó detener las barcas y que les hablasen los indios que traia en la nao, que no les baria mal alguno. Entonces se allegaron mas á la mar, y el Almirante mas á tierra, y después que del todo perdieron el miedo, venian tantos que cobrian la tierra, dando mil gracias así hombres como mugeres y niños; los unos corrían de acá y los otros de allá á nos traer pan, que hacen de niameSf á quellos llaman ajesy ques muy blanco y bueno, y nos traían aguas en calabazas y en cántaros de barro de la hechura de los de Castilla, y nos traían cuanto en el mundo tenían y sabían que el Almirante quería, y todo con un corazón tan largo y tan contento que era maravilla; «y no se diga que por- »que lo que daban valía poco por eso lo daban libe- »ralmente, dice el Almirante, porque lo mismo hacían, »y tan líberalmente, los que daban pedazos de oro o »como los que daban la calabaza del agua; y fácil *cosa es de cognoscer (dice el Almirante)cuándo seda >una cosa con muy deseoso corazón de dar.» Estas son sus palabras: «Esta gente no tiene varas ni azaga- »yas, ni otras ningunas armas, ni los otros de toda »esta isla, y tengo qués grandísima; son asi desnudos »como su madre los parió, así mugeres como hom- »bres; que en las otras tierras de \a Juana y las otras »de las otras ísljfi_ti:aían_]asmugeres delante de »unas__cosas de algodoncon que cobijan su natura, * tanto como una bragueta d,p calza&^de-4K)mbrG.~eii >especíaldespues que pasan de edaddel2_años; mas >aqui, ni moza ni vjejaTy en los otros lugarT >hmTThres hacían 'psrnnHer siig ippg^^res de los crístía- >nosjor zelos. mas allí no. yhay muy lindos cn^rnps »dj&. mugeres, y ellas las primeras que venian á dar »gracias al cielo y traer cuanto tenían, en especial co- >sas de comer, pan de ajes y gonza avellanada, y de » cinco o seis maneras frutas», de las cuales mandó cu-

116 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

rarel Almirante para traer á los Reyes. No menos diz que hacian las mugeres en las otras partes antes que se escondiesen, y el Almirante mandaba en todas partes estar todos los suyos sobre aviso que no enoja- sen á alguno en cosa ninguna, y que nada les tomasen contra su voluntad, y así, les pagaban todo lo que de- llo rescibian. Finalmente (dice el Almirante) que no puede creer que hombre haya visto gente de tan bue- nos corazones y francos para dar, y tan temerosos, que ellos se deshacían todos por dar á los cristianos cuanto tenian, y en llegando los cristianos, luego co- rrían á traerlo todo. Después envió el Almirante seis cristianos á la población para que la viesen qué era, á los cuales hicieron cuanta honra podían y sabían, y les daban cuanto tenían, porque ninguna duda les queda sino que creían el Almirante y toda su gente haber venido del cielo; lo mismo creían los indios que con- sigo el Almirante traía de las otras islas, puesto que ya se les había dicho lo que debían de tener. Después de haber ido los seis cristianos vinieron ciertas canoas con gente á rogar al Almirante, de parte de un Señor, que fuese á su pueblo cuando allí se partiese. Canoa es una barca en que navegan, y son dellas grandes y dellas pequeñas. Y visto quel pueblo de aquel Señor estaba en el camino, sobre una punta de tierra, espe- rando con mucha gente al Almirante, fué allá, y antes que se partiese vino á la playa tanta gente que era es- panto, hombres y mugeres y niños, dando voces que no se fuese, sino que se quedase con ellos. Los men- sageros del otro Señor, que había venido á convidar, estaban aguardando con sus canoas por que no se fuese sin ir á ver al Señor, y asi lo hizo, y en llegando que llegó el Almirante adonde aquel Señor le estaba esperando, y tenían muchas cosas de comer, mandó asentar toda su gente, manda que lleven lo que tenían de comer á las barcas donde estaba el Almirante, junto á la orilla de la mar. Y como vido quel Almi-

VIAJES DE COLÓN 117

rante había rescebido lo que le habían llevado, todos ó los mas de los indios dieron á correr al pueblo, que debía estar cerca, para traerle mas comida y papag^a- yos y otras cosas de que tenían, con tan franco co- razón que era maravilla. El Almirante les dio cuentas de vidrio y sortijas de latón y cascabeles, no porque ellos demandasen algo, sino porque le parecía que era razón; y sobre todo (dice el Almirante), porque los . tiene ya por cristianos y por de los Reyes de CastííTa 1 ^ mas que las g-entes de Castilla, v dict; que ulia cusa I no falta, salvo saber la l^norua y jnandarles; porque gf todo lo que se les mandare harán sin cgjDtraHicjd&n al-' guííirP^^óse de allí el Almirante para los navios, y los indios daban voces, así hombres como mugeres y niños, que no se fuesen y se quedasen con ellos los cristianos. Después que se partían venían tras ellos á la nao canoas llenas dellos, á los cuales hizo hacer mucha honra y dalles de comer y otras cosas que lle- varon. Había también venido antes otro Señor de la parte del Oueste, y aun á nado venían muy mucha gente, y estaba la nao mas de grande media legua de tierra. El Señor que dije se había tornado envíele ciertas personas para que le viesen y le preguntasen destas islas, é los recibió muy bien, y los llevó con- sigo á su pueblo para dalles ciertos pedazos grandes de oro, y llegaron á un gran río, el cual los indios pa- o saron á nado; los cristianos no pudieron, y así, se tor- naron. En toda esta comarca hay montañas altísimas que parecen llegar al cielo, que las de la isla de Tene- rife parecen nada en comparación dellas en altura y en hermosura, y todas son verdes, llenas de arboledas que es una cosa de maravilla. Entre medías dellas hay vegas muy graciosas, y al pié de este puerto, al Sur, hay una vega tan grande que los ojos no pueden lle- gar con la vista al cabo, sin que tenga impedimento de montaña, que parece que debe tener 15 ó 20 le- guas, por la cual viene un rio, y es toda poblada y la-

118 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

brada, y está tan verde agora como si fuera en Casti- lla por Mayo ó por Junio, puesto que las noches tie- nen catorce horas, y sea la tierra tanto Septentrional. Así, este puerto (1) es muy bueno para todos los vien- tos que puedan ventar, cerrado y hondo, y todo po- blado de gente muy buena y mansa, y sin armas, bue- nas ni malas, y puede cualquiera navio estar sin miedo en él que otros navios que vengan de noche á le sal- tear, porque puesto que la boca sea bien ancha de mas de dos leguas, es muy cerrada de dos restringas de piedra que escasamente la ven sobre agua, salvo una entrada muy angosta en esta restringa, que no pa- rece sino que fué hecho á mano y que dejaron una puerta abierta cuanto los navios puedan entrar. En la boca hay siete brazas de hondo hasta el pié de una isleta llana que tiene una playa y árboles al pié della; de la parle del Oueste tiene la entrada, y se puede lle- gar una nao sin miedo hasta poner el bordo junto á la peña. Hay de la parte del Norueste tres islas y un gran rio á una legua del cabo deste puerto: es el me- jor del mundo; púsole nombre el Puerto de la mar de Santo Tomás, porque era hoy su dia; dijole mar por su grandeza.

Sábado 22 de Diciembre

En amaneciendo dio las velas para ir su camino á buscar las islas que los indios le decian que tenian mu- 0 o cho oro, y de algunas que tenian mas oro que tierra; no le hizo tiempo, y hobo de tornar á surgir, y envió la barca á pescar con la red. El Señor de aquella tie- rra (2), que tenia un lugar cerca de allí, le envió una

(1) Bahía de Acul.

(2) Este era Guacanagari, el Señor del Marien, doade el Almirante hizo la fortaleza y dejó los 39 cristianos.» Casas.

VIAJES DE COLÓN 119

g-rande canoa llena de gente, y en ella un principal criado suyo, á rogar al Almirante que fuese con los na- vios á su tierra y que le daria cuanto tuviese. Envióle con aquél un cinto que en lugar de bolsa traía una ca- rátula que tenia dos orejas grandes de oro de marti-o lio, y la lengua y la nariz. Y como sea esta gente de muy franco corazón, que cuanto le piden dan con la mejor voluntad del mundo, les parece que pidiéndoles algo les hacen grande merced; esto dice el Almirante. Toparon la barca y dieron el cinto á un grumete, y vi- nieron con su canoa á bordo de la nao con su emba- jada. Primer que los entendiese pasó alguna parte del dia; ni los indios quél traíaJos_£flÍjejidiai]Lbjen> porque ^ÍJ^Ü^ÍLifeyíl^Jlíir?!^^ de vocablos enTnoiJTbres de las cosas; en fin, acabó de^^fehdeFpor serTás" su con- vite.TTcual determinó de partir el Domingo para allá, aunque no solia partir de puerto en Domingo, solo por su devoción y no por superstición alguna; pero con es- peranza, dice é!, que aquellos pueblos han de ser cris- tianos por la voluntad que muestran, y de los Reyes de Castilla, y porque los tiene ya por suyos, y porque ie sirvan con amor, les quiere y trabaja hacer todo pla- cer. Antes que partiese hoy envió seis hombres á una población muy grande (1) tres leguas de allí de la parte del Oueste, por quel Señor della vino el dia pasado al Almirante y dijo que tenia ciertos pedazos de oro. En g llegando allá los cristianos, tomó el Señor de la mano al escribano del Almirante, que era uno dellos, el cual enviaba el Almirante para que no consintiese hacer á los demás cosa indebida á los indios, porque como fuesen tan francos los indios y los españoles tan codi- ciosos y desmedidos que no les basta que por un cabo de agujeta, y aun por un pedazo de vidrio y descudilla, y por otras cosas de no nada, les daban los indios cuanto querían; pero aunque sin dalles algo se lo que-

(1) Pueblo llamado ahora del Recreo.

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rrían todo haber y tomar, lo quel Almirante siempre prohibía, y aunque también eran muchas cosas de poco

o valor, si no era el oro, las que daban á los cristianos; pero el Almirante, mirando al franco corazón de los indios, que por seis contezuelas de vidrio darían y da-

> ban un pedazo de oro, por eso mandaba que ning^una cosa se recibiese dellos que no se les diese alg-o en pag-o. Así, que tomó por la mano el Señor al escribano y lo llevó á su casa con todo el pueblo, que era muy grande, que le acompañaba, y les hizo dar de comer, y todos los indios íes traían muchas cosas de algodón labradas y en ovillos hilado. Después que fue tarde dióles tres ánsares muy gordas el Señor y unos peda-

r> citos de oro, y vinieron con ellos mucho número de gente, y les traían todas las cosas que allá habían res- gatado, y á ellos mismos porfiaban de traellos acues- tas, y de hecho lo hicieron por algunos ríos y por al- gunos lugares lodosos. El Almirante mandó dar al Se- ñor algunas cosas, y quedó él y toda su gente con gran contentamiento, creyendo verdaderamente que habían venido del cielo, y en ver los cristianos se tenían por bienaventurados. Vinieron este día mas de 120 canoas á los navios, todas cargadas de gente y todos traen algo, especialmente de su pan y pescado, y agua en cantarillos de barro, y simientes de muchas simientes que son buenas especias; echaban un grano en una es- cudilla de agua y bebenla, y decían los indios que con- sigo traía el Almirante que era cosa sanísima.

Domingo 23 de Diciembre

No pudo partir con los navios á la tierra de aquel Señor que lo había enviado á rogar y convidar, por falta del viento; pero envió con los tres mensageros que allí esperaban las barcas con gente y al escribano. Entretanto que aquellos ¡ban, envió dos de los indios

VIAJES DE COLÓN 121

que consigfo traía á las poblaciones que estaban por allí cerca dei paragre de los navios, y volvieron con un Señor á la nao con nuevas que en aquella isla espa- ñola habia g-ran cantidad de oro, y que á ella lo ve- c nian á comprar de otras partes, y dijéronle que allí hallaria cuanto quisiese. Vinieron otros que confirma- ban haber en ella mucho oro, y mostrábanle la manera c que se tenia en cogello. Todo aquello entendia el Al- mirante con pena; pero todavia tenia por cierto que en aquellas partes habia grandísima cantidad dello, y que hallando el lugar donde se saca habrá gran barato dello, y según imaginaba, que por no nada. Y torna á decir que cree que debe haber mucho, porque en tres días que habia questaba en aquel puerto habia habido buenos pedazos de oro, y no puede creer que allí lo '^ traigan de otra tierra. Nuestro Señor, que tiene en las manos todas las cosas, vea de me remediar y dar como fuere á su servicio: estas son palabras del Almi- rante. Dice que aquella hora cree haber venido á la nao mas de 1.000 personas, y que todas traían algo de lo que poseen; y antes que lleguen á la nao, con medio tiro de ballesta, se levantan en sus canoas en pie y to- man en las manos lo que traen, diciendo: tomad, tomad. También cree que mas de 500 vinieron á la nao na- dando por no tener canoas, y estaba surta cerca de una legua de tierra. Juzgaban que habían venido cinco Señores, hijos de Señores, con toda su casa, mugeres y niños, á ver los cristianos. A todos mandaba dar el Almirante, porque todo diz que era bien empleado, y dice: Nuestro Señor me aderece, por su piedad^ que halle este oro, digo, su mina, que hartos tengo aqui que o dicen que la saben: estas son sus palabras. En la no- che llegaron las barcas, y dígeron que había gran ca- mino hasta donde venían, y que al monte de Cariba- tan hallaron muchas canoas con muy mucha gente, que venían á ver el Almirante y á los cristianos del lugar donde ellos iban. Y tenia por cierto que si aquella fiesta

122 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

de Navidad pudiera estar en aquel puerto (1) viniera toda la gente de aquella isla, que estimaba ya por ma- yor que Inglaterra, por verlos; los cuales se volvieron todos con los cristianos á la población (2), la cual diz que afirmaban ser la mayor y la mas concertada de ca- lles que otras de las pasadas y halladas hasta allí, la cual diz que es de parte de laPunta Santa(3)f al Sueste cua- si tres leguas. Y como las canoas andan mucho de remos, fuéronse delante á hacer saber al Cacique, quellos lla- maban allí. Hasta entonces no habia podido entender el Almirante si lo dicen por Rey ó por Gobernador. También dicen otro nombre por grande, que llaman Nitayno (4); no sabia si lo decían por Hidalgo ó Go- bernador ó Juez. Finalmente, el Cacique vino á ellos y se ayuntaron en la plaza, que estaba muy barrida, todo el pueblo, que habia mas de 2.000 hombres. Este Rey hizo mucha honra á la gente de los navios, y los populares cada uno les traia algo de comer y de be- ber. Después el Rey dio á cada uno unos paños de al- godón que visten las mugeres, y papagayos para el Al- mirante y ciertos pedazos de oro; daban también los populares de los mismos paños, y otras cosas de sus casas, á los marineros, por pequeña cosa que les da- ban, la cual, según la recibían, parecía que la estimaban por reliquias. Ya á la tarde, queriendo despedir, el Rey ¡es rogaba que aguardasen hasta otro día; lo mismo todo el pueblo. Visto que determinaban su venida, vi- nieron con ellos mucho del camino, trayéndoles acues- tas lo quel Cacique y los otros les habían dado hasta las barcas, que quedaban á la entrada del rio.

(1) Puerto del Guarico.

(2) El Guarico.

(3) «Esta Punta Santa no ha nombrado.» Casas. Es la Panta llamada ahora San Honorato.

(4) « Nitayno era principal y Señor después del Rey: «orno grande del Reino. > Casas.

VIAJES DE COLÓN. 23

Lunes 24 de Diciembre

Antes de salido el sol levantó las anclas, con el vien. to terral. Entre los muchos indios que ayer habian ve nido á la nao, que les habian dado señales de haber en aquella isla oro, y nombrado los lugares donde lo o cogian, vido uno parece que mas dispuesto y aficio- nado, ó que con mas alegria le hablaba, y halagólo ro- gándole que se fuese con él á mostralle las minas del oro; este trujo otro compañero ó pariente consigo, - los cuales, entre los otros lugares que nombraban donde se cogia el oro, dijeron de Cipango, al cual o ellos llamaban CivaOf y allí afirman que hay gran can- ^ tidad de oro, y quel Cacique trae las banderas de oro de martillo, salvo que está muy lejos al Leste. El Al- mirante dice aquí estas palabras á los Reyes. «Crean vuestras Altezas que en el mundo todo no puede ha- ber mejor gente, ni mas mansa; deben tomar vuestras Altezas grande alegría porque luego los harán cristia- nos, y los habrán enseñado en buenas costumbres de sus reinos, que mas mejor gente ni tierra puede ser, y la gente y la tierra en tanta cantidad que yo no ya cómo lo escriba; porque yo he hablado en superlativo grado la gente y la tierra de la Juana, á que ellos lla- man Cuba; mas hay tanta diferencia dellos y della á esta en todo como del día á la noche; ni creo que otro ninguno que esto hobiere visto hobiese hecho ni di- jese menos de lo que yo tengo dicho, y digo que es verdad que es maravilla las cosas de acá y los pueblos grandes de esta Isla Española, que así la llamé, y ellos le llaman Bóhio, y todos de muy singularísimo tracto amoroso y habla dulce, no como los otros, que parece cuando hablan que amenazan, y de buena estatura ^9íBJtt^s_y^ mugeres, y no negros. Verdad es que todos £e tiñen, algunos de negro y otros de otro color, y ios

124 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

mas de colorado. He sabido que lo hacen por el soF que no les haga tanto mal, y las casas y lugares tan hermosos, y con señorío en todos como juez ó señor dellos, y todos le obedecen que es maravilla, y todos estos señores son de pocas palabras y muy lindas cos- tumbres, y su mando es lo mas con hacer señas con la mano, y luego es entendido que es maravilla.» Todas son palabras del Almirante.

Quien hobiere de entrar en la mar de Santo Tomé(\) se debe meter una buena legua sobre la boca de la entrada sobre una isleta llana (2) que en el medio hay^ que les puso nombre la Amiga, llevando la proa en ella. Y después que llegare á ella con ot.° (3) de una piedra, pase de la parte del Oueste, y quédele ella al Leste, y se llegue á ella y no á la otra parte, porque viene una restringa muy grande del Oueste, é aun en la mar fuera della hay unas tres bajas, y esta restringa se llega á la Amiga un tiro de lombarda, y entreme- dias pasará y hallará á lo mas bajo siete brazas y cas- cajos abajo, y dentro hallará puerto para todas las naos del mundo, y que estén sin amarras. Otra restringa y bajas vienen de la parte del Leste á la dicha isla Amiga, y son muy grandes, y salen en la mar mucho, y llega hasta el cabo cuasi dos leguas; pero entre ellas pareció quehabia entrada á tiro de dos lombardas de la Amiga, y al pié del Monte Caribatany de la parte del Oueste^ hay un muy buen puerto y muy grande (4).

Martes 25 de Diciembre, dia de Navidad Navegando con poco viento el dia de ayer, desde

(1) Entrada en la bahía de Acul.

(2) Isla de Ratas,

(3) Así en el original esta abreviatura, que no se en- tiende. Acaso diría con el tiro de una piedra &c.

(4) Puerto francés.

VIAJES DE COLÓN 125

la mar de Santo Tomé hasta la Punta Santa, sobre la cual, á una legua, estuvo así hasta pasado el primer cuarto, que serian á las once horas de la noche, acordó echarse á dormir, porque habia dos dias y una noche que no habia dormido. Como fuese calma, el mari- nero que gobernaba la nao acordó irse á dormir y dejó el gobernario á un mozo grumete, lo que mucho siempre habia el Almirante prohibido en todo elviage, que hobiese viento ó que bebiese calma, conviene á saber, que no dejasen gobernar á los grumetes. El Al- mirante estaba seguro de bancos y de peñas porque el Domingo, cuando envió las barcas á aquel Rey, habian pasado al Leste de ía dicha Punta Sania bien 3 le- guas y media, y habian visto los marineros toda la costa y los bajos que hay desde la dicha Punta Santa al Leste Sueste bien 3 leguas, y vieron por dónde se podía pasar, lo que todo este viage no hizo. Quiso nuestro Señor que á las doce horas de la noche, como habian visto acostar y reposar el Almirante y vían que era calma muerta y la mar como en una escudilla, to- dos se acostaron á dormir, y quedó el gobernalle en la mano de aquel muchacho, y las aguas que corrían lle- varon la nao sobre uno de aquellos bancos. Los cuales, puesto que fuese de noche, sonaban que de una grande legua se oyeran y vieran, y fué sobre él tan mansamente que casi no se sentía. El mozo, que sintió el gobernalle y oyó el sonido de la mar, dio voces, á las cuales salió el Almirante, y fue tan presto, que aun ninguno habia sentido questuviesen encallados. Luego el maestre de la nao, cuya era la guardia, salió, y díjo- les el Almirante a él y á los otros que halasen el ba- tel que traían por popa, y tomasen un ancla y la echa- sen por popa, y él con otros muchos saltaron en el batel, y pensaba el Almirante que hacían lo que les habia mandado; ellos no curaron sino de huir á la ca- rabela, que estaba á barlovento media legua. La cara- bela no los quiso rescibir, haciéndolo virtuosamente, y

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por esto volvieron á la nao; pero primero fue a ella la barca de la carabela. Cuando el Almirante vido que se huian y que era su gfente, y las aguas menguaban y es- taba ya la nao la mar de través, no viendo otro reme- dio, mandó cortar el mastel y alijar de la nao todo cuanto pudieron, para ver si podían sacarla, y como todavia las aguas menguasen no se pudo remediar, y tomó lado hacia la mar traviesa, que la mar era poco ó nada, y entonces se abrieron los conventos (1) y no la nao. El Almirante fue á la carabela para poner en cobro la gente de la nao en la carabela, y como ven- tase ya ve«tecillo de la tierra, y también aun quedaba mucho de la noche, ni supiesen cuánto duraban los bancos, temporejó ala corda (2) hasta que fue de día, y luego fue á la nao por de dentro de la restringa del banco. Primero había enviado el batel á tierra con Diego de Arana, de Córdoba, alguacil del Armada, y Pedro Gutiérrez, repostero de la Casa Real, á hacer saber al Rey que lo había enviado á convidar y rogar el Sábado que se fuese con los navios á su puerto, el cual tenia su villa adelante obra de una legua y media del dicho banco, el cual, como lo supo, dicen que lloró y envió toda su gente de la villa con canoas muy gran- des y muchas á descargar todo lo de la nao; y así se hizo y se descargó todo lo de las cubiertas en muy breve espacio: tanto fue el grande avíamiento y diligencia que aquel Rey dio. Y él con su persona, con herma- nos y parientes, estaban poniendo diligencia así en la nao como en la guarda de lo que se sacaba á tierra, para que todo estuviese á muy buen recaudo. De cuando en cuando enviaba uno de sus parientes Al- mirante, llorando, á lo consolar, diciendo que no resci-

(1) Herrera, en la dec. 1/, líb. Í.°, cap. 18, refiere pun- tualmente este suceso, y dice que conventos llamaban a los vacíos que hay entre costillas y costillas de una nave.

(2) Véase la nota 3/ de la pág. 24.

VIAJES DE COLÓN 127

biese pena ni enojo, quel le daría cuanto tuviese. Cer- tifica el Almirante á los Reyes que en ningfuna parte de Castilla tan buen recaudo en todas las cosas se pu- diera poner sin faltar un agujeta. Mandólo poner todo junto con las casas, entretanto que se vaciaban algunas casas que queria dar, donde se pusiese y guardase todo. Mandó poner hombres armados enrededor de todo, que velasen toda la noche. «Él, con todo el pueblo, llo- raban tanto (dice el Almirante): son gente de amor y sin cudicia, y convenibles para toda cosa, que certifico á vuestras Altezas que en el mundo creo que no hay mejor gente ni mejor tierra: ellos aman á sus prójimos ^ como á mismoSjV tienen uná~liabla la mas dulce del ^ mundo y man&a. y siempre con risa. Jbllos andan des- nudos, hombres y mugeres, como sus madres los"pa^~~^ jne!Xuu_Mas'crean vuestras Altezas que entre tienen costumbres muy buenas, y el Rey muy maravilloso es- tado, de una cierta manera tan continente, ques placer de verlo todo, y la memoria que tienen, y todo quie- ren ver, y preguntan qué es y para qué.> Todo esto dice así el Almirante (1).

Miércoles 26 de Diciembre

Hoy á salir del sol vino el Rey de aquella tierra questaba en aquel lugar á la carabela Niña, donde es- taba el Almirante, y cuasi llorando le dijo que no tu- viese pena, que él le daría cuanto tenia, y que había dado á los cristianos questaban en tierra dos muy grandes casas, y que mas les daría si fuesen menester, y cuantas canoas pudiesen cargar y descargar la nao, y

(1) Hernando Colón copia en el cap. 32 de su historia la relación de su padre, el Almirante, sobre este suceso, y difiere algo en las expresiones aunque no en la sustancia del texto que traslada Casas.

128 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

poner en tierra cuanta gente quisiese; y que así lo ha- bía hecho ayer, sin qae se tomase una migaja de pan ni otra cosa alguna: tanto (dice el Almirante) son fie- les y sin cudicia de lo ageno, y asi era sobre todos aquel Rey virtuoso. En tanto quel Almirante estaba hablando con él, vino otra canoa de otro lugar, que

o traía ciertos pedazos de oro, ios cuales quería dar por un cascabel, porque otra cosa tanto no deseaban como cascabeles. Que aun no llega la canoa abordo

o cuando llamaban y mostraban los pedazos de oro, di- ciendo chuq chuq por cascabeles, que están en puntos de se tornar locos por ellos. Después de haber visto esto, y partiéndose estas canoas que eran de los otros lugares, llamaron al Almirante y le rogaron que les mandase guardar un cascabel hasta otro día, porquél

o traería cuatro pedazos de oro tan grandes como la mano. Holgó el Almirante de oír esto, y después un marinero que venia de tierra dijo al Almirante que era

o cosa de maravilla las piezas de oro que los cristianos questaban en tierra resgataban por no nada; por una agujeta daban pedazos que serían mas de dos caste- llanos, y que entonces no era nada al respecto de lo que seria dende á un mes. El Rey se holgó mucho con ver al Almirante alegre, y entendió que deseaba mucho

o oro, y díjole por señas quél sabía cerca de allí adonde había dello muy mucho engrande suma, y questuviese

^ de buen corazón, quél daría cuanto oro quisiese, y dello diz que le daba razón, y en especial que lo ha- bía en Cipango, á que ellos llamaban Civao, en tanto grado que ellos no lo tienen en nada, y quél lo traería allí, aunque también en aquella Isla Española, á quien llaman BohiOj y en aquella provincia Caribata lo había mucho mas. El Rey comió en la carabela con el Almirante, y después salió con él en tierra, donde hizo al Almirante mucha honra, y le dio colación de dos ó tres maneras de ajes, y con camarones y caza, y otras viandas quellos tenían, y de su pan, que llamaban ca-

VIAJES DE COLÓN 129

:íavif donde lo llevó á ver unas verduras de árboles junto á las casas, y andaban con él bien 1.000 perso- nas, todos desnudos. El Señor ya traia camisa y guan- tes, quel Almirante le habia dado, y por los guantes hizo mayor fiesta que por cosa de las que le dio. En su comer, con su honestidad y hermosa manera de lim- pieza, se mostraba bien ser de linage. Después de haber comido, que tardó buen rato estar á la mesa, tru- jeron ciertas yerbas, con que se fregó mucho las ma- nos: creyó el Almirante que lo hacía para ablandarlas, y diéronle agua manos. Después que acabaron de co- mer llevó á la playa al Almirante, y el Almirante envió por un arco turquesco y un manojo de flechas, y el Al- mirante hizo tirar á un hombre de su compañía, que sabia dello; y el Señor, como no sepa qué sean armas, porque no las tienen ni las usan, le pareció gran cosa; aunque diz quel comienzo fue sobre habla de los de Canibuf quellos llaman CaribeSy que los vienen á to- mar, y traen arcos y flechas sin hierro, que en todas^ aquellas tierras no habia memoria del, y de acero ni de I otro metal, salvo de oro y de cobre, aunque cobre no O habia visto sino poco el Almirante. El Almirante le I dijo por señas que los Reyes de Castilla mandarían destruir á los caribes y que á todos se los mandarían traer las manos atadas. Mandó el Almirante tirar una lombarda y una espingarda, y viendo el efecto que su fuerza hacían y lo que penetraban, quedó maravillado. Y cuando su gente oyó los tiros cayeron todos en tie- rra. Trujeron al Almirante una gran carátula, que tenia grandes pedazos de oro en las orejas y en los ojos en ^ otras parles, la cual le dio con otras joyas de oro quel ^ mismo Rey habia puesto al Almirante en la cabeza y al pescuezo, y á otros cristianos que con él estaban dio también muchas. El Almirante recibió mucho placer y consolación destas cosas que vía, y se le templó el an- gustia y pena que habia rescibido y tenia de la pérdida de la nao, y conosció que nuestro Señor habia hecho

yi'L^-^S 07, COLÓN 9

130 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

encallar allí la nao por que hiciese allí asiento. «Y á esto (dice él) vinieron tantas cosas á la mano, que ver- daderamente no fue aquél desastre, salvo gfran ventura. Porque es cierto (dice el) que si yo no encallara que yo fuera de largo sin surgir en este lugar, por quel está metido acá dentro en una grande bahía (1), y en ella dos ó tres restringas de bajas. Ni este viage dejara aquí gente, ni aunque yo quisiera dejarla no les pudiera dar tan buen aviamento ni tantos pertrechos ni tantos mantenimientos ni aderezo para fortaleza. Y bien es ver- dad que mucha gente desta que va aquí me habían ro- gado y hecho rogar que les quisiese dar licencia para quedarse. Agora tengo ordenado de hacer una torre y- fortaleza, todo muy bien, y una grande cava, no por- que crea que haya esto menester por esta gente, por- que tengo por dicho que con esta gente que yo traigo sujuzgaria toda esta isla, la cual creo ques mayor que Portugal, y mas gente al doblo; mas son desnudos y sin armas, y muy cobardes fuera de remedio. Mas es razón que se haga esta torre, y se esté como se ha de estar, estando tan lejos de vuestras Altezas; y por que conozcan el ingenio de la gente de vuestras Altezas y lo que pueden hacer, piaiL que con amor y temor le ^h^^f*7^an^ y así tftrnan tablas para hacer toda lalor- taleza dellas, y mantenimientos de pan y vino para mas de un año, y simientes para sembrar, y la barca de la nao, y un calafate, y un carpintero, y un lombardero, y un tonelero, y muchos entre ellos hombres que de- sean mucho, por servicio de vuestras Altezas y me ha- ü cer placer, de saber de la mina adonde se coge el oro. Así, que todo es venido mucho á pelo para que se faga este comienzo. Y sobre todo, que cuando encalló la nao fue tan paso que cuasi no se sintió ni había ola ni viento.» Todo esto dice el Almirante. Y añade mas para mostrar que fue gran ventura y determinada vo-

(1) Bahía del Caracol.

VIAJES DE CO^ \

luntad de Dios que la nao allí encallase por que dejase allí gente, que si no fuera por la traición del maestre y de la g^ente, que eran todos ó los mas de su tierra, de no querer echar el ancla por popa para sacar la nao, como el Almirante los mandaba, la nao se salvara, y así no pudiera saberse la tierra (dice él) como se supo aquellos dias que allí estuvo y adelante, por los que allí entendía dejar, porque él iba siempre con inten- ción de descubrir y no parar en parte mas de un dia si no era por falta de los vientos, porque la nao diz que era muy pesada y no para el oficio de descubrir; y lle- var tal nao diz que causaron los de Palos, que no cumplieron con el Rey y la Reina lo que le habían prometido: dar navios convenientes para aquella jor- nada, y no lo hicieron. Concluye el Almirante diciendo que de todo lo que en la nao había no se perdió una aguja, ni tabla ni clavo, porque ella quedó sana como cuando partió, salvo que se cortó y rajó algo para sa- car la vasija y todas las mercaderías, y pusiéronlas to- das en tierra y bien guardadas, como está dicho; y dice que espera en Dios que á la vuelta que él entendía hacer de Castilla había de hallar un tonel de oro que habrían resgatado los que había de dejar, y O que habrían hallado la mina del oro, y la especería, y o aquello en tanta cantidad que los Reyes antes de tres años emprendiesen y aderezasen para ir_á conquistar J^ la Casa Santa, que asi (TÍTCc~él)-^wtTÍ5s?ea vuestras Al-~^ fezas güéfodaTla ganancia desta mi empresa se gas- tase en la conquista de Jerusalen, y vuestras Altezas se rieron y dijeron que les placia, y que sin esto tenian aquella gana. Estas son palabras del Almirante.

Jueves 27 de Diciembre

En saliendo el sol vino á la carabela el Rey de aquella tierra, y dijo al Almirante que había enviado

132 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

o por oro, y que lo quería cobrir todo de oro antes que ^se fuese, antes le rogfaba que no se fuese; y comieron con el Almirante el Rey é un hermano suyo, y otro su pariente muy privado, los cuales dos le dijeron que querían irá Castilla con él. Estando en esto vinieron (1) como la carabela Pinta estaba en un rio al cabo de aquella isla; luego envió el cacique allá una canoa, y en ella el Almirante un marinero, porque amaba tanto al Almirante que era maravilla. Ya entendia el Almi- rante con cuanta priesa podia por despacharse para la vuelta de Castilla.

Viernes 28 de Diciembre

Para dar orden y priesa en el acabar de hacer la fortaleza y en la g^ente que en ella había de quedar, salió el Almirante en tierra, y parecióle quel Rey le había visto cuando iba en la barca, el cual se entró presto en su casa disimulando, y envió á un su her- mano que recibiese al Almirante, y llevólo á una de las casas que tenia dadas á la gente del Almirante, la cual era la mayor y mejor de aquella villa. En ella le tenían aparejado un estrado de camisas de palma, donde le hicieron asentar. Después el hermano envió un escudero suyo á decir al Rey que el Almirante es- taba allí, como quel Rey no sabia que era venido, puesto quel Almirante creía que lo disimulaba porha- celle mucha mas honra. Como el escudero se lo dijo, dio el cacique diz que á correr para el Almirante, y púsole al pescuezo una gran plasta de oro que traía en c la mano. Estuvo allí con él hasta la tarde, deliberando lo que había de hacer.

(1) Debe de faltar nuevas.

VIAJES DE COLÓN 133

Sábado 29 de Diciembre

En saliendo e! sol vino á la carabela un sobrino del Rey, muy mozo y de buen entendimiento y buenos hí- gados (como dice el Almirante), y como siempre tra- bajase por saber adonde se cogfia el oro, pregfuntaba á o cada uno, porque por señas ya entendia algfo, y así, aquel mancebo le dijo que á cuatro jornadas habia una isla al Leste, que se llamaba Guarionex^ y otras que se llamaban Macorix y Mayonic y Fuma y Cibao y Co- roay (1), en las cuales habia infinito oro, los cuales o nombres escribió el Almirante, y supo esto que le ha- bia dicho un hermano del Rey, é riñó con él, segfun el Almirante entendió. También otras veces habia el Almi- ^ rante entendido que el Rey trabajabajior que nP ft"

tendiese donde nascia y se c<5gTaeroro, por que no lo nié&Q-i-XfiSgataró comprar á otra parte^Mas es~ tanto > en tantos lugares y en esta mesma Isla Española (dice el Almirante), que es maravilla. Siendo ya de no- che le envió el Rey una gran carátula de oro, y en- o viole á pedir un bacin de agfua manos y un jarro: creyó el Almirante que lo pedia para amandar hacer otro, y así, se lo envió.

Domingo 30 de Diciembre

Salió el Almirante á comer á tierra, y llegó á tiempo que habian venido cinco Reyes subjetos á aqueste que se llamaba Guacanagari^ todos con sus coronas, representando muy buen estado, que dice el

^

(1) «Éstas no eran islas, sino provincias de la Isla Es- pañola. » Casas.

134 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Almirante á los Reyes que sus Altezas hobieran pla- .cer de ver la manera dellos. En llegando en tierra el Rey vino á rescibir al Almirante, y lo llevó de brazos á la misma casa de ayer, á tenia un estrado y sillas, en que asentó al Almirante, y luego se quitó la corona de la cabeza y se la puso al Almirante, y el Almirante se quitó del pescuezo un collar de buenos alaqueques y cuentas muy hermosas de muy lindos colores, que parecía muy bien en toda parte, y se lo puso a él; y se desnudó un capuz de fina grana, que aquel dia se ha- bía vestido, y se lo vistió; y envió por unos borceguíes de color, que le hizo calzar, y le puso en el dedo un grande anillo de plata, porque habían dicho que vie- ron una sortija de plata á un marinero y que había hecho mucho por ella. Quedó muy alegre y muy con- tento, y dos de aquellos Reyes que estaban coa él vinieron adonde el Almirante estaba con él y trujeron al Almirante dos grandes plastas de oro, cada uno la suya. Y estando así vino un indio diciendo que había dos días que dejara la carabela Pinta al Leste en un puerto. Tornóse el Almirante á la carabela, y Vicente Anos (1), capitán de ella, afirmó que había visto rui- barbo, y que lo había en la isla Amigay questá á la en- trada de la mar de Santo lomé, questaba 6 leguas de allí (2), é que había cognoscido los ramos y raíz. Di- cen quel ruibarbo echa unos ramitos fuera de tierra y unos frutos que parecen moras verdes cuasi secas, y el palillo questá cerca de la raíz es tan amarillo y tan fino como la mejor color que puede ser para pintar, y de- bajo de la tierra hace la raíz como una grande pera.

Lunes 31 de Diciembre Aqueste día se ocupó en mandar tomar agua y leña

\\ Debe decir Vicente Yañez. 2) Bahía y pueblos del Caracol

VIAJES DE COLÓN 135

para la partida á España, por dar noticia presto á los Reyes para que enviasen navios que descubriesen lo que quedaba por descubrir, porque ya el negocio pa recia tan grande y de tanto ton) Oj que es joiaravitla (dijo ^ Almirante), y dice que no quisiera partirse hasta que hobiera visto toda aquella tierra que iba ha- cia el Leste, y andarla toda por la costa, por saber también (diz que) el tránsito de Castilla á ella para traer ganados y otras cosas. Mas como hobiese que- dado con un solo navio no le parecía razonable cosa ponerse á los peligros que le pudieran ocurrir descu- briendo. Y quejábase que todo aquel mal é inconve- niente (1) haberse apartado de la carabela Pinta,

Martes /.° de Enero de 1493

A media noche despachó la barca que fué á la is- ieta Amiga para traer el ruibarbo. Volvió á vísperas con un serón dello; no trujeron mas porque no lleva- ron azada para cabar: aquello llevó por muestra á losi Reyes. El Rey de aquella tierra diz que había enviado muchas canoas por oro. Vino la canoa que fue á saber » de la Pinta y el marinero, y no la hallaron. Dijo aquel marinero que 20 leguas de allí habían visto un Rey que traía en la cabeza dos grandes plastas de oro, y ¿ I u ego^ufiJos indios -de-Ja canoa le hablaron se ¡as quitó, y vido también mucho oro á otras personas, o Creyó el Almirante quel Rey Guacanagari debía de haber prohibido á todos que no vendiesen oro á los o cristianos, por que pasase todo' por su mano. Mas él habia sabido los lugares, como dijo antier, donde lo había en tanta cantidad que no lo tenían en precio. También la especería, que (como dice el Almirante). €3 mucha y mas vale que pimienta y manegueta, dejaba

(1) Falta provenia de.

136 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

encomendados á los que allí quería dejar que hubie- sen cuanta pudiesen.

Miércoles 2 de Enero

My Salió de mañana en tierra para se despedir dei Rey Guacanagari é partirse en el nombre del Señor, é dióle una camisa suya, y mostróle la fuerza que tenían y efecto que hacíanl as lombardas, por lo cual mandó armar una y tirar al costado de la nao que estaba en tierra, porque vino á propósito de platicar sobre los caribes, con quien tienen g^uerra, y vido hasta donde llegó la lombarda, y como pasó el costado de la nao y fué muy lejos la piedra por la mar. Hizo hacer tam- bién un escaramuza con la gente de los navios armada, diciendo al cacique que no hubiese miedo á los cari- bes aunque viniesen. Todo esto diz que hizo el Almi- rante por que tuviese por amigos á los cristianos que dejaba y por ponerle mjedo que los temiese. Llevólo el Almirante á~comer consigo á la casa donde estaba aposentado, y á los otros que iban con él. Encomen- dóle mucho el Almirante á Diego de Arana, y á Pe- dro Gutiérrez, y á Rodrigo Escovedo, que dejaba jun tamente por sus tenientes de aquella gente que allí dejaba, por que todo fuese bien regido y gobernado á servicio de Dios y de sus Altezas. Mostró mucho amor el cacique al Almirante y gran sentimiento en su partida, mayormente cuando le vido ir á embarcarse. jDíjo al Almirante un privado de aquel Rey que había c;lmandado hacer una estatua de oro puro tan grande como el mismo Almirante, y que dende á diez días la habían de traer. Embarcóse el Almirante con propó- sito de se partir luego, mas el viento no le dio lugar. Dejó en aquella IslaEspañola, que los indios diz^ que llamaban Bohioy Bfjhombres con la fortaleza, y diz que muchos amígo^-de aquel Rey Guacanagari, é

VIAJES DE COLÓN 137

sobre aquellos, por sus tenientes, á Diego de Arana, natural de Córdoba, y á Pedro Gutiérrez, repostero de estrado del Rey, criado del despensero mayor, é á Ro- drigo de Escobedo, natural de Segovia, sobrino de Fr. Rodrigo Pérez, con todos sus poderes que de los Reyes tenia. Dejóles todas las mercaderías que los Re- yes mandaron comprar para los resgates, que eran mu- chas, para que las trocasen y resgatasen por oro, con q todo lo que traía la nao. Dejóles también pan bizco- cho para un año, y vino, y mucha artillería, y la barca de la nao para que ellos, como marineros que eran los mas, fuesen, cuando viesen que convenia, á descubrir lamina de oro, porque á la vuelta que volviese el Al- o mirante hallase mucho oro y lugar donde se asentase© ana villa, porque aquel no era puerto a su voluntadr mayormente quel oro que allí traían venía diz que délo Leste, y cuanto mas fuesen al Leste tanto estaban cer- canos de España. Dejóles también simientes para sem brar y sus oñciales, escribano y alguacil, y entre aquéllos un carpintero de naos y calafate, y un buen lombardero, que sabe bien de ingenios, y un tone- lero, y un físico, y un sastre, y todos diz que hombres de la mar.

Jueves 3 de Enero

No partió hoy porque anoche diz que vinieron tres- de los indios que traía de las islas, que se habían que- dado, y dijéronle que los otros y sus mugeres venían al salir del sol. La mar también fue algo alterada, y no pudo la barca estar en tierra; determinó partir mañana,, mediante la gracia de Dios. Dijo que si él tuviera con- i sigo la carabela Pinta tuviera por cierto de llevar un ^'7¿ tonel de oro, porque osara seguir las costas de estas o islas, ío que no osaba hacer por ser solo, porque no le acaeciese algún inconveniente y se impidiese su.

138 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

vuelta á Castilla y la noticia que debia dar á los Reyes de todas las cosas que habia hallado. Y si fueran cierto que la carabela Finta llegara á salvamento en España con aquel Martin Alonso Pinzón, dijo que no dejara de hacer lo que deseaba; pero porque no sabia del, y porque ya que vaya podrá informar á los Reyes de mentiras, por que no le manden dar la pena que él me- recía como quien tanto mal habia hecho y hacia en haberse ido sin licencia, y estorbar los bienes que pu- dieran hacerse y saberse de aquella vez, dice el Almi- rante, confiaba que nuestro Señor le daria buen tiempo y se podria remediar todo.

Viernes 4 de Enero

Saliendo el sol levantó las anclas con poco viento, con la barca por proa el camino del Norueste, para sa- lir fuera de la restringa por otra canal mas ancha de la que entró, la cual y otras son muy buenas para ir por delante de la Villa de la Navidad (1), y por todo aquello el mas bajo fondo que halló fueron tres brazas hasta nueve, y estas dos van de Norueste al Sueste, 5egun aquellas restringas eran grandes, que duran des de el Cabo Santo hasta el Cabo de Sierpe, que son mas de 6 leguas, y fuera en la mar bien 3, y sobre el Cabo Santo bien tres, y sobre el Cabo Santo, á una legua, no hay mas de ocho brazas de fondo, y dentro del dicho cabo, de la parte del Leste, hay muchos bajos y canales para entrar por ellos (2), y toda aquella costa se corre Norueste Sueste, y es toda playa, y la tierra muy llana hasta bien 4 leguas la tierra adentro. Después hay montañas

(1) «Llamó Villa de la Navidad la fortaleza y el asiento >que allí hizo, porque llegó allí día de la Navidad, como pa- dece por lo de arriba.» Casas,

(2) Puerto del Guarico o ciudad del cabo.

VIAJES DE COLÓN 139

muy altas, y es toda muy poblada de poblacio- nes grandes, y buena gente, segfun se mostraba con los cristianos. Navegó así al Leste camino de un monte muy alto, que quiere parecer isla, pero no lo es, por- que tiene participación con tierra muy baja, el cual tiene forma de un alfaneque muy hermoso, al cual puso nombre Monte- Crlstiy el cual está justamente al Leste del Cabo Santo^ y habrá 18 leguas (1). Aquel dia, por ser el viento muy poco, no pudo llegar al Monte-Cristi con 6 leguas. Halló cuatro isletas de arena (2) muy ba- jas, con una restringa que saÜa mucho al Norueste y an- daba mucho al Sueste (3). Dentro hay un grande gol- fo (4) que va desde dicho monte al Sueste bien 20 le- guas (5), el cual debe ser todo de poco fondo y mu- chos bancos, y dentro del, en toda la costa, muchos rios no navegables, aunque aquel marinero quel Almirante envió con la canoa á saber nuevas de la Pinta dijo que vido un rio (6) en el cual podrían entrar naos. Surgió por allí el Almirante seis (7) leguas de Monte-Cristi en 19 brazas, dando la vuelta á la mar por apartarse de muchos bajos y restringas que por allí habia, donde estuvo aquella noche. Da el Almirante aviso que el que hobiere de ir á la villa de la Navidad que cognosciere á Monte- Cristif debe meterse en la mar 2 leguas &c.; pero porque ya se sabe la tierra, y mas, por allí, no se pone aquí. Concluye que Cipango estaba en aquella isla, y que hay mucho oro, y especería, y almáciga, y •ruibarbo.

(1) Está al N. 80° E., distancia de 10 leguas.

(2) Los siete Hermanos.

(3) Placer de los siete Hermanos.

(4) Bahía de Manzanillo.

(5) Así el original; pero debe decir al Sudoeste bien ¡tres leguas.

(6) Río Tapion, en la bahía de Manzanillo.

(7) Seis leguas: deben ser tres leguas.

140 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Sábado 5 de Enero

Cuando el sol quería salir dio la vela con el terral;^ después ventó Leste, y vido que de la parte del Su- sueste (1) del Monte-Cristi, entre él y una isleta, pare> cia ser buen puerto para surgir esta noche, y tomó el camino al Lesueste, y después al Sursueste bien 6 le- guas á cerca del monte, y i.halló andadas las 6 leguas 17 brazas de hondo y muy limpio, y anduvo así 3 leguas con el mismo fondo. Después abajó á 12 brazas hasta el morro del monte, y sobre el morro del monte, á una legua, halló 9, y limpio todo arena menuda. Siguió así el camino hasta que entró entre el monte y la isleta (2), adonde halló tres brazas y media de fondo con baja mar, muy singular puerto, adonde surgió (3). Fué con la barca á la isleta, donde halló fuego y rastro que ha- bían estallado allí pescadores. Vido allí muchas pie- dras pintadas de colores, ó cantera de piedras tales, de labores naturales, muy hermosas diz que para edificios de iglesia ó de otras obras reales, como las que halló en la isleta de San Salvador. Halló también en esta is- leta muchos pies de almáciga. Este Monte- Cristi diz que es muy hermoso y alto y andable, de muy linda he- chura (4), y toda la tierra cerca de él es baja, muy lin- da campiña, y él queda así alto que viéndolo de lejos parece isla que no comunique con alguna tierra. Des- pués del dicho monte, al Leste vido un cabo á 24 millas, al cual llamó Cabo del Becerro (5), desde el cual hasta

(1) Ha de ser del Oes-sudoeste.

(2) Isla Cabra.

(3) Fondeadero de Monte- Cristi.

(4) «Dice verdad, que por mar y por tierra parece isla, como un montón de trigo.»— Casas.

(5) Punta Rucia.

VIAJES DE COLÓN 141

«I dicho monte pasa en la mar bien 2 ieg-uas unas res- tringas de bajos, aunque le pareció que habia entre ellas canales para poder entrar; pero conviene que sea de dia y vaya sondando con la barca primero. Desde el dicho monte al Leste hacia el Cabo del Becerro las 4 leguas es todo playa y tierra muy baja y hermosa, y lo otro es toda tierra muy alta y grandes montañas la- bradas y hermosas, y dentro de la tierra va una sierra de Nordeste al Sueste, la mas hermosa que habia vis to, que parece propia como la sierra de Córdoba. Pa- recen también muy lejos otras montañas muy altas, ha- cia el Sur y del Sueste, y muy grandes valles, y muy ver- des, y muy hermosos, y muy muchos ríos de agua; todo esto en tanta cantidad apacible que no creia encare- cerlo la milésima parte. Después vido al Leste del di- cho monte una tierra que parecía otro monte, así como aquel de Cristi en grandeza y hermosura. Y dende ala cuarta del Leste al Nordeste es tierra no tan alta y ha- bría bien 100 millas ó cerca.

Domingo 6 de Enero

Aquel puerto es abrigado de todos los vientos, salvo de Norte y Norueste, y dice que poco reinan por aque- lla tierra, y aun destos se pueden guarecer detrás de la isleta; tiene tres hasta cuatro brazas. Salido el sol dio la vela por ir la costa delante, la cual toda corría ai Leste, salvo ques menester dar resguardo á muchas restringas de piedra y arena que hay en la dicha costa. Verdad es que dentro dellas hay buenos puertos y bue- nas entradas por sus canales. Después de medio dia ventó Leste recio, y mandó subir á un marinero al topo del mástel para mirar los bajos, y vido venir la cara- bela Pinta con Leste á popa, y llegó al Almirante, y porque no habia donde surgir por ser bajo, y volvióse el Almirante al Monte-Cristi, á desandar 10 leguas

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atrás que habia andado, y la Pinta con él. Vino Martin Alonso Pinzón á la carabela Niña, donde iba el Almi- rante, á se excusar diciendo que se habia partido del contra su voluntad, dando razones para ello; pero el Almirante dice que eran falsas todas y que con mucha soberbia y cudicia se habia apartado aquella noche que se apartó déi, y que no sabia (dice el Almirante) de donde le hobiesen venido las soberbias y desho- nestidad que habia usado con él aquel viage, las cuales quiso el Almirante disimular por no dar lugar á las ma- las obras de Satanás, que deseaba impedir aquel viag-e> como hasta entonces habia hecho, sino que por dicho de un indio de los quel Almirante le habia encomen- dado, con otros que lleva en su carabela, el cual le ha- bia dicho que en una isla que se llamaba Baneque ha- bia mucho oro, y como tenia el navio sotil y ligero se quiso apartar y ir por sí, dejando al Almirante. Pero el Almirante quísose detener y costear la \s\di Juana y ía Española, pues todo era un camino del Leste. Des- pués que Martin Alonso fué á la isla Baneque diz que no halló nada de oro, y se vino á la costa de la Espa- ñola por información de otros indios, que le dijeron haber en aquella isla Española, que los indios llamaban Bohio, mucha cantidad de oro y muchas minas, y por esta causa llegó cerca de la villa de la Navidad, obra de 15 leguas, y habia entonces mas de veinte días, por lo cual parece que fueron verdad las nuevas que los indios daban, por las cuales envió el Rey Guaca- nagari la canoa y el Almirante el marinero, y debia de ser ida cuando la canoa llegó. Y dice aquí el Almi- rante que resgató la carabela mucho oro, que por un cabo de agujeta le daban buenos pedazos de oro del tamaño de dos dedos, y á veces como la mano; y lle- vaba el Martin Alonso la mitad, y la otra mitad se re- partía por la gente. Añade el Almirante, diciendo á los Reyes: «Así que, señores Príncipes, que yo conozco »que milagrosamente mandó quedar allí aquella nao

VIAJES DE COLÓN 143

» nuestro Señor, porqués el mejor lugar de toda la isla »para hacer el asiento y mas cerca de las minas del >oro.» También diz que supo que detrás de la isla Juana, de la parte del Sur, hay otra isla grande (1), en que hay muy mayor cantidad de oro que en esta, en tanto grado que cogian los pedazos mayores que ha- bas, y en la isla Española se cogian los pedazos de oro de las minas como granos de trigo (2). Llámase diz que aquella isla Yamaye (3). También diz que supo el Almirante que allí hacia el Leste habia una isla adonde no habia sino solas mugeres, y esto diz que de muchas personas lo sabia. Y que aquella Isla Española, ó la otra isla Yamayey estaba cerca de tierra firme 10 jor nadas de canoa, que podia ser 60 ó 70 leguas, y que era la gente vestida allí.

Lunes 7 de Enero

Este dia hizo tomar una agua que hacia la carabela y calafetalla (4), y fueron los marineros en tierra á traer leña, y diz que hallaron muchos almacigos y li- náloe.

Martes 8 de Enero

Por el viento Leste y Sueste mucho que ventaba no partió este dia, por lo cual mandó que se guarneciese

(1) «Dice verdad, pero es tierra firme.» Casas. No es sino la isla de Jamaica.

(2) «Y aun como una gran hogaza de pan de Alcalá, o como un cuartal de Valladolid se halló grano de oro en la Española, é yo lo vi; y otros muchos de libra, y de dos, y de tres, y de ocho libras se hallaron en esta Española.» Casas

(3) La Jamaica.

(4) Por calafatearla.

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la carabela de agua y leña y de todo lo necesario para todo el viage, porque aunque tenia voluntad de costear toda la costa de aquella Española que an- dando al camino pudiese, pero porque los que puso en las carabelas por capitanes eran hermanos, con- viene á saber: Martin Alonso Pinzón y Vicente Anes, y otros que les seguían con soberbia y cudicia esti- mando que todo era ya suyo, no mirando la honra quel Almirante les habia hecho y dado, no hablan obedecido ni obedecían sus mandamientos, antes ha- cían y decían muchas cosas no debidas contra él, y el Martin Alonso lo dejó desde 21 de Noviembre hasta 6 de Enero, sin causa ni razón, sino por su desobedien- cia; todo lo cual el Almirante habia sufrido y callado por dar buen fin á su viage; así que, por salir de tan mala compañía, con los cuales dice que complia disi- mular, aunque gente desmandada, y aunque tenia diz <jue consigo muchos hombres de bien, pero no era tiempo de entender en castigo, acordó volverse y no parar mas con la mayor priesa que le fuese posible. Entró en la barca y fue al rio, que es allí junto (1), hacia el Sursudoeste del Monte Cristi^ una grande lengua, donde iban los marineros á tomar agua para el navio, y halló que el arena de la boca del rio, el cual es muy grande y hondo, era diz que toda llena de oro, y en tanto grado que era maravilla, puesto que era muy menudo. Creía el Almirante que por venir por aquel rio abajo se desmenuzaba por el camino, puesto que dice que en poco espacio halló muchos granos tan grandes como ientajas; mas de lo menudito diz que

(1) Este río es Yaqui, muy poderoso y de mucho oro, y podía ser que lo hallase entonces el Almirante, como dicen. Pero todavía creo que mucho de ello debía ser margasita, porque allí hay mucha, y pensaba quizá el Almirante que era oro todo lo que relucía. Casas.— Es en efecto el río Yaque o de Santiago.

VIAJES DE COIRÓN 145

había mucha cantidad. Y porque la mar era llena y en- traba el agua salada con la dulce, mandó subir con la barca el rio arriba un tiro de piedra; hincheron los ba- rries desde la barca, y volviéndose á la carabela ha- llaban metidos por los aros de los barriles pedacitos de oro, y lo mismo en los aros de la pipa. Puso por nombre el Almirante al rio el Rio del Oro (1), el cual, de dentro, pasada la entrada, muy hondo, aunque la en- trada es baja y la boca muy ancha, y del á la villa de la Navidad 17 leguas (2). Entremedias hay otros mu- chos rios grandes; en especial, tres, los cuales creía que debían tener mucho mas oro que aquel, porque son mas grandes (3), puesto queste es cuasi tan grande como Guadalquivir por Córdoba; y dellos á las minas del oro no hay 20 leguas (4). Dice más el Almirante: que no quiso tomar de la dicha arena que tenía tanto oro, pues sus Altezas lo tenían todo en casa y á la puerta de su villa de la Navidad, sino venirse á mas andar por llevalles las nuevas y por quitarse de la mala compañía que tenía, y que siempre había dicho que era gente desmandada.

Miércoles 9 de Enero

A medía noche levantó las velas con el viento Sueste, y navegó al Lesnordeste; llegó á una punta que llamó Punta roja (5), que está justamente al Leste del Monte-Cristi 60 millas (6), y al abrigo della surgió

(1) El río de Santiago.

(2) La distancia verdadera son 8 leguas.

(3) Mayor es este que todos aquellos: yo lo sé. Casas,

(4) Ni 4 leguas hay de ellos a las minas. Casas.

(5) Punta Isabelica.

(6) Son solo 10 y media leguas, o 42 millas italianas de las que usaba Colon.

VUJB8 DB COLÓN 10

46 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

á

la tarde, que serian tres horas antes que anoche- ciese. No osó salir de allí de noche porque había mu- chas restringas, hasta que se sepan, porque después serán provechosas si tienen, como deben tener, canales, y tienen mucho fondo y buen surg^idero seguro de to- dos vientos. Estas tierras desde Monte-Cristi hasta allí donde surgió son tierras altas y llanas y muy lindas campiñas, y á las espaldas muy hermosos montes, que van de Leste á Oueste, y son todos labrados y verdes, i ques cosa de maravilla ver sa hermosura, y tienen mu- chas riveras de agua. En toda esta tierra tíáy muchas tortugas, de las cuales tomaron los marineros en el Monte-Cristi, que venían á desovar en tierra, y eran muy grandes como una grande tablachina. El día pa- sado, cuando el Almirante iba al rio del Oro^ dijo que ^'vido tres serenas que salieron bien alto delaTmar, pero no eran tan hermosas como las pintan (1), que en al- / guna manera tenían forma de hombre en la cara. Dijo , que otras veces vido algunas en Gufnea, en la costa de i la Manegueta. Dice que esta noche, en nombre de nuestro Señor, partiría á su viage, sin mas detenerse en cosa alguna, pues había hallado lo que buscaba, por-/%- que no quiere mas enojo con aquel Martm ~Sl©nso hasta que sus Altezas supiesen las nuevas de su viage I y de lo que ha hecho; y después no sufriré (dice él) 1 hechos de malas personas y de poca virtud, las cuales, I contra quien les dio aquella honra, presumen hacer su voluntad con poco acatamiento.

Jueves 10 de Enero Partióse de donde había surgido, y al sol puesto

(1) Acaso eran los manatíes o vacas marinas que des- cribe Oviedo en el cap. 85 de su Historia natural de las Indias.

VIAJES DE COLÓN 147

lieg-ó á un rio (1), al cual puso nombre Rio de Gracia; dista de la parte del Sueste 3 leguas; surgió á la boca, ques buen surgidero, á la parte del Leste. Para entrar dentro tiene un banco que no tiene sino dos brazas de agua y muy angosto; dentro es buen puerto cerrado, sino que tiene mucha bruma, y della iba la carabela Pinta, donde iba Martin Alonso, muy maltratada, por- que diz que estuvo allí resgatando diez y seis dias, donde resgataron mucho oro, que era lo que deseaba Martin Alonso. El cual, después que supo de los in- dios quel Almirante estaba en la costa de la misma Isla Española, y que no lo podia errar, se vino para él. Y diz que quisiera que toda la gente del navio jurara que no hablan estado allí sino seis dias. Mas diz que era cosa tan publica su maldad que no podia encobrir. El cual, dice el Almirante, tenia hechas leyes que fuese para él la mitad del oro que se resgatase ó se hobiese, y cuando hobo de partirse de allí tomó cuatro hom- bres indios y dos mozas por fuerza, á los cuales el Al- mirante mandó dar de vestir y tornar en tierra que se fuesen á sus casas; lo cual (dice) es servicio de vues- tras Altezas f porgue hombres y mugeres son todos de vuestras Altezas, asi desta isla en especial como de las otras. Mas aquí donde tienen ya asiento vuestras Al- tezas se debe hacer honra y favor á los pueblos, pues que en esta isla hay tanto oro y buenas tierras y espe- cería.

Viernes 11 de Enero

A media noche salió del Rio de Gracia, con el te- rral; navegó al Leste hasta un cabo que llamó Bel-

(1) Este río es el que dicen de Martín Alonso Pinzón, que está 5 leguas del Puerto de Plata.— Casas.— Es el Rio Chuzona chico, 3 leguas y media del Puerto de Plata.

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prado, 4 leguas, y de allí al Sueste está el monte á quien puso Monte de Plata (1), y dice que hay 8 le- guas. De allí al cabo Belprado, al Leste cuarta de! Sueste, está el cabo que dijo del Ángel, y hay 18 le- guas, y deste cabo al Monte de Plata hay un golfo (2) y tierras las mejores y mas lindas del mundo, todas campiñas altas y hermosas, que van mucho la tierra adentro, y después hay una sierra, que va de Leste á Oueste, muy grande y muy hermosa, y al pié del monte hay un puerto (3) muy bueno, y en la entrada tiene 14 brazas, y este monte es muy alto y hermoso, y todo esto es poblado mucho, y creía el Almirante de- bía haber buenos ríos y mucho oro. Del Cabo del Án- gel, al Leste cuarta del Sueste, hay 4 leguas á una Punta que puso del Hierro (4), y al mismo camino, 4 leguas, está una punta que llamó la Punta Seca (5); y de allí al mismo camino, á 6 leguas, está el Cabo que dijo Redondo (6); y de alli al Leste está el Cabo Fran- cés^ y en este cabo, de la parte de Leste, hay una angla grande (7), mas no le pareció haber surgidero. De allí una legua está el Cabo del Buen tiempo; deste, al Sur cuarta del Sueste, hay un Cabo que llamó Tajado, una grande legua; deste hacia el Sur vido otro cabo, y pa- recióle que habría 15 leguas. Hoy hizo gran camino,

(1) Este Monte llamó de Plata porque es muy alto y es- tá siempre sobre la cumbre una niebla que lo hace blanco ó plateado, y al píe de él está el Puerto que se dice por aquel monte de Plata. Casas.

(2) Abra y puerto de Santiag: La distancia de 18 le- guas que señala del Cabo del Ángel al Monte de Plata es solo de 6 leguas.

(3) Puerto de Plata.

(4) Punta Macuris. La distancia de 4 leguas es solo de 3.

(5) Punta Sesua. La distancia es solo una legua.

(6) Cabo de la Roca. Las 6 leguas son solo 5.

(7) Bahía Escocesa.

VIAJES DE COLÓN 149

porque el viento y las corrientes iban con él. No osó surgir por miedo de los bajos, y asi, estuvo á la corda toda la noche.

Sábado 12 de Enero

Al cuarto del alba navegó al Leste con viento fresco, y anduvo así hasta el dia, y en este tiempo 20 millas, y en dos horas después andaría 24 millas. De allí vido al Sur tierra (1), y fue hacia ella, y estaría de- lla 48 millas, y dice que dado resguardo al navio anda- ría esta noche 28 millas al Nornordeste. Cuando vido la tierra, llamó á un cabo que vido el Cabo de Padre é Hijoy porque á la punta de la parte del Leste tiene dos farallones, mayor el uno que el otro (2). Después, al Leste, 2 leguas, vido una grande abra y muy her- mosa entre dos grandes montañas, y vido que era grandísimo puerto, bueno y de muy buena entrada; pero por ser muy de mañana y no perder camino, por- que por la mayor parte del tiempo hace por allí Lestes, y entonces le lleva Nornorueste, no quiso detenerse mas. Siguió su camino al Leste hasta un cabo muy alto y muy hermoso, y todo de piedra tajado, á quien puso por nombre Cabo del Enamorado (3), el cual estaba al Leste de aquel puerto, á quien llamó Puerto Sacro (4), 32 millas; y en llegando á él descubrió otro muy mas hermoso y mas alto y redondo, de peña (5) todo, así como el Cabo de San Vicente, en Portugal, y es- taba del Enamorado al Leste 12 millas. Después que llegó á emparejarse con el del Enamorado^ vido entre-

(1) Era la península de Samaná.

(2) Isla Yazuml

(3) Cabo Cabrón. Puerto Yaffueron, Cabo Samaná.

(4) (5)

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medias dél y de otro vído que se hacia una grandísima bahía (1), que tiene de anchor 3 leg^uas, y en medio de* lia está una isleta pequeñuela (2); el fondo es mucho á la entrada hasta tierra; surgió allí en 12 brazas; envió la barca en tierra por agua y por ver si habían lengua, pero la gente toda huyó. Surgió también por ver si toda era aquella una tierra con la Española; y lo que dijo ser golfo, sospechaba no fuese otra isla por si. Quedaba espantado de ser tan grande la Isla Espa- ñola.

Domingo 13 de Enero

No salió deste puerto por no hacer terral con que saliese; quisiera salir por ir á otro mejor puerto, por- que aquel era algo descubierto, y porque quería ver en qué paraba la conjunción de la Luna con el Sol, que esperaba á 17 deste mes, y la oposición della con Júpiter y conjunción con Mercurio, y el Sol en opósito con Júpiter (3), que es causa de grandes vientos. En- vió la barca á tierra en una hermosa playa para que to- masen de los ajes para comer, y hallaron ciertos hom- bres con arcos y flechas, con los cuales pararon á ha- blar, y los compraron dos arcos y muchas flechas, y rogaron á u«o dellos que fuese á hablar al Almirante á la carabela; y vino, el cual diz que era muy disforme en el acatadura mas que otros que hobiesen visto: te- nía el rostro todo tiznado de carbón, puesto que en to- das partes acostumbran de se teñir de diversos coló-

!1) Bahía de Samaná. 2) Cayo de Levantados.

(3) Por aquí parece que el Almirante sabía algo de as- trología, aunque estos planetas parece que do están bien puestos por falta del mal escribano que lo trasladó. Casas,

VIAJES DE COLÓN 151

res. Traia todos cabellos (1) muy largos y encogidos y atados atrás, y después puestos en una rebecilla de plumas de papagayos, y él así desnudo como los otro . Juzgó el Almirante que debia de ser de los caribes (2) que comen los hombres, y que aquel golfo que ayer habia visto, que hacia apartamiento de tierra, y que se- ría isla por sí. Preguntóle por los caribes, y señalóle al Leste, cerca de allí, la cual diz que ayer vio el Almi- rante antes que entrase en aquella bahía, y díjole el in- dio que en ella habia muy mucho oro, señalándole la popa de la carabela, que era bien grande, y que peda- zos habia tan grandes. Llamaba al oro tuob y no en- tendía por caona (3), como le llaman en la primera parte de la isla, ni por nozay, como lo nombran en San Salvador y en las otras islas; al alambre ó á un oro bajo llaman en la Española tuob. De la isla de Mati- nino dijo aquel indio que era toda poblada de muge- res sin hombres, y que en ella hay muy mucho íuo6,que es oro ó alambre, y que es mas al Leste de Carib, También dijo de la isla de Goanin (4), adonde hay mucho tuob, Destas islas dice el Almirante que habia por muchas personas dias habia noticia. Dice mas el Almirante: que en las islas pasadas estaban con gran

(1) Estos debían ser los que llamaban Ciguayos, que to- dos traían los cabellos así, muy largos. Casas.

(2) No eran caribes, ni los hubo en la Española jamás. Casas.

(3) Caona llamaban al oro en la mayor parte de la Isla Española, pero había dos o tres lenguas. Casas.

(4) Este Goanin no era isla, según yo creo, sino el oro bajo, que según los indios de la Española tenía un olor por que lo preciaban mucho, y a éste llamaban Goanin. Casas, Estas islas que menciona Colón conocidas de los indios, que le demoraban al Este, y de las cuales venían los cari- bes, deben ser las de Puerto Rico, las Vírgenes y demás ihmadas Caribes, siendo cierto que a Puerto Rico conocían ios indios con el nombre de Isla de Carib,

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temor de Carib, y en algunas le llamaban Caniba, pero en la Española, Carib, y que deben de ser gente arris- cada, pues andan por todas estas islas y comen la gente que pueden haber. Dice que entendía algunas pala- bras, y por ella diz que saca otras cosas, y que los in- dios que consigo traia entendían mas, puesto que ha- llaba diferencia de lenguas por la gran distancia de las tierras. Mandó dar al indio de comer, y dióle pedazos de paño verde y colorado, y cuentezuelas de vidrio, á que ellos son muy aficionados, y tornóle á enviar atie- rra, y díjole que trújese oro si lo había, lo cual creia por algunas cositas suyas quél traia. En llegando la barca á tierra, estaban detras los árboles bien 55 hom- bres desnudos con los cabellos muy largos (1), así co- mo las mugeres los traen en Castilla. Detrás de la ca- beza traían penachos de plumas de papagayos y de otras aves, y cada uno traia su arco. Descendió el in- dio en tierra é hizo que los otros dejasen sus arcos y

flechas, y un pedazo de palo que es como un (2)

muy pesado, que traen (3) en lugar de espada, los cua- les después se llegaron á la barca, y la gente de la bar- ca salió á tierra, y comenzáronles á comprar los arcos y flechas y las otras armas, porquel Almirante asi lo tenia ordenado. Vendidos dos arcos no quisieron dar mas, antes se aparejaron de arremeter á los cristianos y prendellos. Fueron corriendo a tomar sus arcos y fle- chas donde los tenían apartados, y tornaron con cuer- das en las manos para diz que atar á los cristianos.

(1) Estos creo eran los que se llamaban ciguayos en la sierras y costas del Norte de la Española, desde cuasi Puer- to de Plata hasta Higuey inclusive. Casas.

(2) Igual vacío en el original.

(3) Este es del árbol de palma, que es durísimo, hecho a manera de una peleta de hierro que hacen para freír hue- vos o pescado, grandes de cuatro palmos, boto por todas partes: llámanle macana. Casas.

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Viéndolos venir corriendo á ellos, estando los cristia- nos apercibidos, porque siempre los avisaba de esto el Almirante, arremetieron los cristianos á ellos, y die- ron á un indio una g^ran cuchillada en las nalgfas, y á otro por los pechos hirieron con una saetada, lo cual visto, que podian gfanar poco aunque no eran los cris- tianos sino siete y ellos ciacuenta y tantos, dieron á huir, que no quedó ninguno, dejando uno aquí las fle- chas y otro allí los arcos. Mataran diz que los cristia- nos muchos dallos si el piloto que iba por capitán dellos no lo estorbara. Volviéronse luego á la carabela los cristianos con su barca, y sabido por el Almirante dijo que por una parte le habia pesado y por otra no, por que hayan miedo á los cristianos, porque sin duda (dice él) la gente de allí es diz que de mal hacer, y que creia que eran los de Carib, y que comiesen los hom- bres, y porque viniendo por allí la barca que dejó á los 39 hombres en la fortaleza y villa de la Navidad, tengan miedo de hacerles algún mal. Y que si no son de los caribes, al menos deben ser fronteros y de las mismas costumbres, y gente sin miedo, no como los otros de las otras islas, que son cobardes y sin armas fuera de razón. Todo esto dice el Almirante, y que querría to- mar algunos dellos. Diz que hacían muchas ahumadas, como acostumbran en aquella Isla Española.

Lunes 14 de Enero

Quisiera enviar esta noche á buscar las casas de aquellos indios, por tomar algunos dellos, creyendo que eran caribes, y por el mucho Leste y Nordeste y mucha ola que hizo en la mar; pero ya de día vieron mucha gente de indios en tierra, por lo cual mandó el Almirante ir allá la barca con gente bien aderezada, los cuales luego vinieron todos á la popa de la barca, y especialmente el indio quel dia antes habia venido á

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la carabela y el Almirante le había dado las cosíllas de resg-ate. Con este diz que venia un Rey, el cual habia dado al indio dicho unas cuentas que diese á los de la barca, en señal de seguro y de paz. Este Rey, con tres de los suyos, entraron en la barca y vinieron á la cara- bela. Mandóles el Almirante dar de comer bizcocho y miel, y dióle un bonete colorado y cuentas, y un pe- dazo de paño colorado, y á los otros también pedazos de paño, el cual dijo que traería mañana una carátula de oro, afírmando que allí habia mucho, y en Carib y en Matinino. Después los envió á tierra bien conten- tos. Dice mas el Almirante: que hacían agua mucha las carabelas por la quilla, y quéjase mucho de los calafa- tes, que en Palos las calafatearon muy mal, y que cuando vieron quel Almirante habia entendido el de- fecto de su obra y los quisiera constreñir á que la en- mendaran, huyeron. Pero no obstante la mucha agua que las carabelas hacían, confia en nuestro Señor, que le trujo, le tornará por su piedad y misericordia, que bien sabia su Alta Magestad cuanta controversia tuvo primero antes que se pudiese expedir de Castilla, que ninguno otro fue en su favor sino El, porque él sabia su corazón, y después de Dios sus Altezas, y todo lo demás le habia sido contrario sin razón alguna. Y dice mas así: «y han seido causa que la Corona Real de vuestras Altezas no tengan 100 cuentos de renta mas de la que tiene después que yo vine á les servir, que son siete años agora á 20 dias de Enero este mismo mes (1), y mas lo que acrecentado seria de aquí en adelante. Mas aquel poderoso Dios remediará todo.» Estas son sus palabras.

(1) Por esta cueata del Almirante, vino a servir a los Reyes Católicos en 20 de Enero de 1486.

VIAJES DE COLÓN 155

\Martes 15 de Enero

Dice que quiere partir porque ya no aprovecha nada detenerse, por haber pasado aquellos desconcier- tos: debe decir del escándalo de los indios. Dice también que hoy ha sabido que toda la fuerza del oro estaba en la comarca de la villa de la Navidad de sus Altezas, y que en la isla de Carib (1) habia mucho alambre y en Matinino, puesto que será difícultoso en Carib, porque aquella gente diz que come carne hu- mana, y que de allí se parecía la isla dellos, y que te- nia determinado de ir allá, pues está en el camino, y á ia de Matinino, que diz que era poblada toda de mu- ¡lo geres sin hombres, y ver la una y la otra, y tomar diz algunas dellas. Envió el Almirante la barca á tierra, y el Rey de aquella tierra no habia venido, porque diz que la población estaba lejos; mas envió su corona de oro, como habia prometido, y vinieron otros muchos hombres con algodón y con pan y ajes, todos con sus arcos y flechas. Después que todo lo hobieron resga- tado, vinieron diz que cuatro mancebos á la carabela, y pareciéronle al Almirante dar tan buena cuenta de todas aquellas islas que estaban hacia el Leste, en el mismo camino quel Almirante habia de llevar, que de- terminó de traer á Castilla consigo. Alli diz que no te- nían hierro ni otro metal que se hobiese visto, aunque en pocos días no se puede saber de una tierra mucho, así por la dificultad de la lengua, que no entendía el Almirante, sino por discreción, como por quellos no saben lo quél pretendía en pocos días. Los arcos de aquella gente diz que eran tan grandes como los de Francia é Inglaterra; las flechas son propias como las azagayas de las otras gentes que hasta allí había visto,

(1) Puerto Rico.

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que son de los pimpollos de las cañas cuando son si- miente, que quedan muy derechas y de long-ura de una vara y media, y de dos, y después ponen al cabo un pedazo de palo agudo de un palmo y medio, y encima de este palillo algunos le ingieren un diente de pescado, y algunos, y los mas, le ponen allí yerba, y no tiran como en otras partes, salvo por una cierta manera que no pueden mucho ofender. Allí había muy mucho al- godón y muy fino y luengo, y hay muchas almácigas, y parecíale que los arcos eran de tejo, y que hay oro y cobre; también hay mucho ají, ques su pimienta, della que vale mas que pimienta, y toda la gente no come sin ella, que la halla muy sana: puédanse cargar 50 ca- rabelas cada año en aquella Española. Dice que halló mucha yerba en aquella bahía, de la que hallaban en el golfo cuando venia al descubrimiento, por lo cual creía que había islas al Leste hasta en derecho de donde las comenzó á hallar, porque tiene por cierto que aquella yerba nasce en poco fondo junto á tierra, y dice que si así es, muy cerca estaban estas Indias de las Islas de Canaria, y por esta razón creía que dista- ban menos de 400 leguas.

Miércoles 16 de Enero

Partió antes del día tres horas del golfo que llamó el Golfo de las flechas (1), con viento de la tierra, después con viento Oueste, llevando la proa al Leste cuarta del Nordeste para ir diz que á la Isla de Carib (2) donde estaba la gente de quien todas aquellas ís-

(1) «Sospecho que éste era el Golfo de Samaná, donde salen los ríos Yuna y Camo, ríos poderosos de la Isla Es- pañola.»— Casas. Es la Bahía de S amana en donde des- agua el rio Yuna.

(2) Puerto Rico.

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las y tierras tanto miedo tenian, porque diz que con sus canoas sin numero andaban todas aquellas mares, y diz que comian los hombres que pueden haber. La derrota diz que le habia mostrado unos indios de aque- llos cuatro que tomó ayer en el puerto de las Flechas. Después de haber andado á su parecer 64 millas seña- láronle los indios quedarla la dicha isla al Sueste (1); quiso llevar aquel camino, y mandó templar las velas, y después de haber andado 2 leguas refrescó el viento, muy bueno para ir á España: notó en la gente que co- menzó á entristecerse por desviarse del camino dere- cho por la mucha agua que hacian ambas carabelas,y no tenian algún remedio, salvo el de Dios;hobode dejar el camino que creía que llevaba de la isla y volvió al de- recho de España, Nordeste cuarta del Leste, y anduvo así hasta el sol puesto 48 millas, que son 12 leguas. Dijéronle los indios que por aquella via hallaría la isla de MatininOt que diz que era poblada de mugeres sin hombres, lo cual el Almirante mucho quisiera, por lle- var diz que á los Reyes cinco ó seis deilas; pero no dudaba que los indios supiesen bien la derrota, y él no se podía detener, por el peligro del agua que cogían las carabelas; mas diz que era cierto que las habia, y que cierto tiempo del año venían los hombres á ellas de la dicha isla de Carib, que diz que estaba deilas 10 ó 12 leguas, y parían niño enviábanlo á la isla de los hombres, y si niña dejábanla consigo. Dice el Al- mirante que aquellas dos islas no deben distar de don- de habia partido 15 ó 20 leguas, y creía que eran al Sueste y que los indios no lo supieron señalar la de- rrota. Después de perder de vista el cabo que nombró de San Theramo (2), de la Isla Española, que le que-

(1) Distaba de Puerto Rico en esta situación 30 leguas-

(2) «Este cabo de San Theramo creo cierto que es el que llaman ahora el cabo del Engaño.^ Casas. El cabo de San Theramo debe ser el cabo Samaná, extremo oriental

158 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

daba al Oueste 16 legfuas, anduvo 12 legfuas al Leste cuarta del Nordeste; llevaba muy buen tiempo.

Jueves 17 de Enero

Ayer al poner del sol calmóle algfo el viento; anda- ria 14 ampolletas, que tenia cada una media hora ó poco menos, hasta el rendir del primer cuarto, y anda- na cuatro millas por hora, que son 28 millas. Después refrescó el viento, y anduvo así todo aquel cuarto, que fueron 10 ampolletas, y después otras seis hasta salido el sol, 8 millas por hora, y así andaría por todas 84 mi- llas, que son 21 leguas, al Nordeste cuarta del Leste, y hasta el sol puesto andaría 44 millas, que son 11 le- guas, al Leste. Aquí vino un alcatraz á la carabela, y después otro, y vido mucha yerba de la que está en la mar (1).

Viernes 18 de Enero

Navegó con poco viento esta noche, al Leste cuarta del Sueste, 40 millas, que son 10 leguas, y después al Sueste cuarta del Leste 30 millas, que son 7 leguas y media, hasta salido el sol. Después de salido el sol na- vegó todo el dia con poco viento Lesnordeste y Nord- este y con Leste mas y menos, puesta la proa á veces al Norte y á veces á la cuarta del Nordeste y al Ñor- nordeste, y así, contando lo uno y lo otro, creyó que an- daría 60 millas, que son 15 leguas^. Pareció poca yerba en la mar; pero dice que ayer y hoy pareció la mar cua- jada de atunes, y creyó el Almirante que de allí debían

de la Península, y que en su derrota era el cabo que le que- daba al Oste.

(1) Proximidad a un bajo, del cual pasó 4 leguas al Sur.

VIAJES DE COLÓN 159

de ir á las almadrabas del duque de Conil y de Cáliz. Por un pescado que se llama rabiforcado, que anduvo alrededor de la carabela, y después se fue la via de Sur- sueste, creyó el Almirante que había por allí algfunas islas. Y al Lesueste de la Isla Española dijo que que- daba la Isla de Carib y la de Matínino, y otras mu- chas.

Sábado 19 de Enero

Anduvo esta noche 56 millas al Norte cuarta de Nordeste y 64 al Nordeste cuarta del Norte. Después *del sol salido navegó al Nordeste con el viento Le- sueste, con viento fresco, y después á la cuarta del Norte, y andaría 84 millas, que son 21 leguas. Vido la mar cuajada de atunes pequeños; hobo alcatraces, ra- bos de juncos y rabiforcados.

Domingo 20 de Enero

Calmó el viento esta noche, y á ratos ventaba unos baleos (1) de viento, y andaría por todo 20 millas al Nordeste. Después del sol salido andaría 11 millas al Sueste; después, al Nornordeste 36 millas, que son 9 leguas. Vido infinitos atunes pequeños; los aires, diz que muy suaves y dulces, como en Sevilla por Abril ó Mayo, y la mar, dice, á Dios sean dadas muchas gracias, siempre muy llana. Rabiforcados, y pardelas y otras aves muchas parecieron.

Lunes 21 de Enero Ayer después del sol puesto navegó al Norte

(1) Así en el original, por ráfagas, según parece.

160 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRKTE

cuarta del Nordeste, con el viento Leste y Nordeste; andaría 8 millas por hora hasta media noche, que se- rian 56 millas. Después anduvo al Nornordeste 8 mi- llas por hora, y así serian en toda la noche 104 millas, que son 26 leguas, á la cuarta del Norte de la parte del Nordeste. Después del sol salido navegó al Nor- nordeste con el mismo viento Leste, y á veces á la cuarta del Nordeste, y andaria 88 millas en once horas que tenia el dia, que son 21 leguas, sacada una que perdió porque arribó sobre la carabela Pinta por ha- blalle. Hallaba los aires mas fríos, y pensaba diz que hallarlos mas cada dia cuanto mas se llegase al Norte, y también por las noches ser mas grandes por la an*^ gostura de la espera. Parecieron muchos rabos de jun- cos y pardelas, y otras aves; pero no tantos peces, diz que por ser el agua mas fría; vido mucha yerba.

Martes 22 de Enero

Ayer después del sol puesto navegó al Nornordeste con viento Leste, y tomaba del Sueste; andaba 8 mi- llas por hora hasta pasadas cinco ampolletas, y tres de antes que se comenzase la guardia, que eran ocho am- polletas; y asi, habria andado 72 millas, que son 18 le- guas. Después anduvo á la cuarta del Nordeste al Norte seis ampolletas, que serian otras 18 millas. Des- pués, cuatro ampolletas de la segunda guarda al Nor- deste, 6 millas por hora, que son 3 leguas al Nordeste- Después, hasta el salir del sol, anduvo al Lesnordeste 11 ampolletas, 6 leguas (1) por hora, que son 7 leguas.

(1) Aquí hay error en este cálculo, pues siendo cada am- polleta de media hora, como deja dicho, y suponiendo que sean 6 millas por hora, resultan en las cinco horas y media 33 millas andadas, que hacen 8 y un cuarto leguas, según las contaba Colón.

VIAJES DE COLÓN 161

Después, al Lesnordeste, hasta once horas del día, 32 millas. Y así, calmó el viento y no anduvo mas en aquel dia. Nadaron los indios. Vieron rabos de juncos y mucha yerba.

Miércoles 23 de Enero

Esta noche tuvo muchos mudamientos en ios vien- tos; tanteado todo y dado los resguardos que los ma- rineros buenos suelen y deben dar, dice que andaria esta noche al Nordeste cuarta del Norte 84 millas, que son 21 legfuas. Esperaba muchas veces á la cara- bela Pinta, porque andaba mal de la bolina, porque se ayudaba poco de la mezana, por el mastel no ser bue- no, y dice que si el capitán della, ques Martin Alonso Pinzón, tuviera tanto cuidado de proveerse de un buen mastel en las Indias, donde tantos y tales habia, como fue cudicioso de se apartar del, pensando de henchir el navio de oro, él lo pusiera bueno. Parecieron mu- chos rabos de juncos y mucha yerba; el cielo, todo tur- bado estos dias; pero no habia llovido, y la mar, siempre muy llana, como en un rio, á Dios sean dadas muchas gracias. Después del sol salido andaria al Nordeste franco cierta parte del dia 30 millas, que son 7 leg-uas y media, y después lo demás anduvo al Les- nordeste otras 30 millas, que son 7 leguas y media.

Jueves 24 de Enero

Andaria esta noche toda, consideradas muchas mu- danzas que hizo el viento al Nordeste, 44 millas, que fueron 11 leguas. Después de salido el sol hasta puesto andaria al Lesnordeste 14 leguas.

Viernes 25 de Enero

Navegó esta noche al Lesnordeste un pedazo de la noche, que fueron 13 ampolletas, 9 leguas y media;

TUJt» D3 COLÓK 21

162 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

después anduvo al Nornordeste otras seis millas. Sa- lido el sol, todo el día, porque calmó el viento, anda- ría al Lesnordeste 28 millas, que son 7 leguas. Mata- ron los marireros una tonina y un grandísimo tiburón, y diz que lo habían bien menester porque no traían ya de comer sino pan y vino y ajes de las Indias.

Sábado 26 de Enero

Esta noche anduvo al Leste cuarta del Sueste 56 mi- llas, que son 14 leguas. Después del sol salido nave- gó a las veces al Lesueste y á las veces al Sueste; an- daría hasta las once horas del día 40 millas. Después hizo otro bordo, y después anduvo á la relinga (1), y hasta la noche anduvo hacia el Norte 24 millas, que son 6 leguas.

Domingo 27 de Enero

Ayer, después del sol puesto, anduvo al Nordeste y al Norte, y al Norte cu; rta del Nordeste, y andaría 5 millas por hora, y en 13 horas andaría 65 millas, que son 16 leguas y media. Después de salido el sol andu- vo hacía el Nordeste 24 millas, que son 6 leguas, has- ta medio día, y de allí hasta el sol puesto andaría 3 le- guas al Lesnordeste.

Lunes 28 de Enero

Esta noche toda navegó al Lesnordeste, y andaría 36 millas, que son 9 leguas. Después del sol salido

(1) Andar a la relinga parece que es bolinear para ga- nar barlovento. Antiguamente decían también navegar de bolina y orza.

VIAJES DE COLÓN 163

anduvo hasta el soi puesto, á Lesnordeste, 20 millas, que son cinco leguas. Los aires halló templados y dul- ces. Vido rabos de juncos y pardelas y mucha yerba.

Martes 29 de Enero

Navegó a! Lesnordeste, y andaria en la noche, con Sur y Sudueste, 39 millas, que son 9 leguas y media. En todo el dia andaria 8 leguas. Los aires, muy tem piados, como en Abril en Castilla; la mar, muy llana; peces que llaman dorados vinieron abordo.

Miércoles 30 de Enero

En toda esta noche andaria 7 leguas al Lesnordeste. De dia corrió al Sur cuarta al Sueste 13 leguas y me- dia. Vido rabos de juncos y mucha yerba y muchas toninas.

Jueves 31 de Enero

Navegó esta noche al Norte cuarta del Nordeste 30 millas, y después, al Nordeste, 35 millas, que son 16 leguas. Salido el sol, hasta la noche anduvo al Les- nordeste 13 leguas y media. Vieron rabos de junco y pardelas.

Viernes /.° de Hebrero

Anduvo esta noche al Lesnordeste 16 leguas y me- dia. El dia corrió ai mismo camino 29 leguas y un cuar- to; la mar, muy liana, a Dios gracias.

Sábado 2 de Hebrero

Anduvo esta noche al Lesnordeste 40 millas, que son 10 leguas. De dia, con el mismo viento a popa, to-

164 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

rrió 7 millas por hora; por manera que en once horas anduvo 77 millas, que son 19 le^fuas y cuarta; la mar, muy llana, gracias a Dios, y los aires, muy dulces. Vie- ron tan cuajada la mar de yerba, que si no la hobieran visto temieran ser bajos. Fárdelas vieron.

Domingo 3 de Hebrero

Esta noche, yendo á popa con la mar muy llana, a Dios gracias, andarían 29 leguas. Parecióle la estrella del Norte muy alta, como en el Cabo de San Vicente; no pudo tomar el altura con el astrolabio ni cuadran- te, porque la ola no le dio lugar. El día navegó a Les- nordeste su camino, y andarla 10 millas por hora, y así, en once horas 27 leguas.

Lunes 4 de Hebrero

Esta noche navegó al Leste cuarta del Nordeste; parte anduvo 12 millas por hora, y parte 10, y así, an- duvo 130 millas, que son 32 leguas y media. Tuvo el cielo muy turbado y llovioso, y hizo algún frió, por lo cual diz que cognoscia que no habia llegado a la Isla de los Azores. Después del sol levantado mudó el ca- mino y fué ai Leste. Anduvo en todo el dia 77 millas, que son 19 leguas y cuarta.

Martes 5 de Hebrero

Esta noche navegó al Leste; andaría toda ella 54 mi- llas, que son 14 leguas menos media. El dia corrió 10 millas por hora, y así en once horas fueron 110 mi- llas, que son 27 leguas y media. Vieron pardelas y unos palillos, que era señal que estaban cerca de tierra.

Miércoles 6 de Hebrero

Navegó esta noche al Leste; andaría 11 millas por hora; en trece horas de ia noche andaría 143 millas.

VIAJES DE COLÓN 165

que son 35 leg^uas y cuarta. Vieron muchas aves y par- delas. El dia corrió 14 millas por hora, y así anduvo aquel dia 154 millas, que son 38 leg^uas y media; de manera que fueron entre dia y noche 74 leguas, poco mas ó menos. Vicente Anes (1) dijo que hoy por la mañana le quedaba la Isla de Flores al Norte y la de la Madera al Leste. Roldan dijo que la Isla del Fayal o la de San Greg-orio le quedaba al Nornordeste, y el puerto Santo al Leste. Pareció mucha yerba.

Jueves 7 de Hebrero

Navegó esta noche al Leste; andarla 10 millas por hora, y asi, en trece horas 130 millas, que son 32 le- guas y media; el dia, 8 millas por hora; en once horas, 78 millas, que son 22 leguas. En esta mañana estaba el Almirante al Sur de la Isla de Flores 75 leguas, y el piloto Pedro Alonso, yendo al Norte, pasaba entre la Tercera y la de Santa María, y al Leste pasaba de bar- lovento de la Isla de la Madera 12 leguas de la parte del Norte. Vieron los marineros yerba de otra manera que la pasada, de la que hay mucha en las Islas de los Azores. Después se vido de la pasada.

Viernes 8 de Hebrero

Anduvo esta noche 3 millas por hora al Leste por un rato, y después caminó á la cuarta del Sueste; an- duvo toda la noche 12 leguas. Salido el sol, hasta me- dio dia corrió 27 millas; después, hasta el sol puesto, otras tantas, que son 13 leguas al Sursueste.

Sábado 9 de Hebrero

Un rato desta noche andaría 3 leguas al Sursueste, y después al Sur cuarta del Sueste; después, al Nord-

(l) Debe decir Yañez.

166 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

este> hasta las diez horas del dia, otras 5 leguas, y des- pués, hasta la noche, anduvo 9 leguas al Leste.

Domingo 10 de Hebrero

Después del sol puesto navegó al Leste toda la no- che 130 millas, que son 32 leguas y media; el sol sa- lido, hasta la noche anduvo 9 millas por hora, y así, anduvo en once horas 99 millas, que son 24 leguas y media y una cuarta.

En la carabela del Almirante carteaban ó echaban punto Vicente Yañes y los dos pilotos Sancho Ruiz y Pedro Alonso Niño, y Roldan, y todos ellos pasaban mucho adelante de las islas de los Azores al Leste, por sus cartas, y navegando al Norte ninguno tomaba la Isla de Santa María, ques la postrera de todas las de los Azores, antes serian delante 5 leguas, é fueran en la comarca de la Isla de la Madera ó en el Puerto Santo. Pero el Almirante se hallaba muy desviado de su ca- mino, hallándose mucho mas atrás quellos, porque esta noche le quedaba la Isla de Flores al Norte, y al Leste iba en demanda á Nafe, en África, y pasaba á barlo- vento de la Isla de la Madera de la parte del Norte (1) leguas. Así, quellos estaban mas cerca de Castilla quel Almirante con 150 leguas. Dice que, mediante la gracia de Dios, desque vean tierra se sabrá quien andaba mas cierto. Dice aquí también que pri- mero anduvo 263 leguas de la Isla del Hierro á la ve- nida que viese la primera yerba &c.

Lunes 11 de Hebrero

Anduvo esta noche 12 millas por hora, á su camino, y así, en toda ella contó 39 leguas, y en todo el dia

(1) Igual vacío en el original.

VIAJES DE COLÓN 167

corrió 16 leg^iías y inedia. Vido muchas aves, de donde creyó estar cerca de tierra.

Martes 12 de Hebrero

Navegó al Leste 6 millas por hora esta noche, y an- daría hasta el dia 73 millas, que son 18 leguas y un cuarto. Aquí comenzó á tener grande mar y tormenta, y si no fuera la carabela diz que muy buena y bien aderezada, temiera perderse. El dia corria 11 ó 12 le- guas con mucho trabajo y peligro.

Miércoles 13 de Hebrero

Después del sol puesto, hasta el dia, tuvo gran tra- bajo del viento y de la mar, muy alta, y tormenta: re- lampagueó hacia el Nornordeste tres veces; dijo ser señal de gran tempestad que habia de venir de aquella parte ó de su contrario. Anduvo á árbol seco lo mas de la noche; después dio una poca de vela, y andaría 52 millas, que son 13 leguas. En este dia blandeó un poco el viento; pero luego creció, y la mar se hizo te- rrible, y cruzaban las olas, que ato/mentaban los na- vios. Andaría 55 millas, que son 13 leguas y media.

Jueves 14 de Hebrero

Esta noche creció el viento, y las olas eran espanta- bles, contraria una de otra, que cruzaban y embaraza- ban el navio, que no podía pasar adelante ni salir de entremedias dellas, y quebraban en él; llevaba el papa- ^^go (1) muy bajo, para que solamente lo sacase algo

(1) Papahígo mayor llamaban a la vela mayor sin bone- la, y papahígo menor, la del trinquete.

168 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

de las ondas; andaría así tres horas, y correría 20 mi- llas. Crecía mucho la mar y el viento; y viendo el peligro grande, comenzó á correr á popa donde el viento lo llevase, porque no había otro remedio. En- tonces comenzó á correr también la carabela Pintan en que iba Martin Alonso, y desapareció, aunque toda fa noche hizo faroles el Almirante y el otro ie respondíaj hasta que parece que no pudo mas por la fuerza de la tormenta, y porque se hallaba muy fuera del camino del Almirante. Anduvo el Almirante esta noche a Nordeste cuarta del Leste 54 millas, que son 13 le- guas. Salido el sol fue mayor el viento, y la mar cru- zando mas terrible; llevaba el papahígo solo y bajo, para quel navio saliese de entre las ondas que cruza- ban, por que no lo hundiesen. Andaba el camino del Lesnordeste, y después á la cuarta hasta el Nordeste; andaría seis horas así, y en ella 7 leguas y media. El ordenó que se echase un romero que fuese á Santa María de Guadalupe y llevase un cirio de cinco libras de cera, y que hiciesen voto todos que al que cayese la suerte cumpliese la romería, para lo cual mandó traer tantos garbanzos cuantas personas en el navio venían, y señalar uno con un cuchillo haciendo una cruz, y metellos en un bonete bien revueltos. El prime- ro que metió la mano fué el Almirante, y sacó el gar- banzo de la cruz, y así, cayó sobre él la suerte, y des de luego se tuvo por romero y deudor de ir a cumplir el voto. Echóse otra vez la suerte para enviar romero a Santa Maria de Loreto, que está en la marca de An- cona, tierra del Papa, ques casa donde nuestra Señora ha hecho y hace grandes milagros, y cayó la suerte a un marinero del puerto de Santa María, que se llamaba Pedro de Villa, y el Almirante le prometió de le dar dineros para las costas. Otro romero acordó que se enviase a que velase una noche en Santa Clara de Mo- guer, é hiciese decir una misa, para lo cual se torna- ron á echar los garbanzos con el de la cruz, y cayó la

VIAJES DE COLÓN 169

suerte al mismo Almirante. Después desto el Almirante y toda la g^ente hicieron voto de en llegando á la pri- mera tierra ir todos en camisa en procesión á hacer oración en una Iglesia que fuese de la invocación de nuestra Señora.

Allende los votos generales ó comunes, cada uno hacia en especial su voto, porque ninguno pensaba es- capar, teniéndose todos por perdidos, según la terrible tormenta que padecían. Ayudaba a acrecentar el peli- gro que venia el navio con falta de lastre, por haberse alivianado la carga, siendo ya comidos ios bastimentos,^ y el agua y vino bebido, lo cual por cudicia del próspero tiempo que entre las islas tuvieron no prove- yó el Almirante, teniendo propósito de lo mandar las- trar en la Isla de las Mugeres, adoade lleva (1) propó- sito de ir. El remedio que para esta necesidad tuvo fue, cuando hacerlo pudieron, henchir las pipas que tenían vacias de agua y vino de agua de la mar, y con esto en ella se remediaron.

Escribe aquí el Almirante las causas que le ponían temor de que alli nuestro Seííor no quisiese que pere- ciese, y otras que le daban esperanza de que Dios lo había de llevar en salvamento, para que tales nuevas como llevaba á los Reyes no pereciesen. Parecíale quel deseo grande que tenia de llevar estas nuevas tan grandes, y mostrar que había salido verdadero en lo que había dicho y proferídose á descubrir, le ponía grandísimo miedo de no lo conseguir, y que cada mos- quito diz que le podía perturbar é impedir. Atribuyelo esto a su poca fe y desfallecimiento de confianza de la Providencia Divina. Confortábale, por otra parte, las mercedes que Dios le había hecho en dalle tanta vic- toria descubriendo lo que descubierto había, y com- plídole Dios todos sus deseos, habiendo pasado ew

(1) Debe ser llevaba o llevó.

170 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

Castilla en sus despachos muchas adversidades y con- trariedades. Y que como antes hobiese puesto su fin y en- derezado todo su negocio á Dios, y le habia oido y dado todo lo que le habia pedido, debía creer que le daría cumplimiento de lo comenzado y le llevaría eu salva- mento. Mayormente que, pues le habia librado ala ida, cuando tenia mayor razón de temer de los trabajos que con los marineros y g-ente que llevaba, los cuales todos á una voz estaban determinados de se volver y alzarse contra él haciendo protestaciones, y el eterno Dios le dio esfuerzo y valor contra todos, y otras cosas de mucha maravilla que Dios habia mostrado en él y por él en aquel viage, allende aquellas que sus Alte- zas sabían de las personas de su casa. Así que (dice) que no debiera temer la dicha tormenta. Mas su fla- queza y congoja (dice él) no me dejaba asentar (1) la ánima. Dice mas: que también le daba gran pena dos hijos que tenia en Córdoba al estudio (2), que los de- jaba huérfanos de padre y madre en tierra extraña, y los Reyes no sabían los servicios que les habia en aquel viage hecho, y nuevas tan prósperas que les lle- vaba, para que se moviesen á los remediar. Por esto, y por que supiesen sus Altezas cómo nuestro Señor le había dado victoria de todo lo que deseaba de las In- dias, y supiesen que ninguna tormenta habia en aque- llas partes, lo cual dice que se puede cognoscer por la yerba y árboles, questán nacidos y crecidos hasta den- tro en la mar, y por que si se perdiese con aquella tor- menta los Reyes hobíesen noticia de su viaje, tomó un pergamino y escribió en él todo lo que pudo de todo 4o que habia hallado, rogando mucho á quien lo hallase

(1) El original dice ase nsar. Parece debe ser asentar o xisosegar.

(2) Don Diego y D. Hernando Colon, a quienes cuando el padre emprendió el segundo viaje dejó ya de pajes del Príncipe D. Juan.

VIAJES DE COLÓN 171

que lo llevase á los Reyes. Este pergamino envolvió en un paño encerado, atado muy bien, y mandó traer un gran barril de madera, y púsole en él sin que ninguna persona supiese qué era, sino que pensaron todos que era alguna devoción, y así lo mandó echar en la mar. Después, con los aguaceros y turbionadas, se mudó el viento al Oueste, y andaria así á popa, solo con el trin- quete, cinco horas, con la mar muy desconcertada, y andaria 2 leguas y medía al Nordeste. Había quitado el papahígo de la vela mayor por miedo que alguna onda de la ípar no se lo llevase del todo.

Viernes 15 de Hebrero

Ayer, después del sol puesto, comenzó á mostrarse claro el cielo de la banda del Oueste, y mostraba que quería de hacia allí ventar; dio la boneta (1) á la veía mayor; todavía era la mar altísima, aunque iba algo bajándose; anduvo ai Lesnordeste 4 millas por hora, y en trece horas de noche fueron 13 leguas. Después del sol salido vieron tierra; parecíales por proa al Les- nordeste; algunos decían que era la Isla de la Madera; otros, que era la Roca de Cintra, en Portugal, junto á Lisboa. Saltó luego el viento por proa Lesnordeste, y la mar venia muy alta del Oueste; habría de la carabe- la á la tierra 5 leguas. El Almirante, por su navegación, se hallaba estar con las Islas de los Azores, y creía que aquella era una dellas; los pilotos y marineros se halla- ban ya con tierra de Castilla.

(1) Boneta. El pedazo de vela, o vela pequeña, que ordi- nariamente se cortaba: la del trinquete, al tercio, y la de la mayor, al cuarto, y se unía por los olíaos al papahígo para andar más.

172 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Sábado 16 de Hebrero

Toda esta noche anduvo dando bordos por enca- balgfar la tierra, que ya se cognoscia ser isla; á veces iba al Nordeste, otras al Nornordeste, hasta que salió el sol, que tomó la vuelta del Sur por lleg-ar á la isla, que ya no veian por la gran cerrazón, y vido por popa otra isla, que distaría 8 leguas. Después del sol salido, hasta la noche, anduvo dando vueltas por llegarse á la tierra, con el mucho viento y mar que llevaba. Al decir la salve, ques á boca de noche, algunos vieron lumbre de sotavento, y parecía que debía ser la isla que vieron ayer primero, y toda la noche anduvo barloventeando y allegándose lo mas que podía, para ver al salir del sol via alguna de las islas. Esta noche reposó el Al- mirante algo, porque desde el Miércoles no había dor- mido ni podido dormir, y quedaba muy tollido de la» piernas por estar siempre desabrigado al frío y r.I agua y por el poco comer. El sol salido (1), navegó al Sur- sudueste, y á la noche llegó á la isla, y por la gran ce- rrazón no pudo cognoscer qué isla era.

Lunes 18 de Hebrero

Ayer, después del sol puesto, anduvo rodeando la isla para ver donde había de surgir y tomar lenguaj surgió con una ancla, que luego perdió; tornó á dar la vela y barloventeó toda la noche. Después del sol sa- lido llegó otra vez de la parte del norte de la isla, y donde le pareció surgió con un ancla, y envió la barca en tierra, y hobieron habla con la gente de la isla, y supieron como era la isla de Santa María, una de las

(1) Esto fué el Domingo 17 de Febrero.

VIAJES DE COLÓN 173

de los Azores, y enseñáronles el puerto (1) donde ha- bían de poner la carabela, y dijo la gente de la isla que jamas habian visto tanta tormenta como la que ha- bía hecho los quince dias pasados, y que se maravilla- ban como habian escapado; los cuales (diz que) die ron muchas gracias á Dios, y hicieron muchas alegrías por las nuevas que sabían, de haber el Almirante des- cubierto las Indias. Dice el Almirante que aquella su navegación había sido muy cierta, y que había carteado bien; que fuesen dadas muchas gracias á nuestro Señor, aunque se hacia algo delantero; pero tenia por cierto questaba en la comarca de las Islas de los Azores, y que aquella era una dellas. Y diz que fingió haber andado mas camino por desatinar á los pilotos y mari ñeros que carteaban, por quedar él señor de aquella derrota de las Indias, como de hecho queda, porque ninguno de todos ellos traía su camino cierto, por lo cual ninguno puede estar seguro de su derrota para las Indias.

Martes 19 de Hebrero

Después del sol puesto vinieron á la ribera tres hombres de la isla y llamaron; envióles la barca, en la cual vinieron y trujeron gallinas y pan fresco, y era día de Carnestolendas, y trujeron otras cosas que en- viaba el capitán de la isla, que se llamaba Juan de Castañeda, diciendo que lo conocía muy bien y que por ser noche no venia á vello; pero que en amane- ciendo vendría y traería mas refresco, y traería con- sigo tres hombres que allá quedaban de la carabela, y que no los enviaba por el gran placer que con ellos tenia oyendo las cosas de su viage. El Almirante mandó hacer mucha honra á los mensageros, y raan-

(1) El puerto de San Lorenzo,

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dóles dar camas en que durmiesen aquella noche, por* que era tarde y estaba la población lejos. Y porque el Jueves pasado, cuando se vido en la ang-ustia de la tormenta, hicieron el voto y votos susodichos, y el de que en la primera tierra donde hobiese casa de nues- tra Señora saliesen en camisa, &c., acordó que la mi- tad de la gente fuese á compliilo á una casita questaba junto con la mar, como ermita, y él iría después con la otra mitad. Viendo que era tierra segura, y confiando en las ofertas del capitán y en la paz que tenia Portu- gal con Castilla, rogó a los tres hombres que se fue- sen á la población y hiciesen venir un clérigo para que les dijese una misa. Los cuales, idos en camisa, en cumplimiento de su romería, y estando en su oración^ saltó con ellos todo el pueblo á caballo y á pié, con el capitán, y prendiéronlos á todos. Después, estando el Almirante, sin sospecha, esperando ja barca para salir él á cumplir su romería con la otra gente, hasta las once del dia, viendo que no venían, sospechó que los detenían ó que la barca se habia quebrado, porque toda la isla está cercada de peñas muy altas. Esto no podía ver el Almirante porque la ermita estaba detrás de una punta. Levantó el ancla y dio la vela hasta en derecho de la ermita, y vido muchos de caballo que se apearon y entraron en la barca con armas^y vinie- ron á la carabela para prender al Almirante. Levantóse el capitán en la barca y pidió seguro al Almirante; dijo que se lo daba; pero ¿qué inovacion era aquella que no vía ninguna de su gente en la barca?; y añadió el Almirante que viniese y entrase en la carabela, quel haría todo lo quel quisiese. Y pretendía el Almirante con buenas palabras traello por prendello para recu- perar su gente, no creyendo que violaba la dándole seguro, pues él, habiéndole ofrecido paz y seguridad, lo habia quebrantado. El capitán, como diz qiTe traía mal propósito, no se fío á entrar. Visto que no se llegaba á la carabela, rogóle que le dijese la causa por qué de-

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tenia su gente, y que deilo pesaría a! Rey de Portug^al, y que en tierra de los Reyes de Castilla recebian ios portugueses mucha honra, y entraban y estaban segu- ros como en Lisboa; y que los Reyes habían dado car- tas de recomendación para todos ios Príncipes y Se- ñores y hombres del mundo, las cuales le mostraría si se quisiese llegar; y quél era su Almirante del mar Océano y Visorey de las Indias, que agora eran de sus Altezas, de lo cual mostraría las provisiones firmadas de sus firmas y selladas con sus sellos, las cuales íe enseñó de lejos; y que los Reyes estaban en mucho amor y amistad con el Rey de Portugal, y le habían mandado que hiciese toda la honra que pudiese á los navios que topase de Portugal; y que dado que no le quisiese darle su gente, no por eso dejaría de ir á Cas- tilla, pues tenia harta gente para navegar hasta Sevilla, y serían él y su gente bien castigados, haciéndoles aquel agravio. Entonces respondió el capitán y los de- más no conocen acá Rey é Reina de Castilla, ni sus cartas, ni le habían miedo, antes les darían á saber qué era Portugal, cuasi amenazando. Lo cual oído, el Almirante hobo mucho sentimiento, y diz que pensó si había pasado algún desconcierto entre un reino y otro después de su partida, y no se pudo sufrir que no les respondiese lo que era razón. Después tornóse diz que á levantar aquel capitán desde lejos, y dijo al Al- mirante que se fuese con la carabela al puerto, y que todo lo que él hacia y había hecho el Rey su Señor se lo había enviado á mandar; de lo cual el Almirante tomó testigos los que en la carabela estaban, y tornó el Almirante á llamar al capitán y á todos ellos, y les dio su fé, y prometió, como quien era, de no descen- der ni salir de la carabela hasta qua llevase un ciento de portugueses á Castilla, y despoblar toda aquella isla. Y así, se volvió á surgir en el puerto donde estaba primero, porquel tiempo y viento era muy malo para hacer otra cosa.

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Miércoles 20 de Hebrero

Mandó aderezar el navio y hinchir las pipas de agua de ia mar por lastre, por questaba en muy mal puerto, y temió que se le cortasen las amarras, y así fue; por ío cual dio lávela hacia la Isla de San Miguel, aunque en ning-una de las de los Azores hay buen puerto para el tiempo que entonces hacia, y no tenia otro remedio sino huir a la mar.

Jueves 21 de Hebrero

Partió ayer de aquella Isla de Santa María para la de San Miguel, para ver si hallaba puerto para poder sufrir tan mal tiempo como hacia, con mucho viento y mucha mar, y anduvo hasta la noche sin poder ver tie- rra una ni otra, por la gran cerrazón y oscurana (1) quel viento y la mar causaban. El Almirante dice que esta- ba con poco placer porque no tenia sino tres marine- ros solos que supiesen de la mar, porque ios que mas alli estaban no sabían de la mar nada. Estuvo a la cor- da toda esta noche, con muy mucha tormenta y grande peligro y trabajo; y en lo que nuestro Señor le hizo merced fue que la mar ó las ondas della venían de sola una parte, porque si cruzaran como las pasadas muy mayor mal padeciera. Después del sol salido, visto que no vía la Isla de San Miguel, acordó tornarse á la Santa María, por ver si podía cobrar su gente y la barca y las amarras y anclas que allá dejaba.

Dice que estaba maravillado de tan mal tiempo como había en aquellas islas y partes, porque en las Indias navegó todo aquel invierno sin surgir, é habia

(1) Por oscuridad.

VIAJES DE COLÓN 177

siempre buenos tiempos, y que una sola hora no vido la mar que no se pudiese bien navegar, y en aquellas islas había padecido tan grave tormenta, y lo mismo le acaeció á la ida hasta las Islas de Canaria; pero pasada dellas sismpre halló los aires y la mar con gran tem- planza. Concluyendo, dice el Almirante que bien di- jeron los sacros teólogos y los sabios filósofos, quel Paraíso terrenal está en el fin de Oriente, porque es lugar temperadísímo. Así, que aquellas tierras que agora él había descubierto, es (dice él) el fin del Oriente.

Viernes 22 de Hebrero

Ayer surgió en la Isla de Santa María, en el lugar ó puerto donde primero había surgido, y luego vino un hombre á capear desde unas peñas que allí estaban fronteras, diciendo que no se fuesen de allí. Luego vino la barca con cinco marineros y dos clérigos y un escribano; pidieron seguro, y dado por el Almirante, subieron á la carabela, y porque era noche durmieron allí, y el Almirante les hizo la honra que pudo. A la mañana le requirieron que les mostrase poder de los Reyes de Castilla, para que á ellos les constase cómo con poder dellos había hecho aquel viage. Sintió el Almirante que aquello hacían por mostrar color que no habían en lo hecho errado, sino que tuvieron ra- zón, porque no habían podido haber la persona del Almirante, la cual debieran de pretender coger á las manos, pues vinieron con la barca armada, sino que no vieron quel juego les saliera á bien, y con temor de lo quel Almirante había dicho y amenazado, lo cual tenia propósito de hacer, y creyó que saliera con ello. Finalmente, por haber la gente que le tenían hobo de mostralles la carta general de ios Reyes para todos los Príncipes y Señores de encomienda, y otras provisío-

riAJBg DE COLÓN 12

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nes, y dióles de lo que tenia, y fuéronse á tierra con- tentos, y lueg^o dejaron toda la g^ente con la barca, de los cuales supo que si tomaran al Almirante nunca lo dejaran libre, porque dijo el capitán quel Rey su Señor se lo habia asi mandado.

Sábado 23 de Hebrero

Ayer comenzó á querer abonanzar el tiempo; le- vantó las anclas y fue a rodear la isla para buscar al- gún buen surg-idero para tomar leña y piedra para las- tre, y no pudo tomar surgidero hasta horas de com- pletas.

Domingo 24 de Hebrero

Surgió ayer en la tarde para tomar leña y piedra, y porque la mar era muy alta no pudo la barca llegar en tierra, y al rendir de la primera guardia de noche co- menzó á ventar Oueste y Sudueste; mandó levantar las velas por el gran peligro aue en aquellas islas hay en esperar el viento Sur sobre el ancla, y en ventando Sudueste, luego vienta Sur. Y visto que era buen tiempo para ir á Castilla, dejó de tomar leña y piedra, y hizo que gobernasen al Leste, y andaria hasta el sol salido, que habia seis horas y media, 7 millas por hora, que son 45 millas y media. Después del sol salido hasta ponerse anduvo 6 millas por hora, que en once horas fueron 66 millas, y 45 y media de la noche, fue- ron 111 y media, y por consiguiente, 28 leguas.

Lunes 25 de Hebrero

Ayer después del sol puesto navegó al Leste su ca- mino, 5 millas por hora: en trece horas de esta noche

VIAJES DE COLÓN 179

andaría 65 millas, que son 16 leguas y cuarta. Después del sol salido hasta ponerse anduvo otras 17 leg^uas y media, con la mar llana, gracias á Dios. Vino á !a cara- bela un ave muy grande que parecía águila.

Martes 26 de Hebr^ro

Ayer después del sol puesto navegó á su camino al Leste, la mar llana, á Dios gracias; lo mas de la noche •andaría 8 millas por hora: anduvo 100 millas, que son 25 leguas. Después del sol salido, con poco viento, tuvo aguaceros; anduvo obra de 8 leguas al Lesnord- este.

Miércoles 27 de Hebrero

Esta noche y dia anduvo fuera de camino por los vientos contrarios y grandes olas y mar, y hallábase 125 leguas del Cabo de San Vicente, y 80 de la isla de la Madera, y 106 de la de Santa María. Estaba muy penado con tanta tormenta, agora questaba á la puerta de casa.

Jueves 28 de Hebrero

Anduvo de la mesma manera esta noche con diver- sos vientos al Sur y al Sueste, y á una parte y á otra, y al Nordeste, y al Lesnordeste, y desta manera todo este día.

Viernes /.° de Marzo

Anduvo esta noche al Leste cuarta al Nordeste 12 leguas; de día corrió al Leste cuarta del Nordeste 23 leguas y medía.

180 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

Sábado 2 de Marzo

Anduvo esta noche á su camino al Leste cuarta del Nordeste 28 leguas, y el dia corrió 20 leguas.

Domingo 3 de Marzo

Después del sol puesto navegó á su camino al Leste. Vínole una turbiada (1) que le rompió todas las velas, y vídose en gran peligro, mas Dios los quiso librar. Echó suertes para enviar un peregrino diz que á Santa María de la Cinta, en Huelva, que fuese en camisa, y cayó la suerte al Almirante. Hicieron todos también voto de ayunar el primer Sábado que llegasen, á pan y agua. Andaría 60 millas antes que se le rompiesen las velas; después anduvieron á árbol seco por la gran tempestad del viento y la mar, que de dos partes los comía. Vieron señales de estar cerca de tierra; hallá- banse todo cerca de Lisboa.

Lunes 4 de Marzo

Anoche padecieron terrible tormenta, que se pensa- ron perder de las mares de dos partes que venían, y los vientos que parecía que levantaban la carabela en los aires, y agua del cielo, y relámpagos de muchas partes; plugo á nuestro Señor de lo sostener, y anduvo así hasta la primera guardia, que nuestro Señor le mos- tró tierra, viéndola los marineros; y entonces, por no llegar á ella hasta conoscella, por ver si hallaba algún puerto ó lugar donde se salvar, dio el papahígo, por

(1) Por turbonada.

VIAJES DE COLÓN 181

no tener otro remedio y andar algo, aun(^ue con gran peligro, haciéndose á la mar, y así los guardó Dios hasta el día, que diz que fue con infinito trabajo y es- panto. Venido el dia, conosció la tierra, que era la Roca de Cintra, ques junto con el rio de Lisboa, adonde determinó entrar porque no podia hacer otra cosa: tan terrible era la tormenta que hacia en la villa de Cascaes, que es á la entrada del rio. Los del pue- blo diz que estuvieron toda aquella mañana haciendo plegarias por ellos, y después questuvo dentro venia ia gente a verlos, por maravilla de cómo habian esca- pado, y así, á hora de tercia vino á pasar á Rastelo, dentro del rio de Lisboa, donde supo de la gente de la mar que jamás hizo invierno de tantas tormentas, y que se habian perdido 25 naos en Flandes, y otras es- taban alii que había cuatro meses que no habian po- dido salir. Luego escribió el Almirante al Rey de Por- tugal, questaba 9 leguas de allí, de cómo los Reyes de Castilla le habian mandado que no dejase de entrar en los puertos de su Alteza á pedir lo que hobiese me- nester, por sus dineros, y quel Rey le mandase dar lugar para ir con la carabela á la ciudad de Lisboa, porque algunos ruines, pensando que traía mucho oro, estando en puerto despoblado, se pusiesen á cometer alguna ruindad, y también porque supiese que no ve- nia de Guinea, sino de las Indias.

Martes 5 de Marzo

Hoy, después que el patrón de ia nao grande del Rey de Portugal, la cual estaba también surta en Ras- telo, y la mas bien artillada de artillería y armas que diz que nunca nao se vido, vino el patrón della, que se llamaba Bartolomé Díaz, de Lisboa, con el batel ar- mado, á la carabela, y dijo al Almirante que entrase en el batel para ir á dar cuenta á los hacedores del Rey é

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al Capitán de la dicha nao. Respondió el Almirante quel era Almirante de los Reyes de Castilla y que no daba él tales cuentas á tales personas, ni saldria de las naos ni navios donde estuviese, si no fuese por fuerza de no poder sufrir las armas. Respondió el patrón que enviase al Maestre de la carabela; dijo el Almirante que ni al Maestre ni á otra persona si no fuese por fuerza, porque en tanto tenia el dar persona que fuese como ir él, y questa era la costumbre de los Almiran- tes de los Reyes de Castilla, de antes morir que se dar ni dar gente suya. El patrón se moderó y dijo que, pues estaba en aquella determinación, que fuese como él quisiese; pero que le rogaba que le mandase mos- trar las cartas de los Reyes de Castilla, si las tenia. Al Almirante plugo de mostrárselas, y luego se volvió á la nao, é hizo relación al Capitán, que se llamaba Al- varo Dama, el cual, con mucha orden, con atabales y trompetas y añafiles, haciendo gran fiesta, vino á la ca- rabela, y habió con el Almirante, y le ofreció de hacer todo lo que le mandase.

Miércoles 6 de Marzo

Sabido cómo el Almirante venia de las Indias, hoy vino tanta gente á verlo y á ver los indios, de la ciudad de Lisboa, que era cosa de admiración, y las maravi- llas que todos hacian, dando gracias á nuestro Señor y diciendo que por la gran fe que los Reyes de Cas- tilla tenian y deseo de servir á Dios, que su alta Ma- gestad los daba todo esto.

Jueves 7 de Marzo

Hoy vino infinitísima gente á la carabela y muchos caballeros, y entre ellos los hacedores del Rey, y to-

VIAJES DE COLÓN 183

dos daban infinitísimas gracias á nuestro Señor por tanto bien y acrecentamiento de la cristiandad que nuestro Señor habia dado á los Reyes de Castilla, el cual diz que apropiaban porque sus Altezas se traba- jaban y ejercitaban en el acrecentamiento de la Reli- gión de Cristo.

Viernes 8 de Marzo

Hoy rescibió el Almirante una carta del Rey de Portugal con D. Martin de Noroña, por la cual le ro- gaba que se llegase adonde él estaba, pues el tiempo no era para partir con la carabela, y así lo hizo por quitar sospecha, puesto que no quisiera ir, y fué á dormir á Sacanben; mandó el Rey á sus hacedores que todo lo que hobiese el Almirante menester y su gente y la carabela se lo diese sin dineros, y se hiciese todo como el Almirante quisiese.

Sábado 9 de Marzo

Hoy partió de Sacanben para ir adonde el Rey es- taba, que era el valle del Paraíso, 9 leguas de Lisboa; porque llovió no pudo llegar hasta la noche. El Rey le mandó rescebir á los principales de su casa muy hon- radamente, y el Rey también le rescibió con mucha honra, y le hizo mucho favor, y mandó sentar y habló muy bien, ofreciéndole que mandaría hacer todo lo que á los Reyes de Castilla y á su servicio compílese complidamente, y mas que por cosa suya; y mostró ha- ber mucho placer del viage haber habido buen tér- mino y se haber hecho; mas que entendía que en la capitulación que habia entre los Reyes y él que aque- lla conquista le pertenecía, á lo cual respondió el Al- mirante que no había visto la capitulación ni sabia otra

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cosa sino que los Reyes le habían mandado que no fuese á la mina ni en toda Guinea, y que asi se habia mandado á pregfonar en todos los puertos del Anda- lucía antes que para el viage partiese. El Rey gracio- samente respondió que tenia él por cierto que no ha- bría en esto menester terceros. Dióle por huésped al Prior del Ciato, que era la mas principal persona que allí estaba, del cual el Almirante rescibió muy muchas honras y favores.

Domingo 10 de Marzo

Hoy, después de misa, le tornó á decir el Rey si ha- bía menester algo, que luego se le daria, y departió mucho con el Almirante sobre su viage, y siempre le mandaba estar sentado y hacer mucha honra.

Lunes 11 de Marzo

Hoy se despidió del Rey, é le dijo algunas cosas que clígesen de su parte á los Reyes, mostrándole siempre mucho amor. Partióse después de comer, y envió con él á D. Martín de Noroña, y todos aquellos caballeros le vinieron á acompañar y hacer honra buen rato. Después vino á un monasterio de San An- tonio, ques sobre un lugar que se llama Villafranca, donde estaba la Reina, y fueie á hacer reverencia y besarle las manos, porque le habia enviado á decir que no se fuese hasta que la viese, con la cual estaba el duque y el marqués, donde rescibió el Almirante mucha honra. Partióse della el Almirante de noche, y fué á dormir á Llandra.

Martes 12 de Marzo

Hoy, estando para partir de Llandra para la cara- bela, llegó un escudero del Rey, que le ofreció de su

VIAJES DE COLÓN 185

parte que si quisiese ir á Castilla por tierra, que aquel fuese con él para lo aposentar y mandar dar bestias y todo lo que hobiese menester. Cuando el Almirante dél se partió, lo mandó dar una muía y otra á su pi- loto, que llevaba consigno, y diz que al piloto mandó hacer merced de 20 espadines, según supo el Almi- rante: todo diz que se decia que lo hacia porque los Reyes lo supiesen. Llegó á la carabela en la noche.

Miércoles 13 de Marzo

Hoy, á las ocho horas, con la marea de ingente (1) y el viento Nornorueste, levantó las anclas y dio la vela para ir á Sevilla.

Jueves 14 de Marzo

Ayer después del sol puesto siguió su camino al Sur, y antes del sol salido se halló sobre el Cabo de San Vicente, ques en Portugal. Después navegó al Leste para ir á Saltes, y anduvo todo el dia con poco viento hasta agora, questá sobre Furon.

Viernes 15 de Marzo

Ayer después del sol puesto navegó á su camino hasta el dia, con poco viento, y al salir del sol se halló sobre Saltes, y á hora de medio día, con la marea de montante (2), entró por la barra de Saltes hasta dentro del puerto de donde habia partido á 3 de Agosto del año pasado; y así, dice él que acaba agora esta escrip-

(1) Ingente, adj. ant. Lo que es muy grande. Acaso quiso decir Colón que la marea era de mucha grandeza ó cre- ciente.

(2) Montante, la marea creciente.

186 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

tura, salvo que estaba de propósito de ir á Barcelona por la mar, en la cual ciudad le daban nuevas que sus Altezas estaban, y esto para les hacer relación de todo su viag^e, que nuestro Señor le habia dejado hacer y le quiso alumbrar en él. Porque, ciertamente, allende quel sabía y tenía firme y fuerte sin escrúpulo que su alta Majestad hace todas las cosas buenas, y que todo es bueno salvo el pecado, y que no se puede aba- lar (1) ni pensar cosa que no sea con su consenti- miento: «esto deste viage conozco (dice el Almirante) »que milagrosamente lo ha mostrado así, como se

> puede comprender por esta escriptura^ por muchos

milagros señalados que ha mostrado en el viage, y de »mí que ha tanto tiempo questoy en la corte de vues- »tras Altezas con opósito y contra sentencia de tan- »Las personas principales de vuestra casa, los cuales »todos eran contra mí, poniendo este hecho que era

> burla. El cual espero en nuestro Señor que será la

mayor honra de la cristiandad que así ligeramente

haya jamás aparecido. Estas son finales palabras del Almirante D. Cristóbal Colon de su primer viage á las Indias y al descubrimiento dellas.

Es copia de la que de letra del Obispo Fr, Bartolomé de las Casas existe en el archivo del excelentísimo se- ñor Duque del Infantado, en un tomito de á folio, fo- rrado en pergamino, con 76 fojas útiles, de letra menuda y metida. Allí hay otra copia antigua, algo posterior á la de Casas, también en folio, con igual forro y de 140 fojas. Ambas se han tenido presentes en la prolija confrontación que hemos hecho con las nuestras el cosmógrafo mayor de Indias, Don Juan Bautista Muñoz, y yo, en Madrid á 27 de Febrero de /75^/.=Martín Fernández de Navarrete.

(1) Abalar parece ha de ser avallar, que en lo antiguo «ra lo mismo que valuar.

CARTA DEL ALMIRANTE CRISTÓBAL COLON

ESCRITA AL ESCRIBANO DE RACIÓN DE LOS SEÑORES REYES CATÓLICOS (I)

^^EÑOR: Porque que habréis placer de la grande *^^ Vitoria que nuestro Señor me ha dado en mi viage vos escribo esta, por la cual sabréis cómo en veinte (2) dias pasé las Indias con la armada que los ilustrísimos Rey y Reina, nuestros Señores, me dieron, donde yo fallé muy muchas islas pobladas con gente sin número, y dellas todas he tomado posesión por sus Altezas con pregón y bandera Real extendida, y

(1) Esta carta la dirigió Colon a Luis de Santangel, es- cribano de ración de los Reyes Católicos. Este oficio era de la Casa Real de Aragón, y equivalia al de contador mayor de la Corona de Castilla, que obtenía entonces Alonso de Quintaniila. Así, que dos contadores mayores, que pueden considerarse como dos ministros de hacienda, uno por Castilla y otro por Aragón, intervinieron en la empresa del Almirante. El mismo Santangel parece que fué tesorero de la casa y corte del Rey en Cataluña el año 1470, y tesorero de la hermandad de Castilla en unión con Francisco Pinelo, jurado de Sevilla, que también tuvo parte en los primeros negocios de Indias.

(2) En el original está en números romanos muy confu- sos, y debe decir setenta y un dias, como se demuestra en una nota al fin de esta carta.

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no me fue contradicho. A la primera que yo fallé puse nombre San Salvador, á conmemoración de su Alta Mag-estad, el cual maravillosamente todo esto ha dado; los indios la llaman Guanahani. A la segfunda puse nombre la isla de Santa María de Concepción; á la tercera, Fernandina; á la cuarta, la Isabela; á la quinta, isla/uana, é así á cada una nombre nuevo. Cuando yo llegfué á \a Juana (1) seguí la costa dalla á poniente, y la fallé tan grande que pensé que sería tierra firme de la provincia de Catayo; y como no fallé así villas y lu- gares en la costa de la mar, salvo pequeñas poblacio- nes, con la gente de las cuales non podía haber fa- blas, porque luego fuian todos, andaba yo adelante por el dicho camino, pensando de non errar grandes ciudades é villas; y a! cabo de muchas leguas, visto que non habia innovación y que la costa me levaba al setentrion, de adonde mi voluntad era contraria, por- que el invierno era ya encarnado, yo tenia propósito de hacer del al austro, y también el viento medio ade- lante, determiné de no aguardar otro tiempo, y volví atrás fasta un señalado puerto, de adonde envié dos hombres por la tierra para saber si habia Rey ó gran- des ciudades. Andovieron tres jornadas, y hallaron in- finitas poblaciones pequeñas y gentes sin número, mas non cosa de regimiento, por lo cual se volvieron. Yo entendía harto de otros indios que ya tenia tomados, cómo continuamente esta tierra era isla, é así seguí la costa della al oriente ciento y siete leguas, fasta donde

(1) La identificación de las islas que aquí nombra Colón con los nombres actuales, es la siguiente:

Guanahani (que Colón llamó San Salvador) es la Isla Watling.

Santa María de la Concepción es La Concepción.

Fernandina es la Exuma grande.

Saometo o Isabela es Isla larga.

Juana es Cuba (o Colba). Nota D.

VIAJES DE COLÓN 189

facía fin; del cual cabo habia otra isla al oriente, dis- tante deste diez é ocho leg^uas, á la cual puse luego nombre la Española;y{u\ allí,y segui la parte delseten- trion, así como de layija/2a,al oriente ciento é setenta y ocho grandes leguas por vía recta del oriente, así como de la Juana, la cual y todas las otras son fortísimas en demasiado grado, y ésta en extremo; en ella hay mu- chos puertos en la costa de la mar sin comparación de otros que yo sepa en cristianos, y fartos ríos y buenos y grandes ques maravilla; las tierras dellas son altas, y en ellas muy muchas sierras y montañas altísimas, sin com- paración de la isla de Ceirefrey, todas fermosísimas, de mil fechuras, y todas andables y llenas de árboles de mil maneras, y altas, y parescen que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la foja, según lo que puedo comprender, que los vi tan verdes y tan fermosos como son por Mayo en España. Dellos están floridos, dellos con fruto, y dellos en otro termino, se- gún es su calidad; y cantaba el ruiseñor y otros pájaros, de mil maneras, en el mes de Noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas de seis ó de ocho maneras, ques admiración verlas por la diformidad fermosa de- llas, mas así como los otros árboles é frutos é yerbas; en ella hay pinares á maravilla, é hay campiñas grandí- simas, é hay miel, é de muchas maneras de aves y fru- tas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales é hay gente inestimabile número. La Española es maravilla: las sierras y las montañas y las vegas y las campiñas y las tierras, tan fermosas y gruesas para plan- tar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villas y lugares. Los puertos de la mar, aquí non habría creencia sin vista, y de los ríos, mu- chos y grandes y buenas aguas; los más de los cuales traen oro. En los árboles y frutos y yerbas hay grandes diferencias de aquellas de Xa Juana; en esta hay mu- chas especies, y grandes minas de oro y de otros me- tales. La gente desta isla y de todas las otras» que he

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fallado y he habido noticia andan todos desnudos, hombres y mugeres, así como sus madres los paren, aunque algunas mugeres se cobijan un solo lugar con una foja de yerba ó una cosa de algodón que para ello hacen ellos. Non tienen fierro ni acero, armas, ni son para ello: non porque non sea gente bien dispuesta y de fermosa estatura, salvo que son muy temerosos á maravilla. Non tienen otras armas salvo las armas de las cañas cuando están con la simiente, á la cual po- nen al cabo un palillo agudo, y no osan usar de aqué- llas: que muchas veces me acaeció enviar á tierra dos ó tres hombres á alguna villa para haber fabla, y salir á ellos dellos sin número, y después que los veian lle- gar fuian á non aguardar padre á hijo; y esto no porque á ninguno se haya fecho mal, antes á todo cabo adonde yo haya estado y podido haber fabla les he dado de todo lo que tenia, asi paño como otras cosas muchas, sin recibir por ello cosa alguna; mas son así temerosos sin remedio. Verdad es que después que se aseguran y pierden este miedo ellos son tanto sin engaño y tan liberales de lo que tienen, que no lo creerán sino el que lo viese. Ellos, de cosa que tengan, pidiéndosela jamás dicen de nó; antes convidan á la persona con ello, y muestran tanto amor, que darían los corazones, y quier sea cosa de valor, quier sea de poco precio, luego, por cualquiera cosa, de cualquier manera que sea que se les dé, por ello son contentos. Yo defendí que non se les diesen cosas tan ceviles como pedazos de escudillas rotas é pedazos de vidrio roto y cabos de agujetas, aunque cuando ellos esto podían llegar les páresela haber la mejor joya del mundo: que se acertó haber un marinero por una agujeta de oro peso de dos castellanos y medio, y otros de otras cosas, que muy menos valían, mucho más. Ya por blancas nuevas daban por ellas todo cuanto tenían, aunque fuesen dos ni tres castellanos de oro, ó una ó dos de algodón filado. Fasta los pedazos de los arcos rotos de

VIAJES DE COLÓN 191

las pipas tomaban, y daban lo que tedian como bestias^ así, que me pareció mal é yo lo defendí. Y daba yo graciosas mil cosas buenas que yo llevaba por que to- men amor; y allende desto se farán cristianos, que se inclinan al amor y servicio de sus Altezas y de toda la nación castellana, é procuran de ayudar é nos dar de las cosas que tienen en abundancia que nos son nece- sarias. Y non conocían ninguna seta ni idolatría, salvo que todos creen que las fuerzas y el bien es en el cielo; y creían muy firme que yo con estos navios y gente venia de! cielo, y en tal acatamiento me reciben en todo cabo después de haber perdido el miedo. Y esto non procede porque sean ignorantes, salvo de muy sotil ingenio, é hombres que navegan todas aque- llas mares, que es maravilla la buena cuenta quellos dan de todo, salvo porque nunca vieron gente vestida ni semejantes navios. Y luego que llegué á las Indias, en la primera isla que fallé tomé por fuerza algunos dellos para que deprendiesen y me diesen noticia de lo que había en aquellas partes, é así fué: que luego entendieron y nos á ellos, cuándo por lenguas ó señas, y estos han aprovechado mucho; hoy en día los traigo que siempre están de propósito que vengo del cielo, por mucha conversación que hayan habido conmigo. Y estos eran los primeros á pronunciarlo adonde yo llegaba, y los otros andaban corriendo de casa en casa, y á las villas cercanas, con voces altas: «Venie á ver la gente del cielo.» E así, todos, hombres como mugeres, después de haber el corazón seguro de nos, veníeron que non quedaba grande ni pequeño, que todos traían algo de comer y de beber, que daban con un amor maravilloso. Ellos tienen en todas las islas muy muchas canoas, de manera de fustas de remo; dellas mayores, dellas menores, y algunas y muchas son mayores que una fusta de diez y ocho bancos; non son tan anchas, porque son de un solo madero; mas una fusta no terna con ellas al remo, porque van que no es cosa de

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«creer, y con éstas navegan todas aquellas islas, que son innumerables, y traen sus mercaderías. Algunas destas canoas he visto sesenta y ochenta hombres en ella, y cada uno con su remo. En todas estas islas non vide mucha diversidad de la fechura de la gente ni en las costumbres ni en la lengua, salvo que todos se entien- den, que es cosa muy singular; para lo que espero que determinarán sus Altezas para la conversión dellas á nuestra Santa Fe, á la cual son muy dispuestos. Ya dije cómo yo habia andado ciento siete leguas por la costa de la mar, por la derecha línea de Occidente á Oriente, por la Isla /uaná; según el cual camino puedo decir que esta isla es mayor que Inglaterra y Escocía juntas, porque allende destas ciento siete leguas me quedan de la parte de Poniente dos provincias que yo no he andado, la una de las cuales llaman Cibau, adonde nace la gente con cola (1), las cuales provin- cias non pueden tener en longura menos de cincuenta ó sesenta leguas, según puedo entender destos indios que yo tengo, los cuales saben todas las islas. Esta otra Española, en cerco tiene mas que la España toda desde Colunia, por costa de mar, fasta Fuenterabia, en Vizcaya, pues en una cuadra anduve ciento treinta y ocho grandes leguas por recta línea de Occidente á Oriente, Esta es para desear, é vista es para nunca dejar, en la cual, puesto que de todas tenga tomada posesión por sus Altezas, y todas sean mas abastadas de lo que yo y puedo decir, y todas las tengo por de sus Altezas, cual de ellas pueden disponer como y tan cumplidamente como de los Reinos de Castilla, en esta Española, en lugar mas convenible y mejor co- marca para las minas de oro y de todo trato, así de la

(1) Estas noticias extravagantes nacían tal vez de la ig- norancia de los indios, y también de no ser bien entendidos por el Almirante y por los españoles, que no comprendían su lengua ni sus expresiones.

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tierra firme de acá como de aquella de allá del Gran Can, adonde habrá gran trato é ganancia, he tomado posesión de una villa grande, á la cual puse nombre la Villa de Navidad, y en ella he fecho fuerza y fortaleza, que ya á estas horas estará del todo acabada, y he de- jado en ella gente que basta para semejante fecho, con armas y artillerías é vituallas para más de un año, y fusta y maestro de la mar en todas artes para facer, y grande amistad con el Rey de aquella tierra, en tanto grado que se presciaba de me llamar y tener por her- mano; é aunque le mudasen la voluntad á ofender, esta gente él ni los suyos non saben que son armas, y an- dan desnudos como ya he dicho, é son los mas teme- rosos que hay en el mundo. Así, que solamente la gente que allá quedó es para destroir toda aquella tie- rra, y es isla sin peligro de sus personas sabiéndose regir. En todas estas islas me paresce que todos los hombres son contentos con una muger, y á su mayoral ó Rey dan fasta veinte. Las mugeres me parece que trabajan más que los hombres, ni he podido entender si tienen bienes propios, que me pareció ver que aquello que uno tenia todos hacían parte, en especial de las cosas comederas. En estas islas, fasta aquí no he hallado hombres mostrudos, como muchos pensaban; mas antes es toda gente de muy lindo acatamiento, ni son negros como en Guinea, salvo con sus cabellos correndios, y no se crian adonde hay espeto (1) dema- siado de los rayos solares: es verdad quel sol tiene allí gran fuerza, puesto ques distante de la línea equi- noccial veinte é seis grados; en estas islas, adonde hay montañas grandes, ahí tenia fuerza el frío este invierno; mas ellos lo sufren por la costumbre é con la ayuda de las viandas, como son especias muchas y muy calien- tes en demasía: ansi, que mostruos non he hallado ni

(1) Espeto, en lo antiguo, era lo mismo que asador. Aquí lo usa el Almirante por calor.

TIAJES ÜJS COLÓN 13

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noticia, salvo de una isla ques aquí en la segunda cala, entrada de las Indias, ques poblada de una gente que tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne viva. Estos tienen muchas canoas, con las cuales corren todas las islas de India y roban y toman cuanto pueden. Ellos non son mas disformes que los otros, salvo que tienen costumbre de traer los cabe- llos largos como mugeres, y usan arcos y flechas de las mismas armas de cañas, con un palillo al cabo, por defecto de fierro, que non tienen. Son feroces entre estos otros pueblos, que son en demasiado grado co- bardes; mas yo no los tengo en nada mas que á los otros. Estos son aquellos que trocaban las mugeres de matrimonio, ques la primera isla partiendo de España para las Indias que se falla, en la cual non hay hombre ninguno. Ellas non usan ejercicio femenil, salvo arcos y flechas como los sobredichos de cañas, y se arman y cobijan con láminas de alambre, de que tienen mucho. Otra isla me aseguran mayor que la Española en que las personas non ticBen ningún cabello. En esta hay oro sin cuento, y destas y de otras traigo conmigo in- dios para testimonio. En conclusión, á fablar desto so- lamente que se ha fecho, este viage, que fue así de corrida, pueden ver sus Altezas que yo les daré oro cuanto hobieren menester con muy poquita ayuda que sus Altezas me darán: agora especería y algodón cuanto sus Altezas mandaren, y almásiga cuanta man- daren cargar, é de la cual fasta hoy no se ha fallado salvo en Grecia y en la isla de Xio, y el Señorío la vende como quiere, y lignaloe cuanto mandaren car- gar, y esclavos cuantos mandaren cargar, é serán de los idólatras; y creo haber fallado ruibarbo y canela, y otras mil cosas de sustancia fallaré que habrán fallado la gente que yo allá dejo, porque yo no me he dete- nido ningún cabo en cuanto el viento me haya dado lugar de navegar; solamente en la Villa de Navidad, en cuanto dejé asegurado é bien asentado. E, á la ver-

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dad, mucho mas fíciera si los navios me sirvieran como razón demandaba. Esto es cierto, y eterno Dios nues- tro Señor, el cual á todos aquellos que andan su camino victorias de cosas que parecen imposibles, y esta señaladamente fue la una, porque aunque destas tierras hayan fablado otros, todo va por conjetura, sin alegar de vista; salvo comprendiendo tanto que los oyentes, los mas, escuchaban y juzgaban mas por fabla que por otra cosa dello. Así que, pues nuestro Reden- tor dio esta victoria á nuestros ilustrisimos Rey é Reina é á sus Reinos, famosos de tan alta cosa, adonde toda la cristiandad debe tomar alegría y facer grandes fiestas, dar gracias solemnes á la Santa Trinidad, con muchas oraciones solemnes por el tanto ensalzamiento que habrán ayuntándose tantos pueblos a nuestra Santa Fe, y después por los bienes temporales que non solamente á la España, mas todos los cristianos ternán aquí refrigerio é ganancia; esto segundo ha fe- cho ser muy breve. Fecha en la carabela, sobre las Is- las de Canaria (1), quince de Febrero de noventa y tres.

(Anima (2) que venia dentro en la carta.)

Después desta escrita, estando en mar de Castilla, salió tanto viento conmigo Sur y Sueste, que me ha fecho descargar los navios por correr aquí en este puerto de Lisbona hoy, que fue la mayor maravilla del mundo, adonde acordé de escribir á sus Altezas. En todas las Indias he siempre hallado los tiempos como

(1) Las islas que vieron el 15 de Febrero no eran las Canarias, sino las Azores o Terceras. Véase el diario, pági- na 171.

(2) Anima llamaban al papel escrito que se introducía en la carta después de cerrada.

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en Mayo, adonde yo fui en noventa y tres dias, é volví en setenta y ocho (1), salvo que estas tormentas me han detenido trece corriendo por esta mar. Dicen acá todos los hombres de la mar que jamás hobo tan mal nvierno ni tantas pérdidas de navios. Fecha á los cua- tro de Marzo (2).

Esta carta envió Colon al Escribano de Ración de las islas halladas en las Indias é otra de sus Altezas.

Está copiado literalmente del documento original, que obra en este Real Archivo de Simancas, en el Des' pacho y correspondencia general Interior de Estado, al número /.^ V lo firmó en él á 28 de Diciembre de 78J8,=TomAs González.

(1) Así parece que dice en el original, en donde está es- crito en números romanos y enmendados; pero habiendo salido Colon de la barra de Saltes el 3 de Agosto y desem- barcado en la isla de San Salvador el 12 de Octubre, es claro que deben contarse setenta y un días de viaje a la ida y cuarenta y ocho a la vuelta, contando desde el 16 de Enero, en que salió del golfo de las Flechas, hasta el 4 de Marzo, que entró en el río de Lisboa.

(2) Esta fecha, puesta en el original de Colon en núme- ros romanos, está muy confusa, y parece significar 14; pero bien examinada no puede ser sino del 4 de Marzo.

TRADUCCIÓN LATINA DE LA CARTA DE CRISTÓBAL COLON AL

SR. RAFAEL SÁNCHEZ, HECHA POR LEANDRO COSCO, É IMPRESA

LA PRIMERA VEZ EN ROMA, EL AÑO D^ 1493

ADVERTENCIA DEL EDITOR

/\ UNQüE la carta precedente es en sustancia la * *■ misma que tradujo al latín Leandro Cosco, y se estampó en Roma por el impresor que se suscribe Eucharius Argenteus, el año 1493, hemos creído que seria tan curioso como útil reimprimirla en esta colec- ción, especialmente después que el Sr. Bossi la ha pu- blicado en ei apéndice de su vida de Colon, traducida al francés é impresa en París en 1824, copiándola de una edición que juzga muy rara existente en la Biblio- teca pública de Milán que (segfun dice) difícilmente se hallará en alguna otra Bibliotecaf pues no se la ve ci- tada en los catálogos de las colecciones mas ricas en rarezas bibliográficas. En consecuencia de la impor- tancia y singfularidad que el Sr. Bossi á esta edición, examina y describe minuciosamente su frontispicio, sus folios, sus líneas, su letra y sus estampas; cita la opinión del Sr. Gianorini. bibliotecario que fué de la Universidad de Pavía, quien, describiendo con mucha exactitud este precioso volumen, se contentó con de- cir que lo creia impreso en el siglo XV; prueba de que carecía de la nota del lugar, del impresor y del año en que se había hecho. El erudito bibliotecario Morelli opina que hay dos ediciones de !a traducción latina de esta carta, que él cree datada en 1492, lo que ciertamente es un imposible, pues Colon no regresó á Lisboa hasta el 4 de Marzo de 1493, añadiendo que

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las dos tienen un titulo diferente, sin fecha ni expre- sión del lugfar donde están impresas, aunque presume lo estén en Roma, probablemente un año después de aquel en que se hizo la traducción. El ejemplar de Mi- lán, según Bossi, pertenece á una de estas ediciones de Roma de 1493, las cuales se han hecho tan raras que Gianorini asegura que no la halla descripta en parte alguna, y Jossi solo ha indicado una edición de esta carta, la que difiere enteramente de la de Milán, infiriendo de esto su editor que sea la otra hecha en Roma, citada por Morelli.

Para satisfacer tantas dudas y aun contradicciones, nos ha parecido oportuno dar las noticias que publicó el Sr. Barcia en la Biblioteca Occidental, de Pinelo, impresa en Madrid, año de 1738, en folio, tomo II, co- lumna 564, donde hablando de Cristóbal Colon dice que cuando llegó á la Villa de Palos escribió á los Re- yes Católicos un sumario de lo que le sucedió en este primer viage, y luego añade, entre otros escritos suyos: « Carta de las islas nuevamente halladas en el mar de *las Indias, en castellano. Alejandro de Cosco tradujo »en latín esta carta, impresa el año de 1493. Después »se imprimió en el libro titulado: Beilum Cristiano- *rum Príncipum, prcecipué Gallorum contra sarrace- *noSt lí)33, en Basilea, fól., y en el Nuevo, imp. 1532, »fól 64; 1555 fol.; y en la España ilustrada, tom. 11, »fól. 1282, y parece la que pone Draudio en su Bi- *blioteca clásica, impresa por Enrique Pedro con el «título: De la primera vista de las islas del Mar In- »diano, añadida la embajada del Rey de Etiopia al »Papa.»

En la Biblioteca Real de Madrid, sala de mss., est. J., cod. 123, al fin, existia un ejemplar de la traducción de esta carta latina de Colon, hecha por Leandro Cosco, expresando al fin: Impressit Romee Eucharius Argenteus, Anno Domini MCCCCXCIIL De este im- presor dan noticia algunos bibliógrafos, y D. Carlos

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de Laserna y Santander, en su Dictionaire Biblio' graphigue choisi du quinziéme siéckt ¡mp. en Bruselas, año 1805, part. l.^ pág. 152, número 26, dice que se llamaba Eucharius Silber ó Franck, de Herbípoli (Wurtbourg), y que como silber en alemán signifíca argent (plata), por esta razón se nombra á este impre- sor, ya Argyrios, en griego, ya Argénteas, en latín, como se ve en las obras que estampó.

Del ejemplar de la Biblioteca Real de Madrid han dado noticia varios escritores, y entre ellos D. Juan Bautista Muñoz, cosmógrafo mayor de Indias, en la pág. 7 del prólogo al tomo 1.° de su Historia del Naevo-Mundo, impresa en Madrid en 1793; añadiendo que el texto original nos lo ha conservado casi ínte- gro Andrés Bernáldez, Cura de los Palacios, en su Historia ms. de* los Reyes Católicos, y D. Cristóbal Cladera, en la pág. 26 de sus Investigaciones históricas sobre los principales descubrimientos de los Españoles en el mar Océano, impresas en Madrid, año de 1794. El Sr. Muñoz sacó ademas una copia exactísima del ejemplar de la Biblioteca Real, confrontándolo con la edición de Escoto en la España ilustrada^ anotando sus variantes. En el año de 1791 sacamos una copia del mismo original para nuestra colección, y ahora he- mos debido á la fina amistad del Sr. D. Francisco An- tonio González, Bibliotecario mayor del Rey nuestro Señor, no solo el haber confrontado de nuevo el texto de la copia de Muñoz con el de la Híspanla ilustrata y con el encontrado en Milán, publicado por Bossi, sino el haberlo traducido con elegancia y precisión á la lengua castellana, para hacer más general su conoci- miento.

Merece todo elogio el celo del Sr. Bossi, pero no podemos omitir que la traducción latina publicada en su obra contiene varios defectos; y aunque estamos persuadidos de que los habrá conservado por hallarse en el original, que se propuso seguir con nimia exacti-

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tud, Ó por darle todo el carácter de autenticidad, sin embar^fo, son tales que en algunos pasa§fes desfiguran el verdadero sentido é intención del autor primitivo de la carta. Así se testifica cotejando el contenido de ella con la relación del viage y con la que ahora pu- blicamos. El erudito que quiera tomarse la molestia de hacer este paralelo se desengañará por mismo cuan- do observe que en el latín adoptó el Sr. Bossi una puntuación que trunca los períodos, y que en el fran- cés resalta una libertad excesiva para todo traductor. Tampoco se encuentra la exactitud conveniente en los últimos versos latinos que se añaden después de la fe- cha de la carta de Colon.

Infiérese de todo que la traducción de ella hecha al latín por Cosco no es tan rara como se supone, pues se ha reimpreso muchas veces y en varias colecciones; y aunque escasean mucho, como es natural, las edicio- nes hechas en Roma en 1493, tampoco faltan escrito- res que las hayan examinado y que hayan dado al público noticia de su mérito, de su rareza y de los lu- gares donde se conservan ó se han conservado.

CARTA DE CRISTÓBAL COLON

A QUIEN ES MUY DEUDORA NUESTRA ÉPOCA, ACERCA DE LAS ISLAS DE LA INDIA HALLADAS POCO SOBRE EL GANGES,

Y Á CUYA CONQUISTA HABÍA SIDO ENVIADO OCHO MESES HIZO,

Y Á EXPENSAS DE LOS INVICTÍSIMOS REYES DE LAS ESPAÑAS FERNANDO É ISABEL; DIRIGIDA AL MAGNÍFICO SR. RAFAEL SÁN- CHEZ, TESORERO DE LOS MISMOS SERENÍSIMOS MONARCAS, Y TRADUCIDA DEL ESPAÑOL AL LATÍN POR EL GENEROSO Y LITE- RATO LEANDRO DE COZCO Á 25 DE ABRIL DE 1493, AÑO PRIMERO

DEL PONTIFICADO DE ALEJANDRO VI

I ONOCIENDO que os será de placer que haya yo te- ^^ nido feliz éxito en mi empresa, he dispuesto es- cribiros esta carta, que os manifieste todos y cada uno de los sucesos ocurridos en mi viage y los descubri- mientos que han sido su resultado. Treinta y tres días después de mi salida de Cádiz arribé al mar de la In- dia, donde hallé muchas islas habitadas por innumera- bles gentes, y de ellas tomé posesión a nombre de nuestro felicísimo Monarca, á público preg-on y acla- maciones, tremolando bandera y sin contradicción al- guna; puse á la primera el nombre de San Salvador, en cuya protección confiado llegué así á esta como á las demás; los Indios la llaman Guanahanin- Di tam- bién nuevo nombre á cada una de las otras, habiendo mandado que la una se llamase Santa María de la Concepción; otra, la Fernandina; la tercera, Isabela; la cuarta, yuana, y así respectivamente las restantes. Lue- go que arribamos a la que acaba de nombrarse (Jua- na) me adelanté un poco cerca de su costa hacia el Occidente, y la descubrí tan grande y sin límite, que no hubiera creído ser isla, sino mas bien la provincia continental de Cathay; pero sin ver poblaciones o mu-

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nicipios situados en sus términos marítimos, sino al- gunas aldeas y predios rústicos, con cuyos habitantes no podia entrar en conversación, porque huian en el momento de vernos. Pasaba adelante creyendo hallar alguna ciudad o villa; y viendo por fin que nada se nos presentaba después de habernos internado mucho, que esta jornada nos dirigía al norte, lo que intentaba yo evitar porque dominaba el frío y el ánimo era par- tir hacia mediodía, quando, por otra parte, no nos eran favorables los vientos, determiné suspender nuestr-a par- tida ulterior, y así, retrocediendo, volví á cierto puerto que había designado, desde donde envié á tierra dos de los nuestros que investigasen si había en aquella provincia Rey o algunas ciudades. Recorrieron estos el país por espacio de tres días, y hallaron innumera- bles pueblos y habitaciones, pero pequeñas y sin go- bierno alguno, por lo que tornaron a nosotros. En este tiempo había yo averiguado por ciertos Indios, que había tomado allí, que esta provincia era ciertamente isla; y así, caminé hacia el oriente, costeando hasta la distancia de 322 millas, donde es el fin de la misma; desde allí vi por la parte de oriente otra, isla distante de la Juana 54 millas, á la que puse por nombre Es- pañola; llegué á ella y dirigí la ruta hacia el norte, del mismo modo que en la Juana al orieute, como en dis- tancia de 564 millas. Esta misma y todas las situadas en el mismo punto son fértilísimas; la referida Juana está circundada de muchos puertos segurísimos, es- paciosos y que exceden a cuantos he visto jamás; las bañan por todas partes muchos, copiosos y saludables ríos; tiene asimismo gran número de elevadísimos montes. Todas estas islas son muy bellas y presentan varias perspectivas; son transitables y llenas de mu- cha diversidad de árboles de inmensa elevación, y que creo conserven en todo tiempo sus hojas, porque las vi tan reverdecidas y brillantes cual suelen estar en España en el mes de Mayo; unos colmados de flores,

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otros cargados de frutos, ofrecían todos la mayor her- mosura, á proporción del estado en que se hallaban y según la calidad y naturaleza de cada uno. Cantaban el ruiseñor y otras varias é innumerables aves, y can- taban en el mes de Noviembre, que era el tiempo en que yo registraba pais tan delicioso. Hay además en dicha is\^ Juana siete ú ocho variedades de palmas, superiores á las nuestras en su altura y belleza, así co- mo todos los demás árboles, yerbas y frutos. Se obser- van en ella pinos admirables, campos y prados vastísi- mos, varias aves, diversas mieles y diversos metales, excepto hierro. En aquella á que dimos el nombre de Española hay montes sublimes y agradables á la vista, dilatados sembrados, bosques, campos feracísimos, y todos muy en proporción para sembrar, para pastos y para fabricar edificios; la comodidad y primor de sus puertos y la muchedumbre de rios que contribuye á la salubridad, excede á cuanto pueda imaginarse, á no verlo. Sus árboles, pastos y frutos se diferencian mu- cho de los que produce la isla Juanm; pero abunda además de diversos géneros de aromas, de oro y de metales. Los habitantes de uno y de otro sexo, así en la Española como en las otras islas que vi y de que tengo noticia, andan siempre desnudos como nacieron, á excepción de algunas mugeres, qu ecubren su des- nudez con alguna hoja verde ó algodón, o con al- gún velo de seda que ellas fabrican para este objeto. No existe entre ellos, como ya expresé, hierro alguno; así es que no tienen armas, como que les son desco- nocidas, ni son aptos para su manejo, ne por la mala construcción de su cuerpo, pues son bien formados, sino porque son tímidos y llenos de cobardía; llevan, no obstante, por armas cañas secas al sol, en cuyo pun- to inferior ó mas grueso fijan o introducen un astil de madera seca y aguzado en punta, y ni aun de esto se atreven á usar continuamente; porque ha sucedido muchas veces que, habiendo enviado dos o tres de los

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míos á ciertas poblaciones para que tratasen con sus moradores, salian los indios como escuadrón desorde- nado, y al notar que se acercaban los nuestros huían con tai velocidad que el padre abandonaba a los hijos y los hijos a los padres; y esto ocurría no porque se hubiese causado a ninguno daño ó injuria, antes bien, les di á cuantos me acerqué y hablé cuanto tenia, paño y otras muchas cosas, sin tomar nada de lo suyo, sino porque están por naturaleza poseídos de pavor y de miedo. No obstante, cuando se consideran seguros y han depuesto todo terror son muy sencillos, de buena y espléndidos con cuanto tienen: ninguno niega lo queposee a quien lo pide,y convidan ellos mismos aun para que se les ruegue. Ofrecen hacia todos un gran cariño; dan por cosas pequeñas aun las mas grandes, contentándose con lo más mínimo ó nada; yo prohibí, por tanto, que se les diesen cosas de tan poquísima es- timación y de ningún valor cuales son fragmentos ó trozos de platos, escudillas y vidrio, clavos y correas; aunque si podían lograr alguna de estas cosas les pa- recía haber llegado a ser dueños de los mas bellos ju- guetes y prendas que hay en el mundo. Ha sucedido que un marinero haya adquirido por una correa ó cuer- da tanto oro cuanto es el valor de tres sueldos de oro, y otros mas ó menos cantidad por otras cosas de me- nos precio, especialmente por blancas nuevas o nue- vamente acuñadas, ó ciertas monedas de oro, por las cuales daban cuanto les pedía el vendedor, esto es, onza y media y dos de oro, ó treinta y cuarenta libras de algodón, que ya ellos conocían. Asimismo compra- ban como idiotas, por algodón y oro, trozos ó frag- mentos de arcos, de vasijas, de botellas y de tinajas, lo que prohibí por ser injusto, y les di muchos utensi- lios bellos y preciosos que había llevado conmigo, sin exigir recompensa, para atraérmelos con mas facilidad, para que reciban la de Jesucristo, y para que estén mas dispuestos é inclinados al amor y obediencia al

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Rey, á la Reina, a nuestros Príncipes y á iodos ios españoles, y para que cuiden buscar, reunir y entre- garnos lo que abunda entre ellos y nosotros necesita- mos, absolutamente. No conocen la idolatría, antes bien creen con toda firmeza que toda la fuerza, todo poder y todos los bienes existen en el cielo, y que yo he bajado de tan alta mansión con mis naves y marine- ros, habiéndome recibido en sus playas bajo este con- cepto, luego que habían desechado su temor. Ni son perezosos ni rudos, sino de un grande y perspicaz in- genio, y cuantos surcan aquel mar dan, no sin admi- ración, razón de lo que observaron en sus viages; pero jamás vieron gentes vestidas ni embarcaciones seme- jantes á las nuestras. Luego que arribé a aquel mar, tomé con violencia en la primer isla algunos indios, que aprendiesen de nosotros y nos enseñasen igual- mente cuanto conocían en aquel pais, y esto nos fué de gran ventaja, porque en breve tiempo los entendi- mos á ellos y ellos á nosotros, asi por demostraciones como por señales y palabras, por lo que nos fueron de grande utilidad. Están ahora conmigo, y aunque hace algún tiempo que permanecen en nuestra compa- ñía, conservan siempre la idea de que he bajado de los cielos, y publican esto mismo en cualquier parte adondejarribamos, exclamando en seguida, en alta voz, á todos los demás: «Venid, venid y veréis gentes que han venido de la región etérea». A virtud de esta ex' clamacion, así mugeres como hombres, niños y adul- tos, jóvenes y ancianos, después de haber depuesto el miedo que poco antes habían concebido, nos visitaban á porfía, inundando los caminos, trayéndonos unos co- mida, otros bebida, y todos con el mayor cariño y ob- sequio increíble. Cada una de estas islas posee muchas canoas, de sólida y compacta madera, aunque estre- chas, parecidas, no obstante, en la longitud y forma á nuestras fustas, pero mas veloces en su curso; se les da solo á remo la dirección. Las hay grandes, medianas y

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pequeñas; con todo, las mayores tienen disposición para diez y ocho bancos de remeros, y con ellas nave- gan á todas aquellas islas, que son innumerables, y con las que tienen su mutuo comercio. Vi algunas de estas canoas que llevaban hasta setenta y ochenta re- meros. No hay en todas estas islas diversidad alguna en la físoncmía, en las costumbres ó lengua, antes bien, todos se entienden recíprocamente, lo que es, en dictamen, muy ventajoso para que se verifiquen los deseos de nuestro Serenísimo Rey, reducidos á que se conviertan ó profesen la santa de Cristo, á la que, según mi entender, están prontos y dispuestos. He di- cho que anduve en recta dirección de poniente á oriente trescientas veinte y dos millas para llegar á la \s\b. Juana. Según este viage y la distancia del camino, puedo asegurar que ésta es mayor que la Inglaterra y Escocia juntas; porque ademas de las referidas millas, y por la parte que mira á occidente, restan aun dos provincias que no reconocí, y de las cuales á la una llaman los indios Anam, y cuyos habitantes nacen con cola. Se extienden á la longitud de ciento ochenta mi- llas, según me han manifestado los que llevo conmigo, y que tienen mucho conocimiento de todas ellas. La extensión de la Española es cual toda la España desde Cataluña á Fuenterabía; de lo que se infiere fácilmente que una de sus cuatro partes, que recorrí en línea di- recta de occidente á oriente, ocupa quinientas cuarenta millas. Como me apoderé de un trozo de ella y sea isla no digna de desprecio, á pesar de haber tomado posesión solemne de todas las demás á nombre de nuestro invictísimo Rey, á quien en todo queda entre^ gado su imperio, tomé, no obstante, en sitio mas pro- porcionado, como de mas ventaja y de mas comercio, posesión especial de una ciudad grande, á la que puse el nombre de Natividad del Señor^ y mandé al punto edificar un alcázar ó fortaleza, que ya debe estar con- cluida, en la que he dejado cuantos hombres me han

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parecido necesarios, con toda clase de armas y víveres sufícientes para mas de un año; les queda una carabela y constructores diestros en la marina como en otras ar- tes, después de haberles proporcionado la benevolen- cia y estimación y amistad del Rey que manda en aquella isla. Son sus habitantes amables y benignos, en tal forma que aun el Rey se gloriaba llamarme su hermano. Mas si varian de sentimientos é intentan da- ñar á los que quedaron en la fortaleza ó cindadela, no les es posible, porque carecen de armas, están desnu- dos y son muy cobardes; por tanto, los que ocupan el alcázar pueden contener toda la isla sin peligro alguno por su parte, siempre que no quebranten las leyes y régimen que les he dado. A lo que pude saber, cada uno está casado con una sola muger, á excepción de los Príncipes y Reyes, á quienes es permitido tener hasta veinte. Las mugeres parece trabajan mas que los hombres, y no pude averiguar si gozan propiedades, porque observé que uno tenia á su cargo distribuir á los demás, especialmente alimentos ó manjares y co- sas semejantes. No encontré entre ellos, como se pre- sumía, monstruo alguno (1), sino gentes de mucho obsequio y benignidad. No son tan negros como los etiopes; sus cabellos son aplastados y caldos; no habitan donde hieren mas vivamente los rayos del sol, porque allí es terrible su fuerza y dista al parecer veinte y seis grados de la equinoccial. En las cimas de los montes no falta grande frío, del cual se libertan, ya por estar acostumbrados al clima, y ya con el uso de comidas y bebidas muy cálidas, que toman continua y pródiga mente. Así es que no observé monstruos ni llegó á mi noticia que los hubiese, exceptuando la isla llamada CariSf que es la segunda según se va desde la Espa- ñola á la India, y la que habitan personas que son consideradas por sus circunvecinas como las mas fe-

(1) Hombre cruel, sanguinario.

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roces; éstas se alimentan de carne humana. Poseen muchas especies de canoas, con las que llegan á des- embarcar en todas las islas de la India, roban y arre- batan cuanto se les presenta^ En nada se diferencian de los otros sino en llevar largos los cabellos como las mugeres, y en servirse de arcos y flechas de caña, fíjas, como ya se insinuó, en astiles aguzados por la parte mas gruesa; y ésta es la causa de que sean con- siderados como feroces, por lo que los demás indios les tienen un miedo incalculable; pero yo formo el mismo concepto de ellos que de los demás. Estos son los que se unen á ciertas mugeres que habitan solas la isla Matenin, que es la primera desde la Española á la India. Estas mugeres no se dedican á labor alguna propia de su sexo, pues usan de arcois y dardos, según se dijo de los anteriores, y se ponen por defensa lá- minas de cobre, de que tienen grande abundancia. Me aseguran haber otra isla mayor que la expresada Espa- ñola cuyos habitantes no tienen cabellos y abunda especialísimamente de oro sobre las otras. Llevo de esta y de las demás que he reconocido hombres que testifíquen mi relación. Finalmente, para compendiar mi partida y vuelta, así como para referir en breve las ventajas de este viage, prometo que con pequeños au- xilios que me suministren nuestros invictísimos Reyes, he de presentarles cuanto oro se necesite, y tanta can- tidad de aromas, de algodón, almáciga, que se encuen- tran solo en Quio, y tanta de lináloe, y tantos esclavos para el servicio de la marina, cuantos quisieren exigir sus Magestades. Ofrezco lo mismo de ruibarbo y de infínitos géneros de aromas, que estoy ya persuadido han hallado y hallarán todavía los que dejé en la for- taleza; porque yo en ninguna parte me he detenido sino lo que me han obligado los vientos y lo que se tardó en edificar la fortaleza en la ciudad de la Nati- mdad, y mientras di las providencias necesarias para una seguridad completa. Aunque todo lo referido pa-

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rezca grande é inaudito, seria aun mas maravilloso si hubiera tenido á mi disposición las embarcaciones competentes; con todo, esta empresa digna y admira- ble no está en proporción de mis méritos, sino que es debida á la sagrada fe católica y á la piedad y religión de nuestros Reyes, pues el Señor concedió á los hom- bres lo que ni aun podian imaginar Uegarian á conse- guir. Porque suele Dios oir á sus siervos y á los que aman sus preceptos aun en lo que parece imposible, según me ha sucedido á mí, que he arribado á una em- presa que no tocó hasta ahora mortal alguno; pues si bien ciertos habian escrito ó hablado de la existen- cia de estas islas, todos hablaron y escribieron con dudas y por conjeturas, pero ninguno asegura haberlas visto: de que procedía que se tuviesen por fabulosas. Así, pues, el Rey, la Reina, los Príncipes y sus reinos felicísimos, como toda la Cristiandad, tributen gracias á nuestro Salvador Jesucristo, que nos concedió tal victoria y prósperos sucesos. Celébrense procesiones; háganse fiestas solemnes; llénense los templos de ra- mas y flores; gózese Cristo en la tierra cual se regocija en los cielos al ver la próxima salvación de tantos pueblos entregados hasta ahora á la perdición. Rego- cijémonos así por la exaltación de nuestra fe como por el aumento de bienes temporales, de los cuales no solo habrá de participar la España, sino toda la Cris- tiandad.

Tales son los sucesos que he descrito con breve- dad. A Dios. En Lisboa, á catorce de Marzo.

Cristóbal Colon,

Almirante de la Armada del Océano.

VIAJES 1)K COLÓN 14

EPIGRAMA

DE R. L. DE corearía, OBISPO DE MONTEPALUCIO, AL INVICTÍSIMO REY DE LAS ESPAÑAS

Ya no resta á la España tierra alguna En donde su pendón esclarecido No se tremole y triunfe: á sus esfuerzos Espacio el orbe fuera reducido.

Gloriarte puedes, caudaloso Betis,

Y añadir á tus timbres mas antiguos Otro nuevo, que en ondas del oriente Descubrieron tus hijos, siempre invictos.

Al inmortal Colon loor eterno

Y memoria de un pueblo agradecido,

Y más rendidas y respetuosas gracias . Al Dios excelso, sabio é infinito.

Al Dios que te prepara nuevos reinos Donde se ejerza el tuyo y su dominio, Con que llamarte puedas entre todos Valiente, poderoso, fiel, benigno.

SEGUNDO VIAGE DE CRISTÓBAL COLON

ESTA SEGUNDA NAVEGACIÓN ESCRIBIÓ PEDRO MÁRTIR EN LA TIN, A ROMA, Y PORQUE UN DR. CHANCA (l) LLAMADO, NATURAL DE SEVILLA, FUE EN ESTE VIAGE Y ARMADA POR MANDADO DE LOS CATÓLICOS REYES, Y DENDE ALLÁ ESCRIBIÓ Á LOS SEÑO- RES DEL CABILDO DE SEVILLA LO QUE LES ACAECIÓ Y LO QUE VIO, PONGO TRAS ESTO EL TRESLADO DE SU CARTA, AUNQUE TODO SE VIENE A UNO; PERO EL UNO LO CUENTA COMO LO OYÓ Y EL DE SEVILLA COMO LO VIO, Y NO SE CONTRADICE, Y ALGU- NAS COSILLAS DEJÓ EL UNO DE RECONTAR QUE LAS RECUENTA EL OTRO, Y PORQUE UNOS EN LA MANERA DEL RECONTAR SON MAS AFABLES QUE OTROS; SÍGUESE LA CARTA DEL DICHO DR. CHANCA, QUE ESCRIBIÓ Á LA. CíBDAD DE SEVILLA DE ESTE SEGUNDO VIAGE EN LA MANERA SIGUIENTE:

|\/|uY magnífico Señor: Porque las cosas que yo *''■*' particularmente escribo á otros en otras cartas no son igualmente comunicables como las que en esta escritura van, acordé de escribir distintamente las nue- vas de acá y las otras que á conviene suplicar á vuestra Señoría, é las nuevas son las siguientes: Que ia flota que los Reyes Católicos, nuestros Señores, en-

(1) Por despacho de 23 de Mayo de 1493 se mandó que el Dr. Chanca fuese de físico en la armada de Colon, y con fecha del 24 se previno a los Contadores mayores le die- sen el salario y ración por que había de estar de Escribano en las Indias. £1 Cura de los Palacios hace mención del Dr. Chanca y tuvo presente esta relación, como puede verse en el cap. 1 20 de su Historia ms. de los Reyes Católicos.

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viaron de España para las Indias é gfobernacíon del su Almirante del mar Océano, Cristóbal Colon, por la di* vina permisión parte de Cáliz á veinte y cinco de Se- tiembre del año de (1)

años, con tiempo é viento convenible á nuestro cami- no, é duró este tiempo dos dias, en los cuales pudi- mos andar al pié de 50 leguas, y luego nos cambió el tiempo otros dos, en los cuales anduvimos muy poco ó no nada; plogó á Dios que pasados los dias nos tor- nó buen tiempo, en manera que en otros dos llegamos á la Gran Canaria, donde tomamos puerto, lo cual nos fue necesario por reparar un navio que hacia mucha agua, y estovimos ende todo aquel dia, é luego otro dia partimos, é fizónos algunas calmerías, de manera que estovimos en llegar al Gomero cuatro ó cinco dias, y en la Gomera fue necesario estar algún dia por facer provisiones de carne, leña é agua la que mas pu- diesen, por la larga jornada que se esperaba hacer sin ver mas tierra; ansi, que en la estada destos puertos y en un dia después de partidos de la Gomera, que nos fizo calma, que tardamos en llegar fasta la isla del Fie- rro, estovimos diez y nueve o veinte dias;:desde aqui, por la bondad de Dios, nos tornó buen tiempo, el me- jor que nunca flota llevó tan largo camino; tal, que par- tidos del Fierro á trece de Octubre, dentro de veinte dias hobimos vista de tierra; y vieramosla á catorce ó quince si la nao Capitana fuera tan buena velera como los otros navios, porque muchas veces los otros navios sacaban velas porque nos dejaban mucho atrás. En todo este tiempo hobimos mucha bonanza, que en él ni en .todo el camino no hobimos fortuna, salvo la víspe- ra de San Simón, que nos vino una que por cuatro ho- ras nos puso en harto estrecho. El primero Domingo después de Todos Santos, que fue á tres dias de No- viembre, cerca del alba, dijo un piloto de la nao Ca-

(1) Igual vacío en el original. Debe decir del año de 1493.

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pitaña: < ¡Albricias, que tenemos tierra!» Fue el alegría tan grande en la gente, que era maravilla oir las gritas y placeres que todos hacian, y con mucha razón: que la gente venían ya tan fatigados de mala vida y de pasar agua, que con muchos deseos sospíraban todos por tierra. Contaron aquel día los pilotos del armada des- de la isla de Fierro hasta la primera tierra que vimos unas 800 leguas; otros, 780, de manera que la diferen- cia no era mucha, é mas 300 que ponen de la Isla de Fierro fasta Cáliz, que eran por todas 1.100; ansi, que no siento quien no fuese satisfecho de ver agua. Vi- mos el Domingo de mañana sobredicho, por proa de los navios, una isla, y luego, á la man derecha, pareció otra: la primera era la tierra alta de sierras (1) por aquella parte que vimos; la otra (2) era tierra llana, también muy llena de árboles muy espesos, y luego que fue mas de día comenzó á parecer á una parte é á otra islas; de manera que aquel día eran seis islas á di- versas partes, y las mas harto grandes. Fuimos endere- zados para ver aquella que primero habíamos visto, é llegamos por la costa andando mas de una legua, bus- cando puerto para sorgir, el cual todo aquel espacio nunca se pudo hallar. Era en todo aquello que parecía desta isla todo montaña muy hermosa y muy verde, fasta el agua, que era alegría en mirarla, porque en aquel tiempo no hay en nuestra tierra apenas cosa verde. Después que allí no hallamos puerto acordó el Almirante que nos volviésemos á la otra isla que pa- rescia á la mano derecha, que estaba desta otra 4 ó 5 leguas. Quedó por entonces un navio en esta isla bus- cando puerto todo aquel día, para cuando fuese nece- sario venir á ella, en la cual halló buen puerto é vido

(1) La Dominica, que llamó así por haberla descubierto en dia Domingo.

(2) La Marigalante, que llamó así porque la nao en que iba Colón tenia este nombre.

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casas é g'entes, é luego se tornó aquella noche para donde estaba la flota, que habia tomado puerto en la otra isla (1), donde decendió el Almirante, é mucha gfente con éí, con la bandera Real en las manos, adon- de tomó posesión por sus Altezas en forma de dere- cho. En esta isla habia tanta espesura de arboleda que era maravilla, é tanta diferencia de árboles no conoci- dos á nadie que era para espantar, dellos con fruto, de- llos con flor; ansi, que todo era verde. Allí hallamos un árbol cuya hoja tenia el mas fino olor de clavos que nunca vi, y era como laurel, salvo que no era ansi grande; yo ansi pienso que era laurel su especia. Allí habia frutas salvajinas de diferentes maneras, de las cuales algunos no muy sabios probaban, y del gusto solamente tocándolas con las lenguas se les hinchaban las caras, y les venia tan grande ardor y dolor que pa- recían que rabiaban (2), los cuales se remediaban con cosas frías. En esta isla no hallamos gente nin señal della; creímos que era despoblada, en la cual estovi- mos bien dos horas, porque cuando aUí llegamos era sobre tarde, e luego otro día de mañana partimos para otra isla (3), que parescia en bajo desta, que era muy grande, fasta la cual desta, que habría 7 ú 8 leguas, lle- gamos á ella hacía la parte de una gran montaña que parecía que quería llegar al cíelo, en medio de la cual montaña estaba un pico mas alto que toda la otra montaña, del cual se vertían á diversas partes muchas aguas, en especial hacía la parte donde Íbamos; de 3 leguas paresció un golpe de agua tan gordo como un buey, que se despeñaba de tan alto como si cayera del cielo; parescia de tan lejos, que hobo en los navios muchas apuestas: que unos decían que eran peñas

(1) En la Marigalante.

(2) De esto se infiere que seria fruta del manzanillo, que produce efectos semejantes.

(3) La Guadalupe.

VIAJES DE COLÓN 217

blancas y otros que era ag^ua. Desque llegamos mas á cerca vidose lo cierto, y era la mas hermosa cosa del mundo de ver de cuan alto se despeñaba é de tan poco logar nacía tan gran golpe de agua. Luego que lle- gamos cerca mandó el Almirante á una carabela lige- ra que fuese costeando á buscar puerto, la cual se adelantó y, llegando á la tierra, vido unas casas, é con la barca saltó el Capitán en tierra é llegó á las casas, en las cuales halló su gente, y luego que los vieron fueron huyendo, é entró en ellas, donde halló las co- sas que ellos tienen, que no habian llevado nada, donde tomó dos papagayos muy grandes y muy diferen- ciados de cuantos se habian visto. Halló mucho algo- don hilado é por hilar, é cosas de sus mantenimientos, é de todo trajo un poco; en especial trajo cuatro ó cin- co huesos de brazos é piernas de hombres. Luego que aquello vimos sospechamos que aquellas islas eran las de Caribe (1), que son habitadas de gente que comen carne humana, porque el Almirante, por las señas que le habian dado del sitio destas islas, el otro camino, los indios de las islas que antes habian descubierto, habia enderezado el camino por descubrirlas, porque esta- ban mas cerca de España, y también porque por allí se hacia el camino derecho para venir á la Isla Espa- ñola, donde antes habia dejado la gente, á los cuales, por la bondad de Dios y por el buen saber del Almi- rante, venimos tan derechos como si por camino sabi- do é seguido viniéramos. Esta isla es muy grande, y por el lado nos pareció que habia de luengo de

(1) Al descubrir Colón América topó con dos pueblos de hombres: el grupo arauaco, gentes tímidas y pacíficas, pobladores de las grandes Antillas, y los caribes, antropófa- gos y guerreros, habitantes de las pequeñas Antillas y cos- tas de Tierra Firme. Aunque la voz caribe en su lengua sig- nifica bravo, los españoles, con el tiempo, la hicieron sinó- nima de caníbal. Nota D.

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costa 25 legfuas; fuimos costeando por ella buscando puerto mas de 2 leg-uas; por la parte donde Íbamos eran montañas muy altas; á la parte que dejamos pare- cían grandes llanos; á la orilla de la mar había algunos poblados pequeños, é luego que veían las velas huían todos. Andadas 2 leguas hallamos puerto, y bien tarde. Esa noche acordó el Almirante que á la madrugada saliesen algunos para tomar lengua é saber qué gente era, no embargante la sospecha é los que ya habían visto ir huyendo, que era gente desnuda como la otra que ya el Almirante había visto el otro viage. Salieron esa madrugada ciertos capitanes; los unos vinieron á hora de comer é trageron un mozo de fasta catorce años, á lo que después se sopo, é él dijo que era de los que esta gente tenían cativos. Los otros se dividie- ron: los unos tomaron un mochacho pequeño, al cual llevaba un hombre por la mano, é por huir lo des- amparó. Este enviaron luego con algunos dellos; otros quedaron, é destos unos tomaron ciertas mugeres na- turales de la isla, é otras que se vinieron de grado, que eran de las cativas. Desta compañía se apartó un capi- tán, no sabiendo que se habia habido lengua con seis hombres, el cual se perdió con los que con él iban, que jamás sopieron tornar, fasta que á cabo de cuatro días toparon con la costa de la mar, é siguiendo por ella tornaron á topar con la flota (1). Ya los teníamos por perdidos é comidos de aquellas gentes, que se dí-

(1) Fué Diego Márquez el veedor, que iba por Capitán de un navio, quien con ocho hombres más desembarcó y se internó en la isla sin licencia del Almirante, el cual con cua- drillas de gente y trompetas los hizo buscar en vano. Uno de los que se comisionaron con este objeto fué Alonso de Hojeda, con 40 hombres, y dijeron a la vuelta haber encon- trado muchas plantas y cosas aromáticas, variedad de aves y caudalosos ríos. Los extraviados no pudieron regresar a sus navios hasta el día 8 de Noviembre. Casas, en su His- toria ms., cap. 84.

VIAJES DE COLÓN 219

cen los Caribes, porque no bastaba razón para creer que eran perdidos de otra manera; porque iban entre ellos pilotos, marineros que por la estrella saben ir é venir hasta España, creiamos que en lan pequeño es- pacio no se podían perder. Este dia primero que allí decendimos andaban por la playa junto con el agua muchos hombres é mugeres mirando la flota, é mara- villándose de cosa tan nueva, é lleg-ándose alguna bar- ca á tierra á hablar con ellos, diciéndolos tayno taynoy que quiere decir bueno, esperaban en tanto que no sa- llan del agua, junto con él moran, de manera que cuan- do ellos querían se podían salvar; en conclusión, que de los hombres ninguno se pudo tomar por fuerza por grado, salvo dos que se aseguraron é después los trajeron por fuerza allí. Se tomaron mas de 20 muge- res de las cativas, y de su grado se venían otras natu- rales de la isla, que fueron salteadas é tomadas por fuerza. Ciertos mochachos captivos se vinieron á nos- otros huyendo de los naturales de la isla, que los te- nían captivos. En este puerto estovimos ocho días á causa de la pérdida del sobredicho capitán, donde mu- chas veces salimos á tierra, andando por sus moradas é pueblos que estaban á la costa, donde hallamos in- finitos huesos de hombres, é los cascos de las cabezas colgados por los casas á manera de vasijas para tener cosas. Aquí no parescieron muchos hombres; la cau- sa era, según nos dijeron las mugeres, que eran idas 10 canoas con gentes á saltear á otras islas. Esta gente nos pareció mas pulítica que la que habita en estas otras islas que habernos visto, aunque todos tienen las mo- radas de paja; pero estos las tienen de mucho me- jor hechura, é mas proveídas de mantenimientos, é parece en ellas mas industria, ansí veril como femenil. Tenían mucho algodón hilado y por hilar, y muchas mantas de algodón tan bien tejidas, que no deben nada a las de nuestra patria. Preguntamos á las muge- res que eran cativas en esta isla que qué gente era esta;

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respondieron que eran Caribes. Después que enten- dieron que nosotros aborrecíamos tal gfente por su mal uso de comer carne de hombres, holgaban mu- cho, y si de nuevo traían alguna muger ó hombre de los Caribes secretamente decían que eran Cari- bes: que allí donde estaban todos en nuestro poder mostraban temor dallos, como gente sojuzgada, y de allí conocimos cuales eran Caribes de las mugeres e cuáles no, porque las Caribes traían en las pier- nas en cada una dos argollas tejidas de algodón, la una junto con la rodilla, la otra junto con los tobillos, de manera que les hacen las pantorrillas grandes, é de los sobredichos logares muy ceñidas, que esto me parece que tienen ellos por cosa gen- til; ansí, que por esta diferencia conocemos los unos de los otros. La costumbre de esta gente de Ca- ribes es bestial; son tres islas: esta se llama Turuquei- ra; la otra que primero vimos se llama Ceyre; la ter- cera, Ayay; estos todos son conformidad como si fue- sen de un linage, los cuales no se hacen mal: unos é otros hacen guerra á todas las otras islas comarcanas, los cuales van por mar 150 leguas á saltear con mu- chas canoas que tienen, que son unas fustas pequeñas de un solo madero. Sus armas son frechas en lugar de hierros; porque no poseen ningún hierro, ponen unas puntas fechas de huesos de tortugas los unos; otros de otra isla ponen unas espinas de un pez fechas den- tadas, que ansí lo son naturalmente, a manera de sie- rras bien recias, que para gente desarmada, como son todos, es cosa que les puede matar é hacer harto daño; pero para gente de nuestra nación no son armas para mucho temer. Esta gente saltea en las otras islas, que traen las mugeres que pueden haber, en especial mozas y hermosas, las cuales tienen para su servicio é para tener por mancebas, é traen tantas que en 50 ca- sas ellos no parecieron, y de las cativas se vinieron mas de 20 mozas. Dicen también estas mugeres que

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estos usan de una crueldad que parece cosa increíble: que los hijos que en ellas han se los comen, que sola- mente crian los que han en shs mujeres naturales. Los hombres que pueden haber, los que son vivos llévan- selos á sus casas para hacer carniceria dellos, y los que han muerto, lueg^o se los comen. Dicen que la carne del hombre es tan buena que no hay tal cosa en el mundo; y bien parece, porque los huesos que en estas casas hallamos todo lo que se puede roer todo lo te- nían roído, que no había en ellos sino lo que por su mucha dureza no se podía comer. Allí se halló en una casa cociendo en una olla un pescuezo de un hombre. Los mochachos que cativan córtanlos el miembro, é sirvense de ellos fasta que son hombres, y después, cuando quieren facer fiesta, mátanlosécómenselos, por- que dicen que la carne de los mochachos é de las jnu- geres no es buena para comer. Destos mochachos se vinieron para nosotros huyendo tres, todos tres cor- tados sus miembros. E á cabo de cuatro días vino el capitán que se había perdido, de cuyavenidaestábamos ya bien desesperados, porque ya los habían ido a bus- car otras cuadrillas por dos veces, é aquel día vino la una cuadrilla sin saber dellos ciertamente. Holgamos con su venida como si nuevamente se hobieran halla- do; trajo este capitán, con los que fueron con él, 10 ca- bezas entre mochachos y mugeres. Estos ni los otros que los fueron á buscar nunca hallaron hombres, por- que se habían huido, ó por ventura que en aquella co- marca había pocos hombres, porque, según se supo de las mugeres, eran idas 10 canoas con gentes á saltear á otras islas. Vino él é los que fueron con él tan des- trozados del monte, que era lástima de los ver; decían, preguntándoles cómo se habían perdido, dijeron que era la espesura de los árboles tanta que el cielo no podían ver, é que algunos de ellos, que eran marine- ros, habían subido por los árboles para mirar el estre- lla, é que nunca la podieron ver, é que si no toparan

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con el mar fuera imposible tornar á la flota. Partimos desta isla ocho dias después que allí lleg^amos (1). Luego otro dia á medio dia vimos otra isla (2), no muy grande, que estarla desta otra 12 leguas; porque el pri- mero dia que partimos lo mas del dia nos fízo calma, fuimos junto con la costa desta isla, é dijeron las In- dias que llevábamos que no era habitada, que los Ca- ribes la hablan despoblafdo, é por esto no paramos en ella. Luego esa tarde vimos otra (3); á esa noche, cerca desta isla, fallamos unos bajos, por cuyo temor sorgimos, que no osamos andar fasta que fuese de dia. Luego á la mañana paresció otra isla (4) harto grande; á ninguna destas islas nos llegamos, por consolar los que habian dejado en la Española, é no plogó á Dios, según que abajo parecerá. Otro dia á hora de comer llegamos a una isla (5), é pareciónos mucho bien, por- que parecía muy poblada, según las muchas labranzas que en ella habia. Fuimos allá é tomamos puerto en la costa; luego mandó el Almirante ir á tierra una barca guarnecida de gente, para si pudiese tomar lengua para saber qué gente era, é también porque habíamos menester informarnos del camino, caso quel Almiran- te, aunque nunca habia fecho aquel camino, iba muy bien encaminado, según en cabo pareció. Pero porque las cosas dubdosas se deben siempre buscar con la ma- yor certinidad que haberse pueda, quiso haber allí lengua, de la cual gente que iba en la barca ciertas personas saltaron en tierra, é llegaron en tierra á un poblado de donde la gente ya se habia escondido. Tomaron alli cinco ó seis mugeres y ciertos mocha- chos, de las cuales las mas eran t^ bien de las cati-

(1) Partieron el Domingo 10 de Noviembre.

(2) La Isla Monserrate.

(3) El Almirante la nombró Santa María la Redonda.

(4) Santa María la Antigua.

(5) La de San Martin.

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vas, como en la otra isla, porque también estos eran de los Caribes, según ya sabiamos por la relación de las mugeres que traiamos. Ya que esta barca se quería tornar á los navios con su presa que habia fecho por parte debajo, por la costa venia una canoa en que venían cuatro hombres é dos mugeres é un mochacho, é desque vieron la flota, maravillados, se embebecieron, tanto, que por una grande hora es- tovieron que no se movieron de un lugar casi dos tiros de lombarda de los navios. En esto fueron vistos de los que estaban en la barca é aun de toda la flota. Luego los de la barca fueron para ellos tan junto con la tierra, que con el embebecimiento que tenian, maravillándose é pensando qué cosa seria, nunca los vieron hasta que estovieron muy cerca dellos, que no les pudieron mucho huir aunque harto trabajaron por ello; pero los nuestros aguijaron con tanta priesa que no se les pudieron ir. Los Caribes, desque vieron que el hoir no les aprovechaba, con mucha osadia pusie- ron mano á los arcos, también las mugeres como los hombres; é digo con mucha osadia porque ellos no eran mas de cuatro hombres y dos mugeres, é los nuestros mas de 25, de los cuales fírieron dos: al uno dieron dos frechadas en los pechos é al otro una por el costado, é si no fuera porque llevaban adargas é tablachutas, é porque los invistieron presto con la bar- ca é les trastornaron su canoa, asaetearan con sus fre- chas los mas dellos. £ después de trastornada su ca- noa quedaron con el agua nadando, é á las veces ha- ciendo pie, que allí había unos bajos, é tovieron harto que hacer en tomarlos, que todavía cuanto podían ti- raban, é con todo eso el uno no lo pudieron tomar sino mal herido de una lanzada, que murió, el cual traje- ron ansí herido fasta los navios. La diferencia destos á los otros indios en el hábito es que los de Caribe tienen el cabello muy largo; los otros son tresquilados é fechas cien mil diferencias en las cabezas de cruces.

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é de otras pinturas en diversas maneras, cada uno como se le antoja, lo cual se hacen con cañas agu- das. Todos, ansi los de Caribe como los otros, es gen- te sin barbas, que por maravilla hallarás hombre que las tenga. Estos Caribes que allí tomaron venían tiz- nados los ojos é las cejas, lo cual me parece que ha- cen por gala, é con aquello parescian mas espanta- bles; el uno destos dice que en una isla deUos, llama- da Cayre, que es la primera que vimos, á la cual no llegamos, hay mucho oro; que vayan allá con clavos é contezuelas para hacer sus canoas, é que traerán cuan- to oro quisieren. Luego aquel dia partimos de esta isla, que no estaríamos allí mas de seis ó siete horas; fuimos para otra tierra (1) que pareció á ojo que es- taba en el camino que habíamos de facer; llegamos noche cerca della. Otro dia de mañana fuimos por la costa della; era muy gran tierra, aunque no era muy continua, que era mas de cuarenta y tantos islones (2), tierra muy alta, é la mas della pelada, la cual no era ninguna ni es de las que antes ni después habernos visto. Parecía tierra dispuesta para haber en ella me- tales; a esta no llegamos para saltar en tierra, salvo una carabela latina llegó á un islon de estos, en el cual hallaron ciertas casas de pescadores. Las indias que traíamos dijeron que no eran pobladas. Anduvi- mos por esta costa lo mas deste dia, hasta otro día en la tarde, que llegamos a vista de otra isla, llamada Bu- renguen (3), cuya costa corrimos todo un día; juzgá- base que ternia por aquella banda 30 leguas. Esta isla es muy hermosa y muy fértil á parecer; á esta vienen

(1) Isla de Santa Cruz, donde surgieron el Jueves 14 de Noviembre.

(2) A la mayor de estas islas llamó el Almirante Santa Úrsula, y a todas las otras, las once mil Vírgenes.

(3) Isla de Puerto Rico, a la que llamó Almirante San Juan Bautista.

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los de Caribe á conquistar, de la cual llevaban mucha g-ente; estos no tienen fustas ningunas nin saben andar por mar; pero, según dicen estos Caribes que toma- mos, usan arcos como ellos, é si por caso cuando los vienen á saltear los pueden prender, también se los co- men, como los de Caribe a ellos. En un puerto (1) desta isla estovimos dos dias, donde saltó mucha gente en tierra; pero jamás podimos haber lengua, que todos se fuyeron como gente temorizadas de los Caribes. Todas estas islas dichas fueron descubiertas deste camino, que fasta aqui ninguna dellas habia visto el Almirante el otro viage; todas son muy hermosas é de muy buena tierra; pero esta paresció mejor á todos; aquí casi se acabaron las islas que fácia la parte de España habia dejado de ver el Almirante, aunque te- nemos por cosa cierta que hay tierra mas de 40 leguas antes de estas primeras hasta España, porque dos dias antes que viésemos tierra vimos unas aves que llaman rabihorcados, que son aves de rapiña marinas é no sientan ni duermen sobre el agua, sobre tarde rodean- do sobir en alto, é después tiran su via á buscar tierra para dormir, las cuales no podrían ir á caer, según era tarde, de 12 ó 15 leguas arriba,y esto era á laman de- recha donde veníamos hasta la parte de España; de donde todos juzgaron allí quedar tierra, lo cual no se buscó porque se nos hacia rodeo para la w\:\ que traía- mos. Espero que á pocos viages se hallará. De esta isla sobredicha (2) partimos una madrugada, é aquel día, antes que fuese noche, hobimos vista de tierra, la cual tampoco era conocida de ninguno de los que habían venido el otro viage; pero por las nuevas de las Indias que traiamos sospechamos que era la Española, en la

(1) Ensenada de May agües.

(2) Puerto Rico.

VIAJIS !>■ COLáW 15

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cual agora estamos (1). Entre esta isla é la otra de Bu- riquen parecía de lejos otra (2), aunque no era grande. Desque llegamos á esta Española, por el comienzo de ella era tierra baja y muy llana (3), del conocimiento de la cual aun estaban todos dudosos si fuese la que es, porque aquella parte nin el Almirante ni los otros que con él vinieron habian visto, é aquesta isla, como es grande, es nombrada por provincias, é á esta parte que primero llegamos llaman Haytif y luego á la otra provincia junta con esta llaman Xamaná, é á la otra Bohío, en la cual agora estamos; ansí, hay en ellas mu- chas provincias porque es gran cosa, porque según afirman los que la han visto por la costa de largo, di- cen que habrá 200 leguas; á mi me parece que á lo menos habrá 150; del ancho della, hasta agora no se sabe. Allá es ido cuarenta días ha, á rodearla, una cara- bela, la cual no es venida hasta hoy. Es tierra muy sin- gular, donde hay infinitos ríos grandes é sierras gran- des é valles grandes rasos, grandes montañas; sospecho que nunca se secan las yerbas en todo el año. Non creo que hay invierno ninguno en esta nin en las otras, porque por Navidad se fallan muchos nidos de aves, dellas con pájaros, é dellas con huevos. En ella ni en las otras nunca se ha visto animal de cuatro pies, salvo algunos perros de todas colores, como en nuestra pa- tria; la hechura, como unos gosques grandes; de ani- males salvajes no hay. Otrosí, hay un animal de color de conejo é de su pelo, el grandor de un conejo nuevo, el rabo largo, los pies é manos como de ratón; suben por los árboles; muchos los han comido; dicen que es muy bueno de comer; hay culebras muchas, no grandes; lagartos, aunque no muchos, porque los in-

(1) El Viernes 22 de Noviembre tomó el Almirante la primera tierra de la Isla Española.

(2) La Mona y Monito.

(3) Cabo del Engaño, en la Isla Española.

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dios hacen tanta fiesta dellos como haríamos allá con faisanes; son del tamaño de los de allá, salvo que en la hechura son diferentes, aunque en una isleta peque- ña (1) que está junto con un puerto que llaman Monte CristOt donde estovimos muchos días, vieron muchos dias un lagarto muy grande, que decian que seria de gordura de un becerro, é atan complido como una lanza, é muchas veces salieron por lo matar, é con la mucha espesura se les metia en la mar, de manera que no se pudo haber del derecho. Hay en esta isla y en las otras infínitas aves de las de nuestra patria, é otras muchas que allá nunca se vieron; de las aves domésti- cas nunca se ha visto acá ninguna, salvo en la Zurw guia habia en las casas unas ánades, las mas dellas blancas como la nieve é algunas dellas negras, muy lindas, con crestas rasas, mayores que las de allá, me- nores que ánsares. Por la costa desta isla corrimos al pié de 100 leguas, porque hasta donde el Almirante habia dejado la gente habría en este compás, que será en comedio ó en medio de la isla. Andando por la provincia della llamada Xamaná en derecho, echamos en tierra uno de los indios quel otro viage habían lle- vado, vestido é con algunas cosillas quel Almirante le había mandado dar. Aquel día se nos murió un mari- nero vizcaíno que habia seído herido de los caribes que ya dije que se tomaron, por su mala guarda, é porque íbamos por costa de tierra dióse lugar que sa- liese una barca á enterrarlo, é fueron en reguarda de la barca dos carabelas cerca con tierra. Salieron á la barca en llegando en tierra muchos indios, de los cua- les algunos traían oro al cuello é á las orejas; querían venir con los cristianos á los navios, é no los quisieron traer, porque no llevaban licencia del Almirante; los cuales, desque vieron que no los querían traer se me- tieron dos dellos en una canoa pequeña é se vinieron,

(1) Isla Cabra,

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á una carabela de las que se habían acercado á tierra, en la cual los recibieron con su amor, é trajéronlos á la nao del Almirante, é dijeron, mediante un intérprete, que un Rey fulano los enviaba á saber qué gente era- mos, é á rogar que quisiésemos llegar á tierra, porque tenian mucho oro é le darian dello é de lo que tenian de comer; el Almirante les mandó dar sendas camisas é bonetes é otras cosillas, é les dijo que porque iba á donde estaba Guacamarí non se podria detener, que otro tiempo habría que le pudiese ver, é con esto se fueron. No cesamos de andar nuestro camino fasta lle- gar á un puerto llamado Monte Cristi, donde estuvi- mos dos días para ver la disposición de la tierra, porque no había parecido bien al Almirante el logar donde había dejado la gente para hacer asiento. De- cendimos en tierra para ver la dispusicion; había cerca de allí un gran río (1) de muy buena agua; pero es toda tierra anegada é muy indispuesta para habitar. Andando veyendo el rio é tierra hallaron algunos de los nuestros en una parte dos hombres muertos junto con el rio, el uno con un lazo al pescuezo y el otro con otro al pié; esto fue el primero día. Otro día si- guiente hallaron otros dos muertos mas adelante de aquéllos; el uno destos estaba en disposición que se le pudo conocer tener muchas barbas. Algunos de los nuestros sospecharon mas mal que bien, é con razón, porque los indios son todos desbarbados, como dicho he. Este puerto está del lugar donde estaba la gente cristiana 12 leguas (2); pasados dos días alzamos velas para el lugar donde el Almirante había dejado la so- bredicha gente, en compañía de un Rey destos indios, que se llamaba Guacamarí, que pienso ser de los prin- cipales desta isla. Este día llegamos en derecho de

(1) Río de Santiago,

(2) Son 7 leguas solamente.

VIAJES DE COLÓN 229

aquel lugfar; pero era ya tarde (1), é porque allí habia unos bajos donde el otro día se habia perdido la nao en que habia ido el Almirante no osamos tomar el puerto cerca de tierra fasta que otro dia de mañana se desfondase é pudiesen entrar seguramente; quedamos aquella noche no una legua de tierra. Esa tarde, vinien- do para allí de lejos, salió una canoa en que oarescian cinco ó seis indios, los cuales venían á prisa para nos- otros. El Almirante, creyendo que nos seguraba hasta alzarnos, no quiso que los esperásemos, é porfiando llegaron hasta un tiro de lombarda de nosotros, é pará- banse á mirar, é desde allí, desque vieron que no los esperábamos, dieron vuelta é tornaron su vía. Después que surgimos en aquel lugar sobredicho (2) tarde, el Almirante mandó tirar dos lombardas, á ver si respon- dían los cristianos que habían quedado con el dicho Guacamarí, porque también tenían lombardas, los cua- les nunca respondieron, ni menos parescian huegos ni señal de casas en aquel lugar, de lo cual se desconso- ló mucho la gente é tomaron la sospecha que de tal caso se debía tomar. Estando ansí todos muy tristes, pasadas cuatro ó cinco horas de la noche, vino la mis- ma canoa que esa tarde habíamos visto, e venia dando voces, preguntando por el Almirante un Capitán de una carabela donde primero llegaron; trajéronlos á la nao del Almirante, los cuales nunca quisieron entrar hasta que el Almirante los hablase; demandaron lum- bre para lo conocer, é después que lo conocieron en- traron. Era uno dellos primo del Guacamarí, el cual los había enviado otra vez. Después que se habían tor- nado aquella tarde traían carátulas de oro, que Guaca-

(1) Surgió el Almirante a la entrada del Puerto de la Navidad Miércoles 27 de Noviembre, hacía la medía no- che, y al día siguiente a la tarde entró en lo interior del puerto.

(2) Bahía del Caracol.

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mari enviaba en presente: la una para el Almirante é la otra para un capitán quel otro viage habia ido con él. Estovieron en la nao hablando con el Almirante, en presencia de todos, por tres horas, mostrando mucho placer, preguntándoles por los cristianos qué tales es- taban; aquel pariente dijo que estaban todos buenos, aunque entre ellos habia algunos muertos de dolencia é otros de diferencia que habia contecido entre ellos, é que Guacamarí estaba en otro lugar ferido en una pierna é por eso no habia venido, pero que otro dia vernia; porque otros dos Rey^s, llamado el uno Caona- y el otro Mayrení, habian venido á pelear con él é que le habian quemado el logar; é luego esa noche se tornaron diciendo que otro dia vernian con el dicho Guacamarí, é con esto nos dejaron por esa noche con- solados. Otro dia en la mañana estovimos esperando que viniese el dicho Guacamarí, é entretanto saltaron en tierra algunos por mandado del Almirante, é fueron ai lugar donde solían estar, é halláronle quemado un cortijo algo fuerte con una palizada, donde los cristia- nos habitaban, é tenían lo suyo quemado é derribado, é ciertas bernias (1) é ropas que los indios habian traído á echar en la casa. Los dichos indios que por allí parecían andaban muy cahareños, que no se osa- ban allegar á nosotros, antes huian; lo cual no nos pa- reció bien, porque el Almirante nos habia dicho que en llegando á aquel lugar salían tantas canoas dellos á bordo de los navios á vernos, que no nos podríamos defender dellos, é que en el otro viage ansí lo facían; é como agora veíamos que estaban sospechosos de nosotros, no nos parecía bien; con todo, halagándolos aquel día é arrojándolos algunas cosas, ansí como cas- cabeles é cuentas, hobo de asegurarse un su pariente del dicho Guacamarí é otros tres, los cuales entraron

(1) Bernia, s. f. Capa de abrigo hecha de un tejido bas- to de lana, semejante al de las mantas y de varios coló res.

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en la barca é trajéronlos á la nao. Después que le pre- guntaron por los cristianos dijeron que todos eran muertos, aunque ya nos lo había dicho un indio de los que llevábamos de Castilla que lo habian hablado los dos indios que antes habian venido á la nao, que se habian quedado á bordo de la nao con su canoa, pero no le habiamos creído. Fue preguntado á este pariente de Guacamarí quién los había muerto; dijo que el Rey de Caonabó y el Rey Mayrení, é que le quemaron las cosas del lugar, é que estaban dellos muchos heridos, é también el dicho Guacamarí estaba pasado un mus- lo, y él que estaba en otro lugar, y que él quería ir lue- go allá á lo llamar, al cual dieron algunas cosas, é lue- go se partió para donde estaba Guacamarí. Todo aquel dia los estovímos esperando, y desque vimos que no venían, muchos tenían sospecha que se habían ahoga- do los indios que antenoche habían venido, porque los habían dado á beber dos ó tres veces de vino, é ve- nían en una canoa pequeña que se les podría trastor- nar. Otro día de mañana salió á tierra el Almirante é algunos de nosotros, é fuimos donde solía estar la villa, la cual nos vimos toda quemada, é los vesti- dos de los cristianos se hallaban por aquella yerba. Por aquella hora no vimos ningún muerto. Había en- tre nosotros muchas razones diferentes: unos sospe- chando que el mismo Guacamarí fuese en la traición ó muerte de los cristianos; otros les parecía que no, pues estaba quemada su villa; ansí, que la cosa era mu- cho para dudar. El Almirante mandó catar todo el sitio donde los cristianos estaban fortalecidos, por quél los había mandado que desque tovíesen alguna cantidad de oro que lo enterrasen. Entretanto que esto se hacia quiso llegar á ver á cerca de una legua, do nos parecía que podría haber asiento para poder edificar una villa, porque ya era tiempo, adonde fuimos ciertos con él, mirando la tierra por la costa, fasta que llegamos á un poblado donde había siete ú ocho casas, las quales

232 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

habian desamparado los indios luego que nos vieron ir, é llevaron lo que pudieron é lo otro dejaron escon- dido entre yerbas junto con las casas; que es gente tan bestial que no tienen discreción para buscar lugar para habitar; que los que viven a la marina es maravi- lla cuan bestialmente edifican, que las casas enderedor tienen tan cubiertas de yerba ó de humidad, que es- toy espantado cómo viven. En aquellas casas hallamos muchas cosas de los cristianos, las cuales no se creian que ellos hobiesen rescatado, ansi como una almalafa muy gentil, la cual no se habia descogido de como la llevaron de Castilla, é calzas é pedazos de paños, é una ancla de la nao, quel Almirante habia alH perdido el otro viage, é otras cosas de las cuales mas se es- forzó nuestra opinión, y de acá hallamos, buscando las cosas que tenian guardadas en una esportilla mu- cho cosida é mucho á recabdo, una cabeza de hombre mucho guardada. Allí juzgamos por entonces que se- ria la cabeza de padre ó madre, ó de persona que mu- cho querían. Después he oido que hayan hallado mu- chas desta manera, por donde creo ser verdad lo que allí juzgamos; desde allí nos tornamos. Aquel dia ve- nimos por donde estaba la villa, y cuando llegamos hallamos muchos indios que se habian asegurado y es- taban rescatando oro; tenian rescatado fasta un marco; hallamos que habian mostrado donde estaban muertos 11 cristianos, cubiertos ya de la yerba que habia cre- cido sobre ellos, é todos hablaban por una boca que Gaonabó é Mayrení los habían muerto; pero con todo eso asomaban queja que los cristianos uno tenia tres mugeres, otro cuatro, donde creemos quel mal que les vino fue de zelos. Otro dia de mañana, porque en todo aquello no habia logar dispuesto para nosotros po- der hacer asiento, acordó el Almirante fuese una cara- bela á una parte para mirar lugar conveniente, é algu- nos que fuimos con él fuimos a otra parte, á do halla- mos un puerto muy seguro é muy gentil disposición

VIAJES DE COLÓN 233

de tierra para habitar; pero porque estaba lejos de donde nos deseábamos que estaba la mina de oro no acordó el Almirante de poblar, sino en otra parte que fuese mas cierta, si se hallase conveniente disposición» Cuando venimos deste lugar hallamos venida la otra carabela que habia ido á la otra parte á buscar el di- cho lugar, en la cual habia ido Melchior é otros cua- tro ó cinco hombres de pro. E yendo costeando por tierra salió á ellos una canoa en que venian dos indios, el uno era hermano de Guacamarí, el cual fue cono- cido por un piloto que iba en la dicha carabela, é preguntó quién iba allí, al cual dijeron los hombres prencipales, dijeron que Guacamarí les rogaba que se llegasen á tierra, donde él tenia su asiento con fasta 50 casas. Los dichos prencipales saltaron en tierra con la barca é fueron donde él estaba, el cual fallaron en su cama echado faciendo del doliente ferido. Pablaron con él, preguntándole por los cristianos; respondió, concertando con la mesma razón de los otros, que era que Caonabó é Mayrení los habían muerto, é que á él habían ferido en un muslo, el cual mostró ligado; los que entonces lo vieron asi les pareció que era verdad como él lo dijo; al tiempo del despedirse dio á cada uno dellos una joya de oro, á cada uno como le pare- ció que lo merescia. Este oro facían en fojas muy del- gadas, porque lo quieren para facer carátulas é para poderse asentar en betún que ellos facen; si así no fuese no se asentaría. Otros facen para traer en la ca- beza é para colgar en las orejas é narices; ansí, que to- davía es menester que sea delgado, pues que ellos nada desto hacen por riqueza, salvo por buen parecer. Dijo el dicho Guacamarí, por señas é como mejor pudo, que porque él estaba ansi herido que dijesen al Almirante que quisiese' venir á verlo. Luego quel Al- mirante llegó los sobredichos le contaron este caso. Otro día de mañana acordó partir para allá, al cual lugar llegaríamos dentro de tres horas, porque apenas

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habría dende donde estábamos allá tres leguas; ansi que cuando allí llegamos era hora de comer; comimos antes de salir en tierra. Luego que hobimos comido mandó el Almirante que todos los capitanes viniesen con sus barcas para ir en tierra, porque ya esa mañana, antes que partiésemos de donde estábamos, habia ve- nido el sobredicho su hermano á hablar con el Almi- rante é á darle priesa que fuese lugar donde estaba el dicho Guacamarí. Allí fue el Almirante á tierra, é toda la gente de pro con él, tan ataviados que en una cibdad prencipal parecieran bien; llevó algunas cosas para le presentar, porque ya habia recibido del alguna cantidad de oro, é era razón le respondiese con la obra é voluntad quél habia mostrado. El dicho Guaca- marí ansímismo tenia aparejado para hacerle presente. Cuando llegamos hallámosle echado en su cama, como ellos lo usan, colgado en el aire, fecha una cama de algodón como de red; no se levantó, salvo dende la cama hizo el semblante de cortesía como él mejor sopo, mostró mucho sentimiento con lágrimas en los ojos por la muerte de los Cristianos, é comenzó á ha- blar en ello, mostrando como mejor podía cómo unos murieron de dolencia é cómo otros se habían ido á Caonabó á buscar la mina del oro, é que allí los habían muerto, é los otros que se los habían venido á matar allí en su villa. A lo que parecían los cuerpos de los muertos, no habia dos meses que habia acaecido. Esa hora él presentó al Almirante ocho marcos y medio de oro, é cinco ó 600 labrados de pedrería de diver- sos colores, é un bonete de la misma pedrería, lo cual me parece deben tener ellos en mucho. En el bonete estaba un joyel, lo cual le dio en mucha veneración. Paréceme que tienen en mas el cobre quel oro. Está- bamos presentes yo y un zurugíano de armada; en- tonces dijo el Almirante al dicho Guacamarí que nos- otros eramos sabios de las enfermedades de los hom- bres, que nos quisiesen mostrar la herida; él res-

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pondió que le placía, para !o cual yo dije que sería necesario, si pudiese, que saliese fuera de casa, por- que con la mucha gente estaba escura é no se podria ver bien; lo cual él fizo luego, creo mas de empacho quede gana; arrimándose á él, salió fuera. Después de asentado, llegó el zurugiano á él é comenzó de desli- garle; entonces dijo al Almirante que era ferida fecha con ciba, que quiere decir con piedra. Después que fue desatada llegamos á tentarle. Es cierto que no tenia mas mal en aquella que en la otra, aunque él hacia del raposo, que le dolía mucho. Ciertamente no se podía bien determinar, porque las razones eran ignotas, que ciertamente muchas cosas había que mostraban haber venido a él gente contraría. Ansimesmo el Almirante no sabia que se hacer; parescióle, é á otros muchos, que por entonces, fasta bien saber la verdad, que se debia disimular, porque después de sabida, cada que quisiesen, se podía del recibir enmienda. E aquella tarde se vino con el Almirante á las naos, é mostrá- ronle caballos é cuanto ahí había, de lo cual quedó muy maravillado como de cosa extraña á él; tomó co- lación en la nao é esa tarde luego se tornó á su casa; el Almirante dijo que quería ir á habitar allí con él é quería facer casas, y él respondió que le placía, pero que el lugar era mal sano porque era muy húmido, é tal era él por cierto. Esto todo pasaba estando por in- térpretes dos indios de los que el otro viage habían ido á Castilla, los cuales habían quedado vivos de siete que metimos en el puerto, que los cinco se murieron en el camino, los cuales escaparon á uña de caballo. Otro día estuvimos surtos en aquel puerto, é quiso saber cuándo se partiría el Almirante; le mandó decir que otro día. En aquel día vinieron á la nao el sobre- dicho hermano suyo é otros con él, é trajeron algún oro para rescatar. Ansimesmo el día que allá salimos se rescató buena cantidad de oro. En la nao había 10 mugeres de las que se habían tomado en las islas

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de Cariby; eran las mas dellas de Boriquen. Aquel hermano de Guacamarí habló con ellas; creemos que les dijo lo que luegfo esa noche pusieron por obra, y es que al primer sueño muy mansamente se echaron al agua é se fueron á tierra, de manera que cuando fue- ron falladas menos iban tanto trecho que con las bar- cas no pudieron tomar mas de las cuatro, las cuales tomaron al salir del agua; fueron nadando mas de una gran media legua. Otro dia de mañana envió el Almi- rante á decir á Guacamarí que le enviase aquellas mu- geres que la noche antes se habian haido, é que luego las mandase buscar. Cuando fueron hallaron el lugar despoblado, que no estaba persona en él: ahí tornaron muchos fuerte á afirmar su sospecha; otros decian que se habría mudado á otra población, quellos ansí lo suelen hacer. Aquel dia estovimos allí quedos porque el tiempo era contrario para salir; otro dia de mañana acordó el Almirante, pues que el tiempo era contra- rio, que seria bien ir con las barcas á ver un puerto la costa arriba, fasta el cual habría 2 leguas (1), para ver si habría dispusicion de tierra para hacer habitación; donde fuemos con todas las barcas de los navios, de- jando los navios en el puerto. Fuimos corriendo toda la costa, é también estos no se seguraban bien de nos- otros; llegamos á un lugar de donde todos eran hui- dos. Andando por él fallamos junto con las casas, metido en el monte, un indio ferido de una vara, de una ferida que resollaba por las espaldas, que no ha- bia podido huir mas lejos. Los desta isla pelean con unas varas agudas, las cuales tiran con unas tiranderas como las que tiran los mochachos las varillas en Cas- tilla, con las cuales tiran muy lejos asaz certero. Es cierto que para gente desarmada que pueden hacer daño. Este nos dijo que Caonabó é los suyos lo ha- bian ferido é habian quemado las casas á Guacamarí.

(1) Puerto Delfín o Bahiajd.

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Ansí, quel poco entender que los entendemos é las ra- zones equivocas nos han traído á todos tan afuscados que fasta agora no se ha podido saber la verdad de la muerte de nuestra gfente, é no hallamos en aquel puerto díspusicion saludable para hacer habitación. Acordó el Almirante nos tornásemos por la costa arriba por do habíamos venido de Castilla, porque la nueva del oro era fasta allá. Fuenos el tiempo contra- rio, que mayor pena nos fue tornar 30 leguas atrás que venir desde Castilla, que con el tiempo contrario é la largueza del camino ya eran tres meses pasados cuan- do descendimos en tierra. Plugo a nuestro Señor que por la contrariedad del tiempo, que no nos dejó ir mas adelante, hobimos de tomar tierra en el mejor sitio y díspusicion que pudiéramos escoger, donde hay mu- cho buen puerto é gran pesquería (1), de la cual tene- mos mucha necesidad por el carecimiento de las car- nes. Hay en esta tierra muy singular pescado mas sano quel de España. Verdad sea que la tierra no consiente que se guarde de un dia para otro porque es caliente é húmida, é por ende luego las cosas introfatibles li- geramente se corrompen. La tierra es muy gruesa para todas cosas; tiene junto un rio prencípal é otro razo- nable, asaz cerca de muy singular agua; edifícase so- bre la ribera del una cibdad, Marta, junto quel lugar se deslinda con el agua, de manera que la metad de la cibdad queda cercada de agua con una barranca de peña tajada, tal que por allí no ha menester defensa ninguna; la otra metad está cercada de una arboleda espesa que apenas podrá un conejo andar por ella; es tan verde que en ningún tiempo del mundo fuego la podrá quemar; hase comenzado á traer un brazo del rio, el cual dicen los maestros que traírán por medio

(1) La /sábela, distante 10 leguas al Este de Monte Cristi.

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del lugar, é asentarán en él moliendas é sierras de agua, é cuanto se pudiere hacer con agua. Han sem- brado mucha hortaliza, la cual es cierto que crece mas en ocho dias que en España en veinte. Vienen aquí continuamente muchos indios é caziques con ellos, que son como capitanes dellos, é muchas indias; todos vienen cargados de ages (1), que son como nabos, muy excelente manjar, de los cuales facemos acá muchas maneras de manjares en cualquier manera; es tanto cordial manjar que nos tiene á todos muy consolados, porque de verdad la vida que se trajo por la mar ha seido la mas estrecha que nunca hombres pasaron, é fue ansi necesario porque no sabiamos qué tiempo nos haria ó cuánto permitiría Dios que estoviesemos en el camino; ansi, que fue cordura estrecharnos, porque cualquier tiempo que viniera pudiéramos conservar la vida. Rescatan el oro é mantenimientos é todo lo que traen por cabos de agujetas, por cuentas, por alfileres, por pedazos de escudillas é de plateles. A este age lla- man los de Caribi nabi,é los indios hage.Toda. esta gen- te, como dicho tengo, andan como nacieron, salvo las nougeres de esta isla traen cubiertas sus vergüenzas, de- ltas con ropa de algodón, que les ciñen las caderas; otras, con yerbas é fojas de árboles. Sus galas dellos é dellas es pintarse, unos de negro, otros de blanco é co1o»t.qo, de tantos visajes que en verlos es bien cosa de reir; las cabezas rapadas en logares, é en logares con vedijas de tantas maneras que no se podría escrebir. En con- clusión, que todo lo que allá en nuestra España quieren hacer en la cabeza de un loco, acá el mejor dellos vos lo terna en mucha merced. Aquí estamos en comarca de muchas minas de oro, que según lo que ellos dicen no hay cada una dellas de 20 ó 25 leguas; las unas dicen

(1) Con la voz acres designaron los historiadores primi- tivos de Indias a la batata (Batatas edulis). Nota D.

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que son en Niti, en poder de Caonabó, aquel que mató los cristianos; otras hay en otra parte que se lla- ma CibaOf las cuales, si place á nuestro Señor, sabre- mos é veremos con los ojos antes que pasen muchos dias, porque agora se fíciera sino porque hay tantas cosas de proveer que no bastamos para todo, porque la gente ha adolecido en cuatro ó cinco dias el tercio della; creo la mayor causa dello ha seido el trabajo é mala pasada del camino, allende de la diversidad de la tierra; pero espero en nuestro Señor que todos se le- vantarán con salud. Lo que parece desta gente es que si lengua toviesemOsS que todos se convertirian, por- que cuanto nos veen facer tanto facen, en hincar las rodillas á los altares, é al Ave María, é á las otras de- vociones é santiguarse; todos dicen que quieren ser cristianos, puesto que verdaderamente son idólatras, porque en sus casas hay figuras de muchas maneras; yo les he preguntado qué es aquello; dicenme que es cosa de lurey, que quiere decir del cielo. Yo acometí á querer echárselos en el fuego, é hádaseles de mal que querian llorar; pero ansi piensan que cuanto nos- otros traemos que es cosa del cielo, que á todo llaman lurey, que quiere decir cielo. El dia que yo salí á dor- mir en tierra fue el primero dia del Señor; el poco tiempo que habemos gastado en tierra ha seido mas en hacer donde nos metamos, é buscar las cosas necesa- rias, que en saber las cosas que hay en la tierra; pero aunque ha sido poco se han visto cosas bien de ma- ravillar: que se han visto árboles que llevan lana y harto fina; tal, que los que saben del arte dicen que podrán hacer buenos paños dellas. Destos árboles hay tantos que se podrán cargar las carabelas de la lana, aunque es trabajosa de coger, porque los árboles son muy espinosos; pero bien se puede hallar ingenio para la coger. Hay infinito algodón de árboles perpetuos tan grandes como duraznos. Hay árboles que llevan cera en color y en sabor é en arder tan buena como

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la de abejas; tal, que no hay diferencia mucha de la una á la otra. Hay infinitos árboles de trementina muy singular é muy fina. Hay mucha alquitira, también muy buena. Hay árboles que pienso que llevan nueces moscadas, salvo que agora están sin fruto, é digo que lo pienso porque el sabor y olor de la corteza es como de nueces moscadas. Vi una raiz de gengibre que la traia un indio colgada al cuello. Hay también linalce, aunque no es de la manera del que fasta agora se ha visto en nuestras partes; pero no es de dudar que sea una de las especias de lináloes que los dotores ponemos. También se ha hallado una manera de ca- nela, verdad es que no es tan fina como la que allá se ha visto; no sabemos si, por ventura, lo hace el defecto de saberla coger en sus tiempos como se ha de coger, ó si por ventura la tierra no la lleva mejor. También se ha hallado mirabolanos cetrinos, salvo que agora no están sino debajo del árbol; como la tierra es muy húmida están podridos; tienen el sabor mucho amar- go; yo creo sea del podrimiento; pero todo lo otro, salvo el sabor, que está corrompido, es de mirabolanos verdaderos. Hay también almástica muy buena. Todas estas gentes destas islas que fasta agora se han visto no poseen fierro ninguno. Tienen muchas ferramientetó, ansi como hachas é azuelas, hechas de piedra, tan gen- tiles é tan labradas que es maravilla cómo sin fierro se pueden hacer. El mantenimiento suyo es pan hecho de raices de una yerba que es entre árbol é yerba, é el age, de que ya tengo dicho que es como nabos, que es muy buen mantenimiento; tienen por especia, por lo adobar, una especia que se llama agí (1), con la eual comen también el pescado, como aves cuando las pueden haber, que hay infinitas de muchas mane-

(1) iLos o^o ajís dt las Antillas son los pimientos.-- ntn D.

J^ota D.

VIAJES DE COLÓN 241

ras. Tienen otrosí unos granos como avellanas, muy buenos de comer. Comen cuantas culebras é lagartos é arañas é cuantos gusanos se hallan por el suelo; ansí, que me parece es mayor su bestialidad que de ningu- na bestia del mundo. Después de una vez haber de- terminado el Almirante de dejar el descobrir las minas fasta primero enviar los navios que se habían de par- tir á Castilla (1), por la mucha enfermedad que había seido en la gente, acordó de enviar dos cuadrillas con dos Capitanes, el uno á Cibao (2) y el otro á Nití, donde está Caonabó, de que ya he dicho, los cuales fueron é vinieron el uno á 20 dias de Enero é el otro á 21; el que fue á Cibao halló oro en tantas partes que no lo osa hombre decir, que de verdad en mas de 50 arroyos é ríos hallaban oro, é fuera de los ríos, por tierra; de manera que en toda aquella provincia dice que do quiera que lo quieran buscar lo hallarán. Trajo muestra de muchas partes cómo en la arena de los ríos é en las hontizuelas, que están sobre tierra, créese que cavando, como sabemos hacer, se hallará en ma- yores pedazos, porque ios indios no saben cavar ni tienen con qué puedan cavar de un palmo arriba. El otro, que fue á Niti, trajo también nueva de mucho oro en tres ó cuatro partes; ansimesmo trajo la muestra dello. Ansí, que de cierto los Reyes nuestros Señores desde agora se pueden tener por los mas prósperos é mas ricos Príncipes del mundo, porque tal cosa hasta

(1) Envió, en efecto, 12 navios, al mando de Antonio de Torres, que se hizo a la vela del puerto de la Navidad el día 2 de Febrero de 1494, trayendo relación de todo lo que ha- bía ocurrido.

(2) Este fué Alonso de Hojeda, que con 15 hombres sa- lió por el mes de Enero de 1494 a buscar las minas de Ci- bao, y volvió pocos días después con buenas noticias, ha- biendo sido en todas partes muy bien recibido de los natu- rales.

TIAJB8 DB COLÓN 16

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agfora no se ha visto ni leido de ninguno en el mundo, porque, verdaderamente, á otro camino que los navios vuelvan pueden llevar tanta cantidad de oro que se puedan maravillar cualesquiera que lo supieren. Aqui me parece será bien cesar el cuento; creo los que no me conocen que oyeren estas cosas me ternán por prolijo é por hombre que ha alargado algo; pero Dios es testigo que yo no he traspasado una jota los térmi- nos de la verdad.

Hasta aquí es el treslado de lo que conviene á nue- vas de aquellas partes é Indias (1). Lo demás que ve- nia en la carta no hace al caso, porque son cosas par- ticulares que el dicho Dr. Chanca, como natural de Sevilla, suplicaba y encomendaba á los del Cabildo de Sevilla, que tocaba á su hacienda y á los suyos, que en la dicha Cibdad habia dejado, y llegó esta á Sevilla en el mes de (2) año de 1493 años.

Se ha copiado de un códice que posee la Real Aca- demia de la Historia, escrito á mediados del siglo XVI, y era parte de la colección de papeles relativos á Indias que formó Fr. Antonio de Aspa, religioso Geró- nimo del Monasterio de la Mejorada, junto á Olmedo, El códice tiene 33 hojas: las 17 primeras contienen los libros h^ y 2.^ de las Decadas de Pedro Mártir de AngleriUf traducidos al castellano. El 1.° está interpo lado con varias adiciones del traductor , que escribía há-

(1) Es lástima que el Dr. Chanca no refiriese los suce- sos posteriores de la Española, que son muy importantes y los cuentan otros historiadores coetáneos.

(2) Igual vacío en el original. La fecha del año está equi- vocada. Esta carta debió venir en los navios de Torres, y ser, por consiguiente; escrita a fines de Enero de Í494, des- pués de la primera expedición de Hojeda.

VIAJES DE COLÓN 243

cia los años de 1512 á 1524. El 2.° es traducción casi literal. Desde la hoja 17 v. hasta la 31 se contiene la relación anterior del Dr. Chanca', documento hasta ahora inédito, del cual sacó una copia D. Manuel Avella, que se halla en la colección de D,J, B. Muñoz, y la he tenido presente al confrontarla con el original en Madrid á 12 de Junio de 1807 ==MARTm FERNAN- DEZ DE NaVARRETE.

MEMORIAL

QUE PARA LOS REYES CATÓLICOS DIO EL ALMIRANTE DON CRIS- TÓBAL COLON EN LA CIUDAD ISABELA, A 30 DE ENERO DE 1494, A ANTONIO DE TORRES, SOBRE EL SUCESO DE SU SEGUNDO VIAGE Á LAS INDIAS, Y AL FINAL DE CADA CAPITULO, LA RESPUESTA DE SUS ALTEZAS (i)

I O que vos Antonio de Torres, capitán de la nao •""^ Marigalante e alcaide de la ciudad Isabela, ha- béis de decir é suplicar de mi parte al Rey é la Reina nuestros señores, es lo sig-uiente:

Primeramente, dadas las cartas de creencia que lle- váis de para sus Altezas, besareis por sus reales pies é manos, é me encomendareis en sus Altezas como á Rey é Reina mis señores naturales, en cuyo ser- vicio yo deseo fenecer mis días, como esto mas larga- mente vos podréis decir á sus Altezas, según lo que en vistes é supistes.

Sus Altezas se lo tienen en servicio.

ítem: Como quiera que por las cartas que á sus Al - tezas escribo, y aun el padre fray Buil y el tesorero, podrán comprender todo lo que acá después de nues- tra llegada se fizo, y esto harto por menudo y exten-

(1) En el original y en el traslado del registro, de donde se sacó esta copia, están las respuestas al margen de cada capítulo.

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sámente, con todo, diréis á sus Altezas de mi parte que á Dios ha placido darme tal gracia para en su servicio, que hasta aquí no hallo yo menos ni se ha hallado en cosa alguna de lo que yo escribí y dije y afirmé á sus Altezas en los días pasados, antes, por gracia de Dios, espero que aun muy mas claramente y muy presto por la obra parecerá, porque las cosas de especeria, en so- las las orillas de la mar, sin haber entrado dentro en la tierra, se halla tal rastro é principio della, que es razón que se esperen muy mejores fines, y esto mis- mo en las minas de ore, porque con solos dos que fueron a descubrir cada uno por su parte, sin dete- nerse allá porque era poca gente, se han descubierto tantos rios tan poblados de oro, que cualquier de los que lo vieron é cogieron solamente con las manos, por muestra, vinieron tan alegres, y dicen tantas cosas de la abundancia dello, que yo tengo empacho de las decir y escribir á sus Altezas; pero porque allá va Gorbalan, que fué uno de los descubridores, él dirá lo que vio, aunque acá queda otro que llaman Hojeda, criado del duque de Medinaceli, muy discreto mozo y de muy gran recabdo, que sin duda, y aun sin compa- ración, descubrió mucho mas, según el memorial de los rios que él trajo, diciendo que en cada uno de ellos hay cosa de no creella; por lo cual sus Altezas pueden dar gracias á Dios , pues tan favorablemente se ha en todas sus cosas.

Sus Altezas dan muchas gracias á Dios por esto, y tienen en muy señalado servicio al Almirante todo lo que en esto ha fecho y hace, porque conocen que des- pués de Dios á él son en cargo de todo lo que en esto han habido y hohieren; y porque cerca desto le escri- ben mas largo, a su carta se remiten,

ítem: Diréis á sus Altezas, como quier que ya se les

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escribe, que yo deseaba mucho en esta armada poder- les enviar mayor cuantidad de oro del que acá se es- pera poder coger, si la gfente que acá está nuestra la mayor parle súbitamente no cayera doliente; pero porque ya esta armada non se podia detener acá más, siquiera por la costa grande que hace, siquiera porque el tiempo es este propio para ir y poder volver los que han de traer acá las cosas que aquí hacen mucha men- gua, porque si tardasen de irse de aqui non podrian volverse para Mayo los que han de volver, y allende desto, si con los sanos que acá se hallan, así en mar como en tierra en la población, yo quisiera emprender de ir á las minas ó rios agora, habia muchas dificulta- des é aun peligros, porque de aquí á 23 ó 24 leguas, en donde hay puertos é rios para pasar y para tan largo camino, y para estar allá al tiempo que seria menes- ter para coger el oro, había menester llevar muchos mantenimientos, los cuales non podrian llevar á cues- tas, ni hay bestias acá que á esto pudiesen suplir, ni los caminos é pasos non están tan aparejados, como quier que se han comenzado á adobar para que se po- diesen pasar; y también era grande inconveniente de- jar acá los dolientes en lugar abierto y chozas, y léis provisiones y mantenimientos que están en tierra; que como quier que estos indios se hayan mostrado á los descubridores, y se muestran cada día, muy simples y sin malicia, con todo, porque cada día vienen acá en- tre nosotros, non pareció que fuera buen consejo me- ter á riesgo y á ventura de perderse esta gente y los mantenimientos, lo que un indio con nn tizón podría hacer poniendo huego á las chozas, porque de noche y de dia siempre van y vienen; á causa dellos tenemos guardas en el campo, mientras la población está abierta y sin defensión.

Que lo hizo bien.

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Otrosí: Como habernos visto en los que fueron por tierra á descubrir que los mas cayeron dolientes des- pués de vueltos, y aun algunos se hobieron de volver del camino, era también razón de temer que otro tal conteciese á los que agora irian destos sanos que se hallan, y seguirse hian dos peligros de allí: el uno, de adolecer allá en la misma obra, do no hay casa ni re- paro alguno, de aquel cacique que llaman Caonabó, que es hombre, según relación de todos, muy malo y muy mas atrevido, el cual, viéndonos allá así, desbara- tados y dolientes, podría emprender lo que non osaría si fuésemos sanos; y con esto mismo se allega otra di- ficultad: de traer acá \o que llegásemos de oro, porque, ó habíamos de traer poco y ir y venir cada día, y me- terse en el riesgo de las dolencias, ó se habla de en- viar con alguna parte de la gente, con el mismo peligro de perderlo.

Lo hizo bien.

Así, que diréis á sus Altezas que estas son las cap- sas porque de presente non se ha detenido el armada ni se les envía oro mas de las muestras; pero confiando en la misericordia de Dios, que en todo y por todo nos ha guiado hasta aquí, esta gente convalescerá presto, como ya lo hace, porque solamente les prueba la tierra de algunas cecíones, y luego se levantan, y es cierto que toviesen algunas carnes frescas para con- valescer, muy presto serían todos en pié con ayuda de Dios, é aun los mas estarían ya convalescidos en este tiempo; empero que ellos convalescerán; con estos po- cos sanos que acá quedan, cada día se entiende en ce- rrar la población y meterla en alguna defensa, y los mantenimientos en seguro, que será fecho en breves días, porque non ha de ser sino albarradas: que non son gente los indios que, si dormíendo non nos fallasen

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para emprender cosa ninguna, aunque la toviesen pen- sada; que así hicieron á los otros que acá quedaron, por su mal recabdo, los cuales, por pocos que fuesen y por mayores ocasiones que dieran á los indios de haber é de hacer lo que hicieron, nunca ellos osaran emprender de dañarles si los vieran á buen recabdo; y esto fecho, luego se entenderá en ir á los dichos rios, ó desde aquí tomando el camino, y buscando los me* jores expedientes que se puedan, ó por la mar rodean- do la isla fasta aquella parte de donde se dice que no debe haber mas de 6 ó 7 leg-uas hasta los dichos rios, por forma que con segfuridad se pueda cojer el oro y ponerlo en recabdo de alg^una fortaleza ó torre que allí se hagfa luego, para tenerlo cogido al tiempo que las dos carabelas volverán acá, é para que luego, con el primer tiempo que sea para navegar este camino, se en- víe á buen recabdo.

Que está bien, y asi lo debe hacer.

ítem: Diréis á sus Altezas, como dicho es, que las causas de las dolencias tan general de todos es de mu- damiento de aguas y aires, porque vemos que á todos arreo se extiende y peligran pocos; por consiguiente, la conservación de la sanidad, después de Dios, está que esta gente sea proveída de los mantenimientos que en España acostumbraba, porque dellos, ni de otros que viniesen de nuevo, sus Altezas se podrán servir si no están sanos, y esta provisión ha de durar hasta que acá se haya fecho cimiento de lo que acá se sembrare é plantare, digo de trigos y cebadas, é viñas, de lo cual para este año se ha fecho poco, porque no se pudo de antes tomar asiento, y luego que se tomó adolescieron aquellos poquitos labradores que acá es- taban, los cuales, aunque estovieran sanos, tenían tan pocas bestias y tan magras y flacas, que poco es lo que

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pudieran hacer; con todo, algfuna cosa han sembrado, mas para probar la tierra, que parece muy maravillo- sa, para que de allí se puede esperar remedio alguno en nuestras necesidades. Somos bien ciertos, como la obra lo muestra, que en esta tierra así el trigo como el vino nacerá muy bien; pero hase de esperar el fruto, el cual, si tal será como muestra la presteza del nacer del trigo y de algunos poquitos de sarmientos que se pusieron, es cierto que non fará mengua el Andalu- cía ni Secilia aquí, ni en las cañas de azúcar, según unas poquitas que se pusieron han prendido; porque es cierto que la hermosura de la tierra de estas islas, así de montes é sierras y aguas como de vegas, donde hay ríos cabdales, es tal la yista, que ninguna otra tie- rra que sol escaliente puede ser mejor al parecer tan fermosa.

Pues la tierra es taU que debe procurar que se siem- bre lo mas que se pudiere de todas cosas^ y á D.Juan de Fonseca se escribe que envié de contino todo Lo que fuere menester para esto.

ítem: Diréis que, á cabsa de haberse derramado mu- cho vino en este camino del que la flota traía, y esto, según dicen los mas, á culpa de la mala obra que ios toneleros ficieron en Sevilla, la mayor mengua que agora tenemos aquí, ó esperamos por esto tener, es de vinos; y como quier que tengamos para mas tiem- po así bizcocho como trigo, con todo, es necesario que también se envíe alguna cuantidad razonable, porque el camino es largo y cada día no se puede proveer, é asimismo algunas canales, digo tocinos, y otra cecina que sea mejor que la que habemos traído este camino. De carneros vivos, y aun antes corderos y cordericas, más fembras que machos, y algunos bece- rros y becerras pequeños son menester que cada vez

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vengan en cualquier carabela que acá se enviare, y algunas asnas y asnos, y yeguas para trabajo y simien- te, que acá ninguna de estas animaÜas hay de que hombre se pueda ayudar ni valer. Y porque recelo que sus Altezas no se fallarán en Sevilla, ni los oficia- les ó Ministros suyos sin expreso mandamiento non proveerían en lo porque agora con este primero ca- mino es necesario que venga, porque en la consulta y en la respuesta se pasaria la sazón del partir los na- vios que acá por todo Mayo es necesario que sean, di- réis á sus Altezas, como yo vos di cargo y mandé, que del oro que allá lleváis, empeñándolo ó ponién- dolo en poder de aigun mercader en Sevilla, el cual distraya y ponga los maravedís que serán menester para cargar dos carabelas de vino y de trigo, y de las otras cosas que lleváis por memorial, el cual mercader lleve ó envié el dicho oro para sus Altezas, que le vean, resciban y hagan pagar lo que hobiere distraído é puesto para el despacho y cargazón de las dichas dos carabelas, las cuales, por consolar y esforzar esta gente que acá queda, cumple que fagan mas de poder de ser acá vueltas por todo el mes de Mayo, por que la gente, antes de entrar en el verano, vea é tengan algún refrescamiento destas cosas, en especial para las do- lencias; de las cuales cosas acá ya tenemos gran men- gua, como son pasas, azúcar, almendras, miel é arroz, que debiera venir en gran cuantidad, y vino muy poca, é aquello que vino es ya consumido é gastado, y aun la mayor parte de las medicinas que de allá trojieron, por la muchedumbre de los muchos dolientes; de las cuales cosas, como dicho es, vos lleváis memoriales así para sanos como para dolientes, firmados de mi mano, los cuales cumplidamente, si el dinero bastare, ó á lo menos lo que mas necesario sea para agora des- pachar, es para que lo puedan luego traer los dichos dos navios, y lo que quedare procurareis con sus Al-

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tezas que con otros navios venga lo mas presto que ser pudiere.

Sus Altezas enviaron á mandar á D, Juan de Fon- seca que luego haya información de los que hicieron ese engaño en los toneles^ y de sus bienes haga que se cobre todo el daño que vino en el vino, con ías costas; y en lo de las cañas, vea como las que se enviaren sean buenasy y en las otras cosas que aqui dice, que las provea luego.

ítem: Diréis á sus Altezas que, á cabsa que acá no hay leng^ua por medio de la cual á esta gente se pueda dar á entender nuestra santa fé, como sus Altezas de- sean, y aun ios que acá estamos, como quier que se trabajará cuanto pudieren, se envían de presente con estos navios así de los caníbales, hombres y mujeres y niños y niñas, los cuales sus Altezas pueden mandar poner en poder de personas con quien puedan mejor aprender la leng-ua, ejercitándolos en cosas de servi- cio, y poco á poco mandando poner en ellos alg-un mas cuidado que en otros esclavos, para que depren- dan unos de otros, que no se hablen ni se vean sino muy tarde, que mas presto deprenderán allá que no acá, y serán mejores intérpretes, como quier que acá non se dejará de hacer lo que se pueda; es verdad que como esta gente platican poco los de la una Isla con los de ía otra, en las lenguas hay alguna diferencia en- tre ellos, según como están mas cerca ó mas lejos; y porque entre las otras islas las de los caníbales son mucho grandes y mucho bien pobladas, parecerá acá que tomar dellos y dellas y enviarlos allá á Castilla non sería sino bien, porque quitarse hian una vez de aquella inhumana costumbre que tienen de comer hombres, y allá en Castilla, entendiendo la lengua muy mas presto, rescibirian el bautismo y farian el prove-

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cho de sus ánimas: aun entre estos pueblos que non son de esas costumbres se ganaría gfran crédito por nosotros viendo que aquellos prendiésemos y cativa- semos de quien ellos suelen rescibir daños, y tienen tamaño miedo que del hombre solo se espantan; certi- ficando á sus Altezas que la venida é vista de esta flota acá en esta tierra, así junta y hermosa, ha dado muy i^rande autoridad á esto y muy grande seguridad para las cosas venideras, porque toda esta gente de esta grande isla y de las otras, viendo el buen trata- miento que á los buenos se fará y el castigo que á los malos se dará, verná á obediencia prestamente para poderlos mandar como vasallos de sus Altezas. Y como quier que ellos agora donde quier que hombre se halle non solo hacen de grado lo que hombres quiere que fagan, mas ellos de su voluntad se ponen á todo lo que entienden que nos puede placer, y tam- bién pueden ser cierto sus Altezas que non menos allá entre los cristianos príncipes haber dado gran reputa- ción la venida desta armada por muchos respetos, así presentes como venideros, los cuales sus Altezas po- drán mejor pensar y entender que non sabría decir.

Decirle heis lo que acá ha habido en lo de los cani bales que acá vinieron.

Que está muy ¿/en, y así lo debe hacer; pero que procure allá, como si ser pudiere ^ s^ reduzgan á nues- tra santa católica^ y asimismo lo procure con los de las islas donde está.

ítem: Direís á sus Altezas que el provecho de las almas de los dichos caníbales, y aun destos de acá, ha traído el pensamiento que cuantos mas allá se llevasen seria mejor; y en ello podrían sus Altezas ser servidos desta manera: que visto cuanto son acá menester los ganados y bestias de trabajo para el sosteDÍmiento de

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la gente que acá ha de estar y bien de todas estas is- las, sus Altezas podrán dar licencia é permiso á un nú- mero de carabelas sufíciente que vengan acá cada año, y trayan de los dichos ganados y otros mantenimientos y cosas para poblar el campo y aprovechar la tierra, y esto en precios razonables á sus costas de los que las trugieren, las cuales cosas se les podrian pagar en es- clavos de estos caníbales, gente tan fiera y dispuesta y bien proporcionada y de muy buen entendimiento, los cuales, quitados de aquella inhumanidad, creemos que serán mejores que otros ningunos esclavos; la cual luego perderán que sean fuera de su tierra, y de estos podrán haber muchos con las fustas de remos que acá se entienden de hacer, fecho, empero, presu- puesto que cada una de las carabelas que viniesen de sus Altezas pusiesen una persona fiable, la cual defen diese las dichas carabelas que non descendiesen á nin- guna otra parte ni isla salvo aquí, donde ha de estar la carga y descarga de toda la mercaduría; y aun des- tos esclavos que se llevaren, sus Altezas podrian ha- ber sus derechos allá; y desto traeréis ó enviareis res- puesta, por que acá se hagan los aparejos que son me- nester con mas confianza, si á sus Altezas parecie- re bien.

En esto se ha suspendido por agora hasta que venga otro camino de allá y escriba el Almirante lo que en esto le paresciere,

ítem: También diréis á sus Altezas que mas prove- choso es, y menos costa, fletar los navios como los fle- tan los mercaderes para Flandes, por toneladas, que non de otra manera; por ende, que yo vos di cargo de fletar á este respecto las dos carabelas que habéis luego de enviar, y así se podrá hacer de todas las otras que sus Altezas enviaren, si de aquella forma se ter-

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nán por servidos; pero non entiendo decir esto de las que han de venir con su licencia por la mercaduria de los esclavos.

Sus Altezas mandan á D, Juan de Fonseca que en el fletar de las carabelas tenga esta forma, si ser pu- diere.

ítem: Diréis á sus Altezas que, á causa de escusar alguna mas costa, yo merqué estas carabelas que lle- váis por memorial para retenerlas acá con estas dos naos, conviene á saber, la Gallega y esa otra Capita- na, de la cual merqué, por semejante, del Maestre della los tres ochavos por el precio que en el dicho memo- rial destas copias lleváis firmado de mi mano, los cua- les navios non solo darán autoridad y gfran seguridad á la g-ente que ha de estar dentro y conversar con los indios para cojer el oro, mas aun para otra cualquier cosa de peligro que de gente extraña pudiera acon- tescer; allende que las carabelas son necesarias para el descubrir de la tierra firme y otras islas que entre aquí é allá están; y suplicareis á sus Altezas que los mara- vedís que estos navios cuestan manden pagar en los tiempos que se les ha prometido, porque sin dubda ellos ganarán bien su costa, según yo creo y espero en la misericordia de Dios.

El Almirante lo hizo bien, y decirle heis como acá se pagó al que vendió la nao, y mandaron á D, Juan de Fonseca que pague lo de las carabelas que el Almi- rante compró.

ítem: Diréis á sus Altezas y suplicareis de mi parte, cuanto mas humildemente pueda, que les plega mu- cho mirar en lo que por las cartas y otras escripturas verán mas largamente tocante á la paz é sosiego é

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concordia de los que acá están, y que para las cosas del servicio de sus Altezas escojan tales personas que non se tenga recelo dellas, y que miren mas á lo por que se envían que non á sus propios intereses; y en esto, pues que todas las cosas vistes é supistes, habla- reis e diréis á sus Altezas la verdad de todas las cosas como las comprendistes, y que la provisión de sus Al- tezas que sobre ello mandaren facer venga con los primeros navios, si posible fuere, á fin que acá no se hagan escándalos en cosa que tanto va en el servicio de sus Altezas.

Sus Altezas están bien informados desto y en todo se proveerá como conviene,

tem: Diréis á sus Altezas el asiento de esta ciudad é »a fermosura de la provincia alrededor como la vis- tes y comprendistes, y como yo vos hice alcayde della por los poderes que de sus Altezas tengo para ello, á los cuales humildemente suplico que en alguna par- de satisfacción de vuestros servicios tengan por bien la dicha provisión, como de sus Altezas yo espero.

A sus Altezas plaze que vos seáis alcayde.

ítem: Porque Mosen Pedro Margarite, criado de sus Altezas, ha bien servido, y espero que así lo hará ade- lante, en las cosas que le fueron encomendadas, he ha- bido placer de su quedada aqui, y también de Gaspar y de Beltran, por ser conocidos criados de sus Alte- zas, para los poner en cosas de confianza; suplicareis á sus Altezas que, en especial al dicho Mosen Pedro, que es car :ío y tiene hijos, le provean de alguna en- comienda . Oiden de Santiago, de la cual él tiene el hábito, por que su muger é hijos tengan en que vi- vir. Asimismo haréis relación de Juan Aguado, criado

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de sus Altezas, cuan bien é diligentemente ha servido en todo lo que le ha seido mandado; que suplico á sus Altezas á él é á los sobredichos los hayan por enco- mendados é por presentes.

Sus Altezas mandan asentar á Mosen Pedro 30.000 maravedís cada añOf y á Gaspar y Beltran^ácada uno, 15.000 maravedís cada año desde hoy 15 de Agosto de 94 en adelante^ y así les haga pagar el Almirante en lo que allá so. hobiere de pagar y D.Juan de Fon- seca en lo que acá se hobiere de pagar; y en lo de Juan Aguado, sus Altezas habrán memoria de él.

ítem: Diréis ásus Altezas el trabajo que el Dr. Chan- ca tiene con el afruenta de tantos dolientes y aun la es- trechura de los mantenimientos, é aun con todo ello se dispone con gran diligencia y caridad en todo lo que cumple á su oficio; y porque sus Altezas remitieron á el salario que acá se le habia de dar, porque estan- do acá es cierto quel non toma ni puede haber nada de ninguno, ni ganar de su oficio como en Castilla ga- naba ó podria ganar, estando á su reposo é viviendo de otra manera que acá no vive; y así,* que como quie- ra que él jura que es mas lo que allá ganaba allende el salario que sus Altezas le dan, y non me quise ex- tender mas de 50.000 maravedís por el trabajo que acá pasa, cada un año mientras acá estoviere, los cuales suplico á sus Altezas le manden librar con el sueldo de acá y eso mismo, porque él dice y afirma que todos los físicos de vuestras Altezas que andan en reales ó semejan- tes cosas que estas suelen haber de derecho un día de sueldo en todo el año de toda la gente; con todo, he seido informado, y dícenme que, como quier que esto sea, la costumbre es de darles cierta suma tasada a voluntad y mandamiento de sus Altezas, en compen- sa de aquel día de sueldo. Suplicareis á sus Alte-

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zas que en ello manden proveer, así en lo del salario como de esta costumbre, por forma que el dicho doc- tor tenga razón de ser contento.

A sus Altezas place desto del doctor Chanca, y que se le pague esto desde quel Almirante gelo asentó ^ y que gelos pague con lo del sueldo.

En esto del día del sueldo de los físicos, non lo acostumbran haber sino donde el Rey nuestro Señor esté en persona,

ítem: Diréis á sus Altezas, de Coronel, cuanto es hombre para servir á sus Altezas en muchas cosas, y cuanto ha servido hasta aqui en todo lo más necesa- rio, y la mengua que del sentimos ag-ora que está do- liente, y que sirviendo de tal manera es razón quél sienta el fruto de su servicio non solo en las merce- des para después, mas en lo de su salario en lo presente, en manera quél é los que acá están sientan que les aprovecha el servicio, porque según el ejercicio que acá se ha de tener en cojer este oro, no son de tener en poco las personas en quien tanta diligencia hay; y porque por su habilidad se proveyó acá por del oficio de alguacil mayor destas Indias, y en la provi- sión va el salario en blanco, que suplico á sus Altezas gelo manden henchir como mas sea su servicio, mi- rando sus servicios, confirmándole la provisión que acá se le dio é proveyéndole de él de juro.

Sus Altezas mandan que le asienten 15.000 mara- vedís cada año mas de su sueldo, é que se le paguen cuando le pagaren su sueldo.

Asimismo diréis á sus Altezas como aquí vino el bachiller Gil García por Alcalde mayor é non se le ha consignado ni nombrado salario, y es persona de bien

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y de buenas letras, é diligente, é es acá bien necesa- rio; que suplico a sus Altezas le manden nombrar e consignar su salario por manera que él se pueda sostener, é le sea librado con el dinero del sueldo de acá.

Sus Altezas le mandan asentar cada año 20.000 maravedís en tanto que allá estuviere, y mas su suel- do, y que gelo paguen cuando pagaren el sueldo.

Ítem: Diréis á sus Altezas, como quier que ya se lo escribo por las costas, que para este año non entiendo que sea posible ir á descobrir hasta que esto destos rios que se hallaron de oro sea puesto en el asiento debido á servicio de sus Altezas, que después mucho mejor se podrá facer, porque no es cosa que nadie la podiese facer sin mi presencia á mi grado ni á servi- cio de sus Altezas, por muy bien que lo fíciese, como es en dubda según lo que hombre vee por su pre- sencia.

Trabaje como lo mas preciso que ser pueda se sepa lo adito de ese oro.

ítem: Diréis á sus Altezas como los escuderos de ca- ballo que vinieron de Granada, en el alarde que fície- ron en Sevilla mostraron buenos caballos, é después, al embarcar, yo no lo vi porque estaba un poco do- liente, y metiéronlos tales quel mejor dellos non pa- rece que vale 2.000 maravedís, porque vendieron los otros y compraron estos, y esto fué de la suerte que se hizo lo de mucha gente que allá en los alardes de Se- villa yo vi muy buena; parece que Juan de Soria, des- pués de dado el dinero del sueldo, por algún interese suyo, puso otros en lugar de aquellos que yo acá pen- saba fallar, y fallo gente que yo nunca habia visto: en

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esto ha habido gran maldad, de tai manera que yo no si me queje del solo; por esto, visto que á estos es- cuderos se ha fecho la costa hasta aquí allende de sus sueldos, y también á sus caballos, y se hace de presen- te y son personas que cuando ellos están dolientes ó non se les antoja non quieren que sus caballos sirvan sin ellos mismos, sus Altezas no quieren que se les compren estos caballos, sino que sirvan á sus Altezas, y esto mismo no les paresce que deban servir, ni cosa ninguna, sino á caballo, lo cual agora de presente non face mucho al caso, é por esto parece que seria me- jor comprarles los caballos, pues que tan poco valen, y non estar cada dia con ellos en estas pendencias; por ende, que sus Altezas determinen esto como fuere su servicio.

Sus Altezas mandan á D. Juan de Fonseca que se informe de esto de estos caballos, y si se hallare que es verdad que hicieron ese engaño f lo envien á sus Al- tezas, porque lo mandarán castigar; y también se in- forme deso que dice de la otra gente, y envié la pes- quisa á sus Altezas; y en lo destos escuderos, sus Alte- zas mandan que estén allá y sirvan, pues son de las guardas y criados de sus Altezas; y á los escuderos mandan sus Altezas que den los caballos cada vez que fueren menester y el Almirante lo mandare, y si algún daño recibieren los caballos yendo otros en ellos, por medio del Almirante mandan sus Altezas que gelo paguen,

ítem: Diréis á sus Altezas como aquí han venido mas de 2C0 personas sin sueldo, y hay algunos dellos que sirven bien, y aun los otros por semejante se man- dan que lo hagan así, y porque para estos primeros tres años será gran bien que aqui estén 1.000 hom- bres para asentar y poner en muy gran seguridad esta

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isla y ríos de oro, y aunque hobiese 100 de caballo non se perdería nada, antes parece necesario, aunque en estos de caballo, fasta que oro se envié, sus Altezas podrán sobreceer; con todo, á estas 200 personas que vienen sin sueldo sus Altezas deben enviar á decir si se les pag-ará sueldo como á los otros, sirviendo bien, porque cierto son aecesarios, como dicho teng-o, para este comienzo.

De estas 200 personas que aquí dice que fueron sin sueldo t mandan sus Altezas que entren en lugar de los que han faltado y faltaren de los que iban á sueldo y se- yendo hábiles y á contentamiento del Almirante y y sus Altezas mandan al Contador que los asiente en lugar de los que faltaren, como el Almirante lo dijere,

Ilem: Porque en algo la costa de esta gente se puede aliviar con industria y formas que otros Príncipes sue- len tener en otras, lo g-astado mejor que acá se podría escusar, paresce que seria bien mandar traer en los na- vios que vinieren, allende de las otras cosas que son para los mantenimientos comunes, y de la botica, za- patos y cueros para los mandar facer, camisas comu- nes y de otras, jubones, lienzo, sayos, calzas, paños para vestir, en razonables precios, y otras cosas, como son conservas, que son fuera de ración y para conser- vación de la salud, las cuales cosas todas la gente de acá rescibiria de grado en descuento de su sueldo, y si allá esto se mercase por Ministros leales y que mi- rasen el servicio de sus Altezas, se ahorraría algo: por ende, sabréis la voluntad de sus Altezas cerca desto, y si les pareciere ser su servicio, luego se debe poner en obra.

Por este camino se solía ser fasta que mas escriba el Almirante, y ya enviarán á mandar a D. Juan de Fonseca, con Jimeno de Bribiesca, que provea en esto.

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ítem: También diréis á sus Altezas que, por cuanto ayer, en el alarde que se tomó, se falló la gente muy desarmada, lo cual pienso que en parte contesció por aquel trocar que allá se fizo en Sevilla o en el puerto cuando se dejaron los que se mostraron armados y tomaron otros que daban algo á quien los trocaba, paresce que seria bien que se mandasen traer 200 co- razas y lOO espingardas y 100 ballestas, y mucho al- macén, que es la cosa que mas menester habernos, y de todas estas armas se podrán dar á los desarmados.

Ya se escribe á D. Juan de Fonseca que provea en esto,

ítem: Por cuanto algunos ofíciales que acá vinieron, como son albañiles y de otros oficios, que son casa- dos y tienen sus mugeres allá, y querrian que allá lo que se les debe de su sueldo se diese á sus mugeres ó á las personas á quien ellos enviaren sus recabdos, para que les compren las cosas que acá han menester, que á sus Altezas suplico les mande librar, porque su servicio es que estos estén proveidos acá.

Va enviaron á mandar sus Altezas á D. Juan de Fonseca que provea en esto,

ítem: Porque allende las otras cosas que allá se en- vian á pedir por los memoriales que lleváis de mi mano firmados, así para mantenimiento de los sanos como para los dolientes, seria muy bien que se hobie- sen de la Isla de la Madera 50 pipas de miel de azú- car, porque es el mejor mantenimiento del mundo y mas sano, y non suele costar cada pipa sino á dos du- cados, sin el casco, y si sus Altezas mandan que á la vuelta pase por allí alguna carabela las podrá mercar, y también 10 cajas de azúcar, que es mucho menester;

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que ésta es la mejor sazón del año, digo entre aquí é el mes de Abril, para fallarlo, é haber dello buena ra- zón, y podríase dar orden mandándolo sus Altezas, é que non supiesen allá para donde lo quieren.

Don Juan de Fonseca, que provea en esto.

ítem: Diréis á sus Altezas, por cuanto aunque los rios tengan en la cuantidad que se dice por los que lo han visto, pero que lo cierto dello es quel oro non se engendra en los rios, mas en la tierra, quel agua, topan- do con las minas, lo trae envuelto en las arenas, y por- que en estos tantos rios se han descubierto, como quiera que hay algunos grandecitos, hay otros tan pe- queños que son mas fuentes que no rios, que non lle- van de dos dedos de agua, y se falla luego el cabo donde nascc; para lo cual non solo serán provechosos los lavadores para cogerlo en el arena, mas los otros para cavarlo en la tierra, que será lo mas especial é de mayor cuantidad; é por esto será bien que sus Altezas envien lavadores é de los que andan en las minas allá en Almadén, porque en la una manera y en la otra se faga el ejercicio, como quier que acá non esperare- mos á ellos, que con lavadores que aquí tenemos, es- peramos, con la ayuda de Dios, una vez la gente está sana, allegar un buen golpe de oro para las primeras carabelas que fueren.

A oiro camino se proveerá en esto cumplidamente; en tanto, mandan sus Altezas á D.Juan de Fonseca que envié luego los mas minadores que pudiere haber, y escriben al Almadén que de alli tomen los que más pudieren y los envien,

ítem: Suplicareis á sus Altezas de mi parte muy hu- mildemente, que quieran tener por muy encomendado

264 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

á Villacorta, el cual, como sus Altezas saben, ha mu- cho servido en esta neg-ociación, y con muy buena vo- luntad, y según le conozco, persona diligente y afecio- nada á su servicio; rescibiré merced que se le al- gún cargo de confianza para lo cual él sea suficiente y pueda mostrar su deseo de servir y diligencia, y esto procuraréis por forma que el Villacorta conozca por la obra que lo que ha trabajado por en lo que yo le hobo menester le aprovecha en esto.

Así se hará.

ítem: Que los dichos Mosen Pedro y Gaspar y Bel- tran, y otros que han quedado acá, trajieron capitanías de carabelas que son agora vueltas, y non gozan del sueldo; pero porque son tales personas que se han de poner en cosas principales y de confianza, non se les ha determinado el sueldo que sea diferenciado de los otros; suplicareis de mi parte á sus Altezas determinen lo que se les ha de dar en cada un año, ó por meses, como mas fueren servidos. Fecho en la ciudad Isabe- la á treinta dias de Enero de mil cuatrocientos y no- venta y cuatro años.

Va está respondido arriba; pero porque en el dicho capitulo que en esto habla dice que ^ozan del salariot desde agora mandan sus Altezas que se les cuenten a todos sus salarios desde que dejaron las capitanías.

Hállase una copia coetánea desde el folio 124 hasta el 129 de un libro en folio rotulado: Libro de trasla- dos de las cédulas y provisiones de armadas para las Indias del tiempo de los Reyes Católicos, que existe en el archivo general de Indias de SevillUf entre los papeles traídos del de Simancas, legajo /.^ de los de Diferentes materias. Y al folio 68 del mismo libro se

VIAJES DE COLÓN 265

halla la nota siguiente: E! memorial que trajo Antonio de Torres del Almirante de las Indias es su traslado el que aquí adelante está cosido, y llevó el dicho An- tonio de Torres el original respondido en las márge- nes, según está en este dicho traslado. Confrontóse en 30 de Mayo de 1193, Martin Fernández de Navarrete.

TERCER VIAGE DE CRISTÓBAL COLON

LA HISTORIA DEL VIAGE QUEL ALMIRANTE D. CRISTÓBAL CO- LON HIZO LA TERCERA VEZ QUE VINO Á LAS INDIAS, CUANDO DESCUBRIÓ LA TIERRA FIRME, COMO LO ENVIÓ Á LOS REYES DESDE LA ISLA ESPAÑOLA

^ERENÍSIMOS é muy altos é muy poderosos Prínci- *^ pes Rey é Reina nuestros Señores: La Santa Tri- nidad movió á vuestras Altezas á esta empresa de las Indias, y por su infinita bondad hizo á mensagfero dello, al cual vine con el embajada á su Real conspe- tu, movido como á los mas altos Príncipes de cristia- nos y que tanto se ejercitaban en la y acrecenta- miento della; las personas que entendieron en ello lo tuvieron por imposible, y el caudal hacían sobre bie- nes de fortuna, y allí echaron el clavo. Puse en esto seis ó siete años de grave pena, amostrando lo mejor que yo sabia cuanto servicio se podía hacer á nuestro Señor en esto en divulgar su santo nombre y á tantos pueblos; lo cual todo era cosa de tanta excelen- cia y buena fama y gran memoria para grandes Prínci- pes; fué también necesario de hablar del temporal, adonde se les amostró el escrebir de tantos sabios dignos de fé, los cuales escribieron historias. Los cua- les contaban que en estas partes había muchas rique- zas, y asimismo fue necesario traer á esto el decir é opinión de aquellos que escribieron é situaron el mundo; en fin, vuestras Altezas determinaron questo se pusiese en obra. Aquí mostraron el grande corazón que siempre fícieron en toda cosa grande, porque to-

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dos los que habían entendido en ello y oído esta plá- tica todos a una mano lo tenían á burla, salvo dos frailes (1), que siempre fueron constantes. Yo, bien que llevase fatiga, estaba bien seguro que esto no veroia á menos, y estoy de contino, porque es verdad que todo pasará y no la palabra de Dios, y se com- plirá todo lo que dijo; el cual tan claro habló de estas tierras por la boca de Isaías en tantos lugares de su Es- criptura, afirmando que de España les seria divulgado su santo nombre. E partí en nombre de la Santa Tri' nidad, y volví muy presto con la experiencia de todo cuanto yo había dicho en la mano; tornáronme á enviar vuestras Altezas, y en poco espacio digo, no de (2) le descubrí por virtud divinal 333 leguas

de la tierra firme, fin de Oriente, y setcentas (3) islas de nombre (4), allende de lo descubierto en el primero víage, y le allané la Isla Española, que boja mas que España, en la que la gente della es sin cuento, y que todos le pagasen tributo. Nació allí mal decir y me nosprecio de la empresa comenzada en ello, porque no había yo enviado luego los navios cargados de oro, sin considerar la brevedad del tiempo, y lo otro que yo dije, de tantos inconvenientes; y en esto, por mis

(1) Fr. Juan Pérez Marchena, franciscano, guardián del convento de la Rávida, y Fr. Diego de Deza, dominico después arzobispo de Sevilla.

(2) igual vacío en el original. (3^ Por setecientas.

(4) En el segundo viaje no descubrió la tierra firme, como dice, sino que creyó lo era la Isla de Cuba, que no pudo acabar de reconocer, ni se averiguó ser isla hasta que, por orden del Rey, el comendador mayor, Nicolás Ovando, comisionó a Sebastián de Ocampo, que la rodeó y recono- ció toda en el año de 1508. —Véase Herrera, dec. 1.^, li- bro 7, capítulo 1.° En el número de islas comprendió sin duda las muchas que vio al Sur de Cuba, en el paraje que llamó Jardín de la Reina.

VIAJES DE COLÓN 269

pecados ó por mi salvación creo que será, fue puesto en aborrecimiento y dado impedimento á cuanto yo decia y demandaba, por lo cual acordé de venir á vuestras Altezas, y maravillarme de todo, y mostrarles la razón que en todo habia, y les dige de los pueblos que yo habia visto, en qué ó de qué se podrían salvar muchas ánimas, y les truje las obligaciones de la gen- te de la Isla Española, de cómo se obligaban á pagar tributo é les tenian por sus Reyes y señores, y les tru- je abastante muestra de oro, y que hay mineros y gra- nos muy grandes, y asimismo de cobre; y les truje de muchas maneras de especerías, de que sería largo de escribir, y les dije de la gran cantidad de brasil, y otras infinitas cosas. Todo no aprovechó para con algunas personas, que tenían gana y dado comienzo a mal de- cir del negocio, ni entrar con fabla del servicio de nuestro Señor con se salvar tantas ánimas, ni á decir questo era grandeza de vuestras Altezas, de la mejor calidad que hasta hoy haya usado Príncipe, por quel ejercicio é gasto era para el espiritual y temporal, y que no podía ser que andando el tiempo no hobiese la España de aquí grandes provechos, pues que se veían las señales que escribieron de lo de estas parti- das tan manifiestas; que también se llegaría á ver todo el otro complimiento, ni á decir cosas que usaron grandes Príncipes en el mundo para crecer su fama, así como de Salomón, que envió desde Hierusalem, en fin de Oriente, á ver el monte Sopora, en que se de- tovieron los navios tres años, el cual tienen vuestras Altezas agora en la Isla Española; ni de Alejandre, que envió á ver el regimiento de la Isla de Trapobana, en India, y Ñero Cesar á ver las fuentes del Nilo (1)

(1) Estos ejemplos que pone el Almirante de la historia antigua los amplifica y comenta su historiador Casas, con gran erudición y proligidad, en los capítulos 128 y 129 de su historia inédita.

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y la razón por que crecían en el verano, cuando las aguas son pocas, y otras muchas grandezas que hicie- ron Príncipes, y que á Príncipes son estas cosas dadas de hacer; ni valia decir que yo nunca había leído que Príncipes de Castilla jamás hobiesen ganado tierra fuera delia, y que esta de acá es otro mundo en que se trabajaron romanos y Alejandre y griegos, para la haber con grandes ejercicios, ni decir del presente de los Reyes de Portugal, que tovieron corazón para sos- tener á Guinea, y del descobrir delia, y que gastaron oro y gente á tanta, que quien contase toda la del Reino se hallaría que otra tanta como la mitad son muertos en Guinea, y todavía la continuaron hasta que les salió dello lo que parece, lo cual todo comenzaron de largo tiempo, y ha muy poco que les da renta; los cuales también osaron conquistar en África, y sostener la empresa á Cepta, Tanjar y Arcilla, é Alcázar, y de contino dar guerra á los moros, y todo esto con gran- de gasto, solo por hacer cosa de Príncipe, servir á Dios y acrecentar su Señorío.

Cuanto yo mas decia, tanto mas se doblaba á poner esto á vituperio, amostrando en ello aborrecimiento, sin considerar cuánto bien pareció en todo el mundo y cuánto bien se dijo en todos los cristianos de vues- tras Altezas por haber tomado esta empresa, que no hobo grande ni pequeño que no quisiese dello carta. Respondiéronme vuestras Altezas riéndose y diciendo que yo no curase de nada porque no daban autoridad ni creencia á quien les mal decia de esta empresa.

Partí, en nombre de la Santísima Trinidad, Miérco- les 30 de Mayo (1) de la Villa de San Lúcar, bien fa- tigado de mi viage, que adonde esperaba descan- so, cuando yo partí de estas Indias, se me dobló la

(1) Del año 1498.

VIAJES DE COLÓN 271

pena (l),y navegué á la Isla de ia Madera por camino no acostumbrado, por evitar escándalo que pudiera tener con un armada de Francia (2), que me aguardaba al Cabo de San Vicente, y de allí á las Islas de Cana- ria (3), de adonde me partí con una nao y dos carabe- las, y envíe los otros navios á derecho camino á las In- dias a la Isla Española (4), y yo navegué al Austro con propósito de llegar a la línea equinoccial, y de allí se- guir al Poniente hasta que la Isla Española me queda- se al Septentrión, y llegado a las Islas de Cabo Ver- de (5), falso nombre, porque son atan secas que no vi cosa verde en ellas, y toda la gente enferma, que no osé detenerme en ellas, y navegué al Sudueste 480 mi- llas, que son 120 leguas, adonde en anocheciendo te- nia la estrella del norte en cinco grados; allí me des- amparó el viento, y entré en tanto ardor y tan grande, que creí que se me quemasen los navios y gente, que todo de un golpe vino a tan desordenado, que no ha-

(1) Alude a los trabajos y dificultades que oponían para su habilitación los que procuraban desacreditarlo e indis- ponerlo con los Reyes.

(2) Herrera dice (dec. l.°, lib. 3.°, cap. 9) que era arma- da portuguesa; pero Casas (cap. 130) asegura era francesa.

(3) Herrera y D. Hernando Colon dicen que llegó a la Isla de Puerto Santo el 7 de Junio; que luego partió para la Madera, y de allí para la Gomera, adonde llegó el 19, y el 21 salió a la mar.

(4) Mandaban los tres navios que el Almirante destacó para la Española Pedro de Arana, natural de Córdoba, hermano de la madre de D. Hernando Colón; Alonso Sánchez de Carabajal, regidor de Baeza, y Juan Antonio Colombo, deudo del Almirante, a quienes conoció y trató Fr. Bartolomé de las Casas, según dice en el cap. 130 de su historia.

(5) El 27 de Junio, y surgió en la Isla de la -5a/, y el 30 salió para la Isla de Santiago, desde donde se puso en de rrota el 4 de Julio.

272 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

bía persona que osase descender debajo de cubierta á remediar la vasija y mantenimientos; duró este ardor ocho días; al primer dia fue claro, y los siete dias si- guientes llovió e hizo ñumblado, y con todo no fallar mos remedio; que cierto si así fuera de sol como el primero, yo creo que no pudiera escapar en ning^una manera.

Acordóme que, navegando á las Indias, siempre que yo paso al Poniente de las Islas de los Azores 100 le- guas, allí fallo mudar la temperanza, y esto es todo de Septentrión en Austro, y determiné que si á nuestro Señor le pluguiese de me dar viento y buen tiempo, que pudiese salir de adonde estaba, de dejar de ir mas al Austro ni volver tampoco atrás, salvo de nave- gar al Poniente, á tanto que ya llegase a estar con es* ta raya con esperanza que yo fallaría allí así tempera- miento, como había fallado cuando yo navegaba en el paralelo de Canaria. E que si así fuese, que entonces yo podría ir mas al Austro; y plugo á nuestro Señor que al cabo de estos ocho dias de me dar buen viento Le- vante, y yo seguí al Poniente, mas no osé declinar abajo al Austro porque fallé grandísimo mudamiento en el cielo y en las estrellas, mas non fallé mudamien- to en la temperancia; así, acordé de proseguir delante siempre justo al Poniente, en aquel derecho de la sie- rra Lioa (1), con propósito de non mudar derrota fasta adonde yo había pensado que fallaría tierra, y allí ado- bar los navios, y remediar, si pudiese, los mantenimien- tos y tomar agua, que no tenia; y al cabo de diez y sie- te dias, los cuales nuestro Señor me dio de próspero viento. Martes 31 de Julio, á medio dia, nos amostró tierra (2), é yo la esperaba el Lunes antes, y tuve aquel camino fasta entonces; que en saliendo el sol, por de-

(1) O Sierra Leona. D.

(2) Viola el primero un marinero de Huelva, criado del Almirante, que se llamaba Alonso Pérez

VIAJES DE COLÓN 273

fecto del agua que no tenia, determiné de andar a las islas de los caribales, y tomé esa vuelta; y como su alta Magestad haya siempre usado de misericordia con- migo, por acertamiento subió un marinero á la gavia, y vido al Poniente tres montañas juntas; dijimos la Salve Regina y otras prosas, y dimos todos muchas gracias á nuestro Señor, y después dejé el camino de Septentrión, y volvi hacia la tierra, adonde yo llegué á hora de completas á un cabo á que dije de la Galea (1), después de haber nombrado á la Isla de la Trinidad^ y allí hobiera muy buen puerto si fuera fondo, y habia casas y gente, y muy lindas tierras, atan fermosas y verdes como las huertas de Valencia en Marzo. Pesó- me cuando no pude entrar en el puerto, y corrí la cos- ta de esta tierra del luengo fasta el poniente, y anda- das 5 leguas fallé muy buen fondo y surgí (2), y en el otro día di la vela á este camino, buscando puerto para adobar los navios y tomar agua, y remediar el trigo y los bastimentos que llevaba solamente. Allí tomé una pipa de agua, y con ella anduve ansí hasta llegar al cabo, y allí fallé abrigo de Levante y buen fondo, y así, mandé surgir y adobar ía vasija y tomar agua y leña, y descendir la gente á descansar de tanto tiempo que andaban penando.

A esta punta llamé del Arenal (3), y allí se falló toda la tierra follada de unas animalías que tenían la

(1) Ahora se llama Cabo Galeota, y es el más oriental y meridional de la Isla de Trinidad de Barlovento, y se ha- lla en latitud N. 10° 9' 00", y longitud occidental del meri- diano del Observatorio de Cádiz 54° 42' 00".

(2) En de Agosto por las inmediaciones de la punta de Alcatraz, en la costa Sur de dicha isla; su latitud, 10° 6' 00", y longitud 54° 55' 00'\

(3) Llámase ahora Punta cL ¡cacos, la más SO. de la Isla Trinidad; su latitud, 10° 03' 30", y su longitud, 55° 41' 00".

VIAJBS UK COLÓN Ih

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pata como de cabra (1), y bien que, según parece ser,^ allí haya muchas, no se vido sino una muerta. £} día si- guiente (2) vino de hacia oriente una grande canoa con 24 hombres, todos mancebos e muy ataviados de armas, arcos y flechas y tablachinas, y ellos, como dije, todos mancebos, de buena disposición y no negros, salvo mas blancos que otros que haya visto en las In- dias, y de muy lindo gesto y fermosos cuerpos, y los cabellos largos y llanos, cortados á la guisa de Casti- lla, y traian la cabeza atada con un pañuelo de algodón tejido á labores y colores, el cual creía yo que era al- maizar. Otro de estos pañuelos traian ceñido é se co- bijaban con él en lugar de pañetes. Cuando llegó esta canoa habió de muy lejos, é yo ni otro ninguno no lo entendíamos, salvo que yo les mandaba hacer señas que se allegasen, y en esto se pasó mas de dos horas, y se llegaban un poco, luego se desviaban. Yo les hacia mostrar bacines y otras cosas que lucían, para enamorarlos por que viniesen, y á cabo de buen rato se allegaron mas que hasta entonces no habían, y yo de- seaba mucho haber lengua, y no tenía ya cosa que me pareciese que era de mostrarles para que viniesen, salvo que hice sobir un tamborín en el castillo de popa que tañesen, é unos mancebos que danzasen, cre- yendo que se allegarían á ver la fiesta; y luego que vieron tañar y danzar todos dejaron los remos y echa- ron mano á los arcos y los encordaron, y embrazó cada uno su tablachina, y comenzaron á tirarnos flechas; cesó luego el tañer y danzar, y mandé luego sacar unas ballestas, y ellos dejáronme y fueron á mas andar á otra carabela, y de golpe se fueron debajo la popa della, y el piloto entró con ellos, y dio un sayo é un bonete á un hombre principal que le pareció dellos, y

(1) Estas patas eran de venado, que hay muchas por allí. Casas.

(2) Jueves 2 de Agosto.

VIAJES DE COLÓN 275

quedó concertado que le iría hablar allí en la playa, adonde ellos luego fueron con la canoa, esperándole, y él, como no quiso ir sin mi licencia, como ellos lo vieron venir á la nao con la barca, tornaron á entrar en la canoa é se fueron, é nunca mas los vide ni á otros de esta isla.

Cuando yo lleg-ué a esta punta del Arenal (1), allí se hace una boca grande de 2 leguas de Poniente á Levante, la isla de la Trinidad con la tierra de Gra- da, y que para haber de entrar dentro para pasar al Septentrión había unos hileros de corrientes que atra- vesaban aquella boca y traían un rugir muy grande, y creí yo que sería un arrecife de bajos é peñas, por el cual no se podría entrar dentro en ella, y detrás de este hilero había otro y otro, que todos traían un rugir grande como ola de la mar que va a romper y dar en peñas (2). Surgí allí á la dicha punta del Arenal^ fuera de la dicha boca (3), y fallé que venia el agua del Oriente fasta el Poniente con tanta furia como hace Guadalquivir en tiempo de avenida, y esto de contino noche y día, que creí que no podría volver atrás por la corriente, ir adelante por los bajos; y en la noche, ya muy tarde, estando al bordo de la nao, un rugir muy terrible que venia de la parte del Austro hacia la nao, y me paré á mirar, y vi, levantando la mar de Po- niente á Levante, en manera de una loma tan alta como la nao, y todavía venia hacia poco á poco, y encima della venia un filero de corriente que venia ru- giendo con muy grande estrépito con aquella furia de

(1) «Esta punta debió de ser la de !a Trinidad. > Casas. Es la punta de ¡cacos, la cual forma con la costa de tierra firme un canal de 3 leguas con dirección de ONO.-ESE.

(2) En este parage es muy notable el escarceo de las corrientes, que tiran para el Oeste con una velocidad de dos y media millas por hora.

(3) En el fondeadero de punta ¡cacos.

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aquel rugir que de los otros hileros que yo dije que me parecían ondas de mar que daban en peñas, que hoy en dia tengo el miedo en el cuerpo que no me trabucasen la nao cuando llegasen debajo della, y pasó y llegó fasta la boca, adonde allí se detuvo grande es- pacio. Y el otro día siguiente envié las barcas á son- dar y fallé en el mas bajo de la boca que había seis ó siete brazas de fondo, y de contíno andaban aquellos hileros unos por entrar y otros por salir, y plugo á nuestro Señor de me dar buen viento, y atravesé por esa boca adentro, y luego hallé tranquilidad, y por acertamiento se sacó del agua de la mar y la hallé dulce. Navegué al Septentrión fasta una sierra muy alta, adonde serian 26 leguas (1) de esta punta del Arenal, y allí había dos cabos de tierra muy alta, el uno de la parte del Oriente, y era de la misma Isla de la Trinidad (2), y el otro del Occidente, de la tierra que dije de Gracia (3), y allí hacía una boca muy an- gosta (4), mas que aquella de la punta del Arenal, y allí había ios mismos hileros y aquel rugir fuerte del agua como era en la punta del Arenal, y asimismo allí la mar era agua dulce; y fasta entonces yo no había habido lengua con ninguna gente de estas tierras, y lo deseaba en gran manera, y por esto navegué al luengo de la costa de esta tierra hacia el Poniente, y cuanto mas andaba hallaba el agua de la mar mas dulce y mas sabrosa, y andando una gran parte llegué a un lugar donde me parecían las tierras labradas (5), y surgí y envié las barcas á tierra, y fallaron que de fresco se

(1) Son solo 13 leguas y dos tercios.

(2) Punta de Peña Blanca.

(3) Punta de la Peña.

(4) Boca Grande, una de las de Dragos.

(5) Las inmediaciones de Macuro, en la costa septen- trional occidental del golfo de Paria o de Ti ' idad.

VIAJES DE COLÓN 277

habia ido de allí gente, y fallaron todo el monte cu- bierto de gatos paules; volviéronse, y como esta fuese sierra, me pareció que mas allá al Poniente las tierras eran mas llanas, y que allí seria poblado, y por esto sería poblado, y mandé levantar las anclas y corrí esta costa fasta el cabo de esta sierra, y allí á un río surgí (1), y luego vino mucha gente, y me dijeron como llamaron á esta tierra Parias y que de alíí, mas al Po- niente, era mas poblado; tomé dellos cuatro, y des- pués navegué al Poniente, y andadas 8 leguas mas ai Poniente, allende una punta á que yo llamé del Aguja (2), hallé unas tierras las mas hermosas del mundo, y muy pobladas; llegué allí una mañana á hora de tercia, y por ver esta verdura y esta hermosura acordé surgir y ver esta gente, de ios cuales luego vi- nieron en canoas á la nao á rogarme, de partes de su Rey, que descendiese en tierra; é cuando vieron que no curé dellos vinieron á la nao infinitísimos en ca- noas, y muchos traían piezas de oro al pescuezo, y al- gunos atados á los brazos algunas perlas; holgué mu- cho cuando las vi, é procuré mqcho de saber donde las hallaban, y me dijeron que allí y de la parte del Norte de aquella tierra.

Quisiera detenerme; mas estos bastimentos que yo traía, trigo y vino é carne para esta gente que acá está, se me acababan de perder, los cuales hobe allá con tanta fatiga, y por esto yo no buscaba sino á mas an- dar á venir á poner en ellos cobro y no ime detener para cosa alguna; procuré de haber de aquellas perlas, y envié las barcas á tierra; esta gente es muy mucha, y toda de muy buen parecer, de la misma color que os otros de antes, y muy tratables; la gente nuestra

(1) Un río inmediato al O. de la punta Cumaná, en di- cha costa: su latitud, 10° 36', y su longitud, 55" 56' 00."

(2) Ahora se llama de Alcatraces; su latitud, 10** 27', y su longitud, 56° 13'.

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que fué á tierra los hallaron tan convenibles, y los re- cibieron muy honradamente; dicen que lueg"o que lle- garon las barcas á tierra que vinieron dos personas principales con todo el pueblo, creen que el uno era el padre y el otro era su hijo, y los llevaron á una ca- sa muy grande hecha á dos aguas, y no redonda, como tienda de campo, como son estas otras, y allí tenían muchas sillas, á donde los fícieron asentar, y otras don- de ellos se asentaron, y hicieron traer pan, y de muchas maneras frutas é vino de muchas maneras blanco é tinto, mas no de uvas: debe él de ser de diversas ma- neras, uno de una fruta y otro de otra; y asimismo debe de ser dello de maiz, que es una simiente que hace una espiga como una mazorca, de que llevé yo allá y hay ya mucho en Castilla, y parece que aquel que lo tenia mejor lo traía por mayor excelencia y lo daba en gran precio; los hombres todos estaban juntos á un cabo de la casa, y las mugeres en otro. Recibieron ambas las partes gran pena porque no se entendían, ellos para preguntar a los otros de nuestra patria, y los nuestros por saber de la suya. E después que hobieron rescebido colación allí en casa del mas viejo, los llevó el mozo a la suya, é fizo otro tanto, é después se pu- sieron en las barcas é se vinieron á la nao, é yo luego levanté las anclas porque andaba mucho de priesa por remediar los mantenimientos que se me perdían, que yo había habido con tanta fatiga, y también por remediar- me á mí, que había adolescido por el desvelar de los ojos: que bien quel viaje que yo fui a descubrir la tierra firme (1) estuviese treinta y tres días sin concebir sueño y estoviese tanto tiempo sin vista, non se me dañaron los ojos ni se me rompieron de sangre y con tantos dolores como agora.

(1) No era la tierra firme la que dice, sino \^ Isla de Cuba, que no pudo rodear ni reconocer del todo, y la tuvo siempre por parte del continente o tierra firme.

VIAJES DE COLÓN 279

Esta gente, corno ya dije, son todos de muy Hhda -estatura, altos de cuerpos, é de muy lindos gestos, los cabellos muy largos é llanos, y traen las cabezas ata- das con unos pañuelos labrados, como ya dije, her- mosos, que parecen de lejos de seda y almaizares; otro traen ceñido mas largo, que se cobijan con él en lugar de pañetes, ansi hombres como mugeres. La color de esta gente es mas blanca que otra que haya visto en las Indias; todos traían al pescuezo y á los brazos algo á la guisa de estas tierras, y muchos traían piezas de oro bajo colgado al pescuezo. Las canoas de ellos son muy grandes y de mejol" hechura que no son estas otras, y mas livianas, y en el medio de cada una tie- nen una apartamiento como cámara, en que vi que an- daban los principales con sus mujeres. Llamé allí á este lugar JardineSf porque así conforman por el nombre. Procuré mucho de saber donde cogían aquel oro, y todos me aseñalaban una tierra frontera dellos al Po niente, que era muy alta, mas no lejos; mas todos me decían que no fuese allá porque allí comían los hom- bres, y entendí entonces que decían que eran hom- bres caríbales, é que serían como los otros, y después he pensado que podría ser que lo decían porque allí habría animalias. También les pregunté adonde cogían las perlas, y me señalaron también que al Poniente y al Norte detrás de esta tierra donde estaban. Déjelo de probar por esto de los mantenimientos y del mal de mis ojos, y por una nao grande que traigo, que no es para semejante hecho.

Y como el tiempo fue breve, se pasó todo en pre- guntas, y se volvieron á los navios, que seria hora de vísperas, como ya dije, y luego levanté las anclas y na- vegué al Poniente; y asimesmo el día siguiente fasta que me fallé que no había si non tres brazas de fondo, con creencia que todavía esta seria isla y que yo po- dría salir al Norte; y así visto, envié una carabela sotü •adelante a ver si habia sa|ida o si estfibfi cerrado, y

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ansí anduvo mucho camino (asta un ^olfo muy grande, en el cual parecía que habia otros cuatro medianos, y del uno salia un rio grandísimo (1); fallaron siempre cinco brazas de fondo y el agua muy dulce, en tanta cantidad que yo jamás bebíla pareja della. Fui yo muy descontento della cuando vi que no podía salir al Norte ni podia andar ya al Austro ni al poniente por- que yo estaba cercado por todas partes de la tierra, y así, levanté las ancías y torné atrás, para salir al Norte por la boca que yo arriba dije, y no pude volver por la población adonde yo habia estado, por causa de Us corrientes, que me habían desviado della, y siempre en todo cabo hallaba el agua dulce y clara, y que me lle- vaba al Oriente muy recio fácia las dos bocas que arri- ba dije, y entonces conjeturé que los hilos de la co* rriente y aquellas lomas que salían y entraban en es- tas bocas con aquel rugir tan fuerte, que era pelea del agua dulce con la salada (2). La dulce empujaba á h otra por que no entrase, y salada, por que la otra no saliese; y conjeturé que allí donde son estas dos bocas que algún tiempo seria tierra continua á la Isla de Is Trinidad con la tierra de Gracia, como podrán ver vuestras Altezas por la pintura de lo que con esta les envío. Salí yo por esta boca del Norte (3), y hallé quel agua dulce siempre vencía; cuando pasé, que fue con £uerza de viento, estando en una de aquellas lomas

(1) Debe ser el río de Paria o el Guarapich: el primero, en latitud 10° 25' y longitud 56° 43', y el segundo, en lati- tud 10° 9' y longitud 56° 29'. Este es el paraje que el Al- mirante llamó Golfo de las Perlas.

(2) Acierta plenamente el Almirante con la explicación de este fenómeno, que a la salida del Sena llaman los fran- ceses Mascaret, bora los indios en la desembocadura del Ganges y pororoca los brasileños en la desembocadura de Amazonas. En la «Jornada de Omagua y El Dorado» llama Macar eo. Nota D.

(3) Por Boca Grande el día 13 de Agosto.

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baiíé en aquellos hilos de la parte de dentro el agua dulce, y de fuera, salada.

Cuando yo navegfué de España á las Indias fallé luego en pasando 100 leguas á Poniente de los Azo- res grandísimo mudamiento en el cielo é en las estre- iias, y en la temperancia del aire y en las aguas de la mar, y en esto he tenido mucha diligencia en la expe- riencia.

Fallo que de Septentrión en Austro, pasando las di- chas 100 leguas de las dichas islas, que luego en las agu- jas de marear, que fasta entonces nordesteaban, norues- tean una cuarta de viento todo entero, y esto es en allegando allí á aquella línea, como quien traspone una cuesta, y asimesroo fallo la mar toda llena de yerba de una calidad que parece ramitos de pino y muy carga- da de fruta como de lantisco, y es tan espesa que al primer viage pensé que era bajo y que daria en seco con los navios, y hasta llegar con esta raya no se falla un solo ramito; fallo también en llegando allí la mar muy suave y llana, y bien que vente recio, nunca se le- vanta. Asimismo hallo dentro de ía dicha raya, hacia Poniente, la temperancia del cielo muy suave, y no dis- crepa de la cantidad, quier sea invierno, quier sea en verano. Cuando allí estoy hallo que la estrella del Norte escribe un círculo el cual tiene en el diámetro cinco grados, y estando las guardas en el brazo dere- cho entonces está la estrella en el mas bajo, y se va alzando fasta que llega al brazo izquierdo, y entonces está cinco grados, y de allí se va abajando fasta llegar á volver otra vez al brazo derecho

Yo allegué agora de España á la Isla de la Madera, y de allí á Canaria, y dende á las islas de cabo Verde, de adonde cometí el viage para navegar al Austro fas- ta debajo la línea equinoccial, cómo ya dije; allegando á estar en derecho con el paralelo que pasa por la Sierra Leoa^ en Guinea, fallo tan grande ardor y los rayos del sol tan calientes, que pensaba de quemar, y

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bien que lloviese y el cielo fuese muy turbado, siem- pre yo estaba en esta fatiga, fasta que nuestro Señor proveyó de buen viento y a puso en voluntad que yo navegase al Occidente con este esfuerzo, que en llegando á la raya de que yo dije, que alií fallaría mu- damiento en la temperancia. Después que yo empare- jé á estar en derecho de esta raya, luego fallé la tem- perancia del cielo muy suave, y cuanto mas andaba adelante mas multiplicaba; mas no hallé conforme á esto las estrellas.

Fallé allí que en anocheciendo tenia yo la estrella del Norte alta cinco grados, y entonces las guardas estaban encima de la cabeza, y después, á la media no- che, fallaba la estrella alta 10°, y en amaneciendo, que las guardas estaban en los pies 15,

La suavelidad de la mar fallé conforme, mas no en la yerba; en esto de la estrella del Norte tomé grande admiración, y por esto muchas noches, con mucha di- ligencia, tornaba yo á repricar la vista deila con ej cua- drante, y siempre fallé que caía el plomo y hilo á un punto.

Por cosa nueva tengo yo esto, y podrá ser que será tenida que en poco espacio haga tanta diferencia el cielo.

Yo siempre leí que el mundo, tierra é agua era es- férico, é las autoridades y esperiencias que Tolomeo y todos los otros escribieron de este sitio daban é amostraban para ello así por eclipses de la luna y otras demostraciones que hacen de Oriente fasta Occidente, como de la elevación del polo de Septentrión en Austro. Agora vi tanta disformidad^ como ya dije, y por esto me puse á tener esto del naundo, y fallé que «-^no era redondo en la forma que escriben, salvo que es de la forma de una pya (1) que sea toda muy redonda.

(1) La forma piriforme que Colón atribuye a la Tierra

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salvo allí donde tiene el pezón, que allí tiene mas alto, ó como quien tiene una pefota muy redonda y en un lugar delia fuese como una teta de muger allí puesta, y que e^taTparte destepezon sea la mas alta é mas prbpinca al cielo, y sea deEJio la línea equinoccial^ y^ €n esta mar Océana, en fin del Oriente, adonde acaba toda la tierra é islas, é para esto allego todas las razo- nes sobreescriptas de la raya que pasa al Occidente de las islas de ios Azores 100 leguas de Septentrión en Austro, que en pasando de allí al Poniente ya van los navios alzándose hacia el ci^lo ^"«VCrmpTPte^ y en- tonces^ se ^pza de mas suave tempprantj'Ja y ^^ muda cTeTaguja de marear por causa de la suavidad'Besa cuarta de vienro, y cuanto mas va adelante é alzándose mas noruestea, y esta altura causa el desvariar del círculo que escribe la estrella del Norte con las guar- das, y cuanto mas pasare junto con la línea equinoc- cial, mas se subirán en alto y mas diferencia habrá en las dichas estrellas y en los círculos dellas. Y Tolo- meo y los otros sabios que escribieron de este mundo creyeron que era esférico, creyendo queste hemisferio que fuese redondo como aquel de allá donde ellos es- taban, el cual tiene el centro en la Isla de Arin, qués debajo la línea equinoccial entre el sino Arábico y aquel de Persia, y el círculo pasa sobre el cabo de San Vicente, en Portugal, por el Poniente, y pasa en Oriente por Cangara y por las Seras, en el cual hemis- ferio no hago yo que hay ninguna difícultad, salvo que sea esférico redondo, como ellos dicen; mas este otro digo que es como seria la mitad de la pera bieiTTg^ ' dbnda, la cual toviese el pezón alto como yo dije, (T* •Cdmo una teta de muger en una pelota redonda; así, que desta media parte non bobo noticia Tolomeo iTí Htes" otros que escribieron del rauodo,~por ser muy

coincide con la forma tetraédríca que hoy se le concede. Nota D.

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ignoto; solamente hicieron raiz sobre el hemisferio adonde ellos estaban, ques redondo esférico, como arriba dije. Y agora que vuestras Altezas lo han man- dado navegar y buscar y descobrir, se amuestra evi- dentísimo, porque estando yo en este viage al Septen- trión 20 grados de la línea equinoccial, allí en derecho de Hargin é de aquellas tierras, é allí es la gente ne- gra é la tierra muy quemada, y después que fui á las islas de cabo Verde, allí en aquellas tierras es la gente mucho mas negra, y cuanto mas bajo se van al Austro tanto mas llegan al extremo, en manera que allí en de- recho donde yo estaba, qués la Sierra LeoQf adonde se me alzaba la estrella de! Norte en anocheciendo cinco grados, allí es la gente negra en extrema canti- dad, y después que de allí navegué al Occidente tan extremos calores; y pasada la raya de que yo dije, fa- llé multiplicar la temperancia, andando en tanta canti- dad, que cuando yo llegué á !a Isla de la Trinidad, adonde la estrella del Norte en anocheciendo también se me alzaba cinco grados, allí y en la tierra de Gracia hallé temperancia suavísima, y las tierras y árboles muy verdes y tan hermosos como en Abril en las huer- tas de Valencia, y la gente de allí de muy linda esta- tura, y blancos mas que otros que haya visto en las In- dias, é los cabellos muy largos é llanos, é gente mas astuta é de mayor ingenio, é no cobardes. Entonces era el sol en Virgen encima de nuestras cabezas é su- yas; ansí que todo esto procede por la suavísima tem- perancia que allí es, la cual procede por estar mas alto en el mundo mas cerca del aire que cuento; y así, me afirmo quel mando no es esférico, salvo que tiene esta diferencia que ya dije; la cual es en este hemisferio adonde caen las Indias é la mar Océana, y el extremo dello es debajo la línea equinoccial, y ayuda mucho á esto que sea ansí, porque el sol, cuando nuestro Señor lo hizo, fue en el primer punto de Oriente, ó la pri- mera luz fue aquí en Oriente, allí donde es el extre-

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mo de la altura deste mundo; y bien quel parecer de Aristotel fuese que el Polo antartico ó la tierra ques debajo del sea la mas alta parte en el mundo y mas propincua al cielo, otros sabios le impugfnan diciendo que es esta ques debajo del ártico; por las cuales ra- zones parece que entendían que una parte deste mundo debia de ser mas propincua y noble al cielo que otra, y no cayeron cr esto que sea debajo del equinoccial por la forma que yo dije, y no es maravilla, porque deste hemisferio non se hobiese noticia cierta, salvo muy liviana y por argumento, porque nadie nunca lo ha andado ni enviado á buscar hasta ag^ora, que vues- tras Altezas le mandaron explorar é descubrir la mar y la tierra.

Fallo que de allí de estas dos bocas, las cuales, como yo dije están frontero por línea de Septentrión en Austro, que haya de la una á la otra 26 leguas (1), y no pudo haber en ello yerro porque se midieron con cuadrante, y destas dos bocas de Occidente fasta el golfo que yo dije, al cual llamé de las Perlas^ que son 68 leguas (2) de 4 millas cada una, como acostumbra- mos en la mar, y que de allá de este golfo corre de contino el agua muy fuerte hacia el Oriente, y que por esto tienen aquel combate estas dos bocas con la sa- lada. En esta boca de Austro, á que yo llamé de la Sierpe (3), fallé en anocheciendo que yo tenia la es- trella del Norte alta cuasi cinco grados, y en aquella otra del Septentrión, á que yo llamé del Drago, eran cuasi siete, y fallo quel dicho golfo de las Perlas está

(1) Desde la Punta de ¡cacos, que es la noreste de la boca del sur, hasta la de la Peña, que es la occidental de la boca grande en las de los Dragos, solo hay 13 leguas y dos tercios.

(2) Deben ser 21 1/3 leguas.

(3) Llámase en el día Canal del Soldado por un islote con este nombre, que casi está en el medio.

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occidental al Occidente de él (1) de To-

lomeo cuasi 3.900 millas, que son cuasi 70 grados equinocciales, contando por cada uno 56 millas é dos tercios.

La Sacra Escriptura testifica que nuestro Señor hizo al Paraíso terrenal, y en él puso el árbol de la vida, y del sale una fuente de donde resultan en este mundo cuatro rios principales: Ganges en India, Tigris y Eu- frates en (2) los cuales apartan la sierra y hacen la Mesopotamia y van á tener en Persia, y el Nilo, que nace en Etiopia y va en la mar en Alejandría.

Yo no hallo ni jamás he hallado escriptura de lati- nos ni de griegos que certificadamente diga el sitio en este mundo del Paraíso terrena!, ni visto en ningún mapamundo, salvo situado con autoridad de argumen- to. Algunos le ponían allí donde son las fuentes del Nilo, en Etiopia; mas otros anduvieron todas estas tie- rras y no hallaron conformidad dallo en la temperan- cia del cielo, en la altura hacia el cielo, por que se pu diese comprehender que él era allí, ni que las aguas del diluvio hobiesen llegado allí, las cuales subieron encima, &c. Algunos gentiles quisieron decir por argu- mentos que él era en las Islas Fortunatas, que son las Canarias, &c.

San Isidro y Beda y Strabo, y el maestro de la his- toria escolástica, y San Ambrosio y Scoto, y todos los sanos teólogos, conciertan quel paraíso terrenal es en el Oriente, &c.

Ya dije lo que yo hallaba deste hemisferio y de la hechura, y creo que si yo pasara por debajo de la lí- nea equinoccial que en llegando allí en esto mas alto que fallara muy mayor temperancia, y diversidad en

(1) Este mismo vacío en el original. Parece que falta el primer meridiano, o cosa que signifique eso.

(2) Igual vacío en el original. Parece ha de decir en la Turquía asiática.

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las estrellas y en las aguas; no porque yo crea que allí donde es el altura del extremo sea navegable ni ag-ua, ni que se pueda subir allá, porque creo que allí es el paraiso terrenal, adonde no puede llegar nadie, salvo por voluntad divina, y creo que esta tierra que agora mandaron descubrir vuestras Altezas sea grandísima y haya otras muchas en el Austro de que jamás se hobo noticia.

Yo no tomo quel paraiso terrenal sea en forma de montaña áspera, como el escrebir dello nos amuestra, salvo quel sea en el colmo allí donde dije la figura del pezón de la pera, y que poco á poco andando hacia allí desde muy lejos se va subiendo á él; y creo que nadie no podría llegar al colmo, como yo dije, y creo que pueda salir de allí esa agua, bien que sea lejos y venga a parar alli donde yo vengo, y faga este lago. Grandes indicios son estos del paraiso terrenal (1), por- quel sitio es conforme á la opinión de estos santos é sanos teólogos, y asimismo las señales son muy con- formes, que yo jamás leí ni que tanta cantidad de agua dulce fuese asi adentro é vecina con la salada; y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia, y si de allí del paraíso no sale, parece aun mayor maravi- lla, porque no creo que se sepa en el mundo de rio tan grande y tan fondo (2).

Después que yo salí de la boca del Dragón, ques la una de las dos aquella del Septentrión, á la cual así puse nombre (3), el dia siguiente, que fue dia de

(1) En esta costa de Paria situó Colón el paraíso terre- nal.— Nota D,

(2) Dice verdad. Casas.

(3) Llámase boca del Drago, como a todas las que for- man las Islas Chacachacares, de Huevos y de Monos, situa- das entre la punta más occidental septentrional de la Isla Trinidad, llamada de Peña blanca, y la de la Peña, en la costa del continente, que el Almirante llama de Gracia, y se halla en latitud lO** 43' 15" y longitud 55" 37'.

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Nuestra Señora de Ag-osta, fallé que corria tanto la mar al Poniente, que después de hora de misa, que en- tré en camino, anduve fasta hora de completas 65 le- guas de 4 millas cada una, y el viento no era demasia- do, salvo muy suave; y esto ayuda al cog^noscimiento que de allí yendo al Austro se va mas alto, y andando hacia el Septentrión, como entonces, se va descen- diendo.

Muy conoscido tengo que las aguas de la mar lle- van su curso de Oriente a Occidente con los cielos, y que allí en esta comarca cuando pasan lleva mas velo- ce camino, y por esto han comido tanta parte de la tie- rra, porque por eso son acá tantas islas (1), y ellas mismas hacen desto testimonio, porque todas a una mano son largas de Poniente a Levante y Norueste é Sueste, que es un poco más alto é bajo, y angostas de Norte á Sur y Nordeste Sudueste, que son en contra- rio de los otros dichos vientos, y aquí en ellas todas nascen cosas preciosas por la suave temperancia que les procede del cielo, por estar hacia el mas alto del mundo. Verdad es que parece en algunos lugares que las aguas no hagan este curso; mas esto no es, salvo particularmente en algunos lugares donde alguna tierra le está al encuentro, y hace parecer que andan diver- sos caminos.

Plinio escribe que la mar é la tierra hace todo una

(1) Son tan juiciosas estas observaciones del Almirante como conformes a la doctrina de los más célebres escritores modernos de Historia natural. Del movimiento alternativo del flujo y reflujo resulta el movimiento continuo del mar de Oriente a Occidente, que en algunos parajes, como en el golfo de Paria, es sumamente violento e impetuoso; y de esto debe resultar que el mar vaya ganando terreno por la parte de Occidente, perdiéndole en la de Oriente. Véanse las pruebas de la teórica de la Tierra del conde de Buffon, artículo 12.

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esfera, y pone questa mar Oceana sea !a mayor canti- dad del agua, y está hacia el cielo, y que la tierra sea debajo y que le sostenga, y mezclado es uno con otro como el amago de la nuez con una tela gorda que va abrazado en ello. El maestro de la historia escolástica sobre el Génesis dice que las aguas son muy pocas, que bien que cuando fueron criadas que cobijasen toda la tierra, que entonces eran vaporables en manera de niebla, y que después que fueron sólidas é junta- das que ocuparon muy poco lugar, y en esto concierta Nicolao de Lira. El Aristotel dice que este mundo es pequeño y es el agua muy poca, y que fácilmente se puede pasar de España a las Indias, y esto confirma el Avenruyz y íe alega el Cardenal Pedro de Aliaco, au- torizando este decir y aquel de Séneca, el cual con- forma con estos, diciendo que Aristóteles pudo saber iiiuchos secretos de! mundo á causa de Alejandro Mag- no, y Séneca á causa de César, Ñero y Plinio por res- peto de los romanos, los cuales todos gastaron dineros é gente y pusieron mucha diligencia en saber los se- cretos del mundo y darlos á entender á los pueblos; el cual Cardenal da á estos grande autoridad mas que á Tolomeo ni á otros griegos ni árabes, y á confirmación de decir quel agua sea poca y quel cubierto del mun- do della sea poco, al respeto de lo que se decia por autoridad de Tolomeo y de sus secuaces; á esto trae una autoridad de Esdras, del 3.° (1) libro suyo, adonde dice que de siete partes del mundo las seis son descu- biertas y la una es cubierta de agua, la cual autoridad es aprobada por Santos, los cuales dan autoridad al 3.° é 4.° libro de Esdras, ansí como es San Agustín é San Ambrosio en su exameroriy adonde alega allí vendrá mi hijo Jesús é morirá mi hijo Cristo, y dicen que Es- dras fue Profeta, y asimismo Zacarías, padre de San

(1) No está sino en el 4.*" Casas.

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Juan, y el braso (1) Simón; las cuales autoridades tam- bién alega Francisco de Mairones; en cuanto en esto del enjuto de la tierra, mucho se ha experimentado ques mucho mas de lo quel vulgo crea; y no es mara- villa, porque andando mas mas se sabe.

Torno á mi propósito de la tierra de Gracia y rio y lago que allí fallé, atan grande que mas se le puede llamar mar que lago, porque lago es lugar de agua, y en seyendo grande se dice mar^ como se dijo á la mar de Galilea y ai mar Muerto; y digo que si no procede del Paraíso terrenal, que viene este rio y procede de tierra infinita (2), pues al Austro, de la cual fasta agora no se ha habido noticia; mas yo muy asentado tengo en el anima que allí donde dije es el Paraíso terrenal, y descanso sobre las razones y autoridades sobrees- criptas.

Plega á nuestro Señor de dar mucha vida y salud y descanso á vuestras Altezas para que puedan prose- guir esta tan noble empresa, en la cual me parece que rescibe nuestro Señor mucho servicio y la España crece de mucha grandeza, y todos los cristianos mu- cha consolación y placer, porque aquí se divulgará el nombre de nuestro Señor; y en todas las tierras adon- de los navios de vuestras Altezas van, y en todo cabo, mando plantar una alta cruz, y á toda la gente que ha- llo notifico el estado de vuestras A.ltezas y como su asiento es en España, y les digo de nuestra santa todo lo que yo puedo, y de la creencia de la Santa Madre Iglesia, la cual tiene sus miembros en todo el mundo, y les digo la policía y nobleza r'? todos los cristianos, y la que en la Santa Tr¡r¡ >¿iá tienen; y plega á nuestro Señor de tirar de memoria a las per-

(1) Voz dudosa en la escritura y en el significado. El mismo copiante antiguo dice que esto está mal escripto.

(2) Esta atinada reflexión persuadió al Almirante que aquélla era la tierra firme.

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sonas que han impugnado y impugnan tan excelente empresa, y impiden y impidieron por que no vaya ade- lante, sin considerar cuanta honra y grandeza es del Real Estado de vuestras Altezas en todo el mundo; no saben que entreponer á maldecir de esto, salvo que se hace gasto en ello, y porque luego no enviaron los na- vios cargados de oro, sin considerar la brevedad del tiempo y tantos inconvenientes como acá se han habi- do, y no considerar que en Castilla, en casa de vuestras Altezas, salen cada año personas que por su mereci- miento ganaron en ella mas de renta cada uno dellos mas de lo ques necesario que se gaste en esto; ansí- mesmo, sin considerar que ningunos Príncipes de Es- paña jamás ganaron tierra alguna fuera della, salvo agora que vuestras Altezas tienen acá otro mundo, de donde puede ser tan acrescentada nuestra santa y de donde se podrán sacar tantos provechos, que bien que no se hayan enviado los navios cargados de oro, se han enviado suficientes muestras dello y de otras cosas de valor, por donde se puede juzgar que en breve tiempo se podrá haber mucho provecho; y sin mirar el gran corazón de los Príncipes de Portugal, que tanto tiempo que prosiguen la impresa de Gui- nea, y prosiguen aquella de África, adonde han gasta do la mitad de la gente de su Reino, y agora está el Rey mas determinado á ello que nunca. Nuestro Se- ñor provea en esto como yo dije y les ponga en me- moria de considerar de todo esto que va escripto, que no es de mil partes la una de lo que yo podría escre- bir de cosas de Príncipes que se ocuparon á saber y conquistar y sostener.

Todo esto dije, y no porque crea que la voluntad de vuestras Altezas sea salvo proseguir en ello en cuanto vivan, y tengo por muy firme lo que me res- pondió vuestras Altezas una vez que por palabra le decía desto, no porque yo hobiese visto mudamiento ninguno en vuestras Altezas, salvo por temor de lo que

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yo oía destos que yo digo; y tanto da una gotera de agua en una piedra, que le hace un agujero; y vuestras Aitezas me respondió con aquel corazón que se sabe en todo el mundo que tienen, y me dijo que no curase de nada de eso, porque su voluntad era de proseguir esta empresa y sostenerla aunque no fuese sino pie- dras y peñas, y quel gasto que en ello se hacia que lo tenia en nada, que en otras cosas no tan grandes gas- taban mucho mas, y que lo tenian todo por muy bien gastado io del pasado y lo que se gastase en adelante, porque creian que nuestra santa sería acrecentada y su real señorío ensanchado, y que no eran amigos de su Real Estado aquellos que les maldecían de esta empresa: y agora, entre tanto que vengáis á noticia desto destas tierras que agora nuevamente he descu- bierto, en que tengo asentado en el ánima que allí es el Paraíso terrenal, irá el adelantado con tres navios, bien ataviados para ello, á ver mas adelante, y descu- brirán todo lo que pudieren hacia aquellas partes. En- tretanto yo enviaré á vuestras Altezas esta escriptura y la pintura de la tierra, y acordarán lo que en ello se deba facer, y me enviarán á mandar, y se cumplirá con ayuda de la Santa Trinidad con toda diligencia, en ma- nera que vuestras Altezas sean servidos y hayan pla- cer. Deo gracias.

La copia que ha servido de original es de letra del Obispo Fray Bartolomé de las Casas j y se halla en el archivo del Excelentísimo Sr. duque del Infantado^ en los dos códices descriptos al fin del primer viage. Con- frontóse esta copia con igual esmero en Madrid a 1.^ de Marzo de /7P/.=Martin Fernández de Na-

VARRETE.

CARTA

DEL ALMIRANTE AL AMA (i) (QUE HABÍA SIDO) DEL PR NCIP DON JUAN, ESCRITA HACIA FINES DEL AÑO 1500

|\/| UY virtuosa Señora: Si mi queja del mundo es *'''■' nueva, su uso de maltratar es de muy antigfuo. Mil combates me ha dado, y á todos resistí fasta agora, que no me aprovechó armas ni avisos. Con crueldad me tiene echado al fondo. La esperanza de aquel que crió á todos me sostiene: su socorro fue siempre muy

(1) Aunque Ortiz de Zúñiga dice que la Reina Católica, cuando nació el Príncipe D. Juin, nombró para aya suya (que llamaban comunmente Ama, en el estilo de aquel tiem- po) a Doña María de Guzman, tía del Señor de la Algaba, como lo escribe el Cura de los Palacios, es, sin embargo, muy cierto que Colon dirigió esta carta a la Ama o nodriza que habia sido del Príncipe, Doña Juana de la Torre, herma- na de Pedro de Torres, secretario de S. A., y de Antonio de Torres, que fué con el Almirante al segundo viaje, y de quien ya hemos hecho mención. Esta señora fué muy favo- recida de la Reina Católica, que por albalá fecho en Grana- da a 31 de Agosto de 1499 le consignó 60.000 mrs de ra- ción y quitación; y a su hija Doña Isabel de Avila, ya muer- ta Doña Juana, le mandó dar, para su casamiento, millón y medio de maravedís, con fecha en Alcalá de Henares a 1 1 de Julio de 1503; mandando después, en la Mejorada, a 10 de Junio de 1504, librarlos donde fuesen mejor pagados en cualesquier rentas de los años 1505 y 1506. El texto de es- ta carta se ha rectificado por el que se incluye en el Códice Colombo Americano, página 298.

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presto. Otra vez, y no de lejos, estando yo mas bajo, me levantó con su brazo divino, diciendo: ho hombre de poca fe, levántate, que yo soy; no hayas miedo (1). Yo vine con amor tan entrañable á servir á estos Príncipes, y he servido de servicio de que jamás se oyó ni vido. Del nuevo cielo y tierra que decia nues- tro Señor por San Juan en el Apocalipse, después de dicho por boca de Isaías, me hizo dello mensagero y amostró en cual parte. En todos hobo incredulidad, y á la Reina mi Señora dio dello el espíritu de inteli- gencia y esfuerzo grande, y lo hizo de todo heredera, como á cara y muy amada hija. La posesión de todo esto fui yo á tomar en su Real nombre. La ignorancia en que habia'n estado todos quisieron enmendallo tras- pasando el poco saber a fablar en inconvenientes y gastos. Su Alteza lo aprobaba al contrario, y lo sostu- vo fasta que pudo. Siete años se pasaron en la pláti- ca y nueve ejecutando cosas muy señaladas y dignas de memoria se pasaron en este tiempo: de todo no se fizo concepto. Llegué yo, y estoy que non ha nadie tan vil que no piense de ultrajarme. Por virtud se contará en el mundo á quien puede no consentillo. Si yo ro- bara las Indias ó tierra que san face (2) en el ello de que agora es la fabla del altar de San Pedro, y las diera á los moros, no pudieran en la España amostrar- me mayor enemiga. ¿Quién creyera tal adonde hobo siempre tanta nobleza? Yo mucho qaisiera despedir del negocio si fuera honesto para con mi Reina: el es-

(1) Esto lo refiere su hijo D. Hernando (cap. 84), cuan- do el día después de Navidad de 1499 se vio el Almirante abandonado de todos, con guerra de los indios y de los ma- los cristianos, y en ta. extremo, que por huir de la muerte lo abandonó todo y tuvo que meterse en el mar en una ca- rabela pequeña.

(2) Ni así hace sentido ni como lo trae el Códice Co- ló mbo Americano, diciendo que jaz hase ellas de que, &c.

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fuerzo de nuestro Señor y de su Alteza fizo que yo continuase, y por aliviarle algo de los enojos en que á causa de la muerte estaba (1) cometí viage nuevo al nuevo cielo é mundo, que fasta entonces estaba en oculto, y si no es tenido allí en estima, así como los otros de las Indias, no es maravilla, porque salió á pa- recer de mi industria. A San Pedro abrasó el Espí- ritu Santo, y con él otros 12, y todos combatieron acá y los trabajos y fatigas fueron muchas; en fín de todo llevaron la victoria. Este viage de Paria creí que apa- ciguara algo, por las perlas y la fallada de oro en la Española. Las perlas mandé yo ayuntar y pescar á la gente con quien quedó el concierto de mi vuelta por ellas, y á mi comprender, á medida de faiiega: si yo non lo escribí á SS. AA. fue porque así quisiera ha- ber fecho del oro antes. Esto me salió como otras cosas muchas; no las perdiera, ni mi honrra, si buscara yo mi bien propio y dejara perder la Española ó se guardaran mis privilegios é asientos. Y otro tanto digo del oro que yo tenia agora junto: que con tantas muertes y trabajos, por virtud divinal, he llegado a per- fecto. Cuando yo fui á Paria fallé cuasi la mitad de la gente en la Española alzados, y me han guerreado fasta agora como á moro, y los indios, por otro cabo, grave- mente (2). En esto vino Hojeda (3) y probó á echar el

(1) Esto lo dice por la muerte del Príncipe D acaecida en Salamanca el dia 4 de Octubre de 1497.

(2) Después de haber descubierto el Almirante la Isla de Trinidad navegó por la costa de Paria, reconoció la Isla de la Margarita, fondeó el 20 de Agosto de 1498 entre la Beata y la Española, y entró en el puerto o río de Santo Domingo el 30 del mismo Agosto. Halló alborotada la Co- lonia, rebelado a Roldan, a quien había dejado de Juez ma- yor, y en guerra y parcialidades los españoles, entre si y con los indios.

(3) Alonso de Hojeda llegó a la Española el 5 de Sep- iembre de 1498.

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sello, y dijo que sus Altezas lo enviaban con prome- sas de dádivas y franquezas y pagfa; allegfó gfran cua- drilla: que en toda la Española muy pocos hay salvo vagamundos y ninguno con muger y fijos. Este Hojeda me trabajó harto y fuele necesario de se ir, y dejó dicho que luego seria de vuelta con mas navios y gen- te, y que dejaba la Real persona de la Reina á la muerte (1). En esto llegó Vicente Yañez con cuatro carabelas; hobo alboroto y sospechas, mas no daño, Los indios dijeron de otras muchas á los caníbales y en Paria, y después una nueva de seis otras carabelas que traia un hermano del Alcalde; mas fue con malicia, y esto fue ya á la postre, cuando ya estaba muy rota la esperanza que sus Altezas hobiesen jamás de enviar navios á las Indias, ni nos esperarlos, y que vulgar- mente decían que su Alteza era muerta. Un Adrián, en este tiempo, probó alzarse otra vez, como de an- tes (2); mas nuestro Señor no quiso que llegase a efecto su mal propósito. Yo tenia propuesto en mi de no tocar el cabello á nadie, y á este, por su ingratitud, con lágrimas no se pudo guardar, asi como yo lo tenia pensado (3). A mi hermano no hiciera menos si me

(1) Ya se había reconciliado Roldan con el Almirante y logrado éste apagar la sedición cuando llegó Hojeda, ha- ciendo ostentación de su favor con el Obispo Fonseca, ene- migo de Colon, e intentó levantar nuevos alborotos contra éste; pero, bien escarmentado, tuvo que salir de la Espa- ñola.

(2) Adrián Mogica, que habia sido de los rebeldes con Roldan.

(3) Preso Mogicacon otros rebeldes, mandó el Almiran- te se procediese con ellos con arreglo a las leyes; y a Mo- gica se le sentenció a horca, como principal cabeza de la conjuración. Así lo dice D. Hernando Colon; pero Herrera añade que, rehusando confesarse, para dilatar el castigo, mandó el Almirante echarle de una almena abajo en el Fuerte de la Concepción.

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quisiera matar y robar el señorio que mi Rey é Reina me tenían dado en guarda. Este Adrián, segfun se muestra, tenia enviado a D. Fernando á Jaragua, á alle- gar á algunos de sus secuaces, y allá hobo debate con el Alcalde, adonde nació discordia de muerte; mas no liego a efecto. El Alcalde le prendió y á parte de su cuadrilla; y el easo era que él los justiciaba sin que yo lo proveyere; estovieron presos esperando carabela en que se fuesen; las nuevas de Hojeda que yo dije fície- ron perder la esperanza que ya no venia. Seis meses habia que yo estaba despachado para venir á sus Alte- zas con las buenas nuevas del oro y fuir de gobernar gente disoluta que no teme á Dios ni á su Rey ni Rei- na, llena de achaques y de malicias. -A la gente aca- bara yo de pagar con 600.000 maravedises, y para ello habia cuatro cuentos de diezmos é algunos sin el ter- cio ÚqI oro. Antes de mi partida supliqué tantas veces á sus Altezas que enviasen allá, ámi costa, á quien tuviese cargo de la justicia, y después que fallé alzado el A^lcalde se lo supliqué de nuevo ó por alguna gente, ó al menos algún criado con cartas; porque mi fama es tal, que aunque yo faga iglesias y hospitales siempre serán dichas espeluncas para latrones. Proveyeron ya al fin, y fue muy al contrario de lo que la negociación demandaba: vaya en buena hora, pues que es á su gra do. Yo estuve allá dos años sin poder ganar una pro- visión de favor para ni por los que allá fuesen (1), y este llevó un arca llena: si pararán todas á su servi- cio. Dios lo sabe. Ya, por comienzos, hay franquezas por 20 años, que es la edad de un hombre, y se coge

(1) Volvió Colon de su segundo viaje a Cádiz el It de Junio de 1496; los Reyes le recibieron con mucha satisfac- ción; dieron órdenes para disponer su tercer viaje; pero el Obispo Fonseca, que le era poco afecto, retardó su cum- plimiento hasta 30 de Mayo de 1498. Así lo dice Ortiz de Zúñiga en sus Anales de Sevilla.

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el oro que hobo persona de cinco marcos en cuatro horas, de que diré después mas largo. Si pluguiese á sus Altezas de desfacer un vulgo de los que saben mis fatigas, que mayor daño me ha hecho el mal decir de las gentes que no me ha aprovechado el mucho servir y guardar su facienda y señorío, seria limosna, é yo restituido en mi honra, é se fablaria dello en todo el mundo, porquel negocio es de calidad que cada dia ha de ser mas sonado y en alta estima. En esto vino el Comendador Bobadilla á Santo Domingo (1); yo esta- ba en la Vega y el Adelantado en Jaragua, donde este Adrián habia hecho cabeza; mas ya todo era llano y la tierra rica y en paz toda. El segundo dia que llegó se crió Gobernador y fizo oficiales y ejecuciones, y apre- gonó franquezas del oro y diezmos, y generalmente de toda otra cosa, por 20 años, que, como digo, es la edad de un hombre, y que venia para pagar á todos, bien que no habian servido llenamente, hasta ese dia, y pu- blicó que á me habia de enviar en fierros, y á mis hermanos, así como lo ha fecho (2), y que nunca yo volvería mas alli ni otro de mi linage, diciendo de mi mil desonestidades y descorteses cosas. Esto todo fue el segundo dia quél llegó, cómo dije, y estando yo lejos absenté, sin saber dello ni de su venida. Unas cartas de sus Altezas firmadas en blanco, de que él lle- vaba una cantidad, hinchó y envió al Alcalde y á su compañía con favores y encomiendas. A nunca me envió carta ni mensagero, ni me ha dado fasta hoy. Piense vuestra merced ¿qué pensaría quien tuviera mi cargo? ¿honrar y favorecer á quien probó á robar á

(1) Francisco de Bobadilla, Comendador de la Orden de Calatrava, llegó a Santo Domingo a ?3 de Agosto de 1500.

(2) Este modo de explicarse el Almirante indica que es- cribió esta carta cuando llegó preso a Cádiz el 25 de No- viembre de 1500, según Herrera. D. I'., I. 4.**, c. 10.

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SUS Altezas el señorío y ha fecho tanto mal y daño? ¿y arrastrar á quien con tantos peligros se lo sostuvo? Cuando supe esto, creí que esto seria como lo de Hojeda ó uno de los otros: templóme que. supe de los frailes de cierto que sus Altezas lo enviaban. Escrebi- le yo que su venida fuese en buena hora, y que yo es- taba despachado para ir á la Corte, y fecho almoneda de cuanto yo tenia, y que en esto de las franquezas que no se acelerase, que esto y el gobierno yo se lo daría luego tan llano como la palma, y así lo escribí á los religiosos. Ni él ni ellos me dieron respuesta, antes se puso él en son de guerra, y apremiaba á cuantos allí iban que le jurasen por Gobernador, dijeronme que por 20 años. Luego que yo supe de estas franque zas pensé de adobar un yerro tan grande, y que él se- ria contento, las cuales dio sin necesidad y causa de cosa tan gruesa, y á gente vagabunda, que fuera dema- siado para quien trujera muger y hijos. Publiqué por palabras y por cartas que él no podía usar de sus pro- visiones, porque las mías eran las mas fuertes, y les mostré las franquezas que llevó Juan Aguado. Todo esto que yo fice era por dilatar, por que sus Altezas fuesen sabidoresdel estado de latierra y hobiesen lugar de tornar á mandar en ello lo que fuese su servicio. Tales franquezas, escusado es de las apregonar en las Indias. Los vecinos que han tomado vecindad es logro, porque se les dan las mejores tierras, y á poco valer valerán 200.000 maravedís al cabo de los cuatro años que la vecindad se acaba, sin que den una azadonada en ellas. No diría yo asi si los vecinos fuesen casados; mas no hay seis entre todos que no estén sobre el aviso de ayuntar lo que pudieren y se ir en buena hora. De Castilla seria bien que fuesen, y aun saber quién y cómo, y se poblase de gente honrada. Yo tenia asen- tado con estos vecinos que pagarían el tercio del oro y los diezmes, y esto á su ruego, y lo recibieron en grande merced de sus Altezas. Reprendiles cuando yo

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que se dejaban dello y esperaban quél conmigo faria otro tanto; mas fue el contrario. Indig-nólos con- tra mi diciendo que yo les quería quitar lo que sus Altezas les daban, y trabajó de me los echar acuestas, y lo hizo, y que escribiesen á sus Altezas que no me enviasen mas al cargo, y así se lo suplico yo por y por toda cosa mia, en cuanto no haya otro pueblo, y me ordenó él con ellos pesquisas de maldades que al infierno nunca se supo de las semejantes. Allí está nuestro Señor, que escapó á Daniel y á los tres mu- chachos con tanto saber y fuerza como tenia, y con tanto aparejo, si le pluguiere, como con su gana. Su- piera yo remediar todo esto y lo otro que está dicho y ha pasado después que estoy en las indias, si me consintiera la voluntad á procurar por mi bien propio y me fuera honesto. Mas el sostener de la justicia y acrecentar el señorío de sus Altezas, fasta agora, me tiene al fondo. Hoy en dia, aue se falla tanto oro, hay división en que haya mas ganancia ir robando ó ir á las minas. Por una muger también se fallan 100 castella- nos, como poruña labranza, y es mucho en uso, y ha ya fartos mercaderes que andan buscando muchachas; de 9 á 10 son agora en precio; de todas edades ha de tener un bueno. Digo que en decir yo quel Comen- dador no podia dar franquezas que hice yo lo quél de- seaba; bien que yo á él dijese que era para dilatar fasta que sus Altezas toviesen el aviso de la tierra y tornasen á ver y mandar lo que fuese su servicio. Digo que la fuerza del maldecir de desconcertados me ha hecho mas daño que mis servicios fecho provecho: mal ejemplo es por lo presente y por lo futuro. Fago juramento que cantidad de hombres han ido á las In- dias que no merescian el agua para con Dios y con el mundo y agora vuelven allá. Enemistólos á ellos todos conmigo, y él parece, según se hobo y según sus for- mas, que ya lo venia, y bien encendido, ó es que se dice que ha gastado mucho por venir á este negocio;:

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no se deilo mas de lo que oyó. Yo nunca que el pesquisidor alleg-ase los rebeldes y ios tomase por tes- tigos contra aquel que gobierna á ellos y á otros sin fé, ni dignos della. Si sus Altezas mandasen hacer una pesquisa general allí, vos digo yo que verían por gran maravilla como la isla no se funde. Yo creo que se acordará vuestra merced cuando la tormenta sin velas me echó en Lisbona (1), que fui acusado falsa- mente que había ido ya allá al Rey para darle las In- dias. Después supieron sus Altezas al contrario, y que todo fue con malicia. Bien que yo sepa poco, no quien me tenga por tan torpe que yo no conozca que aunque las Indias fuesen mías que yo no me pudiera sostener sin ayuda de Príncipe. Si esto es así ¿adonde pudiera yo tener mejor arrimo y seguridad de no ser echado dellas del todo que en el Rey é Reina, nuestros Señores, que de nada me han puesto en tanta honra y son los mas altos Príncipes por la mar y por la tierra del mundo? Los cuales tienen que yo les haya servido, é me guardan mis privilegios y mercedes, y si alguien me los quebranta sus Altezas me los acrescientan con aventaja, como se vido en (o de Juan Aguado, y me mandar hacer mucha honra; y como dije ya, sus Alte- zas rescibieron de servicios y tienen mis hijos sus criados, lo que en ninguna manera pudiera esto llegar con otro Príncipe, porque adonde no hay amor todo lo otra cesa. Dije yo agora ansi contra un maldecir con malicia y contra mi voluntad, porque es cosa que ni en sueños debiera allegar á memoria, porque las formas y fechos del Comendador Bobadilla con mali- cia las quiere alumbrar en esto; mas yo le faré ver con el brazo izquierdo que su poco saber y gran cobardía con desordenada cudicia le ha fecho caer en ello. Ya dije como yo le escrebí y á los frailes, y luego partí así, como le dije, muy solo, porque toda la gente

(1) El 4 de Marzo de 1493, de vuelta del primer viaje.

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estaba con el Adelantado, y también por le quitar de sospecha; él, cuando lo supo, echó á D. Diego preso en una carabela cargado de fierros, y á en llegando, fizo otro tanto, y después al Adelantado, cuando vino. Ni le fablé mas á él ni consintió que hasta hoy nadie me haya fablado, y fago juramento que no puedo pen- sar por qué sea yo preso. La primera diligencia que fizo fué á tomar el oro, el cual hobo sin medida ni peso, é yo absenté dijo que queria él pagar dello á la gente, y, según oí, para fizo la primera parte, y envía por resgate resgatadores nuevos. Deste oro tenia yo apartado ciertas muestras, granos muy gruesos como huevos como de ánsar, de gallinas y de pollas, y de otras muchas fechuras, que algunas personas tenían co- gido en breve espacio, con que se alegrasen sus Alte- zas y por ello comprendiesen el negocio con una can- tidad de piedras grandes llenas de oro. Este fue el primero á se dar con malicia, por que sus Altezas no tuviesen este negocio en algo fasta quel tenga fecho el nido, de que se buena priesa. El oro que está por fundir mengua al fuego: una cadena que pesaría fasta 20 marcos nunca se ha visto. Yo he sido muy agravia do en esto del oro, mas aun que de las perlas, porque no las he traído á sus Altezas. Ei Comendador, en todo lo que le pareció que me dañaría, luego fué pues- to en obra. Ya dije con 600.000 maravedises pagara á todos sin robar á nadie, y había mas de cuatro cuen- tos de diezmos y alguacilazgo sin tocar en el oro. Hizo unas larguezas que son de risa, bien que creo que en- comenzó en si la primera parte: allá lo sabrán sub A! tezas cuando le mandaren tomar cuenta, en especial . , yo estuviese á ella. El no face sino decir que se debe gran suma, y es la que yo dije y no tanto. Yo he sido muy mucho agraviado en que se haya enviado pesqui- sidor sobre mi que sepa que si la pesquisa que él en- viare fuere muy grave que él quedará en el gobierno. Pluguiera á nuestro Señor que sus Altezas le envía-

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ran, á él ó á otro, dos años há, porque que yo fuera ya libre de escándalo y de infamia y no se me quitara mi honra ni la perdiera: Dios es justo, y ha de hacer que se sepa por qué y cómo. Allí me juzgan como go- bernador que fue á Cecilia ó ciudad ó villa puesta en regimiento y adonde las leyes se puedan guardar por entero sin temor de que se pierda todo, y rescibo grande agravio. Yo debo ser juzgado como capitán que fue de España á conquistar fasta las Indias á gente belicosa y mucha, y de costumbres y seta á nos muy contraria, los cuales viven por sierras y montes, sin pueblo asentado ni nosotros; y adonde por voluntad Divina he puesto el Señorío del Rey é de la Reina, nuestros Señores, otro mundo; y por donde la España, que era dicha pobre, es la mas rica. Yo debo ser juzgado como capitán que de tanto tiempo fasta hoy trae las armas á cuestas sin las dejar una hora, y de ca- balleros de conquistas y del uso, y no de letras, salvo si fuesen de griegos ó de romanos, ó de otros moder- nos, de que hay tantos y tan nobles en España, ca de otra guisa rescibo grande agravio porque en las Indias no hay pueblo ni asiento, Del oro y perlas ya está abierta la puerta y cantidad de todo, piedras preciosas y especería, y de otras mil cosas se pueden esperar fir- memente; y nunca mas mal me viniese como con el nombre de Nuestro Señor le daría el primer viage, asi como diera la negociación del Arabia Feliz fasta la Meca, como yo escribí á sus Altezas con Antonio de Torres en la respuesta de la repartición del mar é tie- rra con los portogueses; y después viniera á lo de polo ártico, así como lo dije y di por escripto en el mones- terio de la Mejorada. Las nuevas del oro que yo dije que daría son que día de Navidad, estando yo muy afligido guerreado de los malos cristianos y de indios, en términos de dejar todo y escapar, si pudiese, la vida, me consoló Nuestro Señor milagrosamente y dijo: esfuerza^ no desmayes ni temas; yo proveeré en todo;

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los siete años del término del oro no son pasados, y en ello y en lo otro le daré remedio (1). Ese dia supe que habia 80 leg^uas de tierra, y en todo cabo dellas, minas; al parecer agora es que sea toda una. Algunos han cogido 120 castellanos en un día, otros 90, y se ha llegado fasta 250. De 50 fasta 70, y otros muchos de 20 fasta 50, es tenido por buen jornal y muchos lo continuaban: el común es 6 fasta 12, y quien de aquí abaja no es contento. Parece también que estas minas son como las otras, que responden en ios días no igualmente; las minas son nuevas y los cogedores. El parecer de todos es que aunque vaya allá toda Casti- lla, que por torpe que sea ia persona que no abajará de un castellano ó dos cada dia, y agora es esto así en fresco. Es verdad que el que tiene algún indio coge esto; mas el negocio consiste en el cristiano. Ved qué discreción fue de Bobadilla dar todo por ninguno y cuatro cuentos de diezmos sin causa ni ser requerido, sin primero lo notificar á sus Altezas; y el daño no es este solo. Yo que mis yerros no han sido con fin de facer mal, y creo que sus Altezas lo creen así como yo lo digo, y y veo que usan de misericordia con quien maliciosamente los desirve. Yo creo y tengo por muy cierto que muy mejor y mas piedad harán conmigo, que caí en ello con inocencia y forzosamente, como sabrán después por entero, y el cual soy su fechura, y mirarán á mis servicios y cognoscerán de cada dia que son muy aventajados. Todo pornan en una balanza, así como nos cuenta la Santa Escriptura que será el bien con el mal en el dia del juicio. Si todavía man- dan que otro me juzgue, lo cual no espero, y que sea por pesquisa de las Indias, humilmente les suplico que envíen allá dos personas de conscíencia y honrados, á costa, los cuales fallarán de ligero agora que se ha-

(1) Véase la Hist del Almiranie por Hern. Colon, capí- tulo 84.

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lia el oro cinco marcos en cuatro horas; con esto é sin ello, es muy necesario que lo provean. El comenda- dor, en llegando á Santo Domingo, se aposentó en mi casa; así como la falló, así dio todo por suyo (1): vaya en buena hora; quizá lo habia menester: cosario nunca tal usó con mercader. De mis escripturas tengo yo mayor queja que así me las haya tomado que jamás se le pudo sacar una, y aquellas que mas rae habían de aprovechar en mi disculpa esas tenia más ocultas. Ved qué justo y honesto pesquisidor. Cosa de cuantas él haya hecho me dicen que haya seido con término de justicia, saivo absolutamente. Dios Nuestro Señor está con sus fuerzas y saber, como solía, y castiga en todo cabo, en especial la ingratitud de injurias.

Hállase una copia hecha por D. J. B. Muñoz en un tomo de su colección de m. ss. de Indias, que existe en la Real Academia de la Historia^ rotulado por fuera Viages del Almír. Crist. Colon, y se ha corregi- do el texto por el que se incluyó en el Códice Colom- bo Americano, impreso en Genova en 1823, y se dice copiado en el Monasterio de Santa Maria de las Cue- vas, en Sevilla.

(1) Asi dice también D. Hern. Colon en el cap. 85 de la historia del Almirante.

VÍAJB8 DB COLÓN 20

CUARTO Y ULTIMO VIAGE DE CRISTÓBAL COLON

H L Rey é la Reina.=D. Cristóbal Colon, nuestro ''-^ Almirante de las islas é tierra firme que son en el mar Océano á la parte de las indias: vimos vuestra letra de 26 de Hebrero y las que con ella enviastes y los memoriales que nos distes, y á lo que decís para este viage á que vais, querríades pasar por la Españo- la; ya os dejimos que porque no es razón que para este viage á que ag-ora vais se pierda tiempo alguno, en todo caso vais por este otro camino; que á la vuelta, placiendo á Dios, si os pareciere que será necesario, podréis volver por alíi de pasada para deteneros poco, porque, como vedes, converná que vuelto vos de viage á que agora veáis seamos luego informados de vos en persona de todo lo que en él hobiéredes fallado é fecho, para que con vuestro parescer é consejo provea- mos sobre ello lo que mas cumpla á nuestro servicio; y las cosas necesarias del rescate, de acá se proveen. Aqui vos enviamos la instrucción de lo que pla- ciendo á nuestro Señor habéis de facer en este viage; y á lo que decís de Portugal, Nos escrebimos sobrello al Rey de Portugal, nuestro hijo, lo que conviene, y vos enviamos aquí la carta nuestra que decís para su capitán, en que le hacemos saber vuestra ida hacia el Poniente y que habemos sabido su ida hacia el Le- vanta; y si en camino os topáredes, os tratéis los unos á los otros como amigos y como es razón de se tratar capitanes é gentes de Reys entre quien hay tanto

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debdo, amor é amistad, deciéndole que lo mismo ha- bemos mandado á vos, y procuraremos quel Rey de Portugal, nuestro hijo, escriba otra tal carta ai dicho su capitán.

A lo que nos suplicáis que hayamos por bien que levéis con vos este viage a D. Fernando vuestro hijo, y que la ración que se le da quede á D. Diego vuestro hijo, á Nos place dello.

A lo que decís que querriades llevar uno ó dos que ^ sepan arábigo, parescenos bien, con tal que por ello no os detengáis.

A lo que decís que parte de la ganancia se dará á la gente que va con vos en esos navios, decimos que vayan de la manera que han ido los otros.

Las 10000 piezas de moneda que decís, se acordó que no se fíciesen por este viage fasta que mas se vea.

De la pólvora y artillería que demandáis, vos ave- rnos mandado ya proveer como veréis.

Lo que decís que no podísteis hablar ai Doctor Án- gulo é al Licenciado Zapata á causa de la partida, es- crevidnoslo larga é particularmente.

Cuanto á lo otro contenido en vuestros memoriales é letras, tocante á vos y á vuestros hijos é hermanos, porque, como vedes, á causa que Nos estamos en ca- mino y vos de partida, no se puede entender en ello fasta que nos paremos de asiento en alguna parte, y si esto hobiésedes de esperar se perdería el viage que agora vais; por eso es mejor que, pues de todo lo ne- cesario para vuestro viage estáis despachado, vos par- tais luego sin detenimiento alguno, y quede á vuestro hijo el cargo de solicitar lo contenido en los dichos memoriales; y tened por cierto que de vuestra prisión nos pesó mucho, é bien lo vistes vos é lo conocieron todos claramente, pues que luego que lo supimos lo mandamos remediar, y sabéis el favor con que os ha- bemos mandado tratar siempre, y agora estamos mu- cho mas en vos honrar é tratar muy bien, y las merce-

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des que vos tenemos fechas vos serán guardadas ente- ramente, segfund forma é tenor de nuestros previllejos que dellas tenéis, sin ir en cosa contra ellas, y vos y vuestros hijos gozareis dellas como es razón; y si ne- cesario fuere confirmarlas de nuevo, las confirmare- mos, V á vuestro hijo mandaremos poner en la pose- sión de todo ello; y en mas que esto tenemos voluntad de vos honrar y facer mercedes, y de vuestros hijos y hermanos. Nos tememos el cuidado que es razón, y todo esto se podrá facer yendo vos eo buena hora é quedando el carg-o á vuestro hijo, como está dicho; y así, vos rogamos que en vuestra partida no haya dila- ción. De Valencia de la Torre á catorce días de Mar- zo de quinientos é dos años.=YO EL REY.=YO LA RElNA.=Por mandado del Rey é de la Reina.=Ml- GUEL Pérez de Almazan.

Instrucción para el Almirante.

Rey é la Reina: D. Cristóbal Colon» nuestro Al- mirante de las islas é tierra firme que son en el mar Océano á la parte de las indias: lo que. Dios querien- do, habéis de facer en el viage á que vais por nuestro mandado, es lo siguiente:

Primeramente habéis de trabajar de facer vela con los navios que lleváis lo mas brevemente que podáis, pues todo lo que para vuestro despacho se había de proveer está fecho y pagada la gente que con vos va, porquel tiempo de agora es muy bueno para navegar, y según es largo el viage, que Dios queriendo habéis de ir todo el tiempo de aquí adelante, es bien menes- ter antes que vuelva la fortuna del invierno.

Habéis de ir vuestro viage derecho, si el tiempo no os feciere contrario, á descubrir las islas é tierra firme

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que son en las Indias en la parte que cabe á Nos, y si á Dios piugfuiere que descubráis ó falléis las dichas islas habéis de surgir con los navios que leváis y en- trar en las dichas islas é tierra firme lo mas á seguridad vuestra y de la gente que leváis que ser pueda, y ha- béis de tomar posesión por Nos é en nuestro nombre de las dichas islas é tierra firme que así descubriére- des, y habéis de informaros del grandor de las dichas islas, é facer memoria de todas las dichas islas y de la gente que en ellas hay y de la calidad que son, para que de todo nos traigáis entera relación.

Habéis de ver en estas islas y tierra firme que des- cubriéredes qué oro é plata é perlas é piedras é es- pecería é otras cosas hobiere, é en qué cantidad ó cómo es el nascimiento de ellas, é facer de todo ello relación por ante nuestro escribano é oficial que Nos mandamos ir con vos para ello, para que sepamos de todas las cosas quen las dichas islas é tierra firme ho- biere.

Habéis de mandar de nuestra parte que ninguna persona sea osado de rescatar con ninguna mercadu- ría ni otra cosa ningún oro, nin plata, nin perlas, nin piedras, nin especería, nin otras cosas, de ninguna ca- lidad que sean, ecepto que sean aquellas que vos se- ñaláredes é nombráredes con acuerdo é en presencia del dicho nuestro escribano é oficial, el cual ha de to- mar por escrito los nombres de las tales personas que á ello fueren, é obligación dellos que bien é fielmente manifestarán lo que trujeren en presencia vuestra y del dicho escribano é oficial, sin encobrir cosa alguna; con que sean certificados que por cualquier cosa que en- cubrieren caerán en pena de perdimiento de sus bie- nes, é las personas á la nuestra merced.

Todo lo que se trujere é hobiere de las dichas islas é tierra firme, así de oro como de plata é perlas é pie- dras é especería é otras cosas, se ha de entregar á Fran- cisco de Porras en presencia vuestra é del nuestro es-

VIAJES DE COLÓN Sil

cribano é oficial que enviamos, el cual ha de facer libro de todo ello, é en él habéis vos de firmar é el dicho nuestro escribano é oficial é la persona que así lo res- cibiere, para que por el dicho libro é relación se haga cargo dello al dicho Francisco de Porras é Nos sepa- mos cuanto es.

De la gente qae leváis habéis de dejar en aquellas islas que descubriéredes la que á vos paresciere, y ha- béis de mirar que queden lo mejor mantenidos de proveimientos que ser pueda, é á seguridad de sus per- sonas.

Todos los capitanes é maestres é marineros é pilo- tos é gentes de armas que fueren en los dichos navios que leváis han de facer é obedescer vuestros manda- mientos como si Nos ge lo mandásemos; á los cuales habéis de tratar como á personas que nos van á servir en semejante jornada, é habéis de tener desde el dia que partiéredes fasta que volváis la justicia cevil é cre- minal sobrellos, á los cuales mandamos que vos obe- dezcan según dicho es.

Otrosí: al tiempo que, Dios queriendo, vos hobié- redes de volver, ha de venir con vos el dicho nuestro escribano é oficial, é habéis de procurar de traernos la mas complida é larga é entera relación de todo lo que descubriéredes, é de las nasciones de la gente de las dichas islas é tierra firme que falláredes, y no habéis de traer esclavos; pero si buenamente quisiere venir alguno por lengua, con propósito de volver, traedle.

Asimismo, porque no se puede encubrir ninguna cosa entre la gente que trujiéredes en los navios, de lo que no se hobiere manifestado ni entregado, antes que embarquéis para acá habéis de catar todo lo que cada uno metiere en los dichos navios, é ha de facer el dicho nuestro escribano é oficial inventario dello, firmado de vuestro nombre é del suyo, porque al tiem- po que desembarcáredes, Dios queriendo, se vea por la misma orden si traen otra cosa alguna de mas de lo

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que hobiere manifestado, porque si lo trujieren lo ha- brán perdido y será para Nos, é mas, caerán en la pena sobre dicha.

Lo cual todo que dicho es vos mandamos que así fagades é cumplades según é por la forma é manera que aquí se contiene, sin exceder en cosa alguna dello, é otras cosas hobiere demás de las sobredichas que se deban proveer para lo que á nuestro servicio cum- ple e al buen recabdo de nuestra hacienda, proveedlo como mas cumpla á nuestro servicio, ca para ello vos damos por esta nuestra instrucción poder cumplido; é mandamos á los dichos capitanes, maestres é marine- ros é pilotos é hombres de armas que fagan todo lo que conforme á esta nuestra instrucción les mandare- des de nuestra parte, so las penas que vos le pusiére- des ó les mandáredes poner de nuestra parte, las cua- les vos damos poder para las ejecutar en ellos é en sus bienes. Fecha en Valencia de la Torre á catorce días del mes de Marzo de mil é quinientos é dos años. =YO EL REY.=YO LA REINA.=Por mandado del Rey é de la Reina.=MiGUEL Pérez de Almazan.

Una carta de sus Altezas para el capitán del armada del Rey de Portugal.

Nos el Rey é la Reina de Castilla, de León, de Ara- gón, de Secilia, de Granada &c., enviamos á saludar á vos (1) , capitán del Se-

renísimo Rey de Portugal, nuestro hijo: facemos vos saber que Nos enviamos al Almirante D. Cristóbal Colon, levador desta, con ciertos navios donde suelen ir, e su ida es fácia el Poniente; y porque habemos sa- bido quel dicho Rey de Portugal, nuestro hijo, os en- vía con ciertos navios á la parte de Levante, é podría

(1) Igual vacío en el original.

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ser que vos topásedes en camino, haberos mandado que al dicho Almirante Don Cristóbal Colon, que si os topáredes, vos tratedes los unos á los otros como ami- gos é como capitanes é gentes de Reys entre quien hay tanto debdo, amor é amistad; por ende. Nos vos rogamos que así lo fagáis vos de vuestra parte. De Va- lencia de la Torre á catorce de Marzo de mil quinien- tos dos años.=YO EL REY.=YO LA REINA.=Al- MAZAN, Secretario.

Después se le envió otra tal como esta carta de arriba.

Relación del viage é de la tierra agora nuevamente descubierta por el Almirante D. Cristóbal Colon,

Fizóse á la vela de la bahía de Cádiz, con los cuatro navios que llevó, miércoles á once días de Mayo año de mil é quinientos é dos años. Llevó la via de las Islas de Canaria (1) de la Isla del Fierro. Mandó tomar la derrota para las Indias al Oueste cuarta ai Sudues te; despidióse de vista destas islas jueves á veinte é seis dias deste dicho mes.

Miércoles de mañana, quince dias de Junio, tomó tierra de una isla que se dice Matinino (2), que son aquellas las primeras islas de las Indias; están 300 le- guas antes de lalsla Españolay en su camino; aquí pidió el Almirante parescerá los hombres de la mar, dándoles cuenta por do quería y podía seguir su viage: él siguió la via de la Isla Española; en ella se detuvo algunos dias, sin suigír ni entrar en el puerto de Santo Domin- go mas de cuanto mandó ir un suyo á tierra de la isla; á qué fue no se sabe; la salida fue abajo del puerto do estaba el Gobernador.

(1) Llegó a la Gran Canaria el 20 de Mayo. Hern. Co- lon, cap. 88.

('2) Isla de Santa Lucia.

314 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Desta isla se despidió jueves á catorce días de Julio, la via del Oueste. Sábado sigfuiente llegó á vista de la Isla Jamaica (1), do antes habia de tomar su derrota para de allí ir á descubrir; no paró en ella; fue cuatro dias la via del Oueste cuarta al Sudueste, sin fallar otra tierra; fue otros dos dias al Nornorueste, é otros dos al Norte. Domingo veinte é cuatro dias deste mes vieron tierra; estaban los navios mas decaídos de lo que pensaban por las muchas corrientes. Fue á tomar una isla baja (2), donde tomó su derrota para ir á des- cubrir. Desta isla, que ya antes era descubierta, que está comarcana con la tierra de Cuba, tomó su derrota para ir á descubrir. Partió de aquí miércoles á veinte y siete dias deste dicho mes; atravesó un golfo pequeño en que habrá poco mas de 90 leguas; fue la vía del Sur cuarta al Surueste.

Sábado siguiente vieron tierra. Fue de una isla (3) la primera tierra que descubrió; es pequeña; bojar á 20 le- guas; no tiene cosa de provecho; mostráronles á los indios oro en grano é perlas; maravilláronse de vello, é demandábanlo; es gente de guerra; son flecheros; son hombres de buena estatura.

Desta isla pareció otra tierra muy alta (4) é cercana; fue á ella por el Sur; estará desta isla 10 leguas; de aquí se tomó un indio para levar por lengua á esta tie- rra grande, é este dijo algunos nombres de provincias desta tierra; tomó puerto, al cual nombró el Almirante la Punta de Caxinas (5); de esta punta comenzó á ir descubriendo por esta costa, y por ser los vientos con- trarios anduvo muy poco; nunca de la costa desta tie- rra se apartó día, é todas las noches venía á surgir

(1) A los Cayos de Morante.

(2) Cago largo.

(3) Isla Guanaja.

(4) La costa de Trujillo.

(5) Punta Castilla y puerto de Trujillo.

VIAJES DE COLÓN 315

junto con tierra; la costa es bien temerosa, ó lo fizo parescer ser aquel año muy tempestuoso, de muchas agfuas é tormenta del cielo; iba contino viendo la tie- rra, como quien parte de cabo de San Vicente hasta el cabo de Finisterre, viendo contino la costa; 15 le- guas adelante desta punta hizo tomar la posesión en un rio que salia grande de la tierra alta, é dícese el Rio de la Posesión (1).

Pasando de aquí adelante fue toda la tierra muy baja, de gente muy salvage, y de muy poco provecho; hizo la tierra ya casi al fin de la tierra baja un cabo que fasta aquí fue lo peor de navegar, é púsele nom- bre de Cabo de Gracias á Dios (2).

Pasó adelante; llegó una provincia que se nombra Cariay, tierra de muy gran altura (3): hállase gente de muy buenas disposiciones, muy agudos, deseosos de ver; extrañaban mucho cualquier cosa que les mostra- ban; aquí paresció entre algunos de los principales algún guani (4); tenían algodón tejido; todos andan desnudos por toda la costa, salvo que traen mugeres é hombres cubiertas sus partes secretas con unas telas que sacan debajo de las cortezas de los árboles; traen ios cuerpos é las caras todos pintados como los ber- beriscos; aquí viemos (5) puercos y gatos grandes monteses, é los trajeron á los navios; aquí se tomaron indios para lenguas, é quedaron algo escandaliza- dos (6).

De aquí pasó adelante, é como iba requiriendo

(1) Río Tinto.

(2) Llegó a este cabo el día 14 de Septiembre.

(3) Costa de Mosquitos, donde surgió el 25 de Setiem- bre.

(4) Guani o guanin llamaban al oro bajo.

(5) En los puertos de Blewfield y San Juan de Nicara- gua.

(6) Véase como refiere este suceso D. Hernando Colon, que también estuvo presente, en el cap. 91 de su historia.

316 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

puertos é bahías, pensando hallar el estrecho, llegó á una muy gran bahía (1); el nombre de esta tierra se dice Cerabaro (2); aquí se falló la primera muestra de oro fino, que traía un indio una como patena en los pe- chos, é se resgató; aquí se tomaron indios para infor- marse donde habia aquel oro é donde se traía; de aquí comenzó á ir resgatando por toda la costa.

Por información de los indios fue á otra gran bahía, que se dice Aburema (3); era por alh' la tierra muy alta é fragosa; las poblaciones, puestas en las monta- ñas; hóbose aquí un indio el cual dijo que adelante por la costa, andadura de medio día, habia de aquello que pedíamos; es la gente por toda esta costa tan sal- vage y tan sobre cada Señorío, que de 20 en 20 le- guas no se entienden unos á otros.

Pasó desta bahía y fue á un rio que se nombra Guyga (4), do salieron ála ribera muchos indios arma- dos con sus lanzas é flechas, é algunos dellos con es- pejos de oro puestos en los pechos; es esta gente de manera que después de habido nuestro resgate luego lo aborrecían que parescia bien tener en mas sus joyas que las nuestras; es esta tierra, á la costa de la mar, fra- gosa, de arboledas muy espesas; ninguna población está á la costa, salvo 2 ó 3 leguas la tierra adentro, é no pueden ir dende la mar á las poblaciones por tie- rra, sino por los ríos, en sus canoas.

De aquí pasó adelante á otra provincia que se dice Cobraba (5), y por estonces, á causa de no haber puerto, no se cató mas de tomar un indio para lengua; pasó á la ida por toda esta costa de Veragua sin saber el secreto, salvo seguir adelante á descubrir mas tie-

(1) Bahía del Almirante y boca del Toro.

(2) Don Hernando Colón la llama Zerahora.

(3) Laguna de Chiriqui.

(4) Río de Veragua. D. Hernando Colon le llama Guaig.

(5) Don Hernando Colon la llama Cobrara.

VIAJES DE COLÓN 317

rra, y después que de aquí pasó iba paresciendo me- nos oro.

Fue lo postrero que descubrió una tierra do falló un puerto muy pequeño, que puso nombre el Puerto del Retrete (1), y aqui no traían los indios sino unos sar cilios de oro bajo; ya por aquí parescian muchas mues- tras de la costumbre é uso de ios indios de la tierra de Lis perlas, y en algunas cartas de navegar de algu nos de los marineros juntaba esta tierra con la que habia descubierto Hojeda y Bastidas, que es la costa de las perlas; será, en suma, la tierra que agora descu- brió 350 leguas.

De aquí deste puerto dio la vuelta á la tierra que atrás quedaba, por información del indio que traia por lengua que adelante no habia mas oro, sino que las minas quedaban en la tierra de Veragua; llegó al rio de Veragua; no hobo entrada para ios navios; hallóse cerca otro rio que se dice Y. n. ebra (2); aqui fizo meter los navios á mucho peligro; martes diez días de Enero de quinientos tres años entraron los navios en este rio; es en la misma tierra de Veragua.

Luego se informó el Almirante, del Cacique, á do estaban las minas; de muy buena voluntad lo dijo, é así lo fizo que envió dos fijos suyos con los cristianos á que nos enseñasen las minas; mostraba mucha volun- tad á los cristianos; dende en veinte y seis días que los navios estaban dentro en este rio (3) se descubrieron las minas; están del puerto do nombran Santa María

(1) Puerto Escribanos, donde entró el sábado 26 de No- viembre.

(2) Don Hernando Colon dice que los indios le llama- ban Kiebra. El Almirante le llamó de Belén porque fondeó cerca del jueves de la Epifanía, y el lunes 9 de Enero de 1503 entró en aquel río con dos de sus navios; los otros dos entraron al día siguiente.

(3) El río de Belén.

318 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

de Belén, hasta ellas, 8 leguas; es tierra trabajosa así de montaña como de muchos ríos, que rio hay que se pasa 39 veces; hallamos muchas minas afondadas de dos mismos indios fondura de medio estado; son muy diestros en el sacar del oro; fuemos 75 hombres á ellas, é en obra de un dia sacamos 2 ó 3 castellanos sin aparejo ninguno, sino de las mismas minas que los indios tenian fechas; es el oro muy menudo; no volvi- mos mas á ellas; lo que mas se anduvo por la tierra dentro fueron 10 leguas; no se supo mas secreto de decir que dentro la tierra habia mayores poblaciones, y por ser gente de poca verdad no quiso el Almirante que fuese gente á vella; y como luego mandó prender al Cacique, do se le fizo mucho daño, que le quemaron su población, que era la mejor que habia en la costa é de mejores casas, de muy buena madera, todas cubier- tas de fojas de palmas, é prendieron á sus fijos, é aquí traen algunos dellos, de que quedó toda aquella tierra escandalizada (1); desto no dar cuenta sino que lo mandó facer é aun apregonar escala franca.

De aquí se partió porque los Indio», después de preso su Cacique, dieron en el real de los cristianos, do mataron y firieron muchos; quedó dentro deste rio uno de los navios, que no podía salir porque pedia mu- cha agua; otro quedó en otro puerto de la costa (2), que habia recibido mas daño de la bruma é era mas viejo; en los otros dos navios se vino con la gente la vuelta de la Española, que decía que no habia fasta ella 150 leguas (3); fue á parar á tierra de Cuba mas

(1) Sobre la causa de la prisión del Cacique y de sus hi- jos, y sobre los sucesos que ocasionó, véanse los capí- tulos 97, 98 y 99 de la historia de D. Hern. Colon.

(2) En Portobelo dejó el Almirante la nave Vizcaína por estar inutilizada.

(3) La verdadera distancia es de 225 leguas.

VIAJES DE COLÓN 319

de 100 leguas (1) abajo de la Española; los marineros no traían ya carta de navegar, que se las había el Al- mirante tomado á todos; se decían que el yerro que se hizo al principio había causado gran desconcierto en el descubrir. Vínose por esta costa de Cuba fasta Cabo de Cruz, 50 leguas de la Española, que pudiera ir muy bien á ella y fuera el viage mas breve y no hobiera el daño que hobo por irse á la Isla Jamaica, do estuvimos catorce meses (2) ganando la gente y los navios sin facer ningún servicio; la causa desta ida á Jamaica no hay quien lo sepa mas de querello facer (3). Llegó á surgir á San Lúcar jueves siete de Noviembre de qui- nientos cuatro años.

Relación de las derrotas de ¿a costa de la tierra que deja descubierta (4).

De la punta de Caxinas, que es la primera tierra en que dio, do comenzó á descubrir, fasta el cabo de Gracias á Dios, hay 80 leguas: có- rrese Leste Oueste 80 70

Del cabo fasta el río del Desastre hay 70 le guas: córrese Nordeste Su-Sudueste (N-S.) ... 70 62

Deste rio á cabo de Roas hay 12 leguas: có- rrese Norte Sur 21 10

(i) Eran 150 leguas, y el parage adonde arribó fué a las islas situadas al Sur de Cuba, que llamó en otro viaje el fardin de la Reina.

(2) Deben ser doce meses y cinco días, pues llegaron a Puerto Bueno el 23 de Junio de 1503 y salieron para la Es- pañola el 28 de Junio de 1504.

(3) Esta relación fué dada por Diego de Porras; y es bien sabido que éste y su hermano Francisco fueron los ca- bezas de la rebelión contra el Almirante en Jamaica.

(4) Hemos añadido la segunda columna, con la distan- cia que señalan nuestras cartas entre los puntos que se citan, y rectificamos entre paréntesis su arrumbamiento o dirección.

320 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Deste cabo fasta Cariay hay 55 leguas: có- rrese Norueste Sueste (NNO-SSE) 55 12

De Cariay fasta Aburema hay 42 leguas: có- rrese Norueste Sueste (NNO-SSE) 42 45

De Aburema á la Isla del Escudo hay 15 le- guas: córrese Norueste Sueste (ENE-OSO) . 15

Del Escudo fasta punta de Prados (1), 28 le- guas: córrese Leste Oueste (ENE-OSO). .... 28

De punta de Prados fasta puerto de Basti- mento hay 35 leguas: córrese Lesnordeste Oueste-Sudueste 35 5

De puerto de Bastimento fasta el puerto del Retrete, que fue la postrera escala que fizo de descubrir, hay 15 leguas: córrese Leste cuarta Sueste 15 11

Relación del oro que se hobo por resgate en toda esta costa desta tierra descubierta.

Son las piezas de oro resgatadas, entre grandes y pequeñas, 220, é pesaron todas nueve marcos é tres ochavas é siete tomines é un grano.

Es e! guani que se hobo por resgate 12 piezas, entre pequeñas é grandes: las 10 pesaron un marco y seis onzas é tres ochavas é seis tomines; las dos piezas que no se pesaron son un canutillo é un espejuelo.

Relación del oro que trajo el Adelantado de Ver- agua cuando trajo preso al Cacique é ciertas piezas de guani.

Fueron cinco espejos grandes de oro é otras piezas menudas, que pesaron tres marcos é tres onzas de oro, sin dos coronas que el Adelantado tomó por joya de

(1) Portobeh.

VIAJES DE COLÓN 321

ca: uan, é otro espejo que se dio al Almirante, que no se pesó.

De gfuani fueron 23 piezas, que pesaron tres mar- cos. —DiEGO DE Porras.

Todo el resgate que de Castilla se levó, así de pie- zas de paños é de lienzos palomeras de Flandes, é sobre mesas é resg^ate de mercería, de que en aquella tierra muy poco se gastó, todo lo entregué al Almiran- te, é lo dio á un suyo; de todo tengo la relación para cuando me fuere" demandada, é de otras cosas así de tiros é de jarcia é herramientas que se perdieron, á cuya culpa de todo daré entera relacion.=DlEGO DE Porras.

Quien este resgate recibió é lo gastó se dice Pedro Gentil, vecino de Palos, criado del Almirante.

Relación de la gente é navios que llevó á descubrir el Almirante Don Cristóbal Colon.

CARABELA CAPITANA

Diego Tristan, capitán: falleció jueves seis de Abril de 1502.

Ambrosio Sánchez, maestre.

Juan Sánchez, piloto mayor de la Armada: falleció á 17 de Mayo de 1504.

Antón Donato, contramaestre.

Ma

rineros.

Martin Dati.

Bartolomé García: falleció domingo 28 de Mayo de 503 años.

Pero Rodríguez: falleció jueves 6 de Abril de 503 años.

Juan Rodríguez.

VIAJES UK COLÓN 21

322 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Alonso de Almagro.

Pedro de Toledo,

Pedro de Maya: falleció jueves 6 de Abril de 503 años.

Juan Gómez.

Dieg^o Roldan.

Juan Galleg-o.

Juan de Valencia: falleció sábado 13 de Enero de 504.

Gonzalo Rodríguez: falleció martes* 4 de Abril de 503.

Tristan Pérez Chinchorrero.

Rodrigo Vergayo.

Escuderos.

Pedro Fernandez Coronel. Francisco Ruiz. Alonso de Zamora. / Guillermo Ginovés. Maestre Bernal, Físico.

Grumeies,

Diego Portogalete: falleció miércoles á 4 de Enero de 503.

Martín Juan,

Donís de Gaive.

Juan de Zumados.

Francisco de Estrada.

Antón Chavarin.

Alonso, criado de Mateo Sánchez: falleció jueves 6 de Abril de 503.

Grigorío Sollo: falleció miércoles 27 de Junio de 504.

Diego el Negro.

Pero Sánchez.

VIAJES DE COLÓN 323

Francisco Sánchez.

Francisco de Morón.

Juan de Murcia. I Grigorio Ginovés.

Ferrando Dávila.

Alonso de León.

Juan de Miranda: falleció martes 11 de Abril de 503.

García de Morales: quedó por doliente en Cádiz; era criado del Almirante.

Juan Garrido: falleció á 27 de Febrero de 504.

Baltasar Daragon.

Oficiales de nao,

Martin de Arriera, tonelero.

Doming-o Viscaino, calafate: falleció jueves 6 de Abril de 503.

Diego Francés, carpintero.

Juan Barba, lombardero: falleció á 20 de Mayo de 504.

Mateo Bombardero: falleció jueves 6 de Abril de 503.

Juan de Cueliar, trompeta.

Gonzalo de Salazar, trompeta.

CARABELA «SANTIAGO», DE PALOS

Francisco de Porras, capitán.

Diego de Porras, escribano é oficial de la Armada.

Francisco Bermudez, maestre.

Pero Gómez, contramaestre.

Marineros.

Rodrigo Xímon.

Francisco Domingo: falleció sábado 4 de Febrero de 503.

324 M. FERNÁNDEZ DE NAV ARRETE

luán de Quijo.

Juan Rodrig-uez: falleció á 6 de Abril de 503.

Juan de la Feria.

Juan Camacho.

Juan Grand.

Juan Reynaltes: falleció jueves 6 de Abril de 503.

Diego Gómez.

Diego Martin. Alonso Martin.

Escuderos,

Francisco de Farias. Diego Méndez. Pedro Gentil. Andrea Ginovés. Juan Jácome. Batista Ginovés.

Grumetes.

Gonzalo Ramirez.

Juan Bandrojin: falleció á 23 de Octubre de 503.

Diego Ximon.

Aparicio.

Donis : falleció jueves 1.° de Junio de 503.

Alonso Escarraman, Francisco Márquez y Juan de Moguer llevan sueldo de dos grumetes; el Alonso fa- lleció martes 23 de Enero de 504.

Alonso de Cea.

Pedro de Villatoro.

Ramiro Ramirez.

Francisco Dávila.

Diego de Mendoza. [Diego Cataño.

Oficiales de nao, \ Bartolomé de Milán, lombardero.

VIAJES DE COLÓN 325

Juan de Noya, tonelero.

Domingo Darana, calafate: falleció jueves 6 de Abril de 503. v Machin, carpintero,

NAVIO «GALLEGO»

Pedro de Terreros, capitán: falleció miércoles 29 de Mayo de 504.

Juan Quintero, maestre.

Alonso Ramón, contramaestre: falleció jueves á 6 de Abril de 503.

Marineros.

Rui Ferrandes.

Luis Ferrandes.

Gonzalo Garcia.

Pedro Mateos.

Julián Martin: falleció jueves 6 de Abril de 503.

Diego Cabezudo.

Diego Barranco.

Diego Delgado.

Rodrigalvares.

Gonzalo Camacho.

Escuderos.

Grumetes.

Pedro de Flandes.

Bartolomé Ramirez: falleció jueves 6 de Abril de 503.

Antón Quintero. Bartolomé Dalza.

326 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

Gonzalo Flamenco. Pedro Barranco.

luán Galdil: falleció 9 de Setiembre de 504. Alonso Peñac. Esteban Mateos, page. Diego de Santander. Garcia Polanco. Juan Garcia.

Francisco de Medina; huyó en ía Española, no se supo mas de él.

Juan de San Martín.

NAVÍO «vizcaíno»

/ Bartolomé de Fresco, Ginovés, capitán.

Juan Pérez, maestre: falleció sábado 7 de Octubre de 503.

Martin de Fuenterabia, contramaestre: falleció á 17 de Setiembre de 502.

Marineros.

Pedro de Ledesma.

Juan Ferro.

Juan Moreno.

San Juan.

Gonzalo Diaz.

Gonzalo Gallego; huyó en la Isla Española, y dije- ron que habia fallecido.

Alonso de la Calle: falleció martes 23 de Mayo de 503.

Lope de Pego.

Escuderos,

Fray Alejandre, en lugar de Escudero. \ Juan Pasau, Ginovés.

VIAJES DE COLÓN 327

Grumetes,

Migfuel de Lariaga: falleció sábado 17 de Setiembre de 502.

Andrés de Sevilla.

Luis de Vargas. I Batista Ginovés.

Francisco de Levante.

Francisco de Córdoba; entró en lugar de un escu- dero, criado del Almirante, que se quedó en Sevilla. Se huyó en la Española á la ida, y esta allá.

Pedro de Montesel.

Rodrigo de Escobar.

Domingo de Barbasta ó Narbasta: falleció martes 26 de Marzo de 504.

Pascual de Ausurraga.

Cheneco ó Cheulco, page.

Marco Surjano: falleció miércoles 11 de Setiembre de 504 años.

La carabela Capitana se fletó á razón de 9,000 ma-

vedis cada mes.

La carabela Santiago se fletó á razón de 10,000 ma- ravedís cada mes.

El navio Gallego, á razón de 8,333 maravedís.

Lacarabela Vízcaina,á 7,000 maravedís por cada mes.

Ficiéronse á la vela del río de Sevilla miércoles á 3 dias del mes de Abril de 502 años.

Comenzó á ganar la carabela Capitana dende 3 de Abril de 502 años. Zabordóse en Jamaica por manda- do del Almirante sábado á 12 de Agosto de 503 años.

Comenzó á ganar sueldo la carabela que se decia Santiago dende 3 dias de Abril de 502 años. Zabor- dóse en Jamaica domingo á 23 de Julio de 503 años.

Comenzó á ganar sueldo el navio Gallego dende miércoles 3 dias de Abril de 502 años; quedó este

328 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

navio en Veragua, que lo dejaba el Almirante con la gente para fortaleza; sirvió fasta sábado 15 de Abril de 503 años, que lo desamparó la gente.

Comenzó á ganar sueldo la carabela Vizcaína dende miércoles 3 de Abril de 502 años. Comprósela el Al- mirante al maestre por precio de 40,000 maravedis, para enviar á la Española; fué la venta miércoles 15 dias de Febrero de 503 años.

Llegó el Almirante á surgir de vuelta de su viage al puerto de San Lúcar jueves á 7 dias de Noviembre de 504 años.=DiEGO de Porras.

Don Tomás González, del Consejo de S. M., canó- nigo de la Santa Iglesia de Plasencia, académico co- rrespondiente de la historia y comisionado regio para el reconocimiento y arreglo del archivo general de Si mancas, certifico que esta copia está conforme con su original, que se conserva en el mencionado archivo, y lo firmo en él á 20 de Enero de 182J. =ToMÁs Gon- zález.

CARTA

QUE ESCRIBIÓ D. CRISTÓBAL COLON, VIREY Y ALMIRANTE DE LAS INDIAS, Á LOS CRISTIANÍSIMOS Y MUY PODEROSOS REY Y REINA DE ESPAÑA, NUESTROS SEÑORES, EN QUE LES NOTIFICA CUANTO LE HA ACONTECIDO EN SU VIAGE, Y LAS TIERRAS, PROVINCIAS, CIUDADES, RÍOS Y OTRAS COSAS MARAVILLOSAS, Y DONDE HAY MINAS DE ORO EN MUCHA CANTIDAD, Y OTRAS COSAS DE GRAN RIQUEZA Y VALOR

^SERENÍSIMOS y muy altos y poderosos Príncipes Rey *^^ é Reina nuestros Señores: Cáliz pasé á Cana- ria en cuatro días, y dende á las Indias en diez y seis dias, donde escribia. Mi intención era dar prisa á mi viage en cuanto yo tenia los navios buenos, la gfente y los bastimentos, y que mi derrota era en la I ,!a d i Ja- maica; y en la Isla Dominica escribí esto; fasta allí truje el tiempo á pedir por la boca. Esa noche que allí entré fue con tormenta, y grande, y me persiguió después siempre. Cuando llegué sobre la Española invié el en- voltorio de cartas, y á pedir por merced un navio por mis dineros, porque otro que yo llevaba era inavega- ble y no sufría velas. Las cartas tomaron, y sabrán, si se las dieron, la respuesta. Para fue mandarme de parte de ahí que yo no pasase ni llegase á la tierra; cayó el corazón á la gente que iba conmigo, por temor de los llevar yo lejos, diciendo que si algún caso de peligro les viniese que no serian remediados allí, antes les seria fecha alguna grande afrenta. También á quien plugo dijo que el Comendador había de proveer las tierras que yo ganase. La tormenta era terrible, y en aquella noche me desmembró los navios: á cada uno

330 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

llevó por su cabo sin esperanzas, salvo de muerte; cada uno de ellos tenia por cierto que los otros eran per- didos. ¿Quién nasció, sin quitar á Job, que no muriera desesperado? que por mi salvación y de mi fijo, her- mano y amigos me fuese en tal tiempo defendida la tierra y los puertos que yo, por la voluntad de Dios, g-ané á España sudando sangre? E torno á los navios que así me habia llevado la tormenta y dejado á solo. Deparómelos nuestro Señor cuando le plugo. El navio Sospechoso habia echado á la mar, por escapar, fasta la isola la Gallega; perdió la barca, y todos gran parte de los bastimentos; en el que yo iba, abalumado á maravilla, nuestro Señor le salvó que no hubo daño de una paja. En el Sospechoso iba mi hermano; y él, después de Dios, fue su remedio. E con esta tormenta, así á gatas me llegué á Jamaica; allí se mudó de mar alta en calmería y grande corriente, y me llevó fasta el Jardín de la Reina sin ver tierra. De allí, cuando pude, navegué á la tierra firme, adonde me salió el viento y corriente terrible al opósito; combatí con ellos sesenta dias, y en fin no le pude ganar mas de 70 leguas. En todo este tiempo no entré en puerto, ni pude, ni me dejó tormenta del cielo, agua y trombones y relámpa- gos de continuo, que parecía el fin del mundo. Llegué al cabo de Gracias á Dios, y de allí me dio nuestro Señor próspero el viento y corriente. Esto fue á 12 de Setiembre. Ochenta y ocho dias habia que no me habia dejado espantable tormenta, á tanto que no vide el sol ni estrellas por mar; que á los navios tenia yo

C abiertos, á las velas rotas, y perdidas anclas y jarcia, cables, con las barcas y muchos bastimentos, la gente ^ muy enferma, y todos contritos, y muchos con prome- l sa de religión, y no ninguno sin otros votos y rome- rías. Muchas veces habían llegado á se confesar los unos á los otros. Otras tormentas se han visto, mas no

r durar tanto ni con tanto espanto. Muchos esmorecie- ron, harto y hartas veces que teníamos por esforzados.

VIAJES DE COLÓN 331

El dolor del fijo que yo tenia allí me arrancaba el áni- ma, y mas por verle de tan nueva edad, de 13 años, en > tanta fatiga, y durar en ello tanto; nuestro Señor le dio tal esfuerzo que él avivaba á ios otros, y en las obras hacia él como si hubiera navegado ochenta años, y él rae consolaba. Yo había adolescido y llegado fartas veces á la muerte. De una camarilla que yo mandé facer sobre cubierta, mandaba la vía. Mi hermano esta- ba en el peor navio y mas peligroso. Gran dolor era el mió, y mayor porque lo truje contra su grado; porque, por mi dicha, poco me han aprovechado veinte años de servicio que yo he servido con tantos trabajos y pe- ligros, que hoy dia no tengo en Castilla una teja; si ^ quiero comer ó dormir no tengo, salvo al mesón ó ta- ^ berna, y las mas de las veces falta para pagar el esco- te. Otra lástima me arrancaba el corazón por las espal- r das, y era de D. Diego mi hijo, que yo dejé en España tan huérfano y desposesionado de mi honra é hacien- da; bien que tenia por cierto que allá, como justos y agradecidos Príncipes, le restituirían con acrescenta- miento en todo. Llegué á tierra de Cariay, adonde me detuve á remediar los navios y bastimentos y dar aliento á la gente, que venia muy enferma. Yo, que, como ciije, había llegado muchas veces á la muerte, allí supe de las minas del oro de la provincia de Ciambat ^ que yo buscaba. Dos indios me llevaron á Carambaru, * adonde la gente anda desnuda y al cuello un espejo de oro; mas no le querían vender ni dar á trueque. Nombráronme muchos lugares en la costa de la mar adonde decían que había oro y minas; el postrero era Veragua^ y lejos de allí obra de 25 leguas; partí con intención de los tentar á todos, y llegado ya el medio supe que había minas á dos jornadas de andadura; acordé de inviarlas á ver víspera de San Simón y Ju- das, que había de ser la partida; en esa noche se le- vantó tanta mar y viento, que fue necesario de correr hacia adonde él quiso; y el indio adalid de las minas,

332 M. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

siempre conmigo. En todos estos lugares adonde yo habla estado fallé verdad todo lo que yo habia oido; esto me certificó que es así de la provincia de Cigua- re, que según ellos es descrita nueve jornadas de an- ; dadura por tierra al Poniente; allí dicen que hay infi- nito oro, y que traen corales en las cabezas, manillas á los pies y á los brazos delIo> y bien gordas, y del si lias, arcas y mesas las guarnecen y enforran. También dijeron que las mugeres de alli traían collares colgados de la cabeza á las espaldas. En esto que yo digo, la gente toda de estos lugares conciertan en ello, y dicen tanto que yo seria contento con el diezmo. También todos conocieron la pimienta. En Ciguare usan tratar en ferias y mercaderías; esta gente así lo cuentan, y me amostraban el modo y forma que tienen en la ba- rata. Otrosí, dicen que las naos traen bombardas, arcos y flechas, espadas y corazas, y andan vestidos, y en la tierra hay caballos, y usan la guerra, y traen ricas ves- tiduras, y tienen buenas cosas. También dicen que la mar boxa á Ciguare, y de allí á 10 jornadas es el rio de Gangues (1). Parece que estas tierras están con Ver- agua como Tortosa con Fuenterabia ó Pisa con Ve- necia. Cuando yo partí de Carambaru y llegué á esos lugares que dije fallé la gente en aquel mismo uso, salvo que los espejos del oro quien los tenia los daba por tres cascabeles de gabilan por el uno, bien que pesasen 10 ó 15 ducados de peso. En todos sus usos son como los de la Española. El oro cogen con otras artes, bien que todos son nada con ios de los cristia- nos. Esto que yo he dicho es lo que oyó. Lo que yo es que el año de 94 navegué en 24° al Poniente en tér- mino de nueve horas, y no pudo haber yerro porque hubo eclipses: el sol estaba en Libra y la luna en Arie- te. También esto que yo supe por palabra habíalo yo

(1) Como Colon creía ser aquel el Continente del Asia juzgaba estar allí el río Ganges, a 10 jornadas de Ciguare

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sabido largo por escrito. Tolomeo creyó de haber bien remedado á Marino, y ahora se falla su escritura bien propincua al cierto. Tolomeo asienta Catigara á 12 líneas lejos de su Occidente, que él asentó sobre el cabo de San Vicente, en Portugal, dos grados y un tercio. Marino en 15 líneas constituyó la tierra é tér- minos. Marino en Etiopia escribe al indo la linea equi- noccial mas de 24°, y ahora que los portugueses le na- vegan le fallan cierto. Tolomeo diz que la tierra mas austral es el plazo primero, y que no abaja mas de 15° y un tercio. E el mundo es poco: el enjuto de ello es seis partes; la séptima solamente cubierta de agua; la experiencia ya está vista, y la escribí por otras letras y con adornamiento de la Sacra Escriptura, con el sitio del Paraíso terrenal, que la santa Iglesia aprueba; digo que el mundo no es tan grande como dice el vulgo, y que un grado de la equinoccial está 56 millas y dos tercios: pero esto se tocará con el dedo. Dejo esto, por cuanto no es mi propósito de fablar en aquella materia, salvo de dar cuenta de mi duro y trabajoso viage, bien que él sea el mas noble y provechoso, Digo que víspera de San Simón y Judas corrí donde el viento me llevaba, sin poder resistirle. En un puer- to excusé diez días de gran fortuna de la mar y del cielo allí acordé de no volver atrás á las minas, y dé- jelas ya por ganadas. Partí, por seguir mi viage, llo- viendo; llegué á puerto de Bastimentos, adonde entré, y no de grado: la tormenta y gran corriente me entró allí catorce dias; y después partí, y no con buen tiem- po. Cuando yo hube andado 15 leguas, forzosamente me reposó atrás el viento y corriente con furia; vol- viendo yo al puerto de donde había salido, fallé en el camino al Retrete, adonde me retruje con harto peligro y enojo, y bien fatigado yo y los navios y la gente; de- túveme allí quince dias, que así lo quiso el cruel tiem- po; y cuando creí de haber acabado me fallé de co- mienzo; allí mudé de sentencia de volver á las minas

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y hacer algo fasta que me viniese tiempo para mi viage y marear; y iiegado con 4 leguas, revino la tormenta, y me fatigó tanto á tanto que ya no sabia de mi parte. Allí se me refrescó del mal la llaga: nueve dias anduve perdido sin esperanza de vida; ojos nunca vieron la mar tan alta, fea y hecha espuma. El viento no era para ir adelante, ni daba lugar para correr hacia algún cabo. Allí me detenia en aquella mar fecha sangre, herbien- do como caldera por gran fuego. El cielo jamás fue visto tan espantoso: un dia con la noche ardió como forno, y así echaba la llama con los rayos, que cada vez miraba yo si me habia llevado los masteies y velas; venían con tanta furia espantables, que todos creíamos que me habían de fundir los navios. En todo este tiem- \ po jamás cesó agua del cíelo, y no para decir que 11o- I vía, salvo que resegundaba otro diluvio. La gente es- I taba ya tan molida que deseaban la muerte para salir ' de tantos martirios. Los navios ya habían perdido dos veces las barcas, anclas, cuerdas, y estaban abiertos, •sin velas. Cuando plugo á nuestro Señor volví á Puerto Gordot adonde reparé lo mejor que pude. Voí vi otra vez hacia Veragua para mi viage, aunque yo no estuviera para ello. Todavía era el viento y corrientes contrarios. Llegué casi adonde antes, y allí me salió otra vez el viento y corrientes al encuentro, y volví otra vez al puerto: que no osé esperar la oposición de Saturno con mares tan desbaratados en costa brava, porque las mas de las veces trae tempestad ó fuerte tiempo. Esto fue día de Navidad en horas de misa. Volví otra vez adonde yo habia salido, con harta fati- ga, y pasado año nuevo torné á la porfía: que aunque me hiciera buen tiempo para mi viage, ya tenia los na víos inavegables y la gente muerta y enferma. Dia de la Epifanía llegué á VeraguUf ya sin aliento; allí me deparó nuestro Señor un río y seguro puerto, bien que á la entrada no tenia salvo 10 palmos de fondo; metí- me en él con pena, y el dia siguiente recordó la fortu-

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na: si me faUa fuera, no pudiera entrar á causa del banco. Llovió sin cesar fasta 14 de Febrero, que nunca hubo lug-ar de entrar en la tierra ni de me remediar en nada; y estando ya seguro, á 24 de Enero, de improviso vino el rio muy alto y fuerte; quebróme las amarras y proeses (1), y hubo de llevar los navios, y cierto los vi en mayor peligro que nunca. Remedió nuestro Señor, como siempre hizo. No si hubo otro con mas mar- tirios. A 6 de Febrero, lloviendo, invié 70 hombres la tierra adentro; y á las 5 leguas fallaron muchas n^inas; ios indios que iban con ellos los llevaron á un cerro muy alto, y de allí les mostraron hacia toda parte cuan- to los ojos alcanzaban, diciendo que en toda parte habia oro, y que hacia el Poniente llegaban las minas 20 jornadas, y nombraban las villas y lugares y adonde habia de ello mas ó menos. Después supe yo que el Quibian que habia dado estos indios les habia man- dado que fuesen á mostrar las minas lejos y de otro su contrario; y que adentro de su pueblo cogian, cuando él queria, un hombre en diez dias una mozada de oro; los indios sus criados, y testigos de esto, traigo conmi- go. Adonde él tiene el pueblo llegan las barcas. Vol- vió mi hermano con esa gente, y todos con oro que habían cogido en cuatro horas que fue allá á la estada. La calidad es grande, porque ninguno de estos jamás habia visto minas, y los mas, oro. Los mas eran gente de la mar, y casi todos grumetes. Yo tenia mucho apa- rejo para edificar y muchos bastimentos. Asenté pue- blo y di muchas dádivas al Quibian, que así llaman al Señor de la tierra; y bien sabia que no habia de durar la concordia: ellos muy rústicos y nuestra gente muy importunos, y me aposesionaba en su término; después que él vido las cosas fechas y el tráfago tan vivo, acor-

(1) Debe decir proises o proizes. Proiz es la piedra u otra cosa firme en tierra donde se amarran las embarcacio- nes. Hoy se llama noray.

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de las quemar y matarnos á todos; muy al revés salió su propósito: quedó preso el, mug-eres y fijos y criados; bien que su prisión duró poco: el Quibían se fuyó á un hombre honrado á quien se habia entregado con guarda de hombres, é los hijos se fueron á un maestre de navio, a quien se dieron en él á' buen re- caudo.— En Enero se habia cerrado la boca del rio. En Abril los navios estaban todos comidos de broma, y no los podia sostener sobre agua. En este tiempo hizo el rio una canal, por donde saqué tres dellos vacios con gran pena. Las barcas volvieron adentro por la sal y agua. La mar se puso alta y fea, y no les dejó salir fuera; los indios fueron muchos y juntos y las comba- tieron, y en fin los mataron. Mi hermano y la otra gente toda estaban en un navio que quedó adentro; yo, muy solo, de fuera, en tan brava costa, con fuerte fiebre, en tanta fatiga; la esperanza de escapar era muerta; subí así trabajando lo mas alto, llamando á voz teme- rosa, llorando, y muy aprisa, los maestros de la guerra de vuestras Altezas, á todos cuatro los vientos, por so- corro; mas nunca me respondieron. Cansado, me dor- mecí gimiendo; una voz muy piadosa diciendo:/0 estulto y tardo á creer y á servir á tu Dios, Dios de todos! ¿Qué hizo él mas por Moysés ó por David su siervo? Desque nasciste, siempre él tuvo de ti muy grande cargo. Cuando te vido en edad de que él fue contento, maravillosamente hizo sonar tu nombre en la tierra. Las Indias, que son parte del mundo, tan ricas, te las dio por tuyas; las repartiste adonde te plugo, y te dio poder para ello. De los atamientos de la mar océana, que estaban cerrados con cadenas tan fuerteSi te dio las llaves; y fuistes obedescido en tantas tierras, y de los cristianos cobraste tan honrada fama. ¿Qué hizo el mas alto pueblo de Israel cuando le sacó de Egipto? ¿Ni por David, que de pastor hizo Rey en Judea? Tórnate á él, y conoce ya tu yerro; su miseri- cordia es infinita; tu vejez no impedirá á toda cosa

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grande; muchas heredades tiene él grandísimas. Abra- han pasaba de cien años cuando engendró a Isaac, ¿ni Sara era moza? llamas por socorro incierto; res- ponde: ¿quién te ha afligido tanto y tantas veces. Dios ó el mundo? Los privilegios y promesas que Dios no las quebranta, ni dice después de haber recibido el servicio que su intención no era esta y que se entien- de de otra manera, ni martirios por dar color á la fuerza: él al pié de la letra; todo lo que él promete cumple con acrescentamiento: ¿esto es uso? Dicho tengo lo que tu Criador ha fecho por ti y hace con todos. Ahora medio muestra el galardón de estos afa- nes y peligros que has pasado sirviendo á otros. Yo, así amortecicio todo; mas no tuve yo respuesta á pa- labras tan ciertas, salvo llorar por mis yerros. Acabó él de fabiar, quien quiera que fuese, diciendo: No temas, confia: todas estas tribulaciones están escritas en piedra mármol, y no sin causa. Levánteme cuan- do pude; y al cabo de nueve dias hizo bonanza, mas no para sacar navios del rio. Recogí la gente que esta- ba en tierra, y todo el resto que pude, porque no bas- taban para quedar y para navegar ios navios. Quedara yo á sostener el pueblo con todos, si vuestras Altezas supieran de ello. El temor que nunca aportarían allí navios me determinó á esto, y la cuenta que cuando se haya de proveer de socorro se proveerá de todo. Partí, en nombre de la Santísima Trinidad, la noche de Pas- cua, con los navios podridos, abrumados, todos fechos agujeros. Allí en Belén dejé uno, y hartas cosas. En Belpuerto hice otro tanto. No me quedaron salvo dos en el estado de los otros, y sin barcas y bastimentos, por haber de pasar 7,000 millas de mar y de agua ó morir en la vía con fijo y hermano y tanta gente. Res- pondan ahora los que suelen tachar y reprender, di- ciendo allá de en salvo: ¿por que no hacíades esto allí? Los quisiera yo en esta jornada. Yo bien creo que otra de otro saber los aguarda: á nuestra fe es ninguna.

TIAJEB DH COLÓN 22

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Llegfué á 13 de Mayo en la provincia de Mago, que parte con aquella del Catay o (1), y de allí partí para la Española; navegué dos dias con buen tiempo, y des- pués fue contrario. El camino que yo llevaba era para desechar tanto número de islas, por no me embarazar en los bajos de ellas. La mar brava me hizo fuerza, y hube volver atrás sin velas (2); surgí á una isla adonde de golpe perdí tres anclas, y á la media noche, que pa- recía que el mundo se ensolvía, se rompieron las ama- rras al otro navio, y vino sobre mí, que fue maravilla como no nos acabamos de se hacer rajas: el ancla, de forma que me quedó, fue ella, después de nuestro Señor, quien me sostuvo. Al cabo de seis dias, que ya era bonanza, volví á mi camino; así, ya perdido del todo '^ de aparejos y con los navios horadados de gusanos / mas que un panal de abejas, y la gente tan acobardada ^ y perdida, pasé algo adelante de donde yo había lle- gado denantes; allí me torné á reposar atrás la fortu na; paré en la misma isla en mas seguro puerto; al cabo de ocho días torné á la via y llegué á Jamaica en fin de Junio, siempre con vientos punteros (3), y los navios en peor estado; con tres bombas, tinas y calde- j ras no podían, con toda la gente, vencer el agua que entraba en el navio, ni para este mal de broma hay otra cura. Cometí el camino para me acercar á lo mas cerca de la Española, que son 28 leguas, y no quisiera haber comenzado. El otro navio corrió á buscar puer to casi anegado. Yo porfíe la vuelta de la mar con tor-

il) Así lo dice Marco Polo en el cap. 65 de su viaje, y de allí tomó Colon probablemente esta noticia, creyendo era aquel el Continente de la Asia.

(2) Véase el mapa de los viajes de Colón que acompa- ña a esta edición, en las páginas 344 y 345.

(3) Viento puntero, lo mismo que viento escaso, o el que sopla por la proa o de la parte adonde debe dirigirse la de- rrota.

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menta. El navio se me anegó, que milagrosamente me trujo nuestro Señor á tierra. ¿Quién creyera lo que yo aquí escribo? Digo que de cien partes no he dicho la una en esta letra. Los que fueron con el Almirante lo atestigüen. Si place á vuestras Altezas de me hacer merced de socorro un navio que pase de 64, con 200 quintales de bizcocho y algún otro bastimento, abas- tará para me llevar á y á esta gente á España de la Española. En Jamaica ya dije que no hay 28 leguas á la Española. No fuera yo, bien que los navios estuvie- ran para ello. Ya dije que me fue mandado de parte de vuestras Altezas que no llegase á allá. Si este man- dar ha aprovechado. Dios lo sabe. Esta carta invio por via y mano de indios: grande maravilla será si allá llega. De mi viage digo: que fueron 150 personas conmigo, en que hay hartos suficientes para pilotos y grandes marineros: ninguno puede dar razón cierta por donde fui yo ni vine: la razón es muy presta. Yo partí de sobre el puerto del Brasil; en la Española no me dejó la tormenta ir al camino que yo quería; fue por fuerza correr adonde el viento quiso. En ese día caí yo muy enfermo; ninguno habia navegado hacia aquella parte; cesó el viento y mar dende á ciertos días, y se mudó la tormenta en calmería y grandes co- rrientes. Fui á aportar á una isla que se dijo de las BocaSy y de allí á tierra firme. Ninguno puede dar cuenta verdadera de esto, porque no hay razón que abaste; porque fue ir con corriente sin ver tierra tanto número de días. Seguí la costa de la tierra firme; esta se asentó con compás y arte. Ninguno hay que diga debajo cuál parte del cielo ó cuándo yo partí de ella para venir á la Española. Los pilotos creían venir á parar á la isla de Sanct-joan; y fuera en tierra de MangOf 400 leguas mas al Poniente de adonde decían. Respondan, si saben, adonde es el sitio de Veragua. Digo que no pueden dar otra razón ni cuenta, salvo que fueron á unas tierras adonde hay mucho oro, y

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certificarlo; mas para volver á ella, el camino tienen ig- noto: sería necesario para ir á ella descubrirla como de primero. Una cuenta hay y razón de astrología, y cierta: quien la entiende esto le abasta. A visión pro- fética se asemeja esto. Las naos de las Indias, si no navegan salvo á popa, no es por la mala fechura ni por ser fuertes; las grandes corrientes que alli vienen, juntamente con el viento, hacen que nadie porfié con bolina, porque en un dia perderían lo que hubiesen ganado en siete; ni saco carabela aunque sea latina portuguesa. Esta razón hace que no naveguen, salvo con colla, y por esperarle se detienen á las veces seis y ocho meses en puerto; ni es maravilla, pues que en España muchas veces acaece otro tanto. La gente de que escribe Papa Pió (1), según el sitio y señas, se ha hallado, mas no los caballos, pretales y frenos de oro; ni es maravilla, porque allí las tierras de la costa de la mar no requieren, salvo pescadores, ni yo me detuve porque andaba á prisa. En Cariay y en esas tierras de su comarca son grandes fechiceros y muy medrosos. Dieran el mundo porque no me detuviera alli una hora. Cuando llegué allí, luego me inviaron dos mu- chachas muy ataviadas; la mas vieja no seria de once años y la otra de siete; ambas con tanta desenvoltura, que no serian mas unas putas; fraian polvos de hechi- zos escondidos; en llegando las mandé adornar de nuestras cosas y las invié luego á tierra; allí vide una sepultura en el monte, grande como una casa y labra- da, y el cuerpo descubierto y mirando en ella. De otras artes me dijeron y roas excelentes. Animalias menudas y grandes hay hartas y muy diversas de las nuestras. Dos puercos hube yo en presente, y un perro de Ir- landa no osaba esperarlos. Un ballestero había herido

(1) Pío II, que publicó un libro cuyo título es: Cosmo- graphia seu historia rerum ubique gesfarum locorumque de criptio. (Bossi.)

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una animalia que se parece á gfato paúl, salvo que es mucho mas garande y e! rostro de hombre; teníale atra- vesado con una saeta desde los pechos á la cola, y porque era feroz le hubo de cortar un brazo y una pierna; el puerco, en viéndole, se le encrespó y se fue huyendo; yo, cuando esto vi mande echarle begare, que así se llama adonde estaba; en llegando a él, así estan- do á la muerte y la saeta siempre en el cuerpo, le echó la cola por el hocico y se la amarró muy fuerte, y con la mano que le quedaba le arrebató por el copete como á enemi§"o. El auto tan nuevo y hermosa monte- ría me hizo escribir esto. De muchas maneras de ani- malias se hubo, mas todas mueren de barra. Gallinas muy garandes y la pluma como lana vide hartas. Leo- nes, ciervos, corzos, otro tanto, y así aves. Cuando yo andaba por aquella mar en fatiga, en algunos se puso heregía que estábamos enfechizados, que hoy día están en ello. Otra gente fallé que comían hombres: la des- formidad de su gesto lo dice. Allí dicen que hay gran- des mineros de cobre; hachas de ello, otras cosas la- bradas, fundidas, soldadas, hube, y fraguas con todo su aparejo de platero y los crisoles. Allí van vestidos, y en aquella provincia vide sábanas grandes de algo- don, labradas de muy sotiles labores; otras pintadas muy sutilmente á colores con pinceles. Dicen que en la tierra adentro hacia el Catayo las hay tejidas de oro. De todas estas tierras y de lo que hay en ellas, falta de lengua, no se saben tan presto. Los pueblos, bien que sean espesos, cada uno tiene diferenciada lengua, y es en tanto que no se entienden los unos con los otros mas que nos con los de Arabia. Yo creo que esto sea en esta gente salvage de la costa de la mar, mas no en la tierra adentro. Cuando yo descu- brí las Indias dije que eran el mayor señorío rico que hay en el mundo. Yo dije del oro, perlas, piedras pre- ciosas, especerías, con los tratos y ferias, y porque no pareció todo tan presto fui escandalizado. Este castigo

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me hace agora que no diga salvo lo que yo oigo de los naturales de la tierra. De una oso decir, porque hay tantos testigos, y es que yo vide en esta tierra de Ver- agua mayor señal de oro en dos dias primeros que en la Española en cuatro años, y que las tierras de la comarca no pueden ser roas fermosas ni mas labradas, ni la gente mas cobarde, y buen puerto, y fermoso rio, y defensible al mundo. Todo esto es seguridad de los cristianos y certeza de señorío, con grande esperanza de la honra y acrescentamiento de la religión cristia- na; y el camino allí será tan breve como á la Española, porque ha de ser con viento. Tan señores son vuestras Altezas de esto como de Jerez ó Toledo: sus navios que fueren allí van á su casa. De allí sacarán oro; en otras tierras, para haber de lo que hay en ellas, con- viene que se lo lleven, ó se volverán vacíos, y en la tierra es necesario que fíen sus personas de un salva- ge. Del otro que yo dejo de decir, ya dije por qué me encerré; no digo así, ni que yo me afírme en el tres doble en todo lo que yo haya jamás dicho ni escrito, y que yo esto á la fuente, genoveses, venecianos y toda gente que tenga perlas, piedras preciosas y otras cosas de valor, todas las llevan hasta el cabo del mundo para las trocar, convertir en oro: el oro es ex- celentísimo, del oro se hace tesoro, y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega á que echa las ánimas al paraíso (1). Los señores de aquellas

(1) Colon, tan religioso y versado en las Sagradas Es- crituras, quiso manifestar aquí, no que las riquezas por sí, sino que el buen uso de ellas, distribuyéndolas en limosnas para socorrer las necesidades del prójimo, en fundaciones pías, y ejerciendo de este modo una caridad discreta y pru- dente, redime los pecados después de las demás diligencias prescritas por la religión. Así debe entenderse este pasaje, cuyo sentido conforma con muchos de las Sagradas Letras, y en especial con los siguientes: Eleemosyna á morte liberat

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tierras de la comarca de Veragua, cuando mueren en- tierran el oro que tienen con el cuerpo, así lo dicen: á Salomón llevaron de un camino 666 quintales de oro, allende lo que llevaron los mercaderes y marineros, y allende lo que se pagó en Arabia. De este oro fizo 200 lanzas y 300 escudos, y fizo el tablado que habia de estar arriba dellas de oro y adornado de piedras preciosas, y fizo otras muchas cosas de oro, y vasos muchos y muy grandes y ricos de piedras preciosas. Josefo, en su crónica de Antiquitatibus lo escribe. En / el Paralipómenon y en el libro de los Reyes se cuenta de esto. Josefo quiere que este oro se hobiese en la Áurea; si así fuese, digo que aquellas minas de la Áurea son unas y se convienen con estas de Veragua, que, como yo dije arriba, se alarga al Poniente 20 jornadas, y son en una distancia lejos del polo y de la línea. Sa- lomón compró todo aquello, oro, piedras y plata, é allí le pueden mandar á coger si les aplace. David, en su testamento dejó 3,000 quintales de oro de las Indias á Salomón para ayuda de edificar el templo, y según Jo- sefo era el destas mismas tierras. Hierusalem y el monte Sion ha de ser reedificado por manos de cris- [ tianos: quién ha de ser, Dios, por boca del Profeta, en el décimo cuarto salmo lo dice. El Abad Joaquín dijo que este habia de salir de España. San Gerónimo, á la santa muger le mostró el camino para ello. El Empe- rador del Catayo ha días que mandó sabios que le en- señen en la de Cristo. ¿Quién será que se ofrezca á esto? Si nuestro Señor me lleva á España, yo me obli- go de llevarle, con el nombre de Dios, en salvo. / Esta gente que vino conmigo han pasado increíbles peligros y trabajos. Suplico á V. A., porque son po- bres, que les mande pagar para luego, y les haga mer-

et purgat peccata, et facit invenire misericordiam et vitam osternam. (Tob., 12. 8.) Beatas qui intelligit super egenum et DQupetem: in die mala liberahit eum Dominas. (Salmo 40).

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cedes á cada uno segfun !a calidad de la persona, que les certifico que á mi creer les traer las mejores nue- vas que nunca fueron á España. El oro que tiene el Qaibian de Veragua y los otros de la comarca, bien que según información él sea mucho, no me páreselo bien ni servicio de vuestras Altezas de se lo tomar por via de robo: la buena orden evitará escándalo y mala fama y hará que todo ello venga al tesoro que

\ no quede un grano. Con un mes de buen tiempo yo

1 acabara todo mi viage; por falta de los navios no por- fié á esperarle para tornar á ello, y para toda cosa de su servicio espero en aquel que me hizo y estaré bue- no. Yo creo que V. A. se acordará que yo queria man- dar hacer los navios de nueva manera: la brevedad del

\ tiempo no dio lugar á ello, y cierto yo habia caido en ^Á^o que cumplía. Yo tengo en mas esta negociación y

(^ minas con esta escala y señorío que todo lo otro que

(está hecho en las Indias. No es este hijo para dar á criar á madrastra. De la Española, de Paria y de las otras tierras no me acuerdo de ellas, que yo no llore; creia yo que el ejemplo dellas hobiese de ser por es- totras al contrario; ellas están boca á yuso, bien que no mueren; la enfermedad es incurable, ó muy larga; quien las llegó á esto venga agora con ei remedio, si puede ó sabe; al descomponer, cada uno es maestro. Las gracias y acrescentamiento siempre fue uso de las dar á quien puso su cuerpo á peligro. No es razón que quien ha sido tan contrario á esta negociación le goce, ni sus fijos. Los que se fueron de las Indias fuyendo los trabajos y diciendo mal dellas y de volvieron ^on cargos; así se ordenaba agora en Veragua: malo ejemplo, y sin provecho del negocio y para la justicia del mundo; este temor con otros casos hartos que yo veía claro, me hizo suplicar á V. A. antes que yo vi- niese á descubrir esas islas y tierra firme que me las dejasen gobernar en su Real nombre; plúgoles; fue por privilegio y asiento, y con sello y juramento, y me

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intitularon de Viso Rey y Almirante y Gobernador ge- neral de todo, y aseñalaron el término sobre ías islas de los Azores 100 leguas, y aquellas del Cabo Verde por línea que pasa de polo á polo, y desto y de todo que mas se descubriese, y me dieron poder largo; la escritura, á mas, largamente lo dice. El otro negocio famosísimo está con los brazos abiertos llamando; ex- trangero ha sido fasta ahora. Siete años estuve yo en ; su Real corte, que á cuantos se fabló de esta empresa/ todos á una dijeron que era burla: agora, fasta los sas- tres suplican por descubrir. Es de creer que van á sal- tear, y se les otorga, que cobran con mucho perjuicio de mi honra y tanto daño del negocio. Bueno es de dar á Dios lo suyo y aceptar loque le pertenece. Esta es justa sentencia, y de justo. Las tierras que acá obede- cen á V. A. son mas que todas las otras de cristianos, y ricas. Después que yo, por voluntad divina, las hube puestas debajo de su Real y alto señorío, y en filo para haber grandísima renta, de improviso, esperando na- vios para venir á su alto conspecto con victoria y grandes nuevas del oro, muy seguro y alegre fui preso y echado con dos hermanos en un navio, cargados de ^ fierros, desnudo en cuerpo, con muy mal tratamiento, \ sin ser llamado ni vencido por justicia: ¿quién creerá / que un pobre extrangero se hobiese de alzar en tal lugar contra V. A. sin causa ni sin brazo de otro Prín- \ cipe, y estando solo entre sus vasallos y naturales, y ( teniendo todos mis fijos en su Real corte? Yo vine á servir de 28 años (1), y agora no tengo cabello en mi

(1) En esto hay equivocación, como ya la advirtió el Sr. Bossi. Algunos historiadores suponen que Colon murió de 60 años, en el de 1506, y que por consiguiente nació en 1446. Su hijo D. Hernando asegura que vino a Castilla des- de Portugal al fin del 1484. El Cura de los Palacios, que le trató y conoció, dice que murió in senectute hona de edad de 70 años, poco más o menos. Esto parece lo más proba- ble, como lo manifestaremos en otro lugar.

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persona que no sea cano, y el cuerpo enfermo, y gas- tado cuanto me quedó de aquellos, y me fue tomado y vendido, y á mis hermanos fasta el sayo, sin ser oido ni visto, con gran deshonor mió. Es de creer que esto no se hizo por su Real mandado. La restitución de mi honra y daños, y el castigo en quien lo fizo, fará sonar su Real nobleza; y otro tanto en quien me robó las perlas, y de quien ha fecho daño en ese almirantado. Grandísima virtud, fama con ejemplo será si hacen testo, y quedará á la España gloriosa memoria con la de vuestras Altezas de agradecidos y justos Príncipes. La intención tan sana que yo siempre tuve al servicio de vuestras Altezas, y la afrenta tan desigual, no da lugar al ánima que calle, bien que yo quiera: suplico á vuestras Altezas me perdonen. Yo estoy tan perdido ^como dije; yo he llorado fasta aqui á otros: haya mise- ricordia agora el cielo y llore por la tierra. En el temporal, no tengo solamente una blanca para el ofer- ta; en el espiritual, be parado aquí en las Indias de la jforma que está dicho: aislado en esta pena, enfermo, aguardando cada dia por la muerte, y cercado de un cuento de salvages y llenos de crueldad y enemigos nuestros, y tan apartado de los Santos Sacramentos de la Santa Iglesia, que se olvidará desta anima si se aparta acá del cuerpo. Llore por quien tiene cari- dad, verdad y justicia. Yo no vine este viage á nave- gar por ganar honra ni hacienda: esto es cierto, porque estaba ya la esperanza de todo en ella muerta. Yo vine á V. A. con sana intención y buen zelo, y no miento. Suplico humildemente á V. A. que, si á Dios place de me sacar de aquí, que haya por bien mi ida á Roma y otras romerías. Cuya vida y alto estado la Santa Trini- dad guarde y acresciente. Fecha en las Indias, en la Isla de Jamaica, á 7 de Julio de 1503 años.

De esta carta hace mención el Licenciado Antonio de Lean Pinelo en su Biblioteca occidental, diciendo:

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<^ Hállase una carta suya (de Colon) escrita en Ja- ^maica á 7 de Julio de 1503) que fue su último viage, y> del cual es relación enviada á los Reyes Católicos, »imp. 4.^; aunque D. Lorenzo Ramírez de Prado, del * Consejo de Indias, con su curiosidad la tienen ma- ^^nuscrita. La impresa estaba en la librería de D.Juan »de Saldierna,* (Epit. de la Bibüot. orient. occid. &c., imp. en 4.^, año 1629, pág. 61; y en la edición de Bar- cia en fot, año 1738, tom. IL, pág. 566.) D. Hernando Colon, en la Historia de su padre (cap. 94), asegura que esta carta la envió á los Reyes Católicos por Diego Méndez, y que estaba impresa. El Sr. Bossi dice (Vida de Colon, ilustrac. núm. XXVIIl) que, traducida por Constanzo Baynera de Brescia, se imprimió en Vénc- ela en 1505, y que ha llegado á ser muy rara hasta que el caballero Morelli, Bibliotecario en Venecia, la ha publicado recientemente, ilustrándola con eruditas notas. El Sr. Bossi la incluye también en su obra, q la ilustra con juiciosas observaciones. El texto que publicamos se copió de un Códice de letra de media- dos del siglo XVI, que era del Colegio mayor de Cuen- ca, en Salamanca, y probablemente la misma copia que tuvo Ramírez de Prado, cuyos papeles legó á dicho Colegio. Ahora existe en la Biblioteca particular de Cámara del Rey nuestro Señor, y se cotejó en Madrid á 12 de Octubre de 1807.~M ARTW Fernández de Navarrete.

RELACIÓN

HECHA POR DIEGO MÉNDEZ DE ALGUNOS ACONTECIMIENTOS DEL ÚLTIMO VIAGE DEL ALMIRANTE D. CRISTÓBAL COLON

I liEGO Méndez, vecino de la ciudad de Santo Do- '*-^ mingo de la Isla Española, hallándose en la villa de Valladolid, donde á la sazón estaba la corte de SS. MM., otorg-ó testamento en 6 dias del mes de Junio del año de 1536, por testimonio de Fernán Pérez, es- cribano de SS. MM. y su notario público en la su corte y en todos los sus Reinos y Señoríos; siendo tes- tigos al otorgamiento Diego de Arana, Juan Diez Mi- randa de la Cuadra, Martin de Orduña, Lúeas Fernan- dez, Alonso de Ángulo, Francisco de Hinojosa y Diego de Aguilar, todos criados de la Señora Vireina de las Indias. Y entre otros capítulos del mencionado testa- mento hay uno que á la letra dice así.

Cláusula del testamento. ítem: Los muy ilustres Señores el Almirante D. Cristóbal Colon, de gloriosa memoria, y su hijo el Almirante D. Diego Colon, y su nieto el Almirante D. Luis, á quien Dios largos dias de vida, y por ellos la Vireina mi Señora, como su tutriz y curadora, me son en cargo de muchos y grandes servicios que yo les hice, en que consumí y gasté todo lo mejor de mi vida, hasta acaballa en su servicio; especialmente serví al gran Almirante don Cristóbal andando con su Señoría descubriendo Islas y Tierra firme, en que puse muchas veces mi persona á peligro de muerte por salvar su vida y de los que con él iban y estaban; mayormente cuando se nos

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cerró el puerto del rio de Belén ó Yebra, donde está- bamos con la fuerza de las tempestades de la mar y de los vientos, que acarrearon y amontonaron la arena en cantidad con que cegaron la entrada del puerto. Y es- tando su Señoría allí muy congojado, juntóse gran mul- titud de Indios de !a tierra para venir á quemarnos los navios y matarnos á todos, con color que decían que iban á hacer guerra á otros Indios de la provincia de Cobrava Aurira, con quien tenían guerra; y como pa- saron muchos dellos por aquel puerto en que tenía- mos nosotros las naos, ninguno de la armada caia en el negocio sino yo, que fui al Almirante y le dije: Se- ñor, esta gente que por aguí han pasado en orden de guerra dicen que se han de juntar con los de Veragoa para ir contra los de Cobrava Aurira: yo no lo creo^ sino el contrario, y es que se juntan para quemarnos los navios y matarnos á todoSy como de hecho lo era. Y diciéndome el Almirante como se remediaría, yo dije á su Señoría que saldría con una barca é iría por la costa hacía Veragoa^ para ver donde asentaban el real. Y no hube andado media legua cuando hallé al pié de 1,000 hombres de guerra con muchas vituallas y brevages, y salté en tierra solo entre ellos, dejando mi barca puesta en flota; y hablé con ellos según pude entender, y ofrecíme que quería ir con ellos á la gue- rra con aquella barca armada, y ellos se escusaron re- ciamente diciendo que no le habían menester; y como yo me volviese á la barca y estuviese allí avista dellos toda ia noche, vieron que no podían ir á las naos para quemallas y destruíllas, según tenían acordado, sin que yo lo viese, y mudaron propósito; y aquella noche se volvieron todos á Veragoa^ y yo me volví á las naos y hice relación de todo á su Señoría, é no lo tuvo en poco. Y platicando conmigo sobrello, sobre qué ma- nera se ternía para saber claramente el intento de aquella gente, yo me ofrecí de ir allá con un solo com pañero, y lo puse por obra, yendo mas cierto de la

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muerte que de la vida; y habiendo caminado por la playa hasta el rio de Veragoa hallé dos canoas de In- dios extranjeros, que me contaron muy á la clara como aquellas gentes iban para quemar las naos y matarnos á todos, y que lo dejaron de hacer por la barca que allí sobrevino, y questaban todavía de propósito de volver á hacello dende á dos dias, é yo les rogué que me llevasen en sus canoas el rio arriba, y que gelo pa- garía; y ellos se escusaban aconsejándome que en nin- guna manera fuese, porque fuese cierto que en llegan- do me matarían á y al compañero que llevaba. E sin embargo de sus consejos hice que me llevasen en sus canoas el rio arriba hasta llegar á los pueblos de los Indios, los cuales hallé todos puestos en orden de guerra, que no me querían dejar ir al asiento principal del Cacique; y yo, fingiendo que le iba á curar, como cirujano, de una llaga que tesia en una pierna, y con dádivas que les di, me dejaron ir hasta el asiento real, que estaba encima de un cerro llano con una plaza grande, rodeada de 300 cabezas de muertos que ha- bían ellos muerto en una batalla; y como yo hubiese pasado toda la plaza y llegado á la Casa Real, hubo grande alboroto de mugeres y muchachos que estaban á la puerta, que entraron gritando dentro en el pala- cío. Y salió de él un hijo del señor, muy enojado, di- ciendo palabras recias en su lenguaje, é puso las manos en y de un empellón me desvió muy lejos de sí; diciéndole yo, por amansarle, como iba á curar á su padre de la pierna, y mostrándole cierto ungüento que para ello llevaba, dijo que en ninguna manera habia de entrar donde estaba su padre. Y visto por que por aquella vía no podía amansarle, saqué un peine y unas tijeras y un espejo, y hice que Escobar, mi compañero, me peínase y cortase el cabello. Lo cual visto por él y por los que alíí estaban, quedaban espantados; y yo entonces hice que Escobar le peinase á él y le cortase el cabello con las tijeras, y díselas y el peine y el es-

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pejo, y con esto se amansó; y yo pedí que trajesen algfo de comer, y luegfo lo trajeron, y comimos y be- bimos en amor y compaña, y quedamos amigos; y des- pedime del y vine á las naos, y hice relación de todo esto al Almirante mi señor, el cual no poco holgó en saber todas estas circunstancias y cosas acaecidas por mí; y mandó poner gran recabdo en las naos y en cier- tas casas de paja, que teníamos hechas allí en la playa, con intención que había yo de quedar allí con cierta gente para calar y saber los secretos de la tierra.

Otro día de mañana su Señoría me llamó para tomar parecer conmigo de lo que sobre ello se debía hacer, y fue mi parecer que debíamos prender aquel señor y todos sus capitanes, porque presos aquellos se sojuz- garía la gente menuda; y su Señoría fue del mismo pa- recer; é yo di el ardid y la manera con que se debía hacer, y su Señoría mandó que el señor adelantado, su hermano, y yo con él, fuésemos á poner en efecto lo sobredicho con 80 hombres. Y fuimos, y diónos Nues- tro Señor tan buena dicha que prendimos el Cacique y los mas de sus capitanes y mugeres y hijos y nietos, con todos los principales de su generación, y envían - dolos á las naos ansí presos, soltóse el Cacique, al que le llevaba por su mal recabdo, el cual después nos hizo mucho daño. En este instante plugo a Dios que llo- vió mucho, y con la gran avenida abriósenos el puerto» y el Almirante sacó los navios á la mar para venirse á Castilla, quedando yo en tierra para haber de quedar en ella por contador de su Alteza, con 70 hombres, y quedábame allí la mayor parte de mantenimientos de bizcocho y vino y aceite y vinagre.

Acabado de salir el Almirante á la mar, y quedando yo en tierra con obra de 20 hombres, porque los otros se habían salido con el Almirante á despedir, súbita- mente sobrevino sobre mucha gente de la tierra, que serian mas de 400 hombres, armados con sus varas y flechas y tiradores, y tendiéronse por el monte en haz

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y dieron una grita y otra y luegfo otra, con las cuales plugo á Dios me apercibieron á la pelea y defensa de ellos; y estando yo en la playa, entre los bohios que tenia hechos, y ellos en el monte, á trecho de tiro de dardo, comenzaron á flechar y agarrochar como quien agarrocha toro, y eran las flechas y tiraderas tantas y tan continuas como granizo, y algunos dellos se des- mandaban para venirnos á dar con las machadasnas (1); pero ninguno dellos volvían, porque quedaban alli cor- tados brazos y piernas y muertos á espada; de lo cual cobraron tanto miedo, que se retiraron atrás, habiéndo- nos muerto 7 hombres en la pelea, de 20 que éramos, y de ellos murieron 10 ó 9 de los que venian á nosotros mas arriscados. Duró esta pelea tres horas grandes, y Nuestro Señor nos dio la victoria milagrosamente, sien- do nosotros tan poquitos y ellos tanta muchedubre.

Acabada esta pelea vino de las naos el capitán Diego Tristan, con las barcas, para subir el río arriba á tomar agua para su viaje; y no embargante que yo le acon- sejé y amonesté que no subiese el rio arriba, no me quiso creer, y contra mi grado subió con las dos barcas y 12 hombres el rio arriba, donde le toparon aquella gente y pelearon con él, y le mataron a él y todos los q^e llevaba, que no se escapó sino uno á nado, que íiujo la nueva; y tomaron las barcas y hiciéronlas pe- dazos, de que quedamos en gran fatiga, ansí el Almi- rante, en la mar con sus naos sin barcas, como nosotros en tierra, sin tener con que poder ir á él. Y á todo esto no cesaban los indios de venirnos á acometer cada rato, tañiendo bocinas y atabales y dando alaridos pensan- do que nos tenían vencidos. El remedio contra esta gente que teníamos eran dos tiros falconetes de frus-

(1) Machadasna: s. f. Arma como una maza jporra que usaban los indios, y acaso la misma que en Nueva España llamaban Macana.

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lera (1) muy buenos, y mucha pólvora y pelotas, con que los ojeábamos que no osaban llegar á nosotros. Y esto duró por espacio de cuatro dias, en los cuales yo hice coser muchos costales de las velas de una nao que nos quedaba, y en aquéllos puse todo el bizcocho que teníamos, y tomé dos canoas y até la una con la otra parejas con unos palos atravesados por encima, y en estos cargué el bizcocho todo, en viajes, y las pipas de vino y azeite y vinagre atadas en una guindaleja, y á jorno (2) por la mar, tirando por ellas las canoas, abonanzando la mar, en siete caminos que hicieron lo llevaron todo a las naos, y la gente que conmigo es- taba poco á poco la llevaron, é yo quede con cinco hombres á la postre, siendo de noche, y en la postre- ra barcada me embarqué; lo cual el Almirante tuvo á mucho, y no se hartaba de me abrazar y besar en los carrillos por tan gran servicio como alli le hice, y me rogó tomase la capitanía de la nao Capitana y el re- gimiento de toda la gente y del viaje, lo cual yo acep- té por le hacer servicio en ello, por ser, como era, cosa de gran trabajo.

Postrero de Abril de 1503 partimos de Veragoa con tres navios, pensando venir la vuelta de Castilla, y como los navios estaban todos abujerados y comidos de gusanos no los podíamos tener sobre agua, y an- dadas 30 leguas dejamos el uno, quedándonos otros dos peor acondicionados que aquel, que toda la gente no bastaba con las bombas y calderas y vasijas á sacar el agua que se nos entraba por los abujeros de la broma; y de esta manera, no sin grandísimo trabajo y peligro, pensando venir á Castilla, navegamos treinta y

(1) Fruslera: s. f. ant. El metal que se hace de las raedu- ras que salen de las piezas de latón o azófar cuando se tor- nean.

(2) Así el original. Ha de decir á jorro, que es lo que ahora se llama á remolque.

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cinco días, y en cabo dellos llegamos á la Isla de Cuba á lo mas bajo delía, a la provincia de HomOj allá donde agora está el pueblo de la Trinidad, de mane- ra que estábamos mas lejos de Castilla 300 leguas que cuando partimos de Veragoa para ir á ella; y, como digo, los navios, mal acondicionados, innavega- bles, y las vituallas, que se nos acababan. Plugo á Dios nuestro Señor que pudimos llegar á la Isla de Jamaica, donde zabordamos los dos navios en tierra y hici- mos de ellos dos casas pajizas, en que estábamos, no sin gran peligro de la gente de aquella isla, que no estaba domada ni conquistada, nos pusiesen fuego de noche, que fácilmente lo podi^n hacer, por mas que nosotros velábamos.

Aqui acabé de dar la postrera ración de bizco- cho y vino, y tomé una espada en la mano y tres hombres conmigo, y fuíme por esa isla adelante, porque ninguno osaba ir á buscar de comer para el Almirante y los que con él estaban; y plugo a Dios que hallaba la gente tan mansa que no me hacian mal, antes se holgaban conmigo y me daban de comer de buena voluntad. Y en un pueblo que se llama Agua- cadiba concerté con los Indios y Cacique que harian pan cazabe, y que cazarían y pescarian, y que darían de todas las vituallas al Almirante cierta cuantía cada día, y lo llevarían a las naos, con que estuviese allí persona que ge lo pagase en cuentas azules y peines y cuchillos y cascabeles y anzuelos y otros rescates que para ello llevábamos; y con este concierto despa- ché uno de los dos cristianos que conmigo traia al Almirante, para que enviase persona que tuviese car- go de pagar aquellas vituallas y enviarlas.

Y de allí fui á otro pueblo que estaba 3 leguas de este y hice el mismo concierto con el Cacique y íadios de él, y envié otro cristiano al Almirante para que en- viase allí otra persona al mismo cargo.

Y de allí pasé adelante y llegué a un gran Cacique

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que se llamaba HuareOf donde agora dicen Melilla, que es 13 leguas de las naos, del cual fui muy bien re- cebido, que me dio muy bien de comer y mandó que todos sus vasallos trajiesen dende á tres dias muchas vituallas, que le presentaron, é yo ge las pagué de ma- n era que fueron contentos; y concerté que ordinaria- mente las traerían, habiendo allí persona que ge las pagase, y con este concierto envié el otro cristiano con los mantenimientos que allá me dieron al Almirante, y pedí al Cacique que me diese dos Indios que fuesen conmigo fasta el cabo de la isla, que el uno me lleva- ba la hamaca en que dormía é el otro la comida. Y desta manera caminé hasta e! cabo de la isla, á la parte del Oriente, y llegué á un Cacique que se llamaba AmeyrOf é hice con él amistades de hermandad, y dile mi nombre y tomé el suyo, que entre ellos se tiene por grande hermandad. Y cómprele una canoa muy buena que él tenia, y dílé por ella una bacineta de latón muy buena que lievabaen la manga,yei sayo y una camisa de dos que llevaba, y embarquéme en aquella canoa, y vine por la mar, requiriendo las estancias que había dejado con seis Indios que el Cacique me dio para que me la ayudasen á navegar; y venido a los lugares donde yo había proveído, hallé en ellos los cristianos que el Almirante había enviado, y cargué de todas las vituallas que les hallé, y fuíme al Almirante, del cual fui muy bien recebído, que no se hartaba de verme y abrazarme y preguntar lo que me había sucedido| en el viaje, dando gracias á Dios que me había llevado y traído á salvamiento y libre de tanta gente salvage. Y como al tiempo que yo llegué á las naos no había en ellas un pan que comer, fueron todos muy alegres con venida, porque les maté la hambre en tiempo de tanta necesidad, y de allí adelante cada día venían los Indios cargados de vituallas á las naos de aquellos lu- gares que yo había concertado, que bastaban para 230 personas que estaban con el Almirante.

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Dende á 10 días el Almirante me llamó á parte y me dijo el gran peligro en que estaba, diciéndome asi: Diego Méndez^ hijo: ninguno de cuantos aquí yo tengo siente et gran peligro en que estamos sino yo y vos, porque somos muy poquitos y estos indios salva- ges son muchos y muy mudables y antojadizos, y en ¿a hora que se les antojare de venir y quemarnos aquí donde estamos en estos dos navios hechos casas paji- zas, fácilmente pueden echar fuego dende tierra y abrasarnos aquí á todos; y el concierto que vos habéis hecho con ellos de traer los mantenimientos que traen de tan buena gana, mañana se les antojará otra cosa y no nos traerán nada, y nosotros no somos parte para tomar gelo por fuerza si no estar á lo que ellos quisieren. Yo he pensado un remedio si a vos os pare- ce: que en esta canoa que comprastes se aventurase alguno á pasar a la Isla Española a comprar una nao en que pudiesen salir de tan gran peligro como este en que estamos. Decidme vuestro parecer. Yo le respondí: Señor: el peligro en que estamos bien lo veo que es muy mayor de lo que se puede pensar. El pasar desta isla á la Isla Española en tan poca vasija como es la canoa, no solamente lo tengo por dificultoso, sino por imposible: porque haber de atravesar un golfo de 40 le- guas de mar y entre islas donde la mar es mas im^ petuosa y de menos reposo, no quien se ose aventu- rar á peligro tan notorio. Su Señoria no me replicó, persuadiéndome reciamente que yo era el que lo habia de hacer, á lo cual yo respondí: Señor: muchas veces he puesto mi vida á peligro de muerte por salvar la vuestra y de todos estos que aqui están, y nuestro Señor milagrosamente me ha guardado y la vida; y con todo, no han faltado murmuradores que dicen que vuestra Señoria me acomete á mi todas las cosas de honra, habiendo en la compañía otros que las harían también como yo, y por tanto paréceme á que vuestra Señoría los haga llamar á iodos y los

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proponga este negocio, para ver si entre todos ellos habrá alguno que lo quiera emprender, lo cual yo dudo, y cuando todos se echen de fuera yo pondré mi vida á muerte por vuestro servicio, como muchas veces lo he hecho.

Luego el dia siguiente su Señoría los hizo juntar á todos delante sí, y les propuso el negocio de la ma- nera que á mí; é oido, todos enmudecieron, y algu- nos dijeron que era por demás platicarse en semejante cosa, porque era imposible en tan pequeña vasija pasar tan impetuoso y peligroso golfo, de 40 leguas^ como este, entre estas dos islas, donde muy recias naos se habían perdido andando a descubrir, sin poder romper ni forzar el ímpetu y furia de las co- rrientes. Entonces yo me levanté y dije: Señor: una vida tengo no más; yo la quiero aventurar por ser- vicio de vuestra Senaria y por el bien de todos los que aquí están, porque tengo esperanza en Dios nuestro Señor que, vista la intención con que yo ¿o hago me librará, como otras muchas veces lo ha hecho. Oída por el Almirante mi determinación, le- vantóse y abrazóme y besóme en el carrillo, dicien- do: Bien sabia yo que no habia aqui ninguno que osase tomar esta empresa sino vos; esperanza tengo en Dios nuestro Señor saldréis della con vitoria, como de las otras que habéis emprendido.

El dia siguiente yo puse mi canoa á monte (1), y le eché una quilla postiza, y le di su brea y sebo, y en la popa y proa clávele algunas tablas para defensa de I mar, que no se me entrase, como hiciera siendo rasa; y púsele un mástil y su vela, y metí los mantenimientos que pude para mi y para un cristiano y para seis indios, que éramos ocho personas, y no cabían mas en la canoa; y despedíme de su Señoría y de todos, y fuime la costa arriba de la isla de Jamaica, donde está-

(1) Véase la nota de la pág. 56.

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bamos, que hay dende las naos hasta el cabo della 35 leguas (1), las cuales yo naveg-ué con gfran peligro y trabajo, porque fui preso en el camino de Indios salteadores en la mar, de que Dios me libró milagro- samente. Y llegado al cabo de la isla, estando espe- rando que la mar se amansase para acometer mi viaje, juntáronse muchos Indios y determinaron de ma- tarme y tomar la canoa y lo que en ella llevaba; y así, juntos jugaron mi vida á la pelota para ver á cual dellos cabria la ejecución del negocio. Lo cual senti- do por mi víneme ascondidamente á mi canoa, que tenia 3 leguas de allí, y híceme á la vela y vineme donde estaba el Almirante, habiendo quince dias que de allí había partido; y contéle todo lo sucedido y cómo Dios milagrosamente me había librado de las manos de aquellos salvages. Su Señoría fue muy ale- gre de mi venida, y preguntóme si volvería al viaje. Yo dije que sí, llevando gente que estuviese conmi- go en el cabo de la isla hasta que yo entrase en la mar a proseguir mi viaje. Su Señoría me dio 70 hom- bres, y con ellos a su hermano el Adelantado, que fuesen y estuviesen conmigo hasta embarcarme y tres dias después. Y desta manera volvi al cabo de la isla, donde estuve cuatro días. Viendo que la mar se amansaba me despedí de ellos y ellos de mí, con har- tas lágrimas, y encomendeme á Dios y á nuestra Se- ñora del Antigua, y navegué cinco dias y cuatro no- ches, que jamas perdí el remo de la mano gober- nando la canoa, y los compañeros remando. Plugo á Dios nuestro Señor que en cabo de cinco dias yo arribé á la isla Española, al Cabo de San Miguel (2)

(1) Esta punta oriental de la isla, dice D. Hernando Co- lon que los indios llamaban Aoamaquique, y que distaba 34 leguas de Maima, donde quedaba el Almirante.

(2) Este Cabo se llamó después del Tiburón. Omite Méndez su llegada a la isleta Navaza, y otros pormenores

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habiendo dos días que no comíamos ni bebíamos por no tenello, y entré con mi canoa en una ribera muy hermosa, donde luego vino mucha gente de la tierra y trajeron muchas cosas de comer, y estuve allí dos días descansando. Y tomé seis Indios de alh', dejados os que llevaba, y comenzé á navegar por la costa de a Isla Española, que hay dende allí hasta la Cibdad de Santo Domingo 130 leguas, que yo había de andar, porque estaba allí el Gobernador, que era el Comen dador de Lares; y habiendo andado por la costa de la isla 80 leguas, no sin grandes peligros y trabajos, porque la isla no estaba conquistada ni allanada, llegué á la provincia de Azoa, que es 24 leguas antes de Santo Domingo, y allí supe del Comendador Gallego como el Gobernador era partido á la provincia de Xu- ragoa (1) á allanarla, la cual estaba 50 leguas de allí. Y esto sabido, dejé canoa y tomé el camino para tierra de Xuragoa^ donde hallé el Gobernador, el cual me de- tuvo allí siete meses, hasta que hizo quemar y ahorcar 84 Caciques Señores de vasallos, y con ellos áNacao- na, la mayor Señora de la isla, á quien todos ellos obe- decían y servían (2). Y esto acabado vine de pié á tierra de Santo Domingo, que eran 70 leguas de allí, y estuve esperando que viniesen naos de Castilla, que había mas de un año que nc habían venido. Y en este co- medio plugo á Dios que vinieron tres naos, de las cuales yo compré la una y la cargué de vituallas, de pan y vino y carnes y puercos y carneros y frutas, y la envié a donde estaba el Almirante, para en que vínie-

que refieren D. Hernando Colon y Antonio de Herrera en sus historias.

(1) Ha de ser Jaragua.

2) Señales de matriarcado, fenómeno frecuente en las tribus americanas. En la Relación de Hernando de Soto por países de) Míssíssipí se advierte también cómo era re- verenciada otra gran señora o cacica. Nota D.

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sen él y toda la gente, como vinieron, allí á Santo Do- mingo y de allí á Castilla. E yo me vine delante en las otras dos naos á hacer relación al Rey y á la Reina de todo lo sucedido en aquel viage.

Pareceme que será bien que se diga algo de lo acae- cido al Almirante y a su familia en un año que estuvie- ron perdidos en aquesta isla, y es que dende á pocos dias que yo me partí los indios se amotinaron y no le querían traer de comer como antes, y él ios hizo llamar á todos los Caciques y les dijo que se maravillaba de- Hos en no traerle la comida como solian, sabiendo, como él les había dicho, que había venido allí por man- dado de Dios, y que Dios estaba enojado dellos, y que él ge lo mostraría aquella noche por señales que haría en el cíelo; y como aquella noche era el eclipse de la luna, que casi toda se escureció, díjoles que Dios hacia aquello por enojo que tenía dellos porque no le traían de comer, y ellos lo creyeron y fueron muy espanta- dos, y prometieron que le traerían siempre de comer, como de hecho lo hicieron, hasta que llegó la nao con los mantenimientos que yo envié, de que no pequeño gozo fue en el Almirante y en todos los que con él estaban; que después, en Castilla, me dijo su Señoría que en toda su vida había visto tan alegre día, y que nunca pensó salir de allí vivo, y en esta nao se em- barco (1) y vino á Santo Domingo; y de allí á Castilla.

He querido poner aquí esta breve suma de mis tra- bajos y grandes y señalados servicios (2), cuales nun-

(1) A 28 de Junio de 1504; entró en el Puerto de Santo Domingo el 13 de Agosto; salió para España el 12 de Septiembre, y surgió en San Lúcar el Jueves 7 de No- viembre.

(2) D. Hernando Colon dice en el cap. 94 que Méndez escribió una relación de este viaje, y en el cap. 104, que des- de la Española envió con Diego de Escobar otra noticia de su viaje cuando aquél fue a Jamaica por orden de Ovando a visitar al Almirante mandando una carabela.

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ca hizo hombre á Señor, ni los hará de aquí adelante del mundo; y esto á fin que mis hijos lo sepan y se animen a servir, é su Señoria sepa que es oblig*ado á hacerles muchas mercedes.

Venido su Señoría á la Corte, y estando en Sala- manca en la cama enfermo de gota, andando yo solo entendiendo en sus negocios y en la restitución de su estado y de la gobernación para su hijo don Diego, yo le dije ansi: Señor: ya vuestra Señoria sabe lo mucho que os he servido y lo mas que traba/o de noche y de dia en vuestros negocios: suplico á vues- tra Señoria me señale algún galardón para en pago de- lio; y él me respondió alegremente que yo lo señalase y él lo cumpliría, porque era mucha razón. Y entonces yo le señalé y supliqué á su Señoria me hiciese merced del oficio del Alguacilazgo mayor de la Isla Española para en toda mi vida; y su Señoria dijo que de muy buena voluntad, y que era poco para lo mucho que yo había servido; mandóme que lo dijese ansi al señor D. Diego su hijo, el cual fue muy aiegre de la merced á mi hecha de dicho oficio, y dijo que si su padre me lo daba con una mano, él con dos. Y esto es ansi la verdad para el siglo que á ellos tiene y a mi espera.

Habiendo yo acabado, no sin grandes trabajos míos, de negociar la restitución de la gobernación de las Indias al Almirante D. Diego, Señor, siendo su padre fallecido, le pedí la provisión del dicho oficio. Su Señoria me respondió que lo tenia dado al Adelan- tado su tío; pero que él me daría otra cosa equivalen- te á aquella. Yo dije que aquélla diese él a su tío y á mi me diese lo que su padre y él me habían prometi- yo, lo cual no se hizo, y yo quedé cargado de servi- cios sin ningún galardón, y el Sr. Adelantado, sin ha- berlo servido, quedó con mi oficio y con el galardón de todos mis afanes.

Llegado su Señoria a la Cibdad de Santo Domingo por Gobernador, tomó las varas y dio este oficio á

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Francisco de Garay, criado del Sr. Adelantado, que lo sirviese por éi. Esto fue en 10 dias del mes de Julio de 1510 años. Valia entonces el oficio á lo menos un cuento de renta, del cual la Vireina, mi Señora, como tutriz y curadora del Virey, mi Señor, y él me son en cargo realmente y me lo deben de justicia y de foro conscíentíoBf porque me fue hecha la merced de él y no se cumplió conmigo dende el dia que se dio al Adelantado hasta el postrero de mis dias, porque si se me diera yo fuera el mas rico hombre de la isla y mas honrado; y por no se me dar soy el mas pobre della, tanto que no tengo una casa en que more sin alquiler.

Y porque habérseme de pagar lo que el oficio ha rentado seria muy dificultoso, yo quiero dar un medio, y será este: que su Señoría haga merced del Aguaci- lazgo mayor de la Cibdad de Santo Domingo á uno de mis hijos para en toda su vida, y al otro le haga merced de su Teniente de Almirante en la dicha Cibdad; y con hacer merced destos dos oficios á mis hijos de la manera que he aquí dicho, y poniéndolos en cabeza de quien los sirva por ellos hasta que sean de edad, su Señoría descargará la conciencia del Al- mirante su padre y yo me satisfaré de la paga que se me debe de mis servicios; y en esto no diré mas de dejallo en sus conciencias de sus Señorias, y hagan en ello lo que mejor les pareciere.

ítem: Dejo por mis albaceas y ejecutores deste mi testamento, aquí en la Corte, al Bachiller Estrada y á Diego de Arana, juntamente con la Vireina, mi Seño- ra, y suplico yo a su señoría lo acepte y les mande á ellos lo mismo,

Otra cláusula. ítem: Mando que mis albaceas com- pren una piedra grande, la mejor que hallaren, y se ponga sobre raí sepultura, y se escriba en derredor della estas letras: Aquí yace el honrado caballero Diego Méndez, que sirvió mucho á la Corona Real de España en el aescubrimiento y conquista de las Indias,

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con el Almirante D. Cristóbal Colon, de gloriosa me- moriaf que las descubrió, y después por si con naos suyas á su costa; falleció, &c. Pido de limosna un Pater noster y una Ave María.

ítem: En medio de la dicha piedra se hagfa una canoa, que es un madero cavado en que los Indios navegan, porque en otra tal navegó 300 leguas, y en- cima pongan unas letras que digan: Canoa.

Caros y amados hijos mios y de mi muy cara y ama- da mujer, Doña Francisca de Ribera: la bendición de Dios Todopoderoso, Padre y Hijo y Espíritu Santo, y la mía descienda sobre vos y vos cubra y vos haga ca- tólicos cristianos, y os gracia que siempre le améis y temáis. Hijos: encomiendoos macho la paz y con- cordia y que seáis muy conformes y no soberbios, sino muy humildes y muy amigables á todos los que contratáredes, por que todos os tengan amor; servid lealmente al Almirante mi Señor y su Señoría os hará muchas mercedes, por quien él es y porque mis grandes servicios lo merecen; y sobre todo os mando, hijos mios, seáis muy devotos y oyais muy devotamen- te los Oficios Divinos, y haciéndolo ansí Dios nuestro Señor os dará largos días de vida. A él plega, por su infinita bondad, haceros tan buenos como yo deseo que seáis, y os tenga siempre de su mano. Amen.

Los libros que de acá os envío son los siguientes.

Arte de bien morir, de Erasmo. Un sermón de Erasmo en romance. Josefo: de Bello Judaico, La Filo- sofía moral de Aristóteles. Los libros que se dicen Lingua Erasmi. El libro de la Tierra santa. Los colo- quios de Erasmo. Un tratado de las querellas de la Paz. Un libro de Contemplaciones de la Pasión de nuestro Redentor. Un tratado de la venganza de la muerte, de Agamenón, y otros tratadillos.

Ya dije, hijos mios, que estos libros os dejo por mayorazgo, con las condiciones que están dichas de suso en el testamento, y quiero que vayan todos con

VIAJES DE COLÓN 367

algunas Escrituras mias que se hallarán en el arca que está en Sevilla, que es de cedro, como ya está dichos pongan también en esta el mortero de marmol que está en poder del Sr. D. Hernando, ó de su mayordomo.

Digo yo Diego Méndez que esta Escritura, conteni- da en trece hojas, es mi testamento y postrimera vo- luntad, porque yo lo ordené é hice escribir, y lo fírmé de mi nombre, y por él revoco y doy por ningunos otros cualesquier testamentos hechos en cualesquier otros tiempos ó lugar, y solo éste quiero que valga, que es hecho en la villa de Valladolid en 19 dias del mes de Junio, año de nuestro Redentor de 1536 años. =DlEGO Mendez=E yo'el dicho Garcia de Vera, Es- cribano Notario público, presente fui á todo lo que dicho es que de se hace mención, é por mandado del dicho Sr. Teniente é pedimento del dicho Bachi- ller Estrada, este testamento, en estas 26 hojas de papel, pliego entero, como aquí parece, fice escrebir como ante se presentó é abrió, é ansí queda origi- nalmente en mi poder. E por ende fice aquí este signo tal, en (está signado) testimonio de verdad.= García de WERA.=(Está firmado)

Concuerda literalmente con las cláusulas copiadas de un testimonio signado y firmado por el expresado escribano Garcia de Vera, que obra originalmente en el archivo del Excmo, Sr, Almirante Duque de Ver- aguas, de donde lo copié en Madrid á 25 dias del mes de Marzo de 1825 años, ToMÁs González.

Nota. Las demás cláusulas de esU testamento de Diego Méndez son relativas á sus disposiciones fune- rales, declaración de deudas, tanto en su favor como contra si en España y en la Isla Española y otros negocios meramente personales y de su familia, que ninguna relación ni alusión <//' ¿n al Almirante Colon ni á sus viajes, navegaciones y descubrimientos, por lo cual no se han copiado.

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