II lili ijiip '.¡■iii ñilv lili ilií V.Hu H^^í-iiíin-;:-!-:.';;:? :ií-i--';;-; íí;*í'í4í»íí''í1>*«*''5'!m'''ií5w"*5'''í' "■'!M^^í}'^'^'•M•■'5'ií^•í• nía mjis y isTiiDifls COMISIÓN ARGENTINA SOBRE LA AGRICULTURA, GiNAÜERJA, ORGANIZACIÓN Y ECONOMÍA RüRAl EN INGLATERRA, ESTADOS UNIDOS Y AUSTRALIA pOR Ricardo JvTewton y Juan I^lerena Comisionados por el Exino. Gobierno de Buenos Aires Segunda Parte — Tomo V BUENOS AIIiES Imprenta y Fundición de Tipos «La República", Belgrano 189 1884 XIII 10. El Volcan de Kilauea y sus Lagos de Fuego.— il. Agricultura y Ganadería de las Islas Hawaii. — 12. Historia, tradiciones y costumbres de los Hawayos. El gran cráter del Kilauea tiene 9 millas de circun- ferencia, con unos 1000 pies de profundidad. Es como si dijéramos un inmenso pozo ó abismo lunar, rodeado por todos lados de precipicios de rocas, de 400 varas de hondo. Su descenso, verdadero desensus avemi, se hace por una serie de gradas y mas abajo, saltando por entre lavas y despojos de rocas. La subida es mas fatigosa que difícil. La mayor parte del piso del cráter se compo- ne de una masa de lavas apagadas pero no írias. Sobre esta se marcha hasta la estremidad mas remota del po- zo, donde hay que trepar una colina de lava que cons- tituye las márgenes del Lago de Fuego. La distancia de Volcano Hoiise al borde de este Lago Plutónico, es de tres millas por el camino. La diosa Pele, que según la mitologia Hawaya preside sobre la región ígnea del Kilauea, es muy inconstante y mudable, como algunos pretenden que son las mugeres en general. Lo que va- mos á decir del aspecto del cráter y del Lago, es ver- dadero, en estos momentos; pero no lo era una se- mana mas atrás, ni lo será dentro de un mes. Pene- 1331757 — 4 — trando dentro de la profunda cavidad ó pozo, se encuentra uno sobre un vasto suelo de lava, áspero, herizado, destrozado, requebrajado y exalando vapores de un olor sulfuroso en casi cada grieta; presentando inyecciones de reciente lava en cada rajadura profunda, con cavernas y altas elevaciones en que se había aglomerado la gran mole al enfriarse, y con una es- carpada ladera de lava bacía la izquierda á lo largo de cuyas faldas el viagero tiene que marchar. Este piso de lava que deberla ser un rasgo mas ó menos permanente del volcan, se hallaba hace unos do- ce años de nivel con la cumbre de las altas paredes ó precipicios, cuya base se recorre hoy á la profun- didad de 1000 pies. La principal parte del cráter se componía entonces de un suelo de lava sólida, mucho mas vasto del que hoy presenta. Derrepente un dia y con un estruendo que persuadió á los habitantes de Volcano House que el planeta entero estallaba y y se precipitaba en insondables abismos, hecho trizas, la mayor parte de este suelo de lava se hundió ó precipitó hasta la profundidad de unos 500 pies que es el nivel en que hoy se encuentra su superficie. Era como si una enorme bóveda de piedra endurecida se hubiese abis- mado hasta la enorme profundidad de 200 varas, dejan- do colgantes en contorno, como quien dice, trozos despegados de la vieja cúpula desgarrada y precipitada. Después de este estruendoso hundimiento, la lava parece borbotar de abajo al travéz de las grietas, estendién- dose actualmente en grandes rollos sobre la superficie, ó en las grietas mas profundas. Se cuenta que última • mente el Lago ó Calderón de la última estremidad del cráter, ebulló hasta arriba, enviando corrientes de lava que serpentearon sobre la negra llanura como lu- cientes culebras de fuego; y que continuando en ebulli- ción por intervalos, este lago aumentó el peso de sus propias márgenes, enfriándose la lava con muchas rapidez: y así llegó á formarse un elevado cordón que hay que trepar después de cruzar la llanura de lava, á fin de poder contemplar, entre el asombro y el terror, el estupendo espectáculo de abajo. Lo que se vé actualmente, son dos enormes Calde- rones ó Lagos de fuego, llenos de una materia en fusión incandecente^ agitada como las olas del mar y exhalando ardientes llamaradas, vapores y azufre, y tronando y rugiendo en las cavernas ígneas de una manera espan- tosa. Es como si el choque de un planeta ciego ó muerto hubiese en una noche, despojado al nuestro, de un trozo de su corteza, dejando á descubierto el núcleo incan- decente de nuestro planeta; y el estruendo y tumulto devorador de esas olas de fuego, es un recuerdo que no se borrará jamás de la mente. Es como si se asistiese al espectáculo de los mares de fuego de la edad geoge- nética del globo, que hemos descrito en nuestra primera correspondencia. Y sobre esto el testimonio de los via- jeros de todos los tiempos está conteste. A veces estos dos lagos ó spiráculos de fuego, hoy separados por un albardon ó calzada estrecha de lava endurecida, suelen en los equinoxios sufrir altas mareas de fuego; cubren este istmo entre dos olas íncandecentes y devorándolo con sus furiosas lenguas de fuego llegan á constituir un solo y vasto mar incandecente de 400 metros de largo, por 200 de ancho. Dentro de este mar de fuego, la — 6 — superficie de la lava en fusión, se halla solo 25 metros mas abajo de los pies del espectador. Se ha reconocido que en marea baja, estas olas de fuego descienden unos 150 metros mas abajo que su marea alta. En este último período se la vé inundar sus riberas, enviando cor- rientes de lava incandecente al gran llano que se atra- viesa al aproximarse. En otras ocasiones se ha elevado algunos pies mas arriba ele sus bordes, formando un rio de fuego á su costado, de donde se estiende lenta- mente sobre el gran llano de lava que forma el fondo del principal cráter. Tal es el pasado próximo del Ki lauea. En cuanto á lo que la virgen ó diosa Pele mostrará mas adelante, no lo podemos saber. Lo que ahora nos presenta, es como sigue. Dos grandes Calderones ó La- gos de la ostensión que hemos señalado, ambos de una forma circular, con la parte inferior de sus bordes en estado incandecente, sobre los cuales van á estrellarse las olas de lava derretida siendo incesantemente recha- zadas hacia el centro. La superficie de estos lagos de fuego es de un gris resplandeciente y bellísimo, á pesar de formar á manera de una escoria sólida. Esta espuma metálica en via de enfriamiento, se requebrajaba incesantemente en nume- rosos y entreverados círculos de fuego, que formaba con- traste, por su llama color rosa, con el bello gris de la incandecente escoria. Estos círculos ú ondas de fuego que tenían su punto de arranque de la ribera incande- cente, se movían con mas ó menos rapidez hacia e\ centro, donde á intervalos de un minuto toda la mole de lava, derrepente pero mesuradamente, se alzaba, desgarraba — 7 — la delgada escoria gris, formando una pirámide ú enor- me ola de fuego, que llegaba á veces á levantarse en e aire hasta 10 metros sobre la superficie del Lago ígneo A esto se sigue un torbellino, acompañado de estruendos sibilantes, ó de broncos bramidos, unidos con incesantes desprendimientos de gases, proyectándose chorros de aguas y de llamas en todas direcciones: en seguida esta ajitacion se calmaba para reproducirse en el mismo parage ó en otro. Entretanto, los círculos de fuego se mueven perpe- tuamente para adelante en la dirección del centro, apa- reciendo un nuevo círculo sobre la ribera antes de engolfarse otro; y no pocas veces la masa de lava es proyectada con furor, pareciendo como lanzada por una fuerza misteriosa, desde las inmediaciones de la ribera en que se halla el espectador asombrado mostrando que es de 3 á 5 metros mas elevada en el centro que en la circunferencia. De este modo llegaba a revelarse una parte de la profundidad de la masa ígnea, apareciendo algo de tremendamente intenso y comprobador de la teoría de un núcleo terrestre incandecente, en ese fuego eternamente activo, flameante y ebullente que se mos- traba sobre las riberas mismas sin enfriarse ni conso- lidarse jamás, á pesar de su exposición al aire, al espacio y á la luz. ¿No indica esto renovaciones incesantes de las olas de fuego, arrancadas de las entrañas mismas de nuestro planeta, donde la presión sola basta para tener las materias todas en fusión.? Sin esta circunstan- cia es indudable que ese fuego se habría apagado y esas materias endurecídose, con el transcurso de tantos siglos. 8 — De esta manera se presentaba el primero de los dos lagos. Pero cuando favorecido por una fuerte brisa, el espectador llega á aventurarse mas adelante, un espec- táculo aun mas pavoroso se presenta. La masa del segundo lago se halla en una agitación aun mas violen- ta; pero su furor se azota sobre su escarpada ribera Sud, contra la cual se proyecta con una violencia igual á la de un mar tempestuoso contra las rocas de su ribe- ra. Habia llegado á minar aquellos arrecifes de lava, y por espacio de 150 pies, la lava se agitaba, se solevan- taba y se abria en esplendentes y cavernosos abismos de fuego, siendo rechazada con un estruendo pesado, apagado, mate, como quien dice, semejante al que haria una ola de plomo ó hierro fundente al estrellarse con- tra sus inconmovible muro; pues la lava incandecente, siendo mucho mas pesada que el agua, tiene en su fu- ror un acento muy propio, menos sonoro que en la ola oceánica, pero de un furor mas intenso, mas concentra do, mas sordo y amenazador; como debió ser el de las pesadas olas de los mares ígneos de las edades geoge- néticas de nuestro planeta. Este es por cierto un espec- táculo terrible y grandioso, tal cual parecería imposible que la creación actual pudiese presenciar, tantos millones de años transcurridos después de los mares metálicos y del mar de silicatos en fusión que se sucedió; apareciendo en sus acentos, tanto como en su aspecto, cual un es- pectáculo verdaderamente infernal y digno de los domi- nios incandecentes de Cyclopes ó de Hades. Aunque el movimiento de las olas de fuego es lento y deliberado, apenas si aquel constante impulso de un costado contra el otro, ó el vehemente, sordo y vasto — 9 — estruendo de La ola de lava al estrellarse contra su cos- tra de escoria, ó proyectarse como una mole de metales fundentes contra los arrecifes resistentes de lava en- durecida, podria recibir otro nombre que el de espan- toso ó sublimemente horrible. En el entre tanto, aunque el espectador se halla favo- recido de una fresca y fuerte brisa que lleva los ar- dientes y sulfurosos vapores del mar incandecente en otra dirección, el calor de la corteza de lava que pisa, de unos 80 pies de espesor sobre el mar de fuego, es tan intenso, que se hace insoportable. Es preciso sostenerse primero en un pié y después en otro, pues las zuelas del calzado por mas gruesas que sean, se ponen como ascuas, y hay que dejar enfriar la una, mientras se calienta la otra, pues no se podria soportar aquella ignición lenta de los dos pies á la vez. Los semblantes parecen de fuego por la reflexión del calor de abajo; y á veces se escapan del abismo hálitos tan ardientes y sulfurosos, que se hacen insoportables apesar del fuerte viento que los arroja en otra dirección. Las ideas del infierno cristiano se presentan á la imaginación al res- pirar estos cálidos y pungentes vapores que se escapan hasta délas grietas de la lava que se pisa: por que los cristianos han sido ingeniosos en describir los tormentos infernales, cuyo empleo se han permitido á veces ellos mismos contra indefensas é inermes víctimas inocentes, á quienes la Inquisición echaba á la hoguera calum- niando sus conductas ó sus creencias. Todo en con- torno de los lagos se alzan las olas petrificadas de un mar de silicatos eñ fusión, endurecidos con el transcur- so de los siglos. — 10 — Después del espectáculo de los lagos de fuego, viene el de los conos. Cuando la superficie de esta lava se enfria con tal rapidez que la acción de la alta marea ígnea es impotente para romperla, los gases elásticos al abrirse paso, producen pequeños spiráculos, al tra- vés de los cuales la lava se proyecta. Esta lava, enfrián- dose con rapidez al contacto del aire, forma por su acumulación sucesiva un tubo cónico de mayor ó me- nor diámetro y que se eleva á veces de 20 á 30 píes, abierto en la cima y también con grietas ó aberturas la" torales. Es en pequeño, el mismo fenómeno que los gran- des conos volcánicos formados en las regiones volcáni- cas del globo. En el Kilauea se presentan varios de estos conos sobre la cima de los barrancos ó prominencias del lago de fuego, todos reventados, debido tal vez á alguna grande y violenta esplosion que habrá hecho undirse sus cimas y á veces el total del cono, dejando solo un ancho spiráculo. Mirando por estos aguje- ros, se tiene un spectáculo asombroso y terrible á la vez. Debajo del espectador corre un rio de fuego que se desliza haciendo olas y estrellándose contra los enor- mes y escarpados arrecifes i* candecentes desús ribe- ras; y mas arriba, suspendidos de otros, se ven algunos arrecifes solidificados aun incandecentesy rojos 6 blan- cos en su intenso fuego con enoiiies estalactitas colgan- tes, á manera de las palmas do heléchos de fuego que se agitan al soplo de los vientos subterráneos; pudien- do allí contemplarse cuan delg'id.-i es en parte la costra sobre que se camina, y cuan próxima al punto de fusión debia hallarse su seperficie. Porque tanto como es posible juzgarlo, estos pequeños cráteres son conos que repo- — 11 — san sobre una corte/ i de un espesor no mayor de 12 á 14 pulgadas, y un solo hálito incandecente seria sufi- ciente para derretir toda aquella región suspendida so- ^ bre las olas de un niar de fuego. Afortunadamente no es posible permanecer mucho cerca de estas aberturas, por donde se exhala un ardien- tey mortífero hálito metáhco; siendo el espectáculo de los lagos, mucho njas fascinador y menos peligroso con sus olas y temi-estades de fuego, elevándose en enormes espirácul .< incandecentes y flameantes en el centro de esos sue!-. ■ falaces, ignes swpositós cineri doloso como dice el poeta latino: quedando una impresión inde- leble de este espectáculo, uno de los mas sublimes é impresionantes que presenta nuestro planeta. El solo bastarla para probar la verdad del sistema cos- mológico de Laplac(^ derivado lojicamente del principio descubierto por <' inm.ortal Newton, la atracción ó gravitación. Una - i nación accidental de materias in- flamables, como 1. ipone la escuela retrógrada, que el simple acaso jc^i .s puede producir, solo daria por resultado una esp sion análoga á la de una mina que estalla y todo con uye después de estallar: mientras aquí tenemos por : lante vastos, permanentes y profun- dos centros de met es en fusión, que llegan hasta las entrañas del glob ^\i\Q hacen sentir sus agitaciones de un estremo áotro .^ nuestro planeta, lo que solo basta- rla para garantir >u profundidad; mares ígneos que están sujetos á mai-as evidentes, como los mares acuo- sos, teniendo las g mdes erupciones y terremotos lugar siempre en los equ: oxios y otras épocas de la mayor atracción terrestr. (los grandes terremotos de Sud — 12 — América, y el espantoso terremoto reciente de Java, han tenido lugar en los equínoxios de otoño ó primavera, ó cerca de ellos). Los volcanes pues, de nuestro pla- neta lejos de ser hechos accidentales, son centros per- manentes por siglos de vastas acciones plutónicas, á manera de los spiráculos de un receptáculo activo y constante de materia incandecente, que constituye el suelo terrestre según la teoria de Laplace; hecho que se deduce lógicamente del modo de formación de nues- tro globo según ese sistema. Después que se han contemplado los lagos de fuego es fácil reconocer un cráter á la simple vista, y todas las regiones de Hawaii, lo mismo que las otras Islas y en general en toda la superficie de nuestro planeta, ofrecen un nuevo interés al espíritu así ilustrado sobre los orígenes y el pasado de nuestro planeta. Todas las Islas del grupo de Ha^vaii en efecto, se hallan cubiertas de cráteres; y desde Kilauea hasta el mar se pueden señalar diversas líneas de cráteres, todos estinguidos; pero que todos en diversos tiempos han producido esas interminables corrientes de lava sobre que se marcha por el camino de la costa de la Puna (otra palabra qui- chua empleada por los Hawaiios empleada con el mismo significado, entre otras muchas) durante unas 70 millas hasta Hilo (otra palabra Quichua esta última). Estas acciones volcánicas tan vastas y que deben haber du- rado siglos de siglos, no es posible esplicarlas por la incandecencia accidental de materias inflamables allí re- unidas. Esas islas, como todas las islas y continentes han surgido del seno de las olas y la fuerza que las solevantó y formó, solo puede atribuirse á la acción 13 de un núcleo terrestre incandecente: ninguna otra causa menor podría esplicar acciones tan enormes y generales sobre la corteza sólida de nuestro planeta. La lava que es la roca ignea mas moderna en via de forma- ción, es la misma en todas las regiones del globo, desde Kilawa en Sandwich y el Masaya en la América Central, hasta el Vesuvio y el Etna en el mediodia de la Europa, deben tener un mismo origen y pertenecer por consi- guiente al mismo mar ígneo interior^ mar que cambia de naturaleza según las épocas, habiendo existido antes del mar de lava, un mar de trachuta, un mar de pór- fido, un mar de basalto, un mar de silicatos etc. El Vesuvio se acerca ya á los dos mil años de existencia histórica fuera de los millares de años de su actividad prehistórica antes de apagarse la primera vez (el Vesuvio era un volcan estinguido, cuando estalló de nuevo en tiempo de Plinio, en el año 79 de nuestra era). El Etna tiene triple de esa edad, pues Homero habla de los fuegos cyclopeos del Etna, unos 1000 años antes de J. C. ; y en proporción los otros volcanes menos conocidos. Asi, esos fuegos eternos, solo pueden corresponder á causas eternas; á la incandecencia inte- rior del globo terrestre; se deduce lógicamente de las leyes de la mecánica y de la acción de las leyes de la gravitación de que el sistema cosmogenético de Laplace es una deducción lógica. Volviendo á Hawaii, casi todo el camino de lava á que hemos, hecho alusión, es una tierra de desola- ción. Un estrecho sendero al través de lechos intermi- nables de lava; sendero que en parages habia tenido que ser amartillado para aplanar sus filos, á fin de — 14 — poderlo transitar á caballo, y fuev\ del cual por nada sacareis á vuestra inteligente cabalgadura, conociendo instintivamente que aquel suelo horizado de púas volcá- nicas, como el lecho de espinas de "m Fakir, no es sucep- tible de ser caminado á caballo ó i pié fuera del suso- dicho sendero. La mayor par' ^ de esta lava es probablemente muy antigua, aun ¡ie alguna también es reciente, y los heléchos y mator /'les deguava y otros escasos herbages es lo único c^ue crece sobre ellas. En algunos de los huracos cav -írnosos que denotan probablemente antiguos conos o normes ampollas de lava, se ve un cocotero 6 un pínidonus haciendo esfuer- zos para vivir; y poco d poco, nasta descender á la ribera del mar, el viagero es recompensado con el agradable espectáculo do bosques de cocoteros y de frondosos pandanus de agradabltis y perfumadas som- bras; y aun á veces, con algunos retazos alfombrados de florido césped. Casi toda er>í t costa de la Puna es sin agua; asi, es preciso carg.ula para viajar hasta Hilo; y los animales solo pue< u beber en Kaimu, distante 25 millas de Volcaría Hon^e ; siendo ese el ñnal de la primera jornada. Allí se ;juede ademas refres- car con leche de coco, que los nalLirales van á buscar á un bosque inmediato de cocoteros. También causa admiración el encontrar gentes que puedan vivir en medio de estas lavas, cultivando algunos trozos de tierra con batatas, plantando cafeteros y árboles fru- tales y cercando sus pequeñas propiedades con pircas hechas de trozos de lava. Muy poca tierra se necesita para la vegetación en tiempo lluvioso y la lava des- compuesta forma un rico suelo. Pero escepto el coco- -- 15 — tero que crece en las playas y parece sacar su sustancia de las olas ; y la batata que se aviene bien en medio de la lava, ninguna otra cosa puede medrar. Hay ademas muchos cambios importantes y recientes que han tenido lugar en las costa de la Puna. En Kaimu y en sus inmediaciones, por ejemplo, ha habido un hundimiento que está visible, del suelo, y que puede muy bien haber sido ocasionado por la rotura de una vasta bóveda de lava, y la cual como se hallase cubierta de tierra y árboles, se habia establecido allí una consi- derable población; aun se ven los restos disecados de un bosque de cocoteros abismado; percibiéndose sus troncos destrozados entre la resaca. • En la casa de naturales donde se pasa la noche en Kaimu, el alojamiento consiste en una estera por todo colchón y en una cobija de tapa que ya sabemos, es. como dormir bajo una hoja desplegada del Times de Londres. La comida solo consiste en batata, bananas, pollo con arroz y cocos en abundancia. El agua no es buena, por lo que los viageros se contentan esa noche con leche de coco que es tan nutritiva como refrescante. Solo al fin de la segunda jornada, 15 millas mas adelante se encuentra en Eldart un confortable alo- jamiento con un baño thermal lijeramente mineral. De allí marchando 23 millas se llega á Hilo, todo al travez de un suelo estéril formado en su mayor parte de lava, pero con la interposición de un pequeño pa- raíso de esplendores tropicales, una milla de elevados bosques y matorrales, semejante mas á una naturaleza Brasilera que á una naturaleza Hawaiia. Toda la costa de Puna sufre de la sequedad y de un sol sin nubes, mientras en Hilo llueve constantemente. — 16 — La ascensión al Mauna Loa es mas fácil tomando por punto de partida á Kilauea; y los guias, provisiones y anímales para esta empresa se encuentran en el Volcano House. La espedicion no es cómoda y hay que llevar ropa de abrigo. En la cima de este volcan, aun en el rigor del estío, se forman por la noche dos pulgadas de hielo sobre la tierra, lo que es demasiado fresco, pero muy agradable entre los trópicos, donde la escarcha es un fenómeno inusitado. Cuando el Mauna Loa se halla en actividad, forma un espectáculo el mas grandioso y terrifico que es posible imaginarse. El cráter es un abis- mo de unas tres millas de circunferencia, con márgenes escarpadas de unos dos mil pies de profundidad. En el fondo se halla un lago incandecente, que tiene la ha- bitud de proyectar un poderoso chorro de lava fundida y flameante hasta la altura de 500 pies dentro del cráter, por encima de la superficie del Lago. Es un es^ctáculo maravilloso. A veces este chorro surgente de fuego, suele alcanzar hasta la cima del crá- ter, formando entonces un espectáculo tan grandioso como espléndido. Cerca de Hilo se encuentran algunas lindas cascadas y varias plantaciones de azúcar. Tam- bién se halla en sus inmediaciones la Isla del Coco, con una pequeña laguna marina en que se puede ver al coral crecer y desarrollarse. En las playas abundan las conchas, los caracoles y otros mariscos interesantes del Pacífico. En Hiio se puede ver un ejercicio estraño y curioso de baño marítimo practicado por los naturales; llámase el tablo7i de la Resaca. Se necesita un dia tempestuoso y una mar alborotada para practicarlo. El ejercicio se — 17 — practica sobre un grueso tablón de 2 pies de ancho por á 20 de largo, hecho generalmente del árbol de pan. Armados con esto, una partida de vigorosos natura - les nadan hasta la primera línea de rompientesj y es- piando la ocasión de zabullirse bajo de ella, auxiliado al fin por el remolque del retroceso, penetran en el agua mansa fuera del alcance de toda resaca. Llegados * allí nadan y se zabullen como otros tantos patos, espe- rando su oportunidad. Lo que ellos buscan es la mas alta ola, delante de la cual se colocan tendidos ó arrodi- llados en su tablón. La gran ola se lanza para adelante, pero asi que su fondo toca la tierra, su cresta retardada en su velocidad y fuerza, se rompe proyectando una gran curva que impulsa directamente por delante á los nada- dores, los cuales son lanzados con una velocidad de 40 millas por hora. En realidad son lanzados como el rayo á la cabeza de la rompiente, y descolgándose en la apariencia en un cuesta abajo líquido por el vehemente impulso de la ola mugiente, cuya alta y blanca cresta parece acumularse al lado y por encima de ellos, impulsándolos de atrás, aparentando no obstante poseer una velocidad y un im- pulso propio. Es un espectáculo estraño ver tres ó cuatro hombres asi lanzados durante una milla hasta la ribera con la velocidad de un tren espreso, próximos á cada momento á ser tragados por una ola mugientej mas es- capando siempre á este engolfamiento é impulsados de lante de ella. Parecen arrodillados ó tendidos sobre sus largos tablones mas como monstruos marinos, como del- fines nadadores, que como hombres. A veces el nadador suele verse abrumado por la ola; la gran comba lo al- — 18 — canza y es envuelto como un despojo náufrago; pero el se zabulle y reaparece mas acá ó mas allá de la ola, próximo á utilizar la primer ventaja. Una feliz proyec clon los lanza por alto, en seco, sobre la playa, mas allá de la línea donde suelen amontonarse los mirones. A veces los nadadores se mantienen de pié sobre sus • tablones, balanceándose sobre las ebullentes aguas, al parecer sin dificultad. Este es un antiguo juego de los naturales que exige fuerza y destreza: los naturales de la nueva generación son ya incapaces de él. Otra cosa curiosa entre los Hawaiios es la operación del lomi-lomi que se practica con los viageros fatigados de mucho cabalgar por los malos caminos. El viagero, después de su fatigosa jornada, se tiende cuan largo es sobre una estera ó sobre un colchón, con sus ropas flojas y en mangas de camisa. Un natural con manos suaves y flexibles, pero vigorosas, procede á dar una friega comenzando por la cabeza hasta los pies, pasando sobre los nervios íatigados con lentitud y esmero estregándolos de rodillas con infatigable paciencia hasta que, al cabo de media hora, por fatigado y moUdo que haya estado, el viagero se encuentra reposado, fresco y sin el menor cansancio, pudiendo proseguir su marcha si lo prefiere ó perfectamente dispuesto para la comida y el sueño. Esta operación la practican hoy no solo los Naturales, sino los Europeos ; y no solo alivia del cansancio, sino délos dolores de cabeza, de las neuralgias, de los dolo- res reumáticos, constituyendo para los sibaritas de esas Islas, uno de los placeres y comodidades de la vida. ~ 19 — Esta Isla se halla entre Oahu y Hawaii, siendo algo mayor que la primera. Contiene las plantaciones de azú- car mas considerables, produciendo ella sola mas azúcar que ninguna otra de las Islas. Es notable también por el volcan estincto de Haleakala que ella posee, el cual se eleve 10,000 pies sobre el nivel del mar, presentando el cráter mas grande que se conozca en el mundo sublu- nar; abismo inmenso de 30 millas de circunferencia y de 2000 de profundidad. Es muy posible que Maui se halle compuesta de dos islas, las que se han unido con el tiempo por medio de un banco de arena inmenso, tan bajo, que en tiempo brumoso apenas se le distingue del Océano; y aun algunas naves han encallado en él creyén- dolo un brazo de mar. Maui posee ademas el famoso valle de Wailuku, quebrada pintoresca, de muchas millas de profundidad que dá una muestra de los valles que- brados, solitarios y vestidos de verduras de estas Islas, que son en realidad escarpados y estrechos cañones es- cavados por la corriente de las aguas. Los naturales sin embargo han practicado un cultivo de taro al lado de las corrientes en el fondo de estas gargantas. El volcan apagado es digno por cierto, de una visita. Estas Islas no presentan por lo demás picos volcánicos angulares. El Mauna Loa y el Mauna Kea en Hawaii aunque de 14,000 pies de altura, son solo como una vasta loma comparados con el Haleakala. La subida sin embargo no es difícil ni peligrosa. Pero no deja de ser fastidiosa, por que es como una jornada de 14 millas sobre lava y muy cuesta arriba. Lo mejor es recorrerla en el dia y dormir cerca de la cima, donde hay una ó dos cavernas de lava, formada - 20 — por bulbos de lava que han estallado y suficientemente espaciosos para acomodar á diversas personas. Hay que llevar abrigo, pues las noches son frias y cerca de la cima se encuentra agua, leña y forrage para los anima- les. Aun conviene llevar water proof, pues la lluvia siem- pre es probable. El gran cráter es mejor verlo al salir el sol y desde ahí se puede contemplar todo el conjunto de las Islas de Hawaii. Es un espectáculo análogo al que contempló el gran viagero y naturalista fíumboldt, cuando desde la cima del Pico de Tenerife, echó una ojeada sobre todo el grupo de las Canarias. La Isla de Hawaii se diseña con todos sus contornos, con el Mauna Loa y el Mauna Kea, elevándose en cada una de sus estremidades y en el medio, la depresión cerca de la cual se alza el Kilahuca. Las salidas y puestas de sol en medio de nubes, esto es. los crepúsculos, son allí magníficos. Pero el cráter mismo, limpio de nubes y nieblas en la primera parte de la mañana y alumbrado por- el sol levante, presenta el espectáculo mas sorpren- dente. Tiene 10 millas de diámetro y su fondo yace en un abismo, á 2000 pies bajo las plantas del espec- tador. El vasto fondo irregular contiene mas de una docena de cráteres ó grandes conos subsidiarios, algunos de 750 pies de elevación y casi tan grandes cada uno como Cabeza de Diamante, cerca Honolulú. Por los portillos de Kaupo y Koolan se reconoce ha- ber corrido la lava derramándose sobre los flancos de la montaña. Los conos resaltan bien mirándolos de arriba, y ni árboles ni malezas de ninguna especie interrumpen la perspectiva. Diríase un volcan de la luna descendido maravillosamente á la tierra. La descripción de esta — 21 — escena es un imposible! Su desolación es la imagen mis- ma de la soledad, la esterilidad y la tristeza. Apenas si una que otra cabra salvage se vé trepar entre las rocas ó salta de los farellones casi perpendiculares. A veces, una ave solitaria hace escuchar su melancólica nota, como el Coral, en medio de los valles solitarios y reso- nantes de nuestros Andes; el viento hace ahullar con furor sus soplos sibilantes; y mientras el observador se man- tiene tras el abrigo de una masa de lava, contemplando la escena y observando sus detalles, á medida que el naciente sol los exhibe uno por uno; á continuación se vé la" opaca y fluida niebla del Pacífico, derramarse dentro del cráter como un jarrón de leche, llenándolo á veces por completo á las 10 del dia. Los actuales habi- tantes de estas Islas han venido sin duda de las costas Occidentales de América, cuando ya el prodigioso Halea- kala había apagado sus fuegos; por lo menos, no con- servan tradiciones de ello. Pero se ven señales de muchas corrientes de lava, sobre todo, de una que parece mas reciente que las otras. Debia presentar una magnífica y terrible vista cuando hace algunos millares de años, se hallaba en plena actividad. Hay un portillo por el cual se puede penetrar á caballo dentro del volcan; pero es preciso cuidar de no salir de los senderos trazados, pues fuera de ellos los cascajos de lava forman un colchón movedizo de agudos filos, que el que allí se mete, solo podrá sahr todo estropeado, animal ú hombre, si es que sale. Al descender la montaña por el lado de Makawao, se descubren dos cráteres de bellas formas sobre el costado de la montaña, y los cuales en su época han debido — 22 — también vomitar lava. Mas cerca de la costa, ya fami- iarizado el espectador con los rasgos característicos de los cráteres de solevantamiento, puede percibir otros; y por cierto que para apreciar como es debido los paisa- ges peculiares de las islas volcánicas de Sandwich, cuyo fondo lo constituyen los cráteres y conos volcá- nicos de todos los tamaños, conviene visitar previa- mente Kilahuca y Haleakala. Este último nombre signi- fica casa del Sol; y al ver al Sol naciente penetrar y to- mar posesión, como quien dice, de esas vastas y tristes profundidades, animándolas con sus alegres rayos de oro, se vé que el nombre se halla admirablemente es- cojido. Estos mismos sonidos (Huata-Kara ó Hualla Kalla, en Quichua, casa del Sol) con esta misma signifi- cación han sido empleados por los indígenas del Perú, en casos análogos. Ya hemos hablado de la semejanza en la fisonomía, idioma y costumbres que se observa entre los Polynesios, inclusos los Maoris, y la raza indígena mas antigua de la parte Occidental de Sud- América. También hemos hecho ver la imposibilidad de que la América con tradiciones y monumentos tan an- tiguos, haya sido poblada por las razas enteramente nuevas, recientes y semisalvajes de la Polynesia, in- dicando la época y la raza Americana Occidental que las ha poblado (Atumurunas, quichuas del litoral occiden- tal, hoy Changos). Respecto a la cuestión de si los Quichuas Aryos según lo ha demostrado el Dr. López y el Dr. Falb han venido del Asia á poblar la América; un imposible, vista la enormidad de la distancia y la ignorancia de los asiáticos de la navegación y la geo- grafia; esta cuestión hemos dicho está resuelta por los — 23 — eruditos trabajos de Mr. Donelly, el cual mas que su - pone, demuestra, que los Atlantis ó habitantes estin- guidos de la Atlántida de Platón, forman el tronco común de donde han irradiado á un tiempo al este, las razas Noachides y Mongoloides; y al Oeste las razas Americanas y Polynesias; verdad que satisface á todas las exigencias y resuelve todas las problemas éthnicos de la historia. Mas aun; consideramos la América mucho mas antigua en algunas de sus partes que al- gunas ó las mas partes del Asia. El estremo oriente de Asia por ejemplo, inclusas las Islas delJapon, presen- ta una apariencia mucho mas reciente que la América occidental, -cubierta como se halla de altísimas montañas coronadas de volcanes en actividad, mientras estas mismas montañas se hallan ya en reposo en la América Occidental, escepto en la estremidad Sud. Esa parte del viejo continente es, pues, de un origen reciente, lo mismo que los numerosos archipiélagos desparramados por las inmensidades del Pacifico. ¿No serian en rea- lidad los restos ó despojos rejuvenecidos del viejo mundo Pacífico hundido, como acaso tendremos ocasión de de- mostrarlo mas adelante? De vuelta, al descender de la montaña, los pavos sil- vestres se presentan numerosísimos. Es increíble la facilidad con que en estas islas, los animales domésticos se hacen silvestres. Asi se ven por todo cabras, gatos, gallinas y pavos silvestres; hay también ganados sil- vestres; habiendo ejemplos de un natural que fué hecho pedazos por los perros cimarrones ó silvestres, que suelen vagar en tropas per ciertas partes de las Islas. Se encuentran plantaciones de azúcar en las cuatro mas — 24 — grandes de estas Islas; y en todas ellas este cultivo se lleva á cabo con éxito. Sus productos son exportados en buenas condiciones para el mercado americano; y tan buenos son que la prensa de California ha comenzado á alarmarse por ello, creyendo que esto podria perju- dicar á las entradas de Aduana de la Nación ó á su industria azucarera. Nuestros espacio no nos permite entrar en detalles sobre el particular. El mayor número de estas plantaciones se encuentran en Maui, que se cree ser la mas adecuada con este objeto. Es, pues, aquí, donde se puede estudiar esta industria bajo su aspecto mas favorable; siendo indudable que estas islas presentan facilidades estraordinarias para el. cultivo del azúcar. De cada acre suele cosecharse hasta seis, to- neladas de azúcar. Cuatro toneladas es una cosecha común, siendo el mínimo de 2 l{2 toneladas por acre. El suelo, bien tratado, se le considera inagotable. La práctica seguida es obtener dos cosechas continuadas y en seguida dejarlo descansar por dos años; pero cuando se tiene irrigación y abono á mano ni esto es necesario. En esta feliz región no existe el menor temor de helada y la caña puede plantarse durante todo el año. En Lahiana la caña tarda en madurar de 14 á 15 meses; hay distritos en que necesita 18 meses; y en grandes alturas hasta 2 años. Pero bajo todas las circunstancias, irrigada ó nó, cultivada en las vegas ó en los recues- tos de las montañas, en las regiones húmedas ó secas, por todo la caña se produce bien y es el cultivo mas favorecido de estas islas. Pero hay ratones y gusanos que se comen la médula de la caña debajo de tierra: mas esto no llega hasta *el — 25 — grado de amenazar la cosecha, como el tison que ha destruido el cultivo del café y desalentado otros culti- vos agrícolas. La verdad es que la producción de azúcar de la Isla aumenta incesantemente. La cosecha de 1879 fue de cerca de 22 millones de libras de azúcar. Este año (1882) la cosecha ha exedido de 50 millones de libras ó 2 millones de arrobas, de lo que tres cuartos por lo menos, se exporta. Los azucareros sin embargo se quejan de su suerte como todos los agricultores, los ganaderos y los mortales en general. Es que en el orden general actual, nadie se halla del todo satisfecho con su suerte, y siempre tiene el ojo puesto en la del vecino. AUeni apete?ie es el defecto, no solo de Calilina, sino de todos los hombres, que algo de Catilina tienen siempre en sus venas. Figuraos un hombre que obtiene 500 duros en azúcar por acre; 2,000 duros por cuadra! y que todavia se queja de su suerte! Mas que bueno es Dios, que no nos dá de azotes á todos! Porque en realidad, las ventajas de los plantadores de azúcar en estas islas son grandísimas. En efecto, á mas del clima inmejorable, los peones son exelentes, abun- dantes y baratos. Donde las lluvias son escasas como en Lahaina, país en que solo llueve una sola vez en el año, se hacen pozos artesianos y represas y se recurre á la irrigación. En Hilo, donde llueve por demás,- se hace uso de flu^ mes (esos canales suspendidos de madera de que hemos hablado) para acarrear la caña y la leña á los inge- nios situados en los puertos. Sin duda que hay en esto, como en todo, sus pequeñas dificultades é inconve- nientes; pero pedir mas en tales condiciones, es deseo nocer su suerte y el mundo tal cual es. - 26 — El error de los cultivadores consiste principalmente en no plantar las faldas de las montañas con árboles, donde esto es posible. Los bosques del país van desapa- reciendo rápidamente, con especial en las mesetas ó páramos superiores y en las faldas pastosas. No solo se cortan los árboles por su madera y su leña; sino que los animales se comen hasta sus brotes; á lo que se ha añadido una mosquilla que ha acabado con los viejos árboles, destruyéndolos en gran número. Esto ha hecho que las lluvias escaseen en las regiones devastadas, reduciendo el suelo de ciertas localidades antes feraces á la sequedad y esterilidad, por causa de haber sido el suelo desnudado por completo de sus antiguos bosques, que atraian la humedad y las lluvias. En muchos parages, las aguas délos rios han dismi- nuido permanentemente de lo que antes eran, sin duda por la falta de bosques protectores de sus fuentes y de sus riberas; las que despojadas de esta protección y ornato natural, merman, disipándose con la fuerte y no mitigada evaporación del sol. Pero aquí como en otras partes, todo marcha sin protección ni previsión de ningún género, En Maui entre tanto se han ensayado algunos plantíos conside- rables de EucaliptuSj Poco á poco, se ha llegado á reco- nocer que estos plantios son un buen negocio, aunque solo sea para postes de cercos y leña, lo que puede contribuir á que se planten nuevos bosques asegurando el porvenir y la salubridad comprometida de estas Islas. Los bosques mismos de cocoteros, de que tanta utili- dad se obtiene, descuidados en años anteriores, hoy han comenzado á replantarse y á cuidarse con esmero — 27 — Las plantaciones de azúcar tienen lugar en estas Islas bajo un sistema de contratas de trabajo que ha dado buenos resultados. Estas contratas se hacen generalmente con los naturales por un año y con los chinos del celeste hiiperio por 5 años. Las contratas se estienden en Ingles, Hawaiio ó Chino y son muy sen- cillas; he aquí una muestra de ellas: — « Conste por la « presente contrata datada en dia del año de « 18 celebrada entre los propietarios de la Planta- « cion tal de una parte; y entre los que firman la « presente con los correspondientes testigos por la otra: « 1 ^ Los firmantes de dicha segunda parte se com- « prometen á trabajar en tales faenas de la plantación « tal bajo la dirección de la espresada primera parte, « comprometiéndose á llenar fiel y puntualmente dichos « trabajos como corresponde á un trabajador honrado, « comprometiéndose á obedecer todas las órdenes legí- « timas de dicha primera parte, de sus agentes ó so- « brestantes, durante el término de meses; debiendo « cada mes contar de 26 dias de trabajo.» «2^ De un costado las personas de la primera parte se comprometen á pagar bien y debidamente ó á hacer sean pagados . los trabajadores que constituyen la segunda parte de esta contrata, y al final de cada mes, dentro del plazo de esta contrata, deberán recibir su salario ó compensación de . . tantos duros men- suales, con la condición de que los trabajadores firmados que forman la segunda parte, cumplan de su lado el presente compromiso firmado ». La ley exige que estas contratas- sean firmadas delan- te de un Escribano Público. Los salarios son general- - 28 — mente de 8 duros mensuales con comida á 11 duros mensuales sin comida. Con estos tres duros de aumento se puede obtener para estos peones suficiente poi, carne y pescado para sostener los trabajadores naturales de es- tas islas. El compromiso es enteramente voluntario; los hombres comprenden perfectamente el objeto de su compromiso y en todas las plantaciones donde son bien tratados se alistan con la mayor regularidad. La viciosa costumbre de pagar adelantado se ha introducido por el hecho de que los naturales que se embarcaban como balleneros, recibían su paga ade- lantada, y asi también lo exijen los trabajadores de las plantaciones. Los labradores son alojados comunmente en chozas separadas y viven con su familias, formando las mujeres una fuerza importante de trabajadores irre- gulares en las épocas en que los trabajos apuran. A estas no se les paga por contrata, sino al dia. Este sistema ha producido buenos resultados hasta hoy. Los plantadores no abusan generalmente de estos hombres, á quienes pagan con regularidad, dan de comer bien y los dejan descansar toda la noche: esta vida regular tiene una influencia saludable. Ademas, cuando se enferman, reciben prontos y eficaces auxilios medicinales, llevando una vida mas social, mas inte- resante y mejor atendidos, que cuando viven aislados en las montañas. Sin duda que en esto como en todo se cometen algunos abusos; pero el castigo se halla cerca del pecado, pues al siguiente año no encuentran quien se conchave con ellos. Asi la juventud de la isla se encuentra generalmente en las plantaciones, y en las inmediaciones de estas 29 siempre hay alguna escuela ó Iglesia. El puéblese sus- cribe á las publicaciones de la prensa, discute sus negocios y cuenta siempre uno ó dos leaders entre los capataces de las plantaciones. Algunos de estos capataces suelen ser miembros de una de las Cámaras lejislativas. Por lo demás, estos isle- ños tienen el buen sentido de no quejarse del exeso de trabajo; se quejan mas bien de la falta de trabajo. En todo se muestran superiores á ciertas orgullosas y civilizadas naciones. Recuerdo que habiéndose eximido á los trabajadores de cierta nación, de los trabajos noc- turnos en las fábricas; al punto y como por via de emulación, todos los mozos de tienda, almacén, conflte- rias, café y demás, piden ser exonerados de los trabajos nocturnos, como lo hablan sido los operarios de las fá- bricas. Figuraos una ciudad sin almacenes, teatros, cafés ni tramways durante todas las noches del año! La maquinaría empleada en las plantaciones es de las mas adelantadas. Las mas grandes usan generalmente calderos pneumáticos; y los plantadores son hombres inteligentísimos, fau iliares con la teoría y práctica de la fabricación del azúcar y con los últimos perfecciona- mientos en el ramo. Mas en esto como en todo, el tino es indispensable para el acierto. La pretensión de pro- ducir solo lo fino, cuando hay lugar para lo regular y aún ordinario que cuesta mas barato y se espende mas barato, pero que es de mayor y por consiguiente, de mas seguro consumo, es una necedad dispendiosa. Si no se ha de desperdiciar nada, hay que fabricar no solo azúcar refinada, sino también moscovado, chan- caca, miel de caña etc., todo esto cuesta poco, es muy — 30 — demandado, se vende bien y deja buena utilidad, obte- niéndose con menos trabajo y costos. Asi la gente viva no se descuida y produce lo blanco y lo moreno, lo fino y lo mediano, no desperdiciando nada y sacando utili- dad de todo. Pasando ahora á la ganaderia, ella ha prosperado mucho en estos últimos años en el archipiélago. Hay varios establecimientos de cria de ganado Durham puro; de ovejas finas y de cerdos perfeccionados. Esto tiene lugar en Oahu y en todas las Islas, pero principalmente en la de Kawai, la mas distante y que se halla situada á sotavento de las principales Islas. Tiene comunicacio- nes regulares con la capital por medio de un vapor bi- mensual. Las costas de esta isla abundan en bosques de cocoteros y es probablemente la mas antigua del grupo. Según los geólogos, fué la primera que surgió, el fondo del océano comenzó á entreabrirse alli, en la di- rección del Noroeste y la grieta se estendió gradual- mente hacia el sudeste lo suficiente para producir las otras islas. Kawai es por consiguiente algo mas vieja que Ilawaii; que es, mientras esta se halla cubierta con lava sin descomponer y cuenta dos activos volcanes; la primera tiene una rica y profunda cubierta de suelo, y escepto en ciertos parajes, no se presentan conos ó cráteres aparentes de solevantamiento. Como es de suponerse, toda la Isla presenta los mas evidente vestigios de su origen volcánico; y cerca de Koloa se hallan tres pe- queños cráteres en un buen estado de conservación. Contando, pues, Kauai mas suelo que las otras Islas, tiene también mas pastos; como es mas antigua, no so- ^ 31 - lo sus valles son mas ricos y fértiles, sino que sus montañas son mas pintorescas que las de Maui y Hawaii; siendo también mas bajas. Tiene escelente caminos de herradura y aun caminos practicables para rodados. El punto principal de la Isla es Wainua, cerca del cual, se hallan las arenas ladíantes, un enorme médano, incesantemente repleto, é incesantemente desmoronán- dose cumo una Clepshudia, con un ruido semejante al distante trueno, probablemente resultado de una acción eléctrica. En sus inmediaciones se observa también el fenómeno pintoresco del mirage, presentando la apa- riencias de grandes lagos con-grandes olas que parecen sumergir el ganado que pasta en las inmediaciones, siendo todo mera ilusión óptica. En el costado lluvioso de la Isla se halla el pintoresco valle de Hamalei, á donde atraca el vapor de que hemos hablado, y de donde se puede visitar la Palis de Kauai, una estación de altos y empinados arrecifes de 25 millas de largo; os- tensión de costa completamente inaccesible del mar, escepto para los nuturales en sus ligeras canoas; costa que en muchas partes se presenta tan bella como grandiosa. Hay una familia inglesa establecida en la pequeña Isla de Niiua, que tiene también una residencia encan- tadora en las montañas de Kauai. Vino á Honolulú mas de doce años hace, desde Nueva Zelandia, en un buque de su propiedad, el cual conducía no solo sus pena- tes, si no también una fina cria de ovejas. Asi prepa- rada, esta familia salió . á recorrer mundo, buscando una Isla independiente donde establecer su imperio; la cual la encontraron á su gusto en Niihau; y allí se esta- — . 32 — blecieron después de haber vendido su buque; y en ella ha permanecido prosperando y llevando una tran- quila vida de Arcade, con ganados y ovejas en muchas lomas, con una agradable y hospitalaria casa donde viven juntos niños y viejos; y donde el estranjero en- cuentra la mas cordial hospitalidad. Es una aventura singular y curiosa esta de salir á recorrer el inmenso Pacífico en busca de una patria, entre las infinitas islas desparramadas en su superficie; siendo por el acaso conducidos á la pequeña Isla de un grupo situado en uno de los granJes derroteros Oceánicos, el camino del Oeste de América al Este de Asia, via intercontinental destinada por cierto á un gran porvenir. Si en vez de llegar al archipiélago de Hawaii, en condiciones tan favorables, esta familia hubiese llegado al grupo de las Marquesas ú otras Islas que se hallan del otro lado del Ecuador en la misma dirección, es probable no hu- biesen encontrado una patria tan venturosa, ó por lo menos tan socorrida; perdiéndose tal vez en la in- mensidades desiertas del Océano, como una pequeña bandada de ánades puede perderse en la inmensidad de los lagos y glaciares del polo 6 en las innumerables lagunas de nuestras inmensas y desiertas pampas. Kauai cuenta muchos residentes Alemanes, todos ellos, como la familia Inglesa de que hemos hablado, gentes educadas y cultas que han traido su biblioteca consigo y en cuyas mesas y estantes se pueden ver los productos mejores y mas recientes de la literatura mo- derna^ como de la antigua. Seria sorprendente para un habitarte de Paris ó de New York, el encontrar en la sociedad de estas oscuras islas, perdidas en la inmensi- — 33 — dad del Océano, sociedades selectas de hombres y mu geres dotados de la mas refliiada cultura, gusto y ele- vación; y que desterradas por un desengaño del mundo ó por la suerte, en un ángulo remoto de la Oceania, saben mantener en su bella Thebaida todas las formas esen- ciales y todas las mas espléndidas realidades de la civi- lización, sin dejar por eso de disfrutar de todas las an- chas y libertades del hombre de mundo mas despreocu- pado; y habiéndose solo eximido de esas intolerables tiranías secretas que la iniquidad de nuestras viejas sociedades hace cada vez mas insoportables. De seguro no dejarían de envidiar á estos venturosos mortales, que han tenido el gusto y la fuerza de practicar una rijida selección hasta en su morada, descartándose de lo malo que nos han legado los siglos y adoptando solo lo bueno; y llegando por este medio á descubrir el secreto de vivir libremente, simplemente, felizmente, al mismo tiempo que galana y cultamente. Kawai cuenta ademas cuatro ó cinco plantaciones que gozan hoy de bastante prosperidad. Su éxito proviene de haberse resueltamente invertido algunas sumas en sacar asequias ó canales de irrigación, que hacen pro- ducir á la tierra constantes y remunerativas cosechas. Pero la mayor parte de la isla se halla consagrada al pastoreo del ganado mayor y menor. Este ha llegado á hacerse silvestre en las montañas, donde se le dá caza, como se hace entre nosotros con el avestruz, el gamo ó el guanaco. En los llanos, sin embargo, estos ganados son mansos y criados en hatos ó herds. La crianza del ganado es un negocio importante y considerable en todas estas islas; y á los criadores no les ha ido mal hasta hoy — 34 — en su negocio. En 1871 se exportaron 19,384 cueros; 185,240 Ibs. sebo; 58,900 cuero? de cabra y 471,706 Ibs. de lana. En 1881 todos estos productos han tripli- cado. El mercado para la carne es sin embargo limitado; y los criadores tienen que echar sus reses al caldero para hacer grasa ó para convertirlas en estracto Liebig. En muchos establecimientos se emplea con este ob- jeto la mejor maquinaria. La grasa y los estractos se preparan generalmente en vacijas cerradas, haciéndose eV negocio con precisión. Esta industria, mejorará sin duda cuando se abra el estrecho de Panamá á la navegación interoceánica; y los novillos y carneros gordos podrán llevarse en pié ó conservados al frió á los Estados Americanos del Este, Las Antillas ó Europa. El ganado se maneja aqui, como en California, á caballo y con el auxilio del lazo; y los cuidadores, llamados vaqueros por los Norte Ame- ricanos tienen el nombre de Españoles entre estos is- leños. Esto proviene del hecho de que en los primeros años, como los naturales nada entendian de la industria ganadera, habia que importar vaqueros de raza espa - ñola de California para que les enseñasen el oficio. Hoy los naturales son exelentes vaqueros; son ginetes atre- vidos y peones baratos de estancia, por manera que el negocio de ganaderia tiene aqui menos costos, pero tam- bién menos salidas que en California. Como los pastos de estas Islas son limitados, hay la queja general entre los criadores de que la exesiva multiplicación actual del ganado cabalgar en la Isla, quita el pasto indispen- sable para las vacas y las ovejas. Los ganados son de la raza ordinaria, probablemente -~ 35 — Española de origen ; pero su mestizage con el shorthorn, hoy muy avanzado y practicado en grande escala, no permite descubrir su carácter originario de raza. En efecto, liánse establecido en la Isla diversas crias de ga- nado Durham puro, á fin de renovar los padrillos de las cruzas; como también se han introducido con el mismo objeto crías finas de los mejores carneros americanos é ingleses. Estos Hawayos que hace 75 años no conocian lo que era un caballo; y que hasta hace 50 años era un animal en estremo raro entre ellos; hoy, como nuestros anti- guos gauchos, no quieren vivir ni hacer nada sino á ca- ballo. Probablemente hay muchos mas caballos en estas Islas que habitantes. En efecto, bien pobre ha de ser la familia nativa que no cuente por lo menos dos ó tres ponies (caballos de montar) ordinarios, guapos y ali- mentados con el pasto del campo vivos a veces^ pero generalmente muy mansos y capaces de vivir aqui, con lo que un asno morirla de disgusto entre nosotros. En los remates de caballos se ven singulares colecciones de estos mandundos, pudiendo obtenérseles hasta por una peseta (6 ps. m/c). El gobierno para disminuir la oxesiva multiplicación de estos animales, ha establecido un impuesto por cabeza sobre ellos, confiscándolo cuando este no es pagado. Los cultivadores suelen comprar en los remates estos animales al precio indicado; los ma - tan y hacen con ellos abono para la tierra. Los ranchos ó estancias de ganados en estas Islas, ocu- pan á menudo de 15,000 á 30,000 acres; habiéndolos también mayores y menores de esta estension. El pasto según lo hemos espresado, se compone de diferen- - - 36 — tes variedades, siendo el mas útil, al mismo tiempo que el mas abundante, el inanienie de que ya hemos hablado. Caballos, carneros y ganado vacuno engordan muy bien con este pasto, comiéndolo hasta el suelo. El cuidado del ganado se halla confiado á los naturales, que viven en el Rancho ó estancia; y no es poco la ventaja de los hacendados de encontrar en estas islas una población la- boriosa que se presta con gusto y á un precio acomo- dado para el desempeño de todo género de trabajos. Estas grandes posesiones fueron en otro tiempo la mo- rada de los jefes HaAvaiios. Denomínanse las viejas^ tier- ras. Mas después de la promulgación de la ley Kulia- na, el pueblo común fué autorizado á entrar en posesión de los pequeños lotes de tierra que tenian en cultivo. Estas Kulianas las conservan hasta hoy; y asi acon- tece á. menudo que dentro de los límites de una gran estancia ó hacienda, 50 á 60 familias viven en sus pe- queñas propiedades; formando estas una reserva natural y barata de trabajadores para la plantación ó los gana- dos de la hacienda. En la isla deNiibau aun se conservan 300 de estos naturales. A las ovejas se les consiente pastar con libertad por toda la isla, no habiendo ani- males dañinos que puedan atacarlas. En la época de las pariciones ó de las esquilas, los propietarios conchavan estos naturales para desempeñar los trabajos indispen- sables. Estos, cuando no tienen otra cosa que hacer, se ocupan de la pesca y de cultivar sandias, melones, ba- nanas y otras frutas ; ó hacen esteras famosas por su bella cualidad y testura, vendiéndolas á buen precio hasta en Honolulú. Generalmente las relaciones entre los naturales y los hacendados son escelentes, mante- — 37 — niéndose tales mediante recíprocos buenos oficios; de donde resulta el servicio mas cordial y voluntario, en retorno de los buenos oficios y de la protección de los grandes propietarios; todo lo cual redunda en beneficio mutuo, quedando el propietario con relación al pueblo en el mismo predicamento que los antiguos jefes, aunque estos no conserven ni la décima parte del poder de aque- llos en la época pasada. En Kauai se cultiva también el arroz. Este es otro de los productos cuyo cultivo aumenta sin cesar en la Isla. Las exportaciones de arroz y paddy como se llama á este grano cuando aun conserva su hollejo, las exportacio- nes llegaron en 1871 á 417,011 Ibs. de arroz, y 867,452 Ibs. de paddy; producto que ha ido en aumento en los años posteriores, habiéndose doblado en 1881, a los 10 años. Los terrenos de Taro, son también escelentes para cultivar el arroz; siendo una industria en que los chinos, que la entienden bien, invierten sus ahorros. Ellos em- plean el trabajo de los naturales; siendo común el ver que unos cuantos chinos arrienden de sus propietarios, todos ios terrenos de taro de un valle, empleando estos mismos propietarios, que son hijos del pais, como traba- jadores en su propio terreno; arreglo que para los Ha- waiios es tan benéfico como agradable, no estando estos dotados del espíritu de empresa é ignorando el arte de acumular dinero. El barlovento de las Islas de Ohau y Kahuai produce mucho arroz siendo uno de los productos de mayor esperanza para el porvenir. El arroz se dice que es de una escelente cahdad, Kauai contenia en otro tiempo importantísimas plantaciones de café. Pero este arbusto se halla espuesto al ataque de un insecto que — 38 — destruye sus hojas y por consiguiente sus frutos, como en ciertos terrenos de Buenos Aires, sucede con los duraznos; y de ahí el que este cultivo haya disminuido mucho. Sin embargo, el café crece silvestre en muchos de los valles y colinas, presentándose aquí y allí plan- taciones de algunos centenares de árboles nativos que se conservan bien y prosperan. La planta del café se pro- duce bien entre las lavas peladas donde ninguna otra cosa puede darse; pero debe haUarse al abrigo de los vientos y aun del Sol. Se ven algunas plantaciones colo- cadas en medio de los bosques, donde crecen bajo la sombra y protección de otros árboles y estas plantas se desarrollan bien en tales condiciones. En las playas del mar de esta Islas, suelen verse mujeres vestidas con sus trajes talares hasta los talones, ó mejor con sus largos camisones, acompañadas de hom- bres desnudos ó solo cubiertos de un taparabo, ocupados unos y otros en recojer lo que en Chile se llama luche y cocha-huyo (especie de algas marinas que preparadas convenientemente sirven de alimento); recojiendo tam- bién ciertos mariscos univalvos semejantes á los choros de Chile, con los cuales se prepara una exelente sopa, los que hechan en cestas que cargan sobre sus hombros. El norte-americano que nos ha suministrado estos datos, nos ha contado que un dia, habiendo enviado sus caba- llos adelante, el se dirigió á algunas de estas gentes que marisqueaban en las costas y que se hallaban probable- mente muy absorbidos en su tarea de recolectar su cena. «Grande fué, dijo, su sorpresa al vernos; mas no 39 obstante nos saludaron con la mayor afabilidad, entre- gando las canastas á los muchachos para que las lleva- sen. El jefe de la familia sabiendo que los caballos hablan marchado adelante, se ofreció á guiarnos por entre las rocas á la aldea vecina. No por esto se manifestó aver- gonzado de su poca ropa; y nosotros pudimos admirar la robustez y flexibilidad de sus desnudos miembros, sin estrañar su desnudez. El sin embargo consiguió deslizarse entre las rocas, reapareciendo con sombrero y con una camisa tan corta y sin calzones que unos de mis niños soltó la carcajada al verlo, no pasando dicha camisa de la cintura y sirviendo mas que para cubrir para hacer notable la desnudez, imitando la dicción del Dante el cual dice en su poema que, en el infierno, las luces solo sirven para hacer mas visibles las tinie- blas. Mas él no perdió por eso la serenidad, ni la son- risa habitual de la fisonomía benévola de esos naturales, cuando se aprestan á prestar algún servicio^ por penoso que este les sea. «En la tarde yo referí este incidente á nuestro hués- ped, un europeo, antiguo residente del pais, diciéndole yo al mismo tiempo: Supongo que este hombre sabe leer? ¿Leer? me contestó? El sabe leer, escribir, contar y también algunas otras cosas mas; todo tan corrien- temente como vos mismo podéis saberlo. Lo conozco mucho: es hombre que se halla en buen estado de for tuna y va á ser el próximo Juez de paz en este distrito. El sin duda se volvió á su casa y empleó el resto de la tarde en leer los periódicos». La desnudez de este Ha- wayo y la ocupación tan natural en que se hallaba, se esplica perfectamente por el clima que naturalmente — 40 — exige poca ropa, ó tan poca como nada para unos ex-salvajes, puesto que estas Islas se hallan en la zona intertropical, en que hasta la camisa incomoda y dá calor durante casi todo el año; y la ocupación de reco- ger mariscos en la playa del mar no indica cómo podria pensarse, tacañeria ni miseria. Es como en nuestra campaña salir á cazar mulitas ó perdices; es negocio de ejercicio, de placer, tanto como de conveniencia. La vida de estos naturales se halla llena de con- trastes semejantes; y si se examinan las contratas de trabajo, en las diversas plantaciones, casi sin escepcion, todos los trabajadores firman sus nombres. Según el censo tomado en Diciembre de 1872, las Islas Hawayas contenian 56,897 almas ; de las que 51,531 eran naturales y mestizos; y 5366 estranjeros. En 6 años la población indígena habia retrocedido en 7,234 almas, en vez de haberse aumentado. Entre tanto el número de estranjeros habia aumentado en 1,172 almas. Desde 1866, por consiguiente las Islas habia perdido 6,062 almas en vez de ganar. En el censo de 1878, la población total del grupo llegaba á 57,985 almas ; de las que 44,088 eran naturales y el resto estranjeros. De esa fecha adelante ha seguido el mismo decrecimiento de las naturales y el mismo au- mento de estrangeros, sobre todo chinos cada vez mas solícitos de acudir á estas Islas. En efecto, de entre los estranjeros, los chinos preponderan, superando las otras nacionalidades reunidas, escepto los Americanos. Estos últimos no se dejan superar en nada en aquello que les conviene; y como estas islas son un apostadero ventajoso y ademas una etapa indispensable en el comer- — 41 — cío de Oriente, les conviene hallarse siempre en mayoría en ella. Nación de un desarrollo tan vigoroso como adecuado, ella conoce su objeto y marcha á él con paso consciente, irresistible y estable , Por lo que es á los Hawaiios, su decrecimiento es tan estraño com.o sensible. Esto probaria que las razas salvajes modernas, no son susceptibles de ser civilizadas, sin detrimento de su vitalidad. Por lo que es á los chinos estos se demuestran muy dispuestos á casarse con las mujeres nativas ; uniones que son fecundas en sanos y bellos muchachos. Los chinos se muestran mas ce- losos por la crianza y educación de sus hijos que las mujeres sin educación nativa del país; y las familias mestizas de chmos dan mejores resultados en lo que respecta á educación y vitalidad, que las familias de sangre pura Hawaiias. A.demas, los chinos aman y cui- dan mucho á las mujeres nativas con quÍQnes se casan. Esfuérzanse por imprimirles "hábitos al instar de los suyos y exijen de ellas el cumplimiento de deberes determinados; lo que añade á su felicidad y salud. En reahdad, el número de mestizos de todas las castas ha aumentado un 30 0[0 de 16 años á esta parte. Por lo demás, conducido por sus exelentes guias los norte-americanos, no hay un gobierno mas paternal y previsor que el Hawaiio, lo que augura bien de sus facul- tades morales íntimas. Política y administrativamente las Islas se hallan divididas en distritos; y en aquellos distritos en qMa población se halla muy desparramada, el gobierno costea un médico, hombre de habilidad y ca- rácter, á quien acuerda un pequeño salario por asistir al pobrerio, con la obligación de hacer la visita higié- — 42 — nica del distrito á su cargo en periodos determinados. Están además facultados para cobrar su asistencia de aquellos que pueden pagarla. El gobierno practica la mayor vigilancia sobre las escuelas. Una ley de educa- ción compulsoria obliga á los padres, con penalidades determinadas, á enviar sus hijos á la escuela ; y á mas de las escuelas comunes ó primarias, se cuentan nume- rosas academias las mas de las cuales reciben algún auxilio del gobierno; mientras que todo se halla bajo la supervisión de este. Según el censo, el número de niños entre 6 y 15 años de edad, es de 8,93 1> habiendo 342 maestros ; ó un maestro por cada 27 niños en todo el grupo. La asistencia á las escuelas es mas general aquí que en ningún otro pais del mundo. En 1872, de los 8931 niños en estado de educarse 8277 asistían á 245 escuelas de diversos grados, siendo 202 de ellas escuelas de. grado primario. Bajo este régimen, casi no hay un Ha^vaiio que ño sepa leer y escribir. Hé ahí, pues, un pueblo salvaje ayer, civilizado hoy, que podria dar lecciones de cultura y buen gobierno á otros mas antiguos que él en el camino de \a. civilización. El Estado no reconoce culto privilegiado, y cada religión costea su culto con contribuciones voluntarías. Esto es mas avanzado en libertad rehgiosa y moral, que ningún Estado hispano americano y que la misma España, todos con gobiernos impotentes ó retrógrados en mate- rias de culto. Se sigue de esto que ios Hawaiios profesen e! indiferentismo en materias de religión? No. No hay un pueblo mas sinceramente convencido y piadoso ; y eso que ha sido educado por la secta pro testante mas esclusivista, los puritanos del Norte. — 43 — Pero es que la civilización y la ilustración moderna im - ponen deberes que este pueblo inteligente ha compren- dido ; mientras nosotros nos hallamos aun en esta materias, muy atrás de nuestro siglo. Queréis oir la verdad entera y verdadera? Nuestra raza es la mas atrazada del mundo, aun con relación á los canakas, que hace tan poco han emerjido del estado de naturaleza. Pero es el caso que el estado de naturaleza está aun mas próximo de una reabili- tacion culta y moral, que el atrazo engendrado por largos años de corrupción y despotismo, de oscuran- tismo é intolerancia. En el primer caso la razón, el genio del hombre coexiste en el esfuerzo hacia un esta- do superior, y auxilian é impulsan. En el segundo; el rebajamiento de las facultades morales é intelectuales es tal, que equivale á una atrofia de ellas. El esfuerzo que se precisa para salir de inferioridad en este último caso es mayor, y las facultades, las fuerzas, menores. Hé ahí esplicada la causa del atrazo y desquicio en que viven todas las nacionahdades latinas, con muy cortas escepciones liberales, la Bélgica, la Francia, etc. Es ineptitud de parte de las razas latinas ? No. Son las malas influencias que se dejan prevalecer; influencias que los oscurecen, degradan y corrompen todo, desde la religión, hasta las instituciones políticas y sociales. En las razas inglesas y germánicas, el rey, la aristo- cracia se halla á la cabeza del progreso y lejos de temer la luz, la empuñan y la pasean por el globo con sus propias manos. Esas mismas clases entre los latinos, representan solo corrupción, oscurantismo, intolerancia. Hé ahí esplicada la causa de la decaden — 44 — cia y atrazo de las razas latinas, que han abdicado y entregado el imperio del mundo á sus rivales. Porque el Mediterráneo no es un lago latino, es un lago inglés; y una serie de soberbias posesiones y colonias magnífi- cas aseguran á la raza inglesa una preponderancia eter- na! Este beneficio se lo debemos al catolicismo oscuran- tista, que ha despoblado con sus conventos nuestras campañas (España y las naciones católicas son hoy un desierto, poblado de conventos á imitación de la The- baida, mientras sus campos y ciudades están desiertos). Las nacionalidades protestantes por el contrario, bullen de actividad, de vida, de progreso, de libertad, de ciencia, de poder y todavia seguimos los latinos cerrando los ojos para no ver, y los oidos para no oir. En las Islas Hawayas no existen mendigos, no co- nociéndose otrcs pobres públicos que los enfermos y los alienados, que tienen un asilo cerca de Honolulú, lo mismo que los leprosos, que tienen su hospital separado en la Isla de Malokai. Los convictos y los niños de las escuelas reformadas, contribuyen á su propio sosten con su trabajo. El Hospital de la Reina se halla solo destina- do para los casos curables; y el pueblo cuida de sus enfermos, ancianos é inválidos. De esta manera se practica la verdadera caridad y no se favorece la men- dicidad, ni la dureza de sentimientos en las familias. Mientras el hombre puede trabajar, debe sostenerse de su trabajo y no de limosnas. Por lo que es á los miembros inválidos, enfermos ó lisiados de las familias, deber es asistirlos y ayudarlos en privado en cuanto es posible. Estos son deberes que las familias de todos los países civilizados reconocen. Este pequeño Estado — 45 — tan bien arreglado, es un modelo en todo. Pero aunque monarquía, estos bienes son de la República; son la obra de los republicanos de Norte America que go- biernan como ministros y todo lo arreglan y disponen bajo un rey indígena, el cual solo ^gobierna sobre las bases de una constitución liberal. En lo demás el pueblo se conserva adicto por gratitud, á su dinastia. Los autores de esta magnífica obra son, pues, los Norte- americanos Lee, Judd, Harris, Smith, Alien y Armstrong, todos ministros ó directores del Gobierno. Muchos de esos fundadores de la libertad y del bien Hawaiio ya no existen: pero existe su memoria entre los agradeci- dos naturales, que saben agradecer sus beneficios. Ellos fueron los organizadores, que continuaron los trabajos de los misioneros; y como todos eran hombres cultos, ilustrados, honestos y laboriosos, sus tareas han sido ampliamente compensadas con los buenos resulta- dos de su obra; ellos han hecho el bien de este pequeño pueblo, sin destruir en lo mas mínimo su independencia y respetando y cultivando todos sus derechos. No se puede pedir mas á la caridad y á la honradez mas acrisolada. De una población nativa de 51,531 almas, 6580 son calificados en el censo como propietarios, lo que hace un propietario para cada 8 habitantes. Solo 4,712 se hallan clasificados como simples peones de plantación, y de estos probablemente un tercio son chinos; 2115 son clasificados de artesanos, lo que es una gran pro- porción con relación á la población trabajadora y viril. Es de creerse que pequeños propietarios y artesanos se conchaven también en las estancias y plantaciones en — 46 — la época de los trabajos activos, lo que aumenta sus recursos beneficiándolos en todos sentidos. Respecto á las causas de la decadencia vital de este pueblo, son dignas de estudiarse. El contacto de un pueblo simple y primitivo con una civilización avanzada es siempre peli- groso para el primero: los pueblos simples, como los niños, en lo que respecta á hábitos y costumbres, á dar la preferencia á lo agradable, aunque sea dañoso sobre lo útil, solo porque no es tan agradable! A esto debe añadirse el hábito deletéreo de llevar ropas inadecuadas al clima pasando derrepBnte de sal- vages desnudos, á hombres demasiado vestidos. Noso- tros hemos visitado á Honolulú en el invierno, esto es, en Noviembre de 1882; pero el invierno de Honolulú es como el mes de Enero ó Febrero entre nosotros. Bajo semejante temperatura, los hemos visto vestidos de paño grueso. Esto debe debilitarlos, haciéndolos sudar enormemente al menor movimiento. El clima no exige tales ropas y ellos las usan solo en imitación de los Eu- ropeos, á los cuales copian, como el mono copia las morisquetas de los muchachos. Este y otros hábitos europeos adoptados sin el sufi- ciente discernimiento, y sin preparación previa, puesto que estos pueblos han pasado del eterno salvagísmo (cannibalismo) al estremo de la civilización libre de Inglaterra ó Norte-América, ha hecho mucho contra la vitalidad del pueblo Hawaiio. En efecto, para ellos, adoptar los hábitos civilizados de otros pueblos colocados en un clima y en circunstan- cias completamente opuestas, sin el conveniente estudio y adaptación, era introducir un prodigioso cambio sin 47 transición, rompiendo de golpe con su existencia pasada. Antiguamente el maro y la lijera cubierta de la tapa, que ya hemos dicho no tiene mas consistencia que una hoja de papel, era lo único que los protejia contra el sol y la lluvia. Sus cuerpos se hallaban endurecidos á la intemperie. Sus ocupaciones, la pesca, el plantío del ta- ro, la fabricación de la tapa, la caza de aves, la cons- trucción de sus canoas, eran todas fatigosas y tenían lugar al aire libre. Sus ranchos de quincha, con aberturas para puertas y ventanas, formaban habitaciones frescas, cómodas y ventiladas sin gases nocivos á ninguna hora del dia ni de la noche. Tomad al hombre acostumbrado á este régimen simple, sano y natural de existencia, y calzado con groseros zapatos de cuero, con un sombrero de fiel- tro que en vez de protejerlo contra el calor, aumenta la intensidad de este en la cabeza; vestidlo de una camisa, chaleco, pantalones y chaquetón estrechos, ropas ade- cuadas á los climas frios; en una palabra, vestid al cana- rio con las plumas del edredón, y os formareis una idea del cambio. .Alojad ademas de esto al Hawaiio en casas impermeables y cerradas, con ventanas y puertas con vidrios y á prueba de aire, habitaciones propias de climas polares, y no .de regiones tropicales; y por úl- timo, dadle, en vez del aire puro y fresco del cielo, ince- santemente renovado por el perfumado ambiente de las floridas montañas, el hálito pestífero de los zótanos á la inglesa, de las puertas cerradas y de los gases de la respiración humana y habréis condenado á esos libres hi- jos del trópico á una prueba demasiado fuerte, con es- pecial en un clima tan llovedor como el de las Islas Hawaiias. - 48 7- Como al fin esta raza sometidas á este régimen violento, apenas si se halla en realidad á medio civilizar en su conciencia íntima, es muy probable que teniendo poca ropa, se acuesten á dormir con la camisa mojada; ó que marchen todo el dia con zapatos y medias mojadas; como no tienen una idea formal de las propiedades de los gases y el aire respirable, con relación á la higiene del organismo humano, se acostarán á dormir con puer- tas y ventanas herméticamente cerradas y se descom- pondrán la sangre ellos y sus familias con los gases pes- tíferos de la respiración nocturna, cuya influencia será delethérea sobre todo para pulmones acostumbrados al aire libre; llevarán una vida menos activa bajo sus nue- vas condiciones de existencia, y mas que vigorosa natu- raleza necesitan para escapar con vida de un régimen propio del polo, importado sin modificación á los tró- picos. Su constitución física sufrirá en consecuencia una relajación y su poder de resistencia minorará sin re- medio; sus probabilidades de recobrar la salud minora- rán en la misma proporción que sus condiciones de enfermedad aumentarán. Si á esto se añaden las enfer- medades propias de la vida Europea, su sangre ya dispuesta por el mal régimen con relación al clima, aca- bará de corromperse trasmitiendo con fatal seguridad á su progenie sus malas condiciones higiénicas; siendo de admirar mas bien que este pueblo no haya sucumbido en el transcurso de una sola generación. Su mortalidad es sin embargo grande y rápida, aunque se percibe cierta tendencia á disminuir en estos últimos años; y aun se cree que en la actualidad hay mas bien un aumento en la población mestiza, mitad Canaka y mitad Euro- pea ó Asiática. — 49 — En 1832 estas Islas tenían una población de 130,315 almas, en 1836 ya no quedaban sino 108,579; en 1840 el retroceso habia llegado á 84,165; de los que 1962 eran estrangeros; en 1850 solo quedaban 69,800 habitan- tes, de los que 3216 eran estrangeros; en 1860 la población habia descendido á 62,959, de los que 4194 eran estran- geros. En 40 años la población ha disminuido un 60 op. La población estrangera en el entretanto aumenta muy lentamente, de poco mas de 1000 almas por cada 10 años. Con tales pérdidas, y con tan ligera reparación, las islas se presentan desoladas como por una peste á ios ojos del viajero: y esto en despecho de la suavidad y salubridad del clima; de la baratura de la subsistencia; de la liberalidad del Gobierno; de la moderación de los impuestos, y apesar de hallarse la vida y la propiedad tan seguras como en ningún otro pais del mundo. Un pais con tales ventajas es en realidad el paraiso de los pobres. Pero no todo lo que brilla es oro: no todas las ventajas enumeradas son reales ó subsistentes; al lado de ellas hay muchos y graves inconvenientes. En primer lugar, hay pocas tierras que puedan llamarse agrícolas en las Islas. Ellas no son en realidad como las otras Islas de que hemos hablado, sino crestas de montañas submari- nas, esto es, montañas que se elevan ex-abrupto sobre las olas y con muy poco suelo aluvional y este mismo interceptado por torrentes ó lavados por las aguas hasta dejarlos pedregales, de manera que es difícil en todas las islas hallar un terreno de 50 acres de estension. Esta, como otras, es una prueba mas de antiguos continentes hundidos, cuyas montañas aun se conservan á flote por 4 — 50 — sus picos estremos. Las verdaderas islas, ó trozos de continentes desprendidos por las olas, como la Inglaterra, tienen mas llanos que montañas. Mas estcts Islas, como todas las del Pacífico y del Atlántico (con la escepcion de las Antillas que son un trozo de continente despren- dido, como la Inglaterra) son meras crestas y cumbres de montañas, ayer espinazos de continente y hoy vesti- jios de tierras abismadas por los viejos cataclismos del globo, cuya edad solo por conjeturas se puede averi- guar. Volviendo á las Islas Hawaiias, todos sus estrechos valles, cuando existen, van á parar en profundas que- bradas por las aguas que por ellas descienden atrave- sando las costas hasta el mar. Estos valles nunca son estensos sino por el contrario muy quebrados y estrechos. Son inútiles para los obje- tos comunes de la agricultura. En muchos de ellos se ha emprendido el cultivo del café; pero son tan inac- cesibles y tan malos y quebrados los caminos; y su área de suelo arable tan insignificante, que el transporte es costoso aun para el valioso producto del café. Pero es justamente alo largo de las corrientes que cruzan á estos valles, donde los Hawaiios se encuentran mejor. Es allí donde ellos cultivan sus pequeños suelos artificiales, como sus antepasados los han cultivado en las estre- chas costas occidentales de Sud América; suelos artifi- ciales destinados al cultivo del taro^ dispuestos con gran trabajo en las laderas de las escarpadas cuchillas como hace el ^wa-so chileno en los cultivos pequeños de unos igualmente estrechos valles y escarpadas montañas, haciendo.para regarlos prodigios de hidráuhca primitiva, ^ 51 — trayendo el agua por las laderas mas empinadas, que- bradas y ásperas y todo para regar 1/18 á lil6 de acre (unas 300 varas cuadradas.) Su tierra misma no es natural, sino acarreada con gran trabajo de entre las asperezas de la montaña; apo- yándolo con muros hechos de piedra y barro, por el sistema que los antiguos chilenos y peruanos lo practi- caban en sus sierras. Los cultivos de los valles se com- ponen, pues, de una multitud de estos pequeños terrados artificiales de taro, situados á 50 y 60 pies sobre la estruendosa corriente de abajo; y cada uno con su pe- queña asequia ó rigola. Inmediato á estos pequeños cultivos se halla el rancho de paja donde el propietario vive con su familia; viéndoseles desnudos con el agua hasta la rodilla, hombres y mujeres ocupados de su cultivo. Alli el Hawayo se halla en su elemento. Su caballo encuentra su escaso alimento en el pasto que crece en las húmedas orillas de los cultivos de taros; soliendo vérseles á veces á estos pacientes animales, con el agua hasta la barriga, comiendo de las escasas yerbas que crecen en el fondo de las quebradas, á las márgenes de los torrentes. Mas en las partes mas secas de la Isla, se crian por el contrario caballos que no co- nocen lo que es el agua y que se mantienen sin beber, con solo el pasto mojado por el rocío de la húmeda at- mósfera oceánica. Las chozas ó viviendas de los naturales en las monta- ñas son casi tan estrechas como las pequeñas piraguas nativas que hemos descrito; y para hacer ejercicio, tie- nen que subir ó bajar la montaña. Los caminos para cabalgar son estrechos senderos de cabra, ó por el agua — 52 — misma de los torrentes que descienden á la ribera del mar. A la embocadura de estos ellos tienen dispuestas represas para tomar pescado, con estrechas compuertas de acceso, que admiten el pescado chico y escluyen el grande. Muchos de estos estanques presentan una su- perficie de centenares de acres, que es el verdadero suelo de cosechas de estos Isleños, que son, como los Changos de las costas peruanas y chilenas, pescadores de profesión ó mejor de nacimiento, no viviendo sino de pescado, no ocupándose sino de pescar y no oliendo sino á pescado. Asi el ancho mar, lo opuesto de sus estrechos suelos de taro, es su verdadero ele- mento; no siendo sus islas sino á manera de peñascos que el mar hace surgir, que puede abismar el dia me- nos pensado y que á ellos les sirven de lugar de reposo entre pesca y pesca. Asi, el verdadero elemento del Ha- vaiio; aquel para el cual ha nacido y en que puede á velas plenas desplegar la nave de su porvenir, es el mar. De estos estanques el Hawaiio saca sus platos favori- tos. Allí mismo se encuentra el cocotero con sus sa- brosos frutos y también los plantíos de bananas y de guavas. La carne cuesta poco y los cerdos de la isla se ceban con taro. El pandaniis le suministra los materia- les para sus esteras y con esteras el forma su cama y cubre el suelo de sus habitaciones. Asi pues, estas gargantas ó valles, inclusa la ribera del mar, contienen en su mesquindad y estrechez todo cuanto no contenga su aldea con su pequeño templo y escuela; y en torno de ellos una media docena de ca- sas de madera en medio de unas humildes habitacio- nes de paja: esas casas de maderas marcan la aristo* — 53 — cracia del lugar. Esos mismos valles que hoy sostienen de 20 á 30 familias de naturales y que antes han dado sustento á 100 y 200 familias, no son capaces detentar al mas ávido y miserable europeo*á vivir en él y culti- varlo; y 1000 de estos valles no bastarían para tener contenta una sola familia de ambiciosos y aspirantes estrangeros. Este país pues se halla solo adaptado para su pueblo nativo; el se aviene con sus ideas, hábitos y costumbres modelados sobre él. Pero rechaza toda otra población y el yankee mas audaz no dada 100 duros por todo el valle de Wailuku que sus naturales esti- man en muchos miles. Examinando los trabajos de los antiguos Hawayos, sus estanques de pescado, sus canales de irrigación, sus largas millas de muros de piedra que contienen los es- tanques y los suelos de taro, no solo se ve la prueba de que estas Islas han sido antes mas populosas que hoy, si no se ve el carácter industrioso y laborioso de la raza ; la misma que ha hecho trabajos análogos, pero mas gigantescos, en las estrechas y montañosas costas del Perú. Cuando el descubrimiento de las islas Hawaiias sus habitantes nativos se hallaban ya algunos grados mas avanzados que el simple salvaje primitivo. Tenian un sistema de gobierno bárbaro pero ingenioso ; y un sistema de propiedad territorial hoy desaparecido, sosti- tuido con otro resultado de mejores conocimientos y prácticas, pero que en su tiempo sirvió para hacer de los naturales lo que eran. Los jefes eran dueños y se- ñores de todo; el pueblo de nada. El pueblo era su cosa, su esclavo; su bestia de carnicería para la guerra ; su criado sumiso y laborioso en la paz. Según el viejo — 54 — proverbio Hawaiio, « el rey era dueño de toda la tierra, de todo el mar y de todo el hierro arrojado por las olas )). La tierra se hallaba distribuida entre los gefes nativos con equidad, de manera que ella les diese su sustento y el de todos sus subditos. El objeto de su codicia eran los suelos de Taro, el mar por su pescado, las moreras por su tapa y los bosques por sus canoas; pero también estimaban las hojas de H, para envolver sus regalos; y las flores de que hacian sus coronas y collares llama das les. De los lotes ó reparticiones conteniendo todos estos productos vivian los gefes y sus subditos que eran sus siervos. Ellos eran la boca, el vientre según la es- presion de Menenio Agrippa, y el pueblo sus manos y pies para ejecutar sus voluntades ó caprichos. Estos siervos les daban dos dias de trabajo en ca- da siete durante los cuales cultivaban su taro, limpia- ban sus estanques de pescado, cojian el pescado para él, abrían caminos; fabricaban y transportaban sus ca- noas y hacian todo cuanto se les ordenaba. Del resto de su tiempo podian disponer para cultivar los suelos de taro de que se les permitía disponer, ó hacer lo que les diese la gana. Para las obras públicas importantes él podia llamar á todo el pueblo de su jurisdicción, obli- gándolo á trabajar hasta cuando le daba la gana; y fué de este modo que llegaron á construirse los sólidos muros de piedra que rodean los antiguos estanques de pescado y canales de irrigación de una ejecución admi- rable. Estos jefes eran supremos y absolutos para to- dos los pueblos de su dependencia; pueblo que solo vi- vía porque se lo permitía su amo y patrón, pues no — 55 — eran dueños de nada, ni de sus tierras, ni de sus casas, ni de sus alimentos, ni de su mujer, ni aun de sus hijos. A sus altos gefes solo se acercaban arrastrándose por el suelo y nadie era osado á contradecir sus mandatos. Era una unión del fuerte ambicioso y del pillo adivino ó sacerdote que se completaban para someter y explo- tar este triste rebaño humano, que esquilaban al cuero; y tal ha sido y es la condición de los pueblos que no saben ser libres, ni tener juicio para evitar un tan tris- te destino. Hasta hoy estos tímidos naturales tiemblan ante Ja presencia, ante el solo nombre délos descen- dientes de sus viejos jefes. Uno de los curiosos espec- táculos que el viajero disfruta en Honolulú es con- templar las largas procesiones de Canakas, hombres, miígeres y niños encaminándose al palacio á llevar sus presentes al rey, que es su alto gefe. Cada uno de estos infelices conducía algo, privándose talvez por muchos dias de lo indispensable, ya era un hombre que marchaba gravemente con un cochino bajo el brazo; ya un niño con una media docena de bananas; ya una mujer con un pollo atado; una niña con una pa- ñuelada de huevos; un niño con un grueso coco; una vie- ja con una calabaza de poi. Todo esto era depositado en montón en la plazoleta del palacio, delante del rey actual, el cual despedía al pueblo, dándole las gracias acompañadas de palabras benévolas. Este rey tiene 50,000 duros de renta personal, suma enorme para estas islas; fuera de la renta señalada en el presupuesto para los gastos públicos. ¿Qué necesidad tenia ese hombre de ese pedazo de pan que esos infe- lices se quitaban de la boca? La política aconsejaba es- — se- to. Se vé, pues, que la ciencia politica está muy avan- zada en las monarquias oceánicas. Como una muestra de la vieja política de los antiguos reyes, se puede citar el tabu^ especie de prohibición ó confiscación en provecho del rey. Este por ejemplo per- mitía á sus subditos (que eran como gusanos que se arrastraban á sus pies) el pescar sobre las costas del mar; y establecía el tahu sobre cierta especie de pesca- do que era de su agrado particular. El pueblo pescaba y saciaba su hambre con el pescado ordinario que sa- caba; mas reservaba para el rey todo lo que sacaba de las especies ñnas de su agrado; esto es, de las que esta- ban bajo tabú. El obtenía la flor de todo el pescado de su reino, con solo el ejemplo de esta palabra mágica, Tahu. Este tabú se estendia á todo lo que era bueno, bello ó esquisito. El taro que dá poi de color rosa, era tahu; las aves de bello plumaje eran tabú. Un tahu prohibía á las mujeres comer con los hombres de la familia. Un día, muerto su marido la reina viuda, desobedeciendo este tabú, se atrevió á comer con su hijo el heredero de la corona. Gran clamor de escándalo de parte del sacerdocio ó adivinos impostores que viven del tahu. Pero la tierra no se tragó á la reina y el prestigio de estos quedó quebrado. Vale la pena de ser hombre y de tener razón, para que un pillo, en nombre del cielo, lo domine á uno, haciéndole hacer lo que no es justo, contra si mismo. Antes, el que violaba un tabú era muerto en el acto. Kamehamea I, rey de algún talento para ser un salva- ge, sometió todas las islas á su dominación; pero dejó — 57 — en el poder á los caudillejos que oprimían cada pueblo ó Isla. El estableció algunas leyes generales haciendo guardar la paz, el orden y la obediencia á su voluntad. Por derecho de conquista todas las tierras fueron decla- radas de su propiedad, pero él las arrebató á unos gefes y las otorgó á otros; 'recompensó á los favoritos, mas no alteró las condiciones del pueblo. Pero con la llegada de buques estrangeros y del co- mercio que comenzó á desarrollarse, se hizo indispensa- ble la endulzacion del espantoso feudalismo dominante ; feudalismo, sin embargo, que aun no ha sido abolido en muchas civilizadas y poderosas naciones; y que un sal- vaje inteligente fué bastante poderoso para abolir en su pueblo donde se hallaba encarnado desde tiempo inme- morial . Es el mismo feudalismo que hoy prevalece entre las tribus Araucanas; solo que en estas el feudalismo es Republicano y no Monárquico, como entre los Maoris sus consanguinarios. Hé ahí, pues, una prueba mas del origen Chileno-Quichua de las poblaciones de la Oceanía. En la época del rey á que hemos aludido, uno de los artículos de comercio de las Islas Hawaiias, era el palo de sándalo, tráíico de qne hablaremos mas por estenso en otra parte. Los gefes de esa época devastaron las montañas de ese árbol precioso, de tal modo, que hoy no quedan ni vestigios de él; lo que es una lástima, pues este rico producto podria cultivarse ; y lo devasta- ron á espensas de sus subditos, á los cuales enviaban en su busca á los lugares mas escabrosos y remotos, y en provecho esclusivo suyo. La abolición del feudalismo la hizo el rey en vista de estos abusos, mediante la ley llamada Kuliana, dada bajo — 58 — la dirección del distinguido Anaericano Lee. La Kuliana es la consagración del derecho de propiedad individual y esta ley acabó para siempre con el atroz feudalismo. Esta ley daba en propiedad á los naturales los terrenos que ocupaban y cultivaban con sus familias; pero solo aquellos que buenamente podían ocupar y cultivar, de - jando el resto para los gefes. Solo tenian que pagar una pequeña suma para ob- tener la mensura y el título de su propiedad. No es otra cosa justamente lo que han pedido los Irlandeses y que el gobierno Británico les ha acordado por una ley recien- temente sancionada por el Parlamento Imperial. Los Hawaiios, se hablan, pues, adelantado en esta parte á la Inglaterra. Muchas de las familias de los gefes Ha- waiios, se hallan hoy estinguidos y sus propiedades han caido en manos de estrangeros, que han establecido en ellas plantaciones de azúcar ó estancias según la ade- cuidad del suelo. La gente del pais pondera la belleza de algunas de estas familias sobre las que ha pesado un fatal destino, pues se han estinguido naturalmente las mas. El Go- bierno de estos Gefes feudales parece haber sido un des- potismo templado por el asesinato como diria Montesquieu. En efecto, cuando ellos abusaban demasiado de su poder, el pueblo se sublevaba y los asesinaba. Desde la abolición del feudalismo á estaparte, los Ha- waiios han hecho grandes progresos eu el camino de la civilización y de la prosperidad. Los Hawaiios hoy cons- tituyen un pueblo libre, que lee la Biblia y los perió- dicos propios y estrangeros; escriben su corresponden- cia, visten de paño; son propietarios; sirven en la legis- — 59 — latura ó en el parlamento; votan libremente, envían sus hijos á la escuela ó al colegio, son nombrados jueces de paz ó jueces civiles, si son letrados; es colector de impuesto, asesor, constable y orador en el templo ó en las asambleas políticas. A pesar de esto, el conserva aun los vestigios de los hábitos supersticiosos de otra edad. Los Háwaiios son generalmente muy desprendidos, hasta el grado de for- mar en ellos una mala costumbre, impidiéndoles hacer economías y preservándose de la miseria en sus últimos años. Ellos acostumbran regalar sus salarios y hasta sus ropas á sus amigos y parientes. Pero no haya cuidado; todo esto desaparecerá con el tiempo y vendrán los vicios opuestos, la avaricia y la dureza para con los males ágenos. La pobre humanidad nunca sabe conservar el justo medio, que es el bueno y lejítimo camino. Cuando el estrangero atraviesa el país, suele ver á su guia, al llegar á algún precipicio de la montaña, bajarse del caballo y colocar una piedra ó un manojo de pasto al borde de él. Si se le pregunta porqué hace esto, res- ponde riendo que era una costumbre de sus antepasa- dos. ¿ Es por ventura una oferta de paz á la divinidad local, ó la práctica útil de colocar señales para avisar al pasante incauto? En todo caso, el ha dejado de ser pagano. Miran aun con el mayor respeto y veneración á las familias de sus antiguos gefes, aun cuando se hallen en la mayor miseria. Esto por cierto es un sentimiento digno y honorable en ellos ; sentimiento que no perjudica á su libertad ni á sus derechos; por el contrario, los afianza. Son gentes alegres y convivíales. Es tal vez el único -^ 60 — pueblo cristiano que vive y se sostiene con comidas tñsLS 6 Jíambres como las llaman los españoles. Ellos no hacen uso del fuego para preparar sus alimentos. En sus luau ó banquetes ellos sirven todos los manjares frios, escepto el chanchito ó lechen de cerdo tierno que siempre lo presentan caliente. En sus banquetes usan cerdo asado, poi, pescado, camarones, limu^ que es el nombre que dan al luche de los chilenos; se vé que no ha sufrido mucha alteración; /jw^í/rt?^, mezcla delicada de taro y coco; peje espada crudo y cocido; paalolo, mezcla de batata y de coco; perro asado; huevos de mar; sal- món en escabeche; tomates y agí. Lo gracioso es que estos banquetes los hacen á escote, esto es, á espensas de sus convidados, por lo que no corren riesgo de arrui- narse con ellos; el costo de este escote es desde una peseta hasta un duro. El chanchito es lo mejor del festin; pues ha sido cebado durante un año entero. El anuncio del festin se hace con meses de antelación, lo mismo que el monto de la contribución impuesta á cada visitante, sea esta un duro, medio duro ó una peseta. Es un negocio que se discute mucho. Todos los concurrentes deben venir vestidos de nuevo. Los parientes, sobre todo los que hacen de despenseros de la fiesta, visten tragos nuevos y uniformes. Esto no puede arruinarlos, pues los tragos consisten á veces en una camiseta de algodón azul ó verde y en pantalones encarnados de mas valor. A esto añaden coronas de hojas ó de ñores en la cabeza, como los antiguos convidados. Así vestidos presentan el aspecto mas pintoresco, no siendo, como se vé, sus gustos tristes ó incoloros, como nuestros convidados fashionables, todos vestidos de negro y blanco. — 61 — A estos htau ó festines el pueblo asiste de 30 á 40 leguas á la redonda, acudiendo á veces la víspera para hallarse desde temprano en la fiesta. Al sentarse en la mesa cada convidado recibe lindamente envuelto en hojas de 7/ un buen trozo del chanchito ó cerdo del festin, que es la gran pieza de resistencia; en el resto de la comida, cada uno se sirve como puede. Estos convidados comen, comen y comen, palmeándo- se el vientre con satisfacción; hablan y comen; dan un galope y vuelven á comer; rien, cantan y comen. Al fin se declaran satisfechos, pau. Se declaran manna^ como de- cir, he tragado una montaña de comida. Los restos del chancho los envuelven y se los llevan, pues seria una impolítica dejarlos. En el medio del salón se halla una calabaza, donde cada uno pone su cuarto de duro, me- dio duro ó duro entero. En la noche se canta y se baila, entonándose wele^^ especie de relaciones, tristes ó cachar- payas como las llaman en el interior. Pero estos meles Hawaiios son en estreñios dramáticos; canto rápido, con entonaciones de una singular fascinación. Son coplas ó j)allas alternadas que un hombre y una mujer sentados uno en frente de otro, entonan al son de la guitarra. El uno comienza, y la otra le acompaña con el estribi- llo, ó le dá la respuesta; cada canto, ó estrofa dura dos á tres minutos, y vá acompañado de gesticulaciones, terminando en el estribillo ó la respuesta según lo hemos dicho. Los vehementes y apasionados movimientos de los brazos y la cabeza, la trájica intensidad de las mi- radas, todo dá un gran interés á estos meles. El len- guaje empleado en ellos es antiguo y desusado. Com- pénense de alabanzas en honor del dueño de la casa y ~ 62 — fiesta y de sus convidados, lleno de comparaciones poéticas, como ser que sus ojos son unos soles, que sus dientes son tan bellos como perlas ó como guijos blan- cos; que su pelo se semeja al rico luche del Kauai. Es una especie de cantar de loa caiitares. Asi, estos nieles constan de coplas generalmente dirijidas á cada uno de los concurrentes. En estas como en otras reuniones pú- blicas los Hawaiios gustan de coronar su cabeza ó cue- llo con flores, gusto antiguo, de una gran poesia y belle- za, que los ridículos y apel masados trages europeos es- cluyen, el almidón y el paño ajustado manteniendo los convidados como estacas. Estos les ó guirnaldas se hacen con una gran variedad de flores, siendo las mas favoritas el jazmin ó las brillantes flores amarillas de una especie de jenjibre, de una rica y fuerte fragancia. Estas se cuelgan en torno del cuello; para la cabeza, ellos acostumbran coronas de la flor de maile^ con una agradable fragancia, algo parecido á la flor de guindo. Esta ornamentación sienta bien á los jóvenes, sobre todo á las mujeres cuando son bellas; y las Hawayas lo son según hemos visto, de los 15 años arriba; llevan- do sus cabelleras flotantes bajo las flores. Todos car- gan estas coronas, inclusos los viejos convidados. En general la vida de los Hawayos cuando habitan en las riberas del mar y que son propietarios y libres, consiste en la pesca, el cultivo del taro, la preparación del poi y el tejido de esteras, que es una mercaderia corriente y de gran consumo, pues hasta las camas se hacen con ellas. Dos dias consagrados enteros á estas ocupaciones, suministran abundante alimento para el hombre y su familia. El tiene que pagar en impuestos — 63 — de 5 á 10 dollars al año, suma que fácilmente puede ga- nar. El mar le suministra siempre pescado, luche y otros alimentos. El se ocupa con gusto de sus quehaceres, pero también le agrada tenderse sobre el pasto. El lee sus periódicos, juega al naipe, galopa en su caballo, duer- me mas ó menos y á media noche toma con apetito su cena. El es feliz. por completo y sus sentimientos no son malos, como no lo son los de la humanidad en ge- neral. La malignidad solo entra en los pueblos que han llegado á su último grado de corrupción. De cuando en cuando, una elección á un luan^ le dan la exitacion de que su carácter es suceptible, sin salir de los límites de una decente moderación. Como aun recuerda su época desgraciada de barba- rie y feudaUsmo, evita los estremos para no recordarlos ó para no volver á ella. Todas estas prosperidades que constituyen su vida actual, las deben á su bello clima y á los abnegados Americanos que los han civilizado. Estos les han dado la educación necesaria para que puedan leer libremente la Biblia, y los libros y periódi- cos, reflejos de la civilización moderna (siendo en esto mas fehces que nosotros los catóHcos Sud Americanos, que somos escomulgados si leemos la Biblia, los libros de ciencia ó cualquier otra cosa que no sea rezar el rosario y oir misa arrodillados á los píes de nuestros curas). Ellos y sus Gobiernos han hecho la vida y la pro- piedad segura; abriendo vias públicas y estableciendo y conservando puentes y caminos. Sus gobiernos y sacer- dotes no los persiguen por sus opiniones; ni los hacen víctimas de calumnias y persecusiones sórdidas por sus creencias ó sus actos políticos dentro de la ley. — 6t — No son, en una palabra, víctimas de persecuciones ó complots infames, con que los malos gobiernos y las ma- las religiones de otros paises, hunden ó hacen á un lado á sus antagonistas leales, cuando no los pueden ultimar de otro modo. Las libertades políticas son una realidad entre ellos; y aun delante del rey se habla con libertad de la conveniencia de establecer la República y de anexarse á los Estados Unidos, lo que seria un dalito de lesa majestad en otras naciones mas atrasadas. Solo en los Estados Unidos y en Inglaterra se habla y obra con esta misma libertad dentro de la órbita legal. No- sotros hemos visto en Westminster, en el lugar mismo donde se alza el palacio del Parlamento Imperial, reu- nirse publicamente el partido avanzado inglés y organi- zar la democracia á las barbas mismas de la Monar- quía. Los Hawayos se hallan pues, en esta parte, á la altura de las mas cultas naciones del globo. Los Hawayos son ademas, mny amigos de viajar y moverse. Los paque- tes á vapor y á vela que ponen en comunicación la ca- pital con todas las islas, viajan siempre llenos de pasa- geros: verdad es que estos alojan los mas en casa de sus parientes ó amigos, evitando de este modo, el pagar la pesada cuenta de los hoteles. Casi todo el comercio del grupo de las islas Sandwich, tiene lugar con los Estados Unidos. De 146 naves mer- cantes y vapores que entran un año con otro en los puertos Hawayos, 90 son Americanos, 15 ingleses, 6 ger- manos; 9 pertenecían á otras naciones j 26 son Hawa- yos. De 98,647 toneladas de mercaderías, 73,975 son Americanas; 6714 Hawayas y 7741 Británicas. De 47 65 — buques balleneros que tocaron los puertos de las islas, 42 son Americanos, 2 Hawayos y 3 Británicos. De poco menos de 30 millones de libras de azúcar exportadas el año pasado, 29 millones fueron para los Estados Unidos; de 39,000 libras café, 34,ü00 fueron enviadas á los Es- tados Unidos; de 2,000,000 de libras arroz y paddy expor- tados en el mismo año, mas de uno y medio millones fueron para los Estados Unidos. Todo el algodón, todas las pieles de cabra, casi todos los cueros, toda la lana, la mayor parte del maní y del pulu, en una palabra, casi todas las exportaciones de las islas, son enviadas á los Estados Unidos. Del valor de 2,000,000 de duros que es aproximadamente el monto actual de las rentas de aduana, (en 1811 fué de 1,234,147 duros) mas de millón y medio es pagado por productos Americanos importados y solo li2 millón es pagado por mercaderias de otra procedencia. El comercio de estas islas está de tal manera en manos de los Americanos, que ninguna nación puede competir con ellos. Ademas' casi todas las estancias de ganado, y todas las plantacio- nes de azúcar de las islas, se hallan en mano de Ameri- canos. El predominio Norte -Americano es tan completo en lo político, como en lo mercantil. En el actual gabine- te, todos los ministros escepto uno, son Americanos. Lo mismo ha sido en los Gobiernos anteriores. En la Suprema Corte, dos de los jueces son Americanos y uno alemán. Casi todas las funciones ejecutivas y adminis- trativas se hallan en manos de americanos ó Hawayos. Pero también toda la civilización, buen gobierno y pros- peridad de esta Islas es debido a los Norte-Americanos: no es, pues, sino deuda contraida y pagada fielmente. 5 — m — El gobierno de las Islas se compone de un rey y de un Parlamento. El Parlamento se reúne analmente. vSe compone de dos Cámaras, de la que una es elegible por el pueblo. El Senado es nombrado por el Gobierno. En el reinado anterior no habia mas que la Cámara po- pular, la cual se reunia solo una vez cada dos años. El presente rey Kalakaua, mas liberal que su antecesor, gobierna con dos Cámaras que se reúnen en Honolulú todos los años. El Senado se compone de nobles nom- brados ó creados por el rey, pero no gozan título, ni tienen salarios sino cuando forman parte de los funcio- narios ejecutivos. Por la constitución el rey designa su sucesor; pero su nombramiento necesita ser confirmado por los nobles. El heredero de la corona es hoy una bella mujer Mis Bernice Panahi Bishop, esposa de un ame- ricano, actual Ministro de Negocios Estrangeros. Es una dama bien educada y culta y llegado el caso, muy adecuada para el Gobierno. En caso de no haber here- dero designado, el Parlamento elige. Para votar se necesita tener algunos bienes; y para ser elegido gozar de una renta. Los ministros, que son cuatro, reciben 5000 duros de renta anual cada uno: lo mismo el pre- sidente de la Suprema Corte. Los otros miembros de esta reciben 4000 duros al año. La deuda no pasa de 300,000 duros. El presupuesto, de cerca de 2.000,000 de duros, se salda todos los años sin déficit. El Gobierno goza de varios monopolios. El del opio, por ejemplo, le produce de 25 á 30,000 duros anuales, suma enorme si se tiene en vista que solo hay de 4000 á 5000 chinos en la Isla. Es de crerse que los natu- rales se hayan contaminado con este horrible vicio; en — 67 - cuya caso no hay para qué buscar otra causa de la de- cadencia rápida de Ja población indígena, sobre todo, de aquellos que los chinos emplean en sus plantaciones y cultivos. El monopolio del awa produce también una renta de 8265 duros. Esta atva es una raíz cuyo zumo produce una horrorosa ebriedad, en que la víctima cae en el estupor, sus facciones se contraen y es acometida de accesos epilépticos. Esta bebida del aiva produce una especie de lepra, y su modo de preparación puede lla- marse mas que repugnante. La raiz es mascada por las mujeres, pasando de su boca á una calabaza, donde fer- menta, en cuyo estado se la bebe. Los antiguos reyes y gefes hacían mascar el awa con las muchachas mas bonitas de sus Estados. La Isla goza de un bello chma indudablemente, pero adolece de muchas plagas que atacan sus mejores cul- tivos. El café sufre de una mosquilla que lo acaba. Otro insecto hace daño en el algodón, inutilizando su culti- vo. El naranjo tiene también plagas y solo puede culti- varse en ciertos parajes privilegiados de las Islas. Las naranjas que en San Francisco se consumen, son lleva- das de Otahiti que dista 30 dias de navegación á vela. El cacaotero es devorado por el pulgón, lo mismo que el canelo y el pimentero. Los productos de estas Islas, pues, se reducen al arroz y al azúcar, cuyo cultivo se halla en incremento. Por otra parte, las islas no forman un buen mercado para los productos estrangeros. Cualquier cantidad, 20 bolsas de papas, por ejemplo, bastan para abarrotar la plaza. Por que este pueblo vive bien con su taro, sus batatas, su pescado, sus cerdos, sus gallinas y su carne — 68 — de vaca y carnero y no consume otros alimentos; produ- ciendo todo esto tan barato, que nadie puede competir con ellos. Estos Hawayos son tan industriosos ademas que sobre la lava viva y árida, cavando un hoyito aquí y otro allí y rellenándolos con tierra acarreada á mano, es como hacen sus plantíos de batatas y de caíé. El mas industrioso Americano no daría 10 es. por 1000 acres de este suelo. Y sin embargo, hay honradas familias Hawayas que viven y se enriquecen con 20 á 30 acres de este suelo formado de lava ó piedra viva. Hay sin duda buenos pastos en estas islas; pero es claro que si los terrenos feraces son escasos, los pastos deben serlo también. Los mas de ellos crecen en las mon- tañas, pero estas son tan empinadas, tan ásperas y esca- brosas, que las cabras mismas hallan en ellas difícil- mente su sustento. Sin embargo, el ganado mayor y menor, gracias al favorable clima, se cria con facilidad y sin gasto. Los rebaños no son numerosos, sin embargo, escepto en la isla de Niihau, donde hay propietarios con 20,000 y 30,000 ovejas. Esta esterilidad, general tiene ademas, sus escepcioneSjpues en el valle que corre de Honolulú al Pali, hemos visto gramillares verdes y frondosos de uno á dos pies de alto. Cuéntanse en ellos tres ó cuatro clases de gramíneas, entre ellas una especie que no he- mos visto en otro país; gramínea en estremo tierna y apetitosa para los animales, con dos espigas de flores muy largas, guarnecidas de filas de pequeñas escamas, semejantes á las anteras prolongadas de un insecto, con un color verde claro, de un matiz delicado. Entre los árboles mas notables de las islas Hawayas, - 69 — se pueden citar el Kukm ó nogal del sebo. Su follage es de un gris pálido y triste; pero entreverado con el ár- bol del Ko^ cuyo follage es de un verde sombrio, forma por contraste un matiz muy agradable. La nuez del Ku- kui que produce un sebo vegetal, podría ser un artículo de exportación; pero el país es tan áspero y quebrado, que su recolección es dificilísima y dispendiosa. Solo han llegado á exportarse hasta 2,000 Ibs. de Kukuí. El palo de sándalo formaba en otro tiempo un va- lioso artículo de exportación. Crece en las faldas de las mas elevadas montañas; y á pesar de montar su esplo- tacion anterior á devastación, en 1872 se exportaron 20,232 Ibs.; á mas de una corta cantidad que se trabajó en la isla. De cocos aun no hay suficientes plantas pa- ra formar un artículo de comercio. De la e^io'^s. pulu de que hemos hablado en otra parte, se exportan cerca de 500,000 Ibs. al año. Se usa en lugar de plumas para rellenar colchones y almohadas. Se cosechan también unos hongos que se crian en los campos y maderas en descomposición, y que los Chinos devoran con avidez. Fuera del arroz y el azúcar, para otras clases de cultivos estas islas son inadecuadas, habiéndose ensayado sin resultado á cos- ta del gobierno, el cultivo de la canela, de la pimienta, de la nuez moscada, del cacao etc. ,todo sin resultado. La isla produce también exelentes bananas; pero solo se exportan las que los vapores del tránsito pueden cargar. Los buques de vela, sin vientos favorables, no sirven para esto; y los vientos son constantemente contrarios para ir de Honolulú á San Francisco. XIV 1 De Honolulú á Nueva Zelandia— Diferentes aspectos del mar— 2. La primer tierra. La meditacmn—S. Di- vagaciones—4. El Golfo de Auraki— Puerto de Au- kland— 5. Descripción general del grupo Neo Zelan- déz—Q. Particularidades en el pasado de ^ueya Ze- landia—Sus aborigénes— Trabajos de los Misioneros In^^leses— 7. Colonización. Principales ciudades v dis- trftos— 8. Leves v reglamentos de tierras— 9. Inmi- o-racion v porvenir de estas islas— 10. Ganadería y otras industrias y producciones— Algunas islas— 11. Últimos progresos. En las inmediaciones del grupo de Hawaii, que tan pintoresco y culminante se alza en crestas angulares, sobre el vasto y sombrío horizonte marítimo, con fuer- te brisa y mar ajitada, un gran cetáceo, balcenoptera, vino á retozar cerca de nuestro séeamer. Fué solo como una aparición de dos brillantes chorros y de una enor- me cola gris, que pirueteó fuera del agua; después . . . las ondas se tragaron aquella visión Neptuniana des- apareciendo como habia venido, derrepente. Hasta Ho- nolulú llegamos con nuestras tres parejas de gaviotas color café con leche. Estas juzgaron conveniente que- darse en la hospitalaria isla, y al alejarnos de ellas per- cibimos que nuestras compañeras hablan cambiado de color, y de café con leche, se hablan convertido en el blanco de leche mas puro. Era evidente que habíamos salido gananciosos en el cambio. Confieso que de todos los colores, el blanco y el — 72 — azul^ ó celeste, forman la combinación mas agradable. ¿Es la influencia de nuestros colores nacionales, ó solo una predilección estética? Talvez uno y otro. Desde nuestra partida de Honolulú fuimos favoreci- dos con el tiempo mas favorable. La móvil llanura azul, lijeramente rizada, he ahí nuestro espectáculo cotidiano! Por lo demás, nada mas bello que el azul del Pacífico; si no es el del Atlántico, frente de nuestras costas Ar- gentinas. Porque el Atlántico norte, es de un color cam- biante y plomizo, desapacible aveces. Por el Pacífico es todo un mar de zafiro, con ribetes de esmeralda cercado las islas. Después de tanto nave- gar, algo se nos habia pegado á los ojos de la ciencia del mar. Nosotros hemos aprendido á juzgar de la profundi- dad de este^ por la mera inspección del matiz de sus ondas. El mar es verde? Pues tiene menos de 300 metros de profundidad. Es celeste? Pues tiene menos de 600 á 1000 metros de profundidad. Es de un azul de gualda ó de zafiro? Pues su profundidad promedia entre 1000 y 2000 metros. Es de un bello lazuli subido ? Pues en este caso su profundidad raya entre 2 y 3000 metros. Cuando el azul lazuli de las ondas se mezcla con un matiz mas sombrío aun ; con un matiz de tinie- blas, ó de noche sin luna, entonces el mar raya entre los 3 y los 5000 metros de profundidad. El gran abismo de arriba ó de abajo, es pues, negro? ¿Porqué el cielo es negro mirado de la cima del Tupungato, ó del Aconcagua en las cordilleras Argentinas ? Este conocimiento y espresion de los diversos matices del mar, no es, pues, un conocimiento inútil ni ocioso. Es — 73 — consolador poder juzgar de la profundidad del abismo que recorremos vacilantes, por el mero color de sus ondas. A nosotros por ejemplo, nos sirvió en nuestra navegación. En el cuarto dia después de nuestra salida de Honolulú, siempre caminando con un tiempo favo- rable, ya acompañados de frescas brisas que son un deleite en los ardientes mares de los trópicos, pasamos el Ecuador á eso de las nueve de la noche. El sol se hallaba ausente unos 20^ del lado del trópico de Capri- cornio, en el hemisferio Sud, y con este motivo nuestro segundo paso bajo el Ecuador lo hicimos con tiempo fresco y agradable. Grande fué nuestro placer, cuan- do pasada la linea, comenzamos á ver las estrellas de nuestro cielo nativo, sobresaliendo entre las constelado - nes la de Orion, que es tan conspicua en nuestro espléndido cielo cuajado de constelaciones brillantes y con mas razón sobre la sombría canopea celeste del hemisferio norte, donde no hay ninguna otra que com- pita con ella en esplendor; brillando como una diadema de diamantes sobre la negra cabellera de una reina de Oriente. También tuvimos el placer de ver al grande y cele- bre cometa del año 88, de ese cometa que según Proc- ter describe una espiral que viene á terminar en el sol. Esto pudiera bien ser. El cometa es muy parecido al cometa de Gould del año 80. Los astrónomos de va- rios observatorios han asegurado que es el misn^o co- meta del año 12 y del 43. Su semejanza es mas que pro- blemática para nosotros. El cometa del año 43 era uno de los mas bellos que hemos visto, su núcleo era notable, lo mismo que su cola, que era espléndida. — 74 — Entre tanto el cometa de este año, que juzgamos ser el mismo del año 80 por su estrema semejanza en todo, es un cometa de núcleo confuso y de cola ancha y muy prolongada pero no brillante como la del 43. Proctor asegura que si el cometa al final de su espiral, cae al sol, tendremos un incendio y un juicio ñnal en todos los planetas, por un aumento en el calor y la luz del sol. Proctor es un teorisante de cascos á la jineta. Ni 100 cometas como el presente serían suficientes para aumen- tar la luz y el calor del sol hasta el grado de estinguir toda vida orgánica en los planetas. Habrá mas luz y mas calor si se quiere; mas vapores elevados del mar, mas lluvias refrescantes y fecundas, he ahi todo, algún mayor número de casos de insolación. Por nuestra parte, la muerte por insolación no tendrá jamas la virtud de espantarnos. Recordamos haber atravezado un desierto con el sol solsticial de Diciembre en nuestra cabeza re- corriendo la tierra ardiente, sin sombra y sin agua, so- bre animales fatigados. Al llegar al alojamiento de Ca- bral en el borde de los desiertos salitrosos de Cuyo, á éso de las dos de la tarde, confesamos que nuestro cuer- po ardia como un hierro candente y en nuestras pupilas y en nuestro cerebro, temamos el calor y la luz ofus- cante de cien soles. Al bajar del caballo caimos postrados de fatiga por algunas horas: pero habiendo absorvido un balde de agua fresc¿i que nos pareció tan escasa como una gota y tan deliciosa como la de la fuente del paraíso terre- nal, y de tornar de nuevo á nuestro estado ordinario, después de descansar y traspirar algo, nos sentimos tan aliviados y refrescados, como Sidrac, Massac y Abdenego al salir de su horno incandescente. 75 Pero la insolación no pasó de ahi y hennos quedado tan curados con ella, que si morimos de algo, será mas bien de un ataque alevoso de tinieblas y jamás de la bella luz esplendente del astro del dia. El fuego de Proctor, pues, solo lo devorará á él, que parece temer la luz y el sol. Como á la distancia de unos dos grados del Ecuador, notamos que el mar de azul que hasta allí recorríamos, se habia, derrepente tornado verdoso. Al punto cal- culamos nos hallábamos inmediatos á un grupo de islas: eran en efecto las islas situadas al norte del Archi- piélago de los Navegantes, y muy luego, la sombra azu- lada de un peñasco se proyectó á la distancia sobre nuestro derrotero. Pero sin distinguir nada, nosotros ha- biamos por solo la inspección del color de las olas, adivinado que nos aproximábamos á una zona de islas, de las muchas desparramadas en las profundidades, ó mejor, inmensidades del Pacífico. ¿No es este un co- nocimiento precioso para náufragos? Toda la zona délos mares ecuatoriales hasta 15' á 16° del ecuador, forma lo que puede llamarse la zona de las lluvias perpetuas: Allí llueve todos los dias poco ó mu- cho, y jamás el cielo se muestra á no ser encapotado de nubes sino en todas, al menos en algunas regiones de su vasta inmensidad.. Esas nubes, esas lluvias, son eminen- temente gratas en esa zona que de otro modo sería hasta impasable. Bajo el Ecuador dominan los vientos del Este. Las columnas del aire fresco venidas de los polos, acostum- bradas á la rotación lenta de las altas latitudes pola- res, por su inercia, no obedecen de pronto á la rápida — 76 — rotación de la zona ecuatorial, y esta detención, pro- duce el viento Este de que hemos hablado. A los costados de la zona ecuatorial dominada ó nae- jor refrescada en los del Este, se estiende una zona de calmas, donde ni los vientos alisios ni los ecuatoriales del Este se hacen sentir. Esa es verdaderamente la zona del calor y de las modorras insoportables. Es den- tro de esa zona que escribimos estos renglones, sobre una tabla en nuestro camarote, desde cuya ventana abierta distinguimos la mar quieta y reposada ahora, con alas perezosas y pesadas, como un océano de arro- pe fluido. El mar como la tierra, hemos dicho en otra parte, presenta diversos aspectos en su vasta ostensión y jamás es monótono ni fastidioso al menos para nues- tro gusto. De San Francisco á Honolulú la superficie marítima alborotada, agitada, inquieta, móvil y brava por las influencias invernales, forma una zona erizada de verdaderas montañas líquidas que suben y bajan en un vaivén eterno y con uq ruido atronador. De Honolulú al Sud, es otra cosa. El mar se agita y se mueve aun, pero es en vastas ondulaciones de una corta elevación. Ya no son montañas, son lomas que se estienden en ca- denas y cordones paralelos ó regulares, como los suelos ondeados de Córdoba, San Luis, Entre Rios y la Banda Oriental. Pasada esa zona de lomas fluidas, se entra en una región de verdaderas pampas marítimas. La su- perficie pelásgica se estiende horizontal y unida, lige- ramente rizada por la brisa que pasa, semejante á una quieta pradera de pastos azules (blue grass) que la brisa agita. En la pradera terrestre hay flores; en la pampa marítima las hay también; son los tornasoles de la luz — 77 — sobre la menuda arena de agua que la brisa arranca al rozar la superficie unida y que es como el polvo de nuestro suelo, con solo la diferencia que este es polvo opaco de tierra y el otro polvo ciistalino de agua. Esos tornasoles, esos iris cambiantes de las ondas, son ver- daderas flores fugitivas y fugaces como toda flor; como pensamiento sobre la mente. A esta pradera marina de záfiro irizado, sucede una llanura aun mas platte^ mas aplastada, mas baja si cabe, sobre el mundo fluido; es como un ciénago en el agua. Es lo que hemos llamado mar de arrope. Nada mas bello que ese mar ciénago, ese mar cañada, ese mar pere- zoso de olas de melote negro. Forma como la luna de un espejo de vidrio de lazulí; levemente ondulada en grandes ondas planas, ligeramente sulcadas por los jas- peados arabescos de la brisa que pasa besando el mar, tan bello en esas latitudes, que es digno de todos los besos y de todas las caricias. La brisa al verlo tan plácido, tan aterciopelado, tan azul, tan bello como ese oyuelo hechicero que se forma en los ángulos de la boca de las hermosas, se aproxima despacio á esos labios húmedos y entreabiertos del abismo, los acaricia, los besa y produce esas bellas, hechiceras é imperceptibles rugosidades de que hemos hablado, semejantes al ho- yuelo de la sonrisa de una tersa mejilla imberbe de mujer bonita. Sobre esa superficie plácida, quieta y que se mece muellemente en medio de un ambiente tibio, como para refrescarse, peces voladores de color negrusco, trazan ligeros sulcos, sobre las ondas de nácar azul, semejante á esos sulcos que en el campo el esca- rabajo trasa al cruzar sobre los medaños de blanca arena. La comparación es exactísima y la hacemos á la vista, con el mar por delante, desde nuestros camarotes. En medio de estos mares plácidos, muelles y perezo- sos, de la región de las calmas eternas, entre los 13° y 14** de latitud Sud, como si dijéramos dentro de la zona en que se encuentra Lima y el Callao, antes el edén de los deleites sensuales; hoy la mancion de tris- tes arrepentimientos, lutos y penas; en medio de estos mares de lazulí fluido, hemos visto alzarse de la distan- ciafun Archipiélago de grandes islotes azules, semejantes á la cresta aromante de montañas submarinas, solevan- tadas de los abismos Islas, ó naejor, los Peñascos desta- cados del grupo de Samoa. Mar azul; islas azules en re- mota lotananza; cielo azul, esto es de un azul mas claro, celeste, todo azul, y arriba el oro fluido del sol ardiente de las regiones equinociales. La naturaleza, pues, ama como nosotros, el azul entreverado de nubes blancas; por que el blanco, son la gala .de la naturalieza oceánica y se casan divinamente. Este gusto es solo pecuUar de la naturaleza y de nosotros? No. Mucho hemos leido los profetas, sobre todo á Daniel, que es el que mas ha penetrado en los sombríos arcanos del porvenir con sus atrevidas imágenes de bestias apocalípticas, sím- bolo de naciones conquistadoras, de que se ha- llan herizadas sus visiones. Pues bien, en el libro de Daniel, en el de Esther ó en ambos no recordamos bien, hemos visto la descripción de una fiesta Asiática en el Edén ó parque del Gran Rey Assuero. Son tiendas de seda de azul y blanco, con ricos borda- — To- dos, borlas y flecos de oro y plata; dentro las mesas brillantes con las vajillas, las laces, los vinos, los cris- tales, las pedrerías. Entonces (500 años antes de J. C.) el Asia no se habia divorciado con Baco y gozaba en plenitud del jugo de la tierra^ como dice el Génesis. Esta es la época crítica del Oriente. Después de ese lujo, de ese esplendor de azul y blanco, de ero y de sol poniente, del Assuero Biblico, el Artaxerxes Lon • gimano de los Griegos, solo vienen rebeliones, contras- tes, atroces y sanguinarias intrigas de palacio, derrotas y por fin la destrucción completa en Isso y Arboles. El delicioso bicolor, celeste y blanco, símbolo de los dos principios en lucha en el Mazdeismo, el bien y el mal, la luz y las tinieblas, Ahrisnanes y Oromasis ú Ormuzd, se halla, pues, no solo en el corazón de la naturaleza, como es el océano azul con su blanca espu- ma y el. cielo azul con sus blancas nubes; sino también en la política y en la historia. Siempre hemos amado el n^ 2 y ese debería ser el número Argentino por exelencia, puesto que lo es el de su bandera, el bicolor. El n^ 1 es egoísmo y despo- tismo puro; el número 3 es discordia pura, porque donde dos pueden hallarse de acuerdo, tres se hallan en disi- dencia siempre. El número 4 ya es regi mental y solo puede tener un- significado materialista, el 5 que es el número de los sentidos, es un lindo número, pero preferimos el 2 ; el 6 es la bolsa bien apretada de un avaro. El 7 es un nú- mero bíblico, sublime y sagrado, y por lo mismo no es tan dulce como el 2 que parece ser el número de la naturaleza por exelencia. Porque cual es la unión mas — 80 — dulce? La de dos corazones? Cual es la suprema ley del universo? La gravitación Newtoniana, dividida en dos, la centrípeta y la centrífuga I El movimiento, la vida, la esencia misma de dos seres según el Dr. Clavel; se compone de dos acepcio- nes, lo positivo y lo negativo, de lo cual se componen todos los seres, incluso la mujer, que es un hechicero conjunto de positivo y de negativo. La electricidad que es talvez la esencia de la vida y tal vez del sol y de la luz, se divide también en dos, la positiva y la negativa. Por último, bajo una acepción mas recóndita, no son esas dos potencias, el mal y el bien. Dios y Satán, las que se distribuyen el universo entero? Todos amamos á Dios y odiamos á Satán, mas no por eso es monos cierto que Dios y Satán existen; y es justamente el triunfo de de Dios, la unidad dual de la Justicia y el Bien, contra Satán, la unidad dual de la iniquidad y del mal. aquello por lo que todos ansiamos y suspiramos. Pero hé ahí, que en medio de los esplendores bico - lores, azul y blanco, del cielo y del océano, una belli- sima Isla, la de Tútuilaj se nos presenta, pasando el vapor tan próximo á ella, que casi la pudiéramos tocar con la mano. Cuan bellas son las Islas del Pacifico ! Son un conjunto poético de esmeralda y lazuli, de verde y jacinto. Por todo flores, vegetación espléndida, frutas doradas y aromas embriagadores. Pequeños paraísos perdidos en la inmensidad de las olas. El mundo es grande, si, pero que nos importa si esa pequeña isla, con un corazón, nos bastarla para la feli- cidad ! La banana y el coco que por todo engalanan las colinas, las cañadas y los valles; en medio de esa na- — 81 — turaleza animada con los peces del mar y las aves del cielo y los cuadrúpedo^ del suelo ¿no bastarían para ha- cer una vida regalada ? Solo los Ingleses entienden la vidal Ved, esa familia escocesa, de que os hemos hablado ! Ella reduce á móvil todo cuanto posee y tiene, y salen abuela, padre y dos jóvenes parejas que se aman con delirio, á recorrer el mundo en busca de una morada á su paladar, y esa morada la hallan en una Isla, en medio de las soledades y de los desiertos líquidos del grande Océano, donde distancias y abismos inñnitos, se- paran las naciones y los continentes! Esto, solo una familia inglesa lo podria hacer en el mundo, porque esa sola nación, entre todas, posee valor, inteligencia y corazón para llevar á cabo las grandes empresas? Y que empresa mas grande que la felicidad absoluta, buscada, no para un individuo solo, en las abstracciones dei misticismo ó de la filosofía, sino para una familia, esto es, para un nuevo pueblo, para una nueva nacionalidad en embrión? Esto indica valor, y gusto, inteligencia y corazón, que es cuanto debemos ambicionar y poseer. La isla de Tutuila se halla entre los 13 y 14 grados creemos al Sud del Ecuador. No es una isla de coral, ni tampoco una isla volcánica como Hawaii ó Oahu. Es una bella isla primitiva, con una cadena granítica en el centro. Nada mas hechicero qr^e la apariencia de una peque- ña isla de 9 á 10 millas de circuito; contorno esférico de unas 9 millas cuadradas de ostensión. Elevada, pin- toresca y fértil como una Isla del mar Jónico; por todo — 82 — son bahías, ensenadas, creeks, cabos, promontorios, donde elnaar azul entra ó sale: con montañas vestidas de una rica vegetación tropical, hasta sus cimas azules que se alzan ó se bajan, se unen ó se separan, dise- ñando altas crestas pintorescas con valles, ensenadas ó brazos de mar interpuestos. Mar manso y apacible, en la región de las eternas calmas y de la atmósfera per- fumada y tibia: mar que no brama, ni muge, ni amenaza y que solo sabe lamer con su lengua atornasolada como el nácar, la suave ribera dorada que ol elegante coco- tero sombrea con sus verdes palmas y sus racimos de cocos pendientes sobre la ola. En los valles verdean esos bellos vejetales de anchas hojas, de grandes flo- res purpúreas y de esquisitas y doradas frutas, el Musa Paradisiaca y el 3Iusa Sapientum, Sobre las suaves fal- das de las colinas primitivas, tapisadas de verdura y flores, se alzan esos bellos bosques tropicales formados por el Pandanus, por la higuera columnaria de la In- dia, por el gran algarrobo tropical, el naranjo silvestre y el árbol del Pan; y de los cuales un hálito perfumado se escapa; porque esa vegetación siempre florida, pre- senta ^de un lado los frutos ya sazonados y del otro las flores y las frutas nacientes sin invierno que marchi- te sus hojas, ó paralice su fecundidad. De árbol en árbol, las lianas, los jazmines, las orchideas pasan sus lazos floridos, sus festones perfumados que la brisa me- ce, mientras sobre la cresta de las cocinas el palmero, el heliconia, el helécho árbol mecen sus tallos elegantes y sus copa-duras de abanico aun mas elegantes. Los arro- yos descienden murmurantes de las montañas formando saltos y cascadas de plata líquida. Las aves mas be- — sa- llas y de los mas brillantes plumajes, vuelan, se dispu- tan y acarician entre las verdes espesuras las frutas de oro, las flores y los perfumes. Melancólicos ruidos se elevan de las selvas, que solo el mono, ese hombre y hombresimil primitivo, habita. En ese conjunto de bellezas y de armenias tropicales espléndidas, solo el hombre falta. Ni una choza, ni un cercado signo de propiedad; ni una hoguera, ni una canoa se percibe y sin embargo el gran vapor pasa ro- sando las costas en un ángulo de la sohtaria Isla; y el paso de un vapor debe ser un acontecimiento para ese pedazo de paraíso terrenal perdido en las soledades del Pacífico. Llega la noche; las tinieblas descienden sobre las montañas, y sin embargo, ni una luz, ni un fuego, ni una hoguera; ni un sonido humano articulado se percibe. He ahi pues, la Isla desierta de Robinson. Feliz Ro- binson! Que se han hecho los habitantes de esa Isla? Son, pues, los salvages de la Oceanía tan de mal gusto, que abandonan á la soledad esa morada deliciosa.^ O es una morada desvastada por la guerra, por el blanco tal vez?. . Pero no, nada de conjeturas ofensivas contra nuestro semejante, que piensa y tiene una alma tan poética y tan noble como la nuestra. Esa soledad es talvez solo de este costado de la Isla: en el otro acaso ella no existe; aunque no me esphco porque sus habitantes no habitan de preferencia del costado por donde las líneas de vapores pasan. Hemos sabido que en Tutuila hay un establecimiento de Misioneros Franceses: y por ellos se ha llegado al conocimiento que en esa isla perecieron el comandante — 84 — Delangle y los otros compañeros de La Perouse. Este hecho tuvo lugar en la bahia de Am, al noroeste de Tu- tuila llamada por este motivo Bahia de la Matanza, Esta Isla fué llamada Maouna por la Perouse. Al terminar la tarde tuvimos el espectáculo de un crepúsculo magnífico. En el Plata, las auroras, el cre- púsculo de la mañana, son bellísimas, como el lector Argentino no necesita que se lo digamos. Pero en el Pacífico, las puestas de sol, los crepúsculos de la tarde, son espléndidos, desde las grandiosas ribe- ras Chilenas, coronadas de los resplandecientes Andes, hasta las riberas Californianas, que los jigan téseos ci- preces del Sequoia coronan. Pero aquí, en medio de los vastos mares, lejos de los continentes, el espectáculo es arrobador, espléndido. Figuraos un cielo de záfiro fluido, de esplendente lazuli; salpicado con los esplendores variantes del topacio, del granate, del amatista, del rubi, de la cornelina, del ópalo, en medio de vapores desgarra- dos como un encage aéreo y de los contornos mas fan- tásticos y cambiantes de nublados cumulosos de gra- na. Es una escena ádica, mágica de esplendor y gran* deza! El mar sereno, refleja en su onda aterciopelada y suave, los esplendores indecibles del aire; mientras las crestas azuladas de Tutuila, vestidas de una espléndida vegetación tropical, se alzan en un ángulo, formando un contraste estraño cada vez mas sombrío con esos esplen- dores aéreos y fluidos, mudables y fantásticos como una brisa ó el capricho de una bella. Esto se sucede como una decoración fantástica de ópera, y al final, las tinie- blas y el silencio, esto es, el telón corrido, la conclusión prosaica, todo lo apagan y lo sorben, como el dragón — 85 — de la realidad se sorbe y traga los poéticos ensueños é ilusiones de la existencia! Todo es perecible y fugaz! Todo tiene su principio y fin! Eu fugaces ! dice el poeta. Todo pasa, dice Job, sicut íiubes, cuasis 7iavis^ Velut umhra! Pero la noche y sus tinieblas se han estendido sobre la isla silenciosa, sobre el abismo y sobre la poderosa nave que lo cruza, directa y segura en su rumbo, como la zaeta lanzada del arco. Solo brilla el cielo y sus luces inmortales arriba; y la espléndida canopea austral nos circunda con el velo misterioso, constelado é infinito de su firmamento! Todo nos convida á meditar : medite- mos y seamos hombres por lo menos una vez antes de morir, como decia el inmortal Rousseau, el padre del mundo moderno. Todo es, pues, dual en el universo? Todo es pasagero é instable? No hay nada verdaderamente unitario, permanente y eterno? Pero una cuestión tan complexa, no es susceptible de una respuesta por lo afirmativo ó lo negativo. Aqui preciso es distinguir el misterio, la antítesis, como dice Hegei, comienza. Todo es dual pero todo es uno! todo es transitorio, pero tode es eterno. Dios es uno. Porqué? Porque no podria haber á la vez dos dioses, dos pensamientos, dos fines absolutos y supremos, para un mismo Universo. Dios ó el pensamiento concreto y la evolución que lo realiza en el universo son natural y lójicamente uno. El sol es también una unidad verdadera para cada sistema. Dos soles, en vez de enriquecer, destruirían un sis- tema, por el antagonismo de sus acciones y atracciones. Dios pues, para el espíritu, es una unidad; y en él cesa el dualismo que la creación, en el actual estado de su — 86 — evolución, presenta. El sol es también la unidad necesa- ria de nuestro mundo físico inmediato. Pero así como en Dios existe el ser infinito y el ser concreto, en el sol coexiste el ser luminoso y el ser opaco, las tinieblas y la luz formando con su antítesis Hegélica, una unidad que parece paradójica, y que sin embargóos real. ¿Quien podrá decir donde la luz comienza, y donde las tinieblas acaban? Si la tiniebla es la ausencia de la luz, la luz no seria la ausencia de la tiniebla? Donde el ser comienza y la nada acaba? Al estremo de todas las cosas, está su opuesto, y de esa unión del positivo y del negativo, resulta la unidad de la existencia, el ser, la evolución creacional. Solo existe, pues, en absoluto. Dios ó la ra- zón; el pensamiento eterno, y la luz y la materia sub- jetiva, que son la fuente del ser y de la vida real. Pero si Dios es uno ¿qué podrá valer para la ciencia real, lo que se ha denominado el misterio de la trinidad cristiana? Esto tiene una fácil esplicacion. Si los dioses existen ellos lejislan, y si ellos lejislan, la materia sub- jetiva de esa lejislacion divina, debe hallarse presente en el consejo divino. 'No se lejisla para la nada, y si se trata de lejislar para la humanidad, la humanidad debe hallarse presente y sancionar con su aprobación ó dese- cho, la validez de una lejislacion dada, aun divina. Hé ahí por que el hijo del hombre, ha subido al consejo supremo de la divinidad, ante quien hacer presentes las condiciones y necesidades de la vida y de la socie- dad humana. De ahí el acierto de la lejislacion divina. Pero quién es ese hijo del hombre? Es solo Jesucristo, el - 87 — divino maestro, ó es la humanidad entera? — Es Jesucristo sin duda y en él la humanidad entera. Porque Melchisedech, Abraham, Josef, Sesostris, Mil- ciades, Pericles, Sócrates, Platón y Aristóteles son Je- sucristo y se hallan en Jesucristo; esto es, se hallan en él presentes en espíritu, ante la voluntad divina que lejisla y dirige la evolución de los mundos. Pero se sigue de esto que son verdaderas todas las necedades que espí- ritus mezquinos, han apendado á las doctrinas divinas, como las sucias telas que la araña cuelga en los santua- rios? No; Jesucristo no es el hipócrita santurrón que perdona en público y en secreto calumnia y atormenta á sus enemigos. Jesucristo es el libre pensador, que anatematiza la folsa religión del Fariseo, la falsa ciencia del Saduceo, y todo cuanto falso y dañino existe para el hombre y que se opone al advenimiento de su reyno, ó mejor, de s'i República divina. ¿Queréis conocer ese pensamiento cual es? Leedlo en Platón, en San Agustín, en Fenelon. Es el amor puro, es la caridad, es la justi- cia pura en espíritu y en verdad, en contra de la malig- nidad pura, de la perversidad pura, de la iniquidad pura aun prevalente después de 2000 años de Cristianismo supuesto, de cristianismo en palabra. Nosotros que somos fáciles de contentarnos consola- remos por lo menos con esas palabras, que son otros tantos derechos reconocidos de la humanidad. Asi el alma iii mortal de Moisés, de Licurgo, Jesu- cristo, y con él, el espíritu inmortal de la humanidad toda, esto es, do ia humanidad heroica y grande, sin escluir la humanidad humilde, mucho mas heroica, en su humildad, que la humanidad soberbia, se halla sin — 88 — duda presente á los consejos del eterno, en las mate- rias que á la humanidad atañen; por que á mas de la humanidad existe el Universo, de que la humanidad es talvez solo una parte. Pero es el espíritu inmortal, no la materia de la humanidad, lo que allí se halla presente. La materia, el organismo de la humanidad, es también inmortal á su modo, pero no es la región sublime y eté- rea del espíritu: porque en esta última, no hay lugar para ningún cuerpo, por glorioso que pueda ser. Por otra parte, no pueden haber dos inmortalidades, como no pueden haber dos dioses. El organismo hu- mano, decimos, es inmortal en este globo y no necesita por ahora, llevar su inmortalidad á otro, mientras el secreto de las intercomunicaciones planetarias no se descubra. ¿Cómo el organismo humano, es ó puede ser inmortal, se nos preguntará? Es muy fácil contestarlo. El orga- nismo humano es en realidad inmortal. Adam y Eva no han muerto, ellos se perpeiúan hasta hoy en las generaciones sucesivas y solo cesarán de existir cuando el último de sus descendientes haya cesado de existir, cosa que ni vos ni nadie veremos puesto que el hom- bre está destinado á transformarse; y hoy mismo ya no es el ser ordinario y grosero de los siglos prehistóri- cos: es un ser culto, hábil y sagaz que se encamina á la belleza perfecta, física y moral. Cuando esta haya llegado, el hombre se habrá trans- formado; pero su raza no por eso habrá perecido, no habrá hecho sino transformarse, como el feo hipparion de la edad terciaria, se ha transformado en nuestro ele- gante caballo actual, inteligente y dócil á la voz de su - 89 — dueño. Ni vos ni yo nos moriremos, pues nos perpetua- mos en nuestros descendientes; en las personas que amamos y en aquellos en que hemos colocado nuestro pensamiento. El mundo, el hombre, se transforman, pero no pere- cen. ¿Queréis un ejemplo de ello? No podéis negar que hubo en el mundo una antigua Grecia, bella, valiente y culta. Esa Grecia cesó de existir con los últimos Grie- gos, con Filopomen, Polybio y Plutarco. Y sin embargo, ¿quién la ha resucitado? Es^el espíritu! Hoy la Grecia ha vuelto á existir con una nueva vida, vida que le ha sido infundida y que ella debe al pasado. Porque el pasado es todo ¿Qué es el presente? Una cosa tan insignificanie, como una línea entre el pasado que termina, y el por- venir que comienza. Es un punto, pasado el cual ó es pasado oes porvenir^ esto es, una cosa que aun no exis- te. Ahora bien, ante ese presente tan insignificante, que apenas comienza ya es pasado, y el porvenir que es nada, puesto que no existe aun, ó que solo existe en los gérmenes, el pasado es el todo. Es su bello, es su espléndido pasado, pues, lo que* ha dado, lo que dará á la Grecia una nueva vida. El genio, la gloria tienen entonces una vida eterna y real en este mundo, y su inmortalidad no depende de otro mundo, teniéndola asegurada en este. Naciones, vuestra vida presente y futura, es vuestra gloria; y vuestra gloria son vuestros grandes hombres. No lo olvidéis ! Tampoco podéis ignorar que hubo Roma, una grande, una gloriosa Roma. Esa grande, esa gloriosa Roma, vencedora de un mundo que le era injustamente hostil, íué al mismo tiempo que la conquistadora, la salvadora. — 90 — la civilizadora, la lejisladora, de ese mundo á quien dio unidad y vida política y civil. Ella murió á mano de los bárbaros y del fanatismo ignorante é imprevisor, que los atrajo. Roma está hoy resucitada y viva, triunfante y gloriosa como nunca. Es su glorioso pasado, son sus gloriosos recuerdos en el ánimo de sus hijos y en los estraños, los que la han resucitado. La memoria agradecida del género humano, por el órgano de la grande y gloriosa Francia, ha sa- cado de su sepulcro ese Lázaro de los siglos, víctima de la barbarie y del fanatismo, que la descoronó de su poder y su gloria, renegando y pisoteando su memoria y humillando á ella, que habia glorificado á los humil- des y abatido á las soberbios! A ella que no había hecho sino cumplir una obra providencial: el abatimiento de la estúpida y soberbia iniquidad é ignorancia, que aleja al hombre ííada dia de su bienaventurada meta de gloria y bien! El mito, pues, de la resurrección de la carne, de que habla Job tan alto como la edad de Abraham, 2200 antes de Jesucristo, es hoy una realidad. Grandes y poderosas naciones han resucitado de su polvo secular! El género humano entero de Adam adelante, ha resucitado y está vivo en sus descendientes. Parece, pues, que la edad de tener jnicio ha llegado; y es justamente el juicio el camino del bien y de la reden- ción eterna. 1^0 que es digno de vivir, vivirá! Solo perecerá lo que es digno de muerte eterna. Os han desagradado nuestras reflexiones, lector? Es- tamos seguros que no; porque ellas os habrán esplicado — 91 — muchas cosas, que de otro modo quedarían inesplicables para siempre. Pero mientras meditamos, el steamer avanza rápido en su carrera. Ya hemos pasado los 15o, los 18^ grados: esta noche estaremos en los 20 grados, es decir, debajo del sol, próximo á pisar el trópico de Capricornio. El calor aumenta, pero la vida también aumenta en el corazón del justo, del bueno, que sufre sin quejarse y que asegúrala redención y el bien de la humanidad ente- ra! El globo está á nuestros pies; el se diseña en sus con- tornos penumbra y sombra, sobre el horizonte circular y móvil. La nave es como un aeróstata, en su marcha rápida ella parece alzarnos y encumbrarnos sobre las esferas. La ciencia es, pues, una verdad positiva y práctica, ella demuestra lo visible y lo invisible, y lo que ella no demuestra, lo adivina á la luz relampagueante del genio. La tierra es un planeta real y verdadero, el sol su centro de gravitación; ella tiene otros planetas hermanos, unos mas jóvenes otros mas viejos que ella; que una vez cons- cientes de su existencia, poco tardarán en comunicarse. El World Spirií de Hegel, realiza lodo lo que se propone ¿Quién será el inventor de esas comunicaciones inter- planetarias? ¿Será el hombre avanzado de Marte? ¿Será el hombre glorioso de Júpiter? ¿Será el hombre espiritualizado de Saturno? ¿Será el hombre ethéreo de Urano ó Neptuno? O será nuestro hombre terreno, ese taimado, que ha inventado ya el telégrafo eléctrico, y el vapor, y que está próximoá inventar la navegación aérea. Y ante el espectáculo de la ciencia triunfante, quién no se regocija, deseando su último dia al fanatismo igno- ~ 92 — rante y ciego y aspirando al primer dia de la humanidad emancipada, sabia y gloriosa? Dios es el dios de la ciencia, como decia la pobre Ana, la madre del Gran Sacerdote Samuel. Dios es luz y no tinieblas; bien y no mal, como diceel Vendidad, en el Zendavesta. La creencia, el verbo mueve, y donde la ciencia mueve, la violencia, la tiranía, el despotismo, el oscurantismo están de mas. ¿Sabéis quienes son santos sabios y justos? Son Hoekell, Darwin, Syell; Laplace, Newton, Kepler y Copérnico! Algunos de ellos como, Hoeckel son materialistas y niegan á Dios. Pero también Cyro ignoraba al Dios verdadero y el dio la libertad á su pueblo. Son genios benéficos, instrumentos de bien. El sabio microscopista, penetra tanto en los profundos mis- terios de lo infinitesimal que perdiendo de vista el con- junto, la armonía, el designio final, que guian, que revelan á Dios, llegan á tocar en el impace de la ma- teria. Pero al volver atrás, ellos verán el cielo y con el cielo ese misterio de armenia de fuerzas y de leyes que manan del principio genesiaco de Dios. Su creencia se completará entonces y será perfecta. Mas porque ese sabio se estravie y cometa sus errores, es por eso la ciencia menos cierta y la naturaleza menos bella? Es por eso el fanatismo, que persigue y condena la cien- cia, que propende al oscurantismo y al error por un cálculo de perversidad, menos culpable y criminal? No. No! Toda ciencia, en cuanto ciencia de verdad, es bue- na, aun la ciencia del materialista. El oscurantismo, el ocio, la ignorancia preconizadas con el nombre de la re- ligión, aun con el nombre de la fé, son perversas y cri- minales, porque dañan al cuerpo y al espíritu. La ciencia — 93 — es estadio y trabajo y siempre salva. La ignorancia, el enabuste y el ocio, son íatales aun en nombre de la religión y de la fé, y pierden siempre á los pueblos que los adoptan, ellos son fuentes de corrupción y vicio. Hay intérpretes ignorantes de la palabra bíblica que dicen que la creencia perdió á Adam. Ese mytho, toma- do en ese sentido, es falso, Adam no fué un sabio. Vestido de pieles y vagando por los bosques, con su pobre Eva, el no pudo estudiar ni ser sabio. Pero el tenia su compañera á su lado. En lucha contra todo el universo, que veía en el ad- venimiento del hombre, el advenimiento de su regene- daror, de su dueño, el amor de Eva era mas que una compensación, era la felicidad misma ! Qué importa el sufrimiento ni la muerte, si el corazón está satisfecho ! Ante la mirada de lo que se ama mas que la existencia, quien no sufre resignado ? Adam no llegó sin duda á desabrir la civilización y la ciencia. Pero en el amor de Eva .el halló y descubrió niil cosas hechiceras que nos han conducido á los hijos de Adam á la civilización y la ciencia! El debió hallar la poesia, la inspiración, el himno de la esperanza, las artes y las industrias, para defender, protejer, embellecer á su pobre compañera, partícipe de sus trabajos y de sus penas y feliz por ello. Una sonrisa entre lágrimas, un rayo de sol entre nubes, son mas bellas que la risa boba del hijo mimado de la fortuna pérfida, ó que el resplandor fatigante de una resolana eterna. Adam sufrió y el sufrimiento le hizo sabio, como sucedió después con Job, que nos ha dejado tantas bellas cosas en su hechicero libro. Pero Adam no fué sabio con la luz de la ciencia que aun no — 94 — podia existir, sino con la luz del corazón que ya existia, y era bello como el primer albor de la mañana. Pasando por las galenas de la Exposición última de París, vimos una cosa hechicera en marmol de Car- rara. La primera cuna. Eran las faldas de Eva donde jugaban sus dos primeros gemelos ! La ciencia del co- razón lejos de perder, salva. La ciencia no ha podido condenar á Adam: fué mas bien su ignorancia, madre del oscurantismo y de los vicios, lo que lo perdió. Pero volviendo al mar, nada mas dulce, mas poético y mas bello que el mar de los trópicos ! El no se ajita, el se amaca dulcemente, como el niño ó como la odalisca. Su aspecto es una sonrisa; sus olas son un halago. Puede haber una cosa mas poética, mas bella, mas conmove- dora, que el león en reposo? que el tigre manso, lamiendo suavemente la mano que lo domina» (la nave que pasa), como el gato domesticado lame la bella mano de su dueño. Porque el mar es una fiera, un elemento indómito, un abismo poderoso, vertijinoso y al verlo asi manso y sonriente, risado en su aterciopelada mansedumbre por la tibia y suave brisa de los trópicos, es un espectáculo grato y fascinador. El mar quieto se estiende hasta los trópicos ó mas allá de ellos. Desde las cubiertas supe- riores del gran Steamer se goza del espectáculo mas bello, de la rotundidad resplandeciente del horizonte marítimo, disco de lazuli bañado por el fluido áureo de la luz solar. Asombrábanos el que los marinos no hubiesen descubierto antes la rotundidad de la tierra. La rotundi- dad esférica de la superficie de nuestro planeta se diseña en e^os horizontes de infinito mar con toda perfección. — 95 — Es un inmenso globo en realidad lo que se diseña en la redondez terrestre y el relieve de su convexidad se dise- ña tan bien al ojo, con los matices de sombra y de luz en los confines del horizonte^ que no hay como equivocarse. Aun sin dar vuelta á nuestro planeta, probando de hecho que es esférico y que es por consiguiente uno de los nu- merosos cuerpos celestes esféricoo que jiran en torno del sol , al solo contemplarlo de la alta cubierta de una gran nave, se ven distintamente diseñarse en relieve las jigantezcas curvas esféricas del prodigioso planeta. Es una prueba á que no resiste el ojo mas inesperto. ¿Porqué, pues, el mundo no ha salido antes de su gro- sero error geocéntrico y ha sido necesario que Giordano Bruno muera y que Copérnico sea perseguido por la impia Inquisición, para que esta idea, para que este he- cho visible y palpable por todo, saliese al fin á luz triun- fante como una realidad manifiesta é innegable, escepto talvez para esos ciegos voluntarios que se empeñan en no querer reconocer la verdad real, el mundo tal cual es? Desgraciadamente, el rápido steamer pronto deja atrás los poéticos y quietos mares intertropicales, esos mares que suspiran y entonan melodías armoniosas, que el eco de la brisa reproduce, para entrar en los mares resonantes y turbulentos, batidos por los trade winds por los vientos alisios, esos terribles y permanentes hues- pedes de los mares intermediarios, dominio de los eter- nos combates entre Eolo y Neptunio. Como ese patriarca de los mundos, el sol, se hallaba al otro lado del ecuador, próximo á entrar en el trópico de Capricornio; los mares quietos y las noches centelleantes se prolongan mas del lado del hemisferio austral, que del hemisferio boreal. — 96 — Pero aunque mas estendido, el mar quieto se termi- na al fin y la suave poesia de los dias y de las noches equinoxiales, hace lugar al mar borrascoso, á las ondas desapacibles, á las olas convulsas, á los cielos helados y bravios, á los fuertes vaivenes; y hasta las damas, esas bellas flores que entretienen y hechizan las tristes jor- nadas de la navegación con sus suaves aromas ; hasta ellas decimos, presas del vértigo, del mareo, pierden sus sonrisas, sus colores y hasta el aroma de su suave afabilidad: se vuelven desapacibles como el cielo, como el mar, como la nave. Solo el filósofo no se turba y con- serva su serenidad: él es el ojo del creador que mira desde lo alto y su corazón, el espejo de su sabiduría. Tranquilo en la tempestad, tranquilo en la calma, él conforta, serena, aquieta apacienta los corazones. Hasta la víspera del dia de nuestra llegada á Aukland, el mar se conserva ajitado, convulso y la navegación se hace desapacible y desazonada. Hacia la tarde sin em- bargo los pasajeros después de la comida, salimos á respirar las fuertes brisas del mar en la cubierta. El buque se ajitaba en fuertes mesadas pero navegaba rá- pido y seguro como la zaeta destacada del arco. Una dama Australiana, la mas bella, graciosa, inte- ligente, y agradable; Juno en su altiva frente; la casta Diva en su mirada pura; Venus en su divina sonrisa, se pasea sola intrépida sobre cubierta, desechando todos los homenajes interesados de los hombres. El crepúsculo del Sol poniente entre borrascosas nubes, nos baña á todos con sus divinos fulgores de oro, púrpura y azul. El cielo y el mar, hechizados por esa sonrisa de Diva, se tranquilizan y calman; es un conjuro májico: el cielo y — 97 — el mar, Neptiino y Eolo, calmados por una hechicera sonrisa, sin necesidad del quos ego de la airada divinidad del Tridente. Asi al otro dia, un espectáculo divino se ofreció á nuestros ojos. El naar tempestuoso ayer, imponente; hoy tranquilo como la sonrisa de un niño; el cielo argentado por un delicioso sol dorado como una brillante bóveda de nácar atornasolado. La gran naturaleza sonrie en su bicolor matutino, reflejando la sonrisa de la Diva de la tarde. El mar azul turquí sin una ola, unido en el hori- zonte con el cielo de un blanco perla, sin una nube, forman en grande escala nuestra bandera, nuestros colores nacionales. Nuestra bicolor es la gran gala de la naturaleza! Nuestra escarapela brilla en el cielo y el mar; en el mar azul, con el cielo blanco nácar en torno y el sol en su medio. La naturaleza se regocija, pues, en nuestros colores, con nuestros colores, en nuestra enseña. Cuan bella fué la inspiración de ios patriotas del año 10! Cuan grande el genio y el valor de Belgrano, que la adoptó contra los consejos cobardes de una política miope! Nuestra nacionalidad quedará, pues, in- mortalizada, no solo por los grandes nombres de Bel- grano, San Martin y Rivadavia, sino hasta por la gran naturaleza; hasta por esas dos acepciones del infinito, el mar y el cielo! El mar medio, conmovido sin duda de nuestras quejas, se ha despojado para nosotros de su austera severidad. El no quiere ser menos que el mar de azul y nácar de los trópicos; que las quietas ondas y los tibios aires de la Citherea tropical. Ahora bien, no hay cosa mas bella, que un mar medio quieto y apacible. Es algo de inusitadamente dulce, como la ca- 1 - 98 - ricia del león, después de un acceso de. íurur, como la sonrisa de una beldad desdeñosa que se apiada. Nada mas bello que la mansedumbre del valiente, que la son- risa de una fria beldad que se convence^ al ver realiza- do un ideal creido imposible. Así nos aproximamos á Nueva Zelanda, bajo los mas bellos y felices auspicios, navegando sobre un quieto mar de zafir, en medio de las armenias que la diva saca del piano. Pronto las altas cimas de la Nueva Zelanda se alzan en el remoto hori- zonte austral. Todas las miradas, todos los anteojos, todos los deseos se encaminan en esa dirección y no- sotros resolvemos quedarnos en ese pais pintorezco, visitarlo y seguir nuestra ruta después. El gran vapor navega sereno sobre la llanura de liqui- do zafir, y poco á poco la onda al aproximarse á las tierras Australes, pierde de su transparencia zafirina, asumiendo tintes tanto mas verdosos, cuanto menos es su profundidad. El sombrio verde botella, que se sostituye al atercio- pelado azul de la onda alta marina, en las inmedia- ciones de las costas profundas, se presenta á nuestras miradas anunciándonos la proximidad de las tierras que son el objetivo de nuestro viaje; después de lo cual debemos tornar á la patria y al hogar abandonado. Las azuladas crestas de las islas Great Burrier y Little Bar- rier, que salen al encuentro del viajero al aproximarse al Golfo de Hauracki : eminencias rodeadas en sus Cabos, de peñascos fantásticos imitando pirámides, torres, obe- liscos jigantes en actitudes pintorescas, se presentan á nuestras miradas. Muéstrase su parte inferior jaspeada de blanco perlas tobas ó las crestas calizas, que resaltan 99 sobre el fondo bistrado, peculiar de las costas de una naturaleza porflridica pronunciada; viéndose sus vetas y crestones diseñarse con claridad sobre el amarillo bistra do del pórfido ó Jas viejas lavas, y encima se estienden los céspedes y los sombríos bosques de pióos y helé- chos australes, al parecer. Desde la víspera, las blancas gaviotas que nos han acompañado volando y pescando en la llanura marítima para nuestra entretención en las largas jornadas monó- tonas de abordo, comenzaron entonces á entreverarse con albatros y cosmorantes que habitan las riberas pe- ñascosas y resonantes de las islas. Jasta un delfln salió á nuestro encuentro, como en las costas de la Península española, al avistar por primera vez las riveras del viejo Continente. Pero este es un nuevo y fantástico mundo, que nos tiene reservadas mil sorpresas. Por fln a nuestra aproximación, estrañas apariciones en forma de peñascos aislados, surgen por todo, inmóviles, en medio de las ondas móviles. Diñase rinocerontes 6 mejor, Mammouths jigantescos, armados de enormes colmil os que rocas de un blanco cretáceo imitan perfec- tamente, bañándose inmóviles en las aguas del diluvio Esos peñascos pensamos, deben ser peligrosísimos para os pobres navegantes perdidos en esos mares durante las sombrías noches. Porque ese laberinto de i.las islotes, arrecifes, y rompientes de duras y aguza- das lavas, desparramados como un inmenso rebaño de escollos mugientes, forman las mejores defensas de esas — 100 — islas formidables por sus costas erizadas é inhospita- larias, contra todo enemigo marítimo. Por lo demás, nada mas bello que esos fantásticos promontorios é islotes, simulando ya monstruos marinos tendidos sobre pedestales, á manera de esfinges, ya torreones y espira- les de templos y castillos góticos; ya pirámides y agujas ú obeliscos Egypsios. El mar debe ser de una magni- ficencia imponente en una tempestad, sobre estas riberas escarpadas y peñascosas llenas de estrechos, de grietas, de abismos, de vorágines y de fiordas Noruegas. Por último, penetramos en una especie de ensenada ó mar interior; bahia cerrada, una de las mas grandes y magní - ficas que existen en el mundo ; porque si hay Golfos abiertos mas grandes que el Golfo de Hauraki, pocos puertos o bahias cerradas se le acercan por la osten- sión, la belleza y el carácter pintoresco de sus riberas é islas. Islas é islotes, pequeños y grandes, sombríos ó blan- quiscos, destacados de la manera mas estraña, como una danza Macabra de rocas, habiéndolos de una natu- raleza cretácea, que á la distancia, parecen velas de buque, peligrosa ilusión para navegantes inespertos. Seguramente en ninguna región de la tierra se encuentra una disposición mas grandiosa é inteligente de tierra y agua, de islas, islotes, promontorios y tierra firme, de grandes bahias y ensenadas, y de pequeñas bahias, estrechos, recodos é inletSy escondidos, de los mas pin- torescos, é internados dentro de las tierras, pero de seguro que en ninguna región se presenta el suelo gene- ral mas fragmentado, empinado, y culminante, mas fraccionado el mar en bahias, ensenadas y caletas gran — 101 •— des y pequeñas, mas identadas las costas en mayor número de entradas y salidas cabos y promontorios; mas numerosas, culminantes y es'carpadas las islas, y mas divididas y fraccionadas estas y las tierras en su conjunto, en islotes, arrecifes, farrellones, agujas sueltas y peñascos destacados, en medio de las olas, es como un mundo desgregado que se abisma, ó como un mundo Neptuniano que surge por fragmentos de en medio de las olas. Y todo esto ligado y reunido, formando el contorno fantástico del mas romancesco puerto ó golfo cerrado del Universo: bahia y puerto en que toda la marina 'del mundo reunida seria imperceptible y podria encerrarse en una de sus mas insignificantes ensenadas. Este inmenso golfo de aguas de un verde turquesa desveido, tiene como nombre geográfico colectivo el de Gran Bahia ó Golfo de Hauraki, presentando una osten- sión de mas de 60 millas de largo, por 40 de ancho, sin incluir las innumerables ensenadas, caletas y puertos cerrados que decoran con sus identaciones innumera- bles sus estensas costas, Asi Auckland situada entre dos mares, mirando el. uno á la Australia y el Asia, y el otro al Nuevo Continente, el África y Europa, á saber, entre el Golfo de Hauraki al Este, y dos ó tres bellas ensenadas sobre la ribera opuesta, al Oeste, forma á manera de un nuevo Corintho de vastas dimensiones, con tres cómodos y espaciosos puertos á sus costados opuestos á saber^ la ensenada de Waitemata, un recorte del golfo de Hauraki al Este, y las dos bellas bahias de Hanucau situada al oeste y la de Haipara al Noreste. Figuraos un conjunto de admirables costas, que presen- tasen reunidos á todos los vientos del mundo, las bahias — 102 — congregadas de Rio Janeiro, S. Francisco y Queenstown, las tres juntas ytodaviano llegan á la magnitud de la gran bahia situada al Este de Auckland, las babias de Sydney y de Adelaida juntas al Oeste, y las Babias de Ñapóles, de Bristol y de Constantinopla juntas al Nor- oeste, y Auckland sentada en medio de estos tres gran- diosos prodigios de Hydrografia marítima el todo rodeado de magníficas alturas y costas pintorescas, y bajo un clima tan templado y benigno como su suelo es variado y fértil. Y todo esto no dá todavía una idea de lo que esas islas son en realidad: porque todo lo indicado no es sino una pequeñ¿i é insignificante fracción de las partes norte de Nueva Zelanda. Pero Nueva ZeUmda sondes islas inmen- sas, especie de continentes abortados, en medio de los vastos desiertos marítimos del Océano Occidental; y aun- que Auckland conserva en todo caso su situación escep- cional, del punto mejor situado y mejor escojido para un emporio mercantil, sin embargo todavía* es inmenso el porvenir marítimo y productivo que se abre para estos países tan bien situados y en condiciones tan ventajo- sas de intercurso marítimo. La isla del Faro se alza en el centro de la inmensa Babia de Auckland, con su alta torre de casaca colo- rada, como un centinela inglés; á la que sigue una isla prominente con un viejo y elevado pico volcánico, en su centro, de un color rojizo, cubierto de espesos bosques en sus faldas. Este viejo volcan, cuyas lavas ba becbo des - aparecer el tiempo, cubriéndolas de los tintes rojizos de los ocres del bierro volcánico descompuesto, nos bizo recordar los volcanes de Atacama, sobre todo el llamado Pico de Doña Inés, que tiene la misma forma y color — 103 — que este, aunque en mayores proporciories (el volcan An - dino:) Ahora bien, como esos volcanes son evidentemente viejos volcanes apagatlos de la edad terciana, cubiertos de glaciares en la cuaternaria, es de suponerse que el viejo continente terciario de que Nueva Zelanda forma los despojos, ha existido en su totalidad, con dichos volcanes en actividad, hasta esa edad, hundiéndose en el cataclismo general que sufrió nuestro planeta en la edad cuaternaria, conocido por la tradición con el nom- bre de Diluvio y que la ciencia ha descubierto ser el periodo glacial y su terminación, hasta cuya época esos volcanes han debido conservarse en actividad, pero extin- tos de entonces acá, durante millares de años, hoy solo forman un monumento alisado y rojizo de los combates de la naturaleza en las edades geolójicas mas próximas. Pasadas las islas del Faro y la del Viejo Volcan, se dobla el grupo de las Islas Whiheki que constituyen propiamente por su interposición el puerto abrigado de Auckland, á un estremo de la gran Babia de Haurakt, de que hemos dado una lijera descripción, y se entra en el bello puerto formado por la ensenada de Waite- mata, sobre cuyas riberas se alza pintorescamente la ciudad de Auckland. El gran vapor oceánico atracó á su muelle y nosotros bajamos á fierra, admirando la estension y belleza de una ciudad que aun no tiene 50 años de data y que ya hoy ocupa dos costados opues- .tos de su bahias, ligado por Ferryrs que comunican de hora en hora lo que supone una gran población y tráfico. Los Estados Unidos tienen que andárselas con tiento, pues van á tener un poderoso rival en esas prodigio- sas, colonias del hemisferio Sud, Nueva Zelanda y — 104 — Australia, que apenas comienzan á vivir y ya dan pasos dejigante en la vida colonial, mercantil, industrial y política. No que nosotros dudemos del gran porvenir que hemos predicho para la Gran República; sino que en realidad, Nueva Zelanda sobre todo, tiene abierto delante de si un desarrollo industrial y mercantil pro- digioso. Estas islas tienen en sus ricos pastos un bello porve- nir de ganaderia, cuyos detalles daremos mas adelante ; tienen en sus ricamente recortadas y pintorescas costas, un porvenir marítimo y mercantil que nadie podrá dis- putárselos, puesto que sus elementos los tienen consigo mismo y consisten en las abundantes pesquerías de esqui- sitos pescados ; y en sus costas provistas de todo género de mariscos y productos de mar, y sobre todo en la índole mineralójica de su territorio. En efecto, Nueva Zelanda abunda en oro y hasta la fecha lleva producido por valor de cerca de 250 millones de duros del pre- cioso metal. Pero ¿qué es el oro comparado con el plomo, el cobre, el estaño y sobre todo el hierro, que puede producir en abundancia , y para cuya elaboración cuenta un elemento de prosperidad y de poder inmenso, los ina- gotables mantos y depósitos de carbón mineral de su suelo, el verdadero nervio y fuerza activa de la civili- zación moderna? Porque la hulla que existe en Nueva Zelanda en abundancia en sus tres especies íorma en realidad la sangre, el nervio, la vitalidad misma de la complicada civilización moderna, con sus máquinas y su activa y poderosa producción industrial. La nación que no cuenta esa base de la riqueza y del poder moderno, el hierro y la hulla, solo podrá tener una - 105 — importancia muy secundaria y una independencia preca- ria y como de prestado. Entre tanto, nada mas encantador que la provincia de Auckland. Colinas y valles, ásperas cuchillas y bosques, alternados de pequeñas caletas y ensenadas quietas, abrigadas y brillantes como un espejo de cristal ver- doso; anchos rios como es Thames y otros; lagos y furiosos torrentes, que se precipitan de las montañas ; cataratas, geysers fuertes ebuUentes, conos volcánicos, bellas mesetas ó terrados de montañas, y muchos otros rasgos naturales de un alto relieve, agrupados en las mas pintorescas formas y contrastes; el todo dorado con una brillante resolana, tiende á hacer de Nueva Zelanda, lo que á menudo ha sido designado; lo que sin duda realizará en una época no remota, si es que ya no lo realiza por su estado de sociabilidad surgente; un jardin destinado á ser el edén de la poesia y de las artes. Casi todas las especies que componen la vegetación de la isla mas septentrional que llamaremos la Isla de Auckland. ó North Islancl son sin escepcion de hojas perennes ó siempre verdes. En verano é invierno sus bosques se conservan frondosos; y el pasto que amarillea durante los meses de estio, retoña verde y florido con las lluvias invernales. Las manzanas, peras y otras frutas introducidas de Europa prosperan bien, y pierden sus hojas en el invierno, conservándose desiduas como en su patria nativa. Los bosques de Auckland son entera mente diversos, no solo por sus especies, por su natu- raleza densamente amatorrada é impenetrable , y mas semejante á los bosques Sud Americanos, que á sus veci- nos los Australianos. Entre los vegetales que constituyen — 106 — estos matorrales impenetrables, que crecen bajo los árboles mayores, ó estos sub-bosques como seria propio llamarlos, pueden er.umerarse bellísimos heléchos que cuentan hasta 180 especies; 42 de las cuales son deseo nocidas en otros paises. La enredadera llamada Supple Jack (Diego flexible, literalmente) que es muy enmara- ñada, resistente y que se estiende mucho pasando de un árbol á otro, y enredándose y ensortijándose con ellos; es una formidable obstrucción que impide recorrer los bosques. Hay muchos arbustos de bellas flores, y el nikau, una especie de palmero enano, análogo al Chamoe- rops líumilis del viejo y del nuevo continente, cuya médula es odible, se encuentra por todo. Mucha parte de los bosques inmediatos á Auckland, se hallan cubiertos del árbol de Tée ó Ti, el mismo ó pro- bablemente análogo al que los Hawaiios dan este nombre, que es achaparrado en los terrenos pobres y forma aquí espesuras desde 1 hasta 6 pies de elevación, constituyendo la mejor leña del país y estimado para quilla de embarcaciones; pues su madera es en estremo recia y durable. Otros terrenos de regular fecundidad se hallan densamente cubiertos con una especie de he- lechos, cuyas raizes odible y que los Maoris ó indígenas saben preparar con el objeto de servirles de alimento. Otro producto vegetal útil y muy abundante en Auc- kland, es el Phormium tenax ó cáñamo de la Nueva Ze- landa, que es muy abundante en los parages húmedos y cienagosos. La fibra de esta planta forma el hilo mas fuerte que se conoce con solo la escepcion de la seda; y su preparación ha creado una importante in- dustria. En la actuahdad se usa principalmente para la ~ 107 — cordelería, mas ha comenzado á emplearse en las fá- bricas textiles. Es una especie análoga al Chaguar de las Provincias del norte, y ala Pita de Buenos Aires, de origen Mejicano. Sus hojas son enciformes, yendo en disminución desde su parte inferior, en que son grue- sas y leñosas, hallándose impregnadas de una goma blanca y adhesiva que permea toda la hoja. Esta goma se emplea hoy con objetos comerciales. Otro producto que crece también en los ciénagos, es el raupoj especie de junco análogo al que en Buenos Aires se emplea en hacer ranchos. El raupo es empleado aquí en objetos análogos. Las ñores y las frutas son muy cultivadas, como se vé por los jardines y huertas de Auckland y sus inmediaciones floreciendo al aire libre las mismas plantas que en Buenos Aires crecen también á la intemperie. En particular, porque esta es la esta- ción (Diciembre), las frutillas, guindas y cerezas son in- mejorables en su tamaño, color y sabor. Estas islas producen maderas en abundancia y es uno de sus productos industriales. En adición al gran mon- to de la madera empleada para los objetos locales, hay una gran cantidad de tablas y vigas exportadas de Auckland para todas las partes de Nueva Zelanda, las inmediatas colonias Australianas y las Islas del Mar del Sud. La principal de estas maderas de cons- trucción y el rey de los bosques Neo Zelandeses, . es el pino Kauri. Es una especie análoga' al pino amarillo de los Esta- dos Unidos, habiendo árboles de estos que presentan 15 pies de diámetro y 150 de elevación. Generalmente produce cada árbol aserrado en tablas, de 6 á 7000 — 108 — pies de madera, cuyo precio es de 10 á 12 chelines los 100 pies. La madera de algunos kauris se presenta muy bien veteada; siendo en este caso muy buscada para muebles, lo que le dá un gran valor. Troncos de estos árboles en las inmediaciones de Auckland de 40 pies de alto por 37 de diámetro han producido 500 Ibs. ster. en maderas, lo que deducidas 200 Ibs. ester. de gastos, deja una utilidad neta de 300 Ibs. ster. ó 1500 duros un solo árbol. El Kaurí es muy estimado para las cons- trucciones de buques y para todo los objetos de carpin- tería, hallándose entre las maderas clasificadas por el Lloyd Germánico, y con su madera se hallan construidas ia mayor parte de las casas de Auckland habiéndolas sin embargo, muchas que no son de madera, sino de exelentes materiales de ladrillo ó piedra, sobre todo los edificios públicos. Cosa estraña, el kauri, como el pino amarillo de los Estados Unidos, no pasa de ciertas latitudes determi- nadas, de los 37 li2 grados en Nueva Zelanda, por ejemplo; así el no sale de North Island, siendo desco- nocido en toda la parte sud de la Provincia de Au- ckland y en toda South Island. En Auckland se nos aseguró que en un lugar inmedia • to, enHikurangi, existia un kauri jigantesco de 15 pies de diámetro, por 90 pies hasta el arranque de las pri- meras ramas (5 yardas por 30 el solo tronco). Buscámoslo para verlo en dicho parage, pero nadie nos supo dar razón de el; mas pudimos contemplar á nuestro gusto un gran kauri en los bosques de fiopowhanga, aunque se hallaba en una situación de difícil acceso, en el fon- do de una profunda quebrada. Mide este 43 pies 6 pul- 109 gadas de circunferencia (U 1|2 yardas) y su tronco se alza recto unos 40 pies hasta las primeras ramas. Este árbol, que en su totalidad puede tener de 50 á 60 yardas de elevación fué para nosotros un magnifico espectáculo. Su tronco parecíanos una columna de una vieja catedral gótica, pero el árbol se halla en todo su vigor y sin el menor signo de decadencia. Hallábase todo cubierto con los vastagos de la vid silvestre llamada Rata A mas de este árbol colosal vimos seis ó siete ■ otros de un tamaño análogo; pero el mayor, se alza solitario en su magnificencia, perdiéndose en las nubes, tan derecho como una zaeta. Pero segundo en importancia al kauri y que lo sosti- tuye en la parte meridional de estas Islas, se halla el. kahikatea ó pino blanco. Esta es una madera mas blanda que la anterior y solo sirve para construcciones y pi- sos interiores. El rimú ó pino rojo es también muy es- timado para la manufactura de muebles. Es árbol de buenas maderas pero mas difícil de trabajar que el kauri, é inferior en todo á este como madera de construc- ción. El totora es una especie indígena, análoga al tejo; muy valiosa para pilotris, estacas y objetos análogos. El árbol puriri sirve también para postes, cercos y para tablazón ó tirantes de casas, siendo notable por su durabilidad, nhinau es muy abundante en corteza rica en tamin. Se conocen varias especies indígenas de haya. El árbol pohutiihatva es muy bello, presentando á fines de Diciembre bellas flores rojas. Es muy empleada su madera para costillas de buques siendo muy dura y con curvas naturales en el tronco. Su flor es parecida en el color á la de nuestro ceibo, mas su madera es ~ lio — útilísima y no fofa como la del ceibo. Estos árboles son los mas grandes, (el pohutukawa) el mas valioso de los bosques Neo Zelandeses; pero se presentan 100 varieda- des mas que seria largo nombrar, y que son sin embargo muy valiosas para vigas algunas, para muebles otras. Al principio de la colonización de estas islas, era la costumbre quemar y desastrar los bosques para ha- cer lugar al cultivo y á los pastos: pero este método bár- baro se ha descontinuado hoy, y se prefiere cortar los árboles y llevarlos flotando por las costas hasta los aserraderos mas inmediatos. El gobierno ha prohibido ademas, la destrucción de las maderas valiosas de los bosques de sus pertenencia, pues hoy se consideran los bosques como una parte délas riquezas delpais. Res- pecto á los árboles aclimatados é importados de otros paises, estos prosperan b' en; tales son el álamo común, el cottonwooí 6 álamo negro Americano (de la especie del blanco); el olmo, el fresno, el roble, la encina, los pi- nos estrangeros, y sobre todo algunas de las especies de esa bella familia Australiana, los Eucaliptus. Se vé, pues, que las mas valiosas especies de Europa, Améri- ca y Australia, han sido ya importadas con éxito en la colonia, desarrollándose en muchos casos con un vigor que supera al de su pais nativo. Si de los árboles pasamos á la flora menor, á los pastos y yerbas, veremos que de los primeros, los pastos indígenas abundan, cubriendo vastas ostensiones del pais. Como por todo, los mas abundantes son los pastos gra- minesentes, de que daremos cuenta mas adelante y solo mencionaremos aqui los que hemos visto, como ser cua- tro ó cinco variedades de bellos pastos de espiga, la — 111 — cebadilla de nuestras huertas y viñas y una gramilla que no es la misma nuestra, pero que es de una especie aná- loga. Estos pastos crecen en las inmediaciones de Auckland; mas adelante hablaremos de los otros. Hemos visto también en los mismos parages crecer silvestre el clover blanco y rosa, y también nuestro trébol común de carre- tilla; causándonos no poco asombro ver este paisano nuestro tan remoto de nuestro pais. La alfalfa no la hemos visto ni cultivada ni silvestre; y como esta latitud y hemisferio es favorable para su cultivo, debe deducirse que es la ignorancia de los Ingleses á su respecto, lo que ha hecho descuidar el cultivo de este rey de los pastos y forrages. Por lo demás, todos los pastos europeos y estrangeros en general, en un cUma tan favorable, se desarrollan con gran vigor y frondosidad, produciéndose con la abundancia de las locahdades mas favorecidas de su país nativo. Entre las otras yerbas, hemos visto la lengua de vaca, la cerraja, la manzanilla y otras análo- gas de nuestro país. Ademas, el lúpulo es cultivado y se produce con gran exuberancia, lo que no es poca ven- taja, pues este producto es de gran valor y consumo y escasea en los otros paises. Ya hemos dicho que las frutas se producen en abun- dancia y exelentes en Nueva Zelanda, aunque nosotros no hemos estado personalmente en estación oportuna para juzgar de su exelencia; pues es sabido que en este clima y hemisferio en Diciembre solo comienzan á ma- durar las frutas mas tempranas; pero sabemos que hasta la estremidad de North Island, esto es, en toda la Provin- cia de Wellington, se producen bien las naranjas, los --. 112 — limones, las cidras y las toronjas. Por lo que es á los duraznos, manzanas, peras, habas, damascos, higos me- lones y todas las frutas de los climas templados abun- dan. En general las hortalizas son abundantes y se pro- ducen con una exelencia que aquí como por todo, de- pende del esmero de su cultivo. El suelo y el clima son sobre todo favorables para el cultivo de los tubérculos y raices alimenticias, como la papa, la remolacha, el nabo, la batata etc. La agricultura se halla en gran progreso en estas islas y sus productos se estienden, me- joran y perfeccionan formando una valiosa exportación. Por lo que es á la fauna de Nueva Zelanda, hasta su colonización sistemática, este pais ha estado muy desprovisto de toda clase de vida animal terrestre, ade- cuada á las necesidades del hombre civilizado; siendo los únicos mamíferos indígenas conocidos, un pequeño ratón y un perro (probablemente introducidos desde la primera población de las islas por los maoris), y cerdos, productos de algunos animales de esta especie dejados allí por el célebre navegante Cook y por sus sucesores. Poco después de la colonización de Nueva Gales del Sud, en Australia, se establecieron comunicaciones entre Sidney y las partes setentrionales de la Isla, visitadas además con frecuencia por los buques balleneros, intro- duciéndose por el órgano de los primeros misioneros y visitantes, muchos animales y plantas útiles. En los años posteriores se han importado todas clases de crias útiles inclusos ganados, caballos y ovejas de razas inglesas mas finas y perfeccionadas; habiéndose importado hasta la llama y la alpaca de Sud América. También se han introducido toda clase de animales — 113 — domésticos, merced sobre todo á la influencia benéfica de la Sociedad de Aclimatación, institución que nosotros los Argentinos debiéramos apresurarnos á imitar, pues nadie lo necesita mas que nosotros, á causa de nuestro atraso en todos los ramos, sobre todo en las Provincias del Interior. Dichas Sociedades no solo han introducido en Nueva Zelanda las especies domésticas útiles sino también los animales silvestres de caza, como liebres- conejos, faisanes, perdices, ánades y gansos silvestres de todas clases, codornices, etc. y hasta pajaritos can- tores y toda especie como el ruiseñor, el jilguero, etc. siendo hoy un encanto pasearse por los bosques, antes mudos, de estas bellas regiones; algunos útilísimos al pais y obra del buen gusto de irnos pocos recursos gasta- dos por las Sociedades de Achmatacion de las diversas provincias del Estado de Nueva Zelanda, mas otros funestos como el conejo, por ejemplo, que hoy cuesta millones para destruirlos. Por lo demás, los mares que rodean á Nueva Zelanda hacen amplia compensación, por la gran abundancia y variedad de sus esquisitos pescados y mariscos, á la estrema escasez de su fauna terrestre, esplicable por el aislamiento de estas tierras en medio de los mas vastos y solitarios mares del globo. Entre las numerosas especies de pescados de estas costas se pueden enumerar el hapuka, una especie de abadejo ó bacalao en estremo grande, el pejerey, y el peje escarcha, el peje-manteca, el schnnaper ó congrio rojo, el moU, el barrakitta, el kcrnai^ el solé especie de lenguado, el dorado, el acedia flounder^ y muchos otros, todos muy abundantes y de un sabor esquisito, á mas — 114 de lo cual durante ciertas estaciones del año, acuden cardúmenes, verdaderos enjambres ó mejor bancos del pez escombro, mackerel, y del jnlchard, (clupea). Las ostras y caracoles de mar, cangrejos, langostas y otros moluscos y crustáceos de gran valor y de exelente calidad abundan y solo exigen sujetarse á un plan sistemático de multiplicación y cultivo para convertirse en una fuente de riqueza inagotable para la colonia en general. En realidad, es indudable que las pesquerias de Nueva Zelanda, conocidas desde antiguo, según se ha visto y las cuales de entonces acá han estado muy descuidadas, son hoy el objeto de una inteligente pro- tección de parte de las leyes especiales del parlamento Neo Zelandez, intereses descuidados, que apenas si habian llamado hasta hace poco, están llamados á adqui- rir una gran importancia con la estencion de las comu- nicaciones y del tráfico. A los 18° al E de Greenwich y en las mismas latitudes con respecto al ecuador en el hemisferio Sud, que la Europa meridional en el hemisferio norte, entre las riberas Occidentales de América y Orientales de Aus- tralia, se encuentra ese vasto Archipiélago de grandes y pequeñas islas hoy conocidas con el nombre de Nueva Zelanda, y de las cuales Tasman fué el primero que difundió por Europa la noticia de su descubrimiento, á mediados del siglo pasado. La verdadera posición Geográfica de Nueva Zelanda es entre los 34<^ 30' y los 4V 30' de Latitud Sud: y los meridianos 1(36** 30^ y J78M5' de lonjitud oriental de — 115 — Greenwich. Su forma se semeja mucho á la de Italia invertida, y en estension es igual á la Gran Bretaña é Irlanda reunidas, con las cuales tiene muchos rasgos de semejanza, á saber: las formaciones cretáceas y blan • quiscas de sus costas, su abundante y verde vejetacion, su riqueza mineral incluso el hierro y la hulla, y en su hermosa posición marítima y mercantil, y con el tiempo talvez por la raza y el espíritu de sus hijos, pues desde ya los Neo Zelandeses se muestran en estremo laboriosos de un lado, y en estremo valientes y despreciadores de los peligros, rasgas distintivos del carácter Británico, del otro. Situada en medio del Gran Océano, mas de mil millas al este del Continente Australiano, constituye el centro de un inmenso semicírculo que divide el globo desde el Cabo de Buena Esperanza hasta el estrecho de Baring en el viejo continente, desde dicho estrecho hasta el Cabo de Hornos en el Nuevo Mundo- Compónese de dos grandes islas principales, acompañadas de muchas otras menores. Los dos principales se designan por su posición, Islas- Norte y Sud, estando separadas una de otra por el es- trecho de Cook de unas 1 8 millas de ancho. La Isla del norte era llamada por los naturales Teika Maui, 6 el pez de Maui, y la Isla del Sud «Tewai Pounamu»,, ó el parage de la «Piedra Verde», pues allí se en- contraba un azabache de este color, obsidiana muy estimada por ellos. Sobre la primera Isla, los natura- les refieren una antigua tradición parecida á la del Pul- garcillo délos Cuentos de Perrault. Maui era una familia según ellos, y el Pulgarcillo de ella, habiendo echado 116 el anzuelo, cuando sus hermanos se morían de necesidad por no haber pescado nada sacó como un pez dicha isla, que en realidad en su íorma, se parece á un pescado, tanto como algunos de los islotes y peñascos que ro- dean estas islas, se semejan á enormes hipopótamos, elefantes ó rinocerontes medio cubiertos por el agua y con sus colmillos ó cuernos de fuera, figurados por blancas agujas ó penitentes, en la situación adecuada. Esta fábula puede muy bien hacer alusión al origen volcánico de estas islas de que presentan señales eviden- tes. Pero este origen es mucho mas antiguo del que pue- de suponerse á la población Maori y datan talvez de la edad terciaria; datando su estincion de fines de la edad cuaternaria y de comienzos de la edad moderna según lo espresamos mas adelante. Hay mil razones para suponer que estas islas son los despojos de un gran continente hoy abismado bajo las olas del mar, el gran continente terciario que los geó- logos llaman Continente Pacifico y que ha sid o proba- blemente el asiento originario y cuna original de la raza Malaya, si es que esta no ha venido del Continente Occidental ó Atlántico. Las islas que hoy quedan son probablemente las crestas volcánicas de antiguas cade- nas de montañas, lo que esplicaria su escasa fauna y ñora, habiendo la población orgánica de las regiones suscep- tibles de vida, abismádose debajo del mar al terminar la edad cuaternaria y comenzar la edad moderna. Es lo mas probable que su población haya venido de América ó mejor de la Atlántida, pues en el estremo oriente mis- mo del Asia, no se encuentran tan imponentes y tan importantes vestigios de una civilización antigua, de raza Aryana ó Malaya, como en América. -- 117 — Hemos visto como el país de Nueva Zelanda lo cons- tituyen dos islas de un tamaño casi igual, con una mas pequeña, presentando las tres juntas casi la misma área que las Islas Británicas. Ellas ocupan una singu- lar posición en el globo, alzándose en medio de una vas- taestension de Océano y hallándose mas distantes de los grandes coutinentes que ninguna otra ostensión consi- derable de tierras. Unidas, sin escluir los canales y estrechos intermedios, presentan una estension de mil millas (350 leguas) en la dirección del Sud Oeste al Nordeste al través de trece paralelos de latitud. Esto solo basta para dar razón de cierta variedad de climas que se observan en diferentes partes del país; variedad que es realzada aun mas por la diversidad de sus eleva- ciones superficiales, de sus aspectos y de su esposicion á los vientos. Coelus y Terra, en la sucesión de los fe- nómenos m.eteorológicos y geológicos, tienen mucho que comunicarse el uno al otro; y en ninguna parle mas que ea esas grandes islas montañosas del Pacífico; porque lo mismo que hemos visto sucede con los grupos de las islas Hawaii y las de Fidji, de que mas adelante hablare- mos. Los grande rasgos de las escenas Neo-Zelandesas, contempladas en general como producto de las poten- tes fuerzas de la naturaleza, ofrecen un instructivo es- tudio. La acción volcánica y glacial alternativa han producido allí los efectos mas asombrosos. Los volcanes de agua que forman un espectáculo tan estraño como magnífico en el Lago Rotomahana, se semejan á los del Rio Yellow Stone cerca de las Rocky Mountain en Norte-América y á algunos fenómenos del mismo género — 118 — en Islandia y en las Filipinas. Aguas calientes sub- terráneas borbotan en fuentes hirvientes y chorros de vapor, brotando á un tiempo de mil partes en el suelo, en medio de una ostensión dé llanuras o sobre la falda de las colinas. Mézclanse con el agua fria en el fondo de los profundos lagos, de los rios ó del abierto mar. Llenan grandes hoyas ó inundan elevadas riberas en abundantes cascadas, cargadas de depósitos silicosos que dejan macisas incrustaciones, sean blancas ó de colores, como en los terrados y graderías de Rotomahana. Todos estos curiosos fenómenos volcánicos, lo mismo que la montaña de Tangariro, única montaña ardiente, y muchas otras cuyos fuegos- se han estinguido hace siglos, se hallan en la isla del Norte. Una gran parte además, de su ancho, al Oeste de la Cordillera del espinazo de altas rocas estratificadas, lo mismo que la península del Norte que se estiende mas allá de Auckland, son de una formación puramente volcánica. Por el contrario, la Isla Sud ó del medio, ofrece pocas señales de la acción volcánica, estas son el promontorio basáltico de Akaroa, isla que guarece á Portchalmers, enla costa Oriental; y los conos trachyticos de la Cordillera de Kaikoroa. Es todo lo contrario de las operaciones naturales que pue- den observarse en la estructura de los Southern Alps, Alpes Australes. El espinazo de las dos grandes Islas, solo separadas por el Estrecho de Cook, es un cordón de la corteza de la tierra solevantada, de cerca de 700 millas de lar- go en línea recta de la ribera Sud Oeste de Otago á North Cap, en la Provincia de Auckland. Pueden muy bien haber sido producidas por el borde solevantado de una — 119 — fractura en el lecho del Océano que rodea estas islas. Unas mil millas mas lejos al Oeste en el mar, sobre las costas opuestas de la Nueva Gales del Sud y de Tas- mania, casi paralelo con la línea principal de las cordille- ras de Nueva Zelanda, se alzan las montañas Azules y los Alpes Australianos, continuándose al Sud al travez del Estrecho de Bass. Esto parece señalar una fractura correlacionada. Allí se encuentran los dos bordes de un vasto y oblongo trozo de suelo sub-marino, igual en es- tension al que se halla situado debajo del mar del Norte y de la Bahia de Viscaya, reunidos ambos. Los geólogos suponen que todo este espacio inter- medio, hoy cubierto por las aguas, formaba parte de un continente hundido, de una otra Atlántida Oriental. Este debió haberse estendido al Norte hasta las Nuevas Hébridas y Archipiélagos de la Luisiada, lo mismo, que hasta el cordón del Great Barriers Rufque costea la Aus- tralia hasta el Estrecho de Torres. Entonces, la Isla de la Nueva Zelanda no ha sido sino un mero despojo de ese gran naufragio que quedó de pié en medio de las vastas olas del Pacífico, después del naufragio y hun- dimiento de todo un continente. Esta teoria ha sido confirmada por los zondajes últimamente practicados para la colocación de uno de los cables submarinos que liga la Australia con la Inglaterra. Parece que Nueva Zelanda, que reposa sobre el espi- nazo de sus montañas como sobre un eje lonjitudinal, ha quedado como pendiente é inclinada del lado occidental, donde hoy sus playas yacen profundamente sumerjidas en el mar, mientras la costa Oriental, por este movimiento de oscilación parcial, ha sido simultá - — 120 — neamente elevada. Los mismos efectos se pueden ob- servar en la América del Sud, y en muchos otros paises peninsulares ó insulares, rodeados por un océano de di- versas profundidades. Solo que aquí son tal vez mas dig- nas de atención por presentar la condición en que se en- cuentran las altiplanicies interiores. Estos Alpes Australes de la Nueva Zelanda, presen- tan en verdad notables pruebas de la acción trastorna- dora y subversiva de los diferentes periodos de desi- gual depresión y elevación. La causa puede hallarse en la posición geográfica de las islas en el punto de inter- sección de las lineas de mayor y menor profundidad en el fondo del Océano Pacifico. Estas líneas se cruzan unas á otras casi en ángulos rectos, corriendo la una en la dirección del nordeste y la otra en la del no- roeste. La una es representada por las cordilleras dorsales de la Nueva Zelanda, y la otra por los profudos cortes transversos que forman los estrechos de Cook y de Fo- veaux y la que termina la porción nordeste déla tierra. Es evidente que una masa de rocas acumuladas ó es- tratificadas que se estienda al travez de estas hendiduras y grietas y que atraviezan estos vacies de un lado á otro, debe sufrir contorsiones accidentales. El resultado ha sido producir los contrastes y escenas mas estrañamente pintorescas y románticas, capaces de exitar la mayor admiración en el espectador. La provincia de Canterbury que ocupa la parte media de la isla Sud, teniendo á la de Nelson en el Norte y la de Otago en el Sud, contiene lo que puede llamarse con propiedad una cordillera de montañas alpinas. — 121 — Este sistema es de 200 millas de largo siendo notable por la unidad de su estructura. Sus cimas principales que se elevan á doce y trece mil pies de altura, cada una acompañada por dos ó tres de menos elevación, son las de Kaimatan, Monte Cook y Monte Tasman. Tod^s tres con el Monte Dana y el Monte Aspiring á la estre- midad austral del cordón, se hallan precisamente en una línea recta tirada del Nordeste al Sud Oeste. La dirección de esta línea es diferente por treinta y tres grados de la que la geología señala como el rasgo casi uniformemente característico de los estrados de rocas paloeozoicas que componen el cordón entero. Allí cada síntoma de los pasados cambios podría con- ducirnos á creer que todos estos estrados estuvieron en otro tiempo sujetos á una intensa presión, en una di- rección oblicua, doblándolos en un enorme pliegue y en seguida encorvando las cadenas interpuestas a^ tra- vez de su medio, de manera á elevar cada punto en- corvado de la cadena hasta formar un pico de la mon- taña. Los ejes de estos pliegues, según se vé distinta- mente por el sistema de sus valles, á ambos costados de la cadena de montañas, parecen hallarse determinados con regularidad geométrica por las direcciones combi- nadas de los lechos de rocas originales, de la fuerza obli- cua comprimente, y de la inclinación dada á las cade- nas interpuestas, que alternan con los valles consi- guientemente formados. Véseles radiar de un centro común sobre un costado, como los pliegues de un aba- nico; pero el punto hacia el cual converjen en la direc- ción del Oeste, se pierde, profundamente en el seno del mar de Cliffy Head. La profundidad es allí muy grande, — 122 — pues la planicie sub-marina ó continente hundido, no se aproxima tanto á las riberas de la isla, como lo hace en la costa Sudoeste de Otago. La serie de esos dobleces radiantes, á que hemos hecho alusión, diríanse dar la idea de una superficie de país que ha sido estrellado, como sucede con un espejo que ha recibido un violento porrazo; ó como al volar las rocas á la mina, se suele producir por un solo tiro á veces una serie de figuras radiantes. Sobre las riberas del Sud- oeste, mas abajo de Milford Haven, las gradientes de la costa del mar, cayendo abruptamente de faldas de mon- tañas muy empinadas, identan las costas con profundas aberturas, fiordas y estrechos que penetran muy adentro en el interior, dominadas por densas y sombrías espe- suras de bosques. El costado opuesto ú Oriental de la Cordillera prin- cipal, con su sistema de valles interiores y de altiplani- cies, se halla dispuesto de un modo diverso. Allí vemos á los lechos fracturados de rocas presentarse á la manera de un tablero de ajedrez, cruzado por las líneas diagonales de las cuchillas dominantes, de manera que los farellones opuestos mas bajos, que limitan á veces dos costados de una rinconada profunda, en estas alti- planicies centrales, forman á menudo un rectángulo. La cuchilla secundaria de montañas que se elevan hasta cerca de la mitad de la gran muralla Alpina, no se presenta períectamente paralela á esta, sino que sigue una carrera irregular en Zigzag. Es en sus espacios intermedios que se pueden admirar algunas de las mas tremendas exhibiciones del poder del hielo, de la nieve y aún de la simple agua- aplicadas para socavar y — 123 — hacer pedazos grandes espesores de sólida roca. En ninguna parte de la tierra que conozcamos, se presentan al espectador resultados mas asombrosos de esta acción, que aquí; á causa de presentarse acumulados dentro de un estrecho espacio. La ostensión de la Cordillera de montañas, lo mismo que su elevación, no alcanzan á la mitad de las del Hima- laya; apenas puede compararse con la de los Alpes Suizos; pero sus glaciares y las muestras de su acción, comparativamente recientes, son mucho mayores en pro- porción. Por ejemplo, la sábana de nieve dependiente del Monte Cook, cuya mas alta cresta alcanza á 13,200, pies, presenta una área de 160 millas cuadra- das, que es dos veces, mayor que la del Mont Blanc, y mayor también que todo el Oberland Bornes. El glaciar de Tasman presenta 18 millas de largo y dos millas enteras de ancho, no presentándose uno igual sino en las cordilleras australes de los Andes ó en los Himalayas. El Dr. Julius Haast que fué geólogo Provincial de Can- terbury, ha descrito muchos rasgos admirables de la Zona de los hielos de Nueva Zelanda, que probablemente esceden á todos los otros ejemplos de esta clase, si se considera la estrechez é inferioridad de este sistema Alpino. La acción pasada de los mas antiguos glaciares y de las nieves de las edades primitivas, se presenta de una manera sorprendente en las inmensas grietas, á veces de 1,800 pies de profundidad, que han escavado sobre la dura roca sedimentaria. Hasta la falda de las mas escarpadas montañas, en la elevación de 4,000 pies, llevan señales de las fuerzas que han destrozado incalcu- lables masas de su sustancia, la cual yace debajo acu — 124 — mulada en grandes montones de piedras sueltas, ó arrastradas muy lejos á la parte inferior de los valles, formando canchales laterales ó terminales. De ahí los numerosos lagos subalpinos, algunos de los cuales presentan las mas sorprendentes vistas, exhibiendo ana- logías estrañas con las Cordilleras y la naturaleza Pata- gónica, descrita por Moreno en sus acciones glaciares geológicas. El lago Waikatokii, en Otago, con unaárea de 120 millas cuadradas, tiene la superficie de su agua á mil pies sobre el nivel del mar, mientras su fondo es mas bajo que la superficie del Océano. Sus riberas, atra- vezadas por un buen camino que se dirijo á las tierras auríferas, con Queenstown y Kingstown que se miran al travez de sus profundos abismos son hoy accesibles por ferro-carriles desde la capital de la Provincia. Sus mag- nificas escenas alpestres, el Remarcable con su faz trastornada y desgarrada por enormes surcos y tortu- osas quebradas, desde la base hasta la cima; y el Monte Barnslaw, con su magestuoso conjunto de diversidad de formas, de picos, de pináculos y de pirámides inferiores, que componen un armonioso grupo á la cabeza de este lago, puede competir con los mas bellos paisages de la Suiza. No menos pintorescas, si bien de un aspecto mas suave, son las grandes masas de rocas entreveradas de bosques, que rodeaa el lago Mavora, formados principal- mente de negros pinos kahikatea. En la porción Canterburyana de estos Alpes australes, se presentan muchos lagos glaciales de menor magnitud, uno de ellos llamado Coleride. Sin embargo, las quebra- das interiores de esta región Alpina, en la parte que — 125 — recorremos, se hallan demasiado confinadas por un se- gundo y un tercer cordón de montañas, y embarazadas con grandes cúmulos de rocas y guijos, presentándose menos interesantes. Sin embargo, la cúspide dominante del Monte Cook, donde quiera que se alza por encima de las cuchillas mas bajas y apeñuscadas, presenta un magnífico objeto de contemplación, con su forma parecida á la de Matterhorn. Las quebradas boscosas de la Garganta de Otawa, que descienden hasta Hokitika en Westland, y la mezcla entrecortada de altiplanicies y bosques en el valle de Craigieburn da el atractivo de una silvestre belleza al alto camino que atraviesa la isla desde Christ Church. En el costado oriental de la isla, desde Christ Church hasta la frontera de Otago,'se estiende una larga banda de llanura sin árboles, con un ancho de treinta á cuarenta millas, que es mas cómoda para formar establecimientos, que atractiva para el amante de la naturaleza que busca la amenidad y subhmidad de los paisajes. Se halla confinada á los pies del cordón secundario de montañas, por terrados pendientes de ripios y pedregullo, interceptado por el breve y torrentoso curso de cinco caudalosos rios, alimentados en su mayor parte por los glaciares. Algunas de estas escabrosas corrientes, en el período de la fusión anual de las nieves, se abren nuevos cauces desgarrando sus variables lechos, para precipi- tarse con mayor rapidez en el inmediato mar, Pero la distante, perspectivas de los Alpes australes presta aún gracia y dignidad á las monótonas perspectiva de las llanuras de Canterbury. Los colonos, sin embargo, se inclinan mas bien á quejarse de su poderosa influencia — 126 — sobre las temperatura, pues que llega hasta afectar sus operaciones agrícolas. Es no obstante digno de nota cuan estraordinaria es la diversidad de clima entre las riberas orientales y occidentales en una isla que solo presenta doscientas millas de ancho; el todo motivado por esta barrera no interrumpida de montañas, la cual ataja la corriente ecuatorial de vientos cargados de humedad de los tró- picos. Las lluvias en Hokitika desde Mayo hasta Diciembre, son cuatro ó cinco veces mayores que las que caen en Christ Church. Asi, de un lado se halla una temperatura igual y una gran humedad en la atmós- fera, teniendo las faldas de sus montañas densamente ubiertas de bosques magníficos, los cuales llegan á dominar el mar en las riberas del sudoeste; mientras del otro lado no se encuentra un solo tronco de leña que pueda cortarse, sin penetrar hasta muy adentro del país, y los cultivadores hallan mas barato importar de Sydney ó de Londres alambrados de hierro con qué cerrar sus propiedades, que hacer uso de las maderas de Nueva Zelanda. Por este y otros motivos es fácil conocer que la existencia de los Alpes Australes es un hecho material que ha tenido no pequeaa influencia en los establecimientos ingleses en ese remoto país. Sin embargo, hasta donde se ha podido reconocer, él no se ha mostrado adverso ni á su salud, ni á su riqueza. Las montañas no son un enemigo, sino un austero amigo de los hombres. En la Isla del Norte, por todas partes descubre la — 127 — vista altos conos y cráteres estinguidos, que imparten un sello especial y pintoresco á los paisajes. Pero el origen volcánico mas antiguo de estas islas salta á la vista cuando se las compara con las Islas de Hawaii, la que por su aspecto mas herizado y de lavas mas modernas y sus grandes volcanes aun en actividad, indican claramente un origen mas reciente, por mas que no parezca resultar asi de las tradiciones mas confusas de los indígenas. Así el Istmo de Auckland, es uno de los mas notables distritos volcánicos de nuestro planeta. Dentro de un radio de solo diez millas se presentan no menos de 63 centros, separados, de erupción, y las mas de las eminencias que se alzan en el suelo desigual de la ciudad de Auckland y délas islas inmediatas,son formadas de viejas lavas y cráteres volcánicos hace muchos siglos apagados, pues su superficie se presenta bistrosa, ocreosa y alisada como efecto de la acción de la intemperie; mientras las islas de Hawaii, de un origen mas reciente se presentan aun herizadas con las pusas de sus lavas todavia frescas y sin descomponer. En el centro de la Isla Norte, es verdad, existe aun una montaña ardien- te, Tongariro, de 6000 pies de elevación, la cual es conserva aun en actividad, produciendo erupcciones de cuando en cuando. Mas por su elevación y naturaleza es evidentemente un antiguo volcan aun en ignición, como el Etna, de cuyas erupciones habla Homero, unos 1000 años antes de Jesu-Cristo . y que aun se conserva hoy en actividad como el Tongariro. Esto solo probaria la verdad de la teoria de Laplace sobre la formación terres- tre; y esos volcanes de efectos tan conspicuos tan durables y tan vastos no pueden tener un origen -^- 128 — accidental, sino nacer áe las entrañas mismas, en perpetua incandeceiicia, de nuestro planeta. No existi- rían, sino, estos volcanes de 4 y 5000 años de existencia conocida; no pudiendo haber ninguna acumulación accidental de combustibles subterráneos que pueda durar en ignición estos espacios ó mejor, edades de tiempos geológicos, fuera de los miles de años ignorados ó ante históricos. Lo mismo sucede con White Island en la costa oriental, á 130 millas del primer volcan. En una palabra, lagos calientes, fuentes en ebullición y geysers (aguas surgentes thermales) sibilantes, nume- rosos en la región llamada Distrito del Lago, todo indica la presencia de actividades volcánicas, sino en reposo por lo menos en decadencia, lo que coincide con el origen volcánico mas antiguo que señalamos á estas Islas. Terremotos se han sentido desde la formación de la Colonia. En 1848 y 1855 estos ocasionaron algunos daños enWellington, que es hoy el asiento del Gobierno. En la última fecha después de una serie de depresiones y elevaciones alternadas, la línea de la costa, hasta una larga distancia, quedó 4 pies mas elevada de lo que antes estaba. Hay la creencia fundada en zondages practicados, de que á la entrada del Estrecho de Cook, en la dirección del puerto de Wellington, existe una cavidad en forma de cráter, sobre la cual el agua del mar jamás se halla quieta. Es creible que los temblores se repitan, pero los hombres de ciencia que han estudiado la cuestión ase- guran como nosotros, que las energias volcánicas que en una edad muy remota han dado origen á estas islas, ya no i^e hallan en estado de vomitar lavas líquidas — 129 — incandescentes; y que estas energías se hallan definitiva- mente en decadencia. Que los colonos lo creen es evi- dente, del hecho de que hoy en Wellington se edifica mucho con ladrillo y piedra, mientras hasta hace algunos años, no se atrevían á emplear sino madera. Creemos que lo mejor, para dar una idea material de estos volcanes apagados de la Isla Norte, es referir nuestra escursion á la cima del Rangitoto, volcan apa- gado, pero desde donde se descubre el volcan activo de Tongariro. La ascención á esta cumbre, á causa de su dificultad, se ha hecho solo muy rara vez. La primer ascención tuvo lugar poco después de la fundación de la Colonia, en 1841. Hay tres ó cuatro caminos para hacer esta ascención, á saber, por Drunken Bay, ó por la plaza de Rangitoto Jack; por cuyos caminos se puede llegar al cono costeando los espolones de las cadenas de alturas ó bien por un tercer parage, recorriendo una serie de torrentes de lava. Por estas vias se puede llegar á los matorrales, abriendo camino por ellos, hasta des- pejar ei sendero que conduce á la montaña. En la falda se encuentra una laguna, de donde se hace el ascenso á la cumbre. Los torrentes de lava que hay que atravezar, se com- ponen de un pedregal suelto de escorias de formas angulares y con filos tan agudos como los de una botella quebrada: mas es preferible caminar sobre esos filos, á marchar sobre los picos cubiertos del pasto grosero de las alturas, donde los pies se hunden entre las grietas de las rocas con gran peligro de los tobillos y contorsio nes. En las quebradas de acceso mas profundas no se encuentra una gota de humedad; y su paso es penosísimo - 130 cuando no se lleva agua; pues la saliva se seca con el calor y la sed, y no se puede ni hablar. Algunos mascan como remedio, las hojas del arbusto horowiko que allí crece, promoviendo por lo menos la secreción de la saliva para humedecer la boca. Al llegar al pié del cono, el touriste se halla tan fatigado como un caballo que ha corrido el Derby al fin de su jornada. Al trepar al cono se halla que la formación de este es tan floja que al agarrarse de los heléchos por via de apoyo, se queda uno con la mata en la mano y sin apoyo, como ciertos apoyos que se presentan para subir en política; hay, pues, que apelar al zig-zag para hacer la subida. Llegado á la cúspide del cono, el touriste halla la recompensa de su fatiga, no existiendo nada comparable con el panorama que se presenta, á no ser el que se disfruta del Bosque de Kauri en Titirangi, ó de la cumbre del Maungarahe, mas arriba de Toka-toka, en el Wairo del Norte. El condado de Edén se estendia á nuestros pies como uno de esos mapas en relieve que se ven en los museos ó exposiciones. Las cadenas del Thames se presentaban en relieve azul, hacia el levante, mientras las cadenas del Tan- gihua se perdían en la lontananza vaporosa en la dirección del norte; pudiendo perfectamente dicernirse como una ancha cinta de plata, el rio Waitemata en todo su curso, desde el portage de Whau de un lado, hasta Riverhead del otro. Las tres ó cuatro grandes Bahías que Auckland, asentado en el medio, domina, como Co- rinto domina sus dos mares, se presentaban brillantes y quietas como sábanas de cristal, engastadas en el marco sombrío de la Islas. El cráter de este volcan es — 131 — mucho mayor que el del Monte Edén. No se percibía en él el menor signo de vida animal, á no ser pequeños lagartos verdes que se deslizaban rápidos y asustados entre los rocas, como zaetas de un enemigo inrisíble : ningún ruido, ningún canto de ave llegaba á los oidos hundidos en el eterno y solemne silencio de las grandes alturas; dirianse calladas é imponiendo silencio, para escuchar una voz de lo alto. Entretanto, al travez del silencioso y diáfano aire, se podían percibir los resollidos sibilantes de Tangariro^ el pequeño vapor que deja esca- par desde el fondo de la quieta Babia, su resuelb de fuego al travez de su garganta de duro hierro. Hasta donde el ojo puede estenderse á lo largo de las faldas del volcan, se ven las corrientes de viejas lavas que hatti brotado desde sus flancos. Las ilimitadas estensiones de escorias sueltas y cenizas, hace ver que Yulcano ha tenido allí encendidas sus hornallas por millares de siglos. Aquí y allí se descubren algunos manchones de pohatukawa, de rata enana, de koromiko y del forminn tenax, contrastando las rocas cubiertas de lichen, con las flores escarlatas del pohutakawa. Aquí, como en todo, la bajada es lo mas fácil, comparado con las dificultades de la subida. El mas importante y. notable rasgo topográfico de Nuevp Zelanda es ese estewso sistema longitudinal de níontañas que hemos bosquejado en el capitulo anterior y que como nuestros Andes, aunque en menor escala, c«rre d^ Norte á Sud. Este sistema cortado por el Estrecho de Cook, como los Andes australes se hallan cortados por el estrecho de Magallanes, corre según se ha visto durante toda la estetision de las dos Islas mayores en la dirección de Sudoeste á Nordeste. — 132 ^ Esta cadena de montañas formada de masas solevan- tadas de rocas macizas y estratificadas de diferentes edades, constituye el vigoroso espinazo de estas islas. Es en la isla del Sud donde la cadena principal alcanza su mayor desarrollo según lo hemos descrito. Sus picos, sepultados bajo las nieves eternas y cubierto con gla- ciares alpestres, le han hecho dar el nombre de Alpes Australes. De su centro se levanta el Monte Cook, de culminante magnificencia, 13,200 pies (la mitad de la altura de nuestro Tupungato) y casi tan elevado como el Mont Blanc de celebridad Europea. Espléndidos gla- ciares de montaña, bellos lagos alpestres, magníficas cataratas, profundas quebradas y gargantas estrechas, con el estruendo de los torrentes que las han escavado y que aun corren poderosos y mugientes en su sombrío fondo, tales son los rasgos pintorescos de esas regiones alpestres inhabitadas, y que en miniatura, reproducen las escenas de nuestros grandiosos Andes continentales; escenas tan magníficas que según la relación de algu- nos viageros ingleses que se han aventurado á recorrer esas soledades, apenas se tiene rivales en otras re- giones mas conocidas del mundo. El monte Egmont, en la Isla Norte; tiene 8000 pies de elevación y se halla perpetuamente coronado de nieve; habiendo otros muchos picos y crestas de 5 á 6000 píes de elevación; esto es, alcanzando hasta cerca de 2000 metros; la altura media de los Andes argentinos es de 3000 metros de elevación. Estas islas por su naturaleza é identada configuración, abundan en magníficos puertos, como pais alguno del mundo los presenta; sobre todo en la isla del Norte; — 133 — pero los del Oeste presentan barras ú obstrucciones de arena movediza. En la costa Oriental, el gran Golfo de Hauraki que hemos descrito, protegido por el Cabo Colville y las islas Great Barrier y Little Barrier, dis- puestas como á propósito para cerrarlo y abrigarlo aun de las tibias brisas del norte, es una inmensa ensenada sin rival en el mundo y donde podria caber inapercibida la marina de toda la tierra. Al Oeste se halla el seguro y cómodo puerto de Auckland llamado Waitemata Har - hour. Separados de esta magnífica ostensión acuática in- terior solo por estrechos istmos de suelo volcánico, se hallan los puertos Occidentales de Manuhau y Kaipara, con el rio Waitemata que corre hasta muy escasas millas del golfo de Kaipara. En este gran estuario, cuatro magníficos rios descargan sus aguas. Uno de ellos Otamatea, casi llega á juntar un brazo del Wangarei, con la ribera opuesta. En la antigüedad los naturales arrastraban sus canoas de guerra de un rio al otro, como también lo hacían del puerto de Kaipara al de Waite- mata, de allí al de Manuhau y de este al de Waihato, pues no son nada menos que cuatro grandes ensenadas ó golfos abrigados los que pueden contar con Auckland como -puerto, estando probablemente destinada á ser una magnífica Londres Austral, con puerto como no lo ha tenido Londres, ni Corinto, ni ningún otro pais del mundo, entre grandes continentes y grandes islas, que lo convidan á una prodigiosa industria, comercio y tráfico. A mas, el puerto de Wangarei se halla solo á 70 millas al norte de Hauraki. Mas al norte pasando por muchas fiordas inlets y caletas, tales como los Ngunguru y Wangaruru, se llega á la magnífica Bahía de las — 134 — Islas. Mas al norte Wangaroa Mongonisi y Parenga- renga son plazas importantes; mientras al sud de Hauraki se hallan Mercury Bay, Taurango y Poverty Bay. El Okianga, en el Oeste es un espacioso puerto con barra situada un grado al norte del Kaipara y siguiendo al sud de este último se encuentra Manukau, el Waíkato, el Wangaroa, el Aotea, el Rawhia, el Wanganui y muchas pequeñas caletas de botes y pay- leboats, hasta llegar á Wellington, puerto completa- mente cerrado por altas costas y que ofrece abrigo seguro para innumerables naves. Las bahia de Ply- mouth ó Plenty Bay y la de Napier, son muy abiertas, por el contrario. Trazando la costa de la Isla Sud, hallamos la ensena- da ó puente Queens Charlotte Sound ó Tasman Bay local favorito para los reclutamientos de Cook. La ensenada de Perolus penetra mucho en el interior de un pais montañoso y romancesco. Allí se encuentra también Massacre Bay ó Puerto de la Matanza, así llamado por Tasman. Al travéz de French Pass, notable brazo de mar ó siguiendo á lo largo de la costa, se llega á Blind Bay, teniendo á Nelson Here como puerto de acceso, donde como en Queens Charlotte Sound, puede asilarse cualquier número de naves. En la costa Oriental se presentan algunos rios, tales como el BuUer, el Grey y el Hokitika, navegables para pequeños vapores. Mas al Sud se halla Milford Haven, cuyas magníficas escenas son imposible de describir. Allí los vapores de Melbourne, que durante los meses de estío conducen multitudes de paseantes en busca de fresco y salud á esas p>ayas, formando un estraño con- ^ 135 — traste sus risueñas colinas vestidas de verdes céspedes é impenetrables bosques en todo tiempo, con sus llanuras disecadas y sin agua. Alaestremidad sud se encuentra el puerto de Bluff Harbour, relacionado con la ciudad de Invercagill por un ferro-carril de 23 millas. Al norte, en. la costa oriental, se halla el Puerto Chalmers, cuya belleza no hay pa- labras que puedan espresarla. Los mas grandes buques pueden alli anclar, pero los menores penetran hasta el puerto deDunedin, una distancia de 10 millas. Entre este puerto y Akaroa ó Península de Bank, se encuen- tran otros cuatro puertos. En seguridad, estension ó paisages pintorescos no tiene superior. Es en este pa- rage donde los franceses ensayaron el establecimiento de°una colonia en 1840, habiendo el gobierno , inglés impedido su realización. Después del bello puerto, de Akaroa, se presenta Port Cooper, donde se halla la dudad de Lyttleton, que comunica por un túnel de ferro-carril con Christ Church, capital de la bella provincia de Canterbury. El puerto se halla bien edi- ficado y provisto de muelles y calzadas: Lyttleton es el asiento de una gran compañia de comercio de carnes congeladas. Los grandes rios navegables se encuentran sobre todo en la Isla Norte. El mayor en el Sud es el Moly- neux, que arrastra tanta agua como el Nilo. Muchos son, sin embargo, en la Isla Sud los pequeños rios y tor- rentes de Montaña. A los ojos del viajero que pasa, los contornos de estas islas son atrevidos, interesantes, pintorescos en alto grado y las rocas desnudas, se pre- sentan de un color bistrado como en las costas del Ata- — 136 — cama y de los países trabajados por los volcanes. El país es generalmente montañoso y cubierto de bosques, de heléchos gigantes y de colinas y faldas vestidas con el verde césped del pasto tussok. Las colinas ocreosas se hallan interceptadas por quebradas, abiertas por torren- tes que corren en su fondo, presentándose á la distancia las montañas con crestas nevadas. El pais abunda en lagos. En muchos parages se presentan fuentes ther- males, azufre y soda, pero en variedad número y esten- sion, todas las otras son como nada comparadas con lo que se ha denominado Lake District, el Distrito del Lago. Este se halla en la Isla Norte y se estiende desde los montes volcánicos del Tangariro, hasta White Island, distancia de 130 millas, con un ancho medio de 25 millas. En todo este espacio, casi en la misma línea entre es- tos dos cráteres antiguos, hierven, borbotan y humean las aguas de mas de mil rajaduras y grietas que inter- ceptan los mantos de lava que constituyen el suelo; pre- sentándose ademas, numerosos lagos de agua dulce, entre ellos el Taupo que es el mayor y que tiene 20 ó talvez mas millas de diámetro llenando la depresión mayor del suelo. En este distrito se presentan dos terra- dos ó mesetas notables, conocidas por sus colores res- pectivos, como Pink y White terraces, ó la Meseta Rosada y la Blanca. De un profundo cráter que se encuentra en la cumbre de cada una, fluye con un estruendo se- mejante al trueno, como en las fuentes thermales del puente del Inca en nuestras Cordilleras, un poderoso chorro de agua hirviendo. La acción del vapor al des- prenderse, mantiene el centro del manantial ó pozo siem- — 137 — pre levantado, en medio de un enjambre de promonto- rios humeantes. La acción química del agua deja un depósito de sílice que, al caer en cascadas de terrado en terrado, forma un pavimento de alabastro, blanco en un caso y de color salmón en el otro. No es posible de palabra dar una idea de la nove- dad y belleza de estas curiosidades naturales. No hay descripción que pueda dar una idea de esa magnífica realidad. Se presentan también numerosos pozos ó char- cos de lodo hirviendo, cisternas sibilantes y geysers in- termitentes proyectando sus columnas ebuUentes de aguas thermales hasta una gran altura, con un estruendo es- plosivo. En los lagos se encuentran aguas en todos grados de temperatura, desde el estremo frió hasta el calor ebullente. Los naturales que viven en aquellos paragesno necesitan hacer fuego. Ellos cocinan sus ali- mentos sumerjiéndolos en esos hornos de agua dispues- tos por la naturaleza, o cubriéndolos con tierra caliente. En muchos parages la corteza de la tierra es tan delga- da, que basta clavar el bastón en el suelo para que salga un chorro de vapor. Colocan sobre el suelo lajas de piedra para recibir y conservar el calor de la tierra en los cuales los natu- rales se calientan en los dias ó las noches frias; mientras que en todo tiempo se pueden dar un delicioso baño de agua templada á la temperatura que se quiera. El país en este distrito puede decirse se conserva aun en su estado natural, hallándose la mayor parte de él aun desolado y desierto. Háse abierto un tosco camino de Tauranga a Napier, saliendo una diligencia liviana dos veces por semana. La jornada se hace en cuatro — 138 — dias é implica un traqueteo tremendo. Se presentan muchos hoteles en el camino y una cadena de puertos militares ocupados por destacamentos de cabal leria constabularia. Hánse comenzado á establecer baños thermales que serán magníficos con el tiempo, y á donde tal vez acudan los valetudinarios de Australia, de las Indias y de las Islas del Pacífico. En tierras dispuestas en una es - tensión de mas de 1000 millas de Sud á Norte y de una tan variada configuración, necesariamente debe presen- tarse una gran variedad de climas. En general este clima es apacible, no muy cálido en estio ni muy frió en invierno; es tan sano como agradable. Las secas son desconocidas y las inundaciones son raras y locales. Suelen sentirse vientos, pero no huracanes. Las lluvias anuales son iguales á las de Inglaterra; mas 'que en Londres y menos que en Devonshire. La atmós- fera es húmeda y sus cambios no son estremos. El cielo es brillante y el aire puro. Los vientos son frecuen- tes y una brisa de mar sopla todo lo largo de las cos- tas en estio. En los llanos de Canterbury, los vientos del noroeste se semejan algo á los cálidos vientos ó sirocos de Australia. Napier es tal vez la región mas seca y Westland la mas húmeda de estas islas. Como el hombre necesita para vivir mas de aire que de pan, la cuestión del clima es de grande importancia en las condiciones de existencia, siendo sus efectos deter- minantes en la constitución física de las razas. Por sus condiciones climatéricas y físicas, Nueva Zelanda puede ser la patria de una fuerte y vigorosa raza, siendo tan favorable á la salud, como á la vegetación, y á la belleza -— 139 •— física. Las variaciones termométricas son de corta esten- sion: la temperatura anual media en el norte es de 57** y en el Sud de 52''. Y las variaciones diarias medjas son entre 20^ y 30°. Las noches son 12° y mas frescas que el dia. El ganado puede existir a la intemperie en el invierno. No quiere decir esto que Nueva Zelanda sea un paraíso terrenal. Aqui como por todo, existen sus dias malos, borrascosos y lluviosos, y sin embargo es un pais sano como ninguno. Su tasa de mortalidad por 1000 es cerca de la mitad menor que en Inglaterra, que como sabemos es uno de los países mas salubres de la tierra; la tasa de los nacimientos es también mucho mayor que en Inglaterra. Causas que en Inglaterra y otros paises producirían violentos resfries y otros efectos per- judiciales, no producen en Nueva Zelanda malos resulta- dos aun para las personas delicadas de salud. La pureza del aire, resultado de los vientos constantes venidos de los vastos espacios ozonados del grande Océano, imparten al clima un vigor y vitalidad que da elasticidad á las facultades físicas y al espíritu. Sus calores no son debi- litantes, ni aun como los calores estivales en Inglaterra, y cerca de la costa hay siempre una brisa fresca, y tonificante. Los agricultores establecidos en el país pueden trabajar todo el dia sin mayor fatiga, lo mismo que los artesanos, que sin inconveniente pueden trabajar al aire libre. El país, pues, parece destinado á ser un permanente centro de la cultura y civilización europea en el hemisferio Sud, pudiendo conservar en su integridad las costumbres é instituciones políticas de la madre patria; lo que no sucederá tal vez con las otras colonias inglesas de este hemisferio, pues se ha notado que en Australia — 140 — generalmente la raza europea degenera, degeneración que debe influenciar necesariamente sus costumbres é instituciones políticas. Estas islas en una palabra, en conjunto, poseen una escala climatológica sin rival para ninguna otra naciona- lidad sobre la tierra. North Island, por ejemplo, goza un calor estival templado por las brizas de mar, análogo al de Paris, Bruselas y Amsterdam, unido al frió invierno de Roma; mientras South Island goza de un estío á la Jersey y un invierno, semejante por su suavidad, al de Montpe- lier. Así en este pais las frutillas comienzan á madurar en Enero; las ciruelas, duraznos, peras y manzanas en Febrero; y los higos, melones y uvas en Marzo y Abril. Como en la parte Sud de nuestro pais, la primavera comienza en Setiembre, el estío en Diciembre y el invierno en Junio. Las mañanas del estío, aun en las partes mas cálidas de estas islas, son bastantes frescas para confor- tar sin helar y las estaciones se suceden sin sentirse. Sobre todo la primera parte de la mañana es bellísima; en cuya hora, lejos de las ciudades, un solemne silencia se estiende por los aires, solo interrumpido por los cantos y gorgeos armoniosos de los paj arillos. Las noches estivales son también templadas y bellísimas y los habi- tantes las gozan paseándose al aire libre. Las tropas mismas que de la Gran Bretaña vienen de guarnición á estas islas, tienen 8 por mil menos de mortalidad, que las que permanecen en el Reino Unido. Ya conocemos que en Nueva Zelanda la vida animal era muy escasa. En efecto, fuera de dos especies de murcié- lagos, un pequeño ratón era el único mamífero antes de la introducción del cerdo. Este ratón ya estinguido hoy, ha ^ 141 - desaparecido por los destrozos del ratón de Noruega. Antiguamente los naturales lo comian como un regalo. Estos poseian ademas un perro doméstico de una clase inferior. No se conocen serpientes ni reptiles venenosos, escepto una pequeña araña negra, que habita en la espesura de las matas de pasto sobre la costa marítima. Entre los insectos, los mosquitos son numerosos en los bosques y en los lugares cíenagosos, pero rara vez inco- modan en las poblaciones. Hay también una mosca, espe- cie de tábano^ llamada sand flij que infesta las regiones guadalosas ó medanosas. Es un objeto fenomenal entre los insectos, la oruga vegetal, el Aweto^ ser mitad insecto, mitad hongo; pues de su cabeza brota una larga callampa con espolones á sus estremos. Esta oruga muere al sepultarse en el suelo para convertirse en crisálidas. Era un manjar para los naturales. La guana se encuentra en algunos parages. Un grande escarabajo llamado Weta^ vive en la ma- dera corrompida y bajo la corteza de los árboles. Las mariposas son pocas. La ormitologia del país es intere- sante. Entre las aves hubo antiguamente una ave jigan- tescay sin alas para volar, llamada Moa. Se han desenterrado esqueletos de esta ave de 14 pies de elevación. Una pequeña ave de este mismo tipo se encuentra aun en las montañas, los naturales les llaman hiw\ Los animales importados de Europa se desarrollan bien en el país, según lo veremos á su debido tiempo : las abejas importadas preparan su miel durante todo el año. Los bosques y jardines se hallan hoy regocijados por los gorgeos de alados cantorzuelos importados de la Gran Bretaña. La liebre y el conejo se han multiplicado — 112 — en estremo. El ganado, los caballos y las ovejas se desarrollan en sus razas mas perfeccionadas á la par de los mejores en el mundo. Ya conocemos algunas de las especies que constituyen los bosques que cubren la mayor parte del suelo de la Nueva Zelanda; estos bosques son tan densos como som- bríos y silenciosos. A mas de las montañas boscosas, se estienden vastas llanuras cubiertas de pastos ó bien de matorrales y de heléchos. Este suelo es variable; una parte de él produce grandes cosechas de cereales sin abono. Se puede probar por la estadística que nin- gún otro país del mundo produce mas fanegas de trigo por acre. Un bello humus se estiende aun hasta la cima de las mas elevadas colinas; en otras partes, cálidos depósitos volcánicos producen exhuberantes pastos. Las riberas aluvionales de los nos y los valles son' en estremo fecundos, lo mismo que los ciénagos de cáñamo, dre- nados. La vegetación es en parages tan abundante, que casi llega á parecer una superfluidad de desarrollo orgánico, en los bosques silvestres. Mas los vastos bosques del pino Kauri devastados, no dejan nada en pos de si, sino duras lomas arcillosas, en las que solo pueden desarro- llarse denzos matorrales de brezos. Escavando estas lomas, sin embargo, se estrae de ellas una goma resina fósil en grandes cantidades, que es un valioso artículo de exportación para la fabricación de barnices. El for- mium te7iax, ó cáñamo Neo Zelandez, se desarrolla en todo el país dando un producto valioso, según hemos visto. No se conocen frutas indígenas dignas de este nombre. Las flores Europeas se desarrollan bien: pero la fra- — 143 ganda del lirio y de la rosa, no iguala á las especies análoga de Inglaterra, según los ingleses, hecho que nosotros no hemos podido verificar por la falta de un tér- mino de comparación. La flora natural de Nueva Zelanda es muy limitada, pero se conocen algunos arbustos de bellas flores y según hemos visto, algunos de sus árboles forestales producen bellos racimos de flores escarlatas. Las frutas ya sabemos que se producen bien. De los productos hor- tícolas, el maiz y las papas se dan excelentes. La riqueza mineral de Nueva Zelanda es considera- ble. En ella abundan el cobre, el hierro, el platino, el plomo, el azogue, el plumbago, el cromo, el manga- neso y el azufre. Ricos depósitos auríferos se han es- plotado en el Norte, en el Sud y en Westland. Háse exportado de este metal precioso por valor de mas de 200 millones de duros; y son tan estensos los terrenos auríferos, que la esplotasion del oro puede durar siglos en este país con buen resultado. Pero lo que es mas importante que todo, hay abundan- cia de hulla ; esta se encuentra en todas las regiones del país en sus diversos estados de lignita, bueno y bitumi- noso, este último solo inferior por su calidad al carbón inglés. Hasta hoy solo se elaboran unas pocas minas de hulla, una de ellas se halla en Kaua-kaua, Bahia de las islas; otra en el Waikato. Cerca de Nelson y en el Westland se presentan innumerables mantos de exce- lente hulla, lo mismo que en Malvern Hills; cerca de Christ Church. Entre muchas otras se pueden citar dos grandes minas que se esplotan cerca del Rio Mo- hyneux, donde el depósito se estiende por lo menos unas — 144 — 45 millas cuadradas, con un total calculado de hulla de 100 millones de toneladas. La Nueva Zelanda contiene pues en su suelo todos los elementos de un gran porvenir industrial, mineral y agrícola. Presentando tantos otros puntos de semejanza con la Gran Bretaña, puede también compararse á esta última en sus riquezas carboníferas. Asi de todas las vas- tas posesiones Británicas, estas islas ofrecen la mayor semejanza con su madre patria, tanto por su posición insular, su clima y su suelo, como por todos los otros ras- gos característicos y estructurales del país. Es como un Imperio de Islas, una doble isla que si se consideran las actuales facilidades de comunicación por vapor y telégrafos eléctricos se encuentra en las inmedia- ciones del continente Australiano, como la Gran Bretaña con respecto á Europa, si bien esta no es un Continente inglés, como la Australasia. Favorecida con un dichoso clima Oceánico, tan admirablemente adecuado para la raza Anglo Sajona; con un suelo fértil, bien regado y espléndidamente adaptado á la ganadería y la agricul- tura; con una inmensa línea circular de costas multi- pKcadas por las mas numerosas y favorables identacio- nes y recortes, perfectamente en armonía con las aspiraciones de la primera nación marítima del mundo; es un país sin animales dañinos, sin plantas venenosas y por demás rico en tesoros minerales; pais inmejorable para las crias cabalgares, vacunas y ovinas; país abun- dante en frutas, papas hortalizas y cereales; pais adornado con todos los encantos y bellezas de una grandiosa fér- til y pintoresca naturaleza; pais que puede sustentar holgadamente una población de 12.000,000 de almas; 145 que promete al emigrante emprendedor y perseverante un lucrativo y brillante futuro. Un país semejante se halla sin duda destinado, mas que otros, ó ser la morada de una culta y poderosa nación. Segiin los ingleses, los naturales de Nueva Zelanda son Malayos de origen con una mezcla de elemento Pa- puano. La verdades que estos indígenas son muy pare- cidos á los nuestros, á saber, los Maoris que aun se con- servan salvages, se semejan en estremo á nuestros indios Araucanos y Patagones. Mientras los Maoris ya civilizados, de los que hemos visto algunos en Auckland y en el interior de la isla muchos, y que son mas blancos y de facciones menos des- figuradas ó deformes por el salvagismo ó la barbarie, son como los kauakas de Hawaii, en estremo parecidos á nuestros paisanos con sangre indígena de las Provin- cias del interior. Cordobeses, Catamarqueños, Riojanos, Santiagueños etc. ¿ Son en realidad dos razas distintas de Maoris, unos indigenas y otros Hawaiios, unos de orí- gen Chino y otros de origen Malayo, como los nuestros, según lo hemos espresado en otra parte ? El problema se puede resolver solo por las antigüeda- des Americanas. Si como todos los dias se evidencia mas, las razas Americanas estintas presentan vestigios de una civilización muy a::tigua anterior talvez á la civi- lización Hindú, que por los datos conocidos remonta poco mas allá de la edad de la invasión de Alejandro, entonces estas razas han pasado de América á las Islas Oceánicas y al estremo Oriente del Asia, teniendo una 10 -- 146 — patria común, la perdida Atlántida, con las razas Noa- chides Occídentfiles. Si por el contrario la civilización Hindú, cuyos monu - mentos no alcanzan según los ingleses, á una edad niuy anterior á Alejandro, presentasen monumentos mas anti- guos que los exhibidos en Palenque, Huxmal y Tiahua • naco; entonces los habitantes Oceánicos como los del estremo Oriente del Asia, podrian ser los mas antiguos ; lo que no está aun bien probado ; ó mejor, habiendo probado nosotros lo contrario en nuestra corresponden cia anterior. Como quiera, el nombre Maori significa indígena; pero según tradiciones muy circunstanciadas conser- vadas por las mas cultas tribus de estas islas, sus antepasados vinieron de unas islas que ellos llaman Hawaiki, situadas en ciertas partes del Pacífico, unos 600 años hace. Estos nombres de Hawaiki y Hawaii son tan parecidos, que sin duda encierran una alusión á las mismas islas; analogia que su lenguage, leyendas y leyes afirman. La historia es que cierto Kupe ó Nagahne^ descubrió á Nueva Zelanda llamándola Aotearoa, esto es, Luz Larga. Volviéndose entonces á Hawaiki, el in- dujo á cierto número de sus compatriotas á unírsele en una espedicion para tomar posesión del pais recien ha- llado, del cual les hizo una brillante pintura. Dispusié- ronse en consecuencia trece dobles canoas efectuando un viage á Maorilandia probablemente tocando de paso en las diversas islas escalonadas, pue? de otro modo sus provisiones de agua y boca no les habrían alcanzado en una tan larga travesia en tan frájiles y exiguas embarcaciones, donde desembarcaron en diferentes pun- — 147 — tos. Hasta hoy, los posesores indígenas de títulos terri- toriales producen su derecho derivándolo de los capi- tanes que respectivamente mandaron en estas trece ca- noas lejendarias. Este linage sin mancha es, según ellos, el mejor título de derechos territoriales, no existiendo un acre de tierra que no tenga su dueño; aunque los derechos de con- quista y á veces de transferencia, cuaUfiquen el titulo por herencia. En la época en que las tribus aboriginales de Nueva Zelanda se hicieron conocidas de los Europeos, su nú- mero alcanzaba á unos 100,000 habitantes. Hoy según el censo general de 18S1, no pasan de 44,097. El origen de este decrecimiento puede referirse á muchas causan? con especial á las luchas intertribales y á los efectos incidentes de la colonización. Para algunos esta es una raza amenazada de estincion; y si la actual tasa de dis- minución sigue, imposible puedan conservarse entre las razas existentes del hombre. Por lo demás, es posible que si llegan á adquirir el conocimiento de las leyes higiénicas, sometiéndose á su imperio, ellos lleguen á conservar su raza, amalgamándola con la raza anglo- sajona, que será su medio mas virtual y eficaz de pre- servación: son bien formados, pero varían en tamaño como los Europeos. Su cabeza es bien formada é indica inteligencia, su color es aceituno, sus facciones regu- lares, sus pies y manos bien proporcionados, su sem- blante es reposado y compuesta. En general, los hombres son mas bien parecidos que las mujeres: estas últimas llegan temprano á la madu- rez. Antiguamente conocian pocas enfermedades y al- ~ 148 — canzaban una larga edad cuando no morían en la guerra. Hoy las escrófulas son comunes entre ellos y muchos mueren de consunción, talvez debido á las mismas causas que hemos investigado para los Hawaiios, sus parientes. Sus antiguos gefes constituian una clase muy distinguida. Los mestizos con Anglo sajones forman una bella y bien proporcionada raza. La práctica del moho ó tatuage hoy cada vez mas abandonada con otras viejas y bárbaras prácticas, era universal antes. Se consideraba como esencial para los hombres y como adecuada para las mujeres. Los hombres se tatuaban el rostro y las espaldas y las mujeres los labios y mejillas. El efecto es horroroso; pero los hombres lo adoptan talvez como un estratage- ma de guerra (para intimidar al enemigo); y las mu- jeres porque acostumbradas á admirarlo en sus maridos, lo juzgaron un atractivo, que se aviene con la desnudez del salvaje, y sirve también para ocultar las arrugas de la ancianidad. Esta práctica comenzaba á la edad de la pubertad: operación tediosa y penosa practicada por espertes. Primero se trazaban las líneas con carbón; y estas líneas eran en seguida punteadas con una pluma de hueso conteniendo una tinta vegetal que se mezclaba con la sangre. Se procedía por partes, necesitándose muchos meses para completar todo el diseño del rostro solo. Pero las lineas quedaban indelebles. Los Maoris no tenían lenguaje escrito, constando su alfabeto solo de 14 letras, a, e, /. o, w, ^, k, w, w, ¡h ^*? ^ '^'> ^0- Jamas emplean dos consonantes juntas, escepto el so- nido nasal de la ng y toda sílaba termina en vocal. - - 149 — Teman diez dialectos poco diferentes unos de otros. La misma palabra ó raíz es empleada como nombre, adver- bio, adjetivo ó verbo; esto da sencillez al idioma, que es al mismo tiempo terzo, vigoroso y bello. Las palabras como en el idioma Araucano (lo que hace ver el pa- rentesco íntimo de estos pueblos, verdaderos Chileno- Quichuas) con solo cambiar la vocal tienen una signifi- cación diferente, loque produce mil equívocos ridículos, no entre los naturales que lo hablan, sino en los es- trangeros. Tienen numerosos, proverbios, fábulas y cuentos. Al estrangero esta habla parece vehemente, ruidosa y rápida. Este idioma ofrece mucha afinidad con el Quichua y con los dialectos de la Polinesia, de cuya gran familia forma parte. En sus discursos públicos, 1-os gefes citan mucho sus antiguos cantos. Aunque pocos de ellos poseen bien el Inglés, todos ellos saben bastantes pa- labras para sus tratos. Ellos han comprendido al fin la importancia de la lengua inglesa en estos estableci- mientos, pues son políticos, comerciantes y propietarios. Es difícil á los adultos la pronunciación inglesa; pero mas de 2000 niños que hoy se educan en las escuelas estipendiadas por el gobierno y por los naturales, y diri- j idos por maestros ingleses, aprenden en e'las con per- fección el inglés. Es de esperarse que una vez anglicados este sea un gran factor para la amalgamación de esta raza en la gran nacionalidad inglesa. Su mithología es curiosa; ellos tenian « Señores mu- chos y dioses muchos », según su modo de espresarse, pero no tenian idea de un ser supremo poderoso y bue- 150 no. Los espíritus de sus antepasados moraban eíitre los dioses. Es curioso lo que temisioLeros dicen de su cosmogonia; pero mucho tememos que sus fábulas al respecto, hayan sido inventadas después del conoci- miento de la Biblia, que le dieron los Misioneros, como sucedió con los Indios sometidos por los españoles, los cuales salieron teniendo su trinidad y su virgen Maria, después que los frailes les enseñaron á rezar. Es el caso que esos salvages, no queriendo ser menos que los blancos, asimilan sus tradiciones á las de estos ex j^ost factoj siendo mas taimados de lo que se cree; de donde resultan ciertas similitudes que no son sino reminiscen- cias de doctrinas adquiridas posteriormente. Así es preciso mirar con mucha desconílanza estas versiones de los piadosos Jílisioneros que se equivocan, ó han sido engañados por los astutos naturales sin conocerlo acaso ó por la complacencia natural de hallar las propias creencias apoyadas por otros. Según dichos Misioneros, por sus tradiciones, el procedimiento de la creación fué dividido en seis grados ó edades, presentando un ligero matiz de la cosmogonía mosaica y científica á la vez, como que los Misioneros á principios de este siglo, ya tenían una idea de la cosmogonía de Laplace. Ellos creían, según los Misioneros, que todas las cosas habían sido sacadas de la nada. Antes de la separación del cielo y de la tierra reina- ba el dios de la noche: Te Atua ó Te Po. Esto en la armonía de la versión bíblica, et te?iebra eraiü super faciem abissi. Después de esto vino el dios del Día, Nga Atua ó Te Ha, el cual dijo: Hágase la luz! Fiat lux\ Y los Misioneros nos espetan esto como genuina tradición. — 151 — Se conoce que esas buenas gentes tienen las credede- ras bien dispuestas, 'como los frailes que nos han con- servado las tradiciones de los Indios Americanos. Aquí lo que hay de estraño es el nombre de Te Ra^ palabras Egipcias. Si estas tradiciones fuesen verdaderamente genuinas lo que parece difícil, esto probaria que los Atlantis, raza que poblaba el antiguo Continente abis- mado de la Atlántida, son los verdaderos fundadores de la civilización Egipcia y de las razas Noachides del Oeste, lo mismo que de la razas Malaya y talvez Mongo- la del cstremo Oriente. Porque en Egypcio Ra significa Sol, que es en el sentido que la toman los antiguos Quichuas y los Maoris, y así se halla escrita en los Obeliscos y los otros antiguos mo- numentos del Egipto. De todas estas tradiciones, esta debe haber sido la mas genuina, pues siendo empleada por los Maoris, ellos no la han podido inventar. Su idea del cielo, Rmigi, es que el constituía un cuerpo sólido, reposando en otro tiempo sobre la tierra (/?«;?«, pa- labra Peruana que establece la hilacion antes señalada de origen éntrelos Maoris y los Incas ó mejor, los Qui- chuas Atumurunas) formando cada una un hemisferio. Fueron violentamente separados el uno del otro por Ta- nemakuta uno de sus muchos hijos. «Y entonces la luz se hizo, et lux facía fuil\ No huele prodigiosamente todo esto á pillería de los Maoris y necedad de los buenos Misioneros? Maut ó Mahuta entre los Egipcios y Qui- chuas, era la madre universal, la luz confusa del caos de donde salió el sol, esto es, compañera y esposa de Ra. Esta es una prueba mas del origen Atlanti de las razas humanas actuales. — 152 — Los Maoris que tenían una imaginación poética, cre- ían, al comenzar las benéficas lluvias de la primavera y los aromados rocíos del estío, descendiendo á hume- decv3r el seno de la madre tierra, que estas eran las lá- grimas del padre Kangi, Ra, sol, angi, cielo, y como una muestra de su tierno afecto. Siguiendo estas mismas tradiciones, el hombre había sido creado por tila «á su imagen y semejanza: Et creavU Deus hominen ad ima- ginen suanij dice la versión latina de la Riblia. Formólo de arcilla roja (Adam en Sanscrísto significa arcilla roja cosa que debían saber perfectamente los Misioneros) la cual amasó con su propia sangre. Los Indios Norte Americanos tienen una tradición análoga^ aunque en otros términos, y esto puede dar la llave de la estension de esta adulteración remíniscente; pues según hemos indi- cado, los Indios Americanos pertenecen á razas consan- guinarias de los Kanakas y Mongoles. Siguiendo la tradición, después que tiki hubo fabri- cado con el susodicho barro los ojos y miembros de su estatua, él comunicó su aliento á esta imagen, versión literal del testo Bíblico; Formavit igitur Dominus Deus hominem de limo terra^ et inapiravit in faciem ejus spira- culum vitw, et factus est homo in anmam viventew] Genes. Cap. II ver. 7. Por lo demás, los dioses de los Maoris eran dioses aristocráticos, come sus gefes, de donde resulta que sí Dios no hizo á los Maoris á su se - mejanza, ellos lo hicieron á él á la suya. Así el pueblo común no tenia acceso directo á sus dioses; esto era la función de un orden sacerdotal llamado iVí/a Tohunga^ Hombres Sabios. Tampoco tenían una forma de cultos ni Ídolos visibles, ni sacrificios determinados. En la — 153 — estreraa punta norte de la Nueva Zelanda se encuentra una profunda caverna llamada Te Reinga^ ó lugar de saltar. Este era su Elíseo. Nada sabían, como tampoco Moisés nada dice, de las futuras recompensas y castigos. Pero eran groseramente supersticiosos. El temor de una ley llamada Tapu los tenia atados como con cadenas de hierro; esta era la in- quisición de ellos. Este es el tabú de los Hawaiios. Los gefes de tribu, pertenecientes á la casta sacerdotal, te- nían la facultad de declarar tapu ó sagrado lo que se les antojaba para su conveniencia. La persona y sobre todo la cabeza de un go^fe era tapir^ lo mismo los muertos y todo lo que entraba en contac- to con ellos. Solo podían libertarse de estas restricciones mediante la práctica de ciertas encantaciones. Cuando se quebrantaba el tapu sin esto, se incurría en la pena ca- pital. El fundamento de esta singular institución era de que algo de la esencia del Atua^ esto es, de la divi- nidad, pasaba á lo que había sido declarado tapu. Como gefes y sacerdotes tenían afinidad con los Dioses, deriva- ban esta virtud de ellos y la impartían álos otros Esta creencia los investía de un poder sobrenatural. Como un clavo saca otro clavo, el dominio de esta superstición ha sido destruido con el cristianismo; sin que la haya estínguido del todo. Hay que tener presente que Aíw ó Ati era la divinidad de los Atu-murunas del Alto Perú, padre de los Chileno Quichuas ó Americanos. Las simili- tudes del culto, idioma y raza no pueden llegar mas lejos. Es natural suponer que la moral de estos pueblos igno- rantes y superticiosos no era muy pura. Mientras un so- plo belicoso no los inflamaba, eran hospitalarios, corteses 154 generosos; pero también eran rencorosos, crueles y trai- dores. Su vida ordinaria representaba un cuadro repugnante de esclavitud y poligamia; el infanticidio era común; la hechiceria, el asesinato, el canibalismo preva- lecía entre ellos. Los matrimonios, nacimientos, y defun- ciones eran los grandes negocios de su existencia. Cuando los niños no eran víctimas de las exigencias de un marido celoso, crecían sin restricción como la pro- piedad de la tribu. Los compromisos matrimoniales tenían á menudo lugar en la infancia. No se dejaba á las doncellas libertad para escojer según su corazón; y á menudo cometían suicidio para escapar á una unioa odiosa. Muerte era sinónimo de tinieblas para los Maoris: á menudo sus últimas palabras eran un legado d^ ven- ganza para los parientes que les sobrevivían. Rijidas ce- remonias, seguñ la ley de tapu regulaban el entierro de los muertos: lamentos, tajos y festines acompañaban las exequias funerales. Después de descompuesto el cadáver, los huesos eran raspados y llevados á su última morada, alguna caverna solitaria en la profundidad de los bosques. Los Neo Zelandeses se hallaban divididos en naciones, tribus y familias, todos bajo caudillos de varios grados. Tenían su Código de honor, su formas de etiqueta y sus reglas de conducta. Las visitas de ceremonia eran sus días de gala. Era su costumbre al reunirse, estre- gar una nariz con otra y abrazarse, .espresando sus sentimientos, con un triste lamento. «Ellos alzaban su voz y lloraban» según la espresion del Génesis. Nume- rosos pasatiempos marcaban sus festividades: la pan- — 155 — dorga, el lanzamiento de la javalina, las carreras de á pié, el andar con zancos, la lucha, el columpio, la nata- ción, el juego de las damas, las adivinanzas, los can- tos, el juego de la gata parida, el de las escondidas, la chueca y otros juegos eran y son comunes en estas ocasiones. Demócratas en sus relaciones civiles, aris- tociáticos en el orgullo del nacimiento; pero no habian distinciones visibles y odiosas en su aspecto esterior, en lo que eran mas felices y civilizados que muchos pueblos Europeos, que hasta hoy conservan títulos y distinciones de castas. Tenian tiempo para visitarse, festejarse y divertirse, sin dejar de ser industriosos, arreglados y templados. Eran cultivadores del suelo. Hombres y mujeres tenian sus ocupaciones respectivas, pero todos hallaban cabida en los trabajos rústicos. Construir las habitaciones, pescar, cazar, cortar las ma- deras de construcción en los bosques, la manufactura de herramientas y la construcción de canoas, eran traba- jos propios de los hombres: el cocinar, tejer y escardar eran trabajos propios de ñau j eres. Cultivaban mucho las papas y las kumeras y el maiz ■era ya muy conocido de ellos; y en los últimos años también el trigo. Esto hace creer su indudable origen Peruano-Chileno, pues el maiz y las papas son oriundos- de Sud América. JjOS melones, los zapallos y las cala- bazas llenaban también sus cercados. Sus canoas solian ser grandes y esculpidas con esmero, ornamentándolas con plumas y pinturas rojas. Las mujeres tejian vestidos con las fibras de las hojas del cáñamo Neo Zelandés. Los mejores de estos ves- tidos tenian una apariencia brillante y sedosa, con — 156 — anchas franjas pintadas de diversos colores. Sus hachas, hachuelas y cinceles los hacían con los huesos, la made- ra ó la piedra mas dura. Cavaban la tierra con azadas hechas de una madera dura. Obtenían el fuego por fric- ción. Cuando no se ocupaban en el campo, pezcaban, atrapaban aves con trampas ó cazaban cerdos. Las raices del helécho y los mariscos formaban una gran parte de su dieta. Todo esto tenían y hacían, y aun lo hacen en sus tolderías ó aldeas Su arte culinario era muy simple. La cocina ó la choza que servia con este objeto, era llamada kauta. Un agujero de 8 pulgadas de hondo y de tres pies de diá- metro era practicado en el suelo; allí se calentaban piedras hasta enrojecerlas; una capa de cáñamo y de helécho era dispuesta sobre las piedras; el alimento, lavado en el agua del arroyo inmediato, era colocado sobre esta cubierta y encima un pedazo de estero de cáñamo; se echaba en seguida agua en el horno, levan- tándose un vapor, con la tierra y las cenizas se tapaban entonces los manjares espuestos al vapor. Mientras la comida se cuece se preparan los platos con las hojas del formium tenax: á su debido tiempo el horno era destapado con esmero; y el alimento era servido en estos platos esquisitamente sazonados En estío las mujeres esprimian el zumo de las bayas del Tupakihu El íruto de este arbusto es venenoso; como la grosella negra, for- ma racimos brillantes y pendientes; pero su zumo forma una bebida refrescante. Hacíase un gran embudo con hojas del formium^ colocando su estremidad den- tro de una gran calabaza; esta era llenada con las bayas que se cubrían con una capa de helécho; en seguida — i57 — las mujeres, colgándose con las manos de un varejón ó rama esprimian el zumo con sus pies, hasta que la cala- baza se llenaba. Las espediciones de pezca eran sus grandes ocasio- nes é iban acompañadas de ceremonias religiosas. Para pezcar, empleaban redes, cedasos y anzuelos. Las primeras se hacian con hilos torcidos del formium tenax ó cáñamo Neo Zelandés y los últimos de hueso. En sus grandes canoas penetraban mucho en alta mar. Sus fatigas eran compensadas con la pezca del abadejo, de las castañetas (snapper) y otros grandes peces. El. pejeperro, el mullus borbatus, [mullet], el escombro, los tomaban con redes, siendo algunas de estas en estremo anchas. El pejeperro lo secaban al sol para provisión de invierno. El muUet saltaba á menudo en una canoa que era mantenida en oscilación por un natural. Estos Mao ris habitan en aldeas fortificadas: la guerra era su condición crónica. Hoy mientras viven en paz, no nece- sitan formar grandes reuniones; pero antes tenian siem- pre que estar preparados para uu ataque; sus posi- ciones eran escojioas con gran habilidad y elejian siempre colinas ó volcanes apagados, como ios cráteres inmediatos á Auckland, que permiten ver á una gran distancia; y con agua y leña en sus inmediaciones. Sus trabajos de fortificación se hallaban dispuestos con maestría; y las colinas de que hemos hablado, eran rodeadas de atrincheramientos. Hasta hoy se pueden ver los vestigios de estas fortificaciones, llenas de helé- chos secos y conteniendo montones inmensos de con- chas de mariscos. Cuando acampaban en los llanos ó valles, erijian fuertes estacadas, sobremontadas de fi- — 158 — guras grotescas y obscenas. Sus mejores casas no eran mal construidas; pero si demasiado bajas. Sus aberturas formaban puertas ó ventanas corredizas por donde entraba la luz y el aire, y por donde salia el humo: siempre tenian un corredor ó veranda del lado donde salia el sol. Su interior se hallaba pintado con arcilla blanca y ocre rojo, su esterior se presentaba protejido con una quincha de cortezas y varejones. Estas casas eran generalmente espaciosas formándose sus muros con manojos gruesos de raupo [especie de junco) lo •que les proporcionaba abrigo en invierno, y fresco en estio. Su armazón era de madera dura bien azuelada, con tablones de uno ó dos pies de ancho. La cumbrera era sostenida por tuertes horcones clavados en el suelo A los pilares de totora, dispuestos á lo largo de las pa- redes, aseguraban largas varas, y entre los pilares se formaba la quincha con manojos bien atados de rmipo. Los ranchos comunes solo tenian muros de dos ó tres pies de elevación, sobremontados de un techo empinado y pendiente. Estos abrigos ó residencias temporarias eran frágiles; las hojas del palmero níkau formaban una buena cubierta para el techo. Cuando una tribu se hallaba en movimiento, al acampar, podia formar ciu- dades improvisadas en unas cuantas horas. Las provi- siones se guardaban en silos dispuestos sobre un ele- vado poste. Desde que comenzaron á civilizarse, estos pueblos han edificado muchos espaciosos y sólidos tem- plos en el estilo gótico inglés. Para la habitación de los misioneros ellos acostumbraban construir grandes raupos ó ranchos de varios aposentos, con las ventanas y puertas dispuestas á satisfacción de los misioneros, — 159 — donde estos vivían cómoda y holgadanfiente, hasta que podían construirse templos y habitaciones mas sóhdas. Los pobladores del pais han hecho inteligentemente lo mismo, establecer habitaciones provisorias de quincha, mientras las crianzas y cultivos proporcionaban los re- cursos para construirlas mas sólidas y mejores. En estos países templados y sujetos á temblores, lo mejor y mas sano es vivir en estos frescos y lijeros ranchos, mientras vienen los recursos para construir un buen pa- lacio de armazón ó madero. Esto aconseja la priidencia y el simple buen criterio. Antes de aprender el uso de las armas de fuego, sus guerras eran muy sangrientas. Los cuerpos de los muertos eran comidos y los prisioneros llevados en es- clavitud. Nunca faltaban pretestos para guerras ínter- tribales: ellos consultaban augurios, signos y presagios. Antes de dar batalla, observaban muchas ceremonias. A veces acometían espediciones hostiles á lugares re- motos en flotas de canoas de guerra. Su costumbre era acalorarse hasta el frenesí por medio de su danza mili- tar. No hay palabra que pueda espresar el carácter repugnante de esta exhibición: parecían verdaderos de- monios mas que hombres, lo que se esplíca por el acto mismo: en la guerra hay que inspirar el mayor temor posible al enemigo. Su táctica militar ha sido modificada por el uso de las armas de fuego : ellos son bastante hábiles para adaptarse á las circunstancias. En sus recientes conflictos con las tropas inglesas, sorprendían á los ingenieros ingleses por la inteligencia con que disponían sus fozos de rifleros y defendían sus campamentos fortificados - 160 — contra la artillería y las armas de precisión. Como una muestra de sus belicosas disposiciones, se puede señalar la práctica acostumbrada en todo tiempo de no consi- derar como terminada la educación de su joven gefe, hasta no haber combatido en una tmtn ó acción de guerra y hasta no haber dado muerte á su adversario. Estos Maoris son un pueblo de grandes aptitudes y abiertos á las influencias civilizadoras Pocos de ellos existen hoy que no sepan leer y escribir su propio idio- ma. Ellos pueden aprender todo aquello á que se aplican. Algo conocian de los principios de la mecánica, como el uso del plano inclinado, la palanca, el taladro, el tornillo y la polea. Tenia n nombres propios para cuanto se halla en el suelo, vuela por el aire ó nada en el agua. Son muy independientes y" viven aparte de los colonos en sus propias poblaciones. Con objetos de comercio, política ó diversión ellos visitan las ciudades, pero pocos de ellos viven en ellas. Ellos conservan aun la propiedad de millones de acres de tierra y son muy celosos de sus derechos. Ellos se despojaron libremente de su territo- rio por venta al Gobierno Colonial y á pobladores particulares; hasta que al fin cediendo á la convicción de que sus descendientes, en una época no distante, pudiesen quedarse sin tierra, algunas de las tribus or- ganizaron lo que se ha llamado los movimientos de Land League y Kífirj League. Se ve, pues, que los Irlan- deses no han hecho sino copiar á los Maoris en estos úl- timos años, en sus organizaciones de Fnnians y de Land League. En virtud de estas combinaciones, algunos miles de Maoris se han comprometido á no vender mas tier- ras, y á no permitir que los decretos de la reina tengan — 161 — valor sobre su territorio. Las costosas y destructoras guerras que los ingleses han tenido con ellos, los han irritado sin someterlos. No desean nuevos conabates con los blancos; pero suspicaces respecto á los designios del gobierno, mantienen una actitud de sombrio aisla- miento. Su desafección es política, no es personal. Como era de suponerse, su contacto con los blancos los ha inficionado con nuevos vicios y especialmente con el de la ebriedad a que los salvajes son tan propensos. Existen restricciones legales en las ventas que se les hace de licores, pero son como letra muerta. No se hallan mal dispuestos con relación á los colonos. Aunque pocos de ellos consientan en conchavarse como peones asalariados, ellos no se niegan á prestar sus servicios mediante una contrata. De este modo puede utilisárseles en desmontar bosques, cercar campos y en las cosechas de cereales. La masa de la población Maori vive en North Island. Muy pocos establecimientos de ellos hay en South Islani en que su número no pasa de dos mil. Muchos de los Maoris se hallan inscritos en las listas electorales; y seis de ellos tienen asiento eix la Legislatura Colonial en la Cámara de Diputados y dos en la Alta. Ellos se han desempeñado hasta aquí con honor. Su mayor in- conveniente es su poca versión en el inglés, de mane- ra que tienen a veces que espresarse por intérpretes No obstante los obstáculos surjidos de las comphcaciones políticas y de las repetidas hostilidades, junto con el revivimiento en algunos parages de las antiguas supers- ticiones ellos han conseguido reahzar grandes progresos en el camino de la civilización. ti — 162 -- Las primeras misiones datan desde 1814, con la iniciativa de Samuel Marsden, capellán de una colo- nia penal de Australia. Volviendo de Inglaterra en esa fecha, en el navio de convictos Ann, él notó en el castillo de proa un hombre de piel oscura y mirada triste, tendido sobre la cubierta. Hallábase débil, en - fermo y acometido de una mala tos, llamábase Tatuara y era uno de los jóvenes jefes ó caciques de Nueva Zelanda, donde los Maoris tenian una organización política análoga á la de los Araucanos; esto es, un go- bierno aristocrático de caciques, sin rey ó gefe superior que los mandase. Hacia cuatro años que trabajaba de marinero, habiéndose contratado en este carácter, con el designio de hablar con el Rey Jorge al llegar a Inglaterra. Allí imposibilitado, defraudado y desenga- ñado, se habia tenido que volver sin conseguir su objeto. Conmovido Mr. Marsden, tomó aquel joven bajo su pro- tección. Tatuara se mostró en adelante muy agradecido á su venerable patrón. Alojólo en su casa de Nueva Ga- jes del Sud, donde solia recibir á los jefes Maoris que lo visitaban. Pasados algunos meses, él lo envió á su patria, recomendándolo á sus amigos, á quienes refirió su historia; y este incidente contribuyó á abrir el camino de la civilización á este pueblo salvaje. Pocos años antes de esta fecha, en 1810, el navio británico JRoyal q«e se hallaba en el puerto de Wangaroa, no lejos de la Babia de las Islas, habia sido destruido por los Maoris que habían asesinado y comidose su tripulación, com- puesta de 70 hombres. Esto no impidió que en 1814 Mr. Marsden enviase á los misioneros Hall y Kendall á la bahía de las Islas donde ftieron bien recibidos por — 163 — recomendación suya. Llevaban como presente un mo- lino de mano para convertir en harina el grano. Tatuara habia sembrado trigo, mas no tenia como molerlo para hacer harina, y el molino le llegó á tiempo para sacarlo de apuros. Delante de sus salvajes compatriotas, él molió el grano é hizo tortillas parecidas al pan de los euro- peos, que ellos ya conocian por los buques estrangeros que solian llegar á sus costas. Ellos bailaron de gasto con la nueva y se hallaron dispuestos á. creer en las pa- labras de Tatuara y de los Misioneros. Se vé, pues, que según la relación misma de los misioneros, son las artes y los productos de la civilización, de que son enemigos los cultos fanáticos, los que convierten á los salvajes, y no la religión católica, protestante ó maho- metana, que ellos reciben, porque una cosa hace pasar la otra. Después de una corta permanencia los Misioneros volvieron á Australia acompañados de Tatuara y de otros seis gefes. En Noviembre de 1814 Mr. Marsden se embarcó con Tatuara y los otros gefes de vuelta á su pais. El 25 de Diciembre Mr. Marsden predicó su primer sermón, sirviéndole de intérprete Tatuara. Los Misioneros han hecho memorable este dia en los anales de la Nueva Zelanda. Mr. Marsden se interpuso para que se hiciese la paz entre las tribus que se hallaban en guerra y este nuevo servicio sujetó mas á su in- fluencia á los naturales, sin que en toda esto haya in- tervenido la religión, sino como pura ceremonia. Mr. Marsden compró de los gefes 200 acres de tierra para la ocupación y uso de los Misioneros; primera operación de esta especie practicada por los Neo Zelan- — 164 — deses. La concesión se hallaba en Ranghio, Babia de las Islas. Mr. Marsden volvió á Sidney en Marzo de 1815. El Gobernador y los habitantes de esta colonia lo congratularon por haber escapado de ser devorado por los salvages. En 1818 el misionero Wesleyo, Samuel Leigh, visitó la Nueva Zelanda á solicitud de Mr. Marsden. El pasó 9 meses como huésped de los Misioneros. Habiendo vuelto á Inglaterra en 1820, obtuvo del Comité de Londres le facilitase fondos para la evangelacion de aquella barbara tierra. El inició sus trabajos en 1821, cuando ya los misioneros episcopales (de la Iglesia Anglicana) Mr. Butler y Sheperd trabajaban hacía algu- nos años por la civilización de los Indigenas. Mr. Leigh estableció su misión en Wangaroa, obrando en todo de acuerdo con los Episcopales, lo que hace grande honor al juicio y moderación de las sectas Inglesas. Los Wes- leyos adquirieron un lote de tierra en el lindo valle de Kaeo y en 1823 tomaron posesión de él y edificaron su primer establecimiento. Allí pudieron presenciar un estraño espectáculo á la Robinson. Una canoa de guerra, llegó un domingo de Junio de dicho año, cargado de esclavos hechos en la guerra, uno de los cuales fué muerto, cocinado y comido delante los Misioneros, que se morían de horror y también probablemente de miedo, pues amenudo ellos y sus familias se veian amenazados de una igual suerte. En aquellos momentos se ocupaban de establecer los fundamentos de un gran templo espi- ritual. En 1824 se terminó un nuevo establecimiento. Los Misioneros acabaron por aprender el idioma del país, asi es que pudieron dirigirse á los indígenas en su pro- — 165 — pió idioma; establecieron escuelas, tradujeron la Biblia y predicaron el Evangelio. De este modo ellos, pudieron al fin ganarse la confianza de las tribus. Estas entonces dejaron de tratarlos con el desprecio que al principio encontraron; su existencia cesó de estar pendiente de un hilo. Sin embargo, cuando menos se pensaba, habiendo estallado una guerra en Wangaroa, una partida de me- rodeadores atacó, saqueó y quemó la Misión, cuyos habi- tantes y familias escaparon con lo que llevaban puesto, teniendo que caminar 20 millas al travéz de las espe- suras desgarradoras de ios bosques, para llegar á la Mi- sión episcopal de Kerikeri, donde fueron mantenidos hasta que pudieron marcharse á Sidney. Esto pareció amenazar por un momento la existencia de las misiones. Sin embargo, seis meses después Mis- ters Hobbs y Stack, á quienes se agregaron después Mr. y Mrs. White, recomenzaron la obra interrumpida en las márgenes del rio Hokianga, en un lugar llamado Man • gungu. La situación era central y tenian á su alcance, por botes, una población no menor de 4000 personas. Patuone y Nene conocidos después por los nombres de Eruera Maihi y Tomati Waka, se comprometieron á protejerlos. Rangi fué el primero que se convirtió y fué bautizado en 1825. Pero después de la destrucción de la Misión de Wangaroa, murió el célebre gefe Hongí. Hé aquí lo que hallamos á propósito de él en un diario que se publica en Auckland, en estos momentos que es- cribimos.» Uno de los camaradas de viaje de Tatuara fué JHongi, que se hizo ilustre años después por las sangrientas guerras que sostuvo en toda la isla del Norte. Se calcula — 166 — que durante sus campañas hizo perecer mas de ¿^0,000 almas, las cuales comenzaron en 1820, 6 años después de la vuelta de Tatuara de Inglaterra, viaje que Hongi aprovechó para comprar muchas armas y municiones. El fué, sin embargo, el constante amigo de las Misio- nes.» De la muerte de este gefe resultaron muchos conflic- tos sangrientos que condujeron á grandes preparativos bélicos en el valle de Waima. Se preveia un sangriento conflicto, cuíxndo mediante la intervención de los Misio- neros ingleses, que habian llegado á hacerse una poten- cia en el país, la lucha fué evitada y la paz se hizo. Entre tanto, la enseñanza de las escuelas continuaba y una vez despertada la afición de los naturales por la instrucción y la lectura, llegaron á faltar libros y maestros, para la satisfacción de todos los pedidos. Las semillas sembradas habian, pues, producido su fruto y la época de cosechar la sazonada mies habia llegado. Episcopales y Wesleyos habian logrado estender por toda la isla las simientes de la civilización y de la cul- tura. Este triftinfo sin embargo no era sin nubes. En 1837 dos jóvenes gefes del Hokianga fueron bárbara- mente asesinados un domingo, por compatriotas que rechazaban sus prédicas. En esta misma época la Misión de los Episcopales en Matamata, distrito deWaicato, fué destruida y dos maestros de escuelas, asesinados en Taupo. Hé ahí, pues, dos mártires verdaderos de la civilización y de la ciencia. Conviene marcar este punto, porque es el de partida de un gran cambio. En Abril de 1838 un gefe Maori llamado Neitai -fué exa- minado delante de un Comité de la Cámara de los Lores, — 167 — designado para investigar el estado de Nueva Zelanda, cuya colonización se hallaba en via de resolverse. Hé aquí el resultado del interrogatorio á que fué sometido el gefe Neitai, tomado de los papeles de la época, al cual estos llaman Nayti. Este pertenecía á la tribu kawhia, cuyo gefe era Raupero ó Rauparaha. Neitai habia veni- do á Inglaterra en un ballenero francés, cuyo capitán le habia prometido presentarlo al rey Luis Felipe, si se resolvía á ir á Francia. El Comité — ¿Las mujeres de Nueva Zelanda matan á sus hijos á veces, no es verdad? Neitai— Suelen hacerlo en ocasiones. — Porqué matan sus hijos? — Porque tienen demasiados. — Matan varones y mujeres indistintamente? - Si, ios matan indistintamente cuando tienen mu- chos. — Los matan recien nacidos ? — Si, los matan al tiempo de nacer. — Las mujeres de Nueva Zelanda matan muy á me- nudo á sus recien nacidos? — Si, algunas mujeres los matan, pero otras no. Solo desean tener 9 á 10: no les gusta pasar de ese núme- ro; cuando tienen mas los matan. Aquí, el diario Auckland Weeckhj Newsy asegura entre paréntesis que las mugeres nativas no son en la actuali- dad tan fecundas y que ya no necesitan matar sus hijos, como cuando vivian en la miseria del salvagismo. Segui- remos el interrogatorio. — Deseáis colocar á Nueva Zelanda bajo el dominio de la reina de Inglaterra para ser como los Ingleses? — 168 — ~Yo quiero la reina de Inglaterra. Respecto á los otros, no lo puedo asegurar. Nada quiero asegurar res- pecto á mis compatriotas, porque puede salir falsa cuando los Ingleses vayan allá y me avergonzaria de pasar como embustero. — Cuál de las dos Islas es mejor para vivir, la del Norte ó la del Sud? — La isla del Norte es mucho mejor que la del Sud. La Isla del Sud tiene montañas muy elevadas. — Cuando un gefe muere, quien hereda sus tierras? — Las hereda el pueblo. — No las heredan sus hijos? — No, las hereda el pueblo. (La tierra es propiedad de la tribu). — Entonces no hacen gefe al hijo, después de muerto el padre? — No hacen gefe al hijo. El pueblo se reúne en un paraje determinado. Entonces un orador toma la pala- bra y propone una persona por gefe. Los presentes di- cen entonces: «Ye también lo quiero» y todos convienen con el primer orador. Deseo vayan á Nueva Zelanda mas Ingleses de los que hay hoy. Yo no sé cual será á este respecto la disposición de mis compatriotas. Croo que también lo desean, pues protejen hasta la gente mala que vá. Creo, pues, que si van gentlemen serán muy bien recibidos. — Beben los Neo Zelandeses mucho aguardiente? — Algunos lo beben, otros no, los que tienen la cos- tumbre de beber, toman bastante; los que no la tienen, lo rechazan. — Cuántas mujeres é hijos tienen los gefe Neo Zelan- deses? — 169 — — Algunos tienen dos, tres y hasta cuatro mujeres. Respecto al número de sus hijos; no puedo decirlo. — Tienen algunos hasta diez hijos? —Si, algunos. — Hasta cuantos hijos les gusta tener á las mujeres Neo Zelandesas sin matarlos? — Algunas 7 y otras 8. Pasado este número los matan. > Pues bien, después de esta pintura un tanto espe- luznante, cuando en Enero de 1840 el capitán Hobson estableció la primera colonia Británica en Nueva Zelan- da, sus naturales eran por lo menos nominalmente, todos cristianos. No habia una sola aldea en que no hubiese una buena Iglesia. El Domingo era observado fielmente: en la mayor parte de los establecimientos se celebraban oficios de mañana y tarde. Todos, viejos, jóvenes y niños sabian leer. Por todo, la vida era sa- grada y la propiedad segura. Un maravilloso cambio habla tenido lugar en este pueblo. Entre la multitud cristiana solo de nombre, habia muchos buenos cristianos. La theocracia del tapu y el canibalismo habian desapa- recido. La via para el desarrollo de la inteligencia, de la industria, de la paz, del contento y del respeto á los derechos de todos, y á una progresiva civilización se hallaba abierta. Esta pintura se halla corroborada por el escritor francés laico Terry, el cual viajó á Nueva Zelanda en esa misma época, y cuyo testimonio es dema- siado largo para que podamos citarlo. Pasaremos ahora ala colonización civil. Fué en 1769, que el célebre navegante Cook visitó á Nueva Zelanda por primera vez. El desde entonces previo que llegaría — 170 — á ser una colonia Británica. Las tendencias de coloni- zación comenzaron en 1825. La primer espedicion tuvo lugar con los fondos de una Sociedad privada, á las órdenes del capitán Herd. El realizó la compra de dos islas en el Golfo Hauraki y de una lengua de tierra en el Hakianga, hasta hoy llamada Herd's Point. Pero la ferocidad de los naturales les impidió llevar á cabo su empresa. En 1833 Mr. Busby fué nombrado Residente Británico en la Bahia de las Islas. Por este tiempo ya en Kororareka se habia establecido la población hoy llamada Russel. Se hallaba sostenida por los numerosos balleneros que llegaban á este puerto. Pero era un ver- dadero Pandemoiiium. Numerosos blancos se hablan des- parramado en el pais, tomando mujeres Maorís. Como es de suponerse, estas gentes eran de un bajo tipo moral; y se mantenían cortando madera ó pescando balle- nas en las costas. Los naturales se iban civilizando. Como el numero de residentes Europeos atraídos por las ven- tajas locales aumentase, la atención pública se fijó en que una colonizabion irregular habia ya comenzado. La cuestión, pues, se impuso al gobierno y á las Cáma- ras Inglesas. Formóse una poderosa asociación con el nombre de Compañía de la Nueva Zelanda, para esta- blecer allí Colonias. El coronel Wakefield su agente, se embarcó en el Tory y fué seguido por muchos otros buques de inmigrantes en 1838. Una bella masa de inmigrantes se confió á esta empresa. Todos ellos hablan comprado lotes urbanos y rurales á la Compama cuando esta no tenia aun adquirido un solo acre. A su llegada el ájente de la Compañia hizo la adquisición de grandes trozos de territorios, sin un rijido examen con relación — 171 — á los títulos de los vendedores. Este modo de proceder condujo á serios altercados que vinieron á parar en efusión de sangre. Las ciudades de Wellington, Nelson, ^anganui y New Plymouth fueron fundadas por esta Compañia. Las dificultades y dilaciones para obtener la posesión de la tierra, con motivo del modo descuidado conque se habia hecho su adquisición de los naturales ocasionó grandes pérdidas á los desencantados colonos. Fué la acción de la Compañia de la Nueva Zelanda la que forzó al fin al Gobierno inglés á dar pasos para la regu- lar colonización del pais. En consecuencia el 29 de Enero de 1840, el Capitán Hobson desembarcó en la Bahia de las Islas, en caUdad de Cónsul inglés. Tenia en su poder la Comisión de Su Majestad B. para asumir el Gobierao de la Nueva Zelanda, previo el consentimiento de los gefes nativos. Y esto se consiguió. Una Asamblea pública tuvo lugar, que dio por resultado el famoso tratado de Waitangi. Este contenia tres artículos. El 1" cedia á la reina todos los derechos, facultades y prero- gativas de soberania sobre todo el territorio de la Nueva Zelanda, el 2° garantia á los gefes y á sus tribus todos sus derechos territoriales, sujetos al derecho esclusivo de preension en favor de la corona, con relación á las tierras de^ que ellos pudiesen disponer ó enagenar; por el 3*^ S. M. se comprometía á estender á los naturales de la Nueva Zelanda su regia protección, acordándoles todos los derechos y privilegios de subditos británicos. Seis gefes se opusieron al tratado, mientras veinte hablaron en/avor de él. Los oponentes tenían ya gana- do á su favor el debate, cuando un poderoso discurso de Tomati Waka Nene, trastornó la balanza. Sucedióse -^ 172 una gran agitación defiriéndose el acuerdo por 24 horas. Al siguiente dia, 46 gefes firmaron el tratado. El capi- tán Hobson pasó al Hokianga donde fué bien recibido por mas de 2000 naturales. Despacháronse agentes á las otras partes del pais y en menos de 6 meses 612 nombres se hallaban apuestos al documento de Estado, Resuelta favorablemente la dificultad legal, la reina, podia sostener sus derechos al gobierno con la apro- bación de los legistas de la Corona. La proclamación se hizo en el Norte el 21 de Mayo y en el Sud el 17 de Jnnio de 1840. Esta proclama declaraba nulas é ilega- les toda venta de tierra de parte de los naturales que no se hallase sancionada por la corona. En esta declara- ción se ocultaba el germen de futuras disenciones con los naturales. El asiento del Gobierno fué establecido á la embocadura del rio Kaua, en la Bahia de las Islas; siendo poco después transferido al Waitemata. El 19 de Setiembre de 1840 el pabellón Británico fué izado en Auckland, y en Enero siguiente el Teniente Gober- nador estableció allí su morada. Nueva Zelanda era entonces una dependencia de la Colonia de Nueva Gales del Sud. En 1841 su independencia fué declarada y el capitán Hobson fué el primer Gobernador de la Colonia. El murió en Setiembre de 1842. Dos transacciones importantes tuvieron lugar bajo su administración. Estas fueron un acto de canibalismo del viejo jefe Taraia, sobre el rioThames. Y el otro fué el juicio, convicción y ejecución del joven gefe Maketu, que habia cometido en la Bahia de las Islas un asesinato alevoso. Fallecido el capitán Hobson, su Secretario Shortland gobernó provisoriamente en su lugar. Durante su go- — 173 — bierno tuvo lugar un acontecimiento trájico conocido en la colonia con el nombre del matanza de Wairau, El caso fué el siguiente: en la provincia de Nelson existe un gran valle llamado Wairau. El coronel Wakefield lo reclamó como perteneciente á la Compañia; pero los naturales negaron haberlo vendido. Enviáronse agri- mensores; pero los gefes Te Rauparaha y Rangiaeta con sus partidarios armados los arrojaron, quemando sus habitaciones. Decretóse el arresto de estos gefes y se despachó una fuerza de 48 hombres al mando del magistrado de policía Mr. Thompson para ejecutar el decreto. Esta fuerza de sembarcó, y al cabo de seis millas de marcha, encontró á los naturales acampados en un puerto exelente para la retirada ó la defensa. Un profundo rio corria al frente de su campo, con un denso bosque á su espalda. Los gefes se negaron á entregarse, pidiendo se sometiese la cuestión al comisionado. Se hizo una acometida para apoderarse de Rauparaha y el combate se siguió á la primera bala lanzada. Muchos de los colonos que formaban parte de la espedicion, fueron muertos; otros huyeron. Nueve se rindieron á Rauparaha. Mas habiendo Rangihaeata perdido una de sus mujeres en la escaramuza, esto hizo que los 9 prisioneros fuesen asesinados. En este encuentro 22 colonos perdieron la vida. Los naturales solo perdieron 5 hombres. Esta horrible trajedia produjo un pánico entre los colonos y un triunfo entre los Maoris. El prestijio militar de los blancos se desvaneció, creyendo los naturales que vahan y eran mas militares que los Europeos. En esta crisis el capí- — 174 — tan Fitzroy nombrado Gobernador en 1843 llegó á Auckland en Diciembre. En la primer recepción los naturales hicieron dos presentaciones: en la una se quejaban de la supresión de su derecho de vender sus tierras; en la otra hablaban del alto precio del tabaco. El primer acto del nuevo Gobernador fué pasar al estrecho de Cook á tomar informes sobre la fatal trajedia. Los naturales victoriosos hablan vuelto á su establecimiento de Otaki, donde esperaban la revancha de los Europeos. Para exitar el enojo de su tribu Rau- paraha les enseñaba un par de esposas de hierro que se hablan hallado en poder de Mr. Thompson y que aseguraba estaban destinadas para él. En la audiencia del gobernador en Wellington las dos razas se quejaron acerbamente una de otra. En Otaki se celebró una conferencia en presencia de 500 nativos y de 12 Euro- peos. No manifestaron temor y se justificaron con el derecho de la propia defensa; y como los Europeos hablan sido los agresores, sostuvieron que al asesinar los prisioneros indefensos no habian violado ninguna de sus leyes. Rauparaha fué el que hizo uso de la palabra; después de un silencio de media hora, el Gobernador reprochó á los naturales el horrible atentado que habian cometido, añadiendo que no tomada venganza por haber sido los Europeos los agresores. Bsta conducta del Gobernador descontentó ó ambos partidos. «Me ha tenido miedo,» esclamaba Raupa- raha, riendo. El Gobernador Fitzroy sin fuerzas y sin dinero, no podia sino temporisar, haciendo concesiones tras concesiones, que se atribuian á la conciencia de su debilidad. El dispuso que los robos entre los Maoris — 175 se castigasen con multa y no con prisión, se suprimie- ron los derechos de aduana en la Babia de las Islas, y se permitió á los naturales las ventas de sus tierras con el impuesto de 2 es. por acre. En Taranaki los colonos habian entrado en colisión con los esclavos libertos que después de la matanza de Wairau habian tomado pose- sión de las tierras disputadas. En Oruru en el norte, habia tenido lugar un combate sobre los mismos funda- mentos, perdiéndose unas 40 vidas. El gobierno tuvo que comprar las tierras disputadas antes de poder- dispo- ner de ellas. En Wellington y en Hutt se derramó tam- bién sangre, con motivo de disputas sobre tierras; y en el norte la inquietud estalló en la guerra de Hekey la des- trucción de la ciudad de Kororareka. Auckland se hallaba amenazada é mdefensa. El descontento era general: el Gobierno que se resolvió al fin á obrar seriamente, depuso á Fitzroy. El habia perdido á Kororareka, pero habia salvado á Nueva Zelanda de un levantamiento general de nativos, como el que en Araucania, habia acabado con la dominación española. El Capitán Grey vino en 1845 como sucesor de Fitz- roy. Su prir/i^ra medida fué prohibir la venta de armas y de municiones de guerra á los naturales. Entre tanto, el gobierno se hacia cada dia mas fuerte en tropas, mienlras los naturales se hallaban aun mal armados y divididos: ellos, sin embargo, no solicitaron la paz. Hasta allí ellos habian sido gananciosos en los com- bates, y si nó hubiera sido por el auxilio de los natura- les amigos, bajo las órdenes de Tomat Waka, la victo- ria de los Maoris habría sido decisiva. — 176 — Los naturales se habían fortificado en Ruapekapeka, posición fuerte defendida por 500 de sus guerreros. El Capitán Grey la atacó sin embargo, con una fuerza de. 1200 Europeos y de 500 naturales. Mas no pudo tomar la fortaleza sino por sorpresa, en un domingo, mientras los naturales observaban la solemnidad del sábado en un bosque inmediato. Viéndose perdidos, los gefes pidieron la paz, acordándoseles un perdón ge- neral é incondicional, acto de clemencia digno de una sabia política. Terminada la guerra en el norte, el Go- bernador dirijió su atención al sud, donde durante me- ses se habian llevado adelante hostilidades de guerri- llas. Mediante el uso de una hábil estrategia, el consi- guió apoderarse de Te Rauparaha, conduciéndole á Auckland, terminando con esto la lucha. Restablecida la paz, el Gobernador se ocupó de hacer prosperar la colonia. El adquirió mucha influencia con los naturales, mezclándose con ellos y hablándoles en su idioma. El estableció escuelas para la educación de la juventud Maori, empleando á los adultos en abrir caminos. Du- rante la feliz administración de este Gobernador que duró 8 años, una nueva constitución se dio á la Colonia. Wynyard sucedió provisoriamente á Sir George Grey y convocó el primer parlamento de Auckland en Mayo de 1854. Una guerra civil entre los naturales tuvo lugar por este tiempo, deseando los unos, vender tierras al Gobierno; mientras los otros dirijidos por la Land Lea- gue, se opusieron. Esta guerra duró dos años y costó 60 víctimas sin que los ingleses tuviesen que sufrir nada, ni se mezclacen en ella. Cuando llegó el Gobernador propie- tario Browne, halló la Colonia en condiciones de pros- — 177 — peridad general. Bajo su gobierno tuvo lugar una guerra con los naturales por causa de títulos dudosos por tierras, la cual duró hasta que tuvo lugar una tregua. El coronel Browne pasó al gobierno de Tasmania y en su lugar vino Sir George Grey. Los esfuerzos del Gobernador reelecto en beneficio de la paz fueren infructuosos. Las hostilidades se reno- varon en Taranaki en Abril de 1863 y en Julio el Waikato fué invadido. El Gobernador contaba con 10,000 hombres de tropas regulares al mando del Ge- neral Cameroa y con dos cañoneras, contaba además con 10,000 bombes de milicias y un gran cuerpo de aliados nativos. Los naturales defendieron su causa coa gran valor á pesar de la desproporción de las fuerzas. Diéronse encarnizadas batallas en Koeroa, Merciuere, Rangiriri, Awamutu, Rangiaohia, Orakau, el Gate Pah y Te Ranga; pero al fin tuvieren que rendirse a fuer- zas superiores, aunque despreciando la sumisión. Unos 214 prisioneros de guerra, entre ellos muchos gefes de alto rango, fueron enviados á Auckland, y multitud de ellos habian perecido. Unos 150,000 acres de tier- ras fueron confiscados distribuyéndolos entre colonos militares. La paz se hizo formalmente terminando la campaña de Waikato, por exaucion. Pero mientras la lucha terminaba en el Waikato, ella se prolongaba en Taranaki, Wanganui y en la costa Sudeste. Los na- turales fueron al fin sometidos, pero no sin grandes pérdidas. Todos los soldados ingleses se habian reti- rado de la colonia antes que la insurrección estuviese del todo sofocada; asi es que hubo de enrolarse un gran cuerpo de constabularios armados y un contin- 12 — 178 — gente de naturales, á fin de mantener en jaque á Ios- desafectos. Sir George Bowen sucedió al Gobernador Grey en Ma- yo de 1868. Hízose muy popular. Pocos meses después de su llegada, unos 187 prisioneros confinados en las islas de Chatham, lograron escapar, apoderándose del Schooner Bifleman, desembarcando en la costa inme- diata á Taranganui. Si se les hubiese dejado la reti- rada libre del lado de las montañas, tal vez no habrían dado mas trabajo; pero se les hizo una activa perse- cución, volviéndolos á acorralar en la Bahia. Pero redu- cidos á la desesperación, bajo la conducta del caudillo Te Kooti, asolaron la costa, cometiendo horrorosos atentados y no perdonando ni á los blancos ni á los Maoris sus aliados. Ellos fueron acosados de posición en posición, hasta que Te Kooti con algunos pocos partidarios que le quedaban, fué á refugiarse entre los naturales de Waikato. Desde 1870 adelante no ha habido combates, pero se han perpetrado algunos asesinatos. En los distritos antes perturbados por una guerra asoladora, hoy no se nota sino paz, abundancia y progreso. A Sir Geor- ge Bowen sucedió en el Gobierno en 1873 Sir James Ferguson, al cual siguió el marques Normanby. Ha- biéndose trasladado este á Victoria, vino á ocupar su lugar Sir Hercules Robinson al cual sucedió Sir William Fervois, antes Gobernador de Victoria, ei cual pasó á Wellington en 1883. De todo lo espuesto resulta que la colonización de Nueva Zelanda no ha dejado de tener sus contingencias y que su prosperidad actual la ha comprado con bastantes vicisitudes y luchas que en — 179 -^ cierto modo la sancionan. Su prosperidad actual prueba que este pais es perfectamente elástico en sus recursos y vigor y que él es indudablemente el asiento de una fecunda pepinera de civilización Anglo Sajona. La naturaleza, con cortas escepciones, ha hecho en realidad de Nueva Zelanda un pais vasto, fértil y rico, pero en estremo quebrado y escabroso. Hasta hace poco el no contenia sino caminos pedestres, escepto las cos- tas y rios donde podia ser navegado. Sobre ou suelo erizado de montañas, ensenadas, bahias, rios, quebradas, valles, y torrentes, no habia otros medios de comunica- ción que los viejos senderos de guerra, al travez de las densas selvas nativas. Este medio de inter-comunicacion era pintoresco pero no era cómodo ni agradable; el tenia lugar, ya recorriendo las sonoras riberas del mar; ya trepando las escarpadas montañas; ya hundiéndose den- tro de las silenciosas selvas; ya sahendo á la llanura abierta; ya remando sobre las ondas de un profundo rio; ya vadeando un espumoso torrente alternativamen- te encantado por la belleza, ó intimidado por la grandeza de las escenas; marchando, descansando, contemplando durante el dia, y por las noches sentado con los vesti - dos enjutos á la orilla de un flameante fuego; y termi- nada la frugal cena y el himno de la tarde, escuchando los cuentos, los estratagemas y las tradiciones de los naturales, hasta que por fin, el dulce restaurador de la naturaleza, el balsámico sueño, obliga al viajero fatigado á cerrar los ojos y los oidos á la conciencia activa de la vida. — 180 — Todo esto es ya cosa del pasado y el aspecto del pais ha cambiado. Por todo hoy se ven radiar 4 ó mas líneas de ferro- carriles^ de buenos caminos con diligencias y ómnibus que los transitan, de telégrafos y de líneas re- gulares de navegación á vapor por las costas y rios. Hay ferro-carriles abiertos hasta la estension de cerca de 2000 millas, y una red completa debe ligar muy pronto todas las ciudades interiores de la Colonia. Buenos caminos de herradura comunican todas las poblaciones y posesiones en los paises montañosos y quebrados, y no solólos Europeos, sino hasta los naturales, viajan todos en buenos caballos de crias inglesas, viéndoseles en ca- balgadas de 10 hasta 50 por los caminos, con sus mon- turas enjaezadas; por todo se encuentran guias y caballos de alquiler; y posadas y abrigo se hallan con profusión, aunque á veces de un tipo primitivo. No obstante, la mas vieja ciudad de Nueva Zelanda no tiene mucho mas de 40 años ; y entre tanto, hoy cuenta algunas ciudades de 20 á 50,000 almas, con calles bien adoquinadas, ilumi- nadas á gas y adornadas con magníficos edificios pú- blicos y privados que se pueden comparar con los de Inglaterra y de Estados Unidos. Las ciudades de 2,000 á 10,000 almas son bastante numerosas. Pueden contarse cerca de 20 de una para tres mil almas ; y de 40 á 50 de menos de mil almas. Las mas de las ciudades de con- sideración tienen tram^^ays de sangre y á vapor. Todas ellas cuentan museos, bibliotecas, escuelas é institutos para enseñar las artes y oficios mecánicos de toda espe- cie ; porque los Ingleses no se contentan como nosotros, con enseñar á leer y escribir á sus hijos, sino que les enseñan también una ciencia, oficio, arte ó industria con — 181 — que poder subvenir á las necesidades de su existencia. Según los últimos censos, toda la población de Nueva Zelanda, no incluyendo los Maoris, llegaba en 1879 á 450,000 almas, hoy se sabe (1883) pasa de 600,000. En cuarenta años han adquirido, pues, estas Islas mas población que nosotros en tres siglos bajo el poder de la España. La Inglaterra, al tiempo de su gran espan- sion á principios de este siglo, tenia menos población que la España hoy, y aunque tenia mas industria, sin embargo no tenia mas recursos que España. Y no obs- tante, ella ha podido inundar con sus hijos y sus capi- tales la India^ la Australia, Nueva Zelanda, el Canadá y los Estados Unidos; y esto sin perjuicio de su población propia, pues la Inglaterra ha triplicado sus habitantes en este siglo, en vez de disminuirlos, al mismo tiempo que cubre al globo con su laboriosa raza, ¡ Esto si se llama industria, actividad y fecundidad! Y entre tanto, esa pobre España, atribuye á América el haberla des- poblado, cuando es sabido que la América ha sido des- poblada, mas bien que poblada por los españoles ! Lo mismo le ha sucedido á Roma, Italia, Francia á Irlanda, estados católicos cuya población ha retrocedido ó per- manecido estacionaria. Y si Roma é Itaha no han su- cumbido á esta influencia católica, es que felizmente el rey de Italia gobierna en Roma. Un siglo mas de go- bierno católico y papal, y la raza latina cesa de existir en el mundo. Aun falta averiguar hasta donde el cato- licismo con su enemistad con las ciencias, la industria y la población, ha contribuido desde Constantino, á la ruina de la antigua civilización Romana, cuya barbari- zacion data solo del triunfo del despotismo civil y teo- — 182 — crático con el Emperador que llevó la sede del Gobierno á Constantinopla. Volviendo á vueva Zelanda, de los 450,000 habitan- tes que contaba en 1879, 120,000 eran ingleses, 50,000 escoceses, 40,000 irlandeses, 16,000 ingleses australia- nos, 180,000 naturales de Nueva Zelanda de padres europeos, 5,000 procedentes de posesiones británicas, 20,000 estrangeros y 10,000 de origen dudoso. La po- blación de Nueva Zelanda se dobla cada 10 años. Los sexos se hallan un tanto desproporcionados; 200,000 mujeres para 250,000 varones. Las comunicaciones marítimas que eran raras antes, son hoy numerosas y valiosas. Hé aquí algunos datos tomados de los diarios de Auckland {.hickland Weeckhj News) publicado duran- te nuestra residencia en esta bella, populosa é intere- sante ciudad: «Donde quiera que el ciudadano de Auckland mira, no vé en torno suyo sino las señales del progreso. En nuestras calles, en los modos y en los medios de comunicar con el interior de la Provincia, y en el aumento de las comodi'dades cuando se viaja de puerto en puerto, la evidencia de un gran progreso sobre los años anteriores es tal, que salta á la vista. Pero en nada es mas evidente este progreso que en la clase de buques que frecuentan nuestros puertos y nos ~ ponen en comunicación con el resto de la tierra. La ini- ciativa fué tomada por la Compañía de Nueva Zelanda que tiene su asiento en Christ Church. Desde que esta Compañía tomó á su cargo el tráfico de estas Colonias, este se practica por los buques mayores, mas moder- nos y perfectos; y el movimiento tiene lugar con tal frecuencia y regularidad que contrasta con el servicio de los años anteriores. — 183 -- Y este progreso en el servicio no se limita á nuestras costas. El servicio directo entre Inglaterra y Nueva Zelanda hoy tiene lugar por grandes y numerosos vapo- res; mas no bastando esto, la Neiv Zeland Shíping Com- pany acaba de ensanchar su capital y dispuesto por cable la compra de tres espléndidos Steamers, para comenzar el servicio directo entre Nueva Zelanda y la Metrópoh.» El diario pide en seguida la protección del pueblo para esta Compañia formada con capitales del país, ademas de las . compañías Inglesas que se ocupan de este mismo negocio. Hoy, pues, las bellas costas de ■estas preciosas islas llamadas con razón la Gran Bretaña del Pacifico se hallan recorridas diariamente por elegan- tes y modernos steamers; faros innumerables guian al navegante por entre los canales y escollos de sus identa- das riberas; ^^Opost ofices entregan anualmente 10 millo- nes de cartas, 6 millones de periódicos, 130,000 tarjetas postales y medio millón de paquetes de libros encuader- nados. El costo de franqueo de las cartas es de 2 es para la ciudad, 4 es para la campaña ó Australia y 12 es para Inglaterra ó Europa. La correspondencia escrita se recibe con tres meses de plazo; y las noticias por cablegramas se tienen del dia antes ó á mas tardar,con dos dias de intervalo. Mas •de 8,000 millas de alambre telegráfico se hallan en ope- ración. El costo de un telegrama es de 24 es (un chelin) por 10 palabras dentro de la Colonia. Hoy se publican mas de 40 diarios y un mayor número de periódicos y revistas bisemanales, semanales y mensuales de un ca - rácter político, literario, científico ó religioso. La deuda actual de Nueva Zelanda alcanza á cerca — 184 — de 30,000,000 libs. est. (cerca de 150 millones de duros) tomados al 6 y 5 7o- La mayor parte de estos emprés- titos públicos se han empleado en desarrollar los reciir - sos del pais y aumentar su riqueza esplotable. Para pagar los intereses de esta prodigiosa deuda, ha habido que agravar los- impuestos; pero el pais se ha enrique- cido; su industria, su producción y comercio ha aumen- tado y esto dá con que pagar este aumento de cargas. El valor de la propiedad imponible de la Colonia de toda especie se avalúa hoy en 200^200,000 libs. est. lo que da mas de 15 millones de duros solo al 1 1/2 7o tle contri- bución. Según el censo de 1878, las exportaciones del año precedente subieron á 30 1/2 millones de duros y sus importaciones á 35 millones de duros ó un movimiento de puertos por valor de 66 millones de duros. En Nueva Zelanda se contaban con esa fecha 138,000 caballos, 578,000 cabezas de ganado vacuno y 13 millones de ove- jas, y el valor de las lanas exportadas se eleva á 20 millo- nes de duros. En 1882, año de nuestra visita expor- táronse de Nueva Zelanda 192,734 fardos de lana; 755,995 sacos de trigo; 27,490 sacos de cebada; 7193 sacos de avena; y 15,0C0 pipas de sebo. Esto representa un aumento de un 40 0[0 sobre 1878; mostrando que las dos industrias del pastoreo y la agri- cultura prosperan igualmente en Nueva Zelanda. En ese mismo año 1882, la tierra ocupada en pertenencias de mas de un acre de ostensión, sin incluir las tierras de los Maoris, llegaba á 26,845,466 acres, 2(5 de todo el área de las Islas. La población según el censo de 1881, escluyendo los Maoris alcanzaba á 500910 almas: población que tiene mas 1,000,000 de acres de tierra en — 185 — cultivo y pastoreo de 13,000,000 de ovejas. Nueva Zelanda esta destinada á ser con el tiempo, un gran pais manufacturero al mismo tiempo que agrícola y pastoril. Desde ahora ya existen en el mas de 30 fundiciones de hierro; mas de 50 fábricas de rodados; cerca de 50 astilleros para la construcción de buques; 3á 4 fábricas de tejidos de lana; mas de 100 curtiem- bres de zuelas y tafiletes; 130 hornos de ladrillo, teja y alfarería; 25 fábricas de ropa hecha y muchas fábricas de muebles y otros productos dignos de rivahzar con los de igual clase de otras grandes naciones del mundo. Durante la última década de la Colonia, se han abierto mas de 2,300 millas de caminos carreteros. El tonelage de puertos llegaba en 1878 á 500,000 toneladas, llegando según el censo de 1881 á 800,000, representadas por 1527 buques. Las importaciones de 1881 llegaron á libras esterlinas 7,457,045; las exportaciones llegaron á libras esterlinas 6,060,866. La renta actual, que era de mas de 2 li2 millones de libras esterlinas en 1875, llegó en 1881 á libras esterlinas 3,757, 492 y libras esterlinas y 4 millo- nes en 1882, esto es, 19 y 20 millones de duros. Cerca de la mitad corresponde al impuesto territorial ó directo. La renta de correos llega á un millón de duros. Los bancos de ahorro cuentan mas de 5 millones de duros de depósitos, pertenecientes. en su mayor parte á jóvenes sirvientas y peones. A mas de lana y oro las exportaciones consisten en trigo, cáñamo, goma kauri, sebo, cueros, maderas etc., todo lo cual año por año aumenta incesantemente en cantidad. También se esportan hoy como lo hemos señalado — 186 — desde Londres, carnes conservadas por el sistema fri- gorífico. He aquí las noticias mas recientes sobre esta industria. Dos vapores van ya despachados para Europa con carnes conservadas por el sistema frigorífico, y son e^ «Dunedin» y el«Mataura.)) La primer carne se vendió á buen precio según lo espresamos de Londres cuando de ello dimos cuenta. La segunda no se ha vendido tan bien y la razón es clara, pues llegó en el rigor del vera- no del Norte, cuando los Norte- Americanos suspenden sus remesas, á esto se añadió la competencia de la carne de carnero Austrahana llegada en la misma época; pero la principal causa se atribuye á una cosa que á ser cierta, seria favorable para nuestra raza ganadera del Plata; esta causa es la excesiva gordura y poca mezcla de magro de la carne Neo Zelandesa. En efecto, aquí en las carnicerias vemos carne mucho mas gorda que en otros paises. Esto no quita que para nuestro gusto sea esquisita esa carne, pues su gordura proviene de los pastos naturales y no de las tortas de semilla de algodón y de lino, que se dá en Europa al ganado para engordarlo. Son, pues, estraordinarias las calidades engordadoras de los pastos Neo Zelandeses. Fué en el mercado de Smithfield donde se exhibieron por primera vez estas reces tan gordas, siendo el objeto de la admiración de todos. Las ventas se abrieron á 13 es. Ib., precio que bajó cuando se pusieron á venta carneros tan gordos que eran como una masa de grasa y sebo, propias mas bien para una graseria que para una carnicería. Esta carne solo pudo venderse de 9 á 10 es. Ib. y los enormes cuar- — 187 — tos de reces vacunas espuestos con mas de 6 pulgadas de grasa solo obtuvieron un precio aun menor. El pre- cio medio que se obtuvo por todo fué de 10 á 11 es. Ib. precio inferior al que obtúvola carga del ^Dunedin». La Compañía Australiana de exportación de carne de Mel- bourne «Australian Meat Export Company oí Melbourne» ha continuado enviando á Inglaterra muchas cargasones de carne de una exelencia uniforme. Esta carne, sin em- bargo, se considera inferior á la de Nueva Zelanda. Las pequeñas reces de la cria merino recibidas de Sydney por el Chimborazo, han descontentado á los comercian- tes del ramo en Londres, que las llaman con desprecio conejos] y aun las reces de una cria mayor deMelbourne, aunque de exelente calidad, no se pueden comparar con la alta reputación adquirida por los carneros de la Nueva Zelanda. Las autoridades imperiales de Inglaterra se ocupan en la actualidad de hacer fuertes contratos de carne Australiana y Neo Zelandesa para la provisión del ejército en las diferentes estaciones que ocupa en Eu- ropa, Asia, y África. A nuestro modo de ver la cuestión de la conservación de la carne por el hielo es cuestión resuelta y no hay ni puede haber un sistema mejor. El hielo no añade ingrediente alguno á la carne y la conserva por el írio, sistema exelente é inmejorable. Resuelto el problema de este modo, las drogas conser- vativas quedan fuera de cuestión. Nadie comerá car- nes conservadas por el acido bórico, por ejemplo, desde que pueda comerlas conservadas por el hielo. El Con- greso Argentino lo que debe hacer ahora, es retirar su premio ofrecido al mejor sistema de conservación de carnes, y ofrecer un grande y bello premio de dinero — 188 — á la primera Compañía que se forme para llevar á Eu- ropa carnes Argentinas conservadas por el hielo. Respecto á las crianzas ovinas de Australia, he aquí lo mas nuevo é interesante que hemos podido observar y conocer por nuestra parte. De los 13 millones de ovejas Neo Zelandesas que se contaban ahora 4 años, la Pro- vincia de Auckiand cuenta 500,000 como suyas; siendo esta la séptima Provincia por la cantidad y Otago la primera con 4 millones y Westland la última con 5000. Se cuentan en Nueva Zelanda rebaños de Lincoln puros y Leicesters; pero la cria mas común entre los criado- res de esta es la Longwool ó lana larga, término que se aplica á ovejas que no son de una cria especial, sino que se hallan cruzadas con varias otras razas, predomi- nando en unas el Lincoln, en otras el Leicester; pues aqui los criadores varían de carneros padres en cada estación, pero conservándose generalmente fieles á la cria Lincoln, á juzgar por la calidad de la lana. En los remates de lana que han tenido lugar ultima- mente en Auckiand, se ha observado una deterioración en muchas de las lanas presentadas, bajando en conse- cuencia de los anteriores precios. Esto no es que las lanas hayan bajado en los mercados, sino que la lana de Auc- kiand según opinión de los inteligentes, vá degenerando en ordinaria y haciéndose menos vendible cada dia; y es á esto que se atribuye la baja indicada de precios. Los remates dan, sin duda, la medida de la estimación de un artículo; pero esto es en los. remates verdaderamente libres. Mas suele suceder que los compradores ó corre- dores de lana forman lo que los Ingleses llaman ring^ y cotierie los Franceses, siendo el objeto de estos com- — 189 -^ plots, el hacer bajar ficticiamente los precios á fin de realizar mayores ganancias á espensas y con gran per- juicio de los estancieros y criadores. Mas para este mal hay un remedio, y es que los estancieros formen por su parte una sociedad para la venta de sus lanas, despa- chándolas directamente á Europa á obtener allí los mayores precios del mercado. Hé ahí el verdadero se- creto de la prosperidad de los estancieros. Si en realidad las lanas de Auckland marchan en de- cadencia, convendria estudiar sus causas; y como esta es una lección que puede ser provechosa para los Ar- gentinos, procederemos á ello. Para los que se ocupan de criar ovejas solo por su lana la mejora ó deterioro de los vellones es de gran importancia según las diver- sas razas. Dos ó cuatro centavos de diferencia en la libra, hace diferencia de duros en arroba y de cientos de' duros en los cientos de arrobas, decidiendo en consecuencia de la utiUdad ó pérdida del negocio. Ahora bien, la pro - duccion de la lana y su calidad depende de mil cir- cúnsiancias. Hay que considerar no solo cual es la lana que mejor precio obtiene en el mercado, sino cual es la cria que se aviene mejor con el clima, suelo y pasto de sus tierras. Hay que tener presente que la calidad y cantidad de lana esquilada, de un rebaño, depende mucho del buen cuidado que se tiene con este; de la clase de pasto y campos en que las ovejas se apacientan y de la abun- dancia y regularidad del alimento que reciben todo el año. Algo hemos dicho ya á este respecto en las correspondencias anteriores. Las ovejas, es sabido, se — 190 — adaptan á todos los cumas y pastos; pero siempre es mejor elegir las crias que mas se avengan con el clima y la localidad. Este es el modo de no perder tiempo y de utilizar este mejor, pues hay razas que se avienen mejor con los pastos abundantes y otros con los pastos escasos y duros; unas que medran bien en los valles y cañadas fértiles; y otras que medran igualmente en las lomas y montañas mas estériles; unas á quienes sientan los paises de luz y de sol y otras las regiones Mas. Si la lana es afectada por la cria, el clima y la edad de la oveja (la mejor lana es la que dan las ovejas de 4 años abajo) y otras circunstancias, el alimento es un im- portante factor para la conservación de la salud y vigor de los rebaños y que influye^mucho en la calidad de la lana que se obtiene de un rebaño. Pero la verdad es que los malos pastos en estio y los escasos pastos en invierno, hacen que el desarrollo del animal se suspenda; que se paralice el desarrollo de la lana, hechando á perder sucalidad, impidiendo que su fibra se produzca larga, pareja y firme. Es muy probable que algunas de las lanas últimamente vendidas en Auckland deban su inferioridad, no tanto á la degeneración de la cria, como á la paralización del desarrollo de las ovejas en el invierno último, pues el pasto se desarrolló poco y el invierno fué escepcionalmente húmedo y frió. En todo caso, cuando las ovejas son atendidas y mantenidas con regularidad y en buena salud, su lana es mejor que cuando descuida- das y mantenidas con escasez, aunque sea solo durante una parte del año; porque lalan¿) entonces se desarrolla desigual y despareja. Así, poco importa la cria de las ovejas y la calidad de su vellón siesta es descuidada y — 191 — mal racionada una parte del año; pues entonces la fuerza, la textura, y la calidad de la lana, sufre igual- mente que la carne de los animales esfuestos á estas alternativas. Media también la cuestión de los campos ó pastos que se deterioran con los años, deteriorando al mismo tiempo la oveja y su lana. La oveja contribuye sin duda á enriquecer la tierra no pastada antes por los ruminantes; y sin duda que el pasto brota mas exhuve- ranteallí donde la oveja le ha trillado con su pata de oro. Pero esto no tiene lugar para siempre. Ya hemos hablado de la degeneración por la absorpcion de los fosfatos no repuestos de la leche en ciertos Estados de Norte américa. Hay campos que se gastan con el tiempo y en que las ovejas cesan de medrar, esto proviene según lo hemos dicho, de la exauccion del azufre en los pastos que comen estos animales y de que se forma la lana. En estos casos, no es estraüo que la lana se ponga ordinaria y de una calidad inferior, Un poco de reflexión bastará para hacer comprender que el mismo pasto y la misma tierra, limitada en una estrecha área, no puede siempre suplir en la misma proporción los elementos indis- pensables para alimentar y mantener en su vigor normal el rebaño; para la formación de la sangre, de los huesos, de la carne, de la grasa, para la producción de la lana etc. Aun del item de la potasa, que es un importante é indispensable constituyente del vellón, debe con el transcurso del tiempo hacerse deficiente. Debido á esto es qne el agua sucia proviniente del — 192 — lavado de la lana en las fábricas, es un buen fertili- zante del suelo. En Francia la estraccion de esta potasa de las aguas sucias de la lana es una grande industria. Estas aguas compradas á los fabricantes de lanas en estado de concentración son hervidas hasta reducirlas á un residuo carbonoso seco, estrayéndose por lixiviasion con agua. El mas importante de los alkalis obtenidos de este modo es la potasa, que es reducida á un estado de gran fuerza. Se calcula que la potasa que podria estraerse anual- mente de la lana de los 50 millones de ovejas que posee la Francia, bastada pora producir toda la potasa que es- ta nación necesita para las artes, suficiente para pro- ducir 12,000 toneladas de carbonato de potasa, conver- tible en 17500 toneladas de salitre, que pueden producir cerca de dos millones de cartuchos. Esta es una de las razones porque en Australia como haremos ver cuando hablemos de esas colonias, la ma- yor parte de los ganaderos han dejado de lavar sus majadas pues á mas del trabajo extra que esta operación requiere y los inconvenientes y perjuicios que los re- baños reciben al hacerse la operación, la diferencia en el precio de la lana, no alcanza á remunerar porque si bien la lana sucia lleva mayor peso que la lavada, este mayor peso no es todo de desperdicio, pues cuentan como utiUdad la potasa que se obtiene del lavado de la lana con j ubre solo lavan sus majadas algunos que están á grandes distancias de un puesto ó estación de ferro- carril y que por consiguiente les es muy caro el flete en carretas. Los Sres. Cox, los Sres. Rause y el Sr. D. Enrique — 193 — Wliite de las cercanías de Mudjee, que están á ochenta millas de distancia de la estación Capertee del ierro-carril y de esta al puesto de Sydney 127 millas, tienen sus aparatos' de lavar sus majadas y que les cuestan miles de pesos fuertes, completamente aban- donados hacen dos años y no piensan hacer mas uso de ellas. Igualmente sucede con los que tienen los señores xV. A. Daujar y Mr. Daujar certa de la estación Singleton tanto las primeras como las de estos últimos señores, las hemos visto y se conoce que en este último añono se ha hecho uso de ellas, pues está el pasto del año pa- sado intacto dentro del cerco qué defiende las cons- trucciones y aun dentro de los mismos aparatos se vé el pasto tendido y seco del año anterior. Se vé, pues, que la exausion de los terrenos ó potreros confinados, donde se hacen pastar' por año las ovejas, es obvia; y según lo muestra el análisis (Je los suelos de diferentes partes y profundidades, esto pro- viene de la ausencia de ingredientes que son tan esenciales al sano y vigoroso desarrollo de los pastos de que las ovejas se alimentan y que cuando faltan, hacen los pastos impropios para el sustento de los animales hervíboros. La causa es la siguiente: los pastos en general, solo tienen raices muy superficiales) con escepcion de la alfalfa) y su alimento mineral solo lo pueden obtener de las capas mas superficiales del suelo. Cuando estas capas superficiales contienen una favorable proporción de fosfato y las bases quí- micas, cal, azufre, potasa y soda abundan, los pastos pueden desarrollar con perfección, sus ingredientes orgánicos, gluten, aceite, materia sacarina y farinácea — 194 — haciéndose muy nutritivos al ganado. Cuando por el contrario, el pasto es solo debido á la humedad y que saca su sustento de los ingredientes atmosféricos (gas ácido carbónico) para la construcción de los tejidos fibrosos, las condiciones para la formación y deposición del gluten faltan y el pasto sale de una naturaleza le- ñosa y no nutritiva. Las ovejas tienen que consumir ma- yor cantidad de alimentos para sustentarse en el mismo grado del escaso gluten contenido y los ingredientes caloríficos dependen principalmente de la presencia de la'potasa. Faltan también las sales en la forma que fa- cilita su asimilación. El gran volumen de ahmento in- sustancial que tiene que consumir el ganado, y su naturaleza puramente leñosa, naturalmente recarga los órganos digestivos y conduce á la influencia dol vientre y pobreza de sangre predisponiendo el animal á las en- fermedades y al ataque de los parásitos; y produciendo mala carne, mal cuero, mala leche y mala lana. En el estado tierno, este pasto aun es pasable, no asi en el estado de heno seco en el sitio, en cuyo caso produce estarvasion, añadido á la mala calidad genera! de las aguas. Los animales nacen débiles, sin un sistema ó-eo y ce- lular vigoroso, y junto con la degeneración de I )S pas- tos, degenera la cria, su conformación, su carne, su cuero y su lana. Se vé, pues, que las malas lanas no solo pue- den provenir de las malas crias y de los malos años, sino sobre todo de la mala calidad de los pastos en terrenos estrechos y agotados por muchos años de pas- toreo sin cultivo y sin los abonos convenientes. Por lo demás, el espíritu de progreso no duerme en — 195 — Nueva Zelanda. Háse formado una Sociedad con el capi- tal de 1,000,000 de duros y el poderoso auxilio del go- bierno, la cual se propone aclimatar en el pais el cultivo de la seda y del té, para lo que el clima es favorable sobre todo en la parte norte. Su proceder es, pues, muy distinto del nuestro, que consiste en vanas palabras y en vanos propósitos, estos pasan inmediatamente á las obras. El clima es favorable, hemos dicho en efecto, en todo el país crece una planta arbustecente que es de la fa- milia del té silvestre, á la manera del Cullen de C&ile que es también un té natural de América. El plan es comprar terrenos adecuados y establecer grandes plantíos de té de un lado, grandes plantíos de morera y crianzas prácticas del gusano de seda del otro Con ese capital, el negocio es llano y seguro. Todo el mundo plantará huertas de té, porque hay quien compre las hojas, y plantará moreras y criará gusanos, porque hay quien compre los capullos. La sociedad, que los compra los beneficia, los hila, ó los esporta en rama, y al año siguiente tiene nuevos fondos con que hacer nuevas compras. Esto hacen los Australianos que son ricos en todo género de valiosos productos, porque saben que es peligroso confiarse á una sola industria. Lo conveniente es tener muchas, siendo este el modo de que nunca falte ni dinero ni productos de esportacion para pagar los con- sumos. Se piensa ademas en establecer fábricas de paños y otros tejidos de lana. Porque no basta producir la materia prima y enriquecer á otros con lo que un pais produce. Es preciso también aprender á elaborar esa materia prima para dar ocupación á los brazos del pais que no entien- ~ 196 — den ó no quieren ocuparse en k\s labores de la tierra y estirpar la haraganeria, fuente de trastornos, revolucio- nes y de la empleomania. Esto se hará por medio de poderosas sociedades auxiliadas y protejidas por el Go- bierno y por la Legislatura. Bastará una contrata con el Gobierno por algunos años para vestir las tropas con los paños de la nueva fábrica, mediante lo cual esta po- drá vivir y prosperar los primeros años, y cuando la protección se retire, ya tendrá bastante vigor y vida propia para sostenerse á si misma. Ya por de pronto hay un mercado seguro, el del pais, que afianzan leyes de protección acertadas y no gravosas al comercio. Des- pués vendrán los mercados estrangeros. Esto es: se tra- ta de añadir nuevas fábricas de lana, á las ya exis- tentes. Trátase también de impulsar otra industria, la viníco- la, ya aclimatada en el pais y que solo le falta esten- derse. Hoy se fabrican vinos en Omaha y Wanganui. El vino de Omaha se fabrica con la uva Isabella y la de Hamburgo. La verdadera Isabella tiene aquel sabor ó aroma espe- cial estimado por los californianos: es una especie de mos- catel por el sabor, pero como el vino no tiene este gusto, debe provenir de una uva llamada Isabella, sin sabor á moscatel, conocida en el norte de Nueva Zelanda. El vino es de un bello color rubí y tiene una fr^igancia mezclada del Borgoña y Constancia: puede formar un escelente vino seco y lijero. El vino de Wanganui es mucho mas secoy tiene un sabor decidido á Oporto. Solo falta saber si este sabor es debido á la adición del por- to hechizo de importación, empleado para fortificarlo — 197 — contra una segiuida fermentación, ó si es debido á la vinificación natural de ciertas clase de uvas. Por lo demás, el vino es bueno, redondo, de buen sabor y lico- roso. Para esta industria, como para todas, se necesitan capitales. Los viñateros son pobres y no pueden alma - cenar sus vinos por años, para darles la perfección de- bida. Lo que en este caso conviene hacer es formar una sociedad con capitales suflcienles para comprar sus uvas ó sus mostos frescos á los viñateros, preparar es- tos por los métodos mejores, embodegarlos, embotellarlos y e;i seguida, estando en sazón, venderlos y esportar- los. En nuestro pais, felizmente, esta industria ya ha al- canzado este grado avanzado de desarrollo y con buen éxito. Otro ramo en buena via de progreso en Nueva Zelan- da, es la educación é instrucción primaria y secundaria ó superior, establecida y sostenida de una manera sis- temática y conveniente por el Gobierno. Donde quiera que en este pais existen 25 niños (y aqui las familias los tienen, pues las Neo Zelandesas son fecundas) una escuela es construida y un maestro pagado por el Go- bierno. Existen mas de 1000 escuelas distritos con 80,000 niños y 2,000 maestros. La educación es secular y libre Existen dos grandes Universidades dotadas de grandes .rentas, y colejios rentados, con escuelas de artes y ofi- cios, en todas las ciudades de alguna consideración. En Christchurch existe ademas una grande escuela nor- mal para maestros. No hay para los padres dificultad en dar á sus hijos é hijas una educación verdadera- mente buena, sea de una naturaleza elemental ó superior. En una comunidad democr¿\tica con especial, este es — 198 — un asunto de la mayor importancia, y) la Legislatura Colonial sabiamente ha consagrado mucha atención y dinero á esto. Los padres, pues, no tendrán escusa que su ignorancia ó su abandono, si sus hijos no salen bien educados, hombres de bien y laboriosos. Como este es un pais joven, de ayer, puede decirse, hay poco^ viejos, enfermos ó inválidos. No hay, pues, instituciones ni leyes de pobres, porque felizmente no hay pobres y los pocos inválidos y necesitados que puedan acciden- talmente presentarse, son socorridos por asociaciones ca- ritativas de un carácter espontáneo, algunas de ellas auxiliadas con sumas de dinero por el Gobierno. Los asuntos judiciales son administrados, por una Suprema Corte, con un Presidente [Ckief Justicé) y cua- tro vocales subordinados; también por jueces de distritos,- magistrados residentes ó estipendiarios y jueces de paz; los procedimientos se guian en todo por las leyes y prác- ticas inglesas. Las instituciones Municipales se hal'an arraigadas en toda la Colonia. El Gobierno local es desempeñado por 60 Boroughs ó municipalidades, compuestas de un Ma- yor ó Presidente con sus respectivos concejeros, por 63 condados con sus concejos respectivos, también por un gran número de Concejos de vigilancia [Boarch] de cami- nos, de Puertos, vijilantes de Ríos, etc. Los constribuyen- tes son electores de estas instituciones y son ellos mismos los que fijan los impuestos de cada localidad. Las rentas generales, como si dijéramos nacionales de la Colonia, provenientes principalmente de los derechos de Aduana, ferro- carriles, sellos y del producto de los arrendamien- tos y venta de la tierra pública, se eleva á mas de 4 — 199 — millones de libras esterlinas^ mas de 20 millones de du- ros anuales, suma que se invierte según las partidas del presupuesto votado por la Legislatura. Aquí ll.egamos á un terreno espinoso. Los tres poderes del Estado, ó por lo menos, dos de ellos, el Legislativo y el Ejecutivo, no se hallan deslin- dados como entre nosotros, siendo en los paises monár- quicos la Corona, no un poder puramente ejecutivo, sino legislativo también Así, en la Nueva Zelanda, el Gobernador que es el re- presentante de la Corona y nombrado por esta, aunque recibe su sueldo de la renta de la Colonia, forma parte no solo del Ejecutivo, sino también de la Legislatura, Legislatura que se compone de dos Cámaras Parlamen- tarias como entre nosotros. La alta Cámara ó Consejo Legilativo, se compone de 45 miembros nombrados por la Coron:i, esto es, por el Gobierno Británico de la madre patria, é incluye dos Maoris, y Cámara Baja ó Sala de Representantes, compuesta de 88 miembros, elejidos por 5 anos por los electores de toda la Colonia, inclusos 4 miembros Maoris. Los miembros del Parlamento gozan cada uno de un honorario, el mismo para los miembros de ambas Cámaras, de 200 guineas, (unos 1050) duros por cada sesión de año á que asisten. El Gobierno Ejecutivo se compone de unos 7 ministros de la Corona, de los cuales uno es Maori, el cual desempeña sus funciones mientras cuenta con una mayoría en las Cámaras. Este parlamento que sigue estrictamente los usos parlamen- tarios Británicos, hace todas las leyes qne rigen en la Colonia, sujetas no obstante al veto de la Reina, ó mejor del Gobierno Británico, el cual por de contado hace muy — 200 — rara vez uso de su prerogativa. Ko es como cierto pre-- sidente que tuvimos, que so mostró muy iaclinado al uso y al abuso de esta prerogativa, aua en las cosas mas insignificantes. El Gobierno Inglés se muestra mucho mas prudente y liberal por consiguiente. Esta franquicia casi equivale al sufragio de un mayor de edad emancipado y por muchos años tiene necesariamente que ser apro- ximado, esto es con casi. La resoluciones se toman por mayoría y los sufragios son por halot (bolillas negras y blancas) y no por votación nominal y visible. Este modo de votar se comprende en una monarquía, pero seria peligroso en una República. Hay sobre tablas un proyecto del Gobierno para hacer el Parlamento trienal, y esto tiene que venir necesaria- mente. La tendencia de la legislación es decididamente en la dirección de la democracia, se hace por consiguiente, indispensable para las masas una buena educación, elevada hasta el grado de que puedan comprender bien, en la teoria y en la práctica, tanto sus deberes como sus derechos. Junto con una constitución democrática, coexiste un espíritu entusiasta de lealtad hacia la Corona Británica. Existe en la vida intima de estas colonias una libertad social que es muy agradable y congenial para el estran- gero^ sobre todo para el estrangero americano- Aqui no existen esas distinciones ofensivas de clases que forman el fondo de las antiguas sociedades feudales de Europa; reproduciéndose solo las múltiples instituciones de recreación social. Nadie pierde su honor ó sus títulos á la consideración por solo tener el buen sentido de aceptarla ocupación que puede buenamente hallar, desde — 201 — que no falte á sus deberes públicos y privados. Hay muchas personas que hoy ocupan posiciones sociales importantes, que á su llegada á la Colonia tuvieron el valor de trabajar picando un par de bueyes, pastoreando ovejas, picando piedras ó empedrando los caminos. En toda sociedad civilizada, lo único que es condenable y deshonroso, es la haraganería, que es el camino del crimen y de los vicios. El trabajo, mientras mas fuerte es, mas honra al que lo practica. Solo entre los pueblos bárbaros y atrasados, en nuestra edad, el trabajo puede ser deshonroso; y hoy aun los pueblos mas salvajes y bárbaros reaccionan en el sentido de honrar y estimular al trabajo. Asi, ea Nueva Zelanda los trabajos mas fuertes y manuales no son un impedimento para los puestos elevados y la consideración social. Los artesanos inteligentes é industriosos, y con mucha mas razón los artistas y comerciantes que necesitan una educación hberal, los labradores y hasta los simples peones, son á menudo elevados alas posiciones sociales mas influyentes y son bien acojidos en los mas distinguidos círculos de la sociedad. Esto ha sido el íeliz fruto de quebrantar esas viles barreras de injustas preocupaciones que separan las clases Europeas y las mantienen en la hostilidad y la estagnación. La aristocracia del talento y de la fortuna puede surjir de todas la clases y condiciones sociales. Este equitativo estado social, induce á todos los hombres á tomar un interés real en el progreso, el orden y la observancia de las leyes, haciendo conservadoras las clases inferiores . Por lo demás, no hay pais en el mundo en que la clase — 202 — de propietarios sea mas numerosa que en Nueva Zelanda. En Francia, por ejemplo hay un propietario para cada 7,1 de su población, en Bélgica que es el pais de Europa donde la propiedad se halla mas dividida y en donde también hay mas iastruccion, mas orden y mas progreso, la proporción es de 1 propietario para 4.71 habitantes. En Nueva Zelanda hay un propietario para cada 5 habitantes, lo que es mucho para una Colonia Inglesa, Los elevados salarios y buen tratamiento que los traba- jadores y criadores encuentran, tienen la tendencia de influir en la mejora de los patrones y sus dependientes. Los frecuentes cambios de posición tienden también á suavizar la conducta y sentimientos de ricos y pobres unos con otros. No es poco común ver á un viejo criado enviar un valioso presente de sus ricos almacenes á una antigua patrona que ha caido en la miseria; ó ver una ama tomar con orgullo y placer el rol de instructora de una linda y joven sirvienta, para cuando esta llegue á ocupar una posición afluente en la vida. En religión, los Ingleses no se hallan sujetos á los inconvenientes y trabas de nosotros los Católicos. Ellos son dueños de practicar el culto que mas les convenga y de aprender, leer y enseñar lo que les plazca, sin que nadie pueda prohibirles la lectura de los libros útiles, ni ordenarles la lectura y aprendizaje de cosas inútiles en nuestra época positivista. Ellos poseen, pue?, la verdadera ciencia y la verdadera industria, y los resultados lo pa- tentizan en la Gran Bretaña y sus colonias. Mientras nosotros no podemos leer ni aprender sino aquello que al partido ultramontano le conviene so pena de quedar escomulgados por leer la Biblia ó una obra — 203 — científica prohibida. ¿Puede después de esto asombrar los adelantos de las naciones protestantes, y el atrazo de las naciones católicas? Y en esto no hacemos sino enumerar uno de tantos inconvenientes, habiendo otros muchos, como ser la multiplicación de los dias festivos en el culto católico, que condenan á las personas labo riosas á una haraganería forzada y á los vicios que son su consecuencia; fuera del atrazo de los trabajos y de los negocios mercantiles y sociales. Un dia de fiesta aumentado á los domingos, que es el único dia festivo que observan los protestantes, importa millones de pérdidas y de atrazos para las naciones católicas, que no sufren los protestantes. Esos millones perdidos con el transcurso de los años, han traido la mas completa ruina y atrazo para las naciones católicas; y naturalmente, la prosperidad y triunfo de las naciones protestantes, que no tienen tales trabas. Como el clero Católico se condena el mismo á la ignorancia, al retiro de los negocios, resulta que el decreta y decreta dias festivos, haciendo puede decirse, festivos 100 de los 365 dias que el año tiene y ocasionando con esto la ruina y corrupción de los pueblos y de ellos mismos. Ellos ignoran talvez el mal que hacen y que se hacen; y como se creen infalibles, se guardan muy bien de aceptar observaciones y de poner remedio al m.al que se señala. Por su parte, nuestros gobiernos y legislaturas que especulan también sobre el apoyo del partido retrógrado se guardarán bien de tocar nada de lo que á ellos les atañe, y la riiina de las naciones Católicas y el descrédito de su religión se consumará, sin que nadie se atreva á poner remedio á tanta decadencia y mal. No - 204 — todos tienen la energía é ilustración del gobierno de Italia. Afortunadamente, en Nueva Zelanda hallamos la mejor refutación de las supuestas ventajas de hs reli- giones privilejiadas y subvencionadas por el Estado. Estas colonias no subvencionan á ningún culto; todos son libres y no les va mal con esta libertad; y aun la religión oficial Inglesa ha ganado en ello, por la exen- sion que la Iglesia Episcopal Anglicana goza de lastrabas y de la corrupción incidente al patronage del Estado. Antes de la formación de la colonia, ya existían en el pais prosélitos Episcopales, Wesleyos y católicos Roma- nos. Hoy mismo las 4 sectas dominantes son los Episcopa- les, los Presbyterianos, los Wesleyos y los Católicos Ro- manos, sin que falten miembros de otras muchas comunida- des. En las ciudades existen buenas Iglesias; y aun en las aldeas se encuentran dos 6 tres iglesias; y donde no las hay, existe siempre algunsalon público en que ofician por turno ministros de las diversas denominaciones. Este plandá el buen resultdo de hacer desaparecer las distan- cias que las prevenciones mantienen entre las diversas sectas, como si la libertad que es buena para unos, no lo fuese para todos. Los que tienen que predicar delante de congregaciones mixtas, no pueden perder su tiempo es- playándose sobre puntos cuestionables; pudiendo en con- secuencia amenudo oirse sermones de los cuales no podria deducirse á que comunidad el predicador pertenece. Actualmente son los Episcopales, los que se hallan en mayoría, contando seis obispoi^, hombres muy ocupados, con modestas habitaciones y moderadas rentas. Tienen una buena constitución Eclesiástica.. Su Synodo general se reúne trienalmente. por rotación en las ciudades mas — 205 — considerables; hay ademas para cada dia seis un Synodo anual. En todos estos, los Obispos, clero y laicos votan por su orden: el ritualismo se halla escluido. El clero en general es laborioso y moral; pero se hallan menos dispuestos á fraternizar con las otras denominaciones protestantes. Los Presbyterianos son también numerosos, hallándose divididos en Presbyterianos liberales que se acomodan bien al siglo, y en presbyterianos conservado- res, por completo adheridos á las viejas pr¿'icticas de su secta. De Católicos Romanos, todos Irlandeses, hay tres obispos y varios conventos. Los Wesleyos celebran también sus conferencias y sus asambleas que se reúnen todos los años por turnos en las grandes ciudades. Ape- nas si hay un lugar en Nueva Zelanda en que no se hallen miembros de estas cuatro grandes congregaciones. En Nueva Zelanda existen como r 00 ministros religiosos de todas las sectas; sin contar el ejército de agentes impagos pertenecientes esclusivamente á las Iglesias Maoris. Existen, pues, cerca de 1 ministro por cada mil habitantes. Esta inevitable mezcla de creenci¿^s que no hace mucho se escomulgaban sin piedad unas con otras, dará por lo menos el buen resultado de apaciguar sus animosidades recíprocas. Es en esta ultima década, del año 72 al 82 que Nueva Zelanda ha realizado sus mayores progresos según lo hemos visto. El se debe- principalmente á Sir Julius Yogelel actual Agente General de Nueva Zelanda, el cual entró en funciones en 1870. Una negra nube se estendia en esa época sobre la Colonias. Está se hallaba exausta después de una larga guerra con las tribus; mientras que al retirarse las tropas Británicas nada habian de-. — 206 — jado terminado; el comercio se hallaba paralizado y el porvenir no presagiaba, sino tinieblas, zozobras y des- confianzas. En medio de esta crisis fué que Yogel anunció su pian político de Inmigración y Obras Publicas. Su objeto era cubrir todo el pais de ferro-carriles y aumentar su población induciendo á los inmigrantes ingleses de la Gran Bretaña á hacer de Nueva Zelanda su futura patria Para obtener esto él resolvió presentarse en el mercado inglés y pedir lib. est. 10.000,000, sobre la seguridad de la propiedad pública. Este plan político asustó al princi- pio á los tímidos y miopes, que presagiaban de él solo dilapidación y ruina. Pero Mr. Vogel consiguió hacer prevalecer sus miras y sus planes han dado los mejores resultados. Hoy según hemos visto los préstamos han alcanzado á cerca de tres tantos (30.000,000 lib. est.); y á mas de otras obras públicas de gran importancia, los ferro-carriles atraviezan todo el país con gran ventaja del público; habiéndose la población mas que doblado. Solo falta la terminación del ferro-carril central que debe atravesar toda la Isla Norte, á fin de asegurar la paz y esplotacion permanente del interior de ella. Mas para la realización completa de este plan hay que arrollar invencibles resistencias de parte de los naturales de King y de los que pueblan las costas de Taranaki, que se oponen á la imiovaeion, como llaman los ferro-carriles destinados á establecer la unión y la paz de los pueblos: sin dejar de comprender sus ventajas mercantiles, ellos tiemblan por la independencia de sus tribus. No pu- diendo oponerse por la violencia, ellos han apelado por la resistencia pasiva.. Ellos se han aislado, sirviendo — 207 — de refugio á los revoltosos, según hemos visto. El Go- bierno se ocupa de obviar esta oposición, sin apelar al derramamiento de sangre. Es un legado de la última guerra. Los indígenas fueron vencidos, pero no subyu- gados. Todavía adhieren á su rey, su bandera y su liga. Hace dos años en Taranaki, el taimado fanático lla- mado Te Whíti atrajo en torno suyo un cuerpo de descontenios. El pretendía haber recibido revelaciones del cielo; sus declaraciones eran de paz, pero quejábase de que el gobierno no hubiese dado cumplimiento á las promesas hechas á los naturales con respecto á los lotes confiscados. Dirijido por el, una partida de los suyos vino y' metió arado á los potreros de pasto de los colonos, lo que para los naturales era como hacer una declaración de guerra. Una fuerza armada se presentó para ahuyentar á los intrusos, ellos no se líio ■ vieron pero dejaron arrestar los mas comprometidos. Mas de 1 00 de ellos fueron llevados á las cárceles de Wellington, donde fueron sometidos á los tribunales. Te Whiti y los mas comprometidos quedaron prisione- ros; los demás fueron puestos en libertad y el asunto no pasó de ahí; habiendo los naturales enviado una Comi- lón á la metrópoli, para esponer sus derechos ante los tribunales de esta. Los naturales no han renovado vir- tualmente las hostilidades, pero se muestran sospechosos de los designios del gobierno y tenaces en el sosten de sus derechos por los medios legales. El gobierno ha ensayado todo para ganarse estos naturales tan recalcitrantes y que en esto muestran su inea de consanguinidad con los Araucanos, que tienen — 208 — el mismo carácter. Tiempo, dinero, promesas, todo se ha empleado en vano para someter los Maoris y ganarse su confianza. Por fin, el Gobierno ha tocado el arbitrio de dejarlos solos, dejando al tiempo el cuidado de curar sus desconfianzas; solo que fuerzas y espias convenientemente dispuestos, vijilan sin cesar todos sus movimientos y manejos. Estos negocios se hallan, pues, aun en su periodo diplomático; los naturales conocen las desventajas de la lucha; el gobierno teme incurrir en los gastos de una nueva guerra. La situación es. pues^ de tanteos y negociaciones y de cuando en cuando, algunos amagos de parte de las tribus Indígenas contra las poblaciones inmediatas, toda vez que estas ensayan la apertura de un camino ó un acto de intrusión cualquiera en los territorios asignados á ellos. Hace unos dos años al despedirse el gobernador anterior del actual, Sir William F. Jervoise, Sir Hércu- les Robinson, enviado por el gobierno Inglés en una misión en el África Sud, en un banquete de despedida dado por la Sociedad Agrícola de Canterbury, se espresó como sigue: « Xo conozco un espectáculo mas digno de inspirar á un Inglés sentimientos, de satisfacción y de orgullo que la presencia de un pais tan nuevo como este, que apenas tiene unos 40 años de colonización y que no obstante ostenta por todo las mas grandes diosas mues- tras del progreso material y de la mejora social. De ver grandes ciudades como Christchurch, Dunedin, "Wellington, Auckland é Invercagill, que han brotado como por el toque de una varita mágica; de ver mon- — 209 — tañas de cereales esperando su embarque en Oamaru y Timaru, producto de distritos que hace unos pocos años no cultivaban lo bastante para su propio con- sumo; de ver exposiciones agrícolas y pastoriles como las que acabo de presenciar, que harian el orgullo de los mas opulentos paises Europeos; de ver por todo vastas regiones de país que hacen 25 años eran desiertos improductivos, cubiertas hoy por rebaños y rodeos de ganado y por campos de mieses, y admi- nistrando á las necesidades y contribuyendo á la felicidad de centenares de miles de nuestra raza. Espectáculos semejantes, digo, me hacen sentirme orgu- lloso del genio de nuestros compatriotas para la coloniza- ción; y confiados respecto al futuro de este gran país. Las riquezas de esta tierra son infinitas; ella es capaz de sustentar con comodidad é independencia una población de muchos millones, y ofrece á mi espíritu en su conjunto mas ventajas que ningún otro país del mundo que yo conozca, para los hombres trabajadores é industriosos. La naturaleza ha sido en realidad bien generosa con Nueva Zelanda. Ella la ha dotado de magníficos paisages, de un bello clima, de un suelo de incomparable fecundidad, de un estenso litoral maríti- mo, de posiciones dominantes, y en una palabra, de todas las condiciones necesarias para la reproducción aquí, en estos climas australes, de una Bretaña mas joven y mas feliz, exentas de las privaciones, necesida- des y miserias por desgracia tan generales en la vieja Inglaterra, y que ofrezca una participación mas general, de los presentes y dones que Dios en su infinita bondad, ha acordado á este país. — 210 — Cuando la Nueva Zelanda recibió por primera vez su constitución se hallaba dividida en seis Provincias, á saber, Auckland, New Plynaouth, Wellington, Xelson Canterbury y Otago. Estas fueron después aumentadas á 10 con la creación de 4 Provincias mas, á saber, Napier, Malborough, Westland y Southland. Cada una de estas Provincias tenia un gobierno que le era propio, con un administrador á su frente llamado Su- perintendende, elejido por los contribuyentes. Este fué un sabio arreglo para su tiempo, el impidió la centralización en una época en que los medios de comunicación eran pocos y débiles; suministró un campo para la educación política y dio un estímulo al desarrollo local. Pero con el transcurso del tiempo estas condiciones llegaron á cambiar: el vapor y la electricidad han puesto los diversos establecimientos en mas estrecha relación unos con otros y la lejislacion Provincial llegó á hacerse un embarazo para la lejislacion general. En consecuencia, en 1875, todo el orden Provincial fué abolido y el pais fué distribuido en Condados, pa- sando de federal á unitario sin guerras, desgarros ni movimientos de ningún genero. Es el caso que los Ingleses son cultos y racionales y solo los paises atrasa- dos y bárbaros se desgarran por cuestiones de fede- ración 6 centralización. Esa no significa nada: es solo un cambio administrativo y económico que se realiza por los mismos representantes y autoridades del pais y sin perjuicio ni detrimento de los intereses públicos ni privados. Solo cerrando los ojos podremos ocultarnos el grado de atraso y de inferioridad política, intelectual, — 211 — moral y social en que nos hallamos! En Inglaterra este mismo cambio tuvo lugar hace siglos y sus Provincias fueron convertidas en condados, como en Francia en Departamentos, sin que hayan habido intereses ni prin^ cípios heridos. En Nueva Zelanda, aunque las instituciones Provinciales ya no existen, los límites Provinciales siguen reconociéndose como materia de conveniencia administra- tiva. Como no queremos despedirnos de Nueva Zelanda, sin dar un paseo aunque sea lijero, por sus diversas localidades, pasaremos á dar una idea de sus principales ciudades y distritos, refiriendo nuestra escursion á los datos obtenidos sobre ellos. Visitaremos primero á South Island por Milford Sound. La entrada en este estrecho solo llega á apercibirse después de haber penetrado mucho en él, á causa del ensanchamiento de su embocadura; y una vez dentro de él, parece un paso muy peligroso para un gordo steamer. A medida, sin embargo, que el vapor se intro- duce por él con cautela, costeando estupendas rocas á ambos lados, una enorme cuenca ó canal se abre, pre- sentando unas 9 millas de largo y un ancho de li8 á li4 de milla, con una profundidad que se exagera de inson- dable. Escepto á la entrada, hállase circundada por eleva- dísimas montañas, que se alzan perpendicularmente desde una hasta mas de una milla sobre el nivel del agua en su mayoria. Los mas elevados son el Monte Mitre y el Monte Pembroke,el V de 5560 píes de alto; y el segundo de 6710 pies sobre el nivel del mar, pero hay otros menores de 3000 y 4000 pies. Pero estas montañas no forman un cordón ó cadena continua, sino — 212 — que se alzan aisladas y como cortadas, formando picos volcánicos de erupción ó solevantamiento, que asumen á veces las formas mas fantásticas, presentando un conjunto estrañamente espléndido de montañas de ane- tisto y de ondas de turquesa. Unas son pirámides Egypcias, otras son conos Asyrios, otras desmochadas, con una meseta ó un profundo cráter en su cima, no hay dos de estos picos que sean parecidos, y al lado de uno de ellos que alza altiva su cúspide piramidal, perdiéndola entre los celajes del firmamento, se alza un pequeño pico de solo unos centenares de pies de eleva- ción, seguido de un cono con su frente ceñida de una diadema de ofuscante nieves. Si las pequeñas montañas se presentan vestidas de una rica verdura, las grandes ostentan la altiva desnudez de sus peladas rocas, rocas cuya superficie la acción del agua ha pulimentado como un cristal. En una palabra, cada montaña es una erup- ción aislada, no pareciendo existir sino por cuenta propia, sin la menor conexión con sus vecinas. No nos atreveriamos á indicar cual es el mejor tiempo para visitar á Milford Sound, si uno nublado ó sereno. Verdad es que en un sereno dia se goza de la admi- rable vista de las montañas coronada de esplendentes nieves; y que en su disposición se semejan á las mon- tañas del Estrecho de Magallanes, en la Tierra del Fuego. El sol ademas proyecta sus áureos esplendores sobre la cumbre de los montes, brillante con el esplendor diamantino de las eternas nieves; mientras las quebra- das y fal deríos de los montes que bañan sus pies en la fluida esmeralda marina, se ostentan lujosamente cubiertos de aterciopelados musgos y magníficos hele- — 213 — chos, que las ornamentan formando como quien dice, el mas rico y moderno traje de baile. Pero en estos parajes donde se contempla, mas con asombro que con amor, las admirables obras de la naturaleza primitiva, y ante cuya colosal magnificencia concibe en su plenitud el senti- miento de su completa insignificancia, él no se siente tanto poseido del amor por lo bello, como del deseo de contemplar en toda su complexión aquel grande, mara- villoso y tremendo espectáculo que silencioso'^admira. Porque una fuerte lluvia pondria en instantáneo juego un millar de poderosas cataratas, descolgándose estruen- dosas del flanco de las montañas; y los furiosos remolinos y chiflones de viento, agarrando el polvo de las olas, como en tierra agarran el polvo de los campos, lo arrojan como un puñado de arena sobre las nubes, convirtién- dolos en vagas nieblas cuj^os misteriosos velos, envol- viendo las montañas las llenan de misterios y de tocas, semejantes á los largos, blancos y arrastrantes velos de una desposada. Mientras las cumbres 'de los picos, cargados de densos nubarrones cumulosos, los hacen descender perezosos, estendiéndolos como el negro velo de la noche, llamado á ocultar esos desposorios, confun- diéndolo todo en un mismo sombrío matiz, de manera á no poder distinguirse donde las nubes comienzan y donde las montañas acaban. Entretanto, las nubes se pasean lentas y vagorosas, ó desgarradas y rápidas y en una inestricable confusión de una en otra montaña, llenando todas las quebradas, portillos y rincones, y arrastrando á veces sus sombrías colas tan bajo, que es como si los mismos navegantes hubiésemos sido alzados á la alta reo:ion de las nubes- — 214 — De repente las nubes se abren, como la falda elegante que levanta la mano de una coqueta, mostrando por un momento el florido pié y la robusta pantorrilla de la elegante montaña, con sus blancas tocas, de eternos hielos, que los dorados ojos del sol jamás derriten; gla- ciares tan endurecidos, que ni la lluvia, ni la niebla, ni las nubes pueden disolverlos. Un estallido del trueno, un ruido de la tempestad, rimbomba repercutido do mon- te en monte, de cavidad en cavidad hasta perderse en la distancia entre las remotas crestas. El sol desliza á veces uno de sus rayos de oro, entre esos fantásticos vapores, vistiéndolos de mil tintes y resfractándose en mil iris y visiones, entre esos hijos de las tinieblas que sin embargo, gustan de engalanarse con sus rayos; mientras el espectador queda maravilla- do de una escena que en magnificencia y sublimidad, no tiene rival, dejando su esplendor fujitivo para siempre impresa en la hoja de los recuerdos de la mente. Al fin, y con gran pesar, se vuelve la espalda á estas asombrosas maravillas de la naturaleza, navegando hacia el Sud, en dirección de Bluff, que puede mirarse como la estremidad, como el finiüerre de la Nueva Zelanda, donde se llega en unas 13 horas. Stewart Island, es en la actualidad la porción mas austral de» Nueva Zelanda, como Great Barrier es la porción mas septentrional; mas como apenas es considerada como algo mas que una roca desierta, habitada por una docena de pescadores que sacan sus provisiones de South Island, con quien se hallan en frecuente comunicación, apenas si merece mencionarse. El puerto de Bluff tiene indudablemente un clima muy salubre, y como es el puerto mas inme- — 215 — diato á la ciudad de Invercagill, de la cual dista 18 millas, puede considerarse como un lugar de alguna importancia. Alli, por lo menos, existe un exelente muelle, á lo largo del cual corre una linea de ferro carril, dis- puesta de modo que sus carros se aproximan y se cargan al costado mismo de los vapores y embarcaciones atra- cadas, trasmitiéndose de este modo directamente la carga á las ciudades del interior de South Island. La ciudad incipiente de Bluff es todavía muy pequeña y sus negocios se hallan concentrados en su calle principal. Del alto ó monte de Bandera que se halla inmediato, y que domina el puerto, se pueden obtener bellas vistas de costas y paisajes marítimos y de montañas. El único inconveniente de Bluff, es hallarse infestada por la sandfly [simulium nocivum) ó mosca de arenal, que igno- ramos si es peculiar de este parage ó de esta isla. Su picadura no duele en el momento, pero algunas horas después se forma una fístula, produciendo una irritación de las mas incómodas, que hace rabiar á los Blufíinos, que no son por cierto de los mas sufridos. Diez ó doce horas de vapor nos conducen en seguida á Port Chalmers, el puerto mas próximo de Dunedin, que dista por ferro-carril unas 9 millas. La escena al aproximarse al puerto es magnífica, su costa no forma un cordón uniforme de montañas, sino que se alza sobre terrados de colinas en gradería, culminando en formas cónicas ó mogotes, todos cubiertos de una espléndida ve getacion. Siguiendo las tortuosas riberas del puerto, cuya navegación se halla dificultada por peligrosos bancos de arena y por bajos, se ven á ambos costados^ empinándose hasta la cumbre de las colinas, magníficas — 216 — villas y mansiones, bellos cottages^ preciosos chalets, todos rodeados de jardines y huertos bien cultivados. Port Chalmers es, pues, una bella localidad, semejante á un país encantado de hadas. La ciudad se halla edificada en una península que se avanza en la bahia entre Dunedin y las Heads, (Los cabos). Este es un punto donde una gran parte del comercio del país viene á concentrarse. En el muelle del ferro -carril siem- pre se ven grandes buques cargando y descargando. Entre los Headsse encuentra una población de naturales. A ambos costados del puerto se alzan riberas boscosas, con una rica variedad de follage. Su población llega hoy á unas 4000 almas. De puerto Chalmers hay tres caminos para pasar á Dunedin, uno es navegando á vapor, otro en ferro-carril y el tercero en coche. Este último recorre un camino en estremo pintoresco, la distancia es de 8 millas. Dunedin era la capital de la antigua Provincia de Otago. En 1861 se descubrieron lavaderos de oro cerca de Dunedin y esto le atrajo los habitantes que hoy hacen de ella una ciudad de 40,000 almas, siendo la mas considerable de la Colonia: estiéndese á lo largo de la cabeza de la Bahia y su mejor perspectiva se halla hacia el nordeste. Sobre las mesetas ó altiplanicies que la rodean, se han construido un gran número de ele- gantes villas, separadas de las Colinas que se alzan detras de la ciudad, y los árboles de bellos follages que las rodean dan un carácter pintoresco á la escena. La mejor vista se tiene del agua. Cerca de la calzada, las numerosas chimeneas y el estruendo de las fraguas le dá ese aire ocupado y - 217 — laborioso de las ciudades de raza Inglesa. Caminos de todas las partes dclpais convergen á Dunedin como á la capital. La ciudad ocupa 865 acres. Tiene 90 calles de 20 metros de ancho, la mayor parte adoquinadas con veredas de asfalto y bien alumbradas al gas. Tiene un parque de 530 acres. Sus edificios públicos son nu- merosos y espléndidos, hay mucha circulación de car- ruages por las calles. Dunedin es llamada la Chicago de Australasia. De Dunedin se puede ir por ferro-carril á Invercagill, distancia de 200 millas, pasando al travez de una gran estension de tierras cultivadas y por feraces distritos pastoriles y agrícolas. Entre estas plazas se encuentran las ciudades de Mil- ton, Balcluta, Laurance, Rosburgh, Alexandra, Clyde, Cromwell, Queenston, Riberton, etc. Invercagill fué la capital de South Island. Se halla situada en el Estrecho de Forveaux, frente á Stewart Island, que ya hemos dicho es la mas austral del grupo. Es una ciudad de considerable importancia. En el interior se halla el grande y pintoresco lago de Wakatipu, con dos ciudades sobre las márgenes. Del exelente puerto de Invercagill se puede volver á Dunedin en doce horas por vapor. De allí hay un ferro-carril hasta Christchurch de 200 millas de estension, pasando por las prósperas ciudades de Hampden, Moeraki, Waikouati, Oamaru, Waimatí, Timaru, Temuka, Geraldine, Ashburton, etc, y una vasta área de territorio pastoril y arable. Christchurh fué la capital de la provincia de Canterbury. Su población data de 1850, formada al principio por anglicanos puros, esclusion que se hecha de ver por el carácter medieval — 218 -- de sus edificios, por los nombres eclesiásticos de la ciudad y calles y por la rica dotación de sus diócesis episcopales. Hoy entra toda clase de sectas en su población. La ciudad se alza sobre una llanura que se estiende hasta una gran distancia. Es una población activa y próspera de mas de 40,000 almas: su plan es rectangular. Las calles son anchas, bien empedradas y las veredas for- madas de asfalto, lo que hace agradable el pasear por la ciudad. Contiene muchos bellos edificios del estilo inglés mas pronunciado, lo que la distingue de las otras ciudades Neo Zelandesas. Entre sus edificios públicos se encuentra un magnífico Colejio para la enseñanza normal de maestros y un exelente Museo. Tiene un parque de 500 acres con bellos y bien conservados jardines. El circuitoso y transparente rio Avon, corre al travez de la ciudad. Se halla separada del puerto, distante unas 6 millas por el cordón de montañas llamado Port Hills. Un ferro-carril liga la ciudad con su puerto pasando por un túnel de dos millas que ha costado cerca de millón y medio de duros. Su puerto Lyttleton contiene mas de 1000 almas y sus obras de puerto, muelles, astilleros, docks, etc. son muy completas. Aqui se halla establecida una compañia de carnes congeladas, que despacha sus cargamentos por Magallanes directo á Europa. Christ- church abunda con deliciosos drives o caminos de car- ruage, y su movimiento comercial, de tráfico y negocios, es muy activo. Los paisajes y las perspectivas de sus montañas, como en las costas y valles de Chile, son magníficas. De todos los puntos de la llanura tienen á la vista los Alpes australes con sus cumbres resplande- cientes del blanco de las nieves la mayor parte del -- 219 — año. Las mas hechiceras de estas escenas de las inme- diaciones de Christchurch, se encuentran sobre las encantadoras riberas del rio Avon ya citado; siendo el mejor medio de disfrutarlas en toda su plenitud, el tomar un bote, y remar todo lo largo de su sinuoso curso. Casi no hay palabras con que espresar la belleza de este deUcioso rio. El se estrecha mucho en parte y su ancho varia considerablemente; generalmente es bajo en los costados y profundo en el centro, pero escepto algunos pocos parajes en que el agua es muy profunda, su fondo de arena brillante y cristalinos guijos, puede verse en toda su estension. El agua es diáfana como un cristal y las escenas de su curso inferior, al resplandor del sol, hacen pensar en los paises encantados de las hadas. Plantas y yerbas se desarrollan en exuberante abundancia; y las vistosas espesuras que forman sobre la corriente son el punto de reunión de mirladas de peces, consistentes principal- mente en gruesas truchas y bramas. El chapaleo del remo en el agua de sus mansiones las dispersa en la mayor confusión y todos sus movimientos pueden con- templarse como si tuviesen lugar al través de los muros trasparentes de un acuario. Por lo demás, todo el rio hierve con peces, y como hay que pagar una licencia para poder pescar en él, siendo sin duda la mayor parte de su pescado procurado artiñcialmente, sobre todo el salmón y la trucha, los peces que se ven poco molestados con el anzuelo crecen y se multiplican á su plena satisfacción. El curso serpentino del rio es ademas uno de sus mayores atractivos, pero lo que mas añade á su belleza, son los frondosos sauces — 220 — llorones que crecen densamente á sus dos márgenes, en nada parecidos á los ralos y pulverulentos sauces llorones de las riberas del Yarra en Melbourne. Esa parte del rio que corre al través de los jardines botánicos forma el mas bello paraje que se puede imaginar, pero donde tal gala de magniñcencias se ostenta es muy posible se presenten otros paisages igualmente encanta- dores. El clima de Christchurch es delicioso y así con pena el viagero se despide de una mansión tan encanta- dora. La elevada cadena de los Alpes Australes separan á Canterbury de Westland. Este Westland era una región inaccesible hasta 1865 en que un descubrimiento de oro llamó allí las poblaciones. Hoy se alzan por todo nume- rosas y prósperas ciudades, como Hokitika, Rumara, Greymouth, Westport etc. etc, habiéndose encontrado grandes mantos de una exelente hulla. El camino carril qu3 comunica á Westland con Canter- bury es magníflco y cuesta cerca de un millón de duros. Las escenas alpestres de que se disfruta viajando por él son bellas y pintorescas en estremo; algunas de sus ciudades, Hokitika y Greymouth tienen mas de 5000 almas; aun se sigue estrayendo anualmente una gran cantidad de oro de sus minas, y en el país se advierte cada dia mas población, actividad, y negocios, muchas de sus ciudades tienen magníficos edificios, las calles son anchas y bien dispuestas. El desarrollo de la esplotacion de la hulla es una gran fuente de riqueza permanente para esta región. Tienen ademas, buenos caminos, y comunicaciones regulares por diligencias y ómnibus mientras se construyen los ferro-carriles en via de - 221 — ser concluidos destinados á ligar Westland con Canterbury. De Litteton á Christchurcli solo hay 16 horas de na- vegación á vapor. Christchurch ademas debe ligarse luego á la ciudad deNelson pasando por varias ciudades intermedias por un ferro carril de 300 millas también ya envia determinarse. De Littleton á Wellington solo hay 17 horas de navegación á vapor. Es un bello, magnífico y seguro el puerto de Wellington, la capital del Estado Neo Zelandez, su entrada es estrecha y por todo su vasta ensenada se halla rodeada de altas y pintorescas riberas. La ciudad vista de la Bahia presenta la mas bella apariencia, hallándose flanqueada por un cordón de coUnas sobre la cual se alzan muchas y magníficas villas. Su población es hoy de 30,000 almas, tenia 20,000 en 1878. Habiendo sufrido dos grandes terremotos que destruyeron todos sus edificios en 1848 y 1855, todas sus casas son de madera. Pero el Gobierno con poca previsión ha ordenado se hagan en adelante de material. Lo mejor seria hacer ensayar primero los mejores métodos de construcción á prueba de terremoto, y en seguida autorizar el mas sólido, conveniente y bello, prohibiendo los otros. De otro modo, con ciudades enteramente de madera un incendio puede dejar á toda una ciudad sin abrigo como lo hemos visto en Chicago y otras ciudades construid¿iS puramente de madera ó. hechas de material por los anti- guos y peligrosos sistemas, pueden aplastar á todos sus habitantes en un terremoto nocturno. El plan que indica- mos es fácil. Reina una gran actividad en los muelles de Wellington- — 222 ~ y la ciudad se halla recorrida en toda su estension por tramvias á vapor. El fértil valle del Hunt se halla á 8 millas de Wellington y se encuentra separado de las praderas de Warrarapa por los montes Nemutaka. En sus praderas se levantan hoy muchas ciudades prós- peras como P'eatherstone, Greytown, Masterton etc. Un fero-carril atraviesa estas montañas por un túnel y se une con el ferro-carril de la ciudad y puerto de Kapier sobre la costa opuesta atravesando un magnífico pais. Con estas facilidades un país abundante en bellos é innumerables puertos, su porvenir es inmenso. Partiendo de WelUngton al norte, arranca un buen camino carril que atraviesa un país bueno y quebrado hasta la costa distante unas 25 millas, pasando por diversas aldeas y al travez del delicioso valle de Horo- kiwi. Al llegar siguiendo este camino á la cima de la cuchilla del Paikakariki, en un bello dia se puede desde allí gozar del mas espléndido panorama. A la derecha sobre el móvil y plateado horizonte del mar se alza la atrevida cresta de la isla de Kapiti semejante á un centinela destacado á corta distancia de la costa. A la distancia en el costado opuesto del Estrecho de Cook se alza el monte Kaikowa coronado de eternas nieves; por delante se estiende un largo cordón de blancos mé- danos, formando como la orla de una rica zona de tierra que se estiende hasta la cadena de montañas, á los pies del monte Egmont. Las diligencias corren por la costa hasta la ciudad de Wanganui, pero á las 30 millas el camino se separa de la playa medanosa, presentando un buen empedrado con bien cultivadas chacras á ambos costados. La distancia entre Wellington y Wanganui — 223 — es de 120 millas, distancia que se recorre en dos dias por la diligencia. Durante el camino se presentan muchas ciudades importantes como ser Palmerston, Foxton, Fiel - ding, Matton etc. y también algunas aldeas de naturales. Los coches atraviesan numerosos rios como ser el Wa- kana, el Otaki, el Manawatu, el Nagitikei, y otros de menor consideración. El Manawatu que es considerable atraviesa un bello y feraz valle. Hasta este punto alcanza un ferro carril que viene desde el puerto de Napier y que debe unirse con otro que parte de Wellington des- tinado á unir Hawke Bay con Port Nicholson y que debe luego servir de case al ferrocarril tronco destinado á cruzar centralmente la «Isla Norte» en toda su estension. En los bosques intermedios se hallan establecidas un gran número de familias escandinavas que prosperan gracias al ferro carril que ya atraviesa esa zona, habiendo diligencias allí donde aun no alcanza. Sobre el rio de Wanganui se halla la ciudad del mismo nombre de 5000 almas, á cuatro millas de ios «Heads». El rio es navegable para naves de mas de 200 toneladas y se halla combinado por un magnífico puente de hierro. Del lado del mar AYanganui se halla limitado por unos médanos, pero el valle del rio es fértil y magnífico. Esta ciudades el centro de un gran comercio no solo con los bellos distritos agrícolas y pastoriles de Wangitikei Waitotara, y Patea sino también con Wellington, Auckland, y Westland. La ciudad tiene buenos caminos que penetran en el centro del pais, ademas hay el ferro carril que le liga con Wellington y vapores que corren con regularidad entre ambos puertos cada dos dias. De Wanganui hay un buen camino para llegar al pintoresco — 224 — lago de Taupo, habiendo también un cómodo camino de 130 millas para ir á New Plymouth. Nada puede superar la belleza y feracidad de esta parte del país, llamada con razón «el Jardin de Nueva Zelanda». Si de Welling- ton se quiere pasar á la «Isla Sud» en la dirección de Nelson, antes de llegar á esta localidad hay que pasar Tory Channel pintoresca entrada á « Queen Charlott Sound » ensenada grande y bien resguardada. Allí se encuentra la pequeña ciudad de Picton de donde arranca un ferro carril que penetra en los llanos de ^Yairau pasando por Bleuheim. Saliendo de Picton el vapor atraviesa estrechos pinto- rescos en estremo, para entrar en Blind Bay en torno de la cual se encuentran vistas y localidades encantadoras. El clima es tan bello en esta región que se le ha llamado el Madera de Nueva Zelanda. El viage de Wellmgton á Nelson se hace en doce horas. De Nelson se atraviesa el estrecho para llegar á New Plymouth, 150 millas distante, la ciudad tiene hoy 4,000 almas y un ferro carril completado en parte, y parte en via de ejecución hasta Carlyle destinado á ligar las ciudades y distritos intermedios. Su vista desde el mar es bella, y el terreno se eleva gradualmente hasta que el paisage culmina en el magnífico fondo del alto y nevado cono del Monte Egmont. En el primer término se alza el Maryland Hill coronado por un espacioso Asilo de inmigrantes, mientras que á su frente, á su derecha y á su izquierda se ven numerosos templos y edificirs privados, alzándose entre magníficas arboledas plantadas por los pobladores. El distrito de Taranaki de que New — 225 — Plymouth es la capital, forma un territorio bien regado con bosques y dotado de un feracísimo terreno. Sobre sus riberas se encuentra en abundancia arena de hierro. El pais está bien poblado y cultivado hasta mas de 30 millas tierra adentro, y si la población no se ha estendido mas es porque el restante pais está ocupado por los Moaris y es de su pertenencia esclusiva en una estension de unas cien millas de costa hasta llegar á Waingaroa ó Ragland. Toda esta zona de pais en poder de indígenas se halla regada por los rios Mokau Kawhia y Aotea. De New Plymouth el vapor emplea 12 horas para llegar á la ensenada de Manukau en que desemboca el rio de este nombre. Aquí, según hemos dicho en otra parte, la tierra forma un estrecho istmo que presenta en torno de la bella ciudad y puerto de Auckland tres Bahias situadas á ambos mares, al Oriental, y al Occidental, situación que hace de Auckland, la Constantinopla, ó el Corinto de Australasia, semejante [Auckland) á esta última ciudad por su comercio, y á Ñapóles por su belleza. Sobre la embocadura del caudaloso Manukau se alza hoy la ciudad de Onehunega, situada sobre la margen Norte de este gran rio, á pocas millas de la barra del puerto. Esta ligada con Auckland por un ferro-carril. El espacio entre Waitemata, el puerto de Auckland y Onehunega se halla sembrado de jardines y viñedos, y poblado de magníficas villas, hallándose todo el pais intersectado por estuarios navegables que rápidos Ferrys á vapor recorren de hora en hora. Por todo se alzan los conos rojizos de antiguos volcanes apagados, rodeados, ya de mar, como islas, ó alzándose en medio de los 15 — 226 — campos como conos ó prominencias. Algunos de estos viejos volcanes apagados, cubiertos hoy de pintorescos parques, quintas, y villas, se alzan hasta una altura considerable, culminando ya en aisladas y escarpadas mecetas, ya decendiendo en suaves faldas á la llanura, combinando la belleza y gracia de un parage pintoresco, natural, y accidentado por grandes y remontadas emi- nencias, que dan el aspecto mas variado é interesante al accidentado suelo en que la ciudad de Auckland se est.iende. Algunos de ellos, los mas distantes, cubiertos de verdes céspedes y de arboledas presentan numerosas villas y Paddocks donde pastan bellos toros y vacas Durham, y blancas majadas de ovejas Lincoln y Leicester y de caballos Clydesdale y de carrera, los cuales como los brillantes tintes de un cuadro, imparten vida y anima- ción á esta variada y accidentada escena. Entre tanto, mas allá de las verdeantes y plácida hondas del Waitema- ta, sobre las riberas opuestas de la ensenada de Auckland en su variado carácter de magnificencia y belleza se alzan las islas de Rajitoto, Motutapa y Waiheke formando un hemiciclo y segregando el estuario del Golfo de Hauraky. Mas alto todavía y en la distancia confundiéndo- se con el horizonte se ve el promontorio azulado, formado por el cordón costero de Cabo Colville, de 3,000 piés de elevación el cual bajo el orillo de un sol estival y de un cielo Italiano confina y completa los lineamientos del paisa ge mas estenso, variado, y pintoresco que exista, y mas notable por su magnificencia y belleza, aun com • parando la grandiosa Bahia de Rio Janeiro que queda insignificante ante la estension y variedad de este océano de islas, bahias, y costas pintorescas, dispuestas en — 227 — panorama sin fin en todas las direcciones del horizonte. Un dia que admirábamos este esplendido paisaje desde el elevado cono volcánico que ocupa el centro del Parque de esta ciudad, preguntamos á un distinguido vecino de Auckland el número de habitantes de esta, bella ciudad^ y él con toda sencillez nos dijo que 26,000. En efecto, esta es lo población que el censo de 1878 dá á esta ciudad, pero nosotros la visitamos en Diciembre de 1882, cua tro años después del censo, y á la simple vista, en solo casas, muchas de dos y tres pisos, la ciudad contaba 15 á 20,000; lo que no es de estrañarse al paso del progreso Neo Zelandes. Solo en torno, pues, de la bahia Waitemata, según nuestros cálculos perso- nales, se halla aglomerada una población activa y labo- riosa de 35 á 40,000 almas. Tal es el paso del progreso inglés, y esto en menos de 40 años, al mismo tiempo que se fundaba en centenares de puertos ciudades y poblci dones, hoy ocupadas por mas de 600,000 almas. Auckland es además el centro de numerosos establecimientos nati- vos. Tiene buenas calles y algunos buenos edificios. Sus parques y edificios públicos son hermosos. El suelo de la ciudad es ondulado y presenta muchos rincones en que elegirse un delicioso retiro silvestre. El arrabal de Remuera, que es la residencia favorita de los comerciantes y hacendados ricos, no puede ser sobrepujado, por su quieta, reposada y pintoresca belleza. De Auckland, un ferro-carril se extiende hasta Waikato, en la ostensión de 150 millas; es un valioso distrito confiscado de los naturales (Maoris) en la última guerra y que se estiende hasta el establecimiento que estos tienen en King. Esa región se halla en via de — 228 — gran progreso. El presenta ricos depósitos de hulla y una vasta área de tierras pastoriles y arables. No hacen: muchos años que los pobladores del distrito de Waikato se encontraban amenazados por los Maoris, como la estaban nuestros pobladores fronterizos de Buenos Aires hacen tres ó cuatro años, cuando la vida y la propiedad se tenia insegura y sin vias de comunicación con los centros civilizados. De diez años á esta parte, lo que antes íué un pantano ó lo que fué campo escabroso pro- ductivo de heléchos y arbustillos aparragados con ramblares de bosque, hoy se encuentra convertido en campos sembrados ó labrados para la siembra del clover y varios otros pastos europeos que se han introducido allí. Sinembargo, retirándose un poco del hermoso rio Waikato, ó de las estaciones del ferro-carril, pueden verse vastas ostensiones de terrenos incultos, y la via férrea pasa por largos trechos en que no se divisa sino el terreno salvaje tal cual se descubrió, en parte vestido por leguas enteras de tupidos heléchos y del arbustillo curu-curu. El helécho lo come el ganado cuando es tierno y recien brotado, después de haber sido quemado el campo, como sucede con los campos de pajonales en nuestro país. Estas quemazones se ven en todas direcciones en el país, y hemos pasado en ferro-carril, yendo de Anckland á Cambridge que marchaba lamiendo la via férrea, y cuya calor y humareda molestaba á los pasageros. El Waikato es un distrito eminentemente pastoril^ sinembargo que algunas sementeras han dado buen resultado donde se ha conseguido preparar la tierra destruyendo el helécho, trabajo improbo, pues esta — 229 — maleza es como el espárrago, cuanto mas se corta mas crece, sus raices van hasta gran profundidad y se ven en los cortes de las paredes á un costado y otro de la yia hasta una espesura de tres ó cuatro metros formando una red espesa de raigones. Los terrenos del Waikato están bastante repartidos en poder de gente de poco capital, solo los bañados in- mensos están en poder de grandes Capitalistas, únicos que pueden drenar, que consiste en hacer zanjas dos ó tres varas de ancho y dos tres ó cuatro pies de profundidad casi las mas hechas á punta de pala, pues la naturaleza fangosa del terreno no permite el uso del arado y la pala de bueyes^ con que se hacen en el terreno Arme como lo hemos visto practicar en otros paises particu- larmente en el Canadá cerca de la ciudad de Windsor donde la hemos visto funcionar en gran escala, arando el trayecto primeramente con el arado, en seguida se saca la tierra arada con la pala de bueyes, vuelve á ararse otra punteada la que á la vez se estrae en la pala de bueyes y así hasta la hondura que se quiere, debiendo ser el ancho proporcionado á la hondura con los costados del corte ó canal con suficiente declive para que los bueyes ó caballos puedan subir y bajar y estraer la pala cargada de tierra la que contiene una ó dos carretilladas de tierra en cada viaje. Se calcula que el trabajo hecho por medio del arado, y la pala de bueyes equivale á tres veces mas que el que se puede efectuar por medio de la pala de puntear, pero, es necesario, que el terreno sea seco, en terreno húmedo ó fangoso como son los esteros de Nueva Zelanda aun durante la estación del verano no es posible trabajar con la pala de bueyes. — 230 — Está en construcción un camino de la Ciudad da Cambridge á Ohinemuto, villorio Maori sobre el maravi- lloso lago Rotor ua. En una escursion que hicimos á estos parages por un trayecto casi nunca frecuentado, mucho menos en carruaje como nosotros la hicimos gracias á un buen vaqueano tuvimos varios percances, pues alguna? de las alcanta- rillas no estaban aun concluidas, en una de ellas tuvimos que desprender los caballos de la American ita que lle- vábamos y los hicimos pasar el arroyito fangoso de solo dos ó tres varas de ancho, pasando los caballos sueltos á duras penas empantanándose de una manera asombrosa, la Americanita la pasamos tirándola á pié por sobre unos gruesos tablones que alli cerca habian dejado los trabajadores, á estos los encontramos mas adelante, como á 20 millas de alli estaban construyendo un puente (por donde estaba delineado este camino) por sobre un arroyo cerrentoso. Aqui también tuvimos que desatar los caballos y ha- cerlos subir al puente que aun estaba sin el terraplén y con muchas de las tablas del piso sin clavar, mas con ayuda de los trabajadores pronto sungamos la america- nita y seguimos nuestro viaje sin novedad hasta el cerro Maunguehite, primera población aislada pertene- ciente á un natural que encontramos después de 50 millas de marcha por una soledad en cuyo trayecto encontramos varios arroyos de rica agua y algunos este- ros pantanosos, pero sin encontrar un ser viviente, con escepcion de los trabajadores del puente, ni un cua- drúpedo, y únicamente uno que otro faisán silvestre, tampoco encontramos bosques ni árboles aislados se ~ 231 — presentan con escepcion de una que otra Cabage-tree especie ele palmera con pequeña copa, mas en el cerro MaunguehJte existe un pequeño pero impenetrable bosque al pié de él se encuentra la cabana ó población del Maori donde hicimos noche; en la tarde intentamos penetrar en el bosque á pié, mas nos fué imposible hacerlo estando tan entrelazado el ramaje que antes de andar diez ó doce varas tuvimos que desistir, pero pudimos observar, y admirar algunos hermosísimos árboles de variadas especies, y también una gran variedad de heléchos de los que hicimos una colección de hojas para álbum botá- nico; existen en este bosque árboles de helécho de grueso y elevado tronco cuyas hojas median tres y cuatro metros de largo, formando una espesa copa á semejanza de la palmera. Al otro dia saliendo muy temprano de Maunguehite llegamos á las 5 p. m. á Ohinemuto sin haber encontrado una sola población ni ganado de nin- guna especie en todo el dia de marcha. Los dos dias de marcha ha sido por terrenos que nosotros en Buenos Aires les llamariamos quebrados, pero que en Nueva Zelanda relativamente les llaman llanos: son terrenos muy ondulados con cuestas y repechos, con profundos y anchos zanjones y arroyos á corta distancia uno del otro, cuyo lecho es generalmente de piso firme, de aguas esqiiisitaS; cerrentosas y cristaKnas, pero que se encade- nan con esteros ó bañados pantanosos en general. La vejetacion en el terreno firme es invariablemente com- puesta de heléchos y curúcurú^ y el tupock, pasto fuerte que se cria en matorrales. En otros distritos donde han existido estos bañados pantanosos pero que ahora han sido drenados, como ser cerca de Cambridge, Hamilton, — 232 — etc, se dice que pueden engordar ¡seis novillos por cuadra! (1 li2 por acre) en tres ó cuatro meses. Antes de drenar los mencionados bañados y los del Waikato en general mucho predigeron que el terreno era tal, que jamás conseguirian cultivarse ni hacerlos productivos, debiendo solo producir una pérdida enorme á los que habian emprendido los trabajos de drenaje; mas después de concluido el trabajo, los bañados del AVaikato han demostrado de lo que son capaces. Queríamos hacer una descripción de los maravillosos fenómenos naturales de fuentes, lagos y aun rios de agua hirviendo, de volcanes qne en vez de humo despiden vapores acuosos produciendo un ruido infernal igual al de mil locomotoras juntas, despidiendo intermitentemente cada minuto inmensas columnas de agua hirviendo, de inmensos lagos de barro espeso hirviendo á borbotones, en el gran caldero de jabón ya en punto de retirarle el fuego, en fin, de las mil maravillas que hay á verse en lo que llaman el distrito délos bajos, sobre todo los lagos Rotorua, Rotoiti, Wairoa, Taraweza, Rolawahana, y mas necesitaríamos formar un volumen para describirlo todo y el tiempo nos es corto; quizás algún dia podremos dar á nuestros lectores una obrita describiendo estas mara- villas que hemos presenciado y que confesamos no hay nada que nos haya impresionado tanto, ni el Vesubio, ni las Cataratas del Niágara, todo parece insignificante comparado con las maravillas aun tan poco conocidas del distrito de los lagos en Nueva Zelanda; en tan pocas horas, en tan pequeño espacio presenciar tantos y diver- sos fenómenos, cree uno no estar en esta tierra, se imajina uno que lo han transportado á algún planeta, como Júpi- ter ó Saturno! — 233 — El ganado que se cría en el Waíkato, como asi también en el resto de las Colonias de la Aastralasia es por regla general de la raza Durham y sus cruzas, hay algo de la raza Hereford, muy poco de la raza Devon, y Ayrshire, y menos aun de la Pv-^Ued Angus; esta última solo se ve en el estremo sud de la South island (Isla sud) en los parajes de serranías y clima frió, análogo al de su pais nativo la Escocia. Hay la esperanza que el ganado vacuno subirá de pre- cio en vista de los buenos resultados que varios carga- mentos de carnes congeladas han dado ya en Europa, apesarde la guerra sorda que alli se le haceá las carnes mandadas de las colonias, mas está en la conciencia de todas ellas que sus carnes tendrán que ser recibidas y aceptadas en los mercados Europeos por mas guerra que los revendedores les hagan. Hay tantos ejemplos análo- gos que abogan en favor de esta creencia: sucedió en Europa con los paños fabricados con lanas finas de Aus- tralia, ios compradores no quedan pagar el mismo precio que pagaban por paños hechos con lana de Sajonia, los fabricantes estaban persuadidos de que el paño hecho con lana fina de Australia era tan bueno como el fabri- cado con lana de Sajonia, entonces vendieron paños de lana australiana por de lana sajona y los compradores la recibieron, entonces los fabricantes hicieron ver á los compradores su error y desde entonces no se hace diferencia entre el paño de lana australiana fina del paño de lana sajona siendo igual en calidad. Hasta hacen pocos años atrás, carneros criados en la Provincia de Buenos Aires, superiores en todo á muchos importados, eran vendidos aquellos á precios mucho mas bajos que estos. 234 Toros puros nacidos en el país hemos visto venderse en Buenos Aires á vil precio, mientras que toros venidos de Inglaterra y comprados en los corrales de abasto de Londres donde habian sido mandados por sus dueños para la carniceria, se han pagado á muy buen precio al ser introducidos en esta plaza, nada mas que porque venian de allí, sin saber quizá que de allí pueden traerse toros tan inferiores como de cualquier otra parte, máxime cuando no hay garantía de la autencidad del Pedegree. En Inglaterra y sus colonias, un criador puede regis- trar en el Herd-Book una vaca de cuatro cruzas, es decir: Una vaca criolla puesta á un toro Durham, y la hija, la nieta y la bisnieta consecutivamente puestas á toros pu- ros, resultará la tatara nieta, admisible a ser registrada en el Short Horn Herd-book por tener las cuatro cruzas requeridas por el reglamento de este. Para poder regis- trar el macho toro se requiere que este tenga por lo menos cinco cruzas." Mas, de Europa nos vienen toros sin pedegrees auténticos, los que quizá no tienen cuatro ni aun tres cruzas; pues como es muy sabido, hay en In- glaterra una docena ó mas de razas distintas, que no tienen similitud una con otra, que siempre las están cruzando unas con otras los pequeños ganaderos, quienes mandan sus vacas á ser servidas con el toro de monta mas cercano á su chacra ó aquel que sea mas barato. Quizá la vaca ha sido comprada en alguna feria; es hijo de una vaca Ayrshire y de toro Polled Angus etc. y su dueño á la vez le pone á un toro Durham, resulta ser una linda ternera, la que quizá pone á otro ó al mismo toro Durham; le nace un lindo torito, lo vende, viene á América, y por que viene de Inglaterra se vende bien por sus lindas formas etc. etc. — 235 ^ Entre tanto, es un toro de segunda cruza solamente, cuyo origen por parte de la madre fué también cruza de dos distintas razas, es decir, no viene de dos ramas puras. Véase, pues, cuan peligroso y delicado es comprar toros importados sin buenos y garantidos ,pedegres. Los precios de los novillos en Nueva Zelanda hoy son considerados bajos. Los novillos Durham de tres años se venden de libras esterlinas 4 á libras esterlinas 5 cada uno, gordos, los de dos años se venden á libras esterlinas 3, los terneros de un año, de 30 á 35 chelines y estos precios dicen los ganaderos que no les dejan utilidad. Ovejas y capones para invernar se vendieron de 8 á 12 chelines y en vista de estos precios ruinosos se con- vocó una reunión de ganaderos en Setiembre de 1882 en Ohaupo la que tuvo lugar con número considerable de asistentes, después de cambiar ideas y de varias mocio- nes, se resolvió en vista de haber dado tan buenos resultado el sistema frigoriflco de carnes congeladas, formar una compañía de 50,000 acciones para beneficiar y remitir la carne fresca á Europa de los ganados de los accionistas. La cria lanar que predomina en Nueva Zelanda es la Lincoln y la cruza con merino, pues su clima húmedo lo hace aparente para esta cria, los terrenos como hemos dicho antes, están perdidos con el tupido helécho y tee- tree (en donde no son bañados) pero destruido el helécho y sembrado el terreno con pastos como el clover y el cocksfoot, suministran un ahmento abundantísimo para el vacuno y ovino. Como dejamos dicho, al poco andar de Auckland por el ferro-carril á Hamilton se encuentra el pais muy — 236 — despoblado con escepcion de las estaciones y los terrenos inmediatos al rio Waikato hasta poco antes de llegar á Hamilton, que son unas ciento treinta millas. En Ha- milton, los terrenos se encuentran mas poblados y cul- tivados, buenos cacninos dan comunicación á los distritos agrícolas de Piako, Whatawhata, Tuhikarmea^ Ohaupo y Cambridge, todos estos distritos se presentan muy prósperos con sus paddocks, y rebaños de lindos Short- horns y algunos Herefords en lo vacuno, hermosos Lincohis y sus cruzas en lo ovino, y bellos caballos Clydesdales en lo caballar. A cuatro millas de Cambridge está la propiedad prin- cipal «Fen Court» de la Compañia Agrícola de Auckland compuesta de 8000 acres (200 cuadras) la mayor parte ha sido un estero pantanoso que se ha surcado de zanjea- dos de 2 y 3 varas de ancho en todas direcciones con el objeto de drenarlo. Alli se ven pastar las ovejas donde antes no fué sino un pantano inaccesible aun al ganado mayor. Casi todo él está sembrado de pastos artificiales, que se han posesionado del terreno de tal manera que el pastoreo y pisoteo del ganado no lo impresiona, predominan los pastos Cocksfoot y Ryegrass. Un stud de yeguas impor- tadas y cinco padrillos Clydesdale, dos importados y sus descendientes, son de los mejores que hemos visto Los vecinos traen sus yeguas á ser servidas por estos po- trillos pero ellos son insuficientes para la demanda. El precio de la monta varia: «Roseberry» (importado) hijo de «Prince of Wales» por servir una yegua lib. est. 10, por servir dos ó mas de un solo dueño lib. est. 8. «Elgín» ( importado ), por servir una yegua lib. est. 5 —y por ^ 237 - servir dos ó mas de un solo dueño lib. est. 4 li2. «Grand Duke», «Barón Dinsdale» y «Young Melbourne» á lib. es- terlinas 4 cada yegua. A mas se cobra 2 1(2 chelines por semana, por mantención de cada yegua en los paddooks. Esta compañia también posee un Stud de caballos de carrera, y un rodeo de vacas Durham puras. En otra propiedad á una legua de distancia hacia al Sud de Cambridge, los reproductores tanto en caballos como en lo vacuno son excelentes, los toros sobre todo son de superior calidad. El padrillo de carrera «Muskel» hijo del Toxopholite cubre yeguas á 35 guineas cada una y solo 30 guineas si son dos ó mas de un solo dueño. El alazán Anteros hijo deLoiterer y este de Stockwell sirve yeguas puras que hayan sido registradas en el Stud- Book de nueva Zelanda á 10 guineas y seis guineas las mestizas. El importado «Shilingworth» sirve cada yegua á 5 guineas, y siendo dos ó mas yeguas a 4 1[2 guineas. El importado «Gap-á-Pie» hijo del «Maribyrnoug» sirve yeguas á precio convencional. En esta propiedad es donde la Compañia tiene sus corrales y bretes para los apartes de ganados, marca- ciones etc., del que tomamos un plañó que acompañará nuestra obra. Los bretes facilitan apartar á la vez cuatro distintas clasificaciones en otros tantos corrales separados pero contiguos; pueden, por ejemplo, separarse los toros, las vacas, los novillos, y los terneros en una sola pasada. Pueden cinco ó seis hombres hacer las separaciones de dos ó tres mil vacas en dos ó tres horas sin gran ajita- cion y sin salir del tranco del caballo, una vez el ganado dentro del gran corral. Ganado que por primera vez se va á operar precisará un poco de mas tiempo por lo que — 238 — no es vaqueano, pero aun estas no dan trabajo para des- filar en los bretes si estos están bien dispuestos; y nadie creería con que facilidad se hace pasar el ganado que no ha sido acostumbrado á trabajarlo así. A 30 millas de Auckland, por vapor, sin salir de las aguas de Waitemata se encuentran las minas de oro de Grahamstown á la embocadura del importante y bello rio Thames. Hállanse actualmente en comunicación con el Wíukato por un ferro carril. Existe una extensa zona de buenas tierras entre los dos rios «Thames» y «Tar- ranga» sobre la costa Oriental, llamada el distrito de "Dhinemuti. Los variados y grandes recursos de esta rejion le señalan un opulento porvenir. De Auckland hasta North Cape, la estremidad de la Isla, hay una distancia de 200 millas. No lejos, al Norte se halla el distrito de Kaipara regado por grandes rios, cubierto de vastos bosques, y con grandes despoblados. Hállanse ligados á Auckland por un ferro-carril que atraviesa el Istmo y penetra hasta Albertland. Un gran tráfico de maderas, goma y cáñamo tiene lugar sobre el «Wairoa» uno de los grandes rios del territorio de Kaipará. Unas 60 millas mas al Norte se halla el « Arkianga », rio importante que atraviesa grandes selvas de pino Kauri. De tres á 4000 indígenas viven en los fértiles valles re- gados por sus tributarios, pero los Europeos son poco numerosos allí. La isla de Kawan es la residencia del gran pacificador de este pais, Sir George Grey, cerca de la cual pasan las naves que entran al puerto de Auckland, que es uno de los rasgos mas pintorescos é interesantes en su conjunto y en sus detalles. Pues no bien pasadas varias islas se — 239 — halla la magnífica caleta ó ensenada doble «Wangarei» tan segura, como bella, y romántica. Allí se encuentran minas de hulla y suelo arable fértil, y también una colo- nia de Escoceses situada en Waipo dentro del South Head. Mas al Norte á 146 millas de Auckland se halla la Bahia de las Islas, magnífica ensenada de costas pin- torescas y de un clima delicioso. En sus inmediaciones se hallan las minas de hulla del valle de Kamakama. Al Norte sigue una serie de ensenadas, y puertos bellos, cómodos, espaciosos y seguros, que situados en cualquier otro continente ó Isla le darian fama y riqueza. Pero aquí donde se hallan concentradas las mas bellas ensenadas, bahías y puertos, ya no llaman la atención, ni se cuidan, ni se pueblan. Es como el hallazgo de una inmensa mina de diaman- tes, en que estos llegarian á fastidiar! Siguiendo las costas de Auckland al sud este, hay numerosos vapores que los visitan constantemente, y numerosas ensenadas y puertos, entre ellos el magnífico de Tauranga, que dá vida á la pequeña ciudad de este nombre. De esta ciudad salen coches para Ohenemuto la región de las aguas termales y minerales de que hemos hablado antes. Nu- bes de vapor sobremontan el lago, un baño se puede tomar á la hora que se quiere y á la temperatura que se desee dando simplemente unos pasos a derecha ó iz- quierda. En contorno del lago á cada paso se encuentran respiraderos que emiten ya simplemente humo azufrado, ya vapor, ya agua hirviendo ó ya agua helada. Estos respiraderos ú ojos de agua varian en tamaño desde el de un pequeño hormiguero en el que no cabe la punta del bastón, hasta el de un lago en que podrían — 240 — meterse mil novillos y sacarlos bien cocidos en pocos minutos! Pero pasemos ahora á hablar de los derechos territoriales su reglamentación y leyes etc. Por lo que hace á los indígenas, el tratado de Wai- tangí les aseguró sus derechos territoriales pero una gran estension de tierras ha sido comprada á ellos por el gobiernojinclusa, toda la isla sud y muchas partes de la del Norte. Sin embargo, los nativos aun conservan unos 20,000,000 de acres. Bajo el régimen Provincial cada Provincia tenia la disposición de sus tierras va- cantes. La adquisición de la tierra en Nueva Zelanda hasta ahora se hace por compra directa ó á plazos. El sis- tema de arrendar la tierra del gobierno en grandes lotes y á precio que alli consideran barato está en boga, principalmente en las provincias de Otayo y Canterbury para pastoreo. El sistema «Homestade Saw» solo está en operación en los distritos provinciales de Auckland y Westland. La administración de estos sistemas con escepcion del de venta absoluta son muy costosos. Las ventas en los distritos de la Costa Oeste á libras ester- linas 2 con 6 chelines y 3 peniques el acre, es el precio mas alto obtenido este año, el término medio de las ventas del año pasado en este mismo distrito fué de libras esterlinas 5 1 {2 por acre. Esto se esplica porque el alto precio obtenido el año pasado fué per terreno limpio en los llanos del Moimate con muy poco bosque, mientras que los precios bajos obtenidos este año fue por terreno de mucho bosque y fachinal. El térm.ino medio de los precios obtenidos por acre en los distritos de Wellington, Otajo, Canterbury, y Southhnd fueron de — 241 — libras esterlinas 1 y ocho peniques, libras esterlinas 2— libras esterlinas 1. 6. 3 y libras esterlinas 1. 3. 1 res- pectivanfiente. En las sesiones del Parlamento en 1881 se presentó un estado demostrando que habían en Nueva Zelanda 902 personas poseyendo tierras por valor delibras esterlinas 10,000 -cada una— Que habian 60,658 deudores por terrenos. Que un propietario tenia tierras por valor de libras esterlinas 1,440,000— otro libras esterlinas 960,000 —y un tercero por mas de libras esterlinas 560,000— doce que poseían mas de libras esterlinas 240,000 cada uno— veinte y tres con mas de libras esterlinas 120,000 —catorce con mas de libras esterlinas 96,000— veinte y siete con mas de libras esterlinas 72,000— y 28 con mas de libras esterlinas 48,000. Mas desde la abrogación del régimen Provincial, la colonia ha sido dividida en 10 distritos territoriales que son Aucliland, Taranaki^. Hawkes Bauy, Wellington, Nelson, Marlborough, Canterbury, Otago, Southland y Westland. En 1877 por una acta ó sanción del Parla- mento Colonial revocando las disposiciones antecesores, se disponia la venta de las tierras de la corona en los diversos distritos espresados. Esta fué denominada Ley de Tierras de 1877, entrando á regir desde Enero V de 1878. Su traducción la publicaremos en los apéndices. Según ella, el .Gobernador nombra para cada distrito territorial un Comisionado y uno ó mas Receptores de Renta territorial. Este comisionado és también el Presi- dente de la Oficina de Tierras de su distrito respectivo. Dicha oficina se compone de no menos de dos ni mas de cinco miembros, á mas del Presidente. Esta comisión se — 242 — reúne periódicamente en la Oficina de Tierras del distri- to. Las condiciones de venta no son las mismas para todos los distritos: por ejemplo, en el distrito de Canter- bury, se pueden obtener tierras en prioridad de aplicación á la Oficina, pero en no menor cantidad de 20 acres, ni por un precio menor de 40 chelines el acre; pero en Taranaki, si se presenta mas de un solicitante por la misma tierra, es vendida en subasta publica, al precio de arranque de 20 chelines el acre y de 40 chelines por tierra llana, La ley de concesiones libres ó solariegas (Homesteado Freegremt) se halla confinado al distrito de Auckland. Por esta provisión, cada adulto que solicita es acreedor bajo ciertas condiciones, á 20 acres de tierra de primera clase; ó á 30 acres de tierra de segunda clase. El Go- bernador mediante el pedido de una Oficina de tierras, puede separar suertes ó lotes para venderlas á plazos en los términos mas favorables. Hay en esta islas zonas en estremo boscosas; esta clase de tierras son preferibles para los pobres laboriosos y vigorosos que puedan, en pocos años, mediante su ince- sante trabajo formar una risueña posesión de sus pocos acres de monte; hallando en los árboles que pueblan el campo materiales para la casa y para el cercado, igualmente que abundancia de leña para sus usos do- mésticos. Mas mediante el gran costo del desmonte por trabajo asalariado, los terrenos boscosos no son útiles para los capitalistas y no necesitan arriesgarse en él. Mientras algunas regiones del pais se componen de puros bosques; hay otras en que los bosques son menos de lo que era de desearse. Es evidente que un trozo de bosques — 243 — es ana cosa codiciable en una posesión. En la Isla Norte hay zonas de tierras pobres, lomas arcillosas que solo producen ásperos brezos y que solo pueden cultivarse mediante ruinosos desembolsos. En otras partes se pre- sentan áreas de piedra pomes que siempre serán estériles. Cuando la tierra es buena, los brezos crecen á la altura de muchos pies. La presencia de una planta llamada Tibpakihi 6 Toot es un indicio de buen suelo, como lo es el cardo en Buenos Aires. Los llanos de Waikato, en el distrito de Auckland, contienen excelentes tierras; y io •mismo el territorio Taranaki. Hay también tierras esco- jidas en Poverty Bay y en Hauke Bay. Wellington contiene gran variedad de suelos, lomas boscosas, fértile valles y llanuras estensas, cubiertas de pasto, de brezos ó de cáñamo La mas vasta ostensión de tierras fértiles se halla en South Island, aunque hay parajes de suelos gravelosos y ligeros que nunca servirán para otra cosa que para el pastoreo de ovejas. Las chacras productoras de trigos se hallan en esta Isla; el pasto natural que las cubre es el Tussock-grass, que es un buen alimento para ganados Se le quema en estio y se ara en seguida la tierra, siendo lo mas engorroso la destrucción de las raices de brezo (especie de zampa.) Como el éxito del cultivador depende de su buena elección él debe proce - der con tino y sin precipitación. Tierra preparada y sin preparar puede obtenerse hoy en cualquier distrito de propietarios privados. Hay pa- rages en que los Capitalistas Ingleses han adquirido grandes estensiones de suelo virgen, con el objeto de dividirlos en pequeñas chacras, vendiéndolas á precios en que puedan realizar una buena utilidad de capital y — 244 - rentas. Estas se hallan en mano de respetables agentes de tierra, de quienes pueden obtenerse toda clase de datos. El precio varia desde 15 hasta 30 duros el acre, según las circunstancias. En los mas caros de esta na- turaleza, los pagos pueden hacerse á plazos, con la garantía de la tierra y pagando interés. También se pueden tomar en arriendo dichas chacras por 3 á 5 ó 7 años pagando una renta anual, con una cláusula de compra-venta en la contrata, que obliga al propietario, á la espiración del término, á vender la propiedad raiz al arrendatario á un precio determinado por acre. Este es un buen arreglo para un hombre de capital limitado, pues él puede obtener este capital libre de los productos de la chacra, procediendo con mucho tino^ arreglo y economía, en cuyo caso será mas que desgraciado si no puede llenar su compromiso con dichos productos. Si lo halla mas conveniente, el poblador puede comprar una chacra formada, esto es, yá cultivada, cercada y provista de edificios adecuados. Por una tal chacra él tendrá que pagar de 40 á 70 duros por acre. Hay muchas chacras de estas de 50 á 100 acres de ostensión, que han sido elevadas á un alto grado de cultura por trabajadores laboriosos y que la venden para con su utilidad, hacer una adquisición mayor en otro punto, donde á él le plasca establecerse de nuevo. Se vé, pues, que los capitales Ingleses han hallado una exelente inversión en las tierras de Nueva Zelanda. Aquí ademas el capital gana de 8 á 10 op con las mejores hipotecas. Este capital puede emplearse perfectamente en la compra y venta de tierras con tal de hallarse dotado de gran perspicacia y de tener buenas conexio- — 245 — nes. O si tiene los conocimientos adecuados, los grandes capitalistas pueden acometer los grandes cultivos por el sistema Norte-americano. Por lo que es hoy, los hombres de profesión abogados, médicos é ingenieros tienen muy buena carrera abierta en Nueva Zelanda. Las profesiones de abogado y procurador no se hallan aqui separadas. Aquí es general: cuando dos legislan se asocian, obran uno de ellos- como abogado y el otro como procurador en un caso dado. Pero nadie tiene derecho á ejercer estas profesiones sino después de vivir tres meses en la colonia, de dar un examen correspondiente y de hacerse matricular. Hay muchos jóvenes de la Colo- nia que se dedican á la profesión de abogado, y sin em- bargo, hay aun lugar para mas. Durante la primera década de la Colonia, muy poco negocio han podido hacer los médicos, por la salubridad general del chma y la vigorosa constitución de sus habitantes. Pero des- pués del establecimiento de grandes ciudades, de la afluencia de población y por consiguiente de enfermeda- des, los médicos han podido hacer su Agosto. Los médicos estrangeros no necesitan comprar una clientela, pues pueden fácilmente hacerse de una. En ciertos casos algunos hacendados ricos suelen asociarse para asalariar un buen médico y tenerlo á mano para que los asista en sus enfermedades, pagando de 1500 á 2000 duros al año para ello; esto es fuera de lo que personalmente pueden ganar con otros clientes. Este es generalmente el modo como principian su carrera los médicos jóvenes. Si es hombre de buenas maneras y de habilidad, su fortuna es segura. Los artesanos hábiles como carpinteros, armadores, — 246 — muebleros, molineros, corredores, cocheros, lomilleros, herreros, zapateros, sastres, pintores, albañiles, fabri- cantes de ladrillos, estucadores, etc., todos obtienen buenos salarios, ganando de dos á tres duros diarios. El costo de la vida es ia misma aqui que en Inglaterra, siendo mas caro el alquiler de las casas y el combustible; aunque este último baja cada dia conforme se esplota mas el exelente carbón del país. La mayor parte de los trabajadores adquieren aquí su casa propia mediante contratas con las sociedades constructoras. Los mineros encuentran abundante trabajo en las minas de carbón y de oro. Hasta se erivian agentes á Inglaterra para con- tratar mineros galenses, pagándoles el pasage y un salario de 9 chelines por dia. Los criados se hallan en gran demanda y en Londres mismo se les paga pasage libre. Sus salarios varian de 100 á 200 duros anuales; los buenos cocineros ganan mas. Las nodrizas, lavande- ras y mucamas lo pasan muy bien, estas últimas ganando hasta 5 chelines diarios; y las primeras de 20 á 40 cheli- nes por semana (de 5 á 10 duros). Las amas gobernantas hallan buen acomodo desde que sean serviciales. En general las mugeres de buen carácter y buenas costum- bres están seguras de hacer aquí suerte mejor que en ninguna otra parte. En estas colonias son mas los hom- bres que las mugeres, y los pobladores se casan fácilmente con mugeres laboriosas y honradas. — iÑo queremos abandonar el bello suelo de las islas Neo Zelandesas, sin hablar de algunas de sus islas menores, de algunas de sus industrias, productos y progresos y de sus comunicaciones y operaciones de crédito. Comenzaremos por la relación de una escursion — 247 — á Akeroa, que aunque no es isla, sino peninsula, esto es, casi Isla, por una licencia no poética, sino de viagero, podemos clasificarla entre las islas menores de este bello país. Para visitar á Akeroa hay que partir muy temprano por el tren de Christchurch y pasando por Lincoln que tiene un famoso Colegio Agricola y llegando á las 11 y media de la mañana á la Pampa de Bridling {Birdling- flat). La primer parte de la jornada tiene lugar al travéz de un rico pais agricola, en que el trigo y las otras cosechas Inglesas se presentan magnificas. Decimos Inglesas, porque se componen de trigo, avena, cebada, y clover, faltando el maiz y la alfalfa característica de Norte y Sud América. Como el gobierno de Melbourne ha re- cargado de derechos los cereales de Nueva Zelanda, este pais en represalia ha cargado 4 chelines por cada galón de vino de Victoria. Birdling FJat es un feo y cienagoso municipio sin casas, sin huertas y sin jardines. El ferro carril termina aqui, pero el debe continuarse hasta Lit- tle River, en cuyas márgenes la región de las altas monta- ñas de la península comienza á levantarse; en este punto se hace un alto para tomar su lunch y mudar caballos. De aqui el camino sigue entre altas y boscosas cuchillas á la izquierda^ y el playo pero pintoresco lago Ellesmere á la derecha el cual se liga por un estrecho canal con el Océano; y es por consiguiente mas ó menos salobre. En Little River se halla una aldea Maori, dotada de una buena escuela y de una iglesia servida por un sacerdote anglicano perfectamente familiar con la lengua indígena. Cuando se quiere hacer una escursion á pié de 20 á 25 millas al travéz de las montañas, tiene que marchar pedestremente desde Little River, enviando su bagage á .. -- 248 — Akeroa por el coche. Hay que recorrer 5 millas para llegar á la cumbre de la cadena; pero el camino es escelente y la vegetación de los campos magnífica. Arroyos de agua cristalina atraviesan á menudo el camino, derramándose á la otra parte en delgadas ca« taratas, perdiéndose en las densas masas de los arbustos multicolores. A. los costados del camino se estienden numerosas pequeñas chacras y habitaciones de selectores trepadas como los chalets suizos, sobre empinados esca- lones. En la cumbre de la cuchilla se halla una pequeña posada donde el tourista puede refrescarse, mientras contempla los magníficos paisajes que se desplegan á su mirada. A la derecha é izquierda á la distancia se estienden sombrías cadenas de montañas interrumpidas aquí y allá por largas lonjas de brillantes matorrales, que la despiadada mano del infatigable selector ha perdonado hasta aqui. Inmediatamente á un pié se presenta la brillante ensenada á cuyo remoto estremo Akeroa se levanta. La ensenada es por decentado, solo un brazo de mar; pero prácticamente la escena que se presenta por delante es un paisaje lacustre, escondiéndose á la vista su comunicación con el Océano. En realidad, los Heads ó Cabos de Akeroa se hallan á la derecha de la ciudad de este nombre; pero esa entrada es tan estrecha y se halla tan bien oculta detrás de los espolones de las montañas, que se pueden adivinar, mas no percibir. Proyectándose al estremo del lago al cual conduce la bajada, se halla un avanzado promontorio, ligado á la masa de tierras por un angosto istmo, tan angosto en parages, que la cabeza del promontorio solo se presenta como una isla a primera vista. Asi, el es- ~ 249 — pectáculo de este cerrado puerto, es el de un enorme lago interior rodeado por cadenas de montañas de 1000 á 2000 pies de elevación, que se estienden sobre lindas bahías abrigadas, partidas en el medio por una ancha y verdeante lengua de tierra. Este espectáculo dá una reminiscencia de la suiza Lucerna por su compás y anchura. La intensa pureza de la atmósfera que el fluido solar baña, recuerda los lagos italianos; pero las colinas bistradas, vestidas de pasto Tussock, realzadas por man- chas de matorrales de un verde mas sombrío con su aroma peculiar, nos llama á la realidad local. La ciudad, á la cual se llega después de cruzar la cadena desde Little River, se halla según se ha visto, á la estremidad mas remota de la ensenada. El camino serpentea, en torno del costado Norte, trepando colinas y cruzando cañadas, y presentando numerosas y bellas perspectivas sobre las aguas azules y las pintorescas colinas que las rodean. El coche llega á Akeroa á eso de las tres de la tarde. La ciudad cuenta unas 2000 almas y es interesante á causa de su origen francés. Fué una colonia fundada en 1840 por el capitán Langlois de la marina francesa, el cual habiendo tenido la imprudencia de declarar el punto de su proyectada colonización al gobernador inglés Hobson de la Isla Norte, fué prevenido por los ingleses que tomaron posesión de South Island y de Akeroa antes de la llegada de los franceses. El establecimiento se formó, sin embargo, pero bajo el dominio inglés, conti- nuando este establecimiento regido por leyes francesas y con el uso del idioma francés por algunos años. Aun hoy apesar de haber desaparecido muchos de sus prime- ros pobladores, la ciudad presenta inequívocas señales de su origen. — 250 — El cuartel inglés se halla en la parte sud de la ciudad y contiene un lindo hotel llamado Wagstaff, situado contiguo al lago y con un bello jardin. No puede haber un mejor sitio para pasar un mes ohlitusque suamm^ ohliviscendus et illis : pero este no es el hotel único; hay varios otros sobre la misma rivera. Akeroa es esencial- mente un lugar de reposo. Su mote parece ser il dolce farniente. La leyenda local es que cuando una persona tiene la audacia, ó mejor, mania de ponerse á trabajar, dos vecinoo por lo menos se reúnen á mirar á aquel fenómeno. No hay en el mundo ciudad Inglesa ó Norte americana que no se distinga por un distintivo opuesto, esto es, por su actividad. Este hecho fenomenal, aunque no lo dijera la historia y la raza, acusarla un origen latino. Y esto, no que falte trabajo, todo lo contrario. En tiempo de las cosechas se suele ofrecer hasta dos francos por hora, y no hay sin embargo quien se anime á entrar en una tan lucrativa actividad: hay que traer brazos de fuera. En las inmediaciones se podrían cazar bellos faisanes, sino fuese que se corre el riesgo de ser cazado por un ja valí silvestre de la cria Europea. Las frutas se producen maravillosamente, pero solo se pueden obtener de las huertas cultivadas por los Chinos, que en toda Austraüa, se ocupan de esta lucrativa industria. La ensenada se halla llena de pescado, y sin embargo es diñcil obtener este en la ciudad, si es que llega á obtenerse. Las palomas torcaces ó nativas en que antes abundaba la península son ya casi una especie estinguida; no que las liayan cazado, sino que la paloma europea ha suplantado y corrido á las nativas. La preciosa ave tui ó pájaro clérigo, con su collarin - 25i — blanco y sus notas sonoras, lia sido aayentaio por el pájaro negro de pico amarillo y su consorte gris. De la misma manera el ojo de cera vá cediendo su lugar al jilguero europeo; y con la misma verdad puede decirse que los crops ó buches, ceden su lugar á las alondras. Parece que estos bellos mensageros de paz son mirados por los prosaicos chacareros Neo Zelandeses como una plaga, por creer talvez falsamente que les hacen daño en sus cosechas. Lo mismo ha sucedido con los conejos, los kangaroos y hasta con los pajarillos cantores de los bosques. Mas parece que esos que con razón Virgilio llama ávido colono^ son capaces de acusar al sol y á la naturaleza entera, porque nada puede saciarlo en su avidez, y todo lo que no sea ellos, les parece dañino; y pedirían hasta la destrucción de las ciudades, si estas no les hiciesen falta como mercado. ¿Se creerá que los cha- careros Neo Zelandeses se quejan de la falta de viveras, solo porque estos reptiles son ávidos para comerse los huevos de las alondras? Pescánse truchas con abundancia en Akeroa pero hay que hacer el cebo del anzuelo mas atractivo añadiéndoles un grillo ó una larva. Algunos pescadores solo hacen uso de la carnada ordinaria y no les va mal. En los mas de los rios hay que meterse al agua; pero los Ingleses tienen exelentes wading stockings, que hacen poco peligroso ese ejercicio. Las varas empleadas son de 14 á 16. pies. Los neo zelandeses que tienen exelentes pescados de mar, hablan con desprecio de sus truchas llamándolas insípidas: pero la culpa es de sus cocineros y no de sus truchas, que son exelentes. Hemos visto á dos de estos pescadores llamados angleis hacer en dos 252 dias 82 libras de truchas en Selwyn River; y lo mismo se consigue en los rios Otago, Pomahaka y Shag. En el Fiord Gountry, que es un pais inesplorado, vive aun esa monstruosa ave acuática llamada Noltornis, creida ya fósil: pero no hace un año se ha cazado uno de estos Noltornis Mantelli que ha ido á enriquecer uno de los museos del país. En la costa Occidental se encuentra también el Kiwis y el Kakapos ó loro come ovejas, de que hemos hablado en años pasados en los Anales de la Sociedad Rural; pero estas aves desaparecen con tal rapidez, que luego serán especies fósiles. En nuestro primer capítulo, al penetrar en el Golfo de Hauracky, hablamos de la Isla Great Barrier como la primera tierra Neo Zelandesa que se presenta viniendo del Norte. Esta no es una tan pequeña isla como podria creerse; habítanla muchos leñateros y escavadores de goma fósil. Es mas bien una grande isla, puesto que tiene unos 80,000 acres de estension; siendo de una gran belleza y de muchos recursos naturales, con una pobla- ción fija de 200 almas, en respetable y próspera condi- ción; y algunos conservando una posición social que no es inferior á la de ningún otro en la colonia. La esta- dística de sus producciones y recursos es interesante, hallándose á 50 millas de Auckland, esto es, á 4 horas de distancia a vapor y medie dia de distancia á vela. Sus producciones consisten en madera, ganado, manteca, miel, leña, goma fósil (especie de copal) y en -toda clase de productos chacareros, teniendo á mas de la población fija indicada, una población móvil de leñateros y esca- vadores de goma considerable. Otra de las pequeñas islas interesantes de los archi- — 253 — piélagos de estos mares, es Easter Island, notable por sus esculturas de piedra y por los restos de su arquitec • tura primitiva. Esta isla ha sido adquirida por la casa Brander de Tahiti que la ha comprado á los misioneros con los pocos habitantes que aun le quedan, estableciendo allí desde hace cuatro años una estancia que hoy cuenta diez mil ovejas y 400 cabezas de ganado mayor. Los rebaños aumentan con mucha rapidez, pues las ovejas tienen dos y hasta tres parisienes en el año. De las 10,000 ovejas indicadas se obtienen en el año unas 18 toneladas de lana. La isla cuenta un inmenso número de aves de corral en un estado semi-salvage. Produce también espontáneamente yams, batatas, bananas y plá- tanos. El agua sin embargo es escasa. Habiéndose los misioneros llevado la mayor parte de los naturales á otra islas, solo quedan en esta unos 150 que lejos de aumentar disminuyen. Aunque instruidos por los misio- neros, ellos sin embargo no tienen ninguna religión, son ladrones expertos y muy vengativos; ellos no saben ni olvidar, ni perdonar, aunque no tienen mal carácter. Hállanse divididos en muchos pequeños clanes, entre los cuales no hay otro título de superioridad sino la fuerza ó el valor personal: sus principales disputas pro- vienen de los esfuerzos de cada clan para asegurar los primeros huevos de los Alertas, cada año, en la Boca del Aguja, á lo que dan una importancia supersticiosa. Como hay una fuerte marejada en el fondo de los arrecifes opuestos á las toscas, todos los años se pierden numerosas vidas al tiempo de recoger estos huevos. Respecto á las tradiciones de los naturales, conservan una respecto á su llegada y toma de posesión de la - 254 — Isla. Todos ellos aseguran que su primer arribada tuvo lugar en el costado Norte de Anakena, llegando del Este en dos canoas provistas de yanis, de taro y batatas, el rey, que tenia por nombre Hotomeva, ó el Padre Prolífico, en una canoa, y la reina en otra. Al tocar tierra se separaron, encaminándose en dirección opuesta y volviendo á encontrarse en Anakena, donde desembar- caron, estableciéndose en el Monte Topacio, al cual los naturales han dado el nombre de Hoto-ití. Allí constru- yeron la casa de piedra cuyos restos se conservan é hicieron las estatuas de que la loma se halla cubierta; pero la primer estatua no fué hecha sino 50 años des- pués de su primer desembarco. Los naturales aseguran que el nombre originario de la Isla no era Rapanui, sino Te-pito-fenva, esto es, tierra en medio de los mares. El suelo de esta isla es un terreno fértil. Solo necesita ser cultivado para producir magníficas cosechas; y aparece en especial adaptada para el cultivo de la vid. El volcan estinguido de Tehauna Kao, en el ángulo sudoeste de la Isla, es digno de ser visitado. El fondo de su cráter no es plano, como lo han descrito algunos visitantes ante- riores; por el contrario, en el centro, no existe fondo hasta la profundidad de 50 toesas en su centro; pero hay un fondo formado por los despojos de viejas plantas acuáticas que sobrenadan en el agua y sobre el cual se puede atravesar de un costado á otro. Los Progresos de Nueva Zelanda en el año de 1882 en que visitamos esa isla, fueron notables; asegurándolos también para los años siguientes por la buena aceptación que obtuvo su nuevo gobernador Sir Willam Jervois; y por el espíritu liberal, ilustrado y progresista que lo — 255 — anima. Las cosechas de ese año (cosechadas en Enero de 1883) han sido magníficas y aunque faltaban brazos, han sido perfectamente suplidos con la maquinaria mo derna. El comercio de carnes conservadas por el frió ha recibido uq tuerte impulso de la opinión y de los capitales públicos. De Wellington se ha hecho una remesa por el Lady Jocelyn, que habrá llegado á Londres en Abril ó Mayo de 1883. Se ha sentido un poco de tirantez mone- taria á causa de las timideces y tergiversaciones en las operaciones bancarias, pero no ha sido formidable en grado y el buen éxito con que se ha realizado el último empréstito destinado á obras públicas, contribuirá á su desaparición completa. A propósito de este empréstito, el no ha pasado de 1,000,000 de chelines ofrecido al 4 por ciento. Los pedidos subieron á 1,525,000 á precios que variaban de libras esterlinas 101 op á libras ester- linas 98. diez chehnes que era el mínimo oficial. Las ofertas á libras esterlinas 98.11 chelines recibieron 78 por ciento del monto ofrecido; las ofertas mas altas han sido formadas en total. Asi Nueva Zelanda, fijando su mínimo en 98 1(2 op ha obtenido fácilmente un emprés- tito de libras esterlinas 1.000,000; mientras Victoria que pidió á la par cuatro veces esta suma ha fracasado. No hay duda que las concesiones del Banco de Inglaterra con la emisión Neo Zelandesa ha podido contribuir mucho á su éxito. Este empréstito es solo una parte de un total de libras esterlinas 3.000,000 autorizado por el parlamento Neo Zelandés, los cuales se emitian sucesi- vamente parí passu con el 4 op. Todos estos fondos inclusos los primeros, se hallan ya inscritos en calidad de consolidados en el Banco de Inglaterra para el pago — 256 — de sus cupones y amortización. Los pagos se exigen en los términos siguientes: 5 0(0 al tiempo del pedido; lo que corresponda á la concesión, quedando impago 75 por ciento; 25 0[0 el 15 de Febrero de 18S3; 25 cío el 15 de Marzo del mismo año 25 ojo el 16 de Abril de id. La pesca del Salmón es un valioso articulo de espor- tacion hoy en la Nueva Zelanda. Pero esta industria no es natural del pais. Proviene de los esfuerzos de su ilustrado Gobierno para enriquecerlo, para lo cual en años pasados hizo la adquisición en Norte- America de 10,000 pequeños sahiiones que fueron echados en todos los rios del pais. Estos se han multiplicado y hoy llenan los bellos rios Neo Zelandeses según lo hemos visto. El gobierno se ha resarcido de sus gastos con usura estableciendo un lijero impuesto sobre la pesca. Se vé, pues, que los gobiernos buenos, liberales é inteligentes, son al mismo tiempo los mas vivos, puesto que hacen mejor su negocio, esto es, el negocio del pais. ¿Cuándo nuestros Gobiernos Católicos Sudr- Americanos llegarán á esta altura? .Jamas! Puesto que les es prohibido ilus- trarse, ser liberales y ser buenos; hallándose todos espuestos á reacciones y tiranias sangrientas de los fanáticos. Volviendo á los mas recientes progresos Neo Zelandeses se cuenta entre ellos la introducción en Ta- panui de un establecimiento completamente montado á la Americana, para el beneficio de la carne de cerdo. Este establecimiento es una imitación perfecta de sus análo- gos de Chicago; y se vé cuanta es la superioridad del progreso Norte- Americano, cuando los Ingleses se ven reducidos á imitarlos en todo. Esto es debido al mogi- gatismo Ingles que no les permite consagrar su espíritu al - 2bl — verdadero progreso : la prueba de ello se halla en la derrota del Gobierno Liberal en el Parlamento, al pro- poner una ley de tolerancia científica. Norte-Ainerica que está libre de estas ridiculas trabas impuestas al desarrollo del espíritu y del pensamiento humano, pro- gresa inmensamente en todos sentidos, aventajando á todos los pueblos de la tierra. El Gobierno de Nueva Zelanda acaba de solicitar ofer- tas para el establecimiento de una linea mensual de comunicación directa a vapor entre Londres y Nueva Zelanda, por la via del Cabo de Buena Esperanza, de salida, y por el Estrecho de Magallanes, tocando en San Vicente, de vuelta. Los buques empleados no deben ser de menos de 3000 toneladas, con el plazo para cada viage, de 1200 horas (50 dias). La contrata será, ó mejor se ha arreglado yá en 4 años. Los contratistas tendrán la opción en cada viage de elejir como primer punto de arribada y como primero de partida, los puertos de Auckland, Welhngton, Lyttleton ó Port Chalmers. Los buques deberán hallarse provistos de Cámaras Frigorí- ficas y de una maquinaria adaptada para conducir carnes congeladas y los productos del comercio ordinario. La contrata ha sido firmada en Marzo último con una Compañía Inglesa; habiendo entrado en la competencia dos compañías establecidas en Nueva Zelanda y que re- presentan líneas ya establecidas de navegación á vapor. Mientras este progreso, ya en via de relizarse tiene lugar, otro es ya un hecho consumado. Dos vapores, el aSorrento» y el «Dunedin», de vuelta de su primer viaje con carnes conservadas que sirvieron para las provisiones del ejército inglés en Egypto, partieron con — 258 — una nueva carga de 7266 cada uno, espendiendo en la primavera su carga en Londres á buen precio. Entre los progresos, y de los mas importantes de Nueva Zelanda, debe contarse el establecimiento de nuevas fábricas y manufacturas de tejidos de lana en Roslyn y Kaiapoi. Haremos mención de los datos obtenidos sobre esta última. La compañía que estableció esta fábrica de paños comenzó con un modesto capital de libias esterli- ndS 15,000 (75,000 duros.) Pero habiendo hallado que este era un negocio insuficiente para establecer el nego- cio en grande escala, aumentaron el capital social á 100,000 libras esterlinas, con 75,000 de ellas pagas: en la actualidad ocupan cerca de 500 operarios. Esta fábri- ca ha hecho prosperar mucho la localidad en que se halla establecida; y ha podido distribuir dividendos de 12 1/2 7o entre sus accionistas. La otra manufactura^ en Roslyn se halla tan próspera, que no puede dar abasto á los pedidos que se le hacen. En Mosgrel hay otra fábrica de tejidos de lana, que produce 10 7o ^^ interés á sus accionistas. Todo esto en un pais que no cuenta 50 años de colonizado, y que tiene la competen- cia de las fábricas de su propia metrópoli. Y nosotros con 400 años de existencia, aun no contamos una sola fábrica para nuestras lanas y todo, hasta nuestras camisas, las recibimos cosidas en el estrangero! Pero como compensación (por nuestra haraganería?) tenemos el camino del cielo abierto, según nos lo asegura el señor cura. Por último, en Auckland acaba de formarse una compañía con un capital de libras esterlinas 40,000 (200, 000 duros) para establecer una fábrica de tejidos de lana en esta interesante localidad. 259 Pasaremos ahora á hablar de los progresos en las crianzas cabalgares y en los ganados de raza hechas en Nueva Zelanda en estos últimos años: respecto á las crianzas cabalgares, solo indicaremos aqui su mejora en términos generales, dejando los detal'es para concen- trarlos mas adelante en los capítulos especiales desti - nados á las crias de este ramo en las colonias inglesas de Australia. En general los caballos Neo Zelandeses son inmejorables como figura y escelentes como calidad. Los caballos de tiro Clydes y Suffolk son grandes, vigo- rosos, lucientes y tan bellos como los mejores que hemos visto en Inglaterra y Norte-América. Los himters, que montan los squatters y farwers del pais, esto es caballos de silla, caza y guerra, son también escelentes en la figura y cualidades. Pero en lo que mas el progreso se observa, es en los caballos finos de raza para carrera. Nosotros hemos podido presenciar el meeting del Auckland fíacing Chtb, y en el contemplamos un grupo de unos veinte caballos de carrera comparables con los mejores de Europa ó América. Por lo demás, hoy es moda en Australia enviar sus caballos de cria á com- petir en el Turf de Inglaterra por el Derby inglés; y si la fortuna aun no les ha acordado el primer puesto, no ^es ha escaseado los segundos y terceros, lo que es ya mucho para ser tan joven la cria. Hé aqui dos anécdotas del Turf que pueden dar una idea del estado de las crianzas cabalgares de estos mundos orientales mejor que la mejor estadística ó disertación sobre la materia. La primera es relativa al distinguido capitalista y cria- dor Mr. Crawfurd. En las carreras de Cambridgeshire, tuvo lugar una escandalosa escena en el Birdcnge con — 260 - motivo de la retirada de la carrera de la yegua Thebaie. Es el caso que en los meses pasados Mr. Crawfurd se habia encontrado indispuesto y su caballeriza de correr se habia encontrado bajo la dirección de la Duquesa de Montrose. Y ya puede el lector figurarse cual sería la dirección dada por mano de muger á este negocio suceptible solo de ser dirigido por la firme mano de un hombre. Los caballos habian sido maltratados; jokeys y palafreneros cambiados, y cuentos, enredos y murmu- raciones sin fin. Un tal escándalo como el que tuvo lugar en Birdcage fué penoso para todos y quedará como un eterno recuerdo. Su resultado será que esta habrá de ser la última vez que una caballeriza de correr se en- cuentre bajo la dirección de una mano femenina. La otra anécdota muestra que el mismo espíritu aventurero y los mismos rasgos de audacia que caracte- rizaron al Marques de Waterford, existe en un grado no menor en su hermano Lord William Beresford, que ha hecho presenciar las mas admirables escenas de equitación en las carreras de Amendale en Simia. Desde luego, las principales carreras fueron ganados por los caballos de Lord William. En la carrera del Postillón en que tenia que cabalgar sobre un pony ó petizo, conduciendo otros dos de tiro á sus costados, él pudo conducir sus tres ponies á medio galope termi- nando su última vuelta con los tres animales de frente. En una carrera llamada por los ingleses Tanclen Hur- elle JRace, en que habia que correr montado sobre un caballo llevando otro por delante, obtuvo un fácil triunfo; lo mismo que en una carrera de tiro de cuatro caballos Four in handRace. Lord William, después desús triunfos — 261 en Arriéndale, hizo apuesta de dirigir un tiro de seis y correrlo contra un tiro de cuatro, dirijido por Lord Compton y el capitán Rochfort. El dispuso su tiro en dos filas de tres, cabalgando en el del centro posterior. Asegurando las riendas de los caballos mas inmediatos á sus piernas, el pudo gobernar perfectamente á los seis, galopó con ellos en torno del circo y ganó lejos á sus dos oponentes. Esto hecho para la edificación de Lady Ripon y de las filas de la gente fashionable de Simia, el Lord ecuestre galopó con 8 caballos en torno del Circo, sin otros arneces que sus riendas. La cancha era angosta y tenia muchas vueltas, pero él mantuvo reunidos sus caballos y los hizo jirar sin dificultad. Para los que comprenden la dificultad de estas pruebas de equitación, este admirable Jockey noble será un objeto de admiración. Pasando ahora á las crianzas.de animales de raza, háse formado en 1882 en Auckland una compañia para formar un gran establecimiento para crianza de animales de razas finas y perfeccionadas puras, tanto caballar como vacunos y ovinos. La compañia se ha formado por la amalgamación del capital y propiedades de la casa Morrin con la Compañia Agrícola de Auckland, asegurando de este modo cuantiosos recursos para rea- lizar este negocio en gran escala, con gran economia de costos de administración. Hanse asegurado con este objeto grandes ostensiones de terreno; á lo que se añade la hacienda de Remuera en las inmediaciones de Au- ckland, por la cual corre en la actualidad un tramway; y también el Estado de Cramtoun cerca de Cambridge, compuesto de 8883 acres cercados; con 5000 acres mas — 262 — labrados ó sembrados de pastos artificiales, teniendo un frontage de 8 millas sobre el rio Waicato. A esto se añaden las- tierras de Tamaki, las mas bellas y fértiles de la Provincia. La dirección se compone de hombres espertes y competentes; el establecimiento será pronto uno de los primeros de crianzas finas y de raza de^ mundo. En lo que es á producciones minerales, oro y hulla, por ejemplo; no es menos sensible el progreso. La pro- ducción de oro, en solo el mineral de Thames, es de 6000 onzas de oro mensuales, 72,000 onzas al año; esto es, mas de millón y medio de duros de un solo mineral. La hulla de Nueva. Zelanda es exelente. Su principal centro de esplotacion es en Wliangarei. Allí acaban de funcionar dos Compañias, la de Gamo y la de Whan, quedando asi una vasta zona de depósitos de hulla bajo una administración inteligente y concentrada. En este mineral se há terminado un ferro-carril que se há hecho llegar sobre un buen muelle hasta las aguas profundas de manera que los mayores buques solo tienen que atracar para cargarse del útil mineral: esto coloca á Whangarei entre los centros minerales mas importantes de la Colonia. La esplotacion sube ahora hasta 3000 y 4000 toneladas mensuales. XV 1. De Aukland hasta Sydney — 2. Descripción de Sydney y de su puerto — 3. La Australasia y sus islas y conti- nentes—4. Nueva Guinea é Islas Figia — 5. Continente Australiano, su descubrimiento y colonización — 6. Pre- liminar seguido de la descripción física de Australia — 7. Topografía de Australia. Esploraciones— S. Hidro- grafía australifina — 9. Productos espontáneos del suelo de Australia. Partiendo de Auckland, en el vapor «Ringarooma», atravesamos de nuevo el bello golfo de Auraki que ya conocen nuestros lectores y que no necesitamos describir; y al dia siguiente temprano estuvimos en la Babia de las Islas^ que también hemos descrito. En esta grande y bella Babia existen varias poblaciones que son otros tantos puertos, siendo Port Russell el principal de ellos. Este se estiende en media luna, á la estremidad de una Babia de ondas color verde sapia. De allí los vapores pasan á tomar carbón en una pintoresca caleta mas internada en la Babia, con ondas color de turquesa, verde gris ó verde mas claro. Todas estas costas son montañosas, quebradas, rocosas y cubiertas de densos matorrales y bosques, que en raros parages desaparecen, cediendo su lugar al pasto tussock, que es el coirón Neo Zelandez por su abun- dancia en los suelos salvages, si bien no se parece al pasto argentino. En estas espesuras, los pinos y los palmeros Chamoerops predominan. El bello pino Kaurí, — 264 — equivalente al bello pino amarillo de los Estados Unidos, sobresale entre todos. En muchas de estas ensenadas, generalmente decoradas de edificios y árboles frutales, existen aserraderos de madera ó por lo menos, corta- dores de árboles. Por lo demás nada mas agreste y pintoresco que estas erizadas costas, identadas y recos- tadas en mil formas por las olas del mar, que penetran formando mil recodos, mil caletas, mil flordas Noruegas de configuraciones raras, audaces, de rocas sueltas, de pirámides, de islotes de roca viva, de escollos y de cuanta fragmentación y desgarramiento es posibb ima- ginarse en una costa conformada por el embate furioso de los elementos antagónicos, el fuego y el agua, Nep- tuno y Pluton, en sus luchas titánicas de un pasado no remoto. En el cabo, por ejemplo, que hacia el Este cierra la Bahia de las Islas, la roca proyectada de un costado y tal vez desprendida de la montaña inmediata, presén- tase aislada en un ángulo, formando un islote de un volumen colosal. Pues bien, este islote ha sido perforado por las olas, aunque estas no se compongan de vinagre hirviendo, como el que Hannibal echaba en las rocas de los Alpes. El presenta en consecuencia un túnel abo- vedado muy elevado, con luz en sus dos entradas: el piso del túnel lo forma un brazo mujiente de mar. Después de tomar carbón en Port Russell, el «Ringa- rooma» siguió su marcha en la dirección de Australia. La estremidad de North Island la doblamos en la ma- drugada del viernes 29 de Diciembre de 1882, pasando entre North Cap y un grupo de gruesos y elevados pe- ñascos en número de 14 mas ó menos; siendo el mayor una roca bastante estensa para presentar faldas, eleva- — 265 — clones y riberas; esto es, formaba una pequeña Isla habitable por algunos dias para un náufrago; teniendo su superficie cubierta de pasto tussock. El resto eran grandes peñascos áridos y erizados, donde el mar agitado por los trayedwinds^ se estrellaba con furor espumante. La posición de estos peñascos debe hacerlos muy peligrosos para los navegantes que doblan el Cabo North de noche, que es el caso mas general. El mar siguió ajitado todo ese dia; pero el sábado se mostró mas bonancible: las olas se aquietaron; el mar azul se serenó, presentando" su superficie risada de un razo sedoso, mientras el cielo de pekin blanco formaba en el horizonte la contraparte de nuestro bicolor nacional. Porque ya hemos dicho que el azul y blanco, no solo es la gala de los marinos sino la gala de la marina, como el rosa y oro es la gala del sol crepuscular. Pasado North Cap, el mar sin limites nos envolvió de nuevo en sus horizontes infinitos, siendo el gran vapor como un Nautilo perdido en medio de las inmensidades solitarias de los mares australes. El Lunes P de Enero de 1883 nos tomó pues engolfados en merlio de las olas infinitas del Pacífico Sud. Después de la serena y apa- cible tarde en que terminó el año 1882, el 1^ de 1883 amaneció desapacible y borrascoso, arriba y abajo, cielo y. mar y también los corazones de los angustiados mortales. La borrasca arreciaba á cada momento; el Ringarooma se tambaleaba como un ebrio por encima de las olas que dominaba con su chimenea humeante, alzándose en sus embravecidas crestas y hundiéndose en sus mugientes abismos; el viento soplaba con violencia bravia, arrebatando nubes, aguas y la espuma de los — 266 — mares, en forma de meDudo polvo acuoso, el polvo de las olas de agua, como el otro polvo, el polvo del simoun en los desiertos, es el polvo de las olas de arena. El humeante Pyroscafo, ese ser jigante á quien el ingenio humano ha dado vida, como Dios ha dado vida al hombre por la mano de la evolución, sostuvo valientemente su lucha contra los elementos; mientras las aves de mar chillaban su gloria piruetiando en torno suyo y ar- rastrando su ala incansable sobre la onda moviente. Pero el combate, mas que una lucha á muerte, era una simple prueba. Poco á poco, él mar se serena; el viento calma; las olas se aplacan, y el mar azul vuelve á sonreir abajo, como el sol de oro tornó á sonreír arriba; y en la tarde, el mar sonriente y juguetón mecia al vapor colosal en sus brazos potentes como el niño real, que se divierte con su juguete antes de romperlo. Todo este dia, un gran vapor blanco y rosa apareció vogando paralelo al nuestro, el sombrio IMingarooma, negro, pero atlético, como veterano de las olas. Era un amigo, y un auxiliar en caso de peligro; un compa- ñero de placer y de viage, pasada la borrasca. Durante la noche, las estrellas brillan en el cielo, con ese fulgor cálido y esplendente con que los diamantes brillan en el seno de una reina, durante los esplendores de una noche de baile, en medio de las magnificencias de una corte soberana. La corona de estrellas de nuestro sistema, titolaba esplendida sobre el plata mate de la via láctea, semejante á un collar de perlas; mientras hacia el punto en que brillaba la cruz del Sud, se aglomeraban las galaxias, las nebulosas, las grandes constelaciones y las estrellas esplendentes, formando como un contraste " 267 estraño con las sombrías y desoladas regiones del polo Sud. Eran las vividas luces y contrastes de nuestro cielo austral, desplegándose en panorama tanto mas bello, cuanto mas cerca estuvimos momentos antes de perder para siempre la luz de esos bellos cielos. Esplendor tanto mas grato, cuanto recien emerjíamos, podría decirse, de las lobregueses del cielo Boreal. Nuestros ojos no se hastiaban de mirar esas esferas esplendentes del firmamento Austral, en medio del cual brillan como grandes aderezos de diamantes en medio de otros adornos mas pequeños, la constelación de Orion, con su espléndido cin turón de tres Marías; la de Canis, con su ojo formado por la magnífica estrella Sirio, de dos primas magnitudes; la cruz del Sud, con sus bellas nebulosas rojizas, semejantes á un bello rubí ó á una gota de sangre fresca; esa espléndida cruz, que se alza sobre una negra mancha, el Coal Bag, como un signo de salud al borde de un abismo; el Centauro, con sus pies levantados, herrados con dos magníficos dia- mantes; la Nave de Argos, simbolo de nuestro valiente Ringarooma; y esa multitud de otras brillantes conste- laciones que hacen el cielo Austral, como á manera de un etaiage de preciosas joyas. Por la madrugada, una brisa fresca y perfumada nos traía los aromas cajepúticos del continente Australiano, donde los negros son feos y fétidos, y sus bosques tan perfumados y bellos. En efecto, así que aclaró, ya pudo distinguirse al Oeste la línea oscura del Continente de Australia, que en forma de un cordón bajo, sombrío, con un jaspeado terroso, se destacaba inmóvil, sobre el móvil horizonte de las olas. Poco á poco, esa línea al aproximarse, nos — 268 ~ presentaba las raras identaciones de sus costas sólidas, uniformes, formada de masas proyectantes con escasa angulacion y que se pierden en curva uniforme, casi elíptica en uno y otro confín del horizonte. Un mundo diferente, opuesto del que acabamos de abandonar; del mundo Neo Zelandéz, mundo movimentado, sorprendente, que surge ó que se abisma, mundo de contrastes y accidentes, de elevaciones y de abismos; mundo ator- mentado, quebrantado, fragmentado; mundo á un tiempo bajo y audaz, soberbioy humilde, altivo y vil, irregular y fantástico en estremo, especie de danza macabra de montañas, rocas y costas, de cabos y caletas; una fantasma gorialoca, pero pintoresca, graciosa, bella ó terrible y capaz de sorprender, de atraer, de rechazar, de asustar; un perfecto contraste con la platitud maciza y quieta, regular y uniforme con que se nos presentan á primera vista las costas Australianas en el horizonte. Después de costear esas riberas un tanto semejantes á un gran queso Gruyere, por su color y uniformidad; un gran queso redondo 6 cuadrado, nada importa; cuando ya desesperábamos de encontrar algo agradable ó sor- prendente en ellas; henos aquí de repente delante de una punta atrevida de rocas, formada de mantos su- perpuestos de asperón; al frente de esa punta, una costa inclinada en forma de una loma de baja elevación, con un faro á la inglesa; y mas adentro de estos dos quicios, que constituyen la entrada de la, al parecer, insignifi- cante ensenada de Botany Bay ¿qué os parece descu- brimos? Una espléndida Bahia interior, la Bahia de Port Jackson, con aguas quietas, de un verde repia atractivo, aunque sin brillo. Ensenada misteriosa, á manera de — 269 — eseondrijo de hadas, rodeada de belLis costas accidenta- das, boscosas, con ese matiz sombrio, uniforme, de los bosques sempervivens, que no pierden una hoja de su ropaje, pero que tampoco demudan jamás, semejantes á esos antiguos nobles, magníficos, pero mugrientos. Y todo esto en medio de sus innumerables entradas y sah- das, estrechos y canales, caletas y cabos, rios profundos y ensenadas recónditas; y en su interior también islotes, faros y boyas en medio de las aguas; y sobre las riberas recortadas, villas, astas de señales, parques y paseos públicos en los cabos avanzados, y arrabales y ciudades magníficas en el fondo de los Coves; un mundo de bellas casas, de población, de movimiento, alzándose sobre riberas sinuosas, que suben y bajan, tuercen y destuercen, como los pliegues de un largo boa. Esto no es por cierto tan grandioso y salvaje como el pintoresco Waitemata ó el magnífico golfo de Auracki; pero es mas sublimemente reposado y apacible, misterioso y sereno, profundo é interesante como un placer oculto; mas intimamente bonancible y admirable aunque manso; algo como una bella alma en la majestad de su interior irreprochable. Bella alma, por otra parte, bajo la pro- tección de formidables baterías; por recodos y encruci- jadas de agua y tierra y por una poderosa marina de guerra, que allí estaciona. Tal fué nuestra primera impresión á la entrada de Port Jackson, que es justa- mente la bahia ó puerto de Sydney. Tal se nos presentó la metrópoli Australiana, la bella Sydney, el amor colonial de la vieja Inglaterra; amor por cierto bien colocado. Pues bien, esa Bahia formando — 270 — de un lado la antigua Botany Bay y del otro el abrigado y pintoresco Port Jackson. una ensenada, con un mag- nífico y accidentado lago interior, estendiéndose por su mil entradas é identaciones, hasta 8 ó 10 millas dentro de las tierras, es uno de los mas bellos y magníficos puestos de la tierra; una de las maravillas del mundo moderno. Al penetrar con el Steawcr dentro de los recodos misteriosos de ese pais encantado de las mil y una noches, semejante á la helia del bosqne durmiente^ justa- mente porque es como un invernáculo de casas viejas pero buenas y lindas por consiguiente, la vista se estasia en una sucesión de bellísimos y apacibles paisajes; verdadera hicóUca moderna; idilio acompañado del va- por, del telégrafo eléctrico, y que se estiende hasta perderse de vista en toda dirección con sus pintorescos accidentes. Verdad es que estos paisajes no tienen nada de ese encanto lleno de sorpresas y contrastes, como los de ese pais atormentado de Nueva Zelanda; pero sus escenas no son por eso menos hechiceras en su suave y apacible calma; constituidas por la misma forma de barrancas tendidas, convexas, arboladas, y ornamenta- das; por el mismo género de arbustos, á saber, los bellos palmeros zamias y el eterno Teetree ó árbol del Té, el Corypha avsíralis, siempre verde en su follaje sombrío y uniforme; y los heléchos en yerba y en árbol que allí abundan. La irregularidad ó mejor, la regularidad con que estas riberas se recortan sobre el fondo marino, ostentando bellas, caprichosas, frondosas márgenes en colinas, alegres, interesantes, pero sin elevaciones cul- minantes y dominadoras; la espléndida vegetación que — 271 — las cubre, sobresaliendo en ella el delicado encaje de sus palmeros de heléchos; las innumerables villas, y residencias que sobre ellas se empinan, mirando ó mi- rándose ai través de sus caves, como otras tantas empe- rifolladas coquetas; los jardines de plantas y flores que las decoran, que por ser formadas de flores y plantas comunes á todas los climas; se van haciendo la fisonomia convencional del vulgo de los jardines; como el levita y el saco constituyen la fisonomía convencional de la vulgar humanidad moderna (aquí se me acuerda un gobernador nuestro, que se estasiaba ante la civilización que se encierra en un hombre de levita); todo esta decimos constituye en su conjunto un panorama de una magnificencia vulgar, pero interesante, sobre todo por hallarse privada de esos mas nobles y espléndidos rasgos que constituyen la excelencia de ciertos lugares privilegiados, como Rio Janeiro. Ñapóles, New- York ó el magnífico San Francisco. Las aguas del puerto son de una hondura suficiente para que las mayores naves puedan flotar y navegar en ellas, buques de 27 pies pueden penetrar cabos aden- tro con toda seguridad; mientras en lo que respecta á capacidad, es grande y espacioso. Lo mas singular de esta espaciosa Babia, es ver como ella se subdivide, multiplicándose suave y onduladamente, como una ser- piente enrollada en espirales sueltas, en un centenar de ensenadas, caletas o-eeks, canales y recodos, todo con riberas y perspectivas del carácter mas apacible, suave y pintoresco á un tiempo. Muchas de estas caletas llamadas en inglés Coves, contenidas en este gran Golfo ó Babia mediterránea, presentan de por si capaces y — 2T2 — abrigados puertos, estendiéndose algunos de ellos por millas en el Interior. Las principales aguas se hallan dotadas de islotes, que añaden á la magnificencia de este bello estuario, sin formar por eso un estorbo para la navegación. En su conjunto este puerto es tan interesante, que es capaz de hacer olvidar su nostalgia al Suizo mas amante de ^Mranz des e;«cAe.«, convirtiéndolo en un Australiano y en un Neo Gales, amigo de los paisages y perspectivas marítimas de su preciosa Bahia. El mar corre en el quieto interior de este abrigado asilo de navegantes, uno de los mas seguros del mundo, dividiéndose é identando suavemente las riberas en torno á la ciudad de manera á dar mil diversos aspectos á esa mezcla curiosa de aguas, rocas y vegetaciones ci- vilizadas, para diferenciarlas de las aguas rocas y montañas salvages de Nueva Zelanda. La entrada de este puerto, que, hemos descrito, presenta, cerca de una milla de ancho. A ambos costados las rocas se elevan lo suficiente para formar una calzada ó muelle natural. Tan bien cerrada se halla esta bahia, que solo después de penetrar muy adentro de ella se puede juzgar de su capacidad. El North Head á Cabo Norte se alza exa- brupto á una altura de 300 pies; mientras el South Head ó Cabo Sud, dominado por el Faro Macquarie, alcanza una elevación aun mayor, pero las rocas se hunden hacia el norte hasta que en la entrada interior de la B¿hia, donde se alzan las luces de color la elevación no es ma- yor de 80 á 90 pies. La ensenada de Port Jackson pro- piamente dicha, presenta una superficie de 9 millas cuadradas; Midle Harbour, uno de sus brazos, tres millas — 273 — cuadradas, siendo de 54 millas el desarrollo total de las costas de la Bahia. Entre tanto el Gran Golfo de Hau- raki, incluso el Wai tomata, comprenden mas de 10 veces esta estension, sin incluir los dos puertos vecinos de la costa del Este, en medio de los cuales se alza Auckland, como una nueva Corinto. De los cabos, la distancia es de 4 millas, mas allá de la cual las aguas penetran unas 13 millas, formando lo que se llama Rio Parramata, presen- tando una línea de 17 millas de navegación; mientras el ancho medio de esta línea de navegación es de 3[4 de milla; estrechándose á veces, y otras ensanchándose has- ta 2 millas; su mas bajo fondo es de 23 pies de agua, siendo en lo demás de 5 á 18 toesas. Inmediatamente en oposición á la entrada, se halla el atrevido promontorio de rocas llamado Middle Head ó Cabo Medio, y es este promontorio el que, visto á una distancia del mar, dá al puerto una apariencia de comparativamente cortas di- mensiones, lo que sin duda hizo formar á Cook, que solo lo vio de paso, una pobre idea de este magnífico Puerto. En el interior del Cabo Norte se halla la estación de la cuarentena, destinado al objeto de su designación. Los edificios donde tiene lugar esta cuarentena, son tan espaciosos como magníficos. Penetrando mas adentro en el Puerto, la Bahia de Watson se presenta á la vista á la izquierda. Alli se alza un buque Faro, pintado de rojo y atracado contra una roca, el cual sirve para anunciar á los marinos la existencia de un arrecife peli- groso. En baja marea, las rocas que forman este arre- cife se ven fuera del agua y su aspecto ha hecho se las llame la Chancha y los chanchitos (Sowand Prejs), A la -- 274 — izquierda se alza una isla, Shark Island. A la derecha se presentan dos Cabos, George Head y Bradleys Head. Estos dos elevados promontorios de rocas se hallan forti- ficados y artillados. A la izquierda se despliega en forma de media luna Rose-Bay, circundada de jardines que ostentan una espléndida vegetación, terminando en Point Piper ó Punta de la Pimienta; al Sud de la cual se estiende Double Bay, conteniendo á Clark Island en el medio. Entre Double Bay y Nushcutter Bay, se halla Darling Point, donde se encuentran las mas elegantes villas y jardines de Sidney. Grande es la belleza de los paisages y perspectivas de las numerosas ensenadas y canales de la ribera norte, hasta la población subur- bana de San Leonardo. Siguiendo con la ribera Sud, la primer caleta {vove) que se presenta es Rushcutter Bay, hasta Potts Point, donde se presenta un nuevo grupo de hermosas villas y jardines que descienden hasta la len- gua del agua. En seguida se estiende Elisabeth Bay, con una magnífica residencia ó edificio blanco. A corta dis- tancia de Potts Point se halla Garden Island, Isla del Jardin, cerca de la cual pasan los vapores que se dirigen á atracar en los muelles de Sidney. Es la mayor isla de este gran puerto, conteniendo de 9 á 10 acres de tierra. A la izquierda se estienden los suburbios populosos de Woollahra y Paddington, presentándose mas adelante la primer perspectiva de la ciudad en su conjunto; el barrio de Woolloomooloo, á la cabeza de la bahía de este nom- bre; barrio muy populoso y pegado á la parte austral y cerca de él se halla el Fuerte Denison. Preséntase en una pequeña Isla, situada en el medio, entre las riberas norte y sud de la Bahía. — 275 — Al Oeste de la Bahía de Woolloomoolos, se halla el Doviain ó terrenos públicos que terminan en una punta, Lady Maquarie Chair. Pasada esta punta se halla Farin Cove ó Caleta de la Chacra, que es el ancorage de los buques de guerra de la Marina Británica, ó del Go- bierno Nacional, como lo llamaríamos nosotros. Sobre las riberas de este Farin Cove se estienden los jardines botánicos de Sydney, dominado por un edificio^ domina- dos en su estremidad, desde una eminencia, por un edificio gótico (Elizahethan Sii/le), residencia del Gobierno del Estado de Nueva Gales del Sud. Pasado el fuerte Macquarie armado de una batería de qañones, se pre- senta á la vista la ciudad de Sydney propiamente dicha, con su puerto denominado Sydney Cove ó Ensenada de Sidney, donde se hallan los principales muelles de la ciudad que sirven de atracaderos á los grandes vapores trans-oceánicos y otros. Entre ellos se cuentan el mue- lle circular {Circular Quay) de 3100 pies de estension; y Cowper Wahof f de 1 200 pies de largo, por último íiailway Wharf (Muelle de ferro- carril) todo de hierro, con cercado de 2000 pies de estension. A mas de es- tos muelles del Gobierno, hay cuatro millas de muelles particulares y unas 25 millas de riberas con aguas pro- fundas, que se pueden todas coronar de muelles cuando se quiera. Respecto á diques ó Docks^ los hay que pueden admitir para construcción ó composturas cascos de mas de 3000 toneladas y de menos por consiguiente. De estos grandes Docks hay uno del gobierno y dos de compañías particulares. El plan de la ciudad de Sidney, como el de San Fran- cisco de California y el de Auckland, es en estremo — 276 — irregular y quebrado, debido sin duda á la naturaleza de su suelo. Las calles suben y bajan caprichosamente, con pendientes rápidas; y edificios, parques y jardines públicos se estienden sobre un suelo erizado de lomas, en faldas y cumbres mas ó menos inclinadas y en el fondo de las quebradas y cañadones interpuestos, so- bre una costa de mar fantásticamente accidentada é irre- gular. Los nombres de las calles de Sidney son un compendio de la Historia Inglesa, recordando los nom- bres ó los hechos mas esclarecidos de esta nación, como ser Pitts, Street Castlereagh, Bathurrt, Clarencc, Erskine, Streets, etc. La historia colonial también figura con los nombres de Phillip, Bligh, Macquarie y Hunter, sus prin cipales Gobernadores. La principal calle es George Stret equivalente á nuestra calle Rivadavia, siendo su nom- bre tomado del reinado de George III. Toda ella se encuentra lineada á am-bos costados, de almacenes, tien- das, mercerías, y brillantes despachos de toda especie. Hay algunas iglesias buenas con el invariable estilo gó- tico primitivo, que, curioso ó interesante por su contraste con las bellas proporciones de la arquitectura clásica, la única conciliable con el gusto y hábito de los moder- nos, llega hasta fastidiar cuando prodigada. Un edificio notable es él de Telégrafos y correos, todo de piedra, de vasta estension, con columnas pulimentadas de gra- nito, el material de construcción mas brillante y mas sólido que pueda imaginarse, y muy empleado hoy en Londres y en todas las grandes ciudades inglesas y Norte Americanas, sobre todo en los edificios públicos. Las construcciones destinadas á la instrucción y educa cion pública son numerosas y espléndidas, sobresalien- — 277 — do entre ellas la universidad y el Colegio de Artes y Oficios. Por lo demás, nuestra impresión es que nada puede imaginarse de mas estraño, interesante y pintoresco, como el aspecto, ubicación y disposición de Sidney, vasta ciudad estendiéndose entre quebradas y falde- rios de accidentadas barrancas, en torno de hechiceros Coves ó recodos marinos de su deliciosa Bahia; bajo un cli-ma á un mismo tiempo ardiente y fresco, producidos á un tiempo por su ardiente sol australiano y por sus sa- lubrv3S brisas de mar. Su aspecto es mas accidentado y alegre que el de ninguna otra ciudad del mundo que conozcamos^ pues las ciudades Americanas mismas son tiistes, comparadas con la alegre, populosa y erizada Sidney. Su edificación, en un principio al estilo inglés; ahora en armenia con las exigencias de un ardiente clima, vá tomando un aspecto mas oriental, mas aereado y mas accesible á las influencias de las frescas brisas de su bahía. Los ingleses, que por el órgano de Wallace y de Darwin, han puesto en voga la teoría de la trans- formación y la adaptación, no podian dejar de some- terse á estas leyes de la vitalidad en un clima tau diverso del suj^o nativo. Así esta transformación se per- cibe ya, si bien no tanto cuanto seria de desearse, en la arquitectura doméstica y pública de esta coloria en con- diciones tan especiales de clima y de suelo. Todo Sidney es interesante; pero lo que es aun mas bello que todo es su magnífico parque, compuesto de tres fracciones, una central Hyde Park; y dos accesorias, pero magníficas, el Oider é ínter Domain, que forman como un apéndice precioso de este Hyde-Park de los Antí- — 278 — podas. Como el piso de la ciudad y de todos los contornos de la bahía es rocoso y en forma de lomages empinados, disposición ventajosísima para los desagües y la salu- bridad, mas no tanto para el buen orden y distribución de las calles. En consecuencia, los parques presentan +ambien una disposición muy movimentada y variada, y no obstante la desigualdad de su suelo, sus céspedes son bellos y sus árboles en estremo variados componiéndose de todos los órdenes de la vegetación de todos los climas, y se componen de coniferas, de araucarias, de encinas, de robles, de higueras orientales, de magnolias y mul- titud de otros árboles, plantas y flores, que en este suelo, y clima favorable, adquieren un desarrollo admirable. He visto magnolias mas grandes que un ombú nuestro; y adelfas con el tronco y la estatura de un gomero ele- vado. Las vistas sobre la bahia y sobre la ciudad, lo mismo que los parterres, avenidas y perspectivas de los mismos parques y jardines que componen estos Dominios, son magníficos. Dentro de su recinto se encuentran también el Jardin Botánico, el Jardin Zoológico y de Aclimatación, la Galeria Nacional de Asia, la Exposición, el Agricultoral Hall y la Casa del Gobierno Colonial. Todo allí se encuentra reunido, vistas, edificios notables, bellos árboles y flores, fresco y un aire puro y saludable. Estos Parques, situados sobre el mar, en un punto cén- trico y dominante en torno del cual se agrupan los edificios y calles de la ciudad, se estienden sobre dos cabos, abarcando dos caves y dos colinas que dominan la bahia y de las cuales se goza del movimiento de los buques y de los vapores al mismo tiempo que se reciben las frescas brisas del mar, las que por las tardes, en — 279 — la estación calurosa, en este ardiente clima, son un alivio y un deleite higiénico. La ciudad se destaca en suburbios que vienen á ocupar diversos coves^ agrupándose en torno de la bahía. Estos suburbios realzan con sus brillantes agrupaciones de edificios, los. suaves y pintorescos contornos de sus ri- beras. Juntos, estos 9 suburbios, constituyen según el censo de 1881, una población de 120,557 alnaas conte- niendo la ciudad, según ese mismo censo, 99,670 almas, lo que dá un total para Sidney de 220,427 almas. Hoy, 1883, cerca de dos años después de tomado ese censo, por la tasa de aumento anual que se verá mas adelante, esa población no debe bajar de 250,000 almas. La ciudad recibe su provisión de agua de los pozos (ó mejor ciénagos, puesto que esos manantiales se semejan á los del Borbollón en Mendoza ) llamados Botany y Lachlan. Pero hay los trabajos de provisión de agua alcanzan á una estension mas considerable. La venta de la propiedad imponible de la ciudad pasa hoy de 8 millones de duros (que es solo dos tercios de su valor real) lo que dá un impuesto directo de cerca de un millón de duros. La ciudad posee una estension de calles y caminos empedrados de mas de 100 millas de esten- sion, la cual aumenta todos los años: pues los trabajos no se paralizan. Cuenta 20,000 propietarios contribuyentes. Los vehículos públicos se hallan bajo el control de la Compañía Metropolitan Transit. Las instituciones carita- tivas de la ciudad, son numerosas, siendo sostenidas en parte á espensas del Gobierno, en parte á espensas de la caridad privada. Sidney cuenta dos diarios de la mañana y tres de la tarde, 10 periódicos semanales de — 280 — gran importancia, muchos de ellos con numerosos gra- bados, hasta iluminados, trabajados en el pais, y mas de 8 periódicos ó revistas mensuales. Sidney es en su totalidad protestante y esta inmensa feligresía Anglicana se contenta modestamente con un obispo. En toda la población de Sidney de 250,000 almas, los católicos no pasarán de 10,000 según se verá mas adelante en los detalles del censo, y aun creemos no serán tantos, pues en las calles se ven pocos irlandeses, que son los católicos Y sin embargo, Sidney es el asiento de un arzobispado católico! El se halla sin embarga dignamente ocupado por el doctor Bougham. Es de advertir que el clero católico Australiano es en estremo instruido, liberal y tolerante, á mas de ejemplar. Pero lo que distingue sobre todo á Sidney, como á toda ciudad de raza inglesa, según lo hemos hecho observar en otra parte, son sus numerosas manufacturas y fábricas. Mu- chas otras ciudades, colocadas en circunstancias de igual prosperidad en otros paises y tiempos, general- mente no han hecho otra cosa que disfrutar holgazana- mente de esa prosperidad, descuidando los trabajos y empresas serias y permanentes. Mas en la raza Inglesa, es otra cosa; ella no pierde jamás sus hábitos de economía y de industria, aún en las mayores prosperidades aurí- feras ó pastoriles. Asi en Sidney, con sus campañas ricas en productos agrícolas, ganaderos y mineros, incluso el hierro y la hulla que beneficia en grandes masas; no se contentan con esto, sino que añaden innumerables fábricas y manufacturas de toda especie, cuyas chime- neas humeantes llenan la ciudad de hollín y de riquezas, en imitación de Londres. Las fábricas de curtiembres — 281 — de suelas y marroquíes, por ejemplo, cubren 5 acres y emplean 1000 operarios. La industria de la zapatería, por su parte, ocupa 500 obreros mas. Existen cerca de 40 manufacturas de paños (en 1831 eran 32) que ocupan de 50 á 400 operarios cada una. Hay dos grandes car- pinterías mecánicas (á vapor), que ocupan cada una de 250 á 300 obreros. Las fábricas de rodados son numerosas, inclusa la carroseria fina, y los paños y manufacturas de algodón dan productos de primer orden. Pero la industria gefe en toda colonia inglesa, como en todo pais de una pode- rosa civilización, es la del hierro y la hulla. Asi en Sidney existen numerosas fundiciones de hierro y fábricas de herramientas y máquinas agrícolas y manufacture- ras. De estos talleres de fundición han salido los magní- ficos palacios de la Exposición Internacional de Sidney que fué un objeto de sorpresa para el mundo en 1879; habiendo llegado á rivalizar con las espléndidas crea- ciones délos Estados- Unidos en su Esposicion de Fila- delfia. Baste decir que aquí se fabrican locomotoras de ferro-carriles y máquinas de vapor para los grandes steamers y los pequeños! La formación geológica sobre que reposa Sidney es el asperón ó piedra arenácea, cuyos poderosos mantos se perciben distintamente en los Heads ó Cabos que se presentan á la entrada de su Babia, según hemos visto. Estos mantos reposan sobre un inmenso depósito car- bonífero, situado á alguna profundidad que es una ri- queza para el porvenir. Y á propósito, esto nos hace acordar de la obra de Mr. de Koninck sobre la fauna carbonífera. Según él el periodo carbonífero es notable 282 entre todos los periodos geológicos, por las pruebas numerosas que suministra de una temperatura uniforme en todo el globo en ese periodo: temperatura que es una prueba de la verdad del sistema de Laplace; y que supone que el diámetro del sol no ha sido siempre el mismo, y que el ha ido disminuyendo á medida de la formación de nuevos planetas: de ahi la posibilidad de que en las edades anteriores á la formación terrestre, los últimos planetas hoy congelados dé nuestro sistema, hayan podido tener en su época un sol tan ardiente, como el que hoy disfrutan la Tierra ó Venus. Solo á partir del ñn de la edad carbonífera, el enfriamiento del globo terrestre ha sido mas rápido hacia los polos, que hacia las regiones ecuatoriales, debido á la disminución gradual del diámetro del sol, con la formación sucesiva de los planetas interiores. La uniformidad de la tem- peratura durante el periodo carbonífero, se evidencia en la similitud y aun identidad de las especies vegetales que crecen bajo todas las latitudes, identidad que se ha constatado hasta los 86' de lat. j que se constatará hasta los 90^ desde que se pueda llegar al polo. Ade- mas, el estudio de los animales marinos cuyos despojos se hallan sepultados en los sedimentos calcáreos de esa época, conduce á la misma conclusión. Todos los fósiles carboníferos conocidos en Europa, lo mismo que los observados en las regiones mas lejanas, tales por ejem- plo, como los fósiles carboníferos de Spitzberhen y los de Australia, en Nueva Gales del Sud y en este mismo Sidney su capital, prolijamente reconocidos por Mr. Ko- ninck, prueban de una manera innegable, palpable, la uniformidad de temperatura de todos los mares y de todas las tierras en el período carbonífero. — 283 — Henos aqui, pues, en Australia y en Sidney, el término de nuestra larga peregrinación mas ó menos; si bien nos falta aun que recorrer este continente y su apendage, la pintoresca Tasmania. Pero falta que comencemos dando á nuestros lectores una descripción general de este continente apartado y de sus adyacencias. Esta vá á ser por ahora nuestra tarea durante los primeros ca- pítulos de esta correspondencia. Pero en este bosquejo general, no es solo Australia la que debe por de pronto ocuparnos; á ella le llegará su turno, que es el principal. Necesitamos ademas comenzar dando una idea general de la situación geográfica, condiciones y situación rela- tiva del mundo Australiano Uamado á influenciarse mutuamente, esas regiones generalmente insulares cuyo conjunto podria constituir perfectamente una quinta parte del mundo, teniendo por cabeza Australia, como la Oceania podia constituir una sesta parte, teniendo por centro la Nueva Zelanda. Regiones nuevas y desco- nocidas hasta hace poco, que la actividad y la ciencia de las naciones Occidentales han puesto en evidencia, cubriéndolas de magníficos establecimientos, de colonias hoy populosas y prósperas y de ricas industrias y esplo- taciones agrícolas y pastoriles. Como no creemos desa- gradará al lector recibir una idea general de los paises que rodean á Australia, antes de entrar en un estudio detallado de esta gran Isla continental, procederemos sin mas rodeos á dar una idea general de ellas, antes de pasar al objeto esencial de nuestro cometido. Al iniciarnos en los misterios de un pais, siempre conviene echar una ojeada aunque sea rápida, sobre sus vecinos mas inmediatos. - 284 — Hasta mediados del último siglo y mas adelante, los Geógrafos teoristas, imaginando una condición de equi- librio estático para el mundo y persuadidos que este solo podían producirlo las tierras, y no las aguas y los hielos, como en realidad sucede, supusieron que un vasto continente debia cubrir las regiones del Polo Antartico, al cual designaron con el nombre de Tierra Australis. Una vez rectificados los errores de estos geógrafos es- peculativos, por los viajes y descubrimientos del céle- bre navegante Cook, todas las Islas situadas a^ sud del Asia y las del Océano Pacífico, que ya habian recibido sus nombres propios, bien ó mal dados, recibieron en su conjunto la designación de Australasia^ no creyéndose conveniente agregarlas á los continentes ya conocidos del Asia y América; y deseando al mismo tiempo desig- nar su posición geográfica en el globo. Esa vasta región pues, formando un conjunto de partes desegregadas, que según los naturalistas trascendentales de la escuela evolutiva, han constituido en remotas edades geológi- cas, un vasto continente Lemuriano, con brazos esten- didos de un polo á otro como todo verdadero continente. El continente llamado Lemuriano por Wallace, fragmen- tado por el último cataclismo geológico que dio á nues- tro planeta su constitución geográfica actual, recibió de los ingleses el nombre bien apropiado de Australasia,. de los franceses el de Mundo Oceánico y de los alemanes el de Australia. Este último nombre, sin embargo, ha quedado confi- nado á la gran Isla Continental del grupo; limitando los geógrafos franceses y del resto de Europa la designa- ción de Oceania á todas las Islas del Gran Mar de Orien- - — 285 — te y del Océano Pacífico, situadas entre los 35^ Norte y los 56 Sud; y entre los 94o E. y los 105** O. de longitud Greenwich; y el de Polinesia á los grupos de pequeñas islas perdidas en las inmensas estensiones del Océano Pacífico, mejor Grande Océano. Las Islas que constituyen la Australasia de los In- gleses, se hallan situadas parte al Sud del Asia, parte en el Grande Océano, entre el Asia y la América. De esta última región se hallan separadas por un vasto espacio de mar abierto; pero no hay limites naturales que las dividan de las Islas pertenecientes al Asia. Cuando Portugueses y Españoles, á principios del siglo XVI, comenzaron á tener un conocimiento detallado de las Islas del Océano Indico, se limitaron á visitar las que ofrecian algunas ventajas mercantiles, formando solo establecimientos en aquellas que calcularon que podían proporcionarles algunas ventajas y darles algunas com- pensaciones por sus gastos de ocupación y conquista. Las Islas que no ofrecian á sus ojos estas ventajas y que fueron en consecuencia, descuidadas y abandonadas por ellos, quedaron desligadas por sus historiadores y geó- grafos de toda conexión con el Asia. Esas Islas, en consecuencia, quedaron escluidas de las divisiones del globo establecidas por ellos, quedando á formar poste- riormente parte de lo que los ingleses llamaron Austra- lasia- Hé ahi la razón porqué el Japón, Formosa, las Filipinas, las Molucas y esa larga cadena de grandes islas que al Este comienzan con Timorland y al Oeste terminan con Java, conocidas y esplotadas en parte por portugueses, españoles y holandeses fueron clasificadas como pertenecientes á su dorada Asia; mientras las — 286 — numerosas y magníficas islas situadas entre las Molucas y la Nueva Guinea hoy el esplendor de la Corona Britá- nica, aunque inmediatas á las anteriores y participando de su naturaleza geológica, quedaron desligadas para formar la Australasia. Pero todas estas clasificaciones y delimitaciones son confusas é irregulares, se convendrá. La mejor es la que hemos propuesto. Todas las grandes y pequeñas islas al Sud del Asia, esto es, al Sud de Ceilan y de la Península de Malaca, escepto las islas á corta distancia de la costa Asiática, Australiana, teniendo por centro continental la Australia. Todas las Islas del Grande Océano Norte y Sud, deben formar una sesta división, la Oceánica, teniendo su centro en Nueva Ze- landia. Esto es bien claro, bien neto y bien circunscrito. La Australia se compone, en consecuencia, según las confusas divisiones aceptadas hasta hoy, de una grande Isla Continental, llamada antes Nueva Holanda y hoy Australia; y de un gran número de Islas menores situadas al Sudeste, al Este, al Nordeste del continente Austra- liano, entre los 130^ E. y los 109'' O. de longitud Green- wich, y entre los 30^ lat. Norte y los 50* lat. Sud. Estas Islas se encuentran en el Océano Pacífico, sea formando grupos ó aisladamente desparramadas sobre la superficie de un inmenso Océano. Pueden dividirse en Islas situa- das al Norte y en Islas situadas al Sud del Ecuador. Haremos una breve reseña de ellas, siendo conveniente no entrar de lleno en los estudios Geográficos sobre Australia, sin tomar conocimiento siquiera á vuelo de ave de sus vecindades; tanto mas^ cuanto hoy su contacto es diario con la actividad que proporcionan los recursos y elementos de locomoción á vapor, de telegarfía eléctri- ca y del tráfico moderno. — 287 — Al Norte del Ecuador, entre los 140" y ISO** longitud E de Greenwich, se hallan tres grupos de islas, las de Bonin Sima^ las Marianas y las Carolinas; estas últimas se estienden hasta los 165° lóng. E. Greenwich, Las primeras de estas islas forman un grupo de 89 entre islas é islotes, ocupadas por los Japoneses. Las segundas son en número de 17, con una superflcíe de 1079 kiló- metros cuadrados, y algo como unos 600 habitantes mas ó menos. La mas importante de las Marianas es Guam, donde se halla la capital del Grupo, San Ignacio de Agana. Después de estas, las mas considerables son Rota, Tinian, Seypan, Agrigan y la Asunción. Estas cinco son las únicas pobladas. Su nombre les viene de la reina española Maria Ana de Austria que las hizo someter y colonizar en su época. Contábanse entonces en ella 50,000 habitantes, que han quedado reducidos al número indicado mas arriba, debido á las mismas causas que han despoblado á Sandwich, á Nueva Zelanda y á Australia de sus indígenas; con mas el desorden y mal gobierno propio de las autoridades monárquicas de Es- paña, que si en este desgraciado país son descuidadas y poco hábiles, en sus colonias son inclinadas al despotismo, y como los españoles" nos creemos tan infalibles como el papa nuestro amo, que se hace adorar de nosotros en vida, resulta que no quieren aprender de los ingleses á gobernar bien y liberal mente. El clima cálido de estas Islas se halla atemperado por las brisas de mar. Su suelo es volcánico y produce cocoteros, caña de azúcar, maiz, cacao, árboles del pan, índigo, algodón etc. Fueron descubiertas por Magallanes en 1521. Las Carolinas forman varios grupos de unas 500 pequeñas islas, conté- — 288 — niendo de 8 á 10,000 habitantes. Las principales son Jajs, Ulluty, Rug ú Hogoleu, Duperrey, Namanointo, Seniiavina, Ualan y Puynipet. Su vegetación es vigorosa; abundan en estremo los peces y los mariscos. Sus habi- tantes son en mayoria de raza Malaya, aunque también los hay de raza negra Paguana; viven de la pesca y son muy hábiles en el arte de la.' navegación. Descubriólas Villalobos en 1545. Casi contiguas á las Carolinas, entre los 165^ y los 180" de longitud Este Greewich, se hallan las islas de Lord Mulgrave, constituyendo diversos grupos, ó mejor, cadenas, como son las islas de Ralick, de Radack y de Marshall; ellas ocupan el centro ó Archipiélago central de la Miconesia, como las llamaba Balbi. Se hallan ha- bitadas en su mayor parte por negros Papuas El archi- piélago de Gilbert, situado á ambos costados del Ecuador, se considera pertenecer también á las Mulgraves. El grupo de las islas de Sandwich, situado á una gran distancia, entre los 150^ y los 160^ de longitud Oeste Greenwich; y entre los 19° y 23'' de latitud Occidental, también pertenece á esta Australasia inglesa tan mal distribuida; mientras que según nuestro plan, mas natu- ral y convenientemente dispuestos deberia pertenecer á la Oceania, cuyo centro hemos colocado en Nueva Ze- landa. Ya de este grupo hemos dado amplios detalles en la correspondencia número XIII. Al Sud del Ecuador, y entre este y el Continente de Australia, se estiende la Gran Isla de la Nueva Guinea, el pais del oro, de las aves del paraíso y de los antro- pófagos que hacen un constante desayuno con los misio- neros ingleses que llegan á internarse un poco. Esto no — 289 — ha impedido que el gobierno Australiano de Queensland se apresure á incorporársela, si bien el gobierno Británi- co aun no se ha atrevido á cohonestar esta audacia colo- nial. Su vegetación, lo mismo que las brillantes y mag- níficas aves que pueblan sus bosques, es superior por su belleza, aroma y esplendor de sus flores, á la de otras regiones intertropicales. Esta isla se estiende en la direc- ción del Oest-nor-oeste, al Est-sud-este por unos 17o de longitud. Ligada la Nueva Guinea con la Australia por cadenas submarinas cuyas crestas forman las Islas del Estrecho de Torres, con el Asia, al través de los gru- pos intermedios, y con Tasmania á Vandremens-Land, según se verá a su tiempo, han debido formar parte del antiguo continente Lemuriano, conjeturado por Wal- lace, de que hemos hablado antes. Los habitantes de la Nueva Guinea ó Papuasia, como la llaman los fran- ceses son en parte Malayos, y en parte de esa raza negra especial que se encuentra entre las razas indí- jenas de la Oceanía, entreverada con los Polinesios ó Canakas, de oríjen Sud-Americano. La raza negra viene indudablemente del Oeste, esto es, de Madagascar, de África; la raza Canaka viene del Este, esto es, de América, situada al Este con rela- ción al mundo Oceánico, aunque al Oeste de Europa. En la Papuasia occidental es digno de notarse el puerto Dory, las Bahias de Greehvinck y del Tritón,- los mojites Arphak, cuyo pináculo mas elevado alcanza á 4,300 metros; y en la Papuasia Oriental la Bahia de Humboldt, el golfo del Astrolabio y el Monte del Astro- labio, alto de 1,314 metros. Sus bosques son magníficos, y en sus costas se encuentran perlas, como en su inte- 19 — 290 — rior maderas preciosas, oro y las brillantes aves lla- madas del Paraiso por su magnífico plumaje. Parece que su primer descubridor fué el portugués Antonio Abreu en 1511. Después, en 1526, otro navegante por- tugués don Jorge de Menesses, haciendo un viaje de Malacca á las Molucas, arrojado fuera de su camino por un temporal, tocó en las costas de una grande isla des- conocida, que se supone ser la parte continental de Nueva Guinea, donde permaneció durante un mes. * El dio á esta tierra el nombre de Papua, término de los naturales, que significa Pais de gente negra ó crespa, lo que conviene perfectamente con sus pobladores. Dos años después, en 1528, esta isla fué visitada por otro portugués Alvarez de Saavedra, y aunque no penetró en su interior, él la llamó á beneficio de sus suposiciones talvéz lüa del oro. En 1545, el navegante español Iñigo Ortiz de Pérez, navegando para Las Molucas, recorrió 250 millas de la costa norte de Nueva Guinea, como él la llamó sin duda por una supuesta semejanza de sus negros pobladores con las costas de la Guinea Africana. En 1606, Luis Yaez de Torres, en el sloop ó corbeta Almiranta, recorrió 300 millas de la costa oriental de esta isla; dobló la estremidad Sudeste, continuando su viaje á lo largo de la costa sud y desembarcando en varios parajes. Según él, los naturales son de un prieto subido, andan desnudos, escepto un paño que pende de la cintura y se hallan armados de garrotes y ¿ardos adornados de un manojo de plumas, como la lanza de los araucanos. En 1616 el holandés Schouten visitó á este pais en el Unitij^ descubriendo un volcan grande y varios otros — 291 — mas pequeños, que él llamó montañas ardientes. Tam- bién desembarcó y halló abundancia de cocoteros, que crecen en la costa de la Isla. Abel Tasman también es- ploró esta costa en 1643. En 1699 el navegante inglés Dampier circunnavegó esta Isla en el Roebuck. Al desem- barcar encontró gran resistencia de parte de los natura- les armados de garrotes, javalinas ó lanzas, y de cañas huecas, con las cuales arrojaban estopas encendidas contra sus enemigos, lo que indujo á los ingleses en la herrada creencia de que empleaban armas de fuego. Otros creen fuese cal viva en polvo lo que arrojaban á los ojos de sus enemigos con estos tubos. En 1767 Car- teret recorrió el canal que separa Nueva Guinea de Nueva Bretaña. En 176^ Bougainville, navegante fran- cés, recorrió sus costas Orientales. En 1770 Cook recor- rió sus costas y reconoció el estrecho que la separa de la Nueva Zelanda. Muchos otros navegantes han visi- tado sucesivamente esta Isla, una de las mas grandes é interesantes del mundo Australasiano, hasta 1850 en que Stanley hizo de ella un reconocimiento en la Rattles- nake. El reconoció entonces una montaña que llamó Mont Owen, cuya elevación estimó en 13,205 pies y otras 15 mas, 8 de las cuales pasaban de una altura de 7000 pies. Según él, los naturales viven en casas de varios pisos, construidas sobre pilotes ó estacas, para es- capar según creia á los ataques de las serpientes y reptiles venenosos. Los naturales se le mostraron amis- tosos y deseosos de comerciar: no conocían el uso de las armas de fuego, y creian que el cañón de los fusiles de los Europeos, servia para cargar agua. Según él la Isla tenia 1200 millas de largo por 150 millas de ancho. — 292 — El pais aseguraba ser magnífico, conteniendo en profu- sión todas las producciones mas preciosas de las Mo- lucas. Los Holandeses hicieron una tentativa para colonizar esta Isla en 1828, edificando un fuerte en Babia Tritón, del cual se gozaba de vistas y perspectivas magníficas; mas tuvieron que abandonar este establecimiento por mal sano. En 1864 se hizo una tentativa para colonizar la de Sidney, pero sin resultado; lo mismo en 1872. El Capitán Moresby en el Basilick, reconoció esta Isla en 1873, descubriendo una magnífica ensenada, á la que llamo Port Moresby. En 1875 la parte Sudeste de esta Isla fué reconocida por el Capitán Mac Leay, recogiendo detalles sobre su flora y fauna, sobre sus caracteres geográficos y geolójicos y los productos vegetales y minerales del país. Después de algunos meses de ausen- cia, volvió Sydney trayendo una inmensa colección de muestras en todos los ramos de la Historia Natural, pro- duciendo gran interés sus descubrimientos sobre la avi- fauna del pais. En 1878 la Isla fué visitada por varías espediciones de mineros, algunas de las cuales llegaron hasta Goldie River: pero no se hicieron descubrimientos auríferos de importancia. Los misioneros Ingleses han hecho también tentativas para establecerse en este país, pero con poco éxito, según hemos visto antes. Sin embargo, hoy, debido á la influencia decisiva del comer- cio, se pueden tener relaciones seguras con la mayor parte de las poblaciones de la costa, en una estension de 250 millas desde Port Moresby hasta East Cape, y aun se puede penetrar con seguridad hasta las montañas situadas detrás de Port Moresby. Según los Misioneros ■^ 293 - la Isla principal tiene 1200 millas de largo por 600 de ancho en su parte mas estensa. Parece que hay como 21 misiones protestantes establecidas en las aldeas de las costas, con 30 teachers, esto es, catequistas, educados de entre los naturales. Mas estas misiones no han podido penetrar en el interior, habitado por tribus menos dó- ciles. Estos misioneros no creen posible la colonización del pais, pero aseguran que la parte Sud de la Isla es magnífico campo para las especulaciones de los capita- listas. Allí se pueden obtener espléndidas cosechas de caña dulce; produciendo azúcar de primera clase, café y otros muchos productos tropicales de primer orden. Nueva Guinea se halla situada entre el Ecuador al Norte y Australia al Sud, entre el Mar Asiático y el Mar Afuera (que llaman Arafuera los Ingleses por errata) en el Oeste y el Océano Pacífico al Este: las aguas del Océano Pacífico Norte bañan sus riberas setentrionales: y las del Mar afuera, Estrecho de Torres y Mar del Coral sus riberas meridionales. Esta isla es el eslabón ó vín- culo de unión de tres mundos distintos; á saber, el archi- piélago Indico; el continente Australiano con el cual ha estado ligado probablemente hasta la última revolución geológica, y el vasto y diseminado grupo de la Polinesia. La dirección general de la isla es del O. N. O. al E. S. E. Su estremidad norte llamada Cabo de Buena Esperanza, se halla en los 0^ 19 latitud Sud, y los 13P 12' longitud E. Greenwich, y el Cabo Moresby, su estremidad que es el Sudeste, en los 10<^ 34' latitud Sud, y en los 15P 2' longitud E. Greenwich. Según los datos mas recientes — 294 — la isla tiene 1500 millas de largo de Noroeste á Sudeste, siendo mucho mayor que los mas grandes Imperios Europeos, con un clima mas apacible y un suelo mas fecundo. Las costas meridionales de esta isla, que miran á Australia, son las mas conocidas. La parte que mira el estrecho de Torres constituye lo que se llama el Gran Macizo de Nueva Guinea, cuyo costado Este forma una pedregosa y elevada costa, con vastos arrecifes de corales y elevadas montañas que realzan en el fondo y pertenecen al interior de la isla. El costado Oeste del macizo es llano y cienagoso, cu- bierto de densos bosques é interceptado de innumerables canales de agua dulce, lo que le dá la apariencia del delta de un inmenso rio, y lo será sin duda, lanzando tortuosos canales y brazos en todas direcciones, y con márgenes lodosas de una profundidad media de solo dos toesas de agua. Este rio penetra á una gran distancia dentro del mar, por manera que las naves no pueden acercarse mas de 10 millas de la tierra. La costa sep- tentrional es montañosa, conociéndose solo de ella un pedazo de su estremidad Oriental. La Bahia de Humboldt forma el límite de la parte Occidental reclamada por los Holandeses. En el Este, mucha parte de lo que se creian costas de esta gran isla, forman en realidad islas sepa- radas. Un gran canal llamado el estrecho de la China, capacita á los buques que navegan entre Australia y la China, el abreviar de unas 300 millas su camino. Ademas del Monte Owen de 13, 205 pies de elevación, en las montañas del Interior de Nueva Guinea existe el Monte Suckhng de 11,226 pies, el Monte Obree de 10,246^piés, el Monte Zule de 10,046 pies. Se cuentan ademas otras muchas y grandes elevaciones. — 295 — Todo el país, hasta donde se conoce, se halla cubierto de densos y variados bosques, estendiéndose aquí y all en vastos llanos aluvionales incultos, formados por los depósitos de los grandes rios que lo atraviesan inun- dándolo á veces. El clima de Nueva Guiña forma un completo contraste con el clima de Australia, abundante solo en vastos desiertos sin agua, desnudos y arenosos, donde pocas ó raras veces llueve ; mientras Nueva Guinea se halla su- merjida en una humedad perpetua, justamente por ha- llarse toda la Isla situada dentro de esa húmeda y cálida zona que hemos llamado de las lluvias perpetuas y que se estiende de 15° á 20® á uno y otro lado del Ecuador : humedad que viene de los vastos vapores que el calor solar mantiene suspendidos en la tibia atmós- fera de las regiones equinocciales; y que las elevadas montañas de la Isla atraen y convierten en lluvia ince- santemente. En la estación seca ó que podría conside- rarse como tal y debida á la desviación de los vientos del Este de esa zona, esta región no es malsana para los Europeos, pero con las lluvias del estío equinoccial, las fiebres paludestres y de toda especie vienen ; y pocas son las naturalezas que pueden resistirlas. Así, el litoral meridiano es considerado como muy mal sano, hasta para los indíjenas de la Isla. Y á propósito, la zona tórrida puede hacerse tan saludable y tan sana como la templada y acaso mas, con solo disecar sus ciénagos y dar buenos desagües y drenages á los suelos húmedos. Cuanto no se ganaría con salubrificar esas regiones con esta ú otras medidas hijiénicas cualesquie- ra ! Esas regiones serían entonces la morada de la — 296 — salud, de la fecundidad, de la riqueza, siendo la fra- gante vejetacion y cultivo de esa zona, lo mas adecuado para hacerla salubre y grata al mismo tiempo. Pero años y aun siglos se pasarán para que los hombres den esa útil dirección á sus esfuerzos y capitales, armados de las poderosas invenciones de la mecánica moderna. Por lo que es á Nueva Guinea an los terrenos elevados de las montañas el clima es en la actualidad mas salubre. La insalubridad proviene sobre todo de las materias animales y vejetales en descomposición, en la vida exuberante de los trópicos, y es muy probable que el desmonte del terreno destinado á los aromados cultivos de la zona tórrida, llegue á neutralizar su acción dele- térea. Respecto á los productos de la Isla, muchos de sus árboles son de un tamaño gigantesco, y comprende en- tre otras numerosas especies, el árbol del alcanfor, la palma, sago, la nuez moscada silvestre. Los naturales cultivan con mas ó menos éxito el arroz, el maiz, las batatas, el coco, el sago, el azúcar, la banana, la pina y diversas otras producciones tropicales. En las lomas que rodean Port Moresby, se encuentran plantaciones de bananas y batatas cultivadas con esmero por las mujeres del pais. A mas de los productos de sus cultivos, los naturales tienen el mango ó vivi de los bosques, los cocos, la fruta del pan y dos ó tres especies de grandes castañas. Los productos importantes del país para objetos co- merciales, son la palma sago, el azúcar de caña, el coco, el cáñamo nativo, el cedro. El sago puede convertirse en un valioso artículo de exportación para el porvenir, — 297 — pudiendo obtenerse en millares de toneladas. Los cocos no podrán constituir un valioso artículo de exportación, pues la densa población de la isla es suficiente hoy para el consumo de toda su producción en el ramo. Se co- nocen muchas variedades de caña dulce, todas ellas sus- ceptibles de abundante producción y Ubres do peste. Entre las producciones naturales del pais se puede contar el tabaco, que es el cultivo especial de las poblaciones de la montaña. Según Mr. Chalmers, la población actual de la isla no pasa de 200,000 almas. Sus naturales provienen de una raza mestiza de Malayo y Papua. En la costa occidental los Malayos predominan y se atribuye á su influencia la hostilidad de los naturales Papuanos de pequeña esta- tura que se diferencian de los Africanos por la estrechez y compresión natural de sus cabezas y por la falta de megillas. Tienen grandes ojos, labios muy gruesos y nari- ces chatas. Todos sin embargo, tienen el pelo muy crespo y poca barba. Los hombres se tatúan de una manera horrorosa y andan desnudos, las mugeres visten un poUerin formado con listones de Pandanus, con pen- dientes en las orejas y narices, adorno común á los dos sexos. Los naturales de la costa Oriental tienen grandes ca- noas formadas del tronco de un solo árbol, con pescantes y velas latinas. Los aborígenes de Kerepunu hacen tratos y pueden considerarse como un pueblo comercial y mas culto que sus vecinos. Una parte de ellos se dedica á la pesca y otra al cultivo del suelo. Para esto se ponen en hilera armados de una estaca aguzada cada uno, con la cual remueven la tierra y en un instante dan una — 298 — cava y ponen en cultivo un gran espacio de suelo. Sus canoas son numerosas y- algunas dobles. Emplean para labrar la madera hachas de piedra, que suelen ser tan buenas como las hachas de hierro de los Europeos, Son inteligentes, industriosos y aseados. Sus casas son bien hechas, sus jardines bien cultivados y sus calles las mantienen aseadas. Los naturales de Hanuapata y de las aldeas inmediatas se semejan mucho á los Polynesios de las Nuevas Hébridas, y ellos mismos aseguran provenir de Motu, qne es una de estas Islas. Esto hace suponer que esta bella raza mestiza de Pa- puas, ó mejor, Kanakas, no provienen de Asia ni de sus inmediaciones, sino de las razas que en la antigüedad poblaron las costas Occidentales de América, como en otra parte lo hemos demostrado, siendo justamente aquí el punto de conflicto ó encuentro de las razas emigrantes en diferentes ó mejor opuestas direcciones. Por lo demás, no habría nada de estraño que la raza Papua que tiene su centro creacional entre- los Malgaches de Madagas- car, haya con los Malayos, Arríanos meridionales de Asia, poblado los continentes abismados de Lemuria y el Pacifico ; y de ahi el encuentro y mestizage de las ra- zas venidas de un lado de América y del otro de las costas de África. Como quiera, la verdad es que los naturales de Port Moresby sacan indudablemente su origen de la Isla de Motu, según sus propias tradiciones, siendo en conse- cuencia intérlopes en la Nueva Guinea. Ellos por lo menos aseguran que sus antepasados han venido del Este y han combatido contra las tribus Koitapus por la posesión del terreno que ocupan y han legado á sus — 299 — hijos. Esta tradición es de origen occidental, lo que la confirma; careciendo ellos de tradiciones Orientales, lo que se comprende; ellos han podido olvidar la patria abandonada; mas el pueblo donde se han establecido no há podido olvidar la historia de su invasión. Su color es lijeramente bronceado y su pelo varia desde el crespo hasta el ondeado. Estos naturales de Motu en el puerto Moresby alcanzan á 1000. Una raza distinta, llamada de Korari, habita las grandes cadenas de montañas del interior de Nueva Guinea. Al Oeste de Port Moresby, los naturales que se presentan son Papuas de un negro azabache. Al este, los naturales son de esta misma raza, pero en un grado mas elevado de civilización que los de Port Moresby; son de un color muy claro y presentan un pelo largo y ondeado de color castaño, lo que se ha atribuido al empleo de la cal. Mas al Este existen salvajes que son verdaderos caníbales de un orden avanzados. En la Isla de Gale, los naturales son de un color mucho mas claro y con facciones regulares, viviendo en familia en casas bajas y portátiles, cada una con una plantación bien cercada. Por lo demás, la conducta de los naturales para con los blancos varia según las localidades. El señor D'Albertis que en Setiembre de 1876 penetró hasta 400 millas en el Fly River, los encontró muy hostiles. Mr. Goldie que ha esplorado el país en torno de Port Moresby, no esperimentó malos procederes, sino por el contrario mucha atención y auxilio por parte da los naturales. Las diversas tribus viven á menudo en hos - tilidad; pero la pérdida de uno ó dos hombres les hace suspender el combate y entrar en arreglos de paz. Los — 300 — negocios entre los blancos y los naturales se hace por medio de cambalaches, siendo los masos de tabaco, el tipo ó moneda, de valuación. Los cuchillos y los to- maba wck ó hachas son muy buscados. Esto se aplica á los habitantes desde la Isla de Yule, hasta Keppel Point, en el resto de la costa la moneda corriente con- siste en aros fuertes de hierro, cuentas, espejos, cuchillos y tomahawcks de fantasía. La religión de los naturales consiste en la creencia de un ser superior que vive en las montañas. Todos reconocen un grande espíritu que ^leva distintos nombres según las tribus. Las principales ocupaciones de los naturales de Nueva Guinea son las industrias de la alfarería y cordelería. Los naturales son muy hábiles para fabricar vacijas de loza de diferentes clases, y otros naturales que se pre- sentan trayendo batatas y azúcar para cambalachar, vienen de diversas partes de la isla á comprar la loza de Port Moresby. Esta loza consiste en una especie de porcelana formada de arcilla y granito descompuesto mezclados, cuya sustancia es amoldada en vacijas, jarros, tasas, platos y á menudo en grandes cántaros ó tinajas de agua de cuello corto que llaman hodu. Hechas estas vacijas, las secan al sol y en seguida las ponen á cocer en un horno. Su cordelería la fabrican con las fibras obtenidas de la corteza interior de un árbol, la cual se prepara con el agua del mar y el calor, y en seguida se tuercen á mano. Los mayores animales indígenas del país son el kan- garoo, el Wahabj^, y el oso hormiguero, el cerdo indí- gena y el perro dingo. El Kangaroo y el Díngo son análogos á los animales de este mismo nombre, cuya — 301 — patria originaria parece ser Australia, y de que habla- remos en su respectivo lugar. Esto corrobora la teoria del antiguo continente Lemuriano abismado por el gran cataclismo que dio origen al mundo geográfico moder- no. Porque esos animales no pueden haber pasado de Australia á Nueva Guinea, ni de esta á AustraUa atra- vezando el mar del Estrecho de Torres: esas dos fraccio- nes de continente deben, pues, haber estado unidas en la edad geológica que precedió á la presente. El cerdo es el mas útil animal de la isla y suministra el principal alimento de los naturales. Nueva Guinea es famosa sobre todo por sus aves que son variadas y algunas especies, bellísimas. Las mas notables por su plumage son las Paradisceide ó aves del paraíso, de las que se conocen de 11 para 12 variedades ó mas. Hay ademas palomas, Martin-pescadores, especies admira- bles de picaflores é innumerables bandadas de los loros mas finos y bellos del mundo desde los mas grandes, hasta los ma& pequeños. Nueva Guinea es en conse- cuencia uno de los mas ricos paises del mundo en lo que respecta á la belleza y variedad de sus tribus aladas. Ei mundo de los insectos se halla igualmente muy bien representado. Mariposas de los mas espléndidos matices vuelan revoleteando en su tibia y perfumada atmósfera; y las clases de hormigas son numerosas y en estremo voraces; en el interior el viagero es puesto á prueba de tormento por un pequeño insecto rojo, análogo al x>me del Perú y al bicho colorado de Buenos Aires, que cubre el cuerpo de ronchas y ocasiona la mayor irritación. Las serpientes no son numerosas. Los principales esploradores de Nueva Guinea han — 302 — sido Wallace en 1858; Macleay en 1871, y los señores Beccari y D'Albertis, en 1872. Este último es el que mas ha penetrado en el interior y el que mas, por con- siguiente, ha contribuido á hacer conocer este pais. En 1877 esta gran isla fué esplorada por Mr. Chester, acompañado de 10 europeos y 16 Kanakas. El llegó hasta la embocadura del Mai Cussar, el cual describe como un magnífico rio, casi una milla de ancho en su embocadura, sin una barra ó banco de arena que obstru- ya su navegación, con 9 toesas de agua á la entrada; agua profunda hasta su nacimiento y con 18 pies de profundidad y á lo largo de sus riberas. En otro viaje hecho por el mismo en 1878, visitó la Isla Murray, Port Moresby y otros establecimientos de la costa. En dicha Isla se halla establecida una Iglesia y misión protes- tante de naturales desde 1872; establecimiento que se halla destinado á desempeñar u:i importante rol en la civilización de la Nueva Guinea; habiéndose allí estable- cido una escuela de indígenas, los cuales se convertirán necesariamente en agentes eficaces de propaganda culta. A corta distancia de esta Isla se hallan establecidas pes- querías de heche de wer.'Mr. Chester desembarcó en las costas de Nueva Guinea, á 12 millas de Port Moresby en Boera, aldea de 370 habitantes, donde tuvo una en- trevista con los jefes, recibiendo algunos datos de ellos. La aldea se componía de chozas de paja, la vivienda de una sola familia cada una. Estas casas se hallan cons- truidas sin regularidad, sobre delgados pilotes, muy cerca de la lengua del agua en alta marea. Los muer- tos son enterrados en las mismas calles, cerca de las. casas, en hoyos bajos, lo que debe ser muy mal sano, — 303 — ademas de inficcionar terriblemente las aguas de sus pozos. Las mujeres se hallaban ocupadas en fabricar loza. Su color es de u'i tinte cobrizo ligero, lo que indica la mezcla de la raza roja americana ó mejor Atlanti, y de la raza negra Papua, hallándose esta isla en la línea de encuentro de emigraciones venidas de rumbos, len - guas y civilizaciones opuestas. Estos naturales son ba- jos, con pelo lacio, peinado y encrespado de una manera estraña con peine de bambú, dispuestos á manera de peineta. Son bien hechos y dotados de miembros vigo- rosos, redondos y semejantes por su carácter á los isle ños de Pelew de donde pueden haber venido. Sus mu- jeres son bien parecidas y aun bellas. De Boera, Mr. Chester pasó á Fort Moresby, el mejor puerto de arribage para las naves procedentes de Aus- tralia. Este puerto se halla en los 3° 20^ de lat. Sud, con una entrada llamada Basilisk en la cadena de arrecifes que rodean la isla á cinco leguas de sus costas. Cinco millas adentro de la Babia se encuentra un buen fon- deadero de seis toesas de agua, al amparo del Cabo Sud, hallándose aun mas profundidad cerca del Cabo Este. La entrada tiene 1 1/2 millas de ancho. Del Cabo Este parte un camino de ribera que conduce á la aldea de Hanuapata. Una cadena de elevadas montañas forma el espinazo de la península y entre estas y Fort Moresby se estiende una llanura que termina en una ca- dena de Lomas costeras, que en parages realizan empi- nadas sobre el nivel del mar; presentando en otras partes playas bajas y accesibles. Estas lomas costeras se es- tienden hasta Hanuapata, donde abren campo para una población. Frente á Hanuapata se alza un cordón de — 304 — lomas que cierran la Babia Moresby, abrigándola contra todo viento. Port Moresby es una localidad exelente y salubre para un establecimiento Europeo, y esa sin duda está destinada á ser la base de operaciones que ha de servir á los audaces Queenslandeses para la conquista de la isla que acaban de anexarse este año. Pero se necesita abrir un camino al través de las montañas de que hemos hablado, para que este puerto no quede aislado del interior. En Port Moresby el agua es escasa y solo puede obtenerse de dos fuentes que brotan al pié de una colina á una milla de la aldea. Las maderas son escasas, consistiendo en gomeros ó eucaliptus que allí crecen muy achaparrados y ba- jos. Los árboles grandes solo se encuentran á alguna distancia. Pasadas las colinas de la costa, se estiende una llanura de tierra negra, como se ha dicho, durante unas 12 millas, hasta las márgenes del rio Lalok, lla- nura cubierta de pasto de Kangaroo, que es como se verá, el pasto australiano por exelencia; y este pasto forma allí una exelente pradera para el pastoreo de ga- nado. La llanura se continúa durante cuatro millas del otro lado del rio, y á esa distancia el campo se cubre de arbustos, hasta la falda de los montes divisorios. El Laloki atraviesa el valle, entre las Lomas costeras y las Montañas, yendo á desaguar en. la Babia de Udscar, distante unas 35 millas de Port Moresby. Al Oeste de dicho Port Moresby se encuentran numerosas aldeas de 300 á 400 habitantes, estendiéndose hasta el cabo Suc- kling. Lo mismo al Este del Port Moresby se estienden numerosas y pequeñas aldeas, hasta llegar á la Laguna — 305 — de Hood, pasada la cual las aldeas soq mas populosas, hasta presentarse en Keppel Bay, una aldea, ó mejor ciudad de 4,000 almas. Las casas de estas aldeas, cons- truidas sobre pilotes, sin duda por via de seguridad, pueden elevarse hasta dos pisos y mas. De todo esto resulta que los habitantes de las costas de Nueva Gui- nea, con escasas escepciones, se hallan en un estado bastante avanzado de civilización. Las mas progresistas de las poblaciones son de origen Polynesio, como se ha Alisto, y ellas han hecho replegarse á los aborígenes papuas puros y bárbaros, en el interior del país, donde viven entre las montañas. Los ingleses pintan á estos indígenas del interior como unos caníbales completos. Esto hace creer, como tal vez lo ha previsto el gobierno inglés, que la ocupación y conquista de esta isla no es materia tan fácil para sus presuntos conquistadores los Queenlandeses; por lo cual el gobierno inglés ha negado su asentimiento á la anexión decretada por el gobierno colonial de Brisbane. Por lo menos, es probable encuen- tren mas dificultad en despojarlos de su suelo, que la que encontraron con los Black Boys de Australia. Pa- sados los límites indicados antes, las costas se hallan pobladas de salvajes antropófagos. En 1879, Mr. Goldie, el mas afamado de los esplora- dores de Nueva Guinea, habiendo partido en dicha techa de Port Moresby, se dirigió á reconocer Jule Island, dis- tante unas 60 millas. Esta isla presenta un espléndido puerto, y frente de ella, sobre las costas de Nueva Gui- nea, se encuentran grandes estensiones de un rico y fe- cundo suelo. De allí pasó á Miva Bay, que es una bahia abierta y rodeada de un país ondulado, libre de ciénagos — ao6 — y mantenida en un alto grado de cultivo, con una nume- rosa y amistosa población que vive en aldeas grandes, bien construidas, aseadas, edificadas sobre pilotes. Pasa- do Cabo Posetion, se encuentra Oeabu, grande aldea habitada por una raza diversa de los descendientes de Motu; su color es mas oscuro y su pelo mas lanoso; sus narices son mas chatas. Pertenecen á la raza negra Papua, que usa adornos de plumas en la cabeza y cual el pueblo de Morea, habita en un magnífico país, con gran- des bosques de cocoteros. Mas adelante se encuentra la aldea de Nacie, habitada por una audaz raza de salvajes, que no manifestaron el menor temor de los europeos (tal vez á esto es debido el que los miren como tan salvajes). De Fresch water Bay situada mas adelante, se goza de una bella perspectiva del Monte lule, una cordillera que se alza de Este á Oeste, constituyendo el núcleo o espinazo de Nueva Guinea, con grandes eleva- ciones aun no exploradas. De allí se pasa á Motu-Motu por donde corre el rio Williams, que posee un bello puer- to. Después sigue la aldea de Carama y otras habitadas por pueblos salvajes é indómitos. En Abril de 1880, el hijo de Mr. Chester, visitó las islas Langhlan sobre las costas de Nueva Guinea; sus naturales son amistosos con los estrangeros, y solo tienen habilidad y energía para hacerse la guerra unos á otros, en lo que se mues- tran á la misma altura que ciertos países mas civilizados que yo conozco. Según éste, que visitó Nueva Guinea, hasta 250 millas en el interior, el carácter de este país es quebrado, montañoso y diíícil de recorrer. Observa- ron naturales que tenían sus casas arriba de los árboles de 50 á 60 pies del suelo. — 307 — ¿Serán estos aquellos papuas de rabo, de que ha hablado la crónica de los diarios europeos ? De 1881 á esta parte, han acontecido en la Isla nu- merosos asesinatos de europeos, y los antropófagos del país, según dicen los ingleses, tienen una singular afición á la carne de misionero, pues ya sabemos que son caníbales. La Inglaterra se ha resistido hasta hoy, á declarar oficialmente la anexión de esta Isla. Pero su colonia de Queensland se le ha anticipado en el corriente año, dando noticia de ello al Gobierno Metropolitano? después de consumado el hecho. Este se ha resistido á sancionar esta anexión precipitada de ese magnífico país ; pero ha indicado al mismo tiempo á sus colonias australianas, el camino para obtener su aquiescencia. Este será la federación de toda Australasia, y su com promiso de prestar un común apoyo á esta medida, cualquiera que sus consecuencias puedan ser. Hé ahí el Gobierno británico enseñando á sus colonias el medio de ser poderosas : esto muestra la altura de civiliza- ción y liberaüsmo á que ese Gobierno ha llegado. Evi- dentemente, por su elevación, la política inglesa es la primer política del mundo. Entretanto, en Sud América, ¿ quién se atreverá á proponer la federalizacion de los sud-americanos, á fin de formar una nacionalidad tan poderosa y respetable como la de los Estados Unidos ? Nadie, de seguro. Nuestra civilización é inteligencia ne- cesitan llegar á esa envidiable altura que hemos se- ñalado. Al Este de la Nueva Guinea se halla el Archipiélago Adwiralty (del Almirantazgo) y las grandes islas de Nueva Bretaña, de Nueva Irlanda, del Hannover y el — 308 — Archipiélago de la Luisiada, seguido del estenso Archi- piélago de las Islas de Salomón. Todas estas islas, de clima y producción análogas á la Nueva Guinea^ se en- cuentran entre el Ecuador y los 10 "^ de latitud Sud, y se hallan habitadas por naciones pertenecientes á la raza papua ó negros australes, especializada en ese clima y en esas condiciones de existencia bajo la zona tórrida. Entre los 10^ de latitud Sud y el trópico de Capri- cornio, se hallan las siguientes islas y grupos 6 archi- piélagos : Nueva Caled onia, con su capital Numea hoy colonizada por los franceses ; las Nuevas Hébridas y las Islas Fidji, de que nos ocuparemos de una manera especial, á continuación ; el Archipiélago Santa Cruz ; las Islas de los Amigos ; las Islas de los Navegantes ; las Islas de Cook; las Islas de la Sociedad, y el Ar- chipiélago Peligroso. Al Norte de este último grupo, se hallan las Islas Marquesas situadas entre los 5 '^ y los 10 "^ de latitud Sud. Al grupo de las de los Nave- gantes probablemente pertenece la Isla de Tutuila, que ya hemos descrito en otra ocasión. A una gran distancia de estos grupos, en medio de las vastas soledades del grande Océano Austral, se alzan las Islas de Navidad y la Nueva Zelanda, á la que hemos consagrado largo espacio. La Isla llamada Tierra de Vandiemen ó Tasma- nia, se halla al Sud del continente Australiano y forma como un apéndice de él, entre los 42 ^ y los 43 ^ de latitud Sud. Nada mas añadiremos á su respecto, puesto que ella será objeto de una esplicacion especial. Solo — 309 — nos ocuparemos á continuación, para completar nuestra escursicn, de las Islas Fidji, recientemente anexionadas á la Corona Británica. Las Islas Fidji constituyen hoy una nueva colonia del Imperio Británico en estas regiones. Estas islas forman un archipiélago que comprende 255 entre islas é islotes, 100 de las cuales son habitadas. Es una de las últimas anexiones á la Corona Británica. Este grupo fué descu- bierto por el navegante holandés Tasman en 1643. Después Cook tocó en una de las islas de barlovento, siendo visitadas sucesivamente en 1789 y 1792 por Bligh y en 1797 por Wilson. En 1804 unos 27 convictos esca- pados de los presidios de Nueva Gales del Sud, se establecieron en las islas Rewa y Bau de este grupo, después de entregarse como auxiliares á los gefes nati- vos. En 1859 el rey indígena Cako-bau ofreció bajo ciertas condiciones la soberanía de estas islas á la Gran Bretaña, la cual la declinó. Este mismo ofrecimiento fué hecho en Marzo de 1874; oferta repetida y aceptada por el gobierno Británico en Octubre siguiente, el cual espi- dió un decreto erigiendo estas islas en una Colonia independiente. En estas islas hallamos otra prueba de la consangui- nidad de origen de Canakas y Maoris con las razas indígenas del Oeste de Sud América, a saber: los pri- mitivos Chileno-Quichuas, cuya emigración y difusión por la Oceania data de un periodo anterior al adveni- miento de los Incas, siendo estos mismos una rama de esa misma raza Atumuruna Quichua : esta prueba la hemos hallado en su similitud flsiognomónica é idiomáti- ca. Con relación á esto último, hallamos en estas islas — 310 — común el empleo de la palabra Levu ó Leuvu^ con la misma significación y aplicación que le dan los Pehuen- ches y Araucanos de Sud América. Ya en las islas de Hawaii, habitada por una raza consanguinaria, hemos notado el mismo empleo hecho de la palabra Puna con el mismo significado que le dan los indios de Bolina y del Perú. Sin embargo, los habitantes de estas islas en el mismo estado de barbarie que los otros Polynesianos, antes de su contacto con los Europeos, por las razones que hemos indicado mas arriba, no han podido conservar ni tradiciones de su origen. La ocupación de estas islas por los Canakas debe en consecuencia haber tenido lugar en un periodo muy remoto. Ellos &in embargo creen que sus antepasados son aborígenes del pais, habiendo naci- do, vivido y muerto en él. Del año 1874 á esta parte^ los ingleses han establecido varias poblaciones en Rewa y otros puntos, donde cultivan en grande escala los productos tropicales, azúcar, arroz, café, naranjas, bana- nas, pinas y otras frutas y productos tropicales. Respecto á los productos minerales de estas islas hánse descubierto ha^ta hoy cobre y plumbago, mas como la ocupación es reciente, es evidente que estos descubrimientos pueden con el tiempo estenderse a otros productos mas. Sus bosques abundan en maderas valio- sas, sus rios que son navegables hasta muy adentro, contienen diversas especies de pescado, aunque no en mucha abundancia. Las montañas de esta isla contienen granito y abundan en aguas corrientes. En sus innume- rables arrecifes de coral abundan también las pesquerías de perlas, siendo abundantes las tortugas en ciertas partes de las islas. El clima durante 9 meses del año es — 311 - delicioso, aunque espuesto á disenterias en los tres meses de los mayores calores. El suelo de las Fidji es muy va- riado: en sus partes cienagosas se cultiva el arroz, se cultiva también la caña de azúcar, el café, el algodón, las batatas, los camotes, la fruta del pais, las bananas y todas las producciones tropicales, sin que en los suelos adecuados cesen de obtenerse los productos de los climas templados, como habas, porotos, coles y lechugas. El palmero del coco es abundante y sus plantíos se han multiplicado de modo á hacer este uno de los principales artículos de exportación de las Fidji. Producen también sandias, melones, pinas, naranjas, hmones limas, tomates de una calidad inmejorable. Los colonos ingleses han invertido hasta hoy millares de Ibs. est. en plantíos de cocos, caña dulce, naranjos, etc. Y en despecho de los obstáculos, hoy se hallan 10 ingenios de azúcar en actividad, produciendo excelente azúcar. Este archipié- lago se encuentra al Oeste de Australia, entre los 15^ y los 22^ de latitud Sud, y entre los meridianos del 177° y 175^ longitud Este de Greenwich. Este grupo, se puede decir, ocupa la parte central de la Polyne&ia Occidental, hallándose desparramadas en una área de 200 millas de Sud a Norte y de 300 de Este á Oeste. Un rasgo notable de este grupo es el canal de Somo Somo, entre las islas Tavuini y Vesma Levu. En su parte mas estrecha este canal presenta 1 1[2 millas de ancho, con una profundi- dad de 120 á 202 toesas. Los arrecifes que lo costean son de una formación irregular, y rara vez forman rom- piente, componiéndose su límite Oeste de bancos sumer- gidos bajo el agua. En el pasaje de este peligroso estrecho, los buques de vela suelen emplear hasta tres dias. ~ 312 El islote de Korolevu, situado cerca de la isla de Ta- vuini, es boscoso, y presenta 320 yardas de largo por 200 de ancho: es el punto de mira de los buques que atraviesan el Estrecho. El área total de estas islas se estima en unos cinco millones de acres oficiales. En este grupo se cuentan islas de toda especie, desde la áspera y atrevida prominencia de una estructura volcánica, hasta la simple forma de un islote de coral. Las islas situadas al Oeste del grupo, son mayores y mas variadas en su aspecto general que las de la parte Este. Las mas grandes islas son en número de dos, llamándose Viti Levu y Vanua Levu. La primera tiene 100 millas de largo por 40 de ancho, con una área de 412 millas cuadradas; la última tiene 95 millas de largo por 30 de ancho. Viti Levu contiene una pob^icion de cincuenta mil almas: presenta una montaña de cinco mil pies de elevación. Su suelo es inferior al de Vanua Levu en la producción del coco ; pero debido á su buen puerto Suva y á su nuevo capital Levaca, hoy Suva se halla en via de gran prosperidad. Los bosques de mangles y otras vegetacio- nes tropicales embellecen las escenas de estas Islas, que en magnitud sobrepujan al grupo Samoano. Muchos ríos del interior de esta isla son navegables para peque- ños vapores. Después de Viti Levu, la mayor isla es Vanua Levu ; siendo la única del grupo que produce ^ palo de sándalo en su parte Occidental. También con- tiene fuentes thermales. En su estremo oriental se halla la bahia Nataeva, llamada por los naturales Mar Muerto. Hay ademas otro puerto denominado Savu Savu, en la parte Sud, que es exelente, presentando muchos parages adecuados para el establecimiento de ciudades. — 313 — y hoy los presidarios que allí tiene el gobierno inglés se ocupan en abrir buenos caminos. Estas islas con- tienen estensos bosques de maderas útiles y durables y la mayor parte de sus riberas del lado del Sud, se hallan plantadas de cocoteros. La isla de Kandavu, que tiene una población de 10,000 almas, es montañosa ; es la tercera por su magnitud ; tiene 26 millas de largo por 8 de ancho y abunda en excelentes maderas. Tavuini que es una de las mas bellas islas del grupo presenta una costa de unas 60 millas, con un centro elevado de 2500 pies sobre el nivel del mar, donde probablemente se halla el cráter de un volcan estinguido. No hay en todo el grupo isla de mas bello aspecto, y para formarse una idea no hay mas que tener presente la descripción que en otra parte liemos dado de Tutuila; su suelo, adornado de una espléndida vege- tación, es susceptible de todos los productos tropicales é intertropicales. Presenta 24 millas de largo, por 9 de ancho, y se halla á 5 millas Vanua Levu. Es la cuarta del grupo en importancia. Vulanga, de origen volcánico, es en estremo pintoresca, tiene 8 millas de largo. Yata- hata y Vatuvara presentan de 3 á 7 millas de circunfe- rencia, son muy fértiles y de bello aspecto, conteniendo cada una una aldea de 60 á 100 habitantes. La Kembes. muy poblada, 2,000 almas, presenta 18 millas de circunferencia; es muy boscosa y productiva. Mothe tiene 400 habitantes y es menos boscosa que las otras : tiene dos millas de diámetro y su apariencia es muy pintoresca. Hay muchas otras que varian de 10 á 30 millas de circunferencia, con poblaciones de 800 á 7,000 almas; todas ellas son preciosas, siendo la mas bella Matuka. — 314 ~ El clima de estas islas es en estremo agradable. Su temperatura media es de 80^ Fahr. y sus estremos entre 60** y 122°. De Diciembre á Marzo es allí la estación de los huracanes, pero cosa como un cyclon no se ha sentido desde 1878. Las mas considerables de estas islas, son quebradas y montañosas, elevándose abruptamente de las riberas a su centro, hasta la altura de 4,000 pies. Sus montañas se componen generalmente de viejas lavas volcánicas, basaltos, trachyta, trap y conglomerados. Muchas de estas islas son, como se vé, de un origen evidentemente volcánico, ó crestas de montañas submarinas, que como es sabido, son siempre volcánicas, y presentándose ro- deadas de una franja de arrecifes de coral. El mayor de los rios se halla en la mayor de las islas y es el Rewa ; siendo navegable hasta 40 millas de su embo- cadura, para buques de poco calado. Tiene muchos tri- butarios de consideración. Los otros rios de importancia son el Sigatoka, el Nadi y el Vá, en Yiti Levu; y en Vana Levu los rios Dreketi, Lambara, Wailevu y Wamu- nu. Hay muchos otros de menos consideración, y las islas Fidji, dentro de la radiación de los vientos alisios y de corta estension, constituyen un país bien regado. Por lo demás, estas islas carecen de una íauna propia. Todos los animales domésticos de estas islas han sido importados; y hoy los ingleses crian allí algunos milla- res de cabezas de ganados finos ó mestizados; también se crian caballos; y los cerdos son tantos que hasta vagan silvestres por los bosques. También se han esta- blecido con éxito crias de cabras de Angora. En las aves se conocen los buhos, los loros, los pescadores; los piti- — 315 — rojos, los colibris, los gavilanes y gaviotas. Las alondras y los canarios han sido introducidos. Las aves domés- ticas se multiplican bien y se hacen silvestres, sobre todo el pavo. Las abejas se han introducido con éxito. Los pescados abundan y son variados en el grupo, siendo conocidos el mujol de cola de oro, que es muy común, el pejeplata, la trebula, el sanki, el cunstertine, una especie de pez volador, el gard, el lucio, la liza, el schnapper, el lenguado, el singan, el John Dory y mu- chas otras variedades que en la estación propia son pes- cados por los europeos y por las mugeres del pais, pues los indígenas machos son tan haraganes, que dejan á sus mugeres el trabajo de mantenerlos. Los camarones, langostas y ostras abundan; las ostras van escaseando por el abuso; pero los lechos de los rios de estas islas son muy adecuados para establecer criaderos de estos mariscos. Hay serpientes de 1 á 6 pies; pero no son ve- nenosas. Hay mas de cien variedades de lagartos; al - gunos muy pintados. A mas de las gallinas, abundan los pavos, ganzos, ánades y demás aves de corral. La vegetación indígena, comenzando por la arbórea, se com- pone de varios pinos como el Damara, el Dacrydium y el Podocarpus. También el Vaisai, Serianthes, Vitreuri\ el Vesi Afgelia hijuga] el Damanu Callo phibum Burwanni y muchos otros. La Camarina y el Pandanus y la palma del coco son comunes. El pasto natural mas abundante es el de Kangaroo. Según el censo de 1881, la población blanca de estas Islas era de 2,293 almas; mas en estos dos años mas transcurridos, ella debe alcanzar hoy, si es que no pasa de 3000. La población indígena de la misma fecha era - ol6 — de 115,035 almas; de los que 62,000 varones y mas de 53,000 mujeres. Los naturales Fidjios forman una hermo- sa raza, de gran . vigor y de un color oliva oscuro. Son muy aseados; todo el dia viven en el agua hasta el grado de poder mirárseles casi como anfibios. Les gusta un- tarse el cuerpo con el aceite del coco. Los ingleses los miran como inhumanos, crueles, traidores y sensuales- Sin embargo, los que se han convertido al cristianismo son muy devotos, lo que no quita que en su vida íntima sean reservados, suspicaces y desconfiados, como lo son generalmente los pueblos semi-bárbaros y que tienen la conciencia de su abyección Su raza es tal vez una mezcla de la sangre Canaka y Papua; que los Europeos miran como malaya y asiática una, y la otra como africana. Ya hemos demostrado que los canakas son de origen sud-americano y no asiático. Lo único que para nosotros está en duda es el origen africano de los negritos australianos y papuanos y aun de los malgaches de Madagascar, mas papuas que africanos. Esta raza puede provenir, según se ha conjeturado por Wallace, del continente abismado de la Lemuria, centro creacional de la raza regra, que ha podido irradiar igualmente al África y á la Australasia. El viejo conti- nente actual no es tal vez el mas viejo; otros le han precedido, como está demostrado y es lójico; y es en ellos tal vez y solo en ellos donde se encuentra la cuna no solo del genero humano, si no también de la primitiva civilización humana. Las razas que pueblan el suelo, en la edad actual ó moderna de nuestro planeta, podrían tal vez ser (con la escepcion de las razas europeas) los restos degenerados -^ 317 — de otras razas mas cultas; y todo hasta las tradiciones inmemoriales lo señalan asi. El mundo histórico moderno, no obstante ser tan reciente, ha presenciado la ruina de una civilización Greco Romana, ocasionada por la su persticion, que despojó al Imperio Romano de su virilidad y patriotismo, destruyendo razas y generaciones enteras con el cenobitismo, y haciendo de este modo posible la invasión y el triunfo de los bárbaros. Esa civilización muerta la hemos visto resucitar junto con los libros de los sabios y filósofos de la antigüedad, sepultados en los conventos en aquella p¿irte que no hablan sido mutilados y destrozados para siempre, á pesar de la hostilidad, de la superstición y del oscurantismo conjurados contra ella; y la cual ha perseguido y persigue hasta hoy á los sabios que han irradiado la moderna luz, por el odio que la impostura profesa á la luz y á la verdad Y si hoy las razas, las civilizaciones y aun las nacionalidades pueden morir y resucitar en épocas determinadas ¿porqué no ha podido reproducirse esto mismo en las edades anteriores? La evolución humana se desenvuelve en una concatena- ción de círculos al parecer uniformes pero en realidad diferenciados por adaptaciones sucesivas, aconteciendo que la raza y la civilización se suceden, pero no se pa- recen y se amoldan á la circunstancias, á los tiempos y al grado de desarrollo intrínseco de las facultades hu- manas. Por todo encontramos misterios que sin cesar se esclarecen, á comenzar por las antigüedades Egypcias y Asiáticas; y acabar por las misteriosas antigüedades, en las que recien ha comenzado á proyectarse algunas luz, parecida aun á un crepúsculo muy indeciso. Por lo demás, en el grupo de las islas Fidji se pone - 318 aun mas de manifiesto que en la gran Isla de la Papua- sia, la linea de conflicto de las razas emigrantes en rumbos opuestos ; de los Papuas que vienen de Mada- gasear ; de los Canakas que vienen de las costas Occiden- tales de América. Así en este grupo, los rasgos dis- tintivos de las diferentes razas se hallan marcados misteriosamente por las localidades. En la parte Orien- tal del grupo que mira á América, por ejemplo, los rasgos de la raza Chileno-Quichuas, esto es, Canakas, predominan, en el Oeste, son los rasgos y caracteres pseudo Africanos ó Papuas, los que predominan. Ahora bien, estos Papuas, en sus diferentes ramas (desde el negrito Australiano parecido al mono, hasta el mag- nífico negro de las costas de Papuasia) son probable- mente los restos de las cultas razas del Continente Lemu- riano abismado, y es talvéz de allí de donde sacan su origen esas razas negras que en los albores de la his- toria, aparecen poblando con el nombre de Ethiopes, Africanos y Asiáticos, las costas Orientales del Viejo Continente y hasta la India. Osirú, el rey sacerdotal Ethiope, conquistador del mundo, era negro : aunque el debió recibir los gérmenes de la civilización Atlanti, los recibió en un tronco Lemuriano ya de antemano predispuesto por una cultura anterior, para recibirlo. Con motivo del deperesimiento de los indígenas en su contacto con los europeos (los Fidjianos Indígenas eran 200,000 á mediados de este siglo, y hoy no pasan de 100,000) se han introducido en estas islas trabajadores de otras partes, como ser Cooiies de la India y Canakas de la Polynesia, á quienes se dá ocupación en las plan- taciones de azúcar, algodón, café, canela, etc. Esto ha — 319 — contribuido á aumentar la población de color de estas islas. El protestantismo introducido es el de la secta Wesleyana. Con esta religión se ha introducido al mismo tiempo la instrucción y educación mas completa, no solo en las letras, sino en las artes é industrias, como se practica en los pueblos de raza Anglo-Sajona. Así en Dawara, la capital de Vanua Levu, se ha establecido un colegio industrial en que se educan, no solo anglo-sajo- nes, sino indígenas á quienes se enseña las artes é indus- trias de la cultura moderna. La importación de trabajadores Hindus y Canakas se hace por medio de contratas que tienen la duración de tres años, con un salario de 15 á 16 libras esterlinas por año (de 75 á 80 duros) con casa, comida y ropa limpia. Por disposición del Gobierno, terminada esta contrata, solo puede renovarse por un año mas, y no por otros tres, aunque lo desee el interesado. Todo esto por evitar las apariencias de la esclavitud. Pero la necesidad es un amo, y el peor de todos, porque ese no tiene co- razón, oidos, ojos ó conciencia. Si el gobierno inglés, que es el declarado enemigo de la esclavatura, pudiese hallar un remedio contra este mal amo, la iniquidad de la fatalidad ó del acaso, sus subditos de la Gran Bretaña serian los primeros en agradecérselo- Los cultivos practicados en estas islas en via de colo- nización, por los ingleses, consisten en maiz, algodón, azúcar de la mejor calidad, aceite de coco (llamada copra), en forma de rebanadas secas de la comida del coco ; y fibras ó cáñamo en rama. Estos productos del coco son muy valiosos. Cada palmero produce 100 cocos — 320 — grandes en el año, produciendo por valor de un duro á su propietario por árbol. También se cultiva el café. Los cultivos se hallaban distribuidos como sigue, en 1879. El terreno en cultivo, 27,282 acres, de estos el maiz ocupaba 2,240 acres; el algodón, 3,815 acres; café 1,260 acres ; caña de azúcar 1838 acres ; cocoteros 12,921 acres. El algodón produjo 649 toneladas; el café 28, 135 libs. ; maiz 54,685 bushels. Hoy estos cul- tivos se acercan á 100,000 acres y los productos en proporción. En ese mismo año (1879) se contaban en estas islas, animales cabalgares 300; ganado 4,000; oveja- 3771 ; cerdos 50,000. Todos estos productos se han dos blado á la fecha y la ganadería triplicado. En 1880 la colonia contaba 150 embarcaciones con 32,689 toneladas. Actualmente estas islas se hallan ligadas por vapores mensuales con Estados-Unidos, Londres y Alemania. Los puertos abiertos á la importación de la colonia son tres á saber, Levuca, Loma Loma y Suva, Las rentas se acercan hoy á 1.000,000 de duros y eran de medio millón ahora tres años. Por último, estas islas cuentan ya Bancos, Seguros, Tribunales de Comercio, un Ins- tituto ó Colegio de Artes, Industrias y Oficios, Hospi- tales etc. Lo que aun falta para el complemento del gobierno civil y del progreso social de estas islas no tar dará en ser introducido. Levuca la capital contiene 8 hoteles, fuera de los que hay en Suva, Rewa y otros distritos. Hemos leido algunos periódicos de Fidji, como ser el Fidji Times ; la Royal Gazette ; el Argus, y un pe- riódico indígena, Na Mata. — 321 — Tales son las vecindades de Australia : por lo que es al continente Australasiano mismo, este, contemplado en su conjunto, sobre un mapa bien trazado, con el Oriente para abajo y el Occidente para arriba, resulta una perfecta cabeza de antiguo indio Hurón ó Chippeway, con Tasmania por copete y la península de York por nariz. Sin detenernos en tan inelegante apariencia, completamente shocking indudablemente al gusto inglés, pero no menos cierta por eso, diremos que esta gran- diosa isla antes llamada Nueva Holanda, se estiende al Sudeste de Asia, al Oeste de Sud América, entre los 113** y 153° long. Este Greenwich; y entre los W y 2-9^ de latitud Sud. Su mayor ostensión entre Sharke Bay (Babia de los Tiburones) en la costa Occidental y el Cape Sandy en la Oriental, es de 2400 millas inglesas equivalentes á 3,861 kilómetros ó cerca de mil leguas (de 4 kilómetros), y de Norte á Sud, entre Cape York en el Estrecho de Torres, hasta Cape Otway sobre el estrecho de Bass, unas 1,700 millas, equivalentes á 3170 kilómetros, ó cerca de 800 leguas. Todo esto dá una superficie territorial avaluada en 7,633,000 kilómetros cuadrados, ó 2,903,200 millas cuadradas. Entre tanto, todo el Continente europeo solo contiene poco mas de esta ostensión, esto es, 3,819,932 millas cuadradas. Las costas de Australia son generalmente uniformes y poco recortadas, de donde la comparación que hamos hecho con un queso Gruyere. Las principales ensenadas de este vasto queso geográfico son: P el vasto Golfo de Carpentaria; 2o el de Cambridge al Norte, 3^ la de Sharke Bay al Este y 4" y 5° los Golfos de San Vicente y de — 322 — Spencer al Sud. Sus principales cadenas de montañas que se alzan visiblemente sobre sus horizontes marinos ó terrestres, son al Este, T las Blue Mountains. Monta- ñas Azules, traducido; 2^ los Alpes Australianos, 3^ los Montes Warragong y 4o Black Mountains ó Montañas Negras en el Sud, 6® los Montes ó Ranges Arling, 7^ el Monte Stanley, 8^, últimamente, el Monte Grey en el Sudoeste. Las islas Asiáticas mas próximas á Australia son las de Timory TimorLand, la primera que dista unas 280 millas del Cabo Tulboty Timorland que se encuentra á esta mis- ma distancia de lapeníusula de Coburg, pero el Continente se aproxima mucho mas de la Nueva Guinea, que solo se halla separada de él por el Estrecho de Torres, le cual no presenta rnas de 90 millas (30 leguas) de ancho delante del Cabo York. La Australia se halla ademas separada de la Tasma- nia ó Tierra de Van Diemen, por el estrecho de Bass, el cual de Norte á Sud ostenta un ancho medio de unas 140 millas. Por su ostensión total la Australia repre- senta mas ó menos la superficie territorial del imperio del Brasil, que presenta la vasta estension de 8 1/2 mi- llones de kilómetros cuadrados, casi la estension de Europa entera, pero de un suelo doblemente mas fecu»- do y favorecido, no solo que Australia, sino que Europa, Asia y el resto de la tierra, no habiendo nada que pueda compararse con sus magníficos rios, montañas, bosques y con la feracidad tropical é intertropical de su suelo. Cuánta diferencia en el clima y en la productibilidad territorial no solo con Australia, sino con el resto de la tierra! Mientras el Brasil abunda en rios grandiosos que — 323 — se internan hasta el corazón de su vasto y feraz territo- rio, ia Australia es tan pobre en aguas, y tan pobre en fecundidad, debido al carácter rocoso y estéril de su suelo, que podria con razón llamarse el Continente Seco, como el África; ó mejor, la Palestina del Globo, no teniendo mas que un solo rio mediano, el Murray en el Sud, comparable solo con el mas insignificante de los rios del Brasil, siendo menor que el San Francisco y el Paranhayba. Entre tanto, el territorio del Brasil, el mas feraz del universo por su consistencia y naturaleza, se halla ademas cruzado con los rios mas grandes y cau- dalosos del Globo, el Amazonas^ el Tocantins, el San Francisco, el Alto Paraná, el Alto Uruguay y tantos, fuera de las abundantísimas lluvias periódicas que lo rieo-án. Y sin embargo, es tal la poderosa influencia de una raza inteligente, industriosa, activa, moral y culta, como la raza anglosajona, que el Brasil, con todas sus ventajas físicas y territoriales; con su mayor antigüedad de colonización, con la ventaja del elemento negro tan barato y tan infatigable y con su mayor población, se halla actualmente no solo en un grado muy inferior á la Australia por el valor productivo de su población y cultivos, sino por su producción, su renta, su industria, su riqueza, su cultura y su libertad política é intelectual. Y eso que el Brasil, con su gobierno constitucional y bajo un monarca el mas hábil, ilustrado y liberal de toda la tierra tiene mas de tres siglos de colonizado, mientras la colonización inicial de Australia no ha enterado toda- vía un siglo! Y en verdad, lo decimos con la desespera- ción y la pena en el alma ¿cómo las poblaciones atrazadas, supersticiosas é ignorantes de la generalidad de los — 324 — países latinos, con tantas trabas físicas y morales á su progreso, podrán jamás competir con esas nobles, inteli- gentes, fuertes, libres é industriosas razas anglosajonas y germánicas? Solo con buenos y progresistas gobiernos,- como los que tenemos nosotros, como el que hoy tiene el Brasil, podríamos aproximarnos según el grado de libertad, tino y cultura que desplieguen. Citaremos algu- nas de las causas, entre muchas, de esa inferioridad evidente. Los anglosajones pueden cultivar libremente las ciencias y las industrias que de ellas nacen; nosotros nó, pues nuestros amos espirituales se consideran facul- tados hasta para prohibirnos las lecturas de las obras útiles y científicas que no halagan su pretensión al pre- dominio absoluto sobre el alma y sobre el cuerpo. Ade- mas, en el año, nosotros tenemos dobles días festivos que los Anglosajones, lo que nos atraza y empobrece el doble, pues un día festivo perdido para el trabajo, la industria y la moral, importa muchos millones de pér- didas para cada país. Esta inferioridad no es de raza; felizmente es solo debida á una completa falta de libertad moral é inte • lectual; de educación política y de educación científica é industrial. El origen de todo esto viene en realidad, de que los pueblos latinos no tomaron parte como debieron, en el movimiento de reforma y emancipación intelectual de los siglos XV y XVI. Se puede formar una idea mas exacta de la Australia y sus diversas colonias, considerándola dividida en tres partes. Occidental, Central y Oriental. La parte occiden- tal se halla del todo ocupada por la colonia de Austra- lia Oeste; la parte central por una prolongación de la — 325 — colonia Sud-Australia, y su apéndice el derrotero Norte; componiéndose la Oriental de las tres colonias de Queensland, Nueva Gales del Sud y Victoria. La pro- porción de las colonias, unas con otras, y respecto á la masa continental, se comprenderá mejor estableciendo las siguientes proporciones adicionales, á más de las ya hechas: Dividiendo el continente en cien partes igua- les, Victoria llegaría á comprender tres, Nueva Gales del Sud diez, Queensland veinte y tres, Australia Sud treinta y Australia occidental treinta y cuatro. Todo esto constituye en su conjunto, como hemcs visto, una área de 477.341,680 cuadras cuadradas (1: 909.366,720 acres cuadrados de estatuto). Así Australia es mas de veinte veces el tamaño del Reino Unido de la Gran Bretaña é Irlanda; seis veces mayor que la India, que sabemos puede contener 252.000,000 de habitantes con holgura; y solo un quinto menos que todo el continente europeo. El grupo Australasiano ocupa, pues, como dos quintos del poderoso imperio Británico: un verdadero im- perio ese, tan vasto en lo moral como en lo tísico, y tan inteligente y bien controlado en su gobierno, como po- tente por sus medios militares y navales y sobre todo por los recursos de su comercio y de su crédito. La dis- tancia mas corta de Australia á Inglaterra, es de 11.000 millas (cerca de 4,000 leguas). Las riberas del norte de Australia se hallan bañadas por las aguas del Estre- cho de Torres, que la separa de la Nueva Guinea; por el Golfo de Carpentaria, por las aguas del Mar Afuera. (Arafuera lo llaman los ingleses), y el Océano Indico. En el Sud se halla limitada por el estrecho de Bass, quo la separa de Tasmania y por el Océano Pacífico Sud; al — 326 — Este por el Océano Pacifico Sud y al oeste por el Océa- no Indico. Ahora descenderemos á considerar las colonias en el orden geográfico en que las hemos designado, esto es, de Occidente á Oriente. La ubicación de «Australia Occidental» se halla designada por su nombre. Ella ocupa toda la parte occidental del continente; hallándose rodeada al Norte, Oeste y Sud por el mar, formando su límite Oriental la colonia de Sud Australia^ cuya parte setentrional se denomina hoy Northern Territonj. La capital de la Australia Occidental es Perth; y después de esta la ciudad mas importante es el puerto de Fre- mantle. Al naciente de Australia Occidental y estendién- dose de Océano á Océano en toda la prolongación del continente australiano en la dirección de Sud y Norte, se estiende la colonia de Sud Australia que tiene al ter- ritorio Norte como anexo. La capital de Sud Australia es Adelaida hay otras ciudades de consideración, como ser Gawler, Fort Adelaide, Kapunda y Mount Gambier. Al occidente de Australia Meridional, unida en su ter- ritorio Norte, se halla la colonia Estado de Queensland, y al Este de Sud Australia propia, se halla la nueva Colonia Madre de Nueva Gales del Sud, Queensland tiene por capital á Brisbane, sobre la bahia de Moretón, con- tando además otras ciudades importantes, como Glads- tone, Rockampton, Roma, etc. La capital de Nueva Gales del Sud es Sidney,'á la que se añaden multitud de importantes ciudades, tales como Newcastle, Maitland, Goulbairn, Bathurst, Grafton, Yase, etc. La parte mas meridional del Continente, al Sudoeste de Nueva Gales del Sud y al Este de Austra- — 327 — lia, se halla la Colonia ó Estado de Victoria. Sw Metrópoli es la ciudad de Melbourne, contando adenaás las ciuda- des de Ballarat, Geelong, Sandhurst y Castlemaine, centros importantes de población y comercio. Unas 150 millas al Sud de Victoria, se encuentra la Isla de Tas- inania^ separada del Continente por el Estrecho de Bass. Hállase rodeada por el Océano Pacífico Sud; su capital es Hobart ó Hobarto^Yn, contando además la ciudad de Launceston y otras. En suma, las colonias inglesas Australianas pueden considerarse en número como ocho independientes y principales, á saber: las seis nombradas de que vamos á ocuparnos en oíros tantos capítulos, ó mejor, Corres- pondencias sucesivas — (cada correspondencia equivale á un libro, en el orden sistemático de nuestro trabajo), — además las colonias de Nueva Zelandia y de Fidji, de que ya nos hemos ocupado in extenso^ inclusa la isla de Nueva Guinea. Las islas de Fidji, según se ha espresado, se hallan al Norte de Nueva Zelanda, en el Océano Pa- cífico, á la distancia de 1,000 millas, casi línea recta, lo que corresponde al naciente de la parte septentrional de Queensland. Su capital fué, en años pasados Levuka; pero el asiento del Gobierno ha sido últimamente tras- ladado á Suva, que se considera una posición mas con- veniente. Todas estas colonias Australianas pertenecen á la Co- rona Británica, habiendo tenido lugar la primer ane- xión por el Capitán Cook, el célebre navegante, en Abril 28 de 1770. Los distritos del Continente Australiano, inmediatos á las costas, se hallan bastante bien esplo- rados, y sus rasgos generales son bien conocidos, y á ~ 328 — medida que la ocupación se estiende, el conocimiento interior del país aumenta. Cada año que pasa, el inte- rior de Australia vá cesando de ser la térra incógnita de antes, pues desde la primera cruzada del Continente por los exploradores Burke y Wills, este ha sido cruzado y recruzado en diversas direcciones, habiéndose última- mente escogido para centro de operaciones en las expe- diciones de esploracion, las Estaciones de la Gran Línea Telegráfica Interior Trascontinental [Overland Telegraph Une), Aún queda, sin embargo, algo, si no por descubrir, por esplorar detenidamente, según se verá mas adelante. Hasia el punto á que las investigaciones han llegado, puede decirse, en general, que el interior del Continente Australiano se compone de grandes esteusiones rocosas, desiertos pedregosos y llanuras ó barriales estériles, con poca ó ninguna agua; constituyendo un vasto territorio, casi l[5del total del continente, completamente destituido de lo esencial para poder ser ocupado : del elemento indispensable, del agua. En las regiones adyacentes al litoral marítimo y en los distritos poblados en el interior, se encuentran grandes zonas de tierra adecuada para la agricultura y el pastoreo. La parte central Norte ha sido en estos últimos años el objeto de una lenta ocupa- ción bajo los auspicios del Gobierno de Australia Meri- dional, y su geografía y característicos se hallan hoy mejor conocidos y esplorados, como se verá á su debido tiempo; lo mismo sucede con los territorios adyacentes al litoral Este y Sudeste del golfo de Carpentaria, en cuya dirección hay ya un ferro-carril contratado por el Gobierno de Queensland, el cual, partiendo de Roma, debe tocar en la costa del golfo. Por lo que es á la costa — 329 — Occidental de South Island ó Isla Media de Nueva Ze- landa, no se halla aún bien conocida y esplorada hasta hoy. Sábese solo que se compone de grandes estensiones de un país áspero, quebrado y montañoso, con rápidos rios y grandes lagos, presentándose casi cubierto por completo de densos bosques de buenas y fuertes maderas de construcción. Pasando ahora al descubrimiento y colonización de esta grande isla continental, diremos que está aún .en duda el período exacto de su descubrimiento. Remon- tando muy alto en las tradiciones asiáticas, se sabe de mythos representando que los Chinos conocían las costas de Australia antes de la incepción de la na- vegación Europea en Oriente, y los cuales se fundarían en una fabulosa descripción dada por Marco Polo, el célebre viajero veneciano, de la Provincia que él llama Lochac, y de ciertas islas que él llama Pentam y Ma- laur, cuyo conocimiento habia adquirido de los chinos. Pero su descripción no puede, en ningún caso, ser aplicada á Australia por ninguno que ha leido al pri- mero y que conoce a esta última. Porque dicha Provincia, que espresa ser parte de un supuesto continente, la re- presenta gobernada por sus reyes nativos, los cuales se oponían á las visitas de los estranjeros, como un medio para que sus tesoros, entre los que contaban sus elefan- tes y otras riquezas secretas de su reino, permaneciesen ignoradas del resto de la tierra. En seguida añade que la mas inmediata de las islas, distante 500 millas de la dicha Provincia, abunda en bosques formados de árboles aromáticos y fragantes ; mientras el mar intermediario es tan original, que por espacio de 60 millas no presenta — aso- mas que 60 toesas de profundidad, lo que obliga á los que por él navegan á levantar el timón de las naves para que no toquen en el fondo; y la otra isla, que representa gobernada por un rey, la describe conte- niendo una ciudad grande y bien edificada, y practicando un gran comercio en especias y drogas. Las señas de la primer isla, convienen con una noción confusa ó des - figurada de Nueva Guinea ó Australia, ambas abundantes en bosques de árboles aromáticos y fragantes. Solo que en la segunda, están de mas la gran ciudad y las especias. Ahora llega su turno á los supuestos indicios de un primer descubrimiento de Australia por los portugueses, q\j^ pretenden haber realizado de los años 1512 á 1542. Esto reposa sobre seis viejos mapas recientemente des- cubiertos, cuatro en Inglaterra y dos en Francia, que se supone haber sido trazados en diferentes fechas de 1530 á 1555; en cuyos mapas, debajo de lo que se presenta señalado como Java, y separado de esta isla solo por un angosto rio, se presenta diseñada una gran región denominada Jo,va la Grande, y la cual se estiende en el Sud hasta la orilla misma de dichos mapas, pre- sentando una inmensa línea de costas orientales. Sobre estos datos, algunos escritores han avanzado que siendo la nomenclatura de dichos mapas portuguesa, en parte, en la suposición de que el país que representan sea la Australia, se ha deducido como conclusión lógica, que estos mapas son copias de cartas portuguesas, y que, por consiguiente, el primer descubrimiento de Australia pertenece á los portugueses. Pero hay que advertir que estos seis mapas son casi idénticos los unos con los — 331 — otros, de donde la deducción mas lógica es de que todos son la copia del mismo original. Ahora bien, no pudiendo suponerse sino uno el mapa original, del cual los descu- biertos son una mera copia, el derecho de los portu- gueses á ser los primeros descubridores de la Australia» quedará reducido no á seis, sino á un solo testimonio muy defectuoso, por cuanto el estrecho de separación que señala y las costas que delinea, en nada se parecen á las de Australia, y no pueden haber sido trazadas por* uno que las haya conocido en realidad, siendo tal vez solo un bosquejo fantástico, fundado sobre meras conge- turas ó suposiciones de la geografía teórica de la época aludida, ó sobre inconexos y vagos rumores. Por otra parte, en las memorias, anales y datos del Portugal en esa época, no se contiene la menor alusión á un tal descubrimiento, que no consta siquiera de la menor carta, memoria ó relación contemporánea manus- crita ó impresa, lo que lo constituye en el hecho ó con- jetura, de la naturaleza mas dudosa que es posible imaginar. La conclusión i¿¿ica de todo esto es que los referidos mapas no son una evidencia sostenible y demostrable de que los portugueses hayan sido los primeros descu- bridores de Australia, debiendo mas bien considerarse solo como el bosquejo fantástico de una supuesta Terra Australis, aun desconocida, que era la monomanía de los geógrafos y navegantes de la época, en que las verdaderas dimensiones y naturaleza de la esferoide terrestre no se hallaban bien determinadas, ó mejor, eran aun desconocidas. De todos modos, este deficiente testimonio no puede en ningún caso privar á españoles, — 33:¿ — holandeses é ingleses de la gloria que les corresponde como los verdaderos descubridores del continente y cos- tas de la Australia. Bastará, pues, que añadamos aquí copiándolas espresiones del capitán Hindeis «que los mapas indicados han sido formados á priori sobre vagas suposiciones ó rumores recogidos de las naciones de Oriente por los primeros navegantes portugueses, siendo todo mas bien el resultado de conjeturas que de cual quier otra cosa. » Ahora pasaremos á la verdadera historia y á los ver- daderos autores y actores del descubrimiento. Pedro Fernandez de Quiroz, llamado también De Quir, por los escritores estrangeros, fué un navegante español como su nombre lo espresa, como se halla indicado en la Biographie Universelle ; aunque el autor de la Biblioteca Hispana^ poco celoso de las glorias patrias, lo suponga portugués, natural de Evora, en la provincia de Alemtejo, circunstancia que no es conciliable con sus antecedentes ni con su apellido que es enteramente español, y de una tribu muy marcada y conocida desde tiempo inmemorial por españoles, los Fernandez de Qr\,. yos murmurantes, fuentes y rios, donde se pueden » erigir con facilidad molinos de viento y de agua ; tra- » piches para azúcar y otros ingenios ; salinas y plan- » taciones de caña dulce. Las cañas, que alcanzan de 5 » á 6 palmos y mas, y las frutas, en proporción, son » un testimonio de la feracidad de la tierra. » » La bahia de San Felipe y Santiago contiene 20 le - » guas de riberas y es completamente limpia, y de acceso » fácil, tanto de dia como de noche; hállase rodeada de » una numerosa población, viéndose á una gran distan- « da, de dia muchos humos, y de noche muchas luces — 336 — > «de hogueras. Su puerto de Vera Cruz, es tan capaz, » que puede contener al ancla 1,000 naves. El gusano » destructor de las naves es desconocido en estas aguas. » Las naves pueden anclar á cualquiera profundidad » hasta 40 toesas mas arriba, en el interior de dos rios, » uno tan grande como el Guadalquivir en Sevilla, con » una barra de mas de dos toesas, que pueden cruzar » fragatas y otras naves de mediano calado; en el otro > nuestros buques entraron con toda libertad para hacer » agua, siendo el mas bello que yo haya visto en ninguna » otra parte del mundo. » La costa, por tres leguas y mas, se compone de > guijos negros, pequeños y grandes, buenos para lastre » de las embarcaciones. No presentan ni ruinas, ni rocas; » los yerbas, de sus riberas se ostentan verdes y fron- » dosas; alli no se oye el ruido de la marea; y como los » árboles se presentan derechos y no ladeados, deduzco » no deben sentirse grandes vientos y temporales en esta » tierra. Igualmente, este puerto, además de tener tan » buen aire y tan bella apariencia, presenta gran ventaja y> para recreo de sus habitantes, y 'es que en él desde » el amanecer se escuchan los armoniosos gorgeos de » multitud de canoras aves, presentando algunas la se- » mejanza del ruiseñor, del mirlo, de la alondra, del » gilguero, y una infinidad de loros, gaviotas y multitud » de otras aves de diversas especies. Todas las mañanas » y tardes puede disfrutarse de los mas suaves aromas » emanados de variedad de flores, entre las que se cuen- » tan los azahares del naranjo y del limón, y considero )) que estos y otros buenos resultados son debidos á la » exelencia y regularidad del clima. En las inmediacio- — 337 — )) nes de este puerto y bahia se encuentran muchas dife- )) rentes islas, muchas de las cuales merecen mención, » conteniendo la una como una docena de leguas, otra » como 50 leguas á 12 de distancia, siendo muy fértiles » y populosas. Para terminar, diré á Vuestra Magestad » que en esta bahia y puerto que se halla en los 15® 30' » lat. Sud, puede establecerse una grande y populosa » ciudad, y que el pueblo que lo habite puede gozar de » todo género de conveniencias y ventajas. » Pero la isla y sus inmediatas, que así ponderaba Quiroz, aunque su descripción vendría bien en cierto modo, por la naturaleza y latitud, á la bahia de Moretón ó al golfo de Carpentaria, no pertenecia en realidad á la Australia ó Terra Australis, con cuyo nombre era buscada entón ees; sino á un grupo que unos 160 años después recono- ció Bougainville, denominándolas las grandes Cyclades y á quienes Cook dio mas tarde la designación de Nuevas Hébridas, que han conservado en los mapas: grupo desde el cual Yaez de Torres continuó su viage, durante el cual pudo contemplar varias vistas del Continente Aus- traliano. Estas islas no se hallan, sin embargo, muy dis- tantes de dichas costas, las que además del magnífico puerto de San Felipe y Santiago, contienen otro igual- mente espléndido, el Port Sandwich, en la isla de Mali- colo, ocupando una posición admirablemente mercantil. Después de permanecer Quiroz algunos dias en el puerto de San Felipe y Santiago, sus marineros se sublevaron contra él, consiguiendo hacerlo volverse con la «Capitana», al Peni, de donde se embarcó para Espa- ña, dirigiendo desde Madrid al rey el memorial de donde hemos citado algunos conceptos. Pedíale el equipo de — 3:^ — una nuera espedicion para volver al teatro de sus re- cientes descubrimientos y ensancharlos. Y es mas que probable que si el miserable gobierno de esa época en España, hubiese prestado oidos á las patrióticas insi- nuaciones de Quiroz, este habria fácilmente rectificado su error, respecto al carácter de la región que descubrió, y que habria indudablemente llegado hasta descubrir y esplorar la gran Terra Australis, el objeto de sus aspira- ciones. Pero la superstición llevada hasta la Inquisición, habia despoblado y mas que barbarizado, embrutecido la España, teniéndola distante del cultivo de la inteli- gencia, de las ciencias y de la industria, que hacia desde entonces el poder y la prosperidad de otras naciones mas libres y felices. Ademas un gobierno despótico, corrom- pido y débil habia colocado á España irremediablemente en el precipicio de decadencia y ruina cuyo fondo ha tocado en nuestros dias; y esa infeliz nación, miserable y esclava de alma y de cuerpo, sin caminos, con sus rentas dilapidadas y devoradas por los mendigos y los salteadores que florecian á falta de industria nacional, no era ya capaz del menor esfuerzo y ni siquiera de la aspiración de conservarse al frente de los progresos materiales de la época. Asi Quiroz después de consumir muchos años en la Corte infructuosamente para conse- guir una habilitación, resolvió volverse desencantado y miserable á Lima, para de allí acometer la empresa con los recursos que pudiese personalmente reunir. Pero no le fué dado llegar hasta la capital del Perú. Murió en Panamá en 1616, siendo el último de los grandes nave- gantes españoles^ cuya era de gloria y prosperidad se abisma en este periodo de insanable decadencia. Esto — asi- era lójico, porque la superstición y el despotismo, ene- migo de todo progreso, de toda prosperidad y de toda grandeza que se hallan inseparablemente vinculadas, para bien del hombre y de la sociedad humana, á la libertad intelectual, política y religiosa, debian irreme- diablemente perder á España y á su noble raza, y esto es lo que estamos viendo. Entre tanto, la libertad inte- lectual, religiosa y civil, refugiadas con la reforma en Alemania é Inglaterra, han transferido el poder y la influencia de las razas latinas, á esas naciones industrio- sas y liberales. Quiroz cerró con honor para él, sino para su nación, la serie de las grandes empresas y descubrimientos iniciada en mejores tiempos por el ilus- tre Cristóbal Colon. Entretanto Vaez de Torres, mas afortunado que el otro, pudo seguir su derrotero en la «Almiranta» en la dirección del noroeste y «tropezando con las primeras tierras de Nueva Guinea» hacia fines de Julio de 1606; como no pudiese doblar su estremidad Oriental, siguió costeando hacia el Oeste, inclinado al Sud», con lo que pudo penetrar en el Estrecho entre Nueva Guinea y Australia; que hoy lleva su nombre, aproximándose á las riveras del nordeste de Australia. El navegó de este modo á lo largo del continente Australiano por muchos centenares de leguas, batallando con los bajios y las corrientes, y abriéndose paso «entre medio de islas sin número» y empleando cerca de tres meses en esta in- trincada navegación. El pudo llegar á las Molucas y de allí pasó á las Filipinas, donde llegó en Mayo de 1607. Habiéndose presentado k la Real Audiencia de estas Islas, este cuerpo raquítico no tuvo resolución para - 340 - acordarle despachos que lo habilitasen para terminar su viage. El entonces dos meses después « escribió la rela- ta cion de cuanto habia practicado, y la envió á Felipe « III por conducto de un fraile de San Francisco, el « cual habiendo sido testigo presencial podia dar una «razón tan completa como exacta á Su Magostad (á « quien Dios conserve próspero soberano del orbe). » Pero esto orbe demasiado pesado para las manos in- hábiles y que la superstición hacia temblar, de un go- bierno y una nación que habian renegado de toda libertad intelectual; dejándolo en consecuencia caer ignominio- samente en manos de ingleses y de holandeses qne luchaban por arrebatárselo á porfía. Así la humilde súplica de este último de los grandes servidores de la Corona de España que solo le pedia su venia para en- grandecerla, fué desatendida. Y ¿ sabéis quién ha preser- vado y hecho conocer esta famosa relación de una gloria inmortal para España y que su desidia relegaba á un eterno olvido y polilla en los archivos de Filipinas? Pues bien, han sido los ingleses que la tomaron en 1766 de los archivos de Manilla; sin lo cual el conocimiento y por menor de esta última grande gloria de la Marina de España, habría quedado sepultada para siempre é igno- rado de los mismos Españoles. Tales son los frutos del inconcebible atrazo y abandono que se ha apoderado de esta nación, de toda esta raza, tan grande y adelantada en los tres siglos de gloria que siguieron al renacimiento Europeo; los siglos XIV, XY y XVI; y tan pequeña y. decadente del siglo XVl, adelante. En efecto, esta bri- llante pajina se halla omitida en las historias de España contemporáneas ó posteriores; á pesar de ser por la — 341 — época y las circunstancias, una de las últimas pero es- traordinarias hazañas de su marina hasta entonces tan emprendedora y audaz; y es esa justamente la última vez que el glorioso pendón de España flotó potente y glorioso en esos vastos mares del globo, que se necesita circunnavegarlo para recorrer, y que después no volvió á ver mas. Su conocimiento, lo debemos á los ingleses; y si hoy el estrecho situado entre Nueva Guinea y Australia lleva el nombre del ilustre Almirante español Torres, se lo debe al ingles Dalrymple, que se lo dio 156 años después que Torres hubo atravesado triuníal- mente, el priir.ero, por sus aguas, haciendo flamear el pabellón de Castilla. La gloria de España vive pues por el desprecio ó la lastima de sus rivales y adversa- ríos políticos! Sic transü gloria Hispanice! Entretanto, á medida que Torres recorría el Estrecho, el debió pasar en revista todas las costas é islas situa- das á su izquierda, pertenecientes á la parte septentrional del Continente Australiano y debió de paso reconocer muchas de ellas, á juzgar por el tiempo empleado en atravesarlo. En particular, según el capitán Flinders, ciertas «Grandes Islas» que Torres en su relación menciona haber descubierto hacia los W de latitud Sud; después de penetrar en el Estrecho por su embocadura Oriental, no puede referirse á otra cosa que á las Montañas del Cabo York^ En todo caso, el fué el primer europeo que penetró en el Estrecho viniendo del Occidente; y él sin duda que contempló de paso el primero, esa parte délas costas Australianas del Nordeste que se halla entre su punta mas Oriental y los aproches de esa — 342 — región hacia el Golfo de Carpen taria. Y sin embargo, Torres mismo no puede mirarse en absoluto, comojel primer descubridor de las costas Australianas. En efecto, en Marzo de 1606, cuatro meses antes que Torres hu- biese penetrado en el Estrecho, viniendo del Oriente, hé ahí que un pequeño yacht, desendiendo de las costas meridionales de Nueva Guinea y encaminado hacia otro Golfo, penetra en el referido Estrecho viniendo del Oeste, impulsado por una suave brisa del Noroeste. Los primeros fulgores de la mañana brillan sobre sus velas, y los albores del regocijo en el corazón de sus tripu- lantes. Es el Dove, de la Gompañia Holandesa de las Indias orientales; y ellos conocen que se hallan sobre aguas vírgenes, jamas sulcadas por la quilla de una nave europea y que h^s riberas que tienen á la vista son las de \cí Gran tierra Austral, que por primera vez se pre- senta á ojos civilizados desde que el mundo entró en existencia, á medida que las brumas nocturnas se re- tiran de los distantes cabos, de las bahias é islas, y que el magníñco panorama se desarrolla á sus ojos, fresco, espléndido y fragante con los primitivos aromas de la creación virgen, recien saUda de las manos de la evolu- ción, esto es, de las manos de Dios. ¿Pero cómo ha podido penetrar en estas aguas desco- nocidas y solitarias, y distantes de las vias conocidas de tráfico ? Mientras la España abandonaba, en su pesada indolencia de la superstición y del despotismo y que debia costarle tan cara en el porvenir, hasta la existencia, puesto que la España hoy no puede considerarse como existente moralmente; mientras la desgraciada España^ — 343 — decimos, renegaba de los brillantes descubrimientos de Qairoz y de Torres; y desatendiendo intereses que en manos de sus rivales, debian acabar para siempre con la gloria y el poder de la católica España; la cruel opre- sión inquisitorial y monárquica que se esforzaba por im- poner al libre pueblo de Holanda, industrioso é ilustrado, el odioso yugo de la ignorancia, la superstición y el ser- vilismo, habia dado sus frutos naturales; los celos y el odio contra el predominio del opresor y contra todo lo que emanaba de la inquisición y del gobierno español. Este odio llegó á su paroxismo cuando para colmo de estulticia y de estupidez política y económica, la Corte de España prohibió a las naves Holandesas el comer- ciar con los puertos de la Peninsula. Entonces los Holandeses buscaron salida á los productos de su indus- tria en otros mercados, donde pudiesen sobreponerse á su imprevisora, injusta é impolítica rival, en el ancho campo del comercio univeral ganfindo para los países Bajos; la riqueza y distinción de que el despotismo y la superstición de que la España fué la primera víctima en los campos de Villalar donde juntos con sus liber- tades, sucumbieron sus mas ínclitos héroes é inteli- gencias. Los holandeses, para la realización de este pensa- miento concebido al estruendo mismo del cañón del des- potismo, en lucha abierta contra las libertades Batavas; el rico comercio del Oriente y el descubrimiento del Mundo Austral, era una compensación, y una puerta abierta y seductora suficiente. Viageros, escritores y geógrafos, marinos, comerciantes, todos rivalizaron en inflamar el ardor nacional encaminándolo hacia la meta — 344 — deseada. En 1595 los holandeses se establecieron en Batavia, en Java y en la costa Norte de Sumatra, esten- diéndose gradualmente sobre todas estas islas. En 1602 se fundó la Compañía Holandesa de las Indias Orien- tales; y en 1610 arrojaron á los portugueses de las Molucas. La espedicion del Dove era un resultado de este impulso dado. El descubrimiento hecho casualmente por la tripulación del Dove quedó sin embargo sin el menor efecto inmediato; pues los Holandeses parece no juzgaron conveniente proseguir sus viages de descubri- miento lo que podría poner en duda tanto la fecha como el descubrimiento material de él. Cómo puede suponerse que la emprendedora, traficante y activa Holanda dejase sin resultado por largos años el descu- brimiento de un Nuevo Mundo que debian naturalmente suponer lleno de oro y de riqueza, á estar á las relacio- nes de Marco Polo, libro muy popular en esa época? Lo único positivo es que las costas de la Isla continental solo fueron descubiertas y observadas por los Holandeses mucho después de Torres, por embarcaciones que hacian el comercio entre la Europa y Batavia. En consecuencia, el descubrimiento del Dove no debió preceder, sino ser posterior con mucho al de Torres. En todo caso, la empresa de Quiroz y Torres encaminada directamente á obtener ese resultado, es acreedora á la palma de pre- ferencia á los títulos equívocos y dudosos de su rival, sobre todo en lo que respecta á fecha. En 1616 Theodorico Hertage vino a tropezar con una parte de la costa Occidental de Australia, entre los 28^ de latitud y el trópico de Capricornio, denominándola la Tierra de Endracht ó pais de la Concordia, del nombre — 345 — de la nave en que el descubrimiento fué hecho. Después de esta época los descubrimientos sobre estas costas se siguieron continuamente unos tras otros. En 1618 las costas desde los IP hasta los 15° de latitud Sud, fueron descubiertas por Zeachen, que parece haber costeado esta región de la isla desdé la entrada del Golfo de Carpentaria, hasta el Golfo Talbot; habiendo dado á la parte oriental de sus descubrimientos, el nom- bre de Tierra de Arnhem, y á la parte occidental de Tierra de Van Diemen. En el año siguiente Yon Edels llegó á encontrarse con la región occidental hacia los 33° de latitud Sud, la cual recibió su nombre. En 1622 la estremidad sud de la isla fué descubierta y denomi- nada Leenwin-Land; esto es, el país de los leones, del nombre de la nave con la cual el descubrimiento fué hecho, y cinco años después, Peter Van Nuite navegó á lo largo de las costas australes que se estienden desde el Cabo Leenwin hasta cerca del Golfo de Spencer. En 1628 los descubrimientos holandeses en el continente de Australia fueron completados por el descubrimiento de la Tierra de Witt y de Carpentaria; la primera así designada del nombre del comodoro De Witt que man- daba el escuadrón, y el segundo del nombre del general Peter Carpenter que se ocupó de esplorar el Golfo de Carpentaria con algún esmero. De este modo los nave- gantes holandeses lograron descubrir algo mas que la mitad de las costas del continente. Por último, en 1642 Abel Jansen Tasman descubrió la isla de Van Diemen, la cual ha&ta fines del último siglo se creyó hallarse unida y formar parte del continente de la Nueva Holanda. Los ingleses no entraron sino mucho mas tarde en la — 346 — carrera de los descubrimientos, los cuales no fueron afortunados en los primeros ensayos. Hacia fines del siglo XVII Dampier esploró algunas partes de las costas del Continente, sin conseguir añadir nada á los descu- brimientos ya hechos. El capitán Cook, en sus tres via- ges, á mas de esplorar y de estudiar un mayor número de islas de las antes conocidas descubrió la costa Orien- tal de Australia desde el Cabo Howe hasta el Cabo York región que fué denominada por él la Nueva Gales del Sud. Después de su viage, muchos otros ingleses esplo- raron estos mares con felicidad. En seguida del esta- blecimiento de la colonia inglesa en la Nueva Gales del Sud esas costas del Continente hasta entonces no habían sido esploradas por europeos, fueron reconocidas y es- tudiadas. Bass y Flinders descubrieron en 1798 el estre- cho que separa la isla de Van Diemen del Continente, y las tierras adyacentes á este último fueron denominadas Tierra de Bass. En 1800 Grant esploró las costas situadas al Oeste de la tierra de Bass hasta el Cabo de Nor- thumberland; esta porción del Continente lleva el nom- bre de Tierra de Grant. Flinders, después de haber inspeccionado la Tierra de Nuits, descubrió en 1805 una gran estension de costas al Oriente de estas, que de su nombre fueron denominadas, Tierra Flinders. Asi casi toda la porción restante de las costas de Australia Con tinental inesploradas por los holandeses, fueron recono- cidas y descubiertas por los ingleses en menos de 50 años: solo una pequeña porción, entre la Tierra de Flinders y la Tierra de Grant permaneció sin descubrirse; siendo esta región esplorada después por el marino fran cés capitán Baudin en 1805. — 347 - En 1803, Tasmania ó la tierra de Vandiemen ñié desig- nada para colonia penal, enviándose de Sidney al teniente Bowen con algunos soldados y convictos, el cual se esta- bleció en el lugar en que hoy se halla Hobart Town, En 1825, Queensland, con el nombre de Moretón Bay, fué declarada parte de la iNueva Gales del Sud, siendo des- pués elevada á colonia independiente en 1859; El esta- blecimiento de Swan River, el primero en la Australia Occidental, fué formado en 1829; en 1851 se formó allí un establecimiento penal, continuando asi hasta 1868, en que la transportación cesó. Victoria, llamada antes Port Phillip, formando parte de Nueva Gales del Sud, fué colonizada primero en 1835, de Tasmania; aunque desde antes ya en 1803 habia sido ensayado un establecimiento de convictos, sin resultado, y en Julio 1° de 1851 la co- lonia fué emancipada de su metrópoli, la Nueva Gales del Sud. Sud-Australia fué colonizada por emigrantes de la Gran Bretaña en 1836; y Nueva Zelanda en 1838, aun- que el primer establecimiento de europeos se formó allí en 1814. En 1840 Nueva Zelanda fué separada de Nueva Gales del Sud y convertida en una colonia distinta. Las Islas Fidji que han sido colonizadas solo hace pocos años por ingleses, australianos y americanos, para el cultivo del algodón y de la azúcar fueron anexionadas á la Gran Bretaña en 1874; Sir Hércules Robinson, entonces Go bernador de Nueva Gales del Sud, fué el encargado de recibirse de su formal posesión de manos de su propio rey nativo Thakombau. ^ ' mu \ umm COMISIÓN ARGENTINA SOBRE LA ACRICETMA, GÍNAMRIA, ORGANIZAÜOJÍ Y ECONOMÍA RÜRAl INGLATERRA, ESTADOS UNIDOS Y AUSTRALIA Por I^icardo JnÍewton y Juan X-jLerena Comisionados por el Exmo. Gobierno de Buenos Aires Tercera Parte — Tomo VI BUENOS AIRES ínipr'.iil.i y Fundición de Tipos «La. República-. Bclgrano 180 1884 XV 7. Topografía de Australia. Esploraciones — 8. Hidrografía australiana — 9. Productos espontáneos del suelo de Australia. Antes de entrar en la descripción geográfica y oro- gráfica de la Australia en su conjunto, varnos á dar un bosquejo preliminar de la actualidad política y social de las colonias Australianas; sin perjuicio de entrar en los mismos estudios en particular para cada colonia. Lo8 datos de que hacemos uso son tomados de fuentes oficia- les y fidedignas, con observaciones que llegan hasta el corriente año de 1883. Los estudios que vamos á pre- sentar pueden aplicarse á todas las colonias Australianas, menos Australia Norte ó Territorio Norte que aun no ha recibido la plenitud de sus derechos de gobierno propio, hallándose en la Dependencia de las Colonias inmediatas, Australia Sud y Queensland. Son tan suaves los vínculos que ligan las colonias inglesas á su metrópoli, y estos mismos manejados con tal tino y habilidad, que en ellas no se advierte, como en las colonias perteneciontes á otras naciones, el menor deseo de separación del Imperio Británico, como que no sienten agravios que las mo — 4 — lesten en el pasado ni en el presente; habiendo cada colo- nia vístose en posesión gradual de todos sus derechos y libertades, con la mas completa buena fé y liberalidad, y ejerciendo hoy en plenitud su mas completa acción polí- tica, económica y social dentro de sus limites. Feliz y próspera . la Inglaterra con sus instituciones libres, hace al mismo tiempo la d'icha y prosperidad de los pueblos cuya dirección le está cometida. Los ingleses se abstie- nen de oprimir, por lo mismo que bajo la ejida de su ley liberal, ellos no se sienten oprimidos; y no quieren por consiguiente ser ni oprimidos, ni opresores. Con su ciencia política práctica no se les oculta que la nación que se toma la libertad de oprimir y esclavizar á los otros, acaba ella misma, como los Romanos, por sucumbir á la esclavitud y la opresión. Así esas colonias disfrutan instituciones políticas que ellas mismas se han dado; la única diferencia consiste en la organización de la Cámara Alta de la Legislatura Co- lonial, la cual en Nueva Gales del Sud y Queensland, es designada por la Corona; y en Victoria, Sud Australia y Tasmania es elegida por el pueblo. En todas ellas la Cámara Baja es elegida por la vota- ción hbre. En todas ellas se há abolido el sosten por el Estado del culto religioso; introduciéndose sistemas com- pletamente seglares de instrucción. Las ciencias, para ser útiles, necesitan ser profundizadas hasta sus últimos limites; y como las sectas religiosas profesan sistemas de cronología y cosmogenesis enteramente infantiles y en contradicion con la verdad, con la ciencia y con la lójica; encargadas de la instrucción, hacen un verdadero mal á la nación, introduciendo en ella el oscurantismo y la Ignorancia, en voz de ¡a sabiduría y la luz. Hé ahi el motivo porque hoy, todos los Gobiernos y pueblos civili- zados del mundo, co„ solo la escepcion de la República Argentina, donde las madres prefieren la ignorancia y corrupción de sus hijos, en vez de hacerlos miembros Ilustrados y útiles del Estado; en todas las naciones, decimos, sin escepcion, se prefiere la instrucción laica á Ja denommacional. Cuando las sectas abandonen sus fal- sos sistemas de cronología y cosmogenesis, que nada tienen que ver con la religión, pues la Biblia no deter- mina fecha esplicita para la creación del mundo; y al de- signar la creación en dias solo emplea una metáfora significando periodos indefinidos, como físicamente está demostrada ser la verdad; entonces decimos, separada la religión que es verdadera, del error científico que no es ni puede ser articulo de fé; habrán con ello ganado la verdad, la religión, la moral y la educación. En las Colonias Australianas, las leyes para la enaje- nación de la tierra pí.blica, rivalizan en liberalidad y buenas garantías. Estas colonias, por la esperiencia que han adquirido, dan la preferencia á la emigración es- pontanea, sobre aquella que es costeada por el Estado. artef í'.' "'" ''' ''''''''' '"Rustrías, á saber; las artes, industrias y manufacturas de la madre patria- y ademas las industrias pastoril, agrícola y rmnera. E^ dentidad de intereses, de miras y de hábitos, parece in- dicar la conveniencia de una estrecha unión entre estas comunidades separadas solo por la vasta ostensión de sus territorios. Los hombres pensadores de ellas, en efecto, dingen sus miras en este sentido; pero hasta re- cientemente, toda tentativa al respecto ha fracasado; — 6 — siendo talvéz un estorbo para ello los zelos y rivalidades mutuas de gobiernos novicios, que aun no saben distinguir suficientemente lo esencial de lo accesorio en sus condi- ciones de existencia. Mas este mal parece encaminarse á su remedio mediante un impulso impartido por el Go- bierno Británico mismo, coa motivo de la anexacion de la Nueva Guinea al Queensland, lo que acelerará sin duda la unión tan deseada de esas colonias. La causa de esa dilación es talvéz para este pais, el que la necesidad de una inmediata confederación no es tan sensible como en el Canadá ó en el AfricaSud, donde una federación ha tenido yá lugar bajo los auspicios del Gobierno Inglés. Sus fronteras en efecto, no se haHan amenazadas por naciones hostiles. Por su situación, los únicos ataques que Australia puede temer,vvendrán por mar; pero aun para vencer este peligro, remoto al parecer por ahora, pero que una circunstancia cualquiera puede producir; pues solo la civilización y la industria moderna, penetrando ea la China y el Japón, despiertan la ambición adormecida de esas viejas razas Asiáticas, azoparadas en un largo invierno intelectual y entonces decimos, la acción con- junta será indispensable. Hay ademas muchas otras ra- zones que hacen desear un parlamento colonial confede- rado, destinado á tranzar asuntos de interés general Tal es per ejemplo el arreglo de las comunicaciones posta- les por mar. En la actualidad existen cuatro ó cinco líneas de vapo- res' diversas, subvencionadas por los gobiernos de Nueva Gales del Sud, Queensland y Victoria, produduciendo un innecesario aumento de gastos. Otro ejemplo puede ci — / tarse en lo relativo á la legislación vigente, para la ena- genacion y ocupación de la tierra pública. Esta debe ser en lo posible uniforme y basada sobre un plan bien me- ditado; al presente faltan aun en el público estas nocio- Des. Los sanos principios de la colonización inculcados por Mr. Gibbon Wakefield y otros economistas políticos, han sido desatendidos. Es lo que sucede siempre en estas asambleas novicias de hombres de cortos alcances y de corta instrucción. Los sanos principios son desaten- didos en los grandes arreglos que afectan los intereses de la comunidad, influenciados por mezquinas miras é intereses particulares; mientras se hace un empleo osten- toso de esos mismos principios allí donde son menos indispensables, como es en los arreglos económicos y administrativos, donde no hay inconveniente en el pre- dominio del empirismo práctico. De ello resulta que las colonias se arrebatan la población las unas á las otras. Si algún dia llega á establecerse la inmigración á es- pensa del tesoro público (y aqui se trata de colonos en- viados por la misma Inglaterra á sus colonias, y no de colonos estrangeros) esto solo deberá hacerse por acción combinada. La Nueva Gales del Sud y la Australia Meridional consagran hoy una suma anual con este ob- jeto; pero una gran proporción de estos inmigrantes asi costeados, se pasan luego á Victoria que no gasta nada en .atraerlos, defraudando á los Estados que hacen el gasto. También se necesita de la unión colonial indicada, para establecer arreglos con relación á la inmigración China. Queensland, aunque deseosa de escluirla, no puede practicarlo, si Sud Australia y Nueva Gales del Sud declinan en cooperar con ella. Una conferencia ce- 8 — lebrada recientemente en Melbourne en 1881 con este objeto, no ha dado resultado alguno; otra celebrada en Sidney en 1882 ha sido igualmente estéril. Un libre comercio intercolonial y una tarifa común, puede llegar á suprimir la necesidad de aduanas hostiles sobre el Murray. Los baratos productos de Tasmania no serán escluidos de los consumidores de Victoria; ni el azúcar de Queensland será es-cluida de los mercados de Sidney y Melbourne. No se verá entonces la adopción de diver sas trochas de ferro-carril. Las líneas madres se esta- blecerán teniendo solo en vista la ventaja general y no para beneficiar localidades influyentes. Entonces la elec- ción de la línea del mejor trazado del ferro-carril hasta Carpentaria al travez del Continente, que hoy llega hasta Tarina, á orillasdel lago Eyre de uu lado, y del otro hasta mas adelante de Roma, en el Queensland: cuya termi- nación se halla contratada para el año de 1890, se fun- dará sobre motivos de conveniencia general únicamente. Se arribará á establecer una Corte Central de Apelacio- nes, en Londres, Entonces se podrá echar mano de hombres de un carácter superior, que ahora evitan in- miscuirse en la política local; pero que no lo evitarían tratándose de arreglos generales. La tarifa actual no puede considerarse como un obs- táculo insuperable al establecimiento de un orden de cosas, tan saludable. Aunque algunos Estados deseen es- tablecer el comercio libre como la metrópoli; otros se hallan influenciados por principios proteccionistas, lo que no obsta para que todos en la práctica, se muestren de acuerdo para establecer pesados derechos sobre las im- portaciones. Es probable que rivalidades locales de su- preniacia, sea lo que ocasione las mas serias dificultades postergando el tiempo en que Australia deba, como el Canadá y África Sucl, ocupar su puesto entre las naciones libres del mundo, añadiendo otro dominio mas á la co- rona británica. Ko faltan personas en la aristocrática Inglaterra, que lamentan el carácter democrático dado á las institu- ciones coloniales del Imperio Británico, abrigando dudas respecto á la estabilidad del respeto al principio heredi- tario y monárquico. Otros, por el contrario, sostienen que esos derechos, como los otros, el de propiedad inclusive, no corre ni correrá el menor riesgo mientras las auto- ridades no se opongan al progreso material y moral del país, y mientras la propiedad territorial pueda, como hoy, ser fácilmente adquirida y gubdividida. Citan á este propósito el ejemplo de Victoria, donde en cada 180 habitantes se encuentran 154 propietarios calificados contribuyentes al impuesto directo. Demuestran además que la democracia es inevitable en las comunidades jóvenes, en que la influencia de la Corona es casi des- conocida; en que no existe una aristocracia reconocida, ni elementos que puedan establecerla; donde la propie- dad, fácilmente adquirida y de reciente desarrollo, no lleva consigo el prestigio adherido á las instituciones tradicionales; donde todo tiene que crearse, en una pala- bra. Ellos indican que las cartas constitucionales otor- gadas en un principio, solo acordaban derechos á los propietarios para elegir y ser elegidos; disposiciones que con otras previsiones conservadoras, fueron eliminadas por las Legislaturas mismas al reunirse, con la concur- rencia general de la opinión pública. — 10 — La deducción mas lógica de todo esto es, sin duda, que Jos colonos han adoptado para su uso el sistema do- minante de gobierno en la metrópoli, amoldándolo lo mejor que han podido á sus ideas y á sus necesidades, como es muy natural: que el Gobierno obró con una ele- vada y previsora política al dejar á sus subditos la fa- cultad (que en este caso es un derecho perfecto; de aprobar y desaprobar las disposiciones de su Ca^rta política y para dejar abierta la puerta á una mas per- fecta evolución y organización. La gran atención que las colonias Australianas han consagrado á la educación, dá fundamento á esperar que la notable inteligencia que han desplegado en otras materias tenga también ocasión de manifestarse en las regiones mas elevadas de una ilus- trada legislación, y que la democracia, en conexión con las ideas inglesas, puede llegar á tener un feliz éxito; en el teatro de Australia encontrará ocasión de mostrarse por segunda vez, después del espléndido ejemplo de los Estados-Unidos. El esperimento podrá tener lugar bajo las circunstancias mas favorables. Por su posición insular, la Australia no tiene frontera con otras naciones estranjeras poderosas ú hostiles. Muy apartada de la política del antiguo mundo, no es pro- bable llegue á envolverse en una guerra por su cuenta, hallándose por la distancia á salvo de toda invasión; se halla pues, libre de causales para mantener ejércitos gigantescos. Por el temple de sus habitantes, por lo menos la parte meridional de ella, de seguro llegará á ser la patria de un pueblo homogéneo del tronco anglo- sajón, libre de esa mezcla de razas que ha sido ja llaga de otras regiones. Es, pues, lógico esperar que un pueblo, — Íl- eon la reunión de tantas circunstancias favorables en su punto de partida, con la esperiencia acumulada de las edades por delante, auxiliada por el potente genio creador y propulsor de ^a ciencia moderna, que debe á los ingleses sus mas importantes progresos, tiene asegu- rado por delante un futuro magnífico. Que muchos errores se han cometido; que se haya cre- cer y dominar mucha é innecesaria confusión; que casos de grandes apuros individuales se hayan presentado, es cosa natural y escusable en toda comunidad incipiente en nuestra época. Acostumbrados concio están los Australia- nos á un rápido progreso, á ver la obra de un siglo condensada en una década; carecen generalmente de ese elemento indispensable en toda obra humana, la pa- ciencia. Ahora bien, en nuestro planeta nada grande ni durable se puede acometer sin paciencia. Ellos por otra parte tienen á la vista por la historia y las tradiciones y recuerdos de familia, el ejemplo de la madre patria. Por la historia no pueden ignorar que las mas incendiarias cuestiones para otros paises, han sido allí debatidas por años y años, antes de encontrarles una solución satis- factoria. Así ese ejemplo no ha sido perdido. A Nueva Zelanda, por ejemplo, se ha visto pasar de la federación mas fraccionada, á la concentración política mas conve- niente, sin desgarramientos ni disturbios; y las colonias todas de la Australasia han hecho el uso mas moderado de los derechos y libertades tanto hereditarias, cuanto las adicionales acordadas por el gobierno Británico. Es verdad que las Legislaturas coloniales se hallan muy lejos de haberse manifestado perfectas; pero sus censo- res harían mejor en resolver esta cuestión previa: ¿Hay ~ 12 — pueblo alguno que haya obtenido iguales resultados con menos trabajos y sacrificios? El recuerdo de ^as luchas y délas facciones de otros pueblos, deben reconciliar á to- dos los hombres con mayores desengaños y mayores fracasos. El único peligro que en caso de guerra externa, pue- de venirle á la Australia, es por su conexión con la Inglaterra. Es dudoso esos colonos consientan siempre de buen grado en correr un tal riesgo. Ellos dependen por completo de su comercio externo, espuesto á ser cap- turado en guerras en las cuales no tienen el menor interés directo; en cuya declaración ó dirección no tienen parte, de cuyos infortunios tendrán siempre la peor parte, sin participar en la gloria ó provecho que de ella pueda resultar. Señalar esto, es señalar un vicio en la actual constitución del Imperio Británico. De seguro estos sen- timientos ni existen, ni se espresan hoy en esas colonias, pero ellos|sehan presentado en algunos ánimos pensado- res, ingleses ó australianos, que no han tenido empacho en declararlos. Esto los ha conducido á pensar en el es- tablecimiento de vínculos aun mas estrechos entre la Gran Bretaña y sus colonias. Ellos no desesperan de que el Imperio pueda hallar un medio constitucional y legal para habilitar á las colonias á tomar parte en la política general del Imperio, ellos proveen, que mientras no tenga lugar una unión política tan estrecha como la indicada, la desintegración tiene mas tarde ó mas temprano que venir, no pudiendo ser esto sino cuestión de tiempo. Estas consideraciones de los políticos de largo alcance^ han despertado muy poco interés en las colonias. En efec- to, es de mucha mayor importancia para Inglaterra que — 13 — para ellas, el que la unión existente se mantenga. Como campo para la expansión del comercio Británico como salida para su población exhuberante y como productora de alimentos, hoy sobre todo que la canalización termina- da de un Istmo, y la terminación de la canalización de otro, ha acortado y tiende á acortar aun mas las distancias, sus colonias son de un valor inmenso para la Inglaterra. Estas consideraciones son con especial mas aplicables á la Australasia, que á ninguna otra región Británica. Entretanto, no faltan economistas que, en principio, se manifiesten opuestos á toda idea de emigración ó inmigra- ción. Los españoles, en particular, han llegado hastaá atri- buir su decadencia y su ruina á sus posesiones america- nas, como fuente de riquezas y como campo de inmigra- ción. Ellos prefieren hacer este falso raciocinio, á acusar á los verdaderos causales: la superstición, ignorancia y abandono nacional, y el absolutismo torpe y ciego desús malos gobiernos; á la atroz y bárbara institución de la In- quisición con que labró á un tiempo su propia ruina y la de su raza, por la hostilidad contra toda ciencia, contra toda industria y hasta contra el pensamiento humano, no habiendo raza ni nacionalidad alguna que pueda resistir á una semejante causa de embrutecimiento, corrupción y ruina. Admitir que el descubrimiento de América y sus riquezas han dañado á España, es como admitir que una causa de gloria y de provecho, pueda ser ocasión de ruina. Pero esta es conclusión que solo podrán sacar po- líticos menguados y de inteligencia atrofiada; gobiernos que no han sabido, ni aún saben hoy, en un siglo en que todo el mundo ha aprendido á ensanchar sus miras y á ^ver mejor las verdaderas causas de los acontecí- — 14 — mientos; gobiernos, decimos, que no han sabido sacar partido de sus vastas posesiones con una hábil é ilus- trada política, y que hundidos en el oscurantismo y absolutismo mas embrutecedor, han cerrado los ojos para no ver y los oidos para no oir el paso estruendoso de la libertad y del progreso moderno. Gobiernos que no han sabido siquiera aprender de otros pueblos, de la Ingla- terra, por ejemplo, la cual acrece cada dia, á un tiempo, su población y sus colonias, sus riquezas metálicas y su marina, su comercio y bien estar, y su industria colosal á la vez. La Inglaterra, que ha recibido de sus posesio- nes diez veces mas oro del que ha recibido la España de América, y que ha lanzado á los cuatro vientos del mundo, cientos de millones de sus nijos á fundar y poblar nuevos imperios, y que lejos de haberse despoblado ó corrompido por ello, es hoy cien veces mas poblada, mas libre, mas rica y mas industriosa que antes. Todo debido á sus principios é instituciones liberales, en contraposi- cion á las ideas rancias y anticuadas de la funesta po- lítica de la pasada monarquía española, bebida en la Inquisición, en la pragmática sanción y en la ignorancia y superstición mas crasa. Así se vé que mientras todas las naciones, incluso Portugal mismo, ^íbundan en gran- des negociantes, banqueros, industriales, sabios, filósofos y escritores notables de toda especie, la España, esa na- ción tan grande, tan próspera, tan libre, tan industriosa y activa antes de la Inquisición, solo presenta después de establecido ese funesto tribunal de oscurantismo, into- lerancia y embrutecimiento, á Don Quijote por toda con- tribución al mundo civilizado! ¿Carece de genio la raza española? xNó: porque antes de la Inquisición, y hoy, des - — 15 — pues (le la Inquisición, ha podido ostentar grandes inge- nios literarios y políticos. Solo ha sido estéril é infecunda, solo se ha encontrado en decadencia y ruinas, durante la Inquisición! Son, pues, las ideas y principios de esa época que la España debe combatir y rechazar, si quiere levan- tarse al nivel de otras naciones sobre las cuales ha pri- mado antes de la ruina y embrutecimiento de la Inquisición y el despotismo. Volviendo á la inmigración, en este caso emigración, este es un procedimiento natural como la multiplicación, observado en todos los tiempos y en todas las razas: es por su medio que los grandes pueblos han podido «hen- chir y sojuzgar toda la tierra;» ella es, pues, una necesi- dad, una consecuencia de la prosperidad y del progreso, y un signo infalible de ambos. A las naciones libres, que saben gobernarse y gobernar, lejos de debilitarlas la emigración, las engrandece, por el contrario, esten- diendo su influencia, su poder, sus ideas, su idioma y su comercio sobre una vasta ostensión del globo. Tanto como existen regiones desocupadas, es una cosa tan na- tural como inevitable el que los países demasiado poblados envien sus enjambres á «colmenar en nuevos campos y pastos nuevos. » En una publicación leida delante de la Sociedad Esta- dística de Londres en 1876, Mr. Stephen Bourne asegu- raba: «Que en ese año, el alimento importado del exterior había costado al Reino Unido 159 millones de libras es- terlinas, y que cada año sucesivo se vá á necesitar por la parte que menos, una suma adicional de 3 millones de libras esterlinas importe del aumento natural en el con- sumo de sustancias alimenticias. ¿De dónde pueden — 16 — estas obtenerse con mas ventaja que de las mismas Colo- nias Inglesas, capaces y deseosas de enviar á su metró- poli los artículos que esta consume?» En el año 1880 Sud Australia há producido 350,000 y Victoria 150,000 tone- ladas de trigo, producción superior al consumo y dis- puesta á la exportación. Todo ese alimento puede pagarse con exportaciones Británicas y en las Colonias Inglesas justamente se encuentran los mejores proveedores de Inglaterra. En el Statesman^ jear Book (Anuario del Es- tadista) se vé que en ese mismo año los Estados Unidos consumieron esportaciones Inglesas por valor de 16,833,577 libras esterlinas; mientras Australia en el mismo periodo consumió 17,681,661 libras esterlinas no obstante tener la primera mas de 20 veces mas pobla- ción que esta última; resultado verdaderamente sorpren- dente. Se ha calculado que cada Australiano es hoy un mayor consumidor de manufacturas Británicas, que un residente de Inglaterra; el término medio en Australia siendo de 7 libras esterlinas 4 chelines; mientras en Inglaterra es solo de 6 libras esterlinas 7 chelines. Cerno consumidor de trabajo Británico, cada habitante de Sidney, económicamente hablando, es de mas im- portancia que un residente de Manchester ó de Edimbur- go. Cada emigrante para Australia, por consiguiente, no solo alivia la presión que un exeso de población hace sentir en Inglaterra, sino que como consumidor dá empleo á sus compatriotas menos emprendedores, a\ mismo tiempo que como productor abastece los telares de Leeds de lanas y con otros productos en bruto que aumentan el tráfico de Inglaterra; él no ha cesado de pertenecerá Inglaterra, no há hecho sino ensanchar sus limites, su poder, sus recur- — 17 — sos Véase pues en qué quedan las ideas de los políticos Españoles que pretenden «que America no há hecho sino agotar á España de hombres y de recursos.» No es la Inglaterra, según se acaba de ver, la qua se muestra hostil á la emigración de los hijos de su suelo: es mas bien la población colonial representada por sus clases trabajadoras. Antes del establecimiento de las libertades Constitucionales, una gran parte de los fondos provinientes de la enajenación- de las tierras públicas eran aplicados á objetos de inmigración; y se ha criticado el que, al entregar á las^Colonias lastierras de la Corona, no se hubiese dejado una reserva de tanto oto en bene- ficio de las clases trabajadoras del Reino Unido. La po- lítica de entregar 669,520 millas cuadradas, á las 25,000 almas entre hombres, mugeres y niños que for- maban entonces la población del Queensland, ha sido puesta en duda. Esos afortunados Colonos no debian dejar de conocer que siendo ya demasiado felices con solo el hecho de que un coritinente entero de 2,903,200 millas cuadradas se encontraba en manos de ellos que no eran sino un puñado de individuos. El grito de Australia para los Australianos se halla en parangón con el que se há oido en America é Irlanda. El se há proferido á un tiempo, sobre todo en oposición á la inmi- gración China, tanto en Australia como en California; lo mismo que á la introducción de trabajadores Polynesios en Queensland. La objeción moral contra la presencia de 40,000 hombres sin su familia, no necesita comen- tarios; ella ha dado fuerza á una ajitacion basada sobre el temor de una reducción de salarios. No existe el riesgo de ningún establecimiento chino permanente en el Sud — is- cle Australia. Un censo tomado por el gobierno de Vic- toria en 1880 hace ver que existian en Queenslad 14,514 chinos; en Victoria 13,000; en Nueva Gales del Sud 9,500; en Australia Sud, incluso Puerto Darwin, 2000; en Tasmania 750. Añádase el hecho significativo de que en Victoria su número en 20 años habia decrecido de 33,000. La cuestión es diferente en Queensland Norte y en las inmediaciones de Puerto Darwin; á esas plazas el pasaje de China es corto y es difícil esperar puedan ser permanentemente ocupadas por Europeos, aun cuan- do estos pueden aclimatarse allí" mas fácilmente que en otras latitudes tropicales. La enorme estension del Queensland y del territorio Norte, hace inevitable una subdivisión ulterior. La política inglesa se inchna á resolver este problema, formando allí una provincia es- clusivamente asiática, tales como las que hoy existen en los establecimientos del Estrecho. No es solo como una salida para la población sobrante del reino Unido, como un mercado para sus manufacturas y como una despensa para su alimentación, que Australia es valiosa para Inglaterra. Ella ofrece también un campo seguro para la colocación de un capital siempre creciente, sea en empréstitos privados y públicos, en Bancos, en Hipotecas, etc, En un capítulo especial de las últimas correspondencias, se hallan concentrados los da- tos relativos á la situación económica de la Australasia. Con relación á sus deudas, la mayor parte de ellas, puede decirse, há sido invertida en trabajos reproductivos, política muy diversa de la que ha precedido á la forma- ción de la enorme deuda nacional inglesa, empleada principalmente en pólvora y balas contra sus enemigos — 19 -~ La construcción de ferro-carriles, caminos, agxias cor- rientes, telégrafos y otros trabajos públicos, son simple- mente una necesidad indispensable de un pais nuevo. La cuestión queda entonces reducida á la consideración de si es mejor diferir el gasto hasta costearlo con las entradas ordinarias, ó recurrir á un empréstito á fin de acelerar las obras y los progresos que ellas realizan. En lo concerniente á ferro carriles, los resultados han pro- bado que su producto líquido alcanza á sufragar la renta del capital invertido (que en Australia es de 4 y á lo mas 5 7J; dando muy luego una renta superior con el progreso del tráfico. Tal es lo que ha sucelido en Nueva Gales del Sud. En Victoria la pérdida ha sido fraccional; y esta misma no habría tenido lugar sin el enorme costo de los primeros ferro carriles establecidos. El verdadero criterio para estos empréstitos es su inversión en trabajos reproductivos: con esta condición los empréstitos no serán jamas ruinosos. En el apéndice daremos la tabla de la estension costo y productibilidad de las diversas líneas de ferro-carriles y telégrafos Aus tralianos. Verdad es que se han emprendido otros trabajos públicos no tan directamente reproductivos. Como grupo, las colonias australianas son indudable- mente las mas importantes de las posesiones coloniales de la Inglaterra; siendo al mismo tiempo las mas intere- santes y dignas de ser estudiadas bajo su aspecto político y económico como lo estamos haciendo ó lo he- mos de hacer mas adelante de la manera mas completa. Su población no pasa por cierto de la mitad de la que hoy ocupa los vastos dominios canadenses del impe-rio británico. — 20 — Pero es el caso que ellas son mucho mas jóvenes que el Canadá, su desarrollo ha sido mucho mas rápido, y diferentes en esto de los Canadienses, les Australianos actuales son verdaderos hijos por madre y padre de la Inglaterra. El Canadá y la Nueva Escocia son colonias arrebatadas á la Francia. El Cabo lo arrebataron los ingleses, colonizado, á los Holandeses, como también la Guayana inglesa. La Jamaica y la Trinidad íueron posesiones españolas, i^os primeros establecimientos ingleses de Terra Nova, fueron como un bocado dispu- tado de la boca á los Franceses; hasta que lo obtuvieron al fin por un tratado de Luis XIV. Ceylan fué primero una posesión de los Portugueses, en seguida de los Ho- landeses antes decaer enmanos de los ingleses. La isla de Mauricio es un pedazo arrancado á la Francia. Entre los establecimientos primero formados por los ingleses, las Barbadas y las Bermudas deben contarse entre las mas importantes después de otra que lo es mucho mas y la cual presenta por cierto todo un carác ter escepcio- nal y especial. La India, la verdadera la grande, la célebre, es la po- sesión de que los ingleses se enorgullecen mas y con razón. Porque la India es como quien dice, desde la mas remota antigüedad, la diadema y el florón mas resplan- deciente de la corona de los Grandes conquistadores del Mundo, que no son nada mientras no la ciñen, siendo como la meta, prueba y demostración de su gloria. Asi Osiris, el gran conquistador legendario; Sesostris, Se- mirainis, Alexandro, Seleuco, Gengiskan, Albuquerque; en una palabra, todas las grandes glorias del mundo han ido á consagrarse allí ante la historia. Asi, para — 21 — los ingleses, la india es una posesión grandiosa arreba- tada por ellos á sus enenjigos europeos ó asiáticos; y cuya posesión paulatina, pero rápida, la debe al genio de sus comerciantes y generales y al valor heroico de sus soldados. Solo ella ha podido ocupar y domar por siglos y en su totalidad, desde una distancia estelar, enorme, antes y aun después de la abertura del Istmo de Suez, esa región de la opulencia, de la leyenda, de la fantasía; la patria del elefante de guerra, del oro y de las pie- dras p-reciosas; cuyo nombre y país nos viene desde la mas remota antigüedad como un mytho y rodeado de una atmósfera de maravillas y prodigios. R.egion inmor- talizada no tanto por la conquista, como por la codicia del restó de la tierra, con su mirada vuelta hacia ese astro, corona de todas las ambiciones. Todo un mundo encantado, de que la Inglaterra se ha hecho dueña de una manera completa para inmortal gloria y grandeza! Un Imperio Hadico, con 250,000,000 de habitantes, sumisos como los genios esclavos de un talismán; de su poderosa reina y emperatriz, Victoria la Grande, verda- dera Semíramis, mezclada de Artemisa, del Oeste. Un mundo, en una palabra, mas que una colonia, la cual tendrá que disputar un dia á Potentados mas poderosos que Zingis ó Timoorbeck; y los cuales, como el gran rey de Herodoto, sueñan con la posesión esclusiva del Asia. Acaso será la gran gloria de Inglaterra, el haber unido, civilizado, emancipado moralmente y hecho feliz, esa desgraciada raza Hindú, siempre esclava de con- quistadores despiadados. Esta será tal vez la gran ven- taja que la Inglaterra obtenga de la India. Pero es el caso que, escluyendo el ejército, los ingleses desparra- 22 mados en la India son tal vez menos numerosos que los habitantes de la Tasmania. En realidad, los Estados Unidos son, en el sentido mas elevado, una verdadera colonia inglesa; y es sobre] to- das las otras la colonia por, la cual la Gran Bretaña debe sentirse mas orgullosa, sobre todo por haber allí obte- nido y obtener incesantemente la mayor suma de pros- peridad, instrucción y honor esas masas desheredadas é innumerables que anualmente hacen su éxodo hacia Occidente, desde las riberas de las islas Británicas. La India y los Estados Unidos tan absolutamente opuestos, que parecen los antípodas física y moral mente el uno del otro; y no obstante tan prósperos cada uno á su modo; cada una de ellas un mundo; y gobernada la una de la Inglaterra, y la otra hablando el idioma ingles, son ciertamente florones dignos de la mas gran nación del mundo; y la que mas afortunada ha sido sobre todo en sus empresas de colonización y gobierno Imperial moderno, con constitución y leyes fij¿is; con gobierno representativo, con opulencia y hasta con libertad, aun que en el Asia misma, esa vieja cuna del absolutismo y la intolerancia mas despótica. La Australia y la Nueva Zelanda han sido y >e han conservado colonias inglesas en la verdadera y gloriosa acepción de esta palabra, y colonias pobladas esclusiva- mente por ingleses; por cuya prosperidad ó defíciencia, ellas mismas ó la Inglaterra, son únicamente responsa- bles. En caso de fracaso, los ingleses no tendrán ahi la interposición ú obstáculo de ningún elemento hetero- géneo, sea Francés, Holandés ó Español. Y la coloni- zación real de esas regiones Orientales, que no tuvo - 23 — lugar sino después de la condenación y abandono del sistema de emplearlas como establecimientos penales, es de una data tan reciente, que los colonos y el gobierno metropolitano han tenido la ventaja de la esperiencia, tomando lecciones tanto de los triunfos, como de los reveces de sus empresas anteriores. Hánse formulado nuevas teorías de colonización, que algo han contri- buido al mejor arreglo de un nuevo mundo, ayudando también algo los filántropos en esta obra. Los estadistas se han hecho mas sabios á medida que han observado los errores de sus procederes. Los colonos mismos, al abandonar sus moradas, tenían formadas ideas mas exactas y propósitos mas positivos, resueltos y constantes respecto de su empresa. Y median- te los progresos científicos se han podido llevar y alimentar no solo familias humanas, sino bestias, aves, peces, frutos y vegetales, ricos pastos y plantas que la Europa conoce y cultiva desde siglos, productos de su suelo, ó aclimatados de todas las regiones, todo lo cual ha podido estenderse y difundirse con tal rapidez y profusión como no han podido ni soñarlo las generaciones pasadas; y que á penas han podido entreverse de algunos^años á esta parte. Nueva Ze- landa, la última de las grandes colonias Inglesas, cuya ocupación no comenzó en realidad sino después de 1840, no contenia animal ni fruta nativa que pudiese ser útil al hombre cuando desembarcaron sobre sus riberas las pri- meras colonias Británicas. Esas mismas islas son hoy tan asombrosamente prolíficas en la vida y la vegetación im- portada de Europa, que el visitante puede contemplar allí bosques de duraznos silvestres y hasta manadas de ba- fíTuales. — 2i — La Australia se encontró tan destituida como las Islas Neo Zelandesas en animales y vegetales útiles al hombre. Entre tanto hoy existen sociedades de capitalistas Aus- tralianos ocupadas de enviar á la hambrienta Europa carnes frescas, conservadas con el frió, en rápidos vapores; lo mismo que otras conservas y granos; á mas de los meta- les de sus minas, contribuyendo al alivio de las necesida- des de aquella parte de la población de la metrópoli demasiado miserable para poder abandonar sus oscuros antros, buscar do fortunas en regiones mas favorecidas. La gran riqueza y rápida prosperidad de las colo- nias australianas es una cosa que salta á la vista. iSio falta quien pretenda que ese progreso podria haber sido mas rápido y desarrollarse sobre bases mas sólidas de segura prosperidad y bienestar presente y futuro. Pero cuando en nuestro modo de ser actual, una obra ha resultado pasable, poco importa suponer que habria podido ser mejor. Todo en este mundo, quedarla sujeto á esa misma objeción de bien radical, sobre todo, no existiendo hasta hoy en política, ninguna medida reconocida do superioridad y perfección. Por lo demás, respecto al acierto y desacierto en estas materias ¿quién podria ser el acusado y quien el juez? Si es una verdad que los gobiernos no son omnipotentes, y que sus direc- tores no son unos Pericles, también lo es que los pueblos libres, son muy exigentes. El pueblo inglés, por órganos autorizados mediante la posesión del poder y de la influencia, determinó entrar en posesión de esas regiones á las que se consideraba con un derecho tan legítimo como cualquier otro colonizador y la tomó, decidiendo la cuestión en su favor. Es, pues, el pueblo — 25 — británico el que ha fundado y prosperado esas colonias. Lo que el gobierno ha hecho ó pudo h-icer, ha sido muy poca cosa si se considera el valor intrínseco de los actos; mucho si se tiene en vista el patriotismo, el celo, el tino, la rectitud, la constancia, la política há- bil y los impulsos y direcciones eñcat^es. Pero el defecto que hoy las colonias manifiestan encontrar en el gobierno metropolitano colonial, no es el gobernar demasiado como podria creerse, sino el no go- bernar lo suficiente en la buena dirección; y de que los ministros ingleses se preocupan demasiado en rehuir toda responsabilidad de inmiscencias en negocios de gobiernos coloniales dotados de instituciones liberales. Háse formado gradualmente en Inglaterra una oposición mas fuerte que la que en la colonia domina á este mismo respecto, y es la de dejarles hacer lo que les dá la gana de sí mismos. Diriase que en sus actos ellos manifiestan decir á los ciudadanos de sus colonias: «Sois tan ingleses como nosotros, y por consiguiente, en nombre del cielo! permanezcamos amigos hasta el fin de los siglos! Hay una cosa mas horrible que una guerra entre padres é hijos, entre hermanos? El solo pensarlo, esa espantosa idea mata! Ellos parecen decir prácticamente á los ciudadanos de sus colonias: «Sois tan ingleses como noso- tros y por consiguiente en nombre del cielo permanez- camos amigos hasta el fin de los siglos. Nuestros intereses serán intereses conjuntos y nuestra historia una historia conjunta, y estoen el sentido de nuestro propio interés y seguridad. No manchemos nuestra historia ni divorcie- mos nuestros intereses por divergencia de egoístas opiniones políticas. No os halláis, y convendréis con no- sotros que no podéis hallaros, representados en nuestro — 26 — parlamento (aqui referimos testualmente las espresiones de los políticos ingleses mas ó menos, y estos hasta hoy no han podido hallar todavía una formula de represen- tación común de colonias y Metrópoli). No está'en vuestra elección ni en la nuestra, el formar un solo cuerpo, un ^odo político come el que forman los Estados-Unidos (las tradiciones feudales de Europa se oponen á ello). Pero de seguro podemos arreglar de tal manera las cosas, que evitando las querellas y los odios políticos, vivamos en la unión y la mancomunidad de intereses. Nuestra intervención en vuestros asuntos interiores, será la menor posible. Queréis parlamentos propios? Ya , los teneisj helos ahi. La recolección y empleo de vuestra propia renta? Tomad vuestras rentas, colectadas é in- vertidlas. Queréis tener la disponibilidad de vuestras tierras públicas? Tomad vuestras tierras,que una mera ficción califica de tierras de la corona y disponed de ellas libremente. Queréis mas aun? Queréis la vigencia de una sistema único de disposiciones y derechos adua- neros? Mas aun, queréis formar entre vosotras solas una poderosa confederación? Formadla, os facultamos para ello, os lo exijimos. Por último, podéis separaros si exigís formalmente una separación!» Palabras como estas no se pronuncian por cierto, no se discuten; pero se sienten, se piensan, se hallan en el aire, se presentan á los espíritus como solución á las dificultades diversas y continuas. La viva inteligencia de los Colonos llega hasta suponer la versión de tales ideas y la pronunciación do tales palabras entre los miembros directivos del Imperio Británico: interpre- tando que ellas no significan otra cosa sino la indiferen- — 27 — cía de Inglaterra para con sus colonias. Es muy posible que algunos Estadistas Ingleses de las escuela de Mr. Bright ó de Mr. Gladstone hayan llegado hasta ase gurar á los Coloiios que no tienen mas que hablar, para quedar libres hasta de los lijeros vínculos que hoy las liguen á la metrópoli. ¿No los hemos visto hacer declaraciones respecto á lo poco conveniente que es á la Inglaterra el dominio de la India; y al mismo tiempo profesiones de amor y de admiración al liberal Gobierno de Rusia? De eso, á esto, hay muy poca distan- cia. Todo ello puede muy bien haber nacido de esa ten- dencia innata del partido radical Ingles á disminuir los resortes déla autoridad; tendencia manifiesta de la clase media en Inglaterra y encaramada hoy en sus es- tadistas y en el Gobierno. Pero en las Colonias esas versiones han sido recibidas como conteniendo aun un sentido mas determinado y preciso, que afecta en cierto modo su suceptibilidad. La separación, aunque ella pueda llegar á ser inevitable con el tiempo, se halla aun de- masiado remota en la lontananza política, para ocupar un lugar en el vocabulario politice del día y menos aun en la jerga parlamentaria de un Ministerio Colonial. Hay sin duda escritores que especulan sobre estas ideas, y de ellos las hemos copiado; hay también hom- bres sin carácter político que las discuten en sus conver- saciones. Pero cuando un primer Ministro en Inglaterra, ó un Ministro Colonial, habla de separación en la Cá- mara de los Comunes, ó alude á ella en su despacho, como una cosa que el futuro puede traer aparejada, se supone generalmente en las Colonias que él trata de realizar su profecía durante el término desús funciones. — 28 — La lealtad es un sentimieiito fuerte en las Colonias Inglesas de Australasia. Si hemos de decir la verdad, este mismo sentimiento en Inglaterra es una cosa yá. fósil, que la evolución política tan avanzada de esta gran nación ha dejado yá atrás entre las modificaciones de los elementos políticos activos. Los Ingleses por ejemplo, tienen fé en su forma de gobierno: creen en la influen- cia de la Corona v del Parlamento para con el ánimo publico; y sobre todo tienen fé en el sentido práctico del pueblo en general. Muéstranse en consecuencia satisfe- chos con su modo de ser y de obrar, que les atrae el aplauso de los pueblos civilizados. Hállanse muy con- vencidos de que un cambio material en su actual forma de gobierno, por una democracia, no les há de producir nada de bien positivo y práctico y puede por el con - trario ocasionarles graves perjuicios materiales. Ellos estiman el juicio por jurado, la primogenitura y una Cámara hereditaria en el Parlamento, porque creen que estos elementos son el feticho que los ha. elevado á su grandeza y prosperidad actual. Todo esto puede ser de un apoyo mas positivo que la lealtad al gobierno mo- nárquico, pero no es la lealtad. Algo sin embargo existe de ella atrofiada ó latente, como cuando algún peligro personal amenaza á la reina, ó que se ve afectada en sus sentimientos domésticos. Pero estos sentimientos no son la condición normal del espíritu Británico. La gran- deza de Inglaterra, como si dijéramos la montaña, está demasiado cerca de los Ingleses para formar perspectiva y despertar en ellos, como en los antiguos Romanos, el sentimiento de la propia grandeza. No sucede lo mismo en las colonias inglesas: en los antípodas de Inglaterra, — 29 — la lealtad es el sentimiento dominante. Las colonias in- glesas viven orguUosas de su madre patria, si bien lle- gan á' veces hasta á odiarla, cuando no se les dá lo que piden (como en el caso de la anexión de Nueva Gui- nea, en que han creido servir al predominio británico) ó que el Gobierno Metropolitano no obra según sns nece- sidades ó deseos. Estos sentimientos opuestos, ellos los reconcilian en su espíritu, formándose la persuacion que es de la Inglaterra del pasado de la que ellos se sienten envanecidos, y que son sus hombres del presente los que ella odia. Pero sus esperanzas son tan espléndidas como sus recuerdos. Manifiéstanse celosos de la gloria deNel- son y de Wellington. Todo esto es lealtad pura, que no es otra cosa que una adhesión ciega á ciertas personas ó cosas, por sentimiento mas bien que por conveniencia ó razón. De todo esto puede resultar que la madre patria es demasiado racional, y las colonias demasiado irracionales: hacemos uso en todo este análisis de las mismas ideas, términos y espresiones de los escritores ingleses. Algo es preciso acordar al sentimiento; algo á la impetuosidad de la juventud, y algo también á la ignorancia: á esa igno- rancia de posición, mas trascendental á veces que la igno- rancia de ideas ó de principios. Las miras, y aun las apreciaciones políticas de las naciones, cambian con los años. Este es justamente el secretr* de la grandeza de las naciones modernas: la adaptación á nuevos medios y circunstancias. Las antiguas razas que se resisten á todo cambio, se paralizan, se esterilizan y sucumben al fin. El Imperio Romano no cambió, ó cambió demasiado fuera de tiempo (en materia religiosa) y sucumbió. La España, á — 30 — SQ imitación, no quiso variar su modo de ser medieval, desconociendo las necesidades y exigencias de la época moderna, y sucumbió también. Los turcos, por no tener el espíritu flexible de las nacionalidades vivaces, son una ver- dadera momia, una anomalía destinada á desaparecer en nuestra época. La Inglaterra, es de todas las naciones, la que mas dócil se ha mostrado á las enseñanzas de la esperiencia y á la lógica de los buenos principios; ^lla se ha mostrado la mas susceptible y adaptable á los nuevos medios, y por eso ha resultado, en definitiva, la mas po- derosa y próspera. La influencia de las circunstancias y los cambios evolutivos son mas lógicos y poderosos que el canon. Si la Inglaterra se hubiese mostrado inflexible en el sosten de su \iejO y vicioso sistema colonial, |habria perdido todas sus colonias, como España, y se hubiese abismado física y moralmente en la decadencia. Pero no fué así. Como no tiene venda en los ojos, ni supersticiones reacias que la impulsen irremisiblemente en la vieja y errada rutina, ella pudo ver el peligro y retroceder. En consecuencia, mediante meditadas y sucesivas adaptacio- nes liberales, no solo ha conservado su poder, su presti- gio, su iniciativa, su uidustria, su riqueza, su libertad, sino que cada dia acrecienta estos dones, conservando al mis- mo tiempo el afecto y confianza de sus viejas colonias y aumentando otras nuevas. Años pasados, por ejemplo, la idea prevalente entre los ingleses era que todo lo que la Inglaterra obraba, debia ser únicamente en vista de su propia gloria, poder y prosperidad. Con esta idea y hallándose por su poder marítimo la señora^de les mares, ella arrebató á diversas naciones estranjeras sus posesiones remotas en el globo, 31 — solo porque en ellas podrían encontrar un asilo sus acti- vas flotas, ú ofrecer oportunidades para ejercitar su po- der, ó porque podian contribuir á la riqueza de la Ingla- terra y al debilitamiento de sus enemigos exteriores. Estos, ó principios análogos, sirvieron también para la formación de los establecimientos en los territorios coloniales de España. Y cuando los ingleses fueron á aposentarse en remotas playas, á fin de poder vivir cOn menos sujeción ó con mayor bienestar material del que disfrutaban en su patria, como aconteció para los prime- ros colonizadores de Masssachussetts, Pensilvania y Vir- ginia, sin que los colonos dejasen de tener en vista su futura prosperidad, no se produjo, sin embargo, ningún movimiento nacional en esa dirección. Acordáronse ciertos privilegios como favor á ciertos individuos, por ciertos reyes; mas después se abandonó á estos indivi- duos, dejándolos hundirse ó nadar con sus propias tuerzas. Raleigh, el primero de ellos, se hundió. Lord Baltimore, Lord Willoughby y Penn fueron mas afortunados. Pero el Gobierno inglés nada hizo, hasta que las colonias se establecieron, para declararlas en seguida unaparte de los dominios regios, aumentando con ellas la ostensión y recursos de la nación. Burke mismo, el mas filántropo de los políticos del siglo pasado, solo llegó á formarse una neta idea de las colonias en los términos siguientes: «Mi afecto á las colonias, decia, es el estrecho afecto »que nace de .los nombres familiares, de la consangui- »nidad, de los mismos privilegios y de una igual pro- »teccion. Estos son vínculos que aunque ligeros y ))llevaderos como el aire, son, no obstante, mas fuertes »que las mas duras cadenas de hierro. Dejemos á las — 32 — «colonias conservar siempre la idea de sus derechos y » libertades civiles, en armonía con el gobierno; ellas so ^adherirán y penderán de éste, y no habrá fuerza en el »mundo que pueda apartarlas de su fidelidad.» Nada puede haber mas grande ni mas dulce que esta bella idea de la naturaleza de las relaciones que deben ligar las colonias con su metrópoli, y que ya desde el siglo pasado llegó á formular la inteligente y filantrópica previsión de los políticos ingleses. Nada de esto podia acontecer en España, no digo en el siglo pasado, pues ni aún en el presente. En España, la [inteligencia política, ni de ninguna otra especie, no llegó á desarrollarse jamás, no digo por completo, ni aun en embrión, porque contra el ejercicio de los derechos de la inteligencia, se oponían el despotismo y el fanatismo y la superstición mas embrutecedora. Asi tanto el pueblo como el gobierno español, por su poca ilustración y tacto, debido á las influencias dominantes de esa época: cuando la Inglaterra se espaciaba balbuceando las primeras fórmulas y doc trinas de la libertad, ellos por su parte, solo creían en la fuerza y la eficacia de la intolerancia, del despotismo, de la fuerza, en una palabra. Perdidas las libertades, aun las mas inalienables del hombre, como el derecho de pensar y sentir no podia pensar en darlas ó dejarlas á sus colonias. No teniendo sino los vicios, la corrupción, la ignorancia y la superstición del absolutismo imperante, mal podia dar á sus colonias lo que ella misma no poseía, actividad intelectual, industria, libertades civiles, tolerancia religiosa y la prosperidad y fuerza que de esto nace. La Inglaterra por el contrario, en esa misma época, podia dar esto y mucho masásus colonias, porque lejos de encerrarse como el buho en un antro de tinieblas — 33 ^ aríiíiciales, vivia su vida política, religiosa, civil, á la amplia luz del dia, de la razón, de la discusión por la palabra y por la prensa. Desde entonces la suerte estaba echada. La libre é inteligente raza anglosajona debia estenderse, prosperar y estender su supremacía en todo. Las razas latinas sin libertad ni industria y con solo arbitrariedad y superstición en su interior, quedaban condenadas á ia mas precoz decadencia y ruina. De este modo, la buena politica señalada por Burice, los benéficos resultados de una politica liberal y la salu- dable influencia de las libertades civiles, económicas, religiosas é intelectuales, debian necesariamente ase- gurar como su fruto y consecuencia lójicas, el afianzarse Inglaterra la adhesión de sus colonias, y la perpetua- ción de la grandeza del Imperio Británico, por su pose- sión y ejercicio constante. Siendo otro de sus buenos re- sultados, la tranquilidad y progresidad de las colonias aun que en definitiva no fuese precisamente esto último, lo que la política Inglesa tuviese en vista, á no ser de un modo subalterno. Y tan es asi, que las Colonias Ame- ricanas, ofendidas por esta indiferencia que impulsa á ia esplotacíon, llegaron á emanciparse. Mas la culpa no la tuvo Burke en sus doctrinas liberales; la tuvo el partido reaccionario opuesto que dominó en la corte, sobreponiéndose á los dictados de la buena política, salvo tener que arrepentirse mas tarde, cuando yá el mal pro* ducido LO tenia remedio. Mas eso sirvió á la Inglaterra de un saludable escarmiento en el porvenir: porque el Inglés en nada se parece al Español de Larra, que no escarmienta. El Inglés escarmienta y se adapta. Si ei Oobierno Inglés se hubiese desde un principio prestado 3 — 34 — a seguir la uoble linea de polilica trazada por Barke desde los bancos de la oposicon, la separación no habría tenido lugar jamás, y los 56,000.000 de almas de la Re- pública Americana actual, formarían hoy parte inte- grante del Imperio Británico, el cual no tendría con- traresto en su omnipotencia. Mientras hoy, por causa de ese desatinamiento á la vez de la razón y de la con- veniencia política, hay muchas poderosas naciones del Viejo continenie que mas que equilibran, coartan sus in- fluencias políticas en el ajitado escenario Europeo, donde hoy se prosigue la lucha latente mas^ encarnizada entre los principios y tendencias mas opuestas. Desde hace muchos años, desde principios del cor- riente siglo, tanto el sistema como los procedimientos de la política Inglesa con relación á sus colonias, ha espe- rimentado un cambio radical, una trasformacion com- pleta, habiéndose ensanchado en sus miras y períecioc- nándose en sus medios. Ella ha cesado de mirar á sus grandes colonias, como el Canadá,el África Sud y el grupo Ausirahano, como meros apéndices y agentes de su preponderancia. La Inglaterra ha llegado á con- siderarlas como partes integrantes de su existencia nacional y acreedoras, como ella misma, á toda libertad y prosperidad política; como á toda consideración y afecto fraternal de parte de la metrópoli. Solo ha se- guido mirando comOgOsclusivos instrumentos de su poder y garantías de su seguridad y grandeza, según los preceptos de la antigua política, á sus posesiones mili- tares propiamente dichas, mas bien fortalezas que Colonias, por Ja insignificancia de su valor civil y poliüco y su importancia estratégica, como ser Chypre, Malla, — 35 — Egypto y Gibraltar, que hacen del Mediterráneo un Lago Ingles; y Aden, Ceilan, las Bermudas y otras que dominan los grandes pasos ó vias Oceánicas. No es á esos establecimientos puramente militares por cierto, donde el inglés que emigra de su patria vá á buscar asilo y fortuna, mejores salarios, derechos mas efectivos, mejor educación para sus hijos y un porvenir mejor. Para esto él se encamina á la Australia, a la Nueva Zelanda, á las colonias del África Sud y del Canadá. El pueblo inglés emigra, no porque esté aburrido de la opresión de las leyes patrias, como acontece á tantas otras nacio- nalidades europeas; él emigra por el contrario para servir, ensanchar y engrandecer á su patria. Son nuevos enjambres que salen á establecer nuevas colmenas, sin dejar por eso despoblada y en ruina la antigua; al contrario, para aumentar su gloria, su poder, su opu- lencia, sus recursos y su ostensión creciente. Al fin los modernos, aun los descendientes de otras razas menos favorecidas, han llegado á comprender que hay otros deberes que llenar, á mas de los que im- pone el cuidado de la gloria nacional; y son los deberes que nos impone la consideración del bien y prosperidad común de todos. Un pueblo en la impotencia, en la deca- dencia que engendra un sistema retrógrado ó incondu- cente de política; un pueblo en la anarquía que resulta del conflicto de inmoderadas ambiciones individuales; un pueblo en esas condiciones no debe aspirar á otra gloria ni tener otra ambición que la de salir de esas condiciones anómalas y funestas de existencia. Una nación en todo caso está obligada á tener bastante poder ó resolución para librarse de todo cuanto pueda — 36 — dañar á sus libertades, á sus intereses ó existencia; y para realizar todo aquello que está en sus intereses y aspiraciones realizar: tal es la integridad de los deberes y derechos que la gloria, sinónimo del bien y prosperi- dad nacional impone. Sin el poder que la Gran Bre- taña ha sabido organizar para su uso, conquistándolo con su inteligencia y energía el Canadá seria hoy fran- cés; el África Meridional, Holandesa; y la Australia y Nueva Zelanda Francesas ú Holandesas. Mediante el poder que ha sabido conquistarse y organizar convenien- temente, la Gran Bretaña ha podido hacer de esas regiones, con gran costo y esfuerzo, un refugio próspero para las minadas de su población exuverante. Por la fuerza de su carácter, ella se hizo poderosa; por la fuerza de las cosas hoy tiene que conservarse tal. Mas para conservarse poderosa y inerte, ella hatenido que abandonar las vias de una política estrecha y de un patriotismo esclusivista. Ella ha comprendido que era necesario abarcar en el horizonte de su porvenir, todo ese conjunto de empresas y ventajas que una nación está en el deber de reaUzar para su propia conveniencia y seguridad: ha comprendido que el esclusivismo es la muerte y la expansión por el contrario la vida; y que para ser grande, hay que practicar la unión otorgando derechos, y no la división retirándolos; y que hay que abarcar, no soloá los que han salido de su seno, sino tam- bién á todos los que buscan refugio en su seno. De ahí el sistema de las anexiones que ha practicado y practica en grande escala la política inglesa. Así, para hacerse y conservarse poderosa y fuerte, ella ha tenido que aban- donar las viejas ideas de una política estrecha y esclusi- 37 vista, y liberalizándose, ha podido agrandarse y ensan- charse. Ella ha llamado, en fln, á todos sus hijos, sin escepcion, á la participación de todas sus libertades y derechos. ¿Qué digo? A mayores libertades y derechos de los que ella misma posee, pues las colonias inglesas son hoy mas libres y demócratas que su madre patria. Como la Australia cuenta cerca de un siglo en poder de los ingleses, es evidente que en manos de esta nación marítima todas sus cestas deben ya hallarse reconocidas y estudiadas en detalle en todos sus accidentes. No suce- de lo mismo con su interior, cuya incógnita ha tardado mucho mas en despejarse. Después del establecimiento de la colonia inglesa on Port-Jackson en 1788, sus po- bladores comenzaron á penetrar en el interior; mas los progresos de esas esploraciones fueron pronto detenidos por la cadena de montañas que corre á lo largo de las costas de Nueva Gales del Sud, á no gran distancia del Océano. Por muchos años, sus tentativas para cruzar esas montañas, quedaron frustradas, no tanto por sus elevación, que es poco considerable, como por la espesu- ra de los bosques y las escarpadas rocas qne forman sus mas elevadas cimas, y acaso también porque jamás ha- bian sido atravesadas por los naturales, que eran los guia de los esploradores ingleses. Después que hemos visto esas montañas, comparables solo con nuestras mas bajas sierras del interior, nos ha sorprendido el que pudiesen por tantos años detener á los esploradores — 38 — ingleses. Pero esa es la verdad, y los ingleses, tan intré- pidos para cruzar las mayores distancias en mares desco- nocidos, se han visto detenidos por años, por bajas lomas cubiertas de eucaliptus. Pero es el caso, por via de esplicacion, que la Ingla- terra es un pais generalmente llano, no habiendo mon- tañas sino en Escocia y en Gales; montañas en que las rocas se presentan hoy desnudas y sin bosques. Las lomas con Eucaliptus de Australia, les impusieron pues gran respeto, y apenas si se atrevieron á subir algunos divisaderos, desde donde creyeron descubrir un vasto mar ó lago interior. Al fin esa barrera íué salvada en 1813, según lo referiremos á continuación y de entonces acá las espe diciones esploradoras se han sucedido, produciendo el reconocimiento y población de toda Australia. En conse- cuencia, mas de cuatro quintos de la isla Continental, cuya área hemos visto es poco inferior á la de toda Europa reunida, ha quedado de tal modo esplorada y puesto en evidencia que actualmente se tiene un conoci- miento exacto y práctico de su suelo y aptitudes. Las lineas telegráficas la cruzan en toda su ostensión y lo mismo va á suceder con las líneasL de ferro-carriles, des- tinadas á ligar sus principales centros, atravezando el continente en toda su ostensión. Este resultado se debe á la atención que el gobierno ingles, estimulado por la Real Sociedad Geográfica de Londres y los gobernadores de la Colonia han consagrado generalmente á este asunto lo mismo que á*la actividad emprendedora de las clases ilustradas del pueblo inglés. Las mas importantes esploraciones emprendidas por so- los ingleses con el objeto de conocer la estensjon y natu- raleza del país, helas aquí por su orden cronológico, con la indicación de los resultados mas importantes por ellas obtenidos. 1788. Desde principios de Marzo el gobernador Phillip, acompañado de algunos oficiales, pasó á reconocer por agua la ensenada de Broken Bay, esto es, la Bahía Recortada. 1789. En Julio 6 el gobernador Phillip salió con su partida á practicar una segunda escursion en Broken Bay, con la esperanza de poder desde la estremidad de esta ensenada, llegar á las montañas del interior. Volvióse en la tarde del 16, después de descubrir un gran rio de agua dulce que se vaciaba en Broken Bay. Este rio lo llamó el Hauckesbury, en honor del noble Lord de este nombre. 1813. En Junio, Guillermo C. Wentworth, Lawson y Blasckland consiguieron atravesar las agrestes y escar- padas cadenas conocidas con el nombre de Blue Moun- tains, atravezando un paso que conduela al valle del Grose y descubriendo las bellas llanuras Occidentales donde se estableció después la ciudad de Bathurst; abriendo un camino que conduela á las vastas é ines- ploradas llanuras del interior en el Oeste. 1817. John Oxley, el Agrimensor General de Nueva Gales del Sud, esploró los paises situados hacia el inte- rior, con el objeto de buscar las fuentes del rio Lachlan. El siguió el curso del Rio durante muchas millas; pero unos ciénagos de una estension desraesurada lo obliga- ron á separarse de sus márgenes. Después de rodear -^ 40 — estos, encontróse de nuevo cienagales, que al fin lO' obligaron á abandonar su proyecto, en la persuaciotí de que estos pantanos iban á desaguarse dentro de un mar interior. El capitar Sturt probó después que tal mar interior no existia, atravesando fácilmente aquellos ciénagos ó mejor, barriales,en una estación seca. 1818. Oxley practica una segunda expedición espío- radora, acompañado de los SS. Evans, Harris y Nazer,. este último un botanista, con 12 peones mas. En el cur- so de esta espedicion esploró en parte el Macquarie. descubriendo y dando nombre á los siguientes 'rios: el Castlereagh; el Rio Peel, el Cockburn, el Apsley, el Has- tings, el Forbes, el Ellenborough y el King. 1823. En Octubre, Oxley acompañado de Stiriing y Uniacke, emprende una escursion de descubnmiento para formar un establecimiento penal al Norte deSidney^ resultando el descubrimiento del Rio Brisbane, en cuyas márgenes, cerca de su de? embocadura, se halla hoy la ciudad de Brisbane. 1824. Hamilton, Hume y Hovell, partiendo del Lago George, atraviesan el Rio Noy conocido con el nombre de Murray, el cual entonces recibió el nombre de Hume; siguiendo la dirección del Sudoeste, pasaron el Hovell hoy llamado Goulburn, dando últimamente con el mar en la rivera de Geelong; atravesando de este modo por completo lo que hoy se llama Estado ó Colonia de Yic- toria. 1827. Alian Cunningham el botanista, atraviesa la cadena de Liverpool, al travéz del Portillo llamado Paso de Pandora, descubriendo el magnífico país pastoril y agrícola hoy conocido con el nombre de Darlíng Downs, — 41 - 1828. El capitán Sturt, acompañado de Hume, Mac Leod y 10 mas, reconocen el Rio Macquarie hasta su junción con el Darling, siguiendo este Rio abajo hasta Fort Bourke. El año siguiente recorrió el Murrumbid- o-i^-3 hasta su desembocadura en un magnífico Rio de 350 pies de ancho y de 15 á 20 pies de profundidad, que resultó ser el Murray, ese Nilo de los antípodas y rey de los rios Australianos, que se ha encontrado después contener una línea navegable de cerca de 2000 millas. Este rio él lo siguió aguas abajo hasta el LagO Alexandrina, en Sud Australia; pero no purliendo encon- trar su verdadero canal hasta el mar se vio obligado á volverse después de pasar por grandes peligros, fatigas y privaciones. 1831. El capitán Barker, esplora la parte Sudeste de Australia Meridional, con la mira de averiguar si habia alguna comunicación entre el Lago Alexandrina y el mar; pero fué asesinado por los naturales casi al comenzar sus trabajos en cierto parage de la embocadu- ra del Murray. En ese mismo año el mayor Mitchell aco- metió una serie de tres espediciones, que duraron hasta 1836, y que abrió mucho pais nuevo al Norte y al Oeste de Nueva Gales del Sud y una gran parte de Victoria. De evSta última el mayor Mitchell habla en un lenguage ferviente, asemejándolo al .lardin del Edén y aplicándole el nombre de Australia Feliz. Entre otros descubrimientos se obtuvo el del desagüe del Darling en el Murray; el dejos Rios Glenelg, Yarrayne, Hopkins? Avoca y Wimmera y los Montes Grampyanos y Pyri- neos. 1835. John Baten:ian llega á la Babia de Port Phillip -- 42 — desde George Town, Tasmania y penetra, cabos adentro en Mayo 29. Atraviesa el país que hoy se estiende en torno de Geelong y Melbourne, estableciéii- dose en el punto hoy ocupado por esta última. En este mismo año John Pascoe Fawkner llegó y se estableció en Melbourne. 1837-39~E1 que fué mas tarde Sir George Grey, condujo dos espediciones cuyo objeto era la esploracion de la Australia del Noroeste. La primera partió del Rio Prince Regent, en la costa Norte; y el segundo de Sharck Bay, en la costa Oeste. Ambas empresas, mal calculadas y fpeor ejecutadas, no dieron otro resultado que el descubrimiento de los rios Glenelg y Gas- coyne. 1839— Angus Mac-Millan esplora y atraviesa el país hoy llamado Gippsland, al cual dio el nombre de Caledonia Australis. 1840 -El Conde Strzlecki recorre en la dirección del Sud desde Sidoey hasta Western Port, descubrien- do á Monte Kosciusko y diversos rios. 1841 — El Gobernador Eyre con cinco personas mas y dos negritos nativos, salió de Adelaida en Junio 18, con la intención de esplorar el Centro del Continente. Yiajó hasta las Cabeceras de Gulf Spencer, dirigiendo su marcha primero al Norte y después al Nordeste en la dirección del Mount Hopeless, donde acosado por la falta de ai,ua y por aquellas espantosamente áridas soledades, dio la espalda á su proyecto primitivo, vol- viéndose en la dirección del Sudeste hasta la Península Eyria, y haciendo de allí una nueva esploracion sobre las riberas del gran golfo Australiano. Su feliz escur- — 43 — sion sobre los desiertos medanosos hasta Alban}^ en la Ensenada del Rey George (King George Sound), se cuenta como una de las mas formidables hazañas en los anales de las esploraciones geográficas. El llegó á Albany el 8 de Julio de 1841, volviendo por mar á su punto de partida. La línea telegráfica entre Adelaida y Albany; hoy atraviesa en. toda su extensión el camino recorrido por Eyre y Wylie, su sirviente negro. 1842— El Capitán Stokes examina 200 millas de las riberas del golfo de Carpentaria: pero casi pasó por alto la mejor caleta, la Norman, que fué después recono- cida y mensurada de 1866 á 67. Las mensuras del Capitán Stokes, fueron sobre todo relativas á la Isla Sweer y los rios Albert y Flonders. El hizo una relación encantadora del país situado sobre las riberas del Albert, que llamó Llanos de Promisioíi. 1844— En Agosto 13, el doctor Leichardt parte de Sidney en su primera espedicion al interior del Conti- nente, en la dirección del Noroeste, llegando á Port Essington el 17 de Diciembre de 1845, después que toda la espedicion se habia dado por perdida. El punto de partida de Leichardt en esta jornada, fué Jimboux, frontera del distrito de Moretón Bay: su vuelta la hizo por mar. Durante su esploracion, halló en el interior vastas regiones abundantes en bellos pastizales, y tam- bién sobre el Lynd y sobre las riberas del golfo de Carpentaria, descubriendo muchas bellas corrientes de agua, entre ellas el]Rio Fitzroy, el Burdekin, el Mitchell y el Gilbert. En este mismo año el Capitán Sturt, con una partida bien equipada, trató de penetrar hacia el Norte; pero hallándose á la mitad de su camino y — 44 — no lejos del punto central del Contine::t/e, se vio for- zado á dar la vuelta, pasando por grandes penalidades^ atravesando un desierto pedregoso y de médanos sin fin que parecían atajar todo progreso, desvaneciendo toda esperanza de establecimiectos en esa parte. El al- canzó hasta 100 millas al Sud de la línea lindera del trópico de Capricornio en los 25^ 58'long. E. Green- wich. 1845— Mitchell, con una partida bien organizada á espensas del Gobierno, sale en busca de un puerto adecuado para embarcar en él caballos para la India. La espedicion salió de Parramatta en Noviembre 17 volviendo á Sidney en Enero de 1847. Descubrió y dio nombre á muchos rios y zonas abundantes en bellos pastizales que hoy forman la región central de Queensland. Entre los rios descubiertos por Sir T. Mitcheli pueden contarse al Nagoa, al Belyando y al Victoria, hoy Barco. 1847— Leichardt salió en Diciembre 12 de 1846 con una segunda espedicion, destinada á examinar el pais situado entre su anterior linea de marcha y la de Mit- cheli en la parte Sud de la Peninsula de Cabo York. Esta espedicion fracasó por las fuertes lluvias que lo asaltaron en un pais cienagoso, lo que ocasionó la pérdida del ganado en pié que conducía para el sosten de la espedicion. Después de 7 meses de lucha, tuvo que volverse sin haber realizado su objeto. En Noviem- bre Leichardt partió de Moretón Bay para una tercer espedicion, á fin de resolver el misterio de tierra aden- tro, cruzando todo el continente de uíi mar á otro. Su partida se componía de 6 blancos y 2 negros, con bas- — 45 — íante ganado y ovejas. Su última carta datada de la estación Mac Pherson, Abril 3 de 1848, concluia con las siguientes palabras : «Como mi marcha ha sido muy favorecida hasta aqui, espero en Dios podré rea- lizar el objeto que me propongo en toda su plenitud.» Su esperanza no pudo realizarla. Le faltó probablemen- te el carácter ó la previsión necesaria. En esos casos, antes de moverse de una aguada, se destacan esploradores adelantados en diversas di- recciones y diversos dias, á fin de hacer reconoci- mientos y determinar derroteros ulteriores; con esto se evita el penetrar con el grueso de la espedicion en pais desconocido, y se llega á conocer las distancias del agua y del pasto en las jornadas subsiguientes. El des cuidó probablemente esta precaución indispensable; avanzó sin cautela en un desierto desconocido y no se oyó hablar mas de él ni de sus compañeros. Muchas espediciones salieron posteriormente en su busca,. pero todas infructuosamente, hallándose ras',ros de él solo hasta el Rio Victoria, ó Barcoo; pasado el cual él ha debido perecer miserablemente, de una manera miste- riosa, en el corazón del desierto, ni mas ni menos que como el ejército que Cambyses envió a la con- quista del Oasis de Ammon. ¿Se perdió y murió de sed? ¿Fué víctima de ios naturales? 1848. Kennedy parte de Rockingham Bay,Queensland, con el objeto de esplorar la península del Cabo York. Dirijiendo su marcha al nordeste, alcanzó la región hoy conocida con el nombre de Palmer, penetrando hasta la Bahia Weymoüth. De alli consiguió aproximarse h¿ista unas pocas imillas del aper de la Península, donde — 4(3 — fué asaltado por los naturales; mas su fiel criado indí- gena Jackey lo protejió hasta el último salvando su diario de viage. En esta misma época Mr. Roe, el agri- mensor general de West Australia, partió de Yorck situada á 60 millas al este' de Perth y marchó en la dirección del nordeste hacia el interior. Después de atravesar un llano sin fin cubierto de som- bríos matorrales de mallee y de espesuras interceptadas por lagos salados y ciénagos natronosos (samphire), llegaron á las Sierras de Russel, en la lat. 33^ 27', las que resultando una barrera impenetrable, tuvo que volverse á Sperance Bay. 1856 — A. C. Gregory parte del Golfo de Cambridge en la costa Noroeste, con la intención de penetrar hasta el centro. El atravesó una zona de un país bello y bien regado; y después siguiendo el arroyo de Sturt, penetró en una región de un desierto sin limites, formado de cordones de médanos y colinas de arena, cubiertas con las hojas en forma de bayoneta del pasto bravo ó Spi- nifex^ lo que le forzó á dar la vuelta. El punto mas distante al Sudoeste que alcanzó en Marzo 7 de 1856 fué un punto situado á 40 millas al Sud del paralelo de los 20" latitud Sud. Volvióse á Moretón Bay por tierra. Durante esta escursion de 2000 millas, la mas rápida de este género, practicada en Australia, el esploró el Rio Nicholson aguas abajo y fijó la posición del Rio Albert que Leichardt habia creído se hallaba 30 millas al Este. El dio el nombre de Leichardt al su- puesto Rio Albert de este último esplorador. 1858 — Mr. Gregory encabeza una espedicion cuyo principal objeto es buscíir noiioias del esplorador perdido — 47 — Leichardt. El dejó á Sidney en Enero 12, llegando á Barcoo en Abril siguiente; y después de una esploracion de 7 meses llegó á Adelaida en Julio 31. Un árbol mar^ cado con la letra L sobre las riberas del Rio Victoria, fueron todos los vestijios que encontró del esplorador perdido. 1859. — En Mayo Mr. .John Mac Dowel Stuart, el mas celebre de los esploradores Australianos, partió para la primera de sus espediciones en la dirección del Norte. Saliendo del Monte Hamilton en los 29o 21' 37" latitud Sud, él solo alcanzó hasta los 27** 12' 30,*' volviéndose á fines de Junio. Sus descubrimientos en este viage no fueron de gran importancia. Pero en Noviembre 4 partió de nuevo de Chamber Creek, volviendo en Enero 21 de 1860, habiendo encontrado muchas aguadas ó fuentes, como en su primer escursion. 18()0.-En Marzo 2 Mr. Stuart trató de penetrar de nuevo en el Interior, alcanzando en Abril 6 á un in- menso monolito de asperón, que llamó el Pilar de Cham- ber; pocos dias después alcanzó una montaña próxima al centro del Continente, que él llamó Central Mount Stuart, sobre la cual plantó la bandera Británica > Después de diversas tentativas para avanzar se vio últimamente obligado, después de sufrir grandes penurias, á volver á su base, retrocediendo á Adelaida. En todo el corriente de este mismo año 1860, un caballero particular de Victoria Mr. Ambrose Kyte, rea- nimó el ardor dormido por las esploraciones en el interior de Australia, ofreciendo un donativo de 1000 libras esterhnas para el equipo de una espedicion, con la condición de que el público suscribiese el doble de esta — 48 — suma. La condición fué prontamente llenada, y el go- bierno del día, creyendo que este movimiento merecia ser estimulado, añadió al contingente popular un do- nativo de libras esterlinas 6000. El resultado de toda esta liberalidad fué la espedicion mas bien equipada que se haya organizado en las colo- nias Australianas; siendo su objetivo determinar una vez por todas, la posibilidad de atravesar el continente desde el estremo Sud hasta el estremo Norte de la Babia de Carpentaria; empresa acometida á menudo pero jamás llevada á cabo por hombres civilizados. El mando de ella fué conferido á 0*Hara Burke, un Irlandés en otro tiempo oficial de caballeria al servicio de Austria; y por entonces Inspector de Policía de Melbourne. Burke poseía muclias recomendaciones que lo calificaban para gefe, entre ellas la de un espíritu intrépido y aventurero que lo ha bia conducido sin necesidad, á abrazar la car- rera militar Asignósele como segundo á F, Wille, ca- ballero inglés . uya educación y hábitos lo hablan predis- puesto para s^-r un útil colaborador de esta empresa por sus conociíuientos cientifícos. Terminados ios preparativos necesarios, la espedicion partió de Melbourne en Agosto 20 de 1860. Compo- níase de 19 .lombres, con 24 camellos y un suficiente número de caballos, mostrando una satisfacción y un entusiasmo que auguraba bien respecto al resultado de la empresa. Kl programa era marchar primero en la dirección d^i Darling y de allí encaminarse al Bajo Barcoo, por otro nombre Cooper Creek; marchando desde allí al Norte en la dirección del Golfo de Car- pentaria. En Menindie, sobre el Darling, Burke estaljle- ^ 49 - ció un depósito destinado á servir de base para sus fu- turas operaciones; dejando allí 9 hombres y 9 camellos, junto con la masa menor portátil de los bagages; y con Wille y el resto de sus hombres, dispuestos para una rápida marcha, dispuso avanzar hasta alcanzar el Barcoo, rio cuya existencia y posición ya conocen nuestros lec- tores. Pensaba dirigirse á este punto siguiendo el viejo derrotero de Sturt; pero Mr. Wright administrador de una estancia inmediata le dio noticia de un derrotero mejor para el Norte, ofreciéndose servir de guia en el nuevo camino. De este modo modificada la marcha lle- garon á Torowotto por jornadas fáciles y bien dispues- tas, no habiendo encontrado tropiezo para hallar agua en el camino. Burke^ reconocido á los servicios de Wright lo asoció á su empresa nombrándolo tercero en el mando: acto que después fué motivo de un esté- ril arrepentimiento, considerándosele la causa de su desastre final. En consecuencia, Wright fué despachado á los depósitos del Darling, con instrucciones para trasladar dichos de- pósitos á un punto convenido, con la mayor brevedad, continuando la vanguardia de la espedicion su marcha adelante hasta llegar á Barcoo en Noviembre 11. Siguió- se el curso de Kooper Creek hasta una distancia consi- derable, buscando un paraje adecuado para acampar, el cual encontrado, la espedicion se detuvo allí para esperar á Wright con el resto de los equipajes. Es- perada fué esta que pudo ser eterna. La distancia del campo de Menindie hasta el Barcoo lo .habia recorrido la vanguardia en tres semanas: y entre tanto habian — 50 — pasado yá 7 semanas desdfí que Wright se habia se- parado en Torowotto y aun no parecía. Para un hombre de los hábitos militares de Rurke, esta falta de puntua- lidad lo disgustó en estremo, impaciente como se hallaba de proseguir su marcha acortando siquiera algunas jor~ nadas mas las largas distancias que lo separaban del objeto de su ambición, llegar por tierra á las remotas riveras del Golfo de Carpentaria. Hasta allí se hablan ocupado en hacer esploraciones, examinando los diver- sos derroteros por donde podrían dirigirse al Norte teniendo á Barcoo como base de operaciones. Pero con la tardanza de Wright no les quedaba otra perspectiva que consumir en adelante en el ocio sus raciones, pers- pectiva que en nada podía lisonjear el ardor impaciente de Burke, el cual resolvió al fin aventurarse prosiguien- do a todo riesgo su comenzada espedicíon. Este partido no estaba mal tomado, pero él cometió el error de* no disponer antes ciertas medidas que la prudencia y pre- visión aconsejaban; cual era haber despachado uno ó dos de sus hombres á la ligera, á acelerar la marcha de los bagages de Meníndie, no cabiendo ya duda de la deserción de Wright; y ordenando que aun después de volverse los hombres que dejaba atrás en Barcoo, dejasen un depósito oculto de víveres en un lugar con- venido. Veinte y tres años hace, cuando todavía las estancias de los audaces Squaters aun no habían penetrado hasta el corazón del continente, como hoy acontece, una arries- gada semejante á la acometida por Burke, se hallaba rodeada de las mayores penalidades y peligros, que po- dían provenir, sea de las emboscadas de las tribus indi- -< 51 — gen as, enemigas de los blancos, de los inapedimentos imprevistos de un pais desconocido, del intenso calor, del hambre, de la fatiga y sobre todo de la sed. Resol- vióse en consecuencia á dividir nuevamente su partida, convirtiendo el campamento de Barcoo en un depósito fijo, en el cual dejó seis hombres, 4 camellos y 4 caba- llos. Algunos de los camellos se hablan perdido; mien- tras esta avanzada esperaba á Wright. Unos 22 años después de esta fecha, hemos podido presenciar con los Australianos, á nuestro paso por su pais, la exhibición por una Compañía Ecuestre, la de Saint León, de dos de los camellos perdidos de la espedicion ,de Burke, encontrados después por los Squaters en los campos del interior. Uno de ellos, por lo menos, parecía tan viejo, que podia muy bien haber presenciado la inauguración de las pirámides de Memphis. ün miembro de la espedicion, llamado Brahe, quedó á la cabeza del depósito, con instrucciones para protegerlo contra las irrupciones de los aborígenes, y de retener con ellos á Wright cuando volviese con la masa de las provisiones. A consecuencia de esto, la vanguardia de la espedicion quedó reducida á cuatro hombres, á saber: Burke, Wills, King y Gray; bien pequeño resto de la magnífica cabalgata que se habia visto desfilar en Melbourne en presencia de sus moradores asombrados, solo unos cuatro meses antes. Tomando consigo seis camellos, un caballo y las suficien- tes provisiones para mantenerse por tres meses á lo menos, la pequeña y heroica banda se despidió de sus camaradas del depósito, para hundirse en las profundi- dades de lo desconocido, en el desierto, en la dirección — 52 — del Norte abrumador. Ninguno de ellos volvió á verse mas con los camaradas que dejaban atrás, escepto King. Encaminándose en la dirección del Noroeste, por cara- pos hasta allí jamás hollados por la planta del hombre blanco, ellos avanzaron hacia Carpentaria. Burke y Wills, entretanto, marchaban adelante después de las primeras jornadas, arriando los otros dos hombres detrás de ellos, los animales y sus cargas. Semanas y semanas ellos marcharon bajo un sol casi vertical, pasando ya alternativamente al través de densosjy sofocantes mator- rales: ya sobre llanuras sin fin, de paja brava ó spinifex; ya al través de profundas quebradas y ásperas serranías; ya sobre floridas y pastosas praderas; ya, en fin, al través de áridos medanales, que presentaban la imagen de una naturaleza inanimada y muerta; de un mundo de esteri- lidad y sin vida; durmiendo por las noches al aire libre, sin una tienda ni hamaca (lo que es el colmo de la pena- lidad para el europeo, cuando los hijos del país se com- placen á la pura luz de los astros y bajo las libres influen- cias atmosféricas), y por fin, renovando cada mañana la misma árida y fatigosa jornada, sin queja ni abati- miento. Mas tal era el entusiasmo de Burke, aún bajo estas desventajosas circunstancias y privaciones, que se le oyó decir que poco le importaba volver en cueros á Melbourne, si llegaba á resolver, como se habia pro- puesto, el gran problema de la exploración completa del Continente. A fines de Enero de 1861 ellos, llegaron á los naci- mientos del Rio Cloncurry, el cual siguieron hasta su junción con el Albert, según lo conjeturaba Burke. Cre- 53 — yendo seguro, por la dirección del curso de este último, que debia desaguar en el mar, el Jefe resolvió confiarse en Ja dirección de sus aguas amigas en la dirección del Norte, y al fin halló que no habia puesto mal su con- fianza. Al cabo de algún tiempo, las aguas del Albert se pusieron cada vez mas salobres, hasta que habien- do llegado á un estuario que parecía hallarse influen- ciado por las mareas del Océano, el triunfante esplora- dor obtuvo la seguridad de que aquel era el Rio Fhn- ders, que desagua en el Golfo de Carpentaria, y no el Albert, como lo habia supesto. Allí permanecieron estos intrépidos hombres, los primeros de su raza ó color que hubiesen llegado por tierra á aquellas remotas, feraces y desiertas riberas, con la vista fija en la espléndida superficie azul del mar, toda vez que no se lo estorbaba el impenetrable bos- que de mangles que se alza sobre sus riberas. Sus pri- vaciones y sufrimientos se hallaron bien recompensados con aquella vista, que era nada menos que la feliz rea- lización del objeto de su espedicion. Ellos hablan vandeado el misterioso, temible y som- brío continente de mar á mar, afianzando su derecho al primer puerto entre los esploradores Australianos. Su triunfo sin embargo, fué de corta d'iracion, no pu- diendo detenerse hasta el grado de hacer algunos reco- nocimientos en aquella Terra Incógnita que acababa de revelar sus misterios para ellos; y en cuya busca tan- tas fatigas y privaciones hablan esperimentado. Así, aunque sintiesen una gran necesidad de reposo para recuperar sus agotadas fuerzas las exij encías de su situación les prohibieron la menor pérdida de tiempo — 54 — en tan inhospitalaria región. Burke que veia sus provi- siones agotarse, dispuso inmediatamente la vuelta al Sud. No entraremos en los tristes detalles de esta vuelta. La severidad y penurias de la marcha de retorno pue- den mas bien imaginarse que referirse; y la ostensión de las privaciones y fatigas puede colegirse del hecho de que muchas de esas sufridas naves del desierto, como llaman los Árabes á los Camellos, quedaron tendidas en el camino de fatiga, lo que mdica poco tacto y tino en la marcha de vuelta; no conviniendo en un caso seme* jante ¿acelerar la marcha de las primeras jornadas, reservando las fuerzas para las últimas. Después de increibles penurias y sufrimientos, la pequeña banda disminuida por el fallecimiento de Gray, que murió el primero de fatiga y necesidad, llegó a Barcoo apenas con alguna vida. Pero llegaron á Barcoo solo para saber que el socorro tan ansiado, y la esperanza de alcanzar el cual los habia sostenido en medio de sus angustias, acababa de desaparecer. Brahe habia levantado su campo en aquella misma mañana, solo 7 horas antes de la llegada de Burke; pero era lo mismo que si hiciesen años, pues para aquellos hombres exhaustos, era un imposible el alcan- zarlos. Brahe no solo obró con lijereza levantando tan pronto su campo, sino lo que es peor, él no debió levantarlo sin practicar antes algunos reconocimientos en la linea de marcha de los espedicionarios; reco- nocimiento que si hubiese sido practicado previamente á la levantada del campo, habria conducido indefecti- blemente á su salvación; ni debieron tampoco moverse. - 55 sin dejar enterrados bajo una señal perceptible algunas cantidades de las inútiles provisiones que ellos recon- ducian. Brahe se escusó diciendo que él habia espera- do un mes mas del plazo de tres meses fijado por Burke, lo que no es suficiente escusa para abandonar á sus' compañeros en medio de un inhospitalario desierto. El debió esperar el doble, aunque temando otras precauciones como la de demandar socorros de la población mas inmediata y dar parte de lo sucedido, destacando con este objeto uno ó dos hombres de la Compañía. Pero nada de esto hicieron él ni )os suyos; y será un remordimiento eterno para ellos el haber ocasionado las muerte de sus dignos gefes por ím imprevisión, impaciencia ó cobardía; apresurándose á cumplir al pié de la letra sus generosas disposiciones. Los guardadores del Puente del Danubio fueron mas fieles á Dario. Pero el gran Rey tenia una fortuna ciega en su favor; mientras la suerte envidiosa de Burke, solo se mostró solicita en acelerar su desgraciado é inme- recido fin. Por lo que es á Wriglit, él no volvió jamas con la masa de las provisiones. Burke pues y sus dos desgra- ciados compañeros quedaron reducidos á sus propios recursos con este incidente, en medio de una vasta re- gión completamente inhospitalaria y desierta. Brahe habia desertado sin dejar algunas provisiones y recur- sos como era su deber dejar para el caso de una vuelta, por improbable que esta fuese, lo que no era el caso aqui; y los tres desventurados tuvieron que subsistir con las semillas del nardoo, una planta indígena del de- sierto. — Ot) — Wills fué el primero en sucumbir de resultas de este espantoso régimen. El murió y fué sepultado en me- dio de aquellos desiertos matorrales por sus camaradas sobrevivientes, en el mismo paraje en que hoy se alza una bella y próspera ciudad, Cooper Creek. Burke no tardó en seguir á sus compañeros, siendo sepultado por King, el último sobreviviente; ese hombre de hierro que consiguió hallar un refugio en una tribu inmediata de indígenas. Pero King solo sobrevivió cuatro años á sus compañeros, muriendo en Melbourne después de restituido á su hogar. Una espedicion de auxilio encabezada por Howit, fué la que dio con el sobreviviente único de la atrevida espedicion, King, refugiado en campo de naturales, conduciendo á Melboui ne los restos de los espedicio- narios muertos, donde fueron honrados con funerales costeados por el tesoro público. En el curso de sus dos espediciones,Mr. Howit prac- ticó diversos, descubrimientos. Otras espediciones envi- adas en auxilio de Burke y Wills, atravesaron grandes estensiones de país no esplora do y Landsborough y Mackinley llegaron hasta cruzar el continente en diver sas direcciones, aunque desgraciadamente no pudieron prestar socorro eficaz a los desgraciados de la espedi- cion Burke y Wills. Landsborough tomó por punto de partida el Rio Albert, y se abrió camino hasta el rio Barcoo, de donde marchó á Melbourne. Mackinley tuvo por punto de partida Adelaida y después de llegar á Cooper Creek, marchó en la dirección del Norte, cruzando con felicidad hasta el Golfo de Carpentaria, volviendo con seguridad á Port Denison, hoy Bowen. Walker — 57 — partió de Rockhampton llegó al Golfo de Carpentaria y volvió con felicidad: justamente estas dos líneas últi- mas de marcha, son las que van á seguir los dos ferro- carriles trascontinentales que se preparan, el uno del este de Roma, en el Queensland; el otro de Fariña, en Sud Australia. Landsborough dá el mismo la siguiente relación de su escursion: «La espedicion desembarcó en el Firefly con 30 caballos siendo desgraciada en sus primeros pasos; la nave naufragó en una de las Islas Hardies, con la pérdida de algunos caballos, del forrage y de una parte de las provisiones. «Este naufragio fué un fuerte contraste para la espe- dicion. Algunos de los caballos, después del naufragio quedaron imposibilitados Pero los pastos naturales eran tan buenos que pudimos marchar tierra adentro en la dirección Mount Stwart, á donde mis instrucciones me prescribían llegar si era posible, al cabo de tres semanas empleadas en reponerse. Al partir tuvimos otro motivo de desaliento. Prescribiósenos la pronta vuelta, pues el tiempo del Sloop de guerra Victoria, que habia conducido la espedicion estaba señalado, no pu- diendo sus provisiones durar mas de un corto espacio. Esto impidió me detuviese mucho, ademas de que la estación de las lluvias se hallaba ya inmediata; así me apresuré á volver al cabo de 9 semanas, sin llegar á Mount Stwart según se me habia encomendado. Debo declarar que hacia esta época, el mapa de las regiones del Golfo se halla punto menos que en blanco, con la escepcion de la ribera marítima y de los rios Nicholson y Lynd. En mi escursion al Sudoeste, pude reconocer el Rio Gregory hasta sus fuentes, siendo el mas bello rio que yo haya visto. Exploré igualmente las fuentes del Rio O'Shanessy, que también nace de una bellísima fuente, esplorando del mismo modo los orígenes del Rio Herbert, rio que descubrí en las faldas meridion.nles. «Todo el pais regado por dichos rios presentaba los pastizales mas magníficos; y los del Herbert han resul- tado después ser los mas útiles y engordadores para las ovejas; siendo los del Gregory igualmente adecuados para el ganado mayor. Al llegar á los depósitos del rio Albert, supe que Walker habia estado allí, habia repues- to sus provisiones y partido en una nueva dirección siguiendo los rastros de la partida de Burke que habia hallado en el rio Flinders. Envié una requisición por nuevos víveres al capitán Norman del Victoria, para poder yo mismo seguir sus rastros; los que en caso de llegarlos á perder podia recuperarlos en un punto situado á la distancia de 800 millas, donde algunos amigos mios me habían anunciado existían rastros que se suponían de Burke, los mismos que después resultaron pertenecer á un caballo perdido. El capitán Norman se negó á dar las provisiones pedidas, escepto un poco de harina amoho- sada y carne. No pude pues, seguir los rastros de Burke, mas al dirigirme á Melbourne por el camino mas practicable, como lo hice después, pensé entonces que era este el medio mas eficaz para descubrir sus rastros. En esta escursion seguí el rio FHnders durante unas 300 millas; en seguida pasé á las vertientes del Thom • pson, siguiendo este rio hasta que fué tiempo de aban- donarlo para cruzar al valle del Barcoo y penetrar en las vertientes Occidentales del Warrego, que seguí hasta — 59 — un punto algunas millas al Sud de Queensland y de los confines de Nueva Gales del Sud. En este lugar encontré como estación fronteriza de Queensland, la estancia de los SS. Williams, que nos hicieron la mas cordial acojida. Después de terminada nuestra escursion di un informe tan favorable de los pastos de los rios Albert, Leichardt y Flinders, que inmediatamente fueron ocupados con establecimientos ganaderos.» Es satisfactorio anunciar que los servicios de Mr. Landsborough al Queens land, han sido reconocidos y recompensados dignamente; habiéndosele entre otras recompensas acordado una suma de 3,000 libras ester- linas (15,000 duros). Mr. Stwart volvió á salir de nuevo de Chambers Creek el P de Enero del año 1861, con el objeto de atravesar este peligroso continente Isleño; sus esfuerzos probaron todavía infructuosos, teniendo que volverse á los distritos poblados en Agosto del mismo año. 1862. En Enero 8 Mr. Stwart sale nuevamente para completar su gran empresa, llegando al rio Strangways en Junio 14 y al rio Roper el 26; alcanzando el 24 de Julio á la ribera opuesta de Australia en el Golfo de Van Diemen, Al dia siguiente la bandera Británica fué izada en el árbol mas elevado de los bosques de las riberas del Chambers Bay. La espedicion llegó con feli- cidad de vuelta á Chambers Creek en Diciembre 5, El camino seguido por él fué después adoptado para el establecimiento de la línea telegráfica trascontinental [Overland Telegraph Une), pasando muy al Oeste del desierto pedregoso de Sturt. Hacia esta misma época - 60 — Frank Gregory partió de Nickol Bay, sobre la costa Noroeste, pero quedó imposibilitado de seg-uir adelante por un inmenso desierto sin agua que habia obligado á retroceder á su hermano. 1864. Mr. Hunt, partiendo de Yorck, Australia Occi- dental, consigue penetrar unas 400 millas en la direc- ción del Este, entre los paralelos 3P y 32*^; el describe el pais como cubierto en su mayor parte de Lagos sala- dos; y con llanos cubiertos de matorrales, de bosques y de llanos salitrosos ( samphíre ) sin que apenas se descubra algún vestigio de agua; relación confirmada del todo por Mr. Forrest que se encaminó mas hacia el Norte. 1870. Mr. Forrest bajo los auspicios del Gobierno de la Australia Occidental, encabeza una espedicion que sale de Perth abriéndose camino hasta South Austra- lia, siguiendo la dirección de la costa, pero internado alguna distancia en el interior. La escursion fué realizada en corto tiempo con fa- cilidad comparativa, presentándose un pais mejor aden- tro de la zona del litoral marítimo, del que habia sido descrito por Eyre y Warburton. 1872. Mr. Ernest Giles sale este año á su primer espedicion. Partiendo de Chamher^s Pillar, columna notable de arenácea blanca que presenta unos 150 pies de elevación sobre la llanura, en los 25o ]at. y 134** long. Este Greenwich, de alli procedió en la dirección del Norte, hasta que sus progresos fueron detenidos por el Lago Amadeus, un gran Lago seco de sal, que junto con los otros Lagos salados, prueban el origen submarino del interior del continente Austrahano. Poco 01 --- ó ningún país fértil encontró que lo recompensase de sus esfuerzos. 1873. El Mayor Warburton, con una cabalgada de camellos consigue atravesar la mitad del continente situado al Oeste de la línea del Telégrafo Transcon- tinental. Comenzó su jornada de Alice Springs, esta cion Telegráfica de esa línea, en Abril 15. Penetió en el Noroeste hasta los 128^ long. Este; de alli mar- chando al Oeste y combatiendo por la vida con los terribles desiertos medanosos y cubiertos de spinifex que habían paralizado al esplorador Gregory, consi- guió llegar con su partida y un resto de la tropilla de camellos á los distritos poblados, llegando á Roeburne á fines de Enero, En este año otra escursion fué acometida por Mr. Giles, el cual partió del Rio Alberga y siguiendo el 2T paralelo hasta los 126^ long. Este, mas allá del cual, aunque muchas tentativas se han hecho, no se ha podido pasar. Reconoció allí un país ondulado y are- noso, ccn algunas prominencias graníticas y abundan- cia de spinifex y matorrales de mallee ; al mismo tiempo que manchas de buenos pastizales que solo necesitan agua para hacerse productivos. Mr. Gosse al servicio del Gobierno de Australia Sud, hacia la misma época ensayó alcanzar los ^establecimientos Occidentales de la línea telegráfica. El llegó al 127" long. Este y 26^32' de lat., y tuvo de allí que volverse. Arena, matorrales y spinifex es según su informe, todo lo que vio. En el curso de sus esploraciones él descubrió una asombrosa roca, á quien dio el nombre de roca de Ayer. — 62 — Descríbela como una alta masa de granito, cuya superficie se presenta perforada como un panal encon- trándose en descomposición. Alzase 1,100 pies sobre las llanuras inmediatas; con dos millas de largo de este á oeste y una de ancho. Si esta masa eruptiva se halla llena de hoquedades, es mas probable sea tra- chyta ú otra roca volcánica cualquiera y no granito. 1874. Mr* John Forrest ensayó en este año el pa- sagedel continente de Oeste á Este. El partió de Perth en Marzc 18 y recorriendo unas 400 millas al Sud del itinerario de Warburton, llegó a la línea telegráfica en los 27* el 27 de Setiembre, recorriendo campos con algunos ralos bosques, pastos de spinifex, elevaciones medanosas y muy poca agua. Mr. Giles partió también como esplorador en esta época. Salió de Fowlers Bay con una partida bien equipada y numerosos camellos y después de muchas vicisitudes y de las penurias acostumbradas, sobre todo por la falta de agua, llegaron á Perth en Noviembre 13. Lomas de médanos con spinifex, matorrales de malle (especie de jarillas ó matorrales eucalípticos), y de- siertos sin árboles y sin agua, en la actualidad impro- pios para dar sustento al hombre ó á los animales, es todo cuanto pudo encontrar. Sin embargo, el pudo reconocer algunas zonas de país cubiertas de exelentes pastos, pero sin otra agua que la del roció del cielo. Después de esto Mr. Le^is consiguió penetrar de una estación de la línea tele- gráfica situada al Este del Lago Eyre, dando vuelta al estremo Norte de este lago; y atravesando el país desde allí hasta Eyre Creek en Queensland, reconocien- — 63 - do el Rio Barcoo y Cooper Creek, hasta su desembocadura en el Lago Eyre, según ya lo habia podido suponer Warburton; y reconociendo el territorio situado entre los 28<^ 35' y los 28^ 35' lat. Sud; y los 135° 50' long. E. Greenwich; espacio que comprende 200 millas de ancho y 250 de largo desde la línea del telégrafo, hasta eJ desierto pedregoso de Sturt. 1875-76— En este año el Parlamento de Queensland votó una suma destinada á emplearse en averiguar si las bellas tierras de pastoreo que se saben existen al Oeste, alcanzaban hasta los límites de esa colonia; y también para reconocer hasta donde podian estenderse al Sud y Norte de esta Línea. La espedicion apron- tada con este objeto fué puesta al mando de Hodgkin- son, con un agrimensor, dos blancos y un negrito indí- gena. Habiendo partido de Brisbane por agua, animales y provisiones fueron desembarcados en Bowen, de donde la partida se dirigió por tierra á George Town, unas 1,100 millas al Noroeste de Brisbane y punto real de partida. De George Town en Diciembre de 1875, la espedicion atravesó via Taldora hasta Cloncurry, después de examinar los manantiales de este Rio y del de Lei- chardt, en Abril de 1876 se apartaron del Cloncurry, marcharon al Sudeste en la dirección del Diamantina, y siguiendo este rio hasta el límite Sud de la Colonia, in- cluyéndolo en las mensuras del agrimensor Lewis, cuyo mapa exhibe todo el curso de este rio hasta su desem- bocadura en el Lago Eyre. Después de un corto descan- so en South Australia, Mr. Hodgkinson volvió sobre sus pasos, correlacionando con el límite Occidental de la Co- lonia, tanto el punto en que el capitán Sturt fué acosado — G4 ^ por falta de agua en 1845, como el punto estremo de las esploraciones de Mr. Landsborough sobre el Rio Herbert en 1862. La partida empleó 16 meses en sus esploraciones; y es suficiente comentario para hacer ver la feracidad del pais que atravesaron, el decir que rebaños de ovejas y ganados iban siguiendo sus rastros, y se estendian, ocupando permanentemente todos los terrenos de su frente. Mensuras recientes han confirmado el acertó de Mr. Hodgkinson, de que las vertientes del Norte no presentan obstáculo al pasage de rodado?, ni iampoco para el establecimiento de un ferro carril. Asi se ha podido atravesar con carros desde Blackall hasta el Golfo. 1876. Después de su arribada á Perth, Mr. Giles atravesó de nuevo el Continente por un camino diverso del que habia llevado primero. El dejó las Fuentes Pias {Pía Springs) en los 27° 7' latitud Sud y 116" 45, longitud Este en Abril 10; de allí hasta el 23^ paralelo hizo una escursion general al Nordeste, cruzando los manantiales del Murchison, consistentes en varios cana- les paralelos entonces en seco; pasó la notable masa de hierre magnético llamado Mount Gould, esplorando el rio Ashburton hasta sus fuentes y dirigiéndose en se- guida derecho al Este y Sudeste al través del desierto arenoso formado de médanos y spinifex, situado en los 120° y los 24® '.iO' latitud Sud, volviendo á su primitivo campo en las faldas de la sierra Rawhnson. Solo en- contró pocas corrientes de agua y el pais en todo el naciente se hallaba desoladoj por la seca. El llegó al Monte O'Halloran sobre la linea telegiáfica en Agosto 19 y á Peake Station en Agosto 23. — 65 — 1878 79. La Espedicion Trascontineiital de Queens- land partió de Blackall en Julio 19 bajo la dirección de Mr. Favenc á fin de practicar un trazado á la ligera para la línea del ferro-carril trascontinental, desde Blackall hasta Puerto Darwin. La espedicion estableció la línea telegráfica de Sud Australia hasta Enero 12 de 1879, llegando á South Port y á Port Darwin al dia siguiente. La espedicion atravesó una ancha zona de exelente pais pastoril, que se estiende desde el rio Her- bert hasta la línea telegráfica; hallóse también un pais agricultural valioso, el cual se estiende hasta alguna distancia mas atrás de Palmerston. El camino recorrido se estiende por un pais que parece haber sufrido de la seca durante 2 años. Grandes pnvasiones hubieron de esperimentarse al principio, debido á la escasez del agua; mas después, se halló el agua en gran abundan- cia. Toda la marcha fue afortunada y la practicabilidad de la construcción de la línea en lo que respecta á inconvenientes de ingeniería quedó demostrada. Mr. Forrest, durante 1879, se ocupó de reconocer una zona de tierras desconocidas en el Norte. El atravesó un pais bien regado con exelentes pastos para ovejas, situado entre el Goey River y el litoral marítimo; este él lo mensuró desde el rio Ashburton liasta el rio De Grey; lo mismo que la ribera del mar entre estos rios. Durante el año de 1880 era la intención de Mr. Eider reconocer el pais situado al Norte de West Australia; mas esto no se realizó. En Enero 18 de 1879 Mr. Alexander Forrest, con una partida de 5 espira- dores y 2 indígenas, 26 caballos y provisiones para seis meses, salió de Perth con el propósito de esplorar la — 66 — porción Noroeste de Australia, debiendo ser Port Darwin su puerto definitivo de recalada. La partida salió de las Estaciones Grant y Anderson, sobre el rio De Grey, en lat. 20^* 10' y long. 119" Este, el 25 de Febrero y via- jando en la dirección del Nordeste hacia King's Sound; y tocando en definitiva en la Babia del Beagle, situada en frente de las islas de Lacepede y casi en la misma latitud. Ellos partieron de Beagle's Bay el 20 de Abril y viajaron en la dirección de King's Sound, á donde llegaron pasando por las inmediaciones de Disaster Bay. De alli se dirijieron á la embocadura del Rio Fitzroy en lat. 17° 41' y 123^36, long. Este, atravesando en su camino un gran Rio, el Fraser, que desagua en el King's Sound, el cual siguieron hasta sus fuentes. Ellos costearon el Fitzroy hasta los 18^30' y los 125^20' long. Este. De alli, el Rio dobla al Nordeste; pudiendo per- cibirse claramente su curso desde la meseta de una cadena de Montañas de 2000 pies de elevación, mas allá de la cual la espedicion ya no pudo seguirlo. Es- pléndidos llanos aluvionales muy pastosos se estienden á cada una de sus márgenes, en la estension por lo menos de unas 20 millas. Mr. Forrest estima que la hoya del rio contiene por lo menos unos 5,000,000 de acres de tierras adecuadas para crianzas pastoriles. Esta cadena de Montañas, llamada por Forrest del Rey Leopoldo, resultó una*barrera insuperable para los progresos ulteriores de la espedicion en la dirección del Norte ó del Nordeste; y no habiendo podido hallar paso por ella, la espedicion se volvió atrás en la direc- ción del Nordeste, hacia Secure Bay, una Caleta de Co- llier Cay ó de la Ensenada deCamdem(Camdem Harbour) — 67 — donde hubo en otro tiempo un establecimiento y una pesqueria de perlas, abandonadas hacia años, á causa de la ferocidad de los indígenas. Según los espediciona- rios, las vistas en torno de Colliers Bay, son magníficas, abundando las cascadas, que se precipitan en las que- bradas ó de lo alto de las pintorescas montañas. De alli la espedicion se encaminó á Glenelg, Rio descubierto por Sir T. Grey. Después de algunas penali- dades, la Espedicion consiguió trepar por encima de la cadena; pero toda tentativa de marchar adelante si- guiendo el Glenelg fué infructuosa habiendo probado iiipasables los estupendos arrecifes de asperón de las Sierras del Rey Leopoldo. Tuvieron pues que volverse al Sud por el Fitz Roy, á fin de rodearlas. En seguida tomaron la dirección del Nordeste, pasando por un pais espléndido, bien regado, pastoso y contiguo á los límites de la Colonia (129° long. Este). De los limites de la Colonia que atravesaron en los 16^50' lat. en la dirección de la junción del Victoria y el Wickham, pasa- ron á una estensa área de tierra fértil y bien regada, intersectada por numerosos y grandes rios, abundantes en pescado y corriendo todos en la dirección del Norte ó del Noroeste. Vieron numerosos naturales que les pare- cieron bien formados y robustos, abrigando la persuacion de que eran caníbales. Entre el Rio Victoria y la línea del Telégrafo, la Espedicion tuvo que atravesar un país sin agua, sufriendo privasiones estremas; hasta que al fin Forrest, con uno de sus compañeros tuvieron que ade- lantarse, yendo á pedir auxilio á las Estaciones del Telégrafo. Apenas si él pudo conseguir el completar esta escursion; pues el agua se les acabó y los caballos — 68 — se les aplastaron. Por casualidad dieron con gentes ocu- padas en reparar la línea, de las cuales obtuvieron caba- llos y provisiones de repuesto, y habiendo vuelto á su campamento hubo que hacer otro adelanto llegando á ?a estación Telegráfica Catherine, el 17 de Setiembre. A Puerto Darwin llegaron en Octubre 6. Los principales resultados de esta espedicion fueron el descubrimiento del curso y fuentes del Fitz Roy y otros grandes rios, junto con el reconocimiento de un área estimada en 20,000,000 de acres de un país bien regado y adecuado para objetos pastoriles; ademas de una gran área adecuada para el cultivo del azúcar, del café y del arroz. Los nuevos países descubiertos en esta esploracion, han sido desde entonces designados con el nombre de Distrito de Kinberley. No se hallaron vestigios de Lei- chardt. Mr. Tiedkins, antes asociado de Mr. Giles en trabajos de esploracion, hacía mediados de 1879, par- tieron de Bahía Fouller para examinar el país situado entre esa parte de la costa y la Tierra Murgrave. 1880. Algunas partes de la costa Occidental de la Península de Cabo York fueron esploradas en Junio por el Capitán Pennefather, del Pearl. particularmente en lo que mira á los rios Coen, Archer, y Batavia, que desembocan en el Golfo de Carpentaria. El describe el Coen como solo una caleta de agua salada^ sin entrada practicable para los buques. El Rio Archer tiene iina boca de 500 yardas de ancho, corriendo asi por dos millas y bifurcando en seguida; corriendo el brazo principal al Este. Un gran banco ó barra situado á la embocadura, permite solo la entrada de buques de un calado de menos de 8 pies. El Rio — 69 — Batavia se lialla en posesión de una boca de 2 millas de ancho con una profundidad de agua que varia de cuatro á 5 millas, á la distancia de 3 millas de la boca; ancho que conserva durante un espacio de 4 millas donde bifurca, dirijiendo ua brazo al Sud y otro al Sudeste. A 36 millas de la embocadura, este rio se conserva aun navegable. Pennefather describe este rio como bellísimo y nave- gable para grandes buques durante 25 millas, con un espléndido puerto en que las embarcaciones pueden reposar en aguas apacibles. Hay muchas razones para creer que todo el país situado sobre sus márgenes es adecuadísimo para el cultivo de la caña dulce. Los indí- genas de la Boca del Rio se mostraron amistosos y ayu- daron á cargar el bote; mas adentro se encontró otro tipo, alto, ágil y robusto, de un color cobrizo, los cuales no se manifestaron tan amistosos. En 1880 Mr. Robert L. Jack, el agrimensor de Queensland, esploró una parte de la Península de Cabo York, principalmente con la mira de averiguar si contenia tierras auríferas. Encontró que el desierto de piedra arenácea Ocupa mucha mayor área en la península, de lo que hasta aquí se habia creído. El cubre toda la superficie al Oeste de los 143o meridiano, desde Peach River, hacia el Norte, hasta el ángulo Sud de Temple Bay; con una suave inclinación hacia el Oeste, el país primario y posiblemente aurí- fero se halla reducido á una estrecha zona á lo largo de la costa Oriental. Mr. Jack atravesó la Península hasta Sommerset; 'en el curso de su marcha la espedicion espe- rimentó grandes penurias, principalmente de parte de los fuertes aguaceros; los naturales los consideraron hostiles — 70 — y el mismo Mr. Jack recibió algunos lanzasos. No se encontró tierra bastante aurífera para poder esplotarse con beneficio. 1881. En conexión con el proyecto de ferro-carril trascontinental, que según una contrata hecha dias antes de nuestra llegada á Sidney, debe quedar terminado dentro de 7 1/2 años, esto es, en el año 1890; y el cual debe estenderse desde Roma hasta Point Parker, atra- vesando todo el continente, organizóse previamente una espedicion para hacer su trazado. La partida marchó bajo las órdenes de Mr. Ham, y se componía de un inge- niero, tres hombres y dos negritos nativos. Esta espe- dicion salió de Roma en Enero 14, llegando á BJackhall en Febrero 16; y alcanzando en Mayo 4 al Golfo de Carpentaria. Un ligero wagón expreas fermaba parte del equipamento, el cual fué rodado durante toda la espedi- cion; pues todos los caballos en números de 48, se encon- traron gordos, sanos y robustos al cabo de la espedicion lo que habla volúmenes respecto ala bondad y abun- dancia en los pastos de los terrenos recorridos por la espedicion. Asi los espedicionarios hablan maravillas de la gran aptitud pastoril y agrícola de la mayor parte de los terrenos examinados. En lo que respecta á sus faci- Udades para el establecimiento de un ferro-carril, los ingenieros aseguran que el país se presta admirablemente para ello y solo tendrá un mínimo de costos. «Es tan nivelada y tan uniforme, dice uno de los ingenieros, Mr. Watson, tan fácil en sus ondulaciones y para cruzar la línea divisoria de sus aguas, que los movimientos de tierra exijidos por la nivelación, son comparativamente insignificantes, pues el terreno que tiene que recorrer es — 71 - muy llano. Hay indicios de abundancia de piedra para las necesidades de la construcción; lo principal, tal vez el todo con relación á los puentes y viaductos podrá cons- truirse con las maderas del pais, de tal modo que las inundaciones puedan pasar sin inconveniente. Por muchas millas, en caso de emplearse las maderas locales, se hallan por todo en suficiente cantidad en las inmediaciones de la línea del trazado de la via ; y en caso de necesitarse el empleo de maderas mas resistentes, hay abundancia de ellas en el Rio Batavia.» El principal inconveniente que Mr. Ham encuentra es que una parte del país que hay que recorrer es demasiado rico. En Julio de 1881 otra espedicion salió de Brisbane bajo la dirección del mayor general Feilding, representante de los capitales ingleses que han negociado con el gobierno británico para la construcción del ferro-carril trascontínental; y su objeto era hacer un detenido examen del trazado del proyectado ferro-carril. En Octubre ella llegó á Port Parker. 1882. La espedicion iniciada bajo el mayor general Feilding en el año anterior, terminó sus trabajos al comenzar el año 1882, siendo sus informes tan satis- íactorios y tan confirmantes de los asertos del ingeniero Watson, que es á consecuencia de estos resultados que el arreglo para la construcción del ferro-carril, que hoy llega hasta Roma, ha podido hacerse en debido forma y en los términos que mas adelante damos á conocer. Por lo demás, las espediciones enviadas en busca de Leichardt han añadido mucho á los conocimientos que se tienen sobre el interior de Australia; por manera que muchas de las espediciones organizadas sea antes ó — 72 — durante la presente fecha, por empresas privadas ó públicas, con objeto de descubrir y ocupar nuevas zonas de país esplotables, han sido acompañadas de mas ó menos éxito en la investigación de la naturaleza y re- cursos de Australia Central; y reconocido yá hoy el interior en su mayor parte, lo único que se precisa no son tanto esploraciones precipitadas, cuanto observacio- nes y estudios minuciosos y detenidos, que puedan habi- litar para la ocupación y esplotacion con éxito de las zonas interiores hasta hoy poco esploradas. Quedan, pues, como objeto de nuevas y detenidas investigaciones, la parte Oriental de West Australia; la región estrema de Australia Meridional y el Northern Territory, 1883. Últimamente se sabe que los diversos reconoci- mientos practicados bajo la dirección del «Australasian Trascontinental Railway Syndicate Limited)) han contri- buido á aumentar los datos conocidos respecto á la naturaleza del interior de este gran país; conocimientos que recibirán un nuevo ensanche y ccmplesion con los trabajos de los ingenieros encargados del trazado y ejecución de esa vasta via férrea hoy en via de reaU- zacion. Los arreglos relativos á esta grande empresa fueren firmados antes de nuestra llegada á Australia á fines del año 1882. Hé aqui un resumen de dicho arreglo que traducimos de un telegrama publicado por la prensa, de Sidney,— «Háse terminado el arreglo para la construcción del ferro-carril Transcontinental de Charle Ville á Point Parker, con un ramal al Oeste hasta Conclurry, y otro hacia el Este hasta Hughenden, empalmando con el ferro-carril de Townsville. La contrata ha sido firmada por Mr. Kimber, apoderado — 73 — legista de la compania arriba espresada, igualmente que por el Gobernador. Mr. Kimber parte mañana para Londres, via Sidney. El arreglo establece que la línea ha de ser terminada en el plazo de 7 l/¿ años, con una multa de 2o lib. est. por acre de estension no realizada en el plazo estipulado, deducibles de las concesiones adicionales de tierra. El gobierno se obliga, en cual- quier tiempo que los contratistas lo exijan, á hacerse cargo de la conservación y esplotacion del ferro-carril, abonando á los contratistas las utilidades restantes, deducidos los costos. El gobierno, después de abonar 25 años de las utilidades de la via, quedará como dueño de ella con solo el abono de un 157o adicional en venta forzosa, no debiendo el total recibido ser inferior al capital invertido. Las concesiones de tierras consistirán en 10,000 acres de Charleville á la vertientes del Golfo, por milla; y en 12,000 acres por milla de alU en adelante, hasta Point Parker; y las ciudades que se establezcan serán alternativamente del Gobierno y de los contra- tistas. Se acuerda también á estos el derecho sobre los pastos de las islas Bentock, AUeb y Bayley y del Golfo de Car- pentaria. No se acordarán preenciones á los Squatters sobre los lotes de los contratistas hasto una milla del ferro carril. Cuando lleguen á acordarse preenciones en los lotes de los contratistas, estos recobrarán 10 chelines por acre del arrendatario, ó elejirán una área equivalente en otra parte. Las tierras concedidas quedaran exentas de los impuestos locales durante 10 años, En caso Mr. Kimber se haya excedido de sus instruc- ciones en algunas particularidades, el Sindicato puede '4 — revocar el arreglo á su llegada á Inglaterra.» La línea reformada se dirije casi recta, pasando á 45 naillas al Este de Cloncurry; Charleville á Parker, 820 millas ; ramal de Cloncurry 60 millas; ramal de Hlughenden 120 millas: distancia total 1000 millas aproximadamente A mas de este ferro carril trascontinental de Queensland, el de Adelaida, que yá llega á Fariña en el Interior, será proseguido indudablemente y llegará hasta Port Darwin empalmando con el de Queensland; y Australia podrá ser entonces recorrida de un estremo á otro sea de Sud á Norte, via Adelaida, sea de Este á Oeste, via Queensland; esto fuera de las muchas otras líneas cos- teras. No obstante estas ventajas, la contrata última ha dado lugar á severas criticas que á su tiempo haremos conocer. Acabamos de referir todas las particularidades rela- tivas al descubrimiento y esploraclon de Australia hasta los últimos momentos de nuestra visita. Antes de pasar á su descripción, conviene digamos algo sobre las partes de Australia que aun se conservan sin esplorar, si bien son pocas las que todavia se encuentran en estas condi- ciones. Aun sin que muchas de sus regiones hayan sido reconocidas ó esplóradas materialmente, mucho se sabe respecto á su naturaleza, pues conocidas las influencias climatéricas de las diversas latitudes en la Isla Con- tinental, es fácil formarse una idea aproximada de sus condiciones geográficas y orgánicas. Sin embargo, estas ideas á priori hay siempre que rectificarlas en — 75 — mucha parte, siendo las formaciones geográficas de Australia tan persistentemente antagonísticas, que las deducciones solas no bastan. Por regla general, en el vasto interior aun no esplorado ni ocupado, las formaciones que le son comunes, como ser la arenácea y la calcárea, presentan en realidad tan persistentes contrastes, que pueden alternativamente formar ó un desierto ó una fértil pradera. Así se ven regiones de la misma índole geológica pre- sentar alternativamente suelos ya abundantes en pastos y yerbas de la naturaleza mas sustanciosa; ya presentando solo arenales ó pedregales estériles, incapaces de sos- tener la menor vida orgánica. Sin embargo y á pesar de esto hay una regla que puede considerarse como de una aplicación general. Así^ cuando las rocas dominan- tes son calcáreas, puede contarse con un buen pais pastoril y con aguas y manantiales, abundantes. Cuando las rocas dominantes son la arenácea roja pura, solo debe esperarse un desierto cubierto de spinifex. La distinción entre estas dos formaciones se halla tan fuertemente marcada, que podría decirse establece entre ellas una fuerte línea divisoria en partes, como si dijéramos un límite señalado entre las zonas produc- tivas y las zonas improductivas de Austraha. Podríamos citar un ejemplo de esto en la región regada por un tributario del Rio Nicholson en los 18^ mas ó menos de latitud Sud. Este rio que desagua un mayor área de pais de lo que se supone generalmente, recibe muchos tributarios del borde de las altiplanicies que constituyen el interior; y en adición, su verdadera fuente se halla en la meseta misma, de la cual desciende á los llanos de la — 76 — costa interior al través de impenetrables é impasabies quebradas. Algunos de estos tributarios son arroyos arenosos que corren al través de un país que solo des- plega una formación arenácea del tipo más estéril. El rio aludido corre al través de un valle costeado por los flancos escarpados de la meseta. Al descender de su cima, el rio se halla tan obstruido de arenas en su lecho, que no puede proporcionar suficiente cantidad de agua al ganado. El agua no obstante era abundantísima, pero corda debajo del colchón de las arenas, mostrándose solo aquí y allí en algunos pozancones. Sin embargo, como dos millas mas al Sud, el agua se presenta en abundancia. Pero estas aguas llegan á presentarse en un paraje que nadie habría podido sospechar las contu- viese. Era este un valle de unas 10 millas de ancho, formando á manera de las cabeceras del rio. Sobre tres de sus costados alzábanse fantásticos murallones de asperón rojo; el suelo de todas las quebradas no era sino el lecho arenoso de los torrentes ó rios secos; y la tierra de sus márgenes no parecía susceptible de producir otra cosa que sjñnifex. Imposible contemplar un mas perfecto cuadro de aridez y desolación. Y sin embargo, al aproximarse á la fuente se perciben alzarse árboles gigantescos del Tí, cuyo desarrollo es el fruto del trans- curso de los siglos; espléndidos pastizales; un denso borde de carrizales y cañizos y muchos profundos de- pósitos de una agua dulcísima y cristalina, con lirios flotantes en su superficie. Como estos arroyos y agua- das Australianas y en circunstancias análogas, se encuentran también en el interior Argentino, donde también abunda la calcárea y el asperón ó arenácea 77 — roja: porque yá sabemos, la armazón sólida de nuestro globo, es por todo la misma. Cortando el valle Australiano de rojizo asperón, en ángulos rectos, corria una veta de calcárea, y siempre que ella asomaba á la superficie, sus partículas desinte- gradas formaban un suelo capaz de pi'oducir pastos edibles; y el carácter no absorvente de estas rocas devolvia las lluvias de los pasados siglos en forma de fuentes. Entretanto, todos los valles circunstantes por un espacio de 50 millas, el sediento y ardoroso suelo y las porosas rocas se hablan absorbido esas mismas lluvias seculares sin devolver una gota. Aquí en este lugar, cuyos límites pueden ser señalados con una línea per- ceptible, las mismas condiciones de clima, obrando sobre una diversa formación, habrán producido un oasis. Que estos estraños y repentinos contrastes se presentan á menudo al través del continente en el caso de Australia, es evidente. Así, aunque según las reglas de la teoría general, una gran parte de la Australia inexplorada se compone de países que jamás podrán sostener pobla- ción de ninguna especie; no hay sin embargo motivos para desconfiar pueda contener numerosos parajes fera- císimos y abundantes. Lo mismo sucede entre nosotros con vastas zonas de territori-.j situadas entre los rios Diamante y Tunuyan de un lado, entre los rios Negro y Colorado del otro; y tanto en el Chaco septentrional como en el austral. La naturaleza uniformemente árida y permeable de esas regiones, no escluye la posibilidad de encontrar parajes y aun regiones enteras de la mayor feracidad. El Continente de Australia presenta, hablando en — 78 — globo, tres millones de millas cuadradas, con solo un pico de 35,000 menos. Las regiones inesploradas de esta vasta estension de tierras, pueden sumariarse como sigue : Nueva Gales del Sud no contiene territorios dig- nos de nota sin esplorar; Victoria aunque cuenta zonas desiertas de mallee, no contiene ninguno; Queensland cuenta una pequeña zona en la Península del Cabo York; Sud Australia presenta una área inesplorada considera- ble; y Australia Occidental una zona aun mayor. Si consideramos que la Australia Sud y Occidental ocu- pan ellas so^as mas de la mitad de la Isla Continente, el hecho citado es significativo. Todas 'as esplora- ciones mas importantes de estos últimos años han sido en estas dos últimas colonias, por la única razón de que solo en ellas lo desconocido existe. Para valorar la estension aun inesplorada de pais, podemos hacer las siguienes suposiciones. Nueva Gales del Sud y Victoria contienen juntas unas 400,000 millas cuadradas de territorio, todas las cuales son mas ó menos conocidas. Queensland debe probablemente contener 10,000 millas cuadradas de territorio inesplorado, en su mayor parte situado en la estremidad norte de la Península. Sud Australia cuenta por lo menos unas 300,000 millas de territorio, formado de campo solo co- nocidos y ocupados en parte; y la Australia Occidental debe contener mas de medio millón de millas apenas holladas por los pasos de Giles, Forrest y Warburton. Existe, pues, en Australia una estension de pais inesplo- rado del cual podrían sacarse 4 Estados como el de Nue- va Gales del Sud ó Victoria ; y esto es acordando una gran margen á lo que suponemos ya esplorado. — 79 — Se han hecho tantos esfuerzos en Queensland por es- plorar y reconocer todo su suelo, que es de suponer su parte se halle ya esplorada y ocupada á la fecha. De otro modo no comprenderíamos la ambición de ese joven y poco poblado Estado, de anexionarse él solo toda una nueva Australia, el mundo de Papuasia ó Nueva Guinea ; ambición de Hércules niño que ha dado que reir á los venerables Lores del Parlamento Britá- nico yá la segunda Cámara. No quedan en realidad por esplorar, sino las zonas indicadas de Sud Australia y de AustraUa Oeste; entre ellas promedian líneas diviso- rias Norte y Sud, ya históricas en los puntos en que se han hecho sentir los pasos de Eyre, Gregory, Giles, Forrest y Warburton; pero aun desconocidas en los espacios intermediarios. ¿Es de creerse que la casualidad haya conducido á los primeros esploradores precisamente por los senderos donde se hallan reunidas todas las ventajas y belleza del pais, dejando solo aridez y vacio para las restantes? Esto no es digno ni aun de suponerse, mostrándose la naturaleza constantemente avara de sus dones, y ocul- tando los mas preciosos donde pueden menos sospecharlo los mortales. Todas las líneas trayectorias trazables sobre su suelo, deben indefectiblemente contener sus rasgos buenos y malos, favorables y desfavorables; todas deben poseer con mas ó menos igualdad sus ventajas y desventajas, sus bellezas y fealdades y las pecuha- ridades que les son propias. Fuera de que la naturaleza jamás revela todo al recien venido, y se necesitan muchos años para estudiarla y llegarla á comprender en toda su plenitud. — 80 — Merced, pues, á los esfuerzos y sacrificios de estudio y esploracion cuya larga enumeración hemos hecho, se ha llegado por lo menos al pleno conocimiento de que todo el interior de esta gran isla continental se compone de zonas alternativas de suelo árido ó boscoso en partes; de zonas medanosas en partes, en parte pedregosas; ó bien forma llanos salitrosos, con el carácter de antiguo lecho de Lagos y Mares salados; zonas en su mayoria desprovistas de agua y aun de vegetación, á no ser la paja brava del spinifex ó los matorrales sombríos del mallee, contrastando con los tintes blancos ó rojizos de los ardientes arenales. Esta aridez general no debe sor- prender, desde que ella es engendrada por la ausencia no solo de rios caudalosos; pero aun de arroyos de un carácter permanente, que solo existen en los paises cru- zados por elevadas cadenas de montañas; y aunque las costas de x^ustraUa presentan montañas algunas de considerables elevación, solo en el Sud y el Este estas montañas forman cadenas ó cordones de alguna conside- ración. En el centro y el Oeste del continente Austra- liano ya sabemos existen grandes barriales salobres y grande lagos someros de aguas igualmente saladas; y solo hacia sus riberas orientales se presentan algunos pocos rios como el Murray, el Brisbane, el Macquarie, el Leh^ j, los cuales en ciertas estaciones, suelen espo- ner sus lechos áridos y disecados á los ardientes rayos de un sol tropical; lo que no impide que en otra estacio- nes estos mismos rios, en la época de los grandes agua- ceros, ostenten sus riberas y aun sus hoy as cubiertas por una prodigiosa inundación. Consultando el testimonio de esos ilustres esplorado- res, pueden deducirse por comparación las probabilidades que aun quedan de descubrir nuevas praderas pastosas para las futuras generaciones. Si su testimonio es á primera vista desfavorable, en el fondo él no es equita- tivo ni exacto. Fuera de que algunas coincidencias es- trañas de sus diarios, podrían tal vez inducir á pensar que lo que ellos llamaron tal vez con demasiada lijereza, «desiertos inhospitalarios» y que fueron testigos de sus luchas y de sus triunfos por la vida, pueden aun con- tener ocultos secretos dignos de ser buscados y cono- cidos. En este pais prevalecen á menudo largas y severas secas de 6 á 7 meses, que en el año de 1877 por ejem- plo, han hecho perecer mas de 6 millones de cabezas de ganado ovino en toda Australia. En el año de 1865 no cayó una gota de agua en toda la Australia Central y Sud y el resultado fué que enton- ces perecieron también millones de cabezas de ganado. En general el clima de esta gran Isla es ardiente en el Norte y templado en el Sud, con estaciones muy poco determinadas y variaciones bruscas de temperatura. La región objeto de las mas recientes esploraciones, ha sido la mitad Occidental de la Australia según se acaba de ver, pero las mas de esas esploraciones solo han dado resultados desastrosos. Mucho se ha trabajado en estos últimos ocho años, para reconocer detenidamente el carácter territorial de esa vasta región ; pero solo muy recientemente, del año 1877 adelante, ha podido for- marse una idea escasa de su topografía; y esto solo se ha conseguido de paso, pues cada espedicion no ha sido otra cosa, puede decirse, que una carrera por la vida 6 — 82 — á causa sobre todo de la falta de agua al través de esos desiertos medanosos. Los datos y hechos obtenidos indican que el desierto central se halla de todos lados confinado por una banda de suelo fértil, como sucede en el desierto de Atacama, en la América Meridional, á la falda Occidental de los Andes. Esta banda fértil mas ó menos estensa que se estiende todo lo largo del litoral marítimo en los dos Océanos que la circuyen, es, como se sabe, en estremo adecuada para las crianzas de ganados vacuno, caballar y lanar. Estiéndense pues, cual centro de este continente ais- lado, como un medio millón de millas cuadradas de territorio que no presenta otra cosa que pedregales salitrales, y médanos arenosos; esto es, esterilidad y muerte al que lo atraviesa ; estension árida que consti- tuye como un sexto de la superficie total de cerca de tres millones de millas cuadradas de que se compone toda Australia. La parte Sud de esie desierto se halla interceptada por médanos ó lomadas formados de una arena suave y blanca, cubiertas de matas de spinifex ó pasto bravo, análogo á lo que se llama paja brava en el interior, pero con hojas mas duras y punzantes, á manera de ba- yonetas. Este punzante vegetal produce además una simiente espinosa, semejante á una caltrapa de acero^ del tamaño de la carretilla de Buenos Aires, pero dife- rente, pues esa carretilla inofensiva es el producto de una leguminosa, el trébol silvestre, mientras que la cal- trapa ofensiva espresada, pertenece á otra familia vegetal. A mas del spinifex, cubren estos médanos 83 matorrales de encina enana y otros arbustos, análogos á la jar illa y la penca de los guadales argentinos, pero de aspecto diverso. El monótono y melancólico espec- táculo de estos desiertos, se halla solo interrumpido á veces por grupos, ó mejor, lunares desparramados de eucaliptus de follaje blanco. Mas la parte Norte de este desierto se halla desprovista aún de esta coriácea y hostil vegetación, y sus desnudos médanos de arena ni si- quiera presentan algunas matas de spinifex que miti- guen un tanto la ardiente reverberación solar. Hay personas bien informadas que creen que en despecho de su terrible naturaleza, estas tierras pueden ser con el tiempo mejoradas por el trabajo y la inte- ligencia del hombre, como ha sucedido en Francia con los médanos de la Sologne ; pero en esto no hay compa- ración, pues el agua falta del todo en la región de los médanos australianos, mientras que en los médanos del Norte de Francia este elemento abunda de modo, hasta ocasionar permanentes ciénagos y aguazales en toda su estension, con los inconvenientes que son su consecuen- cia. Si el agua pudiese ser obtenida por represas ó pozos artesianos, no hay duda que por este hecho, la fecun- dación del desierto podrá ser una realidad. Como quiera, aún desde ya se asegura que el interior de este continente se halla invadido por densos y benéficos bos- ques de encinas enanas y eucaliptus; como entre noso- tros el corazón de la Pampa vá siendo también invadido poco á poco por los bosques de la mimosa chañar ( Geo- froya spinosa) que descienden de las regiones boscosas del Norte y del Oeste. Estos bosques que naturalmente van invadiendo y ocupando el árido suelo de la Australia — 84 — central, van haciendo su clima mas húmedo y mas salu- bre de año en año, y el país gradualmente se hace no solo mas adaptable al pastoreo, sino también á la agri- cultura. Así el interior, siguiendo la mejora de sus cam- pos, se prestará bien para establecimientos pastoriles, mientras el litoral australiano se especializa mas cada año para una agricultura mas avanzada. Además, casi podría decirse que con relación á influencias meteoroló- gicas, la Australia podría pasarse sin altas serranías. Ella tiene como producto espontáneo de ííU suelo, el eu- caliptus, que es una verdadera montaña vegetal impro- visada; fresca, aromática, salubre, que en vez de la inmovilidad pesada de la montaña real, se agita, susurra y abanica el ambiente, dejando pasar al céfiro por entre sus hojas verticales y aromáticas Ese bello árbol, en la enorme altura á que alcanza, como termina en aguda punta á la manera de un minarete oriental, ó como una S2)ire gótica, atrae las nubes y la electricidad atmosfé- rica, proyectando un perfumado riego sobre el suelo en que se levanta, con el abundante rocío que conden- sado en sus hojas, se desliza al suelo en forma de líquidas perlas. Cualquier país que quiera librarse de las secas, y tener pastos abundantes, no tiene sino hacer grandes plantaciones de eucaliptus. Por lo demás, si los ingleses quieren obtener un per- fecto conocimiento del desierto, de que acabamos de hablar, no tienen sino organizar un plan de esploraciones oficiales, y de estudios físicos conducidos sistemática- mente por geólogos y naturalistas establecidos conve- nientemente en estaciones dispuestas en los raros oasis que en su ostensión se presentan. Como una confirmación — 85 — de este favorable modo de ver la ocupación de los desier- tos centrales de Australia, citaremos un hecho reciente y de gran trascendencia para esa región. £n efecto, se acaba de descubrir una nueva región de praderas en esa parte de Australia. Este importante descubrimiento ha tenido lugar á la otra parte de los confines de Queensland, para el interior. Los ingenieros encargados del estudio para la dirección y trazado del ferro-carril á Point Parker, han averiguado, contraria- mente á la opinión general, que la región situada al Oeste y Norte del territorio de Queensland, no se presenta en toda su ostensión como un pais arenoso y estéril. Hánse encontrado en él corrientes de agua y feraces llanuras de muchos centenares de millas de ostensión, cubiertas de floridos pastos y en estremo favorables para las crianzas de ganado, que es el principal ramo de la industria Australiana. Pensamos nosotros seria conve- niente averiguar si esa vegetación es permanente. Se conocen en el globo multitud de paises áridos, como cierta porción de los desiertos Africanos y Asiáticos, y sobre todo como el desierto de Atacama en Sud América, los cuales en los años favorables se cubren de verdura y ñores; pero que en el resto del año y los mas de los años, permanecen convertidos en un desierto estéril, árido é improductivo. Los resultados de las diversas esploraciones se dan en las correspondencias relativas á las seis colonias princi- pales de la Australia, á saber: La Australia Occidental; Sud Australia o Australia Meridional; el Territorio Norte que antes formaba la Australia Norte; Queensland; Nueva Gales del Sud y Victoria- Nos contentaremos pues, con — 86 — solo dar en esta correspondencia un bosquejo general del carácter geográfico del pais. Hasta estos últimos años habia prevalecido la idea de que el Continente de Australia se levantaba por todos lados hasta una considerable elevación á no gran distan- cia de las costas; formando su interior una inmensa cuenca, donde un estenso lago recibía todas las aguas que descendían de las elevadas cadenas que por todos lados se suponían rodear un supuesto inmenso valle cen- tral. Esta inferiencia fué tomada de los navegantes que habiendo esplorado las costas con el mayor esmero, no hablan en ninguna de ellas encontrado la desembocadura de un gran rio; idea que recibió gran apoyo de la teoria de Mr. Oxley de que uno de los mayores rios del interior, el Macquarie, vá á perderse en medio de charcos ó lagos cienagosos, y el Lachlas que terminaba del mismo modo. Mas esta generalización, según se ha visto, era comple- tamente inexacta en la edad corriente de nuestro planeta; siendo por el contrario probable fuese correcta en las edades geológicas anteriores á la presente. Por lo que es hoy, en lo general este continente aislado no alcanza en ningún punto á una gran elevación á corta distancia de sus costas. La costa meridional entre el cabo Lee^vin y el cabo Wiles al Oeste del Golfo de Spencer, sobre una ostensión de costas de cerca de 25" de longitud presenta pocas eminencias que merezcan el nombre de Lomas. El país desde el Golfo de Spencer, hasta el estrecho de Bass y el cabo ^N'i>son es mas quebrado, pero alli mismo gran- des espacios de la costa se presentan bajos y no se alcanza á distinguir, aun á la distancia, el menor género — . 87 — de altura. A lo largo de las costas del Sudeste y del Este, desde el cabo Wilson hasta el cabo York, las mon- tañas se presentan á no grande distancia de las riberas, que en muchos parajes son bajas y en otras pedregosas y montañosas; pero en las costas Septentrionales se vuelven á encontrar estensos espacios de riberas bajas. Las riberas Occidentales sin embargo, culminan en muchos .parajes sobre el nivel azulado de los mares australes; alzándose dominantes y escarpadas con espe- cial al Sud de la Isla Dick Hartoge y aun allí donde se presentan bajas, una cresta de montañas se alza á no mucha distancia del mar. El drenage ó escurrimiento de la parte Sudeste del Interior, tiene lugar por el Murray; otros rios del interior se pierden en las arenas 6 en los ciénagos; mientras otros hallan su camino sinuando por entre las rocas y quebradas de la ribera, hacía el mar que baña sus costas septentrionales y occidentales, no obstante que en todos esas riberas no se presenta la embocadura de ningún gran rio. El centro, pues, de este continente hemos visto constar de un desierto medanoso; probablemente el lecho de un mar de una data comparativamente reciente, lo que se prueba por el Lago ó serie de Lagos salados descubiertos en diferentes depresiones, y que no pueden considerarse sino como los restos yá someros (el Sahara tiene también sus Schofte) de un antiguo mar cuaternario disecado. La profunda identacion del Golfo de Spencer, por su forma y dirección, presenta la prueba palmaria de un largo estrechó ó brazo de mar que en la edad indicada debió estenderse y comunicar con el Golfo de Carpentaria — 88 — en el Norte; y debiendo en consecuencia Australia en dicha edad haberse nallado reducida á dos grandes archi- piélagos, conexionado con una disposición geográfica general (los viejos continentes hundidos) que ha cesado de existir desde principios de la edad presente. AustraUa, pues, no posee ninguna de esas grandiosas cadenas de montañas, con altos pináculos nevados y potentes ríos torrentosos, que hacen la ornamentación y gloria de otras regiones, como la Cordillera de los Andes en el continente de América, al cual dan un carácter tan imponente y elevado. Casi toda la enorme ostensión de esta isla colosal, contribuye una cuenca de llanuras arenosas, rodeadas de alturas mediocres, como los bordes de un enorme cráter de erupción ; tan grande como los mayores circos ó volcanes de la luna, y hé ahí por que esta rara conformación h i burlado la penetración de los geólogos acerca de la naturaleza de su origen y for- mación. Hay, pues, muchos indicios de que en las épocas an- teriores al hundimiento de los viejos continentes hipo- téticos, el Pacífico, la Lemuria y la Atlantida, sobre que tantas comprobaciones físicas, tradicionales y aun histó- ricas pueden reunirse (y se han reunido por Mr, Donnelly, el autor de la Atlantis), la Australia ha debido ser el lecho sembrado de archipiélagos de los mares adya- centes á la Lemuria ó Continente Lemuñano. Su suelo compónese en su mayor parte de rocas pri- marias que constituyen la base de sus macizos; estas se ven hendidas y atravesadas por otras rocas Ígneas de formación trappeana, acumuladas en ocasiones en forma de montañas, ó bien forman lomadas de contornos ~- 89 — redondeados, pero de corta elevación. Sobre la costa prevalecen las rocas secundarias, con especial las de formación carbonífera y las ranuras del interior del lado del Oeste se forman de depósitos sedimentarios recientes, ó mejor, de los últimos periodos cuaternarios. Esto demuestra que esta gran Isla ha debido emerjir solevantada sobre las olas hacia fines de la edad cuater- naria y principios de la moderna. En la costa norte, la principal formación es una arenácea dura y ferrujinosa. La actual formación del territorio señala un origen mas acuático que volcánico, asi es que no se presenta visible ninguna muestra de una acción ígnea reciente. En general podría decirse del continente Australiano que las cadenas de Montañas mencionadas, que se estienden á lo largo de las costas Sudeste y Este, en algunos parages descenden hasta muy cerca de la ribera; pero en otros permiten muy bien estenderse entre ellas y el mar anchas y feraces llanuras, cubiertas de bosques ralos, entreverados de médanos arenosos. Hacia el inte- rior, mas allá y casi paralelamente con las cadenas de montañas preséntanse zonas onduladas de médanos de mediocre elevación, pero de grande estension, tales como los Médanos de Darling (Darling Downs), los Médanos de!Fitz Roy [FUz Ro]/ Downs) y los Médanos de Goulbun, de Bathurst y de Brisbane; y el distrito de la Nueva Inglaterra formada de vastas- y feraces llanuras que se estienden entre Grandes Rios. Estos Médanos ofrecen exelentes campos de pastoreo para las ovejas, reser- vándose los bajos ó llanos para el pastoreo del ganado mayor. Mas en el interior se estienden ciénagos y henales improductivos y grandes desiertos estériles, — 90 — áridos, arenosos ó pedregosos y completamente iuha- bitables, cuya esploracion ha ofrecido mil dificultíides según se ha visto. No se han encontrado espesos bosques; los mas densos de entre los existentes hoy conocidos, son los que se presentan en la Bahia Moretón, donde se halla la opulenta ciudad de Brisbane, la capital de Queensland, districo donde comienza la Australia Tro- pical. Estos bosques se componen generalmente de árboles de un follaje ligero y de un carácter especial y mar- cado, de que es una muestra el eucaliptus, el árbol australiano por excelencia. Los herbajes son ralos y como en nuestras Provincias del interior, se presentan desparramados por matas ó pequeñOís manchones. Los pastos australianos son nutritivos, pero solo en las costas las matas crecen bastante juntas para formar alfombra; abren una gramilla especial que se desarrolla formando céspedes floridos de una frescura deliciosa en la estación del verdeo. En el resto del país el pasto de kangaroo se presenta en ralas y separadas matas, como en nuestras mas áridas Provincias del Interior. Los rios Australianos son de una naturaleza peculiar. No hace mucho, en el Times de Londres, un viajero, refiriendo sus impresiones australianas, aseguraba que las zanjas de Inglaterra contenían mas aguas corrientes que los rios de Australia. 'Otros, por el contrario, que los conocen en el período de las inundaciones, pueden creerlos unos verdaderos ^Marañónos. Los mas de los rios del Interior se pierden en las arenas; otros se hallan sugetos á inmensas inundaciones, de manera á convertir en la estación húmeda, una gran parte del país que ríe- — 91 — gan en vastos cienagales; mientras en la estación seca sus cauces se hallan en muchos sitios en seco, convir- tiéndose en un rosario de charcos casi sin comunicación entre sí. Pocos de los rios que penetran en el mar, son navegables; todos mas ó menos presentan en sus embo- bocaduras barras y otros estorbos. Las partes mas conocidas y pobladas del Continente Australiano, son las regiones situadas al Norte y Sud de Swan Ríver (Rio del Cisne); esa parte de la Australia tropical com- prendida entre el Golfo de Cambridge y el Golfo de Carpentaria, que ha adquirido gran valor é importancia desde la canalización del Istmo de Suez en 1870, de donde parten y á donde terminan las grandes líneas telegráficas y el gran ferro -carril trascontinental en vía de conclusión, que debe ligar á Port Darwin con Adelaida, Capital de Sud Australia, ferro-carril que ya alcanza hoy hasta Fariña, sobre las márgenes del Lago Eyre. Terminado este ierro-carril, pondrá la ciudad de Palmerston, en Port Darwin, á distancia de un mes de Londres, por las vías de Suez ó San Francisco, pues los buques podrán abordar al punto mas inmediato y avanzado del continente, sin necesidad de rodear media Australia, lo que necesariamente ocupa cerca de medio mes de navegación para hacer llegar las malas y carga- mentos á los puertos del Sud y del Oeste. La costa Oriental y la del Sudoeste se hallan hoy cubiertas de opulentas ciudades y de ricas y productivas campañas; el resto de la isla, aunque bien conocida y esplorada ya, se conserva siempre en disponibilidad para nuevas empresas de colonización, que poco á poco van ocupando todas sus cortas, aun sobre las remotas y ardientes — 92 — playas del Golfo de Carpentaria, y difundiéndose las empresas pastoriles hasta las mas remotas zonas del Interior. Por lo demás, la región comprendida al Sud de los 20» de latitud Sud y hasta el 138^ de longitud Este Green- wich, se halla atravesada por una cadena de montañas que, comenzando en la punta mas meridional de la Australia, el Cabo Wilson, corre generalmente en la dirección del Norte hasta los 28^ grados de latitud Sud. Ella continúa en la misma dirección ó con insignifi- cantes inflexiones, hasta el cabo York en el Estrecho de Endeavor; pero hacía los 25" de latitud Sud estas montañas descienden mucho de su primera elevación, cortándose la cadena en el punto en que se encuentra la altiplanicie de lo que se ha llamado la meseta de Bu- ckland que domina una región mucho mas baja en el Norte. Estas montañas que son para las costas Orientales de Australia, aunque en una escala mas limitada é insignificante, lo que los Andes para las costas Occi- dentales de América; si bien estas pequeñas cordilleras Australianas, diferentes de los Andes, que forman como un muro colosal no interrumpido en toda su vasta proyección continental meridiana, de un hemisferio á otro; forman mas bien, en vez de una cadena continua y sin interrupción, una serie de diversas cadenas sepa- radas, y de falanges destacadas, con altas mesetas de fuertes escarpaduras hacia el mar. Stizeleki estima la altura media de la cadena costera de la Nueva Gales del Sud en 3,500 pies de elevación sobre el nivel del mar. La distancia entre esta cadena de montañas y la ribera del mar no es por iodo la — 93 — misma. Al Sud del paralelo de los 33" de latitud Aus- tral, presenta una anchura promedia de 40 á 50 millas; pero en esta latitud la cadena declina algo hacia el Oeste y continúa en esta dirección hasta los 32o, donde su distancia del mar es 140 millas hasta las fuentes del rio Hunter. En seguida jira abruptamente hacia el Este y conti- núa en esta dirección por unas 50 millas, hasta reasumir su primera dirección hacia el Norte ó un punto ó dos hacia el Este, y á una distancia de 80 á 100 millas de la ribera. La cadena del Sud es llamada hasta los 33^ las Montañas Azules; esa parte de ella que jira en la dirección de Oeste á Este, lleva el nombre de Cadena de Liverpool ; y á la que se estiende al norte de la Cadena de Liverpool, le daremos el nombre de Cadena de Armi- dale, de su población principal y la cual se estiende hasta la altura de Moretón Bay. Esta cadena hace el (livor fia aquarum de los rios que descienden al litoral marítimo, de aquellos que se dirigen al Oeste, ence- nagándose en los médanos del interior del continente. La mayor altura conocida de esta cadena se halla cerca de los 31"* de latitud Sud, donde la montaña se eleva á la altura de cerca de 6500 píes sobre el nivel del mar, altura poco mayor que las sierras del Paramillo de Uspallata. Los Montes Warragong, llamados mas comunmente los Alpes Australianos, que se estienden entre los 35^ y los 37 de lat. Sud, presentan algunos de sus picos cubiertos de nieves eternas. El Monte Wellington ó de Kosciusko, que se halla dentro de los límites de la Nueva Gales del Sud, presenta unos 6510 pies de ele- — 94 — vacion. Una parte de la cadena situada al Este de los Alpes Australianos, se halla generalmente designada con el nombre de cadena divisoria. Esta parte de la cadena que se estiende al Oeste de Sidney, parece que no se eleva mucho mas arriba de los 3000 pies; el Monte York, una de sus cimas mas culminantes alcanza la altura de 3292 pies. El ancho medio de esta cadena se aproxima á unas 50 millas; siendo en estremo difícil atravesarla, pues su parte mas encumbrada se compone de escar- padas y desnudas rocas y de profundas gargantas ó quebradas; presentando solo unos pocos pasos accesi- bles. En la cadena de Liverpool, la parte superior del cordón es plana, ó forma pequeñas colinas y valles cubiertos de un fértil suelo de un mediano espesor, tapizado de pastages Alpestres. El camino de Sidney á Bathurst atraviesa este cordón. El pais, entre la cadena divisoria y el mar, se presenta ondulado; la llanura que se estiende generalmente á lo largo de la ribera marítima es en la mayor parte de su estension de poco ancho, aunque en algunas partes alcance á 40 millas del lado de tierra adentro, esten- diéndose casi hasta la misma cadena divisoria. Estos llanos presentan generalmente un suelo arenoso, de una feracidad dudosa; pero los distritos ondulados del país que en algunos puntos como el Hawarra, Newcastle y Puerto Maquarie descienden hasta la costa misma, pre- sentando una naturaleza mas favorable, escepto en los parages en que las rocas asoman presentándose desnudas encima de la superficie. Los valles ostentan generalmente un suelo fecundo, el cual en su estado natural se pre- senta cubierto de grandes árboles y despliega una 95 vegetación muy vigorosa; cultivado, produce exelentes cosechas de granos de toda especie. Al Sud de los 33° de latitud Austral, los cordones de lomas y las cañadas que se estienden entre estos, corren paralelos á la cadena principal; y alli los rios cuya mayor parte son solo torrentes que dan salida á las aguas de la estación lluviosa sinuan por entre valles longitudinales, circunstancia que les da un curso mas largo del que tendrian naturalmente si desde el principio corriesen directamente hacia el mar. De esta manera el Rio Hawkesbury se proporciona un curso de mas de 200 millas. Pero no queremos usurpar aquí mas sobre la hydrografia Australiana, que debe constituir la ma- teria del siguiente capítulo. Hemos quedado en el valle ó cuenca del Rio Hawkes- bury. Las fuentes de este se hallan en las montañas que contienen los Lagos Alpestres de George y de Bathurst; el primero de los cuales presenta unas 12 millas de largo y unas 5 millas de ancho. Después de la reunión de varios pequeños arroyos, el rio que resulta toma el nombre de Wallandilly WoUon- dilly. Después de correr algunos millas en la dirección del Este, fluye durante unas 150 millas en la dirección del Norte y del Nordeste, aproximándose gradualmente al mar. En los ■)4<^ de latitud se le incorpora el Rio Cox que después de esta junción recibe el nombre de War- ragamba. En seguida de su junción con el Rio de la Ca- — 96 - tarata, que llega á incorporársele sobre la derecha, vuelve á mudar su nombre en el de Nepean y antes de dar su gran vuelta en la dirección del Este Sudeste, toma recien el nombre de Hawkesbury; su estuario ha recibido el nombre de Broken Bay, esto es, Bahia Quebrada ó Recortada. El Rio Shoalhaven, que nace en los 36^ corre durante unas 80 millas paralelo al Mar del Sud-sudo- este, al Nord-nordeste, hasta que habiéndose aproximado al Wallandilly, cambia derrepente su direc^üon y corre casi al Este derecho, para descargar sus aguas en el Shoal-haven ó Ensenada Enbancada. En el Norte de los 33o de latitud Sud, los principales valles son transversos, y la dirección de los Rios es por consiguiente de Oeste á Este. El Rio Hunter corre unas 14 millas en esta dirección declinando sin embargo con- siderablemente hacia el Sud. Toda su estension desde sus fuentes en la cadena del Liverpool alcanza unas 200 millas. Es navegable para pequeñas embarcaciones hasta Morpeth, unas 35 millas de su embocadura. Sus dos piincipales tributarios el William y el Paterson, ambos de los cuales se les juntan sobre la izquierda, son navegables hasta una distancia algo mayor. A la embocadura del Hunter, se halla la ciudad de New Castle, el principal embarcadero del distrito car- bonífero del Hunter. En sus inmediaciones se encuen- tran estensos lechos de exelente hulla, que hoy son esplotados en grande escala. Allí es donde viene á fun- dirse la mayor parte del cobre de Burra Burra y de otros distritos mineros de Australia Sud. Arriba del Hunter el suelo es mucho mas fértil que á lo largo de la costa, y los Municipios de ambos Maítland, Este y Oeste, 97 — 1 lo mismo que Morpeth, son hoy opulentos centros de feraces distritos agrícolas. El rio Manning al Norte del Hunter y el Hastings que cae en la Bahia Maquarie aun mas al Norte, corren tam- bién de Este á Oeste, ninguno de ellos excede de 100 millas de largo. El Puerto Stephens, unas 20 millas al norte del Hunter, es una ensenada con barra accesible y conveniente para las pequeñas embarcaciones de ca- botage; siendo el puerto de salida para los productos de una gran compañía agrícola, la Australiana, una parte de cuyos estensos territorios se estienden á lo largo de su ribera septentrional y por una considerable distancia hasta el rio Karhuah, cuyo estuario forma. El estuario del Hasting forma la pequeña ensenada de Puerto Mac- quarie. Al norte del Puerto Macquarie, el pais cambia en gran manera de carácter. Las montañas culminan enseñoreán- dose sobre los horizontes, desde alturas de mas de 6000 pies, constituyendo las formaciones de sus moles las rocas graníticas, trappeanas y schitosas. Las corrientes que bajan de esas alturas son numerosas, contándose entre ellas el Ballengen, el Clarence, el Richmond y el Tweed, los cuales son navegables para las embarcacio- nes caboteras. La vegetación es mas espléndida, asu- miendo cada vez mas un carácter tropical, á medida que se avanza en la dirección de la luz y del calor, que para nuestro hemisferio viene del Ncrte. i.os bosques se alzan exuberantes presentando maderas mas útiles y de mayores dimensiones. Sobre todo la vegetación de la bella Bahia de Moretón se halla caracterizada por sus magníficos pinos, patria — 98 ~ de las bellas Araucarias Australianas, tan estimadas en el estrangero y entre las que sobresale el Araucaria Cuningamii y el Bunya Bunya ó Araucaria Bidwellii. Sus cedros son también muy conocidos por la belleza de su madera, siendo igualmente muy estimados sus castaños indígenas. El algodón, el caíé, el azúcar, el tabaco, el naranjo y el almendro se producen perfectamente y se hallan cultivados hoy en grande escala. La Babia de Moretón forma una bella ensenada de 60 millas en su largo de norte á snd, con un ancho de 3 á 20 millas. Las Islas Moretón y Stradbrook se estien- den á lo largo de su embocadura, dejando del lado Sud solo un estrecho pasage, navegable para botes únicamente; pero en el Norte hay una entrada conve- niente aun para los buques de mayor calado. Entre las slas se estiende una peligrosa barra de arena. En iesta Babia se precipitan los rios Brisbane y Logan que son navegables, con varias otras corrientes menores. El Brisbane es un ancho y caudaloso rio que tiene su fuente mas remota en la cadena costera en los 152" longitud este Greenwich, siendo engrosado durante su curso por numerosos tributarios.* Es navegable para bu- ques que calan 16 pies de agua, hasta 20 millas de su embocadura, donde la navegación de las embarcaciones mayores se halla detenida por nn banco de rocas; pero los botes lo suben unas 40 millas mas arriba. A su em- bocadura se halla la populosa y magnífica ciudad de Brisbane, capital del Queensland. El distrito de la Bahia de Moretón, lo mismo que toda la bella región situada mas al norte, se hallan exentas de las secas que son tan destructoras para las partes situadas mas al Sud. - 99 — Al norte de la Bahía de Moretón las montañas re- troceden hacia el Oeste y al llegar á los 25 de lat. Sud se hacen en estremo bajas, perdiendo en gran parte de hecho su carácter de montañas y permitiendo un acceso comparativamente fácil á las vastas regiones pastoriles que se estienden en el interior y que fueron esploradas á mediados de este siglo por Mitchell y Leichardt. En esta parte de la costa, cerca de los 22^ de latitud Sud, se encuentra Puerto Bowen, cerca de Broad Sound (En- senada ancha), la desembocadura del Nogoa y de algu- nos otros rios. Port Bowen se presta perfectamente para la navegación á vapor.^ y se ha convertido hoy en centro importante de tráfico marítimo. Toda la región situada al Norte, casi desconocida hasta mediados de este siglo, se halla hoy esplorada, poblada y esplota- da, sobre todo en lo que concierne á las maderas de sus magníficos bosques y á sus abundantes pastizales. Por lo demás, toda esta costa del norte, desde los 23** de latitud Sud para el Norte, se halla confinada por una serie de peñascos y pequeñas islas, conocida con el nombre de Great Barrier Reef, Gran barrera de Arre- cifes. La Australia tropical comenzó á ser estudiada y reco- nocida desde el año 1846, por el célebre esplorador sir Thomas Mitchell, el cual empezó sus esploraciones diri- giéndose al Oeste de la cadena de montañas que confinan el país en la dirección que ya hemos indicado. El tuvo que atravesar unagran estension de tierras áridas y desiertas, hasta que penetró en una vasta y feraz región de país en estremo fecundo con bello, y especial hacia las cabeceras del rio que descubrió en los 25o de latitud Sud, y que — 100 — denominó Rio Victoria; dirigíase al Noroeste. Mitchell, sin embargo, no pudo continuar su camino hasta las ca- beceras del Golfo de Carpentaria, que habiasido el objeto principal de su jornada; mas como se hallase en la perfec- ta persuacion de que el Victoria debia desembocar en dicho golfo, á la vuelta de su espedicion despachó á Mr. Kennedy á fin de continuar las esploraciones á lo largo de sus riberas. El halló que el Victoria, llamado por los naturales rio Barcoo, giraba luego hacia el Sudoeste, á perderse en el interior. Siguióle durante unas 100 millas mas allá del punto donde habia sido abandonado por Mitchell, descubriendo que él se venia desapareciendo en los arenales en los 26^15,0,, de latitud Sud; donde, debi- do á la falta completa de agua, se vio forzado á volver sobre sus pasos. Como su vuelta la emprendiese por un camino situado mucho mas al Oeste del que habia traido Mitchell, alcanzó á reconocer una vasta estension de país pastoril muy fértil, bien regado y pastoso. Leichardt también, en su espedicion de Moretón Bay á Port Essington, cruzó igualmente una vasta estension de bello y fértil país, atravesado por numerosos rios bien repletos de agua, y en su última y fatal jornada encontró una región de nota- ble magnificencia y fertilidad, teniendo la magnanimidad de desandar unas 300 penosas millas para dar cuenta de su magnífico descubrimiento ala estación telegráfica mas inmediata. Hecho esto, volvió á continuar su espedicion, en la cual sucumbió. Las riquezas de esa parte de la Australia, no solo fueron en seguida completamente esploradas y recono- cidas, sino que hoy se hallan en completa esplotacion — 101 — y beneficio, ofreciendo actualmente el espectáculo de una espléndida prosperidad y de la mayor actividad de negocios en todo género de empresas ganaderas, indus- triales, mineras y mercantiles. Así, el mal de las secas- accidentales y prolongadas, ha sido remediado por medio de represas y estanques que conservan las aguas excedentes en los años húmedos, como un depósito precioso; aguas que tienen después, llegados los perio- dos de seca, una conveniente aplicación para el abre- vaje de los ganados ó para objetos de irrigación. De este modo han podido practicarse en los valles y que- bradas de las montañas, grandes barrajes y represas capaces de contener muchos millones de pipas de agua. Todo el trabajo y costo ha consistido en la construcción de grandes diques para contener á su paso las corrien- tes torrenciales de aluvión ó inundación, deteniéndolas en los cauces ó cuencas elevadas, para que no inunden las llanuras bajas, y sirviendo en seguida de un depósito precioso, que vale su peso en oro, llegados los meses desequia. Dos bienes en uno: atajar para siempre las inundaciones, de un lado; tener abundantes aguas de irrigacic>n y abrevaje en las secas, del otro. Ahora pasaremos á estudiar la hydrografía de las costas meridionales y occidentales. Al oeste del Pro - montorio de Wilson y de los Alpes Australianos se levantan diversos cordones de cuchillas con fértiles valles y llanuras interpuestas. Los principales son los Pyrineos; las Lomas Grampianas y el Cordón Victoria. Los Grampianos que se estienden de norte á sud hasta los 142** 20' longitud Este, son las mas elevadas de estas montañas Occidentales, siendo el Monte Williams, -^ 102 — alto de 4500 pies su mas, elevada cima. De esta cadena descienden diversos rios. El mas considerable de ellos es el Glenelg, que desciende de las faldas Occidentales, conduciendo una caudalosa masa de aguas, pero que es innavegable á causa de sus numerosos bancos de arena. El Wimmera y otras corrientes que descienden de los Montes Grampianos y corren en la dirección del norte, van á perderse en los ciénagos someros que se forman en los áridos arenales hacia la parte norte de Victoria. El Yarra Yarra que desciende de las montañas al Este de Melbourne, fluye pasada esta ciudad, yendo á desa- guar en la Baliia de Port Phillip. Es navegable hasta el interior mismo de la ciudad, por cuya parte Sud pasa. El pais situado al Norte de estas montañas, que forman la porción noroeste del Estado de Victoria, fué denomi- nada porMitchell Australia Félix, en razón de su bello y fecundo aspecto. Esta región presenta magníficos y es- tensos campos de pastoreo para ganado; pero entre estas y el Murray se presenta una zona árida y desolada. Al Oeste del Glenelg, en la Colonia de la Australia Sud, cerca de la costa, se presentan cadenas bajas de lomas boscosas á la manera del cordón del Alto Pencoso en la República Argentina ; interceptadas de llanuras pantanosas que se estienden hasta los pies de los Montes Burr, la mas elevada de cuyas crestas se alza 1000 pies sobre el nivel del mar. Una montaña aislada, el Monte Gambier, presenta un cráter estinguido en su cima- Entre este y el Murray se interponen bajos cordones de lomas que generalmente corren paralelas á la costa y separadas unas de otras por llanos unidos espuestos á inundaciones, pero que presentan exelentes pastos. En- — lOJ — tre el Murray y el Golfo de San Vicente, se interponen diversos cordones de Montañas que se estienden desde la Sierra de Rivan, en el Norte, hasta la Sierra de Wakefleld (Wakefield Range\ que termina en Encounter Bay ó Rahia del Encuentro. El Monte Brown, cerca de la cabecera del Golfo de Spencer, presenta una elevación de 3000 pies. Mas allá de las montañas y encorvándose en torno de su base se halla la notable depresión conocida con el nombre de Lago Torrens. Por lo menos á un tercio de la región situada entre el Murray y el Golfo de San Vicente, se halla la ciudad de Adelaida, Capital de la Australia Sud, hoy una grande, importante y bella ciu- dad. Sobre las riberas Occidentales del Golfo de Spencer, se halla Puerto Lincoln, la mejor ensenada de Sud Australia, en torno de la cual se estiende un feracísimo pais. A la entrada del Golfo de Spencer se halla la Isla de Kangaroo. Al Oeste de la Bahia Streaki y esten- diéndose en la dirección de la Australia Occidental, se halla una zona árida de territorio, cubierta solo de ar- bustos enanos; mientras al Oeste de Streaky Bay se halla una región montañosa conocida con el nombre de tierra Gawlor, cuyas cimas crecen en elevación hacia el Oeste, donde alcanzan una altura de 2000 pies. Toda h región Occidental del Continente se halla incluida bajo la designación de Australia Occidental. La costa, desde Port Lincoln, hasta el Banco ó Ensenada del Rey Jorge King George Sound forma la gran Ense- nada Australiana (Greut Austr alian Bight) presentando una apariencia muy notable; desde Strake Bay (Bahia listada) hasta Cacle Arid, estension de unas 600 millas — 104 — (220 leguas) se presenta una línea no interrumpida de arrecifes con 300 á 500 pies de elevación. El interior allí se compone de llanuras casi interminables, sin .que se presente el menor rio y ni siquiera manantiales de agua dulce. Inmediatamente al Oeste de la Gran Ensenada Australiana, se halla el archipiélago de la Recherche. En las inmediaciones del Banco ó Punta del Rey George, á la embocadura de Tor Bay, se halla la ciudad de Albany, cuya descripción damos mas adelante. Desde este punto el aspecto del país mejora mucho; su super- ficie se presenta quebrada y se ven alzarse altas cuchi- llas de que descienden rápidas corrientes. Del ángulo sudoeste de la isla, nace una elevada cadena llamada los montes Darling que termina alli. Entre la punta de Entrecasteaux y el Cabo Leeuwin, corre en la dirección del Norte hasta Shark Bay, durante una distancia de 50 á 100 millas y alzándose de 800 á 3000 pies sobre el nivel del mar Diversas partes de esta cadena continuada reciben diversos nombres, como ser Sierra Gairdner, Sierra Moresby, sierra Herschell y sierra Victoria. Tul- banop, que es la cumbre mas elevada, alcanza hasta 5000 pies de elevación. Sus formaciones consisten principal- mente en arenácea roja y calcárea. Pero á alguna dis- tancia, en seguida de esta zona árida, se presentan en el interior, cerca del Rio Black Wood, que se precipita en el mar en el ángulo Occidental de Flinder Bay, grandes bosques de maderas propias para construcciones navales; también existen hullas en diversos parages. Al este de las montañas, hacia el interior, se presentan zonas are- nosas y áridas. El Swan Biver, tiene una barra en su embocadura, pero dentro es navegable hasta alguna — 105 — distancia. El lecho del Rio se eleva con rapidez á partir de su embocadura y á alguna distancia tierra adentro, su canal queda á menudo en seco. Perth la capital de la Australia Occidental, se halla construida á la em- bocadura del Swan River. A lo largo de la costa del noroeste, el país difiere con- siderablemente de todas las otras partes del continente antes descriptas. En vez de una elevada cadena de cerros alzándose á corta distancia de la ribera, la costa desde el Cabo Noroeste á lo largo del Archipiélago de Dampier, hasta Roebuck Bay, se estiende un llano bajo y arenoso cubierto de plantas salsolaceas ó salujinosas. Cerca del rio del Principe Regente, la costa se identa con atrevidas puntas y promontorios graníticos, alcanzando algunos de 800 á 1000 pies de elevación. Numerosas Islas, algunas de ellas basálticas, costean las riberas y la escena se presenta con un aspecto salvaje que impresiona. Los montes Traíalgar y Waterloo se elevan á la altura de 900 pies y numerosas corrientes se desprenden de ellos. Desde allí hasta el golfo de Cambridge la costa solo pre- senta en toda su ostensión colinas bajas. En el golfo de Cambridge un rio de consideración penetra en el mar. Fué denominado Rio Victoria por su descubridor el ca- pitán Stokes que hizo su trazado durante unas 140 millas hasta un cordón de lomas bajas que denominó sierra Fitz Roy. En la parte inferior de su curso el Victoria corre al travéz de ciénagos bajos y arenosos, cubiertos de una vegetación de mangles, que en el delta de su em- bocadura, se hallan recostados en numerosas islas inme- diatas durante las crecientes; pero mas arribas sus már- genes son elevadas y muy fértiles. La sierra Fitz Roy se — 106 — eleva en uno ó dos parages hasta la altura de 840 pies. Desde el ciénago de los Mosquitos corre en la dirección del Noroeste una cadena continua de 700 á 800 pies de elevación. Del Rio, en la dirección de tierra adentro, se estienden llanuras al parecer interminables. Al Nordeste de los rios Victoria y FitzMaurice, se ha- lla la Sierra Macdonald, compuesta de cuchillas que promedian de 400 á 600 pies de elevación. Cerca de la ribera, entre el Golfo de Cambridge y el de Carpentaria, estas cuchillas descienden cada vez mas, terminando generalmente en arrecifes de arenácea, que rara vez esce- den de 50 pies de elevación. Pero hacia la Bahía de MelvillC; el granito se presenta. En la Península de Co- burgo, donde estuvo la Colonia de Port Essington y la ciudad de Victoria, abandonadas y vueltas á poblar en la actualidad, los arrecifes se forman de esa arenácea roja, que en Sud-América se presenta lejos de las costas y que, no obstante, en remotos periodos deben haber escuchado el estruendo de las olas que se precipitaban sobre ellas, bañándolas con sus espumas, cuyas sales aún preservan en parte. Es tan fértil y bien regado nuestro suelo argentino, que aun en medio de los mas áridos desiertos, la arenácea roja, símbolo de la mas abso- luta esterilidad en Australia, suele entre nosotros dar lugar á fuentes, como la de Guayaguas, en San Juan, que nace al pié de un peñasco y en medio de cuchillas de arenácea roja; verdad es que esa agua es salobre, pues, como hemos dicho, esos peñascos han pertenecido á antiguas riberas marinas, cuando el estuario de un Plata antidiluviano se estendia en toda la estension de las lagunas de Cuyo y que un Paraná inmenso descendía -- 107 — del Norte, por la cañada de la Travesía, á desembocar en ese estuario. En Australia, el interior de la Península de Coburgo, sobre sus costas mas septentrionales, des- pués del Cabo York, cuya superficie se halla ondulada por lomas bajas, se compone de una selva tropical continua. Las riberas del Gran Golfo de Carpentaria se [pre- sentan generalmente bajas, cienagosas y comunmente cubiertas por la vegetación tropical de los mangles, especie de camelotes absorvecentes. Las riberas, forma- das de arcilla y arena, rara ez se elevan mas de 20 á 30 pies sobre las playas. En las riberas orientales es mas abundante la vegetación de árboles pequeños, pero en las playas forman una zona arenosa, anoha, baja y unida. Los rios que penetran en el golfo, son pocos y de escasa importancia. Solo se presentan unas que otras entradas correspondientes á los rios Smith, Nicholson, Albert Leichardt, Gilbert, etc., etc. Los principales de estos rios que penetran en el Golfo de Carpentaria, son el rio Flinders y el Albert; mas como los otros ellos solo se componen de insignificantes esteros que corren por cor- tos y estrechos canales j vienen á vaciarse en especies de estuarios ó pequeñas ensenaditas. El Albert es nave- gable hasta unas 50 millas mas arriba de su emboca- dura, corriendo sobre llanuras abiertas y boscosas, pobladas de acacias y del gomero azul ó eucaliptus myrtifolia (verdadero gomero azul, y nó el eucaliptus glóbulus, natural de Tasmania, que es el que conocemos nosotros y que hoy se halla aclimatado y difundido en nuestro país). Del punto donde el rio cesa de ser navegable para adentro, se estienden vastas é inmensas llanuras pas- — 1< 8 — tosas, sin límites, al parecer, en el horizonte, realzadas por islas de bosques de eucaliptus; Uámanse los Llanos de la Promisión. Otra de las corrientes que penetran en esta Bahia, es el Rio del Desastre, confinado entre ricos llanos aluvionales y que se hallan espuestos á ser cubiertos por las innundaciones del periodo de lluvia> tropicales que duran la mitad del año, de Setiembre á Marzo y aun Abril. Mas allá del valle del Rio se estienden vastas llanuras. Al tratar de esplorar la península de Cabo York, á mediados del presente siglo, península que for- ma el confín Oriental y la Punta mas avanzada al nor- deste del continente de Australia, el aventurero Kennedy de quien ya hemos hablado, fué asesinado por los Ne- gritos indigenas del pais. Hoy los Europeos forman establecimientos importantes en la parte Norte de Aus- tralia á causa de la importancia que, con la navega- ción del Istmo de Suez y el establecimiento de lineas de telégrafos y ferro -carriles trascontinentales , han adquirido las regiones inmediatas á Port Darwin, tanto tiempo abandonadas á pesar de su feracidad y belleza; y en donde á mediados de este siglo apenas existían establecidas algunas familias de pescadores Malayos. El interior de Australia, que despliega los rasgos que hemos señalado antes, en su aspecto y formas exteriores, se puede dividir en la región de las mesetas, terrados ó páramos; y en la región de los bajos, llanos ó cañadas. El meridiano de los 148^ en el Sudeste, puede conside- rarse como la linea media de división entre estas dos regiones; con la observación, sin embargo, de que en el Sud, con especial entre los rios Lachlan y Murrumbid- — 1C9 -- gee, las mesetas llegan á estenderse algo mas al Oeste y que en el Norte no llegan á alcanzar esta linea diviso- ria. Estas mesetas ó páramos, que deben considerarse como las faldas occidentales de las montañas costeras; esto es, que corren paralelas á las costas maritimas; se componen de llanuras mas ó menos estensas, separa- das unas de otras por cadenas de lomas bajas. Estos páramos que á menudo se estienden hasta 12 millas y mas en ancho, se presentan generalmente en las inmediaciones de los rios; á veces también ocupan el país alto entre dos cuencas de rios, constituyendo su linea de divortia aquarinn; ya forman llanuras horizon- tales; yá una sucesión ondulada de suaves colinas, cu- biertas de raros bosques y de magníficos herbages que íiuministran abundante alimento á los ganados. Las ca- denas bajas que los separan se hallan cubiertas, de bosques abiertos, bajo los cuales se puede galopar con toda seguridad; considéraseles generalmente como zonas de exelentes pastizales. Estas cadenas disminuyen en elevación á medida que avanzan al Oeste, presentando como peculiaridad que cada cadena ofrece una nueva formación de rocas. A.si se vé aparecer en sucesión á la serpentina, al cuarzo en enormes mazas; al granito, á la clorita, á la schistamicacea, á la arenácea, á la calce- donia, al cristal de roca, al jaspe rojo y á las rocas conglomeradas. Las cantidades de ovejas y ganados que pastan en estos terrados son inmensas (la Australia posee actualmente 70,000,000 de ovejas y 8,000,000 de va- cunos); y la mayor parte de las lanar exportadas pro- vienen de las ovejas de esos distritos ó zonas. Algunos de estos terrados son mas adecuados para el ganado — lio — vacuno que para el ganado ovino; haciéndose notar cada día por el desarrollo de su industria lechera, como se vé en Bathurst y otros parajes de las llanuras. Casi todos los rios que desaguan en estos terrados nacen de las sierras ó cadenas divisorias, y son cau - dalosos y rápidos, aunque no bien adaptados á la na- vegación. Antes que desciendan á los suelos bajos ó cañadas que se esiienden en la dirección del Oeste, se reúnen unos con otros y contribuyen algunos pocos grandes rios. Tales son con especial el Murray, e Murrumbidgee, el Lachlan y el Macquarie. El Murrumbidgee,' que nace en la región montañosa que liga los montes Warragong con la Sierra Diviso- ria, alguna distancia al Sud del Lago George, fluye en la dirección del Noroeste hasta salir de las montañas, y penetra en los bajos situados al Oeste de los 148^ lon- gitud Este Greenwich. En esta par',e de su curso, pre- séntase como un rápido y magnífico rio. El Lachlan se forma por la junción de diversas peque- ñas corrientes que tienen sus fuentes en las montañas situadas al Norte del Lago George. Este rio desciende á los bajos situados al Oeste de los 148% sin juntarse durante su curso al través de los terrados, con ningún otro rio de consideración. El Macquarie nace cerca del punto en que el paralelo de los 34° es cortado por el meridiano de los 150^ Este. En su curso superior tiene el nombre espresivo de Fish River (Rio del Pescado); pero uniéndose antes de llegar á la ciudad de Bathurst con el Rio Campbell, toma el nombre de Macquarie, y continúa su curso en la direc- ción del Noroeste, al través de un magnífico país, hasta — 111 — que habiendo formado una catarata cerca délos 148^ éste entra en los bajos ó cañadas. En todo su curso, que es demás de 600 millas, solo 240 millas tiene lugar al través de las tierras bajas. Es digno de observarse como signo de la dirección ge- neral de los declives, que el curso de estos rios declinan tanto mas "hacia el Norte, cuanto mas se alejan de la costa del Sudeste. Esta particularidad es aún mas visible en los rios que desaguan en [la región de los terrados entre los32 '=> y los 30 ^ de latitud Sud. La región atra- vesada [por los rios Field ó Conadilly y el York ó Turrabeile, que forman por su confluencia el Nammy ó Peel, corre estrechado entre dos altas cadenas, la Divi- soria, y otra situada mas al Oeste y que corre casi á lo largo del meridiano de los 150 ^ Este Greenwich, cuya porción mas elevada es llamada Sierra Hardwicke. E^ Peel parece también cambiar su curso en la dirección del Oeste, descendiendo á las llanuras bajas. Suele jun- tarse con el Darling en la estación húmeda, por un gran cauce llamado el Berwan, el cual, antes de su junción con el Darling, recibe el estrecho canal del Macquarie. El país situado al Sud del Murrumbidgee, parece igualmente diferir del carácter general del suelo de los terrados. La superficie general de estos distritos es on- dulada, quebrada é irregular, conteniendo profundas quebradas y gargantas escarpadas: más hacia el Sud, donde los montes de Warragong se levantan haciendo culminar sus cimas, las montañas se suceden á las mon- tañas, hallándose de vez en cuando señoreadas por altos y remotos picos. Esta porción de los terrados es aún menos accesible que la situada al Este de la Sierra Hard- — 112 — wicke [Hardwiche 3íange). Las llanuras bajas se ligan á los terrados en el Oeste; su estension en esta dirección como en la del Norte, es vasta. Todo este país, entre los meridianos H5^ y 140^ Este, y aún más allá, con- serva el aspecto uniforme y triste de una inmensa lla- nura horizontal sin límites visibles. Este mismo aspecto de llanuras vastas si al parecer in- terminables, se presentan penetrando en el interior, viniendo sea de las costas del Oeste ó de las del Norte. Las llanuras de esta estensa región en nada sin embargo se parecen sea á nuestras pastosas y floridas pampas Sud Americanas, sea al Sahara Africano con sus movi- bles arenas. Mas bien se aproximan por su carácter y apariencia á las estepas que rodean el Lago Aral y que se .estienden hasta el Mar Caspio y los Montes Urales. Estas llanuras Australianas son en mucha parte horizon- tales y aplanadas por una larga residencia de las aguas como las Estepas que han sido como los estuarios y gol- fos de un antiguo Mar Siberiano; pero en otras partes ondulan ligeramente como las pampas argentinas al aproximarse estas últimas á las serranías del Oeste. Solo que, en Australia, aquí y allí, á grandes distancias; en espacios á veces de mar de 100 millas, se alza una emi- nencia medanosa, que apenas merecerla el nombre de Colina en un país quebrado; pero que allí, en esas monó- tonas llanuras, parece como una antigua y colosal pi- rámide, alzándose sobre los arenales del Nilo. Sm em- bargo la mas alta de estas eminencias no pasa de 300 pies sobre el nivel del llano en que culmina. En todas estas ostensiones de pais, el suelo presenta — 113 — solo dos variedades: ó bien es una marga arenosa y rojiza; ó bien una arena blanca y gruesa. En algunos parages se presenta completamente destituida de vege- tación; en otros alimenta solo plantas salsolaceas, sin una brizna de pasto dulce entre ellas. Otras se halla cubierta de polygonumy una triste y deshojada maleza, semejante á una especie de esparto ó retama de un color sombrío, que crece en el desierto de Atacama; y solo en ciertas zonas ó manchas del suelo que contienen algo mas de humedad, se vé florecer en abundancia el calystema. Estas manchas forman proba- blemente cañadas ó anegadizos en la estación lluviosa. Las partes de la llanura conteniendo retazos de suelo fértil, producen fornidos eucaliptus y elevados cipreses indígenas. Grandes espacios de territorio se presentan cubiertos de conchas y de garras de cangrejo de mar; y el suelo, aunque interiormente es un depósito aluvional, es arenoso en la superficie. Todos estos son testimonios inequívocos de que estas llanuras se han hallado ocu- padas por el mar en las pasadas edades geológicas. Por hoy, presentan la apariencia, no solo de hallarse á menudo inundadas; sino de haber estas inundaciones formado depósitos en ellas, como sucede en los suelos tan estensos que en el interior de nuestro pais, han recibido la designación de barriales. No se observa en su superficie acumulaciones de guijos que puedan indicar la dirección de las aguas en rumbos determinados; pero se observan numerosos y pequeños canales formados naturalmente por las aguas de lluvia, destinados á di- rigir y distribuir las inundaciones con igualdad y gene- ralidad sobre todas L^.s partes á la vez, del área 8 — 114 — superficial, como sucede en toda planicie sin un declive pronunciado. «Mi impresión», dice Sturt, en la época que recórlrió e?te país en la dirección del Oeste y al Noroeste de los ciénagos del Macquarie, «ha sido la de haber recorrido un pais de una formación comparativamente reciente. La naturaleza arenosa del suelo, la falta completa de des- pojos vegetales; el carácter salsolaceo de las plantas; el aspecto de sus coUnas, especie de túmulos aislados en medio de la llanura; los numerosos barriales de inunda- ción, lo mismo que su insignificante elevación sobre el nivel del mar, han contribuido mucho á reforzar esta opinión en mi ánimo.» Y esta es justamente la impre- sión producida en todos los vi ages de los científicos mas recientes que han esplorado las diversas partes de esta región. Parece como si las llanuras Australianas descendiesen insensiblemente en su elevación sobre el nivel del mar á medida que se aproximan á las riberas meridionales del Continente, que es justamente la dirección de donde han podido venirles las gruesas olas de los vastos y tempestuosos mares Australes, que son las que han es- cavado su gran Golfo ó Bight^ y las que en edades pa- sadas, han penetrado formando un Estrecho ó brazo de mar hasta juntarse con las olas que por el Carpentaria, venian de los mares volcánicos del Norte. Como una prueba de este descenso gradual hacia el Sud, citaremos las cataratas del Macquarie, que solo se alzan 680 pies sobre el nivel del mar; la estación sobre el Lachiand, donde se formó el depósito de Oxley á mediados de este siglo, que solo se alza 500 pies; y el máximum de altura — 115 — de las mas elevadas márgenes del Murray, donde este rio comienza su curso hacia el Sud y que solo se alzan 300 pies. Los ríos que riegan esta región descienden de los terrados como grandes y caudalosas corrientes, mas después de correr por las llanuras bajas durante alguna distancia, esos rios cambian de carácter. En vez de aumentar de ancho, de profundidad y de volumen con los nuevos tributos de aguas, comienzan á disminuir bajo todos estos respectos. Esto debe atri- buirse en parte á la naturaleza permeable y arenosa del suelo que riegan; y en parte á la falta de tributarios que repongan las pérdidas que por evaporación ó absor- ción del suelo tienen lugar en un caudal de aguas cor- riendo bajo un clima ardiente, sobre un suelo sediento. Estas corrientes sacan en verdad sus principales cauda- les de los ciénagos, situados en las cabeceras de sus principales tributarios. De este modo se ha observado que en el curso de 340 millas el Murrumbidgee no recibe la incorporación de ningún curso permanente de aguas corrientes. Un rasgo característico aun mas notable de esta región es que algunos d esus grandes rios terminan en ciénagos cubiertos de cañizos. Y asi indispensablemente debió imponerlo la economia física de este suelo. Su disposi- ción topográfica no permite que sus rios se vacien en el mar, felizmente; si no fuese asi, el interior de Austra- lia seria como una copia recargada del Sahara Africano. Esas aguas, al inimirse y evaporarse en el interior, producen dos beneficios: el mantenimiento de la humedad y de las fuentes y manantiales del suelo, en sus partes mas bajas, mediante la infiltración y las corrientes sub- -^ 116 — terráneas; y la humedad del aire por la evaporación y las emanaciones de los ciénagos, fuentes y lagunas desparramados á lo lejos y en todas direcciones. Sin esta circunstancia, el aire del interior de la Isla Continental seria tan seco, quemante y esterilizante, como lo es el Simoun en el interior de los desiertos de la Syria ó de África. El Capitán Sturt, describiendo la terminación del Macquarie, se espresa como sigue: «Penetrando alguna distancia en el interior de los ciénagos, los caña- verales alcanzan una gran elevación. El canal del rio continúa entre los ciénagos tan profundo y ancho, como antes de entrar en ellos; pero la inundación parece no haberse jamas elevado mas de un pié sobre sus riberas, que se hallaban en esta ocasión, casi el nivel del agua, siendo la corriente tan mansa que apenas si se percibía. Estas apariencias generales continuaron durante unas tres millas, en que nuestra escursion hubo de detenerse tan repentina como inesperadamente. El canal, que pa- recía prometer no cambiar jamás de ancho ó profundi- dad, desapareció por completo (como le sucede á nuestro Bermejo, al dividirse en dos en los ciénagos del Teuco), y mientras estábamos sumidos en el asombro de tan repentina desaparición, nuestro bote encalló. Exami- nando aquel paraje con detenida atención, descubrimos dos caletillas, brazos tan pequeños, que apenas si mere- cen este nombre, y que en circunstancias ordinarias no habrían llamado la atención. La una se ramificaba hacia el Norte y la otra hacia el Oeste. La primera se estendia durante unas 30 yardas, y la otra solo unas 20, acabando allí. Ya hemos indicado que el Barcoo ó Victoria desa- — 117 — parece del mismo modo en los arenales del interior Aus- traliano. Semejante caudal de aguas permanentes no puede desaparecer asi no mas y por completo; es probable que el raudal fluido siga un curso subterráneo que con el tiempo pueda utilizarse en esa región árida, mediante las perforaciones artesianas. En las épocas de inundación, sin embargo, es probable que ambos rios lleguen á estenderse algo mas sobre la vorágine permeable que los sorbe de una manera tan repentina. El rio aludido, que es el Victoria, de Mitchell, fué reco- nocido por Kennedy, según lo hemos visto, quien lo vio desaparecer gradualmente dividido en infinidad de pequeñas caíetillas ó brazos, desapareciendo por com- pleto en los 142^ longitud Este Greenwich y los 26°15' latitud Sud. Como hay otros rios Victoria en esa región, nombre caro á los esploradores ingleses por ser el del mas auspicioso de sus reyes, solo ha con- servado actualmente su nombre nativo de Barcoo River ó Rio arcuo. Hacia los 24 ^ 30' latitud Sud y los 137 ^ 59' longitud Este parece comenzar el inmenso llano árido, atravesado por cordones de desnudos médanos de movediza arena que alcanzan á veces 100 pies de elevación, y que correa en linea paralela hasta donde la vista alcanza, según queda espresado en otra parte. En esa zona, que cons- tituye el carácter general de la Australia Central, la sequedad y el calor son intolerables. En medio de este llano árido, cuya naturaleza hemos descrito; cerca de los 26 "^ 30' de lat. Sud y de los 130^30" de long. Este, se encuentra un desierto estéril y pedre- goso, estendiéndose unas 80 millas de largo por 38 de — 118 — ancho. Es una especie de Hamada que aqui, como en el desierto Africano, se entrevera con los Sahara arenosos. En esa zona, en los 2T 35* de lat. Sud se hallan unos cienagales denominados en la época de su descubri- miento Cooper Creek; los cuales se estienden de Este á Oeste por espacio de unas 80 millas, confinando en arabos costados con áridos arenales. Se sabe que estas lagunas ó ciénagos, en las épocas de grandes inundaciones, comunican con esa singular depresión en forma de herradura de caballo, conocido con el nombre de Lago Torrens; y el cual según lo hemos indicado, rodea en parte las montañas situadas á la cabecera del Golfo de Spencer: uniéndose por el otro estremo con el desierto pedregoso de Sturt que acabamos de señalar; y el cual no es otra cosa que el lecho probable del brazo de mar que ha ligado en otras edades los Golfos de Spencer y de Carpentaria, que aun conserva los guijos arrastrados y redondeados por sus olas. Del Lago Torrens se puede ademas decir, que aun- que tiene el nombre de Lago, no se halla por esto mas abundante de agua; constituyendo solo una vasta depre- sión cuyo lecho permanece en seco la mayor parte del tiempo; quedando reducido á veces algunos charcos por separado y zanjones llenos de lodo salado. En la estación de las grandes lluvias, este se llena de agua, la que puede abundar de manera hasta buscarse una salida hacia el Golfo de Spencer, cuya dirección y forma refiere la historia del pasado geológico de esas regiones, al mismo tiempo que esplica este fenómeno natural, semejante al que en una época remota tuvo lugar entre el Mediterráneo y el Mar Rojo, ligados por — 119 — un estrecho ó brazo de mar, cuyo antiguo lecho y vesti- gios son visibles y reconocibles hasta el presente; y el cual del lado del Mar Rojo, se ha conservado cubierto con las aguas del mar hasta los Lagos Amargos durante una época muy reciente, tal vez hasta el Éxodo, dando una esplicacion mas natural del paso del mar Rojo por los Israelitas, que aquella que se ha aceptado hasta hoy. Si las lluvias fuesen abundantes en Australia, indudablemente el aguazal del Lago Torrens seria un verdadero mar interior, en comunicación con el Golfo de Spencer, según el curso ordinario de las leyes físicas. No queremos terminar estos rasgos sobre el interior de Australia, sin recomendar la lectura del resumen que en el capítulo anterior damos sobre el resultado de las esploraciones y reconocimientos sucesivos de los terri- torios y rios interiores del Continente Australiano, con una breve reseña de lo que aun falta por esplorar Continuando ahora con nuestra relación diremos que los grandes rios de Australia, que atraviesan los llanos bajos y que en toda estación contienen agua en su canal, son el Murray, el Murrumbidge, el Lachlan, el Macquarie y el Darling. El Murrmj es por cierto el mas notable de todos los rios Australianos. vSu curso alcanza unas 1000 millas de estension, y parece destinado á recibir las aguas de todo el sistema de rios del interior de la Nueva Gales del Sud. Este sistema desagua una área que no es menor de 500,000 millas cuadradas; él ademas se estiende en su emboca- dura formando un estuario somero conocido con el nom- bre de Lago Alexandrína. Este estuario desemboca en el mar sin presentar si- quiera un canal navegable para botes. El Míirray tiene su fuente en los Alpes Australianos y su dirección ge- neral es hacia el Oeste. El penetra en los llanos bajos en los 36o latitud Sud y 147^ longitud Este no lejos de la próspera ciudad de Albury. Su curso desde este sitio es en estremo tortuoso; sus curvaturas presentándose cortas, abruptas y muy numerosas. Todo su curso supe- rior se halla obstruido por bancos de arena y por esos ruidos ó tacos que se forman con los troncos de árboles y otros objetos arrastrados por las aguas al lecho de I^ corriente principal; pero estos obstáculos tan numerosos hoy han desaparecido en parte con los trabajos empren- didos para despejarlos y abrir sus canales á los vapores y embarcaciones del tráfico. Ademas, este rio está sugeto á inundaciones anuales, que cubren el pais por ambas márgenes durante un espacio considerable, convirtiendo todo su valle en un pantano, como el Nilo; con esta dife- rencia; que los habitantes del Nilo aprovechan las inun- daciones haciéndolas provechosas para la agricultura mientras para los ingleses, que ignoran este bello arte de la irrigación, las inundaciones han sido causa para que se retarden por mucho tiempo el establecimiento de valiosos cultivos sobre sus márgenes, por lo menos mas arriba de la junción del Murruinbridge; apesar de que por la sequedad del clima Australiano estas inundaciones podrian convertirse en un verdadero beneficio. Hánse también hecho tentativas para cultivar el trigo en los páramos arenosos. Por su margen izquierda, el Murray recibe en esta parte de su curso, al Ovens, al Goulburn, al Campasne y á otras corrientes; á su dere- cha halla la vasta é impasable zona, conocida con el — 121 — nombre de Murrumbidgee y que sepáralas cuencas de los dos rios. Ningún rio en esa parte lleva su tributo al Murray por su margen derecha; pero allí se presentan numerosas caletas ó quebradas que comunican del Murray al rio Edwards, gran brazo del Murray que corre entre su principal corriente y el Murrumbidgee durante muchas millas, recibiendo cerca de su estremidad oriental al Rio BisUibong. Una gran porción del país llano entre el Murray y el. Murrumbidgee, es cienagoso; mucha parte del restante se halla cortado por el Edwards y muchos otros canales que los Hgan, lo mismo que por innume- rables lagunas, llamadas en el país BUlibongs. Muchas de estas llanuras presentan en su extremidad una densa capa de sal, á mas de que todo el valle del Murray es abundante en este mineral. El suelo se compone gene- ralmente de una arcilla gris. El Murray recibe al Mur- rumbidgee, corriente de gran estension, pero de menos volumen que él, hacia los 143"* de longitud Este. El rio presenta aquí unos 350 pies de ancho, y de 12 á 20 pies de profundidad, con una corriente de 2 1{2 milas por hora. En los 14P30' longitud Este se le incorporan además otros rios, como el Darling, el cual le entra por su mano derecha con una corriente de 100 yardas de ancho, con mas de 12 pies de profundidad. Hasta el punto de junción del DarUng, el Murray continúa corriendo en la direc- ción del Oest-noroeste, mas en seguida, pasando entre unos arrecifes de calcárea, su curso se muda al Sudoeste y el volumen de sus aguas queda considerablemente aumentado. Después de pasar el meridiano de /os 140S el rio dobla para el Sud^ y en esta dirección corre sin — 122 — recibir ningún tributario de consecuencia, hasta que se espande desembocando en el estuario llamado Lago Alexandrina. Este bello lago presenta unas 50 millas de largo, por 40 de ancho, siendo, en general, muy somero. El agua del lago es salobre, pues comunica con el mar en En- counter Bay, por un pasaje impracticable aun para pe- queños botes. Este pasaje, en la actualidad, ha sido dragado y ensanchado de modo que dá acceso á los buques de gran calado. El rio Murray es también na- vegable para buques de gran calado, pues hasta 50 millas aguas arriba, su ancho es de 350 yardas, con 20 ó 25 pies de profundidad. Para vapores de un calado aún mas ligero, es navegable hasta su confluencia con el Darling: pero los pequeños vapores pueden subir hasta Albury. La navegación á vapor de este rio, comenzó del año 1850 adelante, y hoy numerosos vapores de todos tamaños y calados remontan sus aguas y las de sus prin- cipales anuentes, hasta muy arriba de su curso. El 3Iurruwhidgee penetra en los llanos bajos de Rive- rina, al Oeste del meridiano de los 148*^ longitud Este, corriendo en una dirección tortuosa, pero generalmente en el sentido del Oeste, hasta llegar á los llanos Hamil- ton, en que diverge mas al Noroeste, atravesando un país densamente boscoso hasta los 146 grados 30' en que los llanos bajos son en ambos costados, hasta á alguna distancia, un puro cienagal. El continúa corriendo al tra- vés de este país bajo y cienagoso, hasta su junción con el Lachlan, en los 34^30' latitud Sud y 140°30' longitud Este. Un poco mas abajo jira al Sudoeste, en cuya direc- ción continúa hasta su confluencia con el Murray. — 123 — El rio Lachla7i, después de descender á los llanos ba- jos, atraviesa considerables ciénagos en los 147 ^ lon- gitud Este y poco después, al salir de ellos, cambia su curso de Noroeste á Sudoeste. Corriendo en esta direc- ción hasta los 145*^ de longitud Este, atraviesa algunos bellos llanos, y cruzando nuevamente algunos estensos ciénagos, sigue por ellos hasta el lugar en que llega á juntarse con el Murrumbidgee., El Mücquarie puede decirse penetra en los llanos Bajos desde el punto en que forma una catarata en los 148"* 3' de longitud Este y 31*^ 50' latitud Sud. Sus aguas disminuyen en seguida mucho de modo que al llegar al Monte Harris, donde su corriente es muy mansa, ape- nas si merece ser llamado Rio. En seguida, á no gran distancia en el Norte, penetra en unos ciénagos que tienen 20 millas de ancho y que se estienden mucho masen largo. Un canal que comunmente se halla en seco, llamado el zanjón del Macquarie, conduce el agua super- abundante de los ciénagos, después de las grandes llu- vias al Darling; los ciénagos son en parte desaguados por los Esteros de Morrisset y por el Rio Castlereagh, que se une igualmente al Darling cerca del zanjón del Macquarie. El Darling fué descubierto por el Capitán Sturt en 1828. El recorrió su curso entre los 148° y los 147'' de lonjitud Este; y bajo los 30^ de latitud Sud durante unas 15 millas; y nuevamente entre el 146^ y el 144° 30' lon- gitud Este; y los 29^ 30' latitud Sud por el espacio de unas 6Q millas. En la primera parte el rio corre casi de Este á Oeste y en la segunda su curso se dirige al Sudoeste. El agua es igualmente salada en ambas par- — 124 — tes; y aunque no tan salobre como la del Océano, su gus- to es exactamente el mismo y es impropia para beber. En su leche se han descubierto muchas fuentes de salmuera. El Darling se une con el Murray, después de un largo y muy sinuoso curso ; pero generalmente en la direc- ción del Sudoeste, en el meridiano de los \4V 40' longi- tud Este. El tributario principal del Darling, que penetra por su margen izquierda en el paralelo de los 146'' 50' longitud Este, en el Bogan, corriente considerable que nace en la Sierra Harvey y tiene un curso en la direc- ción general del Sudoeste, análoga k la del Macquarie- Probablemente no existe en el mundo una región que, como la Australia, presente tanta ostensión de tierras instiles; aunque en realidad, para el alto grado de cultura á que puede llegar la tierra y al cual aun no há alcan- zado, no pueden existir tierras inútiles, y entonces aun el Sahara será poblado; porque los hombres pueden con- ducir las aguas del mar á;Su interior; y con los vapores y lluvias que las aguas del mar llevan consigo, obte- nerse lluvias que cambien el desierto en un vergel. Esto mismo puede esperarse con mas razón de Australia: pues las partes no suceptibles de ser fecundadas con pozos artesianos, pueden servir para asiento de un mar inte- rior, si su nivel lo permite, cambiando el chma el as- pecto del suelo de una manera favorable. Nada hay, aun á contar de la actualidad presente, que pueda resistir á las fuerzas regeneradoras, y transformadoras de que el hombre puede disponer hoy que há comenzado la edad del vapor y de la electricidad. Exepto en Queensland, donde existen algunos ríos — 125 — navegables por una corta distancia; los rios Roper y Victoria en el estremo norte; el Murray, con sus afluen- tes, que acabamos de describir, es en Australia el único curso de agua importante para la navegación. Su clima es salubre en general, aunque de un lado sujeto á secas prolongadas, y del otro á inundaciones periódicas; existiendo grandes zonas destituidas de agua. Estos hechos, acompañados de la esterilidad de los vastos matorrales, escluyen por el presente la idea de que este pais pueda adquirir una densa población; y de que el mismo futuro de opulencia pueda predecirse de Australia, como puede indudablemente esperarse de America, re- gión mas fértil y mas bien regada de aguas de lluvia y de rios. La prosperidad sin ejemplo desarrollada yá en la parte Sudeste de Australia, há conducido á muchos á^ sacar conclusiones diferentes: pero esto solo podrá obtenerse en condiciones de progreso humano que yá hemos indicado, pero á que la civilización humana aun no há alcanzado. El interior de Australia, que hemos tratado de dar á conocer en sus rasgos principales, tomando los datos de los informes de las empresas de reconocimientos, esploracion que lo han recorrido, encabezada sucesiva- mente por Hume, Sturt, Macleay, Eyre, Mitchell, Lei- chardt, Burlve,'Kennedy, Warburton, Forrest y otros, se puede considerar ya hoy como una incógnita completa- mente despejada. De esos informes resulta ademas que pocos distritos de alguna importancia permanecen aun por explorarse; y aun hasta hemos llegar á calcular mas adelante la estension de esas zonas no reconocidas todavía, que hemos avaluado en menos de un 6* de la — 126 - superñcie total. Los pasos de esos esploradores han sido inmediatamente seguidos por squatters y colonos empren- dedores, y de este modo toda la parte Oriental, desde Sud-Australia hasta Carpentaria se halla yá mas ó menos ocupados por ganados y rebaños de ovejas, por chacras, cultivos preciosos y ferro-carriles sobre su bello litoral. Las privasiones y peligros corridos por las cspedicio- nes de esplotacion mencionadas, son inimaginables. En algunos casos, como el de Leichardt, toda la partida desapareció sin dejar el menor vestijio de ella; en otras, como en la de Burke, en cuyo detalles hemos entrado, solo sucumbieron sus principales individuos de los su- frimientos ocasionados por la falta de agua y por un estremo calor. Como un ejemplo mas citaremos lo que los primeros esploradores sintieron en Coojms Creek (la Quebrada del Cobre) «Eran tan terribles los soplos ardientes que nos causaba admiración el que los campos no se prendiesen fuego. Nada tenia de ideal este temor, pues todos los seres animados y aun inanimados queda- ban abatidos y como descompuestos á su paso; los caballos daban la espalda al viento, pegando el hocico contra la tierra, sin fuerza muscular ni aun para le vantar la cabeza; las aves se asentaban mustias y sobrecojidas sobre las marchitas ramas, y las hojas di- secadas caian como nieve; mientras el termómetro subia á 127*^ Fah. (mas de 53^ cent.); haciendo fínalmente estallar el tubo, debido á la espansion estra ordinaria del mercurio. Antes de que pudiesen llegarles algunos auxilios, el gefe habia perdido el uso de sus miembros por el escorbuto; su piel se habia vuelto negra; sus mus- — 127 — culos se habías contraído.» Tales eran algunos de los inconvenientes encontrados por hombres de cuyos tra- bajos hemos tratado de dar una idea. En tan vasto continente deben naturalmente presen- tarse diversidad de escenas, de perspectivas, de aspecto, de suelo y de clima. En las montañas azules y en lo Alpes Australianos se pueden obtener magníficas pers- pectivas; en Hawkesbury, Illawarra y en algunos otros distritos la vegetación tropical viene á entreverarse á las escenas mas pintorescas del paisage. En la prima- vera los garabatos Wattle (especie de acacias) llaman la atención por su áureo y perfumado follage; pero el aspecto general del país, con especial en otoño, es triste y sombrío. El sombrío follage de los árboles Australia- nos, poco de los cuales son desiduos; y la apariencia bistrada y pajiza de los herbages y pastizales, pasado el primer verdor de la florida primavera y durante todo el resto del año, presenta un estraño contraste á los ojos del emigrante venido de las lozanas campañas de la Inglaterra, de' la verde Erin. Dias enteros el viagero atraviesa campañas cubiertas por la vegetación verde glauca del gomero Eucalipius, cuyas hojas verticales no son de un gran abrigo contra los rayos de un sol perpendicular, pero que dejan un fácil acceso á la circulación del aire entre sus ralas hojas perfumadas que abanican con gracia la atmósfera azul de un cielo sin nubes. Pero estos deliciosos bos- ques Eucalíptícos de diversos matices, follages y flores, no presentan desgraciadamente por todo su grata y saludable influencia; habiendo en ocaciones que recorrer, como aconteció al esplorador Forrest, 600 millas de — 128 — médanos cubiertos de spinifex, la triodia irritans, ma- torral hispido, incoloro é impenetrable a veces. Al salir de esos estraños pastizales del spinifex, se penetra en llanuras que no tienen otros límites que el horizonte infinito; y las cuales muchas veces áridas y desoladas en apariencia, contienen sin embargo zonas de exelentes pastizales. En seguida, los pasos del via - gero se ven iuterceptados de nuevo por los matorrales del mallee (el Eucaliptiis dumosa) el cual como la, jarilla en algunas regiones Argentinas, ocupa millares de millas cuadradas de tierras henales y sin agua, desprovistas de toda vida y movimiento por la falta de animales y de aves; sintiéndose abatidos los espíritus ante este espec - táculo de desolación. O bien las barreras del árbol del Ti [Melalencoa leptos 2^ernum) que siempre acompañan el curso de los rios, estendiéndose por zonas á sus már- genes y formando barreras impenetrables. O bien son vastos brezales (de la naturaleza de la zampa y del junee argentinos) que generalmente cubren las llanuras bajas y anegadizas, los que se presentan para embara- zar la marcha del transeúnte, ó bien la vista se fatiga ante la monotonía de las infinitas zonas cubiertas por el pasto salado sobre los suelos cienagosos y húmedos ó sujetos á inundaciones. Algunos Australianos inespertos consideran este pasto como inservible para el ganadoí pero en realidad es un exelente pasto para ovejas, toda vez que hayan otros pastos que alternen con él, en cuyo caso es muy engordador para el ganado ovino comini- cando un esquisito sabor á su carne. En efecto, en Australia, inmensas llanuras preséntanse cubiertas con esta descolorida pero útil vegetación, sea — 129 — en los llanos del Bajo Murray, sea más abajo de las Lo- mas de Swan Hill, y en las riberas del Darling, á las inmediaciones del Monte Murchison. En seguida un opu - lento y bien regado oasis se presenta, recompensando las fatigas del viajero en esrtos estraños desiertos; oasis en el cual pueden refrescar y descansar de sus fatigas» cabalgaduras y viajeros, preparándose para nuevas y penosas jornadas hasta el fln de su peregrinación. Los errores cometidos por los primeros esploradores y por los primeros colonos en la estimación del valor y capacidad del suelo, han sido de los mas singulares. Paí - ses, según ellos, lo mas inhospitalarios, han resultado á veces, por el contrario, en estremo valiosos; mientras en otras ocasiones se han encontrado falaces las apariencias mas favorables y atractivas. Llanuras que en un princi- pio se consideraron incapaces de sostener una oveja, hoy ondean con las alas doradas de las mieses de Ceres. Así se ven hoy florecer ciudades y aldeas en parajes considerados en otro tiempo como buenos solo para guarida del salvaje Kangaroo. Por regla general, la feracidad de la tierra ha sido las mas de las veces deses- timada por los colonos, tal vez por que no se hallaba en el interés de sus primeros ocupantes el atribuirles públi- camente su verdadero valor é importancia. Por el ligero bosquejo que acabamos de dar del re- moto interior, que luego recorreremos con mas estension al hablar de cada colonia en particular, no debe dedu- cirse que todo absolutamente, desde Dan hasta Bersabee, sea un verdadero desierto; todo lo opuesto podria mas bien decirse como se verá al entrar en detalles particu- lares; siendo por el contrario su aspecto variado, alter- — 130 - nativo, accidentado, lleno de contrastes y siiceptible de diversas adecuaciones. Doquiera que el agua brota, la vegetación es espléndida; encontrándose magníficas ma- deras de construcción en las montañas y cordilleras de Gipps Land y de Dandenong, por ejemplo, sin rival por su riqueza y magnificencia. Arboles de 420 y hasta se asegura que de 500 píes de elevación, se ven en pié to- davia en los yá devastados bosques. Uno de estos mo- narcas caldos de las selvas, media en el suelo 480 pies de largo; es claro que el resto, con lo que le faltaba del tronco y de la cima, debia presentar aun mayor ele- vación. No sabemos que en región alguna de la tierra se presenten bosques en qué estas medidas sean sobre- pujadas. En Tasmania también aun pueden encontrarse magní- ficas maderas de construcción; sobre el rio Huon los árboles varían de 250 á 300 pies de elevación. Hé aquí una revelación gráfica, cuya exactitud hemos constatado de visu, respecto al mas gigantesco árbol existente de Tasmania, cerca del puente de 0*Brien: — «Hé visto el árbol. Presenta algo mas de 300 pies de elevación^ habiendo una tempestad volado mas de 50 pies de su corona. Por mi parte, he podido acomodarme perfecta- mente con 14 compañeros á caballo, dentro del tronco- hueco del árbol; un carro con su caballo ha podido re- volverse dentro de él. El Gobernador Sir William Deni- son con 78 individuos de la Asamblea Legislativa y sus- amigos, han podido celebrar un banquete dentro del hueco de este árbol gigantesco.» En la Australia Occidental se presentan grandes bos- ques de Jarrah, valiosa madera de un Eucalyptus de — 131 — palo rojo parecido á la caoba y análoga al calüen de las Provincias Argentinas. El palo de sándalo y el cedro, el Pino Araucaria de madera aromada y si Iron Bark de madera fuertísima, han sido y continúan abundantes; si bien la devastación de los bosques para la esportacion puede decirse que ha acabado con las dos primeras de estas cuatro últimas esencias. También se produce en Australia el pino Kauri de fuerte y durable madera, y la encina cedosa (Grevillea robusta) ambas exelentes made- ras de construcción. A pesar de lo espuesto y por regla general las maderas de Australia, de que puede ser un ejemplo el EucaUjptus, no son tan estimadas como los frájiles pinos Europeos, lo que debe ser mas un efecto de la moda, que de la jus- ticia; pues las maderas de Eucalyptus, obtenidas me- diante la decorticación previa, por su masa compacta y la belleza de sus vetas, son superiores á las maderas ordinarias de construcción, aun concediendo sean menos valiosas que el pino amarillo y que los cedros y palisan- dros de America. En las mas poblaciones de Australia^ la leña de los bosques es el único combustible empleado para los usos domésticos y la industria; y cerca de los lavaderos ó campos Auriferos, centenares de millas han sido denudadas de sus bosques para los diversos objetos de la industria minera, con grave perjuicio de las aguas y de la temperatura, en una región yá de por si tan seca y ardiente. Grandes injurias han sufrido yá los bosques Australia- lios, por la indiscreta devastación consentida desde un principio. En realidad, nada es mas interesante para la preservación de las buenas condiciones climatéricas de un -• 132 — pais y de su salubridad, que una esmerada reglamenta cion de sus bosques; ahora bien, en Australia esto se ha descuidado por completo, de donde las devastaciones indicadas en casi todas sus zonas de preciosos bosques Eucalypticos. XVI I'* Rasgos generales de la Geología Australia- na. — 2"^ Paleontología y Mineralogía. — 3^ Clima, Meteorología, suelo, aspecto y produc- ciones generales de Australia, — 4*^ Detalles descriptivos de la Flora Australiana. — 5^ Eth- nografia y Fauna de Australia. — 6^ Habitantes Indígenas de Australia. — 7» Progresos de la colonización, de su industria ganadera y otras. — 8o Gobierno y Estadística de Australia, su Agricultura' Religión, Educación. Es cosa aceptada y mas adelante tal vez consigamos demostrarlo, que los actuales límites del Continente Australiano, son muy diversos hoy, de lo que eran en las edades geológicas pasadas, cuando la Australia formaba parte de un vasto Continente; ó por lo menos de los grandes archipiélagos que se estendian al Norte hacia Nueva Guinea, con quien demostrablemente han estado unidos, ó se halla en via de unirse de nuevo; y en el Oeste, en la dirección de África, quedando Mada- gascar y otras Islas intermediarias, á manera de los restos ó despojos que pueden servir para demostrar* la antigua configuración del mundo físico terrestre ea las edades anteriores á la presente; eslabones de ua viejo continente ó archipiélago terciario, que en el Norte debia pasar de Nueva Guinea, puesto que la cadena ó sistema de islas situadas en la misma dirección, como ^ 134 — una graa cordillera continental abismada, se estiende hasta Lomboch; y la peninsula de Cabo York, que se halla á la estremidad Septentrional de Queensland, pre- sentan evidencias de haberse hallado en relación de continuidad con Nueva Guinea por una cadena de Montañas, cuyos eslabones aun se muestran en los islotes petrosos que cruzan la superficie del Océano en esa misma é invariable dirección orográfica. Todo esto, por supuesto, existia á la superficie en una época en que el Viejo y el Nuevo Continente no se mostraban en su forma actual; sino que cuando mas constituían cadenas de archipiélagos é isittes insignifi- cantes^ como sucede hoy con las cadenas de archipiéla- gos que cruzan las vastas ostensiones del Pacifico; mien- tras en otros rumbos, se ostentaban al dorado sol de la naturaleza, viejos Continentes de entonces, hoy sepultados bajo las olas, y que solo se recuerdan por las cumbres de sus montañas y sus principales macizos que aun so- brenadan. Por lo que es a la parte Sud de Australia, la isla hoy conocida con el nombre de Tasmania, y que presenta esa forma triangular que caracteriza la Sicilia, colocada con relación á la peninsula ItaUana, en la misma posición que Tasmania con respecto al continente Australiano: por lo que es ese pais llamado antes Tierra de Yan- Diemen, decimos, en una época no muy remota de la prese»te, estuvo indudablemente correlacionado con el continente principal, según se presentan vestigios evi- dentes en las rocas, configuración de las costas adya- centes y dirección de las arrecifes, rompientes, y bancos submarinos. — 135 — En' el Este, lo que hoy se conoce con el nombre de la gran barrera de los arrecifes {Great Barrieis Reef) no hace muchas edades formaba indudablemente la línea costera; y en otras direcciones hay muestras evidentes de que el mar se ha sobrepuesto sobre mucha parte de la antigua extensión existente de tierras. Mientras que unos geólogos consideran á Australia como una tierra in- matura y recien surgente del seno del Océano, otros por el contrario, la miran como una de las mas viejas, sino la mas vieja, de las tierras que hoy constituyen la superficie sólida de nuestro planeta; y en una condición ulterior de su historia física, es sumamente probable que ella se componía de un anillo ó cráter de solevanta- miento de montañas no muy elevadas, el cual drcuia, como en ciertas actuales Islas de coral del Pacifico, un gran lago ó mar central interior, formando en su con- junto, á manera del cráter apagado, pero en relieve, de un inmenso volcan submarino del tamaño de los mas grandes que hoy se pueden observar en la luna. Como quiera, este inmenso lago ó mar interior, rodeado de alturas, por una subsiguiente elevación ó subsidencia gradual del suelo, llegó, como el Sahara ú otros desiertos del mundo, antiguos lechos de mares en las edades geológicas, á convertirse en un vasto erial ó desierto formado de rocas arenáceas ó ferrugi- nosas del cual una vasta estension aún se conserva á menos de 70 pies sobre el nivel del mar circunstante. Este desierto pedregoso, que ha sido el terror de todos los esploradores, afecta en gran manera, y se puede decir que hasta llega á gobernar el clima del país. Una gran parte de estejdesierto central Australiano, se halla — 136 — completamente desprovisto de vegetación, la cual solo es abundante en una ancha zona de costas todo en con- torno de este vasto continente, tan opuesto á la configu- ración general de las tierras que son elevadas en el centro y bajas en las costas, siendo aquí todo lo contrario. Otra gran proporción del suelo Australiano, aunque variada por oasis ocasionales, é interceptada aquí y allí por insignificantes elevaciones y por anchos y someros cauces ó depósitos acuosos, generalmente secos ó salinos, en su mayor parte salpicados con una escasa vegetación confinada á unas pocas formas (los matorrales del mallee y del spinifex) inadecuadas para servir á la existencia animal. Según una autoridad Australiana, puede considerarse pertenecer á los depó- sitos secundarios, ó por lómenos terciarios, de primera formación, ó de su período mas primitivo, lo que no puede considerarse como exacto, puesto que depósitos terciarios, de un periodo incierto, á menudo, pero que se suponen pertenecer principalmente á las épocas 'plyocenas, que es justamente el último periodo terciario y no el primero, ocupan una enorme área en casi todas las partes de este continente, constituyendo lo que se llama la arenácea del desierto, la calcárea coralina, y muchos de los gráveles, conglomerados y arcillas de los lavaderos auríferos. Lo formación secundaria ó mosozoicaj predomina en el Queensland Central y Meridional, y en la parte Occidental de Nueva Gales del Sud; también ocupa una grande área de Victoria. Al grupo primario ó palaozoico, pertenecen los princi- pales sistemas de montañas del continente. La formación carbonífera esprevalente en Nueva Gales del Sud, comen- — 137 — zando algunas millas mas abajo de Sidney y estendiéndose por zonas interrumpidas de una mayor ó menor área á lo largo de la ribera del mar y algunas millas adentro de la base de la Península del Cabo York. La formación siluriana ó laurentina se encuentra en el ángulo Sudeste del continente, estendiéndose sobre una vasta área; también abunda en la Colonia deSud Australia propia. Las rocas ígneas ó Plutónicas, como son el granito y el trampper, se estienden sobre una vasta área en la parte Sudoeste de la Australia Central, y en el territorio Norte se hallan igualmente vastamente difundidas; también se presentan en Queensland, en la parte Nordeste y Meri- dional de Nueva Gales del Sud, en numerosas localidades de Victoria y Tasmania, y en una corta estension en Sud Australia. Por lo que respecta al interior del Continente, las últi- mas exploraciones han suministrado importantes é inte- resantes informes con relación á sus caracteres geográficos y geológicos. Partiendo de Alíce Springs (Fuentes de Alicia) War- burton encontró una estrecha zona de país formado de rocas cristalinas metamórficas (silicatos) con erupciones ocasionales de granito y de rocas plutónicas; erupciones que se estienden al través de la arenácea del desierto, que él atravesó en seguida por espacio de 5 grados de longitud, cuando llegó á los 20^ delat. Sud y 128° long. Este de Greenwich. á un lecho de rocas del trapp con numerosos lagos y fuentes salinas en sus inmediaciones. De allí viajando en la dirección del Oeste, encontró una zona de desierto formada por arenas terciarias y la cual — 138 «- se estendia por espacio de 8 grados, con numerosas lagunas, pozos naturales y en un parage situado en los 20* de latitud Sud y 125^ long. Este, fuentes de agua en estremo impregnadas con soda. Aproximándose á la costa Noroeste de la Australia Occidental, él atravesó un espacio de 280 millas de formación granítica, inter- ceptada por los cauces de numerosos tributarios del rio De Grey, del Strelley, del Sale, del Sherlock y otras corrientes, las cuales fluyen de una meseta de 2,500 á 3,000 pies sobre el nivel del mar, situada en el interior, al Sud y Sudoeste. Esta no ha sido otra cosa sin duda, que una Isla en el mar interior Australiano, que ha durado hasta fines de la edad terciaria y principios de la cuaternaria, desapareciendo antes de acabar esta úl- tima y de comenzar el actual primer periodo de la Edad Moderna. Saliendo de la región del granito, él fué á dar con una región volcánica, que presentaba manchas ocasionales de roca granítica, lo cual duró hasta lle- gar al mar en Nichol Bay. El primer itinerario tomado por John Forrest, fué marcado en la estension de unos 700 millas al Sud Oeste de Perthpor una formación granítica general, con lagunas saladas y también bastante agua dulce. En Point Culver, sin embargo, situado en los 82" 50 de lat. S. y en los 125" de long. E., se presentó una repentina transición á la arenácea terciaria, con arrecifes estratificados á lo largo de la costa y lomas ocasionales de arenácea que se estén dian por cerca de 10** de longitud, hasta degenerar en el nigrato de las cadenas Gande r, y la formación Siluriana situada entre estas cadenas y el Golfo de Spercer. Su segunda jornada de Champion Bay á la línea — 139 — Telegráfica, después de abandonar la conocida formación metamórfica y carbonífera inmediata á las costas, tuvo que hacer unas 300 millas sobre cordones de granito y valles con agua en abundancia; en seguida unas 100 millas de un pais de colinas, de arcillas silurianas, hasta dar con el desierto arenoso en las 25'' de latitud Sud, 123** longitud E. En este desierto, sin embargo, él halló abundantes depósitos de rocas volcánicas, algunas de ellas como en el Monte Worsnop, conteniendo un cuarzo verdoso translú- cido (obsidiana?). Cruzando el arenal terciario, él pasó respectivamente por trozos de rocas silurianas del trapp y de terrenos volcánicos, que volvieron á convertirse en un desierto arenoso al aproximarse al Centro del Continen- te. Los descubrimientos deSilex, conescepcion de supri- mera jornada, que casi corresponde con la segunda de Forrest, ha mostrado que todo aquel pais en contorno y al Oeste del Lago Amadeus, es comparativamente sin im- portancia, con exepcion de una pequeña zona situada al Sudoeste de este Lago, donde se presentan algunas colinas volcánicas aisladas. Poco mas puede decirse de las espío- raciones de Lewis, el cual halló al O. del lago Eyre un desierto compuesto solo de arena y piedras, con muy poca y muy dudosa agua. Sin embargo, al Oeste de este Lago, Losse halló una gran área de formación siluriana, con elevadas cadenas de montañas, numerosas corrientes y llanos de un útil y pastoso territorio. Por lo que es á Nueva Zelandia, la formación de North Island, es como hemos visto, principalmente volcánica,'con algunas rocas prima- rias; South Island es esencialmente sedimentaria. La par- te superior de North Island abunda en conos volcánicos, - 140 - en Geyssers, en campos de lava y lagos ocasionados por subsidencias, siendo por todo visible la acción volcánica. En South Island se encuentran cordones de pizarra y granito coronados de nieves, con depósitos glaciales, lagos alpestres y otros característicos por el estilo, que hemos descrito en su respectivo lugar. Vamos á dar un estracto de lo que se ha escrito y publicado sobre la mineralogía y paleonlotogía del suelo de la AustraUa. Según se acaba de ver, las formaciones Australianas se hallan confinadas cá las especies perte- necientes á las edades designadas vulgarmente con los nombres de primarias y terciarias. Las formaciones secundarias faltan ó se hallan confinadas á regiones especiales del Norte y Sud. Seria, pues, prematuro de- ducir do este hecho conclusiones generales, sin acom- pañarlas de las siguientes salvedades. La mineralogía de Australia ha llamado mucho la atención en estos últimos años (del año 1850 á esta parte), y lo mismo puede decirse de su geología, de su botánica y de su zoolo- gía, tan interesantes y estrañas, habiéndose estendido ese mismo interés á su territorio y las producciones de que es susceptible. Sin perjuicio de dar los detalles nece- sarios al tratar de cada colonia, daremos aquí los datos mas generales que nos ha sido posible reunir ó con- templar. La dirección de las montañas Australianas, lo mismo que la disposición de las rocas que las constituyen, es - 141 — invariablemente en el sentido del meridiano, esto es, de Norte á Sud, la única excepción importante se halla en el costado Norte del Continente, donde se pronuncia una inclinación en la dirección del Este á Oeste. El gra- nito forma los ejes de las cadenas de montañas que hemos indicado; se estienden en la parte Sudeste y Este de la isla, viéndose masas de rocas metamórficas en frecuente y estrecho contacto con él. Mucha parte del granito Australiano es en estremo cuarcífero; en otras formaciones estensas, el feldespatho y la hornblenda predominan de tal manera, que llegan á modificar el tipo granítico; en algunos parajes la hornblenda se sobre- pone, y á menudo, como entre Arnprior y Braidwood, el granito se transforma en sijenita y pórfido. Encuéntranse ejemplos de todas estas variedades en los Alpes Australianos, hacia las fuentes del Murray, en Maaneroo, en las cadenas: sistemas del Currambenya, del Aralnen, del Main del Monte Victoria y en muchas otras partes de esa vasta región del pais. Las rocas del Trap, prevalecen en estremo, variando mucho como de costumbre, en su estructura mineralógica. Muy comun- mente se componen de basalto, de piedra verde (en Inglés greenstone, especie de trap.) y de diversas amygda- loides, presentando un depósito superpuesto de conglo- merado arenáceo y de asperón. La región trappeana de Mañereo, que puede presentarse como ejemplo de las re- giones trappeanas de la parte Sudoeste de la Australia, es de este carácter. Según Clarke, «los rasgos físicos de esta región son exactamente análogos á los montes Grampianos y de Lammeroor de Escocia. Cada una ocupa uu intermedio entre las montañas graníticas -- 142 — (aqui las montañas Nevadas y de la Costa) los cuales ha llenado, enviando sus corrientes de lava subacuosa á considerable distancia á cada lado de la linea general del eje de erupción. En Maneroo, este eje presenta una dirección Noroeste y Sudeste, y se estiende desde las cabeceras del Tawom- ba hasta la principal cabecera del Murrumbidgee, llegan- do á la estremidad Norte de las Montañas Nevadas ó Alpes Australianos. Combinando con esta dirección gene- ral de la formación trappeana, que han producido las mesetas ó planicies, como esas zonas desnudas ocupadas por el basalto, son con impropiedad denominadas, se pre- sentan diversas lomas ó cordones superpuestos, aislando muchas de las rocas schistosas ó penetrando y trastornan- do las mayores masas de este sistema. Pero la disposi- ción de estas muestras locales de la acción ígnea, su textura, estructura y composición, prueba que ellas tienen una conexión común unas con otras y con el gran desa- rrollo que ha ocasionado la notable conexión entre las cadenas nevadas al Oeste y las cadenas costeras al Este; y la no menos notable división antilineal entre las aguas que afluyen del lado Norte hacia el Murrumbidgee y las que corren por las faldas del Sud al rio Snowy (rio nevada). Es á las erupciones trappeanas indudablemente que debieron tener lugar eñ una remota antigüedad, que es en gran parte debida la condición quebrantada y tras- tornada de la superficie actual de los condados de Berre- sford, Wallace y Wellesley: ella ha dividido el drenage principal del país en dos direcciones opuestas, producien- do otros innumerables desarreglos físicos.» Una gran porción de la cuenca del Murrumbidgee so ~ 143 — halla ocupada por el pórfido cuarzoso, que se presenta también desarrollado en grande escala en muchos otros parages. Las vetas basálticas y parpirídicas son muy frecuentes, Bellísimos ejemplos de basalto columnario se presen- tan en Coarao y en otras partes, en la gran cadena divisoria, y no rara vez en otras partes deJ gran distrito montañoso. En los distritos trapéanos se encuentran á menudo serpentina, piedra jabón, piedra pez y un bello jaspe rojo. También se encuentra en numerosos parajes la calcárea luminar, la compacta y la fontífera. En las cadenas de las quebradas que se dirigen á la Ensenada de Shoalhaven, un poco mas abajo de Glenroch, la cal- cárea se vé pasar á mármol estatuario, blanco y crista- lino; el mármol negro se presenta en mantos en Borough Creek. Un manto de calcárea que parece corre con considerable espesor tanto al norte como al Sud de Bathurst, ha sido reconocida como carbonífera. El car- bón, con su lecho asociado de arenácea y conchas, que se presenta en vastas ostensiones en la costa Oriental, desde Port Stephens hasta Botany Bay, y que se rami- fica á veces en el interior, se ha considerado como un equivalente de la formación carbonífera de Europa, únicamente á causa de su carácter mineralógico. ¿Cuál es la edad de estos depósitos de carbón Aus- traliano? Es fácil conjeturarlo del hecho de escasear ella de formaciones secundarias ó de hallarse confinadas á las inmediaciones de Carpentaria al Norte y en Vic- toria al Sud; formaciones á que pertenece la huella del viejo Continente: ese carbón es, pues, anthracita (cito es carbón primordial ó primario) ó hgnita, esto es car- — 144 — bon terciario 6 reciente, Esto se halla corroborado por el hecho de que una planta fósil descubierta en él (la Glossopteris Browniana) se ha encontrado también en el carbón mineral de Doemuda, distrito carbonífero de la India, perteneciente á las edades primarias. Este carbón mineral es abundante en Australia y de buena calidad. Este mismo carbón se presenta también en grandes can- tidades en los montes Warranbungall y también en el distrito montañoso de Nueva Gales del Sud. Mr. Roe, en 1848, descubrió abundantes lechos carboníferos en la embocadura del rio Fitzgerald, en los 54*^10' lat S. y 149** 40 long E.; y también en el rio Phillips situado á alguna distancia al Oeste; ambos parages son de fácil acceso, y se hallan inmediatos á la Bahia Duhtful Island. Se ha encontrado también en diversas otras partes del Continente. Las rocas de asperón ó arenácea, se estienden tam- bién con generalidad al través de los distritos monta- ñosos. Sidney se halla edificada sobre un depósito de arenácea que se estiende en el interior hasta el Monte Victoria y forma la masa de las montañas Azules. Su limite meridional es Port StepheMS. Las arenáceas son de diversas clases, fosilíferas, ferruginosas, silicadas, arcillosas y calcáreas. En partes se presentan muy parecidos á las forma- ciones del viejo asperón rojo Europeo. Cuando se hallan en conjunción con las calcáreas fpsilíferas y los conglo- merados, se aproximan mucho a las del sistema Devo- niano. Ambas calcáreas y arenáceas son de un gran valor para los objetos económicos, como construccio- nes, etc. La arenácea y la calcárea son las rocas preva- — 145 — lentes sobre las riberas de la Australia OccidentaL En la Australia del Norte se encuentra un gran macizo ó meseta calcárea, que se eleva 1800 pies sobre el nivel del mar. Las pizarras y otras rocas schistosas son tan nu- merosas como importantes. Una schista cuasifera es la roca predominante en el pais entre Canobolas y el Valle de Wellington, prevaleciendo estensamente por toda la nueva Gales del Sud y en la parte Oriental de Victoria. El suelo que cubren estas rocas es generalmente pobre ; pero la roca misma es rica en minerales. Las pizarras son generalmente grises, azuladas y ama- rillentas; en muchos parages se encuentran excelentes pizarras, de techo No pocas veces las pizarras se hallan interceptadas por venas y vetas de cuarzo y trap; tam- bién se presentan en conjunción con las pizarras, lechos feldspáticos de schistas grises ó blanquizcos, duras ó blandas, las cuales pasan al verdadero asperón ó arená- cea, volviéndose á veces muy cuarzosas; presentándose atravesados por bandas ó por venas fibrosas de cuarzo. Pizarras de greda y otros depósitos arcillosos, son tam- bién generales. Las arcillas y otros depósitos terciarios ocupan una ancha área; en realidad es probable que •todo el interior se forme de depósitos terciarios hori- zontales, interrumpidos aquí y allí por colinas aisladas y abruptas, que se alzan en medio de ellas, á manera de islas en el lecho de un mar interior. Se encuentra tam- bién buena arcilla de ladrillos y de alfarería. Cuando se recorre el Murray en ios vapores que Jo navegan, se atraviesan ostensiones considerables de pais ocupados por depósitos fosíliferos y que apenas si - 146 — constan de otra cosa que de una masa de conchas. Se ha estimado que estos depósitos coquiliarios son de un gran espesor y que deben medir por lo menos una pro- fundidad como de 300 pies. Por sus especies orgánicas. estos depósitos deben pertenecer al período eoceno su- pracretáceo, ó terciario inferior. Esta misma roca, calcá- rea coquiliaria, se presenta en el Golfo de Carpen - taria. Muchos casos se han presentados hasta hoy de des- cubrimientos de huesos y otros despojos de animales mamíferos en las grietas y cavernas, de la misma na- turaleza de los que se han observado en las grietas y caverras osíferas de la Europa. Las cavernas y grietas mas notables de estas se hallan en los distritos calcá- reos, sobre todo en las que se estienden al Noroeste }• Sudoeste en las inmediaciones de Bathurst. La principal caverna se encuentra en el valle de Wellington, que se halla atravesado por el rio Bell, rio que es una de las principales fuentes del Macquarie. Los huesos que allí se encontraron constituyen los despojes de 14 especies de animales, referibles á los siguientes géneros : tres es- pecies de Danjurus á los cuales los habitantes llaman huesos del Diablo, una de estas especies nos parece diferir del Danjurus Macrunis Leoproy; una especie de Perameles; una especie de H^jpsi prynmus ó Kangaroo ratón; tres ó cuatro especies del Macropus ó Kangaroo propiamente dicho; tres especies de Halmaturus; una especie de Phascolomi/s ó Wombat; un pequeño animal de un nuevo género perteneciente al orden de los Bo- dentia; una especi de elefante; y un reptil saurianc» aliado al género Lecho. A esto se anadian fragmentos i — 147 — de clientes y un gran trozo de las vértebras y de ios huesos cilindricos del Diprotodon. Es digno de nota que solo cuatro ó cinco" de estos animales son conocidos como especies aun existentes. La evidencia derivada de estos despojos, señala un gran cambio en la evolución animal del país desde la época en que esta brecha, ó sea probablemente de mas de media millón de años de data, llegó á formarse, tanto en lo que respecta á un género notable, hoy estinguido en Australia, el elefanle; cuanto a las especies y gi- neros mismos que se han conservado hasta hoy después de pasar por diversas adaptaciones y cambios de clima y alimentación. Ademas de esto no carece de interés el observar que la clase de los animales marsupiales, tanto mas digna de estudio, cuanto ella parece ha- ber sido el tronco de los mamíferos de las edades pos- teriores; y los cuales con cortas escepciones, hoy se hallan en su mayoría confinadas á la Australia, han formado también la mayoría de los habitantes de esa parte de nuestro planeta, en los mismos periodos geo- lógicos en que el Norte del viejo Conimente gozaba de un clima tropical; se hallaba cubierto hasta las regio- nes polares de bosques gigantescos de magnolias, de palo colorado y de sequvias, entre los cuales vagaban manadas de elefantes, de rinocerontes, de gazelas, que eran la presa de las fieras de las cavernas, el Uger la hycena y el nrsns spceleus. Con relación á la Flora fósil de Australia, solo pode- mos detenernos en algunas generalidades que no nos aparten demasiado del objetivo de nuestros trabajos; pues los detalles físicos en que hemos entrado hasta aquí — us- es solo para lo que hace relación con el carácter de suelo y su productibilidad orgánica. Cuando se viaja en Queens- land, es imposible dejar de parar la atención en las for- maciones carboníferas, abundantes en esca colonia según hemos visto. Al vistarlas y reconocerlas, se encuentra un gran número de impresioaes y despojos de plantas fósiles. Estos despojos muestran el gran número, riqueza y exuberancia de la vegetación que ha florecido en los tiempos geológicos en estas regiones, entre las arenas y ciénagos de sus terrenos, que se han conservado en su mayoria bajos y anegadizos hasta hoy. Esa vegetación primitiva ha debido ser tan exuberante y rica, que con solo las hojas, ramas y raices acumuladas anualmente y carbonizadas con el transcurso de los años y la presión de las capas superpuestas, han llegado á formarse los densos mantos de hulla que hoy enriquecen esas localida- des. Estudiando esos depósitos, es fácil percibir que plantas determinadas caracterizan depósitos determinados de hulla y que cada uno de ellos tiene una flora distinta y peculiar. Si consagramos un poco de atención al estudio de estas plantas, percibimos luego que ellas son de un gran valor para determinarla edad geológica délos depó- sitos; y de su edad geológica puede deducirse con exacti- tud la naturaleza y riqueza de los mantos de carbón mineral. Ese carbón fósil proviene todo de los bosques que en edades determinadas han llegado á constituir en masa los depósitos de materia carbonosa. El hombre, ese gran con- sumidor, no existia entonces; y todas las riquezas estériles de la naturaleza en las edades anteriores al hombre, han ido formando ricos depósitos al uso de este futuro rey de — 149 — la naturaleza terrestre; ni los peces de la edad primaria; ni los saurios de la edad secundaria; ni los jigantescos mamíferos, ni desmontaban tierra con objetos agrícolas; ni consumían leña; ni alteraban las condiciones existentes de la creación orgánica. Esas riquezas sin uso han formado pues depósitos inmensos que no obstante, el hombre civi- lizado llegará á agotar tal vez; tan vastos son su actividad y sus consumos sociales é industriales. Pofíria creerse tal vez que cuando tanto se ha dicho y escrito respecto a geología, sus principios y preceptos generales se hallan ya suficientemente difundidos entre las masas activas de la humanidad. Pero en todo esto desgraciadamente, las masas humanas han hecho aun muy pocos progresos. Pruébalo el lamentable despil- farro y derroche que presenciamos de energía y capital á causa de la ignorancia general, sobre todo entre los pueblos latinos, destinados á ser las victimas espiatorias en manos de sus guias espirituales ignorantes, fanáticos ó esplotadores de la ignorancia y corrupción humana; que han condenado la raza latina á una completa estir- pacion por ignorancia, superstición, haraganería é inep- titud; cuando las otras razas avanzan á pasos da gigante en el camino del progreso, preponderancia y prospe- ridad; pueblos latinos decimos, condenados á ignorar hasta las mas simples y vulgares nociones de las cien- cias. Es que en esos pueblos, amenazados de escomu- nion si leen libros útiles de fllosofia ó ciencias; y aun por leer simplemente la Biblia, se hallan condenados á cor- romperse en la ignorancia y el ocio, leyendo novelas ó papeles insustanciales é insulsos; perdiendo su tiempo en la hojarasca y la vanidad y condenándose ellos — 150 — mismos á ser los esclavos de las razas protestantes mas instruidas ó activas; ó á desaparecer como las tribus sal- vajes por su ignorancia y atraso. Hemos conocido en Sud America personas, y aun so- ciedades que han invertido ingentes capitales en esté- riles trabajos de minas y otras empresas, que á haber tenido la menor noción de geología, habrían evitado tal locura, consagrando sus recursos á objetos mas útiles, productivos y provechosos para ellos mismos y para su pais, en vez de arruinarse neciamente en empresas qui- méricas. Esto esplicará nuestro celo en inculcar la verdad, cuyo conocimiento á nadie puede perjudicar; pudiendopor el contrario ser útilísima y saludable para todos. El hombre, yá lo hemos dicho en otra parte, no vive de ilusiones ni de imposturas, que lo enloquecen y lo hacen desgraciado para él y para sus descendientes; convirtiéndolos^en agen- tes de fanatismo y de su propia persecución y ruina; cuan- do solo debieran ser agentes de luz y de su propio bien y del ageno. El hombre vive y se alimenta de realidades, y solo la realidad, esto es, la verdad, la ciencia, cuyos prodigios positivos presenciamos en ferro-carriles, vapo- res, telégrafos, teléfonos y tantas otras creaciones y des- cubrimientos admirables, pueden servirles, conservarlo y salvarlo. El error que se puede cometer en general en la esplo- tacion de las minas de oro, plata, cobre, etc. es aun mas fácil cometerlo en la esplotacion de las minas de carbón mineral. Los indicios de hulla son muy engañosos; pero aun alli donde se presentan inequívocos, su importancia depende — 151 -- de la 6dad de los mantos á los cuales pertenecen. Y para hacer su clasificación hay que descender al estudio de las plantas fósiles que contienen. Se dirá que hay hombres ♦3speciales y patentados para reconocerlos; pero su testi- monio puede ser falaz por cualquier causa y lo mejor es que todos y cada uno posean nociones generales que los habiliten á reconocer y distinguir lo bueno de lo malo, lo pobre y ruinoso, de lo rico y valioso. Es de este modo que la ciencias aplicadas se han hecho generales y útiles en esas grandes y cultas naciones, donde la ceguedad infantil del fanatismo no se opone al estudio concienzudo, profun- do y detenido de la verdad en la ciencia y en todo. En los países donde no es permitido estudiar ni cultivar la ver- dadera ciencia, porque la ignorancia y la estulticia ó lo que es peor, la corrupción y la impostura la califican falsamente de heréticas é inmorales; como se vé palpa- blemente por el atraso de esos países y el adelanto de los países donde no hay fanatismo ni sectas oscurantistas; y donde la verdad, la ciencia y la industria son libres y se pueden profesar y cultivar a voluntad. La Flora fósil de Australia se compone en general de géneros y especies completamente estinguidas en la actualidad, lo que hace ver su remota antigüedad. Esto no es decir que no exista en la edad presente nada parecido á ellas; las semejanzas y analojias son por el contrario, conspicuas y pueden servir de guia para juzgar de su naturaleza y propiedades: pero sus semejanzas, sus analogías son solo genéricas, no especiales ni menos particulares. Las plantas fósiles Australianas pertenecen en general á los órdenes conocidos de los heléchos de las coniferas, de los musgos de cara y de las equice- — 152 — taceas. Estos órdenes existen en la actualidad en el mis- mo pais, pero no con la abundancia, frondosidad y riqueza de desarrollo que llegaron á adquirir en la edad carbonífera. Entonces esos vegetales, en otras condiciones climatéricas y geolójicas, cubrían la superficie entera del globo, y aun la superficie de los mares en forma de algas, formando por todo densos bosques y espesuras im- penetrables, como se vé por los lechos carboníferos que han formado en todos los continentes é islas actuales; mientras hoy en la superficie solo se desarrollan ralos, escasos, exiguos y no por todo, sino solo en paises y lu- gares determinados. Además, cuando se comparan esas plantas fósiles con las especies existentes, vemos que su semejanza, completa en sus caracteres de orden, familias ó géneros, es remota y distante en lo que respecta á especies y variedades; sus heléchos han sido árboles, á manera de palmeros gigantescos; y sus coniferas jigantes, á manera de los pinos de Norfolk de Australia ó del Se- quoia Gigantea de California. Comparados con ellos, los heléchos actuales son meros yuyos, y nuestros mas colosales pinos, pigmeos á su lado. Proviene esto del im- perfecto estado de conservación de las plantas fósiles? No, evidentemente; porque su tamaño no ha sido alte- rado; los años solo han alterado las formas. Felizmente, si las plantas han sufrido alteraciones en formas generales, en sus esporos ó semillas, que se pre- sentan tan bien conservadas en los lechos carboníferos, no las han sufrido: pero estos últimos son raros y poco útiles para las clasificaciones. Hemos visto, en las inmediaciones de Newcastle, centro carbonífero importante de Nueva — 153 — Gales del Sud galenas de minas cuyo techo se presentaba cubierto de impresiones de hojas. El director de lamina las calificaba de hojas de gomero; mas comparando noso- tros esas hojas con las de Eucalyptus actuales, reconoci- mos que si presentaban algunos puntos de semejanza, los puntos de divergencia eran aun mayores. Ks muy proba- ble, en consecuencia, que la evolución del Eucalyptus no hubiese completádose aun en la época de la formación de los mantos carboniferos de Australia Oriental. Porque los Eucalyptus ó gomeros pertenecen a la familia ú orden de las myrtaceas y producen botones, flores y semillas ver- daderas. Lo que no sucede con el orden de los Filiees ó Heléchos que constituyen en mayoría esas formaciones carboníferas: estas plantas en efecto carecen de flores; y su propagación se hace por medio de esporos, semillas que se forman á manera de escamas, sobre el lomo ó borde de las hojas, esporos que son tan diminutos como el polvo mas fino. Los esporos difieren ademas de las se- millas en que no hechan raices, ni germinan los órganos de las plantas; sino que se desarrollan mas bien á la ma ñera délas flores de ciertos vegetales. Germina una mem- brana de la cual brotan diversos órganos que desempeñan las funciones de antheras y óvulos; y recien de estos, por una segunda elaboración, viene á brotar el germen de que el helécho se desarrolla. Verdad es que entre las plantas fósiles de la hulla Aus- traliana se presentan otros órdenes y familias ademas de los heléchos; pero ninguna de ellas son de las que pro- ducen floros; y todas las familias que se presentan son notables por su madera ó por sus hojas y por el modo como semillan. Asi los musgos de caña fósiles, presentan — 15i — hojas á manera de escamas, produciendo las semillas en sus axiiles; esto es, formando sporangias ó bolsas de esporos. Las coniferas fósiles presentan dos clases de conos ú hojas, modificadas en escamas; una de las cua- les, el amento, presenta los órganos fecundantes; y el otro los orilos ó simientes. Las Cycadeas son el esla- bón que ligan las Coniferas á los Heléchos, producen conos escamosos para el amento; y óvulos como los he- lechos en el borde de las hojas: estas solo pertenecen al último periodo carbonifero. Todas estas familias, lo mismo que los equicetos, presentan peculiaridades espe- ciales que las separan de las otras plantas. Las coni- feras fósiles presentan mucha parte leñosa; pero las cycadeas ó zamias y los heléchos, parecidos los palmeros, son casi puras hojas. Entre los Heléchos fósiles Australianos se cuenta el Glonopteris browniana, áiscernihle por la disposición desús venas, como todos los heléchos fósiles. Con estas ú otras distinciones, es fácil discernir entre los mantos de la hulla que los siglos han ennegrecido, las formas de los Helé- chos, coniferas, cycadeas ó equicetos que los constituyen. Pasaremos ahora á hablar de ciertas acumulaciones considerables de arenas, al parecer recientes, por el hecho de presentarse en forma suelta y no comprimida y petrificada como las viejas arenas de las edades ante- riores; y las cuales se componen principalmente de esos diminutos caracoles y Conchitas de mar que hoy se pre- sentan en ciertas regiones de las costas Australianas. Encuén transe abundantemente en todas las riberas y playas del Golío de Carpentaria y en algunos otros parages mas; pero notables sobre todo, en la costa Occi- — 155 - dental, con especial en las vecindades de Perth y del Swan River. Distínguense por concreciones que parecen haber sido formadas en torno de sustancias vegetales que en su mayor parte han desaparecido. En el Monte Elisa? á 10 millas de la embocadura de Swan Riner ó Rio del Cisne, este deposito alcanza una elevación de 300 pies sobre el nivel del mar. Esto hace ver que su prove- niencia no es en realidad tan reciente; que ellas han vivido pegadas á los inmensos campos de algas que de- bieron cubrir los mares primitivos, cuando la falta de hielo en los polos los mantenia en una temperatura tropical, húmeda, ardiente, reposada y constante, bajo densas capas de nnbes y en medio de las incesantes bor- rascas y estallidos eléctricos de esa condición atmos- férica. Las hojas de las algas marinas á que se hallaban adheridas, vueltas polvo con los años, han dejado solas Bsas concreciones que hoy forman los depósitos de que hemos dado cuenta. Esos grandes depósitos del Monte Elisa reposan sobre la arenácea colorada; la cual se presenta asociada con la marga roja y el gypso, y que constituyen la base de él solo hasta llegar á las montañas de la Sierra Darling, entre cuyas schistas arcillosas se han encontrado piza- rras de techo. Esos depósitos son en consecuencia, ante- riores al periodo cretáceo ó posteriores á él. La Australia no ha sido mirada como rica en metales preciosos ó útiles, sino de 30 años á esta parte. El des- cubrimiento de las valiosas minas de cobre de Burra Bu- rra en 1845, y sobre todo los grandes descubrimientos auríferos de 1851 condujeron á investigaciones que han dado por resultado el demostrar que la Australia es — 156 — mineralógicamente una de las mas ricas regiones del Mundo. La primer mención oficial de que se hubiese descubierto oro en Australia, fué en una nota del secretario del Esta- do del Teniente Gobernador de Nueva Gales del Sud,á Sir Jorge Gípps, datada el 2 de Setiembre de 1840, en que incluia un informe del Conde Stizelecki, asegurando que habia descubierto en el valle de Clwydd, en 1839 una pequeña cantidad de oro en un sulfuro de hierro aurífero descompuesto en parte. Nadie dio la menor importancia á esta comunicación. Entre tanto Sir R. Murchison en el curso de varios asertos respecto de los Montes Urales que él leyó á las sociedades Geológica y Geográfica de Londres, entre 1841 y 1843, llamó la atención de los hombres de ciencia sobre el hecho de la similitud de las formaciones Australianas con las de los Montes Urales, sosteniendo su creencia de que debia en Austra- lia encontrarse oro en mas ó menos abundancia. No se dieron pasos para acometer prácticamente esta investi- gación; solo Sir Roderick en 1846, dirigió una carta á la Sociedad Geológica de Cornwall, indicando á los mine- ros desocupados del pais la idea de emigrar á Aus- tralia para buscar el oro en los despojos y aluviones de sus Alpes. En 1846 el mismo sujeto dirigió una carta al Conde Grey, entonces secretario de Estado en las Colonias, exponiéndole sus razones para pensar que el oro debia ser en extremo abundante en Australia, pero no se hizo caso de sus comunicaciones. Los hombres ciegos no se fian sino de la evidencia de los hechos materiales que saltan á los ojos, dejando las esploraciones y verifi- -- 157 — caciones de las congeturas atrevidas á otro género de hombres de cuerpo vigoroso y luminosa inteligencia. Entre tanto, los esfuerzos siguieron para llamar la atención sobre este asunto en Australia. Pequeñas cantidades de oro habian sido halladas por un pastor y vendidas en Sidney. Hacia 1841 el oro fué encontrado en el lecho del Macquarie por Mr. Clarck, sacerdote de notables conocimientos científicos, el cual anunció el hecho á los -diarios de Sidney y sostuvo su persuacion de ía existencia del oro en gran abundancia en la colonia, sobre el fundamento de que los mantos de las sierras Australianas, que giran de Norte á Sud al través de la Victoria y de la Nueva Gales del Sud, era de la misma formación que las de los Montes Urales en Rusia, á saber, granito mezclado con cuarzo y pi- zarra schistosa; y también según se indicó después, cual la de la Sierra Nevada en California. Mas solo recien en 1849 un Smith comunicó al Gobernador Fitzroy que habia encontrado oro en cierto parage; presentó la muestra y ofreció descubrir la localidad si se le daba un premio; poco después un Lacellot presentó una muestra del peso de 3 1/2 onzas, que habia hallado en el rio Turón cerca de su junción con el Macquarie, con un propósito análogo. Fitzroy declinó estas ofertas y el asunto quedó olvidado hasta Abril de 1851 en que Har- greaves, buscador de oro de California, escribió al incrédulo Gobernador comunicándole haber encontrado verdadero oro y ofreciendo enseñar el lugar si se le daba una recompensa. El Gobernador le aseguró que el recompensarla el descubrimiento, mas solo después de su demostración y no antes; y Hargreaves reveló en- ]o« tónces los parages en que habia encontrado oro, que era en Louis Pond. (Pozos de Luis), en Sudmmerhuill Creck, en el Rio Macquarie, y además en los distritos de Ba- thurst y Wellington, unas 150 millas al Oeste de Sidney. Cuando el oficial de Gobierno llegó á los parages aurífe- ros en Mayo, halló varias personas trabajando en ellos. El Gobernador espidió inmediatamente, una proclama declarando el oro descubierto propiedad de la corona y prohibiendo que nadie trabajase en los lavaderos por su cuenta. Pero esta medida fué imposible de realizar, con lo que el Gobernador resolvió vender licencias á razón de 8 duros mensuales. En Mayo 25, ya se contaban 1000 personas con su patente cavando la tierra y haciendo el lavado en Summerhill Creek y en sus inmediaciones que tomó con este motivo el nombre de Ophir. En Julio el oro fué encontrado en dos ó tres parages dentro del territorio de Victoria: y desde esta época los descubrimientos de nuevas localidades aun mas ricas en oro tuvieron lugar sm interrupción. El total de la recompensa pagada á Mr. Hargreaves, llegó á 5000 libras esterlinas. Los primeros descubridores obte- nían el oro lavando las arenas, guijos y despojos en el lecho de los zanjones y quebradas y la tierra de sus riberas; pero luego se encontró que los mas ricos depó- sitos se hallaban en el cuarzo y se armaron trapiches para moler la roca y extraer el oro. El Gobernador dispuso entonces que las licencias serian solo para los lavaderos, y que el oro obtenido por la molienda del cuarzo abonaría al tesoro real un impuesto de un 5 á un 10 pg. Estableciéronse policiales en las diversas — 159 — estaciones y se dispusieron escoltas para conducir el oro de los lavados á los puertos de Sidney y de Mel- burne. Establecióse una oficina de ensayos en Adelaida y un establecimiento de acuñar moneda primero en Sidney y después en Melbourne y Adelaida. El efecto de estos primeros descubrimientos del oro en aquellas pobla- ciones, fué de los mas extraordinarios. En corto tiempo ciudades y aldeas quedaron desiertas; todas las profe- siones que no fuese cavar la tierra para sacar oro, fueron abandonadas. La fábula del Rey Midon se realizó en toda su ostensión, pues todos tenian oro, mas no tenian que comer, ni que vestir, ni donde cobijarse. Los buques quedaron abandonados en los puertos y todas las personas capaces de trabajar solo se ocupa- ron de cavar la tierra, por manera que llegaron á abri- garse recelos de que la cosecha de granos se perdiese lo mismo que la lana de las majadas y los rebaños mismos abandonados por sus dueños. Afortunadamente todos estos males pudieron evitarse; los pobladores se esforzaron para obtener auxilios de brazos, y con la noticia en Inglaterra de que bastaba cavar el suelo para recoger oro, siguióse una inmigra- ción sin ejemplo hacia la Australia; un verdadero éxodo de gentes de todas condiciones, ansiosas de recoger oro y hacer fortuna en corto tiempo. Se calcula que en 1851 mas de 100,000 personas abandonaron la Inglaterra en la dirección de Sydney y de Melbourne, siendo dificultoso encontrar naves en suficiente numero para conducirlas. Esta emigración continuo en los años siguientes con la misma fuerza. Entre tanto el precio — 160 — de las provisiones se elevó á las nubes, sobre todo en los lavaderos, que se encontraban generalmente en los distritos Txias remotos y desprovistos de caminos. Las majadas eran conducidas á precios fabulosos; arroján- dose el cuero, la lana y demás en vez de aprovecharlos como antes. El progreso prodigioso realizado por estas colonias se vio palpablemente en dos años: la renta que en 1851, apenas habia llegado á millón y medio de duros (300,000 libras esterlinas) alcanzó en 1852 á Smillones de duros (mas de 1 li2 millones de libras esterlinas). En solo Victoria, desde el descubrimiento del oro en 1851 hasta la misma fecha de 1853 esto es, en dos años se estrajo por valor de mas de 5 1[4 millones de onzas de oro (unos 84 millones de duros) sin contar el estraido en Sidney y las otras Colonias. En el mismo periodo, la Nueva Gales del Sud, estrajo 3 li2 millones de onzas de oro (cerca de 60 millones de duros). Estas enormes sumas continuaron aumentando de año en año con cortas alternativas, conforme se perfeccionaban y metodizaban los sistemas de estraccion y que se hacían nuevos des- cubrimientos: progreso que solo llegó á detenerse 6 decrecer del año 1873 para adelante. La región de este oro lan impensadamente hallado en Australia, se calculó extenderse en un espacio de 16,000 millas cuadradas, según el cálculo mas moderado. El oro se encuentra generalmente entre las montañas, en las quebradas, y gargantas y demás parages donde exis- tían ó hablan existido aguas corrientes, generalmente en alturas que no exeden de 3,000 pies sobre el nivel de^ mar. Se encuentra en el granito en todas partes donde la schista cuarzosa se presenta entre las forma- — 161 — dones trapeanas y en abundancia en los mantos de mine- ral de hierro arcilloso. El cobre, según se ha indicado, se ha encontrado en grandes cantidades en Australia Sud algunos años antes de los descubrimientos aurí- feros. Los dos primeros minerales de cobre descubiertos, fueron los de Kapunda y Burra Burra: el r en 1842; y el 2" en 1845. Las minas Australianas de cobre se pre- sentan en una formación de pizarras arcillosas, como en Atacama, en la America del Sud. Después de esto se han hecho grandes descubrimien- tos de plomo argentífero, de estaño, de zinc, de mercu- rio, de hierro etc. Aunque la excitación del oro super- ficial se ha ido apIacando,>e han emprendido labores de minería mas serias en las numerosas y estensas vetas auríferas de gran riqueza, que los ingenieros de minas han dadoá conocer y que hoy tienen en esplotacion pro- ficua y constante numerosos capitales. El valor de algunos de estos distritos mineros puede deducirse del informe de los ingenieros. El relativo al mineral de Quedong por ejemplo situado entre Nueva Gales del Sud y Victoria, se espresa como sigue: «Este distrito se halla ocupado por pizarras cruzadas, por vetas de cuarzo y trap, con manchas ocasionales de granito; pero lo que hace esta localidad tan interesante y llena de promesas para el porvenir, es que en adición á los cua- tro metales que en abundancia contiene, á saber, oro, hierro, plomo, y cobre,aglomerados en tan estrecho lími- te, se encuentra ademas gran abundancia de una es- celente calcárea para servir como plajeen caso esto esa necesario; y gran abundancia de agua en el caudaloso Rio Delgado, con abundancia de leña inmediata en las — 162 — cercanías vecinas toda la cuenca del Murrumbidgee, des- de las inmediaciones de Bullawamang, hasta la junción del Rio Queenbayan exhibe también no solo formaciones metalíferas, sino en muchos parages. vetas de plomo, cobre y hierro, en conjunción con abundancia de calcá- rea: el cuarzo porfirídico es allí la roca prevalente. Y en otros distritos, estos metales en adición á otros mas como el estaño y el mercurio, se han hallado en condi- ciones igualmente favorables y de fácil esplotacion. En la Australia del Sud, se há encontrado en abun- dancia plomo trabajándose con éxito en el mineral de Lat- tagolinga, donde un producto medio es de un 75 Vo de plomo y de 18 á 20 onzas de plata por tonelada de mineral; también se le obtiene de diversos otros mine- rales. En las grande cadenas de Montañas de Victoria y de Nueva Gales al Sud, según se ha visto, el plomo se presenta en muchos parages; se le ha encontrado también en la Sierra Darling y cerca del Rio Murchison y en otros parages de la Australia Occidental. El mineral de hierro abunda en las costas de Nueva Gales del Sud, donde también abunda el buen carbón mineral en grandes cantidades, de ahí el que las costas de la Australia Oriental se vayan poco á poco cubriendo de fundiciones de hierro, hoy destinadas al consumo local: pero que en un periodo no remoto cubrían el Asia, las islas del mar Indico, del Pacífico y hasta las costas de la América Occidental con sus productos; El hierro se ' ha encontrado en abundancia junto con el carbón mi- neral en los Montes WarrambungaU. El mineral de hierro arcilloso es en estremo abundante en las regiones de los Alpes Austrahanos. En la Australia Sud el mi- — 163 — neral de hierro abunda en las montañas situadas al Este de los Golfos de Spencer y de San Vicente; y también en Rapid Bay, en Encounter Bay y en las cadenas del cabo Jervis, hasta Loma de Piedra Negra {Black Rock HUÍ). Hoy ya se han establecido alh diver- sas fundiciones. La plata nativa se encuentra en cortas proporciones. El estaño, hoy esplotado con ventaja, se encuentra en diversos parajes. La grafita ó lápiz plomo se encuen- tra cerca de Adelaida en Monte Torrens y en la cadena del Belvedere, Australia Sud. También se encuentran el manganeso y el azufre. En las inmediaciones de los campos auríferos de Ophir y otros pasajes se encuentra el mercurio ó azogue. En diversas esploraciones de las regiones montañosas de Australia, se ha descubierto la existencia de piedras preciosas ha sido constatada en muchas partes de Aus- tralia, sobre todo en Nueva Gales del Sud Victoria y Australia Sud. Los diamantes de Australia llevados á Inglaterra, han resultado ser tan buenos y de tan bella agua como los mejores de los campos de diamantes del África Sud. En el río Turón se han encontrado diamantes cristali- zados, topacios granates, rubíes, záfiros, crisaberiles, cripsolitos y esmeraldas provenientes de diversas locali- dades yde un gran mérito. A esto puede añadirse en otras diversas localidades del pais los jacintos, los ame- thytos, el jaspe, la cornalina, la ágata y el ópalo. El carbón mineral es, según se ha dicho, abundante en la Australia Occidental y Sud, lo mismo que en Victoria, Nueva Gales del Sud y otros parajes. Entre — 1-4 — los mas bellos depósitos se cuentan los que se hallan situados en el Rio Hunter y en las inmediaciones de New Castle, al Norte de Sidney, hoy elaboradas en grande escala y con gran utihdad. La sal se encuentra en abundancia en muchas regio- nes del pais y las salinas ó lavatorios de sal son hoy muchas y en grande escala, con una gran aplicación en el pais mismo para los saladeros de carnes y otros em- pleos. Vastas zonas de sal se presentan, según hemos visto, en las regiones Este y Sudeste del Continente; las arcillosas plásticas y de todas clases para los diver- sos objetos de la economia doméstica y social abundan en diversos parages; son muy comunes las arenáceas adecuadas para las construcciones y edificaciones ar- quitectónicas; el gypso se encuentra en abundancia en las arcillas y margas que se estienden de Bathurst á Rio Hunter, y en las inmediaciones de Swan River; mientras las pizarras de techo abundan tanto en la Aus- tralia Oriental, como en la Occidental. Ya hemos indicado en otra parte que los geólogos mas competentes son de opinión que en las edades geológicas, la Australia ha debido hallarse unida al Asia Meridional y Central, pues por lo que hace al Asia Sep- tentrional y en otras direcciones, debia encontrarse bajo las agua; hecho geográfico que ha debido en conse- cuencia presentar mucho mas estension que hoy. Las mares someros que hoy se estienden entre la Australia Continental y las Islas de Nueva Guinea y de Tasmania, el primero solo de 9 toesas de profundidad, unido con el hundimiento constatado del lecho del Océano, pone esto en evidencia, aun cuando no lo demostrasen de hecho - 165 — la identidad de la flora y de la fauna. El Great Rarrier P^eef ó la Gran Barrera de Arrecifes, que se estiende por 1200 millas á lo largo de las costas Orientales de Australia, y que se compone de una formación Coralia- na, se sumerge en las olas unos 2000 pies, siendo bien sabido que el insecto del coral solo puede trabajar cerca de la superficie de la tierra; se sigue que el lecho origi- nario del Océano debe haberse hundido unos 2000 pies. Este hundimiento ha cesado y hay algunos motivos para pensar que el suelo después de un largo periodo de hundimiento, se halla en uno de elevación. Sin embargo, aun no ha llegado á producirse ningún efecto perceptible en 'a profundidad de las ensenadas, de los puertos etc. Ya sabemos que una vasta cadena de montañas corre paralela á la costa Oriental desde el Cabo York hasta la punta Meridional de la Tasmania. Continúase en la di- rección del Oeste al travez de Victoria, y por todo esta región ha formado la matriz de los depósitos auríferos que han sido después diseminados por !a acción dilu- viana. El mas elevado punto de esta cadena es como sabemos el Monte Kosciusko, en el corazón de los Alpes Australianos, exactamente en los confines meridionales de la Nueva Gales del Sud. Este es el gigante de la Orografía Australiana, elevándose según las mensuras últimas á la altura de 73*'8 pies una elevación muy poco mayor que el Mogote de la Yerba Buena, en la sierra de Córdoba, en las Provincias Argentinas. A la otra parte de los límites, del lado de la Victoria, las Sierras de Bogong se alzan unos 6508 pies, que es mas ó me- nos la altura media de la Sierra de Córdoba en sus cumbres centrales y elevadas. Esta cadena se estiende — 166 — al Oeste del Monte Ararat. En Tasmania, la mayor ele - vacion se encuentra en Ben Lomond y en la cadena del Oradle, ambas cuales no exeden de 5,000 pies. En la Nueva Gales del Sud se la conoce con el nombre de Alpes Australianos y con el de Blue Mountains ó Montañas Azule?; mientras en Victoria se la llama la Cadena Divisoria. Sus rocas pertenecen al Siluriano su- perior é inferior; pero junto con ellas se encuentra el granito, el pórfido y la syenita. En Queensland esia cadena alcanza la elevación de 5,4C0 pies. Al Noroeste, al llegar á Carpentaría, existe una vasta formación cretácea que se estiende por mas de 200,000 millas cuadradas, y hacía el Oeste se estien- de un vasto sistema carbonífero de gran espesor, que cubre unas 50,000 millas cuadradas. Ambas de estas formaciones contienen fósiles análogos á los que se en- cuentran en Europa bajo circunstancias análogas. La arenácea del desierto que ocupa una gran osten- sión del centro del Continente, una gran porción del Oeste de Australia, el Interior de Australia Sud, Nueva Gales del Sud, y los llanos septentrionales ha confun- dido á los geólogos, pero la ausencia completa de fósiles marinos, acompañado con algunos indicios de una for- mación lacustrina ha conducido á escritores mas recien- tes á alterar sus opiniones. Ellos lo asignan al plyoceno ó último período terciario. Después de su formación, grandes denudaciones han debido tener lugar. Rocas en el centro mismo del Continente que alcan- zan hasta una elevación de 150 pies sobre la llanura, prueban que esta denudación ha tenido lugar hasta esa — 107 — extensión por lo menos. Se han propuesto diversas teo- rias, á cual mas insatisfactoria para esplicar este pro- blema geológico. A nuestro entender, la esplicacion de este misterio se halla en la acción y en las consecuencias del periodo glacial, que ha esteiKÜdo su influencia sobre Australia, como sobre el resto de la tierra. El lago Central Australiano de la edad cuaternaria, se ha formado con los rios acrecentados durante el largo invierno ó periodo glacial de nuestro planeta. La des- nudacion por el contrario, ha tenido lugar durante el deshielo, en que torrentes de lluvia y de aguas de alu- vión en las vastas inundaciones, han debido desnudar el suelo de los depósitos formados durante el largo reposo del periodo glacial, aluviones provenientes y des- cendientes en su mayor parte de los neveros ó glaciares situados principalmente al Sud del Continente y que han obrado sobre los sedimientos depositados bajo el lago formado por los deshielos. El Continente Australiano ha debido ademas, en esa época hallarse mas elevado que hoy, y entonces sus montañas debian alcanzar y pasar de las alturas de las nieves eternas, á que hoy no llegan; como se deduce de las consideraciones espuestas al ha- blar del hundimiento de las formaciones de coral. Como quiera, las sistemas carboníferos encontrados en la Nueva Gales del Sud y en el Queensland contienen algunos de los depósitos carboníferos mas estensos de la tierra. El carbón, según ya lo hemos dicho, es de una exelente cualidad correspondiente al mejor de su clase en Inglaterra, formando valioso artículo de esportacion. También se encuentran petróleos ó aceites minerales y alquitranes minerales. En Victoria se han encontrado — 168 — igualmente algunas venas de carbón mineral; pero nin- guna de espesor suficiente para costear su esplotacion. i\o se cree pueda llegarse á hacer mayores descubri- mientos á este respecto. En Victoria, según ya lo hemos indicado se encuentran vestijios de numerosos volcanes estinguidos. Ninguno de ellos se halla en acción, mas pueden haberlo estado en un periodo tal vez no muy remoto. Tradiciones de erupciones existen entre los aborígenes. Ya hemos visto que hay llanuras basálticas en todas direcciones por centenares de millas,'probando la es^ension de la antigua acción volcánica. Algunos de los cráteres presentan millas de diámetro, formando lagos de considerable pro- fundidad. La mayoría de los fértiles llanos del Oeste son de formación volcánica, como también la porción adyacente de Sud Australia y una gran parte de Queens- land tiene un origen análogo. Vénse algunos antiguos cráteres en la Nueva Gales del Sud, y en el estremo Norte de Queensland se pre- sentan perfectamente visibles volcanes estintos, y anti- guas corrientes de lava. Se han sentido y se seguirán sintiendo sin duda, tanto en la Nueva Gales del Sud como en Victoria, ligeros choques ó temblores de tierra ; pero no de ese carácter violento que ha producido tantas ruinas en la Nueva Zelandia. Hemos hablado de algunos diamantes y piedras'precio. sas encontradas; los primeros eran de buena calidad, pero de tan pequeño tamaño que carecían de un valor comercial. Las esploraciones y ensayos mineralógicos han seguido y siguen por años, habiéndose publicado un catálogo de 287 minerales distintos por el Gobierno de Nueva Gales del Sud. Sin embargo, hasta hoy poco se ^ 169 — conoce de la mineralogía de los distritos del Oeste y Noroeste del Continente Australiano, excepto importan- tes descubrimientos auríferos y otros muy recientes. El clima de Australia no parece tanto diferir de los otros paises, como semejarse al del Sud Améiica y sobre todo á la República Argentina. Sin duda que estas ana- logias, son el efecto de igualdad de circunstancias y de exposición en ambos Continentes; hallándose los dos aislados en el misma hemisferio, en medio de vastos mares y espuestos á las brisas y temporales refrescantes de las heladas y abiertas regiones de la zona polar Antartica. El mas notable igualmente que el mas desfavorable característico del Continente Australiano, son las largas secas á que con cierta periodicidad se halla espuesto. «En el año 1 826, dice el esplorador Sturt, comenzó un período de terribles secas, á que creemos se halla espuesto perió- dicamente el clima de la parte Austral del Continente (la mejor regada, y con mas razón las otras.) Esta seca continuó los dos años siguientes con una severidad no interrumpida. La superficie de la tierra llegó á resecarse dé tal modo que la vegetación menor [pastos, herbages etc.] desapareció de ella. Las hortali- zas culinarias solo podían obtenerse con gran costo y dificultades; y las cosechas se perdieron aun en las situa- ciones mas favorables. Los criadores de ganado tuvieron que conducir sus vacas y rebaños á las regiones mas — 170 — remotas en busca de pastos y de agua. El interior sufrió lo mismo que las costas y todos los hombres comenzaron á desesperar de un país expuesto á tan alarmantes variaciones. Parecia como si el suelo Australiano hubiese sido condenado á no ser jamás visitado por las nubes. Estas temporadas de seca se han mostrado después con regularidad, pareciendo obedecer á las leyes de un cyclo de periodicidad de un intervalo de 10 á 12 años; que es el misnno cyclo que se ha observado corresponder á la marcha de la evolución en las manchas solares. Estos períodos de estraordinaria seca son sucedidos por llu- vias en estremo prolongadas, mas en seguida las lluvias decrecen gradualmente año tras año hasta que cesan por completo durante la temporada de mínimun de manchas solares. Otra peculiaridad que le es comua también con e^ clima y territorio Argentino, son sus rápidas transiciones del calor al frió. En efecto, estas situaciones abiertas y accesibles á las influencias polares, la temperatura y la estación dependen mas de los vientos dominantes que de la altura del sol en la escala zodiacal. Asi en Australia se presen- tan casos de haber el thermómetro variado 25 grados en 50 minutos. Esto se debe á los cambios súbitos del viento. Los vientos del Noroeste soplando sobre los gran- des desiertos medanosos del interior, alcanzan un tal grado de calor, que se hacen demasiado quemantes y pulverulentos para ser agradables á los hombres, á los animales y á la vegetación, como sucede en las regiones argentinas con los vientos zondas ó del Noroeste. El ther- mómetro entonces se eleva de 80^ Fahr á 110" Fahr- — 171 — en la sombra. Por otro lado los vientos opuestos del Sudeste, por contraste ó por su baja temperatura son amenudo tan frios y penetrantes que incomodan con la sensación opuesta, con especial cuando contrasta con un cálido Noroeste (muestro pampero) prevalente antes:]en estas ocasiones el therrnómetro en Australia Sud des- ciende á menudo unos 40o Fahr. en un cuarto de hora. Pero en despecho de estas ocurrencias que deben mirarse como escepciones, el clima generalmente del pais, aunque mas bien propenso á la sequedad, es ordi- nariamente delicioso y las mañanas y tardes son tan gratas como las de la Italia Meridional. Aun los grandes calores que ocurren debido á la tonicialidad y salubridad del clima no producen efectos relajantes y debilitantes en las constituciones de los orga- nímos. En las partes bajas de la costa el themómetro varía en el Estio (de Marzo á Setiembre) entre los 2T y 98^ Fahr, siendo su medio 66^ (24*" cens. En el interior y al Oeste de las cadenas de de montañas la estación húmeda tiene por lo general lugar en el Estio. (como en el interior Argentino;) en el litoral comienza á principios de Invierno (exactamente como en el pais Argentino.) Los roclos son muy frecuentes y abfindantes y á me- nudo se precipitan como una garúa. Las mangas de piedra o granizo son comunes en Diciembre ó Enero. En todo esto el clima Australiano concuerda con el de la República Argentina. En las partes bajas de las costas rara vez se hacen sentir las heladas; mas en los distritos quebrados ó montañas son frecuentes, y muy sensibles en las otras mesetas situadas del lado Oeste de las montañas, con — 172 — especial en los llanos de Bcitharst y en las otras lla- nuras de sus inmediaciones: estos distritos se hallan á 2,000 pies sobre el nivel del mar. Se ha observado igualmente que en estas regiones elevadas del pais, las estaciones son un mes mas tardías qué en las zonas bajas del litoral. La nieve cubre las montañas que pasan cierta altura; pero ninguna llega á la altura de las nieves eternas y glaciares; solo pueden haber existido en el periodo glacial. En los Inviernos frios suele nevar á veces hasta en los valles. Por ejemplo, en Jalio de 1880, el mal tiempo, los vientos frios 3^ las nevazones se hicie- ron sentir en toda Australia hasta una latitud muy avanzada en el Norte. Así en Analuen, Braiwoad y Goulburn ha llegado á caer hasta dos pies de nieve sobra los terrenos altos y mayor cantidad en los bajos. En ese mismo año el frió de los primeros días de Julio ha sido intenso en el Oeste y Sud de Australia. En Monaro y Oooma nevó abundantemente el 2 de dicho mes en capas muy grandes, nevazón que duró hasta la noche. Allí los muchachos pudieron jugar con bolas de nieve, como en plena Siberia. Hacia muchos años que no se veia una nevazón tan densa y de tan continua duración. El espesor de la nieve en las llanuras se elevó algunas pulgadas y en los bajos adquirió bastante profundidad. Nevó ese año con abundancia en Adaminaby, Kian- dra, Nimilybelle y Bómbala. La nevazón comenzó al amanecer y terminó á la noche. Hacia muchos años que no se conocía semejante fenómeno meteorológico. En toda la Australia, los frios han sido tales en 1880, que el agua se ha congelado en parages del Norte — 173 — donde jamás se había conocido la escarcha. Aun en la Australia tropical se han solido sentir grandes heladas en los meses de Junio, Julio y Agosto, hasta el punto de bajar el thermómetro de Fahr á 17^ esto es 15*^ bajo el punto de congelación (7^ centígrados bajo 0). El frió sin embargo aun en esos meses no se hace muy sensible á causa sin duda de ia gran fuerza'del aire y de la gran sequedad de la atmósfera. El clima de la costa Oriental de Australia es muy favorable ala salud; no se conocen enfermedades en- démicas, con escepcion déla Oftalmia que acomete en los meses de Octubre y Noviembre y que es ocasionada por los vientos que prevalecen en esta época. Estos vientos no son en general desagradablemente Ccálidos; pero se parecen algo á los vientos que en Inglaterra soplan del lado del Este en Abril y Mayo: como ellos ocasionan tizón en los vegetales y se les considera como la causa de la oftalmia que entonces prevalece. El pais situado al Norte del Rio Hunter parece hallarse menos espuesto á secas y las estaciones húmedas y secas s^ suceden con gran regularidad; pero la temperatura es allí mas cálida y el clima menos saludable que en las situaciones de mas al Sud. Pasando ahora al suelo y producción déla Australia, evidente es que el territorio de an país tan extenso y cuyas formaciones geológicas se presentan tan va- riadas, debe diferir en gran manera en cada una de sus diferentes partes, variando en igual medida las producciones del agricultor. Al visitar cada colonia hablaremos de sus respectivos productos y cultivos; aqui en globo solo indicaremos — 174 — que el suelo de esta vasta Isla es susceptible de producir todo genero de cereales, granos y legumbres, todos de una excelente calidad. Las Colonias de Nueva Gales del Sud, Victoria y Australia Sud, son las que mejor retribuyen los esfuerzos del agricultor. El suelo de la Australia Occidental es de una calidad inferior. En la Nueva Gales del Sud y Victoria, aunque el cultivo del suelo está lejos de hallarse descuidado, las crianzas de ovejas y ganado son la principal ocupación de sus habitantes. La Colonia de Australia Sud es la mas agri- culturista de todas y la que mayores cantidades de cereales cultiva y cosecha: el trigo que produce es de primera calidad y la cosecha en grandes cantidades. El maiz se produce muy biea y con abundancia en la Nueva Gales del Sud; pero no tan bien en Sud Australia. La cebada y la avena son muy cultivadas por sus gra- nos. El tabaco es de gran cultivo en el Rio Hunter y otros puntos de la Australia tropical. El centeno no se cultiva con tanla generalidad. El algodón y el café son cultivados con éxito en Norte y Sud Brisbane y otras regiones del Norte. El lúpulo ó hublon es cultiva- do en varios parages. En toda Australia se cultivan todos los vegetales Europeos, las papas producen cose- chas importantes en todas las localidades frescas y húmedas. Aun que los bosques naturales de Australia carecen enteramente de frutales odibles, hoy se cultivan en su suelo con éxito los frutos y producciones de todos los climas. El cultivo del olivo y de la vid hoy se hace en grande escala en las regiones templadas de la Isla y han comenzado ya á contarse entre las mas valiosas de sus muchas y valiosas producciones. El cultivo délos — 175 — viñedos, del almendro, del olivo, del naranjo se ha exten- dido mucho en la Nueva Gales del Sud y otros parages. En las Esposiciones se han presentado vinos, almen- dras y aceite de olivo de Australia de primera calidad en su género. También se cultivan los granos oleogino- sos y se extrae su aceite! Para juzgar del aspecto, cos- tumbres y adelantos delpais, referiremos á la ligera una escursion hecha por él ahora cuatro años 1878). «Una joven Miss y ocho caballeros de la sociedad «Sort», debian ser mis compañeros en el coche que parte de Al- bury para Waga Waga (Nueva Gales del Sud) á la una de la mañana. Con puntualidad inglesa, los caba- llos arrancaron á la hora señalada y nos hallamos en marcha. La mañana estaba sombría; mas como el co- che estaba alumbrado por tres ó cuatro grandes faroles, nuestro cochero tomó un paso capaz de no dejarnos un hueso sano. Apesar del traqueteo infernal y de los enormes barquinazos, algo conseguimos dormir entre) uno y otro porrazo, pidiéndonos perdones á cada rato por los involuntarios cabezasos que nos administrába- mos. A las 5 nos detuvimos á almorzar, operación que nos costó una media corona; y al cabo de ocho horas mas de sacudidas y de polvo, en medio de un feroz sol Australiano y de un calor infernal; llegamos á alojarnos en el Hotel Comercial de Waga Waga. Después de lavarnos bien y de comer bien, salimos á recorrer la segunda ciudad de Nueva Gales del Sud, después de Sidney. Las calles se cortan en ángulos rectos y Fitz Maurice Street, que es el principal centro comercial, corre de Norte á Sud adornada en ambos ces- ados de tiendas y almacenes, mientras las veredas del — 176 ~ Oeste se hallan cubiertas de una baranda que abarca todo su ancho y es indispensable para proteger las mer- caderias que se ostentan en las ventanas y etalages, igualmente que grata á los pasantes. El calor y el sol tórrido me hizo comprender porque la autoridad habia dispuesto adornar todas las calles con plantios de olmos, plátanos y acacias. Las calles se hallan bien arregladas y aseadas, ofre- ciendo una deliciosa sombra, que nos pareció mas agradable que las planchas de hierro de las barandas, no habiendo nada comparable á la frescura de las hojas, sobre todo en medio del ruido, el sol, el polvo y el calor de un centro comercial. Los troncos de estos árboles ya tenian de 8 á 9 pulgadas de diámetro; y como las palizadas de madera que antes los protejian producian una fea vista, el Consejo Municipal, las mandó remover. Pero sucedió entonces que los pobres árboles fueron tratados como víctimas espiatorias; unos ataban sus ca- ballos; otros arrancaban ramas; y no pocos rapazue- los de calle se inmortalizaban grabando en ellos sus nombres con letras colosales, monumento eterno que se erijian á si mismos con sus cortaplum.as. Estos males solo cesaron cuando las pobres plantas volvieron á ser protejidas contra sus enemigos naturales, no ya por em- palizadas, sino por elegantes redes de alambre bien pintadas. «Saliendo de la ciudad y recorriendo sus alrededores, vimos algunas elegantes y preciosas casas de campo, residencia de comerciantes y de squatters (estancieros). Los jardines que rodean estas mansiones se hallan cultivados con esmero; pero la continuada seca que ha - 177 — durado desde Diciembre hasta Febrero de este año 1878, hacia reinar un desapacible é insoportable polvo que el viento cálido del Norte hacia remolinear, cu- briendo plantas y flores con un denso polvo y un desagradable barniz seco y opaco. No obstante esto y aunque desfiguradas, pudimos reconocer debajo de las ver andas que rodean las mansiones rústicas ó fuera de ellas, magnificas pelargonias, fuchias, hydrangeas, bál- samos y el mush^ esa deliciosa y pequeña planta de al- misclada fragancia; mientras la pasionaria, la vid y la Wooílbina entrelazan por todo sus tallos flexibles cubier- tos de frutas ó flores; siendo la Winteria conseguana la mas bella de estas enredaderas refrescantes de aque- llos ardores secos y torcidos. En uno que otro jardín alcancé á ver algunas bellas muestras de pawlonia imperalis, florida hacia poco, á juzgar por las espigas que aun pendían de los árboles. La ciudad se halla muy mal abastecida de agua, á pesar de queá corta distancia de ella corre á bordes plenos el rio Murrumbidgee. Pero muy luego la red de los ferro- carriles Australianos se estenderá hasta esta ciu- dad, y con esta gran mejora indudablemente vendrán las otras menores. «Los meses de Diciembre y Enero, de completa seca en Australia, han hecho renacer una temperatura cálida en estremo en toda la Isla, con cortas escepciones. El verano é invierno anteriores habian sido igualmente secos (todo esto coincidió con el periodo mínimo de las manchas solares que tuvo lugar en 1878; periodo de seca no solo en Australia, sino en el Brasil, eu la India, en la China etc.) Los mineros de todo el país han que- — 178 — dado ociosos, pues no se encuentra suficiente agua para separar el oro de la tierra ó arena que lo contiene. Los squaters Australianos han perdido grandes canti- dades de ganado; y las lagunas, jagüeles y estanques ó represas artificiales que antes eran sitio de frescura, cuando llenas de agua, se han convertido ahora en pozancones infectos que sirven de sepultura á centena- res de ovejas, que habiendo penetrado hasta el centro en busca de agua al través del lodo pegajoso de su fondo, se han quedado alh' empantanadas sin poder moverse ni para atrás, ni para adelante. La seca ha sido tan severa, que en Febrero los árboles, aun aquellos de ver« dura persistente, han comenzado á perder sus hojas y á secarse; en cuyo caso se hallan no solo los exóticos olmos de hojas tan resistentes, sino aun los eucaliptos que son naturales del pais y de hojas perennes. Sin embargo, á mediados de Febrero la nueva luna trajo un cambio favorable, habiendo venido acompañada de densos nublados que acudian del Oeste, los cuales des- pués de cubrir todo el cielo, se deshicieron en una abun- dante lluvia que duró todo el dia, devolviendo la vida y la frescura á la naturaleza casi exánime. Esto ha venido á libertar a la Australia, en una parte por lo menos de una ruina tan eminente como cierta.» A nuestro paso en 1883, Waga Waga ya tenia ferro -carril es, aguas cor- rientes y otros adelantos y habia duplicado su población. Casi no necesitamos decir que para el naturalista, Australia presenta un tan vasto como variado campo. Alli crecen casi todas las plantas y árboles tropicales, siendo la patria del Eucalyptus, ese bello, útil y perfu- mado árbol; el cual se ha desparramado hoy vastamente — 179 — sobre toda Ja tierra, no solo por su madera y belleza, sino por sus propiedades sanificientes, superiores á la acción de todo otro árbol. Los árboles de este pais ofrecen la peculiaridad de que en vez de mudar sus hojas todos los años, mudan su corteza. El Eucaliptus glóbulus se encuentra solamente en Tasmania: y no en general, sino en la parte Sud de la Isla. Alli se encuen- tran lirios gigantescos que se alzan á grandes alturas en el aire, y heléchos que adquieren proporciones arbóreas. El Eucaliptus globulus^ el mas difundido en Sud América, se alza en Tasmania, que es su país mativo, hasta la enorme altura de 350 á 300 pies, hallándose un ejemplar en la Sierra de Warragong, que mide postrado por el suelo 420 pies de elevación (cerca de 150 varas tres tantos de la media naranja de Belgrano). En los bosques del Norte de Australia se encuentran ademas casuarinas, acacias, banksias y hakeas, predominando mucho en esa región la familia de las leguminosas ó mimoseas, como en la Flora Argentina. Se encuentran igualmente en Australia, innumerables especies de heléchos, sin rival como plantas de adorno. Verdad es que la naturaleza en este país, lo ha hecho todo ornamental y casi pudiera decirse, monumental, característico y estraño, no ha- biendo nada mas estraordinario en el mundo que sus Eucaliptus, sus Araucarias Cuninganni, sus ornitorincos y tantos otros raros productos de su suelo escepcional en todo. Otra peculiaridad de los árboles Australianos es que comienzan á secarse por su estremidad superior, de arriba para abajo; mudando la corteza en vez de las hojas según yá se ha indicado. No se han encontrado en Australia, á su descubrí- — 180 - miento, frutas edibles indígenas, escepto algunas bayas y algunos pequeños duraznos ó albaricoques, exacta- mente como en las regiones del Plata; las cuales son las únicas frutas que se produzcan espontáneannente en el pais. Hay muchas plantas venenosas que producen gran mortandad entre los ganados y las ovejas. En este pais se produce el árbol del pasto, que seria útil aclimatado en el Plata, á saber, el Xanthosehea, el cual es mas común en Australia. Estos árboles han recibido el nombre de negritos en la Australia Occidental, á causa de semejarse mucho á los naturales, llamados también Clackbotjs, esto es negritos á causa de semejárseles mucho á la distancia, sobre todo de noche. Es una especie de palmero enano, solo que en vez de palmas, tiene hojas filiformes como el coirón ó el junco, caídas para abajo en forma de cabe- llera, con una espiga ó penacho, que es la flor, en el centro. Hubo ocasiones, en las fronteras interiores cuando se esperaba un ataque ó sorpresa de los Indi- genas, en que las tropas Inglesas hicieron descargas cerradas sobre estos pobres árboles, tomándolos por el enemigo en las oscuridades la noche. Asombrándose de oír las balas penetrar en el blanco (en este caso negro), sin que aquellos fantásticos enemigos cayesen al suelo. Los animales comen las hojas juncáceas de este árbol estraño, y de ahí su nombre; y hay que confesar que es un vegetal precioso en un pais espuesto á secas espantosas que acaban con todos los pastos, con escep- cion de estos árboles, los cuales en consecuencia llegan á ser un recurso inestimable en estas épocas calamito- sas, para que los ganados no perezcan de hambre. — 181 — Hay una especie de Eucalyptus enano llamado mallee^ el cual cubre como un cuarto del total de toda la Isla, haciendo en estremo monótono y triste el aspecto de las campañas que él cubre. Durante dias, semanas y meses se camina por entre altos matorrales de este Malle, sin alcanzar á veces ni veinte varas en ninguna dirección. Esta vasta ostensión de matorrales de mallee es también la ocasión de que todos los años se pierdan muchas vidas en- Australia, á causa de estravíos en medio de los bosques. En ciertas zonas del pais que ya hemos descritos se encuentra un pasto llamado Spinifex trifo- lia, que en Australia es el terror de hombres y de animales. Entre tanto, nosotros tenemos en el interior, algo peor, como ser las pencas ó cactus espinosas, herizadas de largas púas agudas y aceradas, sin que nadie se muera de miedo por ello. Este Spinifex Australiano crece en matas de 4 á 6 pies de circunferencia y de cerca de o pies de alto; por su aspecto se semeja al yasca ó chañar que crece en las regiones montuosas del Noroeste de la República Argentina. En Australia este Spinifex es tan punzante como la mas fina aguja. Ahora bien, si un viagero ó ganadero llega á rodar de su mon- tura sobre las bayonetas de este vegetal bravo, de seguro queda inhabilitado por muchos dias de cabalgar de nuevo y aun de sentarse ó moverse. Existen en Australia dos clases de pasto de campo propio para ganado, el uno el pasto de Kangaroo, que crece en las zonas de territorio mediocremente feraces; y el otro que es el horrible mallee, como lo llaman los Australianos^ que acabamos de indicar. Sin embargo? — 182 — este último los ganados lo comen también cuando tierno; pero viejo no sirve sino para ¡prenderle fuegoy nos decían los lectores ó chacareros Australianos. Mas nosotros creemos que con el tiempo la fibras de este arbusto {Encalyptus dumoró) puede llegar á utilizarse para fabricar papel. Y á proposito de pastos, mencio- naremos algunos, á mas de los indicados, peculiares esclusivamente de Australia, los cuales tienen la par- ticularidad de ser comunes ala Australia y á la Nueva Zelanda, ambos paises de una ganadería tan próspera y tan floreciente. El primero y mas digno de mención de estos pastos, es una bella graminea que crece en los suelos arenosos y lijeros (como nuestros guadales Argentinos) y la cual ha sido denominada Microlana stipoides. El pasto de olor, análogo á nuestro trébol de olor, llamado Hierochce redolensj crece en los parages húmedos y en médanos inmediatos al mar, alcanzando á veces hasta Ta altura de 4 pies. El spinifex irsuta sirve por su naturaleza para fijar los suelos arenosos y móviles. Hay un mijo nativo, Panicum disticJmm, que crece en las cañadas bajas y húmedas y el cual es un pasto valioso y de rápido cre- cimiento.. El género Agrosti^ se halla representado por 12 especies, algunas de gran valor, que resisten á los mas crueles inviernos; teniendo como nuestro pasto de puna, la propiedad de alcanzar hasta dentro del limite de las nieves eternas. De este género Agrostis tan vivaz mencionaremos como peculiares de Australia y Nueua Zelanda el Agrostis canina, que es perenne: y eíAgrosslis purviflora también perenne y muy resistente á las heladas. El Agrostis — 183 — nuelleri es también un exelente pasto de páramo y pampafria, que resiste á los inviernos mas crueles. El Agrostis danula se alza hasta seis pies y crece tanto á la intemperie como bajo los árboles; es muy buscado por el ganado. El Agrostis pilosa es un pasto permanente de cañada. El Agrostis stylifolia es un pasto que crece muy tupido, suculento resistente á las heladas y exelente para sembrarse en las lomas y faldas empinadas de las mon- tañas. El Agrostis avenoides es también notable. El pasto Arundo (especie de cañizo) abunda tanto en Australia como en Nueva Zelanda. El Arundo conspicua de este último pais es un pasto precioso de invierno. El Poafo- liosa del litoral es un perenne que se alza hasta 3 pies y que engorda ntucho el ganado. Hay 8 especies de este Poa, todas exelentes en uno y otro pais. Hay otro pasto de ciénago, el Isache australis, pasto valioso y muy ren- didor. Una de las especies de pasto salodo presenta una rapidez de crecimiento singular; el Zoycid ruigens. Viene perfectamente en los anegadizos húmedos y salitrosos . El genero Danthonia cuenta pastos interesantísimos que se pueden sembrar y no necesitan cuidado; son pastos perennes que se elevan hasta 8 pies y hace muy mantecosa la leche de las vacas que lo comen. Los Trisetim- son perennes y forman un elemento impor- tante de los pastos Australianos, y Neozelandeses. El genero Testuca es adecuadísimo para ovejas y puede servir para fijar los suelos arenosos: soporta bien las secas. Hay singularidades en la distribución de ciertas plantas y sobre todo de ciertos pastos que son difíciles de — 184 - esplicarse. El pasto Alchemilla vulgan's, por ejemplo, llamado por los Ingleses manto de Lady^ es muy común en los altiplanicies de los Alpes Australianos, de donde probablemente es oriunda. Entretanto este mismo pasto lo vemos en estremo estendido y abundante en toda Europa, en el Norte del Asía y en las montañas de la India. ¿Há pasado de este último pais á Australia, ó há pasado de Australia á la India en la época ó edad geo- lógica en que pudo estar ligada á ese continente? Como los céspedes y todas las ^ramillas datan probablemente del periodo glacial, es también probable que su difu- sión en ambos hemisferios sea debida á esta acción. Con una sola esepcion, estas especies de pasto son Asiáticas y habitan la China, el Japón y las Montañas del Norte de la India. Una especie esepcional se encuentra en las cordilleras de Drizaba en Méjico. El pasto Ahelia pre- senta una. El pasto Coleanfhus subtilis es una especie en estremo rara; y sin embargo, se le encuentra en localidades muy distantes unas de otras, como ser en el Oregon,Rohemia, Noruega y Noroeste de Australia. ¿Son las aguas, los vientos, las convulsiones naturales; ó son los Atlantis, los Lemurios, los Pacificos, esto es, el hombre prehistórico el que há hecho esta distri- bución? Pasando ahora á la zoología de esta gran Isla con- tinental, que hasta en eso se singulariza, pues no existe ninguna otra de su vasta estension, y forma casi no necesitamos decir que ella es peculiar é interesante. Dis- tingüese por la predominancia de los marsupiales ó animales de bolsa, de que solo se encuentran raros vestijios en todas las otras regiones del globo. Con escepcion de una familia, el Opossum que se halla ea -.- 185 — América, todos estos animales se hallan confinados á la Australia, y las Islas inmediatamente adyacentes; y es á la verdad un hecho en estremo singular, el que todos los mamíferos de Australia, en número de unas cien espe- cies, todas ellas pertenezcan sin variación á este orden. Los restos fósiles de Inglaterra y Francia indican que ellos han existido allí en un periodo muy antiguo, cuan- do todos los demás animales de este orden (el demami- feros) se hallaban en la Infancia. Generalmente todos los naturalistas suponen que los mamíferos existentes han salido de los marsupiales, abundantes del cretáceo adelante. El kangaroo subministra caza y alimento para los naturales. Se conocen varias especies de este animal, tanto contemporáneas como fósiles; entre los contempo- ráneos los hay que pesan hasta 200 lib. La sopa de cola de kangaroo se considera como un plato esquisito. Existen en Australia castores y algunos otros roedores acuáticos. En los lagos y ríos del Nor',e se encuentra el coco- drilo, la tortuga y el dugong^ animal anfibio parecido á la foca del género Manatus y con hábitos acuáticos, pero herbívoro. En el territorio de Nueva Gales del Swd tiene su residencia el wallahij^ el handicoot^ el worri- hat y el oposs'um. Allí mismo se encuentra también el oso nativo, que en nada se parece á la terrible fiera de los otros continentes; siendo una pobre bestia diminuta é inerme, que apenas tiene energía suficiente para moverse. La Austraha es ademas la residencia de ese estraño animal, el orniforincJins, mitad ave y mitad anfibio. — 186 — Las aves son numeroras en Australia. La mas grande es el Emú^^ algo parecido al avestruz, el cual tiene también su antecesor geolojico. Se encuentran cisnes negros y blancos, pelicanos, ganzos, águilas, gavilanes, codornices, palomas, grullas y garzas; el loro y su elegante congenere, la cotorra nativa son abundantes. Entre las aves peculiares de Australia se halla el faisán nativo, que los Ingleses llaman Zoi¿;a«. Esta ave cons- truye sus nidos en la arena, formando su asiento con palillos y hojas secas. Sobre esto estiende una del- gada capa de arena, cubriéndola todo con pedregullo y arena. Todas las mañanas la hembra deposita un huevo con la punta mas aguda para abajo y casi en el centro del nido, volviéndole á cubrir. Esto lo ejecuta hasta poner de 7 á 8 huevos. El nido presenta entonces 12 pies de diámetro y 3 pies de elevación; en seguida lo cubre con otra nueva capa de arena y deja que los huevos sean empollados por el calor del sol. Há sido siempre un misterio para las personas reflexivas como los pichones de esta ave llegan á zafar bajo el peso de semejante nido. El tamaño de este lowan no es mayor que el de un faisán Ingles hembra; pero sus huevos son tan grandes como los del ganzo. Las cascaras son tan delgadas que no se pueden cocer desjuntes en una misma vasija sin romperse; y aun para cocer uno solo se precisa eíivol verlo en un trapo. El modo general y rustico de comerlos es ponerlos á asar al íuego por una punta. Los peces de los mares y rios Australianos consisten en ballenas, marsoplas, tiburones, abadejos, soles, casta- ñetas, mujoles y multitud de otros que no se hallan en las — 187 — demás regiones de nuestro planeta. Los reptiles son también abundantes en Australia, á saber, los cocodrilos en el norte; y las serpientes, lagartos escorpiones y cientopies en el Sud. La iguana, un reptil escamoso, parecido al lagarto, pero mas grande, alcanza el largo de 4 á 5 pies y su carne es estimada como un manjar delicioso. Los insectos son en estremo prolificos, siendo en especial abundantes las moscas y los mosquitos. Ape- nas se puede reconocer á los niños de los indígenas, tan completamente cubiertos se bailan por las moscas, que llenan sus ojos, narices y bocas. Para todo el mundo y sobre todo para los estrangeros, estas moscas son en estremo bravas y tenaces y todo el mundo marcha en las calles cubiertos de ellas, á no ser que se las espante con un pañuelo. Para comer se necesitan estraordinarias maniobras estratégicas á fin de poder llevarse un bocado á la boca, sin ir acompañado de una salsa de estos insectos. Por las cañadas y en las orillas de los esteros y arroyos, los mosquitos abundan de tal modo, que no se puede andar sin un mosquitero en la cabeza. Las arañas y las hormigas son abundantes ; la tarántula es la mas formidable de las primeras y la hormiga bulldog la peor especie de las últimas. Estas enormes hormigas tienen una pulgada ó dos de alto, sobre dos de largó. Su picadura duele tanto como es enconosa. Las especies mas pequeñas desuellan la piel con sus alicates; se introducen debajo como el escorpión y en la herida dejan su aguijón junto con su veneno. Por lo que es á los naturales, estamos por creer que esta es una raza malignamente desfigurada y calum- niada. En el pais se les pinta generalmente como seres - 188 — depravados y degradados, caníbales que torturan con una estrema crueldad á sus victimas. Estas acusaciones son absolutamente taitas de fundamento. Por lo demás muchas tribus se hallan yá estinguidas y tal vez antes que se pase otro siglo un negro Austra- liano será considerado como una cosa fósil ; porque como há sucedido con los Indios Norte- Americanos, á medida que los blancos avanzan en busca de nuevos pastos para sus rebaños, desalojan á los naturales de los campos antes ocupados por ellos. Es de todas las razas humanas, la que mas se aproxi- ma al tronco primitivo de la especie humana, y su es- tincion actual puede provenir tal vez de caducidad, como en las razas mongoloides primitivas de América. Los negritos, como los antropoides, son lindos, vivos y graciosos cuando pequeños; y cuando grandes y que sus razgos llegan á caracterizarse, son pasablemente feos como los antropoides. Respecto al progreso de la ocupación del territorio de Australia y al adelanto de colonización por los euro- peos, los siguientes datos servirán para dar una idea de ello; pertenecen al año de 1882; los de 1883 los da- remos mas adelante, Los Squatters ó estancieros Aus- tralianos, han dirijido sus miradas hacía esa parte del territorio de la Australia Sud, que se estíende á lo largo de la línea telegráfica de Adelaida á Port Darwin. Se dice que el Dr. Browne ha adquirido en New Castle Watters unas 2000 millas cuadradas de tierra, á 1500 millas de Adelaida ; y cerca de 6,500 millas cuadradas sobre los Rios Catherine y Fitz, Maurice, distantes 1770 millasj para formar establecimientos de crianzas pastoriles. — 189 — Háse yá enviado una espedicion para tomar posesión de esas tierras, la cual ha conducido por primera vez 7,500 ovejas, 2,200 cabezas de ganado vacuno y 80 ani- males cabalgares, con provisiones para 12 meses. Háse poblado en primer lugar el pais de New Castle y nuevas cantidades de ganado han sido arreadas para la población de los Ríos Catherine Fitz Maurice en Queensland y Australia Sud. Háse también establecido un gran Harás, ó establecimiento de crianzas cabalgares en grande es- cala, á fin de suministrar caballos para la exportación á la India, combinando al mismo tiempo negocios agrí- colas y pastoriles, habiéndose importado con este objeto brazos de las costas de Madras. Una espedicion esplora dora partida de Port Darwin y encabezada por Mr. Sergison, volvió después de descubrir magníficos territo- rios sobre los Rios Daly, Fitz Maurice y Victoria. Ase- guran que el clima es fresco y que se encuentran aguas corrientes en todas direcciones. Téngase presente, que los campos considerados magnificos en Australia, nos. otros en la República Argentina los reputaríamos cam- pos inferiores, incapaces de sostener 5 ovejas en una cuadra. Por lo que es á la acción del tiempo en Australia en 1882, el há sido de seca solo en su principios; pero en Febrero las lluvias comenzaron fecundando y reme- diándolo todo. Se obtuvieron buenas cosechas de trigo y de maiz temprano; no asi con el maiz de segunda sementera, las legumbres y los pastos, que han sufrido con la seca, lo mismo que los ganados. Los Austrahanos siguen con mucho empeño un plan para la mejora de sus ganados por la cruza y la selección, tanto en la — 190 -~ raza ovina, como en la vacuna. Una prueba de los buenos resultados obtenidos, son las ventas que han tenido lugar últimamente. Ha tenido últimamente lugar en Colac un remate de ganado Shorthorn y Hereford que les há producido por valor de 25,742 libras esterlinas á sus dueños los SS. Robertson. En este remate (que tuvo lugar á fines de 1882) se han vendido 10 toros Shorthorn por el enorme precio medio de cerca de 800 libras esterlinas (40C0 duros) cada uno; como igualmente 4 terneras shorthorn por el precio medio aun mas enorme de 1,103 libras esterlinas (5515 duros) cada una. Entendido que estos precios son para los animales de raza pura de estraordinaria belleza. Los mejores animales mestizos solo han obtenido en tér- mino medio el precio de 48 libras esterlinas, (225 duros). En lo que respecta á los progresos en otros ramos en el mismo año de 1882, los minerales auriferos de Hill End se han conservado en buen estado de producción durante todo él, hallándose en buen alcance muchas de sus minas, como ser la Star of Peace, la Golconda, Lady Belmore etc. En todo el mes de Enero en dicho año, la Moneda de Sydney ha recibido solo, á causa de la seca, 12,000 onzas de oro para acuñar; pero teniendo existencias anteriores ella ha acuñado 100,000 libras esterlinas, la mayor parte en medios soberanos. Se vé , pues , que en este solo establecimiento la acuñación anual no baja de 1 1[2 á 2 millo- nes de libras esterlinas. El estaño y el cobre siguen esplotándose con gran provecho y en grande escala. Las minas de hulla se hallan en completa actividad y producen millares de toneladas con qué satisfacer las — 191 — necesidades del consumo y de la navegación. De Queensland donde se hallan en la actualidad los mas ricos distritos auríferos, se tienen las siguientes noticias: «Según los telegramas recibidos de los diversos lava- deros auríferos del Queensland, la minería presenta síntomas de reanimación, á consecuencia de la provisión de agua caida recientemente de las nubes. Desde la abertura de los lavaderos auríferos de Gympie, cerca de 500,000 onzas de oro; (2 millones de libras esterlinas, diez millones de duros) han sido estraidos de sus es- cavaciones, sin contar las cantidades guardadas por las personas que ocultan al público sus utilidades.» Volviendo al clima y meteorología Australiana, con nuevos y ,mas abundantes datos que llegan hasta el corriente año 1883; la irregularidad y parcialidad que hemos visto caracterizar las lluvias de este pais, ella es indudablemente la gran causa que mantiene la este- rilidad prevalente en el centro del continente. En Sydney, el monto medio anual de las lluvias es de mas de 50 pulgadas; en Adelaida es de 21.15. en Mel- bourne es de 24.10; en Perth es de cerca de 30 pulgadas; y en Brisbarne, el agua ha alcanzado hasta 80 pulgadas de espesor. Las Blue Mountaim interceptan las lluvias del Pacíflco, privando al pais situado al Oeste de ellas, de riegos fecundantes. Así en Bathurst situado al Oeste de la cadena costera, solo se cuentan 23 pulgadas sin entrar en Wentworth, 500 millas tierra adentro de Sydney, la cantidad queda reducida á 14 pulgadas. La irregularidad, mas bien que la falta de lluviaS; es la única causa de todos los incon- venientes y pérdidas esperimentadas por los poblado- 192 res. Algunos ejemplos bastarán para probar esto. La mayor lluvia recordada en Sydney fue en 1860, época en que cayeron 82.81 pulgadas; la menor en 1849 en que solo cayeron 21.49 pulgadas. Es Queensland la mayor y la menor fueron respecti- vamente en 1870 y 1865; cayendo en el primero de estos años 79.06 y en el último 14.11 pulgadas. En Sud Aus- tralia, en 1875 se recuerdan 31.35; y en 1869 unas 13'85 pulgadas. En Victoria las tablas meteorológicas mencionan 44.22 pulgadas en 1849, y solo 15.94 pulga- das en 1865. Esta incertidumbre se halla á menudo agra- vada por la violencia de las borrascas. En un solo dia 20.41 pulgadas cayeron en South Head; y en otro dia 8.90 pulgadas cayeron en esta ciudad. Estos datos han sido tomados de tablas llevadas con la mayor exactitud, publicadas en el Dictionary of Austr alian Dates. El año de 1882 tomado en general, fué un año deseca para toda Australia. En el año 1883 que fué el de nuestra visita, las lluvias han sido abundantes. En las reíeridas tablas se contiene una interesante re- seña de los aguaceros y secas correspondientes á cada mes del año, que han ocurrido en Nueva Gales del Sud desde su origen. Cono un ejemplo de la destrucción oca- sionada por las inundaciones, hallamos un hecho relativo al año 1879. «Una gran inundación tuvo lugar en casi toda la es- tension de la Colonia; y lo que mas há tenido que sufrir de esta calamidad es la región inmediata á los rios, Shoal- haven y Araluen en el Sud. Las esperanzas délos agricul - tores y de los escavadores de oro se han visto frustradas por una lluvia diluviana. Muchas vidas se han perdido y — 193 — algunos casos, familias enteras se han ahogado. Casas enteras se han derrumbado; y ganados, cosechas, cercos, instrumentos agrícolas, los muebles y despojos de casas, chacras y quintas se veian arrastradas al mar en una distancia de muchas millas. Un propietario de cerca de Goulburn perdió mas de 200 ovejas él solo. En Braiwood otro propietario perdió él solo por valor de 5000 libras esterlinas (o5.000 duros). Una gran estension de obras de la via férrea fué destruida; siendo los terraplenes arrebatados por debajo de los rieles, etc.» Todas las Colonias Australianas, escepto Australia Oc- cidental, parecen hallarse espuestas á estos desastres. La misma autoridad dá una hsta de las principales inun- daciones; es digno de advertirse que han sido mas numerosas y mas considerables en estos últimos años. Probablemente esto proviene del hecho de que la super- ficie del suelo hallándose mas consolidada por la ocu - pación y^el gran número de edificios, hombres y ganados, esto hace que una menor cantidad de agua sea absorvida por el suelo, convirtiéndose en una mayor cantidad de aguas corrientes y de inundación. Estas violentas y repentinas anegaciones esplican el hecho de otra manera increible de que el Lago Jorge Lahe George) en la Nueva Gales del Sud, presentaba en 1824 unas 20 millas de largo, y 8 de ancho; de que en 1837 se presentase casi en seco, y su lecho cubierto con los mas exuberantes pastizales; de que en 1865 se vol- viese ¿X convertir en un lago de 20 millas de largo; viéndose antiguas señales de agua que indican que en épocas anteriores habia alcanzado 3 pies mas de elevación de lo que ha subido desde la llegada de los Eu- — 194 — ropeos. Lo mismo en Sud Australia; á la llegada de los primeros descubridores, multitud de Lagos de agua dulce deleitaban la vista. Han bastado algunos años de seca para convertirlos en poco mas de ciénagos y en aguazales de agua salobre ó de salmuera. Estos aguaceros escepcionales suelen alternar con pe- riodos de seca. En Nueva Gales del Sud apenas si alguna lluvia cayó escasamente en 1814; esperimen- tándose en el año siguiente una severa seca. Después^ los años de 1827, 1828 y 1829 fueron también de seca- Yá hemos visto como en 1878 los hacendados Austra- lianos perdieron millones de ovejas y millares de ca- bezas de ganado mayor por la misma causa. En la infancia de la colonización, cuando los cultivos solo se hallaban confinados á una pequeña área, mas de una vez los Colonos se vieron amenazados de una absoluta carestía. Ahora es imposible tener la occurrencia de una semejante calamidad: independientemente del mayor perfeccionamiento de los sistemas y máquinas de cultivo,. la gran estension que hoy ha adquirido la agricultura, hace forzosamente suponer que habiendo sido hasta hoy las secas parciales, cuando algunos distritos se hallen visitados por una estrema sequedad, los que queden libres de esta calamidad podrán acudir en su auxilio. Esto sin contar con las numerosas líneas de grandes vapores que ponen en contacto á Australia, con el resto de la tierra de una manera periódica y constante; y los cuales se apresurarían á traer las provisiones necesarias que llegasen á faltar en cualquier punto de ellas. Ade- mas con solo emprender los trabajos necesarios para represar ó almacenar en grandes estanques ó depósitos, ~ 195 — las aguas redundantes en los periodos de inundación; estos depósitos conservados de año en año podrian in- vertirse en irrigar el suelo durante las secas fecundando grandes estensiones de tierras hoy improductivas. En- tonces se produciria tal vez, como se ha visto en otras partes una perceptible mejora en el clima, siendo indu- dable que una vasta ostensión de cultivos permanentes, modificarian felizmente la aridez del suelo. A pesar de estos cambios estremados, el clima de Australia es muy saludable. Las defunciones propor- cionales de la población blanca en todo el continente, es solo de un 19 por mil, proporción 1(4 menor que la de Inglaterra, que es uno de los paises mas sanos del globo. Por lo que es á la Australia Occidental se ase- gura que desde su fundación esta proporción no ha pasado de un 10 por mil. En Inglaterra el término medio es 25 por mil. Los médicos del pais entendidos en higiene, opinan que este percentage es aun dema- siado elevado, y lo atribuyen á la falta general de observancia de las leyes de la higiene; y que la propor- ción normal no deberia pasar en toda Australia de un 17 por mil. Según el Anuario de Victoria (Victorian Year Book) durante los 11 años en él en numerados, solo una vez en esta Colonia, ha sido exedida esta tasa de 17 por mil. « En el últim año, dice, la proporción fué de 2 de- funciones menos de 17 en 1000 vivos; y según un cálculo medio anuo de mortalidad, tomado de este pe- riodo de 1 1 años, la proporción es de 1 1/2 defunciones menos de dicha tasa en 1000 vivos.» Este hecho es notabilísimo, tanto mas cuanto no existe — 196 — región alguna del mundo civilizado, donde menos aten- ción se consagre pública ó privadamente á las leyes de la higiene. La esmerada exactitud del Anuario es bien conocida; estas cifras son por consiguiente dignas de un entero crédito. Se vé pues que el clima de Australia tiene muchos rasgos de semejanza con el Argentino; semejanza que resalta aun mas, echando una ojeada á la siguiente tabla relativa á los grados de temperatura y humedad de la atmósfera Australiana. Tabla de Observaciones Climatológicas o 0 0 c r < < Y. i c -1 -^^ CIUDADES Ti 11 K < < 0 < < u < Q Q K 5 K t fc- X z a r p H ÍS fz a ^ Frthr. F.ihr, Fahr. Fttrh. Hygróm. Pluvióm. Brisbane 25«45 TQo 108o 340 730 20o 76 51 Sydney 2A^1 6204 1070 36o 76o 140 72 50 Adelaida 26034 (5601 1130 340 790 20o 60 26 Melbourne 22040 5705 lllo 270 84" 18o 72 2 76o 170 75 23 — 197 — Tabla de Observaciones Climatológicas CIUDADES < a o - 2 — K ¿O ^ a a " o % -< o y, -< J O O o z < P o 73 35 *í U a flS a a 5 5 a 05 1G019 17«11 15-'88 — — — — 8-1 50 23 14 Tucunian . • Córdoba Buenos Aires Baliia Blanca .... Estas cifras indican que Sydney tiene un clima aná- logo al de Lisboa y Santa Fé; y Melbourne al del Sud de Francia y Buenos Aires. Los productos vegetales respectivos inducen á esta misma conclusión. La na- ranja madura bien en Sydney, lo mismo que en Lisboa .y Santa Fé. En Melbourne, por el contrario, la naranja del pais es escasa y agria como sucede en el Sud de Francia y en Buenos Aires. Muchos otros puntos de similitud podrían señalarse. En el interior de Australia, el calor es parecido al de un horno. El capitán Sturt lo ha espresado en vivos colores según ¡o hemos citado antes. En otro parage él asegura que durante tres meses, el thermóraetro señaló una media de lor Farh, en la sombra. Tales — 198 ~ cifras corroboran la idea de que estas localidades no podrán jamas sustentar una densa población Europea, aunque no ofreciesen otros inconvenientes que ese, j que la única industria que podrá allí desarrollarse en grande escala, es la de las crianzas ganaderas. Nueva Gales del Sud, Sud Australia y Victoria tienen mucho que sufrir durante el estio de los vientos calientes (vientos análo- gos al norte de Buenos Aires y al Zonda del interior.) Estos generalmente duran solo algunas horas, pero tam- bién suelen durar tres dias consecutivos amainando solo de noche. No se ha dado una esplicacion satisfactoria de la causa que los produce. Algunas personas los hallan muy opresores; pero su influencia no es suficiente para interrumpir las ocupaciones ordinarias, y los mé- dicos Australianos no los consideran malsanos. Siempre se terminan por una fuerte suestada, que produce un rápido y severo cambio de temperatura, comunmente acompañado de una tempestad de agua. Como se vé, esto es exactamente lo que pasa en Buenos Aires con los vientos cáUdos del Norte y Noroeste apagados siem- pre por los vientos frios y las tempestades del Sud y del Sudeste. Vienen, cuando se ha producido por cual- quiera causa, una rarefacción atmosférica en las regio- nes del litoral Sudeste; y vienen barriendo todo el continente atravesando zonas áridas y disecadas; y son tanto mas cálidos y disecantes, cuanto mas estériles y quemados se hallan los campos que atraviesan. Esta misma causa los produce indudablemente en Australia. No obstante estos estremos de calor y frió, y estas alternativas de humedad y sequedad, no se debe inferir de esto que el clima de Australia sea mas desagradable — 199 — que el nuestro. Por el contrario, en Sydney y Victoria se esperimenta en ciertas horas del dia, y sobre todo; en ciertas estaciones, un clima verdaderamente delicioso, como el nuestro Argentino. De Tasmania puede decirse que posee un clima ideal, como el del Sud de Buenos Aires, y aun creo que el de la Patagonia. Por lo demás, en esta gran isla Austral, la raza Británica Boreal no sufre deterioro como lo raza Espa- ñola, Europea no lo ha sufrido en el nuestro. Así, los cambios en el desarrollo de las generaciones nacidas en el pais, parecen señalar una mejora en ella, como entre nosotros. Todas las profesiones viriles son abra- zadas con entusiasmo por la juventud; y en todas las luchas internacionales de la metrópoli, los jóvenes con- tingentes Australianos se haa distinguido de una manera digna. En la prensa del mundo Británico han hecho ruido los triunfos obtenidos en el Driketing, por el feam Australiano. Las observaciones que preceden se refieren principal- mente á las Colonias de la parte Sud de Australia. Queensland, en su mayor parte tropical, se estiende hasta 10° del Ecuador. Alli y en el territorio Norte perteneciente á la Australia Sud, el clima es completa- mente tropical y su adaptabilidad para los trabajos Europeos es dudosa, al menos como los entienden los Ingleses, los cuales se esfuerzan por introducir en la zona tropical, esto es en el pais del sorgho, del maiz, del mijo y del arroz, el cultivo polar de la avena y del cen- teno. Ellos quieren que el globo se adapte á ellos, en vez de adaptarse ellos á las condiciones^climatéricas del globo. — 200 — Según ha podido verso por la reseña anterior, no existe país alguno del mundo cuya vegetación presente mas originalidad y belleza típica, no solo en el Norte, sino en ]a parte media y Sud, que la Australia. Las plantas: lo mismo que los animales y aun el hombre de este pais, son en mucha parte de una organización tan peculiar que alguna porción de los géneros y aun familias vegetales enteras, son completam.ente des- conocidas fuera de las riberas ó dependencias de esta isla continental. La Australia es pues el pais peregrino de las originalidades, de los contrastes y de las escep- ciones, destinado á sorprender á los ignorantes, y á dar á los sabios la esplicacion de muchos fenómenos en la evolución de los organismos, que de otra manera habrían permanecido un libro cerrado ó un misterio perpetuo. La naturaleza de Australia ha venido pues á completar nuestros conocimientos sobre el origen de las especies y sobre la marcha de los fenómenos naturales en la historia del desarrollo orgánico de nuestro globo, desde las pri- meras edades hasta hoy. Tan diversas de los otros paises son aun las mas comunes de las plantas Australianas, que los Botanistas han confundido á veces una de sus especies leguminosas con un helécho. Encuentránse en Australia árboles con las hojas torcidas y colocadas fuera de su posición ordi- naria (esto es, verticales, en vez de horizontales) y con sus funciones invertidas como el EucalypUis. el cual es desíduo de la corteza y no de las hojas como el resto de los árboles del universo. O bien estos árboles se presentan con pedúnculos dilatados y transformados, haciendo las funciones de — 201 - hojas, como en las acacias Australianas; y esto tan gene- ralmente, que tomada esta vegetación esepcional en su conjunto y en proporción á la masa 3e materia vegetal que contiene, deducido del tamaño tanto como del nú- mero de los individuos, en su totalidad casi igualan todo el resto de plantas reunidas del pais. Por lo que es á nosotros, apenas si podemos en este capitulo dar una idea general de la Flora y Fauna de este interesante pais, con la enumeración de algunas de sus mas «curiosas y caraterísticas producciones orgánicas. Por lo que es á la Flora Australiana, nuestro método consistirá, des- pués de señalar algunos rasgos comparativos generales y proporcionales, á fin de establecer mejor su relieve original y característico, estudiar las especies mas impor- tantes de la vejetacion del Sud, donde se hallan concen- tradas sus formas mas características y en seguida demostrar las alteraciones que el clima y otras causas llegan á imprimirles en la dirección del norte, esto es, del trópico, hasta fundirse insensiblemente con los tipos del archipiélago Malayo equinoxial. Yá en las designaciones generales del capitulo anterior hemos hecho sentir por contraste como la Flora Austra- liana es una de las mas notables é interesantes del mundo; y aunque solo fuese por habernos dado los Euca- lyptus, esos árboles tan bellos como preciosos, verdaderas montañas vegetales en algunas de sus especies, que salubrifican el aire de lan regiones pestiferadas, y suministran con su rápido crecimiento, las maderas de construcción mas abundantes y sólidars; solo por haber- nos dado el EucaU/ptus decimos, mereceria el aprecio y la consideración del genero humano. Hasta hoy poco -- 202 — se conocía de la proporción de las especies de la Flora Australiana; pero esta deficiencia ha sido llenada por una publicación reciente de Mr. Fenison Wood (en 1880) de la cual tomamos las apreciaciones siguientes. La Australia posee, tanto en géneros como en especies, cierto numero de formas muy esparcidas y sobre nuestro globo por su belleza ó utilidad algunas que son comunes á todos los países; y estas son en su mayor parte especies ricas eu individuos. Haciendo por ejemplo á un lado los pastos, los heléchos, las espadañas y los juncos de la Flo- ra de Brisbane,su conexión con la Flora de las otras par- tes del mundo parecería en estremo insignificante, colo- cándose en el estremo opuesto de lo raro y de lo estraño; pero es también que con la supresión de estos miembros de su flora, el país no seria otra cosa que un desierto. Tómese pues, su vegetación en masa, y las semejanzas se hallarán mayores que las diferencias, y esto debe no- tificar un tanto las naciones admitidas respecto de las peculiaridades déla Flora Australiana. Estas no han sido sino las que debían esperarse lójicamente de las leyes de la evolución orgánica influenciada por las condiciones y exposición de xiustralia en nuestro planeta; y por la posición de Bribane en particular, siendo esta región tan próximamente tropical, que el elemento Asiático ha debido entrar por mucho en la vegetación indígena. La riqueza y variedad de la flora australiana, puede elegirse del número total de las especies y del número lelativo de los órdenes y géneros. Hasta hoy, se han enu- merado 1,228 especies, correspondientes á 633 géneros y á 123 órdenes ó familias naturales. Las siguientes familias úórdenes naturales, son las mas ricas en especies, á saber: — 203 — las leguminosas^ que cuentan 115 especies y 51 géneros; las gramíneas, con 99 especies y 49 géneros; siguiéndose las ciperáceas, los filicea, las orchideas, las cijnanthéreas ó compuestas, las mirtáceas, las euforbiáceas, las muttíceas, las liliáceas, las mubiáceas, las epácrides y las protáceas. Los heléchos constituyen un rasgo prominence en esta flo- ra. Las mas de estas especies se hallan difundidas indis- tintamente por toda la isla ó un gran número de distritos de ella. Mr. Tenison Wood no dá las proporciones entre las especies leñosas y las herbáceas. El eucaliptus se ha- lla representado, en solo Brisbane, por 16 especies, habi- endo cerca de 100 en toda la isla; la acacia se halla representada por 20 especies; el leucopogon por 8; el pul- tenacea por 8; el malalenca por 7, y el persoonia por 6. El panicum se halla representado por 21 especies y el dan Yopogon por 7. El dendrohiun enumera hasta unas 11 es- pecies. Es en la parte meridional de la* Australia donde se hallan concentradas las mas curiosas de esas formas de vegetación que han caracterizado la ñora de este país. Bosques compuestos de muchas especies de gigantescos eucaliptus, llamados gomeros en el país, la mayoría de los cuales se alzan á 150 pies (habiendo los escepcionales hasta de más de 400 pies de elevación), con troncos de 25 á 40 pies de circunferencia. El célebre botanista Barón Von Mueller, á quien se debe el conocimiento y difusión de innumerables especies de la flora austra- liana, ha llegado al perfecto conocimiento y enumeración de esta bella é interesante familia, resolviendo muchas de las dificultades que se presentaban respecto del cultivo del eucaliptus en los diferentes suelos y zonas de la tier- — 204 — ra. Según este ilustre sabio, todas las especies del eu- caliptus no son lo mismo para el cultivo. Hay especies que pueden resistir los climas mas frios, y otras que solo son propias de los climas cálidos. El eucaliptus coriácea^ dice Von Mueller, y el eucaliptus gunii^ propios de los Alpes Australianos, donde trepan á alturas de 5,500 pies, formando en esas elevaciones altos y magníficos bosques, pueden indudablemente transportarse y culti- varse en los climas frios.Ellos se presentan no distantes de las quebradas de esas montañas en que la nieve depositada en las partes mas sombrías, dura todo el año, y en donde aún durante el corto estío alpestre, los tem- porales de nieve son infalibles todos los meses, y en donde la vegetación primaveral se halla retardada de dos á tres meses. Por el contrario, el eucaliptus pohjan- themos, lo mismo que el eucaliptus ¡^tehillata, jamás tre- pan arriba de los cerros, y deben considerarse como verdaderas especies tropicales y propias de las regiones muy templadas y cálidas. El eucaliptus alpina^hoy estinguido por la devastación, y de que se conserva solo un árbol en el Jardin Botánico de Melbourne, se presenta únicamente en la cumbre^del Monte William, á una elevación de .-,000 pies, donde ere. cen plantas estrictamente alpinas, como la celmisia y oivsi^ plantas que aman la nieve que puede caer en cualquier mes del año. Esta especie puede ser cultivada en los países templados y aun frios, como la Patagonia. El eucaliptus, plantado con profusión en los parajes bajos, cienagosos y productores de miasmas, lo mismo que en los jardines y en las campañas, pueden hacer un inmenso bien, produciendo la salubrificacion de los países — 205 — infectos y propensos á pestes y fiebres. No se conoce en el mundo ningún árbol de madera dura, resistente é incor- ruptible, como el eucaliptus, tan pronto para desarro- llarse en dimensiones prodigiosas, creciendo con mucha mayor rapidez que el álamo y el sauce, al mismo tiempo que su madera es mejor, mas incorruptible y resistente. Y aún sepuede asentar que los pinos mas resinosos, como el pino de olor, no purifican tanto el aire ni exalan en la atmósfera una cantidad igual de esencias antisépticas. En efecto, el eucaliptus amygdaUna^ que se acomoda á to- dos los climas templados, produce de sus hojas 2 y hasta 4 por 100 de esencias aromáticas y purificadoras, que se difunden por el aire y lo sanifican. Con solo vivir en medio de un bosque de Eucalyptus amaygdalina, los tísicos pueden recobrar su salud y hacerse robustos. Como todas las esencias Therebinta- ceas de los pinos, las esencias cajeputícas de los Eucaly- ptus, de los Malaleuca y de otras Myrthaceas, tienen la propiedad de generar el bióxido de hydrogeno, ese po- tente desorganizador de los microbios ó miasmas pes- tíferos y pútridos. Así, no solo por sus prontas y exelentes maderas de construcción, sino también por sus influen- cias higiénicas, el Eucalyptus debe ser cultivado en todos los climas y zonas que le sean favorables según ^us especies. Se vé, pues, que el Encalyptm amigdalina es una de las plantas mas importantes y notables de toda la creación. A considerar su maravillosa altura, cuando se alza en todo su desarrollo sobre los falderios, ó en las quebradas boscosas de las montañas de su pais nativo, representa tal vez el mas elevado de todus los árboles del globo, con — 206 — exepcion acaso solo del Sequoia jigaíitea ó cyprés jigan- tesco de California. Considerado bajo el aspecto de la du- reza de su madera y de la rapidez de su crecimiento, se cuenta indudablemente entre los primeros del mundo. Su madera es la mejor de toda la familia Eucalyptica; y con relación á su rendimiento de aceite volátil y aro- mático, y de su abundancia de foUage es superior á todo otro arbolen el mundo. El Eucalyptus alcanza su mayor altura en los países montañosos; en los paises abiertos y llanos, el amigdalina no se eleva tanto. Es mas resistente que el Eucalyptus globulus (comunmente llamado gomero azul) contra las heladas. En las montañas este árbol puede alcanzar, se ha visto, mucho mas de 450 pies de elevación. Mil libras de las hojas de este Eucalyptus amigdalina^ el jigante de los bos- ques de nuestra edad, producen 500 onzas de esencia vo- látil; la misma cantidad del Eucalyptus común, solo produce 7 libras. El Eucalyptus rostrata es el árbol conocido en Australia con el nombre de gomero rojo^ especie diametralmente diversa del verdadero gomero azul ó karri, Eucalyptus peculiar de Sud Australia y del estremo Sud de Australia Occidental, donde alcanza dimensiones colosales, como el Eucalyptus amigdalina del Sud. También se diferencia del Eucalyptus globulus de Tasmania, falsamente llama- da gomero azul que es el mas conocido en la Argentina. Y sin embargo, este Karri, ó verdadero gomero azul, de Australia Occidental, que goza de un clima seco, aná- logo al de nuestras Provincias del Oeste, donde es sucep- tible de una fácil aclimatación; este Eucalyptus, decimos, es el mas importante de todo el género, por su madera, — 207 — que es superior y muy conocida con el nombre de palo de Jarraha, Aunque el Eucalyptus globulus lo sobrepuja en celeridad de crecimiento, es de mayor valor por la belleza y estraordinaria duración de su madera, de un bello rojo, análogo á la caoba; no teniendo á este respecto otro rival que el Eucalyptus marginata de la Australia Sudoeste; pero sobresaliendo respecto de este célebre árbol, por la creciente rapidez de su desarrollo y por la mayor facilidad con que puede crearse aun eu los suelos de una humedad estagnante, contribuyendo á librar la regiones cienagosas de miasmas, fiebres y pestes. El no llega ciertamente hasta alcanzar las dimensiones jigantescas del Eucalyptus amigdalina, cuyas propieda- des aromáticas y salubrificantes conocemos; ni del Eu- calyptus diversicolor ó del Eucalyptus oblicua; pero generalmente sobrepuja la altura de 100 pies (33 metros) y aun suele alcanzar en el Oeste de Australia hasta 250 pies. Su tronco muy macizo y abundante en madera, suele alcanzar hasta el diámetro de 44 pies. Este árbol prospera en los climas cálidos y secos. De todos los Eucalyptus^ el que náejor resiste á las heladas de los paises frios, es sin disputa el Eucalyptus coccyfera. El puede- soportar hasta la temperatura de 16^ bajo cero, sin sufrir el menor detrimento. Este árbol es natural de las montañas de Tasmania, constituyendo un árbol de regular magnitud, con hojas glaucas acumina- das y obtusas. Sus flores se presentan en manojos de un tinte amarillo pálido. Su madera es dura y exelente para postes de corral ó de alambrado y para durmientes de ferro-carril. Su íollage salubrificente, como el de todos los Eucalyptus, por el oxígeno y los abundantes aromas -- 208 — alcanforados que se exhalan de sus hojas y flores, difun- diéndolos en la atmósfera, la cual purifica de miasmas pestilentes. Si tomamos en consideratñon el género de \os Eucali/ptus en general, en Australia, todas las cadenas de montañas se hallan cubiertas hasta su cima con densos bosques de los bellos árboles de- esta familia; los cuales según se ha indicado, en muchos parages alcanzan alturas colosales^ alzándose con sus suaves troncos, que se tocan unos con otros, á elevaciones que sobrepujan á veces de 200 pié?^ sin largar una sola rama lateral. Sus troncos, de un verde pálido y suave que los botanistas espresan con la palabra glauco^ se presentan á la vista desgarrados con los trozos de su corteza de- sidua que muda todos los anos. La esbelta elevación y proporcionado grosor de estos gomeros en sus troncos, es tanto mas admirable, cuanto forman un bello contraste con los Sequoia gigantescos de California, tan deformes por su desmesurado grosor inferior, que le da la apa- riencia poco elegante de un colinabo colosal; mientras nada es comparable á la elegancia y belleza del Eu calyptus, de un grueso tan proporcionado en toda su estension, y que insensiblemente remata en una aerea y aguda punta semejante á un minarete oriental, que la brisa agita, en su íollage, como un gran abanico sonoro, perfumado y trémulo. Pero el Eucalyptus que, entre todos alcanza mayores elevaciones, formando verdaderas nion- tañas vegetales, sea en sus bosques nativos, sea en los paises donde ha sido implantado como ornamento, siendo al mismo tiempo el mas bello y benéfico de esta saludable familia, es como yá lo hemos dicho, el Enea- — 209 - - Itjptns Amigdalina, del cual dice Vori Maeller, se alza á alturas tan colosales, que puedo dar sombra aun á la misma cumbre de la pirámide de Cheops, hasta hoy el monumento mas gigantesco del esfuerzo humano. Entre los bosques de Encalyptus de la Australia meri- dional, como entre nuestros bosques de Celti-^ y Geofroya^ se entreveran variedades de mimosas ó acacias, llamadas por los ingleses ivattletree; con sus infinitas minadas de frondosas flores amarillas y sus vainas en forma de habichuelas; higueros silvestres de un enorme tamaño (la higuera nativa de Australia, se semeja al magnolio por su aspecto, aunque de un tamaño mas calosal) que su- ministran con su fruto, un grato alimento á la ave del Regente {Sericidiis Phasianiis\ á las torcazas azulesy á los faisanes de ciénago {Cucidus Phasiamis); y en algunos parages, numerosas palmeras Seaforthia, constituyendo en su conjunto las partes boscosas del país. En los pa- rages sombreados, cerca del Puerto Jackson, el Corypha australis estiende la fresca sombra de sus hojas, que ha- cen contraste por su pesadez, con los lijeros y delica- dos encajes formados por las hojas de los heléchos arbó- reos que se alzan elegantes en sus inmediaciones. Son bastante comunes en esos mismos bosques y las hor- tigas gigantescas de 15 á 20 pies de elevación, apa- reándose con los otros árboles por su estatura á lo que también suele añadirse multitud de plantas prota - ceas con sus duras y leñosas hojas; lo que comunica la mas singular y estraña apariencia á los sitios en que se desarrollan. A todo esto se añaden las casvarinaa lloro- nas, de ramas pilosas; y las plantas Myrtvcea^ con sus blancas flores; ó con borlas de estambres amarillos/car- — 210 — rnesies ó púrpuras, produciendo una estraña y agra- dable impresión al que por primera vez contempla el aspecto de les paisages silvestres de la Australia. Pero es sobre todo entre las plantas de menores dimensiones y de un aspecto menos conspicuo, donde el botanista reconoce un mayor número de formas nuevas y estrañas, de un carácter verdaderamente australiano por su escep- cionalidad. Las myriadas de plantas de flores compuestas que por todo forma la mayoria del dominio vegetal herbáceo, se presenta aqui de una estructura completamente inusitada y estraña. En lugar de los brezos y de los geraniuns; de las Ixina y de otras plantas Irideas; de las Hlgíieras calen du y de las Aceiteras de los bosques (llamadas por los Ingleses Figmarygolds y Wood-sorrels) que tan bellamente matizan la florida alfombra que viste la tierra en Sud- América y en el cabo de Buena Espe- ranza el viagero vé ostentarse millares de Epacrideas^ de flores escarlatas las unas; de flores lilas, blancas ó rosas las otras; las Tremandrceas purpúreas, plantas poli- galceas; especies del Dillenia de flores amarillas, tribu compuesta formando arbustos crateriformes y ul infinito número papylonacceas de candras, de flores amarillas y castañas. Las Orohideas del Cabo, del Chaco y de otros distritos meridionales de Sud-América, se hallan representadas en Australia por géneros totalmente diversos; ofreciendo sin embargo, mas semejanza con las del último, esto, es con las Orchideas Sud-Americanas, que con las Orchideas Africanas. Entre tanto las Diosmoeas de esas dos regiones son desconocidas, aunque la familia natural exista en a- ~ 211 — bundancia en la forma de géneros exclusivamente Aus- tralianos, como ser los Phebalium,, los Beronia^ los Zieria, los Correa y los Eriosthemon, que realzan el aspecto de muchos paisages. Las mismas malezas comunes del pais son á menudo no menos peculiares y caracteristícas de este estraño pais. Muchas de las plantas umbelíferas son objetos notables, con especial el bello didiscus coeruleus, con flores del color del bello cielo Australiano; mientras la curiosa tribu de las Goodenovioe, próxima parienta de las Lobelias; y las Stylidioe objetos aun mas singulares, dotados de una lije- ra é irritable columna de estambres, contribuyen aquí y allí al asombro del viagero, que se extasía ante el espec- táculo de estas desconocidas maravillas. Si á esto se añade una rica alfombra herbácea, en la cual sobresale el pasto del Kangaroo, Anthisbiria ausiialis, tan inestimable para el sustento de los ganados; festones de la magnifica Te coma australis una bella enredadera de trompeta; pinos pertenecientes al género Cihrisall y se- mejantes en su forma alCyprés; las pequeñas enredaderas Billardieras, con delgadas campanillas de un verde ó de un amarillo brillante; esas singulares zamias, hoy tan á la moda como ornato, y que se pueden decir formadas del tronco de un palmero enano, con las palmas ú hojas de helécho; mientras el Xanthorrea ó árbol del pasto for- ma el característico del suelo Australiano; no por la elec- ción del cultivador, el cual de seguro pagaría un buen precio para que tan bellos vegetales desapareciesen de su terreno; y finalmente, las estensas llanuras del interior, que terminan en cienagales sombreados por jigantescos cañaverales, del género entre nosotros llamado Tacuara — 212 — y en Chile Coliquc, con todo este conjunto, seria posible formarse una idea de la bella vegetación que cubre la re- gión del Sudeste de Australia. Más al Sud, este aspecto cambia, pero poco, á los ojos del espectador ordinario, aunque el naturalista puede fácilmente discernir signos de mayor proximidad á un clima más frió, sin degenerar, no obstante, en un clima europeo, anunciado por la presencia de las cam- panillas, de las anémonas y de los polígonos, que se ostentan en abundancia en las altiplanicies de la tierra de Van Diemen. Las plantas malváceas se hacen raras; las casuarinas desaparecen gradualmente; los palmeros se achatan ante los soplos frígidos del polo Antartico, y emigran hacia el Norte en busca de sol y de calor, y una sola especie de helécho arbóreo se atreve á esten- der su dominio hasta el país de Van Diemen. El pino de cogollo de apio {podocarpns aspleni folia), la fragancia' y aspecto de cuyas hojas tienen mucha semejanza con el apio, y algunas especies de calUtris, forman árboles de una notable y singular apariencia, elevándose sobre las faldas de las montañas en una altura de 4,000 pies y adquiriendo de 50 á 70 pies de elevación. Hacia el Oeste, continúan presentándose los mismos característicos generales de los paisajes cuya vegetación hemos descrito, solo variado por los accidentes del suelo, de las montañas, de la marina, ú otras circunstancias. Las riberas del promontorio del Cabo Jervin, á la entra- da del Golfo de San Vicente, se hallan corteadas de ciénagos cubiertos de mangles, y la región montañosa, á espaldas de la zona del litoral, se presenta sombreada por árboles de mas que un mediocre tamaño. Sobre las — 213 — cumbres mismas del Monte Lofty, á 2,400 pies sobre el nivel del mar (á la altura de Mendoza), se pueden medir arboles de 43 pies de circunferencia. La vegetación de los distritos circunvecinos es^ sin embargo, de una natu- raleza menos espléndida. Cerca de la Ensenada del Rey Jorge, la parte del continente mas avanzada al Sudoes- te, el aspecto general del país, aunque de una naturaleza desolada, es en estremo pintoresco. Las colinas é islotes, afectando las formas mas fantásticas, se encuentran revestidas con una profusión de bellísimos arbustos, flo- recientes en medio mismo de las enormes rocas de gra- nito. Preséntanse banksiao de una extraordinaria belleza, llamadas por los pobladores madreselvas rusticas^ el árbol del pasto es abundante, y los bosques se componen de encinas enanas {camarinas) y de eucaliptus con el cora- zón carcomido. En los campos no brotan pastos buenos para el ganado, hallándose invadidos por yerbas y malezas de una natu- raleza leñosa. En pago abundan en el estado silvestre, diversos vegetales culinarios, como ser una especie de pe- rejil [Apiíim prostratum) y una especie Europea común de ceñigo ó armuelle [Atri'plcx Haliraus) presentando á los pobladores un agradable alimento. Aqui se presenta una escepcion sigular de una regla casi general en el reino vegetal, á saber, que los géneros verdaderamente parásitos, son incapaces de desarrollarse sobre la tierra. En todas las costas de Australia se en- cuentra el Lorantho que se muestra algunas veces como el muérdago sobre las ramas de los Eucali/pUm^ de las Casuarinas, de las Acaeias y de las Melaleuca] pero en la Kings George Sound (Ensenada del rey Jorge, donde se — 214 — halla Albany), se presenta una formando un pequeño árbol de 15 pies de elevación, y que es una especie terrestre, implantada sobre el suelo. La Flora del Swan River (Rio del Cisne) aunque se pre- senta en una latitud mas cercana al trópico, varia poco, sin embargo, de la precedente. Su vegetación se compone principalmente de especies pertenecientes al género Pro- tea\ á los Myrtos^ á los Epacris y algunas tribus de las flores compuestas; y esa porción del género acacia que en vez de hojas presenta ramas en formas de cabellos des- greñados y pendientes, esto es, iaacac lloronas. La singu- lar producción vegetal llamado árbol del pasto por los colonos, y es la Kingia Australis, se levanta sobre los lla- nos medanosos en solitario aislamiento en forma de un tronco cilindrico quemado y ennegrecido, por una cabe- llera de hojas largas y crasas, lina especie igualmente notable de Xanthorroea, que también sirve de pasto; una zamia con un tallo que á veces alcanza á 30 pies; muchos individúes del género casuarina, notables por sus largas ramas lloronas en formas de hilos; y algunos de la tribu de los pinos, pertenecientes al género GalUtris y que se semeja al pino de la Isla de Norfolk, en forma de Arauca- ria, por su carácter, comunican un aspecto singular á los paisages. El pasto del Kangaroo se vé formar allí, cómo en la Nueva Gales del Sud, ricos y exuberantes herbages; las Banksias, que en la Ensenada del Rey Jeorge {Kings, George Sound) solo forman pequeños árboles, en los dis- tritos de este Rio Swan adquieren dimensiones estraor- dinarias, presentándose una, la Banksia Granáis, que alcanza á 50 pies de elevación y 2 1[2 pies de diámetro. En estos paisages figura una noble especie de gomero, — 215 - elEucalyptus Calophylla, formando bellísimas perspectivas. Este último, y diversas otras especies del mismo género, constituyen aquí, como en muchas otras partes de Aus- tralia, la madera común del pais. Magníficos Melaleucas de flores escarlatas, abundan; y lo mismo los Leptosperma, que se semejan al sauce llorón; y perfumadas especies del Metrosideros^ todos separados del rio por una lonja de juncos de gran altura y espesor. La Isla de Buache se halla invadida por inmensas espesuras de un Solanum de 10 pies de elevación y de multitud de especies arborescentes del Metrosideros. Es digno sobre todo de mencionarse que en esta parte del continente, la vegetación de esas plantas singulares llamadas por los- botanistas proteaceas, sin dejar de con- servar sus rasgos australianos característicos, presentan sin embargo una mayor semejanza con la parte corres- pondiente de la flora de África Sud, que las del costado Oriental, entre las cuales se nota una perceptible tenden- cia hacia las formas Sud- Americanas según las observa- ciones de botanistas inteligentes. Apartándonos de las riberas Occidentales de Austra- lia y tomando en consideración su Flora Oriental, hallamos que á medida que avanzamos hacia el Ecua- dor, desde el territorio de la Nueva Gales del Sud, las apariencias de la vegetación cambian gradualmente. Pero un poco hacia el Norte se observa una variedad de diferencias y las pequeñas BUlardieras desaparecen por completo; el bello pino Araucaria Australiana y el Arau- caria Cuninghanii, tan simétricos y elegantes en su as- pecto se presentan á la vista en la Isla de Norfolk, multiplicándose y abundando bajo la influencia del aire — 216 — del mar. El géaero singular del Pandanus, parecido é una pina ananás creciendo sobre el tronco de un pal- mero alza su delgado talle y su elegante copadura en medio la perspectiva de los bosques de la ribera; otro gomero azul, diferente del Globulus y del Karri^ el Eu- calyptus piperita^ adquiere en esta parte estupendas di- mensiones; y una planta proteacea singular semejante á Isí Kdightia eooeha sei^resenísi como la madera común de esos bosques, Cerca de Moretón Bay las cumbres de las montañas se cubren de una vegetación análoga á la que se vé dominar en torno de Sydney, hallándose la diferencia en latitud y la mayor proximidad del Ecuador, equilibrada por la mayor elevación del suelo. En los terrenos bajos los bosques abqndan en hortigas jígantescas y el valioso Castaños per 7mm australe llamado por los ingleses Ches- mtt'bena, cuyas semillas tostadas ofrecen un sano ali- mento á los indígenas. Allí también, en los bosques de las inmediaciones de la ciudad de Brisbane, se observan diversas especies de Ficus alzándose á 150 pies de elevación y encerrando inmensos árboles de cascara de hierro, el Encnhjptns recitiifera, sobre el cual sus semillas hablan sido en un principio depositadas por las aves. Allí estas higueras hablan vegetado pronto y proyectando á lo lejos sus raices parasíticas y rapaces, adhiriéndose estas á lá corteza desidua del árbol Yron-bark^ seguian el curso de su perecirnimiento, precipitándose con ellas en el suelo, donde una vez llegadas, el progreso de su desarrollo se hacia verdaderamente asombroso. Las raices del ficus aumentan entonces en número con rapidez, envolviendo — 217 — al Eucalf/ptus cascara de hierro y enviando al mismo tiempo en todas direcciones ramas de tal manera jigan- tescas, que no es raro ver abriéndose paso penosamente al través de la higuera parásita y culminando á la altura de 70 á 80 pies, como si él mismo fuese el parásito del verdadero intruso. Dentro de los singulares recintos ó paredes cómo las llaman los colonos, de estos espléndidos pabellones vege- tales, formados por las raices columnarias de estos árbo- les de la familia del Banyan ó Ficus Indica, de cuyos pabellones se ven hasta de 16 pies de elevación, hay espacio suficiente para que puedan alojarse y comer cómodamente media docena de personas. Las cerezas indígenas, fruta del Exocarpus cupresi for- mes^ son abundantes en esta región del Nordeste de Aus- tralia; el Gyrostemon émulo con el sauce llorón en sus colgantes ramas, y estensas zonas del pino Araucaria forman por su matiz de un verde sombrío y aterciopelado, un notable contraste con el verde glauco tirando al rojo de los gomeros de la familia Eucalyptíca. La parte des- pejada de los bosques contiene una gran variedad de árboles, como el palo amarillo Oxleya xanthoxyla; y tam- bién de encinas sedosas, Grevillea venusta^y una gran profusión de otros árboles magníficos. Las riberas se ha- llan en parages ornamentadas con el Hibiscus tiliaceus y con el árbol del pan, de una especie indígena, el Pandanus pedtmeulata; en otros parages se halla densamente reves- tida de mangleros. Lo que los colonos han llamado man- zaneros, el Angophora lanceolata^ en recuerdo de este delicioso fruto de su pais nativo, se muestra en las zonas ocupadas por los mas frondosos bosques, junto con una — 218 — raiz subterránea edible, la del Caladium glycyrrhizum^ ^ muchos heléchos notables. La Xanthorrea tambion de que ya hemos hecho mención antes, y el cual constituye en Jas perspectivas de los paisages Australianos, un rasgo ca- racterístico notable, con sus copaduras ó cabezas en for- ma de colmena. Al Oeste de las montañas, en la Australia Tropical, se encuentra una espléndida flora, compuesta de muchas especies de árboles nuevos, á mas de los ya conocidos como característicos de Australia; todos ya clasificados y dados á conocer por Wood y Mue- 11er. Entre ellos solo nos detendremos á mencionar el árbol barril^ una variedad de Sterculia denomi nada Déla- bechía rupestris; muchas variedades nuevas de EucaliptuSy de Acacia, etc; y un gran número de Capparis, Dodonoea y otros arbustos, igualmente que ñores y pastos nuevos. Continuando á lo largo de la costa hacia el norte, la Araucaria se presenta aun en abundancia; el numero de los palmeros aumenta; un ratan (calamns) es muy abundante en una zona húmeda densamente cubierta de bosques entre los 15o y los 17^ de latitud Sud; for- mando uno de los rasgos notables de esta zona de bos- ques, un árbol estraordinario, especie de alcaparro, con las enormes 'y corpulentas formas del baobab del Sene- gal y de nuestro ombú. Finalmente, en las riberas septentrionales de este continente, todas las formas de la vegetación Mala}' a y Australiana, ó mejor Papua, se mezclan y confunden; especies del Sida y del Hibisco, que son raras en el Sud; se hacen comunes aqui y las Banksias, las mas Australianas de todas las plantas Aus- tralianas, desaparecen por completo. Los Eucalyptus en verdad, quedan y un Melaleuca ó dos como el árbol ^ 219 — Cojepvti; pero la abundancia de las Cinchanacceas y de otras formas de vegetación Malaya, casi llega á sobre- ponerse en los efectos de perspectiva que podrían produ- cir los primeros. El calmerocol, ó Col~palmisto {Livisto nía inermis) abunda en esta región, si bien en bastante escasez para poder estimarse como un vegetal de repuesto; las Casnarinas y los Pandmius contribuyen mucho á con- fundir el carácter Australiano de esta vegetación con las formas peculiares del Archipiélago Indico, repre- sentadas, por ejemplo, por los árboles de la familia de la! ^''^^^ noscada y del Santalun ó sándalo aromático. En efecto, las especies Australianas de Sándalo pertene- cen todas á la familia del Santalun albuin y del Santalvm myrthifolium, peculiares de Málaga, del Archipiélago de las Islas de Sandal en el Mar Indico y de Java. Y yá que hemos tocado este asurto, algo nos detendremos á decir sobre esta madera aromática, que es el perfume de los templos y salones del Oriente; y sobre el co- mercio que con ella se ha hecho en Australia y en las regiones inmediatas. Es sabido que el palo sándalo del comercio es el pro- ducto de varios árboles pertenecientes al genero Santa- lw7iy y de que el Santalum alhum ha sido la principal fuente. Como es una madera dura, de grano menudo y ornamental, se emplea para algunos objetos de eba- nistería y para la escultura de objetos delicados. Pero su príncipal cualidad consiste en la esquisita fragancia de su madera, que lo debe a una esencia volátil especial, muy estimada por los naturales de la India como per- fume. Este gusto, del cual participan las clases supe- — 220 — riores de la China, que son las gentes mas refinadas del estremo Oriente, hace que estos últimos lo empleen para perfumar sus templos ó pagodas. Las raices, que son las mas ricas en aceite, y las astillas, acerrin, virutas, ramas, etc. se echan en el alambique, del cual se des- tila una esencia preciosa por su esquisita fragancia. Los Hindus que pueden adquirir esta madera en bruto, la co- locan en la pyra funeraria donde se queman los restos de los parientes difuntos. Esta madera, convertida en polvo ó en pasta es empleada por todos los Brahamines, en los pigmentos distintivos de sus castas. Su aceite forma la base de muchas esencias, y se emplea para impre- gnar con su aroma artículos que esculpidos en madera común, pasan por verdadero sándalo sin serlo. Con el transcurso del tiempo llegó á descubrir.se que el palo de sándalo era abundante en algunas de las Islas del mar del Sud, donde es el producto de varias especies de Santaluní, diferentes de las conocidas por siglos en la India: hay cerca de diez especies del género, limitadas principalmente á la India, Austraha y Oceania. En las cordilleras de la América del Sud, existe un pequeño arbusto cuya leña exhala un aroma delicioso cuando es quemado, y el cual es conocido eh Mendoza con el nombre de colliguay, .y que puede clasificarse en esta familia, no solo por sus propiedades, sino porque, en realidad, pertenece á las mirtáceas^ siendo uno de los mas pequeños de sus representantes. Las especies de la India son el sandalum álbum y el sandalum myrtiflorum. El primero es un árbol mediano, de 20 á 25 pies de alto, que se encuentra en los bosques de una península en las inmediaciones de Wyneiad y en el Mysore. Esta madera — 221 — es exportada en gran cantidad de Madras, para Bombay» Benorala,Peguy el Golfo Pérsico. Este artículo es quema- do en pebeteros de oro, para perfumar los templos y los palacios. Ei mismo árbol produce las dos maderas de sándalo blanco y amarillo, formando esta última la médu- la ó corazón del árbol; es muy duro y fragante, con especial cerca de la raíz. Los mahometanos obtienen un aceite precioso del palo amarillo remojado, que conside- ran como perfume. Este árbol se produce en las islas de Fomor, Rotti, Savul, Samar Bali, y que forman las islas de Sandal, y en la parte oriental de Java, en el árido suelo de las regiones bajas. Esta madera, que en su color y textura se semeja al palo de box, es muy buscada como artículo precioso de comercio por los chinos, que fabrican con su aserrín anillos y pastillas de quemar, y también para marcar el tiempo transcurrido durante su combustión, habiendo pastillas de 1 minuto, de 5 minutos, de 10 minutos, etc., y de las cuales la combustión hace exalar una agradable fragancia, Mezclado con preparaciones químicas, el polvo de sán- dalo es empleado en saquillos de olor que las mujeres se cuelgan como amuletos. En estos últimos años, sin em- bargo, debido tal vez á algún cambio desconocido en la moda ó en el ritual del culto, las importaciones de palo de sándalo han casi cesado en la China. En años pasados, estas importaciones, por Cantón, llegaban hasta 8,000 pi- culs (el picul es una medida de 6 arrobas), con un valor de 70,000 duros. Pero desde hace seis á siete años, estas importaciones no pasan de 20 á 30 piculs. Sin embargo, en 1872 las importaciones por todos los puertos abiertos de la China alcanzaron á 64,2-37 piculs. En Europa esta — 222 — madera de sándalo solo es empleada en la escultura y en el torno. El sandalum de la Nueva Caledcnia suministra una clase de palo de sándalo superior al de los otros países, debido á la fuerza y riqueza de su fragancia. Es de sen- tirse, pues, la devastación que se ha hecho en esta isla del árbol del sándalo, siendo su madera tan útil para 1^ perfumería. Hoy, apenas si quedan para esplotarse las raíces de los antiguos árboles. El aceite esencial que se destila del palo de sándalo vale en Europa, al por mayor, á 15 duros la libra, en las droguerías. La madera en polvo, para rellenar saquillos de olor, se vende al por mayor á 2 francos la libra. Las especies de sándalo propias del Pacífico, son: sandalum elHpticum y sandalum freycinetianurus, que se encuentran en las islas de Sandwich. La última es- pecie se encuentra también en las elevadas montañas de Otahiti, pero su madera es de inferior calidad y solo se hace odorífera con los años. El palo myoporum tumifolíum, es empleado como un sustituto del palo de sándalo. La fragancia de la madera fresca es muy agradable, pero pierde su aroma con el tiempo. Las especies australianas de sándalo, pertenecen, según los botanistas, al sandalum lanceolatum, al sán- dalo oblongatum, al sándalo ovatu?n y al sándalo veno- rum. El árbol se encuentra en el Queensland, esto es, en la región australiana que acabamos de recorrer, enume- rando sus principales especies botánicas, y también en la Australia Occidental, donde se le halla diseminado en todas las montañas, sin formar bosques esclusivos de su especie. En la Exposición Universal de Londres y — 223 — en la de Paris de 1878, se han presentado trozos del palo de sándalo australiano, del peso de 4 1/2 quin- tales, en trozos de 3 pies, 6 pulgadas de largo, por 11 pulgadas de diámetro. El palo de sándalo de Austra- lia, es de una calidad inferior en lo que respecta á su fragancia. En 1849 unas 1,204 toneladas de palo de sándalo, avaluadas en 54,000 duros, fueron exportadas de la Australia Occidental. El comercio las compró á 6 y 6 li2 libras esterlinas la tonelada. A esto se debe el in- menso destrozo de este interesante árbol, no encontrán- dose uno solo, ni chico ni grande, á 150 millas de Perth, y aun pasando esa distancia existen muy pocos. En 1876, unas 7,000 toneladas fueron exportadas, avaluadas en cerca de 400 mil duros. En los años posteriores, por una menor demanda, ó por exaucion, esa enorme exportación del palo oloroso ha descendido mucho. El árbol ha quedado estirpadoen el litoral, de- bido á lo cual el costo de transporte de esta madera se hace cada año mas caro, habiendo la especie llegado á estinguirse en algunos parajes. Con la internación de los ierro carriles australianos, nuevas devastaciones tendrán lugar de lo poco que aún pueda quedar en el interior de estos interesantes árboles. No sabemos que los gobiernos locales hayan tomado medidas para evitar esta devastación, ó para ensayar el cultivo y replan- tacion de este precioso árbol. Es probable existan muchas y diversas especies de sandalum en las islas de los mares del Sud, aún no es- plotados por los europeos ó poco determinadas botáni- camente. Sin embargo, no en todas las islas del Pacíflco se encuentra este árbol. Donde mas abunda, es en la — 224 — parte Sudoeste, incluyendo la Nueva Caledonia, de que ya hemos hablado; las islas de la Lealtad, las Nuevas Hébridas, las del Espíritu Santo y algunas otras. En las Islas Figi que han producido muchos miles de toneladas en estos últimos años, el árbol se ha hecho muy escaso. Es solo la parte central del árbol lo que produce la médula amarilla, que constituye el palo de sándalo del Comercio. El tronco y las ramas mayores son cortadas en trozos de 3 á 6 pies, los cuales son despojados de toda la corteza y palo blanco esterior con el hacha, reduciendo los trozos de 1 pié de diámetro á una astilla de 4 á 6 pul- gadas. La calidad de la madera depende de la cantidad de aceite esencial que contiene, la cual se reconoce por el olor cuando es fresca, ó quemándola al fuego. Los árboles viejos son los mas aromáticos; y en ellos la mas estimada es la madera inmediata á la í*aiz. Un puñado de astillas de esta madera impide á la polilla el atacar la ropa. Debido también á su fuerte fragancia aromática, los muebles hechos con la madera del sándalo bastardo de Australia, Erimophillo 3íiíchelli, se conservan inaccesibles á los insectos. El palo es duro, de color moreno, delicada- mente veteado y de un bello grano. Terminaremos nuestras observaciones botánicas sobre Australia, con la aseveración que las hemos comenzado, a saber, que la Australia, rica en especies, y variedades silvícolas y herbolójicas, es en estremo pobre en árboles indígenas de frutas comestibles; si bien los arboles fru- tales de todos los países se reproducen admirablemente en su fecundo suelo y bajo su favorecido clima. Esta observación es perfectamente exacta, si se tiene en vista que con la escepcion del Arándano ó Lisantha — 225 — sápida, y de algunas bayas de escasa importancia, el pais naturalmente se halla desprovisto casi por completo de toda íruta superior digna de ser presentada en una buena mesa. A pesar de esto y de cuanto pueda pecirse en otro sentido, no hay en realidad para el botanista una flora mas espléndida que la de Australia. Hasta 1882 ya se conocían 8000 distintas especies indígenas, número que exeáe las especies conocidas de la Flora Europea; po- breza relativa que se esplica por carecer la Europa de una zona tropical en cuma y suelo. Háse calculado que á ese número de especies conocidas, se pueden sin inexactitud añadir unas 2000 mas que aun pueden per- manecer desconocidas en las montañas y desiertos Aus- tralianos. Este estudio adquiere no poco interés adicional cuando consideramos el remoto periodo geolójico en que este continente fué segregado de las otras regiones del globo y que le ha permitido conservar una flora tan original y tan especializada, sobre todo debido á la ausencia de ese gran transformador de la naturaleza, el hombre civilizado. El que no lo es, solo puede consi • derarse como el destractor voraz de la naturaleza, y no su regillador ó regenerador, como lo es indudablemente «I hombre llegado á su último y mas perfecto grado de cultura. El hombre civilizado, en efecto, es un verdadero trans- formador y perfeccionador de la naturaleza para bien; él transporta y mezcla las especies vegetales y animales mas útiles y bellas, de una región y de un clima, á otro que carece de ellas. El de este modo produce una difu- sión, una complesion, una armenia de las mejores — 226 — especies en todos los ramos, que llega á hacerse universal; constituyéndose en uno de los mas poderosos, activos é inteligentes agentes de la mejora, belleza, transforma- ción y adaptación general. Faltos de este agente poderoso hasta hace un siglo, los dominios vegetales y animales de Australia, han conservado la fisonomía primitiva de la época de su segregación del resto de su tierra; presentándose mas original y suigeneris que nin- guna otra. El hombre culto ha podido ciertamente, hacer mas- variada mas rica, mas útil sobre todo en especies frutales esa naturaleza; pero es en mucha parte, á espensas de su estraña al mismo tiempo que bella originalidad primitiva, tan escepcional al mismo tiempo que tan conveniente para el conocimiento de las leyes gene- rales que han guiado la solución de la especie orgánica en las edades pasadas. La situación escepcional de esta región que acabamos de describir, ha hecho imposible por una larga serie de siglos, toda intrusión inteligente de especies animales ó vegetales exóticas. Sin embargo, háse llegado á observar cierta afinidad manifiesta entre su Flora j la del África Sud, ó mejor, de Madagascar. Esto ha inducido á los naturalistas á creer que en algún período remoto, debe haber existido una zona de tierras que ligase ambos continentes, esto es, esa parte de los continentes que en forma de Islas mas ó menos considerables, debian constituir el mundo geográfico desconocido de esas eda- des; una zona decimos, que debió ligar ambos continen- tes en cierto periodo no muy remoto de la historia de nuestro planeta. Sir J. Hooker, respecto al cual no — 227 — reconocemos autoridad superior en estas materias, en su obra titulada Flora de Australia^ sus orígenes, afini- dades y distribución; al hablar de su alta antigüedad y organización, lo mismo que de las notables riquezas que contiene, con especial en la región situada al Sudoeste, cerca de King George's Sound, considera que solo es posible darse cuenta de estos fenómenos, con la supo- sición, apoyada de otro lado por la analogia, la dispo- sición geológica de los continentes y de las Islas en ambos hemisferios del globo, y por algunas remotas y confusas tradiciones englobadas en fábulas trasmitidas de generación en generación, de un continente, el Lemu- riano, que ha debido estenderse en esa dirección por un lado y ligarse al Asia por la península de Malaca, por el otro, estendiendo sus brazos, como hoy sucede con el continente antiguo y el nuevo, de uno á otro polo de nuestro planeta. Yá en otra parte hemos hecho alusión á ésta doctriaa de probabilidades geográficas en el pasado. Los que quieran imponerse mas al fondo de este interesante asunto hallarán una mina de interesantísimos datos en la obra antes mencionada ; como también eu la otra ti- tulada«Australasia))de Mr. Wallace, de cuyas obras hemos tomado y hemos de tomar lo mas probable y lo mejor, modificando siempre la teoría con los hechos observados por nosotros. En consecuencia, mas adelante podremos demostrar como esta Australia ha debido ser la ver- dadera Tierra Florida ; el verdadero El Dorado, y el regio Pais de los Césares tan buscados en las edades que nos han precedido y que el fanatismo religioso hacia bárbaras por los aventureros Europeos ; y que el nom- — 228 — bre de Botany Bay dada á la ensenada donde la bella Sidney hoy se levanta, que significa la Babia de las Plantas ó de las Flores, es un nonabre perfectamente merecido. Es innegable la influencia que las producciones natu- rales de un país, tanto animales como vegetales, «stán llamadas á ejercer sobre la primera cultura de sus habi- tantes en los grandes continentes. Esta influencia recien ha comenzado á ser debidamente apreciada y valorizada por los que se ocupan de investigar el origen y progre- sos de la sociedad humana en las diferentes razas y países. Esta conexión, si ha sido percibida y comprendida antes, no ha sido sin embargo suficientemente analisa- da, ni apreciada en su verdadero valor, para la esplica- cion de los fenómenos ethnográficos ; no obstante que basta la mas ligera reflexión para convencernos de que ella es en realidad una de las circunstancias que presen- tan la mas íntima relación con este importante asunto, y que en consecuencia merece la mas seria atención, no solo de parte del naturalista y del ethnógrafo, sino mas especialmente del historiador y del filósofo. Cualquiera que haya sido la condición primitiva de la humanidad; sea que supongamos el hombre y su ci- vilización emanados de un origen único y divino; ó lo que es mas lójico y verdadero, de la simple acción y reacción de las causas y efectos naturales de una evolu- ción igualmente divina, puesto que es el resultado de las leyes eternas en el desarrollo lójico de las causas y da — 229 — sus efectos, en el cyclo natural universal en que tiene lugar la plenitud de los fenómenos de la naturaleza; y no del capricho arbitrario de una potencia colocada fuera de la naturaleza, y que seria contraria á las leyes de la realidad y de la existencia misma. En uno y otro caso decimos, está de manifiesto que la distribución geográfica de los animales, su abundancia ó escasez en situaciones determinadas, las cualidades especiales que los adaptan para servir de alimento, de vestido y de otros objetos indispensables, debe necesariamente ha- berse hallado en la mas íntima conexión con la condición original de una raza y con todos sus primeros pasos hacia la cultura. El Asia y el África abundan en numerosas especies de grandes cuadrúpedos graminivoros y aves galliná- ceas que no solo suministran al hombre un alimento de primera calidad y en gran abundancia sino que también pueden ser tomados con gran facilidad, criados y multi- plicados en estado de doir.esticidad por el ser racional é inteligente, asegurando de este modo una fuente per- manente de subsistencia y bien establecidos, ademas del aumento conveniente, proporcionan igualmente los ele- mentos indispensables para el vestido y el primer abri- go contra la intemperie. Esos dos continentes han sido ademas la patria nativa de esos animales que el hombre ha conseguido domesticar, haciéndolos instrumentos de sus primeros pasos en el camino de la cultura. Pero en situaciones menos favorecidas en que los ani- males eran raros y de géneros y especies no tan variados ni tan bien adaptados para las necesidades del hombre, como por ejemplo en América, y con especial en Aus- — 230 — tralia, el hombre ha tenido ahí que luchar co» nume- rosas y á veces insuperables dificultades, que conte- niendo su poder y su acción, han impedido también su progreso y su preponderancia estable; circunstancias desconocidas para los habitantes, mas afortunados, del viejo continente. En estos casos el hombre, enteramente absorvido por el trabajo prinK)rdial é indispensable de procurarse una escasa difícil y precaria subsistencia; sin la ventaja disfrutada por los bárbaros vecinos de los antiguos im- perios civilizados, que mantenían con ellos un comercio y una relación ventajosa, sobre todo para los mismos bárbaros que de este modo se iniciaban en las artes y secretos de la civilización; mal protejidos por abrigos, insuficientes contra los efectos á veces fatales de la intemperie; sin modelos mas civilizados que ellos por delante; sin amigos, ni protectores aun interesados; y por último, sin el estímulo de un enemigo superior á quien temer ó de quien recibir lecciones aun caramente compradas ; los Australianos, sujetos siempre á las ma y ores penurias; con frecuentes, largos y forzados ayunos, hasta carecían de los medios de sostener, sea una nume- rosa familia ó de disfrutar ocios que les permitiesen me- jorar su condición con el desarrollo de sus facultades intelectuales. Bajo tales circunstancias era casi impo- sible pudiesen realizar progresos considerables en las artes de la vida civilizada. Ademas, las mugeres de los salvages Australianos, son notoriamente menos prolíficas que las mugeres del antiguo continente ; y la población indígena, en relación con la estension de la gran isla continental, era en estremo escasa en comparación con — 231 — la de cualquier otro pais. De esta circunstancia proba- blemente ha resultado que los habitantes de Australia se quedasen tan atrás en su evolución ethnográfica, aun de los mas primitivos salvages de los otros paises, sobre todo en lo que respecta á civilización y mejora social, influyentes hasta en el desarrollo de las formas y caracteres antropolójicos. Aqui ocurre la cuestión: ¿Son los Negritos ó Indígenas Australianos una antigua raza en decadencia, como los salvages de América? O simplemente una rama aborta- da é imperfecta en el grande y rico árbol genealógico de la humanidad? Si lo primero, los Negritos Australia- nos deben ser un resto degenerado de otra raza mas desenvuelta y adelantada, de que talvez desciende la rama Malgache y Papuana superior de la Oceania; la que si se quiere, podria conexionarse con las tribus de un rojo sombrío (Malgaches y Papuas son de un negro entre rojizo y amarillento) que habitaban las regiones adyacentes del Atlas Africano, de que habla Herodoto y que podrian considerarse como un triste despojo en el naufragio de la culta Atlántida, de que las razas Noa- chides han debido formar el vastago y rama principal. En todo caso, el tronco de estas razas oceánicas ha podido habitar, con una civilización cuaternaria, el continente desaparecido ó descompuesto de la Lemuria, de que Madagascar, el Archipiélago Indico y la Austra- lia, son como los despojos aún subsistentes, según Walla- ce. En definitiva, los Negritos australianos y ciertas tri- bus Papuanas (de quienes se ha dicho conservan un tronco de cola) pueden, en realidad, no ser otra cosa que una rama estrellada ó atrofiada del árbol de la — 232 — humanidad. En todo caso, ellos son una conñrmacion de la doctrina de la descendencia, puesto que, evidente- mente, por sus formas, ellos constituyen solo uno ó dos grados mas en la escala cuya base Heckel ha colocado en el alalo. Y el alalo hipotético de Heckel ha resultado una realidad histórica! Heredóte habla de unos etíopes sin habla, que los Garamantos cazaban. El alalo ha so- brevivido, pues, hasta el período histórico de la humani- dad. Y esa escala está bien comprobada en los hechos existentes hoy mismo, tan bien como podría demostrarse entre el Lémur, por ejemplo,y el mas antropoide de los Simios actuales. Esta escala seria ascendiendo: el Negrito australiano, el Papua, el Hotentote, el Negro de Guinea, el Cafre, el Galla, el Malayo, el Árabe, la raza caucásica indo euro- pea, y la mediterránea. La ascendencia es perfecta en esta linea, y vemos ante nuestros ojos desarrollarse el árbol genealógico de la humanidad hoy existente, desde el alalo, un grado superior al antropoide, hasta el australiano que lo es dos ó tres, y pasando de este últi- mo á los otras gradas sucesivas, hasta llegar á la última y mas perfecta, la mediterránea, compuesta de la raza griega, italiana, gala, española, etc. Esto no quita nada á la fraternidad humana; por el contrario, la consolida sobre bases verdaderas y natu- rales, al mismo tiempo que prueba hasta la evidencia, y sin esperar el descubrimiento de nuevos fósiles, á mas de los ya descubiertos, la verdad de la doctrina de la — 233 — evolución, que hemos visto comprobada en la genealogía del caballo y otros organismos fósiles. Las reflexiones que preceden, no tienen otro objeto que servir, á .manera de una preparación inicial, para hacer una justa estimación de algunas de las causas que parecen haber obrado para impedir la mejora del salvaje australiano, mucho mas atrasado y primitivo que el salvaje americano y aun que el salvaje Papua ó Canaka. Aplicadas á las circunstancias físicas de su país, y con especial á las peculiaridades de ¡la zoología australiana, según se ponen de manifiesto en la si- guiente tabla, nos capacitarán para apreciar algunas de las razones de la inferioridad moral^ intelectual y física de la raza negra australiana. Así también podremos percibir las causas actuales que han impedido el creci- miento y desarrollo intelectual de esta raza, tan estraña como los otros productos de este continente estraño, si bien no en el sentido estético que caracteriza su vegeta- ción espléndida, sino mas bien en el sentido retrógado que caracteriza su estraña fauna, estacionada en un pe- riodo zoológico (el eoceno inferior), período que ya habia quedado muy atrás en el desarrollo orgánico de las otras regiones del globo. La tabla incluye las pocas especies que pertenecen á las islas mclusas bajo la designación general de Aus- tralasia, tanto como al Continente Australiano. — 234 — ÓRDENES f o .2 II Número relativo de las especies australianas Número de especies peculiares á la Australia Número de especies comunes á la Australia y otros paises I Cuadrumanos II Carnívoros III Marsupiales IV Roedores 186 731 140 604 34 38 156 75 8 105 21 3 13 8 150 19 3 3 2 10 y Edentados VI Pachydermos VII Rumiantes VIII Cetáceos Totales 1967 150 133 12 La primer observación que se presenta respecto á la mamalogia de la Australia, según lo que resulta de la tabla espuesta, es el escaso número de especies que habitan este Continente, comparado con la estension actual del país y el número fatal de especies conocidas desparramadas sobre el resto del globo. La despropor- ción se presentarla aun mas marcada, deduciendo del número total de 150, las 20 especies de mamíferos ma- rítimos, á saber 13 cetáceos y 7 focas que se hallan incluidas en la tabla. De este modo se percibe que los mamíferos que actualmente habitan la Isla Continental de Australia, no exceden de mas de 130 diferentes espe- — 235 — cies, formando poco mas de la 15 ^ parte del numeró total de cuadrúpedos conocidos; proporción en estremo limitada si se compara con la estension relativa del país. Ni tampoco es el corto número de especies distintas, la única peculiaridad observable, con respecto al número de mamíferos que habitan este país; la escasez de los individuos es casi tan notable como la de las especies; y el viajero en el interior marcha á menudo durante dias enteros sin encontrar con otros cuadrúpedos que los importados de Europa. La causa de esta peculiaridad debe buscarse solo en la conformación física de los animales mismos, mas bien que en las peculiaridades del país ó clima; ó en la destrucción de ellos por los na- turales que viven esclusivamente de ellos; porque, como puede colegirse fácilmente de la tabla, la gran mayoría de los mamíferos Australianos pertencen al orden de los Marsupiales; cuyas especies son menos prolíficas y cuyos individuos exigen mucho mas largo tiempo para llegar á la madurez, que los de ningún otro grupo de cuadrúpedos. Es fácil percibir que estas dos circuns- tancias, la pequenez de las distintas especies y la esca- sez de individuos en esas mismas especies, entre los ma- míferos de Australia, deben haber presentado una for- midable barrera al aumento de población y al progreso de la sociedad civil en esta parte del mundo. La segunda peculiaridad de lamamalogiade Australia es que después de sustraer, como hemos hecho antes, para las 20 especies marítimas, á saber, los 13 cetáceos y 7 focas comprendidos entre los carnívoros, de todo el número incluido en la tabla, resultará que todos los cuadrúpedos Australianos son, con solo 2 excepciones, — 236 — peculiares de este Continente; ó en otros términos, que solo existen dos especies Australianas comunes á este y á las otras partes del mundo conocido. Pero aún queda una tercer observación }3or hacer, y es respecto á la dis- tribución geográfica de los cuadrúpedos según se halla indicada en la precedente tabla, y que no es menos singular que la última: con pocas excepciones, todos los cuadrúpedos de Australia, por lo menos, todas ías espe- cies terrestres, pertenecen al orden de los Marsupiales. De este modo, sí como antes, sustraemos las 20 especies marítimas del número total de mamíferos Australianos, hallaremos que de todo el número restante l'iO, no menos de 105, esto, es, casi cinco sextos del monto total, perte- necen á esta tribu; y es+a circunstancia se hace todavia mas singular, si se tiene en vista que muy pocos anima- les de este orden existen en las otras partes del mundo; pues con muy pocas excepciones, las especies extra- australianas se hallan confinadas á las regiones tropi- cales de Sud-América. El continente de Australia es, pues, la residencia y patria de esta estraordinaria y anómala raza de seres; raza que reúne casi todos los rasgos distintivos de las otras tribus de cuadrúpedos con sus propios y peculiares caractereis. Son estos rasgos especiales del orden de los marsupiales, lo que ha hecho suponer á los naturalistas modernos, que en las edades pasadas, allá por el final del periodo Cretáceo y principios del Eoeeno, este orden ha podido ser el tronco y punto de partida de esa serie mucho mas útil é importante hoy, el orden tan variado de los mamíferos, en cuyo numeró se cuenta la misma especie humana. El dominio animal y tal vez el vegetal — 237 — en Australia ha venido, pues, á quedar como estereo- typado en ese estraíio país, en las coadiciones orgánicas pertenecientes á otras edades; y llegando por una azopa- ramiento análogo al de la bella de bosque durmiente de Perrault, á exibirnos en la edad moderna ó 7» de nuestra planeta, un estado de cosas perteneciente á la cuai'ta edad de su evolución orgánica. Una última observación que se presenta mediante la consideración general y comparativa! de la mamalogia Australiana, según se halla espresada en la tabla ante- rior, es que el país se halla enteramente desprovisto, tanto de animales pachydermos, como de ruminantes; esto es, de todas esas especies que son las mejor adaptadas para el alimento humano y para los diversos objetos de la economía social. Hay, pues, que admitir, después de considerar las observaciones que antes hemos consignado sobre la correlación entre la distribución geográfica de los animales, con especial aquellos mas adecuados á los objetos de la existencia humana, y la civilización de la humanidad, que esta circunstancia debe haber en todo tiempo ejercido una poderosa influencia sobre la condición social de los habitantes aboriginales de Australia; y que esta llega hasta espli- carnos la causa, no solo de la debilidad de la población que existia en ese vasto pais, sino también el abyecto y degradante estado de miseria en que sus salvages habitantes han sido encontrados en general. Una pre- caria alimentación do pescados, de mariscos y de raices de helécho tostadas, constituía casi esclusivamente sus medios de existencia; aun se ha visto á muchos devorar ávidamente los mas repugnantes reptiles, gusanos y — 238 — orugas; los animales terrestres, según se ha visto, son en estremo raros en todo el pais y aun cuando se les encuentra son difíciles de tomar; podrian talvez á veces sorprender un Kangaroo ó correrlo con perros tan sal- vajes como sus amos; pero ios pequeños falangistas y otros habitantes arbóreos, solo podian obtenerlos que- mando ó echando abajo los árboles en que eran descu- biertos. Los naturales no tenian arte ni invención sea para zaetear á las aves ó para cazarlas con trampas; ni conocian medios para capturar los delfines y focas que abundaban sobre sus costas, como lo hacen los Esqui- males y Groenlandeses. Bajo el peso de semejantes circunstancias apenas si es posible concebir que los natu- rales de Australia hayan podido emerjir, por ningún esfuerzo posible de su parte, de la condición salvage en que fueron encontrados por los descubridores Europeos. Ahora pasaremos á estudiar en particular cada una de las clases de mamíferos Australianos. Según ha po- dido observarse en la tabla, este vasto pais carece completamente de animales cuadrumanos tales como los lémures y monos; igualmente que de paquidermos y de ruminantes. Por lo que es á los cheiropteres o cuadrúpedos alados, pocas especies se conocen existentes en el país. Según ha podido verse en la tabla, solo 8 especies de carnívoros se cuentan entre los habitantes de Australia, todos los cuales son peculiares de este continente. De estos, sin embargo, todos escepto uno, son animales marítimos, pertenecientes al género de las focas, y comprende el león de mar, el oso de mar y otras grandes especies. El — 239 — único animal terrestre de este orden, es el perro dingo, variedad de un tamaño intermedio, de orejas agudas y aspecto de lobo, que se encuentra en el estado, sea sil- vestre, sea á medio domesticar, entre las tribus de negros indígenas. El siguiente orden, el de los «marsupiales», es el que, según se ha observado antes, comprende la gran ma- yoría de los mamíferos australianos, y forma el rasgo principal de la zoología de esta parte del mundo. Las 105 especies de esta tribu, señaladas en la tabla, perte- necen á diversos géneros, todos ligados por los carac- teres distintivos de su estructura general, cual es la producción prematura y subsiguiente alimentación de sus chicuelos en una bolsa ó saco con que la naturalez:a ha provisto á los progenitores hembras, de cuyo rasgo el orden saca su nombre de «marsupialia», pero ofreciendo enormes diferencias en todos los otros detalles de su constitución y economía orgánica. El primero, y tal vez el mas notable género de esta anómala tribu de seres, comprende esos singulares y hoy bien conocidos animales llamados kangaroos («macropusx^), y de la cual existe una gran variedad de diversas especies, hoy todas bien señaladas y determinadas por los zoologistas. Entre las especies mayores se cuenta el kangaroo común, llamado el «sil- vestre», y también el «viejo», en la Nueva Gales del Sud, «macropus labiatus»; el kangaroo rojo y el lanoso, «macropus rufus» y «macropus fuliginomi», y la especie llamada por los zoologistas «macropus rufo-griseus» adquiere un gran tamaño, alcanzando á veces el peso de un carnero grande. Estos suelen asociarse en reba- — 240 -^ ños mas ó menos considerables en los guadales abiertos y en los bosques desprovistos de matorrales; se alimentan esclusivamente de pastos y hojas de árboles, y aunque jamás gordos, son tenidos en gran estimación por los epicúreos coloniales. La cola, en particular, se asegura produce el caldo mas sabroso que es posible obtenerse; la carne, á causa de su deficiencia natural de gordura, cocinada con tocino, pasa por un alimento sano y agradable. Entre las especies mas pequeñas, ^a mas notable es el Kangaroo de Roca, «M. Rupestris», notable por su peluda cola de zorra ] porque siempre se le vé habitando en las rocas mas peladas y escarpadas, entre las mon- tañas, donde maniobra con toda la celeridad y seguridad de una cabra silvestre ; el Kangaroo de matorral, lla- mado «Wallabi» y «padimalla» ó «podimelon» por los naturales; el cual vive entre los espesos matorrales debajo de los bosques; y el Kangaroo Fasciado * M. Elegans» notable por su pelage de un azul claro, adornado con bandas transversas de un negro subido en el lomo y los ríñones. Los Potoroos ó Kangaroo ratón « Hypsiprimnus » son muy semejantes en todos respec- tos al Kangaroo regio, de quien solo difiere en su menor tamaño y en algunas ligeras modificaciones de dentición. Rara vez exeden el tamaño de un conejo ; ó mejor son del tamaño de las « viscachas « argentinas ; vive solo ó por pares, ocultándose en las grietas ó bajo los árboles caldos y saliendo á merodear solo de noche, á cuya hora se los dá caza para alimento de los perros; jxies no son considerados propios para el alimento del hombre. Diversas especies se encuentran en varias reniones delpais. — 241 — Como los Kangaroos, solo usaa para andar sus patas traseras, dando á las patas delanteras el empleo de ma- nos para llevar el alimento á la boca ó para otros objetos análogos. Si el gran Kangaroo es un ser aislado y completamen- te peculiar de las Islas Australianas; por sus géneros y especies mas diminutas, como el «hypsiprimnus» y otros, el se liga con la fauna de las otras regiones de la tierra. Tanto la especie indicada, como el pequeño Kangaroo conocido en Australia con el nombre de cone- jo-raton («rabit-mice»), son parientes próximos y con- sanguinarios tal vez, con el «Jerboas», pequeño roedor de largas patas traseras y diminutas delanteras, peculiar del viejo continente, y que se cuenta entre la sub-familia «dipodenoe» de los roedores. La forma general y hábi- tos de este Jerboa, ofrece una estraña semejanza con las aves. Su cuerpo, como el de estas, se halla soste- nido sobre dos largas patas traseras, y en ambas esta largura depende de la exesiva prolongación del tarso ó metatarso. Las patas delanteras del Jerboas son por su forma, análogas á las aleí^as dobladas de una ave y su cráneo es ancho y delgado. ¿Es este uno de los innu- merables eslabones que ligan á los mamíferos con las aves, incluso el murciégalo que es un verdadero ratón alado ? Como hemos dicho, el Jerboa tiene la cabeza ancha y el hocico estrecho, largos mostachos, ojos enormes y grandes orejas paradas. Su cola es larga y cilindrica, ensanchada en su estremo, sirviéndole como la cola del Kangaroo para sostenerse parado. Su cuerpo es gene- ralmente del tamaño de un ratón; pero en el África me- ta — 242 — dia se encuentra una especie, «cedelis caíer», ó liebre saltona, cuyo cuerpo es del tamaño del «rabit-mice» de Australia. Su pelo es fino y suave, de un color flavo arriba y blanco debajo. Estos pequeños animales, que consideramos análogos al «tunduque» de Cuyo, se en- cuentran en los desiertos de África, de Asia y de la Europa Oriental. En Norte- América se conoce una espe- cie llamada «Jacules hudroniana>, encontrándosele hasta los 61° lat. Norte. En Argelia se conocen dos especies: en Egipto es muy común, y la especie llamada «Dipus hertipes» es rara y habita el Sud del Sahara. Viven en colonias, como los «tunduques» de Sud América; y los Árabes, que son muy ávidos de su carne, cavan las cuevas para obtenerlos. Son animales muy tímidos y solo es posible tomarlos en la época de la parición de la hembra. En esta época, como los conejos y otros animales mineros, el jerboa abandona la cueva común y se escava una nueva, aislada, para ella sola, donde puede hacer su nido de paja, hojas ó trapos viejos. Aun en cautividad^ el jerboa gusta de fabricarse un lecho, en el cual pasa horas enteras agazapado como una bola, ó tendido cuan largo es, como un ser humano. Es tan hábil para des- menuzar con sus uñas y dientes, que en un momento se fabrica un blando colchón con las fibras de un trozo de soga ó de trapo. Horada toda madera y aun la piedra misma perforándola con sus agudas uñas, en lo que halla una doble satisfacción, saciando sus instintos destructo- res de un lado, y haciendo montones de materia des- menuzada en los cuales salta ó se revuelca con placer» Se abrigaban algunas dudas respecto al modo como la — 243 — familia de los Kangaroos amamantan sus pequeñuelos. De algunos campesinos australianos, hemos obtenido datos á este respecto. Uno de ellos nos aseguraba que él habia cazado Kangaroos, opossos y wallabys durante 40 años de su vida, sacando los hijuelos de la bolsa ó falso vientre, desde el tamaño de un poroto, hasta el de un pepueño conejo ya cubierto de pelos, y que siem- pre los habia hallado prendidos á la teta dentro de la bolsa; de tal modo que desprendidos no podian volver á cerrar la boca. Es, pues, una mamadera constante, de tal modo que es imposible vuelvan á tomar la teta una vez desprendidos. Personas que crian Kangaroos en potreros especiales nos han asegurado que estos anima- les cuando tiernos, viven y crecen prendidos de la teta de la madre, hasta que despechados, se desprenden para siempre. Por lo que es á los Falangistas^ asi llamados por Buf- fon por la unión de los dos dedos inferiores hasta la última falange ó juntura, se conocen 6 á 8 especies que habitan la AustraUa, mientras un número análogo se estiende al travez de la larga cadena de islas que casi ligan su estremo septentrional, con la península de Malaca. Estos animales llamados Opossum de cola de anillo por los colonos, por su costumbre de prenderse en las ramas, colgándose de la cola, que es fuertemen- te prehensil, en los árboles en que hacen su residencia esclusiva, se distinguen de sus congéneres en las islas Indicas, en que tienen la cola generalmente poblada y cubierta de pelos, pero con una lonja pelada en su estre- midad, del lado que acostumbra suspenderse de la ra- ma de los árboles, formando como un anillo. Las tres -- 244 ~ especies mayores, la «Phalangia vulpina», «Ph. Lemu- riana» y «Ph. Nigra», son casi del tamaño de un gato doméstico y cubiertas de una suave y rica piel, que es uaexelente artículo para la manufactura de sombreros, pero que desgraciadamente no puede obtenerse en can- tidades suficientes para utilizarse en grande escala. El Falangista de cola larga ó Ph. Cookii es una especie de un tamaño menor, descubierta primero por Cook en la costa sudeste de la isla de Vandiemen y notable princi- palmente por su pequeña y fina piel y su larga y ate- nuada cola con su estremidad blanca. Dos especies aun nxas pequeñas, el «Ph, Gliritor- mis» y el «Ph. Pigmea» se distinguen principalmente por su pequeño tamaño, no siendo el primero mayor que un pequeño ratón y el último que escasamente igua- lará un ratón común por su magnitud. Todos estos ani- males habitan los bosques, y se alimentan principal- mente de las hojas de varias especies de gomero que ocupan un puesto tan eminente en la Flora Australiana, escondiéndose en el tronco hueco de los árboles carco- midos, durante el dia, y saliendo solo de noche de sus madrigueras. Los «Petauros» ú Opossos y Ardillas voladoras, se a- proximan á los falangistas en muchos respectos, y cons- tituyen un género esclusivamente Australiano, que se distingue por su cola floja é inaprehensil, y por la piel de sus costados y flancos, la cual se estiende formando alas ó una membrana voladora, cuya función es servir de paracaida para sostener el cuerpo, habilitando á estos animales para realizar los mas asombrosos saltos entre los árboles espaciados de los bosques Australianos. — 245 — De estos existen igualmente seis ó mas especies, la mayor de las cuales «Petaurus Tagnanoides », excede el tamaño del gato doméstico; mientras el mas pequeño, «Petaurus minimus», llamado ratón volante por los colo- nos, apenas llega á las dimensiones de este último animal. Los Petauros como los Falangistas, forman unos seres arbóreos y nocturnos, que se alimentan principalmente con las hojas del gomero, y que durante las bellas y claras noches plateadas por la luna, animan las silenciosas y solitarias selvas con sus variados movimientos y sus sal- tos de un árbol á otro en el interior délas sombras. El «WombatPhascolomys», es un gran animal del ta- maño de un tejón, con su madrigueras en las médanos del interior y que vive esclusivamente de vegetales. Pre- senta disposiciones sociales, viviendo generalmente en común como los conejos en su conejeras. Como la gene- ralidad de los mamíteros Australianos, es nocturno, dur- miendo en su madriguera mientras el dia brilla; y solo moviéndose y buscando su alimento con la frescura de la noche. La consecuencia es que engorda mucho, alcanzando á veces hasta el pe? o de 40 á 50 libras; su carne es conside- rada como un alimento sano y delicado. Como es un lerdo corredor, es fácilmente tomado cuando se le encu- entra lejos de su cueva; siendo en todo tiempo un recur- so inestimable para la tribus indígenas del interior de la Isla que amenudo acuden de grandes distancias á algún vivar conocido para regalarse con la abundancia de una caza de wombat. En la mayor parte de su caracteres, escepto solo aquellos de que participa en común con los Marsupiales, el se aviene con los roedores y parece en — 246 — consecuencia ser el eslabón natural que liga estos dos ór- denes. El «Perameles», llamado por los colonos Ingleses «Bandicoot,» constituye un género notable que no ad- mite una fácil comparación con otro de los grupos de animales que nos son familiares. Con un sistema dental y aun una forma exterior que los asimila en estremo á los musgaños grandes y otros mamíferos insectívoros, reúne los caracteres comunes á los animales marsu- piales, alimentándose esclusivamente de raices y otras sustancias vegetales. Sus hábitos son análogos á los ratones Kangaroos, escepto que no se mueven saltando solo sobre sus patas traceras, sino que emplean las cuatro estremidades en el acto de su progresión como el común de los cuadrúpe- dos. Forma cuevas ó se refujia durante el dia en las grietas naturales ó bajo los árboles caídos; se mueven solo durante la noche y no se les considera como un alimento adecuado para el hombre. Se conocen dos es- pecies principales, el «Perameles Nasuta» y el «P. Obesula», ambos abundantes en el territorio de Nueva Gales del Sud. Otros dos géneros de mamíferos Australianos, el «Dasyurus» y el «Hylacinus» participan de los hábitos y del aspecto de los cuadrúpedos carnívoros ordinarios, pareciendo ligar esta tribu de animales con los Marsu- piales en general. El primero de estos géneros llamado Dasywros, esto es, cola peluda, para distinguirlos de los «Opossum» Americanos de cola pelada con los cuales muclíos naturalistas los han asociado, se compone de cinco ó seis especies generalmente do pequeño tamaño — 247 — y bellamente decorados con numerosas manchas blancas sobre fondo negro, rojo ú oliva. Por sus hábitos ó modo de vivir tiene cierta semejanza con los martines y gatos monteses de Europa; son nocturnos y se ali- mentan generalmente de aves, reptiles y otras menudas presas. El «Dasyuro ursino» ó Diablo del campo, como lo llaman los colonos, tal vez el mas feo y repugnante de los cuadrúpedos por su apariencia, se halla hoy confinado á la Isla de Yandiemen ó Tasmania. El « Dasyurus macrurus »; el «Dasyurus viverrinus»; el «D. Maugei» suelen ser llamados gatos indígenas por los colonos, no porque se semejen á los gatos en el aspecto, sino por sus hábitos, pues se les vé trepar como el viento sobre los árboles, en persecución de las peque- ñas aves cautivando su presa mas por la destreza, que por la fuerza. El « Dipenicollatus » llamado la ardilla de azúcar por los colonos, nombre que es también aplicado á veces al « Petaurus Sciureus », es del tamaño de un ratón común, de un color ceniza claro uniforme, teniendo la cola terminada por un pincel de largos pelos negros- Vive por completo en las ramas de los árboles, con especial del arce de azúcar de quien ha recibido su nombre colonial; parece hacer su alimento de los insec- tos nocturnos mas grandes y acaso también de los huevos y de los polluelos de las pequeñas aves. La. especie mas pequeña conocida es la del «D. Murinus», el ratón oposo de los Colonos, que no es mayor que el pequeño animal cuyo nombre le ha sido transferido y que como la ardilla de azúcar, reside sobre los árboles y vive principalmente, sino enteramente, de insectos. — 248 — El genero «Fhylacinus» contiene una sola especie cono- cida y esta al parecer confinada á la Isla de Tasmania. Los roedores Australianos pertenecen principalmente al genero ratón «Mus» y al genero Hydromis. Los pri- meros son poco diversos de los ratones y iaucñas de las otras partes del mundo. El «Mus cervinipes», muy común en la costa Oriental de la Nueva Gales del Sud, difiere, sin embargo, de los otros miembros conocidos que habitan la Australia, en que tiene una piel suave y felpuda, de un color rosillo uniforme en su parte supe- rior y una cola pelada, delgada y reticulada, con los pies color ante. Los «Hydromis» se distinguen única- mente por su mayor tamaño, por sus colas peludas y sus pies traseros palmados, lo que los asimila en cierto modo alas nutrias y coy pos de América. Son acuáticos en sus hábitos y se les encuentra en los mas de los rios de Tasmania y de Nueva Gales del Sud. Las tres especies de "Edentados» indicadas en la tabla, pertenecen igualmente sino mas propiamente, al orden de los marsupiales, participando por cierto de los caracteres de una y otra tribu y constituyendo el eslabón que liga á ambas. Estos animales son sin cuestión los cuadrúpedos mas singulares y anómalos que se hayan descubierto, habiendo servido para proyectar á manera de una luz misteriosa á cerca del origen y de las transformaciones de las especies en el mundo animal; y siendo como quien dice, una comprobación evidente de la verdad de la teoria de la evolución. Aun que son ostensiblemente cuadrúpedos en la gran mayoría de sus caracteres, sin embargo, sus órganos de masticación se semejan mas á los picos de las aves, que á las mandí- — 249 — bulas correspondientes de los cuadrúpedos. Se conocen dos géneros de estos estraordinarios seres, el «Orni- thoryncho» y el «Echidna». El primero, llamado comun- mente el «pico de pato», por la forma de su cabeza y aspecto, reside en las orillas de los rios y lagunas, donde en realidad, como los patos, vive principalmente, estrayendo las semillas y los insectos del lodo de las riberas, ó mejor, del fondo. El se forma profundas cuevas á lo largo de las riberas de los Rios, la cual presenta dos entradas, una arriba y otra abajo del nivel del agua, de manera que en caso de peligro, pueda proporcionarle una fácil escapada en uno ú otro ele- mento, según de donde viene el enemigo. El género Echidna, aunque presenta en su estructura general y en la misma naturaleza anómala de su producción, una analogía con el « Ornithoryncho », sin embargo, difiere mucho de este animal en su aspecto esterior, como también ea, su economía y hábitos. Se halla cubierto de cerdas cortas y duras, como las del puerco espin; se alimenta de los huevos de las hormigas, igualmente que del insecto mismo; cria su pequeñuelo; reside en cuevas profundas de su propia hechura, durmiendo su largo sueño durante la estación ivernal. De este género se conocen dos especies, la una sin pelo, la otra con una larga cerda roja entre- verada de espinas y que recibe sus nombres espresívos de esta circunstancia; '^Echidna spinosa» y '^Echidna setosa». Las costas de Australia eran famosas antes como el punto de reunión de vastos cardúmenes de ballenas^ delfines y otros cetáceos mamíferos; y muchas de las — 250 — colonias establecidas en esas regiones á principios de este siglo, han debido las prosperidad de sus comien- zos á la pezca feliz que sobre sus costas podia practi- carse sobre estos animales. La pezca de lobos marinos ó focas, sobre todo, ha solido ser en estremo fructuosa, sirviendo su aceite y sus pieles de un valioso artículo de comercio y esportacion para esas colonias. La «Ornithoíogía» de Australia, aunque no se pre- senta tan peculiar y anómala como su mamalogia, con- tiene sin embargo muchas nuevas y singulares formas, mientras parece carecer de muchas que son las más comunes en las otras regiones de la tierra. Las aves de Australia que han sido el objeto del estudio especial de Mr. Gould, cuyos trabajos sobre esta materia llenan 7 volúmenes en folio, cuentan hasta 600 especies orni- thológicas distintas, habiéndose doblado el número de las conocidas antes. Mr. Gould indica, como uno de los resultados de sus observaciones, que las a^es de Euro- pa se hallan representadas de una manera notable por otras especies muy aproximadas de las aves Australia- nas, como si existiese alguna ley natural especial que rigiese de una manera fatal y lójica en la materia, ley ya hoy conocida y denominada por Darwin «ley de adap- tación, en la lucha por la existencia», cuyas condiciones siendo iguales en todas partes deben necesariamente producir resultados análogos. En efecto, las especies asi formadas son el refe litado del mismo género de esfuerzo y del desempeño de las mismas funciones distributivas y naturales en la batalla con la vida en todos los domi- nios de la naturaleza, en uno y otro hemisferio; siendo sus efectos en las condiciones y formas orgánicas, el — 251 — producto de causas análogas en condiciones diversas; lo que dá razón tanto de las analojías como de las dife- riencias. Todo esto, en su conjunto, es al mismo tiempo que el resultado, la prueba de la simple, grandiosa, verdadera y natural doctrina de la evolución, que no es otra cosa que la evidenciacion de las leyes y fuerzas que rigen el desarrollo combinado orgánico de la natura- leza universal. Como ejemplos citados al acaso, Mr. Gould menciona entre los (^Falconidoes», el «Falco-Hypolencus» y el «Falco Melanogenys», que representan el «Falco Islan- dicus» y el «Falco Peregrinus» de Europa; el «Merlin» y el «Cernícalo» se hallan igualmente representados por el «Falco Frontatus» y el «Tinnunculus Cenchrioides» de Australia; el «Ospray» ó águila marina de Europa, se halla también representada por el «Podicepe Leuco- cephala; entre las aves nadadoras el «Chorlito» y el «Whimbrel» de Europa se hallan bellamente represe::- tados por el «Numeníus Australis» y el «Numenius Uropiggialis));y los Francolines de cola negra y de cola de Barra, por el «Limosa Uropiggialis» y el «L. Melanu- roldes». Tanto la Europa como la Austraha cuentan una especie cada una del «Stilted Plover» ó «Arador Zancu- do; una del Dotterel ó Calandria marina, «Eudromias» y un «Avocet», la «Recurviroitra avocetta». Entre las aves acuáticas, los Cor morantes y los Grebes de Europa se hallan igualmente por el «Phalacrocoral Carboides», etc. y el «Podiceps Australis y «P. Gularis» y «P. Néstor», y otros casos podrían citarse. A pesar de tantos curiosos casos de representación y de especies casi similares, no hay sin embargo pais — 252 — alguno que cuente tantos géneros peculiares y propios como la Australia; tales son el «Falcunculus», el «CoUu- ricincla», «Grallina», «Gyranortrica», «Strepera», «Cinclo- soma»,«Menura», «Psophodes», «Malurus», «Sericornis», «Ephthiamira», «Pardalotus», «Chlanuyáera», «Ptilono- rinckus», «Strithidea», «Licmetis», «Calyptorhynchus», «Platycercus», Euphema», «Nymphicus» «Climactecis», «Scythrops, «Myzantha», «í^alegalla», «Leipoa», «Pe- dionomus», «Cladorhynchus», «Tribonyx», «Cereopsis», «Anseranas» y «Biziura.» Hasta donde ha podido averiguar Mr. Gould, 385 especies de aves habitan Nueva Gales del Sud, Victoria y Queensland; 289 Australia Sud; 243 Australia Occi- dental; 230 Australia Norte y 18 la Isla de Tasmania, ó Van Diemen^ como antes se llamaba. De este número 88 son peculiares de la primera región; 16 pertenecen á Australia Sud, 36 á Australia Occidental, 105 á Austra- lia Norte y 32 á Tasmaoía. El gran exeso en el número de especies que habitan la primera región esto es, Australia Oriental, debe atribuirse según Gould, á su magnífica zona de espléndida vegetación llamada «Brushes», esto es, matorrales y bosques que se estien- den á lo largo de las costas meridionales y Orientales de la Gran Isla, entre las Sierras y el mar, y que se halla ocupada por una Fauna y Flora que le son pecu- liares. Aunque esta parte del Continente se halla habi- tada por un mayor número de especies que las otras, es un hecho notable el que las especies peculiares á la Australia Norte, son mucho mas numerosas que las peculiares á la Nueva Gales del Sud. También es curioso observar que mientras la AustraUa — 253 - Sud se halla habitada por un mayor numero de especies que la Australia Occidental; las peculiares de la primera no son tan numerosas, como las peculiares de la última. Asi por una contraposición en la creación orgánica de Australia, mientras las mas originales especies vegetales se hallan en el Sud, las mas singulares y bellas especies Ornithológicas se hallan en el Norte. Éntrelas aves rapaces, águilas, aleones y diversas especies de gavilanes abundan en todo el continente, igualmente que los buhos de diversas especies. El Alcon Peregrino de Europa («Falco Peregrinus») y elbuho de Chacra «(Strix Flammea») no parecen presentar ninguna diferencia sensible de la misma especie en Inglaterra. Pero no existen buitres en toda la estension de Austra- lia y sus dependencias; hecho que Gould atribuye á la ausencia de grandes animales graminívoros, cuyos des- pojos atraen y sustentan estas aves en otras regiones del mundo y las cuales faltan por completo en la Fauna indígena de Australia. Pero esta no es la verdadera causa según nuestro entender; pues los grandes y pequeños marsupiales abundan, y este género de animales, junto con los insectos y reptiles tan abundantes en Australia, constituyen la mas apetitosa presar del buitre. El hecho esquela América del Sud, cuya fauna originaria carece de grandes herbívoros, puesto que el huanaco y la vicu- ña no son mayores que los grandes Kangaroos, abunda sin embargo de tal manera en buitres, que por todo, el aire y los bosques se ven invadidos por ellos; distinguién- dose entre ellos el Cóndor, que es el buitre jigante de las Cordilleras. Debe haber otra circunstancia que ha alejado al bui- - 254 — tre de esa región ó no ha presentado un medio favo rabie para su desarrollo; y esto es talvez la predomi- nancia de otros géneros mas adecuados de aves de presa, como ser los depredadores nocturnos, entre ellos los buhos, en medio de una fauna esencialmente noc- turna; y la distancia de los grandes continentes, donde los buitres se complacen, talvez por una ley orgánica de su naturaleza; pues generalmente los buitres faltan en las Islas, abundando por el contrario en las altas ca- denas continentales, estensas y boscosas, lo mismo que en sus falderios. Por lo demás, la variedad en las especies de las aves de presa parece muy deficiente en Australia, donde solo se cuenta un carnívoro terrestre, el perro dingo. Pero la predominancia de las aves nocturnas carnivoras, comv^ los buhos, y un loro de presa también nocturno, bastan para esplicar, como hemos dicho, la sostitucion del buitre por el buho en Australia. Entre la clase abundante de los buhos Australianos, se distingue sobre todo el género «Strix», el cual es mas numeroso en Australia que en las otras partes del mundo; todo pro- veniente de la abundancia de la fauna nocturna de la Isla. El loro nocturno á que hemos aludido depreda de noche en los rebaños de ovejas, comiéndoles la carne viva del lomo. En Australia abundan aun más las aves incesorias ó de rama, que son muy numerosas en las diversas secciones de la Isla. Entre ellas se encuentra una gran abundancia de «insectívoras», siendo muy notables entre ellas los «Fhilonoxhincus» y los «Chlamuyde- roe», llamados horneros ó caseros, esto es, quese cons- — 255 — truyen para si habitaciones, recreos y aun jardines, como el ave Jardinera, el Albañil, el Carpintero y ave Sastre, que cose sus nidos en las hojas de ciertos ár- boles; todas creaciones raras, de la rara Zootecnia Australiana. Los «Pnthacidoe>^ (ó la ruidosa familia de los loros, cockatoos, papagayos, cotorras, etc.) son mas numerosos en Australia que en ningún otro país del mundo; y muchos de ellos sobrepujan á los del antiguo mundo, por la variedad y brillantez de su plumage. Hay muchos géneros de Martin pescador siendo el más singular de ellos el «Dacelo jiganteo», llamado por los colonos el Garañón risueño ó Jacksc-burlon, á causa de su melopea mímica peculiar. Este es uno de esos organismos que poseen el raro é inestimable don, peculiar á muchas aves Australianas, y admirablemente adaptado para sostener las largas se- cas del pais, la de poder pasar su existencia sin agua. Del orden de los «Rasores» á que pertenecen los galli- náceos, existen 21 especies. Pero es un hecho notable en la Ornithologia de Australia, la falta en ella de formas grandes y typicas de aves gallináceas, con escepcion del «Emu)) ó avestruz Australiano, que se halla en los desi- ertos del Interior, al que corresponde también un género fósil. Los grandes rasores son justamente la tribu que entre las aves corresponde a los grandes cuadrúpedos rumiantes por su influencia y acción en la economia social humana; pues que ella contiene las especies de aves que son mejor adaptadas para servir de alimento seguro al hombre, por la facilidad y conveniencia de su domestica- ción. Ya hemos visto que la tribu análoga de los mamífe- ros, es completamente estraña á esta parte del mundo; y — 256 — en esta también vemos hallarse privada de las fundamen- tales, como ser la gallina, el pavo, el ganso, la gallineta, el faysan, la paloma doméstica, etc. que constituyen el principal recurso alimenticio de los habitantes de otros paises; y que llena los corrales y los establecimientos rurales de las naciones civilizadas. Palomas y tórtolas silvestres abundan, es verdad, en muchas partes de la Australia; y el Menura »Menura superba» es lo que en Australia mas se aproxima á los gallináceos comunes de los otros paises; pero estas, como el Emú, no son aves co- munes, sino escasas y raras en el pais y difíciles de do- mesticar; mientras el exiguo tamaño del «Menura» no lo habria constituido en ningún caso, en un recurso perma- nente y valioso para los aborígenes. Pertenecientes á los rasores, y muy próximos aliados de los «Gallináceos)) aunque en algunos de sus actos v modos de volar se semeja á los «Rallida» se cuenta el género aliado de los pájaros tumularios ó «Fallegallas» («Leipoa)) y «Megapodius))), que se cuenta entre lo mas estraordinario que pueda verse en un pais yá tan abun- dante en organismos raros. La primera relación satisfac- toria y plena sobre estas aves, es debida á Mr. Gould. La <(Fallegalla)), llamada por los colonos Torcaza del Monte, es una ave social, esto es, que vive en bandadas, siendo peculiar de la Australia y de las Islas del Archipiélago Indico, esmuy común en la Nueva Gales del Sud. La circunstancia mas notable en relación con ella, es que esta ave no empolla sus huevos por incubación; sino que acostumbra reunir bajo un montón de estiércol, ó de materias vegetales en descomposición, todos los huevos provenientes de las posturas de muchas semanas y los — 257 — deja para que sean fecundados con aquel calor artificial. Los túmulos que ella forma contienen los huevos de muchas aves y de un montón se suele sacar hasta una cuartilla llena. Del «Léipoa» ó «Faisán indígena» ya hemos hablado antes. Es de un tamaño menor que el Fa- legalla y yá sabemos la manera de disponer su nido; este es contruido siempre y usado por un solo casal. El Leipoa es natural de la Australia Occidental. EU «Megapodio» ó gallina del Monte de los colonos, es natu- ral del Norte de Australia. Se la encuentra en mayor a- bundancia en las inmediaciones de Puerto Essington. Esta ave construye túmulos en que deposita sus huevos, de un tamaño increible. Se han visto de estos nidos túmulos de 60 pies de circunferencia y 15 de elevación, y hasta de 150 pies de circunferencia (50 varas) por 14 pies de elevación. Como su nombre lo indica, la gallina de Monte habita esclusivamente las espesuras de los matorrales inmediatos al litoral maritimo. La mas importante tribu de aves para la economía hu- mana, después de los gallináceos ó Rasores^ son las nadadoras ó aves acuáticas, de las que Australia y las islas inmediatas contienen una buena provisión. Los primeros por su importancia son los gamos cereopsis y el cisne negro, rara avis, que un poeta romano del siglo de Augusto no se habría atrevido ni á soñar, tan fantástica parece la cosa, y que hoy, sin embargo, importado de Australia á todos los países del mundo, se cria y multiplica con facilidad, al lado del poético cisne blanco, el único conocido de los antiguos, dando ambos por su cruza á una vigorosa cria overa, vigorosa y fecunda. Aunque mas pequeño de cuerpo que el del 17 — 258 — • cisne blanco, su cuello es mas largo y de movimientos flexibles y graciosos. El Enui'ó avestruz australiano, es otra ave preciosa de a gran isla, la cual ya ha desaparecido del litoral donde antes abundaba, y solo se conserva en el interior. Es el drofnaius australis de los zoologistas. También son comunes en Australia los pelícanos, las garzas, el ibis de cuello pajizo, los picos de cuchara, las grullas y variedad de otras aves acuáticas. Los reptiles abundan, siendo común el aligador y el cocodrilo, en las costas Occidentales de Australia, lo mismo que en los rios del Norte. Igualmente abundan los reptiles menores, como las serpientes, de las que hay algunas especies que son venenosas. Los peces son abundantes, y los tiburones frecuentan Botany Bay y Port Jackson. Mas á los reptiles, peces y enthomología de Australia, hemos consagrado un párrafo especial más adelante, en la recapitulación. Reasumiendo y sintetizando todo lo espuesto con relación á la fauna de Australia en general, diremos que si la ñora de este interesante país se presenta singular- mente espléndida y original, su fauna no la cede en naíja, como ha podido verse, ó mejor, la sobrepuja por su originalidad, si bien le es muy inferior en su riqueza y variedad de especies. Como prueba, hemos . visto que casi todos los animales australianos son desconocidos en los otros países, y que entre ellos no se encuentra ningún género de ruminante, ni ninguna especie de géneros eqmis, esos compañeros inseparables del hom- bre, creídos indispensables á su existencia, tan encar- nados y ligados se encuentran con todas sus necesidades — 259 — y empresas, en todos los tiempos y países. La Australia no cuenta, pues, un solo mamífero común á los otros países, con escepcion del dingo ó perro cimarrón de Australia, que algunos consideran indígena, y el ratón, del que existen 31 especies, las más, desconocidas en otras regiones. Entre los mamíferos peculiares de Australia, hemos visto colocarse en primera línea los marsupiales, un orden de seres casi desconocido en las otras regiones de la tierra, y que solo ha abundado entre el período cre- táceo y eoceno de nuestro planeta. Al frente de este orden australiano de mamíferos, se cuenta el kángaroo, del que existen 49 especies dis- tintas, fuera de las fósiles. Entre estos sobresale el kángaroo rojo grande, el cual llega á la altura de 5 pies, habiendo ejemplo de 6 y mas. Uno íué muerto en Goulburn, que media 9 pies de un estremo á otro; solo la cola, pesaba 18 1|2 libras, y tenia 4 pies de largo. Otro llegó á medir 1 1 pies 7 pulgadas; pesaba 207 libras. Inofensivo y tímido por naturaleza, acosado por sus perseguidores, decídese al combate al fin, y con sus poderosos cascos traseros, consigue destruir á ve- ces á sus asaltantes. Acosados por los cazadores, suelen refugiarse en las cuevas anfibias abiertas por los orni^ thorinchos, y allí ahogan á los perros, sus perseguidores encarnizados. En Tasmania se refiere un caso de un kángaroo gigantesco, el cual tomó un hombre con sus brazos delanteros, y echándose á rodar por la pendiente de una colina, lo largó sin hacerle daño, cayendo todo aturdido en el fondo del precipicio. Aunque su carne es seca é insípida, los colonos jamás cesan de darles — 260 — caza, con especial después que por causa de la des- truccioQ del dingo y disminución de los aborígenes que de él se alimentan, su número se ha multiplicado de modo que se han convertido en una verdadera plaga, tanto para el pastor, cuyo pasto devora de raíz (como las viscachas argentinas), como para el agricultor, cuyas sementeras destruye. Pastos suficientes para la crianza de millares de ovejas son consumidos de este modo por los kangaroos en algunas estancias. Millares de estos son destruidos anualmente por batidas organizadas en que figuran hasta las mujeres de los squatters. En una estancia, Trunkey Station, en el mes de Agosto del año iiltimo, 8,000 kangaroos fueron abatidos en una sola ocasión. Pero estos esfuerzos para contener su propa- gación, han resultado generalmente ineficaces. La plaga de marstipiajes es el tópico ordinario de las conversacio- nes en las campañas de Queensland. Estos, como los otros marsupiales, se distinguen por unas singulares bolsas que las hembras tienen en los costados, donde sus pequeñuelos se crian. AHÍ se en- cuentran los pezones rudimentales, de los cuales penden sus crias chupando su sustento, como todo mamífero; y alli permanecen hasta que se hallan suficientemente fuertes y grandes para sostenerse por si solos. Su piel podría constituir un exelente artículo de exportación, como que de ella pueden fabricarse exelentes badanas y marroquíes; pero son descuidadas, lo que es incom- prensible en ingleses, que envían á Europa para vender basta conejos congelados. El bandicoot y el conejo ratón, aunque no caminan á saltos como el Kangaroo, sino que corren como un cuadrúpedo cualquiera,son animales de — 261 — la misma raza. Los opossos se han aumentado tambie n de tal modo, que los pobladores se ingenian en medios para su destrucción. Sus pieles son muy empleadas para cobertores y capas. Ya hemos visto que la ardilla volante no es sino una especie de oposso, con alas esca- samente desarrolladas. Viven volando de árbol en árbol y alimentándose de sus hojas. Con escepcion del dingo, del lobo tigre, Thmjlacynus Cíjnocephalus, y del diablo del Campo {Sarcophylub ur- símis), no se conocen en Australia otros animales de presa. Los dos últimos se hallan hoy confinados á Tas- mania; pero sus fósiles prueban que ha habitado el con- tinente. El Plaffjpo ú Ornithorincho paradouxu que ya hemos descrito, llamado topo del agua por los Colonos, es un mamífero que en vez de hocico, tiene un bueno y ancho pico de pato. Presenta cuatro patas palmadas y se halla cubierto de una piel oscura. Vive á la margen del agua, en la cueva que sabejnos. Pocas veces se aleja de estas cuevas y rara vez se le vé. Dentro de sus cuevas hace nidos, en los cuales pone huevos negros del tamaño de -un huevo de paloma; se le halla tanto en el conti- nente como en Tasmania. Hé ahi, pues, un raro mamífero? que tiene pico y pone huevos como las aves; que es al mismo tiempo un cuadrúpedo y dá de mamar á sus pequeñuelos. En este ser completo tenemos un eslabón que liga estrañamente á las aves con los mamíferos; como por los fósiles se vé que los reptiles se ligan con las aves. Todo, pues, se halla encadenado en la naturaleza, forman- do un círculo místico de evolución. La doctrina de la descendencia es, pues, una verdad real, demostrada y pal> pable. — 262 — Hemos hablado de las aves de Australia; pero no hemos dicho que ellas, como las de Nueva Guinea su vecina, son sin rival por la belleza de su plumaje. Ka- katoes. papagayos, loros, cotorras hechiceras de brillan- te plumaje; el pájaro lyra, asi llamado por la semejanza de su cola con este instrumento musical, el pájaro jardi- nero, que dispone habitaciones y jardines, para el recreo de su consorte y de su prole; grandes palomas torcazas, azules y diversas especies menores, con una infinita variedad de colores. Hoy, en 1883, se cuentan hasta 630 especies diferentes de aves terrestres (fuera de las acuá- ticas) pertenecientes á Australia; y de estas solo un 50 por 100 se encuentran en otras partes. Las más difundi- das son las Meliphagidoes ó chupamiel y lo Eni^ especie de avestruz, mas pequeño que el avestruz afri ■ cano, y aun tal vez que el Suri ó avestruz americano. Estos suelen ser perseguidos con perros y ofrecen una exelente caza, como los avestruces Argentinos. Se encuentra también la abutarda ó pavo silvestre, que en los llanos del interior se le estima como un es- quisito plato. Son dignos igualmente de mencionarse los estraños hábitos del pájaro sastre y del pájaro arqui- tecto. El primero cose sus nidos en las hojas de los árboles, sirviéndole de aguja su pico y de hilo las fibras de las mismas hojas; y el otro que construye elegantes habitaciones y las adorna con plumas de colores y otras brillantes decoraciones; disponiendo galerías cubiertas de muchos pies de ostensión, para que pueda pasearse su consorte con sus tiernos polluelos. Encuéntranse en Australia 70 variedades de serpien- tes, sobre todo en los distritos del Norte; solo tres existen — 263 — en Tasmania. Todas son mas ó menos venenosas, pero solo la mordedura de 4 especies entre ellos son mor- tales. No se pasa un año sin que se anuncien algunas víctimas de estas mordeduras, contra las cuales no se conoce remedio. El Death adder ó sierpe mortífera de Australia, tiene un áspid ó lanceta en la cola como el escorpión. Las familias de los lagartos, ranas y zapos se hallan bien representadas. Algunos de los primeros alcanzan un gran tamaño. En estos últimos tiempos se ha descubierto en Australia un lagarto venenoso análogo á nuestro inatuasto, que vive en les troncos apelillados de los árboles. No hay un acento mas melancólico que el grasnido ó canto vespertino y nocturno de las ranas y zapos Australianos, sea entre los ciénagos, sea en medio de las espesuras del árbol del Ti. Hay en efecto una rana ó camaleón que, encaramado en los árboles donde la caza á los insectos voladores de que vive, hace oir desde sus ramas sus tristes y melancólicos conciertos. Los insec- tos son innumerables, y las langostas, cigarras y oru- gas ocasionan graves daños á los agricultores. Los escarabajos mas brillantes (catangas) abundan, pero los mariposas son comunes en el Norte. Los peces de los rios Australianos, con escepcion de los sembrados artificialmente, como el salmón, la trucha, la carpa etc, no son de gran importancia. Solo en el Murray suele pescarse un abadejo digno de la mesa. El herrenque yarra. [Thymellus australis), llamado en Tas- mania mujol concombro, abunda en los ríos de ese país y de Victoria. Este pescado, que como nuestra voga, pertenece á la familia del salmón, dio la idea, que hoy es un hecho, de la posibilidad de la aclimatación en agua — 264 - australiana, de ese esquisito pescado; y de la trucha y la carpa, sus asociados. El mar abunda en pescado, pero no se le reputa de una calidad superior. El Trompetero de Tasmania es muy estimado y el Garfish es esquisito. La pesca de la ballena era antes muy pro- ductiva en los mares de Australia: pero hoy nadie se ocupa de ella. Los habitantes aborígenes de Australia, á causa de su color que los asimilaba á la raza negra de África, han recibido la designación de Negritos en alusión á su corta estatura y á su constitución raquítica; y también de negros australes. Esta raza que según hemos visto, algunos creen muy antigua y contemporánea del conti- nente Lemuriano, desaparecido en la edad cuaternaria y tronco en este caso, de la raza Malgache y Papua, aunque un tronco ya degenerado y atrofiado en su vetustad, se estiende sobre todo el continente, lo mismo que en la Isla de Tasmania, una especie de Ceilan frijido, de una India insular seca como Australia. Esta misma raza Papua, aun que menos degenerada y caduca se estiende á la Nueva Caledonia, á las Nuevas Hébridas, á la Nueva Bretaña, al Archipiélago de Salomón y á la Nueva Guinea. Los Negros Australes forman, pues, en realidad una raza distinta del Negro Africano, mezcla tal vez de Papua y de Ethiope, y por c>onsiguiente de un origen mas reciente. Solo se parece á los verdaderos negros en el color, mas nó en sus otros caracteres fisiolójicos ó fisiog- — 265 — nomónicos. Su pelo no es propiamente motóse, como el de los negros, sino muy crespo; y por lo que es á su color mismo, este lejos de ser negro retinto como el de la mayoría de los Africanos, solo ofrece un matriz bistrado, esto es, de hollin. En los demás razgos la diferencia es aun mayor, sea que se miren las proporciones del cuerpo ó las formas de la cabeza y del semblante. Su trente es mas elevada y la parte posterior de la cabeza se proyecta mas que la del negro; la nariz es mas sobresaliente y los labios mas delgados. El labio superior es mas y mas pro- minente, y el inferior se proyecta hacia adelante de la mandíbula inferior de tal manera, que divide el semblante en dos partes. Sus miembros son delgados, lo mismo que toda la armazón de su cuerpo, sin presentar nada de la fuerza muscular que distingue al negro Africano. La mayor diferencia en la conformación del cuerpo humano se manifiesta comparando la raza caucásica, con el negro Austral. En sus costumbres, todas las tribus indígenas Austra- lianas presentan la mayor semejanza; pero sus dialectos son á veces tan diversos, que los naturales de la costa y del interior no se entienden unos con otros. Estos indí- genas probablemente representan lo que fué el hombre indígena de nuestro planeta, puesto que el resto de la naturaleza Australiana ha quedado como estagnada y azoparada en esa edad orgánica. El Negrito es, pues, un verdadero hombre terciario, de la edad de la piedra sin pulir, y el segundo grado en la transformación del Alalo, ó tronco primitivo de la raza humana, de que Herodoto, en sus Ethiopes sin habla, vecinos de los Gara- mantos, nos dá una constatación histórica. Es curiosa — 266 — ¿no es verdad? esta sobre viviencia al travez de mas de seis periodos geolójicos, conservando las formas y hábi- tos primitivos de la primera edad de la piedra, anterior al hombre glacial y aun al hombre plyoceno! El Negro Austral, según debia esperarse de su ínfima condición orgánica, conservado como una momia al travéz de las edades en su aislamiento Austral, debia reducirse á polvo al salir al aire libre, esto es, al entrar en contacto con el hombre moderno fuerte y libre. Y esto es exac- tamente lo que ha pasado, pues el negro Australiano, como los reyes, como el feudalismo, como todo lo primi- tivo y vetusto, se vá, se estingue ! El infeliz, por otra parte, solo podrá ocupar la última grada de la huma- nidad actual. Los Ingleses los han acusado de practicar el canibalismo y es de creerse que tribus colocadas en tan miserables condiciones de existencia como las que hemos indicado para ellos, han podido en muchas ocasio nes apelar al canibalismo, para salvar su existencia siempre amenazada por el hambre y la penuria mas espantosa; y ellos por su parte por fanfarronada ó por ser conforme á la verdad, no niegan tampoco el hecho. Comunmente estos salvages ni construyen habita- ciones ni se visten; á los hombres por lo menos, se les vé completamente desnudos; solo las mujeres suelen envolverse en una especie de capa formada con pieles de opossum, ó con una manta. En su vida nómade ellos encienden fuego en el lugar donde tratan de pasar la noche, colocando lonjas de cortezas desiduas ó ramas de árbol del lado donde sopla el viento, para formarse un abrigo. Esta falta de habitación debe principalmente atribuirse al hecho de hallarse constantemente en moví- — 267 — miento para buscarse el sustento del dia; pues en algunos parages, á lo largo de la costa, donde el pescado y las ostras abuntjan hasta el grado de proporcionarles una fácil provisión de víveres por algunos naeses, ellos saben construirse chozas convenientes, las que barren y acomodan diariamente, sin duda a imitación de los Eu- ropeos: estas chozas las hacen con la corteza del árbol del Tí. Carecen de ge fes, sea electivos ó hereditarios y la autoridad de un hombre depende de su fuerza y ha- bilidad personal. Este pueblo es en estremo deficiente en todo lo rela- tivo á las artes industriales. Carecen por completo de toda noción de agricultura y de manufactura de cual- quier género de material y de toda herramienta ó útil que no sean sus armas que son pocas, un grosero martillo de piedra y algunas simples redes y y canastas. En todas las costas, en la época de su descubrimiento, ignoraban por completo la construcción de toda canoa, apesar de tener magníficos troncos de por si horadados, delEucalyptus. Donde mas adelantados en la navega- ción, no conocian otro medio de pasar el agua que en groseros botes formados por grandes trozos de corteza ue ataban a las estremidades, ó en balsas compuestas de manojos de cañas ó varejones. Solo en el Sud de Australia en invierno las mujeres se visten como hemos dicho; en el resto hombres y mujeres andan desnudos. Muchas tribus se arrancan uno ó dos dientes delanteros, y se hacen grandes quemaduras y cicatrices sobre la piel. Se pintan también de varios colores como la mayor parte de los salvajes; adornándose á veces con cuentas y conchas; pero no hacen el menor uso del bello plumaje — 268 — de las magnificas aves del país. El pelo se lo trenzan y aconíiodan con mugre y grasa; pero limpio este mismo pelo es á menudo tar. fino y brillante como el de los Europeos. Sus nociones teológicas se reducen aun sentimiento de vaga superstición. Tienen un gran miedo á un ma- ligno espíritu que llaman Potoyan y al cual se represen- tan vagando con la forma de un negro de una estatura Á fuerza sobrehumana. Por las noches el frecuenta los bosques en torno ai campamento de los indígenas, tratan - do de atrapar algún transeúnte desprevenido, al cual lo toma y arrastrándolo hasta su fuego, lo asa y lo devora. El puede, sin embargo, ser espantado, arrojando -fuego sobre él, á manera de conjuro; y ningún indígena se aparta de noche de su campamento sin un tizón [que sirva para protegerlo contra este demonio. El poder que ellos suponen en los Boylyas ó brujos de su casta, tiene una gran influencia sobre sus ánimos y acciones. Ellos creen que estos personajes privilegiados tienen la facultad de trasportarse por el aire á voluntad, haciéndose invisibles para todos menos para los otros Boylyas. Cuando aborrecen un hombre de entre ellos, pueden matarlo robándole de noche la carne y comiéndosela. Otro Boylya, sin embargo, tiene el poder de apartarlo ó conjurarlo, curando á la persona afectada con ciertas prácticas de desencantamiento. Profesan los indígenas un supersticioso horror á las sepulturas de los muertos, y evitan siempre que pueden el hablar de ellos. La absurda idea de que ninguna persona adulta muere de muerte natural, domina entre estos salvajes australianos, como entre los salvajes de - 2Ü9 — América, los Malayos y los Negros, conducidos á las mismas desastrosas consecuencias de esterminio y dis- cordias. Cuando un hombre muere de una enfermedad cualquiera, suponen siempre que ha sido la víctima de la mala voluntad de un brujo de otra tribu, matando, ea consecuencia, al supuesto autor de la muerte ó á sus parientes, lo que dá origen á frecuentes guerras, mante- niendo las tribus en un estado de perpetua barbarie y hostilidad. Al buen espíritu ellos lo llaman Koyan, y lo creen ocupado en cuidarlos y protegerlos contra las asechanzas del maligno Potoyan, ayudando á descubrir y salvar sus víctimas, esto es, sus hijos estraviados entre los bosques. Cuando se hallan apurados por el hambre, devoran insectos, serpientes, ballenas corrompidas y hasta los objetos mas inmundos, con una avidez proporcionada á su hambre. Son vivos, alegres, preguntones é inteli- gentes, aprendiendo con facilidad á leer, escribir y con- tar, como los hijos de los colonos; se hallan dotados de sentidos muy agudos y son muy diestros para ejercitarse en la mímica. Toda esta ra^a australiana parece hallar- se dividida en cierto número de grandes familias, tales como los Ballaroke, los Tolondarup, los Ngotock, etc., llevando todos los miembros de ella el mismo Lombre. Estos nombres de familia se han estendido y perpetua- do, mediante la práctica de dos notables leyes ó costum- bres tradicionales, á saber: la de que un hombre no debe tomar por consorte la muger de su mismo nombre de familia, y la de dar siempre á los hijos el nombre de la madre. Cada familia adopta un animal ó planta cualquiera por — 270 — su Kohong ó divisa; y ninguno de sus miembros matará ó dañará un animal ó planta de la especie á que su Ko- long pertenece, escepto bajo circunstancias muy escep- cionales. El matrimonio es, en esta raza, simple y sin ceremonias. La muger es mirada como un artículo de propiedad y es dada y vendida por sus parientes sin la menor consideración á su voluntad. Cuando un indígena muere, su hermano hereda sus mugeres y sus hijos, mas con la condición de perteneoer al mismo nombre de fami- lia. Así los cabezas de familia tratan de conservar e^ mayor número de mugeres que pueden, regalándose sus hijas entre ellos; y mientras mas hijas mugeres tienen, mayor probabilidad tienen de obtener otra muger por cambalache. Tienen otra costumbre ó ley notable, cual es la obli- gación en que están las familias consanguinarias por el lado de la muger, para ligarse con objetos de vindi- cación y represalia, lo que manteniendo divididas las familias, perpetúan las contiendas, el espíritu de partido y los odios que mantienen estos salvages en una división y una barbarie perpetua. Estas venganzas, inspiradas por el demonio de la discordia, produce continuas guerras entre las tribus indígenas de Australia. La parte agra- ciada, que desea vengarse, reúne a sus vecinos, gene- ralmente ligados por el parentesco, para consultarlos respecto á la resolución á tomar. Si la opinión general se declara por la guerra, se envia un mensagero para declarar sus intenciones al partido opuesto. Estos inme- diatamente reúnen sus amigos y vecinos y todos se preparan para la próxima batalla. Los dos ejércitos (de 50 á 200 hombres, cuando mas, cada uno) salen á ~ 271 — su encuentro, y después de dirigirse vituperios mutuos, el combate comienza. A causa de su singular destreza para evitar ó parar los proyectiles de sus adversarios, el combate dura mu- cho tiempo sin ningún resultado fatal. Después de muerto uno de los combatientes, y á veces antes, una cesación de las hostilidades tiene lugar; sigúese otra escena de recriminaciones y de insultos; á lo que siguen esplicaciones con lo que el negocio termina. Las hostilidades quedan entonces cerradas; ambas partes se mezclan amistosamente, entierran los muertos y cele- bran una danza general, á lo que, y al canto, los Austra- lianos indígenas, como todos los salvages, son en estremo aficionados. Sus cantos son cortos, conteniendo generalmente solo una ó dos ideas, las que repiten ince- santemente. Un indígena, en el paciosismo de su cólera, cantará como sigue contra su enemigo: Sus ojos traspasaré, Traspasaré sus entrañas, Y también su corazón! etc. etc. afilando al mismo tiempo el arma, esto es la lanza, que debe ejecutar sus amenazas y exitándose cada vez mas á medida de su canto, el blando su lanza en el aire y gesticulando con furor, imita los diversos incidentes del combate. Su mujer le hace de vez en cuando el acom- pañamiento, con una ó dos líneas que espresan su desprecio hacia el ofensor. Es un bribón desnalgado, con canillas prolongadas, y huesos por pantorrillas! — 272 — Todos los presentes aplauden estas salidas, y después de haber desfogado en el canto su exeso de ira, inician una danza general. Si un indígena se asusta, el canta para darse valor; si tiene hambre, canta para olvidar el hambre; si está harto, pero no hasta la estupefacción canta con mas fuerza que nunca; en una palabra, bajo todas las circunstancias el encuentra un alivio en el can- to. Por medio de sus salvajes cantos, las mujeres irritan á los hombres, induciéndolos á actos de venganza; por manera que cuatro ó cinco perversas viejas pue- den fácilmente inducir ^de 40 á 50 hombres acometer un atentado ó lanzarse en son de guerra, con solo la in- fluencia de sus cantos acompañados de lágrimas y sollozos, que los exaltan hasta.el frenesí. La mas notable de las danzas indígenas es la llama- da Corribory. Siempre tiene lugar de noche, á la luz de antorchas encendidas y el tiempo se marca palmo- teando ó golpeando sobre un cuero tendido como el de una tambora. Los que la bailan se hallan todos pin- tados de blanco según el gusto de cada uno, por manera que no hay dos iguales. La oscuridad es esencial en esta danza Corribory, presentándose las blancas figuras de los combatientes en un orden místico sobre un fondo som- brío; mientras los cantores y los tocadores de tam- bor permanecen invisibles, produciendo un efecto verda- deramente teatral. Aun que estos indígenas ignoren por complejo el arte de cultivar el suelo, viviendo enteramente de la caza y de la pezca, á lo que añaden algunas raices silvestres que encuentran en ciertas localidades, á lo que suelen añadir un poco de miel silvestre; no obstante esto cada — 273 — tribu tiene su distrito señalado; fuera de cuyos bien de- terminados límites rara vez pasa, á no ser que sea con objetos de guerra ó de conviabilidad; y todos los ani- males silvestres que viven dentro de dicho distrito, son considerados como la propiedad de la tribu que lo ocupa. Si alguna otra tribu llega á penetrar dentro de dicho dis- trito, este acto es resistido como una violación del de- recho de propiedad, siendo una frecuente causa de guerras que deciman la población indígena; pues el indígena Australiano es tan celoso por sus derechos y tan pugnaz en su defensa, como puede serlo el mas valiente Europeo. Pero aunque los distritos determinados ¡sean solo la propiedad de tribus determinadas, además^gj,^ '"■j^miem- bros de cada tribu suelen poseer para ello.fn^]^p^ilias y deudos, ciertas porciones de estos distritos, pudiendo, en consecuencia, el señor del suelo dividir en vida sus tierras entre sus diferentes hijos, y ya desde los 15 años pueden señalar la parte de tierra que están destinados á heredar. El castigo del que se toma cazando en agena pertenencia, es la muerte, y aun cuando no se le tome in fragantl, reconocido por sus rastres, él es asesinado, á no ser que se presente acompañado de sus amigos á dar satisfacción de la ofensa, estirando la pierna para que la parte ofendida la pase con su lanza, lo que suele prac- ticar á veces, cuando no se le lanzan javelinas; todo lo cual, si consigue evitarlo con su destreza, le adquiere el perdón de la ofensa. Los indígenas de Australia reconocen, además, otras costumbres ó leyes relativas á la conservación y distri- bución de los alimentos. Está prohibido, por ejemplo, el 18 — 274 — arrancar los vegetales que sirven de alimento, cuando están semillando, á fin de asegurar su reproducción, y la restricción para los jóvenes de ciertos artículos alimen- ticios. No se les permite, por ejemplo, comer pescados ni huevos, ni el emú, ni ninguna de las especies mas delicadas del oposso y del kangaroo. En una palabra, se les impone de rigor el alimento mas grosero, al mismo tiempo que el mas simple y sano. A medida que crecen, las restricciones son levantadas unas tras otras, y solo recien, cuando han pasado el período de la madurez, recien vienen á quedar libres de toda traba en la elec- ción de su alimento. El objeto de estos arreglos es impedir que los jóvenes, prevalecidos de su fuerza y agilidad superio.TTs, qu$.poderen de los mejores alimentos, dejando los mat mas ñores para sus mayores, á quienes por otra ley deben prestar implícita obediencia. Entre tanto, en los otros pueblos salvajes los ancianos mueren en medio de las privaciones y del desprecio. Este pueblo no es, pues, tan salvaje por sus instintos. El debe provenir del tronco de una antigua civilización, hechos salvajes por el aislamiento y la destitución después del cata- clismo que produjo la destrucción del continente Lemuria- no, dejándolo reducido á algunas grandes islas. De todos modos, los Negritos australianos tratan á su» ancianos con el mayor respeto; así es, que los que llegan á viejos entre ellos, son los mas felices de entre Ios- hombres. Además, la invención de la lanzadera para arrojar la javelina, y la de esa arma peculiar de ellos llamada el boomerang, la sabia política de muchas de sus leyes y costumbres, }' la facilidad con que son educados sus hijo& — 275 — en las prácticas de la civilización europea, indican en ellos una inteligencia y una buena disposición que solo puede provenir de un tronco antiguamente civilizado, que las circunstancias han condenado á la mas destituida existencia salvaje. Sin eníibargo, como todos los salvajes, son inconstantes y veleidosos en su xíonducta pública y privada. El número de estos negros indígenas no es conside- rable en Australia, disminuyendo rápidamente. Hánse hecho algunos esfuerzos, tanto por el Gobierno como por los particulares, para protegerlos, aunque sin re- sultado. Tribus enteras de ellos han desaparecido ya del todo. Antes, cuando era mayor su número, no deja- ban de molestar á los colonos. Pero actualmente toda la población negra nativa ha desaparecido de Tasmania y lo mismo vá sucediendo en AustraHa. El Gobierno Británico, deseando hacerles contraer los hábitos de una vida arreglada, sedentaria y laboriosa ha establecido escuelas destinadas á su esclusiva ense- ñanza; mas casi invariablemente todos los jóvenes, así que salen de la infancia, arrojan sus vestidos y vuelven á los hábitos salvages y vagabundos de sus antepasados. Algunas muchachas criadas en las casas en calidad de sirvientas, se han dejado fácilmente seducir y arrastrar de nuevo á los bosques. De algunos años á esta parte, sin embargo, se ha conseguido algo á este respecto. La imposibilidad de obtener un número suficiente de pastores y labradores blancos, hizo que muchos ganaderos ofre- ciesen buenos salarios en dinero á loe naturales, en vez de limitarse á mantenerlos y vestirlos, como lo habian acos- tumbrado antes; adaptando el servicio á sus inclinaciones. — 276 - El resultado de este plan ha sido generalmente benéfico. Ellos muestran poca inclinación, ó mejor, la mayor repugnancia, por el trabajo manual; pero son exelentes peones para cabanas pastoriles; entienden pronto el oficio del pastoreo y son exelentes ganaderos. Así se les ha ocupado en gran número en estas funciones, lo mismo que -en el lavado de la lana y en otras tareas de las crianzas ovinas y vacunas. Lo línico que con difi- cultad se ha logrado obtener de ellos, es vencer sus hábitos de vagancia, que ha impedido hasta hoy formen un establecimiento permanente. Los comisionados del Gobierno, en sus informes, suelen elojiar mucho la conducta de los aborígenes empleados como pastores ó. ganaderos; mencionando ejemplos en que diez ó doce de ellos se han mantenido firmes, sir- viendo Ipajo un mismo patrón, de uno para tres años y aun mas. Desde 1852, algunos de los ganaderos de la Nueva Gales del Sud han ocupado de preferencia á los naturales en sus establecimientos de crianzas. El salario que se les suele pagar es de 20 esterlinas al año, esto es, 100 duros al año; y esto ha bastado según los comisionados, para vencer la repugnancia de los naturales al trabajo, induciendo á los estancieros á ocu- parlos. El sistema de pagarles un salario en dinero es el que ha producido este feliz cambio en sus disposiciones; y como los colonos ya conocen este buen resultado,la prác- tica ha llegado á generalizarle. Por otro lado, en. Jos distritos en que el sistema do pagar á los aborígenes un salario en dinero aun no ha prevalecido, los colonos en- — 277 — cuentran gran dificultad en retener á estos como criados, quejándose de su haraganeria y mala conducta; lo que no sucede por cierto en los otros donde ha prevalecido una práctica mas equitativa. Asi en estos últimos años se han visto en Sud Australia mas de 200,000 ovejas confiadas al cuidado de los natu- rales. Se han establecido también escuelas para su educa- ción y se les han distribuido tierras y aun casas hechas para que vivan ; enseñándoles, á mas del pastoreo, la agricultura y algunos oficios, como ser el de carpintero, albañil, sastre etc. El Gobierno ha llegado hasta esta- blecer cuerpos de Policía formados de indígenas en- cargados de mantener el orden en las tribus de sus compatriotas; y lejos de rehuirlo, la juventud ha acudido con solicitud á alistarse. Hay comisionados del Gobierno, encargados del cuidado y vijilancia de los naturales, los cuales pa-san un informe regular y periódico al Gobierno colonial sobre el desempeño de su cometido; informes que alcanzan hasta el gobierno metropolitano de Inglaterra. No se conoce el número exacto de habitantes indíge- nas que poblaban Australia á la llegada déla primera flota Europea. Por sus conjuntos en globo, se calculó entonces su número en 3.000,000 de almas. Pero no es admisible que una raza que vive en medio de estériles desiertos; que no conoce la agricultura, ni la caza, ni la pesca, viviendo solo del Kangaroo y del oposso que pueden atrapar con sus imperfectos medios; cuando ni auu la zaeta han inventado antes de la llegada de los Europeos, hubiese podido multiplicarse tanto. El capitán Phillip, primer Gobernador de Australia, creyó que — 278 — debia existir un tercio apenas de este número. Pere esta avaluación misma ha sido modificada por cálculos mas detenidos; pudiendo tal vez asegurarse que toda la población indígena de esa época, no debia pasar en el continente, de 150,000 almas. En la actualidad, 1883, se cree que solo sobrevivan unos 100,000. Como han de- saparecido completamente de los distritos mas poblados, y las mismas causas continúan disminuyendo su número, es de suponer desaparezcan del todo asi que la pobla- ción blanca llegue á estenderse por todo el continente. Las guerras intestinas cuyas causas acabamos de seña- lar, las enfermedades y la intemperancia; y tal vez en mucha parte el cambio de sus primitivos hábitos de vida salvaje por otros mas civilizados, deben haber contri- buido en este resultado, mas que la violencia ó la fuerza empleada contra ellos. Sin duda que han sido también víctimas de algunos ultrajes; pero estos han sido repri- midos con mano fuerte por el Gobierno Inglés; y para honor de este, la historia no presenta un ejemplo en que una población nativa, desposeída por una raza superior, hsLja sufrido menos persecusiones y menos opresión de parte de sus conquistadores. Poco ó nada se sabe tradicional ó históricamente, res- pecto á su origen. Los Ethnólogos no los creen ligados por la raza ni á los Papuanos, ni á los Malayos; asegu- rando que la única raza con quien parecen ofrecer alguna analogía, es con ciertas tribus montañesas de la India Central, tal vez los Ethiopes negros de que ha- bla Herodoto. Su teoría es que forman los restos de un antiguo pueblo que ocupaba antes el Archipiélago Ma- layo, del cuál han sido desalojados por sus actuales — 279 — habitantes de esta última raza. Pero todas estas no son sino congetaras mal deducidas. Entre Malayos, Papuas, y Negritos australianos, existen rasgos de analogía evi- dentes, que bastan para establecer su consanguinidad. Cuánta diferencia entre el español vascongado y el irlan- dés, y sin embargo, ellos pertenecen á un tronco común, el Celta. Lo mismo sucede con esas razas asiáticas y australianas. La consanguinidad produce los rasgos co- munes, y las influencias climatéricas y locales de adap- tación, las diferencias. La existencia de Etíopes negros en las montañas centrales de la India, solo probaria, en último caso, la verdad de la especulación de Wallace, que supone ligada el Asia por Malaca con las islas de la Sonda, Australia y el África Sud, en una edad geológica no distante. Las variedades específicas que pueblan esas regiones, las han producido, según hemos dicho, las adaptaciones diversas, y sobre todo la cruza iíon razas inmigrantes, transeúntes ó conquistadoras. Los negritos de Australia, aislados en su apartado continente, no han podido renovar, ni regenerar su sangre con estas cruzas, y de ahí su atraso y deca- dencia comparativa. Ha habido, pues, un Continente Le- muriano, centro y tronco primitivo, de todas estas razas, que en su emigración al Este, se han encontrado cou los Aryanos Canaka-Americanos, que venian de los troncos Atlantis emigrando al Oeste, en un sentido opuesto; y cuya línea de encuentro, conflicto y cruza, hemos señalado en Nueva Guinea y en otras Islas mas al Sud, en elPacífico. Ahora¿ es de la Lemúria, que suponemos poblada por una raza primitiva, culta, de donde han salido las — 280 - Colonias que poblaron la Ethiopia 7 ú 8000 años antes de Jesucristo? Y las conquistas del rey Ethiope Sacer- dotal Osiris, conocido en Occidente con el nombre de Baco, ¿ban tenido lugar sobre sus compatriotas del Asia y África, cuyos restos aun se conservan hasta hoy en las costas y en el interior de los Continentes, después del cataclismo que ha hundido parte de Java, en la mis- ma región? Hé ahi la verdadera dirección de las investi- gaciones á hacerse, por los geólogos y ethnógrafos del porvenir. Volviendo á los Negritos AustraUanos, hay personas que han llevado sus especulaciones hasta suponer quelos Tasmanios, el último de los cuales murió unos ocho años hace, en 1875, eran una raza distinta de los Australianos, los cuales los hablan suplantado en la Isla continental, como ellos por su parte, hablan sido suplantados por los Malajfos en las Islas de la Zonda. Es evidente que algunas de estas conjeturas son lójicas y racionales, y presentan por consiguiente algo de verdad en su fondo. Los Tasmanios eran motosos y los Australia- nos solo crespos. Se sigue que no debe existir la menor consanguinidad entre ellos, cuando sus facciones, idiomas costumbres establecen dicha consanguinidad? De ningún modo. El antiguo continente Lemuriano desaparecido ó solo destrozado, se estendia por un lado hasta el Asia; por el otro, hasta las Islas Africanas Australes, Mada gasear, Cabo, entonces una Isla, etc. Una sola raza, comprobada por analogías de conformación y de lenguas, ha podido transformarse, por adaptaciones chmatéricas y locales, en Asia, en los Ethiopes Negros y los Malayos; en las Is- las de la Malasia, en los Papuas, en la Australia, en los — 281 — Negritos; en Tasmania en los Negritos motosos; en Ma- dagascar en los Malgaches; en el Cabo, en los Hotentotes, razas distintas, si se quiere, hoy; pero consanguinarias en su origen; variedades de adaptación oriundas de un mismo tronco, la raza ú hombre Lemuriano; padre á mas del Papua y del Malayo, del Indu, del Chino, del Tártaro, del Samoyedo, del Esquimal y del Mongoloide primitivo. La fuente de todas estas razas de color, se halla sin duda en el Sad; mientras la fuente de las razas Noachides Eu- ropeas y Oeste Asiáticas, su centro creacional, debemos colocarlos en una región opuesta de nuestro planeta; en la Atlántiday en el Polo Norte, hasta el cual debió estender- se, por Groenlandia, como todo buen continente legítimo. El color de los Negritos Australianos es el café oscuro. Algunos de ellos miden seis pies, siendo el término medio de 5 pies 6 pulgadas. Las mujeres son 6 pulgadas mas bajas que los hombres. En el desarrollo muscular existe una marcada afinidad con los europeos. Su pelo es ondeado ó crespo, como el de los Papuas, mientras el de Tasmania era lanoso ó motoso; su barba es espesa y crespa; sus ojos oscuros. El término medio de su existen- cia se supone ser de 50 años. Ya hemos dicho que no conocen ninguna forma de gobierno, lo que forma un estado de evolución racional muy primitivo, ó un pro- fundo azoparamiento, después del gran cataclismo Le- muriano. Ellos, sin duda, se han visto separados de la humanidad civilizada, á mediados de la edad terciaria, cuando el hombre, recien diferenciado uno ó dos grados del Alalo, ocupado de la caza en la primer edad de la piedra, para su sustento, aún no habia inventado la flecha, y ni aún — 282 — el gobierno patriarcal de la tribu. Segregados, desde esa época, dv3l resto de la humanidad, los indígenas australianos no han hecho sino retroceder hasta un grado de salvagismo estremo, en una región desprovista de todo elemento de progreso humano. Entretanto, sus parientes consanguinarios de la Zonda y del Asia, más abundantes en recursos y con mayores facilidades de comunicación, se civilizaban y progresaban incesante- mente. Los indígenas Australianos, por una adaptación local que se comprende, en vista de las circunstancias en que fueron descubiertos por los europeos, solo llega- ron hasta á asociarse en numerosas y pequeñas tribus, dispuestas á hacerse una constante guerra por los medios de subsistencia, tan escasos en la gran isla. Ningún vestigio de religión, escepto la vaga creencia en los buenos y malos espíritus á que hemos aludido antes, se presenta en ellos. No conocían el alfabeto. Muy pocos de ellos legaban á contar mas de tres. Sus chozas se componían de cortezas dispuestas como para atajar solo de una manera imperfecta el viento. Estas paradas, que llaman miamías, solo las ocupaban por unos cuantos días, y de allí salían á vagar en busca de caza. Los Australianos del Norte son mas vigorosos y guer- reros que los del Sud, pero todos tienen los mismos hábitos. En las latitudes cálidas no llevan ningún género de vestido y son la perfecta imagen de Adán en el Paraíso. Pero en el Sud, hemos visto usan de cober- tores de pieles; es Adán caído y arrojado del Edén. Otro rasgo es, que na conocen la castidad ni la ver- güenza. Haraganes y crueles, según los colonos, forman uno de los más ínfimos tipos de la humanidad. Desde la — 283 — llegada de los europeos, el alimento se ha hecho tan abundante, que han abandonado el canibalismo, á que solo una necesidad es trema habia podido impulsarlos. Solo se ocupan de la caza, y jamás cultivan la tierra. En su existencia primitiva anterior, eran habilísimos en perseguir la caza y en estratagemas para tomar al kan- garpo, al ofoso y al emú. Para la pesca, empleaban aun red y un anzuelo muy primitivos. Sus armas eran la chuza y el boomerang, que manejaban con gran habi- lidad; el tomahawk y el garrote ó maza. Saben observar, pues se suelen mostrar excelentes mimos, y cerca de Sidney se ven algunas esculturas de animales. Pero, ¿son de ellos? Ya hemos visto que no son susceptibles de hábitos constantes de trabajo; así, los colonos ingle- ses solo los emplean en las faenas pasajeras de siega, trilla, lavado de las ovejas, etc. Hay ingleses como Mitchell, Eyre y otros que han formado muy buen concepto de ellos; el capitán Sturt y Mac Dowell Stewart refieren de ellos un incidente curio- sísimo. Hablan visitado tribus que jamás hablan visto un hombre blanco, pero que entendían y sabían corres- ponder á los signos de la fraternidad masónica. Ensé- ñeselas algún compatriota afiliado, al servicio de los Europeos, ó data la Masonería de la Lemuria, á partir de la edad terciaria? Según el testimonio de un misionero protestante, hay tribus que han podido civilizarse, tra- bajar la tierra y cultivar las artes de la vida civilizada. En. este caso esta raza es aun suceptible de regenera- ción, sobre todo injertada en el fecundo tronco Europeo. En el año de 1882 Mr. Dawson publicó un libro refe- rente al pasado del territorio de Victoria; y mientras — 284 - nosotros, dos ocupamos de su actualidad, la comparación de ambas épocas ó situaciones ofrece el mayor interés para el conocimiento de esta interesante región y de su historia. Interpuestas ambas apreciaciones, ofrscerian ■el mas estraño contraste. La una podria llamarse Bar- brírie y la otra Civilizacio/i, como en el «Facundo» de Sarmiento. La diferencia de este país en ambas situa- ciones es ciertamente inmensa; pero el erudito y el sabio trepidarán en aplicar el primer término á una condición de sociedad como la que pinta Mr. Dawson con la can- didez propia de un buen misionero que cierra paternal- mente los ojos sobre los defectos y vicios de su prole, ó mejor, de sus protegidos. Recuérdase á este propósito lo que hemos dicho respecto á los misioneros en otros de los parages que hemos recorrido. Mr. Dawson, por ejemplo, en muchos aspectos nos presenta la antigua sociedad indígena del suelo de Victoria, con el carácter mas laborioso y lleno de sabiduría práctica; especie de reflejo de la primitiva sociabilidad Hebrea, ó mejor. Bíblica Este es indudablemente un cuadro ex-post-facto, en que las astucia indígena que acomoda las cosas del pasado á sus nociones adquiridas posteriormente, con- siguiendo imponerse sobre Ja credulidad candida del Misionero, que es á este respecto un ciego voluntario y entusiasta de hechos que solo han existido en boca de sus impostores catecúmenos, y en su imagi- nación. Aquellos que más han estudiado los diversos estados ó grados porque pasa la sociabilidad humana y los progresos de la cultura en las diversas regiones de nuestro planeta, tanto en la antigüedad como en núes- — 285 - tros dias; al ver esos cuadros en parte naturales, en parte ficticios, presentados por el misionero, no podrán dejar de mostrarse esquivos en la aplicación que haya lugar á hacerse de dichos términps; reconociendo que no es posible trazar una línea bien marcada entre estos dos estados de Sociedad, la barbarie y la civilización. Si esto es verdad con relación á razas inferiores, con ma- yor razón lo es respecto de otras razas modernas mas cultas y en distintas condiciones de existencia. La hu- manidad marcha, desarrollándose á su paso; y en su rápido curso va asumiendo las distintas y sucesivas fases de su progreso, sin dejar señales marcadas de sus tran- siciones, ó mejor, transformaciones. Es indudable existen razas solo capaces de una evo- lución muy limitada é imperfecta, desarrollando solo un grado comparativamente limitado de cultura; pero aun sobre este punto no seria justo pronunciarse dogmática- mente; pues solo poseemos un escaso conocimiento del pasado de estas razas, cuyo contacto con los Europeos ha dado por resultado ó la detención de su desarrollo ó el desviamiento de su dirección. La Historia antigua y moderna de nuestra planeta está llena de civilizaciones prolongadas, brillantes y completas, las cuales sin embargo nada recibieron ni del Aryanismo, ni del Cristianismo, de una data compa- rativamente reciente. Cuan interesante no habría sido presenciar el desarrollo de la civilización de los Incas, de que nuestro compatriota el Dr. López nos dá una idea tan remontada, sin mezcla ni adulteración debida á las influencias Europeas! El resultado en todo caso no podria haber sido peor del que ha dado la conquista — 286 — Europea, fecunda en el Nuevo Mundo en nacionalidades sin vigor intelectual ni físico, y carentes hasta de buen sentido y de criterio en la dirección de sus negocios. Aun mas interesante habría sido el haber dejado en el aislamiento de la vida y del desarrollo propio, las na- ciones de mas porvenir en el ,\frica Central, dejándolas elaborar su cultura propia; y aun á los salvages Aus- tralianos, á cerca de los cuales Mr. Dawson nos refiere tantas cosas instructivas. Pero un tal esperimento en la actualidad ya no es admisible, dado el caso fuera posi- ble, que no lo es, desde que para el mayor bien induda- blemente y no para mal, la levadura de la brillante eivilizacion Europea se ha estendido con rapidez por todos los ángulos de nuestro planeta. No se puede leer la revelación de Mr. Dawson sobre sus protegidos los Negritos de Australia, sin sentirse apenado por la triste suerte que les ha cabido. Porque él es su amigo decidido y solo merced á la gran confianza que ha llegado á inspirarles, es que ha podido reunir tantos datos interesantes á su respecto, disipando las nubes de la mala apreciación y las calumnias sembra- das por otros escritores. Hasta hoy, y nosotros mismos hemos incurrido en este error; los aborígenes Australia- nos, clasificados entre las razas mas ínfimas por los colonos, solo merecian ser colocados á la par de los Andamanes, Nicobareses, BotocudOvS yBoschimanes, que forman la grada mas ínfima de la humanidad. Por cierto que los Negritos que se ven rodando á las puertas de las pulperías coloniales se prestan bien á esta clasifica- ción; pero su degradación es debida solo á una imita- ción fiel de los vicios de los blancos. Es imposible no - 287 — mirar con respeto un pueblo que, según Mr. Dawson, ha sido capaz de hacer tanto de por si, realizando pro- gresos tan considerables en una dirección que es cierta- mente el camino real de la civilización, si es que no son la reminiscencias atávicas de una gran civilización anti- gua, la civilización Ethiope, anterior á la civilización Egypcia, de que Osiris es el mas brillante representante; siendo esto último lo mas probable. Mr. Dawson nos ase- gura que antes de la colonización, sus Negritos poseian una esmerada organización social, con muestras inequí- vocas de endoctrinamiento y sabiduria práctica que solo acostumbramos asociar con los grados mas elevados de cultura; superioridad hecha mas bien para hacer des- confiar que creer en una cultura que puede ser el resul- tado del contacto ulterior imitativo y no la producción genuina de su espíritu primitivo. Como quiera, sus leyes matrimoniales, sus reglamentaciones sanitarias, su eco- nomía doméstica, su medicina presentan muchos rasgos dignos de admiración. Mucho se ha escrito sobre las costumbres matrimo- niales de los Australianos y su conexión con lo que se ha denomina Totemismo; pero los resultados generales han sido dejar perplejo al observador. Mr. Dawson esplica simplemente todo el sistema, como teniendo por objetivo el prevenir los matrimonios entre los de la misma sangre. Los naturales son muy rígidos en la observancia de estas leyes de que hemos dado cuenta. Es una creen- cia arraigada de que en las costumbres de estos supues- tos bárbaros, las relaciones entre ambos sexos no obe- decen á ninguna ley y que en ese estado, la cantidad femenina es una cosa sin importancia. En lo que respecta — 288 — á los aborígenes de Victoria, esta consideración no es aplicable á sus leyes matrimoniales, según Mr. Dawson; y las relaciones entre los jóvenes de ambos sexos se ha- llan regladas por precauciones que en la misma culta Europa no tienen su igual; y todo desliz de la virtud es tan severamente castigado, que rara vez llega á tener lugar. Jamás se deja solos á dos jóvenes que se pre- tenden; y ni aun lo están hasta dos meses después del matrimonio. En otros respectos estos naturales han desarrollado una moralidad social que parece casi cristiana. En algu- nos de sus reglamentos sanitarios, y con especial en las disposiciones sobre las inmundicias y los desperdicios, pueden servir de lección aun á los pueblos mas cultos de nuestra época. Algunas de sus disposiciones presenta la mas asombrosa semejanza con las leyes sanitarias que según la Biblia se hallaban establecidas en el pueblo Hebreo durante su peregrinación por el desierto y esto justamente nos vuelve nuestras desconfianzas. No habrán leido la Biblia esos buenos Negritos antes de conferenciar con el escelente de Mr. Dawson? Y luego como es propio en esos pueblos caducos ó niños, como no quieren ser n haber sido inferiores á los otros, se apropian todo lo que de un nwdo ú otro han aprendido de los otros y quieren hacerlo pasar como propio á los ojos del indul- gente misionero, el cual es engañado ó se deja engañar cerrando paternalmente los ojos sobre tales pecadillos^ involuntarios á veces, por haber pasado mas de una generación; y á veces también muy voluntarios. Aunensus personas y casas, los Negritos según la mis- ma autoridad, acuerdan la atención mas escrupulosa á — 289 — la limpieza, el aseo y la decencia. Ed medicina, sus curan- deros (doctores los llama Mr. Dawson) muestran una gran habilidad, y solo cuando los remedios ordinarios y naturales llegan á faltarles es cuando recurren á los sortilegios ú otros medios supersticiosos. Su religión es complicada y en cierto modo Manichea, puesto que según hemos visto, admite dos principios, uno bueno y otro malo á quienes suponen esclusivamente ocupados en hacerles bien ó mal, á ellos los Negritos Australianos, que el Dr. Dawson aprecia tanto. «El buen espíritu Pirumejial Koyan es un hombre jigantesco, como el Dios del Ángel Rafiel, el cual vive en medio de las nubes, y como es de una disposición benéñca y no daña á nadie, solo rara vez se hace mención de él, pero con respeto. Su voz, que es el trueno, es escuchada con placer, pues él hace bien á los hombres y animales, trayéndoles las benéficas y fecundantes lluvias terminadoras de las mortíferas secas, las cuales hacen crecer los pastos y las raices de helécho tan benéficas á los mortales (Negritos). Pero los aborí- genes aseguran que los señores Misioneros y el Gobierno su protector, les han hecho concebir un gran temor por el bueno de Pirumejial; y deploran el que los jóvenes y muchos ancianos hayan llegado á abrigar temores respecto á un ser que jamás hizo el menor mal á sus dignos antepasados.» Además, su maligno espíritu, Potoyan, vive, según los misioneros, en las profundidades de la tierra (nosotros sabemos que vaga en los bosques inmediatos á los para- deros, donde, como un verdadero Gargantua, vive de sendos negritos asados que se engulle), teniendo á sus — 290 — órdenes un numero de espíritus interiores. Todo esto, como se vé, es pura invención misionera, que atribuye á los simples Negritos, el infierno cristiano y católico inventado por Torquemada. «Se tiene la creencia — dice el bendito misionero— de que solo existe fuego en esa región, y de que las almas de la gente mala no llegan á conseguir ni carne ni bebida, y son terriblemente maltratadas por los espíritus malignos.» Afortunadamente, sabemos la verdad por los prime- ros esploradores, y estas fábulas, ó son de la invención del misionero, ó han sido recibidas después del descu- brimiento, por los indígenas, de sus conexiones con holandeses, ingleses y otros pueblos. Sin embargo, Mr. Dawson, con la candidez de un misionero ignorante ó poco sincero, declara haber tomado las mayores precau- ciones respecto á la genuinidad de los datos recogidos; de manera, que lo que él dá como creencias aboriginales y costumbres de los naturales, deben aceptarse como realmente tales. Pero es el caso, que lo mismo hacian los frailes españoles de la época de la conquista, poniendo en boca de los indios, como creencias originales, todo el conjunto de las tradiciones bíblicas, más ó menos adul- teradas con un cristianismo espúreo (el cristianismo verdadero es lo cierto y lo enemigo de la superstición y de la impostura), con solo los nombres" un tanto adulte- rados j?^r via verosímilitudines. Como quiera, las observaciones de Mr. Dawson son estraidas de un vasto campo y contienen mucho de nuevo y de interesante respecto á jeíes, leyes de propie- dad y de herencia, vestido, habitaciones, cocina, tiendas. — 291 — muerte y sepultura, graneles reuniones, armas, diversio* nes, etcétera. Según él, los naturales de Victoria han realizado algunos progresos en las ciencias, de una manera empírica, y sus nociones meteorológicas y astro- nómicas son evidentemente el resultado de mucha observación y esperiencia. Esta es una prueba mas, junto con las superticiones de los Negritos, de que ellos descienden de un tronco mas ilustrado y culto, de cuya civilización solo han conservado algunos vestigios tradi- cionales. Mr. Dawson termina su trabajo con una útil gramática del idioma de sus protegidos, á lo que se añade una larga lista y versión de- palabras y frases en los diversos dialectos, de que hay una infinidad entre los indígenas de Australia. Aunque sus trabajos solo se refieren á los Negritos de Victoria, pueden aplicarse á los indíge- nas de una gran área del continente Australiano. Estos datos son interesantes en cuanto se refieren á una raza espirante y próxima á desaparecer. Triste es pensar en su destino, pero cuando se medita en lo que se coloca en lugar de su primitiva cultura, hay motivo para consolarse y esperar del tiempo la consumación de las verdades históricas de que ha de formarse la humanidad futura. Si de estos habitantes aboriginales de Victoria, pasa- mos á dar la última pincelada á la pintura del resto de los habitantes de Australia, puede asegurarse, en visí^ de los datos reunidos, que según lo hemos indicado antes, ellos pertenecen á la antigua raza Etiópica, pero no á las familias elevadas de esta raza que colonizaron, desde una antigüedad remotísima, á Meroc y las altiplanicies de Abisinia, raza tan antigua, que los Griegos los llamaban — 292 - - Ethíopes Macrobros, esto, es, Etíopes de larga vida ó anti- quísimos, sino mas bien á la clase mas ínfima de esta raza, los Ethíopes Icthiafagos, que habitan hasta hoy mez- clados con Árabes y otras razas, las costas Orientales del África, la cual ha dado origen, sin duda, si es que ella no proviene del antiguo Continente Lemuriano desaparecido, á las ramas Papuana y Negra Austral. Por sus ideas y costumbres, según hemos visto, los Negritos de Australia parecen ser los despojos misera- bles de una raza antigua y peculiar que ha desaparecido, después de haber alcanzado en otras regiones, hoy abismadas en el seno de los mares un antiguo y espec- table grado de cultura, como se ve por los Ethiopes de la antigüedad. Por lo que es á los restos de aboriginales Australianos, ya sabemos que su número es limitado, presentándose como una raza en via de estincion por caducidad é ina- daptación á las exigencias de la vida moderna. El alalo que sirvió de tronco á la raza humana en la edad ter- ciaria puede muy bien haber sido el tronco de la antigua raza Ethiope, no solo la raza mas antigua, sino la mas antiguamente civihzada del Globo; habiendo su civiliza- ción sido contemporánea con la de las razas Noachides de la Atlántida, y anterior á la civilización Egipcia y Caldea^ y anterior también, no solo á la civilización Hindú, posterior á la Egipcia y Caldea, sina también anterior á la misma raza Hindustani, una de las mas nuevas, apesar de su supuesta antigiiedad. De que el alalo ha sido Ethiope, hallamos una prueba en Herodoto el cual hablando de los Libios, hace referencia á unos Ethiopes sin habla, vecinos de los Garamantos. Esta raza — 293 — Ethiope es, pues, históricamente una de las mas antiguas del mundo y dataria del periodo Eoceno; en cuyo caso su desaparición actual por debilidad no tendría nada de estraño : la caducidad es debilidad, debiendo sentirse en las razas como en los individuos. Una raza civilizada puede á su vejez convertirse en salvaje antes de desaparecer; como s'iele acontecer al hombre caduco que se vuelve niño; lo que puede calificarse de un modo de degenerar ó perecer por caducidad. En la época del descubrimiento de Australia estos habitantes no tenian una morada fija. En el estio, ellos viven hasta hoy completamente á la intemperie, y en la estación mas inclemente bajo toldos de corteza de la construcción mas sencilla y primitiva! Sus herramientas eran y aun son en los que se conservan salvajes, hachas de madera y de piedra; componiéndose sus raspadores, alesnas y agujas de huesos de animales y de espinas de pescado. Su disposición intelectual, moral y religiosa, apesar de los asertos de Mr. Dawson son miradas conao pertenecientes á un orden ínfimo, arguyéndose como prueba el que generalmente practican la poligamia. Pero esto último no es una prueba contundente de infe- rioridad, como lo pretenden los ingleses; no solo porque hay naciones polígamas como los árabes, de una elevada gerarquia; sino porque hay otros pueblos en la Oceania que practican la poliandria ó un régimen opuesto, que es el grado de abyección mayor de la especie humana. Ya hemos visto' que en la actualidad, se les dá ocupación en las estancias como cuidadores de ganado mayor y menor y como domadores y rastreadores.. En efecto, la Policia suele emplearlos para rastrear — 294 — criminales en los bosques, en lo cual muestran gran habilidad. Como soldados se les ha encontrado aptos para los combates irregulares ó de guerrillas en disper- sión, en los combates contra los indígenas, sus compa- triotas; no habiendo otra objeción contra su empleo que la dificultad de contenerlos para que no acaben de ester- minar á todos los de su misma raza negra. Si los indígenas son de corta estatura en ciertos para- ges, en el Sud y el Sudeste, lo que les ha hecho dar el nombre de Negritos; en otras como en el Norte, se presentan altos y bien formados con anchas frentes, an- chas bocas, ojos pequeños y penetrantes, nariz chata, pelo negro espeso, pecho hundido, brazos largos y piernas cortas, delgadas y sin pantorrillas, como las de los anthropoides y ciertos negros de Guinea. Son también notables por la blancura y fuerza de sus dientes; por la dignidad de su andar y por la exigüidad com- parativa de sus manos y pies. Su piel es negra por completo, pero no lustrosa: y en su aspecto, nos han parecido como esos morenos mestizos de buen porte del Brasil, con un aspecto decente y no indignos de figurar entre las gentes de color. No solo difieren de los naturales de África en que no tienen la piel lustrosa, ^inó que tampoco tienen su pelo motoso, sus labios grue- sotes y sus mandíbulas salientes, á manera del simio. Las mujeres son mas pequeñas y mas mal formadas que los hombres; su aspecto es en realidad de un subido y grotesco feo; y jamás Praxiteles habría pensado eu tomarlas por modelo de su Venus Afrodita. Estos rasgos son comunes á todos los aborígenes de las costas Australianas. A veces suelen presentar una musculatura -^ 295 — mas desarrollada y sa negro suele degenerar en cobrizo como entre los verdaderos Ethiopes, pero todas estas variedades nacen de una misma rama. Tal vez les ha hecho falta el contacto con los Malayos del Archipiélago, que les hubiera impedido degenerar, como ha sucedido con los animosos Papuas de Nueva Guinea y con los Malgaches de Madagascar, mucho mas felices que ellos. Entre sus armas que ya hemos ennumerado, se cuentan las javaUnas ó lanzas, el boomerang y el waddie ó garro- te. Las naturales de Botany Bay tenian ademas arcos y flechas, que pueden haber tomado de los Maoris, sus ve- cinos de Nueva Zelanda; pues estas armas eran descono- cidas de las otras tribus. En las riberas del mar, emplean generalmente canoas hechas con cortezas de árbol, para pescar; mas esto solo en las costas vestidas de la mas grande vegetación indígena arbórea, abundantes en grandes y gruesas cortezas desiduas. Los naturales de Queensland Norte son por lo general feroces y sanguinarios, según las colonos ingleses de Australia. En efecto, parece que en las inmediaciones del río Palmer y en las vecindades de los lavaderos de Hodgkinson, han sacrificado muchas vidas, con especial chinos. En vigor físico ellos sobrepujan á los aborígenes del Sud, aunque en inteligencia hay poco que elegir entre ellos, según sus adversarios los ingleses; pues según ellos, todas las tribus Australianas sin escepcion aseguran ocuparla mas ínfima posición en la escala de las familias humanas. — 296 — Contrastando con el salvaje y primitivo cuadro que acabañóos de bosquejar en las precedentes páginas, se presenta el brillante panorama de la colonización actual de Australia por los ingleses, que ha tenido lugar de menos de un siglo á esta parte. Cualquiera que haya conocido los territorios despoblados y desiertos de Aus- tralia hace 50 años, puede solo figurarse por contraste, el grado de prosperidad y riqueza á que ha llegado hoy. Donde hace pocos años se estendian solo soledades áridas y sin límites, hoy se ven grandes y populosas ciudades, campañas opulentas en todo género de cultivos, cereales, frutas, viñedos y otros géneros de productos propios de los países templados y cálidos; centros industriales de consideración; inmensas praderas de pastos tanto natu- rales como cultivados y millares de ganados perfecciona- dos, tanto ovinos como vacunos, pastando en ellos. Por todo se ven en esplotacion ricas minas de oro, de cobre, de estaño, de plomo, de plata, de hierro, de carbón mineral; y en todas partes se hace sentir una seguridad pública mejor garantida que en ningún otro país déla tierra. Por todo en fin, se ven en ejercicio los mejores aparatos mecánicos, los instrumentos agrícolas mas perfectos, las máquinas de vapor de toda especie, mas nuevas y eficaces, destinadas á todos los trabajos y labo- res sea agrícolas ó industriales. Todo, en una palabra, conforme á lo que debe ser en países favorecidos por la soHdez del crédito y la abundancia de capitales y del trabajo de operarios competentes y hábiles, elementos todos indispensables de una producción perfecta, abun- dante y remunerativa. La Isla Continental es toda ella posesión esclusiva de — 297 — la Corona Británica ; y el pueblo inglés ha sabido dis- poner dignamente de ese depósito recibido estéril, inútil y despreciado de manos de otros pueblos menos em- prendedores, activos y libres ; y lo hace actualmente resplandecer de cultura, de población, de industria, de riqueza y prosperidad. Toda la Australia se halla dividida en 5 colonias y en 6 si se añade la Isla inmediata de Tasmania, que tiene por capital á Hobartown. Cada Colonia se halla regida por un Gobierno parlamentario y autónomo, completa- mente separado entre si en lo administrativo, aunque todas reconozcan la soberanía política de la Metrópoli Británica. • Estas Colonias Continentales son: Victoria, capital Melbourne; Nueva Gales del Sud, capital Sidney; Queensland, capital Brisbane; Australia Meridional, capital Adelaida, y Australia Occidental, capital Perth. A esto hay que añadir el territorio Norte ó Australia Septentrional, capital Palmerston, en Fort Darwin, la cual ha comenzado á ser poblada y ocupada rápidamente. De todas las Colonias de Australiana de Victoria es la mas pequeña como territorio y la mas grande como población, producción é industria. Su rápido desarrollo es debido en su origen al descubrimiento del oro en 1850. Su estension -es de 90,000 millas cuadradas y se halla entre los 34« y los 3T de lat. Sud; y el UV y L^O'* de long. E. de Greenwich. La población que era en 1876 de 800,000 almas, ha alcanzado en 1881 á 882,232 y á muy cerca de 1.000.000 en 1883, según se verá en su respectivo lugar. Una gran parte del territorio de esta colonia es de origen volcánico; su suelo formado de lava descompuesta, cubre grandes espacios de una feracidad — 298 - particular y adecuados para la agricultura. Hay sobre todo al Oeste de Port Phillip una zona de tierra larga de 200 millas y ancha de 25 (unas 5000 millas cuadra- das) con un suelo color chocolate, que tiene por base un manto pedregoso y que es muy fértil. El territorio colonizado en 1877 contaba 13.639,245 acres en Australia, de los cuales 1.231,105 se hallaban cultivados. En la actualidad, el terreno colonizado, esto es, poblado ya, no debe bajar de 30 millones de acres, y el cultivado llega, según el censo de 1881, á 6.955,952. Asi, el terreno cultivado crece en mas de 100,000 acres todos los años, y el coonizado en proporciones infinita- mente mayores, según ha podido verse en otra parte. Los distritos del Norte y del Noroeste de Australia, no son volcánicos, como los del Sud y del Sudeste. Compónense de terrenos arenosos, con una arcilla magra, y se hallan cubiertos de una vegetación dura, de matorrales y árboles achaparrados por el calor y la sequedad. De cuando «n cuando, á manera de islas ó manchones, se presentan bosques más frondosos y elevados de eucaliptus, siempre verdes. Y á propósito de eucaliptus y de su magnitud compa- rativa, citaremos el testimonio de un viajero, cuyo nombre se nos ha olvidado, ó recordaremos tal vez más ade- lante: «No hay— dice éste — un objeto más interesante en Vic- toria, que sus eucaliptus, esos colosos del reino vegetal, cuya edad y dimensiones sorprenden y confunden.» Lo primero es, pues, hacer una visita á Jerushaw y á Mountain Ashes, donde crecen esos gigantes, y en seguida pasaremos a compararlos con sus rivales de — 299 — California, los famosos Sequoia, los cuales representan lo que ambos hemisferios, Boreal y Austral, han pro- ducido de mas gigantesco como vegetación. Jerushaw, donde crecen los eucaliptus más elevados, se halla á 45 millas de Melbourne, en el fondo de un estrecho valle, rodeado de altas montañas graníticas de 4,600 pies sobre el nivel del mar. Sus faldas se hallan cubiertas de un granito desegregado y de arena vegetal, tan favo- rabié al eucaliptus, que se ven allí algunos de estos ár- boles elevarse hasta la altura imponente de 375 á 400 y más pies, con un diámetro de 18 pies. Los Sequoias de California crecen también por pequeños grupos aislados y formados esclusivamente de estos cipreses gigan • téseos, en medio de las selvas de pinos que se alzan sobre las faldas de Sierra Nevada, á 120 millas del mar y á una altura de 4,700 pies sobre su nivel- Son los cipreses colosales que crecen en Mariposa y en Calaveras, los más conocidos y célebres, pero ninguno de ellos al- canza hoy á 400 pies, y antes son pocos los que han llegado á esta elevación. Antes de pasar adelante, nos detendremos en los datos estadísticos generales de la población de Australia, to- mados del Censo de 1881 que es el último Censo oficial, cuyos datos hayan llegado al dominio del público. El área total de territorio ocupado por las Colonias Aus- traUanas, llega á 3.082,551 millas cuadradas, inclusas 130,778 millas cuadradas pertenecientes á Tasmania y Nueva Zelanda. La población de esta área en 31 de Diciembre de 1881, llegaba á 2.835,954 almas, desar- rollo inaudito de población, si se tiene en vista que las mas de estas colonias aún no tienen medio siglo de - 300 — existencia. El total de nacimientos en esta población llegó el mismo año á 98,721. El número de defunciones solo alcanzó á 38,806. Los matrimonios llegaron en el mismo año á 20,525. La inmigración en 1881 llegó á 165,588. La emigración en el mismo año, 122,503, dejan- do un balance en favor de las Colonias Australianas de 43,085 almas, á lo que añadida la diferencia de los nacidos sobre los muertos, 59,915 almas, dá un aumento anuo de población equivalente á 103,000 almas. Siguiendo el desarrollo de esta ley, tenemos como población total de las colonias de Australasia, para 1882, unos 2.939,000 almas: y para el año actual, 1883, una población en números redondos de unos 3.050,000 almas- hsi Estadística General Econoinica de Australia es como sigue. Total de renta pública para todos los Estados en 1881, lib. est. 20.613,672. Los gastos públicos en el mis- mo año llegaron á lib. est. 19.152,957, lo que hace ver la renta pública administrada y espendida con un estrema- do juicio y prudencia. La deuda pública de esas colonias llegaba en dicho año á lib. est. 95.965,582. Las importa- ciones alcanzaron en dicho año á libras esterlinas 52.728,556; y las exportaciones á 48.368,941: lo que hace un movimiento mercantil de mas de 500.000,000 de duros, con un esceso de las importaciones sobre las esporta clones de cerca de 20.000,000 de duros. Este comercio de importación y exportación tuvo lugar por un total de 16,990 buques, con una capacidad de 9.504,130 tonela- das. De los datos obtenidos durante los últimos diasde nuestra residencia, tomados de los presupuestos de los respectivos Estados deducimos uaa entrada general total, — 301 — para el año 1882 de 25.000,000 lib. est. y para 1883 de 30.000,000 libra esterlinas (150.000,000 de duros). Asi esas colonias situadas en un suelo estéril y sin grandes rios producen hoy una renta mucho mayor que todo el Imperio del Brasil, que tiene 4 siglos de colonizado y ocupa la región mas magnífica y opulenta del globo. Estos son prodigios que solo los saben hacer las razas económicas, laboriosas,inteligentes y libres del tronco anglo-sajon. La Estadística cíe ferro- carriles tj telégrafos eléctricos de toda Australia ofrece las cifras siguientes: Líneas de ferro-carriles abiertas y en esplotacion en 1881, millas 5; 482 1/4. En via de construcción 1317 millas. Líneas telegráficas abiertas y en esplotacion, millas 29,428, ocupando una estension de alambre de 49,119 millas. En 1 882 las líneas férreas abiertas y en esplotacion llegaron á 7000. Cifra que en 1883 subió á 9000 millas en números redondos. Estadística de las tierras públicas vendidas y terrenos cultivados. La cantidad de Tierras públicas vendidas en toda Australia en 1881 llegó á 6.434,949 acres; produ- ciendo una venta al contado de 5,991,239 lib. est. En el mismo año el número de acres cultivados llegó en toda Australia á 6.985,952. Estos cultivos se distribuyen como sigue: — Sembrados en trigo 3.361,529 acres. En avena 438,203 acres. En cebada 105,372 acres. En papas, 98,783 acres. En heno y pastos artificiales 836,812 acres. El rests se reparte en cultivos de maíz, de caña dulce, de ariruta, de tabaco, de huertas, jardines y hortalizas, de naranjas, de viñas, de forrages de verdeo, guisantes y otros ce- reales. — 302 — Estadística de la producción agrícola y ganadera. El trigo cosechado en el referido año 1881 llegó á la cantidad de 29.675,899 bushels ó cuartillas. La avena fué de 11.718,265 cuartillas. La. cebada 2.006,bl5 cuar- tillas. Las papas 364,762 tons. El heno á 850,167 tons. El número de hacienda cabalgar en toda Australia, lle- gaba en el referido año á 1.197,638 cabezas. El ganado vacuno en el mismo año contaba 8.292,766 cabezas. El número de ovejas en 1881 llegaba á 66.627,354 cabe- zas. A nuestra partida de Australia en 1883, el número de ovejas según censo de ese año, llegaba á 80.000,000 de cabezas. Últimamente el número de cerdos en 1881 llegaba en toda Australia á 905,281. El establecimiento y desarrollo de las crias ovinas merinas ó mestizas de Australia tiene su origen aunque de un modo indirecto, en la cabana de cierto noble posesor de un buen Estado en un Condado de Inglaterra, el Lord Sommeville XVI, tio del último Lord de este nombre y el cual fué el introductor de los merinos de España en la Gran Bretaña; y después de ganarse los mejores premios en las exhibiciones de las lieal Sociedad Agrícola de Inglaterra, con especial en la exposición de Bath, regaló una parte de su rebaño al rey Jorge III, vendiendo el resto en remate público; sacando de 237 ovejas, 10000 esterlinas, esto es 50,000 duros, lo que dá un precio de 45 libras esterlinas por cabeza. Ahora bien, el rey Jorge III, al recibir al capitán Mac Arthur en Windsor Castle, después de su vuelta de Nueva Gales del Sud en 1803, tuvo á bien regalarle 12 de las susodichas ovejas. Pero he aqui que una gran dificultad se presentó en su camino, en forma de una ley — 303 — del Parlamento que prohibía la exportación de ovejas finas del Reino Unido, sin el beneplácito previo del Par- lamento bajo pena de la vida. Pero allá van leyes, donde quieren reyes; y los oficiales del resguardo tuvieron á bien el hacerse ciegos y sordos al inspeccionar el buque del capitán Mac Arthur, dejando alejarse libremente de las riberas Británicas, aquel don de la munificencia regia. Al volver á Australia el capitán cruzó estos merinos Españoles con las ovejas de lana larga de Bengala y del Cabo, siendo asombrosos los resultados que obtuvo mediante esta cruza. Hoy el número aproximado de ovejas provenientes de estas y otras diversas crias originarias y de sus di- ferentes cruzas alcanza, según se acaba de ver, á 80 millones de cabezas, á pesar de todos los consumos (los ingleses son grandes consumidores de carne de carnero), secas, inundaciones y pestes que han acometido y aco- meten sin cesar á los rebaños Australianos. Yá desde el año de 1877 se esportaban de estas co- lonias á Inglaterra 824000 fardos de lana, con un valor de 6.000,000 libras esterlinas ó de 30 millones de duros, y la producción de lana avaluada en 32,000,000 de libras en 1855, llegó en 1876 á 160 millones y á 300,000,000 de libras en 1879; la misma que ha subido á 500,000,000 libras en 1883. No obstante este rápido crecimiento, los precios se han sostenido; el precio medio de la lana Australiana sin lavar, habiéndose conservado de 13 li2 peniques (28 es.) durante el periodo que terminó en 1876 y ha- biendo pasado de 15 peniques en el periodo siguiente — 304 — hasta 1880, contra 12 li2 peniques que valia en 1855. Estos precios son los relativos á las lanas para paños, que ha aumentado con mas rapidez que la lana para alfombras y otros tejidos. Hoy los precios se han con- servado estacionados. Entre las buenas razas Anas obtenidas por el sistema de crianza y selección practicado en Australia, se puede citar la dei merino Larra, cuyo primer conoci- miento se debe á una carta del ilustre Darwin. Entre las ovejas de lana ordinaria, dice Darwin, ha habido siempre un gran número de crias poseyendo diversos caracteres adecuados á los distritos en que se crian. Ahora se ignora si descienden de razas diversas, ó si es solo el resultado del alimento y del clima combi- nado con la selección. Durante el último cuarto de siglo sin embargo, un gran cambio ha tenido lugar, siendo hoy raros los rebaños de pura sangre de las ovejas primitivas comunes. Se ha hecho tan general la mejora por la selección y la cruza, que casi no existe hoy rebaño que no haya sido mejorado ó alterado por este procedimiento. Solo los merinos se han conser- vado como una raza especial y distinta. La cruza del merino con las crias inferiores, solo en casos escepcio- nales ha dado resultado. La raza Lincoln entra en el número de estas escepciones; ella ha sido producida por la cruza del merino, con la oveja inglesa Lincoln. Así se ha hecho un objeto de vanidad el conservar la pureza de los rebaños merinos, sin mezcla de otras crias. Hasta hace 10 años solo se conocian dos casos de la re- pentina aparición en los rebaños de pura sangre, de un nuevo tipo de raza salido del Merino. Tales son la — 3o5 - nueva raza Ancón de los Estados-Unidos y la de carneros Mauchamj) de Francia. Pero acaba de ocurrir un tercer caso en Australia en el rebaño de pura sangre de Mr. Curride en Lawa. « Hace 28 años que Mr. Currie, que tenia un rebaño muy estimado, obtuvo 10 carneros padres de la mejor cria pura de ese país (ios carneros regalados por Jorge III á Mac. Arthur). Desde entonces en el rebaño de Mr. Currie comenzaron á aparecer corderos con lana de un mérito especial, larga, fina, crespa y sedosa por su brillo y suavidad. El dueño no hizo atención en esto, creyendo era una degeneración como las que son comunes en Australia. Mas como se reprodujese repetidas veces este bello tipo, al fin paró su atención en ello; y habiendo ahora 10 años nacido un bellísimo cordero en que se hallaban concentradas en un grado superlativo las cualidades indicadas de lana sobresaliente, su dueño lo reservó para formar una cria especial, con 10 de las mejores ovejas selectas en todo el rebaño, por calidades análogas de conformación y lana. El resultado ha cor- respondido y exedido á las mas elevadas aspiraciones de Mr. Currie. El ha dado lugar á la formación de una raza especial de merinos de Lawa con calidades de carne, con formación y lana tan sobresalientes, que su lana se paga al precio de las mas finas lanas de cabras del Thibet, con la que presenta una gran analogía; y sus carneros se venden al precio hasta de 2,000 duros en Austraha. » Y á propósito de la cria Mac Arthur de que esta Lawa desciende, esta cabana es conocida con el nombre de CamdenPark, en las inmediaciones de Sydney. A los 20 — 306 — carneros regalados por el rey Jorge III, Mac Arthur añadió en 1804 algunos merinos de raza Española que pudo obtener en el Cabo. Desde entonces esta cabana, siempre bajo la dirección de los Mac Arthur, ha con- servado la sangre merino pura de toda mezcla. Sin embargo, con el transcurso, de los años esta cabana ha llegado á desconceptuarse, debido acaso á una degene- ración engendrada por el clima y los pastos australianos en esa latitud. Así a nuestro paso, los carneros de Tasmania primaban sobre los de raza pura Mac Arthur, que parecian galgos á su lado, obteniendo mas fácil venta á mayores precios. Pero esto no le quita la gloria de haber sido el tronco originario 3^ fundador de la raza merina de Australia, evidentemente un paso en el camino de la perfección, con relación á la raza originaria. La hebra de la lana del merino de Australia, es en efecto mas fina y lustrosa que la del merino de otros paises: cualidades en que le es superior aun la cria de Tasmania, en el mismo país, la cual se supone tenga sangre de la cria sajona. Mas de la mitad de la lana de Australia para paños, es espendida en los mercados continentales de Europa y Norte América, los progresos de cuyas manufacturas se han desarrollado con mas velocidad aun, que el aumento en la producción de la lana. Francia, por ejemplo, hasta 1855, solo consumía 10 millones de libras de lanas australianas; mientras su demanda alcanzó á 87.000,000 de libras en 1876. La producción de la lana merino ha sufrido sus visicitudes en Australia. Hasta 1880 los criadores australianos habian concentrado sus esfuerzos en aumentar el peso del vellón, disminuyendo — 307 -^ en consecuencia su producción de lana corta fina, Pero de 1880 adelante, ha tenido lugar una gran reacción; y hoy los estancieros dan la preferencia á la cria merino para la crianza lanar en grande escala. Entre tanto en Londres no mas lejos que en el año 1873, un 18 7o ^^ la lana presentada provenia de las crias de cruza; proporción que en 1880 aumentó á un 25 7o- ^^^ ^^Y en los mercados Europeos la lana larga ha caido en desestimación, dándose la preferencia á la corta. El peso medio de un merino Australiano alimentado con los pastos naturales del campo, es de 50 libras, de las que hay que descontar 3 1/2 libras como peso del vellón se entiende de lana lavada en pié. Mientras tanto el peso de una oveja Australiana mestiza es en término medio de 65 á 79 libras, con vellón de 4 12 libras de peso. En Australia se han adoptado generalmente como ventajosas las cruzas de carneros Lincoln, Lei- cester ó Romney con merinos. Hay un proverbio inglés que dice: «El carnero, es el thermómetro de la prosperidad de un pueblo». Por esto los ingleses han multiplicado los rebaños en sus prós- peras colonias de Australia y África, y nada justifica mejor el proverbio citado, que la asombrosa propaga- ción de la especie ovina en esos paises remotos, en que eran completamente desconocidas las crias ovinas antes de su importación hacia fines del último siglo. Bien que poco mas de un cuarto del inmenso continente Australiano haya sido hasta hoy utilizado para la in- dustria del pastoreo, se pueden mirar las crianzas ovinas como habiendo ya ocupado la mayor parte del espacio propio para este género de industria. En efecto, al — 308 — Norte de los 28*' ó mejor de los' 31o de latitud Sud, el calor excesivo altera la calidad de la lana, haciéndola egenerar en pelo, muy especialmente en el interior del país. Por otra parte, el aumento de la población ha obligado á los Gobiernos coloniales á vender á los agri- cultores las tierras que concedían antes gratuitamente por vastas ostensiones á los primeros colonos, con la condición única de poblarlas de ganados. Como la espan- sion de las estancias tendiese á limitarse, los criadores debieron recurrir á costosos trabajos para reunir y con- servar las aguas, escavar jagüeles y pozos y hacer propios para recibir majadas grandes, terrenos antes inútiles, tratando al mismo tiempo de reducir sus gastos generales. Hoy en Australia, en vez de tener un pastor para cada rebaño de 2,000 ovejas, á las cuales este hace recorrer cotidianamente un itinerario determinado, se dividen las estancias con alambrados ó cercos, en cierto número de potreros, en los cuales se encierran de 8 á 10,000 ovejas durante un tiempo proporcionado á la abundancia de los pastos, después de lo cual se las conduce á otro potrero, cuya yerba ha tenido tiempo de renovarse y de crecer por el doble efecto del reposo y del abonó natural de la oveja. Por este medio, los criadores han podido suprimir los dos tercios de su personal de pastores, no necesitando ya sino algunos guardianes á caballo, que visitan cons- tantemexíte los alambrados ó palizadas, velando por su conservación. Actualmente, las majadas de ovejas exi- gen de sus cuidadores conocimientos especiales, á los uales tampoco deben ser ágenos sus dueños y patrones, — 309 — que disponen de grandes capitales para obtener benefi- cios. Las cargas de la producción, además, se han acre- centado de tal modo, que en las épocas ordinarias, puestos de 8 á 10,000 ovejas, apenas alcanzan á pagar sus cos- tos. En solo Nueva Gales del Sud, en 1872, el capital de esplotacion se hallaba valuado en libras esterlinas 13.000,000 (65.000,000 de duros). Los acontecimientos de 1870 á 71, habiendo producido una baja súbita de 30 por 100 sobre el precio de las lanas, los criadores se quejaron de no tener sino pérdidas; y bien que este precio se haya levantado después, es permitido creer que ya ha pasado el tiempo en que podian Jos squatters realizar grandes fortunas en un dia, revendiendo y ha- ciendo pasar de mano en mano por millares de libras, concesiones de tierra obtenidas por nada de la admi- nistración. Hace mas de 40 años que Mr. Hodgson, un insigne criador Australiano, emigró á Sydney con la intención de establecerse en su territorio, mas habiendo hallado esto impracticable por haber el Gobierno inglés, dos meses antes, subido el precio de las tierras, elevándolo de 5 á 12 chelines el acre (hoy el precio mas bajo en los remates es de 1 libra esterlina el acre), se hizo squatter entonces, aceptando una oferta de 300 millas^en el interior, donde halló una generosa y hospitalaria aco- gida durante 12 meses, prestando sus servicios y ad- quiriendo al mismo tiempo los conocimientos locales indispensables. De este modo él pudo adquirir y apa- centar en sus terrenos hasta 20,000 ovejas, descubriendo las verdaderas bases prácticas que deben servir en la operación de las cruzas por medio de la selección, y los — 310 — cuidados y trabajos indispensables á un criador en grande escala, en la época de las pariciones y esquilas, que son las mas afanosas y ocupadas en la vida pastoril. El es, pues, el verdadero fundador de las prácticas productoras de las nuevas razas Australianas, formadas por selección (prácticas que se encontrarán detalladas en una corres- pondencia especial más adelante), practicando en grande escala la manera de refinar muchos miles de animales á la vez en un breve espacio de tiempo. Estos principios y operaciones fijadas por él, han sido después seguidas é imitadas por otros, con igual éxito. El fué también quien bosquejó el plan que prevaleció después para las esquilas en los establecimientos mon- tados en grande escala, llegando á averiguar leyes de trabajo importantes, como ser la conveniencia de emplear de 24 á 30 hombres, cuando se necesita hacer una esquila de 700 á 1,000 ovejas diarias. El precio arre- glado y general en Australia es de 3 chelines (6 reales fuertes) la veintena, con raciones. Un ramo de industria lucrativa, recientemente intro- ducida en Australia, es el de la conservación de las carnes por el frió, de cuyos progresos nos ocupamos en un capítulo especial mas adelante. Hoy se preparan en Australia las carnes por el proce- dimiento mas perfecto y barato de producir hielo, cual es el de Windhousen y Pieper ; siendo dichas carnes, al cabo de una travesía de 62 dias, entregadas en Londres en el mejor estado de conservación. La carne es comprada en Nueva Gales del Sud y — 311 — Qileensland por menos de 4 es. libras, (en Victoria es mas cara como se verá mas adelante) y se presenta fres- ca en Inglaterra con solo el recargo de 4 es mas por libra. Según los ingleses, esta carne la consideran superior á la americana (lo dudamos) ; y creen segura la permanen- cia y regularidad del abasto de esta fuente (lo que no aceptamos, por la distancia, y porque en caso de una guerra marítima estas remesas serian forzosamente cor- tadas ó hechas irregulares por lo menos, lo que no acontece con la producción Americana). Fúndanse para esta suposición en que la Australia es un pais pastoril y en que puede mantener, como en realidad mantiene, una cantidad de ganado de toda especie mucho mayor de la que necesita para su consumo. Calculan que la Australia puede exportar ventajosamente el quinto de su ganado, que se estima hoy, 1883, en 80.000,000 de ovejas y en 10,000,000 de vacunos; a lo que se añade que solo en Nueva Gales del Sud, existen unos 150.000,000 de acres en terrenos adaptadísimos para las crianzas por sus exelentes pastos, por poco que la indus- tria ganadera, mediante el transporte de carnes conge- ladas, resulte remunerativa. Hé aqui en globo, los datos mas recientes relativos á la producción lanar de Australia en 1883. Los detalles, lo mismo que la cifras exactas de fracciones, se dan en detalle mas adelante, en un capítulo especial. ~ 312 — Lana kilogramos Cabezas - ovina§ Valor de la , e vportacion en francos (1)5 del peso \ nacional) i Nueva Gales del Sud Nueva Zelanda Victoria Australia Meridional Queensland Tasmania 80000000 66000000 35000000 32000000 32000000 4000000 38000000 ioOOOOOO 9000000 8000000 8000000 2000000 200000000 i 90000000 75000000 ' I 60000000 6O0CO0OO ' 1 13000000 1 Totales ?48000000 80000000 498000000 ; Sin contar la Australia Occidental, cuyos datos se darán en su debido lugar, resulta que en 1883^ siendo el valor de la lana esportada de 498,000,000 de frs. (cerca de 100 millones nacionales) y la población de las colo- nias 3.050,000 almas, la esportacion de lana representa 150 frs. por habitante; y si se compara el valor total de las esportaciones, que representa la suma de 300 millones de duros, con la cifra del valor de la lana exportada, resulta que esta representa 13 del total. Hé aquí como se ha calculado el peso del vellón de lana en Australia, según los datos mas fidedignos: En 1860 lana sucia 1334 kls. lavada 0,771 kls. 1870 • * 1578 - • 1,039 * 1880 • « 1949 * • 1,061 • El peso medio de los animales premiados en las esposi- ciones últimas de Sydney y Melbourne, fué de 69 li2 kilogramos. El largo de la lana media en el lomo fué - 313 — Oin.747. La hebra de lana merina Australiana es mas fina, esto es, su diámetro es menor; pero es menos elás- tica y las ondulaciones son un poco menos regulares que e\ merino francés perfeccionado de Rambouillet. Después de Nueva Gales del Sud, es Queensland la Colonia Australiana mas próspera. Ella solo cuenta poco mas de 20 años de existencia y durante este periodo su población ha aumentado de 28,000 á 250,000 almas en 1882. Ella comenzó su prosperidad con la ganaderia; pero una vez afianzado su progreso se encaminó á la agricultura, estendiendo sus cultivos sobre mas de 100,000 acres, de los que el maiz ocupa mas de 40,000. Ademas se ha desarrollado en estos últimos años el cultivo de la caña de azúcar, Queensland debe contar actualmente unos 8 millones de ovejas, habiendo espor- tado en 1880 por valor de 1.500,000 lib. est. en lana. Esta misma colonia cuenta con cerca de 3 000,000 de cabezas de ganado vacuno, cuyas crianzas se han transportado en mayoria allí por ser su clima el mas favorable para el ganado ovinc. El valor de los cueros vacunos esportados últimamente á Inglaterra de esta colonia, se aproxima á unas 100,000 lib. est., mas de 500000 ps. nacionales. Tres sistemas se hallan en prác- tica en Queensland de beneficiar el ganado, á saber: 1*^ El abasto de los mercados locales para el consumo inte- rior de la colonia. 2° El abasto de las colonias inme- diatas, como ser Sydney, Melbourne y otras ciudades del Sud, por los vapores de cabotaje, mientras se termina el empalme de las vias férreas, en via de realización. 3^ El comercio esterior de carnes frescas congeladas, ó preparadas en latas^ como conservas de vaca y carnero ó .-. 314 — beneficiadas en las graserias para la esportacion de grasa y sebo. Antes toda la exportación se reducia á este último beneficio; industria dispendiosa y cara cuando no se uti- liza al mismo tiempo la carne en los saladeros. En con- secuencia de esto, el valor de los ganados ha subido de 3 1[2 Ibs. esterlinas que antes vallan (el precio mas alto que hoy se obtiene entre nosotros) á libs. 10 (50 duros( precio á que se elevará el ganado entre nosotros cuando comience un negocio regular de carnes conservadas por el hielo si mejoramos nuestros ganados, tanto mas que estamos mas cercanos á los mercados de consumo. Es admirable como se han estendido las poblaciones de estancias no solo en todas las costas sino en el interior de esta grande Isla, considerada antes como desierta en esa parte. Hoy se sabe que los campos de esa región son buenos de pastos, hasta el estremo de parecerse en los años favorables, á vastas praderas sembradas de mieses; praderas sin embargo que en los años de seca quedan en un instante reducidas á polvo con gran detrimento de los ganados que en ellas pastan* En estos últimos años, el Ge bienio de Australia Meri- dional ha llegado á adjudicar lotes de 10,000 millas cuadradas de estos campos, con plazos de 25 años, con solo el cargo de pagar al estado la renta de 6 pesos (I real fuerte) por milla cuadrada (equivalente á 1250 pesos fuertes por año, como valor del arriendo de todo el lote). También sabemos que en el Norte de Queens- land y en el territorio Norte, se han descubierto en sus reputados desiertos interiores, vastas regiones abundan- tes de agua y con exelentes pastos. No deja de ser — 315 — sorprendente la circunstaixíia de que el clima de Aus- tralia sea tan propicio para la cria de ovejas, aun bajo latitudes como Brisbane, produciendo la, mas fina y esti- mada lana. Mas esto, solo en los páramos elevados y frescos. Los suelos bajos y ardientes del Queensland, son solo favo- rables al ganado vacuno, de donde la ostensión de sus crianzas en esa Colonia resulta tan grande. A pesar de todas estas circunstancias tan favorables para la ganadería Australiana, no por eso dejan de existir causas que llegan hasta combatirla y contrariarla en vasta escala. Tales son por ejemplo, las secas, los perros cimarrones, los buhos y las aves de presa, y por último, los kangaroos y wallabies, que por su excesiva multiplicación en estos últimos años, acaban con los pastos útiles al ganado, comiéndolos de raíz, como suce- de con las viscachas en las Provincias Argentinas. La mayor calamidad que el agricultor Australiano tiene que combatir, es, indudablemente, la seca. Aún están recien- tes los recuerdos de los males que han producido en 1877 y 78 las sequías, no solo en todas las Colonias Australianas, sino aun en el Cabo de Buena Esperanza y en el Brasil, situados en el mismo hemisferio y latitud. Así, desde Marzo 31 de 1877, hasta Diciembre del mismo año, en solo la Colonia de Nueva Gales del Sud, pere- cieron más de tres millones de ovejas, sin contar los corderos, cuyas madres perecieron ó se encontraron imposibilitadas de darles de mamar; reuniendo los cua- les á la cuenta, se llega á la suma de cinco millones de cabezas de ganado ovejuno, muerto de necesidad. Esta pérdida alcanzó en toda la Australia á diez millones de — 316 — cabezas. La otra calamidad es el myajl dingo, ó perro cimarrón de Australia. Estos animales, que suelen aco- meter por bandadas á los rebaños, son un intermedio entre él zorro y el lobo, teniendo el cuerpo de este último y la astucia del primero. También hay perros domés- ticos dañinos que hacen estrados en los rebaños, en las inmediaciones de los minerales, y estos son los peores. Respecto á los kangaroos y wallabilles, es una cosa muy sabida que la abundancia de estos marsupiales suele hacerse para Queensland una calamidad casi tan grande como la seca; pues ellos casi concluyen con los pastos por su gran número y porque los devoran casi hasta la raíz, si es que no comen la raíz de preíerencia. Por lo que es al águila, los loros y buhos de presa, muy abundantes en Australia, ellos son un enemigo nato de los corderos tiernos, los que devoran en el sitio ó arrastrándolos al fondo de los bosques. La mala yerba, allí conocida con el nombre de feather- grass (pasto pluma, alias flechilla), que mata los ganados, es otra calamidad no inferior á las precedentes. Sus punzantes semillas penetran hasta las carnes y aun las entrañas de los animales, ocasionándoles dolores inten- sos y aun la muerte. El gusano es también un mal común á las ovejas de Australia; se atribuye á los malos pastos de los años de plaga ; el remedio es sacar los animales á mejores campos. Las enfermedades del ganado Australiano son el ca- tarro, el agua roja y la corrosión de las patas (footrot). El catarro, que es contagioso, hace á veces necesario matar todo el rebaño invadido para aprovechar siquiera — 317 ~ las pieles. Ha habido ocasiones de destruir por esta causa rebaños hasta do 10,000 ovejas. El agua roja destruye también los ganados por cientos de miles. La corrosión de las patas es una enfermedad peculiar de los años lluviosos. La práctica de alambrar los campos se ha introdu- cido entre los propietariosAustrahanos con el mejor resul- tado de algunos añosa esta parte. Los carneros finos para las cruzas traídos espresamente de Europa, cues- tan puestos en Australia hasta 100 lib. est. por cabeza: pero su producto ampliamente compensa su costo. Los convictos, después de concluido su término, con muy buen éxito han sido empleados como peones por los pro- pietarios Australianos. Mas sucedió que en 1850, en la época de los descubrimientos auríferos en Australia, los criadores llegaron por un momento á considerarse como perdidos, sobre todo cuando se difundió el rumor que un pastor, en los distritos del Oeste de :Nueva Gales del Sud, se había encontrado cerca de un árbol una pepa de oro que habia vendido eii 78 lib. es*:, todos creyeron que los pastores iban á tirarles sus rebaños y á desparramarse por el pais en busca de oro. Sin embar- go, se engañaron; los pastores fueron los menos tentados de correr á los minerales auríferos. Además, ajentes en- viados á la China trajeron pronto grandes cantidades de celestiales, que probaron ser exelentes pastores, mos- trándose hábiles, inteligentes y honrados; y si hubiesen venido con sus mujeres, habrían resultado exelentes co- lonos; pero á las mujeres chinas no le es permitido salir de su pais; asi los chinos, apenas reunían algún peculio, se volvían á su patria. -- 318 — De 1850 para adelante, la vida política, económica é industrial de las colonias Australianas no ha hecho sino seguir su camino ya trazado de paz, progreso y pros- peridad laboriosa; pero sin carecer por eso en su vida política, de esas luchas parlamentarias peculiares á los pueblos anglo-sajones libres; manifestaciones fecundas de su actividad física y moral. Asi, en estas venturosas colonias, los progresos del desarrollo material ocupan mucho la atención, sin absorverla del todo. Fué promul- gada en 1879 una nueva ley para el arriendo y enage- nacion de la tierra pública, destinada á cortar los abusos anteriores de que ya hemos hecho algunas insinuaciones* Esta ley, según los políticos de Sydney, hostil en apa- riencia á los monopolios, que es el mal á que hemos aludido, los consiente baja otros aspectos. El ilustrado gobierno colonial fomenta con toda clase de estímulos y premios la multiplicación y mejoras de los ganados, esforzándose en abrir nuevos mercados á sus productos. Los animales escojidos de cria se venden en Australia á precios considerables, no tan altos como los Bates y Booth en Inglaterra; pero que llegan á veces hasta lib. est. 1000 por cabeza (5000 duros), lo que es mucho para padrones nacidos lejos de las fuentes acreditadas de la regeneración y mejora ganadera. La minería ha marchado próspera, menos en estos últimos años; la de cobre^ parahzada en parte á causa de los bajos precios de este metal. Se han completado en parte y en parte se hallan próximas á completarse las diversas líneas que deben constituir la red férrea de Australia. También se ha establecido un segundo cable telegráfico destinado á ligar la Australia con su metrópoli de una manera mas — 319 — directa que el cable anterior. La industria vinícola adquiere en las colonias Australianas del Sud, un gran desarrollo. Aun está en su infancia; pero esos vinos hoy muy bien acojidos en Inglaterra, pueden con el tiempo hacerse un artículo de consumo general; el clima les es muy propicio. Lo que ha hecho mas conspicua la prosperidad de las colonias Australianas han sido sus dos grandes esposicio- nes últimas; la una en Sydney en 1880 y la otra en Melbourne en 188L El proyecto originario fué solo ensanchar la exposi- ción anual acostumbrada bajo los auspicios de la socie- dad Agrícola de Sydney, invitando á los expositores de 1878enParisá hacer en Sydney la exhibición de sus maravillas. Mas el proyecto asumió luego proporciones tan exten- sas, que la Sociedad Agrícola tuvo que llamar en su auxilio al Gobierno. La exposición adquirió entonces dimensiones universales, haciéndose en Sydney con el costo de cerca de millón y medio de duros; pero el re- sultado correspondió á los gastos y ambas exposicio- nes, sobre todo la de Sydney, han sido espléndidas y dig- nas de figurar al lado de las grandes exposiciones ante- riores de Paris y Filadelfia. Antes de llegar á su prosperidad actual, las colonias Australianas no han dejado de pasar sus malos ratos de penurias financieras; pero de ellas han salido con honra mediante nuevas y atinadas combinaciones econó- micas; y medíante el establecimiento de nuevos impues- tos sobre licores vinos, cerveza y tabacos Estos impues- tos han sido establecidos para remediar la deficiencia — 320 — de la renta territorial ó contribución directa, la cual después de bastar para la necesidades publicas de la vida colonial durante 8 años, llegó en 1880 á presentar un déficit de 3 millones de duros. Hoy la sola colonia de Victoria tiene una renta de mas de 30 millones de duros y en proporción las otras. Por lo demás, la situación Bancaria de Australia es próspera, como se vé por las siguientes cifras, rela- tivas al año de 1882. Pesos Furctes. Capital Baucario cu todas las Colonias Australianas 100,000,000 Notas en ciroulacion 21,000,000 Depósitos 250,000,000 Adelantos en cuenta corriente 325,000,000 Encage metálico 53,000,000 Debe advertirse que esta es una situación de crisis, ó por lo menos de fin de crisis. En la vida parlamentaria de las colonias suelen presentarse también sus borrascas. Pero todo ha tenido el mas feliz desenlace en medio de los hábitos de libertad y de orden peculiares á la raza Anglo-sajona. Así, el año 1880, el de máximo de estas ajitaciones terminó con la adopción de útiles medidas y disposiciones lejislativas adecuadas á producir el bien y la prospe- ridad del pais. Sin detenerse en discusiones enojosas que producen la reagravación de los males, sin pro- ducir su remedio los Gobiernos Australianos han ensa- yado arreglos para mejorar su comercio y comunica- ciones internas y esternas; mientras los parlamentos coadyuvaban por su parte para la mejora del estado social de las colonias, lo mas conducente al bien ge- neral . — 321 - De esie modo han llegado al fin á tomarse eficaces medidas para mejorar las condiciones higiénicas de Sydney y otras ciudades. Se ha dado una ley acordando á las mujeres el mismo derecho que á los hombres para la administración de sus bienes. En la ley del divorcio se han introducido reformas radicales, dejando á las mujeres en la misma libertad que á los hombres para la administración de sus bienes. En la ley del divorcio se han introducido reformas radicales, dejando á la mujer en la misma libertad que al marido para dis- poner de su persona. Terminado el Gobierno de Sir Hercules Robinson en 1879, le ha sucedido el Lord Augustus Loftus, no menos próspero. Actualmente, cada una de las colonias australianas, puede considerarse como una Provincia ó Estado go- zando de cierta independencia y autonomia real, con gobierno, leyes locales y derechos fiscales de su propie- dad. Con exepcion de la Australia Occidental, todas disfrutan, y esta misma Colonia del Oeste dentro de muy poco va sin duda á disfrutar de la misma libertad constitucional de que las otras disfrutan; pues cada dia se muestra mas apta y digna de este don y los senti- mientos y opiniones locales empiezan á espresarse con gran énfasis al respecto. La forma de su Gobierno es una imitación, ó mejor, una modificación popular de la Constitución Británica, hallándose la Reyna represen- tada por el gobernador designado por la Corona, la Cámara de los Inores por el Consejo Legislativo, nom- 21 — 322 — brado por el Gobierno ó elegido en ciertas condiciones; y la Cámara de los Comunes por la Asamblea legis- lativa, elegida por el pueblo. Estas dos Cámaras no siempre funcionan amistosamente; sus intereses, presen- tándose á veces antagonísticos, de donde resulta lo que los ingleses llaman deadlocks, actas ó leyes suspendidas ó rechazadas por oposición sostenida de una ú otra Cámara. La cuestión de una modificación en la Constitu- ción de la Alta Cámara Legislativa, ha sido puesta á menudo en discusión; habiéndose ya introducido una alteración en este sentido en el Poder Legislativo de Victoria; la cual debe introducirse luego eu la Cons- titución de las otras colonias, que imitan siempre, como nosotros (el hombre) según Larra, es. un animal rutinero pero con esta diferencia, y es que ellos no imitan jamás sino lo bueno. Las leyes Inglesas ó Imperiales (equivalentes á Nacio- nales entre nosotros) se hallan en vigencia en las Colonias, á no ser que se hallen abolidas ó modificadas por las leyes locales; y toda ley ó sanción probada por las legislaturas locales, necesita recibir el consentimiento de la Reina esto es, del Gobierno Británico, para tener fuerza de ley local. En todas estas colonias las califi- caciones para ejercer las franquicias electorales, son tan liberales cuanto pueden serlo, y basta que un indi- viduo haya llegado á su mayor edad, para que pueda votar en los comicios. Otros puntos de la famosa carta adoptada en Australia casi desde el principio, ha sido el voto por ballotaje (esto es, con bolillas de diferentes colores para la aprobación ó desaprobación); el salario de los miembros legislativos y la duración trienal de los — 323 — Parlamentos. Hay muchos ciudadanos de Australia que consideran la unión de las Colonias Australianas en una gran confederación como una cosa de hecho en un período no distante, apesar del fracaso hasta hoy de las nego- ciaciones entabladas en este sentido. La necesidad de esta Union se ha hecho sentir sobre todo con motivo de la anexacion proyectada de la Gran Isla de la Nueva Guinea; con cuyo motivo el Gobierno Británico se ha mostrado dispuesto á apoyar la política de las Colonias en su proyectada Union. Establecidos estos datos preli- minares, pasaremos ahora á entrar en detalles respecto á la población de Australia en general, sinperjuicio de los datos pertenecientes á cada colonia en particular. La primer colonización de Australia tuvo lugar en el año de 1788, esto es, ahora 95 años; formándose un primer establecimiento conteniendo unas 1030 almas, en Botany Bay. A fines de 1879 la población total de las colonias Australianas se estimó en 2,715,792 almas,- délas que 1.499,258 eran varones; y 1,216,534 eran mugeres, Los nacimientos en ese año fueron 94.155; siendo los varones 48,177, y las mugeres 45,978; las defunciones 36,789; varones son 21,895 mugeres 14,894; y los matrimonios 1864. Según el censo de 1881, cuyos pormenores recien han visto la luz en el corriente año de 1883; la población de ese año llegaba á 2.835,954 almas. En lo que respecta al percentage del aumento, las colonias puedan colocarse en el orden siguiente: De 1871 á 1881, el aumento es de un 43 7, en la década. En este aumento el esceso de los nacimientos sobre las defunciones entra por mitad; la inmigración ha dado lo restante. — 324 — Hé aquí el detalle del censo por colonias: ESTADOS POBLACIÓN 1871 1881 1883 Nueva Zelanda--. 2-56000 500910 556000 Queensland 100000 226968 261000 N. Gales del Sud... 503000 781265 866000 Victoria 731000 882232 922000 Australia Sud. - ^ . 186000 293297 320000 Tasmania 99000 118923 125000 Total 1875000 2835954 3050000 La población há, pues, aumentado de 90 7o ^n la Nueva Zelanda; de 108 Vo ^^^ Queensland; de 49 7o en Sud Australia; de 48 7^ en Nueva Gales del Sud; de 17 7o en Victoria y de 16 7o en Tasmania. El desarrollo de la inmigración en Nueva Zelanda y Queensland, debe atribuirse á las hábiles medidas financieras toma- das y á la viva impulsión dada á los trabajos públicos de ierro -carriles y otras obra? de utilidad general, de parte de sus respectivos gobiernos. En lo que respecta á nacionalidades, la población en su niayoria inmensa es de un origen inglés incuestio- nable por el aspecto y por el idioma; y la población criolla, hija de Europeos establecidos en el pais, es hoy un elemento de gran consideración. Después de estos vienen los chinos, los cuales en los minerales auríferos y sobre todo en Queensland Norte, son en estremo nu- merosos. Después de los chinos, por su número entra el elemento Germánico que en algunas partes, como ser Sud Australia y Queensland, es numeroso. Con escepcion tal vez de una ó dos islas de poca consideración, Aus- — 325 — tralia es la parte menos poblada de las dominios Bri- tánicos, ó tal vez del mundo civilizado, pues cuenta menos de 1 habitante (.875) por milla cuadrada. El mo- tivo de esto es sin duda la falta de población en el Centro y el Oeste de la Isla continental; asi, nuestra población Argentina, que es una de las menos densas del globo, es sin embargo muy superior á la de Aus- tralia, puesto que es de 2 habitantes por milla cuadrada, estaos, cercado dos tercios mayor. ^La población media del Reino Unido por milla cuadrada es de 280 almas; en todo el Imperio Británico es de 30 habitantes por milla cuadrada. En lo que respecta al número de habi- tantes por milla cuadrada^ las colonias Australianas pueden colocarse en el siguiente orden: Victoria habi tantos, 10.192 por milla cuadrada; Nueva Zelanda 4.402; Tasmania, 4.290; Nueva Gales del Sud 2,361; Queens- land .325; Sud Australia .287; Australia Occidental .029. La proporción media de los sexos es 123,24 varones por 100 mujeres, ó 81,14 mujeres por 100 hombres. En esta proporción hay que tener presente la pubertad más anticipada de las mujeres y el mayor número de defunciones de los varones, todo lo cual contribuye mucho á equilibrar los sexos, dejando siempre cierta mayor proporción de mujeres disponibles con relación á los hombres casaderos. En Australia, la desproporción aparente de los sexos es mayor en Queensland, donde se cuentan lo0'45 varones por 100 mujeres; esto es, 66^47 mujeres por 100 varones. Hay otro ele- mento también que descartar en este caso. Los chinos, numerosos en Queensland, viven todos sin mujeres y no — 326 — se casan en el país; ellos aumentan, pues, inadecua- damente la proporción de hombres con relación al otro sexo. Respecto á la proporción entre los nacimientos, defun- ciones y matrimonios, la tasa de los nacimientos por mil para el año 1879 en las Colonias Australianas, es como sigue: Victoria, 30^21; Tasmania, 32,25; Austra- lia Occidental, 34*38; Queensland, 36'74; Nueva Gales del Sud, 37^72; Sud Australia, 38 '96, y Nueva Ze- landa, 40^32. La media de todas las Colonias fué de 35'42; la de Inglaterra y Gales se halla fijada en 35^5. La tasa de mortalidad de la Colonia Australiana para el año de 1879, es como sigue-. Nueva Zelanda, 12 '46 por 1,000; Victoria, 13^64: Australia Sud, 14*99; Nueva Gales del Sud, 14^29; Australia Occidental, 1446; Queensland, 14W; Tasmania, 15' 18. La mortalidad media de todas las Colonias resulta ser de 13'84. En Inglaterra y Gales la tasa media durante 30 años, parece ser 22^3. Por último, la tasa de matrimonios por 1,000 durante el mismo año, se distribuye como sigue: Victoria, 5'61; Tasmania, 7'2o; Queensland, 7'49; Nueva Gales del Sud, 7*55; Australia Occidental, 7'57; Nueva Zelanda, 7*60; Sud Australia, 8'81: la media en todas estas Colonias es, pues, 74. Se vé que nacimientos y matrimonios tienden con exceso á reparar los destrozos de la Parca; pero lo que más contribuye, es la inmigración. El número de inmigrantes que han entrado en Australia y Nueva Ze- landa, procedentes del Reino Unido, desde 1825, cuando comenzaron los primeros censos oficiales, hasta fines del año de 1880, es de 936,032 almas, cerca de un mi- lon; a esto se pueden añadir unos 100 mil mas que han — 327 — debido inmigrar del año 80 á esta parte, siendo el ba- lance anual de 25,000 almas en favor del país; con lo cual se tiene 1.036,000 almas de población europea, de la que ha emergido la población de 3. 050, 000 que hoy cuenta la Australia Inglesa. Una parte de esta inmi- gración ha venido con su pasaje pago en todo ó en parte; el resto ha recibido auxilios de los fondos desti- nados á favorecer la inmigración. De la inmigración ve- nida en 1880 (24,184) se han vuelto 6,290, pero queda radicado en la Colonia el resto de 18,000 inmigrantes, todas gentes válidas para el trabajo y la reproducción. No obstante lo espuesto sobre la meteorología de Australia, añadiremos respecto á su cli7na que el de todo este continente, sin esciuir mismo sus regiones cálidas del Norte, es notablemente salubre y adecuado para la existencia de las razas europeas laboriosas é inte- ligentes, gozando de un suelo seco y libre, por consi- guiente, de malarias. Solo que se halla espuesto á vientos cálidos, especie de siroccos, venidos de las ári- das regiones del interior; á secas periódicas, y á grandes aguaceros en el invierno. En la parte Septentrional de Nueva Zelanda, reconoce en el año una estación seca y otra lluviosa, como sucede entre los trópicos, lo que dá á esas islas el clima de Chile en esa misma latitud y hemisferio, y el de Cali- fornia en el otro; clima que parece pecuhar de las costas y regiones del Atlántico, donde llueve en toda estación. La porción media de Australia goza de un templado y suave clima. Mas en el estremo Sud. en Tasmania y South Island, caen grandes lluvias, junto con nieve y hielo en el invierno. La Colonia de Tasmania. á pesar de — 328 — esto, goza de un clima delicioso, templado, especciónal. casi ideal. El invierno y primavera de estas Colonias, como en nuestro pais, son justamente sus mas bellas estaciones, como en Europa son las mas despacibles y malas: sien- do el estío por el contrario la estación mas desagradable por sus calores, menos en las costas, donde la brisa ma- rina hace reinar una frescura deliciosa aun durante la canícula. En el continente Australiano las lluvias son mayores sobre las riberas Orientales que sobre las Aus- trales y Occidentales. Esto indica que ellas dependen mas de los vientos alisios, que de los vientos Australes. Pasando ahora á los productos minerales, vegetales y animales; sus principales producciones, como es sabido, son el oro, el cobre, el estaño, los cereales, la carne, la lana, las pieles y otros productos pastoriles. El oro fué descubierto por primera vez en Nueva Gales del Sud ec Mayo de 1854. Después de esa época él se ha encontrado en mas ó menos abundancia con especial en Victoria, Queensland, territorio Norte y Nueva Zelanda; en Tasmania se han encontrado también ricos depósitos de oro y estaño. Se estima que un tercio del territorio de Victoria se compone de rocas que contienen oro. Estas rocas se presentan también en la parte Oriental de la Nueva Gales del Sud; mas al Norte en Queensland y en las inmediaciones de Port Darwin. Estas mismas rocas se presentan diseminadas en el medio y en la parte Noroeste de South Islán d y en el Nordeste de North Island en Nueva Zelanda. Según se ha indicado, vastos depósitos de carbón mineral se en- cuentran en Nueva Gales del Sud, en Queensland y Nueva -^- 329 — Zelanda. También se encuentra en Victoria carbón fósil pero no en depósitos suficientes para ser esplotados con cuenta. South Australia es conocida por las ricas minas de cobre que posee. Minas de estaño de gran valor han sido abiertas en Queensland, con especial en el Norte y en las inmediaciones de Wild River lo mismo que en el Norte de Nueva Gales del Sud. También se han encontrado ricos depósitos de un excelente hierro, que hoy se beneficia en Tasmania y otras partes. Hánse descubierto otros valiosos metales y minerales, igualmente que diamantes y piedras precio- sas en diferentes partes del continente é islas. Como en Buenos Aires, en Australia es la lana el producto más cuantioso y valioso de su industria, y el que forma la gran masa de su exportación. Para el desarrollo de una lana de superior calidad, los pastos de Australia no tienen rival, tal vez por la abundancia del azufre y otros ingredientes minerales que entran en la composición de ella y que se dá á los suelos que no lo tienen, abonándolos con sulfato de cal, esto es yeso. Así con escepcion de la zona intertropical y de ciertas partes de la Australia Occidental, las ovejas que se mantienen con los pastos naturales del país se robustecen y per- feccionan de una manera notable. Los otros artículos va- hosos de exportación de este país, son las^carnes con- geladas, las carnes conservadas, el sebo, las pieles de toda especie, inclusas las de Kangaroo y conejc; cueros, trigo, algodón, tabaco, azúcar y vino. La crianza de avestruces, como negocio, se halla hoy implantada con éxito en Victoria, según á su tiempo daremos cuenta, y también en Nueva Gales del Sud y Sud Australia; asi — asó- las plumas de avestruz no deben tardar en figurar entre los artículos de exportación del país. A mas de estos productos de exportación, se cultivan también en grande escala los cereales de la Europa y el maiz. La cebada y la avena son generalmente cultivadas para heno, pero se les prefiere generalmente la alfalfa, como que este clima es generalmente muy favorable y este suelo muy adecuado para su cultivo. En efecto, el clima australiano es análogo al de Berbería y de España de donde es oriunda la raza merina. Y como las tierras cultivables no son abundantes en la grande Isla y que la alfalfa hace dar al suelo el máximo de su productibilidad en forrages, sin empobrecerlo, resulta tal vez que este cultivo seria el único conveniente para estos países. Y sin embargo, aquí como en Norte América la alfalfa no solo no es cómun, sino que es muy rara. Esto proviene tal vez de que por todo el hombre es el esclavo y á veces la victima déla rutina. Gomólos Ingleses no cultivan la alfalfa en la Inglaterra, sus decendientes los australianos la desconocen ó descuidan como ellos. Lo mismo sucede, según lo haremos notar mas adelante, con las casas y con los vestidos. En vez de las grandes puertas y ventanas de los climas meridionales ardientes y salubres, aquí los in- gleses siguen empleando las casas estrechas, las puertas y ventanas aun más estrechas del frió y húmedo clima de Albion. Es de esperarse que algún dia reconozcan que el clima impone como condición higiénica, las grandes puer- tas y las grandes ventanas que dan entrada al oxígeno y ai fresco de una atmósfera perfumada. En los vestidos, dá sudor de ver á estos ingleses australianos en este cálido clima, vestidos de los gruesos paños y franelas que se usan en las montañas de Escocia y en la Laponia. — 331 — Deben hallarse bien incómodos dentro de sus ropas abrigadas y empapadas en sudor. El clima entretanto solo hace llevaderas las ligeras ropas, las muselinas y las chinelas, como en Ceylan. Mas pasará mucho tiempo para que estos hijos del Norte lleguen á adoptar las bellas modas estivales de las andaluzas y de las habane- ras. Casas y carruajes cerrados de cristales y sin aire son solo propios de Europa. Australia impor.e aire libre, fresco y una ligera elegancia. Así lo indican bien los perfumes de azahares y jasmines que perfuman sus bellos jardines; porque allí se dá bien la naranja y el limón; pero se cultivan poco por que los australianos de la presente generación son aun demasiado ingleses, para ser lo bastante australianos; y en vez de la batata, la pina, la banana, el maní, la caña dulce que la tierra produce espontáneamente, se empeñan en hacerla pro- ducir la cebada, el centeno y los nabos de las alti- planicies de Escocia, que el suelo Australiano no produce ó solo produce con repugnancia. Pero ya se adoptarán á sus nuevos medios. Ya que hablamos de frutas, hánse introducido en Aus- tralia con el mejor éxito todas las valiosas frutas Euro- peas y aun las pertenecientes á los climas tropicales. Así, magníficas frutas, hermosas flores y exelentes hor- talizas de cocina prevalecen en los cultivos de todas las colonias. El cultivo y fabricación del azúcar de caña dulce se practica en grande escala en Queensland en la parte Noroeste de Nueva Gales del Sud y en Fijii; en esta última colonia se cultiva un exelente algodón; el tabaco se cultiva también en muchas de las colonias australianas; pero es mas usado para baño preventivo de 332 la sarna en las ovejas, que para fumar, para lo que se dá la preferencia al tabaco americano. Los árboles indí- genas de Australia son muy abundantes y variados y la madera que dan es fuerte, intensamente recia; durable, admirablemente adaptada para objetos de construcción y en muchos casos de un bello grano. Las palmas y los heléchos en árbol crecen en algunas partes. En el dominio animal, la Australia no es menos espe- cial que en los productos de su reino vegetal. Su fauna es única en su género. La Australia, sabemos, cuenta 110 especies de Marsupiales, animales desconocidos en otros países y solo característicos de la Australia. Cuenta ademas 22 variedades de murciégalos. Estos marsupiales son la mas antigua especie de animales mamíferos des- arrollados por la evolución animal de nuestro planeta. Sus despojos fósiles en la misma Australia prueban que sus predecesores en las pasadas edades, alcanzaron colo- sales proporciones; rivalizando con el elefante y el rino- ceronte en el tamaño y asombrando por la variedad y riqueza de sus géneros y especies. Como los marsupiales solo predominan en las especies fósiles, á principios de la edad terciaría, es muy probable que en esa época haya tenido lugar el aislamiento de la Australia y su segregación de las otras regiones habitadas del globo; produciendo su pobreza en especies; pero salvando su fauna y flora peculiares que han servido para enriquecer tan extraordinariamente nuestra época, sobre todo con el precioso presente del Eucalyptus, el árbol mas salu- brificante y mas bello entre todos los conocidos: hecho que no habría podido producirse sin su aislamiento. Además, existen hoy en Australia 630 especies diversas - 333 — de aves, siendo la mayor de ellas el Emú y la menor el Wren 6 picaflor. En reptiles Australia cuenta 140 es- pecies; ocupando la misma posición avanzada en los insectos, sea que se considere su tamaño, número, pecu- liaridades ó actividad, cualidad esta última que poseen en grado superlativo sus moscas y sus mosquitos. Pasaremos ahora á la marina, pues los Estados Australianos, aunque de ayer, tienen ya marina respe- table, como dignos hijos de Albion la marítima. Cuatro, ó mejor cinco ó mas líneas (hoy se han establecido una ó dos más por el Estrecho de Magallanes y Cabo de Buena Esperanza) de malas sub vencionadas, conducen las balijas de la correspondencia entre Australia, la Gran Bretaña y Europa, á saber: La «Peninsular and Oriental Company», que nos condujo de San Francisco á Nueva Zelanda; la «British India Steam Navigation Company», conocida como «Queensland Royal MailSer- vice»; la «Compañía Francesa des Mesageries Mari- times», que ha establecido en el corriente año (1883) una línea mensual de vapores entre Marsella, Australia y Nueva Caledonia; por último, hánse establecido dos líneas más de navegación á vapor entre Nueva Zelanda é Inglaterra, por el Cabo de Buena Esperanza y el Es- trecho de Magallanes. Pero hay también que advertir que fuera de estas líneas oficiales, las hay también caboteras ó locales y de particulares. Los vapores de la Compañía Peninsular y Oriental llegan y parten con intervalos de 15 dias; las otras son mensuales. En adi- ción á esto, los espléndidos vapores de la línea «Orient«, desempeñan un servicio bimensual. En el tráfico de pasajeros se emplean algunos de los más bellos y grandes — 334 — vapores á flote, lo mismo que una numerosa flota de buques de vela, por cuyo medio se reciben las manu- factura de la Gran Bretaña, y se exportan los productos de las Colonias. Durante el año de 1879, frecuenta- ron los puertos Australianos 8,589 buques, midiendo 4.084,866 toneladas, como importadores, y como expor- tadores 8,562 buques, con 4.086,989 toneladas de carga. Este movimiento tuvo lugar en el año de, 1881, por 16,699 buques. De este número corresponden á Victoria 4,248, á Nueva Gales del Sud 4,357, á Queensland, 2,663, á Sud Australia 2,153, á Australia Occidental 368, á Tasmania 1,383, á Nueva Zelanda 1,527. El todo con un total de toneladas de 9.504,130. La agricultura ha adquirido también en Australia, en estos últimos años, un grande impulso. En 1880 se contaban 6.371,238 acres de tierra en cultivo. Las principales cosechas con su producto, eran: trigo, 2.743,434 acres, con un producto de 36.346,950 bushels; avena, 564,948 acres, produciendo 766,875 bushels; ce- bada, 137,421 acres, con un producto de 3.506,191 bus- hels; maíz, 185 mil 881 acres, con un producto de 6 millones 335,239 bushels; otros cereales, 35,261 acres, con un producto de 824,587 bushels; papas, 104,317 acres, con un producto de 424,155 toneladas; heno, 717 mil 507 acres, producto, 961,158 toneladas; viñas, 14,124 acres, con un producto en vino de 1.871,861 galones; forrage verde, 579,289 acres; cosechas misceláneas, 1.289,062 acres. La producción media por acre, es: de trigo, 13.25 bushels; avena, 31.44 bushels; cebada, 25.51; maíz, 34.8; papas, 4.07 toneladas; heno, 1.34 idem. En Nueva Zelanda, el producto medio de toda la cosecha de — 335 cereales y raíces, practicado según el plan de la agri- cultura metropolitana, ha dado un rinde más considera- ble que en las otras Colonias, debido a su clima más fresco, húmedo y adecuado para la producción de cereales, tubérculos y raíces, que son la incumbencia esclusiva de la agriculra inglesa; y así sucederá siempre, mientras los ingleses se empeñen en hacer producir al clima cálido de Australia los mismos productos de su fria Isla boreal. La Australia puede producir vinos y frutas deliciosas; aceitunas, pasas, naranjas, limones, maiz, arroz, etc., etc.; pero sus colonos quieren condenarla á producir solo avena, cebada, nabos, etc., y de ahí el que produzca poco y malo, pudiendo producir mucho y bueno en su género, el mas noble de la tierra, á mas de la ganadería. Así, en adición á las cosechas arriba mencionadas, que son las cosechas inglesas por excelencia, solo pocas estensiones relativamente se han aprovechado para el cultivo de la arirata, de las bananas, del algodón, dei tabaco, del azúcar de caña y de otros productos no cultivados en el Reino Unido. La azúcar de caña es ver- dad, tiende á adquirir importancia en Queensland, pero su escala es hasta hoy insignificante, porque los in- gleses entienden poco esta industria y esquivan el embarcar en ella sus capitales. El número de animales de crianza existentes en las 7 colonias, á fines del año 1881, era de 1.190,638 cabezas de ganado caballar; 8.292,766 cabezas de ganado vacuno; 96.627,354 cabezas ganado ovino y 905,281 cerdos. El número total de ganados de toda clase por milla cua- drada es de 55, lo que da 75 cabezas por habitante. — 336 — Nueva Gales del Sud es la que contiene mayor número de ganados, y Australia Oeste la que contiene menos^ Nueva Zelanda representa un mayor número de ganado por milla cuadrada, 200. Victoria la sigue y Nueva Gales del Sud la tercera. Tierras Públicas y Ferro 'Carriles— Easia Enero V de 1882, se habian vendido 6.534,959 acres de tierras pú- blicas, realizando al contado Ib. est. 5.991,229 y el resto á plazos, no pudiendo por la ley venderse el acre por menos de 1 lib. est. En los dos años anteriores en que esta ley no existia se habian vendido ó concesionado unos 80 millones de acres por año, variando su precio desde 12 chelines en Queensland, hasta mas de 20 Hbras est. en Nueva Zelanda. El precio medio de venta ha sido de 1 1(2 hb. est. por acre, quedando aun sin enagenar 1,900 millones de acres. Por lo que es á los ferro- carriles, estos hoy atraviesan todas las costas y tienden á penetrar en el interior; siendo Australia Occidental la mas atrasada en esta clase de trabajos, si bien en la actualidad ha comenzado ya á activarlos. En consecuencia el 1 ^ de Enero de 1882 se hallaban ya terminadas y en esplotacion 5,471 millas de ferro.carriles (cerca de 2000 leguas); hallán- dose en via de construcción unas 1,500 millas mas, sin contar el mileage de las lineas de tramways, habiéndolos superiores á vapor, casi como ferro -carriles. A fines de 1882 y principios de 1883 se hallaban ya termina- das y en esplotacion 6,800 millas de ferro-carril, con 2,000 mas en via de construcccion. Por lo demás, los ferro-carriles se hallan en constante progreso en las Colonias de South Australia, Victoria, ~ 337 — Nueva Gales del Sud, Queensland y Nueva Zelanda. Hace algún tiempo que dos líneas centrales, desde Melbourne y Sydney, cruzando las líneas fronterizas de sus respectivos gobiernos, se han unido poniendo en comunicación ambas metrópolis. Por otro lado los ferro- en rriles de Queensland, ha- biendo llegado á la frontera de Nueva Gales del Sud, los de esta marcharon rápidamente á unirse, lo que han conseguido á mediados del corriente año (1883). Sydney y Brisbane, las dos capitales del Este, se hallan en conse- cuencia ligadas con trenes cotidianos, habiendo empal- mado sus líneas férreas. Ademas tres líneas principales parten hoy de las riberas del Queensland y se estienden muchas millas hacia el interior, esto es, hacia el Oeste. Ya hemos visto que los ferro-carriles de Nueva Zelanda ligan las capitales de sus diversos distritos Provinciales. Sabemos ademas que dentro de 7 li2 años, el ferro- carril cruzará de hecho toda Australia continental desde su estremidad meridional, hasta el estremo de la costa Norte. Las propuestas de un poderoso sindicato inglés para llevar esta empresa adelante han sido aceptadas y formada la contrata entre el gobierno y la compañia; habiéndose hecho ya el reconocimiento y trazado de la línea. La línea propuesta y aceptada, tiene su punto de partida de Roma, el presente termimis del ferro-carcil del Oeste de Queensland, debiendo estenderse hasta Point Parker sobre el golfo de Carpentaria, via Blackall, Aiamac, Mutaburra y Cloncurry. A mas de este ferro- carril continental de la costa Este hay un segundo en via de realización, de Fariña sobre el Lago Eyre, hasta l'almerston en la bahia de Port Darwin y el cual — 338 — pondrá en comunicación Adelaida, capital de South Australia, con el Golfo de Carpentaria. También hay un proyecto para ligar á Adelaida con los ferro carriles actualmente existentes sobre las costas de Queensland. Una compañía de capitalistas de Victoria debe también ejecutar otra linea hasta South Queensland en los mismos términos. Estas líneas tendrán su centro de unión en Roma; debiendo la de Adelaida pasar en su tránsito por Cunnamulla y Thorgomusdah, donde harán su empalme con la de Qeensland. Telégrafos^ Correos y Bancos. El número de millas de Telégrafo eléctrico en 1882 era de 59,119 millas; de las que 29,428 eran telégrafos terrestres y el resto sub- marino. Todas las colonias del continente, inclusa Aus- tralia Occidental se hallan ligadas unas con otras por la línea telegráfica entera via Evclcr, Tasmania por su cable sumergido desde 1869, y Nueva Zelanda por otro cable submarino establecido en 1876. Hoy se hallan establecidas comunicaciones telegráficas diarias con la metrópoli no por uno sino por dos cables telegráficos. Oficinas de Correos y oficinas para remesas de dinero se encuentran hoy en estas regiones aun en los parages mas insignificantes, esto es, por todo. El cuño de Australia es el mismo que el de Inglaterra. El alquiler de las casas es mayor generalmente que en este último pais; pero la carne, el pan y los artículos de almacén son mas ba- ratos; mientras la ropa y otros artículos de consumo no son mascaros que en Europa. Por otra parte, los salarios son mas elevados que en Europa pero inferiores á los de Buenos Aires; existiendo una constante demanda de trabajadores y obreros buenos, con especial de la clase — 339 — agrícola, como también de mugeres adecuadas para el servicio doméstico. Existen ademas en toda Australia y Nueva Zelanda 25 corporaciones Bancadas y principales, que tienen sus establecimientos madres en las capitales de las respectivas colonias, escepto 5 que son corpo- raciones Británicas y las cuales tienen agencias en todas las ciudades y centros de colonización. En 1881 el capital efectivo de estos Bancos se elevaba á libras eiterlinas 81 millones 440,909 (unos 407 millones de dures), con garantías por valor de libras esterlinas 66 millones, y en depósito otro tanto, ganando interés unos dos tercios de dicha suma. En un capítulo especial, más adelante, se darán las cifras más recientes. El encage met¿^lico de los Bancos llegaba en esa fecha á 12 li2 millones de libras esterlinas (mas de 62 millones de duros), además de libras esterlinas 12 millones en pro- piedades hipotecarias, con una circulación de 25 millones de libras esterlinas en billetes, lo que es mucho, si se coi:sidera que en estos países casi todas las transacciones se hacen á metálico. En conexión con las Post^Ofices ú Oficinas de Correos, ó bajo los auspicios de otros Gobiernos, se encuentran Bancos ó Cajas de Ahorros en casi todas las ciudades de Australia, donde pueden depo- sitarse con seguridad sumas de dinero de un chelín para arriba, fáciles de retirar á cortos plazos y ganando un interés de un 4 por 100. Prenm, Bibliotecas, lieligíon, etc. — Hay en las Colonias Australianas como 550 entre diarios y periódicos, fuera de las revistas y otras pequeñas publicaciones. Este cuarto poder del Estado, como lo llaman en los países felices, donde se usa de él con ilustración, moderación — 340 — y tino, se halla en las Colonias Australianas digna y com- petentemente desempeñado. Hé aquí los títulos de los principales diarios y publicaciones periódicas, muchos de ellos, si no todos, notables por su redacción, abun- dancia, variedad y fidelidad de datos, y también por su impresión y sus grabados, que pueden rivalizar con los mejores de Europa, como se puede ver por el Sydneys, Mail, conocido en Buenos Aires. Los principales mas conocidos y populares de estos órganos son el Sid7ieys Morning Herald; el Melboiime Argvs ; el Sonth Anstralian Begister, el Hobat^d Mercur?/, el Brishane Courier, el New Z el and Herald y el O fago Daily Times. Entre los periódicos semanales, todos ellos en estremo copiosos y adornados generalmente de exce- lentes grabados, se distinguen el Aiistralasian, el Leader, el Sydnetjs 3Iail, el Towíi and Gowítry Journal^ el Adelaide Observer y otros, algunos de ellos célebres en todas par- tes. El primero nombrado puede decirle que no tiene rival en todo el Reino Unido como periódico de familia, agrícola, literario y en esa especialidad de la prensa inglesa, el Sporting. Hay otros como el Queenúander que salen encuadernados con lujo y con grabados de colores. Hay también publicaciones especialmente Ilustrados como en Europa, tales son el Anstralasian Sketcher, el Ilus- ti'ated Sid?iegs Neios^ el Frearsons Weeklg y otros! Por lo que es á Bibliotecas las hay numerosas en Sid- ney, Melbourne, Adelaida, Brisbane y demás; y en donde se puede leer á toda hora del dia cualquier obra de un catálogo sin etiquetas ni recomendaciones de ningún gé- nero, como en otros países. Esto ha contribuido mucho á la ilustración 2reneral. La Institncion de Mclbomne — 341 — es Sübre todo magnifico en este sentido. En casi todas las ciudades y aun aldeas de Australia y Nueva Zelanda existen librerías públicas de consideración lo naismo que Institutos Mecánicos y Escuelas de Artes y Oficios, donde la juventud aprende á trabajar y á ganar su vida honradamente. Por lo que es á religión, en los Estados de Australia no hay iglesia privilegiada del Estado, como en los paises católicos ó la Inglaterra que los heredó de ellos. Sin em- bargo, entre las sectas protestantes, los episcopales^ esto es, los pertenecientes á la iglesia Anglicana, se hallan en mayoría por su número. Australia y Nueva Zelanda se hallan divididas en 18 diócesis, que son las de Perth, Adelaida, Tasmania, Melbourne, Ballarat, Sidney, Goul- burn, Bathurst, Grafton, Armidale, Ne^vcastle, New South Walles, Brisbane, Northern Queensland, Auckland, Christchurch, Dunedin, Nelson, Waigne, Wellington. Después de los Protestantes, vienen los católicos ir- landeses agrupados en dos arzobispados, uno en Sydney y otro en Melbourne, siendo primado el primero; hay ademas 15 obispados con los siguientes nombres de diócesis: Adelaida, Armidale, Auckland, Ballarat, Ba- thurst, Brisbane, Dunedin, Goulburn, Hobart, Maryland, Perth, Port Victoria, Sandhurst y Welhngton. Después de los Episcopales son los Presbiterianos los mas nume- rosos ; á los que siguen los Metodistas Wcsleyos. Hay también otras denominaciones, como ser los Congrega- cionalistas, los Luteranos y Protestantes Germánicos, Baptistas, Judíos, Metodistas primitivos, Cristianos Bíbli- cos, Iglesia de Cristo, Unitarios y presbiterianos libres. Hay además diversas corporaciones menores de secta- — 342 — ños y un gran número de Mahometanos, Confíioianos y Paganos. La proporción de los edificios consagrados al culto en las poblaciones, teniendo en vista lo reciente de estos establecimientos y su desparpaj amiento, es con- siderable, pero no generalmente conducidos bajo los principios del mayor gusto. El gótico, que es un estilo bárbaro de arquitectura, solo tolerable en las obras maestras del género, no por el buen gusto, sino por las dificultades vencidas, predomina en las estructuras reli- giosas de todos los paises Anglo-Sajones. Prevalece también en estos edificios públicos, y que casi invisten ó debieran investir un carácter monumental ese mismo defecto que hemos señalado en las habi- taciones particulares, á saber : las puertas y ventanas exiguas y estrechas, cualquiera que sea la magnitud del edificio; y además herméticamente cerradas con cristales de colores, que casi podrian decirse impermeables al aire y á la luz; disposición propia solo de los paises íríjidos, y no del ardiente clima de Australia. Asi juzga- mos esos centros de reunión insalubre en grado super- lativo y foco de todo género de dolencias y males atacantes ó debilitantes del organismo hu- mano. ¿No habria derecho para inculpar de imprevisores los Gobiernos que no hacen estudiar prácticamente las con - diciones propias de la arquitectura de cada pais y clima, independientemente de las reglas y leyes del buen gusto y del arte? En nuestro hemisferio^ la atmósfera es mas húmeda que en el hemisferio Septentrional y se cor- rompe mas fácilmente en los grandes centros de reunión confinados, sobre todo en la estación calurosa. Conven- -- 313 — dria la rlifusion de estas ideas sanas y prácticas de lii giene Austral. La práctica de las escuelas dominicales ha formado gran arraigo en estas colonias, en que los Domingos se observan con una estrictez que asombra y entristece á un tiempo. El Domingo en las naciones Cristianas y sobre todo en las Protestantes, es un dia muerto y ra- yado de la existencia. Los ingleses no viven en ese día ; ellos mueren en esas 24 horas para todo goce ó trabajo. El no puede trabajar en ese dia, pero tampoco puede pasear ni divertirse después de cumplidos sus deberes religiosos. De él se puede decir que muere en el sép- timo dia, para resucitar en el lunes. Qué hacen en ese día? Duermen leyendo la Biblia releída ó sucumben abrumados por un fastidio mortal. Hé ahí esplicada la causa y origen del sj:leen, esa enfermedad inglesa por exelencia. Durante esas 24 mortales horas, todo queda paralizado, movimiento, talleres, teatros, clubs, salones y hasta los ferro-carriles se detienen y cierran. A qué principios responde? Se ofende Dios del trabajo ó de los placeres honestos de los mortales? Es la haraga- nería el único medio de tributarle homenage? Es la religión irreconciliable con los deberes ó con las re- creaciones honestas de los mortales? Es ortodoxo este modo de entender á Dios y su culto? ó es puro mogi- gatismo, error y superstición? Ni la moral, ni el bien público ganan evidentemente con este sistema. ¿Y quién puede asegurar que Dios gana alli donde ni la moral ni el bien aprovechan? Asi, estas escuelas abier- tas en ese dia muerto en el mundo de Australia, son aprovechadas para la instrucción de las clases ocupadas — 344 ^- y de la juventud laboriosa. Es de esperarse que el fa natismo farisaico las respete y no las cierre jamás. En lo que indudablemente estas colonias han hecho grandes progresos, es en la educación, comprendiendo tanto Gobiernos como particulares toda la ostensión de sus deberes y responsabilidades al respecto. Las escue- las, la enseñanza verdadera y no de aparato, con la ciencia seria y el verdadero arte de trabajar, que se enseña en los Institutos Mecánicos y en las Escuelas de Artes y Oficios, se hallan por todo diseminadas y difun- didas en los Estados Australianos, comprendiendo que los Estados valen lo que sus ciudadanos valen, y aspi- rando ellos por su parte á valer mucho en el presente y porvenir. Los principios que en Australia sirven de base para la difusión profusa de la enseñanza pública son los siguientes. La educación es secular y compulsoria. En todas las colonias hay un departamento especial, dirigido por ingenieros y profesores del Gobierno, donde se enseñan las ciencias, las artes, las industrias, los rae- nudos oficios, aun los caseros; pero sobre todo la mecáni- ca y el arte, ó mejor, ciencia práctica preciosa, de la maquinaria y su aplicación para los resultados útiles del trabajo y de las empresas del hombre. Todo esto, en los paises anglo-sajones, entra en la educación prima- ria de las masas. La educación secundaria ó superior es difundida por numerosos Colegios ó «Altas Escuelcis Gramaticales», como son llamados los establecimientos de enseñanza profesional ó científica. Muchos de estos establecimientos han sido creados, ó se hallan subven clonados por el Estado; mientras otros, como sucede con los grandes colegios de Melbourne, son sostenidos por — 345 — eaipresas denominadas nacionales. La educación supe- rior es también suministrada por las universidades, de que hoy se cuentan siete, á saber; las .universidades de Sydney, de Me.lbourne, de Adelaida, de Nueva Zelanda, de Ottawo, de Brisbane y de Perth, estas últimas recien establecidas el corriente año de 1883. Todas estas fa- cultadas para conceder grados, que en el Imperio Bri- tánico tienen igual valor á los acordados por las más célebres Universidades Inglesas Metropolitanas. Cada una de estas Universidades puede, además, enviar cierto número de cadetes premiados con las becas correspon- dientes, al Real Colegio Militar de Saadhurst. Las autoridades del Almirantazgo pueden también acordar cierto número de becas para las Escuelas y Colegios ' Navales del Estado, mediante la autorización del Minis- tro de Estado de las Colonias. Se ha consagrado tam- bién una gran atención y esmero á la educación técnica y agrícola. Los elementos de las industrias agrícolas, se enseñan en las Escuelas primarias de la campaña. En conexión con la Biblioteca Pública de Melbourne, se ha establecido una Escuela de Tecnología, y hay un Colegio Técnico en conexión con la Escuela de Artes de Sydney, donde á muy poca costa los obreros y sus hijos pueden asistir á las lecturas y cursos prácticos de los laboratorios físicos, químicos, metalúrgicos, mineros y de diversas otras materias prácticas, en conexión con las manufacturas, las industrias y la tecnología. Las ciencias y las iny stigaciones científlcas elevadas, no se hallan tampoco d¿;scuidadas en estas Colonias. En todas ellas se encuentran Sociedades organizadas, cuyo principal objeto es el cultivo y estímulo de los diversos — 346 — ramos del saber, y la difusión de los conocimientos cien- tíficos entre sus miembros. Estas corporaciones celebran mcetings para la lectura de sus correspondencias y cele- bración de conferencias, publicándose discursos, corres- pondencias, y todos sus procedimientos y transacciones. La mas antigua de estas es la Sociedad Real de Nueva Gales del Sud. La ciencia botánica tiene algunos de sus más hábiles y competentes representantes en Austra- lia, pudiendo citarse entre ellos á Von Mueller, de Mel- bourne: al doctor Schomberg, de Adelaida; á Carlos Moore, de Sydney, y á Mr. Baisley, de Brisbane. En todas las Capitales, y en la mayor parte de las grandes ciudades, Jardines Botánicos y Parques de un área considerable, son mantenidos á expensas del Estado ó de las Municipalidades. Hállanse dirigidos por directores de alta reputación. La ciencia astronómica no se halla tampoco descuidada, existiendo actualmente en las ciu- dades de Melbourne, Sidney y Adelaida, Observatorios bien equipados y mantenidos por los Gobiernos de las respectivas Colonias. Estos establecimientos no solo se hallan consagrados á observaciones astronómicas, sino que también, como el nuestro de Córdoba, han organi- zado observaciones meteorológicas y otras aliadas á las ciencias físicas, existiendo instituciones menores de esta misma clase en Nueva Zelanda y Queensland. Los Ob- servatorios de Melbourne y Sydney se hallan provistos de instrumentos astronómicos de primer orden, inclusos círculos de tránsito y telescopios poderosos, poseyendo Melbourne uno de los telescopios más gigantescos del mundo, llamado el Gran Reflector de Melbourne, con una abertura de 4 pies. — 347 — Las obsATvaciones meteorológicas son conducidas me- tódicamenie, y con una ostensión mas ó menos conside- rable, en todas las colonias inclusa Australia Occidental, Queensland y Tasmania, habiéndose establecido en Nueva Zelanda una red conveniente de estaciones de observa- ción—A fin de que aumentase el conocimiento de la meteorología Australiana y de impartir prontamente á los interesados las observaciones del tiempo á lo largo de las líneas del litoral y de los mares adyacentes, igualmente que en e' interior, háse establecido un sis- tema de cambios de telegramas metereológicos entre Sydney, Melbourne y Adelaida, el cual cuenta ya algu- nos años de operación, cuyos resultados son publicados diariamente en cada una de estas ciudades, pero bajo un sistema diverso en cada una, saber : por cartas ó mapas metereológicos en Sydney; por un Boletín mete- reológico en Melbourne y por una combinación de ambos sistemas en Adelaida. Últimamente, la Australia Occidental ha tomado también parte en estos trabajos, y hoy todos los dias ven la luz pública por la prensa observaciones que se estienden en el litoral desde King George's Sound, en la dirección del Este, hasta.ei cabo Howe; y desde allí al Norte hasta el Cabo Moretón. Las defensas navales y militares de estas colonias no se hallan solo á cargo del Gobierno imperial; todo bajo la dirección y con la aprobación de las autoridades im- periales de la Metrópoli. El sistema de las defensas coloniales hoy establecidas, debido al general .Jervois y al coronel Scratchley, abarca un círculo completo de medidas y fortificaciones defensivas en todo el sistenv^' de costas y puertos de la Australasia. » — 348 — Las defensas navales y militares de estas colonias no se hallan solo á cargo del Gobierno Imperial; pero todo bajo la dirección y con la aprobación de las au- toridades Imperiales déla metrópoli. El sistema de las defensas coloniales hoy establecido, debido al General Jervois y al coronel Scratcheley, abarca un círculo general y completo de medidas y fortificaciones defensi- vas en todo el sistema de costas y puertos de Australasia- Estas fortificaciones han sido dispuestas con arreglo á los sistemas mas avanzados del arte militar moderno; y las baterías que defienden á Port Jackson en Sidney, por ejemplo, son formidables y bien dispuestas. No hacemos sino indicar en que consiste el fondo de este sistema. Habiendo salido un dia acompañados de un vecino de WooUoomoolo, éste se nos ofreció á mostrar la mas importante de las fortificaciones del Puerto. Des- pués de dar un paseo á lo largo de las magníficas riberas de la Bahia, al llegar á uno de sus cabos mas culmi- nantes, él nos dijo: ^ xMirad!" En efecto, mirábamos en la dirección señalada, pero nada descubríamos; al fin nuestras miradas se fijaron en cierta depresión bastio- nada de un relieve perceptible solo por la gradiente del talus, poco notable aun para nosotros que mirábamos de arriba abaje. Esas fortificaciones, ó mejor, baterías, no deben ser perceptibles del mar, y esto es justamente lo que las hace mas formidables. Las grandiosas fortifica- ciones de Malta, parecen montañas d3 piedras levantadas por los cyclopes y se imponen por su culminantez ame- nazante. Pero todo eso lo derrriba el Krupp en unas cuantas horas de cañoneo. Es sabido que no hay muro que pueda resistir á los proyectiles modernos cónicos — 349 — forzados de gran caUbre; ¿cómo hacer entonces? Lo mas sencillo: interponer como frente de defensa, la superficie misma del suelo del agua. Eso no es derribable y allí se estrella el arte maravilloso de Krupp. Las fortificaciones, pues, no son en alto, sino en bajo relieve. Son grandes fosas y escavaciones dispuestas con arte en líneas bastionadas, en situaciones estratégi- cas, con sus respectivos thalus y caminos cubiertos. Hombres, artillería, municiones, todo maniobra dentro de esos fosos, que pueden ser casamatados á prueba de bomba, si se quiere, y las bocas de los cañones escupen á flor de tierra ó á flor de agua, en este caso, sus pro- yectiles mortíferos en las direcciones adecuadas, sobre cuanto se presenta en la superficie de la tierra ó del mar. Si estas baterías se hallan convenientemente dispuestas, de conformidad con las leyes del arte, tenéis íortiíi- caciones tan intomables como las de Gibraltar ó Sebas- topol. Hé ahí todo; comprendido ó nó, no entraremos en más esplicaciones. Pero la mejor base de todo este sistema de detensas coloniales, son los Lamlwards, esto es, la milicia del país, enseñada al manejo de las armas modernas y disciplina- da como las mejores fuerzas de línea, los cuales se hallan en gran número en todas las Colonias, y se ha- llan bajo la dirección de jefes competentes. Cada Estado tiene su marina propia. Así, el de Victoria cuenta un navio de línea, un acorazado y un sloop ó corbeta de guerra. Suponiendo que las siete Colonias tengan igual número, tenemos 7 navios de línea, 7 acorazados y 7 slnops ó corbetas de guerra, como defensa de las Colo- nias de Australasia en tiempo de paz. Es evidente qi.e en — 350 — tiempo de guerra pueden triplicarla ó cuadruplicarla. y formar así una formidable escuadra, fuera de las po- derosas fuerzas de mar y tierra de que puede disponer la Metrópoli, la cual conserva siempre una estación naval permanente en esas aguas. Pasando ahora alas rentas, importaciones y exporta- ciones, la renta general de estas colonias se elevó en 1881 á lib. est. 20.613,672 (mas de 103 millones de duros. Esa renta se ha presupuestado este año, reuniendo las entradas de todas las Colonias, en 23.000,000 lib. est. (115miIlones de duros), renta que seria sobrepujada, pues siempre resultan sobrantes. Esta renta es muy su- perior en su totalidad á la del Imperio del Brasil, cuyas entradas no alcanzan á 100 millones de patacones, á pesar de tener un suelo mas estenso, mas feraz y bien regado y de tener una población cuatro veces mayor. La diferen- cia está solo ¿ en la raza ó en las instituciones ? Y entre tanto, la colonización de Australia aun no tiene un siglo de data, y el Brasil, como nosotros, tiene cuatro siglos de colonización ! ¿ No es asombroso el poder pro- gi'esista de la raza Anglo-sajona ? Es que su religión no los condena á la haraganería y á la ignorancia, esto es, á la impotencia y á la barbarie. De las rentas indicadas, un tercio proviene de im- puestos, derechos fiscales,sellos é impuesto directo. El resto de entradas de Aduana y enagenaciones de tierras. Los gastos en el mismo año de 1881, se elevaron á 19.152,957 lib. est. Los presupuestos que anteriormente se cerraban con déficit en su conjunto, hoy se cierran con sobrantes. ¿ Pero qué puede significar un déficit para estos paises llenos de vida y de porvenir ? Era una — 351 — bicoca, y el equilibrio no tardó en establecerse con sobrante. Para llegar á este resultado, es verdad han tenido que apelar al crédito, en lo que han hecho bien: esto es, hacen bien ellos, de tomar prestado á sus compatriotas de Inglaterra, que son sus padres ó parientes consan- guíneos; los cuales les han prestado, es verdad pero tomando por garantia sus bienes públicos. En suma, las cargas públicas equivalen en total á un impuesto de poco mas de 13 duros por cabeza; mientras la renta sube hoy á mas de 38 duros por cabeza. La cosa es, pues, holgada; mas de un 200 o/o de utilidad. El gasto llega, es verdad á cerca de 38 duros por cabeza, pero una parte de él se coloca en empresas reproductivas, como ferro -carriles, telégrafos aguas corrientes, cami- nos, puentes, etc., y el resto queda en el país mismo, pues ellos no viven como nosotros, en su total, de pro- ductos estrangeros. El monto total de la deuda pública de estas colonias en 1881, era de lib. est. 95,965,582, lo que constituía entonces una deuda por cabeza de población, de libras est. 34 mas o menos (unos 170 duros). Hoy esta deuda con los nuevos empréstitos realizados, ó por realizarse; pasa de lib. est. 100.000,000 (500 millones de duros); pues los Australianos han tomado de lo lindo en la plaza de Londres en estos años; hasta el grado que el Times y otras autoridades de la prensa de Londres, han co- menzado á murmurar de ello. En ese mismo año, las exportaciones se elevaron á 48,368,941 lib. est. (242 millones de duros); y las importaciones á 52.710,557 lib. est. corresponde pues, por cabeza, en importaciones — 352 — 95.cluros; y en exportación 87 duros. Pero ellos com- pran, venden y tienen crédito abierto con sus mismos compatriotas, con poca intervención de la producción estrangera. En el corriente año, 1883 las exportaciones pasan de lib. est. 50 millones y las importaciones de 6^^ millones libras esterlinas. Por lo demás, todas estas colonias tienen excelentes puertos con muelles y el embarque y desembarque de las mercaderias tiene lugar con un mínimo de costo. Lo mismo los transportes, hechos cómodos y baratos por la abundancia y baratura de los ferro-carriles, todos del Estado, y que no se hallan influenciados por los intereses de compañías particulares, imperiosas, egoistas y torpes, aun para sus propios intereses. Hay también buenos caminos y algunas vias navegables. Al tratar de cada colonia en particular, daremos datos estadísticos detallados respecto á cada una de ellas. En Australia, cuya tierra tocamos al abrirse el año de 1883, el año que finaba 1882, habia sido marcado por la continuación del curso de prosperidad material que esas colonias hablan disfrutado en toda la serie de años desde su fundación, con cortas escepciones. Esto no quiere decir que haya estado exento de desgracias y contrastes, inseparables del orden actual de la humani- dad. En 1881 las colonias australianas habian tenido la viruela que predominó durante ocho largos meses, oca- sionando muchas pérdidas de vidas y muchas alarmas y sufrimientos; además de la amenaza de hacerse endé- mica. Pero merced á las medidas tomadas por unos gobiernos tan hábiles como filantrópicos, esa peste fué estirpada radicalmente del país, mediante la aplicación - 353 - vigorosa de la vacuna y otras medidas preventivas Ua sistema análogo habíase puesto eo planta en años ante- riores para la estirpacion en todo el país de la sarna de las ovejas,- mediante la aplicación de un específico obtenido con el tabaco, ¡a cal y el azufre. La primera parte de 1882 se mostró amenazadora de seca produciéndose mucha ansiedad, penuria y grandes pérdidas de ganado. En esa misma parte de dicho año, tuvo lugar la des- ruccion, por un incendio, del Palacio de la Exposición Universal de 1880. ubicado en el magnífico Jardin Botá- nico de Sydney; quedando reducido á cenizas, junto con el, el Museo Tecnológico, los Rejistros de la Oficina de 1 ierras y los planos de obras y trabajos públicos allí contenidos: pérdidas que, por su naturaleza y valor son mas de una importancia nacional que local. A esto' se agregaron algunos naufragios y pérdidas de buques ocurridos en las costas y puertos Australianos, y en el Mar Rojo, de la marina nacional y estranjera, en cone- xión con las Colonias Australianas. Por lo demás, si la seca retardó los progresos de las empresas pastoriles, el adelanto y la actividad se conser- varon en todas las otras industrias. La mayor estension del comercio se ha demostrado por un auniento en las importaciones y exportaciones, según queda indicado Los trabajos de minas han sido productivos, en lo que respecta al cobre y al estarlo, si bion los nuevos descu- brimientos auríferos no han p.'obado ser tan fructíferos La ramería de la hulla ha sufrido, por disensiones entre los mineros; pero esto se halla compensado con la espío- — 354 — tacion de una rica mina de este mineral en Berrima, con acceso al mar y á los ierro-carriles. Los progresos de la agricultura, si bien moderados, han Sido constantes. Las cosechas de trigo y cereales en el Sud, y de azúcar y frutas tropicales en el Norte, si bien correspon- dientes á los comienzos de 1883, época de nuestra visita, han sido espléndidos y abundantes sin prece dente. Aunque las estaciones han sido favorables para los agricultores, la ley de tierras última, de que habla- remos más adelante, los ha inquietado, haciendo aban donar chacras productivas en busca de nuevos campos subsirvientes á la especulación y al agio. La renta pública ha continuado en aumento, mostran- do un exceso de más de cuatro millones de libras ester- linas para todas las Colonias; incremento que proviene, no solo de un aumento en las ventas de tierras, sino tam- bién de un aumento en la población, consumos y produc- ción, y también de un incremento en el tráfico de ferro- carriles. El crédito de las Colonias se mantiene boyante, como lo ha probado el éxito de los empréstitos de Nueva Zelanda, Queensland, y 2 millones de Ubras esterlinas tomados por Nueva Gales del Sud, que colocó sus bonos del 4 por 100, á más de un 2 por 100 de premio sobre la par. Victoria, es verdad, fracasó en su empréstito de 4 millones de libras, pero él es el resultado de circuns- tancias pasajeras, como ser la mala dirección de los negocios de esa Colonia, remediado ya con un acertado cambio ministerial. El aumento de tráfico en las vias férreas, se debe en — 355 — parte á la estension de las líneas hasta distritos remotos y productivos. En este año se han inaugurado numerosas vias férreas en Nueva Zelanda, Queensland, Australia Sud, Australia Oeste y Nueva Gales del Sud. La prolongación de tantos ferro-carriles, la construc- ción de puentes y caminos, los progresos hechos en los trabajos de drenage y en obras de provisión de agua, lo mismo que la erección de numerosos edificios públicos, no solo dieron ocupación á todos los brazos, sino que hasta faltaron para su complexión ; pues al mismo tiempo que el Estado erigía sus magníficas construc- ciones, los particulares por su parte acometían nuevas edificaciones, renovando con esplendor la faz de las antiguas ciudades coloniales. Ha habido, pues, que sus- pender muchas obras tanto públicas como particulares por la falta de brazos; resultando á veces huelgas ten- dentes a la elevación de los salarios, como la de las costureras en Melbourne. Nótase en todos los países anglo-sajones, un gran movimiento de Temperancia que se hallaba en su auge á nuestra llegada. El gobierno ademas va comprendiendo que la ociosidad forzada de los domingos y los días festi- vos es solo un incentivo para el vicio; y han consentido en la abertura de las Bibliotecas, Museos y Galerías de artes durante los Domingos. Los resultados han sido exelentes, pues los artesanos dependientes, en vez de encerrarse á beber gin^ han pasado largas horas en el útil recreo de esos establecimientos públicos. Los pro- gresos de la instrucción pública han sido notables al mismo tiempo. Los cursos de las Universidades han sido 356 ensanchados en la dirección de las ciencias y de los idiomas modernos; habiendo la abertura de nuevos Hos- pitales médicos preparado el camino para el perfeccio- namiento de las escuelas de medicina en las diferentes colonias. Háse admitido á las señoras en los cursos y lecturas publicas, lo que aun no estaba consentido por la ley. En el mismo año terminaron los auxilios acor- dados por el Estado á las escuelas denominadas nacio- nales; en adelante cada secta tendrá que proveer á la enseñanza de sus respectivas congregaciones, pues la ley prohibe la enseñanza de una religión determmada en las escuelas del Estado. Aun las escuelas de la iglesia anglicana serán en adelante costeadas por sus respec- tivas parroquias. En el mundo de la política, mientras la calma v la labor constante han prevalecido en algunas colonias antes en constante agitación partidista, en las dos grandes colonias de Nueva Gales del Sud y Victoria, se han sentido agitaciones equivalentes á sacudimientos. En la primera, al iniciarse el año 1883, se ha visto el desvanecimiento de una famosa teoria j la caida de un fuerte gobierno de coalición. La reunión del Parlamento habia sido diferida hasta Octubre, por hallarse el pri- mer ministro, visitando los Estados Unidos y Europa, con el protesto de restablecer la salud. Cuando el Parlamento se reunió, se vio que la gran medida de la sesión iba á ser el Land Bill ó ley de Tierras, creyendo el Ministro Robertson que la pre- sentó ser llegado el momento opo»tuno de refundir todas las leyes anteriores respecto á la enagenacion de la - 357 Tierra Piíblica en una sola, estableciendo un sistenia definitivo sobre el particular. La ley fué desechada por la Cámara sin trepidar. El Gobierno, por via de repri- menda, la disolvió! El resultado de las nuevas elecciones probó que el país era de la opinión de la Cámara. La teoría de la nueva ley de Tierras se desvaneció pues, como un globo de jabón: el país no la apoyaba. El Minis terio presentó su renuncia en masa, terminando asila influencia de los SS. Parker y Robertson que se hablan estado trasmitiendo el poder por muchos años. Sus sucesores han sido los SS. Stuaert, Hay, Cowper y otros que contaban mayoría en el nuevo Parla- mento. En Melbourne ha sucedido una cosa análoga. Allí dominaba también un Ministerio de coalición, encabe- zado por M. O'Loghleen, un irlandés. Este Ministerio confiaba con una mayoría en el Parlamento; pero esa mayoría no se mostraba suficientemente electa. El disolvió el parlamento, acusándolo de parlanchín, de intrigante y de no legislar convenientemente para el país. Pero el Gobierno se llevó un tremendo fiasco en las elecciones, mostrando que el país confiaba mas en el Parlamento que en el Gobierno. El imprudente Go- bierno, provocador de aquel conflicto, cayó pues en medio de la rechifla general. Los Ministros que han sucedido á estos personajes autoritarios son liberales, y con la voluntad y la capacidad necesaria para hacer la prosperidad del país. Terminaremos diciendo que entre los muchos progre- sos realizados en Australia, se cuenta la Puicultura^ _ 358 — habiendo algunas Sociedades y el Gobierno tomado á su cargo el poblar los rios y estuarias del pais con las me- jores especies de pescados exóticos, como ser el salmón, el abadejo, la trucha, la carpa, la percha, etc. Junto con nosotros llegó á Sydney una remesa de la Comisión Pisícola de los Estados Unidos consistente en dos cajas conteniendo 40,000 ovas fecundadas de salmón. Estas han sido depositadas con éxito en las cajas de incubación en Bo'wen Felds. r^r^m^f^ Universlty of California SOUTHERN REGIONAL LIBRARY FACILITY 405 Hilgard Avenue, Los Angeles, CA 90024-1388 Return this material to the library from which it was borrowed. 1 ^ 1 ^^^ P m ^ M ^ m % yii-.str.íij :ti;:! rjiiiv .;:tsi:: íüiHRlíííííííiHSIiííiiHtn