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EL CAS CU»
Editor propietario; FRANCISCO FERRÉS
Redacción y Administracioii AISINA 489 faltos'
HORAS DE OFICINA DE 2 A 5 P. M.
Precio en la ciudad. . $ 0.45 el número
fuera de la ciudad. . " 0.20 id
Fotograbados de CoU
.2
EL CASCABEL
A LA PRENSA
Eramos pocos y. ahora sere-
mos más.
Al aparecer en la candente aj'ena,
<^ue dicen en sus programas la ma-
yor parte de los periodistas que to-
man á lo serio lo del apostolado,
creemos cumplir un deber de cortesía
saludando á todos los colegas, in-
cluso «El Grito de Guerra,» deseán-
doles tantos años de vida y tantos
lectores como deseamos para noso-
tros, que no son pocos por cierto.
CUATRO PALABRAS
Señores!
El Cas
CABEL, co-
mo pueden
Vdes. ver
por la mues-
tra, es un
periódico q'
tiene por ob-
jeto hacer
pasar un ra-
to agradable; distraer á los que lo
lean, y hacerles olvidar que hay cri-
sis y que la cosa pública huele mal,
ni más ni menos que la Boca, ó
los mercados de esta ciudad de Can-
delario y de Bollini.
El Cascabel no hará política.
Así es que los lectores pueden es-
tar seguros de no mantener con su
plata á un órgano d'e esos señores que
se empeñan en ser diputados, ó pre-
sidentes de la República, únicamente
teniendo en vista la felicidad del país,
y sacrificando al mismo la apacible
calma de sus hogares.
Dada la índole de El Cascabel
las columnas del mismo quedan
abiertas á todos los escritores. En
una palabra, admitimos la colabo*
ración de todo el que quiera favo-
recernos con trabajos en prosa ó
verso, cortos y amenos en lo posible.
Y ya hemos dicho bastante.
Ahora juzgue el público, que no-
sotros aguardamos el fallo.
ODOS se van, si he-
mos de creer lo qae
nos dicen los idiarii^
qne llevan la aaenta.
Ello es que dentro
de un meS) solo que-
daremos en Buenos Ai-
res los espíritus fuer-
tes que no tememos al sol ni á los acreedo-
res, y que no tomamos mas baños que itno
de sudor, durante el dia, y otro modesto, de
pila, en cualquier establecimiento hidroterá-
pico.
Envidiemos en silencio á los que vtó» i
Montevideo ó Mar del Plata á bañatáé,
mientras nosotros nos bañamos en nue^ttla
propia tinta, como un calamar cualquiera.
El mundo sabido es que siempre dá á
unos lo que á otros niega, y así vemos éü
esta época de calores á un sin fin de mucha-
chos dueños absolutos de unos zapatítos
amarillos, y de unos cinturones de seda -que
son la desesperación de ^s que nos vesti-
mos como si el calor no apretara, y que por
lo tanto no gastamos esas camisas de seda
con borlas propias de la estación.
Ello es que la teimperatura exije imperio-
samente que nos pongamos en remojo, co-
mo el bacalao, y hay que obedecer.
Las señoritas sienten latir con fuenrza sus
inocentes corazones al oir la palabra mág-ica
EL CASCABEL
¡baños! y suefian con los idilios acuáticos á
que dap lugar las playas.
tíl viaje, lá llegada al hotel, el paseo mati-
nal, el baño, los conciertos, bailes y excur-
siones á caballo, en coche ó á pié, conver-
sando con fulano, dejándose querer por zu-
tano ó haciendo sufrir á mengano.... Todos
son alicientes para no pensar en el calor.
Repito: envidiemos en silencio á los que
van á Montevideo y Mar del Plata, y dis-
frutan de la temperatura, de los baños y de
buenas vistas, porque sabido es que para
algunos jóvenes sensibles que se pasan ho-
ras contemplando el mar con gemelos de
teatro, ó de carreras, que son de mas al-
cance, tiene el líquido elemento muchos
atractivos: pero las bañistas, según se sabe»
son las que verdaderamente atraen las mi-
radas.
I Y no hay para
menos. Con pa-
recido espectá"
culo los baños de
mar son baños
de impresión.
El año 91
(Q. E. P. D.)se
ha marchado
dejándonos s i n
un medió.
Ha sido el año de las rifas, tómbolas y
suscripciones.
Los verbos pedir y cobrar han estado á
la orden, ó al desorden si VV. quieren.
QnéioXz. pechada,Yi\o's. miól y para colmo,
por si no habia bastóte aún, hemos tenido
que sufrir pacientemente, y sin abrir el pa-
raguas, el diluvio de felicitaciones con que
los peluqueros, los repartidores, carteros,
limpia botas, etc nos desean mi! felici-
dades y nos sacan de lo mas recóndito del
bolsillo los pocos centavos que nos dejaron
los pobres, los heridos y los perjudicados
por inundaciones y ciclones.
Ciudadadano conozco yo, que cada año
cambia de peluquero al llegar la época de
Navidad, Inocentes y fin de año.
Solo así se libra de leer, mientras le afeita
el oficial salonero, una felicitación concebida
(con pecado) en estos, ó parecidos térmi-
nos:
El peluquero
que os hermosea
salud os desea
y mucho dinero.
Para propinas se entiende.
Es mucha cosa eso de que á lo mejor,
uno esté leyendo una correspondencia
de las que á La Prensa manda la baronesa
Livet ó Arsenio Houssaye, y que cuando se
entera emocionado de que ahora se usan pie-
les en Paris, ó de que á Arseaio le ofreció (no
sabemos si se lo pagaría) un polvo, de rapé,
el emperador Napoleón tercero y último
irremisiblemente, llamen can timidez á la
puerta, y aparezca el cartero presentando
una poesia, propia de Bibolini ó Fragueiro,
ese brillante americano, pidiéndonos unos
tristes centavos!...
Tiempos vendrán en que el aguinaldo se-
j,á pedido trabuco en mano y en prosa llana,
ya que, según algunos, la forma poética es-
ta ya llamada á desaparecer como un Deo-
doro cualquiera.
Olvidemos las pechadas pasadas, y acordé-
monos de que el día de Reyes impone á los
niños, y á los amantes de la tradición, la
imposición, que dicen algunos, aunque pa-
rezca mentira, de los zapatos en el balcón ó
ventana.
Yo pongo los mas viejos que poseo, espe-
rando" que los magos mé favorezcan con
una lista incomensurable de suscritores.
Amen.
DESDE
Estaba el coche parado,
Yo me encontraba aburrido
Y ved aquí reunido
Todo lo que he observado.
Una niña de la tierra,
Un mocito que suspira,
Un perro que atento mira
Por ver si viene una perra
Llega la perra. Emoción
Se4ineá laniña él doncel
Parejas. ¡Lo que puede el
Instinto de imitación!
Dos tipos estrafalarios
Que á alguna fiesta concurren
M.itrimonios que se aburren
Como en días ordinarios.
Ahora pasa un caballero ^
Con el pelo muy crecido
Ese se encuentra aburrido
Del mundo ó del peluquero.
EL COdHE
V
Entre velos misteriosos
Pasa una dama tapada
Y la cual no enseña nada
Sino unos piea primorosos
¿PoT qué se tapará tanto
Y los pies enseñará?
Es que sabe que por la
Peana se adora al santo.
De un almacén titulado
«Las luces» sale un beodo
Título que explica todo
El hombre sale alumbrado.
«A los céfiros ligeros»
«Confecciones de señoras»
¿Señoras? ]Y hace dos horas
No entran mas que caballeros!
Sucede algo que me callo
Aunque no tiene disculpa
Problema, ¿Tendrá la culpa.
El cochero ó el caballo?
EL CASCABEL
EL ESPEJO
Emilia tenia la ^^^y
intuición de que
aquella noche iba
á ocurrir algo grande, algo inesperado. ¿Tal
vez Pedro me dirá algo? pensó. No, no
susurraron sus labios, desmintiendo á su
convencimiento, como si temiese soltar pa-
labras que luego habría de retirar.
La excitación la dominó durante toda la
velada; £1 salón ée^^iíSlaLba aquella noche
lleno de luces y ét ñot&itt con mas luz que
bellezas, y mas fei^le2!á»<^ue aromas; sin em-
bargo á Emilia le parecía que la música
era lenta y éi v^ls danza de ceremoniosa
etiqueta; esperaba, crfia que iba á llegar el
acontecimiento y sentía algo vago como flui-
do misteriosa que se acercaba.
Detrás de uno de los grandes espejos ro-
deados de macetas oyó la voz de Pedro.
— ¡Ahora! — le dijo un latido fuerte, un
vuelco de sangre inesperado.
Escuchó con atención.
— ¿Y te casarás con ella? — preguntó una
voz.
— No — contestó la de Pedro — Emilia no
me llena. Es tan fea. . .
jCómo palideció la mujer! Con un movi-
miento de muelle que se dilata, miróse en
un espejillo que llevaba incrustado en su
abanico, y murmuró inconsciente, como pre-
gunta, con tono de juez y de víctima:
— ¡Fea! ...
. n
No se casó Emilia. Aquella palabra que
la hizo palidecer tanto, fué esfumándose en
su cerebro. Sus sentimientos y su sensibili-
dad se fueron enmoheciendo. Fué una solte-
rofa?i'de|asínás ágj?ias,t(íe las mas impertí-'
nent^, de las más murmuradoras, de las
mas desapiadadas con las debilidades' que á
ella le habian sido vedadas. . .
Cayó enferma. La desilusión la hizo cer-
rar mas pronto los párpados. La intempe-
rancia dominó en su enfermedad. Sentía en
derredor suyo una atmósfera impregnada
con los deseos de todos:
— ¿No se morirá de una vez?
Y entonces halló un placer vengativo,
cruel, en mortificar con su vida, en moles-
tarles con sus displicencias de solterona
irritada.
Un dia en que el crepúsculo llenaba su
alcoba, la respiración de su pecho se con-
tuvo.
— ¿Ha muerto?— dijo una doncella.
—No, respira,— contestó otra camarera y
aproximando á los labios de Emilia, un es-
pejo, el espejillo aquel del abanico, esperó
para ver si lo empañaba el aliento.
Mustiamente abrió los ojos la paciente,
los paseó con desabrimiento por la cá-
mara y al fijarse en el cristal azogado, dio
un grito, un grito leve, sofocado:
— ¡Fea! — pronunciaron sus lábio&
Y el crepúsculo condensándose, tomó la
forma del salón aquel. Oyó Emilia la voz de
Pedro, sintió una rabia sorda, mordió la sá-
bana y arrojando lejos de sí, con un último
esfuerzo, el espejito, murió.
HISTORIA PARA MIS HIJOS
(cuando los tenga)
Casado Don Sixto
Con Doña Rup)erta
Estaba él muy triste
Y muy triste ella
Porque_no podían
M
EL CASCABEL
Tener descendencia.
Un dia á su esposa
Con cara risueña
Le dija Don Sixto:
^-TfitHlííwnos ¡eurekal
Pojár^ #rte un niño
,§iiin i^ño deseas
— ¡Ay/sif
—Y rubio y blanco
Si quieres
—¿De Meras?
— Sin dada. Hazme un croquis
Del nene qne anhelas
Y marcho y me vengo
Con él á la vuelta.
Se armó del diseño
Y en una carrera
Don Sixto avistóse
Con una cigüeña
Que tiene un vivero
Allá en las afueras
De niños y niñas
De castas diversas.
Le dio las medidas,
Los datos y señas
Y entonces el ave
Buscó con presteza
Un niño lo mismo
Que el que le pidieran ,
Tonaole en el pico
Y vuela que vuela
Llegóse á la casa
En donde la esperan,
Buscó el oriñcio j
Déla chimenea
Gritó: — ]ahí queda eso!
Y echó con prudencia
í'or el negro tubo
Su carga ligera.
Tal dia en la casa
De Doña Ruperta
La dueña oñciaba
Como cocinera
De la portadora
Oyó la advertencia
Y recibió al nene
Con tiento y cautela.
Y así realizada
Del todo la idea
Vivió el matrimonio
En dicha completa
A los que deseen
Tener descendencia
Podríamos darles
Si quieren las señas
Para que recurran
A aquella cigüeña
Que tiene un vivero
Allá en las afueras
De niños y niñas
De casta,! diversas
Luis Garda.
.-;1
:j
ALCOHOLISMO
-^.r^'-
Yo soy radical y me tomo una copa
de cAnis Alem.»
Es preciso acabar con los que beben
nuestra sangre... ¡Otra copa!
á
i
#
i
^1 actual gobierno tambalea....
Tambalea mucho
Cu;
o POLÍTICO
Y forzosamente caerá. De lo contrario.
El pueblo'eoberano....
\7 '^f"*'
Cuando pretenda levantarse
Se hallará encadenado y oprimido por el poder.
lO
EL CASCABEL
CALANDRIA Y MAZACOTE
RECUERDOS DE ENTRE-RIOS
A M. Leguisamon.
En un recodo de cierto arroyo cuyo nom-
bre ignoro — uno de tantos pintorescos como
hay en mi tierra, que se enroscan y se es-
tiran como inmensas víboras plateadas, para
llegar, saltando de cuchilla en cuchilla y de
ladera en ladera, bajó la arcada sombría dé
los montes seculares, donde se expanden y
se ensanchan como gozosos de haber esca-
pado al sol del llano, — en un paraje llama-
do El Faso del Molino, existia en 1875
una pobre pulpería, paradero obligado de to-
doslos que excursionaban del pueblo vecino.
Allí conocí yo, en ese entonces, al céle-
bre Calandria — Servando Cardoso — el últi-
mo gaucho peleador, que recorriera aquella
comarca inolvidable que baña el Uruguay.
Varios muchachos andariegos alcanza-
mos, cierto dia de paseo, á la lejana pulpe-
ría, y allí topamos con el que era terror de
policías y héroe famoso de cuánta aventura
novelesca forjara la mente popular, hecha
ya á considerarlo como expresión genuina
de todas las desventuras que afligían por
esa fecha á aquella tierra de Entre-Rios,
tan bella como injustamente desgraciada.
Estaba sentado en un banco de madera,
colocado no lejos de la puerta, hacia afuera
del mostrador de pino pintado de rojo os-
curo, sobre el que se destacaban, plomizas
y brillantes, las chapas de zinc claveteadas
de amarillo, que forraban la cara superior.
Tenia la cabeza negligentemente i;(^costa-
tada en la baranda de fierro — qu& gsfütjLina
hilera de pequeñas lanzas puntiagudas ppiúa
una valla entre el pulpero y los clientes, no
siempre gente de confianza, — las piernas
estiradas sobre el banco, un vaso dé caña
al alcance de la Jiotino, y, departia amigable-
mente con el o^gpcian^ íactramurano, que,
sentado en uoa silla del lado de adentro,
daba la espalda al anaquel cargado de bote-
llas y festoneado de cajas de sardinas y rosa-
rios de butifarras, qti^ C9rria á lo largo del
muro.
Mas que en conversar, par€€ráLn. acubados
en estudiar el volido de las moscas altr^e-
dor de la vidriera colocada en el otro ex-
tremo del mostrad©! y llena de masas y
confituras, — que rivalizaban no splo en co-
lores originales sino en estructura capricho-
sa,— ó en descifear el himno monótono
y adormecedor coa - que las , chicharras
ocultas entre el follaje celebraban las deli-
cias de la sombra, huyendo de los rayos
de sol, que al moverse las hojas con í^
brisa, saltaban de gajo en gajo, yendo á
quebrarse en chispas deslumbrantes sobre
sus cuerpos rechonchos, irisados y bruñidos.
Allá arriba, en el techo, chillaba angus-
tiada una mosca calavera, qu^ aprisionada
entre las telas de una araña cazadora, veia
llegar con pena el fin de sus correrías, co-
reando sus lamentos el zumbido entrecorta-
do de las avispas que tenían sus nidos de
barro adheridos Á la paja, allá en los cabe-
zales de las tijeras, y que entraban y salían
de la casa, como sí fueran sus dueñas.
Nuestra llegada turbó la paz y la quietud
en que se hallaban, despertándolos, casi de
golpe, de la especie de somnolencia en que
yacían.
« *
Era un gaucho de talla algo menos que
mediana, delgado, de color retrino, de pó-
mulos salientes y de cara angulosa, encua-
drada por una barba escasa, descolorida y
mal cuidada y por un sombrero chambergo
de felpa, grasicnto, de alas resquebrajeadas
y de copa en que el uso había tallado con
torpeza un cuasi-cono, de color indefinible,
— casi verde de puro viejo — aditamentado
con un barbijo lleno de borlas y caereles
EL CASCABEL
II
que, de usados, ya mostraban bajo las hila-
chas desflocadas, la madera negruzca que
lesservia de armazón.
Vestía una bombacha de brin que habia
sido plomizo, amplia y ajada; calzaba unas
botas de becerro ordinarias, que no cono-
cian el betún ni de nombre y sin mas lus-
tre que el que les sacara en el primer tercio
delantero del pié y hacia los costados, el roce
frecuente del estribo metálico, y, cubria su
busto — un tanto escueto y cargado de espal-
das, como de persona habituada á estar sen-
tada— con un poncho de lana imitando vi
cufia, listado de colores vivos y cuyos bor-
des se doblaban en un solo pliegue sobre los
hombros, dejando en libertad los brazos
delgados y sin vello— -cubiertos por una ca-
misa de liencillo de un blanco dudoso, cuyas
mangas se arrollaban como á la mitad del
ante brazo formando un buche — y hacia el
lado derecho, el mango negro con virolas
de plata, de un pequeño facón atravesado
á la cintura, del cual pendia — pasado por
la manija — un rebenque de cuero crudo
que le caia por atrás y bajo el poncho,
como una cola.
Emprendimos conversación sobre gene-
ralidades: el gaucho de rato en rato se aso-
maba á la puerta, miraba su caballo que es-
taba allí cerca con las riendas sobre la
cruz y sin mas recado que una jerga raya-
da de punzó, tendida sobre el lomo y que,
poco a poco, habíase corrido hacia las ancas
impulsada por sus movimientos al espantar
las ínoscas fastidiosas que venían á pararse
sobre su piel, ó los tábanos cabezones y si-
lenciosos, cuyo aguijón ávido de sangre ja-
más permanece ocioso: luego volvia á su
asiento y entre trago y trago, nos referia
sus correrlas recientes y sus esperanzas de
componerse con el gobierno.
De repente, en una de sus salidas, excla-
mó, mirando un tenue remolino que corría
allá, sobre la cresta de una cuchilla lejana —
fuera del monte que nos rodeaba, — y que
para otra persona menos perspicaz, no hu-
biera pasado de una nube de tierra impulsa-
da por el viento:
— Ahí viene Mazacote con dos soldaos!..
Ha é venir de Colon! Vía esconder el caba
lio pa no asustarlo!... Si me vé quizás le su-
ceda una desgracia y.... tenemos visitas!...
agregó sonriendo.
Nosotros también nos reimos: se trataba
de un mulato rubio, flacttchon, picado de
viruelas, feote, que era comisario y cuyas
ínfulas de bravucón y matasiete, eran el
hazmerreír de la comarca., que lo sabia un
infeliz, por mas que él, al caminar, hiciera
repiquetear con el talón, á cada paso y de
puro compadre, la charrasca que llevaba
prendida á la cintura y que mas le servia de
incomodidad durante sus grescas frecuentes
con ios alumnos del Colegio, que acostum-
braban llamarle por su apodo, cosa que lo
desesperaba.
Cierta vez, recuerdo, el actual juez de
comercio de la capital Dr. Luis A, Peyret,
que era entonces un moceton fornido y
musculoso, gritaba al lado suyo á voz en
cuello ¡Mazacote! ¡Mazacote! lo cual oíalo
distintamente el aludido, pero no atrevién-
dose sin embargo con el gritón, exclamaba
con tono confidencial dirigiéndose á aquel
que lo molestaba y para ver si obtenía su
silencio:
—Oiga á los colegiales!.. , Mire si son ca-
nallas!. .. gritan de lejos, porque me cono-
cen!... Ah!. . . sí yo agarro alguno, qué.
felpifldaH
»
Llevó el gaucho su caballo— demasiado
conocido detrás de un pequeño zarzal que in-
terceptaba la vista y luego que volvió, puso
el oído hacia el camino y dijo:
— Ya se oye el ruido de la chafalonía. . .
me vi á esconder!
Y desapareció detrás de la batiente de la
puerta, de una sola hoja, de ñandubay, ma-
ciza y de una pieza, hecha como para re-
sistir el empuje del anca de un caballo-
ganzúa que usaban los gauchos para fran-
quearse la entrada de los ranchos, cuando
era la violencia el único medio ^jue pudie-
ra asegurarles el logro de una empresa de
amores ó de pillaje.
No se habia acomodado aún en su escon-
dite, cuando ya Mazacote estaba gritando á
la puerta de la pulpería, adonde habia lie-
godo al galope^ seguido de sus soldados que,
con el kepí sobre los ojos y la caí ahina
asentada la culata sóbrela delantera del re-
I
12
EL CASCABEL
cado, tenían ma-; aire de bandoleros que de
guardianes del orden .
— A ver, pul^jerol ,..,¿Qué gente es esa
que está de ri mion? .... ¿Ya no le he dicho
que no me gi stan las riuniones?
—Son colf giales paseanderos, sefiorl . . .
— Ahí ab 1 . ; . ¿colegiales eh? . . . Vamos á
ver si aura gritan lo que gritan en el
pueblo...
Y habí ndo concluido la operación de
manear s i caballo, entró á la pulpería arras-
trando ' 1 sable sonador y con la mano co-
locada como al descuido, sobre la culata de
un trabuco naranjero que traia atravesado
hácir adelante bajo la faldilla de la amplia
blu; j. celeste con botones amarillos, que cu-
br' i su busto.
— Buenos dias, caballerosl
— Buenos dias, comisariol
— ¿Y?. . .¿qué se hace?
— Paseando con el día lindo, dijo alguno
á quien hacia menos cosquillas la risa que á
los demás nos ahogaba.
— ¿Pasiando, eh?. . . Está buenol. . . Va-
mos á ver .... ¿quién paga la copa?. ... no
han de andar pasiando sin plata! ....
Se sirvieron copas, se emprendió la con-
versación buscando nosotros pretexto para
reimos sin provocar desconfianza y derre-
pente uno dijo:
— Diga, comisario, ¿no lo ha visto á Ca-
landria por ahí?
—¿Quién?. . . .¿Yo?. ... Jal Ja! Jal. . Cree
que Calandria es sonso, para ponerse delan-
te mió? . . . Gaucho mas pillo!! . . . Cuando
él saie que yo ando puaquí, agarra pá aliá...
pala costa é Gualeguaychú . . . . Si es una
basura el t il Calandria Güeno pá asustar
viejas y gringos!
# *
La puer; a se abrió de golpe y Calandria
en un abrir y cerrar de ojos estuvo ante el
comisario, CjUe temblaba, haciendo repique"
"tear todas las qadenitas y argollas de su sa-
ble, y lo mil aba con tamaños ojos, pesta-
ñeando con una rapidez que, en otras cir-
cunstancias, hubiera sido cómica:
— ¿Qué dice, Don?. . . con que asusto vie-
jas, no?
. >
¿ • • • • •
— Güeno! . . . Chúpese esa caña que tiene
en el vaso, monte á caballo y, sin dar güelta
la cabeza, marche pal pueblo! . . . Vamos,
ligeritoH
El guapo hizo lo que le mandaban, montó
á caballo, volvió riendas y. . seguido de
sus soldados, se perdió allá en las sinuosida-
des del terreno siguiendo el ancho camino
polvoroso.
Fray Mocho.
En sus ojos enjutos, mortecinos
No hay vestigios de llanto
Y su semblante pálido y marchito
No contrae el horror. Pero sus labios
Secos, descoloridos;
Su cuerpo débil, flaco-,
Sus pasos vacilantes y tardíos.
Las frases emitidas con desgano
Y, su aire abatido.
Enseñan al espíritu más tardo,
Que en aquel edificio
Hizo llamear la adversidad sus rayos...
Le pregunté quien era, y distraído.
Sin detener sus pasos,
Encorvándose más, pasó y me dijo:
— ¡Yo soy el presidario!
M. Bahamonde.
EL CASCABEL
13
Los teatros, como los ne-
gocios sufren una crisis regu-
lar, si exceptuamos el teatro de la Comedia
que se parece al gobierno en eso de engor-
dar y cobrar á pesar de todas las crisis ha-
bidas y por haber.
Hay en Buenos Aires un núcleo de apre-
ciables artistas y reuniendo los mejores en
un teatro podría formarse indudablemente
una buena compañía.
Pero. . . maldito pero. Por ahora hemos
de conformarnos con ir al teatro tal, para
oir á la tiple X.
Vamos al teatro cual, para aplaudir al
actor N. y así sucesivamente vamos de un
lado para otro en pos de artistas determina-
dos, prescindiendo en absoluto de las demás
partes.
En números sucesivos nos ocuparemos
particularmente de cada teatro: en el pre-
sente no lo hacemos y si de teatros nos ocu-
pamos es únicamente para anunciar que Eí
Cascabel tendrá una sección destinada á to-
do lo que á arte y artistas se refiera.
Haremos constar que la Comedia se vé-
como siempre, favorecida por una numerosa
concurrencia que aplaude constantemente á
los artistas, especialmente á Gil que es, por
mas de un concepto, merecedor del favor
del público.
El Pasatiempo, es después de la Comedia,
el teatro mas concurrido, contribuyendo á
ello la frescura del local y los esfuerzos que
hace Orejón, por presentar obras modernas
como «El rey que rabió» y «La choza del
diablo».
Onrubia, Novedades, etc. tienen sus no-
ches y cuentan con buenos elementos, en
especial el primero.
Desde el próximo número daremos mas
detalles, analizando el trabajo de los artistas
y los esfuerzos de los empresarios, deseando
aplausos, que no siempre podremos otorgar,
á Jos primeros-, y dinero á todos.
^ Par'.quin.
De cuando en cuando, El Cascabel pu-
blicará piezas de música para piano.
Por ejemplo c lando se estrene una zar-
zuela, inmediatan ente ofreceremos á nues-
tros lectores el n imero de música que mas
llame la atencior . Al mismo tiempo, algu-
nos compositores .:onocidos han prometido
honrarnos mandan lonos composiciones iné-
ditas.
Todo lo que con unicamos á Vds. con el
mayor placer para -ue vean que no pode-
mos hacer, mas para retribuirles la protec-
ción que, naturalraen t, han de dispensarnos.
Leo y me ruborizo.
«Cocinera que entien la de cociqa, se pre-
cisa una con cama para dos personas.
El tal anuncio n e escama
¿Por qué pedir! vi e Dios!
Una sirvienta con .-.ama,
¡Y con cama para v'os. ... 1
El pastelero Malha ta
Siempre reniega y m Idice,
Y aun hay candido que dice
Que es hombre de bu. aa pasta.
Y añaden, que por su nal.
Sorprendió á su esposa infiel
Y se descubrió el pastel;
¿Hay cosa mas natural?
Ella, mujer de su casa.
Se afanaba á lo que infiero
Pues la encontró el pastelero
Con las manos en la masa.
14
BI. CASCABl^lL.
Pues señor, el dia primero de afio salie-
ron por esas calles de Dios, un buen grupo
de peones, armados de un balde lleno de
engrudo, un pincel y bastantes miles de
avisos que para anunciar la aparición de El
Cascabel haciamos pegar en las esquinas
y demás sitios de costumbre.
Los celosos vigilantes que no ven robar,
cuando un caco roba, vieron á los peones
ocupados en la faena de pegar carteles, y,
como el caso era grave, hicieron una arreada
para las distintas comisarias que existen en
la capital. Los peones juraron que en la
redacción vieron el permiso de la oficma
anunciadora municipal; dieron el nombre de
nuestro director, las señas, el domicilio. . . .
Y, nada: la policía, siempre recta, y rebo-
zando sentido común como de costum-
bre, impidió la fijación de carteles, tuvo pre-
sos á los peones y nos reventó á nosotros que
habíamos gastado un dineral en avisos.
)]Dios se lo tenga en cuenta....!!
AVISOS
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
REDACCIÓN Y ADMINISTRACCION
SUSCRICION
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Número corriente. . .
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Con su vis eóuiiea, Gil.
i8
EL CASCABEL
i Muchas gracias f
AS damos, y muy
repetidas, á todos
los diarios que
con tanta benevo
lencia y con tan
laudatorias frases
han anunciado la
aparición de El Cascabel.
Gracias colegas ^
¡Salud y mucha
circulación!
UNA de dos: ó fiebre amarilla ó fiebre po-
lítica. Son los temas que se. imponen
ahora, y no se puedehablar de otra cosa.
El caso es que estaraos preocupados con
esto déla futura presidencia, y las próximas
elecciones, y tenemos la obligación de exal-
tarnos y encontrar que fulano es malo como
candidato^ que zutano es peor y mengano es
el peor de los malos.
Nada; que hoy día hemos sentado pja^a de
Diógenes todos los vecinos de la capital, y
andamos, como el sabio
'filósofo, buscando nuestro
hombre.
Es decir, un hombre.
Y cuidado que la tarea
es enojosa.
¡Ya lo creo que lo es!
Los corredores de can-
didatos, (que eso vienen
á ser los agentes elec-
torales) no tienen un mo-
mento libre. Todo lo
absorbe la política, y úella
sacrifican el reposo, la alimentación y hasta
los paseos, en compañía de la familia, la se-
ñora y la niña, que á veces dan por resftlta-
do la colocación
de esta.
Esta es la niña.
Porque la se-
ñora está coloca-
da.
En un brete.
A lo menos asi
me lo hizo saber
no ha mucho la
de un agente de
esos.
—Ahora no sosegamos en casa— me decia
la interfecta.
— Aii, señora!— respondí yo— crea V. que á
mi me pasa lo mismo: tengo un vecino, entra-
do en años y en carnes, que aprende á tocar
el bombardino y no nos deja comunicar con
la familia mas que por signos. Sus soplidos
son tan fuertes que llenan de ruido las ha-
bitaciones. ...
—No, no me quejo de los vecinos, fe^;
—La niña tal vez —
— Cá! La pobre desde que su novio esta
fuera, se pasa las horas suspirando y leyen-
do poesías del Dr. Várela.
—Desesperada estarál
—Más lo estoy yo. Porque ha de saber que
mi marido se ha entregado en cuerpo y al-
ma. ... ' . i
—Al vino?
—Peor. A la política; y desde que lo han
hecho de un comité de propaganda no para
un minuto en casa, todo lo encuentra malo,
no puede sufrir que le hablen de los asuntos
domésticos, de las cuentas á pagar
— Lo creo, señora.
— Compadézcame, amigo mío, y vea si pue-
de V. curar á mi marido de estas manías
políticas
La pobre señora me contó varías miserias
intestinas y familiares, y acabo pidiéndome
dos pesos, pues el picaro del marido habla
gastado los últimos centavos en papel de ofi-
cio y plumas inglesas para el comité de pro-
paganda.
Maridos hay que llegan á casa echando
chispas y pisando á sus tiernos vastagos.
— Esposo, que vas á tumbar al nene — les
dice cariñosamente la consorte.
—Al nene? ¡al gobierno tumbaremos! ese
si que es nene. .. .Vamos á ver; la sopa,
pronto.
Se sirve la sopa; grito estridente.
—Esto está que arde!
-Qué? ■ "^ ,.^
—La sopa. Y la política también.'
— Pero no bebes? Hombre, cálmate: no to-
mes las cosas tan á pechos....
— Con un adoquin me los golpearla antes
de imitar al pro-secretario del club.
KL CASCABKL
ip
—Que ha hecho ese señor? veamos.
* —Se ha pasado á los otros. Total, porque
le han dado un empleo de portero en una
oficina, con cincuenta pesos al mes. ...¡co-
chino!
= — Quieres puchero? A ver unas papas, este
poco de zapallo
—No! que me recuerda á D
Y asi pasa su vida nuestro hombre. Cor-
riendo en pos de
De qué?
Pues de que triunfen los suyos y en premio
le den una plaza de vigilante.
Porque no todos pueden lograr concesiones
y contratos fructíferos.
Y en tanto el pais navega....
Huyamos de la política, y tengamos com-
pasión de los que gozando buena salud, y bar-
riga, se meten en el intrincado laberinto po-
lítico y pierden tiempo y dinero que no re-
cobran.
A no ser que el pais se lo devuelva con
creces el dia del triunfo.
Que ya se han dado casos.
Y muy escandalosos, por cierto. ^
* * ■
Antes de poner punto, hago constar que
quedo muy reconocido á El Argentino por
la reproducion que hizo de mi «Charla» an-.
terior^ -y que los elogios que han tributado
á El Cascabel todos, ó casi todos, los cole-
gas me han conmovido, como pueden con-
mover á un padre los elogios que dirijan á
un hijo querido.
Después de esta figura cursi voy á leer El
Nacional.
¡A ver si conciUaré pronto el sueño!
c-'
HUmORADAS
Me juraste á las ocho amor constante
y á las nueve te vi con otro amante;
no creas que lo siento,
pero, como te pille, te reviento.
Cada vez que me encuentro á tu marido,
recuerdo lo que de él me has referido.
Alguno habrá que al verme ha recordado
todo lo quede mi le hayas contado.
Y entretanto, me rio de aquel bruto,
como de mi se reirá mi sustituto.
Cuando niña eras casi una Lucrecia;
te mudaste, al casarte, en Mesalina;
hoy, que toda la gente te desprecia,
no harás mal en volverte Celestina.
Me afligió tu traición de tal manera ^
que un pellizco le di á la cocinera.
Se da golpes de pecho don Severo,
y ante el altar mayor reza Jesusa:
él dá al ciento por ciento su dinero,
y ella tiene dos chicos en la Inclusa.
No me pidas cariño ni dinero,
pues he dicho que dártelos no quiero.
Dirás que soy un miserable, un pillo,
y es que no sabes que tu amor sincero
me secó el alma y me vació el bolsillo.
Eres viuda dos veces, y sospecho
que quieres atrapar tercer marido.
Vamos, mujer, descúbreme tu pecho...
¡Tapa, tapa, por Dios! No has entendido.
Yo te hablaba en sentido figurado,
y tú al pié de la letra lo has tomado.
F. DE V.
EXlA-IMIEIsr
Esos rizos juguetones
de tu brillante melena;
esa frente pura y llena
de risueñas ilusiones:
esos ojillos bribones
que el mirarlos enagena;
esa boca que envenena
de ojuchos, los corazones;
ese cuello tan gracioso;
ese seno palpitante;
ese brazo tan hermoso;
esa cintura elegante;
ese... que siga el curioso
que haya visto lo restante.
lO
EL CASCABEL
POLÍTICA
-«El banquete ofrecido á nuestro candidato. .
-Hombre! Quisiera ser candidato.
-Usted ?
-Sí; aunque solo fuera por lo del banquete.
LA CITA.
s-
^ )ABiENDo que se In ngunrd;i
No se apresura ú venir....
Ya sube... ¡que ha de subir!
¡Pero señor cuanto larda!
,, ¿Qué puede haber sucedido?
¿Acaso no estará buena?
¿Una amiga? La novena?
¿El tirano del marido?
Aunque pienso no lo entiendo.
Bueno, pues la esperaré
¿Y en tanto qué hago? Ya sé
Pasaré el rato escribiendo.
Vaya no' levanto mano
Y escribo hasta terminar,
Justamente he de enviar
Mi prosa «Al hogar cristiano»
He de escribir algo serio.
¿La virtud? Eso es ridículo
¡Ah! ya he pensado el articulo.
Buen titulo «El adulterio»
«Del espíritu la higiene
Que hace del mundo un edén — »
Esto me iia quedado bien....'
Pero Enriqueta no viene
«La razón del existir
Echan muchos en olvido.
Y el mayor monstruo» ...Ei marido
No me la deja venií
«Tan solo llenan; su yida.
Con las soírées y el tocado — »
¡Vayal ya me he olvidado
No traje agua de Florida...
No me disgusta lo escrito:
Virtud, honor, sentimientos.
Dios, hogar, remordimientos,
¡Anatema! Muy bonito.
Ahora acabemos así:
(ijtiozad de amor infecundo!
Que llegará el fin del mundo
¡Y si llega! ...»¡Ya está aquí!
—¡Pepe! • f ,
— Al cabo bien amado?
Pero ¡á lo último has venido
¿Te entretuoo tu marido?
—¡Celoso!
—En fln ya has llegado.
Deja que estreche ese talle
Tallo de una flor lozana
— ¡Mira, cierra la ventana
Que nos ven desde la calle.
V
Se oye un confuso rumor
De— ¡Te adoro!— ¡Nos amamos!—
Y lo demás lo dejamos
Para el curioso lector.
— jAy que tarde.
—¡Vida mia!
¿Te vas ya?
—Volveré pronto.
Déjame, no seas tonto.
—¡Adiós mi ahnn!
—Hasta otro dia.
—Estoy loco de contento.
¡Qué placer! -¡Esto es vivir!
¿Y el articulo? ¡A escribir! •
Lo acíibaré en un momento.
«De su amorosa querella
Siendo ella infiel y él infiel
¡Anatema sobre él!
¡Execración sobre ella!»
¡Diablo! ¡Soy un mentiroso!
Pero se explica la cosa:
¡El amor para la esposa!
¡Lo escrito para elj esposo!
Luis Garda.
' — vt^)|(^U/v--
EL CASCABEL
21
Pero no nos matará.
AL GALOPE
{Traducción del francés)
La noche está oscura y tempestuosa. Por estrecho
sendero que se dirige en zig-zag desde la falda hasta
la cumbre del monte, rompiendo ramas y haciendo sal-
. tar las piedras, huyen al galope de sus caballos el se-
ductor y la infiel esposa. A pesar de lá rapidez de
la marcha no dejan de hablar.
— Van á alcanzarnos — dice él.
— ¡Dios mió! — exclama ella.
— Si nos mata . . . mucho mtíjor.
— ¡Oh! sí, sí. . . i qué nos mate ! •
— A tí porque te adora....
— Yo le odio con toda mi alma.
— Y á mí porque me aborrece. . ,
— ; Por qué ?
— Porque querrá vengarse de un modo mas horrible.
— ¿ Cómo ?
— Separándonos para siempre. .. Condenándonos á eterno sufrimiento.
— ¡Oh, desesperación!
— Sabe que matándonos nos haría dichosos. ...
. — ¡Dios mío!... ¡Dios mió!...
Hubo un silencio de algunos segundos duranto los cuales se oyó el galopar de
los caballos y el sordo rumor de las aguas de un torrente. . . Confundiéndose con
estos ruidos sonó de pronto otro que llenó de espanto á los dos amantes.
—¿Estás cierto — gritó ella con voz angustiada — de que no queda ningún medio
de salvación ?
— Ciertísimo.
— ¿Y vamos á vivir sin vernos.''
—¡Sí!
— Pues bien. , . . ¡muramos!
— Eso iba á proponerte.
— Escucha : á lo último de esta senda ...
— Hay un precipicio, ya lo sé.
—Clava tus espuelas en el vientre del caballo. . . yo haré lo mismo. . . rodare-
mos juntos.
— Sí . , . ya voy. .. Dame un beso antes ... ¡último! -^
— Te lo daré en la muerte. , . ¡corre que nos alcanzan! ^
Uno delante del otro, los dos caballos corrieron con rapidez vertiginosa. El
del seductor se hundió en el vacío ... Entonces olla tirando violentamente de las
bridas y recurriendo "á su habilidad de amazona, consiguió detener el suyo en
el borde tlel precipicio. Y á la cárdena luz de un relámpago contempló indife-
rente como rebotaba de peña en peña el cadáver del hombre que había sacrifica-
do su vida sin vacilaciones de ningún género. . .
CÁTULO MENDÉS.
ARMOlSri A
Tocata la hermosa Lola,
la esposa de don Casiano,
una sonata al piano
con la mano izquierda sola.
4Y, es claro, la sociedad
aplaudía con fruición
su pasmosa ejecución
y su rara habilidad!
— ¡Cómo toca! jSi es divinal
— |Es una cosa preciosa!
—¡Y la música es hermosa!
— ¡Una pieza peregrina!
— jQué extraño que no se pierda
ni un compás! — ¡Es soberano!
— ¡Y todo con una mano!
¡Con una sola! ¡Y la izquierda!
Y todos, á la señora
que su habilidad lucia,
aclamaban á porfía
como á ilustre profesora.
Y esto que oyó don Casiano,
exclamó con gran llaneza:
— ¡Pues aun es mejoría pieza
que toca con la otra mano!
' •*•
22
Kl. CASCABEL
¡AlOR i MilClLIO!
¡ÍBE3SOS ART1FICIAL.ES!!
SOCIEDAD ANÓNIMA
d*
«Aparatos Jakson»
CAPITAL : lO.OOO.OOO $
Respetabl; señor: Entre el número de
inventores que mas han contriL^uido al pro-
greso de la civilización, ycuyo nombre figu-
rará en el libro de oro de la humanidad,
hay que citar, en primer término al célebre
Jakson, de Chicago, por la invención de
un aparato para la producción de besos ar-
tificiales, que nos permitimos recomendar á
V. por la presente.
Deseoso de contribuir en cuanto pudiera,
de una manera económica, y sin la pérdida
de tiempo que suponen los preliminares en-
fadosos de hacer el amor. . . etc., á satisfa-
cer esa necesidad de ternura qiie existe en
el fondo del corazón humano, y que ha sido
causa de tantas catástrofes, suicidios y ban-
carrotas, por las contrariedades y gastos
que ocasiona, Mister Jakson ha concebido
la genial idea de fabricar autómatas, gra-
cias á los que cualquiera puede proporcio-
narse á precio fijo, pagado de un? vez pa-
ra siempre, las cardias de una mujer en-
cantadora.
Nuestros autómatas, construidos con el
mayor esmero, están adornados de todos
los atractivos que se pueden desear.
Sus movimientos son graciosos, esbelto su
talle, arrobadora su mirada y, gracias á un
ingenioso mecanismo, movido por la electri-
cidad, se acuestan, se levantan, van y vie-
nen, toman puesto en la mesa, ceban mate,
tocan el piano, cantan milongas, ó tristes, etc.
. . . solo con apretar, con el dedo, ciertas par-
tes del cuerpo, marcadas en el libro de
instrucciones, ilustrado, que acompaña á
cada autómata.
Están vestidos por nuestras primeras mo-
distas con un gusto esquisito y tienen, ca-
da uno, tres trajes de casa, tres de paseo y
tres de recepción que les permiten ser el
ornamento de los mas distinguidos salones.
Pero su verdadero sitio está en el inte-
rior del hogar, en la intimidad del tete á tete.
Los labios de nuestros autómatas, fabri-
cados .'.on una sustancia que es el secreto de
Mr. Jakson, son de una dulzuia sin iguaPy
exhalan el mas delicado aroma. Los be-
sos artificiales pueden sostener la compe-
tencia con cualquier beso ideal. Estos la-
bios murmuran palabras de amor, alas que
se puede añadir, pagando un suplemento
de $ 50 sobre el precio de costo, el nombre
del propietario.
Ejemplo: Te adoro, Arturo: 110 he ama-
do d nadie r^as que á tí.
Creemos inútil insistir sobre las ventajas
de estos inapreciables aparatos. Con ellos
desaparecen los caprichos costosos, la co-
quetería, las jaquecas, las cuñadas y los pri-
mos y suegras.
Los autómatas Jakson conservan la fres-
cura y lozanía de la juventud durante un
espacio no menor de cincuenta años.
Se los puede desarmar y embalar en una
caja que es fácil de trasportar en viaje.
(Peso 65 kilos).
Se garantiza la fidelidad por una cerradura
inviolable.
Para satisfacer los gustos de nuestros ho-
norables clientes hemos fabricado distintos
modelos de autómatas que son un resumen
de los diferentes tipos de belleza femenina.
PRECIOS CORRIENTES
Núm. I — Maud, Natural excelente, mu-
jer de casa, sabiendo hacer á la perfección
el arreglo doméstico: solo habla inglés.
Precio con todos los accesorios, 1000 ps.
Núm. 2 — Gretchen, Alemana, r8 años,
melancólica, ojos de cielo, largas trenzas
rubias, prepara confitaras, suspira á la luz
de la luna, recita trozos de Goethe y canta
baladas con pasión Precio, 1200 ps.
Núm. 3. — Clotilde, llamada «Clocó»,
parisién, rubia ó morena, cambia de color
á voluntad: fantasía loca, caprichos adora-
bles, niña mimada. Artículo un poco frá-
gil. Precio 1500 ps.
Núm, 4. — Olga, Vaporosa, enloquecedo-
ra, encanto indefinible, alma rusa, conforme
á las mas recientes publicaciones de Mr.
Vogué. Precio 2000 ps.
Núm. 5. — Pepita, Española, morena,
ojos negros, pierna nerviosa, pié pequeño,
cabeza ligera, toca las castañuelas y, si, se
desea, reparte cachetes. Precio 1.500 ps.
Núm. 6— Paula. Belleza fatal, ojos ne-
gros ardientes, cabello rubio, veneciana,
temperamento de fuego, (inalterable) comu-
nica al simple contacto descargas eléctricas.
Piecio 2000 ps. ,:
Núm. 7 — Eva — Gran especialidad de la
casa — La mas hermosa creación de Mr.
Jakson, que, al construirla, ha en realidad
\
EL CASCABEL
23
superado á la naturaleza. Autómata suscep-
tible de múltiples transformaciones, pudien-
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todas las combinaciones. ¡Cien mujeres en
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querida y las repita siempre con el mismo
acento de ternura.
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Desde hoy nada de pasiones desgraciadas,
nada de inconstancias, nada de traiciones,
Jakson, este gran genio ha dejado mentiro-
so el dicho de Francisco i":
Souvení femme varié
Bien fol est qui s'y fie
Jakson ha reahzado en la tierra el sueño
de la eterna juventud y del amor inmutable.
Esperando que Vd . nos honrará con sus
órdenes, que cumpliremos con el mayor
gusto, lo saludamos .... etc
Jakson y C^
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Teléfono 2457.
(Por la traducción de esta circular comer-
cial que ha sido remitida á todos los solte-
ros de los Estados Unidos.)
Jtian G, Campuzano.
Me gustan los confesores jóvenes porque
se hacen cargo de que una puede tener un
desliz hijo de la inexperiencia.
FINANZAS
— Es preciso levantar
un empréstito forzoso.
Veré á Paco
— ]Es tan cargoso! ... --
— Pero se á€]2i. pechar.
— ¡Se acabaron los brillantesl
¡Y las yuntas 1
— ¡Y las cenas!
y aquellas noches tan buenas
y fructíferas de antes ....
— Estamos frescas, Emilia;
un pacheco es cosa rara. ...
—Antes no era nada para
muchos hijos de familia.
— Pues algo hemos de inventar.
— ¿Operación financiera?
— Y que no podrá fallar . . .
1 1 Levánta^más la pollera!!
FTJI^Iii
>'■ í
h
yj^oyCGW
¡Purita!
Pura seda
Pura franela.
De pura uva.
3VtO
:pí?
Pura parada
Puro corte con quebrada.
'ifo que me caigo muerto
Criollo puro.
— Me he tomado diez co[)as de ])Tiro gusto-
— ^Pues yo las he tomau de (jiniehru.
•íífiM;
26
EL CASCABEL
HISTORIA_CRIOLLA
¿ES LA TABA UN RECURSO FINANCIERO?
iJmitcmos al ministro Felipe
iiVarela que salvaba el crédito
uriojano en í862->>, con una sola
clavada!
Guillermo San EomAn.
Era en 1862, allá en los albores de la
reorganización nacional, cuando todavia se
usaba que el presidente de la República
nombrara gobernadores por decreto é hicie-
ra despanzar á bayonetazos á los que no ti-
raran parejo, sin ser quienes para pensar
por su cuenta.
Y esto se lo sabian de memoria los alu-
didos— bien que fuera presidente un demó-
crata de aquellos que . vén el pueblo hasta
debajo de su cama y un puritano de los
nuestros, — ¡que hasta eso tenemos propio los
, argentinos! — uno desesos que para lograr
sus fines falsificaron registros electorales y
hasta batallas, pero que después tuvieron el
coraje de marcar con el signo de los repro-
bos á quienes los imitaron, — llegando hasta
cerrar los ojos ante las tiranías sangrientas
de los Taboada en Santiago, de los Urquiza
en Entre-Rios y de los Sáa en San Luis, sin
recordar que, por propia declaración, no te-
nian otro mérito para la presidencia que ser
libertadores de pueblos y derrocadores de
tiranos... aunque nunca se hubieran mirado
en tal espejo.
:. Así, iguales á esos presidentes, ha habido
muchos hombres en esta tierra, que tenien-
do un ojo solo, han llamado tuertos. á mu-
chos que tenian dos.
Gobernaba en ese entonces, aquella pin-
• toresca tierra de la Rioja, según las crónicas,
un buen hijo de ella que jamás habia hur-
tado nadará nadie, ni codiciado la mujer de
su prógimo como rezan los mandamientos y
que se llamaba el Sr. D. Román Ángel, per-
sona que jamás soñara verse en tales altu-
ras y metido en pellejerias semejantes, pero
á quien un capricho de la suerte habia con-
vertido en Excelencia de la noche á la ma-
ñana.
El pobre, si bien no sabia de cosas de
gobierno sino donde quedaba su despacho,
en cambio no ignoraba como manejaba el
presidente á sus agentes naturales cuando
tenian su talla reducida y su íísico enclen-
que y enfermizo!
Y de ahí que la camisa no le llegara al
cuerpo.
Vivia temiendo con justísima razón, que
un buen dia llegara en la galera semanal, 1
que traía las noticias de paba jo— coaxo se J
decía al tratar de Buenos Aires, que con pre-
sidente porteño en ese entonces gobernaba
á la nación como á cualquier partido fron-
terizo— algún caballero de levita y sombre-
ro de copa, que sin mas ni mas viniese y le
dijere:
— Mire Don - . , camine á su casa y déjese
estar quietito! Aquí me mandan de gober-
nador y á eso vengo! .... Ah! .... escuche
antes! .... ¿No viven aquí Don Fulano y
Don Zutano?. . . .
— Sí señor viven en sus casasl
— Bueno!...., Hágalos venir ahora mis-
mo!. . . . Tengo orden demandarlos al Con-
greso de Buenos Aires Ah! Hágalo ve-
nir también á Don Mengano, un señor
de quien solo sé que es sordo y tartamudo
pero que tiene buena letra; me lo han nom-
brado Ministro!
El pobre gobernador 'temblaba cada vez
que la galeta de abajo entraba por la única
calle de la capital riojana, envuelta en una
nube de polvo y precedida de los toques
de corneta de ño Vergara, el mayoral legen-
dario y por los resoplidos de los manca "ro-
ñes, que desde la última posta arrastraban
por el camino pedregoso aquel armatoste
que, reatado con guascas y piolines, resistía
sin embargo, para tortura de viandantes sin
experiencia, á todo género de atentados y
contratiempos.
Sabia muy bien el Sr. D. Román Ángel
que el fantástico vehículo podia derrepente
traerle su reemplazante y en la espectativa,
vivia como se dice, con el corazón en la
boca.
Y, no obstante, ningún atractivo tenia el
gobierno para él, á no ser el bien mísero
por cierto, de que el clarin de la comandan-
cia le echara diana cada vez que cruzaba la
plaza para ir al Cabildo, — vieja construcción
destartalada, sin mas mueblaje que una
mesa-escritorio prestada por D. Serapio de
la Vega y dos sillas cedidas por la familia
de O campo, — una para él y otra para su mi-
nistro general que lo era D. Felipe Várela, —
aquel mismo Várela que mas tarde paseó
hasta Salta en la punta de su lanza las hojas
de una Constitución, que solo servia para
hacer odiar de los pueblos del interior la
idea federalista que habia preconizado el
enviado Alberdi!
Los demás empleados de la administra-
ción desempeñaban sus oficios en una sala
común, que tenia dos bancos largos, y una
especie de mostrador, donde al lado de los
libros de cuentas, se veian los corvos para
los policianos, el balde del agua, la yerbera
y el mate y á veces algún cabrito ó cordero
ya desollado, traído como obsequio por al
gun administrador agradecido.
EL CASCA^L
27
Una siesta el señor gobernador y su minis-
tro cabeceaban sentados uno enfrente del
otro haciendo que meditaban uu plan finan-
ciero que sacara adelante el tesoro riojano
que estaba exhausto.
Semanas hacia que ni un mísero cuatro
boliviano caia á las arcas y estaban en ver-
daderos apuros: las rentas no daban ni pa
los vicios de la adtninistraeion como llama-
ba el señor contador mayor á los gastos
menores del despacho, y tan menores que
apenas si alcanzaban á medio real por cada
dia.
Cabezaso aquí y cabezaso allá, las dos
personalidades riojanas no daban con una
idea salvadora, cuando derrepente penetró
al salón el tesorero general — un viejo bajito
y apergaminado que no pesaba ni media li-
bra, pero que al .caminar pisaba fuerte para
hacer creer que tenia los ánimos de un ji-
gante.
— Señor, dijo el tesorero dirigiéndose al
gobernador, con la voz temblorosa por la
emoción — han caído dos cuatros!
— Dos cuatros?
— Sí señor. . . . dos!
—Y de dónde?
— Una diferencia de patente.,., pagada
por la viuda del finado Mamerto Cuevas,
aquel pulpero de Nonogasta que se lo limpió
La Chapanao. . . según lo declaró el te-
niente Torres.
Ahí Ahí , , . ¿Y dónde están. . . Tráigalos!
Y el secretario general metió temblando
la mano en el bolsillo de su chaleco y dio
á luz los dos míseros bolivianos, que hasta
parecían extrañados de verse juntos.
Allí estaban, uno al lado del otro, en la
punta de la mesa y el gobernador los mira-
ban de hito en hito.
¿De qué les servían sin embargo?
No eran dos cuatros los que necesitaban,
sino veinte por lo menos para poder tirar
siquiera unos veinte dias.
— ¿Y qué hacemos?. . , . dijo el goberna-
dor .. .¿Cómo aumentaremos estos reales?
-Yo, señor, he sido buen tabiador . . . .tal
vez si probara nos hiciéramos de recursos. . .
— Y pruebe, pues, ministro! De todos mo-
dos. . . .esto y nada, es lo mismo!
Y el ministro se levantó, hizo ensillar su
caballo, se metió los cuatros en el bolsillo
y al trotecito se encaminó á Pango, luga-
rejo de los alrededores, donde ese dia habia
reunión de gauchos, con carreras y güesito.
. Allá fué el ministro Várela y vaca aquí
vaca allí y clavada mas allá, consiguió ga-
narse unos quince pesos con los cuales, or-
gulloso, fué á buscar á su Excelencia á su
casa particular.
.Yate-
— Se salvó la Rioja señor!.
nemos plata para unos dias!
Y así fué: el dinero alcanzó justamente
hasta la mañana en que bajó de la diligen-
cia el gobernador que mandaban de Buenos
Aires en nombre de la libertad y de la idea
federativa!
Y así salvó la taba en 18Ó2 á las finanzas
riojanas, que eran punto mas plinto menos,
las mismas de la nación en la actualidad.
Suerte que ya los tabeadores no llegan
en nuestro país á directores de finanzas
quedándose cuando mas estancados por ahí,
por la Bolsa, ejerciendo funciones de Aris-
tarcos: sino, seguramente nos sacarían de
apuros!
Ni los cuatros les faltarían para hacer el
primer tirito!
Pancho Claro.
COjNIEDIA— Con el reperto-
rio de costumbre se sostiene
este teatro, como siempre fa-
vorecido por numerosa concurrencia, dispuesta
i\ aplaudir y expuesta á liquidarse el dia me-'
nos .pensado gracias ala temperatura» elevada
que reina en el local. Pero el público no
repara en nada, cuando encuentra un cuadro
tan redondeado, como lo es el de la Come-
dia, y acude en tropel á llenar las arcas de
Pastor y Garrido, que á estas horas ya no
sabrán que hacer del dinero.
Ah! estrenóse una zarzuela en un acto y tres
cuadros titulada ((Chamba», y en efecto lo es.
Apesar de todo, como no carece de chistes
y movimiento escénico, el público la admitió
buenamente.
Gil hace un punto que merece dar áxezpa-
scs seguidos. La señorita Tomás una tiple
como ella misma. Campos un general ame-
ricano, gefe de pronunciamientos, que al fin
hace pronunciar al público en su favor. Are-
llano un capitán y Cos un gomoso muy pues-
tos en su lugar. Lo demás rifjular, y la es
cena bien atendida. Con elementos asi 1 '>
obra se aguantará.
Tero i>or cltainba.
-w-<
28
EL CASCABEL
jyCESJL I^E"V~a
En el campo
En la ciudad
— ¿Está bastante dulce, Pepe? \
— Como nol , . . habiendo V. chupado antes.
Serv'Ue, que son sardinas
EL CASCABEL
?9
PASATIEMPO— En este teatro se represen-
tó la opereta bufa «Los Dioses del Olimpo»,
y el público pudo notar que se traga mu-
chas' cosas en francés y en italiano que, tra-
ducidas al español, no pueden pasar, sobre
todo sin el lujo que requieren, sin coros lla-
inaticos, sin decoraciones flamantes y 'sin
can-can furioso por que si hasta en el Olim-
po gusta la crónica escandalosa, al público
le gusta otra cosa.
Hemos visto con gusto la repetición de El
Reii que rabió' y áé La Chosa del Diablo.
La primera es tal vez la que la corapañia
desempeña con mas ajuste. Todos los ar-
tistas estiin en su papel, y que Romeu per-
done. Lola Millanes es un rey que muchos
estados quisieran, y lo que es pastoras como
la Henares entran pocas en libra.
Sanromá, Arcos y Orejón, Romeu y demás
actores se hacen aplaudir con razón. Y el
público, es preciso confesarlo, se porta mal,
pues con obras como FA Rejí que rabió, el
teatro deberla llenarse cien noches conse-
cutivas.
,:,-En.Z,a Cho:xa del diablo Sanromá ha he-
cho una verdadera creación, propia de ar-
tista concienzudo y estudioso, de su difícil
papel. La señora Millanes (Carlota), tiene
ocasión de lucir su vocalización limpia y que
tantos aplausos le vale siempre.
POLITE AMA— Merece un aplauso la em-
presa de este teatro por habernos hecho co-
nocer Panchón, opereta de la que todos los
diarios han hecho merecidos elogios.
Para no repetirlos aquí solo nos Umitare-
mos á recomendar que vayan al Politeaina
los que quieran pasar un rato agradable.
En las demás obras puestas en escena du-
rante la semana se vé el desempeño acer-
tado á que nos tiene acostumbrados la com-
pañía Tomba.
A causa del poco espacio de que dispone-
mos no podemos dar cuenta del estreno de
«Montevideo» anunciado en el Onrubia, en
donde actúa una regular compañia de verso
y zarzuela que cada dia se refuerza con nue-
vos elementos.
Novedades, Circo Cario, etc., quedan por
reiv'star. Otra vc-í será.
Pariiquin.
Nosotros somos rumbosos, y en prueba de
ello vendemos desde hoy EL CASCABEL, á
10 centavos, haciendo unsacrilicio enorme
y perdiendo un dineral. Pero que le haremos!
desde que un cura amigo, nos ha dicho ([uc
el dinero es el padre de los vicios, le hemos
tomado ojeriza (al dinero, eh?) y estamos dis-
puestos á tirarlo por la ventana.
Habla un corresponsal, que se moja el cu-
tis en Mar del Plata.
«Reina una temperatura bcUi^ima.» \V,í\'
rambísima! «Ni viento, ni sol, ni frió ni r-a-
lor».
«El cielo lijeramentf! entoldado »
Pues miren W; no sabíamos eso de los
cielos entoldados.
Que nos traigan al toldero!
*"* 'Y'
Sigue el corresponsal.
«El panorama, siempre liormoso. cambia
de perspectiva á cada hora» Hombre, si
V. no cambia de puesto me parece difícil f|ue
el panorama cambie de perspectiva en las
de la puesta y salida del sol, en las de la
pesca, en las del baño (lo creo) en las del
paseo
Vamos; en donde dice panorama, léase dio-
rama, y en paz.
*
Según leemos en un diario, el Sr. de Pé-
rez y su distinguida familia han salido de la
capital. Se dirigen á Montevideo a pasar dos
meses.
Vaya con el Sr. de Pérez!... pero quien es
Pérez. Dios mió, ¿quien es Pérez?
*"*
Después del estreno de Chamba.
— Que le parece la obra?
' — Una clianibonada.
* *
—Tiene tal genio Elvira que nada teme
cuando monta ira.
—Bien: pero eso será de cuando en cuando,
-No lo creas: que sienif)re está monüuido.
CORRESPONDENCIA
ÜN AMIGO— Bueno, pero la poesía no sirve.
Un PRiNciPiAN'TK— Verdaderamente lo es V.
■ws
30
BL CASCABEL
pero demuestra disposiciones recomendables.
Loque me manda, francamente no me con
viene. Otra vez será.
HoMOBONO Rebolledo— Lo del parentesco
no cuela. Seré padrino si V. quiere. Agra-
dezco sus piropos y espero mande algo, pues
en la carta prueba V. tener sobrado sprit
para hacer algo bueno.
K-D-T— V. no llegará jamás á sub-teniente.
Político— No sea V. ramplón. Deje en
paz á Mitre y al Dante. Bastante los han
manoseado ya.
P. DE V.— Insertaremos lo suyo.
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EL CASCABEL
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REDACCIÓN Y ADMINISTRACCION
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ASolI Buenos Aires, Enero 20 de 1892 Nám- 3
^^rirn^ "^"'T' f f^' ' -y" ; ' t II " 1 rif fTp''ní W u r 'm ' i jm ü ' nnti" *'''"''""'■ i ., 1 1 M ! !^ ''"''*'''"'.;'''*'"''*"'.''''''' ' '."? !*W Mi 'y, t ^
tt CASCli»
Editor propietario; FRANCISCO FERRÉS
HdlaccioD y AdininistracioD ALSINA 489 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 A 5 P. M.
I^recio en la ciudad . . $ 0.10 el número
Púera de ]a ciudad.. " 0.20 id
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL.
TIPLES DE ZARZUELA
DOLORES MILLANES
(Fotograbados de Coll)
Ya está el pueblo convencido
de que, gallega ó torero,
cuando Lola dice envido
el público dice quiero
34
BL CASCABEL
EL calor tiene la culpa de muchas co-
sas.
En primer lugar, tomamos estas con
mucho calor, y á cada momento nos
figuramos que se han de desarrollar graves
acontetitnieiítos.
Revoluciones, tiro?, secuestros etc.
— Ha visto V. que calor? — nos dice el
prim€»-J^igo que encontramos.
— Callé V. por Dios. Yo que siempre he
sido sistemático, y que por lo tanto, me
mudo la camisa cada Domingo he tenido
que cambiarme dos en un solo dia. . . .
— Yo me refiero al calor con que nuestros
compwBeros de ca^sa la defienden.
— Ah\ vamos; V. no habla de la tempe-
ratura^
— V'qtié he de hablar? Se figura V. que
soy como Roea ó Fellegríni^ que se bafían
como si tal cosa?
— Hombre, yo, sin ser como ellos, hago
que mi mujer me eche dos baldes de agua
por la mañana y dos por la tarde, y así me
baño. . .
— Espreeiso no tener vergüenza para
acordarse del calor. Los hombres decentes
debeníos pensar siempre en el bien del país..
— Precisamente en el baño pueden ocur-
rir ideas frescas. •
— Estamos frescos!
— Ay . . ojalál . . .pero no me lo hará V.
creer.
■ ~»-íí'"''J.f*"^*»*'««íTr"'
' i.-»s!í«í5í!
Dejamos al Sifoi^Q] f J9^ retiramos me-
ditabundos /^ pue^ra/casa^, ,íi i;
jj3..,y .por^^ii aí?^,oPrfv?í^?mps^f|a3,i^nen-
. ta,,,.yjha9^m9s. :p^ov^fif^¡ íinqi«|ifp<ip «n
ellas , al inocfote ^Q que en un caso de
apuro pued^ ^K\r^nf>S; de alg^fll |Pobre fu-
tura víctima de la ,revolució¿l^?| .1 la mal-
dad de ios hpmbres , ihar^^^qlS^'a^^^ á
conejo por una;|qimi4ad, y~¿^^s^' saltado
con tomates mientras nuesK'os heríanos se
saltarán los ojos eo! bien oelk- paírií
^Misterios dei desíinoJ 4 /^^í^^?
*
* *
La verdadera revolucióii ésisá'ffn muchos
hogares, n-^i'^^p-^n, ■ ; . H ^i^' ' "^^ ■
—¿No iremos á tomar baños? — jpreguntan
las niñas al papá. < ; ■ ci ,-j:- ■imú
— Sí; pensaba ir á casa GlaBfiol^í).*:v)
— Qué ridiculez — interrunqpe la toadieq —
es preciso ir á Mar del Platiá.i.á';dpi*íe van
las personas de pro. . ; '...:. k ■
— Por mi que vayaíi. Pero stosotr^i ha-
bilitaremos el altillo y con una. regadera
tendremos bañp de lluvia. Y<v seréuííep-
tuno y tendré el placer jtie poneros béft: re-
mojo. .,;-: --.-- -m;;' í<;-'1> kí:jinC589 Pfv
— Yo quiero ir á Mar /clelPlataia'^.
,. — Y yol . ^: , :j;ji;j ;:^o¿;'i O!-'
TT-Y yo ...II : r MlOc OtíiO-Ui Si^
—Pues no iréis; por que Maí^fltPlata
cuesta la mar de plata, y yo estoy en seco.
—Porque quieres!
— Mujer, no me acalores!. ...
— Nunca serás nada pforque eres muy
corto. ^
— Ahora te pareceré corto porque ¿p/ doy
lo que no puedo. :V, •■
— Pues en Mar del PlaMWs^ tu porvenir
y el nuestro. \y
— Sí, eh? • '< , M¿r%
— Si señor. En primer lugar, los diarios
anunciarán nuestra llegada. Uh»- vez allí,
te rozarías con lo mejor del país, y con el
roce. . . \ .,f
— Si; con el roce se echa ¿'perder la ropa
como puedes ver en la quer^ievo puesta.
— Pero en la playa 'ftéd|ias llamar la
atención de Pellegrini, hácí^^icí' cuatro pi-
ruetas y luciendo tus habilidades como na-
dador consumado ...
— Consumido, querrás decir.
— Quien sabe si el presi lente se fijarla en
tí y te llamaría ....
— Al orden, podría llamarme por abando-
nar la oficina que, después de todo, nos dá
para comer ....
— Eres un tirano!
— Mas itraft§ ,er«s jti^ gue quieres tirar
nuestros ahorros trtodestós.
— Quien siembra recoge.
— Si la langosta quierel
VL CASCABEL
■35
■^fn ¿¿.VáhiGS rñtí&s,á<sktttés:i&^ papá" Yacéis
que no podemos sacítfWáifí le%h' 'ÍÍDS' con-
tentaremos ccytf lá fegáSera, ¡bafió dé llu-
vial .... qué baño tan vulgar
n=.ny , eFp6bT€ pádrfe rto tténé mas remedio
n'\l ué ' «édiiái* -él pdí^tátitfe -y «afir por éstas ' ca-
<o c.¿; ni; i;-. ^ 1 jjgg^ ^risté, ; y abrürrido,
a-- -'^^ pétisaháó éti^'-sui tnujér é
■' ^1- í^- hijas'^y ^í^néphdd ^' los
^ribá)t?óy/"^aé'Már del Mta,
■ f ^e' fó 'ícfáreftciai^ de bi-
-¡Eca Sil '1
í sebrí'^}
í'ori.'jijfíf
;;?:
íü'ji- ÍÍOC'
i í'^ísy 10íg5ri)pj(j¿f2¿ám6s' á los
que sienten esta nécési-
rf£inyg5iq-~^;rijü : dad -de ir á las playas á
lucir las formas y lá ropa *íieva,-y qüetan-
tos disgustos ocasiona. Lá necesidad, ehr.. .
p&í^ae lá íopa cuesta plata simplemente.
'U-v Átqüe se lá manda hacer. ^^ oriyjt.:
O al que la hace: ¡porqué"'^' 'aprobado
-¡qiie muchos sastres pasan las de Pellegrini,
í í(h6; áieidfMfe han de ser las de Caín) para
4 cobrar TC^ que há^ servido^ de'^tiííídió, pues
' 6al!>Wt>-'e& -quepáis há<:eralgí^)feneírñurido,
es esencial estar bien de ropa.
. .Pobíés^'sastíeslí.K .•'" '1 ü'^jíüp ::■>..—
No hace muchos dias pasea6^ cion uno y
de pronto soltó un terno, cosa ' propia de
sástr^í^tfíd y qj cábó, y -exclattió, enseñán-
dome el diario que leiáP ^ ■ --^
— Vea V. aquí, aquí. . ; V' -^ ■
— -Qué hay?
-^ombrc^ que ha
fallecido Pere¿;
—¡Pobre Pérez] pa-
rece que lo siente V.
--^Yá tocreol Bien
decia yo que moriria
antes de pagarme
' aquel ^/í^. .
•• iíqíJí cerré el mió,
precisamente cuando
iba á encargarle un
traje pagadero á pla-
zos convencionales.
Nada, c&mo se es-
camen los sastres es-
tamos frescos.
Porque no querrán vestirnos.
Aún que, bien mirado, no nosimportaria
"mucho.-'t "'"' ^' '■■'■''■^ '■' '^'- -■ '' '■'■■'*', ■ •
Porque con este calor!. 1 .'■,-■' '
..iy i'Olv .í'.^'C; 'Ji- K,~Í.J\Í- C'/
,>;!j;{:
DRikiUA HORKEIVDO
''f^Sft.
Tenia un novio Pilar/'
que era feo (ma^ borrieo^"- ,,
lo mucho --'que la cargáhaR:; lá'
Fueron un dia al ja^díni/r^,
o.onio tontos se miraroíi^ ' ''
y extasiados conteuiplarori
el horííS&nte Sin fin: 1?^ 'A
i*- p-
Pilar, pronto se'4urtwié'->-
y Perico la imitó, '^ • '•-'''
u^
i .
Y esto os quería contar' '
' ■ áe Perico y sa Pilar. '
Andrés Soler.
p
^«^?^-
í<^M..
OR más que el -siinil te parezca raro,
jiQ á un buque de alto bordo te comparo,
que E<)}o acaricia y que Nepluno mece,
y que cruza los mares de la vida
con la vela tendida
que al soplo de la brisa se estremece.
Nadie te gana á esbelta ni á velera,
y las ondas del mar surcas ligera
sin temor al corsario . . .• .
que anhela darte caza y te persigue,
por si al ñnal consigue,,
hacerte de su astucia tributario.;
El espolón de proa es su defensa,
y, si te embiste, es fácil que, te venza,
Deja que te aconseje y que me explique:
teme, ájate todo, el espolón de acero;
pues si te da con él golpe certero,
de fijo, pobre buque, te echa á pique.
36 KL CASCABEL
P
- ENETBÉ cop r^^peto en la cámara misteriosa. , ' s .-, >,
El doctór^árcio'rae acdttipafíaba. ^í=--"' ■ :"'' '^^^ í>u39S J
— Pronto éé'rá de't^che^-^me diió— y podrá usted presenciar- ftiis experieríeiasi. i:
No tardó. •mncfaiO'-earoíJearoíOsi 4a oscuridad y entonces Marciq^tocá eiepJííSbíf'^Oíl'^s, y vi
en el techo d^,|g.Jtía^ta9iori alj'upos, cristales por donde filtraba une(,l,y;? estelar y pi^/ancóhca.
—Mi sistema va a producir uhá' revolución en el mundo— proii^hcití'Wiin' voz "extraña el
sabio, voz que riié proSiijó al^o de inquietud. No era la mismá'qúfe"y^ Je lSflfBia-'6id0 siempre.,
— Voy] aexpUoavle" algo aei mecanismo de esta cámara. Nos haUarí«)s, ríen 'Un local
elevadisimo, mas .§blto que la torre de la iglesia; aislados de la, ciAuJad... Cierto?, anljeojos de
mi invenciopj ra,QYÍbles .á voluntad, se hallan en el techo. Cada pijo de éjllos recibe directa-
mente la lü¿, las eraianaciones de un as^ro distinto, que por un júégo dé ésp'éj'óá'áe refleja
en una de éstas plataformas. ■■■'•■■ i' I
Miré y vi,: -varios pedestales poco elevados, de una piedra oscur!9,í90bT'e:>uaQ de los
cuales caia aquella luz triste deque he hablado. , ,,. ,'.■_
— Voy á causar un verdjaderó trastorno en la ciencia y en la sodiedad con mi' descubri-
miento. L& rnédiciria de hoy vá á resultar inútil. " '
Aquella voz -extraña, opaca, decia todo esto con autoridad, con timbre de/ una; certeza sin
réplica. ,,.,1; :.i,.^ .: ■••■• ■<:,:. ,..,,,■•. .-i •;•;'■
— Ahora — añadió— retírese á un extremo y presenciará alguno de mis experimentos. Mi
clientela vá á entrar.
Obedecí mudamente y casi al mismo tiempo vi, á la confusa claridad de la nuche, a un
anciano inválido militar, que avanzando penosamente, logró colocarse en pié^ sobre su
pedestal. . ., . •
Uno solo de los cristales quedó alumbrado. Los demás fueron cerrados. Un chorro de
luz cayó sobre el invalidó. - /
Oí á Marcio arreglar sus aparatos y bien pronto la claridad-enfocada fué brillante co-
mo la del sol.
Noté que mi curiosidad tenia bastante de temor, cuando los rayos lumínicos, penetrando
en el cuerpo del anciano 10 hicieron transparente, como una dé esas estatuas de delicado ala-
bastro col ocsíSá delante de una lámpara. , ' ,,,,,-_
Transcurriéoa. diez fliinuto* el anciano se movió ágilmente, y endererándoseeon. rapidez
de joven, hizo toda sy^rte de evoluciones por el circulo cada vez'njas grande que pi;"oyéctaba
sobre el paviniéhio la lu? del astro.
—Perfectamente— murmuró Marcio— Marte ejerce^su influencia— y cerrando él orificio y
abiertos los otros quedó nuevamente la cámara envuelta en aquella smgular semi*oscuridad
Una jóvón jd^e.. menguada corrección y consumida por la clorosis, subió luego ¡^'Otra de
las plataformas. ' ,',.".
—¡Luz de Vénusl— deslizó el Sabio en mi oído. ' "'
Presencié otra vez la escena de antes y quedé extremecido de asombro, al vor el cambio
que el chorro de .luz habia producido en la demacrada mujer.
Después de la ducha de luz habia quedado sonrosada, esbelta, con graciosa agilidad en
los movimientos y con un brillo intenso en los ojos, como si aun conservase en ellos, un
resto de los haces, luminosos en que se habia bañado. ' - - —
— Por esta noche hemos terminado— dijo Marcio — Habrá usted podido comprender por lo
poco que ha presenciado, los asombrosos efectos de mi descubrimiento. ^ . , ,.
—Estoy- admirado hasta el punto de que casi no me doy cuenta de lo que he Visto.
— No ha sido sino una ligera muestra. Para la medicina cuenta etflVm'á mentó con
inmensos recursos. Además tengo depósitos cargados de resplandores de todo el sisterma pla-
netario. Las propiedades terapéuticas déla Astroterápia .son grandes. Tenga á Mercurio, ú
Venus, y á Júpiter, este último contra los ataques de vía. Saturno contra la gló,tí)neria. A'
los enfermos puede aplicarles la homeopatía de lo infinitó por medio de las "estrellas de
mena inaghitua. Contra la locura tengo los rayos lunares, eficacísimos para los maniacos y
lunáticos; para la nutrición de Jos niños de pecho tengo la influencia de la vía láctea y para
los escasos de voluntad y energía la estrella polar. Como tema de mi método y explicación
de su origen, poseo estas palabras del Génesis
'■'"■' - -A- J: -'.% ..; '.... i
cuyo significado yo solo he logrado penetrar:
«tU7. en todo, todo por la luz».
Despedíme comprometiéndome á volver pronto. > < • :
—No tarde üstea terminó el doctor. Presenciará un curiiiso ensayo. Me estoy sometien-
do yo mismo á la influencia de Neptuno, y estudio el medio de terminar con su ayuda las
sequías y contener las inundaciones. r
He oé^ decirlo, mas pudo mi curiosidad que mi temor y volví. Al pregvmtar porel Dr,
Marcio quedé helado al saber que habia fallecido hacia horas. < > -t
,j, T-r-iY cpnio. ha sido?— interrogué estúpidamente, como hacemos los mortales en estos casos.
i^-^Señor— contestó tristemente un criado— Se habia sometido á la influencia de Neptuno,
y ha rauerlb el pobre de un reuma articular agudo. .^ ¡
..«.^... ■..,..„.. „.. ,,. José M. Mendoza.' ..-.V'.^' '.'
£L CASCABEL
¥^^m%^mté
37
LÍO'
b ■)•>,
Llegué: Del verde ramaje
en escalas armonioeas .:
" ' !"^'tté!8iefeíi(i?aferamorós&g,í';f^- i
un arroytielo surgía/ i.u nn
.,,;r;';.\';'c;h<Mjue,4e'"fínp'pnHtat"!-^',^ !.|
En el suelo á mi albedrío
( i írtéíeelié teniendo de 'almohad'a -»■
la pradera matizada ",
con diamantes de roció. :;•.,
■■■'■- ^-\'i Al poco; tiempo sentí :;¡;í)r;oi:- ■<■••
- entre las ramas saltar -
' y á dos pájaros hablar, '" ' '"
diciendo en su idioma asi; ¡ ,
—Muy buenos dias señora ,''?'' '
. ,|.. Calandria.
—Muy bien venido
•• ' ¡ü-i-Ha visto usted, aun no ha acudido ,
La holgazana de la aurora:
:'/' .Y.'j^.Üátéd no siigüe su 'ejemplo... ,'_ ' /' '"
—Vengo de donde ella estaba,
í^' la coqueta se miraba ■
'éfi la cúpula de un templo ' '
i , r7TlA.y ..Cíilandrial Yo no sé •-■..'.
i; Por su amor lo que darla
' ■' La tengo una simpáttó'
— iSíf iBueh pájaro está usté
. i »..-r-Su indiferencia, en verdad . -
no me la explico, señor, . ,
\, ''''que gasie usté ese rigor
es una inhumanidad.
■•Mu íHlSl me amase usté á mi'sola...í-
—Comp ruiseñor que soy
,>,;X.a juJTpque la aniQ hoy ,,. ,j
■■ : Desde el pico hasta la cola
"—fitienas están sus protestas.
', , i * -^iÜúé dude me desespera!
: .'.Yo no soy up calavera -
-i Se io juro á usted por es¿as....
ÍÜ
—Demuéstrelo dé arit^áhó
. -Y no me sea usted ir^l.
!' - -^Sino hay Calandria cruel
.', ' / Ün pájaro mas cristiano, , ' ' ' '^^
', Déme ése .^i que la pido, , ^ ,
I Por Dios no me iiaga/sufrirl-
-' ■ Y nos vainos á vivir- '■•' .'¡i' '
„. Los dos en, un mismo nidói ' ;'
Y el ruiseñor convenciendo
y la Calandria escuchando
el truan se filé acercando ■■
y ella se fué conmoviendo.;
'■ Por «1 íizul traspíwente ; n
después que un /)íó lanzaron.
"al poco rato vblai-Qji^ j,¡ , yyy
á casarse formalmente.
:- Y de envidia tal ver.; oreo,
otro pájaro celoso
al verlos huyó rabioso
dicíéndoles: /jBícAo /éo.' ■ .v ,.
Lleno de celos me alcé
, , Y ahogándome el desconsuelo '
Me arroja en el arroyueio. . . *
Entonces me -desperté,
Yade micerebredueño '
¡/ Maldije mi_ fantasía ;, i •.
Y dije: jQué tontería
Pi*éócuparse de un sueño! '
Sin embargo, el escozpr "'' j ;
De la. envidia continuaba
Y con gran rabia pensaba:
— iSi yo fuera ruiseñor! _
Una frase que me abruma
Dicha por unos señores,
. — ¡Banl pájaros y escritores...
] ¡Cosas de gente de plurka.'f
Luis García.
LA OS^UJER,
DEFINICIONES CIENTÍFICAS
Aritmética—Lñ mujer es un
multiplicador que no hace
operaciones con quebrados.
Algebra— Lñ mujer es una
incógnita indispensable.
Geometría— La. mujer es un
polígono irregular de innu-
merables car-as.
Mecánica — La mujer es una
balanza sin Jiel, que se levan-
ta al lado del mayor peso.
Óptica— La mujer es un fo-
tómetro cuya sombra es más
oscura á proporción del tiem-
po y la distancia.
Acústica —La mujer es un
sonómetro que solo hace re-
sonar un arco de oro.
Meíeoroíog-ía— La mujer es
una nube que se eleva sohre
nuestrar cabezas y priva al
cielo de la vista de su diafa-
nidad; algunas veces se re-
suelve en lluvia, que cae be-
néfica sobre el corazón del
hombre, '
Quimica~Ls. m ujer es una
sustancia simple, quCj. hierve
á muy baja temperatura, j
Calórico^La mujer es un
termómetro metálico que se
dilata al calor del orgullo y
la vanidad.
Magnetismo— La mujer es
la brújula fquej sirve de guia
al hombre en su peregrina-
ción por el mundo,
38
EL Cascabel
.;*;-,,;; .j;|^.: ¿.j, MONÓLOGO
Salgo del <^fé ACOmpaÜadP , de un
amigo que me entretuvo con su charla
desde las 8. Me. hablo de las Uniones Cívi-
cas, de las. cabalas .del turf, de una nxucha-
cha que lo ajn^ba y.,4^ pl;ra qy^ no le Jiacia
caso porque no era doctor; del Dr. Álba-
rracin. . . ¡qué se yol una ensalada rusa.
|Por fin llego .ala puerta de mi cas^l ]Me
olvidé la Uavel Llamo inútilmente, . .
Golpear la puerta es sinónimo de palabras
necias, para mi sensato patrón. No hay mas
remedio, pasearemos hasta que amanezca.
Tengamos filosofía. Entraré en un café
cantante. Aquí tengo uno.
— Garfon, un chocolate]
La concuÁíiiéiá -eS ^éiéo'gida. Casi al pié
del escenario, en petti comité una mademoi-
selle trashumante y dos ja/w eulpite. Mas
acá, un negro enfrente, de un bUnco sucio.
Debajo de otra inesa cuatro perros oliéndo-
se lo que no me importa, y áquf, una silla
mas allá de la mia un tipo de estudio.
Flaco, largo y n^elenudOp . . estoy por de-
cir que tiene mais pelo que estatura. Con una
mano abarca un chopp á medio consumir,
y con la otra se entretiene en quitar cosas
supérfluas de sus narices. Parece mirar es-
tático un grabado que representa á Rossini;
pero es un mirar extraño, así como el de
un ofidio en digestión. — [Ahí. ,. ya tocan el
piano. Sale del galpón proscenio una mujer
vestida de contrabandista fantástico, y canta
¡Vaya una vozl Tiene un nido de grillos
en la garganta. No entiendo lo que dice,
pero debe ser un acto de contrición porque
se dá muchos golpes de pecho. Por fin pa-
ró el chubasco, jmas qué veol La artista
entra con una bandeja en la mano y em-
pieza á pedir dinero .... esto es una falta
de educación intolerable. . . .me marcho co-
rriendo... ¿á dónde ir?....
Pasearemos por las calles. No veo un
alnaa peiro en. cambio veo ün cajón de basura
en cada puerta. [Cuántos secretos de fami-
lia podrían descubrirse revolviendo el con-
tenido de estos cajones! Pero mas vale no
meneallo .... aunque no piensen así los de
aquel grupo de la esquina. . . ..¡Quién habrá
sido el inventor, dejos carros atmosféricos!
Por lo bello de la metáfora debió ser al-
gún poeta. ¡Y h^^^° dice que lo que
abunda no dañalj
He llegado á la^cajie Florida. .. .A las
ocho de la nothe ést^ es el camino "sem-
brado de Acates de. la ^ida port.eña. . . .aun-
que flores ar^ificialél, \á mayoí^|étí^te. Aquí
el autor de j^iFlor¿/jün^^4^ tema
para otra ^bra; 4Y\d^¿4^^!t-v^^^»-'\P^y\
me he lré^ijt§d<:%nt^¿©i^tí^tía^
cías d¿^^3r4<l^t'<'la \tí\i¿\SÁ^-^k^distan-
«(¡a^'ii'aél'.iarfoyc^í. . .
(Oh jó
6y no tenéis mas que un
par de bc^aes i^irrétmplazables) huid, huid
muy léjoSj que este eís el sendero de vuestra
perdición! /' '\ ; "
La Municipalidad está en el deber de po-
ner esrte. aviso en las acalles", que parece quie-
ran rfesolver el prdblelna del empedrado
continuo. Yo no'^e esplico está .obra se-
cular.. ..á no ser^ue por -la noche desha-
gan el trabajo del dia. Esto es el empedra-
do de Fenélope .... Uf, salgamos de aquí . . .
¡juro no volver si no me ácprápaílá X^ises ..
— ¿Ün coche mftQ?-:-i:>ip, •3y<íí5i!4qi'^
— Gracias, hombre;' * >' irt ; t'i í ■
Claro, como ven el mundo por un punto
de mira mas elevado qué el vulgo, á todos
nos consideran como niflo^s .>.|Gh, los co-
cheros! Espíritus tentadoresr que arrastráis
á la juventud sedienta d» plaK^res al antro
del vicio, con la rapidez de vuestros indó-
mitos bridones, ¡os desafio! conozcp, ja fa-
lacia de vuestras halagadoras in,vi);í^ciones y
os estrellareis siempre contra > mi .enéorgica
virtud — á no ser que me queráis llevar en
carruage por . . . diez centavos. La verdad
que yo soy pobre, pero honrado. .. .¡á la
fuerza!— contesta la conciencia.
Ya me voy cansado de andar, sin embar-
go, no seamos egoístas . . . . Estos pobres vi-
gilantes son también dignos de lástima. . . .
comparados conmigo. '"' ■ 'Hcbrtf;.»
¡Eh! al fiíí y al cabo elld¿ pasan lá no-
che artísticamente entretenidos. Tocando el
pito mientras que yo, fastidiado y lleno
de aburrimiento me toco las narices. . . .
¡caprichos del destino! .i . . ; '.
/
EL CASCABEL
39
EN LA PLAYA
Nada de trage de baño. Estoy por el
tapa-rabos que permite lucir las formas y
la blancura del cutis. ,
¡Que malestar! ^Sí empezará Dios mió
La muerte del planeta?
¡Mis músculos estallan con el frío
¡Y YA EL SUEÑO MIS PÁRPADOS APRIETaI
Así diría Campoamor si estuviera en mi
caso^ pero yo no, si estuviera en mi casa.
1 Qué oigo, el tañido de una campana ., .
¡gracias, Dios mió, sois todo misericordia
iré á vuestro templo y durante tres misas ó
cuatro, tendré tiempo de echar un beatífico
sueño. Por fin, llego al templo cuando el
cura dice dice ^Introito ad altare Dei-» y el
acólito respondia '^ad deo qui letificat ju-
ventutemit, lo habian adivinado: yo llegué al
altar de Dios, y letificaba mi juventud sen-
tándome en un banco para reparar mis
fuerzas con el sueño .... Ya me estoy dur-
miendo .... hay poco confort en la casa dei
Señor.... pero todo lo suplirá la divina
gracia ....
— Ehl Ehl Caballerol Este no es sitio de
dormir!
— Eh? Ahhhh. . . ,1 Tiene V. razón: tengo
un dolor de huesos de todos los demonios.
— Repare que está en la casa de Dios.
• — Sí, eh? Dispense V. me habia confun-
dido.
El bueno del sacristán me hizo un favor
al despertarme pues eran las nugve, y esta-
ba abierta mi casa.
Por fin cayó inerte mi aééndereado cuerpo
sobre las de mi K;cho blancas sábanas, como
sobre las de nieve el cadáver del viajero
polar.
Y ahora, señores, si no les hizo gracia el
cuento, sepan que á mi también maldita la
gracia que me hizo.
Sin embargo creo no se ofenderán, pues
prometo ¡que no lo volveré á hacerl
Alidio B orgia.
Equívoco
Ocultaba desdenes en el pecho
Y sumisa callaba,
Hasta que al fin los arrojó en un beso
Empapados en lágrimas.
Cuando escuché su lastimero acento,
Revelador de la inquietud del alma,
Lé devolví su libertad discreto,
Porque jamás ambicioné una esclava.
Si no es libre el amor, como los céfiros.
No se hable mas de dignidad humana.
M. Bahamonde.
A MI EX-BIGOTE
!0h bigote, el mejor bajo los cielo»!
¿Qué ha sido de tus mágicos hechizos?
¿Qué fué, responde, de tus negros pelos?
¿Á dónde fueron á parar tus rizos?
Cayó al impulso de fatal tijera
tu sedosa y brillante lozanía,
¡Oh tú, el mas bello que soñar pudiera
la más esplendorosa fantasía!
[Oh tu, que fuistes de las niñas bellas
el más mimada y preferido encanto!
]0h tu, el causante de cien mil querellas,
del viejo envidia y del marido espanto!
Deja á mi pecho que embargado gima,
deja á mis ojos que tu ausencia lloren,
deja que hollando del dolor la cima,
al dios Barbón tu renacencia imploren.
Saleatella.
DI ME
« »
r cRayo». Sport 4.26. Tiempo 3.25
n
Se ofrece una joven de 15 años para
todo servicio».
«Callos — Se curan radicalmente»
« Instantáneo núm. ..... AÍífá, esbelta, noinbre
compuesto, apellido compuesto » . . ,¿ Cómo me las
compondria yo, para que me insta? itcineizasen ?
% #1
f^^* ■ ■ ■^<:#:
i «
^ .
El sermón esta á cargo del P. Manzano »
Tierna paloma— bellísima hurí . . .
*^ «Eco de las Niñas»— Se acordó de mi!
^^^í4.^^^
< Oro cerró á 380 — Cédulas á ... . . »
Yo no sé leer, como pueden Vds.
leer en mi semblante %
42
EL CASCABEL
UN CARÁCTER
■i)i"?rM,(.,t8 ^
I»-
i\
LA LLUVIA
/
■
1
1
^
A.\
í
^ V /I
1
/
0
Jh
^
J
I.
Cielos! me parepe^ife á mi mujer pronunciamlo
fnises tiernas y hacieál^juramentos de amor á uno
que ¡claro está! noíÍEíg :,su/ma,rido.
. Pues se ha lu(5Ído. Mañana, cuando me dé los
buenos dias le daré un chasco.
¡Asi verá quien soy yóü
iRecuerdas como llovía?
Del antro en el hondo seno
Resonaba ronco el trueno
En horrenda aígaral^a.
Tu alzando Ja vista \ ^ Dios
Te apreta^^^jinto'^. mi
Y febritíie^Oisi r^;'
Uno formamos'^ losvHbs.
Cesó el "agua dé '^lí, .
Volvimos á^.la^^ud'^J\
Y pensé co^ aísifedací^ '
Cuando vol^eró á H^er?
Lloyia, quise rendido
Evitar tu líBbjadu^a
Y me contentaste *dura :
— Vá V. á ensuciarme el vestido
Y sé que desesperado ¡, ,,•■
Entonces te contesté ; ü
—Vaya: no se apene usté
Pues Iluece sobre mojado :
111.
Oue mi frase no-^JÉNsorra
Pues de ella haráa tu defensa
¿Lluvia nombré? bueno piensa
Que el agua todo lo borrp,.
"■ Adolfo S. de lo9 Ríos.
-<e^-
,i-'- — 'M
\\
EL CREPÚSCULO
Religioso y moral, el lindo Tircis
tuvo ciertos escrúpulos un dia,
y al salir de la iglesia, dirigióse
á la celda de un sabio carmelita.
«Padre mío, le dijo, ha muciiosAños
que el Niño Amor mi espíritu esclaviza,
y rubias y morenas, bajas y altas, i
todas se rinden á las ansias mias.
Aunque á todas las quiero, yo establezco
alguna diferencia entre ellaa mismas,
y es esta djferj^ncia el solo-' éscrtipulo,
que ha tiempo la conciencia me atosiga.
Yo no acepté jamás una moneda
de ninguna mujer joven y linda;
pero á las viejas, reverendo padre,
hago pagar muy caras mis caricias.
De Luz y Sol, y mil que no recuerdo
tranquilo he consumado la ruina;
ahora decidme*. ¿Puedo yo en conciencia
guardar este caudal, ó "es cosa indigna?»
Mascullando el asunto allá entre dientes
quedóse un rato el sabio carmelita,
y al fin, como inspirado, así contesta»
plácido el ademan, la voz tranquila:
«Todo trabajo tiene su salario;
á todo el que pecó se le castiga. ' yí
Guardad ese dinero, es justo premio 'J
de largas horas de tenaz vigilia> /'v
IPero escuchadme aunt Siendo precisé '
devolver su dinero á esas familias, . v
si allá en la edad provecta, tembldrüso,
sin fuerzas ya, sin brillo la pupila,
sin juvenil arranque, y sin beÜtza,
el fuego del amor aun os domina,
con el dinero que las madres dieron,
pagadles los favores á las hijas.»
EL CASCABEL
43
"iB''lí'A:a.:i:NsoMNio
■::W*^--'%.-^i.-j«.í .0-.WS. -
"Parece que los >floctores TJaslra y Zorrilla] 1 «I<rQír^oí;lo»K3^brrilla y LaáT'Si S(>>|SÍ^rán
han llegado á un acuerdo... » ; iiQjf á fin de ^^tóbiar ideas^. .vs - v
Esto no me interesa.
Mi
«En la reunión de -aridcfie,' tos doctores
Lastra y Zorrilla....» ■■-■■'.■ •- ■
Dale que dale! , ■ ,
■H-;,ífr^
****S-*fe^
Crf
;(■,■.
' 1 ^.-v J ..,.<.
«Las liases que el doctor|Zcrrilla piesentó
al Dr. Lastra »
¡Dios miol . -. f! ■<
«Decididamente ios doctores Lastra y Zo-
rrilla •» •■í'-<í ■■ • ' • 1- -M ! ^; ,. ^■,
¡¡Socorrolil
«Es cosa resuelta que los doctores Z irrilla
y Lastra, ...»
^ Ahhh!...ahhh....
44
EÉ^IdtóéktíKlJ^
en «.'os aqtos, 14-
l^de ChapíJ ■/ ^^
El éxtttó de la semana ^o
coásótuyeyCl estreno ide ^El ;^
mismo demonio0fSlzu
tra de >Ianzano ^ 'Ti^
La obra pérteniír<É||fJ^|^et genero 1 i jerp
y es jndudablcméntp^dé\|a5í'mej(»-e!s> lantb
por %;xi^lij^ a^ j^^J^KB^E»: la i»i|,
sica ii|spfÍD(u^ sient^rafe^"^ é \ ^V
El íipQidl mai^TOá^í^^legre y^''
frido,Swn ,volu|a^.k^ÍI^,% ííénsar
cuenta%ropiá, y^ietój^jÉ caiiStaílp trozoMP
de zarzuelas conocidas, qi
itarái' jMlál^t^ÉEfi^^ I
■gos^rá mas al públic0r!^ii4|!!lii^liii^;^
eii^ estreno estuiHjíip5ii5r,jesemc^
>o las comparacfiones^' nada práctíiS^||
conducen, nada decíHíbs del desempeño de^
-íáNobra. #'f ;-^_/|>^>, ■ V
S^ÍH^^ico juzgáirá, v/'^ ^ecidirá por el \
í Pás^^iMp ó la Co>Bt4iaj queljfsoñclqs dos>
^■|eatlíps que aos hsai l^fechp- .conw^Wi^jniisW!
\o%
(amonio.» '
>■?■
■:'■''/:
>y
y^ropia á todos fí
los actos de su vida, es un tipo real, per-
fectamente humano y trazado por mano
maestra. Es el tipo de la obra. Hay mu-
chos Nicomedes en jel mundo, víctimas de
su mujer, otro tipo bien delineado en la
zarzuela. *h^' ^" . \
La niña íf^^ y el dependiente (Sinfo-
riano) dej¿iif^¿^i|^J|^e desear, en compara-
ción del ifl^tíh^o y los parientes campé-
sinos, qu^íetíééaiv verdad por todos sus po-
ros, y;!^PÉU3^y se iptf^ve^ tan naturalmente
coi¿0' |||iede li^cerlos óaover y hablar quien
coi^^erfé^iTienté ¿^manera de ser de
/ ¿(^^^|^k«;(if £la trama de la obra? pi
Idnqti^' saltará lají^sta. Que es muy^
|n]KdfÍB¿, quie ^bui^l^ situaciones cómi-
ca^j^e muci^Q'/^fectOí^'^; .<|ue se desarrolla sin^^s
fatigar al pi^jcoha^ él fin, unñn impret^''
vistqf que j^¿vocac;|i|>. risa y el aplauso auí^
nad¿s. K^""^'- , «^í''/"'
lia másicí^ es de Chapí. Es decir, es né^^
bl^y ¿«fejr/í^^pf^fectana^^e^ vt ! /íj~^¿^;
|£1 compl&^t ha iiiteprétado la$ situsiil^
c|pnes cot^lttatates de la obra y )<^ ¿s- '
cr ito. para qí^9 una de ellas música tíjpfica^^y
apropihújislina.'' ¿v
El duocdi^^4e tenor y tiple, los villan-
cicos, pieza de mucho sabor, y el concertante
de la aparición son los números culminantes.
''**«$*'4,
-KS»I»^
Contestaremos la pregunta que nps han
hecho varios suscritores.
La suscricion cuesta ps. 1,59 por trimes-
tre.
Ah, y el cobrador pasará muy pronto á
cobrar.
Con que ¡no sean Vds. remolones!
Bollini¿i]^ dmg^do una nota á los minis-
tros exíi^nj^s ^réditados en nuestro pais.
Les |^(fe datos :^ara implantar no sé que
reforma!^; útiíes i, '.^s, ,Sh
BoWííi . !«> ireftw'msis , iii^toptas . . : . i • _ ¡
;B^M \rié\$s dcssaKÍtM^4*&'''^%^
>yá lo, verán 'Yds. /'•••',,/;/.>>,.
* Vn amenté, df^ia «lí^ra/ ní>s t<!™iterüíi^
Jí!^^ áp cAsa^fiíüfi'luego, "jij ,/ "¡|^ : ^j ■/:'■ ''•:^\-\j
^'-XO;iix»n9¿Jfiá7^'cuai¡(!mta. '''^"'^'■■^^-V.'' ^^v
:^;-:^ító^í^ qué? "- ^'.f- ,'-=^-•-^ídl!^^V^i^\
^^ lalisita á Donoyap, repase V. nim^^
vámieiBtft^^ los garitos ]¡j|saÜos unos días, y p^T^'TT
encoóírará, ^on qué . . . , ;/K:^V
y<SÍ:-í
—ííJ^I^ aferrado?
sir-Kcr, síffíor: GoriqíÉe funciori^^ cinco mksí.
\\ I
'%t.
%j}}hA. libertad d^ bejísar |' -^.
í áa S!lgttn iiécio eff pricíclamar.
i-^fY¡ igb, duda^que me ^ano^ádaí
""¿si' «%ote no ;P nada
como lrf%itr^áFápi'óvecha^?
BU -.CASCABSL
45
n^íí j^^ Visto á Julial Emili^MIstftüta..
—Jesucristo cuanta..,.
'-'— Calla' ¡por favorT
—Pepe no me encueintro bien
tal" calor me sienta mal
— El cáibr?../.'¡á -fni también!
Con el calor, las' cuestiones
se arreglan á bofetones.
¿t; "»-■'
A; no ser por la zarza que lomo
bonita tendría la eai'a.
46
ikíl^éCitíiiL
h
K-D-T— iSe ha enfadado? Pues tome re-
frescos y no me mande' mas disparates,.
Con^A-T-C:flraím.bas, y que raalita es su «Sem-
blanza», Colita.
'"HdiA)éÓNo RKBOLT,Ei><>4TjEiitre ^eH artieialo y
la carta me quedo con esta y archivo aquel.
Usted, lOjOueoe haqermeiQj;. Ah^ la carta
supone v!"b¡eri ñó" la publico.
Candelario— Mé parece recordar una-poe-
sia igual á láíKáfefV. xHaileidówLa Risaijciúm.
CÓMICO— Público los que"" me placen á mi y
al público, pero sír cobrar nada, iestá V?
Asi es que el retrato irá cuando sea hora.
TELMO—Sues,:, francamente, el , «Instaratá-
neo» nb 'e»trá - én' El. <;a«cabbix ••■
>< .:eARifST.!D^— Aprovecharé su artipulito. -,
Bernat— Me" résoltórun poco serio
CASCABELiLLdi^CBeriMaió), Veré de aprove-
charlo.
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aflojarse al gusto de la persona que lo use.
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servativo de los insectos, y tiene la venlaia á
los armados de hierro, que es manejable y
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z»^:4 («TF tn^aSI^ par»- el
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íinp. GuropM, Munnu y Dafeoia
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■.ii:.i. -¿".scí .:.\iji: .' , ;■_■ : ■ . £& ^s ^-^W^'
Editor propietario: FRANCISCO FERRES ' '' '■'^;
Redacción y AdffliiistraáoD ALS1NAM89 (aíCK»y
HORAS DE OFiClNA DE 2' A-, 5 *.'M^^V;
Precio en la ciudad. . $ 0.10 el númér© * ""^
Küera de la ciudad.. " 0.20 v id ^.-^üi^-r^^-
1'.<íi" :■ :'; ^. -' > : -iSíiir.
(Fotograbados d« Coll)
'?!**■ .^•"-~'-
~. ¿Qué OS diremos de Dávila, .señor«í5?
■ Que es un periodista dé los mejorei.
s«
ÉL CÁSCABfeL
.L
uena idea!
Ya no es solo en los
teatros en dónde s^ pue-
de divertir la juventud
ávida de placeres. Aho-
ra tenemos diversiones
al aire 'ubre, con JÉiú^ícía, helados, cerveza
' y muchachas pír áÚtéétAr, vale decir en
estado de diajííOnibilidadl
La pláziSáé San Martitf eá'el centro de
atracción. AHÍ se "reúne la buena socie-
dad, la sociedad robusta, sana, que brilla en
' "talleres y tíéñdal, "én Paíenno los Domin-
gos y en la pla¿á, "al Rededor del kiosko, to-
das las noches de lú semana .
Los OB^todiéntes de coníiercib esperan la
hora »i^€ma^1!ás lo i.'e la noche, para ce-
rrar ^rW y vidrieras y marchar á escape
*á oír miisica, tomar chopps y ver mucha-
chas.
Nunca se habia observado tanta puntua-
lidad, ,
Hay cadete que parece in-
glés de origen, de esos que
cuando tienen una cita, ó
van á cobrar una cuenta,
consultan previamente e 1
cronómetro para no retrasar-
se un minuto. r
-^•Pepe, arregla los mada-
polanes, prontito. ¿Te acuer-,
das de aquella rubia?
— Sij lya lo creo! — guar-
da estos fulares. ¿Y no te
parece que aquella morocha
me demostraba mucha predilección?
— Estarán esta noche?
— Dios lo permita. Si no las veo te ase-
guro que me llevaré un desengaño de los
gordos. ¿Estas listo? vv íí^míÍsíO'—
— Si ■•^■■:-^j: ívüíii::luaí) oH- ■
r í>" — Pues' vamos. ■ '.■ ' -t- ;-:^' '■^" .-k •■■
i Y los dos aprendices de ¡ntroduc|ores se
dirigen á la^ plaza San Marti Q-isn busca de
sus bellos idealesín- .i-yy^.^m .t^\?~. -
-í La verdad es que para felacipínarse no
hay como los asientos del klos!k<o.ij,^Q,^<^f
Qué amenas tertulias al aÍ5elibíei,;t?Pa-
rece que uno esté en familia, /, Los concu-
rrentes se conocen y saludan jcari fiosamen-
; te. .-: ,..,...,.., , ..,n,-, ,
Allí están las de Velutillo, el Sr. de Pé-
rez con su interesante niña, las de Gómez,
de, López, las de Fernandez y las de Gime-
Todos y todas, toman chopps, es decrr,
toman uno, y así, por la módj^^ suma de
. quince centavos pasan la nocl^^en y eco-
nómicamente.
al altar por haber
ido á la plaza.
La verdad que
esta tiene muchos
encantos.
— Está ocupada
esta silla? —pregun-
ta uno á una mamá respetable, que toma
el fresco con sus niñas.
— No señor, puede V. sentarse.
— Tantas gracias. Está fresca la noche,
eh?
— La que está fresca es mi hija mayor.
— Celebro mucho.
— Mamá, por Dios! — dice la niña.
— Calla tonta, el señor parece una perso-
na fina y tiene un caido de ojos tan bon-
dadoso
— Señora
— Nada, nada; V. es muy simpático, y
yo le tendré una confianza. Ha de saber
y, que la mayor esperaba á un joven que
ayer la festejó y hoy ...
— Qué van á servirse? — interrumpe el
atento mozo.
— Qué tomarán Vds., señoras?
^ÍEL. JCASCA)$KL
Si
.. ■■t-Jf¿yi^rm.-:fiO debemos. . . ::* -uO: .^:-y
— ¡Dichosas VV.I .if^u r^fé4i ííoí^Jí
— No debemos abusar.
— No; no abusen de la cerveza que es
írHfante. . .
--Biiéno, tomáremos tres refrescos, ó
— Tres refrescos, mozo, y un chopp! ;
-■ *3iiPues vea V. dice la señora, esí que
prometió venir; y no ha venido, nos ha
embromado Pero V. está aquí, y repito nos
ha sido muy simpático. I ; . - , , -:
La murga que está en el tablado toca una
polka, la madre se duerme y la niña mayor
entabla conversación con el joven, mientras
la menor mira enternecida á un mocito ve-
cino que toma un limón con soda, y lleva el
compás con un abanico de diez centavos.
-' ' ' • : Así empiezan
ciertas relacio-
nes que, á lo
mejor, son cau-
sa de ardientes
declaraciones ,
acom p a nada
de boda y otros
.ivwa s f estremos.
Aunque otras vedes acaben de distinta
manera, porque én itt,|^aza merodean una
porción de calaveras capaces de fumarse á
cualquiera.... ^f ..., ;
Calaveras de esos ^e no pueden ver á
una señora sola sin acercarse, atrevidos, y
declararles el fuego volcánico que los con- !
sume por dentro.
— Es V. encantadora, señora. j
— Ya me lo han dicho otros,
— Me podría V. hacer el mas feliz de los '
hombres.
— Quién lo diria!
—Créame V. Desde que la he visto he
sentido necesidad de hablar con V. cua- '
tro palabras.
—Pues mas de cuatro lleva habladas. ;
— No sea V. cruel. . . ¿es V. libre? ''
— Quién sabe
— ¿Quiere tomar algo?
— Gracias. Me retiro ya. i
—Si V. me permite, la acompañaré, ;
— ¿Teme V. que me pierda?
— Pues yo la sigo!
— Como guste.
Parte la dama, y el calavera parte tam-
bién adoptando sus precauciones. , -
Llega ella á su casa, abre -y '^ queda en
1^ puerta. . ■;
I Por fin el mocito se ánrnía.'
To soy un ca-
"nriá señora...
í — Ah! gM^iasí señoraT^taciasT ¿Esta-
mos seguios?.;., ¿no cori^o-wiihgtm peli-
gro?. ... la comprometo á V^H-. .'. '
— Y qué has de comprometer, hombre,
¿ahora salimos con que m
una señora? No te creiá .
vista.
— Pero ¿dónde estamos?
— En mi casa. ... en Jal
o por
i íi^to de
¡Confusiones propias de la -plaza 1
Los que van con buen fin suelen encon-
trar señoras amables, y, en, cambio, hay
niñas que sin saberlo, se están encamotando
con Pepito, el de los. madapolanes,, que es
un bribón de siete suelas.
¡Cuidado niñas!
Si abusáis de la plaza %n Martin quien
sabe á donde iréis á parar. ,.
Pero id, id á la plaza, que allí os esperan
las mas dulces emociones; y las mas alegres
polkas. Baratura y ventilación.
Y esta es muy conveniente ahora.
Quiso ciencia y la halló. Quiso fortuna
Y ha llegado á ser rico.
Quiso poder y autoridad, en suna^,
Y también la ha tenido. - '" -
Ambicionó el talento que deslumhra
Y alcanzó sus designios. '; * :
Hasta el amor, en sus arteras luchas
Se le mostró rendido.
Lo que jamás logró, fué la ventura
Y leales amigos.
M. Bahamonde.
s»
EL CASCABEL
a: rr isf^ SEÑORA
Señora : Con emoción
He visto el Cristo de plata
-;; Que lleva usté, y que delata
Su sincera devoción.
Sobre la curva valiente
De su pecho cincelado
Y de un hili»o rosado
Se encuentra el Cristo pendiente,
Que aunque reposa tranquilo
Eli lecho de nieve y^osa,
Cristo, por mas que reposa,
£síd pendiente de un hilo.
Yo al instante en que le vi
De tal modo me turbé
Que no sé sí le envidié,
O si le compadecí.
— Entre dolores profundos
-^Pensaba— Cristo no ha muerto,
Puesto que ahora he descubierto
Que aun anda por esos mundos.
No sufre, por el contrario
¡Cuántos no le envidiarianl
¡Y cuántos no morirían
En ese mismo calvariol
Al verle rasgóse el velo
'■ Conque cegaba mi fé
Ahora creo porque sé
Que Cristo se halla en el cielo
' jQuien después de los digustos
Que la vida nos depara,
Reposo cual Cristo, hallara
Eú el seno de los justosl
(Que no se haga el ofendido
Su esposo de usté señora, {
Pue&to que recuerdo ahora
Que es un Justo su marido. '
Y que no lo tome á mal,
Y comprenda mi intención:
Pues no hay premeditación '
Al emplear el plural)
Si la imagen me arrebata
Y le miro embelesado
Es porque ahora he recordado:
— ¡Ojo al Cristo que es de platal
A su pudor no hago ultrage
Mirándole cuanto quiero
¡Veo á Cristo en el maderol
Y algún trozo del paisaje ... '
Vuelve á la memoria mia
La Pasión del Salvador .^-1
Y creo ver del Señor ^-j-.
La congojosa agonía ^'
De su suplicio cruento "
El recuerdo me hace daño.
¿Fuera en mi nada de extraño
Ahora un apasionamiento?....
Si El con su divina luz
Su pecho de usté bendice
No olvide usté que se dice:
« El diablo tras de la cruz »
Y añadir es por demás
Que si Vd. el diablo fuera
Yo en il instante quisiera
¡Entregarme á Satanásl
Luis Garda.
L-A. IS^UJER
MAS DEFINICIONES CIENTÍFICAS
Medicina— hSi mujeres una
pildora dorada, muy amarga
en su interior.
Cirugía — La mujer es el bis-
turí del corazón, manejado
con poca pericia y mucha
crueldad.
Botánica — La mujeres una
planta hermosa, cuyo aroma
da vida, pero cuyo' jugo es
venenoso.
Zoología— hñ mujer es un
bípedo lindo, pero indomes-
ticable.
Mineralogía —Lñ mujer e*
una piedra falsa, de brillantes
reflejos.
Geología — La mujer e< el
fueg-o oculto que alimenta el
Universo, pero cuyas erupcio-
nes son mas terribles que las
volcánicas.
Geografía— hs. mujer es un
rio que, como el Niágara, nos
asusta y nos atrae.
Astronomía — La mujer es
un astro, rodeado como Sa-
turno, de un anillo de oro,
que gira en una órbita muy
limitada.
Gramática— hSi mujer es un
articulo indeflnjdo, que nece-
sita estar unido'' á un nombre
masculino para significar al-
go.
Literatura — La mujer es
una paradoja rarísima, pero
de muy buen gusto.
Lógica — La mujer es un so-
fisma difícil de entenderse y
mas de refutarse.
Ética— La mujer es un ar-
gumento apetecible á favor
del comunismo.
KL CASCABEL 53
IMPRESIONES
O ^ .:... ... ...
JL A AY personas sumamente impresionables.
Se enamoran^de esto, ó de lo de más allá, solo por que un detalleiles causa impresión.
Conozco, y trato con las reservas del caso, á una señora completamente-: viuda de un
coronel.
— ¿A que no sabe V. porqué me casé con^ Segundo? =< ^
— Tom.i!' Porque le parecería el primero 'entre los simpáticos. ,f .
—Si pero no. fué por esto. Como ser simpático, lo era; aunque en verano sejle poma
el cutis colorado como las .fresas perol ¿tenia un nunca dirá Vd. lo, que^^más me
gustaba de mi difunto esposo.
—Señora, yo francamente nadie mejor que V. sabrá eso!
—Pues el bigote. jAh qué bigote el suyo! Qué espeso, y que guías tan largas! Verlo,
y 'enamorarme de él ... .
' — ¿Del bigote?
— De Segundo, hombre, pejo el bigote fué lo primero que me impresionó.
— Vamos, Segundo fué cosa secund.iria.
—Hasta cierto punto sí, señor. Afeite V. á Segundo
— Señora!
—Es un decir; y Segundo pierde su encanto. Ay! Aun me parece sentir el cosqui-
lleo de aquellas afiladas puntas.
— Señora, .. .repare que está V. hablando con un joven soltero.
— Ah, es cierto. Perdone V., en hablando del difunto, al recordar su bigote, lloro de
rabia. ¡Adiós!
Es bueno advertir que la viuda de Segundo, según murmuran los vecinos, está en
relaciones con un barbi-lampiño ■
Justo castigo á su perversidad!!
Los hombres somos también impresionables. '
Ya lo creo! ...
Quien se derrite por las gordas y quien engorda pensando en las flacas. Este, está
por las altas y el otro por las bajas y así sucesivamente. Una pierna torneada saca de
sus casillas á mas de' cuatro que, poniendo en práctica lo de adorar el santo por la peana,
una vez -vista esta ya no reparan en nada más, y se casan con la dueña de las tornea-
das piernas cargando con el santo y la limosna.
Caso patológico de amor bajo.
O de amor á los bajos.
Otros se remontan más y se fijan en el cuerpo.
Otros tienen la impresionabilidad mas elevada y solo se rinden á una cara bonita, á unos
ojos espresivos ó á una boca menuda.
Una amiga me confesó que tenia un novio prendado de su nariz. ^
— Mas vale prendado que prendido!
— Si pero llega á marearme. Todos los requiebros son para mi nariz, todos, los cui-
dados para ella, las miradas mas tiernas á mi órgano nasal van dirigidas, y en una
palabra, empiezo á tener celos de mis narices.
Caso raro, pero que tiene remedio. Procure V. estar resfriada con frecuencia....
¡Cuántos muchachos han salido de la oscuridad en que yacian solo por haber causado im-
presión á una niña de esas que tienen una fortuna capaz de impresionar á cualquiera!
López es uno de tantos Antes le vestíamos entre tres ó cuatro amigos, y ahora anda
por ahí tan tieso y paquete, sin saludar á nadie....
¡Todo lo debe á un lunar con mas pelos que la cabeza de un compadrito melenudo!. .
A mí francamente, también me atraen ciertos detalles; unas veces estoy por las rubias
« otras por las morenas . , . .que sé yó!
^ Pero no me dejo engañar, porque las apariencias engañan. A veces la blanca mano
que solicitáis se convierte en garra de fiera y aquel pié que os enamoró, y trastornó
vuestra cabeza, es un criadero de callos ....
¡Misterios impenetrables!
No detallemos mucho que es lo mejor; busque mos conjuntos armónicos y así no corre-
mos el albur de aquel que casó con una niña, fuertemente impresionado por la frente
pura y tersa de la misma, y que luego le adornó la suya de un modo que....
jAquella si que fué impresión . . . . |
Andrés Soltr.
54
KL CASCABEL
BÓrETOS pofeííd
s
¡i ■■-::.■■':
EL BASURERO
El basurero no es wxx hombre: es una
trinidad formada por un carro sucio, dos ca-
ballos sucios y éticos y un individuo, por
lo general gallego, ó napolitano, skio tam-
bién (K>mo el, cfrro y los caballos.
En la calle marchan en el orden en que
les descfibinKís y ligados entre sí por un
vínculo ifilQ^fe basura.
?i?ld&tí
*' «
Por Ú vereda va un hombre con una ca-^
misa cuyo colores imposible averiguar, sin
usar para ello de medios aún desconocidos
en la (^uími.-ia moderna y con un pantalón
que al primer golpe de vista parece conti-
nuación de la pamisa, pero que, fijándose
bien, se ve que se halla unido á ella por
una faja^ que habiendo sido celeste ha llega-
do á ser igual á las prendas que une.
Este mon^oncito de trapos sucios, es co- '
roñado por un sombrero ex-chambergo, que i
no se abochorna de la compañía y que aun i
es capaz de mostrar en el íado derecho, la ¡
huell.-i que je han impreso con su contacto
los aseados cajones que se usan en Buenos
Aires para los desperdicios -y se asienta
sobre un par de botas que son una verda-
dera maravilla. I
Averiguar el cuero de que fueron he- ■
chas, la fecha, el artifice que las modeló i
con su martillo y el color primitivo que tu- i
vieron, es un problema tan difícil de resol-
ver, como el de vivir sin comer que yo y
algunos d(5 mis colegas, hoy gordos y re-
chonchos, tuvimos planteado varios años y
que al fin dejamos sin solución.
Uno dé estos colegas que vivió en la ve-
cindad de una de estas botas, me decia va- ''
rios años después y temblando aun de miedo
al recordar las proezas de sus vecinas:
—Esas botas harán mi fortuna cuando \
venga la guerra con el Brasil: yo le vende- i
ré al gobiertio el secreto de deshacerse por
medio de ellas, de los enemigos de la pa-
tria. Gr4l^te^.^4|>^\>asureros serán los
sansones argéml^í^^Aiuizás me levanten
una estátua^J
El futuro agradecido de mi colega es una
páqúiná qiié gft ta surta! surero! como avi-
i sando que llega, guiña el ojo á las sirvienti-
tas que lo esperan ó les hace fogo^s decla-
: raciones de amor, indica con un pei^ueño
gruñido á los caballos que lo siguen cuando
' deben tirar ó detenerse, levantacajoneSj los
vuelca y vuelve á dejarlos en la verifda.
Y no se turba en su tarea y "mira todo:
las sirvientitas, la gente que pasa, y los obje-
tos que contiene cada cajón para ver cuá-
les puede recojer para sí y vehderkjs con
provecho! >
*
Le siguen los caballos, los bichos mas
desgraciados que parece tener la creación:
yo creo que entre la. raza caballuna, perte-
necer á un basurero debe ser algo así como
la espresion mas acabada de la mala es-
trella. ; "\ ■' •; ■^' '' ■'- '"'
Se les vé embarrados hasta el colmo y
llevando colgajos de basura por todos la-
dos, flacos, resfriados, enfermos.
Casi todos esos caballos padecen de ma-
nía de las comidas: sueñan con banquetes
de alfalfa, con toneladas de maiz ámatillito
y fragante, con torrentes de agua cíafa co-
mo la que bebieron "en sus tiempos cuando
se les apreciaba por la esbeltez ds su es-
tampa y cuando aun no se hablan desgrana-
do: es ¿)or esto, bajo él acicate de esta ma-
Como se repita, [haré un escarmien-
to! Bueno es que vayas á entregar la ropa,
cuando esté lista.
Pero ten entendido que solo has de entre-
gar la ropa, eh? ^
EL CASCABEL
S'5
nía, que de repente se les vé trotar con
premuFa^^opio deseosos de alcanzar|el sueño
que lostr^fóslumbra.
Hay quien asegura que han existido ca-
ballos de estos, -.que, escapando al influjo
de su manía por un momento, se han sui-
cidado, ai ver su humilde condición.
Sus almas estarán á estas horas ardiendo
por haber ofendido ^á. Dios yá la sociedad
y por no haber tenido valor para soportar :
las desgracias de la vida!
Las indicamos á los rezos de las perso-
nas piadosas. i
* i
Y el final de la trinidad es el carro: un ,
digno pendant de las botas del conductor. ,
Es un armatoste chillón, tormento de dor- ;
railones y gran moledor de adoquines, que !
sin embargo impide en algo que nuestra su-
cia ciudad lo sea en grado superlativo, ó lle-
gue, siquiera á parecerse á su interior don-
de se confunden y se dan un beso una cola
de pejerrey y un ramo de violetas secas,
que quizás presenció un idilio ó asistió á
una de esas peleitas que uno tiene con su
novia á fin de poder gozar las dulzuras de ,
una reconciliación. '
Fray Mocho. \
VIEJA VERDK
A doña Francisca Abad
Viuda de Ricardo Mocho;
En la calle de Piedad
Número setenta y ocho
Ciudad.
Mi muy querida señora:
Su carta ayer recibí,
Y hasta maldigo la hora;
Pues por ella comprendí
Que me adora.
Señora, usted muy tocada
Debe estar de la razón;
Porque no me pide nadal
Que le entregue el corazón....!
¡Que bobadal
Que "me ama con locura,
Que se matará al instante
Si la desprecio. Cordura.
Le hace falta en semejante
Chifiadura,
:; \ '•■
Que sangre de gran valia
Por todas sus venas croza,"
Pues sepa, señora mia
Que ^mbieh'^ ¿l<':bioro Muza
la tenia.
Y aunque yo noble no soy
Ni de rancios pergaminos; í;
Por su sangría no estofs '--
Ni me importan dos cominos -
' hby por hoy.
Qué tiene mucho dinero,
Casas, terrenos ... .la marí
Y que me hará su heredero...
Aunque se canse de hablar
No la quiero.
Por mas que una piropiedad,
Dos terrenos en~ Felgfano,
Otra casa en la ciudad ....
No es malo. . . . pero sil mano
¡Caridadl
S ;ñora, si le es igual,
Ponga á su cariño tasa,
Y en cambio, por este mal
Me regala usté una casa
¿Eh que tal?
Pero sus cartas son cero
¡Por las viejas no me crispo!
Si su amor es verdadero ....
Se las manda al arzobispo
Que es soltero,
Ya su amor no vá conmigo:
Toda vieja verde .... reza,
Es un consejo de amigo
Doña Paca, con franqueza
se lo digo.
Pero si usted altanera,
A su amor no pone tasa
Y aun por un marido espera ....
Se va usté al diablo y se casa
con Gragera.
Y basta por hoy señora
Arroje de si ese amor t.
Que la cAi^á en mala hora,'*
Soy su atento servidor
Pedro Mora.
A mi edad un mate caliente
Ble sienta perfeetaniente.
Si lio es dulce no lo tomo.
mt^m* '■'
A mi me re[)Uji>:na por qne hay bocas tan iles-
cnidadas . . . !
A mi me gusta tomarlo asi.
, -■--." '^ ^^r '..^^■■^■•'y'^Tf- f^sy-,x-^.í--
Me pasu con el mate lo que cou las iñu-
des. Me gusta de cualquier modo.
Ah!. ..¡¡el cimarrón!
Mate? .... tontería; un buen \ aüo de
eafé con mucha leche y mucho pan.
Esto es' sólido.
La que toma mate en taza.
58
EL CASCABEL
Una cosa es predicar. . .
•'í'h
A su servicio tenia
D. Pedro de la Hinojosa
Una muchacha preciosa
Que se llamaba Maria.
Chica de ojos seductores
De formas muy regulares,
Con un pié y unos andares
De esos arrebatadores.
Cierto dia convidado
A su casa aquel señor
Llevó á un gordo y colorado
Cura, que era el confesor.
Quien en comer con ahinco
Su atención iba poniendo,
Cuando á la muchacha viendo
En la silla pegó un brinco
— ¡Vos que odiáis el matrimonio
Dijo con acento airado.
Y al fin os han subyugado
Tentaciones del demoniol
¡No quiefo escusas odiosasl
En tal edad y tal ^ha
Os despierta la muchacha
Ideas pecaminosas.
— ¡Oh padre no penséis tall —
— ¡Basta, que con tal acción
Hollasteis la religión
La decencia y la moral —
Y el padre tan bien habló
Estuvo tan elocuente
Que á la mañana siguiente
La chica de allí salió.
JI
;v
A su paíer t>. Yetíttifk
D, Pedro visitó un tlia =
Y halló á la misma Maria
'■4 f ' "
Sirviendo de ama del cura. "
-'». Garrido.
>''S>t^
POLITEAMA- «Cavalle-
ria Rusticana» por la com-
pañía Tombal decia el público asombradp.-Trr
será broma? Y no fué broma, no señores.
La compañía alegre, que campa por sus
respetos, y que está en su casa, como quién
dice, en el Vaudeville, hizo un brusco cam-
bio de frente y se entró en los dominios de
lo serio, resultando de esta intromisión una
cCavalleria Rusticana» aceptable, y tenien-
do en cuenta que los artistas no estaban en
su terreno, y la baratura de precios ñjados
á las localidades, mas que aceptable fué
buena.
La Bonazo fué la heroína de la noche.
Las demás artistas hicieron cuanto pudie-
ron.
La orquesta deshizo lo que pudo ,..y
á Tomba Dios le tenga en cuenta sus bue- ;"
nos deseos, y le guarde de nuevas correrías
en terrenos vedados para su bulliciosa iroupe.
COMEDIA — Tenemos «demonio» para
mucho tiempo.
Ha pasado lo que hablamos previsto. El
público aplaude sin reservas la bella música
de Chapí y le ha tomado gusto á la obra,
cosa que debió haber hecho desde „la pri-
mera representación. 'f >
Gil, Campos, la Tomás, todos en uña pa^
labra, desempeñan la obra con cariño, en
especial el primero que hace de un modo
i acabado, el papel de Nicomedes.
EL CASCABEL"
59
Al cerrar esta sección vemos anunciado
el estreno de «La verdad desnuda».
Hablaremos de ella.
PASATIEMPO— «El mismo demonio?,
«El Monaguillo», «Charito», alternando con
obras conocidas "y bailes.
Por cierto que «El misrao-demonio^* re-
sultó algo flojillo en este teatro.
En «Chanto», obtiene grandes aplausos
la Millanes, sobre todo cuando intercala
trozos flamencos, jotas .... etc. '
Una cosa llama . la atención al piU)ticp
del Pasatk^o, y^ es I9, afición qué;g|le-
muestra éíí l¡éíila'^yk.¿ib|os}QÍ' á vestiril de
bailarina. Nada nay* rnásir|flíqu^ que un
hombre haciendo piruetas,^ péro^andoi|^é
hombre se viste de mujer, luce escot^ if^
nos de sinuosidades, y hace alarde dé uór;
gusto depravado en sus gestos y actitudes,'
no libres, sino puercas, el espectáculo es
repugnante y digno ,ie una aldea de último
orden. '''''' " - -=■'? ' ' - ■ •
TEATRO NACIONAL — Ante escasa
concurrencia tj;abaja la aceptable compañia
que actúa en el coliceo de la calle Florida
El repertorio es conocido, por ser el mis.
mo de todos los teatros que funcionan por
secciones, ^r
Anunciase el estreno de algunas obras
nuevas, que indudablemente atraerán pú-
blico.
Allá veremos.
ALHAMBR A — Funciones para las fami-
lias del barrio. Repertorio grande y chico*
Artistas muy conocidos en sus casa's, capi-
taneados por el primer tenor Sr. Tapias.
Pariiquin.
' Y
/-
1-"
Solo hemoss reservado unos ejemplares pa-
ra los lectoresiquecptíérSLn SMscribirseJj íU:
Con que ya lo saben Vds.
Ahí y muchas gracias por lo de lo edición
que Vds. han consumido.
-^«H^'
El tercer núiiiero de Ei^ Cascabel está ago-
lado.
Las bellezas residente;*/!» "a^W del Plata,
encuentran ridú-ula la nioda q^é han adop-
do los niños de la crema, al usal? faja en vez
de chaleco, \..._J:^'-
Dicen que parecen toreros;
¡ Pues si es el traje iriáícadol
Porque para lidiar con algunas....!
—Papá, siempre estoy leyendo:
«Enfermedades secreta$.)v í
¿Cuáles son? " ■ . J \_
- —Ello lOídicg I , »
las que no se'TOiiíTrtftéstání- 7 -^
_Pues, iy cóinolas conocen?
—Hija luia, por sospechas.
Un colega se muestra escandaliyado porque,
según dice, en Mar del Plata, al rededor de
ja ruleta, pierden fuertes sumas, altos em-
pleados nacionales. ..
Anda tonto, que por lo que les cuestan de
ganar.... podríamos decir, parodiando á un
personaje de una zarzuela muy conocida.
Viene en la carta un retrato,
y un rizo de sus cabellos
Pero, señor, jsi ella es rubia, ■
(iómo envia pelo negro?
jDe dónde, de quien y cómo? • • ,
¿Será un cambio de correos?
Nuestro querido intendente municipal fué
á Belgrano y adoptó varias disposiciones.
Creemos que también adoptaría precaucio-
nes.
Por que ¡coíi estas calles tan bien em-
pedradas— I ■.,
Señor Director de Correos i/ Telégrafos.
V. que es una buena persona, podría hacer
algo en pro de El Cascabel?
No crea que le pido una subvención, no.
Lo que le suplico es que los carteros cum-
plan con su deber, y no me caloteen perió-
dicos.
Mire V que luego los suscritores no paga-
rán, con mucha razón por cierto.
Conque. . . .¿hará . V. algo? ¿avisará á quien
(corresponda?
¡Dios lo hagal
6o
EL CASCABEL
¿CONSPIRACIÓN I
Cada dia á la misma hora entra
seguida de uno. ;Coiispimrán?
una Esté V. alerta. Yo me encargo de él
y V. de ella. |
Vea, él entra.
Ya sale. Le seguiré.
...:,. '-
1 -* nvi l^ ■
ii]li!P|ÍÍíP|lH'pi!'^'
ttm^.
f*P|
Señora
dése 'V
'. presa por eonspi-
¡Por conspirar he dicho!
— Bueno pnes he conspirado con aquel,
pero no sabia que á eso le llamaban conspir9''
XL CASCABKL
6l
LA TEMPERATURA
f : \
'hJi-
Me saca de mis casillas
Cuando salgo de paseo
—El mirar de las chiquillas
La figura y el meneo
El garbo y las pantotrillas.
í^^^Oiga V. niña hechicera ,
C, ^ -TfSe le ocurre alguna cosa?
V'^ Si/ vamos donde V. quiera. ^
'^r-^o, que mi tia roe espera
0-"^a V.... ; ';,
.:^ ÍÍ-i^¿A mí? ^ •^-•:-
'~^ J'\ ^.í-^A %sté la fosal
Debeifli^s. .advertir á Eí Nacional, que la
circular que publica en la sección «gentes
y cosas» del dia 23, es original de Campu-
zano, colaborador de El Cascabel, y que
por lo tanto está muy mal hecho eso de
apropiársela como cosa suya sin hacer cons-
tar de donde la tomó.
; No nos importa que se copien, artículos
y poesias de El Cascabel: prueba ello la
bonda de unos y otras.
Pero de una trascripción á un, rapto hay
diferencia. . , '
Y Ei Nacional es un rap(o'K,.-.l ■
Que conste. ' \
¡Oh prodigios de la industria!
Ahora resulta, según leemos en un diario,
ique los señores Martínez han inaugurado un
establecimiento para la elaboración de cis-
ms y adornos de varias clases.
Elaborar cisnesl
Es lo que faltaba.
i ¿Qaé harán Ibs cisnes al ver usurpadas
sus funciones?
Tiene la palabra el Dr. Albarracin.
—¿Mi
/ti. ■ .- "t^SÍ!
cbüíesion no te
— Exentp estoy de zozol__
-^^ que tu mujer te fapíij;-
^.^— Mejor sé yo que rae m^f* j
^■*í 1 j 1- --:f---T #
: -lln cura de mucha cii^cia -
A un bandido preguntaba,
h •' Vi.'
' Como era que no escuchaba ^
I Las voces de la conciencia.
V ;LaSk voces? — dijo el bandido-^
^J ^ vjáítíto os dais cuenta?¿í*^|^ine doy
~ Pero |ayl padre, que yo soy i
Poco aficionado al ruido.
Los Estado-Unidos ha construido el pri-
mer cañofi ^iBontaña.
Todo di él aióaericano.
. En cam^j^pM la Argentina, y eo los
talleres del^^warz se ha construido la pri-
mera trilladora criolla., es decir del pais.
La cosa jsesiil^ glfaciosa. ^ff?; - \ \-i^
Parece <i^ los americanos "del norte lo
sean del su(i y vice-versa'. '
Con trilladoras y no con cañones, es que
el pais llegará á prosperar.
No les parece ,á Vds.? v / '■,
Y, que Levalle perdonel
Sedujo Luis á Pascuala,
esposa de un general,
y éste le sopló una bala;
que siempre ha sido fatal
un toque de generala.
ífcit'
GORRESPONDENCI A.
^'M.
^% .
P. Pito— Pues no convide*
P. DE LA Torre— Si se sus.ca^ibe • V. bien.
Porque J3^ de saber que del 'tercer número
solo quedan unos pocos, qué no vendemos
sueltos.
Apeles— Sus dibujos no son nialos. Pase
porla redacción y hablaremos.
Lector— Repetimos To mismo quezal señor
déla Torre. \-:^
K. D. T.— vombre, ¡déjeme V^. enfíaz!
HoMOBONO Rebolledo— Es V. muy razona-
ble. ¡Ojalá K-D-T. lo fuera 'tanto! Su articulo
esta aguardando turno para publicarse.
é2
u. Cascabel
n
? ; Paco Mora.— Hoy lo publico., lylan4*!V. la
firma para lo sucesivo. 'i jri
Athos— Con el calor de aquel día
calor que abrasada
contento la abrazaba
sin que me viese su buena tia.
Pues mire V.^ sila tia le vé le rompe una
clavícula, con razón por cierto.
Cronist.a— Dejemos en })az á Mitre, si V.
gusta.
J. DE LA Cruz Alt.\ -Ya estoy mareado con
tanto instantáneo. jQué le importa al pais que
aquel señor aea, asi ó asá? ..>-..
Saltamqnteís— Es muy inocenlel
.) UNO— «Y tú, hermosa, que hacéis »
Esto es un macana:;o de los gordos.
Amigo - Por mucho que lo sea no puedo ser-
virlo. No hay ni uno: se agotó completamente
a edición» . .-
P. López— iSuscribiéndose? Ya lo creo, si
señor.
A. Simón— No devuelvo ni un original. Va-
liente trabajó me quiere V. dar.
E. G-— Aprovecharé algo.
Quedan muchas cartas sin contestar.
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ffií^ij^''
66
BI. CASCABEL
L espíritu de irni-
tacion y el espíritu
de vino se han de-
sarrollado de un
modo alarmante.
Ahora los coti-
llones están á la
orden de la noche,
y de resultas de
los bailados en Mar del Plata y en el Ho-
tel del Tigre, Tigre-Hotel ^po^ mal nom-
bre, ó por nombre inglesado, que viene
á ser lo mismo, están exprimiendo el magin
un sin fin de muchachos veraniegos ávidos
de popularidad, y deseosos de que los dia-
rios digan: cEl conocido
joven Fulanez dirigió el
cotillón acompañado de
la atrayente señorita de
Menganez>.
[Oh poder de la imita-
ción!
« ■■■■'■■
Tú haces que el Dr. Várela versifique
con indulgencia del arzobispo, solo porque
Candelario versifica con indulgencia del pú-
blico.
|Todo lo puedesl
Ello es que en Villa-Zonza se preparan
grandes fiestas, y para dirigir el cotillón han
hablado á un almacenero que además de
almacén de comestibles tiene almacén de
hijos, á fin de que el mayor de estos que es
un muchacho muy fino, que usa zapatos
amarillos, vaya y haga de director organi-
zando cuadros que llamen la atención.
El muchacho que no deseaba otra cosa
ha salido ya de la capital, llena la cabeza
de ideas á cual mas luminosa.
Los diarios nos enterarán del gran acon-
tecimiento, y nosotros quedaremos esperan-
do el próximo cotillón que indudablemente
se bailará en cualquier parte.
Y andando el tiempo no será estrafio que
al pasar por un conventillo oigamos pedir
á algún propietario de acordeón:
— Toque Vd. el cotillón Cayetano, que
vá á empezar la farra.
Ya verán Vdes. como dentro de unos me-
ses este baile se habrá popularizado tan-
to, que la cremme lo repudiará.
Y entonces volverá á entregarse á la ha-
banera con corte, baile modesto hoy des-
terradode los salones con gran senti
miento de algunos que suspiran por el baile
ceñido .
Aparte de los cotillones, la atención pú-
blica se fija en las próximas
elecciones que prometen ser
reñidas como algunas carre-
ras lo son en el hipódromo.
Los políticos leen con avi-
dez en los diarios las proba-
bilidades que hay á favor
de estos ó aquellos, y no se
dan punto de reposo.
Los espíritus timoratos no
piensan quedarse en la ciudad; y mientras
unos hacen sus aprestos, mas ó menos bé-
licos, ellos se aprietan el gorro, como vul-
garmente se dice.
— Es preciso que nos vayamos al campo
— dice la señora de Cordilla á su esposo.
— Pero mujer . . . , !
— Nada, nada: ya sabes que soy muy im-
presionable y me asusto por nada
•^ — Pues mira, la ida al campo me asusta
mas que todo. Las elecciones serán tran-
quilas.
— Todo lo que quieras pero arregla los
baúles.
A los amigos les diremos que vamos á
veranear y nos tendrán por personas de
tono.
— Estas desentonando mujer. No hay pa-
ra tanto.
Pero cualquiera convence á la señora de
Cordilla! ^
Es menester arreglar los baúles mientras
ella dice á sus relaciones:
e1 cascabel
é7
—Nos vamos á pasar una temporadita al
campo. Mi esposo, que es tan bueno, ha
tenido compasión de mí, y al ver los gra.
nos que me salen en todo el cuerpo me ha
dicho: ¡al campo! á tomar baños!
— Que' feliz es Vd.l
— Sí, me gusta mucho veranear. El via-
je es delicioso, y luego una en el campo
respira mejor y no encuentra inspectores de
tramway que le pidan el boleto.
Mientras tanto el señor de Cordilla suda
el kilo haciendo paquetes y cálculos, de los
que saca en limpio que se quedará idem
de plata después de la escursion.
— La vida ante todo — le dice la mujer.
— Ya lo creo, pero á la vuelta estare-
mos empeñados hasta las cejas.
— No te olvides de la cotorrita; quiero
que venga también.
— Bueno mujer ¿nada masr
— Y tú, llévate aquel traje de levita que
te marca trn bien las formas ....
— Que me deforma las pocas que me
quedan, querrás decir.
— Es preciso presentarse bien de ropa.
La cosa es dar golpe.
— (A ti te daria uno).
— Qué murmuras?
— Nada: digo que la levita antes era ver-
dosa; pero ahora con lo que he abusado de
ella, creo que ha perdido el color....
— Y no hay tinta en casa? Con un pin-
celito puedes repasarla y quedará flamante.
— Maldito miedo!
— No es miedo, es prudencia. Además
si hay tiros no es cosa de exponernos á
que nos toque una bala perdida.
— No nos moveremos de casa.
— Nada, nada: no estoy para elecciones.
— Claro, para ellas están los electores.
—-Al tren!
— Al tren, vamos. ¿Y si descarrila?
— Ay . . . . ! no me lo repitas que me dá
la puntada. ...
— Vamos, vamos no te asustes; parece
mentira que gastes tan mal genio conmigo
y seas tan miedosa.
Y. . . allá vá la familia.
Huyendo de la quema.
LUCHA
La variedad, la lucha, las zozobras
La duda, la esperanza,
Son agentes que animan y confortan
Alegran y entusiasman.
Que el ánimo que espera y ambiciona
Se deleita y exalta.
La posesión, segura de las cosas '
La paz, la certidumbre, la confianza
Entristecen y postran,
Porque el afán de la existencia acaba
Donde el hastío y la indolencia asoman.
El bien seguro á la ambición desmaya
El bien incierto á la ambición esforza.
Af. Bahamonde.
--(£)|c^-vv^
68 EL CASCABEL
LA COMPETENCIA
P
ARA Arteaga la comjyetencia era sinónimo de la fatalidad.
Con su poderosa inventiva ideó mil planes y negocios, á quienes un compe-
tidor habia hecho fracasar.
Todo un verano pasóse discurriendo en un quitasol de nueva forma; cuando
lo dio á conocer hacia un frió boreal, y su invento pereció entre la frialdad del
público. tJn estio puso ala venta abrigos de pieles, y la indiferencia de la gente
los puso al abrigo de toda tentativa de compra. Las estaciones le hacian la compe-
tencia. /
Dedicóse con ardor á las matemáticas, y no las pudo aprender, porque á las
ciencias exactas les salió una competidora inexacta, en forma cte señorita del
Progreso, (es decir empleada en el ídem) quien si bien le hizo olvidarse de la
elevación á potencias, le ejercitó en la potencia de elevación, pues era muy aficio-
nada á que la llevasen en brazos.
Otra señorita del Progreso también, quiso en unión de Arteaga dedicarse á
estudios de Economía, y con tal ardor lo tomaron que las economías de él desa-
parecieron y Sufrió mucho su propia economía.
Por eso decia á ratos.
— ¡A mi el progreso me ha atrasado much^!
Otra vez (cuando se preparaba para el examen de Astronomía) se pasó muchas
noches dedicado á observar á Venus, (con to telescopio se entiende) y cuando
mas afecto se mostraba al estudio, tuvo que recurrir á Mercurio, que con su bri-
llo hacia la competencia al otro planeta y del que decia Arteaga.
— ¡Qué astro! ¡Con él veo las estrellas!
En fin, médico ya, y casado, y sin hijos, se le ocurrió una idea portentosa.
Convenció á su señora de que debian sacrificarse en aras de la ciencia y hacer un
ensayo de fecundación artificial.
Pues ¡oh fuerza del destino! también en esto le salió la competencia y en
forma tan natural, que A.rteaga pidió el divorcio, renegando de Zola, del natura-
lismo, y sobre todo de las experiencias. Desesperado exclamó.
— ¡Esto no es escarmentar en cabeza agena; porque el escarmiento lo sientq
en la mia propia.
Seria larga de relatar la interminable serie de desastres que llena la vida de
Arteí^ga. Siempre le ha salido la competencia al paso y una vez á mas de esta le
salió una fuerte erupción en todo el cuerpo de resultas del disgusto.
Hará cosa de dos meses que tuvo una idea luminosa: establecer un café mon-
tado con todo lujo La misma noche que inauguraba su establecimiento, se abria
dos cuadras mas arriba otro café que igualaba al suyo en todo: Arteaga hizo tocar
á un pianista en su casa. En la otra tocó una orquesta. Regalaba flores á las se-
ñoras; las que sallan del otro café llevaban houquets.
Desesperado echóse á pensar y por fin respiró, diciendo:
— ¡No temo mas á la competencia!
Frente á su casa aparecieron dos lindas niñas que se pasaban la vida en el
balcón lanzando miradas incandescentes y otras cosas mas á la clientela. Esta,
consumía cerveza á toda velocidad para calmar la sed de sus deseos. El estable-
cimiento se llenaba para poder admirar á aquellas dos deidades, que no sabían
lo que era mitología.
— ¡Negocio redondo! — pensaba el ingenioso Arteaga.
Pero á los 15 dias, observó con desesperación que los marchantes se marchaban
de BU casa para entrar en la de enfrente, en donde les debian contar historias muy
tristes á juzgar por el semblante conque salían.
— ¡Otra vez la competencia! dijo el desgraciado— pero yo la he de vencer.
.—No pierdas el tiempo — le dijo un amigo. Que por mucho que imagines, no
puedes mover al público en tu favor, como tus competidoras.
Arteaga se dedica ahora á resolver, para vengarse, el movimiento continuo.
S. Garrido.
A
EL CASCABEL
69
Oh la mujer!
Por su empresa meritoria
Lucha el Sr. de Alarcon
Y na perdona ocasión
Donde lucir su oratoria.
Su energía y su saber '
No descansan un segundo
Y le llama todo el mundo
«Apóstol de la mujer»
Tras lides abrumadoras
Logró un gran triunfo en verdad
Fundando la Sociedad
Protectora de señoras.
Tiene un local conveniente
Con 1^ piezas bien decoradas
Y allí celebran veladas
Donde acude mucha gente,
Allí ante la concurrencia
Absorta de admiración
Hace el Sr. de Alarcon
Alarde de su elocuencia
— Señores — dice — á mi ver
Pronto el triunfo alcanzaremos.
Ya es hora que coloquemos
En su sitio á la mujer.
(Se oye un ruido inoportuno
Que causan varias señoras,
Pues están hace dos horas
Sin hallar sitio ninguno)
— Hoy por hoy es una mengua
Que no se intente salvarlas
Se trató de emanciparlas
¿Y quién trabajó? ]la lengua!
Llegó la hora de dejar
Palabras huecas á un lado.
Con ánimo denodado
Comencemos á luchar.
jDesde hoy con actividad
Enérgicos y prudentes
Alzense los diferentes
Miembros de la sociedadl
|Vedlas en negro quebranto
Llorando dichas perdidas!
|Vedlas en dolor sumidas
Bebiendo su amargo llanto!
|Vedlas elevando al cielo.
Su mirada húmeda y tierna!
]Vedlas pidiendo á la eterna
Justicia, en vano, consuelol
iVedlas perdida la calma
Y á pesar de su dolor
Dispuestas á dar su amor
Al que es dueño de su almal . . . .
— I Oh ño puedo proseguir!
]Me mata de la mujer
El eterno padecer
El continuado sufrir! ....
Se alza' un rumor que no cesa,
Alarcon es aclamado
Y se marcha entusiasmado
Para continuar la empresa
Llega á su casa á deshora
Después de tan nobles lizas
]¡Y le pega unas palizas
Atroces á su señora!!
Luis Garda.
V-
SOEPEESA
■'-^5SBÍ»«S???SiS
y
-..\¡rf,~'W:
■:i^«-
70
SL CASCABKL
Calandria y el Brrivp^ane^
Recuerdos de Kntre-Hios
YA Calandria — el simpático apodo
con que se habia hecho popular
Servando Cardóse, el último gau-
cho matrero cjue recorrió los llanos
de Entre-Rios — habia desertado por segun-
da vez del batallón Guardia Provincial,
que para custodia de su persona mantenia
en el Uruguay bajo el mando del hoy co-
ronel Blanco, el entonces gobernador de
aquella tierra Dr. D. Ramón N. Febre, quien
seguramente, no gozaba en su silla de las de-
licias que generalmente atribuyen á gober-
nantes, y prebendados, todos aquellos que
no han sido nir'siquiera alcaldes en su vida.
El pobre gaucho matrero, mateníase por
ahí, por los nr.ontes que rodean el pueblo,
como Dios lo ayudaba- la policía lo perse-
guía con encarnizamiento, temiendo y con
razón, que pudiera servir de núcleo á alguna
partida de bandoleros que diera mas de una
jaqueca al vecindario: él recibía la persecu-
ción con paciencia evangélica y se aguantaba
. . . .haciendo travesuras que aumentaban su
prestigio y abrillantaban su personalidad, de
suyo oscura y deslucida.
Ya era la relación del rapto audaz de al-
guna moza garrida de la vecindad, ya el de
un mozo boticario destinado á funciones se-
cretariles, ó de alguna serenata terminada
á capazos, el plato del dia que á aquella
sociedad reducida y curiosa, — ávida de no-
vedades.— brindaba el gaucho, que sin mas
propiedad que su caballo, su guitarra y sus
armas» — vagaba de rancho en rancho, sollo-
zando sus penas en melancólicas coplas lle-
nas de sentimiento.
* *
Un dia, allá por 1875, anuncióse de re-
pente una visita que haria al Uruguay el
presideqtc; Avellaneda acompañado de su
ministro de justicia culto é instrucción pú-
blica Dr. D. Onésimo l.eguizamon, el mas
ilustre de k)s entrerriancs de su época: las
gentes del gobierno determinaron organizar
festejos y diversiones que quedaran como un
acontecimiento, no solamente en los anales
del Uruguay sino también en la memoria de
su pueblo.
Se echó la casa por la ventana.
Aquello iba á ser monumental.
En las calles no se veian sino carros tira-
dos á la cincha— de los que allí se llaman
carretillas — cargados hasta el tope de cajo-
nes de cohetes grandes, chicos y medianos;
de bombas de estruendo para el dia y sordas,
pero llenas de luces para lanoche; de faro-
lillos chinescos para colgarlos entre los ár-
boles de la plaza-, de vasitos para la ilumi-
nación á candil que entonces se usaba; y,
en fin, de cua|it|) ctcliitache y herramienta
era necesario valerse para armar grandes ar-
cos triunfales en la calle que conducta al
puerto y cuyos componentes principales eran,
como lo son todavía hoy — el mata-ojo —
planta que nunca falta en los festejos po-
pulares porque con su verde vivo pone una
nota alegre en el conjunto — y el liencillo
pintado con cal— cuando hay tiempo para
ello— gran soportador de inscripciones ale-
góricas y de expresiones de un júbilo que á
existir en realidad seguramente se le juzgara
de locura.
Si el pueblo no se divertía, evidentemen-
te no era por culpa del gobierno!
*
* *
Llegó si dia de la visita y desde la ma-
drugada ya los hombres de la localidad —
incluso los colegiales, dados de asueto al
efecto con recomendación de vestir sus pren-
das mas lucientes y vistosas— estaban en
viaje para el puerto — donde el gobernador,
los ministros y todo su estado mayor de
empleados y ministriles, esperaban desde el
alba al ilustre huésped, atragantados con
arengas y discursos que se improvisar ian
después, ante el jefe del Kstado, durante los
ceremoniosos banquetes y comilonas.
Como el batallón y la policía fueran de-
masiado cortos — puestos en hilera á ambos
lados de la calle — para cubrir toda esta des-
de e! pueblo al desembarcadero. .. .se ta-
paron las piernas hasta donde alcanzó la
manta: el último soldado y su vis á vis — ves-
tidos de pantalón lacre, chaquetilla azul os-
curo, morrión con plumas verdosas, guantes
y correaje blanco — ¡por falta de colores no
era desgarbado el batallón! — quedaban allá,
como á diez cuadras del muelle que <her-
via de gente á pié y á caballo» según la
expresión de entonces y que serian como
unas trescientas personas de todos matices
y pelajes.
* #
Al fin llegó el vaporcito de guerra que con-
ducía á los huéspedes anhelados. La banda
gimió un himno nacional mestizo de italiano,
y la comitiva emprendió á pié el largo tra-
yecto, analizando y comentando hasta el
mas mínimo gesto del presidente y de sus
acompañantes de Buenos Aires.
De tropezón en tropezón, llegaba ya la
columna precedida por la banda — cuyos
miembros soplaban de manera escepcional y
como deseando cada uno hacerfe notar de
los visitantes, quizás mn la vaga esperanza
de conquistarse un protector entre aquellos
desconocidos que se suponía tuvieran las
llaves del cielo — cuando, de repente, se
oyó un grito estridente ¡Aqui está Calan-
dria^ maulas!, se sintió un tropel de caballos
I
^*""i
í ^Xífl'
KL CASCABEL
71
al lado mismo de la persona presidencial, y
tres ginetes montados en caballos agües y
vistosos atravesaron á naédia rienda por entre
la comitiva y emprendieron fuga á la carre-
ra, hacia unas lomas verdes que se veían al
oeste, golpeándose la boca en son de burla.
Un grupode soldados de policía, repues-
tos del estupor momentáneo producido en
su ánimo por la voz de Calandria, al ver
que un comisario Martinez se ponia en per-
secusion de los fugitivos, le iniitó cor. bríos.
La comitiva, incluso el presidente Ave-
llaneda, se detuvo á presenciar la lucha en-
tre matreros y policiales.
El caso era novedoso.
* *
Perseguidores y perseguidos, habían llega-
do á la cumbre de una loma: primero iba
Calandria en un alazán, luego otro gaucho
corpulento, de apellido Amarillo, en un bayo
y mas atrás en un tordillo, un muchacho
como de doce años que aprendía la vida con
semejantes maestros y que era sobrino, se-
gún se decia, de Chengo Aguilar, uno de
los asesinos de Urquiza.
Detrás de éste y como á media cuadra,
iba el comisario Martinez y dos soldados,
de los cuales el primero desarrolló de re-
pente unas boleadoras, agitólas brevemente
en el aire y lanzólas por sobre su cabeza y
la de su cabalgadura, con tal certeza, que
después de dar varias vueltas en el aire
fueron á enredarse en las patas del tordillo,
que iba rezagado.
Ginete y cabalgadura desaparecieron en-
tre una nube de polvo, levatado al rodar
aquella masa sobre el suelo.
Cuando se disipó y pudieron verse los de-
talles del cuadro, éste habia cambiado.
Calandria y su compañero, habían entre-
parado sus caballos y volvían el rostro hacia
el grupo que dejaban atrás y al cual iban á
atacar eviaentemente: el muchacho que á
penas alzaba una vara y desaparecía bajo
un poncho que tocaba al suelo, á pié, se
acercaba á su caballo caminando de espal-
das y con un cuchillo en la mano izquierda,
para cortar las boleadoras que lo ligaban,
mientras con la derecha sostenía un trabu-
co con el que amenazaba al grupo del co-
misario y sus soldados, que estaban inmó-
viles, no atreviéndose á avanzar.
Los matreros volvieron cara y atrepella-
ron á la carrera, aprovechando el muchacho
la coyuntura para cortar las boleadoras y
saltar á caballo: fué en vano; no se habia
movido, cuando ya otra boleadora le apri-
sionaba, obligándole á repetir su arriesgada
operación primera.
Los matreros cargaron: hubo tiros, atro-
pelladas para libertar al caído que |,no se
rendía sin embargo y continuaba con su.tra-
buco amenazante, que no bajó, hasta tanto
Calandria, perdida la esperanza de libertar-
lo, no \e gt\it)¡r enditen & tiempo que era
embestido por los soldados y obligado á po-
nerse en salvo.
Preso el muchacho, fué destinado á la
banda del Guardia Provincial, donde murió
tísico á fuerza de soplar en el pistón.
* *
Días después, hablaba yo con Calandria
en una pulpería lejana del pueblo y le decia:
— ¿Pero para qué se compromete así?
¿Quién se va á animar ahora á pedir su in-
dulto?
— Bueno. ... y que no lo pidanl En
algo sed é divertir uno!
— ¿Y qié le pareció el presidente?
--Tan chiquitito ¿no? y tan ladíaditol!...
Yo venia al lau y tuve ganas de voltiarlo
de un yerrazo. . . . pero me dio lástima!
— Mire lo que habia sido el presidente!., .
Yo cráiba que juera siquiera como el ma-
yor Espeletal
Se refería á un moceton que media casi
dos metros, siendo una figura bizarra y ele-
gante!
Fray Mocho.
c
EL GUANTE
I
uando á fner de hombre galante
Hoy el guante recogí
Caido á tus pies, te di
El corazón con el guante.
II
Tu amante lo comprendió,
Miróme de celos loco,
Buscó un pretexto y á poco
Fué y el guante me arrojó.
III
Casi á la mendicidad
Me redujo el ser tu amante
Y hoy tuve que echar un guante
Que llenó la caridad.
Adolfo S. de los JSios.
Ella es bonita y, como es natural, tiene dos pretendientes.
Mientras elJa se manda mudar con
un señor que ofrece garantías.
Que acuden ai teireno,
iPP^PMniVffiPP
ÜPÜ
Lo mismo pasa á Anita.,,
A SUB prf.^tendientes.
Y á uno que fuma un y>«//« y ie los fuma.
í:SwS?7%2-'-, ■"■■'■'■' ■"-■
r
F- I S^ I f «....^¿^ ^^.i^c^ %# %»#
74
KL CASCABEL
RECUERDOS
Fui á Mar del Plata lleno de ilusio-
nes y á los dos dias habia perdido aque-
lla y estas. La plata en la ruleta, y las ilu-
siones . . ; háganse Vdes. ilusiones sin
plata . . . . !
CANTARES
Me encuentro zonzo del iodo
Cuando no estoy á tu lado,
Y es que siem-pre al despedirnos
Me dejo el alma en tus labios.
* *
Dios le dehe á las mujeres
No sernos desconocido
Que Eva fué quien ahrió á Adán
Las puertas del Paraíso.
;Ay nwrocliita! Tus ojos
Son dos soles tan )nalignos
Que á f.esar de ser invierno
He pillado un tabardillo
*
* *
No consientes mis caricias
Por temor que tu honra nianche,
No tengas cuidado hermosa
Que por eso traigo guantes. ^
Veo cuando tu estás triste
Todas las cosas tan negras
Que ayer me pisaste un callo
Y no he visto las estrellas.
Por amar á \ Soledad
Tengo una rara locura:
Sino me acuesto con Sol
Me levanto con la luna.
*
* *
^4/ nutr (i buscar Conchitas
Ful niña, y no hallé ni?iguna;
Si tu vinieses conmigo
J)e fijo que encuentro alguna.
*
* «.-
Yo quisiera ser tu alfombra
Por besar tu pié pequeño.
No me importa que me jñses
Viendo tan de cerca, el cielo.
ALIDIO BOKGIA.
EN liA PLAYA
Qué pesados son algunos! Así que me
tiro al agua se echan conmigo.
PORORÓ
El coronel Sola, es un viejo militar sal-
teño que ha sido en su provincia, todo lo
que ha querido: es un hombre de mérito.'
Sin embargo, tiene una cachaza y una pa-
chorra que llaman la atencioni hasta en Sal-
EL CASCABEL
75
ta, que es la patria de semejantes condi-
ciones. : . fií^
Poco hace venia de Salta acompañado de
de un sobrino.
Pasaban por Tucuman y desfilaban ante
sus ojos los cañaverales inmensos:
— Mire, mi tio, ...qué cañas!
El aludido exclamó á la media hora con
su tono bonachón aunque pesadote:
—Huml
— ¿Pero que señoras cañas, eh? ... insis-
tió el joven al cabo de otra hora.
Tres dias después tomaban el tren en el
Rosario para venir á esta ciudad y recien
el coronel dio su contestación diciendo con
toda naturalidad mientras se sentaba:
— Buenas pá pézcarl
Y decir que el 'coronel Sola y su sobrino
tienen fama en su provincia de ser los mas
grandes conversadores que ella ha produ-
cido!
El Dr. Wilde era cronista de La Nación
Argentina y estaba encargado de revisar
los diarios del canje.
Una mañana llega á la imprenta y se en-
cuentra conque no tenia nada que revisar:
para matar el tiempo se puso á leer.
En esto estaba cuando entra muy apu-
rado el portero, uno de esos eternos Ramón,
que no se olvidan — y le dice sin quitarse
el sombrero:
— Ahí, . . .¿ya vino?
— Creo que si.
— Bueno!. ... Le aviso que no han traído
ía correspondencia!
—Está bien! .... Si acaso deseas que yo
vaya á buscarla, avisa .... pero antes hazme
el favor de sacarte el sombrero!
no TOBÍAS.
POLITEAMA— El bene-
ficio de la señora Bonazzo
constituye el suceso culminante de la sema-
na en este teatro.
La distinguida artista, que tan magistral-
trai mente desempeña el papel de Santuzza
en Cavalleria Rusticana, fué muy aplaudida
y festejada, lecibiendo elocuentes pruebas
del buen concepto que merece del público,
que llenó completamente el teatro.
«Cavalleria Rusticana» está dando muy
buenos resultados.
La compañía estudia la opera de Bizet
«Carmen» destinada seguramente á obtener
un éxito completo.
El Politeama, es hoy, por hoy el 1 punto
de reunión de la cremme que no ha ido á
veranear.
PASATIEMPO — La noche del Sábado fué
noche de estrenos en este teatro.
Después de '«El Mirlo Blanco», «El De
monio en el Molino-^.
La primera original de los Sres, Navarro
y Campano, música de Valverde (hijo), es
una zarzuela cómicc-bufa-fantástica, lo que
equivale á decir que; no tiene pies ni cabeza.
Únicamente las primeras escenas del pri-
imer;cuadro fueron aplaudidas en especial
el terceto de Lepe, Lepijo y su hijo que
es^un número original y lleno de gracia é
intención.
La escena de la buenaventura fué también
del agrado del público y el resto de la obra
pasó entre la mas glacial indiferencia.
Las señoras Henares, Millanes (C. y D.)
Cel)allos, y los señores Sanrumá, Orejón,
Arcos y Romeu alcanzaron repetidos aplau-
sos.
El baile que la empresa ha añadido al
«Mirlo Blanco» hace que este termine de
de un modo menos frió.
76
MííeAíeABUi
<£1 Diablo en el Molino > es una inocen-
tada original de los señores Cuartero y Vi-
garva música del Sr. Tabeada, tres perso-
nas que se propusieron escribir algo capaz
de hacer dormir al público, y lo lograron
por cierto.
Apesar de la gran dosis de narcótico que
la obra encierra, el público aplaudió en
mas de una ocasión, lo que prueba que los
artistas estuvieron felicísimos en el desem-
peño de sus papeles.
Lastseñoras Millanes fueron muy aplau-
didas.
El Demonio que hace la Dolores Mil'anes
en capaz (^ hacei caer en la tentación al
mismo San Antonio.
Orejen, Sanromá y Arcos aplaudidos tam-
bién, sobre todo en el quinteto de los bofeto-
nes.
En una palabra el «Mirlo Blanco > y «El
Diablo en el molino» se salvaron gracias á
los artistas, porque las obras en sí, son dos
macanazos tremendos.
COMEDIA — Nos quedamos con las ganas
de dar cuenta de la función á beneficio de
la Sta. Tomás, porque escribimos esta revis-
ta el sábado y el periódico se imprime el
lunes.
Hacemos constar nuestros deseos de que
el beneficio sea como se lo merece la
estrellita de la Comedia.
Juegos de manos en el Onrubia.
El prestidigitador ruso Hermán es un
brujo Jin de siécle, un brujo distinguido y
que escamotea con la misma facilidad que
para el escamoteo tienen algunos directo-
res de Bancos % ^Sociedades Anónimas.
Los juegos de manos de Hermán, no
pueden llamar mucho la atención del pú-
blico, t.
Está este tan familiarizado con la pres-
tidigitacionl
Ha visto escamotear tantas cosasl
Le han birlado tantas . . .
+*-»4-
El público de la «Comedia» silbo furio-
samente la zarzuela cLa Verdad Desnuda».
Y es que la verdad es hoy cosa tan rara
entre nosotros, que estamos dispuestos á
silbarla así se presente con mas ropa que
Pellegrini, que es el ciudadano que necesita
mas para cubrir las formas.
En un salón: *- .,
— ¿Es usted casado?
— No, señora.
— ¿Tiene usted intención de casarse?
— No, señora.
— |Pero si todos los hombres hicieran lo
que usted, se acabaña el mundo!
— ¡Ohl. . .no, señora.
Lectores: haceos cargo de que el presente
número ha sido confeccionado en tres días
y agradeced á la Candelaria que nos ha
obligado á imprimirlo el Lunes, ó lo que
es igual á tenerlo listo el Sábado, las de-
ficiencias que podáis observar.
¡Dichosas fiestasl
A ver si con esto del modernismo, que
ahora se agita, lograremos suprimir algu- (
ñas.
—He estado muy malita.
— ¿Y qué bás tenido?
— Pues no lo sé siquiera.
— ¡Pobrecital
Yo sí lo sé; por eso preguntaba
que si hablas tenido chico ó chica.
En un examen:
Profesor: Podria Vd. decirme que entien-
de por bienes-raices?
Discípulo: Toda clase de plantas y árboles
frutales— (aprobado) .
ík^^'S ,\í*
- '«í1^^,^'»^-3^
'W^^'
,; .- -p-;ij^;^rtH?!5p^ T-
KL CASGABBL
77
L
Decia cierta casada;
^j;Yo qiiisiera sec don
contestí^ba el noaridoí; ísí
-jY yp también lo quisiera
■ / El poder extraordinario ; 7:
■- De tu belleza pasmosa '
Vá á convertirte en la esposa
De un vicioso millonario.
, Y hace levantar en vilo
De tal trato la grandeza
.-. lYcndes muy bien tu belleza
_ A millón por cada kilol
El asunto de los boletos de tramway está
dando juego. A cada momento se arma
bochinche, y no hace muchos dias un ma-
yoral disparó dos tiros á un inspector.
Resultados de la buena voluntad de las
empresas que han inventado los inspectores
para evitar molestias al público.
Si esto es evitar molestias, vjue venga Dios
y lo vea!
Dos caballeros nerviosos, que enamoran á
la misma señora, se encuentran en la calle.
Se tropiezan, se insultan, se abofetean, y
terminan por cambiar sus tarjetas.
— Caballero, dice uno. Mañana no sal-
dré de mi casa en todo el dia.
— Pienso hacer lo mismo. Abur.
Al señor don Jesús:
(Un cura que ha vivido en Chascomús)
Cierto médico sabio demostraba
Que como hombre prudente.
Convenia que el agua que tomaba
Pasara por un filtro previamente.
Es Don Jesús muy duro de cabeza
Así es que al higienista no entendia
— :De que sirve — decia —
n filtro?
— Pues el filtro da pureza . . .
— ¿Da pureza?
— Para eso se destina.
— |0h que invento oportunol
Hoy mismo á Buenos Aires pido uno
¡Y filtro á mi sobrinal
—-¿Tiene usted hoy gente á comer?
— Sí, algunos amigos, algunos parientes.
— ¿Cr-eo que espera usted á su suegra?
: — Yo espero siempre todo lo malo.
;, — Mi primo me pide uu beso
¿qué debo hacer^
— Se le das.
,;!. — ¿No ofendo al cielo con eso?
— No, hija, mas te confieso
que al cabo le ofenderfís.
Una horizontal, que tenia un miedo hor-
roroso á las viruelas, se decide á llamar á un
médico.
— Doctor, ¿en qué sitio podría usted va-
cunarme para que no se me viera?
— ¡Difícil será!
(s^ííe)
— Mamá, ¿no me caso ya?
que ya de los veinte paso;
mamá, tú no me haces caso,
debo casarme, mamá.
— Hija mia, claro está
que ya de los veinte pasas,
y que en deseos te abrasas,
y el deber se deja ver;
pero te falta el haber,
y por eso no te casas.
Quince años con Inés retozó Antonio,
perpetrando, por ñn, su rnaírimcnio.
Quien se desliza en el carril del vicio
no pdra hasta encontrar el precipicio.
Gil se casó con Consuelo
y sin consuelo vivió:
murió Consuelo, y volvió,
Gil á vivir con consuelo.
Consuelo, su desconsuelo
fué, y es digno de advertir,
que, cuando huyó de este suelo
Consuelo, empezó á vivir
Gil, sin Consuelo, en el cielo.
78
KL CASCABEL
Muy buenos los {cigarros ¡y cigarrillos con
que uos^ha obsequiado"el Sr. Soma y, fabri-
cante de los conocidos cigarrillos «Sport-
uien», con motivo de haber contraído en- '
lace con una bella y distinguida' señorita.
; A qué ahora Somay es capaz de acredi-
tar una nueva marca de cigarrillos, titulado
por ejemplo, Maírimo niales?
Felicidad á los córiyugesl
El coUno de la elegancia:
Una hermosa dama se ha c;isado lecien-
temente con un negro de los mas negros,
porque ha llegado á creer que es el color
que mejor le sienta.
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8¿
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.:>js OíTJUpO '.'■
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'If;-^!; {
FSKARíA podor empe-
zar esta charla d i-
ciendo: «las eleccio-
nes del Domingo han
sido hechas al amparo
de !a ley, no ha ocur-
rido ningún iiicMéíft té, etc. ...»
Pero resulta que no lo puedo decir por
que cuando esc^o la charla (el sábado,
dia de ingleses)'^ Ib sumo sé que la cosa
se presenta |ífe:"asij^„r¿s decir, no tan
clara como seüji^n/ desear.
Y no será pg^ue néífeaya personas dis-
puestas á todf ,tó |-?5;
Conozco po^ico qiie^íféX^a dos dias sin
comer ; tan distribuiio tiene su tiempo !
mm.
i ■ 1 ' ' . \ i
— Es una pena lo que me pasa con Ca-
nuto.
— Qué le pasa ?
— Casi nada ; que no lo puedo ver. . . .
— Tan malo es?
,~- No digo eso; digo qiie no lo puedo
ver oort puntualidad. Pasa Ift hom? de
comer y la de dormir entretenido fuerade'
casa. ^ . ^ ■ ■ .,M ? t ^ '. í
■^ — Es que teíidrá algún lio. . . .
— El. . . . ? si es tan tonto,,para las mu-
jeres! Mir^y^y, yo tüyé que-l^clararmo á
él ó de lo c6Dtrario-íBtQ seusatéti.
— No se casa ¥., éh?
No nos cásame, vaya. .Ya vé V. si es
cor o. PerGahGra.ci¡>ilm^ivd-*U€j^polUi<;a
y de una erupción cutánea, está mi hom-
bre muy nervioso y ha cobrado genio.
— Mas vale así.
-- No lo crea V. El otro dia habig, C9m-
prado una cabeza de carnero parar(^r,s^atr
bor al puchero. Pues bien ; llega, Gíip lito,
vé la cabeza, y al punto la ensíy-ta coíiuw
hierro del mosquitero y la pasera, ppjc, Ja
pieza. . .
Por fin la arroja con desprecio, y al
yerla en el suelo la endilga una poesía (fe
^Espiro, llena de vigor. . .; , , ..í,
— Qué raro I , • . .. „ . r
— Qué tenga vigor la poesía? ,...;,. .,.
— No, lo que hizo su esposp. ,.^| ^,..:,
. — Es que tiene algo de espiritís^a, y
luego rao confió, en el seno do la con-
fianza, que aquella cabeza era la de un
diputado de no sé qué época, ,,
— Qué atrocidad! ,,.,,, ., ,:í|
— ¿ Y de noche ? Mi marido no para en
Q:\?a más. que el tiempo prQcis,¡9^, para, de-
cirme : « Buenas noches, pronto lUgí^^.^l
dia de la prueba ». Y se duerme abrazado
á la almoada.
Una vez dormido, habla de voto?, se
acalora, y acaba por pegarme un puntar
pié ó un mordisco. Claro está, que pro-
testo; entonces, cariñosamente me dice::
« Perdona; creí que eras Levalla «.^ .;, ,,
Llega el dia ; so viste, y sale á la calle,
y no vuelve más que para comer deprisa
y corriendo.
Quiera Dios que el dia menos pensado
no entre con una pierna menos.
Es tan exaltado !... . .■
El caso es que estamos er» perpetua agi-
tación y creemos, como el Ministro de la
Guerra, que se conspira. . • : ..;
Contra quién ? . , j , . , ,,,.
En primer lugar, contra la salud del
ejército acampado en Maldonado.
liL caScaííeL
■ \Q\ié solazos llevan recibidos los mi-
licos ! ' :. -,' 1. ■.::■ : ■■ ■;/ ; ■ --^
El pueblo está prevenido.
Y al menor ruido sospechoso, se inicia
el desfile al trote en los paseos públicos.
Las familias apresuran el paso y se re-
tiran á sus hogares á esperar los aconte-
cimientos.
La simple explosión de una bomba de
estas que lo mismo anuncian la aparición
del sol el dia 25 de Mayo que la aparición
de un boletin con importantes noticias, nos
hace saltar, y pone nuestros nervios más
tirantes que las relaciones entre Chile y
los Estados Unidos de la América del
Norte.
El caso es que á lo mejor está uno le-
yendo la pesca de noticias de Argos, y
j pam! otra bomba.
Dios mió, exclamamos azorados, ¿ha-
brá estallado yá ?
Y cuando nos ponemos á meditar sobre
la inestabilidad de las cosas huriíanas y de
los gobiernos, oimos la chillona voz de
algún rapazüelo que grita á todo lo que
dan sus pulmones : « el boletin con la carta
de Roca ».
Lo que nos indica que por el momento
no habrá que lamentar desgracias perso-
nales, á no ser las que pueda producid la
carta. "*
Por sí ó por nó, las patronas hacendo-
sas hacen provisiones capaces de abaste-
cer á la familia durante un sitio.
— Yo ya estoy prevenida, ¿ y V. ?
— No lo necesito, porque en casa viven
seis muchachos que ya me han dicho :
« señora, si oye V. un tiro, cuente que no
ha de hacer comida para nosotros, porque
enseguida correremos á ocupar nuestro
sitio ».
— Lo mismo me deciaún muchacho em-
pleado en aduanas, cuando ocurrió aquello
del Parque, y ¿sabe V. qué sitio ocupaba
cuando mas recio era el tiroteó?
— Estaría en la azotea
— ¡ Cá ! Se escondía. en el^cuartade las
próA^Mónr^ y sé^ací íT4rcaJba.;.^n.Jo al car-
bofí . Asi pa^óítres;.4^s,;y-c^^^ salió tu-
vimos'q;ue lavarlo, con arena -y kerosén,
entre mi marido y yo. . /-'<■: ¡i'
Ahora me doy cuenta de que no puedo
continuar la charla.
Porque no soy profeta, .y,^
Me limito, pues, á esperar ei-jesultado
de lo que ocurra, resultando «lijfcé' cuando
El Cascabel salga por esta*i.j:S^les',ja
será conocido y comentado.
j Dichosa política ! \\ (
A ver si en otro númerp podré'liablar
de algo gracioso. "'^'"'
De Bollini, por ejemplo.
EL QUE MASJLUMBRA
Cierto diíi una vieja de Morón -,
Oyó catorce misas y unsermon,/
Más al día' siguiente ''x--^''\ \
Oía trece misas solamente; | ■ .
Y fué asi rebajando una por una
Llegando el dia en quj no oyó ninguna
Aquí lector parece, ó se columbra^
Que hasta el divino espiKítu no alumbra.
d
--^íC^
El negro Pantaleon
Se chupó doce litros de carlon,
Y bebió por curarse del mal rato
Como una bordalesa de Priorato -i
Logrando de tul modo .:, j.
Iluminarse al fln, pero del todo, ,, . ,
¡Y aún dirá aliun pollino
Que no alumbra el espíritu' de vino'!' ' "^
'"" ' ' ■' ' ■"' '"-'■ '■ "'' ' - Dr. Ucar.
é93r 'i*i^»''ji
84
EL CASCABEL
(SXHIiBílOílíliljSíliO
. .. s .. .
^é
Se prueba cumplidamente
IjO de la transformación
Y apoj'ando mi aserción
i Ahf vá la historia «igiüeiite:, . -¡.r ¡
''Surcando la mar bravia.
Sin otra ley que su acero.
Llegó ajqjui el aventurero
Pon Pedro de Rentería;
, Fuerte pecho, gran mostacho.
Descreído y arrogante
, Tan fullero, cual galante;
Tan locuaz, como borracho.
—Vengo en busca de un caudal
— Dijo— y no me arredra nada.
Tendré plata con mi espada
jA un mental otro mental !
Y á los diez dias cumplidos
Que habia desembarcado.
Como jefe era aclamado
De una turba de bandidos.
Colocado en su terreno
Al pillaje se entregó .
Y osado lio conoció
Ni ley, ni temor, ni freno.
Y por doquier que pasara
No hubo, allí por donde fuese.
Hogar que no confundiese
Indio á quien no saíiueai:a.
El fruto de su pillaje
Con cinismo defendía;
4
— Por(]ue no es robar— decia—
Cuando se roba á un salvaje.
.... La muerte al cabo le dieron
Y al llegar hasta el Demonio
Consta por un testimoiiii9k7 A?
Que ni aún alli le quisíe'fbn.
Fué corriendo á su albedrío i .
El cielo de mil maneraar^^g;* ] 'v
Y visitó las esferas ^^' ,;f ;
Que ruedan en el vacío *^, l
Sufrió mil transformaciones j.'
Y al llegar á nuestro mundo, :^'}^
Quiso con genio profundo
Ser capitán de ladrones.
Púsose á la espectativa.
Estudió cerca de un mes
Las costumbres y después ■ ' '
Fundó una eoopeí*í77/yrt. ^ ' ^ U-.
Diez mil acciones cobró ;,
Y al ir los socios creyendo
Que habría alguij. íZííü/íZtírtrfo
Fundióse y los <ZÍ<r¿Ví/ó. ^ .
¿,l)esu conducta|[a norma ,
No e-'a el robo y, el engaño ?
Pues lo mismo hizo (jue antaño:
Varió solo en la forma. '*
Pues víó, sin hacer ultraje : , • • ■;■ »
A la gente de hoy en dia, - -' ■'(
Que en el mundo todavía ■ ■ \
Quedaba mucho .sflr/m/e. , -
Luis García,
''■%
i iVi
¡QUE VECINDARIO!
Encima de donde habito
Habita una infame diva,
Que al cantar da cada grito
Que mata, y así me írrito
Por arriba.
Todo esto lo sufrirla,
Pero ya no puedo más
Con una gran herrería
Queme embroma todo el dia
Por detrás.
Un pianista maldecido
Con un fiero contrabajo
En los bajos se han unido,
Y allí destrozan mi oído
Por abajo.
I U
En la habitación de éntrente
Una masa ejecutante
De coros, con voz potente
Canta y hace que reviente
Por delante.
l'^ste estrépito, constante
De mi íiero vecindario
No hay cristiano que lo aguante.
i Es horrible, espeluznante
Mí calvario! '
Y un día agarro un bergajo
Y juro por Satanás
Que los reviento á destajo
Por arriba, por ahajo,
Por delante y por detrás.
L, a.
EL CASCABEL
85
~-.r.i]>
f^.
OS pies, sino ocupan un lugar prominente, son en cambio la parte
del cuerpo que más servicios presta.
En primer lugnr andcimos con ios pies, y nos trasladamos,
gracias á ellos, de un Indo ó otro con toda facilidad.
Como arma defensiva y ofensiva los pies no tienen precio.
Que nos cansamos de un importuno y no sabemos cómo ha-
cerlo desaparecer de nuestra presencia, pues con un torpje de pié
en salva la p-irte, nos quedamos libres de eátorbos.
Que nos persigue un acreedor, un marido celoso, ó un poeta
ávido de leernos una Elegía, ó herejía; ¿qué hacemos? ponemos
pies en polvorosa, y nos ponemos á salvo.
Que vemos venir hacia nosotros la artillería de Bollini levantando nubes de polvo:
al punto preguntamos pies para' qué os quiero? y apretamos á correr.
• En las lides amorosas los pies tienen importante papel.
Al emprender una conquisla andamos con j5«es 6?e />/Ó???0.
Si ella nos da pié para un avance, avanzamos resuellos y nos turnamos el resto-
Las promesas de amor las creemos d j9?esÍMnfí7¿«.S.
Los pies fccn elocuentes. '
Buscamos por debajo la mesa el pié de la vecina y lo tocamos dulcemente: nos
coptesta? ri'^gooio redondo! Ella no es indiferente á nuestro afecto. A veces nos equivo-
camos, y pisamos el pié de la futura suegra : si es bondadosa nos dirá los pies quietos,
Jh?, y si es de genio vivo nos pondrá de patitas en la calle. Lo que e(¡uivale á perder
\pié y nos hace exclamar ¡decididamente entré con mal pié en la casa.
Hay pies de muchas clases. Pequeños, grandes, deformes, descuidados, etc.... No
olvidémoslos pies de banco.
Los chinos tienen los pies pequeñísimos, pero para lograrlo los aprisionan bárba-
ramente y aquello más que pies son embutidos.
Las Americanas y Españolas son las mujeres que tienen más pequeño el pié.
Y el cienpíés es el bicho que tiene más pies.
Estos, los pies, eh? son útiles como medida.
Ahí están el pié cúbico, el cuadrado inglés, y otros.
Los latinos y griegos midieron por pies sus poesías.
Se prueba la facilidad de un poeta, obligándole á escribir con pié forzado.
No faltan poetas (|ue para escribir algo necesitan (pie les den pie.
Y suelen meter la pata. '
Pero es porque escriben con los pies.
Para saludará una dama, nos ponemos á sus pies, ó besamos los pies según, y
conforme.
No echemos en saco roto, ([iie los j>ics de paliza existen.
Quizá por librarse de ellos' aparecen sin pié de impí-enla los pás(|uines. libros
verdes y otras producciones anónimas.
Ño creamos al pié de la letra lo que nos dicen las mujeres.
Y si algún dia (Dios lo permita) cobramos una letra, veamos si al pié de la misma
van las firmas correspondientes.
Los gobernadores de provincias han hecho frases célebres.
Todos recordamos aquel que dijo tener 30.000 hombres en pié, dispuestos ú defen-
der á un Presidente qué casi bajó del sillón por su pié.
Otro gobeí'nador dijo que la provincia se pondría en pié. '
Pero veo que me aparto del tópico (I) de este artículo pedestre sin pies ni cabeza.
Otro dia les tocará á las manos.
ínterin, los pies quietos...! Andrés Soler.
sseiS»--"^ -
86
íMi^íBli CASCABEL
Í''Í!Í!¡' ! i ■". . ■
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■5^S-r-
gB.I-'l ff^
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■r-f'íin
Me parece ver su divino rostro....
AdopteAios una posición interesante.
íEI 67¿rtfíí/.... Mak).
Adoptaré un aire indiferente.
¿Sí) , . , i.> t
-S'í V vi-;;.
■üi
Mí ; 1 ! T i
íi" SISTEMA DiCiÉAL
' ■ ^'^^>''-.^\^i^^
( M ADKILEÑKRÍ ASpfe% ,
-O?
.(,,.t
* ....Pus con eso de los céntimos
se hace un lio l;i Espei';inz:i.
Suerte que los llaman perras
y asi resulta más ciara
la moneda pa el comercio.
Antes, cuando se pagaba
por cuartos, en todas partes
la entendian y cobraban
lo i ítue es justo y regul ar.
rAJiorí!, á lo mejor, la engañan,
pus no sabe cuantos céntimos
son una peseta. . . i y vaya !
que lá pobre viene siempre
echa un tigre de la plaza,
' porque fella sin saber cómo,
-"ftá Haá&üe lo que se gasta.
Yo he llegao á sospechar .
\<que es'un lioíiue ella se arma
( .para tener un pretexto
y sisarine alguna platea,
I — Nq sospeches, Bal domero,
gu^ yo conozgo la caus a
'y éso exactamente igual,
me sucede con la Paca.
Ño hay (jue ser tan maliciosos
oóri Jas mujeres honradas,
como la tuya y la mia,
que pueden ser hasta damas
de honor de cualquiera rey,
pongo por caso...
—¿El de espadas?
—¿Es que estoy hablando en serio
ó te figuras que es guasa ?
\Gueno\... Pan ahora verás
I.o^nau^ tqrge qv^ 9S la Paca,
Conid tddas laS'- mujeres
<iue al progreso se relraclan
y én cusí iones de adelanto
yan siempre muy retrasadas.
Yola mandé antes de ayer
y la dij^ que llevara
dos cen^iffirrados de leche,
que ahora me hace mucha faíta,
porque me encuentro algo débil
desde que ella no trabaja,
y es que por ciertas intrigas
la expulsaron de la frdbica..
Gueno, la mandé por leche
y además, que, si encontraba,
comprase de berengenas
dos íüí ros y de patatas ;
otros tantos cfue ya sabes
EL CASBABEL
87
fMémio^cF-^I H
que me gu^
y yo no sé
diriív, que vuelve á casa,
encendida como un cisco
y me dio una bofetada,
delegartdq por razón
que al;|)!e(iir de las patatas
Jos Zí'í^^afue la encargué,
la verdrf^ía que es mala
como es^éssdia, riéndose
la ton^<>'eÍi)el^en sus barbas.
_ \^ >^ Y to^p esjjue á las mujeres,
C. ex K^ aunliúe Quieras, no las sacas
. . de la rutina y se empeñan
en seguirla y no adelantan.
Convéncete, á la mujer
si de las w¿erf¿rfí/s la hablas
?'< de ja.4«**^;¿o;i de pesas
daler-é^^^^Ms, dale fa>'rts ..
perosinO_^'cles 7í¿7ó«ieíí*os,
rftícj/ZtfrjQs \ñ pentagrama s\
L Juan de la Cruz Ferrer
SIO TRANSIT...
A
"«!r:
Era Iea(jerd€l partido liberal el Sr. Cam-
baceres y se^ase,ai;a en el vestíbulo Iran-
quilo y serenó, eii apariencia, mirando ú
las manifestantes y lamentando que toda-
vía el «I ero tuviera tales raices en nuestra
sociedad. ' "',
Su espíritu estaba sublevado con estas
reflexiones.
Una^^seikfQ— la de Lohezic, viuda de
Casares — se aceroa. al viejo hombre de es-
tado y le pregunta por su esposa, aña-
diendo:
,— Kstraño no ver á Mariana con noso-
tras ! .
— Mariana, señora, contestó el viejo li-
Ijerai con tono firme aí par que du'ce, lie-
\t¡(i <V^G tnlé^i ims hijos v su casa. .. esa
'W
Bella como dos no habrá
de todos triunfa adorada.
Mas la muerte llegará
y en polvo la trocará
y después del polvo, nada.
POROEÓ
Disculiáse én el Congreso en 1884 la ley
de educaci:ón laica en la Capital.
El clero se habia alarmado, y trabajan-
do con todo su poder habia organizado
una manifestación de damas de alta posi-
ción, para que presentándose al Vice-Pre-
sidente de la República le significaran y
por su intermedio al Senado, que mirarían
con placer se estableciera la educación
religiosa. '
Habia riiás de trescientas personas en el
Congreso, esposas, madres ó hijas mu-
chas ellas, de miembros del parlamento,
sostenedores de la educación laica.
es su religión !
^s llljt
Y saludando A la señora, penetró á la
<!asa del Congreso, ssreno, tranquilo y re-
posado. ,
El ex-sénador Oliva, gobernaba la pro-
vincia de Salta. ^ ,
Una tormenta revolucionaria surgia en
el horizonte político y era necesario pre-
venirla.
Se comenzare^ á recojer lafe armas y las
balas que los particulares tenían en su
poder. ~
Un dia llega á conocimiento del, goijer.
nador que un joven \Vilde|Í hermano del
ex-ministro de J. C. é I. Pública, tenia algu-
nos cientos de balas de rémington y que se
negaba á entregarlas.
El Sr. Oliva, coiiesQ cacliaza, que es su
adorno y su rasgo típico, mandó que lo
citaran á su despacho.
El joven WildécoiicurHó al llamado.
— Me han dicho que Vd i tiene unas ba-
lasde remíDgton.. .. , ., ,
rr Asi será, dijo el joven haciendo so-
nar las eses como acostumbran todos los
miembros de su familia.
* ' , , , ' , ... AsBii áornftlattega Pepe. Dice^
-¿yamt)s á Ja playa de los ingleses? que|^ijna I^R^ta pero quien j.j.qj. jg maricos.,, y de
-Nó.^! Que allí debe estar mi sastre
me |i^2Cjú fuác^L >■>
Lobo, ó bobo marino. Te-
or de 1
hoteleros.
-¿Conoce V. á aquellos bagres?
-Sí, señor. Son mi mujer y mi niña.
Hombre prevenido.
Al salir el Sol....
(Música de La cccc del oso)
pV.7''*K?5S^S»«^^^e^íítííE!^^
■ -■ -im^^^^^^^^^.
«Quien más mira menos vé.»
/ ,'.
La mujer, el marido y el amante.^
(Novela de P. de Kock.)
-No, no, mira que está muy fria. ''
-A mi me parece lo contrario estando á tu lado.
'■n'í-;'*^'8-',
^
íñ'
EL CASCXBÉL
i'.-s
■ K
— ¿Es cié^tj
• Si, es cierto.
— ¿ Y de dónde las sacó ?
— No íaB «raque de ninguna' parle. ,-..-
—'Í3aiéi^ó decir que cómo laS tieiíe,
el vii^p ÓiiVa ya uri poco picado,' ) T ^
rinAih !-..:,; Las tengo atadas ec^ unVlienz^
y colgadas 'en'«ltechol .i ■ . ^'
— No6fi!reift.áeSO)r,,que ienjén4olas|isí, l$s
fattehifi'/'. wla 8 descolgaré I ; % [
díi-'^'fiáí él'Sr. Oli^a y llegar á un grado
deesif|^§^f^plonqué.Ja¡^nás le había coíiot ,
oído na^ie, fué todo uno. -'
— &ji3)g«^'^d. dé mi presencia, esclamó, ó
lo mando pTesot— — ^ ' ' '-
El joven Wilde salió del despacho mur-
murando :
— DeíaMiio, qué respeto á las balas ^1
. Sr. Gop^rí^dor. . . . parece increibíe ei^ un
í hoiH$íí-tóe 96-sordal - _ ' s^
.'.iS?
i ui..c;i:y
Tm Testas:
H-»*»«— ^•.-
<.0!!d^^
It SABLE
ARA tres ó cuatro dias
' léi «La Prensa», comió
de costumbre, és de-
cir entre el' primer
mate y el d^clYhtt, y
me aláribé ai eiicon-
, Irar líp articuló lilií-
Iftcío « feySíto dÉ'^Héwol ver » . ' ' ; " ' ' ' " ' '
^^^c^^^TiyaiaméJ:; :; '";':^ •
'-^^sWáeinaátM^ cállenle 1 — preguntó
1(1 china. , , , .
— Ya fo creo] ¡ ápoíógia del rewólver !
— App . . . de que T
— Péro'íu ,^míe'iiaí)íás doí mate? Ah, el
npate esla bien.
— Comoelniño dijonosé que palabrota...
Enrique Ortega, aiiitor del articulo en
cuestión, tendrá sus ¡deas sobre el rewol-
^Ld fc{üé6íí^ií vale a tenerías 'pHóxfmas á lá
muerte, tomando Jas cosas' al- pié dé la
Yo téhgó'mis ídeás^)sbbre/el 'áat)íé', ^Hj"
sable quiero dediéár cuatro rehgloHfe'^^ \]'
No me remontaré á la época eh que el.
sable era dueño de lodo;
Se han acabado ios Paredes qup de titi, ' ^
sablazo partiariá un loro, por^a7a en dó^.'
Hoy, hay aduchos Pérez, SancheíZy Fula-'
nez y Ziitajiez qiie hacen más, iiiuchó más
Me reliero á los que viven del sable.^
Qiie son niucTios por cierto. ' ' ' ,''
Dejemos á un lado íós profesores' ae' i
esgrima.
Y vayamos, es decir, dejemos qué ven- .
gan á no5 los sablistas netos.
— Sejíor. , /■ , %/
-Qué hay? ' '/ /. ,"''..^ ",/^..r,
— Preguntan por Vd. ' , ^ '
Quiénes? "''' " ' ''';'-
— No lo sé pero debe ser amigo dé Vd.
Me ha preguntado por Pepe. , . J
— Pepe ! .
— Si ; ya vé Vd. que debe ser muy amigó
de Vd. Además usa pantalón claro y tiene
ia cara tris le. /
— Quépase.
Entra el desconocido. . ,.
— Servidor.... pase Vd. ' .
— Fuera cumplidos y pavadas. ¿No me
conoces ya ?
— No recuerdo. ., '.■,...' .,,...,.,»
— Soy Pérez. , , , , , . .,, -...i
— ¿Pérez? , , . -■! vi
— Si; tiijo del viejo Pérez. . ; ^ j
— Justo, y nieto.... ^
— De Pérez. Ya ves que me recue\*das.
Y qué tal ?... siempre escrijjiendo, eli,?
Ah! dichosos de vosotros. Sois muy íeli- ,
ees los escritores. , . ;.*!>,.
— Muchísimo!, .^ , .,,. , ,,'
— Y tu mujer? , , _ .^ , . ,. ,,, ^.,
— Pero si SOY soltero.... , . .-•-
— Soltero !! Eijíonces no . eres. PepitO)
Vista. " • • ;.■ _ ■.. '.■,.."■;;,',
— Eso salta á la vista. .' ' '' \ ,'
^Hombre lo siento. • _
No hay de (¡ué.
— ^ Si: porque yo necesitaba üiV servicio
de Pepe Visla.... una friolera. Diez pjésos
(lue remitiré brevemente en cuánto llegue
á Chascomiis, porqué yo v^vÓ eii Cliascp-
müs, V he acabado el fenío. .. .
Sablazo gordo. Estocada por sorpresa.,
Ejemplo de Sablazo claro, fácil de parar.
— i Tienes cám bro chico ? " ' A* ' ' '
•-■No. ■■; ''■ '■ ^ ■■;// ■■■•..'''; 'r.''^í:-.
— Bueno, no importa, déjáuile cinco naí
le?.. ' v'
— Es que tampoco los tengo.
•-•' .^:^-i:S^.^i-v
Quile n\£^stPQ, rápido, y contundente., .,
Hay sflilj'lisía^s dé ambos sexios.' ."^ . , , ',
Temed á íaá mujeres que üsari sable.*
Siempre han sTdo péügriosas las armas
en manos de mujeres y niños.
Los, sablazos por escrito no Jásiiman
tanto aunque sean de e^t,eca)ibre.
— « Señor: he sabido que es V, noble y
que tiene un corazón inmenso. Dígnese
ayudar ó un padre de familia que severa
obligado á devorar uno de sus hijos si láá
almas caritativas no lo ayudan ».
No hace mucho tiempo recibí la visita
de un coroneZ que vestiapoco mas ó me-
nos como Candelario.
Me habló de una viuda pobre y del deber
que yo, como hombre y como argentino,
tenia de socorrer á la infeliz.
Este es el sablazo traicionero. Pedir piara
otro que no" existe.
Si veis entrar a un señor alto, flaco, ves-
tido de luto, vacilante el andar y bíija la
mirada, temblad; lo primero que os ¿irá
es eslo :
— Yo, señor, soy colega.
— Ah, vamos....
— Pero colega desgraciado. Escribí un
opúsculo sobre el reloj del Cabildo en sus
relaciones con la atmósfera, y el público
no me entendió. Luego escribí una oda al
trueno, y nada. Después fui redaclor de un
periódico social y no pude hacerlo entrar.
En fin soy muy (iesgraciado.
— Le acompaño á V. en su justo dolor.
— Necesito pruebas.
— ^^ Pruebas?
— Pruebas y no de imprenta. Deseo que
usted me facilite una módica cantidad para
poder comer. Llevo tres días en ayunas y
hoy, no sabiendo qué comer, me he comido
la vela de sebo que iluminaba el cuadro de
miseria que ofrece mi hogar. Sólo me que-
da un soneto "fledicádo á Mitre, como única
esperanza-; s0 lo ofrezco á V. para que lo
publique y mh lo pague. De lo contrario
me lo comeré.
— BuenQ, tome V. cincuenta centavos, y
cómase el soneto. ■'.,.,■
— La cantidad es exigua, pero la tomo
para no ofender á V. Adiós.
Les digo á Vds. que es cosa de estar en
guardia.
Y que si el few^ólver es mensajero de
muertes, el sable es emblema de vida.
Y sino ¿ de qué viven los numerosos de-
socupados que pululan por la Atenas del
Plata, que dicen algunos ?
i Del sab\e\—P.' Cuello.
¡1 1
p6Xí3ííl?0
;>
7
íru;lúbrie?, mirada me próvopa v .-
T eptrei»» garras de tu fietU'e pr^so
Pa^a vivir ep el demente exQ^o
ób'tóés ini Viáfe?'fcí<ínft#kíH)ca'. ■'
Sé ^éé ktt ' tus láAtór «el bucaiitd Ucs-
Bebo un veneno ien.P34aiimp»»«>i^9l»o* •
>Sé,q)ie ítl Wüa^tei inp. ,í^Itra¡nt«, ftc^o¡
Mi vida dejo en tu abrasad^ ''*%í'
Sr §é "que ire de líjórií-y q''*'^ »* fústañte
¿éíiáráfe'al óWidei<id*8troíilíilíd». '
Gozando las eari(»a8 ! da Qtir^aip^íDt^i í
j avuaaue aé queimi honor. ^^Q-P^,
Quedara, me. preparo deÜrariBudazos
A morir eu la cai'cél de tá$^l^i!OS.
Adolfo S. d^ los Üi03.^
U'J
POL4ITEAMA. — La em-
presa de este teatro puede es-
tar satisfecha del lavor que el público le
dispensa. í^elplilili^o np pufífí^irjuejarse
por cievio X^uiálh^i€C RuéÚécma siem-
pre atrae gran concurrencia que no se can-
sa de aplaudir á la Sra. Bonazzo, una San-
tu^;^a acabada. , , j — *,, ff%^ -
Pardee que la compañía qiiiej|¿pbjáer
escena ¿a C/iO^ra del Diáblp. ^i s^ dj
pero nosotros, sin saber r^ada
permitirnos dudarlo, y nos funtoimo^
ello en que una obra espaiiQlaa puefetí
escena por artistas itaIiahos,J^ienel
éstos muchas dificultades, sobre todo tria-
tándose de una obra seria que requiere, una
entonación especial siempre aprópif^d|i, y
que nó permite que un bachiller dé Sala-
manca tropiece en dificultades de prQ|íun-
ciacion. Ahora, la parte vócál no dudamos
que alpapzaria un éxito cprhplétisimo.'
Dé In cerca di felícifá Kabiarérhbs en
... , !"!■>!•.( !v,;--ü ii;:::!
el próximo numero. -^ .
..•;■■ ■ : '-■' :. .' ■ ;;íí1 i-^ ' ■(! \) —
COMEDIA — El beneficio de la aplaudi-
da tipte Srta. Xftmás re^uUpyqpmo, era de
esperar, brillante ,, ,
El cartel de la Comedia ofrece pocas na-
/
"'^J
92
kl^tidSGABfcL
vedades. Repetición de obras conocidas,
desempeñadas como de costumbre y como
de costumbre aplaudidas. A "^ t]" T
:i
r-r-
i ..H .
v^ Lo. w.,
BUEN RETIRO— La empresa de este
teatro ha sufrido una pérdida importante.
Han dejado de formar parle de la compa-
ñía las señoras Millanes, que tantos admi-
ires cuentap^en Buen
^mpañi^^flgue po
[•andes,
^Los soU
ipropiada pef)^^
ibienl
lar ¡ciiáiqf
íncias ' • "
m
a
a
l^jifífeú^Aei ;ías;de-
1^,'iscéftSncí., ^Jfc^WP frésení a-
"f^od(0-po6iS?é.^:; ^""^í ' V
(fij^sl:d0 TerpsícQte É^^flwm.cles
racrójí
íahótfá el que má^ a^Ia|^ la
Dos¡cosa8 tengo en el alma
Que no se apartan de mi
XJL /in^i' ín^isco que te di.
Un colmo para un general:
—Mandar la artillería.... de Bollini.
■;rf:
'■^.■
En una tienda de sombreros
— ¿ Qué precio liené^ésta cifp
1/ —¿Es para«a esposa í^Á ns^^Jmr
.^jspromelidrfT;K ^/v^íp^^f^í^í^
/^^4^3 pafé-níi- prometidfií
•.íjí'r—'i^eíi'. veinte pesos.
; j*f-^rmjq^,para. ^ \- 'l^ ■:'■:: ]s}-i'u:^^} \
>;::¿^^ jgíegateíi iiéled ? Pintonees <^ f^i^uj^,
iftfinoj^Óf. Déme usted ocho. • V t?Íp:M-. ^
Áni van
ira
\
Las
ilusión.
53^ -■■■■'
tafftííteo
ONRUB
y regular concurrenci
Hermann se hace aplaudir por la lim
pieza con que ejecuta sus fanlúsllcos ex
perimentos
Los d«iidfr teatros; llevan una vida muy
lánguida, apesar de^ contar con elementos
conocidos alguno de ellos .
os sobran les!
nar 1^!^a
^^dihinisA
^4&^ '^uy!
éj^íjjuifepf
deBeaprfe-
0^0 dia^
^.,y ~r ■
Elgrel
isas eñ^dos hoi'fr$ ;
ilor me ha mqjédo '/
lo ha subveiícionado < ; ^
110 de plaríchadoras ? *?* - sí.-
¿■^.\
t-7^ i
'¿éj ij^s ted m e encaña ! ; Us led no éis" <^6á|'v4^
do! Si ía capola fuera para su eapoáflL^ ftu-
querido síiipármela por cuatro pesoSi^íJ^^
Una .actr^,de i¿ala muerte ;í¿¿í
y de no muyhüenahiisaioria, ^
repasaba en su memoria
las desdichas de su suerte.
Y al renegar de las arles,
de injusticias y escenarios,
decía: — Los empresarios ; i
abusan de ciertas partes. ¡ ?
Nada menos que un articulo de fondo y
cinco sueltos contra el juego, contamos en
Bl Argentino del cuatro del corriente mes.
Lo que aun no hemos leido, es una noticia
concebida en estos términos:
«Ayer mientras unos distinguidos pun-
tos probaban de dar el quinto jjase. fueron
obligados á pasar al Departamento de Po-
licía»
'^^
■iLi
iii.gue tien^ hi^opesia "';^^ 5;?^
lá-místtóíy^^tós'l^'v.- ''' 2^
H*'
^
Pepe, ap^tívé^ít^) í^jii: di^-..-¿\ ¡
;!
de éstís MI querrib hay tií lia. \v /f I
Yelía- atenta á su recalo, i !■ V' |
ppji^:ídyiyeiitaT al m ' ^,^y |
décT£^^f¿^:Pepe, que g^toP-^'^^^ |
Y luego : — Pepe, qué gíi^bgt! |
l!ftAÍ>^ V V^-
Q^CA^AB^
93
-JíL
..,(.1, ...1 wXüiifir» A-I '^ o
1 ■!!
fí .•> ."><•. f<
Iba con su familia Doír Antonio,
un señor con un genio deh demonio,
pues con estoá calores,
y según ia opinión dfe^-filgun galeno,
salir un rato es bueno -
porqué asi se pasean los humores. ■ ' ''
Detráá de ellos marchaba ;- - ¡i
un moio qué á la niña cortejaba . '< . '^
deseando en tjregarle es propia mano :
un pliego, en ftufi en, estilo ii$o y Mano, n
á solas una cita suplicaba. '. .',■ i/.i-.^q
Vuelve el papá la j^ista y al instante
se ñja en el doncel, levanta el brazo
y sacude un tremeiido pafs¿igiKMg|€^ i ,,,J
á un i)obre viandante . -í .¡o .';h,. '^íi^l:
que iba con ardor extraor4ijlíirlo ■ , n . ,
de La Nación leyendo el anuario.
_Msto úS'p- Uühd, lector,
/<^>íf<^^Sinn)*s.e en ta lAüerd
n locura
\
. V- /
ifss^ ^tf.g%¡r^f^fm¡
W^^^'T-^^^^W^mpp
f
94
é1^"¿Ís(Ja¿EL'
— Lei A¿v8,W2ijÍ32años
tienen un cuerno ¡de más.
— ¿ En que /v^ J)íJrE^9§íl> ql, rQ^enle de un
i-RS-que recrfrtnaii mucho frmterial.
•^^■¡^n que se parecen Ta casn de Gobier-
—En la falla de esízVo.
— ¿ Y un ne^éianfe en^plitíníréros á un es-
—En quefátíiboá viven de la plUTjoci..
■q/^ ^ ^tt^átl tecure un gim^leí.' -
aS-i''i ','.;iV€ítefÍnano, V;'¿';m' '''• ",-
no veo en ello nada
Cuando ayer te mostraba mi alma
diciendo : j Te adoro !
me decías que no^ con la boca :
que si, con'los ojos.
Y hoy, temiendo que, ingrata, pudieras
haberme olvidado,
me decías que si, con ¡os ojos;
que no^ con los labios.
\ ( .
ÉÍ»íHi3en^fe-]Óéi(lO0'|^ loítj«^:pt
^ ,''íiáf¿ho sis'^íi^clióf Miiclio*'dtial^r
al ver, que Luisfí aiempreesta en su casa
y que Jorge vá á verla allí a menudo.
Y por másc|upp,rQC,iirp, ¡np^bay remedio!
sospecho; v tal sospecha me precisa
a creer, cjue entre Jorge y entre l-uisa,
existeolgunacosa de por medio.
: CORRESPONDEWCt^.. f^
P- fl. — PubUco algo, corno puede V. yéix Eil «pt^a
es muy subido de color. , ,r : / r .,; .
Boquerini.— Lo que V. manda es muy matiñi.
Lúeas.— Si, Lucas Gómez.
F. C— Su letrilla á las morenas me paiece que no
es letrilla ni cosa parecida.
Doctor Ucar.—Lea V. el número de hoy. Repito lo
de la Arma.
Juan fíe la Cruz Ferrer. — En esta, su casa, tiene V.
una carta que le interesa.
Amigo.— iPor qué no contesté? Pues por que por
dos cartas solamente no valia la pena de empreadér-
me el trabajo de contestar. .\h, y porque sus epigra-
mas no sirven.
K. Aslo.—Y puro, verdad?
Contador.—SerU V. contador, pero cuenta mal las
silabas.
A. M. de C— Me es imposible por mucho empeño
que T. t^i^^ en ello.' > ^ ,i '\
Crííicoi r* Dale ¡No aMmito coniposiciqn»a,«l«^3tói
Índole. Qué le importa ál pilblicaqiíe V. ame í?dn' el
fuego del Vesuvio ft la Srca. Oajpmett?
^pe/es.— Repito: sus dibujos no son malos. Pase V
por la Redaccioiiv no tenga mieoo. ,
A. Prieto. ~-\a.y a, unos aprietos, señor A. Prieto.
£ej«06.— Le agradezco su otr6cBnieste-.-Mt$|il^ algo
antes, y si giifeta.... , i^v .
P. P//0.— Qué si 16 publij;o4:iMiiMtaQtef ;gv.
Si «e ar ms lojxvc^tipii, ¡ í|^
Nadie queda^'cB'faieaUí!, ■': f
¡ pue&del altitw hare ftie^o :'r
fi3^3i''i^*do deí*<ímil^ : >;
Si ei rem¿ny^«^airado.iMj'Íe:dáijni^rte&V.í señor
P. Pito. ' * ■
Erriilia.—Es bonita la cst,L't&;' tííinilí¿'lál«frdi^naíUy
bonito «I papel y... nada*js9Mft Y lo siei^to.-fra|^-
men te, sobre todo si V. e& bonita. . j5;
EL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO -
Director : ' W<Í^QXJW CÓlIn
-^'-
coNbici(ME^/bE u si^omí>6iéfi ,
.Capital: 3 meses /l'^v. ¡'VH ;^-. . :V.«. . . g 1.50
\f';V,Pi'p^ín^aR: Los señores Corresponsales, .(^'r;
■ ;;''•'!/; fllafán el precio. ' ? ^
. .Número corriente , . . . . » di 10
» atrasado .. . .-^ v/orP^lOí^
^VoSBM>ESEAN\ii:OENTES Y CORRESPOI^SALES.
uou;„. JtÉDÁcdlON Y ADmNISTEAClÓN': .
.— iit (altos)
'--.M ^'
SflfvR-Jíí '-^- ?■■ '5** -r ?rT*/5o V- T'v í*??»^
., ..,--=:T:,-, ; '^f^5^pg5í!J^S2^SV''a-^¿í'¥''íJfS^S-*59r^^X'^^, í~^^
^ÍÍ5Í".
tL CASt^AttEl.
^
I .'i
í
Subventk>n¡ado» por d Oóbiemo Español
" '^' • ■ ^' Selecto (tíensuá'fOii ' / J
eñlrc ^1^ Rio de la l^lata y Europa
Las sáíWas de esté puierfo serflh el 2 dé cada liies
p;irii ?anta Cruz ide:Tienerife,ifcaitíEí Bar elona y MaiN
sella, admitiendo carga y pasaieros. asi como para
vT?&;i^vfiMrSáhtSñ3?í^KTT5aoJiamas>^^^
poriantesAl4í^p'^¡3t i /()Q'.' i G <;/ ]■ ,
Por míiife'ihíorHieS ^ dAwrs.Joeúírtisé íl^iw agentes
Antonio López y c, calle Alsina, 75().
Nota.— Se expiden pasá¿eá dé venida de todos los
puertos y ciudades de España.
;■ DISPONfBLK
ñSJLKÍUBSALi
BANCO
CALLE MORENO E?fííNA BÜEK ORDEN
CASA MATRIZ FUNDADA ÉK SA'ÉÁib'ét.L
' * ' ' ' ' ' ' t^t SPAÑA) EN 1 881
jí. i
CAPITAL: lOJOOO.ODO DE PÉ¿ttAS
CAJAS DE HIERRO FICHET
YDE PARÍS)
.Premiadas en
las exposiciones
de Paris 1878-
1889, de Viena
1873. de Anver
1885:
Secreto de
cóiíTiblnacion' in-
visible.
,,,.,Gar-fln tildas
contra incendio.
Surtido (te- ca-
jas de hierro pa-
jpa , casas- de co-
Exportación de frutos del pafs.— Ipiportacioa
de productos españoles en géttsral.
'sé abona!!.';;'/".,,..
Depósitos en cuenta corriente ft la vista 2 ^ taáliBl
■> . á, 90 días 3 • ■ •
de aviso ..;..:,.
Depósitos & plazo ñjo A.-90 dias ó má.s 4 » <•
n . •). n I,! * oro 1 » »
Se dan giros á.Ia vista sohre toidas las capi-
tales de España con beneficio para el toma-
dor. Se dan giros sobre los pueblos, también
con beneficio.
Horas de despartió. Los días hábiles de
9 n. m. ;i 4 p. m. Los dias festivos de 9 a. m.
á 11 m.
■.';ri
)dx
ir 'I
efeles^fle se^^ R W I
li
puridad para es-
critorios y vtíasaiar^ de ftimüift^ . AA/ k
Aneptc^^^ CHAfOifr^OI FM)RU)A,.l(]il,
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juegos de lavatorios de metal blanco, liconeras; oa^í
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pariías, veladores, filtros para agua, -etc.
Wj^lnHíapaQ sorbeteras, necesarios varia»
xx^LayA^tooj formas y clases, biMs surtidos,
•lavatorios, juegos de lav: torios, juegos de toilette
máquinas para hacer soda ó regaderas, filtros para
agua, fiambreras, etc.
uegos
rías, copas, vasos, sritas, esqaleras, porta-botellas,
canastos iwira ensaladas, espqn ei-as, etc..» ef£, .. ,
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150-AfíTF:§>t50|> Í3 & /r
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96
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recio en la ciudad. . . $ 0.10 el número
lera de la ciudad... »0.20 Id
(Fotograbados de Goll)
Que le aplaudan á porfía
no lé ^áigoáieOná ateiaoc, C >'4 }. M V /i A
por que «^ te yciá este .actor
mas delgado cadó d¡a.
ti;,. -. ■
v-.y^'s^A-f ,' :í"' ^ y¡ii^^^7\^i 'r
**«CV ' ' j. ,sN"
1 . . v^
í
98
fft. ^CASCABEL
-f'/.£i>ir^a.£ii¿;a vi.
'5('^s>"i'!':,i
■*);!;-■;
-^Ka>3^ —
L carnaval está en
l^ertos xonio .quien
^Íke,^^ieon tan fausto
^lÉkOtWo la javentud
danzante, siempre
ávida de placeres, se
ipeepara ty fortifica
con~tiénípo.
«íüonozco untendero
qu6#I <Í9f^6 idiez de ta noche, cierra la
tienda ^tonjéh tras hace el arqueo de caja
llamad la mucama y le dice con tono im-
perioso :
— Juana I xLávate 'tes manos y échate
unas gotas de^ua <iBorida de aquella que
compré en remáfe. A ver si logramos que
desaparezcíi el olor á^éébdHa.
— Pero señor, ¿«iqué intenta ?
— Eri primer 'l^gar, purificarte; y en
segundo, ensaiyar^^álgun baiíte.
Se acerca e\ cárn|ival, y no es cosa de
hacer un i^^l~«t4ict^io y desairado en los
salones. '^ "^^
— Repare que vyo ,-|iiie conchavé para
guisar y no párja billar
— Miente* éo<no ,un diain'o oficial !
Tu er^ mucari^ jaim todo servicio y has
de prestarme este.
Ea. .. .ya estoy listo !
Vamos á ver, urtaimazurca !
— Sin música?
— No me vengas con mOéieas. Canta-
remos aquella
«Hágame V. ti fatxyr de oirme dos palabras»
Así. . . . aja, jé, (Jreo que no lo hago
mal. ¿ Te parece bien la presión ?
— Qué?
*- Ay, no, señor. Rer6mo^plfB-y.íi»ní«
qae nte Ta á rés&iar. : X M
■^ Bueno ; por ^py "basta, laf ail^Rp -^on -
tinuffrá -la sesión.
Y el 'btremo 'd«Í5kflnft8i»»no 'pie^Efe^us iflpi-
'Sífyos.
Así al siguienie dia. cuando v^triin las
de Rodríguez á la tienda, losdtee con aire
de triunfo: - ;
— Empero que este año ábtÍFáfMíétQd^
sus salones, eh? Yo soy otro báflftiHn ; -he
torttado profesor y bailo cómo sunjóvéivilíe
quince años ; ya me verán -^ds.-
Y á propósito fíjense V4s.on»é8tas 'te-
las ; son especiales para «disfraz : célor
oscuro, así no se conoce ebsudor.
— Esto es esencial-— 'interrumpe la ma-
dre— el año pasado el-novio de Enriqueta
le echó á perder el traje. Le piiso la es-
palda perdida , como le sudan tanto
las manos. ... 1
— Yo no sé por qué ^o usan iguanas
esos jóvenes. PrecisameiHejyo Vmgo una
partida. ...
— Bueno ; pues mandeítuiios ^íúantqs y
los repartiremos á los in>^lád<^. Aíios
hasta pronto. í^ s
— Que no se olviden dé;mí !
Ello es que los bailes tiétnan^gran atrac-
tivo, porque con la caraosbierta lafe ñfíias
disimulan el carmin q^te áio vimejor ciibre
sus mejillas, y escudhan ciefrtas uosas que
en otro sitio y en otras circunstancias, no^'
querrían escuchar.
Los clubs se preparan ya.
Y los teatros se preparairán pronto, y
todo hace presumir que el Cartiaval (Que-
dará reducido á bailes con todas sus con-
secuencias.
Algunas casas particulares también abri-
rán el piano, y no será extraño que yo me
vea obligado á hacer una crónica del baile
de las de Gómez, unas señoritas pQrrnales
ó normalistas, que quieren que por la pren-
sa so sepa lo que haeen on<su casa.
El aplaudido ramo de modistas y costu-
reras no descansa preparando ropa y más
ropa y atendiendo las tiernas solicitudes
de los galanes que las invitan á bailes.
El corso promete ser pobre ápesar délos
■ -• rr't^::^7':¡>'-^v!^^ZS^
'íELCiUSGABEL
>-.í99
esfu^z^s.jiíye^^hacén -las di-
versás sociedades de can-
domberos que> como un su-
plicio adelantado á los del
infierno, nos Tomen «1 tím-
pano ensayando. A estas
horas hay un sin fin de ne-
gros adulterados, ó adúl-
teros, que dice una amiga,
que ya tidnen llenas de ca-
llos las extremidades de-
lanteras.
Después, si llegan á salir, se les pon-
drán peores las otras, pero no escarmen-
t^írán hasta que Bollini dicte un decreto,
ó la Divina Providencia mande un terre-
moto.
Nada, nada. Procuremos que los bailes
sean animados por que son el gran medio
de hacer y estrechar relaciones y buenos
talles.. Después de bailar toda ►uña noche
con una locura^ mascota ó un dominó sen-
cillo, se intima hasta el punto de saber los
más mínimos detalles.
— Yo soy pantalonera.
— Celebro mucho.
— De modo que con los pantalones me
gano la vida. Por esto les tengo afición.
— ¿Nos veremos mañana?
— Cuando va.ya,á,entregar.
— Entregúeme V. su corazón y no le pe-
sará. Yo soy un joven honesto, aunque
me vea V. en bailes de máscara...
— Si viene V. con buen .fin...
— Buenísimo.
— Entonces, veremos.
— Además, sepa que no soy un cual-
quiera. Ahora no lo paso muy bien, porque
he reñido con mi tio, que es muy rico.
— Vamos ..
— Si, y aderólas tiqneíina
erupción en la nariz. Yo me
reí de ella.
— ¿De la erupción?
—No, de la nariz; y me
idesheredó...
— ¿La nariz?
— Mi tio! parece que no
me explico bien.
—No es esto. Es que ten-
go una debilidad...
— Vamos á comer y se-
guiremos hablando. Pero mañana nos ve-
remos ¿verdad? ^^ /£"'¿^
Al otro dia los vecinos^i^línr"^ parecer
un fantoche en Ifi esquina."
;, Es el del baile que aguarda á su^orado
; iÉÍl*<impfeza 'tíhí amo^^ '^ue "tiq siempre
acaoft raen. "l^iJuñP'
; ¡Consecuencias del bailéf -^ j , <^
Pero, vale decir que no /s^mp^ estas
consecuencias son de bulto.\ /'-''' "^^ v¡
No exageremos.
¿Verdad niñas?
■>— «i<tt
í.' '
UN SABIO
Estudió en cien cronicones,
por saber si los varones ■ •'
que á Garay acompañabaiii
los calzoncillos gastaban,
con cintas ó con botones. ■ .-
Y lioy se lanza ala palestra
llevando ^u obra niaestra
en (jue con datos sencillos,,
aquellas gentes, demuestra
que no usaban calzoncillos.
-.."•T
í-'S'í-i f»"^r«7^>;T»s'^-ir-
**s«-rf:fft -"**l;V'i9'Sí«''5S%i'L,'^y 'fí\ ' / ir-
100
EL CASCABEL
BU íajg:<s:^e(aH.o
OLO, sin rumbo, como arista errante
que en el espacio zarandea el viento,
va cruzando las sábanas florales
el hijo del desierto.
Colgado de sus hombros de gigante
flamea el poncho nuevo,
cuyos flecos azotan incansables
el anca de un valiente parejero.
¿Adonde va? Él mismo no Jo sabe...
Centauro de la América. so!)erbio
recorre sus praderas colosales,
dichoso de ser libre como el viento
y fuerte cual los Andes.
Su nombre es: El matrero,
y su casa la selva exhuberante
en cuyos laberintos y misterios,
penetra sin hallar diticultades,
enemigos, ni miedos.
Allí tiene enramadas naturales
que detienen la lluvia en los inviernos
y el rayo de los soles estivales.
No tiene amigos ni familia; el pecho
alienta la pasión de los combates.
No agitan su cerebro
ambiciones de bienes materiales;
pero, en cambio, le asaltan los deseos
de una mujer que le deleite y llame.
Muchas robó la audacia del matrero,
muchas fueron por horas sus amantes:
mas los favores que concede el miedo
su afán no satisfacen;
qui3re el amor de un cor.izon sincero,
espontáneo y durable.
Pero el pavor que derramó en los put*blos,
en las fiestas y bailes
la invencible bravura del matrero,
estorba sus afanes.
Palidecen las jóvenes de miedo
con solo recordarle,
y se agitan los hombres con recelos
si lo ven acercarse.
Ocúltanse los niños en el seno
desús inquietas madres,
al ver cruzar al hijo del desierto
como una arista que se lleva el aire.
Es libre, es valeroso, es hechicero,
como el Dios de las flechas inmortales;
pero tiene en el pecho ; ^ '
un punto vulnerable, í~
y palpitando dentro del cerebro
la idea de un amor honesto y grande. '
Por eso al ir á recorrer los piieblos, í ^¿^^
mirando las mujeres ocultarse, ^:y.::b. fi '
retrocede en silencio
hacia la selva oscura, impenetrable,
como león que fatigado ha vuelto
de recorrer los valles, ' .'
y se tiende en el suelo
bajo la hojosa copa de les árboles, ,
para dejar volar el p'insamiento
al mundo de sus dulces ideales.
Entonces viene el misterioso sueño,
benigno, á consolarle
poblándole la mente de trofeos,
placeres y deidades;
mas al volver á despertar de nuevo
sin encontrar á nadie,
ensillando el valiente parejero
galopa hasta cansarse, .
5 ve que van hu)endo
ante él las mismas aves. ■>' -"
Y. entonces, solitario en el desierto,
enfermo de dolencias incurables,
como una arista que desliza el viento,
agoniza en los tristes eriales
¡■Cu.iiKos eu lostuniuiios dei progieso
van cruzando profundas soledades
y mueren sin hallar, como el matrero,
sus nobles ideales!
M. Bahn monde.
I
EPITAFIOS
Yace aqui la doncellez
de doña Pura Alegría.
— Déjeme usted que me ría
sifjuiera por una vez.
m
Aquí yace un editor
á quien mató la conciencia
—i Bendito sea el Señor.
•luéjustaes la Providencia!
m
Yace aquí un prestamista:
Juan Ontiveros.
—Fué un sanio, según cuentan
sus herederos.
m
Yacen aqui un usurero,
un cómico, un abogado,
un curial y un panadero.
—¡Dios los haya perdonado!
£, Cabezón.
'^^^^m^^W^^^mp^^^^^^m^^^^^^^^^^^r^ j-:^^
r ^iJvij>- -í^ -rí^^/ss^
EL CASCABEL 101
ÍHMXIOB
ANOS á la obra !
No puedo permanecer mano sobre mano.
Promeli ocuparme de las manos y cumplo de la misma manera
que si lo hubiese jurado con la mano sobre los evangelios.
Y, á propósito: las manos de obra están muy caras según he
sabido.
Esta es una advertencia que hago porque viene á mano.
Sigamos.
I I Con la mano saludamos. Antes nuestros abuelos, que eran per
L/ sonas que entendían la biblia, como suele decirse, besaban respe-
tuosa y cariñosamente la mano de las damas.
Ahora á las damas íes besamos los pies....
Lo que prueba que hemos descendido un poco.
A los hombres les decimos «beso á V. la mano».
Como arma defensiva y ofensiva, las manos no tienen precio.
Que nos pegan? Pues paramos los golpes con una mano y con la otra los de-
volvemos.
Y procuramos sentarle la mano al que nos atropella.
De ahi viene la tan aplaudida mano de azotes, seguramenle.
De las palabras á las manos pasamos sin gran dificultad. Lo que hasta cierto punto
desvirtúa aquello «de el dicho al hecho hay mucho trecho».
Hay manos de muchas clases.
Las hay aristocráticas, finas y cuidadas.
Grandes y pequeñas. Callosas y defectuosas, etc
Yo estoy por las manos femeninas, dejando á un lado las de cocineras y lavanderas.
Sobre todo las cocineras suelen tener la mano pesada.
Y al que se arrima le sientan la mano con la idem de almirez y le dividen la nariz.
Obligándole á formar en las filas de los perros de la nariz partida.
Lo que prueba que para insinuarse ájíierta clase de mujeres, es preciso tener muy
buena mano.
En los lances de amor, las manos son tan elocuentes como las palabras.
Los amantes se pasan horas apretándose dulcemente las manos.
Otras veces, y dado que hay temperamentos de fuego, no falta joven á quien se le
vá la mano con toda inocencia, lo que hace exclamar á la interesada: «las manos
quietas ».
Si la suegra está presente no dejará de decir: «juegos de manos, juegos de villanos».
Y se acordara del villano que pidió su blanca mano, allá en íos tiempos en que
Rosas hizo sentir el peso de su mano contra los infames unitarios.
En las mesas de jupgo una buena mano no tiene precio.
Sobre todo para los puntos.
Y en la mesa, (no de juego; la de jugo, por ejemplo), según una palrona que me
alimentó durante una temporada, las manos de ternera con papas son exquisitas.
No olvidemos la mano de la Providencia y reguemos á Dios que no nos deje de
su mano.
No me gustan las mujeres que se dan una mano de pintura.
Existe la mano dé papel, la de azoles, la de barniz y otras mil.
Hay manos plebeyas, callosas, largas; manos rotas, mnlas manos, etc....
Está fresco el aue tiende la mano á un picaro cualquiera.
Se expone á chocar el que va contra mano.
Con las manos ganamos el pan nuestro de cada dia, y con las manos lo comemos.
Si jugamos al bacarrat defendamos la mano con eñergia y no la pasemos hasta
después del décimo pase.
El que se pasa el dia mano sobre mano, se expone á morirse de hambre si una
mano cariñosa no lo socorre.
Las manos son nuestra Providencia en ciertos casos.
¡Cuántas veces decimos ¡gracias á Dios! al ver una mano pintada en una pared
cerrado el puño y el dedo índice estirado, señalando un rótulo que dice «Caballeros»,
ó bien «Entrada» ó «Salida».
Yo miro esta y me retiro, no sin antes besar á Vds. la mano.
Andrés Soler.
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102.
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EL CASCABEL
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DIÁLOGO
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— He descubierto un restaurant que nos conviene mucho. Por cuarenta centavos dan
de comer.
—Y los cuarenta centavos ¿quién los dá?
MEDIDAS PREVENTIVAS
ÍA^tf^ A vuelto á hablarse de
e^^.« fiebres más ó menos
tjMmJm-^ amarillas, tifoideas, et-
■Jl/frvW'^ eétera.i.. y la camisa no
^^/^M les llega al cuerpo á los
' - ' . JL^ '■ que son timoratos de na-
cimiento.
. El terror qiie infunden las grandes epi-
demias es saludable hasta cierto punto.
^ ,Ai iiablacde pestes todos nos acordamos
" dé lia' mgiéne, dé Boríini, y del deparla-
mento'ná'eioháí de'higiene. La limpieza y
el régimen ocupan su lugar, y como si todo
esto fuera poco^no faltan familias que se
aislan adoptando rigurosas medidas.
Apenas supo el bueno de D. Dimas que
la fiebre asomaba las narices en la Boca
del Riachuelo, hizo provisión de cinco
bombonas de ácido fénico y ordenó á toda
la familia; hifelúió lít mucama y el perro,
que todos los dias tomaran baños genera-
les de agua fenicada y en toda su casa hay
un olor que no podria sufrirlo el más acu-
lotado boticario.
Un dia la mucama se fué hecha un ba-
silisco al cuarto de D. Dimas :
— Quiero mi cuenta. Me voy ahora
mismo.
— ¿Porque?
— Porque con sus medidas de Ifigenia...
— De higiene mujer.
— ... Perdi un gran partido. M6 dio bol-
sazo Meliton, que es enfermero del Hospi-
tal de S. Roque, porque dice que apesto á
ácido fétido...
— Ácido fénico, Gervasia.
— ... Y que debo tener alguna enferme-
dad secreta. \ Secretos yo I Cuando soy la
mujer más liberal del mundo...
Y se marchó la muchacha, teniendo la
esposa de D. Dimas, que fregar los suelos
1 *
#•
EL CASCABEL
-10*
y embetunar durante quince diás los Wti--
nesde su marido. Pero este no se enmien-
da. Ahora compró un poderoso microsco-
pio y se pasa seis horas diarias observando
todas las porquerias de la casa, para des-
cubrir el terrible microbio. Nat^ug^jkíjpiente,
su miedo aumenta, pues con aífíígfeiítí^stru-
mento ha llegado á convencerse de que el
mundo es una gran albóndiga de bacilius.
Todo esto no sirvió paralibrarle dfe un -
susto mayúsculo.
Estaba almorzando un par de huevos
pasados por agua destilada y una ensalada
de hojas de eucaliptus por ser antisépticas,
cuando entra la señora gritando desespe-
radamente :
— ¡Dimas! Dimas! Caralampito acaba
de tener un vómito negro.
— i Virgen Santa! — gritó D. Dimas, dan-
do un salto y metiéndose un pedazo de pan
con huevo destilado por el carrillo izquier-
do—corriendo, volando, avisa al doctor.
— ¡Ay, ay! Yo también estoy invadido.
Me duele el callo del pié izquierdo, me aho-
go — y se fué corriendo á mirarse A un
espejo.
— i Madre mia 1 ¡ Me muero ! Corre, avi-
sa al doctor !
— Pero ¿ por donde habrá entrado la
epidemia? — decia desolada la Señora — No
pueden haberte hecho mal los huevos.
— ¿ Donde los compraste ?
— En el almacén de la esquina Brasil...
— ¡ Ah, m'tijer infame ! ¿ No te dije que
cerraras mi casa á las procedencias bra-
sileras? Caiga sobre ti la responsabilidad.
Y quejándose lastimosamente, sé fué al
lecho é hizo acostar á Caralampio. Por
fin vino el doctor, con el aire sublime y
resignado de un mártir de la ciencia.
— ¿ Cuales son los invadidos ? — y se
acerco al lecho del niño.
; Le pulsó, le miró la lengua é hizo un
gesto de horror. Parecía una pastilla de
tinta china. Ordenó le trajeran lo arrojado
por el muchacho, lo observó escrupulosa-
mente y esclamó :
— ¿ Pero si esto es tinta de escribir ?
' jComol — Dijeron todos. Y el niño con-
fesó que creyendo era el frasco de Kummel
que tomaba su papá, se bebió dos tragos de
tinta Stephens.
Después el doctor pulsó al otro enfermo.
— Pero Vd. tampoco tiene nada...
— Y no me vela cara amarilla como un
difunto?
— j Animal ! Lo que tiene Vd. en la cara
son migas de pan con huevo.
■ Yél-'Dr. Clisopompo se fué de la casa
echando chispas.
A pesar de todo D. Dimas sigue en su
manía, y no deja entrar d nadie en su casa,
ni aún el carbonero, sino presenta patente
lip^iá y se deja echar una ducha de agua
feíj^daal quince por ciento.
Cascabelillo.
■ GRANOS DE
Á BORDO
A tí lasólas y el vaivén del buque
te ponen á morir;
á mi tus ojos y tu voz, tu... todo
. no me dejan vivir.
Pero al dueño de tanta maravilla
conque Dios te adornó
No le importan del piélago las iras,
ni tú le importas nada,
ni sabe quien soy yo.
Por eso mientras tú con el mareo
te pones á morir,
me marean también tus bellos ojos
y no puedo vivir.
CANTARES
Si tú fueras el bifleck
y yo fuera el tenedor,
já cualquier hora el cuchillo
se ponía entre los dos!
H
Te Di hablar, meé tus ojos
y miré luego liácia el mar,
y la mar resultó gris
y me reí de su sal.
En el barco que navego
hay casadas y solteras; í
las mujeres de segunda
son mujeres de primera.
Quisiera que fuj^f pfefo :^
y ser yo plato sopfcro,
y hallarnos siemjjtoiÍi^J|\li^Ítos
los dos en el fre|^é|éL
LAS ENSEÑAlfZiÉS $iií TíATURA
A nuestra presienciá el gallo
se mostraba en su Ssétrallo
con la gallina marqsal,
y faltaba á la atórál
con las cosas qué me callbi.
Y una muchacha divina
que además era vecina- '
del tal corral en cuestión,
decía con emoción:
— j Quién se volviera gallina !^
Juan Gr. Campuzaim
gCT^yntE-jsgt;— ^ggig'-'^^'^ry''? j^*^*=^lP5r *^-^ ■
:^ -t--^*-
ÍS»i»T-W- !«í*4.-*[^ •
«c-
O Vi
?§■*«■■
^
fv'
Ahí tienen
^^{^rtídm^s á^í'íWí lo sabremos. ,.,r ^';^6Cid.ís.» , estos tiemp
. ^ovx;.;^^;
La voz He la iglesia,
consi entrada, i i i >■ > j •
materialmente ¡Eh!... ¡ehl... señor censor, vea que Aspecto de Sud-América d(
el busto de Sarmiento está por caer parte. Me refiero Ai coijün ;
y le puede lastimar. «Sud-América» de la tarde slg
« }-y : 'I-i'.
¿Simbolismo hemos dicbo? Ahi —Hombre, ¿esta tribuna es de Roca? «Deutsche la Plata Zeitung»
tienen VYv oí, cor,reo español en —No, señoi; es de madera, como riquitrin^
acción. todas. riquUrin. trin, trun.
Nota Las cartas no se pierden .
,.>v.
egpjiíla vista. ^ jUn nacional en
QpoBliJí. Circulan tan pocos...
Establecimiento fotográfico-instantáneo.
Es la Casa que apunta más partidas positi-
vas, en el libro de entradas. jVamos, que
hace un buen diario!
Luego dirán que hay miserlal
Cada tarde se tiran unos miles
de argentinos, al precio de
Cinco centavos.
dedos años á esta Este es un órgano de la co- Los dos journales francaises, muy señores nuestros,
n nte,^í,eh? porque lectividad italiana del Rio de
signe bien de salud, la Plata.
¡Simbolismo puro!
" u
Materiales indispensables en las voces, defensas «El corazón de las niñas» periódico semaSiai.
y amigos del pueblo. Tiene editor responsable y vanos poetas irrespóQ^
sables. :
yf^^'^p,iyfr¡^-^-^-i:-^' í-^ - ->:^íírj^'.>>.?5''''^'«=T7ílP^ f^l^ll*^ p H H
fl^ 1
1 1 *:2
106
.rSfS ' EL CASCABEL
r^i -■"
.5 .í
TXQOjS Y ©P^6(XiXi3:]S
fe
PWJi á rois hombres igual
que sucede á laa botellas,
jl im€ilen ser como ellas
^!^ó ordinaplb ó cristal.
Eís atf Bwéríto igualmente
probad 6 desconocido:
unosjMsiFel contenido,
otrtis p(^ él continente
HoiJDíbré de aspecto orgulloso,
de idifenfo rico y probado.
Ya por e^ mundo alabado
como el champagne espumoso,
y acaeo resulte, en- suma,
qtte siiquisila espum-a' qué crece
i Btífle, desaparece ,;
quedando á la postre espuma;
y que aquella fama loca,
que fué una burbuja hirviente,
deja la sombra en la mente
y el amargor en la boca.
Ved otro á quien la cruel
suerte ahoga sin razón,
y que pudiendo ser ron, i.
es sok) carabanchel.
A aquel la fortuna inquieta
sin valor real le dio fama,
y todo el mundo le aclama
por su vistosa etiqueta,
y otro que lucha á diario
por subir y por triunfar,
jamás logrará pasar
de ser un vino ordinario;
y si en su febril querella
su espírilu se dilata
al cabo se agria, ó se mata
y estalla al fin la botella..
Si el hombre ha podido ser
con la botella igualado,
ustedes no han olvidado
que es de vidrio la mujer.
■•f :/'
n
qué encierra rica ambrosia,
gloria del guato más fino,
bouquet de aromoso vino,
dulzura de malvasia;
vino que ¿gustar, en calma
/incautamente se empieza,
fy se sube, á la cabeza
y al fin emborracha el alma.
i Vino que por todos lados
nos tienta y hace pecar,
vino que puede matar,
puesto que hay vinos picados.
- Jerez pálido, parece
alguna, á quíferi el sol dora,
pues quien de ella se enamora
como el vino palidece.
Bella mujer á quien ama
un ser no correspondido,
Lacrima Christi ha bebido
y acerbo llanto derrama.
A otro el Madera le altera
• y, loco por los placeres,
cree que todas las mujeres
son de la misma madera...
Con mil marcas variada»
trastornan nuestra razón;
pues si pocas puras son,
hay muchas faLsiflcadas.
¿Que esas beldades traidoras
no dan pasto á vuestro afán?
Creo que ustedes sabrán
las casas introductoras.
Si alguien por su mala estrella
el vino de amor llorara,
que solo beba agua clara
en la fuente y sin botella.
Luis Garda.
PEQÜEÑEGES
A Balbin preguntó Urbina:
—¿Ha estado usted en Berli^?
Y le rea^óndió BSlbln: ^ ^ ■:
—■No; p«ro he estado en berlina.
m
— ^Me quiere usted retratar?
— ¿Óé cuerpo entero?
—Pues, ¿cómo
¿ Piensa usted que soy tan romo
^ue Hie lo voy acortar?
H
—¿Adonde vas— á su yerno
preguntaba ayer^uirós.
El y ere©* Soltando un terno,
repuso:— "Vcqr. . . j al infierno !
Y él le dijo:— ¡ Anda con Dios 1 . . .
m
Me ha dicho ayer ün amigo,
refiriéndose á Piedad
que tiene mejores bajos
que \QiScala de Milán.
C. Miranda.
i--^ ?-^v "-- \f«f§S
t^t?SS^^^^S^? s-\
;■*. • '
El baño, créame V. mi amiyo. me a^)r.? mucho cl apetito,
Y á mi, querida amiga, los apetitos.
— Qué bello es efmáfr
— Mucho...., pero tenga V. <|uietas las manos!
00 i
106
eiTcaícabel
J! ;:i •.
\ •■
h.A:U^L,
í.
■*•<
r
-i^£:,á • 1
XX)IXiIO
;.]/■
„ ; ; f
■ !
Hoy le jura la infiel ainor constante,
y tras de mil protestas
4^ .su, pa^n le pone por testigos
/ al cieio y las estrellas. ,
Y el Infeliz la cree por su amor loco,
sin saber que hace un mes la misma niña
á otro mozo le daba por testigo
toda la astronomía.
*•> 'V-'>
El sujeto que redacta
la^revista dé teatros
no ha mandado el material
como tiene acostumbrado.
Por nuestra parte diremos
ficptteealaoCik) media auguramos
el viernes de esta semana
á Gil UQ, éxito franco.
.Taiftbien diremos que tuvo
lugar en este teatro
el ,estr^o^, ^l otro dia,
de «El Mi^on del Sevillano » .
Obra que hecha con ingenio, ,
j^ií^^ f(| jP^íJ^lp,s9ber«no . ; , , , ,
«Retiro» y «Politeama»
Siguen la gente ^armando.
YenerWKáciiVáiál» Cleáry " V '
con lodos los demás náufragos'
esperan líé^ai^ á puerto
despertandí) él
iaámó.''
/ >•
Ademad á Juan Moreira
tendremos á todo pasto
por delante, pur atrás
por arriba y por abajo.
Hemos visto cosas muy extrañas, pero
ninguna tanto como esta:
«Escritores buenos y sin pretensiones; se
necesitan para un diario..., calle tal, nú-
mero tantos.»
Valiente aviso, eh?
Como si dijéramos: «Madapolanes bue-
nos y baratos... etc.»
A este paso, los escritores, buenos y ma-
los, se ofrecerán y solicitarán á treinta
centavos aviso, ni más ni menos que un
medio oficial barbero ó lina mucama con
cama.
Conozco á un europeo
que hace una cosa cuyo nombre es feo,
y á cierto americano
s«-->t--.7 'v^:s\
^^■^'^'W^'-'^'^'^^'^^m^'^'^WF^^r^w^^^^^^^
EL CASCABEL
109
5Á.
que se escupe en la palma de la mano.
El hacer su elección pone en un potro,
por ser tan sucio el uno como el olro^.
1 /
Lola, en quien halló acomodo
toda suerte de hermosura^-
constantemente procura '>
ser original en todo. >,
Y al logro de sujdeal . ...^
tanto tiempo ha dedicado,
que pecó, y le ha resultado^ -^;,
el pecado original. ' . ,. - : -
■;!*j;
■•*]
'i-.:^.
Leo: «En tal calle íué hallado el cadáver
de un párvulo del sexo femenino,. ? ; '/
Asi que se conoció la eccisténciái^eX:
cuerpecilo...» '
En qué quedamos, ¿el cuerpo existía ó
nó? Porque si existia, la policía hizo mal
en entregarlo á los médicos para el examen.
Lo más correcto hubiera sido entregarlo
á una nodriza.
Juan dice que su existencia
pasa entera entre dolores...
¡Claro! Entre Dolores Sánchez
Lqfla Ruiz y Lola López.
—¿Has visto la desgracia de Gómez?
— Nó; ¿qué "ha sido?
—Pues que se quedó paralitico.;
—^¿Parafitico?
—Sí; de un «X06SO. Ya ves, seis años je-|
fe del movi mien Co en le ^ taof on Centra 1 ! . . /
Con un francés se casó
la hija de don Vicente,
pero la pobre enviudó
ú la mañana siguiente.
Como era joven y bella,
después de pasado el luto,
Pascual se casó con ella
queriéndola como un bruto.
Y resulta que ella es,
según me ha dicho Pascual,
un arreglo del francés
dado por originaJL.
-¿Por fin te casas?
-Pasado mañana.
-¿ Y qué tal tu novia ?
-Es encantadora, huérfana,..
jAhf Entonces te felicito.
—Huérfana de padre.
. r-Enlooces te retiro la felicitación.
- Me aseguran que está Blanca
en amores con un negro.
— Ella vá buscando siempre
Si: ¿contrastes?
í —No: dinero.
De cahimtiia demandó
un individuo jiBte el juez
ó cftró hombre, porque soez
de carnero le Irató.
V _ y el demandado sincero,
declaró que no era estráño
que léHamara carnero,
PQjg^fe hace ya más de un año
que le oye llamar Cordero.
En una sesión de espiritismo.*
—¿Cuántos hijos tengo? pregunla at m^-
dium nno, señora casada. :•
—Cuatro, contesta aquél.
—¡Caracoles ! ¡ Pues si «s cierto! dijo el
marido. Ahora me toca á mí.
Y dándola de listo, pregunta:
—Y yo: ¿cuantos hijos tengo? r -^ , "
—Dos, contesta el médiuin. ?• J; .
El desdichado esposo cayó dé és^
J0
Un negro decía iíáá páSadod que la mala
suerte le habia elegido por*1bÜncQ ^é sus
iras.
¡ Si se seria presuntuoso I
tv
4*.-.
-¿Qué tal anoche en la Comedia?
-Bien. ¿i
-¿Mucha gente?
-Una entrada bestial. .
-Eso seria la tuya; la mi* epa personal
—Papá, para un corapromiso,i
dame diez pegos.
—¡Canario!
¡ Compromiso de diez pesos 1 ,
Hijo, los hay mas baratos.
—Quisiera volverme lihró al ver el 'inte-
rés que te inspiran, decia á su riiárt'dtfla
mujer de un literato. ■ ^'^ ' ' ' '^■-'^
—Aceptaría la transformáéíoniíí pudie-
ras volverte calendario, contestó éK ' '
—¿ Y por qué calenda río f ^ = • -
—Porque cada año se necésilaiitio nuevo.
w^'^^Sf'fWf^;^'::p^0W-^^^ ■"■■ ■
■^■^■■*, :^í>'í^!K.-r ^?*t'- ":■" '^'.'
iliy^
£L CASCABEL
siMacáDAS
J 1-=')
I .-;.■' ■
V-ATJ''?^
no<Mi;:
No mas tu pecho quebrantes
SeQíi,I oh viuda I el triste llanto
¿ O proviene tu quebranto
De que no se rijrtiHó antes?
i .J$i,en ,p.ulga me convirtiera "
Y por tu espalda hechicera
Pudiese al fin cobijarme,
De.tal noodo me escondiera
Que no podrías hallarme.
Luisa me dijo al partir:
—En mi pecho escribiré,
Xu nombre, y hasta morir
No se borrara. — Y hoy sé :
;Que nunca supo escribir.
Segunda-
-r-+-
(">''■ i'
K. An«s<o. — Si, señoril canasto fué la ié'/Tift^onza.
A. B. C — D. E. F..,. :^tc ....
Julio Jota, - Usted no ío hace mal pero, amigo
mío ¡ qué final aquél ! Otra vez será, por que Vd.
mandará algo más, eli?
K. D. r.— i Hombre.... otra vezl Lástima .de pa-
pel! ' ■ •■■'
Canuto. — ¿ De hoja de lata?
Enrique Salfne7'on.—S\is «Amores en la Platpa»
merecen pena de la vida. Y Vd. merece colegio per-
petuo por escribir sonrrisa, hacer ca, agía, kaia», etc..
Parece mentira, hombre.
Sií5¿o.— No señor, no mande Vd. otra porque em-
piezo por no publicar la primera:
A'>«¡7ía. — Ahora caigo en la cuenta.... ; Vd. no es
mujer L... es un marimacho vulgar. Y yo qpe ya so-
ñaba idilios al por mayor 1
Tiírco.— Vaya vd. á Turquía, dele recuerdos al
Sultán y no escriba más poesías puercas. Es un
consejo.
A /«arfl'O. — Ya hablaremos de aqufello. Me parece
que la idea no es muy original, (francamep.te.
Populus,— Bueno ; pues se vá Vd. con la denun-
cia á un diario, se la publican pagando lo que sea y
queda Vd. satisfecho.
Bartolo. — Caramuas'! Me parece que mañana y
mañana son demasiado consonantes. Podia Vd. bus-
car otras palabras; macana, por ejemplo.
L. de H. - Lo que es cierto y seguro es que no pu-
blico lo suyo. ■
Principiante. — "^o son inalos.del to<ío. , ,
í/'no.— De ninguna manera ¡se lo demostraré si
vd. gusta.
Ae/v/yo. — Recuerdos á la suegra y no hable mal
de ella, y menos en vejrsos; y en versos malos me-
nos aún.
Cascabelillo.~-Vü\!¡\\co lo suyo, como pií^^e V. ver.
Otra vez me hará V. el favor de m^pdár la flnna.
Segundo.— 1^0 mismo digo.
EL GASCABBi-
SEMANARIO FESTIVO ^LUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
^
CONDICIONES QE LA SUSCR|lfC|ÓN
Capitah 3 meses 8 1-50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio. ^
Número corriente » 0.10
» atrasado ,♦ 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
-'!©« (ALTOS)
- T7 ,^^o,w f.^^ ^ ^
.^"f^*"^^
J3.-CASCASEL
411
TBASAJUNTICA ESPAÑOLA
VAPORES-CORREOS
Subvencionados por el Gobierno Español
Servicio ménéuaJ fijo
entre el Rio de la Plata y Europa
Las salidas de este puerto serán el 2 de cada mes
para Santa Cruz de Tenerife, Cádiz, Bar -elona y.líar-
sella. admitiendo cajga y pasajeros, ^sí cobío .p&ra
Vigo, Coriiña, Santander, Bilbao y demás puntos im-
portantes de España.
Pbr más informes ó datos, ocúrrase, á sus agentes
Antonio López y C, calle Alsina, 750.
Nota.— Se expiden pasages de venida de todos los
puertos y^udades de pisparla.
SWttBS^
DISPONIBLE
CAJAS :-0:E HIERRO FICHET
. fDE PARÍS)
Premiadas en
las exposiciones
de Paris 1878-
1889, de Viena
1873. de An.ver
1885.
Secreto '.de
comblnaci^ii .in-
visible.
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nastas para pan, aceiteras, coberteras, floreros, lam-
pari.tas, veladores, filtros para agua, etc
"H"plafÍAna<l sorbeteras, necesarjüos varias
AAc:xa,tii.c^^05 fonnas y clAffis,*jlcÍets surtidos,
lavatorios, juegos de lavatorios, juegos de toilette
máquinas para hacer soda ó regaderas, filtros para
agua, fiambreras, etc.
Juegos <de m^a, &J|aI.HS¿Ss
de cristal, cubiertos, cuchillos, salivaderas, pálmáSo-
nas, copas, vasos, sillas, , escaleras, porta-botellas
canastos para ensaladas, espón eras, etc., etc. '
BAZAR AL BUEN NtENAJE
150-ARTES-150
DEL
BATO DE SABADELÍ
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tales de España con beneficio píira el toma-
dor. Se dan giros sobre los pueblos, también
con beneficio.
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9 a. m. á 4 p. ,m. Los ^ifeas festivos 4í 9.a. rp.
á 11 m.
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ASoI ^MOM Ab«8, Fflbrtro 24 (le 1892 intaii.'8
r propIeUrio: FRANCISCO FERROS
Mon y Administracioa: AlSiA 489 (altos)
ORAS DE OFICINA DE 2 A 5 P. M.
O en ja ciudad. . . | 0.10 el número
i de la ciudad... »o.ao Id ,
(Fotograbados de Coll)
Fecundo, chispeante y campechano,
sm fino sprit mil veces
supo mostrar al, jJ^bJioo, con creces,
en su AlTricmaífué Sud- Americanos
•^' > - í ■ - ^r>'
■:"tS^ *^f^ríi^?^TÍ¥?Kp>^5^^
,,..,
114
-¿U4—
tAüt-y^/-, T-f
;y1."i9n^J 'm"- "i"!!!); 'i-n:
tu X.li Olíll 1
iOl'ii'. Tí. huí ::!'•; •'! ■"íií'il "(ííc-'
.íiíOi.i-'''"", (i!^' Mlí;i|llli; O-i'i'l
.11
;-i ■.,; -/ ,;<..'-';;io r- í ■n; rr muí v
También , trato á un sastre, con todas
las reservas del caso, quk apenas T1e¿an
, j. , .íííüí'.uú 7r7 sP. ,aaup.cnr o
los días de carnaval^ se., vis e ae\aipno
t)3í\n rf.iTnjflí; es .e.u¡iíi|iiolp\ eh gnsud i.í^
del' Brasil, y armado de *epdo marróte,
sPile por ,e<las calles a dar .oromazos de^
üor^eTq sú í! > ,?íí;i;in afif f)D sf^fínejit;-»
este ckfiDr^. ' , . '
■V'vio^ ü-xoí.xiv-' j-it!fi .Krt!/.;aí íá ooj^y ou;^
' — uoTh Pérez! ¿no ^r^e-^'CQnocesr ',
— No.- rranqarnííhtfei
— >Piii>B PPAS iin r«hnnV>hn!
— ^tru's eres un chanthQl
íiJyíj ^i¿i>jíi'j
— Cuiuaüo ton lo que» dic^s
'•(uDíioo 0;:>n
^Í^"»^'i'5N^r>ÁÍM,PNTE
íde ¡o^iéB^íaños.
tendr4fj ;<í<?^SÍ^., 4Pi?í^SaHfí^tí<¿WÍflairoeniíe
unas horas cojUenoa^landó^lá^riFicia y el
donaire ^^fe"" \M^ stífcfódBcíéá/^éa^ná^feétó^i
que concurrhán con..pCTÍdones y músicas
al lugar Hel sucesor ^oi•l:«i ib?, cia-iiui) i^:;
(:k)noz<^^.iifí^»^zá':í)5áftf^.^^
toca la flauta C9in^ mj|fí]ipnP^^i^f i<i4ie(<)nf>
descans^iiDP /:nÉICÍÉ|iítoj;déMde} queula thtak
nombrado saerist|tfid^'-de la comisión orga-
nizadora de uii&<^ losv^tños corsos^ en
que se subjjj^j^^l pf^r¡^^Sip^q^^ñ^^,
En su casa t0(^d8ffteÉ»i»iná(íntt> y EWBtiiñdad
.ín-^i^^R^ftí^í^íí^tí^ coronas.
— Ya tégagodw^ljl^jdejaurel.
— Falta-.dltte?
4^ laf :de alíalfa.
q!{i«r«i#?
nríejor sociedad de
— La rní^
— ¿Para»^
Basta de ^rorhás!
: — Es que no es broma. Yo s6y* Rodrí-
guez, el sastre, y he queri^3^i^eé6r«»i^e,
la deuda.
Los curiosos s« agolpan."^
— Qué es esto?
í— Nada; un ínono exasi
e':;í>;
í^x.-¥\-
—No soy m^ono, soy saj^jtí«'y'1fe'p^j^á
'epte*V¿'vé\V'pó^¿'é lííé áií!Sé"y5 ^'^¿gft.
•y ^ mar'á'áii"caáá, hi) fíliSlíái'lí^Mt
cualquier causerie de M'á'ái^i. %?ili^^M-
■^^'ym^m la^iitoktliWí -^^^
-^^1^ePáí^l'"iíe';idáe.i8^i«UtófáAi/feéí#^
í^l?>^^f^M"ft?)é^^''^'^^ -'^ '^'"
las
e»
— Para
candomberí»*»'
— Bueno,í
Y el buftiwr
tiempo ent^S- l¡
preparativos ci
0v«arnavale
Ciudadano h
deK corso con
n se lo coma .
lillo se pasa el
flíiuta y los
algunos.
arda la hora
órqiie' gracias ál
disfraz, puede circulwg sin temor dé íser
conocido por aí^úiio de^- innúmera bles
mártires, digo, acreedores que le á'^oáán
sin compasión en calles y paseos.
To trapos p^ra que las niñas ^ l^canr'eií
ele asf ^''fíá£ñV'^^ .««f^T^o eífH^'h
,Lar,verdad qne Tas njnasí pe xóTonj^ita
t;v¿P8Si^^nks^<o^z¿¿<iy"m^ ámw-^m
mu^^|ttraclí^rV^;;^'^^
La ma^or'apróvecfi£fti(W^lfti'^(íílbftó qnft
lo regaló un , siid teniente que fhó roi"6^
tíl^^'fe^^tfi '^olKíster^fe- mhfí¿!%::h^
arreglado un t^k^mr^Mmmd''^
capaz de quitar el sueño Uf^ííftílBiÉiWÉmó
lector de La Nadá^.,
La segunj^Qg^p^^^^^bngifíta no le
va en zaga
^l^^)íi^?'^y to/do hace
suponer qne tenarKfiíjW^xito nunca visto,
en la sociedad <iEl ÍAffO Ptáhido^ de- Itf
Boca, sociedad de/^sócófros mutuos y
baiíea alegres^ qne "esífiL áfio. sei pifópphe'
Al' efecto, la comisión directiva, con un
éfifló (^'líe la honra mWcitQt b» . cesAwkOf
•ixig'h''' de ios socios' saquen! tá.i4ua5lÑi%jc<)g%,
de los entierros, e»' 'decir, ' la 'Üegra, y
'S^jf^'S'íí ^'*"j-*""»t > s-%''^'fSi ^^r^rf^l^>s |ífgc«f-i5i;«)_-f-?^^^st':t,.í^"'>^.S«í»!5i>>i-^#l*,- T'
1,4...- j.^ !!<*■:•- r;.-,-?:^:*-^-^^- -..- -^"í; *;..'. -{t'tssv«#;:f»
EL CASCABEL
i tí
nasta según rumores np laltaran íracs
ó TraquBs» si VV. gustan. ,
Elbueno de Zolon^uita se alarmíj, ñero i
no tierie mas remeaiq, que ceJer á las
exigencias de las nmas, y a Ija, presión
que eierce la mamá^ uqa sé^^orá, corpu-
lenta, como Levalle,.pbn¿o por votúmen.
— Considerad, qué el baile á nada prác-
tico conduce boy que. ía juventud^ está
desmoralizada. ' ,. ■. ,
-^Dí^iate de historias. Tú me conociste
en un baile de diáiraz... , ' ,
-Sí; y mOrenamoré de tí antes d©
verte la cara, ,■ ^ _.
—Pero luego...
— Sí, luego, fué tarde y me casé al ga-
lope. .
— Déjate d^.al.u^ion^s y cpnsid^rajjue ;
las niña?... ' /
— Si, las niñas harán lo que quieras,
pero bueno será que se anden con cuiq^do
rnasi y, finalm||p,t^^ c^n|Í^^an su^raor y^su
deja' de exclamar sentenciosamente;
se os aeciáraroií formalmente,.- .' _^
.— Callp, .pero. ...acordaos de lo que paso.
Con g^an meIa"íic<iHa ' ^ - < -;
el„poet|a á mí' oúio? repetía: - ^ ,,
— N,i ej amor ni ta fó me dan consuelo,
porque ¡ ay de mi ! no se
cómo ha de liaber amor sin tener fé, <f
y c()mo tener fé sin haber cielo.a|¡|^ -/ "^
Pero aunque esto proclamo, >^j* '
ni hay cíelo, ni hayj^njpr y,cre&y;amo.
NcSte imnorte J¡ménez_üiifiJiíUíai|j^jl8tó
" alla\-íi
ella.
poique todo és Cú^^^dfe apreSÍad^^i^l
Era el mayor placer de FortunaCtX---' "V'
colocar á su esposa la Corbata,
y nunca fué tan amorosa y beila
como aquel dia en que le ahorcó
Igual que algunos puntos
insisten' homibres, de la ci
y profunda mit-ada....
ífue á fuerza de decir, no di
^.
Oastó de tal manera su eneráí^
mi aliña en adorarte, Xj
qiié'nóié qütídí hoy dia
m aun' ftíWzá' para' Pdíaf Ó ' désÍJTreCiártfe.^ * ' *' -
¿Es anipr.,;!] lisióla ? .^.^sufv conitraí,©?^,,:.,, ,;.
¿ó una manera de pasar el rato?
'^
Si queréis ser leídos ,- ' ■• i' i/t
sipnc^re.diebéip^íiablárálos sentldpg, .¡ ■,
r»brque él íe^ct( r dirá— ¡qu'é atreyiqaiento!
ibíileétüra' inmoral!' ¡esto ríieenpj'áf, , ' '^
yertóctord^rscontéfitp ■' '■'''- -¡'j''^-^' f^' '■'"'-'
JeccuJiaslíi» terminar -la úJtimailínjA.''¡ ''c-<i,
Sufrí tal desengaño ^ -
vi en'^óté destrozar lá dicha míA, \ ^ ''-"'•''•
qtítí'jc<M cuanto lííacer te 'msítSiiíit'-' '-'"■ '-^
i/¿BÍ;ÍK):t,e ^101636 'daño.*^ 'h •! í. -!A'> £?> n"'í
Adolfo ISy'de'tüs'Ü-os.
• ^^Slr-^ i—
DISFRAZ
J-":
( -i ; . í
•■•ui
l'.- ■! -Ci
Un critico prolundo.
5^<;j-"i'™«""' ■■;; ■ "■f.'.i^;- vv; .Ti-- lí- ;í1í?'
*-- 1?"'^,-*^^'-^?^
'•f^J.*s^Sí^'''íP?\S^?^'^'^
^;.;= 'r:«^^as^:
T11I5
.BCiiCilSCABra.
.L»gohníig9(f w^tun'iH cní)nno>J v r.inii:TÍV
-Bfli IsaJogcog ohnMÍff!9J,BJ9Íuprii cin.'íjuV
el noa OTbimíi.I ,Irf)H ^v: tiuiíoo ^íijí íniinBft
^bniids íil üj'ieiqaob 8U}.i. .Gi'jfiü'ioHí.üi
-tó%í, " —
«^A^#^ífem#^^(m''fe^'Ji^7aJ!;d- '^'^^^ elj
sombrío y febril des,tello del deseo irñ^bt^h-j
te, llama destructora que rápida consumej
la^eáaigiarmt&l ífífae e01o?-©€l arpaigia-aboga-í
! <dáíp<Dit)lí»(ñi^«sí)«citpiáiii oe^rO _y axfiíipnt^
hj^raq^eif^^.j^isprende de las cenizas dé
un corazón consumido por locas ansias. !
Es Leandro, eso ■ dcograciado que huye
de todos, prefiriendo entregarse al cáncef
que lo devora, antes que soportar el desdén
y el sarcasmo,^4j^S95j^s y eficaces agentes
terapéuticos qí^^r^^deiedad emplea, sinj)
para aliviar el dé^r^para cauterizar y bo-
rrar de su vis^-JlÉMe^^^uerosidades de la
ílaga.
Es joven y hafí^iietw^so; siempre gime, ■
porque el dolor resprírá en su pecho; n,o
llora Q^pmiesufcp.qiip.^ las lágrimas se
escapqfi^[^alvi^nj^^; n^eÉ^tras- penas, está-
en esa edad más triste que venturosa, para
un alma soñadora como la suya, que lu-
cha esiéi^ilnienfé por Vencer la realidad;
eaíá édkd\eri que hay sed dei lá- sed de la
pasión, en que se ama lo que aún no se co-
noice, y se conoce ya lo que no se ama;
la edad de las parjadojas, en que el dolor
con que el deseo nos abrasa es nuestro
máyói'deléitéV'y^ él deleite que templa nues-
tra ifiebré, nüéstrá ttiáyor tortura.
En uña palabra: Leandro creyó amar y
apefl^s j ^Jtij^meciao su organismo por la
primera caricia, sintió la brusca mano de
la fatalidad secar el manantial de sus
d^)[;c^a^.
Ño' le quedó má^ que un deseo; pero tan
in^íff^^, qiUj^ ,efffl '/jT^ij^sí.,
):'!:> /.-lU ii'iíjM I :
Virginia era tíAa''héfrrtfbsísiina' Cfiatup,
iiiSá'éíli sb'sdé^éo'á, mujer en sus encantpsv
Sus encendidos labios eran el lecho dej la-
soxiríaaüque;en«ll08 laermecian.cual vol^ip-ü
'í'tiibsa silfíde: (dormida en el cá]iz de una'
amapolan lia' tus 'se peflejaba apacible ,en
sus azules pupilas como iaitíhé en el tdrao^
cristal de un la'^^f'^ért^éalWiax no se de^cub.
briáü'M Wmirada ni los cambiantes (Jes-
■ i'teH<)S dk la curiosidad ni el intenso relám-
.'págo óérlarpeaióinkc^ tóítnás-^djktóe i¿n<pEanoia
Híarhiéalwa; elríptnoí^ntlaí isoeño?) -die váqueD»
laJopiásivlte^eíE BSíaihprfevconieintavítaDfaijfefib
ctiJBgrjaári^éauja ^rísericiátá iquerse deapandmie
í^de tal f»eaneqpoii ibrado ; iodoséusramtüfnreii-
to-»i&© in«»ilílí«taban popi palabrast^f porque
■1 ailn- »Ki ihufeía' abisnvis' eatrei i &>ut coraaún j y
Jiáb .boQayiiN*' doaappendiaiideila.' ¡"sidfl;-; míis
J qiie;'el''mi5vieiiento 'ydl desarno{lo;i neo jpe-
'■■oórdaba del placepimésififíie la satisfacción
f'>del^ dDfíí^'mflg <^uei<M aliyio^.' Unáijwued
-' dé SU: ifilm^á'i^nórabs^da! e»i^Bcia;:derJa
■otila WMtaííl.fv¡..;M.:.r/- (. r,":'-,-!;; ,;ti v^v^\\[<\
Leandro y V'ifgiñia no áe coñóhíáii ; mÜs
sin que'ho's "imfíorté cómo tú cuárfclo^ llega-
ron á conocerse, - ■■■]
"a1 ver á Virginia, Líéañdro se estremeció
coreóse estreriie'ce el hártibrieñtó tíási tno-
ribundo, al ver' an'le süs ojos el aíiinento.
Ella miró á Leandro Como rnirabá los pá-
jaros ó ias flores, cuya belleza despertá-
bala elcóntento. Leandro 'hizo llegar á sus
oídos úñ lenguaje pál'a ella incomprensi-
ble; el apasionado idioma del amor. Ella
lo escuchaba divertida, ácb'gla 'óon ruidosa
alegría los ' vehementes gfestos con que
Leandro reforzaba süS apasionadas frasea.
Ella gozaba viendo áLéáridró porqué lo
creía un compañero divertido.' *E1 saboreó
hasta el fin el refinamiento de aqaella cruel
ignorancia, y aquella insensibilidad de
hielo conservó siempre enardecidos' sus
deseos. ' " "■,'."' ' ' ■
IV.
Mas llegó un día en que Leandro vi(^, ago-
tada toda su facundia desenamorado,, sin
poder alterar un momento los flicompasados
latidos del pecho de Virginia; todo su
cuerpo trepidabfa bajo las vibraciones vio-
lentas de un erotismo frenético; sus ojos
no miraban, flameaban; su boca no ha-
blaba, rugía ; su corazón i^a^ba en el
pecho con el furor de la epilepsia, y ya
insensato^ no yió ,ante ,?us ojos rpás que el
pedazo de carne palpitante que había de sa-
ciar el hambre 'dé' süs sentidos, y atrope-
-llíidft ,1a ^ftíón á la prirnera zarpad» de la
liUJtiiria, el vértigo, le árrpjp sobre Virginia,
; queae vio encadenada por sus convulsos
brazos y, sus labios freSjCp^ .abrasados por
el ascua dp un beso lúbrico.
El beso de Leandro fué largo, profundo ;
más que besar, soldó sus labios á [os de
Virginia. Ella al sei^üx «iquel phogue can-
■ k - "^
V ^^m^^TTS^SW^ "'^.^•^■•"^^^««y^i^^^^e'?:^-
^ffir»-^ ít-tíjp
JȒ
.BIUiCiíaaCABBL
.ffZ
fdenteiyríbrutáivffleagitd tua i^offietitó entre
el nudo de carne «fuella «ypnimia ; i tÉnái debi-
lidad suma pero voluptuosa a» deslizó poi*
todos sus músculos, hasta que bien pronto
un extraño furor saoudiói rudamente sus
entrañas y con ansia convulsiva corres-
pondía á aquella caricia monstruosa. Por
fin se separaron. aquellos dos cuerpos. En
el semblante de Leandro se reflejaba el
estúpido bienestar de la saciedad. Virginia
sujetaba con sus manos su seno jadeante,
mientras que en sus dilatadas pupilas se
pintaba un ansia devoradora y su entre-
abiertaboca dejabaescaparun acre y abra-
sador aliento. Este be§Q /uó un cataclismo
para Virginia y un desahogo bienhechor
para Leandro.
El beso de éste fué el beso del vampiro,
pero vampiro más terrible que el de la le-
yenda, pues además de absorver la fecun-
da.nte y pura savia de su victima, dejó en
ella el germen ponzoñoso de su pasión de-
vastadora. iMe has robado el alma!— dijo
Virginia débilmente, cayendo casi desva-
necida.
— No lo sientas, mi bien— dijo Leandro
con dulce voz y sosteniéndola en sus bra-
zos — déjamela ^aborear con fruición, que
yo te la devqlveré, átomo á átomo, en diez
, millones de besos.
Virginia y Leandro siguen besándose.
Virginia inquieta, temiendo se agote el ma-
nantial que calme sü sed. Leandro con la
indiferencia que despierta la abunda
M gozaba elplaper,qfie^|e}e,b5i^^p
viendo como se apagaba el atí^or¡ d§ I^^iju-
dro, sentía como, una aguja ,d|3.í]iielpq.ue
traspasaba, abrasándole, sfjqoírazópí^, , ..
.Lea,ndí"o y Virginia JxabiaiEi x?aJpobiado [^s
almas.
-'-..■; '"-■■•' ,.íx„;:, :;;::;, ■:j,:;^",!
El primer beso de amor es un avatanA
I Felices los que no pierden en ei cambio I
:JL1
»>— » — < ■
l.'íi'
í ■ |!
VL
<{H
, , Virgini.^, segijia siendo una preciosisimaí
criatura, tan mujer ya en sus deseos como^
en susencanlos. De sus encenilidos lábios-
habia huido la sonrisa y estaban triste-'
' ■'hiénté eonlraídóíá,^<íoim'Oié^ CterPátíiFos péj '
'^- táiófe dé''lá'ámápbla hníaf»chrta;' Ghispas de-
séh'sÜálidad 'brotaban dé sus azules pupi-
■ las, 'coírió miasmas palúdicos del- cenagoso;,
•'señó d'é ün 'láf^.' Siempre' íííenciosa.por-'i
qué eiitré sii corazón y su ■ boca 'hébíá uri'
' átnsmo de vergüenza; Gemíav porque el do^i
lórréépirábéi eYisü peeho^ S^ufrla, pofqüejno
podía llorar. iSTb palpitaba' eh'feu fáép':m»iefi
qué üñ deseo,- 'pero iTitéiísG^hasi^f-él-frenesi.
■ -^'" -i'!?;;' .íp O! 1));' :-[;■;;! 'Unr:>';;i.'f..\OÍ,..:¡ I
*■ Vedléi-'iA! sítfé ojóá^be-áSóttiá/^^allaíkeirefi-Ji
'' nídad yer't;ohlétttd'<i63átkíáé'rípíerfé'Otá!nie>it»(jj!Ui)n) ?
equilibrado. ' Ya' ííÓ'busCá' la sol'éd'í^; porj-i
' qué' ét píácei* es la ^tei^za díér cóhééión (^\ie\ \
mantiene íihid^áfe ISsi^óTécüiassocial'éfe.: Ya/;]
no recuerda deL^eseo masque la satisfac
ción y del dolor más que el alivio. Parece :
' 'tiúé Btí áiiria ignoipá coniplétafiQéníé su p&
'■ sado.-' • '■!'!' ■■':■-■ ■■'' •■,;; . ■;,'
Ese es Leandww ^ ; i i.h
'■> i
/iiii i"ij..|
';;■ Mrrí
;■/. li ^-/:\
1 í.-ioi!
;(m; ~'¿''>
(.r'ii rv)
' .:;■ Bl 4íaiquft.t^ vi )a x^^jí^^t,^., ,.¡i^
,1, Couteíaplfrido las,4gua& dpj.]a|fiipnt^,^^
, Hizo !ati;r tu imagen iiéchicera '7
, Mi corazón de amor. '
■; '^ ■■■■■^'- ■■■>h-' -^ 'i a^ái^o tíFedeiH^):"
^ ' r r
-vCi n'. H^i■■íii^■ ^. .; '-^:i.^níi lo 0111' noo
:r¡ ,;;,/^flfiQr no^ tiendíi; infUsolvií^^I4z(^^^
No turbe nuestra, unióíí^ m|ri^iui.a,'j,)j^a. .
y basta de sufrir,, ven a njis" brazos J
A gozar tanca dicná. '
»YI f,i
Voj- a paseo, coníjue adiós
■< 9l '.'/I
SH->
-Í(?s»óití'áV íjMáV^ á^t^W
m
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Los caprichos oue tiene).
— (¡Quien creyera
^nor.fUMi.^^H&ítoiQgní
M)
r.i n
•) <T
r -ifi
1 -. HiiP kl i¡i!|.í!',!'>llLI ríl)'-'
i •' • ii^8*tfó''sufrt^-ttt' ééíiio >tan ¡ aJtiwixt :-
i— ¥6i-taiin.poco á'umanlantfeitjtte sftileíva
iDía» catéeos- l*i9 pensil? qup Vji¡y4)^f,.,n/^
! í ..i..'- ::-ii!', ,-! E. Olmedo.
uf<\U
is
' ■' 'É!.''CAédáÍBEL
IL>Mf. .
ii'V
8'/Ji!'
¿ !'
í ' í t ; I i ; 1 1 i ^kuiíl- RÁ Bicárdo ¡«ih i pi iitor ,:\
<nni_ -dé-genio y. deinombratiía,; ,,
r, , ¡ / ..M¡ei»,l>rMiga4o4ei í^xnor^»
.,.,,,;^.. ^Y!,aaí^nciose,.fi\uio él
I ¡ , . , sorgreijdQr por, sú fbrt'tina
,^_,,^ ^ "' nuevos'e/^ec/ds'ííe Zií/i/it.-
ibs (íé" rá jüná'dé miel.'
'ÉrS^éü'vfdívécHosá •' ' ' '
"^"'"' fiííís'"t^t'fA»é«lbaérminó.
Pues Maria se tornó " ,-
ctertibtemeDÍe teelosíi.
Yi l«is¡ diüs se posaha ■ ^
entibe angustias y desvelos
.celosa, d^Jíi^ Ijio^delos
.íjue^sa rpíirido copiaba.
— la'i mé engañas — le decía
á fó'cardó -^ ¡ Si feeñor !
i ya has olvidado nii amor!
'¡ nb tné ám.ts!
■'= '■^|Pero¡M,(ria..v
' — ¿-Tu crees ffüe porque my callo
no sé que me eres infiel ;
ó Vicr ¿íjae esese papel? I
¿ UI^ BQpdplo? ,,
. ^, j;^ ,.,p-vPe,cabaiIo^^ ,
— Es clara ¡eso te ilusiona.
— ¡Maria, por caridad... !
— ¿El caballo, no es verdad, '
té récuéWH lá árna?!6ñ;íf ' ' '
■— 'Petó'hijltit. ¿eso le extraña?
Con el cafeaile confio^
lograr la gloria
. — j A}' Dios mío!
iCon una G/o?:¿a me engaña!....
Y así sucesivamente
pasa SU vida rabiosa.
r
I m
puts la pobre está celos;,i
de todo bicho vi viente';
y si vé que á una mujer
está pintando su esposo,
•enuu acceso' rabioso i :.
, revuel v,Q^ tO|d.o e| taller, . , ,.,.*,
xonrt}ieít^ííiS,Jí,Píipeie^v ■.-; , ,. • i'
y estropea la pintura
y destroza los pinceles
Ante trastorno'-tüti^ráVé.' "''' ' ''
en el íáfiéi^, sil ííiapido', •'■ ' ^'' .
laentradaia bá prohibido ''¡;'i S
y cierra todo con i llave. : í ' i I
Sin embargo, al otro dia, ; , ,
no.se c4ia(>f»udQ sQiy ., ,,.. ¡i ,,í ;.;,;
.que por, IJiir^n-.^Llaller,, , ^.^
jogró penej.rar;^^£^ria^..
Un cuadro de gran" tamaño
vio y con brillantes colores
' á una hé'nibra en' panos menores.'.' .
es decir sin niniíiiri'prt'ño :
I>el Etna la ardiente Java i
en la celosa brotó. - ■•/■ ,
— ( Vurnog-iesLa es-^excjíiraór-t
la modelo qse ahora ai;n,aba ! ,
. E?to dijo, a^^ólQ^^lpraüjO^ , ,
y rápida como el viento,
con las uñas al mornentó'
redujo el cuadro a pedazos.
Ya de su rabja calmada '
laní:ó un suspiro su pecho, '
y viendo el destrozb-liécho
exclamó — ¡ Ya estay vengada !. . .
• ... Y en tanto que su desvelo
.la pintura destruía,
,,i.€l,.iíiíirido de Maria
huía con la modelo!
Luis Gara
la.
.Ir.-
I ! ■ I .' ! ;
ACÚSTICA
• s.;r (¿Hit8,oido al despertar
de la aurora sonriente
'el susurro de la fuente !
y del ave el gorjear..?
La nit'lodia lia-< oído
del alba que va creciendo. . .
—No; ¡calla! ,iiué«8toy oyendo
f|ue se acerca mi marido!
.,,,5:^jgA^qA,BEL
lio
(RECUEitDÜS de' una UÉbACClÓN)
V-^N la redacción de iíí ii'jr>i¿«írfo, dia-
rio de la tarde, hÓ Í6 pasíibámo.s'mal.
Trabajábam'o's loVnie' se' trabaja en cual-
quier otro diat^iq, y é'háa 'üiid'sé cuidaba
de despachar sf^j.^'^^cciqncqri rapidez y del
mejor modb?,p¿tsi¿le.,,^:,,\,,;.',V . ,'^'J'
¿ Material ?^í,ii,|i|[íinfia ,íiiAl?ib^I ,, ^
Éramo%Ltfti?,!fQqup(do5.,.;,, , n .
Pero comj^iv todo (llega en este mundo,
llegó el dla'!ien!'qü€ ú-lasi diez-y media,
cuando listos Vav espeirúbaiiti os fumando y
charlando eF'J^i'fn'iér núiiiiái^o que saliese
de la máquina parla írníóS á ¿ask á almor-
zar modesíáüáénté y córí la 6onciencia
tran_gujl,?^,,ji^na-vo?p sobrado C.pnpcida, dijo
á nuestra j^spaída^, ^, .,,.
— Faltaoriginal ! , ¡ ! ; ;
—¿Qué?— dijo el stcrelario. . .
- Que falta utia columna fKjr lo menos.
— Pues;ltáber'//tedMo m »jOr..'.
— Como los sueltos polílicbs' han dado
tan poco... ^ ' J ■ '■
Aqui me' ruboricé. EÍ'de Xos, kueltOü po-
liticoü av^'^^o^ qye en, vez de jlenar diez
cuartillas apenas.habia llenadp;cinco.
— Ks preciBodlena.r la coUmníi.
—Sé llenará. ' ,. . ;
Y yo, que lo que deseaba era llenar el es-
tómago, tuve qué llenar unas duarüllas.
—Qué hago t-^pregU rite lihiidamenle.
— Invente al¿o. ' '' '' ' '"■
—Pero..'.
•Nada, nadt^i-J^nveíite V. uHa^.i>Í8ktf!Ía,
pviiue un palo al autor de la. r.ev.jst^ que
se estienó anoche... / • ' ■. a ' . )
— Pero, si lo lin dt^jado coim) nuevo!
—Pues mate V. á alguien. ;. ^
Qué idea!.. Un ciinien! I^éder tratar im-'
punemente, hacer mover JfTes^^ pyatro per^r
sonajes imaginarios, inv'eiUar /U/i dramél
horrendo, pintan c^p<}ue^ d^^,v^sionesf^^
celos que eslallMj,'veft^-e^,19§^^ÓÍ|gos(ípf¿'
oscurecen la fiizóq^ manóf^ ag[ri¿"áas|qu-f|;':
blanden afilac|Ds jciicliillos^ víc^ma^jho4
centes, criminales; qué^m'achaefíív y^jítilufi-
lan un cuerpo sin.^íHa''yd[..V- " ,'' ^
Magnifico! ^i; ',
Écheme atrás, tomé aliento y empecé.
«Escena de sangre. Crimen monstruoso».
«Los pacíficos habitantes de tal barrio
fueron testigos de una. escena horrible.
rO desyjeto es indicado) N.N.
|ij|rejH£|fpno^|i£Jj!cedentes (es bueno
buscar causas atenuantes;, casado en se-
gundas nupcias con una encaotadora joven,
mató á ésta y á su amanleSjín'^l'^iduo
J. J. infiriendo treinta lyi ouefco^uñaladas
á la primera y cüarenlH'y. t»ro9%a4r6egundo.
El móvil d^t Chimen toé ímo» I sospecha
que abrigaba N. K. desd^ riH'H'i'* que vio ;j
J. J. dando uil pelliOíoiígliinferfz mujer.
Cuamlo la' autoridad' l|lé^ió''^dl' lugar del
crimen consíaíó, (así, tíií\cpmo^^ suena) que
J. J. y la mujer, de, ¡N.N:..q|-arj.j cadáveres.
J. J. presentaba qiiiiftceh^fi^€|S mortales
de necesidad, v ,:'!'^ " i;í;j y h'jií'í
Tenia saltadoálos' ojos, roto» los dientes
y cortada la lenguai enr-la'' parte superior
del lado iziquiei^do; ■'*'"- "' '"■ '•
Además el corazón eís'ta'fciaa través ido.
Los intestinos asoiriáb'árí ^'ór'élábdómen.
El cuero cabelíurjoy 'q1 c.opro liso pre-
sentaban serias lesio'^^S, _
Faltaban tres ded<is e^i ,(;iadij{,i'naiio. y el
pié izquierdo! estaba Iraclurado.
Lai muj-eripresendiaba tanlus, ó más heri-
das que J. J. ' ' ' ;
Todo hácé*tipancr qtfeét'VJGlifíTiariu es-
taba en estado de embririg+ier.- [Jorriue mo-
mentos antes de coiTieler el crimen se le
vio en el almacén de' ía/'éác^iiina haciendo
frecuentes |,il3acioiies. :.,',' [^ /'¡ '
Luego (Ifi co.ineti |i> el,c,rirneü se cnlregó
s:ii resistencia á U autQi'idadry.confesó lla-
namente su dfíliln, sin demostrar arrepen-
timiento de ninguns ciaso. . .
Hechos de tal natnraleza sublevan los
sentimientos h' jurados del pueblo (jue por
falta de... .-•!--,
— Material! dijo el regente.
H'>ml)re me ha corlado V. la oración.
. —Pues corte V. el suelto |)or lo sano,
r/.— Por lo sano?.. Espere V.
«Aúiliuia hora el asesino l'allíKÚo en el
^epartamenlo central de policía.
..Sedice (fue el rancho no le sentó bien.
"'Y^e. con la emoción propia del caso,
¿-se íQ-'produjo una indigestión que acabó
'con él en pocas horas.
"' Los iíiéd ic<>s. forenses harán la autopsia
/^ídirán la; última palabra».
Po^pués de cometer tres muertes en un
príonnento me fui tranquilo á almorzar.
É:lc^ pocos días moría ElEtnbudo y yo
redacté ét suelto desi^diendoá los lectores.
Y al hacerlo, me acordé del crimen inven-
tado días antes y vi pasar ante mi las som-
bras de J. J.i N. N., y la mujer de éste.
l^fiKIQtáLSTDEO
Ksper* V . una Iiora.
il'
^^"^"^7^
/^^^
'I ■
^''
-■ V
JL^ mif/i
'i 'ff''''^-^^lf/lfr"
\: ■ • J ^iii;,,!! .;a
Pues alíá va esto.
Al ün se le divisa J " '
' '-Abierto los dias de lluvia.
¡A ver su boleto, amigo!
Sección de perfumería y i
1' / -.■jn:i-}-J^\-:A]l \í:\'í,:Ú
ííJáii ;j j.íi.'Jc:.; r,^jí \' r-l í,'J!J.',lHi u.;¿
*^
HIT
^^ \<X W
GjBrrado en los de calor y, sol.
¿Tiene V.,tres centavos?... ¿Nó?
ilarmonios.
Por ganaciantesl^cuíva. ,
—Conste que somos muy- carneros. Lo que co-
rresponde es... " '''''
—Romper coches, fusilar inspectores y quemar
estaciones...
—Empecemos por las estampillas.
vf:fr*í~'^g^3>.'^
f^rf^^'^*^'^'::
^W-
^■^
122
im
4^
Y finalmente, derramé una lü^tíftia af~
abandonar fa redacción, recordado mi
len y las quipicenas
primer cri
no cobri
layí^ue
jgOMENMRIO
-. -a'
Nada: que estoy decidido
á dar el últitíit) píiso. ■
Esta semana me easo.
aunque peque de atrevido.
Me cansé de estar soltero,
y en mi constante manía,
._ me enamorl el otro día
^'fl^fc^fv jaiña con dinero
^\c"^:{>éfo crpn tal frenesí
^^iíÉa^lM dos dias d
me dije:^^Pues esta-
lla qu^;ni^'^conViéhe^r4[u »i
N^^ítíiaé "idtlaV^on ro^s,
y m^ f <tí' éiií. toasen i más . ^ x
d€é|6hfto.^ §iiá.na^s "^
á «¡i^o^eníés ííhs^esebs.
|ÍE,Quá.^V%el&^ • tíwfté usté?»
^^y ¿^uy^bii^_
' 'Ciingün'awTes'cóYrtésté .
—Quien pretenda Ser mi yerno
la ofrecerá un capital.
— Como cosa natural
la ofrezco un amor eterno.
—¿El amor? jValiente cosa!
— Con.eso y con su dinero...
^^'— ¡Pretender un caballero
: qué 4e mantenga su esposa?
^¿Eso es'dignq?— Si, señor;
pues que sin^^arrne reposo ',
al mismo tiempo que espioso '
seré su administrador
Y razones y;as
dad^l^ toncwunS^
logréaT^nzaral p
vi de aqueste mJp^re
< ; Así e^^e estoy ,^,
y ái'ís^6 süfíir un fracaso,
e9tá,''8Éraalna ioe caso
_ jiun^qüe p^qüe de atrevido...; ^
Po'r a^fl mi'ami^o Peza? :
expí)ti;«ir<í^ mi 'plan hermo^'. '
fr':
i
. .-■Lli'j'So:.! L'.iiUb)!.';
—Bonito traje de disfraz, eh?
—No es malo por cierto.
—Con este vestido daríamos golpe en el corso»
— Yo creo que daríamos un escándalo.
L
V
¡Pues no dice^leii vi dioso \,
(|ue estoy mal de la cabezal
;ll
i
! -r
Ait'reáe-'hópe:^
— ¿tráblásteís ; un apo ió'aiio, w^**
y, anegada en s¥ dé&f e^ v^^ 'ÍF?.
te dejas á la ííoñstiéld?* .^i^^^^Q
1 Se necesita mal':;glísto I .' \;.^
Qué ¿no es heriftoéa, a,Mmal ? '
i Si e^^fá Btójec 'ftiás. hermosa ,
que^ tiene en Rjs labíbs rosa /\
**^"?,'Ño te liá1¡"ffe a#Bp^roa*wiy, »
en sus^ojos tentadores?
¿Ño has visto los resplandores
de su bellísima luz?
¿De su boca la ambrosia
no aspiraste, (jue parece
que trastorna y enloquece?...
— Bueno, basta de poesía.
Será hermosa y cuanto quieras
(en eso no entro ni salgo)
pero también tíenfijsilgo. . .
i up^lílgQ^i^'sivíeupieras !
.-^kuée^é|^' _ ^•
: afán de ¿oq^eteaírl :r^*v
^^^' , — ¿^pbr éso, vas á ¿far ^"''-'
-- á Cobsuéiiló al oUíido?
¿No siábeá;'fú qáé^és''corrielfrte';
en toda uíujel: heFffijjsa '
ser cü(jU©t¡3É- y. veleifio'Síi? • K¿
Pues debes ser coasecuí^te '<>?¿-i^Ú
y mientras no híiya deslices, ■,''
mas que un vulgar cqqueteo,' •' ,
no está bien hacerla eí fe"o~
de dejarla como dices.
— Es que hay deslices y graves
que abonan mi proceder.
—¡Caramba, yo á o>a muicr
SI
^^
' I' ^"^
^í'wr'-íj'í^'^"''.,- J-- '■•'??
EN LA'(MÉ^Wm,lA
tt\
om hT/.jyÁ)j
i- i: ir.! ■■(■I uf •!<•,!!' liüu.ui;
I V n<uní-\-> •i'iiiU!'!
ndoo un
Maldito corcho.
: . ^i'i» :r.br,'\/[
Ni con tCuar^oi!' h ir.b r.
n'y-, ;. ..- •.;:-■■•!■ ••-ií);:í ilf.
Buena ideal A la una... á las dos... .¡iñ tas tres!!
•l'il; • ■ 1 ,
■*^
m
OARflABEL-
■)■;■)!■
^'"•'••n fíífeWiáf:^.;-'^'^ n,.;..y Oír.,0 .voíJ
v^V^^^'.V^ r( S"-"^i'I» — iSl'^^Üá SabéÉif "'•'--'
-^o.ru-uiíi'itíryoi^atándoía'un- añO>! '■' '' -■ ''■ '"
por un ángel la he tenido > > ¡^
hasta as^eOTiQu» lie recibido :
enij M cM^'^.e^^J^.me;recibiO:, ,,, •
ella, sola: ^^napaorada
, T CM fras^ apaaionada /
■o^^^-^^'^^tcaEn^okiá^f^é prodi¿^
■ fii ■•^' •^r'ít^é^riri'itíoülemó dbirti'sí¿nl
i qué rato mas placenterol '' '
hasta en unan-anque fleto
de su íogosa'pásión
estaüegí^áriponerseí sil cara ' "' ' ' '
.ton;eerq«ita dé la XQia
.oif.q !tíi filft« creí que me. pedía ,
^ ^ jipp^ favor que la besara.
^, —Y ¿la besarías, eb?
' — jAyí no me atreví á besar
y me tuve qijeisscapar
porque me ruboricé.
. i , i , iQwnOi el que sale de casa
hice y. .en un aposento
Inmediato tomé asientp, i
, , y alli me estuve. ,,..,/ __
' ' ', . — 'j<í!ué'güaaal
f^J '2it me füí coiábün malsín
á esconder inedib ejifíéptíóó '
al séáülr ün timbré eTéfetritfo''
. oíjüe^ bíuBGaíríénte hí¿o «titi».'
Apenas se ejrtinguió el ruido
que causó lá inano airada
n p r( c: n { ,•! ele Oonauéló, la criada; • : :
-u!> ,^..!;ji*!? píísentó y.. apresté oido.'. .
—¿Mi primo está .e»iCasa? , i . ,
.R].'!'")f ■■ ;!'* I"".; !••■ ■■' 'TríStá.J
:,n .--M'i ? ~^^^ vénga^á verme al instante^
, ' .'. ' siguió Consuelo anbeJante; ' ,
'.\--
'ipí^bntb, prohtoi
—1 Ya voy, ya!'
Peító'é'I-liistante marc'adó, ' • ''
-<;i.j]od ftol(qiíé;tüé'Un siglo ehmi áfetítii^)» .
y oí las botas crugir :-)v'.i-'-'_:\\ i.
eofioiifí ii'defepriwoisolácitaisiíO;. ! ;■ ' . '/
—Ven, dijo ella; acércate: • - 'i:i_
y en yyj^Jaaja-y^.tegifeiloEQsa. , r
lepidio... yo no sé que
Y. . . (niega qi;e mis enojos ' ' ' ' ^
'''-'S'^^''^«'=^fel5=i?ííistHlf 8H^iñim»'i ■"■"'
^-^ vr.t! '•'í!aeei1*álííb;'e^ÍMé'illlte(y'r^"f'
—No niego, pero no eí8tft¿oí^''r; '-i'
justo tu ^3o, zulú.
¿Si á tiempo la besas tú,
hubíéVá 'Haííiatiíí ^^ptiife^? ' f -^
• = !■ feinl(iir! '^
i 'il'M !"i ■ ' /'iii;- (;:.■:./!-
.! -...i, , : .
mi^jü
POIiITSAMA^— La' com-
pañia Tornbanos abandoilíi.
Vá al Rosario á pasar oina temporadita,
que deseamos sea productiva.
1 El beneficio déla Gordini, artista qtie
goza de merecidas simpatías, atrajo gran
concurrencia, que no escaseó palmas^ y
obsequios.
En Dos canarios de Café la beneficia-
da y su esposo Marchetti, se hicieron
aplaudir, demostrando que para artistas
como ellos no hay dificultades de idioma.
Marchetti es más madrileño que Dios,
y, ¡claro está I ha contagiado á su esposa.
El Domingo un lleno y muchos aplausos
en Cavalleria Rusñcanaj La Gran Via.
IíACriONAL..--;01eary and company li-
mited, asi, casi en inglés, ha sido favore-
cido con un beneficio por varios jóvenes
que han procurado 4e este modo ayudar al
empresario náufrago.
Según dicen los que eütrénd^ií-el inglés,
^ elJSÍaciónul se pa^á muy bien ^ rato.
Nosotros, francamente, no frecüeníbmos
í dicho teatro por- ef innato horror qui| los
' ingleses nos lÍ3l^"pTí¿n,\ 'pero para nó se^
r niép.^s queunTjrpnista de esos á la violeta,
clamaremjjs^. ,^
TN-a&kJTÍal for everf^'^^""
(''\
\^Q
4ií
Y nos quedaremos tan frescos.
'-^|.■.^') i-r.
¡q
H
■ ' ' dokÉIplA. -W ácontediWié'htcl para
Gil, fii¿ la íiihción que á síi bénéñdÓ \uvo
íü&áí' 'él''víeí'ni¿s ' pasado.
. I ■ ! ■ i •. .1
>-(
El simpático 'Aniéétó' CÍáW'^bh' U] En-
rique (ji I ^ rieób^ió buerios " péiáb's!, 'y más
aplausos, si cabe, qué dé cos'tuiViferé';''
La compañía; que actúa eü' la Coniedia
cesa de ¿ácerló á mediados del próximo
mes. '_;
Para la temporada deinvierjaolá empre-
sa ha contratado al aplaudido Juárez.
EL CASCABEL
1^
£t'
BUEN RETIRO.— Nada nuevo en este
teatro. La compañía, de la que formapparte
la tiple Elisa Pocovi sigue pomejlo^o en
esceC^KsObras conocidas con e^^^^éph de
si,©rñ^í^,.\ / .y' ■*"i.^
V7jEÍApeT*p'Q^pre(^f^fic^rro^l>^^^
UMím p^s|^b[es,.5^£^ne::t9(J^Í Jardín
■—. j • ^" ■ íí^'feas '^-'.-ri</\ . !
"^^^^^ fe '«/V/'liJ' ;
NOVEDADES.— Funciona'^u^iEQ^ntej
este teatro. Ú ^^ ^ '
.¡¡(.l^a.cpmpañiEr.eB may gceptame vlparece
.iqiie logrará rn 81 n ten ea* abijertaslas pillerías
,í flurante una len>poradita. í
Viagcros de JLtrarnm\ El oso muer\
..itp, ;Sa.ésa de Aniceta Y otras obras; por
f! el estilo, han alcanzado muy buen desem-
, peño.. i ,
CIRCO GARLO. —/tí^n Moreira—y
nada más— por arriba, por abajo — por de-
lante y por detrás.
CIRCO 'PQD'ELQll JL.— Martin Fierro y
gimnasia. -
Las fimpi^esas de los circos se han pues
to de acuerdo para dar un beneficio á La
viuda de Eduardo (o-ulierrez, autor áeJuan
Moreiraj tantos otros libros del mismo
género.
Buena idea, que merece ser apoyada con
decisión por et público.
El administrador de El Óascabel me
pide haga constaY dos cosas.
Primera; que ya no es solo el número
tercero de esta publicación el que está ago-
tado, sino que al primero y segundo pronto
|es 9piar]^irá otro tanto.
J-.0 que se participa á los señores que
quieraxi, tener completa la colección de^EL
Cascabel á fin de que hagan pedido pronto
de, lo contrario se quedarán con las ganas*
Urgarse las narices no es decente,
■Sobre todo delante de la gente.
Hoy, como verán VV., nqjjj^^^ podido
ilustrar 9<^,gr^ha<(^QS- alusivos la charla
y otros artiQiAk)9,;C(>ínO: acoalutnibrábamos
hacerlo, oí.-iro'! srí f.I ísojití; n.u'^''it
Pero no se repetirá mí^£ ^>J 2.0 J
Al contrarió:> díbújátttés' ■^^^i'Abadores
nos están dáWd(>^lá 'ViUlTrtá" tó^^ á una
colección comjBléta áé "üio^íiol.""^
Y no aliidiñiós á Pancho, QÍ'de.'Palermo.
(No cjQntuftdir'con el Qtr,a.Pa.BfCho déla
Intendencia),,,,,,, -i-i -upi
GV
/i.r^rd
Ramón por .heredar b unos parítentes
estudiaba sus ramas asoendentefe.
Lo supo un primo suyo y le did un palo.
Esto debe enseñar á los pHideiítes
que andarse por las ramas esínuY malo.
Cuando con Blas se vio unida,
Juana, llena de rubor,
le decía con amor:
— jAy bien mío. eres mi vida!
Mas se amaron de tal suerte,
que murió al mes cabal,
resultando por su mal.
que su vida fué su muerte.
Solamente seis bochinches gordos han
provocado los inspectores de boletos, du-
rante la semana. '
Dios se lo tenga en cuenta.
Lo propio que, á las empresas, que no
perdonan medio de evitar molestias al
público.
Y apropósito; una pregunta;.
¿Porqué se mandan imprimir los boletos
á Inglaterra?
No hay imprentas buenas en Buenos
Aires? -
La pregunta es inocente.
Por que nosotros no tenemos imprenta
propia.
Pero pensamos tenerla^ y esperamos que
después del bombo ilusitrado que hoy da-
mos á las empiresas, ^ajlas. sp acordarán
de nosotros. •>!,;. /
Diálogo pescado al T/sue^,!,,,
— Las * Xombas » nos abandonan.
Adonde irán?
—Qué se yó./*4-Hace una temporada que
las poí^jcs^ícímiaé. ^«tía::^^ tumbos de
un^^^ — i- -
e?^-
m.
uíifUAismBníx
-j Süherbio, caté con íecne I
-Hombre,. .1 1 ' ''''
.(.
rnwío
rato.
[hC
— ¿Ehj(3i,ii|^)5pi;jí^<Hí€ ,ií%|(í|afáp. .al regi-
— En que |^g^r^[4fip^,^jle[^rman á cada
TTirra cBsa de i negó h un escrito del
Dr. Wilde?
en ambos sitios.
ifiMal^íciói^ ¿Qü^uevo ouño* ■• - > • ,><!
— Asi Iu6li'¿ al 'tramway^ pierdas el bo-
leco y te^o^Wa el; fn^p^étói^y-' ' '--•;v^
-j;Ü«! kueiQr-.waíninflfphio hai dí^'-ser como*
ü¥í'á'ft^i^;'lá''rtliTÍá'éy'él pavÍ,lo,'eí hom,;
bre la.e&teariñay.han de gasta rse ala par.
.ni.r, ♦' e*h rovij-^'t!. "'''■^F' '■■ ''• 'í ' '' ' " : ' ''
— ¿Quieres jugar con migo, j)r¡ma^_
— Seglfíñ a lo que sea, primo.
— Echaremos un tute, si te parece.
— Bueno, echaremos los que tú quieras.
Por su conducta perdida
_■ llegó Luis á suicida,
y antes del fatal instante
decía á Rosa el tunante :
— Tequierp,m|ó^,<it|i^¡,4 mi vida.
En' un d©Jefeio de señoritas :
— Sor Salomé dice que á una niña bien
educada" deben darle miedo los hombres.
— Entonces yo tengo la. peor educación
del mundo.
Los que el nombre te pusieron,
-ftreron en ello"miry ductíos:
el de jSGpi^i^rqtp^isf-Q/ií ; A
y i vive Dios ! no mintieron ;
i;ilViL •■^nii nloíi. «ii> ," :íJS^ '■■■ I ■■ ■ ''^ '^^ ■'■/ ,'■■ ■'■■'.'''
K'wMWMW^tíkúku'-- ' ' - :"■'"'
Diálogb'éhtVe'rfos'abb^'íid'oé:-"' ' ' '
— ¿Conque .l¡ujioliwirterhia:5sido absuelto?
— Es, rímD, poi;que el ApiipW- ^*a, ^rave.
¡ÍJllraj^\í»laVyt^Vál J V'^^^^^ >V^r
— Es. cierto; peno 'el úni«o testigo que
I^É^Íp, qí^^^t^ífiqij^r'niííudo^ y el'.j.uez no qaiíío
que se e?^Hliciase,{)or, se^í^^^ ■ ,- - ,,; .; > ^
[ Nada^^lli^^'ie^^^.escapaJ .
A !YÍ#^(?]á)Qiosjpnícái^í^dOT A •:) v qT
A 444Í61 ^1 de ^na ^tódá='¿Cfepá r - ^' ' ' '
— i Hayí qvjq .QOíapi-ante.^jia capa,
jou^íí^f^í^-'^^X>flíísal?r¡g^dqAnu.^As,v.
|j|fl LiJiiJiiu II Lii.iiy IJ.G
■.CORRESPON'DEíJeiA'
>ii'.
ii) ."üiim;:!
fír/ríoío;— Ingrato, , . ! , i Asi ágra4éce V. ,|a$ advev4'
ctiMríid, pbi* ipJSnlpfo, y ho toe f^tóSaief mí^sT^ • ' . T , , i
^ ipua-c'arf/a. — v¡on, f|la y sin ella 1,0 i,^ ¡y. wVy
mal; Publico la Ppst-d^t?^ pai-a que jyzgne'al,pfliaa,¡^\
c'. ■; , . ,i!(.; .u Le juro «c V.- )9or Afee/! - " •. / ^-^'A
Que mudia'Sfr'i'VaialnbanBa < - íih/'j
Si este vercito alcanza
A verlo '
El popular cascabel
Ya vé V. que el vercito no necesita comentarios.
Raquel Carpineto. — 9-eñovita..... digo mal, caba-
llero, V. no versifl a mal y es lastima x^jue se entre-
tenga haciéndome <^epÍ8^^QÍpne*',de amor. Basque V.
otro asunto y cuide ihás el final. Si lo hace a»í mo
dudo que será amigo y colaborador de El Cascabel.
Rafael Albert.—iQuieréY. mandarme otra?
Tipo.— Usted no es mi tipo, francamente.
K. Lote.— A otro perro con este. .'.-Txnnaitce.
"fiapyo.-— Hombre..;, ¡ahora resulta q^üe T. es un
raptor! Cuidado ccm esto de tomar pp- sias¡,de fdÁa.-
cioT^aW^Uc^es ía) urina, .i .h '/ ;\ \ íi ' ]
Te(ndtrá<-rEstii \t. equivocado, no ds mWaHvtdraWad
ni cosa parecida. ^ : -f'^ ,
Amaníe.— No hay lii'ila 'capaü áe resistir un soneto
de,quinQe versos. tt - ^ ~ - ^
'l^er¥dmv¿ifi)^L>irí;La. de foripa;- ":^ofqaifr -fir
bueroa; QoHia <que es de Cam^osiaor—_3S3 í
jiqia.-j^^ejei^crislÁAl Su artícufitp^Küele áüi
' P. ■B..r r.HQtiiere;y. mandá¥^liÍ!:^ítótí''Bittl'
(Jiíflsrto'^no pnbljcájé nad>'"^'"^*"*'""^"*^ - '
es
f ero por ei laoinvm-o
i SníCfiptOT. — Í!nti4n(|iif J^Étlíi^Jl AdMli
Pero- por el mom<HHD
feser
íén „ ,^,._„__.,
.-- --- ^^-^--'larftSilC^íío::
trato de su •7'*cuM*iWaífoi'BÍiWffiaidtnQ;i
vatef?,|>«hiQ'ílndo. ; • HiWmWíii^
■'C:dk É.—yíó háblémifeí!
■Instant'íneo.^-~ÁirdiS. ¿i,
.^4s¿rei— Se conoce qu^astav.líaéOat:.
niñera, de robar. .-^ poesías, r' ^'t;>"s„
Mitro.— N6 Konibre no: eoáa» d<& eétl^
son para ELCÁSCrÁttÉL. .. a.._„'.„ .:Jí;u-J;;1Í
iC#l
■'ífeiiijli
-¿j*^; rt'Hin nüni-i!
-ral
^.
iV'VISOS
/ r'iii.'i
EL ClSClBEL
ji,?FMÁ}«|^'Ol^r^T|yoiL#TF
REDACClQíí. Y,.4f)¥ir^rfc$TRACrON
l!l'.- ,-víl
^1 ■: 1 -KH
CapitaiK tres meses. . ^ . ; I , c vr.|.- *§ irBOr
Numeren Coprientw i . . ' ; . ... . •. V. ",! 4' .0. fO'
Id,.: atrasado .-, ., *,. ,4» .0-15
Sé desean agentes y corresponsa-
les en laSí,*. :. ^ ^ >-.-,-
PROI^NCIAS
BfrGA)9a*fi«í-
12L.
f>'lí-
QJCiM^AMA i
:>■[■ VAPOÍBES-CORR'EOS- '■ <
■ lAS salidas de este puerto serán el 2 de cada mes
para Santa Cfiiz de- TeneHfe, Cáiliz.,. Barcelona y Mar-
5¿lí<ii"a.(ííniti.ett(kV¡¿aí»á y '.pt^^j^t'os, ?¿i co^nQ (p.^ta.
Anféla'io 'LOjítíí -yi-O",' caflíé Atórriá; 751);
Nota. — Se expida» pasages' de venida de todos los
puertos y ctutuxiés^ det^E$paña. í
,¡■.1,1.- ■■ '/ ■ \ \ ■ \: '¡■.•Í'J, ■■ -•' ' ■
1):UJ,
nii •ii)aÍH':ti(íJ©En'í?Á.R"íS)íX!: ■ ■■.■ • '
;,.,JPÍ'emiadas, en
í Tas « ex p os i ci ones'
•d^ París, 1878-
íí187SL— des Afflver ¡
,, ,5.urU<io\dfe,ca-,
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AQitnt^: E, CHAPÓN -101 FLÜBIOA» U0
^MPUBSAt,,
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lavaloridá, juegos de lavtorios, juegos de toilette^
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128
EL CASCABEL
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mmm y Á^miijisíraciOQ: kmk l89 (álíós)
, '■/ ^'- — '-■ ,-. / , / 1 ;/;
^f •I^ACWASfDE OFICINA,DB 3 Á 5 P. M.,,.; ... ,^,
^eeio en 1 aeíudad . ,,. ' | Ovio el aámero
Puera de la ei/adad . „ - , » 0:^20 " id '
F»t(Hgrabados de Colí-)
Para esta actriz de fortuna '■^^■'' ' -^tuo
'-. ■■'■- son los éxitos mayores.
poniéndola siempre á una, v.
todos sus admiradores, '
cw los ruernos de iu luna.
'■.'^í~'Si'^:Jc' ;'-:if'V^^ffW:^^S--i
<*#> ■'."■fyi ,»-A:r-.v'.'' '■ • = ", V..-W -" ;"v~; "'-
130
EL CASCABEL
<!#
■^•y
jSOPÁS DE AJO MUSICALES!
(1)
V^ frecemos hoy á nuestro . lectores un pinto
', exquisito y propio de Cuaresma,
j ¡Sopa de ajos!
¡ Qué vulgar! dirán Vds.
Y el plato en si es vulgar, vulgarísimo.
Pero la receta que para condimentarlo bien
hicieron Ventura de la Vega y el maestro
Casares, es bellísima.
Léanla con detención, tóquenla con afinación
y buen gusto, y luego nos darán las gracias.
Y el día que quieran Vds. animar una tertu-
lia, limítense á decir : ¿ tienen piano en esta
casa?
— Sí, señor.
— Pues voy á tocar y cantar. . . .
— La romianza de " Traviata " ?
— Cá. . . ! Las sopas de ajo musicales.
Y se sientan al piano, tocan, cantan y se ga-
nan una ovación ruidosa.
Hagan la prueba !
S'4
'5/:
— _--3K5]-«-
HORA estamos pre-
ocupados con las
próximas maniobras
militares, y el espí-
ritu bélico se ha
desarrollado entre
nosotros con fuerza
avasalladora
La guardia nacional se prepara á su-
frirlas contrariedades y fatigas de la
vida de campamento, y corredores, ha-
cendados, comerciantes, etc.... se alis-
tan como voluntarios dispuestos á todo.
El hogar de la señora de Malinez que-
dará poco menos que vacio.
— Todos se van — nos decía la señora —
Mi marido, mi hijo, el mayor, el segundo
(1) Del Almanaque Culinario para 1892, publicado
ea Madrid por Ángel Muro, con. la colaboracióa de
los más célebres escritores españoles.
y un primo que vive con nosotros. De
manera que en casa solo quedamos yo y
el gato que casi es un miembro de la fa-
milia.
— La patria reclama que sus hijos va-
yan á jugar á soldaditos y no hay rrás re-
medio.
— Todo sea por la patria, pero desde
que se anunciaron las maniobras no so-
siego.
— Tanto la interesan?
— Cá. . . ! No es eso. Es que á las cua-
tro de la mañana mi marido empuña un
cuerno.
— Qué dice Vd !
— Sí ; un cuerno de esos que usan los
cocheros del tramway — y empieza á to-
car diana.
— Qué capricho!
— Los niños se visten corriendo y se
presentan armados de escobas y palos.
Mi marido les aguarda ya con un hierro
del mosquitero ; forman en columna ce-
rrada y empiezan á evolucionar. . . .
— Parecerán modernistas.
— Lo que si parecen niños de cuatro
años. Mi marido grita ¡ á la derecha ! . . .
march...! El primo hace las veces de
tambor y rataplán, plan, plan. ... Allá vá
la columna cerrada marcando mucho el
paso.
El otro dia una
vecina armó el es-
cándalo del siglo
porque dijo que no
la dejaban dormir
y acabó por tratar
de caballería ma-
yor á toda mi fa-
milia. Yo contesté
fuerte, intervinie-
ron los maridos, y
por poco el mió tie-
ne ocasión de pre-
sentar batalla
Decíamos ?
— Ah:
SI que
formados en co-
lumna. ...
-Justo; y marcando mucho el paso
se dirigen las fuerzas al comedor. AIH
acampan y piden el desayuno con malos
modos.
-i^ ■B«?:5V^ ■>í"^j^-^;^'^v'^rí:4£^,sg"' ,-■»•*
EL CASCABEL
131
-Y V...
— Yo hago de cantinera, y sirvo el café y
aguanto bromas de mi marido, que es muy
expansivo cuando está en familia. Des-
pués del café el batallón se dirije a la sala.
— A conversar?
— Nó á hacer ejercicios A estas horas
han roto un espejo, un florero, y dos bom-
bas del aparato de gas. Vamos, que la casa
parece un campo de batalla.. ¿Y de noche?
— Qué pasa?
— Que'á las ocho nos acostamos por
que asi lo exige la disciplina, y hay que
acostumbrar el cuerpo á dormir poco.
Claro, con estos calores yo no puedo dor-
mir y mi marido tampoco, así es que em-
pezamos á discutir hasta que evocando el
mando que ejerce en ca?a, me amenaza con
azotarme en presencia de las fuerzas á sus
órdenes... ¡ya vé usted qué locuras! Dios le
tome en cuenta á Levalle los malos ratos
que me proporciona con sus maniobras.
El caso es que si al fin se encuentran ca.
ballos para la caballería, y soldados para
los cuerpos de linea, tendremos maniobras,
grandes maniobras, asi tal como suena.
Y ellas sonarán mucho, pues según cál-
culos, para cada quince hombres hay un
cañón con obligación de vomitar nubes
de... pólvora.
Se han acabado las locuras carnava-
lescas.
La gran fiambreña queda archivada
aguardando mejores tiempos; tiempos de
dinero, humor y tranquilidad.
Ahora esta-
mos bajo el do-
miniode la cua-
resma, y des-
pués de haber
cometido toda
clase de peca-
dos mortales y
de segundo or-
den, después de
haber bailado V
haber apurado
botellas en
iorno de las be-
llas, no nos
queda más remedio que entregarnos á
XoñB, clase de ayunos para reponernos.
El alma, se entiende.
Que el cuerpo, maldito lo que gana con
las sopas de verdura, y engullendo ino-
centes pejerreyes ó aleves bagres.
Y si nó que lo digan los que padecen
bajo el poder de Madama Polisón, una se-
ñora sola que, por no estarlo tanto, dá de
comer á seis huéspedes, que á estas ho-
ras están anémicos en su mayor parte.
Apenas llega esta época del año esca-
sean los platos fuertes que es un gusto.
Para la patrona, se entiende.
Las aplaudidas sopas de pan con aceite.
Las populares ensaladas.
Y los huevos pasados por agua se pro-
digan, hasta cierto punto.
Claro que los huéspedes protestan.
Pero ella, que es muy católica, dice
que hay que mortificar el cuerpo, y que
con una modesta sopa y la lectura del
Mensajero del Corazófi d^ Jesús, hay lo su-
ficiente para robustecer el cuerpo y el es-
píritu.
Encontré esta maña-
na á don Juan Tuercas,
queesinquilinoymártir,
y casi no le conocí.
¡Tan abatido estaba!
— Que le pasa,— pre-
gunté.
—Ayl estoy mal, muy
mal...
— Habrá leído la pes-
ca de Argos en ayunas, tal vez?
— Cá... tengo un mal gusto en la boca...
— Pues fume usted. Asi le pasará
— Horror!., nó, x\6\ Dios me libre de
acercar combustibles ámi cuerpo. Con eso
de la cuaresma estoy empapado de aceite
y podría encenderme y freirme por den-
tro.
Pobre amigo!
La cuaresma y la patrona lo tienen me-
dio frito.
132
EL CASCABEL
9
^^^^^^m
(ImJIuiu íUtLJL cmco, Jv^lri-CüL^ 9* mrafi
Mo) t«A«<*«Jt r*^^ » «M> Wt^vO Ji¿<LA^^: Xe W*l\|lJk- 1<<X,^ -%H vk4avm-^ yvfc
AAiUíW^ W^í^ W^O ; l/nv ¡ftlu ^\yvJlA 'tijV Ijii^tWo- vtít-A^ It 0^-UÍ^ -Vi^
EL CASCABEL
133
vvuUa. 'U Jü^í/tm. Xr ^oXoeíuiXffv áw fojo ktvvt- 'ImJCt JeKÍmíUi4wc vA/tí' ícc»»»^-
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y^ S^
l::^!
^
.^-^ -
^
^
O- JMUtr.
E-y^^^ ■;-
134
EL CASCABEL
DE CARNAVAL
\
I.
STOY decidido á divertirme.
Este año voy ó gozar por todos los anteriores. Mi mujer está
en la estancia. Buena ocasión. ¿De qué me disfrazo ? ¡Ah, sil Buena
idea. De mujer. Yo tengo un talle esbelto, un pié pequeño, una
inano fina. ¿Los huecos?.... Dios proveerá y los trapos tam-
bién. Ya estoy | Qué hermosa! parezco una Diana cazadora. Al
baile. ¡ Cómo voy á gozar !
II.
— I Cuánto ruido I El corsé me sofoca. Pero engaño á cualquiera. Ya me han dicho
siete veces «qué linda es V. » Ahora he de buscar á alguno. Ya está aqui mi hombre.
Tipo de estanciero platudo. No me engaña. Las patillas y el bigote son postizos. Se
acerca. Le gusto.
— ¿Ah? si y sola. Como no soy muy bonita. Muchas gracias; es favor. Pasear
solos, no me atrevo. Si V. me promete no abusar. Sí. tiene usté cara honorable. ¿Kn
coche? Vamos. ¿A su casa? Bueno. (Qué chasco! ¡desgraciado ! y.
IH.
— Señorita, estoy loco por V. ¡ ó su amor ó la tumba !
— ¿Será verdad? ¿Habré hallado mi bello ideal ?
— No lo dude un instante. Yo cuando quiero á una mujer, llego hasta el abismo por
ella. Usted llena mi alma. La adoro tanto, que ante mi pasión desaparecen todos mis
escrúpulos i formemos uno solo ! ; Voy á confesarme á sus plantas ! ¡ Necesito cien pe-
sos I A V. sola que me ha abrasado con su flamígera mirada se los pediría.
—¿Cómo?
— Si: ¡cien nacionales tan sólo!
— ¡Caballero!
—¡Oh, usted me ama! ¡Me lo ha dicho! Y estoy en el paroxismo del furor...
Quisiera que se volviese usted un hombre para extrangularlo.
— ¡Caramba! (yo que pensaba descubrir mi sexo; á ver si lo convenzo; la coque-
tería es un arma) ¡Bien mío!
— jAh! Accedes ¡Nunca te lo agradeceré! Quítate el antifaz, paloma mía.
— (Qué más diré). Nó, tú primero, quítate los pelos postizos.
— SI, lo que quieras, rnasita mía.
—¡Horror! ¡Mi criado! ¡Mírame, mentecato! ¿Te atreves aún á exigirme nada?
(Estoy salvado).
. — ¡J£l señor! ¡Ya lo creo! Si no me dá usted lo que le pido, se lo cuento todo á
la señorita, que es tan celosa y...
— fNo hay más remedio) ¡Toma y calla!
IV
— ¡ Me he lucido I Cien pesos y un traje de mi señora estropeado. ¡ Todo por cam-
biar de sexo dos horas. ¡Digo! Pues si llego á ser mujer hermosa t©da la noche. y.
Adolfo S. (Je los Ríos.
->vii.J^.-- !->-
EL CASCABF.I,
y.iTi
ecn íiexioaí x>6 X13; vin;x>ja
Una alcoba decorada
con elegancia severa,
muebles de rica madera
correctamente tallada ;
blanco globo de cristal
con su luz la estancia alumbra,
mientras queda en la penumbra
soberbio lecho nupcial.
Hay al lado de la cama
un taburete pequeño
y allí en desorden risueño,
los vestidos de una dama .
Mujer aún joven y hermosa i
se halla sobre el blando lecho
y el anhelar de su pecho
indica que no reposa.
Más su pecho se acelera
cuando las doce ha tocado
el reloj que está colgado
de la misma cabecera.
¡Cual late su corazón
cuando el reloj la hora toca !
¡ cuántos recuerdos evoca
con su metálico son I
Antes, cuando del reposo
aquél reloj la sacaba
I con que dicha se miraba
en los brazos de su esposo !
De aquel amoroso nudo
nunca se hubiera esquivado
¡ojalá hubiera tocado
el reloj más amenudo í
Y ahora mirando desierto
el sitio en que aquél dormía,
siempre que el reloj oía
¡ cómo recordaba al muerto !
Ya no volvería más
aquella dicha pasada,
hoy de todos olvidada,
de todos... menos de Blas:
un amigo cariñoso.
de un carácter tan amable
y ¡vamos! tan agradable
como su difunto esposo,
atento siempre á su lado,
busca cuanto se la ofrece,
hasta el punto que parece
que de ella se ha enamorado.
Dá gracias á la fortuna
por haberla conocido,
— P€,ro, amarle, no ¡que ruido!
¡ Ah ! el reloj que da la una !
Y esta tarde la pidió
algo que en su aturdimiento
no entendí» ella, y al momento
¡ claro ! le dijo que no !
Y una pasión infinita
se ve que al pobre le abrasa...
pero aquí, en la misma casa,
no puede ser una cita.
¿ Qué se diría ? ¡ Por Dios !
mas ¿ cómo debe sufrir ?. . . .
Y es muy capaz de venir. . .
i qué susto ! . . . ¡ah, nada!... las dos.
....Pasa el tiempo, se ha escuchado
de unos pasos el rumor;
se oye que habla con calor
la dama con el que ha entrado:
él pide con interés,
y niega ella suplicante,
y en este preciso instante
el reloj toca las tres
.... Dióse ella por convencida
y se explica que así fuera,
porque siempre á la tercera
dicen que vá la vencida.
Zm/s Garda.
N
—¿Con que has sido afortunado?
—Como nunca lo creyera;
¡qué mujer tan hechicera!...
—Cuéntame como ha pasado.. .
—Me encontraba en el salón
por la música aturdido,
cuando me senté, aburrido
del baile y la animación.
Al poco tiempo una airosa
máscara á mí se acercaba
«luien elegante llevaba
l_ BAIL
un dominó color rosa:
A mi lado se sentó,
saludó, la saludé,
calló luego, la observé,
miró al cielo y suspiró.
Una charla indiferente
comenzó y se fué animando ;
ella me iba contestando
á todo ingeniosamente,
y me llego á interesar
tanto la desconocida.
'WSi''-"'-' -■ "■•■■
136
EL CASCABEL
BLANCO Y NEGRO
¥.«Sís^*>%afs^-sg-«í«fi.f:»;<i
EL CASBABEL
137
-¿Y mañana?...
-Mañana, Cuaresma. Abstinencia de carne.
-Si; pero esto no reza con nosotros.
138
EL CASCABEL
que de mi brazo prentiida
la llevé al rato fe cenar.
El antifaz se quitó,
pasmándome su hermosura,
i creo que es ía criatura
más bella que Dios formó f
Yo al contemplar de sus ojos
la incandescente mirada,
me inflamé y ya sin ver nada
caí á sus plantas de hinojos
y la dije de esta suerte:
«i Oye, mujer bendecida,
tú dispones de mi vida,
ó ámame ó dame la muerte !»
Y la pinté tan fogosa
la pasión que me abrasaba,
que á poco ya me lanzaba
una mirada amorosa.
Al cabo la convencí ;
me prometió amor constante
y ya ciega, delirante,
de amor en el frenesí
dijo, con pecho agitado:
«Nó; jamás te oívidaré
y siempre tuya seré
¡porque el alma me has robadoh
La fina mano teml)lab;i
cjue yó en mi peclio ponia
y ella tierna me decía
«¡ya encontré lo que buscaba!»
Luego miró con anhelo
el reloj, me prometió
volver pronto y se marchó,
pues la esperaba suabuflo...
¡Tanta dicha me arrebata?...
— ¿Qué diablo estás rejíistrando?
— ¡Garambal E^ que estoy buscando
la cartera con la plata.
hace un rato la tenía
cuando me hallaba con eUa...
¡Maldita sea mi estrella!
¡Ladrona! ¡Y con qu*' osadía!
Cuando mi pecho palpaba,
sacó la plata de íijo.
— ¡Vamos! Por eso tp dijo
que encontró lo que buscaba.
—¡Falsa!
—Ella ha obrado en razón
¿tú, su alma no la has robado?
Pues la plata te ha quitado
en justa compensación...!
>''. (itirrido.
¡DEL OEIGINAL!
11 fuerza de la costum-
bre! ¿Porqué no henaos
de empezar la lectura de
Jos diarios por la página
de anuncios?
i Se pasa tan bien el
rato ojeando dichas páginas !
No es nuestro ánimo ofender á los hon-
fados industriales que anuncian sus mer-
cancías ó á los necesitados que ofrecen sus
servicios.
Poetas conozco, y prosistas también,
que no lo hacen mejor.
Digresiones aparte, recorramos una pá-
gina de avisos:
— Se alquilan 5 hermosas piezas con
ventanas en la calle no hay inquilinoí^
más que los duefios que es un matriino-
nio solo sin criaturas para verlas y
tratar ocurrir calle. . .
¡Cinco piezas con las ventanas en lo.
calle..! qué oscura oscuridad..! y luego
para ver las criaturas, que no tiene el
matrimonio solo..! Santa Bárbara!
—Araa de leche italiana fresca de dos
meses y diez y siete años de edad...
¡Imposible! señora niia, no puede ser
fresca; á dos meses y diez y siete años de
edad la leche es una venerable anciana, y
más que leche debe ser requesón ó ricota.
— Cocinera vasca española, casada
tiene marido...
De veras? es casada y tiene marido?
¡Hombre!!! Hombre!!
A veces tropezamos con anuncios impul-
sivos.
Véase la clase:
—Se ofrece una ama fresca de un m,es
para verla calle...
¿Quién no siente impulsos de verla y
tratarla..! fresca de un mes..! ¡qué revela-
ción I
—Muchacha de 10 á 10 años para
servicio liviano se necesita. De diez á
diez y seis!., y para servicios lirlanosHI
Horror!!!
—Se necesitan zapateros de hom,1)re
cosido y de señora cosido y clarado en
la zapatería de la...
Usted señor zapatero, si que nos ha co-
sido y... clavado!
—Se neresita un medio oficial encua-
dernador pone-pUeyos y quita-pliegos
en la imprenta de...
¿Para toflo esto un medio oficial? Oficial
y medio se necesita; digo, me parece á mi...
-I, e ■ffr^Y^
:;^^w^^sis'g^^'k^-^^^^^;p^p^^
-í**Kí**í5.ff'*^' ■ ^^
ijij.^ .y,-^.r-^:)^f:"
EL CASCABEL
139
—.Se alquila una he?'mosa casa alt((
y baja...
En qué (luedamos? Estalla o es^buja?
O bien quiso usted decir que es alta... de
precio y baja de... techo.
He leído el anuncio de un fotógrafo que.
con máquinas de nueva invención garan-
tiza sacar retratos en los días nublados //
aunque llueva con toda perfección.
Ha llegado, pues, la hora de retratarnos
porque tl-esde que empezó el año llueve
perfectamente cuando llueve.
Los anunciantes de específicos no tienen
conciencia, ni remordimiento; ni amor ai
prójimo, ni siquiera sentido común.
Entre varios anuncios de tal índole en
cuentro uno por el que se ofrece un medi-
camento que entre otras maravillosas vir-
tudes tiene la de cortar los cólicos (mucho
cortar es), es bueno para facilitar la den-
tición y hacer crecer [el pelo de la cabe-
za. ¡Vamos, una nueva purga de Benito!
Y si del periódico, pasamos á los paseos
y calles, encontraremos un sin número de
rótulos dignos de cárcel perpetua. ,
Empezaremos por la Municipalidad que
por medio de cartelitos muy pobres nos
"^Tohihe pi zar el césped de los jardines
municipales.
Pizar el césped... ya ben ustedes que
DO puede darse mayor varvaridad.
En un establecimiento: botería y zapa-
tería, especialidad en calzado. Claro, hom-
bre; pues en qué han de ser especiales los
zapateros?..
Al llevar las cuartillas ü la imprenta, leo
en la puerta de una posada:
Se alquilan piezas amuebladcís para
hombres solos con comolidades.
Ya me figuro que Jos afortunados hués-
pedes de la tal posada, serán hombres ex-
traordinarios, entes superiores; hombres
con co?nodidades, en fin.
Me horrorizo al pensar dónde habremos
de ir á pasar las noches los que carece-
mos de comodidades, si se contagian de
la manía del aludido posadero el resto de
sus colegas de la Capital.
Andrés Soler.
— -d^nií-^
Al Sr. Ministro_de Hacienda
Mi estado es desesperado,
excepcional, tremebundo,
soy acreedor del estado
y deudor de medio mundo.
La cocinera, el tendero i
y hasta el mozo de cordel.
lodos me exigen dinero,
y sólo tengo... papel.
Por mi: enorme capital
ni dos centavos percibo,
soy un rico nominal
y un pobretón electivo.
Pago mi manutenciini
á precios fenomenales:
ayer me costó un pichón
cinco pesos nominales.
Me juzgan pillo, enredoso
y no encuentro (luicn me atienda
(uumdo me llaman ti-amposo
lo lamento por la Hacienda.
¡Si pudiera hacer cupones
y pagar el año mil
pero mis obligaciones
no son de ferro-carril.
Xo hay nadie, ni i)ur asomo,
(|ue espere como yo espero,
yo. si nó pago no como
y si nó como, me muero.
Hay planes aterradores
si nó manda V. pagar,
unos cuantos tenedores
lo vamos á V. á trinchar.
A pagar, como Dios manda,
que yo mis pesosperciba,
ó entablaré mi demanda
por la vía ejecutiva.
Y si triunfo al fin le encargo,
(jue tiemble, pues por mi fé,
(¡ue lo primero que embargo
es su cartera de ust»\
Un tenedor
INSTANTÁNEO
:!^^¿_-
«Rubio, alto, bigotes, patillas, narices, ore'
jas, etc.. .»
. .Ese. soy yo, no hay duda.
KSí;«fi , ■ 'í- ■'-
140
EL CASCABEL
CAMINO
AMiNO en italiano: chimenea.
Julio y Julia se aman. Ambos están en el camino (no en ita-
liano) de la felicidad.
Murió el cura de mi pueblo, y los vecinos dijeron que tomó
el camino del cielo.
Igual cosa sucede á quien camina por las calles de la ciudad,
porque puede romperse las narices.
Hay caminos reales.
Porque en realidad existen.
Los hay carreteros.
Y también de ferro-carril.
Solo que, quien éstos recorre, son las carretas, digo, los trenes,
que es lo mismo.
Se trata de un duelo. Los padrinos hacen esfuerzos para poner el indícente en el
camino de una fácil solución.
También está en camino de arreglarse, la situación financiera del pais.
Verdad es que es un camino sin fin.
Y el que lo recorra, corre el riesgo de quedarse por el camino.
Las nieves en invierno, cierran el camino de la Cordillera.
En cambio ol oro, aún en pleno estío, se abrió el camino de Londres, v alli está
tomando el fresco. , "
Lo más lamentable es que tomó el camino de la nerdición.
Quiero decir que está perdido.
La esposa de Zutano, mantiene amistosas relaciones con el señor ministro. Su_e3-
poso vá en camino de ser ascendido á Jefe de oficina.
Quizás otro dina, que vá por el camino de los corrales de abasto.
Pero yo, nó.
La que es coqueta, vá por mal camino.
Se encuentran en el camino dos tenaces rivales v enseguida, se arma una'de San
Quintín.
Muchos tienen la costumbre de mirar á ambos lados del camino.
Yo hago lo mismo. Para que no me sorprenda ningún inglés.
Pepe, porque lira la casa por la ventana, vá en camino de arruinarse.
Hay salteadores de caminos.
Los cuales despojan de sus bienes al viajero, y ponen al mismo en camino .'de la
desesperación.
Un pretendiente recibió una paliza, de cuyas resultas, se quedó fuera de camino.
Se quería suicidar una niña sesentona, por no encontrar marido, pero le salió al
camino un fundido... y se casó.
Muchos trazan caminos... y son los primeros en extraviarse.
A los impertinentes se les dice: siga su camino.
Pecó Mengana; pero está en el camino de la enmienda.
Esto es, que está en buen camino.
El Czar recorre casi siempre camino minado.
Hay caminos trillados.
Sembrados de flores.
Otros de espinas.
Los mismos que recorren los yernos
Los que recorreré, tal vez yo.
Porque estoy en camino de casarme.
«In mezzo del cammin di nostra vita.
De lo cual infiero que la vida es un camino.
Un camino muy penoso.
Y tanto, que hay cfuien no quiere recorrerle todo.
Y se suicida.
Aún hay el camino del Paraíso.
Y del infierno... «que te lleve», exclamará el lector que sin duda devorará á gran-
des pasos, el breve camino de la Paciencia. Por eso, se apresura á tomar el camino
de su casa, vuestro humilde servidor
Armando Flores.
.» dijo Dante.
EL CASCABEL
141
Se fué Tomba y su com-
pañía; lo mismo han hecho
Cleary y Cia; Orejón por no ser' menos.
ha licenciado á su gente, de modo que fue-
ra de la Comedia, Novedades, y circos más
ó menos ecuestres y dramáticos, no hay á
dónde ir á pasar un rato.
Y á propósito : tenemos entendido que se
ha desistido de dar un beneficio á la viuda
de Gutiérrez el escritor argentino que ha
dado pié á las empresas para ganarse un
dineral con los arreglos, ó desarreglos que
de sus obras han lieeho.
— Kntonces, retiro lo que he
W
El viernes, beneficio de Diego Campos.
en la Comedia.
Por lo visto los artistas de este teatro no
son supersticiosos. Gil celebró en viernes
su beneficio, Campos hará lo propio. Al
primero le fué muy bien, y al segundo de-
seamos le pase lo mismo.
Como no es cosa de ocuparnos de los
seis grandes bailes de máscaras que han
ten-ido lugar en los teatros de esta ciudad,
cerramos esta sección deseando tener bue-
nas nuevas teatrales que referir á nuestros
lectores, con motivo de las temporadas
próximas á empezar.
En una casa de juego de las mil y qui-
nientas que viven en Buenos Aires.
El groupier.— No vá más.
Un jugador. — Retiro mis cinco pesos.
El gi'oiqner. — Vd. no ha puestf^ nada!
El jugador,
dicho.
En una velada literaria de tercera clase,
un poeta cursi hace un discurso románti-
co, y termina diciendo :
— ¿Qué es, pues, lo que separa la risa de
las lágrimas? Decídmelo.
— La nariz, contestó un oyente.
Se casaba una niña muy romántica,
y el día de la boda la decía
una amiga: — ¡Te envidio!
vas á tener marido y tu casita...
Y respondió la novia displicente:
— Para mi no hay sorpresas en la vida.
« No amar y vivir, es imposible,» dijo
Cervantes.
De lo cual se deduce que la suegra es un
mito.
— Parece mentira que tú. siendo el pro-
totipo de la elegancia, lleves ese sombrero
tan antiguo y tan grasiento.
— ¿Sabes por qué? P<)r haberme dicho
mi mamá política que no sale conmigo has*
ta que me compre otro : y ])ieii vale la pena
de ir hecho un facha.
Se hablaba en un circulo de las emocio-
nes que causa el arte pict' u'ici >.
— Me acuerdo, dice uno. de un cuadro
que me hizo llorar.
— Algún asunto patético.
— No, señor, era un frutero : pero se cayó
sobre mi cabeza, y fué tal el dolor que me
produjo, que me hizo saltar las lágrimas.
Blas con una cenieirnta
vive en amorosa liza.
v hov de hacerlo no S'^ afrenta,
pues para ello tiene en ciienta
aue es miércoles de coniza.
Diálogo de Carnaval.
—¿De qué te disfrazas tú?
—De caballero.
— Ya sabes que la careta es prohibida?
Si un dedo en las narices
niña te meto
(:(.[uién de los dos li; tiene
metido dentro?
'y^fJl.-f.y.,:
142
EL CASCABEL
Siempre s? disfraza Pura
de locura, y al bailar
grita y hace sin cesar
locura, tras de locura^
Yo al cabo me he convencido,
que es una chica inocente.
y si hace eso solamente
es por honrar el vestido.
En el teatro Alhambra se celebraron
bailes que, como es natural, estuvieron
muy desanimados: apenas tres ó cuatro
parejas se entregaban á la danza.
— Buena ocasión para un baile de opor-
tunidad.
—Cuál?
— La Danza Macabra.
En el corso.
— Patrón, ¿me conoce usted?
— Más te valiera fregar mejor los platos
que embromarme por la calle.
CORRESPONDENCIA
Tomas ito.—Qaieve V. creerme? No versifique más.
Nernrod.—Y dice Vd :
« No comprendo tanta tiranía
tanta crueldad y dolor
que mata — !
tal ensañamiento con mi ser ...
Y yo añado: «No comprendo que Nemrod haga
Tersos asi y me los mande para su inserción.
K. Laiiu.—yie gusta la idea, pero la forma....
Olra.—'^in que tal baila!
/. P. — Sus c'int.ari's son tristes y medianitos. Los
originali'S no se devuelven; no obstante, y por si V.
lo ignorai'a. los conservaré por si gusta" retirarlos.
Ci'iDiiru. — ^i es V. tan mal cómico como poeta ¡lu-
cido esta el arte de Talía!
. i'>olili<;). — Francamente hablando le diré que V.
mfts bien peca de impolitico.
Sc'/undii.—yeré de aprovechar alguna Humorada.
aunque esta vez le ha salido á V. un poco desigual,
qi;e dicen en >. los Sobrinos del ■ apilan Orant».
A". ¡líim/ia.—Eíi loque yo dfgo ¡caramba!... ¿por
qué versificai-an alarunos?
ICsiifíiinl.—; Viva la gracia ! Ole! E.so no lo digo por
usted, pues sus coplas me han hecho poquísima
grncii.
Esrriliir.—'üc eso á una pechada sólo vá un paso.
Es mi opinión humilde.
P. /.. ili' r.— Después de leerlo me he quedado tan
fresco: v al público le ¡lasaria lo mismo.
A. .1/. 7?.— Es cosa del administrador. Pero está
agotado ya, el nilraero se :: nde
Tüic— «Una niña muy bonita
por la calle vi pasar
If dije adiós graciosa
y enojada me quiso pegar».
Pues apruebo el procedf^r d*^ la niña. Usted merec®
que le peguen duro y á la cabeza.
Ulori'ira ■—'^i versifica V. asi, padecerá pei'secucio-
nes V tendrá mal fin. como el gaucho, su tocayo.
/idi/')n.—^n articulo parece una máquina. ¡Cuán-
tos /í//>o.>'? ;.\caso ignora V. la existencia de la ?' de
fornzón ?
Ai»i(jit, — si pscribe V. i/upso en vez de hueso, le
aseguro quf no seremos amigos.
Griiv/ii.—Qne V. ha escrito mucho en este mundo?
¡Ni á la familia, hombre, ni a la familia!
P. K. Dur —Muy b»nito : mande la firma y se pu-
blicará
T'f'/íeí/o/'.— Ídem., idem.. idem., idem.
rinnjfnlri'.— Pura, parada ... poética
A7/7'j.— Lástima d< papel bordadito!
Arman fio /■Vkcp.s. — Publico lo suyo.
Cari/sfi/.s.—Di- los tres, dos son medianos y el ter-
cero bueno pero es tan verdecito... !! Además,
sin la firma no quiero publicar nada. Y á V. se la
he pedido ya, asi es que espero la mande.
E. G.—KI rar'ctrr sin estar mal, no está en carác-
ter para Ei, Casc.\»ri,.
P. .V. — '^u composición Aquel/os tiempos nos pa-vece
flogilla. Usted lo hace mejor
/,p/;p.— Las om.urosas no me parecen buenas. Pre-
fiera el género festivo. V. lo sabe hacer bien.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
-^-
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g l . 50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0 . 15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
BED ACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
— éit (altos)
EL CASCABEL
i3
COMPAÑÍA
TRASATLÁNTICA ESPAÑOLA
VAPORES-CORREOS
Subvencionados por el Gobierno Español
Servicio mensuaJ fijo
entre el Rio <le la Piala y Kuropa
Las salidas de este puerto seríin el 2 de cada mes
para Santa Cruz de Tenerife. Cádiz, Barcelona y Mar-
Bella, admitiendo carga v pasajeros, asi como para
Vigo. Coruña, Santander, Bilbao y demás puntos im-
portantes de España.
Por más informes 6 datos, ocúrrase á sus agentes
Antonio López y C-, calle Alsina, 750.
Nota.— Se expiden pasages de venida de todos los
puertos y ciudiides de España.
;)ISPt3XIBLK
SUCURSAL
DKL
CAJAS DE HIERRO FICHET
í DE PARÍS)
Premiadas en
las expcisiciones
.le Paris 1878-
ISSí». de Viena
1S73. de Anver
1885.
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combinación in-
visible.
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contra incendio.
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j is de hierro pa-
ta casas de co-
mercio.
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critorios y casas de familia.
Agente: L CHAPÓN— lOi FLORIDA, 101
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150— .\UTES— 150
/^iiT-ki/iY^tríC cuchillos, centros de mesa, ja-
^"■*-'-''*^''- «"^^j rras para agua, juegos de té,
juegos de lavatorios de metal blanco, licoreras, ca-
nastas para pan, aceiteras, coberteras, floreros, lam-
paritas, veladores, filtros para agua, etc
l-ríilciHíiT»ííC sorbeteras, necesarios varias
*^d.<X\J.d ao<¡ formas y clases, bidets surtidos,
lavatorios, juegos de lavatorios, juegos de toilette,
m&quinas para hacer soda ó regaderas, filtros para
agua, fiamoreras, ele.
Juegos de mesa, Eí Tatal?fu'e¿s
de cristal, cubiertos, cuchillos, salivaderas, palmato-
rias, copas, vasos, sillas, escaleras, porta-botellas,
canastos para ensaladas, espon eras, etc., etc.
BAZAR AL BUEN MENAJE
1.50- ARTES -150
BANCO DE SABADELL
CALLE MORENO ESQUINA BCEN ORDEN
CASA MATRIZ FUNDADA EN SABADELL
(ESPAÑA) EN 1881
CAPITAL: 10.000.000 DE PESETAS
Exportación de frutos del pais.— Importación
de productos españoles en general.
SE ABONA
Depósitos en cuentn corriente á la vista 2 % anual
" " » á 90 días 3 » »
de aviso
Depósitos á plazo fijo A 9o dias ó más 4 ■■
» ' ■ oro i -' ,
Se dan Riros ;t ia vi.'íta .sobre todas ias capi-
tales de España con hcneficio para el toma-
¡ dor. Se dan giros .-iobre ios pueblos, también
i con beneficio.
llorasii de despaclio. Los dias hábiles de
9 a. m. á í p. m. Los dia* festivos de 9 a. m.
i á 11 m.
DISPONIBLE
ADVERTENCIA
Se previene al público que la farmacia establecida
en la calle Rivadavia, que fué anteriormente de don
GUILLERMO A. CR.\NwELL, se vendió á D. Di^o
Sproat, quien no es farmacéutico, de modo que dicBa
farmacia no es ya de CRANWELL sino de Sproat.
I LA ÚNICA droguería Y FARMACt.'.
I DE CRAWVELL
1 que existe en Buenos Airee, está situada en la calle
VICTORIA, nüm. 647
ENTRE PERÚ Y CHACABUCO
Atendida personalmente por su propietario—
EDMUNDO E. CHANWELL
Farmac'u'i-o
;^,. PV..,i«-,-,.VV^--:.3.:?J,>'
144
EL CASCABEL
I ji
TIP-
Son los mejores cigarrillos de los inmejorables—
CIGARRILLOS DAUMAS
Los fumadores deben evitar las falsiflcaciones exi-
giendo en cada etiqueta la íirma de garantía de—
/. Daumas.
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abrochador. Siemore conserva su color negro-
Imita perfectamente el botón común y es de más du,
ración que cualquier otro sistema. Pídanlo á su
zapatero. Venta en los principales almacenes de
cueros.
NO MAS COPAIBA
NO MÁS CUBKBA ■
Ingredientes dañinos al estómago y de resultados
lentos y dudosos. La Neyerina hace desaparecer
en pocos dios los dfrrnmes. pur mSs agudos que sean,
en ambos sexos: la Nej'erina es garantida segura
V fí^pida. Piecio: .$ l.Tiu. Se vendo en el depósito prin-
cipal, tai'mací:! Santa Rosa, Venezuela, esquina &
I .orea .
\m\'- del «Courrier de la r^íiiii-— M''jiit>. 5i.ii'
■^«'íííi' .*, - ■■^5*^
Afioi
Buenos Aires, Marzo 9 de 1892 NAm. 10
Editor propietario: FRANCISCO FERRÉS
ledaccioD y Akioisiracion: ALSINA 489 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 A 5 P. M.
^recio en la ciudad. .. $ o.io el número
?uera de la ciudad... »0.¿0 id
Se hizo flogiar y aplaudir
el autor de Irresponsahle,
y en él sólo es censurable
(lue no haya vuelto á escribir.
Fotograbados de Coll
146
EL CASCABEL
L caso es que ya
hemos encontrado la
n, añera de hacer di-
nero.
Que no es decir
poco, por cierto.
La hunrianidad dis-
curre mucho y á no
ser por los viles imitadores, que dicen los
anuncios de específicos, el problema esta-
ría resuelto.
Pero... ya apareció el pero.
Apenas un ciudadano tiene una iiea
¡zas! le saltan competidores que traba-
jan por su cuenta, aprovechando el mo-
mento de lucidez que tuvo el inventor...
Ahora es un gusto.
Está uno muy tranquilo, entregado á
los goces puros del hogar y...
Tilín... tilín
— Quién es?
— El cartero.
—Qué trae?
— Un pliego para usted. -■'
— Para mí? Dámelo, pronto; tal vez
Garmendia me nombre edecán para eso
de las maniobras. í
Abre uno el pliego y se encuentra con
un discurso concebido en estos t'^rminos:
«Señor. El que es pobre pudiendo ser
rico, no tiene perdón de Dios.. »
-No me disgusta la idea, y creyendo
que á renglón seguido me indicarán qué
he de hacer para llegar á ser un Ancho-
rena, leo:
«Qué son cinco pesos? Una friolera! ■>
Llamar friolera á cinco pesos!
Vamos, en acabaniio de leer me reiré
del mundo.
'«Pues bien; con cinco pesos puede us-
ted adquirir un billete, y si el número que
le corresponda sale premiado en el sorteo
que tendrá lugar el día tantos del corriente
mes, con intervención de la autoridad, se
encuentra usted propietario de la preciosa
estancia «La Matufia» situada en Tar-
tagal.
Aproveche la ocasión.
Quién no es propietario por cinco tris-
tes nacionalts?
Para más datos, planos, etc.. ocu-
rrir ..»
Terminada la lectura uno se quoda per-
plejo. .
No sabe si ha leído un articulu de Da-
vison ó una poesía <ie Várela.
La habitación empieza á dar vueltas.
Y como es natural, el vértigo s^ pre-
senta.
Propietario por cinco pesos!
Qué más se puede pedir?
El caso es que dentro f'e poco tiempo
cada propietario nos ofrecerá su corres-
pondiente rifita, y cinco pesos aquí, cinco
pesos allá, y otros cinco por otra parte, se
nos irán los capitales con viento fresco.
Afortunadamente, la autoridad vela por
nosotros. t'f
Y es probable que se supriman de una
vez estas loterías, y las corridas de toros,
con gran satisfacción nuestra y del Doc-
tor All.iarracín, este decidido protector de
las fi-íras astadas, aunque amigas de su
buen nombre.
^^ -> •'wjy sj.>-í ■y^j"'"' ^- ;5*^ "»
, ^ ^:^SÍg'!*'^'*^^P^»f"^^.^9T''-n -"=í®^
EL CASCABEL
147
A estas horas se pre-
paran nuevas rifas.
Y D. Cleto Badila, un
señor gordo que está
bien de carnes y cree
en la virgen milagrosa
de la calle de Santa Fé,
llamó la otra noche á
su esposa y la dijo:
— Esposa! Nuestra si.
tuación es por demás tirante y asi no po-
demos seguir.
— Bueno; sentémonos.
— Nó, no digo eso. Digo que. . . vamos
¿qué harías tú, si de pronto te encon-
trases quince mil pesos en el bolsillo?
— Muchas cosas. En ])rimer lugar, te
compraría calzoncillos porque estás mal
de ropa blanca.
— Pues los comprarás !
— ¿ Has heredado ?
— Cá !
— Te han nombrado vista de aduana?
— Tampoco!
— Pues entonces. . . .
. — Adivina!
— No atino ....
— He resue 1 1 o
hacer una lotería.
—Tú!
— Si; rifaremes
aquella estatua
que me regaló
a(juel carnicero
cuando yo era con-
c jal y le permití
vender carne de
caballo.
— M e alegro
porque la figura
aquella es muy li-
bre y tú te la mi-
ras mucho.
— Miradas artísticas. Pues bien, emi-
tiré cinco mil billetes á tres pesos, y ne-
gocio redondo.
Eres un gran hombre.
— Lo ves?
— Qué cabeza la tuya !
—Déjala en paz. Ahora hagamos la
circular.
«Gran rifa! Una obra de arte original
•de Rubens. ...»
¿u^
— Rubens era escultor ?
— Creo que sí
« Solamente tres pesos el billete. Apro-
vechen la oportunidad.»
A este paso sortearemos poco á poco
todo lo inútil que tengamos en casa, y
Buenos Aires parecerá un inmenso cam-
balache.
Poco á poco se rifarán muebles, útiles,
baterías de cocina y si tanto nos apuran
no faltará padre que anunciará el sorteo
de algún hijo de estos que sobran cuando
no hay con qué mantenerlos.
Y tal vez llegaremos á rifar diputados,
ministros, etc. . . .
/,Qué cara pondría el que se sacase á
Levalle, por ejemplo?
¡ Le habría tocado el gordo.'
-^Í]r«-
EL DESPERTAR
(SONETO CLASICO)
Despiértase la aurora bostezando
Y acuéstase el nioclmelo calavera
Que ha pasado la noche en la pradera
A su tierna mochuela enamorando.
Yo también me despierlo recordando
Que hoy me vendrá a cobrar la lavandera
Y temo que se ponga hecha una fiera
-Al ver que cobrará Dios sabe cuándo.
Despiértase la niña que en ellecho
Sueña en placeré.^ aún desconocidos
Cazando un afaniptero en su pecho.
Y despiértase el burro fementido
Deseando la alfalfa y el afrecho.
¡Cual tantos burros que en el mundo han
(sido!
Pedro Sánchez.
'■♦ mm^ %
Medicina por Teléfono
^^-^L teléfono es uno de los inventos
más admirables del siglo, que cada día nos
proporciona una nueva sorpresa.
"/•*» * s*>
■^Kíi^^PS^s:,:^»-''
..^•^■S^;
i-'S
^ii\:kéÓíA
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A«ri
^3
s:
En este mundo tríiidor
nada es verdad ni mentira
'^T^^^^T^^'" ->w*s'i-i-'T^ ■ías'í
EL GA^C^BEL
149
todo es S3giin el color
del cristal con que se mira.»
^:<.^'i^:i--
150
EL CASCABEL
Las primeras aplicaciones del aparato
causaron universal asombro, y eso que
no fueron más que los preludios de las que
más tarde iba á tener.
La última que ha llegado á nuestro cono-
cimiento, tiene relación con la ciencia de
Hipócrates.
En Chicago ( perdonen ustedes, pero asi
se ^llama) ha tenido lugar recientemente
una consulta médica telefónica.
Tratábase de un niño atacado de tos fe-
rina, cuyos padres (los del niño, por que
los progenitores del crup son desconoci-
dos) vivían en una localidad distante trein-
ta leguas de Chi etc.
Se pidió comunicación por teléfono con
el Dr. X , especialista en dicha enfer-
medad, y establecida aquella y previas las
indicaciones del caso, el médico ordena
que tosa el niño junto al aparato, y escu-
cha.
— Perfectamente, dice; es la tos carac-
terística.
Y dicta la recela y el plan ú que debe so-
meterse el enfermito.
¿Hay cosa más sencilla ni más expedi-
tiva?
Esto es ya un punto de partida que puede
ser fecundo en consecuencias.
La medicina por teléfono puede evitar
muchos inconvenientes, simplificar, mu-
chos casos y ponernos siempre el médico
al alcance de la boca.
El facultativo, desde su consultorio, po-
dría informarse del estado de los enfermos,
recetar y ahorrarse el coche.
Por ejemplo:
Tilín... liün... rilinlinlin. . ..
Suena la campanilla del teléfono.
— ¡Hola!...
— Señor.
— Hable.
— ¿Es Vd.el doctor Z?...
— Si señor.
— Yo soy un enfermo.
— Me alegro.
— ¿Cómo?
— Que celebro que acuda á tiempo á con-
sultarme. ¿Qué le duele?
— El pecho.
— ¿Tose usted ?
— Mucho.
— ¿ Arranca bien ?
— • Como para arrancarme estoy!
— Quiero decir que si especlora.
— Si, señor.
— Bueno. Coloque Vd. el tubo sobre el
pulmón derecho y respire fuerte.
Momento de pausa.
— Cuente usted hasta cincuenta.
— Una... dos... tres...
— Basta. Padece Vd. una pleuresía agu-
da. Escriba la receta que voy á dictarle.
Y queda hecha la visita sin que el mé-
dico haya tenido que molestarse en salir
de su casa.
Lo que seria más difícil es que el galena
pudiera cobrar sus honorarios por telé-
fono.
Nada hay tan molesto para un médico
como levantarse por la noche de su lecho,
sobre todo durante el invierno, para ir á
visitar á un enfermo que reclama los ser-
vicios de aquél, esponiéndole á que luego
él necesite los de cualquiera de sus cole-
gas.
Pues bien, merced á esta aplicación del
teléfono, queda obviado el i i conveniente
con suma satisfacción de ambas parles.
Sin necesidad de moverse de la cama,
siempre que el aparato esté al alcance de
la mano, el facultativo puede prestar in-
mediato auxilio al paciente.
Suena el timbre, el galeno se despierta,
toma los tubos y pregunta.
-¿Qué hay?"
— ¿El doctor J?.. .
— Servidor. Quién es Vd.?
— Doña Dolores Roquete.
— ¡ Ah ! . . . Buenas noches, señora. ¿Qué
hay?
— Padezco horriblemente ... ¡ Ay ! . . .
— Qué la duele?
— El vientre.
— ¿De cuánto tiempo est.i Vd. ?. .
— ¿Enferma?
— ¿Nó...es decir, sí; de... vamos ya
me enliende Vd.
— Pero doctor, si si.»y la viuda de Garra-
pata.
— Señora, eso no es inconveniente.
— ¡ Caballero !
— Vamos, vamos, hable de una vez.
— Pues esta noche . . . . ¡ ay ! . . .
— El qué hay?
— Nada, es que me quejo. Esta noche;
he cenado ¡ay!... chancho.
— Señora, no insulte ó dejo los tubos.
— Digo que he cenado costillas de chan-
cho, tal vez me he escedido un poco, y
— Vamos, si, y ahora sufre Vd. una in-
digestión. Bueno, no se apure. Voy á rece-
tarle, escriba.
Y el médico dicta la prescripción, cuelga
los tubos, se arropa y conlinúa su inter-
rumpido sueño.
.''5T'--'36?^S
EL CASBABEI.
151
Decididamente, la medicina telefónica
seria una gran cosa.
-¡ Quién sabe si andando, el tiempo po-
dríamos desde América, consultar con las
notabilidades médicas europeas!
Adolfo Poleró Escantilla.
REMEDIO SEGURO
—¡No se encuentra V. bien?
— Nó, me parece
que vá á darnae un vahído. —
y la niña de pronto palidece
y cae en una silla, sin sentido.
Amigos y parientes la rodean
y mil medios emplean
para que vuelva en sí: le dan fricciones
en las sienes y frente,
y una dama la afloja prontamente
el corsé, con debidas precauciones,
para que el elemento masculino
no sienta algún deseo clandestino.
La obligan cá aspirar sales y esencias,
la gente no reposa
y al cabo, tras de tantas experiencias,
vuelve en si, fatigada y ojerosa
y la escena narrada anteriormente
se suele repetir diariamente.
II
Cierto día la niña me explicaba
lo mucho que sufría,
pues remedio no hallaba
á aquella excitación en que vivía.
—Creo ver un fantasma que me acecha
y me prepara entre las sombras lazos
y caigo al fin en ellos, y me estrecha
con un horrible esfuerzo entre sus brazos.
—¿El fantasma la abraza?
^ —Y me anonada
—Pues está V. salvada.
— ¿Es posible?
—¿No sabe V. que un clavo
saca oli'o clavo?
—¡Claro! eso he oído.
—Pues, aunque de inventarlo no me alabo
me hallo á ejercer de clavo decidido.
Si tan sólo un abrazo, en sus quimeras,
es causa de sus males
la doy yo dos abrazos materiales,
dos abí-azos de veras,
y ¡e prometo á V. que de este modo
se a'iviará del todo.
Probó la niña concienzudamente
y no ha vuelto á tener otro accidente.
III
Si á lin de que se alivie alguna amiga
ustedes se valiesen de este medio,
les aconsejo tacto, no se diga
que peor aún que el ma! es el remedio.
L. G.
GRACIAS
V^^uiÉN dice no tener gracias?
Nadie.
Y estoes lo gracioso', ¡cuan pocos las
tienen !
Hay niñas, que tienen unas gracias, ca-
paces de volver desgraciados á los hom-
bres más dichosos.
Un chiste ODortuno, y dicho con gracia,,
acusa discreción é inteligencia.
Agradecemos un servicio, dando las gra-
cias.
Con millones de gracias, pagamos mu-
chas deudas, aunque sean éstas de poca
importancia.
Hay quien emitió más millones de gra-
cias, que de pesos nuestro Banco Nacio-
nal.
Nota (sin contar las emisiones clandes-
tinas.)
Cuesta tan poco el darle curso!
Aunque á veces, sea este forzoso.
— Señor, se ha muerto la suegra de Vd.
— Gracias.
Y á secas.
Momentos antes hubiera dado mil pesos
á quien hubiese muerto á su mamá poli-
tica.
Presenta su renuncia un alto funciona-
rio, y el primer mandatario del Estado, de-
creta, al aceptarla. . . « dénsele las gracias
porlos importantes servicios prestados»...
Al contrario.
— Albricias, amigo ¡ Vd, es hombre rico ;
deje que le abraze !
— Pero hombre . . .
— El billete de lotería que le vendí, resul-
tó premiado con la grande.
— Gracias á Dios !
Y el billetero?...
Muchas veces se dan las gracias, para
arrepentirse poco después de haberlas dado.
— Venga, mi amigo. Vamos á comer al
hotel.
— Nó, gracias ; debo ir á casa : otro mo-
mento será. Adiós.
Y vá á casa.
— Mamá ha salido.. .
— ¿A estas horas?
1 —V.'va li grappd... e qui trahaque.i los q}ie xirechisen. 2—Ah! qué liado inayuuia? .. ¡guevi
paz de cargarse al arzobispo y á Levalie con una mano. l—¿Lí¿sln(, marchantaJ 8— ün difund
12— Ya lo ven VV. 18— feoñando coa los carbonarios y los perros. 14— Efectos de la competencia, ¡tn
_: :.:ú-A,.:...^¿.
^K#
4.
8— El Gran Elector... íin de siglo. 4— Mú-i ;a clásica á dos centavos, r.— Cliente de! Dr. Várela. C— Ca-
las luces. ü-SonHa... ¡cilalaJ.. ¡cidor ita'... lú—Botícha vasa... ¡lolilhro:... n—¡Prapapa!! ...
ezl ló—¡Tache3(ro'... \y>—;Pejer¿y fresjuita y corhina fresco!. .
154
KL CASCABEL
— ...Y dejó dicho que el fuego está en-
cendido, si quieres liacer el asado.
¡•••••••I
Otras veces se dan las gracias muy ex-
presivas: tal como suena.
— Venga esta noche, que habrá fiesta y
baile. Vd sabe que las muchachas. . . .
— i Oh, si ! Doy á Vd. las más expresivas
gracias, y — ¡ahi viene mi tramway...
A los pies de Vd. señora 1
La gracia, es causa de muchos sinsa-
bores.
— Su gracia de Vd ?
— ¡ Ninguna !
Entre el amo y la sirvienta.
— Si me das un beso te vuelvo dos.
— ¡ Qué gracia !
Una escena callejera.
— Que te vaya bien. (Asi revientes).
— Gracias. Igualmente.
Una escena casera.
— Ramona, ¿vas al sótano?
— Si, á sacar vino.
— ¿Quieres que te acompañe?
— Nó. j Gracias !
¡ Cuánta gracia de Dios se halla espar-
cida en esta ciudad !
Esto sin contar la que exiben, espenden
ó espanden en los teatros por secciones,
los reflejos de las estrellas de Andalucía.
«Ay quó gracia tenemos» etc. (Música
De Madrid á París.)
A unos les cae en gracia una niña, ni
más ni menos que un objeto cualquiera de
las manos.
Y otros caen de la gracia de una niña
como pudieran caer de un quinto piso.
Con lo que bastaria para hacer de un su-
jeto una reverenda tortilla.
. — Y Vd., que de tantas gracias habla— es-
clamará algún lector, — ¿cree acaso ser
gracioso?
— ¡Señor...
— Pues sepa que es un tonto.
— ¡ Gracias !
Armando Flores.
POR PAVOR!...
Felisa, tengo observado,
tengo observado, Felisa,
que siempre que estoy sentado
cerca de usted, ó á su lado,
con insistencia me pisa.
Y eso, hablando francamente,
á la par que me encocora
y me fastidia atrozmente
no lo encuentro procedente
j no señora! j no señora!
Pues si al fin lo ven dirán,
(y evitar esto es preciso)
que mis pies buscando van "
á los de usté, y pensarán
que yo soy el que la piso.
Y si la malicia artera
juzga la ocasión propicia
para mostrarse severa. . . .
verá usted de qué manera
me tratará la malicia!
Nada, nada, es conveniente
que deje usted su manía,
pues todo bicho viviente
me juzgará cruelmente
si se entera, amiga mía.
Y seria triste, que
después -^ue tanto he sufrido
los pisotones de usté,
me pegase un puntapié
algún pariente ofendido.
A. Liininiana.
REFLEXIÓN
El carnaval tiene para mi una ventaja, y es
que cuando salgo á la calle nadie sabe sí real-
mente soy un atorrante ó un banquero disfra-
zado.
EL CASCABEL
155
POR EL HILO...
Me ha riuedado como herencia,
de un amigo que apreciaba,
la caja en que éste guardaba
toda su correspondencia.
Para que debidamente
tenga una idea el lector
de su coleccionador,
entresaco lo siguiente:
Caballero: felicito
á V. por su poesía.
¡Qué tierna melancolía
rebosa todo el escrito!
Se nota en su alma de usté
dulce esperanza por tema,
que son de su vida lema
<da patria, el amor, la fé>.
Usté es digno del leal
aplauso de todo el mundo;
japlauso pues al profundo
escritor espiritual!
Muy señor mío: remito
á V. su composición,
por una equivocación
me habrá enviado ese escrito,
pues no creo ciertamente
llegase V. á pensar
que íbamos á publicar
escrito tan indecente...
Mi protector: La verdad
que no llego á comprender
su admirable proceder,
su gran generosidad.
Por una perrita inglesa
que de lo vulgar no sale
me dá V. lo que no vale,
me dá más plata que pesa.
Sr. D... Es singular
lo que con V. me pasa;
voy con la cuenta á su casa
y nunca le puedo hallar.
Que el pa'^o conozco, alaban
en mí, y hace más de un año
que veo es V. del paño...
del paño de los que clavan.
Caballero: .su venida
fué anoche tan oportuna
que ha salvado por fortuna
mi pudor, mi honra, mi vida.
Hacía más de una hora
que aquél canalla luchaba
por ver si pisoteaba
el honor de una señora.
Y la llegada de usté
con su proceder valiente
hizo huir al imprudente
¡oh, nunca lo olvidaré!
Sr. D... Ha terminado
cuanto entre ambos haya habido
¡jamás hubiera creído
fuese V. tan degradado!
Dijo V, que deseaba
con empe'w, le quisiese
y en tanto ¡quién lo dijese!
Mis alhajas empe'Hiha...
¡Es V. el campeón
de la libertad perdida!
¡Demostró usté en la batida
tener pecho de león!
Admita, pues, indulgente
esta sencilla medalla
en la que el recuerdo se halla
de su conducta valiente.
El bofetón que ayer tarde
le di á V. se lo ha guardado
y á batirse se ha negado
y se esconde V. ¡cobarde!
Pues ya sabe usté lo dura ,
que mi mano suele ser
y en cuanto le logre ver
¡le dejo sin dentadura!
A quien tenga competencia
en ello, voy á buscar
¡á ver qué puede sacar
de tanta correspondencia!
Porque si ella es testimonio
del carácter de su dueño,
yo desisto del empeño,
¡que lo averigüe el demonio!
Luis Gaveta.
I5&-
W/€ASCA.nEL
HISTORIA PEDESTR
Tranquila y feliz se hallaba
cuando joven, é inocente
vivía tan ricamente
con los zuecos que calzab,a.
Cambiando de posición
de rico raso calzada,
fué por todos aclamada
por su pié á la perdición.
Hoy transita con trabajo
por que el calzado cruel,
ó encima no tiene piel,
ó está sin suela debajo.
Resultando en puridad
que el calzado, por fortuna,
nos ha dado pié para una
lección de moralidad.
. A estas horas estamos arrepentidos de
haber dado al público el núnaero pasado.
Diganaoá «lo pasado.... pasado» é im-
ploremos indulgencia del benévolo público
que no dudamos nos habrá perdonado
aquellos borrones de tinta que debían ser
nítidas láminas.
Agradecemos las múlt pies quejas que
hemos recibido por carta y de palabra.
Esto prueba que inspiramos un poco de
interés al público.
Pero no podemos dejar pasar sin pro-
testa cierta clase de acusaciones gratuitas
é infundadas.
Y quenos entiendan los que nos han ad-
vertido, pues si digéramos más entraría-
mos en un terreno por demás escabroso.
Señorita Luisa Tomás:
Teatro de la Comedia.
Señorita : No nos guarde Yd. rencor por
la caricatura aparecida en el número pa-
sado.
Es usted bonita en realidad y resultó
fea en caricatura.
La mayor satisfacción para Vd débese
esta.
Todos los que vieron aquel borrón de
tinta dijeron á una :
— Qué barbaridad ! La Tomás es más
bonita ¡esta desconocida!....
Y tenían sobrada razón.
No nos queda más remedio que entonar
un líiiea culpa y esperar la absolución
de Vd. — Vale.
Ahora resulta que en pleno siglo XIX,
como quien dice, se ha presentado una
virgen milagrosa y ha hecho varias curas
portentosas.
Que la manden al ministerio de Ha-
cienda !
A ver si hace un milagro, y arregla la
situación financiera.
Que no la arreglará. . . . !
Levalle quiere hacer maniobras crio-
llas.
Esta frase ha sido muy celebrada, se-
gún La Nación.
Eso, eso; vengan maniobras criollas, y
que rabien los estratégicos de todo el
urbe.
Suponemos que siendo criollas las ma-
niobras no faltará el asado con cuero, y
algún herido.
Ah...! Y tal vez habrá ocasión de usar
el facón para tomar trincheras.
Más criollo que el facón ! . . .
EL CASCABEL
15;
No olviden la fresa, digo, la frase: ma-
niobras criollas.
Nada menos que tres inspectores nos
pidieron el boleto en el tramway de Bel-
grano, en un trayecto de doce cuadras.
¡ Ni la langosta !
Por supuesto; todo es para evitar mo-
lestias al público.
¿Para qué sirven los terremotos?....
Tomemos ejemplo de los indios de los
Lagos.
Y meditemos.
— Me han dichoque el oro bajo.
— Si,eh?
— Si, señor.
— Pues falta que baje más. Aún no está
al alcance de mis manos.
En Mar del Plata se ha celebrado una
corrida de toros.
El hecho ha levantado grandes protes-
tas.
Y es extraño, por que hasta en París se
dan corridas, y es sabido que todo lo que
nos viene de París es aceptado sin discu-
sión.
Tal vez resulte que ahora pensamos en
argentino, sin necesidad de traducir del
francés.
¡ Dios sea loado!
El beneficio de Campos estuvo muy
bueno.
Apesar del mal tiempo, no escaseó con-
currencia, lo que equivale á decir que no
escasearon los pesos. .
Suponemos que nuestros lectores esta-
rán preocupadísimos con lo de la herencia
de los mellizos, que se discute en la pesca
de Argos.
Hechos de tal naturaleza requieren que
todos los matemáticos den su opinión.
Dios mío!... Será cierto que sólo le to-
carían dos mil y pico de francos á cada me-
llizo?
Salgamos pronto de dudas.
Con tanto como se ha hablado
de mucamas prodigiosas
que en vírgenes prodigiosas
por ensalmo se han formado,
hay alguien que da á los cielos
con fé gracias reiteradas,
al ver que hay aquí tiradas
las vírgenes por Jos suelos.
Otra noticia teatral.
Ha llegado á esta ciudad la Señorita
Mercedes Arandz, que á eslar á lo que di-
cen personas que la han visto trabajar es,
además de artista de mérito, mujer bella,
simpática y que por fuerza ha de dar vida
al teatro Apolo, próximo á inaugurarse.
Así sea.
Telegrama del 6. — «Comunican de La-
gos, en el África Occidental, que los indí-
genos, en gran número, conspiran para
impedir el tráfico inglés. »
En cambio, nosotros, estamos hasta aquí
(el cuello) de ingleses.
La Virgen Milagrosa se proporcionó una
lata de aceite para indicar que quería ver
siempre encendida una lamparíta que la
alumbrase.
Vigren en estos tiempos, y lata de aceite?
Vamos, que nos quieren dar la lata.
Eso es todo.
Cerca de Patagones
salieron dos partidas de ladrones
y á un señor que encontraron
todo lo que llevaba le quitaron.
Así que le han robado, según eso,
y por pa?Hida doble ¡ es un progreso !
Un gran éxito se augura
al recibo que da hoy
la elegantísima pura.
— Pero lo que es hoy no voy
á una soirée con factura.
Al cerrar las formas de El Cascabel,
horas más ó menos, se estará celebrando
el beneficio de la Sra. Sacanelles, de la
Comedia.
Suponemos que la señora citada repor-
tará buenos beneficios, los que, unidos á
.^ -»;>» V -!{«,. •• f'^'^.-.^^^X >ss!TOC
-",ES.
EL CASCABEL
h,-
los que la Providencia le ha otorgado en el
físico, harán de ella (no la Providencia,
eh?) una mujer beneficiada en el sentido
más lato (he dicho lato) de la frase,
EN EL TEATRO
Efectos de la 27.25f> representación De Ma-
drid á París.
correspondeñcFa
Niño.— Que V. no es un niño, y que es muy hom-
bre? Bueno, concedido. Pero si por cada composición
que rechazo tuviese que pelen rme con los interesa-
dos, ¡bonito tendría el cuerpo ít estas horas!...
K. Tutu.— Culpa, mia no fué, etc — Agradezco el
aviso.
Susto.— Si no recuerdo mal, le contesté á V. que
no servia.
Tinaja— ^0 me parece mal. Veremos.
Cayido7nbero .—Vov ser de un candombero la pu-
blico.
« Puras alegrías de Carnaval
dias de farra y íarsa :
Es mejor una comparsa
de negros, que no nace mal ».
Y ahora, que el pueblo se amotine y acabe con to-
dos los candomberos. Amén.
Crí'ííro.— Está V. equivocado. N'o soy mitrista, pero
Mitre como traductor, y el Dante, que dice V., son
lugares comunes : créaíne v., se ha abusado dema-
siado V la cosa no tien gracia alguna.
Cunwí/or —Perfectamente: pero V. sigue contando
mal las silabas, porque
" — y alti en su seno palpitante » . . .
no tiene nueve como supone V. equivocadamente.
Curioso. — Hombre...! Eslas consullas las hace V.
á .\r(jijs y luego nos reiremos todos de V. y de Argos
y hasta de la ocurrencia, que no es mala por cierto.
r^/jo.— Usted debe siM' cabo de.... vela ó ciri©,
porque sus «I^uces» alumbran muy poco, poquísimo.
L. .1/.— Es un reproche injusto "que me tiene sin
cuidado.
P. P/<o.— Usted ha leído eso y no sabe cuándo. Le
alabo la memoria, pero i cosa rñ ra ! hoy no estoy tan
de niemoriado como de costumbre y recuerdo hasta
el nombre del autor. ¡Pillin! ^
Colita. Si no manda V. la firma no haremos nada.
Tuno.— ídem, idem, aunque retocando un poco el
final.
P. de C. J/.— Son cojos todos. ¿Entien 'e V?
Pantalenn .—Yldi\3ríi. sido olvido involuntario, pero
olvido al íin.
Cazador.— \i\ce V:
« Tengo un peiTO perdiguero
al que sólo le falta hablar».
Si, y escribir poesías.... ¿verdad?
Cupido. - Crea V. que á mi, y á todos los lectores
de El Cascaiíkl, les tiene muy sin cuiaado lo que ha
hecho Amalia : por lo tanto, no hablemos más del
asunto.
Hsladisla.— Tiene un defecto. Se parece á otra pu-
blicada ya.
P. n. r. -Me gusta, pero ¿y la firma? para
cuándo es la firma, señor P. II. f.
Láncela.— 'So corta ni pincha, francamente.
Cascabelín. — «Un articulin malin
señor de Cascabelin ».
Suscrilor.—'>e le manda puntualisimamente. Si se
reüe e V. al número pasado, es cierto, pero también
lo es que salió con retraso.
.4?'//A'/fl.— Falta saber si es un artista ó un despe-
chado, el que me escribe.
Turco. — Eres turco y no te creo...!
A'.— No es mala la composición, pero es tan seria!
.... Porqué no evoluciona V., y escribe algo festivo.
A. de A. — En « Las Ilusiones»" hay algo que me im-
pide public irlas, aún que la cosa en sí es muy' acep-
table.
r»?\'A'<í<í.— Cuestión de apreciaciones..., La carta
llegó a tiempo, pero sola.
Segundo.— Eran mejores las anteriores.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
~7r
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente , ... » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
«Í6t-ASaSlirA-Í©@ (ALTOS)
EL CASCABEL
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Subvencionados por el Gobierno Español
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entre el Rio de la Plata y Europa
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sella, admitiendo carga y pasajeros, asi como para
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Fotograbados de Coll
SKMANATíIO FESTIVO IT J'STIíADO
Director: ENRIQUE COLL
ESTANISLAO S. ZEBALLOS
Ministro y ox-director
y estanciero y escritor
laborioso si los hay.
(Está escribiendo al vapor
la Hiíítoria del Pa ragnay).
162
Ei^ieAseABííi
.ñSfíO US B OítiVo!! o! ftlJi
Únicamente erfriqiU)ódia hacer desalo-
jar las posiciones veraniegas que nu^estro
munáo elegante eligió pata pasar la época
de los calores.
Ahora es una delicia.
Va uno por la a^te<^ á eada Itiomento
so vé obligado á interrogar:
lias ninas?
— Las mismas.
— Parecen más tostaditas.
—Efecto^ del so^I y Isis bfisas d,ej,, At-
tóntico. .....,.;>.>__...:,,;., ■,;-.■, ¡(V. '■:.■
— Qué saladitas son! i<f.7<(y<ii ' h^y.' :■. c
—Las brisas?- " ' " -' •'•''•'^'I •■'' •''' ' ■'■
— Nó; las de Rebujen. ^'' ,' '. :
— Se comprende: ¡con tanto baño de
mar! ,;,, ,.u" ;•■,-■.
— Es ciei*tO";' ;'-> ■ ■■■\
También henrtós tenido él gusto de sa-
ludar a los apreciables, jóvents Sánchez,
L(^pez, Pérez y toda una falange de liones,
que diría el cronista social de Él Diario^
que han sido el encanto de la pl*ya y se
han hecho notar por lá belleza de sus
formas, y el corte de sus saquitos claros.
El color chocolate domi^íi,.
No en los sacos. •■ ;-
En los rostros. '' ' ' '■ ' ' '
Y el que quiera pasar por persona de
tono, tiene que presentar al público su faz
morena como queriendo decir: '
— He estado en Mar del Plata; ráe he
mojado en las mismas aguas que a^itíi»-
ron Pellegrini y Roca, y el intrépido ofi-
Gi;i.l de marina Mattsilla. ' '
Y lo^ que conservamos pálido el rostro,
:ios n\ordemos los puños de envidia y te-
nemos ganas lie curarnos al humo, como
un tasajo cualquiera, á fin de no sufrir
sofocones como el que nos dio el otro día
nhaseálora modesiav' madre de lina bina
qjkfeííCosie páoti^tones-tpara la milicia ▼; que
no nos mira con maloR©j«s. y ;*> . , í ,
>h-.n.K\ b'i ■{ ynC'-tie: i>l
i ■ I J £
.on-:< • -ij:;:
:-mm
Ai: '.!;(#V'.3
■■••?•; I» ü ni;:
M ^h úi,\:\V.
¡La niña, se entiende.
Y cómo ha de mirarnos de otro modo, si
tiene un par de ojos que parecen onzas..?
Pues sí; la señora nos encontró y nos
dijo de buenas á primeras:
— ¿Es posible que no haya V. salido al
campo?
-•■' — Señor.t, no me ; riña V., no me fué
posible . .:'• r-.- !.,■ íM^cjV;-:-; <<■^; m : . --
— Bien se le conoce. Su cara indica que
ha pasado el verano en Buenos Aires.
Qué mal color...
— No es extraño..
— Véanos á mí y á la ri^Sa',,^
— Ah. . . . /-■^Vc"'^'^ é
< — Qué frescura! Bie ni' se .tío noce que la
brisa ha azotado nuestros cw^ses. Pero
ahora recobraremos el^lanc
fuera: dentro de unos
gante el color oscuro
—Lo siento por los|
miento.
Luego hemos sabid
la niña costurera, habíai
en una chacra, cerc;í á^-
Y que para tomar color -?^e pasaban dos
horas diarias de cara al sol^^ como ios ára-
bes, cuando son castigatiói». .^
Claro, de tanto tomar el sol, resultó que
un día el sol tomó á la madre por su cuenta
y le inoculó un tabardillo de padre y muy
señor mío. '■ -
Y gracias á un domador de potros, que
tenia ribetes de doctor, no murió la señora,
aun que estuvo muy grave, porque el do-
f>es.
tura! por
será ele-
de naci-
:'taÍ''^ñora, y
a^i%saisson
setíÜQús. .
iX
Éí-í'íÁeéÁBÉL
m
mador la marcó con hiflpro candente la
espalda y luego le puso eníjaiadi^ de galiV
na con aceite demanr. <» roo t-.-iun = -n c .
Pero al fin sanó la señora y se puede
dar tono.
Aparte de estos ^J^U^ños lunares, el
está regresan-
capital, y es
n los recibos
■iüno el «Pericón
ojí^ á la crema
verdadero mund
do á marchas
probable que pr
en los que ser¿-
Nacional» que Jti
en Mar de| Pf^ta
Es prci^abie quÉ^í^isto d ^xtto que al-
canzó eh;;Brl«|ol I^il el in^-épido Roquá,
fcilbani^gíiíós '^á^fcojidositVbzos de su
repertormi coíi^^ipual JT^^tria, debuten
en los salones"^!? jóvQiíí'^' distinguidos
que imitan el perro, el gallo, el asno, et(p...
ala perfección, y qué, además, tocan, de
oído la polka «Por ti'muero» a cuáiró ma-
nos.
•'¥?*;■! a
;il> íj.í;'
El cfiso e>s que. de broma en broma, el
frío nos ha embromado y á estas horas
estaremos resfriarlos un sin fin de mucha-
chos sensibles al frío. - —
' Éste ha
sido aprove-
chado por
algunos se-
ñores que
están bien
de ropa de
abrigo, pa-
ra darse
tono.
líl martes
de la sema-
na pasada,
vi á un se-
ñor con ga-
bán de pie-
les.
¡Con qué
satisfacción
' •, . se paseaba,
y con qué aire de superioridad miraba á
los que pasábamos á su lado, luciendo
trage de lanilla.
Pero de pronto el sol apretó y el buen
señor no tuvo más remedio que quitarse
el abrigo y dárselo á un changador para
que lo llevase á su casa. ^^i-.
Justo castigo al lujo provocativo !
Y con qué placer vlerop ál|;^ra>s_curio-
soi^cómo se desmlMohíLjÚJiiieJíiis&ñQt 1. . .
I
;,..'!■
--Gocemos, la decía
no llores, sospechando que le engañas.'
— ¡Es mi esposo! —gemía— .'i:t.c'
Y al verla ínconsolabíe. yo sentía - '^ •' ■ —
el frió de un puñal en las entrañas. i~_
— No creas que el amor es un pecado, -
esas ideas viejas , " '
que sólo pertenecen al pásrtáó '"
son ridiculas hoy, cesa en tus quejas, ^' "
piensa solo en gozar; no en que has gozado.
Nacimos para amar, y las, mujeres ,, j
en su inconstante giro
han de pasar su vida en los placeres.
su esencia está entre un beso y un suspiro.
Y el necio que intentase
egoísta gozar, solo de ellas, .,'?-... i;
igual es que anhelase , .., - •. ,; .
encerrar en un frasco las esireílas. —
El llanto se enjugó, con sus caricias'
el mundo relegamos al oMdo.
y del amor gozando'las delicias • '/
ya no hie volvió á !^a!)!ar de su marido. ;
- - ■■- ■■ ■- -'TT^ ' ■ ■ . ■
¿Porqué llora y se aflige .. . .
mi alma, por la pena acongojada? , :
Yo mismo se lo dije:
Satisfecho el placer, no queda nada. ' '■ '
¡Y sin embargo, febriciente, clamo. '"
atado de los celos en el potro. ■, . ¡
al ver que la que aún amo
cuál conmigo gozó, goza con otro!
Adolfo S. de los Ii^6%* ■
m
^SfSm^^h
?^-^¿:eI'v#pBa que
' X'^l' CoHtiué. p
J verM dilnno.
K« .y Presentad
^'>.i v;n Ksto es
men
Si tu\^íese qiie elegir
( Cobráííop de un ba
hermosos biüetes que
presentan diéZ: veinte.
No dígo^nada de,
DigcJ^Y con q^éi
clases de 7>í¿rs-"í^iie tefeg'
No pifdieiiáé^-sen','fiobra'_.
Hasta, mfe conformaría q
Y entófi^gsi,, lea daría esta
Con - íp '^^ñat- ;Uste^é^ jn^^^o
Solo liert^ un ijpébjpkvenieat
Pues^ttJB coino cofi'eJ roce á^
quirir algun;^.n?6néda o papejqijpi
v^j^o grácio-
-déspués del
íJ^KíKriáda 'absoluta -
gfírlái.íi
e'gpetgt y cari
empd ^■g^-^o'^*
I ' //' '"^ "^x . \'<^.
v: /quiero ser cobrá-ddtr. ••'V
ué; Dasjasen por naisy; manos esos
H6ca, /Juárez, Mo^ifó, y';qií,e re-
Visia les conuco.; v ,
esxerlinas.yártíb'nsinás, v otras
i^ol ^'- /-i - ., ^
uaJLíjuiejr omcpaf fe. . 1
ád©r/ "\ . '.'ir: ^f'
f sfegmr«e,jiice^-pu«d«^íi .cobrador ad-
i^
de bue-
nas
Vamos, qu^pufisfo'U ^fcfar^^^^^ ál dineroiipgerfá'"^ metérselo
j pufiSjO' a coprar^ipuede wburar! ?/^fIno
bonitamenfe en la-í^ffeK'a y. desaé^íeof^r. ''a ,^^,|l^ . y .i| í ;\ ' -
Lo cual no deja -decaer un4ncQni^ipentVvgi^EÍ|?e:¡ sobre todo p^^i elj&stabl-ecimiento.
Aparte dé cobrar dlíiero,. cobr8¡mpi^ otraai^áás mas á nu^str^ picaricé.
Ejemplo. ¿Qué- no9' pasa. si ti^tahabs á^'eiiíiiña\bonUaJTamábl^' y llena
— cualidades? ^ ~ -. , ;; i -íÍ^íU \ 'M ■/ '^•
Le cl3bTamos Carinx) poco á pbcgi, y áqi¿aó> el cariño ñor ,^y -sol© es cosa in-
significantér Hps vstóos á la íxiamá, y cénio ün cpbrador| cualquiera, le pedimos
la mano de la niña, y al ver tránsfóirmarse' poco á poco á la.¿- señora en suegra,
le cobramos cierta prevención y á veces acabamos por cobrarle odio, mortal.
Para acometer una empresa, primero cobramos tinimo. . :^ f .^
, Los usureros conjugan el verbo cobrar á la alta escuela. ;r
Ellos no cobran ó secas. Cobran con intereses crecidos buenas sumas de dine-
ro, y una vez éste en su poder, le cobran amor sin limites.
kay usurero, que con tal de cobrar, es capaz de cobrar afecto á cualquiera.
Pero hasta el afecto es interesado.
Hoy día los cobros son dificilísimos en Buenos Aires.
Segura m u^ ¿rar roe Vh>6 pa^^» lo aOn r*üph^:>pás;Gr Ti' T TT / '
En las oE3Síi5sls# ¿obofce elMla de» cobpbApojy-lo rís«€WE>á.wf«e^-e*tóVi los em-
pleados.
A escepción de los que han vendido á un negociante de sueldos el haber
del mes. ; . !::'.í,í- *
Queréis que un batallón de empleados se mueva como un solo hombre?
Gritad ¡á cobrar!
Y veréis qué prisa tienen todos.
El otro día un sastre que pasa las de Caín por cobrar una cuenta, y que
apesar de los disgustos que ella le ocasiona lodo lo poetiza, me encontró en la
calle y me dijo, parodiando á Becquer. ' ^ ' -- '->■
■^«Hoy'lá tierra y los cielos me sonríen. ' ( r - ";• , li
Hoy llega al fondo de mi alma el sol... - :.-, ■ -
La cuenta i La dichosa cuenta me han pagado! ,. , .; :, -; ,
Hoy creo en Dios.» , , ,. .... ' ? .,
Lo cual demuestra que el cobrar inspira mucho. ,,i ^ _ / ,.^^
Ya comprenderán Ustedes que yo no he cobrado. ' 1 '1 1 a > , _'n
'' Andrés Soler,
^■'■'.'■mA':.^- ■
Ffrí^bAStíÁBrit]
ié
WÉmn
m.
)
,, r'y^y^é
— Se acabaron los buenos ratos que pasábamos ocultos en el bosque... ' ' '"■' ' ' '
— No importa; en Buenos Aires hay cortinajes más espesos y discretos que er más espeso
bosque.
opi3;íi ecn j^m cxxxtM.
'..!}< -;■>!
(Fragmentos de un Drama)
Personajes: una dama,
Coriolano, amigo infiel;
Eusebito, niño, es el • .
protagonista del drama.
Lúculo, que es un tirano
que siempre acude á deshora,
regañando á su señora "' '
y sentándole la mano.
El amigo y misia Elena
quieren huir del esposo,
y á Eusebito un espantoso
proyecto el alma envenena.
Un tenue rayo de luna
alumbra, á los dos .infieles,
^.: .y estrujando unos papeles
• ... acecha er niño en la cuna/ ■
r'v"' ESCENA PRIMERA
Elena Ya preparé la balija. '
" Puse dentro el polisón,
mas tengo una comezón
'_■ ' .¡ cual si con papel de lija ,
me frotasen un riñon. (Se pone pol
Cor. ¡Oh, Elena, ¡Bendita tú!
..-.-^3,.. ....¡Ansiaba ver tus cabellos,
untiosos como los cuellos
Y
■'■!
/ '■>>¡i
r
vos)
160
EL CASCABEL
l9 Te. i
jiol !. de los cisnes de Corfú, ^
de matizados desteiíos!
.,Es mi, pecho un recipieijte
"de gritos Y de dolores .
que en un maelstron mrviente
' vati desde el pecho á la méiite
lleháhdóthe de furores. ■'•'"Pü: <
Elena jCorieíSnót ¡Coriolainol . i i ' ¡ i i r,.
"' ' ¡Por fin te veo en mi casa! nr.
¡Yo no sé lo que me pasa
i 10 n^ifíii^ejatií, siento eji, mi mano
un corazón que me abrasa!
fíOjR., ^, . ,|*0jcaf fríjses. raudos hechos, ,
' Hohi^'^P'^'^ ?? puerta, buenas yeguas, ^ ^
., ' ' {Corre por el escenario reüncháiido
^suavemente.)
nihgün miedo, fuertes 'pechos i' * '• >> ' > x ' i
y entre pitos y entre heléchos \ ».m \> ,v
caminaremos diez leguaá. >^í; ;.jíi;;j
¡Este cinismo me abi^naal . .,!;;.> /
ti ¡<3ue se atrevan en mis harijas í/
>; á combinar este cism^,
estas niiserables larvas!
jrnrsy .y Anta
o Y
EUSE,
iUiiíitír
¡r
."'r.
7
'.'i'
JO;--
ora
.; í
'■ ,,(iVoy,á romperles la crismáj
E^ENA Mi dolor es infinito. ''''"' '' ''
" A mi boca víéiie un grito ''''
'^""^ ' que contéwei" ño podré! '
¡Hijo, no te olvidaré!
¡ Ay, Eusebito, Eusebito! :■!;!_.
Cor. Déjate de zaragatas. ■.,. , .-¡ (■__
Abre pronto ese balcón*r¡r ' ■ ; ...-
EusE. Aunque sea andando ú gatas
r,y (jSale de la cuna y se adelanta ira-
ctindo.)
le arrancaré el corazón' .' : '■ '
á este par de papanatas.
Elena jOh, Dios, siento una amargura!
COR. Vamos, pues, que el tiempo apura.
'EtiENA Mas, ¿cómo de aquí salir? ...
Cor, ¿Quién nos Jo puede impedir? .;,
dpusK. i'Vi.yeai9S,. esia criatura! , ; _,
pexafiNA-.,-,--}Tú!
EusE. ' ' ¡Yo, por Satanás! '■■' '
Elena Vete á la cama. _ '' '
EusE. ¡Jamás! ■ -'" -
Cor. Pero escü'ctíá, atiende, di,
¿Por qué causa obras asi? í
Eü¿E. ¡Por honrar á mis papásl
Elena Mira que te doy azotes.
Cor, {Que te quito, el sojiajerol . ,
EusE. Sois un par 4e naonigotes, ,, ,. ^
Ya os he dicho que no quiero.
Cor. ¡Cuidado con poner motes!
Elena Hijito, vete á acostar ' ' "
que te puedes constipar. ' —
EusE. Ni aunque vos fuerais mi abuela,
y me diera la viruela, - ■
no os he de dejar marchar. ' i.;
Cor. Si ni ai consejo sencillo ...
hace caso este chiquillo. . j
ni á las más justas razones, i
■^''' ' ■ puede ser que á mojicones
se amansase el picarillo.
ena se
■\ib
EusE. .TeirlaileDfetía,4M.erií.écíit«, ]
ó juro por mis pañales
que os voy á dar un mal rato.
Elena Si quieres evitar males
no busques 'tres pies arl^atck^
EusE. ¡Qué me importa, v5tdPl';bri^s!
Co¿. ¡Canalla! ¡Desobediehtle!'
Te voy á rontper un '
EtrsE. Aún no han salido \i
Elena Coriolano,;$ití'pru4e^^P
Vamonos por el bnl(í<jn.
Cor. Gran idea,,, Está iíi,u5;^bien,
Yo primero., (5e iira)'^--~
^ . {Desde ahajo) ¡Varaos, ven! (
''■■"" arroja.) ■
EüsE. Se me escapan ¡maldición!
-5tv> í De -cabeza voy también. {Se. arroja)
(Pasa luego por la escena . , .,
una preciosa mucama. _.^
la que^ da interés al drama" '"
,. ,- con el marido de Elenas , '
.Se escucha tocar un pito, '
'y por vengar sus ultrajes, ''"'
dan gritos los personajes''- ■'''!'• t'
Tiá^tíí qtie llega'^EuSebit.o.) .;' .
/''"' ESCENA FINAL ^- ' ■■•
Elena ¿Tú me engañabas, traidor? ■ í
Lúe. Tú me engañaste también. .
Elena Que te engañaba, ¿con quién?
Lúe. Bribona, con el señor.
Cor. El pastel se ha de.scubierto.
Atan. ¿Qué pasará en la cocina? ''
EusE. Ya me huele á chamusquina.
Lúe. Adiós, me voy al desierto.
Elena Se siente un calor que abrasa.
Cor. ¡Cielos! Me huele á quemado.
Euse. ¡Ah! Bien mi honor he vengado
prendiendo fuego á la casa.
Elena ¡Socorro, estamos perdidos! r a
Lúe. ¡Ya nos envuelven las llamas! . ;
EusE. Yo no me ando por las ramas,,,. ,'
cuando trato con bandidos. , . _,
. Elena (A 6'or¿oZawo) "'
¡Quiero morir en tus brazos!
Cor. Pues bien; moriremos juntos. '
¡Qué dicha, vernos difuntos ' '
envueltos en tales lazos! ■ - ' ' ■
Lúe. {A Eusebito) n'-
¡Sálvame, pues, Eusebito! ^ .
Euse. ¿Y no sabes medicina? i .,-
Lúe. ¿Y qué hacer sin glicerina? -.
Euse. A mi se me importa un pito, , _
, {Se hunde el piso) ,■ .„
_,.^ Yo lo que escrjbo no borro
Y veréis la prueba luego.
¡Mirad mi firma de fuego!
Todos ¡Perdón! ¡Socorro, socorro!
Euse. (En las ansias de la muerte.)
A los infames bribones
que mancillan el hogar. -- v . -';
' ' se les debe castigar
haciéndoles chicharrones, (cáfiíí^ re)
. . \; {Arde el teatro.)
Pedro SÁNeHEZ.
t
»'*'T^_^^," -f^^-^_^
^ - " n<,fv 7' ~ -f^ ^>^
"^íT-^
EL CASCABEL
ig:
-rfir
INOGEN-GIA,. .,..:,,'
- ' -' ^i.:'[ ^:.ii 'Vii\ íii;;-ó .
,, ^Á, .ignorancia es atre-
vida.
,J*(Qro la inocencia lo
e^ más.
:iiií;::¿ Tienen Vds. chii-
quiilos? ri ' ' ' /
• 'NO?- -"-n.."/
Mej 0*1^ para Vds.
Pue^ 4 buen seguro
qu€, alguna vez se han
visto en serios aprietos, gracias A los an-
gelitos. • -^ ''if '
i Ah, la inocencia!'"' --inroy';,]; .,
La expontaneidadí'.Ji;'' ^ •' "■ ' ^
Recuerdo qiie 'cuánd'6'yo era un tierno
inocente tenia mucha imaginación.
Yuiuchamemoria. . .,
. Tanto, que por qué mi venerable tio dijo
una vez, queun tal Epifaoio Rebollo, inti-
mo de la familia, olia mal, le dije muy
suelto de cuerpo, un día que estaba en ca-
sa de visita: ; :. ■ ■.,■, v, -
— Sr. Rebollol - ''^ ' '^ .^■- --i
— Qué hay monín.? '' ''^ ■: ^:' /
— Pues hay que.... Vd. huele á cajón de
basura.
1 1
— Mi tio lo dice.
I i \
t I!
Calculen ustedes el electo que produciría
mi inocente réplica.
Delante de chiquillos la conversación ha
de ser elegida. i
Y si nó ahí está D. Sisebuto Rebújete,
vltima de su hijo inocéiíte, qiié un día, al
ver entrar á un infeliz que áñhá sablazos
á su venerable Papá, exclanió con la ma-
yor naturalidad del mundo. ^,/^;' '
— Papá, Papá !.... ¿donde tiene el sable
este señor? ,1 -
— Donde quieres que-lo tenga siendo ciu-
dadano de la clase civil, y pacifico por in-
clinación natural? '•->" "' i' A •
— Ah! yo creí que seria Soldado de
caballería, por qtle cómo siempre dices
que te pega sablazos.....!
Tablean. , ''"•^':
Pues y las niñas entrometidas que se
dirijen ó cualquier diplomático, pongo por
caso, y le dicen ; —
— No pierda ustBd el tiempo en tonto, se-
ñar Minisftpo : matná dice que es usted
muy baboso y barrigudo, y que la casaca
verde con galones dorados, le sienta muy
mal. y. vamos,' f^ue parece usted un loro
delBrasil...; / :'' -^■" ' - ■ -
Vean ustéd'es'^si''uíi' díspár8^ semejan-
te no es suficiente para hacer perder el
tacto a cualquier diplomático, enamorado
de una mamá que lo pone eíi vilo.
Los chiquillos me espantan.
Pacecen relojes de repetición, ó cotorri-
tas.
Yeslorbart, cxDmpromeie'n y ponen en
aprietos á cualquiera. ■ — :
Natutalmenle, no lo háceii cóh' inal fin.
Que han de hacer, ¡pobres angelitos!
Si no fuera la inocencia, ¿cómo podrían
exclamar á cada paso, -mamá- mira
aquel señor de los dientes negros que
tanto asco teda? . . - ;::/;,: ,
Y esto en vozalta. - ' - ■ 1 ■
Al mismo tiempo que el señor aludido
saluda á la mamc\, y se queda frío y no
puede articuTar palabra. '
Y si nos fijamos en ías'p'regunlas ?
— Mamá, ¿ por qué será que lu engordas
tanto y Papá parece una anguila con som-
brero ? .,;;.,, 1 , ', . -< '
— Hija.... la alimentacKin.
— Y por qué eres mujer, mamá? .; , -
— Por que.... no soy hombre! ■
— Y.... que te falta para serio?' '' ' .
— Pues.... que me crezca el bigote !
Y así por el estilo.
— Mamá — decía una niña muy espiga-
dita: Me dejarás bailar esta noche?
— No, hija, el baile es inmoral; te parece
bueno que un hombre te abrace y murmu-
re palabras tontas á tu oído ?
— Palabras tontas?.... entonces, porqué
dejabas qne ayer te abrazase, sin bailar,
tu primo Enrique y tu murmurabas pala-
bras.... ' ' ' * ■ , .
— Nma ! ! ,
— Yo lo vi, pero tan ^Ip se lo he dicho
á Papá, y por cierto jque sp puso muy con-
tento, y me prometió haee¡rme un regali-
to.... jy á tiotra! '. ib •;; y;.,. ■<
A veces la oración é» á te inversa.
— Mamá, yo qiiiéro ir al baile.
— Nó, .hija, nó'i
— Por quéXp'"^!*'.
■<t.>
—Por que ei^ajile i^o é^ bueno.
— Que no esM^PP^Puc^. entonces, ¿cómo
es que apenas te vas á la calle ya está Pa-
pá bailando con la cocinera?
Bendita inocencia....!
Bendita seas.
P. Cuello.
168
EL ca1m:abbl
Viuda. Ayuno temporal.
—Pues estraño que te trates con Lui-
sa... jes un bagre!
—Como estamos en cuaresma.:.
EL CA6CABEL —
88Í
> i-i ¡:
-Así que anunciaron las raanióbras, supuse que Alfredo se alistaría como voluntario.
-Claro! Es tan aficionado á inani-obi'er...
'I?3£€'5j7?ía?-'
no
m^mmAsm^
EL JUICIO DEL PÚBLICO
tttt
en un asunto de Hi
y fiando en él su gloria.
López pintó «El Gladia
Después en una vidri
su cuadro hizo colocara
con el fin dé que al pasaF"
la gente se detuviera;
pues pensaba: —Considero
que han ,de niar su parecer - -
si el-lienzOr Ite^ání-^ ^^íU,. -~ -
y oiré fü juicio sincero* •' -
Esperó, pues, anhelante
en donde el cuadro se hallaba,
á ver qué dictaminaba
la critica trashumante.
A poco, se reunía
una infinidad de gente,
y miraba atentamente
el cuadro que se explorií
López atento escuchó
mil diveí*g»s opinionas,^
y de tantas irapresiohes,
las siguientes apuntóiu^
Una niña desco\
—i Qué cuttdrotnEs^i^ in
¡Miren! La mujer de enJ^;
lleva la cara piniudá.
Un antignté ^ttilitai',
— ¿9uién es ese? ^^
- ^ -—Un gladiador.
-íY sin.^níííf:_
— Pues se lá <leBe"^ejar. ■"•■
— Pero V. no considera
que seria incongruente?
— jPues no puede ser valiente.
Ü! Ull
iüMA^T
^un luchadói*, ^n la pei<a>^.j '-j
^^^JJn se~7or d$ faz ady star.
jT ',TTgi.jjjQgQ¡ j¿¡gn hecho á fé!
gusta á ujsté el cuadro ^eh?
el marco !el qué hie gusta.
violétq¿
¿ról/^Saj ¡figura.' , ^' '
no-m^rr&^a, laíítcturíi...
"~" l'A..^. '■'
d^ el suelo,
fosf trajes,
éíso^ajes.
aíre^^ijielo...
Otro señor con un lente,
mira el cuadro y dice así:
—¡Hombre! Me parece á mí
que el color es deficiente.
—¿Porqué? Dice un caballero.
—¿No vé usté ese azul? ¡qué horrorr
—Se vé que es V. pintor.
—No señor, soy tintorero...
. Mira un sas^fe la vidriera,*
al|gla)%!LdQr v^desntido, '■
y 0xcl¿w^ ¿Sí: —¡Macanudo
tipo, si yo lo ^vistiera!.;. \ i, / , ,' -■ \\
Una (iama^^ue procura , . !'
del tiempór^ultar él dañq^ : , .« í,
ce con; -aceirto extraño: ^
•^S<ibéí!bl¿~íausculaturáf i ;
pu^^^áí^esíS expuesto, sq expone
á escuchar muchas sandeces.
• 4
Luis García.
LAS MEDIA!
X¡
A^onedia adorna la-^pan
lá gracia mejora la hei*mo8u
Las medias 'fisteKJI^ son
pero no elegantes. "^-í^.^ ,
La media de un solo -^loj; ^'
tono, debiendo preferirse m: "
La media blanca seria la ft^BK 9BlKL^se
bullera vulgarizado tanté: '"^^'' .'4v^^
. 'ILiáf -toé^ias ..bordadas y' caladas^'
ricas etiando no pecan (le chocarreras. Yo
elijo lá media de seda, cóloi* az^ll mapíno,
sin adorno de ninguna clase.
Una media arrugada, es un defecto inad-
misible. ;'IMaS[|
Las mallas que sustituyen á la media,
incitai^t^liB^Ira el descaro. Las mé-
,itepúd^j^*sí<a^^Jas de color dé carne.
I^Pdojgf'isne i^^ dinero parabbse-
■ ''"'^mujer, debe invertirse en unas
la^H^s el pequeño, regalo que ágrade-
uppp^ado
re
Y óstsílpkcr
-dij^ unav|
— negála
fguna^ositt
icho.
, amigo mío,
na corista,
dignamente.
co valor
tu primo el de
_,ͻnda.
-^Ti^f^ué digo en ei papelito?
— Tú, que tienes tanto talento, pónme:
«Vale por unas medias de seda.»
A.Ll.
tt
(^«AÍ^eAB^i.
17Ü
ooijaM jacE oíoiuL ja
, CA5,AíAlh!)i(0^.
:^.j. - ri' i-- A • b::i;ñ <
.,' h:,-'-,J .01/ ••,•? i:::;,.ÍI.:- ¡ü PIM !!!
)34l/tí5.mM.,):I ----- '
: '•'"r r^ ib íiiúMíifiíTí ;;rcf
¡¡¡PAMÜ!
.niL • /
■ñlH,>\ ?.íi,l
^ eiHOHM a-A.JT
r»r&"
m
^'^mdkkiíS
\vf 18 'ion
Los cláms
e
Galé, yáconoc!
á}MpT(é:^^?íir?e¿To," eiegfinté. y poniendo
apíecmdOa es el *
que dejíyon Gil, Campos,
etcétera, en la compagaade este teatro, han
sido llenados por artistas conocidos ya del
puruico. V -i- . - -. ! •
En primer íü^áp^'ífíiaLVeraos.á Juárez^ ar-
tista de méi*Ítóf'capáz*por SI soÍq de'll^nap
un cartel.
Díaz, tan moü/cí/ío^y, -gracioso como de
costumbre, y que tiené^o escaso partido.
Lastra, apreciable actor que vuelveái
piáar tab^sV deá^f>ués de un j?a^p .r^u|^^^
Cóif ést^ (^íéinéritbs,^ y ^ 'jVf/^i
han Kéc^ó la 'itritéfibr tiemporáda.la^(J^^me|^
día sigue muy concurrida, y merecij^iíjl^
el fóN^or;d0l "público.;'; , .,!,, g,,' Vríhn'níirhí
Sóíó falta qué la einpresa' vari^ |in. p^^CQ ,
los carteles, que en la anterioi* femjpoifad^,
adolecían de monotonía sin limites. .^, ^ ,q^
Hastíala fédha, se han representado: Viva
mi niña. Su excelencf^, Ya somo tres,
y otras obritas que hán^ alcanzado buen
desempeño.- < A. vü- an.'.-í-^-j^ ^ :v t-;. ,.
En Salón £s¿ava,'Biáz demuestra su
facilidad en caracterizar diversos Hpos, y
es muy aplaudjdOk Merece verse Salón
Eslava. >^\ =■' --!':'• •'; • ' -
• Los numerosos rfeiJOÍos de Juárez, desea-
rían vario en El Retiro, Hugonotes i' La
Ducha.
La compañía tiene en Ja^tudio obras nue-
vas, que seguramente llamarán la atención.
ONRUBIA. — :^ariapQ Gaí é, e^. «in. ^^uda
un actor correcto^ estudioso > y de paladar
delicado.
Demuéstralo el tino qjjtf¿!tiene en la elec-
ción de las obras que refír^senta , las ntíás
nuevii^ y cwiíít^.fieliiaoderjüoiateatra^spá-
SxA. ix^\:s>fíi\. ;B.Hk)Uiii o-üií ...;i .oí?9uq 3tí yb
Last pe?sonfts que quieran saborieap hé^
llezas dramáticas, deben frecuentar él tea-
tro Onrubia, verdadero refugio ¡del í^ártie
españolen Buenos Aires. i.níM i Mi X r/s rt-!
La compañía que empezd sus tareas él
sábado, es muy /íjrtMi;. .-/"' ^ ; *
]
La senpra Etneyárna, es una damai rj^-
táblé'^^'''8^:'íljfe^e ' apia'uáir por la^naí^^^^
li(iad'y*ód4TÍéB^<!Jn cóttque m^ ^^^,'^^']^ú '
Es una verdadera é8trellfi[.].' ', ,,,ji
Las señoras Galé, Martinéz^^ los seño-
res Aparicio, Hazay^emás, completan el
conjunto de.la compama, que seguramente
re^ftúfi^^OíR abo?%¿.floí'ry nata del, püWi-
co^ caggfi^ft m^ BÍW%8> (por .horas, ; . , , ¡ . , i >
NOVEDADES. — Roldá«; Oi^jón, M^i^
quez, María Maza, en clase áe et6ilB,y
"otro* ftrtístfliS', han tótíaado la tarea de le-
vantar el teatro dé la callé La vallé dé la '
postración en que yaoSt..
Que lo consigan ! -'-^
POLITEAMA.— Zaraoieki'éspañolaipor
artistas de la- corápañia que hasta poco
actuó en el RasatiempOi entre ellos las
señoras Cebadlos y Cabrero, y los señores
Arcos, Romeu^etc m <^m ^ v ü Úa
Las funcione» son de carácter popular,
es decir,' ^precios módicos. Buena manera
de llenar un teatro.
APOLO. — Faltan pocos días para que
se inaugure él bonito teatro de este nom-
bre.
Asiv como éri naestro- segundo ó tercer '
número hicimds alguna reclamaéión al s^^' ' ^
ñur Director de Correos y T^é!^rafos,'tóy
no tenemos palabras para agradecer el in-
terés que én la casa central se tórhátí'^yr
nuestra publicación. .oixí'm. jí/
Lo hacemos constar complacidoá.'^'P ^^
i El correo está que dá gusto. 'o^-' ^'" ' /^
¡Cómo cambedn los tietíiptí^á'í fifíiedijb
•el otro. '■■ '■< "'U -■
Un voluntario escribé á tin colega una '"''
carta dándole cuenta de lo qué ocurre én
el local de la Exposición Rural. ' ''■ '
F.
^MJ^f^h
173
nbíiOiiicq Y .9;nfia9i9 .oiqsTiga .9-Tafn9i«
tratándose de gente decente en su mavQjjj^^
á veces se maí|r^J á )^,p fjl^ig^^Pfco ^ belii
Por que no ^mW^Llyn^v Bau sil
jo nckilqxno .íiíífiwd^v escH ,oiohrvqA fet*-!
.'..ineaifiTUS&e oirp .m^Tteqmoo fiíob oiíi.iilnM-j
Ofi*i fiáb&Bfó : ísé' '?e¿eír^- ri%'tó'^fóÍÉóñ '^
de jó\ene§coRd(M§§mm í4cflEñáÁ''fñ§trüe-'
ciones « de un cadeám) que era una ver-
Por Dios l,i, „^,,u, n-? n\!^Ú iTít-l/ .:;^ú;í
Se ,ipa^a,cle fiín fm,_í|rQj]g§n9jPftlé,iyi]ftQ,.ee
pr,ude,p te í^pefzarápgn^. motáis,: ¡y -^a^uy-
vi^ ' ílJRSiSílOíV 01 í'íK*
* Va por la Bolsa iin señor,
coja unos de»-enesurados''-MA3AUC í
labios, qiíe pOíT todos ladoasi r .1 ^- 'si- ¡
, 'Causaíi sorpresa ¡y ítemoEli io rs- li' :
r ' Y hoy, -en vino de los coppOS^hí^' J feijicaib
un mozo, amante de farras^' Míieil .g:o"¿
viendo al-sfujeto de marraS'Eoionni gfij
'.* -gritón j el-sujélo de morros!. J'-nn] ,TÍosb *
Cgí^os:— Dgl j u^don gaj^ncjíí^;^^- .
nar él cielo. -
Del colono ^sembrar la discordia.
De un a&tp^cimo — estudiac<
miel.
ñor! si vá á ser un cataclismo I ¿Y los
nuevos? /",
Ohl los nuevos. Cada dia havuKlicHe»un-
I ciaddícbo estrépito. /^%l
i J^e^ f raíS^MM, ¿^^\ estilo,
diálogo y las íecwaai^^katpéMdyLe se
trataba de una degringolade, wS^B^fi^un
terremoto, mejor, de una serie ^ei|s. '
,:pero ahora^i peajir^i^pjos 1
r-fi
■'. ■vrí.íJ.. . ■ ■ -■-
Sastre, que armando bullanga, ,,j¡,!,,
quiéres.en brasas ponerrne: ,, ,„,, ,, ,/
''¿Óüé.i3ué(|és iiacer? Meferinj¿'^,j ^^ ! i^. ,
un brazo por una mañea.
e
De mía lj(|pictera \ lava/ tó i^if^^
bras[:|4l^52A?Q3-L
Leo. — «La entrada de invierno se pre-
senta formidable.. Figúrense ¥V. que' se '
estreQa anunciándolos ágcanehínr. ti i- i-
— ;Sabe yi, ique.?v.Y. ^.- ■ :■. n oLt HoiKí^*
— 3^ -r M},£:-i^b £Tiji< é)'/Kíi3ÍBq J^ofíí'insJ ■
— Pues,. sil, íóií^jí.itnH'. r«ti- i> íí^' íií'i-' sí<
— Me alegro. ■ ,;;0io£.: iuiíiq ¡'^'c^''^
— Y qué? ; ■ ji'>-\my-'j íjíjí;!!'. ■;) ¿oi/i-^r-iji •'►
— No me diga.; ,;rtii;¿ ¡J. oii}' íííüs o^mc:; J?
— Es cosa resuejtaw ?■ i ;v\v'>í^vX\>'V< íní'r)
— Que pronto! :>?•
Y corren, corren infií^j^id (^.e noticias,
que lio dudamos se abultéis» peau? gufr en
el fondo son ciertas. Y éste «1 5 4® Abril,
y aquél en Junio, eri Julio, Agosto.... se-:
.•■•fiiilJP'í
í^&.hvÜéhacTiada luce iin vistoso unir ,
fotírie' de yolüritarí o, y la verdad es, que dá
gusto ver soldados limpibsl planchados y,.,í
estirados -l
Tal ve^ el ministro de la guerra, una ve? -t,
terminadas las maniobras, sé .dedicará 4,
dar fusilé ai éj ér'cí to , ' ' ' ' ' '^' ^ ': ' / ' ' T i
Que Bien lo necesita. •■ „ . ,, , j ,
Por .que .se vé cada cuello de camisa!. , « .
■.\'\ : I [■'■l {.' I]--- ■ '[ i1 i.' '■■••■,!•..;■'■■: • r. f t.I'A
..■'•v"í
». i
'. Anuncióse el estreno de El Bntétmen^'&i
el cifiJo se^ncapgóiietBvitarqtíe se o©osi¿a
mará gl actOoc--^ :• u:\y\'^^r{--ih'> ¡'.'j mhihjaí:
. Ajjpra^ tenemos entendidoique un autor i'^
, piensa dar á luz « Los Hermanos Barrien* 'vi
] tOS^f.., ., ..-.■, -^l . • . ■ ■ í í ■:■ • ••■ J. ••
Saix Ramón,. abordo departas, le ayudeí-.t!'»
. Si quieres ser bu^ cronista
tres cosas has de saber: •_. ^ -.,. ,
í'Póiwér'bien áégrihgoiádé -'- ^ -»"-'• -v
ifóíit* éiujaury for evér. "'"''' " '' - " ' -
Por aq^uivocaciétt, Bimplehieülef un á!-- "-'í*
caide ha puesto, no hace muchos dias, en '■^^■
libertad á'Cfncorpresos que purgaban di-' '
versos delitos. i^!--v-'t ti- d^-l cj>'-ii;i;fí;e^r. tt>,':'U
El iiecho iha ocurridclfr!'^^ ? i :;i¿ 'nO "ij
- En la Zululandiaí ' r '.lía r^ k ñi; j^é
— Noy señor : en Buenos Aires'. ■ •' ' ' ' '^^ " '
El dia menos pensado nos encontrare--* '^^
.17-41
BÜil^áth^ÉQ
mos con el oJ(jfl|^i3B^^c(rJ0^3" 80í>ierno
que será envidiaoo de lodos los países.
Y todo por equivodáéión.
mmmLíom
y se í^f|Fc;É¡T|ivni|Qí?agupl?,-j;/ i
pidiéndole alguna cosa
¡ A^tefact6^iín|aIa^ f^^^ '"''■
BSAlI3iambS8doQ í2]i;loijqpv® inftero)^/ :
pues sirve para limpiar...
el bolsillo de dinero.
r i-, , ■-. jil i M^i/^ {{~;
láM
fatoa.^
' piír. -i-B
iiil-ÍJ-
r!7lM
COR||SPgNDg^SCIA
P..,Jíaj<én.-Tlíi nwnseúoJF AJoeiros le puede dar &
"V. lá absolución.'
Yaluntar^o.—Apes&r de la buena voluatad^no pue-
do, y lo siento.'
Morfeo.—De Jíorfeo hab,ia de ser: ¡caracoles!...
valiente ración de narcótico me larga v,''
H* A— Es regular. 'Tal vez arreg^ianldoía un póqüi-
i&Si^i^^' ' ■ ■ ■'. ■ - ■ . . .
Suscritor.—Si, señor; está agotado.
^ ria¿. Pero nó contenían, qpsas como esta;
«Óyeme, verás que ni una '-' -
de mis palabras te hieren:
ri n , c^^ían^^opL^aJiftpa se auieren^ ., , . „.
I !( ; ^M ftiaa«n= jajsldqs-ien tíí^A. » H -« ; ^'i :
Ya vé, V. que tina y «wa, son excesivamente conso-
nantes.
ifían<eWo.j— ¿PeroVf.mq mapda su «lUisión- para
que la publiqué? No lo creo...'v. ha atentado contra
laiviéa,. lYSiya. un disparo'.
A. F.—Su iE:s<r<éeíííA¿9iC05)parece hija legi-
tima de-V.-queha dado PCueba^ehí^Qfir algo bueno.
mente.
Y. P. A''.— Piie6.;.!.;;WpVA -»l.;oa©iní>, d»! otro, muy
aposar mió. Espero ,el próximo y deseo que sea ma-
Gracioso.— tío d^e iJto^e'V» Qt^mifffí^ tengo el labio
par ío... , ■ ¡<f , i <« .
Temoleque.—M'ay bonito, venga la firma pronto,
y ky publico. ■,.:•-■.
JfO»w,<',»^P^as.O la op:ortuni<íád j débp adver^^ que
de lo semiiTpicítnte a lo.pi^nte y meidio, hay difer.ín-
cia. Ah... y no se eche V. atrás; mande algO' más
sí gusftá.-' "■','-' .■,.■','.'', -"'".J,
GauQho.^-Xi es Y. gaucho, ni se hacen, gracias ata-
cando ciertas cosas. Una cosa és titear y otra cosa
pasarse . Y V. es de los que se pasan y sin gracia.
Jacinto de Argental. — Está bien hecho sin duda
alguna: pero me resulta muy serio. i.\h! y sepa que
V. no molesta, muy al contrario.
Redactor?— 'C^o señor!
Tímido.— THo lo sefá Y^ jfiuch& ouándo la emprende
á tiros con la métrica, la rima y ¡ay! hasta con la
ortografía, que es tan delicada la pobre.
E. J. V.— Recuerdo haber leido en otra parte una
poesía igual á la de Y. ¡Maldita coincidencia!
quiete-^ji^ ¿n el prfjsipó ntfjniero í|^4re2ca/&l gié de
su Retruécano. - ' -^ — - ^- - w
Bonete.— "So recuerÍ6"narber recibido nada tuyo
(lambiente «ñteo^* asi es que no^ie. coníssíé--l4p del
peh^miéatOr 8rma de mujer, ;^r '- "^~-^-=*-'^*^--
raíl. íYa ves'íqtie penetración V^í^étíi
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L: M C.-FlojiUó'todo.í''^;
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el,cají^- .qi\e;FPJ8Q jvodi^i
muestra V. umigrpn ''^
G. Deán.— Vista bien, í|ií^:
eso no lo publicó i' ' [^ .^;¡
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1889, 'de Viena
1873i, de Anver
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176
EL CASCABEL
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--:?.- .;i -.
.mro-j.
- 3lim~
•aml'i
con jttstíeia fesiejado,''í i lií : i ' í^tjBis »kjo'
y arque nunca ]eÍím'siíhM'"¡¿,¡^Too^.
9pesar de su apellido.
^■^:
EL mkbj^L
í;gní;:i és í 'ví'^■'""^©'^—
AREClá que la alta «-ocie^
dad, cantagia<ia sin du-
da por d oi'fM»«Ít>í- mo-
yimiéht'o teatraj quése
observa en Buenos Aires,
ha resuelto celebrar co-
medias caseras, á fin de
que iu;%can sjjb dot«s (artísticas)- una poi- -
clon de soñeras y caballeros, que no s.
dedican á las tablas, porque, apesarde su
vocapión^ la posición social que pcupain no
se lQ:pelai9^^t»4^•^■ .^ • W,"'^^ ' ^"' 'Í^"'1
• M , 14 tn á^eci^bá
..,-;3 ,^ .colega dá la noti-
cia, y aunque no
la hubiese dado, ya
me había comuni-
ca,do algo de lo que
ocurrir 1 durante el
invierno, Pepe Pe-
lez, que es un mu
chacho muy dis-
tinguido y galáit
jrtvt^n de ocasión.
j^, -^¿Nó.lo sabes?
— me dijo.
— ¿Qu ?
— Pue> que est '
invierno será fe-
cando...
— ¿En pi\lrao lías?
— Nó; en acontecimientos artísticos.
^— Me a'tígro.
— Si, hombre; la señora á<i Costurilla
hace construir un teat! o de quita y pon en
s:u casa, y en él debutaremos varios artis-
tas que and irnos ocultos, piro que en so-
ciedad somos verdaderas est-oillaá.
I -^^á^M^riKsV^ séy^^tKiNJict^r de- eí^oh-'
•>U
Curiar-' "'-^ "^"P X9^l1^él/ ¿-íj^u
—¡Qué me áíeütítóf ^ ^^>*
— ¡Ohl Es iliiá' ¿átt^á ■ l^igúipaté q^^
hago él^tepá-ftb'dé'papeles y, naturalmen-
te, á las niñas que me son más simpáticas :
les doy ios 'que rei^üiérén eíscenas dé átpor
conmigo, que soy el primer galán; - ' t ; .
— ¡'Píllínr''^^"^i ^ '-■'**''í ■ ■■■ '.TÍ: rí¿.r-' ;•"<-",,■
Nó faltarán literatos ' que e^rí bah obras -
de salón, y todo hac*'»ttponer qué el arte,
que tan mal parado está; según se dice,
encontrará acogida en los más arisíocrá'
ticos salones. ^ ' re»;
También la clase media prepara repre-
sentaciones.' ■■' ■••■'■ *^' i;? í; Trir :o' íí^J-.
Pero nada de ol>r..s de éfnpüje; J :-M~'
En casa de D. Antonio Pajizo, que tiene
ropería, se está ensayando ¿<w tentaciones
de San Antonio.
La otra noche me invitaron á un ensa-
yo y quedé sorprendido, sobre todo en el
dúo, que lo canta la bija nrtayor de D. An-
tonio y el dependiente habilitado del regis-
tro que. según parece, trata de hacer más
sólida la habilitación, uniéndose en casto
y eterno lazo con la hija de su patrón.
Decía que en el dúo despuntaron mucho
los dos artistas, sobre todo él, que canta,
ba con la mayor buena fé, y poseído del
más vivo fuego artístico:
En tus ojos al mirarme
veo mi horror...
Y, verdaderamente, aquello no podía
ser más horroroso.
Además de Las tentaciones, se ejecutará
La gran vía, aunque se tropieza con el in-
conveniente de los trajes para las niñas
del coro, que se resisten á lucir las formas.
Más vale que las familias s« efitreten-
gan ron obras sencillas.
Por que. las obras fuertes no son para
aficionados.
Y sino, que lo diga M.irtínez, que por
poco muere en escena representando un
drama de cipa y espada.
Y todo fué por que en la escena del de-
«lesafio s^e entusiasmó, como un volunta-
rio al recibir su fusil, y atizó media docena
de puntazos al barba, que amoscado al
Itu. empezó á repartir cintarazos á diestro
Rí. r.^^^^^g?.
17»^
<:í
y siníe.vtro, hasta que el-trjMlQr i^rjriiii^ü-
Ao&ej úa^Telósaofinte^ dÍTpaíTi!^ , su pifióla
■de caballeria contra Martinez que se He^ów
las manos á la cara y exclamó :, .
._,. ., .• ■■■y- •*-■
-^l'Animalj Que has hecho? ..,::(' ,f, ;
— i Qué he hecho ? casi nada — dijo el
Araidor. -..r;:-. -?... r^^^f. '■-:,,,.:.. >,.-,;v\, ^.^ ■ ,
-—¡Mi hija está vengjadal contestó el
barba siguiendo su papel, ,
Pero Martinez en.pezó á jurar, y ¿gri-
tar, mientras el público que llenaba )a al«
' coba aplaudía furiosamente creyendo que
lo que pasaba lo invlicaba el papel.
Por fia se vió que el traidor h^bía qué-
malo las qejas á Martinez, y el drama se
interrumpió. ,í , : -i^^,
— Claro, decía la esposa del víctima;
=esie bárbaro de Antonez disparó á quema-
Topa. > .
— fA quema-ojos, disparó!... gemía el
•pobre Martínez.
Nada, nada; huyamos del drama que
;pu«<le ser de fatales consecuencias.
y sino que Martinez ío diga.
« «
Por lo demás, los teatros serios sabe
Dios si se quedarán sin público.
Por que pudiendo admirar notabilidades
vcaserás ¡cualquiera va al teatro á gastar
din^^ro!
Es lo que me decía un almacenero reti-
rado, que ahora quiere hacerse empre-
sario.
— Los teatros caseros nos harán daño.
— No lo dudo.
— Pero yo tengo una idea salvadora.
-¿Yes? . .^
— Formar una compañía ligera,
— ¡Cuidado!
— En primer lugar me proporciono un
•coro de señoras que sepan su obligación.
— Esescenci/il.
— Y que estén bien fórmalas.
— Escencialisimo.
— Y pongo en escena obras natur<.lis-
■tas.
— I Hombre!
— Sí. Un joven autor, desconocido aún,
Jne ha escrito «Los baños de mar.»
— Buena obra para verano.
— El coro sale sin mas ropa que un ta-
fiarrabos.
—T| lo creo. Est^ segijH^waaw woi
Al teaÉTo nadie va para sufrir. La ctl^tíóri
i's reír y oír música alegre. ^
~Sí, pero á lo mejor el público se cansa
y toma el camino de su casa.
■—Ya he pensado la manera d
iierip.
—¿Contener al público? , ,.
— Ya lo creo! Otro escritor. .>!íf^»
—Desconocido también ? "^ '
—Sí, pero tiene mucha imaginaciS^
— Ya es algo.
- Ha escrito «El vino y la filoxera.*
^-Será obra de jugoi
— Figúrese V. que el coro sale vestido
?■
'^
• on una hoja de parra, representando la
viña! vi
— Y con esto piensa V. contener al pú-
blico?
— Vaya.
—Pues dificulto que lo p^a V. conte;^
i 'ren sus justos límites. W -í ^
— Es cuestión de apreciííííííbnes;
Ello es que durante el invierno tendré-
'uos esp-'ctáculüs p^ra todos los gustos,^
s el dinero no se evapora completament|ie
'ie ruestros bolsillos, nos divertiremc^
mucho. ^. 1
Y si no hay dinero ¡ájo;^ salon^í-
Que en ellos es ley este lema :
Baratura y buen gusto.
.1 íf.' '> J-'
EL CASCABEL-
OÍ íífuf •-ifhfl^j> ,'•,• ...-.-mím',,! •. .a,.:
•J t;jf;5í;<';(¡:D-
LOS JEBESISTIBLES
■f-¡
íi-. ':\
■!A^(\
K
■ t>.
♦t..i-
NfiíQÚE Ruíz, su figura
va lucienüo por doquier,
y, al mirarle, no hay mujer
; í;. .que no admire su apostura.
í'tH Él comprfende lo importante
iflf.V' que es el vestir bien hoy dia,
' . y sus levitas confía
al sastre más eJeganle
Que le igiíalen no consiente,
pues por nadie es superada
su corbata delicada,
stt camisa rélucfente.
No hay quien, como Ruiz, ago o
el buen gusto en el vestir,
¿y quién Je ha de resistir.
si se retuerce el bigote?
ijííí? bay dama fría y severa,
ni inujer libre y liviana
que á Ruiz, de muy buena gana,
/sil corazón' rió' lé diera.
'Él no cree' iíh la virtud,
^ hi en mujer qué le resista,
y conquista tras conquista
abusa de su salud.
Son sus triunfos tan notorios,
que por muchos aclamado
conro Mentor, ha fundado
«Academia de Tenorios».
— Oid— dice á sus secuaces-
no suspiréis á la luna,
ya sabéis que la fortuna
favorece á los audaces.
Y si alguno quiere ser ' ' ^ / '
de las mujeres querido.
recuerde que siempre ha sido
romántica la mujer.
A la más esquiva y fría
hace ceder el lirismo,
porque á todas al abismo;
las lleva la poesía.
Ruiz fuese ayer decidido
á casa de cierta dama ■ ' '
cuya virtud goza fama '
y que adora á su marido.
Llegó, la vio y de rondón, i
según su procedimiento, ^ ,
con tierno y mesloso acento,
la descubrió su pasión.
—¿Pero ha perdido usté el seso?
¿ Yo querer á Vd. ? ¿Jamás?
— ¡Oh, señora! Nada más
la pido que me de un beso
i Por favor !
— i Si se propasa
y no se va de mi lado,
voy allamare á un criado
y le echo á Vd. de mi casa
— ¡Oh, calme Vd. mi agonía!
Puede usté hacerme feliz.
(—¡Adelante — pensó Ruiz— ir
¡ aquí de la poesía.) , .
— La pido un beso ¿ qué es eso ?
Sello, que borrando agravios
,va uniendo todos los labios
con la cadena del beso;
beso, que áf (íalmar mi afán,
llega, enviado por Dios,
á la boca de los dos
desde los labios de Adán..
.Mientras liablacnii vive/a
Enrique, llega el cspo>;o,
el cual empieza furioso
r» golpeartefla cabeza.
— ¡ Ladrón !^grita el ofendido
— ¡ Socorro !
— ¿Le clioca á usté?
Pues este sistema, á fé,
es desde Adán conocido ;
son golpes, que siu cesar,
recibe algún majadero
y vienen desde el primero
que á Eva quiso conquistar....
' Luis Garda.
QUÍÉ APURO!
{Calle usted por Dios!...
Si esto de s&r periodista le pone á uno
Aveces en unos compromisos...!
'Y creen que en esta vida de escritores
4odo son glorias.
j*.«aíjw, :i
iQuiá!
Un colega tiene necesidad de dar cuenta
é. sus lectores de que el actor Fulcino ha
representado de nuevo el drama Tal.
Toma el colega la pluma y... primera
cíiíícuUad.
¿Cómo se dice en castellano que una
obra ha vuelto ó representarse?
EL CASCABEL
181
O como dice el personaje de Moliere:—
¿cómo diría yo—^Bella marquesa, vues-
tros bellos OJOS fííé fia^eii moriv ide
amor? - -•-/»^^ --^ -^ / •■ ■ ^
En francés ya sabemos como se dic^í
gracias á que en esta tierra, hablamos
mejor el francés, el italiano y hasta el hún-
garo, que el castellano.
En francés se dice ife^^Hssc.
¿Cómo lo diremos acá?
¿Retoma?... ¿Reprisa?
¡Recaramba, qué apuros!
Y el colega al fin vá y lo deja en fran-
cés para mayor clarité.
Apenas salido de ese compromiso, ne-
cesita decir que ei publico deseaba ver si
el actor Fulano conservaba sus faculta-
des artísticas y ¡nuevo tropiezo!
Por vida de...
Por fin escribe que el público, deseaba
ver Si las facultades del Sr. Fulano se
mantenían en la Tessitura necesaria
pa/'a ele...
Por modo y manera que en el corlo es-
pacio de cuatro lineas, tenemos reprisse y
tessitura.
VV. queridos lectores, tendrán sentido
común y se reirán tanto como yo, cuando
lean que la distinguida señorita Cuál
tendrá un ruidoso suceso en el papel
de Bocaccio que desempeña como na-
w Cty • • •
¡Un ruidoso suceso!!!
Como si en castellano no signifícase lo
mismo éxito.) triunfo.
j iXlnrm^oBoéopito. f
¡Ésto suena!! '.'vé
¿Y por qué será que las compañías no
se estrenan?
¿Porqué debutan?
Bah, bah; basta por hoy.
Convenzámonos de que sin saberdeslro-
zar, con más ó menos propiedad, el ita-
liano y el francés, no es posible escribirlo
en español.
Yahora pregunto: ¿cómo diantre se las
compondrán para escribir en castellano
los infelices que no sepan italiano y fran-
cés?
¿Cómo expresarán sus ideas?
¡Esta es mi duda!
¡Ay! Ustedes dispensen que lo haya di-
cho en español, sabiéndolo decir de otra
manera.
Retiro pues « esta es m.i duda. »
Y pongo en su lugar « 2 hat ist the
qucstion».
En inglés, para que VV. comprendan
mejor la idea.
¡A ver si entre todos acabamos con esta
mísera lengua de Cervantes, tan raquítica,
tan pobre y tan incapaz... de expresar
nada!
¡Animo!
Es cuestión de buena voluntad.
P. Rouvier.
RETRUECAMO
— ¿ Ves titilando una got a
de rocío, en la mañana,
sobre una rosa galana
((jue á duras penas se nota)
cuan bella y cuan linda es f
¿Ves los brillantes colores
de las aromosas flores
que están besando tus pies ?
¿Ves á través del celaje,
tachonado 'de estrel litas,
cuál lanzan mil lucecitas
imitando blondo encaje?
¿No ves, que con dulce alliago
rompe la luna el capuz
de la noche, y á su luz
destella el agua del lago?
Pues ni el sol que en lo alto mora,
ni de ese cielo el destello
es tan hermoso, tan bello,
Arturo, como la Aurora...
—Veamos, ¿qué te alucina
de ese firmamento oscuro?
-— ¡Alto!
— Cómo ?
—Yo hablo, Arlure,
de la Aur9?á, iii vecina.| "■ j{j •
A. Biesgo.
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( L A S BE MENO A ÍNEZ )
^'
7.'N
ASEABA por la calle Rivadavia.
No tenia nada que hacer, y procurando pasar el ralo entretenido^ contemplaba eF
desfíle de costureras y modistas; que solas, ó formando animados grupos, %& dirigían
á los diversos re^/ísíros, establecidos en la calle que puede decirse divide en dos-
mitades la ciudad.
" El cuadro ofrecía animación inusitada, y arcada momento le daba nuevos
matices otros grupos de costureras, que, cuál hormiguitas, iban y venían con el
atado de ropa lisia ya para entregarla, ó con el inmenso paquete de chalecos, ó
pantalones, á los que debían dar forma y muñir de ojales, etc. .. .
No faltaban galanes de ocasión que acosaran á las costu-
reras con requiebros cultos, frases gordas, expresiones in-
decentes ó atrevidos manotones, que no fallan, por desgracia,
en nuestras calles hombres que tienen la frase en las puntas
de los dedos.
Insensiblemente llegué á la calle Florida.
Allí el espectáculo era diferente* La concurrencia selecta.
No se veían transitar costureras, y si acaso se veía alguna,
cruzaba la calle deprisa, como queriendo huir de un centro
que no era el suyo.
En la calle Florida se hace ostentación dé lujo. Lujo en las
vidrieras, y luio en la calle, que parece inmensa vidriera des-
destinada á exhibición de trajes, siete-mesinos y mujeres bo-
nitas. • 1 .
¡Y sobre lodo lo último !
Por cierto que me llamaron mucho la atención dos simpá-
ticas niñas que ostentaban un lujo que bien á las claras de-
notaba que pertenecían á una familia pudiente: aunque, en
conjunto, pude notar en ellas im no se qué que contrastaba
con la riqueza del vestido.
Las seguí.
Ellas lo notaron, y miraron.
Es más; creo que sonrieron.
Animo, me dije, y seguí impávido la persecución.
Detrás de ellas fui hasta la calle de Cuyo.
siempre por Fl-,
■|'i;u
lul.^la
11 <'\\'r.
bu ni I», y
Luego dieron vuelta y volvieron
Rivadavia.
Las miradas menudeaban.
¿Por qué miraban las dos?
xPor cuál decidirme?
La verdad es qiié las dos valían.
¡Ya lo creo! ■ ' 1 .' ?
Per*- yo.... era forzoso que me decidiese por ui u
N" aS, hada; me pareció que la más alta era m;i?
á olía dirigí mis miradas y sonrisas.
Fui correspondido, con creces.-
Dispuesto. A todo, intenté un avance.
Dirigí ún piropo, lu<^o otro, y fínalmente me puse ;i su lado
y supliqué me permitieran acompañarlas.
Resistieron, pero al fin la mayor consintió.
— Tome el Iramway de Chile y Entre-Ríos. Nosotras 1" toma-
remos también; mucha prudencia.
La tuve.
jMe intejresaba tanto la mayor délas niñas!
Tomamos el tramway.
Yo me quedé eñ la plataforma fumando cigarrHlos.
Pagué tres boletos, y reparé con extrañeza oue la mayor pagaba el pasaje á una
mujer que llevaba un lio repleto de camisas ae colót. ...
¡Pobre mujer! Tal vez era conocida de mis desconocidas beldades.
¡Vaya V, á saber!
Llegamos á la calle de Entre-Ríos.
'•^rtfigS^?
,,^.^pc^^i^
183
Nos apeamos del coche y detrás de nosotros se apeó la pobre
1^ ,^ -jj^uicrjja ^1 atado de camisas.
'J s -\ TVí^J^0!p(^Ji^s[|B5 ladóp ínl^íbrRarBIafTí p^o una voz dulce la
— vaya Rgerito, Mana, quedes 'tiaMe. "^
La vieja se adelantó y pronto la perdimOíS de vista.
Me acerqué entonces ú las niñas, y empecé el fuego.
^La^s acompañaré á Wi :-¿
—De ningún modo.
— Yo no soy tin cualquiera; siento una simpatía iri
por VV., en especial por V., (á la mayor) y deseo empeí
este instante una relacióiL.que esperó acabarti....
— ¡Galle V. por Dios! ¡Qiíé prisa lleva V....
— Es que me ha impresionado V. vivamente.
— Sepárese que nos pueden ver. j '
— Prométame que mañana nos veremos. ,!
Y, en fin, de ruego eni ruego, y de súplica en súplica, logré
obtener esperanzas. i
A ruego de las niñas ime separé de ellas por no comprome-
terlas, y una vez que me dieron las señas de la casa de una
amiga, á donde debía dirigir las cartas, di media vuelta y...
lOh fortuna! Un coche cerrado,... -
Lo tomo, digo al cochero; — siga disimuladamente á aquellas r^"
señoritas hasta su casa;— elautomedonte, un mulato vivaracho, ^^>-
me guiña un ojo como diciendo: ¡comprendido! y nos ponemos
en marcha. / '
Bllas volvieron ía cabeza repetidas veces para cercioraríe de :^ i-
que no las seguía. ^/^
Por fln llegaron á una casa de modestísimo aspecto y entraron.
Despedí al cochero, y cuando más ensimismado estaba, pasa '
por mi lado aquella vieja del atado de camisas.
La detengo, ruego, indago, y después de agotar el escaso caudal -•-
de mi elocuencia, arranco una confesión preciosa.
La vieja, la que llevaba el atado de ropa, la que vestía poco
menos que una pordiosera, era la madre de mis desconocidas
heroínas!
Y ellas dos humildes costureras.
Inútil creo decir la vertiginosa carrera que emprendí.
No paré hasta la plaza de Lorea, y allí, sentado en un banco,
me estremecí al pensar que la que hace servir de mucama á
su madre, bien podía obligarme á ejercer de niñera, dado caso
de que hubiese caído en el lazo!
Pobre de mil
Clavos de esta naturaleza son corrientes en Buenos Aires.
El diabk) nos libre de ellos.
Amén.
-v - . - I Andi^és Soler.
'Vi-
■i i
MI EESTAtJRANT
is:
'^ ven al entrar en él
...^y-í?Í^ desi^e 4a puerta vidriera,
varias mesas en hilera
que cubre blanco mantel;
la luz en el cristal brilla,
causando agradable efecto,
ver en un orden perfecto
el cristal y la vajilla.
Entro, principio á almorzar,
y según llega la gente,
tengo, detenidamente,
cien escenas que observar:
. No se logran entender
A
un señor y otro seíior,
pues discuten con calor
los platos que han de comen
argumentan á su modo
y por nada se deciden, ■ ;;
hasta que en convenio piden --
que se les si rva de todo. ' ;
Otro sujeto arma un lio, ';■
y riñe al mozo impasible, '
diciendo:
—¡Esto es insufrible^
¡Sirven el fiambre frío!
Dando grandes manotones,
entre varios caballeros, i ,
dice uno á sus compañerosi ■ ■
-3tí
ÉL 'cascabel.
El tempio
El Dios
El sacerdote
El devoto
EI.qASCABEt.
J«
Uno que se abriga con champagne
Adiós Pe... pe!
—Se conoce que refresca el tiempo! Vaya un
pe... ludo que llevas!
El pan sube! '
—Y el vino también.
— No, el vino no sube. Se sube.
Üomo da vueltas la casa... jpor fortuna
yo la aguanto!
' í8Éi;%llEStíilfeEL
:r.v
— jSoy hombre de convicciones!
Y verdad deb^ni^/aar ^-. ??
por que repite^^ Voab, ''*""
demostrando de este modo
convicción para comer.
Un individuo delgado
huele un rato la Cerveza,
quita del pan la corteza, ^ i
poí si alguno lo ha tocado;
si halla un cabello se irrita,
^dejigua para enjungarse,
y iiapQ^^uye... por limpiarse
los dedos eh la levita.
Una par^a feliz «
escondida en iin rincón, ??V'
se mete con distracción /
la sopa por lá nariz;! í^j -.
no hacen casó de la listad'
y no prueban alimento, '
¿para qué? S en su contento
se devorai^ con la vista.
Un sujetffi de improviso ,
silenciosamente llora;
ó una pena le devora,
ó se quemó con el guiso.
Se escuchan mil tonterías,
se oye alguna frase buena,
y se varía la escena
Je,
1 J
0S S'ise
-,— ?*
^.
■H" *
para mi, todos ios dias.
^.. H^sla li^c^ poco, á comer
'áí iSf-iiquiérda se .sentaba
un señor que acoi|^i)raba,
..„jmientras comía, JÉtÜagr.
^^ Con atención j^
|! el ^lismo llbrCfí
/y y al prppíó ttémpo j^oinía
^ dé un Bttcido fenomenal!.
¡Cómo se hartaba de «ienciaf
aquello era sorprendente:
^ ¡nutrir simul^átn^fp^nte,
I el cuerpo y laíjftí^ífgencia!
■J Tanto me pr'eoi^péy
de lo que el lii||^ sería,
i ' que. impacieBt€^ii?íeVto día
al mózól?, prégate:
—Mé ha llamado la atención
este señor de aquí aliado,
¿será un §4bio ífinpmbrado?
—NO señ% e^Siñi felo ón.
í*-^Cómo^^
. -r-Ms Que nadie adivina
que anheloso de comer,
para aumentar su placer,
lee un libro de cocina...
S, Garrido.
ONRLfBIA — El .público
^se va daiido cuenla, póiíja á
poco, de que la compaBia de Galé merésé
verse, y la concurrencia aumenta cada
noche.
La verdad que el quiera conocer produc-
ciones de los más aplaudidos autores
debe darse una pasadita por el lindo tea-
Vo de la calle Victoria. Un libro viejo y
Sin solución^ las obras que han hecho
el gasto durante la pasada semana, han
alcanzado buen éxito, y no podía ser de
otra manera, dada ~la índole de las pro-
ducciones y el esmero con que han sido
puestas en escena.
Galé, acreditándose cada vez más como
director de escena y como actor.
La Sra. Echevarría muy aplaudí4a, y
con razón. Puede decirse de esta artista
que el público es suyo; lo ha sabido atraer
con sus brillantes dotes artísticas.
La señora Galé, la c'aracteristica más
artista que tenemos hoy día en Buenos
Aires, y las señoras Alvarez y Ortiz, lo
propio que los señores Pardo, Haza y
demás, están bien en sus papeles y com-
parten las palmas con sus compañeros.
La empresa, que no se descuida, nos
hará conocer una porción de obras nue-
vas, dando asi á los prográmaseos posas
indispensables para llamar público^ bon-
dad y novedad.
Por de pronto nos han dado una bofe-
tada que nos ha sabido á gloria. Habla-
remos de ella en el próximo número.
COMEDIA — Continúa favorecido por
numerosa concurrencia.
El público no escasea aplausos á los
artistas, y en especial á Juárez, para el
que han vuelto aquellos tiempos de po-
pularidad y éxito.
En La Ducha desempeña el gracioso
papel de cesante de manera tan acabada
que no se puede pedir más.
Nada de exageraciones y gestos gro-
tescos; mucha naturalidad y perfecta po-
sesión del papel.
:d
■,m^^:'r-
.m-fM*^^«i^EL
m
r_ re:
« En aquel año (1892) apareció una virgen milagrosa que lo curaba todo, menos la crisis, y en
Córdoba la docta se celebraban corridas de toros que dejaban corrido á un Doctor, llamado Alba-
rracin » ,
168
EL« CASCABEL
.VIP A^.^.j
■ Es claro que el público le aplaude calu-
rosamente y &. fé que twiy moUvo.f como
ya hemos dicho.
La señorita Tomás, las señoras Ciudad
-¡^ Blanca y los señores Lastra y Díaz,
cada día se hacen más acreedores al favor
del publico.
El último de estos señores podría co-
rregir algunos pequeños defectiilos adqui-
l-idos en la soledad del Alhambray asi
alcanzaría éxitos como en Salón Eslava,
que representa á pedir de boca.
Fuera de La Mascar ita c[ue parece
destinada á permanecer mucho tiempo en
el cartel, no registran otra novedad los
de la Comedia.
POLITEAMA— Los Madgyares, Ma-
rina. Cádiz, El Salto del Pasiego y
otras obras por el estilo nos ha olrecido
la compañía del Politeama.
El público sale complacido del teatro,
ea especial del desempeño que alcanzan
las obras por parle de las señoras Cabre-
ro, y Ceballos y señores Romeu y Arcos.
NOVEDADES— Puede decirse que Ore-
jón-Roldan representan á lo vivo Levan-
tar-muertos ya que tian hecho revivir el
teatro Novedades, que nació muerto, como
quien dice.
Ahora se puede ir á este coliseo sin
temior de dormirse.
¡Hasta parece que Orejón no baila tanto
como de costumbre!
Asif asi se llega á ocupar un puesto en
el teatro. Lo gracioso no debe mezclarse
con lo grotesco.
Y Emilio Orejón tiene gracia natural.
¡Gomo que es hijo de- su papal
APOL.O— Quisiéramos hablar de la com-
pañía que el lunes estrenó este teatro,
pero la circunstancia de tener que dejar
listo el periódico el lunes nos lo impide.
Diremos ai, por lo qué hemos visto en
los éásayos, que^tíi compañía cuenta , con
elementos buenos unos, y de mérito reco-
nocido, y muy aceptables otros que juz-
garemos á medida quie se presenten al
público.
La compañía?, consta^ de dos cuadi^os; ,
dramático uno, lírico el otro y los dos
cuJEsntañ córi dos lesíreí/os hermanas.
Concepción Aranáz es ya conocida y
apreciada, y su hermana Mercedes viene
|)recedida de gran fama, que na^udamos
conñrmaicCél ^blico. ' ^^c* .
El teatro es muy bonito y tí|ne üi^a
gran coíidición. Las señoras lucen en los
palcos que, al contrario de lo que ocurre
en otros téalros, son calculados para que
resalten los trajes de las concurrentes' á
ellos.
La platea es relativamente espaciosa y
el decorado y otros accesorios á pesar de
tratarse de una obra poco menos que im-
provisada son bonitos, bien calculados y
ofrecen brillante golpe de vista á la sala
(le espectáculos.
Después de Juan Moreira, Juan Cuello
y otros dramas nacionales en los que se
l)Opularizan y ensalzan bandidos célebres,
una empresa nos anuncia el estreno de
Los amores de Giacumina.
A este paso iremos á parar sabe Dios
ú donde.
El teatro nacional se inicia con buen
pié.
Revistas tontas, piezas insulsas, dramas
criollos, y por fin, la heroína del hicos
dil duoño de la fundita delpacaríto...
¡Dios nos asistal
¿Qué dice de esto Mascarilla de Bl
Diario que tan despiadadamente la em-
prende contra las zarzuelitas españolas?
Mucho nos placería saber su opinión
que ojalá influyera en el gusto del pú-
blico.
Apesar de lo que se ha dicho, hasta
ahora no es seguro que nos visite la cé-
lebre actriz española María Tubau, que,
se decía, debía inaugurar el bonito teatro
de la Zarzuela, que levantan por su cuenta
los empresarios Pastor y Garrido.
El aplaudido actor señor Sanromá ha,
entrado á formar parte de la compañía
del Apolo. - j
Es una buena adquisición. '
■>-'■ ! -^
■':0.;
"V^-
EL CASBABEL
1 -jj .
: ^ j j M •"'.Olí'.'- '
Modelo de porteros: •
— ¿Está el patrón?
— ¿Qué se le ofrece? ''
— Venia por una cuenta que...
— El patrón no está. Esta mañana se fué
á Europa.
Lo siento, por que quería arreglar la
cuenta y pagarle el saldo que le adeudo.
— Ah, entonces, si está el patrón. Ha
regresado esta tarde.
Un abonado arrastra el ala á una corista.
Un día esta le dice:
— Voy á darle á V. una prueba de con-
fianza pidiéndole veinte pesos.
—¿Y á eso Uaina V. dar? ' '
— Caballero, no me desatienda V., nece-
sito esos cuarenta pesos, y tenga en cuenta
que á veces un peso representa veinte.
Hay ocasiones.... ,; , • . r > -^
—Pues, tome V. dos pesos, y queda
complacido. .
— Como!
— Si un peso, á veces, representa veinte,
ahí tiene V. dos, y sume.
Aprendan VV.— Dice un diario:
— Hé aqui un hoja arrancada del diario
de un elegante: «A las once de la mañana
me levanto; leo los diarios (parte social,
cuando la hay) hasta las doce; almuerzo
en París ó Mercer y concluyo á las dos;
paso á casa á vestirme; tomo un estimu-
lante en Empire ó en el Casino; espero alli
el carruaje y me voy á Palermo; regreso á
lag siete; vuelvo á vestirme; como á las
ocho en lo de algún amigo, Mercer ó París;
concluyo á las nu^e y me voy á una
sección de la Comedía; paso de alli á jugar
en algún club; satfgoiá la-tiriáí-ó dos y me
voy alo de Merc^ái tomar chocolate; á
las tres me acueai^ y...t IpÉielta á empezar
el dia siguiente. ¿ 'k i" '
¿Este es el diarío ^de un él^ante ?
1 Dios me conserve cursi, toda la vida !
' ' '*'" Hoy que de venal é ingrato
dejas tu fama sentada, ''
' ~ -tina revista ilustrada - >
da á conocer til retrató.
Pluma que á gotas destila
la tinta, eñ tu mano está,
y quien lo que hizo sabrá
puso debajo Se alquila.
—Adiós, Juanilo : ¿ y tu casamiento?
— Lo he roto.
"¿Tú?
— Si. Mi futuro suegro quería adquirir
noticias sobre mi persona...
— ¿Y eso te ha ofendido?
— No; pero sabia que hubiéramos trona-
do después, de adquiridas, y he preferido
tronar antes. Sobre todo, la dignidad.
Los diarios se quejan, con razón, de la
mala conducta observada por algunos vo-
luntarios, que arman bochinches cada dos
por tres, haciendo muy poco honor al uni-
fornie.
Proponemos una cosa, y es: que al que
promueva escándalo se le fusile inmedia-
tamente, í
(Pero con pólvora sola ! ' ■ ■■ '' '
La cuestión es seguir la broma.
Y apropósito de volunlarios. ; ;n
Un (distinguido artista» pintor, que forma
nrt.p HpI nrimp.r hnt.nllón. nr>s ha npnmAt.i-
parte del primer batallón, nos ha prometi-
do una colección de croquis y apuntes, que
publicaremos tan pronto estén en ^juestro
poder.
El Diario la emprende contra la zar-
zuela española, y la verdad que no anda
desacertado, lomando la cuestión tal y co-
mo la toma.
Aunque, bien mirado, contra quien debe
tomarla es contra el público (jue no tiene
curiosidad poir conocer obras serías y bue-
nas, como, por^emplo, las que pone en es-
cena Galé.
Las empresas que explotan el flamen-
quismo que tanto disgusta hoy al Diario^
hacen bien en explotarlo. . '
El público llena los teatros por seecio-
nes?
Pues duro y á ellos. Vengan obras en un
acto, con mucho de aqui y mucho de acá !
im
m
ELéÁSéÁfefet '3
En un exám^Al&^UcJ^^:
lVi)fesfiHV--iCuAii4(»'Boq los sexos déla
Taza humana?
Colmó : '
El de^nxsoehMTQ. .
Cobrar lo justo
í
^
Jl
ujy A
/ '-
Leemos en el dorso de un billete de vein-
•te pesos:
«VoWerón las oscuras golondrinas •
De tu balcón sus nidos íi colgar.»
Pero... ¡ay! estos veinte hermosos wa/es
A mi bolsillo nunca volverán.
C«i¿¿6»iarui8da<}ue»iás evoluciones da
^en un segundo.
La efunda de la Bolsa.
■ . ^ • ■
Según Blas, el malrimonio
V^ €8 igual a la cerveza;'" ; *
pues sé sube d la cabeza
y amarga como el demonio
fioa;.— Sfi^testé su segmwlá por que llegó tarde.
<}ueda V^^mplacido y ¡pruebe otra vez!
S. C. fl.-TambiéQ lo de Vd. llegó tarda, y, fran-
■camente, no me ceavíene, aún que no es malo del
todo. .. ■■;.-.ff#'^:"''-"*'^^'' -;
Abel.—ie^0fém\'0^9éyoy a buscar á Cain pa-
dra que inM^ u& ésci^iVitto .
ñó sus apun-
?'
Júpiter.-^Pa s sü
vísioní^jij/f Í4H/ W ^, . , , ,^,__^ , „. ,^. , ,.
iV. K. B. A.— Su «Háliazgo (ie Ropa» £• cáela: pícá
mucho. -• ^'H' ^-'' 'i 'i*^ '■ / .•■
Tomasito.~V,n cambio su «PaU4ep» es de lo tcáí
l>álidoque he risto en mi vida.
Crátera.— Mire Vd>)'ló«pie son las t»tas....! A mi
rae parece Que.)o^ cs^boai^ipf se vQl\«rian aii^adps
contra Vd., y con sobrados motivos.
Cos<i|trt7/a4\— Apreciable cons^ero; su «Epigrama»
no lo publico por que Vd. seria el primero de; criti-
carlo en una de sus anttenás cartas.
7Va¿'i¿co.— iHujBamos de las suegras, y de los sone->:
tos como el que manda Vdl
Lindero C. -No se incoiüode Vd. y téngÁ én cuen-
ta que yo no lo hé solicitado. Para t -rminar, y &fin
de que «Ella» se burle de Vd. como es debido, pu-
blico algo, y ¡ que Dios me perdone !
« Bella paloma, dime que si
que te adoro considera
y tu figura placentera
grabada siempre tengo aqui.
Mi corazón ya sozobra
y pregúntase timorato
y tímido cada rato
¿qué me falta? ¿qué me sobra?»
Pues & la vista salta. Faltan silabas, sobran, sila-
bas y otras mil cositas.
Catoíeardo?'.— No estft mal; veremos.
Platónico. — Comprendo que no es poeta ni tiene
pretensiones, pero ¡por Dios! no e8CFy[>a Vd. Aq/oí
asi, con ache. '. "\-\ • 55 ¿^
P. Af. iV.— Sin la firma no publicaré liada, ii^r
bueno que sea ello. Ya lo he dicho mil veces.
P. K. por r. — Apun ado. — Y la «Declaración» no
me acaba de gustar. Otra vez será.
Varios jóvenes. —Agradezco el interés, pero no
puedo limitarme exclusivamente á lo que W. indi-
can. No ob.stante verán que no desatiendo consejos..
Inocente.— ¡Se han hecho tantas parecidas! §
— — ■ '' '• '■ ■! ','1. ^::'"i- . . i'i Vil tf-
EL CASCABEL^
vi; SEMANAHIO FKMIVii ll,l>THAI)0
Director: ENRIQUE COLL
m
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g ±.5Q
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » O.IÓ
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN T ADMINISTRACIÓN -
«««-ALSXlTA-ée® (ALTOS)
EL C4#9A8F^
t91
LÉÍJ
JUitji. üAib Ü/J
COMPAÑÍA.
lie e Ji4-
fRÁSÍTL'AÑTlCA E'SPSÑOll
VAPORES-CORREOS
Subvencionados por él Gobierno Español ,
Servido mensuaJ fijo 'iTi'-n
elitre él Rió dé la f^táta j Europa
Las salidas de este puerto serán el i de cada mes
para Saáta Cruz de Tenerife. C'áíliz, Barcelona y Mar-
sella, admitiendo carga y pasajeros, asi como para
Vigo> Coruña, Santander, Bilbao y d^iu&s puntos im-
portantes de España. .
Por m&s informes ó datos, ocúrrase t sus agentes
Antonio López y C*, calle Alsina, 75i). , .
Nota.— Se expiden pasages de yenida de todos los
puertos y ciudades de E.spárni.
A ,•/
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juegos ,de lavatorios de metal blanco, licoreras, ca-
nastas para pan, aceiteras, coberteras, floreros, lam-
paritas, veladores, filtros para agua, eic
TÍp1í)Hot*¡)G sorbeteras, necesarios varias
~-'^*"*-*C' "*i formas y clases, bid»>ts surtidos,
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cts paquete
Recordamos al público nuestros antiguos y
acreditados cigarrillos **
DANDY Y SPORT
R SOLO 15 CEITmiOS PXQUETE
CASA CENTRAL
RIVADAVIA Y CHACABUCO
imp. del «coorrier d* la Plata*— M4yieo. nt
■■_ <■! *i,«é". eSteíiiP,"'-. ..
- T>^^' ■'5''ss?í«í^-. i^ffi^'^-'^'^^^^^m'^^^^Ti}
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ÉltéB,Mano 30 de 1892 NAm. 13
••ÍU' 7.'
í:L CASCABjE
^j|||ri¡iiü|j|'iamüiiL!
Mi(« propiettrio: FRANCISCO FERRÉS
ileáacciüD y Administración: ALSINA 4S9 (allíis)
i ■ j r¿ ■-.^■'
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HORAS HR OFICINA DE 2 Á f) P . AÍ.
Hrecioen la ciudad... $ 0.10 el número
Kuera de la ciudad... »0.aO id
Fotograbados de CoU
Aplaudida y festejada
tendrá, si asi lo desea,
en sus redes encerrada
á la juventud platea ia,
es decir, de la platea.
T^
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, H uj i .i./.- .t iit, u^*«^jLy b Jí-j^
lega a pre-
Lo del centenario de Coirón
ocuparnos. .
Yo, es decir, ELOAStiA^EL, no es de nin-
guna comisión de las varias que se nom-
bran para preparar festejos, pero apesar
de todo, sigue con interés el curso de los
sucesos.
Y ¡cómo nol Si, como repito, todos
estamos pr^epcupados hasta el punto de
que la cocinera me preguntó el otro día:
— Diga V. señor, ese Colón era vende-
dor de huevos?
— No, hija mía. (A las cocineras las tra-
to paternalmente).
—Lo pregunto porque he oído hablar
del huevo de C!olón... .
— Ah, si. Se trata de un experimento...
-¿Qué? :
-—Trae un huevó.
^ Lo trajo, y delaat© de la atónita artista
;^^ culinaria, lo dejé tieso en la mesa por el
'procedimiento que todos conocemos.
Desfle ese infausto dia, ha tomado mi
cocinera tal afición á las pruebas, que
rompe docenas y más docenas de huevos.
Y yo estoy condenado á tortilla per-
petua..
Por lo demás, sale uno á la calle, se
encuentra con un conocido v la conversa-
sión recae 8ob'rei*Golóñ' invariabJéittente
f^yrrtÑo prepÉipa: V. nada corímotivo del
'fc^^nario?-.. i^-'l-,;-';':^" '¡rr--,-*^ tie-^<i-:-- *;> -r
■•■■ .vt^rNójSeñírf^, -piór'ahorav"'' ••-.rr'..- '-í-^f:,»
P-írjPué» yo«stoy' dandp cima á' un írB-
bajo .COiU>8h1!.í V :^i i : .i-l/^ .oi:
— ¡Hombre! . ^^ ;;
— Sí. Un estudi'^^ sobre Ur costil inbros
de Colón. He 4legrtdo á descubrir que el
cMebre navegante no tuvo amores en su
vida. !
— Claro, ocupado* en inve8.t%acione.-'
científicas ... ■ ■'■ ' ^
— Kn cambio parece probado que tocaba
el mandolín, y de ahí so deriva la -aficióíí
que á lo flamenco tiene el. doquaí dé 'Vera-
guas, descendiente de Golórv,'ly «düefio^ dé
utía ganadería de toros brafVOfi^.r» •»'?>«.*?
— ¡Cuernos! ,i¡ > v ; '^n )■?•• ít 'ti/-:
— De esto se tratal • -wini
Dejamos al ao igo; y nos dirigiinos ^á
casa de un señor que hace preguntan á
Argos, y que toca el clarinete para-'curar-
•ie un flato que le molesta bastatttfti-í^ '. ,,
Llamamos, y la mucama no& hacéMS^a
de que no hagamos ruido, n- ii/ ' r. 'ohw >
—¿Hay enfermos? > c ]' *"■
— No tal; es que el palróni»^Ji;^ .= ; í ;,/=;
—¿Duerme? i' i "',
— Nó; está escribiendo... í' » ■ "
— Pásele aviso. Dígale que deseo hablar
con él. :■■ "^ ■ t-^^-"- í
Me hacen entrar y encuentro al buen
señor consults^ndo libros y revolviendo
papeles.
— ¿Qué es esto, amigo Pér^iz?
— ¡Ah, el centenario!
¿También V.?
— Sí, pienso escribir á Argos, que lo
sabe todo, preguntándole .si Colón usaba
pera ó barbal como Lastra. ' ;
."í- tg'-i-^/i'^ i-,"^^
EL CASCABEL
15»
— Es un dato interesante.
-tAxlemás^ pienso que en Buenos Aires
se celebrará alguna velada^ < ñ honof del
célebre navegante geaovéa^ y íne^preparo;
He empezado un poema en el cual defien-
do á Colón de ciertas imputaciones fal-
— ¡Pero hombre!... ¿Qué cariño es este?
—Quiero á Colón conjo á un hermano,
y he de decir cosas muy buenas é igno-
radas hasta la fecha.
— El almuerzo— dijo la mucama tímida-
mente.
— ¡Yo no almuerzo! rugió mi amigo. —
Estoy ahora en el canto cuarenta de mi
poema y he de hacer diez más antes de
probar bocado.
Entendí estar de más, y me^ marché.
Me marché temblando porque si la co-
misión que preside el Dr. Calzada, acuer-
da celebrar una velada, no es mal aluvión
de tonterías en prosa y verso, el que nos
aguarda.
Cualquier hijo de vecino se cree con
derecho, á descolgar la lira y entonar un
canto á Colón.
Así es, que nos amenaza un cataclismo
poé tico-oratorio.
¡Pobre Colón!
A estas horas no tiene secretos.
Todos sabemos su vida y milagro*.
Y hasta se le quiere elevar á la catego-
ría de santo.-
Los más empeñados en beatificarlo son
los innumerables contratistas que en esta
América, que él descubrió, han encontra-
do gobiernos benévolos que les han per-
mitido cosechar los más preciados frutos
(prohibidos ?) de'esta tierra de promisión.
y
Ks lo que me decía un t« nedor de libros
hoy cesante.
— :Colón descubrió la América y otros
han descubierto la manera de sacar ta-
jada.
— Hable V. más bajo que nos vá á oír
.Madero, ó Mediéis. j:^_
\ Por lo demás, bueno es que nos preocu-
pemos de honrar !,i memoria de Colón
<¡n recurrir, como hi recurrido un ten-
dero amigo mío, á la perfumería.
• ;^¿A la perfumería?— dirán ustedes.
Sí, señores; de unos días á esta pirte,
^e perfuma con agua de colonia de la ba-
rata.
¡PiW honrar á Colón!
. «ISTEMI©
Yo sé que altivo, y orgulloso y fuerte,
lo azul mirando desafío al cielo;
y sé que mi alma, remontando el vuelo,
su férreo mando sobre todo advierte.
Yo sé que el polvo se desmaya inerte
para seguir mi creador anhelo,
y que en todo lo oculto roto el velo,
no hay para mi poder, ni lin, ni muerle.
Yó sé que mi potente inteligencia
vence, aniquila y reina poderosa
sobre el trono fulgúreo de la ciencia:
mas no sé por (jué causa misterio.sa
cobarde tiemblo, si con inclemencia
me mira airada de mi amor la diosa.
Adolfo S. de los B/os.
~&~m^<r
MUCH\ EJECUCIÓN
La bella .Julia Laldaba,
que es de un gran piani.sta esposa
la habilidad asombrosa
de su esposo ponderaba,
diciendo:— Tuca Kl Marino,
El ensve'o del poeta.
La Favor Ha. ELProfela
y La fuerza del destino.
Y con malicia no poca,.
Pepe Pérez exclamó:
¡Ya quisiera tocar yo
todas las cosas que él toca!
Manvel B. U garle.
^^^^si'^^tf^ " '^■'^is^'^^i'w'if^ '•¿^■"■^í ^-t^-'- e^-^'f^^^^-f^msmm^'i^^zí^^- ^ '■^''^^'«•'■'^írq^g'^^y^fwgi^p^
mi
llU
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EL CÁ"SCABÉL
IMV tífil-t V-
' ' ' í
.( iiy I -1. , ■. -1 >i(
El otro día se presentó en mi ca?a Emilio Albareda, joven de mucha inteligencia,
ilustrado é ingenioso, á quien hacia tiempo no había visto.
— Traigo un proyecto soberbio— medijo— y vengo á consultarlo con V.
— ¿De qué se trata?
— De una Guía de Buenos Aires...
— ¿Ese es el proyecto? Pues le aconsejo no tenga mucha fé en un negocio tftri ex-
plotado.
— No se trata de una Guía igual á las que hasta h,oy se han hecho. Mi idea es más
nueva. Vea V. las principales lineas de mi trabajo— y abriendo un cuaderno me leyó
lo que sigue: •
GUÍA UNIVERSAL
•■■ • I- •■ , ...- ■- .-. .
SECC1Ó5J PRIMERA
i Casas DE JUEGO Y GARITOS ' ■ '
Aqui una enumeración de todas ellas.
Personas AFICIONADAS Á jugar.
Una larga lista de nombres, entre los que figuran algunos muy conocidos^
Frontones, tongos, calotes
Debajo de este título, varias recetas para engañar al prójimo, con diversos expedien-
tes para ponerse á salvo.
Pechadas
Una reseña histórica del sáblnzo^ desde Adán hasta nuestra época, con infinidad
de métodos para pechar. '
SECCIÓN II
Colocaciones
Para Seño7Yis
Para Caballeros
Tiple cómica. i
Mamá sopdo-muda. ;
Modista con piezas para alquilar. I
Sonámbula de \ a facultad de París.
Baronesa que escribe revistas de modas. '
Mucama milagrosa, con cama ó sin"éfiá. ¡
f I. ^/ y \ , j i , ! ICaballeros
Lai*^a lisia de protectores del bello sexo,
ter, adicionada con las señas de sus domicil
Conde, Marqués, Barón.
Esposo de primera actriz. ■
Notabilidad trashumante.
Médico especialista en enfermedades de las
uñas por medio del fluido... de Litle.
Duelista con tarifa.
Pié santo. , ,,,
Fundadores de diarios.
sensibles . : > ^ M í i ;
con noticias acerca de sus gustos y carác-
ios.
Bello sexo abordable
Solteras
Con dote
X. X. $ 10.000.
Z. Z. $ 200.000.
N. N. $ 80.000. "
H. H. Unos terrenos y 'mucha hacienda.
S. S. Tísica $ 600.000.
Sin dote
{
i é
R. R. especialidad en el canto (canta en
la mano.)
J. J. Nerviosa, buena médium; especiali-
dad en pintura.
L. L. Coqueta, tiene seis novios á la vez,
de todos saca partido. El que se case con
ella puede esperar en el porvenir.
Casadas
Señora de A — Le gustan los rubios. Es imprescindible ¡saber tocar el violiri.
Señora de J5— Precisa caballero respetable, reservado. Inútil presentarse sin reco-
mendaciones.
-tfj- .L~-í»wr -iSK^mf^
»* 'y?7'
^[^|^K^;^'í5R:??s-> ' ■ ■-;:.'^f^'^^¡^^''^-'W^^.^í^^^?!^;*Wi^^ft.-'Ty¡^^.
EL CASCABEL
197
.;. i:( A' liiA' i .( ■■
Señora de C— Hombre robusto. Se prefiere vasco.
Señora de Z)— Anhela un joven delgado que escriba versos. Se muere por los sonetos.
Clorinda de M— Busca 's<jcicipar|i SÍk}u1.íár ca^aamufebladd. | \
Emma de C— De^acoñtrnie^imevas nypciasj quiecb ¡uri e^ip^p calavera. Partidaria
de la ley de Lynch.
Nina de /—Pide retratos. Quiere buscar un sucesor d su marido, parecido en un
lodo á él.
. ^ ;/;■ SECCIÓN III ' ,
Templos y Sociedades
Templos de Baco. .
» de Venus. • ,.,..;
Sociedades de elogiosa mutuos. , , ;;,,
n . de beneficencia... para el directorio. , ,
» de explotación...' del prójimo. -
Personas que dan socorros y se dejan robar fácilmente. (Una nota muy exigua, llena
de preciosos detalles.
Manías y aficiones explotables
Sr. ..—Maniaco por la literatura. Protector de lineas cortas y largas.
Sr...— Buscador de todo género de presidencias. Aiicionado al bombo. (Se le puede
ilusionar con un proyecto de cooperativa.) •
Sr. .. -Inventor. Asequible por medio de un proyecto de Sombrero hidráulico, que es
lo que hoy le preocupa. . '
Sr. . . — Editor de libros pornográficos.
Sr...— Paga todas las dedicatorias de valses, retratos y libros dirigidos á él.
—Hay, además, en la Guia— dijo, dejando de leer Albareda— consejos prudentísimos
para vivir. El sistema de sobornar jueces y vigilantes. Los medios de falsificar billetes
y fundar loterías. /Larga serie de meditadas escusas para no pagará nadie. Nota de
los proveedores que vendeaá crédito. Procedimiento para ser nomorado diputado. Con-
testaciones para aceptar convites y rehusar desafíos. Industrias prohibidas y m%dio de
ejercerlas. Comercios ilícitos y sistema de explotarlos. En fin, todo lo necesario para
lograr prontamente reunir una fortuna sin gran trabajo ni (juebraderos de cabeza.
— Le felicito á V. sinceramente— le dije— y espero que hará negocio. Deseo, no obs-
tante, pedirle un favor.
-¿Cuál? '
— Que no me haga V. apar.3cer en ninguna de las secciones de su Guia.
— Concedido, aunque por ahora no pensaba que figurase V. en ella. Aguardaremos
á que tenga V. debilidades, mujer ó fortuna explotables.
I José Jfa Mendoza.
DETALLES SIN IMPOETANCIA
ÍD
I querido Emilio; Cuento
como te pedí, contigo
para que seas testigo
mañana en mi casamiento,
iiie encuentro tan abitado,
que no acierto ni á escribir, ''
hoy no he podido dormir
nervioso y sobreexcitado.
Ya me parece que tarda
la hora en que Inés sea mía,
y sueño de noche y día
en la dicha que me aguarda ;
siento una extraña en)oción
al recuerdo de mi Inés,
pues mi prometida es
mi tierra de promisi«')n.
¡Si vieras cuiindo levanta
húcia mi sus bellos ojos,
qué látjjos tiene tan rojos,
que tjJancura su garganta!
Cunndo irguiéndose,, graciosa
vá á Palermo á pasear,
hay en su modo de andar
la magestad de una diosa.
¡Diosa sí! A quien hago voto
de adorar eternamente
'■-ar
líw
Fíré/tíiéÁBííi'.
, y ser rendido y ardiente
un fanático devoto. '
», Ya Ye(3 Gon qu^ frepesi
adoro á, mi prometida ; .
pues ella también su vida
se. pasa pensando en m í . . . . ,
¡ Vaya! Yo incohscienteniente
hablo de lo que me pasa
y ella, pobre, ahora en su casa.
me aguarda impacientemente,
y también me he olvidado '
hablando de mi ilusión,
hacerte una descripción
del trouseau y el decorado.
Xo creo, cual los que dan
á esto importancia excesiva,
que en ello la dicha estriba.
Adiós. Que no faltes.
Juan.
.II .. ■-;.■
Mi inolvidable María:
■ Con impaciencia te espero
pues, como me cuso, quiero
que compartas mi alegría.
Verás qué lujó en mis trajes,
qué sombreros tan preciosos.
<\ué adornos tan primorosos,
qué ropa blanca y qué encajes.
Las joyas s^n un primor, ■
todas pedrería tina,
y á su vista se adivina
un buen gusto encantador.
, Quiero que veas despacio
el confort de mi morada,
pues se encuentra decorada
cóíüO 'éi ftiéVa liltí' i^laidió : '
sillerías, cortinajes,
todo con arte escogido, '
y en cuadros j hay un surtido '
de escenas y de paisajes !
El boudoir es un portento. ,
De un tono azul tapizado,
parece un nido encantado,
que pintarte es vano intento:
estatuas, barros, jarrones
coloreados tenuemente
á la luz que suavemente"
se filtra por los balcones ; '
un lienzo, á medio acabar, ' •'
¡que imita un grupo de flores,
y pinceles y colores
por si deseo pintar, ,^
Todo arreglado de modo
que de ello me encuentro ufaní
A ver si vienes mañana
para que lo veas todo.
Te he escrito á la ligelá, ' ' '
y ahora me marcho deprisa, '
pues la doncella me avisa
que mi modista me: espera.
Pon en venir interés,
pues ya sabes mi impaciencia
de tenerte en mi presencia.
Adiós. Hasta pronto.
' ■ Inés.
Posdata.— Kijitá, confieso
que me pasó inadvertido
hablarte de mi marido.
í^a tendremos tiempo de esól
Licis García.
m^
■H*:
^OMBRE^ prevea il^iA^te
por dos».
Pero es muy di^u-
. tibie la bpa^^d dental
^alorismp en mucEísi-
Nmos casos.
Nuestro gaucho es el verdadí^o tipo del
hombre de d caballo. í ), ,
—¿Porqué no se lo dice á su marido?
— ¿Qué quiere? Mi marido es tan poco
hombre, que no es capaz de nada...
Don Lorenzo, exclama con mucha fre-
cuencia, que él es un hombre toro... por
que tiene pelo en pecho.
¿Qué me dirán de don Miguel, que se
enfurece cuí^ndo le dicen que él no es un
hombre entero?
—Mil bombas, les juro á ustedes, que
yo soy un hombre entero...
¡Y tiene una pierna amputada!
CWóntas veces se oyB decir y. sp dice: es
i^juiá ííomb're grande, pop..dedr' álfo.
Don L-ilcio, que es un hombre alto, grue-
so, et*;., es fn«y J90C0 hombre.
■ Hombre de mcd'^'^nsto; asi lo llaman á
un amigo mió, porque se caso* con una
mujer vieja, fea y... rica.
Hombre, ¡Vaya un mal gusto!
Don Juan, es hombre para poco.
Tiene ya 60 años y, hasta ahora, apesar
de serlo para poco., sigue siendo hombre.
Hombre de peso, le dicen á mi tío.
¡Claro!... ¡Es tan pesado.. .\
Se oyen con frecuencia diálogos de esta
naturaleza:
^^^W^-
,' ff,T.^«-;-»r»;
?^r^GA6BABEL
\m
—Créalo, amigo; es un hombre como nó
hay dos. ^. . w ; < "rt ?
—En un pellejo.. (í ffin^^uda alguna.
—/Oh, si! Es ua: hombre de gran cora-
zón. : r^: > .'
—¿Y quién lo duda? Figiírale que á Emi-
lia le dio un pedazo; á Luisa otro; á En-
riqueta otro más... y hace pocos días me
ofreció otro más ñ mi...! ;
— jAy, amigo! Si la co/^a sigue andando
asi, somos hombres al agua. i
— Pues yo he de perraíinecer en seco, con-
testa el amigo, que es hombre de fortuna.
—Con lo* tiempos que corremos, es pre-
ciso ser hombres osados.
—¡Ya lo creol Présteme cinco pesos.
-i .....r . .:,,".,
El hombre es fae^o y... ¡con cuánta
facilidad se enciende!
Don Telásforo es un homirc tie humor,
pero se pcftie de mil diablos cuanilo le
dicen que tiene humores^
¿No es un sarcasmo, l'amar á un joro-
bado: hombre recto, por muy íntegro que
sea en todos sus actos?
¿Y no lo es otro, llamar: hombre lleno.,
á uno que hace dos dlás que no come?
Al amante de dar pechadas ¿porqué no
llamarle hombre de pecho?
¿Cuántas veces no se dice, al cabo del
día: ¡Pobre hombre!
Esto, aún para los más ricos.
Doña María decía el otro dia con mucho
énfasis: Yo, no tengo hombre... jY era
casada!
El geógrafo, debe tener mucho mundo.
Esto es: que es hombre de mucho mundo.
Los hombres de honor, van al campo
del Ídem y allí... firman actas y más actas,
en las que desdicen lo dicho... y salvado
queda el honor.
Hay hombres, áe letras.
Además, liay hombres de -guerra; bue
nos, malos, lindos, feos... ]alto! No se dé
por aludido el Dr. Bonifacio Lastra*.
Armando Flores
Con afán desorden aelo
al billar todo lo inmola.
Y si algún enamorado
quisiera ser de elja amado
lo será por carambola.
2(10
-EL CASCABEL
f,,.
A N UNGID S
Ama fresca, primeriza, soltera, buenas reco-
mendaciones y leche de un mes.
Se ofrece una señorita para trabajos livia-
nos ó para enseñar algu. Muy instruida y con
buenas referencias.
//ífdli
JllíüíMiJllilüUillllil
«Se necesita un sastre.» ¡Yo si que lo nece- Pintor diplomado; especialidad en cocinas y
sito! paredes.
-Y-^5r~ ...'T -s?ir-í7«T^T>3^^^^
EL, (;ASCABeL
187
GENCRALCS
Se desea un socio con capit;il de 300() pesos
para implantar una nueva industria. Negocio
seguro.
Dinero. Se dá soiire fincas. Reserva abso-
luta.
Cobrador. Se ofrece uno para cobrar lo que Matrimodio rornial se ofrece. El marido para
- cualquier trabajo y la mujer para doncella.
'i^^T::-"Jr:!-^'^:s.'yr;^r^f;^^^^!^-i:-:^^^.
k :^W^^tyf^':%:^r--g^^jsy''^^r'^^ r>'^ '
2ító
EL CASCABET.
BAILE DE SOCIEDAD
Mi querido Director
del festivo Cascabel:
yo no sé si en su papel
tendrá cabida un cantor.
Soy cono padre de la flor
del barrio de Balvanera;
mi guitarra, es la primera -^
en toda farra ó payada,
y por todos alabada ;, r
cuando toco una habanera. '-'
Yo visto saco cruzao
y calzo bota cantora;
mi corbata, es voladora>,./
mi cívico, requintaó '. ■/:,
voy siempre muy aQpíitao^ - ^ f-
y en cualquier farra qu<líiiaetj>
se me mira con respeto^'; .>,V.
porque soy medio p^aó.) 1/
El sábado, á la oración,
cuando salla á pasear,
me vinieron á Invitar
para asistir á un bailón.
«Escrita la invitación
en-lm .papel floreado, '^V
con su programa variadéK, 7
de . pupo tango y cuadrilla,
y costéao por la pandilla = '
de ios gringos del mercado ;
Me comencé .4 empaquetar
y me acomodé eJ fillingo,
para por. si acaso un gringo
se me yema á'cmbroinar. _
PesqlJ^tln^pa^ruage $1 paséf^i
con un cocjiet^ j|rand6te|,l V
Je di el námerQ:.»! muy ?óté '''.-■. .
no compi^ndióí ta,bofada, '.
yá la prinaera parada
bajé V le pegué el calote.
Guandd. en eí baile dentré
preludiaban' uíiHancero, -
miré á íí¿8*paicaS'prijji»rb
y estasiádk) melqiwidi^/ í,- ; ".
algunas habia^ Jij p4á/;"/-/^ ? *■"
esperando ijt^íepipezárá: "
estaba I¿ígíitt8fa^t/|jar3,% s
Rita, Virginia íí^^Jíoilésta; ,;
quien me mito miay enhiesta I
pidiéndome lasadáca. j \<r '
Cuadro enseguida formamos
pero que daba calor .
¡Viera amigo Director
que lanceros que bailamos?
Los mozos nos agarramos
de contrapunto á florear,
y era corte de admirar
Jo que allí todos hacían.
^
y los gringos que nos veían V\ i iJ
se pusieron á estrilar.
Unas palabras cambiamos
y á éscaviar nos dirigimos;
cuando escaviaos estuvimos
en cuadrilla nos floreamos:
un batuque les armamos
á los gringos, colosal,
pero apareció un bagual
que decían presidente,
tocó pito, y un agente
se presentó en el local.
Como yo era el promotor
del bochinche, me llevaron,
en la cuadra me encerraron
por compadre y peleador.
Dígame, mi. Director, -%
si es motivo suficiente, *
para á que gente decent^. ..
selelleve á la cafíia, ; ■
á reposar unát púa, ' 1
arrástpao p(»f unh ajenie.
Por la copia—
C. N. L.
pÉ DOMINGO ^ DOMINGO
—Vaya ufia b&0taclal r [i [f\
—¿Le han pegado a V.? ^'¿^ ]. :, ¡ "
—No, hombre; t^bio de Lé¡ í^k^táda
de Novo y Golson^ püesla en^cerfa en el
Onrabia, ppr (Jalé y/C». '-i \y
— Ah, vamos, respji'o^creí^ájp le habían
atropellado á V.... .. . .^, ,' \ \J
— ¡Cá! Si soy capá^iíJeijíreseft'tóV ja otra
mejilla, cómo quien dice, paya que me
den otra bofetada por el éstil^Ü
—Ahora la empresa ha enii&ntrado El
gran filón, comedia adaptable al país...
Y tan adaptable.
En la República Argentina no hay ^¿ów
que no haya sido expíoítódo. i
Hasta el gran filón político, que tanto
gusto ha dado, y dá aún á CféiriUs perso-
nas que se entregan á ia p)fHica, sacri-
ficándose en aras de la patria...!
";SspSS*í~; ;-■"';.";;,
Éi: CASCABEL
203
i í 1 ; ■ f I í i J
UNA CANA
-Mira, acabo de enconUar en tu cabeza...
¿Qué?
¡Una cana! '
-Bueno; magnifica ocasión para echar una cana al aire. ¡Y conligo!
'■^ «■ -- ""j' *■ í= qm^-3 ^5i^
^•^ í^*-^ (■ JT*"'
204
EL^CAjBqABIff'
—No divaguemos.
—Tiene V. razón. Después del bofetón...
— ¿Pareados á estas horas?
—Digo; de La Bofetada, Como las go-
londrinas y Bl Gran filón y Sin Solu-
ción, no hay nada nuevo de que dar
cuenta á no ser que repita que Galé...
- Si, ya lo sé; es un buen artista, en el
sentido más lato de la palabra.
— Bueno; no me dé V. la lata y reasu-
mamos.
■—Pues, reasumiendo: el público concu-
rre al teatro, queda muy satisfecho y la
empresa también.
-¿Y Apolo?
—No tengo el honor de tWtar á este se-
ñor.
— jHombre!... Me refiero al teairo.
—¡Ahí Bueno y haciendo camino. La
inauguración fué... un poco fría. Divor-
ciémonos no gustó mucho, que digamos,
apesar de la señorita Aranáz (C.) y el se-
ñor Rofeles, que hicieron cuanto pudieron,
perOéJ'í/^::yit.-; '.■:• .. - r r.-'eh
—¿Hayan peyó? ^ ■, fs
—Si;enm GranGaléoto, el Sp. Robles
y la Srta. Aranáz (G.) obtuvieron un éxito
más que regular, y lo obtuvieron ellos por
que las segundas partes.». ^ ; i r
—Nunca segundas, partes fueron buenas.
—No digo tanto. Volviendo á la señorita
Aranáz (C.),efttuvo-bi^^ aunque quiso ex-
tremar ia^naturaüdíMl, y resultó frío algún
pasaje del drama; pero al fin, entre el Ga-
leoto Y- J^ív&rciémonOiS nos qaedamjos con
el Galeota y el publico pensó de la mis-
ma manera y lo demostró no escatimando
palmas. , , , , ,, , /
—¿Y Robles? .: :: , 10- . : ,:■
—Tuvo momentos felices y fué también
justamente aplaudido.
—¿Y el cuadro lírico?
—Hay de todo en él. Mercedes Aranáz
ha caído en gracia y no es de extrañar,
por que es graciosísima, monísima, ele-
gantísima.,^. .
— jCarambisima!... ¡Cómo se pone V...!
—Es que Mercedes vale, y tiene todas
las condiciones que ha citado. El público
se siente dominado por esla niña, por que
es muy joven la nueva tiple, y aplaude,
aplaude y llena el teatro que es un gusto
para la Aranáz,..
—¿Cuála?
— Concepción, que es empresaria.
—¿Y los demás artistas?
—Molina, Sanromá, Ferrandiz, Reig(E.)
y Reig (L.), se hacen aplaudir, y pronto
debutará Carlos Alonso, con la zarzue-
lila R. R. que tengo el gusto de recí)men-
dar á V., como le recomiendo a la señora
Carbonell, mujer de buenas prendas...
—Y si nó. véase la prendera que hace
en Nina.
La Comeííía concurrida siempre. Nove-
dades una: Candidato independiente que
fué del agrado del publico.
Juárez pone en escena obras de su re-
pertorio, conocidas ya, pero aplaudidas
siempre, y el público constante llena inva-
riablemente el local, que para el invierno
es de lo más apropiad i to que tenemos en
Buenos Aires. : , .
Politeamá, .Novedades,, Alhambra y Do-
na, siguen como, de cpstumbre;. es decir,
Doria nó; sigue peor que de costumbre.
Los amores de Qiacumina es un alen-
tado contra el J>uen;gus.l,oy una amenaza
para el teatro pacionaL ,
Pero... ¿el teatro nacjpnal existe? ¿Al-
guien se acu^da, de é|?M^ ,, ■ r,,-
Ahora herat>s, es decir, han descubierto
un nuevo género de estafa. Urips indivi-
duos que venden paquetes de cigarrillos de
«La sin nombre» á precio tan bajo, que
muchos almaceneros de los suburbios han
hecho grandes provisiones.
¿Saben ustedes qué clase de tabaco con-
tienen los cigarrillos?
¡Aserrín! ,, .
Los dueños de «La sin nombre» no en-
cuentran nombre para calificar esta es-
tafa.
Y los que lumen un cigarrillo de esle
tabaco fin de siglo., quedan en disposición
de que el mucamo empieze el barrido del
estómago. '
A ki bella Concepción
de negro, sin variación,
EL CASCABEL
205
— ^Ñ : —
haber cedido el puesto á un cronista de oca-
sión i •''-■■ :j-^- ;-■:«. ■;-'■^^ '. ■■
Dios se lo tengfi en cuenta.
Y !a gramíllica también. ■'■■
obligaba á qué tiíátiérá '' -'■''
su esposo, y idé esta manera '
no llamara la atención. ' ■
Pero al uso continuado
del negro se ha acostumbrado,
y ayer k la madrugada,
por la costuipbre guiada,
con un negro se ha escapado.
La hermosura, en todos los tiempos, ha
sido causa de grandes trastornos y aun
de grandes crímenes. El mayor de estos lo
ha consumado uno de tantos, N. N. 6
bien X. X., que abundan en la prensa.
Lugar del crimen: El Diario.
Dice el señor X. X., cronista de oca-
sión, aunque no pasa de cronista de ¿anee.
«Rn los artistas del género que cultiva
la señorita Aranáz, una condición prima
sobre todas las otras: ser bonita; y si á
esto se agrega ser simpática é interesante,
puede afrontar con la seguridad de vencer
al público más reacio».
Bueno: ¿qué es lo que puede afrontar?
Nos quedamos con las ganas de saberlo.
A no ser que lo que quiera decir el cro-
nista es que puede afrontar la señorita
Aranáz una crónica como la que nos
ocupa...
Pero ¡cáf Por bonita que sea una mujer,
no puede. '"!■■
¡Qué ha de poder! ''
■ / '. '■■ ■-.'">•■•»!'■■
'■.-■■ '^ . ';■" ' '
Vaya otro, parrafito: . ,
«Si^demás de estas tres virtudes capi-
tales se añade la elegancia en el vestir y
después de desvestida Ó con el escaso j^mlo
que algunas operetas requieren, el espec-
tador consíafa (¡ay!) que el contenido real
corresponde al continente visiüle, el inte-
rés platónico suele degenerar...»
Si; en abuso de confianza, en terremoto,
en fiebre amarilla, en cualquier cosa.
Vaya un modo de señalar.
Libidinoso...!
¡Ahí Y en vez de constatar, podiuamós
decir comprobar, ¿no le parece?
Suma y sigue:
«La señorita Aranáz tiene todo eso y
muy posiblemente algo más, que en una
sola apar'ción en la escena no es posible
descubrir...»
Tapa, tapa, y demos vuelta á la hoja, no
sin felicitar á El Diario que confiesa
Poríjue .Junn, que es un patán,
tiene su cuerpo tatuado
han dado en decir (lue Juan
es hombre muy ¡li/slrndo.
- ¿Celebraremos el cuarto centenario del
descubrimiento de América ?
i Vaya si lo celebraremos !
Por de pronto, ya se ha nombrado una
comisión.
Yá comprenderán VV. que todo se redu-
cirá á una velada mortuoria, ó literaria, en
tonto, que es igual, en el teatro Onrubia.
Muchos discursos, sonetos, alguna oda,
quizá un poema; varios trozos de ópera
ejecutados por aficionados, y... paren VV.
de contar.
No estamos enterados de nada, pero
apostaríamos algo á que todo se reducirá
á discursos, poesías y müsica.
Ojalá nos equivoquemos, y la comisión
haga algo que revista el carácter solem-
ne, á la par que popular, que á nuestro
entender debo darse á la fiesta.
«Candidato independiente» es el titulo
de una obrita estrenada en la comedia.
No es una novedad.
En las elecciones de concejales se pre-
sentaron muchos candidatos indepen-
dientes.
Y fracasaron, naturalmente.
¡Buenos están los tiempos para alar-
dear de independencia»!
Con cierta Miss Don Jesús \
siempre al mus jugar solía,
y ayer triste me decía
que no juega más Miss mus.
Firmados por J'oz están apareciendo
en El Diario una serie de artículos de-
dicados al Frontón, y que á la verdad,
ponen de manifiesto una porción de cosas
que el público tal vez ignoraba.
¡Superior!
Pero... suponemos que Voz hará oir
su autorizada idem, ocupándose de los
S'5
■l'-v'í.íX. -^í~?^W
2ÍHÍ
GL.,GA8CA.BEL
diferentes hipódromos que viven del tan-
to por ciento, que cobra^i ó ios jugadores,
y que maldito lo que hacen, en el sentido
de mejorar la raza caballar.
La ley para ser buena ha de ser pareja.
_? Duro, pues, y ¡ti ellos! .
Caso curiosiíiiino neu trido en Malos,
Vientos, ciudad que no encontrarán VV.
en ningún mapa, pero que existe; ¡vaya
si existéi
Sala de un gran casino ó club, como
gusten.
Alrededor del tapete verde, muchos
puntos^ distinguidos y muy correctos.
— El banquero, después de hecha la ju-
gada: ;we/' á la banque!
¡Grattés pdt- tout!
Silencio absoluto. 1£A groupier recoge,
con la pala todas las fichas apostadas.
,%\ banquero : fait votre Jen.
Se hace el juego.
Una voz.
tí ',■ • . ti i 1 1 ■ ■■ ■.••'■ ■ . .
'— íCopoI
Estupefacción.
La misma voz:
—Copo!... como pftiffiüta-de policía que
soy. " - "'"' '^- ^'-
MENTE y se acabó la partida.
Y én'éfeolo, el prefecto copó pe^
■^
¡Rien ')ie rn plusi! t?
CORRESPONDENCIA
Nicodemus.—^\ sabemus, ni sabr^moá tranca ver-
síñcar.
Amigo.— Qaerido amigo, la presente sirve para de-
cirle que sus «Humoradas» nó son humoradas ni
.'fisto que lo fundó.
Tumis.—Si dejas de hacer sonetos serás un buen
muchacho.
T. Veo.— Mediano todo.
Voluntariü.-^Ydi lo vera V. En el próximo número
mpiezo.
Arturo Caslro.— Todo se andará, ya lo verá V.
/7no.— Pues.... no sirve.
C. Ro.—Y van, ícu&ntas?
fl-fl-rramo.— Supóngase que el sastre la hace un
íaco sin mangas: jqué dirft V.? Lo mismo que digo
yo, al ver una serie de versos que est&n faltos de
mangas, digo, silabas.
M. A. de r.— Gprao.V. quiera,. .
Leol.—\eré desaprovechar algo.
(arystus.—Qaada, v. complacido.
Armando fVore.s'.-^Publico uno y archivo otro.
Constante. -Lo es V. mucho. Tres veces escribe V.
"hechar la carta» y eso est^ muy fpo.
Simeón. — ¡Buen provechol
rano.— Muy inocente es la cosita.
Galeno.— Si maneja V. el bisturí como maneja la
pluma... ¡pobrecitos enfermosl
yie^o.— ¡Oh, anciano! iA.ún no has tenido tiempo de
aprender A conocerte?
M. L. O.— Está bien.
Patricio GaWo.—Tucumán.— Por correo contesto su
.'lenta y pai-a mi lisonjera carta.
Cííco.— ¡üf?... ¡Que viene el cucpl
Pompilio.—iCoQ. franqueza, eh? Pues vaya uno
franqueza. ¡Ab! Y no estoy por ínstant&neoé; y* la
he dicho mil veces. *>> J j ; ^ \c
A. B. C.-No me sirve. '.]'^- v^'^ mÜí
Mendigo. — Perdone por Dips, hermanit^, ■'.■'¡'■,
M. de i4,— Es flojillo, sumamente ^jiííó.
li. Cerío.— Rosario -¡Lástima de franqueo!
EL v,^....^.,^^
^réM SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
'^^"'SIÍDirector: ENRIQUE COLL .
) ^í ■
CONDICIONES OE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: ?> meses § 1.50
Pi-oviuitiii : Los señores Cone-ponsales
fijarán A precio. -^ '
Número ('iTiente » 0.10
a » }»• rasado » 0.15
Sl<: DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
«f t-Al,SIirA-«iit (ALTOS)
- -,-■», "\-^; rji-i^^p-^rp^-^^
CL CASCABEL
207
' n *■
¡cowíaMM
TRASATLÁNTICA ESPAÑOLA
VAPORES-CORREOS
S7jhvencioñados por el Gobierno Español
Servicio mensual fijo
entre el Klo de la Plata y Eui'0|>a
Las salidas de «ste puerto serán el 2 de cada mes
para Paata Cruz de Tenerife, Cádiz, Barcelona y Mar-
sella, admitiendo carga y pasajeros, asi como para
Vigo. Coruña, Santander, Bilbao y demás puntos im-
portantes de España.
Por más intormes ó datos, ocúrrase á sus agentes
Antonio López y C*, calle A.lsiaa, 750.
Nota.— Se expiden pasages de venida de todos los
puertos y ciudades de España.
LECCIONES
JDK .SOLFEO Y PIANO
LIMA 1137
CAJAS DE HIERRO FICHET
(DE PARÍS)
Premiadas en
las exp(.>sicione8
de París 1878-
1889, de Viena
1873. de Anver
1885.
Secreto de
combinación in-
visible.
Garantidas
contra incendio.
Surtido de ca-
jas de hierro pa-
ra casas de co-
mercio.
Muebles de se-
guridad para es-
critorios y casiis de Ija-milia.
Agente: L CHAPÓN -101 FLORIDA, lOi
BUENOS ATRES
-■i i- .r ■■■■>
SUGURSAL
BAZAR AL BUEN MENAJE
150— ARTES— 150
r'nViÍ0T»fr»c cuchillos, centros de mesa, ja-
^-'i<*-*-'**5X Liyd) iras para agua, juegos de té,
juegos de lavatorios de metal blanco, licoreras, ca-
nastas para pan, aceiteras, coberteras, floreros, lam-
paritas, veladores, filtros para agua, etc
1-Tol £lHor*9C sorbeteras, necesarios varias
■*■•*'-■*• aU-Cl aoj formas y clases, bidets surtidos,
lavatorios, juegos de lavatorios, juegos de toilette,
máquinas para nacer soda ó regieras, ^filtros para
agua, flamoreras, etc.
Juegos de mesa, Zst't^taI/^jfe¿o"¡
de cristal, cubiertos, cuchillos, salivaderas, palmato-
rias, copas, vasos, sillas, escaleras, porta-botellas,
canastos para ensaladas, espon eras, etc., etc.
BAZAR AL BUEN MENAJE
150- ARTES -150
BEL
BANCO DE SABADELL
CALLE MORPO ESQDINA BUEN ORDEN
CASA VATRIZ FUNDADA EN SABADELL
(FSPAÑA) EN 1881
CAPITAL: 10.000.000 DE PESETAS
Exportación de frutos del psds.— Importación
de productos españoles en general.
' SE ABONA
Depósitos en cuenta corriente á la vista 2 % anual
» » » á 90 días 3 K ■
de aviso
Depósitos & plazo fijo á 90 dias ó m&s 4 » »
> » » n i. oro 1 » »
Se dan giros á la vista sobre todas las capi-
tales de España co»n beneficio para el toma-
dor. Se dan giros sobre los pueblos, t^fcien
con beneficio.
lloras de despacho. Los dias hábiles de
9 a. m. á 4 p. m. Los dias festivos de 9 a. m.
á 11 m.
Depósito General: DEDt BALZE Nms.
442 - Kaipú - 444 — Buenos Ayres
ADVERTENCIA i^.
Se previene al pühlico que la fkrmaifiia estabtecida
en la calle Rivadavia, que fué anteriórinente dfe don
GUILLERMO A. CKANWÍÍLL, se vendió á D. piego
Sproat, quien no es farmacéutico, de modo que dicba
farmacia no es ya de CRANWRLL, Sino de Spró'at.
LA ÚNICA DROGUERrA V FARMAC!.-.
»E CRAIVWELL
que existe en Buenos Aires, está situada en la calle
VICTORIA, núm. 647
E.NTRE PERf V CHACABUCO
Atendida personalmente por su propietario—
EDMUNDO E. CRANWELL
Farmacéutico
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'-"v^'i^:"- ,-"'"^- -'-^^v-
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■"' L08 fumadoíéa atbéñ evitar isaftilsíBcactone» e»^ •
giende ea cada etiqueta la firma dé garantía de—
/. Daumas.
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inscripta e^^l Re^stmfiúMeo '<^'
^. ité Géimr&ú : '■' .^■■■■■-^^
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Mre porói^lana, al fuego y p|^
Y TOD
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^fbiénistaciones en oro -'
íiCONCBRNiENTE AL R^(4^
ri^áf-á-ír;'-:;' ,- ./
^íf*fé
UmmtttnJnéMví^
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Sobre toda orne á» dfiap» y «Ibjetss de v«ior
Cerrito, 430
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Sobre alhaja*, brillantes y objetos de gran valor.
Joyería La Confianza, ^¡ORENO, 771, entre Chaca-
buco y Piedras. '
seguios de flet^y éf^bs, gattálfim
'comisione^|P<W^ertaiS,«t^ . t^-llt^'
S^li*5rti*a'-. ■■ v«í"- ■' "'nfum.-
edificios, establ^MJltOQntos i«dÚBtriál9ff:^V-4 .; '.,
y dei ^nwrcio, ' ^-'^vn» r '•' 'i-^CL
comprendie|ido la8«xplosioBes .,v;s „ v^J;-.4 '
de gas, rayo, desalt^o, inevitable, e%-., ftc.'*í,;:*S
Gerwite: ÁNGEL R<«*iíi!iiÉMvi»:>¿4 ?
DIREOCIÓK üGí^f^^;
845
Cooperatira Teief. 899
Oflr^eéNlos Á nuestéá jiil
télá TitES nueva»* nfiav^ilfas d^ iii|i{í«||
i#JUÍo8, coya . expelelncia no duílluiMiÉh
MüWrán apreciar: : >•
f%AMr%|A|TA con exquisito tabaco,
OfillUlCITO *ue\? ""'""' ""■
c(jn rleo liíibá"
no, á 20 cen-
tavos paquete
hebra y pi-
cadura ¿fé
cts paquete
Recordamos al público nuestros antiguos y
acreditados cigarrillos .
DANDY YSPORT .,
A SOLO lí CENTAVOS PXilUETE
CA^A OENTRAL
RIVADAVIA Y CHACABUCO
ESPECIAL ES Ñ. 41
imp. del «Conrrier de la Plata»— Mójico, 83>
^^
.-■-,. _^ ,„ : ;^ ii¿j4sí?íi;ly¿,^jí
r ■<">*.
Afló I ' BdiuiOB A¿rM, Abril 6 de 1892 Nüm. 14
^r^siifi^mfQ^^Sfseis^^
{IL CA^CABMt
|j,¡i\¿¿aMKki
Witor propietario: FRANCISCO FERRÉS
íion y Akiüistracion: ALSINA 489 (altos)
HORAS DE OFICINA DR 2 Á 5 P. M.
Precio en la ciudad. . . $ O.IÓ el rtúmero
íuera de la ciudad... »0.20 id
Fotograbados de Coll
Miembro correspondiente le ha nombrado
la Academia Española el otro dí.'i,
premiando asi á este vate enamorado
de la Vida del Catnpo... en poesía.
2ro
SI. GASCABSa.
•*
.Miny.
T
'y 0
.fe
-^^lr«
Cualquiera se siente con ánimos para
hacer una crjinica !
Desde que sé ha decretado el estado de
sitio, no hay más que un tema explotable.
La política! : " '' •'' "• \^, "'
Y nosotros, qcle 'no somos- póíüicps, es
decir, politicbs ^I'lü somos, pero no nos
metemos en política palpitante, estañaos
sin saber do qué echar mano para hacer
la crf^nica de^léostumbre.
Sobre todo la cuestión de la censura
nos tiene tan preocupados, que al pensar
que el Dr. Dópovan ha de juzgar nuestros
escritos, estamos á punto de llenar de
punios suspensivos el espacio destinado á
Charla y decir solauígn te: prohibido por
orden superior k¿ \;¿^ -^•
Pero ícíi'--^fi^/ , . ■
No nos poderlos «Scapar. de la charla
nuestra de'cadiA semana, como tampoco
nos Hbramos d^l pan nuestro de cada día.
El caso es q^ie la política lo absorbe to-
do, y desde/iíql» la autoridad se toma la
molestia de •^mb.t^rcar caufiillcs radicales,
ni más ni ménos:t|ue si se tratase de far-
dos-de yerba pa^mgüaya. no son pocos.
por ciertn, los ciudadanos rehacios al em-
barque, y preiíspuestüs al mareo. quB to-
mjB^ :^jr'é <^íi^i$bü0^ toaría /np» f er l^abid^s .
D.'; Antóbio PégotilTo, que es un señor
alto, aunqu.« casado y con hijos, se ha
empapado en que le bttSjcan, y se ha es-
condido en un altillo, clavando la puerta
por'dénti-d..''^-"!^'*^ .u. m.'.í> .-v^í--., ^; .'
Su mujer léí^lcanza Ih comida por una
abertura, y an se aguanta firme el pobre
hombre, victima de sus lonvicciones poli-
tieas. como dice M.
—Pero Antonio: ¡sai del escondite! Á
tí no te buscan.
— Q\i^ sobes tú, miiji-r! Desde un ¡lia
qué comí con jki3r»i^jaj09ig0siiiBH[¿^e^
dere y pronu n^é^tsttatfoyirtft bras f«>'títfc¿^y . ¿ |
-í-í*erosi nádÉiÉÁGÍ9éiit«ib>(té t*4^ürso- '/|
la rápidézldejla pteta» yiífes^ teojíWfcestoy^i ^
seguro dé que DiSnOvao ha dicho áv^gíriíi?í;|
empleado: .:_.:.. - .";:
-Vaya á'p'tender al orador del Bellve*
'4.
dere.
— No lo creas; ésta íriañana el vigilan- .%^
te de la esquina me líiíüdó muy ¿fectuo»-,^:
sámente. ■ '''"'■'.■■.. ' -"'^t's-- ■:'^"*-^ '■ ■■
;t."' ■ii^No_hagks,.ca-^f>^
sOí la ■ autoridad %i\
es rauj astuta, V ^^#- •
el Vigilante és ca-
paz de sobornar ^ <
alguno de núes-" •
■'/" 'Xvo% hijos, con \
j^- ;.itnas masitas pa- . i
í ra arrancarle la T
eon lesión q^e me ?
puede priya^de la
übertadv :' j
^|||íií tienes á Fer •
^^lindez Espiro que
Ófrl^ba en cama
pencando en un
soneto que quería dedicar al D^T; Irigoyen,
y ahora está preso. v;:., , :f^»?> ^
— Bueno, pero tú no ^s 'cometido nin- "
gun crimen, ni has tíscrito sonetos. '
— [Ea! Que no salgo. Protesto desd« - '.
aquí, y soy capaz do no bajar en un mes.
Luego hemos sabido que D. Antonio
lograba una cosa, gracias á su vohintario
encierro. - *'
Que cuando llamaba alguien, ol zapa-
tero, el sastre ó el casero, recibí» siem-
pre la misma respuesta. • ;■
— El patrón ha desaparecido.
Con lo que las cutntas qu-'dan sin pa-
gar.
Y D. Antonio .««e queda tan fresco.
Por lo demás, el estado de sitio es un
estado como cualquier otro.
Esta es la opinión de una solterona,
¡ue traio, con las reservas mentales del
caso, y que tiene mucha imaginación ¿
pesar de que come muchos tallarines y
colabora en El Álbum de las ntña»,''
■x''iefí*';',r*f^í
~T^Í«gsyf .3E^^3^^fípT.r^^--'
El, CASCABEL
211
,JPue»,Sí,..lia,jSpltóro,na me decía:
v-»rTodo,es íicoptutnbrarse. ,
>^Segttramer»te; pero- yo, ■ desde que
estanaGé bajo la ley marcial, procuro son-
rfelír cuatido paso al lado de un vigilante,
y no s'é cómo demostrar simpatías á los
ertipfelados de policía El otro día aguanté
eí estribo á uh oficial^que iba á montar á
caballo. Asi evit3 que per Uera los estri-
bas y: me llevase á la comisaria por pre-
sunto conspirador. ,
— Yo he sufrido muchos estados (ie sitio.
— ¿Usted, señorita?
— Sí, yo. ¡Qué hay de particular!
En primer lugar me sitió un joven que
qíiería casarse á todo trance.'
— ]Pbbrecito! ' ' ''
— Era un buen partido iCuántas veces
io tuve postrado á mis plantas!... Aquí,
aquí mismo; en^estaCsófá.
—¿y usted?
— Yo, nada. El joven no era mi tipo.
— Luego,' me sitió un seUor de edad
maHura, y yo le riije ¡están verdes!
— Pobre señor. .
— Y luego...
— ¿Más sitios?
— Si; más. muchos más. Pero yo soy
incoomovible: he llegado á acostumbrar-
me al estaHo de sitio y no le hago caso.
Por eso, repito, el estado de sitio es un
estado como cualquier otro, y todo es
acostumbrarse á él.
Perplejo me dejaban los disparatados
argumentos de la fantástica s")lterona,
y sobre toflo el rijiintin con que repetía
que ai'in no había encontrado su tipo.
Poi- fin empezA á comprender.
El tipo era yo.
La niña me eivipez.iba á poner en es-
tado de sitio á n)i.
De pronto mi amiga se sintió indis-
puesta. ,.
— ¿Qué le pasa?
— ¡Los recuerdos! Este sofá, mudo tes-
tigo de mil escenas de amor, me parece
ahora muy duro. Tan duro como...
— ¿Roea? -■ -^
— Como su corazón'. ' '■• -
-¿El de Roca? "
— jEl de V.!
Y ¡zásl le dio un patatús.
Yo me alejé escamado; la dejé en el
sofá revolcándose, y salí á la calle re-
negando de las solteronas y del estado
de sitio, que quieras que nó, me ha hecho
hablar de él, porque tanto yo, como to-
dos, lo teníamos siempre en la boca; tanto
es asi que el otro di a encontré á un ;< mi-
go, que se casó el año pasado, y me
dijo:
— ¡Gran noticia! Mi mujer está en es-
tado...
—¿De sitio?
XKjs^íioaío
Es fácil que siguiendo mi destino,
como uuichos que hicieron otro tanto,
rae retire ú un convento y muera santo,
...pero después que he sido un libertino.
Y adem.ís. no sería extraña cosa
(jue por in sabia ley del transformismo,
fueras tú retirada del abismo,
amable compañera y casta esposa.
Mas iiasta que esto suceder pudiera. .,
go:;e!no.s sin reservas del presente
y cootiiiuemos siendo lindamente:
yo. un hombre sin honor; tú, una ramera
^«í"
i
81S
ÉtfiCáM'AITliíi
En el rápido existir
se^¿M^ar.^J^J [
se crea por desTruir.
Es triste estar persuadido
que, como siempre ha pasado,
al fin todoe^ídí-éádo^í sh 8o!Doi.iai
haya de^seiPddstBÜídmqG son;; srj'
Y estéiítettTéle ftítalfíü sorto .^up i
hace pensaíf^onnrazóne '^r irJ csu*!
si es plétoi«f<tefifevencióBí9Efií o ¿I
ó es íaltade material, i af.U;?^-
• De la estéiffl t^i-^á ilé ¥6s Wbloé' ' í
no seguiífe' ir/ütíi: ho íb''bi*eás;^ ^
que prefierb'iíar'Viiiiaá lilis ideas í
como llu^á ítfé 'fiesbs en tüife lábiósí
,0'íd(X? M r:""oí()-- J';t>',L;,,i
Compas^n-^iiQ.te inspifa,, ,,| .,, , .
ese mendigo, q{je 4^jt^^p^.ertft,^SJpa^a,
y en el concierto,. ^s'-ta,otQ, , .,,„f, ,
lo que Oj:f€^ t,e¡ ¿ílíja^ra,, ,¡j;. ,. , .,' , .^
que te emocionaLS,jr. derramas llanto.
De tal modo, <^ii^,^as,. sido, conprü^^íi'i
¡con una sensitivájieiicadai ,. ,, ,
Es mi existencia íurideliTio.''^
y en incesante' martirio, ■•' " '''^'
voy alzando, í>or mi mrJ/'''
edificios de eristáíí";'''^ -¡í' .^
sobre pétalÓsí'dé^'Hridü >'' ^ - ""■■ '
^^y^dolfpS._de los Oíos.
El bu^ bebedor
la
:>-{rrT
"ri.r
. (í.i-i'^'^ '" > •> .< lí'-.i-.. :
' Ipf - ■.-■•■ -^^ ■
,; iviüEDO aseguraros, — ex -
i:::.cl«Mióaquel hombre des-
íííírgandio un fuerte pu-
ñelazo sobre la mesa —
que no hay en el mundo
quien se atreva á decir
que me ha visto beodo.
Ni el coñac, ni el aguar-
diente, ni el ron. tienen sobre mi poder
alguno.
Después de comer como acostumbro, es
decir, como un Heliogá'^^^^fsBy ,un"bebé+ '
dor invencible y me encueii^ ¿Ji^
á absorver todas las cantidades ""
do que me presenten. La capacidad 3W
estómago es tan grande, que con lo que
cabe en él habría suficiente para embo-
rrachar á todos los viciosos de Dublin.
Apuró el contenido del vaso que tenia
en la diestra y continuó:
—En la cuestión de la bebida sólo hay
dpa fi^Pf<V^f^~{^HjpfP^f^" nÜ3 aprecios y
mujer, sobre todo, es una notabilidad be-
biendo aguardiente. Pero tanto á ella como
ó él tuve que reprenderles un día porque
se permitieron la aüqacilf de rmérercom-
petir conmigo (g9p;,^up}^^sJ<;^,,q|¿e,eagaron
cara su temerida(|^;pp^x]ue.,<gpep¡a^,l^ubie-
rón bebido Ireintéa? copas d6'0e»'.yezÉ^,iCaye-
ron al suelo y altíempezaron^ acaJticiar-
se y á besarse. :;.fqEfectosi' de la chispa!
Yo me reí muchó-y^ié^fttiííiíé'bíebiéW'do to-
da la noche,' haáta "^ué^ be'rcá' d^í%ihane-
cer me fui que<Íarí^o frió y tüVé qtíe le-
vantar d aquellos Korrachos y (ipi^
los con profur^^Q^ r^izoirí^^m'iejitQ^.^d^ que
debían marcharse á,4ocjnir ¿¡nSy^, respec-
tivas casas, porquig^, no .est^bftjjbijen, ni
medio bien, que se-apostacan ¡[«totc^, jY
crea V. qué me costó trabajo el reduíiirlos
á la obediencial íLó'S'^feéGdós tienen ma-
nías muy espéciálésri • '' ^'- '^
■i
es.
Siempre absorta el alma rijid,' '
se pasa !a noche eriierá"' ' '"■
a.dmii ando placentera '^^
tan bella Ibtografia. ' ; '"'
¡Qué busto magestuoso! ' '
¡Qué mirar tan zalamero!
Por más que un ojo está huero
y es el otro legañoso.
Con qué exppes^^ tan feliz,
te ostentgjí'J&qjl'fvfretrato;
sobre l^b,?^fffeé de olfato
es,,, se ajJ^^m.e^Mu narizlf
-ííT' /:i^Q^,^^j^|íun en los hechizos
' ^^•^^^Isib^^^" divisa,
íhajt^spma sonrisa
íífgótes los rizos. .!
> comprendes ¡ay de mi!
Contemplarte cual me es grato...
¡si no fueras mi retrato
me enamoraba de tí!
R. Salva '.ella.
RD^^noQKODb
213
í.íl'rij''í v'bíffT !■> ni
DE LAS í©
íK I
7 9fi
Eterna yulgaridad '
de continuo repélidia/
S; en la qué está bbollefilá!^'^^^''^
•unáTprofunda Vei*dad;«í^'''^"i'^í "¿
. ' que én él coiistáiite> vM^téHí "^ ot)'ó
'■'■ del negociov si s^tterctk^ / ol&tríi
; ' : co n el honor se? joópieccití -: aesú u
eon laside^s t9iB^ién.ci.^f¡,íi /^t ^^.r, ^,
.Comercio al qu^rSU Xor^^na,jjj;^^,5 ,, l.^
,^8An sujeto ha Í?í4f9.,,,: .J^j,,: „.
y la cual ha consej^uidíQ, ' ] ^ ■.,./■
sin mercancía^niñgüñá, ' '''i'*^ ,^' "'' '^^^''
pórqiié con páginai Hééa^^^'^ -'í ^ ' ^ f *>'
" a!e ingenio ó' de fátitasíá- ''-'-"' ''''^"'^*='':>í'
- páláaas 'y oro recogíát^'i'Hj . í oíao. v;; ' f f
robando idea» agenas. j i! ; .i ¿¿fni;
; : ; Ctomercio, en el que compramqs . y eai^
i todoSi y.á todos conviene, ' b^ i
pues que de artículos tiene , . r
surtido en toaos los ramos:
i>óétá' que en prodigiosas
estrofas, descubre un mundo
y autor áublii^i^y fecundo
comercia en pfedras preciosas.
Escritores c^üi^hados,; r
plagiarios ág jj^.jwttíiferds
que venden^í verdaderos
brillantes f^fificad^^
Quién expe^id^ novl^aades,
que introdiíce 6í^e;,;.fc»blPica,
quién, en ca^ttó, se dedica
á y ender antigüedades.
¿Y autor que con.. clasicismo
y hortera que por vender
jVaiñoíí i&> Háábén Viáfcer ' ^Vi j^
el artículo lo mismo?
Poetisa estrafalaria
que siempre canta «Ala muerte»
y viene á ser de esta suerte
una empresa funeraria.
¿ Quién niega que hay deliciosos
artículo» de «pr»/ llenos, 1 ,»
que unos apellidan buenos,
y que otros llaman sabrosos? >
Pues si se examina bien > v ^
la conserva y el envase, ; •
resultan los de esta clase ¡ -
artículos de almacén,
prpbfindo esto lo ridiculo
de que encuentre la malici^, ,
que es fiq^pre ia noticia "'". .
ó es, un <^<ori^o el artículo^
Muestrario en que en portentosa
muestra colores Se exiben,
pues libros í^des se escriben ' '
/ duehtos éofor de rosa.- '' "
Comercio dé niineral,
ya que hablan todos los dias •
áe pedestres póesiasl
y libros con mucha sal.
Comercio é industria es, '
pues nadie puedenegar,
cuánto se oyen ponderar . _
las obras con interés.
Comercio que solicita
público á su producción ; , , í.
y que en su propagación
de las letras necesita
Ved negocios arruinados,
mirad empresas, quebradas,
son las obras rechazadas,
son los autores ^libados. ■ "|
En fin, comercio tranquilo.
que tantos ramos abarca,
un comercio en que la marca
de fábrica, es el estilo, ■{^^&^:
y el contrabando, en tal trá
es en la somt>ra explota,do
por e\ chantage combinado ^
con el libro pornográfico... ""V""
Luis Gat&dl
mí ::.
1 1)
''^^rp
J^f'S^S^Sf^^^"
1 i' "
'ÍT4
- •.!••(
. :i:,i'
: EL CASGABEL ,-
rmm f^iíS^U^ímMm ja
— Enséñame la lengua, monín.
—No, quiero. Mamá me ha dicho que cuando V. esté de visita he.de .teper Ja lengua. quieta;
¡Ver y callar! : _
..M. - .fiÚMO EMPIEZA Y CÚMO A W6A :::.;::: : ,
Estoy loco y mi locura
presumo que, irá á parar
hasta los .pies de un aítar
y en manos de un señor cura;
Si fuera, Pepe, pintor
su retrato trazE^vía,
aunque as^ur*- mi tía
que es mal;, artista. el amor.
¿Qué sa^ ^gi jr á s\i eidad .,
de las gra¿ías feipeniies?
Ella tiene veinte abriles,
pudor, candor y bondad.
Bella boca, labios rojos,
pió pequeño, talle bello,
con un muy negro cabello
y con estrellas por ojos.
De aquí á un mes en matrimonio,
que de fijo quiere Dios,
nos uniremos los dos;
te convida, pues, tu- ■■<* -
II
Ya me casé; ya la veo
en el templo de mi hogar;
es mi ángel tutelar
que adivina mi deseo.
Mi placer yo no te escondo.
¡Soy tan feliz en el día!
la quiero cuál Ta quería,
'.;'J
•*jV'á
este mar no tiene fondo. '
Sólo un defecto la hallo
desde que ya es mi mujer... •
Ayer no lo supe ver:
veo, sufro, observo y callo.
"'" ni ^' , -■ , "i,,
Las penas van en aumento,
y si quiero paz y, calma
he de encerrar en mi alma '
lo que dicta el pensamiento.
Cuando me cegó el amor
tales faltas no veía, :
y al año no presumía
en vez de placer dolor. , - ..
Es coqueta y es ligera.
Sigue del mundo el influjo.
Sería bueno, si el lujo
de su capricl^o, a|»feudiera.
Aún la adoto, que á no ser
por este ^afectó' tan puro,
¡ay, íüíiiiol yo te juro ,
qíi^óftí^ mi mujer.
•• . .■f'^. '.' • '^ ,^**/-
.:l::V "■■:'"■-•' IV
;..lp di todo al demonio, ' '
íque quien ama no olvida,
no te cases en tu vida,
te lo aconseja tu
Antonio.
Por la copia— '
José ItodíHguez.
¡ajíét^íi >3-
'-'SÁ
t^
"I f ' V/ " V-
EL CASBABEL
215
HOMBRES
<-■— ^o me refiero á los que aguantan,
sin chistar una filípica de la manqiiét; po*
:paeiírHj^¿«
■./■^
duda^ Y nuestro amigo nos descubrió su
.k^i^hi]^i\,ca\\a. Le digo á V. que estoy
aburrida y no sé qué hacer.
—Haga V. crochet.
—Mi iparido es capaz de hacerlo, puc.-s
él cose, -barre y, sobre todo, se dedica <i
^Irábajos de' gran paciencia.
.^,Ah0ra. quiere poner en verso un tratado
de trfgonónietría. y además está por hacer
uiía «sta)#i^li¿|r:^^ los fósforos que se con-
suiperl^ejjjpíQriOs Aires. El otro dia me
vth áridos
i, pon-
ié^n la
Imano
hizo 5^a^^rdp'(|grc¡ón que me indignó.
fÉ^,-Cftt.e''^uíré " r#-Qüít::mé'|^^ contar los cabellos pa-
s, •iñSfí^iores jf'^ií^íüíopa^^ cocinera y ver cuál
^s.vsj,n-decii/ |^^íiíte;.^'t|^- }1^_
4rVF^Ésf?p^líhtó la ^lí^tión .
/■^á p<^re-.5orré^a{ despidióse y no la
he^vuplto áver íiái^la ayer.
^ii ñiás ó - _-^ -^jAy, amigo.'r^e dijo.
— ^iVii desgracia es gVande. ¿Sabe V. lo
que ha hecho mi ésposp?
— ¡Qué sé yo! Tal vez^un rosario de ca-
bello con pulgas por cuentas.
— ¡Cá! ¿Sabe V. la cocinera?
litica.
Tampoco aludo á los pací
que, casados con una mujer
go por calamidad, viveii o
boca y la jofaina de agtí^ í'i
para por un si aca0i
Tampoco incluyo -^lís-^
cientes, al público ^.j
impuestos, malos gí>J
de boletos y otras!^
esta boca es ntía^^j^.:-^:^^^
Sufrir y callar ri6 ési M
El que lo ¿s por ¿U:
¿Han sosíeni^o Y^.
menos intimas con álg^Jioii|^|epácién,Íéít^ he salido sin para-
Pues yo tatobién^fv-;'^;; -^J^'-^r!- - V7'!!"'
No sé ep qué'época, ni ésta hace al"
caso, tuve la inefíabje dicha de conocer,
por parte de su íxuena' esposa, á D. Epi-
fanio Borrego, horifibre paciente si los
hay. -.-. ^■■?--^1¡'.\ ■ ■ •:■;■•; -■
—Si viese V.— me AijBcia la Béfjhpg^a-
jTiene unas cosas mi marido! * ' ■
— Nadie mejor que V. puede saberlo.
—¿Sabe én qué se entretiene ahora Epi-
fanio? - >= '- ; —
— NO, señora.'-- '• '■'■■' ' "
— Pues le ha dado por hacer mi retrato
con patas de mosca, pegadas en papel de
dibujo. ; . ^■^'' ■
— ¡Friolerigíl' Áhói'a casi podría afirmar
qué sé lo que' hace su esposo én éslé mo-
mento. ¡Habrá, .ido á cazar mosca.'?!
— ¡Ah, si! OblígwdQ por el consumo de
patas, no para ni un minuto. Si tenemos
visitas en casa, me hace pasar la pena ne-
gra. Figúrese que el ^tro dia, estando
de visita D. N. N., respetettole amigo nues-
tro, una mosjca fué ó pofearsé en su ve-
nerable coco, r V
Verlo mi ^píoBoy sacudirle íin bife en
la coronilla MD. N. N., fué todo, uno.
— El caso ||||6..^pave. V"^4Í'"^
—Más gravevi^ig^iD que pásórr
—Me lo figuró, "t). N. N. se volverla
airado y ¡zas!
— ¡Cá! La mosca escapó y la cabeza de
D. N. N. fué á parar debajo de una silla.
—Si; porque la cabeza, la hermosa ca-
bellera, ¡era peluca!
Total, la mosca escapó, amoscada sin
•i-^;
' — Se há escapado de mi casa con Bo-
rrego. '
— Habrá querido continuar aquella in-
vestigación peluda.
—¡Quién sabe!
— Hay hombres tan paci^ites...
— Pues liesé V. de ellos.
/ Antonio F. Molina.
».»-
j%0 me llegué á la.tumba de la ingrata
/ ' ■ que acibaró mi vida,
y miré que un gusano lentamente
,. sú cor^z<ki roía!
--''■ ?. . ■ ■ .
ATveílo, como áíxriibra un pensamiento
oscureció mi alma:
tóense en tu corazón que ine lo niegas
y que el gusano aguarda...
Y ¡ay! pensé en lo débiles que somos,
y me alejé humillado
al mirar que á un gusano le entregar: ;u
^o que á mí me negaron!
(Tucumán)
Patricio Gal' o.
m^
m^^mmt
f'l*-'/'Vi
ÁCTtJÁLlDlDÉS
33 A R'=l
í :s ■■
'i i.-
■ %\\
p~
— jBueíNig¿A.ires en estado de sitió! - > — ^' '^^ ***!.
—Y á mi qué me imporríi. Mi mnif»r está en estado interesante, y lo itft&relfíínte es que no
tengo un cobre en casa. Nada, que pronto me sitiará el hambre. Ya vé :V>. que mi astado es
para dejar en ^1 sitio al más pintado.
•;'•;■ ■*:,'!•
iífláimimí
jiií
gaaAaíJAUTOA
FRASHS
' ' Una frase que me aterra? u
caballeros, jla gran perra!
Si te perdés, chíflame*, .
■ {'-•i'- t,ij q
2t8'
'iSLltíX&CASELl
SOCORROS OPORTUNOS
En un país remoto
por el liero destino castigado,
hubo tan espantoso terremoto,
que quedó pei»t<líümpleto desolad»;^^
Casas, cal !¿s^Jíi|ídieTKlas, ]pl an tafí^^
\t^ H^siaá»?^
i
'^ . ^eí^
en un instíj
quedarop- <50«6^ J&sc<PEftjwfi^ mífffttíñ'^
ó entrgaus s^mliraá' etf^epr(l(^&t¿i^ó,->
dejarylftá Ipá^ labriegOa~ívríiC|!n"ados
y á tiOT^faijos! sin fia;'^í)andóMcIoíí
Súj^Si^l necho aquí, íy naturalmer
, c9ñrao^'^ la"¿ente1 ' , ,_ „>.-_,j,:
aé habió 'ee caridad, de sentimiento^^^ C''
y,"V£irios caball^oé'íeunidos,
tratarottde enviíír urgentemente
vSOGOrros á lof pobres desvalidos.
:.%é Jim taróíi valiosos elementos, ,.
y\ Gomo e&consiguiente,
níi^ió lai comisión correspondiente.
, Bitecandó medios de allegar recursos, ,' /
arp^ellps'caballeros : ,¡ *
pronuRfáaron magníficos discursos, ¿A' ,
moQl!nient¿«' de ciencia verdaderoig^ Z*^ -■
llegando, tras de largas discusión ae.l^.-'";^
á nombrar otras varias comisiones.
Ante propios y extraños
;r;:
i
i ,
su OTatioría magnífica Iuí;.;in,
y en llanto transcurrían
- lofi dfois, y los meses.'y Í0!^ año?.
'■jli^0li ■^ov fiti la comííáióTj postrara,
decidi¿ndo.-e á obraP jf.ipiclamente,
al pafs dirigióse,''. prcSá^mepte,
Oiieiel '.erremoÍQÍen*^naíí'co,nvirtiei
Ya creían los/súbrqie?wsiona<}os
contemplar con-'mirtcía con(|t)li^a,
las casas y «S- campos. devastados,
V huérfanos s^',)i^ogar, seres sin viii:';
^^; escena^- que^^u^Wfahá su ríiernoriii,
ijpor haberl£í^i¿ei]56 en la oratqria;'»'
'''^^s viej««í,4!3»>aJ^fo nii?ad4í sí:V
já. 3.ldéá;;ji|^lué^^:^diflcada. :-vi^ • [ ;^ ^ ?
—¿Qué hai^mas>=-*ÉJ dijeron, ^';'''
porq!^^vh}afiíi$itanles que encontrar ¡n.
nietos, se de^lSrarog
de los que el te]tremtíto conocieron,
y no existienííot^ de estos ya ninguno
resultaba el auxilió inoportuno.
Más de arre¿l£ff?o"krfln hallaron modo
diciendo eí presidente ';
— Que reciba el socorro el descendiente
¡y al cabo queda en la familia todo!
S. Garrido.
'■■í^r . --, . ., -
.'V. / 1^■ >t V ■
.'- .m tul --■^-■iv"
"■■«I
, j,,/LJna de dos: O falla ciudad, ó sobran iealros.
-rr.-i':.,;,-iflr* '
'tó*tíÍ&CABÉL'
fv
'■*Í9
Resultadp.de la "campaña contra el Frontón: los qii| ^ost^j^ ía^avor de las manos de
tal ó cual ^íotarj, ahora ftoonen su plata á las ¡T^^jaBWit ct^^fefi'
Y jYiv/ la moral {^"i^^'-^^ fomento de la ra,^^p5alla
laf.
■ •.'■-1. ■/ - ■-■ ■ -'^í'>.'^--/->
~s^ — i —
i)£ DOMINGO A DOMINGO
,M^;5— Ó.-íion el hambrC'.s-
^. >— Toi^puede serv> ,. •.
«^La y^epaad es qijéidíít ntié^ito^de lai obra
*?^|PeSmo todo Jo í^iiei^p ^ií^^^pone^ la
ó©ia9ií>añia dramáti(^ ^'íí^^^^^ ha; im-
pji^to, ha roto- el M(¿íp, yíi^i^blico^ que
no fsiempre espo^tQv;a<í'í<í^ *#1 t^^^ríJ On-
ni||»ia y con sus aplausos y ^^pesqís de-
mjáesira de uaa ma}3i#r^ elo.O|j^te\las sim-
pfitias que le ^t^jsreQgn los «u^tistas que en
él actúan. ■ " ; ■. /
, La CredemiééU'mtíío'ISit gran filón,
dará honra yprovéchoávVa empresa y á
loS;?artiat.as <íüe,. con ta^Kto cariño inter-
pre^ati't)!^^ tíj*6"v^^^^_^^^^ á propó-
§i^ ^/4i J»^ 'fií^^bív^^as por las perso-
— ¿A dfp^yá:;^^? ,:•. --
—¡Al ^rutñáí K.
— ¡Qui^r^ner^^ de coi^^í^pan alg
- Cqif á^os; ^i^ sa men te hace íin sígl?
que estoy- sin érápfeo, y ■i||ia cfedenciai
me vendrá róe|0i'«^:4<i£i,,i^í^^ e*'
ayunas/' '.^ ,|'í^*%-.; ^_ '"'■■>? ^ :'^\'-^--
—Hombre deje '^. el a^tito á un lado .
Yo hablo áé La Creúé^iál^ comedia áf^
Miguel Echegaray, buenisima, com<5 la?;
suyas, y que verdaderamente equivale,
para 1¿ empresa d«l Onrabia, á una ver-
dadera credencial, con sueldo crecido.
— |Ahl Entonces "rile Voy con la músico
4 otra parte.
^' jÑÓcb^éí^^_0n0í1iuéspeda\, otra obra
~e^|iia^^i^^nter'"la semana, no se aguan-
ta rií^^^^iíbchesén el cartel,
--ílíe' tó^vrtislas solo diremos que.^iestán
á IS altura, que las .crrcunstánciiisíi^iiie-
ren.;*-.:v ;:-;-': ^r- v;- :/:::• ■. ■ ^:"v ^ :i.
% oB ras eomo les de Echegaray, requie-
ren muchas cTreurtstancias .
¿Quieren ustedes reírse un rato?
Pues vayan á la Comedia.
¿fá^^i^li'} '•'..
mk
— -#- —
v;,Jwineis esioapasi de qtútar.fil ¿malJittnior
El Retiro^ Los Domingueros^ Mpme^
mi^ ff(miio> y. otras por el estUa» «on obras
qii^ desempeñada» por > Juárez. , hacen- ol-
vldar todo lo desagradable, >eK estado de
«iUolociaaive.. ^''.-; ./.f.^^Mnf m'^^.í m.-í;;.;>;,.
Es de desear que la empresa proctiiHr:
<|cirB08| á conooer obras nil#yaft> Hay .uiia
pdMncíK^ de ellas que oaer^pef serxM^cKii*
d^9 4f>l público, que AlJinoy.4< lai pqstreí»
. s^jfett^ á9nyarjy,p|>lft<»4i?A8*P)Bii€^,vto
i mismo.' .míiibi ítiíTO ')ít-nowí^
' .il»a^tóñqri4á Tornea* aecund^i muy Wan '>
: A ! Juárez,> y los demés artistas bacea lo ,
que 'pueden.^ .- .:-.' -., -.a^:,: ,.,v ■^r:-v,i5
Esperj^iíMlp poder dar pronto cuenta de f
algúA^Qlreno, dejamos al favorecido taarrl
inQ,>de;la calle de Artes y pasamos al:
\ Apolo. :^.>■.,v^^ !H0:í:
.OV'ilOíW Mo /.rsí 'v
ÉL OEAN
í ) ", r
. ( í 1 i t ■ > í
i-:q ,'í {.^-A ■
ií -X ;
■-'•., !. .ívl,; ..-iJi
s^
V ,
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i ^Aí/'í:
!rí.ít-tA'^^'':,ñSl
TfJ
-VB.l^
':>{4^''-^í'ffí'ál.
!k'
(;:.:-,..^,-'
S.í'^-: ó.T:!;t)i«
—No haga V, casQ, de la murmuración. ¡Envidia pura! V. bella amiga, está á cubierto de
todas estas suposiciones . .. , . r .]:.. i ,'./;,.(..■,>.
—^rea V, que ipis antecedentes,, sobfe ser muy conocidos son intachables^. ^;!r .í!5-rr> >^
'—A la 'vista está'!. ' '" ' >',,^:.,'^ ;.-¿-,;,v^xíí7,í;'^-^'
-M
i^tMlRMftMJ
ción de este teatro. .oínsim
sí 'ei^^aM^'-ífi? 0tfm^dS^A(Wmi:»^r^
archiconocídas del público, sabeíííSi'MifttJ-P
pátitfeí^^t¥[í)íe!^Sf*I^ ífl^uí^'-tWíVíídfld^-^Ti:*!
dés^iíéiM^'q^ ^ aíféi%!ftéia'ií(5ítíbteittieB¿e
te'déí'^Qé^fé (faff^ep'as&ártiíálft* éélíínisí
mo género. .OjV>.v\k
El cuadro dramátiQQ, apenas ha dado
señales de vida durá^ la semana.
Anuncióse el estreno de La escuela de
las coquetas y aún lo estamos esperando.
La empresa sabrá lo mieuJi^Qjprr í- sLíel
público prefiere obras \¡ff^j|s/)i4f^J>%n-
en dárselas y bastí» en establecer las fun-
ciones por horas, que no dudamos ten-
drían gran éxito.
Asi fo piensan muchos que s^i^esténTeTl^'-*''''^^ marido de Elisa,
de... la bolsa: es decir, deLtedsillo
Nq hemos teni
teatro Alhamb ,
tendido que^abaja
gida por el/é'preci
Roldan, igrtuy acep
ocasión de asistir al
en el que tenemos en-
ipañia, diri-
nico señpr
En ef Politéam
rio za/zuelero, g^
concufrencia.
í - ;
í ■ ■■ \ . , ,, ,. , j, ,
Las| Fol Íes Fj¡9rle t . , . n>eré(íí^^ji|gpíttufis( .
aparté. Y^t
y celohrados poela9Jt'Ó'ywéte5«ObIfgfta€P If-
AÍ>ííí^í^.r'.0'^"ÍM-V'n'..'.^-í)4l r^vV ,0'<V\0*A VA
eBU^«S'feeÉ(ííi»í te-rff*;! siürf diíiJdte X pét&^lf4^
oti^a«í-*(6Íáíraí(es.í^¡^i'bfi'iíí?.'''''- oí oboj Tefiív-
Aij(nque bien mirado, poco9|i«l#tófl5 qil^
f'P<írqtt¥ stfponetnos <|fife suoíéeío^- p^ W
btiéfnjgttsto y te'itttíréil j*© les ll^áhéíéf^síiíi
tpériíoide impedir' fe fepreaéKÍüatiíítíJ W
obras que hayan obtenido la sanción del
ico desoíros países.
Ppr eLmprnentq»la^junia puede cruzíirse
é jSra^t|s^|Beg^jí|i mucho tiempo.
Y si cobra sueldo, con mayor motivo.
vio á SU ra^íyep en
de otro y calíS^.-^
que ai
■ w
—Pues.. ví^<Jres!8;:^A¡|. que qiíiere protes-
tar de algo y ¡z^s! le "^IiaiJ^Iiií^oca.
— Ah, vamos; vijene^-ser ün/raatrírnonio
díscolo con suegra en activo éjéi:c.icio.
-Cabal I : ^ -^ ; 'ly ^
r! YqiíéT
ues^conlra,
^ue cari
9 y §J
los brazos
Eso demuestra
llaman Sancho.
de log[ buques
\ .■
de abuí'^ar las
Histas son»\y no
ht*ano 8in\per-
•^.^^ clas^ de
1^ \
iQfitcesu
Ya teíi^nc»os,connisi(^,.een»ora, encarga-
aa de revisar, aprobar ó rechazar, según
los casos, las obras 'idramáticasqtíe' las
empresas se preparan á ofrecer al público.
^apito c|dá^:; .:;.||| |-.
¿íyí¡clafotíío»^^ari«a,;-jíJ.^-^^\ |
anza? ^eso'seí^ ijyt^^^rní^;' ^^:^ ^
■G;lal;llntf^^?q^^!aJ/^i^ v>^^\^
e el Coña^fd0eiiberante
es;una:stithipsaí''de t|i^ Española.
Én Ift cesión' $^'^rmeffy'aél ccrriente
'més^^J^t^Mrj^í^m^ secre-
.tario^^ eo í«|¿t' r^
^ve^pf^^éj etvei^-3e^^ por ser
}:ibt»á¿-^astízp.^,;o;>;tí '!'^|^
,x M^Sí^Si^^-pioi^^Ya que se trataba
de hsfliUj^^; ésfCPÍbir^SÍen, proponía que en
vez de goM^iéndose se dijera garanti-
zándose':'
Inleresante discusión; pero á todo esto
las calles siguen sin novedad.
Mal empedradas, peor barridas y no tre-
pidamos (¡duro señores concejales!) rfe.5-
de y« (fduPó, tembíénfV en afiffóai^ que
están peor alumbradas, cóm1)''p4f^'lé 'cows-
íafa?^^ (¡diird,^ufo!| dtííido'iiñ/paseo de
noche. .ja .>c:-r.;f ,.-^
r -
m
.„:MÉi*^3^lSÍ.-.
¿ Qué dicei ik ^lí^^Hof Svíu^, correspon-
diente de lat Academia Española? ; ;
O. corresponsal, si le parece al Dr. Ca-
í» Su¿te escribiendo un poema,
con esfuerzos q.ue dan grima , ;-,
y luego afirma con flemaf
que cuando se inspira rima
pero üo rima, es que rema. ' ' " ,
Un criticó' Tígfero, es decir, üri crifico, o
noticiero, ó lo que sea, dice,- ocupándose
de « La Credencial », estrenada con tanto
éxito en el Onriíí^m, que la Sra.iGalé ca-
racteriza una planchadora que liace ha-
blar á la plancha.
Hombre, es lo que nos quedaba por ver.
El que ha hablado es el noticiero y al
abrir la boca .. . ¡plancha!
5 .!;&
,>i¿
-r}'-\->'-r.
• '"v Contradicción evidente ' ' > : '■ '
X^AqcXqvIq voluntario .,ím*..
í^ ^u ien j)id«iíi(tC^^P<í n *Naza r io :
; 'pQj^^zÓ Cfl^scienterne*iíl^sií4¿ '
^fWés dice; poKél conlrarif'^íi^,'
- Miqüe^ fué: ímt^/ttMf«r¿améS?íí##&l
Pues se^ót; gl gue' q^uijera volverse; íoco,
que, lea los irálá fo^•í|ba^^^^d|i^rií^s j^^e y^ t
la luíícn Bueiips Aif«sri¿4,4:f |^,|Ígj,.j;,;r
<cLá trfipquilidad es absólutá-r-cli'^ lúio. í
— Se temBn disturbios -^replica otro,
T^rEs falso que se .conspire.
— El gobierp.o.^iej^,k}s.hilo;3 de una cons- ,
pi racipMi,,^?! ' fíiít^í j íViíií; ;4ri ■»»■} ;í 1 1 •% .j'i bi^ h \ '^.>'>h
¿ Tiene loa h/los ? ^^.,: .■ ,. ., ,,:.,>., -í;^'^ -*i
Quiera Dios que no nos cosa con JIDjj
nuevo impuesto! _ m ., i ;.(:,. tiVí
Aunque.no.7ioscos«i^ia. , I.:;;, ■ >^íí ¡.¿.[^^h^
Por que más .recosidos de ío que esla-
inos!.. . . , ., , ,., , . . t
: TORRESPONDENCIA^^ M^^
• ■ — — . _;— . ^ ..j
Z. Ce'O:— Hasta el > pseudónimo resulta siAaoeotpa^ ''>
ción Lo mismo qi^e sus v,ersos. ^
Tito.— Flojillo todo.
Pantaleón.—%\ es broma, puede pasar. -rv^>
ü; carjt>íné¿ío. —Carambasy jqué «osas aiée^J "*' '
A. Sa^ic/iesi^Tal vez no se recibií». Yo Ofii^ Wr^l,
cuerdo. -"■''■'" •■'S8| • '
flaíOTíCíío.— iQüe te sueltó;ii>l gato! -I
Una amUja.—iOív^\ ¡Pero qué manías tienen álgu-
aos! Hasta con véncerme,\ dudara sidníipre; eií*áecüi:, ,
tal'véz jiuedadíMaí al^guim Véfc. •, ^1-' ; i (' f
Americano - ¡Holll ... i¥»f lem ,>|!?aflafl6 ft y«irsificap , j
á proposito de Colón? i; ,^! ; ^r^aLL IiííííísIíS
P. Pito.— Me gusta; se pqj^i.car&^ '] y '^ > ;#Í3;
Z. dé H.—Lq mismo dl^^'" ' ' '|' - '-•.
Z. £/^íe)'ít).— Es muy seria la idea.
"Po/i7íco.— Pues nó; aunque sea de actualü4sd &p .
me conviene. ■"■"■];'"■; ■ 'i: '- -■■"";r-;'!-fl'r?í'i^í^^«„i;tS'! -~ ,
Unos, am¿ffos.— ''d.l vez con tanto. consejo. mévuel- >
va loco; pero, en fin, agradezco mucho 9,1 int^^
que se toman. _^ i- ''.^í^
Aj-7n¿7if/o -Fíores.— Se puMíSárá. " "''
A. V. C— \o puedo complacerle por hoy.
ifó'
-4i^
ir
i. i^' V '^ -H - ^*» ' '^^' \
tt^
ih'"'-'
SEMAlÍARláMSTIVO ILUSTRADO^ ^^^íí^Sl
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
:1 /<■ '.11.
Capital: 3 meses. . . . \ ....;......,...: . . g ISO
Provincias: Los seilores C<)rre-pDnsaleS ' '?\*,f
fijarán el precio. j; _:^^^ í1
Numero corriente ■»«, ^ - . . /. ..^iisg^ii^^'v^^^
> atrasado.. ^Üllr!'^ ..^f.lfMS
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES-:
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i ,<íí 1^ : ' REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN '''::y^^^^
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.'Vi hi''ír;f»i» -'S';'-;
M'.&íím^mi^
J^,N
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YAÍídrfWÉé'^Qllí áE(^
entre el Rio de la Plata y Europa
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La» s9.Udas dq este pu^i^te tserán el %, d& Cfi^fae»
para,SapLÍa.CJ5Uz d*. tenefife,. Gíi^diz, pán:eloó¡á y Mais.,
splla, ¿diriitiendd carga y pasajeras, .asl'coóio' 'j%ttl
Vigo, Coruña, Santander, Bilbao y íieináis'piuhtos'iiü-'
portantes de España. - n ' >" s ' i í » í »/ -' f
Por m&B inrormes ó datos, odúrr^tse á «as agMiñteet
Antonio López y C', calle klsina, -ídÓ. • '» • -'/s ) ."• '■■■,
NoTA.-^Se expiden pasages^de venida, (\e. todpi^ 1m i
puertos y_cíii,daUgs dej|t^,%ñ^,. . .^ , ;j ^; ; . Lj ív ' i
. ' .. ,: .;., -. "•■ ti : v." ■ /ij.t %'" % o *; »" :,|
SUCyBSAL '^'
BiíW DiSABÁDEír
• CELE MORENO ESQUINA BÜEK ORDEN ^
CASA MATRIZ FUNDABA EN SA!BADELL
., i ,;,; ,: (ESPAÑA) EN 1881 ' ' ' , ■ _^ - _
CAPITAL; 10.000.000 DE PESETAS
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liéis ;QXp(,»éíciones
dfe P&pís .1S78-
l88R,;[de; A^i^ná^
1873. de Anver'
1883.
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Muebles de se-
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. BÜJSNOS AIRÉ3/:
BiZIfRm BUEN. «NAJE
■ 5:^Í5é-TArtTES— iSO'-
Pn'Kííkr'f-ritt cuchillos, centrjos de mesa, ja-
v> u JJ J^ci Vv/ají trras pain^ag-ua. juegos de té;
juegos de lavatorios de metalblanco. licoreras, ca-
nastas para pan, aceiteras, cobeitem», floreros, lamif
paritas, veladores, filtros para' agua, efe 7-
WalaHorac sorbetera», nece.<arios varia*
XACiauc^Lciaj formas y clases, bidt'ts surtidos,
lavatorios, .juefros de lav-torios, j''«»gos de toilette,
m&quinas para hacer soda ó regaderas, liltros para
agua, Uambrerasi eí<5: ! ' 'i :;:;' J' ^ ''/r
Juegos de mesa, K?11^¿^P¿^
de cristal,' cubif ríos, cuchillos, salivaderas, palmato-
rias, copas, vasos, .s).llas,,escaleras,,porta-bctí«llas,
canastos para ensaladas, éspoh eras. «té., etc.
Son los mejores cigarrillos de los inmejQrj|,btes—
CIOAEtRILliOS DAÜMAií :: ^ ; '
ix)8 tumadorfordebea evitar las falsificaciones exi-
gif'iino en cada etiqueta la lírma de garuniia de—"
''• /kí urnas. .■.,■-.-
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Exportación de frutos del país.— Importación
de productos españoles en general.
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Depósitos en cuenta corrieqte & la vista 2 ^ a^ui^l •
» : » » á 90 días 3 » »'
de aviso' r ?
Depósitos .a plazo fijo á 90 dias ó más 4 » , >•. v í
» » » » M oro 1 » ' i»' ' .»
Se dan ííiros á la vista sobre todas las capi-
tales de España , cojí beneficio para el toma-
dor. Se dan giros -s€^b^e los pueotos, también
con beneficio.
Horas de despachó. Los dias hábiles de
9 a. nr: á 4 p. m. Los dias festivos de 9 a. m^
á 11 m. . ■ . , .
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443 - I-Iaipá - 444 — Baoaoa^yres
ADVERTENCIA
Se previene al pablico que la farmacia establecida
en la < alie Rivadavia, que fué anteriorinente d« don
GUILLERMO A. CKANWtSLL, se vendió á D. Diego
Sproat, quien no es farmaeémico, de modo que dicha
farmacia no es ya de CÍ{AN\YEJ.L sino de Sproat.
í LA ÚNICA DROGtJERLi Y FARMACI
. r DE CRAIVWELL
que existe eó. Buenos Airés^, estft-situada en la calle
VICTORIA, núm. 647
- , B-NTRE PERÚ Y CHACABÜCO
Atendida personalmente por su propietario—
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224
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226
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r-ff. i^i-;
3Hl--$-
AVpodémos mandar
á paseo sin temor
alguno, á nuestras,
esposas é hijas.
Ya no hay peligros
para ellas en las calles.
Por que si algún atrevido se propasa,
al punto se presentará un protector del
bello sex,o y lo llamará al orden, ¿^l^.^.
Después de la. sociedad protectora de
animales, era de absoluta necesidad la
fundación de la sociedad protectora del
bello sexo, porque abundan los señores
desnaturalizados que en una esquina, dan
un puntapié á un candido perrito de aguas
y luego la emprenden con las mujeres y
las tiran pellizcos en cualquier parte.
La misión de los socios protectores, no
puede ser más delicada.^
Han de obrar con mucho tacto, de lo
contrario, se exponen á muchas cosas des-
agradab.ies.
Por ejemplo: sabemos que un socio pa-
seaba, no hace de esto muchos días, por
un barrio apartado, y de pronto llegaron
á sus oidos unos gritos de mujer que le
partieron el alma.
Aqiii maltratan á una infeliz — se dijo.
Y sin escuchar otras voces que las de
su conciencia, llamó ala puerta de la" casa
de donde partían los lastimeros gritos.
Una voz ronca, preguntó :
— ¿Quién es?
— Abra V. pronto.
La puerta se abrió.
— ¿Qué desea V?
— Cortar un abuso: lo que aquí pasa
%,
es indigno. Desde ía calle se oyéii cl¿^- - *'
mente los gfijtós i j ,v" f
: >í .¿-ííg- que ds ^.^rírin*
^-rrJPprio edkisridio ! Aqüi «stoy yc|!?para
'^"" ' ' " '*i*v^ m% mm -^-íM-
_^.iCabanerót'^v;.s'í'..-^;'^-^^.#W ^:v--.:-
., -r-. Noiíay caballero que valga. Nue tra ;>;|
misión es sagrada, y cortamos el abuso;&
donde quiera que se cometa. En esta casti;:^
sufre una mujer? pues aqui estoy yo para |fí J
decirle á V., ¡su procederes indigno!... V fv
Lo que ha hecho V. con esa mujej* es in- *i
—¡Ya me está V. indignando1l?ítya;y. , ,s, -
á paseo, que yo voy al lado de gni mujéi*.
— Pues mucho cuidado. PofH|¿é; iM ^ritív
nuevamente, ¡verá V. lo que le pa$ar ■■^.
— ; Y á V. qu3 le importa! ^ -:■, "*'': -ir
— Mucho; desde ahora queda ÍMijongij,
nmparo su señora, y V. no la pufede cas-
lisrar más. i
— ¡Está V. loco! j ■
— ¡No me insulte Y., mal esposo! ;^i
— ¡Bárbaro!... s^v ::j'
— ¡Bruto!... ■'$;■';.'
—¿Yo bárbaro?... ¡Tome Vi >|s ií: r
Y se agarraron el socio protect'crr y , el
marido. Intervino la autoridad y se sacó
■m claro que la mujer que.grrtabá acababa
í!e dar á luz un par da .(eacborrilios ro-
bustos. '>:■ ¿ : • . ~ ^ ' .
El socio protector fué á'parár á la co-
misaría por meterse en camisa de once
varas. --"^ ■ '% ■' . , ...
Y el pobre marido recibfiÍ4»,lgún golpe,
• ma rabieta mayúscula y la consiguiente
sorpresa al hallarse con dos vastagos.
Por lo demás
las señoras van
por \•^ calle re-
lati vamen te
tranquilas y
con el rostro
altivo, como
diciendo — ¡Ay del que me falt*^!
Lo esencial es «^ue puedan visitar los,
templos mañana y pasado, sin sufrir los
ataques que les llevaron el año pasado
una porción de salvajes que llenaban los
atrios y cometían toda clase de brutalida-
des, sin considerar que el Señor estaba
de cuerpo presente, como quien dice.
Ahora la juventud tendrá que recatarse
eii «t%9G49f (4
227
un {>oco, de lo contrario, loif impláéAbles
protectores les poníjrá^ ui| fpenq. j >| -y .
Ya nóWrá fácil entregar oár^táSiítíro-
vechando la aglomeración de fíeles, por
que no es cosa de que salte de pronto un
cfiballero y diga: ' i •'
— ¡Eh. joven ! No se arrime Vd. tanto á
esta seiíorita: guarde los papeles para
mejor ocasión.
Las mamas están muy satisfechas, y á
cada paso dicen á sus hijas:
— Aquél joven debe ser protector; repa-
ra como nos sigue, y con qué interés nos
vigila. Vamos á ver si ponéis la cara ale-
gre, por que loque os conviene e% encon-
trar un protector de veras, qiie se encar-
gue de vosotras y os lleve al altar.
Claro, las niñas se ponen tiernas, y las
miradas más cariñosas las dedican á los
asociados que á estas horas tienen más
partido que muchos políticos.
Pero no todo son gangas.
También tiene sus contratiempos eso
de ser protector.
Y sino que lo diga mi amigo Andrés
Velutín que á estas horas quiere salirse
de la sociedad.
El otro día — me dijo — estaba muy tran-
quilo en casíi, cuando de pronto llaman,
me anuncian qile una señora desea ha
blarme, la hago pasar toma asiento y,
— Vd. dirá, en que la puedo ser útil.
— Vd. es e! Señor Velutín.
-Servidor de Vd.
-¡Yo soy muy desgraciada!
-Lo siento mucho.
-Más lo siento yo.
-En fin
-Vamos al grano.
—i Al grano ¿se trata de un grano? Pues
Fe har equitrocado Vd., yo no soy médico.
* — Qa¡áe»decír, vamos á la cuestión.
r-Vamos.
— Yo quería á un hombre.
^ Luego, ahora no le quiere.
— Si; aún le quiero un poco. Pero otro...
— ¿Otro hombre? ' -
— Si, señor; me gustó mas^ y ...
— Me lo figuro.
— Luego supo que el primero, había si-
do el primero.
— Naturalmente, y él el segundo,
— - Y no le gustó ser plato de segunda me-
sa. Se sulfuró, se irritó y ¡aquí me tiene V.!
— ¿Pero qué quiere Vd.? Acaso preten-
de que sea yo p| tercero?
— Pretendo que me proteja Vd. ya que
he sabido que es miembro conspicuo de la
sociedad protectora del bello sexo.
— Pero yo.,..
— Si; hágalo Vd.
— La protección no llega á tanto; yo no
puedo intervenir en asuntos de familia.
— Si no quiero eso. Quiero veinte pesos:
Vd. me los dará, y como protector me res-
petará. Por eso se los pido á Vd .
—De manera que si no fuese protector. ..
Andrés Velutín, presentará una propo-
sición á su? colegas pid-iendo q;¡e s«fmlen
ui! limite á la protección .
\ la sociedad la tomará in cuenta eiür
la pnmera sesión y hará bien. . . J.
Porque tanto el bello sexo como el sexo
Too deben saber si la protección llega á
ciertos línfíites.
h2L pechada, inclusive.
-^-
í» - -t :
m
■ ■>:■ iría iUJ .ftis
V¡- f.'
1-, ' nu
lL.
, i-¡r-Nó, no quiero, continuaf
, de este modo con Al fredo,,
ya Je he dicho que no puedo
y que. es preciso acabar.
Tres meses de esta manera,
á su lado noche y dia,
¡yo hacer tanta tontería,
como una mujer cualquiera!
. jPasq tan dulces momentos
¿cuando se encuentra á jni lado,
pero en cuanto se ha marchado
{Siento unos remordimientos!
.Tanto, que ayer le escribí
dicién^ole, decidida,
que quiero cambiar de vida
y que se olvidé de mí.
Él estará medio loco,
¡ingrata! me llamará,
pero ya me plvidará
con el tiempo, poco á poco.
Y, yo sufriré su ausencia ^
y le tendré que olvidar,
mas es preciso acallar
el grito deja conciencia.
Tengo que sacri0carmp
y obraré con heroismiO,
vaya ¡valor! y ahora mismo
á la iglesia á confesarme.
n
r: — Vaya, calme Y. su pena.
VPadre. es que padezco tanto...
í*^Nunea olvide usté que el llanto
redimié á la -Magdalena.
—Es que^ypf ni|npa ppdré
recobra* ítti 'fíaz lurbad'á.
—Usted será perdonada.
'Uí.
-rj.<-.- I-
mMmmHim'^x
•¿'ií:«7-H':n
Í--^^<[ -ipi-v-t?, .-j^-ír;
1 »!''.p '/ífft|i'.?-í»«iir»fj K(^.9^4,<;.. í-;
■ ■;-¡íT*Ná, padre».. ,'t. ,,■ ■;,.,-,■.>■ - ■
; ';L i)ii sv¡ irrt-Tenga usté fé.
Rehüe ve sus oraciones, ,, ,
frecuente los Sacramentos,
■:;■ y huya en todos, los momentos
de las malas, tentaciones;
y redimida, al Edén , ,,
subirá seguramente. ,
— (Dios mío, Alfredo allí enfrente
confesándose también).
El cura con indulgencia ,
consuela á la pecadora,
y ésta parte sin demora
á cumplir la penitencia.
—¡Reina de mi corazón!
—Alfredo, ¿te has confesado?
—Sí.
—Yo también. ' '
—Y me ha dado
él Padre la absolución. ;
—¡Y le habrás contado!...
-Sí,
del todo.
—Alfredo, ¡por Dios!
—Y él nos ha absuelto á los dos.
si me ha perdonado á mí
—¿Tú me amas?
— jNo te he de amarf
¡Y sólo tuya seré!
■ Pues que ya me confesé •-"
puedo volver á pecar.)
Luis García.
LOS FARRISTAS
< ^ ^ iGARO, el inmortal Fígaro, escribió
hace algunos años dos artículos, como él solo
sabia hacerlo, estudiando Los calaveras. Ru
brillante pluma supo explotar el tipo, y aun
hoy, al recorrer aquellos renglones, senlimos
revivir eí calavera temerón, el doméstico,
el silvestre, y todas las demás castas de esta
especie que actuó en aquéllos tiempos y en
aquellos lugares. '•
Días pasados, leyendo el artículo en cues-
tión, ocurrióseme hacer algo análogo respecto
á nuestros farristas, pues si bien los países
no son losmísmos y los. tiempos han cam-
biado, hay jnuchas latinidades .entre ellos y
las especies de calaveras que Larra nos pinta
Y sin más ni más, con la audacia que dé
la inexperiencia... y la necesidad de compla-
cer á mi amigo Coll (que á toda costa me
exije un articulo), puse manos á lá obra.
Y salió,.. Yds. irán viendo: si no me pasa lo
que á aquel actor que caracteriza Juárez en
Los Canarios de Ca/e: Nunpa consiguió que
el público viera el final de la obra que ponía
en escena. Se entusiasmaba tanto que.!, se
iba del teatro.
Pero. basta de preámbulos, y adelante.
El farrista es una producción esencialmen-
te criolla; tiene, como el calavera de Larra,
á29
vanas especies,
más, varios sexos
varias,^d^de&jr^f lo cjue^es,
'. r. i / 'A r i / i
Tienen todos entre si aós^panlos de cdntaéto:
1" El farrista debe ser vicioso, debe saber
emborracharse pública ó privadamente, según,
las especies; ser, por lo general, jugador y
tener, en Bn, aquellas caalidades que distin-
guen al hombre sosegado del que farrea.
2° El farrista debe Siempre haber peleado,
y si no lo ha hecho, decirlo bien alto para que
se le respete entre los de su ¡calaña.
El vicio y el valor i^ealó fingido, son, -pues,
las condiciones sine qUa-non de nuestros fa-
;' r Pistas.
Sin haber trillado- mas Ó menos estos dos
caminos, es inútil aspirar al título.— No se
pasa de simple aspirante, las más veces ex-
plotado por los titulares.— Así es el aprendi-
zaje: se empieza coíi escrúpulos, pero confor,
me se va perdiendo la noción de su propia
dignidad, se va llegando al grado apetecido.
Por otra parte, no se necesitan grandes do-
tes. El farrista se .divide en peligroso, incó-
modo é inofensivo.
Entre los peligrosos, figura en primera línea
el cafifero ó canflin fiero, que puede serlo de
costumbre y medio de vida ó, de .-ocasión, se-
gún que lire el cafi/fe para sostenerse y vivir
ó tan solo como hazaña y para alimentar sus
vicios.
El cafifero ÚB profesión es, entre nosotros,
el último peldaño de la escala dfl vicio, el
souteneur franca es el modelo más acabado
de esta escoria social, aunque nuestro cafife-
ro, como buen farrista y buen criollo (no
hablo de los extranjeros; no los conozco sino
de oídas y de leídas.', tiene sus rasgos carac-
terísticos.
Es siempre de baja estofa, vicioso hasta la
saciedad, desordenado por pasión y compadre
por idiosancracia. No trabaja nunca, pasa el
día jugando en los cafetines ó cimarroneanr
do con sus compadres de prostíbulo. Va siem-
pre armado de cuchillo ó daga, nunca ae re-
volver, no oculta el arma, antes bien, la lle-
va de modo que asome el cabo Viste por lo"
general de pantalón de franja, bota de taco
alto, camiseta, faja de color y pañuelo de se-
da en el pescuezo. El chambergo lo lleva
siempre echado a los ojos, áuele ser blanco ó
ceniza, con 'uto de cuatro dedos; mira fuerte,
escupe por el colmillo y fuma cigarro negro.
Habla en su Argot éspéc¿fl!¿, salpica su con-
versación de palabras obscenas, y nunca le
faltan hazañas que relatar y atribuirse. Se
emborracha por costumbre, rara vez con vino,
siempi'e con ginebra; en ese estado, provoca
á quien se le pongia al paso. Tiene varia"* en-
tradas en la policía por ebriedad y desorden.
El cuadro del Departamento es su residen-
cia habitual. No le intimida. Odia, sin em-
bargo, la Policía. Vaga siempre por los alre-
dedores de la Plaza Libertad y calles adya-
centes. No tiene domicilio fijo. Se junta úni
camente con los de su oficio, á veces con la-
dronea 4e|pro|^s^jtc0n quienes tiene varias
^tingehctiB, Rafas veces roba; sin embargo,
cuando la ocasión se presenta, suele ayudar
á sus amigos en la preparación ó consecuen-
cias de algún golpe. El calote, sin embargo,
es su Hazaña favorita. Nunca está más con-
tento que cuando ha amufádo un cochero con
tres ó cuatro horas dfe viajé, ó cuando, en sus
correrías, ha cazado áigün mirlo ó cristo
á quien puede hacer foi'rhar ó espabilar el
bento en el truco ó siete y media-
Azota las mujeres por costumbre. Rompe
vasos y copas en los cafetines que frecuenta, y
se desacata cuando vienen á prenderlo. Siem-
pre anda sin plata. La poca que explota ó le
ajencian sus queridas, la vuelve á perder jugan-
do á la taba ó al truco con loS de su calaña.
Baila con corte ' en los peringundines de los
barrios apartados— esto raras veces— pues des-
precia las mujeres y las tiene tan solo como
objeto de lucro particular.' Vive á costa de
ellas. Entra al prostíbulo pisando fuerte las
noches que la dueíia le señala, ó bien de día,
en espacial los de líquidació i de latas. Ven-
de sus brutales caricias, y recibe en pago el
vil metal que la infeliz degenerada ha recogi-
do en toda la semana, como precio de su des-
honor.
¡Ay de la desgraciada f,ue le niega este esti-
pendio! El farrista la azota despiadadamente,
y puede darse por satisfecha sisólo usa la
daga para martirizarla á. planazos.
Es,- en fin, cónio lie dicho antes, un indivi-
duo peligroso á quien conviene evitar si se
encuentra al paso.
Otra de Jas castas de la e.spede de los peli-
grosos, es el coinpadre de ribera; pero dejemos
este ejemplar para el próximo artículo.
-' ü. Navarro.
1
REMEMBER!
{A mi distinguido amigQ Manuel Bahamonde)
-k- Jba.4)or el bosque un día.
más que nunca alegre ei alma,
y al verme los pajaritos
hicieron íonar sus iirpas.
Mil ramitas, á mi paso. ' .i
del vestido me agarraban.
Como sr jugar quisieran
ó entablar comiigo charla. *- -
Las violetas sonreían '; -•
y se hablaban con voz baja, ■ -
y hasta su negra tristeza
dejaban las pasionarias.
Las mariposas contentas
en torno de mi jugaban,
rozando en mi rostro pálido
sus alas de ébano y nácar.
— ¿ Por qué será esta alegría
tan grande?— pregunté al aura,
y ésta, que estaba dormida
entre unas floridas ramas,
me contestó, despertando:
—Porque besaste á tu amada
anoche, mientras su madre
aburrida cabeceaba.
Patricio Gallo.
i
'^ tSTf^r^t: ■¿'i^'-« T«^
•&80
,-«f Ta5flS?^''í3^-.'7«^rs-f^':;;:»^-'«^r"-^'í^-^ j^ijí' ^ ^Tr^"
B& CASCABEL
K
i^^.j^f^^ '
í.f.
ÁGñíiDÉCI MIENTO
-jOh Doctor...! Le debo á V. la vida...
-Sí; y cien pesos moneda nacional, importe de la cura.
A PUNTO DE CARAMELO
— jHola, Don J'adeoJL.ll
—¡Hola, Doña Luisa!...
Qué cara se vende...
¿Cómo tan sólita?...
—Haciendo unas compras.
—Pues, para las niñas;
¿cómo están?
— Tan buenas,
gracias...
—Y tan lindas
como usté, lo mismo,..
Señora, es justicial; -,
sus dos pimpollitos
son ^11 imagen vi va;
se me alegra el alma
si tengo la dicha
de ver Zas tres gracias:
jjsté X sys dos cliicasí.
¿Sigue usté viuda?
—Sí, señor.
— ¡Viudñaí^...
— lY quién se atreviern. .=.
en época crítica C,.,^,^,-;,í;j:.|
cargar con nosolj^s!,.^.¡>iVÍ.>
- ¡Qué carga taBL,- rica!' ||,« ,.'"(^.
— jAy, mi Don "^dep. '/¡{i =ij ;,
fjué triste es rai^i-Ja:.; 0 , ^
—No desespe^a^^;,^;.f^,0.JjJ5^
vamos, cualquier (íft' """ ■"'^
habrá algún juicioso
que llegue y le dig::
«Si usté no se opone,
me caso á seguida»
Y en cualquier iglesia.
*- r ^nr ^Tp- -u.^ ->a -pj riv*^
.^w-
it eASCAREL
:'.f -^ í^A -- ■-■■
^•«t^-^ ^..^«"B^^SSJ^Jll Tf?»^'^Wíi^í^(í@^^
231
ir¿«Sv^ '
en cualquier capilla,
le ponga -«u la-maíio... — -
las arras ; bendit^is. ■f'^ ^ ' yf^ \'(\ '
— iPor Dtos, Don Tártfeor -'' ^ " '""
<iue me martirizan
esas esperanzase...
Sola, en mi desdicha,
estoy condenada
á pasar la yid|i...
—Esperando esposo... ^
— P;ira mis doslíijas;
Yo pasé ya el tiempo; . ' . '
treinta y ciaco encima
son ya no-upRos años ^í>
para Que-<;oasiga - < /
esas esperjtfñza^'A. / ■ . )
(lue raieíéS destilan!
—Treinta y cinco, dice^
-que son carga. inicua,
cuando~ííeinlta y cinco
son los que codician
los hombres sesudos
de cabeza viva,
de tino, taiéíilo 0Í
y en flti, de valía?
Usté, mi simpática
señora y amiga,
es como la fruta
que se cae sólita
del árbol frondoso, •
que nadie la quita,
.que choca en: ¡el su^<( s^;
colorada y linda, ^ " ^ •
que iWos la buscan, ..
que nadie la pisa^'. ■ ' ^
y el ^fortana.do
que á CQfi^^^'átina,
gozoso ;1 a fqÓ^érvá,
con gula i a pica,
y saboreando
lo dulce que anida,
prueba en ella... el cielo
de abajo y de arriba.
-Señor D. Tadeo...
pues asi me íiránfla,/ >: f '
le voy á hacer una
; - reyeiftción íntima:
*^{J¿: fX-a"5éi-que esa fruta
'*^ " ^e'sHríiiejorcita,
¿pero usté no sabe
• que, quieitla precisa,
asi que la come,
ios láijips'se limpia?
l*ues ,és<? mg temo
que pase"1r*'seguida,
si alguno de tantos
como me acribillan
con sus pretensiones,
al tin, las mandíbulas
mueva, y entre dientes
con ansias me oprima,
y así que me guste...
¡me deje soütaf...
— Eso es imposible...
—Pues cosa es sabida,
y eso hizo mi esposo
al morir. i.
—No, Luisa,
(y no se me enfade)
la dejó á usté ¿íHüí
como una manzana
sana y sabrosísima,
_ á punto de mieles,
que al caer de arriba
blanda y olorosa...
—Se hizo una tortilJa,'''í'-
..y de ella salieron, •
claro, mis doá hijas.
—No es eso, .séñor^..; ■^"
—Perdone le' diga, "
que si m« cortipára
con la fruta dicha, ■'
más bien que madura
soy fruta podrida...
(Pues... podrida y todO,
yo, me la comía) (1)
A. Díaz de la Quintana.
LA MUJER
ESPuÉs de lo que dijo D. Severo Catalina, hay poco que añadir de
la.rnujer.
^^línque desde entonces hasta la fecha ha dado mucho que
Uablsir; -
¿^ Por ejemplo: esta definición novísima que de ella ha hecho
ün filósofo espectable.
;- «DS ftiujer... es todo lo contrario del hombre».
¡Profunda verdad, no pbr todos conocida!
Aparte de aquella frase, hay otras dadas á luz por los representantes de varias
arles y oficios, y por otros que no tienen oficio ni beneficio.
— ■■«■>;.- -^•.'
yTZ."^ '' ^^sff^^p^
'f^ür
•SKí»- jVv®firp«Sü"?»^í^^^7
ry^ ^¡JV-W^^i^ "i-fti^* •) 1^
■><»•>■
rMfñimiA^m
ras
iSIVO
Del libro MAS CUENTOS VIVOS de Apeles Mestres, úWim«n»ate- publicado
-Pn& íiada, ^hico, el caso ocurrió <te ja ■.. -;, ^El que sí. j-^^ ^o' me llamó bruto, le
siguiente D^j^aaijV^^ rv %, Jlamé canalla, 3Íp^f:me suelta un sober-
/^•^ " "■'-,,■:> bwKiMífeton. '- i j' /
-Natura'menle me cegué y~lo mismo '—Acto seguido Je cogí cual' si fuera un
hubieras hecho tú— ¡R»f! Je faníwté c..n, manojo de e3pfti;:raKos... ' 1
otro.
— J.a doblé como una hoja de papel, lo
xipabuUé, lo retorcí, lo aplasté...
— ^Y ¡nada! Lo*^tÍpéal suelo así, hecho una
tortilla.
y^sw
1^. t-if-g*-':^
■**-v
i^
U vi
Aria.-
Dúo.
Cuarteto.
Septimino
Concertante tina!.
•" .; Yf
»^*S5'y'?5'
flSiE5R?!^;|js^^^^fr5S»s^^Sií«^P!!^'5>^^fflSser^ ^^^w^yv''^?^::^'^^i
%4.
-l^é^eABfeL
lista: / 4i A /fJi<!^rt.K p.^ Í^^lí^ld<t^-
es uifa paio^a, édn g^gs de gabela," bou la am
Dalila
arre
Vean ustedes.
Un natural
«La mujer es uiía paloAia, édnc^ds de gdfciela,' «con lá ¿mtura de palmera, con el
nevado cuello del cisne, con los labios de clavel, con las mejillas de rosa, con el seno
de alabastro, con la voz de una sirena y con los movimientos dé un pájaro».
Es dféir una Historia Natural. • ; •" "P :; ,^ " - : ,
Cierfófpelucjuero escribía hace poco eii-éV álbum de una señérííéP:' .■■.,/ '
«La V\utce"^t5fn pañera del hombre tien^Jks^ -mismas af^<^ónes ért todas las épocns.
"''" i£)i"taba. la caberiera á Sansón. Nuestr^is' con temporáneas nos¡ toman el pelo.»
iTni el iSr. Diaz,^ueño; de un almacerí'yniíuy acreditado: , .'
I^^orazéii d,e la mpjer es una esponja. k-bsorvétj^eV amor áe uá- hombre y luego
Dfj^ilolo, eretóapa ie(e -nuevo su órgsi^io vitól en. o(j^ CariñOflíY'aat sücesivam.énlo.»
PecJ^geómelra, eseribió:J^^ ' .y ¿í^ •/•'..-.:/' ''■'^''»^PM^-'M;m4^ '4 "' ' ' /
'■^s^tnujeres, esos seres' déliciokps, llenos dé aPro'güMéa.;*^^^s, d'vec^é apn:--
fe^4é la linea del deber, se escapan por la tangente.», ¥^ v ¡ - ".
piGierlo que dicho señor, hallándose muy prerícupado^^^'n, la résolucislp de un
lo problema, «nCohiró'^ en una de las habiíacionef désii casa ú cierta dama
I^Íq caballero. Al último lo corocia por ser muy £ypg|j|of suyo, á Ja otra no la
veia Ipj^ara. Aproximóse al lugafj'del siniestro y obsepy@^B|el consiguiente placer,
que lár^ídama era su dulce com|>£iñera, es decir áesenhrid: i^fiÚCÓffni^a .
Hi^ mujeres y hay poesías ^c i/es. í S 4 ' '■^'
Las *^ay como ciertas fortalezas, inexpugnables. ¿
Hay señoras— afirmaba un astrónomo — qué ! vienen á^er' cómo algunas estrellas...
— Si, por que alumbran el cielo de nuestra vida. ' -'v^.. , "^^i^; '
— No, señor; por que se pierden de vista. , .. .
—La pintura de lejos, la mujer de cerca.
Así decía un paisajista aficionado á los grupos en la sombra. '
• — Lft,^mujer-r-añade cierto: gialanleador^es un interrogatorio. Al estudiarle es muy
fácil quedarse íi>ia cuarta pregunta. ,*-? ,. , ;
En la época dé Cervantes piído decirse:
Es de vidrio la mujer
-'. n
y temer, naturalmente, cualquier rotura; hoy el progreso ha desvanecido aquel temor.
Para algo tenemos q\ seguro de cristales.
Y ya que de clásicos hablo, haré constar que la mujer de otro, conlinúa siendo
como en los tiempos de Garcilaso:
• í^j ..: — dulce y sabrosa - ^;,:'
r, Mitós que la fruta del cercado ageno. ; ?/
En lín, de la mujer de<jimos en público muchas cosas que no las favorecen, úni-
camente por el placer de ri^ctiíicar, cuando nos encontranips solqs con ellas.
Y pongo punto, sabiondo /que este artículo ha de gustar forzosamente: porque
vamos á ver, ¿no es la»:mTij«r un articulo de primera necesidad? >íobs : -
vv:)'. :;, ri; 'jí
1 3m[ ¿
i> í'!».
Júsé M^- Mendoza.
' '■' •■ , .
illL í-;)T¿ «.»M-'£
^ ■-!■.;
'3-%f^^^'^*'»:«r5KE*'^f^'vTí^^;^fí^^^^!^»^-»-yjfi
'5gL5'
**7S5S"'*"-?i^>' '^'i.ss^r^
AfíÉI.
^5
SEMANA SANTA
En San tQ Domingo.
En la Catedral.
DE VIGILIA
Siento el perfumado vaho
del bacalao, que rhe'encanta,
■ llegó la semana santa,
semana del bacalao.
La comida, por mi mal,
de vil salmuera rebosa,
¡qué semana más graciosa!
por lo que tiene de sai.
Época de los sermones,
'y rezos y monumentos ,
se prestan estos momentos
á profundas reflexiones.
Como hoy se debe de hacer
de pescado la comida,
esta semana temida
por los peces ha de ser. "
A pescarlos, jinhumáhosl
miles de hombres se dirigien,
y los pescados se afligen
maldiciendo á los cristianos.
Llorarán en el abismo,
oprimido el corazón,
teniendo, con gran razón,
muy poco catolicismo.
jA tanta y tanta familia
habrá afligido en el mar
la costumbre de tomar _ .
la comida de vigilia! . -.
De la gente el apetito i/--;-v 5»::
habrá dejado, sin duda,
á tanta corbina viuda
y á tanto pez huerfanito.
¿No os apena, algunas veces,
su negra fatalidad?
Yo he vertido, á la verdad.
■-»■»•;
mucho llanto por los peces.
¡Oh semana de alharacas
en comidas y oraciones,
en que hay verduras-sermones
y sermones-espinacas!
Si entre verduras nos pierdes,
ahogándonos en verdor,
¿qu« hay en que un predicador
pronujicie discursos verdes?
Días que con desacato,
lanza la gente bostezos»
por que si abundan los rezos,
no abunda menos el flato.
Mas no lancéis una homilía
contra quien con hipo rece;
el castiíío lo merece
la comida de vigilia.
Hoy, el alma me envenena
el recuerdo del pecado:
hoy, al almuerzo, pescado,
pescado para la cena.
Yo jamás había visto
tanta espina como hoy;
vamos, de espiaíts estoy
lo mismo.qpíe'Jeéucri&to.
Hoy efictteiítro criminal,
y co.^tcario á toda ley,
.-;,';• qijfi mQ,<íien el pejerrey
^ ■^|^,&fkb^tan infernal.
^^^^|ívAhoi^, jleetor. examina.
" i* r:;.si m*e eii'cóntraré aplastado,
■i^g^florífue si es malo el pescado,
¿ no me ha de dar ttiala espina ?
S. Garrido.
0
'i^l^^W
.JM^m^m
j^fcni ^./aüT^íi
De DOMINGO ^
ONHUBIA. -Después dé ta Creden-
cial, obra que indudablemente se repeti-
ré, la compagi*i. ha tenido el buen acierto
de poner oá^áléna Un novio á pedir de
boca, ceí^||/ida dbra de Bretón de los He-
rreros,^demg^|p;áiij£io asi el buen tino que
hay ettéstó'féuÉtb'en la elección de obras.
-^AíR^amid e^^ní^ decía ujP caba^íjero
obsétFvádor^úerél tea|fq Ojiiru|)ia se^hace
más simpátieo ca^ía dláá» los. necesitados
de a mbos Sexos . "'*- .j^'
— ¿A los necesitados? ,., .,
— |Si, lall _ ,. < ,^ , ! .; ,. :, ^^ , ": . '"'
—No entiendo.^..:
—Repare VJ. que Rl,. gran filón es ca-
paz de hacer abrir los ojos á cualquiera.
Todos andamos íi ca^a de filones. La
Cr^edencial . .. , ¿qui4n deja de ir ai tea-
tro dando credenciales? Y luego, ¿qué ni-
ña resiste la l.entación de ir ó ver Un no-
vio á pedir de boca^ hoy, que ^según me
ha confesado en el 9eno de la an^istad una
señora con tr^á hijfts, los novios pasan de
largo? — i , ,,
Dejando aun lado observaciones, y ocu-
pándonos delaoDra át» Bretón, diremos
que la compañía que dirige Galé, la des-
empeña perlectamenle. "■ ' ' ','.,'
Se conoce qué ios actoréé han estudiado
con cariño sus- papeles, y al punto sé nota
una acertada' dirección escénica.
La señora Echevarría, Galé, Haza.... to-
dos, en fin, se hacen aplaudir, por el pú-
blico, que goza con verdadera fruición las
bellezas de \é obra.
En una palabra; Unkovio á pedir de
boca ba sido el éxito dé la semana, un
acontecimiento literario sancionado por
un público tan culto como numeroao.
Nuestros más sinceros aplausos ó la em-
presa, y á los artistas que forman un con-
junto inds que discreto. ^
LO.^ir<aí PCLSioharia: el srempré
ifi^lpiíJiltijO dram4 áe tano^ y La jSscUela
délas Có^üétas^ soti las obras que ha
puesto en escena el cuadro dramático de
este te.> tro. ¿^
El público no escaseó los aphiusus á la
señoril© Ara iiáz (Gí,V y al seño? Robles, es-
pecia Uwen te en La Po-uonaria, cuyas ea-.
cenas culminíMili^^ arrancarcHí nutridos
aplausos.
Alternando con ubras serias, el cuadro
'-•ómico-lirico sigue daftilo obritas ya cono-
cidas, pero que tienen un atractivo que las
liácéii'ñité'VBsí Mefóéífes'Ataiiá^ ;'
Nina. G&rt^ií F^rlffid, Üca^étÚáff'Vá-'-
püchoneHl L^cif'er'fúitsíspclt''ek'ésú\b,
sirVehá' Ifii^^iínpíáñbá tipile j^ai^á íiíéir su
gracia y sus trajees (elegantísimos y dé tnu- -
chxj gusto. ■ ' ' " '■ ''
Con la zarzuelita R. R, debutó uri nue
vo actor cómico: el señor Carlos -Alonso,
que ^\s/s^^m!Srpor prirneráve^^^voí^-
iró 9^1on^í^ cónoleiones fiará ll^ar.á ser
un /artigfó" consumado. / ^ " \
La cpiopQñjRi éeil^.ens^yííiiido una c©me-|
- --^--^Ilídej^JSiJJ'^Ef>iéiro;^^^^
El ^^eáf^ rit^t^ un mv^erto; así sonoro
otras^bbras nueyás; V "'■ V ■i'^iJ:^-^
La concurrencia es en Apolo sumamen-
te escogida .yi attmercsa > - " .
(lia
,n--.¡.
c^íi
;M;:íí
COMEDIA.— Pequeño para contener al
nurneroso público i^fté tíóche á rióché llena
lodttS las localidades; sin diidá'fiara'^ásiátír
á estrenos cÓmO él'de £« Gfatf Via,,
obra que, según parece, gustará mucfeo,
y que es una verdadera novedad teatral . . .
Dejando á un lado la. popular zarzuela,
durante la semana se han representado
Chateauw Margaüác., Lo$ Pantalones,
Los Doininffíieros, El paso de Judas,
n ueva, bien recibida por el público.
Juárez, Lustra, Diáz, etc.\;. cómo de
costumbre. Ai primero hay que verlo en
Los Feos., apésar de no sei* obra de su de-
voción. ' '
En Uiiá palabra, Juárez, es el rey de «Los
Feos*; asi, enMe comillas, ¿eh?. . . ¡no se
vaya áreseniir su amor propio!
PÓIaITEAM A.— Ofreció una novedad,
i.a representación de J^ima/ a^osípZ í/ el
huen ladrón, drama de circunstancias,
original del Insigne H^rlzenbusch.
La traición de Judas, la conversión de
..,.»' j':,i i^ttait;.
%^^m'
pr^enlada^ cQir el; mayor, (ípji rolo ,P<?sÍt,
DOHlik. — Hai debuiado Annt^^aízít, e) -
tenor dé ' los rQsMmi^'^ I^* capricho;' ye) i
qae ^ estt^ehó CwmiUerm <M^JisU€afta> en'íet
Nacional. .c-í-üoíi::
^ h'-'
^
[orí'í-
'Por n ) leiidremQs Qpie.r^,,|yDs,(jU^rio3;|iaíi
publicado los nombres <:le 'os artistas (jue
forínanel cuadroJirico, y lian adelantado
juicios que deseamos pi;e la cqnfirmap jel
público cuando ,U!egue la oc.^s,ióií,. , ..,
Por ahora, á abonarse. . los qui^.t^agai),
plata para Jiac^rk).- .¡ ¡; ,: .; mí.í oí ;.
.^■i;;<j>J "-•
El Admini trador de EL CJSC ABEL, ruega á
los señores corresponsales y ageates, que le
remitan el importe de lo qu adeuden; además
advierte que pronto empezará la cobranza del
segundo trimestre r.
T, finalmente qne está más que reconocido
al púbüco, gi^e ¡a^otó. la eúi^pn del número
pas do, y qué seguramente irá haciendo lo
mismo con éiste y los sucssítos.
Améu. ". •■ '■• -"-' •- - ■■ "'i - • "■ -' ■'- ■ ■
Telegrama, via Galveslon:,
« La reina Vicstoria recibió á los yetara:
nos de la guerra de Crimea, con, quienes
se entretuvo largo rajtp.» ...; ..,,.,.
i Por nada se pi^ede ser monarca! ,
Ahora, el miando en (er^ sabe que la rei-
na se entretiene con los veteranos.
¡Vaya] lo ipejor es llamarse Pérpz, port
que ¿cuándo leeremos en un diario que la
Sra. Pérez se entretiene^con los dependien-
tes de su casa, por ejemplo?
Inconvenientes de la popularidad y de la
majestad; no puede hacerse nada sin que
por telégrafo lo comuniquen ¿ toíías par-
tes. ¡Ni entretenerse con veteranos!
LENGUAS VIVAS.
Para apren l'M- un idioma ;■
eri tres ó cu itru lecciones
un mal cigarro se toma
y al ver cómo nos embroma
brotan las interjecciones.
Tu torpeza singular
hace que al día cien veces
con todo el mundo tropieces
ry eso es mucho tropezar!
-Y para evitar que un día
en u ti conflicto te halles,
'{debes usar por las calles
corneta, como el tranvia!
Leo que la cañonera Paraná no ofrece
comodidades á los ciudadanos presos en
ella, pues, entre otros inconvenientes, tie-
ne el del mal estado de olguncs camarotes
que se llueven demasiado, a , r V
¿Camarotes que se llueven?
i pue les pongan bombadlas 1
Anuncio de ¿a Prensa :
*^ Negrita de 12 á 14 años, se nece-
sita para niñera; se requiere que ten-
ga fax^ciones simpáticas... »
¡Claro!
¡Para no asustar al niño! -
fat^*!»--;
SS^fT
irV
m.
a^^tffl^m^BBLi,
otro dia! • ..:..;
Figúrense que descubrió en la persona
de UA-Jcritico musical del Rosar:o, un nue-
j 1 »¿uii que gi
Se comprende. -,. j-Li-
Gomo que A?'gos es'el jérénato, óñato
le la sociedad. •■ --^-wí^i 'l;si,-*•>'
:■ €©n tres volupA¡9ir^o9:Rjp8a
tiene amores líácB lin mes,
y poi* eso dicen que es á •■
chica muv i'olunfariósá.
CORRESPONDENCIA
Emelerio L.—'So sé en donde, ni cuándo he leido
algo muy parecido A \o que me manda vd
■I. de S. 3/.— íÉs tan mau'^seado el asunto!
V'/rfy/í'fu.— ;,Vaya un zapallo que rae envia vd!
/¡eata —¿Y Vd. es una 'oeatal Pues si llega íi ser
otra i'osa, no sé lo que escribe: vaya un crtmuio de
sacrilegios.
rom/jfl(i/v'.— Re., ucrdus íi. la comadre; pero no en
verso!... De lo contrario, la comadre le pega irre-
misiblemente.
^;,¿/,y(,.— Bueno. i)ero no escriba nunca mas í/ayo.
en vez de gallo. ;Aii: y ciienti' mejor las silabas.
/Hiclor.—'So tne disgufio. j)ero con su permiso,
mridificaré el final.
Arinando F/oy.es.'-^'M.^ gustaría mucho hablar
coa Vd.:j. puede i>í\s;ir pói' esta redaccióa?
P. P. P-itór.— Ingenioso es vd. para combinar le-
tritas, "pero, ¡ay! Parn \ai 'flri/Zas no tiene usted
mucha disposií-ión.
Constavle — ■..■''.'... ,;
«¿Qué ta. el mundo? ,,. ,
¿Qué es la vida?
- él alí-oyel sol. ¿qué áoii?» '"*
Muy curioso esA Jlt-i^'í^lSflO^ y siempre; pe-
ro no crea publicable sa composicióD.
J^tf^] M«al iS 9v^. \9<kS, ¡sfgá' í»>'endo, ^érái i^no
esciRtJá^pdrratírt'r - . ,. - .
/í-Z)-r.-Ha(»a tieiníJo que no veía letra de Vd., y
créame, hasta tenia más apetito.
Gracioso. — Hace Vd. bien en decir que lo es, por
que yo no me lo hubiera figurado nunca.
A. ^1/.^c<e, ÍJ.— Se.publi<!ara. . ¡ .
J-S-M.—ho niishio digó.'kande la firma primero. -
i9ía¿»(!í).— 1 Angelito! Y con papel bordadito!
ruí'co.— Ya me supongo quién es Vd., asi es qUÉ>
no me extraña el lenguage, etc.. etc.... El proce-
dimiento no es correcto, pero tampoco lo es Vd.
rfc/í7fl.— Maliía, flojita y tpntita.
Observador.— Y'ü s observe Vd. que no "hay un ver-
so que tenga las silabas que marca la ordenanza.
Aficioñadu.—So lo crea Vd., no están mal. Gra-
cias, y mande Vd. otras por el estilo.
.9. r,— Muy serio está Vd. Desarrugue la frente y
haga algo festivo, ya que parece que tiene faci-
lidad.
Preguntón — No le daré lecciones por que no las
puedo dar, ni pretendo darlas a nadie: lo que no
impedirá que le diga que Vd. escribe bastante mal,
y que desconoce cohipietamente las reglas poéticas.
Y, ;qué diantr ! yo no le he pe Udo nada. .^
M. f!. /'.'.--^dúñ permiso de Vd. ttoj/ Aar-"cieíjláí un
vers >, .solo tioor; ,. ^ v^i*... \.
:.. tomo una truena traiicá.'^^^í'-'^^^^^ \
Que es precrsattiente lo que bmará -nh diá>'4a se-
ñora gramática, y entóñc^,ikj'' «Jé Yd! V "
Vampiro.— Tiene Vd. condiciones, pero, •i.iioln-
bre!... el íiml es \&n inalerialisíh.... Pruébé'jOtra
vez. . '
P/rc///^rt.— Apesar de todo el griego que Vd. posea,
no publico la composición.
En la imprenta no tenemos tipo griego, de lo
contrario le contestaría en griego, para mayor cla-
ridad.
Quedan una. porción de cartas por contestaí'v y no
es cosa de llenar el periódico de «Correspondencia.»
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
CONDICIONES DE U SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses -. . g 1.50
Provincias: Los señores Corre-ponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado . .......... ' p 0¿iL5
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: 7^ ..■. • :!:: uí H . 'tí.'^ -.
SK DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES^ ^^
REDACCIÓN J ADMINISTRACIÓN
«t— AMIMA — «it (ALTOS) ^
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para Santa Cruz de Teoei-ife, Cá.diz, Barcelpoa y Mar-
sella, admitiendo carga y pasajeros, -asi como, para
Vigo, Coruña,- Santander, Bilbao y demás puntos im-
portantes de España- ,, . , . '-¡ ' , ¿ r , . i,, ,- j
Por más intorines O datos, o«lrrasa á^us ágfAtóéi
Antonio López y C', calle Alsina.'íSÍl. ' ' '"' "
Nota. — Se expiden pasages^dB Tiaiida' d^ tojios Iq^v
puertos y ciudades de España J ?■ t -i? 'i í ' ííl <^^i
CAJAS DE; HllÉÓfiCHEt-
rOE PARÍS)
Premiadas en
las exposiciones
.!e París 1878-
18«o: de Viena
1873. de Anver
1885.
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de cristal, cubiertos, cuchillos, salivaderas, palmato-
rias, copas, vasos, sillas, escaleras, porta-botellas,
canastos para ensaladas, espon eras, etc., etc.
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Son los mejores cigarrillos de los inmej(»'ab]es—
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Los fumadores deben evitar las fals^amones exi-
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HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
Precio en la ciudad... | 0.10 el número
Fuera de la ciudad. . . » 0 . 20 id
Fotograbados de Emilio A. Coll y G*
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
:: I ^ - -
^IRQILIO M. TEBIJNT
Es este un juez ejemplar
en todas las ocasiones,
y que en estas elecciones
ha dado mucho que hablar.
■i>>;.'-l,ír=-- .
242
'S*;
GL CASCABEL
^@«-
lia semana santa ha sido celebrada de
muchas maneras.
Unos se han entregado, llenos de fé
mística, á las legumbres y conservas, al-
ternadas c II oraciones y Hato.
Otros han abandonado la ciudad v se
han i lo al cam[io, á pasar unos dia« en
algún sitio próximo ala capital.
Otros, más afortunados, lian adquirido
por poco precio el Herecho de morir des-
})eñados, viajando en ferro-carril.
Y otros, se han limitado á planchar la
galera y salir por esas calles de Boliini,
luciendo las prendas de gala, visitando
iglesias y tirando pellizcos á las fieles que
pugnaban por entrar en los diversos do-
micilios que el Señor tiene en Buenos
Aires.
El ramo de cazadores ha aprovechado
los dias (le asueto, y un sin fin de Xem-
rods se lian lanzado por los campos ees
persecución de inocentes perdices.
Conozco un tendero, natura! de Beian-
zo-s que, además de ser gallego autéiitico.
tiíca el trombón para ejercitar los pulmo-
es, que, en busca de aire pira éstos, fué
á una cacería con varios amigos.
¡Las hazañas que me ha referido el buen
señor!
Baste saber que descargó su fusil con-
tra el cura de la loculidad que estaba
011 un huerto meditando sobre la eS'.-e-
iia del deGetsomani, y que dio muerte vil
■ x una pobre gallina,-clueca, creyénduli
luisa n.
Finalmente, después de aplicar u\\ em-
plasto al reverendo lastimado, al que dio
toda clase de satisfacciones, que no le de-
jaron muy satisfecho, y después de de-
vorar en silencio la infeliz gallina, tomó
asiento en un va-
gón de un tren de
recreo y regresó á
la capital, lucien-
do su traje de ca-
zador, y su perro,
un perro bueno y
barato, recomen-
dado del Dr. Alba-
rracíp, y al que
sólo le falta ha-
blar.
De manera que, entre los peces sacrifi-
cados con motivo de la vigilia, y las aves
muertas p(^r los cazadores, puede decirse
que la semana ha sido fecunda en muertes.
Sin contar la de los judíos.
Xo los del barón Hirsch; los que mata-
mos mentalmente eii los templos.
Estos han silo más qu ^ frecuei. taios
durante los días sanio>. *
Y vale decir que, apesar de l:s esfuer-
zos hechos por los prolectores del bello
sexo, han ocurrido varios accidentes des-
agradables.
Para evitar éstos, sin duda, aprove-
chando los trenes de recreo, nmchas fa-
milias salieron á veranear, como decía una
amiga nuestra, (|ue es ya mujer entrada
on carnes y en años, j>ero habla peor que
un niño.
— Yo aprovecho la ocasión y me voy
con las niñas á respirar el aire puro del
camno.
— Dichosa V.
— Ali, si : el campo es tan saludable
Mire V.. apenas divisamos el verde de la
pradera, se nos ensancha el alma.
— Buen provecho.
Luego he sabido que el tal viaje de re-
Lieo, fué viaje muy entretenido.
En primer lugar, los pasageros no ca-
rian en los vagones
Asi es que á nuestra gorda amiga, le
'ocó ir eitibutida, entre un estudiante y un
.eiidedor turco, que fué á Mendoza á veu-
i'er rosarios y (¡ue olía á mi! diablos.
Las uiñas tuvieron que ocupar asientos
q)artados, pero estuvieron muy bien aten-
• lidas por unos señores que, aprovechando
!a baratura, se habían llegado á Menloza
(■on rl único fin de conocer al general Ru-
üno Ortega.
..^■.
EL CASCABEL
243
Además, ocupaban el vagón unos cuan-
tos socios de La Filarniónioa Olorosa, socie-
dad recreativa de acordeonistas notables,
que durante -el trayecto tocaron varios
trozos de lo más escogido dí<^i repertorio;
un matrimonio joven, qu'f fuéá esconder
su dicha en un rancho, y que se pasaban
el tiempo pellizcándose dulcemente, y di-
rigiéndose mirad 's tieniaa que delataban
á los compañei'os di-» viaje la dicha que les
embargaba, y, finalmente, una señora de
cierta edad y su sirvionta, que llevaba una
gran canasta y una botella.
La fceñora renegaba de la empresa, que
no la permitía tener á su lado á Pepín.
— Es una crueldad separarme de él.
— Pero, ¿quién es Pepin? — preguntó un
señor sensible.
— Es un perrito de aguas (pie vale más
de lo que pesa. Lo llamo Pepin porque pa-
rece una persona, mejorando !o presente.
— Señora, cálmese V. Al perro no le
pasará nada. Al llpgar á Buenos Aires lo
podrá V. estrechar contra su seno.
— ¡Cuándo llegará la hora — ! La impa-
ciencia me devora; me siento mal y
Antonia! Abre la canasta y dame algo
que comer.
La sirvienta obedeció, y al poco rato la
señora se comía un kib de salchichón y
se bebia medio litro de vino, sin dejar de
suspirar por su candido Pepin.
Por fin, el tren llegó á puerto, sin des-
carrilar, y los (jue por p.ico dinero hicie
ron la excursión, llegaron molidos á sus
hogares, renegando de los treties de re-
creo y de la tea)p';ratura, que de projito
descendió rápidamente, pillando despreve-
nidos de ropa de abri-
go á los que llegaban.
Y aún á los ,que no
salieron de la ciudad.
Otros, más afortuna-
dos, apenas el aire em-
pezó á colorear narices,
sacaron de sus roperos
los- abrigos del año pa-
sado, y salieron por esas
calles, ütiendo á alcan-
^^ jl J^ for, y mirando desdeño-
v\^ Vj sámente á los que aún
1/ *>*— ^ vestimos de lanilla y de-
safiamos el frió cuer-
po á cuerpo, es decir, á cuerpo gentil..
En reéumidas cuentas :
La semana santa ha dejado gratísimos
recuerdos á los que, de un modo ü otro,
la han solemnizado.
Y, para fin de fiesta, el frió se nos ha
''chado encima traidoratnente, obligándo-
nos á pensar en sastres y otras friole-
las, como ser: repasar la ropa del año
pasado, sacar manchas, y
Con permiso de W. voy á pegarme
üiios botones que me faltan en el saco de
abrigo, y á coserme los bajos del panta-
!on de invierno.
¡La economía ante tcdo!
-^íi:,<
EPIGRAMAS
A Silvia sola encontré
flores cogiendo en la loma,
y por amor ó por broma
á Silvia una flor robé.
Y me cuesta el ser broinisla
el andar un tiempo oculto,
pues el robo toma bulto
¡y ella me sigue la [iista!
Kl puobio supersticioso
tiene su nefasto día :
Martes, l'^spaña y Turquía.
Viernes, la nación del Oso.
Y aquí, que en esas sandeces
no creemos, no señor,
el Sábado es el peor
de todos, p'jr. . . los ingleses.
' • Patricio Gallo.
::***•:
.^
^i
.« .^u.^
8L CAfifiABRlT: ^^^:-^^*í^aí«
;.,»'^'-"Ít>''íí
SUPLICIO HORRIBLE!
Existe una quesería
frente ;i ("rente de mi casa,
cuyo fuerte olor traspasa
n\is sentidos noche y día.
Colmo de la crueldad
con que el destino me apena
¡qué olor! es una condena
de queso á perpetuidad.
Su horrible vaho derrama
en mi hogar traidoramente,
así es que huele atrozmente
á queso hasta la mucama.
Tan insoportable olor
hace imposible mi vida:
como, y toda la comida
sale con igual sabor.
Escribo y ¡vana quimera!
llamo c'i mi musa, y se escusa.
y hasta temo que mi musa
sea una vaca lechera.
Ayer de casa salí
y como á queso me olieron,
á docenas se vinieron
los perros detrás de mí ;
yo oía á mi alrededor
lafgente como reía,
¿qué le olerán— se decía—
en la parte posterior?
Llegué á casa avergonzado
y prometí no salir;
¡á esto se llama vivir
por el queso bIO(jueado!
Un amigo muy travieso,
viendo oscura mi morada,
dijo, entre una carcajada:
que es oscura y huele á queso.
ASÍ es que continuamente
t(?mo que alguno me hable.. . •
y de todo es la culpable
la quesería de enfrente.
i.\d¡ós, amadas locura-s!
¡.\diós. sueños que pasaron!
¡Ya para mí terminaron
alegrías y aventuras!
que ayer mi dulce embeleso
me dijo huyendo de mi :
— ¿Tiene usté dentro de sí
una fábrica de (luesof
Y de (¡ue tuvo razón
de convencerme concluyo;
yo, por no olerme, me obstruyo
la nariz con algodón.
¡Oh tremebundo martirio,
que en horrible padecer,
me haces á legiones ver
los (¡uesos en mi delirio!
De tus monstruosos excesos
Dante se había olvidado,
pues sino hubiera pintado
el circulo de los quesos.
...Y yo quiero prontamente
que al fin, de un modo formal,
haga que cese mi mal
la autoridad competente,
y al cabo de quince días
obrando como es debido
hayan desaparecido
del mundo las queserías,
y si no acaban ¡¡lardiez!
de tanto olor los excesos,
¡¡comprando todos los quesos
me los como de una vez!!
Lilis (¡arcid.
EL DOMIN&O DE RAMOS
l_ SÁBADO DE GLORIA
• I ■ ■
lERTAMENTE es mucha la suerte de Alfredo.
Joven, figura distinguida, brillante carrera y fortuna mus que
regular...
¿Qué más puede apetecer un joven á su edad? ' -
una mujer, ¿no es cierto?
Pues bien; Alfredo Ramos se casa. Ha encontrado su bella
ideal. Ese ideal que perseguimos todos y que pocos alcanzamos.
La futura de Alfredo es un portento.
Juventud y belleza física, realzada por'olra belleza más dura-
ble; la belleza de sentimientos. Instrucción... la necesaria para
ser buena esposa y mejor madre.
¡Dichoso Alíredo!
Et>6m&átÉU^
- • •
245
La Providencia ha sido más que pródiga con él. -* ' .
Le ha otorgado todo lo que puéílé'ápÉ^leeé'if ^«f'ÜoAtifé Vwíí*» ííxigénte. '
AI ver la inmensa dicha ^^^el joven, el mSS td^'pef^^ bómprende que por fuerza han
<le existir seres desgraciadlslmo8V' -í:; .iaí: . .;
¡Está lan mal repaHidnl.i felicidad! : '^i""' ' • • ' .
Pero una vez que á Alfredo Ramos se le presenifii, la aproveclia y; sirt duda, te-
miendo que se le escupe, npresura los preparativos. . '
Es preciso fijar \n época del enlace.
—¡Pronto, pronto!— dice el joven. ^
—Muy pronto— repite la hermosa futura. " . .
— ¿Fijemos la fechn hoy mi«mo?
— ¡Ahora mismo!
—¿Está todo preparado?
—¡Todo!
— Pues dentro de ocho dias nos casamos.
—¡Qué felicidad!
Y la felicidad, «¡ue constante vela por los futuros esposos, parece decir— ¡pre-
sente! acudiendo «i un llamado.
Alfredo hace las cosas bien.
Al dia siguiente reune en torno de alegre mesa, repleta de suculentos manjares,
que han de ser remojados con ex(iuisitos vinos, á sus mejores amigos.
Los despide con un festín.
Dentro de ocho dius se ocabarün las locuras juveniles.
Los amigos comen, beben y brindan por la dicha de Alfredo Ramos y de su fu-
tura Gloria Martínez. j
Alfredo se vé obligado a correr una tormenta en plena calma.
La orgia se prolonga hasta la madrugada.
Al despedirse de sus amigos uno le dice:
-Che, Alfredo.
-¿Qué? ' .
— Siempre senis oportuno. >
-¿Yo?
—Si; tíL. Hoy es Domingo de Ramos. Es tu domingo.....
— Dia de bendecir palmas.
— Incluso la del martirio
11
Gloria Martinez cuenta los instantes que faltan para consumar el gran acto, por
los latidos de sü coraz'3n.
Cuatro ó cinco amigas intimas la ayudan á vestir.
—Qué bien te sienta el vestido.
— -Adulona...
— No tal, hago justicia. Espera, ponte aqui el ramito de azahar...
— Pronto se marchitará— interrumpe una interesante morocha de ojillos traviesos.
Empieza el tiroteo...
La novia se ruboriza un poquito y suspira.
El momento solemne se af^rca.
Alfredo está por llegar. ¡Cuánto le quiere, y qué feliz vá á ser...!
La novia está lista. Las amigas la nan- arreglado con el mismo cariño que allá
en el convento, arreglaban sus muñecas de grandes ojos..
Para ojos los de Gloria.
Siente no tenerlos más pequeños para no ver tanto.
¡Qué miraditas la dirigen sus compañeras de infancia!
¡Cuánta lagrimita mal comprimida!...
¿Sentimiento de perder la amiga?
— ¡Envidia pura! — dice la morochita— ¡Ay! ¡Quién estuviera en tu lugar!
Frescas carcajadas acogen el chiste tan expresivo como ligero...
Ha llegado el momento solemne. '
Antes de dos horas Alfredo y Gloria serán esposos.
Después se prolongará la fiesta. El baile será animadísimo, los novios se escu-
rrirán disimuladamente, y no faltará envidiosa que diga, la morochita sin duda:
—¡Hoy si, que para Gloria, es sábado de gloria,..!
III -
—Alfredo, ¿recuerdas?... Hace ocho dias. i.
— Si, el domingo de Ramos lo acordamos. .
—Y el sábado 'dé Gloria...
— ¡Una semana interminable! '
..■y<^
<^
246
BL CASCABEL
— La de pasión.
—Quiera Dios que la nuestra 'sea muy duradera...
Un beso más duradero que la esperanza del que juega ala lotería, selló los labios
que habían pronunciado la última frase, mientras las campanas de la iglesia vecina
repicaban en honor del Señor que resucitaba, colrpando de dichas ó los mortales.
A lo menos, asi lo creían firmemente Alfredo Ramos y Gloria Martínez...
Andrés Soler.
ANUNCIOS
Señorita de buen trato
con deseos de casarse,
demanda para en Tazarse
algún caballero ñato.
Se explica tai petición
pues siendo ella narifjuda.
la nariz será sin duda,
perfecta en su su/esión.
Abofjddo (le ladrofws,
tarifa poco elevada,
tiene su fama sentada
defendiendo violaciones.
Tres caballeros formales,
sanos y de buen color,
pueden hacer el amor
á precios convencionales.
A! público en general
se avisa que se abrió aj^er
el renombrado «Taller
de pescado artiíicial.»
Tenemos la conocida
corbina en dulce, ó purgante.
Todo af gusto del niarchante.
Se trabaja á la medida.
¡Gran éxitil ]. a pomada
del ruhor, que da un color.
:'i la faz, como el rubor
de cualquier recien casada.
Bastón— llave— candelero,
defensa contra ladrones,
contiene diez instrucciones '
propias para homI)re soltero.
Puede servir de corbata
usado en forrtia de lazo,
y .'^i alguien os da un sablazo
contesta— , No tengo plata!
El protector del casado
os cuenta de vuestra esposa,
("on exactitud pasmosa
las veces (]ue ha estornudado.
*»\
¿Queréis rlíjuezas, señoresí
mi libro os la puede dar:
Medios de falsifica)'
las iHonedas ;/ ralorcs.
<*^
A los cobardes se avisa
compren «calzado de .Thon»
que en caso de iirecisión
permite correr de prisa.
Aparatos verdaderos
para hablar un largo rato,
pronuncia cada aparato
doce discursos enteros,
Con él se evita el suplicio
de hablar con dilícultad,
son de gran necesidad
para un orador novicio.
Y aquí tienen reunidos
los avisos que he cortado,
de un diario publicado
en los Estados Unidos.
S. Garrido.
?f^w-.f.3!fr^il^
^J^^^^W ^
EL CASCABEL
á»7
LAS DOS AMIGAS
AREr.iDo singulur el de Emilia y Sofin!
Nacidas en diversos climas, de tliversa raza, la naturaleza se
había complacido en hacerlas gemelas en hermosura.
De iguales gustos, de semejantes aficiones, por una maravillosa
intuición, sin comunicarse sus pensamientos, aparecían en público
ataviados con el mismo traje, embellecidas por los ñnismos adornos.
Una amistad, sincera en apariencia, las unía.
Pero Sofía, criada en el mediodía, con lodos los salvajes senti-
mientos engendrados por el sol de su país, disueltos en sus venas, padecía el míis
horrible de los martirios al ver-e igualada en belleza, en sentimientos, en aliciones,
en anhelos, én fin. ■ ■
No es que la inspirase envidia la hermosura de Kmi.lia. era que ésta le producía
una sensación extraña: hubiera deseado ser horriblemente loa. para que hubiese des
aparecido toda semejanza entre ellas.
Tiñóse denegro, su oxplendorosa cabeilera rubia, ni misino tiempo que Mmilii
trocoba en ébano las hebras de oro de su cabeza: lomó vinagre. Imyó de lodo ali-
mento, procuró enfla(|uecer en fin, y Emilia, por aquel sor})rpndente. paralelismo,
forillo con ella, la más adorable pareja de espirituales sílfidos, no [»or^ delgadas menrjs
graciosas y bellas. ^
Un poeta inspirado por su hermosura compuso una oda titulada Las musas
he ¡'manas.
Sofía no pudo soportar aquel negro suplicio y trató de envenenarse: á Emilia .
la sorpi-endieron intentando absorber una gran dosis de arsénico.
Fueron salvadas.
Dos amigos también, Enrique y Julio, calaveras desenfrenados, pusieron cerco
á aquellas beldades.
Sofía se sintió llena de un placer inmenso: vio el abismo en que iba á lanzarpe,
infierno de su gloria, pues al trocar su pureza por el infamante estado do la man-
ceba, desaparecía toda aquella semejanza, (|ue había sido su tortura.
Con el alma llena de una confusa mescolanzi de lemoi-i s y esperanzas, se decidió
i\ entregarse á Enrique.
Llegó la hora convenida. Pronto Sofía no podría parangonarse con ÍOmilia.
Sintió pasos que se acercaban...
¡Oh decepción! En lugar del ladrón de su pureza, á quien esperaba anhelante,
llegó una amiga con la noticia, que sus temores ya habían adivinado; Emilia había
caído la noche anterior en brazos de Julio, había huido con el dispuesti á ser su
querida.
Sofía vertió llanto, pero fueronJágrimas de consuelo, de egois!a alegría, de es-
peranza realizada.
Hizo d"fespedir ignominiosamente por sus criados á Enrique, y empezó a devorar
ansiosamente aquel placer tan deseado.
No duró largo tiempo su "dicha: Emilia abandonada por í=u raptor, desconsolada,
al borde de aquel abismo por el que había comenzado, á deslizarse, supo detenerse,
se asió á su dignidad de mujer honrada, y huyendo de las infamantes proposiciones
conque la asediaban sus enamorados, entró en un convento perdonada y arrepentida-
Guando lo supo Sofía sintió de nuevo la furiosa sierpe de la envidia enroscarse
en su corazón. Escribió una lacónica esquela á Enrique. Y al día siguiente cuando
las campanas del convento daban la bien venida á la novicia, Sofía dando un grito
espantoso, un grito de desafio á Dios, caía anhelante y febril en los brazos del
aventurero
Adolfo S. de los Ríos.
^^^
^' ^::^,y;^m^^ ■; 3i^ví;.v-rv,j»í^: ■ ^* -yr-.
Kírt>ASC*BEIi>
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/e^£i^ yr?¿ífi^ -:^^^¿2ít^ /'^''^ i'foc^^^'**-*^!*^-*^*»-
250
EU CASCABRf.
Contemplando del sol la despedida,
hieren sus ojos bellos,
del astro rey los últimos destellos;
y escucha embebecida
el arpegio del ave dolorida,
mirando con cuidado la ventana
por donde con Ramón huirá mañana.
EL OTRO DOLOR
Suponed un templo extenso,
en él una extensa nave,
en ella un público inmenso,
poco ruido, mucho incienso,
el Padre Ortega que grave,
dando la espalda al altar,
lucha por poder andar
entre la gente apiñada,
que le mueve en oleada
como á un buque mueve el rnar,
y tendréis la descripción
del lugar y situación
á que os quiero hacer venir,
para que podáis oir
del Padre Ortega el sermón.
'" El Padre Ortega ya Uega,
sube al pulpito, se inclina.
la ayuda del cielo ruega,
y principia el Padre Ortega
á usar de la voz divina.
Con voz correcta y sonora,
con frase asaz convincente
que se sucede una hora,
expone ante aquella gente
la escena desgarradora
del drama al pié de la cruí,
con un vigor y una luz
tan hermosa y natural,
que hasta el más fiero animal
humillara la testuz.
El amor de los amores,
el dolor de los dolores,
la angustia, la pena, el llanto,
la tormenta y el espanto...
»;■!.. i;<:5 .■
:»crii-/«i-, r;
EL CASBABet
todo- con tales colores,
que la gente, contristada,,
devotamente sentía
como propia la jornada
•en que sola, abandonada",
quedó la Virgen Maria.-
Dejó el Padre de decir,
y después de dirigir
sus ojos al tragaluz
por el que se iba á esparcir
en aquel templo la luz,
dio á todos su bendición,
bajó del santo balcón,
■ *•■*
251
cr»?ó el templo, fué al altar,
se postró un instante á orar,
' y lleno de s^nta unción'
V penetró en la sacristía,
donde todos á porfía
grandetnente le alabaron,
y— ¡qué atroces— exclamáron-
los dolores de María!...
Y él Padre así contestó
á uno con quien se encaró:
—¡Cállate ya, que me amuelas!
Para dolor, el que yo
estoy sintiendo: el de muelas.
.4. Días de la Quintana.
DE DOMINGO A DOMINGO
Semana (le espectáculos... religiosos.
Las damas y los damos se acicalaban
primorosamente, ni más ni menos que
para asistirá una función de gala, y efec-
tivamente se marchaban á los templos, en
algunos de los cuales se oían voces qutí
pedían á idem un pan fran-cés de prime-
ra clase.
Qué modo de berrear, sea dicho con per-
dón de los apreciables tiplOS de sacristir.
De modo que. bajo el punto de vista ai-
tislico, los espectáculos que han tenido lu-
gar en los templos han dejado mucho que
desear.
Fuera de esto, la juventud se ha diverti-
do grandemente, sobre todo en Santo Do-
mingo, en donde, con motivo del sermón
de agonía pronunciado por el P. Beco, se
reunió tal cancurrencia, que más de dos
señoras se desmayaron, seguramente, á
causa de los empujones y otras yerbas, á
que tan aficionados se muestran algunos
monos, que por equivocación sin duda,
hablan y visten como las personas.. ..
Los teatros, dejando los templos, á un
lado, pocas novedades nos han ofrecido.
En el OnruMa se eslrenó La fuerza de
un niño, obra de Miguel Echegaray, que
dejando á un lado los magniflcos versos
en que está escrita, no logró interesar ma-
yormente al público.
En un acto de Kean, se presentó el ar^
lista italiano señor Maglione, quien demos-
tró ser concienzudo actor dramático. LaV
pronunciación ! asi im aba un poco el bido,
sobre todo en las erres, (jue, cobrio i)uen
italiano, pronunciaba con bastante difi-
cultad
El público le aplaudió y le hizo salir va-
rias veces á escena.
Un novio á pedir de 'boca., cerró la "
semana,, y. . .. ¡veremos que tal será la
próxima!
En lá Comedia no registramos nada
^nuevo.
Mucho público, como siempre, y muchos
aplausos, como siempre también.
^Xi Apolo se han estrenado con buen éxi-
to El Monaguillo . También estrenóse La
Caj9a íZe /o.se y la linda comedia en un
acto, de Echegaray, Cómo empieza. .
Alhambra y Novedades han vuelto á
abrir sus puertas al público; y en el Poli-
teama los conciertos Galvani animarán
la espaciosa sala de aquel coliseo.
Vamos á ver si esta octava será más
fecunda en novedades teatrales, porque la
pasada perteneció por completo á la igle-
sia, á los calamares en conserva, y á las
empanadas de vigilia.
¡La magnesia nos asista!
Amén.
252
-.-■-:;-:^Jíf;-¡r^WiT'-'*
i5,r»w..':í.*-^i^t^%S'j^."' *
ED^m^g^t'^
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LA FRUTA PROHIBIDA
\,-.,
s
■O JO
PAforUic^
6
■ ''■'i.l^il^V.Í^l"l -I <i i
El Administrador de EL CASCABEL, ruega á
los señores corresponsales y agentes, que le
remitan el importe de lo que adeuden; además
advierte que pronto empezará la csbranza del
segundo trimestre.
_ Tesis desarrol lada por el P. Becco, con so-
lemne entonación oratoria, según La
Prensa:
« El delito va siempre con nosotros, por
que nuesh''0 misero cuerpo no es más
que el cuerpo del delito.»—
Ahora si que podemos sospechar de lo-
do, hasta de Levaile. ,
■ Por que i hombre de más cuerpo!. .i.
' Apropósito.
Nunca con más razón que ahora podrn
decir una madre que sorprenda á su hija
en brazos del amante:
—¡Niegue Vd. ahora!.,, le acabo de en-
contrar con er ^uerpo del delito en !os
brazos
María con su ejemplar
conducta pudo lograr,
vivir siempre de este modo:
de dia hablando de todo,
de noche dando que hablar.
«Hoy empieza el Viernes largo del per-
sonal de La Nación^ el que durará hasta
el Sábado, reapareciendo el diario el Do-
mingo »
Asi se despedía desús lectores el distin-
guido colega de la calle San Martin, el Jue-
ves Santo.
¿Qué quiere decir Viernes largol
Con haber dicho que la ñestia duraría
dos días, estaba dicho todo.
El dia menos pensado nos hablarán de
Sábados cortos, Domingos quebrados.
Martes angostos
De todo es capaz el diario de Argos, me-
jor dicho, ylr¿70S, el del diario.
m
' —¿Vosa la iglesia, Juanü?
— No seíiora.
'—¿Y en tales días te estarás on casa?
— Esqce todos los nños pi,)r nliora
el sexo masculino se propasa.
Siempre hay un nirevido
que.se mi.'te en l.i iglesia yil.i em[;"jjonef=,
y alli os parecerá un conlriisenlidn,
pero es rácil caer en tentaciones.
. En una sección de El Mimiciplo, de Lo
Plata, destinada ;i pensamientos., encon-
tramos, entre varios, originales de Voltui-
re, Bacón y otros, uno trascendenlalisimo
de R. de Ilurrioga y López.
Dice el vate piálense:
«La religión católica seria excelente si
se suprimieran los frailes. »
¡Y se queda tan fresco!
Pues bien: como no queremos ser mo-
nos, ¡ahi vá un pensamiento!
«La sardina seria el rey de los fritos, si
se suprimieran las espinas que tan moles-
tas son.»
Y jnada! A formar al lado dé" Voltaire y
otros modestos pensadores por el estilo.
Tres suspiros, dos salves y un credo
un vestido de negro crespón,,
yo no debo, ni quiero, ni puedo
creer que es todoeslo tener 'devoción
Leemos:
«En la secretaria del Presiden le de la Re--
púbíica se cosechan datos que servirán
para el mensaje de apertura.» ¿
«El documento será pobre en la parte fi-
nanciera »
¿De veras?
Esto es más que natural, y á nadie extra-
ñará. Lo raro seria que ahora saliésemos
con que tenemos dinero.
Oi ayer en el sermón,
que puede ser perdonado
quien en aguas se ha bañado;
sí del Jordán aguas son.
Yo he combinado mi plan
y estaré absuelto mañana,
usando la palangana
que ha usado el Padre Jordán.
. ^"^ - •- ■ ' * --fe.
254
eL cascabel
Epígrafe de un suelto de cierto colega:
<^Las sociedades que bailan. ^>
Suponemos cuáles serán.
Las anónimas, que tanto gusto dieron en
la temporada anterior.
Un insano. Sueldo de apellido, se ha fu-
gado del manicomio.
No es el primer caso de un sueldo que
se escapa.
Lo notables es. (|ue en la circular diri-
gida ó los comisarios de sección, recomen-
dando la captura del prófugo, se hace pre-
sente lo peligroso que es para el público
el mencionado loco.
Siguiendo esta coslumbre, cuando la au-
toridad recomiende la captura de algún
asesino, es fácil que se perriiita comenta- i
rios sobre lo peligrosísimo que es el asesi- j
no. y lo inmoral del asesinato. l
Menos recomendaciones y más actividad í
es lo que importa al público, que de sobras j
sabe librarse de los locos. !
Aún que no siempre ^
CORRESPONDENCIA |
, _- — _ — . I
Tira-B. ()Me. — No- pude contestar antes: pero de j
todos moaos au romance no resulta publicable. 1
fiü.r. — La ¡'otofjra/ía instanlrínea. fué al canasto,
como supone V.
T-O-DORO. — Quiere creerme? No haga mfts sonetos;
verá qué tranquilos quedamos lodos.
Candelario. — ¡ Estrafalario !
Comifnado. — Si: que sufre condena por haber es-
crito algo parecido al «sermón de .A.gonia».
Ignutus. — Y me pregunta (lué debe hacer? Por mi
haga lo que quiera, incluso maltratar a la suegra y
a la gramática.
Z-oío. — Nose me ocurre nada A propósito de su
idea. Dejemos que el oro se vaya y ¡ no versiliquemos
con tan plausible motivo!
/flcm/ü </? A ?v/í;«/ff/. — Retocaremos algo si V. lo
permite. Es V. incorregible; siempre serióte!... ó
enamorado, eh!
.S'aA/íV/o. — -aparta ! y envaina el sable.
AííWo. — Pero ¿qué le tuin hecho a V. la luna y las
estrellas, para maltratarlas en renglones cortos?
Escolar. — \\.e voy a dejar sin postres, por des-
aplicado...!
L. H. A. (Rosario)— Es lo que faltaba. Un rosa-
rino gracioso, que entre otras gracias tiene la de no
contar las silabas. ¡Lástima de papel y estampilla!
A>-P///'<. — No sirve. "
.l/e/o. — Aprovecharé algo de lo que V. manda.
Turevo. — ; Voy á llamar al Dr. .\lbarracin, y verá
V. lo que le pasa !
Mona;/ uillo. — yi\mos, la semana santa le ha hecho
daño y ¡claro!... soneto al canto!
Gi-aciosu.—^e ha enfadado v? Lo sítenlo mucho,
pero lo dicho, dicho esta.
^Wí7>rt/. - Regular : v- remos.
/. (í. L. — De lo sublime a lo ridiculo hay un paso.
«El Paso Grave» que me manda V con una gra-
vedad digna de mejor causa.
Gaiic/iu. — Los gauchos como V.. son sumamente
antipáticos.
f)'///co. — Ahora creo que es lo mejor que se ha
publicado. No gustándole á V...
Ventura. M es original, ni está bien escrito. Me
pai'eceque h;iy motivos sobrados para no publicarlo.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
I
Capital: 3 meses g 1.50
Piovinciai=: Los ^eñonis Corresponsales
fijarán el preci".
Número corriente » 0.10
» atrasado...... » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
— ÍB@ (altos)
'^^^^WTT^^^wWw^^^^Wy^W
"^^^^^W^"^ ^^^^¡¡W^^^^T^^^Tf^^^^^^^^^^w^-
KL CASCABEL
235
COMPAÑÍA
TRASATLÁNTICA ESPAÑOLA
VAPORES-CORREOS
Subvencionados por el Gobierno Español
Servicio mensual fijo
entre el lUo de la l*lata y liliiropa
Las salidas de este puerto ser;*!!! el 2 de cada mes
para Santa cruz de Tenerife, t"ádi¿. Bar clona y Mar-
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tales de Espaila con beneficio para el toma-
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con beneficio.
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9 ;i. ni. á 4 p. m. Los dias festivos de 9 a. m.
á 11 m.
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442 - HaÍT3Ú - 444 — Buanos ¿"ros
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Se previene al púiilico que la farmacia establecida
en la calle Rivadavia, que fué anteriormente de don
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Imp. del «Cüonrner de U Mata»— Méjico, 8S«
T';7^^?!f^ - T^^"^^rí^- 7|
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Año 1 Buenos Aires, Abril 27 de 1892 NAm. 17
mHMu ..^ii,i\ '""•■' ■"ii'""'ii''V"ii »ijBS¡iS^S!S¡nM ■ ._iiii'iiimniii|iiiiimj|iMi'iiMuiiuiiiiiii -■■;.u„miiy'''''"'"'''jV!;'"''''"''''''''V""'''''!''"t'^
Uitor propietario: FRANCISCO FERRES
Redacción y A(lniÍQ¡stracion: ALSINA 489 (allos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M,
Precio en la ciudad. .. | 0;10 el número
Fuera de Ja ciudad... »0.20 id
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
■ : I '-.--
TICEMTE F., LQ'PEZ;
/■5i»!te>
Historiador, publicista,
literato, novelista;
si no dejó bien sentado
su nombre como hacendista,
dejó su fama de honrado.
Fotograbados de Emilio A. Coll y C'
■'y:?í-Jf^íK>' p'',wWt?^:?¿
w^wm^
fpC/Kii^
['■■ \'^-'.'--:-''>^^,T^mwW:f'
258
EL CASCABEL
PESAR de que el espíritu público
es sumamente mercantil en Bue-
nos Aires, según afirma un poeta
amigo, que, en vista de lo poco produc-
tivos que le eran los sonetos, ha abierto
un boliche de almacén, conste que aún
hay personas que se preocupan de las
artes.
La literatura está por los suelos, y
prueba de ello es que Obligado, el popu-
lar poeta se ha visto obligado á ir al campo
á hacer producir la tierra. Várela ya no
escribe versos, y Argos es el único que
desde de su joesca nos dá algún susto de
cuando en cuando.
De modo que, la literatura está arrui-
nada.
Es lo que me decía un escritor profundo
pero mal alimentado.
— Hoy no es posible ^ivir de la pluma.
— Sin duda por esto abundan los desplu-
mados.
— Y que lo puedo de-
cir yo. Antes era un
gusto: los editores em-
prendían algún negocio,
■ pero ahora los genios
nosipioritnos de hambre,
"^••v^fiós agarramos á lo
ypníjxeTpqyxe sale. Tanto
'"^--/^es'ásí que lie dejado la
pUiiTia, después de haber
,;■: probado .uiiigánfíro nue-
vo... ;;::>;:'j.' ..■ .í>Uw)'l
-¿De inyieriio?v:y';;;"'^ ' '';;'^[ "'' '"
— i\ó, un nuevo géaero liter,á.rib..;La lí-
loratuia nutritiva.
— ¡Hombre!
— Sí; escribí un poema El gato inocente y
se lo leí á la familia^ un día que el ham-
bre apretaba. Quise probar de darles gato
por liebre, pero la suegra me tiró un mor-
dizco, la mujer se puso á mascar la la-
picera y el niño se bebió el contenido del
tintero.
— ¡Horror!...
— ¡Ay amigo...! Decididamente no es
posible vivir de las letras, asi es que aho-
ra estoy buscando un empleo de inspector
de boletos...
La música, en cambio adquiere mayor
impulso entre nosotros.
Y á estas horas hay tres ó cuatro ópe-
ras inéditas que esperan la fecha del es-
treno.
Los diarios cada día nos dan cuenta de
una nueva audición á la que son invitados
para que se sirvan hac ^r la correspondien-
te propaganda.
A nosotros na-
die nos invita, sin
duda por olvido,
pero sabemos de
buena tinta que
además de las ópe-
ras leídas hasta la
fecha, están aca-
bando otras, va-
rios jóvenes que
de pronto se han
sentido músicos de
alto vuelo.
— ¡No más mazurkasl — me dijo el otro
día un fecundo autor de piezas bailables.
— ¡Qué! ¿Se ha abolido la mazurka?
— No tal. Lo que hay es que ahora nos
dedicamos á la ópera seria.
-¡Ah!
— Sí señor. Estoy componiendo El des-
cubrimiento de América.
— ¿Qué dirá Colón?
— Es una obra magna.
—¿Quién?
_ — El descubrimiento.
-Ya lo creo.
— ¡Verá V. qué música! En el primor
acto hay un coro de indígenas, que s.e,
acompañan con calabazas vacías.
— ¡Superior!
— Lui'fío hay un trozo de música des-
criptivn El mar. Es de tanto efecto que <'í
otro dia al leerlo á unos amigos se pusie-
~í ; ■ . "^ ^í :. Í*!;".'í™ ■■ Sí rS^SJÍÍ'ÍSíw- • ■- ■ '-^ - ! i --yK' ''■::ff^^¡f:^^ :;' '
EL CASCABEL
259
ron ¿ pedir socorro desaforadamente.
-i-iQu^ groseros i *
— £s que fué üA Ift enaocióa, y fué taa
real la ilusión, que ya se velan ahogados.
— En poca agua se ahogaban los po-
bres.
— En fin; que la ópera nacional es un
hecho, y si el gobierno nos ayuda, prohi-
biendo la importación de organillos, es-
tamos salvados y en disposición de com-
petir coi; Italia y Alemania...
La verdad es que la música nos gusta
cada dia más. y que pronto seremos mal
mirados los que no componemos nada, y
que á lo sumo tocamos el himno nacional
con un dedo.
De modo que, para los músicos empieza
la edad de oro.
En vista de lo cual, ó éft vista del cual,
no hay compo?i(or que se duerma y 'deje
de combinar tercetos y concertantes de
mucho efecto como es natural.
Esto produce sus efectf)S porque la ins-
piración no acude siempre.
El otro dia sin ir más lejos, Pérez, que
también dá vueltas á una ópera, no en-
contraba efectos tiernos para un dúo amo-
roso, trozo culminante de su obra.
¿Qué hizo para inspirarse?
Fué á la cocina y empezó á enamorar
á la cocinera, y cuando sus nervios esta-
ban amorosamente templados, cuando en
la imaginación le bullían un sin ñn de
tiernas melodías, entró la mujer de Pérez
y armó la de Dios es Cristo, y acabó por
meterle en la cabeza al esposo un molde
lleno de flan, sin calmarse apesar 4e las
protestas de Pérez que procuraba justifi-
carse.
Total; que en vez de un dúo amoroso,
la escena de la cocina le inspiró un ter-
ceto trágico y un horror invencible al flan
y á la mujer, que á cada rato le repite:
— ¡No me vengas con an'isicas!
Cuando se lea la obra de Pérez, emiti-
remos juicio.
¡Todo sea por el arte!
REFRESCO-
— Escúcliame, gargon: t ráeme cerveza
y un buen tabaco de hoja...
Déjame que lo escoja;
no te lleves la caja, ¡buena pieza!...
¿Que se enfada el patrón ponjue lo exijo,
y que hacer-se no suele?
Pues lo quiero elegir, ¡vaya! y lo elijo...
¿El patrón?... Que se amuele.
¿Vais á mirar mi plata?
Pues no metáis la pata
y dejadme (|ue elija el coracero...
Aunque os echei.s de bruces
y lo rogueis los do.s, puestos en cruces.
lo elijo porque quiero.
¡Vaya un diablo de gente!...
No be visto cosa igual en parle alguna...
¡Que se calle, in.eolente!...
¡Marche inmediatamente
ó le dejo sin muelas; si, sin una!...
¿Eb?¿Qué es eso? <;gu<' dices?
¿A que con esta silla
te dejo sin narices?...
A ver; deja ahí la caja...
Oiga usté, señor mío, ust<' me ultraja
y á mi nadie me cbill.n.
He dicho al camarero
que rae sirva cerveza y un tabaco,
¿entiende usté? Y no (juiero
fumarme el que me elije este bellaco.
Vuelva usted á, decirlo...
Vuelva ust(^ á rei)etirlo...
Diríjame de nuevo esas i)íi!abras
y le dejo sin sangre de un porrazo,
ó sin leche de cabras.
que es la sangre de ust/-. gran... gallegazo.
Aqui la policía
nada tiene que ver, lo que j^o quiero
es elegir el puro y no me dejan.
¿Yo á la (vomisaria?
¿Pero de qué se quejan?
Es falso lo que dice el camarero.
Y vaya, que no voy; que nó, repito;
que me sirva el tabaco y la cerveza.
Hombre, bueno; pues vaijiiu.s de cabeza,
no toque más el i)ito.
-4. D/ac de ¿a Quintatia.
260 EL. CASCABEL
BENITO PÉREZ GALDÓS
(UN RECUERDO)
^ ■ ÉREz Galdós (suprimiré los epítetos, innecesarios tratándose de cM) lia hecho
su drama.
Y el drama ha hecho mucho ruido, como suele decirse.
Por qué?
Por traiarse de un aulor que en la novela ha alcanzado un puesto que nadie le
disputa, y una vez seguro en él, se ha lanzado al teati'o, empresa temeraria y que sólo
un talento sólido y seguro de si mismo, ha podido emprender sin temor n una caída,
tanto más dolorosa cuanto mayores la altura que ha alcanzado el que puede cner.
Galdós ha Iriunfa
No han faltado ci-ilicos que han puesto peros al drama.
Pero las primeras autoridades literarias aplauden, y aplnuden sin reservas.
Acatemos su tallo, llenos de regocijo, y hagamos coro á Clarín cuando exclama:
cultivemos jiueslro jardín.
Con motivo del drama de Galdós se han promovido cuestiones y polémicas en
España y aíjuí, y lo mismo habrá ocurrido en todos los países que empleen, más ó
menos adulterada, la lengua de (Cervantes.
Yo, mejor dicho, mi insignificancia, se limitará á recordar algo, niuy de oportu-
tunidad en estos momentos.
En el año de gracia (que para Galdós maldita la gracia que tendría), do 1870, el
literato y aplaudido autor dramático Eusebio Blasco recibía del entonces critico de
moda, autoridad respetada, entonces y ahora, de Federico Balart, una tar-jela concebida
en estos términos: "
Querido Ensebio:
Puesto que has llegado al pináculo del éxito, ayuda á los danás. Te presento
á mi paisano D. Benito Pérez Galdós, que tiene Jiace dos años, una comedia
en el Teatro del Principe>K
Pérez Galdós se presentó á Eusebio Blasco y le refirió que Catalina tenia la obra
en su poder y que no parecía muy dispuesto a ponerla en escena.
Blasco prometió interesarse y asilo hizo. Vio á Catalina, le habló del novel autor
y del drama, y ésle siguió durmiendo el sueño de los justos en el archivo, junto á otros
compañeros de infortunio, fiuto de noches que pasaron en vela entidades X en aquel
entonces, y que quiz;\ hoy son admirados, leídos, festejados y consagrados académicos
como le sucede al popular novelista.
Como detalle curioso, Iranscribiremos la impresión que Galdós produjo á Blasco
el día que recibió la carta de Balart.
El mismo joven traíala carta, -dice Blasco— Un muchacho flaco, serio, casi,
sombrío, en honor de la verdad no muy sinipático — »
El primer drama de Galdós no se representó pero «La Fontana de Oro», su i)rimera
novela, obtuvo gran éxito. A «La Fontana de Oro» siguió «El Audaz», y luego apare-
cieron los «Episodios Nacionales» y un sin fin de novelas realistas que colocaron el
nombre de Galdós á una altura que pocos alcanzan.
Han pasado más de veinte años.
Y el novelisla aplaudido ha entrado triunfalmente en la senda del teatro, ancho
campo en el |ue le esperan nuevos lauros.
El muchacho flaco, serio, casi so?nbrío, el que aguardaba ver representada su
primera obra, en la que seguramente puso todo el vigor de su poderosa imaginación,
y todo el afán del que quiere conquistar un nombre que lo levante del nivel del común
de las gentes, está vengado del feo que le hiciera Catalina.
«Bealidad», le ha abierto de par en par las puertas del teatro.
Quién sabe si cuando estallaban entusiastas aplausos, la noche del estreno, Galdós,
frenético, nervioso, satisfecha su vanidad de autor, al recibir los plácemes del escogido
público que le aclamaba tuvo un recuerdo para su primera obra, archivada!
Si lo tuvo ¡con cuanto placer habrá recorrido en alas de la imaginación el espacio
de veinte años de éxitos y triunfos no interrumpidos!
iQué hermosa realidad., para el que llega, como aquel á quien fuera recomendado,
al pináculo del éxito!
E. C.
^r?^ ■■^^*'ssrs^S?s5^y'^^*|í?^^
vM55» -«WSJ!,#H»j»»i'W'!!{.'»fí>^i' '
EL CASCABEL
261
MISIÓN CUMPLIDA
/
—Caballero.
—Señorita.. .
Dispense si.. ,
— Tome asiento.
—Le explicaré, en un momento,
la causa de mi visita:
Creo que V. ya sabrá
que, á mediados de este mes,
se vá á casar mi hijo Andrés ►
y que por lo tanto. . .
— . . ¡Ah!
—No ignoro que hasta el presente,
usted y Andrés se han querido
y hasta hace poco han vivido
demasiado intimamente.
Esto ha podido durar
mientras él era soltero.
pero hoy
— ... ¡por Dios, caballero!
—Es preciso terminar.
-iAy!
—Comprendo su aflicción.
Pero á Andrés olvidará
y creo que no pondrá
impedimento á su unión.
— ¡Yo me quisiera morir!
¡Andrés de mí se ha olvidado!
—No; es que cambiando de estado,
se asegura el porvenir.
—¡Claro! En busca de riqueza,
sus juramentos olvida,
y la que le dio honra y vida
que se muera de tristeza.
¡Ay! Yo no resistiré
que sea de otra su anaor;
yo me muero, si, señor;
vaya si me moriré.
—Tenga calma; (no me explico
este amor desenfrenado.
Andrés es endemoniado;
¡qué suerte tiene ese chico!)
—¡Cruel! El me prometió
•unirse á mí por Enero,
y ahora... me muero, me muero.
—¡Adiós; ya se desmayó!
Huela usté (es triste su suerte,
se vé, cuánto le quería,)
pero ¡caramba! hija mía
no me muerda V. tan fuerte.
-¡Ah!
^¡Cuánto debe sufrir!)
—Vaya, ¿cómo se halla usté?
— ¿Y yo estoy viva? ¿Por qué
no rae han dejado morir?
— Vamos; calme su dolor,
el tiempo la curará,
y juro á V. que hallará
en mí siempre un protector.
— ¡Ah, gracias! gracias. Dios mío,
que hallo un consuelo sincero.
—¡Sí!
—Creo que ya le (juíero
como si fuera mi tío.
— Siempre en mi pecho ha de hallar
alivio.
— Déjeme usté,
que en sus brazos hallaré
refugio dónde llorar.
•-(Sólo le faltan las alas
para ángel, á esta mujer.
¡Y á mí me han hecho creer
que estas mujeres son malaS!)
—¿Ya, tan pronto se vá usté?
— No tardaré, señorita.
—Soñaré con su visita.
— ¡Ah!
—¿Volverá?
— Volveré.
II
Lleno de noble interés,
y guiado por el cielo,
á la joven de consuelo
le sirve el padre de Andrés.
Tanto, que ayer he oído
á aquella niña hechicera,
decir á una compañera;
—Me alegro que se haya ido.
— Vamos, ¿le olvidaste ya?
— Y hasta en el cambio he ganado,
porque el hijo se ha marchado.
... pero me queda el papá.
Luis Garda.
.»,■-. -^.-1 .. v'^ :• . + ■
.-- r^^-,y-\
262
EL CASCABEL
LAS VISITAS
—¿Qué deseaba, señora?— dice una chi-
nita, acercándose á la puerta de fierro de
una casa de regular aparienciu.
—¿Está la señora?— pregunta una mam.'i
acompañada de dos niñas ya talluditas.
— Si, señora.
— Anuncíele, entonces, que está aqui la
señoia de Cominillo con las niñas.
— Muy bien, — dice la china, mientras
echa á correr hacia el interior de la caso.
Y al llegar donde se halla su ama:
— Señora, hay visitas.
—¿Quién es?
— La señora de Cominillo con las niña?.
— Hacelas pasar á la sala y deciles que
perdonen un momento que ya salgo.
{Aparte) ¡Qué genle más impertinente: a
ellas sólo se les ocurre venir á fastidiar ¡i
estas horas. [En voz alta) Niñas, arré-
glense pronto, que están esperando en la
sala las posmas de Cominillo. .
— ¡Ay, mamá; jesús qué mujeres más
zonzas!
—¿Porqué no se quedarán en su casa?
— Yo tengo que peinarme.
— Y yo que vestirme.
— Bueno, muévanse niñas, que yo tengo
que lavarme, peinarme y vestirme.
—Dejalas que se fastidien, mamá: a^i
no volverán más.
Por fin, al cuarto de hora, presentan se
en la sala la mamá y sus dos vástagas.
(Perdoné la Academia.)
— ¡Doña Dolores!
¡Doña Mercedes!
— ¡Lolal
— ¡Merceditasl
— ¡Jovila!
— ¡Panchital
—¡Ingratas!
— ¡Picaronas!
Y entre estas exclamaciones y recrimi-
naciones de fingido cariño, se intercala
un besuqueo, que aún es más fingido lue-
go, y mientras se examinan mutuamente
los vestidos, desde el sombrero hasta los
botines, para hacer correr después la ti-
jera, empieza el siguiente diálogo inva
riable:
—¿Y Cominillo?
—Tan bueno, ¿y Martínez?
— Siempre ocupado con sus asuntos:
puede estar segura que sentirá no haber
podido saludar!a.
—Igualmente, gracias.
— Las niñas siempre tan buenas mozas
y tan elegantes.
—Nada de eso, Dolores, favor que V. les
hace.
— Sí, ya sé— clice una de las niñas de
Doña Dolores — que Merceditas se olvida
de las amigas por atender á un amigo con
el que ha hecho grandes temporadas en los
bailes de las de Mangoré.
—¡Qué esperanza! No es nuis que pura
charla — contesta la aludida, coloreándose-
le el rostro hasta el flequillo. .
Y en este sentido continúa la conversa-
ción en tono irónico y de manifiesta envi-
dia por parte de las dueñas de casa, y con
el más convencido y satisfecho por paite
de las visitantes.
Después de una hora ú hora y media
de conversación insulsa, se retiran las vi-
sitantes en medio de las mayores protes-
tas de cariñosa amistad, siempre fingida,
de las dueñas de casa y con repetición de
besuqueo por ambas partes.
Ya en el umbral de la puerta de la calle
llega la despedida:
'—Adiós, Mercedes; adiós, niñas: no se
pierdan tanto.
—No te hagas desear tanto, Mercedes;
decile á tu novio que no sea tan egoísta.
— No seas cargosa, Lola: si no son más
que bromas!
— ¡Adiós, muchos recuerdos, no!
Aún no han llegado las visitantes á la
esquina y ya estíin éstas y las dueñas de
casa sacándose mutuamente el pellejo. ¡Y
de qué modo! Ni Pírovano con sus mag-
níficos bísturís haría semejantes disec-
ciones.
¡Y á esto se llama una t'/s/ía de con-
fianza!
De despellejamienlo la llamaría yo.
¿Y aún hay quien se atreva á hacer vi-
sitas?
Emilio R. Olivé.
¡¡MALO!!
¿Con qué al cabo te has lanzado
y en tenorio transformado:
no hay casada ni soltera
á quien tu no hayas flechado?
... ¡Calaveraf
Me lo dicen y no puedo
comprenderlo; ¿quién diría
que tu fueses quien el dedo
EL. CASCABEL 2(>3
¿EQUIVOCACIÓN?
ii'i
-¿Está la señora? ,
-Sí, señor. ¿Qué se le ofrece?
-Venía á cobrar. .
-A pagar, querrá V. decir. Aquí los caballeros no cobran, pagan.
en la boca con denuedo
áe metía?
Pero che, vamos á cuentas:
¿quién te ba dado la frescura
y el valor con que me afrentas?
¿Será por qué te alimentas
con verdura?
jQué fama vas á lograr
si detener no procuras
ese afán de conquistar!
jPor qué te has lanzado á un mar
de aventuras!
Por ejemplo: á cierta Rosa
la acompañas á paseo,
y la compras cualquier cosa,
y le sirves á la hermosa. . .
de titeo.
Y después que te has pasado
tras esfuerzos infelices
muchos meses á su lado.
con un palmo te han dejado
de narices.
Pero hay otras asequibles,
y á la vuelta de unos días,
mil conquistas infalibles
lograrás con tus terribles
picardías.
Y asi sigue conquistando,
aun que alguno te dijera
que la hurí que estás rondando
ipura envidia! está explotando
tu son sera.
¡Ah! te advierto que al momento
que te empeñes en ser malo
y uses de tu atrevimiento
con rhi esposa... ¡¡te reviento
con un palo!!
S. Garrido.
264
■ v^síy's
" . ^^-^^ur^r
EL CASCABEL
i- ,-
EL YERBO
Yo como
¡Tú comes!!
"Nosotros comemos
¡Me la comería!
EL CASCABEL
'i'-r '-;• "í'?*^, '*rT?í-*-í,<, -v; "í ■#<? íi^;
265
COMER
Ni como, ni ciiupu, ni beso
¿Quiere V. comer con nosotros?
Juan Palomo: Yo me lo guiso, yo me lo como
Ya hemos comido
-'^^^?t
266
EL CASCABEL
Te cómo fueron suprimidos los azotes
en la &cuela de San Francisco
^*-^n los primeros años del siglo que es-
tá espirando, existia en la muy notable y
muy leal y muy benemérita ciudad de San
- Fernando de Catamarca, la célebre escue-
la de San Francisco, no como hoy, decré-
* pita, sin azotes ni palmetas, sin bandos de
romanos y cartagineses y sin muchos
■ otros de esos chismes destinados á intro-
ducir la sabiduria ó los escueleros.
De la Rioja, de Tucumán, de Santiago y
de las más lejanas provincias acudía ale-
gre muchachada á recibir las más formi-
dables azotainas á la par que la ciencia in-
fusa de los padres graves de San Fran-
cisco.
En ninguna escuela de la República se
■propinaban azotes más contundentes que
en nuestra escuela de franciscanos: pero
, fuerza es decirlo, que en ninguna otra se
aprendía con tanta rapidez. ,
No habla término medio.
El muchacho se convertía en un sabio ó
reventaba.
Verdad es también que la sabiduría de
aquellos benditos tiempos conaistia en leer
y escribir, saber á fondo el latín deNebri-
ja, y una filosofía indigesta, claustral, teo-
lógica y tan ergotista ó más que el mismo
ergo de que se valia para sus conclusiones
renfiras como los silogismos, como aquello
de que los «apóstoles fueron doce Judas
fué apóstol, ergo. Judas era doce», y otras
revendísimas verdades de á folio y de
la misma vitela.
En cuanto á Gramática Castellana, no-
ciones de Aritmética, Geografía é Historia,
eran materias desconocidas; y si alguien
había oido hablar de estos ramos del sa-
ber humano, los consideraba como cosa
herética, algo asi como magia negra.
Todavía existe en el corralón del Conven-
to aquella sala fría, desmantelada y som-
bría, en donde estaba situada la escuela.
En aquellos tiempos apenas la criatura
entraba en ese crepúsculo precursor de la
razón, la familia ansiosa de tener entre
los suyos un clérigo ó fraile que la diera
lustre y renombre la echaba á la escuela.
El pobre niño, tiritando de miedo, llega-
ba á aquel antro de ignorancia y terror,
en cuyas duras bancas solía perderse jun-
to con el reposo y la alegría, el uso de la
razón misma.
La bestia negra de la muchachada, era
el maestro de la escuela, el célebre lego
español, fray Echeverroa, quien como
principio y como método hacia descansar
su escuela en dos ejes capitales: el grito y
el látigo.
Mientras con más fuerza gritaban los
muchachos al deletrear la cartilla, más ta-
ma adquiría la escuela.
Y aquí me parece que viene al pelo, el
describir á su merced el fraile. Era largo
y flaco, como una espárrago, pelirubio (no
hay que olvidar el refrán «ni gato ni perro
de aquella color», hojos hundidos y oscu-
ros, que miraba por cuévanos.
El bueno del cruel fraile, no era del todo
malo, pero como era la encarnación del
principio, la letra con soMgre entra,
azotaba sin misericordia. Tenia á más la
singularidad de no saber sino á medias lo
que enseñaba: pero sabia enseñar, es de-
cir, azotar, y por eso contaba que sus dis-
cípulos hacían estupendos progresos.
El único lenitivo que permitía era uno ó
dos restregones de la parte dolorida en la
pared refrigerante de la sala. ,
Fray Echeverroa era sumamente asea-
do y jamás se le notaba una sola mancha, ,
á no ser que fuera alguna gota de sangre '
ó alguna sustancia menos noble, químico
resultado del flagelo.
Una tarde de Setiembre de 1811 acertó á
pasar Su Señoría el Teniente Gobernador,
don Feliciano de la Mota Botello, por la
calle contigua, en momentos en que el tre-
mendo fraile azotaba por manadas.
Los gritos y chillidos de los muchachos
escandalizaron á Su" Señoría de tal modo,
que en el momento mandó al Alguacil de
Cabildo que citara á todos los regidores
para que se «juntaran á tratar de cosas to-'
cantes al pro y utilidad de esta República.»
Don Feliciano, que era un patriota formi-
dable, una especie de Robespiere, partida-
rio fanático de las ideas liberales de don
Mariano Moreno, manifestó á sus cole-
gas, los cabilantes; que «los azotes que se
daban en el Convento eran cosa nefanda é
indigna del Gobierno de la Patria.»
Redactó el mismo la siguiente nota, que
firmó por sí y el Muy Ilustre Cabildo, Jus-
ticia y Regimiento de la Ciudad de Cata-
marca.
He aquí la tan curiosa pieza.
San Fernando de Catamarca y Setiembre de 1811.
«Ai muy reverendo Padre Fray Juan Fer-
nandez. Guardia ^ét Convento de los Re-
coletas del Vahe.» I
*">jf *^-^pss
EL CASBABEL
267
ARMONÍAS
Música" criolla
Música de viento
Nocturno
Música,., periodistica
Música importada
W:
g^ipS?«3(ai^'i|f;^_fí5i3SS'pf*j*3f|S^
'268
£1. .>GASCA.BEL
« Este Cabildo y este Gobierno, encuentra que
» la pena de azotes que se osa en ese Convento,
»es digna de los abominables Españoles Earo-
» pees, y qne no es digno qae en el nuevo 6o-
» bierno de la PátHa se usen castigos que hu-
» miUan y burlan los derechos del hombre, por
» tanto este Cabildo juntamente con el Gobierno
» ordena á V. R. que no permita en ese Gon-
» vento la pena de azote.»
Dios guarde á V. R.
Feliciano de ¿a Mota Botello.
Dicen que cuando Fray Echevenoa oyó
tan herética disposición, esclamó:
-=-|0h maledicencia humana! jQue asi se
calumnie á la ciencia militante! ¡Seculum
sic! Asi es el vulgo y de él se dijo: Nunqu-
tamá diíiec dabiquo'^cus alma.
La verdad del caso fué que los frailes
chillaron, el tremendo lego guardó sus dis-
ciplinas, las beatas hicieron comentarios
poco edificantes, y la muchachada bailó de
gusto.
Pero sugozo cayó en un pozo.
Apenas bajó del poder don Feliciano, el
Padre Quintana y el terrible lego tomaron
de nuevo las disciplinas y como sentidos
y agraviados, cayeron terribles sobre las
infantiles nalgas- que tanto tiempo habían
pasado en huelga.
Manuel Soria.
Catamarca, Abril de 1892.
DÓNDE CONDUCE EL OLFATO
Ayer á Luis en Palermo
encontré tan demudado,
que le pregunté alarmado
si acaso se hallaba enfermo;
pero el pobre, confundido,
me tranquilizó al momento
relatándome este cuento,
que le había sucedido:
—Por la calle de Juncal
iba yo y noté un olor
tan rico, tan tentador,
que, amigo, rne sentí mal.
Juro que pasé» un mal rato
4 sintiendo el olor aquél,
pues era, no menos que el
que á mi más me gusta: el pato.
Estuve un rato indeciso,
pero~vi una puerta abierta
y me c61é por la puerta
sin pedir antes permiso.
No me detuve á pensar
el lance en que me metía,
y entré, por ver si podía
del pato aquel disfrutar.
Llegué al patio, olfateé,
y guiándome el olfato,
' encontreme al poco rato
con la cocina y entré.
Aquí empezó mi desgracia, '
^ues dos fieros marmitones -
me dieron de pescozones
riéndose de la gracia.
Como pude me salí '
y siempre por el olor,
fui á parar al cóínedor
donde al fin el pato vi;
pero estaba el cocinero
que era muy grueso y muy grave
trinchando á la pobre ave
con aire tan altanero,
que me aturdí, y más al ver
en la mesa dos botellas
y un par de lindas doncellas;
en fin, no supe qué hacer,
y está claro, distraído,
asombrado, turulato,
olvidándome del pato
agarré muy decidido
una botella. y marché,
pero ¡maldita mí suerteí
sentí un puntapié tan fuerte,
que al momento la solté, ' -
y cuando al fin me salía
en actitud vergonzante,
llamaron á un vigilante
y fui á la Comisaria.
Donde, por fin y remate
de mi fiera desventura,
me gané un pateadura
que me rompieron el mate.
Es por eso que aunque enfermo
no estoy, mq ves demudado,
y como palos me han dado
me he dirigido á Palermo.
Juan G. Campuzano.
DE DOMINGO Á DOMINGO
ONRUBIA.— Ech^aray á todo pasto.
Ya van representadas una porción de
..brasdel citado autor, que parece ser el
¡avorilo de la dirección artística de Ori-
rubia.
El público gusta no menos, de las obras
deEchegaray, asi es que todos contentos;
público y empresa que ve r^ompensados ^
sus afanes de presentar obras dignas de
lM^Sscí
'«ÍÍL'íS^*?
EL CAPCABFI
269 ^
la distinguida cQncurTencia que la sos-
tiene.
E¿ Espejo y Contra Viento y Marea
son las obras que han hecho el gasto du-
rante la semana.
Serán obras mílsómenos ligeras; serán
más ó menos elimeras y no causarán gran
impresión, pero en ellas se advierte la ma-
marlo del q re conoce perfectamente los
resortes lea I ralos, lo que. unido, á la versi-
ficación delicada é inspirada, y al cariño
con que los actores dicen sus papeles, hace
que el conjunto resulte muy agrada])le, y
que las obras se aguanten varias noches
en el cartel.
Una innovación, que seguramente agra-
decerán las señoras que. frecuentan el On-
rubia, ha introducido la empresa de este
teatro.
En los dias de moda, viernes, las seño-
ras y niñas son obse(iu¡adasí con lindos
ramos de flores de los ({iie penden cintas
con el titulo de la obra ([ue se i)oiio en es-
cena. . - '
Por cierio que muchos de o^to^ rjmos
fueron a parar al escenario en obsequio do
la señora Echevanií. ^ ■ '
COMEDIA.-^/ Pa^o de Juclaa, El Es-
panta Pajarox.. Pava Casa de los Pa-
dres y otras más conocidas son las obras
puesta ■( en escena durante la semana.
Los Secuestradores estrenada última-
mente, esta gustan lo cada vez más.
El Retiro, (|ue se repitió el sábado sir-
vió para que Juai'Pz hiciera las delicias de'
público, siempre tan numeroso.
APOLlO.— Pocas novedades y mucho
frió en la sala; tal vez este sea el motivo
por que la concurrencia escasea un poco,
apesarde Mercedes Aranaz, que siempre
es la misma.
. La representación de Hugonotes en la
que tomaron parte las hermanas Aranáz y
los señores Robles y Reig alcanzó, un éxito
completo.
ALiHAMBRA.— La compañía que dirige
el apreciable actor señor Roldan, atrae
bastante concurrencia, en especial los días
de moda.
Se han presentado algunas obras nuevas,
siendo la que más agrada Un Nuevo Ca-
ballo Blanco en la que Lastra gana mu-
chos aplausos cantando tristes y otros
aires criollos.
NOVEDADES. —La empresa no se des-
cuida. Hizo conocer Los Secuestradores
primero í|iie nadie, y luego, sabe dar ame-
nidad á los programas <|ue no adolecen de
la monotoni.i ¡niue estamos acostumbra-
dos.
Emilio Orejón muy aphnidido siempre,
y más lo será el día que sr pare un poco,
el (lia que no exagere, "y desempeñe sus
papeles con la gr,ici;i <iue tiene, (jue no es
poca, sin recurrir ;i salios y contorsiones.
Noticia teatral.— K\ empresario Alber-
to Bernis, que se separo de Ifi empresa dei
Apolo, tiene ahora contralado por un año,
el teatro Nacional, el (jue está siendo obje-
to de importantes reformas.
Conocemos al señor Bernis, como empre-
sario de alio vuelo, y por lo mismo, y toda
vez que se queda con un leairo como el
Nacional, espei-amos (jue nos presenta-
rá un cuadro lineo de j>rimei- orden, dig-
no del leairo y digno del buen nombre del
empresario.
En el mes de .luí o N» veremos.
Pérez, cuya condición
es murmur.ir de cualquiera,
yo no sé de qué manera
sintió una indisposición.
Sorprendido y asustado
metióse al punto en la cuma,
y un jiiédico de gran famü,
á auxiliéirle fué llamado.
—No hay remedio á su dolencia,
exclamó al punió el GMleno.
— Porqué?
— Porque eslii V. lleno
todo de maledicencia. ,
Bien dijo, el que dijo que las apariencias
engañan.
La Prensa ha publicado un capitulo de
una novela titulada Apariencias.
Iffw^'.-
V.i Ifrí^ví^yv /': -r- J:
'■• SW?aií:sS!Í\,-'^V53!^^
zzs
SSís*'-
EL„CAaCABSL
¡Una primicia literaria!...
Veamos qué es ella.
La cabecera i^ebosahá materialmen-
te de soldados. Por todas vaiHes dora-
dos y uniformes; por donde quiera
ruido de armas y pantalones rojos.
ü ;
I Ruido de pantalones rojos!...
Buen ruido-para recrear el oidode algu-
na solterona... i
Pero, ahora viene lo bueno. i
Casi era necesario espantarlos del j
trayecto como á los animales abun-
dantes y domésticos; coloríase el riesgo,
de encontrái^selos hasta en la sopa...
I Valiente caldo, eh?
...y en cada domicilio se topaba uno
con dos ó tres ...
Claro!... para mudarse y demostrar que
está bien de pantalones.
la] .
Visto el principio no hemos querido
ver mas, y si solamente nos hemos que-
dado como quien vé visiones, ante los co-
mentarios que el colega hace á propósito
de Apariencias.
Dice que el autor fia hecho su libreo; el
que en poco tietnpo mas será el de to-
dos los que aman la lectura elevada.,
el rom,ance contemporáneo., á Zola^
Goncourt., Daudet, Pereda, Pérez Gal-
dós y muy pocos m,ás ...
Si; y el señor Gamboa.
Que es el aulor de los pantalones, digo,
de Apariencias.
CORRESPONDENCIA
Zeon.— Llego tarde, y no conviene.
Primo.— Pero ¡hombre de Dios*...! ¿Cuando dejare-
mos en paz & las suegras?
V. O.— Como coñac el V. O. me gusta, pero como
poeta resulta muy aguado.
Zmo.— Regularcita y nada más.
Va/e.— Si ao me llamaran vil copista le diria á hs-
ted \vele\
/"/««.— Me e's imposible.
Ñuño 3/.— ¡Oh don Ñuño! querfec?s ¡verdades como
un puño!^^
Señorita. — ¿Y V. es señorita? No, hombre, no; us-
ted es macho afeminado, simplemente
065err«(/or.— Permítame que le diga una cosa: sus
observaciones me parecen fuera de lugar.
yü/wnía?'io.— Vayase V. á las maniobras y deje la
pluma.
Coi'ista.~^o le perderé de vista.
Dibujante.— Si señor, pagando; pero han de gus-
tarnos los dibujos.
/. M. lie F.— Es un articulo demasiado serio, fran-
camente. No está mal hecho, no señor.
Aficiones.—
«Cuando me vino á cobrar
le di, en vez de patacones,
corteses y buenas razones
y asi le hice deprisa marchar.»
Ahora, dígame V. si esto significa algo y si me-
rezco qu- se me trate de todo lo que me trata V. por
que no publico sus humoradas.
Cajetilla.— Ma-nde la firma, como es de ley.
4?nará^o.— Complacido, gracias, y que no sea el úl-
timo.
Poeta.— Ni es V. poeta, ni cosa parecida... y per--
done la franqueza.
Por falta de espacio no contesto más cartas. Ea
el número próximo lo haré.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio. '
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0 . 15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
— é€t (altos)
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EL CASCABEL
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paritas, veladores, filtros para agua, etc
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máquinas para hacer soda ó regaderas, filtros para
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de cristal, cubiertos, cuchillos, salivaderas, palmato-
rias, copas, vasos, sillas, escaleras, porta-botellas,
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TIP-TOP
Son los mejores cigarrillos de los inmejorables —
CIGARRILLOS DAUMAS
Los fumadores deben evitar las falsificaciones exi-
giendo en cilla etiqueta la lirma de gardntia de—
/. Daumas. '.,..;■
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Se dan giros á Ja vista sobre todas las capi-
tales de España con beneficio para el toma-
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EL CASCM»
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Editor pri.pirtariu: FRANCISCO FERRES
üedaccioD y AilniinislracioD; ALSINA 489 (altos)
HORAS DE OFICINA DK 2 Á 5 P. M.
Precio en la ciudad. . . $ n.io el número
Fuera de 1 a ci ud:id ... » ( i . áO id
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
(JULIÁN MARTEL)
Fotograbados de Emilio A Goll y C'
En lu juveulud que ernx)ieza
tiene un iiuesto señalado,
pues Marte) se ha colocado
con La Bolina á la cabeza.
274
f^^s^^l
El. GA9CABEL
-^<lll-<5-
HORA si que podemos
decir, con fundamen-
to, que las aparien-
cias engañan-
Los muchachos vo-
luntarios, que el vul-
go crp'ia que no ser-
vtán para nada, se han batido como mo-
destos héroes que son, y han demostrado
terier buen temple militar, y en una pala-
bra; después de arrostrar con gran estoi-
cidad las penalidades de la vida de cam-
paña han dado una paliza simulada á
varios cuerpos de línea.
Esto les dá una importancia enorme á
los ojos de las mamas respectivas, que
se sienten orgullosas, y Mdemás les; abre
el corazón, á los voluntarios, eh? de las
más empedernidfis suegras probables, que
una vez convencidas de que la juventud
de hoy es fuerte y valerosa, no tendrán
inconveniente en otorgarles la mano de
sus bellos recoñ"i=-
Porque, es lo
que me decía
una señora de
cierta edad.
—La juven-
tud de hoy es
muy enclen-
que.
—Usted exa-
jera.
— ¡Cá! Cuan-
do un joven se
^ acerca á mi s
í"^"^ / niñas, me figu
ro que aquél es de mis tiempos y que solo
]e queda la elegancia.
— Pero la cara...
— Caras arrugadas. Todos los jóvenes
de hoy, tienen mala cara, y es, porque
abusan de la cerveza y de los teatros por
secciones. : -
— Usted abulta las cosas, señora. La ju-
ventud de hoy. bajo una modesta capa de
decrepitud encierra un organismo fuerte.
Pregúntelo á las niñas
— Las niñas son muy inocentes todavía.
y nc tienen opinión.
Ahora sabemos que la de la señora ha
cambiado mucho, y que en vista de que
los voluntarios se han pasado dn un tirón
treinta horas sin comer, y que apesar de
ello no han perdido la fuerzR, se muestra
benévola con la juventud presente.
De modo que, las apariencias engañan.
Aún recuerdo el desengaño que nos lle-
vamos varios peri<)distas que asistimos á
la inauguración de La bondadosa (nombre
atrayente y santo, en apariencia) easa de
préstamos dirigida por una señora que nos
obsequió con un almuerzo.
— Fíjense ustedes en los pichones. Son
muy tiernos-.
Nosotros mascábamos en silencio sin
conseguir el apetecido resultado. Por fin
se aclaró el misterio de la dureza de los
pichones, que á la señora le parecían tan
tiernos.
Todo fué que la cocinera, que habia
leído Tierra y Cielo de Massioti, perdió la
vista, y, por distracción inmoló y asó sin
contemplación de ninguna clase dos her-
mosas parejas de loros que poseía la pres-
tamista .
Claro, á ésta le dio una pataleta que la
dejó en lamentable estado, estado que fué
aprovechado por un. cronista para empe-
ñar en buena cantidad un reloj, y com-
prarse con el producto unos pantalones,
qiiu le hacían mucha falta.
Desde ese di a desconfio de todo y no
juzgo las cosas y las personas con lige-
reza, porque á lo mejor descubro que lo
que'parece blanco es negro, y vice-versa.
Ayer, sin ir más lejos, tuve informes
de un oficial inspector de policía, que tiene
fama de terrible.
Su propia esposa me desencantó.
Yo le creía un hombre valiente hasta la
exageración.
5»
EL CASCABEL
275
— Usted, señora, si que debe dormir
tranquila.
— Asi, asi...
— ¡Cómo! Teniendo la autoridad en su
mismo lecho.
— ¡Ah!... ¿Se refiere á mi esposo?
—¡Cabal:
— Pues crea V. que no me deja dormir
én paz...
— Me lo explico perfectamente.
— Pues no lo creo. Figúrese que al lle-
gar á casa, todas las noches registra to-
das hs habitaciones, y una vez está .se-
guro de que no hay nadie en casa...
Ya...
— Se acuesta, pero no sosiega; á lo
mejor le parece oir ruido y se levanta
sobresaltado. Vaya, que es un uíiedoso.
— ¡Quién lo diría!... ■
— Pues va vé V.
El grito de, ¡abajo el inglés! que ha re-
sonado durante los pasados días por calles
y plazas, ha sido una verdadera revela-
ción para muchos.
En primer lugar, prueba que aún hay
patria, y, en segundo lugar, prueba que
los estudiantes están firfnes en sus trece
y no quieren que el extranjero se impon-
ga, destituyendo sin más ni más al rector
Orma, que no puede consentir en encon-
trar la horma de su zapato, como suele
decirse, en un inglés por más inspector, y
no de boletos, que sea.
El grito ¡abajo el inglés! ha tenido sim-
pática repercusión en mil oídos.
Porque hay tantos qua gimen en poder
de Ion ingleses!
Yo sé de un sastre que se encontró con
una manifestación estudiantil, y al oir las
voces de ¡abajo el inglés! creyó que se en-
contraba con un grupo de sus innumera-
bles deudores y apretó á correr.
El sábado no salió á cobrar cuentas, lo
que hizo exclamar á no pocos ciudadanos:
¡bendito sea el inglés!
Como la comente debe seguirse en to-
das las ocasiones, yo y varios capitalistas
hemos adoptado el temperamento de to-
mar odio á todo !o que huela á inglaterra.
Y al primero que pretenda cobrarnos
una cuenta, le amenazaremos con llevarlo
á los estudiantes?, y, una "vez en su presen-
cia, exclamar con ademan trágico:
— ¡¡Este es el inglés!!
-5^1]r«-
^
Dices que me aborreces
y yo te digo,
que tu aborrecimiento
me importa un higo.
¿No vés, paloma,
que tan solo ie amaba
por pura l)roma'?
Yo te quise en invierno,
' por que vela
que en esas noches tristes
me aburriría,
y así, por juego,
te hice creer que estaba
de amores ciego.
Pero llega el verano
con sus calores,
y se van disipando
ya mis amores;
que en el estío
ni son tristes las noches
ni siento frío.
Yo te di mi palabra
de casamiento,
y tú, tonta, creíste
mi juramento.
Pero, alma mía,
¿Yo contigo casarme?
¡qué tontería!
^Y para que no seas
tan vanidosa,
te diré muy bajito
solo una cosa:
vete á un espejo :
y admira tu gran boca
en su reflejo.
Y al vértela tan grande,
que ya es castigo,
¿creerás que hay (juién puede
cargar contigo?
'Ji0^L^0.-fi:í.^'-'^--:
276
EL CASCABEL
Nunca, mi dueño,
no creas esas cosas
nunca; ni en sueño.
Cuando tú me besabas^
siempre creía
que al aspirar, íu bo;a
me absorbería,
y asi prudente,
procuraba agarrarme
muy fuertemente.
Y como na es mi gusto
ser absorvido,
nuestros amores, niña,
se han concluido,
¿no ves morena, ^
que Jonás no he nacido
ni tú ballena?
R. SalvaLella.
POETAS FÜNEBRES
Hay uno por lo menos en cada redac-
ción.
Me refiero á las redacciones de periódi-
cos mas ó menos 1¡ ¡erarios, que lio son
pocas que digamos. Como que en cada ba-
rrio, se publica uno, por lo menos, que
nos dá cuenta del estado de salud de las
apreciables vecinas, y puesto á dar, dá
sustos en verso al que pilla distraído.
Pues bien ; el poeía fúnebre existe, como
existen poetas festivos, épicos, fabricantes
de idilios, epitalamios y demás productos
poéticos.
Yo tuve, mejor dicho, tengo la inefable
dicha de traiar de cerca (aunque con toda
clase de precauciones) á un lal Andrés
Berruguita, llamado comunmente Andre-
sillo, y que apesar de todos los illos del
mundo, es poeta y poeta fúnebre, si los
hay.
Que fallece una suscriptora, fea y tonta
por más señas, pues al punto sé busca á
Andresillo y éste, que es puro nervio,
por efecto de su esquisita sensibilidad, se-
gún" él, y por la mala alimentación, según
malas lenguas, se conmueve y ¡zas!. . em-
borrona cuatro ó seis cuartillas, muy sen-
tidas por cierto; y al punto dá á luz una
elegía que parte los corazones: véase la
muestra.
«¡Ah! ya la parca inraaroesible
' , su obra coronó
y á la bella Lola arrebató
con furor indescripüble...»
Lo cual, como Vds. verán, ni es verso ni
es elegía ni cosa parecida. Pero ¡vayan
ustedes á medir versos cuando la emoción
embarga el espíritu ! No es posible-^» -
En vez de morir una apreciable suscrip-
tora muere una lia de un redactor, pongo-
por cadáver: entonces le toca enternecerr
se nuevamente y se enternece. ¡Pues si 'á
eso está Andrés en.la redacción... ''
«Pobre Ramón: ya tu buena tía
te abandona prei^aturamente
tenía sesenta años, y la gente
con trabajos cuarenta le atribuía...»
El sobrino-redactor agradece la ñnura y
accede á la petición de un peso, módica
cantidad que pide Andresillo por que, co-
mo dice él, no es posible vivir del aire ni
aún siendo poeta fúnebre. En lo cual tiene-
sobrada razón.
Por lo demás, Andresillo no sosiega^
Apenas sabe que alguna persona de su
relación está enferma de algún cuidado,
empieza á buscar figuras poéticas que
cuadren al carácter y posición del futuro-
muerto.
Se trata de un bravo militar que muere
de un cólico; pues allá vá Andresillo.
« El estrépito def cañón
tu vida respetó
y de una indigestión... etc..»
En vez de ser militar, es cuia el presun-
to difunto, pues...
«Entonad, cánticos de amor
ángeles que estáis sentítdos
á los pieses del Señor...
. aguardad refocilados
la entrada de un pobre cura...»
Y asi por el estilo. Andresillo más que
poeta parece médico, y por cierto que ha-
ce cómo alguno que yo me sé, pues ha lle-
gado á poner en verso algún cadáver no-
bien muerto. Tal le sucedió con Manuela
hija única de un zapatero del barrio, que-
tuvo un sincope (no el zapatero, eh?) que
la dieron por muerta.
Andrés cumpliendo su triste misión es-
cribió una sentidísima poesía enaltecienda
las virtudes cívicas de la difunta.
Pero ésta volvió en si y curó de su enfer-
medad.
Y eran de ver cómo reían ella, y sus
amigas, al recordar las últimas estrofas-
de la famosa poesía : sobte todo cuando
Andrés exclamaba en el colmo del dolor^
«Por qu," ¡oh Dios! te !a llevaste
tan pronto, por (iné... di...
mejor me lle.varas á mi
que no ^ »
— ¡Quehabiade llevarle álü-
sucitada— si ores tnu feo..!
quiere a su lado! Asustaiías.-i
-decía la re-
Dios no te--
,t\ sus angelilos,
]^S "s^ '
EL CASBABEi.
277
j Pobre Andrés!... Qué desengaño el su-
yo al ver que ni más allá de la tumba se
■«onoce elagradecimienlo. ,
¡Qué decepción!
Ei otro día liie llamó nparte y me leyó
<íon voz coiún'ovida urui f)oesia titulada
«Despedida»
« No me preguntéis por qué: .- '
pero sabed qué me niato,'
no preguntéis, jiuundo ingrato!
pronto te abandonaré....»
— Amigo, rné dijo, no me qued^ más re-
medio: no puedo vivir én este mundo de
tVilsedades y traiciones. jAdiós! pronto uaa
bala apagará el numen de mi cerebro: el
áuicidio es necesarip... ¡Adiós!
— ¡Adiós!... y que sea pronto.
P. Cuello.
mitología fresca
Céres
Dianíi
NOVÍSIMA GUIA
IMPRESIONES DE UN CIEGO CALLEJERO
«BC.
—Caballero, ¿no vé V. donde pone los pies?
■ — ¿Y usted? Porqué no mira donde vá a..-...- ...
— ¡Por que soy ciego!
- Ah... usted perdone. El torpe he sido yo... pero, ¿cómo se atreve V. á salir de
noche, solo y...
—De noche!... Para mil-a noche es eterna, desde que una enfermedad me equ/_
jparó á cualquier vista de Aduana.
—Perdone V. que le recuerde su desgracia... Si me permite le acompañaré hasta
«u «asa. -^
^^'K-y'?^*!* ' fc "' >í,-". i>--«-fi' '
-^ ' -■'
278 EL CASCABEL
,., —yiy,o ?ij.uy lejos, . . , ., .
'*' -^Es que ahora saje la gente de los teatros y... " ^^^ v
— Mefóf ijúé mejor. Pero ya que es V. tan amabre. acepto su brazo, y en cambio
le haré paíljciper^ de mis observaciones. jAh!... Los ciegos, en especial los que hemos
visto en otro tiempo, tenemos tan desarrollado el instintp... vemos tan claro apesar
del velo que nos sume en eterna noche...
-^Cuidado... ^ , ' 1
—Sí, el trarmjoay^\o cbñozco. Tápese V. las narices.. . calle Victoria. írawtra?/
de Chile, caballos muy groseros. ..
— Por lo visto tiene V. un humor envidiable. Sigamos.
— Derecho siempre. Además, conozco la calle por... ¡atienda V.!
Un grupo cruzó en dirección opuesta. A la cabeza del grupo un joven de-
clamaba:
«Una cosa es la amistad
y el negocio es otra cosa.»
— ¿OyeVd?— ¡No falla! Calle Victoria. Ese que declama sale del Onrubia. Hoy
poníase en escena El Tanto por Ciento.
— ¿Por dónde quiere Vd. que vayamos?
— ¡Media vuelta á la derecha !
—¿Calle...?
— De las Artes. Oiga Vd. lo que canta ese trasnochador que viene hacia nosotros.
Pero feo de verdad;
por arriba,
por abajo,
por delante ' '
y por detrás »
— Pero.....
— No cabe duda; es un amante de las zarzuelas corlas. El teatro de la Co-.
media está cerca. En invierno voy por Suipacha, hasta Corrientes. Sé que estoy
en la primera de dichas calles, por que todos los transeúntes que tropiezan con-
migo cantan, ,^ntre dientes,
¡Radamés,.. traditorel -
ó bien.... infelice tu rrCami, etc.... Al doblar por Corrientes, me guian los ale-
gres ecos de alguüa opereta que huele á Tomba — Siamo fresche come rose.
Antes de llegar á la calle de la Libertad, siento la atmósfera más cargada
que de costumbre.
Al pasar por delante de ciertas casas, un fuerte olor de tabaco y de alcohol,
me gula. Detrás de mi, -dejo voces roncas que cantan:
. , Maldita la ropa negra^
,%, mar e sita de mi alm,a^
m,aldita la ropa negraaaaa.
Café flamenco, naturalmente.
A pocos pasos, otra corriente de aire cálido azota mi rostro, y en más cálida
ráfaga, al cruzar por delante la puerta, llega hasta mi, confusa r/mn.soneííe:
II faut la voir
le lona de la riviere,
• boitaní par devant
boitant par derriere —
¡Cómo se han multiplicado los cafés cantantes en Buenos Aires!
— ¡Estoy admirado!
— Pues se acaba el paseo.
— ¿Hemos de seguir por la derecha?
— rSi; oye Vd. ¿muchos organillos, eh?... pues á la derecha. A falta de orga-
nüte«t_8é que esloy en la calle de la Libertad, por qué...-
—i Adiós buen m,ozo...l — Dijo una voz femenina que partía de oscura ventana.
— Por que le echan flores — ?
— ¡Cabal!
Llegamos ya. El aire es más fresco, estamos en la plaza del Parque en
la Posada de.... tiene Vd. un cuarto á su disposición.
— Y.... ¿cómo dá Vd. con la casa?
— Por el olfato. Todas las posadas huelen mal, pero en esta.... guisan con
sebo.
Pero yo.... ¡yo no lo veo!
Adiós, y gracias.
, . - Andrés Sol^r,
J*áá^'
j^ír"->?sr^,» .
EL CASCABEL
279
? ■ f-
M/NOGHE DEL ESTRENO
ÍB
,IL mecheros inflamados
Jahzan dé luz un torrente
que destella vivamente
en^pinturas y dorados. '
El público se codea , *
en el centro del salón';
llenando de confusión
pintoresca la platea.
En los palcos, agrupadas,
se ven damas muy hermosas,
deslumbradoras, lujosas
y con floresy adornadas,
tanto, que, en varios señores,
reinan estos pareceres:
si hay más flores que mujeres
ó más mujeres que flores.
En la cazuela desvela
tanto busto encantador,
que hace anhelar á un señor
ser guiso de la cazuela.
Y se halla gente á montones
en toda la galería, ■
disputándose á porfía
el arte... y los pisotones.
Allí se hallan reunidas
las personas espectables,
las gentes más respetables,
las caras más conocidas.
Allí está la angelical
María con su marido,
que, según tengo entendido,
es un solemne animal.
Mas se miran con terneza
allí, ante el público en masa,
aunoue se tiran en casa
los trastos á la cabeza.
Allí, con aire guerrero,
esta el coronel Soler,
quien demostró que en correr
era en la guerra el primero.
Allí llama la atención, v ■
por su atavío asombroso,
doña Paz,'q'üe, con su esposo,
duerme toda la función ;
y alli ha llegado á juntarse
én confusión singular
toda la gente, á juzgar
eí drama que vá á estrenarse.
n
^ — iDetestable!
—¡Aborrecible!
—¡Qué personajes!
—¡Qué trama! .
—¡Qué diálogo!
—¡Vaya un drama! .
—¡Convencional!
— ¡Increíble!
— ¡Y el público ha aclamado
de tal engendro al autor!
¡Obra en que sale un actor
con el pantalón listado!
— Una silba merecía
ese autor por su ignorancia.
—¡Ya no hay arte!
—¡Ni elegancia!
—¡Ni gusto!
—¡Ni sastrería!
—Arturo ¿has visto? El marido
que no sospechaba nada,
tras una puerta entornada
á los dos ha sorprendido.
—¡Y se ha vengado de modo,
que llegó á sobresaltarme!
-Mira tú; en casa, al besarme,
cierra la puerta del todo.
—¿Qué le parece?
— Un dramón
sin nada de originad-
la idea fundamental,
es robada á Calderón;
los pasajes más brillantes,
son de Schiller y Selles,
y la escena cuarta es
sólo un plagio de Cervantes.
—¿Qué hay, que no sea robado
en ese drama?
—La trama,
los personajes del drama
y lo bien versificado.
—¡Olí el arte! Que siempre veía
y es siempre firme baluarte
de la moral. .
—¡Oh es el arte,
de las costumbres escuela!
— ¡Qné drama tan ejemplar!
—¡Qué enseñanzas nos ha dado!
—¡Vaya! (yo un medio he pescado
infalible de pechar...)
Luis García »
■ ■■■i
WT
280
':^^^^^m^W^'
Kt CASCABEL
Í^"PF^.^ - N
lili mas suiccio
El de despedida
Ultimo de Ja primera serie
Primero de la segunda
'^fn
EL CASCABEL
2Jíi
Kl más salvaje
7V//¿ aprelaos
coiifoks sellos engomaos
JLTn abrazo célebre
El más inocente
•|--*c "t - ' rrj-i" TSf^W'% ^T*%^pf^^
282
EL CASCABEL
FRAGMENTOS
de la comedia en 3 actos
BL ULTIMO ESFUERZO
original, é iaédít», de . ,
A. DÍAZ DE LA QUINTANA
íSegu.^do acto
'/ ■■ escéÍía i
Vicenta jQiié pena de señoritosf
XJji año llevan casados
y están más avejentado^
y más tristes... ¡pobrecitos!
Él es un santo, ¡más bueno!
Ella no es mala, mas tiene
un carácter... aunque pene
el señorito, es un trueno:
le grita, le vocifera
y la casa escandaliza:
con ese genio, esclaviza,
_ .^ ' no al señorito, á cualquiera.
{Pausa.)
Y el niño está mal; yo creo
que siguiendo así, se acaba;
se le ha cortado la baba
y le causa un gorgoteo
que dá mucha compasión:
él nos mira de hito.en hito
igual que si el pobrecito
supiera sü situación.
Si muere... que sentimiento
vamos todos á tener!. ..
El médico dijo ayer
que pudiera en un momento
quedarse el niño asfixiado
cuando le dá esa fatiga,
y encargó que no se diga
nada á la madre, — «cuidado —
- estas fueron sus palabras
— «buena leche, es la receta,
le mata una mala teta»
pues darle leche de cabras,
digo yo; la señorita
le dá hiél en vez de miel,
y iclaro! dándole hiél,
como le amarga, vomita,
■ y después de vomitar
se queda como atontado..
luego se pone morado...
jsi no puede respirar...!
Híí«e «sfuepíos, contorsiones,
de vez en cuando dá un grito
y ya está encima el maldito
peligro, las convulsiones...!
Para mí, es la mala teta
que le dá la señorita;
ó del pecho se le quita
ó... jvamos! no hay más receta.
ESCENA III
Gerardo y Blanca
Blaxca .¿Escribiendo? {Burlona.)
Gerardo' Trabajando.
Blanca ¡Ya! ¡valiente tonteriaí {acercán-
dose, 4 Iq- ni^sa- u observando.)
.=^^jyer^<jsW..^cbn J^ poesía * -
ho hay duda '-qtie 'vás meórándo
{Se aleja y pasea jugando con
los condones de la bala.)
una cuartilla, dos, ciento, ■ .:
¡magnífica colección!...
¿No sirven? Buepo, ¿que son
publicables? Tan éón tentó!
Y asi el tiempo v4' pasando...
Gerardo {Cari'oso.)
Blanca déjame escribir...
Blanca Pero, me quieres decir,
con esto, qlie vas ganando?
Gerardo No gano, mas ganaré.
Blanca Siempre contestas' igual
{Enojada.)
tu conducta no es formal. .
Ger.^rdo Bueno, Blanca, déjame,
Blanca Busca por otro camino
Gerardo ¡Busca...! os muy fácil buscar,
lo difícil es hallar
Blanca Pide un des tino...
Gerardo ¡Un destino!
le tengo solicitado
más es poca mi influencia...
Blanca De cualquier cosa; en la Audiencia,
•: 'por ejemplo,. magistrado.
Gerardo ¡Qué candidez! Ahí están
tales plazas para mí!..
Blvnca ¿No se los dan á otros?
Gerardo Sí.
Blanca ¿Pues por que no te la dan?
Gerardo Porque exigen condiciones
que aún no he llegado á tener.
Blanca ¿Y por qué? Vamos á ver?
Gerardo Por muchísimas razones.
Blanca Pues vé á cualquier ministerio...
Gerardo Con ir ya está conseguido... [Ríe.)
Blanca Pues eso le ha sucedido
á Domínguez...
Gerardo ¡Qué criterio!
Domínguez es diputado...
Blanca Y lo han hecho Director.
Gerardo Domínguez es orador
notable
Blanca {Impaciente.) Lo han empleado;
no importa el procedimiento,
la cuestión es que ha pedido
un empleo, y lo ha tenido
en cuanto pidió; al mogaento
Hoy es nuestra situación
sobradamente apurada;
¿tenemos dinero?
Gerardo {Tristemente.) ¡Nada!
Blanca Pues mira; tu obligación
es buscarlo, mantenerme,
hacer porgue bien vivamos,
es una vergüenza ¿estamos?
Si yo imaginara verme
de este modo, ten seguro
que no me caso contigo;
tú no tienes ni un amigo
c
£L CASCABEL
i'
PROPAGANDISTAS
293
Del Ejército de Salvación
".i!ia¡,.iiiy]ffl({¡¡¡|{;iiai¡||{]|((H
De las raás sanas ideas
De todo lo contrarió
De El Cascabel
284
RL CASCABEL
'Wswm:'
■-y'<\->:í^
que te valga en un apuro.
Tu padre te ha abandonado,
¡puedes estar orgulloso!
Te tiene un' odio horroroso ..
Gerardo ¡Yo mismo me lo hé buscado!
• > ; Tanto y tal le molesté
con siiplicas de dinero...
Blanca Para un padre, lo primero
son sus hijos ¡ya se vé!
Gerardo Es que tiene mis hermanas,
y por sostenerme á mí
no es cosa de que ellas...
BI.ANCA Sí,
todo lo arreglas, lo allanas
siempre á tu gusto; tu padre
no cumple su obligación,
viendo nuestra situación...
Gerardo {Enojado levantándose.)
¿Y qué? ¿No la vé tu madre?
¿Qiié hace por nosotros? ¿Di?
Gozarse en nuesto dolor,
-^^ jr apagando el amor
. -.qiíe debiera arder aquí;
■v:V; decirte mal )s consejoá
■- PQr hacerme infortunado;
, - - ya Iiá tiempo que 'lé adivinado
■ en ella, hoiTibles manejos
dirigidos ú romper
nuestra unión santificada.
(Irritado.)
¿Es esa una madre honrada,
buena, como debe ser?
Blanca No la insultes!
Gerardo (Conteniéndose.) No; hago punto.
Tu lenguaje me provoca,
y claro, suelta mi boca
frases que... al lin... en conjunto-
nada vienen á decir...
Blanca ¡Pues pudieran decir más!...
Germán [Tomándola de la mano.)
¡Por Dios, Blanca! ¡Que así vas
á aumentar nuestro sufrir!...
[Blanca reiira sn mano brus-
'■: camente.)
Que sin darte de ello cuenta,
das pábulo ¿V^is desmayos,
acumulando ios rayos
de la cercana tormenta
* que se agita en rededor
cada vez más imponente,
[enérgico)
que ya se mira... (irritado, mi-
rándola, apretándola la mano
con /tcerso)
y se siente...
su aliento exterminador...
que la comprimo en mi pecho
con valor inusitado,
interiormente abrasado
de justo y mortal despecho
(Blanca, asustada)
que tú, torpe y decidida,
á ver nuestra dicha muerta,
vas abriénüpfa la puerta
tras dé que se halla escondida,
y si llegase á escapar...
, jay de los dos! (Con rabia, como
si le asaltara un pensamiento^
sollozando.)
{Mirando á lateral izquierda.)
¡De los tres!
¡Hijo del alma! (á Blanca) ¿No ves
que asi le vas á matar?
s ¡Nuestro Enriqu !... (¿¿ora)
Blanca yCae en brazos de Gerardo, lio-
rando.)_
¡Qué agoníat
Perdóname...
Gkrardo (Mirándola y besándola.)
Te perdono...
sí, solamente ambiciono
tu bienestar, ¡Blancíitlíhía!... .
(^Enjugándola, el llanto.)
Si te tengo adoración. .
si de amor, por tí me muero,
¡Blanca mía! si te quiero
con todo mi corazón...!
(Abrazándose, sollozando.)
A. Díaz de la Quintana
■I
DE DOMINGO Á DOMINGO
No hay espacio para ocuparnos de ellos.
Onrubia., como de costumbre, nos ofre-
ce obras escogidas entre lasmejores del
teatro español.
Durante la semana, El Tantópor Cien-:
tu se ha representado con éxito, y la repe-
tición de La Credencial ha sido bien reci-
bida.
De La Seña Francisca hablaremos en
la próxima semana.
Comedia, Alhatnhra y Novedades si-
guen con el inagotable repertorio de obras
cortitas, contándose por llenos, las funcio-
nes que tienen lugar en el primero de estos
teatros. •.
El Apolo es el teatro de las novedades:
el repertorio variadísimo. AdemÁs, anun-
cian Hugonotes., por ejemplo, y sin pre-
vio aviso cambian la función. Será por
el placer de sorprender al\público. Si este
es manso y pasa f por Jodo, hace bien la
empresa en abusar dé él. Nosotros pro-
^ ^^Í^^^?*?*í?í'íí'>^^r^í3í^«^
P.L CASGABEf.
285
testamos, y creemos protestar con razón.
En cuanto á las Folies Forlet véase la
- « Carla tres japonaise
que he recibido,
de ún francés, ó fimngaise
que me ha escr¿&/6Í0.»
Estimado Directeur
del amusant Cascabel:
de escribirle jai Vhonneur
cuatro 7nots dans ce papel.
Si me pregunta el motif
tres vit le contestaré,
y el motif ^ ya verá usté
que es muy signi/icatif.
j Qué atraction y qué succés.
el de las Folies Forlet....!
Nos ha donné un cou]/ cVeffet
tres charmant, si señor, ¡tres!
El teatro es muy joli
las chanteuses^ lo son más,
las danseuses... por demás
es alabarlas icí.
Toda la jeunesse dorce
las Folies frecuentará.
y Forlet. pronto tendrá
el tirador bien complet."
En las tablas, mil nouvelles
mucho chic, y mil chansons^
y en el public, les garcons
destapando des bouteilles.
MademoiseVes sensibles
se trouvent dans'le 2>ubl¿c^
todas bellas, guapas, chic
y además tres accesibles.
El que quiera depenser
el argent joyeuse?nent,
no lo piense ni un moment
aux Folies debe aller.
Conque, amigo Dii^ecteur
del amussant Cascabel,
he tenido ya V'honneur
de mandarle c'esí papel.
Y si le sobra roTí^ení
(cosa hoy tres difficile.)
en las Folies tiene mil
medios de irlo depensant.
Vaya pues, ya que Forlet
que es hombre de gran na7Hs,
nos ha dado un couj) d'effet
al estilo de Paris.
Madame X.
Ya se ha acordado la manera de cele-
brar dignamente el cuarto centenario del
descubrimiento de América.
Contorme pronosticamos «se organizará
-dice un número del programa-un fes-
tival literario y musical en uno de los tea-
tros de la capital, con el concurso de los
más eminentes escritores y artistas, asi
nacionales como éstranjeros. Tendrá lu-
gar el dia 13 » '
¡Mal dia!
Aún que no; para conocer n los más
eminentes literatos cualquier din es bueno.
Solo falta que loseminenles sean bue-
nos
Por que se puede ser eminente y ser
muy malo.
Y alguno nos guardará de mentir.
Hay varios proyectos nuevos
de un buen gusto extraordinario,
conque irán al Centenario
los traficantes de huevos.
Y ha de causar impresión
la parte que han de tomar:
porque piensan festejar
lo del huevo de Colón.
Parece que la comisión de censura tea-
tral váá tomar una medida importante.
Suprimir los palcos avant sccne.
¡Todo sea por la moral !
Ya que la comisión no tiene otros méri-
tos, bueno es que haga algunos para jus-
tificar el cobro de la nónima.
No está encargada (la comisión, eh?) de
velar por la moralidad de las obras?
Pues ánimo; después de los palcos, su-
prima las bailarinas, por ejemplo, y des-
pués... espere que la supriman á ella.
Si tú por mágico nrte,
un pajero te volvieras
. !^^^WSK'"sS|^
m
EL CASCABEL
I oii cuanto píá<íe¿ me dieras!
(porque podría cazarte)
Son tus labios el vergel
donde liban las obejas ;
(las abejas son los mozos
que de noche te rodean.)
Cada dia leemos que en la redacción de
tal ó cual diario se ha recibido una bata-
ta ó más, de grandes dimensiones, mues-
tra, de los productos de la estancia de don
Fulano ó D. Zutano .
¡Ahora nos esplicamos ciertos abatata.
mientosJ
Cero y van
Mucho DOS honran los periódicos que
copian trabajos aparecidos en las colum-
nas de El Cascabel.
Lo hemos dicho, y lo repetimos.
Pero nos parece que no estaria demás
decir :
«Tomamos de El Cascabel...»
O bien escribir la firma al pié de los
trabajos copiados, como ha hecho algún
colega de la capital, al que, de paso, le
diremos que le estamos muy agradecidos.
Por hoy, basta.
Creemos inútil citar los periódicos de
provincias, á que aludimos, y que son
los raptores.
Charlatán . — En efecto, no es publicable su Cal-
vario. '
Jacinto Argental. — Paede que si vd. la conozca,
pero de otro modo no era publicable
Ahí y no admito nada más, tan serióte.
A . Z.—No he visto la poesía á que alude V., ni
falta que me hace. Solo con ver su nota bene. . . com-
prendo que es mala; la poesia, eh? y la nota también.
Fantasma.— ]Xpa,rta.d fantasmas vanos!
Jf. .S'oria. — (Catamarca). Por correo contesté su
carta.
B. ¿.—No está mal, ni bien también.
Kos7nos.—Xprieta.l Me gusta mucho su carta; que
es buena de verdad, pero ¿cómo quiere v. que le de-
mos un bombo á una cosa tan inocente? No vale la
pena francamente.
Emilio, ¡oh la fuerza del' consonante!... cuan ol-
vidada te tiene D. Emilio!
A . M. de C— No se recibió nada.
Promotor —Su poesia promoverla una revolución
en. el Parnaso, y no es bueno enemistarse con las
musas. Le pido un poco de respeto para esas se-
ñoras.
PMfc/iCííft/e?— Fusilable.
Pajarito.— ÜAy pájaros que cantan muy mal, y V.
es uno de ellos.
Patriota. — n'o es para El Cascabel.
F. (le H. - Miraré de corregir algo, con su permiso.
Un amíffo.—La. amistai es una cosa y la falta de
silabas en un verso es otra cosa digna de tomarse
en cuenta.
Censor. — Mire V. respecto á lo que V. dice debo
advertirle que es-una falta de respecto & la gramá-
tica, señoi-a bajo todos conceptos muy respectable.
Constante.— iQaiere V. mandar la nrma?
fia/eno.,— Huyamos de los ripios.
Llig.—Le digo á V. lo mismo que á Constante.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
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EL CASCABEL
287
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Para pedidos por mayor, diri-
girse al domicilio de su autor
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de Paris 1878-
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paritas, , veladores, filtros para agua, etc
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JnLCA<*vi-d. aoj formas y clases, bidets surtidos,
lavatorios, juegos de lavatorios, juegos de toilette,
m&quinas para hacer soda ó regaderas, filtros para
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Tnoo-z-kc H<a TYl<ac5l porcelana y loza in-
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tales de España con beneficio para el toma-
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A llegado la hora de to-
marnos las <50sas con
calor: de lo contrario
nos exponemos á mo-
rir de frío, ni más, ni menos que el go-
bierno, '"^r
Cada cual se arreiria lo mejor que puede
para luchar con la temperatura.
Desde el gabán forrado de pieles, has-
ta la camiseta por partida doble, y desde
el poncho, hasta los tres pares de calzón,
cilios, todo es bueno y admitido para con-
servar el calor animal.
En vez del poncho, alguien usa, y aún
abusa, del 2)onche.
. Todo depende de tener más frío en el
estómago que en el cuello.
— Yo me dedico con furor al café hir-
viendo— nos decía un señor falto de caló-
rico:
— ¿Al cafó hirviendo?
— Si, señor.
— Pues yo estoy por el café... con ca-
mareras, sobre todo si estas son bonitas.
En fin, cuestión de gustos.
Las Cáitíara,s,'que funcionan ya. cuan-
óo.lcLSiY quorum,' prometen sesiones inte-
resantes, y aseguran sitio bajo techado á
los amantes de las discusiones parlamen-
tarias. . . . ; ,
Estas, parece que serán animadafe^;
Y buenas para invierno, ya que ^e
anuncian acaloradas discusiones. '¿
Ano ser que con el frío se le hiélela-
palabra en la boca á. algún diputado de
los que aún no han roto á hablatr;.". ;" ,
Fruta del tiempo son los recibos.
No los del sastre ó del casero. , V ■
No confundir. , . .
Quise de-
cir los- que
tendrán lu-
par en los
más elegan-
tes salones,
y que luego
nos detalla-
rá el de la
Vida soeiaX
áQ El Diario,
en sus jour
au jour y forever macanístiros, que tanto
gusto á-Axi á los aficionados á crónicas, cro-
mos é instantáneos.
No faltarán reuniones modestas, de esas
que no dan que hablar á los periodistas,
pero que en cambio dan mucho que hablar
á los invitados.
La familia de Charque ha pasado ya
invitación á sus relaciones para el baile
con que se inaugurará la temporada.
Y la señora deCuchivacha reúne todos
los miércoles á un limitado número de
amigos, que pasan bien la noche, jugan-
do ala lotería, y haciendo música. -
Por cierto que en la última tertulia se
presentó un joven, primer premio del con-
servatorio de Camolilavagna, que tocóla
flauta con la nariz, con una limpieza ad-
mirable, según la señora de la casa, por
más que álos invitados les pareció que la
limpiexa brillaba por su ausencia.
En especial una contertulia, la joven
señora de Espiche, se descompuso de un
modo horrible, y le dio el ataque, por que
se acordó de un primo carnal que era gran
concertista, de flauta también, y que por
un desengaño amoroso se hundió el ins-
j^*(!f^^'V^ef'-íf^'^'^J''^'^'^-^-'*^''f^VT^ "«^"■'"f"-' ""^j
EL CASCABEL
291
trumento en el cuerpo j' al ™orir, llenó
de acordes la estancia.
Aparte de estos pequeños lunares, que
en sí, nada son, los miéreoles de la de
Cuchivacha son muy animados, y lo se-
rán mucho más cuando empiecen las lec-
turas de poesías, á que tan aficionada se
muestra la señora de la casa.
Sabemos ya que varios poetas caseros
esgrimen la péñola en la soledad de sus
poéticos hogares, y también sabemos
que la composición que hará más ruido
será la de Sánchez, que es almacenero
por mayor, y- á ratos compone algo para
los periódicos destinados al bello sexo.
Es lo que nos dice otra señora de nues-
tra relación, y que también piensa dar
soirees:
— La cuestión es pasar las veladas de
invierno.
—Sobre todo pasarlas bien.
— Y económicamente. Unas veces le-
yendo poesías, otras haciendo música, en
ñn, cultivando las bellas artes y l"as rela-
ciones.
— ¡Las relaciones sobre todo!
— Algún desengaño me llevo; mire usted,
hasta he sabido que los invitados critica-
ron el hctich con que solía obsequiarlos á
media noche, pero para este año todo lo
tengo pensado y he contratado una parti-
da de queso de bola, y otra de membrillo,
á fin de que no se quejen los golosos.
¡Bendito invierno, que tales momentos
nos hace pasar!
Por que entro los teatros, y los recibos,
nos olvidamos dal frió y nos distraemos
honestamente.
Que es lo que conviene en estos tiempos
de catarros agudos ó sostenidos.
Elio es que cada quisque se pone á la
—Me rio yo áel frió...
Y que bien lo puede decir el condenado!
Corramos una manta de abrigo.
LO DE SIEMPREl
. Quien dice que el amor es duradero " .
63 un bribón que dice una mentira.
—El amor es un sueño pusajero
que sonrie un instante y se retira!
¿Y las pruebas?— Me amaba con locura;
yo también la adoraba...
y alguna rosa del jardín murmura
de todo cuanto entre los dos pasaba.
Después .. los días al batir sus alas
¡ay! nos de jaron de ese amor ilesos;
Ella quedó... con su belleza y galas,
yo me alejé llevándome sus besos!
Patricio Gallo»
Las Cañas (Salta) Abril 24 del í»2.
defensiva, en especial los que no ¡lueden
decir como D. Sisebuto Lanas.
-5^Í]H$-
PARADOJA
Con sus dedos divino.s
el Suelo de vaa nm-he de rerano
toca, y el suelo que preludia el piano,
obliga á desvelarse á los vecinos.
£E0¥EEBIO
Cierto rengo tropezó
con un oaiiiu en su camino,
y por az ir del desiii.o
allí el alma sp i'ompió.
Y esto la vei'dad alaba
de aque! iiroycr io prnlundo
que nos dice: (¡ue cu (.'' mundo
quien vuií anda, nml acaba.
Emilio (i i 1,1.
292
EL CA8CABB1.
UN LITIGIO
Pedro Ruiz era un muchacho
que se daba á la bebida,
y se pasaba la vida
completamente borracho.
Cierto día, por cambiar
de compañía, ó de vino,
fué guiado por su sino
al almacén de Gaspar.
Salió de allí echando lumbre
por el vino trasegado,
y en un lamentable estado,
jmucho más que de costumbre!
Torciendo por la derecha
Mego á una casa lujosa,
y allí una bomba monstruosa
tenia ardiendo la mecha.
Una dama en el balcón
— jauxilio!— á gritos pedía,
pero la gente corría
huyendo de la explosión.
Ruiz llegó dando un traspié
á donde la bomba estaba,
y sin ver dónde se hallaba
cortó la mecha y se fué.
Asi la dama escapó
de sufrir allí la muerte,
mías se asustó de tal suerte
que del disgusto murió.
No sin pensar, que en conciencia
el que le salvó la vida,
bien tenía merecida
buena parte de su herencia.
Ruiz. muy alegre sin duda,
soñójen gozar con afán,
dando crédito al refrán
«quien se achispa Dios le ayuda.»
Y cuando iba denodado
á cobrar como heredero,
se presentó un caballero
disputándole el legado.
Hizo éste al punto constar
el derecho en que se hallaba,
pues que allí representaba
al tabernero Gaspar.
y dijo:
—Sí Ruiz ha sido
el que pvitó la explosión,
quien le impulsó á tal acción
fué el vino (lue hubo bebido;
por lo tanto, considero,
en acuerdo con la ciencia,
qufe quien merece la herencia
no es él, sino el tabernero.
Pensó el juez por un instante
obrar según lo que oyó,
cuando en aquél pleito entró
otro nuevo litigante.
El que era dueño feliz
en cierto pueblo vecino,
de la viña que dio el vino
que había achispado á Ruiz.
Así el litigio se hallaba,
mas acudió en alegato,
el autor de un aparato
conque la uva se prensaba;
con argumentos brillantes
y mil pruebas á la vez,
convenciendo al señor juez
derrotó á sus contricantes.
Diciendo así:
—Considero
que á no ser por mí, señor, •
no hubiera el vinicultor
ni existiera el t^abemero,
ni Ruiz estando beodo
hiciera su hazaña extraña;
de modo que aquí la hazaña
y el mérito es mío todo.
El juez en igual creencia
tras reflexionar un rato,
al autor del aparato
iba á conceder la herencia,
cuan lo apareciendo allí
otro nuevo tabernero
dijo:
—Demostraros quiero
que la herencia es para mí.
Al señor, que ha conseguido
el triunfo con su defensa,
dio la idea de su prensa
el vino por mí vendido.
Él, bajo el influjo ardiente
<ie mi vino, discurrió,
y su aparato inventó
borracho completamente,
— ¡AdioS!— el juez receloso
pensó— ¡otra vez empezamos?
¡Pues señor, nos encerramos
en un círculo vicioso!
Y el otro dijo:
—¡No tal!
—¿Cómo?
— Lo demostraré:
porque yo lo fabriqué
y el vino... ¡¡era artiflcialü
Luis García.
í . •'
EX. CASCABEL
* ■■
293
TWILÍaHT HOÜRS
(HORAS CREPUSCULARES)
Do\ix crépiiecxile, lieiare dos songos,
Sur les gr^axids Sois tristes, descerLcis;
v^omme les ]d1©\j.s ©sprits, men songos,
Blév© tes ^apeixps ci'enoens!
Daniel García Mansilla.
melodía para piano
POR
BDUARDO García mansili.a
AnViH^U/j ¿ ^ , — ^w,
ñ
U-Z^ u
294 EL CASCABEU - '
DOCUMENTO CURIOSO
(GÍACETILLA FÍN DEL SIGLO... QUE VIENE)
6(
, 1 estudio de Mr. Khin, nuestro g^an novelista. — Conforme prometimos á *
nuestros iectores, hemos hecho la anunciada visita á Mr. Khin, nuestro sabio novelista,
el primero sin duda de este siglo, el, qiie sabe tratar las más arduas cuestiones con per-
fecto conocimiento de causa, sin divagar, como los novelistas del siglo xix, y sin dar
á la fantasía más importancia de la que tiene, es decir, dejándola únicamente crear los
casos patológicos que, conao problema, permanecen sobre la mesa de estudio del no-
velista, prontos á ser tratados con toda verdad y con ajuste á la última espresión del
adelanto humano. -
A las diez de la mañana, el tramway eléctrico ¿perfeccionado, me dejaba en jel
balcón núm. 15 de nuestra principal avenida.
Al poner el pié en el. balcón, abriéronse las puertas del mismo, y el autómata, que
sustituye hoy á los imbéciles y costosos criados del siglo pasado, me dirigió la acos-
tumbrada pregunta:
—¿Quién es. V? ¿Qué quiere? '
—Hablar con Mr. Khin— contesté— colocando los labios en el receptor eléctrico de
palabras.
El autómata desapareció, y, al poco rato, el gran novelista, el sabio conocedor del
corazón humano, estaba en mi presencia.
Manifestéle quién era y lo que quería, é inútil creo decir que fui recibido con toda
clase de consideraciones-ij
La conversación recayó, como es natural, en Natura, la obra, que está terminando
Mr. Khin, y que es la última palabra de lá moderna nóvela.
El autor se expresó con entusiasmo y nos adelantó varios datos, que no titubeamos
én hacer conocer á nuestros lectores.
Sé trata de una obra eminentemente humana.
Los efectos y las causas han sido estudiadas sobre el terreno. , ' .
La terrible pasión de los celos, está pintada de mano maestra.
El autor, que es celoso como un turco de aquellos que existían antes de que -la
Rusia se merendase el imperio de lá media luna, se casó pot*. interés con una rica amé*-- -
rícana, y asi, de paso, estudió q\ matrimonio por cálculo (ano de los «api lulos más
interesantes de la obra) y aprendió ó fingir amores que no sentía y á gastar plata que,
en realidad, no poseía, por más que la usufructuase.
El monstruo délos celos sei'presentó, ya que el autor, que en realidad ntí estaba,
enamorado, descuidó un poco su tesoro americano, y éste, que tenia mucho gancho,
prendió en él á un joven, que era corazón de la cabeza á los pies.
Mr. Khin sufrió horriblemente, porque, al fin y al cabo, tenía delicadeza.
Pero, por fin, no pudiendo aguantar el peso... de su desgracia, resolvió cortar por lo
sano, y cortó el terrible nudo gordiano, cuando más apretado estaba, como' consta en
la ruidosa causa que se promovió á raíz del suceso, y que tan vivamente llamó la aten-
ción de lá sociedad londonense.
¡Qué descripciones tan llenas de ¿verdad ha.hecho Mr. Khin en, el capítulo de los
celos!...
Luego Testudia la viudedad, y lo hace como concienzudo viudo.
El capítulo del hospital, en .el que acabó sus días la adúltera esposa, en clase de
hermana del Ejército de Salvación^ se ha de leer con el pañuelo empapado en ácido
fénico. ^.
El autor, llevado de su amor á la verdad, se dejó amputar el dedo meñique de la
mano izquierda, y mientras le operaban, iba escribiéndolas impresiones en una tira
de tafetán." ■■''.- ' ' . -
En fin, nó puede darse mayor realidad.
En Natura, la cuestión social se estudia detenidamente, en el capítulo Dinamita.
El autor hace gala de su erudición, estudiando el origen del anarquismo, que tanto
impresionó á nuestros antepasados del año 1892.
Para conseguir un efecto real completainente, el autor piensa hacer volar su magní-
fico chalet, que encierra colecciones notabilísimas de cuadros y manuscritos, los cua-
les constituyen la fortuna de Mr. Khin.
Ya comprenderán nuestros lectores que la obra hará ruido, y marcará nuevos rum-
bos á la novela que iniciaron los Goncourt, Zola, Daudet, Gáldós, Pereda, Fariña,
Tourgeneff, nuestros compatriotas Dickens y Ouida. y, algunos imitadores^ que no
merecen ser nombrados, todos ellos escritores del siglo xix.
. . - Andrés Soler.
J'W^^v"'W7k^^^^<
' CITA
Es el señor Don Severo .
un extraño cahallerp '^
que pasa noches y días
lleno de amor verdadero
entregado á sus manías.
Es Don Severo escritor
y lo tiace-medianamente,
pues le .ha dado al buen señor
por citar con gran calor
á todo bicho viviente.
De una moda que abomina
escribe contra el capricho,
y dice— «Moda anodina
¡ah! que Cicerón ha dicho
Qousque tándem Catilina...
Sí- se encuentra delicado
se carga al punto de ropa,
diciendo, por si es buscado,
que- toma un huevo á la copa
y está ad Ovo dedicado.
Satisfecho el apetito
se duerme contra su empeño,
y dice luego el bendito :
•-¿Me dormí? La vida es sueño
como Calderón ha escrito.
Y en su anhelo de citar
cita á Moisés, Platón,
¿ Sócrates, Castelar,
Rabeláis, Plinio, Alarcón;
Montalvo, Gal! y... ¡¡La marí! -
Pues bien, este caballero
posee una hija preciosa,
la que pasa, á lo que infiero,
una vida fastidiosa
al lado de Don Severo, ,
puesto que continuamente .
la riñe tan duramente,
que su amargo llanto escita
todo ello, naturalmente,
aliñado con su cita. í
Aveces ella ha tratado
de convencer al papá,
para que dejase á un lado
las citas, ¿y lo ha logrado?
Y ¡qué ha de lograrlo! ¡cá!
al contrario, el buen señor
le, ha dicho:
— Sólo hallarás
consuelo, dicha y honor
y laureles por mayor,
con las citas, nada más.
Ella á las citas, cansada,
viendo dar tanto interés
aburrida y fastidiada
de tres muchachos prendada
llegó á citar á los tres.
Lo supo ál fin don Severo,
que es un hombre muy entero,
fuese en busca de la hermosa,
vio no se qué, y le dio fiero
una paliza horrorosa.
Don Severo sacudía, , ■
la pobre niña lloraba, - -
y entre sollozos decía
—¡yo tus consejos seguía
y á las citas me entregaba!
Pero aquél padre inclemente
siguió á la niña tundiendo
y decía únicamente:
—¿Citas?... ¡Yo estoy ejerciendo
de crítica contundente!
S. Garrido.
JL IME
Como oculta entre el cendaí
de una niebla matutina,
aún recuerdo, Inés divina,
tu belleza virginal.
, Ya lo ves ;
de tanto tiempo á través,
aún recuerda el alma mía
aquel ángel que vio un día
como se vé en Occidente,
entre fantasmas de plata,
la luna cuando dilata
su luz tibia en el ambiente.
¡Qué casta la blanca tez
y aquella frente serena
que imita de la azucena
la Cándida palidez!
Cuando asoma
en tus ojos de paloma
el brillar de la alegría
como el sol de Mediodía,
parecen, por su color,
del cielo claros espejos;
• por sus fugaces reflejos,
el primer sueño de amor.
Tu mirar...
¿No has visto nunca del mar
la inmensa móvil llanura,
que parece que murmura
en el vaivén de su calma
para el corazón delicias,
para el anhelo caricias
y esperanzas para el alma?... .
El ondulante brillar
de tu rubia cabellera,
recuerda la luz primera
de una aurora al despuntar.
Catarata
que en hebras de oro desata
la belleza refulgente
de las luces que en Oriente
el claro nacer del sol
difunde por el espacio,
bajo un cielo de topacio
entre nubes de arrebol!...
Por eso, niña ideal,
la de la frente serena,
la de la tez de azucena
y los labios de coral ;
la de virginal perfil,
la de azules ojos bellos,
la de los rubios cabellos
y la del talle gentil,
cuando exhalando un suspiro,
con el alma absorta miro
vagar por el corazón
tu encantadora visión.,
si la voluntad se lanza
á alcanzarla en raudo vuelo,
sigue al nacer de un anhelo
el morir de una esperanza!
Jorge de Almenara.
296
•'S'rtT?'^^'?'^
n. CA8C4BBL
: t i-'
MODOS DE GA
(A las 6 a. m.)
¡La Nación!. .. [La Prensal
(A las Ha. m.)
Dar de comer al hambriento.
(A las i 2)
El sueño reparador.
(A las 3 p. m.)
Se reparten anuncios hasta las.
(A las 8 112 p. m)
Empieza el negocio de contraseñas
ft
EL CASCABEL,
29T
NAESE LA TIDÁ
{De7 á9)
Costura
(Be 9 á íi)
Ensayo
{Be 2á 5)
Conferencia con el del pa'co núm.,
{Be 5 á 7)
A entregar
{Be 8 á 12)
Ejerciendo de suripanta vaporosa
\
{A la i)
Que lo averigüe Vargas.
BESOS POR AMOR DE DIOS
■ ; ■
'■'i :■•■
• LOUNAS damas caritativas de los Estados Unidos, sé han de-
jado besar á precios convencionales, ú fin de reunir socorros
para los pobres, .
Las tómbolas, conciertos, bailes, etc., no dan ya resultado.
Era preciso discurrir algo nuevo, que moviese á compasión por
los desvalidos, y las señoras y sei^oritas norte-americanas lo
han encontrado: los besos.
El procedimiento no ha de tardar en extenderse por todo el mundo civilizado,
porque para ciertas cosas se necesita mucho déla civilización.
■En IBuenos Aires, al , poco tiempo de saberse la noticia, nació entre las individuas
de una asociación caritativa, el deseo de llevarla á la práctica, y n,o tardaremos mucho
en oir por esas calles' el": . • ' /" ; ,
.yí'^umor de besos y batir de alas. s
de que nos hablaba Becquer.
— ¿Qué es eso?— preguntaremos, sorprendidos.
. — Nada — nos contestarán. Son dos señoras que están realizando actos de caridad.
Una vez establecido el procedimiento, si algún marido celoso sorprende á su cara
mitad besándose con un caballero, no podrá darlos gritos indicados de:
. — ¡Infame! ¡Traidorai , •
Sino que interrogará cariñosamente.
— ¿Para los pobres de qué parroquia son esos besos?
Una viuda, que Hora permanentemente el recuerdo de su difunto, exclamaba días
pasados. , ■ •
—¡Esto si que puede llamarse caridad sin sacrificios f"^
Pero como en nuestro siglo de adelantos, basta que se dé -á conocer la más sencilla
idea, para que se encuentren mil progresos y perfeccionanriientos de ella, préveemos, á
no tardar, el caso de que para lograr mayores beneficios, se rematen Jos besos. ■
Veremos, pues, á un martiliero subido sobre una &illa, y á sus pies una hermosa ,
señora, que, hasta acostumbrarse al espectáculo, permanecerá con los ojos bajos.
— Señores — dirá aquel.— Véase la clase. LaSra. A socia de..... á favor del asilo
de dementes, remata cuatro besos al mejor postor. Base: ¡2 pesos!
— ¡Tré:S pesos! — dirá algún muchacho, que no duerme hace un trimestre pensando
en la mercancía que se remata.
— jTres y medio! -añadirá uno de esos viejos aficionados al almíbar. ■
— ¡Cuatro! . • ,
— ¡dinco!
. —¡Cinco y medio!
Y seguirán pujando, hasta que el martiliero, creyendo suficiente la ganancia, grite:
— íAdjudicado! ,
Y entonces la dama dará al comprador los cuatro besos anunciados, poniendo sus
labios en la cara de aquel, y el pío pensamiento en San Vicente de Paul.
Los novios aprovecharán la oportunidad, y se gastarán rápidamente la plata impri-
miendo ósculos amantes en el rostro de sus prometidas, pagando, á precio de tarifa,
con el descuento de costumbre.
Arturo, .que está locamente prendado de la esposa de su tutor, desesperado por no
conseguir ef más pequeño favor de ella, se decidirá á hacer el último esfuerzo. .
'-^¡Etelviiia!-^dirá. — ¡O su amor ó la muerte!
*--A.pture, por Dios; no me comprometa V. más. Yo no puedo fa l.ir á nfiis deberes.
— ¡Etelvina! V. no tiene corazón. Haga V. comparaciones ente el abipón de su
esposo y yo
^ ^^^ ^ ^Arturo. Basta. No puedo seguir escuchándole áV
—¡.Por compasión! ¡Un beso solo! Si no le pido casi nada.....
• — jlmpósible!
— ^Pot caridad!
^j^qr caridad? ¡Ah, eso es otra cosa! •
Y la tutora. besando al doncel desesperado, hai% un doble acto meritorio: calmar á *
Arturo y reunir un espléndido socorro para sus protegidos.
Varios caballeros solos, preveyendo las contingencias futuras, andan por ahí rela-
miéndose los labios.
Pero sé nos ocurre que, siendo tantas las sociedades de beneficencia, y abundando
tanto la miseria, deseosas todas las socias de aquellas agrupaciones, remediar las
desgracias de sus pobres, nacerá necesariamente la competencia.
¡ á
V«VPl»«Hli»lli'
:x^
^".
MATE CON CIReUNSTANCIAS
■=*■>
- ^'^--Mf- rf-H*»-'***''--*-^ ■<•».,'- y^'-ii^-'-J.. -í-^^,- ■¿.^•« 1-^.,- ->«*„.■*■,* , *^-^.i*^»t--&-jt-^. — > •.(^,-,-
Está de Dios que no podemos es-
tar solos... ahí vieiie el compadra. '
— i(36mo le vá cuñíio!
—Pastóriando.:.
(La china.) (Yo os espanto.)
— iPucha!... ¿V. per es-tos ra^os?¿.
—A cimarronear, compañfr». ■
Y así llegan á reunirse una punta
de vagos, que estorban n la Joven
pareja. Pero la cliina les dÁ "mate
con...
s^-
El efecto es rápido.
Y... ¡al fin solos, morocha mía!
900
..\ ...^ -■■....4...J > •
^.mi Milu Jii> lili"
et.-CASeA.BEL
->l-
Y á DO tardar se leeftün nvisos como el siguiente:
* ■■■'
¡BESOS! ¡BESOS! ¡BESOS!
Las Damas de Caridad de lá Parroquia X
han reducido su tarifa en un 20 por 100.
o este otro:
¡Gran rebaja de precios!
¡A 10 centavosf {Besos de todas clases!
En la fotografía de... están los retratos
de las socias.
Elección libre.'
Estamos, por lo tanto, próximos A una gran revolución en nuestras costumbres.
Y una vez puesto en uso el beso de beneficencia^ vendrán el abuso y el cansancio
natural.
Entonces, nuestras damas, cayos sentimientos caritativos son bien conocidos,
buscarán .Qtr,Q. medio de, recaudar fondos.
• Y de los besos se pasará á los abrazas.
Y asi sucesivamente.
\\ quién sabe á dónde iremos á pararJ • .
José M^ Mendoza.
I 11 ■■■ ^. I .1 •- . . .1 - ■■!■ ■II-.. -. I , 1. I . I ■ I ■ .■■I- ■ — ■ I ■ III I - — - - — ■^ M.mt'y -I- — ^ ■ ■ ■ . —
LOS VOLUNTARiOS
-Desde que han regresado los voluntarios huelo mucho á.
-¿A qué, mamá?
-j¡A pólvora!! Y te aviso, para tu gobierno, que no estoy..
-¿Por la pólvora? .
-Ni por los voluntarios tampoco.
■ 'i.-;-.;*".
^-?^rii^'£«^^!p^-
EL CASCABEL
301
DE DOMINGO A D )MING0
La Seña Francisca, lo han dicho yn
lodos los diarios, no es una comedia; pp-
ro, comedia ó caricatura, tiene much.i
gracia, qve es lo que trataría sin duda
Echegaray de deiiiostrar al escribirla.
El desempeño de faí obra fué bueno, y
los'más pequeños detalles resaltaron, gra-
cias á la acertada dirección escénica que
hemos reconocido en la compañía, que
hoy por hoy es la que se lleva la prefe-
rencia del público serio, digámoslo asi.
La señora Galé que es una característi-
ca que siempre está en carácter, alcanzó
muchos aplausos en el papel de protago-
nista, y las demás partes de la compañía
estuvieron como de costumbre.
Otro teatro afortunado es el de la Come-
dia./Davanie la semana se ha representa-
do, como novedad. Oro, Cobre, Plata
y.... nada., y efectivamente; la obra no
tiene nada absolutamente, á no ser su
poco de aparato, trajes, etc.. que la em-
presa ha presentado con la mayor propie-
dad posible.
Juárez, cada dia másgracieso y más jus-
tamente querido del público, que siempre
vé en Rogelio al actor voluntarioso, dis-
puesto á hacer pasar el mal humor al es-
pectador más sombrío. Además, la señori-
ta Tomás, tiene ya su numeroso grupo de
devotos, y la señorita Cervantes, á medida
que es más conocida, es más aplaudida;
con estos elementos el teatro se llena no-
che á noche con gran disgusto de los em-
presarios.
Algo parecido ocurre en Apolo, en donde
se han establecido los espectáculos por
secciones.
Mientras se aguarda la compañía de
Falconi, ha empezado á trabajar en el Po-
liteama una regular compañía dramática
española, que sin duda atraerá á los ami-
gos de emociones fuertes.
El teatro Doria, en donde funciona uua
compañía de ópera ita.Iiana, cuenta las
funciones por llenos.
Novedades, siempre firme en la brecha,
aunque con poca fortuna, y Alhanibra
cerrado por a hóí'a.
Las Folies Forlet concurridas, y más
lo serán cuando, una vez más conocidas,
adquieran el selló especial que las ha de
(lisiiiiguir de los demás centros de re-
UI1Í(MI.
Leo: « Por falta de número no se re*
umeron ayer las.Cámarasde Senadores y
Diputados.»
I Vamos!...
Aún no asamos, y ya
Pecó el músico Pascual
de sol á sol anteayer;
mas con lógica obró el tal,
pues solo hizo recorrer
una escala musical.
Se ha designado al Sr. García Velloso
para escribir la letra del Himno que ha de
cantarse en las fiestas del cuarto centena-
rio del descubrimiento de América.
Bueno. El Sr. Velloso tiene méritos so-
brados para escribir un himno; pero ¿no
hubiera sido mejor celebrar un concurso?
Y conste que nosotros no hubiéramos
tomado parte en él.
Pero corre por ahí tanto vate....
Nunca infles, cuando comas, los camlIos
ni te lleves el pan en los bolsillos-
puesto que en caso tal, es lo decente,
llevarse los cubiertos solamente.
Habla el señor Filz-Simón:
Besde los tiempos de Teócrito y Vir-
gilio, el mundo ha adelantado mucho.
¿De veras?
¡Qué me cuenta Vd! ;
Antes estaba el mundo tan atrasado que
ni se conocían inspectores nacionales.
(Lo de nacionales., es un decir.)
• • ^ : ■ ■■ . . . - 7 ' « . . -
302
ÉL CJASCABEL
Si Virgilio tropieza con un ¥'úz-SiMOun,
le parte la lira en mitad de la espalda.
Recomendamos muy mucho á nuestros
lectores, en especial ú los que sean aficio-
nados á la bueno música, la delicada me-
lodía original del distinguido dilettanti
Sr. Eduardo García Mansilla, á quien da-
mos las gracias por la atención que ha
tenido con El Cascabel engalanando sus
columnas con tan bella composición.
El Sr. Mansilla es bien conocido en nues-
tros circuios artísticos y, por lo tanto, no
debemos hacer su elogio como compositor:
Argos., el ínclito Argos^ se rebela con-
tra las disposiciones de la Academia Espa-
ñola por que le dá la gana. Son sus pa-
labras.
Bueno; en suscripción y suscrición
menos mal, que de las dos maneras se es-
cribe, aun que la Academia ordene el uso
dela^.'
■Pero, ¡ilustre presidente de la societé\
procure no 7Xbelarsc tanto como se rebe-
la, al decir de una ilustre familia que es
•oriunda de San Juan, adonde su jefe ha
ocupado la piñmera posición... etc.
\En donde vamos á parar!
¡Rebelado ^r(706", quehablasfde gramá-
tica, y de batatas, desde la pesca. . . !
A. F.-^Seguramente ha errado V. el tiro. La ac-
triz A. E. se enfadarla mucho al leer los disparates
que me remite V.
Arañita. — Muy lindo todo, y bien hecho, pero no
es publicable.
H. /.—Es muy floiillo todo.
í7no.— ¡Pues no faltarla más! Soy poco exigente,
aun que le parezca á V. lo contrario.
L. A. de /T.— No está mal. Mande la firma.
Bnbolin.— Tal v«z la Comisión' del Centenario se la
admitirá para la v-lada. El Cascabel nó.
Manilas.— Y no muy limpitas, por cierto.
Amiga.— El papel es muy bonito y la letra tam-
bién, pero... ¡qué versitosJ-: . .
3Í. L. de A.— Pei-mitame V. que le diga que el ar-
ticulo no me parece muy original
runo.— Es muy malo todo. Ni hecho expresamente
se puede hacer peor.
Colaborpdor.—Pero á V., ¿quién le ha dicho que
es colaborador?
F. /'.—Mande la firma. Hoy estoy de plácemes.
E. P.— Lo dicho: ¡mándela V. también!
Principiante.—
Y la luna rjue refleja
pdlida en la inmensidad
alumbra á la ¡¡obre vieja
que acaba de agonizar.
Meditemos y oremos, si á V. le parece.
Delantero. — üNóü Ziíguero, y de los malos,}
M. Soria. (Catamarca)— Contestaré por correo.
P. Gallo. (Tucumán)— ídem y mil gracias.
/. Eloi/.—l'iies ya puede romper V. la pluma v el
tintero, y hasta puede romper con lacosturabre do
hacer versos.
A. Z.— Es copia.
K-K-Seno.—Y V. cree que es posible que el sol di-
late las praderas:^ Hombre ¡por Dios!
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^-í^^y.f.í^k^r^" "'^'^^^:
Rw*?^' - ^t ?PÍ*? ■'.' --l-í-
EL CASCABEL
»®<-
HORA resulta que en Buenos Ai-
res se juega á todo, y de todo se
'saca partido para apostar dinero,
y qué el hombre que no juega ni es hom-
bre ni es nada.
Dejemos los hipódromos y frontones
que se encargan de fomentar la raza ca-
ballar y la fabricación de cestas, boinas
y pelotas, para fijarnos en otras clases de
juegos.
— Estos, todos sin excepción, son peli-
grosísimos, nos decía no há mucho una
señora.
— Lo creemos así.
-rjAh! y que lo puede afirmar. Mire V.;
jugando á novios, cosa propia de niñas,
me eché un novio que resultó cierto y se
casó.
-=-Naturalmente.
— No muy naturalmente, por cierto:
pues mis papas no le
querían, apesar de que
era muy fino y gastaba
galera á todo trapo.
— Los papas siempre
son tiranos •
—Pero Ernesto, que
así se llamaba mi novio,
¿sabe V. lo que hizo?
— Tomaría arsénico.. .
— ¡Cá! Tomó la resolución de robarme
y me robó, ganando una suma que habla
apostado con unos amigos, que le jugaban
lo que quisiera á que no se atrevería. Ya
vé V.; mi rapto fué el fin de una jugada.
— {Valiente fué la que les jugaron á sus
papas!
— Ah, sí. Se pusieron furiosos, pero...
— ^^Sí. Ante eí robo, con fractura, pasa-
ron por todo, ^;;í ¡
— Y me casé desgraciadamente.
— ¿Le pesó?
— Claro, si mi marido era tan amigo de
juegos...
— Mejor que mejor.
— No interprete mal. Ernesto era amigo
de juegos, pero juegos prohibidos, y á
ellos sacrificó toda nuestra fortuna. Ub
día, no teniendo qué jugar, llegó á ju-
garse la. cama contra cinco pesos y per-
dió.
— ¡La cama!
— Si, señor; y se la llevaron, y no tuvi-
mos más remedio que acostarnos en el
duro suelo, y, como era en invierno, mi
Ernesto atrapó un dolor agudo y murió
dejándome...
— rjAh, vamos, la dejó algo!
—Sí; un batallón de
acreedores que no me
dejaban ni á sol ni á
sombra. Siempre tenia
en la puerta algún tipo
con una cuenta en la
mano.
¡Y pensar que uno no puede dar un paso
sin exponerse á dar un peso!...
Porque ya habrán VV. admirado la
gracia que ha tenido un monsieur que ha
abierto un salón de esgrima^ con sus qui-
nielas y todo!
Es el colmo. ¡El noble arte de repartir
cintarazos convertido en medio de apos-
tar!
A esre paso no nos será permitido des-
arrollarnos debidamente sin exponernos á
servir de blanco á los jugadores que nos
acecharán, por ejemplo, y dirán:
— Deténgase V. . ^
- No quiero.
— Deténgase V.
— ¿Qué hay? -
— ¡Una jugada!
-¿De Roca?
— No hombre. El señor apuesta cinco
pesos á que V. no levanta cien libras, y
yo digo que sí.
— Pero...
— Nada, nada. Hagamos la prueba...
— Es que...
—No hay escape. Póngase V. en ca-
"'-r.i(;*'^'-áf ñ^tfVrtir.ii^Mfr ;-Kir^;'''i í'-v^iir «i -■'■•--' ■
abülijjai '^^l^ÁA-M^íí^
m-'
■^ V''^^!^^;'^''!^!^;;s^^^'^^!^^i)^'ir!^^''^<sv;^^'í'3í
EL CASCABEL
307
racter, y á ver
quién tiene ra-
zón.
Y ¡quién re-
siste! No nos
queda otro re-
medio que po-
nernos en ca-
rácter, es decir,
en ropas meno-
res, y levantar
los pesos para
dar gusto á los
jugadores.
Luego (me-
nos mal) co-
braremos comi-
sión, -como es
muy justo, y
seguiremos nuestro camino, temiendo á
cada rato que se detengan delante de nos-
otros diez ó doce ciudadanos y empiecen á
apostar.
— ¡Doy diez á dos!
— ¡Tomo!
— Tomo la fila.
— Diez á cien.
— ¡Pero señores!... — déjenme pasar! ex-
clamaremos.
— ¡Alto! — nos dirán, y sacando un me-
tro y sujetándonos, nos tomarán la me-
dida de la nariz, exclamando en voz alta:
— ¡25 centímetros!
—¡¡Bien por los narigudos!!
— Gracias, amado pueblo.
Mientras tanto, los que hayan apos-
tado á que las teníamos largas, se repar-
tirán la ganancia.
A que extremos llegaremos, sólo lo sa-
ben Dios y Argos, que entiende de mu-
chas cosas, según dicen por ahí, aunque
nosotros no lo creemos.
Se apostará á todo jo que se ponga
al alcance de nuestra vista.
Y si los ejercicios saludables al cuerpo
se toman como naipes, cualquiera se
atreve á cruzar la plaza de la Victoria,
entre dos luces, á la hora en que salen
unos señores, ginetes en acerados velocí-
pedos!
Porque, es de suponer que no faltarán
carreras.
Y con las carreras \a.s paradas.
Y las quinielas.
Y con todo
esto, algún
atropello, al-
guna víctima,
un transeúnte
arrollado y
aplastado por
algún velocipe-
dista, en el fra-
gor de la ca-
rrera.
Dios nos asista y nos dé algún dinero,
que buena faCta nos hace, para... tomar
un quinto.
¡O un entero!
LA ULTIMA INVOCA CIÓIS
El hombre aquel , que en la ardorosa lucha
derrotado y sin fé desfalleciere,
en el revuelto lecho, irguióse un punto
y exclamó fatigado con voz tenue:
Venid vosotras, las ardientes musas
del sorprendente siglo diez y nueve,
las que vendéis amor á precio fijo,
las queel cuerpo entregáis á quien lo quiere.
Escanciadme licor, llenad las copas,
venid bacantes, coronad mi frente.
no"con laureles, que de nuestro siglo
ya fueron desterrados los laureles,
sinó con esas gasas lujuriosas
que la lubricia desgarró mil veces,
con vuestros besos que pagaré luego,
antes que el labio, mi destino liiele.
Venid y al punto en las sonoras liras,
entonad juntas la canción alegre.
que arranque de mi boca entumecida
el hondo grito de salvaje fiebre.
Venid, por candad, llenad las copas,
mostrad e! seno de rosada nieve,
Y dejad que entre alegres carcajadas,
me halle en la orgía impávido la muerte
Adolfo S. de los Rios.
=30e
LOS FARRISTAS ">
(V^<— "-iOABABA de comer. Preocupado con
rai segundo artículo soln-e Los ¡drristas no
encontraba sosiego, ni tranquilidad en parte
alguna. El farrista dañino y el compadre de
ribera danzaban en mi imaginación, como pe-
sadillas incómodas; sentía la necesidad de
pasar al papel mis impresiones, y la pluma
y el lenguaje se re.sistían á ello. Comprendía
(1) (Véase el niimero 15.)
bt^ü¿-.i*'íi¿&í5:_:.í-í^jí-
-''.¿*'>--rfSi-::*
EL CASCABEL
la desesperación del periodista. El tiempo pa-
saba, los días se sucedían, y en El Casca-
bel, editor, director y redactores, me habían
dejado por imposible. Era necesario concluir.
Me lancé á la calle.
Las ocho de la noche. Buenos Aires se pre-
paraba ;i descansar de las fatigas del día. Las
Juces do fxas alumbraban un sin íin de idilios
noctiirnos!. Las pantaloneras, costureras de
registro y demás niñas pobres pero trábaja-
■íiarast pululaban aquí y acullá con sus ata-
dos en !a mano, ¡irruiladas por las almibara-
das frases de sus simpatías. Los «[tramways
para las afueras, iban llenos de geíite que se
acuesta temprano, y volvían también llenos
de la que se acuesta tarde. Los mil discordes
cantos é interjecciones de los cafetines can-
tantes empezaban á interrumpir las armonías
nocturnas, con sus aterradoras desafinaciones.
Yo quería observar para escribir un artícu-
lo. No encontraba escenario. Me faltaban al-
gunos detalles. Tomé un tramway al azar. Me
llevó cerca del Once. Bajé siempre con mi
idea fija. Pasaba por apartada callejuela, é hi-
rieron mis oídos los acordes de una guitf4rra
que sonaba en la trastienda de un almacén
Entré, y van á ver todo lo que vi y oí.
Al rededor de una sucia mesa de pino, ro-
deada de bancos de lo mismo se veían hasta
seis ó siete individuos de no muy buena cata-
dura: rodeaban á un compañero que guitarra
en mano, clavel en la orejn, y cigarro negro
en los labios, ¿ntonaba mílong;is con voz ron-
ca y gastada por la bebida.
M;'i3 allá cuatro ó cinco napolitanos juga-
ban a la murra con entusiasmo, y bebían vino
italiano de á cinco centavos copa. El mozo del
almacén en mangas de camisa y sju cuello,
contaba detrás de un mostrador forrado en lata
y destilando agua y bebida blanca y negra, las
frecuentes vueltas, que unos y otros le orde-
naban. Tres ó cuatro compadres más, de abi-
garrado traje, observaban retobados la farra
de los de la viola.
La escena estaba alumbrada por una mala
luz de kerosene, que por su ahumado tubo,
despedía un insoportable tuto:— aroma que se
mezclaiía con el picante de la ginebra, tabaco
negro y cigarro de la paja.
En el momento de entrar, el guitarrero se
echó el chambergo á los ojos, me miró por
bajo el ala, escupió por el colmillo y entonó
la siguiente milonga entre las risas de sus
compañeros.
De donde vendrá ese high
de que pago será criollo
le andará buscando al hoyo
deberá tener buen cuero
' pues donde bala este toro
r.o bala ningún ternero.
Comprendí qwi la cosa iba mal, y entre qué
gente me hallaba. Había encontrado lo que
buscaba. Cortando por lo sano, me dirigí al
guitarrero:
— Aniigo,— le dije, — yo no he venido á ofen-
derle y V. me sale chocando. Si V. fuera á
pago, ageno le había de gustar ser bien reci-
bido. ¡Caballeros, yo pago la vuelta!
Me miró sorprendido— Acepto compadre, y
siéntese á mi costado que tiene cara de forma-
clor, y vamos á seguirla juntos á la giurcla.
No me hice de rogar, y tomé asiento.
— Qué va á servirse compadre? Venga un
guindao, y siga con la viola.
En un momento los vasos volvieron á estar
Henos.
Al guitarrero, que estaba medio hecho, se
le había desarrollado un cariño instantáneo
por mí— y entre milonga y milonga me abra-
zaba con efusión diciendo: ¡Este es hombre y
lo quiero, y ?ia¿des lo ha de ofender!
En un momento fuimos todos amigos y la
conversación se hizo general.
—¡Che, media botella!— decía el que estaba á
mi lado, un criollo bien plantado, pivao de vi-
ruelas de bota de taco alto, faja, camiseta, y
chambergo requintao — no le andes mezqui-
nando á la viola y siga la fai-i-a.
—Tenes razón, Agapito, ahí \a\íi f/iurda:
Soy del barrio de San Telmo
) Del barrio más superior
Y al que pise este ponchito
Cincuenta pesos le doy.
Tonid Sandia, y si le parece mala caíala!
— exclamó otro de los compinches.
Agapito, al oír la anterior coí)ia se aíirmó
en su asiento, se endosó entre cuero y carne
un taco de ginebra, tosió y retrucó con la si-
guíente al guitarrero:
Soy del barrio de !a Piedad
donde reluhibra el acero. %
lo que digo con la boca
lo sostengo con el cuero.
—Abura! — exclamó el guitarrero, asi me
gusta un tirano, (¡ue no se dejo achurar! — A
su salud compadre.
— Que (luíere— y á propósito. Domingo sabe
lo que me pasó el otro día?
— Si Vd. me lo dice...
— Pues, figúrese que el gaifói-o ¡ne (luería
hacer cargar viaje pr? el muelle ciiico, — ya
sabe que á mí no me enfardan y siempre
me gusta tomar viaje pal despacho. Así lo hi-
ce compadre, y al pasar por Deiensa, me bajé
á tomar una gárgara, y a quién dirán Vds.
que encontré.
—A quién compadre?
—Pues áD. Pepe, el ?;¿tírZo de aquella-moche
que pagó y me invitó pa dir á ver Juan Mo-
reira.
Acepté, porque ya sabe compadre, que la
que trabaja allí ha tenido algo conmigo y es
palca aguantadora, y yo tenía que arreglar
ciertas cuentas con ella.
Largué la chata á su hora, y me fui pa casa
á ponerme high...
Me arreglé linao, saqué mi daga,— me la
."^
'^3?^y.-f!^»i«-'
EL CASBABEL
30ÍÍ
acomodé bien, y me fui silbando eJ langinlo
que Vd. oonoL'e:
Cuando se mueve la cama
y se abalanza el colchón
Ya sabe amiiío (lue soy muy hombre, que
sé ganarme el hen'o, en la hiejo, y <iue nun-
ca me sabe faltar /)c/ el huilón.
Llegué y de manos á boca, me topé con el
queso. Me dijo que te lia un viejo, pero que
estaba libre aíiiiella noche — y que tenia (|ue
hablarme á la salidn.
Acepté el trato por no armar escándalo, y
asi fué.
Como salic ((ue soy pesao, y me tiene recelo
formó con la cena en lo del vasco y me puse
medio en curdeUi,
Al salir había estao estrilando, el bagan y
lo (lue me vido se me fué fulo á atropellar:
como no soy manLO, y aunque escario no
píenlo el senlido, reculé y ahí no más le
peííué el grito.
¡Cuidao amigo no vó la zanja!
Lo que vas á ver, va á ser otra cosa, me
dijo el lunfardo.
Sí, acércate no más. y te vas á encontrar
con una sanj-ria sin (juercr— y pt-le la daga.
E\ gri'o, había tenida rerolvcr. y me erró
un chu/iiho, por cerca del coscado. Cuerpeé
como pude, y me le fui á fondo.
— ¿Le cortó?— preguntamos en coro.
—Así no más fué, me lo despaché sequilo
con un ojal en la ingle.
Total compadre, quince días de enUpada y
gracias al patrón (jue me sacó con lianza:
pero aún tengo causa abierta y no me puedo
refala)'.
Mientras hacían este cuento, el guitarrero
completamente duro, se liabía id(j acercando
á los napolitanos, y en un descuido, les largó
al suelo la mesa y los vasos.
Protestó un lana grandote, y con él sus
compañeros. Uno de ellos le acomodó un va-
sazo al guitarrero, que fué la señal de la ba-
talla. Volaron vasos, cop is, se rompieron si-
llas, salieron á relucir los aceros, el mozo úq
almacén y el patrón tocaban pito y más pilo,
y... entraron los vigilantes, siguiendo á un
oficial.
Todos se escabulleron como pudieron que-
dando solo .\gapiio. el guitarrero, los gringos
todos lesionados, y mi persona.
— ;Á la. co))iisu ri<(!—ú\]o el oficial.
— Toque pilo si quiere, — voceó el guita-
rrero,— por(]ue á mí no me vá á llevar.
Y sin que nadie pudiera impedirlo, sacó la
daga y acometió al oficial; se defendió luego
como un tigre, hasta que al fin vencido por
el número, se rindió, diciendo;
—Así pelean ustedes y yo soy hombre pa
todos. .
Marchamos á la Comisaría. Serví de testigo
deolar»' en favor del compadre. Agapito no
le abandonó. Yo sah'. Eran tas 12 y media de
la noche.
Sin querer tenía, por lo menos, esbozada
esta especie de los farristas.
Si los lectores de El Cascabel quieren co-
nocerlos de cerca, entren en cualquier alma-
cén de las afueras.
Allí encontrarán de fijo al Compadre de
ribera.
C. Navarro.
LAS RODILLERAS
Conocidas di la gente
por su abundancia hoy en día:
de algunos en teoría,
de muchos prácticamente.
Ese bulto desigual
la falta de ropa arguye,
promontorio (pie destruye
la belleza personal,
asesino de ilusiones
y de amorosas quimeras,
jno hay amor con rodilleras,
que afean los pantalones!
Con.servamos con trabajo
nuestro porte y arrogancia.
y ellas, toda la elegancia
nos deshacen por abajo;
tanto, que hay gentes sencillas
qu3 con desesperaciíjn.
al mirar su ¡lantaión
suprimieran las rodillas;
y otros (pie en cien ocasiiiiie.s
creyeron de todas veras,
evitar las rodilleras
no llevando pantalones.
En torno vuestro mira'l.
y á poco que os fijéis,
en ellas encontrareis
una inmensa varJe<Jat!:
Hombre de asp^^cto severo.
cuyo aspecto nii.^terioso,
tiene algo del rei ¡idioso
con mezcla del usurero.
tipo de aire esirafaiario.
de rodilleras gastadas.
por las mañan;is pasadas
al pií'" de! confesoniírio.
Ved al que por allí vá.
cuyas rodilleras son
hijas de su profesión.
pues siempre sentado e.s:á:
aunque fuera conveniente
saber, cuando está sentp.dn.
si es que se halla atareado.,
ó durmiendo simplemente.
El que en extraño emb:'!eso
luciendo su airoso talle.
ahora pasea la calle,
hace tiempo perdió el ses(.-i.
y su pantalón proclama
ia pasión que le exti-avía.
310
EL CASCABEL
ya que pasa todo el día
á las plantas de su dama.
Mirad á ese vigilante
que arroja miradas ñeras,
á las grandes rodilleras
de un infeliz atorrante,
y siguiendo con la vista
ios pasos del desgraciado,
dice al llegar á su lado:
—¡Alto! jV. es anarquista!
Y pegándole empujones,
le registra sin retardo,
creyendo hallarle un petardo
dentro de los pantalones.
Al observador le basta,
y forma juicio completo,
si vé de cualquier sujeto
las rodilleras que gasta.
Ved á Sánchez, que antes era
tan solo una medianía, I
y que no sobresalía
de la talla de cualquiera;
supo tocarle el registro
de su orgullo y vanidad,
logrando asi la amistad
y protección de un Ministro.
Al verlo, perdió la calma
el poeta Serafín;
diciendo:
—¡Tienes al fln
rodilleras en el alma!
Y Sánchez con san-fagon,
exclamó:
—Como tú quieras,
más llevo sin rodilleras
un soberbio pantalón...
Luis García.
IDILIO
RA bella.... como el primer beso, — suave como una caricia,
— tie na.... como un arrullo, — lánguida como un suspiro...
Habla en sus ojos azules resplandores de cielo, y en su
voz la celeste melodía de un coro de ángeles.
La dulce placidez de su rostro reflejaba la virginidad de su alma, y lenla
estremecimientos de sensitiva su cuerpo .delicado.
Sus cabellos eran rubios, su frente blanca y tersa, habia en los contornos.de
su boca un sello de pureza, y un encanto incomparable en la sonrisa de sus
labios.
Todo en ella era perfume, luz y armonía. -
Todo era leve, vaporoso, ideal!...
II
¡Yo la amaba!
Amaba su candor, su ingenuidad, su inocencia de virgen casta.
Cuando -me encentraba junto á ella, senlia elevar mi espíritu á las regiones
de luz de lo grande y lo invisible.
Me embriagaba su aliento y soñaba á su lado.
¡Soñaba en coronas tejidas por Diosas, en notas de arpa y en cantos de hadas!...
III ^
La amaba mucho.
En voz baja, muy baja, como si temiera romper el encanto, se lo decía á
cada instante.
¡Ella me escuchaba sonriendo, con su dulcísima sonrisa de ángel, y después de
fijar en mi por un segundo sus ojos soñadores, grandes y lánguidos.*^ dejaba va-
gar su mirada en el espacio, como si buscase algo! ^
IV
Era la época de las rosas, de Ja.^ bellas rosas de pélalos blanc:?.
Eii el • jardín, («uo recorríamos cogidos del brazo, las habia por todys parícs.
EL CASCABEL ' Hll
Con las más hermosas formé un ramo, un soberbio ramo de suave fra-
gancia.
— Toma,— la dije, — son dignas de ti, como tú eres di^na de ellas.
Y siempre sonriendo, las tomó de mis manos y me dió las gracias.
La luna bañaba con su luz la escena.
Sus rayos jugando entre las flores, parecían disputarle al roció la posesión
de sus besos.
La brisa se deslizaba entre las hojas, moviéndolas apenas.
Habla en el aire olor á jazmines y olor á rosas.
A nuestros oídos llegaba un murmullo como una queja.
Eran las flores que disputaban con sus amantes.
¡Había en sus riñas loao un poemia!...
.VI.--
Mi amada estaba vestida de blanco.
La luz plateada iluminaba su bello rostro, y su mirada intensa y vaga en las
estrellas buscaba algo.
Y yo á su lado la contemplaba, y al contemplarla me repetía:
^¡Cuánto la amo!
VIL
—¡Qué bello es amarse así!— exclamé al cabo de un instante.
¡Oye, mi' amada! ¿En caracteres de luz escrita, no lees la historia de nues-
tro amor sublime en las hojas de esas flores tan tersas y tan blancas?
¿Ese perfume que impregna el aire, no te habla al alma con un lenguaje
elocuente y mudo, cuyo misterio alcanzar no puedes, y á cuya influencia á re-
sistir no alcanzas?
¿En el murmullo que á tus oidos llega, no encuentras ecos de ignorados
mundos, rumor de voces que de amor nos hablan?
¡Mira esa pálida claridad de luna! ¿no es un reflejo de nuestro amor tan puro?
¡Qué bello es amarse así!
¿No sientes elevar lu espíritu á otras regiones inmortales, puras, llenas de
encantos y de delicias llenas?
¡Qué oello es amarse así!... ¡Pudiendjo en una confundir dos almas, de dos
existencias hacer una!...
VIH
Sobre el pecho había doblado la cabeza, y conmovida, desfalleciente, mar-
chaba apenas.
Su débil cuerpo se extremeció, — y descansando sobre mi brazo temblaba
el suyo.
De pronto, con un movimiento brusco echóme á un lado, y cubriéndose. t€j
rostro con las manos rompió en sollozos. *' '
—¿Lloras?... ¿Qué tienes?... -Pregúntele lleno de asombro.
Al escucharme hizo un esfuerzo salvaje y rudo, alzó la frente y vi sus ojos
que echaban llamas.
Con la mirada llena de fuego y con los labios muy apretados prenunció en-
tonces estas palabras:
—¡Si; lloro!... ¡Lloro porque veo que es muy imbécil quererse asi!.
Carlos de Aguilera.
312
•.t. »
FL CASCABEL
APUNTES
— ¡Cincuenta centavos por llevar un
bulto!...
— N'on dijas que es caru. A tí, hasta
de valde te llevaría, y eso que eres un
bul tu... jdíju!
Dama de las coiiociíJns
hoy del viento diversi<')n,
hojas del arhnl crudas
jug^iHe del rienlo son..
¿Si empezar.!. Diosmio,
la ir.u 'ríe del planeta. .'•?.
'(nupoaniO)-.
Cocheros qup se pasan ricamente
haciendo el anima', honestamente.
EL CASCABEL
313
LIGEROS
— Tendremos otr.is maniobras.
—Sí lioy el qu3 no apriende pa
general, es que no quiere.
Ejercicio que la ciencia
nos tiene recomendado,
puesto que en él se ha juntado
la higiene con la inocencia.
f(rf^^¡
Café muj' concurrido
por la elegancia.
titulado La Perla
de la Ator ancla.
—¿Y te pegó en la cara?
—¡A mí nadie me ha puesto la ma-
no en ella!
— Pues, ¿cuál es la causa del desafio?
—Porque al vt>lver el rostro, me atizó
un puntapié que me obligó á admirar
la vía láctea.
314
EL CASCABEL
EXAMEN
—¿Usted se llama?
—Fermín Lucero.
—¿Usté es alumno?
No conocemos...
—Soy de los libres.
—¡Ahí Bueno, bueno.
—Con mi destino
me falta el tiempo
para ir á clase,
y jpues! por esto
estudio en casa,
sin más maestro
que unos libróles
grandes que tengo.
Yo no he- estudiado
bien; lo confieso,
porque he pasado
muy mal invierno
con calenturas
y unos diviesos
más que medianos
que me salieron.
—Vamos al grano.
— Granos, es cierto;
ese es el nombre
¡pues! verdadero
de los llamados
por mi diviesos.
jEran más gordos!
(,!omo que aún llevo
los costurones...
mire usté el cuello...
—Basta de granos.
— P^es basta; bueno.
— Vá á describirnos
el hueso fémur,
sus relaciones,
sus ligamentos,
¿cuanto usté sepa.
;'^PueS'.. es... un hueso...
'que está... en... el brazo,
fuera... no, dentro;
digo, tampoco;
porque está en medio...
tiene bastantes
aditamentos...
sus relaciones
son... por lo interno...
con... varias magras
que no recuerdo.
—¿Y por afuera?
— Con... el chaleco...
con... la camisa...
con .. todo eso.
(¿Todos se rien?
¡No lo comprendo!)
Señor, si he dicho
mal lo del hueso.
es porque... ¿entiende?
con los diviesos í - v |
no he repasado... |; ^ • ; fi
no tuve tiempo...
Yo estoy más fuerte
con lo de adentro...
só los pulmones,
bronquios, cerebro,
hígado, bazo... -
¡Oomo en los huesos
ya estoy fallido!...
Yo solo vengo
para respuestas
de mayor peso.
—Dígame, entonces,
(y es lo postrero
que le pregunto;
ni más ni menos)
lo que es la atrofia
del cerebelo.
—Pues... son... las trufas
que hay en los sesos.
A. Díaz de la Quintana.
áil;
En el álbum de Tomasa
hay versos y pensamientos,
trazados por los portentos
que van á verla á su casa.
Allí el genio se demuestra
en toda su irradiación,
y no hay exageración,
sino véase la muestra.
m
Tomasa, su amor me abrasa
y me mata poco á poco,
¡ay Tomasa! yo estoy loco,
¡piedad! Tomasa, Tomasa.
Tenga clemencia por Dios
ó cometo un desatino,
por su amor... ¡ángel divino
partido por gala en dos!;
H
. Niña, en todos los momentos
mi corazón, que se abrasa,
tiene para usté una casa
con cuatro departamentos.
[o)
Tomasa, fuera de broma,
es Vd. mi buena hada,
más dulce y azucarada
que las pastillas de goma.
Guárdese Vd. del relente
y no se apriete el corsé;
esto le aconseja á usté
el boticario de enfrente.
■■ :?fS«^^^^^'S5?r:
EL CASCABEL
315
T I P O S ' C A_L_ LE J E R OS
. EL LUSTRADOR
Un muchaobo lustrador
que, si el calzado charola,
cual la Academia Española:
limpia, fija y da explendor
316
FI- CASCABEL
CONSULTA
-Yo, Doctor. lo (]ue tengo e.s una gran debilidad,
-Por qui. !i?
¿QU','- eá !a vida? l'i! preci •ir.o.
una iLondonada espantosa.
un negro abismo, una fo.sa,
donde solo reina el vicicj.
Ahora, niña, si examina."^
del mundo !a condición,
ve la dicha solo con
Euiz, ingeniero de mina.-».
Seral'iií. cuyo vioün ■
preludia notas sonoras.
solo piensa á todas h(^ras
en ser de usted, serafín.
Y si usted siente allá di^n'r')
un poco de compasi -n.
sepa que para usté son
sus notas y sn insl ruínenlo.
Oiga, y no le cause enujo:
Si usted fuese arco de un jr.icnt.
Tomasa ¡(jué prontamente
pasara yo por e! ojo'
Es cosa que no se exp!ic;i.
á pesar que nos sofoca:
que tenga el pecho de roca
una muchaclia tan rica.
Y por más que yo recurro
y á la distracción me agarro,
jay Tomasa! yo haré un barro
¡ay Tomasa! yo hago el burro.
Del álbum todo el pape!
lee Tomasa cada día,
y al dormir ¡quién lo diria!
s:;* duerme abrazada á él.
.S*. Garrido.
DE DOMINGO Á DOMINGO
Lo Punitivo, de Tainayo y Baus, el in-
signe autor de ['n I))'ama Nuevo, ha sido
representado en el tealro Onrubia, con
gran aplauso de las personas de buen gus-
to y con bastante éxito por parte de los
artistas.
Debemos hacer especial mención de la
i señora Echevarría y del Sr. Prado.
' La primera es una actriz que sabe im-
I primir suma naturalidad á sus papeles, y
I que por lo tanto se gana los aplausos sin
EL CASCABEL
317
recurrir á extremosídadés que más tienen
de grotescas que de artísticas.
Nadie podrá decir que la Sra. Echeva-
rría sea mala lectora de cartas... Hay que
oírla leer en Lo Positivo de la misma ma-
nera que hay que oirJaen La Credencial.
Unimos nuestro aplauso al del publico,
y enviamos nuestra felicitación á la ac-
triz que, hoy por hoy, es la figura culmi-
nante de nuestros teatros.
El Sr. Prado se distingue notablemente,
y cada vez gana más partido en el público,
y á fé que lo merece.
La concurrencia del Onrubia es selecta
y numerosa, justa recompensa á los méri-
tos que contraen en aquella casa la em-
presa, la dirección y los artistas. ,
COMEDIA.— Los llenos de costumbre
y el repertorio de costumbre. De este tea-
tro solo podemos decir que es pequeño
para contener la enorme concurrencia que
lo frecuenta; y esto quiere decir algo.
POLiITEAMA.— J^eroe á todo pasto.
El drama está á la altura de los que se han
estrenado en otras épocas. Se busca el
aplauso tocando la fibra patriótica... y
¡quién silba á San Martin cuau'lo envidia
á las golondrinas!... .
La obra está bien presentada, y no falta
en ella la apoteosis ridicula, con luces de
bengala, eslátua de San Mailin, himno
patrio... ¡la mar!
El aplauso á todo trance; por cortesía,
ó á la tuerza.
De la versificación no hable ¡ios; y del
desempeño tampoco.
NOVEDADES y f*OIaIES como de cos-
tumbre, lo mismo que Doria refugio del
arte lírico barato y al alcance de los pues-
teros del mercado.
De El Diario: -
«El Dr. Zorrilla fué elegido presidente
d?, la Cámara de Diputados.
El Sr. Gilbert llegó placó, ocupando la
vice-presidencia».
Si es broma puede pasar...
Pero maldita la gracia que le hará al
(Congreso verse comparado con un hipó-
dromo, con su raya y todo!
Nos parece que El Diario ha pasado la
raya.
M(i]OT á'\c\\o. se ha pasado.
Las cátedras del Colegio Nacional se lle-
narán por concurso.
Pero al propio tiempo que se anuncia tan
loable medida, anunciase el nombramiento
de una porción de catedráticos que desem-
peñarán sus puestos adquiridos, no por
oposición, ó concurso, sino por nombra-
biento directo del ministro del ramo.
¡Superior!
Asi se hacen los concursos en estos tiem-
pos de Siínouns.
De La Nación.
«Bajo el modesto título de Historia del
Puerto de Buenos Aires, acaba de pu-
blicar el señor Eduardo Madero, el primer
volumen de una obra que marcará un gran
progreso en la literatura histórica...»
No conocemos ai señor Madero como li-
terato-historiador.
Pero deseamos que la obra sea mejor
que la del puerto, que hasta la fecha, tie-
ne más historia...
Y sino que lo digan los capitanes de
Irasalbi uticos.
Amalia, tiple ligera,
viuda por segunda vez,
piensa pronto con un juez
casarse por vez tercera,
("on lo cual se ha conocido
de su canto ¡a extensión, .
ya (|ue vemos su afición
á dar el si sostenido.
Acusamos recibo de un libro titulado
Catecismo Razonado del Libre-Pensa-
dor, escrito por el señor Juan R. Defíé-
minis.
Nosotros, sin haber tenido tiempo de
leerlo, lo aníinciamos, agradeciendo la
atención del aulor.
También hemos recibido la edición
completa de la zarzuela Los Secuestrado-
res, publicada por la librería La Victo-
ria, calle Victoria 12S0.
«Vagos eng(2ndro3 de ia mente mja.
ilusiones, ensueños, vaguedades.
Vagorosa deidn i de in poesía.
318
EL CASCABEL
tan lejos de mundanas realidades.»
Asi Pepi lo dice continuamente,
y eso es hacer el vago sencillamente
Con la pasión que le abrasa
ayúdale un pinche á Blasa,
enjugando tenedores
y todo el día se pasa
requiriéndola de amores.
Los vio la señora un dia
en la tarea común,
y esclamaron á porfía
que estaban estudiando un
curso de -Teneduría.
ondencía
-^
/. Z. de Jí.— Ni me gusta ni rae disgusta; no tiene
originalidad.
Preíor.— Vaya V á paseo, con todos los pretores.
A. J.-k V. le parecerá prurito de amolar, pero
es todo lo contrario.
Enigma.—
Y los pájaros que vuelan
sonoros y (jrar.iositos
demuestran que sus versitos
¡señor Enigmal... hoy no cuelan.
D. B. r.— Ni los de V» tampoco.
Ca/íítí?".— ¡Vaya un modo de desafinar!
C. de. A.— ?e publica; pero repare V. para lo su-
cesivo, que escribiendo en prosa parece que lo haga
V. en,verso.
Anónimo 1°. —
Á UNA TIPLE
Rebosando de hermosura
Y cantando como un canario;
Aparece triunfante al escenario
Tu bella y gentil figura.
Ya vé V., Sc. Anónimo 1», que sus versos, en vez de
alusivos, resultan abusivos en grado m&ximo.
A:-ío<e.— Impublicable.
£'jn27¿to.— ¡Pobrecito!... qué malito!
í'no.— Le prevengo que hasta se escribe coa h, y
corazón con z. Y puesto á prevenir le diré que es-
toy prevenido para arrojar al canasto lo que me
promete V. mandar.
H. I. J. (Corrientes)— Hombre, j,también en Co-
rrientes hay poetas incipientes?
Jesús.— Ks lo que digo yo: ¡Jesús, Maria y-Joséü
E. C. C. (Barcelona)^¡Sopla!... iMacanazos ultra-
marinos también?
í:ra.— Pérfida: haz que tu Adán corrija tus tra"
bajos.
Humilde. —El acróstico y lo demás que me envia,
paréceme muy flojo francamente .
Cascabel. — La carta-articulo me gusta, pero ya
comprenderá V. que no es publicable. Los versos
¡ay! ya no me gustan tanto.
Pepe-Cascarilla.— Pncñ... hizo muy bien la mujer
en escaparse y el primo en robarle los pesitos. Aprue-
bo su conducta.
ADVERTENCIA
Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Guillermo A. CranweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de CranweII sino de Sproat.
LA ÚNICA
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Que existe en Buenos Aires, está situa-
da en ia calle de
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«^. : %-'\
^- '»■
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'M
322
EL CASCABEL
,í#.
W/
Ijoy es día de alegría, y no hay más
r<¡, remedio que lanzarse á la calle á recibir
impresione^ y pisotones, ó á dejar que
nos roben el reloj, dado caso de que lo
tengamos.
Pero ¿qué importan los pisotones y de-
más gangas?
La cuestión es celebrar la fiesta patria
y poder gver los batallones de la guardia
nacional. ^^
Así esi que el grito de hoy es este:
— ¡A ía plaza!
^ Y á la plaza vamos todos.
El espectáculo podrá no ser nuevo, pero
^es magnifico.
i En primer lugar, mucho derroche de
banderas, y en segundo lugar, mucha con-
currencia ávida de espectáculos gratis.
; ' * "'^'^ falta entro l.i miiclipdunibrtí \a. lua-
iX , má cuidadosa de la IVimilia y de la ropa
í ^^sjbílanca, que saca á paseo á la niña á fin
*'í,Vde que la vean, ponjue, es lo que me deci.i
',«#*?%ina .señora v!uda de un economista (jue
é^ ^murió en .la mayor miseria, escribiendo
■ v-f*|un articulo sobr^ el oro y la ganadería.
■ — , ■ '^.^^'i — gp ^-s
f I A-La, aglomeraron favorece el inter-
canabip^'', . . ' .,
'"— SeguBamonte, por eso muchos relojes
pasan de un bolsillo á otro con suma fa-
cilidad.
■*-Me refiero á otra cosa. En donde hay
muchas mujeres... ^
— Justo: no faltan hombres.
—Cabal; y todo es que se pongan en
contacto, para que se establezca una co-
rriente simpática. Mire V.: yo conocí ámi
difunto un día de fiesta como hoy. El po-
bre, porque era muy tímido, no se atrevía
á hablarme á pesar de estar muy cerca,
cuando desfilaban las tropas. Entonces
hice ver que con el calor de tantos cuer-
pos amonionados me daba un síncope y .
caí desmayada, y al caer, me agarré á él
y le rompí el cuello de la camisa dicién-
dole al mismo tiempo:
— ¡No me suelte V.!
Claro, él tuvo que aguantarme, y cuan-
do volví en mí, le pedí mil excusas por lo
del cuello y se lo volvi á colocar en su si-
tio, sujetándolo con alfileres. !
Desde acjuél día se tomó interés por mí
y acabó por pedirme la mano, y salí de la
soltería en que yacía, bien á pesar mío.
Ahora me explico la abundancia de ni-
ñas en la plaza.
Y temo á cada momento que alguna
quiera propasarse conungo.
Asi es que me muestro serio, y cuando
alguna me pisa, me pongo colorado como
Levalle y tímidamente murmuro un
— Usted perdone.
Y me retiro, pensando que aún soy li-
bre, como el estilo literario de Mansilla.
Pero, digresiones aparte, confesemos
que el sentimiento patrio no se apaga, que
es lo que se trata de demostrar en los fes-
tejos de hoy.
¡Todo por la libertad!
Tanto es asi, que muchos ciudadanos,
apretados por el frió sin duda, han dado
libertad á los sobretodos y prendas de
abrigo que gemían en poder de los pres-
tauíistas, y ahora se presentan en público
con el uniforme de invierno.
.VIgunos sobretodos salen de su cauti-
verio, desconocidos, pero salen al fin y alj,.
cabo, cosa que x\\:> sucede con los caudi-
llos radicales, que á estas horas aún per-
3f,
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£L CASCABEL
w.
1?-
323
4 tnanecen presos á boráo de la ArgMitina.
Pero esto es pecado á la minuta, qué
-dice un diputado de la nueva Hornada, y
nadie se acuerda de nada, ni de la pera
de AIem, que á estas horas parece la cola
de un cometa, y todos, no los cometas,
solo piensan en solemnizar el diadehoy.
Las autoridades prestan su gentil figuia
y van á pié, modestamente desde la casa
de 'gobierno á la de monseñor Aneiros,
luciendo sus rostros pensativos, como
conviene á los que se desviven por noso-
tros .
Sé de uii senador, que á las seis de la
mañana se estaba acicalando cuidadosa-
mente á fin de presentarse irreprochable
ante los ojos del ^pueblo querido.
Porque no faltan murmuradores que lo
critican iodo, en especial cuando se trata
de personas de mérito.
Hace años, un padre de la patria, que
había estrenado zapato de charol apreta-
do, empezó á cojear por efecto de los ca-
llos, que le ardían, y no faltaron compro-
•vincianos suyos que escribieron á su pago
diciendo que el senador marchaba con
mal pié en la senda política.
Huyamos de la nialedicencia, y entre-
guémonos á los recuerdos patrios, sin olvi-
dar por esto que estamos sobre un volcán
según se rourmura, y que los ingleses nos
agobian t-egún consta.
Y sino que lo tíiga Bollini, quedese>^ndo
hacer economías, ha suprimido los fuegos
artificiales que taiuo gustaban á los que
en materia de divertirse optan por lo> es-
pectáculos baratos.
Aunque á veces lo barato resulte caro.
Como la resultó á una niña candida que
fué á la plaza de Mayo el año pasado, á
disfrutar de los fuegos de artificio y que
atrapó un resfriado de primera magnitud.
La nariz seje hinchó de un modo alar-
mante, y paréela una manga de riego.
Fué tal la impresión que produjo en su
novio, que la abandonó al puiíto y se per-
dió de vista como un cohete dé la oposi-
ción, es decir, de esos que silban cuando '
se elevan, y que lo mismo pueden silbar <■
al gran comité del cuar'o centenario del
descubrimiento de América, que á Bales-
tra, pongo por ministro.
Nada, nada; este año quedan proscrip-'
tos el ruido y las luces fugaces, y los que
no puedan ir á las funciones de gala, se
acostarán temprano, procurando recuperar
en la cama, el frío que dejarán las fiestas
mayas .
Y aun eso no lo logrará el que quiera...»-
RASTROJOS
— í>i á mi ulmn le asomaras— me decía —
todos tus celos cesarían luego,
al v^er tu imagen, que en ei alma mía
de un Etna abrasador mantiene el fuego.—
Yo quise liacer la prueba, y. asustado,
huí muerto de trio.
pues dentro de tu alma he vislumbrado
una helada Siberia. dueño mío.
m
Explicarse oi suicidio es vano intento,
pues según cierto juez, /
I) es prueba irrecusable de talento.
<■) df una '•\trriordinaria estupidez.
C'wii u!i verso has principiadlo,
breve. sul/Jime, esculpido,;. -^j^. "
ciue t'>(k>> le han aplaudi<Jóv''P .
que nadie te lia criticado. .■■.''■
Mas. i'alma lu fantasía, ' .:' ' '
y procura no te abrase,
que no es hallar una frase
Imcer una poesía. •"'
Adolfo S. de los Rios.
'*
324
■■wr ■
EL CASCABEL
:MÍ^-
í^r-'.- ■■'■
X^
dE UNO Á OffRO
■* !
wí ■
■■^i
m
Señor Don Pedro Torrente:
Hoy le escribo, y 'e suplico.
qHie todo lo que a juí explico
lo tenga usted ir uy presente.
Ya hace tiempo, no es de ahora,
que usted conc irre á mi casa
y toüo el tiempo se pasa
cortejando á mi señora.
Esto que llfgué á Observar,
me chocó mucho, á fé mía,
porque en otro no tendría
'['[*>. nada de particular.
# Pero en usted es chocante,
" ■" puesto que con su mujer
ha llegado usté á obtener
la fama: de tolerante.
Se sabejique su señora
- le engaña de varios modos,
y lo qué sabemos todos
• usted tampoco lo ignora.
. Tal cosa, señor Torrente,
í' yo no le criticaré,
pues creo que en ello usté
ha obrado perfectamente.
Pero creo que hace mal,
en obrar como está obrando,
ya que usted está pensando!
en hacer de mí su igual.
* Don Pedro; usté en vano lidia
"i por esa igualdad soñada
í^; pues no conseguirá nada:
yo no le tengo á usté envidia.
■ Retírese con prudencia,
>■ porque á imitarle no voy,
jf;t-; esto no obstante le doy
*^ gracias por la deferencia.
Usted, al trazar su plan,
supongo, señor Torrente.
" habrá tenido presente
que yo me llamaba Juan.
Mas no ha de haber advertido.
cuando comenzó su empresa,
un detalle, una futesa:
que no es Lanas mi apellido.
Por cosa tan baladí,
no es justo que usted se asombre,
aunque creo que tal nombre
Je está á usted mejor que á mí.
Mas si usted sigue en lo mismo,
lo del nombre arreglaré;
pronto se lo cambiaré.
t'ompié >dole á usté el bautistno.
Pero no; quiero concluya
lo que de broma no pasa,
que nada tiene en mi casa
quien tiene tanto en la suya.
Nada: vuélvase usté atrás
y viva como vivió;
que no deba pagar yo
las culpas de los demás.
Fué sueño de unos momentos:
siga yo, pues, siendo honrado,
siga usted siendo engañado,
y así usted y yo contentos.
Sí, don Pedro; yo concilio
todo, y téngalo usté en cuenta:
vaya á pasear su afrenta
y nunca á mi domicilio.
Es usted digno de premio
por lo que llegó á intentar.,
con el fin de hacer entrar
un socio más en su gremio.
Usted, que es hombre prudente^
va á olvidarse del capricho,
y nunca cuanto le he dicho
olvide señor Torrente.
Siga usted siendo feliz
gozando de su mitad
en la mancomunidad
lo que le toque.
.Juan Ruiz.
Luís! Garda.
r/
¿M D© WA?
¿En pos de afán amoroso
Lelia vá en busca de esposo"?
¿En busca de amores vá
con ese porte garboso?
Nó; más allá, más allá.
U'm^'
■ '^.y>'.^i?>'-.'^-'--W:
EL CA8BABEL
sw
LOS FARRISTAS <'»
V-^ra un 34 de Mayo.— Una de esas infini-
tas Sociedades danzantes que pululan en Bue-
nos Aires daba (como dicen sus socios) un
baile de gala en conmemoración del glorioso
aniversario de nuestra Independencia.
Había esa noche en el programa, represen-
tación teatral, lectura de poesías, música, y
demás excesos que cometen los aficionados',
cuando tienen público que los aguante.
jY cuidado que era sufrido el de aquel la noche!
Toda la semana había estado esperando"^
34, y-se preparaba á gozar de algo extraordi-
nario, algo que no veía sino raras veces, y que
en manera alguna estaba al alcance de sus
modestos recur.«;(i.s.
Eosfii Salvinf-y el inolvidable Rafael Calvo
hubieran envidrado para sus mejores momentos
la atención que aquél público prestaba, á los
asesinos del Arte Musical y Dramático.
¡Y qué variación tan bizarral
El napolitano puestero del Mercado del Pla-
ta, alternaba con el más florido de los artis-
tas (J) de las peluquerías Italianas y Francesas.
El mozo de Rotisserie, acicalado y compues-
to, fruncía el ceño y protestaba contra el
recortado compadrito Surero (]ue dirigía in-
candescentes miradas, y conversaba en alta
voz con sus relaciones. El dependiente de
mercería con su onda inverosímil á fuerza de
cosmético y aceites, su pantalón á"" cuadros',
corbata chillona, chaleco abierto, y entallada
levita. Los pesaos con su reluciente bota y bien
peinada melena, y -los livianos con sus cha"-
roles más ó menos deformados, según la pre-
-sión ejercida ese día para estrenarlos... Y esto
de todos los países, de todas las esferas, desde
el gringo ricacho é infatuado— hasta el criollo
pobre afable y vivaracho— desde el mozo de
buena familia pero calavera,— hasta el mozo
■de confitería: y todos ellos atentos, aproban-
do, ó desaprobando los artistas y protestando
á veces los más, contra los barullitos pro-
movidos por los menos.
La Comisión, compuesta de cuatro ó cinco
dependientes de almacén ó registro, lucia en
el^ojal sus escarapelas multicolores otras veces,
y ese día con el azul y blanco de la" patria,
como colores obligados. '"""""^
¡Porque eso sí, había lujo de patria!
Banderas por todos lados, bombas azúlese-
blancas, mucho himno nacional, muchos re-
tratos de nuestros héroes, adornando las pa-
redes, los bustos de San Martín y Rivadavia
coronando el tablado donde se perpetraban
los asesinatos artísticos- pantaloneras, y mo-
distas disfrazadas de República (estilo simbó-
lico), y demás manifestaciones del sentimiento
pafriótico Argentinp. ,
En el fondo, el Restaurant— Sandwiche^^éfas-
nochados,— y pollpt fósiles como come^ip|l^
—todas las variaciones de veneno alcohWl^j
de azucarados jarabes como bebidas.— OiMtetf-
late terroso y aguado en jicaras de ^4v<ÍitMn
limpieza, y espumosa Quilmes como breraje
apetecido.
i^Los farristas estaban en su elemento— no
vayan á creer, quí' ninguno de los esbozados
en mis anteriores artículos... No seüorl— Los
peligrosos no frecuentan por regla general el
ce Itro que"^ descríMo. — Predominan los incó-
(!)■,. (Véase el número 20.)
modos— y abundan los inofensivos.
El farrista incómodo!— especie singular y
genuína— individuo exótico, cifra de la vanidad
— estampa de la pedantería, y viva imagen del
empalago— insolente y procaz con ios débiles
— rastrero con los fuertes— vicioso por estu-
pidez, y estúpido por sus vicios— tenorio de
cafetín — y l.ovelace de prostilmUí — barullero
por escelen cía. y cobarde como liebre ante el
peligro— insultante en sus modales y palabras
— cargando armas <iue no usa sino para ate-
morizar mujeres y pronunciando frases, que
envidiarla el más cínico de los degradados. —
Ente socíalmente despreciable é intelectual-
mente nulo— haragán por (iostumbre é impo-
tencia, con el sello oel vicio impreso en su
cara— derrochando sin arte ni decencia lo que
á otros tal vez haya costado una vida de tra-
bajo honrado.
Ahí lo tenéis. — Han formado su circuí»
aparte en la abigarrada tertulia. -Oigámosles
un momento:
—¿Coló, compadre-?
—Pues bueno fuera; á mí n adíele rae pone
delante, cnerpcr la Comisión... y aquí me
tiene. ^
— ¿Sabe (jue está bueno el Bailonffo'*
— Bastante.— y como le fu'' hoy en el Rom-,
pedor.
—Ma<¿a}\u(la incnU' . gan*'" unos pesos al
monte, y me metí luego de afuera en la taba.
Total -30 ó .30 pesos.
— ¡Pucha, que tiene suert*'!— yo tuve que em-
peñar la última alhaja de la vieja para seguir-
la esta noche con Vds.— Ando en la mala... y,
al perro flaco todas .son pulgas
— Pero ya empiezM el baile- Sácala á aquella
rubia que está con la vieja y batila bien, que
es queso rendido)-, y sacará partido.
— ¿Che, y haremos ijochinche?
— Ya sabe <|ue estoy á su orden, pegúeme el
silbido cuando quiera formarlo.
Se oyen los acordes de un vals, las parejas
giran vertiginosas, algunas con corte, otras
saltando— las más. pegaditas— las menos sepa-
radas— las mam'js se empiezan á dormir — la
alfombra á despedir tierra— la orquesta á des-
afinar.
Los farristas se mueven— gritan aquí— se
pelean allá— dirigen miradas conquistadoras á
las niñas honradas— tutean 'á las dudosas,—
insultan á las decididas— pisiáh á este— atro
326
£L CASCABEL
■ pellan á aqufl... y -se hacen odiar de todas.
La Comisión procede á echarlos— bochinche
descomunal— gritan por siete y deshacen á
;'yeces el baile— por fin los*échan— queda todo-en
J^;^pítf,J. y en otro baile hacen lo mismo— ébrioá,
'por supuesto, con las frecuentes libaciones—
'provocando á los que encuentran en su cami-
iío y huyendo á la primer pitada de vigilante
que oyen-.
*^ Luego... al Americano— á tomar ginebra y
Cá relatar su farra... (?)
|. Y esto todos los sábados y días de baile.
* ÍHe aqui la vida del farrista incómodo.— He
" aquí sus. hazañas.— Algo he dicho.— Mucho
y queda en el tintero.— El tipo es fecundo y ex-
. flotable.
/'í'-Se lo recomiendo á los lectores curiosos.
1i^^. ,. C. Navarro.
*¿í»-
¡Libertad
^;
■^Ñr*
#
\xJ.-
, Glorioso y sublime nombre
del que tanto se ha abusado,
y que ha desacreditado
con sus excesos al hombre.
Anhelo, que sin cesar;
exhalan en su suírir:
los ingleses con pedir,
.nosotros con no pagar.
Grito del que se han valido
muchas solteras ligeras,
y otras que no eran solteras,
al huir de su marido.
Causa de lucha, y después
que la lucha ha terminado,
todos de ella hemos hablado
y nadie sabe lo que es.
Palabra que alza y altera
á un muBdo que no la entiende.
pues la libertad comprende
cada uno á su manera:
Tirano que ve sufrir
al pueblo, con crueldad,
y que le dá libertad,
libertad... para morir.
Yil é ignorante nación
■umida en un fanatismo
que promete, con cinismo,
libertad de religión.
En donde niñoá y adultos
el libre culto propalan,
y al que á'ma á otro Dios empalan
con su libeirtad de incultos.
Hombre que al encenagarse
en el medio en que reside,
á gritos libertadUpide,
libertfi'á de no lavarse.
Ó^&jehk impertinente
qúe'de'iá 'miíjer detrás,
b9sca ja de los demás
y'j^d* amor libremente.
^líbartíroé imeíices
Gvtiki mu
>lr
/'
que su propio rostro aman |
y la libertad proclaman i
de sobarse las" ¿áricés. i
Oente de reputación '
Boleadamente dudosa,
y que lucha y no reposa
■ por su libertad de acción,
buscando las ocasiones
de fundar con libertad
un centro, una sociedad,
para huir con las acciones.
Dama que con gran calor
libertad ha pregonado:
la de que se halle obligado
el hombre á hacerla el amor.
Cocinera que con fuero
— ¡Libertad!- pide altanera,
para guisar como quiera,
para quemar el puchero.
Frase que en el muiidii tod(»
se agita, crece y se extiende,
frase hueca que la entiende
cada persona á su modo. ^
Ved á Gómez, (|ue anteayer, -
celoso de su mitad, -l
privaba de libertad ' ;.
encerrando á su mujer.
Y ella, al instante (¡ue vio Jíí
la puerta medio entreabierta,
forzó, traidora, la puerta
y por allí se escapó.
¿Dónde fué? Gómez no ha dado
con su misterioso asiló,
y ayer decía tranquilo:
^¡Yo, en libertad la'^he dejado!
Y uno de sus dependientes
por lo bajo dijo así:*
—Es cierto, yo ayer la vi
entre Lavalle y Corrientes.
S. Garrido.
POR AMOR A LA GIENCU
/
Pepití) se halla hoy en día
por' fas viejas adorado,
así es qué bé hiá dedicado
;i estudiar Arqueología.
'-r"<»='.^^^ji^';3
EL CASCABEL
327
¡oíd mortales....!
i
a
L grilo sagrado... ele.
Asi empieza el liitnno argentino. \
Y asi empiez.in muclios ciudadanos que de
pronto sienten necesidad de declararse libres,
sin esperar la mayor edad, como ocurrió á la
República Argentina, según la frase empleada
por cuanto orador común trata en España y en
América de la emancipación de las que en un
tiempo fueron colonias españolas. ,
No hay que confundir.
La libertad nos atrae, pero no hay que abu-
sar de ella.
¿Quién no siente anhelos de romper trabas?
El primer abrazo que se dá libremente al
ser querido descubre nuevos horizontes.
Después del primero viene como es nataral
el segundo.
Así como después de Argos viene N. N. de
vida social.
Y después viene el otro. . a
No el otro N. N. '
El otro abrazo.
Aunque á veces viene el otro.
la
Cuando menos lo espera uno.
Y puestos á venir, vienen los liorizontes, que se descubrieran al dar el primer
abrazo, en forma de ataques de nervios, riñas, platos rotos... etc.
Y por fln, los seres que anhelando libertad constituyeron un hogar libre, resulta
que no se entienden.
Y caminan en sentido opuesto.
Moral y materialmente.
De aquí surge una nueva faz^de la libertad.
La de acción. ^-
Y no aludimos á Alem, que es hombre de acción
y marinero obligado.
De la libertad de acción viene la ruptura.
Y los cónyugues, que se convencen de que han
de caminar en sentido --opuesto, rompen.
Y el uno tira por un
lado.
Y la otra se tira do
cabeza al río.
O en brazos de un
protector.
En la república de
las letras ocurre algo
parecido.
Uno se siente autor.
Y al sentirse en ese estado, aspira á romper los mol-
des que se oponen al desarrollo de su ingenio.
Y si es poeta, se inclina á la poesía libre.
Tan libre, que se convierte en poesía anarquista.
Que es la que reconoce por cabeza visible á Bibclini.
Y por cabeza de turco, al lucero del alba.
El público y los autores libres, por fln se convencen
de que nó han nacido uno para el otro, jcomo Roca y
Mitré.. - ■ ■ I- ' ■■=9;-"f :.-:>:^^
Y rompen. '
Es decir, le rompen algo al seulido común.
O esle, airado, vuelve conti#ii^%ator y le rompe el tímpano á silbidos.
Enjtbhces el pueblo respira 'pbre'n^e.
"^^"^-rí^^er 4^i^ié?e*i,Ji|í hablando, he llenado unias cuartillas, á
las^fésfr
los '
y por Jos de primera necesidad.
Andrés Solre\
1
1
330
EL CASCABEL
;f©rter
— Muy buenos días, señor.
—Buenos dias, cabgillero,
—Si no fuera molestarle...
—La molestia es lo de menos.
Usted dirá qué se ofrece.
— En los tiempos que corremos
créame usted que mi oficio
es un oficio de perros:
Un intervieic á las nueve,
á ias diez un parlamento,
á las once una entrevista, "
á las doce un gatuperio.
Aílí dicen se conspira,
pu€S vamos aili corrieudo:
qué por allá se preparan
ú nuevos derrocamientos,
pues 'no hay n^íis. vamos deprisa
piernas para que os quiero,
ya que correr es tu oficio
vive repórter corriendo.
¿Que don Fulano no piensa
como piensan los del pienso?
¿Qué Mengano ha resultado
mantequilla y huevos frescos?
Pues repórter vuela aprisa,
averigua sus intentos '
y en las hojas que se imprimen
lanza ú volar sus engendros.
En fin, amigo, mi oficio
es un oficio de perros:
sube y baja, corre y vuehí,
bebe sin cesar los vientos,
estropea los botines,
consume doce pañuelos
enjugándote el sudor,
que te vá enjugando el cuerpo. '
para que el público ávido
sepa, cuando salga í'ebo.
como opina Perengano,
como piensa Perenoejo.
Así que, aunque le molesto,
yo de su bondad ..
—Entiendo.
Usted quiere <jue le dé
noticia exacta...
— Eso. eso;
de lo que opina su jefe
sobre la Tierra del Fuego.
—¡Oh, del fuego él sabe muclu»?
lo que es en eso es maestro.
—¿Y MU Ínter vietc no podría
tener con él un momento?
— ¿ÜT3 Ínter... que? sí, usted quiere
un seguro, pero bueno,
para esa tierra que dice.
— iQá4 seguro, ni qué cuernof
lo que quiero son noticias
que aseguren mi sustento.
—Pues noticias no hay aquí.
—Y entonces diga ¿que es eso?
—Compañía de seguros,
buenisima para incendios,
esta es la mejor de todas;
e/; la
— ¡Vayase á paseo!
¡f)orrico! ¡sonso! ¡filingof
¡me ha hecho perder el tiempo!
— ¡Eh! no grite!
—Calle usted
ó voy a romperle un hueso.
—¡Qué genio. Virgen María!
le vá á dar un mareo.
-•¡El peor mal de losmjiíes...
— Sí, lo sé; el gacetillero.
Josr Rúdrifiid
ik)-
AGENCIA- DE CONCHAVOS
—¿Y usté (lue (luiere ganar?
— ¿Pues no se lo he diclio á ust<-.'
Lo más que se pueda ¡che!
Me parece que sé hablar.
Yo soy de allá, muy manóla,
chula, pa que usté comprenda,
xalá, pa que usté me entienda,
quiero decir: española.
Y aunqueflevo a(iuí muy poco,
(lo digo sin petulancias)
estoy con las cercxnstancitis.
por si acaso me coloco
en una casa del páia,
' donde "p« hacerse entender
una tenga que aprender
á hablar de otro modo, ¿estáis."
Y vamos á ver si yo,
bien arreglao tengo el pico:
sé que lo gracioso es rico,
y sé decir ¡cómo nú!...
cuando me enfado ¡callóle!
cuando se marchan ¡reñí!
cuando se quedan ¡salí!
cuando tropiezan ¡fijáte!...
Sime quiere enamorar
así, de pronto, un cualquiera,
sé* decirle: ¡que zonzera!
¡Che! ¡Déjate de embromar!
Sé que es tiatt^o y pión,
sé decir que pior es nada,
y cuando estoy enojada
sé estar igual que un lión;
conozco que es un boleto,
y poniéndome delarité
de cualisquier atíjrrante
hasta el olor me hace éfeto,
en ftn, para terminar,
con cama igual que sin cama,
yo soy la mejor mucama
que se ha mandado mudar:
conque á ver, dígame usté
si lé gusto ó le disgusto,
aquí estoy para dar 'gusto
conque^* a' dímihéN^rihe, ¡che!
Pido treinta- toacidfi|]|és
sin cama, y liendoÜtiri cama,
pretendo yo ser él aiíia
I
i
I
EL CASCABEL
3:n
BUENOS AIEES NOCTURNO
artillería de bollini
332
EL CASCABEL
de los tales y los cuales,
conque, señor contratista,
cuando ha i (ja colocación
aquí tiene mi ¿nscrición...
— iSin vergüenza!... ¡Hasta la vista!
.1. Díaz de la Quintana.
IMPROVISANDO
Sastre y poeta elegante
que, pensando extremecido
en un drama horripilante,
sin quererlo, le ha salido
la factura de un marchante.
DE DOMINGO Á DC<V!: .'GO
.Ya tenemos conripañia de ópera.
Ha llegado tarde, en relación con lo que
pasaba en otras temporadas, pero ha lle-
gado al fin y ha debutado á paso de
carga, sin descansar nadie de las fatigas
del viaje.
Naturalmente, una obra como Alda,
elegida para estreno, que no se puede pre-
sentar con precipitaciones, adoleció por
falta de ensayos, y, en una palabra, como
el público es bueno y cortés hasta la exa-
geración, pasó todo del mejor modo posi-
ble... y Ferrari contento.
Los críticos musicales están á sus an-
chas y vuelven á hablarnos de voces ater-
ciopeladas, y esperamos que el dia menos
pensado nos hablarán de voces de cretona
ó de tafetán inglés.
Sea como sea. congratulémonos y dis-
pongámonos á oir óperas, y más que todo
á admirar bellezas, brillantes y otras co-
sas con que nos deleitamos los del pa-
raíso, ú falta de otra cosa mejor.
Por ejemplo, hoy, el teatro estará au
prand complet. que dirá seguramente el
de la trida social de Bl Diario, propa-
gandista de la ópera y de los demás chis-
mes elegantes, sin olvidar ios cromos y los
instantáneos.
El teatro estará lleno, repilo, y no faltará
el himno patrio cantado con lujo de erres
italianas^ y quiné sabe si alguna sorpresa
más.
Allá lo veremos.
Y... aliora me doy cuenta de que ha-
blando del Teatro de la Ópera, no hablo
(le los demás.
Dios me perdone. ' .
Pero, desde que los gacetilleros-cri lieos
(le algún diario, que no cito, porque no
necesita bombo, han descubierto que Mi-
gu(^l Kchegaray no hace comedias, estoy
en un brete y no sé deque calificar El oc-
lavo no rnentir, por ejemplo.
Este es el motivo de que Ciille, esperando
(jue so estrene lo más pronto posible Rea-
iidad, de Pérez Gaklós. para ver si la ca-
lifican de saínete serio y largo. ,
¡.Quién sabe!...
En consecuencia, aunque de todo lo di-
cho no pueda deducirse nada, no toco la
(yontedia ni el Apolo porque me cansa
hablar siempre de lo mismo, por bueno á
ralos que sea.
Por lo tanto, ¡hasta la próxima!
A ver si U7i Héroe estará ya enterrado
y la atmósfera se despejará un poco.
Dios lo quiera.
».l|UISi-£OSÍS
v'^' I
No sabemos si se nombrará la consabi-
da comisión, encargada de recaudar fondos
para levantar un monumento á la memo-
ria del que fué Dr. Goyena.
Ya estamos acostumbrados á eso de pro.
mm
i'^í3i^:'v i^r-'~<--rifnK>:
ÍW'-'
EL CASCABEL
333
yectosde monumentos, que (|uedan en pro-
yecto simplemente.
El D*-. Goyena se hizo acreedor . como el
que más, ú que el mármol ó el bronce per-
petuase su memoria.
ínterin, podriá ponerse en sn tumba una
lápida que podría decir.
dr. goyena
Murió pobre.— Ejerció cargos pühliros
R. I, p.
Una lápida concebida en estos términos,
equivale ,á cien monumentos, dados los
tiempos que corremos.
— Usted vá recto ai abismo
pues que su fé perdió usté...
—No tal, conservo mi fé.
—¿Como?
— Si. la de bautismo.
'k
La compañía que actuó hasta hace poco
en el Politeama, puso en escena El Drant
Nuevo y efectivamente, pusieron o
drama, como nuevo.
Con toda propiciad, naturalmente:
Y con alevosía.
Rosa y Rosita López
son dos hermanas
que huelen á demonios,
pues no se lavan.
Y aún hay personas
que su casa les dicen
que huele á rosas.
Leo í
«Anoche han sido apedreados dos trenes
de la linea del Oeste, en viaje de regreso al
Once. Las piedras partieron de un punto
situado un poco más acá de la estación
Ituizangó .......
De la Cafreria, querrá decir el colega que
da la noticia.
Los apedreadores. como es natural, no
han sido buscados, y seguirán apedreando
á mansalva.
Con muy poca devoción
vas, niña hermosa, á Lujan,
y también lu novio Juan
vá á la peregrinación.
Procura buscar el modo
de no dejarte escurrir,
no sea tengas que ir
después á Roma por todo.
La llegada del general Canto ha desper-
tado gran interés entre nosotros.
Se comprende.
Y los reporters se han puesto en movi
miento, y han asediado á preguntas al
distinguido militar.
El cual, como es natural, satisface cuan-
ta pregunta se le hace.
—¿Cómo es natural?— preguntamos á un
repórter.
— Naturalisimo. ¿Cómo es posible que
un general que se llama Canto, deje de
cantar?
— jAh!
Don Roque pronto se enoja,
y en hablando con cualquiera
si le interrumpen, se altera
y el guante al momento arroja.
Esto nos chocaba antes
y hoy la causa es conocida:
asi don Roque liquida
una fábrica de guantes.
Halló Doña Asunción esla mañana
á su hija Catalina,
abrazada detrás de una ventana,
con cierto licenciado en Medicina.
—¿Que haces aqui, coqueta, mal criada!
Doña Asunción le pregunto bramando,
y ella le contestó ruborizada:
— Estoy las fiestas patrias celebrando.
Hay, niñas según eso,
que resultan palriotas en exceso.
Las estrellas en el cielo,
los ingleses en la tierra,
¿porqué no habian de estar
ambos á dos viceversa?
ondencia
^^
-^
Afc/rí'fl.— Justo; como su couiposic iún, que es un
fiambre monumental.
P. *.— Recibí su articulo Alu'>- J efectivamente
hay algo en él. Arregle el principio, suprimiendo
exordios, y suprima cosas como aquello de teri^iw
álgido, mande la fírma y se publiciu-ík.
P. Z«ón. —¡Leoncitos á mi!
^•ffe-\
'^-
334
EL CASCABEL
L. tí. F. — Bueaa; yo lo publicaria; pero temo que
mi casero al leer lo que dice V. del ifrcmio, me
•aba el alquiler.
Yerno. -i-nua cosa es casarse y otra cosa es decirle
k la sueg^ra :
¡Oh mamá futura!
polilica, no mucho
(í mi que, soy muy ducho,
tu poder me apura
como dice V., y muy mal dicho por ciert .
Ten-Seng —¿Que se insulta á los que mandan eom-
gsiciones? No, señor; pero resulta que los que man-
D artículos, etc., suelen insultar á, la gi-am&tica,
& la retórica, etc.. y nosotros volvemos humilde-
mente por los fueros de estas señoras. Y, como
«sto ya es largo, hago Ten-Seng y aparte.
Criollo.— 9^u asao resulta duro y de difícil diges-
tión.
}'. lie /.—No es publicable.
AVo//.— Mande la firma.
T. T. r.— Ya me esperaba yo un susto como el
^que V. me ha dado, en renglones coi'tos, y á propó-
sito del 25 de Mayo.
Amante.— Kh Cascabel no sirve de vehiculo á de-
claraciones de amor.
El de siempre.— \\jO conoci al punto! El papel fino,
la letra hermosa, las faltas de ortografía, los ri-
pios... jcomo siempre!
Carhuc.—Se le pidió la firma porque su composi-
ción aparecerá en el próximo número.
/. L. C— (Chivilcoy).— El Cascabel no hace poli-
tica.
R. L.—No puedo piíblicar lo que V. envia.
1'. T. .Vera.— Primero mande algo; después vendrá,
lo otro.
EL CASCABEL
SEMANAHIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
^' _
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1 .50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio. <•
Número corriente » 0. 10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
t— AllSlIÍA — «6t (ALTOS)
ADVERTENCIA
Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Giiillernio A. Cranwell,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de Oannrell sino de Sproat.
LA ÚNICA
DROGUERÍA Y FARMACIA
Di:
GR AIM WELL
Que existe en Buenos Aii-os. está situa-
da en ia calle do
VICTORIA, NUM. 647
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Atendida personalmente por su propio
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Edmundo E. Granwell
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uiaclié. ftc/ccaldri Teros. a~sacianos. calentado-
res dr pif^. braseritos. salivaderas, bidets
ciMiiodos, v,<(trus artículos de menage.
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ii'i'os. lalitrf?; para caniií. pa[)as. de lavar,
mnliiiiiios. agiia-nianiles. lebrillos, carpetas
lii' mi'sa, esiantes [)ai"a cocina, canastos para
i'opa. etc.
l-^scalci-as, sillas, es-
cab'ras. calorilcros,
i^iiai'da l'iii'gos. calentadores de pies, id de via-
M'. ¡d lie [datos para la mesa, útiles de esta-
la, cocinas, cai-boiieras, mesitas para té, mol-
<l<'.-; para budines, é inlinidad de artículos de
menaje iiuposilile de ennmerar. Precios üjos
\ sin competencia.
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FU
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EL CASCABEL
335
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»--i
.. i-i,-i- .if U i'lata* — Méjico. Aíj
a*^
Afio r Buenos Üres, Junio 1° de 1892 N(un. 22
Editer propietario: FRANCISCO FERRES
Redacción j ÁdmiDistracion: ALSINA 489 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
Precio en la ciudad... $ 0.10 el número
Fuera de la Ciudad., . »0.20
id
Fotograbados de Emilio A. Coll y G'
Proteclor muy conocido,
que si los (jue lia protegido
¡sil voto le hubieran dado
prontamente hubiese sido
Pi'L'sidente del Senado.
m
EL CASCABfiL
f!^r^
;--■.. a>s. s;-í?-
.f"í-'
— ^-Xg^í-
Estamos en plena saisson^ que diria el
simpático cronista de El Diario.
Por un lado la Opera.
Y por otro el Congreso.
Además, se anuncian recibos.
Y se presentan recibos, sin previo aviso.
Bien que estos suelen no pagarse, se-
gún opinión de algunos industriales.
Dejemos la política, y dejemos á los
políticos la tarea de hacernos felices.
Es decir, de hacernos m5s felices, por
que felices losemos, y mucho por cierto.
Los papas de la patria velan por nos-
otros, y si se reúnen particularmente, ó en
público, es para ocuparse de nuestro bien-
estar.
Se habla de un proyecto de ley, en vir-
tu<1 del cual se recargarán con fuertes de-
rechos los zapallos del exterior, porque
en cuanto á zapallos nos bastan con los
de casa.
Y .'idciiiás, sabemos que en una reunión
habida en casa de un elevado personaje,
86 trató de dar 'éi Má'yüi' itapulso posible
á la fabricación de sidra y á la poésia
nacional, y hasta parece que se señala al
Sr. Velloso, el poeta voraz, que dice Ar-
gos, para encargarle la dirección de los
trabajos que han de colocar tan alto el
pabellón literario nacional.
De lo de la sidra se encarga un senador
pantano, según dicen, que es hombre
entendido en agricultura.
De modo que por este lado podemos es-
tar ti anquilos.
Los que no lo están mucho son los
papas. I —:
No los de la patria. }
Los de sus hijos. ; ^'-'''''^::'^P' -■-'-,
Es decir, de sus hijas.
O á lo menos, los que son tenidos por
tales, y á veces por cuales también.
Por que resulta que el invierno es muy
caro, pues las niñas han de frecuentar
la Opera y los más elegantes salones, y
las cédulas no dan para todo.
Valga que no faltan mamas ingeniosas
y económicas que se salen del paso con
poco dinero, y saben arreglar á las niñas
con cuatro trapos bien combinados.
¡Oh, la toilette!
— Cada vez qne las niñas han de ves-
tirse, me desnudan á mí, — nos decía un
padre venturoso.
— ¿Cómo se entiende?
— Quiero decir, que me cuestan un sen-
tido.
— Claro, con el lujo de hoy. . .
— Es un lujo insultante y ruinoso. Yo
me puso con el frac que estrené el día de
mi boda, y ellas . .
— ¿Las bodas?
M
EL CASCABEL
339
— (Las niñas!... Necesitan más compos-
turas que la hapienda del pais. Pero, vaya
usted á suprimir gastos, tratándose de la
familia!
—No se puede.
— Y más ahora que El Diario saca á
luz á tantas señoritas compuestas, y se
ocupa de los vestidos. Ya vé V. que no
puedo consentir de ningún modo, que el
cronista diga: «Las encantadoras niñas
de Brulote lucian un elegante traje cre-
ma.» Y que á los dos días repita: «Las
niñas de Brulote lucian eo la reunión de
ayer un expléndido traje crema...». Y á
los pocos días: «Las niñas lucian un tra-
je crema...» Tanta crema empalaga.
— Y la crema no resiste tantas noches
sin cortarse.
— Así es que ahora se hacen un vestido
café.
— Después de la crema.
— Ya lo verá V. en los diarios.
¡Oh poder de la prensa!
¡En qué apuros pones á algunas perso-
nas qtie estiman la ropa en lo que vale!
Dejemos que sufran los presumidos, con
tal de que el país sepa que en el recibo A
ó B se han presentado como les corres-
ponde.
Con el traje café.
U otra bebida cualquiera.
Por fortuna, no faltan tertulias intimas.
Y á ellas tienden los que guardan una
prud^te reserva en cuanto á vestidos.
NoÁotros miramos impasibles el ir y
venir de la gente de lujo, que en invierno
está continuamente en exposición, y nos
contentamos con leer eo los diarios lo que
hace el gran mundo, j cuando leemos que
una señora se ha presentado varias veces
con el mismo vestido, color canela por
por ejemplo, nos acordamos del cronista
de la vida social y exclamamos:
— ¡Cartela for ewer!
¡Dios nos perdone!
C A_R T A
Mandado por mi patrón
á Buenos Aires llegué
y amigo, asombrao quedé
de ver tanta variación.
AI bajar, en la estación
tomé un coche de alquilao
y de aUí á Constitución
ijcuatro latas me han cohrao!.'
A un traraway después subí
¡mal aiga, mi buena estrella!
pues se armó la gran querella
porque el boleto perdí.
Cayó un taño de gorrita
que se llamaba Inpelor
y enjurp-cido el Señor
se puso grita que grita.
Allá en mi tiempo, aparcero
á usté naide molestaba
porque peligraba el cuero
del que tal cosa intentaba.
Por toda la población
varios letreros leí,
uno decía Maison
y en otro Rotiserf.
Al punto allí me colé
y ¡pucha! por casi muero,
■ pues pedí un v? sao con cuero
y me trajeron hroule.
Hasta el edionia ha cambiao
\y le juro que este es otro!
aura le llaman calsao
A la tnesina bota é potro.
Junción en un teatro había
y allí mi bulto cayó.
«Gran Troupe» el papel decía
j!de carneros!!... pensé yo.
Por dentro da y por asiento
peso y medio me cobraron,
pero el poncho me robaron
.'Aijunaü Toavía lo siento.
De la fiesta diré poco,
fué aquello una payasada,
jSi era pura francesada
donde todo el mundo es loco!
•A Santos Lugares J^'/
340
EL CASCABEL
donde antes tuve la chica,
y deslumib'rado golvi '
de tanta luz deletrica. -
Del Gobierno, no hay que hablar,
unos dicen que es macuco,
otros gritan que es el cuco
que á todos quiere manear.
Me voy mal impresionado
de ver tanto desatino,
Créame, estoy disgustado
al verlos en mal camino.
Y como yo me estiré
porque hay mucho que contar
cuñao perdone usté,
no me volveré á esiltrar.
Emilio Gilí.
MEDICINA ILEGAL
— Doctor, está muy malita.
— Vamos, cálmese señora.
Y usted, con franqueza, ahora
contésteme, señorita.
— ¿Yo?... Mi mamá le dirá.
— Pero, inocente, ¿porqué"?
— ¿Es que aqni, padece usté
ó es la enferma su mamá?
Es preciso que usted venza
su rubor para conmigo:
un módico es un amigo...
— ¡Si me da tanta vergüenza!
— Vaya, fuera ese temor.
¿Usted sufre al respirar?
¿No puede usté descansar?
— Eso, justo, sí señor.
Dando vueltas en el lecho -
no sosiego ni reposo,
y tengo un miedo espantoso,
y gran opresión de pecho.
— Sí, sufre mucho.
—Y después
tengo negras pesadillas,
sueño que me hacen cosquillas
en la planta de los pies.
— Vaya, niña, en realidad,
veo que está usté sufriendo,
siga usted, voy comprendiendo
esa rara enfermedad.
—Tengo un sueño que me inquieta:
entre blancas nubes veo
que se me acerca Romeo
y yo me vuelvo Julieta.
Me mira, se inclina ufano.
me dice — muy buenos dias —
y luego... otras tonterías...
—¿Y qué más?
—Besa mi mano.
— ¿Y eso le causa á usté susto?
¿Sentirá usté un gran dolor?
— Al contrario, no señor,
si eso me dá mucho gusto.
— ¡Ah, vamos! Cálmese usté.
—Es que eso me tiene inquieta.
— Una sencilla receta
para ese mal les daré.
—Oigo.
— Esta niña precisa,
para ese mal espantoso,
que la busquen un esposo
y casarla á toda prisa.
II
— ¡Doctor, esto es un horror!
¡Yo no lo puedo sufrir!
¡Me es imposible vivir
de esta manera, doctor!
—¿Qué le ocurre?
—Mi señora
está mal de gravedad;
padece una enfermedad
que padeció antes de ahora.
No se está en la cama quieta,
le dá un extraño mareo:
sueña que viene Romeo
y ella se vuelve .Tulieta.
— ¡Bah! No pase usté cuidado.
—¿No es peligroso?
— \o tal.
¡Conoceré yo ese mal
cuando antes se lo he curado!
—¡Oh, sálvela usté, por Dios!
— Es un caso peligroso:
pues no le basta un esposo,
precisa lo menos dos.
Ella, al aumentar de edad,
se ha hecho una hermosa mujer,
y la dosis ha de ser
doble en esa enfermedad.
— ¿Eh?
— Precisa otro Romeo.
—¡Hombre! Me gusta el aplomo.
— Nada: dosis doble.
—¿Cómo?...
Vayase V. á paseo.
ni
— (¡Oh Dios, qué idea espantosa!
¿Qué es lo que veo? ¡Qué horror!
¿Quién es ese hombre? ¡El doctor
abrazado con mi esposa!)
-\^ ¡Canalla! ¡Ruin! ¡Por mi fé
que te has de acordar de mi!
¿Qué es lo que hacía usté acjuí?
—Es que yo...
—¡Conteste usté!
¡Mataré á los dos, perjura!
—¿Pero á qué esa algarabía?
— Aún...
—Sí yo solo venia
á hacei' la primera <:ii)-((...
Luis Garvín.
EL CASBABEL , "" Sil
SACEIFICIO
^^^m A ^^^ suNTOs urgentes me obbligan á partir. Ks indispensable mi marcha.
^^HBl^^ —¿Y... volverá pronto?
^^ ^^Y — Si.. No... ¿Quién sabe? Eso depende de... muclias circuns-
/ jBi \ tandas.
V y\ Y Julián despidióse fríamente de Luisa.
Vj 1-" todos quedó una sensación singular, algo como el gusto
desagradable que deja un manjar comido á la fuerza. Aíjuella des-
pedida incomprensible, dada en tórminos vagos, hacia suponer una causa poderosa
que la motivase.
Julián estaba locmnente enamorado de Luisa, según la expresión de la madre
de ésta, y aquella separación, aquella especie de prólogo de una ruptura resultaba
oscura; obedecía á una causa misteriosa para todos.
Para todos, menos para Luisa. Ella, con aquella sutilidad inapreciable de mujer,
había dado, sin perderse en divagaciones, sin vacilar un instante, en el motivo de la
marcha de Julián.
Este la adoraba. Ella le correspondía. Una duda sobre aquel amor era lo único que
podía haber impulsado al hombre, que debía haber sido pronto su esposo, á huir de
su lado.
Y la duda podía existir. Y fundada. El recuerdo de Carlos, de aquel desdichado
suicida, aparecía en la mente de Luisa, desvanecido casi en un principio, cuando
trataba de reconstruir el pasado, vivo y fuertemente colorido después, como las fres-
cas manchas de sangre en un lienzo.
Luisa se preguntaba alguna vez, estremecida por aquel recuerdo:
— iHe sido yo voluntariamente la causa de su muerte?
Ella le había querido, si, con ese cariño que se tiene por un compañero, que ha
crecido á nuestro lado, que ha sido nuestro camarada, que Jia llorado nuestras
propias lágrimas, y ha gozado nuestras mismas alegrías.
Habían crecido juntos y ella había creído candorosamente que le amaba como
á un amante, cuando no era sino apreciarle como á un hermano.
Recordaba, cuando él con voz dura, como el que exije algo suyo, como el que
se anticipa á reclamar lo que teme ha de perder, la preguntaba:. ' , .
—¿No amarás á nadie más que á mi?
Y ela se reía, jugaba en aquel juego, cruel, siendo un tirano candoroso, y ju-
gando le prometió cuanto él pedía, le siguió en todos los disparatados viajes de su
imaginación, siempre riendo, y siempre jugando se despidió de él, para aquel viaje
corto, le prometió aquella fé con tanta importunidad reclamada, y jugando y riendo,
del mismo modo, se olvidó, amando al que ahora huía de ella también.
A la mañana siguiente de la despedida de Julián recibió una caja llena de pape-
les. No se había engañado. Era toda su correspondencia con .Carlos, un, montón de
cartas, en que parecía repetirse mecánicamente una afirmación á todos los anhelos
de él.
La abrió: se deslizó un sobre lleno de ñores secas. Eran las que ella le había
regalado. Al tocarlas con sus finos dedos, se deshicieron en un polvo seco, co-
mo ceniza, igual al polvo en que se hallaría convertido el cuerpo del infeliz.
Hojeó un cuaderno de memorias. Era un himno delirante, eterno, en el mismo
diapasón á la belleza de Luisa.
Sentía, removiendo tantos esqueletos de ilusiones muertas, dos impresiones
distintas. En una notaba vibrar la fibra de su coquetería, al aspirar aquel vaho de
incoherente apasionamiento, en la otra, una fibra más escondida aún, le producía
un dolor extraño. Una frase de Carlos, en que el infeliz parecía estar besando el
suelo que pisara Julia, en que parecía elevar una mirada dé náufrago moribundo
á quien podía salvarle, hizo latir el pecho de aquella mujer con tal fuerza, abrió
de tal modo su mente y su corazón á aquel pasado, que éste, penetrando en ellos,
lo llenó lodo, ai-rolló cuanto en ellos había, y al tíairar Luisa á su alrededor
sintió, con algo de miedo, que se había transformado. Adoraba entonces A un
muerto que habla derrotado al vivo. Carlos, el que se había dado la muerte,
•era el hombre á quién ella adoraba en aquel momento. Julián, no conservaba en
el corazón que había sido suyo, ni un espacio, ni un hueco para tumba.
Luisa, revolvió todos los papeles, devoró toda la correspondencia, y un últi-
342
¿L CASCABEL
mo papel, un documento escrito en letras gigantescas sobre papel sellado, fué lo
que sus ojos recorrieron y, ¡ojabi! no Jo hiciera.
Alli estaba la clave de la muerte de Carlos. Una montaña de oprobio sobre
8U nombre. La explicación clara de aquél suicidio, necesario, inevitable a la vis-
ta del documento.
— ¡No se mató por mi!— pensó Luisa con abatimiento, con algo de rencor
contra el que ya no existia.
Pero ella podría demostrar al mundo, á Julián, á todos, que no habia sido
una mujer versátil, una voluble coqueta sin entrañas. Podía hacer volver al que
se habia separado tan fríamente de ella, para pedirla perdón arrodillado.
No lo hizo. Aquel torrente de pasión, que el recuerdo de Carlos había lanzado
en »u alma, hervía aún. Adoraba al muerto y le disculpaba su ingratitud.
Se creía la esposa de él, y no quería echar la deshonra sobre su nombre.
Calló. Nadie supo nada y ella, sonriente, gozosa de aquel sacrificio, pensó:
— Seguiré pasando por coqueta. No me importa. El dormirá tranquilo. Yo soy
la viuda de un hombre honrado.
Adolfo S. de los Ríos.
■a» I
LAS RIFAS
Pues señor, es fastidiosa
de las damas la manía:
Estar juntas todo el día
para rifar cualquier cosa.
Se ponen, luciendo el talle,
sentadas tras un balcón,
y así llaman la atención
del que pasa por la calle.
Uno cruza y de improviso:
— Señor, tome usté una cédula,
y se le hiela la médula
al verse en tal compromiso.
¿Y quién evitar procura
tomarla? Si á la verdad,
conmueve tal caridad
y pasma tanta hermosura.
Yo, mil veces, hecho un pavo
ante una rifa quedé,
y ¡está clarot me gasté
hasta el úliimo centavo.
—Una cédula, señor
una niña me alargaba,
y yo. ciego la tomaba
dispuesto á hacerla el amor.
Yo mi corazón sincero
tiernamente le q^recía,
pero después no. tenía
ni su amor ni mi dinero.
Corriendo detrás de alguna
hice de plata un derroche.
Riías dé día y de noche
¡he gastado una fortuna!
De mis empresas galantes
he sacado en conclusión,
una inmensa coleccióJi
de cosas éstra vagantes;
y me hallo cansado ya
de tanto y tanto embeleco,
me tocó un día un muñeco
que dlee papá y mamá;
saaué otro día un paraguas
y en cédulas diferentes,
un frasco, unos mondadientes,
un loro y unas enaguas.
Gastando de un modo atroz
saqué cosas inservibles:
ligas, broches, imperdibles,
un gorro y polvos de arroz.
Hoy ya no puedo aguantar
ese gasto sin medida,
mi casa está convertida
en un extraño bazar.
En un sofá un polisón,
más allá una tabaquera,
aquí una chocolatera,
y en mi lecho un biberón.
Un conjunto endemoniado,
de cosas tan misteriosas,
porque todas esas cosas
en las rifas he sacado.
Así es que voy á pedir
que cese ese mal eterno,
hoy las rifas el gobierno
las debía suprimir.
Sino, tanto cachivache
como á. mi casa llevé,
me ha de servir ¿para qué?
para abrir un cambalache.
Y no obstante; estoy pensando
que siempre que sigan ellas,
tan simpáticas, tan bellas,
yo he de continuar jugando.
Seguiré haciendo el amor,
sin tregua, sin aburrirme,
á la que llegue á decirme:
—Una cédula, señor.
Porque si tengo fortuna
y al fin una se encariña,
puede gustarme la niña
y me puede tocar una.
S. Garrido.
EL CASCABEL
343
CANDOR
—¿Porqué te escondes, niño?
—Como papá dice que V. pega aahlazos...
— 1 t
—i
METBMPSICOSIS
Los cuadrúpedos no son seres desgracia-
dos, como alguien supone.
Los hay tan afortunados, que gozan toda
clase de comodidades, y que sobrellevan
las contrariedades de la existencia con
cierta holgura.
Y que en caso de apuros cuentan con
protectores.
Y sino, ahí esto, en la primera página
del periódico, la vera efigie del Dr. Alba-
rracin, persona muy amable, que distri-
buye su tiempo en atender Ja familia, los
negocios y los intereses de sus protegidos.
Vale decir, animales.
Hay personas que no pueden ver, sin
conmoverse, las gracias de los pichichos
que amenizan los intermedios de sus ho-
gares.
—¡Me parece que Leal tiene mala cara!
— dice, con la angustia reflejada en el
rustro, una señora que aprieía contra su
seno á un inocente perro de aguas.
— Será aprensión.
— No lo crea V. Leal está enfermo. Hoy
no ha to nado los bizcochos, como tiene
por costumbre, y, ¡cosa rara en él! se ha
ensuciado en la sala y ha puesto perdida
la alfombra.
— ¡Caramba!
—¿Y sabe V. lo que he hecho?
— Le habrá dado una paliza.
— ¡Cá! Pobrecito: le he dado una cucha-
rada de magnesia efervescente con almidón
cocido. Él no la quería tomar, pero al fln,
después de desesperada resistencia, le he
obligado.
—¡Qué me cuenta V!,,,
— Crea que'Leal me dá muctios disgus-
tos... pero es tan cariñoso cuando está
bueno... es tan gracioso...
El perro, que yace envuelto en un pon-
cho, estira una pata y ladra tristemente.
—¿Vé V.?... Parece que comprende lo
que digo de él.
Y la señora, que ha estado comiendo ca-
ramelos durante ei transcurso de la con-
versación, lo loma en brazos y se deja be-
1. r f;'^';^::p'T^fmW::M-'í:' :"''■''■ '^'■- "^W^
344
EL CASCABEL
LO QUE
De la vuelta de abajo.... ó de
arriba, .según y conforme.
Sigarl de la paca.
Hebra negra.
No lo digo ahora... siempre lo
he dicho: polvo, polvo, polvo.
EL CASCABEL
345
^'v r
FUMAN
Alá y la pipa ante todo.
Un df/arrUlo á medias
poder fumar...
¡Cuantos en locos excesos
sufren por esa mujer
sin llegar á comprender
que al fin son humo sus besos!
^^y^
yfjs'^i^ry: :
346
k¿ CASCABEL
sar cariñosnmente por Leal, que lame con
afán sus dulces labios.
Luogo lo suelta.
Y el perro camina penosamente hasla
que, de un salto, se coloca en mi falda y
me mancha la 'evita con sus babas.
— No haga V. caso. Es efecto de la denti-
ción.
— Será esto, poique me esta mascando
un botón.
— Pobrecito; sufre mucho.
— ¡El botón... ya lo creo!... V. perdone...
Adiós, señora; si quiere avisaré á Piro-
vano ó a cualquier otro especialista...
Y salgo de la casa, pensando que hay
perros muy afortunados y hombres que
son infelices por no andar en cuatro patas.
— Hay que tener consideración con los
animales,— me decia un señor sensible que
tiene la casa convertida en museo zooló-
gico.
—Qué duda tiene.
— Uno no sabe si el gato ha sido hombre,
antes de presentarse en público como fe-
lino vulgar.
— ¡Quién sabe!
—Y no lo dude V. Mi difunta tenia cier-
tas aficiones, que me recuerda á cada ins-
tante el minino.
—¡Hombre!
— Si. Empezaba por acariciarme con
mucho mimo y casi siempre acababa ara
ñándome. Un dia, que yo estaba de mal
humor, porque habia leido La Nación en
ayunas y me volvía la pesca á la boca,
monté en cólera, como hubiera podido
montar en un Argos cualquiera, y le di nn
meneo á mi parlen la que la dejé medio
muerta .
Una pulmonía la acabó de matar.
Y A los pocos días, una gata blanca apa-
reció en mi casa y empezó á engañarme
con zalamerías.
El recuerdo de la difunta acudió ti mi
mente y me pasaba horas enteras acari-
ciando á la -gata, que, reconocida, me pa-
saba la cola por la cara. Un dia me arañó
como mi mujer, y como á ella la maté, sin
esperar á que una pulmonía completara
la obra: ahora la tengo disecada...
. — ¿A la obra?
— A la gata. Y también tengo disecado
un loro, que no hay duda, fué diputado
de la mayoría...
—¿En qué lo conoce? '
— En que comía mucho, y solo sabia de-
cir Amen. , Misterios de la metempslcosis!
El que se dedicaá su estudio está fresco
Yá veces se expone á sustos mayúscu-
los, como el que pasó una viuda, que ti alo
con lodas las precauciones del caso.
Un dia fuimos al campo á. merendar,
y de pronto apareció un buey, tiesa la co-
la y extraviada la mirada,
— ¡Dios mió! — exclamó la viuda. — Esta
mirada.... esla frente.... ¡Paco, perdón!
Y cayó desmayada.
Su difunto esposo se llamaba Francisco.
¡Oh, la metempsicosis!....
Yo me puse en guardia cautelosamente,
pero el buey se marchó al trote rugiendo
suavemente y se puso ü juguetear con una
vaca, que por lo flaca y descolorida me
pareció la mujer de un amigo mió que me
chupaba la sangre á pechadas....
¡Cielos!... Me pica una pulga....
Será el sablista que se ha transformado
en chupóptero?...
Andrés Soler.
LOS VALIENTES
Cabello enmarañado, planta airosa,
mirada poderosa,
reflejo vivo del valor interno,
una mirada dura, luminosia,
como tienen los gatos en invierno.
Su aspecto varonil, el continente, ^
fiero, garrido, fuerte, poderoso,
parece que á la gente
le dice con acento desdeñoso:
— Ea, míreme ust !d; soy un valiente.
Y don Juan es así; de sus hazañas
úh cuenta en un reiatu.
en que saca á lucir cosas extrañas:
valor, galantes mañas
Sírvanse ustedes escucharle un rato.
— Yo he nacido en París; desde muy niño
tuve por las muchachas gran cariño,
no sé cómo demonio,
de rubias y morenas me prendaba,
y allí donde el deseo colocaba
allí se desgraciaba un matrimonio.
Mil lances a porna
en todos estos amorosos líos
EL CASCABEL
347
LOS VOLUNTARIOS
Los de ayer.— Los de hoy.— Los de ?
ff :
348
EL CASCABEL
me salieron un día y otro día,
tanto, que hoy contaría ^
como unos ochocientos desafíos.
Y ¡claro! se cruzaban las espadas
y sólo por milagro llegué á viejo;
j-o tengo en mi pellejo
un número terrib.'e de estocadas.
Un lance singular con una hermosa '"
y elegante duquesa.
en que nos dio el marido una sorpresa...
en fin, una aventura escandalosa,
me obliga á que me encuentre despatriado,
pues vine á Buenos Aires, escapado.
Aquí, mi buena suerte
me ha hecho dueño de un rio de placeres,
si hay duelo, á mi rival le daré muerte;
sí hay amor, para mi son las mujeres;
aquí estoy como quiero:
en querer y en valor soy el primero.
Termina asi don Juan, mira á la gente
con brío, sin que nadie se alborote.
y luego retorciéndose el bigote
se vá tranquilamente.
Pero un día en un corro numeroso,
hablando de una dama,
de un esposo engañado, de una trania...
se presentó otro tipo valeroso.
un sujeto velludo como un oso,
otro tipo, otro tal. que cada día
pregonaba doquier su valentía
y hablando con don Juan le dijo: —Ahora
quiero que diga usted cómo se llanla
esa que ha dicho usted, esa señora.
— ¿Qué le nombre la dama?
No se la he de nombrar ¡pues claro, hombre!
Concepción de Soler, ese es su nombre.
— Pues es usté un villano.
— ¿Cómo?
—Que miente usted como un canalla.
— Calle usted esa boca, ó sino calla
le sentaré la mano.
—¿Quiere usted que me calle? Esa señora
vive conmigo y es mi amante ahora.
Se armó un bochinche atroz, y de tal suerte
aquellos cat)alleros se insultaron.
que un duelo concertaron.
un duelo horrible, atroz, un duelo á muerte,
que la gente anhelante
en tal sitio vería y al instante.
Ya la cosa resuelta,
por diveráos caminos
se marcharon, diciendo á sus padrinos:
— Voy á dar una vuelta.
Con talento profundo
aquellos dos valientes se marcharon
y nunca se encontraron:
Están dando los dos la vuelta al mundo.
José 3/a Mendoza.
oOe
DE DOMINGO A DOMI.JGO
Pues señor....
Ahora resulta que los teatros, no todos,
son nutritivos.
Y no me refiero á la abundancia de car-
ne de tabla, que dice un contemporáneo
(Je Calzadilla, sino al plantel de gallos que
la Opera nos hace esperar.
De donde se desprende que ir al paraíso,
será imposible si uno no se lleva la sartén.
Salta un tenor, por ejemplo,' y ¡pif!. ..ahi
va un gallo con espolones.
El gallo sube, el paraíso se conmueve,
agitanse manos para agarrarlo, lo aga-
rran, se come, se digiere, ó no, y ¡en paz!
Esto no es decir que la Opera sea un ga-
llinero, pero si una incubadora, según
opinión de un abonado con vistas al por-
venir del pais.
Es decir ú la agricultura.
El público, hasta ahora, se mantiene á la
especlativa, aunque el sábado se permitió
suaves siseos.
Esperemos mejores noches.
A ver si podremos aplaudir sin reser-
vas... mentales.
Pero mucho nos parece que no.
En la Zarzuela, bonito teatro de los mas-
cotos Pastor y Garrido, también hay ópera.
Es decir ¡ay!
Porque si quitamos á Oxilia, y si somos
indulgentes con la señorita de Nunzio, lo
demás peor es meneallo.
Oxilia es un tenor que vale, y canta con
mucho sentimiento.
Pero tiene noches.
No obstante, como vale, el público no es-
casea con él los aplausos, justos siempre.
Nos parece que la estrella de Paslor-Garri-
do, no ha de brillar mucho en la Zarzuela.
Tal vez nos equivoquemos y lo celebra-
remos por ellos.
Para ópera barata el teatro Doria.
Y para óperá-sorpresa.
EL CASCABEL
349
No puedo hablar de Realidad^ por la
sencilla razón de qtie ^1 periódico entra en
máqiiiiMt el lúnea/í V\\:^'^ V 1^ ^^ ''^~ '•■'■
Quizá no podré decii* nada porque los
diarios lo dirán toxio.
Pero... no hay santo.sin octava, como se
dice vulgarmente, y no faltará ocasión de
decir algo del desempeño de la obra, de
ésta y de la compañía del Onriibía^ que
una vez más se hace acreedora de nues-
tro aplauso, por el verdadero interés que
se toma. en hacernos conocer las más mo-
dernas obras dramáticas españolas.
Y Realidad^ sobre ser moderna, viene
precedida de gran fama.
Aguardemos ocho dias y hablaremos de
ella.
El teatro San Martin^ nuevo Fénix,
funciona ya con la aplaudida compañía
deTomba.
Los artistas son conocidos y aún con-
serva de ellos nuestro público el agradable
recuerdo que dejaron en el Politeamcu
con Caballería Rusticana.
Y á propósito del Politeama: la com-
pañía Falconi, que ha inaugurado sus la-
reas con La Tosca., ha alcanzado muy fa-
vorable acogida.
Ya nos ocuparemos de esta compañía,
que cuenta con artistas notables.
En Apolo estrenóse La Cruz Blanca.
El libreto es inferior á la música.
La Cotnedia. como siempre, los mis-
mos llenos, los mismos aplausos y las
mismas obras.
Novedades... lánguida vida. Y pongo
punto, porque se acerca la hora de ir al
OnruMa. ¡Estreno de Realidad!
Cuando el presente número circule, tal
vez se hayan emitido juicios críticos...
O juicios temerarios.
Corre por ahí cada arreglador...!
Véase lo que dice un semanario:
— Qué mal invierno se prepara — decía
una vieja en la plaza de la Victoria.
— Es verdad, me han pillada los fríos sin
pañuelo: (!)— decía la otra Celestina.
El Guadarrama penetra por Ir s giro-
nes de mi ropa»
Por piedad! ,
Esto equivale á hacer decir que en la
Puerta del Sol, de Madrid, sopla un pam-
pero furioso.
Y luego, vieja y celestina^ no son la
misma cosa.
Vamos; más cuidado al arreglar chistes
de almanaque...!
'El alorranle Pascual
Pensó el otro día:— A fé
que ha de ser sabroso el Te
Deum de la Catedral.
Y Juan le detuvo al fin
diciéndole:— No te metas
alli. porque las gállelas
las servirán en latin.
Cuándo no es pascua!
En la pesca, se habla del polvo de las
calles, y Argos dice que se ocupa del
asunto y que va á hablar por boca de
ganso.
Oigan ustedes:
«M. Maní'redi, que es el investigador
que ha hecho estas observaciones....»
Suponemos que Argos no habrá que-
rido tratar de ganso á Manfredi, pero lo
ha tratado de tal. Para otra vez hable Ar-
gos por boca de Argos.
Y en paz.
Lima, la perra que estimas
lameá Juan Palomo el lomo,
y si alguno se aproxima
vé que en casa de Palomo
lame" el lomo el amo á Lima.
El número 21 de El Cascabel, correspon-
diente al día 25 de Mayo .alcanzó un éxito
completo, debido, principalmente, á lo es-
merado de los dibujos, grabado é impresión.
Somos enemigos del bombo, pero no po-
demos prescindir de enviar nuestro aplau-
so á los artistas que han contribuido á
presentar un número que ha merecido
muchos elogios.
Y que se ha vendido mucho.
La prensa, ocupada en cuestiones agrí-
colas y políticas, y necesitando espacio
para dar cuenta de los relojes robados,
no ha dicho esta boca es mía. no nos ha
^•= r'^ «^.^■; 'í^.*S . '. •-' ■ ^^ ■ ■■"
350
EL CABCABSL
otorgado esa palabra de aliento... que
dicen los gacetilleros...
No nos importa un bledo.
El público toma lo que le gusta sin ne-
cesidad de que le digan: ¡Esto es bueno!
La Prensaba sido el único diario, que
sepamos, que se ha ocupado de nosotros,
y crea el colega que se lo agradecemos
mucho.
Y... ¡basta de propaganda innecesaria!
El público y El Cascabel ya son amigos.
m^mck
—¡o tu amor ó la tumbal— \& decia
Tomás ó Nicolasa,
ella cansada al fin le echó de casa
y él al siguiente dia
con una Toniba enamorado huia.
No debemos tacharle de informal
por haber confundido una vocal.
— Siempre entre uno y otro artista
siempre mirando al que canta,
¿es critico? ¿es concertis a?
—No señor; especialista
para curar la garganta.
—Ves aquel palco colmado
de bellas ¡lindo racimo!
^¡Hombre! muy bien comparado,
pues casi todas, estimo
que ya las han vendimiado.
Marcial.— í^dhe V. lo que pasaría si llagas* á pu-
blicar sus versos?... Pues se desarrollarla la fleore
amarilla
L. de P.— No couTiene, es serio... y flojo.
Af. A. B.—S 1!
A. K— Ser* epifrrama si V. quiere que lo sea. Yó
lo publico para. que juzgue ei país.
«Como el sol de Mayo
Lusen los ojos de Juaaa
Y salen las estrellitas
Cuando asoma a la ventaaa
Por esto su novio Juan
Al dispertar de mañana
Se halla medio estrellado
Soüando el ojode Juana.»
Ahora, espere v. tranquilo el fallo de la opinidn.
Pretencioso.— En efecto lo es V. y mucho, porque
para hacer sonetos de diez versos ¡se necesitan unas
agallas!...
flomeo.— Hombre!... Eso se lo cuenta V. á. Julieta,
que al público maldito lo que puede interesarle.
Una señorita.— CiertaiS preguntas no se pueden con-
testar, aunque & V. ¡oh curiosa señorita! le parezca
lo contrario.
E. P. A".— Hombre de Dios...! eso solo se lo pueda
contestar Argos. Yo, no!!
L. T. S.—Se contestó en. debida forma.
Poeta—
Orror, terror, furor,
espanto y agonía...
¡Versos s'in ortografía!
furor, terror, horror!
Oriental.— Y dale con el casero!
E/ otro.— El otro?... ya caigo. El otro poeta malo.
.V. .V.— No, no.
A. r.— Pues no lo pub'ico, ni lo hago ilustrar.
P. i?. —Ya me ocuparé de ello cuando tenga tiempo.
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teriormente de D. Cuillermo A. CranweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
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rp',„i¡imass:.
4Jfc» I , íiiLlAfOOB Aives, Junio 8 de 1892 Htm. 23 ^
EL cAscurar
ywllMiMimyíiyiP
BESESSmBS
SWB
Etótr propitUrío: FRANCISCO FERRÉS
ledaceion y Admiflistracion: ALSINA 489 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 A 5 P. M.
precio en la ciudad. . . | 0.10 el número
*'uera de la ciudad.. . » 0.30
id
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
ARTISTAS DRAMÁTICAS
B0ETTI ¥AL'FJLSSURA
Fotograbados de Emilio A. Coll y C'
Declama con galanura,
y aquel que guste del drama,
que vaya al Politeama
á ver á la Valvassura.
354^
CL CÁSCA-BEI*
¥
y*~
¿V
'Xí
*^oIHe-
OMOS víctimas de la
influenza.
A estas horas lo
más distinguido de la
población yace pos-
trado en el lecho del
dolor.
Y los médicos no
descansan un momento.
Con lo que las recetas y las cuentas au-
mentan que es un gusto.
Para farmacéuticos y médicos, se en-
tiende.
Porque los pacientes están aterroriza-
dos, y ape-
nas siente
uno que el
apetito se le
vá, deja de
saborear la
ap etitosa
chuleta y se
vá del come-
dor lloran- \X-^
do amarga-
mente. •
— ¿Qué te pasa? — pregunta carifiosa la
inedia naranja.
— jLos síntomas! ,
—¿De qué?
— ¡Del trancazo!
— ¡¡Qué dices! I
— Si. hija, si. He perdido el apetito y me
duelen todos los huesos. ¡Estoy perdido!
— Acuéstate.
— Si. Pero antes tráeme alguna obra
de Oliveira Cezar para distraer la inape-
tencia.
i/ í /í
Y no hay más rdmedic;
El marido lee algunos capítulos y a<:^ba
por mascar el libro, y se acuesta, soñando
que se comen al autor entre él y un caci-
que indio. ';;i ' ; ■■:'^"-.; '''V:;'
En tanto, la mujer corro desconsolada
á buscar un médico, y por el camino ya
se siente viuda, y se acuerda de Fermín,
que es habilitado de un registro y ademán
sabe cortar pantalones, y piensa que para
sustiiuto del presiinto muerto, elregistrero
es un buen partido.
Pero el marido sana.
La mujer no enviuda.
Y Fermín sigue cortando pantalones y
suspirando por Rivadeo, su tierra natal.
Volviendo á la influenza, diré, única-
mente que es U enfermedad de moda.
Y que en esta ocasión la moda se mani-
fiesta cruel como nunca.
Valga que, según un anarquista llegado
hace poco al p;iís, para ver ^i hace volar
algo, es la única enfermedad que sabe lo
que íiace, porque solo ataca á las personas
de buena posición.
A los burgueses, como si dijéramos.
Asi es que el que quiera pasar por per-
sona de mérito, debe imitar la conducta
del Dr. Zeballos y dejarse postrar por el
trancazo.
No falta quien toma esto , al pié de 1&
letra y el otro dia, estando de visita en
casa de un almacenero retirado, pudimos
apreciar á qué extremos conduce el afán
de seguir la moda.
—¡Vicenta! — dijo de pronto, dirigiéndo-
se á su mujer, y adoptando un aire tne-
lancólicu.
—¡Cómo me miras!— esclamó Vicenta.
— Es que comprendo que se acerca el
momento solemne.
— ¿El de la comida?
— No me hables de comer!
— Pues
— Ya sabes, Vicenta mía, que nada nos
falta, y que desde que C'»rramos el alma-
cén somos personas de viso y á la moda.
— Es cierto.
— Sabes que me querían hacer concejal
y. en fin, que soy tanto como Bollini, por
ejemplo.
— Bien.
— Mal, digo yo. Me siento mal. Y es
EL CASCABEL
355
W:
que la enfermedad elegante se ha fijado
en mi, y siento que la influenza empiesa
á minar el organismo.
—¡Qué gusto!
¡No mucho...! Pero me sacrifico. Pre-
para la cama. Pon las sábanas finas,
aqueUas de las iniciales bordadas, y di á
los amigos que no se alarmen... Y ^sted,
dirigiéndose á mí, puede decir en los pe-
riódicos que éntrelos enfermos conocidos
hay que citar al Sr. Pérez...
Y Pérez se acostó solemnemente, satis-
fecho de sufrir el mismo mal que ha ata-
cado á tantas notabilidades.
Pero no hay que jugar mucho con el
dengue ó influenza.
Porque ahora resulta que á lo mejor
degenera.
Es decir, degenera en pulmonía fulmi-
nante.
Y se lleva auno al otro barrio, en me-
nos tiempo del que emplea Bibolini, por
ejemplo, en componer una redondilla de
esas que degeneran también.
Por lo demás, los mortales que no ocu-
pen una posición muy
elevada, pueden es-
perar \iiinflenza sen-
tados, seguros de que
la elegante enferme-
dad pasará desdeño-
samente de largo.
A los que en este
mundo, apenas se lla-
man Pedro, les estai»
reservados únicamente los tan aplaudidos
catarros intestinales ó las populares vi-
ruelas confluentes.
Estamos en un circulo vicioso, y conste
que no nos referimos á ningún club, y no
nos podemos escap^ir de la influencia de la
mfl,uenza.
Sin querer, nos ocupamos de ella, y á
ella nos referimos siempre, apesar del de-
seo de hablar á'i cosas más amenas .
Pero, el trancazo flota en la atmósfera,
y. sin querer, somos victimas de él, y no
salimos de niñas dengosas, ni nos libra-
mos de su influenza, digo influencia...
Hasta las palabras confundimos.
El otro día, al preguntar á una señora,
que tiene casa amueblada, por su marido,
nos contestó que estaba enfermo del tran-
eaxo. •
— ¿Del trancazo? — interrumpió él niño
m'enor.
— Si; ¿he dicho mal?
— Yo creí que papá tenía una tranca...
— ¡Angelito!
El papá toma mucha ginebra.
¡Influenza de los líquidos!
¡POBRE HOMBRE!
M <§t. Colt
( por la copia :
A. Díaz de la Quintana)
jAy,. amigo de mi vida...!
jAy, amigo de mi alma...!
No puede usté figurarse
Ja atrocidad que me pasa.
¿Quiere usté que se la cuente?
Voy á hacerlo en tres palabnis:
Figúrese usté que ayer
á las diez dé la mañana,
en ocasión que yo hacía
con muchísima cachaza
un looc blanco, penetró
Dorotea (una mucama)
con una receta urgente;
era para doña Blanca
que padece de soponcios
sin que se sepa la causa.
El recipe estaba en regla,
una mistura de... (nada
unas cuantas gotas de éter,
unos cuantos gramos de agua,
jarabe, un frasco, un corchito,
etiqueta y zarandajas)
que despaché por dos pesos
que me abonó la muchacha.
Volví al looc, y cuando ya
por terminarle faltaban.
unas vueltas de mortero
y unos raspones de espiátula.
jcátate aquí! que recibo
nada menos que una carta,
imponiéndome una multa
porque les ha dado gana
de decir por ahí á algunos
enemigos de mi casa,
que yo tengo consultorio,
que hago curas, que doy gárgaras,
que trato á varios enfermos,
en fin, no sé que patrañas,
mil mentiras, porque ye
no hago nada de eso, nada.
Esta multa, amigo mío.
me quita la vida, ¡vaya!
356
EL CASCABEL
Ese Consejo de Higiene
más que dar la vida^ mata, ,
y yo quisiera djúe usté
que tan amigo de él anda,
le digera que ni yo
°doy recetas, ni palabra
sé de administrar remedios;
que por cumplir lo que manda, .
á uno que aquí vino ayer
quejándose de neuralgia
facial, por tener las-muelas
— dicho en docío/',— «aecrosadas»
y que por Dios me; pedia
algo que se le aliviara
. por no faltar al Consejo
y remediar esa lástima.
con esta mano que escribo
le arrimé una boietada
que le dejó sin dolor
y sin muelas; ¡no faltaba
otra cosa! ¿Yo atreverme,
¡digo! en estas circunstancias,
á dar remedios sin que
un doctor lo mande?... jCáspita!...
.Primero me tomo un frasco
de nuez vómica ¡Caramba!
¡Ay amigo, diga usté
por Dios, lo que aquí me pasa!...
Son doscientos cinco pesos
los que se ventilan (tratan
de ventilarme) si amigo,
y yo... ni los tengo en casa,
ni los vale mi botica,
ni si los tuviera, estaba
un minuto más moliendo
almendras dulces y amargas.
Un regente de botica
de una botica del Plata.
— p» -»
CARTEL
CiJ^ás vale ryiaña que fuerza, dice el
refrán, y guiado por él, ó por la fuerza
del sino!... «jomo diría don Juan Teno-
rio, el hombre de mundo, es que he re-
suelto escribir este artículo y presentároslo
como el mejor plato del día.
Lo positivo es que el Director va á
hallar el gran filón con esta obra y ojalá
tuviese yo el tanto por ciento sobre todo
el oro, plata cobre y... nada— tal vez,—
que el éxito de ella le produzca.
Aunque digo mal, pues caerla como un
pájaro en el garlito.
Conozco al Director que es mas vivo
queelpifluelo de París, y sé que sería
capaz de hacerme una jugarreta de blanca
ó negra 6 de... baraja francesa, si uste-
des quieren, y cometer conmigo itn robo
,..en despoblado.
Conmigo, que tanto los pantalones^
como el so?nbrero de copa y hasta el pa-
ñuelo blanco, por no decir el pañuelo
de yerbas, están en perpetua agonía,
ó mejor dicho en constante riña con 2)0^'
Dinero, exclamando á cada instante
huyamos!... divorciémonos\ de este dig-
no apéndice de / co?nici tronati.
Y, esto porqué?— porque no tengo en mi
poder Zas riendas del Gobierno, como
las tiene mi niña Pancha, sobre Pepa
la frescachona, mi criada, la cual, dicho
sea de paso, tengo que enviar para casa
de los padres, pues es de mala raza.
Pero lo que á mí me sucede, bien mere-
cido lo tengo, porque los inútiles, los em-
busteros y los feos, por añadidura, como
yo, estamos' condenados a cadena per-
petua, sin más derecho que el de escla-
mar día y noche, ¡quién fuera libre!
Ustedes dispensarán, que el estilo de este
articulo, este algo reñido con las letras,
lo que no deja de ser un crimen miste-
rioso, prro como hoy tengo los demonios
en el cuerpo y como querer es poder,
tengo la certeza que Vds. me otorgarán
la credencial de escritor profundo, á no
ser que á un critico incipiente algo achis-
pado por el Chateau Margaux, le dé por
meterse en honduras y me forme un
pleito, como á un inglés.
No me importaría.
Se que él me dejará como el pez en el
agua, perfectamente, aunque no asi del
duelo que a primera sangre tendré con
mi rival.
Y que será lo peor de lo peor entre la
m,ala semilla.
Pero vamos á cuentas; lo escrito hasta
ahora, no es más que música clásica,
pomo diria Calderón en lasoirée de ca-
chupin ó en losm,artes de las de GómeZy
pues la verdad desnuda de esle artículo,
es que carece de gusto y realidad, y aun-
que de gustos no hay nada escrito, to-
memos en cuenta lo segundo.
Realidad, que es la llai-e de la gaveta
que encierra el tesoro escondido, que es
la que nos conduce in cerca de felicita y
que es, por último, la que nos demuestra
á cada instante que el hombre es débiL
Conozco el novio de doña Inés, un ca-
ballero particular, cuyas iniciales son
C de L, Y por cierto que es un novio á
pedir de boca y de confianza, de tanta,
que no pasa día sin que me vea obligado á
decirle ^quiere Vd. comer con nosotros»
y ayer, precisamente, =e comió las codor-
.;■-?: í *ííSpí*?l^5pf 5^5
•^mi^'
£Jé,K:ASGABBL
357
T-í^
'Ti/ces qué teñíamos prepararás con la sal-
ta de Aniceta^ por mi cocinera. ,
No nos salgamos del plato.
Conozco, decía, á ese joven Telémaco
y no dudo que si leyese este articulo, no ti-
tubearía en darme unafeceta contra la
cr¿s¿s, qute embarga mi caletre en estos
momentos, pues hay que saber que mi
valiente amigo^ es un periodista afa-
mado y autor de un drama nuevo.
Pero noto, que, hasta ahora, no «is he
dicho nada que valga la pena.
Y no es de estrañar, pues la cülpiJ la
tienen los lazos de familia^ de la mía,
que es peor que la familia improvisada^
pues entre mi niujer y el negro, que
hace años tengo á mi servicio, no me dejan
tranquilo á luz y sombra^ habiendo con-
vertido mi escritorio en una casa de
fieras ■
Y á esto agreguen Vds. un sobrino que
es mi m,isma cara.
A.yer, al preguntarle quién se había co-
mido un caramelo que anoche me regala-
ron en el paile de la condesa Niniche,
contestó con sornay guasa.... «í/o, yo no
he sido»...
El caso es que no fué el niño quien se
lo comió, sino mi suegra... mi suegra que
es... pero, ¡basta de suegras! que es ar-
ticulo muy manoseado.
En fin, ya habéis visto cómo empieza y
cómo acaba este escrito, sobre todo, cómo
acaba, sin solución, que merezca aplau-
so, pero, lo que no puede decirse de mi,
es que os haya cargado con él, pues lo
he compuesto per el sistema homeopá-
tico. . . \ ; : ^ ^ -:
Y ahora, lo único que os pido en prenda
de atnistad, y con el mismo afán que
pediría el si de las niñas, es que no ha-
gáis caso de tanto disparate, diciendo so-
lamente lo pasado... pasado, pues por la
gracia de Dios aquí termina este artículo
de vida alegre y 7nuerte triste y ter-
mina...
—Cómo?
Como un cartel de teatro, con la si-
guiente:
Nota: Terminado el espectáculo, habrá
tramw^ays en todas direcciones.
Emilio Gilí.
LA" FUERZA DK LA SANGRE
Fué en sus tiempos Don Melchor-,
un bravo conquistador, •*>
de azarosa y larga historia,
que se cubría. de gloria ' '
en las lides dei amon
En no sé qué. devaneo •
que tuvo en Carcarañá,
de su amoroso deseo
le nació un nene muy feo
(parecido á su papá.)
Don Melchor de allí partió
en pos de otras aventuras,
y prontamente olvidó,
entre lances y locuras, .
al hijo que le nació.
Pero al cabo, cierto día,
cayó en la rara manía
de pensar con gran cariño
y registrar á porfía
el mundo en busca del niño.
Corrió de aquí para aUá,
en su cariñoso exceso,
y llegó á Carcarañá,
en donde halla muy buen qúesó,
no el ser de que fué papá.
— ¿En qué pais lo hallaré?
jYo sus huellas seguiré
lleno de este amor profundo,
y en algún lugar del mundo
al cabo lo encontraré!
Por buscarle no me aflijo,
no hay nada que mi afán tuerza,
puesto que al verlo colijo
que mé ha de decir la fuerza
de la sangre:— ¡Ese és tu hijo!
Lleno de tal persuasión,
todo el mundo recorría,
pero en más de una, ocasión,
hallar á su hijo creía
y era una equivocación.
Algunas veces notaba
sus arterias ardorosas,
y á cualquiera se abrazaba;
(esto siempre le pasaba
con las niñas más graciosas.)
—Te hallé al fin, ¡cuanto te quiero!
no lo niegues, que es en balde,
hijo mío, por tí muero—
y resultaba un alcalde,
un Conde, ó un peluquero.
El rostro de Don Melchor,
tras enojosas querellas,
se puso, que era un horror,
parecia el buen señor
un racimo de grosellas.
Y le curó complaciente,
uno que habitaba en frente
y de granos entendía,
puesto que de ellos tenia
lleno el rostro totalmente.
Hablaron largo y tendido.
m
EL GA4PABBL
— Decid, ¿dónde habéis nacido?
—Señor, en Carcarañá,
más iaji nunca he conocido
al bribón de mi papá.
Notó el impulso ardoroso
que le tenia sin calma,
y Don Melchor, presuroso,
le dio un beso cariñoso
esclamando— ¡Hijo del 'alma!
Golpe de sangre violento
puso el rostro granujiento,
y sin que el tema se tuerza
nos parece que la fuerza
de la sangre ¡no es un cuento!
S. Garrido.
MANICOMIO
%
Á la izquierda del camino
se alza una mole sombría,
imponente, muda, fría,
triste como su destino.
De los vivos ataúd,
parece una fosa abierta,
y allí encima de la puerta
se lee: Casa de Salud.
Á aquel manicomio fui,
y sus celdas visité,
y todo cuanto observé
voy á contaros aquí:
Una joven que yacía
en un desastroso estado,
con el seso trastornado
por abuso de poesía.
Con empeño decidido
buscaba, siempre anhelante,
á virgen, un consonante,
cosa que nunca ha existido.
Un hombre de cierta edad,
que tratan de sujetarle,
y el cual se empeña en cortarle
el cuello ala humanidad
Este infeliz, la razón
hace tiempo que ha perdido,
y habla cual si hubiera sido
Presidente en su nación.
Buscando por todos lados,
un cocinero se inquieta,
mientras mira una receta
de calamares guisados.
Y entre gestos singulares,
dice siempre el cocinero:
— ¿Qué se descubrió primero,
la salsa ó los calamares?
Una señora soltera,
la que une á su mucha edad
una inmensa fealdad,
al ver un hombre se altera.
Se está anatematizando
con furor la soltería,
y luego el resto del día
el divorcio predicando.
En otra celda, un señor,
el que diputado fué,
siempre dice: al fin gané
justa fama de orador.
Y Demóstenes, á mí
veréis que nunca alcanzó.
Oídme. No, no, no, no,
¡qué discurso! jsí, sí, sí!
Otro individuo severo,
quieto en su celda reside,
y con grave acento pide
á todo el mundo dinero.
—No os extrañéis de su mal—
me dice el que cuida el loco-—
este infeliz fué hasta poco
procurador judicial.
Gira en su celda y se ofusca
otro en su manía eterna,
pues que con una linterna
el sentido común busca.
Mueve altivo la cabeza
otro loco y dice así:
— ¡quién puede igualarse á mí
en poderío y riqueza!
Y después se vá á ocultar,
cuando se acerca el loquero.
Pues cree que es su zapatero
y no le puede pagar.
Visité aquel manicomio,
con más dolor que placer,
admirando por doquier
progresos dignos de encomio.
—¡Qué talento el del doctor
que de la ciencia al servicio
era de aquel edificio
propietario y director!
—¿Está el sabio?— pregunté—
y me dijo un empleado.
—Pero ¿no está usté enterado?
¿Es que no sabia usté...?
— Nada.
—Que el doctor decía:
trabajo sin descansar;
la locura he de matar
para siempre; cualquier dia,
y el pobre, que hasta hace poco
trabajaba decidido,
al cabo...
— ¿Qué ha sucedido?
—¡Qué también se ha vuelto loco!
Luís García.
*»■
-TFi
EL CASCABEL
359
"TEATRO NUEVO"
a
UANDo la sociedad' Damas Benéficas toma á su cargo la
tarea de sacar dinero á los prójimos, que lo tienen, para en-
jugar el llanto de los que se ven privados de él, lo nace é la
perfección.
—Es posible— decía la encantadora esposa de un general,
que aunque formaba en la plana activa era opinión qu^ debía
pasar á la pasiva, y aun en concepto de muchos había pasado
ya, — es posible que logremos resultados positivos de la fun-
ción que nos ofrece la empresa del Teatro Nuevo?
— ¿Por qué no? — replicaba la pro-Secretaria de ía Sociedad.
\ — Por que el teatro está desacreditado. Las obras que se
representan en él, además de ser insulsas, son muy libres, y la concurrencia... la
concurrencia es más libre aún.
—Doble mérito. Así demostraremos que sabemos sacar dinero de cualquier parte.
Impondremos á la licencia de teatro...
-Ucencia real.
—Sí; pero vedada hasta cierto punto. Le impondremos, repito, un tributo que ven-
drá muy bien á nuestros pobres. Cada contorsión de Sánchez...
— ^Quiéo es Sánchez?
— Kl primer actor. Cada contorsión suya, cada chiste gordo, sólo representará para
nosotras un grano de arena puesto en los cimientos de nuestra gran obra.
— jCómo te remontas!
— Sólo veo el producto...
— En fin, sea. Vaya por el Teatro Nuevo, por los chistes subidos de color y por
Sánchez... Qué grosero debe ser el primer actor, señor Sánchez...
—Qué me importa. La cuestión es, como dices tú, que nuestros pobrecitos pobres
hallen un consuelo... Hasta la noche, pues. Nos veremos en el antro del vicio^ que
dice mi esposo. Hoy en los palcos no lucirán sus cabecitas picarescas y sus joyas,
las alegres damiselas de costumbre.
—Pero, en cambio, el teatro estará deslumbrador. Creo que nuestras cabecitas
podrán no ser picarescas... pero...
— ¡Coqueta!
— Adiós.
II
Nadie hubiera dlclio que aquella era la sala del Teatro Nuevo. Se celebraba una
función extraordinaria de beneficencia.
Las Damas Benéficas habían distribuido las localidades. Con esto está dicho que
la concurrencia era nueva y brillante, valga la expresión.
La generala ocupaba un palco bajo, próximo al escenario.
La pro-Secretaria la acompañaba y se reía mucho cuando aquella le decía:
—Estoy violenta.
—¿Por qué?
— Creo que la obra elegida para esta noche es muy licenciosa. ¡Y cuidado que le
advertí á Sánchez que tuviera cuidado en la elección!
—¿Hablaste á Sánchez?
—Sí. Parece un muchacho educado y fino, pero emplea mal su lalenio...
La función empieza.
Es, en efecto, muy subida de color.
El amor en todas sus manifestaciones, desde lo más tierno á lo más brutal, apa-
rece en escena y juega el principal papel.
Sánchez, en el ae calavera, hace maravillas. Representa un vicioso elegante. Viste
muy bien.
La generala se digna mirarlo, y aun cree que á su vez Sánchez la mira á ella...
iHabrase visto atrevido!
Cae el telón. El primer acto ha terminado.
—¿Qué te parecer pregunta la pro-Secretaría.
— Ni bien ni mal...
Los galanteadores de la generala, que no son pocos, la encuentran distraída, preo-
cupada.
La misma pro-Secretaria lo advierte.
Empieza el segundo acto.
Sánchez, en un monólogo cómico hace la apología del amor sin trabas.
La genérala nota que Sánchez, ya no la mira.
¡Gracias á Dios!... '
.■,:ív..;r,:;^;^psj/í:-?r?í; ■»::.;;?: :''-ui?;"r;^?;^S:!95's:^5S
*^aBo
.El/ GAteABBL
i I \.:
Ministerio y Presidencia,
que hoy forma nuestro gobierno;
los que tien«n influencia
en verano y en invierno.
INFLUENZA
—Dicen que la influenza, solo ataca á
las eminencias, y yo t¿ngo miedo, mucho
miedo de que me ataque;
— . .Y como sé que V. tiene influencia
venía para que me recomendase...
— No señor, ya hace tres días que toe le-
vanto, pero gracias por el cuidado.
Tres óhalecoá, cloá canosas,
faja, cinco «íuniset'ás, : ■
seis ginebras que he bebídO' '
¡que me ataque la infl,uenzai
EL GA8BABEL
aei
TRANCAZO
La influencia verdadera,
ante la que sin cuidado
de pescar un constipado
nos quitamos Ja galera.
—¿Y tú no la has tenido aún?
— Todavía no; porque pasado mañana
daremos un recibo, pero el sábado sin fal-
ta, se me declararán los síntomas...
■ . El trancazo (el legítimo, sin falsificar.)
■.■-'-- '^JÍ^..
- 3é2 __ JÉLCASCABáL
Durante el tercer acto la generala se impacienta, y. hiaMa/scM, con erpénlamien^.
—Ya no mira Sánchez...! y es buen mozo!... Debe "Ser un feaía vera fino... ¿Por qué
no me mira ya? Me gustan sus gestos; son artísticos...! y á la dama la abraza con
mucha delicadeza,
—¿Estás preocupada?— pregunta la pro-Secretaria.
—Si. Pensaba que los resultados de la función de hoy...
— Serán opimos.
- Asi,. 1©. creo.' Trabaja bien* ese Sr.- Sánchez, eh?
—No lo hace mal.
— Ea, vamos. El teatro está casi vacío...
— Ah, si. Vamos.
111
Y la generala salió casi á la* fuerza.
Por qué....?
El general, en cambio, estaba muy satisfecho. La función le había gustado. Habíase
reído mucho y lo escabroso del argumento de la obra le había hecho mucha gracia.
—Pobre marido!— decía el valiente müitar, comentando el chasco que se llevaba
el marido de la dama engañado por ésta y por Sánchez, el calavera y protago-
nista de la obra.
— Pobre marido...! repitió inconsciente mente la generala.
IV
El Teatro Nuevo se hizo el teatro de moda.
Los noticieros, no. se olvidab.m de consignar en sus crónicas el fenómeno, y lo
consignaban con estrañeza.
En la lista de concurrentes, figuraban siempre la señora de N... y su esposo el
general X.
¿Por qué se hizo de moda el Teatro Nuevo?
Pocos lo sabían.
El único que lo acertó fué Pepito, elegante joven que un día amargamente se dijo
á la salida ael teatro:
— ¡Estoy derrotado! La generala ya no quiere acordarse de mi. Me ha deshancado
un cómico, pero me he de vengar esparciendo la noticia. Se lo diré, en secreto,
á Pérez: es la mejor manera de hacer circular una noticia..;
V
Y circuló. Vaya si circuló.
La pro-Secrelaría estuvo á punió de sorprenderse.
El general no supo nada, y siguió compadeciendo al marido de teatro engañado
por Sánchez, calavera de teatro también.
— Pobre marido!...
Y la generala ya no le contestaba, como la noche aquella de la función de bene-
ficencia.
Ello es que la citada función fué benéfica verdaderamente.
Los pobres viemn aumentar la fuente de sus recursos.
Sánchez, de- calavera de teatro, pasó á calavera de salón.
Él empresario, admirado, exclamaba, al ver siempre lleno el teatro:
, — ¡Pero... qué loco es ei público!.
Por lo demás, en el Teatro Nuevo ya no se ven lucir aquellas cabecitas des-
cocadas, que lanto preocupaban á la generala.
Ahora la concurrencia es muy decente.
Andrés Soler.
~ EL Cl^lCABCL
^363-
T 1 P O S ei A ÍL-LEJEROS
iiiiiiSSSi\)iw>"i*'\^^i''''^'
Quieto como un monolito,
visto á la luz de la luna.
hace la ilusión ae una
estatua tocando el pito.
364
EL CASCABEL
OE DOMINGO A DOMS.^GO
Valientes cargas de caballeria ó Cava-
lleria^ mus ó menos á la rústicaíT..
Es decir, Rusticana.
V Pero que no ha pasado de ser una obra
en rústica, tanto en la Ópera como en la
Zarzuela.
Por que no basta que una ó dos partes
hayan estado más ó menQs discreías en
ambos teatros. ' ' '
El conjunto ha sido poco, agradable, sea
dicho sin reparos, y máSide cuatro aficio-
nados á la ópera han vuelto los ojos, es un
decir, á la Cavatleria que se caníó antes
de ahora en el Politeama^ por los artistas
de la compañía Tomba.
Y apropósilo de esta compañía. El pú-
blico que acude al iesXvo-^vniñ San Mar-
tin se empieza á tíansar de las obras^pues-
tas en escena, que son siempre las mis-
mas, y sin el brillo de antes.
Guando menos el ramo de mujeres bo-
nitas brilla por su ausencia. ¡Se acabaron
aquellas temporadas! Ahora so!g queda el
recuerdo, y algún constipado traidor que
acecha á los espectadores desde la fría sala
áeXSan Martin.
Y... no hablemos de resfríos, porque el...
¿cómo le llamaré?... ¡ah! sí, el A' de La
Nación creería que aludo d ciertas toses,
parecidas á las que se oían en el Onrubia
la noche del estreno de Realidad, y que; ,
según el cronista, digo, el señor X, signi-
ficaban cansancio en el público... Ino-
cente!...
O malo.
¿De Realidad hablo? Pues, en primer
lugar, un aplauso á la compañía deí On- •
'i^uMa. Aplauso merecido, salvo mejor
opinión.
Y en segundo lugar...
Nó, á Galdós no le aplaudo; no lo nece-
sita.
Realidad, pese á quien pese, es una
obra tan grande, que viene muy ancha
á ciertos entes, ceros^ A', ó N, que de ella
a\e traa ocupado.
Pof esto se comprende, hasta cierto
punto (no aludo á nadie) que se hayan emi-
tido tbs juicios temerarios que pronosti-
cábamos en nuestro número anterior.
En cuanto al desempeño de Realidad.
diremos" que fué bastante acertado por
parte de los artistas que tenían á su cargo
loa diversos papeles de ia obra.
Merecen especial mención la Sra. Eche-
varría, que es una verdadera actriz, ó una
actriz de verdad, hablando con más pro-
piedad. Desempeña su difícil papel con
.naturalidad suma, como conviene á un
peráqnaje de una obra como Realidad^ y
Hiene momentos verdaderamente felices.
De ios actores, Prado y Galé se hacen
aplaudir, con justicia. E| resto no descom-
pone nada, pero, secunda muy bien, como
de costumbre.
Volviendo á la obra, no romperemos
lanzas en su favor por que necesitaríamos
disponer de mucho espacio. Y, además,
repito,, el mejor elogio de la obra, es la
misma.
La compañía que actúa en el Politeama
merece" verse y aplaudirse. La Sra. Boetti
Valvasáura es una notable actriz dramá-
tica, que domina el género que ha inmorta-
lizado á Sarah Bernardt. El público no
escasea aplausos y á fe que los merece la
feliz intérprete del trágico papel de Tosca.
Además de la Sra. Boetti, hay en la
compañía muy buenos actores, el Sr. Fal-
coni, entre ellos, un gracioso de verdad.
Por falla de espacio no hablamos más, por
hoy, del cuadro dramático que actúa en el
coliseo g7^ande de la calle Corrientes.
El género de zarzuelas por raciones, si-
gue gustando en el teatro de la Comedia.
Pronto se representará El Cocodrilo,
de Sardoú, desarreglado por Pina. El que
quiera reir no ha de dejar de asistir á la
Comedia.
En Novedades también se rie... pero se
rie en familia.
El Odeón se dispone á abrir sus puer-
tas y la empresa del Nacional no se des-
cuida.
Según telegramas'de Milán, el Sr. Ber-
nia, empresario del teatro, haj contratado
un cuadro lírico, en el que figuran artistas
reputados, y una verdadera notabilidad de
fama universal, el maestro Juan Goula.
Es probable que la Bellnicione forme
parte del cuadro.
La empresa anuncia cuatro óperas nue-
EL CASCABEL
365
vas en Buenos Aires, entre ellas XrOS
Amántesele Teruel j Amigo Fritz^ úl-
tima de Mascagni.
Igual que un gladiador
hoy hace la preciosa Leonor:
se siente ya ceder
y mira en derredor
buscando posición para caer.
Ustedes creerán que la critica es cosa
seria ¿no es esto?
Pues están equivocados. Y sino/A'ean
los juicios que emiten los diarios apropó-
sito de Realidad^ de Pérez Galdós.
Según El Correo EspañoU la moral
del drama últimamente estrenado en el
Onrubia se reduce ó que la mujer que en-
gaña á su marido, al ser interrogada por
éste, debe acostarse y dormir.
Bonito humorismo, critica ú la minuta
de una obra que representa muchos días
de trabajo.
Pero á la nota de El Correo Español
puede agregarse esta.
Márchese a dormir la mujer adúltera, y
no se olvide de leer El Correo^ para con-
ciliar pronto el sueño.
¡Bromistas!
A un juicio el juez Don Sulpicio
hoy de asistir se olvidó,
é incomodado exclamó:
—¡Demonio! ya perdí el juicio.
Su mujer, que es una harpía,
le oyó y dijo: — Te confieso,
hijo mió, que hace de eso
tiempo que ya lo sabia.
Cocineros y atorrantes
ahora se chupan los dedos:
unos probando las salsas,
otros probando el invierno.
La Nación, parece que no tiene critico
teatral. Nosotros creíamos que lo tenia»
pero no es asi.
UnN. N., es decir, nn modesto gacetille-
ro, juzga la obra de Pérez Galdós, en quin-
ce renglones malos.
Malos bajo lodos conceptos.
'.' Por que eso d« que el público aguantase
en poA^iencia la languidez de sus dos
priíneros actos
' ¡En paciencia!
D'Iós se lo tenga coíi cuenta al gacetille-
ro ruboroso que encuentra que la obra es
inmoral, y que habla de toses denunciado-
ras de impaciencia en el auditorio.. . ...
Conste que el público aplaudió mucho el
final del primer acto, lo mismo que todas
las situaciones culminantes, y conste que
las toses eran naturales. No eran toses
protestantes.
Mas vale que dejemos de apuntar los
disparates que de Realidad se han dicho,
por que esto: ¿qué les importa á los asiros?
— que diria Orozco.
No hubo nombre, ni hubo honor,
en quien no encontrase mengua,
pues Tomás, tuvo una lengua
de infame calumniador,
Y hoy que el vivir á sus anchas
le impide lo que ha infamado,
para borrar el pecado
se ha metido á quita-manchas .
Hemos recibido dos ejemplares, segunda
edición, de 1«js Cuadernos Inst?mct¿vos
Monner Sans^ con unos bien hechos gra-
bados que representan á Moreno y la
casa de Ticcumati, acompañados de in-
teresantes noticias históricas.
Damos las gracias al autor por su ga-
lantería.
ondencia
Nene.—ii V. echa de meaos el amor de Eleua?
jca hombre! Lo que encuentra V. & faltar es la teta
O el bib«*rón.
Turco.- Aún que escriba V. en espaiiol, parece
due traduzca. Y ¿vaya! Que no sirve.
E. ¿.—Lo de V. si. Mande la firma como es de Ifv
^Wl
366
ÉL CA$ÓABBt
Altamante.—^o es gracíM», 'oomo V. sttpoáe/Es
iaofauira. .:-'- ,^.
T. Lemaco.—
Calypso está mala
tiene mml de amor. , . '
p«ro la composictón de V., sin tener mal de aáior
eata malisimameate trazada, que dice V. hablaádo
dtt' ella.
J. P. V.— iCantares en estos tiemposl No pierda
Qsted el suyo, que los cantalres no son para esta épo-
ca, sobre todo siendo malos.
P. Ptnííto.-.'Hómbre...! Mande V. la firma, y lo
tendré en cuenta.
S. /. O.'-Dejemos en paz alclero.
Milonguero.— yio hombre; chapucero quiso V. de-
cir.
Critico.— íKíld esta V. vivo?... ¡Cu&n lo siento hom-
bre!- lOuanto lo siento! Me «ra tan grato no recibir
carta.de V....
A. X. 1.— Mándela; y, Taremos.
A*ts.— iVersQs a la mucama! Mo se publican.
Titán,—
La vi por la calle
y al punto seguí.
'■' sus pasos. ¡Qué talle! 1.
igual no lo vi...
¡Qué tallel eso que talle otro, que Titán no sirve.
S¿lrnícraüa<e.— Porque le quiero bien no lo publi-
co. «Un suceso,» es un suceso... lamentable: Créa-
me V.
0X80*5151..—^^. no molesta, muy al contrario. Las
explicaciones serian largas.... Mejor es que mande
un articulo, ieh? Y lo publico, si, es parecido A su
carta primera.
V: y.— Es muy bonito, pero ¡ay! no me parece de
usted.
SanHif Ve^a.— iCu&nta. gracia le debían hacer &,
su provecta abuelita esos cuentos!
EL CASCABEL
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Director: ENRIQUE COLL
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Capital: 3 meses. . , g
Provincias: Los señores Corpe>ponsales
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REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
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establecida en la calle Rivada, gue fué an-
teriormente de D. Guillermo A. CraaweII,
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Afio I Buenos Aires, Junio 15 de 1892 Núm. 24
Editor propietario: FRANCISCO FERRÉS
SEMANAEIO FESTIVO ILUSTRADO
üetlaccioD y ÁdmiDÍstracion: ALSÍNA 939 (altos)
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Fotograbados de Emilio A. Coll y C»
Director: ENRIQUE COLL
PEDR© M., AMJLTA
Hoy este súbio varón,
en ensoyos detenidos,
estudia con atención
ios microbios contenidos
en la pasada elección.
^
'. ■ááfias-ÍL''-
370
EL CASCABÜL
ADVERTENCIA
ti-
La redacción y administración de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de Alsina
número 939 altos, á donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
\^\j^ _
->©-$-
L refrán que dice na-
die muere hasta que
¿<r'' Dios quiere se está
desacreditando de un
modo lamentable.
Parece que la ma-
i nía, la neurosis ó lo
:| que sea, del suicidio,
se ha puesto de moda, y no pasa día sin
que los diarios nos enteren de que algún
prójimo, cansado de la vida, ó de la sue-
gra, se ha pegado un tiro.
Tales noticias causan tan mala impre-
sión como una votación en el Congreso, ó
un discurso de Groussac.
Y es que hay personas que nunca han
podido salir de la oscuridad en vida, y
quií con tal de alcanzar alguna notorie-
dad, siquiera esta sea momentánea, se
expiden los pasapurtes para el otro mun-
do, so pretexto de cansancio ó decep-
ciones.
Nos basta ver á un amigo con la cara
«'Stirada y el ceño fruncido para imagi-
narnos que estamos en presencia de un
presunto suicida.
— ¿Qué te pasa, Anatolio?
— ¿A. mi?
— Sí. Estás preocupado, no lo niegues.
Tú preparas tu fin. ¿Qué has hecho esta
mañana?
— He leído La Nación y los telegramas
<le La Prensa.
*- — ¡Desdichado! Confia en mi, y aban-
dona tus tenebrosos proyectos.
—Es que...
-¿Qué?
— Pensaba, en este instante...
— ¿Matarte, eh?
— No. hombre. Pensaba que tú, que
tan bueno eres, podrias prestarme cinco
pesos.
— Toma, y ten valor.
— ¡Si, no me falta!
Y el amigo, ei buen Anatolio, no se
mata, ni había pensado en ello, pero nos
arranca cinco pesos.
Los papas amantes de la familia, están
con el ¡ay! en la boca, temiendo que sus
tiernos vastagos se cansen de ia vida.
— ¡Eleuterio! — dice la esposa á su ma-
rido.
— ¿Qué quieres?
— Reparo que !a niña Eduvigis, está
muy triste y temu que se aburra y ponga
fin á su existencia.
— ¡Dios mío!
— A ver si la distraes un poco. Ponte
aquella alfombra con cabeza de tigre y
c;^mina en cuatro pies. Ya sabes que esto
distrae mucho á Eduvigis.
Y el buen padre obedece al punto y
empieza á dar vueltas, por la habitación,
rugiendo como un tigre de Bengala.
Eduvigis se reanima y empuña un bas-
tón. Vá á ejercer de domadora.
— ¡Hip!... ¡Hip!... ¡Salta tigre! Corre.,
échate... levántate... dame la pata.... li-
gero... ¡más ligero!... ¿No obedeces? Pues
toma!... ¡Toma!
Y sacude cuatro garrotazos al papá-
tigre, con tan mala suerte, que le rompe
los cristales de las gafas y le hace un
chirlo en la nariz.
Protesta el tigre, y mientras se limpia
la cara con el tapete, pregunta cariñosa-
mente á Eduvigis:
—¿Te has divertido? ¿Te ha gustado el
tigre?
— Sí, papá. Y ahora te voy á dar la
comida.
Vuelve á ponerse en carácter el padre,
y la niña le tira un trozo de salchichón y
un terrón de azúcar, que el buen hombre
toma con la boca.
E'luvigis salta y ríe.
EL CASCABEL
371
Y los padres se confunden en estrecho
abrazo, exclamando á un tientipo:
— ¡Salvada!
— ¡Gracias, Dios mío!— murmura don
Eleuterio al mismo tienipo que la sangre
colorea sus narices.
Mas ¡ay! que en ej^undo no abundan
los ETgcrtGPio'ji, Gtrfmces de hacer cualquier
papel, el de tigre inclusive, por salvar á
los vastagos.
Hay padres de carácter violento que no
creen en decepciones amorosas ni en sui-
cidios y que se [)onen hechos unas furias
cuando las niñas les descubren los secre-
tos del corazón.
— ¿Porqué estás triste?-— pregunta uno
de estos papas tprribles.
— ¡Ay papá...!
—¿Qué hay?
— Que Arturo quiere casarse, y yo
también.
— Pues no será ¡No fa'taria más! ¿Qué
es Arturo para casarse con uua niña co-
mo tú?
— Es un buen muchacho, gana buen
sueldo, y además, tiene un lunar muy
gracioso y hace versos muy bonitos.'
— ¡Pues no te casas!
— Tomaré arsénico.
— Y yo tomaré un palo, y le romperé
las costillas á Arturo.
La niña comunica al ^'ulán el proyecto
paternal, y le invita á morir, pero Artur-o
rehusa tanto honor_y se larga con viento
fresco, y la niña no toma arsénico pero
to na otro novio, por si cuela.
Más vale asi; y (>jalá todas imitaran su
conducto.
— La cuestión es vivir — me decía un
filósofo decrépito.' Yo estoy cansado de la
vida, y ¿sabe V. lo que hago?
— No. señor.
— Descansar.
Y se echó, cuan largo era, á tomar el
sol filosóficamente.
Por los avisos que publicamos hoy, se
enterarán ustedes de que El Cascabel se
ha mudado de casa. Desde esta CJiarla-.ie-
nemos p\ gusto de decir á nuestros favo-
recedores, que en la calle de Alsina 939
altos, estamos á sus órdenes.
¡Ah...! Y que Dios ies libre de cambios
Je domicilio !
C O R P U S
Día que á fines fatales
nos podría dirigir.
Corpu$ que ha de producir
cien delitos corporales.
Hoy día, nadie repara,
ya que el Corpus celebramos,
en que á una mujer sigamos
de buen cuerpo y linda cara.
Y si algún entrometido
dice:
— Corpus es latín —
diremos:
— líien, pero al fin
lo adoramos traducido.
Hoy se está de enhorabuena,
ya que he visto á más de dos
cambiar el cuerpo de Dios
por el de alguna morena
que con su gracia y su sal
y su andar y su palmito
es un Corpus del delito
ó un delito corporal.
jA ver! ¿.quién no deseara
con su amada tropezar,
hoy que es corpas, y luchar
cuerpo á cuerpo y cara á cara
Hoy corpas en todo imperas,
hoy de íiesia se engalan.
a(iueilas que en cuerpos ganan; *
modistas y corseteras.
Yo también entusiasmado
espero de ti mercedes,
más... en fia. oigan ustedes
todo lo que me ha pasado:
Conozco á una señorita
que me tiene medio loco,
á quien adoro y no poco,
y la cual se llama Rila.
Ella es de las más sensibles
Ritas que viven aquí,
pero es Hita para mí
abogada de imposibles.
Ella á mi eterna plegaria
desatiende noche y día.
ejerce su abogacía,
pero en la parte contraria.
Hoy Corpus, fuime contrito,
y de amor en el excgso.
Ja dije— ¿me dá usté un beso?
—No, que es corpus del delito.
— Mire usté que me enveneno,
—No lo creo
—Crea usté.
372
EL CASCABEL
hoy es corpus y diré
: á su cuerpo, cuerpo bueno.
Yq, insistiendo, se negó,
y continuamos así;
Déme usté por Dios el sí,
— :No quiero,
—Pues si,
— fues no.
— jQue hoy es Corpus! vida mía,
—Pues aunque otro día fuese,
¡no y no! aunque me lo pidiese
un cuerpo de infantería...
¡Oh, Corpus como me afrentas!
mi dicha se estropeó
porque la niña me dio
calabazas corpulentas.
S. Garrido.
--^^
LA ORACIÓN DE UNA MUJER
— Luisa
—¿Enrique qué te pasa?
—Nada.
—Sí, dime qué tienes,
tú no estás bien cuando vienes
tan pronto á dormir á casa.
—Me hallo un poco delicado,
siento frío en la cintura,
inquietud; se me figura
que debo estar resfriado.
—Te dolerá la cabeza.
Ya me parecía á mí;
eso es influenza, así
con ese síntoma empieza...
y dejándose cuidar
por su esposa cariñosa,
á Enrique lleva su esposa
á la cama ¡y á sudar!
II
Enrique es un calavera,
que vá á su :;asa á deshora,
y abandona á su señora
por una mujer cualquiera.
Mas hoy (lue la enfermedad
sin ánimos le ha dejado,
está en el lecho cuidado
por su preciosa mitad.
De él no se aparta su esposa
y siempre está— Dueño mío,
¿cómo te hallas? ¿sientes frío?
¿deseas alguna cosa?
Semejante abnegación
que un justo premio merece,
Enrique se la agradece
con todo su corazón.
Va cejando la dolencia,
cesa la tos y el sofoco, >
y el amado esposo á poco
entra en la convalecencia.
Deja el lecho del dolor,
y aquel cariño sin tasa, .
hace que sea la casa
un paraíso de amor.
III
Bueno ya completamente
dejaú su esposa querida,
y Enrique lleva una vida
lo mismo que anteriormente.
Llega á su casa á deshora,
y, perdido y calavera,
por una mujer cualquiera
abandona á su señora.
IV
Hoy en una iglesia entré
y pálida y demacrada,
á la esposa abandonada
ante un altar encontré.
Nos saludamos los dos,
pregunté por su marido,
y dije: — Usté habrá venido
para dar gracias á Dios.
Llena de perplejidad,
calló, y yo dije turbado:
— Lo digo porque ha sanado
él de aquella enfermedad.
De sus ojos una perla
brotó, y con voz que temblaba,
dijo: — No, que yo rezaba
por que volviese á tenerla.
Luís García.
DOCUMENTOS COMERCIALES
<§;
oDos sabemos, por una triste expe-
riencia., conno dicen en los folletines, lo
que es un recibo.
Es lo que, una vez en nuestro poder,
nos acredita de buenos pagadores.
Las necesidades del tráfico moderno lo
han hecho indispensable 'y pronto habre-
mos de aplicarlo á todos los actos de la
vida, para dejar sentado el cumplimiento
de ellos.
Algunas señoritas de raza sajona, como
los buenos caballos, ya acostumbran á
hacerlo. '
Exigen la promesa de casamiento por
escrito y con la firma legal.
Esto no es más que un recibo que se
abona al pié del altar, siempre que se
cumpla al pié de la letra lo prometido.
El progreso nos empujará y el imperio
del recibo será absoluto.
Los caballeros correctos, bien educados
y exageradamente cumplidos.^ esos que ha-
EL CASCABEL
373
cen un caso de honor la falta de una fór-
mula cortés; para dejar demostrada su
finura, nos exigirán prueba escrita de
que nos han dado los buenos días y de
habernos preguntado por toda la familia y
sus ramas ascendentes y descendentes.
Los enamorados celosos, llevarán por
partida doble un libro en el que apuntarán
las sonrisas de su amada y las galanterías
que los demás las dirigen, algo parecido
á esto:
Un apretón de manos para mi solo,
que tne ha dado Emilia^ detrás de la
puerta.
Cuatro, «amor mió», que m,e dice en
su última carta.
Un gotero de dormir^ que me regala
para que lo use el día de la boda.
Y en frente, en la otra oja:
27 palabt^as, que ha dirigido al mé-
dico Jóven^ al feo.
Un billete para el concierto, que ha
vendido á D. Roque.
Una alabanza á los versos de Ra-
mírez.
Los críticos Búcpontáneos. los que se
se dedican á buscar faltas de gramática
en los diarios, estarán agobiados por el
trabajo y tendrán que buscar empleados
que les ayuden.
Todavía tendrá más ventajas el siste-
ma comercial. Supongamos que un espo-
so se convence de que su mitad, le erige en
rey, es decir le corona, y se divorcia de
ella y se separa. No tendrá más remedio
que dar un recibo á su ex-cónyugue, que
dirá así poco más ó menos.
—He recibido de doña Fulana de Tal
la libertad de la viudez, como pago de
tres años de espantosa vida marital,
soportando su irascible carácter., y
las faltas simples y gordas á ?ni ho-
nor, etc.
A quien no será útil el procedimiento,
será á los cazadores, de imaginación exu-
berante, á esos á quienes ninguno cree las
aventuras cinegéticas que relatan. Sope-
ña de ir acompañado de testigos judiciales,
ó hacer firmar un documento á la liebre
que den muerte.
Los peluqueros, cuando acaben de afei-
tarnos, á la par del clásico Servidor de
usted, nos dirán:
—Un momento, señor.
-¿Qué hay?
— Sírvase firmar aquí.
—¿Pero qué es esto?
—Un certificado, que prueba no le he
cortado á Vd. el cutis más que dos veees.
Y firmaremos, y así el artista podrá de-
mostrar su competencia reconocida*
Al igual que los sastres cuando nos ha-
gan un traje, y los cocineros cuando nos
sirvan un plato.
Cuando algún individuo no tenga un
simple papel en su poder que le declare
sabio, apto ó inteligente, diremos:
— jBah! no sirve para nada.
Los pobres poetas van á tener que sudar
mucho, por cuanto en el momento que
den á luz algo, tendrán que ir á la casa
de todos sus lectores.
—¿Le ha gustado á usted el soneto al
Cóndor de los Andes?
— Regular.
— Sírvase, pues, darme recibo.
Y tendrán una colección curiosa, en que
constarán los ripios y los plagios.
Cuando dos prometidos rompan, se exi-
jiránel documento. Y se leerá.
«Juliana López, estuvo en relaciones con-
migo y reñí con ella porque padece de fla-
to y me decía que yo no tengo gusto para
hís corbatas. Además se fumaba los ci-
garrillos de su papó, robándome á mí
los fósforos.»
Claro es que no habrá engaño posible.
Ya sabemos de muchas personas que
van á trabajar porque se extienda la cos-
tumbre de los documentos, y dentro de
cinco años, podremos leer entre los pape-
les de algún ministro-
«He recibido del Sr.... un nombramiento
de oficial I» en la oficina de Vegetales y
Perfumes, en pago de una biografía lau-
datoria de dicho señor, y dQ haberle roto
la columna vertebral á López, periodista
de oposición.»
José M^. Mendoza.
R^STRO^O
Vi á una mujer que lloraba,
y al verla sequé mi llanto;
comprendí que su quebranto
era el que á mí me mataba.
Un ansia, un anhelo extraño,
que la hizo amar á otro ser;
un segundo de placer
y un siglo de desengaño.
Calmando mi propio anhelo,
endulcé el que ella sufría,
y brotó la simpatía
ante aquel mutuo consuelo.
Y huí, mas bien sabe Dios
el motivo por que huí,
pues terminamos así
sin ser inlieles los dos.
Adolfo S. de los Rios.
f
"37Í
-<«K"«»ji,-.:.
EL CASCABEL
:, :M.
REFRÁN APLICADO
I
Juan y Juana en matrimonio
se unieron, por su desgracia,
pues, aun jue encanta su gracia
es Juana como el demonio.
JuAn es hombre de conciencia
que ama á Juana como un niño,
y que lleva su cariño
al colmo de la paciencia.
Más, nada le hizo temer
perder la calma alpun día,
cual la picara mania
del primo de su mujer,
que diciendo que en los lazos,
de familia, no hay malicia,
la daba besos y abrazos
con alarmante delicia.
Juan vio su dicha turbada , .
pues, del primo la terneza,
pesó sobre su cabeza
cual de Damocles la espada.
— Mira Juana, ya me tienes-
dije un día exacerbado. —
de tus extremos cansado;
—¿Con la de siempre me vienes...?—
le contestó ella burlona:
. — ¿Cómo no? Si ese chiquillo....—
— jUf! Jesús! ¡qué lobanillo!
— Pero Juana, reflexiona:
¿está dentro de lo justo,
ni siquiera de lo humano,
que yo mano sobre mano
permita daros el gusto,
de pasaros beso á besó
todas las tardes de Dios?
— ¿No me los das también vos?
— ¿Y qué tiene que ver eso?
Yo soy tu dueño, tu esposo...
— Y mi primo es mi pariente,
—¡Tú... faldero!
—¡Impertinente!
— ¡Coqueta!
— ¡Otelol
—¡Loca!
—¡Oso!
—¡Mira Juana...!
—¡Repugnante!
¡Tratarme como á... un pendón!
— Pero si tengo razón;
— No quiero verte delante:
— No llores, cálmate Juana;
si es porque té quiero mucho,
y comprende:
—¡Nada escucho!
— Que nuestra honra nada gana
haciendo lo que tu haces,
no es tan chiquillo tu primo
que necesite tu mimo.
Vamos hagamos las paces,
— Yo quiero amor, no sermones,
—Pues ese es también mi afán,
—Amor son las obras, Juan,
y 710 las buenas razones.
Marchóse Juana altanera
dejándole á Juan plantado,
con el semblante nublado
y blanco como la cera.
II
A pesar de este incidente
siguió adelante la cosa,
la prima, tan cariñosa,
el primo, tan consecuente.
Visitas todos los días,
sonrisas y secretitos,
los abrazos, los besitos
y otras mil zalamerías.
Siendo entonces lo curioso
que del primo la presencia,
coincidía con la ausencia
casi siempre, del esposo.
Mas de .luán quiso el destino
que un día llegara á ver,
al primo y á su mujer
formando un grupo.... ¡divino!
Le hizo á tal punto cosquillas
al bueno de Juan la gracia,
que perdió su diplomacia
y fuera de sus casillas;
con el junco de paseo
les arrinií) un vapuleo,
capaz de hacerlos astillas.
— ¡Deja, por Dios!— exclamaba
su pobre mujer, llorando;
pero Juan sigue pegando
y su furor no se acaba.
Pegó y pegó sin cesar,
despreciando. los lamentos,
hasta que falto de alientos
ya no pudo continuar.
Y entre sollozo y sollozo
Juana desahoga el coraje,
gritando:
—¡Bruto! ¡¡Salvaje!!
mientras .luán, lleno de gozo
— ¿Porqué esas exclamaciones?
dice con risa inhumana: '
¡Amor so ' las obras, Juana.
y no las baenas razones!
Al i dio Borgla.
EL CASCABEL
375
COSAS
iCHOso el (jae tiene cosas!
Ks decir, feliz aquel de quien el público, ó los parientes mus
cercanos, pueden decir: ¡Bali... cosas de Fulano!... No le haga-
mos caso.
Conocí un señor de cierta edad al ([ue sus amigos se lo per-
mitían todo.
Y el buen hombre, contando con la indulgencia del público,
ni mrts ni menos que una empresa teatral cualíjuiera. se permi-
tía toda clase de libertades.
—Hola... ¿cómo estás? — decía al primer conocido que encontraba en la caliel
— Bien, ¿y tú?
—Así, asi. -^
—¿Estas mal?
— No: pero me hace falla tomar un verniliimt y he pensado que tú me lo vas á
pagai- en el acto.
—¿En el acto?
— O en la confitería, si te parece bien...
Y. el amigo accedía, diciéndole al mismo liempo:
— ¡Qué cosas tienes!
— ¡Qué quieres!... Yo soy así.
— Ya lo veo. ' -
Tomado el vei^noliut y despedido el amigo, el de las cosas encontraba á Pérez,
por ejemplo. ■
— ¡Amigo P^rez!
—¿Qué tal?
— Bien, gracias. ¿A dónde vas?
—Voy ú. comer.
—¡Hombre, apropósito! Acabo de tomar un vcrmlKH'A que me ha abierto mucho
el apetito, así es, que me invito; comeré contigo.
— Qu«i cosas llenes, hombre...
— Nada, nadn; comeré contigo;
Y dicho y hecho. El de las cosas va ¡i casa de Pérez, devora y bromea á un
tiempo, se sirve lo mejr.r de cada plato, y ¡á vivir!
Por algo tiene coíias.
VA tenerlas equivale á poder vivir libre de preocupaciones.
Pero, ¡ay! del que no las tiene.
Las cosas, se entiende.
El adquirir el derecho á tenerlas, representa una lucha desesperada.
Un escritor, especialista en últimas horas en verso, leyó en alguna parte que
Anlbssi no podia escribir sin estar rodeado de capones asados y oíros apetitosos gui-
sos, (|ue Haiden se vestía de etiqueta para escribir sus cantos, (pie Rossini componía
bueña música cuando mayor era el bullicio que le rodeaba, (|ue Iloffman bebía mucha
cerveza antes de trabajar... ¡cosas de los genios!
Y el aniov \.\e Vas ultimas horas, que se sentía genio, entregóse con furor alas
más raras manías.
Escribía con los pies metidos en un cubo de agua fría, ó bien mascando el cabo
de un plumero.
Otras veces, llamaba rt la mujer y la decía cariñosamente:
— Biaulia, Braulia mía: voy á componer...
— Ah. si: ¿el molinillo de moler el café? ¡Bien, muy bien!
—No se trata de útiles materiales. Voy á componer un poema al Dr. Alem. así es
que esp(>ro que me rascaras la espalda con el cepillo del sombrero y al mismo tiempo,
me pasarás una pluma de gallo por las narices.
— ¡Qué cosas tienes!
— ¡üosas. cosas!... Tú me haces justicia; todos los grandes hombres tienen las su-
yas, y yo tengo las mías. Unos necesitan pasar la mano por el lomo de un galo, y yo
siento (¡ue la inspiración acude cuando me rascas la espalda. Aprieta, que ya empie-
zo el primer canto.
— Bueno: pero antes voy á arreglar el biberón para el niño.
— No; déjalo llorar, que su quejido rítmico acompasa las ideas.
— Bueno; vaya por el compás, pero el día monos pensado, el niño revienta.
—¡Calla Bráulia!... Que me partes el alma. Tú erés una mártir inconsciente del
genio en ebullición.
"•*;, *•,
876
.* .
EL CASCABEL
UN ATOLONDRADO
II
..*--»£?■.
■ .áái^.3
EL CASCABEL
377
UNA MUSA
Después que dos botellas de caña se ha bebido,
y se halla entre vapores alcohólicos dormido,
de músicas extrañas escúchase el compás,
y sueña que la musa desciende, y al oido
mil silüdes le pinta.... y yo no sé que más.
i'-_K
378
*" '■:*■'■ '
'cmi$:
, ■:■ • '
EL CASCABEL
- '¥ -
Por fin, la esposa se cansó de ser mártir, y un buen dia, que para el poeta
no lo fué mucho, se echó en brazos de un vecino desesperadamente y huyó con
él, renegando de las cosas de su marido y de las friegas en la espalda.
— jCosas de mi mujer!— exclamó el escritor al enterarse del viaje.
- ¡Reniego de las cosas de las mujeres, y de las cosas de los genios!....
Librémonos de la excentricidad, y no nos hagamos rascar la espalda al escribir
unas cuarlillas.
Sobre todo si tenemos esposa, que éstas á veces suelen tener unas cosas...!
Andy^és Soler.
'k%
im
EL ^ÜIOI© DE DI@I
; Á lomos de ardiente bruto,.
'■ la dura lanza en la diestra,
la mente en el alto cielo,
la fé segura en su empresa,
van ciegos los caballeros
á la sangrienta pelea,
con tal cólera y tal ansia
que, al lanzarse á la carrera,
del corcel al resoplido •
tiembla de espanto la tierra.
No ante damas y galanes
ligeras cañas se quiebran,
ni por conquistar favores
de ginete se alardea,
no entre joyas y entre flores
los caballos se pascan,
que ante los jueces, severos,
con atalaje de guerra,
'- al juicio de Dios, dos nobles
encargan de su contienda.
Ha tiempo que don Rodrigo
partió para luengas tierras,
buscando nuevas hazañas
conque adornar su nobleza,
dejando á su tierna hermana
al amparo de la reina,
que un regio manto es la guarda
mejor para una doncella.
Volvió don Rodrigo al año,'
y ¡ojalá! que no volviera,
que halló el oprobio en su casa
por premio de sus proezas.
La hija de sus mismos padres,
de amorosas ansias presa,
á.su galán entregó
con el alma, la inocencia,
y. sabiendo de su hermano
la pronta y temida vuelta,
al romper su tierna intriga
perdió la vida con ella.
Pronto llegó á don Rodrigo;
del lance la historia entera;
el nombre del amador
dióle la maledicencia,
y, presto á lavar con sangre
de su buen nombre la afrenta,
emplazó al noble indicado
por las cortesanas lenguas.
Negó don Sancho la historia
y afirmó que nunca iiiciera
ni á doncella tal agravio
ni á guerrero tal querella. '
Hubo corros en la corte,
gentes de las dos banderas,
fueron del hermano apoyo
ó de don Sancho defensa,
EL CASCABEL
379
y, entonces, el ofendido,
por Ja duda ó la certeza,
el juicio de Dios decide • '
con don Sancho en connivencia.
Y ahora, apretando los lomos
de sus corceles de guerra.
la negra rabia en el pecho,
la fuerte lanza en la diestra,
corren los dos paladines
en apoj'^o de su empresa,
á, buscar desús anhelos
én el juicio de Dios prueba.
;L ^ÜICI© OHÜL
— Hable la acusada— dice
el presidente — ¡silencio!
— Señor; hará ya des meses
que en la cárcel nos metieron,
¿por qué? por una sonsera
por lo que no vale un medio.
Es la cuestión que, un señor
muy rico pero muy serio,
se enamoró de una niña
y la siguió mucho tiempo,
ofreciéndola carruajes,
casa, joyas y dinero,
pero ella, que es una tonta,
hallaba ál señor muy viejo
y despreciaba al instante
todos sus ofrecimientos.
El señor, que fué ministro,
y ministro de los buenos,
y no estaba acostumbrado
á abandonar sus proyectos,
nos habló á mí y á mi esposo,
que es este que me está oyendo,
con el fln de que á la niña
la quitáramos el miedo,
y dijo que nos daría,
justos, mil quinientos pesos.
Uno que no gana nada,
sobre todo en estos tiempos,
y busca un negocio honrado
para comer el puchero, —
aprovecha cualquier cosa
en que vea algún provecho...
— Cuente el caso la acusada.
-Pues, como íbamos diciendo,
yo busqué un día á la niña
y la di buenos consejos.
Pero ella al señor ministro
seguía encontrando leo,
y yo la decía:
—Sonsa
¿qué importa que sea viejo
si puede ponerte coche
con caballos y cochero?
Pero en tin...
— Concrete el caso.
— Bien, señor, ya voy á esi>.
Una noche que llovía
la llevé, con el pretexto
de que cenase conmigo .
á mi casa, y 'allí dentro
estaba el señor ministro
con la vista echando luego.
Ella al verle pegó un grito,
mas yo y mi esposo, ai momento
la atamos para que no
se nos volaran los pesos:
ella seguía gritando
y, mi esposo que es muy bueno
pero enemigo de gi'itos.
para que hubiera silencio
la pegó dos puñaladas
en el brazo y en el pecho..
Con el ruido y el bochinche
huyó aquel señor corriendo,
y sutjíó este vigilante.
y mi esposo, que es muy tierno,
echó lágrimas á mares
al ver lo que había hecho,
y el vigilante lloró,
y yo lloré sin consuelo,
y usté vé, todos lloramos
tan solo pon el recuerdn.
L. G.
•■•■?-':;íi^f|<;.v';- :■>:
380
EL CASCABEL
DE DOMINGO Á DOMÜGO
¡Brrrrr!
Solamente al intento de hablar de tea-
tros, el frió paraliza mi mano.
Los teatros, son verdaderos nidos de
influenza^ y, según El Diario^ es preci-
so que veamos entre todos la mejor ma-
nera de hacerlos ocupabies.
La Opera es una elegante nevera.
Y entre el frió natura!, y los grandes es-
coles quedan escalofríos al citado colega,
aquello parece una Siberia.
Apesar del frió, los artistan han entrado
en calor.
Y los abonados también.
Quiero decir que los aplausos han sido
menos escasos que de costumbre.
Pero escasos, al fin.
Y valga que los que han pagado su abo-
no tienen especial empeño en atenuar to-
do lo atenuable por que de lo contrario
¿qué pasarla en el elegante frigorifico?
Una débácle^ ¿verdad, cronistas?
La Zarzuela sigue dando Cavalleria
con regular éxito, alternando con otras
obras que permiten lucir sus facultades á
Oxilia, cuando está en facultades.
Cosa que.no ocurre siempre.
El Politeama ha logrado, por fin,
atraer la concurrencia, que merece la com-
pañía que actúa en ól.
El ^ilo deTa semana lo constituye Teo-
dora^ obra que ha sido presentada con to-
da propiedad y perfectamente interpretada
por toda la compañía.
La señora Boetti Valvassura, es una de
las actrices que mejor desempeñan el di-
fícil papel de Teodora.
Tiene momentos felicísimos, y en las
escenas de amor, es tan arrebatada, tan
natural, que.... más de cuatro niñas dejan
de mirar al escenario, y se permiten el
lujo de ruborizarse. ,
Es el mejoi* elogio de la artista.
La compañía del OnruMa ha repetido
obras conocidas, con el buen ajuste de
costumbre.
El estreno de La Bola de Nieve tuvo
que aplazarse por indisposición de la se-
ñora González.
Los artistas del Om^uMa no descansan.
A un estreno, sigue otro.
Asi se gana al público, que por otra par-
te no es desagradecido, como consta en
Boletería.
SAN MARTIN.— Paso de largo. {Cual-
quiera aguanta aquella temperatura!
No obstante, de pasada, diré que pronto
podremos aplaudir aquella Santuzza tan
acabada que hace la Sra. Bonazzo.
Es una buena noticia.
¡Y fresca!...
COMEDIA.— ¿He de repetir lo de siem-
pre?
No. Es tan sabido, que aquel teatro no
puede estar más animado de lo que está...
DORIA.— Actúa en este teatro una muy
aceptable compañía de opereta.
La Befana, es un éxito, por el lujo y
propiedad con que se pone en escena.
El teatro muy concurrido.
UNA DUDA
El pan nuestro de cada día... Pero Se-
ñor ¿cuando se inventó el padre nuestro exis-
tía ya el parí?...
EL CASBABEL
381
La redacción y administración de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de Alsina
número 939 altos, á donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
Leo: «Ayer no se reunió el Senado, co-.
mo es natural.»
¡Hombre! ¿de veras?
«...pues solo por casualidad se reúne
número suficiente alguna que otra vez...»
¡Vaya con los tatitas de la patria!
Aunque bien mirado la culpa no es su-
ya: ¡tienen tantas cosas en qué pensar!
Pero en cuanto á cobrar, cobran pun-
tualmente.
Una cosa es la Nación y la panza es otra
cosa.
Vestidos de color claro
usasen toda estación,
¡ojalá! que tus negocios
fueran del mismo color.
Desde que La Nación publica la BéM'
ele han aparecido en los diarios una por-
ción de de bac le adores quees un gusto.
La DébacJe administrativa— La Dé-
bácle en la Opera— La Débácle en el
ejército. . . Asi titulan sueltos y artículos
los escritores que quieren pasar por eru-
ditos, y que solo pueden pasar per tontos.
El dia menos pensado nos hablarán de
la débácle del Puerlo Madero, por ejem-
plo, ó de la del abdomen de Levalle pa-
ra anunciar que el general ha enflaque-
cido.
- ¡Dios nos ampaie!
Aburrido y enfadado
de su'suegra y su mujer,
vi á Anión, que á todo correr,
huía desesperado.
—Che, ¿no vienes hécia el centro
para ver la procesión?
y sin parar dijo Antón:
— Gracias, la llevo por dentro.
Parece que ahora vá á ser un hecho lo
de la fundación del teatro Nacional...
Por de pronto, hoy seguramente, se es-
trena un drama escrito en italiano, para
mayor claridad, y se anuncia otro estreno,
el de otro drama escrito en francés y tra-
ducido si italiano, para mayor claridad
también.
. Asi, asi se echan los cimientos del teatro
argentino: escribiendo en italiano, en fran-
cés Ó en ruso.
¡Es tan pobre el idioma castellano para
las obras teatrales!. . .
Pero apesar de ello, el poeta Coronado
está terminando una obra, y ñola escribe
en ruso; y lo mismo hacen otros autores
más ó menos celebrados.
Contrasentido evidente
es lo que afirma Juan Arias, '
¿pues no dice que una negra
le ha dejado al fin sin blanca?
Opinión de un literato que se preocupa
del teatro:
«Buenos Aires es tan cosmopolita, que
hasta el teatro necesita la mezcla de idio-
mas para formarse.»
De esto á una nueva Babel solo hay un
paso.
Veremos que tal saldrán del idem los
autores nacionales (?).
Les deseamos suerte, y gramática cas-
tellana para lo porvenir.
La redacción y administración de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de Alsina
número 939 altos, á donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
Chur-ruca.—'So, señor; no puedo,
flernti/o . — ¿?abe V. que sus versos son muy malos?
Caacabel.—'So está mal. pero el final es del tiem-
po, es decir, frió.
A'.Y.Y.— Tres eran treí... y las tres muy malitas.
flesiíí/tí.— Te veo... etc..
>"•' V '( '^'.
»
382
EL CASCABEL '
L. M. Jí.—yo, no es posible que allegado y rene-
gando consuenen, por más que V. se empeñe en ello.
Legis. —Flojito es, amigo mió.
Tano.—AUro que al canasto... ¡al fuego, y aún es
poco!
Z. T. 3/.— Puede ser alegre sin ser inmoral, créame
usted y meditelo bien. El asunto es bonito.
Pirlinplin — '"
Valiente mamarrachin
está usted, don Pirlimplin.
I (i. C. S. — Como quiere V. que de sus ojos secos
broten cual torrente airado
lágrimas mal contenidas^
Un amigo,— Pues yo no estoy por refranes; ni
del amigo ni del enemigo quiero ciertos consejos,
il-o quiere V. más claro?
P. TA-TE.— Mande la firma y esperara turno.
Animosa. — ■ ., , .
s «Me rio de los konbres
.'.' í de su farsa me rio
el hombre es un tío
un tio, no te asombres.»
Muy animosa ha de ser V. para reirs? asi de los
hombres, 6 de los lionbrex, que escribe V.
T. C. Ll.—No crea V.; no está mal precisamente,
pero le falta algo que V. hallará con el tiempo.
J. 5.— Peor para V.; ha;?a lo que quiera que no
por esto dejará de alumbrarnos el sol.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL ^
-^-
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses. g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales-
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN
tas—
T ADMINISTRACIÓN
—tas (altos)
ADYERTeNCIA
Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente deD. Gnillermo/i. CranweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de Cranwell sino de Sproat.
LA ÚNICA
DROGUERÍA Y FARMACIA
DE
QR ANWELL
Que existe en Buenos Aires, esta situa-
da en ia calle de
VICTORIA. NUM. 647
Entre Perú y Cliacabueo
Atendida personalmenle por su propie
tario
Edmundo E. Grranwell
FARMACÉITICO
BAZAR AL BUEN MENAJE
150— AUTES— 150
PIIOlFPTnQ cuchillos, centros de mesa,
UUOlLn I UO jarras para agua, juegos de
té, juegos de lavatorios, metal blanco, licore-
ras, canastas para pan. aceiteras, cuberteras,
floreros, lamparitas, veladores, filtros para
agua, etc.
PaCCTCDAC DIICAO de Viena, de circu-
uArCI CnAo nU^AO lación, filtros, tete-
ras, azucareras, bandejas de madera papié
maché, etc., caloríferos, alsacianos, calentado-
res de pies, braseritoá, salivaderas, bidets
cómodos, y otros artículos de menage.
FUtNTES ENLOZADAS Snís^^S.^?:
teros, tablas para carne, papas, de lavar,
molinillos, agua-maniles. lebrillos, carpetas
de mesa, estantes para cocina, canastos para
ropa, etc.
Al DIICM MCMlP.' Escaleras, sillas, es-
•L DUCIl inCliCU caleras, caloríferos,
guarda fuegos, calentadores de pies, id de via-
je, id de platos para la mesa, útiles de estu-
fa, cocinas, carboneras, mesitas para té, mol-
des para budines, é infinidad de artículos de
menaje imposible de enumerar. Precios fijos
y sin competencia.
Al Buen Menaje, Artes, 150
>*■-
*
EL CASCABEL
383
Ri MULET .-,.,
Hierro galvanizado, planchas
de zinc, alambrados de todas
clases.
93i- MÉJICO -93'!
EL ELEGANTE
Nuevo broche-boton pan calzado
(PATkNTaIX )
El mejor sistema para abrochar el calzado
Es sumamente cómodo para abrochar; no necesita
abrochador. Siemore conserva su color negare-
Imita perfectamente el botón común y es de más du.
ración que cualquier otro sistema. Pídanlo á su
zapatero. Venta en los principales almacenes de
cueros.
TIP-TOP
Son los mejores cigarrillos
de los inmejorables
CIGARRILLOS DAUIVIAS
Los fumadores deben evitar las falsifica-
ciones exigiendo en c£wla etiqueta la firma
de garantía de
SUCURSAL
DEL
BANCO DE SABADELL
j CALLE MORENO ESQUINA BUEN ORDEN
CASA MATRIZ FUNDADA EN SABADELL
(ESPAÑA) EN 1881
CAPITAL: 10.000.000 DE PESETAS
J. Daumas.
Exportación de frutos del país.— Importación
de productos españoles en g'enaral.
SE ABONA
Depósitos en cuenta corriente & la vista 2 % anual
» » » á 9a dias 3 » »
de aviso
Depósitos & plazo fljo á 90 dias ó más 4 » >
» 11 H » « oro 1 » »
Sedan jariros á Ja vista sobre todas las capi-
tales de España con beneficio para el toma-
dor. Se dan giros sobre los pueblos, también
con beneficio.
Horas de despacho. Los dias hábiles de
9 a. m. á 4 p. m. Los dias festivos de 9 a. m.
á 11 m.
compañía
TRASATLÁNTICA ESPAÑOLA
VAPORES-CORREOS
Subvencionados por el Gobierno Español
Servicio mensuaJ fijo
entre el Itio de la Plata y Europa
Las salidas de este puerto serán el 2 de cada me»
para Santa Cruz de Tenerife, Cádiz, Barcelona y Mar-
sella, admitiendo carga y pasajeros, asi como para
Vigo, Coruña, Santander, Bilbao y demás puntos im-
portantes de España.
Por más informes ó datos, ocúrrase á sus agente*
Antonio López y C, calle Alsina, 750.
Nota.— Se expiden pasages de venida de todos loa
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EL OAJBCABEL
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Autorizada por Decreto de 27 de Agosto
de 1889.
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Imp. C9L'lllllEa DE LA PUTí. Sectión de Obras, k cargo de R. Pnig
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Afio I Buenos Aires, Junio 22 de 1892 Núm. 25
Mih-r i»ropiHai Hi: FRANCISCO FEBBEb
ledaccion y Aiimiuisíi-acion: ALSINA 939 (altos)
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í'recioeni;! ciudad... $ 0.10 el número
humero a rasado.. .. bO.15
Fotograbados de Emilio A. CoU y C
"*;
386
EL CASCABEL
.'-'^«.á^i'" -T.^ '
5tí-,
%jm¥^^&iClX
'■ La redacción y «dmiiüBtración de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de Alsina
nAmero 939 altos, á donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
ON motivo de la proxi-
mida'l de San Juan las
cédulas sa cotizan á
buán precio.
No las cédulas hi-
potecarias, nó.
Las q\ir se venden,
entre dos luces, al gri-
to de ¡versos para San
Juan y San Pedrol
Grito conmovedor que saca de sus ca,-
sillas á no pocas niñas solteras, pero
pobres.
Las mamas no les van en zaga, asi es
que apenas oyen pregonar los versos para
San Juan, dejan que las tiernas papas se
frian por sí solas, salen de la cocina y
llaman á sus tiernos pimpollos.
—Niña! j
— ¿Mamá? i
— Corre, no pejes escapar al vendedor:
cómprale unas cedu litas.
— Pero han de ser de las nuevas, por
que las del año pasado eran muy tontas.
- Bueno, como quieras.
y la niña compra, emocionada, las tra-
dicionales cédulas que encierran en parea-
dos ó quintillas, según la gravedad del
caso, el problema matrimonial.
—Vamos á ver si este año serán cier-
tas las respuestas — dice la mamá.
— ¡Dios lo quiera! — murmura ruboriza-
da la niña.
— Sí: Dios y Luisito también. Ya me
cansa el ver que no acaba de decidirse de
una vez. i
— Están corto... | ;
— Será corto pero es muy atrevido: ya
sabes el disgusto que me ocasionó aquel
día que se llevó los fósforos.
— Fué distracción, mamá.
— Bueno: el caso es que se case.
Y así por el estilo.
San Juan tiene el privilegio de hacer re-
crudecer el afán de matrimonio, y al lle-
gar esta época del año los solteros anda-
rnos muy escamados temiendo á cada
instante que las cédulas nos pongan en
un compromiso y nos obliguen á entregar
nuestro dormido corazón á alguna niña
sensible.
Y las cédulas obligan.
— Mire Vd. — me decía una señora, viuda
absoluta, — mi casamiento con Canuto fué
obra de San Juan.
Estábamos de tertulia en una casa y
empezamos á jugar á cedulitas. A mí me
tocó preguntar, y me salió un verso, que
aun tengo grabado aquí, y que decía así:
Te casarás, mas por eso
has de ir con. gran cuidado,
por que al que tú has gustado
es guapo y no tiene un peso
— Canutóse ruborizó bastante y bajó la
vista. Luego sacó su cédula y leyó con
emoción:
Dígame y sea mi suerte
saber que me quiere usté,
yo juto que fiel seré
como un perro hasta la muerte
Nos miramos, y cuando nadie reparaba
en nosotros, Canuto puso las puntas de
los dedos en mí mano y dijo:
—Eufrasia, no se enoje Vd. si la digo
que hemos nacido el uno para la otra ¡Yo
soy un hombre formal, sastre de oficio, y
además toco el trombón en una banda de
aficionados. Tengo buen carácter y buena
salud: este bulto que tengo aquí, en el
cuello, no es el resultado de enfermeda-
des hereditarias, es una boquilla de ámbar
que me comí cuando era niño, creyendo
que se trataba de un caramelo. No abuso
de la bebida, me mudo con frecuencia las
medias y no sueño en voz alta. ¿Me acep-
ta Vd. por esposo?
^m
EL CASCABEL
387
—Sí padre! — contesté, creyéndome fren-
te al cura.
Y... quedamos entendidos. Luego nos
casamos y vivimos felices hasta que un
día mi Canuto que tocaba en un baile, hizo
un esfuerzo supremo para dar una nota
clara, y la boquilla se le corrió para abajo,
le tapó el conducto de respirar, y ¡claro! se
produjo la asfixia.
Desde entonces soy viuda, para servir á
usted...
Aunque no siempre las cédulas nos con-
duzcan al aitar, son un buen pretexto para
pasar bien las veladas, ahora que el frió
aprieta.
Y sino que lo digan los que frecuentan
la casa de una señora correntina que en
noches tales reúne á sus relaciones.
Entre la broma, los dimes y diretes, y
las cédulas, se pasan las horas que es una
bendición de Dios.
A veces los papelitos son compromete-
dores y hacen concebir esperanzas, como
le sucedió el año pasado á una señora en-
trada en años á la que le tocó en suerte
un joven tendero m;.y fino, y out no tenia
sabañones.
El joven tomó un sofocón mayúsculo y
al ver que la vieja le miraba con ojos tier-
nos, abandonó el salón y se fué al come-
dor á tomar un chocolate.
La señora favorecida le siguió y empe-
zó á seducirlo, sirviéndole dulces y vinos,
hasta que el buen tendero perdió sus fa-
cultades á causa de la bebida.
En este estado increpó á la vieja su mal
proceder, y luego fué al salón á contar lo
que pasaba; y como daba traspiés y trata-
ba de vos á todo el mundo, fué necesario
que lo echaran de la casa.
El intento de seducción se comentó en
los pí^riódicos de ensayvs y crónicas, que
tanto gusto dan á las niñas de los subur-
bios, y el tendero se puso muy triste, y se
fué quedando flaco, pensando en el lance
con la vioja.
Pero estos son pequeños lunares.
Aprovechad, jóvenes solteros, y mante-
ned vivo el fuego de la tradicción.
Oh! las cédulas!...
EPIGRAMAS
Siempre en su temor eterno
y en su celosa manía.
Joaquín grita todo el día.
y acaba al final con jcuerno!
— Pues vas muy anticipado.—
le dijo ayer don Ramón, —
suprime la interjeción
hasta después de casado.
De Napoleón leyó
no sé dónde don Facundo,
que «en su ostracismo profundo
la muerte le sorprendió.»
— Esto me lo explico yo—
decía á doña (limeña —
Solo el pobre en Santa Elena
por comer oxhris le dio;
un día... tomó una llena
5'... iqué diablos! reventó.
Casó á su hija don Manuel
sin dote alj^uno en dinero,
con el ricacho heredero
de don Pedro Coronel.
Y hablando ayer con Humberto
le decía: — Es (^osa fija:
desde esta noche mi hija
tiene el porvenir abierto.
Preguntó á un sabio un labriego:
«Debe estudiar mi lujo Blas»
y al final del mismo pliego
contestó ei otro: «Buen Diego:
la pregunta es por demás;
Después de observar rl chico
y al ver sus inclinaciones,
en conciencia certifico,
que tiene para borrico,
felices disposiciones.»
José, CoPrás Fernández.
DOLOR DE MUELAS
—Me es imposible vivir
cuando este dolor me empieza.
—Yo se lo voy a extinguir;
pero .se han de .^uiirimir
las muelas ó la cabeza.
..-i.
388
£L CASCABEL
día COMPLETO
— Me lo figuro
—Es muy arrebatado D. Pepe.
I
^^RNESTiNA había llegado á ser la doncella de ccnfíanza
de su joven ama. Para llegar á este puesto aprendió á fisgar
y curiosear, y no había puerta segura ni cajón, por cerrado
que estuviese, qne no le sirviera para indagar los más ínti-
mos secretos de María, que así se llamaba la señora de Pérez,
honrado y poderoso comerciante en lanas.
La confianza que tenía María en Ernestina era ilimitada;
así es, que para ésta no eran un secreto los amores de su joven
palrona con su primo, estudiante de derecho, guapo y atrevido
como buen estudiante, y de intenciones no muy rectas, según
la doncella, apesar de todos los cursos de deiecho, habidos y
por haber.
La unión de María con el Sr. de Pérez, fué obra del más
refinado y bien meditado cálculo.
María no era feliz, pero Pérez, en cambio, lo era mucho.
Con mujer joven y bonita, y con afortunadas empresas
comerciales... ¡qué más podía desear!...
II -
-¿Has visto á Pepe?— preguntó María ú Ernestina.
— Sí, señora; y me ha dicho unas cosas...
Tú estás enterada de lo que
-Mucho; por lo mismo hay que obrar con cautela,
entre él y yo hubo en otro tiempo...
—Ya lo creo: ¡como que yo era la mensajera!
"' —Bueno, pero ahora los tiempos han cambiado. Yo soy la señora de Pérez, y
aunque, como tú sabes, no le quiero, le respeto.
— Pues mire V.-. D. Pepe se empeña en que ha de entrar en esla casa hoy mis-
mo, esta noche. Y, ¿sabe V. por qué? ¡Es una locura!... Dice que quiere...
— ¡Basta! No me hables más de Pepe.
III
Sola ya María, empieza á recordar el afecto que la profesara Pepe, el primo
estttdiante de derecho, en otro tiempo.
— ¡Pobre muchacho!... Me quería mucho. Mis padres decían que era un atolon-
drado y un inconstante... No lo debe ser mucho cuando, según parece, quiere rea-
nudar nuestras relaciones. ¡Dios mío!... ¿Qué haré? ¿Seré indulgente con él?...
El Sr. de Pérez entró, interrumpiendo tan interesante monólogo, en el preciso
momento que su mujer formulaba una pregunta tan comprometedora como ésta:
— ¿Seré indulgente con él?...
— Buenas lardes, María, ¿cómo estás?
— No tan bien como tú, que traes un aire muy satisfecho.
— ¿Me lo has conocido? ¡Ah... es una sorpresa!
— ¡Una sorpresa!... ¿Te has abonado á la ópera?... ¿Me has comprado alguna chu-
chería?... ¿Me llevas hoy al concierto?
— Francamente, no había pensado en nada de esto.
—Entonces...
— Pero ello vendrá, si arreglo, como lo espero, un magnífico negocio de lanas
emprendido hoy...
— ¿Era esta la sorpresa?
—Esta.
— Ah, ya.
Y María se levanta, cruza la sala con paso menudo, fruncido el ceño y mordién-
dose los liibios.'
En un instante se ha contestado la pregunta aquella:
— ¿Seré indulgente con él-..?
— ¡Lo seré!... ¡Vaya si lo seie!
Cruza el corredor, y antes de abrir la puerta que dá al zaguán, á donde se dirige
en busca de Ernestina, se detiene bruscamente.
Le ha parecido oir una voz de hombre.
EL CASCABEL
389
Escucha, . .
Es Pepe que habla con Ernestina.
Solo puede oir el final de la conversación.
— Hasta la noche: á las doce, ya sabes... ¡voy á ser muy feliz!... — dice Pepe y se
marcha.
— ¡Va á ser feliz!— murmura Maria— ¡si adivinará que voy á ser indulgente con éll...
IV
— ¡Ernestina! ..
— ¿Señora?
—En cuanto á Pepe, estoy dispuesta á hacer la vista gorda ¿entiendes?
— \jn poco, nada inás.
— Mujer, ciertas cosas no se dicen; se adivinan. Estaré alerta. Prudencia y nada más.
— Pues no entiendo mucho— murmura la doncella.
¡Cómo tardan en pasar las horas! Pérez ha ido al club á Jugar su partida de tre-
sillo, que dura hasta las dos ó las tres de la madrugada.
Pepe no puede tardar...
¡Las doce!... Esperemos. ' . ,
No se oye nada: debe eséar ya en casa y no se atreve.
— ¿A que ahora salimos conque Pepe es corto de genio, ó miedoso?... Pues no es-
pero más.
Y Maria cruza un corredor, y después otro: llega al cuarto de Ernestina, empuja
la puerta del cuarto y..... >
Imposible descrihJir lo que pasó por Maria al ver lo que vio...
• Cerró la puerta violentamente: marchóse á su habitación, acostóse y rompió á
llorar amargamente.
—¡Canalla! ¡¡No venia por mi, venia por mi mucama!!
Dijo, y el llanto inundó su rostro, á tiempo que cruzaban por su mente mil pro-
yectos rarísimos...
VI
Al poco rato acostóse el Sr. de Pérez, que en el casino habia cerrado su mag-
nifico negocio.
— ¡Hoy ha sido dia completo para mi! — dijo al entrar en el lecho.
— ¡Aún no lo sabes tú bien! — murmuró Maria, por cuya imaginación pasaba como
mofándose con insistencia irritante aquella pregunta:
— ¿Seré indulgente con él?...
Andrés Soler
LA ETERNA JUVENTUD
En una estancia sombría
llena de objetos extraños,
un hombre, ya entrado en años
ó meditaba ó dormía.
Estrambóticos envases
cien líquidos encerraban,
y en las paredes colgaban
reptiles de varias clases.
En un rincón, apagado,
mostraba su bbca un horno.
Todo estaba oscuro en torno,
todo se hallaba callado.
Mirando k su alrededor,
dijo, después de un suspiro,
el que era de aquel retiro
misterioso morador:
— En vano exprimo mi mente,
en vano vuelvo á mi tema,
nunca resuelvo el problema
de vivir eternamente.
Se acerca la senectud
y la Parca... ¡y moriré!
¡mas no! yo el filtro hallaré
de la eterna juventud.
¡Serán mías las reglones
donde la vista se pierde!
¡Podré comer fruta verde
sin temor á indigestiones!
Los honores serán míos,
míos serán loa placeres, ^
conquistaré las mujeres
sin miedo á los desafíos.
Si en este laboratorio
vence rni saber profundo,
muy pronto seré en el mundo
inmortal Don Juan Tenorio
Siempre entregado al placer
abusaré de los vinos,
podré comer langostinos
que ahora no puedo comer;
zambulléndome en la espuma
i»vt^m'^}v.^:! ■ '■
';^.^*f-;:':ri.i-./-;
^ í9a
EL CA8GÁBBL
de la mar, que ahora me altera,
me bañaré cuanto quiera,
n^e reiré de) reuma.
Sano todos los instantes,
sólo pensaré en gozar,
ja no tendré que temblar
ante emplastos y purgantes.
Eterno mi corazón
en ardiente frenesf,
siempre serán para mí
dicha, placer, ilusión...
Se yergue el anciano y luego,
arde del horno la boca,
y una redoma coloca
que empieza á hervir con el fuego,
II
En su estancia cierto día.
después de un experimento,
lleno de febril contento
grita— ¡la victoria es mía!
y entusiasmado el anciano
corre de aquí para allá,
y á voces dice— Aquí está,
aquí lo tengo, en mi mano.
Licor de extraña virtud '
perseguido inútilmente,
mistura que eres la fuente
de la eterna juventud.
La piedra filosofal
en tus átomos hallé,
por tí ¡oh licorf yo seré
siempre joven ó inmortal,
Abre el frasco, bebe un poco,
se viste rápidamente
y á la calle velozmente
sale de alegría loco;
grita, corre, salta, gira,
yergue su fornido talle,
y á todo el que ve en la calle
con arrogancia le mira.
—Logré la inmortalidad,
hoy el placer me convida;
yo tendré una eterna vida
sin vejez ni enfermedad.
Y gritando entusiasmado
—¡Inmortal!— se descuidó;
Pasó un tranvía y murió
por el tramway aplastado
Luis Garda.
CUARTO CRECIENTE
^^
Divina luna de miel:
abrazarse, sonreir,
<i§^
comer, beber y dormir
y leer El Cascabel.
^«s ^
EL CASCABEL
391
UN DRAMA
I
JLloÑA Pepa!... pronto, el chocolate!
— Ya vá, hombre... Jesús, qué prisa.
— No puedo esperar, señora, mi estó-
mago necesita peso.
—Eso digo yo... mi bolsillo es el que
necesita sus pesos.
— No se apure V. doña Pepa, deje V. que
mi gran obra termine, que tome nombre y
después pagaré con creces los ocho me-
ses que le debo.
— Es que hace diez que me dice V. lo
mismo.
—¿Y qué he de hacer?...
— Pagarme.
— Pues mire V. eso es un imposible...
— jCómo!... acaso...
— Digo imposible, por ahora, pues hasta
que no pongan en escena mi obra, no pue-
do disponer de un centavo.
—Pues ya hay para tiempo.
—Eso, señtiia, tiempo al tiempo; deje V.
que e\ parnaso de las musas me abra
sus puertas y llene mi bolsillo, que pro-
meto á V., doña Pepa, pagarle todo, y ú
nu1s regalarle á su esposo unas babuchas
de lana.
II
—Hola, Perico... sieqapre trabajando.
—Asi somos los genios, hijo; trabaja-
mos, trabajamos... aunque no comamos.
-7-Y qué tai. cómo vá ese drama. ~-
^^No me hables; magnifico, estupendo,
soberbio; fíjate, fíjate, qué versos.. .
^Hombre, después... no hay apuro.
—No, no, ahora... escucha... escucha.
— Vamus... lee; escucho.
— Mira, esta es la escena 20 del cuarto
acto...
—(l ¡Qué bárbaro!!)
—La dama aparece reclinada en un sofá,
puQs está atacada de ¿>2^Mew^a...
—¡¡Pero hombre!!... eso me parece
que...
— Calla. Tú no sabes que la escena mo-
derna exige realidad, y hoy día la in-
fluenza es una reailidad... pero, no me
interrumpas y-esciícha.
La dama aparece en el sofó, se lamenta
de que su amante— que es el barba — la
ha abandonado, cosa muy corriente hoy
dia...
—Sigue, hombre.
—Espera; y como en su corazón arcie
la llama...
— La llama has dicho, pues que la cam-
bien por la de tu vela, que esiá por apa-
garse...
— No me interrumpas, repito... como en
su corazón arde la llama de los celos,
quiere poner fin á...
— A lu drama... *'
— No, hombre... á su existencia y enton-
ces, dirigiéndose al público, dice: — fíjate,
fíjate qué versos!! —
¡Oh villano... oh! traidor:
tú me robaste la trenza
y ahora., ser humano^
me dejas con la influenza!!!
—(A ti si que le van á dejar con el cuer-
po dolorido).
— ¡;Ah!! pero eso no es nada; si vieras la
escena tercera del séptimo acto...
— Pero dime... ¿cuántos actos tiene tu
obra?
—Ocho; lo general.
—(¡Animal!)
— Y si vieras qué escenas. Mira, el pri-
mer acto representa la gloria de Fausto;
el segundo
— Basta por Dios, basta...
— No, deja al menos que describa por
último, aquella escena en que el galán
joven, vertido de trusa y chambergo...
—¡Como! trusa y chambergo...
—Si, hombre, y no te extrañe. En mi
obra he querido hacer una recopilación
de épocas: por eso hago que formen rela-
ción el chambergo y la trusa.
— Me parece que tú vas á formar rela-
ción con Meléndez.
— ¡¡No me interrumpas,, hombre!!
— Pero chico, si ya con lo oído he juz-
gado tu obra.
— ¡Ah, si! y qué tal, qué tal. . . qué te pa-
rece.
—Magnifica. Seguro que al dia siguiente
de tu estreno no puedes moverte de casa.
— jYa lo creo! de las visitas de felici-
tación.
—¿Y cuándo la estrenas?
—Mañana.;, supongo que irás.
—Como no... (con un botiquín) pero
ahora deje que -me retire...
< III
— ¡¡¡Jesús, qué desgracia!!!
— ¿Qué le pasa, mujer?
— Quequémepasa?.-.lee...leeestediar¡o.
—Algún hombre solo que necesita pieza.
'ís?: »„'-<:■:=:
3Í>2
v;,; ?.«;gw^~^w ■¿/;í'uí^ '3©¥^';''^"v^ ^■■■«:j-^p?^ííí*'vf!sí^Hpa^?^:ci?^ -.:
i-.i. <.A>«;ABt:L
DIVERSIONES
«El terremoto.de Ja Martinica y el suicidio
de Balmaceda.
El naufragio del Solimnes, tomado del na-
tural . . . . »
Por si una ama á Nicanor
y por si otra tiene celos,
se arrancan ambas los pelos,
¡oh dulzuras del amor!
— ¡Atajen!
y el vigilante, que arde
por atrapar al ladrón,
> se dá el pobre un sofocón;
pero siempre llega tarde,
^Modelo de pintura:
«Lazos del apetito y la lectura.»
PÚBLICAS
EL CASCABEL
393
—¿Por qué no teiiflré veinte años menos? Música prohibila. Es decir, que debía
Y '¿por (|ué enseñarán Jas piernas aquellas prohibirse.
niñas?
lOuSl ^oznn esos señoras
ante luchas tan brutales!
¿Qué món'strüos son esos tales
que asi gozan? "Protectores
de animales.
Los caballos de! tramway eran del acuerdo.
Los de la chata radicales. Se encontraron y
chocaron.
En esta situación tan triste y crítica -
¡ay! ¡cuánto puede la pasión política!
. ■ :*pi?í??;:.7.''^?3?; >
,^^ -•«'^'^-! -^ HV, ^'t " Y
394
EL CASCABEL
¡No! ¡jun hombre que necesita una
tumba!!
—Estás loca, mujer, i. una to?nba que-
rrás decir.
—Qué lomba, ni qué ocho cuartos... lee
y veres.
— Veamos: «El estreno de anoche, tuvo
lugar en el teatro... »
— No leas lodo, lee solamente el fina!,
que es lo más interesante.
—¡El final!
—Si, el final.
— jPero de quién se trata, mujer!
— De que perderemos los ocho meses
que nos debe D. Perico, el inquilino del
número 9...
* —El que me había prometido las ba-
buchas...
— Si, ese.
—Pero no te aflijas, con el tiempo nos
pagará, es un hombre joven, decente, hon-
rado y sobre todo aulor dramático.
— Si; autor dramático con el cual el pú-
blico ha compuesto otro final de otro
drama.
—¡¡Cómo!!
— Lee el último párrafo y verás.
— A ver.,. «El autor, gravemente herido,
fué llevado al Hospital San Roque.» ¡¡¡Ho-
rror!!!
Emilio Gilí.
*■■*.
FOTOGRAFtA INDISCRETA
Se pasa don Ruperto
todos los días,
sacando con acierto
fotografías,
y va formando á ratos
grupos divinos
con los perros y gatos ' ,
de sus vecinos.
Este entreténimienjto
tan inocente
me tiene descontento.
pues francamente:
podrá ver ciertas cosas
que, en ocasiones,
se prestan á horrososas
indiscreciones.
Al artista ayer tarde
. vi muy contento
que empezó á hsta^ ai9t4^'\'i
" de su "'t'al en ib; *
me enseñó el protocolo
de sus manías,
un álbum donde hay solo
fotografías.
•/^.
Allí hay tipos y modas,
de los varones , , . ■, ,
y mujeres en todas *
las posiciones.
Es un álbum repleto
y estrafalario,
donde se halla completo
mi vecindario.
A.11Í está don Severo
que se acalora,
remendando el sornt/ceio
de su señora.
Y la esposa dichosa
de don Faustino
que está haciendo de esposa
de su sobrino.
Allí la bella Luisa
con mano brusca -
en su blanca camis i
no sé qué busca,
Y el señor don Servando,
soberbio Creso,
que se está alimentando
con pan y queso.
El diputado seta, ;
de faz bravia,
que es el que más respeta
la mayoría, -
con la mano convulsa
y el cuello bajo,
tierno las cuerdas pulsa
de un contrabajo.
Vi esto y dije de un modo
sobrado vivo
—Se mete usted por todo
con su objetivo.
Justo es que usted comprenda
que está mal eso, ;
y si usted no se enmienda
le rompo un hueso.
—Hágalo usted si gusta.
mas de antemano
sepa, que no me asusta.
pues yo en mi mano
tengo un medio seguro
para calmarle,
y que el cual, yo le juro.
no ha de gustarle:
Dos retratos risibles .
de los mejores,
donde está usté en horribles
paños menores,
y su novia al mirarle
tendrá un hiareo, ,,
¡pues, puedo asegurarle^» .
"que está muy feol-' ■'
José Af» Mendoza.
i7^-', ^. -i^^-"£«-.?:^
k"Í5SSí'"iv3í:ví?í^'
i'iri- ^t^tfifí-rjij :>
'■?.'V'^*S*1Í'¥:; y .''^r ■
EL CASCABEL
395
VIDA SOCIAL
El cronista, escribiendo:
« Apareció la señora de X, como un brillante cometa
El caballero:
—Cuya cola fué pisada por un zángano, que liada de cronista.
396
EL CASCABEL
CAMBIO DE ESTACIÓN
De su marido en la vejez pensando,
ella II jra tan triste matrimonio,
unión por interés, que le está dando
del frío del invierno testimonio.
DIÁLOGO
— ¡Maldita sea mi suerte. . . !
— Qué le pasa, honnbre, qué le pasa?
— Que me quedé sin Sorelle.. .
— ¿Ah, eso es todo?
— ¿Le parece poco?
— Mire Vd., yo estoy en el mismo caso.
Cuando La Prensa en particular y la
prensa en general empezaron á bo?nbea)"
la obra del Sr. Tarnassi, dije: obra tan
grande y dn tal trascendencia, estará siete
ú ocho noches en el cartel...
—Entiendo. Y aunque.no pude ir al
estreno, comprendo que la obra no sería
nada del otro mundo, apesar de estar es-
crita «n italiano, y que Sorelle después del
bombo sin limites que se le ha dado, cons-
tituye un fracaso para el autor.
— Lo siento por él. por que después de
lo que han dicho algunos malos amigos,
podría fijurarse que era un Echegaray, ó
mejor un Cossa.
— ¡Pues... paciencia y á otral
— Y sobre todo; antes de que Mansilla,
digo, la otra llegue, le voy á dar un con-
sejo.
-¿Yes? '
—Que no aguarde Vd. la cuarta, repre-
sentación, por si acaso.
—¡Cá!... al estreno, ¡no fallaría más!
iífl£~-;fi»-^. •
EL CASBABEL
397
Se ha de escribir con lanía anticipa-
ción
Y me pesa, por que hubiera dado cuenta
de ios aplausos obtenidos por el doctor en
medicina y en poesía D. Javier Santero, en
el teatro Onrubia.
Lo siento, pero de todos modos cuando
aparezca el número de hoy, aún recordarán
ustedes los aplausos de ayer, y Los Guan-
tes del Cochero.
Á LOS SEÑORES AGENTES
Avisamos á los morosos agentes, que de no
contestar ks cartas remitidas con anteriori-
dad, y que con el número de hoy recibirán
por última vez, que si no contestan satisfac
toriamente, nos veremos obligados á tomar
ciertas medidas que no serán muy de su gusto.
El literato Rosendo
silba m ¡en Iras vá escribiendo,
y López que con él vive,
siempre le está repitiendo
que se silba lo que escribe.
La costumbre de silbarse,
no debía criticarse
en algunos escritores,
ya que ei^ solo adelantarse
al juicio de los lectores.
Unos ladrones robaron á un señor, en-
trando de noche en su casa, la cantidad
de tres mil pesos moneda nacional.
¡Dios mió!... ¿Será posible?
:Que haya un cadáver más! ¿Qué imporla]
[al mu /ido/
Dijo un poeta con dolor profundo.
—Pero en cambio le importa— exclamó un]
[paria—
¡al médico y la agencia funeraria!
Habla un criLico: «...el tenor Maiiacher
(Raúl) estuvo entero y valiente. ..!>
¿De veras?
¡Ay! Si algún día se nos presenta en
fracción.
Y cobarde, naturalmente.
Reza la pura Pilar
y al cielo ruega con fé,
tan solü porque la dé
ocasión para pecar.
En la linfa trasparente
de ese arroyuelo riente,
una hermosa se bañó,
y la linfa se volvió
negra tinta enleramenle.
Leo el siguiente epígrafe de gacetilla: La
maternidad de San Roque.
¡Hombre!
Parece una alusión política.
Y de actualidad.
Es tan ceremonioso
don LúCHS Trilla,
que se acuesta con guantes
de cabritilla.
Y al lado de su lecho
tiene un sirviente,
que Ja nariz le limpia
prudentemente.
orídencia
-#~
La redacción y administración de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de Alsina
número 939 altos, á donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
C-ñ'-i/o.— Pii'S mire V.: asi no se llega á ninguna
parte.
]/, .1/.— ¡Dale l>ol:': ;COmo quiere V. que se publi-
que, faltftndolole las silabas que marca la lej?
í'üA¿«;'/7<rts.— Las consultas se pagan por adela :-
tado y á diez pesos la linea.
P. ¿.—Guardo su poesia Amor Filicú por si gusta
retirarla y publicarla en otro setuanario. V.n l'i /.">•
i'ijiar Arf/cntinu, tal vez.
398
EL CASCABEL
/. /. Ll.—Kn cambio su articulo va en derechura
al canasto.
Z. M.—Ho y no. Me he propuesto no hablar de
ello, y menos por boca de ganso- Perdone V. el
modo de señalar.
Peruano.— Bueno, pero al público le tiene sin cui-
dado que
el brillante sol del Perú
resplandezca menos que tú.
iVíTion.— Resulta muy largo, inconmensurable; y
está, algo descuidadito.
Turban.— ?'i tanto se empeña V.... ¡agua tA!
Corriendo por la calle
cimbrea su cintura,
y no hay otra criatura
que al hablar ella no calle.
La miro me embelesa,
me atrae su donaire
y le mando por el aire..,.
A V. si qu3 se le puede mandar algo por el aire.
¡Un catarro!
P. T. iVera.— No sirve.
Curioso.— Pues no señor; no se aludia & nadie ab-
solutamente, lo puede V. creer.
Crítico.— Bueno, pero ñrme V., y sepa él quien es
el critico que le ataca con tal saña. De otro modo
no se publica.
E. C. .<>.— Mande la firma.
Zulú.— HAhló zulú y dijo ¡mii!
T. fi.— Se ha de retocar.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
-^
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio. {
Número corriente »
» atrasado »
8 1.50
0.10
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SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN
tat-
y administración
—%$§ (altos)
ADYERTENCIA
Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente deD. Gnlllermo A. Cranweil,
ge vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de Cranivell sino de Sproat.
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399
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y ha de llegar muy allá,
siempre que siga estudiando,
y llegará, demostrando
que es hijo de su papá.
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£L CASCABEL
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ADVERTENCIA
La redacción y administración de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de Alsina
número 939 altos, á donde debe dizigirse todÉ
la correspondencia.
MIX-
E parece que
al paso que
vamos no
podremos
fiarnos ni de
____ los seres
más queridos.
No ya precisamente si son hembras,
que estas nos tienen en perpetua zozobra.
Desconfiaremos de todos los seres que-
ridos, y más de ios no queridos, de ambos
sexos.
¿ Quaroe causam?
O, hablando en castellano, para que
rabie el de la Vida Social de El Diario:
¿por qué motivo?
Pues, por que el ramo de petardistas, ó
ealoteadores finos, se desarrolla de un mo-
do alarmante.
Más que la oratoria de los diputados,
que se ha desarrollado de un modo asom-
broso, desde que Mansilla no forma todo
ni parte de la Cámara.
Ahora, salimos á la calle, felices, relati-
vamente, y si tenemos algún billete, de
la emisión menor, se entiende, lo escon-
demos cuidadosamente, temiendo que se
nos^ presente algún desconocido y nos
diga:
— Vd. perdone.
— No hay de qué.
-Todavía no. Pero pronto habrá.
— No entiendo....
— Tiene V á. plaia chicA. '
— Si, señor; mi plata está en perpetua
lactancia. En mi bolsillo solo se cobijan
inocentes billetes de 0.50 á 1. r
No me trato con los mayores por que
soy muy corto de genio y no tengo, ni he
tenido jamás contacto con ellos.
— ¡Bravo! Esto me conviene.
— A Vd. le convendrá, pero á mi me gus-
taría tratarme con la emisión mayor.
— Vamos á eso.
— Cuando Vd. guste ¡vamos!
—Yo necesito plata chica.
— ¡Y yo la necesito muy grandel
— Pues ¡magnífico! Déme Vd. la chica
que tenga y yo le doy la grande, y es
más; le doy un premio. ¿Podrá Vd. reunir
veinte pesos? ■ ■
— ¡Usted ofende mi modestia!
— ¿Cuánto tiene Vd. en chico?
— Pues., ocho pesos, mal contados.
— Démelos Vd. y tome diez en una sola
pieza.
— No sé si debo...
— Ya lo sabrán sus acreedores.
— Tome Vd. y abur. Como mi negocio
requiere mucho cambio chico, me sacrifi-
co, y pago ^nwa.
— /Prima! ...
Y el hombre se va, dejando en nuestras
manos un hermoso billete de diez pesos.
Lo examinamos con curiosidad. El ge-
neral Roca, cuya vera efígie, ó verónica,
que dice una vecina, se ostenta limpia y
pulcra, nos parece simpático hasta la
exageración... .
Pero luego, resulta que el billete es
falso.
Cosa que ignoramos por que, hasta
cierto punto, ignoramos si existen ó no
diez pesos.
Y nos damos al diablo, y renegamos
del señor aquel que tomaba plata chica y
pagaba J9r*w?a.
Pero después de pagar una. primada de
tnl calibre, solo nos queda el consaelo]de
pellizcar á los niños al llegar á casa, ó
tirarle algo á la cabeza á la mujer.
Los diarios nos han contado el calote
de 500 carneros hecho á un seflor de la
amistad de D. Goyo Soler, candidato eter-
no que brilla en la política y en la gana-
EL CASBABEL
403
dería, casi t'iiito como su famoso bri-
llante.
Además, cada dia leemos que por el
procedimiento del legado del tio, ó de los
cartuchos llenos de poesias de Várela, le
han estafado untos pesos á Don Fuhno,
ó Zutano.
Así es que andamos muy escamados.
y antes de acostarnos nos encomenda-
mos al Señor y reco nendamos á la dulce
conripañera de la vida que guarde los bi-
lletes en lo más recóndit de! corsé.
O bien los escondemos en el moño de
la suegra que suele ser, según fama que
á todas ellas dan los escritores humorís-
ticos, señoras de pocos amigos y capaces
de ahuyentar á un escuadrón de lanceros
de estos que han aparecido en Buenos Ai-
res, de improviso.
Aun que el que ha de ser estafado lo
será por más que haga
Y sino, ahí, es decir, en el manicomio,
está un señor que antes de ahora era muy
feliz, aunque casado, v que tenia unos pe-
sos ahorrados.
Desconfiando de los Bancos ¿qué hizo?
Llamó á su mujer y la dijo:
— Tú, que guardas religiosamente mi
honor hasta tal punto, que puedo llevar
muy tiesa la cabeza y sin arrugas el cutis
de la cara: tú que eres fiel custodio de mi
amor, sé también mi caja de ahorros
— No comprendo....
—Quiero decirte, ¡oh cariñosa mujer del
alma! Que ya que sabes defender mis inte-
reses morales, desde hoy te nombro de-
fensora y cajera de mi tesoro. Toma es-
tos pesos, que son, después de tí, lo que
más quiero en el mundo, y cóselos en los
pliegues de la ropa interna.
El buen marido quedó muy tranquilo,
pero la mujer, que apesar de la buena fa-
ma que gozíba estaba en amores con un
peluquero, í^e escapó con este dejando
afeitado en seco a! m rido.
Después que supimos este lance, juramos
solemnemente no fiarnos de nadie en cues-
tión de pesos.
Y por ahora el sistema nos parece
bueno.
Solo falta que tengamos dinero.
Y entonces..
¡Dios nos libre de un calote.'
LOS RELOJKS DE CARLOS
Carlos Pérez, heredó
de su tio de Ayacucho.
# y dispuesto á gozar mucho
su negocio liquidó.
Compró una casa lujosa,
la hizo amueblar en seguida,
y así quedó convertida
en una quinta preciosa.
Gastó en ella un dineral '
al punto que demostraba,
ser aquel que la habitaba
liombre de fuerte caudal.
Disfrutando á su placer
empleó mucho dinero, '
y su capricho primero
fué dedicarse á comer.
Por colmar sus aficiones
mil a't'tistas trabajaron,
los cuales le ocasionaron
otras mil indigestiones.
Agotó de la cocina
los guisos más singulares,
comiendo focas polares
y merluzas de la China.
Pero al cabo sucedió:
que tras de tanto tragar,
al fin se hubo de cansar
y el capricho abandonó.
Luego los dias enteros
pasaba coleccionando, ■.
cigarros de contrabando,
ruiseñores ó sombreros.
;. Hasta que dio en la manía,
de la que abusó sin tasa,
de ir transformando su casa
en una relojería.
Por doquiera fué á comprarlos
y los relojes que hallaba,
luego el tiempo se pasaba
cual su tocayo el Rey Carlos.
Los hacía caminar,
:il mismo tiempo, creyendo,
que se irían componiendo
y señalando á la par.
Mas fué en vano su interés
y fué escasa su fortuna:
si uno marcaba la una,
marcaba el otro las tres.
Y como el tiempo corría
los muelles se dilataban,
y al sonar la hora, formaban
una horrenda algarabía.
Así al año. poco á poco
de sus relojes detrás."
á Carlos por poco más
vuelven ios relojes loco.
Guiado por los reclamos
que hacia en la prensa entera,
vio Carlos á un señor que era
doctor en todos los ramos.
Escuchóle este formal,
y al conocer su porfía.
'íifii»**
.- ■^>:'4
J j''^^^
4ai
EL CASCABEL
^PV
le dijo que él lograría
marcasen todos igual.
Fuese á la casa y jpor Dios!
hubo también de arreglarlos,
jque los relojes de Carlos
marcaban todos las dos!
—¡Vuestra ciencia me enamora!
¿Cómo os habéis arreglado?
— Bien fácil, los he parado
todos á la misma hora!
S. Garí'ido.
-<Sx5>-
PROFESIONES
Es más difícil de lo que parece eso de
elejir profesión.
No basta decir: quiero} ser abogado, ge-
neral ó inspector de boletos.
Es menester que seamos aptos para ello.
Sin duda por esto, apenas una señora
empieza ¿sentirse madre se echa á pen-
sar.
O á dormir.
Según los embarazos.
Y en el primer caso se pregunta: ¡Dios
miol... ¿albergaré en mis entrañas á una
futura notabilidad?
¿Qué haré de mi hijo?
¿Lo educaré para eclesiástico ó para te-
nor absoluto?
El padre, consultado á tiempo, emite
* su opinión.
— Yo soy del siguiente parecer: dejar que
el niño se desarrolle hasta la edad de las
ilusiones, y entonces lo hacemos meter
en la política. A ver si logramos que sea
cualquier cosa, senador ó diputado.
—Justo. A ver si una Vez en el candele-
ro nos hace despachar aquel expediente...
— Esto digo yo. Y á ver si nos logra una
pensión .
— De manera que el niño...
— Será diputado. Y por de pronto no es-
tará de más- que nombremos padrino á
Roca, que parece tener buen ojo en eso
de compadrazgos.
— Bueno, pues j manos á Iü obra! y el
padre y la madre cuentan con ansiedad los
días que faltan para el alumbramiento, y
hasta se dan aire de protectores.
—No se apure, amigo López, dicen á un
pariente lejano, que es pirotécnico; dentro
de unos años tendremos influencia sufi-
ciente para que se le nombre á Vd. pirotéc-
nico del gobierno. Y además veremos á
Bollini, á fin de que no se supriman los
fuegos artificiales en las fiestas patrias.
— Y ¿cuándo será esto?
— ¡Hombre!... no se apure» Mi mujer es-
tá... íya sabe Vdl '
—Bien ¿y qué?
—Que el futuro vastago será diputado,
y gracias á él, lograremos lo que quera-
mos.
— Bueno: esperaré.
Pero, suele resultar que el vastago es-
perado no es vastago, sino vástag a. O
bien, si es macho sale tartamudo, por
ejemplo, y entonces el diputado presunto
*no pasa de almacenero, o de cuarteador
pobre y mal hablado.
Un poeta, amigo mió, me confesaba que
sus padres tenían la culpa de la escasez
en que vivía.
— ¿Cómo se entiende?
— Si. Desde que tuve ;uso de razón me
metieron detrás de un mostrador y, quie-
ras que no, pasé los mejores años ven-
diendo fulares y tules vaporosos. Pero el
genio bullía dentro de mi ser, y un día es-
talló la vena poética que corría por todo
mi organismo, en forma de soneto que
dediqué á la mujer de mi patrón el día de
su santo.
— ¡Hombre!
—Este rasgo de talento me malquisló
con el tendero, y acabó por echarme de
su casa, porque dijo que no era propio que
un dependiente suyo hablase en pareados
á los marchantes de la casa. Desde enton-
ces doy libre espansión á mi alma y me
paso el tiempo escribiendo versos y más
versos.
—Buena ocupación.
—Pero que no produce mucho, máxime
en una ciudad tan mercantil como esla.
Después de contarme sus penas,' acaba
siempre, el poeta pidiéndome cigarrillos
y fósforos, y á veces dinero vil.
Como el poeta citado, hay abogados
que serian médicos y militares que sien-
ten irresistible vocación para frailes, y así
por el estilo.
— Lea' Vd., me decía un padre, y no' de-
la patria; vea como versifica mi hijo: lea.
lea Vd.
El campo^ la pradera,
la fruta, la hortaliza^
la emparrada rolliza, ,
la esbelta enredadera.,.
— Pues versificando asi, ¿sabe Vd. qué
pretende hacerse mi hijo?
— Agricultor, seguramente.
— No, señor: ¡cochero del tramu'W\i!
¡Misterios del destino!
And/'és Soler.
W-.
EL CA8CA.BEL
405
Eli PERIODISMO
Instituto ó reñidero
de formidable poder,
palestra que puede ser
ó cátedra ó gallinero.
Árbol robusto y potente,
de cuyas ramas colmadas
son las hojas arrancadas
á miles diariamente,
que á impulso del aquilón
vuelan formando una valla:
la inexpugnable muralla
de la pública opinión.
Fuerza que siempre elabora,
de cuya negra sentina
brota la luz que ilumina
ó el incendio que devora.
Potencia que en su luchar,
puede, según es guiada,
ser veneno, libro, espada,
faro, templo ó lupanar.
Germen eterno y fecundo
que, en un trozo de papel,
vive y crece, pues en él
está compendiado un mundo.
Pruebas: la gente imparcial,
que es música, solo piensa
puesto que á veces la prensa
es música celestial
Cuando ensalza un disparate
ó cuando ataca valiente,
toca el bombo puramente
ó es un clarín de combate.
Si defiende con cinismo
por lucro, una idea impura,,
ya tiene con la pintura
semejanza el periodismo,
pues ven todos sus lectores,
que, en empresa semejante,
el diario negociante
cambia mucho de colores.
Tiene en alguna ocasión
con los mares semejanza,
siempre que con él avanza
la ola de la indignación;
siempre que en la sociedad
brota alguna nueva idea.
y al fin sube la marea
y estalla la tempestad, : v
siempre que noble y aitudó, ? ~
combatiendo el periodismo, ' \r- '
logra salvar del abismo i i-,
á la nave del estado. ~
Con la gimnasia, en exceso,
tiene también relación.
si un diario la opinión
logra levantar en peso,
ó si tras de una avalancha
de mentiras y sandeces,
en un equilibrio á veces
hace el diario una plancha.
Contemplad pues, en tropel,
arte, ciencia, oficios, todo
que se compendia á su modo
en un trozo de papel.
Papel en el que un artículo
noble, valiente, arrogante,
si no hace un papel brillante
es que hace un papel ridículo.
Donde con frase galana .
se ensalza lleno de fé
á un caballero, porque
anuncia en la cuarta plana.
Y ese burdel. y ateneo,
cátedra, antorcha y negocio,
es del siglo el sacerdocio,
es de. la idea el torneo,
la tribuna del saber,
monumento de la pluma,
del arte compendio y suma;
en fin, el cuarto poder.
—{\Cuarto, y bien dicho— me apunta
uno que en la prensa escribe—
¡que el que de la pluma vive
está á la cuarta pregunta!...)
Luis García.
íl
DE PASEO
Con los suyos don Faustino
sufre un atroz aguacero,
siendo ¡oh burlas dei destino!
Don Faustino, paragüero.
T-...-;,-;.^-' v-.':ff'_,í??5?p«íf^--^íK:;-.- v--*!;-'/;- 'St^'f^i^^^^'^í ■^■WffJv'-'iííSwí" "í .: /• V.- ^^???)-
^¿?S«p3"^"SÍ íV r'^S'^Ppí*?^.
406 *í^- EL CASCABEL
EL MÉDICO_MEDICINADO
(HISTÓRICO)
o creáis, al leer el membrete de este articulo, que se trata de alguna
jfroducción del insigne Quevedo, ni recordéis apropósito su «Alguacil
alguacilado» al leer este nuestro medicinado médico, como no juzguéis
por el consonante: que esto, al fin, no es producto de nuestro ingenio,
y si tan solo la fiel narración de lo que á su vez nos narraron nuestros abuelos con
respecto al Dr. Foca, (Focas le llaman unos, y otros Faco) un cumplido caballero y
reputado médico, gue dejó de existir victima de su temeridad. Y agora verédes el
cómo. Corría el ano de 1855 y la ciudad de Buenos Aires se hallaba al^o más trant
quílita, frescas aún ciertas reverlas pasadas, cuando de pronto y calladito se le ocu-
rre al condenado del morbo, levantar sus reales del Ganjes, y venir á sentarlos en
esta ciudad que antes llamáramos de los aires buenos, estrenándose en un viejo, más
tarde en un muchacho, luego en un par de consortes... vamos... ¡la mar! En vano
pretendieron las autoridades madrugar al insurgente; en vano hicieron públicas ro-
gativas los buenos cristianos; todo fué inútil. El morbo no cedía. Más... ¿qué difi-
cultades prevalecen ante el humano ingenio? La comisión morbosa decíamos, la co-
misión encargada de espantar al morbo, contaba entre sus miembros más distinguidos
al Sr. D. Pablo Becerra, persona si se quiere de algún talento y por ende acomete-
dor de muy grandes fechos; y como cierta mañana saliera del lecho algo más ins-
pirado que lo de costumbre, bien fuese porque le faltara que desempeñar otra mejor
faena ó bien por^su celo en pro de la humanidad doliente, el caso es, que levantóse
bonitamente la tapa, de la sesera é introduciendo allí ambos dedos pulgar é índice de
la mano derecha y plegando con cierta gracia los restantes, tomó con suma delica-
deza en cierto ostugo de sus circunvolaciones cerebrales, una idea estupenda... ma-
canuda como diríamos huy, la cual, traducida en palabras, erafla siguiente:
Luchar directamente con el morbo, parecíale á Becerra empresa loca y absurda:
pero... ¿no se conseguirían mayores resultados arrebatando al asiático sus agentes
destructores? ¿Y no 1") eran los atacados, que de cuatro se multiplicaban en ocho, y
de éstos en veinte, etc.? ¿Y qué era, en último caso la guerra, sino el arte de quitar
al enemigo sus equipos y pertrechos, á fin de que nos hiciera el menor daño po-
sible?
Teniendo en cuenta lo que llevamos apuntado, el proyecto de Becerra fué acep-
tado en todas sus partes. ¡Qué diantre! Llamáis al facultativo, éste os juzga colé-
rico y izásl ¡tras! os desliza suavemente por encima de la lengua una pildorilla de
rejalgar ú os vierte en el rnismo sitio una gotilla de cierto liquido, mortífero también...
Y reflexionad y consultad á algunos filósofos y veréis que ello es muy puesto en
razón, pues... ¿qué valen las vidas de diez, veinte, treinta personas en parangón con
la de la masa social? ¿Sería justo, lógico y demás, el que procurásemos salvar la
molécula sacrificando el cuerpo?
Asi es que se nombraron inmediatamente varios facultativos encargados de llevar
al terreno práctico el proyecto de Becerra y uno de elios fué el Dr. Foca de quien
os hablábamos al principio de esta narración y entre los muchos que solicitaron sus
servicios profesionales, encontrábí»^ el sargento mayor de caballería D. Francisco
Yanreguiberry, natural de Bilb^rt^ aún cuando prestara sus servicios al ejército de
Buenos Aires, más pronto quer un rayo y más maldiciente que un carretero. El tal
era viudo y padre de dos niñfes, hermosas como dos ñores. Una de ellas se indis-
puso reoentinamente y hé aq/ii el porqué llamaron á Foca. Este concurrió así que le
fué posible y al golpear las puertas de la casa, topóse, como quien dice, de hocicos
con la marcial figura del bilbaíno.
— Es aquí, señor militar, en donde reclaman mis auxilios? —Sí señor; ¡por vida
del diablo! Mi hija se muere. — Sin embargo... no desespere usted. La ciencia... —Eso
dígaselo usted á los cortezudos, no á mí, ¡Buena está la ciencia! Cuando Dios dice:
vamos... Amigo mío, sin creer en eso que llama usted su ciencia, si logra usted
salvar á mi hija, disponga usted de mi persona y de mis bienes.
El Dr.' Foca hizo una profunda inchnación de cabeza y enseguida coláronse am-
bos en la habitación de la muchacha. Así que el primero la miró ál rostro, conoció
{>erfectamente de ío que se trataba y resolvió administrarle sin pérdida de tiempo,
a mortífera bebida. Escribió, pues, una recetita y después manifestó á D. Francisco
que su niña no tenía cura, pero que pedia al droguero cierto calm,ante á fin de que
la enferma muriese tranquila, pues de lo contrario, sus últimos momentos serian
espantosos. Y enseguida marchóse, dejando como se comprende al bueno de Yanre-
guiberry desesperado y abatido. Un criado trajo el medicamento y nuestro hombre
en vez de ensayarlo en el gato ú otro animal doméstico, como nada sospechaba.
EL CASCABEL 407
propinóle á la muchacha la primera dosis. La pobre desvanecióse y al querer admi
nistrarle la segunda, era ya cadáver. El ser más estúpido hubiera adivinado ense-
guida que aquella muerte no era natural, y como la estupidez no era lo que carac-
terizaba á Yanreguiberry, las cosas tomaron un giro distinto, y más tarcfe funesto
para nuestro doctor; pues sospechando el padre que aquel medicamento no fuese más
que un tósigo, resolvió ensayarlo en Foca mismo, y cierto que fuese, vengaría ú su
desgraciada hija ó de lo contrario quedaría diez grados más arriba la ciencia del
( octor. Y asi, mandó á buscar nuevamente á Foca, comunicándole que observaba en
su segunda niña los mismos síntomas que se manifestaron en la otra. Claro está que
padre é hija estaban perfectamente de acuerdo. A las cinco de la tarde del otro día
presentóse triunfante Foca, y una vez en la habitación de la enferma, comprobó la
certeza de las palabras del bilbaíno, y diciendo á este se conformase y acatase con
resignación los fallos divinos, peló ipso fado, la botellita délas agonías tranquilas.
En este momento cerró Yanreguiberry la puerta de la habitación guardándose la llave
en el bolsillo, lo que chocó sobremanera á Foca. Al tiempo de administrar el cal-
mante á la enferma, el bilbaíno sujetóle con mano robusta el brazo derecho.
—Amigo Foca— le dijo— son tan maravillosos los efectos de su medicamento, que
va usted á beberse ahora mismo el contenido de ese frasco.
— ¡Yo!... Pero si no padezco enfermedad alguna, y por lo tanto... ¡vaya qué ocu-
rrencias tiene ustedl
—Pues ¡ira de Dios! Ó bebe usted ó le mato como á un perro.
Y al decir Yanreguiberry estas palabras, sacó del cinto un descomunal revólver,
cuyo frío cañón apoyó sobre el pecho del doctor. Este retrocedió medroso y confuso,
destapó el frasco y se lo llevó á sus labios.
— Beba usted doctor, y acabemos.
Foca apuró el contenido del frasco y acto continuo cogió el sombrero y el bas-
tón y se dirigió á la puerta.
— ¡Ah, pájaro de mala raleal—gritó Yanreguiberry— ¡Me arrebataste una hija y
pensabas hacer lo mismo con esta...! Pero... ¡no gozarás, infame^ de tu obra! ¡No
has de marcharle ahora, sino de aquí á un buen rato, á fin de que el veneno alfaque
tu podrido organismo! ¿Crees que no se me alcanza lo que intentas? ¿Crees que ig-
noro piensas marcharte presto, con el fin de pedir un contraveneno al droguero, tu
ainigo7 ¡Ah, bribón! Espera un momento, y recibe esto por vía de introducción.
Y cogiendo su espada de un rincón, golpeó tanto á Foca, que dejóle medio muerto;
y entonces abriendo la puerta y empujándole con violencia:
— ¡Ahora puedes marcharte, picaro puerco! — le dijo.
Foca salió á la calle, caminó dos cuadras aún, y antes de finalizar la tercera,
rodó cadáver por el suelo. El líquido estaba, como antes dijimos, saturado de veneno.
El suceso dio mucho que hablar á las gentes de aquella época, y desde entonces se
le conoce al Dr. Foca, más que por su verdadero nombre, por el de El Médico Me-
dicinado.
■ José CortYis Fernández.
UN AMANTE DEL PROGRESO
Hombre de su siglo, Blas,
sale, corre, enciende el gas
todas las noches lo mismo,
y grita como el que más:
¡Abajo el oscurantismo!
".>
DECLARACIONES
—¿Me quieles?—T:e quieto.
Hágame Vd. el favor de oírme dos palabras.
.^
— ... paloma sin hiél, te adora siempre Don Juan,
— jAdios flor de yuyo!
DEL AMOR
La soledad de dos en compañía.
jAy amor como me has puesto!
-Bueno; ahora han cortado la comunicación. —Pues en cuanto nos casemos, no nos pasará esto
1-
410
EL CASCABEL
#■•-.
EL SANTO MILAGROSO
En un pequeño pueblo que existia
muy próximo á Campana,
la suerte veleidosa y casquivana,
con una gran sequía
al pueblo lleno de dolor tenia.
Casi el invierno entero
había transcurrido,
sin que hubiese caido un aguacero,
cosa que nunca habia sucedido.
Los pobres habitantes aterrados
ante hecho tal, veian,
(lue todos sus rebaños se morían,
y que estaban sus campos arruinados.
Pidiendo en vano al cielo
para tan grandes daños un consuelo,
en preces y oraciones,
suplicaban la lluvia con anhelo,
y gastaban sus pocos patacones
en novenas, en misas y en sermones.
Al ver que no llovía,
de su pena llegaron al extremo,
tanto, que cierto día,
y viéndose insultar por un blasfemo,
el cura prometió que emplearía
el recurso supremo:
Sacar en procesión á cierto santo,
que el pueblo fervoroso le siguiese,
y no^parar en tanto
que la anhelada lluvia no cayese.
Una mañana apenas el reflejo
del sol el cielo azul coloreaba,
de la iglesia el cortejo
con cirios encendidos se alejaba,
y ál señalar el sol el medio día
el cortejo abrumado descansaba,
y á seis leguas del pueblo se veía,
¿pero en cuanto á llover? jquiá! no llovía.
Después de procurar por el sustento,
el párraco exclamó, tomando aliento:
— Siga á la procesión el que se atreva,
pues no hemos de parar hasta que llueva.
Y al ver en ello el pueblo desgraciado
el último recurso,
marchó detrás del santo, confiado,
y de la procesión prosiguió el curso.
Semana tras semana
el pueblo con el santo recorría,
y estaba ya tan lejos de Campana
que ninguno á volver acertaría,
y la suerte, aún así siempre tirana,
no quería ablandarse, y no llovía.
Más llega eierto día
el cielo se ennegrece de repente,
truena, relampaguea,
y tiene aquella gente
la lluvia salvadora que desea,
que cae sin cesar, como un torrente.
El pueblo con el santo se mojaba,
pero ¡milagro! sin cesar gritaba;
hasta que, un monaguillo /*
mira á su alrededor y alborozado, v
con júbilo sencillo
dice:— ¡Ay! á mi país hemos llegado.
—¿Qué es eso criatura,
que te pasa, que tanto te alboroza?
— Que ya estoy en mi tierra, señor Cura.
—Pero, ¿cuál es tu tierra?
—Pues, Mendoza.
III
Tras de la procesión día tras día,
la gente de su tierra se alejaba,
la nación recorría, .
y mientras confiado se mojaba
en aquella región donde llovía,
¡continuaba en su aldea la sequía!
José 3/» Mendozn.
DE DOMINGO
El estreno de U A mico Fritz ha le-
vantado una polvareda entre los concu-
rrenles al teatro de la Ópera, y la opinión
ha juzgado con muy poca benevolencia la
ópera de Mascagni.
Hasta con tan plausible motivo, se han
mandado remitidos á los diarios y se ha
llegado á amenazar á Ferrari con la ven-
detta de la platea.
Vamos, con tirarle las sillas por la ca-
beza, como si dijéramos.
La verdad es que el teatro de la Opera
ha logrado convertirse en un foco de abu-
rrimiento.
Los abonados están que trinan y con
razón. ¿Qué han oído durante la tempo-
rada?
Lo8 Hugonotes^ que han alcanzado un
sitccés de estima, como suele decirse; una
Favorita discreta y... vamos á olra cosa
porque no es del caso que repitamos, por
no decir más, que hasta los artistas, qui-
zás por el frío que veian en el público y en
la sala, se han olvidado la etiqueta en su
casa y permanecen cubiertos ante las 7^e-
ginas^ como pasó en Hugonotes.
EL CASCABEL
411
CONFECCIONES DE SEÑORAS
El traje que Salomé
ba de llevar en sus bodas,
cosen y lo envidian todas
que lo demás ¡no hay por qué!
■%
. 5i-'"*v:j". ■ ■■? .■:^-:.'-ít}iii,f '.•^:
-■'™' *-'^WPseX~-
¡ineí'^^/ym ,K"-.-f:V^;-
412
£L CASCABEL
Bajemos la Ópera^ porque mejor es no
ocuparse de ella.
Vamos al Apolo^ si les parece á ustedes,
ya que todo el mundo vá al coliseo de la
calle Corrientes á tomar un aperitivo mar-
ca Ki-hi-ri-hU que se sirve por partida do-
ble, es decir, dos veces por noche.
La obra es verdecita, sin pies ni cabeza,
y, traducida y mal representada, pierde el
mérito que le dan las decoraciones y tra-
jes y conserva sólo las frases picantes y
las situaciones crudas. Algunos críticos
han apaleado la obra y ¡naturalmente! el
teatro se llena con gran admiración de los
que saben que alli se ejecutan las obras
con premeditación y alevosía. Y no lo digo
por Mercedes Aianaz, que vale y es muy
guapa, lo que le dá doble valor.
El i*olitea7na^ concurrido por las per-
sonas de gusto, como por fuerza debía ocu-
rrir, desde que en la compañía brilla una
estrella como la Valvassura, actriz de
verdadero mérito.
No digamos nada del Á Madrid me
vuelvo^ puesta en escena últimamente en
el OnruMa. porque ahora resulta que Bre-
tón estuvo flojo al escribirla, según dicen
por ahí. Los que tal vez flojearon, fueron
los artislas que la interpretaron, sin que
ello sea decir que estuvieron mal: tal vez
estuvieron menos acertados que de costum-
bre.
Estreno en puertas: Curupaiti.
Nos escamamos, involuntariamente.
COMEDIA.— Juárez poniendo de buen
humoral mortal más taciturno. La Ma-
dre del Cordero bien recibida por el pú-
blico y bien interpretada por los artislas.
Otro estreno, en puertas también, Infan-
tería Rusticana^ letra de Paiau y música
(hasta cierto punto, naturalmente) de Pa-
iau, que se revela un acaparador...! jBue-
na suerte y buenas entradas!
La compañía Bernis, del teatro Nacio-
nal, llega mañana á Montevideo. El elen-
co es conocido ya, y figuran en él artistas
de fama bien sentada.
Como director', viene el maestro Juan
Goula (paire)^ artista consumado, acla-
mado en los principales teatros del mundo.
Una gran adquisición que representa un
«triunfo para la empresa, y una garantía
para el público.
Ni queremos adelantar juicios, ni quere-
mos emitirlos. Goula no lo necesita. Cita-
remos una de las mil anécdotas, que po-
dríamos referir del maestro.
Esle es temido, y respetado, por los pro-
fesores de orquesta, que saben el genio que
gasta, cuando en los ensayos algún trozo
no sale tan ajustado como él desea.
En cierta ocasión, entró á formar parte
de la orquesta del teatro principal de Bar-
celona, que entonces estaba en competen-
cia con el gran teatro del Liceo, un primer
violinista afamado.
Ensayábase Aída., ópera que el violinis-
ta no conocía. Asi se lo manifestó al di-
rector, añadiendo:
— ¡Ah!... cuando conozca bien la ópera,
disfrutará Vd. oyéndome tocar...
Goula calló. Pasaron varias noches, y
nada. Por fin un día tuvo que cambiarse
la ópera anunciada, y se echó mano de
Macbetli.
Durante la representación, y un acto, en
que la orquesta tiene un compás de espera,
el violinista se distrajo y |zás! soltó una
nota que lleno de sorpresa al público.
El maestro volvió la cabeza y le dijo.
— ¡Ahora empiezo á disfrutar!
Y siguió, dirigiendo como si tal cosa.
Pronto podrá juzgar el público el mérito
de Goula.
ínterin, reciba la bienvenida que le da-
mos, los que le conocemos de mucho
tiempo, y que deseamos verle otra vez d'i-
rigiendo, como él sabe hacerlo.
UNA DESDEMONA
Si la viera su esposo
en traje tan sutil y vaporoso,
no salía á la calle con tal traje,
pues ha dado el marido en la manía
de ser, lo que hoy Espiro llamarla
Júpiter negro del amo)' salvaje.
EL CASCABEL
413
Á LOS SEÑORES AGENTES
Alisamos á los agentes morosos, que de no
contestar las cartas remitidas con anteriori-
dad, nos veremos obligados á tomar ciertas
medidas que no serán muy de su gasto, como
verán en el próximo número.
El Dr. Alem, al llegar de su voluntario
destierro, fué objeto de una elocuente ma-
nifestación de simpatía.
Entre las personas que fueron á salu"
darle figuraban varias distinguidas seño-
ritas que le abrazaron con efusión.
El Dr. Alem, visiblemente emocionado,
correspondió á tales pruebas...
¿Con un discurso?
iCá!
Abrazando á las señoritas, con no menos
efusión.
iQuien fuera jef« de partido!
Tan solo por los abrazos.
Y no aludo á Mttre, jefe también, y abra-
zado, ó abrasado por Roca.
m
Compró un tintero Severo,
qu^é dio á guardar á Jacinta,
y en él nunca puso tinta
por nu manchar el tintero.
«La opinión general en la Bolsa es, se-
gún un colega, que después de las fuertes
sumas que se vendieron en descubierto es
forzoso cubrirse antes dé fin de mes...»
Bueno; pues ¡cúbranse Vds!
Porque ¡hace un frió..,!
—¿Quién llama? .
"_:Soy yo Asunción.
— jCafaniha!
—¿Qué tiene ustéí
—Se me ha caído un botón.
—¿Cuál?
— Knti-a y te lo diré.
Un caballero, representante de Ferrari,
escribe á La Prensa y dice que en nin-
gún país del mundo se da tanta variedad
de espectáculos líricos como nos ha ofre^
cido la empresa de la Ópera.
Tiene razón.
Se han representado diez óperas diferen-
tes y un solo desbarajuste verdadero.
El célebre pelotari Chiquito de Eibar
ha sido derrotatro por Ezcurra y Gar-
mendia.
Un aficionado decía que la partida era
desigual, por que obligaban á luchar al
Chiquito coniYSi dos buenos jugadores.
Y...
Con el semblante alterado
gritó una dama á mi lado:
— Le han vencido ¡vive Diosl
y solo le han derrotado
porque iban contra uno dos.
¡A mi podrían!... no ahora
pero en otro tiempo si,
con quince luché en Zamora
y á los quince los vencí. . .
¡Carambas. con la señora!
Con motivo de su cumpleaños, el gene-
ral Mitre tuvo que aguantar un aluvión de
discursos, capaz de hacer envejecer á
cualquier mortal.
Se le trató de sol, de astro, de mil cosas
más, y sobre todo, ni un orador se olvidó
de llamarle viejo.
Todos le desearon muchos años de vida,
pero lo mataron á discursos.
ondencia
La redacción y administración de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de Aisina
número 939 altos, á donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
C. de A.— Mentiría si dijese que su artículo /'.'
Amo está mal. Y no obstante no lo puLlico ni puedo
en tan limitado espacio, dar mas explicaciones.
Filemón. —Wdiy un inconveniente> y es que la ^ua-
yor paite de los versos son cojos.
•íf^^irtTfjf! ,
■W-
414
EL CASCABEL
Pi 'K-POR^T.— Faes... francamante. No me gusta su
crisis, aunque demuestra Vd. en ella no carecer de
ficultadea.
Jfüscardón.— ¡Aparta, pegajoso!
Costurillas.— Tómese la molestia de bascaría pa-
labra estancia en el Diccionario. Y para lo sucesivo
iqué Dios le guarde de hacer preguntas tontas!
Redactor. Esta vez la ha salido
un poquito desigual,
A inda mais. — No son publica bles.
Juanito.—iDe Grijota...?
C/tiribril.—Vd. perdone que al ver que habla Vd.
de una hermita arroje lejos de mi & su Cenovita.
Suscritorde El Cascabel.— Lo siento mucho pero
no puedo publicarlo. Es t<>n escabroso el asunto...
/. B.-Lsl composición que me envía Vd. titulada
Z>08 Perlas se publicó por primera vez en El Impar-
cial. de Madrid del dia 14 de Agosto de 1863^ y la
firmó su autor Roque Fernandez Izaguirre. Con que
ahora t& Sierra Chica! '
F. />.— Regular, si señor.
Peluquin, —Malin. Y con Pepes que gasten nobias,
y con suegras que se traigan y lleven cosas, no se
hace nada bueno en este mundo. Ni en el otro.
D, F. E.—Sü homónimo de Vd. hace buenos sone-
tos; y Vd. ni sabe escribir, ni conoce lo que es so-
neto, ni tiene epidermis, ni vergüenza... y si me
atreviese le diría & Vd . unas cosas!
Percebe.— \\uélv ase Vd. á las agitadas ondas del
Cantábrico!
EL CASCABEL
SEMAiNAHIO FKSTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
M
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
t3«— AtsurA— tas (ALTOS)
ADVERTENCIA
Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Ciruilleriuo Jk» Cranw«ll,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia ■• es ya de OanweII sino de Sproat.
LA ÚNICA
DROGUERÍA Y FARM AGÍA
DE
QRANWELL
Que existe en Buenos Aires, está situá-
is da en ia calle de
VICTORIA, NUM. 647
Entre Perú y Chacabueo
Atendida personalmente por su propie
tar o
Edmundo E. Grranwell
FARMACÉl'TICO
BAZAR AL BUEN MENAJE
fSO— ARTES— 150
PIIDirDTnC cuchillos, centros de mesa,
uUDIilnlUd jarras para agua, juegos de
té, juegos de lavatorios, metal blanco, licore-
iras, canastas para pan, aceiteras, cuberteras,
floreros, lamparitas, veladores, filtros para
agua, etc.
OArrTrniO DllOiO de Viena, de circu-
ÜArtlLnAo nUoAo laclón, nitros, tete-
ras, azucareras, bandejas de madera papié
maché, etc., caloríferos, alsacianos, calentado-
res de pies, braseritos, salivaderas, bidets
cómodos, y otros artículos de menage.
FUENTES ENLOZAOAS "^ronirJ^-
teros, tablas para carne, papas, de lavar,
molinillos, agua-maniles, lebrillos, carpetas
de mesa, estantes pura cocina, canastos para
ropa, etc.
41 DIICM MCMAPC E^scaleras, sillas, es-
AL DUCri lllCl«AUC caleras, caloríferos,
guarda fuegos, calentadores de pies, id de via-
je, id de platos para la mesa, útiles de estu-
fa, cocinas, carboneras, mesitas para té, mol-
des para budines, é infinidad de artículos de
menaje imposible de enumerar. Precios fijos
y sin competencia.
Al Buea Menaje, Artes, 150
^..
EL CASCABEL
415
A. MÜLET
Hierro galvanizado, planchas
de zinc, alambrados de todas
clases.
931- MÉJICO -93>l
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El mejor sistema para abrochar el calzado
SUCURSAL
DEL
Es sumamente cómodo para abrochar; no necesita
abrochador. Siemore conserva su color negro»
Imita perfectamente el botón común y es de m&s du.
ración que cualquier otro sistema. Pídanlo á su
zapatero. Veijta en los principales almacenes de
cueros.
TIP-TOP
Son los mejores cigarrillos
de los inmejorables
CIGARRILLOS DAUMAS
Los fumadores deben evitar las íalsiflca-
ciones exigiendo en cada etiqueta la firma
de garantía de
J. naumas.
BANCO DE SABADELL
CALLE MORENO ESQUINA BUEN ORDEK
CASA MATRIZ FUNDADA EÍT SABADELL
(ESPAÑA) EN 1881
CAPITAL: 10.000.000 DE PESETAS
Exportación de frutos del país.— Importación
de productos españoles en gensral.
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Depósitos en cuenta corriente á la vista 2 % anual
» » " » á 90 dias 3 • »
de aviso
Depósitos á plazo fijo á. 90 dias' ó mis 4 » >
» » » • « oro 1 » •
Se dan ffiros á la vista sobre todas las capi-
tales de España con beneficio para el toma-
dor. Se dan giros sobre los pueblos, también
con beneficio.
Horas de despacho. Los dias hábiles de
9 a. m. á 4 p. m. Los dias festivos de 9 a. m.
á 11 m.
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TRASATUNTICA ESPAÑOLA
VAPORES-CORRÉOS
Subvencionados por el Gobierno Español
Servicio bimensuaJ fijo
entre el Rio de la Plata y Europa
Las salidas de este puerto serán el i de cada me»
para Santa Cruz de Tenerife, Cádiz, Bar-'elona y Mar-
sella, admitiendo carga y pasajeros, asi como para
Vigo. Coruña, Santander, Bilbao y demás puntos im-
portantes de España.
Por más informes ó datos, ocúrrase á sus agentM
Antonio López y, C*, calle Alsiaa, 750.
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Afiol
Bn«aM Aires, JUtto € de iB92 Ifftm. 27
Uilw |ir»|ii»urH>: FRANCISCO FERHÉS
HedaocioD j Admioistracion: ALSiNA 939 (altos)
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Numero atrasado.... »0.15 id
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Dirige que es un primor,
y el aplauso universal
conseguirá, el director
de orquesta del Nacional.
i
^-r
4(8
EL CASCABEL
ADVERTENCIA
La redacción y administración de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de Alsina '
número 939 altos, á donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
•s-di-s-
LARO que á estas horas
iio.se habr;í descubierto
un Huevo tesoro.
Porque ya sabrán us-
tedes que á mediados de
la semana pasada, un
trabajador encontró una
cajita llena de monedas
de oro.
¡Quí^ hallazgo!— habrá exclamado nues-
tio ministro de hacienda.
Es decir, el que ejerce interinamente
el cargo.
No de Hacienda.
De ministro.
- Y ¡qué hallazgo! hemos exclamado los
aficionados á antigüedades.
Sobre todo, á las antigüedades de cierto
género.
Las monedas de oro, por ejemplo.
Y digo que no sé si se habrá descubierto
otro tesoro, porque desde lo déla cajita
andan por ahí una porción de sügetos en
busca de fortunas ignotas, y se entregan
con furor á las más raras investigaciones.
Lo que demuestra que nos^ sobra fan-
tasía.
O que nos faltan ganas de trabajar
para ganarnos el pan criollo ó francés de
cada dia.
— ¿Ha visto V. el tesoro?- nos pre-
gunta el primer aniigo que encontramos.
— No, señor; no he tenido tanta dicha.
— Pues hay que ponerse en movi-
miento. :-■"."..: :'-■:*■■:.:."■■'--. :■ ■• v'/'^l' ;" .H,> ;- ■''■■"
—¿Qué dice V.? ]._^'''-:;'t\y^-
— Sí señor: el subsuelo ^^e Buenos Ai-
res, forzosamente ha de encerrar fortunas
inmensas.
— Calle V. que me marpo.
— ¿Y sabe V. lo que falta?
'■ — Solóse loque me falta.
r— Pues á V., á mi y á todos nos falta
actividad.
— No lo dirá V. por mi, que además del
trabajo que me dan las cuartillas blan-
cas que esperan turno para ser llenadas
de tinta, me tomo la molestia de corre-
gir un poeru.-t que está escribiendo el hijo
de un farmacéutico amigo mío. y que
piensa dedicárselo al presidente electo,
para ver si logra la proveeduría del Hos-
pital San Roque, apenas suba al poder.
-¿San Roque?
—No señor; el padre He Roque; es de-
cir, D. Luis que es un santo varón, se-
gún dicen y es sabido, y me ha confir-
mado una señora de cierta edad, que le
repasa las camisas y le echa cuchillos á
los calzones: , desde hace más de veinte
años.
— Butíuo, pues créame V., con activi-
dad han de de^ciibiirse los mil tesoros que
yacen en.. .
— El subsuelo de Buenos Aires, ya me lo
ha dicho V. ánte.<.
Claro está, que al dejar al amigo nos
quedamos preocupados y estamos tenta-
dos He arrojar la pluma y dedicarnos á
escavíu el suelo, pero la lealidad de los
í^contecimientos nos hace \o\ver en noso-
tros, y nos acordamos de que nadie vivé de
ilusiones y que en el almacén no fian un
miserable puñado de porotos ni creen en
tesoros ocultos.
Entonces empuñamos las armas que nos
proporcionan el sustento y los zapates
para nosotros y la familia.
No piensan todos los mortales de esta
manera.
Y asi nos esplicamos escenas como las
que pasan en casa de Agapito Brúñete.
— ¿Sabe V. lo que ocurre? nos pregun-
ta su señora.
— (,En d(')nde?
—En casa.
EL c:as9abel
4lí)
.r
— No, señora.
— Pues ocurre que Agapito está medio
loco y á dos metros de profundidad.
— ;Qué me cuenta!
I — Sí. Se ha empeñado en que ha de ha-
llar un caudal, y se pasa el dia cavando
el terreno y destruyendo los cimientos de
la casar.
El otro dia se derrumbó la cocina y
lesionó á la cocinera, y además á un pri-
mo de Agapito que la estaba requebrando
y ayudándole á mechar una pata.
-¿Qué?
— Una pata de carnero joven recién lle-
gado de Chascomús.
— ¡Ah!
—Y el caso es que Agapito sigue impá-
vido en su tarea y ha hecho un pozo pro-
fundo. Yo le bajo la comida atada á una
cuerda, y adema-» le bajo El Diario cada
tarde para que lea la Vida Social y no se
embrutezca del todo en aquellas profundi-
dades. De modo que ahora soy casi viuda,
p-'ro aguanto todo con la esperanza de que
aparezca el tesoro.
— ¡Dios lo quiera!
— Entonces cambiaré de vida y de ropa
y mandaré acuarelas al de la Vida Social.
— Vamos, no es V. muy pretenciosa.
Por fin Agapito se cansa de profundizar
y sale del pozo, con el pelo crecido, y la
piel negra y coronada la cabeza de verde
musgo.
Entonces la muger, heroica y tierna,
como buena esposa, le frota el cuerpo con
aserrín ycerato simple,
— Paciencia, dice.
— Si, paciencia. ¿Para qué quiero tesoros
si te tengo á ti, que eres tan buena y me
pegas los botones de la levita con tanto
amor?
Confúndense los esposos en tierno abra-
zo, y hacen bien.
Ojalá les sepamos imitar, y nos deje-
mos de. ilusiones y de tesoros. •
Teniendo familia se tiene todo.
Hasta suegra! '
Sobre tn pecho que rtie inspiró tanto
pon una santa cruz,
ya que de los amores que ha sentido
es la fosa común.
Allí juntos, igual que en un osario
los restos se hallarán,
de tantas ilusiones que inspiraste •
y que murieron ya.
Reza sobre esa tumba que has abierto
l¡g:era y vana ayer,
reza, para que todos te perdonen
cual yo te perdoné.
Más de la negra fosa el ancho borde •
tapa por compasión,
sino de tanto anhelo, el cuerpo muerto
vá á dar muy mal olor.
^
Contemplando su estatua, frente á frente,
el artista infeliz, desconocido. .
exclamó con acento convencido
ante su obra sintiéndose valiente:
—Al brotar de la piedra indiferente
el anhelo de mi alma definido,
y al ver en noble estatua convertido
lo que fué anhelo de mi loca mente, „
siento en mí renacer la fé pagana ...
que en la materia hallando poesía
en la materia á Dios amaba ufana,
y siento que mi ardiente fantasía •
por ti tan solo luchará mañana
y por tí morirá, pues que eres mía.
Adolfo S. de los Ríos.
PREDISPOSICIONES
■ ¿Llenas tan bella poesía
de' bori'óhes. hijo mío'
Tú no has de tardar, coiino.
en ser criticó algún dia.'
r-. )-¡*-Y<. ^-^: v^' ;■? "-.'J: -, . ''i
^ -;**■
•3».
.--., vi--^.
420
EL CASCABEL
SENTIMIENTO SINCERO
— jEsto es cosa de aburrirse...!
— Pero hombre ¿qué te ha pasado?
— Nada; que á Vélez le ha dado
la ocurrencia de morirse.
— Pues yo no veo motivo *
de alterarse asi.
— Hija mía,
es que Vélez me aburría
igual cuando estaba vivo;
era un necio, un moscardón...
— Pero ¿cuándo ha fallecido?
— Ayer, -y hoy he recibido
la esqw^lá de defunción.
jY vísiaae usté de luto!
jY vaya usté al campo santo!
¡Y abandone usté entre tanto
sus cosas, por aquel bruto!
—Pero, hijito. estás de un modo...
— Iré ¡qué le hemos de hacer!
por más que sabes mlijer,
que yo no estoy bien del todo.
—¿Aún te encuentras delicado?
— Siempre ese ardor que me abrasa,
veremos lo que me pasa
por ser tan considerado.
—Se ha de tener caridad.
—No hay remedio, tengo que ir,
¡vaya! Tendré que cumplir
como hombre de sociedad.
Ya estoy. Hasta luego hijita.
— Adiós.
- Salir, qué locura,
¡claro! Asi no se me cura
esa dispepsia maldita.
II
—Hola, ¿como te ha probado?
—No lo podía soñar;
tengo ganas de cenar.
Jimás lo hubiera pensado,
llegué allí, rae impresioné,
vi que la caja tapaban
y yi como lo enterraban;
y al verlo, me emocioné.
Está visto, necesito
sufrir una conmoción,
¡pobre Vélez!.. La cuestión
es que estoy bien de apetito.
III
— Pero hija, esto es horroroso;
Reinoso ha muerto.
—¡Por Dios?
— Uno tras otro, los dos.
Ayer Vélez y hoy Reinoso.
— Luisa estará sin consuelo
¡la pobre! ¡Quién lo diría!
—Vaya, hasta luego hija mía,
tengo que asistir al duelo.
IV
— ¡Ay! Qué escena tan atroz.
¡Cómo lloraba la esposa!...
^Pero sabes una cosa?
—¿Qué?
—Tengo un hambre feroz.
—¿Si? Pues vamos á almorzar.
— Mira que es raro, mujer,
que para poder comer
me tenga que emocionar.
V
—¡Bravo! Estoy hecho un valiente.
Pues señor, no son raanias,
los entierros de estos días
me han puesto perfectamente.
Tan seguidas emociones
me han abierto el apetito,
¡qué diablo! Yo necesito
movimiento é impresiones.
—Tienes buen color, es cierto.
—¿Qué lees?
— Nada, hija mi a.
La Prensa, por si decía
que algún amigo se ha muerto.
Luis García.
EL BAILE
^j[s una cuestión ardua y espinosa
para mi, porque pocos habrá que acepten
mis opiniones. De untemano sé, que todos
los conceptos que acerca del baile emita
serán tachados de estrambóticos y falsos.
Sin embargo, lean si les place.
Yo creo que el baile es la ridiculez más
hiperbólica de (jue la hunnanidad puede
ser victima.
Es una degradación de nuestra catego-
ría en la escala animal; con lal acto nos^
asemejamos tanto á los monos, que no es
extraño que Darwin ios llame nuestros
abuelos (discúipenriie los que lo tengan
vivo).
Cuando veo bailar recuerdo inmediala-
mente lo (|iig cunta la flamenca de «Ni-
ña Pancha.»
Cuando bailan la polka
una mada/tna y un seiiorito.,
parece que les tiran
de un cordeliio.
EL CASCABEL
421
Para las mujeres, liene dos fines la
«existencia. El malrimonio y el baile. Al
primero entregan toda su persona, al se-
gundo la mitad inferior de ella.
Enlre los hombres los hay entusiastas,
tibios é indiferentes: del primer grupo,
ningún ejemplo más Upico podrá encon-
trarse, que un lal D. Pascual Bailón Trom-
po, que tuve la suerte de conocer há poco
tiempo.
Él se habia creado una filosofía origi-
nalisima, que pudiera titularse Terpsico-
rista.
— ¡Oh caballero!— me decia— Siento, de-
ploro, padezco al oír de sus labios tan
horribles blasfemias. El baile es el ma-
nantial de todos los placeres, es la más
sublime invención del Creador.
El eterno es el director de orquesta; su
•cetro es la batuta conque lleva el com-
pás de la celeste música, ejecutada por
las innumerables legiones de sus ángeles.
El globo en sus movimientos de trasla-
<íión y rotación, se entrega á una mara-
villosa danza, con su romántica pareja
la plateada luna y todos los demás astros,
ya envueltos en las vaporosas blondas de
sus atmósfera ó cubiertos con la peareria
de sus mágicos destellos, son oíros tantos
bailarines, otras tantas figuras coreográ-
ficas, que componen el sorprendente y
sublime rigodón, llamado firmamento, en
«I vastísimo salón del espacio sideral.
Sí, amigo mío. En un baile, se conocie-
ron mis padres. Mi mamá era bailarina
afamada. Por el baile, viviré dos meses
más que la generalidad de los moríales,
pues el cansancio y, agitación que produce,
aceleró el alumbramiento de mi madre y
soy sietemesino. Yo no era más que hijo
natural al nacer; mi padre iba á casarse
con otra mujer más distinguida, pero la
muerte, le sorprendió antes in articulo
mo7^tis, legitimó su matrimonio, me reco-
noció y legó toda su fortuna. ¿Cuál fué la
causa de su muerte? El baile de San Vi-
tor. En fin, todo en mí se relaciona con
el baile: nací en Bailen, Pascual Bailón
«s mi nombre, Trompo, una de las cosas
que mejor bailan, es mi apellido; soy
profesor de baile; por bailar bien, se ena-
moró de mi, mi esposa; cuando estoy ale-
gre, me bailan los ojos; cuando tomo
champagne lo veo todo bailando; final-
mente, pienso ahorcarme para morir bai-
lando y mandaré que acompañen mi cadá-
ver tocando la danza Macabra.
Afortunadamente, no todos tienen mo-
tivo para profesar al baile Ui idolatría que
Don Pascual.
El baile es uno de los placeres más com-
pletos: con él gozan el tacto, el gusto, el
oído, la vista y el olfato, todos los sentí
dos, en fin, haciendo honrosa escepción
del sentido común, que creo no toma nun-
ca parle en semejante di verdión, untes bien,
es atacado con verdadero furor.
El baile es un centro de instrucción.
¿Cómo no? En ellos vemos las mas pre-
ciosas muestras de perfección orgánica,
aprendemos en fin muc^ias cosas, que nos
enseñan las escotadas Evas. ¿Piapro porqué
lo que tan amablemente nos dejan ver en
Jos dorados salones, no nos siguen mos-
trando en los paseos públicos y en todas
las ocasiones de la vida or.linaria? ¿Por
qué lo que es lícito y muy bien visto en-
tre centenares de personas indiferentes,
escandalizaría y ruborizaría si se viera ó
enseñara en otra ocasión y enlre personas
más allegadas é íntimas? Yo no sé con-
testará todas esias dudas.
Música sin baile, dicen algunos, escomo
una buena comida sin vinos. No discuti-
remos sobre este aserto, pero yo conocía
una señora coja, que se pasaba la vida
bailando sola y sin música; hay gustos....
y Uno de estos es el de ua amigo mió que
decia:
— Yo voy al baile, no por lo que se baila,
sino por las lindas piec^sitas que se to-
can.—Pero lo malo es— le contesté-^que de
las tales piecesitas. casi nunca sé tocan
más que los priineros compases, y ámi,
francamente, la buena música me gusta
saborearla.
Mucho más podría hablar, pero solo diré
que apesar de no haber bailado, ni bailar,
ni prometerme bailar nunca, lo único que
me reconcilia con el baile, es la ultima
parte, un delicioso ambigú.
A lidio Borgia.
-.1 '
! í
!:f/''-'5"íiS5syí»í;i "■
. 422
£L GASCA.BEL
[(f(- tii
ALTA POLÍTICA
— ¿Sabes? á Ricardito, tu primo, le han hecho Oficial de Relaciones exteriores.
-rBueno y ¿qué?
-T-Que lo siento por t*', porque como estará tan ocupado, no podrá dedicarse á las reía
cionfi^ interiores.
LA MORAL T LA PELOTA
Don José Juan de la Mota,
que es un honesto varón,
tiene solo una pasión:
la del juego de pelota.
Advertencia necesaria
es la que acabo de hacer.
Ahora, ya pueden leer
esta Historia Extraordinaria.
Es ya de noche, y roncando
están Don José y señora,
descanso al cuerpo otóffeándo
en la cama bienhechora.
De pronto, Don José sueña,
la cosa es muy natural,
¡pero, ahí viene lo casual!
que también sueña^su dueña.
Y soñando, como es justo,
van á lo que más les gusta;
que la fantasía es justa
y al soñar suele dar, gusto.
En Don José, la pasión,
cosa que era de esperar,
le conduce sin tardar
á las gradas del Frontón.
Y á su muy santa señora,
que aunque santa es¡,muy culpable.
w
? V ' •
EL CASCABEL
: 423
Ja lleva con un amable
joven á quien ella adora. .
La señora se alborota
y se conmueve y se agita,
y el esposo chilla y grita
al ver jugar á pelota.
Y ella dice— Mi Don Juan
refiriéndose al amante—
en tanto él grita— {Adelante
que ya cuatro tantos van!
—Esta pasión me marea...
¡mi marido es un cordero...!
ella dice Y él— ¡Zaguero!
¿para cuando es Ja bolea?
Y asi prosigue el crescendo
la fie! esposa arrullando,
y el marido peleando
por un tanto, y discutiendo.
La mujer fuera de si
se echa en brazos del amante,
y le dice delirante
—¡tan solo vivo por tí!
Y al marido, que el partido
de pelota Je acalora,
como un orador perora
fuera de sí. sin sentido.
—¡No os estrañéis' que alborote!,
¡és la lucha desigual!...
y si el Manco está tan mal
es poniue nos d;i calote.
Y así se van exaltando;
la mujer tierna y amante
de amor loca, delirante,
y el marido perorando.
Y cuando más cerca estaba
de su esposo Ja señora,
creyéndose que al que adora
finalmente se entregaba,
el marido, que tenía
una fuerte discusión,
con uno con quien reñía
desde que entrara al Frontón,
le suelta una bofetada...
que recibe la señora,
que sueña bailarse abrazada
con aquel que tanto adora.
Y al despertar aturdida
exclama — ¡Perdón José!
Te juro que no lo haré
nunca más en esta vida.
Y al ver que era tan pesada
la manita del esposo,
jura á Dios en fervoroso
voto, ser por siempre honrada.
En esto, lector, se nota,
aunque digan lo contrario,
que es un Juego extraordinario
el juego de la pelota.
Antonio F. Molina.
LENGUAS VIVAS
ON tan útiles como las muertas.
Y no aludo á las de yaca, por ejemplo.
Considero lengua muértia, el griego y el caldeo.
¡Ahí y el latín, que es la más muerta de todas.
Sin duda, por esta causa se cantan los responsos en latín,
]o mismo que las misas, que son letra muerta para muchos.
No digo nada del sánscrito, por no hacer alardes de erudi-
ción.
Pues todas estas lenguas son útilísimas.
Pero, (las lenguas vivas!... ¡Ah! las lenguas vivas no tienen
precio.
Apesar de que muchos profesores anuncien lecciones de in-
glés, por ejemplo, y por treinta pesos al mes.
Que ya es un precio.
La civilización moderna exige que hablemos otros idiomas, además del nuestro.
Y el mísero mortal que no sepa chapurrear algo en extranjero, es mirado con
desdén.
Llega uno A una casa, llama y pregunta por la señora.
— íMadamme ha salido! — contesta el criado.
—Bueno: pues lome V. mi tárjela.
— Adieu, monsieür.
Nos alejamos de la casa, con alegría, dando gracias ai altísimo (que no es Pelle-
f;rini) por no haber hallado á la señara; porgue si el criado empieza por mezclar pa-
abras francesas, hasta cierto punto, es lo cierto que la señora ños hubiese hablado
lolalmente en francés.
Y... no hoy más remedio.
Es preciso repasar un manual, ó Manuel, de conversación francesa y española,
s^ pena de pasar por oscurantista anle los ojos de la sociedad.
+2'f
^ÍT^'í«''r " ',i.o j' % «»^ «
EL CASCABei.
i 4'
r-
LA SALVACIÓN
... finalmente: el señor senador ¿qué ¡He procurado como el que más, nive-
ha hecho"^ ¡Vamos á ver!. . ¿Qué ha he- lar el presupuesto abrumador!
cho?
¡Soy capaz de romperle el esternón! ¡Orden!... ¡orden! ¡señores senadores!
¿ ^^\< - "' * .- -.^S^-S^ÍP^ss^
"'^*Í^^J?'---'j." -■;■■•--■ *',?■'■-■■■??-'" ■'■■'VÍ.^J:'
F.L CASCABEL
425
DEL PAÍS
jOrdenl No interrumpa S.S. al orador. Aunque me interrumpan, gritaré. ¡El
señorsenadoresincapáz de hacer nada..!
/Bravo!... diera ¡que se calle!
La que paga los vidrios rotos.
'i;:'i'%;~^;yS'^:y''¡iwfij^':' '
426
EL CASCABEL
La otra noche fui á casa de Mengudez, y pasé serios apuros por la cuestión de
idioma. ié I
— ¿Cómo esta V?— pregunté al dueño de casa. *
— Pas mal, mon cheri... pasó á saludar á la familia.
— Bu»*no... Señora, á los pies de V... ya lo veo; si, si, V. siempre tan buena... he
sido un olvidadizo de primera, pero me enmendaré... gracias-
La conversación se generaliza.
— Ha visto V. la influenza?
— r«ío, señor, afortunadamente.
■—* ¡Ohl-dice la señora— tres drole, tres drole...
— Toujours de buen humor.
—Tres espiriluelle; este Andrés siempre lleno de humor...
— No; no crea V. Tomo mucha zarza, asi es que l^s humores no me molestan.
—No... cest otra chosse.
—¿Otra qué?
—Mujer— dijo Bermudez cariñosamente— habla en español, porque nuesiro buen
amigo no posee el francés...
— La verdad; es una de tantas cosas que no poseo.
— Y es lástima, porque hoy no se habla otra cosa. A mi también me costaba sol-
larme, pero hice un viaje ó París...
- ¡Oh. París!— exclama la señora — ¡París de mes entreteles!
— Pues... i\ los tres meses hablaba ya como Moliere.
— Vivíamos— dice la señora— en el Boulevard des malas hierbas... ¡oh que bou-
lovard! Y luego ¡qué esprit!... Qué chic, tiene la gente en aquella t|erra,
—¿En el boulevard?
—Y en todas partes.
— Es el gran sitio para aprender fi hablar en francés sin necesidad de maestro.
—Vaya, por cifras, como la guitarra.
— ¡Tres bien! ¡Qué lastim! ¡qué lastim! que ne pariez francés.
Apenas pude dejar á la familia de Mengudez, lo hice.
Y lo hice á la francesa.
Es decir, sin despedirme.
Con sans fagon, ¡vaya!
Y al llegar a ca.-^a, pensando en la inestabilidad de las cosas é idiomas del mundo,
encontréme una carta, concebida con pecado, en los siguientes términos:
«Mon cheri: Te atandre hoy jusque las ocho de la nuit. Je suis libre hasta mi-
nuit. Ta pelite N.»
Volví involuntariamente la vista en dirección á la casa de Mengudez y exclamé:
— ¡Ahora si que aprenderé bien el francés, y podré alterna)' con la gente fina!
Aprenderé el francés, y sin necesidad de maestro.
-^jOh, las lenguas vivas!...
K! ': ; ' ■ A ndrés Soler.
EL MEDIO AMBIENTE
Don Pedro era un buen señor
q,ue á los perros adoraba,
y en los cuales concentraba
dicha, ilusiones y amor.
Por ellos, su hogar tranquilo
Tse encontraba trastornado,
pues lo había transformado
de los perros en asilo.
A aquel capricho sin lasa
sus esfuerzos dirigía,
y cuantos perros veía
se los llevaba á su casa.
Con pasión sus ideales
defendía tenazmente,
y predicaba á la gente
cosas muy origínalas.
— No creáis mi empresa loca,
ni infundados mis extremos,
al cabo todos tenemos
los caninos en la boca.
¡Cuánto hombre celoso y vano
con un amor imprudente,
ejerce, constantemente
de perro del hortelano!
¡Los canes! Debéis saber
que el mundo ante ellos tembló,
ó veamos, ¿qué es, sí nó
Bismarck? pues un can... ciiler.
Y así toda su, fortuna
don Pedro dilapidaba,
porque nada escatimaba
para su empresa perruna.
Y sin tregua y sin reposo
á los perros recogía
y su casa cada día
era un bochinche espantoso.
Un perro color canela
con una perrita turca,
bailaban una mazurka
SPí^*'?^ !- ■
'>V:^W*í!':" 'f^í-r-v'-Sfijí^-.V-r^ ".^LÜÍÍ^íí^--..
EL CASCABEL
427
EN EL RESTAURANT
íHih
-¿Postres?...
-Tráigame uvibife á caballo.
-¿A la minuta?
-Nó, á la parrilla y con muchas papas.
-'íS-^.-^í<^^í:-
V-- /,7-- ;';.í^;^^^^rf:vVv,o,-'-',-^,>'/. .--y;,-^!^^.
-1,* \ ■''■F:,-^y^yr- fy'
428
ei. CASCABFX
sobre los «Cantos de Oyuela».
Dos íerranoyas gigantes
acababan sus rencillas,
mordiendo las pantorrülas
de los pobres visitantes.
Una perra japonesa,
unas medias se comía,
y un bull-dog se divertía
sobrrt una bata escocesa.
Ante el busto verd;idero
de Mitre, un perro ladraba,
y otro chico se bañaba
metiéndose en un tintero.
La gente tenía que irse,
pues los perros con placer,
.se dedicaban á hacer
lo que no puede decirse.
II
Pero al cabo sucedió
que Don Pedro cierto dia.
apesar de su manía
de una hurí se enamoró.
Vio á una muchacha francesa
que con garbo caminaba,
y entre sus brazos llevaba
una linda perra inglesa.
Don Pedro la habla, suspira,
y la dice con amor: .
— Todo se vé del color
del cristal porque se mira. ■
Ella á la banda se cierra,
pues dice:
—Si veis asi;
debéis contemplarme á mí
con el color de una perra.
Pero al fin don Pedro trata
el asunto con finura,
y á la niña con frescura
la pide su blanca pata.
Llenos del goce divino
que su amante pecho abrasa,
gozan en aquella casa
de un paraíso canino.
III
La francesa se cansó
de aquella pasión perruna,
y por cambiar de fortuna
con un joven se escapó.
Y don Pedro en su manía,
dijo luego indiferente,
—¡Influjo del medio ambiente?
¿qué me hizo? Una perrería.
S. Garrido.
•w
DE DOMINGO A DOMi <'G0
¡Y vA de estrenos!
Nada menos que dos, estóri anunciados
para esta semana.
Curupaytí, episodio de la guerra del Pa-
raguay, y en el cual, como si lo viésemos,
n(t faltarán descargas de fusilería, himnos
i\ la patria, luces de bengala, apoteosis,
profusión de banderas argeniinas, para-
guayas y brasileras....
Esperamos el estreno con curiosidad,
y deseamos poder aplaudir,
¡Allá veremos!
La Comedia también ofrecerá al público
ei animado espectáculo de un estreno.
Infantería Rusticana., titulo que atrae-
rá gran concurrencia, es la obra que, si
' no hay incrmvenienle se estrenará el vier-
nes.
No faltaremos, dispuestos á unir nuestro
aplauso, á los que el público tributará á
nuestro amigo Paiau, que, por otra parle,
no se ha olvidado de hacei" propaganda.
Y luego, tenemos en perspectiva un
drama de Coronado, otro de Mansilla, es-
crito en italiano, y .. no sabemos por el
momento que se vaya á estrenar otra obra,
pues, FA peor rival un tnuerto., de Fra-
gueiro, ha quedado para mejor ocasión.
De modo que estamos de plácemes los
aficionados á cosas de teatro, y alas emo-
ciones de un estreno.
Ahora, solo falta que los autores hayan
dado en el clavo.
■. Por que si dan en la herradura., .nadie
\es,\\\)T8L áenna pateadura.
Esperando que en el próxinr.o numero po-
dremos ocuparnos extensamente, de lo
ocurrido en los teatros, pasemos revista,
á la ligera, á las novedades que hemos te-
nido durante la semana.
En la Opera., supresión de las \isperas
Sicilianas., el Sábado y el Domingo, ca-
prichoso pot-purri.'Los resfriados á la
orden del dia, ó déla noche, y los abona-
dos muy contentos... La temporada . ter-
mina pronto. Descanse en paz!
W^ff--'-'
EL CASCABEL
429
La Boelti Valvassura, obtiene ovación,
tras ovación, de los que frecuentan el Po-
liteama. por la manera acabada que inter-
preta los papeles á su cargo.
La Comedia^ siempre concurrida, y sin
ofrecer gran variación de obras. No obs-
tante el público no se cansa, y aplaude
nuevamente La caza del Oso y encuentra
que Orejón parece poseído del demonio,
ó cargado de azogue. Y es lástima.
San Martin un poco mas - n¡in;idoque
de costumbre. Muy aplaudidos los artistas
en Orf'eo y Fra-Diavolo.
Opérela en el Doria^ en donde actiia
una aceplublo compañía dirigida por el
maestro Panizza. ^
Y el Nacional, convenientemente refor-
mado, preparándose para abrir sus puer-
tas al público. No creemos que inaugure
la temporada antes del 15.
Y... hasta el próximo número.
A ver si tendremos que lamentar algún
descalabro.
Leo:
«El jockey Tomás López, una de las vic-
timas del incidente del domingo, sigue en
gravísimo estado, privado de conocimien-
to. Aguilera, que corría ó Severac y que
fué el primero en caer, resultó con el brazo
izquierdo dislocado, no ofreciendo dificul-
tad su curación. Navarro sigue mejor de
las lesiones recibidas».
Falta añadir: por lo demás, todos buenos
y sin novedad.
Y contentos, porque en líntre-Rios no
se ha permitido una parodia de una cor-
rida de toros.
Espectáculo bárbaro, y que no ofrece los
alruclivos del civilizado Sport hípico.
Tomamos de «El Perseguido» periódico
anarquista, ó cosa parecida:
Malditas sean las autoridades y las
propiedades cochinas.
Por lo demás, ahora nos esplicamos el
título del periódico, y comprendemos que
le persigan.
Durante el esl io á Lola,
siempre que un piropo oía,
el rostro se le volvía
del color de la amapola.
Y hoy (jue el frío aterrailor
nos acosa cruelmente
tiene la niña inocente
en la nariz el rubor.
Dice un telegríuia de Santiago de Chile
que entre los asaltantes del fundo San Juan
del Peral figuran ¡avenes decentes, perte-
necientes á la primera sociedad.
¿La primera sociedad?
Ah! Vamos: sdvajes distinguidos.
El apreciable colega «Cristóbal Colón»
publica en su último número una alegoría
que no tiene des[)er(liciii.
Cristóbal Co!ón, el navegmte, no el pe-
riódico^ se ap irece al Dr. Aiem y le enseña
unas cuiltínas.
Por Dios, compañero!
Repare (¡UH ahor-.i van n cationizaral cé-
lebre descubridor, y que el gobierno le pue-
de lomar ojeriza.
Y si se la toma... . ¡adiós fiesta del cen-
tenario!
Y si no se la tom \, también.
,\nuncio(jue enc'-ntramos en un colega:
MONTURA EN VENTA— 5e Ofrece en
venta una montura de hombre.
Para verla y tratar en esta im-
prenta.
Podríase añadir si el hombre t¡ ene la
edad en la boca, si es manso, redomón
etcétera
ondencia
La redacción y administración de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de Alsina
número 939 altos, á donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
El. Prior.— P\x^% mire Vd., á mi me pance que
apenas es vd. el hermano portero.
T. Y. O.— No, señor; pagando nunca.
■W-^*^^^-^-^^K
^W^^v vj. -í* •? i'*'- *
430
RL CASCaBIíL
/í. dé S.—YíL he recibido otras, pero he resuelto
dejar en paz á Colón.
Anflj-^uiste -íAlto, amigo mió! Destruya Vd. lo
que quiera, menos las indestructibles rtglas para
versificar como Dios ordena y manda.
rn enamorao.—Ha. reparao Vd. que se ha olvidao
una rf? Y no ha reparao que á una niña no se le
dicen cosas como esta:
Por tí no me pongo camisa
ni corbata de mariposa,
solo por visitarle,
por yisilarte... hermosa.
Inclilo.—Se puede corregir a.\u,o.
Tomis. — ¡Adiós, Tomasin!
/. C. F. — Me parece bien la idea.
E. C— Usted siempre correcto y archi-amable.
Espero el artículo y. deseo que sea muy bonito.
Ana.— íAna?,.. ¿Ana?.. Pups no, señora, no me
suena: y vd. dispense.
Aprendiz. — Que debe seguir aprendiendo con mu-
cho ahinco.
'^apilón.—Be caballería; lo he adivinado al punto.'
Z. X. Z.— Está bien versificado, pero no es propio
para este semanario
Salomón.— Pero no el sabio, ¿eh?
Le ronrienet—iComo quiere Vd. que me convenga,
si no h?-y verso bien medido? La idea sí; es muy
original.
Zapateta. ^Le diré si helio me cuadra. ¡Basta;
No pasemos de la cuadra ésta.
EL CASCABEL
SEMAiNARIO FfcSTlVO ILUSTKADO
Director: ENRIQUE COLL
-^-
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Pi'ovincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Níimero corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESt:AN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
tSt— AMIITA— t3t (ALTOS)
ADVERTENCIA
Se previene al público que la farmacia
estabiecicla en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. CBulllermo A. Crnnwell,
se vendió á D. Diego Sproat. quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
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je, id de platos para la mesa, útiles de estu-
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Fotograbados de .n-füc .. Coll y C»
SEMANAKIO FKS'UVO II.USTIÍADO
D r^-*^ ton ENRIQUE COLL
b.
LÜCI© ¥., MAMSILLA
En su labor continuada,
bien puede decir Mansil!a,
(¡ue manejó como Eri^illa
ya la pluma, ya la espadíi.
434
SL GASOLBBL
ADVERTENCIA
La redacoióii y administradón de EL CAS-
CABEL se ha trasladado á la calle de AUdaa
nAmero ^9 altos, ifc donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
-MORC-
ÓN lo del encierro He
cnaiei'.ta y tantos
menores que se en-
ir^-gaban al robo y
vivian en grande,
Munfjue en cnanto á
r pase abandonaban
un poco, sin duda por
creer que en esta vi-
da todo se reduce á comer, <:hupar y tener
novias, en lo cual, hasta cierto punto,
tienen razón, las personas que se preocu-
pan del porvenir de la infancia han puesto
el grito en el cielo y se han alarmado jus-
tamente, y muy justamente, por cierto.
— ¿Dónde iremos á parar? — me decía un
señor que no para quince días en una casa,
porque no paga y destroza muchas sába-
nas— ¿dónde iremos á parar si no se pone
una valla á los desenfrenos de los niños?
— ¡Qué se yó!
— -Es menester que nos preocupemos de
educar á los que hoy son inocentes criaiu-
ras y que mañana pueden ser diputados ó
arzobispos.
• — Tiene V. razón.
— ¿Si la tengo?. .. Miie V.; conozco un
t^enador, que hoy ya no lo es, que, cuando
niño, se guardaba todo lo que encontraba
amano. Al nifinor descuido ¡zas! se apo-
<leraba de cualquier objeto que le llamara
1 » atención. Un dia fué á ca-;a de un tio v
»e le llevó unas zapatillas y en otra oca-
sión le robó un gato y un libro de recetas
culinarias.
Pues bien: ios padres se lo permitían y
así fuá creciendo y haciéndose hombre y
hasta llegó á ser senador, y es fama que
se llevaba el papel y los sobres de se';re-
taria sin que nadie lo advirtiera. Por fin
se supo, y según unos, resultó que robaba
por costUMíbre y, según otios, porque te-
nia sociedad con- un dueño de papelería.
— Es muy curioso lo que me cuenta V.
— Pues más podría decirle: pero ahora
espero la subida de Sáen?. Peña para ver
si hará algo en pro de la juventud desca-
rriada, porque Pellegrini está muy ocu-
pado arreglando la maleta y do está por
peider tiempo en pequeneces.
— Se comprende.
La prisiór» del Ñafo, la Nena y demás
compañeros, ha r'»percutido en todos los
corazones, en especial los de los padres, y
ahora nos dedicamos con sumo cuidado á
depurar los instintos de los tiernos vas-
tagos.
D. ]M>rtuiiato Viñabaja, que tiene mu-
chos hijos, y pocos pesos, ha establecido
en su casa un régimen riguroso.
Llega y llama á su e-posa inmediata-
mente.
— ¡Brunilda! Pronto, ven acá; ¿qué hay?
— ¿Para comer?
— Cállate antropófaga; solo te preocu-
|)as de llenar deberes materiales con gra-
ve perjuicio de la moral.
— Yo no ataco la moral...
— ¿Y nuestros hijos?
— ¡Son legítimos!
—Me lo figuro. Pero lo que yo quise
decir fué que preocupada en comer olvi-
das á los niños. Vamos á ver, ¿qué han
hecho hoy? ,
— Nada malo.
— Hum.... Aquí tenía una caja de ja-
bón: ¿quién la ha tocado?
— Ah! Fué Pepín.
— Con que Pepín, eh? Y esto no te de-
muestra narla? Xo adivinas el germen la-
tricida dentro del organismo de Pepín....
I — No le insultes así!
' — Hablo científicamente. ¿Conoces á
Lombroso?
^Í-¿É¿^S&*tt,,:Je'.j:^)SíítíAl%..JÍ..jm,,^JC..^. I.
^^j£^.,4- t&^k .^^r.^j^^mJdlíSi^'^Z* .. M,..^^-^.<ts~.h^Áá%ss^3Sid^h-.>^'^g-Jiáí.^ii^!S^
* ■ "T»
EL CASCABEL
«5
—Ya sabes que no recibo visitns.
—Bueno, pues Lombroso me ha abierto
los ojos. He leidoen la cabeza de Pepin y
tiene la configuración plástica de un cuer-
vito cualquiera. ¿Hay un germen? ¡Pues
acortarlo! Hoy se queda Pépln sin postre.
— También aconseja eso. el señor que
te ha abierto los ojos?
— Lo aconsejo yo, y basta. Pepin se
queda sin postres. Ya le enseñaré yo á
robar!
Y por la más insignificante distracción
de sus niños, Don Fortunato los deja sin
el apetitoso dulce de membrillo.
Con lo cual logra dos cosas:
Castigar á los niños, y hacer economías.
Todo sea por la snlvación de la infancia.
Nosotros, franc'imente. miramos de reo-
jo á los jovencitos que andan sueltos por
esas calles de Boliini, temiendo, no sin
r zón, que á lo mejor nos arrebaten el
reloj, ó nos roben la cartera, y con ella
alguna papeleta de algún monte más ó
menos pío, de piedad, ó de préstamos y
empeños. Que no siempre ha de ser prés-
tamos y descuentos.
A la autoridad corresponde librarnos de
las travesuras infantiles que S'í han puesto
de moda, de lo contrario, nos haremos
justicia con nuestras propias manos.
Y que no será flojo el placer que experi-
mentaré el dia que pueda estrangular al
hijo de una señora viuda, á la que visitJ
con la intención de un ministerio nuevo.
Es decir, con buena intención.
Apenas llego á 'a C'<sa ya tenido el niño
sentado sobre mis piernas. Empieza por
meterme los dedos en la nariz ó en la boca,
y acaba por introducirlos en lo más pro-
fundo de mis bolsillos, y un dia se le anto-
ja el pañuelo, otro dia la llave de mi baúl,
y á lo que más aficionado se muestra es á
los peines, que como cuidadoso qi e soy
del pelo de la fisonomía llevo siempre con-
migo.
El otro dia, por fin, el niño de la viuda
encontró por casualidad un billete de cinco
pesos, que permanecía acurrucado en la
más espantosa soledad, alláen lo más pro-
fundo del bolsillo de mi pantalón. Verlo y
quererlo fué lo mismo. Y al fin tuve que
dárselo.
— Mañana se lo davolveré — me dijo la
viuda— deje que pase el caprichito.;.*. . .
Y el caprichito ha pasado, pero los cin-
co no han .Suelto á su solitario hogar.
Así es que desde hoy. declaro guerra á
muerte á los niños escamoieadorcs.
Pero antes reniego de los padres que no
les corrigen la mala costumbre.
Y reniego en especial de las madres .
Sobre todo de hs viudas, si unas y otras
son como mi cara atiuga,
Creo que la puedo llamar cara.
— ^S>^-
PICKLES
Aunque sea triste suerte
■ dijeron á Sáleme-
la suya, no se eche usté
en los brazo.s de la muerte.—
Y ella, con recto criterio,
y por ser afíradecida
con (|uien la dnha vida,
.se echó en brazos... de Silverio.
Adoral)a un tal .Juan h Foriunata,
con tanto ardor... con tanto sentimiento,
(jue. de capricho ú sim[)l<' patarata, •
degeneró en horriljle embobamiento,
t'edíala obstmado.
ese alfío codiciado
al prodigarla floras.
que es la meta y el fin de los amores.
Rehusaba la doncella
ceder á las instancias de su amante,
pero es el caso que sn buena estrella,
y apesar de ser Juan un atorrante,
le hizo vencer al íin y triunfó de ella.
Si de tanto ir el cántaro á la fuente
dieen que ha de romperse sin remedio,
no lo sé, mas te afirmo francamente
que á lo menos se parte por el medio.
.JosK Corras Fernández.
^[gjj^
A LA CAFETERA
Mecanismo gentil, hijo del arte,
tú elaboras el líquido portento,
que agiganta el humano pensamiento
de mi genio eres tú inmortal baluarte.
Amigo generoso que comparte
las molestias del mísero aposento,
en que en ansias de gloria me atormento
tú la insignia serás de mi estandarte.
Cuando hierve en tu seno generoso
el licor que á los dioses extasía,
me parece escuchar el melodioso
lenguaje que modula la poesía,
y en tu aroma sutil y vapoi"OSO
al éter se remonta el a!ma mía.
Alidio Borgia.
436
EL CASCABEL
EL DRAMA
6.
lE conocieron en un concierto de Caridad. .
Tendría ella diecisiete años; su tez era morena, negros sus ojos, esbelto su talle.,
Él contaba veinlicualro, y era un buen mozo en la más lata extensión. de la pala-
bra. Toda la noche sus picaros ojos estuvieron requebrando de amores á la doncella.
3 ue se vengaba del asedio, moviendo nerviosamente su abanico, ó riéndose ú carcaja-
as poi" la frase más insulsa de cual({uiera de sus vecinas.
A los pocos días. Atuel, que asi se llamaba el mozo, penetraba en la casa, y á las
cortas semanas aquel amorcillo se habia convertido en fuego devorador.
Sin embargo, Luisa no era feliz.
¿Porqué su novio no era poeta?
El dia en que el cielo se mostró triste y la naturaleza como muda, presintiendo
ain duda la tormenta que luego se desencadenara, dia naturalmente apropiado para
secretas confidencias, Luisa preguntó resueltamente á Atuel, el porqué no hacia ver-
sosr bonitos.
'Atuel quedó perplejo.
—Si tú hicieras versos, te querría m<\s, mucho más de lo que ahora te quiero^
{Oh, es tan hermosa la poesía!
El galán apenas pudo articular palabra. ¡Era tan extraña la pretensión de su
adorada!
Han transcurrido seis meses y Atuel llega á la morada de su dama con un lindo
tomito de poesías.
Amoríos se titula, y al lado de estos caracteres impresos con letras encarnadas.
hay una bonita alegoría. Cupido está enlazando dos corazones.
Luisa apenas cree en la realidad.
ife- " — ¿Pero... son tuyos? ^.
. — Y tuyos— contesta el joven— tú me los inspiraste, yo los escribí.
Al dia siguiente la prensa, siempre transigente con los principiantes, aplaudía los
versos de Atuel.
— ¿Con((ue tu novio escribe versos?
—Ya lo ves. ,
—Y dicen que son muy lindos.
— Como que es un gran poeta.
— ¿Ha escrito otras obras?
I
i „
EL CASBABEL 437
" —Está terminando dos poemas, una comedia y un drama, r
— [Mujer! '
—Como lo oyes. Atuel es el primer poeta argentino.
—¿Pero, un drama?
— Si, un di-ama mejor que el estrenado anteanoche en... y que le valió una ovar
clon á su autor.
— Dios lo quiera.
— ¿Lo dudas? "^
—Se dan casos. .
— Es que hay mucha ignorancia. ,
—¿Estás contenta, bien mío?
— Sí, tus poesi is son lindas, pero... . .;
—¿Pero qué?
— Que yo deseo algo más.
— ¿Qué deseas?
— Que escribas un drama. x
— ¡Luisa! í
— Lo he dicho ya á Lola y mañana lo sabrá todo Buenos Aires. / %
— Pero ¿qué le has dicho?
— Que estás terminando dos poemas, una comedia y un dram.a.
- Si no pensé...
— Pues, hijo, a pensar... Yo te quiero aplaudido, ensalzado, coronado. Cuando
salgas del teatro envuelto en nubes de gloria, ven por mi mano y mi corazón.
— Pero si yo no ansio gloria, si yo me siento feliz con tu amor y la fortuna de
mis padres.
— jNo tiene aspiraciones! No ansia gloria. jQué hombre!
— ¡Luisa!
—Si no eres autor dramático...
—No acabes... Lo seré. •
En pos de la glOiHa. se titula el drama. La prensa se ha encargado de anun-
ciarlo con desnnesurado bombo.
Las localidades del teatro han sido todas lomadas, y sin embargo el público se
pregunta: ¿quién es Aluel? ¿Un atrevido? ¿Un genio? ¡Quién sabe!
Llega la hora del estreno, y apenas comenzada la representación, se puede notar
marejada en tertulias, cazuela y paraíso.
Luisa está hermosísima en su palco. Sus amigas la admiran y la envidian. ¡Es felizl
¿Quién silbó el primero? Se ignora, pero el segundo acto fué una perpetua sil-
batina.
Luisa se retiró pálida y ojerosa, al fondo del palco: aquello era insufrible, porque
lo cierto es que el drama era muy malo.
El tercero y último acto no se deslizó, galopó por entre silbidos, carcajadas é
improperios. Los anales del teatro no registran escándalo parecido.
Luisa tuvo que retirarse antes de la escena final. Sus nervios, tendidos como
cuerdas de guitarra, amenazaban á estallar.
Al dia siguiente los periódicos de la Capital, terminaban su crónica de teatros
con esta nota fúnebre:
«En otro lugar de este número damos cuenta del suicidio del joven poeta señor
Atuel. Su desmesurada ambición de gloria, le llevó á escribir el drama que con tan
poca fortuna se estrenó anoche; y su excesivo orgullo puso en sus manos el homi-
cida revólver. Parece que no se conformaba con el fallo del público, como si el poeta
lírico desapareciese porque no acertara á cultivar la poesía dramática.
¡Asi se escribe la historia!
R. Monner Sans.
■ .*.
' ^iSiaSiMtsi^sÉísSíií . ,.11^^
»>^^
4SS
EL CAaCABeL
día de lluvia
Llueve al fin; por las lavadas
peredas, cruzan ligeras
Tanas niñas hechiceras
con las polleras alzadas.
Generosidad del cielo
que, si de lo azul nos priva,
á trueq^ue del que hay arriba,
nos dá otro cielo en el suelo.
Por las encharcadas calles
de fango y tropiezos llenas,
se observan lindas escenas j
y pintorescos detalles.
Una niña sus enaguas,
alza y dice con enojo:
— iQue.va usté á saltarme un ojo
con la punta del paraguas!
— jBueno!— con Anos modales
contesta el perseguidor—
(y es que trata el buen señor
en ojos artificiales.)
Un caballero severo,
bajo un balcón guarecido,
mira absorto y aburrido
cómo arrecia el aguacero.
Gon aire meditabundo
estoicamente espera,
igual que si resolviera
algún problema profundo.
Se escurre de la cornisa,
bajo la que aquel reppsa,
una gota y se le posa
entre el cuello y la camisa.
Salta con aire de susto
él señor rápidamente.
La gota indudablemente
le debe dar mucho gusto.
Persigue rápidamente
otro sujeto al tramvía,
y en su carrera porfía
atrepellando á la gente.
— íPs! ¡conductor! ¡pare usté!
— ¡Éh, cuidado, caballero!
—¡Animal!
—¡Bruto!
—¡Grosero!
— ¡Ay! me ha reventado un pié.
Llega al tramway jadeante,
y mientras al cielo clama,
se sienta sobre una dama
en estado interesante.
Un señor de cierta edad
vá sin precipitación
•soportando el chaparrón
con Ja mayor gravedad.
Pasa uno y le dice:
— ¡Andrés!
¡hombre! ¿te encuentras tocado^
—No, que el doctor me ha ordenado
que tome baños de pies.
Pepe al lado de María
pasea tranquilamente.
(Ha de tenerse presente
que se casó el otro día.)
Y á su esposa, que vá al lado,
dice:
— Vamonos corriendo,
porque como está lloviendo
me encuentro todo mojado.
Van pasándose las horas,
el suelo está escurridizo
y al cruzar un pasadizo
caen al suelo dos señoras,
que son dos á quien aclama
el püblico,^ con razón,
y que son, en conclusión,
dos estrellas de gran fama.
Viendo caer á las bellas
un repórter, al cruzar,
dijo :
-^Voy á hacer constar
que ha habido lluvia de estrellas.
Luís García.
\
■:. -^i^aáte^if^ít-'i ^ ^ '; ^^¿ifr.wfe-^.'-^--:^-^
:^='™-:yí*-
EL CASCABEL
439
TJLtGI A
"<a^^
m
—Esa atroz melancolía
hace hijita que me alarme,
¿qué anhelas, esposa mía?
—Nada, pues te pediría.
Jo que tú no puedes darme.
LOS FARRISTAS «
EL AMERICANO
j^oK las 4 de la mañana de un domingo
cualquiera. En la calle de Cangallo, se des-
taca en medio de la oscuridad de la noche un
restauranl iluminado y de gran movimiento.
Cinco ó seis aurigas nocheros, envueltos en
sus inverosímiles abrigos y cribados ponchos,
pasean á la puerta del establecimiento, de-
partiendo estoicamente sobre las hazañas de
sus ahitos rocinantes, y sobre la habilidad
propia para estafar pasajeros en una ó más
horas de viaje. Dos agentes, meditabundos y
(1) (Véase el nthncro íl.) *,.
soñolientos, alternan de vez en cuando con
los cocheros ó se apartan aburridos á esperar
en la parada la hora feliz de su relevo. Aún
no ha amanecido. El frío vela al exterior los
vidrios, con esa opacidad nebulosa y húmeda
característica de las noches de invierno; sA
través de ellos se percibe el movimiento y ba-
raúnda internas. Los faroles brillan con mor-
tecina luz que vá desapareciendo ante los pre»
ludios de la aurora; alguno que otro trasno-
chador atraviesa la calle y se mezcla con los
farristas de todo género que en el restaurant
se reúnen.
Penetremos, tres ó cuatro hileras de mesas;
un mostrador bien surtido y unas especies de
tribunas ó casillas de cajero de Banco, desti-
nadas á la contabilidad. Mucha gente, mucho
barullo, conversaciones que se confunden.
írtÍá¿í;^i«%í:".^'/^^ÍÍ-*^íií'^?->7Í^*;ií.v~r .'
lüta
■^^^.M>I.-^.X,^;íi.^-
\> - TMii "«■^
tl4:GIMK:4BEI»
TRANSFORMISMO
I^a cosecha es buena 5' produce al tío To-
lUnS* • • • • •
Una pipa de vino, de primera calidad.
Que. gracias á un procedimiento sencillísi-
mo, se multiplica.
Y una vez multiplicada... ¡á Buenos AiresI
Las cinco pipas después de descargadas.
Se convierten en diez, por obra y gracia del
procedimiento de marras.
al^ • *'^*'f í*f ■*-- y
i .wi >-*ÍL*,w ■- e 'í^'-^
mm
ÉÉÉÉÍé
tm
BSÚCABCámL
441
VINÍCOLA
..... ,\ -r '■.::. .-,. >■
Pasan algunas á un almfcen.
En donde sufren de nuevo la consabida ope-
ración.
Una señora, de las de pieza con pensión
compra unos litros.
Y para que duren, los bautiza católica-
mente.
Pero hete aquí, que un inquilino enferma de ¡Y el médico lo atribuye al vino demasiado
pronto. fuerte!
^^¡^'(v^^V''^'*^ ■^fi^f^i'wy' ^iy''-''fS^2 "• <^s^^'^ ^^*^'^'S:w^
-~vji V 'íT
r-AíTJgf^^ ^
•442
CLCMKUBBL
ta^-«»^p»*^
'Mí
'fi
carcajadas de eco estrtflente y avinado, mo-
zos que van y vienen con manjares de todo
género; acá los jugadores, allá los tkrristas
temerones y acompadrados, acullá los inofen-
sivos; en una mesa mujeres de dudosa virtud;
en otra niñas que bailan en sociedades y que
pescan á costa de aeompañantegenaeroso; una
mezcla en fin, de tipos distintos y caracte-
risticos de aquel Jugar y hora, dominados to-
dos por la figura imponente de D. Domingo,
del inolvidable Gando, el patriarca de aquella
Babel, el hombre pacifico por excelencia, ami-
go de sus parroquianos, enemigo de. los bo-
chincheros, transigente con los ebrios y con-
pinche eterno de los farristas de cierta posi-
ción ó familia.
Instalémonos. En la mesa del lado se ven
hasta tres ó cuatro imberbes de semblante
y barbudos de vicio, calaveras lampiños ó fa-
rrista larva, que causan compasión al mo-
ralista, desprecio al farrista hecho y dere-
cho, y risa al observador imparcial. Sus caras
ojerosas y demacradas, denuncian la mala
noche.
• Uno de ellos hace comentarios salpicados
de obscenidades, que envidiaría el más rela-
jado de los biliosos. Pura boca.
Se levantó temprano porque tenía cita con
una casada y j I as mujeres, compadre!
Almorzó y se fué al billar, es su fuerte; des-
pués comió fuera de su casa Nunca apa-
rece en ella, porque el viejo le dio hace años
la llave y no se ocupan de él para nada; des-
pués de comer pasó pOr lo de Eustaquia; él,
aunque está ya harto de mujeres (según dice),
siempre vá un rato á charlar con la vieja;
hay dos que están locas por él; no paga nada,
eso sí, tuvo que pelear con varios; pero sacó
el revólwer ó la daga, y no hubo forma; le
dejaron el campo libre; cierto que estaba hecho
y ya s^ sabe que cuando está punteao, no
hay quien lo ataje y.... etc.
Los <](tros comensales contestan con iguales
' ó parecidas hazañas, hablan de todo sin' saber
nada, ejxponen sus conocimientos sobre la mu-
jer, apjrendidos én la escuela del prostíbulo;
con más parada que Moreira y sin más ha-
zañas que uno que otro baile en que creen
hacer roncha; dos ó tres multas pagadas por
ebriedad y desorden en comisarias, y unos
cuantos pesos pedidos á sus padres, ó her-
manos ahorrativos.
jMe canso de observarlos! Todos son igua-
les. Farristas del género crisálida, completa-
mente inofensivos. Otra mesa:
Cuatro jugadores Oigamos uno de ellos:
— jMozo!
^Señorl (Se presenta el mozo).
— Traiga lo de siempre. (Marcha el mozo).
— ¿Cómo le fué, compadre?— Dice á su com-
pañero decena:
—Así no' más, amigo, me refalaron 80 na-
les al monte, ¿y Vd?
—Yo sal i bien, calé tres plenos y dos colo-
res; total 200 modestos.
—Tuvo suerte; yo ando en la mala.
—Y Vd., compadre, ¿qué nos dice? (Habla,
otro de los comensales).
—Poca cosa, dos reyes en boca, y un pase
con suerte; la coima regular; ya no hay mer-
los, compadre, y los lunfardos abundan.
—Tiene razón, y á más que Vd., cuando
pesca una trufa pierde la serenidad, y ni A
señas atiende: cuando se talla no se chupa,
compadre. (Tono sentencioso)
— ¿Qué quiere? Cuestión de suerte, que las
mañas están gastadas y ya no cuelan ni las
puntas redondas, ni las sotas con recorte,
como
—María, qué va á tomar?
—Yo. chocolate.
—¿Y Vd., señora?
— Algo que refresque.
— Una giniébra; jviene una tan cansada de
la sociedad! ¿no es cierto. Manuel?
— Si, señora, ¿y la niña qué dice? (La niña
engulle el chocolate, y le toca el pié al acom-
pañante).
—¿Qué linda polka, no?
— Ya lo creo, ¿y los lanceros?
—Qué bien los bailaba aquel mozo rubio,
con la planchadora de enfrente á casa.
—¡Y andaban bien, eh!
— Ya lo creo, si hace años que
—Acaban ó no, de chupar pruneli?
—Ya estoy muerto de sueño.
—Otra copita, compadre?
— Mozo, traiga los dados.
—¡A formar señores! (Mesa simpática: fa-
rristas inofensivos y alegres, viciosos corre-
gibles, trabajadores entre semana, c>alaveras
los sábados, vividores todos, borrachos al-
gunos).
— Yo no tomo ni entro en la jugada.
— Tiene que entrar, ¿ó tiene miedo de que
le toque de la velat
— Bastante me ha tocado en el bailongo.
—No hable, amigo, si Vd. le hizo la parada
á las ninfas aquellas llevándolas á tomar y
luego me lo amuró al güifaro, no ha gasta-
do ni fósforos.
—¿Y la entrada, compadre? ¿Dónde me la
deja?
—Ni eso, porque entró de arriba con tarje-
ta de repórter. Conque á formar.
—Mozo, seis prunells y cigarros de la paja!
El señor paga, siga la farra! .^..
Ha amanecido ya; se oye el ruido de las
cornetas de tramway; las luces de gas se apa-
gan; entra la luz del día, claro ya. Buenos
Aires despierta. Los mercados se animan, los
nocheros se retiran y vienen los diurnos, los
muchachos pregonan La Nación y La Prensa
con desaforados gritos. Las madrugadoras
marchan apresuradas á la primera misa. Los
'>[W'i"'>-''"V''- '
vá¥í..
BL CAaGABBL,
443
HORARIO COREOGRÁFICO
•:"■*
"...Pero donde mejor está usted es en la danza de las horas... En ella dá usted la hora.
-(Bueno; mientras tú des los cuartos!...
■'5 í S^SgSíSilSfS!^':
cazadores, con su escopeta al hombro y coa
8u inseparable perro, marchan hacia el Once...
y los Farristas van desfilando poco á poco
de «El Americano» quedando tan solo en él
Los mozos que cenan ¿ansados, y el imponen-
tp Gando, que después de arreglar cuentas con
su segundo, pone dulcemente en la calle á
algún parroquiano que, adormecido por las
libaciones, quedó en la silla durmiendo el
sueño de Noé.
Salgo á mi vez y escribo mis impresiones.
Son pálidas y deficientes.
Súplanlas mis lectores.
C. Navarro.
lORAL AL
En busca de la sombra de la selva
volaban los pintados pajaritos,
y el sol hendiaal globo la corteza
del cénit suspendido,
cuando se fué, para dormir la siesta,
don Juana su retiro.
>ías apenas sus párpados se cierran
cuando siente ruido;
se levanta, se viste, abre la puerta.
mira... y vé á su sobrino
á besos con la joven cocinera,
en un cuarto vacío.
— jAtanasio!— gritó, por la sorpresa
don Juan enfurecido,
y el muchacho salió como saeta
que disparara el tio...
— ¿Qué haces ahi como una estatua? ¡Puerca!
No só porqué razón no te despido. —
dijo don Juan y se encerró con ella
en el cuarto vacío.
Así también los puritanos retan,
que son de la política los tíos,
y al final, si los dejan,
harán como don Juan con sus sobrinos.
' . M. Ba fia monde.
EMTRE GATOS
^Vosotros no sabéis quién era Antuelo....?
.....Pues íué un hermoso gato
que pasó más de un susto y de un mal rato,
corriendo en pos de la gentil Minina,
la gata del herrero de la esquina.
Era el nombrado Antuelo
un gato de ojos dé oolor dé cíelo,
nacido entre las tejas de un tejado
y en medio de sus lances masculinos,
vivía alimentado,
pelnadito y lavado
por la dulce bondad de los vecinos. -
Un día, recostado en la ventana,
como una flor galana
vio Antuelo á su Minina,
que olvidando el amor y los deberes
{cual todas las mujeres)
conquistaba coqueta, á la sordina
al gato de una picara vecina.
Esclavo de los celos
que rugían en él cuál la tormenta
el amante engañado
quiso vengar tan humillante afrenta,
y á los rayos de luz de la mañana "
armado de la escoba
que halló en una cocina,
les pegó una paliza soberana
al gato seductor y á su Minina !
Después después el infeliz Antuelo
esclavo de una lánguida tristeza
tuvo un deseo, una esperanza sola:
tomar una pistola .
y romperse con ella la cabeza.
Y en tanto así que la traidora gata ,
y el negro seductor, enamorados •
cruzaban los tejados
del brazo, ó mejor dicho, de la pata
Antuelo en su gatera
danzando melancólicos suspiros
con un revólwer de diez y ocho Uros
se saltaba en pedazos la mollera.
Mirad á donde el desdichado Antuelo
el gato de ojos de color de cielo,
fué á dar, corriendo en pos de su Minina,
la gata del herrero de la esquina.
Co7no estos hay, lector, aunque te asombres
muchas mujeres y muy pocos hombres.
Manuel B. Ugaete.
DE DOMINGO Á D0MI.460
Operas al por mayor.
En la Opera., se ha abierto un nuevo
abono durante el cuál la empresa se pro-
pone dar algunas óperas no cantadas en la
anterior temporada. .
■ El programa es tentador.
Y.... ya verán VV. como el público no
se hará el sordo.
—La temporada del Nacional {comenzó
el día 9 con Aída. La función inaugural
fué un éxito para el maestro Goula, que al
final del segundo acto alcanzó una ovación
merecidisima.
El tenor Grani, y la tiple Sra. Rodríguez
estaban indispuestos, así es que no pudie-
-BXi'GJOCmBL
445
ron hacer gran cosa, apesar de lo cual fue-
ron aplaudidos, y muy bien recibidps por
el público, lo propio que la Sra. Steim-
bach, y los Sres. Laban y Beitramo. En
resumen; una buena temporada en pers-
pectiva, en especial cuando desaparezcan
-del todo tas indisposiciones de algunos ar-
tistas.
En cuanto á Goula ¡vuynn VV. al
Nacional, y verán!
POLITEAM V.— La Boelti Valvassura
dueña del público que se siente dominado
por el tálenlo de la Jictriz, nnuy bien se-
cundada por la compañía.
COMEDIA.— Esperando las maniobras
de infanteina... . rusticana y, ¡vaya!
que en una cuartilla no es posible decir
nada más de teatros.
No hay espacio.
¡Asi es que, hasta la próxima!
Si es que el vals que nos ha remitido,
para su inserción un colaborador enciclo-
pédico, no llena medio periódico.
Ya comprenderán los lectores que el en-
ciclopédico es el Dr. Diaz de la Quintana.
El miércoles próximo podrán VV. juz-
garle como á músico compositor.
Se ha presentado una solicitud á la Mu-
nicipalidad pidiendo permiso para estable-
cer una academia de billares, con sus qui-
nielas y apuestas correspondientes.
A este paso, el dia menos pensado los
cocheros de plaza, que á la postre viven
de las carreras que hacen al fin del dia,
establecerán el consabido sport con qui-
nielas y demás combinaciones.
Solo que si llega el caso, los aposladores
jugarán á quien corre menos.
Si tus lágrimas son perlas,
tú, tan llorona, hija mia,
podiias, con recojerlas,
abrir una joyería.
estos puedan estar orgullosos de la car^^e-
ra que han comenzado con tan buen pié,
y que tanta celebridad les ha dado.
Ahora, aguardemos la aparición de una
gavilla de degolladores infamiies, y prepa-
rémonos á llevarles dulces á la cárcel. ■
¡Angelitos! . -^ .
Cierto diputado mudo
se dispuso un día á hablar,
nos pusimos á escuchar
y al fin soltó un estornudo.
El rumor de iia duelo.— Esle es el
epígrafe de un suelto de un diario.
¿Elrumor de un duelo?
¡Ah, vamos! Será rumorde platos.
Porque ya sabemos en dónde suelen
acabar ciertos lances.
En el restaurant .
Seguramente porque duelos con pan...
son menos.
Y... sigo leyendo en olra sección:
Mañana se producirá el decreto del
Poder Ejecutivo. . .
Hasta ahora se producían casos de có-
lera, de influenza ó de fiebre.
Pero ahora so producen decretos.
Y algunos peores que el cólera, por
ejemplo.
Y sino que lo digan Alem y C», que hi-
cieron cuarentena á causa de un decreto
que se produjo en Abril.
ondencia
La prensn en general, ha estado lan tier-
na con la gavilla de niños ladrones, que
Tornillos.— iCwtitiios, le íaltaQ á Vd.?
A. B. C— Hoiuhre. V<i. Sr. A. B. C. no sabe el
a. b. c, poéiicjmifnK^ liablando.
E- G.— Recibido, conforme. En el próximo número
aparecerá.
/. /. Silve¡ra.—\Lo que son las cosas; Su composi-.
ción El Sauce enipi za asi:
Juntos d esl" tu ism-j sauce, d Rusa un ilia
hice votos lie amarla tiernamente,
se está oi/endo en el aire todavía '.
de mi acento el rumor.
i
■^ji!tfií-:/-'^íí-'i-«.' .
f^-ié^^^^yj-^.
!«.'' "VíW-^ P ^
^ '■-^VU.^' ,^-9> ,. .iA.J
i46
EL éASO&BEL
Y SI almez de Campoamor «inpieía de esta ma-
nera:
Juntos li esté mismo almez á Rosa «n dia
hice votos de amarla eternamente,
S^ está oyendo en el aire todavía
De mi acento el rumor.
Y luego siguen El almez y El Sauce de la misma
manera que «mpezaron; de modo que resultan igua-
les. Asi es, que ó Vd. ó Ca < poamor son unos rap-
tores. ¿No le parece & Vd?
Pepe Botella.— íio me acaba de gustar, aunque no
esta del todo mal.
Kilate. — Lo mismo digo.
M. B. Z7.— Queda Vd. complacido. Gracias.
' J H.—El camino de un atorrante que Vd. me en-
vía se ha . transfontiado en camino del canasto.
btra vez ser& má's 'afortunado.
Pedicuro.— Regular, y nada m&s.
ff. H. S.—Contestaré lo que me plazca. Si no
quiere Vd. ruborizarse, firme con pseudónimo» 6
no me pregunte.
Amalia.— iPero hombre!... i Aún hay quien dis-
frute escribiendo cartitas perfumadas?
T. D. B.— Miraré de corregir el final, que es muy
crudo. Lo demás fué al canasto, como supone Vd.
muy bien.
r. r. r.-iufí ¡uf!... lufiM
Principiante. — ¡No se desanime, hombre de Dios?
Pruebe ya que tiene Vd. afición.
Pelandrun.—Se aprovechara algo.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
-J^
^ CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
tta— A3LSSIÍA~-t3t (altos)
ADVERTENCIA
Se previene al público que la farmacia
establecidfl en la calle Rivada, que fué an-
teriorm9nte de D. CBuillermo Jk. CrnnweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéulico, de modo que dicha farma-
cia ■• es yn de €>ftnwell sino de Sproat.
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maché, etc., caloríferos, a'^s acianos, calentado-
res de pies, braseritos, salivaderas, bidrts
cómodos, y otros artículos de menage.
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teros, tablas para carne, papas, de lavar,
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de mesa, estantes p.ira cocina, canastos para
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guarda fuegos, calentadores de pies, id de via-
je, id de platos para ia mesa, útiles de estu-
fa, cocinas, carboneras, mesitas para té, mol-
des para budines, é infinidad de artículos de
menaje imposible de enumerar. Precios fijos
y sin competencia.
Al Buea Menaje, Artes, 150
" i;=i-,n.í-*'*,'\f3.-ií^-^ííat,.'^i¿^2:'tjt>. fc,. ■il^^.i.ii'í
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;'vr-'^> '■';'■
SCr;iaiÚ|CABBLt
"MÜHé-
Mi
\^V/ A podemos decir sin temor de
I^V / que nos desmientan, que he-
m*^ mos llegado al grado máximo
■ fl de la cultura.
I H Hemos alcanzado el gra-
B H do 33 que diria alg.*. her.*.
de esos del triángulo.
Kn cuanto á ciencias y literatura esta-
mos tal cnal.
Mas en cuanto á espectáculos no nos
podemos quejar. Los poseemos todos, me-
nos las corridas de toros.
Pero «»n cambio tenemos, es decir, tie-
nen los bancos alguna corrida, de cuando
en cuando.
Lo único que nos faltaba para ser com-
pletamente felices, era, después de los
-éramas nacionales, el civilizado espec-
táculo del hox.
y ahora., ahora ya no nos falta nada
porque se ha abierto un reñidero de hom-
bres qué, con toda la gravedad que el ca-
so requiere, se reparten trompis hasta
quedar fuera de combat'>.
Naturalmente, el público juega á favor
de tal ó cual campeón (creo que este es el
nombre) y sigue emocionado las peripe-
cias del combate, y aplaude furiosamente
á su favorito cuando le salta un ojo a!
rival, ó cuando le dá un puñetazo en el
estómago y le revuelve el almuerzo.
Las partidas están sujetas á reglamen-
tos sabiamente preparados y ¡vaya! que
los que se pegan lo hacen con arte y con
guantes.
— Todo esto son pavadas, — medecia un
peleador. >
— jYa lo creo!
— Yo, cuando pego, no me entretengo
en pesarme ;j enguantarme. .Creo que el
arte de pegar ha de ser libre y no debe
estar sujeto á reglamentos.
— ¡No faltarla más! i ^
—El otro dia, por ejemplo, llegué á
casa y me encontré con el dependiente
del almacén que venia á cobrarme la
cuenta del mes; y ¿sabe V. lo que hice?
— La pagarla.
— ¡Cá! Le pegué una paliza soberana,
sin pensarlo mucho. El dependiente se
defendió, pero yo le acogoté y acabé por
hacerle comer un kilo de tallarines que
llevaba envuelto en un papel, y, final-
mente, le di un puñetazo en el hueso dulce
y le meti la cuenta en una oreja.
Alójeme del bravo peleador que asi pa-
ga sus cuentas, pensando que hay muchos
brutos en el mundo. '
Y que ha llegado la hora de que luzcan
sus habilidades en público.
A mi amigo Melitón Rano, lo voy á en-
caminar al reñidero, porque Melitón es de
los que siempre hacen alarde de su fuerza
bruta, y aprovechan la primera ocasión
qne se les presenta para demostrar que la
naturaleza les ha dotado de una muscula-
tura que envidiarían muchos caballos del
tramway, por ejemplo.
Cuando voy á casa de Melitón sufro lo
que no es decible.
Suele recibirme con un niño en cada
brazo, y otro sentado en sus hombros.
— ¿Cómo tan cargado? — le pregunto.
— A ti t3 admira porque eres flojo; pero
yo aguaiitoel peso de la familia moral y
materialmente. ¡Toca mis brazosl
— ¡Caramba! Parecen de quebracho.
— ¿Y mis piernas?.... ¡Tócalas!..
— ¡No hace falta!
—Tócalas te digo.
Las toco, y me encuentro con que aque-
llo no son piernas; son palos de barco.
— ¿Qué te parece?
— ¡Superiores! Que Dios te las conserve.
— Amén. Siempre he sido amante del
desarrollo corporal. En cambio tú, eres un
alfeñique.
— HoiLibre, la culpa no es mía.
— Con uu dedo te hago bailar.
— Lo creo.
Pero apesar de decir que no lo dudo, Me-
litón 'jui[iie/;a á daiiue puntazos con el de-
ng
.■.;^;;U'^^^|f^.'
ítl^-ípí^íí * i-lt J^ "Jjt -i^-*
»f^Cwy->p T»p^ ■;•;
EL CA8CA9EL
451
do Índice, y ora en la barriga, ora en la
nariz, me llena el cuerpo de señales, y me
hace gritar, hasta que me agarra por la
•cintura me levanta como á un bastón, y
acaba por agarrarme de los faldones de la
levita y me saca al balcón, manteniéndo-
me un rato suspenso como un conejo,
mientras muevo las extremidades como
una araña.
— -¡Suéltame, por compasión!
—Si no pes«s.
—¡Que me puedo caer á la calle y estro-
pearme la físonomia!
— No temas: yo soy fuerte.
Por fin se acaba mi suplicio; me saca
del balcón; me sienta en una silla y roe
pasea por la casatriunfalmente, hastp, que
rendido ya, y sin aliento le pido por Dios
y los Santos que me deje en paz.
— ¡Tú no eres hombre!— rae dice desde-
ñosamente.
— Según y conforme.
— Haz gimnasia, amigo, solo así adqui-
rirás la fuerza que admii*as en mí,
— La admiro y la temo. Adiós.
Claro qi e no vuelvo á casa de Melitón
«n un año; pero ahora iré, á ver si le hago
jugar un marquis, un partido, que es igual,
con algún boxeador de oficio, ya que la
•ocasión ha llegado, para todos los Melito-
nes que andan sueltos por esas calles. Yo
me declaro entusiasta defensor del box.
Y abrigo la esperanza de que la diver_
«ion tomará incremento entre nosotros.
Solo pido al Dr. Albarracín que olvide su
sagrada misión de protector.de animales y
■que deje á los artistas del puñetazo en paz!
Si no se tratase de uno de casa le daría
el gran bombo al Doctor Díaz de la Quin-
tana, autor del vals que publicamos hoy.
El mejor elogio está en el vals mismo.
Tóquenlo VV. ó háganlo tocar, y les gus-
tará.
Y.... repito.
No digo más por tratarse de quien se
trata .
El arte de pegar trompadas embarga hoy
nuestra atención.
Otro dia nos embargará el casero.
O la emoción.
Sobre todo si dura esto de los dramas
que, se estrenan ahora.
UN DECRETO NOTAEB
Don Justino de Amara!,
Alcalde de Vallehermoso,
era un sabio, era un coloso
en derecho criminal.
Hombre estudioso y severo, .
trabajador de manera
que parecía tuviera :; -
más cabezas que el Cerbero,
según lo que elaboró
en el plazo de dos años, '
y los abusos y daños '.
y males que corrigió.
Combatió el infanticidio
destruyéndolo de cuajo,
y concluido su trabajo
prosiguió con el suicidio.
En el pueblo era corriente '-■<
que por cualquier pelotera,
por tontería cualquiera,
se suicidaba la gente.
Don Justino se indignó,
aporreóse la cabeza, '"- ■•'
y encerrándose en su pieza
este decreto lanzó:
«Yo, Alcalde de Vallehermoso,
según legal elección
y divina protección
del Dios Todopoderoso.
Juzgando es ya necesario
poner un dique á este mal
que cunde de un modo tal
qué pasa de extraordinario,
Ordeno: que hombre ó mujer
dé cualquiera condición,
que con perversa intención
no quisiese obedecer. <,
y aburrido de su suerte
mis ordenanzas olvide.
Mando, que quien se suicide
sufra la pena de muerte.»
José Corras Fernández.
UN GRAMÁTICO
,4
En eso de !ii I^nsí
naufragado.
■"•S.
iiasta ia sintaxis ha
'^^^M^j!&;&^:'0Ws-,
líi'í. "T.-
„Jig*:í:
45r
BL CIS^ABEL
1.
«EL C^S
VAL3^
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BL CAÍCABBL
K'^:
LA TORRE DEL CONDENADO
Ataúlfo ha conseguido,
tras de muchos sinsabores
que su trabajo entre autores
sea una noche leído.
Es Ataúlfo un artista,
un bohemio verdadero,
el que trabaja sincero
por la escuela idealista.
CJolocado en la postura
más correcta y elegante,
mira al público un instante
y principia la lectuí^:
—Xa Torre del Condenado,
así mi libro se llama—
diee Ataúlfo y declama
con un acento pausado:
«Era una noche de invierno,
el agua á mares caía,
y en el cielo parecía
que batallase el inllerno.
Se vé á la rápida luz
de un relámpago encendido
un torreón derruido
y un hombre al pie de una cruz.
La voz terrible y sonora
del trueno el espacio llena,
y el hombre, con faz serena,
mira al cielo, ruje y ora.
¿Qué hace aquel hombre. Dios mío,
en noche de tanto horror?... »
—Nada— interrumpe un señor-
está atrapando un resfrío.
«Aparece de repente
en la abadía ruinosa
una visión vaporosa
que se acerca lentamente.
— ¡Julia! — grita el caballero.
— ¡Enrique!— la visión clama.
¡Gracias, Señor, aún me ama!
— ¿Y tú me quieres?
— Te quiero.
Se escucha el susurro blando
de un suspiro de amor, leve,
y en el cielo mientras llueve
siguen los truenos bramando.»
—¿Qué tal esta escena?
—Buena.
Mas que cese de llover
ó tiene usted que poner
con paraguas esa escena.
«Escucha— dice el doncel-
es preciso huir de aquí,
porque viene tras de mí
de los moros el tropel.
¡Si llegan... tú en un serrallo!
¡Yo en un cadalso infamante!
Conque, huyamos al instante,
aquí tengo mi caballo.—
Montan y parten corriendo.
El agua cae sin cesar,
el rayo brilla á la par
y el trueno sigue rugiendo.»
— ¡Bien!
—¿Qué tal?
—Buena pintura,
y tal humedad contiene,
que aquel que la lea tiene
reuma con su lectura.—
Sigue el lector denodado
fastidiando á los oyentes,
narrando eu mil incidentes
La Torre del Condenado.
Allí el trueno nunca calla,
llueven rayos y centellas
y se escapan las doncellas
á los campos de batalla.
Por doquier reina el misterio,
hay filtros envenenados,
y estocadas y tapados,
diez muertos y un adulterio.
—Señores— al terminar
dice el autor complacido,—
de todo lo que he leido
la clave voy á explicar:
En las noches angustiosas
de mi existencia inclemente,
soñó la exaltada mente
cien escenas espantosas.
Mi habitación se inundaba
y helado por la humedad,
yo, amante de la verdad,
truenos y lluvia pintaba...
— He podido comprender
dijo uno de los artistas,
que vuestros protagonistas
nunca piensan en comer.
—Cierto es— dijo con sofoco
el autor— más ¡ay de mí!
que cuando la obra escribí...
no comía yo tampoco.
Luis García.
■ ;• ',?.¿^st; '■■ -v^- ■;■. . i¿/-L. ■
EL GAtGA.BBL
465
MONÓLOGO
DEL
PERSONAJE IMPROVISADO
AYA, que me arrepiento de ser perso-
naje!
Cuando yo no era nada; cuando pasaba
inadvertido no tropezaba con dificultades...
¿Por qué quise figurar?
Y .. ¿por qué se habrá ido li pique la Ro-
sales?
Y no hay remedio.'He de cumplir como
me corresponde.
En el club se ha abierto lista. Todos
ofrecen jiantidades, mós ó menos impor-
tantes, pero cantidades al fin, y yo debo
forzosamente apuntar mi nombre... y una
cifra. De lo contrario ¡qué dirán mis con-
socios!...
Si solo fuera lo del club. . .
Pero mi afán de figurar me llevó á la re-
dacción de El Pendón. En mis tarjetas,
además de mi nombre y apellido, se lee:
Redactor de El Pendón. Bien es verdad
que no me pagan nada por los sueltos que
escribo, pero en cambio soy redactor de un
diario, y entro sin pagar en algunos tea-
tros y. . .
Y mientras tanto, desde el director de El
Pendón hasta el último cajista, todos han
contribuido quién con cien pesos, quién
con cien centavos, á aumentar la lista, á
hacer crecer la suma que se necesita par»
construir un buque igual á la Rosales
Nada, nada. ¡jYO he de dar algo; todo un
redactor... ¡no faltaría más!
Y lo bueno es que la sociedad cree que
soy alguien. Claro ¡suena tanto mi nombre!
Figuro en tantas partes...
Calla, calla., pues ¿y la Sociedad Propa-
gandista de la fécula de la patata? Soy su
presidente y ¡claro está! he de dar ejemplo.
¡Otra lista!... ¡Dios mió! ¿por qué naufra-
gó la /2osaZes.?
; ¿A que ahora naufrago yo?
Ayer, la encantadora Ernestina me dijo,
de la manera más irresistible que decirse
pueda:
— Voy á abrir lista. ..
—¡Lista!
—Si, tengo tantos adoradores!
- Pues entre ellos, el primero de la lista
quiero ser yo.
—Pues apunto: Antonio Fulanez. Ahora
tenga á bien poner unos numeritos .....
— ¿Numeritos?
—Si, una cifra alta. Debe V. dar el ejem-
plo, ya que quiere ser el primero entre
mis.... ;; ;, .U, .: ■:.;;;,_....;.;;-
—Adoradores, si.. ..
—Usted lo ha dicho. Y ahora añado: los
adoradores que me placen son los más
caritativos. Con que apunte V. A benefi-
cio délas familias de los náufragos.
— Cien, pesos señora ....
¡Dios mió!.... ¡cómo arreglarme!....
He apuntado cifras y más cifras y debo
hacer efectivas las cantidades y no es esto
lo peor: lo terrible es que no tengo dinero.
Tengo un nombre. Soy Fulanez y un Fiíla-
nez muy apreciado. Brillo en salones y
teatros.... .
Apropósito. . . . ¿qué lecontesto á la sim-
pática Dolores, la elegante viudita, que me
ha mandado un palco para la función que
celebnm en el teatro N.... las señoras
caritativas de San ?
¡He de aceptarlo, y lo que es más grave,
he de pagarlo!
¿Cómo....? ¿con qué?
De ninguna manera retrocedo. Acepte
el palco y lo pagaré
No faltaría más.
Ahora voy observando que la sociedad
es peligrosa para los intrusos que, como yo,
tienen gran caudal de desparpajo. ... y po-
co caudal metálico.
Es tan bueno figurar en salones, concier-
tos, paseos sobre todo teniendo ami-
gos que paguen!
Pero, francamente, cuando tocan á pedir
no hay más remedio quedar.
Si yo pudiese practicar aquello de dar lo
que se tiene y no estar obligado á dar
más......
¡Pero si no tengo nada!
Y no debe saberlo la sociedad, délo con-
trario.... me rechazaría y ¡qué bochor-
no! .... ni lo quiero pensar.
Cuando veo la frescura con que el alma-
cenero de la esquina da cien pesos, y se
queda tan tranquilo vendiendo porotos, me
dan ganas de trabajar para llegar algún
dia á ser personaje por méritos propios. . . .
Pero, no puedo. Soy un intruso; un per-
sonaje improvisado que espero la boda bri-
llante, la proveeduría íructítera, la lotería,
la fortuna fácil, en fin, para poder seguir
la farsa.
Mientras la sociedad no se conmueve,
vamos bieti.
Pero en cuanto hay una catástrofe.. . . .
¡qué manera de pedir¡
¿Porqué habrá naufragado la Rosalesl
' .-^á ■
-.«?i?--.
'r^^''.-,T£íte:->5V^-
Jcjii'Éíiiítel
::^i,^s£smÁMi¿¿2áí.,--
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Tfk T*--^^* i«^
«6
«LCKSCakBBL
TIPOS .CÁI_UEJEROS
UN TURCO
"'ns
'"■■(■
..i:
Al pié de una puerta, alerta,
su comercio está mostrando»
y, sin duda, recordando
allí la sublime puerta.
£l4GMGAnp.
457
GEOMBTEÍA
tí?
Un juez recto.
Una figura irregular
■Vj
Curvas.
Horizontales.
4Ba
EL CAlKSilȣL
! 'gl^j-.t.*- J-Ml>...,» .-.,Jir ;■' "' ■-" .,'"" ' ■■
¿Han llamado?. ; . . ¿Otra lista?. . . . No:
es ir.i amigo Pérez. Este np ñgura,f pero
tiene dinero; no brilla, trabaja. Algún dia
brillará. ¡Ohl ¡qué ¡dea! El naufragio
de, la Rosales me hace zozobrar?... pues
{embiquemosl
- ¿Qué quieres Pérez?. . . . muy amigo,ya
lo sabes. Sí.... tengo alguna influencia.
é.^. hablaré al ministro será cues-
xión de unos dias no me des las
gracias.... no vale la pena.... ¿quieres
colocar á tu hijo? yo me ocuparé de
Apropósito quisiera pedirte un favor ...
si, para terminar un negocio
devolución pronta, ¡si! ¿quieres un
pagaré?..,, ¡oh! gracias, siempre noble;
no tengas cuidado. Lo del niño corre de
mi cuenta.... Adiós... si. A fin de mes.
¡Adiós!
Ga3ró ¡pobre Peréz!
AhorA á escape: que figure mi nombre
en todas las listas, en Bl Pendón, voy á
casa de Ernestina mandaré abonar el
palco tendré el gusto de salir airoso
de esta prueba. - t - . .,5
i ' ' '
Fulanez aún brilla. |
En los diarios se lee bien claro. Anto-
nio Fulanez i 00 pesos ni/n. .......
Pero ¡Dios clemente! evitad nuevas ca
tas tro fes.
Calculad que á las muchas victimas de la
i?osa¿es hay que agregar lOtra. v
¡Mi amigo Pérez! . '
Pobre amigo que me has evitado el bo-
cborno de naufragar envuelto en el oleaje
social......
\Vq.%o ^ Antonio Fulanez'^
Andrés Soler.
OElGEN DE MUCHOS VERSOS
Era Lupercio un poeta
que hacía muy lindos versos,
y paseaba á menudo
en un bote río adentro.
Cierto día que bogaba
Sonriente y satisfecho,
cayóle aJ agua un legajo
con los frutos de su ingenio,
quiso pescarlos, mas ¡ayl
que del líquido elemento
salió un pez y se tragó
el manuscrito .completo,
dejando triste y mohíno
al pobre vate Lupercio.
Un pescador que se hallaba
"mirando en vano su anzuelo,
aquella tarde pescó
al pez que tragó los versos,
y se lo llevó á su casa,
y lo metió en un puchero,
y le echó sal y pimienta,
y lo coció á fuego lento,
y I luego tranquilamente
cenóse el pescado entero.
Marchóse á dormir con calma,
se levantó satisfecho.
pero ¡qué transformación
hubo en él durante el sueño!
r
Sin saber lo que decía
pidió el chocolate en verso,
ó increpó á la cocinera
en magníficos tercetos,. :
se afeitó haciendo quintillas
y al marcharse de paseo,
iba improvisando octavas
y componiendo sonetos.
— ¡Ay, Dios mió, qué me pasa,
qué es lo que tendré aquí dentro!—
se decía sorprendido
entre asombro y entre miedo,
y como siguiese hablando
y siguiese componiendo,
sospechando si tendría
los demonios en el cuerpo,
decidióse al fin, mohino,
y avistóse con un médico.
—¿Qué le pasa?
—¡Cielo santo!
Que hablo todo el dia en verso.
— ¿Qué ha comido?
—Pues un pez,
y magnifico, por cierto.
— ¿Y notó usté en el sabor
algo raro, ó algo nuevo?
—Sí, señor, me parecía
algo como huevos frescos.
—Basta, ya sé lo que tiene.
Tiene usté el pescado dentro,
y ese pez era poeta.
—¿Cómo? ¿Qué?
—Lo que está oyendo.
Beba usted lo que le diga
4>»
N^^ái»AÍA-ii
ÜMÍiÉliÉteÉÉ
á
EL GAfPUUN^
4&d
'S9f .«nia'vjegujg iJ4tT.gJt5E J-'J. '.!''!
¡j actóóse su tormento.
-Fuese el pobre pescador,
y siguiendo Jos consejos
que el doctor le había dado,
fué y bebióse litro y medio
de un producto, cuyo nombre
justamente no recuerdo,
y es lo raro que, según
uno que Je estaba oyendo,
recitando seguidillas
pasó un cuarto de hora entero.
Mas después del cuarto de hora
se encontró del todo bueno.
Hará cosa de unos meses,
el pescador de mi cuento,
■fué invitado á una velada
de yo no sé qué Ateneo,
en donde varios poetas
sus poesías leyeron.
Se levantó Guido Spano
y leyó con dulce acento
.Xina larga poesía
llena de bellos conceptos,
y al terminar fué aclamado
^ por el auditorio entero:
entonces el pescador
fué y le dijo á otro sujetó:
—¿Le ha gustado?
—Sí, señor.
— Pues yo estoy en el misterio.
Ese señor que ha leído,
no es él quien hizo los versos.
—¿Cómo?
—Los habrá hecho un pez.
—¿Eso es verdad?
—Ya lo creo.
Ese señor, de seguro
jtenia un besugo dentro!
S. (xarrido.
TEMA
ESPUÉs de los temas que tragué cuando estudiaba francés é inglés,
creía buenamente que no pasaría más apuros por ellos.
Pero ahora me encuentro, con que muchas veces no hallo
tema para un articulo, y me desespero.
¡Temal ¡Tema!
¡Dónde hallar un tema!
¿En casa?
Nó; ¡jamás! Ya me sé de memoria lo que en ella ocurre. Es
decir, no ocurre nada.
Huyamos, pues, de la familia.
En estas reflexiones estaba, cuando el reloj de mi comedor anunció que eran las
nueve.
Tomo el sombrero, papel y lápiz, y no corriendo, sino volando, bajé las escaleras
de mi casa.
Estaba en la calle.
Dónde iré, me dije, dónde, que pueda pescar algo...
Al club... si. alli, en la política, en el juego, en el chisme social, allí hallaré tema.
Pero... ¡oh fatalidad! en el club no había un alma!
Soledad completa. Sólo el mozo, limpiaba y sacudía las mesas de billar.
Salgo, doy una vuelta por la píaza Victoria <i Tres por diez^i me dice un chicuelo.
¡¡Veinte!! daría yo por un tema, replico.
Al acercarme á tomar un coche, para ir al café, veo á Gragera en el umbral de
una puerta.
Dios le envía, me dije. Ya hallé lo que buscaba. Si... haré un repórtage sobre
este émulo de Albarracin, haré descripción de su vida y milagros.
Le interrogaré.
Quise hacerlo, pero imposible. Grispino estaba peor que una cuba.
Renegando de mi suerte y maldiciendo la hora en que el demonio me tentó á es-
cribir, tomé dirección al café.
Llego, barullo infernal, imposible coordinar ideas en aquel hormiguero humano.
Sin embargo, en aquella mesa veo dos personas que discuten acaloradamente.
Me acercaré... trataré de pescar el hilo de su conversación...
—¡Hola, Emilio! Tú por aquí. ¿Qué vientos te traen?— me interroga un antiguo
compañero de oficina.
—Nfifda... nada... ¡que estoy desesperado!
— Yo también, hombre, yimucho te agradecería me escuchases una palabra.
4
~-tjf>^7;
*C-'
V
ÍBO
w^tíistmÉL
- — Vt 11-itr
**"''-
mfi^--
Accedo á iu 'pedídbv y (^ 'ü Itigar apartado donde naéié nens Vfeiá,' iÁ¥'dice sigi-
losamente: ■■■■"■ ■'■"■■'■ -i -'■■'''. ./,■.,-,. .^,,. .,: ,.,, .■..'•;..v;:.^':;,j;,/-^; ,,.•!.'•;• _-.
—Puedes prestarme ciaico pesóse.. • > ' í^^- . f^-^^^i '-
No só, como no le rompí la. crisma. ^ ■' :' •
jPara préstamos estfiba yo!
viendo que en aquel sillo era imposible hallar el anhelado tema, sa^go nueva-
mente á la calle.
~ ~tO«é hacer Dios miol... ¡Qué hacer!... Dos horas que corro de un lado A otro y ni
siquiera en emJbrion tengo mi articulo.
jEsto es atroz!... ¡Horrible! -
De pronto me doy una palmada en la frente.
Una feliz casualidad, me había deparado lo que yo buscaba.
¡Ya lo tengo!. . ¡Ya lo tengo!... exclamaba yo á cada instante. ¡Ya lo tengo! Aquel
feliz cartel me lo depara ...
¡¡Ya tengo tema!!
Efectivamente, en él decía: «4» Sección: Ki-Ki-Ri-Ki.»
Nó hay mfís, al teatro. Haré una severa crítica de esa pornográfica obra. Sí, haré...
pero diablos, si yo no soy critico ni cosa que se le parezca...
¡No importa! Ánimo Emilio, ánimo. Y contento de mi feliz hallazgo y dando unas
cuantas volteretas coreográficas, me dirijo con paso marcial y decidido, al teatro.
¡Cuántas reñexiones hice en mi camino!
Pobre esposa mía, si supieras que voy á faltar á mi palabra, viendo el Ki-Ki-Ri-Ki
sin tu consentimiento...
¡Pero qué importa! Primero está mi honor de literato y mi articulo sobre todo.
«¡¡Tengo la función que van á dar!!... ¡Carmela! ¡La caza del oso!... ¡¡Tengo la
Í[ue van á dar!!.,. ¡¡Tertulia, 4» fila, tengo palco...» repetía sin cesar á mi lado un-
brnido revendedor.
Al oirlo, tentado estuve de no entrar aí teatro.
Pues con semejante figura por delante, tenia tema para un sabroso articulo.
Pero desisto. Temi resultase fiambre y sin gracia; además, qne ya sentía el cosqui-
lleo que el rótulo del Ki-Ki-Ri-Ki, me hacia.
Sí, entraré, me dije. Haré la critica.
Una vez en la sala, traté de hallar lo que buscaba; pero nada... imposible... No
encuentro tema.
Apechugaré con la critica. Y afilando lápiz é ingenio, me dispuse á descargar mi
mal humor contra el primer cómico que se desmandase en lo más mínimo.
Pero nada; aquella noche estaba en la mala. i
La obra había terminado, como empezó, sin interés, y sobre todo, sin tema para
crítica .
Maldiciendo mi mala suerte y echando sapos y culebras, decidí marcharme á mi
casa y escribir por último una escena conyugal, lo único que me restaba.
Al hacerlo, ¡feliz instante! y debido á lo aturdido que en aquel momento me hallaba,
me llevo por delante una señora...
— ¡Caballero... me ha pisado V. el vestido!
— ¡Qué oigo! ¡Esa voz!.... .
— ¡Emilio!. ..
— ¡Dios santo!... ¡Mi mujer!
Si... era ella, que en compañía de la criada y en la creencia de que yo no volve-
ría á casa hasta después de la una, como de costumbre, había salido de casa impul-
sada por la curiosidad de ver el Ki-Ki-Ri-Ki.
¡Ella tan casta, lan recatada! Ella que me había prohibido á mi el ver la maldecida
obra.
¡Oh curiosidad femenina, lo que puedes y lo que vales! Sobre todo lo que vales.
Y cómo nó, si ella me ha proporcionado lo que yo no hallé en tres horas de excur-
sión callejera: el tema para mi articulo.
No hay duda, el encuentro de mi mujer viendo el Ki-Ki-Ri-Ki., será la trama de
mi próxima composición.
¡Gracias á Dios!... Nó... ¡gracias á mi mujer! - ;
Ya tengo tema.
E'ínilio Gilí.
I .
Sé¡^
^.-í. ;-yí.X,'fe.
EL GASCABEL
461
, J l« • .C ■' , s
DE DOMINGO A DOMINGO
Con éxito básüinte satisfactorio se ha
puesto en escena el Otello en la Opera.
El público se íicordaba del insuperable
Tamagno, y contal recuerdo luchó Maria-
cher, saliendo bien de la prueba.
Hugonotes se ha repetido, lo propio que
Gioconda.,^ ambas funciones, en especial
la primera, llevaron numeroso público al
teatro de la calle de Corrientes.
La compañía del Nacional solo ha can-
tado dos óperas: Aida v Gioconda, debien-
do estrenarse durante esta semana Mefis-
tófe le para debitt del primer bajo Sr. Rie-
ra, un artista de (juien se dice mucho y
bueno. A ida., como siempre, dirigida de un
modo magistral por el maestro Goula, y
cantada con muchos brios por Grani que,
restablecido ya, puede lucir sus facultades
La señora Rodriguez dá mucho colorido á
sus roles y aunque no está en pleno uso de
sus medios vocales, se hace aplaudir con
justicia. La señora Sleimbach, bien, lo pro-
pio que Laban y Reltramo, tos mismos ar-
tistas que cantaron Gioconda.
Inútil decir que en esta ópera la más rui-
dosa ovación fué para la orquesta, que di-
rigida por Goula, hace milagros.
ONRUBIA.— Sigue haciendo el gasto
Curupaytí., drama nacional del Sr. Go-
mara.
La obra está bien presentada, y el públi-
co impresionable tiene donde irá conmo-
verse.
Curupaytí ha sido aplaudido por unos
y censurado por otros, pero no durante la
representación; porque el Sr. Gomara co-
noce el secreto de sacar á tiempo la bande-
ra argentina ó de hacer aparecer un bravo
soldado gritando ¡viva la patria! Vamos,
que el que vá á ver Curupaytí se vé obli-
gado á aplaudir, que es lo que seguramen-
te quiere su autor, ., ., _
POLITE AMA.— Estrenóse por fin La
Condesa Silherstein^ drama del Sr. Gar-
cía Mansilla. El público manifestó diferentes
veces el aprecio en íjue tiene ál Sr. Mansi-
lla, obligándolo á presentarse dos veces en
el palco e&cénico. apesar de que la obra
demuestra gran inexperiencia por parte
del autor, que si pone mayor cuidado en lo
sucesivo tal vez llegue a escribir algo que
valga la pena. La Condesa Silherstein es
un ensayo. No haga caso el Sr. Mansilla
de los aplausos de los amigos; y dado caso
deque escriba otra ¿no lo podría hacer en
castellano?. . . .
COMEDIA.— La novedad de la octava,
lo constituye Infantería Rusticana., es-
trenada con éxito. El autor, Sr. Palaü,
puede estar saiisfecho, pues á nuestro mo-
do de ver,HFa salido airoso de una parodia.,
género que conceptuamos muy difícil.
Nuestra felicitación al autor y al amigo.
l''n o\ Pasatic/t)po anunciase una com-
pañía Milanesa, dirigida por Parenli.
Aún conservamos gratos recuerdos de la
compañía déla misma índole que dirigía
Caballi.
Si aquel se pareced éste, el éxito de la
compañía es seguro.
La pérdida de la Rosales ha venjdo á
mo-slrar una vez má.s el entusiasmo con
que la población, la nacional y la extran-
jera, está pronta á coadyuvar lodo movi-
miento patriótico.
Las suscripcrones aumentan, se reúnen
fondos y más fondos y lodo hóce presu-
mir que se recolectará una gran cantidad
de dinero para comprar otro buque igual
al que, al sumergirle, ha llenado de cons-
ternación á la sociedad y de luto á muchas
familias.
El Cascabel partici[)a del dolor general,
y si í:o abre suscr.pción en su-s columnas
<(í
.fóM á^ .
m
es porqoe prefiere ll^yar sn módeslo. óbolo
á la caja centraU en otra forma.
Inútilcreemos decir que, redactores, di-
bujantes y grabadores, están ú disposi-
ción de las publicaciones que se anuncia
aparecerán para aumentar con el producto
de su venta la gran suscripción nacional.
Rodriguez y Maria
viven felices,
puesto que cada noche
cenan perdices.
El la carne del ave
glotón devora,
y le deja los huesos
á su señora.
-jAy! ¡Doctor, sálveme Vd. la voz!
-Pues qué, ¿es lan gravea...
-Tan grave, que perderé la carrera.
-Ya..., es Vd. artista.
-|¡No señor, rematador!!
Atento, galán y ufano
daba Luis lección de piano
á la preciosa Pascuala,
cuando el papá don Mariano
los sorprendió en una escala.
—¡Pillos!— gritó con furor,
..,¿Y, porqué? — dirá el lector.
—Porque de un balcón pendía
la escala de cuerda, y por
ella la pareja huia.
/. S — No he recibido la composición que Vd. 4ic«
haber mandado.
Guantero.— ha, de Vd. si la he recibido y tirado
cortesmente al canasto.
K. D. r.— Y... iesti Vd. seguro de ser el autor?
A^itoíe.— Mande Vd. la firma corriendo, y se pu-
blicará su trabajito.
Zeón.— Sin melena, y sin retórica.
/. fi.— Celebro que el viajecito le haya probado.
Sus versos flamencos no me convienen.
/. fl.— Ni los que Vd. dedica A una niña.
Pretor. — Bueno, pero si sigue Vd. hablando de el
cénit tutelar le llevarán al manicomio.
F. £.— Dejemos en paz & Leonor, que si lee sus
versos le aborrece & Vd. al instante.
R. . .—Estoy de buen humor, & Dios gracias. . . pero
no para corregir sus versos.
M. M. M. — tOtra vez las tres emes? Malo, malo,
nalo.
Trovador.— 'Hí&viáe la firma. Sin cumplir este re-
quisito no lo puedo publicar.
Colombiano. — Aguarde Vd. la velaaa (?) del cuar-
to centenario, etc
El Pampeano.— Usted no es El Pampeano autén-
tico.
A. B. C—
¡No me mates! ¡No me mates!
¡Déjame vivir en paz!... ^
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establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. GHillermo A. CranweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia ■• es ya de t'ranwell sino de Sproat.
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BL CASCABEL
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atmero 939 altos, á donde debe dirigirse toda
la correspondencia.
-XÍ)H€-
'ÍM^:
L Cascabel, aanque
alf'jado por completo
de la politica, ha
rreUlo de oportuni-
dad asociarse al mo-
vimiento que cada
año ce ppodU'*.e al lle-
gar estos dias; los
que se consagran á recordar las jornadas
de Julio del 90, que ensangrentaron las
calles de Buenos Aires, y que conmovie-
ron profundamante las instituciones y la
sociedad.
No. juzguemos los acontecimientos con-
sumados y limitén.onos á recordarlos.
Una victima, por el mero hecho de ser-
lo, es simpática y tiene el don de conmo-
ver.
Victimas no escasearon en los días de
ía revolución.
Unos perecieron defendiendo su causa,
luchando por el ideal que convluce á los
mayores sacrificios.
- Otros perecieron al pié de su bandera,
defendiendo ideales diameíralmeiite opues-
tos.
, Todos son dignos de respeto, y de que
no se olviden sus nombres.
Pero entre los que luchan polr el- ideal
político, hay las victimas más 'sublimes,
si cabe, y son los que luchan por la hu-
manidad: los que á esta sacrifícan vida,
ilusiones y porvenir.
Mientras la pasión política arma y pone
frente frente á hermanos, hijos de la mis-
ma tierra y celosos-de su eagrandecimi^n-
to, la humanidad, los sentimientos huma-
nitarios no perms^necen mano sobre mano.
Así vemos surgir en el fcagor del com-
bate, á los que, libres de pasiones y ren-
cores, acudan al campo de batalla sin
mns escudo que una sencilla cruz roja so-
bre fondo blanco, á cumplir con la sa-
grada misión de arrebatar-- su presa á^ la
muerte; de detener U vida que se escapa
por las heridas de un cuerpo caído, y vol-
verla al mismo cuerpo que puede aún ser
útil á la patria y á sus semejantes.
El Dr. Fernandez Villa nueva, cuyo es
el retrato que publicamos en la primera
página del periódico, halló la muerte, pre-
cisamente cuando le iba á disputar vícti-
mas.
En la misma camilla que conducian los
practicantes que en pos del valiente mé-
dico, iban dispue& tos -á arrebatar cuerpos
á la muerte, cayó mortaimente herido y
fué conducido al Parque, en donde espiró.
Murió Villanueva, pero su nombre vive,
y por la pérdida de su cuerpo lloran la
ciencia, el arte y la sociedad, que perdió
un miembro útil y en la plenitud de la
vida.
El Cascabel al publicar el retrato del
malogrado médico y pintor, rinde modesto
tributo á su memoria.
Una nota original, algo nuevo, que
recompense al público el creciente favor
que nos dispensa, hemos querido dar al
número de hoy.
¿Lo hemos logrado ?...
El proyecto era atrevido, como van us-
tedes á ver.
Pretendíamos reunir, barajar, valga
la frase, pensamientos, frases, ideas, opi-
niones, unos y otras referentes al movi-
miento revolucionario de Julio.
^■.'•-ísSSi*;;^'^
H^é^^aüüt^^.jA.tí'<í^éá^^l::^_^.f^ j4b-v^.^>..:^^li^::&^j»E&^^j>vC.„
BL- CASCABEL
467
Pero para que resultase interesante la
recopilación, era menester que hablaran
personajes caracterizados de todos los
bandos potiticos.
La tarea era abrumadora.
Y la idea ocurriósenos á última hora,
■euando el mero hecho de intentar reali-
zarla era p«nto menos que imposible.
No desmayamos, y nos entregamosde
lleno ala tarea.
Los lectores apreciarán el resultado,
que si notan completo como anhelábamos,
por la cantidad de firmas que solicitamos,
es satisfactorio por la calidad d<* las con-
seguidas.
En las infinitas visitas que h'^mos teni-
do que hacer en cuarenta horas, nos he-
mos, convencido .de que los personajes que
actúan, de un modo más ó menos directo,
en la política, trabajan; Y de aquí provie-
ne el que no hayamos sido del todo afor-
tunados en nuestra tarea.
No todos los personajes visitados han
podido disponer de la cantidad nece-^aria
de tiempo para complacernos.
Estamos satisfechos, no obstante, y
creemos que el púbiico, ávido siempre de
novedades y de lo extraordinario, hallará
aquellas y esto en El Cascabel de hoy.
Los pensamientos que honran las co-
lumnas del periódico, demuestran tenden-
cias opuestas. La nota exaltada, al lado
de la tranquila; explosiones de radicalis-
mo junto á todo lo contrario; los movi-
mientos revolucionarios juzgados de dife-
rente manera y con criterio completa-
mente opuesto. Y ( n todos los pensamien-
tos, y en todas las netas, una domina
■sobre el cúmulo de ellas: la nota patriótica,
el anhelo de lograr p1 engrandecimiento
del pais y su bienestar, que unos creen
h llar on una forma y otros en otra.
Junto con el monumento que ha de
perpetuar la memoria de los que cayeron
en los sangrientos días de Julio del «ño 90,
hallará el lector opmiones de personajes
políticos curtidos en las luchas de los par-
ti.ios.
Militares, doctores, periodistps, que tie-
nen nombre y puesto señalado.
Suprimimos los comentarios, que el pú-
blico hará á su ^^acer y satisfacción, y
terminamos agradieciendo la cooperación
con que nos han favorecido los que, ha-
ciéndonos un senfálado honor, se han dig-
nado emitir opiniones, firmarlas y autori'-
zar su pubiicacióu en nuestro semanario,
modesto sí, pero siempre atento á los gus-
tos del público; y que, aunque chacotón,
alegre y bullicioso, cree que ciertos asun-
tos pueden explanarse en sus columnas,
más neutrales que nunca en esta ocasión.
En el número de hoy, todas sus seccio-
nes, menos esta, conservarán el carácter
de costumbre.
Al lado de lo serio lo joco<o, junto á un
pensamiento trascendental la frase ale-
gre.
Después de todo, esta es la vida.
Los pesares y las alegrías se. juntan.
Lo supérfluo y lo necesario se codean.
Sea, pues, permitida esta amalgama en
nuestras columnas^, y si falta juzga al-
guien que hay en ello, sírvanos de discul-
pa nuestra buena intención.
"^ Al dar colocación á ios originales refe-
rentes á la revolución de Julio hemos pre-
ferido elórdeti alfabético.
Creemos conveniente hacer esta salve-
dad, y por esto la hacemos.
Ahora, lean VV., juzguen y cometen.
Nosotros hemos dicho bastante. .
'0^
V
%^
ítE:'y",'7 "'
468
EL CASCABEL
iiíífeí
^6 OE JULIO
^■■v:t<,. ./
MONUMENTO Á LAS VÍCTIMAS DE LA REVOLUCIÓN
tji&É^ó^r'^r-:-,^^\.<ifi-X
Wji- ;!¿v.-l£."¿..X^i .
KÍ..;:¿¿-^;
EL CASCABEL
469
26 DE JULIO
...Mantengamos viva nuestra fé en los
grandes deslinos de este pueblo, practi-
cando leal y honradamente las virtudes cí-
vicas,..
(Palabras tomadas del discurso pronun-
ciado en el cementerio de la Recoleta, el
día 24 del corriente).
Leandro N. Alem.
Prefiera el estrago de la inundación, al
envenenamiento, de la atmósfera por ' el
quietismo de las aguas estancadas.
El progreso de la humanidad es debido
á las grandes revoluciones de los pueblos
y las épocas más sombrías de la historia,
son aquellas en que la libertad ha sido
sustituida por el orden. Glorifiquemos la
revolución de Julio, y todas las que se ha-
gan en igualdad de circunstancias.
F. A. Barroetavefia.
Las revoluciones que, en lo general,
vuelcan todo, echando abajo el esfuerzo y
labor de generaciones enteras y recargan-
do el porvenir con la ardua tarea de la
reconstitución, son, en ciertos casos, una
necesidad y un derecho. Puede conside-
rárselas como á las plazas fuertes que en
la defensa Nacional se hunden eníre es-
combros antea de abatir la bandera y con
esla la honra de la patria. Entre éstas
debe colocarse la del 26 de Julio, en que el
pueblo oprimido y vejado luchó como
héroe en la reconquista de sus fueros. Ho-
nor, pues, en esta fecha á los que supieron
cumplir con su deber, y mayor honor aún
á los que perdieron su vida antes de ser
esclavos y viles, agregando unos y otros
una página á ese gran libro de glorias,
que son la honra de la República Argen-
tina.
Osear Liliedal.
f
^
.1
La revolución de 1890 fué un noble error
patriótico, cuyas amargas consecuencias
duras está pagando infamemente la repú-
blica.
Su rectificación es necesaria.
El alma argentina, con cívicos anhelos
lo reclama. Es un deber cumplir esos an-
helos. '
Cuando lleguen á realizarse, se habrá
asegurado la regeneración del país y su
grandeza será verdad.
Diego Fernandez Espiro.
La admiración que despiertan los gran-
des hombres en las almas nobles, alguna
vez ata la lengua á la envidia que se re-
tuerce en secreto, enconándose á medida
que más se enaltece el blanco que ha ele-
gido para clavar sus dardos emponzoña-
dos, y acechando la ocasión, cobarde, al
fin estalla.
José Ignacio Garmendia.
Jamás fueron buenos generales los hom"
bres ciegos por la intrepidez; esa vanidad
ha hecho perder muchas batallas.
José Ignacio Garmendia.
Las revoluciones son condición de pro-
greso cuando estimulan ó precipitan un
proceso de saludable evolución, pero no
olvidemos la enseñanza histórica; ha ha-
bido muchas revoluciones que nada han
revolucionado.
En la República, se han producido isó-
cronamente diré así, muchos legítimos es-
tallidos de pasión popular, que no han
alcanzado á ser revoluciones, porque nada
han modificado por si mismos, nada han
conmovido. Pero, me anima la confianza
de que las consecuencias del movimiento
del 26 de Julio han de ser más importan-
tes que el movimiento mismo.
Que venga, por la acción decidida de
todos, la evolución democrática anhelada,
y recién entonces la revolución del 90 de-
jará de parecerse á sus congéneres del
70, 74 y 80. ^
O. Magnasco.
Bienvenida la sangre cuando corre en
beneficio de las instituciones! Sobre san-
gre han cimentado los pueblos sus más
grandes conquistas.
{Discurso sobre el estado de sitio^ 21
de Junio, Cámara de Diputados).
O. Magnasco.
^
^
' <.-.
• i'-ÍKE¿¿tf'íÍ3á-íía7'í-^¡á
470
ÉL CASCABEL
Las revoluciones son válvulas de esca-
pe social; pero es menester que los que
las abran sepan cerrarlas A tiempo; por
que de lo contrario, queriendo servir 4 to-
dos perjudican al pais.
Lueio V. Mansilla.
«Los pueblos tienen los gobiernos que
se merecen» se ha dicho, y yo pienso, en
presencia de la revolución de Julio — á la
que no concurrió el pueblo — en presencia
del gobierno que surgió entre la sangre
de los mártires y la traición á la amistad
protestada, en presencia de este pueblo
que tributó su aplauso ante ese gobierno;
que, hoy por hoy, el pueblo argentino me-
rece el gobierno que tiene, este gobierno
que nada respeta y todo lo avasalla.
Pienso también, que toda revolución es
santa, porque es el esfuerzo del oprimido
contra el opresor, el sacrificio por la li-
bertad; pero ellas necesitan ser encami-
nadas por la opinión para que no degene-
ren en crímenes vulgares. Producir un
movimiento armado en estos momentos
de espectaiiva. en que solo anhelamos los
beneficios de ia paz y del trabajo, para
curarnos de las heridas abiertas por ese
desgraciado, que creyó que gobernar era
dilapidar la fortuna públieá y alzarse con
la suma de poderes 4e un pueblo, seria
«1 más grande de los cri-menes, la más
grande de las traiciones á la patria.
J. M. Mendia.
Julio 23 de 1898.
Mi querido Coll:
Con gran placer he cumplido su encar-
go de pedirle íi mi amigo el general Gap-
devila su opinión apropósito de la revo-
lución de Julio; opina que no puede juzgar
un acto en que ha sido parte, pues su jui-
cio seria parcial.
En cuanto á mi, ahí va lo que pienso:
^La revolución de Julio ha heefao una
sola victima y muchos héroes, pero yo^
no creo en la heroicidad de los hombres^
que sobreviven á. sus hazañas.»
Lo saluda con el cariño de siempre, su,
amigo
Fray Mocho.
El tiempo es la perspectiva que dá á Ios-
cuadros de la historia, el relieve de su
carácter verdadero. En el concurso de
nuestras fechas gloriosas, el 26 de Julio
de 1890 tendrá siempre su sitio de honor,
y á medida que aquél dia se aleja, el pa-
norama se extiende, sus honradas figuras
se agrandan, sus mártires se eternizan,
sus detractores se empequeñecen; y surge
profética del cuadro mágico la enseñanza
moralizadora que á si mismos se dan los
pueblos en las horas supremas y en sus
momentos aciagos, cuando cerrados todos
los caminos abiertos por el derecho, el de-
recho mismo las abre por la fuerza de la
incontrastable aspiración popular. Cuan-
do los pueblos y los ejércitos se levantan
en contra de los gobiernos corrompidos»
opresores é impudentes, si bien dejan al
paso de la avalancha cadáveres de sus
mártires, escriben con su sangre fechas
de redención y nombres de apóstoles.
El movimiento revolucionario de 1890,
obra de la juventud honrada y patriota, y
de una generación de militares austeros
y abnegados, tiene ya en la historia na-
cional de los últimos tiempos, los contor-
nos de un medallón glorioso. Los nom-
bres y el recuerdo de los que cayeron, no
los olvidará jamás el pueblo argentino; y
los compañeros sobrevivientes, sabrán ins-
pirarse en el ejemplo dado por aquellos
que supieron rendir sus vidas en los alta-
res de la libertad.
M. M. Torino.
. .. Mtisú&i^^^L,- .
^TTm^'^,
EL GA8CAABL
471
i " *;
LA VICTORIA
Deshechos los batallones,
la tropa aterrada huía,
mientras tras de ella se oía
el trueno de los cañones,
y el lugar de la batalla,
ante ei terrible concierto,
iba quedando desierto
barrido por la metralla.
Cubierto de un rojo velo
el sol veía la guerra,
cual si el fuego de la tierra
hubiera encendido el cielo
Lleno el pecho de congoja
el vencido se alejaba,
y su huida delataba
un rastro de sangre roja.
Tras una humana trinchera
ya cansada y sin aliento,
estaba del regimiento
la destrozada bandera.
Besjstieron los soldados
el tremendo fuego un poco
y llenos de terror loco
escaparon derrotados.
De su deshonra testigo
prueba perenne quedó,
pues la bandera cayó
en poder del enemigo.
II
Pasó un día y otro día,
ia lucha no terminaba,
acción tras acción se daba
y la atroz guerra seguía
Cierto día á la carrera
iban huyendo en tropel,
los hombres del grupo aquel
que abandonó su bandera.
Viéndose de fuerzas falto
y exánime el oficial,
que custodiaba otra igual,
gritó á los soldados:
—¡Alto!
Será inútil el correr,
pues pronto estarán aquí,
jalto muchachos! y así
pensaremos en comer.
Descargóse de su peso
y los víveres buscó,
y tras buscar, encontró
que tan solo había un queso.
Y cuando iban al abrigo
de un tronco añoso á cenar,
vieron ante si brillar
las armas del enemigo.
Como serpiente, que fiera
se enroscase ante el león,
se colocó el pelotón
ante ei queso y la bandera.
Llenos de una ansia rabiosa
de terminar, los soldados
lucharon desesperados
de una manera espantosa.
(Como exponian su vida
y peleaban sin ceder!
¡aquello era defender
el honor!... y la comida.
Lucharon valientemente, ,
al enemigo vencieron
y á lo último se conaieron
el queso tranquilamente.
III
Por fin la guerra acabó
y según cuenta la hi.etoria,
la más completa victoria
de estos últimos quedó.
Y es la versión oficial
que á su valor fué debida,
y gracias ala entendida
dirección del general
el que, como conociera
todo el valor de su gente,
¡hizo colocar, prudente,
un queso en cada bandera!
Luis Gat cía.
•V.
iS^
í 1 -í
=.^7P>
BL.(^|«CABBL
■4M¥i\'W-^-
I i \
Sil
La ocasión, para sisar unos centavos.
ES LO
Esperan llenos de hlel.
que haga al fln su buena estrella.
Ella: que reviente él;
Él: que un rayo parta á ella.
Que se presente cualquiera para criar-
lo en debida forma.
La absolución y el señor cura, para
consultarle si es pecado llevar la cara
tapada.
jLo que no puede decirse!
Que llegue la hora del relevo.
fm- ^' w
Eí^ CMéQá^mL
QFE ESPERAN?
473
Que caiga algún hijo de familia
Una limosna por amor de Alá.
Que se presente un guapo pa peliar.
Tener sucesión algún día.
»<i
(Qué pase ella!
t
Pedir el boleto á los pasajeros, y ma-
rearlos un rato.
y¡ "^ *Y!rp.Sr'
^w?«J*ffif^2í- t"iT. "-<- ■V "^<^<'3*'-
'^í:;^'
474
^CASCABEL
I COSA BARBARA 1
Tuve en aquella ocasión:
en ia azotea uA^cajaión,
eñ la casa un ho.spital
y hasta en el mismo portal,
nada menos que un cañón...!
(Pueaá pesar de tanta gente armada,
por .allí- no pasó nadie nr nada).
# :^ A. Dr de la Q.
'»-■ ■«■
¡ELLA!
(J^ARALAMPiA ! jCaralampia! ¡Solial
iJuanal {Venid todas!
—¿Qué ocurre^ que te pasa Antonio?
— Algo fatal queridísima esposa: que yo
que me iba librando, he caído por fin «n
sus garras, que sufro como un condenado,
que no tengo escape por desgracia, que la
influenza se ha apoderado de mí, que es
preciso que me meta en cama, que prepa-
réis tisanas, que beberé en cuanto me
haya acostado... dc\os prisa, tengo todo
el cuerpo lleno de dolores... ¡ay!... mi
frente abrasa... mis piernas flaquean!
—Pero papó, ¿dónde se ha sentido us-
ted enfermo?
-íEn la oficina. Estaba... leyendo un
diario, cuando al llegar a la vida social...
¡paff siento un agudísimo dolor aquí...
luego otro acá... enseguida uno mayor
en la cabeza, de la que no he sufrido desde
qtie.|»urió el primo de Caraíampia.
—¡Antonio! ¿No habrás hecho algún des-
arreglo?
—Mujer, no recuerdo... jpero calle! el
domingo me lavé los pies, á no ser que
eso. . .
—¡Vamos, siempre seriis el mismo! ¿No
has comido algo fuera de casa?
—Ya sabes que soy un modelo en locante
á eso, ó mis horas y nada más, jamás re-
pilo.
—Papá, ¿no habrá usted bebido.?
— ¡Ni por sueño!
—¿Y diga usted D. Antonio, no le habrá
sentado mal venir anoche algo tarde á mi
cuarto, cuando lodos dormían?— pregunta
la mucama.
Madre é hija quedan con la boca abierta.
D, Antonio hecho una estatua.
Mi ((JMIKMatüsalem:
Victima áe la influenca estoi en camd f
rúBnánme cuinientos pesos para el medi-^;
co y la botica. ^,
Te quiere siempre
Rosina Vircliecoftt.
Esta carta iba dirigida á
D. Rosendo Malva
Pichincha 7308 >^
Capital
La epístola vñ á parar á manos de la
esposa de D. Rosendo, que, curiosa como
todas las de su sexo, vá á dar un estallido,
cuando llega el señor Malva; la primera
caricia de su mujer es un formidable
ariiñozo, y la segunda un morrocotudo
pinchazo, que hace ver á D. Rosendo el
quinto cielo.
—¡Malva, eres un infame, un perdido!
- ¡Y usted señora, una m^lquina infer-
nal; me ha magullada usled el rostro!
—¡Esposo infiel, mira, lee, y tiembla!
El susodicho, ante aquella letra, palidece*
aquellos garabatos, aquella ortografía le
han confundido.
— ¿Podría usted esplicarme quien es Vir-
checoftt?
—Un prusiano.
— ¡ Y se llama Rossin i!
—Te diré, eso es común entre los prusia-
nos; conocí á una prusiana que se llamaba
Bartolo.
— Y yo á un tuno llamado Rosendo, á
quien bautizan con el nombre de Matusa-
lem por ahí.. . y es claro ¿que seré yo?...
— ¡El arca de Noé!
— Basta de sandeces, no soy rencorosa,
y" si quieres obtener mi perdón dame á mi
esos quinientos nacionales.
— ¿Y firmamos las paces?
— Para siempre.
— Eres el modelo de las esposas, tómalos
y.... córtate las uñas !
— Doctor, ¿cómo me encuentra usted?
— Adorable!
— Digo de la influenza.
— Mucho mejor.
— Gracias á vuestros medicamentos....
y .. .. aquello doctor?
— ¡Ah! la pulsera? En cuanto se norma-
lice ese pulso.
— Tiene usled querido doctor, recetas
maravillosas!
• • -
Un empresario de compañía de ópera
tiene dos tenores, uno de repertorio y el
.w
kí_ir*" *'_+»,
'<\\:A\ _•':',. _? .^v
!*">%. -*«'<«rJiVt- ^'-tf" ■ J*!' '*v
^^^f^ff^
475
lUENOS AIRES
.-''■.«::», :¿j'-.' ■
;W ^t^lf ' *L' '' "?
V
4
SALIDA DE LA ÓPERA
(Reducción de úa dibujo de Vaamoode, publicado en la Revue Illustrée du Rio de la Plata)
otro un principiante que sólo ha logrado
aprender La forza del Destino. Pero el
verdadero tenor se pasa la temporada en-
fermo de influenza y solo puede darse la
ópera que sabe el principiante, la que se
repite como sopa, aburriendo á el público;
por fin una noche el verdadero tenor \á
á cantar, pero á última hora otro ataque
de grippe le priva de la voz!
El empresario dado a todos los demo-
nios consulla á la compañiü lo que puede
cantarse.
—¿Si quiere usted dar mi obrlla favo-
rita, me tiene á su disposición, le dice el
tenorino.
El empresario, harto, hizo colocar este
cartel:
«La fofza drl destino
por
La forza de los acontecimientos »
Juan Berenguer.
FUEGO T 'CBMIZA
Nace la fuente en la roca,
en la pradera las flores,
en el cielo los colore*
y los be-os en tu boca.
La punta del dedo Plas
pidió á Rosa nada más,
y en ello obró «'uerdamente,
puesto que seguidamente
él se tomó lo demás.
¡Ojala! tu pecho fuera
altar en donde ofreciera
mi amor con locos excesos
á tu boca retrechera,
con la ofrenda de mis besos.
<S. Garrido.
1" j»'¥>jfi'v^ '-
»^^T5í '*'■>*? ■^w'jfiyiíippK;^ ",^^\,'^if^f^:¡^.
m
BU4:ABCáBBÍ
I ESTO ES LECHÜ
í^ R f &
I
. »•'«.'_-<«-, *v»*«.v
::^
—Usté no sabe
lo que se pesca;
iqmiia de saberlo!
Siió^piera
no sosten Iría í -
testó tan... ¡ea! ..¡rj?^'
VGímos ai' caso
-rQue es de conciencia-
digo, y conmigo -^
dirá quien tenga
sanas éostumbEes,
ai .par que higiénicas,
que por 1 a noche _
lo que nfiás sienta
en estos tiempos
.-dé la influenza, >
es un vasito - ■■]
de leche fresca,
como la sirven
en. . ipuest en esa
Dairi compa'ii,
ó como sea,
que no estoy fuerte
yo en lengua inglesa.
Todas las noches
voy yo á bebería:
llego á la calle,
entro en la tienda,
busco mí sitio,
— la quinta mesa-
doy tres palmadas,
, gruñe una vieja,
. viene una niña,
pido mi... cena,
y al poco rato
la niña esbelta,
me trae la leche
caliente ój fresca,
según la quiero,
— lo mism'o cuesta-
agarro el ivaso
con mano trémula,
—pues hace un frío
que el Nuncio tiembla—
llevóla al labio,
miróla, huélola,
y poco á poco
jqué bien se cuela!
¡cómo las fauces
¡ay! me calienta
—si está caliente—
ó ¡ay! me refresca
si es que está fría! —
Voy digiriéndola
á cortos sorbos,
como quien piensa
que lo pequeño
grande parezca,
y, cuando miro
sera ; ^
del^so lácteo
—que se asemeja,
puesto en la boca
alto y tan cerca
por su reborde \ .
de las briyas,^ i¡ i;.
á — usté perdóne-i-
bozal de perra»— ,
tras de un suspiro
vuelve á la mesa:
doy tres palmadas,
gruñe la vieja,
vuelve la niña, j
pago, y sin priesa,
con parsimonia
que no se altera
por si otros salen
ó si otros entran,
ciño mi abrigo,
me abro la puerta,
por sus umbrales
salgo, se cierra,
y .. pian pianiato
tomo Ja acera, :
llego á mi casa,
que está muy cerca,
y según subo i
las escaleras,
siento en mi vientre
la leche fresca i
que me 'aletarga,
que me enajena,
y cuando al poco,
libre de penas,
tengo en mi cama
las piernas sueltas,
¡qué calorcillo
se experimenta!...
Estoy seguro
que á mi cabeza
se va subiendo
la leche aquella
y me hace efecto
de adormideras...
¡Qué dulcemente
me salgo de esta
vida de angustias,
dolor y penas!...
Luego, ¡qué sueños!
Cosas muy buenas,
nada de sustos,
nada de tieras,
siempre jardines,
siempre bellezas!...
Y á la mañana,
cuando el sol entra,
¡Qué descansado
¡ah!... se despierta!...
Lo que es yo ¡vamos!
hasta que muera
-.^*¿";;.:i''^' ¿í -'"i
■ - ;;^**^íSi«5;p?ís^:;aK*í^ss;p^* J«sty^^ :
EL €A8CABÉL
477
■:^
m
'^k"
ni por un queso,
ni por cincuenta,
pierdo una noche
mi leche fresca,
que recomiendo,
cual panacea,
á las personas
de inteligencia.
(Ahora, ¡me rio
yo de Puchetaf)
A. Díaz de la Quintana.
DE DOMINGO A DOMI.<eO
Las notas salientes de la octava teatral
son; el beneficio de la Sra. Boelti Valvasu-
ra que tuvo lugar en el Politeama. ponién-
dose en escena La dama de las camelias.
Ihúlil decir que la distinguida artista^ de-
sempeñó el papel de protagonista con el
talento de siempre y con el aplauso del pú-
blico que, hizo justicia al mérito de la be-
neficiada.
La representación de Don Cario en la
Opera es otra nota culminante. El héroe de
la jornada fué el barítono Sr. Scotti, aplau-
dido con razón.
Pero el verdadero éxito de la semana lo
constituye la representación de Mefístófe-
¿es por la compañía que actúa en el Na-
cional.
Con Mefistófeles debutaron la Srta. De
Nunzio y el primer bajo Sr. Riera. La jo-
ven debutante, una niña casi, sin grandes
conocimientos de la escena que, natural-
mente, tratándose de un principiante, le
Viene grande^ obtuvo una ruidosa y muy
merecida ovación. Puede decir la Srta. De
Nunzio que empiezan por donde otras aca-
ban, si es que llegan á colocarse á la altura
á que, de un salto, ha llegado ella. Voz po-
tente, fresca y emitida con suma facilidad;
intención, sentimiento, y por si lodo esto
no bastara figura simpática, infantil casi,
todo esto posee la Srta. De Nunzio, y con
esto salió victoriosa y aclamada con entu-
siasmo por iodo el público.
El bajo, Sr. Riera, es un artista consu-
mado, dotado de excelentes facultades y
con completo dominio de la escena. Ca-
racterizó de un modo acabado su papel, y
se hizo aplaudir repetidas veces. Hacia
tiempo que no veíamos un Mefistófeles tan
completo como el que hace el Sr. Riera.
El tenor Avedano, que cantaba por pri-
mera vez el Meíislóteles estuvo discreto, y
algo mas que discreto en el epilogo, que
cantó con mucho seniiiniento. La orquesta
insuperable, y el maestro Goula superior á
todo encomio y sumando triunfos y ova-
ciones.
No hemos asistido al estreno de Lo que
fuimos y lo que somos del Sr. Della
Costa, En otro número nos ocuparemos de
la obra, si es mas alórlunada que las es-
trenadas últimamente {Cu?mpayfy uparte)
y se aguanta en el cartel.
Infantería Rusticana se aguanta en el
de la Comedia; y gusta mucho.
Y como el periódico no es elástico y no
hay espacio para más, pongo punto, y hasta
la próxima!
En un semanario religioso encontramos
una poesía liiuluda Solfa á María. Vaya
¡que ya no se puede pedir más!
¡Poner en solfa á la virgen! "•
¡Impíos!
Habla un poeta de un periódico de esos,
de chismes amorosos y ensayos literarios:
«Cuando soplo yo en ti, tu me modelas
con notas la impresión que yo deseo;
cuando te siento sonar dulce y sonora
ha^ta en la paz de los sepulcros creo!
¡Demonio! es mucho cieif.
¡Ah! La poesía vá dedicada á.... ¿la es-
piritual Emma, ó Rita?— dirán VV.
— No, señores: ¡A una flauta!
¡La gran.... flauta!
En el último correo ha llegado una cu-
riosa obra sobre la lengua Cumanagota,
que hablan los indios cok mbianos. Para
recrear los oidos de VV. allá van unos ver
m
■M
:*^"i&j?>tó;
■ .é*V:HÍ.*l;y_,.j
-■"-:?■ . ,:->iíJ:r¿^SX4í^JM
ioMáiMS::^
478
EL GASUABEI.
SOS para celet/rar el nacimiento del Se-
Avhepií&sh iacreche ».
temeré arepti
(úchipli yenechft .
yechemo Gadipiiin.
> Nepsi morepare
Cholo curepnin
yvenár piiéqüére
limacuin yepit
al final dice
Laus Deo»
■jAh! vamos: ya quedamos más tranquilos
después del Laus.
., te extralimitas.
Vete con tiento
porque es© á todas luces
está mal hecho.
ondencia
Un zapjillo en el panteón
brotó, donde yace Andrés,
genio que murió en embrión,
y el cual suspeclio que es
su primera producción.
De un colega del Rosario «Se dice en
Buenos Aires que hay el proposito de en-
cargar al Banco de la Nación Argentina la
liquidación del Banco Nacional.
Bueno.
Después ya nos encar-g iremos de buscar
quién liquide al Banco de la Nación.
• En la sala que alumbran
tantas bujías,
con tu primo, muchacha.
y.B.—¿V. ff,?... ¡Valiente Buñuelo!
7e/es/'oro ■ — Rej^ular, coa tendencias Amalo.
Cascarilla . — Si maAda, Vd. la firma, publicaré al-
gunftdc sus.epj^^rafflas.
Neófito.—'^ o puede Vd. fl|purarse con cuanto pe-
sar no pubiico lo suyo, qne do est& mal, no: pero...
¿aguardaremos el próximo?
Verdidero.—ifi. como vendb Vd. los zapallos?
A. 7*.— Si, señor, se recibió. No sirve.
K. D. r. -Quién hace un cesto, hace ciento; lo que
traducido quiere decir; quien copia una poesía es
capaz de copiír ciento. íY Vd Confiesa haber co-
piado tres!... Por lo dem&s el enojado es Vd, yo no.
P. Pi-r<).— No está mal, pero ¡ay! la* idea no es
nueva precisamente.
Canutitlo.-rFué al canasto su Emigración Indus-
triosa.
D. G. /.—Aprovecharé algo de lo que Vd. envia.
L. t^pr/o.'-Bn cambio ■ no puedo aprovechar lo
suyo.
D. 3 A.— Si es broma pueae pasar: pero no tiene
gracia.
E. S. C.— Mande Vd. la firma.
L. H. C— Es poco movido su articulo.
ADYEHTENCIA
Se previene al púBlico que la farmacia
«stamecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. GuiHernio A. CranweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo nue dicha farma-
cia ■• es ya <le Oanweil sino de Sproat.
LA ÚNICA
- DROGUERÍA Y F.\RM.\C[A
DE
G R A N NA/ E l_ L.
Que existe en Buenos Aires, estfi situa-
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floreros, lamparitas, veladores, filtros para
agun, etc.
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üArLlCnAO nUoAo lación, filtros, tete-
ras, azucareras, bandejas de madera papié
maché, etc., caloriferos. a.sacianos, calentado-
res de pies, braseritos, salivaderas, bidets
cómodos, y otros artículos de menage.
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teros, tablas para carne, papas, de lavar,
molinillos, agua-maniles, lebrillos, carpetas
de mesa, estantes para cocina, canastos para
ropa, etc.
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AL DUtn mCnAUll «aderas, caloríferos,
guarda fuegos, calentadores de pies, id de via-
je, id de platos para la mesa, útiles de estu-
fa, cocinas, carboneras, mesitas para té, mol-
des para budines, é, infinidad de artículos de
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COMCEPCIÓM B0RDJLLBA
KedaccioDyAdmioistr&cioo: AISINA 939 (altos)
HORA.S DE OFICINA DE 2 Á 5 P. IC.
Precio en la ciudad. . . | 0.10 el número
Número atrasado.... >0.15 id
El aplauso general
ganó, pues canta muy bien,
y fué á que 'a aplaudan eii
la República Oriental.
Fotograbados de Emilio A. Coll y C'
k.t4^^y!«ík£<'.
482
EL CA8GA,BEL
^H(oX
I % O octtrre nada de particular.
• * G Y á nó ser por el mal tiempo que
hemos sufrido, por los malos ratos que pa-
samos en los tramways, y por lo que del
Ateneo se dice, estaríamos tentados de
arrojar la pluma, y entregarnos en cuer-
po y alma á la lectura de Apariencias.
Lo del tiempo tiene sus encantos.
Sobre todo para los fabricantes de im-
permeables y paraguas.
También disfrutan, y no poco, lo que
sienten admiración por los paises bajos,
es decir, por las tornedas pantorrillas que
en días lluviosos lucen por esas calles
las transeúntes.
Un vecino nuestro, espera los días de
tormenta con afán.
Apenas oye el primer trueno, se viste
precipitadamente, se arma de paraguas
y sale á la calle.
— Pero amigo — ¿adonde vá Vd. con tal
tiempo? — le decimos.
—¡A tomar vistas!
— ¿Vistas? Un reuma es lo que tomará
usted .
Y sin temor á nada, vase nuestro veci-
no, sacándole punta á los ojosconío quien
dice.
Si es cierto que siguiendo unas buenas
pantorrillas, se hacen muchas leguas de
camino, sin sentirlo, ¡cuántas leguas ca-
minará nuestro buen hombre!...
Elloesquecami'.a, camina y llega á
su casa mojado completamente, pero re-
cordando con placer todo lo que ha visto.
Por fin, el sábado, cuando más arrecia-
ba la tormenta, y cuando más embebido
estaba siguiendo y admirando los bajos
de una señora despreocupada, tropezó con
una piedra mal colocada, y fué á dar con
su humanidad ^h una za^ja. Cayó de ca
beza y f>olo los pies quedaron á la vista
del público que reiá y palmeteaba al ver
como sacudía las estremidades el pobre
victima . ' : ' -'■:-^' :':-0'''-ví' -•■ ' ■- ' t ■ "^'-■'
Mal lo hubiera pasado, á no ser por un
cuarteador que lo sacó á flote.
Una vez en la vereda, empezó á blasfe-
mar y á maldecir, y echó á correr, no
parando hasta llegar á casa.
¡Pobre amigo!
Estaba desconocido.
La cara parecía una torta de chocolate*
La patrona, compasiva le dio unas friccio-
nes de aceite, y una purga, porque al
caer había comido mucho barro.
Por fin, una vez puesto á secar, juró
no volver á salir en días de lluvia, é hizo
voto de leer La Voz de la Iglesia todos los
días, y en ayunas. '
Otra ganga de la época son los tram-
ways. ,
Es decir, los reglamentos á que están
sujetos los pobres pasajeros.
Primero nos hacen guardar religiosa-
mente el boleto, y si lo perdemos, el ins-
pector nos reta y no nos pega por que aún
le queda un resto de compasión.
Ahora, á fin de hacernos más agrada-
ble el viaje, nos obligan á sentarnos
mientras haya asiento.
Al subir á un coche, el mayoral nos
dice:
— Siéntese amigo.
— Muchas gracias, voy á fumar.
— No fume Vd.
— ¡Sino me hace daño! Esta tos que
tengo, la debo á la ligereza de la ropa.
— ¡Bueno, pero siéntese Vd!
— No, gracias: no tengo frió.
— No puede Vd estar parado.
—¿Qué no puedo? Cree Vd. acaso que
estoy paralitico?
—La autoridad lo exige,
— Diga Vd. á la autoridad que yo no
puedo sentarme. Un grano que me salió
desde que Argos no escribe \d. pesca en
La Nación, me lo impide.
— Escusas
— ¿Lo quiere Vd . ver? ...
— ;No! ¡no!... ¡no! vociferan los com-
pañeros de viaje.
EL GASCAltSL
483
Y por si bajaremos ó no, se arma la de
Dios es Cristo. Sé hace parar el coche, se
llama á un vigilante, se pierde tiempo, y
uno se ve obligado á repetir lo del grano
con grave mengua de su parte física.
De modo que, para no sufrir- contra-
tiempos en los trmnwaysi, será preciso al
paso que vamos:
1° Certificado de buena conducta.
2* Peso máximo de ochenta kilos.
3* Oir misa los días de precepto.
4° No padecer enfermedades que le im-
posibiliten á uno de sentarse, y...
5° Tener paciencia para sobrellevar to-
dos los inconvenientes que nos brindan
los carri-tramways.
De modo que, en conclusión, resulta
•que mejor es ir á pié.
O en coche.
Sobre todo si se tiene coche propio....
¿Y el Ateneo?
Ya es un hecho, á Dios gracias.
Era hora de que existiese un local apro-
pósito para poner en contacto á todos los
que cultivan las letras y las artes por ne-
cesidad, ó por pasatiempo.
Esperemos los primeros actos de la
nueva asociación, y confiemos en la bue-
na voluntad de los que la dirijen.
Por hoy, limitémonos á desear toda
clase de prosperidad al Ateneo, que ojalá
sea lo que ha de ser.
Y... repetimos: no ocurre nada de par-
ticular, por lo tanto ponemos punto, no
sin dar gracias á los colegas que se ocu-
paron de nuestro número anterior, núme-
ro que como era de ''Sperar, tuvo el éxito
que le correspondía.
ESTRELLAS
EPIGRAMAS
Pedro, aunque sean muy hondos
tus males, no los escondas
y si no comes en fondas,
di que es por falta de fondos.
Pasad, como en un inlierno
la vida, de cualquier modo:
más conseguid en invierno
sobre todo, un sobretodo.
Federico Asfor.
Siempre estuvo Inés propicia
á rendirse enamorada
á la juventud armada,
es decir, á Ja milicia.
Con afición sin igual,
los soldados la encendían,
los galones la atraían
de un modo fenomenal.
jSobre todo las estrellas!
¡Las estrellas sobre todo!
Se enamoraba de un modo
irresistible, de ellas.
Conoció un abanderado
joven y guapo y marcial,
pero tenía un gran mal:
el brazo poco estrellado.
Lo dejó, y por la corriente
áe las estrellas llevada,
casi estuvo enamorada
de un elegante teniente.
A dos estrellas, después
siguió su estrellado afán,
así es... que amó á un capitán
que fué elegido entre tres.
Púsose á pensar unfdía
y creyóse haber logrado,
un militar estrellado
como ella soñado había.
Y entonces, indiferente,
del modo más natural,
dio al olvido á un oficial
y olvidóse de un teniente.
Por fin, le llegó la hora
más solemne de su vida,
y por casto lazo unida
del capitán fué señora.
Viendo así su afán colmado
y pudiendo ante la gente,
apoyarse negligente
en aquel brazo estrellado.
*
Pasó la luna de miel
cual todas embriagadora,
y comenzó la señora
á tragar amarara hiél, _ , . .
porque su sueño dorado
ó mejor, su capitán,
se entregaba con afán
al vicio más relajado.
Adoraba la bebida,
bebía, se emborrachaba,
y á su esposa maltrataba '- .
y la daba mala vida. .■ .
Y es fama que la mujer
en sus perpetuas querellas,
maldecía Ins estrellas
que á palos le hacían ver.
A nton iú F. Molina
V',-j*/^;i■•^í^¿^2S.^'-j^/:í-^í^-kiií^
>:.^. 'J-^:^ii^.í¿^
-7 r - ^ '
484
.«^ Or ■«"
-^' i'^mi^^my-^-
BL CASCABEL
CONMIGO MISMO
\.
^ O cuando no tengo con quien hablar,
Labio conmigo mismo, de modo que nun-
:a me falla convet^sación.
Y disputo, y me acaloro, y me desafio...
li, señor, me desafio con mi sombra.
¡Si las cosas que yo me digo, no se las
tice nadie!
Muchas veces á no intervenir un ami-
;o y mediar en la reyerta, me hubiera
lenido a la^ manos.
Pues si fuera á hacer caso de las veces
[ue TYie falto., ya me hubiera roto el bau-
israo en más de veinte ocasiones.
Y este es un vicio que se adquiere es-
¡ribiendo comedias. Porqué ¿ustedes sa-
lían qu^e yo escribo comedias...?
Un autor, con la pluma en la mano, á
^eces es el padre., y el liijo... y hasta
1 Espíritu Santo.
Y hace de victima y de verdugo y se
(osesiona del bien y se identifica con el
nal, y presenta argumentos y los rebate
lasta que tropieza con un pensamiento
ie fuerza y entonces deja la pluma, y
laciendo el papel de público, se aplaude
r rabiar él sólito. ¡Si es lo más divertido
iel mundo! Ei autor es la dama, y el ga-
6n, y la característica y el gracioso.
jY cómo me rio yo cuando creo hilva-
lar algún chiste! Conque el espectador
le riera la tercera parte, éxito seguro.
¡Cuando digo que ser autor cómico ó
Iramático es una ganga! Se tienen mu-
sios méritos contraidos para obtener una
ílaza en el... Ho:ipicio de las Mercedes.
Creerán ustedes que es mentira; pero
ro cuando más charlo es cuando voy so-
Oí porque siempre tengo ia palabra. ¡Qué
¡osas me pregunto, a lo mfijor, y qué co-
las me contesto! Si la discusión es la luz,
ro llevo siempre un candil colgado de las
lárices. Todo lo que yo no sé, me lo pre-
gunto dos ó tres veces y me quedo tan
inlerado. Es una delicia tener el maestro
!n casa.
Ustedes me dispensarán un momento y
18 harán los sordos, porque se me ofre-
¡en varias dudas, y yá que estoy conmi-^
10 mismo, voy á comenzar mi nó inte-
Tumpida serie de preguntas y respuestas.
Es cuestión de un momento.
¿Quieren ustedes echar un cigarro en-
retanto?... ' '
¡Ave Maria Purísima, y qué dirán las
lectoras que me tengan entre sus manos f
¡Fumar!...
Hé aqui otro vicio necesario en el es-
critor público»
— El humo eleva... la ceniza ilusiona, y
la colilla sobretodo cuando ya quema los
dedos, le presta d uno mucho fuego. — La
vida es un cigarro puro... sin escoger.^
— Hay cigarros que no se pueden con-
cluir y hay que tirarlos. —Como hay vi-
das que no hay quien se las chupe, y de
aqui lo necesario de pegarse un tiro.
No sé como pueda escribirse sin el ci-
garro. ¿No encuentra uno un pensamien-
to?... Pues se traga el humo... y se echa
por las narices.
Una noche que escribiendo me quedé
sin tabaco, me fumé una caña de indias...
Y no lo tomen ustedes á broma: me fumé
un bastón, menos la contera, que me pa-
reció demasiado fuerte.
Un autor es capaz de fumarse cualquier
cosa. Aunque sea un cigarro de la paja.^
Y no lo digo por inquina, ni por nico-
tina tampoco.
Lo cierto es que yo me he vuelto ú en-
redar en conversación, cuando iba á em-
pezar la discusión con mi persona.
A vei- que les parecen á ustedes mis
preguntas y á ver si les satisfacen niis
respuestas.
Empiezo:
—¿Qué es la fé? — Una especie de vista
de aduanas, que gana con no ver.
—¿Qué es la esperanza? — El alimento
de los sabios y e¡ pienso de los tontos.
— ¿Qué es martirio? — Ser contribuyente
en Buenos Aires ó tener suegra en... en
cualquier parte.
— ¿Qué es gloria? —Pues gloria es... leer-
se El Cascabel de cabo á rabo.
—¿Qué es inocencia? —Eso lo saben yá
muy pocos, amigo mió.
—¿Qué es valor? — ¿Valor?. . . Casarse
un empleado con cien nacionales, como
yo.
—¿Qué es ley? —Un juez de paz de cam-
paña.
—¿Qué entiendo yo por justicia? — Pue&
eso... ¡Que no lo entiendo!
—¿Qué es voto? —Pues una cosa que se
vende con mucha frecuencia.
(Creo que en filosofía moral he mere-
cido la nota de mediano. Hagámosme
otras preguntas sueltas para concluir).
— ¿Para qué sirven los tranvías en Bue-
nos Aires? — Para llegar tarde á toda&
partes.
k^iííSÁAaíálSteiíiifeSkii-^ij&á-S:.,, I5¡' .rf.'iS^
^-■=,^.- ■*¥- i
EL CASCABEL
485
—¿Para qué sirven los teatros modernos?
— Para moralizar á los que asisten á ellos.
— ¿En qué se parecen los gobiernos á
los argumentos de jos bailes? — En que
todos son lo mismo!
— ¿En qué se parecen los números de El
Cascabel á Dios?- —En que se encuentra
en todas partes.
— ¿En qué se parecen las mujeres á los
hombres? —En que no hay dos iguales.
— ¿A quiénes ataca más fácilmente la
influenza? — A los lectores de La Nación.
— ¿En qué se parecen?...
¡¡¡Pimü! ¡i¡Pam!!! ¡¡¡Pumül
— ¡Demonio! ¿Qué sucede poir ahí?...
Voy á ver... Con el permiso de ustedes
¿eh?
Osear C. Ber^núdez,
EN POS DEL IDEAL
—No da, lo dicho, no paso
por eso del matrimonio,
y que se case el demonio,
que lo que es yo, no me caso.
— ¡Bah! ¿Quién sabe si algún día,
te hará encontrar el destino
una niña en tu camino
y acaba tu soltería'?
—¡Oh, no tendré esa l'ortuna!
—¿Pero es que nunca has hallado
una, que te haya gustado?
— Completamente, ninguna.
— ¡Ilomln'e! ¡Tienes unas cosas!
¿Xo hay bellezas para ti?
— Si, jnies á cientos las vi
bonitas y virtuosas.
—Pues lio me explico esc horror
á unirse en el yugo santo.
¿No liay niñas bellas?
—¿Y tanto?
— ¿iS ilustradas?
—Si, señor.
Penj es que yo, por mi mal,
aunque mil he conocido,
lo (|ue es hasta hoy, no he podido
hallar mi helio ideal.
Quiero un;i mujer lierm'osa.
licriKi, d('1)il, insinuante,
caprichosa y arrogante,
dulce cuando no celosa,
que tenga aires de duquesa,
que tenga labios de grana,
el pecho de una alemana.
y el talle de una francesa:
que ella sea mi desvelo,
y me obligue á enloquecer,
vaya, en fin, una mujer
mezcla de infierno y de cielo.
— Pues si eso buscando vas.
puedes echarte á dormir;
que soltero has de vivir,
y soltero morirás.
II
—¿Tú por aqui?
—¡Hola! ¿Qué tal?
—Pero, hombre, ¿dónde has estado?
—Viajando.
— Y has encontrado,
al fin, lu helio IdeaU
— Yo en hallarlo me empeñé
y la tierra recorrí. -
—¿Pero lo encontraste?
—Si;
por último lo encontré.
—¿Y en dónde pudiste hallar
esa joya prodigiosa,
mezcla de mujer y diosa?
— Yo te lo voy á esplicar:
No permitió la fortuna
que el tipo que j'o anhelaba,
el conjunto que buscaba,
se hallase encarnado en una;
mas no amenguó mi interés, ■ -
y al tín y al cabo he triunfado; .^
lo qut^ en una no he hallado, .■•-''
pude reunirlo en ¿re.s. r .^
—¡Cómo! ^í;
—Sí, tengo en Consuelo
el fu("go de la pasión.
y en cambio me da \suución
con sns ternezas un cielo;
tengo lo que me embelesa
entre aquellas dos y Juana:
el pecho de una alemana
y el talle de una francesa.
Y en conjunto sin igual
está en las tres compendiado
la dicba que hube soñado,
la ventura, el ideal.
—Pero, hombre, ¡por Dios! ¿No ves
que te dañas á ti mismo?
¡Xo es nada! Un idealismo
parlido pot gala en tres.
Tal trinidad, imprudente,
va á darte una enfermedad...
—No, hombre, no; si Tri?iidGd
es mi esposa justamente.
-¿Qué?
—¿Tú no estás enterado?
—No.
Yo crei que sabias...
Nada, ya hace quince días
que también estoy casado...
Luis García.
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-»j,^?7s?^r5'Y^",'^-'' '^*rs ■*>w*Tf^f *' ^ - j' '
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486
EL CASCABEL
tAli&fS &SiIiiA90
Ternezas, mimos, rubor,
celos, dudas, besos, gloria.
¡Vaya! una historia de amor,
ó un amor de mucha historia.
INSPIRACIONES
^^V A^B^ sí en plural. Como quien dice patacones.
^^^■B^^^ O pantalones.
^^^B B^^^^ Porque la inspiración no ha de ser una é indivisible, si se quie-
^^Hf ^ ^r^ re llenar debidamente ía misión literaria á que uno se sujeta, ó
^JBlr^ está sujeto.
/^r\\ O si se quiere,, llenar el estomago, que es al fin y al cabo, el
\\ que se aprovechada la inspiración.
, >* He dicho que esta ha de ser plural.
Y no me retracto.
O retrato, que dice un cronista que sé inspira en los pasillos del Congreso por la
tarde, y en las tertulias de cualquier teatro por la noche.
Y que, como es natural, vive entregado á Cicerón, orador parlamentario que tenía
una berruga en la nariz, y á Apolo, no el teatro; no confundir. ,
— Si amigo— me dice — hay que multiplicarse.
—No iné lo jure V. Yo tengo diez hijos y fracción...
— Me refiero al espíritu, á la idea. Para vivir de ella es preciso multiplicarse y
entender de todo un poco.
— jPero eso es muy costoso!
-¡Cal ^
— {Representa mucho estudio!
— jCáf
—Y van dos. Pero yo no entiendo.
— Ahi estd el quid.
—Y ese quid...
—Lo poseo.
—¡Hombre...! Si fuese V. tan amable... Yo necesito el quid ese, porque amenudo
he de hablar de lo que no entiendo y...
-iUsted bebe?
—Gaando tengo sed.
—Lo creo. ¿Pero V. bebe alcoholes?...
—Francamente; no acostumbro.
—Pues es V. hombre al agua.
—En efecto: al agua si, pero al alcohol, no señor.
—En él está la inspiración.
— Repito; no entiendo una palabra.
—Sígame V.
•'L^tíií^A*'!^ .t^^a^::^:£^jAl¿Á£^,i;niJjf>J^^'^~s.Élt^_
EL CASCABEL 487
— Le sigo, ¿^ donde mfi lleva?
■ : —-jA la confiteria.. ! jYa llegamos...! ¡Mozo... dos vasos de agua!
? — ¡Hola! ¿Agua clafa? ^ ■
.* — Empieza el experimento; lo primero es v^r claro. ^ ^
—O beber.
— Es lo mismo en mi sistema. Supóngase que V. no tiene idea alguna apropósito
de lal ó cual cuestión que ha de desarrollar en el periódico ó el libro. Supóngase
que ha de ocuparse V. de mecánica, de relojería, por ejemplo: pues no hay más
que llamar al mozo «sí...
— ¿Qué se oírece?
— ¡Dos ginebras! -. -
• ••• • • *.....
—Es un poco fuerte, pero por poco que V. se esfuerce, y á poco que la Imagina-
ción le acompañe, sentirá V... ,
—Un dolor de cabeza de mil diablos.
—¡Cabal! Ahora figúrese V. máquinas, relojes, minuteras monstruosas, lagos, pai-
sajes pintorescos... ¡Suiza! ¿Ñola siente V.? .
— Lo que siento es mucho calor.
— ¡Bravisimo! Es el calor de la improvisación. Ahora estaría V. en aptitudes para
hablar de relojeriu. Si necesita ocuparse de algo alegre, tome champagne, o jerez, ó
manzanilla. Si desea abordar cuestiones internacionales, beba cerveza y ¡adiós Bis-
marck!... ¿Quiere hablar de arte?... pues beba V. Chipre, ó Marsala, y el liquido le
transportará ú la patria de las ideas bellas...
—¡Estoy admirado! Pero...
—¿Pero qué? ^Duda V. acaso? ¿No cree en mi doctrina? ¿No encuentra en ella la
salvación?
— No (ligo tanto, pero...
—¿Pero... pone V. peros? ¿Busca V. el porqué^.... ¡Influencia de la ginebra, amigo!
Sin sentirlo se ha hecho V. calculista. Bravo, muy bien.
Han pasado unos días.
Por fin tropiezo con el cronista, el de los consejos espirituales.
—¿Qué tal?— me dice.
— Preociipado.
—Porqué?...
—He de escribir un trabajo serio y razonado^ analizando las causas de la indolen-
cia nacional...
—¡Tome V. mate!
¿Maie?
— Y amargo; bien amargo... ¡Ab! y no se le olvide á V. lo que voy á decirle. Ma-
ñana en El Universal aparece un articulo mío.
—¿De qué trata V.?
—De «la influencia del cruce de razas en ia población de la República Argentina.»
Será un trabajo importante... ¡he bebido en las mejores fuentes...! Léalo V. sin falta.
¿Que si busqué El Universal?
¡Ya lo creo!
Pero no enconir«V el artículo de mi amigo.
En cambio, en J5/ Nocturno de la tarde, hallé una noticia que copio texlualmente.
«El conocido escritor D (aquí el nombre de mi amigo) ha sido encontrado
muerto en su cuarto. Sobre la mesa escritorio sé hallaron botellas de Burdeos, Ma-
dera, Ginebra, Jerez, vino del Rhin, Sidra, Chianti, San Juan, Cerveza, etc...»
«No se explican las causas que bayan podido producir la muerte del Sr En
la misma mesa se encontraron unas cuartillas. En la primera se leía: «Influencia del
cruce de razas en la población de la República Argentina.»
«¿De qué habrá muerto el conocido escritor Sr...?»
«Esta es la pregunta general.»
¿De qué ha muerto?
¡De un atracón de lectura! pensé yo.
Y me acordé de las buenas fuentes en que buscaba la inspiración miinfortunado
amigo, cuando la inspiración no acudía á tiempo.
Desde entonces me dedico al agua clara.
Cuando la encuentro así.
Que no ocurre siempre. Andrés Soler.
s- . ■ . ■•. .■ , ;■,-■■• .'"'■'■.•--..--■■.:: .; ■-;.^;-«;:.íí■I/i¿v5í*;■
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488
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CÓMO VAN UNOS
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EL CASCABEL
'"^ *^ ^. "" -^
489
LEEMO
CÓMO VAN OTROS
-^ .; '■ ; v-iiáUrttaiLi.-
4@9^ ' -^ £L CASCABEL ' ^
DE REGRESO
S;*-
í^,-
—¿De dónde sales Severo?
— De presidio, caro Antón,
le distraje algún dinero
á la caja de un banquero...
— jVaya con la distracción!
PIEZAS AMUEBLADAS
Voy á contar una historia,
aunque la pena no val^^a,
ni lleve más interés
al ponerme á relatarla,
que hacer sirva de escarmiento,
mi aventura malhadada.
Era un di:i de verano
cuando salí de Campana,
en busca de Buenos Aires
para ventilar mi alma,
pues como estando en el pueblo
no la empleo para nada,
la polilla del fastidio
iba empezando á picarla,
Llegué, después de dos horas,
conducido por las alas
del raudo vapor, (observen
que estoy hablando en metáfora,
pues los trenes del Rosario
son carretas tucumanas)
y después de hab r comido
y caminado unas cuadras,
en demanda de repo.so,
busqué una casa amueblada,
hallándola en sitio céntrico,
bueno el aspecto y la fama.
—¡Mozo! Preciso una pieza.
—Solo una queda en la casa;
sígame usted caballero.—
Subt) una escalera' ancha
hecha de pulido mármol.
cruzo una inmensa antesala,
después una galería
llena de luz y muy larga,
luego un estrecho pasillo
y llego al pié de empinada
escalerilla de hierro,
por la izquierda, sin baranda,
por encima, el cielo azul,
y por pared, férrea plancha.
La persona que la suba
debe ser media funámbula,
y casi estoy convencido
de que yo tengo esa gracia,
porque llegué a la azotea
sin haberme roto el alma.
Ya estoy por fin en el cuarto,
dejo el sombrero en la cama.
—¿Cuánto le debo? —Dos pesos.
Suelto u:. suspiro y la plata,
y sin darme «buenas noches»
me vuelve el mozo la espalda.
Voy á pintar el mueblaje
en dos ó tres pinceladas.
Mesa de noche, un armario,
el lecho con blancas sábanas;
encima del lavatorio
tres cuartos de una aljofaina,
un jabón lleno de pelos,
jarro con agua y sin asa,
un peine, al que faltan púas
aunque con sobra de caspa,
y algo, como servilleta
con ínfulas de tohalla;
bajo el lecho, una vasija,
que aunque está desportillada
como los otros cacharros,
luce cifras de la cf.sa.
La habitación, que es un cuadro,
de altura tendrá tres varas;
por una de las paredes,
el alto tejado escala
el caño de la cocina,
lo que es una gran ventaja,
pues uno puede en verano
cocerse en su propia salsa...
lo cierto es, que tantas cosas
por dos pesos... no son caras.
Por íin, di entrada en el lecho
á mis desnudeces castas;
y ya pensaba dormirme,
cuando sentí unas pisadas,
un rumor en las paredes
cual si pisaran fantasmas,
y sentí que mis botines
alguien me los arrastraba,
y asi como duendecillos
que bailasen en mi cama.
Haciendo un supremo esfuerzo
para conservar la calma,
encendí rápido un fósforo
y miré... más no vi nada.
Levanto un botín del suelo
estrañando se agitara,
y sale como relámpago
de su interior una rata.
Desde entonces ¡santo Dios!
U,-'
. í.- y ^'C'fp^ff^^w^T^ 'i^^f^^-,-*A .
EL CASCABEL
491
PREGUNTA
3S^^
^ÍVf2!Í^<''^3JÍ^ÍCt^
-¿Vive aquí el señor López?
-No, pero es igual. El señor López y yo tenemos los mismos gustos.
aquello fué una batalla;
un ratón rozó mis pies,
otro saqué de mi espalda,
y dando saltos y gritos
para auyentar tanta plaga,
me pasé toda la noche
hasta ver la luz del alba.
Salto del lecho al instante,
y sin lavarme la cara
salgo á la calle bufando,
me subo al tren, y... á Campana.
Conviene lector que tomes
la lección de mi desgracia.
Aunque soberbia apariencia
tenga una casa amueblada,
no ocupes jarías un cuarto
sin proveerte de una trampa,
y caso que no la encuentres
lleva un gato ó... una gata.
Alidio Borgia.
ME MUERO!
Yo, que soy un forastero
sin amigos ni tutor,
jay niñasl de amor me muero,
porque yo vivo al vapor
y camino muy ligero.
¿Que hago mal en decir esto?
¡No lo puedo remediar!
¡Niñas! Apenas me acuesto,
me dan ganas de llorar
porque me siento indigesto;
pero indigesto de amor,
(lue es un mal espeluznante
y no hay medio ¡no señor!
para encontrar un calmante
á este mal aterrador.
Con un doctor consulté
hace cosa de tres días,
y me dijo: «Tome usté,
cinco kilos de alegrías
l^£^^3lfó;<>--»e ::j
492
EL CASCAII£L.
y un grano de amor con té.»
¡Y no lo puedo encontrar!
jY no lo puedo adquirir!
¡Esto es cosa de rabiar!
¡Saber que voy á morir
sin poderlo remediar!
¡Ay Dios! ¡Qué muerte tan fiera!
¡Qué gran desdicha la mía!
¡No encontrar quien me vendiera
unos kilo?; de alegría,
para que 30 110 muriera!
Si ?ntre vosotras, alguna
sul're también de este mal.
no tachará de importuna
esta petición I'ormal.
¡Es justa como ninguna!
Pues si un día oís tocar
las campanas por un muerto,
podréis muy hion exclamar;
— ¡Ya murió! IMies era cierto.
¡Nadie le (¡uiso curar!
Diinas Gre'w Ilzárhe.
criiADrccióX)
Y'o sofialia li.-ibM- muerto; ella lloraba
y yo su ihinto oía,
allá <•!! la losíi el t-orazón se helaba.
y al mirar su quel)ran1o
por ser vivo un instante, yo suíria.
y así enjuiíar su llanto.
Dosperh' í'atiua'h^ por la pena,
y en mi anu'nsiia espantosa,
atado i'l coraziiii |K)r la caiicna
(|ue un ri'cni'nlo lia l'orjado,
¡cuánto scnii de aiinfüa triste losa
haborine (b'Sin'r, ado!
DE DOMINGO A DOMI.JGO
La empresa de la Opera se ha despedido
del público echando la casa por la venta-
na, como suele decirse.
Buena pi-ueba de ello es la representa-
ción de Lolicngrin., ópera presentada con
bastante propiedad y cuidadosamente en-
sayada.
Lástima que la temporada no empezase
como acabó.
Ahora los aficionados no desperdiciarán
la ocasión, y aprenderán el camino del Na-
cional. Y á fé que no les pesará, porque
el maestro Goula les hará conocer las ópe-
ras de muy distinta manera que se cono-
cen.
El estreno de Gil Anianti di Teruel
se aproxima, y todo hace esperar que
esta opera será la gran novedad, el suceso
culminante de la actual temporada.
La señorita de Nunzio alcanzó buenos
aplausos en I( Troratorc, lo propio r[ue
la Sra. Steinbach y lo? Sres Gi-ani, y La-
bán. que se vieron obligados á repetir el
final del primea acto.
En Cavallcría Rustirá na fueron aplau-
didos, la Sra. R()di'igiiez (¡ue hizo una
Sanhizza acabada, el ten(_>r Grani y la or-
(piesta.
La CDUipañia drani.ílica italiana de la
Sra. Boelti Valvassura so lia marchado,
pero volvei'.'i donlri) do pucos meses y dará
una SLM'ie de escugiiias ubras.
Si el drama IÍímio ]>;irl!il irii is en Buenos
Aires, estos lioiion (>I)1¡l;;u'!i hi dií ir ai tea-
tro (Jnrul)ia .-i aplaudir la iillinia produc-
ción (Id (lpaiii;il!irgo lü-liogaray.
El Ilijiíilc !)i)ii .Itiiiji. (vs una vi'rdadora
jo\'a en quo ol aiiloi-. on prosa llana y ar-
moniosa, piula [lisiónos reales y ci unnueve
pri ilunilaiiio!i[o.
Y ya 'juo do /-;,' ¡dio ('<' D. Ji"ij( \vah\a-
nios. lio ('slar;i dt' iu;\sdoi-¡i' i[uo ol soñor
(jalo (»sl;i >iiporio!> ;i todo encomio y que
niiigiui |)apol lia desempoñado de manera
tan acabaiia. Los dem;is artistas le secun-
dan i)0i rectamente.
V.n los dem.-is teatros pocas novedades.
La Gomedia ganando piala con la Inían-
teru^ de Palau. y resucitando obras cono-
citlas, pííro no por ello menos aplaudidas.
l'ciia Id FrescdriunM por ejemplo.
Lss Folies Fü/'let concurridísimas con
motivo de los trabajos de CVí.s^/¿o/' ({ue ca-
racteriza á las mil maravillas, tipos y per-
sonajes conocidos.
¡Lástima que Casthor no se dedique á la
polilica!
Por((ue. cambiando de caras con tanta
facilidad, baria carrera.
a^¿
^Jlís- vf.-* fi* "V
EL GA8BABEL
El apreciable actor Sr. Roldan se defien-
de en sus trincheras, es decir en el Al-
hamhra^ y apesar de lo apartad*. <iue
(rueda del centro- dicho teatro, se vé favo-
recido por regular concurrencia.
No hemos asistido aún al Pfisat/rmpo.
Kn el próximo número hnblnremos de la
compañía Parenti, de la <\ne tenemos bue-
nas referencias. El género «¡ue cultiva
dicha com¡)añia es apropOsilo para hacer
pasar el mal humor á cuahpiiera.
Y esto algo vale, y hay que tenerlo en
cuenta en estos tiempos.
Es un hecho el próximo estreno d'-; la
ópera El Lean de Venecia^ escrita en el
pais, por los Sres. Verardini y D. Agnillo.
Estos señores y el Sr. Bernis, empre-
sario del Nacional, se han puesto de
acuerdo.
El estreno tendrá lugar del 15 al 20 pro-
bablemente.
Leo en un periódico de crónias y amo-
res en verso, el siguiente titulo:
«En lo de Furlandez»
¡Dios mío!
¡Qué ocurrirá en lo de Furlandez!
Y ¿qué será lo de ese señor?
Dios por calmar el anhelo
de nuestra vida de abrojos,
puso el deseo en tus ojos
y en tus labios el consuelo.
— Tus versos, querido Andrf^s,
son buenos, según infiero.
Mas debes, por tu interés,
cambiar su forma primero.
— Bueix).
— ¡Y el fondo después!
¡El oro es inconmovible!
Argos ya no escribe pescas ó por lo
menos ha llevado una porción de días de
descanso.
Y... ¿quieren ustedes creer que el oro
no ha bajado?
¡Ingrato!.. .
— ¡Ah Hiiiz! (M-í^s un crunpuesto
de nobles y hajos fines.
— V.n cambio, tú erer Fernández,
no comjiHCsIo sino simple.
-'Sé que to hizo gracia Hosa.
-No señor, me hizo otra cosa.
Dos avisos <pie no tienen desperdicio:
Se necesita una muramn que sepa
planchar con recoiKendaciones.
¡Caramba!
Nos parece preferible una mucama que
sepa planchar con lustre.
Una señora francesa desea* cuidar
dos ó tres niños de tres años arriba.
Pues ¡cuidado!
Porque si tan arriba vamos, con uno
solo basta y sobra.
Soledad, tu fealdad
con una furia te iguala,
y al ver que aumentas de edad
me haces decir con Ayala:
¡Que espantosa soledad!
De su pueblo el otro dia
llegó Paco, y ?il instante,
para volverse elegante,
se fué á una peluquería.
Y ya se crér» que interesa
por lo bien ((iie le pelaron,
sin ver que no le quitaron
el pelo de la dehesa.
ondencia
^\\v»
#>-
Rataplán.— "So está mal, no señor, y creo que si
manda V. otra cosita estará mejor.
'*:.í^^t2Ít^^¿:^
.■•■¡.,:U¿i£iÍtíí^
494
BL GASCABeL
Antuca.— Estoy reñido coa lop Acrósticos. Asi es
que los que V. manda no los publico.
Telémaco .—Es muy serio el asunto.
. T. Doy (Rosario.) - ¿Sabe V. lo que me ha dado "V?
(Un susto mayúsculo!
F. F. — Pruebe otra vez. Lo de hoy no conviene.
Cosítir illas. '-Es bonita, pero opino que ha pasado
la oportusidad.
E. G.— Muchas gracias por todo. Espero lo pro-
metido y deseo sea archi-superior.
L. M.—hos sonetos constan de catorce versos,
como consta &, todo el mundo... menos & V.
Comía.— ¡Vaya V. con Dios, artista! ,
Maestro.— -¡He obra prima I...
José F.— No, señorj'esta V. equivocado; no se le
contestó en tal sentido.
V. V.— Mande la firma, si sieñor.
T. Ro. — Es muy viejo el asunto y no está bien
versificado
Marín' .—¡Hombre!... dejemos en paz a los pobres
náufragos.
T. A. Z.—Es regularcita; nada más.
EL CASCABEL
SEMANARIO FKSTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
-)^
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
®S«— AliSIlíA— tSt (altos)
ADVERTENCIA
Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Gnillermo Jk. CranweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de OanweII sino de Sproat.
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Agftrtft 10 ^* Ififlft íUbil32
Editor propleUrio: FRANCISCO FERRÉS
Redacción y AdniÍDÍstracion: ALSINA 939 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
Precio en la ciudad. . . S O.lO el número
Número atrasado.. .. »n.i5
id
Fotograbados de Emilio A. Coll y G*
Tiene en su voz una mina
que ya ha empezado á explotar,
y puede, con estudiar,
ser una Patti argentina.
.Ú¿\^. >.-.>í-i%íkÁ¿£í^Í:
'\:r--v,;'«^^-'¿^-:
^H(0]f«-
HiNALMENTE, tenemos Ateneo.
La noticia no tendrá interés para
los que en materia de letras solo conocen
las de cambio.
O para los que creen que en teniendo
Bolsa, ya lo tienen todo.
Pero en cambio, los que nos procura-
mos el pan y el puchero, ganándolo no
con gotas de sudor, sino con gotas de tin
ta, andamos refocilados y con aire de sa-
tisfacción relativa.
Tanto es asi, que el otro dia encohtréme
á la mujer de un inspirado vate, la que sa-
lla de «La Ciudad de Londres.»
— De compras, ¿eh? — la dije.
— Si, preparándome.
— ¡Como!... ¿se casa alguna niña de V?
— No, pero Antenor, desde que supo que
se fundaba el Ateneo, y que podria leer
sus odas y poemas, está arreglándose de
ropa, porque el pobre estaba muy mal, de
ropa blanca sobre todo.
— ^Hace bien en surtirse.
—Ya vé V.; en el Ateneo todo son her-
mosuras y camisas planchadas!
— ¡Ya lo creo!
— El otro dia, lei que Gutiérrez le dijo á
Guido que parecia que este se alimentaba
de ambrosia, y además, el cronista, se
encargó de hacer saber al pais que Guido
estaba hermoso, y que a<;i se lo decía Gu-
tiérrez.
— Si y á este le llamó Guido buen mo-
z«
— En fin, que se estuvieron piropeando
como dos doncellos.
— ¿Qué me cuenta V?....
— De modo que Antenor, queaunque su-
fre de ictericia no es despreciable del todo,
y tien un lunar peludo al lado de la nariz,
no se atreve á presentarse á los literatos
sin llevar la camisa planchada, porque en-
tonces, "¿quién le dirá, Pérez, está V. irre-
sistible?
— Nadie, seguramente,
— Además, los literatos de hoy son co-
mo los mortales que no escriben, y tienen
obligación de presentarse correctamente
ataviados, y de escribir en papel fino y con
letra clara.
— No lo dudo.
— Por lo demás, las sesiones del Ateneo
serán lucidísimas, y en ellas se darán á
conocer una porción de eminencias que
hoy yacen en el olvido por que los libreros
son unos judíos y no editan libros. Pasa-
do mañana, sin ir más lejos, aguardamos
á un sobrino carnal de Pérez, que vive en
Curuzú-Cuatiá, y que al saber lo del Ate-
neo se ha decidido á emprender el viaje,
con el solo fin de leer an poema indígena
que, según opinión de algunos, y del autor,
es una maravilla y le colocará al nivel de
Obligado, y además le permitirá usar cal-
zoncillos de punto, prenda que ahora le es-
tá vedada absolutamente.
— ¡Dios lo quiera!
— En fin, amigo mió, le dejo á V. y me
voy, pues Pérez espera estas camisas pa-
ra presentarse á Guido y decirle que lo
anote como socio activo del Ateneo.
— ¡Adiós señora!
—Adiós.
El caso es que la deseada asociación ha
hecho perder el juicio á más de cuatro ge-
nios modestos que ya creen tener el por-
venir abierto, y se figuran que ha termina-
do paradlos la época de privaciones.
Esto es simplemente una exajeración.
De fa-tales resultados.
Y sino que lo diga mi amiga D*. Bru-
nildade Carnero, esposa de éste, autor
fecundo pero incógnito, que escribe mucho
pero no puede salir de la oscuridad.
— ¡Ha llegado la hora! — nos dice la se-
ñora.
— ¿Del reparto universal? -le pregun-
tamos.
— De la justicia y del premio al mérito.
— Eso lo dicen las niedallas que otorgan
en las exposiciones universales á los fa-
bricanteí; distinguidos.
EL CASCABEL
— Será asi; pero ahora los que produz-
can, recogerán los frutos de su inteli-
gencia.
— Se trata de alguna ley protectora de
la ganadería?
— Se trata del Ateneo, y gracias á él,
mi Carnero nadará en la abundancia re-
colectando por fin, el fruto de sus noches
en vela,
— ¿Sufre insomnios?
— Si; pero poéticos. La otra noche no
pudiendo conciliar el sueño, porque abusó
de una ensaUda de porotos con repollo,
saltó y...
— ¡Saltó y vino! que se dice en el monte.
— No abandone V. el llano. Saltó de la
cama y empezó á echar versos sobre el
papel, y le salieron tan bonitos, que luego
se pasó el dia durmiendo, porque como
dice él, el que escrib ; cosas tan buenas,
tiene el sustento asegurado.
De modo que ahora pienso que con. sus
versos y el título de socio del Ateneo, so-
ciedad protectora de poetas y prosistas,
podré ablandar al almacenero de la esqui-
na y me fiará lo mas necesario para la
vida.
Oh fuerza de la imaginación ¡á que ex-
tremos conduces!
Y ¡oh Ate< eo!. . . cuanto niacanaxo has
inspirado hasta la fecha! í
¡Que La Nación me guarde de mentir!
A UM MIOPE
(Imilación)
¿No ves aquel pintado jilgueriilo
que en un cerezo está,
y más allá un chicuelo que, afanoso
le acecha con afán ?
¿Xo ves aquella joven hechicera
de lánjxuido mirar
(|ue. á través de la reja, con su amado,
parece conversar?
¿No ves esa bandada de avecillas
que acaba de cruzar,
y esas flores que, ú impulso de la brisa,
sus tallos doblan ya?
¿No ves aquella dama que á un mendigo
una limosna dá?
¡Pues, chico... si no ves, un par de gafas
te debe 5 de comprar!
Octavio C. Ikdolla.
RASTROJOS
Como imagen de triste Dolorosa
en los fúnebres pliegos de tu manto,
se adivinan el duelo y el quebranto
del albo pecho, que el dolor rebosa.
Esos ojos de súplica angustiosa
siempre bañados en amargo llanto,
dan á tu hermosa faz un nuevo encanto»
una atracción extraña y misteriosa.
Yo deseara, que á tus pies rendido,
ante el triste conjunto que venero,
mi pobre corazón desfallecido,
sin decirte jamás lo que te quiero;
fuera, mudo, amoroso, flel, rendido,
de tu eterno dolor el comi)añero.
Estaba Luz ayer, llena de vida,
mucho mejor desnuda, que vestida.
Hoy aquella beldad, está sin duda
mucho mejor vestida que desnuda.
De madera magnítíca escultura
en la iglesia del pueblo Ruiz adora,
y realmente es tan grande su hermosura
que se explica que Ruiz, hora tras hora
le diga, lleno de pasión impura:
—¡Oh reina de los cielos! ¡Oh señora!
¡Si esa efigie de carne se volviera!
... ¡O si yo me tornase de madera!...
Adolfo S. de los Ríos.
APLUEJEN!
(histórico)
ACE ci»mo doce años, for-
maban parle del Congre-
so argentino los nota-
bles G inteligentes cau-
dillos D. Aguslin Gómi^z
representante de San Juan y el Dr, Gui-
llermo San Román, de la Rioja. Ambos
eran los fogosos cabaHítos de hatalla
que tenia el elemento provinciano en Ifis
tremendas luchas ([uo libraban en el Cov-
greso, arrancando mil veces de la entu-
siasta barra atronadores aplausos.
Gómez y San Ronian, eran inseparables
en los paseos, en los teatros, y .frecuen-
taban mucho el cale de los veinte bi-
liares donde hacian tern<i con un señor
Suárez, rico propietario 'le San Luis, di'
cuya provincia era también represeniantj.
' ' '#&uá:£i«c¿^T;ff t :, ,s
500
EL CASCABEL
Aunque ei Sr. Suárez no era de la ma-
dera de los hombres que forman los par-
lamentos, era un hombre recto y honrado,
razón por lo que un dia ocurrió la escena
cómica que voy á narrar.
Hntre los asuntos entrados en la Cáma-
ra, había uno en que tanto Gómez como
San Román, se interesaban para que fue-
se rechazado en la votación, y con este
motivo trabajaban para atraer á sus filas
á Suárez, empleando todos los ardides
imaginables.
¡Nada! Suárez estaba comprometido con
el bando opuesto y su palabra era de rey,
según él mismo decía.
Llegó el dia déla sesión. Casi todos los
miembros estaban presentes. Una inmen-
sa barra se encontraba desde temprano
apiñada en el recinto destinado á ella y
la clásica campanilla del honorable presi-
dente anunciaba que estaba abierta la se-
sión.
Gómez se había sentado á la izquierda
de Suárez y San Román á la derecha,
inmóviles como estatuas.
El secretario dá lectura de los asuntos
entrados, y enseguida pasa á la orden del
día, comenzando por el asunto de nuestros
protagonistas.
Después de una larga y acalorada dis-
cusión, se pone á votación, pronunciando
el señor Presidente el viejo estribillo:
— «¡Los que están por la afirmativa de
pió; los de la negativa sentados!»
Se levanta el bando contrario á nues-
tros protagonistas y resulta empatada la
votación!
¿Porqué dio ese resultado cuando con-
taban con la mayoría?
Vamos á decirlo: Cuando Suárez intentó
levantarse para votar por la afirmativa,
no le fué posible, ponjue los nervudos
brazos de Gómez y San Román le suje-
taron tenazmente de la levita, y en vano
Suárez protestaba en voz baja, para no
caer en ridiculo ante la barra, con las si-
guientes palabras:
— ((¡Afluejen. honibres, a/luejen!»
Patricio Gallo.
•^■m^-
ñ CRlSPULO
¡Hombre! Al fin me has cansado y ¡voto al chápiro!
que estoy harto de tanta frase esdrújula
y me has hecho perder paciencia y brújula
y haces que te mote^je de gaznftpiro.
Al leer la persona más apática^
tus necias producciones de neurótico,
de seguro le sirven de narcótico, '
y á, tu musa moteja de antipática
¿Porqué al pobre ladrón llamarle vándalo?
¿Porqué el que triste está llamarle tétrico?
¿Porqué al verso llamarle verso métrico?
Y iporqué ft la madera nombrar sándaio?
A un pobre panteón tildáis de túmulo,
un hombre un poco grueso ya es hidrópico,
pues mira, francamente tanto tópico
es de palabras necias, solo un cúmulo.
Vais asi enmarañando la fonética
y al lecho más sencillo llamáis tálamo,
si de un árbol habláis ha de ser álamo,
y si íi España citáis, citáis á Hética.
De tanta poesía y tanto articulo,
de tantas tonterías el catalogo
nos tiene fastidiado y algo análogo
hago, para que veas si es ridiculo.
«Un joven que nació cerca del Bosforo
bañábase á menudo en la canícula,
por ver si se curaba un clavícula
que habíase quemado con un fósforo.
Un día fuese al pié de una conifera,
y después de tragrase un gran crustáceo
se dispuso á dormir como un cetáceo
mecido por .la brisa salutífera,
De pronto como nace la crisálida
Desada por el sol, de blanda célala,
flotando en microscópica libélula,
surgió una aparición hermosa y pálida
—Ven — dijo la visión— yo seré el báculo
que pueda sostener tu pasión bélica,
— ven y verás— le dijo con voz célica—
ven daremos al mundo un espectáculo-
ven, ese estado deja soporífero.
¡Oh ven! que comprendemos un apólogo,
y el otro interrumpiendo su monólogo
le dijo— Es imposible, ¡soy mamífero!
— ¡Ah! por piedad, tu frase toipe y árida
me ha herido de mi pecho en lo más sólido
y con tu proceder feo y estólido
me has aplicado ¡oh Dios! una cantárida.
Estendiendo sus alas de murciélago
exhaló de su cuerpo un fulgor vivido
y fuese la visión y el joven Jivido,
se arrojó de cabeza en aquel piélago».
Ya ves que de tus frases el montículo,
nada tiene de bello ni poético,
y son en puridad algo antiestético,
estúpido, mecánico y ridiculo.
S. Garrido^
&"i^*¿i¿-4^^í''*-íir^í¿¿V1.-'±. . ■
.:&!í&».~
M.
» -ai!**>¿ w?
EL CASBABEL
501
UCSrANIMTOAD
I
En casa de don Clemente
se pasaban muchos ratos
tres jóvenes literatos
discutiendo largamente.
Y esto le hacía feliz
y dichoso al buen señor,
que escuchaba con amor
á Sánchez, Pérez y Ruiz.
En algún momento Pura,
la esposa de ^quel, venía
y con regocijo oía
hablar de literatnra.
A ella los tres campeones
consultaban á la vez
y la elegían por juez
en todas sus discusiones,
de las que era el tema eterno
el objeto principal,
la belleza, el ideal
que busca el arte moderno.
— Siempre sostendré lo mismo:
el arte — Sánchez decía
— tiene que seguir hoy día
las huellas del clasicismo.
Y por ese derrotero
brillará la inspiración,
buscando la imitación
en Horacio y en Homero.
— Tal creencia fué el verdugo
que al genio tuvo aherrojado,
hasta que fué libertado
por Byron y Víctor Hugo.
Al fulgor de aquellas mentes
el arte noble brotó
y el mundo se estremeció
COR sus delirios ardientes...
—Pérez, defiende un lirismo,
que estuvo de moda ayer,
mas ¿quien se atreve á leer
hoy aquel romanticismo?
No hay un lector que resista
tanto loco divagar,
que al cabo llegó á enterrar
la escuela naturalista,
—¡Bravo Ruiz! si de tal modo
ese ideal subsistiera
¡hermoso arte el que tuviera
el ideal en el lodo!
— ¡El ideal verdadero!
¡El arte del porvenir!
¿En quien podrá subsistir?
en Zola.
—En Hugo.
—En Homero.
—Defiendes una locura.
— Eso es una aberración
—Pura ¿tengo yo razón?
¿De quien es la razón, Pura?
Y con palabra vehemente
la discusión arreciaba,
por más que en vano trataba
de calmarla don Clemente.
Diciendo al fin.— ¡Que rareza
en la gente de esta edad!
¡que haya tal disparidad
para apreciar la belleza!
II
En diversas ocasiones
igual caso sucedía
y el mismo tema servía
á idénticas discusiones.
Y pensaba don Clemente:
—¡Hombre! ¡cosa singular!
que los tres han de opinar
en todo distintamente.
Con el natural disgusto
llegó á observar sorprendido
que habían coincidido
los tres en un mismo gusto,
que los tres en una cosa
eran de igual opinión,
■y que la cosa en cuestión
era Pura, era su esposa.
Y vio al fin muy alarmado
que Pura no lo extrañaba
y cada día citaba
á los tres, por separado...
— ¡Ese proceder no es cuerdo! —
dijo á Pura cierto día.
— ¡Ay! si yo los reunía
para ponerlos de acuerdo.
Lvds Garda.
::!i^-Mái
QfQ - ;f^|;^:"^í-'^;>ííp¡-*;í«íít^
íl cascabel
■ '! -^ •
EL Fm DE MA NOVELA
— No es posible.
I
L silencio que reinaba en el gabinete era absoluto.
Luis escribía.
Matilde leia.
Solo se oía el rumor producido por la pluma al correr sobre el
papel, y de cuando en cuando el ruido de una hoja del libro, leída
ya y sustituida por la siguiente.
— ¡Esto es atroz!— ruge de pronto Luis.
— ¿Qué?. . .—contesta asustada la mujer.
—El final, el maldito ñnal de mi libro.
—Déjalo para mañana.
. Tú ya sabes el argumento de esta nueva novela. Los'amores
de la mujer adúltera se descubren por fin...
— ¡Se descubren!
— Si. ¿Te parece raro?
— A mi...
— Pues bien: el marido ha de tomar una determinación. Yo no estoy con Galdós:
un.Orozco me parece inverosímil... no comprendo la solución aquella... En cam-
bio, que Saskpeare me perdone; un Otello de turbante pase; pero un Ótelo de levita...
es muy poco civilizado... Yo quiero que mi marido...
^ — jTú marido!... qué cosas decis los escritores..'.
' — Bueno: el mando de mi obra, el marido que analizo, el que estudio; este marido,
repito, quiero que no se parezca á los demás... quiero que haga lo que no ha he-
cho ningún marido engañado. A veces me pregunto: ¿qué haría yo si mi Matilde me
engañase?. . .
. — ¡Luis!
—Es una suposición.
— Pues bien... ¿qué harías?
— No lo sé. Resolvería en el acto: creo que te mataría... ¡no, á ti no!... ¡¡á éll!...
tal vez me suicidaría... en fin, no lo sé, y cree que sufro por el personaje de mi
novela, por que, el pobre ¡ya lo sabe todo!... lo sabe y aún no ha determinado
nada. ¡Mira tú que papel está representando! ¿Qué ridículo es un marido en-
gañado!... ¿verdad?
—Yo que sé.
— Es cierto, ángel mío. Soy tan feliz contigo, que en mis novelas solo te recuer-
do cuando he de describir escenas de amor, de ternura, de felicidad conyugal...
Pero ¿no te acuestas? ¿Es muy tarde ya!
—Y tú. ..
— Nó; yo no me acuesto hasta terminar el último capitulo de mi obra; estoy en
el desenlace, en lo más apretado del nudo.
— Apropósito de nudo, á ver si me puedes desatar el de esta manteleta...
— ¡Aja, ya está... adiós!
— ¿No me das las buenas noches?
— ¡Hermosa!... toma, y toma.
Dos besos resonaron en la estancia. Dos besos largos, fuertes, sonoros.
Al quedar solo Luis, murmuró:
— Y como diablos he de dar solución verdaderamente dramática á mi novela, yo,
que solo respiro dicha, felicidad, y que por lo tanto no puedo hablar por experien-
cia, ni aproximadamente, ya que nunca ha turbado la paz de mi hogar, ni la más
pequeña nube ?
II .
Sonriendo sentóse Luis, y poco á poco, sucedió á la sonrisa la preocupación.
¡Era preciso hacer resolver algo al marido ultrajado!
La novela debía quedar terminada antes que amaneciese, . .
Matilde llegó á su cuarto; sentóse en un sillón y permaneció largo rato ensimis-
mada.
De pronto se levantó, pasóse la mano por la cara, como para borrar la huella que
en ella dejaron los besos de Luis: apagó la luz, salió de la estancia, y á tientas,
arrastrándose casi, llegó á la habitación inmediata, abrió la ventana, y sin tener
tiempo de defenderse de la brutal acometida, sintióse aprisionada por los nerviosos
hrazos de Eugenio, que frenético la estaba esperando.
ÍSÚKiff;:^..",*
V i.'^Li^^ÁJkÁaáííi,
■f^mm
"^í^W
í¥?iSí>f íí ■
EL CASCABEL
503
'íM:-.
— ¡Suéltame que me lastimas!...
— No sera sin que te dé dos besos...
—Que puede oirnos.
—¡No importal... Toma, y toma.
Sonaron los dos besos, que parecían el eco de los que antes Luis había impreso
en la anterciopelada mejilla de su fiel y hermosa mujer...
Matilde sintió frió y repitió:
— Vete, que nos puede oir. No duerme, trabaja. Está terminando una novela tre-
menda. Figúrate que un marido sorprende á su mujer.
— ¡Sopla!...
—SI: y ahora Luis busca el desenlace y habla de cosas horrendas. . . ¡Tengo miedo!...
— Bueno, amor mío, me voy si me lo mandas. Pero mañana no faltes, ya sabes
que á las tres te espero... ¡Qué dicha!... A las tres en punto...
¡Otro beso, otro!... otro, y basta! Adiós.
III
Matilde regresa á su cuarto.
Se acuesta.
Duerme, y sueña.
La lucha que sostiene consigo misma; el amor de su esposo, y el amor criminal
que siente por Eugenio, luchan desesperadamente.
La pesadilla es horrible. El sistema nervioso trabaja demasiado. Por el bello
cuerpo de Matilde cruzan corrientes eléctricas. El suplicio es horrible.
Pasan horas, y más horas.
Por fin, Luis, ebrio de gozó entra y se acuesta, y le parece que su mujer está
despierta.
No se puede contener.
La abraza fuertemente y grita:
— ¡Ya lo tengo! ¡¡ya lo encontré!!
— ¡Perdónale por piedad! — exclama sobresaltada Matilde, volviendo en si y creyén-
dose descubierta.
—¿Qué tienes?
— ¡Me has asustado!
— ¿A quién hé de perdonar!
— ¿Pero de qué me hablas?
—¡Del desenlace... ¡De mi novela!
— ¡Ah si! Estaba soñando, y dime, dime, ¿Qué hace tu marido?
— Perdona á la adúltera y se muere de pena. . . '
— ¡Qué bueno eres Luis mió! hasta en tus libros se vé que eres bondadoso y ge-
neroso
Un abrazo y un beso fueron el final del diálogo.
Luego el sueño se apoderó de Luis y de Matilde.
Esta soñó que enviudaba.
En cuanto á Luis soñó que el desenlace no satisfacía al público, y que era preciso
retocarlo.
Andrés Soler.
:aA
¡YA LO VEN USTEDES!
¡Señores, no he visto
muchacha más hndal
¿Ustedes conocen
esas muñequitas
que cuestan cien pesos
671 lo de allá arriba,
tienda de juguetes
y de baratijas?
Pues igual que aquellas
muñecas lindísimas
tiene la muchacha
su cara; ¡divina!
si fuera Murillo
la retrataría,
pero como nunca
pretendí de artista
y estoy en pintura,
bien dicho, en mantillas,
voy á dibujarles
solo en cuatro líneas
el perfil gracioso
de la hermosa niña:
—¡Por vida del chápiro!
Se corrió la tinta
quitando á la boca
su dulce sonrisa. —
"i^M
tt^.X'^i'fv'^TJf'v^-;' :':í.áv7h[
mi
ftb.CAaCAPEL
_^ ■->.íS-,?.>
LOS CELOS
•'iU- d u ^\
—La cuenta daréisme aquí
de vuestra traición horrible,
puesto que á esa dama, asi,
la habéis dejado imposible
para vos v para mi.
*'Á»''S.v^"^"'-:í«'-;-'~«átv-.-';- '.:• . ..
. ''¿ríüí;--
."'?■-*?•>
^^>!^^^¿%-V.
-^^
Vt -»-
EL CASCABEL
LOS CELOS
—No me peguéis más ¡por Dios!
-¡Toma! •
—¡Creíste posible
engañarnos!
—¡Pues á vos
dejaremos impotihle
á palos entre l(#s dos!
, ..-■i ' -. te . '.¿» .^- :■ ysLLJfcc ■
506
EL CABCAfiEL
■■"'^^■^i";*^*^i" "
Es mucho más guapa,
mucho más bonita.
¡Figúrense ustedes
si ella será linda!
Pues bien, la otra tarde,
estando en visita,
sintió una puntada
que dejóla rígida;
se quedó tan pálida
cariacontecida,
que nos dio el gran susto,
sí, la pobrecilla
comenzó á quejarse
con tal gritería,
que á todos, el alma
¡vamos! se nos iba...
Se puso las mauos
luego en la mejilla,
y al salir de aquella
malhada visita,
su perfil correcto
tal se deshacía,
que nadie al mirarle
dijera: «es la misma.»
¡Qué pena el mirarla!
¡Qué angustia el oiría!
Llamaron á un médico
que llegó á seguida,
recetó unas cosas
que el diablo entendía
y fuimos por ellas
hasta la botica,
pero mientras tanto
«la cosa» crecía
y ya casi daba
tentación de risa!
— ¡Jesús, qué desgracia!
— jAy, Dios! ¡Qué desdicha!
—¿Si será en la muela?...
—¿Si será en la encía?...
—¿Si me habrá picado
cualsiquier avispa?...
Y el bulto aumentaba
tal, que daba grima,
¡era ya una cosa
oue miedo metía!
'^}>^
Pomadas, ungüentos,
cebolla, saliva,
leche, pan, aceite,
tinturas, harinas,
allí le pusimos
toda la botica,
pero el bulto en tanto
crecía y crecía
como pueden verlo
si ustedes se fijan;
y en fin, á la noche
ya nadie sabia
si aquello era cara
¡miren qué desdicha!
Y yo que soñaba
con aquella ondina,
-.ái^tíí kJíMh&i-lf¿.
.^S^'y
ir*
ESI, CAMCMÍtih
507
TIPOS CALLEJEROS
Bh FESCA.DOH
Con su ambulante mercado
nos obliga á promiscuar,
ya que ha llegado á mezclar
la cama con el pescado.
508
'¡■"v^Bf^ í^*!?^^'^
v / • . ■ . M wr.r-iTr^^jSEjí»' rpt' '
EL CASGA^Bt
í ■*
L'
y yo que de amores
de noche y de día
pasaba las horas
pensando en su vista,
al verla tan gorda
como una sandia,
con esas facciones
de... justo, de china,
'me dije, poniendo
mi mano intranquila
,sobre el lado izquierdo
y acá, en la tetilla:
— La cara más bella
no vale una chispa;
todo en este mundo,
todo en esta vida,
no vale un pepino
pues todo es mentira...!—
jY de mi entusiasmo
no quedó una pizca!
(No creo ya en caras
buenas ni bonitas,
no creo en perfiles
ni en fisonomías,
porque la m s bella,
si cunde y se hincha,
no hay quien la mire
ni «|uien la resista).
A. Díaz de la Quintana.
EGOS DE LAS REGATAS
No ha ganado ningún premio, pero ha luci-
do jay! las pantorrillas.
DE DOMINGO A DOMI.^GO
Cavalleria é Infantería, rusticanas,
en serio y en broma, en el Nacional^ San
Martin y Comedia.
Por cierto que la Sra. Paoli, de la compa-
ñía Tomba, ha vuelto á ser tan aplaudida
como lo fué antes en el papel de Santuzza.
La Cavalleria del Nacional bien inter-
pretada por la Sra. Rodríguez y Grani.
Y, apropósito de estos artistas: han can-
tado el OtellO^ más ó menos auténtico, de
un modo acabado.
La Sra. Rodríguez, que es muy dramáti-
ca, tiene ocasión de lucirse haciendo una
Desdémona digna de... de Grani, por que
¡vaya si este está perfectamente, de Otello!
Se conoce que ha estudiado concienzuda-
mente la obra, y la interpreta y canta con
muchos bríos.
¿Y Yago? Superior á todo encomio.... y
nos quedamos cortos. Bien que Laban, es
Laban; es decir, un barítono de los que en-
tran pocos en libra. Y un barítono de mu-
chas libras, entre paréntesis sea dicho.
La llegada de la tiple Sra. Huguet per-
mitirá que oigamos pronto La Bella Fan-
ciulla. Los amantes de Teruel se estre
narán brevemente, El León de Venecia
Ídem En fin, muchas novedades en pers-
pectiva.
El tenor Aramburu entre ellas..
Aunque Aramburu no es novedad preci-
samente.
La función organizada el viernes pasado,
á beneficio de la viuda del tenor Beraco-
chea, atrajo numerosa concurrencia al tea-
tro de la Zarzuela.
El programa satisfizo al público, quien
aplaudió mucho á los artista? que desinte-
resadamente contribuyeron al éxito de la
benéílca fiesta.
'■-.-.. ^ ■SÍ.Coi'-'H'-...
EL CASCABEL
1^^-
•■-í^'~ \i^-7i
En la Comedia^ como de costumbre mu-
cha gente y mucha carga de infanteiia,
salpicada con Pepa la Frescachona y con
una Misa á grande Orquesta que envi-
diaría Monseñor Aneiros.
La compañía que aclúa en Alhatnlira.,
dura y si quién dura, vence, es seguro
que ha vencido.
Las familias del barrio del Socorro fre-
cuentan el teatro y pasan el ralo entreteni-
das con las más populares zarzuelitas de-
sempeñadas por la López, Roldan, Diaz...
etc.
Bastante concurrencia en el Pasatiem-
po., y muy aceptable la compañía milanesa
En el Doria sesiones de ^ox entre dos
caballeros campeanes que pesan 194 libras
y 159 respectivamente.
No sabemos si el peso es neto ó bruto.
Dice un colega, f[ue en las reuniones
que se celebran los viernes en casa del
Dr. Pellegrini, y á las que concurre el
presidente electo, los diputados se arriman
á éste y se desviven por hacerse visibles.
¡Hombre! Esto no tiene nada de parti-
cular.
Es tan natural arrimarse al sol que
más caliente
Y ahora el Dr. Saenz Peña, es el sol
que nace.
Sobre Ramírez cayó
del eslfinte, cierto día,
un libro de ortografía
y el cerebro le aplastó.
Al más nócio se le alcanza,
mirando caso tan triste,
que en la ortografía existe
el placer de la venganza.
Se han prohibido las representaciones de
El Prior y el Priorato.
¿Causas?
La aparición de frailes en escena.
¿Cuando empezarán los autos de féí
Exacta definición
mandada á esta Redacción
por dos nuevos diputados,
Política: ocupación
de algunos desocupados.
Poesía cazada al vuelo en un semanario
amoroso.
El propio gran pintor Kspañoleto
al dibujar su Purísima Concepción
no logró reunir tanta belleza
cual tú posees en tu cara y corazón.
¡Pum!
Los gallos al por mayor,
soltaba con voz traidora
Juan, y le dijo un señor:
—Pero diga, ¿usté es tenor
ó ejerce de incubadora?
Pregunta un periódico político:
« y mientras tanto ¿cómo está el
pueblo?»
Bueno, gracias.
¡Oh, qué progresos profundos!
yo tu pecho vislumbró
y a Colón aventajé,
ya que descubrí dos mundos.
Existe en el Paraguay,
y en la Asunción se avecina,
un señor Enrique Fina
que no paga a nadie ¡ay!
^Viendo esto se nos figura,
que si ese Fina no paga,
va á resultar una plaga
Dorrorosa la finura.
Cedió la ardiente Asunción
de Pascual Gil á los ruegos,
que es uno del batallón
de bomberos ¡Qué ocasión
para apagarla los fuegos!
^:£' A^% wSLÚ^ktíñKlSt^
'^'^^.
510
EL GAdCABBL
Un cablegrama importaniisimo, publi-
cado en los diarios, nos participó que el
domingo 7 había llegado á Londres el em-
perador de Alemania.
Esta noticia ha llevado la tranquilidad
á los ánimos justamente alarmados.
¿Porqué no se creará una comisión cen-
sora de despachos telegráficos?
¡Ah! ¡Y que forme parte de ella el señor
Ai^erich!
El Sr. Juan Antonio Argerich, después
de leer, por encargo del intendente muni-
cipal, la obra El Prior y el priorato^
añrma que es una colección de estupi-
deces.
Y seguidamente añade que es digna del
público.
Lo cual es una manera delicada de lla-
mar estúpido á éste.
Algunos periódicos del interior, trans-
criben poesías y artículos de nuestro se-
manario.
Conformes.
Pero no dicen de donde los toman.
Y esto está muy mal hecho, porque no-
sotros no podemos tomar nada de lo suyo.
Y no por falta de d«seos, sino para evi-
tarnos que el Sr. Juan Antonio Argerich,
nos llame público.
Galgo.— ho que rae maada no sirve.
Fausto.— "Lo mismo pasa con su Aguazero,
D.G. /.—Se aprovecharán dos composiciones.
a. R. S.— Repare V, que hasta la fecha no líe te-
nido cuestión alguna con él, para qu*: de pronto
publique el violento soneto que V. le dedica.
/. L.— (Chaco Austral. San A. de O.)— Agentes
para la suscripción es lo que se pide. Salvo peque-
nos defectos, sus versos no están mal del todo.
B. B. «.— ¿Bueno, Bonito y Barato, verdad? Pues
bien; barato lo es, pero bueno y bonito no.
Leaí.—Me parece buena idea y empezaremos desde
el próximo número, si está listo el dibujo que he
encargado.
T. Doy.— (Rosario.)— ih&sümai de final! Porque el
principio es muy bonito. Mande V. otra cosa más
cuidadita.
O. C. fi. - Queda V. complacido.
Ciírro.— ¡Cuidado, señores cajistas!
Leoncio P. — ¿Labios de ámbar?... Mándeme V. una
boquilla.
Z. X. /.— Ks malo, si señor.
M. P.— Fué al canasto.
rwWo.— Mande la firma.
Rataplam.—BvL Minuto me gusta bastante. Mande
la firma.
F. E. C— Es demasiado largo y no tiene arreglo.
Mosquito.— E.Q reído mucho, pero francamente, si
no se explica V. más claro, no sé qué quiere de-
cirme.
Ateneísta.— ^o te perderé de vista.
Esterlina. — Me parece falsa.
EL CASCABEL
SEMANAHIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
-^
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses
Provincias: Los señores Corre¿;ponsales
fijarán el precio.
Número corriente »
» atrasado »
8 1.50
0.10
0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
tit— At^lMA— tas (altos)
■.•JÍÍSíli¿&:
já
s«f
EL CASCABEL
511
lechería la hartona
Fábrica á vapor de manteca fresca
fina en el establecimiento
ESTABLECIMIENTO SAN MARTIN
EN CAÑUELAS
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Próximamftnte se abrirá el depósito
número 2 en la calle Florida esquina Tucamán.
SUCURSAL
DEL
Advertencia
Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Gíuillermo 4. CranweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de Oanwell sino de Sproat.
LA ÚNICA
DROGUERÍA Y FARMACIA
DE
GR ANWELL
Que existe en Buenos Aires, está situa-
da en ia calle de
VICTORIA, NUM. 647
Entre Perú y Chacabueo
Atendida personalmente por su propie-
tario
Edmundo E. Granwell
FARMACÉUTICO
TIP-TOP
Son los mejores cigarrillos
de los inmejorables
CIGARRILLOS DAUMAS
Los fumadores deben evitar las falsifica-
ciones exigiendo en cada etiqueta la firma
de garantía de
J. Dauraas.
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tales de España ,con beneficio para el toma-
dor. Se dan giros sobre los pueblos, también
con beneficio.
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iyuiiBiihjiiniHMlyi'''W'<™''f'»WMitiífc,i^™'*^'''"' "^ ' '• "wi»!»"— "•■"•.■i-
Mitw propietario: FRANCISCO FERRÉS
{ledaccion y Admioistracion: ALSINA 939 (altos)
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Precio en la ciudad. . . $ 0.10 el número
^Número atrasado.. .. j>n.]5 id
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Tiene una gracia especial
con la que al público encanta,
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de un modo piramidal.
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1^:
BV CASCABEL
»<0¡H€
A criminalidad y los sáenz-
peñistas aumentan de una
manera alarmante.
Sobre todo la criminali-
dad.
No es posible leer un dia-
rio sin que se le ericen los
pelos al más pintado.
¡Tantos son los crímenes que tienen
lugar!
Los celos, sobre todo, motivan un au-
mento alarmante en la mortalidad.
Maridos que matan al amante de su
mujer.
Mujeres que matan al marido.
Amantes que matan á la mujer...
;Una cadena de horrores!
— A este paso, me decía el otro día un
caballero casado — los maridos nos vere-
mos obligados á ponernos en guardia.
-r-¿Más de lo que se ponen por costum-
bre?
— [Mucho más! Porque no sabemos si
la dulce compañera de nuestra existencia
estará esperando la i ora de darnos un
asado de buey varioloso, ó un embutido
de estopa frita con ácido prúsico, para
echarse en brazos de algún joven de físi-
co atrayente, mientras nosotros nos que-
damos tiesos como cualquier Oroüo, y
agonizamos pensando en lo poco durables
que son los zapatos y los goces terrena-
les...
— Calle V. por Dios, que me conmueve.
— No hay para menos. Pero ustedes los
solteros, menos mal.
— Hasta cierto punto.
^En cambio nosotros, los casados, te-
memos á cada rato perder la estimación
de la respectiva consorte, y que ésta nos
arrebate el ser. ^ ;>;
— Nada, nada. Vayase con cuidado.
— ¡Y no poco! Solo así lograré evitar
que el dia menos pensado tenga que apa-
ree r mi retrato en Los sucesos de la sema-
na en c ase de victima de un amor extra-
viado.
— Vi'.ya, abur, y tranquilícese V.
El caso es que la escama cunde entre
los maridos de poca luces y que las mu-
geres de éstos, han sacado la lotería.
Doña Circunspección del Bonete se hace
cruces del cambio operado en su cónyugue.
Ella lo atribuye á que la llama amorosa
se aviva con los años.
Pero, en realidad, lo que pasa, es que
el marido es un cobarle insigne y no quie-
re que su esposa en un acceso de indig-
nación le rompa el occipital con la escoba.
Así es, que apenas amanece ya le está
preguntando á Circunspecta:
— ¿Que tal monona, has dormido bien?
— No mucho, porque tú tienes la mal-
dita costumbre de soñar que comes, y me
has pegado un mordisco en el cogote.
— Desde mañana, amor mió, dormiré
con bozal. Asi mis incisivos no lastimarán
tus carnes, muy señoras mías y de mi
mayor consideración. ¿Te quieres levan-
tar?
— Vístete tu primero.
— De mil amores.
Y el pobre hombre se viste pudorosa-
mente, cuidando de ocultar un grano
como una nuez, que le ha salido en una
pantorrilla.
— ¿Porqué te tapas tanto? — pregunta la
muger.
— Por decencia, bien mío, no quisiera
ofenderte con...
— Escusas! A ver, ven aquí... ¿no lo
dige? ¿Cuántos días hace que no te mudas
los calzoncillos?
— Tres, nada más.
— Múdate al instante, ó de lo contra-
rio...
— Por Dios, no te enfades, ya me mudo.
Mira, me pondré aquellos calzoncillos de
punto, color lagarto sensible...
Después se viste la mujer, y el esposo
^>:í^íí%¿^
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j^ ^^7"5S, °4. "^í; ' ,V
EL GA8BABEL
í*r':'f<F
le abrocha el corsé y las botas y se des-
hace en elogios.
— Que bien te conservas, amor mío.
— Vamos, déjate de Jiistorias; estás
muy meloso.
— Como siempre.
— Algo me quieres pedir, cuando me
mimas tanto.
— Solo te pido que siempre me quieras y
me dejes vivir feliz á tu lado.
Una vez vestidos los cónyugues el bueno
del esposo vá ai mercado, y no le calotea
ni un centavo á Ih señora.
Luego llega á casa, se ata una toalla en
la cabeza y pasa el plumero por los mue-
bles, y al llegar la hora d«l café lo sirve,
mientras D*. Circunspención lee los dia-
rios.
— ¡Horror!— exclama de pronto.
— ¿Qué?. . . está amargo el café.
— No, La Prensa.
— ¿La Prensa?
— Trae otro crimen. Una mujer ha dado
muerte á su esposo y luego se ha envene-
nado. El marido la engañaba.
— Bien hecho.
— ¿Te parece bien lo del engaño?
— No... lo de Irt muerte quiero decir. Si
todos los maridos fuesen como yo, no
ocurrirían esas escenas bárbaras. ¿Verdad
amor mío? ¿Eres feliz con tu maridito?
¿Soy bastante bueno?
— Sí hombre, si.
— A mí no tendrás necesidad de matar-
me seguramente...
— ¡Vaya una ocurrencia!
El caso es que de esta manera el tímido
asegura la existencia y vive feliz.
En cambio, los maridos trasnochadores
llegan á su casa recelosos, temiendo que
la mujer quiera hacer un escarmiento.
Y aún sé de alguno que ha dejado la
tertulia de última hora, y se recoge á las
diez de la noche.
Sin contar con la hnéspeda.
Es decir, con el huésped.
Por que, no hace de ello muchos días,
un marido que volvió sobre sus pasos, es
decir, que en vez de acostarse á las tres,
fué y se acostó á las once, al llegar á su
casa oyó ruido en la cocina.
Atisbo con cuidado y vio á su mujer pre-
parando un brebaje.
— ¡Dios miof— dijo— ¿si pensará en el
suicidio? ¿Meditará algún crimen?
Absorto permaneció un rato, hasta que
por fin, tomó una determinación.
Llamó suavemente con los nudillos.
La mujer sin darse vuelta dijo:
—Entra Pepito; el cifé acaba de ha-
cerse
¡El marido se llam iba Jiian!
¿Tendremos otro criinen?
^(¿>
H.^
LA MODA
Bajo la fronda de una higuera, un día
con mi amada charlando, me decía:
— Camina hacia el progreso tan ligera
la raza humana toda,
que la hoja de esa higuera
con la que Eva, mi madre, se vestía,
volverá á ser de rigurosa modal
A ROSA
Eres Rosa tan hermosa,
tan gentil, graciosa y pura,
que acertó el bendito cura
al darte por nombre rosa.
Si, eres esa flor preciosa
que á la juventud fascinas
con tus miradas divinas,
y para ser más completa,
tienes algo de coqueta
en cambio de las espinas.
LOS TRES CLAVELES
Loco de amor un día,
un beso le pedí á la amada raía.
Negóme ruborosa
lo que yo le pedía;
pero viéndome el alma congojosa
por mis deseos crueles,
tres claveles sacando de su seno
un beso dióles de ternura lleno,
y ofrecióme sonriendo los claveles.
«
JOVEN DESCONOCIDO
Juan á una niña decía
de cultura singular:
— ¡Como la pudiese amar
Petrarca, yo la amaría!
Y ella el rostro enrojecido
de cólera, respondió:
— |Uste<l se burla! Pues yo
tal joven no he conocido.
CANTARES
Te hizo I)ior> los ojos grandes
y a booa pequeñita.
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:i'íiaXk.-t¿rl^il.- #^ ■'.
í^i^'^riK^: ¿Íi4' :j:¿f™"í;^.íí>i-v^- '
'■Z^^d£^'h~íiM¿LÁÁJ¿-¿):^£i^
. 616
fiL CASCABEL
por que veas muchas cosas
y digas pocas mentiras-
Si no fueran femeninas
la ilusión y la esperanza,
no podría el desengaño
presentarlas como falsas.
El rubor que en tus mejillas
se mira de cuando en cuando,
es como el rojo que vemos
en una nube... prestado.
Patricio Gallo.
1^»— ^1— ■
TIPOS POPULARES
Crispino Gragera (a) SAN ROQUE
E conocéis?...
— ¿Cómo no?
¿Quién de vosotros
no le ha visto una y
mil veces, ya en una
plaza, ya en una de
nuestras calles más
céntricas, ya á la
puerta de nuestros
principales estableci-
mientos, ó en la plazoleta de algún mer-
cado?
¿Quién no le ha visto en actitud amena-
zante, con la espalda encorvada, como
si fuerte peso pesase sobre sus hombros,
con su inseparable tala bajo el brazo, su
mugriento trage, y su mirada fija y pene-
trante, desafiando al viandante, que atre-
vido, osara provocarlo?
¿Quién no ha escuchado sus polémicas
y peroraciones callejeras, contra cocheros
y changadores?. . .
¿Quién?... Nadie á buen seguro. Todos
le conocen.
jPobre Crispinol
Sin casa, sin familia, sin techo donde
albergarse, sin más cama que el primer
umbral, que el sueño y el cansancio le
deparan, pasa su misera existencia, mo-
fándose de los capriclios del deslino, sin
más Dios y sin más ley que sus inmundos
perros.
Para él, la noche no existe.
Lo mismo le veréis dormir en pleno dia,
que acariciar un perro a media noche-
Duerme cuando tiene sueño.
Su parada predilecta es El Águila ó
la calle San Martin. En la primera están
sus protectores como él dice; la tnucha-
chaáa elegante^ entre los cuales suelen
reunírle hasta cuatro ó cinco pesos; y en
la segunda sus enemigos, los cocheros de
tranway y changadores.
iGhangadoresl No le habléis de ellos,
que son enemigos más terribles para él,
que para nosotros los enemigos del alma.
Gragera, no es uno de esos seres em-
brutecidos por el vicio y por la haraga-
nería. No, Gragera siente, Gragera sabe
y escribe: es tan solo un maniático, del
cual la miseria ha hecho presa predi-
lecta.
¡Guantas veces hemos escuchado su con-
versación! Siempre lucida, siempre clara.
Y cuántas veces también, hemos leído
artículos escritos por él, que más de cua-
tro envidiarían.
San Roque habla y escribe poco, pero
cuando lo hace, lo hace bien.
Ahora, Crispino anda solo.
La maldita municipalidad, como él la
llama, ha acabado con todo sus compañe-
ros y protegidos:
Los perros.
He ahí su manía, su tema favorito.
Para él, no hay mejor placer que curar
un perro lastimado, vendarlo, limpiarlo
y darle de comer, aunque para ello tenga
que privarse de sus mayores necesidades.
Primero están sus favoritos, y si tiene
diez ó quince centavos, no los empleará
en cigarros ó naranjas, nó; los gastará
en carne que él mismo lava, corta y re-
parte, entre los perros que le acompañan.
De ahí, el que siempre lo sigan. Lo si-
guen agradecidos.
Su jauría, siemp"9 fué hospital ambu-
lante: perros súcius, cojos, tuertos y sar-
nosos, llenos de parches y ligaduras que
él mismo, y con un esmero digno de en-
comio, arreglaba y cuidaba.
Recuerdo haberlo visto cargando, por
espacio de varios días y hasta que no es-
tuvo curado, un pobre cusco., á quien un
coche había lastimado horriblemente.
Últimamente, cuando nuestra Intenden-
cia ordenó la matanza de todo perro vago
y sin dueño, Gragera pasó la pena negra.
Sus iras no fueron pocas, su lápiz y
papel, sucios como su ropa, no dieron
abasto á las innumerables protestas que
escribió.
¡Ah! pero tuvo una feliz ¡dea. Un pre-
servativo contra la m,07^tife7'a albóndiga.
Recogiendo de los huecos y basuras,
restos de paño ó casimir, confeccionó in-
«'AfilVa«i¿:íJttAaffÍL_Ll. .IU.V. ilJ".
"«íüá!.-
L<,''l«^-ik,«^$¿.
i^4hí.fc^-^''-v**>
'^^-
EL CASCABEL
%v?^
517
fínidad de bolsas, las que á estilo de bo-
zal, colocaba á todo perro que veia en su
camino.
Asi le veimos con ocho ó diez perros,
todos con bozal de paño.
Días pasados, le vimos en la calle San
Martin.
Le observamos breve rato.
Comia, o mejor dicho, pelaba escrupu-
losamente con una navaja más larga que
su tala, una naranja, pues Gragera des-
preciará una taza de caldo, pero nunca
una golosina.
Venia por la expresada calle un coche
de «Centro América.»
Verlo Crispino, guardar la naranja en
un bolsillo de su raido jaquet, y ponerse
en guardia, fué obra de un minuto.
—¡Canallas, carbonarios, mazhorque-
ros!... ¿qué hará la tnunicipaUdad que
no encierra esos mata-perros...?
Y á medida que esto decia acompañaba
el coche hasta la esquina, donde se vio
obligado á dejarlo para emprenderla nue-
vamente con changadores y pilleies.
—¡Diario... ultima ñora! ¡Con la
muerte de San Roque!— exclamó un mu-
chacho á su lado.
No lo hubiese hecho.
Aqui fué la gorda.
La boca de Crispino era pequeña para
dar salida á sus palabras.
—¡Canalla, bandido! ¡Carbonario!
¡Esa es la educación que te da tu pa-
dre...!
Y como dijo el poeta: «Tras la palabra
la puñalada vá», tras el carbonario y
canalla de Gragera, fué el garrotazo, que
si el chico no . anda listo y esquiva el
cuerpo á tiempo... •
—¿Le parte?...
—No, jamás. Crispino nunca pega, ame-
naza, aunqye bien lo merecían algunos.
Por eso la policía le defiende y le pro-
tege, porque no hace daiío á nadie: y más
de una noche ha pasado en las comisa-
rias, nó en castigo, sino como huésped,
por librarse de las mofas y burlas del po-
pulacho.
Este es nuestro hombre, San Roque.,
el padre de los penaos: y si la Sociedad
Protectora de Animales debe un premio
de honor, es á Gragera á quien lo debe.
Bien merecido lo tiene.
CARTA
Emilio Gilí.
■»-llr§-
A Luís García:
Distinguido compañero:
te escribo con calentura
á causa de la lectura
de un critico majadero,
que impone con osadia
como una verdad eterna,
que en la sociedad moderna
ya no se encuentra poesía:
y lleno de indignación
me dirijo á El Cascabel,
para demostrar en él
que es falsa tal aserción,
probando en pecos renglones
que en nuestro estado social,
la poesía, en general
tiene representaciones.
Vayan pruebas. En la calle
cuando las nocties lluviosas,
¿qué son las Evas hermosas
de esbelto y airoso talle,
que para evitar el lodo
la torneada pierna ense'uin.
Y si los hombres se empeñan
al cabo lo enseban todo .?
Pues poesía... didáctica.
¿En el paseo de Julio,
esos entes sin peculio,
sin ninguna idea práctica,
que aún hablan de la unión cívica,
y consideran desdoro
rendir homenage al oro...?
Son pura poesía... lírica.
¿Ir al café de París
ó bien á lo de Mercier,
ó comer faisán truffé
ó mariscos con Chablís.
protestar de fé católica
creyéndola un disparate,
por adular á un magnate...?
Esto es poesía... bucólica.
Preciso es que lo confieses,
¿NTo hace el médico tragedia. 'i,
el político comedias.
y el repostero entremeses....^
Pues ahí tienes la... dramática .
Más como temo cansar,
diré para terminar
y poner punto á mi plática:
Mi querido Luís García,
mientras viva El Cascabkl
y tú trabajes en él,
no faltará una poesía
Alidio Borgia.
-.5
,"^"?A- Jfi't^-ja¿¿:£:^¿^;Un¿¡¿;'^^¿?ri \-^^^ ^.»a¿<^-í:¿:^^^'v-¿¿:<-¿-a=^; :^iií\::i^í^
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£L CASCABEL
'S?'í%;;5^íf.;'¿«^:í;/^
ESCAPARATES
iv
Se encuentra la vida entera,
dicha, ilusiones y duelos,
compendiada en los anhelos
que produce una vidriera.
Allí el hombre y la mujer,
según mis observaciones,
demuestran sus aficiones
como ustedes pueden ver.
* *
Un niño con emoción
ante una juguetería:
— Mira papá; yo querría
un caballo de cartón.
aquél .
—Hoy no puede sir.
— jSi...!
— No, que el tiempo se pasa,
y mamá se encuentra en casa
delicada desde ayer.
¿No te acuerdas?
—Sí, papá,
y por eso lo he pedido.
jTiene tanto parecido
el caballo con mamá!
* *
Crece el niño, y cierto día
está absorto una hora entera,
delante de la vidriera
de cierta cigarrería.
— jCaramba! ¡Qué llena está!
¡Qué buen gusto han de tener
ios cigarros! ¡Deben ser
mejor que los de papá!
«
» *
Ha pasado un año. Ahora
el muchacho observa atento
un gran establecimiento
de Sotnhreros de Señora.
Allí las horas se pasa,
pasando á todo revista,
y... esperando á una modista
oficiala de la casa.
» *
Mirando otro escaparate:
— ¿Qué le compraré á Vicenta?
¿Un flan? ¿Pastillas de menta?
¿Bombones de chocolate?
* •
Ella y él viendo á la par
de una tienda la vidriera:
— Mira, ángel mío, así era
tu corona de azahar.
—Mientras ella está en la iglesia,
voy á comprar enseguida
el agua de la Forida
y dos frascos de magnesia.
» »
Mirando con atención
otro comercio:
—Vendré
esta tarde, y compraré
aquí mismo el biberón.
.Así se pondrá gordito
el nene. Y estando aquí,
compraré otro para mí
porque bien lo necesito.
JCl, ante el escaparate
de una rica joyería:
—¡Los pendientes que quería
con las perlas y el granate!
Lo dicho, los compraré;
y aunque valen mucha plata,
en cuanto vea á la ingrata
se los doy, y venceré...
Pero, ¡demonio! Y mi esposa
no ••sospecha mi demencia.
...Me remuerde la conciencia.
La compraré alguna cosa...
¡Justo! aquí mismo en la esquina
un librj la compraré,
y así la contentaré
con el Arte de Cocina.
Paseando lentamente
con aire de aburrimiento,
se vé que son, al momento,
uno al otro indiferente. ,
Detiénense unos minutos,
más sin mirarse siquiera,
delante de la vidriera
de una gran tienda de lutos.
Y señora y caballero
ansian allí sin duda:
llevar vestido de viuda,
llevar gasa en el sombrero...
• *
Ya veis que la vida entera,
dicha, ilusiones y duelos,
se compendia en los anhelos
que produce una vidriera.
Luis García.
ti¿*Ms¿^íJí:^
r&i.
EL CASCABEL- 519
CORAZONADAS
•'iif
•■^"V adíe está libre de ellas.
I P ¡Una corazonada I
•■^O Al sentirla, uno tiene obligación de dejarse llevar por ella.
Puede errar.
Pero puede acertar, en cambio.
— Mire Vd. — me decia una señora, de las que aún aspiran á un bis, es decir, una
viuda de buen ver, — mi matrimonio íu«^ obra de una corazonada.
— Casi todos son cosa del corazón.
—Pero el mió...
— ¿El corazón?
— No; el matrimonio, fué muy especial.
Figúrese Vd. que apenas vi á Modesto, el corazón me dio un vuelco: al punto
tuve la corazonacla de que sena la esposa de aquel hombre, así es, que sin pérdida
de tiempo fui y le dije— Modesto, he notado algo en Vd.
— No es estraño; por que me ha salido un granó en la pierna, y cojeo un poco.
Esto lo repara todo el mundo.
— No, no es eso. No me refiero á su parte física.
— No, entiendo
— Tiene Vd. mala cara.
— Es que sufro.
—¿Y se lo calla Vd?
— ¿Pero, amiga mía, quiere Vd. que le vaya contando á todo el mundo mis pa- -:*
decimientos? \yí|r
— A todo el mundo no, pero, á mi sí. .)■$
— Pues, sea. ¿I.
Y el buen Modesto se puso la mano en el corazón y me dijo: — Sufro de aquí. '■;#
No quise oir mrts, y me desmayé, y al caer me di un golpe tan fuerte, que me :.'-M
hizo guardar cama. :%
La gente murmuró, y Modesto acabó por casarse conmigo por que creyó que <||
estaba loca por él. - ¿S
Después de casados, supe que sufría del corazón. Pero no mal de amor, no. ^^'
Sufría una enfermedad que fué agravándose, hasta que un día mi esposo me ; 5'
llamó y me dijo:— Me muero: en el cajón de la cómoda encontrarás mi testamento. v
Adiós. -1;:
Murió, busqué el testamento, y me encontré poseedora de sus no escasos bienes. ;|
jYa vé Vd. que corazonada la mía! S
— ¡Bueno! Ya veo que toda su suerte proviene de una serie de corazonadas, y de ¿
enfermedades del corazón. ;-|^
— Ahora soy viuda, y no soy vieja.... Ifr
Al oir esto me escapé, porque tuve la corazonada de que la viuda me quería pescar. 'j
Yo, francamente, estoy escamado de las corazonadas, y lo debo á mi buen amigo |:
Ruinez, que un día en el club me dijo: Ponga Vd. todo su dinero a esta sota, corra, j^
es una corazonada. ;|
Lo puse y... salió el rey. . í;|:
Desde entonces no creo en corazonadas. ■ ^íl
Ni en las retrospectivas. ^-f
Victima de éstas, murió Don Pantaleón Ningunez. / íl
¡Pobre hombre! '■:'§.'■
—¿A dónde vá Vd. tan deprisa? — le dije un día, al verlo correr como un loco por
la calle.
— Voy á casa, por que me dá en el corazón que he dejado la puerta abierta.
Otras veces me decía, dándose un golpe en la frente.
— ¡Ay... ay¡
—¿Qué hay?
— Nada, hombre; que me dá el corazón que se me quema la casa.
— ¡Sopla!
— Soplando no apagaría el fuego.
— Y en qué se funda para...
—Nada: yo estaba fumando cuando salí, y me parece que tiré el cigarro íunlo
á unos papeles... ¡Nada me voy á casa!
Y el Dueno de don Pantaleón desandaba lo andado.
Llegaba á su casa.
Registraba todos los rincones y no notaba señales de fuego por ningún lado.
¡Pobre amigo!
-----í.-'l; '-''..c ----.■' ■--.-- .-.■.■ :. ■ ■■...,. -'-■■■ .'-'..-. ' .k^ .^^ " \
■ -'iR: ■
V:l,!pí''M"'^:
SUEÑO
¡Buena la hice!... Acostarme sin fumar?.
Y no hay remedio, estoy sin tabaco.
r«'"%
,,;' ^f--^^
1 ■'-' * '/ ,.#.
(Bostezando) ¡Ahí... ¡Con qué gusto fumaría! ¡Diantre!... Estos vienen á hacerme burla.
;.*>-,*;■
.' Jí5iSSííi.>í«<ft-.-... -tóíJÉií
/■^j''irfíti_fe^¿
r^í-^^j^^f!:'
EL CiUK^^UIEL
521
AEDIENTE
Z
f
i
A ver si atrapo el cigarro que me ofreces.
¡Ya lo tengo!... Ahora fumaré.
V-
/j^
¡Delicioso habano!
¡Socorro!... ¡¡Que me quemo!!.
í¿,¿á^¿M:^k^¿ '!j^.
■j-iié^ .
'^'5«f'vy^j?r7-^ TW^^
EL CASCABEL
Cuantos viajes inútiles le costaban sus corazonadas.
—No seas así, le decia muchas veces.
— No lo puedo remediar.
— Pues, haz un esfuerzo.
— jimposible! Siempre me pasa lo mismo; me figuro lo <|U8 no es, corro, llego á
casa y... nada. ¡Malditas corazonadas!
— Malditas, si.
— jNo, no! Ahora... ¡loque son las cosas!
—¡Otra?
—Si. He encargado á mi mujer que haga confitura de naranjas y no le he ad-
vertido que pusiera el azúcar en polvo... ¡corro ú cusa!
—Pero.. .
— Nada, nada. Ven tú también; verás que no siempre fallan las corazonadas.
Fui con él, llegamos y vimos...
¡Casi nada!
A la mujer de Pantaleón, retozando con un vecino.
Mi amigo cayó al suelo como herido por un rayo.
¡Fué su última corazonada!
Eustaquio M. Pérez.
LAS DENTISTAS
Un dentista conocido
por sus curas infinitas,
hace poco ha establecido
clase para señoritas.
Se hace digna de aplaudir,
tai conducta, ciertamente,
y á esa academia ha de ir,
para verla, mucha gente.
Yo les ruego que se apuren
en su empresa generosa,
pues iré aili á que me curen
una muela... cualqui3r cosa.
Si empiezan á practicar
las dentistas femeninas
en su casa, han de pasar
unas cosas peregrinas.
Con aspecto lastimero
y los dientes apretados,
penetrará un caballero
dando suspiros ahogados.
—Señorita, un habitante
de la calle de Uruguay,
que le cure usté al instante;
pide ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡ayf
y vengo aqui decidido
á que me quite el dolor.
¡Yo por favor se lo pido!
jSe lo pido por favor!
La muchacha á su trabajo
podrá dar principio y ¡zas!
le examinará á destajo
por delante y por detrás.
El sujeto dará un grito,
pero la ftiña, sin miedo,
le meterá despacito
dentro de la boca un dedo.
Notará el gusto el paciente,
sin poderlo remediar,
y claro ¡naturalmente!
se lo empezará á chupar.
—¿Qué hace V? ¡Qué tontería!
— ¡Ayf ¡he sentido un consuelo!
yo creí que me métia
en la boca un caramelo.
La joven trabajará
un poco con atención,
y del señor logrará
la completa curación...
Auguro á las señoritas
un éxito verdadero,
puesto que. con las visitas,
ganarán mucho dinero.
Y verán dentro de poco,
á algún mozo pretendiente,
que tras de ellas irá loco
á que le saquen un diente.
Yo estoy esperando ya
que se haga dentista Pura
y me hallo dispuesto á
quedarme sin dentadura
y decirle con razón:
—¡Justo, es que de mí te duelas,
pues que te di en mi pasión
el corazón... y las mue!as!
iS. Garrido.
-$^K-
MOMÓLOGOI
REiNTA y cuatro años llevo de ma-
trimonio. Dicen que á todo se acos-
tumbra uno, ¡mentira! Yo cada dia me
arrepiento más de aquel mal paso.
Se me figura que Federico me engaña,
y lo que es peor, con una bailarina de las
llamadas de primer rango. ¡Pobre esposo
mió; si supieras que yo lo he perdido con
tu peluquero!
-1*'
'Á::ir-jXyí
•-; ->*^-??5*^ • :'^'
EL CASCABEL
523
TIPOS CALLEJEROS
L ¥ASC© LECM
■ ',1'
Baja del pueblo en que vive,
á vencieren la ciudad
su gran especialidad:
leche de vaca... y algibe.
^jí-.V". -íü4fc'í5"-(i,__ .
w^
^ ' ■»''^ r-^r^t.'
424
EL GASCABISL
-^'sJ^^? •>---
ft'^aí. ti^f f ■». .
iMataré á mi rival I El ejercicio cons-
tante en el tiro me pone ya en el caso de
retar á duelo á ese hombre odioso, que me
roba el cariño de la mujer que amo. jOh
si, le mataré! no me cabe duda, lo pre-
siento, me lo drt el corazón: vengaré con
sangre sus constantes burlas, me saciaré
¿Y si él me mata á mi? ¡Suspendo el
duelo; seguiré ejercitándome!
[Compré cédulas y acciones en tiempos
mejores; hoy vendo papel por arrobas!
¡Si fuera escritor, escribiría muchos vo-
lúmenes glorificando y santitiflcando al
que descubrió el vino y creería en la pro-
videncia si el mar fuese vino francés!
Eu cuanto llegue á gobernador ya
no tengo que llegar.
Juan Berenguer.
►«-S-
MIS CUATRO PEROS
En uii alazán brioso
dándose corte en Palermo,
¡qué gracioso!
Pero á pié y haciendo el oso
por las veredas, Guillermo,
¡qué liorroróso!
Bien vestido y arrogante,
al pasar murmuran todos
¡qué elegante!
Pero con trage humillante,
ventilado por los codos,
¡qué atorrante!
Una cena suculenta
en buena mesa servida,
me contenta;
pero el gargon con la cuenta
que me presenta enseguida.
¡me revienta!
En blanda cama dormir
con mosquitero flamante,
¡es vivir¡
Pero el eterno crugir
de mi catre trashumante,
¡es morir!
Di7nas Gre'x) Ilzárhe.
DE DOMINGO A D0MI.4G0
La censura teatral ha logrado descosas.
. Primera: atraer más concurrencia que
la de costumbre ni Apolo.
Segunda: dar imporl..ncia á una de las
mayores tonterías teatrales, que una tonte-
ría y no otra cosa es la zarzuelita El Prior
y el Priorato, obra que el público se hu-
biese encargado, de suprimir, y que ahora
es escuchada con más atención que un
sermón del P. Becco.
De modo que entre El Prior y el Ki-Ki-
Ri-Ki. la empresa del Apolo está de plá-
cemes, pues, los escrúpulos de algún mo-
ralista trasnochado han logrado llamar la
atención de los que en materia teatral
están por las óperas ligeras.
Sobre todo, ligeras de ropa.
Lo cual augura una buena temporada á
la compañía del Politeania.
Porque en este teatro, el cuerpo de baile
ha de ser un gran atractivo.
Nos ocuparemos de la compañía, que pa-
rece dispuesta á volvernos á los tiempos
le Excelsior y otros no menos celebrados
bailes de gran espectáculo, augurándole
desde ahora un éxito completo.
El mismo que auguramos al Nacional
con el estreno de Gli Amanti di Teruel,
la celebrada ópera del maestro español To-
más Bretón, que tan aplaudida ha sido en
diversos teatros de Europa.
El maeslro Goula trabaja sin descanso
para lograr que el estreno sea un exitazo.
La tiple señorita Huguet, habrá debuta-
do ya, cuando aparezca este número.
La semana ha transcurrido en el Na-
cional^ repitiendo obras ya juzgadas, de
sempeñadas como de costumbre, de ma-
nera que para la próxima nos reservamos,
esperando poder dar cuenta de noveda-
des, que es lo que el público quiere.
La compañía milanesa del Pasatietnpo
ensaya una parodia áeCavalleria Rusti-
cana.
Tiene la parodia una particularidad: el
toj^-_.j
'^^mwwwm ■ " ■'
^ ' in.l^-v^^^í.^^^^'.í"-
EL CASCABEL
-w:¡í^.-^
425
autor pretende analizarla ópera y demos-
trar que Mascagni bebió en tales ó cuales
fuentes la inspiración para componer cier-
tos trozos de la obra, que tanto nombre le
ha dado.
Allá veremos.
La Infantería se aguanta en la Come-
dia.
En Alhambra estrenóse una pieza, Los
vecinos del segundo, muy bien recibida
por el' público.
Ademes se está ensayando la revista El
año 92.
Dicese que el eminente actor Jitaliano
Emanuel. trabajará en el Odeón.
Los aficionados al drama estarán de en-
horabuena si la noticia se confirma, como
lo están los aficionados á la comedia y
drama españoles con la reaparición de la
compañía Galé, en el OnrnMa.
Dicha compañía tiene en preparación
las mejores obras de su repertorio. El
CíHtico Incipiente, entre ellas, qué tan-
tos aplausos ha valido en otras tempora-
das al Sr, (lalé.
Si le transformases, niña,
en casa de Inquilinato,
ten por cierto que alquilaba
para mi todos los bajos.
Letrero de un establecimiento de calzado.
«Botería y Zapatería de la Economía de
Santa Lucía».
¡Ave-María I
jQué letanía!
Fuera poeta, Gaspar,
el mayor del universo;
más por desdicha sin par.
nunca consiguió pasar
de escribir el primer verso.
Un colega, de los grandes, se queja del
estado en que se halla la calle de Florida,
y dice:
«Hace falta, pues, un poco de más lim-
pieza».
¡Justo! ,
Y un poco más de gramática.
Pues, por supuesto.
Por cuerda llegó á casarse
Concepción, y su marido
tanto de ella llegó á hartarse,
que la cuerda le ha servido
á la postre, para ahorcarse.
Leo — «Exposición del ex-gobemador
Garzón».
¡Dios mió!
¿Si creerán los yankees, que queremos
hacer la competencia á la exposición de
Chicago?
Julio decía á una actriz:
—¡Ha eslado usted muy feliz...!
—El público me aplaudió
pero no merezco, no...
— ¡Oh sí. es usted meretriz..,!
Según un diario, «Urge poner remedio
á las enojosas y perjudiciales dificultades
á queda Jugarla falta de moneda menor».
Y la de mayor, también.
¡Digo, me parece!
Sufrió Juan tantos reveses
de fortuna en esta tierra,
que huyendo de los ingleses
se fué ó vivir a Inglaterra.
El señor A de Zuviría, muy señor mió,
cuenta á ios lectores de Tribuna., lo que
vé desde su cuarto.
E( sol no se logra ver., pero si
un charco de luz gue reverbera en la
altura
Bu«no: salgamos del charco ese.
En 1(1 cúpula, revestida de azu-
lejos, lanza, vi sol flechas de oro
Si son de oro menos mal.
^ fas rarnpanus se agitan im-
pacientes, romo inmensas golondrinas
que lanzasen agudas notas., despren-
diendo arnionids de sus alas
¡Aprieta! ¡Vaya por Jas inmensas go-
londrinas!
■%
i
"¿?á£ÍÍÁCaílei¿Sií^-'itl>.:&í:'i v'',.^'/-:>:,- .ííviá
'v^bk;^
-,tJ-J>5!ÍWÍ^ '. if -^iH
■Vl^
*
BL CASCABEL
{Ahí y yo creiH que á lo sumo podrían
desprenderse plumas de sus alas.
Pero, ¿armonías?. ...
Desde mi cuarto no se oyen, ni ven tales
cosas.
Que conste.
Llamaron <i Pancho ¡chancho!
en la calle de Pichincha,
y al salir Juan de su rancho,
sacó el facón con que pincha
y le pinchó el poncho á Pancho.
ondencía
L. de H. — iCulpa suya no fué? Pues mía tampoco.
Mamerto L.—
Su soneto. <ion Mamerto.
me ha dejado uiedio tnuerto.
Vairaf.-iCon franqueza? Pueg uo sirve.
Melómano. — Bueno: pero si lo publico verá usted
c6mo llueve pronto, sobre todo^ después de aquello
qae dice:
Cual gotas muu sonoras
que me van recreando
sus mil gotas derramando
dulces, si. y arrulladoras...
Pejñno. — Tiene poca miga.
Inglés.— iho de usted no es malo, pero es tan
poco local! - -
V. V. de O.— Créame usted, haciendo consonantes
& niña y amarilla no se' v& & ninguna parte.
Luis de M.—S9 han de corregir tanto, que mejor
será, no publicarlos.
Repórter.— iAhora. salimos con datos amorosos,
noviazgos... etc?... ¿Para qué son los periódicos y
diarios del ramo? Ha equivocado usted la dirección
sin duda.
A o un J. de las 7*.— ¡Pero si su artículo es serio
& más no poder! Yo crt-i que era festivo.
E. S— Al canasto, si señor.
Bartolito.—Sus vt*rsos pueden publicarse jya lo
creo! Como que no son de usted ni lo han sido
nunca.
C. S. G— Sus milongas no me convienen.
iV. de ro/írt— (Córdoba.)- Cumpliré su encargo con
mucho gusto. Y leeré con calma las composiciones
que me remite.
Tenor.— &i canta usted como escribe, no se llegara
á contratar nunca.
A /ewan.— Mande usted la Arma y se publicar&i
A. Z. H. — Es incorregible.
Polemista —íY usted quiere armar polémica? No
sea inocente, hombre, no sea inocente!
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE] COLL
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CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g I.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
tat— ALSIMA — ta® (ALTOS)
Í^.,U - „^' .'it ijJULiatóSltlíaifeíÜ.- J-'., í. J». ^.^!tú:ái^\iít:J..<£.>!. ^ ,.^ .. o.,,.i»VMÍ- ¿¿.¿'.JSSift^a.lk^oiia'i.íiSíi^...
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527
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tales de España con beneficio para el toma-
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año I Baenos Aires, Agosto 24 ae 1892 Ntun. 34
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Editor propietario: FRANCISCO FERROS
iedaccion y Admioistracion: ALSINA 939 laltós)
HORAS DE OFICINA DE 2 A 5 P. M.
Precio en la ciudad... $ O.in el número
NT limero atrasado »0.15 id
SEMANA HKJ FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
^OSEFIMA HUQUET
Fotograbados de Emilio A. Coll y C
La oyó un ruiseñor un día,
y la dijo de rondón
si en su garganta podría
reservarle habitación.
-^Mf
■(¿^-^^•MJ
^'TX-
' '">-«!,■*■■
530
EL CASCABEL
M
^ílÜT-e
1. fii¡ he caído en
manos de la ■ uria.
No la curia ecle-
siástica, no con-
fundir.
Aunque bien
mirado no me he
caido. Me he pues-
to en sus manos.
Lo que quiere decir que desde la fecha
me veo obligado á alternar con abogados,
escribanos, procuradores y otra clase de
funcionarios que viven haciendo justicia
y desfaciendo entuertos.
Confieso que los abogados me inspiran,
mejor dicho, me inspiraban recelos antes
de ahora.
Lo prop o me ocurría con los procura-
dores .
Porque, decía para mis adentros: pro-
curador es el que prccura, y claro está,
que de procurar algo, lo ha de procurar
para él .
Pero ahora es distinto; me atraen los
abogados y los procuradores.
Igual me pasa con los escribanos, que
antes éranme muy temidos, mas ahora,
desde que necesito de ellos, me paroce que
son mis ángeles custoilii»'^ y do e!]o=: de-
pende mi reputaciu'.i.
¿Que á qué vieni." i ^^ ■ "''"''
Pues lean ua'cJ"-
!a- Qtí ¡si-Cosas
de
este perjódicñ y ^- • tm,!
•!'.;r;V; í^; lo r¡uo
nñ
ocurre y coüip!- ü ,. :■,!
ii '.Ir' (Vüíei nice f
un
los personajis ; ni '■-^ c
u-ui..-,.
Decidiíjanieiit.' t:<¡
•^ ¡v^'-üiíi' di;cir:
de
esta ayua no hfi>cr¿.
Yo, que no qucí ..i
N..in:i iia(i;i a-í Ji
¡0-
ees y abogados. ¡ . , ...
. ■ . . ^. ' \ :t
Ahora comprendó cuánta verdad encie-
rran las palabras que pronunciaba noches
pasadas, en un circulo, un caballero ca-
sado por lo civil y hasta por lo criminal.
— Mañana suspiraremos por lo que hoy
nos empeñamos en no querer.
— Eso según y conforme
— Así contestaba yo en otro tiempo,
cuando era libre.
— ¿Y ahora?
— Ahora lo comprendo todo y callo. Es-
cuchen ustedes:
Cuando era joven renegaba del matri-,
monin. por.«eguir la corriente.- ¿Casarme
yo? ¡Jamás! — decía con orgullo.
Y convencido de que solo se podía vivir
bien, fui á parar á un casa de huéspedes,
que dirigía y alimentaba una señora de
buen ver, aunque era un poco sucia.
Al principio todo marchaba bien.
Vivía feliz, relativamente, porque la se-
ñora me tomó cierta afición y siempre me
hacia algún requisito.
Pero pronto cambió el cuadro.
A la señora le dio por pasear y diver-
tirse y sus pobres huéspedes pasábamos
las de Cain.
Nadie nos repasaba la ropa, así es que
nos encargábamos de zurcirnos y á lo
mejor salíamos con el saco negro lleno de
hilos encarnados.
—¿A dónde vá usted? — nos decía algún
conocido — ¿le han condecorado?
— ¿A mí?
— ¡Como veo estos distintivos encar-
nados!
— ,Ah! es una distracción del sastre.
Aquello era intolerable.^
La comida cada vez era peor, y al llegar
la hora nos hubieran visto en la cocina
dirigiendo á la cocinera ó haciéndonos
una tortilla ó un bife, que salía á la mesa
cargado de carbón y petrificado.
Un día hallamos un biberón en la sopa,
y en cierta ocasión nos sirvieron un peje-
rrey con bigotes rubios, y todo por que,
según se su¡>o, la cocinera, que era del
color del azafrán, se peinaba en la cocina.
En fin, que la existenc'a se hacía inso-
portable y llegué á pensar formalmente
en el matrimonio.
Lo primero era hallar novia.
La ei.contré pers(.inificada en la hija de
EL CASGABEl.
5aj
un chacarero muy bruto, pero muy rico,
y di el gran paso.
¡Qué cambio tan radical!
Aquello fué pasar del infierno á la
gloria,
Entonces comprendí que el hombre ha
nacido para casarse y multiplicarse.
O dividirse, que se han dado casos.
Nunca olvidaré los primeros tiempos de
casado.
Mi mujer me cuidaba y me alimentaba
que era un primor, y yo no tenía palabras
para encomiar debidamente el noble es-
tado matrimonial.
Ya ven ustedes como nunca sabremos
á dónde vamos y como nunca podremos
prescindir de ciertas cosas que á veces
nos parecen supérfluas.
El orador nos convenció, naturalmente.
Y yo recuerdo el caso, al meterme en
pleitos, sin arredrarme por los pasos y
los pesos que tales pleitos me puedan
costar.
He creído lastimados mis intereses, y
al punto me he echado en brazos de un
abogado, diciéndole:
;Hágame usted justicia!
De todas maneras nada perderé.
Y creo que mis excursiones á los tribu-
nales me servirán de algo, que algo apren-
deré en un terreno que desconozco por
completo,
— Todo es acostumbrarse — me dijo un
caballero, al enterarse de mi pleito.
Al principio, los jueces le impodrán un
poco pero, una vez los trate, verá que
son muy amables, aunque sepan man-
dar á presidio al que se desmande. Co-
nocí un juez que, en el juzgado, hacía
temblar á los acusados, y que en su casa
era un;i malva. Los niños le hacian servir
,]it c 'i l'i> y la señora le hacia sacudir
las allouibias.
— i'i'i'L' mo cuenta!
— Si, y ui>ii vez mandó á la cárcel á un
mari'-' ;!!•: p :í-:ó á su esposa.
— ¡lii.'ii ii.:chü:
— PtMO n(^ sabe usted lo mejor.
— Qiio la esposa del juez pegaba á éste
con iM' i)!iiii!oio, cada noche.
— ¿1 el juez.'
— Nada. E¡n casa, como en casa, y en
el juzgado una fiera! ;,
Dejando digresiones á un lado, diré en
serio, que tsl vez la causa que El Cas-
cabel promueve pueda ser útil á todo< los
que de la pluma viven. Tal voz sabremos
de una vez si los artículos literarios son
del primero que los toma, ó de su legítimo
dueño, el autor.
En cuanto á lo del cambio de firma...
Callo.
El aliogado hablará por mi.
^-g>
l-^
SIN MUCAMA
Ruiz. mi amigo, al cielo clama
y se halla desesperado,
porque le dejó plantado
ayer tarde Ja mucama. '
y dice (lue es un suplicio
el bregar con esa gente,
porque hoy día. ciertamente,
anda muy mal el servicio.
I' na mucama, es tan rara
que. el hallarla, es gran fortuna;
hoy día no se halla una.
por un OJO de la cara.
Ruiz no ha tenido una buena,
y eso que mi! ha tratado;
sólo en un mes ha cambiado
lo menos una docena.
Tuvo primero una china
súña. (jue no se lavaba,
pero que á su novio entraba
por la noche en la cocina.
Después tuvo una francesa,
que se embriagaba atrozmente,
y le daba el accciden'.e
cuando servia á la mesa.
Daba en chillar como un grillo,
teniendo, para aplacarla,
cada dia (lue frotarla
el vientre con un cepillo.
Ya se creyó líuiz feliz
con otra, gallega, un dia.
la que camisas se hacía
con las levitas de Ruiz
Tuvo un altercado tiero
con otra (|ue le robaba.
y en vez de embutido echaba
cigarros on el puchero.
Otra le obligó á sufrir
con sus guisos singulares,
sirviéndole calamares;
pero en tinta de escribir,
y d(>>pidió á otra mucama,
que dio en la rara manía
de mi'lerle caua día
perdigones en la cama.
■■■•i
/'i
" V f^Zf^t^MiSÍ. ■-
-. .J^Á ."■^^i^asítt.-^-
532
EL CASCABEL
Conchavó en otra ocasión, =^
á una bella criatura
la que tenia locura
por abrazar al patrón.
Hizo él un tPiSte papel,
del que se resiente ahora,
pues que aún piensa su señora
que el que abrazaba era él...
En este estado infeliz
se queja Ruiz del servicio
y no se queja por vicio,
sino con gran razón Ruiv?.
Yo al verle desalentado
Je dije:
— ¿Vamos á ver,
it) te es Jo mismo tener
para tu casa un criado?
T él sin dejarme acabar
dijo:
— ¡No! Tenirit señora
y á todo el servicio ahora
le ha dado por abrazar!
S. Garrido.
--^,^?^-
¡¡EN TEAMWATÜ
are!... ¡Pare!... ¡eh... co-
chero!... jTim!
-Subí, Agapita, y tú,
Fl(^ripón; a(]ui vos. Sise-
bu ta... (,Me hace un lu-
garcito?... ¡Gracias! Veni
:<^^_«»W' ^-^^ ^*^^' chinfi: metete en
j^Kp^^ ^' aquel rincón... Dispense,
cabfilJero .. Arturito, es-
táte quieto en las faldas de inisiá Ramona.
— ¿Están todos?- pregunta el mayoral.
- Si, señor; porque no ha podido venir
Eusebilo que está convaleciente del saram-
pión; á Diamela también la dejé en casa,
porque ustedes no admiten ú las perritas
en los coches, y no se crea ([ue mi Diame-
lita sea inconveniente... ¡Se hace sus nece-
sidades en el fondo!
—¿Cuántos son? Uno, dos tr-es... siete bo-
letos.
— ¡Qué temeridad! Si Arturito sólo tiene
año y medio; no le han salido más que cua-
tro dientes.. . Che, Arturito, abrí la boca,
enséñasela al ma^^oral.
El chico la abre tamaña y resulla que
tiei^e hasta la muela del juicio!
— ^Bueno, señora, son siete; no me entre-
tenga, porque vá á subir el inspector y me
vá á dar un café si no les cobro.
—¿Usted toma café? Yo. desde que murió
_mi Canuto, apenas si pur do tomar mate; es
claro, estos gringos nos esplolan á su gus-
to... ¡Ahí si nos gobernara don Bartolo na
habla de suceder eso.
— Me debe cincuenta y seis centavos...
— Y, dígame, pá dónde vá este tran-
guay?
— ¡A la Plaza Constitución!
— Entonces, pare; yo crei que iba áBel-
grano... Bajen, muchachos... Dispense ¿no?
En uno de los coches que van á la Boca,
sube un respetable matrimonio á quien la
crisis obligs á servirse de tan vulgar con-
voy. La señora es en extremo delicada, y ha
venido á sentarse precisamente al lado de
un marinero, el cual apesta á tabaco de
mascar.
— Gumersindo, fiedle á este hombre que
dé vuelta lu cara.
— Pero, querida Escolástica, yo no puedo
obligar á tal cosa á ese hombre!
— ¡Yo me pongo mala, Gumersindo; yo
no puedo resistir ese olor!
— Mujer, pásate á este lado; yo me pon-
dré en tu sitio.
La señora cambia de lugar. Al poco rato
sube una vieja que huele á la legua á caña.
— Esposo, esta vieja trae un olor á bebi-
da, irresistible,
— Mira, siéntate enfrente, Kscolasli({UÍIa.
Para el tramway y llega un corredor de
especies con las muestras en los bolsillos.
El tal huele de un modo que marea y toma
asiento al lado de la esposa de D. Gumer-
sindo.
— ¡Gumersindo!. . . ¡Gumersindo!.
Me
vuelve el desmayo; aqui huele á canela y
clavo de olor!
— Mujer, Escolástica... ¡siéntate... aíjui
en mis rodillas!
Juan Berengiier.
-^m-<r
Rü HüDIC^I^
— ¡Ay doctor!
— Hola ¿que tal?
—Sufro mucho... ¡es un iiorror!
sálveme, por Dios, doctor
líbreme V. de ese mal.
— ¿Qué le duele?
—Muchas cosas
son las que me hacen sufrir.
— ¿Come bien?... puede dormir?
— Pa30 noches horrorosas.
—¿Y el apetito?
—¡Perdido!
Lo que como, ni un adarme
l£S^.£¿¿dL. w^^t^hí- A..J^.^^.
■'fti-rSéit*,'
■.'5^''-¥JtT«"
<f^í'~_-^^\p^j*^'^"..^j-^^\ V. '^J'
EL CASCABEL
,„j
r,33
pesa, así voy á quedarme
en alambre convertido.
— Su dolencia tiene cura.
—¡Qué me dice!
— Lo aseguro.
— Cúreme usté, que si curo...
—i Por poca cosa se apura!
])e la ciencia el beneficio
prontamente usté hallará:
por de pronto empezará
por hacer mucho ejercicio.
Camine usted á destajo,
camine sin descansar,
no cese de caminar
y olvídese del trabajo.
— Pues señor, no me disgusta
la receta del doctor:
el trabajo, me dá horror
lo del paseo, me gusta.
Nada, curarme no dudo
á Flores á pié me voy:
lo que es ei paseo que hoy
voy á dar, es macanudo!
¡Hola, hola!... buen palmito
es el de aquella mujer...
¿Dónde irá?... lo he de saber;
voy á seguirla un ratito.
Ks usted muy rebonita...
...tiene usté el talle de lirio
¿no contesta?... ¡qué martirio!
pero ¡abra usté esa boquita.
¿Yo un compadre?... ¡no señora!
soy un muchacho decente...
¿si es de veras?... ciertamente
la quiero á V. desde ahora.
¿Que la comprometo?... ¡cá!
¿Que la deje á usté?... ¡imposible!
Por Dios... ¡no sea insensible!
¿Quiere que hable á su mamá?
¡Ks usted un serafín!
¿con que accede V. ahora?
¿dice V. que si, señora?
Si señora... ¡con buen fin!
Pues, quedanios arreglados.
(¡.\ventura peregrina!)
En el tambo de la esquina?
Bueno: quedamos citados.
— ¡Un vaso de leche fria!
Ella pronto ha de venir.
¡Qué delicia! ¡Esto es vivir!
porque la niña, ¡ya es mía!
—Amor mío.
— ¿Me esperabas?
—He llegado hace un momento...
Pero, ¿no tomas asiento?
— Creí que ya te marchabas.
— ¡Eh! traiga otro vaso, mozo!
Soy más feliz que Anchorena;
tu cariño me enagena
y mi alma estalla de gozo...
¿Te vas ya?
— Mamá me espera...
—¿Me quieres?
—No seas tonto.
—¿Por qué te marchas tan pronto?
— Ya lo sal)es.
—¡Retrechera!
Cuatro vasos he tomado
y la ingrata no ha venido...
¡Qu*» fastidio! Y he bebido
tanto, que estoy encharcado.
Pues hoy liare como ayer.
— ¡Tráigame otro vaso, mozo!
Nada, mi jíozo en un pozo:
tampoco la jjuedo ver.
Cinco vasos y no viene!...
Ya no deiio esperar más:
¡estoy dado á Barrabas!
Este amor no me conviene.
Es decir, algo he ganado,
pues con tanta y tanta espera
casi una vaca lechera,
supongo, que he agotado.
—¿Como sigue \'?
-Mejor
— ¿^íis remedios ha seguido?
—Exactamente he cumplido
lo que V. mandó, doctor,
— Pues nada, ya está salvado:
siga usté haciendo ejercicio
que el andar, es l)eneficio
•en cienos casos, probado.
— Caminar(''. mas espero
encontrar otra mujer
belhi, que sepa encender
en mi un nuevo amor... lechero.
Pues si una se ha divertido
¡que otro en cara se lo eche!
Pues lo (jue es á mí la leche
de remedio me ha servido.
Antonio F. Molina.
-$^H^
EL HUMO DEL ilIGARRO
siempre me querrás
asi?
— ¡Siempre! Pero,
¿qué te pasa? ¿No te
eticuenlras bien? ¿Di,
bien mió? •
—No, no tengo nada.
— Si, á ti te sucede algo. Tú me ocultas
algún deseo. Maria de mi alma, ¿no tie-
nes confianza en mi? Di me, ¿qué deseas?
¿Estás descontenta de alguna cosa? ¿Quie-
&á^SÍ'£ÉÉ^SÉ:SiÍ^i>Si... . :
534
EL CASCABEL
res que nos mudemos de habitación? ¿Te
disgusta. la cocinero? ¿La despido?..!
— No, Vicente, no; si no tengo na^la, si...
— Me engañas, y ir.e mata tu descon-
fianza, querida mía: pídeme lo que desees:
cualquier capricho por extravagante que
sea, no me lo ocultes, yo te daré lo que
pidas, pero por compasión, no tengas se-
cretos para mi, porque me destrozas el
alma...
— ¿Me prometes (jue no te vas á inco-
modar?
— Te lo juro.
— Pues mira, yo no me atrevía á decir-
telo, pero como fumas tanto, el humo me
marea, y si te contuvieses un poco, nada
más que un poco, en fumar... Dirás que
soy tirana...
— No, ángel mío. ¿por qué no mo !o has
dicho antes? Tienes raz9n, yo parezco el
tubo de una locomotora. Pues ya verás,
voy á darte una prueba de amor. Se acabó,
no fumo más.
—Yo no te pido lanto.
— Si, señor, en absoluto, no fumo más,
y el tiempo que desperdicio arrojando
humo estúpidamente, lo pasaré á tu lado
repitiéndote lo mucho que te quiero...
Y dicho y hecho, Vicente tiró el resto
de sus cigarrillos y no volvió á comprar
más. Para él no era un gran sacíiflcio
como lo hubiera sido para uno de esos
empedernidos fumadores, á puienes el ta-
baco es vida; fumaba si, pero cigarrillos
suaves, nunca de hoja; era un entreteni-
miento, no una necesidad.
Transcurrió un mes y el nuevo matri-
monio siguió viajando á toda velocidad
en el tren exprés de su luna de miel, sin
que María volviese á quedarse pensativa
ó disgustada por un nuevo capricho.
El que empezó á preocuparse fué Vicen-
te, y su preocupación nació por las de-
nuncias que un olor acre y fuerte, hizo
á su olfato.
Su preocupación fué en aumento á la
par que aquel olor, el que se percibía por
toda la casa y en especial en la alcoba que
ocupaban él y María; por más que las
grandes cantidades de aguas perfumadas
y aromas, gastadas en aquella habitación,
tratasen de atenuar el penetrante olor del
tabaco.
Vicente reflexionó mucho sobre aquello:
á María la incomodaba el humo de los ci-
garrillos, él se había privado de fumar
para no molestarla ¿quién era pues el que
infestaba las habitaciones con aquellos ci-
garros, que debían ser tan fuertes como
ordinarios?
Un dia fatnl, Vicente encontró al pié de
su mismo lecho, del tnlamo nupcial, una
prueba, palpable, que ya no le permitió
dudar. ¡Si! jA.lli había la punta de un ci-
garro, apagado! ¡Allí, en su misma alcoba,
había penetrado un hombre! ¡Y había fu-
mado al lado de ella, la sensible, la meti-
culosa!
Vicente pensó en el revólver, en la acu-
sación, en el tribunal, y exclamó acongo-
jado:
-¡Ay de mi felicidad perdida!
Calló sin embargo, y ocultando en su
pantalón la mortífera «rma. cargada con
los ocho proyectiles, salió á la calle pre-
textando una ocupación larga y urgente.
Y no salió á la calle, se escondió entre
una cortina y aguardó con impaciencia
durante media hora.
No se oyó nada. Ningún hombre entró
en la casa. ¿Estaría ya adentro, aguar-
dando la salida del esposo?
Vicente acercóse á su alcoba y vio la
puerta cerrada. En el interior se escuchó
el ruido que produce un fósforo al encen-
derse.
¡Si! ¡Allí estaba el infame! De un empu-
jón abrió la puerta Vicente y se quedó es-
tupefacto, asombrado...
María, sentada en una butaquita al lado
de un velador cargado de hermosos ciga-
rros habanos, tenia entre sus rojos labios
un soberbio veguero, y arrojaba al aire
espesas nubes de humo...
— ¡Pero tonta, no te asustes! Te quiero
lo mismo que antes; solo deseo una expli-
cación: ¿Cómo es que tú, fumadora va-
liente, me obligaste á dejar mis cigarri-
llos?
María, con los ojos bajos y á media voz,
dijo al oido de su esposo:
— Me molestaban tus cigarrillos. Es ver-
dad... porque, ¡eran tan flojos!...
José il/a. Mendoza.
'j^¿'Íígí^V,^.ÍÍÍ2Í>-v'jl>'*.-.- i*.3;.i----
/■í,'á; "/.i-ÍUáEí,";
ir::^^..^'^k'
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"5'^ V J*E-'
^«"^W*- ■
EL CASCABEL
5S5
LEY DE HERENCIA
Hombre inculto, bravo y fiero
Juan, por el hambre acosado
abandonando el poblado
se convirtió en bandolero.
Fué el terror de los caminos
y el azote de la villa,
al frente de su cuadrilla
de ladrones y asesinos;
y convertido en señor
de aquella comarca entera,
no hubo quien no le cediera
hacienda, vida ú honor ...
Ansioso el Rey de poner
á la media luna traba,
por aquel tiempo luchaba
contra el árabe poder;
al par que el mahometano
su ejército reunía,
y presuroso venía
al encuentro del cristiano,
yendo en su sangriento afán
á chocar en dura guerra,
precisamente en la tierra
de la que era el terror Juan.
En la brega confundidos
luchaban valientemente,
cuando llegó de repente
Juan con todos sus bandidos.
Miró el combate sereno,
á los suyos arengó,
y arrojado se lanzó
á buscar al agareno:
Su acero de sangre rojo
en el árabe se hundía,
y el enemigo caía
ante su brazo y su arrojo.
Por su valor soberano
la victoria fué alcanzada,
y su hazaña presenciada
por el monarca cristiano,
el que le hizo caballero
y Conde de Puñofuerte,
cambiándose de esta suerte
la vida del bandolero;
pues le dio, á más de nobleza,
el monarca agradecido,
un feudo muy extendido
fuente de grande riqueza.
II
Por sabios y por valientes,
por su belleza ó su gracia,
distinguió la aristocracia
de Juan, á los descendientes.
Unirse á ellos, era honor,
pues que ya nadie sabía,
que tal gente descendía
de Juan el salteador.
Hubo entre ella trovadores,
virreyes, sabios, guerreros,
navegantes y banqueros
y santos é inquisidores.
Mas, de su nombre orgullosos
derrochaban un caudal,
y ellos y ellas por su mal,
se hicieron muy caprichosos.
"Viéndose el Conde postrero
después de dilapidado
lo poco que hubo heredado,
con nobleza y sin dinero.
III
El Conde de Puñofuerte
á Buenos Aires llego,
y en un enlace pensó
que mejorase su suerte.
Conoció al fin una hermosa,
y la asedió el calavera,
puesto que sabia era
tan rica como graciosa;
y entre protestas amantes
delante de mucha gente,
fué y le robó diestramente
un gran collar de brillantes.
IV
En critica situación
se vio el Conde colocado,
ya que se encontró encerrado
en la cárcel por ladrón.
Comentó el caso la prensa
y un abogado novel,
gustándole el caso aquel
se encargó de su defensa;
consiguiendo el defensor
una completa victoria,
solo con narrar la historia
de Juan, el salteador.
Con auxilio de la ciencia
(luedó seguro y palpable,
que si el conde era culpable,
era por la ley de herencia.
Y la justicia su celo
una vez más demostró,
y en aquel caso falló...
jContra Juan, contra el abuelo!
Luis Garda.
^i¿^¿¿;itJsS¿eí^:^¿¿l.ií¿]^^'^J¿i.,
■'-"m
536
■ '-■y^*fv-
El. Q48GABBL
LA FLORISTA DE PARÍS
-Monsieur. . . FJeurissez votre boiUonniére.. .
-itei^.«£í- -r^
-y.'
EL CASCABEL
"*' '''^^-^''^K^'^'^M?^
537
LA DE BUENOS AIRES
-51 ,"^"5»
-jUfi!... ¡Qué lindo gazmina, violeta fresco!...
ii:4£i<-'í^ü^li¿«^'¿.';l <>;.
538 EL CASCABEL
.-^'W
PERSONAS RESERVADAS
T>osene„..s.de.deenas.
• ^^Yo conocí un buen señor, que era reservadísimo.
— Lo que á mi se me confia, cae en una fosa— solía decir.
Pues bien; un día le confié que cierta señora, casada, me demostraba afecto, y
¿qué creerán ustedes que hizo el hombre?
¿Callar?
¡Cá!
Fué, y le contó al marido !o que ocurría; por supuesto, se lo contó con gran re-
serva, y contando con su discreción.
Pero sin contar con que hay maridos que gastan un genio de mil diablos.
Y unos puños... de hierro.
Ello fué que me gané unos cuantos golpes, y en paz.
Es decir, y en cama.
Porque tuve que acostarme y ponerme en curación.
Con las reservas del caso naturalmente, pues no era propio que los amigos se en-
terasen dé las causas de mi dolencia.
¡La reserva!
Por desconfiar de ella no somos felices más de cuatro muchachos de físico relati-
vamente simpático.
Porque nos arrimamos á una dama, por ejemplo, ó por arrimadero y le decimos:
— Es usted angelical.
— jSoy casada!
—Bueno; es usled una casada angelical que me trastorna el juicio. Por usted soy
capaz de encontrar hermoso al Dr. Lustra.
—¡Por piedad.. .!
— Si, por piedad simplemente.
— Es usted un atrevido.
— Animo señora; correspóndame usted y seremos íelices.
Desconfio...
- Soy hombre discreto.
— ¡Lo dudo!
—Le juro á usted por mi bigote que callaré á todo el mundo nuestro afecto.
— ¿Lo jura usted?
—¡Y lo rejuro!
—Pues sea; accedo porque le amo, y porque gasta usled un perfume que me exta-
sía... Pero, ¡mucha reserva! ¿eh?
—No tenga cuidado; soy un pozo profundo.
Gracias á ia reserva jurada cae la mujer.
Más como los reservados no abundan, el bello sexo anda escamado, como es muy
justo, porque no faltan jóvenes que después de rendir á una dama, se lo cuentan á
todo el mundo para levantar tempestades de envidia, y para que los amigos exclamen:
—¡Qué afortunado eres!...
— Sí; ejerzo cierto dominio sobre las mujeres...
— ¿Conque ahora le entiendes con la de Pelaez?... ¡Buen trucha eslás...!
— ¡Qué le voy ú hacer!... Se enamoró de mí porque soy rubio y además canto
romanzas de amor.
' —¡Qué feliz eres!
— Un poco, pero... ¡por Dios! guardadme el secreto. Que no se entere nadie.
En efecto. A los dos días lo saben los amigos de los amigos del amigo, y las
novias ó pretendidas de los mismos.
Decididamente, para esparcir una noticia lo mejor es comunicarla al primer ami-
go, suplicándole que guarde el secreto.
A los dos minutos la noticia pertenece al dominio público.
Reservados á la fuerza no faltan.
Pero son reservados escarmentados.
Un ejemplar de estos es Lúeas Pérez, conquistador terrible, enamorado irresistible.
Un día fué invitado á un sarao.
Estaba en el salón de fumar rodeado de varios amigos y narrando, como de cos-
tumbre, sus infinitas aventuras amorosas.
^¿Veis aquella rubia?
—¿Aquella alta?
—Si; ¿es bonita, eh?
—Ya 10 creo... ¡quién pudiera!
— Pues no falta quien haya podido...
h-^l-^'^'fX^fiLjA.-'^- ^'il^í
EL CASCABEL
539
LA PRIMERA QUINCENA
—Dolores, me has hecho amar
del matrimonio los lazos;
tanto, que quiero enfermar
de los brazos, para estar
con dolores ¿n los brazos.
_-7" ■-. i.viet-ífe'¿!^i¿«¡¿t¿
'^H'Tr-^^'-'^i'
540
EL GASCABBL
¿V' "4 .-,
— Su esposo, naturalmente.
— Y aím, alguien que no lo es.
— ¿Acaso tú...?
— ¿Me juráis guardar el secreto?
—¡Lo juramos!
-Pues bi 'Ti; aquella rubia y yo ardemos y nos...
No pudo terminar.
Un señor gordo y fuerte le apretó el cuello con tal fuerza,. que el pobre galón sacó
un palmo de lengua.
El gordo le aplicó el cigarro y se la quemó, diciendo al mismo tiempo:
— Esas cosas no se cuentan. Y menos sin saber si el marido estfi cerca, y lo oye
todo.
Desde aquel rfia, el conquistador ha aborrecido el tabaco.
jAh! Y es uño de los pocos reservados de veras, que hay en Buenos Aires.
Solo qUe como la aventura conió, por falta de reserva en los testigos, las mu-
jeres no le hacen caso.
Ni los hombres tampoco.
jHuyamos, pues, de los hombres reservados!
Amen.
Andi^és Soler.
EN CASA DE LA MODISTA
— El cuerpo blanco, le sentará á V. muy bien.
^Sí. ¡Lástima que á Emilio le suden tanto
las manos!...
UN MINUTO
Un minuto el comerciante
cual oro lo considera;
es breve para el amante
y eterno para el que espera.
Para el condenado á muerte
un minuto, es cruel yugo,
dolor inmenso; más fuerte
que el que le cause el vM-dugo.
Para un tahúr, es su caja;
para el bolsista un caudal;
para el pobre que trabaja
es parte de su jornal.
Para un general, un grado;
para un ratero, un reló;
para un poeta, un pareado;
para el qué pretende, un nó.
Yo señores no discuto
si un minuto es ó no breve;
más, ¡cuanto vale un minuto
en el siglo diez y nueve!
Federico Astor
DE DOMINGO A D0MI.4G0
NACIONAL.— Lo.s' Amanten de Te-
ruel^ la ópera nueva que con tanto interés
esperaba el público filarmónico, se habrá
estrenado, si algún nuevo obstáculo no lo
ha impedido, cuando este número empeza-
rá á circular: por lo tanto dejaremos para
la próxima semana los juicios que nos
sugiera su interpretación, que no dudamos
será correcta, dados los esfuerzos que i\a
hecho el eminente maestro Sr. Goula para
que la orquesta, partes y coros hagan re-
saltar las muchas bellezas que encierra la
magistral ópera del maestro Bretón.
Lü novedad de la semana la constituye,
para el Nacional^ el debut de la tiple se-
ñorita Huguet.
Con Lucia se presentó al público la
simpática diva^ y el público la colmó de
í-.Tte5¿iX'*.I.9&,i¿.'í-¿l,Cc«/_ '..l.,
-:-■ ..-Í*.-l.>M iííü£Íl!M^§^
EL CASBABEL
aplausos justísimos, especialmente des-
pués del aria del tercer acto, que la cantó
y vocalizó de un modo admirable, como
pocas veces la hemos oido cantar.
Sonámbula, Dinorah y Barbero son
obras que, dado caso que las cante la dis-
tinguida artista, le han de valer nuevas
ovaciones. Felicitamos á la empresf» por
la adquisición que ha hecho, y felicitamos
á la señorita Huguet por sus méritos indis-
cutibles.
Los ensayos del León de Venecta, van
adelante y todo hace esperar que esta obra
se estrenará á principios de Septiembre.
POLITEAMA. — Coa buen éxito se ha
estrenado la compañía de baile, llamando
la atención del público, la propiedad con
({ue se presentan los espectáculos. El cuer-
po coreográfico no es muy numeroso, peiO
está bien preparado. No ha de faltar públi-
co numeroso en el coliseo de la calle Co-
rrientes. Con la compañía de baile alterna
una de verso y zarzuela muy aceptable.
OURUBIA.— Comedía síji desenlace
deD. José Echegaray. Otra prueba del ta-
lento del lecuniio drauíalurgíj, es la nueva
obra puesta en escena por la compañía del
señor (jalé. Dicha obra no hagustado tanto
como otras del mismo autor. V]s infeiior
al Crítico Incipiente, otra del mismo gé-
nero, que siempre se oye con gusto, y que
ahora pueden saborear ios que quieran
pasar un buen rato, y los que recuerden
los aplausos que alcanzaron en otras tem-
poradas, el Sr. Galé y sus compañeros,
aplausos que se han reanudado, como era
de esperar.
COMEDIA.— Solo una cosa diremos al
ocuparnos de este favorecido teatro.
¿Quieren Vdes. reírse de veras?
¿Si?
Pues vayan .í ver Laticeros y quedarán
Vdes. complacidos. ¡Cámara!... qué asis-
tente hace Juárez!
ALHAMBRA. —La Boda del Cojo si-
gue proporcionando buenas entradas al ex-
céntrico teatro déla calle Cerrito.
Pronto se estrenará la revista El año 92^
obra que será presentada con todo el apa-
rato correspondiente.
PASVTIEMPO.- [Lástima de local!
La compañía de Parenli colocada en otro
teatro, tendría indudablemente la concu-
rrencia <iuese merece. Y a fé que se com-
prende, pues Parenti es un buen artista,
natural en escena, gracioso ó patético, se-
gún convenga; pero que siempre está en
carácter. Se halla bien secundado por los
demás artistas, y entre estos y aquél, lo-
gran que uno se olvide de las malas condi-
ciones del local, niitad teatro, midad pica-
dero.
Varias veces nos hemos (juejado del abu-
so que cometen cierlos diarios y periódicos
que, sin eserúpulos ni reparos, se apoderan
de un articulo nuestro, u de una poesía
nuestra también, y la inserían sin tomarse
la molestia de decir ((ue la composición es
copiada de El Cascabel,
Una transcripción se agradece siempre,
sobre todo cuando no reviste los caracteres
de un despojo.
Concretanilo el caso. Tribuna, diario
de la tarde, dirigidoc por un joven y distin-
guido literato, el señor Mariano de Vedia
[Juan Caticio) siempre ha tenido frases ga-
lantes para nosotros, y en una ocasión copió
íntegro un artículo, una anécdota de la vi-
da de D. Benito Pérez Galdós, y aunque no
dijo: «este artículo h) tomamos de El Cas-
cabel», túvola atención de firmarlo con las
iniciales de su autor. Menos mal.
Pero, ahora viene lo bueno: un día, el 13
de Agosto, aparece en Tribuna un artícu-
lo original de P. Cuello, y titulado Poetas
Fúnebres, publicado por su autor en El
Cascabel n". 18, fecha 14 de Mayo, artículo
humorístico, con ribetes de satírico, y ori-
ginal, absolutamente original.
A Tribuna le habrá parecido lo contra-
rio. Tal vez estar i segura de que el señor
P. Cuello (P. Cuelío es pseudónimo) es
un plagiario que se entretiene en mandar
artículos robados, á El Cascabel.
Y decimos y afirmamos que Tribuna
lo creerá así, por cuanto al pié del artículo
que reproduce, sin nuestro permiso, pone
:^,jiS>^,ii.c.í -
5^
£L« C^8C4BEL
■ ••■'■-■ ■"'■ ■■
una firma conocidísima: la de Luis. Ta-
boada, escritor festivo español, que, gra-
cias á las tigeras que se usan en Buenos
Aires, colabora en casi todos los diarios....
sin cobrar emolumentes.
El señor P. Cuello^ al leer su articulo,
y al leer al pié del mismo la popular firma
del festivo escritor Luis Tabeada, se rubo-
rizó, porque nunca creyó que mortal algu-
no considerase que sus artículos eran dig-
nos de ser firmados por el más festivo de
los escritores contemporáneos
Pero repuesto, consideró que tal vez
Tribuna obraba de mala te. y quería de-
nunciar un robo
¿Un robo? •;
El Cascabel no roba nada. Todo su ma-
terial es criginal. Cuenta con elementos,
pocos tai vez, pero esos elementos ni co-
pian ni plagian.
De modo que, en vista de que Tribuna
copia un articulo de El Cascabel, sin au-
torización: y en vista de que firma dicho
articulo con un nombre y apellido que no
son los de su legitimo autor y propietario:
y finalmente, pudiendo dicho cambio de
firma hacer creer á los lectores del perió-
dico, que este vive de los productos intelec-
tuales de autores que no autorizan la re-
producción ilegal de sus obras, y que en
consecuencia El Cascabel se escribe con
ligera, hemos celebrado una entrevista con
el Dr. Carlos Navarro Lamarca, quien
desde ahora se encarga de pedir reparación
á Tribuna^ con el código en la mano.
Tienen, pues, la palabra el Dr. Navarro
Lamarca, y ¡as leyes.
Esperamos el fallo.
/•;. P.— Es un asunto gastado.
Luis tie V.— No es piiblicable.
2'e/í /dn.— ;Es tan viejo eso de hablar mal de las
suegras!
Clarín.— Lo mismo que escribir mal.
F. F —Pero, ¡señor mío! El Huérfano es una
composición antiquísima y conocidísima.
/. .4. Aprovecharé alffo. Mande la lirraa.
Pi/'-Pa/'.—Si, señor, sirve. Mande la firma, y si es
usted el r b". A. le ruego que emplee siempre el
mismo pseudónimo.
Cürratero.-Un> cosa es matar reses y otra cosa
hacer sonetos. Y Vd. hará bien lo primero; pero lo
segundo, no.
L. A . C— Las asonancias son moneda corriente
para Vd., pero para el periódico no convienen.
/•>/?oZ.— Alumbra Vd. muy poco.
Pielro M. Se conoce que es ti'aducción... y tra-
ducción mala por cierto.
A'y?¿/.v.— Es tan corto... ¿Por qué no se corre Vd.
un poco mas?
T. Düt/ fflu.írt/vo^.— Aprovecharé uno.
Sí'í-a/m. —;Es muy malín!
L. M. de .V.— Bueno: pero álos lectoi'es no les in-
teresarla poco ni mucho.
NOTA.— Quedan una porción de cartas sin contes-
tación, ipor que... es tan pequeñin el periódico!...
¡y es tanta la correspondencia!...
EL CASCABEL
SEMANAHIO FKSTIVÜ ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
-.^:-
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50'
Provincias: Los señores Corre>ponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y COllRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
t3®-Aa,iiirA--8as (altos)
,'.ji;,.'if\
t^)iSi¿i^^!^ia^áíiíi¿-». i
Á:r': "'if'jjáÉS^ÍA: :
ft-.
'T^^
EL CASCABEL
lechería la martona
Fábrica á vapor de manteca fresca
fina en el establecimiento
SUCURSAL
DEL
Leche pura, Crema, Manteca fina DEL DÍA.
QUESOS CAMEMBERT Y BRIÉ
Ventas por mayor y menor en su depósito
234, SUIPACHA, 234
AI menudeo en los principales almacenes.
Nota.— Próximampute se abrirá el depósito
número 2 en la calle Florida esquina Tuciímán.
ADVERTENCIA
Se previene al público que la fa-macia
eslablecida en la calle Rivada, que fué an-
teriornnente de D. Oiiillermo M. OainweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya «le 4'ranwell sino de Sproat.
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» o - a 90 (iias 3 • »
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• ^ » » « oi'O 1 ■ >
Se dan yiros á ).i vista sobre todas las capi-
tales de España con beneticio para el toma-
dor. Se dan giros sobre los pueblos, también
con beneticio.
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profesor |}rácíi. o.
Ocúrrase á Sr. A., 26 de Mayo,
13Ú, departamento 10 y tamijién á
la redacción de EL CASCABEL.
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544
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Aftó I BnenoB Aires, Agosto 31 de 1892 Núm. 35
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I
Director: ENRIQUE COLL
ENCARNACIÓN CERVANTES
Una artista encantadora,
la que quisiera el más zote
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para hacer otro Quijote.
.msiíxis^ jfi^fjv.
::-3:^Á'
546
'"^^
EL .QAaCABEL
•.V
STAMOS preocupados
con lo de Pata-San
ta, lo del conde su-
gestionado r, la re-
nuncia de Pellegrini,
la pe re gri nación á
Roma y una porción
de cosas interesantes
por demás.
Especialmente la
bromai del conde italiano ha llamado po-
derosamente la atención, y la sugestión é
hipnotismo han vuelto á ponerse sobre el
tap-^te y han sido discutidos cort calor.
Naturalníéiite se exagera mucho.
Y. ahora nos esplicamos muchas cosas
que antes de conocer el poder de la suges-
tión ignorábamos completamente.
Los que tienen poder magnét'co son te-
mibles^ porque les basta acercarse á un
ciudadano de temperamento nervioso y
mandarle una barbaridad cualquiera para
que la haga al punto.
Por ejempl©: manda el magnetizador.
— Vaya V. á dar un beso ai hombre
más guapo del país.
Y uno vá, sin saber lo que hace, obede-
ciendocomo un autómata; llega al Con-
greso, entra á la sala de espectáculos y
di un casto ósculo en la mejilla izquierda,
al Dr. Lastra.
O bien, otro ejemplo:
— ¡Señáleme V. un zapallo!
Al punto se pone uno en movimiento y
se vá derecho al crítico musical de La
Prensa.
Por supuesto que no estando sugestio-
nado no iría, pero desde que no tiene vo-
luntad propia comete los mayores dispa-
rates del mundo, con la mejor intención.
La Prensa se ha ocupado extensamen-
te del célebre conde, que por poco vuelv»,
locos á todos tos miembros de una familia;
Pero ahora se conocerá otio proceso
ruidoso.
Mucho más ruidoso.
Debido todo á que un víciimo del hipno-
tismo se ha podido convencer de que era
explotado por una señora que cede habi-
taciones y dá de comer á unos cuantos
huéspedes.
El otro día me-nefirióel caso.
— ¿SabeV. lo que me pasa?
— ¿Por dónde?
— Lo que me ocurre, quiero decir.
— No señor.
— Pues estoy decidido á armar ruido.
— Vaya con cuidado, que la Policía no
duerme.
— Pero dormíamos nosotros.
— ¿Ustedes?
— Sí; los inquilinos de misia Mónica.
— ¡Qué me cuenta!
— Misia Mónica tiene inmenso poder
magnético y nos subyugó á todos. Asi es
que andábamos por la casa como fantas-
mas, sin voluntad, y sin fuerzas para pro-
testar.
— No entiendo
— Un día hablando de experimentos, la
patrona nos dirigió una mala mirada y
unos pases y se quedó con nosotros.
— Querría asegurarla clientela.
— Verá V. Como su voluntad era la
nuestra, abusaba de un modo escandaloso.
En vez de café nos dab;» agua con gotas
de Nubian .
—Y VV?......
— Lo encontrábamos delicioso. A labo-
ra del almuerzo nos daba pan con aceite
y exclamaba:
—Comed ese pavo, hijos mios, y cuida-
do con los huesos.
Nosotros comiamos en silencio el pan,
que nos parecía pavo relleno, y la ilusión
era tan perfecta que un tal López, hués-
ped, y cesante de Aduanas, por poco se
atraganta.
Después del pavo nos daba un plato de
arena gruesa.
— ¡Comed arroz! — decía.
Y nosotros comíamos con fruición y
pedíamos repetición, quedándonos admira-
dos de la bondad de la patrona.
;.;3s^iáSiS»<jiafiíift^¿fet'>aÍt 'xít.-. .F' .^.-
-..^J-
:iMj^mi&
?^^^^é^^p-w
EL CA8BABEL
54^
— ¡Parece mentira!
—Pues^es cierto. ¡Ahí... usted ignora
loque hace uno cuando se encuentra des-
pojado de la voluntad. Si llega á vivir con
nosotros, hace V. lo mismo.
Por fin, misia Mónica, comprendiendo
que haría de nosotros lo que la diese la
gana, tuvo una ocurrencia.
—¿Otra?
—Si. Después de cobrar nuestras pen-
siones, nos quiso sugestionar la idea de
que no le habiamos pagado nada, y la muy
tuna nos presentó nuevamente la cuenta.
Por lo visto el dinero no se deja suges-
tionar cuando no existe, especialmente.
Asi es que emp*ízamos á coordinar ideas y
nos convencimos deque éramos victimas
de una infame manipulación.
¡Y tan infame!
— Ello es que le dimos la gran tunda á
misia Mónica, y después de desarenar
nuestros estóm gos, volvimos á la vida
real, y dueños .ya dé nuestra voluntad, va-
mos á armar un bochinche mayúsculo,
después de acompañar á la Recoleta á un
infeliz compañero que sugestionado por la
patrona se comió unas docenas de clavos
de seis pulgadas creyendo que comía espá-
rragos. Claro que el pobre hombre quedó
clavado y murió sembrando de puntas de
París toda la habitación.
— Nada, nada: duro y ¡á la cárcel misia
Mónica!
Ello es que no nos llega la camiseta al
cuerpo.
Y que conviene tomar medidas contra
los que de una rama importante de la
ciencia hacen una profesión temible por
sus consecuencias.
¡Dios mió!
¿Me habrásugestionadoesta CharlaLuie
Taboada?
Callo, porque no quiero parodiar á aquel
personaje de una obra teatral, que dice:
¿Hablaba V. de mi pleito?...
...Aquí traigo los papeles!...
Ahora los mios los tiene el Dr. Tedin.
Asi es que, repito:
Callo.
--^T^^-
Luz, su carta he recibido, • :
y mucho me ha sorprendido
lo que en ella dice usté.
No sé lo que usté ha querido ' ■''
decirme, Luz, no lo sé.
Que su novio es un farsante,
y que tiene relaciones
con cuatro á la vez, (¡tunante!)
y que asciende á comandante
después de las vacaciones.
Que le dijo a su mamá
que pronto se casará,
y pasa un mes, y otro pasa,
y, Luz usté no se casa
con él, (ni se casará) .
Que le regaló usté pelo,
y él, en cambio, un abanico
de raso y seda azul cielo,
y (jue el pelo era un camelo
y el abanico era un mico.
Que una noche en el balcón
usté le llamó ¡ventura!
.y él la llamó ¡corazónJ
puesto de pió en el cajón
donde vierten la basura.
Que luego vino el sereno
y que su novio se fué,
y que usté le creyó bueno,
y despidió usté á Jimeno
que iba á casar con usté.
Que Jimeno se enfadó
y no ha vuelto todavía.
y que usté se lo contó
al capitán, que exclamó:
— Cuénteselo usté á su tía.
Que le dio á usté un accidente
y se alborotó la gente,
y llamó usté la atención,
y que se hizo usté un chichón
como un melón, en la frente.
Que se dá usté á Barrabás
cada vez que piensa en él,
y que le quiere usté más,
y (|ue le ha visto detrás
de su vecina Isabel.
Que una tisis va á pescar
según el doctor Cascante,
y que va usté á galqpar, ♦
pues es tisis galopante,
Luz, la que Ja ha de matar.
Luz, de todo, en un momento,
con pena, angustia, tormento
y hasta llanto, me enter.^;
pero, aunque mucho lo siento,
¿á mi, qué me cuenta usle?
A. Diaz de la Quintana.
(Ximeoo Ximenez) .
^s,iüüSL^^aí£Siaytí¿^.^
-•-ív?e«7P' --'
Els OASeABEL
POR CORREO
Señora doña Torcuata
Cascarillas y Danzón:
Tengo la satisfacción
de contestar á su grata
de fecha seis, y la digo,
por mucho que á usted le pese,
que, francamente; no es ese
el ideal que persigo.
Me dice usted que me adora;
(veo que no es usted corta)
pero eso á mí no me importa
ni tres cominos, señora.
Equivocada sin duda
su retrato me mandó,
¿usted no sabe que yo
tengo novia, y macanuda?
No es tan fea como usté,
que es muy guapa, si señora,
y además ella me adora
y yo también, ¡ya se vé!
Es franca, lo certifico,
y de oro su corazón,
y no es su boca un buzón
2ual la de usted... ¡Eh! ¿Me esplico?.
Ella es mi ángel, mi guia,
su primer amor soy yo,
y en cambio usted, adoró
según supe por su tia,
á todo el correo en masa:
á un buzonista, á un cartero...
en fin, hasta á un balijero;
y eso de la raya pasa.
Y Jes claro, con tanto amor
su alma está ya obliterada,
y usted, que aún no está cansada,
busca un clasificador.
Según se vé, es natural
que trata usté de ascender,
y en su lista quiere ver
figurar á un oficial,
luego á un jefe de oficina,
y por ese escalafón
hasta á un jefe de sección,
fácilmente se adivina.
Más no ande usted rezagada,
qu3 á mis colegas diré
quién es, y ya verá usté
como sevk rechazada .
Como yo no quiero guasa,
iré luego, ú otro día,
á suplicar á su tía
ponga á sus caprichos tasa.
No gaste ustf en estampillas,
ni en mandarme por expreso
sus cartas, puesto que eso
me saca de mis casillas.
Déjesft.pues de escribir,
pues si ipiie llego á enfadar
la voy á inutilizar;
conque señora, á vivir.
Busque usted doña Torcuata
en otra repartición
á quien dar sú corazón,
y no me dé más la lata.
Nosotros los de correos
tenemos gustos mejores,
y no admitimos las flores
dichas por labios tan feos.
Así pues, 'no escriba más
aunque al hacerlo se aflija;
sino, arreglo la balija
y me marcho. Es por demás.
Señora, besa sus pies
y le pide, por favor,
que no le hable más de amor;
su servidor— Ztíí's Moisés.
Juan J. Bernal.
SERYIR_A_ USTED
Yo no me esplico las mil sandeces
que muchas gentes dan en decir,
y con franqueza, digo que á veces
sin fingimiento me echo á reír.
No es que me precie de literato,
sé que en mis dias no lo seré;
más me sorprende que á cada rato
díganme todos: servir á usté.
Salgo á la calle, voy á un asunto
y un conocido pasa y me vé,
corre á mi encuentro diciendo al punto
con tono afable: servi»- á usté.
Dan mis amigos en exigirme
que los visite, más ya observé
siempre al hacerlo, que al despedirme
me dicen todos: servir á usté.
Callan el para ó el servidor,
por qué motivos, yo no lo sé;
más tanto el niño como el señor
dicen al verme: servir á usté.
Tal mutetilla no me la esplico,
mas corregirla yo no podré;
hago estos versos y los rubrico,
y hasta la vista: servir d usté.
Federico Astor
LOS POSTERGADOS
¡Carambas! por más que me desvivo por lo-
grarlo, el de la Vida Social no me retrata.
Ya no hay justicia en la tierra!
?w^
EL CASCABEL
^^49
AMOR DE ESPOSO
Don Justo, aburrido un día
con Antonia se casó,
aunque en su unión solo vio
razones de economía.
Don Justo era un hombre raro,
de aspecto frío y severo;
en su c«mercio, usurero,
en su condición, avaro;
y Antonia vio con dolor
de aquél hombre la codicia,
puesto que con su avaricia
era avaro hasta en amor.
La pobre del sentimiento
se murió, no sé de qué;
aunque hay quien dice que fué
por la falta de alimento.
Don Justo vertió un raudal
de llanto, porque decía,
que en el corazón sentía...
el gasto del funeral;
y ya, pagado el tributo
al recuerdo de su esposa,
le martirizó una cosa:
lo de vestirse de luto.
Arregló al fin tal cuestión
sin gastar, el usurero,
porque el luto verdadero
se lleva en el corazón.
Descuidado, sucio y serio,
al avaro se veía,
dirigirse cada día
camino del cementerio.
Allí, bajo humilde losa,
de una verja rodeada,
había sido enterrada
Antonia, la pobre esposa.
En honda meditación,
don Justo estaba un momento
como si. el rem»rdimiento
le oprimiese el corazón.
Y allí después, de rodillas,
toda la tierra limpiaba,
y con cuidado plantaba
diversidad de semillas.
Observando al usurero,
que se hallaba entretenido,
lo que hacía, conmovido,
miraba el sepulturero.
Y pensaba así:
—¡Qué amor
más grande por su mujer!
Será, de«pués de nacer,
un recuerdo cada flor.
III
Siempre á su tarea fiel,
el avaro cada día
sin olvidarse venía
hasta el jardiníUo aquel...
Y ansiando admirar las flores
que plantara el usurero,
esperó el sepulturero
la estación de los amores.
La codiciada estación
nació entre aromas mecida,
y llegó un soplo de vida
á la fúnebre mansión.
Hubo entre las tumbas flores,
y don Justo recogió...
la cosecha que plantó
de papas y coliflores.
Luis Garda.
DOCE RETRATOS CUATRO PESOS
— Con permiso...
—¿Como los quiere V.?
Quí es, si señor: pase V.
—¿Está el retratista?
—Si señor; tenga V. la bondad de esperar un momento.
Siéntese V.
—No puedo.
—¿No puede V. sentarse? ¡Ah! vamos, será algún grano...
—No señor; soy Pepe Guayabin. y no quiero que me vean en
esta casa.
— Aqui está el retratista. Pase V.
'l^rTliiT All 'I -¿tt
StftiiáíseÉkyiiíiiríi^- j&í, ■ ¿"iu
¿i...^'^- 'i
^¿M
■ÍV«-S'--
^ EL CASCABEL
— De á cuatro la docena.
— Bueno: ¿quiere busto...? ¿cuerpo entero?
— Me es igual; pero le suplico que me saque V. la cara dé modo que no se me
conozca.
—¿Que no se le conozca?
— Sí, señor; potque he de regalar mi retrato á una señora casada, aunque gorda,
y no quiero que el marido pueda atrapar un dia mi fotografía...
— El caso es grave.
— Agrándeme V. los ojos y ciérreme más la boca...
—Tal vez un bigote postizo...
— ¡Cabal! Póngame V. bigote y peíneme hacia arriba... ¡Ahí y hágame un lunar
aquí, al lado del ojo... ¡Ah! y el bigote bien afilado, ¿eh?
— Pero señor mió: ¿se figura V. que soy peluquero?
— Hágalo V. por mi, y por ella que quiere mi retrato.
— Pero si V. no tiene lunares, ni bigote...
— Hágamelos crecer V., y cuente con el agradecimiento de dos tórtolos.
— Bueno; coloqúese V.
—¿De perfil?
— Como guste.
— ¡Ahí... Que no se me conozca el acento ¡por Dios!
- ¿El acento?
—Sí.
— ¿Cuál, el circunflejo?
— No: ei cordobés.
— Pasen ustedes. ..
— Entra Anita mía: no tengas vergüenza.
-¿Yo...?
— ¿Quieren hacer un grupo, eh?
— Sí, señor; como nos hemos casado ayer, aunque me esté mal el decirlo, quiero
que nos retrate juntos, porque el tiempo pasa, y dentro de veinte años será un con-
suelo para mí, ver la cara que teníamos el día después de la...
— Calla Lesmes...
— ¿Cómo se van á colocar?
—Muy cerca uno del otro. Yo le pasaré la mano por la cintura y la miraré de
reojo; y ella apoyará la cabeza en mi hombro como diciendo: ¡Este es mi sosten!
— ¡Bravo!
— No estará de más que ponga V. un telón de jardín con un Cupido de yeso que
me eslé apuntando con la flecha.
— Se pondrá.
— Y tú, Anita, pon los ojos en blanco y cierra la boca, para que no se vea aquel
claro que en ella dejó aquel diente prófugo.
— Estense ustedes quietos.
— Ya haremos lo posible, aunque es difícil, porque como soy tan nervioso y esta
me hace cosquillas con los cabellos...
— Pues aguántese V.l
— Ah!... Oiga V. señor retratista. Procure que en mi cara se conozca que estoy
casado... ¿Como coloco la cabeza?
—Por añora como quiera. .Pase V. dentro de cuatro años y ya hablaremos. (Demo-
nio, y qué pesados son estos recien casados). Una... dos... tres... ya están ustedes.
— Cuidado niños... por aquí... por aquí... buenas tardes... entra mujer, no tropie-
■ ees... niña no le atontes... ¿y la nodriza?... ¡Ah!... Pase V. Dominga... ¡entra Lui-
sín!... Cuidadito con llorar... que entre el perro... ven pichin, pichin... quieto...
¿ya estarnos todos? Uno, dos... cuatro... siete... nueve... justo... ¡cuando V. guste,
señor fotógrafo!
—¿Un grupo?
— Sí, señor. Quiero retratarme rodeado de la prole, la mujer, el ama, y el perro,
todos servidores de V.
—Gracias.
— La señora en el centro.
— Nó, esto á tí te corresponde.
—¡Calla mujer!... Yo me pongo al lado de la nodriza, junto á Rafaelín.
— ¡Huml
—Las niñas en el suelo. Los niños á tu lado. Pon la mano en el hombro de Pe-
rico, y si llora, le tiras de las orejas.
— ujué telón pondremos?
—El mar.
EL CASCABEL
531
—Bueno.
— Si, sobretodo que sea bueno, porque el oleaje me ínarea.
—Perfectamente. ¿Y el perro?
— Aquí en mi falda.
—Bien mujer, pon lelo en la falda, pero aguintale el rabo, porque ya sabes «jue
pichin es muy desvergonzado.
— Pobrecito, ¡no le insultes!
—Coloqúense ustedes.
— ¡Ah... Agapilo cuidado!... Y V. Dominga, no se arrime mucho al pntrón porque
el niño. ..
— ¡Adiós, ya llora!
— Déle teta.
— Bien pensado y ¡que se vea!
—¡Apártate Agapito!... Dominga, no le dé V. el pecho...
— ¡Pero mujer... Yo...
—Señora.
—Mamá.
—¿Qué hay Emilito?
-Tengo ganas...
— ¡Quietos!... ¡Quietos todos!... A una... dos... tres... ¡ya están!
—¡Gracias á Dios!
— ¿Pero quÁ es eso?
-¿Qué?
¡Eso de la alfombra!...
—Perdone, señor retratista, es que Emilito...
— ¡Ah!... ¡Que no salga en el retrato!
— Nó: no saldrá. Pero tampoco saldrá de la alfombra, que es peor.
—Ya sabe V. que quien con chiquillos...
— Si. si...
—Adiós y V. perdone. ¡Balallón! ¡¡Mar...!!
—Servidor...
—Pase V...
— ¿Una docena?
-Si.
— ¿Cómo los quiere?
— Me es igual.
—Siéntese V....
—Gracias.
— ¡Quieto! Una... dos... tres... ¡ya está!
—Y diga V ¿me he estado quieto?
— Si, señor.
— ¿Saldrá bien?
— Si, señor.
—¿Y se me conocerá que soy socio del Ateneo?
— ¡Ah!... ¡No señor!
—Entonces no le pago.
Andrés Solé?".
TÜCUMAMJLí
LA RUBOROSA
Cuando robarle un beso yo quería,
con desdén me miraba
y el rubor sus mejillas encendía;
más, una noche que atisbando estaba
la tibia alcoba que á mis oj«s roba
su expléndida belleza,
vi salir con presteza
un hombrecillo audaz de aquella alcoba,
y... ocultarse con ella en otra pieza...
DESPREOCUPADA
Díjele en el baile á Juan
—¿Te gusta aquella muchacha?
Me parece vivaracha...
y me repuso el truán:
—¡Que ha de ser! Es un caribe,
y pava, y llena de engaños,
pues hace más de tres años
que la amo y... no se apercibe.
• *
NO MINTIÓ
—Toma esa flor, tan pura como bella-
me dijo, al declararle mi pasión —
símbolo de mi fé, querido, es ella
cual su aroma, mi amor.
^i^
V «f "síi» <r; '"-ijr^s?
-JT --Tv-T^'^'i-'.'^
S5g
:#■:
EL 12 DE OCTUBRE
Uno que lo espera para bajar
Otro que lo espera para subir.
Este lo espera temblando por los sonetos
que le dispararán.
Y este para machacarnos con un
poetna á Colón y á la Guayaba.
^É¿Á.ku^.
A Aütjííitói
ÉL CJkSGáJBEL
5&ar
VARIEDADES
Parece que Sáenz Peña tropieza con
dificultades para formar ministerio...
, — (Si se acordase de mi! se acababan las
dificultad'3s.
—...¿Y te dejó el ingralo?
—No; yo le dejé en seco.
— Lo creo. Ayer lo vi y parece
un tallarín.
—¿Le han gustado Los Atnantes?
— ¡Eso pregúnteselo á mi mujer, que lo
que es á mi, me revientan los amantes!
Colon y América.— Poema,
mecido por las brisas te saludo.
¡Oh ilustre descubridor!
_■ '•^T.,i^aSfi£f¿^j:^^-'^li%^^'J.. '■
554
E^ CASCABEL
Y ayer cuando su olvido, vi, inhumano,
como testigo de su embuste cruel, #
quise la flor buscar; pero era en vano'
ihojas secas hallé!
Kntonces con el alma dolorida
por la fatal y horrible decepción,
me alejé murmurando; — ¡No ha mentido!
jNo me engañaba, no!
INDEFINIBLE
Me pides que te detina
que es un beso. iVi los sabios
definirte podrán eso.
...Pero si, mujer divina,
junta á los míos tus labios
y sabrás lo que es un beso.
LÓGICA POLÍTICA
Luís reconvino á su yerno
porque, como un corrompido,
siempre pasaba al partido
que iba á subir al Gobierno:
Y él contestó:
—No me abrasan
tus palabras. Sieinpra fui
(jubernísta: conque así
¡son ellos los que se pasan!
PAN FRESCO
Compré pan en Tucumán
tan duro como el diamante,
por lo cual dije al marchante:
—¿De qué año «era este pan?
Y al punto con interés
me respondió el tucumano:
—¿De qué año, dice? paisano,
¡si no tiene más de un mes!
Patricio Gallo.
— ^<S^ —
MÁXIMA
De jugar por la tarde un rato al mus
murió un veterinario en Chascomús,
y por jugar al tute noche y dia
curó Blas de una horrible pulmonía.
Por tanto eso del vicio es patarata,
pues á uno sana, lo que al otro mata.
Un joven allá en Rodas
se resfrió en la noche de sus bodas,
y un viejo en Arnedillo
casóse y se murió de un tabardillo.
Asi, huye tu también del matrimonio
lo mismo que si huyeras del demonio.
José Arana.
TIPOS POPULARES
Kl loco TABTABU
Ílf^ M E aquí el segundo per-
lf/ír^9i sonaja de nuestra eolec-
jÍWI ^^^^ ^® tipos populares,
W^'m bien digno, esle por
^^ cierto, de caer bajo la
sabrosa y iesliva pluma de Sansón Ca-
rrasco.
Digo esto, porque considero que para
hacer una descripción fiel y sensata del
tipo que en estos momentos me ocupa,
es necesario hallarse dotado de un exce-
lente espiritu de observación.
Francamente, Tartabíi es uno de los
tipos más 7^icos que he conocido.
¡Es impagable!
Siempre alegre, sienii)re chaculón, en
todas partes le hallareis.
De noche, en los teatros, con su jacu-
min con corte., como é\ dice, sus botines
siempre rotos, su pobiado y espeso bigote
y su galera café, esperando como alma
en pena, que el concurrente generoso le
obsequie con una contraseña., ó sino ocu-
pado en la venta de iibritos de zarzuela
ó de semanarios festivos, el caso es se-
gún su expresión, menear la sin hueso
y sacar pa el catre.
De día, le absorven por completo sus
tareas periodística^., sí señores, perio-
dísticas., no of estrañe, Tartabú es el me-
jor corredor de romances sangrientos
ó matrimonios en décimas,
¡Quién mejor que él para pregonar: «J.
Cinco centavos las décimas del matri-
monio de un rasco lechero con una la-
vandera napolitana... !y>
Nadie, Tartabú está criado en ello, es
su vida.
Cuando no tiene romances., reparte avi-
sos, pero esta ocupación es mucho más
seria, porque entonces tiene que vérselas
con su socio ó rival., mejor dicho, el loco
Candelario., el cual no le deja tranquilo
á luz ni á sombra, debido á la competencia
que le hace en el reparto de carteles ó
anuncios de remates.
Sea como sea, el caso es que Tartabú
no vive de limosna: el panuque come se
lo gana.
Vaya esta salvedad en honor á su per-
sona.
Tartabú, en sus tiem,pos fué, puede de-
^iSfiíL
EL CU^SCABEL
W'^^0^^
455
,X> fí
APUNTES
(Dibujos origirLüles de Barris)
-íS^iriS!¿JuSAÁh^.-^A*m.^~.. .'\.
■' lí^<íwLv^-o.£*.,-.'4Í3fc.-"
"Tre
556
£L CASCABEL
cipse, el niño mimado de hnéain elegan-
te muchachada.
Sin él, no habla reunión alegre.
Y sin él, hubiesen carecido de brillo y
aaiipación aquellos impagables bailes de
máscaras que se daban, en el hoy elegan-
te teatro de la Opera.
jLa Opera!
Allí empezó nuestro héroe á ganar
fama de orador.
Allí echó sus primeros discursos que
tañías glorias le valieron. Aquel fué el
campo de sus primeras hazañas.
jQu^ tiempos aquellos, en que el loco
Tartabú, encaramado en la barandilla de
un palco balcón, con un aire de diploma
tico y en posición académica., según él,
endilgaba a su alegre circulo, una reta-
hila política, con más Lrio y enlusrasmo
que hacerlo pudiera el mismo Del Valle,
en las bancas del Senado.
¿Qué decía?... Imposible escribirlo. '
Allí salían á relucir: ^Gobiernos sufra-
gantes... Libertades mansilladas ..Le-
yes de papel de astraza...^^ En fin, in-
mensidad de disparates y desaciertos,
pero en ellos nunca faltaba una gracia á
tiempo, un chiste á lo Tart-ibú.
Lo más gracioso eran los finales de sus
discursos:
¡jA ver muchachos!! Ya he dicho., pero
ahora falta que pele?' porque el cañuto
está secao.
Y con tal que se le dieran, diez ó quin-
ce pesos de la antigua moneda, era capaz
de pillarlo el día en uno de sus más ar-
dientes y disparatados discursos.
¡Qué noches de placer y de jarana, las
que se pasaban en su compañía!
Era cosa de nunca acabar.
Hoy día, á que negarlo, Tartabú está
en decadencia. Ya no es aquel verdadero
tipo popular que conocimos, aquel ale-
gre mucbacho, que con sus chistes y lo-
curas mantenía en constante hilaridad á
su auditorio, alegre y chacotón como él.
Hoy día está dado al trabajo, aunque
desgraciado en sus negocios.
Tartabú, ha ejercido toda clase de pro-
fesiones é industrias.
En un tiempo tuvo agencia de coloca-
ciones, después salón de lustrar calzado,
más tarde despacho de bebidfts y empa-
nadas, de las cuales era insaciable con-
sumidor, y ahora últimamente, el verano
pasado, se ocupaba en la venta de aba-
nicos y pantallas, que en gran cantidad
expendía en nuestros teatros y cafés.
Ésto último fué, lo que más le dio.
¿Quién no compraba una pantalla ven-
dida por Tartabú? ■
Nadie.
Imposible escuchar su ofrecimiento, sin
llevar la mano al bolsillo. Había que
comprarle una pantalla.
Pero con todo, Tartabú no abandona la
venta de décimas ú obras literarias de
veinte centavos el tomo.
Si no grita, no vive.
En estos últimos días, Tartabú estaba
de parada.
¡Cuidado con tocarlo!
Andaba con un levitón plomo de boto-
nes doraos y una inmensa gorra, en la
cuál se leía el anuncio de una casa de
trajes hechos.
Era digno de verse con semejante traje,
trrso y respingado como un ingles, aún
que sin abandonar su imperceptible cojera
repartiendo anuncios y catálogos.
Para colmo de gracia, le habían provis-
to de un cornetín de tropa, el que mal to-
cado, anunciaba su presencia en cada
boca-calle.
Por cierto que servía de titeo, pero que
le importaba, si con ello tenía asegurado
el puchero.
Noches pasadas le vimos en el Apolo.
Vendía «el librito de la revolución á
quince centavos.»
Le rodeaban unos cuantos curiosos.
- ¡Que hable Tartabú!...— dijo uno.
— ¡Que hable!— prorrumpió otro.
—¡Que hable... que hable!— dijeron en
coro todos los que le rodeaban.
Pero Tartabú se negó. Tenía delante de
él al chafe., que no dejaba de estrilarlo.
Por último, y á instancias de su coin-
pinche, el negro Cachibache, Tartabú
tomó posesión de un peldaño de la escale-
ra, desde donde empezó uno de sus des-
cabellados discursos.
Tuvo que suspenderlo, debido á la pre-
sencia de un agente de policía'^que impi-
dió por medio de su acción el que Tar-
tabú sacase joa el catre.
Indignado con tal proceder y despre-
ciando á quien tan mal apreciaba su elo-
cuencia y sabiduría., tomó dirección al
Once, gritando con su tonada favorita:
—¡A Cinco centavos la décima del
horrible asesinato de la calle de Pi-
chincha!
Emilio Gilí.
-aoc
i,. 1 X,' ■..'S
sr*-;.;-
EL CASCABEL
^7
•■¡íP-JS.
i-rsrrsTTmí^
DE DOMINGO A DOMI.ilGO
Estrenáronse Los Amantes de Teruel
y no gustaron, es decir, no gustaron á
unas cuantas eminencias, que hacen cri-
tica seria en la sección de noticias de ios
diarios.
El público, el común de las gentes, la
gente común, la que no tiene criterio, ni
gusto, ni nada, en una palabra, lee las
criticas y lo que es más, las cree, aunque
parezca mentira.
Y jnaturalmenle! tal diario dice que
Los Amantes es un mamarracho y no
hay más remedio que creerlo.
Dios ampare ó los bienaventurados que,
para saber si una obra vale, leen los jui-
cios'de la prensa en general. Las excep-
ciones son pocas.
Volviendo á Los Amantes. Es una
verdadera ópera; magníficamente instru-
mentada y muy bien sentida. Tal vez es
larga; quizás decae en algún momento.
Concedido, pero ante la plegaria del pró-
logo y el gran dúo del tercer acto, el oido
más obtuso, encuentra bellezas superiores
á todo encomio y que bastan pura acre-
ditar á un maestro.
Sucede con Los Amantes lo que con
otras obras.
La primera audición sorprende.
La segunda gusta.
Y las restantes deleitan y entusiasman.
En suma, y no queriendo ser menos
críticos que otros, diremos que la obra es
buena por que sU y nos quedaremos tan
frescos como los que la han juzgado mala
¡lor que sí.
La ejecución fué buena, por lo que á las
partes se refiere. La Sra. Rodríguez suple
con su acción, sumamente dramática, de-
ficiencias de voz. Grani, aplaudidisimo, y
con razón por cierto. Lo mismo ocurrió
con la Sra Steimbach y los Sres. Laban
y Riera.
En cuanto á los coros, banda y misa en
escena, que diría cualquier critico á la
flor del tiempo, es decir, á la violeta, más
vale no meneallo...
A ellos se debe el poco éxito de la obra.
En cuanto á la orquesta dirigida, por
Goula, es inútil repetir que estuvo supe-
rior. Agradezcamos al maestro el haber-
nos hecho conocer una ópera nuevo, bella
y atrevida, si; porque el último acto no
lo hace cualquiera.
Y Bretón lo ha hecho.
. o podemos ocuparnos de Favorita.,
cantada por Oxilia, á causa de que este
artista y El Cascabel aparecerán casi si-
multáneamente.
El martes.
Dia aciago, pero que seguramente no lo
será para el celebrado tenor y... para no-
sotros.
Nos lo temíamos.
Los Amantes han ocupado casi toda la
sección teatral, asi es que ponemos critico
y aparte.
Hasta el miércoles.
Ustedes querrán saber cómo sigue la
cuesiión con Tribuna^ eh?
Pues sin novedad, por ahora.
Las novedades vendrán después.
Subre todo, cuando conozcamos los an-
tecedentes de que habla el apreciable
colega.
Es cuestión de días.
Todos los diarios, menos El Diario, en-
teraron a sus lectores de la causa pen-
diente entre Tribuna y El Cascabel.
Pero en cambio la Vida social cada \ez
es más interesante.
Para los niños y ¡ay! las niñas de la
cre^na.
Para lermipar: en vista de que Tribuna
se sirvió anunciar la aparición del núme-
ro 34 de El Cascabel, un apreciable diario
dice que podríamos suspender la causa
empezada.
¡No!
í,.ís,^^J^iat^^É^^%^l¿C^£H.fA._..-_^^
--■-i."fii»fi-^"v'hir'ñr^^á-. - .
■, ■.;^í3si!ST'^ :--■•■
^
ífíL CÁaéÁK£L
■M
XjQ cortés no quita lo váienté. Y Ifi cor-
tesía de Tribuna, que sienapre hemos re-
conocido, no puede obiigarnos á desistir.
El caso que el juez ha de fallar, interesfi
it:|p4os los escritores en general.
Y Tribuna, dirigida por un literato, está
tan interesada cotno nosotros en que se
obtenga un fallo.
' Sea el que fuere.
Le pegaron diez palos á Librada
capaces de matar A un megaterio
y ella en trance lan serio,
tranquila se quedó, sin sentir nada.
Esto nos hace ver
que realmente es de vidrio la mujer.
_Al presidente electo le hicieron una ma-
nifestación el Domingo.
Uno de los oradores, dirigiéndose á los
curiosos que tomábamos el sol, y el chorro
oratorio sin abrir el paraguas, exclamó:
porque contamos con vosotros,
banqueros!
Todos, nos miramos sorprendidos.
Y agradecidos al mismo tiempo.
¡Banqueros!
Ks un ascenso inesperado.
Apropósito de la manifestación:
¿Én qué se parece al agua?
En lo clara.
¿En qué se parece m la vida?
En lo corta.
Y ¿en qué se parecen el discurso del doc-
tor Saenz Peña y una declaración de amor?
En que son abundantes en promesas y
esperanzas.
Conste que el Sr. Enrique Fina., Iin
cumplitlo con la Administración de e-^te
semanario, liauidando sus cuentas pen-
dientes .
Con muclu' gusto accedemos ú lo que
pide en la siguiente carta, el Sr*. Monner
Sans:
Buenos Aires, Agosto 26 de 1892.— Señur
Director de El Cascabel. — Muy señor niio
y respetable compañero: Tengo el agrado
de participar a Vd. por si juzga convenien-
te hacerlo publico, y á reserva de pasar
personalmente á darle detalles, que aunan-
do voluntades artísticas y literarias, he
ideado la confección de un número úi ico,
que en honra al inmortal descubridor cele-
brará el cuarto centenario del descubri-
miento de America, deseando por mi parte
que él sea A la par que una manifestación
de entusiasmo por el gran acontecimiento
histórico que se conmemora, una esplén-
dida prueba del valer intelectual de la Re-
pública Argentina.
Y en la Confianza de qué Vd. no me ne-
gará su valioso apoyo, é Ínterin tengo el
gusto de pasar á saludarlo, me ofrezco
n Vd. atto.. S. S.—Monner Sans.
Biim-Bum.— El de hoy es algo flojo.
Chichirinela.—iQu» si lo quiero publicar? ¡Allá vá!
Es decir, allá vft un trozo.
« Cuando estoy en la ventana
y me pongo & contemplarte
con unos ojos de fuego
temo siempre marcarte.
Como siempre estás jugando
corriendo de un lado á otro
me parece estar en la estancia
y ver retozar. . . un potro. »
Marcial ñ.— Cuando haya ocasión me los volveré
á mirar.
/. Lúeas.— No es la originalidad lo que distingue
á sus epigramas.
B. B. fl.— Bueno, bonito y barato; ya lo veo.
Uno de Z.— No, señor, y además yo no le pido
nada. Usted lo manda porque quiere.
Antonio S.—Lo de usted se publicará pronto.
P. Triana. —CaentA usted muy mal las silabas.
Leocadia.— Lo mismo le pasa á usted, señora mía.
Trovador .—Pero, !por Dios! SI, llama Vd. sirena
valadi á la que le quita el sueño, se expone á que le
quite cualquier otra cosa.
A. L. G.— Otros y toros no son consonantes, aun-
que Vd lo quiera.
Un nmiffo.—iQaé quiere Vd.?. . ¿que le llame gra-
cioso? Pues, figúrese que va se lo he llamado.
Ella —íY quién es la ella que escribe tales des-
propósitos?
Colo»ihiano. —Dejemoi enya^ á Colón, que á estas
horas ya debe renegar de tanto verso como se le
dispara.
Puliticu.— Lleve Vd. su ariiculo á un periódico po-
lítico
C. S. C— No, señor, nunca.
M. de //.— Vd. perdone.
El de siempre. -Lo conozco en las faltas de orto-
grafía.
T. T. fiA.— Todo caprichoso. ¡Cómo el pseudónimo!
L. H. c. -Vale algo, si, señor; pero es poco movl-
dito, motivo por el cual no lo publico
/7i'//'°*'-— Tendré mucho gusto en verle por esta su
casa. Lo del teatro me ha hecho gracia. Puede usted
maniiar otra cosa, si gusta.
Andrés Nípuraqiiellas.—\eTsos, versos... y ¡nada
en conjunto! ¿Por qué no cuida más el asunto, en
otra ocasión?
Ohsprradur. - La observación la había hecho, y,
;ya vé Vd. que no he dicho nada! ¡Ah! muchas gra-
cias por el interés. Tendré mucho gusto en comen-
tar otra observación.
r.—\o me acaban de gustarlos "Cantares».
ru//>í;/7.— Cortito, y de poca migo essuC. T. C. B. A.
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Editor propietario: FRANCISCO F ERRES
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Número atrasado.. .. »0.15 id
Fotograbados de Emilio A. Coll y C»
En su artislico trabajo
logró, cantando muy oíen,
que muchos bajos estén
por debajo de este bajo.
'lf!%í'-^'-\¿¥
oJj^^at.l'Á.aÁjtt^ijá
•J^aSiuA^,^,^ M3^¿,J:i^jÍtí^
:':^\ff^_'
..-^^■■y.¡_^■■¿:-.\'^
562
.^fi'i^
M-CMQAHEL
^M\jy __.^.g,,^
li
ADA hay estable enjesta vida
Toíio fs fugaz.
Todo pasa.
Todo... menos la falta de moneda, que
cada día es más notoria.
El general Roca ha sufrido una déhade,
que diria algún cronista.
Y todo ha sido sufrirla y caer en d(^s-
gracia, hasta tal punto, que un poeta
amigo nuestro que ha compuesto un can-
to á Colón con motivo de eso del cente-
^ nario, ha tenido que corregirlo, porque en
unos inspirados verso* decía:
La generación de hoy lo toca,
lo \vé, lo palpa y lo siente:
fue Colon tan resistente
con su voluntad de roca
y le ha parecido prudente cambiar lo de
roca por jteña .
Pero como los verpo^" instan sugetos á
regias, se encuentra el vate con que peña
y toca no consuenan.
Lo cual le obliga á cambiar una porción
de versos.
■Todo lo puede la pasión política!
Hasta influye en los rótulos de las tien-
das.
Y asi vemos que el dueño de una pele-
tería, la del Zorro, ha cambiado de título.
Ahora se llama «Peletería Moderna.»
Todo, porque Roca ha tenido un tro-
piezo.
¡Cambiar el nombre de un estableci-
miento!
— ¿Le parece á V. poco? — me decía un
caballero ex tendero.
— Al contrario. Me parece mucha cosa
Jo de cambiar rótulos de tiendas, única-
mente por que el politice A ó B ha tenido
una desgracia. A este paso los estableci-
mientos que venden pan, han de volverse
atrás, recordando qué el P. A. N. se fué
al bombo.
— ¡Justo!
— Juoto ó no, pero bombo al fin. ^
— Cabal; y en vez de decir aquí se ven-
de ^aw, se verían obligados á decir: «aquí
se vende. .
- Cuerpo de Cristo.
— Eso, eso mismo, ¿sabe V. lo que re-
presenta el título de un establecimiento?
— Me parece que. . .
— h.1 título es el todo. Mire V.; yo tenia
un primo qne era ofici.il.
— ¿De infantería?
— No: oficial de barbería y un día pensó
establecerse.
--Bien pensado.
— Pues sí; alquiló local, compró útiles
y todo lo tenÍM á punto ya. cuando llegó
la hora de dotar con nn nombre al estable-
cimiento.
— ¿Cómo le titularemos? — decía el ofi-
cial.
— El Adonis Voluptuoso — le contestaba
el hijo mayor, que era muchacho leído y
que escribía en El Amor, periódico sema-
nal dedicado á ellas.
— ¡\o me gusta! -murmuraba el padre,
que no conocía bien la historia antigua.
— Pues mira — decía á su vez la mujer
del barbero — pon le Peluquería del Buen
Corte.
— Eso de corte es muy compadro — ol)je-
taba un pariente.
— Y, además, lo de coiie puede escamar
á las personas de cutis fino que solo ven
cortes y tajos en todas parles.
— En la cara los verán.
— ¡Yo no corto á nadie!
— Bueno: pues pnnl'^ Peluquería liberal.
— ¡Jamás! En mi establecimiento la
libertad de cultos se ha de respetai. Y
además, podría perder un cliente bueno,
un capellán no mal parecido, que se hace
afeitar la coronilla día por otro, y que
me aprecia, porque tengo buen pulso y
se la hago que ni con compás.
— Bueno dijo por fin un intruso — pónle
«Peluquería» á secas.
— ¡A secas no! Alguien podría creer
que no uso aguas de olor...
— No, hombre; quiero decir que te dejes
"ílí.
í^t^S-liSti^'i «Jíw-a: ■._Mv.k, -•
^.-l"-A=?v::2%fcA&^^-
EL CASCABEL
563
de nombres, y pongas un letrero que diga
«Peluquería».
Así se hizo y todo fué bien al principio,
pero luego, mi prinno enviudó y pasó muy
malos días, aunque ganando dinero, por
que sus clientes eran personas finas que
se afeitaban los jueves y domingos.
Pero como el triste estado de viudo do
le cuadraba, empezó á bnscar sustituta y
acabó por casarse en segundas nupcias
con una viuda absoluta, que le repasaba
los calcetines aun personage del partido
radical, y que áe sabia de memoria las
poesías que en su juventud compuso el
gefe del partido, el Dr.Alem.
Ca^'óse, y como la mujer era de carác-
ter innovador empezó por hacer cambiar
el nombre del establecimiento, íjue pasó
á llamarse Peluquería Badicah
¡Y aqui fué Troya!
La clientela fué disminuyendo poco á
poco hasta el pcnto de que no sabiendo
que hacer, el marido se pasaba el día
peinando á la mujer, y esta á su vez le
cortaba el pelo caprichosamente al ma-
rido.
Por fin, el establecimiento quebró, como
un banco cualquiera y los acreedores en-
volvieron al pobre primo en una cuestión
muy peluda.
— Claro, siendo él peluquero...
— Ello es que se arruiíió, y todo por la
política.
— De modo (¡ue V. cree que al poner Pe-
luquería Radical...
— Puso la firma á su sentencia.
— Pues no veo la conexión
— ¡Hombre!... Ignora V. que el Doctor
Alem usa una pera que parece el cerebro
de un senador, por lo virgen?
— ¡Ab!...
Huyamos una vez más de la política y
sobro todo ¡cuidado con los rótulos!
Por que si la ocurrencia del dueño de la
peletería se propaga, será cosa de pin-
tar cada diez días los letreros masó me-
nos insinuantes.
Y entonces ¡qué desarrollo adquirirá la
pintura entre nosotros!
La pintura decorativa, se entiende.
PROTECTOR DE ANIMALES
Hay quien nace para ser.
sabio, médico ó marino
y liay quien á esto mundo vino
tan solo para comer.
Seres (jue pasan su vida
al masticar entregados.
y tan solo dedicados
al placer de la comida.
Don .luán es uno de tantos,
comilón impenitente,
quien dice ()ue solamente
hay en el comer encantos.
Cuandd siente simpatía,
por una niña graciosa
Jamás exclama ¡que hermosa!
sino ¡me la C(jmería!
Y si se halla enamorado.
])onderando de su dama
las excelencias, exclama:
¡l^>ella mujer! ¡buen bocado!
si una vieja le molesta,
no se i)uedo contenei"
y huye de aciuella mujer
diciendo (]ue le incli(it's.lii .
Mas ni rabia ni morena,
le lia causado la imprc^i<»n
!a dulce y grata emoción
de un almuerzo ó de una cena.
Se levanta tempranito;
y aún está medio desnudo
cuando su primer saludo .
es gritar, ¡tengo apetito!
Con bata y en zapatillas,
y como cosa de broma
café con leche se tf»ma
con dos kilos de plantillas.
Vuelve á tomar otra vez.
á las nueve un refrigerio,
puesto que el almuerzo serio
es en su casa á las diez...
En paz y en gracia de Dios,
tiene la boca cerrada.
y no vuelve á comer nad;i.
hasta la una ó las dos.
A las tres á mereiidaí-,
á las cuatro una masita,
á las cinco una copiía;
dan las siete y ¡á cenar!
iiero como liomhre prudente,
que teme el indigestarse.
toma cuando vá á acostarse
chocolate solamente.
Ayer tarde le encontr.'.
atento me saludó
á su casa me invitó.
y la comida acepté.
Yo traté de conversar,
mas fué inútil mi porfía
pues mientras Bon .luán comía,
fué inútil hacerle hablar.
Sin poderme conten;'!',
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í.í.íU'iíte!*^;2ií£i¿^j¿¿lí"jív.;
■,^-:-i£ii?: :t, -3¿»^'^Í9&*í^
Kprí* í»?'vy
564
Bl. CASCABEL
le dije luego.— Don Juan
yo no comprendo ese afán
de pensar solo en comer.
— ¿No lo entiende?
—No señor;
— #ues bien pronto! lo entendiera,
si V. lo que soy supiera.
—¿Pues que es V.?
—Protector.
—¿De animales?
^ —Eso es.
— ¿Y los protege guisados?
—Es que si son inmolados,
lo hago solo en su interés.
Yo comiendo sin cesar,
engordo de tal manera
que solo cuando me muera
he de dejar de engordar.
Mis propósitos son sanos,
pues una vez que sucumba,
tendrán conmigo en la tumba,
gran banquete los gusanos.
Y trabajo por su bien,
y en mis proyectos no cejo,
soy protector y protejo
á los gusanos también...!
5. Garrido.
-^-íH-e-
Agencia de Colocaciones
ON permiso...
— Adelante.
—¿Aquí dan colo-
cación?
—Si señora. ¿Que
hace V?
— Ahora nada: pero
quisiera hacer algo,
por que no me prue-
ba el estarme parada.
• ',^Pues, siéntese V.
— Gracias.
^— ¿Como se llama?
— Le diré, como llamarme, creo que me
llamo Pepa, pero póngame V. Ana, por que
me gusta más.
— ¿Cuantos años tiene?
—¿También la edad? Pues... ponga usted
■veinte.
—Números redondos.
^^No, de números no entiendo.
— Y V. quiere entrar al servicio de una
familia.
—O de lo que sen. ' -
—¿Y servirá V.?
— ¡Ya lo creo! Tengo una porción de per-
donas que pueden decir si sirvo ó no.
—¿Y qué sabe V. hacer?
— De todo un poco.
—¿Sueldo?
— Convencional. Después de estar en la
casa ya me encargo de ello.
— Bueno: la inscribo como cocinera?
—No.
—¿Como mucama?
— ¡Tampoco! :
— Entonces...
— Como nodriza: ama fresca, primeriza,
leche abundante
— ¡Ah! ya. Y su marido...
— ¿Mi marido? ¿Acaso me pondría á tra-
bajar si tuviese marido?
—Bueno, bueno; no se enfade. Ya apun-
to: «leche fresca, primeriza soltera, bue-
nos informes, sueldo convencional»
* •
— Buenos dias.
— Muy buenos.
— ¿Aqui colocan?
— Si señor.
— Pues colóqueme de una vez.
— ¿Qué empleo quiere usted?
—¿Puedo elegir?
— Claro; y si sirve. . .
— ¡Magnifico!
—¿Qué sabe V. hacer?
—Nada.
— ¿Entonces qué empleo quiere?
— Ya que puedo elegir, déme una carta
para el Presidente. Tal vez necesite un
diputado. ¡Ah! y cuando esté colocado cuen-
te V. conmigo.
• *
—¿Se puede?
— Adelante.
— ¿Aqui se cuidan de colocar?
—Si.
— Pues queria que me colocase. ..
—Siéntese V.
—No, estoy apurado, y esta colocación
urge.
— He de tomar datos.
—¿Datos?
— Si, y la profesión.
—¿Profesión?
— Si, hombre es menester que diga V.
cual es su especialidad.
— ¿Y eso que le importa á V?
—¿Cómo?
— Tome V. aguja y dedal en vez de tomar
datos.
— ¿Pero V. qué pretende?
—¿Aqui no colocan?
-¡Si!
L' .
JfltÁ'SB.'.SiíúSBa.ñiivi iAl-SsaiUitihl to'Cwí ■. ■.
• • i -j - "¿i 'Ü\ ú,
■■ ■ 'sf ■"^'-í'í^^?^!-
•^;-4?í,"-^,-í*^:r.r'^í2,-j' íi-íT
EL CA8BÁBÉL
565
— Pues, pretendo que me coloque en su
lugar los botones de la levita esta .
*
* *
-;; Salud amigo.
—¿Eh?... ¿amigo de V.?
— Si hombre yo soy amigo de todo el
mundo.
— Pues tiene V. cara de pocos amigos.
— La tendré sucia, porque ahora el agua
es tan fría...
— Bueno hombre, pero no se eche V... ¿vá
ú dormir en este banco?
— No hombre, no se aflija.
— Si no me aflijo; pero está V. llenando
de barro el banco.
— Luego se limpia... Pero ¡amigo! no se
moleste V... siga escribiendo que del tra-
bajo viene el descanso
— No estoy para bromas, ¿eh? Levántese
V. ó llamo al vigilante. Esta no es casa
de dormir.
— No se enoje, amigo.
— ¡Yo no soy amigo de V,! En fin veamos
¿qué busca?
^ — Colocación, hombre, y colocación á
mi gusto.
— V. quiere colocarse y empieza por
echarse cuan largo es, en ese banco.
—¡Cabalmente! la colocación que más
me gusta es esta.
—¿Cual?
— ¡La horizonlal, hombre, lal horizontal!
Andt^és Soler.
---^■^ —
Señor Intendente!
¡Esto es una atrocidad!...
jSe debiera prohibir
siquiera por caridad!...
¡Ks una barbaridad!...
4N0 se puede resistir!...
¡Jesús! Así que amanece
ya está el cuerno del tranvía
toca, que toca!... extremece
pensar en que todo el día
el cuerno siga en sus trece!
Y que toca sin reparo;
¡diablo de cuerno! es muy raro
esto del cuerno de aquí;
írancamente lo declaro,
me pone malo; ¡que si!
Es mucha música junta;
esto parece un infierno
desde que el alba despunta!...
la tal música del cuerno
pone los pelos de punta!...
¡Diablo! Yes una rareza
que ni á los mismos chiquillos
puede gustar: con franqueza,
si eso pone la cabeza
lo mismo que olla de grillos!...
Y después de todo ¿qué?
¿de qué sirve? ¿digamé? ♦
¿para que sepa la gente
que vá un tranvía? Corriente,
¿y que se aparten? Lo sé.
Pero ya ustedes sabrán
que no pasa un solo día
— pasaron ni pasarán —
en que no caiga un Adán
debajo de algún tranvía.
¡Por Dios, señor Intendente!...
ponga usté remedio urgente
ñ esos músicos atroces,
ordene usté que den voces,
esto es mucho más dec2nte.
Pero mande relegar
al olvido, sin tardar
el cuerno de los infiernos.....
(mire usté que se vá á d;ir
en decir que... hay mucii3s cuernos!...)
A. Díaz de la Quintana.
(Ginés Arenal).
ÁMGELA
«f ;^ ic*:i^r,.Sci
(Cuadro al óleo, original de Va.vmoxde)
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■*!&Sfcí&
■wwm'
■:- ^
566
íS-'^ífe-SS;-
EL CASCABEL
— ¿Y te preparas para las Fiestas Primaverales?
— Sí; ya empiezo á tomar zarzaparrilla.
INOPOETUNIDAD
Es una fatalidad,
una predisposición,
un naodo de ser el don,
de la inoportunidad:
Y se halla el inoportuno
en todas partes y en todo;
siendo asi, que de este modo
todos tratamos á alguno.
Cuando niño hace sufrir,
pues siempre ha ie desear:
si está en el lecho, almorzar;
si está en la mesa, dormir.
Hombre ya, continuamente
sus tonterías esirema
y así resuelve el problema
de fastidar á la gente.
Bartolo fué mi vecino,
hombre inoportuno á té,
con el cual no sé por qué
yo no hice algún desatino.
Al rayar el albn, alerta,
esperaba el nuevo día,
y entonces se le ocurría
ir á llamar á mi puerta
—¡Hola!
— ¿Qué ocurre, señor?
— ]Hombre! una cosa importante.
Le molestaré un instante;
quiero pedirle un favor.
— Lo que V. desee.
— Buenj.
Desearía saber
(jue edad debía tener,
cuando se murió, Moreno..
Otras veces el mastuerzo
á mi lado se sentaba
y entonces me fastidiaba
durante todo el almuerzo,
—¡Qué comida tan sabrosa!
¿Son sesos?
—Creo que sí.
— Mire; los sesos á mi
me recuerdan una cosa.
Eran lo mismo que esos,
los del vecino de al lado!
—¿Como?
— Porque se ha saltado
hoy la tapa de los sesos,..
Atroz era como él solo
con su inoportunidad.
Era una calamidad
con su estupidez, Bartolo.
(■ierto día una señora
no sé qué le regaló
y entonces se preguntó
—¿qué le regalo yo ahora?
Y tras planes diferentes,
tuvo la idea maldita
de llevarle una cajita
de polvos para los dientes.
Sé la ofreció con finura
y armó una revolución
k!:IÍl£í.?-'jÍj.' iii'aU''.^-^'.-
;!*¿u'ii»íí:-.-íi L-i^,*?"L¿J^S.
i^ii^^--
Fí'
EL CASCABEL
porque la dama en cuestión
¡no tenía dentadura!
Amó á cierta viuda al'fln
con cariño verdadero;
puesto que á cada soltero
le llega su San Martín
y ella que en su soledad
fastidiada se aburría,
esperó febril el día
de acabar su viudedad.
Fué la boda como todas
y en grande se celebró,
hasta que al cabo llegó
5 lij ansiada noche de bedaá.
Más Üart.olo, de repente,
se quejó, sintióse mal
y por destino fatal
murió inoportunamente.
En atiuella situación,
fué. según dijo la viuda,
inoporluno, ¡sin duda
más que en cualquier ocasión!
Luis Garda.
DOÑA MERCEDES (La Santa Señora)
HISTÓRICO
uiKN de los que vaga por esta bendita ciudad y campaña de Buenos
Aires, no habrá conocido á la persona cuyo nombre sirve de epígrafe
á estas lineas? ¿Y cuántos de vosotros no la habréis visitado en su an-
tro de la calle de Comercio? ¿Quién...? Pero dejemos estas salidas de
tono á un lado, ya i\\ie la Índole y el fórmalo (ie este periódico asi lo
exigen, y vamos á fijar de una manera más ó menos precisa, la época de su naci-
miento. Vio la luz en Córdoba allá por los años 1829. y terminó su pr.'ciosa existen-
cia el 6 de Setiembre de 1889. Primero se estableció en Villa-María, después en Rio
Cuarto, luego en Chascomús (provincia de Buenos Aires), después en el partido de
Quilmes, y por último, en esta bendita ciudad. Su habitación (la de ios conciliábulos,
un si no es satánicos) era de pega, como los teatros de los prestidigitadores. Estaba
dividida por su tercera parte, y esto, sin que el público se apercibiese. Un mueblaje
antiquísimo, compuesto por un sofá, varias sillas de esterilla y de madera, componían el
adorno de la habitación. Pero lo que descollaba sobre todo^ eiu una hermosa imagen
de las Mercedes y un bien tallado Cristo, que rodeados de velas y con una bandeja
á los pies, se veían encima de una mesa. En este momento llaman á la puerta. — A. ve
María purísima. - Sin pecao concebía. — ¿No está radivma? — No señor— esto dijo
una criada vieja que estaba al servicio de la santa señora— pero ahorita no niás
ha'e venir. ¿Qué le pasa? —Que Gollito se me ha enfer/nao y yo creo que le ha de
haber echao daño don Mamerto. — Sí... puede ser. Ah, ya llega la santa señora.
Claro está que doña Mercedes, oculta tras el tabique que comunicaba con la casa
por una puerta secreta, no había perdido una sola palabra. Así que vio al hombre
(pues el tal lo era y se llamaba ño Segundo) le dijo: — No me cliga>i nada, porque yo
sé lo que te pasa. D. Mamerto tele ha echao daño al chico, ó Gollito. — Es verdad
santa señora, y me admira su cencia y su saheración. —¿Entonces tenes confianza
en mi? —Si santa señora. — Sabes que tengo una cruz en el paladar. —Sí señora.
—Pues 7nira lo que tenes que hacer: Te vas pa el lao del .iagi/el y te llevas una
cabeza de ajo porro, cuando estés enfrente el jagueh sacas el cuchillo ^ partís el
ajo porro en cruz, y después de i'esar un credo, lo tirá'^ //atrás por debajo é las
piernas. Pero, cuidadito con mirar cuando lo tires, porque sino, no va á sanar tu
hijo y va salir con la suya don Mamerto. —Está bien patrona. digo, santa señora.
— Y si te sale bien me heñís á dar las gracias. Y ahoia dame algo pa esta vieja (por
la virgen) y pa este otro viejo (por el Cristo) que está con el chiripa y los calzones
muy viejos (aludiendo á la sábana que rodeábala cintura de Jesucristo). — Como no,
señora— contestó el paisano — ni aunque fuera un platal. Volvióse el buen hombre á
su casa y dio la casualidad que encontrase á Gollito bueno, lo que se explicaba fá-
cilmente, pues de lo que adolecía el muchacho era de dolor de oído, y como se le
reventara una postemilla que en él tuviera, se encontraba ahora perfectamente bien.
Un acontecimiento, para las gentes sencillas estupendo y sobrenatural, contribuyó
á aumentar el prestigio de que ya gozaba doña Mercedes. _ " '
Cierta tarde de eslío, y en el momento en que esta señora se aprestaba á sus
conferencias y divinas pláticas, fué solicitada su presencia por ño Manuel, un pul-
pero que se hallaba establecido en un campo próximo, y quitándose respetuosamente
•^Í!SS¡fáje-iUl..ií:i^'úi, .._J:^./v..¿.i,JfL.,
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t^^'iaOí^^JSS^^A'.^-.íí-íí-.^^.it:!!}' .
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568
BL CAflGABEL
CÓMO EMPIEZA
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SL CASCABEL
569
CÓMO ACABA
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(^ 3fr- ' "*f^cT-^
570
■^:>^¥í'fH^o ::mbu. cascabel
el sombrero: — ¡Alabao sea Diosl— exclamó — ¿Como está la santa señora? —Como te
va, hijo— respondióle ésta— ya sé a lo que venís. —Jué pucha— se dijo el buen
hombre para sus adentros y. cada vez mas asombrao de la sabiduría de aquella mu-
jer.—Asi 'que ser<i esctísao decirle que creo que la patrona me ar\áfi jugando sucio.
El pobre hombre no observó que él mismo revelaba lo que doña Mercedes debiera
adivinar. — Si, hijo— repitióle - te digo que ya lo sé. Pero auxiliada por la virgen de
las Mercedes y el viejo del cliiripá., hemos de dar con el sedutor. — Si lo hace así
como dice, santa señora, disponga de mi y de tuita mi piala. — Pues entonces, es-
cuchá?ne y seguí ai pié de la letra mis úfrusiones. Esta noche, cuando cerrés la
pulpería., atas los perros, y el caballo en lugar de dejarlo atao al palenque., lo
metes al corral y esperas íevantao a que sean las doce é la noche, que a esa hora
te van á gol piar la puerta. Abrí nomas y atrope lidio, b.\ primero que llegue, antes
que se güelva ó dispare, porque ese es el que te anda jugando sucio. —Está giwno
santa señora, y ahora ?nesmo voy hacer tuito lo que Usted dice. Y eCeclivamente,
después de haber llenado todas aquellas formalidades, acurrucóse íio Manuel detrás
de la puerta y esperó que golpiasen. Y el diablo que no duerme, ordenó ({ue á esas horas
se indispusiese li mujer de un vecino de aquellos pagos. Padecía lo tal, de reuma-
tismo, y como lo único que le probara para aquella dolencia fuese la grasa de ca-
chorro, suplicó á su marido fuese a pedir un poco de ella al pulpero, pues este era
el único que por allí la tenía. Emponchóse don Valentín (que asi se llamaba el ma-
rido de la enferma) y á las doce de la noche, poco más ó menos, ¡tras! tras! ¡tras! en
la puerta de la pulpería. No bien sintió el de adentro, gritó: — Ah, hijo é perra,
ahora las vas ja pagar toas juntas.— ^o., Manuel, yo venía porque á Transita le han
güelto los reumatis^nos y quiere que usté le dé un poco é grasa é cachorro pa
ponerse. — Si, espérate un poco, que ahora te vo a, dar grasa é cachorro y hasta
sebo si querés. Y abriendo de golpe la puerta, arrojóse sobre don Valenlin y le dio
tal puñalada rpie efectivamente lo dejó tnostrando el sebo. De este atropello, del
cuál era tal vez única responsable la santa señora doña Mercedes, no se habló nunca
y se echó tierra al asunto, debido á que ao Manuel estaba muy bien con el conien-
dante de las juerzas del partido.
Asi se abrió camino la tal mujer, entre la gent*^ ignorante y supersticiosa, en el
partido de Chascomús. Después pasó á Quilmes y últimamente á esta capital, donde
residió muchos años. Pero, como se inmiscuyera demasiado en achaque de partos y
doncelleces, las gentes dieron en decir que para eso había hecho pacto con el diablo,
y aseguraban á pies juntillas que, pesaroso el señor Satanás de haber comunicado su
saber ala curandera doña Mercedes que de tal modo lo desacreditaba, determinó llevár-
sela á sus dominios en la fecha última que antes anunciamos, es decir, el 6 de Se-
tiembre de 1889.
» /. Corras Fernandez.
-¿Y usted, señora, no baila con nadie?
•No, señor, yo me entiendo... y bailo sola.
&<ikjt.
tll¡áa3tí^i&.l .
i' í i-r«r- 1 n fifitÍMiaiitffli
'^J^W^lv'f
*-S.'Sf?K?^^í^sS5w?S
í*;ÍV'i<¿%<SííiK*%"*%<;S'^?Si;'^':«S"
EJU. CASCABEL
mi
A P U N TE
(Dibujo de Barris)
IR' POR LAMA « , , «
—Hola mi querido Blas,
—¡Calla! ¿eres tú amigo Andrés?
te buscaba hace ya un mes,
ahora no te escaparás.
De tal modo le escondiste
que ya estaba con cuidado,
más dime: ¿donde has estado?
donde diablo te metiste?
— Pues tan impaciente estás
á referírtelo voy.
no quiero que digas hoy
que no te complazco, Blas.
Sabes ([ue yo, por el juego,
dejo cualquier otro asunto
y algunas veces apunto
aunque ninguna hago íuego.
Unos pesos que cobrar
tenía ha cosa de un mes
y me dije: en un enh^és
bien los podría doblar.
Y como no gasto ambajes.
á un conocido garito
me encaminé derechito,
con mis armas y bíxgajes.
Ya dentro, vi el horizonte
despejado, magestnoso
jChe! no hay nada tnás hermoso
que una partido, de monte.
El banquero muy ufano
tiró un rey, y luego un ás
y yo fui y jugué al rey, Biás,
aunque soy republicano.
En todos nuestros semblantes
la ansiedad se retrataba
y el tapete se llenaba
de sumas exhorbitantes.
El que tallaba, con calma
las cartas iba corriendo
y poquito á poco abriendo
sepulturas en el alma.
Pues bien, mi ([uerido Blas
¿qué es lo que dirás que vino?
— ¿Como quieres?... yo no atino..
sin duda vendría el As.
—¿Quién? ¿el As? que tontería..
-Entonces me lo'figuro,
vendría el rey de seguro.
— No, no aciertas todavía.
— Me haces charlar por los codos.
¡Ea! ya basta... ¡Canario!
— Pues bien. vino... el Comisario
y presos nos llevó á todos.
Jo&é Arana.
DE DOMINGO A DOMINGO
- Pocas novedades.
La compañía que actúa en el Nacional
anunció la ópera Trariata. cantada por
la señorita Huguet, y los señores Grani y
Fonleynes. Este hacia su debut.
La representación salistacia al público,
pero al empezar el tercer acto produjese el
sangriento suceso que tanto ha llamado
la atención y, naturalmenle. la opera no
terminó.
La segunda audición que debía tener lu-
gar el Domingo, se suspendió también.
Ahora se aguarda el estreno de la nueva
ópera El León de Venecia., que tendrá
lugar lugar durante esta semana.
POLITEAMA.— El nuevo baile Y-thea-
zi se sostiene en el cartel, y logra aíraer
público bastante numeroso.
APOLO.—Eslrenose el juguete comico-
linco Los consejos de D. Javier., que
■&J&Í
^fc»i«:
572
aunque son muchos, raás podrían ser: qui-
zás el mas esencial se lo guarda. El autor
fué llamado infinidad de veces al caer el
telón: de modo que juzgando la obra por
las llamadas^ Los consejos de D. Javier
es una obra de las buenas.
Otro estreno en puertas' Rosales., apro-
pósito en un acto y varios cuadros. Es
una obra que seguramente llamará la aten-
ción.
ALHAMBRA. — También se estrenó olra
obra local, El Año 92, letra del señor
Soria y música orijinal, á trozos, del maes-
tro Abad. La empresa ha tenido buenas
entradas con esta revista, lo propio que
con la Boda del Cojo, que cada noche
gusta más.
COMEDIA.— Con la concurrencia de
siempre, siguen representando en este tea-
tro las obras más aplaudidas, tales como
Viva mi niña. A casarse tocan etc..
Juárez yCa. bien, como de costumbre.
FOLIES-FORL.ET.— Mucha animación
en el teatro de Forlet, que á medida que el
frió nos abandona, se vá haciendo el local
más apropiado para pasar la noche.
PASATIEMPO.— Parenti y su discreta
compañía muy festejados por los concu-
rrentes al destartalado teatro de la calle
Paraná.
ODEOK.— Para el 10 del corriente mes
está anunciado el debut de la compañía
Emmanuel, el distinguido actor italiano, al
que acompaña la señora Reiter.
La obra elegida para el estreno es La
Dama de las Camelias. Indudablemente
será buena la temporada, dados los ele-
mentos con que cuenta la compañía, y las
obras que se pondrán en escena.
Y como no es cosa de que nos ocupemos
de los partidos de box, 6 de los dramas
criollos, terminamos esta reseña en la con-
fianza de que en la próxima, no faltarán
novedades de que dar cuenta.
Tienes cutis de armiño,
voz de sirena
y la mirada dulce
de una gacela...
Te compadezco entonces,
puesto que eres
un animal, mi niña,
completamente.
«El asunto de la Plata sigue dando jue-
go...»—dice un diario.
La noticia no es sorprendente.
Siempre ha sido la plata materia prima
en cosas de juego.
Y en casas de idem.
Y, apropósito; ya podremos dedicarnos
sin rubor al juego.
De la lotería.
Ahora solo falta la materia prima de
que hablamos antes: la plata.
Y luego dirán que las autoridades no se
desviven por nosotros.
Si hasta nos ofrecen el medio de medrar
por chiripa (no confundir con chiripá.)
Desganado Gedeón
al cocinero decía;
— Yo una carne comería
-¿Cual?
—Pues carne de cañón.
Pregunta un diario:
ft¿Adónde nos llevan?»
¡Que lo averigüe Vargas!
—Dicen que la inspiración
cuando escribes, te da Elvira.
—¿Quién, ella? ¡Qué aberración!..,
Mas sí que á ratos me inspira,
pero me inspira... aversión.
i^.V^'
'M&Ms¿¿^&M¿>¡k;:
.*^»^^^,-,.;^..
.'.»!*í-
EL CASCABEL
>^m%^^f
573
La nariz de la fea y de la hermosa,
caso de no limpiarse, es horrorosa.
Apropósito de nuestro pleito.
Creemos que, finalmente, después de
quince dias de presentado el escrito, queda-
rá notificado el Director de nuestro colega
Tribuna.
Ya era hora.
—Me han dicho que á la prisión
te trajeron por bandido.
— Pues no lo creas, Zenón,
estoy porque me han traido.
Y una vez notificado, esperamos dar
cuenta de los incidentes divertidos á que
dará lugar el proceso, dados los anteceden-
tes que nuestro colega dijo que reservaba,
y que ahora, naturalmente, dará á conocer.
Es cuestión de unos dias.
Si no hay obstáculos, ó falta de actividad.
Compré una gruesa de plumas
y en ella sesenta faltan.
¡Digo! ¿Cuántas faltarían
si en vez de ser gruesa es ñaca?
En las cámaras de Montevideo.
Habla un miembro de ellas, muy acalo-_
rado contra un proyecto financiero presen-
tado por los ingleses, y dice:
— ¿Qué se han figurado esos hijos de la
gran
(Estupefacción general)
Sigue el orador: ... .de la Gran Bretaña?
Pan con vino sin cesar
le daban diariamente
al chico de don Clemente
para que rompiera á hablar.
El vino puro y añejo
al muchacho emborracho
— ¿Y rompió á hablar?
—Eso no.
lo que rompió fué un espejo.
Estamos tomando medidas contra el có-
lera.
Naturalmente, no falta quién prepara un
proyecto sobre lazaretos.
¿Medidas?
¿Proyectos?
A que después resulta que nos limitamos
á tomar med idas f Y luego no cortamos
nada?
Lo mejor será que la invasión colérica
quede en proyecto.
Como lo de los lazaretos.
Alquiló una casa, Blas,
cuyo dueño le decía
que en el piso encontraría
buenas luces, agua y gas.
Blas en la casa buscó
agua, pero inútilmente,
y fuese directamente
al dueño y le preguntó :
—¿No creo que V. se atreva
á decir que hay agua allí?
—Pues hombre ¡claro que si!
¡espere usted á que llueva!...
L— En Santiago del Estero había un
hombre.
II.— Que se Uamaba Adolfo Cabrera.
III.— Y dijo el hombre de Santiago:
IV.— Yo querría ser agente de El Casca-
bel.
V.— Y recibiu el periódico.
VI. — Y no ajustó cuentas.
VII.— Y al serle reclamada la plata^ el
hombre de Santiago del Estero, no
dijo esta boca es mía.
VIII.— Y entonces el administrador de El
Cascabel, dijo:
IX.— Tengo el mayor placer en reco-
mendar á ustedes al Sr. Cabrera
de Santiago del Estero.
Colmo del descreimiento.
Tiene Luis tan poca le,
que sólo cree en lo (jue vé...
...¡y es ciego de nacimiento!
Julia fué de las mejores
tiples, y algunos señores
exclamaban cierto dia:
que en su garganta tenia
un nido de ruiseñores.
Y ayer Julia se ha encontrado
que, por efecto del frió,
su linda voz se ha velado.
%
:& ^J^liíijcfeílrt k ¿Kr'.y.:.-'
*¿LrüJ<^ É^^'¿"-í '-'.:' '-^ ■ '.
iST^.^J^^eá^d^-"
.^«•'Ví**
574
EL CASCABEL
¡los pájaros se han marchado
y el nido se halla vacio.
Del francés :
—¡Esto es un escándalo! Un hombre se
ha atrevido á ofrecer á mi señora diez
francos en la calle.
— ¿Diez francos?
■ —Si y lo que me molesta no es la ten-
tativa de seducción sin() la caniidad...
ondencía
:VvV>
-<á5-
Utiel.—'íio, seüor: no me parece bien.
Mamerto.— Est& lleno de asonancias.
Petei'heque. — Muy largo y un poco falto ile ani-
mación.
Y. Ihe. — Veré de aprovecliar algún canlac.
Un Argentino.— Mil pasado el momento de hablar
de ello. Me parece ft mi .
P, ¿ííca*'— ¡Muchas gracias!
P. ¿/e/e— Si empieza Vd. de esta manera, cnalquiera
dirá cómo acabará.
S. C. 5.— Muy bien: se publicará.
B. M. P.— No puedo decirle á vd. lo mismo.
Pi/'-paf'.—Paes... lo hace mejor en verso, sin du-
da,alguna.
Tifón.— Malito y larguilo.
Guülei^mo T'eW.— Tal vez no recibí su carta,, y ¡cía
ro! no contesté.
Doctor F. — Atrasaditos estamos, querido Doctoi'.
F. S. y 5.— Bueno, como Vd. quiera.
Uno. — Siempre ocurre lo mismo. Ya sabia yo que
al no publicar sus versos, me tratarla de.. . eso.
Ludovico—^o, señor, no lo verá, Vd. Pruebe otra
vez, por que Vd. no lo hace mal.
Ti-te-o.— Toño muy caprichoso y tonto á la par,
£'.ví'/-/fl;ooo.— Aguardaré su próximo trabajito, que
indudablemente estará, a la altura de los primeros
que mandó.
A. T.. .)/.— ¿Por qué no quiero publicarlo? Pues. por
eso: porque no quiero. Me parece que más claro...
L. Ct.—i\j. G.?... ¡.Ah! si. Lucas Gómez.
M. de y. — 1':stá regularmente versiflcado. Mejor
que la otra, si.
Puti)nilro(/ui. — Los acrósticos le hubieran gusta-
do mucho a Manuelita; aunque es fácil que Vd. por
el mero hecho de versificar tan endiabladamente,
hubiese sido tachado de salrajc unitario.
A. C. I. T. /lo.—Pevo vacia, ¿eh?
./. S. — Vd. debe ser muy mal estudiante: y nosotros
no podemos insertar insultos con pies quebrados.
Alhos. — ¡Qué, si tiene vd. condiciones para escri-
tor? ¡Ah, no señor, no! Honradamente no puedo fal-
tar á Ja verdad,
./ff/íona/'.ve.— ¡Espiritual! Copio algo:
Jonkina, Jonkina,
jon, jon. kina, kina
nagasaki, hakodate.
Ohée..
/I. M. V.— Vd. está de felicitaciones. Pi'onto po-
drá Vd. })onerse bajo el amparo del Patronato de
la Infancia, en donde le permitirán hacer todas las
octavas que guste, y al propio tiempo aprenderá los
rudimientos de la ortografía.
STttí^
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
rít
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
9 3jB— AlaillTA— 13@ (ALTOS)
SUÍÍf^sfefi- . tA'Í^t3''si -*¿^>.*A¿^i}-K..
?. ^ir*Él^%¿^^...jJ^S3t)>,£K,f'^^MS¡S^'é^^^:^^^
EL CASCABEL
575 •
LECHEfilA LA tARTONA
Fábrica á vapor de manteca fresca
fina en el establecimiento
SUCURSAL
DEL
Leche pura, Crema, Manteca fina DEL DÍA.
QUESOS CAMEMBERT Y BRIÉ
Ventas por mayor y menor en sus depósitos
234, SUIPACHA, 234
y
FLORIDA ESQUINA TUCUMAN
Al menudeo en los principales almacenes,
ADVERTENCIA
Se previene al público que la fa-macia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriornnente de D. Cinillerino .4. í>an%vell,
se vendió A D. Dfiego Sproat. quien no es
farmacéulico, de modo que dicba farma-
cia no es ya «le <"raiiw«ll sino de Sproat.
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obtuvieron diez medallas de oro, ocho diplo-
mas de honor y los más grandes premios 'ín
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Analizadas por las Academias de Medicina
de Paris y 31:>drid y por el Dr. Pedro N. Ára-
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mejor depurativo de la sangre alterada por
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ninguna olra, las mandan los médicos con
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Afio I BaraoB Aires, Septiembre 14 de 1892 Nám. 37
EdiUir propietario: FRANCISCO FERRES
Redacción y Adiniüisiracion: ALSINA 939 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
Precio en Ja ciutJ;'u... $ d.lOel númeiv
Xúmero atrasad( .. .. »0.15 id
Fotograbados de Emilio A. Coll y C»
Con ^Marclielti ii'ahajando
¡qui^ .-'legres deben estar!
pue-sto que ambos á !a par
pasan su vida cantando.
lirtsüií ¡•awíst *>sSíi¿¿_ Ái
j ,;.3f «;U^-^,,
-...ij.:-^ :sí2,-^ífs: s;
578
EL CASCABEL
:0^
<J
$.ijai^$
1^ ^ O sabemos si obran por cuenta
• " ^ propia.
O por cuenta del consejo de higiene ó
de alguna empresa de ponnpas fúnebres,
que todo podría ser.
Ello es que las empresas de tiaanvai/s
han lanzado á la circulación las tan aplau-
didas jardineras, cual si estuviésemos en
el rigor del verano.
Los coches descubiertos circulan por
esas calles de Dios y de BoUini y parece
que di^an á ios transeúntes:
. — ¡Eh señores!... ¡Se acabó el frío!...
Nosotros lo creemos de buena fé y to-
mamos asiento.
Pagamos el boleto, y al poco rato sen-
timos un frío glacial en los pies, frío que
acaba por apoderarse de nuestro misero
cuerpo y nos impide la circulación de la
sangre.
Así es que cuando sube el inspector á
taladrar los boletos, estamos una hora
registrando les bolsillos infructuosamente.
— ¿Lo ha perdido V.? — nos pregunta el
empleado lirnnico.
— Lo que he perdido es el tacto, así es
que no encuentro 'A boleto.
— Pues tendrá V. que pagarlo nueva-
mente.
—¿El tacto?
— ¡El boletol... Y méiios bromas.
— No, si lio estoy para l»romas. Pero
crmo no me caliente las manos, no haré
nada bien hecho.
Por fin, después do meter, un rato las
inanos en la pech-'ra de un carnicero colo-
radote y gordo <iue viaja á nuestro lado,
?e restablece la circulación y damos con
el boleto que taladra el inspector, no sin
refunfuñar ua }ioco.
Sigue el coche eorriendo cuadras, y el
frío sigue aumentando, hasta que la jardi-
nera queda convertida en un frigorífico
de esos que se estilan para conducir car-
neros frescos á Europa.
Si el viaje es muy largo llegamos á te-
mer por nuestra vida y llamamos cariño-
samente al vecino para decirle:
— Si me falta fuerza p>ira sobrellevar
tanto frío, tenga V la bondad de sacu-
dirme unos cuantos cachetes, y hábleme
de mi familia, á ver si me acaloro y puedo
reaccionar.
Por fin, llegamos á la meta de nuestro
camino, ya que no á la de nuestras aspi-
raciones, y para apearnos necesitamos el
auxilio de h fuerza pública y del público
de fuerza.
Una vez en tierra nos echamos á tomar
el sol, y empezamos k pensar en política.
Claro está que se nos ocurre que es pre-
ciso reaccionar de una vez.
Y reaccionamos. Nos levantamos, y no
en armas, y nos dirigimos á casa.
Una vez allí nos entregamos al asado
con fruición, y á los bifes con papas, la-
mentándonos por el mal rato pasado, y
jurando que hasta que salgan los jóvenes
elegantes con sombrero de paja, es decir,
hasta que el calor apriete de verdad, no
volveremos á abusar de las jardineras ni
nos prest^i remos á representar el papel de
modestos ramhoiiillet congelados.
Decíamos que tal vez las empresas obran
de común acuerdo con el consejo de higie-
ne, y que, en previsión de que el cólera
nos visite adoptan, como medida prtA'eii-
tiva. la de ventilarnos y airearnos sin
compasión.
Todo puede ser.
Porque ante !a posibilidad de que el có-
lera y Sáenz P<^ña suban al poder en el
mismo lapso . ¡ay!) de tiempo, todas las
precauciones nos parecen pocas.
Las personas aprensivas, especialmen-
te, andan como alma que lleva el diablo.
— ¡Cuidado con el agua! — nos dicen.
— ¿Va á llover?
— -\o. Cuide^e del agua potable.
— lisa no nos importa.
— ;IIay <|ue tomarla hervida!
— Bueno; mejor es no tomarla, y dedi-
carse á los alcoholos.
■■^■■^Á^¿¿Áhí¿í-l-í
■¿¡ía»!¡eé}(tí¡.
EL CÁSGABEL
-^^¿kji?iñ'i
579
— También son nocivos.
— ^Entonces solo nos queda el recurso
de bebemos los vientos.
— ¡Guárdense de ellos, que son los con-
ductores de microbios!
Y así por el estilo.
De modo que el que quiera estar segu-
ro ha de meterse en una urna y alimen-
tarse de ilusiones.
— ¿Ha visto V.? — le decíamos á la com-
placiente patrona.
— ¿Qué he de ver?
—¿No lo sabe?
-¿Qué?
— El huésped, el terrible huésped —
— Ah, ya; el de la pieza número cuatro.
Aquel qne no me paga, ¿no?
— No señora. Me refiero á otro
— ¿Que i.o paga?
— Y que tiene ganas de venir.
— Pues es inútil. En casa no quiero más
huéspedes.
— Pero el del Gat)ges — •
— Nii le conozco, ni le admitiré en r-asa.
: — Piies-pai-a que no entre, debe V. tener
gran a>eo en todo, y cuidar mucho de que
la comida sea buena.
— Lo haré. ¡Nn faltaria más!
Es tal vez el único greínio que sale be-,
neficiadü, el do inquilinos.
Cada vez que se anuncia una epidemia
son cuiíladosamente atendidos y comen
con i'elativo aseo.
Es lo que nos de^na una patrona vaquea-
ría.
— ¿El cólera? no creo en él.
— Pero se dan casos....
— Ya lo creo que se dan. ¿Pero sabe V.
quién los inventa?
— ¿Los médicos?
— Nu.
— ¿Lo-... enterradores?
' — Tampoco.
— Como no sean los farmacéuticos, ávi-
dos de despachar esoeeificos....
— Menos.
— Entonces.."
— ¿No a ti un?
— Francamente, n<^ señora.
— Pues... ¿quiere V sa')er de quienes
pane la voz de a lamia?
— ¿De (]uiéo?
— ¡De mis inquiÜni^-! Ellos saben que
en caso de peligro les alimento bien y has .
ta les doy un té sin cobrar plus...
De modo que ya lo saben VV. No hay
cólera ni le habrá.
A las patronas no les conviene.
Y á los que están libres de ellas, tam-
poco.
SISTEMíV NUEVO
l'stedes, de seguro que lian sabido
el gran descubrimiento efectuado
respecto del lavado,
por un señor francés, muy instruido.
La ropa antiguamente
con jabón, casi siempre, so lavaba;
pero el francés alirma (]ue se lava
mucho mejor co?i 'itrpas, solamente.
Las papas y la ropa reunidas,
en una olla metidas,
hier^'en al fuego, mientras este dura
y la ropa de la olla retirada,
se encuentra ya lavada,
digna de admiración por su blancura.
Se V('', (jue según eso.
este procedimiento es un progreso,
que matará algún día
al antiguo jabón y á la legia.
El tal lavado puedi únicamente
causar un leve daño:
el olor de la ropa será extraño,
podria oler á papas, ciertamente
Si el tubérculo huele vuestra amada
¡qué susto más tremendo!
pues puede sospechar que estáis sufriendo
una luherculos/f! rematada.
Si vuestra esposa oliera
la camisa, os pondría en un apuro;
os creerá de, seguro
en amores con una cocinera.
Al que puede servir este lavado
es á algún diputado,
dado, que, si procura
defender con calor la agricultura
se cubrirá de gloria,
convenciendo al instante á sus oyentes,
pues con sus argumento.-^ contundentes
reunirá el olor á la oratoria.
La ropa así lavada, bien podría
para algunos servir de economía.
Ejemplo: un usurero,
que llora cuando come cada día
porque el almuerzo le costó el dinero;
si la camisa que usa fué lavada
en la forma citada,
ya puede guapamente
pas:u"se con u;i /y^/tí solamente.
-•M
■ 'ijgá'¡ík
-■,í?.r«"^'^W 7 >1 ■
580
EL CA
pues, huele ia camisada saturada,
y queda convencido
de que el hif'i con papas se ha comido.
Ustedes estarán en la evidencia
de que papas son nuestros protectores,
pues son una seiíunda providencia:
las papas en las manchas interiore-s;
y los papas si son de la conciencia.
Quede ia papa vencedora lioy día
del antiguo jabón y la legia
y si se halla reparo
y se supone este sistema caro.
yo puedo demostrar su economía.
Fuera la olla del fuego.
la ropa de las papas separada:
queda la ropa limpia y aseada
jy se pueden ::omer las papas luego!
Y asi un doble servicio
prestaría el lavado alimenticio.
José M". Mendoza.
MATRIMONIO CURATIVO
Se casa entusiasmado
en busca do| vergel desc'noi'if'o.
y además porrnie un médico instriiidí
se lo ha r^cnmendado
para curarle un grano malliudnd(»
el cual, yo no sé donde le lia salido.
TIPOS POPULARES
CANDELARIO
AXDELARIOÜ
Qué podríanlos decir
dees,[e abuf/fu!o y res-
polahle personajo. (jue
lio TiiGse repelir lo que
una y mil veces vos-
olros mismos iiaiiréis
vistu y cscucliailo?
Nada, absolulamenie
nada.
A Candelario todo cl
mundo lo conoce. De lodos es amigo. Pa-
saréis por su lado, y aunque en la vida 1&
hayáis visto, no escaparéis íi su franco y
jovial saludo.
Galera y levita, esas son sus prendas-
predilectas, y la falta de ellas, serla para
Candelario, el mayor suplicio.
Es la verdad; sin su galera ó peluda.
como él la llama, su levita, su bastón, sus
cortos pantalones y sus anchos zapatos.
Candelario no seria respetado por esi\ p un-
ta de pillos., II torrantes y bandidos.
que á fuerza de emhrollos y trampas pre-
tenden arrebatarle el pan de cada dit».
Pero... mal camino llevan. Candelaria
no tiene rivales en su profesión.
Tiene privilegio del Sup^írior Gobierno
(le. .'. rematadores.
l'lstos son los que lo mantienen.
Y si bien es cierto, que <i ellos debe estar-
les agradecido, también ellos pueden estar
contentos de Candelario.
¿Qué anuncio, o aviso de remate, mere-
cerla atención, si no fuese repartid(j por
Candelario á gol|ies ile jjombo y platillo.
en la esquiucí <ie Catalanes?
Ninguno. Tiene ({ue ser repartido por (-I.
para ser leído.
MI obliga.
Y por cierto ((ue tiene gracia, con sus
anchas patillns, y su voluminosa panza.
l)ara(lo en la es(|uina de San Martin y Can-
gallo, repartiendo avisos.
¡Con qué cantidad de dichos y palabras
acompaña cada anuncio (|ue sale de sus
manos!
Aquello es un fu}ió(jra¡'o interminable.^
Ms una miupiina paríanle.
Pasa uno:
— Ctiv. loco., ya ande ras, dice, apoyan-
do una mano sobro el hombro de su victi-
ma—/O'a/c', lee este ariso. ras á ver (¡ue
eosa papa y asi. le acompaña tres ó cuatro
j)asos, dejándole enseguifla para empren-
derla con otro; este es un señor anciano.
—Conu) le rá señor y la farnilicú . . .
todos buenos nú? Mire, lléveles este avi-
so, es un remate macanudo, dicen que
va liaber carne con enero y empana-
das... y aqui le endilga una sarta de da-
tos y recomendaciones, capaz de volver
loco al más sereno.
Más tarde pusa iin;i señora:
— A dióa lona iJominga., le dice, aunque
se llame Pepa, pues para él la fé de bautis-
mo no existe... Conw le vá señora...
tome. Itérele a su tiija, este aviso de
mi parte. . .
-'-¿ík'-'iíüi^'s^'í, : 'i
EL cÁecAvéí
581
—Guarango!! replica la señora indigna-
dla, por la indebida familiaridad de Cande-
lario, al mismo tiempo que arroja con des-
precio el obsequio de nuestro tipo.
Aquí arde Troya... Nunca tirara el
papel.
Candelario se pone hecho una fiera; jura
-y perjura.
Aquello es atroz!!
Asi con estas ó parecidas escenas pasa
«u vida este prójimo vividor ú quien mu-
•chos llaman el loco^ y á quien muchos
■cuerdos, envidian su locura.
¡Líbrenos Dios, de locos como Candela-
rio!!
En otra época, algo remota, Ignacio fué
uno délos tipos populares quemas llama-
ron la atención.
Fué en tiempos del malogrado Várela,
■cuando publicaba El Po?'teño, del cual
nuestro hombre era infatigable repartidor.
Más tarde abandonó el reparto para dedi-
■carseála venia, que en unión de La Pre-
.sidencia. efectuaba en grandes cantidades,
pues era, puede decirse, el único agente de
aquellos dos inolvidables periódicos.
De broma en broma hacen ya 30 ó 40
iiños que Candelario lleva esta agitada vida
de JiO})ibre público, llena de sinsabores
y desdichas, pero que él soporta con pa-
ciencia y resignación mientras tenga chan-
(ja do avisos, y mientras pueda tocar una
j)(¿long>'ita con corte y firulete., pues
hay que saber que Candelario, es músico
y pacía.
En las casas de remate, cuandohay pia-
nos en venta y cuando sus ocupaciones se
lo permiten, Candelario mala el tiempo to-
cando miloiigas ó componiendo versos en
cuartetas.
No há mucho nos mostraba unos versos
queí7 dedicaba á D. Luis.
—Mira., che. hermano.Aec\ai.,fljáteque
rasos le escribo al viejo, y sin darnos
tiempo á impedir su lectura, pues sabía-
mos loque seria, leyó:
El día que mo/tte D. Luis
de la Presidencia el sillón
//(C parta un rayo, si miento
que ya no hay rcrolución. ..!.'.'
Nosotros tampoco mentimos: tal vez á la
fecha hayan caído en vuestro poder, algu-
nos de estos impagables versos, pues cuan-
<lo nos los mostró, estaba por darlos ú la
publicación, loque no había hecho hasta
■entonces por falta de vento, esperando
• jue algún buen amigo lo ayudase á salir
■del paso.
Y lo habrá encontrado, ú rio dudarlo,
porque Candelario conoce algunos golpes
de esgrima, sobre lodo los sablazos, al
bolsillo del prójimo.
Esto no quiere decir que sea verdadera-
mente un pechador de oficio, nó: sus pedi-
dos, siempre en calidad de pi^éstamo que
nunca volvéis ü ver, se reducen cuando
masa 40ó SOcentavos y cu indo menos á
un paquete de Cigarrillos ó á una copa de
vino seco, su bebida predilecta.
Podéis preguntarle cualquier dato sobre
nuestras pasadas luchas políticas, que él
mejor que cualquier historiador os dará
cuenta de ellas.
Recuerda al pelo, los tiempos de Don
Adolfo, áQ Avellaneda, de Laspiur y de
cuanto bicho viviente le interroguéis. To-
dos pasan por su espirituosa critica, nin-
guno se le escapa.
Dias pasados presenciamos una escena,
que si bien es cierto que en si no encierra
gracia alguna, demuestra al menos los
merecimientos y respetos que infunde la
arrogante figura de Candelario.
Se presentó en la casa de un conocido
caballero, del cual es portero un honrado
gallego.
—¡Che, Galicia! interrogó Candelario
con tono imperante y desfachatado — ¿está
en casa tu patrón?
El portero entre indignado y temeroso
ante la creencia de que se las había con
un respetable señor, contestó afirmativa-
mente, pero cual no seria su sorpresa y su
ira al oir que (candelario le ordenab(f lle-
vase á su patrón un importante aviso de
remate.
Si Candelario hubiese sido más débil y
su presencia no hubiera infundido temor
al indignado portero, seguro es que estele
descompone el esternón, por semejante
atrevimiento y osadía, pero tuvo pru-
dencia y además «{ue el insultante era
Señor de felpa y leva.
Es decir, un hombre deprendas.
Porque la leva y jclpa son las de Can-
delario.
Emilio Gilí.
•::-íi¿á!SÉr-
582
Etr CASCABEL
-■ -f- — •'-
■H^í.:- -ii.
IL
DE LAS COSAS
- Un doctor muy estudioso,
«on ideas ingeniosas,
el origen de las cosas
muestra en un libro curioso.
Estudia el doctor con celo
mil causas interesantes,
y entre las más importantes
se halla el origen del duelo,
■y creyendo que al lector
lé pudiesen agradar,
del duelo voy á copiar
los estudios del doctor:
«Sitio; una extensa pradera, .
rios, árboles, follaje;
Actor; un hombre salvaje
de aspecto y mirada fiera.
Con su alto busto domina
él paisaje soberano, <
y busca la presa en vano
que sacie su liambre canina,
mientras á su abrevadero,
sierpe de agua con que baña
sus dominios la montaña,
se acerca un ciervo ligero.
El hombre corre hacia él
y entre el follaje se escuda,
llevando en su sola ayuda
el instinto de! lebrel.
El ciervo, su cornamenta
alza un punto cuidadoso;
mira, y emprende medroso
una carrera violenta;
y el hombre, viendo que ha huido,
la alta yerba despedaza
y da principio á la caza
con un salvaje alarido.
Una piedra, con presteza
lanza, arrancada del suelo,
que surca el aire en un vuelo
y da al ciervo en la cabeza.
Este tiembla agonizante;
llega el hombre, le da tin,
y comienza su festín
sobre el cuerpo palpitante.
Ya del premio de su empresa
quiere disfrutar contento,
y otro hombre en aquel momento
va á disputarle su presa.
Entre horrible vocerío,
le reta el recien llegado,
y el otro, ya preparado,
da principio al desafio.
El uno pierde la vida,
y en su triunfo el otro cierto,
comienza al lado del muerto
á devorar su comida »
l']ste cuadro aterrador
es del. desafio origen,
y éstas las causas que rigen
todos, según el doctor;
viéndose, sin gran esfuerzo,
(jue el duelo, hoy igual que ayer,
el fin que debe tener
es solamente un almuerzo
Hipótesis ingeniosas
en su obra el doctor presenta,
y así el origen nos cuenta
de una infinidad de cosas;
resultando, en conclusión,
de aquel estudio profundo,
que las cosas de este mundo
de origen salvaje son.
Yo de esto un día dudé,
pero hoy estoy convencido
con lo que me ha sucedido
y que al punto contaré.
Aquel doctor eminente
me pidió una cantidad,
cien pesos, en calidad
de préstamo solamente,
diciéndome:
—Yo atestiguo
que el prestar sin interés,
no eá nuevo, puesto que es
de un origen muy antiguo.—
>\'o, creyendo en tal error,
lo que me pidió le di,
y desde entonces no vi
al mencionado doctor
Victima de su pillaje,
su tesis voy á apoyar:
¡Hoy creo que es el prestar
una cosa muy salvaje!... .
Luis Garda.
tó-'-j-¿ ■■iiaíSiáfevíl,
; \:;f¡XiS^ái:.
W--'t7^''
EL CASCABEL
^^
CELOS INFUNDADOS
EL BUEN AMIGO
I-
\/ AMOS á ver cómo te lomas esta copa de champagne.. . Te lo pido yo, Consuelo
mia. i ^
— Pero... '
— Nada, nada. Te lo pido yo, que soy tu esposo, y te autorizo para que te alegres un
poquito.
— Es que ..
— Por Dios, Consuelo... Te lo pido humildemente, y telo pide nuestro buen amigo
Carlitos.
— ¡Cabal! Se lo pedimos á V. y no debe hacernos sufrir un desaire
— Muy bien señores. La tomaré, pero luego, cuando me sienta la cabeza turbia...
—¿Por un sorbo de champagne?
— Cuando me sienta la cabeza turbia, repito: cuando sienta aquel cosquilleo en el
cuello y aquella flojedad en las piernas les haré toda clase de cargos y seré capaz
de casi disgustarme con mi esposo y de no creer en la amistad de nuestro buen amigo
Carlitos
— ¡Pero Consuelo!...
— Señora... .
— La tomo. Y brindo por
— ¿Discurso tenemos? ' •:
— Corto, señores, no se alarmen. Brindo por mi esposo, el más bueno de los mari-
dos, el hombre más atento.... ¡no se ofenda V. ("arillos!
— Yo, Señora.. ..
—En fin!... .^ J
— ¿Se acabó el discurso? v
— Ahora. Brindo porque á los seis años que llevo de casada, sucedan muchos tan
i'elices como ellos! --
— ¡Bravísimo! #
—¡¡Bien!!
Y la fiesta intima continuó animada hasta que un criado anunció al Sr. de Castillo. ^
— Que pase — dijo la señora. Y que traigan otra taza de cate. '•
El semblante de Carlitos se transformo. Tornóse pensativo.
El del marido reflejó cierta inquietud.
El Sr. de Castillo, entró, tomó su café, estuvo afable con Consuelo, su esposo y Car- _ ;
litos, y al (lar las once en el reloj de la salita se retirij.
Carlitos retiróse también, y hasta la puerta le acompañó el esposo de Consuelo. An-
tes de despedirse le dijo:
— Soy feliz y sufro.
—¿Tú?... - :
— Si: ese señor de Castillo se me alraganta. Galantea ;i mi mujer, y...
— Hace tiempo que lo noto, pero cuenta conmigo. Yo te ayudaré á investigar y si es
cierto... ¡ay del Sr. de Castillo!... 'r
— ¡Ay de Consuelo!
—Adiós.
H.
— ¿Nos acostamos?
-.-Como quieras.
Consuelo y su esposo dirigense á su cuarto. El mismo que seis años atrás les cobijó
por vez primera.
— ¡Cómo pasa el tiempo! — exclamó la esposa.
— El tiempo si: pero el amor.. . mi amor no pasa.
— Nuestro amor, podrías decir.
Ha pasado una hora. La mujer revuélvese en el lecho sin poder conciliar el sueño.
Por fin se levanta
— ¿Estás indispuesta? ;
— Tu tienes la culpa.
—¡Yo!...
:.|
riki.cdjíkJi&uifisr' i
9B4
NL CABCAlttiL
lwÍM;*JM)í¿»|iw't»Mrtítiyrg¡iJ'_il iii'
LOS LANCES
Los caballeros
Las armas
El inridente
El cambio de tarjetas
■v\. *
^.ío^ ^^- -^., ..
El lance, con padrinos y demás requisitos
Las consecuencias
£rílt_i.^jjri«AijtíkSit ..iLáhC i
, JKüliíMt,
KL caík:a«kí.
»&
DE HONOE
Los individuos
Las herramientas
K\ incidente
I^a tarjeUi
El liinco, ai natural
J.as consecuencias, naturales también
¿a¿vtj¿alfel^a^¿:rt;.ái»itfea'^s&C.--:i .■ -'¿ :■
¿^ ■- - ^:-^'^'>v'>^ r^'iíi'^ ?s:^^^ :vj¿?4á¿.y;.vl
-,Lj':..'l> iiif^'tSf:-.
EL CASCABEL
— Es decir, el champagne. Voy é refrescarme un rato. Duré una vuelta popel jardín
y vuelvo.
—Te acompaño...
—De ninguna manera. Espérame y no duermas
III.
La noche es oscura, pero Consuelo se dirige sin vacilar á la reja. Abre y una sombra
se desliza suavemente
—Tengo que hablarte.
—Muy serio estás. Garlitos mió.
— Tengo motivos.
— ¿Túf ¿Me vas á hacer recriminaciones ahora? Pues mira, me voy al lado de mi
marido, que me espera y. .. .
— No, no te vayas. ;
— ¿Entonces?
— Tú engañas á lu marido.
— Contigo.
— Es que también pretendes engañarme á mi. ¿Acaso crees que no he reparado lo
ndelantadas que están lus relaciones con el Sr. de Castillo?
— ¿Y tú me recriminas?
— Es que además de sospechar yo, sospecha tu marido. ■
— Y tú le ayudas á sospechar.
— Porque te adoro con toda el alma. ,'
—¡Carlos!
— ¡Consuelo!
Las sombras desaparecen. Dirigense á un confortable cenador rústico, rodeado de
plantas y arbustos. Nada se oye. Los pajarillos quedormian en la glorieta huyen asus-
tados.
Ha pasado media hora.
La verja de hierro se abre.
Dos sombras se estrechan.
Una voz dice: — Y ahora, ¿sospechas aun del Sr. del Castillo?
— ¡Oh!... no. Veo que eres la misma.
— Adiós.
— Un beso.
—El último, por hoy. Toma.
IV.
—¿Se le pasó el mareo?
. —Si.
— Ya lo ves: te espero aún. No me he dormido.
—Meló figuraba.
—Te quiero tanto.
-;Yyo!..,
—(Será cierto?).
V.
—Querido Carlos.
— Amigo mió ¡victoria!
—¿Sabes algo?
—Lo sé todo.
— ¡Todo!
—Si. Tu mujer es una santa. ¿Sospechabas del señor de Castillo? Pues eran sospe-
chas infundadas. ¡Tu mujer es fiel, es constante, no nos ha faltado!
—¿No nos ha faltado?
—Digo; no le ha faltado. He dicho nos. porque como te quiero tanto y me idenliflco
tanto contigo, me lo tomaba como cosa propia
— ¿De manera que no hay temor?
-ICá!
—¿Y cómo lo sabes?
—He tanteado el terreno, hellamdo la atención de Consuelo y me ha prometido, es
más, me ha jurado no recibtr más al Sr. de Castillo.
— ¡Pobre Consuelo!
VI.
-¡Otra vez reunidos!
-El terceto de siempre.
■ .líR^-Svj :t ««¿¿Vií^iSffi
i'.-.í.rf-íiSííiáaS^.
. |SL CASCABEL
587
TIPOS CALLEJEROS
EL AFILÜDOM
'■i
Los cuchillos afilados
por él, quedan relucientes,
puntiagudos y teipplados;
es decir, como los dientes
de diversos diputados.
, !Í-«é«^,
-T^ia; íi-^^^;;?*' _ •-•
KL CASCABBL
"*
*i».".;^-; .^-.-v.. -^-
— pice bien Consuelo.
(Un criado anunciando)— El Sr. de Castillo.
(La 8eñora)~No estamos visibles.
(El marido, mirando á Cdrlos)— [Bien hecho!
(Carlos mirando á Consuelo)— ¡Buena ideal
— Asi nadie nos interrumpe, '
—¿También tomamos champagne?
—Nó/Cbnsüélb, deapués^lendrós que le¥anlarte4.tOJT)a,r aire.
— jY qué importal.. .. ¿Te pesó mucho esperármela otra noche?
—¡Pues bebamos!
— jBebamosl
(El marido aparte)— Y luego dirán que íio es posible hallar una esposa flel y que no
hay amibos en el mundo.... ¡Y yo tuve celos!... ¡qué ridiculo!
— jSaLud Consuelo! ¡Salud Carlos!
-¡Ayl...
— ¿Qué tienes Consuelo?
—Hada que e\ cha7npa(/ne
— Bebe. Ya sabes el remedio. Un paseo por el jardin.
—Entonces, me retiro.
— ¡Adiós Carlitos!
—Carlos, adiós.
Andrés Soler
SOMBRAS NOCTURNAS
A la vuelta de la calle,
en donde mi. casa tengo,
y á la hora en que me retiro
buscando asilo en el lecho,
dando la espalda á las casas
dos ó tres sujetos veo
que 5^0 no sé qué ejecutan
rodeados del misterio.
En noches de clara luna,
cuando hieren sus reflejos
del tranvía que reposa
Jos duros nervios de ai-ero,
y en las calles solitarias
.se oye débilmente el eco
del viandante (¡ue cruz:i
de los aullidos del perro,
dando espaldas á las casas
siempre aquellos homl)res veo.
cuyas sombras alargadas
por la triste luz del cielo,
cual monumentales fuentes
de la mente loca engendro,
parecen allí enclavados
penando castigo eterno.
ir
Salía yo del teatro,
cierta noche del invierno,
acompañando á una niña
de unos ocho años y medio,
cuando al llegar á la es(iuiiia,
como de costumbre vemos
á aquellos hombres fantasmas
siempre firmes en su puesto.
Mi inocente compañera
paróse un instante á verlos
y después curiosamente,
dijo con su alegre acento:
— ¿Son honoibres?
—No los has visto?
—¿Y qué hacen?
—Pues hacen... eso
Siguió la niña curiosa
poniéndome en un aprieto,
y al fin por satisfacerla
dije, aguzando el ingenio:
— Esos hombres, hija mía.
son unos ;-obres enfermos
que pasan toda la noche
al aire, tomando el fresco.
— ¿Y e.«o será bueno?
—¡Claro!
¡cuando se lo manda el médico!
ni
Terminó el baile á las cur.tro
y aún bullía en mi cerebro
la armonía de la onjuesta,
de las luces el reflejo,
el aroma de las flores
y de aquel vals el -recuerdo.
Cuando á .Julia y su mamá
acompañaba risueño,
[bamos juntos, muy juntos,
llenos de amante embeleso.
Yo la decía:
— ¿Me quieres?
\ ella decía:
— Te quiero.
Y continuaba en voz baja,
envolviéndome en su aliento:
—Pero será mi cariño
puro, grande, noble, inmenso;
viviremos en las nubes,
sin temores, sin anhelos...
ftKi^es^fe <x c^ ,.
.gi«¿¿:a¡l^^i
BL CABBABBL
^lOh sí! yo te adoraré.
Será nuestra vida un sueño
de ventura inacabable...
Y seguíamos diciendo,
perdidos en un lirismo
insensato. Cuando en esto
llegábamos á laestiuina.
y alli dos ó tres sujetos
yo no sé qué ejecutaban
rodeados del misterio,
.lulia bajaba los ojos,
yo me quedaba perplejo.
y aquellas sombras seguían
maniobrando en el silencio.
TV
Con doña Asunción, anoche,
iba caminando quedo,
mientras ella me contaba
la inlinidad de remedios
(jue tenía que emplear
para su mísero cuerpo.
— ¡Ah! ¡ios años! — repetía —
de que manera me lian vuell".
Salió indiscreta la luna,
de unos nubarrones negi-os,
alumbrando con descaro;
la calle, donde un sujeto,
vuelta la espalda á las casas,
no se qui' hacía en misterid.
Miró un momento la anciana,
iú/j) sus ojos al cíelo
y lanzó un hondo suspiro.
J']n un sincope temiendo,
pregunté:
— ¿Doña Asnneii^n,
se halla usted nial?
— Nada de eso.
— Tomo oí (pK^ suspiraba...
Y ella con tono risueño
dijo:
—No es nada, hijo mío;
¡recu'írdos del tiempo viejo!
■ S. Garrido.
DE DOMINGO A DOMINGO
Noche de estrenos í'ué la del sábado.
En el teatro de la Opera se presento
nuevamente al público la coni|)añia dramá-
tica española, que con tanto aplauso tra-
bajó hasla hace pocos dias en el Onrubia.
Los artistas son conocidos, y más de una
vez hemos dicho que son acreedores al
favor del público, tanto por el esmero con
que eligen las obras, como por el desempe-
ño acertado que cabe i\ las mismas.
La buena sociedad indudablemenle se-
guirá prestando su concurso á la compa-
ñía de Galé.
El estreno fué satisfactorio, y El Tanto
por ciento correctamente desempeñado.
Son varias las obras nuevas, en Buenos
Aires, que la empresa se propone darnos
á conocer. Buen sistema de atr.ier público:
obras buenas y nuevas.
El teatro Oúeon inauguró también la
temporada,' que como auguramos será
brillante induilablemente.
El señor Emanuel y la señora Heiter
son distinguidos artistas, y la compañía en
conjunto, es de las buenas on su género.
Li función de estreno estuvo animada, y
la numerosa concurrencia ([iie asistió á
ella salió sumamenle compL-icida.
Hemos de ociip irnos con in;ís detención
tanto de los artistas como de las obras que
se pongan en escena.
El teatro 0/2/'m//7V^ también nos olVecij
las emociones propias de un estreno.
.anuncióse límidamonte. una compañía
de opérela francesa, y a jiesar del poco
ruidi~> que hizo antes del (Irhiti, numerosa
concuri^encia asistió ni teatro, deseosa de
conocer El Viaje de Suz-elff.
¡Vídiente cha-co se llevo el publico!
El riujc resulto el camino del calvario.
La obra interminable y pobremente pre-
se tada, empoz:> por aburrir y acabó por
indignara los concurrentes (¡ue. caand >
vieron aparecer en escena coches de plaza,
caballos de tramiray^ perros, hombres
vestidos de mujer, ó de mamarracho, .sal-
tando sin ton ni son y luciend.'írracias dic;-
nas solo de lucirse en el más inmundo .le
los bodegovos del m.is miserable pueblo;
cuando viei'on lo referido, y tuvieron que
sufrir los íMior.les de una charanga de ma-
rinerilos cando¡n])eros. empezaron á pro-
testar de tal modo, ([ne el lelon cayó r;qii-
do, mientras el teatro quedaba convertido
en un;i academia de música de viento.
Aun resuenan en nuestros oidus los sil-
bidos, muy justos y motivados
En resumen: unagrun fa/nadanl públi-
co. (|ue debió oponerse desde un principio
al espectáculo por tonto, soporífero y j)oco
decente.
^&&^^£Éíí^^¿'-\s:&í1íj--m:.-^.'
Wt
EL CASÍOABEt
■ •■■:' i
Tapémonos las narices. ' ^í '
jYapropósito de narices! Forlet esW en
auge, Castlior, la Barras y demás artistas,
lo propio que el cuerpo de b.dle atraen mu-
cha concurrencia ó las Folies.
En.\a Comedia ocurre otro tanto, y la
señorita Tomás se hace aplaudir en el Ca-
ramelo; lo cual es mucho decir, pues que
hade luchar con el recuerdo de aquel An-
toñillo insuperable que hacíala Millanes.
El Año 92 y La Boda del Cojo han da-
do y siguen dando animación al Teatro
Alhamhra el que, gracias á la constancia
y empt-ño de los artistas que en él trabajan
logra verse concurrido, como si estuviera
situado en el barrio más céntrico.
El Y'oliteama continúa siendo el punto
de reunión de los aficionados á ver pirue-
tas.
La duración en los carteles del mismo
baile demuestra que el público no se cansa
y es el mejor elogio que i)uede hacerse del
cuerpo coreográfico. En cuanto á la com-
8. de zarzuela que aüerna con la de
baile, logra aburrir bastante al público, y
fuera de un par de ariislas <iue no es nece-
sario nombrar, los demás parece que tra-
bajen por compromiso.
Fué biéii recibida por el público la paro-
dia de «Caválleria Rusticana» estrenada
últimamente on el Pa.i<ati('/iiii<) por la com
pañia del aplaudiao actor Parenli.
La compañía de ópera que actuaba en el
Nacional, y queahora tfabaja en el Olini-
2)0 del Rosario, estará de regreso antes de
un mes á íln de estrenar El León de Ve-
nezia ópera con que se inaugurará un
nuevo abono de veinte funciones, á precios
reducidos.
Para ser completamente lelices solo nos
fallaba un concejo delibérame como el
que á Boliini gracias, nos rije.
Yahabr.in Vds. leido que se ha aproba-
do una ordenanza en virtud de la cual ten-
dremos un prostíbulo por cuadra.
Bien. Pero bueno será (jue el concejo des-
tine un radio de población, apartado, cerca
de Belgrano, por ejemplo, para que las fa-
milias vayan á habitarlo. I ^ ^
Es muy justo.
Los artículos están de pésame.
Un semanario religioso pide la muerte
del articulo 5°, que es el aprobado por el
concejo.
En otra sección, pide la muerte también
del artículo 1¿ délos estatuios del Ateneo.
Y finalmente, en Santa Fé el artículo la
no es considerado como articulo, por orden
de Bello y del Consejo de Educación.
De manera que la gramática y el articulo
son un mito.
Lo dicho, los artículos est.in de pésame.
Ahora solónos (alta que los almaceneros
la emprendan con los artículos de primera
necesidad.
,Y los vendan más caros.
ondencia
J. A.— ?e aprovechará algo de lo suyo
y. .1/.— No le puedo decir A V. lo mismo.
/'— ¡Zambomba!
Itnnl O.sof'/írrt.sü.— Mande V. la firma corriendo: y
aiiiori/.aoión para reducir su trabajo, que es largo.
.1/. /;. /'.— \o lo pui.lico. Kspeio otro articulo re-
ferente íi cualquier oira cuestión.
Almiranlp.—\M daré un concejo No se imponpa
la obligación de escribir uno semanal; escriba cuan-
do esté de buen humor y tendré el gusto de segnir
publicando trabajos de V.
/'. Trnrca. — M'wn versilicíido:pero e! asunto no es
nuevo.
Muni'/nle. — Ahora mismo le voy á complacer:
Tengo una criada en mi casa
Oiii' es idiota n es denten/c
y amia ron una traza
Que asusta a toda la ijenle.,,
T>e donde deduzco que la criada y sus versos (los
de V.; son hermanos.
Pesaroso.— T\ex\e. trozos bien versificados, pero el
conjunto no satisface.
Peterltei]ue.—.\r'ce<¿\XnáQ\o quedaría corto, dema-
siado corlo.
Pi7-/V//'.— Noe.sfA mal El Espejo, pero crea, V. que
el asunto es manoseado.
Cuillerrno re//.— Revela V. condiciones, pero lo
que me remite hoy no es publicable.
Pateslsiú—De nuisruna manera. Todo, ra -nos lo
que V. indica. Siento mu'Jho no poderle complacer,
créalo V.
T. />y//.— Nada bueno por hoy,
L. .1/.— Pero ¿V. llene suegraí
Jesús M. ¡Jesú.s Maria Josél
E. /7.-Haga lo que le j)arezca. y si le parece bien
dejarlo lo dei;tr''mos,- de ludos modos la galería si
no es larga, es buena.
^■.
.^i. „ 'V .>4inat:&>UÑ'
íví™??^^^;
EL CASCABEL
591
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teriormente deD. Oiiillei'iuo /I. Onnvtell,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
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Redacción y Admioistracion: ALSINA 939 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
Precio en la ciudad. . . $ 0.10 el núnieK
Numero atrasado.... »0.15 id
Fotograbados de Emilio A. Coll y G
Por manera singular
consigue hacerse aplaudir,
pues es cosa de admirar
que nos obliga á gozar
cuando nos lince sufrir.
-.-í^SítSasiSiS' ,i!vM: ■
¿¿3aáü¿rJ-l\is:-'íl-'^-
r í--=i¿-r^^'ÍrtkÍi'Íl
594
EL CASCABEL
j*..jjJJi»^'^
- . . • ■^•^. ■ i - / ■ '. ^5f^'
I ' --s-
^m<-
STAMOS tan acostum-
brados á pensar de
diferente manera ca-
da quince días, que
ya no nos extraña
nada.
Apenas hace ocho
nos q uejábamos
amargamente del servicio de jardineras
adoptado por las compañías de tramways.
Ahora deseamos vivamente encontrar
coches abiertos, y lejos de experimentar
aquel frío de que hablábamos, llegamos
á casa bufando como un toro de raza y
asustando á los niños que se amparan en
las faldas de la mamá.
Esta nos interroga solicita.
— ¿Qué te pasa?
— Nada, es decir, si, el sudor me pasa
de parte á parte la camiseta y la camisa,
de manera que si me dá un poco mas el
sol quedo frito en mi propia salsa.
— ¡Tú me engañas!
— Toca, toca y te convencerás.
¡Ah! el calor me atropella.
— ¿Por qué eres tan paseandero?
— Pero mujer. ..
— Nada, nada. Si te estuvieses quieto
en casa no te acalorarías tant,o. El calor
del hogar es el único que debes buscar.
¡Quién sabe si antes de cuatro días
llegaré á casa temblando de frío!...
Por eso digo que ya estamos acostum-
brados á variar de opinión y de tempe-
ratura.
Y tan pronto aclamamos á Peüegrini
•onio á Alem, ó bien titeamos ai finado
Argos y cuando vemos que ya no hay
jiesca en La Nación la enconlraiuos á fal
tar y estamos dentados de hacer una soli-
citud al ihclito pescador, suplicándole que
tome nuevamente la caña y el aíizuelo y
amenice nuestras mañanas con aquellos
tan aplaudidos macanazos acuáticos que
tanto gusto nos dieron antes de ahora.
Pero ¡cómo ha de ser!
Somos asi, variables por temperamento,
y lo seremos por los siglos de los siglos.
Sin ir más lejos.
El drama, sin desenlace, por ahora, de
la Rosales es una prueba más en favor de
lo que sostengo.
Naufragó el buque y la oficialidad ,del
mismo fué calificada de heroica y va-
lerosa.
Iniciáronse suscripciones para construir
un nuevo caza-torpedos, y los sentimien-
tos patrióticos del pueblo se desbordaron .
|Cuánto dinero se reunió en poco tiempo!
Hasta llegamos á temer que con el so-
brante se levantaría una estatua al co-
mandante Funes!
Ahora...
Ha bastado que un tal Batalla presente
batalla á los oficiales de la Rosales y les
diga: «Ustedes salvaron el cuero y embro-
maron á la marinería encerrándola en la
bodega» para que al punto la opinión se
muestre batalladora, es decir, favorable
á batalla.
Plasta creo que no ha faltado quien ha
dicho:
— ¡Que me devuelvan la plata!
Lo que es mucho decir.
No han faltado oradores, periodistas y
dibujantes que han ensalzado al coman-
dante Funes y demás oficiales del buque
perdido; oradores periodistas y dibujantes
que ahora afilan la lengua, la pluma y el
lápiz para esgrimir unas ü otro en contra
délos que glorificaban ayer...
Pidamos al Señor que conserve la salud
á los fiscales que entienden en la causa y
que se baga luz.
Pero luz eléctrica, clara y poderosa
como la del día.
Entonce'* llegará la verdadera hora de
las demostraciones.
Lo que ha pasado con motivo de la Ro-
sales pasa siempre y en todos los actos de
la vida.
<aÉ^j:Xá":jí£jí?í^áí^jí^-v j.- ,
^y,i4'M.,
ÉL CASCABEL
Y sino ahí, es decir, en el manicomio
está un caballero gordo, aunque loco del
todo, el cual cuando estaba en uso de lo
■rjue nunca tiene el gobierno, es decir, en
uso de razón, era un buen hombre, inca-
paz de faltar á nadie, ni al general
Campos.
El hombre era pacífico, pero tenía al co-
razón muy grande.
Así es que se enamoró de una morocha
de pelo más negro que la conciencia de
un presidente de república.
Casarse y ser feliz fué lo mismo.
Pero no faltó quién hizo llegar á oídos
del marido que su mujer jujaba sucio,
como Roca cuando se mete en alianzas ó
pactos de retro-venta.
El marido no creyó nada.
Al contrario, proclamó la honradez de
su barata mitad, y es más; se dispuso á
hacer la prueba.
Ausentóse de la capital, y de pronto,
sin previo aviso, regresó al hogar do-
méstico.
(Ahora verán los murmuradores! — de-
cía el ciédulo del esposo.
Y efectivamente vieron.
Vieron que un hombre sano puede vol-
verse loco á la minuta, si encuentra á su
mujer en brazos de cualquier transeúnte.
Si el marido no hubiese creído á ciegas
que su mujer era una santa, ahora tal
vez estaría sano, pero juzgó deprisa, á
escape y. ..
Tuvo que variar de opinión. Lo que
hago yo y lo que deseo podamos hacer en
el asunto de la Fosales, sobre lo que Ba-
talla ha dicho, se entiende.
En cuanto al cak)r...
\o me retracto.
Me estoy derritiendo.
Como rl actual gobierno.
^m-<
TUQÜ'MJLMÜS
UN BESO
Era una hermos.-i cliuiuil
de ojos negros, negro pelo,
pareiíia ángel del cielo;
en liri, una maravilla.
Yo, como otros de la villa,
l.i!,^s;i;>:i!;i con ¡.nhelo,
l;i,
<iue, de un ángel, es consuelo
el beso y nunca mancilla.
Creció la linda criatura
con un tierno corazón
capaz de cualquier exceso;
mas esa rara hermosura
hoy. no sé poniué razón,
nunca quiere darme un beso.
CONSTANCIA
— ;A.di6s! ¡adiós! mujer idolatrada
yo constante en la ausencia te seré
¿y tú?
— También en mi alma enamorada
tu imagen cuidadosa guardaré.—
...Y dos horas después, con otra amada
alegre al pillo caminar se vé
¡Qué ingratos son los hombres! Mas ¿qu(' digo?
¿y ;'i la otra no la veis con otro amigo?
CANTARES
Xo me admiro oue tan joven
tu rostro ar ragas llevase,
(|ue (|uien muclio anda el camino
del jilacer, trae las señales.
Me dices (|ue no te olvide
en el viaje que hoy emprendo;
¿cómo, di. te ho de olvidar
si me debes veinte pesos?
("uando doblan, de seguro
es que ha muerto un gran señor.
que al pobre siempre le Taita
para dol^iar. un dobb'jn.
DE POCO COMER
—Como tan poco, Clemente,
que siempre, para almorzar,
me hago i)or agua pasar
dos huevos únicamente.
Tal dice á Clemente, ("ruz
causándole admiración.,,
porque no sabe que son
esos huevos de avestruz.
¿Y QUÉ MAS?
—¿Dónde vas?— dijo Ramón
á su hermana ayer mañana,
y le contestó su hermana
—A la nueva asociación.
—¿Otra nueva? Dime el nombre
—Protectora de nuijeres.
—¿Y alli qué buscas, qué (luieres?
- ¡Qué más que buscarme un hombre!
Patricio Gallo.
..^^S£M&¿^¡áQi
'^fá-^if^'^^J^^^:^,':^'^WÍ^^
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;i¿te.5ií;24í&á¿:.j-
»pc^-^^ ^^ ^^v^fn ■? ''^fs^-^'<f7?.
-^w^
'Tps^Jjrí,'- Vi-;
596
EL CASCABEL
MEMORIAS DE UN ROPERO
I B AGÍ en una mueblería de París. El
• \9 inteligente oficial que me cons-
truyó, no hacia tnas (jue prodigarme elo-
gios, repitiendo ú cada instante que yo era
el trabajo mis acabado y primoroso que
había salido de sus manos. En honor de
la verdad debo dfcir que su salisfacción
era muy justa, pues mi elegante y delicada
construcción, los mil arabescos dorados
que adornaban mi superficie y la esplén-
dida luna que cerraba mi parte anterior,
daban c\ todo mi ser ese sello de elegancia
y de buen tono, que la industria francesa
sabe imprimir en sus producios.
También yo estaba orgulloso de mis
prendas personales: sentíu todas esas lo-
cas ambiciones, pi-opias de la juventud, y
más de una vez ansié salir del cauliverio
á que estaba so iiftido por el excesivo
precio que mi amo |)edia por mi.
— ¡Magnifico mueble! pero es carísimo:
esta era la cxclamaciíjn que los clientes
murmuraban cada vez que me veian.
Y asi se deslizaba Iraníjuila mi existen-
cia, cuando cieno .dia, memorable en los
fastos de mi agitada historia, vi entrar en
el establecimiento n un caballero de al-
guna edad que, después de examinarme
detenidamente y regatear el precio, me
compró en mil francos.
—Es para remitirlo á América junto con
los otros muebles ilel dormitorio, que mis
sobrinos me han encargado.
Al oir esto estuve á punto de agrietarme
de alegria. Por íin iban á realizarse mis
lloradas ilusiones. ¡Viajar! qué gusto. Hu-
biera tjuerido tener brazos para poder es-
trechar entre ellos á mi bienhechor.
Fui conducido á uno de los vapores que
hacen la carrera del Plata y llegué á Bue-
nos Aires.
Asi empecé á gozar de aquella liberiatl
([ue tan ardienleuiente deseé cuando joven.
Sigo, pues, mi relato.
Se me señaló un sitio de honor en la
morada de la feliz pareja y desde allí pude
observar lodos los cuartos crecientes y
menguantes de acjuella luna de miel.
Los primeros días de mi nueva exis-
tencia se deslizaron apacibles y serenos:
la sirviente, cumpliendo las órdenes de mi
gentil dueña, limpiaba mis tablas. Poco
duró aquella paz octaviana; a los pocos días
nalé que empezaban á abandonarme hasta
el extremo de dejar que las arañas inva-
diesen mi.s dominios y al mismo tiempo
observé que mi linda propietaria murmu-
raba & menudo, levantando al cielo sus
azules ojos.
— ¡Qué faslidio! Me deja sola todo el dia
y cuando vuelve, Dios sabe de donde, no
tiene pai-a mi ni una sola palabra de ter-
nura. ¿Para esto se-casa una?
Languidecía yo una tarde, pensando en
la instabilidad de la dicha, cuando de pronto
vi que mi dueña eniró en el cuarto y, diri-
giéndose hacia mí, nerviosa y agitada,
abrióme con un movimiento de impacien-
cia y comenzó & registrar los bolsillos de un
sobretodo de su marido, hasta que en uno
de ellos encontró una esquelita, que leyó
con avidez.
Empezaba así:
Monin de mi btda.
Y terminaba:
Te á doj^a, Solfdad.
La escena que siguió pueden imaginarla
mis amables lectores.
A consecuencia de aquel incidente, los
cónyugues se separaron amistosamente y
yo fui a dar con mis huesos en una casa
de remates.
¡Virgen de las angustias! \VA destino me
condenaba á vivir entre prosaicas mesitas
de luz y vulgai'es camas de fierro!
Me resistí, protesté á mi modo, pero no
hubo remedio; me llevaron por la fuerza
y tuve que resignarme.
Era el remate una especie de exposi-
ción permanente, en donde había de todo,
como en botica. Muebles usados y nuevos,
restos de pasadas opulencias, una ensa-
lada rusa, en fin, que mareaba con su
aspecto confuso ó indefinible. Colgaban de
las paredes multitud de cuadros que repre-
sentaban los asuntos más diversos; junto
a un retrato de Garibaldi habían puesto
otro de Pió IX y al lado de una Virgen de
los Dolores, esculpida en bronce, se admi-
raban las formas esbeltas de una baila-
rina en actitud de beberse una copa de
champagne.
Mi único consuelo en medio de aquella
Babel, era conversar con mis compañeros
de esclavitud y me distraía grandemente
al oírles contar sus sabrosas historias.
En las noches de remate, una concu-
rrencia numerosa y abigarrada invadía el
local y yo me complacía en retratar cada
una de las figuras que desfilaban por de-
lante de mi espejo.
Por lo general, la concurrencia no ve-
nía sino á curiosear, ó á oir las dos ó tres
i.f,-iv..,.í,iJl
mm
EL CAÉCABÍSL
=^'*v5'"?^^í'^ T'^ f'-^'-'^^-rntri v^
pezas que el pianista ejecutaba, en toda
la extensión de la palabra; asi es que en
cuanto éste concluía su taren y el rema-
tador se disponía á empezar la suya, desa-
parecía la gente como por encanto y no
volvía á aparecer por allí hasta la noche
siguiente.
A todo eslo los disgustos y el poco cui-
dado, me hicieron contraer una enferme-
dad, una erupción cutánea que me puso en
el estado más lastimoso; viendo lo cual el
martiliero decidió dehacerse de mi cuanto
antes.
—Es preciso echar de fiqui este trasto
que nos está estorbando— oi que dijo á
su socio.
¡Dios mío! ¡Me llamaban trasto!
Devoré en silencio el ultraje y lloré
gruesas gotas de resina.
Al dia siguiente me incluyeron en un
catálogo de muebles, que decían ser impor-
tados, nuevos, flamantes, sin uso y del
gusto más moderno.
— ¡Cien pesos! ¡Cien! ¿No hay más? ¿no?
(Jien y vendo— ^gritaba el rematador, atur-
diendo á los concurrentes con su voz de
bombardino acatarrado. Y luego bajando
(M diapasón decía con tono semi-indignado:
— Pero señores, vean lo que vendo; no
estamos ni en la décima pai'te de su
Vcilor...
Por lin cayó el martillo sobre mi endeble
organismo.
¿.V dónde me llevarán ahora?
¡Horror! Salí de Scila para caer en Ca-
ribdis.
Estoy en un teatro. Primeramente he
prestado mis servicios en el coro de honr
bres y allí se han recrudecido mis des-
dichas.
¡Qué hombres y qué coro, santo Dios!
entre el humo de los cigarros y los malos
tratos de que he sido objeto me he ente-
rado de que el barítono no puede ver al
tenor porque tiene un beneficio ii]>re.
Luego serví para el coro de mujeres.
Dentro de mi estaban colgados todos
esos trajes de colores vivísimos con
que se atavian para salir a la escena. He
llegado á ser el ref'ugium pecatoruní de
esas muchachas cuyas conversaciones,
algún tanto naturalistas, escucho escanda-
lizado, que hasla los muebles se ruborizan
al oir relatar á las señoritas del coro sus
aventuras.
He salido á escena dos ó tres veces,
pero ¡ayl de nada me aprovecha mi buena I
voluntad. Los autores, silbados, desfogan
en mi su despecho, los tramoyistas, los
carpinteros y toda la reata de empleados,
me tratan sin compasión y ya veo cercano
el día de mi muerte.
¡Me muero! ¡Me muero sin remedio!
En la casa de huéspedes á que he venido
aparar, unestudifjnie jug idor y tronado,
me ha roto el espejo <le un botazo.
Y todo porque la jj.iirona ha querido co-
brarle el pupilaje.
Decididamente Imy dpjo de existir.
Pero aún asi y toiio me considero mu\
feliz cuando coiupari» mi suerte con la
de aquel pobre piano (|ue todavía sigue
aguantando los puñetazos que le propina
el pianista del rema le.
El infeliz está condenado á morir can-
tando el pericón nacional y la polca de
los paraguas.
Ricardo Ferrer.
DESCQTES
■ %-.
—Pero hijita, no te parece demasiado ese
escote?
— No lo creas: así iban las matronas roma^
ñas, con un gran paño detrás y otro delante.
—¿Es decir que tu vas de matrona?
—Si; pero suprimiendo los paños.
"^^^fv5?"^^í*!sr'
598
''* '^^*<.V't,%''^'*-
£L CASCA.BEL
EN EL HOTEL
Ijlegué, dejé el equipnjc
y me dispuse á almorzar,
deseando descansar
de las fatigas del viaje.
En una mesa vecina
un señor viejo almorzaba,
el cual en unión estaba
de una muchacha divina.
Tipo esbelto, seductor;
ojos de un hermoso brillo...
una virgen de Murillo
manejando el tenedor!
Yo miraba embelesado
la gracia con que comía:
pero en tanto no podia
atravesar un bocado.
Su comida concluyeron
y yo entre tanto ayuné;
tomaron arabos café
y del comedor salieron.
Y ansioso de saber ya
quien aquella niña fuera,
supe al fin que era soltera,
y que el viejo era el papá.
Y el mozo que me servia
rae hizo fijar la atención
de que eLLa su habitación
tenia junto á la mía.
II
Gracias á la vecindad,
debida á mi buena estrella,
bien pronto yo, el padre y ella
entablamos amistad.
Siempre afectuoso y galante
su afecto me conquisté
y de este modo logré
ser su eterno acompañante.
En la intimidad diaria
yo iba estando enamorado
encontrándome {)rendado
de la estación balnearia.
Y con calor sin igual
la dije á ella í|ue la amaba
al pié de donde manaba
el agua medicinal.
Ella con voz balbuciente
dijo:
—¿No me engaña u.sté?
—No; y testigo de mi fé
sea el agua de esta fuente.
Me juró fidelidad,
besé su mano de armiño
y la prometí cariño
por toda una eternidad.
Til
—¿V me amas?
—¿No te lie de amar?
¿No me olvidas?
—Ya lo ves;
pero es que hace más de un mes
(|ue no puedo descansar.
Llega la noche y no duermo;
me pongo á pensar en tí.
Ya ves que siguiendo así
al fin voy á estar enfermo.
Y me tapo los oidos,
(|Uiero descansar y ¡c;í!
me desvela tu papá
con sus horribles ronquidos.
—¡Es atroz! tienes razón
vas á enfermar ¡ya se v*'!
— Sí, mi amor, precisaré
mudarmí^ de habitación.
[V
No me quejaba de vicio
¿quién podría resistir
estar un mes sin dormir
con tan horrible suplicio?
En el lecho me metía
y si á dormir empezaba
en aquel instante daba
principio la sinfonía.
Era un ronquido bestial
que llegaba á lo inlinito,
y se enfrascaba el maldito
en la escala musical,
l'n concierto del infierno,
un ronquido continuado,
una riña de tejado
de dos gatos en invierno!
Yo renegué de mi estrella
y juraba y maldecía;
pero todo lo sufría
por mi ángel bueno, por ella.
V
Un día tomé el expreso
y asustado, febriciente,
huyendo de aquella gente
hice el viaje de regreso.
De su lado me escapaba;
aunque faltase á mi fé,
pues por fin averigüé
¡que era ella la (|ue roncaba!
Luis García.
•. ,., i .ZÁ-iMésÁMí¿^.
. ■^••^•í'»
"V^^íSK^-*'""^'" **--??" *f^ ^''íT'^ 1^
EL CASCABEL
5- «?
Historia eterna
inda!— dijo él.
— Simpático— mur-
muró ella.
— ¿Me quieres?
— Te adoro.
Y se abrazaron.
Un mes después:
— ¡Inliel!— dijo ella.
— Ja... ja«.. ja...
ja— ri(j él.
—¡Torpe!
—¡Tonta!
Y se separaron.
Un «ño después se encuentran:
—¿Te acuerdas?— preguntó él.
— Me acuerdo— repuso ella.
— ¿Me quieres aún?
— Como siempre.....
Y se abrazaron de nuevo.
A los dos dias:
—¿Es de veras
— Sí— dijo ella.
—Lo dudo.
tu primo?- pregunto él.
Cuatro dias mas tarde:
— ¡Infame! — rugió él.
—¡Celoso!— exclamó ella.
— ¡Mala mujer!
—¡Tirano!
Y con horrible saña se arrancaron uno á
uno ios pocos pelos que aún les quedaban.
Después se separaron.
Y hubieran seguido separándose
y reconciliándose, por los siglos de los
siglos, á no ser por que él se murió.
De resultas de lo cual ella se quedó viada.
Y se casó de nuevo.
Y tornó á recomenzar la historia pasa-
da, hasta que un buen día se murieron
ella y su nuevo marido.
Y aunque se tuvo la precaución de ente-
rrarlos en distintos cajones, existe la sos-
pecha vehemente de que llegados ali ce-
menterio abandonaron las mortajas y se
dedicaron á su tarea favorita: ¡arrancarse
los. pelos!
—¿Todavía? dirá alguien.
— Si. Porque los enterraron con peluca,
que era el cabello que gastaron en vida.
Manuel B. ligarte.
-^,^^-
CONSEJOS DE AMIGO
«... Mira, López, tu has perdido
ayer tu caudal del todo,
y ahora andas buscando el modo
de vivir conao has vivido.
Tu eras rico por herencia
y te has lucido á destajo,
l« no sabes que es trabajo,
í|ue es estudio, ni que es ciencia.
Dichoso y tranquilo ay-er
lias gastado á discrección,
y hoy te llega la ocasión
de no tener que comer.
Me da pena la apurada
situación en que estás hoy.
y estos consejos te > oy,
porque no me cuestan naihi.
Ellos con facilidad
te permitirán vivir
y no tendrás que sufrir
ninguna necesidad.
Mira López, lo primero
que necesitas hacer,
es buscar medio de ver
si logras algún dinero.
Pídeselo á una ramera,
de las que antes mantuviste,
y si es fiue ella se resiste
se lo robas á cualquiera.
¡RobarI ¡Robar! ¿á que extremos
(juieres que llegue? dirás,
y al fin te acostumbrarás,
pues eso todos fo hacemos.
Si no te encuentras valiente
y temes tales empresas,
buscas una mujer de esas
. de naturaleza ardiente.
Tu presencia certifica
todo lo que has de poder,
¡ah! (|ue sea esa mujer
además de ardiente, rica.
Con suma facilí.lad
ella ha de pagarte lodo
y realizas de tal modo
una obra de caridad.
La combinación ya ves
que es sencilla en su conjunto,
. y práctico en el asunto
lo haces con dos ó con tres.
Rodéate de c-parato,
ya que otro paga el derroche,
ve á todos lados en coche
(jue deslumbre tu boato; ,
que tu fama extraordinaria
te anuncie. por donde pases,
hasta el día en que te cases
lfe5ü.U;5t,í..-,»*.v.J"S,'."'--
:-^,i^>álL,
600
EL CASCA UKL
CABEZAS
De Ingléí
De Frai cés
De Español
De Italiano.
tj^
Destornillacln.
En bruto.
3 ^v,--? T '^""
EL CASCA HhX
601
CABEZAS
De marfil.
Mística.
^rx/
De estúpido.
De melón.
De cochino.
De terr^era en sais?.
fiík^■-^-:ílyV;^S&-Jí£l■r.^^■*^'h"?^í:•i^.■>■' ^'.-i:
-U ■í"¿i¿eíiíí3«fc£. ..^
irní'I.W^'-
602
-üí?-*^ »a<í!PrY^^'*^ ^"^ -
EL CASCABEL
con alguna millonaria. ^
Y al momento en que la ley
te de derecho á mandar
sobre tu esposa, has de est&r
en el mundo como un rey.
Asi verás transcurrir
tu vida color de rosa,
podrás pegar á tu esposa
si eso te ha de divertir.
Serás, noble y eminente
y sabio y glorificado,
llegarás á diputado,
á ministro, ¡á presidente!
Haz todo lo que te digo,
y llegarás á triunfar,
hazlo, López sin tardar,
le lo aconseja un amigo.
Y ya en buena situación,
que puedes lograr con arte,
me iré á ti á felicitarte...
y á cobrar mi comisión».
Ayer hallé esta mi.siva
en la calle y la copié,
por que yo supongo que,
resulta muy in.=tructiva.
S. Garrido.
PICADURA Y HEBEU
■ ^ I NA señora entra misteriosamente
en una librería y pide algunas nove-
las de Zola; una vez pagadas dice al de-
pendiente.
—Suplico í1 V. que no entere ñ mi esposo
de esta compra.
— Pero, señora, si no i o conozco...
— Por si acaso.
—Papó, me anuncia mi novio que maña-
na comerü con nosotros.
—Me alegro, puede que asi comamos con
tranquilidad.
— ¿Qué haremos, papá?
—¿Con quién, con tu novio?
— Nó; para comer.
-Verás; una comida simbólica: Un plato
de cordero, que soy yo; otro de pichones,
que seréis vosotros, y otro de anguila, esta
se parece mucho á la serpiente y represen-
tará perfectamente á tu mamá.
Amenidades de un diario.
«Estuvieron presentes las de G. con traje
azul;" ía de E de rosa; la de R rosa blanca.
«Se nos anuncia un bolsazo.»
«Muy concurrido el té del señor K.»
«Espléndido el café con leche de N.» •
«Ella es alta, rubia y vive... allí.»
«Él es bajo, moreno y vive... allá.»
¡Oh, prodigio!
El insigne actor Valero ensayaba un día
á un principiante, el que debía decir: «por
allí vienen los infieles^, esto es, por la de-
recha. Pero el novel artista señal aba .siem-
pre la entrada á la platea. Aquello se re-
pitió algunas veces. Valero, ya cansado,
le dijo:
— Por la derecha llegan los infieles.
—Por las butacas llegan los que te ma-
tarán.
— ¡Ramón, mi levita!
—Si la empeñó V. ayer.
— Basta: no te pido explicaciones.
En el teatro: ^
—¿Che, aquella es la tiple?
— ¡Era!
En un examen:
—¿Dónde se encuentran San Isidro, San-
ta Fé y San Nicolás?
—¡En el cielo!
En casa de un dentista:
— ¿Qué muela le duele á V.?
—Tercera, ala derecha, arriba.
—¿Qué calle?
Juan Berengver.
EVAS Y ADANES
Culpa á Eva la Biblia de haber sido
la causa de que á Adán Dios maldijer.-i,
incitando al primero á que comiera
del fruto que el Señor habia prohibido.
Y fuérase que Adán, ya sometido
á la beldad de Eva, ó lo que fuera,
lo cierto es que probó lo que debiera
haber eternamente aborrecido.
Caro luego pagaron su pecado
pues trocáronse todos sus placeres
en llanto amargo, en penas y en afanes.
Pero en el siglo actual todo ha cambiado,
y aunque de Eva son hijas las mujeres
¡qué pocas Evas hay! iCuántos Adanes!
Federico Aslor
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SfíiJ'^^; ^'r^'^Flíí^^sy^*^^ '
004
EL CASCABEL
INGENUIDAD
Hablaba Luis con Amparo
y hallando á ésta algo cortada,
dijo:
— ¿Qué os pasa? Reparo
que estáis algo embarazada.
Al oirlo, prontamente
dijo Amparo de este modo:
—No es algo, Luis, solamente,
sino que lo estoy del todo.
Jase Arana.
DE DOMINGO Á DOMINGO
¡Eüjan!
Y nó crean VV. (|iie estamos jugando al
9}iante.
Quiero decir ([iie elijan, si puecfeii, por
que la verdad es que en cuanto ¿i diversio-
nes no nos podemos (|uejar.
Hay para todos los gustos.
En la XJpera tenemos á una Echevarría
que vale más de lo que prsa, ya que su
peso ha de ser poco, y que hace sentir en
español.
¡Vaya si hace sentir!
Una artista tan distinguida no anda con
malas compañías, y esto no debe alarmar
á su esposo, que es la compañía legitima;
quiero decir, que la compañía, el cuadro
dramático, es digno de alternar con tan
eximia fya lo solté, VV. perdonen) actriz.
Y si nó que lo digan (lalé y Prado, es de-
cir, ellos no lo dirán, porque son modes-
tos, pero lo decimos lodos los que les aplau-
dimos, como se merecen.
Ahora nos van á dar un plato del tiempo.
Y es bueno advertir que el tiempo es de
habas...
Esperemos la ocasión de saborear la de
San Ignacio, condimentada por Enrique
Gaspar, el escritor que ha escrito más ma-
j'adei'ías, y majaderías que se venden como
pan bendito.
Si noa sentimos con ganas de romper ú
llorar de firme, nos podemos dirigir al
Odeon.
Bonito teatro, selecta concurrencia y ar-
tistas concienzudos.
Entre la Sra. Reiter y el Sr. Emauuel...
nos quedamos con los dos. y salimos del
teatro convencidos de que los tan aplaudi-
dos artistas nos quieren bien, ó de que los
refranes mienten.
Hay uno que dice: quien bien fe quie-
ra te liará llorar.
Y los del Odcón, no los refranes, los ar-
tistas, tienen el don de conmover.
Para secar el llanto y borrar la impresión
([ue deja en nuestro ánimo la situación del
país, no hay nada mejor que buscar la risa
y ésta se halla en el San Martin ó en la
Comedia^ en donde Juárez, sobre todo des-
pués de su beneficio, al que me adherí,
digo mal, al que contribuí con toda el alma
y con casi toda la plata disponible, se en-
carga de hacer reir á los más taciturnos
mortales, y no aludo ul general Roca, ta-
citurno él, según dicen por ahí, y que no
v i á la Comedia porque bastante tiene
que hacer con la política.
La comedia política, se entiende.
En el teatro AlhamJjra sigue la anima-
ción y sigue El año 92 en el cartel.
La señorita Aranaz fC.) del Apolo pasa
al ten tillo de la calle de Cerrito en clase
(le empresaria, con obligación d'e alternar
con el cuadro cómico que contrate.
Esta obligación, es moral.
Sus admiradores se la impondrán y ella,
artista al fin, accederá.
Al Apolo pasa Parenti con su compa-
ñía milanesa, la (}ue en un teatro decente
y arregladito, lucirá lo que no lucía en el
Pasatiempo, aquel teatro que inmortalizó
Forlet con su troupe, ó tropilla.
Las F'olien en auge. Y á medida que el
calor aprieta, más concurridas. De modo
que allí ¡os aplausos á Casthor, la Barras
y demás, son como la estaciim. calurosos.
En el Onruhia., después del Viaje de
Suzette, so ha puesto en escena Mlle. Ni-
toucJie^ con éxito, relativamente, apesar
de que la compañía es algo deficiente.
Bien que después de aquel viaje., cual-
quier cosa nos ha de parecer sublime.
¡Ah!
Lo diré en estilo epistolar:
Sr. Btnpresario del teab^o Onrubia
Muy señor mío:
Si V. creyó por un momento que El Ga.8-
CABEL, al recibir el pase ó entrada de íá-
í^Si&V-L-^o. ¿.■.-:-;c:-i!r;--úi:-.ir'>.-,^ y.
'4
-•15;
EL CASBABF.f.
605
vor, contraía la obligación de alabar y
aplaudir las obrpsque se ponen en escena
en el lealro que V. explota, estuvo equi-
vocado.
De manera que al reí i ramos el pciíic por
haber dicho que el Viaje (fr Suzefte., tal
y como se represento, constituía un espec-
táculo incalificable, nos ha hecho un la
vor, porque de esta manera rompemos el
contrato que V, tal vez creía que nos ligab;i.
El empresario Sr. Orejón ha contra tailo
a! celebrado actor cómico Sr. Julio I^uiz,
el que trabajará en la Comedia, y ¡i la
aplaudida actriz Sra. Tubau de Falencia
para el Nacional.
Eslo es tener tacto, y vista, y... todos los
sentidos en su lugar, especialmente el sen-
tido... práctico.
Porque ¡vaya si ganará dinero (orejón
con tales elementos!
A su debido tiempo se verá.
t -
í^í
^''-^!m^u~i
¡Estamos decididos!
Trabajo nos ha costado, pero al fin, conside-
rando: que Colon descubrió este mundo que
habitamos, y que explotan unos omntos con-
tratistas afortunados: que estos no organizan
nada que vaga la pena para solemnizar el
cuarto centenario del descubrimiento: que no
acordarse de Colon en estos dias equivale á
olvidarse que, gracias á él habitamos el me
jor de los mundos, y que somos felices, esta-
mos bien gobernados y nadamos en la abun-
dancia... ó en seco, si á ustedes l3S parece:
considerando todo io dicho, EL CASCABEL re
suelve :
1» Celebrar un certamen literario.
2" Recibir, clasificar y publicar cuanto tra-
bajo en prosa ó ea verso se reciba.
3* Que las c imposiciones han de ser cortas:
una cuartilla á lo sumo.
4- Que un tribunal compuesto de tres escri-
tores festivos juzgue las composiciones y otor
gue un pretnio á la mejor.
5 Que quedan rechazados los trabajos sé
ros.
Conque, ya lo saben ustedes.
En el próximo número podremos dar los
nombres de los escritores que formarón el
tribunal.
También especificaremos qué clase de regalo
recibirá el autor del mejor trabajo que reci-
bamos.
Si hoy no somos más esplícitos es porque
queremos ganar tiempo ya que la fecha (12 de
Ce ubre) se acerca.
Se reciben las conipos clones, desde hoy
hasta el día 9 de Octubre.
¡Ah!... Repetimos que los trabajos que se nos
remitan han de ser festivos
K
Me echo la niano al bolsillo
cuando le veo venir,
por miedo de que se vayan
los pesos detrás de ti.
¡Fíense ustedes, pues he sabido
que la aprensiva, la pulcra Pura,
suele limpiarse la dentadura
con los bigotes de su marido!
Interesante promeic ser el numero úni-
co que prepara el Sr. Monner Sans, como
homenage á Colon.
El conocido pintor S'-. Nicolau Colanda,
como director artístico, y el Sr. Monner
encargado de la parle iiterrria, trabajan
sin descanso á fin de presentar un trabajo
digno de la fecha que se quiere conme-
morar.
Por la calidad y cantidad de firmas asi
de escritores como de dibujantes, que figu-
rarán en el Homcnacje d Colon, puede
afirmarse que el homenage será cumplido
y constituirá el mejor numero no incluido
en el programa délos festejos que con tan-
to misterio y recato se preparan en Buenos
Aires.
—¿Y nuestro amigo Clemente?
—En la cárcel.
—¿Por ladrón?
— Está allí, por su afición
í'i las letras, sülaniente.
—¿Por eso? Pues no concibo
que por leer...
—Ya ve ustó,
sustrajo dos letras de
cambio, y os ese el motivo...
En el Colegio Nacional y en la ciase ile
idioma.
Pro/e.S'ór.— Cíteme V. ejemplos de con-
sonantes, asonantes y disonantes
%
ím
EL CASGAISEL
.3:':
Alumno. — ¿De consonantes?... Mesa y
besai. De asonantes:.. Mesa é idea. Y de
disonantes...
Profesor.— ^o recuerda V... Busque
dos palabras que rabien de verse juntas.
/í I mnno . — S u eg ra y y e r n o .
. [Histórico)
Según un imporlante colega, el gabinete
no satisface al pais.
Eso ya es viejo, dirát» Vds.
Pues no lo es.
Porque se trata del gabinete que formará,
ó está formando el nuevo Presidente.
Diantre!
Aun no asamos y
¡Que dimitan los futuros ministros!
— ¡Cómo no!— Luis contestó
íi un señor que le invitó.
y éste sin saber que hacer,
repitió:
— ¿Quiere comer?
— ¿Que si como? ¡Cómo no!
(¡Váyale V. á entender!^
Leo en un diario que se ha fundado una
sociedad de seguros contra la vida.
¿Contra la vida?
¡Asesinos!
A los señores que nos piden números
atrasados les advertimos ■ que no podemos
servir más que 37 colecciones completas
mediante el abono de un año, pago adelan-
tado.
Quedan advertidos los coleccionistas.
A y.— No, señor, está V. equivocado.
H i /)up' I tainu .—Es V. muy gracioso.
P //■- Prt /". — Coni pl aci d o .
h-etrs/iiú.—Descináa. V. algo la forma, y el asuato
no es muy interesante.
C. V. II.— Se cumple su iiresenlamiento.
íj'o/ —No le digo á V. lo mismo.
A- Leta.—Vovlo y sin gracia.
Pfíterhejpii'.—'íio, señor. Pruebe nuevamente y es-
pero complacerle.
Litd'jricu — '^e publicará io suyo Mande la firma.
/•;/ lU' Cañuelas .—Quievo y debo complacer a V.
Mandaré los uütueros que piíle.— En el próximo irá
lo suyo.
./un ti Pasaluri. -Me resulta algo serio lo que man-
da usted.
A- rfl!¿/rfi»Yí. — Menos música y mfts pagar las
cuentas. Es lo que conviene, es decir, lo que le
conviene á V.
Mamerto. — Ea muy defectuoso.
.\ . /'. Tur. -Si; autor desacreditado.
A". Af. .V. — No me conviene.
J/í'/'>/í.— Garantido, ya lo conozco.
L, A. .V.— No es original.
Amateur —NO le pue 'o complacer.
.l/ü/-/ío.— Mande V. la firma.
Tit'in í«—<i asi es el pri i ero, líbreme Dios del
segundo.
EL CASCABEL
SEMANARIO FKSTIVO ILUSTRADO
Director; ENRIQUE COLL
-.Tt-
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses ^ $ 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0. 10
» atrasado » 0 . 15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
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^:íív-**íí¿5asáaiÉA'¿v-..^v.¿ic!->v!..^.
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EL CASCABEL
607
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fina en el estabíecimiento
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Leche pura, Crema, Manteca fina DEL DÍA.
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234, SUIPACHA, 234
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establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Oiiiliei'Dio .4. C^ranwell,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de €'i*an%vcll sino de S|)roat.
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de París y Madrid y por el l)r. Pedro N. Ára-
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mejor depurativo de la sangre alterada por
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preíerenc a á todas sus similares, porque las
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tander, Bilbao y demás puntos importantes
ie Kspaña.
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agentes Antonio López y O, calle Alsina 750.
N(rrA.— Se expiden pasajes de venida de to-
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HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
^recio en la ciudad. . . | 0.10 el número
ííúmero atrasado.. .. »0.15 id
Fotograbados de Emilio A. Coll y C'
Obr.i que Jioldúu estrena
logra aplausos ¡si, señor!
pues liüldán es buen actor
y buen director de escena.
tOH^fi: ^r -i'htAi ^A^'Jrrní». 4at^>fi^^ .
5S^j,- ;;-^:. -':^,ríf^^^~
610
m. eA8<»^£:u
í#-
•^-
If:
-^•:[Ct.$
UF.Di: decirse que no ga-
namos para sustos.
Aunque, bien mirado,
tampoco ganamos para
naHa más.
Cuando más tranquilos
estamos (M1 'cnsa. y á lo
sumo nos permitimos el
lujo de pensar en Colón, con el misino
amor que pmisariamos en un hermano le
leche, al entrarnos ésta por la mañana,
la atenta mucania, nos dice asombrada.
— ¿No sabe V. lo que ocurre?
—No.
— ¿Sabe V. lo que ha pasado esta no-
che?
— ^Sé lo que no ha pasado. Sé que se
olvida V. de pasar e! plumero por estas
míseras paredes, que al p^so que vamos,
pronto parecerán un vivero de insectos.
— ¿Qué dice V?
— Digo^ que esta noche soñaba que una
hermosa ninfa me hacia cosqnillas en la
cara, con una plumadepavo real, y cuando
más me entusiasmaba, despierto, me lle-
vo la maiKj á la fisonomía y me f'nciientro
que las cosquillas me las hacía una araña.
Mire V. como me ha puesto el carrillo:
parece un durazno fuera de sazón,
— V, perdone, . .
— Bueno: después de este cafó modesto
que la he servido, sírvame V. la leche y
dígame lo que tenga que decirme.
— ¡Las tropas, el ejército en masa ha
querido levantarse!
— ¿A que hora?
— No lo sé, pero La Prensa dice que la
tropa quiso levantarse...
— Y no se levantó.
-No. ■:--":--'^^ •■-■"■':
— En eso nos parecemos. Yo tampoco
me levanto. :
— ¡Hay muchos presosl
—¿Si, eh? .
— Imi fin, que el golpe ha fracasado.
— VA golpe, dice V?
— Sí, hombre, parece que duerma V.
I Linios estado á punto de tener tiritos...
;revolución!
— ¡Sopla! Revolución has dicho?
— Sí, señor.
— A ver; trae La Prensa.
Leemos, y nos encontramos con que el
ejército está descontonto, y nos entera-
mos de que la revolución no ha estallado
nnlagrosamente.
Naturalmente, la noticia nos sorprende,
y a! punto vamos á tomar informes.
Nos dirigimos á casa de un conspirador
V lií interroEramos.
Nada,
Silencio absoluto.
Vamos á casa de otro. Ha salido, pero
nos recibe su mujer.
— ¿V Pérez? preguntamos.
— lista en el comité. ¡Ay amigol La
política le t^n)barga...
— Más vale la política, que el escribano.
— ¡Lo que me hace sufrir!
— ¿Li eijcribano?
— No; mi marido, Pérez. Figúrese V.
que apenas supo que se había descubierto
el complot militar, me apretó contra su
pecho y me dijo:
<vlla lleí?aHo la hora de de echarnos á la
calle. La patria peligra». Y se fué, y aún
no ha vuelto; y lo siento porque el al-
muerzo pstá listo y los tallarines parecen
una pasta.
¡Ay, amigo! Corra V.: vaya á ver si lo
encuentra y tráigamelo vivo ó muerto.
Salituos desesperados en busca de Pérez,
y lo hallamos por fin.
Nos llama misteriosamente y nos dice:
— Hoy no voy á casa.
— Mal hecho, amigo mió; la mujer y
los tallarines le esperan con los brazos
abiertos.
— Lo primero es la política. Y hoy el
hoiizonto está cargado.
.- ,At^d¡Ji>íim^fLc^
... -■■.■.-i- *^-í/ -
EL CA8BABEL
Gil
m
— En efecto, siento qne empieza á llo-
ver...
— ¡Hay que pstar prevenido!
— Ya lo creo, pero me he dejado el pa-
raguas en un cambalache...
— Xo me refiero al tiempo. Hablo del
golpe político que se prepara.
— ¿El golpe, eh? Pues ya estoj preve-
nido.
— Ahora déjeme V. cinco pesos, pul-
que no puedo alejarme del comité y...
— Lo siento, pero no tengo disponible...
Y planto á mi amigo, que á no dudarlo
se quedará convencido oe que no estaba
tan desprevenido para ciertos golpes.
Lo que ha hecho el gobierno.
Parar el golpe.
Suponienpo que si golpe tenia que ser
dado.
Inútil es enumerar los perjuicios que
ha ocasionado el conato de sublevación.
Por de pronto el país está alarmado.
^' luego con lo del acuartelamiento de
fuerzas, sabemos que más de una niña se
aburre de lo lindo, pues no puede seguir
aguantando los ataques que, empleando
la más moderna táctica, la llevaba algún
militar acuartelado.
— Dichosa política — nos decía una se-
ñora serisible, aunque viuda de un tenien-
te de infantería — Es mucha cosa que ape-
nas se arma un complot nos priven de ver
uniformes por la calle.
— La política es así.
— Ya lo veo Y aún veo más. Veo que
la política es muy impolítica. Empieza
por privarnos de una parte del elemento
masculino y acaba por asustarnos dado
caso de un estallido; apenas oigo un tiro
ya me estoy llenando do algodón en rama
los oídos.
— Bueno, pero ahora no hay de qué.
No habrá nada. Todo acabará bien, y
pronlo verá V. libres de transitar por las
calles á los hombres uniformados.
Aunque bien mirado, ¿quién puede ase-
gurarlo?
Solo faltaría qu3 estallase algo y en-
tonces.. .
¡Adiós festejos Colombinos!
Y aunque no estalle nada, ¡adiós tarr^-
bién!
AMOR ARITMÉTICO
Tomo tan sólo Ja pluma
para alabar tus encantos,
mas. posees niña, tantos,
que no puedo hacer la suni<(.
Tu amor el valor me presta,
y mi delicia formaras,
si tú al cabo me otorgaras
el dulce si que me reala
Ahora es cuando yo me explico
(jue se puede repicar
y en la procesi(')ii andar,
pues por ti me mvU iplico.
Sólo tu fallo decide
mi alegría ó mi dolor,
concédeme, pues, tu amor;
¡lo contrario me divicií'!
José Arana.
E D I D A S
oDos medimos, ya de
un modo ya de otro,
y las medidas de cada
uno dan la medida de
¡1)5 gustos y aspira-
ciones de cada cual, ó
i- nal a. según el sexo.
Cierto que no siem-
pre aquello que nos proponemos sale á
medida de nuestros deseos, ponjun enton-
ces con sólo abrir la lidca seriamos felices,
y resultando que. siendo medida nuestra
boca, no seria posible colmar la de algu-
nos individuos, que la poseen tan grande
casi corno la del Hiachuelo.
Hay medidas para áridos, como las hay
para líquidos. De las primeras puede ser-
vir de base un discurso de agricultura: de
las segundas una iiradaáe\evs,os, al mar.
—¡El gobierno no duerme!— exclama un
político crustáceo— y ha lomado medidas
para sofocar el alzamiento. Y efectiva-
mente, por desgracia, no duerme y se pasa
el tiempo tomando medida al bolsillo del
contribuyente y sofocándolo á la fuerza ó '
á fuerza de medidas administrativas.
"^
i-^\
^•f^
líí-,11
k¿¿:,i'.;A¿tM:sÉí}
..in.-^:*^. Vi¿" ■
-■' . -.oW-^y-j^j^
612
EL CASCABEL
■■ 1»
Tomamos medidas extremas ó nos las
toman al hacernos zapatos ó sombreros.
A veces se equivocan los artistas y la
medida de la cabeza nos la toman con los
pies, por aquello de que hay quien piensa
con los pies y anda con la cabeza á
vueltas.
Hay personas que no se cansan de acon-
sejar que midamos las palabras. Los di-
chos resultan tan amigos de la prosodia
como enemigos de ella son los poetas que
miden con los pies, aun que este modo de
medir haya sido forzado ó forzoso.
— Ven esta noche— dice la señorita, no la
señora, de sus pensamientos á Ceferino,
chico enamorado como el que más y con
incrustaciones de poeta. Pues ahí tienen
ustedes al niño, mide que te mide palabras
y silabas, para endilgar luego á su amada
un soneto de más ó menos versos, (él los
hace ú capricho) pintando las dalzuras del
más alia á que aspira.
— ¡Caballero, mediremos las armas! —
exclama en un niornenlo de furor uno á
quien le han medido la cara dijitalmente.
l'^sta es uno medida distinguida ó dis-
tinta de las que loman los que miden sus
fuerzas como dos peones de registro.
¡Ese! el cólera, es causa de que se tomen
muchas medidas sanilarias, que dan la
del miedo; pero que tampoco sanan. Bien
es cierto que con tanla medida monta uno
en cólera, al ver que éste se nos monta en
las narices y se burla de las medidas.
Hay quien mide con vara y hay también
á quien con ella le miden las espaldas, y
éstas á su vez, ó á veces, miden el suelo
contra la voluntad de su dueño.
Medidas de pre-caur/ón las toma mu-
cha gente, pero sobre lodo los usureros.
Hay medidas generales, como hay tam-
bién generales sin medida, no tanto por el
número cuanto por la canlidad. Ejemplo:
el Cicerón Ministro ó el ministro cicerón.
Comer sin medida, es para algunos indi-
viduos fatal, pues aunque ellos no lo crean,
necesitarían, para no reventar, la fanega
ó el hectolitro.
Conozco un personaje político, que en
cierla ocasión en que se hablaba del sis-
tema métrico, pregunti» con una ingenui-
dad que daba medida de su talento ó
talante, si el metro tenía el mismo largor
aquí que en Europa, á lo que un amigo
respondió (jue creía que no, pues que seria
mucha casualidad— prosiguió — que el me-
ridiano de Paris fuera igual al de Buenos
Aires.
Conozco otro á quien preguntándole si
sabia lo que era el manómetro, respondió
que seria un aparato para medir las
manos.
Unos miden la inteligencia de los ani-
males por el ángulo facial y otros miden
los puntos que calzan por los callos. Am-
bas son medulas [rcnópatas ó de capa-
cidad.
Mientras el inglés mide el tiempo del
vencimiento del pagaré por eternidades,
el alMonizadO lo mide por instantes que
pasan pronto, no viendo en el papel más
que él paga sin más música. Esta es me-
dida desesperada.
Hay quien mide su estancia por pasos y
hay quien la mide por leguas.
Los antiguos poetas medían sus obras
dramáticas por jomarlas y generalmente
no necesitaban hacer más que tres para
llegar á la inmortalidad. Los de hoy las
miden por actos, que muchas veces lo son
de crueldad para con el público.
Medidas superficiales las toma mucha
gente. Es tan superficial la sociedad que
generalmente no mide el fondo; aunque
muchas veces se tire a fondo, tal vez para
ir después á la fonda y medir su estómago
con la largueza del lesionado.
Hay quien dá sm medida y quien lo re-
cibe de igual forma. La suegra, ese ángel
tutelar que todos veneramos, nunca mide
los disgustos que dá al yerno, y este mártir
del gancho los recibe á granel por no ha-
ber medido las consecuencias que trae el
matrimonio ó por haberla medido á ojos
de buen cubero. Meditemos los solteros y
midamos nuestra sueiie por la desgracia
de la yernografja. .Midamos este abismo
y separemos los ojos con horror.
Tomemos, pues, medidas extraordinar
rias.
Lí'.(.{ (TúJizalez- López
?i3áStó%Sfe,r.^ =; :j¿i'¿iiiíí.-
-r.,,,^i&T
-^fe^
EL CASCABEL
ét9P
Á UNA AMIGA
'M:
Con mucha inquietud, Consuelo,
veo que lleva tapados
con dos cristales ahumados
sus bellos ojos de cielo.
Y creo qué hace V. mal
en taparlos de tal modo,
porque vú usté á verlo todo
del color de ese cristal.
¿Porque sus ojos divinos,
ocultar tan sin razón?
¿Es por que han dicho que son
dos terribles asesinos?
¿No vé V. que de esta suerte,
ocultos los matadores,
si nos mata V. de amorcís
sercá mas negra la muerte?
Y V. también sufrirá,
si no cesa en su.« antojos,
porque por esos anteojos
todo negro lo verá
Cesará V. de reir,.
pues ios vidrios imprudentes
le liarán ver negros sus dientes
y hasta negro el porvenir.
Con gustos tan singulares,
verá Y., si está bebiendo,
irse el agua convirtiendo
en salsa de calamares.
Y si en amoroso urrobo,
contempla V. á su amado
verá al fin que se ha tornado
su boca, en boca de lobo.
Pero ahora que amado dije,
creo que estoy en lo cierto
al pensar que he descubierto
la causa que á V. aflije.
Si yo no recuerdo mal,
amada era V. de Arturo,
un negro... digo, un oscuro,
que era su novio oficial.
Yo le envidiaba, á fé mía,
la dicha que le aguardaba,
puesto que él aseguraba
qne pronto se casaría.
¡Usted al darle su amor:
cuanto me hacia rabiar!
tanto, que anhelé trocar
con el negro hasta el color.
Y él, torpe, ayer, con su huida
deja á V. abandonada,
y su ternura pagada
con una negra partid.-i.
El llanto le ha puesto rojos
sus ojos, color de cielo
y ahora me explico, Consuelo,
porque gasta V. anteojos.
Yo comprendo su afliceiiMi.
y el desengaño sufrido;
pero me hallo decidido
á aprovechar la ocasión.
.\hora del uso. me alegro,
de esos lentes por ustí':
si todo negro lo vé
yo puedo pasar por negro.
Y si usté no toma mal,
mi variación de color.
yo he de adorar en su amor
el color de ese cristal.
Luis García.
1,»
EL OCASO DE LA VIDA
os aplausos y las llamadas á escena se repitieron infinidad de veces y
en los palcos", tertulias y pasillos sólo se oía una exclamación entu-
siasta y expontánea.
— ¡Ruiz es un verdadero actor!
Y allá, en el cuarto pequeño y desmantelado, mientras el aplaudido
joven se despojaba de su peluca gris y sus barbas postizas, recibía
plácemes y í'elicitaciones délos amigos, de los cronistas y de los pará-
sitos de telón adentro, que ni en representaciones de aficionados dejan
de pasear su importante personalidad por el escenarir», molestando á,
los tramoyistas, á los carpinteros y á los empleados de la guardarropía.
La verdad es qu« Ruiz era algo más que aficionado. No se ganaba la vida en el
teatro, pero poseía condiciones que más de cuatro actores le envidiaban.
Aquella noche, y en obsequio á las damas de una sociedad benéfica, había decla-
mado el monólogo Irágico El ocaso de la vida. ■
Ruiz representaba un tipo de viejo prematuro, digámoslo así. La acción del monó-
logo se basaba en la desesperación de un hombre que, al llegar á los cuarenta años,
y despué-t de haber pasado su vida entregado al placer y al amor, fácil, se enamo-
raba perdidamente de una joven hermosa, y era correspondido.
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614
EL CASCABEL
Con qué amargura recordaba el tiempo pasado!
Y con qué calor pedia fuerzas al cuerpo para gDzar la dicha del amor que
embargaba su espíritu!
De pronto surge una duda.
Con la duda surge un rival.
Y con el rival, joven, fuerte y Heno de nobles ideales y atrayentes cualidades,
es inminente la derrota. La pérdida del amor puro que el decrépito ha sentido
crecer en su alma, larde si, pero con el irresistible empuje de tpda pasión extem-
poránea.
Aqui entra en el monólogo la transición.
El hombre se subleva, quiere luchar y se halla sin fuerzas; teme no poder
sufrir el agudo golpe, y en un pasaje lleno de sangrientos apostrofes y amargas
reconvenciones, saca precipitadamente un revólver y se levanta la tapa de los sesos.
Ruiz declamaba admirablemente y conmovia al interpretar tan trágico monólogo-.
Los aplausos eran justos.
Fué tal la fama que el joven adquirió, que se lo disputaban en todas partes y
le acosaban con la eterna súplica.
— jRuiz... el monólogo, por favor!
Y él obedecía complaciente, y cada vez se hacia aplaudir más.
Una rubia encantadora le dijo un día, y hemos de creer que tendría autoridad
para decírselo :
—Mira, Ruiz, cada vez que declamas el dichoso monólogo me das miedo.
— ¡Tonluela!
— Te pones tan serio y nervioso; gritas tanto y gesticulas de tal manera que a
veces llego á creer que la cosa vá de veras, y tiemblo... y lloro...
—¡Ángel mío! Eso prueba tu sensibilidad. Quiéreme siempre y pronto declamaré
para tí sólita, oiro monólogo; el de la felicidad terretial que tú representas
Pasaron meses.
Y pasaron nubes que oscurecieron el horizonte, color de rosa, que se forjaba
Ruiz. Este sospechaba. Había observado cierto desvio en aquella rubia encantadora
y había creído que un joven, estudiante, de brillante porvenir, sitiaba una plaza
que para él ya era plaza rendida...
Interrogó.
Nada. Negativas, seguridades, promesas; un mundo de felicidades en perspectiva.
— Nada, nada, — dijo Ruiz: — deshechemos ridiculas preocupaciones =
Llegó la noche de gala para el teatro N. ..
La Sociedad de Reneficencia celebraba una gran tertulia. Música, declamación,
tómbola, mil atractivos.
¡Ah! los pobres necesitan que los ricos, al enjugar lágrimas, rían y gocen mucho. . .
El programa era tentador. Y el número más interesante lo constituía el monc)-
logo Él ocaso de la vida, declamado por el siempre galante Ruiz.
La sala presentaba hermoso aspecto.
En ella se reunió todo Rueños Aires, como dicen los cronistas.
Antes de levantarse el telón, Ruiz miró la sala y vio en un palco á la hermosa
cabecita rubia, muy juntita á la del joven aquel, estudiante, de brillante porvenir.
Ruiz sonrió amargamente y quedó atisbando junto al telón. Tuvieron que apartar-
lo: la cortina se levantó.
Apareció Ruiz por el foro, y fué saludado por una salva de aplausos.
Empezó el monólogo.
Según los que lo conocían, nunca había estado más inspirado el actor.
jQué naturalidad!
¡Qué expresión y (¡ué colorido!
Al llegar al pasage en que los celos le atormentan, levantó tempestades de aplausos.
El seiecto público estaba realmente emocionado. Muchas señoras lloraban. Ruiz
también.
Llegó por fin el momento culminante. La desesperación del viejo desdeñado fué
interpretada de manera magistral. Los apostrofes salían de los labios de Ruiz, rápidos,
hirientes, zumbaban por la sala y eran ahogados por los ¡bravos! de la concurrencia.
Ruiz se sentó. Dijo los últimos versos con naturalidad alarmante. Sacó el revólver
y el tiro final sonó como nunca habla sonado.
Un grito de horror se oyó en el teatro. Ruiz se levantó, azorado, con los ojos des-
mesuradamente abiertos, dio media vuelta y cayó pesadamente, bañado en sangre.
El revólver estaba cargado.
La hermosa rubia sufrió un síncope y cayó en brazos del joven estudiante, de bri-
llante porvenir.
Hasta la fecha nadie se explica tan inesperado suceso.
Tal vez la rubita sepa algo.
A72d7''és Sole'^'.
íV
i^aik."
EL CASCABEL
615
CUERNOS
'. A un cámara de Sevilla
í)ragao y entemlio en cuerna,
como ice su muger
con mucha presopopeya,
i'etinto, porque consume
en vez de agua, Valdepeñas,
de libi'as, porque vendía
alfajores en la feria,
que ve más que er teliscopio
y sabe más que la Audencia;
me lo encontré ayer mañana
cercade laRecoleta,;^
pa onde iba »r gaclifín
más derecho que una flecha.
Al tropezarse conmigo
abrió Cci ojo una tercia,
dio un paso atrás, escupió,
se restregó las boceras,
se tiró una juma á pechos
y me habló de esta manera:
¡Usté por acá, cristiano,
con futraque y con chistera,
tan majo y taii reluciente,
tan afeitao y tan., ercetera!
¿Qué ha hecho usté de las patillas
der calañé, la chaqueta,
la faja. .. y en fin, de too
lo que usa la gente guena?
No se asute usté, compare,
'lo contesté yo) á laguerta
hay un montañés y alli
le diré con toas sus letras
porqué ando yo por acá
vesliode esta mandra.
Y con etteuto, nos fuimos
á remojarnos la geta
con la bebia fulastre
que se vende en esta tierra,
a un colmao de fstos colmaos
que más que colmao, cuarquiera
lo pué tomar por botica
ú otra cosa romo esa.
Asín que nos ensillamos,
entrambos junto a una mesa
y bebimos pa empezar
un puñaito é docenas
de copas, de... no se como
se ice á la bebia aquella,
le dije aún, en er tono
conque' se habla en la Iglesia:
Ko-— ¿Se acuerda usté, tio Carcoma
de Rosarillo? ¿de aquella
que vivia en los humeros
por bajo der tio Escopeta?
El.— Una. cañi menuita
y andándose, mu flamenca,
y con muchos faralares
y con las miras mu tiernas,
y los pinreles, asina,
mu gitana y mu torera
quebraita é color
y con güeñas pertenencias?
Fo.— La mesma.
El.— ¡Pus ya lo creo!
Der too.
Yo . — Bueno^ pues esa,
hará un año que la endma
se hizo humo sin siquiera
despeirse de la gente
como la crianza enseña.
Yo estaba mu abroncao
viendo que la niña aquella
(que toreaba conmigo
según ician malas lenguas)
me habia dao er cambio mas bien
que lo da er Gordo en la arena,
pero pasaron los dias
y ar fln y ar cabo, á la juerza,
entretenio en mis cosas,
la verdá, me olvidé de ella.
Más unos meses después
estando yo en una ñesta
con er Trigo, Coliron
Barboa y argunas hembias,
me se presento er cartero
de mi barrio y con pruencia
me largó, sarva la parte,
ima carta; aqui está, esta :
« Gachó si estás entavia
« en er mundo pa jaqueca
« de las jembras como yo,
" y si entavia te acuerdas
« de esta gachi, que te quiere
* con toas sus entretelas,
« y pasa por ti más ducas
» que se pasan en la guerra,
«Vete á resar mi rosario
< y orvialo too Chepa,
« que como no me lo reces
N me se van á caer las cuentas.
" Antes pasa por er Banco
« prevenio de tu .éula,
« y alli te darán pa er gasto
■ dos mil quinientas pesetas.
« Vístete como un señor,
.< pero tráete en la maleta
u tu vestio é corto, chiquillo,
« sin que ni la luz lo vea,
« pa correr aquí bn carauter
« cuando púa serj una juerga».
Yo en vista de estas razones
fui eiiseguia por las beas,
tomé er tren pa Caí y alli
me cambiaron la corteza,
me entre luego en er vapor
y... aqui estoy.
Ef.— ¡Valiente jembra!
Y dígame usté, compare,
¿do a onde le viene a ella...í
lo. - Alto ahí, cámara, esas cosas
no conviene que se sepan,
porque sabiendo er secreto
pue ser que á arguno le diera
la gana de hacer lo mesmo;
y... pero para que vea
que eslimo á usié, tio Carcoma,
que soy su amigo de veras
voy á icírselo too
y sarga lo que saliera,
ks... que se ha encontraoen la calle
un cuño, pa hacer monea.
El.—iY el metal?
Yo. se lo adelanta
un menistro que va á me' lias
en el asunto.
KL— Entendió:
y usté...
— l'o. Yo llevo la cuenta
Soy er teneor. . de libros
que es empleo que aprovecha.
.\hora. desembuche usté
sus fa i ti gas, que á la juerza
tien que ser muchas y gorda?.
El.-xQwe si lo son! A cuarquiera
que no fuá, tan como yo,
tan hombre, sin que esto sea
alabarme, la mita
le hubian hecho comer tierra.
)"o.— Bueno, pues v^ya una copa
y asosiegúese usté.
):i.— Venga
y vaya pa su salú.
Vü.— Por la de los dos.
EL — Que sea.
Hará también como un año
que aburrió de las ferias
que no dan ya ni un pitoche,
ni ná que se le parezca
mar vendí er peso y las pasas
y me dejé la coleta.
Con la guita, compré un traje
de torear á Jaqueta,
y tomé la alternativa
con Cara-ancha en Antequera.
Toreé luego en Morón,
en los Puertos y en Marchena
recibiendo mucüas palmas,
pero por mi suerte negra
en esta liltima corría
un toro de Benjumea
al darle un pase de pecho
ceñio y en la cabeza,
se arrancó con más codicia
que de novio tien las feas
y me nrcanzó en el derrote
enganchándome una hombrera.
Por mor de aquella esgracia
abandoné la carrera
y no sabiendo qué hacer
estaba un dia en puerta é tierra,
en Cai, cuando D. Rufo,
aquel D. Rufo é Mairena,
me propuso torear
en Buenos Aires. Yo que era
y soy y seré torero
de sangre, hasta que me muera,
cerré er trato y aqui estoy.
Yo. Compare, si usté quisiera
que le hiciera dos preguntas
un poquito hondas. ..
El.— Vengan,
pues si yo me estoy pirrando
por contestarle. .
Yo.— i'ues ea,
alia vá una. Diga usté,
¿donde tié usté la hería aquella
(le la cogía!
EL — ¿Qué. en donde-
¿.N'o oyó usté que en la chaqueta?
Pero yo (jue estaba ua poco
seniio (le la cabeza,
por mor de argunas cañitas,
tuve, la verdá vergüenza
de ver que me gano er toro
tr ttrieiio...
lo.— ¡Bueno fuera
que no! Pero dé un tosió
pa echar esa carraspera
que no le deja a usté hablar.
EL— So se íije usté en tonteras,
y venga la otra pregunta.
y sejia usté que pa juera
hunc.i echo yo na. pa entro
aprovecha líiás; y en prueba
de (jue es la chipe lo dicho,
ahí va por su salú ésta
y verá como me aclaro.
Va estoy como una patena.
Yo. — Es" verdá: vamos ahora
á la preguniilla aquella
que le he aiiunclao y que es
unamijilla mis seria.
¿Qué es loque ha venio usté aqui
á torear, con tranque za
avestruces ó langostas,
pesos papel O chuletas^
, ^/.— Nusea usté cachondo, hermano,
que tenido contrata jecha,
pa torear, claro, toros
y matarlos, por más seña,
lo. — Vamos, se la han dao á usté;
si aqui por jurispendencia
der aoior .\linarracin
no se matan ni culebras
y hay un asilo é gatos
con meicos y entermeras,
y en cuantito hay un miché
que tié los, le aplican friegas
para bajarle la sangre
dendc er gañote á las piernas
y se ponen luego luto
en cuanto alguno la entrega.
Si llenan ya la estaquística
ó argo asi pa que se sepa
cuantas moscas hay en toa
la nación y asin se puea
darle á cá uno su parte
con cargo de mantenerla.
¡Pues, no es ná lo que quié usté!
?i aqui á cuarquiera que arrea
con la boca á un animal,
(mejorándole á usté,< lleva
cinco ú seis años de cárcel •
y si asecunada, le cuergan.
¿No sabe usté que ya es cosa
más que sabia que nuestras
corrías de toros son
una ati-ociá muy fea
y que somos mu salvajes
y que aqui no se torea
v-flí
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¿áÍkíí*íSiÉÍ¿:¡:j'íil^
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, . .y si después dn lo rliciio, me (fecis que >i, ahora mismo uos cacamos y armamos
la gurda.
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^., ., iu-f? *'•'-.
ri,nMitJM8i.
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...y como la ocasión ha llegado, espero de esos hermosos labios la sentencia, y
no de muerte.
ij^hu-'^iSs^^'Sit.^.r^. .^^^.^.
.. .(. ^-aX-jíÍT T^rrS-, -, ii^i¿f'"'>-
.■*i£ -I. r^-:^ .
. • :-w'i:kiy:'i!£^f^.j^-:
^
^■«¡ft /í^'^*- ' *- vw j> ^^^^*^
^1
(>18 :
EL CA8CASEL
sino ar paeblo, & los inglest^s
y & los de la zambra aquella
en que fartaron los tiros
& lo mejor de la gresca?
iNo sabe usté que han abierto
en la Capital la escuela
pá emenarse & dar sopapos
hasta quitarse las muelas
y reventerse los ojos
y aplastarse la cabeza
que es de lo más divertio
que se pue ver en la tierra?
Él—iHa, acabao usté ya de hablar
6 le doy á usté más cuerda,
porque veo que se le vá
por la bopa toa la juerza?
Too eso que me ice usté
lo ,sabia yo cuando era
tamaño como un pitillo,
pero caiga usté en la cuenta
de que á pesar de too eso
pueo yo torear.
Yo. — No cuela;
compare: eso es un infundio
más grande que una carreta.
El. — Voy á esplicarme y después
graznará usté lo que quiera.
Cuando llegamos acá
supimos toa esa monserga
que me ha endiñao usté y entonces
Don Rufo, que es una pieza
de las de buten, se fué
á entenderse con la fiera
que defiende á tOos los vichos
que cria la naturaleza.
Yo y toa la cuadrilla
que está^amos á la espera
le vimos vorvfr riéndose
hasta por las medias suelas.
¿Hay toros? (le preguntamos).
¿No ha df haberlos? (nos contesta).
¿Oe muerte? (le repetimos) .
Y hasta con intierro (agrega^.'
Cuéntenoslo usté. D. Rufo.
Y D. Rufo nos lo cuenta
y quedamos encantaos
ar saber la nueva briega
que Íbamos á usar aqui
en la corria, y pa que vea
que no son infundios mios,
ííhi vá toa la reseña
de la cosa, pero antes
venga una copa, no sea
que me ¡¡e pegue la boca
porque la tengo mu seca
y me quée muo, cariño.
yb.— Pues por mi no va á ser, prenda.
vaya la copa, compare,
y pió por la gente guena!
El.— iblé por lüos los dolores
que defienden la esistencia
de toas las alimañas
y lloran más que una vieja
cuando se les muere er gato
6 er novio engaña á la perra,
ó tié granito er canario,
ó la cotorra pelecha,
6...
Yo.— Ta estft bien, tío Carcoma,
corte usté ahi mismo la hebra
que se le ▼& & e|irear.ft nst4
si sigue la evan&era.
Bf —Pues, píi que no me se enré,e
voy A tragarme la maeja.
Ahora sigo el escrutiño,
pa que en naita se paezcan
estas corrías de acá
á las corrías aquellas
ha decidió er dotor
que sea la Recoleta
la plaza y las sepolturas
sirvan en vez de barrera.
yo.— ¿Qué es lo que me cuenta usté,
compare?
El- — Tenga pacencia
y escuche usté. De este modo
se entierran alli las fieras,
con lo que asi se consiguen
dos cosas de conveniencia:
no gastar parné en la plaza
y dar á los toros, tierra.
yo.— ¿Pero es posible, compare?
El.— v&llese usté y no sea perma.
Luego, pa que las herias
que hagan los toros no duelan
ni puean matar á naide
ni den sanirre, tan siquiera.
y se pirre uno de gusto
cuando le abren una brecha,
se harán muy bien los cuernos
con papel.
Yo.— Ni la Gacela
miente tanto como usté
ni tan seguio y sin tregua.
¿Qué tié que ver er papel
con er dolor?
EL— ¡Ay que guena
¿Mo ha detener, si er papel
son papeles de cincuen+a?
lo.— ¿Y por qué no saldrá sangre?
/í¿.— Porque on él se embeba ella.
Yü.—Y los caballos ¿qué saben
ellos de papel monea?
El —Eá que pa ellos no se pone
papel, se les pondrá yerba
ü otra cosa que les guste
ó les recuerde la dehesa
6 á la muger ó á los niños,
pero no sarga con esas
porque sino no acabamos
en la via.
Yü.— Comoquiera:
ya estoy más cayao que en misa.
EL—Pa. que el toro no paezca
en vez de puya, en las varas
se les va á pegar manteca,
las banderillas, serán
de queso y toda la briega
pa que no se irrite er toro
va á hacerse con capas negras
que es er color que conviene
por too lo dicho, á la fiesta.
bn vez de arrastrar las reses
er señó dotor ordena
que las saquen en volantas
con una charanga guena
que toque cosas de intierro
con mucha delicaeza...
y... en fin, pg., darle la muerte
sin que er animal lo sienta
y no paezca faitigas,
er mataor, con destreza
le ha de meter en la boca
una pildora que lleva
un unto que le prouce
ar momento una soñera
mu grande y mu divertía
y de la que no despierta,
yo.— ¿Ha acabao usté ya compare?
El.— Ya. acabé,
yo.— Pus bueno fuera
que me diera explicación
•á una preguntilla suerta
que me se ocurre.
El.— ünseguia
venga de ahi.
Yo. Pues es esta:
La sociedá der dotor
¿no icen que es pa que proteja
la vida de tóos los vichos?
EL— Si.
lo.— Pues.vavauna manera
de protejerlos, matándolos
como á ratonps.
EL— F.s qu"^ esas
reses que van á lidiarse,
van porque están mu enfermas
de enfermeaes que no puée
curárselas el albeitar,
y asi en vez de un desavio
se hace un bien, la verdá es esa.
yo.— Hombre, me ha convenció usté
der too y ya no me quea
otra cosa que icirle
que se compre usté chistera
y una levita muy larga
y toas esas añaencias
que usan los enterraores
y tire usté la montera,
las zapatillas, la faja
los carzones y las medias,
too lo que güela á torero
porque náa de eso le pega.
EL— Y á usté ¿le pega la carga
de too lo quf lleva á cuestas
con su oficio eteneor?
yo.— Es verdá: somos dos pencas
que hacen la barba, compare:
choque usté aquí y no se guerva
á hablar más de esas cosillas.
/?;.— Pus miste, por mi, que sea...
Y sin más prenunciainientos
y sin otras indiretas
bebi'uos dos copaá más,
entonamos dos playeras,
pagué yo, nos espeimos
y salimos é nag encía:
el, a ver ar gran doctor
y yo á rezarle á mi hembra.
Por la copia.
Laureano Rosso.
-^MaH*>«e»«
DESTINO INFAUSTO
'-f
La negra fatali>la(l
siempre á Lúeas persiguió,
y nunca le abandonó,
ni aún al ser mayor de edad.
Sufría á mas no poder,
puesto que el coser odiaba,
y el hado le condenaba
eternamente á coser.
Cuando era Lúeas soltero
desesperado rugía,
porque el pobre se cosía
la camisa y el sombrero.
Con mil medios diferentes
la existencia se ganaba,
y con un notariofestaba;
pero cosiendo expedientes.
Esto le hacía bufar
y esto le hacía decir
- jafirman que es el vivir
solo eoser y cantar!
Por la aguja malhadada,
dejó su oficio primero,
se convirtió en marinero
y halló la aguja imantada,
y se llegó á fastidiar,
pues siempre se mareó,
l^i-iiiiJt&ái^-:
EL GA«:ABEL
m»
ELE XrP E R I M E N T O
■ ^
je
* 1
I
1
ALELUYAS JAPONESAS
Atí.'liíp, era un japoiiiS
harto do andar con los pies
ir
I Atcliis se empeñó en hallar
la rnai^f'ra de volar.
III
Atchis tomó una sombrilla
[lara hacer tal maravilla.
IV
I Atchis la sombrilla abrió
y al espacio se lanzó.
Atchis volaba feliz
rascándose la nariz
Vi
Atchis tose, y en el acto
I se le rompe el artefacto
VII
Atchis se hace una tortilla
por culpa de la soml)rilla.
:##"
MORALEJA
Jóvenes que pasáis de cinco meses,
no hagáis experimentos japoneses .
*i¿M^iMá^&i^¿M'>&¿'&<.j:<ti's -.; k', „» .:■:
V. 't-.-:i>^:s^^^^^A>_.o¿írl*'i:L?a*j.-í-.»¿é¿';rí-.i.-- ,>-: '--
■ ¿1. >i^\¿:¿3ci:-
m
SL CA9C4MSL
P-;-
7 la aguja le salió
agoja de marear.
Se pegó de bofetadas
con los que de él se rieron,
los que también le cosieron
todo el cuerpo á puñaladas.
Y cansado y aburrido
al ffá se quiso casar,
que un roto no ha de faltar
nunca para un descosido.
Dióse á buscar por ahí,
una niña seductora,
hasta que halló una señora
que dijo al punto que sí.
Representaba el papel,
de estar loco de pasión.
mas la señora en cuestión
tenía mas prisa que él.
Casáronse y viento en pop;i
fué Lúeas, en la creencia
de que á su esposa una herencia
correspondía en Europa.
— |A.h que feliz voy á ser!
pues ya rica mi mitad
no tendré necesidad
en la vida de coser.
II
jMas, qué golpe le aguardaba!
pues la herencia consistía
solo en una sastrería
que su suegro, les dejaba.
Y á su destino fatal,
perpetuamente ligado
está Lúeas castigado
á la aguja y el dedal.
M U_J_E R
Hermosa es la mujer, cuando suspira.
cuando canta ó sonríe, cuando llora.
cuando elevando su alma al cielo, ora,
cuando con ojos lánguidos os mira.
¡Qué bellezas sin cuento no os insi»ira
cuando tímida jura que os adora?
Es. en fin. la mujer, ser riue atesora
del poeta las cuerdas de su lira.
Y ora consuela nuestra desventura.
ora nos brinda amor, ora alegría.
¡Qué mortal no se rinde á su hermosura
si todo en la mujer es poesía!
¡Lástima que tan bella criatura
no sepa un poco más la ortografía!...
Fede)-¿co Aslor.
DE DOMINGO A DOMI.^GO
La fecha del 20 de Septiembre sirvió de
pretexto á empresarios y artistas para
echar el resto, como suele decirse.
Casi todos los teatros estuvieron de gala.
Especialmente en los que actuaban com-
pañías italianas.
La palma corresponde al Odcón, indu-
dablemente.
En este teatro la Sra. Reiler pasa de lo
serio á lo cómico con suma facilidad.
Nitouche fué un éxito, y lo será cada
vez que se represente.
Y es seguro que se repetirá.
Es una compañía la del Odeón digna
del favor que el público le dispensa.
Tanto Emanuel como la Reiter son ar-
tistas consumados y el resto de la compa-
ñía muy discreto.
Julieta y Romeo, puesla en escena el
domingo, fué un nuevo éxito, como lo fué
BionUia.
Vale la pena de darse una pasadila por
el Odcón.
Lo mismo que por la Opera.
Sin podernos ocupar del Haba de San
Ignacio, por hoy, consignamos que la
concurrencia aumenta y no escasea aplau-
sos á los artistas, siempre tan discretos y
estudiosos, y sobre lodo tan oportunos en
la eleccirm de las obras.
VA Politeama muy animado.
01''l baile Lola se aguanta aunen el cartel,
sin cansar á los aficionados al género.
Próximamente se estrenará El Diablo
Xcf/ro, baile de gran aparato también.
Concurrido el San Martin., y la curiosi-
dad del público excitada con motivo del
ruidoso incidente de la Tetrazzini.
Incidente que equivale al más descomu-
nal bombo, que se haya dado á ninguna
actriz.
Suponemos que Orejón habrá apreciado
las simpatías con que cuenta, por las de-
mostraciones recibidas del púbüco de la
"'■ " ''^^Í3S&tÍ¿tUii£í¿^í'
EL CÁ8CABBL
->^:tír^:.
621
Comedia, el teatro Mascotto, que siem-
pre está lleno y que sólo aguarda al céle-
bre Ruiz para rellenarse.
Guando acabe de imprimirse el présente
número, se verificará en el teatro Alham-
bra el beneficio del simpálico y aplaudido
actor Sr, Roldan.
Dadas las simpatías con que cuenta, lo
escogido del programa y la participación
que el ya popular Marchetli loma en el
mismo, auguramos y deseamos un buen
resultado pecuniario, que no todo ha de
ser gloria, para el beneficiado, cuya efigie
pueden Vds. ver en la primera página del
periódico.
En fl Onrubia han debutado las her-
manas Aranáz, con el éxito de siempre.
Una Mascotta como Mercedes basta para
desterrar la jettatura de cualquier coliseo.
Y el Onrubia es jettatore.
En Apolo se aguantan Parenli y su com-
pañía, dispuestos á reñir combate con
la compañía del celebrado actor Cavalli,
(|uien con su compañía milanesa inagura
uno de estos dias la temporada en el Doria.,
y con la temporada los justos aplausos que
alcanzó en otra época en el mismo teatro.
La compañía lírica del Nacional, que
fué al Rosario, estar.i ya de regreso hoy ó
mañana, y es probable que inagure otra
temporada de veinte funciones.
Si se abre el abono, ur.a de las primeras
obras qne se pondrán en escena será FÁ
León de T'ewe j¿«, que a estas horas debe
estar rabiando por presentarse en público.
Nos la figurábamos.
Llueven pensamientos en verso y en pro-
sa para el número colombino, üaniémoslo
asi. porque aparecer.) el 12 de Octubre.
Hasta la lecha se han recibido quince
trabajos publicables y oíros tantos que no
lo son.
El tribunal que otorgará el premi-) á la
composición (|ue reúna las condici<jnes que
indicamos en el número anterior, esl;t for-
mado por los señores Manuel BahamondCi
Eust.ífiuio Pellicer y Casimiro PriolM. tros
distinguidos y conocidos escritores y un
tribunal verdadero é inapelable.
Repetimos ó los señores que nos quieran
favorecer con trabajos para el número del
doce, que para ser admitidas sus compo-
siciones han de ser cortas v festivas.
Luis riñó á su esposa un día
por yo no sé que deslices,
pero ésta, que es una harpía,
le dijo que no veia
más allá de sus narices.
Esclamación elocuente
que á Luis dejó de repente
confundido y derrotado,
pues Luis, por culpa del hado,
es ñato compleíamente.
Leemos en un colega de Rio 4o el si-
guiente anuncio:
«PARA UX XIXO— Se precisa una ama
de lecho con buenas recomendaciones, sien-
do indispensable, pai-a ser aceptada, que
tenga eso <|ue se llama VENA POÉTICA,
y que sepa versificar
Se pagar;'! buen precio.
En cualquier domicilio de esta ciudad en-
contrarán con (¡uien tratar».
Vamos: en Rio 4" querrán fundar otro
Ateneo.
Sí
(lomo á todas las mujeres,
cuando niña, á Luz le daba
po'- jug ir: y asi, jugaba
li nuiridos ¡/ mujeres.
Luz se fué desarrollando,
con Julio se casó luego,
y en su afición por el juego
sigue al ^/<ro/v'¿0 jugando.
Leemos en un curioso libro titulado J/e-
inoria h ¡Mor ira sobre la Provincia, de
Misiones dr indios (Jaaranis., por Gon-
zalo de Doblas.
"...los jesuítas, conociendo el genio pe-
rezoso de los indios, y que cansados del
trabajo de todo el día. luego que llegaban
á sus casas y ce?ial)an. so dormían hasta
el otro día. que al alba los hacía levan-
tar, para ir a la iglesia y de alíí a los
trabajos: asi, no se llegaban los maridos
;i sus mujeres en mucho tiempo, y se
disminuía la populación, y que por eso
dispusieron el que en algunas horas de
•■^■.
S¿i¿5S»-í]ÍS¿2Siiit
■i_.--.-H •"«^■í
;^'^; !.-;{«
r^*>í--^3lss^'
eso
EL. CASCABEL
y la aguja le salió
^nja de marear.
Se pegó de bofetadas
con los que de él se rieron,
los que también le cosieron
todo el cuerpo á puñaladas.
Y cansado y aburrido
al fin se quiso casar,
que un roto no ha de faltar
nunca para un descosido.
Dióse á buscar por ahí,
una niña seductora,
hasta que halló una señora
que dijo al punto que sí.
Representaba el papel,
de estar loco de pasión,
mas la señora en cuestión
tenía mas prisa que él.
Casáronse y viento en popa
fué Lúeas, en la creencia
de que á su esposa una herencia
correspondía en Europa.
— jA.h que feliz voy á ser!
pues ya rica mi mitad
no tendré necesidad
en la vida de coser.
ir
¿Mas. qué irolpe le aguardaba!
pues la lierencia cmisistia
solo en una sastrería
que su suegro, les dejaba.
Y á su destino fatal,
perpetuamente ligado
está Lúeas castigado
á la aguja y el dedal.
>■. (iti i-riilu.
-ae^o
M U_J_E R
Hermosa es la mujer, cuando suspira.
cuando canta ú .sonríe, cuando llora.
cuando elevando su alma al cielo, ora.
cuando con ojos lánguidos os mira.
¡Qué bellezas sin cuento no os inspira
cuando tímida jura (lue os adoraf
Ls. en íin. la mujer, ser .|ue atesora
del poeta las cuerdas de su lira.
Y ora consuela nuestra desventura.
ora nos brinda amor, ora alegría.
¡Qué mortal no se rinde á su hermosura
si todo en la mujer es poesía!
¡Lástima que tan lícUa criatura
no sepa un j.oco más la ortogralíal...
Federico Aslor.
DE DOMINGO A DOMI.^GO
La fecha del 20 de Septienabre sirvió de
pretexto á ennpresarios y artistas para
echar el resto, conao suele decirse.
Casi todos los teatros estuvieron de gala.
Kspecialniente en los que actuaban com-
pañías italianas.
La palma conesponde al Odcón, indu-
dablemente.
En este teatro la Sra. Reiler pasa de lo
serio á lo cómico con suma facilidad.
Nitouchc fué un éxito, y lo será cada
vez que se represente.
Y es seguro que se repetirá.
Es una compañía la del Oücójt digna
del favor que el público le dispensa.
Tanto Emanuel como la Reiter son ar-
tistas consumados y el resto de la compa-
ñía muy discreto.
Julicld y Romeo, puesta on escena el
<lomingo, lué un nuevo éxito, como lo fué
Dionisia.
Vale la pena de darse una pasadila por
el 0(1 cotí.
Lo misuKj ([ue por la Opera.
Sin podernos ocupar del Haba de San
Ignacio, \iov hoy, consignamos que la
concurrencia aumenta y no escasea aplau-
sos á los artisttis, siempre tan discretos y
estudiosos, y sobre todo tan oportunos en
l;i eieccié.n de las oleras.
El l'oliteanKi muy animado.
01''1 baile Lola se aguanta aunen el cartel,
sin cansar á los attcionados al género.
Próximamente se estrenará El Diablo
Xeíjro. baile de gran aparato también.
Concurrido el Satt Martin., y la curiosi-
dad del público excitada con motivo del
ruidoso incidente do la Tetrazzini.
Incidente que equivale al más descomu-
nal bombo, que se haya dado á ninguna
actriz.
Suponemos que Orejón habrá apreciado
las simpatías con que cuenta, por las de-
mostraciones recibidas del púbüco de la
■ , ^í-iüiiísiñj
•wjgn^fjc X ••-» ;;r'"-,Ty^°Sv''K-^ -f,'<S
El. CASCABEL
• .< ? •• ■ r-
621
Comedia, el teatro Mascotto, que siem-
pre está lleno y que sólo aguarda ni céle-
bre Ruiz para r^ellcnan^e .
Guando acabe de imprimirse el presente
número, se verificará en el teairo Allui/n-
bra el beneficio del simpálico y aplaudido
actor Sr. Roldan.
Dadas las simpatías con que cuenta, lo
escogido del programa y la participación
que el ya popular Marchetli toma en el
mismo, auguramos y deseamos un buen
resultado pecuniario, que no todo ha de
ser gloria, para el beneficiado, cuya efigie
pue<len Vds. ver en la primera p.igina del
periódico.
En rl Onruhia han debutado las her-
manas Aranáz, con el éxito de siempre.
Una Mascotta como Mercedes basta para
desterrar la jettalura de cualquier coliseo.
Y el Onruhia es jettutore.
En Apolo se aguantan Parenti y su com-
pañía, dispuestos ii reñir combate con
la compañía del celebrado actor Oivalii,
(juien con su compañía iiiilanoáa inagura
uno de estos dias la lemporatla en o! Jjoria^
y con la temporada l(js justos ap!aus<">s rfue
alcanzíj en otra época en el mismo teatro.
La compañía lírica del NacioituL. que
fué al Rosario, estara ya de regreso hoy ó
mañana, y es probable ([ue inagure otra
temporada de veinte funciones.
Si se abre el abono, ui;a de las ¡^ri meras
obras qne se pondrán en escena será El
León de rt'>¿6'^m, que a estas lioras debe
estar rabiando por presentarse en público.
Nos lo figurábamos.
Llueven pensamientos en verso y en pro-
sa para el número colombino, üauíémosle
asi, p(:)rque aparecer.i el \1 de Octiil)re.
Hasta la lecha se han recibido quince
trabajos publicables y otros tantos que no
lo son.
El tribunal (|ue otorgará el prenñ') á la
composición <[ue reúna las condici.)nes ({ue
indicamos en el número anterior, est;i for-
mado por los señores Manuel Bahamonde,
Eustaqu.o Pellicer y Casimiro Prieto, tres
distinguidos y C()nor.¡dós escritores y un
tribunal verdadero é inapelable.
Repetimos á los señores que nos <iuieran
favorecer con trabajos para (d número del
doce, que para ser admitidas sus compo-
siciones han de ser cortas v festivas.
Luis r¡ñ(j á su esposa un día
por yo no sé (¡ue deslices,
pero ésta, que es una harpía,
le dijo que no veia
más allá de sus narices.
Esclamacion elocuente
que á Luis dejo de repente
confundido y derrotado,
pues Luis, por culpa del hado,
es ñato con)pleiamente.
Leemos en na colega (¡e Hio 4'> el si-
guiente anuncio:
«PAUA 1J\ NIÑO— Se precisa una ama
de leche con buenas recomendaciones, sien-
do mdispensable. para ser aceptada, que
tenga eso que se llama \'KXA P( )ÉTIC.\.
y que sepa versificar
Sepagar;i buen precio.
En cuahiuier domicilio de esta ciudad en-
contrarán con ipjien tratar».
Vamos: en líio i" querr.m fundar otro
Ateneo.
H
('umo ;i todas las mujeres,
cuando niña, á Luz le daba
por jug ir: y asi, jngaba
á mai'idos ij mujeres.
Luz se fué desarrollando,
con Julio se cas(j luego,
y en su afición por el juego
sigue al <'/(("ro/v'¿o jugando.
Leemos en un curioso libro titulado Me-
ñiorid }iií<lüric(f solrrc la Provincia de
Misiones de nidios Cru.aranis^ por Gon-
zalo de Doblas.
«...los jesuítas, conociendo el genio pe-
rezoso de los indios, y que cansados del
trabajo de tod(3 el día. luego que llegaban
á sus casas y c<'nal'an. se dormían hasta
el otro diíi. que al alba bis haci;i levan-
tar, para ir a la iglesia y de allí a los
trabajos: asi, no se llegaban los maridos
i\ sus mujeres en mucho tiempo, y se
disminuía la populación, y que por eso
dispusieron el que en a.'gunas horas de
•íif.iSi¿¿^-:r. ■^'j.-r.
y.-.- :>..,áa
■/ --va^v.-viT^,,^.'
622
EL CASCABEL
la noche los recordaran, para que cum-
plieran con Ja obligación de maridos.»
Y añade que para esio se empleaba el to-
que de tambor, especialmente á la madiu-
gada.
...Hé aquí unos párrafos de los que no
nos alrevemos á hacer comentarios.
Caña dulce ofreció Rosa
á Rodríguez, f[ue es uti pez.
y á éste le llegij su vez
y hará de Rosa, su esposa.
Ella pregona la hazaña,
y el dice, con convicción,
que le llegó la ocasÍDU
de Hev 2)esrado concínni.
^^
ondencia
^^—
Siseduto de la A'.— Empieza diciendo:
« ("pñorita lii'üa y picarezi'a
la de miiMi" de Iih'ííi^... •■
Ya comprenderá V. que empezando así hay
que acabar peor, por fuerza.
A. A. — Usted no cuenta las sílabas, y ¡claro
está! sus versos son defectuosos.
Uno. — ¿De los de Atila?
S use r i tora. —Es lo que me faltaba: una sus-
critora bromista.
./. A. -].o que manda para el número colom-
bino es muy bonito.
Pelerbci]i(e.—E\ linal me oblijia pero no me
acaba de írustar.
Apolo Vmoríatico. — ¡Santa líita nos am-
pare!
Jorji' Manrique.— WcsuWxi largo y aún que
esté bien lieclio le falta movimiento, l'ruebe
otra vez
A*//?/.— ¿Quiei'e V. tener la bondad de mandar
la íirmn?
TelctiiíiiO. —
« K)i lUienox Aires nada hacer
"> or lloarar la memoria de Co'.ón,
iÑÍ/'/)lras otra pohlaeión
i'nl (isiasias sr drshacen... »
.Justo: como Y. que se f?fs//ace versificando.
/i'.' de .s/í?;;?y)i'f.— Si es broma, puede [)asar...
Tilntrcio.— Vov lioy, no le pido la (ii-nia.
Es ii¿s!,t'i)-ico.— Ser-i lüstórico, pero no es
verso ni cristo (lue lo fundó.
l'rr</iinli)H. — Xo puedo complacerle.
(l-''l"\ — Xo está nKd, pero se iiaii Iiecho
tantas ünüacioncs qiife mejor es no dedicarse
á ellas. M'adp V. algo más si gusta.
Galeno Ca 'a('U'n.se.—¡i)\éyn'.... (pie (piiere
decir: próx¡in;imr'i]te ii'á
il/o/v x. — Lo siento, pero... liay cosas que no
pueden pasar. ;
/.ais. — Ni para eso sirve N'.
'i'onl.aina . — Y id:ile con las suegras!
Inr/les 1°. — No quiero nada con ingleses.
A.' >'. J/.—Mny bonito y muy largito ¿Se
l)nede recortar un fUjcoV
Anhielo. — No, señor: no mande Y. la firma,
que de nada serviía'a.
Elefante.— iA)o veras?
Hi ¡lopóla ino. — ¡A l'alermo!
Z.—\/.\ última letra del alfabeto: va lo sabia
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTHADO
Director: ENRIQUE COLL
ití
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 8 meses § 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
tit— AElSIlTA — tat (ALTOS)
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EL CASCABEL
«07
lechería la martona
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cia no es ya de <'rstii\veli sino de Sproat.
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Estas aíiuas son; purgantes, depurativas,
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mejor depurativo de la sangre alterada por
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Las aguas de Carabaña, purgantes como
ninguna otra, las nianüim ios médicos con
preí'erenc a á todas sus similares, porque las
que el público conoce como algo buenas son
falsificadas en su mayoría.
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Argentina y del Uruguay, [Méjico, 5')7, Bs. As.
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tander, Bilbao y demás puntos importantes
3e España,
Por más informes ó datos, ocúrrase á sus
agentes Antonio López y o, calle .\lsina750.
Nota. — Se expiden pasajes de venida de to-
dos los puertos y ciudades t'e España.
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^iBll¡ÍÍgflí(ÍllV''"""""^""""'lll ■J'--""."".'"W..„-,„-V"ir.-'."-ni>
Año I Buenos Aires, Octubre 5 de 1892 Nüm. 40
'!'TTinitm||inTtHTlfni''iiiHfMiininiiij»i *-.„„7T¡fyi*TTTfiTin{TiiMf'"ri nfiiimi»;n'J'U ''.;;»■ '''■rl'^g.'^
i
gr>'^gfeaS»-^&^t^te)isv
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SEMANARIO FESTIVO ILUSTRAOO
Director: ENRIQUE CQLL
■- : i--^t "•
ACTRICES DRAMÁTICAS
ÜSUMOIÓÍI ECHE¥AMHI^
Editor propietario: FRANCISCO FERRÉS
Redacción y AdmiDistracion: ALSINA 939 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
Prprioenla ciudad... % O.lOel númcr..
Número atrasado..». »0.15 id
Fotograbados de Emilio A. Coll y C<
-¿;i*^l£^^■:!¿fe*;•■.^l■:■^■í ■J^cSi'r'^^
"trx-fi^Á-'éí^^^h^T, '-.
" Í. ^ -¿W ¿^ >rÍ íjre? 5t^ -■ '■If-Jj' . L^^SS^^
em
RL CASCABEL
-$>(c-<r
A prima ve,'ra se ha
presentado como
siem pre. haciendo
florecer campos y
caras.
He visto el otro
día la de nn clérigo
foráneo que parecía
un país inexplorado.
Al lado del ojo izquierdo tenía un gra-
no que convertía el órgano visual en ra-
nura apenas perceptible.
Luego, doblando á mano derecha, tenia
un tumor lleno de sinuosidades; y asi su-
cesivamente, la cara parecía un pastel
lleno de confites de todos tamaños y co-
lores.
— ¿A donde vá usted con esa cara? — le
pregunté tímidamente.
— X Córdoba.
— Ah ya! A ver como coronan á la vir-
gen del Milagro.
— Justo
— Pues reze V. á la virgen:
a
hace el milagro de sacarle á V
ver si
. esos
adornos del cutis.'
— Si no es nada! Es U florida primavera
qu'i se anuncia caprichosamente.
— ;Y tanto!. . .
Además de los granos fantásticos, la
lleijaJa de la poética estación se adivina
por la revolución que experimenta la
sangie.^
Y pvr el mal genio que echamos.
Y, sobre todo, por los desafios (jue se
anuncian.
Tsada menos que cinco tuvieron solución
el sábado próximo pasado.
\ es que ahora, basta que alguien nos
mire de reojo para creei-nos ofendidos y
con obligación de mandarle los padrinos.
De modo que es preciso andarse con
tiento bajo pena de tener un disgusto. '
Es lo que me decía el otro día un joven
recien llegado de Ibicuy.
— \i.)ué genio gastan los porteños!
—¿Malo?
— Mili no, peor! Figúrese V. que ayer
fui á visitar á un caballero á quien vengo
recomendado, y que es amigo de un com-
padre mío. Necesitaba pedirle una leco-
msndación para lograr un empleo en la
capital, porque el campo no me prueba, y
no es para las personas Anas como yo
que se mudan la camisa los Domingos y...
— Demás fiestas de precepto; entiendo.
— Pues bien; llego, llamo y me abre la
puerta una señora simpática, aunque un
poco gorda.
— ¿()ue se le ofrece? me pregunta.
— Deseaba hablar con su esposo.
— Ha salido.
— Lo esperaré.
Y la buena señora me hizo pasar, y
cuando le hablé de Ibicuy y délas verdes
campiñas y del sol de aquella tierra^ no
pudo contenerse y exclamó.
— Ah ! ese es el verde y el sol que yo amo!
En el preciso momento que esto decía
entró mi futuro protector con los pelos eri-
zados.
— Voy á hacer una barbaridad! — rugió.
— Otra? — le preguntó la esposa.
— Sí! Mas grande que la que cometí al
casarme — dijo el marido, que por lo visto
no andaba del todo bien con su mitad.
— Romualdo, ten calma!
— Quien es ese mequetrefe? preguntó
don Romualdo,
— Un recien llegado.....
— ¡Bravo! De modo que tú, con el pri-
mero que llega ya te pones á hablar de
amor
— ¡Caballero! interrumpí al fin, su seño-
ra aludía al verde. . .
— ¡Ese se lo come V!
— V. me falta, señor mío!
— ¡Y V. está estorbando!
— Yo vengo de parte del compadre
— V. si que es un compadre Tome
V. mi targela y salga de esta casa.
<
^aokAiAfc'í.vV.
EL CASCABEL
627
— Tome V. la mía y vea quien soy.
— ¿Y salió V. de la casa? — pregunté al
de Ibicuy.
— No salí. Me salieron á escobazo limpio
los mucamos.
— ¿Y se han batido?
— ¿Los mucamos?
— ¡No hombre! V. y Dn. Romualdo.
— ¡Ah, no señor! Yo no quise, y los pa-
drinos..,..
— Labrarían el acta correspondiente.
—No tal. Labraron mi desdicha y me
han obligado á partir sin adquirir la re-
comendación que buscaba.
Ayer leí en la sección de solicitadas de
un diario grande, que el caballero don
Romualdo N. N. tenía el honor en su
sitio y que era un perfecto caballero.
Qué es lo que trataba de demostrar el
buen señor.
Ello es que entre el bullir de la sangre
y el afán de que el público sepa que tene-
mos padrinos, honor y otras menudencias,
llenamos columnas en los diarios. Mas
vale así. Por que de esta manera los se-
pultureros no tienen mas trabajo que el
de costumbre, y, en cambio, los diarios
llenan papel que es un gusto.
Procuremos contener los ímpetus de la
«angre por medio de la zarzaparrilla.
O de la alimentación.
Que influye, y no poco, en el genio.
Y sino, que hablen los pupilos de una
casa conocida, que están sujetos al régi-
«íen veje tal por qu .', como dice la regenta:
— En este tiempo conviene comer poco,
y rebajar la sangre. Si les doy poca comi-
da, lo hago con .:niras humanitarias.
— Miras económicas — dicen los inquili-
nos, bostezando lánguidamente
Cualquiera de ellos se bate.
¡Si, ni fuerza tienon para aguantar el
sable!
Nada, nada... debilitémonos.
Y no abusemos He ios padrinos.
Y de las solicitadas ■
jOh primavera!
Don Sisebuto
Cararredonda
es una hueni-
simji persona;
tiene una finca
en que se aloja
hace tres meses,
una señora
que no le j»aíía
por más (jue cobra,
don Sisebuto
!a desaloja,
pero el juzgado
¡vaya una broma!
cuarenta días
la dá, y de próroga
una quincena,
y luego, otra.
Don Sisebuto
trina y se enoja;
ella se arranipla
la gente toda
con sus anzuelos
¿qué picarona!
Ya lagrimitas,
ya l'rases jondas,
ya suppiritos,
miradas torvas,
en fin, un juego
se trae, que asombra,
con su pollera
recoquetona.
¡Vaya uii trapío!
¡íjué gente zonza!
jCómo la escuchan,
cómo la acosan,
cómo la dicen
y la interrogan!...
Don Sisebuto
vá á verla; sola
está y le dice
con voz burlona;
— Usted se pierde...
soy una loba...
y estos justicias
son piD'o soda.
yo me los fumo
yo, sí. yo propia;
los alguaciles
me hacen la rosca,
los secrefarios
todos me adoran
y el juez me mira
con una sombra,
fjue si no l'uera
por... ciertas cosas,
me declaraba
libre... y muy mona.
Usted no puede
mínima cu.sa.
jts >_jíjhJifflac «•„_ _
ríí.
. BS^t^ict^!^
628
EL CASCABEL
yo, sin dar plata
le armo una bronca
que ha de dejarle
sin una mota.
Don Sisebuto
cambie de norma,
que una pollera
¿no es cualquier cosa..
¡Y se reía
la muv bribonri!...
Don Sisebuto
jura que todas
ha de pagnrlas
pronto y con costas;
se vá á una tienda
de esas de modoís,
compra un tapado,
pollera y cofia;
vé á la justicia,
á la señora
de nuevo emplaza
y ¡el caso asombra!
¡Sin otro trámite
la de... sa... lo... ja...!!?
Ya saben: cuando
litiguen contra
c\xvL\(\\ñQT pollera...
se compran otra,
y cuando tengan
que ir á la cosa
¡pues! Se la ponen,
van y, —no es broma —
en el juzsado
no hay quien les toaa.
A. D/'ac: de ¿a Quintana.
SACRIFICIO
Apenas declarado el buque en libre plá-
tica, ya don Enrique, su capitán, estaba en
tierra.
Su primera visita fué para Alberto, su
condiscípulo en el colegio; su compañero
de carrera después.
Llegó á tiempo para recoger su úllimo
suspiro.
A los dos días el cadáver de Alberto re-
cibía cristiana sepultura en la Necrópoli de
la capital .
Dejaba huérfana á una niña; un ángel
cuyo hermoso rostro habían acariciado
apenas las brisas de diez y nueve prima-
veras.
Este triste acontecimiento conmoviópro-
fundamente á don Enrique; ¡que quería
tanto á Alberto! Habían hecho juntos su
primera comunión; hacía cuarenta y dos
años que eran amigos.
Ocho meses después, un sacerdote unía
en lazo indisoluble á don Enrique con An-
gela, la pobre huérfana, la hermosa hija
de Alberto, cumpliendo asi la última vo-
luntad del difunto.
Transcurrieron dos años de completa
felicidad. Don Enrique adoraba, idolatro-
traba ú su joven esposa; el menor deseo, el
mas trivial capricho de niña, era satisfe-
cho por el marido con el anhelo, con la so-
licitud de un corazón enamorado á los cin-
cuenta años.
Angela ¿amaba á su esposo?
Por aquel tiempo, una pequeña nube oscu-
reció ligeramente el sol de la dicha conyu-
gal. Era el presagio de un eclipse que vina
luego.
El anciano marino tuvo un día que abo-
fetear á un atrevido mozalvele que se decía
amante de Angehi.
A la madrugada del siguiente un coche se
detenia en una alameda, en las afueras de
la ciudad. De él descendieron tres caballe-
ros: don Enrique y sus padrinos.
Amanecía apenas; el sitio estaba solita-
rio: pasaron diez, quince, treinta minutos:
pasó una hora; en vano esperaron ú quien
debía llegar; era una burla sangrienta.
Regresaron á la ciudad. ¡Infame! mur-
muró don Enrique al subir al coche. Esta-
ba, el marino, transformado; todas laa
tempestades del océano convertidas en
odios y venganzas, se agitaban en su cere-
bro: la vergüenza fogueaba aquel rostro
curtido por el sol de los trópicos: aquellos
ojos acostumbrados á dominar las distan-
cias en lo inmenso, despedían chispas.
El coche paró á la puerta de su casa.
En el umbral esperaba el viejo portero con
un paquete en la maño: se dirigió á
su amo.
— La señora acaba de salir y me iia de-
jado las llaves y esta caria para Vd.
El asombro se pintó en el semblante de
don Enrique: rápida sospecha cruzó por
su espíritu; abrió convulsivamente la car-
ta, y al recorrer sus primeras líneas, cayá
desplomado sobre los losas del pavimento.
« Tenemos el gusto de participar ó nues-
» tros numerosos lectores que el duelo que
w anunciábamos en nuestra edición de
» ayer, ha terminado de la manera mas
EL CASBABEL
629
» satisfactoria. La esposa de uno de los
» duelistas se ha escapado con el rival, li-
» brando asi á su querido cónyugue de una
» muerte segura. La fuga se ha verificado
«esta madrugada, á labora precisamente
» en que el esposo ofendido esperaba en el
» sitio indicado para atravesar el corazón
» á su afortunado Cireneo.
«No se ha estinguido aún la raza de
» aquellas mugeres heroicas que se sacrifi-
» can por la vida de sus esposos »
En esta forma, publicaba un diario de la
tarde, la deslionra de don Enrique.
Nicolás Ca)-bó.
VIAJE DE NOVIOS
Mister Jorge se prendó
de una bella institutriz,
y ansiando hacerla feliz
con la joven se casó
La institutriz aludida
halló al inglés muy gracioso:
y al punto en qué fué su esposo
le quiso con alma. y vida.
Ya casados; ella y él
de igual manera pensaron,
y sus cosas arreglaron
para la luna de miel.
La niña ^accediendo al ruego
del (lue ya era su marido,
tuvo un libro prevenido
á tin de enseñarle el griego;
pero él viendo á su maestra,
tan linda, dijo al instante:
—Deja, tenemos bastante
para lengua, con la nuestra.
Quiero gozar de tu amor,
y eternamente apurarlo,
y tengo para lograrlo
una ocurrencia mejor.
—Tiene que ser oportuno
cuanto pienses, dueño mió, \
pues yo solamente ansio
que formemos los dos, uno.
— Oye, pues, para pasar
la existencia endulce arrobo,
metidos ios dos en globo
¡cuánto vamos á gozar!...
Jilenaron de provisiones
un globo bien construido,
y ella fué con su marido
por dicha y por emociones.
Yogaban por el espacio
llenos de felicidad,
y con ia tranquilidad
que no hay en ningún palacio.
Por las brisas perfumadas
navegaban halagados,
y por doquiera cercados
de nubes arreboladas.
Hasta que un viento cruel
furioso el globo arrastró,
y de este modo acabó
la dulce luna de miel.
Vinieron las privaciones,
los disgustos principiaron,
hasta que al íin se acabaron
del todo las provisiones.
De su triste suerte en pos
la pobre mujer decía:
—No te apenes alma mía.
seamos uno, los dos.
Ya un año había corrido,
y ya de ellos no se hablaba,
cuando á su patria llegaba
únicamente el marido.
Le escuclmron con horror,
pues que con alma salvaje,
se comió á ella al fin del viaj(!
á falta de algo mejor.
—¡Más! ¡por Dios¡ que crueldad
dijeron— ¿Se la ha comido?
— Es que con esto he cumplido
del todo su voluntad.
— ¿Qué decís?
—Bien sabe Dios
que ella siem[ re me decía.
no le apenes alnia mía,
seremos uno los dos.
\á\. obedecí complaciente, . .
tuve hambre y me la comí,
¡puesto que creo íjue así
somos uno solamente!
<S. Garrido.
TUS SÍES
Cuando yo era tu novio, hubiese dado
por oir de tí un si, toda mi vida,
y no juzgues que peco, Inés (pierida,
al hablarte hoy así, de exagerado.
Que el recuerdo de mí no se ha borrado
de aquel si que me diste conmovida,
del dulce ¡si! palabra apetecida,
sola ambición de todo enamora.do.
No lo estuve, ni estoy arrepentido,
, de haberme unido á tí en estrecho lazo;
pero, esposa, en el tiempo transcurrido,
aunque el decirlo caúsame embarazo, •
he observado, ¡pardiez! que á tu marido
cada si que le das es un... sablazo.
Federico Aslor.
jt)^íá¿¿'*¿í-¿-.^-*';'S:=-J-_-í:'-&J''£^_íá'-.X>t:-^^^^^
ÍVÍ^'C^^3J^^-;!SÍ^ÍÍ^'¡¿^Í¿^¿):-J.''-.Í^--Í^'Í
630
EL CASCABEL
L_0 INESPERADO
I
De Europa Julio llegó
y sus pocos patacones,
en bromas y diversiones
alegremente gasté.
Y ai mes justo de correr
farras de noche y de dia.
se halló conque no tenia
donde dormir ni comer.
Después de pensar un rato
dijo:
—Yo puedo escribir,
y de mi pluma vivir;
para algo soy literato.
Buscó; pero inútilmente
que si á un diario llegaba,
en la Redfección hallaba
siempre uVi exceso de gente.
Pasó el tiempo muy aprisa
y Julio, siempre corriendo,
observó que iba teniendo
nada limpia la camisa.
Julio se desesperó,
pues era muy delicado
y pensaba trastornado:
—¿Dónde me presento yo-?
Y hosco, triste y abatido,
sin saber lo que se hacia,
se pasaba todo el dia
en cualquier rincón metido.
Viviendo tan tristemente
otro ya se hubiera muerto,
mas él vivna, era cierto,
aunque milagrosamente.
Y Julio ansiando librarse
de aquel vivir angustioso,
salió á la calle furioso,
decidido á suicidarse.
Fuese al río en derecliura,
y cuanto más se acercaba,
sin saber por qué, notaba
amenguarse su locura.
Por fln al rio llegó,
calmado su frenesí,
y al llegar exclamó asi:
— ¡Hoy no me suicido! ¡Nó!
¡Sufriré los sinsabores
de mi estado malhadado,
más nadie vera el estado
de mis ropas interiores!...
II
Lleno de hambre, sueño y frió
y maldiciendo su suerte,
•lulio, buscando la muerte,
se echó de cabeza al río.
Más un marino lo vio;
y lleno de noble arrojo,
sacándole de remojo
de la muerte le salvó.
ni
Anteayer, á Julo vi,
me saludó atentamente
y al instante, alegremente
me habló de su lance así:
— Sufrí en el rio el horror
de aquel que se ha suicidado;
pero... jel agua me ha limpiado
to la la ropa interior!
Luis Garda.
epístola
Querido Juan, yo rae muero
si á esta pronto no contestas.
¡Tardas tanto en tus respuestas
porque sabes que te quiero!
Tengo en mi pecho un brasero,
y tal tufo dá el carbón,
que debes huir la ocasión
de que alguien caiga asfixiado,
y entre muerto ó trastornado
se cuele en mi corazón.
Bien; no extrañes lo que digo,
y aunque alabarme no quiero,
saberás que un caballero
quiere casarse conmigo.
Como yo á lo positivo
siempre he tenido afeuciún,
he sufrido un desgarrcm
en mi ser, considerando
que, por estarte esperando,
pierdo mi colocación.'
Me escribes que eres sargento
y que el capitán te dijo
<iue el mes que viene, de fijo
cambiarás de regimiento.
Ven pronto Juan. ¡Qué contento
vas á causarme ese día!
Pide tu baja, alma mia,
y vuelve pronto á mi lado,
(|ue siempre serás soldado
sirviendo... en mi coynyq'ua.
Dicen si continuamente
un chorro de agua cayendo.
'^^&^l:^kb^iSa&.^.-L^.-tit9t.r
,-<*,
i
:.,:í ■*
EL CASCABEL
631
la fuerte roca vá hendiendo
y destruye finalmente.
Asi un frasco de aguardiente,
te envío por don Ramón,
y pido á Dios, con unción,
(lue, por gotas y certero,
quiera cavar un hujero
en tu duro corazón.
María.
3. Corras Fp;rnám>kz.
♦-1Í1H$
l_ COLLA
^J N esta grande y cosmopolita ciudad
^*^ de Buenos Aires, donde, con un
aire y posición de dueños de casa, se pa-
sean y arraigan habitual mente extranjeros
de todos los países del mundo, seguros de
las garantías que les ofrece la constitución
política de uno de los pueblos más libera-
les de América, hemos visto muchas veces
recorrer las largas calles, detenerse frente
a los lujosos escaparates de las tiendas ú
ofrecer al transeúnte sus mercaderías, á
un tipo de traje excepcional ({ue, sin em-
bargo de su aspecto extraño, no es para
nosotros precisamente un extranjero.
Queremos referirnos al vulgarmente lla-
mado Colla. A ese vendedor ambulante
de yerbas medicinales, estoraqui, quina-
quina y polvos para el amor que, con
tan fútil comercio, caminando á pié, ha
realizado el temerario viaje hasta las már-
genes del Plata, saliendo con sus alforjas
y los chismes que lo acompañan, desde las
lejanas y remotas cumbres del alto Perú.
El hombrecito, vestido de telas burdas,
Jliisutas y sombrero informe, fabricado
por él mismo, con lana de cordero, camina,
taciturno y habla lo menos que puede el
castellano.
Al desocupado que lo vé pasar se le
ocurre una justa reflexión: ¡cómo pueden
estos hombres vivir con el producto del
insignificante comercio á que se dedican?
Y cuando uno sabe que se vienen á pié
desde sus valles, situados á ochocientas
leguas de distancia, se explicará más difí-
cilmente la compensación pecuniaria que
induce á eslos seres, de piernas excepcio-
nales, á emprender la formidable travesía.
Es que nosotros, los hijos de Buenos
Aires, sabemos habitualmente mucho de
las costumbres y de lo que pasa en el viejo
mundo, pero nuestros conocimientos es-
tán un tanto en retardo, tratándose de los
usos y costumbres de nuestra casa, o sea
de nuestra América, lo que si no es ío
mismo, es cosa parecida.
El Colla, el Aimard, ó más propia-
mente dicho, elhijo del valle de los Yun-
gas, realiza un propósito muy diferente
del que nos suponemos, al efectuar su
viaje.
Allá, eií las montañas escarpadas y pin-
torescas de su tierra natal, viste habitual-
mente de negro, en señal de eterno duelo
por la desaparición y exterminio de sus
Incas, los señores de las cuatro partes del
globo, los hijos tle Manco Capac y Mama
Odio, los que le enseñaron ú adorar al
sol y á Pachacamac, (alma del mando)
que tiene en sus manos las riendas de los
supremos destinos.
Pachacamac y el sol, focos brillantes
de luz y de saber, dieron por boca de sus
hijos, los semidioses, las sublímese inmu-
tables leyes que unieron entre sí á los
indios que vivían dispersos por sobre la
inmensa tierra.
Los /nca-s propagaron en sus con(|uis-
tas, con constancia y afecto, la igualdad y
cariño entre los hombres. Su sabidiiria di-
vina cambió los campos estériles y las
rocas desoladas en valles productivos; tor-
ció el curso de los ríos y puso á servicio
del hombre el agua de los torrentes, que
antes se despeñaba en masas congeladas
é inmensas sobre las chozas sin amparo.
El robo, la mentira, la pereza y la co-
bardía, ya no tenían asilo en la morada
del indio, y ahí están los colosos de Tia-
guanacu, del Cosco, Yocalla y Copaca-
■.-■¿is^.J;f~-¿i.i'¿Lyi:Ss.^.9Íükú^i%sájrJ^
(m
EL CASCABEL
En el corazón del hombre
Para que lo averigüen las lectoras.
'■ii^SMr^'milM*»'^'. /.TP'Í
^í^-Á^iSttr'ij" ■;■■
s:;., • ■i'r'AWSV-'^'^
EL CASCABEL
€33
En el de la mujer
Para que lo adivinen los lectores.
. -iii-^iiifiáE&í^-^á^íiLiáráiftíi'J: " -V:-¿^
■''c,J-:¿'-::^'^^j^S^^Ms^Jiá'isá'i¡í&}¿f'í:!^^^
^„ ^ i. .■ «V i^aj::' -1
"^me
634
EL tÁSGAJSEL
baña y los caminos déla costa y los llanos
que lo atestiguan con la elocuencia muda
de las ruinas ciclópeas de una pasada y
sorprendente civilización.
Kl Colla vá taciturno y silencioso, ago-
biado por el peso del infortunio, que llora
desde hace cuatro siglos, y s¡ detiene á
veces su paso vacilante frente al suntuoso
palacio del señor moderno, la muda con-
templación no le sugiere en su alma dolo-
rida más que el triste recuerd ) de que tal
vez ya no volverán para él y su raza aque-
llos felices ftiempos de bonanza y de paz,
que fueron violentamente interrumpidos
por la avalancha de estos señores blancos,
que en su codicia y ambición, sin valla,
derruían y derrumbaban sin control ni
conciencia hasta los templos y altares de
los dioses protectores, por adueñarse sa-
c crilegamente el metal de las divinas ofren-
fj^ <las, que se envilecía al caer entre sus
manos.
líl indio yungueño habla en aunará,
que es lengua tributaria del Quichua, y
lleva en su espíritu el propósito de resti-
tuir algún día el imperio incásico. No
olvida las ofensas recibidas y cree co-
rromper sus creencias y tradiciones ha-
blando el idioma de los conquistadores. Se
cree adivino y dice haber nacido con el
don de saber la suerte humana, leyendo
en los astros y en las miradas. Es también
médico práctico, porque conoce los efectos
de muchas sustancias vegetales descono-
cidas para la ciencia y que se producen en
medio de aquellos profundos valles, casi
inexplorados.
JCI Colla se casa, cuando más tarde, á
los veinte años, y antes de unirse corporal-
mente á su elegida tiene que cumplir con
una ley, que para él es sagrada, porque
emana de una antigua costumbre que está
prescrita por la tradición oral, que todos
observan fiel y extrictamente. .
Terminada la ceremonia conyugal, cada
uno de los desposados debe apartarse si-
guiendo opuestos rumbos. La muchacha
vá d su hogar, donde queda como antes ó
pasa á servir á la casa de sus suegros, y
el mancebo emprende un largo viaje que
dura á veces tres ó cuatro años y que infa-*
liblemente debe efectuarse á.pié. Este es
viaje de expiación, de penalidades y de su-
frimientos, y es tanto más considerado á
su vuelta el que ha llegado á tierras y á
confines más remolos, porque ha apren-
dido mejor á sobrellevar los trabajos, y
es, por lo tanto, más apto que otro para
afrontar las penalidades ineludibles rn las
jornadas de la vida.
Cuando el Colla anda entre nosotros,
cuando ha salido de lo que llama su
tierra y la del Inca su señor, hace tam-
bién abandono de su traje negro y adopta
el que llaman vheschi ó gris, porque dice
que saliendo de su patria entra al dominio
de otros señores.
Los polvitos para el amor son de dife-
rentes clases. Les atribuyen generalmente
más poder á los rojos, que sacan de una
yerba que gusta mucho á las lagartijas,
y precisamente en esa circunstancia fun-
dan la virtud del amuleto; para atesti-
guarlo afirman que el lajartija macho es
el animalíto que tiene la propiedad de
liacerse querer más de su consorte. El
talismán de amor es infalible para hacer
huir la antipatía y atraer reciprocamente
á los enamorados.
Muchas veces los viejos que han perdido
á su compañera, salen por segunda vez
acompañando al hijo menor en su pere-
grinación; enseñándole entonces á reco-
rrer con paciencia el largo camino que
principia y acaba con sufrimientos y tra-
bajos.
Cumplida su peregrinación, suele volver
el Colla á su hogar y encontrarse con la
dolorosa nueva de una muerte inesperada.
Dobla entonces su duelo, Pero todos le re-
cuerdan que la vida es camino de pesares,
y que hay que soportar los designios de
Pachacaniac que tiene en sus manos,
desde lo alto, las riendas de los supremos
destinos.
El yungueño sombrío se pierde enton-
ces en los valles azules de las montañas
apartadas, buscando el consuelo que ha
dado siempre al corazón abatido por los
grandes dolores, la contemplación de la
naturaleza.
En las horas calladas de la noche, cuan-
do titilan en el cielo las estrellas infinitas,
como vibraciones eternas del cariño de lo&
que sucumbieron, y cuando en los antros
oscuros del bosque se siente el aleteo del
buho y el eco quejumbroso de la torcasa
aprisionada, suele oirseá veces las notas
sencillas de una música perdida, cuyos-
ecos vibran vagamente en las ondas sono-
ras que se ahuecan en los profundos abis-
mos. La música es supremamente melan-
cólica, sus notas llevan al espíritu, la
expresión de un pesar sin consuelo y sin
amparo.
Esees el indio, que llora conjuntamente
;JiiSiS?t,^.\
EL «^A^aHÉiAirjei:
635
en la Quena tradicional, las angustias de
su alma acongojada y las desdichas de la
patria, cuyo recuerdo se aviva en medio
de las grandes armonías.
F ¿liberto de Olive ir a Ce zar.
DE DOMINGO A DOMI.JGO
ODEON. — Ldi compañía de Emanuel
sigue trabajando con éxito en el teatro de
la calle Esmeralda, que no pedia inaugu-
rarse de mejor manera.
La distinguida actriz Sra. Reiter logra
aplausos entusiastas en cuantas obras in-
terpreta. En Frou-Frou demostró que
puede competir con todas las estrellas
dramáticas que nos han visitado. Ema-
nuel muy festejado también: en Rantzait
demostró sus notables facultades para el
arte dramático, cautivando al público, por
la verdad conque interpreta su interesante
parle.
La repetición de Mlle. Nitouche^ fué
como era de. esperar, una repetición de los
aplausos que obtuvieron en su desempeño
los artistas de la compañía, la Sra. Reiter
especialmente.
El público del Odeón es siempre nume-
roso y escogido.
OPERA.— G^\é y compañía, sin desani-
marse nunca, apesar de que el público no
les favorece lo que se merecen.
Como de costumbre, las obras que se
representan son puestas en escena con
todo esmero.
Se dice que pronto pasarán á Montevi-
deo los citados artistas.
Si es así, no dudamos que merecerán
buena acogida del público Uruguayo ~~-
ONRUBIA.— Las hermanas Aranáz tie-
nen su público.
Y este no es poco numeroso que diga-
mos, ya que ha llenado varias veces e
espacioso teatro de la calle Victoria.
Las obras puestas en escena hasta la
fecha no ofrecen novedad.
Ofrecen únicamente el atractivo que sabe
imprimirles la aplaudida tiple Mercedes
Aranáz, á la que hay que ver y óir en
obras como Nina, Gatito de Madrid...
etcétera ...
El Ki-Ki-Ri-Ki resuena de nuevo en la
sala del Onrubla.
Y el público acude al oir el cacereo del'
gallo.
Las funciones de moda se ven favoreci-
das por distinguida concurrencia.
COMEDIA. — La temporada termina y
los beneficios se suceden. El de la señora
Sacanelles fué una continuada ovación
para la simpática característica.
Pronto el actor Julio Ruíz se estrenará
en este teatro. Y á fé que hay curioridad
por conocerle, ya que la fama de que vie-
ne precedido es grande.
ALHAMBRA.—^'xgne concurrido est
teatro, en donde trabajará la compañía de
Roldan hasta fines del corriente mes, pa-
sando algunos artistas al Onrubia y la
compañía Aranáz abandonando este teatro
y trasladándose á la calle Cerrito.
El conocido maestro Sr. Abad irá á la
Comedia en cuanto Orejón empiece la tem-
porada con Julio Ruíz.
POLITE A M A .- Con restos de la que
fué compañía del Nacional, y con elemen-
tos nuevos, se ha formado un cuadi o lí-
rico del que forman parte Grani y Elias
tenores, Laban barítono, y Reltramobajo.
Las Srtas, Huguet y De Nunzio, y las
Sras, Caligari, Steimbach y Farini. figu-
ran también en la compañía.
Después de la ópera se dará baile, al
estilo de lo que se hace en los principales
teatros de Italia. Por ahora seguirá repre-
sentándose El Diablo negro., que consti-
tuye un espectádulo entretenido/asi por
lo que al cuerpo coreográfico se refiere,
como por ló que atañe al aparato escénico.
DORIA. —El solo nombre Je Cavalli ha
logrado atraer mucha concurrencia al
.Sr».^í'_'v_,! _,_
' . A ^
*
636
Rl. r^ASCABFX
TOMANDO MATE
(Composición y dibujo de Nicolau Cotanda.)
..-í^ ._.,._*<i^i;*íi,
EL. CASCABEL
ÍJ37
apartado teatro de la calle Rivadavin. La
compañía que dirige el aplaudido ador es
numerosa y presenta un cuadro completo.
Además, el cuerpo de baile es bueno,
especialmente la primera bailarina, que
gana ovación tras ovación.
FOLIES - FORLBT. — Gomo siempre
concurridas. Estrenóse últimamente La
belle Paule, con buen éxito.
Si será ardiente Violante,
que al irse ayer a bañar,
metióse dentro del mar
y hervía el agua al instante.
Siguen lloviendo composiciones para
nuestro número colombino que aparecer.i
el próximo miércoles.
Todas, salvo pocas, que parecen escritas
Gspresamente para no ser publicadas, se
insertarán, y estamos seguros de qufi lla-
marán la atención de nuestros Jeclores.
For una distracción imperdonable no
hicimos constar que el premio ofrecido á
ia comp «sición que reúna las condiciones
exigidas (brevedad, gracia y originalidad)
consiste en el libro titulado Los Meses,
uno de los más primorosos que se cono-
cen, no sólo por su valor literario y artís-
tico, sino por lo expléndido de la edición.
Monumental, la llaman sus editores y lo
es en efeclo.
IjOS Meses están redactados por Pedro
Antonio de Alarcón, Campoamor, Cánovas
<lel Castillo, Emilio Ferrari, José Eche-
garay, Núñez de Arce, Juan Mane y Fla-
quer, Manuel del Palacio, Pereda, Pérez
(laidos, Antonio de Trueba y Valera, y
estánilustrados profusamente con grabados
y cromotipias, cuyos originales son obra
de Benlliure, Domínguez, Ferrant, Galofre,
Martínez Cubells, Más y Fontdevila, Ape-
les Mestres, Moreno Carbonero, Pellicer,
Casto Plasencia, Alejandro Riquer, Ville-
gas y Villodas.
El obsequio es modesto, pero tiene valor,
moral, y es un adurno para una biblioteca
Recordamos á las personas que quieran
mandar composiciones, que estas se reci-
ben hasta el dia 9.
Una vez publicado el número del 12, y en
él las composiciones admitidas, los seño-
res que forman el tribunal otorgarán el
premio.
En el oíro número haremos conocer el
nombre del autor, f[uien podrá pasar por
esta reducción á recoger el^obsequio.
¡Ah! se 'nos olvidaba. Las caricaturas
que apar-ecerán en el número colombino,
serán también alusivas á la fecha que con"
memora lo lo el mundo.
Fortuny, Vaamonde, Eusevi. Bovio, tal
vez otros, se encargarán df> la parte ilus-
trada del núniero, que sin ser extraordina-
rio por sus dimensiones y precio lo será
por la variedad de firmas y composiciones.
Juan leía en un diario:
«En el barrio de Pasajes
hubo ayer diez nacimientos,
pntre ellos tres naturales...»
Y Gedeon que escuchaba
saltó al punto y dijo:
— ¡Diantre!
¿Entonces los otros siete
deben ser arfiííciales?
Telegrama de Jujuy. — Han llegado 36
hombres del i° regimiento de artillería pa-
ra la elección de mañana.
¡Bonito cuerpo electoral!
Y sobre todo, disciplinado.
E! alma de las mujeres,
dicen que es un libro abierto:
es cierto, porque tu alma
es un libro de., comercio.
Leo: — Ha marchado .-i Córdoba el capi-
tán N. para enganchar hombres
¡Ave María Purísima!
Dos cosas incompatibles
que en él país hallarás:
la propiedad literaria
y el juzgado federal.
Para solemnizar la fiesta del 12 de Octu-
bre, se acuñaian medallas alusivas.
: ,■^'ér^f¿í■K¿=■u.sk■&;^:vJ¿?L~."¿¿^■^■i'i^c-!■^^'4^^ '^íJ'i^ tSá^
I"ia^-;ía2dfc^&¿ií1^:3is;j£&s¿3tvc-,:i-i."i -.'.-i.
;:?¿S*¿«Siü^*.-
■■■-r'
638
EL CASCAlieL
O abusivas. V
Algunas serán de oro.
Pero ¡no se alarmen Vds! no pasarán de
seis. En cambio, las de cobre abundarán.
¡A ellas, mayorales de Iramvia!
A ver si acabamos con las estampillas.
La pantomima que ha de representarse
por los niños de la alta sociedad, en el
teatro de la Ópera, promete ser un espec-
táculo magnifico.
Dicha pantomima tiene por objeto con-
memorar el descubrimiento de América.
El cuarto centenario del descubrimiento,
se entiende.
Vamos, que los festejos de Buenos Ai-
res serán pura pantomima.
Aquí algún cronista exclamará, infali-
blemente: ¡Chivilcoy, Tres Arroyos ó Bal-
caree for ewer!
Porque en estos pueblos se harán feste-
jos de veras.
ondencia
^^
A. T. O.— No lo publico, sin que ello signifique
que es malo precisamente.
M. Neo.—Xjü. poquito irregular. |
/. fíícamar.—No está mal. El asunto es lo que
deja algo que desear.
J. A.— Lo de esta semana flojea un poquito.
P. P. 07'ejas.—Me ha hecho reir mucho: se lo con-
fieso! ¡Lástima que no elija Vd. un asunto menos
oloroso:
.)/. A. 7'.— Voy á copiar unos versos. i
«Espero del Director
que cuando de esto se ria,
dispense del escritor
ias faltas de ortografía».
Si: y otras faltas que no se pueden dispensar.
/,i//íft.— Nada, nada: voy á publicar un fragmento:
El sol no brillaba
austero cual siempre.
Los cielos (le negro
vestían al ñn
y era que lloraban i
la muerte de aquel serafln.
Bueno, que lloren lo que quieran, pero déjese Vd.
de austeridades solares. Será prudente.
Luduviru.— Es bueno á ratos, y á ratos no tanto.
Creara;" vd. no se imponsra la obligación de' escribir
semanalmente. Hágalo cuando esté de humor. De
buen humor, se entiende. ;
Ajiulu rntui-/.-<tico.—{\s\, sin A como lo escribe
Vd.)— La composici'jn es buena, pero... me causa
cierto recelo.
J. ¿.—Muy bonito el hombre efetnrriile, pero ¿no
es traducido?
E. í7.— Recibido s.u trabajo para el número colom-
bino: se publicará.
Lo mismo decimos á los-señores J. /■ B, — M. tí.
[r.—J.A.—P. de M. fin hif/ienista.—Uiio que se ma-
reo..—Un yerno.— Pensador Pro/ lindo. — Eslnucíe-
ro. — Aceionisla. — Financista. — l'n beato.
¡Ole ya! — Le escribo particularmente.
Quedan muchas cartas por contestar.
EL CASCABEL
' SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses $ 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
» atrasado » 0. 15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
sas-AasinA— aas (altos)
„ ;;>;?'■ ¿á^s:
EL CASCABEL
639
lechería la hartona
Fábrica á vapor de manteca fresca
fina en el establecimiento
Leche pura, Crema, Manteca fina DEL DÍA.
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Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Ciuillernio'/%. Cranivell,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
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EL CASCABEL
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ABÓ I Buenos iUres, Oett^^ fSt dtt t8^ Vtm. 41
Editor propietario: FRANCISCO FERRÉS
Redacción y Admioistracion: ALSINA 939 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
Precio en la ciudad. . . $ 0.10 el númei v.
Número atrasado.. .. »0.15 id
Fotograbados de Emilio A. Coll y C
Autor que pinta sus viojís
.con, luz, ambiente y vigor.
y es el más c ¡¡¡.ccdor
de las costumbr s salvajes.
«.^ 'A/-'.r,-fé:MÁ-^-Á^
642
EL CASCABEL
•^
-^'¡C»-^
FMos llegado al periodo
álfifido.
Hoy es el gran Jíh..
Colóa embarga nues-
tro espíritu desde ayer.
Mañana nos veremos libre de él.
O mejor dicho, él se verá libre de noso-
tros que, la verdad sea dicha, io hemos
manoseado demasiado.
Ayer, mientras se acostaba un vecino
mió, que lo es por gracia de un tabique
que divide la habitación por gala en dos,
y que es tan delgado (el tabique) que ha-
ce que entre él (el vecino), y yo, no exis-
tan secretos, oi que rezaba, como de cos-
tumbre, sus oraciones; pero al llegar al
tan aplaudido «con Dios me acuesto...
etcétera» dijo: Con Colón me acuesto, con
Colón me levanto, con la «Santa María» y
el Espíritu Santo.
Luego se durmió, como de costumbre
también, y ¡naturalmente! soñó que nave-
eraba en busca de nuevas tierras. Y eran
cosa de oir las voces de mando y las ma-
niobras que salían de su boca.
—-¡A babor!... ¡aferra velacho! ¡car-
guen trinquete! ...
A eso de las dos de la mañana, después
de sacudir dos docenas de puntapiés al
tabique divisionaroio, exclamó gozoso.
— ¡Tierral... ¡Tierra!
Y, efectivamtnte, halló tierra, pues, de
la cama fué á parar al suelo de cabeza, y
allí quedó hasta esta mañana, á la hora
del cale.
La mucama al entrárselo tempranito,
se ha encontrado con el cuerpo de mi ve-
cino envuelto en el cubrecamas, abrazado
a la almohada y derramando lágrimas de
gratitud por el feliz viaje que ha tenido.
La mucama, quieras que no, ha visto á
mi vecino en paños menores, y ahora an-
da diciendo por ahi que Joselin, por que
Joselin se llama mi vecino, tiene el cutis
averiado, y que en la espalda tiene un
divieso que parece un pan criollo al salir
del horno, lo cual desespera á Joselin que
se precia de ser guapo y libre de sinuosi-
dades.
Aparte de incidentes íntimos, como el
que acabo de relatar, la fecha de hoy ha
dado lugar á que quien más y quien menos
se haya creído obligado á decir algo de
Colón.
La nota poética ha resonado sonora, y
ya en círculos viciosos y de recreo, ó ya
en los hog'ares- sencillos se han entonado
himnos al gran navegante.
Ayer visité á una familia modesta, pero
amante de celebrar toda fecha gloriosa, y
encontré muy atareados á los individuos
que la componen. .
— ¿Está f>. Aquilino?
— Sí, señor; está componiendo... •
—¿Algún niueble? |
— No, señor; un himno. ^
Llego al cuarto de D. Aquilino, y efec-
tivamente compone. i
— Viene Vd. bien — me dice.
— Es favor. . . He sacado la ropa única
que poseo, la que es sencilla y sin trama,
pero de un corte que...
— Deje Vd. la ropa, hombre.
Quiero decir que ha llegado Vd. opor-
tunamente. (
— ¿Van Vds. á almorzar?.. . •
— No. V^oy á leerle un canto del himno
que escribo. Atención:
Estupendo navegante í
¡yo te saludo! ;
Gloria, ínclito almirante ¡
bravo y sesudo. .
Las brisas del occéa no :
dicen ¡Colón!
Y los pueblos. . . |
— Bien, bravo; no prosiga Vd. por que
me afecta mucho la poesía.- . i
— Bueno; pero esta noche le espero á
usted. Nos reunimos unos cuantos escri-
tores modestos, pero amantes de lo bueno.
■...'-yícJSSSi'^i.^^-
BL CASCABFI.
(>%3
Haremos un poco de aiúsica, leeremos
composiciones. . . ya verá Vd. . . ya verá.
Entre los invitados está Pérez, que se
ha comprometido á leer una odisea...
— ¡Ave María!
—Si; «Ave María» se titula, y se refiere
á la influencia de Nuestra Señora en el
cerebro de Co'ón... ¡Ya verá Vd.! Adema?,
Pérez, es muy ameno, y ha prometido
<\ue á última hora bailará una danza in-
dia, y ya ha pedido el plumero para ador-
narse la cabeza, y unas zapatillas para
bailar.
— Un zapateado, natural.
^-Sí; natural de la Pampa.
— ¡Soberbio!
\ — Con quG no faltará, ¿eh?
¡Ah! y prepare Vd. algo para leerlo.
,— Bien. Hasta l'iogo.
Inútil creo decir, que lo que preparo es
la maleta. ■-
Hoy salgo de Buenos Aires.
Que el cuarto centenario les siente bien
á Vds. -
Hasta la vuelta.
Si vuelvo.
O mejor dicho: Si no hay descarrila-
miento.
ESTUDIOS
.luán, que es un hombre de ciencia,
las mujeres ha estudiado,
y á todas las ha encontrado
aljío negro: in conciencia,
.('ontinuó. con afición,
insiguiendo elj mismo plan,
y en los hombres halló Juan
:ilgo duro: el corazón. .
Juan P. Sahalain
w:t^¥^
SAL Y PIMIENTA
Hablando con un usurero.
—¿Tiene V. algo, notable para empeñar,
alguna alhaja?
— Ya lo creo!
—¿Donde está.? ' ' '
-Aquí en casa; es una estatua.
—¿Qué representa?
— Los pecados capitales; es mi suegra.
*
Entre patrona y cocinera.
— Agapita; estos huevos están pasados.
. —Si señora; por agua.
—Qué le parecen nuestros polilicos.
—Muy duros!
—Como?
—Claro, tienen ustedes á Roca, a Peña..
— Si, pero hay algunos blandos.
— ¿Los melones?
El teatro médico:
Paciente,— E\ T^úhlico. - -
Pildoras.— Las secciones.
Dosis.— De 1 á 4 todas las noches. ,
Boticas.— ComediR., Apolo, Alhambra,
etcétera.
Resultado.— y aria.—Se dan casos de
vida, como de muerte repentina!
Entre borrachos:
—¿Qué te gusta más, la ginebra ó la
caña? v5
— A mi, la caña con ginebra!
Colmo musical:
Producir en un violin una nota diplo-
mática.
¿En que se parecen un mayoral del tran-
way á un verdugo?
—En que los dos degüellan.
■ Juan Bcrcnguer.
-AÍ--
■.s^ftSS*»'.
6i4
£L CASCABEL
EL ÚLTIMO TRAMWAY
■m^;
Pepe, mi amigo estimado,
en Barracas residía,
cuando el pobre cierto día
cayó enfermo de cuidado.
Fuime al punto á visitarle;
y á su esposa prometí,
que de noche iría allí
con objeto de velarle.
Aquella no^ihe en efecto
á velar me preparé,
tomando el tranvía que
hace el último trayecto.
Sentada en el interior
iba una niña preciosa,
una señora horroi'osa,
un cura y otro señor.
Pagué el precio del pasaje
y á la muchacha mirando,
iba en mi interior pensando
en aprovechar el viaje.
ÍjQ. niña correspondía
á mi insistente mirada,
y la señora, cansada,
poco á poco se dormía.
El tramway siempre corriendo
iba por la calle oscura,
y el otro señor y el cura
también se fueron durmiendo.
Yo miraba embelesado
á mi joven compañera,
¡qué lindas manos de ceraf
jqué cuerpo tan cinceladol
¡Qué perfecciones mostraba,
no imaginadas jamás
su lindo busto!... además
de las que yo sospechaba...
Y terminamos así
el viaje rápidamente:
mirándola fijamente
y ella mirándome amí.
■ n
Continuó la enfermedad
de Pepe, día tras día,
aunque ya no revestía
verdadera gravedad.
Yo tomaba el mismo coche.
á aquella niña encontraba
y de este modo pasaba
como la primera noche.
La mamá de ella rendida
daba sus dos cabezadas,
y empezaban las miradas
mientras seguía dormida.
Yo, loco perdidamente,
la amaba con frenesí,
y ella me miraba á mí
cara á cara y fijamente.
Sin poderlo remediar
consulté mi corazón ^
y pensé:
—Sin remisión
ahora me voy á casar;
pues esa niña adorada
que conocí en el tranvía,
se vé, que está cada día
de mi más enamorada.
iir
LJegó una noche fatal
que en el Uannvay nolahaUé
como siempre, y pregunté
por la niña al mayoral.
Luego involuntariamente,
y sin saber lo que hablaba,
al mayoral enteraba
de mi pasión vehemente; ;
le conté las impresiones
que su vista me causó; ,
pero el mayoral mató
de golpe mis ilusiones. ' •-*'
Yo inocente como un niño
que me miraba creí,
figurándome que así •
me demostraba cariño.
Me miraba ¡claro estáfí
en estatua convertida,
y es porque estaba dormida
lo mismo que su mamá.
En fin, supe, finalmente,
que ella, maestra en fingir,
tiene abiertos al dormir
los ojos completamente.
Luis García.
M
"•■^s.
■Xíi.
■.'?rif¿-
m
EL G>k8CABEL
645
EL BENEFICIADO
. I
ULfi psfótiin^Ton tono
(¡uejumbroso^
Ya me tenéis aburrido '
con lo que me estáis diciendo,
si j'o á este mundo he venido
¿q^ié delito he cometido
contra vosotros viniendo?
^íAáiP^
«46
EL CASCABEL
"CERTAMEN COLOMBINO
Cosa sencilla. .
'...Poema
que sin mayor intención,
es solo una variación
. sobre el tan trillado tema
de "Colón».
CANTO I
Al beso de una papa y un melón
salió del huevo el inmortal Colón.
CANTO II
Y utilizando el legendario huevo
descubrir quiso un hemisferio nuevo.
; CANTO III
Lanzóse al mar en su fiereza negra
quizás huyendo de una horrible suegra.
- . 1 ; CANTQ IV
Y desgarrando bárbaros capuces
sobre unas islas se cayó de bruces.
EPILOGO
Que venga ahora cualquiera
y diga si no fué de esta manera,
como Colón, en su valor profundo,
brindara á un mundo, otro girón de mundo.
Manuel B. Ugarte.
ERUPCIÓN CUTÁNEA
i
A mi poder llegó el siguiente telegrama:
«Celeste Gloria, 7 p. m.— Urgente.— Reco-
mendado.— Primer tren te espero; estoy
gravemente enfermo.— Tu amigo, Cristó-
bal Colón. »
Ahorremos papel y tiempo. A las cua-
renta y ocho horas, y después de un aéreo
viaje en ferro-carril, me hallé ante la pre-
sencia dé San Pedro, el que, de mal ta-
lante, me preguntó á quien buscaba.
— A Cristóbal,— contesté en igual tono.
— Hay muchos... ¿cutil de ellos?
— ¡Quien ha de ser, viejo chocho, sino
Cristóbal Colón!!
—Bien, pero ese Cristo, ó Cristóbal, está
muy ocupado.
—¿Que hace?...
—Devora un plato de tallarines.
—No importa, le ayudaré á comer; ade-
mas urge que yo lo vea.
— Franca está la puerta— me dijo— pasad.
Entré, y después de mil vueltas por
entre nubes y angelitos, vi que el viejo
Pedro me habla engañado, pues mi amigo
Cristóbal no comía, sino que jugaba un
interesante partido úe7nurra con su socio
y amigo, el sabio Gal íleo.
— ¡Hola querido, te esperaba! — dijo Co-
lón al verme— sufro mucho.
—¿Qué te pasa? cuenta, ya estoy aquí,
—¡Y me lo preguntas! ¡No ves mi cara,
no ves lo que sufro con estos granos!
— Pero Cristóbal, yo no soy médico —
dije al verlo en tan deplorable estadc^ '
— Pues, mira; cuando bajes á ese mundo^
que para castigo mío descubrí, dile ú cuan-
to poeta, literato, periodista y escritor
halles, que por Dios, no se ocupen de mi,
porque cada oda, poema, soneto y ar-
tículo que me dedican, es un nuevo grano
que brota en mi ya carcomido rostro, y
que si asi continúan van á acabar con
mi misera existencia. Además, como es-
pero cumplirás mi pedido, en recompensa
llévate esta cesta de huevos frescos...
— ¡Huevos!., ¿cómo demonio los Con-
sigues?...
— Fácilmente... todos los dias me man-
dan dos ó tres en literatura. Diies- tam-
bién que no manden más, que estoy em-
pachadlo...
Con un abrazo termino mi visita á Cris-
tóbal Colón.
Emilio Gilí. I
¡QUÉ ULTRAJE!
Hambriento, herido, triste y fatigado
bajo un árbol un indio se moría,
cuando hermoso y robusto aparecía
un cazador, sentándose á su lado.
— ¿Qué te pasa?— le dijo— ¿Has olvidado
la augusta fecha que celebra hoy día
el mundo? ¿Tú no sientes alegría?
jEs el 12 de Octubre! Desdichado...
Incorporóse entonces el salvaje
y pidió de comer con tono incierto.
Alióse el cazador, siguió su viaje,
dejando al indio de cansancio muerto,
y diciendo: —¡Oh Colón! Mira que ultraje,
¡no merece que le hayas descubierto!
Francisco Férrea.
-■-■ .. 'í
■-^¿-Üsíiki'iSirá-
"^"ü^ia^ii. íSkJÉiftsátóife? ;Í>i)Mí^¿^kteÍ5S^^
EL CASCAJBEL
647
DUDA
Decía ayer Gedeón,
lleno de ingenio profundo:
— Resulta sin negación
que Colón descubrió un mundo,
mas ¿quién descubrió á Colón?
Julio Amedo.
ENTRE FAMILIA
I
Querido lio: Me hallo escaso de recursos
y desearía me rennitiese V. algún dinero,
para celebrar el centenario de Colón.
II
Eslimado sobrino: Siento no poder ser-
virte en esta ocasión. Si te acuerdas, es-
críbeme el próximo centenario y veré de
complacerte.
Juan Berenguer.
ERA NATURAL
Llegó Colón á una isla,
y alli se vio rodeado
de salvajes y saivajas,
que ya fumaban tabaco.
Los ilustres caballeros
que vinieron en los barcos,
aprendieron de los indios
á hacer y fumar cigarros.
Luego con las pobres gentes
hicieron desaguisados,
les robaron las mujeres,
á los hombres castigaron;
pero en resumidas cuentas
la culpa era del tabaco,
puesto que los mismos indios
á fumar les enseñaron,
y los otros caballeros
¿qué hicieron? Se los fU7naron.
Pedro S. Alvarez.
El maestro y su cliente
Un día encontrándose Colon, de vuelta
de su viaje, en el gabinete de estudio con-
templando en un globo colocado sobre la
mesa, el sitio señalado de su descubrimien-
to, anunciáronle la l)«gada-de su zapatero,
al cual haciéndole entrar le pidió se sen-
tase.
El pobre hombre acostumbrado á tratar
«ntes ¿ su cliente sin miramientos, encon-
trábase molesto delante del genio, y pos-
trándose á sus plantas, no cuenta la his-
toria, si por oficio ó humildad, con la
precipitación tropieza en la mesa donde
colocado hallábase el mundo, y perdien-
do éste su equilibrio^ cae sobre la cabeza
del maestro, partiéndose por el eje, y
dejando al descubierto en su parte supe-
rior tamaño hueco. :- r'
Impresionado Colon al ver su mundo
destruido, dícele:
— ¿Porqué no haberse roto tu cabeza?
A lo que el pobre zapatero, exclama: i :
— ¿Qué culpa tengo yo, señor, que no
sea hueca,
Casjo.
LA VERDAD HISTÓRICA ^
. >-■"■.*
¡Vaya! llegó la ocasión
que yo tenía esperada,
para hundir la decantada
fama de ese tal Colón.
¡Tanto oirle ponderar!
¡tanto de ilustre almirante!
pues ahora yo en un instante
le he de desenmascarar.
Colón tenía un pariente
desde chico, en Puerto Rico,
y á Colón daba este chico
detalles continuamente.
De la América le hablaba,
de la riqueza que había,
Y mil cosas que sabía
por correo le contaba.
Colón encontró al momento,
por el pariente aludido,
el país desconocido
y así hizo el descubrimiento!
En eso estriba su gloria,
y en eso estriba su honor;
por eso es descubridor.
...¡Asi se escribe la historia!
Que mis parientes estén
en el Polo, cualquier día,
y yo cual Colón lo haría;
¡descubro el Polo también!
Domingo A. Carranza.
COLOMBINAS
Jesucristo y Colón fueron uno.
Jesucristo dijo: Mi esencia se personi-
ficará y dividirá.
Colón la tuvo y la dividió. - ^
¿Cómo se llamó Cotón? > ;.
Cristóforo Colombo
Fijémonos bien: Cristo, foro^ Colombo.
Analizemos: Cristo^ nombre propio óco*
mún, según los casos. Foro^ sitio donde
los tribunales oyen y /aZían. .. ,
. ¿É^jMk¿Mi^f-¿fK
■-Sifeta^atiU' -
_T. . — ! i._-rtiitri._
í»w
I-A. i:a>v<:amlí
LA OOÍí QUISTA
. - 1.'
La Espiritual
'Sr^ ^Cíift^-.'^.. '-'
fX'cAiítá»*U-
649
LA CONQUISTA
.^íí
La Material
feíí'-ííí^.wJSt-,
650
EL CASCABEL
1'^^-
:J'í:::':í.'
Colombo del verbo columbrar; es evi-
denle que Colón columbró.
Resumamos: foro. Cristo, Coloínlm: ó
lo que es lo mismo:
Falló Cristo en Colón
Sostengo pues que la esencia de Cristo
se personificó en Colón.
■ Ergo: Jesucristo y Colón fueron uno.
¡Oh Colón! Si por haber querido dividir
tu esencia con una judia, el papa no te ca-
noniza ¿qué importa? Tu gloria será siem-
pre divina y humana.
Reciprocamente: Fáltanos saber, si tú
permitirás que se canonize al papa.
¡Qué injusticia tan grande han cometido
en llamar América á la tierra descubierta
por Colón.
¡Américo Vespuccio! Tu nombre me
suena descompuesto... asi:
Américo
.4 ?ízer— Amargo.
/co- -Los cruzados apuraban sus ca-
balgaduras en Tierra Santa, con este di-
minutivo— en nuestros tiempos se usa bas-
tante.
¡Qué amargo apurará Colón al pensar
en semejante injusticia! Garanto que no
será cimarrón.
Fes— Del verbo ver.
- Pwccío— Derivado de pucho.
Américo entonces vio y recogió el pucho
de gloria arrojado por Colón.
¡Quién pudiera alzarse con semejantes
puchos; estos saben á inmortalidad!
San Juan Bautista tuvo un cordero em-
- blema de dulzura y de paciencia, San An-
tonio un cerdo emblema de humildad, y
Colón un huevo con el cual demostró su
fósforo y su ingenio. ¡Qué fósforo encerra-
rla la cabeza de Colón, y cuántas cabezas
de Ídem fueran menester para los sabios
ocupados en juzgarle!
En su cuarto centenario todos los coci-
neros debieran conmemorar la fecha, con-
feccionando una tortilla monstruo en re.
cuerdo de la que hizo Colón con los
argumentos de los sabios, empleando un
solo huevo.
Que si emplea el par.... les demuestra la
pluralidad de los mundos habitados.
Julio J. Bolla.
á festejar el cuarto centenario; J '
y como es necesario
hacer algo grandioso,
hacer algo notable, que levante
la fama del ilustre navegante
(y que sea á la par poco costoso)
las personas notables se han juntado,
y todo lo siguiente han acordado:
En cuanto salga el sol, bombas romanas,
luego la comisión y el pueblo entero,
dentro de unas carretas tucumanas
irán á las estancias más cercanas,
y allí, se almorzará carne con cuero,
que remojado en excelente vino,
resultará un asQido colombino.
Por la tarde, la histórica
cabalgata alusiva y alegórica:
Un heraldo vestido
con poncho, cinturon, casco de acero,
y llevando el pendón, recien venido,
con la horca, la cuchilla y el caldero.
Detrás una señora,
de india descubierta disfrazada,
la que irá rodeada
de peones de casa introductora.
Y después vendrá el juez ¡tipo arrogante!
vestido como el célebre Almirante,
montado sobre un potro jovencito,
rodeado de un público infinito.
Este pueblo inocente, sin notarlo,
lo ha entendido mejor que ningún otro,
querían jcelebrarlo
y ponen, deseando festejarlo,
¡á Colón en un potro!
Eaúlio Espinosa.
CANTARES
No tengo envidia á Colón
porque descubrió esta tierra;
yo he descubierto la gloria
al conocei lasporteñas.
Me rio yo de Colón
y de su descubrimiento;
yo he descubierto una niña
que quiere con sentimiento.
Carabelas aún las llaman
á las naves de Colón;
bien baratas resultaron
dando tanto resplandor.
FESTEJOS
En un pueblo no lejos del Rosario
sus pocos habitantes reunidos,
se encuentran decididos
No me extraña que me digan
que la América surgió
del fondo del octano,
pues la perla alli nació.
Luii Ooniáleí Lópec.
' ■^-í-r'''-''j.i=^4í*-^
EL CASBABE1.
■■■ ^'''^J*^'-2^^-
651
PUERTO HISTÓRICO
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T:i Puerto de Pnlos
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RL CÁSCAl^EL
^ , - ■ ir
^~:y,:-'
Sí.,::.
Gosív es que á ninguno estraña
ni Je causa sensación
el declarará Colón
como una gloria de España.
Sabe ya toda la gente,
y no es contar nada nuevo,
que por la forma del huevo
pensi't en otro Continente.
Y es cursi y fuera de moda
que cualquier almacenero
quiera elogiar altanero
á Colon en una oda.
De las olas del Atlante
Colón con su gran talento,
desalió á este elemento
logrando salir triunfante.
Los sabios todos unidos
aguzan su entendimiento,
para alabar el portento
de hechos ttin esclarecidos.
Que fué el marino un gran .sabio
es cuestión muy debatido
y que ya por discutida
hace sellar nuestro labio.
má.s apuesto un napoleón
que hoy Colón no descubría
sastre que le fiaría
ni un corte de pantalón.
José Araaa.
Quisiera tener un centavo por cada vez
. que se pronunciará hoy el nombre de Co-
lon. Y con otro centavo que me diesen por
cada dispa.ro poético dirigido al inmortal
genovés. ¡me reia de D. Goyo Soler!
Un financista.
Como ocurrió la cosa
Bajó un día el Eterno, en bien fecundo,
de su altísimo alcázar refulgente,
á inspeccionar, con deten ci(')n el mundo
y arreglar lo que hubiere inconveniente
diciendo al punto con dolor profundo:
¡Pues, lo he hecho chico para tanta gente!
Y se quedó estudiando la manera
de dilatar nuestra terrestre esfera.
Voló al Etna de súbito y tomando
de paso á Céres prolongada paja.
la introdujo dereclia y empujando,
por la profunda y sinuosa raja
de su criiter; siguiíj así atravesando
del ancho mundo la compacta caja.
hasta el Atlante y luego, prepotente,
soplando al fin, surgió este continente.
Y antes de remontarse á otras regiones,
de su esencia dejo breve semilla,
que al cabo de cien mil generaciones
germinara en Italia y en Castilla,
conque estas gloriosísimas naciones
':' completaran la magna maravilla: , -j
Isabel y Colón, de ella nacieron ]
, y al viejo mundo un nuevo mundo dieron
Raúl Osoenraso.
A Colón
Magr ánimo Colón, que me oigas quiero,
cual Espronceda al Sol me atrevo hablarte,
aunque ¡triste de mi! para elogiarte
mer.'ces un Virgilio ó un Homero.
No ensalzaré que fueras el primero
en arribar del mundo á la otro parte,
pues Cristóbal, no quiero marearte
con tu historia, que sabe el mundo entero.
En cuestión tan sabida no me meto
para alcanzar el título de vate.
Y' sí bien es verdad que este soneto
es todo un reverendo disparate,
en él á darte gracias me concreto
por poder hoj' fumar y tomar mate.
Federico Astor.
Más quisiera ¡oh Colón! mi tapa-rabo,
ahogar serpientes con sonrisa aleve
ó hartarme de titís y peces muertos,
y no verde mi raza el menoscabo...
—¡Tú ignoras que en el siglo diez y nueve
harto pagamos el andar cubiertos!
J. Gorras Fernández.
si hoy ¡oh Colón! surgieras de tu huesa
y tu pupila nuestro esfuerzo viese...
causarías idéntica sorpresa
que otro muerto cualquiera que lo hiciese.
Alidio Borgia.
NUEVO ESCUDO
Tn huevo contemplando cierto día,
su proyecto á Colón se le ocurría.
Conque gracias al huevo mencionado,
fué el Nuevo Continente conquistado.
Y así, en esto me fundo
para pintar en los escudos nuevo.s:
«Colón descubrió un mundo
por León,' por Castilla y por lo.s huevos.»
Antonio Riualdi.
Un vividor valiente
llegó al americano Coulinenle.
y negoció en empresas colosales ■
llevándose un millón de nacionales,
diciendo con acento convencido:
—Pretiero al Coniinenle, el contenido.
Augusto M. Pitt.
¿Cuatro ripios y mala puntuación?
De seguro que escribes de Colón.
J. S.
r--
a^s;.
^ ■
IgL CASCABEL
653
DESCUBRIMIENTO
Afirman bella Leonor * ■ "
que en tu cuerpo delicado,
está el pais encantado
de la dicha y el amor.
Y tengo el alma en un tris,
porque llegué á comprender,
que hay alguien que quiere ser
el Colón de ese país.
Almirante.
—¿Tú conoces á Colón-
dije á Blas el usurero.
—Podría ser, porque son
[tantos en la población
los que me deben dinero!
B. Mericourt.
¡12 DE OCTUBRE!
Emilia, por caridad,-
por favor, dime que si:
hazlo Emilia, porqué así
honras la festividad.
¡Mi vida! ¡Mi corazón!
Deja que en dulce embeles<.>
imprima en tu boca un beso
...¡á la salud de Colón!
Un Colombino.
COMPOSICIÓN
Sostuvisteis al grande, al mártir de los
poetas, ó la viclima de las conferencias
literarias.
Con vososolros recorría febriciente los
extremos de la carabela y quizá os descar-
gó íntegros en algún marino refunfuñón.
Siempre estabais con él, cerca os tenia á
su lado al concitiar el sueño, y erais su
primer pensamiento al levantarse. Los
primeros en sentir el contacto de la virgen
americana, los olvidados de todos los poe-
tas... sois los que allá en el fondo del mar
dais abrigo á las traviesas ondinas...
¡¡Bendiios botines del Gran Colón!!
Pancho.
A UN MAL POETA
Con su genio profundo.
Colón ha descubierto un nuevo mundo.
Tú, con tu oda mala, horripilante,
que á copiar no me atrevo,
vil coplero, pedante,
has puesto al Nuevo Mundo, como nuevo.
Un lector.
El día 12 de Octubre lo dedico á Colóú.
Me lavaré con agua de colonia.
Pagaré doble jornal á los colonos.
Comeré muchos huevos, en homenaje
lo del de Colón.
Y luego tomaré magnesia...
¡Por si el colon se interceptaba!
Un higienista.
¡Colón!... ¡¡Ese es el enemigo!!
Uno que se marea.
Colón descubrió la América.
Los españoles le limpiaron el polvo... de
oro y la civilizaron.
Los contratistas y proyectistas la han
saqueado.
Los gobiernos la han empapelado.
Con el papel emitido, reuniéndolo todo
en una hoja se podría hacer un gran le-
trero que dijese: Se alquila.
Un accionista.
¿Canonizan á Colón?
Propongo que el santoral diga:
San Cristóbal Colón mártir.
Porque á estas horas, se ha abusoda
demasiado de él.
Un beato.
—A Colón le pasó lo que á mí.
— ¡Qué me cuenta!
— Sí. El gran navegante se embarcó con
ánimo de encontrar un camino directo
para llegar á la India, y se encontró con
América. Yo me casé, .como medio de vi-
vir bien y tranquilo, y ¡pif! tropecé con
la suegra.
Un yerno.
*- . - .
Colón descubrió las Américas.
Sus paisanos de hoy, más pretenciosos
que él, se embarcan pev fare r Ame-
rica.
Un pensador profundo.
Honremos á Colón descubridor de Amé-
rica, Santo y bueno.
La mejor manera de hacerlo, ya que á
Colón se la debemos, colonicémosla bien.
Yo estoy por las colonias... agrícolas.
Un estanciero.
■ ■ ''■■"■X V -¿j¿t^
y- -'^.-
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.Vv'-^iíí^^
^35EiV..ifc"sL^^
:V, ÜjCÍS..
; '- í ;-'i3ai!>->.ar-áí_t »
654
£L CASCABEL
í
LAS JOYAS DE ISABEL I
Los obstáculos domeña.
y las joyas de que es dueña,
con su noble corazón
la reina Isabel enapeña,
¡para ayudar á Colón!
El Numero único. Homenage á Colon
que seguramente Vds. habrán adquirido
ya. es verdaderamente un número único
en su género, constituyendo lo mejor de
cuanto se haga en Buenos Aires para ce-
lebrar la fecha del cuarto centenario del
descubrimiento de América.
Aun que sea repetir lo que, han dicho
todos los periódicos, nosotros repetiremos
una re-
arlisti-
con ellos que el número único qs
copilación de trabajos literarios y
eos sumamente interesante.
La parte artística llama especialmente la
atención por el número y calidad de di-
bujos y grabados irreprochables.
Pueden estar satisfecho los Sres. Mon-
ner Sans, director literario, y Nicolau Co-
tarlda director artístico.
Sus esfuerzos no han sido infructuosos.
El número único ha sido un éxito.
A fin de dar cabida á las composiciones'
colo/jibinas, no nos ocupamos hoy de
teatros.
Pero aprovechamos un pequeño espacio
para decirles ú Vds. que vayan ú ver Las
Campanadas.
j'^.'.r.
5Í-
KL CASCABEL
lechería la martona
Fábrica á vapor de manteca fresca
fina en el establecimiento
Leche pura, Crema, Manteca fina DEL DÍA.
QUESOS CAMEMBERT Y BRIÉ
Ventas por mayor y menor en sus depósitos
234, SUIPACHA, 234
Y
FLORIDA ESQUINA TUCUMAN
Al menudeo en los principales almacenes,
ADYERTENCI4
Se previene al público que la fai-macia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Ciiiillernio A. Crnnivell,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya «le Oanwell sino de Sproat.
LA ÚNICA
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Mitor propietario: FRANCI^^CO FERRES
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El que la quiera admirar
que vaya al Politeania.
feíSfeii^áiií&feiSááí^^aáSa&i&g^^^asííáíEiái^^
.G"i8
KL tlAaCiCBKt-
DESDE TRES ARROYOS
|~4 o es posible hablar de otra cosa.
«JL— ^ Quería dejar en paz á Ciisl()bal,
pero no puedo. He de hablar de él por
que por lo visto en toda? partes cuecen
habas, ó centenarios, que casi viene í\
ser lo mismo.
Salí de Buenos Aires, temiendo las iras
de los oradores y poetas colombinos, y
huyendo de los tan celebrados:
¡Señores.' La emoción queme cmharga...
ó de los:
¡Oh Colón! genio fecundo
que hallaste un nuevo mundo.
Y ¡pobríí de mí! durante el viaje tro-
pecé con un estanciero que no ces(> de
hablarme de la legitima gloria de Col()n
y de las excelentes propiedades del estrac-
to de tabaco para cui-ar la sarna.
Luego bajé en una estaci<in, que no
quiero nombrar, y me encontré con que
el pueblo en masa habla acudido :i recibir
k un orador local que debía consumir un
turno, y la paciencia de los oyentes, en
la velada que se celebraría por la noche.
Los que no le conocían personalmente
se creyeron que el t)rador erii yo, y me
obligaron á abusar de la palabra, pero
una vez en uso de ella dije:
— ¡Señores.' Yo soy un ser inofensivo
aunque lector del Diarilo y mi mayor
deseo es que me dejen en \í\z. porque
no soy orador y no t^^ngo el don de li
palabra. El único don que poseo es el Don
Enrique, pero éste, (el don se entiende)
no me atrae mayormente, desde que e!
otro día una mucama me dijo que don
Juan había estaiú en casa con una car-
ta urgente, y luego resu!t() que el don
Juan no era ■ I Tenorio, sino el changador
de la esquina, y la carta era de un acree-
dor modesto, pero iorpertinente. Reniego,
pues, del don y do la oratoria y me callo.
Afortunadamente el orador auténtico, el
esperado, llegó á tiempo y aclarado el
error fui invitado á tomar una copa, y
luego á formar en la procesión prelimi-
nar que debía tener lugar, para avisar
al vecindario que la gran fecha se apro-
ximaba.
Acepté resignado.
Púsose en marcha la columna, y yo
en ella, y comenzamos á recorrer calles,
excitando la curiosidad de los vecinos.
Los músicos soplaban furiosamente; pa-
recían Eolos desencadenados.
Y tan poseídos estaban de su soplador
papel que casi tocaban á unisono La Slella
Confidente arreglada para paso doble, por
el director de orqu'ísia que, ademas es
zapatero y especialista para curar la tos,
por cr()nica que sea, á las ovejas. Es la
providencia de los animales lanares, se-
gún dicen en el pueblo, y lo demostró
curcindo al individuo que cargaba el bom-
bo en las espaldas, el cual recibi(') del
músico encargado de hacer sonar el ins-
trumento de los remates y de Ivs nuli-
fiades político-socia'es, un porrazo en la
cabeza; y todo fué porque el músico po-
seído del mds artístico fuego, descargó
en el mate el golpe que iba destinado al
bombo.
Cuestión de puntería.
Por lo demás, en el pueblo no !o pasé
del todo mal, y después de las presenta-
ciones del caso fui muy obsequiado, es-
pecialmente por una señora que piensa
emplear su capital estableciendo un hotel
campestre en Bueuus Aires, con pasto
fresco Y carne con cuero.
— En la campaña somos asi — me decía
la señora, (¡ue parecía un Levalle elevado
al cubo.
— Ya, ya veo que están ustedes bien
■;le carnes.
— No quiero decir eso. Le digo que los
cunqDÜdos nos estorban y que tratamos
á todos familiarmente.
— ¡Bien hecho! Fuera cumplidos.
— Apropósito: aguánteme V. el niño
mientras voy á dar un vistazo por la co-
cina,..
. -xt Jí :^.^'
B
¿5!j.i*Í^'»C-.>-^
^g^^itói;j¿áÍiSSfek}¿."Si*Íá&^*sgí¿;v^
EL. CASCARF.I.
- ^■'- í^'"?s¿^$?' '-'
m^
• ■^~".
El niño llor<iba una vez en mis, brazos
Ty no calló hasta que le di á chupar un
busto de Colón de esos que sirven para
colocar en el ojal del saco. Cuando el bebé
calló, el pobre Crisiób«l estaba sui narices.
— Qué amable es V, — me dijo la madre
al regresar de la cocina.
— Es favor. . .
— La cocinera se aturde al ver foraste-
ros, asi es que la he d-i ayudar. . . ¡es tan
corta.'... Con el permiso de V. me voy
pero vuelvo eüseguida. ínterin puede V.
•dar cuerda al reloj del comedor, ó arre-
glarle la pata á este sillón, que se resin-
tió ayer cuando se sentí» el padre cura
que es muy gordo...
— Bien señora... vaya V. descansada.
Apenas me ví solo, le di una escoba al
niño para que chupara el cab ), y apro-
vechando la llegada de un tren, seguí
viage.
Ahora estoy en Tr-^-s Arroyos, rodea-
do de amigos y suscriptores. Entre todos
cel'-bramos la gloriosa Tícha del descu-
brimiento... y no digo más, porque El
Cascabfl no dá bombos, y conste que
Tres Arroyos lo merece.
¡Qué entusiasmo!
¡Cuánta alegría y cuánta animación!
Las fiestas son arclii-superiorcs
Y las niñas de la localidad lo son más.
Apropi')SÍto: ahora me acuerdo de que
no puedo seguir e.-cribiendo.
El correo se va, y solo le Imy cada dos
días.
Hasta la próxima, que, Dios mediante,
la escribiré en Buenos Aii-es, s<)lio de
Sáenz Peña, desde hoy 12 d-i Octubre.
Xoia inuccc.srtria.—FM:\ Charla, escrita
ci 12 a parecerá ei 19. Es^ pues, una charla
fuera de lugar.
Echémosle la culp.i á Cristubaüto.
Col('in. se entiende.
LilBA Y LA VUELTA
I
Sopló la ilusión la vela
de la misteriosa barca,
y con la liennosa cat)ez:i.
lánjíuldamente apoyada
en el pecho, do pusiera
sus más dulces con(i;inzas.
el labio trémulo de ella
le dijo á ('■! en voz baja;
— ¡Ah! Donde t'l amor omiiicza
toda oscuridad acaba!
TI
El deseniíaño liizd ceniir la vola.
cambió rumbos la barca;
y transida de penas
que nunca sospechara,
ocultando su rostro, de vergüi'nza
entre las manos blancas,
dijo llorando ella
á la doliente soledad de su alma;
— ¡Ay! iQu(' espantosa oscuridad empieza
donde el amor se acal)a!
3/. lia ]i(i monde:
áARIAS
lí ÁCIMO d:
I) I SI' A R ATI-:S
EGLA general: Todas las Marías son
graciosas (> bdoitas.
l'lxcepción: hiy Marías muy leas.
Pero com~» la excepción no puede servir
de paula, allí tienes, amigo lector, (jue una
mujer que se llame María, tiene avanzada
la uiitad del catnino en mi corazón hacia
el amor del maliimonio.
IVro, cnLe:.d-inioaos.
V
~:i^^&ÉíiS.'!Sf^'i¿J>ÍXSiS^sS¡Cr^'i
>í-^j^%:¡t:\lf-^^''„:^^^^^^¿:s¡S¡^::^i&7^i^Sí¿iaÉ¿riíS?k
íUi=ft.-fl.^ ií?
.?s
^
EL CASCABEL
Es preciso que río se llame María por
ninguna resolución heroica de solterona
que trata de alargar su nombre y su ape-
llido á los que ya no hay esperanza de que
siga un de
Tampoco debe ser María con acompa-
ñamiento de planeta; pongo por caso: Ma-
ría déla Gloria, María Rosa, Mariluz ó
Marisabidilla.
Debe ser María á secas. Nada de sub-
terfugios que puedan convertir tan poético
nombre en una profesión.
Bien, pues, sentados estos anteceden lesi
que volverán ú ponerse de pié en caso de
necesitarse, vamos al grano.
Se me objetará que las Marías no lienen
granos, y que si los tuvieran, seria preci-
so eslirparlos: pero yo responderé que
siempre la cuestión de los granos ha sido
trascendental, pues, de su descuido ha na-
cido el pauperismo en muchos países co-
mo la Ctiina y la irlanda. Además, ir al
grano es, conforme Lodos saben, entrar en
el tondo de la cuestión, y como la cues-
tión es María, es preciso entrar en el fondo.
¿Quién podrá conocer el fondo de una
mujer? No soy yo lecior, que me contento
con las formas. Una mujer bien formada,
no importa (jue no sea profunda. Jamás
arrojaré la sonda tan lejos ([ue no pueda
encontrar el número de pies cúbicos ([ue
necesito para no zozobrar.
Además, estoy escarmentado de profun-
didades, con los políticos profundos, los
bajos profundos y los profundos infiernos.
A ninguno de los miembros de estas tres
clases he podido ver el í'ondo.
Acaso dependerá de que los primeros,
los políticos, se parecen á los toneles, que
cuanto más llenos están, más pesados son;
los segundos, los bajos profundos, no solo
son bajos sino ruines, pues su profundidad
consiste en llegar hasta lo m.-is hondo del
oído humano y hacer allí incalculables es-
fuerzos para romperle á uno el tímpano.
Volvamos al nombre de María.
Yo he tropezado en mi existencia con
muchas Marías (¡ue me han sorbido los
sesos, lo que prueba que mó han dejado
tonto á sorbos.
Las Marías son la casa del jabonero; el
que no cae en sus (/arras, por lo menos
resbala.
Tienen el atractivo misterioso que ha
acarreado la ruina de incalculables miem-
bros del sexo feo.
Cristo fué el único de estos que murió
por los hombres.
Los demás nos morirrfos por las , muje-
res. ¿Cual es la razón de esa especie de es-
tremecimiento de todas las fibras del
cuerpo, cuando se siente el roce de un
vestido de seda?
Platón no sabia explicárselo.
He ahí el porqué de los amores 2)lató-
nicos.
Cierto predicador moralizaba desde el
pulpito.
— Oh! hermanos mios, decía, no miréis
á las mujeres; la tentación es demasiado
fuerte; no las miréis; pero si las miráis»
sálvese quien pueda!
El tipo varonil por excelencia es el del
Hércules griego.
Cincuenta esposas tomó una noche, cin-
cuenta hijos tuvo un año después.
Platón retrocede espantado.
A Pirron le preguntaban si hacia el amor
y él respondía, que lo compraba hecho.
De qué hablábamos lector? ¡Ah! sí, del
nombre de María y sus propietarias.
Yo conocí á una María que, francamente,
era una muchacha muy simpática; me pre-
sentó á ella un amigo mío que pensaba ha-
cerse novio suyo y que no me tenía miedo;
lo que prueba que soy un infeliz ó lo es él.
Llegó un día en que los dos se casaron el
uno con el otro. Me acuerdo que con tan
fausto suceso les dirigí un epitalamio, con-
siderando que este pequeño disgusto era
nada en un día tan íéliz. Sic transit glo-
ria mundi! Apenas había pasado un mes
de la catástrofe, cuando encontré á mi
buen amigo en medio de la calle.
Alguien ha dicho que cuando un bastón
y una cabeza se encuentran en el mismc
camino, el encuentro es más fatal para la
cabeza que para el basten. Esto no sucede
en el encuentro de dos amigos, que suele
ser igualmente fatal para ambos.
Me estrechó la mano el lunático de miel,
con una fran([ueza que hizo crugir los
huesos de mis dedos, y creí sentir las cho-
quezuelas de Don Pedro el Cruel.
— ¡Ay...!— Y como está tu María? le pre-
gunté una vez que hubo retirado el boa
constrictor con que me atenaceaba.
— ¡Ah...! Bien, dijo, creo que bien, á no
ser que le hubiera dado el cólera, cosa de
que me alegraría mucho.
— Cáspita! Estás seguro de no estar luco.
Di me la verdad; sabes que yo soy tu me_
jor amigo — y me preparé á echar á correr
para el caso de oir una respuesta afirma-
tiva.
—No, amigo mió, dijo meneando la ca-
■Wí5??4;^:*5^'Vv^p;
EL CASCABÜL
661
beza.— He sufrido un desengaño cruel.
María era una arpia feisima.
— Hombre! con aquellos ojos lan bellos!
—Uno era de cristal.
—Con aquella cabellera de ébano. . .
— Comprada en casa del peluquero.
—Con aquellas cejas, aquellojs labios,
aquellas mejillas...
— Obra del cosmético y del colorete.
Pero siquiera era una joven pura.
— Con cuatro amantes.
— Parece imposible! Una mujer que se
llamaba Maria!
—Falso! Se apropió de ese nombre, se
llamaba prosaicamente Indalecia.
Me despedí de mi amigo. Su desgracia
me alarmaba.
¿Comprendes, lector, la moraleja del
cuento?
Nadie debe fiarse de una Maria sin pe-
dirle antes su partida de bautismo.
Hoy Marias que resultan Indalecias.
Agustiii -Porcel Jaimes.
-~^<^ —
¡QUÉ MODAS!
Estoy dado á Satanás,
con esas cintas traidoras
que ahora llevan las señoras
por detrás.
jQué moda más desgraciada!
iQué diabólica invención!
Pues no sirve en conclusión
para nada,
Se le ocurre un disparate
cuando vuelan, á cualquiera,
y las toma por bandera
de remate.
Y uno se confunde más,
y puede pensar ahora:
¿Se remata esa señora
por detrás?
Si uno se llega á prender
de las cintas de sus Iraj s.
pueden pasar por carruaje.-*
de alquiler.
Solo con cintas distintas,
pueden ir.-<e aprovechando,
y el color utilizando
de las cintas.
Así. gustos y aíiciones
podrian ser indicadas,
y de todas, las variadas
profesiones.
Color rojo, cual pudiera
dar la .sangre de una re ;
la que lleva esta cinta es
carnicera.
El amarillo, la pista
nos dá de su portadora;
es de íijo la señora
de un bolsista.
Si es la cinta verde, intiem
que la que lleva el vestido,
tiene de íijo el marido
chacarero.
Va ven ustedes señore.-*,
(lue se pueden fácilmente
aprovechar útilmente
los colores.
Si la cinta es testimonio
de cualquiera profesión,
bien; sino, es una invención
del demonio.
Pues yo me hallo ya enterado
de lo que darán de si.
y lo sé por lo que á mi
me ha pasado.
Cruza una señora y ¡zas!
en la cinta del vestid(K
ayer me quedé |)rendido
por detrás.
Ríese la gente en torno.
Con esfuerzo sobrehumano
lira la señora, en vano;
¡qué bochorno!
l'.iia corre y grita jauxilio!
yo hago de paciencia -acopio,
hasta que me hallo en su propio
domicilio.
Ella. lamenta sus cuila.s.
yo en e.'ccusas me deshago,
y por último le \v.\x<i
las cintita-.
¡V'uera. pues, modas tan rnr.is
<iue abochornan de tal modo!
Y que amigo, sobro todr.,
¡son muy caras!
.^. Garrido.
Béaí¿&*ji-í'/-:^~'ÍL:¿.5.í¿.'rl-
iSOi
■.'^■■, '-;?<;> 'yt*Krv-v
y-Jr-* ¿.V-ir;^^-:-'-^
KL- (TASCA REr>
INCOMPLETOS
I
Le habréis visto. Ks un sugolo
por la suerte castigado,
él (jue jamás ha logr.ido
tenerlo todo conipleto.
\'n día gasta su piala
para vestirse elegante,
y se halla en aquel instan'.e
sin camisa ó sin corbata.
Luce lleno de contento,
de su calzado el barniz,
y se encuentra el infeliz
con el sombrero grasicnto.
SL'lre el suplicio maldito
de uo tener qué comer,
y cuando lo puede hacer
suele estar sin apetito.
Y la vida tristemenie
l)asa el pobre, de este modo
pues si logra tener todo
lo tiene incompletamente.
En las mismas condiciones,
que ahora acabo de citar,
á veces suelen estar
individuos y naciones.
Pueblos libres y arrogantes
llenos de vida y riqueza:
bellos cuerpos sin cabeza,
pues no tienen gobernantes.
Pueblo que puede vivir
sin tiranos ni opresii'm,
y tiene Constitución
que nadie quiere cumplir.
Pueblo que en cueros, veneros
de riquezas puede hallar,
y no los sabe explotar
y vive misero, en cueros.
i'aises tan especiales,
que tienen, estrafalarios,
médicos y boticarios
y no tienen hospitales.
De este modo incongruente
individuos y naciones
en las mismas condiciones
viven incompletamente.
II
Salvador es un sujeto,
que estudié con interés,
puesto que Salvador es
un verdadero ¿ncomplelo.
.\ún niño, era de admirar
su elegancia y su apostura,
su distinción, su herntiosur.:...
solo le faltaba hablar.
Después causó admiración
por lo mucho (jue estudiaba,
solamente le faltaba
aprenderse la lección.
Más tarde, y mayor de edad
fué un hombre muy competente,
faltándole solamente
un poco de gravedad.
Buscó una fórjnula honro.sa,
y pidió á Carlota un dia,
(cierta niña que tenia
una fortuna cuantiosa).
Y tan contento se hallaba
ijue le dedicó un soneto,
el que se hallaba completo
¡sólo un verso le faltaba!
Hizo en sus locuras alto
y tuvo efecto su unión,
estando en esta ocasión
del sentido común falto,
pues no sé por qui motivo
dio una cena nada l>uenn.
ya que hubo escasez de cena
ye.Kceso de aperitivos.
En premio á tal desacato
todas juntas las pagó.
y en su mujer encontró
la horma de su zapato,
pues que ligera y coqueta
(le salvador se reía;
y algo peor todavía,
¡también i-esultó incompleta!
Luis García.
.1
.v¿i:fc^.^i¿S:^Ea
FL CASCA HKL
6f» . '
PRI-CAUCIONES ANTlCOLÉlilCAS
Sinfonía
iLiN. lililí, tilin
-:rr?ienora, atjui hoy
iiii t-eñó mu paquele
(jue ice que viene a
lumá la casa.
—¿Cómo?¿Qué quie-
re decir eso? Siempre
serán cosas luyas.
Voy yo á ver.
— Señora: Soy un enviado del Consejo
Nocional de Higiene para dirigir la fumi-
gación de esta casa y de sus mquilinos.
prev o el oportuno reconocimiento. Llevo
ya recorridas todas las casas de esta vereda
hasiii este número y ahora correspon-
de fiiniigur esta. Es una disposición gu-
bernativa i) la que debe someterse el vecin-
dario si no ((uiere incurrir en senos
responsabilidades.... sobre lodo los pen-
sionistas como V(l. señora.
— Hien, bien, señor: puesto que es indis-
pensable, me somelo, aiin(|!ie extraño
mucho. . .
— Perfectamente. (. Cuánlos inquilinos
habiían esla casa?
— Tres, señor; yo, mi niña y la sirvienta.
— Bueno: pues sírvanse retirarse cada
una á su habitaciíjn y no salgan, por- nin-
gún pretesto, hasta f|ue yo haya verificado
la inspección y las manipulncioiies nece-
sarias.
— ¿Pero, no es posible que me reun i ¡i
mi hija?
— De ningún modo, señora: el aislamien-
to es requisito indispensable y base de la
verdadera profilaxis. Tengo ({ue cumplir
estrictamente las <)rdenes recibidas: el
cólera lo tenemos encima.
—¡Es posible, Dios mío! Bien, bien...
Luisa, di á la señorita que se prepare a
recibir la visita del señor fumigador, y
que no salga de su alcoba.
—Señora: ordene Vd. que pase el em-
pleado que conduce el material.
— Ya lo oyes, Luisa. Me retiro entonces
á mi cuarto: queda la casa á su disposi-
ción, señor.
DüOS
—¿Hay premiso?
—Entra animal ¿No ves que estoy solo?
Somos losamos. Mira: yo me voy al cuar-
to de la señorita y tú arréglate con la se-
ñora y la sirvienta! Vivo, vivo!
—Misté, señorito: er trato, es trato. Lo
que es yo no me atrevo con la vieja, pa
eso haber traio tamién el orangutango.
— Bueno, arréglate como puedan, pero
mucho ojo, con que dejes salir á ninguna
de las dos de sus cuartos.
—¡Consuelo! Por fin logro estrecharte
en mis brazos, idma mía.
—¡Es posible! ¿Tú aquí, Arturo? ¿Como
has entrado?
Vete, vete antes que nos sorprenda
mam. -I.
—No tengas cuidado, lo aseguro que no
vendrá: me he servido de un medio infa-.
lible: tranquilizite y dediquemos estos d¡-
cliosos instan;es;\ gozar del éxtasis de
nuestro amoi-: contúndanse nuestras al-
mas en este delicioso abruzo y en este
dulcísimo beso, en uno solo
—Arturo, por Dios, dfjame. Déjame Ar-
turo inio.
— Mia. inín pnra siempre, como yo soy
tuyo hasta la iniíerle. Toma mi alma en
es le beso. . . .
— A(¡ui estoy yo, prenda. Arremángate
bien, que te voy á fumiga por too io alto.
— ¡.Ay que grasia! lO-i usté mu feo y ruu
esaborio pa fumarme a mi.
— ¡< )lé Sevilla, y los Puertos, y Cai, y la
mar. cachito oncoufilao! ¡( )fé las mugeres
con buena mano izquiei'da y buen capote,
y la gi-acia é Dios! Aquí me queo \<: conti-
go y tú conmigo, y los dos con los dos
jasta que toque l.i tioaqjela or niño dé''
juicio final.
-¿,Dc ver.is, gachó? Pus mié usté, ni er
Santo Antón i -) pasó más fai ligas que las
que va usté á pasar, cara é cai*U)n, porque
se va á (|uear usté con el olor.
— ¡lOáU. esú! ¿De qué cachito é gloria has
salió tú, chiquilla, que mareas más que
la bebía blanca? ¡Mure mía! ¿Paqué te he
visto yo en er mundo, gachí? ¡Ole er trapío
y las cercuns^taucias! Aquí me liés más re-
delio (|ue la manteca y ([ueriéndote más
que á mi maro y ;i mi pare, y al cura é la
pirroquia. A(|ui le entriego la céula y la
licencia asoluta, y lu le der bautizo, y la
llave der cofre, y mi cuerpo, y mi arma y
too, y dame tú argo, poique me está ma-
tando este soponcio que ma dao.
— Comparito: lié usté m \s labia que un
deputao, pero á tní ¡ni agua! Conque toma
el olivo y vete á fuma por ahi que á mi
malonta el humo. >
iS3gSÍ¡^a?^ajP-Üiir3Í-^.--;i>t;. :
*l ^ / í-P^ ' -^'V-W^^r-ÍTíJI-f.
664 -
RL CASCABEL
LA SEMANA
—Sí señor, lo rehilo. El a^io de recibir el
mando Sáenz Peña fué deslucido. ¡Y todo por
culpa de ese bru'o de Colón..,!
—Es 1-2 y ci)n tal motivo
te abrazaré .lulia mía,
—¡Déjame!
• —Es festivo el día
^' yo quiero estar festivo.
(J'Jn la panloniiiiia infanlií)
Fj. Almiranth— Esa zonza no quitare que yo
me luzca.
La Rkina Isabel— ¡Me llama zonza!
Va. Rey Feunando— ¿Pero, porqué?
Kl Almirante— Porque me lia roto el huevo,
¿cómo voy á ser yo ahora Colón?
— Pinzón, que al mando venia
de la y ¿'a, cierto día
América descubrió.
— ¡Bali! Con una niña yo,
¡(jué cosas descubriría!
té^^^js^ :^- r?^r^«5r^^--~.- .- - / >ír. ^-;í=^s^^^''^^^'h
swí^tí*", --"-^»-- ~"^::-.4í- - -^^ -^ "«í- -"- * ' . 'fo.
EL CASBABFX
PASADA
— Le dije á Garlitos que todo !o que yo tenia
en la Kermesse era propiedad de los pobres.
—¿Y qué te contestó?
—Que me fuese con <'l porque era jiobre de
solemnidad.
{Colón volvietido de los festejos)
—Me voy; á ver si el siglo que viene no se
cita tanto el huevo de Colon, y liaban en-
tonces del pollo que ya liabrá salido.
La Primavera. Síntomas de la estación.
¡Adiós! ¡Hasta el otro centenario!
.,iii?íSji
F.l. CASCA BKt
— -Ascuche usté, seña Singustos. Yo soy
de Sevilln, sortero y bien pareció, anque
me esté mal er decirlo: tengo más cora-
zón cun elefante^ y más vista cun lagarto,
y más manos cun purpo, y mas buenas
cosas que too lo que haiga visto usté en
-er mundo, y un paquete de paper monea
que pesa "más que er paso de la oración
dergüerto de Sevilla. ¿Se entera usté?
Bueno: pus too eso es pa usté, pa queja'
ga usté lo que quiá de ello, poique dende
que la he visto ú usté estoy defunto y con
er. corazón más encogió que un jigo y rr
cuerpo más rebuerto que la armósí'era.
— ¿Es de veras tó eso, gachonciio?
— ¿Que si es de veras? Que no vea ya
más á mi mare, ni á mi agüela, ni á der-
guno é la familia: que me se sartén los
ojos y mala puñalá me peguen, si la verdá
no es la verdá, nianojito e rosas.
— Pus mira, chiquiyo, tú has ganao: aqui
estoy pa que me fumes y me arregles loo
' ■ lo que tenga desarreglao y esta caray eslc
, parmilo y toas estas cositas que me traigo,
por la gracia é Dios, son pa ti dende ahora
jasta que se enfrie er sol ó nos mate er
cólera, nuermo ó venga la fin der mundo.
- -¡Olé, ya, las jembras con senlio y va-
. tiendo y queriendo!...
ROMANZA
— ¡El cólera en Buenos Aires! ¿Qué va á
ser do nosotros, Dios mió?.,. ¡Cuanto tarda
el señor fumigador! Lo menos hace un
cuarto de hora que nos incomunicaron.
Es extraño... No se oye nada... ¡Jesús, qué
pensamiento...! No, no, sus trazis no son
de un desalmado... y sin embargo, este si-
lencio... nada, yo voy á buscar á mi hija,
y sea lo que Dios quiera.
CONCERTANTE
— ¡Qué escucho! ¡Consuelo! ¡Consuelo,
abre! ¡Luisa! ¡Socorro! ¡Vigilante!*..
— Sacabó er mundo. Señorito, cortusté
la hebra que se ha enreaola maeja.
—No se irá usté, bribón: no le suelto.
¡Socorro!
— ¡Señoral Respetusté los derechos endi-
viduales dun cabulero, mejorando lo pre-
sente.
—No, granuja. ¡Vigilante! ¡Socorro!
—Señora, tenga usté prudencia, aunque
no sea masque por su hija.
— ¡Cállese Vd, falsario, seductor, mal
fumigador!
— ¡Mamá, perdóname!
—Tú también, mala hija, le execro, te
odio, le... ¡ay!... ¡ay!... ¡ay!...
— Le dio el patafeüche; esta es la nues-
tra: señorito, á volar.
— Si. si. á correr.
COMENTARIOS
La Prensa — Ayer á las 4 p. m. determi-
nóse un caso de cólera fu!minante en la
calle de núm A lo ((ue parece no es
el único que se ha producido antes de ahora,
lo que robu&lece la creencia de algunas de
nuestras notabilidades médicas, de que el
cólera es endémico en Buenos Aires.
Raúl Osocnraxo.
«Doctor, ¡fiutí horrible picor!
i<Jué interminal)le sufrir!...
¡(^)u<'' insoportable calor!...
¡Me estoy muriendo, doctor,
haga el favor de venir!...»
Asi la hermosa Lucía,
á un doctor, el otro día
una tarjeta enviaba,
pero el doctor que sabía
lo que á la herniosa pasaba,
contestó: «Mañana iré;
no puedo atenderla ahora
aunque quisiera, porque
estoy con otra señora
(jue está lo mismo que usté!»
A. Díaz de la QuinLami.
^Ximeno Xiruenez).
H^^'g^ -.
VISITA OPORTUNA
Estaba al lado de mi hermosa amada,
hablándola muy quedo. Y casi en frente
la, madre, que, impaciente,
me ponia una cara avinagrada.
Pero todo iba bien, cuaudo una vieja
locuaz como habrá pocas, presentóse
é imprudente sentóse
entre mí, y mi bellísima pareja.
Y comenzó á charlar de su faldero,
un perro muy pequeño que tenía,
después habló del c'ero
y de cierta importante cofradía.
Nos dijo que la carne estaba cara,
chico el pan, caro el vino y rail sandeces.
Temí que mi paciencia, se agotara
y ya por varias veces
9^^¿iÉ>!C-^Z,\f-v~':'í^í^. .■/:.:i>l''^r , ■
^^^^^^^^Rt^-iv -
; *;■ '
m^S:
EU CASQAJIKI.
A P U N T
Dibujo del natiaral por Nicolau. Cotaiida
SS«ÍSr«SiSS;'jíS,íír:^ .-••.. . ■■' >-i- -•" . ■■ :
.-■«■;:-« '..■.--■«:i4íis.':::?iv^'-_i;^ v:^.tv-í--*¿i«--iii.'V, 'vr^-.j*-.'" :^ "^ ri_
:,2:-SÍ'X^f^'^^?%
^m
Sí^íS" ■'??&:
EL CASCABEL
iba á, decir ¡por Dios! que nos dejura.
Pero ¡oh Virgen bendita!
Ja imprudente visita
al salir por mi suegra acompariada
como de exprofeso
la detuvo en la puerta largo rato
alabando su gato,
lo suficiente, para que á mi amada
la diese un dulce y prolongado beso.
Patricio Gallo.
' TucumíVa.
DE DOMINGO A DOMI <G0
(Epístola verdadera,
que pablando de! arte escribe.
un Domingo que aquí vive
á otro Domingo de afuera)
Querido Domingo: fui
los teatros visitando,
y cien cosas observando
que voy á contarte aquí.
Estuve en el ódeón,
donde hay uña compañía
á quien la gente aplaudí;!,
yo no sé por qué razón.
Has de saber de antemano
que 50 no comprendí nada,
y ¡calcula que pavada,
lloríiban en italiano...!
Pedro viéndome aburrido,
anteanoche me llevó
á otro lado, donde yo
estuve mjuy divertido.
Mi admifación considera.
])ues los actores allí, '
eran según lo que vi
de cartón y de madera.
Un señor O'Kill llamado
tocaba ciertos registros,
igual que hacen los ministros
al tratar á un diputado;
y los muñecos reían,
y con voz clara cantaban.
y reñían y lloraban,
y hablaban y se movían.
Según me d°iJo un fotógrafo
es ventrílocKO el, artista;
O'Kill, tiene á simple .vista
dentro del vientre un fonógrafn.
También estuve en Onrubia
donde hay una señorita,
muy graciosa, muy bonita,
muy elegante y... muy rubia
Hay funciones variadas
y Pedro me acompañó.
á ver la que me gustó
de veras: Las campanadas.
Esta, simultáneamente
en dos teatros hacían;
dos teatros que tenían
la sala llena de gente.
Pedro, al ver esto, me dijo
que aquí no están por macanas.
pues la genieoye cajnpanas
i/ sabe donde, de fijo.
También conseguí escuchar
una ópera el otro día.
en un teatro en qne había
ópera, baile y ¡la mar!
Yo tengo gran interés
en ir aquí á otra función,
ó yo no sé qué, Fl León
de Venezía, (¡ue este mes
dicen que será estrenado,
y eso no lo vé cualquiera
(jue un león as una fiera;
aunque se halle amaestrado.
r'uí á otro teatro, además,
(|ue Folies Forlel le llaman,
donde cantan y declaman...
y hacen otrüs cosas más.
En íin. todo. lo corrí
y todo lo visité,
y ya te lo contaré.
cuando vuelva por ahí.
Que ahora es tarde y no distingo,
Domingo, el papel manchado.
Sabes que no te ha olvidado
y que te (luiere.
Domingo.
Antonia á mi lado oin
una tierna melodía,
y por la música loca,
on voz baja me decía.
—Quiero escuchar, ¡punto en boca!
Yo accedí á su petición
y en sus labios, con pasión,
l)use de mi amor el fuego, ♦
diciendo en voz baja luego.
—¿Te gusta la puntuación?
SI. CASCABEL
6C9
-"¡Porfin! -"-■ •:■;-;". ■/ -^ "
Saliendo del proceloso mar de composi-
ciones colombinas, entre cuyas amargos
y turbulentas ondas vivíamos hace cerca
de un mes, manifestamos con verdade'
ra alegría que una de ellas alcanzó el pre-
mio, y que por consiguiente no nos volve-
remos ó ocupar de Colón hasla trascurrido
el largo lapso^ (empleemos esta palabra
en atención ú la solemnidad) de un siglo-
de lo cupJ se alegrarán ustedes y nosotros
también.
He aquí como se adjudicaron Los Me-
ses.
Reunidos los señores M. Bahamondc y
Casimiro Prieto, y después de leidas las
composiciones del certamen, publicadas
en el número 41 de El Cascabel, hallá-
ronse perplejos en otorgar el premio entre
varias de ellas, por considerarías ¡guales
en mérito, etc.
Cuatro en verso y una en prosa fueron
las elegidas, conviniendo los señores Prieto
y Bahamonde en que la suerte decidiese la
que había de ser premiada. Y sorteadas,
lo resultó la que lleva por titulo Era na-
tural, firmada ^ov Pedro S. Alvarez-,
Este autor n fortunado puede pasar por
nuestra redacción y recojer el premio.
Es suerte muy grande la suya.
¡(ocuparse de una cosa ocurrida hace
cuatrocientos años, y llevarse uno de pre-
mio!
Porque Los Meses son doce, cómo usle-
ues pueden suponer.
Un saco que ni pintado
el sastre cortó á Facundo,
y éste dice á todo el mundo
que el sastre le ha saqueadla.
Lleva en el ojal Pascual
una rosa primorosa,
y ni aun durmiendo la rosa
(juila Pascual del ojal.
Esto nos causa dolor
pues estar, fué lo correcto,
siempre en la ílor el insecto,
no en el insecto la flor.
¡Ya se íué!
Me refiero á Colón, al que todos hemos
contribuido á desacreditar.
¡Qué cosas le han dicho!
Un periódico qué se publica en esta Ca-
pital le llama murmullo de los aTroyuc-
los, como le hiibiera podido llamar causee
de nostre leticie.
otro de pi^ovincias (no oiro murmullo,
sino otro periódico) dedica á Coión un nú-
mero atestado de pensamientos brillantes.
Véase la muestra.
«El clima es muy agradable, y los ar-
gentinos son muy valientes, inteligentes y
t-abajadores, y les gus'a mucho^Ja polí-
tica. » ^
Todo dedicado, como es consiguiente al
descubridor del Nuevo Mundo.
Porforluna nosotros no podremos asis-
tir al próximo centenario.
Ni leeremos los números exfraordina-
rios que se dediquen á Colón.
De Europa ayer has venido,
y vas luciendo tu porte,
y tu hermosura y el corte
de la ropa que has traído.
Toda la gente, encantada,
por tí demuestra interés:
ahora sabemos como es
lii tontería importada.
Con una caja de fósforos
se suicidó Gedeón;
¡pero se comió la caja
y los fósforos tiró.
Dice un diario, que ha tenido lugar la
fiesta de los casados, la ijue se ha cele-
br-ado en el río.
Lo comprendemos: como asistirían al-
gunas mamas políticas, los yernos se em-
barcaron para poder decir:
—¡Ka sido una fiesta aguada!
Hipócrita consumado
á Juan supone la gente,
pues dice conlinuauíente
([ueestá sin fausto instalado.
Yo ayer le hice una visita,
y vi su sinceridad:
con fausto I o está, es verdad,
pero está coM Mari:ai-i a.
'cr
í*í;í!Sj5s_-.-<-í
t)70
EL CASCABliL.
•■sf»', í
'^
^^
ondmcia
^-
P. ¿flí.— Sus cantarfs parecen escritos pnra un
funeral.
.4 ¿orno.— Quedan purgando cuarentena sus traba-
jos.
F. L. — Pero ¿qué tiene que ver 1(3 ijue V.i. remite.
coa Colón y América? Nada absolutamente.
Ziícero.— Muy bonito: pero de dimensioniís alar-
mantes.
Ame'rico.— Bueno, pues si publico aquello que dir»:
Y tú, inocente Colón
que atrevido le lanzaste...
es seguro que Col6n se lanza sobro Vd. y le rompe
algo.
Aí'mrmíca. - ^lúsica .. celestial.
- C, J/.— Otra vez estarA Vd. más acertaio. condi-
ciones no le faltan.
Inspector de ¿rrt«í/rt.— Demasía 'o largo y no muy
oportuno.
27te.— Buen remedio para los nerviosos.
Marcos.— \l& Aq repitir Ij m¡sni>. .su trabajo es
lartro, larguísimo.
Apolo sin /i.— Pues, no lo dudo, ya q"e Vd. lo
afirma. Pero, coincide con otra publicada hace años,
y no quiero que algún malicioso la emprenda con
usted.
r. //. í/e .1!/.— No reúne las condiciones reqneri-
da..o.
Peterbeijue.—Dfia algo que desear.
Santiago. -'íio es n'!< vo.
Estudiante.— Por compromiso no se patlica nada.
Siento hacerle perder la apu'^sta.
P -la-te.— Es íiojillo lo que Vd. manda.
Cuí>ano.—Pevo ¿de donde ha sacado vd. eso, que
Colón era un ¡jénio proluberafite?
P. P. Orejas.— \jO que manda para el número co-
li mbino, no tiene nada que ver con él.
lU .Y" C — Lo mismo digo.
■luán José r.— No sirve. Y sii/a no se escribe con II.
Tilere.—'So está mal versificado.
Araf/e/.—'So he leaído tiempo de leer todo lo re
cibido.
/. /r— Su soñi-to «Gloria» supongo que es una broma
Amai/eo.—T>ir) sirve.
Itadira/.— Id. id.
C/írlos.—Ystel puede copia,r, si, pero no copiar
mal. Por ejemplo, vi.nanza se escribe con b.
Ole yi.—S^p publicará. Gracias.
./. /?.— Aprovecharé algo Lo de la lista se lo
agradezco y me ha enternecido.
/'//-/'6r/".— lispera turno.
/:«//'jr/í'o.— Arreglándolo un poquito irá próxi-
iii.imente.
r//7<r'ri'rü.—Kl epigrama de V. hubiese sido candido
en I os inocentes tiempos de los Batilos y Nemorosos.
/?. .— ;Es muy bonito! Sobre todo aquello que
dic' :
«.Seuur do/i Enriínie Coll
si )ne decido á escribir
s'ilo es por recibir
de los premios el mayor. »
Kn lo que sobre todo hay una gran facilidad en
descubrir consonantes nuevos.
Macaneador. -ViW.A honra el seudónimo.
llacillus coma.— y.o\ bacillus que debía ser conde-
nado á ayunar.
(^)iicdan muchas carias por contestar.
•^•l]-<c-
EL CASCABEL
SEMANAHIO FKSTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
-*-
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente
» atrasado
S 1.50
» 0.10
» 0.15
SE D1':SEAN AGENTES Y COHKESPONSALES
REDACCIÓN Y ADJllMSTRACION
s3s-ALs;iirA-93s (ALTOS)
fc.ri'..^. .
Bijí^^w«rÍ5iC«.'v.5,-íi^E!saatóC- ^.¿. -.^. . ^ .
, ^.Líl^JlrX.i!'íl-^k^in(l¿Ss..^^rh*^'Sui
m
¿^■..
■"í^feSP:
EL CASCABEL
:íA.^
67t
lechería LA MARTONA
Fábrica á vapor de manteca fresca
fina en el establecimiento
SUCÜBSAL
DKL
Leche pura, Crema, Manteca fina DEL DÍA.
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234, SUIPACEA, 234
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teriornnenle de D. 4>ii¡llériiio 1. Oaiiwcll,
se vendió á D. Diego Sproal. quien no es
farmacéutico, de modo riue dicha farma-
cia no es ya úc i'rttnwtiÚ sino de Sproat.
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tales de España con beneficio para el toma-
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:ír-^..r^-.-*.
.SÍ>ít:."{a£;v-¿fe?.í¿í.ÍiS¿fe4M¿ií.¿i"í¿;ií^i-^^^ ¿:-Z:'-- r._ '. "^.ifiS¿k'iÍií-íSa¿Wiiffi^¿^!ÍS^1SsÍ
672
EL (ksCABEL
V -k
NÚMERO ÚNICO
••».-t,Vl3;i .' ■~<J-
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Afto I Buenos Aires, Octubre 26 de 1892 Núin. 43
Bfitor propieUrio: FRANCISCO FERRÉS
Redacción y ÁdiHÍDÍstracion: ALSINA 939 (altos)
. : HOBAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
Precio en la ciudad. . . | 0.10 et númerx.
Número atrasado . , . . » o . 15 id
■ Unn v'^ntaja noloria
tiene esta artista al cantar;
pues solo con principiar
á cantar, canta Yictoria.
Fotograbados de Emilio A. Coll y G*
In
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■-■X^m.^'r:'.-... ... . ,■:*
Síf,
.674
EL CA9CABEL
Ȓ[Ct-^
A política, que nos
absorve la atención y
el dinero, está desti-
nada á presentar á
nuestros atónitos ojos
los mas estraños con-
trastes.
Queremos huir de
¿ ella como de acreedor en diá de cobro y no
- nos es posible.
Toda la escala social está conmovida
desde el cambio de presidente.
Vá uno por la calle y tropieza con un
; amigo, que por lo que corre parece una
J mala noticia.
— Adiós Roberto, ¿á donde vas?
t,,— Al ministerio.
; '" .— Carambas! Te han empleado?
;, — Todavía no, pero me emplearán. Aho-
I. ra vengo de casa del Dr. Quintana y voy
' coniei^do á decirle que la familia está
%. . buena y que se acuerde de mí.
•^'. ;, — Servicial estás!
•.- — |Ah! es necesario. Ayer le' ofrecí al
' ministro de la guerra unos polvos. .
— De rapé?
;^ ■; — No; de limpiar metales, asegurándo-
, : le que no hay nada mejor para dar brillo
- á la espada, y ofreciéndome á limpiársela.
- .. — Qué me cuentas!
•f;' ' — Mas te contaría, pero estoy ataread!
■:' simo. Cuando haya visto al m inistro he d
jrácasa de un senador ministerial que
V sufre calambres, desde el primer discurso
que pi'onunció, y le he de dar unas friegas
^ con estracto de tabaco, y luego le he de
rí;-: leer El Diario para rebajarle la sangre.
fc> ; ---No le entretengas, corre.
^^Ah! Cuando esté empleado cuenta con,
mi apoyo.
—Y ¿en donde te emplearán?
— No lo sé todavía. Todo depende del
humor que gaste el secretario privado de
un personage que me apoya, y que ahora
está atareadisimo y preocupado.
— ¿Con los presupuestos?
— No; con la mujer que está por salir de
cuidado y apropósito! ...ya me olvi-
daba de que he de comprarle un vejigato-
rio perfeccionado y un retrato de San Ra-
món. . . [Adiós amigo; perdóname, pero la
política tiene exigencias...
— Adiós.
Dejamos al pechador de empleos.
A los pocos pasos encontramos á un se-
ñor grave á quien conocimos en mejores
tiempos con un lobanillo en la nariz.
— Todo ha concluido! nos dice.
—Habla V. del lobanillo?
— Hablo del país.
—No entiendo. . . . . ¿acaso habrán con-
cluido para él, los malos tiempos?
— Empiezan los peores. En mi oficina
han dejado sin empleo á cincnenta hom-
bres que ahora son cincuenta fieras. Cons-
piraremos y comeremos, digo, y goberna-
remos. Adiós.
Me alejo pensando en que gobernar y
comer pueden ser sinónimos.
Y pensando en ello llego á casa de Ro-
mualdo Pérez secretario de no se qué ofi-
cina de qué ministerio.
— ¿Está Romualdo?
— Está, si señor, nos dice' su consorte,
pero está con el acceso...
—¿De gotM?
— Que gotas, ni que gotitas! Lo que
tiene es una tormenta desencadenada...
— No me lo explico.
— Pero ¿no sabe V. nada?
— Según y conforme.
— Ignora V. que tenemos ministros
nuevos?
—Y ¿ellos son causantes de la tormenta?
— ¡Claro está!
— Pues para mi está oscuro.
— Ignora V. que Romualdo era secre-
tario ñe... ; ~
— No señora.
— Pues bien: va no lo es.
- ^1'"" " '■ ': '" . ■ '"íHiMíÉ?- :
;^1:;
¿;W^Í!'Á>-iíá^>■_'í?l¿^^í'!ír¿¿■^^jú>". •-'■- i¿¿\í
BL CASCABEL
67$
— ¡Que me cuenta V! ;¿
—De modo que gracias al ministro nue-
A'o nos vemos reducidos á la nada.
Mientras Romualdo tuvo el empleo, to-
•do marchaba bien. En casa no faltaba
nada.
Y Romualdo y nosotros, teníamos fija la
A'ista en la felicidad del pais y en la ali-
mentación de la familia. A costa de gran-
des sacrificios, y trabajando dos horas por
lo menos, Romualdo labraba su felicidad
y la de la familia. Ahora todo ha termina-
dlo; no somos nada y todo ¿por qué? Pues
por que la mujer de López se ha puesto de
por medio y ha sacado el empleo á Ro-
mualdo para dárselo á su marido.
— ¿De Romualdo?
— De ella.
— Ah, V. perdone: tales noticias me obs-
truyen las entendederas.
Que se alivie Romualdo y yo ya pasaré
Á enterarme del estado de su salud.
Los industriales andan como alma que
'leva el diablo por que, es lo que decía uno:
— -Como cobraré mis cuentas ahora que
-ya no son poder tantos clientes mios?
— Cóbrelas con paciencia.
—Esa es la que empiezo á perder. Mire
«sted, la señora de Luquete, aquel subse-
cretario que gastaba tanto lujo ya me ha
hecho volver dos veces con la cuenta, v la
última vez me dijo:
— Vaya V. á cobrar áSaenz Peña, que
nos ha dejado sin empleo.
Y el otro día un almacenero me ha con-
fesado que de casa del ex-subsecretario le
mandaro.n pedir fiada una botella de vino
cristiano, siendo así que antes solo toma*
ban champagne y pagaban al contado.
En una palabra. El cambio de personal
ha causado sensación en todas partes, y
menos mal cuando la sensación es tan
íigra^lable como la experimentada por un
sastre gordo y viudo al que me encontré,
lleno de alegría y retozón como nunca.
-.Qué le pasa que está tan risueño... ¿se
«asa V. por casualidad?
— Cá! Algo mejor. Tengo tanto trabajo
como quiero ;Que bien marchará ahora el
pais!
— ¿V. lo cree?
—Y lo afirmo. Mire V; ya tongo encar-
gados una porción de trajes elegantes, y
es porque casi todos han sido empleados
popel nuevo gobierno, y ¡claro está! se
peeocupan de presentarse bien, vistos por
fuera.
El pais se salva!
De modo que á juzgar por las aparien-
cias la política es la que lo mueve todo.
Mientras tanlo si preguntan Vds; por
el pais, á algún político, este les contes*
tara.
Bien gracias, ¿y la familia?
DOM
Que te traten de doña te disgusta,
porque cuentas tan solo veinte abriles, - .
y juzgas que á tus años juveniles
el título de do^a no se ajnsta.
Más es tu queja por demás injusta, -
si se funda en motivos tan pueriles,
pues siempre fué de nobles y gentiles
darle el don á una dama, cosa justa.
Deshechar debes tales aprensiones
cuando tienes por suerte (y no te engaño)
tantos y tantos apreciables dones:
que te dé yo uno más. no es nada extraño;
considera si atiendes á razones
que al tratarte de do'ia, no te daño.
Federico Astor.
— ^^- —
AFICIONES
Desde la más tierna edad, se despiertan
en algunos individuos, aficiones, que más
valiera que siguieran durmiendo, para
tranquilidad y sosiego de los demás mor-; .
tales.
Niños hay en quienes sus aficiones ^^fíi-.-
ióricas^ como suelen decir algunas mamas
(le esos Murillos en perspectiva, son tales, -
f[ue en cuanto cogen un lápiz por su cuen-
ta, escorzan ó escucrzan la fisonomía de
cualquiera de la familia, que al decir del
papá, eslá hablando, aunque mal; pero
vaya V. a convencer á los autores del' X
nene, de que tales aficiones no darán fruto,; r?
Ellos creen que sus geroglificos indican un ■ '
porvenir de color de rosa para el futuro; ;.
pintor y cifran en él sus esperanzas no,átá¿:.s. ,
verdes aún que el color predominaiíle enr ' '
los cuadros de género de pastel del pinta^-
monas. vj :. .;
Como es natural, en la odnd aduUa dU/'-
adusta de los individuos con aficiones es^ '■!
■M¿M^^MM^^^^SiMm^¿^^^^¿,:
BÍPaJ&Í^^^:
,:^^^.
irl-
676
EL CASCABEL:
tas son más trascendentales, si trascien-
den al mundo exterior.
Ocupa el primer lugar la afición á la
música como la más estrepitosa de todas.
Dios nos libre de tener pared por medio
una aficionada al piano, pues entonces
nuestra existencia será una no interrum-
pida serie de' suplicios titánicos ó de téta-
nos. jEso de despertar á uno á fuerza de
tecleo es horrible! Hay aficionadas cuyo
piano es para ellas su segunda existencia,
pero una existencia ruidosa. Los dedos de
las manos ó de los pies de la aficionada
están unidos indisolublemente á las teclas
día y noche. Hay que oirías, es decir ha-
bría que no oirías como izaban al instru-
mento cada nota que le hace á uno, y á
todos los que tienen la desgracia de escu-
charla, pensar instintivamente en el suici-
dio. Esa «Slella Confidente» ha sido és y
será la confidente obligada ¡y tan obligada!
de tales aficiones. Y no digamos nada si
se cantan al mismo tiempo, ó á destiempo
como es lo seguro, porqué entonces, ^oh!
. entonces, rugidos de fiera enjaulada; ma-
yidos de gata soltera á forciori^ algo así
como un cataclismo de cacharreria, será,
digo és, la resultante de tal afición que mal-
decimos .los pobres apianados ó aplana-
dos. ¡Qué verdadero es el refrán aquél que
dice npia7io piano .ñ vá lonfano», pues
de mi se decir, que en cuanto oigo la pri-
^ mera nota me voy á mil leguas de distan-
cia, para guardar una respetable del objeto
- de mis ansias y congojas.
Pues suba V. al tranvía, y si el compa-
ñero que le cupo á uno al lado, tiene afi-
ción á la música é interés por demostrarlo
á la faz del mundo, se pasai-á un rato muy
divertido hasta cierto punto; es decir nun-
ca será cierto el punto en que uno se baja-
rá del vehículo, pues si el aficionado ó
in/lccionado empieza por tararear un trozo
que destroza de su ópera favorita y al lle-
gar al deseado crescendo, se acompaña
con el bastón y éste á su vez viene á hacer
un terceto ó tercero en discordia, con nues-
tros pedales, la nota final de este descon-
cierto, será agarrar por el cuello al director
de orquesta y matar en flor, aquel galline-
ro ambulante ó abundante.
Otros llevados de su afición á recitar ó
recetar versos, los declaman de tal mane-
ra, que obligan á quien les oye á clamar á
Dios, único ser á quien se dirigen á juzgar
por los enormes gritos que dan.
También hay compañías de aficionados
«i pisar las tablas, como hay compañías de
ladrones: es lo mismo, unas, ladt^an en vez^
de representar y nos roban todos los senti-
mientos humanitarios que guardamos en
nuestros dislacerados pechos, como los
otros nos roban la bolsa. En cierta ocasión
vi representar La vida es sueño por una
compañía de aficionados, y el que hacia
de Segismundo, salió d luz de smoking y
con un cigarro de la paja en la boca. Des-
de entonces mi vida es un sueño, mejor
dicho una pesadilla perpetua, pues creo en-
contrarme apuntando á tales actores, pero
apuntándolos con un remington y ¡sufro!
sufro horriblemente de ataque de persecu-
ción, y ruego á Dios que al despertar no
me ponga delante de algún aficionado de
esos, porque no respondería de mis actos,
como ellos no responden de los que repre-
sentan.
La afición á viajar tiene también muchos
prosélitos. D. Restituto, ya se sabe, en
cuanto tiene un día libre, pilla el tren y
no para hasta el Tigre. Es lo que él dice —
Ver mundo fué siempre mi afición, y ahora
que puedo me doy rienda suelia y el mejor
día sin hacer testamento siquiera tomo el
tren y no paro hasta Trenque-Lauquen,
aunque el tren, descarrile en el camino y
me rompa una pata. ' '
Señoritas soñadoras hay que demuestran
una desmedida afición por tener novio ó
por que el novio las tenga á ellas, y aban-
donadas á sus aficiones, se abandonan al
novio, abandonan el puchero y los ventila-
dos calzonzillos del papá, y concluyen por
quedar abandonadas del novio, y á sus
aficiones.
Individuos hay que llevado de sus aficio-
nes pelotísticas ó caballisticas, dá con fre-
cuencia la fila y recibe en ella las befeta-
das que suelen perderse en las peloteras
de los frontones y en las atropelladas de
las carreras, pero no escarmientan; pier-
den los pesos y de peso, eso si, pero la '
afición nunca.
También hay aficionados de pega, que
llevados por ella, la pegan con cualquiera,
pero esta afición no suele salir del hogar
doméstico, sitio sagrado ó consagrado, por
algunos para dotnesticar la mujer, de-
jándose entonces llevar de sus aficiones
caseras.
Tal es el horror que he tomado al gremio
de aficionados, que á mí mismo me despre-
cio interiormente, no por la ropa interior,
aunque mis motivos tengo, sino porqué es-
cribo por afición.
Luis González López* %
¿Ja :^^'ít(x^>-'" í- ^Í.'-' ■* --:
- *^;^.:-.-
'■Áií-
EL CASBABEL
■-K-rb- 677
LA BEEKUaA
■■'. -'■ ■•■'••=»
Cuando nació Nicolás
ya la berruga tenía,
cuyo aspecto producía
alarma entre las papas;
pues decía el padre así.
—¿De quién heredó tal cosa,
que ni la tiene mi esposa,
ni la ha sacado de mi?
Y le sorprendió la muerte
sin poder dilucidar
si aquel bulto singular
seria desgracia ó suerte.
Eíi cambio su propietario
la berruga maldecía •
puesto que le producía
sinsabores á diario.
Cuando asistía á la escuela,
los muchachos S3 jijintaron
y el bulto le chamuscaron
con la llama de una vela.
Luego el maestro severo
á Nicolás regañaba,
porque la clase infestaba
de olor á asado con cuero. .^
Halló más tarde un señor,"
que le dijo al desdichado:
—Contigo he sirppatizado
y seré tu protector.
Y aquel señor, ciertamente,
de buena fé procedía,
ya que como protegía
animales solamente
dio en un error bochornoso,
que á Nicolás sofocaba,
pues la berruga tomaba
por un insecto monstruoso.
Así el pobre Nicolás
se hizo en la desgracia fuerte,
pues pasó la mala suerte;
pero la buena, jamás.
Y tuvo tremendos días
en que creyó suicidarse,
cuando pensando afeitarse
iba á las peluquerías.
Con aspecto receloso
buscaba el sitio fatal,
y allí hallaba al oficial
que le decía obsequioso:
— ¿La barba? Siéntese aquí.
Tiene usté el cutis muy suave
¿Y diga usté que se sabe
de bochinches por ahí.
Anoche llovía á mares
pero fui ¿Y usté no fué?
—¿Dónde?
— A la tertulia de
Artistas Peliculares.
¿Lo de Bismarcíc no ha leído?
¿Le hago daño? ¡E? un horrorf
Creo que el Emperador
con el Papa se ha batido
Dicen que ayer se ha tratado
de una nueva lotería.
Usté es joven todavía
está muy bien conservado.
No tiene usted una arruga.
Dicen que Crispí batalla
por...
-iAy!
—¿Qué tiene!
■ —¡¡Canalla!!
jMe ha cortado la berruga!
Con horrible crueldad
siempre resultaba herido
y estaba el pobre aburrido
de tanta calamidad.
Llegó á pensar en la muerte,
pues un médico le dijo,
que en la berruga de lijo
estaba su mala suerte.
Y era inútil cuanto hiciera
si no rompía su encanto;
viviendo infeliz en tanto
no le desapareciera.
Preocupado vivía,
y un día se enamoró
y con una se casó,
mas sin saber lo que hacía.
Tuvo un hijo á quien amaba,
como todos los papas,
y á quien siempre Nicolás
en sus rodillas sentaba.
Un dia con su boquita
rosada de serafín,
mordióle el niño y dio fin
á la berruga maldita.
Soltó el padre un horrot-oso
terno, y mirando á su hijo:
—Tu me has hecho feliz— dijo—
¡Ahora puedo ser dichoso!
Y el padre tuvo razón.
Mas al tragarla, un empacho
di3 la berruga al muchacho
y murió de indigestión...!
Luis García.
'^
43
■ íf
. 'íí¿^''í¿S;
■^^í^Sá*á¿asS£i
'■ ■'■■ ai"* ;¿,? -'■'] '%-■
t-.v >;,-_;
678
EL CASCABEL
—La baJija, la jaula y la sombrerera para las monjaá de Santa Clara ¡Claro! será un rega-
lo á la. Virgen.
X -I $ "/n
A conocí en Viernes Santo,
al salir de la iglesia. ¡Qué
hermosa estaba! Era una
hermosura no concebida
aún por el arte. Mi cora-
zón, herido ya por la enve-
/ Y^'^'^^^^^l nenada flecha del travieso
c-^^\i .i&so chiquilin, ataviado con ar-
madura de indio, ibase tras
aquel talle flexible como el
junco, mis ojos se perdían entre aquel gru-
po de tentadoras curvas, divinamente tra-
zadas, que formaban su elegante busto,
quien dibujaba, al través de la seda que lo
cubría, las ondulaciones de un turgente
seno, nido de amor y manantial fecundo
de placeres.
¡Ah! Ya empezaba yo á poetizar... malo,
inequívoca señal de locura... y efectivamen-
te, como un loco segui á aquella mujer, su-
gestionado hacia ella por una fuerza supe-
rior, hasta que la realidad, en forma de
puerta, se interpuso entre mi vista y sus
encantos.
Desde aquel dia empecé el asedio frente
a su casa ¡ay! y desde aquel dia empezaron
también mis sufrimientos.
i&bí%
>JA^
EL CA8CA.BEL
679
El sitio fué largó y tenaz. V;
Allí, firme en aquella esquina, aguanté
todas las plagas que invaden á diario las
calles de Buenos Aires.
Allí suí'ri también los martirios de lf*s
tan celebradas obras de salubridad, y de la
remoción de empedrados. Alli, embutido
entre un verdadero arsenal de picos, palas,
martillos y carretillas, recibiendo pisoto-
nes y magulladuras, gracias á una mura-
lla que, levantada á lo largo de la acera,
por aquella brigada de bene?nér¿fos, deja-
ba apenas el espacio suficiente para el paso
de una lagartija: alli, en aquella trinchera,
esperaba yo alcanzar el premio á tanto
amor y á tanta constancia.
Afortunadamente, al cabo de pocos dias,
y después de mil frustradas tentativas para
acercarme á mi amada, recibí de ésta, por
conducto de la sirviente, un billete conce-
bido en estos términos: «Mañano, á las
tres de la tarde, mi donceHa le esperará ü
la puerta de mi casa; déjese conducir y
haga todo lo que ella le diga; vá en ello
nuestra felicidad.»
Confieso que una cita a semejante hora
parecióme de pronto muy prosaica, pero
no me entretuve en razonar, sino en espe-
rar impaciente las horas que faltaban para
la del tan anlielado memento.
Con la puntualidad, pues, de un recluta,
estaba al día siguiente en mi sitio á la hora
indicada. La doncella estaba ya esperán-
dome.
— Sígame usted— dijo en voz baja asi que
me vio.
Seguí tímido y tembloroso, Crúzame s
una pequeña galería de cristales y llega-
mos á una puerta por la que me hizo pene- ¡
trar mi guia, diciéndome con cierto mis-
terio:
— Pase usted y espere un momento.
Pasé y esperé. Mi corazón se agitaba
violentamente pretendiendo huir de su es-
trecha cárcel. Aquellas bellas ilusiones
que tanto tiempo acariciara, iban á con-
vertii'se luego en deliciosas realidades.
Me hallaba en una salita amueblada con
sencillez, pero con delicado gusto.
Esta seria el único testigo de nuestros
trasportes de amor.
¡Ah! En aquel camarín se iba á desarro-
llar el idilio más patético que registran las
crónicas amorosas.
Alli; de rodillas, pronunciarían mis labios
el ¡Te amo! más expresivo que haya sali-
do jamás de pecho amante.
Y nuestros arrullos subirían al cielo entre
coros de ángeles. '
La aparición de la fámula truncó mi so-
liloquio y me hizo descender de aquellas
regiones desconocidas.
Pero esta Nez venía aquella joven, arma-
da de una escalerilla de mano, una espon-
ja y una jofaina con agua.
— Empiece usted por quitar los visiUos
de estas puertas,--dijo, levantando la voz
y dándome la escalera.
— ¡Eh!...-
— Es orden de la señorita— dijo en voz
baja.
—Pero...
— Obedezca usted; ella se lo ruega.
...Obedecí; subí á aquella escalera que
debia ser para mí la de Jacob y quité los .
visillos.
— Bueno; ahora empiece usted á limpiar
los cristales: tome usted, yo le tendré la
jofaina.
— ¡Pero chica!...
— -Hágalo usted; vá en ello su íelicidad —
me dijo casi al oído.
— Es que voy á ponerme hecho un Nep-
tuno.
— Tome V. mi delantal.
En fin, dispuesto a llegar al término
de aquella aventura, ceñí la toga de mu-
camo y empecé la limpieza con un ardor
digno de mejor causa.
Cuatro de los cristales exhibían ya, sin
rubor, su brillante superficie y empezaba -
á tardarme la aclaración de aquel enigma,
cuando el ruido que hizo al abrirse la
puerta que comunicaba con la pieza inme-
diata, me hizo volver la cabeza y abando-
nar apresuradamente mi elevado puesto.
— ¡Ah! esta vez es ella; ella que viene por
fin, rendida y enamorada, á colocar á mis
plantas la ofrenda de su casto amor. Me
adelanto con los brazos abiertos, y... un
caballero se dirigió hacia mi con aquella
confianza que muestra á las claras al
dueño de casa.
— Joven, — dijo saliendo á mi encuentro —
mi señora está muy contenta de V. y yo
también; si continua V. en la misma es-
quina, tendremos el gusto de utilizar sus.
servicios cada vez que sean necesarios.
Tome— añadió, alargando la mano.
Una carcajada femenina, puso fin á este
exordio.
No sé lo que pasó después; sólo recuerdo
que cuando me repuse de mi aturdimiento,
me encontraba eti medio de la calle, lejos
del teatro de mis desventuras, vestido de
^é>&i¿rxMíSikJí0í\-ÍB^Í4&'MS>:
"L-Js^t^i--':
oeo
8L CASCABEL
TIPOS CALLEJEROS
Lrü OOCmgRA
!-:-MAvasA:
Cocinera excepcional;
á quien su patrón, con fé,
considera sin rival
por ser la emperatriz de
su región abdominal.
, Ií:j-Í^.ÍsÍ~/S-J*.- :>~'íg..ru
i_T»JPI!-.ríífcr.ií^iís¿^^,^^^. ,
.■ -^^x^i^sr
EL CASCABEL
«^t
T 1 Í^OS" "e A l2 iL E J E R O S
L ¥EMDEDOM DE DIARIOS
Desde Pichincha á Defensa
toda la ciudad inmensa,
cruzan las piernas rollizas
de este heraldo de La Prensa,
el progreso y las nodrizas.
íÉíá^i^¿^;^ÉS&;^&fe¿^&S:^%-iíá^£**:-&_^«^^ - í. ■ ;^
tí¿S«:.Sí. , sí- .Tj-r^'í-tM^i'-»
^í/^W^v-
'vmS'D^^'f^'-'''
=•:«;*.
v
-■■■■■•■ " 5- :!i'íí^ li'- Á'^ i?:' ^í*-'-
EL CASCABEL
levita, con un delantal blanco, y con el
sombrero en la mano, llamando natural-
mente, la atención délos transeúntes.
Aléjeme presuroso, de aquel sitio, abrí
la mano, que aún mantenía cerrada, y en-
tonces me di cuenta de la burla á que in-
cautamenle me habla prestado.
Mi mano contenia un papel que yo había
tomado sin saber lo que hacia.
Aquel papel," arrugado y viejo, era una
afrentosa lección.
La que yo habla creído tierno capullo,
era abierta flor, cuyo perfume aspiraba ya
su legitimo dueño. La que yo había su-
puesto inocente niña, era una infame co-
queta, que se burlaba de mi, y que, por
mano de su esposo, pagaba mi amor, mis
ilusiones, mis sacrificios, mis desyentu-
ras... y la limpieza de cuatro vidrios, con
un miserable peso moneda nacional.
¡,. i\\ Cai'bó.
LAPSU^
Yo no sé porqué razón,
mas es la pura verdad:
desde la más tierna edad
dominó en mí la ambición.
En mil sueños ideales
mi cerebro imaginaba
que sumido me encontraba
en un arcón de caudales.
Pero el hado, ó bien el Trio
me acosaban sin reparo,
no encontrando mas amparo
que la casa de mi tío.
Mansión de viejo usurero
avaro, adusto y gruñón
más malo que el sarampión
ó la explosión de un mortero
Y por no sufrir desaires,
gritos, ni malas razones
pasando mil desazones
me embarqué hacia Buenos Aires.
Creí encontrar un edén
al ver sentadas mis reales,
con treinta pesos mensuales
como mozo de almacén.
Escribi á mis relaciones
con gran tono y bravo brío,
y diciendo á mi huen tío
que en esta haría millones.
Tal manera de escribir
pronto el efecto surtió,
pues que en varios despertó
. los deseos de venir.
El pensarlo me dá rabia;
pero ayer precisamente
me tropezé con Clemente
en la calle liivadavia.
—De verme te asombrarás ; .
— me dijo — pues he llegado
de España, y he acordado
estar á tu lado, Blas.
Ya pasada la emoción
que me produjo su vista
- dio principio la entrevista
en son de interrogación.
—Vaya Blas, según infiero
no parece que estés mal;
pero tu aspecto no es tal
que parezcas un banquero.
La verdad, con treinta duros
que tú ganas mensualmente,
podías ir mas decente
sin pasar penas ni apuros.
— Tu acento mi alma taladra—
— le contesté velozmente
—vente mañana Clemente
vivo á mi4,ad de la cuadra.
Y deseando escapar,
ruboroso, avergonzado
torcíme de medio lado
pero él me dijo al marchar.
—Por marcharte te desvives
y eso en la amistad no encuadra.
Dices que estás en la cuadra;
¿pero en qué pesebre vives?
José Arana.
¡¡ANDANDO!!
€ 1 I. calorcito que empieza á hacerse
^-A, sentir y el temor al cólera, es moli-
vo de que se hagan ya los preparativos
para salir al campo; en las casas todo está
revuelto y ocurren algunas escenas origi-
nales.
— Tatita no se olvide de poner en el co-
fre mi colección de música para piano.
—¿Qué piezas son?
—«Solo á ti miran mis ojos», «Nubes que
pasan», «Música Celestial» y el dúo de pava
y borrego de la «Mascota»
—Si, ya sé, ese que cantas con tu prome-
tido!
—Señor, pregunta la mucama, ¿cuántos
pares de calcetines vá á llevar?
—Con media docena tengo bastante, en
el campo no me mudo tan á menudo.
—Al fin hemos convencido á nuestra tia
para que este año nos lleve á las Lomas.
A ella misma por su enfermedad le sentará
muy])ien.
—¿Y de qué sufre?
— ¡Dé hinchazón en las piernas!
;^.tí*»¿.:.^
■j-*,V V.S ■*■-■,; '"S','.>«í V¿V^ ■■ ' ■- -"■■ .">-,'-■ '.7 -- . í''-. ., -.' ' ;— ■* ■ - -■'■--"T'^i'^i'" V*--— '' ^ r- '^-" ■■■"*■■-■"- '.■■^'-."■'""■*f''-.-'i^-^"L"
■^¿Q:^^<y£^
EL CASCABEL
SS:S?>^^ii»--'rf--' •,
683
DE PASEO
—Mamá, ¿Porqué nos sigue aquel jóveír?
—Qué se yo...
—Dice que el sombrerito tuyo le gusta mucho.
— Claro como que es de paja...
feS^^¿í3ífe-siis«iákíjSlSj<£jfc'?aí'*"'i»í^
,-vVJ¿í3Íáíi"
684
"•'^i#'
tít CASCABEL
■•:T-^::
V —.¿Y á Vd. General, le gusta el campo?
:— Todos, menos el de, batalla.
— ¿Le gustan A Vd. loa baño? de mar?
— No, prefiero los de laguna, yo me baño
en la de Chascomús!
— Irene ha de ir á Adrogué.
— Y Merceditas á Moren.
— Y nosotros tendremos que quedarnos!
—Pero le voy rt hablar al de la Vida
Social para que diga que me quedo ha-
ciendo los preparativos de la boda.
— ^¿De quién?
— ¡De mi patrónl
Juan Berenguer.
^^>íe-
UM LOMBROS©
Al ver García la Juz
del mundo, se comprendía
que con el tiempo tendría
algo dura la testuz.
Nació, llenando de luto
e\ hogar en que nació,
y luego creció... creció
siempre tan fuerte y tan bruto,
y al cabo llegó á ser hombre,
mas gracias a una fecunda
y buena tia Segunda,
(aunque Segunda de nombre).
Fué un estudiante endiablado,
y el tormento de su tía,
pues que los cursos perdía
no siendo nunca aprobado.
Hombre inútil y vicioso,
al ser ya mayor de edad,
se dijo, con gravedad:
— ^Yo quiero ser un Lombroso
Y agarrando á un periodista
amigo, le Jijo así:
— Vas á decir por ahí
que yo soy criminalista,
que he salido una eminencia,
que tengo mucho talento,
que soy un sabio, un portento.
que soy un pozo de ciencia.
Y haciendo continuamente
su propaganda oficiosa,
cousiguió, al fin, que la cosa
.se la tragara la gente
—A mí me basta— decía—
para ver lo que dará
de si un niño, y que será,
con ver su fotografía.
Esto dijo, con cinismo,
y le dio buen resultado,
pues fué el público engañado
con tanto charlatanismo. - '?'
El continuó con su estulta '^
dharla, que al pueblo engañaba;
pero el público pagaba
el precio de la consulta.
II
Fuese á pasar unos días
con su tia, y se aburrió,
y aburrido lo pasó
mirando fotografías.
—¿Quién es este?
—El de la tienda,
e! hijo de don Joaquín.
— ¡Tiene cara de rocín!
— ¡Hoy es Ministro de Hacienda!
—Este tiene una expresión •
de hombre ilustre, y lo será.
—Es Pedrito, que ahora está
en la cárcel, por ladrón.
Callóse un poco el pazguato,
tras de tanto desatino,
hasta que dijo el sobrino:
—Mire, tía, qué retrato:
Este niño, fijamente,
lia de ser un animal.
—Tienes razón.
— Un bagual,
que hará reír á la gente.
Se vé en él la estupidez
y el necio charlatanismo.
Se comprende su cinismo
sólo con verle una vez.
Este niño crecerá,
pero ha de ser la irrisión
del mundo.
— Tienes razón.
Es cierto que lo será.
—Medrará por el engaño...
¿Usted sabe quién es, tía?
—¡Tu propia fotografía
cuando tenías un año!
S. Garrido.
DE DOMINGO A DOMMGO
Se estrenó en el Politeama., II Leone
de Venezia, quién pareció más larga al
público que un «canto á Colón», de García
Velloso. Los autores recibieron aplauso»
merecidos, como se los merece todo es'
_ ■-iit^_/?'_
■*j^'^
£L CASCABEL
685
«5?-
fuerzo artístico ó literario, que nos de-
muestre no ser únicamente tas colecciones
de estampillas ó el precio del tasajo, lo
que llena el cerebro de los que aquí vi-
vimos.
Tras de la primera y única representa-
ción de la ópera estrenada, han vuelto a
lucir en el escenario de dicho teatro, sus
mallas vaporosas, las bailarinas y com-
parsas, usufructuarias de pantorrillas le-
gilimas y como los productos franceses
, s. g. d. g.
Un caballero que asistió al baile La ca-
prichos'a, nos decía, abarcando con la
vista todo el pintoresco panorama de una
bailarina ligera, es decir, ligeramente ves-
tida:
— Estas Terp>sicores importadas, llenan
■escrupulosamente el lema del Arte.
—¿Cómo?
— No me negará V. que cualquiera de
elUis enseña deleitando...
El Odeón sigue atrayendo un<i selecta
concurrencia, partidaria del teatro mo-
derno francés, tan bien interpretado por la
Sra. Reiter y Emanuel.
Esta semana lia sido la de los beneficios.
Tuvieron éstos lugar en la Cú/nedia, en
_Onrul)ia y en la AUiamhra.
A propósito del que se efectuó en el se-
gundo de-Ios citados teatros, hemos sabido
que son muchos los descontentos, quienes
se suponen perjudicados por no ser ellos
objeto di' otro beneficio.
Los carpinteros, gasislas, peluqueros,
etcétera, se creen con derecho á una fun-
ción en su favor, y tan profundamente esta
arraigada esta crencia, que noches pasa-
das se nos acercó un bombero, y nos dijo
con tono firme:
— El nuestro será pronto.
-¿Cuál?
— Nuestro beneficio.
— Piensan Vds. quemar el teatro ¿eh?
— No, señor: hemos pedido ala empresa
que todo lo que se recaude en boletería
una de estas noches quede á nuestro fa-
vor. Hemos confeccionado un programa
soberbio. Una cosa sorprendente.
—¿El incendio de Troya, tal vez?
— Cuatro zarzuelas en un acto, un mo-
nólogo recitado por Emanuel, un trozo de
ópera dirigido por Goula y un cuadro al
óleo pintado en quin-^e minutos por De
Martino...
— Vamos, sí: y unas milongas cantadas
por monseñor Aneiros.
Las compañías pequeñas están de mu-
danza. Todos los actores conocidos juegan
á las cuatro esquinas, menos las Aranáz,
que se van á la Alham'bra., cerca de las
cinco Ídem. • ~
En el Doria prosigue el bravo Cavalli
haciendo reir á su público. :
En el San Martin la Tetrazzini y de-
'más compañeras dando llenos á la em-
presa.
El lunes, pues esta revista debe escri-
birse el domingo, habrá debutado Julio
Ruiz en la Comedia y suponemos que
habrá gustado, confirmando la fama de su
nombre.
La Kermesse de la Plaza San Martín
continua abierta. Aquello es una mina
para los pobres. Y como abundan las ni-
ñas, se las recomendamos á los pobres de
espíritu.
Qué afortunados son en un pueblo de la
provincia!
Veamos lo que telegrafía el corresponsal.
«Hubo un banquete de setenta cubiertos
con brindis entusiastas»
Suponemos que entre brindis y brindis
se comei-ia algo.
Ahora viene lo mejor;
«Tuvo lugar la rifa de las Damas de Ca-
ridad. Después un concierto y baile»
¡Y que nc habrá estado animado!...
Sobre todo por parte de ios favorecidos
por la suerte con una Dama de Caridad.
Roque Vedia una comedia
hizo con Inés, sencilla
y al dar el reloj la media,
también le dio Inés á Vedia
la media .. y la pantorrilla.
Ha aparecido la segunda edición del
Número único. Homenaje á Colón, lo
que quiere decir que se agotó la primera.
La segunda no es ni corregida ni au-
mentada.
Los que deben corregirse, en todo caso
.■::5
/
;^;;.•^■i:i^;^;aíA:vi4;^^^' ■
^■At^^iíSa,'
886
EL GÁiKlÁBEL
■íí; '.
fe:---'
i-
Sí'í-
son los que no hayan adquirido el Jfíi'imero
único^ buscándolo en cualquier librería.
- Y pagándolo, naturalmente. . .,
A un ladrón, hará unas noches,
sorprendía en la faena
de sustraerle el reloj
un hombre de mucha flema.
Echando la mano al cuello
del píllete, con presteza,
le preguntó:
— En mi bolsillo,
dígame usted, ¿qué desea?
Y el otro, sin inmutarse,
dijo, con cara risueña:
— Soy relojero, señor,
y se me ocurrió taidea
de ver si su reynontoir
tenía bastante cuerda!...
Hemos recibido un ejemplar del libro de
Enrique Ortega, Vicios y virtudes.
Colección de artículos de costumbres
casi siempre malas, lo llama su autor, y él
tendrá sus motivos para [decirlo así.
Agradecemos el envío.
Un aguacero Severo
sufrió una tarde de Abril
y gritó, tremendo y fiero:
— ¡A esto llaman agua...Cí'/'0/
¡falso! ¡Esto es un agua ..mil!
C. M.~Dice V.; Después del medio día se las gilló.
Y estoy esperando anheloso que á correo seguido
me diga V. lo que significa la última palabra co- '
piada.
Guillermo TelL—S'i caen sus cantares en poder
de los suizos, se aTergüenzan de tenerle por liber
tador.
Indiscreto.— Con su pregunta, indiscreto,
me pone usté en un aprieto.
A. F.— ¿Con que V. me pide publique la composi-
ción que más abajo ba insertada...
¡Bah! iqué ocurrencia!
V. P.—Sn Sueño es una furiosa improvisación. T.
usted hace muy mal las improvisaciones furiosas.
A"i-flí.— ¡Demonio! ¿con que el verso Toda mujer
si la pación la atrae, es de V? Me parece que I»
único original es la pación; si, porque V. debe ser
muy apacionado.
Taquilla.— Es impublicable.
./o/i'/.?.— Vuélvase V. presurosamente al vientre á»
la ballena y alli establezca una fábrica de corsés,
pero no me mande más macanazos rítmicos.
Antonino .—B3¡40 mi palabra de honor, puede V.
creerme que botella y' sueña no son consonantes.
Robour.—iQae ha^a lo que quiera de sus artículos?
No; seria una cosa muy cruel.
Un porteño, — Siento decir á V. lo mismo.
Aníbal.— Por escribir versos asi, hiciste que fuese
destruida Cartago. ¡Ciudadano vil!
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
-,^-
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0.10
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
Sa®— AlaSSlTA — 1®@ (ALTOS)
:. :^^->^
\
EL CASCABEL
687
'^^^mmi.
I lechería U HARTONA
Fábrica á vapor de manteca fresca
fina en el establecimiento
Leche pora, Crema, Manteca fina DEL DÍA.
QUESOS GAHEHBERT Y BRIÉ
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234, SUIPACHA, 234
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FLORIDA ESQUINA TUCUMAN
Al menudeo en los principales almacenes.
ADVERTENCIA
Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Guillermo A. Cranweli,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de Oanwell sino de Sproat.
LA ÚNICA
DROGUERÍA Y FARMACIA
DE
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Que existe en Buenos Aires, está situa-
da en ia calle de
VICTORIA, NUM. 647
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tario
Edmundo E. Granwell
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droguería alemana
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PIEDRAS, 156 á 170
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i-'-¿-.- ;-,,f^ 'Vis?:- Í^^',í'*í*"v.'
jJi:K$tó'-É.'sí?&j^ %.
688
EL CULSCABEL
iíST-'í- .:*,
NÚMERO i:í]V[IC Ó
(SEGUNDA EDICIÚN)
ii-i
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^
;-^-it-.-'í^;^:::/.^;'-_:. —/'.-:.
Afio I ^enos Aires, JiOYienáu» 2^úé 1892 ÍXiaai. 44
a/^
EL CASCIMI
SEMANARIO FKSTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
iMitor propietario: FRANCISCO FBRRÉS
:eilaccion y Administración: ALSINA 939 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
i^"oc¡oen la ciudad... $ O.lOel núir.'r
M . mero atrasado .... » 0 . 15 id
ACTRICES CÓMICAS
I LAR AC/E¥'ES
Fotograbados de Emilio A. Goll y C
Es bonita de tal modo,
que da envidia á más de cuatro;
pues en cuestión de teatro
la luena fonna es el lodo.
5iíf5fcíiáfej^¿*^>*ks¿;T."-"';! ,.'"i cjíü-
■Á»í:^!ü
"'^.::v:->,-JA-^
K1. «•>«' > UI I
-'Já-
-^ííar«$-
A conmemoración de
los fieles difuntos ha
embargado nuestra
atención y la embar-
ga aún hoy.
De manera que
puesto que el calen-
dario lo manda y or-
dena, debemos pen-
sar únicamente en los seres que nos
abandonaron, y en BoUini que nos ha
abandonado á nuestra triste suerte para
ponernos en manos del Dr. Cañé.
La sociedad se ha reunido en los ce-
menterios y con tal motivo ha habido un
interesante desfile de enlutadas de esas
que hacen mas víctimas con una mirada
que un batallón haciendo fuego.
Las conversaciones en los hogares gi-
raban al rededor del mismo tópico, que
dicen los que lloran la muerte de la gra-
mática castellana.
¡Los muertas!
En casa de Doña Asunción Berrichete
no se hablaba de otra cosa.
Bien que la señora es viuda ala tene-
duría moderna.
Es decir, por partida doble.
— Ay amigo, nos dijo al entrar, — hoy es
día de recuerdos para mi .
— Y [tara todos.
— Pero para mi más, mucho más. ¡Po-
bre Antonino!. . . ¡pobre Fernandito! Tan
buenos que erais y tan finos de cutis!...
¡ya no os veré más!
— Señora, calme Vd, su atlicción la de-
ciamos cariñosamente y poniendo cara fú-
nebre.
Pero la señoia no nos escuchaba y me-
lla la cabeza en una jpáláñgana párá qu9
las lágrimas no manchasen la alfombra.
— ¡Pobre Antonino!.. . ¿le conoció usted
por casualidad? ';
— Si, señora. -
— Qué puapo era ¿verdad?
— En efecto. . .
— Recuerda Vd. aquel lunar que tenh»
junto ala nariz?
— Sí, creo recordar...
— Pues aún tenía otros ocultos que
eran mi encanto... ¿Y Fernandito?.. . ¿co-
noció Vd. á Fernandito?
— Creo que si, pero no recuerdo bien
su fisonomía.
— ¡A.h!... era adorable mejorando lo
presente. . . Qn^ caída de ojos, y que can-
dor en la mirada... ¿recuerda Vd.?
— Repito que tengo una idea vaga.
— Voy á traerle á Vd. su retrato en
pelo.
— ¿Cómo dice Vd. señora?
— Sí; un retrato que le hizo el peluque-
ro con los pelos de la cara y algunos del
pecho, por que los primeros no alcanza-
ban.
Vea Vd.; vea si era guapo.
— En efecto.
— ¡Pobre Fernandin mío! ji... ji... ji...
— Señora, no se conmueva Vd.
— Pero ¡cá!
Cualquiera tranquiliza á D* Asunción
cuando le entra fuerte la desesperación.
La desconsolada viuda doble, se puso
fuera de si .
Empezó á besar la peluda efigie, ó es
finge, que dice ella, de su F'ernandin, y
con la humedad del llanto sacó de su lu-
gar los pelos que formaban el ojo del
retrato, con lo cual é>te quedó tuerto.
Luego repitió lo de la palangana, y se-
guramente le hubiera dado el ataque, á
no ser por que la diligente mucama acu-
dió á tiempo y le frotó, la frente con una
franela empapada en aceite de mani.
Calmado que se hubo, me pidió mil dis-
culpas, y yo me marché con el corazón
apretado, pensando en el lunar de Anto-
nino y en los encantos de Fernanrlin.
En la Recoleta encontré una señora,
viuda completamente, que iba acompa-
ñada de su doméstica á llorar un rato ante
la tumba del que fué su dueño y señor.
Sí-&.l.,#:í,htí>;:-; --'
^^^^^:-^'' ■•í'^"?^^p^^^^p:
Et. CASCABEL
Después de regar el terreno con el llan-
to, sintióse desfallecer, pero la mucama
le dio un poco de fiambre que á preven-
ción llevaba, y reaccionó afortunada-
mente.
— Apenas me conmuevo me entra debi-
lidad inmensa, y al vacio que siento en
mi alma, desde que murió mi Pepe, he de
añadir el vacío que se forma en mi estó-
mago.
— El caso es raro.
— Y me hace sufrir mucho, por que co-
mo siempre estoy tan afligid;). . . ¡Calcule
usted!
— Sí; ya calculo los kilos de carne que
«1 sentimiento le obligará á consumir.
Los viudos casados en segundas nup-
cias pasan las de Caín.
Nuestro amigo Sinforoso enviudó y con-
trajo nuevas nupcias.
¡Lo que sufre el nombre en los primeros
días de Noviembre!
— ¡Sinforoso estás muy ojeroso! — le di-
ce la du'ce compañera.
— Es que tengo lombrices como el queso
Rochefort...
— ¡No me vengas con quesos! Tú has
estado [ensando en la difunta...
— Mujer, deja los muertos en p^^z.
— ¿Cuándo has estado mejor cuidado
que ahora?
Nunca, mujercita mía.
— No me vengas con mimos, ¡llabrase
visto...! ¡Tenerme á mí al lado, y acordar-
se de la otra! ;Y vaya una mujer seria!
Cuando me casé contigo estabas que da-
bas lástima y tenias la ropa blanca en la
miseria, y ahora que te he hechado cuchi-
llos á los calzoncillos y te he zurcido las
camisas me pagas con una ingratitud...
— Pero mujer...
— Ingrato, canall.i... jí... jí... jí. . .
Y se arma la gorda.
Hasta que el buen Sinforoso para dar
gusto á sumu'er se vé precisado á tocar
un poco el acordeón, pero sin apartar la
memoria de la Recoleta.
Dejemos en paz á los muertos.
Y no frecuentemos los cementerios en
dias como estos.
Poraue corre cada viu la...
¡Vaya! que uno ll<'ga á tener envidia
■del difunto...
Rl N
En el lecho del dolor
yace un anciano señor,
cansado ya de apurar
las pócimas que el doctor
le receta sin cesar.
Dice el doctor (lue vá Ijien.
mas el enfermo se sien-
te malo, pero muy malo;
ayer ha tomado calo-
melanos; hoy toma sen.
Prepáranle una inyección,
rjue dice el sabio cialeno
ha de ser .su salvación,
pues tiene en ella gran coa-
fianza, le pone bueno.
Cita casos asombrosos,
resultados milagrosos,
ejemplos que maravillan,
curas de esas que se chillan:
esto es. efectos ruidosos.
Por eso espera el paciente
la inyección con gran contento,
entusiasmado, impaciente,
cual si luera enteramente,
ella, el santo advenimiento.
¡Kiisch! le pone la inyección;
dá el enfermo un estirón;
dice el (ialeno:— ¿que tal?
y ei enfermo grita:— ¡mal!—
con gran desesperación.
Aunque el médico es de punta,
vé la cuestión mal parada
y al instante pide junta,
porque (acá Ínter nos) liarrunta
que la junta est'i indicada
Lo (¡ue en la junta pasó,
lector amigo, ya lo
adivinarii usté sin
mucho trabajo; murió
el enfermo (no es nial
FIN).
A. Díaz de la Quintana.
(\.imeno Ximenez).
'áMilxítíiMt'^a3l<í
V .;'^%;T?«rviii Ai, ;;¿;::,í¿,
y,-\. í»..i;-, -^¿íti ^-^¿á
d&2
EL CASCABA.
Consultorio Médico
ASE V. señora, siéntese.
—Gracias, doctor.
—Y... ¿qué dolencia la
trae á Vd. por esta su
casa?
—¡El verano!
— Ah, vamos, el calor
la atropelia.
—No señor el atrope-
llo proviene de que me ha salido. . ,
- ¿Un grano?
— [Un primo!
—¿Cómo?
—Si. Un primo hermano que se *»mpeña
en pasar el verano en Mar del Piala, junto
á la playa... y junto á mi.
— De modo...
— De modo que Vd. tendrá la bondad de
recetarme los baños de mar.
—Pero, señora... ¿y su marido?
— ¡Mi marido... tiene gracia la pregun-
ta! Mi marido pagar.i los gastos...
—Y los vidrios rolos.
— También los pagó cuando Vd. me curó
la afección aquella, el año pasado...
—No me recuerde Vd. aquellos dias...
— Celos, ahora? Vamos receté Vd.
— Receto. "Baños de mar».
— Adiós, doctor.
— Adiós, y que se cure pronto.
— Es cuestión de una temporada.
— ^^(Hasta la próxima!
— Entre y siéntese. . . ¿Qué tiene Vd.?
— Nada, doctor.
— Y viene V. ú que la cure?
— Es decir, como tener, tengo.
—¿Qué tiene?
—Una puntada aquí, y Vd. perdone.
— Tosa Vd... le duele la espalda?
— Si, señor, pero mas me duelo haber
venido á verle á Vd. porque como soy tan
pobre no sé si podré pagar la \isita.
— Bien. Otra vez será, Voy á recetar. . . .
Ya está. Váyasojí la farmacia y pida...
— ¡Ay doctor!
-¿Qué?
— Que tampoco tengo dinero para pagar
la receta.
— Bueno tome ^'d. y otra vez, cuando se
sienta mal, vaya á buscar alivio al Banco.
—¿Se puede? í^;-:-^-'- ■■:-^:¿^'^ :^-i '
— Adelante. '•-^ i-
: —Yo sufro mucho, doctor! - v -^
—Bueno cálmese y cuénteme sus dolen-
cias. ¿Qué siente V? : ^ "-::•£'
— Mareos y náuseas: parece que est^
embarcado.
— El pulso es flojo, pero la lengua c^lV
limpia.
— La cabeza se me vá ..
— Lo que Vd. tiene es debilidad.
— ¡Ya lo creo!
— ¿Tiene Vd. apetito?
— Si señor, mucho.
— Y digiere Vd. bien.
—No lo se.
— ¿Como se entiende?
— Muy claramente. Hace tres dias quo-
no puedo comer.
— Por falta de apetito?
—No señor: por falla de pesos.
— Entra tonta, no tengas vergüenza.
—Mamá
— Pase V. señorita. Siéntese V. señfn.T
y hable.
— La niña...
— Ah ¿es la niña, la enferma?
— Si, señor.
—¿Y qué siente?
— Muchas cosas. Frió, calor, inapeten-
cia, hambre, tristeza, alegría, rigidez, tem-
blores, insomnio, modorra .
— ¡Basta, por favor!
— ¡Sobre todo el insomnio la mala, y ! »
puntada...
—¿Tiene ura puntada?
— En el corazón, si señor.
—Veamos.
—¿El corazón?
— No señora; el pulso.
Esto no es nada.
— ¿Y no receta Vd.?
Si; pero no vaya á la farmacia. Lleve A
su niña á los bailes, allí encontrará el re-
medio.
—Y ¿cual es?
—Es un...
--¿Vegetal?... ¿Mineral?
— Un animal, que se llama novio.
Antonio F. Molino.
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-^ámwm&ñm^mim.
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-. . ■ y» - ■_■-.■.-.
ÉL CASBABEL
693
íW*v?3
CANDOR É mOOENCIA
«Mi querido Julio: Ayer
á esta ciudad he llegado,
gratamente impresionado
por el viaje de placer.
Elisa sigue tan bella,
más tierna cada momento;
yo estoy loco de contento
de haberme unido con ella.
Si vieras hoy á mi esposa,
su rustro te encantaría,
y además, te asombraría
5u inocencia candorosa.
Yo no he visto, francamente,
tan estremada inocencia;
■creo que Elisa, en conciencia,
<3S demasiado inocente.
Al entrar en el wagón
para venirnos aquí,
quise atraerla hacia mi
y abrazarla con pasión.
Y al pretender darle un beso,
me dio un pellizco, de pronto,
diciendo:
— jNo seas tonto!
¿qiií' vas á sacar con eso?
— Hacer que mi boca sea
mensajera del amor.
— Pues no quiero, no señor,
porque el cutis se estropea.
Yo pretendí, inútilmente,
besar su boca ideal,
y ella rae llamó: ¡animal!
— ¡ya ves si será inocente!
Sus mejillas seductoras
besé al fin, con frenesí;
pero me costó, ¡eso si!
un discurso dedos horas....
jY si ella, en cambio, supiera
la vida que yo he tenido;
SI ella supiera que he sido
un farrista, un calavera!
¡Si ella, que es puro candor,
.su[iiera que yo tenia
relat'iones con María,
con í.olr. con Leonor!....
Pero Elisa, en su inocencia,
no .sospecha tal maldad;
mira Julio, á la verdad,
me remuerde la conciencia.
Mas, ya que cambié de estad»,
juro que seré un modelo.
(Sobre todo, que Consuelo
no sepa que me he casado.)
....Ya has podido comprender
que estoy muy enamor.ido,
y es porque, Julio, he hallada
jtan Cándida á mi mujer!
Kniíiqi.'e. «
II
(' Querid Inés: muy cansada
te remito estos renglones;
¡hay tantas obligaciones
para una mujer casada!
Si he de hablarte francamente
Enrique no me es odioso,
es amable y cariñoso,
y, ademáf, ¡tan inocente!....
Fórmulas muy delicadas,
siempre un lenguaje escogido;
se vé que Enrique ha tenido
costumbres morigeradas.
Todo el viaje estuvo absorto,
tija su vista en mi boca.
Sil timidez me sofoca,
porque es tan corto ¡tan corto!
Está loco de contento
porque ayer le he abrazado,
y al verle tan sofocado
tengo, [nés, remordimiento.
Y'o soy su primer pasión,
porque no fué calavera.
¡Ay Inés! ¿y si ('-I supiera
lo de Juan, lo de Ramón?....
....¡Vaya! demos al olvido
todo lo pasado, Inés.
Y'o soy feliz; pues ya ves
qué inocente es mi marido.
Ji;lía.«
Lvís Garci'a.
':■ ^;^¡¿«fe^í^í5 :£í*;r!ví>^ti:í»¿-> v_ i- < ;
m
EL. CASCABEL ^
■ V'' -v'^'^VS -
Una eosa es predicar....
I. direcloi'
lumbrada.
Levo a
escribir el
I
de El Eco Patrio llegó á la redacción a la hora acos
Antonez se ha creído aludido y es fácil que desde La Voz
Igunas cartas, ordenó algunas cuartillas y se dispuso á
maldito editorial, el articulo diario que nadie lee al día
siguiente, y que á pesar de dar sabios consejos á los gobernantes,
ó de indicarles derroteros nuevos que asegúrenla felicidad del
pais. tiene la desgracia de perderse en el vacio, y no llama la aten-
ción ni conmueve á los mandatarios, que no conocen otros edito-
riales que los que escriben en los diarios oficíale?....
—¿Qué lema desarrollaré? preguntábase el director, absorviendo
grandes bocanadas de humo, como si en el tabaco fuese á hallar la inspiración.
• La llegada del secretario detuvo la pluma del director, que, con brios no comunes,
se proponía analizar los presupuestos.
—¿Qué novedades hay?
—Pocas, señor. Kl editorial de ayer parece que ha hecho...
—¿Efecto?
—¡Mal efecto!
— ¡Como!
—Si- r^l- senador
conteste
—Mejor que mejor. Del debate sale la luz. y hoy lo quo conviene es luz ¡mucha
luz!... Y ¿no hay noiicias sensacionales?
— Una.
— Venga.
— El lancé que tenían pendiente Pérez y López, se ha efectuando hoy, y el pobre
López... ■
— ¿Qué le ha pasado?
—Ha recibido una estocada y ha fallecido.
— ¿Es posible?
— Desgraciadamente es cierto.
—Bueno, déjeme Vd. ¡Ah!... cuando llegue La Voz éntremela sin demora. A ver
que contesta el senador aludido en mi editorial.
—Muy bien, señor.
— ¡Ya tengo lema! exclamó el director de El Eco—(^E\ Duelo y la sociedad mo-
derna».
Bonito título.
¡Manos á la obra¡
«¿En que tiempos vivimos? En el siglo XIX ó en XIV?
«Si en el primero, demos al derecho el lugar que le corresponde y relegueinos la
fuerza al olvidado.
«Si en el segundo, establezcamos de una vez los Juicios de Dios, y sustituyamos la
levita por la coraza bruñida.
«El duelo no tiene razón de ser.
«Es hora deque nos convenzamos de que no somos salvages. La civilización moder-
na nos enseña á respetar la razón y á solucionar nuestras diferencias por las vias
pacíficas.
«¡López, el intachable López ha fallecido en el campo del honor!
«El frío acero ha cortado una existencia consagrada al bien y ha arrebatado á
la sociedad, un miembro sano y útlL
«Y todo porqué? Por una apreciación errónea, por una sola palabra que López juzgó
ofensiva y que Pérez no quiso borrar con la pluma sino con la espada. ¡La monjl, la
sabia moral
— ¿Se puede? dijo el secretario, haciendo descender de las nubes al director de El Eco.
—Adelante; ¿que hay? .
— La Fos^... aqui está La Fo;j con la réplica del senador Antonez.
—Veamos hola, hola!... ¿parece que el padre de la patria toma la cosa en serio...
¿,eh?... ¿me llama camaleón político?... feso no lo consiento yo!... ¡vive Dios! ...¡y lo
repite!... ¿CamaleíMi yo?... ¿Yo que soy constante en mis ideas, como nadie?
■-■■^'v--ú:j:^-.' ■Ji■'■■i^-'\^M^'' £i^:'^':- --isi^^ á.ríii^ílíi'í.^fc.
vi , ■ ■ '.-.íífc
Ki ";A>i;AKnl.
695
\ La llegada de varios redactores y amigos interrumpió el monólogo.
- — ¿Han leido Vds. eso? ' .
-¿Qué?
— La Fo^.. . ese pasquín. Me insulta me llama camaleón.
—Ja, ja, ja...
— ¿Les hace gracia? Pues á mi no me gusta el lenguaje del señor Antonez... ¡ya
veri» el padre de la patria!... me parece que voy á dejar á ésta, huérfana de patiro...
—Pero no hay motivo
— Quiero una satisfacción, ó una reparación por las armas. . . Vds., señores Ponce
y LiK|ue son mis padrinos: tienen Vds. facultades amplias... procedan rápida y enérgi-
camente...
Y no hubo remedio. Luque y Ponce salieron para cumplir su misión. Los redacto-
res fueron á hacer su trabajo, y el director de ¿"^ -fi'ro acabó su editorial atacando el
duelo.
Un editorial brioso y razonado ai mismo tiempo, y que le vaüó no pocas felicitacio-
nes de las personas sensatas que lamentaban la muerte del infortunado López..
— Ah... la misión de la prensa es noble!— decia ú unre/M/'ter de El Eco á un lector
liel mismo El número de hoy es interesante... ¡Qué editorial! Se ha lucido el director.
—En efecto.
— Es seguro que su articulo detendrá á los insensatos que por un quitame-allá es-
las pajas se rompen el bautismo.
—¡Quien sabe!.. .
—No lo dudo. Apropósito: entre las noticias he visto que un director de diario ha
mandado los padrinos á un senador...
— Ya ló sé. . .
— [-"ues bien: apuesto alguna cosa á que si el senador y el director citados leen el
arliculo no se baten...
— Pero ¿Vd. sabe quien es -el que desafia?
-No.
Pues es... el director de El. Ero, ¡el autor del arliculo!
mi;
A iiflrÓ!¡, Soler
ANTINOMIAS DEL HONOR
1
Don Ernesto Pan toja y del Dorado
(!3 un hombre dignísimo y decente,
y nadie, impunemente,
lia infamado su nombre inmaculado.
.Así que mira con desdén profundo
todo aquel que su honra no acrisola
con la punta del sable ó con pistola.
Por esto todo el mundo
le trata con respeto y deferencia;
y que es de caballeros un espejo
probado lo dejó hasta la evidencia;
pues de dos que tuvieron el arrojo
<Je dudarlo, perdió el uno el pellejo
y el otro, por milagro, tiene un ojo.
II
De Pantoja la casa visitaba
un amigo, buen mozo y de fortuna,
llamado Aristóteles Osuna,
<Ie quien se murmuraba,
muy quedo, por supuesto,
que sus visitas, largas y frecuentes,
eran muy convenientes
á la bella mitad de Don Ernesto,
ponjue éste á los dos años dj casado
ísuffi*) de una dolencia hario enojosa
(pie hizo (jue su esposa
viviese en aposento separado.
K.sto era realidad, por cierto dura,
para un hombre ton digno y tan entero-
tal vez que tacharía de locura
el pensar que no fuera un caballero
aquel que su confianza merecía...
El concepto elevado de sí mismo
engendraba sin duda su optimismo...
A nadie otra versión se le ocurría
y un término fatal,
conociendo el carácter de Panloja,
augurábanle todos con congoja
al drama conyuga'.
ni
Sin embargo, gozaron todo el año
su criminal ventura los amantes;
I>on Ernesto tan plácido conio antes
sin notar en su liogai- nada de extraño.
Ocupaba sus ocios,
obedeciendo á sus instintos nol.les,
no con viles negocios
sino ensayando tintas y mandobles.
[V
De repente mudóse la fortuna.
I^a mujer de Pantoja, Catalina,
tal vez fuera avatar de Mesalina.
>í«!ISi%fe^iátwíS^íK?.f.' *.';: ¿'áéiií^
696
->r '■■ '
m-
BL CJ^SCABBL
¿-íSíVs- ^^:'íi:^ •
6
:QUÉ COMPONEN
^»**^
Kelqjes
i 0-: bajos al que se presente
La ropa de las flestiis
A íé df Celestina, que no se lo digo á usté les
Música alemana
Una oda á la verde primavera
aítítv.^-'^jjfíívrí- tiCL ''..Jl^
r*Jw<í_ .»&. ^Uíí*^ -^^ -.^V-ífii-
:1í
. ft-dí^» .. jc^í^,-J!i„^f6£^
■'--'^^^^^■'
EX. GASCA.BFX
USTEDES?
Yo... esioy ( SCO 11 puesto'... y VV. perdonen
A la vista está
if
Vino lefíitimo de Oporto
¡Tin idilio!
/¿2@^
Doña Situación ¿quién la compune?
Y(i, no compongo nada, absolutamenie
.■;■ i-M^A' ■Ai'>:,>»: 1ri:¿v/^,. "i -.;;-:■
K-z-'i- -^ . I- •■:-"cí<-^ "
|>»S
< /
ei. CASCABEL
putís hnrla de Aristóleles Osuna I' "-
i'jnovó su furor adulterino
con un viejo especpento
morador de un vecino
palacio casi real, por lo opulento.
Entonces el amante desairado
resuelve revelar J:i sucia afrenta,
utilizando ai cónyuge ultrajado
pira lograr venganza pronta y cruenta
á su humillante agravio,
pues si para tomarla por si mismo
era cobarde, audaz era su labio
y su furor llegaba al paroxismo.
iíecuerJo de sus ticmfjos vciilurosos
Osuna cierta llave conservaba.
AmucIIíi que le daba
acceso á la mansión de los esposos;
y cuando llegó el día
une liivo á su venganza destinado,
uno de primavera que nacía
tl3 ar.jmas y sonrisas saturado,
furtivo cual laJrón. llegó basta el nido,
de la que fut- su amante
y viendo (jue en sus brazos, delirante,
estrechaba al rival aborrecido.
Miípó'os con satánica sonrisa
y en menos de un momento
los encierra con llave en su aposento
y iiacia el cuarto de Ernesto va con prisa:
VI
Pantoja, que con aire perezoso
y en calma patriarcal se desayuna,
ve con sorpresa que llegaba Osuna
páUdo el rostro y el mirar vidrioso.
—¿Qué ocurre?— preguntó.
—¡Por Dios, Pantoja!
— Kscnchame un instante:
Ya sabes que te aprecio lo bastante...
No sé cómo decirte... me sonroja...
pero es casi un deber...
—¡Demonio! .\caba.
—Verás... hace ya tiempo sos[)ecliaba
íjue Catalina...
-¿gué?
— Si no lo viera...
pero soy un borrico... no hagas caso.
— i.\caba, que me abraso!
—imposible. Ya estás he(;ho una fiera.
—¡Termina mi paciencia!
—Pero, amigo,
¿toexijesf... bien; pues... sorprendí á tu espo.?a
durmiendo con el viejo Ensebio Sosa.
—¿Con Sosa?
—Sí, el banquero,
— ¡Hah!
— 'l'e digo
y i)uedo convencerte...
—¡Disparate!
— Ven conmigo, no creas son intrigas.
—Muy bien, hombre. Me basta que lo digas.
Ya tengo casi frío el chocolate...
Ernesto, niuy sentado,
devorando siguió sus provisiones •-
y ante aquel desenlace improvisado
Osuna se quedó viendo visiones. .'.
Yir
(Murmurase que Ernesto adula al viejo
y que á este la bolsa se le afloja.)
¡Oh, qué horror! Si leyera esto Pantoja...
ni dos centavo; doy por mi pellejo.
Al ¿di o Borgia.
¡DE PROFUNDIS...!
Si yo fuera joven,
ó no fuera viejo;
si no hubiera en casa
un maldito espejo
(jue arrugas me enseña
y canas sin cuento,
y si no tuviera
la calva que tengo
y esta horrible curva
(|ue hace de mi cuerpo
un ídolo egipcio
ó un saco de cuero,
entonces, señores,
con placer inmen.so
como Ui ¿lío lempúve
.sintiera el efecto
de aquellos profundos
estremecimientos,
viendo de una niña
con arrobamiento,
los preciosos ojos
azules ó negros,
de largas pestañas,
que son un infierno
para el que se atreve
á mirarse en ellos,
pues estando lánguidos
torturan el pecho,
y si apasionados
producen incendios
en que uno se abrasa
sin otro remedio.
Su pequeña boca
de labios bermejos,
bouquet exquisito
al que otorgó el cielo
de sus querubines
el divino rostro,
con tantas virtudes
y tales efectos.
ij^3Í¿«áL¿.i¿-./«i¿^^ jí:,-**.^i-Si^^.'?;^í^'"^.¿¿ái¿A^^^^^
'>;í::-'atJ^L: .^y.;,&-Sík -/irsfe&ííi.íii^,*^
-. ..-¿s ■:.
hL CASCABEL
¥IA^^E DE PLÜCER
A los oclio días de casados
Dos años después
•■^.í:í^Kr-
■ .'.V-*^^i^ ">'^"í'is?'" ^ '" ^-■-- .-~'v"-í -
fe: •
7()0
eL CASCABEL
^iSSiSí}3sÉító^
., -[.- 3.,' ^-^^^
■■- -i
fe-
que áesún pretenda
su precioso dueño
da muerte á los vivos
y vida á los mueiHos.
Su pequeña mano,
de alllados dedos
y uñas trasparentes
que parecen pétalos
de encarnadas rosas
en nieve sujetos.
Su cutis suave
como el terciopelo,
satinado ó mate
si es blanco ó moreno,
que se enciende ai paso
del oculto fuego
que por las arterias
corre produciendo
ya tintes de rosas
ya rojos destellos,
según los caprichos
del Dios niño y ciego.
Su arrogante busto
de elevado seno,
que se agita á iupulsos
del más leve esíuerzo,
ijue tiembla á un .sencillo
y quedo te quiero.
y que s ; estremece
cual si fuere trémulos
montones de esiiuma
del fluido elemento
que abordan la pl;iy;i
y refluyen luego.
á un dulce le adoro
de delicias lleno.
Su esbelta cintura
de robusto asiento.
nerviosa y flexible
como arco guerrero.
Sus anchas caderas
que... iAh! i.\i silencio
el lector me llama
con adust'- ceño!
Bien; tú te lo pierdes;
estaba en el cerco
que guarda la entrada
del templo de Venus,
lugar misterioso,
hipnótico y lleno
de tanto deleij.e.
que... pero prefiero
callarme, ¿lo quieres?
Muy bien: te obedezco.
Su... todo que elogio,
queda sin más hecho
que decir mujer
nue es iris, que os cielo,
que es goce divino,
que es el co:nplemento
(juerido del hombre,
su sierva y su dueño.
Más jay! al sentirlos
siento hoy á un tffempo
■fr-:
una pena horrible, >
mortal desconsuelo,
como sentir debe
el cuitado hambriento
cuando ante sus ojos
llenos de djseos,
exponen á miles
manjares selectos,
pero le prohiben
acercarse á ellos.
Como el caminante
que vaya sediento
por desierta estepa
de candente suelo,
y cuando á oir llega
con febril anhelo ,
el leve murmullo
de algún arroyuelo,
cuando ya sus ojos
alcanzan á verlo
correr cristalino
por su olando lecho,
cuando ya en sus labios
siente dulce fresco
al correr á hundirlos
con gozo en su seno,
algo incontrastable,
le prohibe hacerlo...
Asi yo á mi paso
la hermosura veo,
me acerco, la toco,
y cuando frenético
voy á ella á postrarme,
delirante, trémulo,
oigo estremecido
implacable acento,
que me recomienda
de nuevo el espejo.
Por eso os decía .
con dolor inmenso:
jSi yo fuera joven
ó no fuera viejo!
liaul Osoenrasn.
DE DOMINGO Á DOMINGO
Ya funcionan en sas nuevos cuai'le'.es
lie veranólas diversas compañias de zar-
zuela española que nos han enlrelenido
Jurante el invierno.
.^ifec.í'S
-,". .■:~:.i,'
.iíAvi- -'.ír^-ás:
é¿£i^--,íAiáié»iS¡iüÉ¿úS£íé¡ÁMl^^st^^í^hh.
^"?sg^l^
EL CASCABEL'
70 1
r^^
T-*"'
*-?»■
La única novedad en ei género la cons^
lituye la .compañía que actúa en lá Co-
media.
Jiilip Ruiz, Ta Aceves, las hermanas Que-
ro, etc., han probado que no era inmere-
cida la fama que les atribuían antes deL
estreno.
líspecialmenle Ruiz, és un actor délos
que entran pocos en libra como suele de-
cirse.
— Me parece que Ruiz no gustará— nos
(Iccia un sugeto aficionado al cálculo de
probabilidades y á los refranes.
—¿Porqué?
—¿No sabe Vd. aquello de que «quien
wTucho abarca poco aprieta?...»
Otro refrán falluto!
Ruiz abarca mucho: escribe artículos,
poesías; comedias y las representa muy
bien. Pues apesar de fiborcar tanto aprieta.
A p'rieta á los concurrentes que se apiñan
en el teatro y que en cuanto apriete el
calor se asarán sin reniedio.
En cuanto á la señorita Acevfes vean us-
tedes su retrato. Sonde buten. Ella y el
retrato.
Las Quero son tan bonitas que un go-
moso que pronuncia mal todos los nom-
bres las llama las quiei^o. . .
Ahora hablemos de los amigos antiguos.
Pastor-Garrido est.in en la buena como
suele decirse.
Y la buena para ellos es ahora el precio-
so teatro de la Zarzuela, el que, además de
ser espacioso y elegante reúne magníficas
condiciones pwra verano. La fuente mági-
ca del vestíbulo por si sola ya produce una
impresión fresca al espectador.
El popular Juárez, la Sra. Pía, la López
y demás artistas t m aplaudidos como siem-
pre, y logrando llenar el teatro de concu-
rrencia escogida.
(^'Kill contribuye no poco á asegurar los
plenos. Y la verdad que el célebre ventrí-
locuo con sus muñecos constituye un es-
pectáculo por demás iideresante. Vayan
;i3ledes y nos d irán la razón.
Kn el Onrubia estrenóse el sábado la
compañía de la que forman parte la aplau-
dida tiple Srta. To á-i v el Sr. Roldan.
Una y otro tienen nu^hos adiniia<lorps.
Nada tiene pues d "Hrliculcir que el teatro
so llene.
La compañía fí
obras nuevas. ''
Joca!.
Por ahora La O -u del cojo y N ¿tuche
'■n estudio ídgunas
Jallas una revisla
hacen el gasto y las delicias de los concu-
rrentes.
Las hermanas Aranüz han ido aparar al
apartado teairo Alhamhra^ pero donde^
quiera vayan, van sus numerosos devotos.
Uno que lo es, y^lic^rrimo de Mercedes,
nos decía la otra noche: (una noche cahi-
rosa) Mercedes me hace una merced obli-
gándome áir tan lejos. Mire Vd. en aca^
bando de comer enciendo el habano, tomo
el Iramway y emprendo mi fresco viago:
llego y sigo disfrutando por partida doblo.
— ¿Como?
— Disfruto temperatura agradable y lon-
go buenas vistas en el escenario y en la
sala...
Tal vez la compañía ha debutado antes
de tiempo, pero en verano seguramenle el
Alhambra estará au complet que diría
; el de la Vida y los for ewer.
No hablamos del Odeon y su compañía
porque no es cosa de repetir siempre lo
mismo.
Es decir que en el teatro de ía calle Es-
meralda se dá cita la alta sociedad y que
la Reiter y Emanuel son dos artislas con-
sumados.
i El Politeama ha cerrado sus puertos.
La compañía coreográfica se vá dejando
gratos recuerdos y vaporosos ensueños
tras de si.
—¡Qué haré ahora! murmuraba lángui-
damente uno que escribe con los pi< s, y
por lo tanto, y lo tonto, considera el baile
como el summum del arte
— ¡Ah! ¡mis carísimas bailarinas! suspi-
raba un joven que aprendió á balbucear
algo en italiano.— /)o¿"e sonno las carísií-
mas...
—Busque Vd. las baratissi?nas le dijo
al oido elespíritu, ó el .5/;/v"í de Forlet.
Y en efecto, en ninguna parte se rinde
más ferviente culto á Terpsícore que en
las Folies^ en donde Casthor, la Darras, ^
Ambrosini y demás troupe hacen las de-
licias de los habitúes.
Sobre todo cuando Forlet anuncia que la
función terminará con un gran escándalo
y can-can.
Otro actor afortunado es Gavalli al que
deben visitar los taciturnos de oficio y ios
que quieran extasiarse ante alguna mil;»-
nesa
Y no lo decimos por los glotojies.
Un diario ha anunciado que el empresa-
rio Sr Bernis h i ido á coniratar al céle-
bre actor español Sr. Emilio Mano.
¡Ojalá sea verdad tanta belleza!
^5ÍM.4^í^ásÍSfeS^6íSiJí^ÉSi^a3^fciíi&í
í^MiSÉ^fS^^iiSííi^iM^^M^^
ife'^feMr'^SVÍ. .f ,í ¿- ■ife-vSSSS&^.^iiS^iéíSí
\.:'-::'ii¿ '''-'"-'■ ^:■■ "■/■^'^^'■-■■■- -'^^■
'^m^m
EL CASCABEL
Mezclo de aceite y de agua
son hombre y mujer casados,
que por mucho (¡ue se mezclen
el agua queda debajo.
-is^
—Quebraron Kuiz y Pascual;
— Es cosa muy natural,
que había de suceder,
en una razón social:
pero sin razón de sor.
«Los dramas ife las pasiones*
Mste titulo melodramático pertenece á un
s iolto de un diario, suelto que nos narra
c! lioclio de que una señorita, disfrazada
i\o hombre, sacude el polvo á su novo
i :nel.
¿Y á esto le llaman drama?
A nosotros nos parece saínete.
Ya habrán Vds. visto que las niñas de-
sairadas empiezan por los cachetes y aca-
ban por el vitriolo.
Nada menos que dr»s victimas ha pro-
ducido este liquido.
Parece que un grupo de jóvenes finos de
culis se presentará al gete de policía pi-
diendo garantías.
Porque si lo del vitriolo cunde...
¡.Ni Las Ira estará seguro!
En un periódico de la provincia hallamos
la siguiente exclamación de un hacendado
♦'ilusiasmado con la benéfica lluvia que
lia ri'gado los secos campos.
— «¡.\lfin tendremos pasto!»
Bueno: pues que les aproveche á Vds.
Guido Spano ha dimitido el cargo do pie-
i lente del Ateneo.
Pero... ¿el Ateneo existe?
Si, ¡existe! Ahora lo acabamos de leer.
«...se han fijado los días martes y jueve^
pBira recibos literarios..» - " t -•
Entre estos y los recibos de treinta pe-
sos- por cuota mensual no es dudosa la
elección.
Tello, el barbero de Ruiz,
de tal modo se arreglaba,
que siempre que le afeitaba
le cortaba la nariz.
Huiz, harto ya, cierto dia,
dijo á Tello, exasperado:
— Yo, ese rótulo, ahí colgado,
de otro modo pintaría.
—¿Cómo?
— Poniendo detrás
de Peluquería Tello:
A q uí se corta el cabello
...v la nariz además.
Anuncio notable (pje hallamos en ua
diario.
«Se necesita una muchacha para el ser-
vicio de una familia corta con cama».
Esta asegura que la familia corta tiene
una posición.
La horizontal, seguramente.
ondencía
Pif-Pai'.~\.ñ seré franco: hace \á. mejor lo otro.
V. P.— En efecto, no hay inspirac'&n furiosa.
Arabel.— Lo mejor senl que pase Vd. por esta su
casa. Ya comprenderá Vd. que en esta secci>u no lo
puedo contestar extensamente.
/. A.— Recibido lo suyo.
Uracan.—^o sirve.
C, iW.— Insisto: no entiendo aquello.
T. I{. (lialn'a A'/rtWfl)— Demuestra |,Vd. disposicio-
nes. Lo de hoy no sirve.
Oí-r,alto.—\Ma<ani(dü! ¿Le ha cosiado mucho tra-
bajo?...
E, Aiafitil.—'So se publicará en forma de libro.
Nos limitaremos A un nnmero-nlmnnnque .
■T. E. /}ar7ií!ri(ieiicril.—S\ la poesía fuese buena,
si; pero francamente preliei'o cjue no la mande. Hay
otros semanarios de.'<tinados íi eso.
.4. Ibarrri .- i<'on que es precioso^ Hace Vd. bioii
en advenirlo.
yeí'O.— Está bastante bien, pero ailn le falta algo.
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^'^^ j»yi»s-5»*- -
. "Ȓ*
700 ■
EL CASCABEL
;;-,,.^v^^^j;-^
'mm^'
AciA tiempo que no de-
mostrábamos á la f.íz
del mundo que somos
creyentes sinceros.
Es decir, que creemos
en Dios, en ia virgen v
hasta en la bondad de ios gobiernos.
Que ya es mucho creer.
Ahora hn llegado el momento de hacer
profesión de fé y la maleta á un tiempo.
¡A. Lujan!
¿Quién no aprovecha católicamente la
hoJada?
¿Quién permanece en la ciudad, pudiendo
ir á pasar un dia ameno, entregado por
completo á la meditación y á los fiambres?
Nadie, seguramente.
Por eso, sin du'Ia, se nota tanto movi-
vimiento en los más cristianos hogares.
— Romualdo; — dice una señora devota
de San liami'U -os preciso ((ue no te des-
cuides...
— ¿Corro algún peligro?
— Como correrlo siempre lo corres, por-
que el mundo está lleno de tropiezos y á lo
n*ejor el más inocente. . .
— Si; se casa, y ;adi(>s inocencia!
— No me vengas ahora con lamentacio-
Ees. Bien sabes tú que si me casé contigo
fué por obedecer á mis padres, y que sufrí
mucho porque estaba enamoradísima de
mi primo, farmacéutico del Tandil, el que
me había jurado amor eterno junto á la
piedra movediza, y además me regalaba
pastillas de menta y me cantaba cancio-
nes como aquella que decía:
¡Ay amor! sal al balc('>n
- que me consume,
que me consumo
esta pasión:
patim, pon, pon.
— El que se conéutrie soy yo. ¡Reniego
del farmacéutico y lamento que la piedra
movediza no le aplastara junto con sus
endechas amorosas... y para terminar;
dime por qué y para qué he de estar pre-
venido.
— No sabes que el día trece ..
— Si, es un dia aciago; ya lo sé.
— No es eso. El trece es el día de la pe-
regrinación á Lujan.
— ¡Ah!
— Y hay que ir, porque además de ser
agradable á la virgen, el paseo puede serte
útil, pues si lo aprovechas bien tal vez
puedas cobrar aquel pico que te adeuda tu
primo...
— ¡.lusto:
— No, Antonio; el casado con Adelaida.
—Ya, ya.
De modo que queda resuelto el viaje.
— Resuelto.
— Ahora sólo falta que te entregues á
la meditación y á la lectura del Mensajero
I del Coraxón de Jesús para preparar el
ánimo... ^ -j
— Bien; se hará.
— ¿No vá V. á Lujan? — nos preguntó
esta mañana una señora que tiene dos
hijas por merecer.
— Tal vez. . .
— Pues vénganos á buscar y haremos
el viaje juntos.
¡No sabe V. lo que me atraen las pere-
grinaciones!! Conservo tan gratos recuer-
dos de una que tuvo lugar allá por los
auos cincuenta y tres ó cincuenta y
cuatro. . .
— ¿Algún milagro?
— Precisamente milagro, no; pero co-
nocí á Alberto.
--¿Alberto? ■
— Si, rn¡ marido.
-;Ah!
— l'hitonces no lo era, pero aspiraba á
serlo... Aprovechando la confusión de
gante se sentó á mi lado, y durante el
camino me fué [)isando suavemente el pié,
y entre una salve y un g'oria me dijo,
lleno de rubor:
— -Dendira tú eres entre todas las com-
] pnñirras de wagón!
^W ^k.r4S¿j£Í3^ » i
.,'*. . ■
EL CASCABEL
707
Yo^ naturalmente, nada contesté, pero
me puse muy nerviosa j le tiré disimula-
damente un pellizco en una pierna y...
— Comprendo, comprendo.
• — Si, amigo mió. Alberto se decidió,
pidi(> mi mano y me condujo al altar. Nos
casamos y...
— Ya, ya; no prosiga V.
— Por eso tengo tanta afición á las pe-
reglñuaciones y siempre llevo á las niñas.
-^¿Para ver sí salta un Alberto?
— ;Xo sea V, mal pensadi'!
Vale decir que la mayor parte de los
peregrines no llevan miras mundanas.
Van inspirados por la más sincera fé y no
miran á las peregrinas más que como si
fuesen hermanas.
Y que, por lo tanto, no han de hacerse
ilusiones las niñas.
Porque los Albertos no abundan.
Pero sí quieren hacer la prueba. . .
El viaje es barato.
EN CONFIANZA
Enriqueta mi vecina,
(|ue es una chica rauy fina,
tiene una grieta ¡oh dolor!
en el labio superior
(le su boquita divina.
Por eso si llega á oir
algo gracioso decir,
exclama al punto Enriqueta:
—¡Por Dios, no me hagan reír,
(jue se me abre la grieta..
Raul Osoenraso.
DEBILIDADES...
l't^rico Pérez, un buen muchacho;
por más que muchos á este respecto
<]icea que tiene más de un defecto.
y es uno de ellos, el ser borracho.
¿r.e gusta el vino? Se lo concedo:
pues falta tiene rnás vergonzosa
y es que Perico le dá á su esposa,
cada paliza, que canta el credo.
De tal bajeza Pedro liace alarde
y ¡ay? si cualquiera le causa enojo:
l)ur si esto es blanco ó aquello es rojo
ya está Perico, duro (jue es tarde.
Su pobre esposa, dócil le halaga
y sus favores nunca le niega,
pero es inútil, si el chico llega
borracho á casa, ella es quien paga.
Para él no valen buenas razones;
la letra (dice; con sangre entra,
y asi dispuesto siempre se encuentra
á demostrarlo con mojicones.
Y aunque es tan bruto como fornido
dice su esposa (no .se concibe)
que son las tundas que ella recibe
debilidades... de su marido.
Federico Asto*
LOS ESPIRITUALES
(RaCLMO KI; DlSi'ArtAI'ES)
oDos liemos de morir
hermanos mies, de-
cia el gran Bossuet-
Y todos hemos de
ser locos, hermanos
míos., digo yo, ó a lo
m^nos nuestra^- ex.-
Ii'avaga rieras nos han
de hacera imagen y
semejanza de los que habitan un mani-
comio.
Las manías son locuras: y es tan [natu-
ral en esta época ser maniáticos, como es
natural el colorete en las caras feas y el
frecuente blanqueo do caras viejas coa
apariencias de nuevas.
El hacerse el espiritual, por ejemplo, es
una manía muy general.
Nada mas natural que la espiritualidad
de don Pedro, que cada día se bebe dos
botijas de vino. »
Efectivamente, una botella con su co-
rrespondiente liquido, tiene muchci espíri-
tu, pero de aquellos diablos de espíritus
(|ue hacen saltar el corcho; y tomo que el
I lia menos pensado, salte la cabeza de
don Pedro esparciéndose un vapor que
haría caminaran tren de cien toneladas.
La manía de casarse en las mujeies; la
manía de ser espirituales en ios hombres
(|ue han hecho un acróstico á Nerón, una
oda ú la luna y una invocacida á la ve-
cina.
Conocí á una rubia que por casarse se
hubiese vuelto vieja: vi á un joven (fue por
ser espiritual hubiese sacrificado ia única
cabeza que le concedió el cielc».
P'^ro antes de nada, tma esplicac-ion del ■
significado espiritual. Nadie podr/i saber
hasta ahoia pr.rque se les llama espiritua-
les á ciertos hombres que andan revol-
viendo los ojos y procurando parecer
708
EL CASCABEL
\izcos Ó tontos. Nadie podrá saber exac-
tamente la etimología de esta palabra
cuando se la aplica como adjetivo á los
hombres que saben decir chistes ó chis-
mes. El misterio rodea á este vocablo, el
misterio alcohólico de las espiritualidades
de la academia.
A un hombre le decían— Mira Fulanito.
no bebas tanto, el vino le hace daño.
— No es el vino el que me daña— es el al-
cohol del vil o
Parodiando esle dicho, otro argumen-
taba que no eran las mujeres las <iae
lo enfermaban, si no el alcohol de las mu-
jeres.
Bien pues, la palabra espiritual se apli-
ca de diversas maneras o sentidos. Se dice
espiritual al hombre romúnlico,, melanco-
lice, ó que exhala vapores hetereogéneos
por aquello d<^ «pie si^n puro olor, si se
acepta el barbarismo.
Segundo, (\'\'\ líos que están llamados
pero no escogitií ^ paradet:ir cosas boni-
tas y clnstosa-: iiinque en materia de co-
sas, estoy poi- 1; > que oculta el misterio de
la metempsic<i-i-. (pie consiste en moler
«inco y sacar soi- cosas Y todavía pue-
de haber uim l-ioM-a: pero no de la orden:
aquellos que djc -n lo ([ue nunca pensaron
«) si pensaron.* no por cuenta agena: o
aquellos que h;i ai-on lo que no se perdió.
ó andan con la mano en ol bolsillo ajeno.
Estos son taniosos espirituales.
¡Oh! la melancolía en los ojos! Se me fi-
gura que la ci sis nos va ;i volver melan-
cólicos, es decir, e-spi rituales.
Cuando uno siente que el estómago está
respirando poi h lierída. o mejor dicho.
cuando se tiene iiHml)re, entonces se vuel-
ve uno pálido V romántico, con los ojos
melancólicos, - ,i >s de llorar por todo.
Pero vamos a! asunto espiritual, y vole-
mos por los e^icj¡suH;)S de la espiritua-
lidad.
La palabra ■ i líiicolico. /ola la defini-
ría de esta mai ( ra:-Es frase compuesia
de cólico y mel > .
Los melancoii 'S ó espirituales, lienen
traza de sepulta os: parece que el alma-
de estos es /(¿i>^'" 7)((ü-ff}ónj('., el cuerpo
un túmulo y la \oz un eterno miserere.
Dios nos libro 'I'- osla raza canina.
Los espirilual"^.gen(^ralmente son [lO-
bres de energía y de monedas, y viven
pensando en que no ha pasado aún la
época de los Mcíisluieles (lue los convier-
ta en Faustos.
Estos son la peor raza de las mujeres.
Los hay de profesión y los hay de obli-
gación.
Lc« primeros se han vuelto románticos,
soñadores, poetas, espirituales ó anima-
les, porque han visto la panlorrilla á la
hija de la comadre y han perdido toda ilu-
sión, hasta la ilusión de la carne en día de
\igilia.
Los segundos, porque alguien les dijo
que eran ingeniosos, y su ingenio consiste
en sacarlos trapos sucios á la calle pyra
maravilla de beatas.
Pero vamos á un caso concreto de espi-
ritualidades.
Juanito era un joven por demás buono.
Un día se le ocurre pasar por una esqui-
na; lo cual era una imprudencia.
Oye decir al pasar: este joven es muy
espiritual.
Un botellazo en dirección á su cabeza
no le hubiese hecho tanto daño, como ese
dicho.
En su cerebro se le clavó, desde enton-
ces, la idea de que era espirilual, como se
clava un hvjlés fíente á un argentino.
Fué á su casa repiíiendo la palabra es-
pirilual, que para él significaba un sor so-
ñador y poeta.
Quería pues, soñar despierto.
Un antojo de los más caprichosos.
Se metiu en su habitación y dio rienda
suelta á su imaginación; si es que tienen
rienda las imaginaciones.
En su cabeza que era achatada por los
polos y elevada en el ecuador, ó más pro-
pio, angosta la frente y en forma de cuerno
el cerebro— bullían las faní islicas ideas.
Eia espiritual indudablemente.
Repentinamente siíilió un desmayo lán-
guido y arrobador. Los objetos tomaban
una animación sorpréndanle; los cortina-
jes ([ue eran de género ordinario y con-
una arroba de polvo, se cambiaron en
brocados de oro y plata; los espejos, que
algunos no teninn marco, se convirtieron
en estrellas, en topacios, brillantes, rubíes
y en todo.
¡La maravilla en conjunto!
Juanilo so figuraba estar co¡-onadó por
diosas impalpables y hermosas. -
En uno de esos momentos más gratos,
oyó un ruido leve que se acercaba á su
hahitaciun. Pensó que seria algún ánget
que venía á brimiarle sitio en el cielo.
L'na mano se hizo ver por una de las-
ventanas trayendo un pupel.
Era un pasaje gratis, indudablemente.
Juanito se levantó de su asiento, y deli-
#i'iá?.j>^'ia'jwgflS.¿3;-3fiiei-«.-.taa>fc— . -h..m-.
,-;.:¿.,;^-a¿t;¿ag^-,-~¿ -.M .^^
MaíÑfi^i^aSaí
■'y^WWWMWtWw^W?^^M
EL CASCABtíL
im
rante. tomó enire sus manos el papel y
leyó.
¡Era la cuenta del panadero!
Antes de su ensueño ó espirilualísmo.
-I lian i to había bebido un poquitito de pesco.
Af/usfrn Porcel Jaimes.
EN EL INFIERNO
I
<ii-avemente Satanás
recibe á los condenados,
mientras junto á si sentados
Tiene á dos demonios más.
\'a üejíando lentamente
una iarga procesión,
y aquel infernal salón
se vá llenando de gente.
Llega el cortejo del vicio,
él del oro, el del placer,
Mue van á comparecer
;inte el diabólico juicio,
y al presumir los horrores
de tantos tormentos fieros,
llriran sabios y usureros,
reyes, siervos y señores,
Al ver !a aglomeración,
<■! demonio satisfecho,
se rasca el cuerno derecho
lleno de grata emoción.
Aluevc el rabo el Dios del Ma
:' en iarga fila formados,
van pasando condenados
rinte el jurado infernal.
l'asa primero un gotoso
viejo, que engañó á su espos;.
luego su cónyuge hermosa
'lue también faltó al esposo.
Pasa un general traidor,
pasa el dueño de un registif,
pasan un señor Ministro
y un Ministro del Señor,
pasa una dama risueña,
'iue muestra formal empeño
en que alguien sea su dueño,
y lleva detrás su dueña.
todos con aire distinto
llenos de horrible amargurp,
sufren la temperatura
de aquel ardiente recinto,
y reyes, emperadores,
Celestinas, y usureros,
y ministros, y guerreros,
se hallan en paños menores.
II
Kntre el confuso murmullo
de la multitud, que crece,
una mujer se aparece
y se acerca con orgullo
^fujer que se creería
Hermosa estatua animada.
■ niusa de carne formada
" de nácar, luz y ambrosía.
El demonio estrímecido
dice á la mujer:
—¿Quién eres?
Aquí en mi reino ¿qaé quieres?
Respóndeme ¿á qué has venido?
Y, llena de desconsuelo
con voz que parece un canto.
contesta atinella entre llanto;
— ¡l'orqué me an-ojan del cielo!
Vivía aJegre y dichosa
llena de ventura allí,
y ahora me mandan aquí,
por ser demasiado hermosa.
—Pues si no lias hecho otro mal
no comprendo la razón...
— Armé una revolución
eu la corte celestial.
Prendados do mis encantos
todos los santos vivían,
y de continuo reñían
llenos de celos, los santos.
— Pues entonces considero
(pie con jnstieia han obradn...
y {)uedes irte á otro Indo.
pues yo. tampoco te quiero.
— IVi'O...
— ^ :i tus perfecciones
á mi gente lian encendido.
Vi'te por donde has venido.
iM quiero r'-voluciones.
— he aquí, igual que de el Kdén.
me arrojáis, ¿l-orqué señor?
--Hija mía por temor
<i" enamorarme también.
Til
Satanás se interesó .
por la causa de la* hermosa,'
y para arreglar la cosa
con el mismo Dios se vi-j.
Kl destino de la bella
en extremo discutido,
lili' á Vo último decidido
convirtiéndola en estrella...
tn astrónomo ilustrado
(pie estudia el cielo con celo.
me dijo ayer, que en el cielo
dos cometas han chocado.
Y ("reo fundadamente
(pie de todo su rencor,
¡tiene la culpa el amor
por iá estrella, fijamente!
Lvíá García.
-_i-T".AS»¿ ,:riíÍíí!Í*-,.-_Jí¿tdi^íS¿í.>.,^»Á;Í2Hrig^íS!*^i^ifefe^
V.^j,*^«; j.
'*.'-3:J^_cfv5»__ ir:
mi
:ft ■ í"»;?:
EL CASCABEL
■^
PASADO Y FUTURO
Con un extraño placer
piensan mando y mujer:
él, en lo malo (pie há si lo,
y ella, viendo ¿í. su marido,
en lo mala (|ue lin de ser.
LA MODELO
I
os que teman por costumbre tomar café en la confltena La. AniericCüta,
prestaron atención á lo que iba á decir el celebrado pintor Antonio Ferez.
personaje de nombre y apellido sobrado vulgares, pero de inspiración
nada común y de reconocido valor artístico.
Me mareáis— dijo el artista— y voy á complaceros. Me preguntáis de
dónde saco mis modelos, cómo me los proporciono y si son tan hermo-
sos en realidad como los pinto. . .
Contestaré por partes.
1" No tengo modelos.
Tengo una sola que vale por mil.
2« A mi simpática modelo no la he sacado de ninguna parle. ICUa me saca ú mi de mis
casillas, pues por míls que hago y digo no logro nada de elln. Dispongo de su joven
y hermoso cuerpo, pero, si mientras descanso le hago la corle, me amenaza con no
prestarse m;is á vestirse de reina y de campesina, ó á r/es;iWí¿rt/'.s'e, valga la frase.- de
ninfa, fama, ángel, musa o visión fantástica.
Asi es que mi modelo lo es de veras.
Quiero decir que es una mujer modelo, un modelo de virtud.
'M Es más hermosa de lo qué la pinto. Es hermosísima.
4° No os la quiero enseñar, y
5» Dentro de quince días podréis admirar mí último cuadro titulado La Verdajl...
—¿La verdad desnuda?
— Naturalmente. ¡Ah!... entonces veréis a mi modelo, pero no la conotiereis. Ella es
sacerdotisa del arte. No quiere serlo de Venus.
Con que ¡ya lo sabéis! y adiós; he de empezar la sesión con ella.
Me voy al taller.
II
El más empeñado en conocer á la bella modelo de José, era Rupert:) Antón, rico por
nacimiento, desocupado por gusto y sensual por naturaleza.
Sobrábanle mujeres, segim decía.
Y decía verdad. •
ii't-" ' ■ii,;íÍ!5íís'í!!foíSi:,
F.\. CASCABEL 7J1
La que más le dominaba era una encantadora rubia que le tenia loco, perdidí) y
dominado, hasta tal punto, que accedió á un trato vergonzoso.
Ella le exigió desde el primer dia, que debia dejarle la tarde libre.
—¿Para qué? - .
— Para ganarme honradamente la vida...
—Ya... ya... ¡llene gracia! ¿Acaso te falta algo? ¿Xo te la ganas h ¡Jiradamente
conmigo?
Pero la rubia no cedia. Y el que tuvo que ceder fué Ruperto.
La dejó libres las tardes.
Y pensó espiar á la modelo de Antonio Pérez para hacerla suya y poseer los encanlos
de la que encendía el sagrado fuego artístico en el más celebrado de los pintores con-
lempoi'iineos.
¡Inútil fué su empeño!
Nada pudo descubrir.
Por fin decidió esperar la exposición de La Verdad para grabar en su acalorada
mente la imagen de la bella modelo
III
¡Llegó el gran dia!
Antonio Pérez exponía el cuadro famoso.
Ruperto esperaba impaciente la hora de asistir al taller.
Mientras se vestía, Im rubia que estaba á su lado, le dijo:
—Hoy te dedico la tarde.
—La tengo destinada.
—Y yo ¿quién soy?
Hubo altercado, explosión de celos, y por fin hubo lo que sulo jniede iiaber entre
rufianes y gente mal criada...
Mercedes, la encantadora cubia, recibió una atroz paliza, un vapuleo m jnstruo, del
que resultó lleno de cardenales y desfigurado el bello cuerpo, que perdió su nacarada
brillantez y fresca tersura, para cubrirse de manchas amorataaas. . .
La cara... no hablemos de ella. Quedó desconocida.
Ruperto salió á la calle, y Mercedes, después de curarse á la ligera, se puso n es-
cribir una carta, febril, sacudida por estremecimientos nerviosos y rechinando ios
dientes como fiera herida por experto cazador...
IV
La mesa de la confiteiia estaba más animada que de costumbre.
Los amigos de Ruperto recibiéronle con grandes muestras de alegría.
—¡Hoy es la tuya!... le dijeron.
—¿Cómo?
— Si. ¡Hoy conocerás... en pintura, á la bella modelo de Antonio Pérez!... ¿No la
quieres conquistar?...
— ¡Pseh!... quién sabe. . .—contesto Ruperto, de tal modo, que todos Ijs amigos di-
jeron á una :
¡.\ntonio Pérez se queda sin modelo!...
Y se dirigieron á la exposición.
El cuadro era magnifico. La Verdad resultaba hermosa. En eso tolos estaban
conformes.
Ruperto la contemplaba absorto.
— ¿Se la quitarás?— murmuró á su oído un amigo adulón — ¿Se quedar;i sin modelo
Antonio Pérez?
—¡Pshe!...— repitió distraído Ruperto y siguió ensimismado en su contemplación.—
El esoelto cuerpo desnudo de La Verdad le recordaba algo, le enviaba perfumes cono-
cidos, un vaho de carne joven, muy conocido también... No había duda: la modelo
era Mercedes, su Mercedes...!!
- jMaldiciÓnl ruf ió de pronto el pinlor entrando en el taller y llevando en sus
manos una caria que estrujaba nerviosamente, ...¡estoy sin modelo! me acaba de
escribir una carta... me cuenta cosas horribles!...
—¿Se la has robado?— o>^ Ruperto que le preguntaban en voz baja.
— ¡Pshe!... repitió automáticamente, y desapareció con el corazón oprimido.
Al llegar á casa de Mercedes aún halló papel, manchado con lágrimas, en la
mesa escrilorio salpicada con gotas de sangre.
¡Mercedes era la modelo!...
Mientras tanto los amigos de Pérez repetían reventando de gozo:
— ¡Ruperto se la ha robado!...
Andrés Soler
S^S&ííSÁÍ-Vi-íí
^'s^íí^-^^^s^^-i^-jf^^síf^j^^íis:^''^-"^
Wf^ ^^m"^ ^^^^ -'T^:-^^ *^^:
7>i
EL CASCABEL
EN EL TEATRO
—Allá en el claustro ignoríido,
llorando y arrepentida
has de purfjar tu pecado;
¡y has de pagar con la vidn
este nombre que has mancluido:
,., -.^ ; •, í«.^taitóii.
'^<* N -:^7í^l^rr«^x^?^^'^^^ -'^^''''l^^r^^^'^^^^'-'^^r^^^^^- -*^'"^ "
EL CASCABEL
713
EN CASA
—¡Tu conducta merecía
que }'o te atase con grillos!
—Pero hija
— Qué picardía
¡no me ha manchado en un día
tres pares dS calzoncillos!
kw'rSíSí
^.r^'^^,
??®*J^'
EL CASCABEL
.las ALMAS SOLAS
lia tiempo que hubo pasado.
Ya lo tenía olvidado
II aquel tan feliz suceso,
cuando en un papel, ayer,
escrito encontré joh placer!
«2Í de Octubre, un beso»
A ese apunte, acompañaba
un ramo de la que amaba
de pensamientos y violas;
y pensé esto al contemplar:
— ¡Cuan tristes deben estar
las almas que quedan solas!
likarclo Mendloroz .
TucumAn.
^C^
A UNA DESPaEO^UPADA
Frente a su casa anteayer
curioso me detenía,
y sin quererlo, veía
cuanto se podía ver.
La noche á mi alrededor
entre sombras me dejaba,
y de este modo observaba
á usted, bastante mejor;
pues que yo en la oscuridad
y usted con luz en su pieza,
la vi de pies á cabjza
por una casualidad.
Yo aproveché la ocasión:
más culpa mía r,o ha sidn.
ya (pie toda hi ha tenido
su despreocupación.
Usted puso en la consola
las horquillas, el corsé.
y luego prosiguió usté,
como si estuviese sola.
Después cíe alg'jnos instantes
me dejó usted conmovido,
y del todo convencido
<iue usa medias elegantes.
Segui viendo con encanto
lo que usted ejecutaba.
y vi que usted suspiraba,
pero, ¿por (pi;én? ¡cielo santo!
Puedo asegurar á usté-
que viéndola suspirar,
sin poderlo remediar
al par de usté suspiré.
Que sentí hinchars:^ mi pedio
cuanto abs( rto la vela,
«lue usted al íin se metía
lánguidamente en el lecho,
que noté un dolor estr iño,
que me sentí eslrjuieci lo,
« que casi suiri un vahído.
que me hu hecho V. mucl.o daño
Tuve por ú];imo miedo,
y al querer huir de alü
hallé un señor junto ;i mi, ^ -,\. :
el cual, se chupaba el dedo. ^ '
Y á dos jóvenes que alerta
lo mismo que yo miraban, .
y extasiados se qu«.'dabaii
allí con la boca abierta.
Anoche volví á pasar
por su casa, y pude ver,
que lo mismo que anteayer
se acostumbra usté á acostar.
Vi con aspecto curioso
á un grupo muy apiñado,
vi (|ue estaba emocionado
el público numeroso.
Y contemplé en conclusión
que de seguir como ahora,
hará víctimas, señora,
su desi)reocu pación...
I 'na ocupación! urgenie
tengo hoy mismo, y pasaré,
tarde por delante de
su casa, precisamente.
INIe esperan unos amigos
y es para un lance de iionor,
conque, ¡hágame usté el favor
de cerrar bien los postigos!
S. Garritlú.
DE DOMINGO Á DOMINGO
Mercadet es un conocido nueslro. y es
al mismo tiempo una comedia de Balzac.
El primero es malo.
La segunda es menester vérsela repre-
sentar íi Kmanuel, el artista que, en estos
tiempos de piezas por horas, es el único que
nos ofrece obras completas.
¡Y qué obras!
¡Y de qué manera las interpreta! En
Mercadet, Emanuel ha hecho el papel de
tramposo con tal propiedad, que hasta el
casero hubiera temblado á no conocer
bien al inteligente artista, que si no tu-
viese un nombre legitimamenle adquirido,
como actor concienzudo, lo habría con-
quistado en la obra de Balzac.
A la salida del teatro se oian diálogos
como éste.
^^íi^¿í&4>.-;;¿üíi',^¿ -'
:-...<■. ¡-kí^-^^^'t^^j':,:- .:-v. -i : ■■
.rj^ :^_^-ií >.:-i.^t¿atfc^>;
Usssri¿}kííMd^u¿
■í.^- ■:=i'¿¿a&¿Mi¿MJí-.
ijüi"'
-i^^^í^^f^Wm
EL CASBABEL
715
'-: . — ¿Mercadet?. . . ¿Mercadet?. . . me parece
conocer á ese tipo.
— No, hombre: Vd. confunde. Hay ían-
los Merradets en Buenos Aires.
Y en efecto; la clase es conocida.
Que hable el numeroso gremio de acree-
dores sueltos.
La rrprisse, creo que asi se dice, de
MUe Nitouche fué]un nuevo éxito para la
Reiter, la que, después de conmovernos en
Sor Teresa, por ejemplo., no treplrla. íse
me escapo) en abordar el género ligero y
picaresco.
Que es el que priva hoy.
Y me guardarán de* mentir los leairos
restantes.
La Zarzuela cuenta sus funciones por
llenos.
Entre Juárez y O'Kill, el público opta
por los dos. y la empresa también.
Por eso nos dá función entera.
Aparte de las obritas de costumbre, en
: las que descuellan ya la López, la Pía,
; Juárez ó aniho>^ á fres, se están ensa-
I yando zarzuelas nuevas en esta capital,
: entre ellas La Espada de Imnor, gran
éxito en España, según hemos leído, La
lieriMa^ y otras más.
De ( »"Ki"ll, nada nuevo podemos decir,
como no sea que con sus muñecos, que ya
cantan milongas, logra éxito tras éxito.
Y ello no es nuevo.
Otro teatro afortunado, para el que ha
desaparecido la acostumbrada jeitatura
es el Onrabia.
La Tomás, la señora Muñoz, Ixoldan y
l^>eig forman un ^í/a/'¿t'^.• bueno que ase-
gura el éxito de cuanta obra se pone
en escena. V Itimamenle se ha represen-
tado Z^í Ca:a del Oso, con bastante pro-
]>i<^.]a<l. V se anuncia el estreno de la
REQUIEBRO AL PASO
—A fé de Sanli:.go que ere? la más ¡^imiiátic.i y. .
- ¡Galla, que rne sigue el interventor!
•16
£L CASCABEL
RE CUERDO
■ i:
—¡Qué bien tocas, Anita!
—¿Y V. no toca?
—No, hija, pero antes de ahora lie tocado mucho.
€i.-
-'í-.-jií^i-iá^S"
■.■; -*:üíá¿lSi.'>r ■ •^^';,- '■^^: ^i.i-
-.;.!-;■>*' '"^'ij.?»)-
iifc. -AíSli' ';^^ *--£r:
■.rAjf^í.-iíííife'.' lífeííaJ!
''\ "'-''■■■ -.^-y.-v"^ r''*'"'"" ■■'^',-"" -
EL CASCABEL
747'
celebrada opereta Mis Hellyet^ rrfúsica del
inspirado autor de la Mascota.
Con tal novedad^ ta empresa asegura el
golpe, y conseguirá que no la abandone el
nuniíeroso público que hoy la favorece.
Bien que éste no puede quejarse... ¡hasla
le han puesto fresca regula en los asien-
tos!...
Es una mejora... palpable. '
Las Aranáz atrincheradas en el ÁÜium-
í*ra, Ruiz llenando la Comedia^ Hobles
haciendo llorar á los concurrentes al Apo-
lo, Cavalli en el Doria y. . .
No es cosa de llennr el periódico ha-
blando de teatros.
¿No les parece á Vds?
Leo en un diario serio y muy grande por
más señas, que lo de Santiago del Estero
i'á ele á de veras....
La que si L'á de á capa calda es la gra-
mática.
¡Pobre señora!...
Apropósito de Mascagni un afortunado
mortal que se llama Schnabal, y que ha te-
nido la suerte de poderse entretene/' al-
gunas veces con el famoso maestro, nos
cuenta desde La Prensa (que no es el dia-
rio del rí de veras) cosas estupendas.
Figúrense Vds. que Mascagni tenia un
piano con el que machacaba el tímpano ú
los vecinos.
Estos se quejaron al padre de la criatura
y entonces, el jjadre., iiarto de las que-
jan de los vecinos de que Pedro rompia
los tímpanos a, todo el vecindario no le
permitió áesle estudiar.
jPues se luci<j el vecindario! ■
Porque el á dsie suple al vecindurii).
Y al Sr. Schnabal, ¿quien lo suple?
En tiempo de los vándalos y suevos
se comian los polios á los huevos.
Pasaron las discor.lias y combates
de otras centurias. Y en 'os tiempos nuevoí
¡nos comemos los pollos Qon tomaíes!
Habla un cronisía industrial:
«Tenemos ya funcionando la iabrica Je
legidos de los Sres. ouintin, C^-rdoba y
hermanos
¡Hombre! Me parece qi;o los que tienen
la fábrica son los señores citados.
Digo, me parnce...
Yo no vi en mi pasión ],ra
más ([ue una rejo nniy vieja,
mi cariño ante la i-eja,
tras 'le >U5 hiernis. tu bo>-a.
No VI eii ¡a am.jrosa liza
á aquel maridr. maldito,
ei garr-ite. lneg;o el griti.
y deirus de él -la i caliza.
En un resíaiiranl:
—¡Mozo! ¡Esto no pue-ie comerse, está
leño, de pelos!
— Lsted dispense: hemos coníunJido el
parro(iuiano: cnManios <{ue era el.barijero
de al lado: ¡á ('1 no le e.-trañan.'
Engañada por tu ciencia
te consulla con urgencia
toda la gente afanosa,
por saber alguna cosa
de cierto da su dolencia.
Y es sabido por dHin.-Js
que sale la turoa /nulí"
con las recelas que das:
mas saber, no sa])o más
que el precio do la consulta.
Advertimos al señor Pedro S. Aivurez
agraciado con el premio dei certamen co-
lombino, que dicho premio esiá a su di^jio-
sición en nuestras oficinas.
Como que aun no tía pasado á recugerL^
sospechamos que tai vez se ligure que h)
del premio es una bromn.
Y no hay tales carneros.
Es decir, tales bromas.
■ri;i5Sí5&i^SSí/SJSfe"SiiS-i:üK>;'*'-X^
-;S3ü--;-¿-iL^^í?¿*
- :>-. "•.■..iifcS^/íJ^*-^''.-..^^;;
718
El- CASCABEX.
Un marido en Corrientes, " '
á su mujer rompióle cuatro dientes.
Y en Turquía el sultán pegó á su ama-Ja
partiéndole del golpe una quijada.
De lo dicho resuUa que hoy en dia,
hav brutos en Corrientes y en Turquía. .
'dondencía
A veces decimos:
«Tenemos el oro á 340... «
Sin considerar que no le leñemos ¡ayl ni
al 300, ni á la par.
Pero... somos asi.
A ver si los Sres. Quintal etc.. le arman
un San Quintín al cronista!
. Gedeón decía ayer:
— Es una cosa especial
que los libros tengan iiitUrr
y que no tengan pulgar.
Las letras argentinas están de pésame.
.Ha fallecido la ilustre escritora Juana
Manuela Gorriti.
El CASCA.BriL se asocia al duelo general.
Apropósilo de la citada escrilora, un
gacetillero suelta la imaginación y dice
i[ue las obras de la señora Gorriti eran
cálidas.
¿Lo dirá por la cocina ecléctica?
Todo podría ser.
i.i:ou.—\y dormir tocan!
/'. A.— Aprovecho algo. Le agradezco muciio su
i 11 'eres.
ftetun. — Vaya Vd. & otra parte con sus cantares.
Son mugrientos,
/.. ¿'.—No, sefior; no se admite dinero. Queda us-
ied avisado.
P. L. /".—Es ílojillo, caramba. ,, .. ;;
Peo».— ¿De aduana, 6-de almacén? : ■ f K;
T. li. C. (Itahia /y/a?» ca).— No tiene bastante motu-
iiiirnlo en cambio la ortografía anda movidita.
A'A'A'.— Malo, malo resultó el Primoru <le «t;s.
Otra vez sera mejor. ^ -
/^'ú/o/í.— Y dice Vd.
ICl dulce ambicnle .st/ti/i(ol''>
de per/imiei- exquisitos,
el bosque y los pajarilos
decolores nacarado
perla, y otros itias bonitos.
Y digo yo; si esto es quintilla 6 pretende serlo, re-
niego de las quintillas, de la poesia y de Elidan.
F. C, .s.— Le advierto que salrají'. y curarse no
son consonantes, ni pretenden serlo.
/.. /?.— Se publicara, lo suyo.
P. T. 0.— En cambio lo de V
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corrien te » 0 . 10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
mW ACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
«at-AIaillTA — tat (ALTOS)
■jiJ'L.'. -^-^r'* V-.-Í -Á\-l!.'h-'^.;'-l-\.
kifc
■ \:^-r ■'" -r^W^y- ■
ÉL CASCABEL
ri9
lechería la martona
Fábrica á vapor de manteca fresca
fina en el establecimiento
SUCURSAL
DEL
Leche pura, Crema, Manteca fina DEL DÍA.
QUESOS CAMEMBERT Y BRIÉ
Ventas por mayor y menor en sus depósitos
234, SUIPACHA, 234
FLORIDA ESQUINA TUCUMAN
Al menudeo en los principales almacenes,
ADVERTENCIA
Se previene al público que la farmacia
establecida en la calle Rivada, qu6 fué an-
teriormente deD. Ouillermo A. CrnnweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de OanweII sino de Sproat.
LA ÚNICA
droguería y farmacia
DE
GR ANNA/ÉLL.
Que existe en Buenos Aires, está situa-
da en ia calle de
VICTORIA. NUM. 647
Entre Perú y Chacabueo
Atendida personalmente por su propie-
tario
Edmundo E. Granwell
FARMACÉLTICO
droguería alemana
DE
Adolfo Müller & Aliverti
BINCO DE MDELL
CALLE MORENO
ESQUINA BlEX ÜRDEX
CASA MATRIZ FUNDADA EN SABADELL
(ESPAÑA) EN 1881
CAPITAL: 10,000.000 DE PESETAS
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Se dan giros á la vista sobre todas las capi-
tales de España con beneficio para" el toma-
dor. Se dan giros sobre los pueblos, también
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Afio'I Buenos Aires, Noviembre 16 de 1892 Núm. 46
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SRMANARIO KRSTIVO ILUSTRADO
Nitor propietario: FRANCISCO F ERRES
Maceion j AtliBÍuislracioD: ALSLNA 939 (altos)
HORAS DK OFICINA DR 2 A 5 P. M.
Precio en la ciudad.
Número atrasado..
$ 0.10 el númer>
» 0.1.5 id
Fotograbados de Emilio A Coll y C'
Director: ENRIQUE COLL
ACTORES DRAMÁTICOS
QIOWAMMI- EMAMÜEIL.
Un Hamlel hace Emanuel
por las dudas abrumad*:;
mas dudando en tal papel,
ni un solo instante lia dudado
de que han de aplaudirle á ('I.
rS^'ai...Ti
Tfc <..v«í jiEC^TiaS.. 'i
722
EL CASCABEL
L teatro Xaciona!
Esta es la esclama-
ción de un señor gor-
do, pero sensible, que
sigue con interés la
marcha del teatro y
que se preocupa de
su suerte...
— ¿Pero, qué?— le contesto yo. ¿Existe
el teatro Nacional?
— ¡Ya lo creo.'
- Pero ¿qué entiende Vd. por teatro
Nacional.
— El teatro es una escuela pública.
— Sí; y á lo mejor los maestros se que-
dan sin cobrar la quincena, como les pa-
sa á.los que dependen del C. N. de E.
gerogijfico que, por si Vds. no lo entien-
den, quiere decir Consejo Nacional de
Educación.
— Todos los principios son dificiles.
— ¡Ya lo creol ¡AI principio, cuando me
casé, no podía con mi mujer, y ahora,
puedo menos todavía!
— Vd, es enemigo del teatro,
— jAl contrario! Me gusta mucho y qui-
siera creer en la existencia de él.
— Pues, existe.
— Lléveme Vd. á uno.
— Vamos.
Y en efecto, el señor gordo me llevó á
un barracón ventilado, pobre^, sencillísi-
mo y destartalado.
Al ver n)i asombro, díjome el cicerone
que, aunque gordo y sensible, era muy
leído:
— La «Danza general en que entran to-
dos los estados de gentes» ó la «Nacencia
de Nuastro Señor)\ origen y fuente del
teatro castellano no tenían albergue mejor.
— Es cierto.
— Fíjese Vd, en el público. }
— ¡Ah! (admiración) i
—¿Le sorprende? i
— |0h! (admiración)
— Pues bien: la concurrencia no es dis-
tinguida, en efecto. La clase popular ocu-
pa los asientos. El pueblo bajo, al que
hay que instruir, y ai que no se le puede
hacer entender nada, como no sea em-
pleando brocha goida, es el que alienta á
nuestros autores nacionales. Por ahora
es menester hacerle conocer á los héroes,
á los que lucharon por la patria; hay que
hacerles admirar las proezas del gaucho,
y aborrecer los abusos de fuerza y man-
do contra él cometidos. Cuando el pueblo
esté enseñado, no faltará ocasión de ha-
cerle conecer á la gente de pueblo, á los que
usan levita, á los que luchan, triunfan,
perecen y dan el tono propio á la socie-
dad. , .
— ¡Muy bien! Me convence Vd.
— ¿Qué se representa esta noche?
—Falucho, héroe de la independencia.
-¡Ah!
Empezó la representación.
A ratos en un seudo-escenario, y á ra-
tos en la pista.
La pobreza de trajes, la falta de tablas
en los actores (?) y la completa ausencia
de ingenio en el autor, que se limita á po-
ner sermones en boca de los personajes,
producían en mi un efecto desastroso.
Llegó el momento culminante.
Los realistas se apoderan de la forta-
leza; la guarnición se subleva... pero Fa-
lucho, el héroe reconocido y aclamado,
al que se le levantará p'ronto duradero
monumento, se adelanta, increpa á los
soldados, se cubre con la bandera azul
y blanca, y pide que lo maten.
Muere como un héroe.
De pronto surge una voz potente y
aguardentosa del público.
— ¡Viva la bandera argentina!... ¡co-
bardes!... Ánimo Falucho!..,, déjate ma-
tar como guapo!... cobardes... ¡muera
ésto!... ¡fuera aquello!...
Confusión general.
Interviene !a policía.
..sMtá&iM6S}:.':i.i.'
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EL GASBABEL
723
Interviene el público.
; Se arma un bochinche mayúsculo.
¿Quién era el de las voces?
Sea quien fuere, no me importa.
Salimos del circo cabizbajos.
-¿Y....?
-i •• •.!
— ¿Esta es la instrucción que recibe el
pueblo? ¿Este es el teatro Nacional? Los
soldados argentinos robando la mercan-
cía al napolitano vendedor ambulante en
el campamento, y echádolo á palos cuan-
do reclama su r/?íaí¿awaw.?a.., es un ejemplo
digno de presentarse al público?
Falucho (¡pobre h 'roe! robando el caba-
llo aun gaucho, bajo palabra de devolu-
ción, y vendiéndolo por cinco esterlinas á
un inglés... ¿es ejemplo?... ¿es enseñanza
al pueblo bajo que ha de dar sólida base
al teatro Nacional?
— Calle Vd. — dijo mi acompañante.
—No, señor, no quiero callar.
Los gauchos matando alcaldes y poli-
cias, en medio del mayor entusiasmo del
público? Pueden servir de modelo á las
masas?
— Hombre...
— Nada, nada, hay que hablar claro. Al
teatro se vá á aprender algo útil, y] los
puro queme caiga muerto... gallego mau-
la... 'napolitano sarnoso... 6 comisario so-
treta, no son más que boletos de entrada á
la comisaria.
— Pero...
— No hay pero que valga. O hacer te a-
tro si hay elementos, ó dejarlo para mejor
ocasión.
Pero ridiculizar héroes, endiosar ban-
didos y presentar repúblicas rodeadas de
luces de bengala, no es fundar teatro, y
caso de fundarlo, é«te se convierte en es-
cuela, pero escuela de malas costumbres,
de costumbres prohibi las.
— Tal vez el Ateneo...
—A éste le toca. Y á la Intendencia; má-
xime ahora que es Intendente unjit^rato^
¡Señor Intendente', proteja Vd."el teatro
suprimiéndolo sin más trámites.
Yea Vd. lo que pasó en la Kennesce con
la representación de Man Moreira.
¡Adiosl...
Ahora me doy cuenta de que esta Citarla.
es demasiado estirada...
¡Ustedes perdonen, pero se vé cada fa-
lucho por ahi....!
^^^'
HASTmOJOS
Al cielo pides ayuda
en el trance que te hallas
y tienes en tus batallas
de tus propias dudas, duda
. Tras del hondo batallar,
esa duda has de vencer,
pues al fin has de tener
la certeza de dudar
y entre necias sutilezas
reñirán batallas rudas:
la certeza de tus dudas,
la duda de tus certez.-is.
Quizá desesperado,
y viéndote olvidar indiferente *
aquel conato de pasión ardiente,
me hubiera suicidado.
Pero sé que al instante
te hallarías contenta y engreída,
¡es tan interesante
haber sido la amada de un suicida!
Sé, que tras de unas lágrimas forzadas
me hubieras de tu mente echado lejos,
á esa tumba de cosas ya pasadas
en donde arrojas los adornos viejos
y las flores ajadas...
No; prefiero tranquilo presentarme,
ante ti, recordando aquella historia;
no quiero suicidarme.
si al tin me has de arrojar de tu memoria,
si no me has de llorar, ¿á qué matarme?
Cien mil generaciones con ímpetu rabioso
mezclado y confundido su esfuerzo poderoso
prosiguen su carrera detrás de un ideal,
y van abriendo brecha sus mazas y cuchillos,
y ruedan los hogares y templos y castillos,
cual si los derribara horrendo vendabal.
Herido y jadeante se queda el rezagado,
y sobre su cadáver con furia destrozado
por la columna inmensa que viene detrás de él
se agrupan los rendidos, y en mezcla repug-
[nante
se forma una columna, ciclópea, gigante,
con la que forma altiva la muerte su Babel.
Y un btiitre calvo y viejo sobre el montón hu-
[mano,
hartándose y mirando hacia el confín lejano
donde la hueste inmensa apenas se ve ya.
distingue el nuevo ejército que viene del Oriente
y el buitre satisfecho, tranquilo, indiferente,
se ríe del que viene, se ríe del que vá.
Adclfo S. de los Ríos.
-«¡teíScíííií í'St£ííi;-S!CKJí^flL!-,\„.._. ■^airín'^... ^4^-0. _
.Á^^^4l.s:S;^:ie^úiíí^St^^
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- r^^l^p'-'
724
EL CASCABEL
LO REAL EN EL ARTE
Lucio Pérez es nctor
íiplaudido y festejado;
es un actor celebrado,
es de lo que hacen furor.
Igual pasa con su esposa
dama joven muy notable;
como mujer, adorable,
como dama, portentosa.
¿Por qué han llegado á alcanzar
altura tal en el arte?
Hagamos punto y aparte,
pues os lo voy á contar.
Pasan la vida estudiando,
el día pasan leyendo,
continuamente aprendiendo,
continuamente ensayando.
Y lo hacen con tal calor
que se disgustan de veras,
ó bien, pasan, placenteras
largas escfenas de amor.
— Te voy á matar, ¡traidora!
— grita Pérez con l'uror —
—No te olvides, ¡oh! señor
de que soy una señora.
—Morirás... ¡furia maldita
de mi ser se apoderó!...
¡reza'... ¡pronto!
—¡No»
-¡Si! ^
—¡No!
— Tu resistencia me irrita...
Y asi pasan afanosos
dentro del cuarto encerrados
%Hirlamenlos celebrados,
obra de autores famosos.
— Pero... ¡Pérez me haces mal!
(dice á veces la mujer)
—Calla tonta... es menester
trabajar... al natural.
Aunque llegue á lastimarle
no le debes de quejar:
lo real siempre hay que buscar,
por que lo reales arte!
Y asi se pasan la vida
continuamente ensayando,
sus papeles repasando,
trabajando sin medida.
II
Un día Pérez salió
á un asunto, del hotel,
y únicamente un papel
á su regre.so encontró.
Lo leyó sobresaltado
y al fin quedó convencido,
de que su dama había huido
para siempre de su lado.
La carta decía así
según luego pude ver;
«Adiós Pérez: tu mujer
vivirá desde hoy sin ti.
Se marcha con el galán ]
joven de la compañía,
y en su idem, vida mía
tu honra y esposa se van .
Renegué por fin del arte,
ya estoy harta de fingir,
quiero de veras sentir,
conque me marcho á otra parte.
Caro Pérez no te apenes;
al galán dale la culpa, ,
bu.= ca en el arte disculpa ;,
pues que en él tanta fé tienes.
Y... si llego á lastimarle
no te debes de quejar,
lo real siempre hay que buscar
por que lo reales d arle*.
Antonio F. Molina.
¡CELOS!
(Cuadro de buenas costumbres)
PASILLO CÓMICO EN UN ACTO
PERSONA.JES:
Adolfo y Enriqueta, su esposa
KPOCA ACTl.M,
ESCENA Ú^IOA
Sala pequeña y elegante.— Consolas, jarrones, sillas:
en una de ell.ns, un batin de hombre. Es de dia
(No el batin, ¿eh?) j
Aparece ENri^IQUETA; ADOLFO luego. ;
Enr. ¡Adolfo! ¡Adolfito! ¿No está? ¿Dón-
de se hallará? Debe haberse ves-
tido ya, pues ha dejado su batin...
¡El que yo le regalé! (Lo toma) Pobre
esposo mió. cuanto te adoro, qué
bueno eres... y... ¡calle! ¿Qué cayó?
¡Una caria! ¿De quién sera? Vea-
mos... «Queridísimo Adolfo, pron-
to me echaré en tus brazos, te
quiere siempre Adela.» ¡Infame!
¡Malvado! ¡Trarlato! ¡Una caria
amorosa! ¡Pobre de mi! (Llora amar-
gamente.)
Adol. (Entra por el foro.) ¡Buenos días, mu-
jercila mia! Siempre tan hermosa
y tan... ¡qué bien te sienta ese
peinado!
Enr. (¡Ah pérfido!) -Suplico á V. caba-
llero, que deje de molestarme con
galanterías que tan mal le sientan.
Adol. (¿líse tono?) Como no le espliques
con más claridad...
Enr. Bien me aseguraban que todos los
hombres son unos infames, indig-
...>-íSt ,.£3.„.*t*.j' ,!r*,,tAíW-..
.. .«.-' . .j(«p^3»£''*.1Ek^
i^. í^^.^^i^^fe?^v;^''..í^&::;^^*^^4.
EL CASCABEL
725
nos de que se les quiera, y voy
comprendiendo que el mejor no
, . ' vale nada.
AiJOL. Infinitas gracias; pero lo que pue-
do asegurarte es que no te he fal-
tado en nada para merecer esos
reproches.
Enr. Es claro, ¡á ti le parece todo muy
naturul!
íÍdol Pero vamos A ver, ¿qué te pasa?
¿Qué te sucede? Ya me inquietas...
EnR. Pues bien caballero: he descu-
bierto que tiene V. una amante, y
es más, que esta se llama Adela,
y como no estoy resuelta á tolerar
tal afrenta, hoy mismo me iré con
mi madre.
Adol. (Voy á darle una lección de mo-
ral-...) Señora, usted no vive en
este mundo, estas cosas se ven
todos los días y no por eso se han
de ir á casa de sus mamas todas
las mujeres.
Enr. ¿Es decir, que es natural que deba
usted querer con toda su alma a...
Adehí?
Adol. ¡Naturalisimo! Y aún creo más:
¡tú misma debías quererla!
Enr. ¡Caballero!
Adol. ¡óh! Y si la conocieras, tengo la
seguridad de que no podrías vivir
sin ella. ¡Es tan dulce, tan ama-
ble!...
Enr. ¡Miserable!
Adol. ¡Unos ojos tan claros! ¡Tan sedoso
su cabello!...
Enr. ¿Pero quiere usted que me vuelva
loca?
Adol. Con decirte que es mucho más bo-
nita que tú.
Enr. ¡Esto es inaguantable! ¡Es usted
un cínico! ¡No tiene usted corazón!
Adol. ¡Como que nó! Mira, aquí; el solo
recuerdo de Adela le hace latir con
una fuerza!...
Enr. Basta; basta, ya. Y si pretende
usted matarme de dolor, no lo con-
seguirá. ¡No son celos ya lo que
siento, es desprecio hacia usted!
Adol. (¡Bravo! ¡Esto marcha!)
Enr. Aquí tiene usted la prueba de su
infidelidad: la he encontrado en el
batin que le regalé á usted en días
más felices... ¡Ah, Adolfo! Creí
que me amabas, creí que tus jura-
mentos eran sinceros; ¡cuánto me
engañé! ¿Porqué no abandonas á'
Adela?...
Adol.
Enr.
Adol.
1'"nr.
Adol.
I'.NR.
Adol .
Enr,
Adol.
IVNR.
Adol.
Mnr.
Adol.
Enr.
Adol.
Enr.
¡Imposible! Adela y yo somos uno
partido en dos.
¡Conque es decir, que ella es antes
que yo; que esa... niña de cabe-
llos sedosos te ha vuelto estúpidol
¡Ten cuidado con la lengua! Solo
hay un medio de conciliario todo;
que Adela venga á vivir aqui.
¿Pero ha perdido usted la razón!
Nunca he tratad») un asunto c*:'n
más seriedad: ¡seria yo tan dicho-
so entre las dos!...
¡Ni una palabra más! ¡Es usted un
vil, un Ijorgü)! En este momeo lo
me vuelvo al lado de mi familia.
¡Jí! ¡ji!
¡ji! (Muchas lágrimas.)
(Esto se formaliza.)
¡A... dios. A... dol... fo...!
Vamos, ven acá y escucha. Esa
carta que tan mal rato te ha hecho
pasar, ^^s efectivamente de Adela,
á quien mucho quiero!
¡Otra vez!...
Por ser mi hermana, que habiendo
llegado de! extranjero me anuncia
que muy pronto vendrá á contem-
plarnos dichnso.s.
¿De veras? ¿Y tú. porqué me has
hecho dudar?
Para que comprendas que no de-
ben ser celosas las mujeres, que
como tú, son amadas.
Tienes razón Adolfo. De hoym.js
no tendré celos.
¿Te aprovechará la lección?
¡Te lo juro!
telón RÁí'IDO
Aplausos de los que quieran que en el teatro triun-
fe siempre la moral.
Juan Bcrcngi'cr.
-¿Te lias divorciado?
-Eso es.
Divorciada, ya lo ves.
Soy una mujer prosaica.
—Eres una viuda laica.
como dicen en francés.
'^¿iáitLiiS¿±isS¿j.1^iÉiB^s¡^*¿Ss¡iM'M'tj
¿S¿ :árfi¡m:éÍ ■
*■«• "■ -*e^-^^
736
EL CASCABEL
MÉTODO DE INSTRUCCIÓN
— Mi niña es muy candorosa.
— jOh, señora! lo prefiero.
— Se lleva usted, caballero,
una alhaja por esposa
Para ella no han existido
ni amor ni coqueterías.
Verdad es que hace diez días
que del colegio ha salidc.
—Señora, cuando la vi,
sin querer me emocioné,
¡qué felicidad!— pensé—
tener una esposa asi.
La quise olvidar ¡y en vano!
ya no hallé paz ni reposo;
joh! me ha hecho V. muy dichoso
al concederme su mano.
En su Cándida hermosura
yo he vislumbrado un Edén;
Pura, merece muy, bien
llevar el nombre de Pura.
Me casaré en la evidencia
de ser feliz con su amor.
Se armonizará mejor
su cariño con mi ciencia.
*•«••••••••■ •••••■■
—Ya que va ú. hacerla su esposa
solo una cosa le pido:
que sea usté un buen marido,
que la haga V. muy dichosa.
II
—Mamá, ¿casarme?
—Hija mía.
¿no me has dicho que le quieres?
-Sí.
—Y á todas las mujeres
al fin nos llega ese día.
El que va á ser tu marido
es un joven reposado,
un astrónomo ilustrado,
un sabio muy distinguido.
Ventura y felicidad
junto á él has de conseguir,
y además has de vivir
en completa libertad.
Jíl pasará todo el dia
enamorado á tus pies,
dedicándose después
de noche á la astronomía.
Vas á tener un esposo
ílel, el cual te adorará,
y, además, (jue no será
ni exigente ni celoso.
III
Al fin cambiaron de estado,
pues bien i)ronto hizo su esposa
á la niña candorosa
el astrónomo ilustrado.
Llenos de felicidad
su luna de n>iel tuvieron
y muchas pruebas se dieron
de mutua fidelidad
Mas dio el sabio en la manía
de que al cabo su mujer
junto á él llegase á aprender
del todo Ja astronomía
Y consiguió, en conclusión,
que ella lo aprendiese todo,
logrando, asi, de este modo
fidelidad é instrucción.
Viendo tal retraimiento
la suegra, rápidamente,
se presentó incontinente
cierto dia en su aposento.
Vio la techumbre horadada,
al astrónomo observando,
jy á la niña sollozando,
al telescopio amarrada!...
Luis García.
La Vidalita Santiagueña
(HISTÓRICO)
SPECTO triste presentaban, casi como en nuestros días, las inmediaciones
de la Sierra de Guasayón, allá por los años de 1841. Gomo si la natura-
leza hubiera querido negarle hasta el más insignificante de sus dones,
los pocos ñapindaises y otras plantas espinosas que poblaban aquellos
sitios, hallábanse cubiertas por una capa blancuzca formada por el moho
y la humedad. Pero al lado de tanta desolación, velase un trozo de te-
rreno cultivado de maiz, trigo, y añil, un rancho en primer término, y á la puerta de
éste, sentado en una cabeza de vaca y guitarra en mano, un fornido gaucho de curtido
.■dM^.á
■'•*. •"
iSL CASCABEL ': : > ^^ 727
rostro y cuyo ceño, sin ocultar la dureza propia de los hombres de valor, era con todo
apacible y sereno. Llamábase Fior Inchurria, natural de aquella provincia, y, por lo
tanto, santiagueño. Sin embargo, las frecuentes emigraciones que hiciera hacia otras
provincias limítrofes con objeto de procurarse la subsistencia, le habían hecho perder,
casi por completo, su habla primitiva, el quichua. Cuando los emigrados argentinos
abandonaron las playas orientales alas órdenes del valiente y denodado general don
Juan Lavalle, á fin de ofrecer batalla al tirano Rosas, ñor íncliwrria corrió como
bueno á tomar las armas en defensa de las instituciones, de tal manera vilipendiadas;
pero, en vista del último desastre, (1) regresó á su tierra natal, y en el momento en que
os lo presentamos, conmemoraremos su arribo: que no hay cosa que más nos toque y
conmueva que la vuelta al terruño, apurados ya los nefastos días. Y por eso ñor In-
churria lloraba y tieniplaha al mismo tiempo su estrumento. ¡Que bordoneos antes
de lo sustancial de su canto, ó como diríamos hoy, durante la ouverture. ¡Si podría-
mos exclamar con nuestro poeta:
Al principio se florió
Con un lindo bordoneo
Y en ancas de aquel floreo
Una décima cantó.
Más no encaja aquí el último verso, pues lo que se prepara á cantar nuestro protago-
nista, es nada menos que La Vidalita Santiagueña. Dejad á un lado vuestro bisturí-
¡oh críticos! arrojad vuestra pluma ¡oh clásicos! que al fin los cantos, que son la ex-
presión, genuina del modo de ser, usos y costumbres de un determinado rincón del
globo, esos desbordes del corazón, están muy por encima de vuestros preceptos y some-
tidos á éstos dejarían de ser lo que son, ó en otros términos, que es tan descabellado
vuestro intento, cual si intentarais ensillar una ostra. (Así lo dijo á más de cuatro
ñor Inchurria. ¿Vos sabís, vos coinprendis? Y si no sabis, ni comprendis, ni
entendis, ¿á qué porra iemetis?) Y con vuestro permiso diremos que ñor Inchurria,
previo el clásico carraspeo, (este si que es clásico) entonó con voz melancólica algo
parecido al gemido de un moribundo, los dos primeros versos de la estrofa que de-
cían así:
Yo tenía u-na palomi-ta'
Vídali-ta
Que yo la crieeeé!...
Pero, como no había de ser todo sentimiento, que al fln priman siempre los intereses
materiales, y esto sea dicho sin menoscabo del patriotismo de ñor Inhcurria, medio
enjugó sus lágrimas y mirando va el lao de V oeste ó sea en dirección al corral.
~¡Antonano!—^r\i6.
—¿Qué queris ñor Inchurria?
—¡Plazo é ñaciírutii! A ver si le sacas el freno al (jateao ¿No sabes que los
caballos se ponen babosos ansina?
Y dichas estas razones prosiguió, su interrumpido canto.
Sin darle-moti-vo
Vidali-ta
Se voló y seJiieeeéJ...
Terminaba por fin la primera y tan decantada estrola, pero no siguió inmediata-
mente la segunda, pues ñor Inchurria^ dejando refalar el estriunento y pegando
un beso al chifle que tenía á su lado repleto de chicha, gritó de nuevo:
—¡Antonano!
—¿Qué g^ueris, ñor Inchurria?
— ¡Mira <{ne\os cuches dináoxi en V alfa!
—¡Vo á, ispantarlos!
—¡Anda notnás., piazo é ñacurutú! ¡Ahijuna!...
Qué hará mi-palomi-ta
Vidali-ta
Sin trigo ni arroooooz!...
¡Antonano! Saca el /uote., el juego pa que no se recosa. Antonano., anda., traime
\ñ guasca va castigarte. ¡Ñacurutú, bruto, salvaje! ¿Qué tenis hoy, tupido?
Adiós pa-lomita
Vidali-ta
Adiós . .
|Jem, jem!
(1) El de Famayá— 19 Setiembre de 18tl.
Sí¿^ÍBt^^^^e¿¿.t,,mA¿i.Í!Íí^íSas^^^.,^.íj^Sa¿'?^^,..,á^f,a.^.,.^^>:,^^-^..^. ^£'--áü-^^!fe J.O-.4.. -„., «... ' -. •'. . ■■ . -- .. . V/^í ¿■■.'.'.■-\i>»&Etó;
728
EL CASCABEL
TEATKOS
1. Ksoucliando el coro de hombres. — ■*. ¡Pum! — 3. Cómo >e cumplen las ordenanzas muni-
cipales.—4. El que se pasa la noche apuntando, sin tirar.
. í; ,
'H -.3,
. S^^^.-ú.^^~ 1^ I
jLLjM¡;m¿i¿¿¿¡¿i¿^
i^ÉÉtf^
■^, . ." -"-'- ■•<■ '^
EU CASCABEL
'^m^mw::'^-
729
■'«fe
:'-4-
TEATE(3S
1. Ella me mira,— me mira, mo mira... (Za C'axra (ítí¿ oso)—^. I^n p;idre aprovechado que
aprovecha un palco.— ;3. ¿Sabe V. lo que más me ha gustado? loshajos de la tiple'~4. La... salida.
-lí^^íMi-MMSáM^MJsá^^^^iír^M^^^
.■-'^*íiÁ^.^'?ív-.*£^. -'.v
-:, -, ■í^^íííí'rí^eniwí^E.
730
EL GASCAliEL
.- ^ Tenia una palomi-ta ,r ^ i \^!
^ Vidali-la v^
■ ' Quiera mi reloóooo i ' '
Y awra que se ha ¡uido... ' "
Vidali-ta ^^
Que me muero yoooo!... -
Y aqui íué interrumpido en su canto. - - ;
—¡Ñor IncJmrria!
—¿Qué querís, Antonano?
— Un chasqui que viene e verse con otro que vá el lao de Jujuy pa las fronteras
golíManas, trai unas noticias... de lo pior. Dicen que lo han matao á Lavalle,
— ¿Qué dicisf... Y asomaron á los ojos de aquel pobre rústico dos lágrimas que
cayeron d lo largo de sus tostadas mejillas.
— Y dicen ¿¿¿.s^iíés— continuó Antonano—quc' el gaarJto que llevaba era na menos
queel^mw7ro Mancilla y que ha cfescarnao al general ;;« poder llevar tan siquiera la
güesería.
—¡Pobre mi general!— exclamó ño/' IneJiurra — Y rindiendo justo homenaje á la
memoria del ilustre mártir y comprendiendo al mismo tiempo que ahora la tiranía no
encontraría opositores y qué tal vez su hogar se vería invadido por aquellas hordas de
salvajes, preludió aún otros <-07npases de la vidalita y ¡cosa extraña! unos coUas
que iban del otro lado de la cordillera, refieren más tarde que encontraron á ñor In-
churria muerto á la puerta de su rancho, abrazado á su lira y con los ojos abiertos y
dirigidos al cielo. Y nosotros que, sin ser supersticiosos ó fanáticos, creemos en el
dualismo de los mundos, pensamos que tal vez se encontrarían en las alturas los espí-
ritus del gaucho sanliagueño y del valiente general, el uno muerto victima de su patrio-
tismo impotente para remediar los males que amenazaban á la Confederación; el otro
victima de la traición y la felonía; felonía y traición que, sin servir á los fines que se
propusieran los autores de aquel infame atentado, pone inós en relieve la culminante
figura del ilustre general D. Juan Lavalle.
J. Corras Fernandez.
iPST...!
Manolito, tal como era.
habría hecho un dineral
con escribir el «Manual
del Perfecto Calavera»
Porque no he visto cinismo
tan grande como él tenía,
así es que el Manual tendría,
con retratarse á si mismo.
Manolito era un portento
si de amores se trataba,
y en dónde él se presentaba
deshacía un casamiento.
Anduvo á tiros y á palos
con maridos y tutores,
mezclándose en sus amores,
duelos y fugas y escalos.
Asi es que sus intereses
rápidamente fundía
y en consecuencia tenía
un regimiento de inglesen.
Se prendaba con ardor
de cuantas llegaba á ver,
y no pasaba mujer
á quien no echase una flor.
Si veía por la calle
que delante de él marchaba
alguna que le gustaba
por su andar ó por su talle,
hacía jpist! de repente
volviendo por ver quién era,
la dama hacia el calavera
la cara rápidamente,
diciendo al fin ruborosa:
—¿Qué quiere usted caballero'?
—Decirle á usted (lue la quiero
porque es usted muy hermosa.
Haciendo que el ¡pist! sonara,
Manolito conseguía
que la mujer que quería,
hacia él volviese la cara.
Y con estas travesuras,
que en la práctica aprendió
Manolito consiguió
á miles las aventuras.
Pero llegó cierto día
que aquel ¡pist! tan prodigado,
le dio muy mal resultado
por do iiids pecado haMa.
Vio una mujer elegante
é hizo ¡pist! inútilmente,
pues ella tranquilamente
siguió siempre hacia adelante.
Viendo que salía mal
aquel ¡pist! nunca fallido,
continuó metiendo ruido
de un modo fenomenal.
Y excitado su interés
prosiguió con entereza;
volviendo al fin la cabeza,
no la mujer... ¡un inglés!
Quien al muchacho, con brie,
á gritos abatató,
y un escúndalo le armó
de padre y muy señor mío...
.S'. Garrido.
» <
EL, CASCÍlBEL
731
UN MILONGUERO
•^'^^.iy
Apunte por Fortuny
¡NO HAY OTRO!
Se ha dado por inventar
de una manera asombrosa;
nadie piensa en otra cosa,
¿dónde iremos á parar?
Uno conozco que ayer
lia pedido una patente,
para del agua corriente
hacer cognac de Moguer.
<Jtro que hace del pescado
ya corrupto ó corrompido,
una pasta que ha servido
para hacer papel pintado.
Otro que con alcanfor
mezclado con eme pura,
hace crecer la verdura
que jvamos! es un primor.
Otro que mete en un tacho
enterita una ternera,
y al año está tan entera
y fresca como un gazpacho.
Otro que con unos hierros
unas ruedas y unos muelles,
le resultan unos fuelles
para matar á los perros. (1)
Otro que de un pedernal
(1) Rabiosos, naturalmente.
hace en menos de un instante,
un liniísimo brillante
de tamaño colosal.
Otro que de cascarillas
de huevo pulverizadas,
hace muy bien imitadas
toda clase de estampillas.
Mas yo de todos me rio,
y Binó dígame usté,
si en verdad concibe que
haya invento como el mío:
Pues yo he inventado wn cañón
denominado absorrente,
que... ¡chufff!... se chupa la gente
y... ¡richchch!... la hace salchichón.
A. Día:: de la Quintana.
DE DOMINGO A D0MI.4G0
Odeon.— Sigue concurrido y favorecido
por distinguida concurrencia el bonito lea-
tro de la calle Esmeralda.
El éxito de la semana ha sido HamU't
interpretado á la maravilla por el señop
Emanuel.
La fama de es le actor es bien merecida
y muy merecidas también las manifesta-
ciones de aprecio con que e! público le dis-
tingue.
Hanilet se repetirá muchas veces ya que
es la obra que, interpretada por Emanuel,
ha conseguido quizá el éxito mayor de la
temporada.
San Martin.— Cíí/'//?í;¿: una Carmen un
poco gruesa. ^
Zarzuela.— El repertorio de costumbre;
el que ya nos sabemos de memoria, el de
todos los teatros.
Noobstante hay obras como El Retiro
por ejemplo que siempre parecen nuevas,
sobre todo cuando Juárez es el que pide
que se lo mejoren.
El público le concede el retiro, la mejora
y... se queda con ganas de concederle lo
raism9 cada noche.
.4SáíÉ¡¿ítóSáar-'.!Ító.ií'Í3i¿^«iV-'AT&d
mmp^^':--'-":
■r^i"^.;"*,í,-2t?ij^?í^r;;^ ,^
732
KL CASCABEL
Mí-^
■ ' :*.. '■" ' '•■
VILLA. CRESPO
»-^'*_n
Apuntes del natural por Fortuny
'.»"•*-•;«;' ít.í
.:<::^&!^M¡if'
\P*- r' _ V.j*S^i-'^''7-
W-..
EL CASCABiiL
733
*■*
El Cocodrilo^ El Sr. Luis el tu/nhon
y La Caza del Oso son las obritas que se
aguantan mas en el cartel.
Como se aguanta O'Kill cada día mas
celebrado. '
Comedia.— Julio liiiiz ó Juan Palomo,
pues él se lo guisa y se io come todo, co-
mo si dijéramos, se ha hecho aplaudir co-
mo autor y actor en otra obra suya: El
sueño de anoche.
Como ador ú secas, cada dia adquiere
mas popularidad, apésar de la diversidad
de opiniones que acerca de él emiten por
ahí. Prueba de que vale.
Lo mismo pasa con las señoritas Aceves
y Quero.
Ahora solo falta que Huiz haga conocer
obras.
El público quiere novedades y á féquese
las merece.
# ■ ~
Onrubia.— Apesar de su capacidad, que
es mucha para una compañía de zarzuela
chica., no le viene grande á esla.
El teatro se llena con mucha frecuencia.
Ah! y el público pregunla con mucho
interés \)ov Mis Hellyet.
¡Una novedad en perspectiva!
¡Vendrá tan bien para variar un poco!...
w
Alhambra.— Concurrencia distinguida,
la gente de aquellos barrios.
Cartel bastante variado, y las hermanas
Aranáz tan festejadas como siempre.
Doria.— Muy concurrido.
Cavalli y su compañía están haciendo
una buena campaña.
El cuerpo de baile presenta algunos muy
aplaudidos.
FoLiEs-KoRLET.— El íYesco local de las
Folies, toco de la gente de buen humor y
de las señoritas sensibles, adquiere desu-
sada animación á medida que el calor
aprieta.
La verdad es que allí se pasa bien !a no-
che, y no falta nada.
Nada absolutamente.
GAUCHO
íí#'.
''f?i.
:m.
Ai>iiiite por Fortiiny
En el Rosario están bien de poetas.
Recortamos de un periódico ¡literario!
ío siguiente:
«Y yo quedo llorando desesperado
sin mirar lo que antes veía
¡oh! que tormento tan gravé
y si consuelo no cabe
hay triste infeliz de mi.»
¡Hombre!... Lo que hay es cada poeta
que ¡ay! es muy infeliz.
Después del llorón viene un señor sul-
furado y dice:
«Soy el lamento perdido
en medio de una tormenta
soy la batalla cruenta
que un día el eco se oyó.
' -J^á^i:k^^^~-^>.Jít^^^.';
--:^¡^&&S!ÍÍ^'í
734
EL CASCABEL
RK'í
Ustedes, creerán que al oirse el eco el
vate echó la lira al algibe?
. |CáI...
Vuelve á la carga con más brios y re-
negando de la vida y de la poética, ex-
clama:
«Soy el poeta que un dia
se levanta imponente
muriendo der repente
su poca inspiración.»
Pues... ¡apaga y vamonos!
Ahora resulta que el Sr. Arzobispo con-
fia más en, la Providencia que en los hom-
bres públicos, y de ahi que organice pere-
grinaciones.
Bueno.
Pero... jfiate de la Virgen y no corras!
Me decías hace un rato
cariñosa que me amabas,
y que en tu pecho guardabas
para siempre mi retrato.
A mil tus coqueterías
hacen lo mismo en común,
asi que tu pecho es un
álbum de fotografías.
Hemos recibido una mazurka para piano,
titulada Corona de Noria, original del
señor José V. Pini.
Se vende en el almacén de música de
Medina. .
"* , *■ '
u-
ondmcia
A. L. lie //.—Al público nada le importa que Elisa
no le quiera á vd .
A?¡fo?iíí7/o.— En cambio su Ideal, no es el mío.
C. L. ^; .—Mande algo más, puesto que condicio-
nes no le faltan para cultivar el género.
Sin firma.— Muy serio es lo que manda Vd. Ah!
y no confunda mi nombre.
/. /?.— Ya lo vé Vd. Gracias por los piropitos.
M. F.— La forma es descuidadita. ^
Dineru/'o r«/Vj.y« . —Seudónimo ridiculo, humoris-
mo trasnochado... ¡vayase Vd. á dormir, hombre!
Telp'maco.—^o trATisigo con lo de, ■ '■:
El cielo tormentoso .. * "
benigno nos ayuda
Una de dos, ó es tormentoso ó benigno.
A. S.— ;A ese! ¡áese! gritan á estas horas las mu-
sas ¡ay! tan maltratadas por Vd.
L. de .—Lo siento pero no puedo.
.9i<5rrí/><or.— Almanaque no: pero haremos un nú-
mero- almanaque.
Señorita Z.— Señorita.- . me escamo y no creo en
ello. Además en El Cascabbl no puede publicarse.
Arahel.—'So le puedo decir nada más.
Tunante.— 1^0, liombre, Vd. no es tunante ni cosa
parecida.
R. M. (Tucuman).- Su articulo es muy largo.
El quid pro f¡uo, me hizo mucha gracia.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
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CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio. ' -
Número corriente » 0.10
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SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
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EL CASCABEL
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738
— ^@-«
STAMOs condenados á
estampillas.
Empezaron los ma-
yorales de tramway
y ¡vayan ustedes
á saber quién aca-
bará!
Al principio nos in-
dignábamos cuando
el atento mayoral nos endosaba una es-
tampilla. Ahora nos indignamos si el al-
macenero no quiere vendernos porotos por
timbres postales.
Aun hay más.
: Más íimbres, se entiende.
He leí lo que un señor ha comprado
unas leguas de campo y las ha pagado
con estampillas de las que mandó emitir
Garles para honrar á Colón y para que De
Martino, el pintor que ensucia una tela
al compás de un vals de Palau, d que
pinta, come y se confiesa á un tiempo,
pudiese lucirse y desahogarse ejecutando
una nao y dos carabelas.
Las que, según me ha dicho un estafe-
tero, fueron dibujadas mientras el sastre
le tomaba la medida de un traje, azul ma-
rino, como es natural.
Si la moda cunde, el correo será un
banco emisor.
• Y aun hoy ya lo es.
— ¿A dónde vá V. tan ligero? — pregun-
tamos el otro día aun señor que tiene cé-
dulaB ó célu'as, que dice su esposa.
—Al banco.
—¿Al Banco?
—Digo, al correo: voy á cambiar...
—¿Las señas de su domicilio?
— No, señor; unos pesos nacionales de i
curso más ó menos legal, pero de lo?: que |
cursan al fin y al cabo. Necesito estam-
pillas de dos centavos. . V . í ; '-
-^-¿Tanta correspondencia tiene V.?
— No; pero con las estampillas pago el
viaje del tramway y el mayoral no se me
queda el vuelto. Además, puedo comprar
La Prensita^ que sólo cuesta una estam-
pilla. . . ~ ' ;
— ;Ave-Maria! - ^
—Sí, señor: el cobre está destinado á
desaparecer, como un Pel'egrini, y el rei-
nado de la estampilla es un hecho.
De modo que si seguimos asi, pronto en
la Bolsa se cotizará este nuevo título...
Los coleccionistas están de plácemes.
Sin saberlo tienen un capital sólido co-
mo pocos, con el cual pueden proporcio-
narse toda clase de goces materiales...
— Señorita, dirá un joven de esos que
no tienen otra misión en la tierra que la
de enamorar á todas las niñas sueltas —
señorita, no sea V. ingrata... yo la amo. .
escúcheme V... no apriete tanto el paso. ..
— ¿Se fatiga V?
— Camina tanto, que ya me falta aire...
— Pues vayase V. á veranear á la cabe-
za de algún senador de esos que la tienen
llena de oxígeno puro.
— Mi amor si que es puro. Y yo no soy
un cualquiera. Tengo rentas.
—¿Vitalicias?
— Tengo cincuenta estampillas de Co-
lón, nuevas, y tengo apego... . -
— ¡Ya lo creo. . . qué pegajoso es V.¡
— Es que las estampillas. . .
— ¡Tienen mucha goma!
— Si V. no me quiere me echo de cabeza
al rio.
— No. hijo mió,, que su mamase pondría
mala. Mas vale que se pegue las estampi-
llas al cuerpo y se eche do cabeza á un
buzón: . . A ver si asi se marchará de mi
lado.
La ventaja mayor que nos podria pro-
porcionar la moneda c<jn goma es la de
hacer callar á los acreedores, especial-
mente á los que nos salen al paso y nos
dicen, abrazándonos contra su casto seno:
— ¡Amigo mío!. ..
— ¡Pero!... ¡suelte V., que me ahoga!
'" — No le suelto, no señor. Lo que quiero
es que me pague V. aquel pico.
_-«'.^,:^>v.Vr-.^^'sV--_f' •-.r.-i- ■,'.;:
; í ■-^^^Ns-;'í
^íri^,sr-í¡í-': ;j>í«-^-
EL GASBAÉBi:
739 ,'
— Cierre el suyo que el público se está
enterando, 'r'^'^yr ■ . ^v v^..;...- ji^^;;/ ^ v;;,- .;-'■
— ¡No me callo, no señor! , ' , ,
• — Pero. . .
' — Nada, ó me paga, ó armo un escán-
dalo!
En trance tal ¿qué hacer?
— Muy fácil cosa.
Sacar la cartera; buscar una estampilla
colombina, mojarla y ¡pif! sellarlos labios
del acreedor; franquearle la boca: Nunca
con más razón que ahora podrá decirse
que el dinero lo tapa todo. ¡Hasta la boca
de un acreedor!...
ESPERANDO
J^a preciosa Cíoiisuelo
cístá aguardando á Emilio cotí anhelo.
que le hablará de amor y que de pas'>
Ja obligará á admirar el cielo... raso.
— -©-llr<
LiL TURCA
Apoyando la espalda en la columna,
dando trente á la plaza,
«staba un día una mendiga turca
ante la cátedra! estacionada.
Envolvía la i'az tosca y marchita
en un pañuelo de algodón muy viejo.
y sentada en cuclillas
enseñaba los trozos más se-r/ítos
de su carne morena.
Sus ojos grandes, que entornaba el sueño,
se abrían i<^ntamente á la presencia
de algún caritativo que en los dedos
le ponía un centavo,
Tina dama, una vez, de mucho rango,
descenilió de su coche, la dio un peso
y la dijo despacio: ' .■:/;■ -• V .
—Baje más el vestido: los pilTuelos
lá están á usted mirando.
Se guardó la limosna, y en el acto
estiró la pollera, - '
diciendo, en español estropeado: ., '
—Gracias; Alá proteja
tu casa y tus rebaños.
Cuando la dama se alejó del sillo.
de nuevo la mendiga
se levantó el vestido. - :
plegándolo al descuido en las rodillas, '
y otra vez en el fruto prohibido
lijaron los muchachos las pupilas.
Un caballero pulcro y compasivo.
dándole una moneda.
le dijo con enfado:
—¡Detestable indecencia!
Arréglate mejor esos andrajos.
— (iracias: Alá proteja
tu casa y tus rebaños.
\ encogiendo las pierna.s
bajaron hasta el mármol .<us harapos:
más apenas había el caballero
un metro caminado,
cuando ella de nuevo
arrolló la pollera en el regazo.
y otra vez muchos ojos en su cuerpo
desnudo se fijaron. "^
A un vigilante, que de rabo de ojo,
miraba el espectáculo riendo,
le dijo un gran señor, con duro tono:
—¿Por qué tolera, sin rutior. un hecho
tan sucio y bochornoso?
Y el vigilante contestó muy serio:
— Ahí tiene la infeliz todo el negocio;'
al mandarla tapar le dan dinero.
— Pues llévele este peso
y que se tape pronto.
El guardián se acercó á la pordiosera
y le puso el papel entre las manos.
—(.iracias; Alá proteja
tu casa y tus rebaños.
— Mire, hermana, que ci público se «ineia
porque la vé desnuda;
tápese las vergüenzas.
Levantó la cabez;i,
miró a! guardián y le objetó con calma;
— ¡otras hay fjue, visticndose de seda.
im; están mejor tapadas!
M. Bdiunno/ide,
:a
■■"Si
■-?
1 %^K
^r^^'^f^?^^^^J^f^^
740
EL CASCABEL
EL MARIDO DESDICHADO
(HISTOeíA EN TRES CARTAS ESCRITAS POR SU
MUJER EN DIFERENTES KPOCAS)
' Prü/iera
O
Vi^^uERiDO primo del alma, dueño de
mi corazón, y futuro dueño de todo lo que
me pertenece.
Tengo que comunicarte una mala noti-
cia, digo mal; lengo que confirmártela,
pues que las primicias luyas fueron, y no
.de otro.
Mañana me visten de largo, y como pue-
des comprender muy bien, aunque de so-
bras sé que lo comprenderás de mala
gana, al alargar mi pollera, y tapar mis
pantorrilias, he de acortar la confianza que
íehe tenido, y he de tapar... la boca, por
que una señorita, que viste de largo, no es
como una niña que visle de corto, y las que
de corto visten pueden permitirse ciertas
inocentes larguezas, que al vestir pollera
larga han de desaparecer.
Este párrafo no es mío. Es un fragmento
del sermón cariñoso y amistoso que pro-
nunció mi buena madre al verme conver-
tida fie golpe y porrazo en u¿a señorita.
Mamá, la pobre, lloraba y decía que el
ponerme de tiros largos equivalia á dejar-
la á ella en la plana pasiva.
Yo, no se que plana es esta, pero debe
ser cosa muy graciosa por ((ue el tio, el
capitán de artillería, se rió como un loco.
Se acabaron los besos, querido Arturin.
Mamá di¿e que á una señorita no se la
puede besar. Tú, opinaríis de diferente
modo, y yo... también.
Desde mañana, circunspección: apúrate
y pideme la mano. . .
Ya sabes que te quiere mucho, muchísi-
mo, remuchisimc tu
• .,- Elena.
Segunda
Querido esposo— primo: aquí lo paso
muy bien, apesar de no tenerte á ti.
El hotel está lleno de conocidos.
Los baños deliciosos.
Te encuentro a faltar y ano ser por
Pérez, tu amigo, que me atiende mucho,
cree que me aburt iría.
Emilita está buena y engorda mucho.
Creo que se acordarla más de su papá, si
no tuese por un mequetrefe qiie la asedia
noche y día.
Espero la letra, para cobrarla, porque...
¡hay tanto gasto en un pueblo como este!
Esta noche hay baile.
Me pondré aquel traje azul que tanto te
gusta. ¿Te acuerdas de aquel amoroso
mordisco que me diste en el cuello la pri-
mera vez que me presenté ante ti, con ese
traje escotadito?
¡Ah! ¡es muy bonito! ^ ' ^
A Pérez le gusta mucho también. 'T'
Me llaman para comer.
Adiós: besos de Emilita, recuerdos de
Pérez, y ¡hasta mañana!
Elena . ■■'■
P. S.— ¡Ah!.
quieras.
de mi recibe todo lo que
Tercera - ' '
Señor D. Pedro Tinaja:
Muy señor mió y yerno. Lo que pasa es
una infamia y una iniquidad. '
¡Dar disgustos á Emilita!
¡Está bueno! Y no me repita Vd. lo de
asuntos reservados é interpretaciones
torcidas.
Para la mujer no debo de haber nada re-
servado ni torcido.
Bien se conoce que mi esposo no vi-
ve ya.
¡El si que le diría, cuantas son cuatro!
Vea Vd. de moderarse un poco, ó de lo
contrario Emilita vendrá á vivir conmigo,
para respirar una atmósfera menos co-
rrompida.
En nuestra familia no hay una mancha,
y para lavarla que la murmuración arrojó
sobre mi persona, mi malogrado esposo
se hizo mataren duelo por Pérez, su buen,
digo mal, nuestro buen amigo.
Yo no le podré desafiar á Vd. pero á fé
de suegra, (titulo que con tanta sorna me
otorga Vd.) le juro que, ó se enmienda, ó
las uñas dejarán huella profunda en su
rostro.
Le saluda, mu>' de mala gana, por cierto,
su mamá política (sueg7'a^ que dice usted
con el retintín que he de hacerle perder
algún día).
Por las copias-
Elena.
Aníonu) F. Molina.
r- ' i-
.-&
.v-s%r':"
.?\?J^5S^-:5^^S,rí^:V7>.,^,V->í-,Sv
EL CASCABEL
741
■fc ■».■ i
El auxilio de la Virgen
Fué el invierno riguroso.
Oorao un castigo de] cielo,
todo lo cubría el hielo
y liacía un frío espantoso.
En la campaña desierta
;>■ por el frió aterida,
estaba el pueblo sin vida,
la naturaleza muerta.
Y el vecindario aterrado,
consumido el combustible,
prevf'ia un íin horrible;
temía morir helado.
Los vecinos á implorar
la protección del Señor
se juntaron con fervor,
en la iglesia del lugar
Vela de rizada cera
el sencillo altar alumbra,
conservando en la penumbra
á una virgen de madera.
\' tras de corta oración
alza el cura la rodilla,
y con palabra sencilla
da principio su sermón.
Habla del frió y del hielo
del labrador arruinado,
de la ra.uerte del ganado,
de la aldea sin consuelo,
y mirando hacia el altar
en donde la imagen mora,
con fervor auxilio implora
de la Virgen del lugar,
terminando así:
— Confio
en que Vos nos salvaréis.
En ella solo tendréis
el remedio contra el frió.
Y entretanto que murmura
todo el pueblo una oración,
concluido su sermón
baja del pulpito el cura.
llega hasta la sacristía
y pregunta al sacristán:
. — ¿Has visto?
— ¿A. quién?
— Pues, á Juan;
— ¿..\ Juan?
—Sí, ¡quién lo diría!
Un iiereje desterrado
de la iglesia, sin conciencia
y sin ninguna creencia:
pues nunca se ha confesado.
II
( on la color demudada
el cura se convínola,
que la virgen aquel día
había sido robada ..
y mientras el sacristán
- el robo contaba al cura,
r por la sacristía oscura
entraba el hereje; Juan.
Hacia el grupo se acercó
y con tono decidido,
- dijo:.
— Yo se quien ha .sido.
—¿Quién robó la virgen?
—Yo;
—¿TÚ?
—Sí, decia usté ayer,
cuando en el pulpito estaba,
que la virgen que ahí se hallaba
nos había de valef.
Yo anoche sin una brasa
en mi hogar creí morir,
y decidido á vivir
la virgen llevé á mi casa.
—¡Sigue!
—Por el frió helado,
toda la imagen (juemé.
con ella me calenté
y... ¡la virgen me ha salvado!
Luis García
^; ^^^¿í
UN FIEL
Coloca la camisa al sol ardiente
la esposa de Joaquín, la pobre Luisa,
pues Joaquín .solamente
tiene á fuer de creyente
un Dios, una mujer... y una camisa.
742.
EL CASCABEL
:, ''• ?
O J E o
■■'i- -^"^i
Sabe que un ojo traidor
la observa en el tocador;
mas esto no la embaraza,
pues no ignora que en la caza
fs burno un ojeador.
La orgía del poeta
(Bocetito naturalista)
I
E repito que eres un soñador, y que debes eoígár.los hábitos... /
-¿Yo?...
—Si, tú; tú que te pasas la vida exprimiéndole el jugo al magin,
y soñando triunfos literarios que maldito si producen un cobre
partido por la mitad...
— jPero mujer!. ..
—¡Pero mujer!. ..—Si; asi me decias la otra noche al llegar á ca-
sa: «pero mujer, ¿aún no está la comida?» Y ¡qué había de estar,
hombre de Dios, qué había de estar! ¿Te figuras que en el mercado
ñan á los escritores?... jMira tú que tiene gracia!... Aún recuerdo que el ultimo kilo
de porotos que compré me lo dieron envuelto en unos versos... |que eran tuyos!
— El genio sufre muchos vejámenes.
— Mayores los sufren las mujeres de los genios, que al fin y al cabo son las que les
zurcen y cuidan, y las que sufren los accesos de furor, mientras que las señoras Musas
llevan los piropos y las flores. . . ,
... A ver qué día una de esas nueve señoras (por que creo que son n«éve, ¿no?) á
ver repito, qué día descenderá del monte una de esas musas, y le presentará una taza
de caldo...
— Pero mujer, ¡no materialices!
— Pero marido, ¡no pretendas comer hoy, por que en casa no hay ni galleta dura!
. —Voy á trabajar un poco'y mañana. .. "¡mañana comeremos!
i¿vX'«ííSá .'■
*-»t ■*~'¿"í!r#^ • .
Iím- , (íí* jíT, . «
. \,„-í'. „-. -í,._*^.
A^a¿i^j
■Jm
£L CASCABEL ' - ' " 743
/^^^^ — Pero... ¡hombréele Dios! ~ . w^./ •
— Nada, nada, allá voy.
—¡Bueno, pues... recuerdos á las Musas!... Ay ¡cuánto mejor fuera que Irabojases
de zapatero!
— Pero ¡mujer!
—Pero ¡cuerno!! -. ^
■ II ":>;■- .•
El pobre poeta trabaja.
La mujer duerme: su sueño tiene algo del sueñoeterno: el cuerpo de la infeliz apenas
puede resistir la debilidad; la naturaleza se consume. ..
También se consume la vela de sebo que alumbra al poeta.
Este escribe frenético. Parece que le hayan dado cuerda. Está engolfado en un
asunto grandioso. Mezcla de soñador romántico y de positivismo materialista, el
pobre autor describe en altisonantes endecasílabos una orgia del tiempo do la deca-
dencia romana.
¡Qué fuego en la descripción!
¡Qué verdad en la pintura de la fiesta!. ..
Por la acalorada mente del poeta cruzan veloces esclavos, cargados de fuentes lle-
nas de apetitosos manjares, y siervos ufanos escancian vino y perlas á los parásitos
del liviano potentado.
En cuanto á colorido y verdad, no se puede pedir más.
No falta un detalle.
La música; la danza provocativa de las cortesanas, más provocativas aún: las fra-
ses picantes del bufón; el desenfreno, en una palabra, palpitana latente en los versos.
¡El autor estaba satisfecho!
Término su tarea, y acostóse esperando el dia de mañana para presentar su bri-
llante trabajo al editor de La Recísta, cobrar, comer y demostrar á su esposa que al
fin y al cabo el genio vive, come y ama de veras, y que no todo es poesía en este
mundo.
III
¿Si gustó el trabajo del poeta?
¡Muchísimo!
Las felicitaciones llovieron, y en todas partes comentábase la facundia y el ingenio
del autor.
Este, estallaba de gozo.
— ¡Ah mi mujer!... ¡mi materialista mujer!... Me espera en casa gruñendo y dicien-
do que tampoco hoy comeremos, que la literatura no es cosa seria, que no da de
comer... ¡ya verá elíal... ¡ya verá quien soy yo!... Hoy compareceré ante ella carga-
do de golosinas... ¡Ah! y no olvidaré una botella de buen vino.... ¡Qué orgia...
doméstica! Me rio de Tiberio!...
El administrador de La Revista^ pagó con un billete mugriento las cuartillas.
El contacto del papel electrizó al autor. . .
Es decir, á la materia, al estómago que se dilató é hizo que la boca del poeta emi-
tiese un ¡ah!... que podía traducirse por expresión de contento, ó rugido de fiera
hambrienta.
' IV
Llegó jadeante á su casa y entró triunfalmente. Habló del éxito, pero Ja mujer que
no comprendía ios goces del escritor, exhaló otro ¡ah. . . ! y apoderándose de los fiam-
bres y del vino, comió y bebió.
Es decir, comieron y 'bebieron, por que el poeta no desperdició la ocasión, comiendo
hasta que la vela que le alumbrara la otra noche, al consumirse llenó de olor inmundo
La llama se defendió: ilnminó dos ó tres veces seguidas con fulgor relativanente in-
tenso aquel banquete, y se apagó para siempre.
Nada se podía ya ver.
Únicamente oyóse un ruido confuso, un rumor, el choque de una botella que se es-
trellaba contra el - pavimento, un ¡ah...! seguido de otro ¡ah...I inexplicable, el crugir
de un mueble, y una voz que decía:
—-¡Hemos comido!... ¡me rio de Tiberio... me... rio...! ¡y de sus orgias
también!... _ ., , .i_. ,
Aquella noche la mujer del poeta no gruñó, y es posible que recibiera alguna cari-
cia... dedicada á alguna sílfide.
¡Son tan soñadores los verdaderos poetas... . -
¡Hasta en sus orgias! (?) .
Andrés Soler]
í^-.-*! n- - '^--' ^'^i'^Y^^^^^I^^S ^g^§«?SW^'?r^^4?:3J^^^r'^«?';f^«?af7^TS'^^^
744
EL OAStlABEL
-? , "
¿QUÉ ES LO QUE
f^
La rop:\ de los demás
La ocasión
Las aglomeraciones
El ingenio ageno
■ -*lkSÍ'--Sá?^:-JÍ5*?
rtí.'-, _ -íj. • :■
'l(---'Vv>=.--A^-,-
-iteA*':i!4í
EL CASCABEL
745
APROVECHAN?
La luz
l.a sombra
El coche, gcatis
El santo de un amigo
"H"' -''■."■>.r.'
J.^^^^£¿t^Lf.?¿^^^fe¿^'!aS^lj^'>ra¿¿^^ia^ >J^>^
r.lií'
' -*-"¿;- - .:„^í^£-- í¿!<CA..t^3ÍJr¿¿-
74fJ
£L CASCABEL
r-~'
REFRÁN
—No me das de comer »'a^^ta?
—No quiero darte, Señen:
«cuando dos se (juieren hien,
con uno que coma basta».
EL SASTRE-INVENTOR
Que el destino con rigor
nuestra desventura hostigue,
bien: mas que á un sastre castigue
ya no está bien; no señor,
porque es prueba de liidalguia
'en el hombre, aunque os asombre,
e! que se proponga el hombre
abrir una sastrería.
Sancliez el grande, el magnánimo,
íi sastre se dedicó,
con lo eual nos demostró
Jo valiente de su ánimo.
Mas el destino cruel
Je castigó duramente,
é hizo caer prontamente
mil desventuras sobre él.
La fantasía excesiva
de síanchez, causó el desastre,
porque Sánchez era un sastre
con fuerza imaginativa.
No se contentó jamás
cbn viles imitaciones:
él no hacia pantalones
lo mismo que los demás;
él les ponia viseras,
placas de acero ó encajes,
él evitaba en sus trajes
con goma las rodilleras.
Y este invento justamente
su ruina total causó,
y la cosa sucedió
de la manera siguiente:
• A un joven de formas plásticas
nuestro sastre satisfizo, - v
y unos pantalones hizo
con rodilleras elásticas.
El joven, de una preciosa
niña se prendó ardoroso,
'.J
y se arrodilló amoroso
á las plantas de la hermosa.
Pero al irse á arrodillar,
su elástico pantalón
dióle una atroz impulsión
y al techo se fué á estrellar.
Sánchez supo la noticia
y huyó abatido al momento,
librándose así su invento
de la acción de la justicia.
Triste, aburrido y sin fé,
el sastre al cabo se dijo:
— ¡Qué demonio! ¡A qué me afii.j
■J'engo ingenio, emigraré.
Y se embarcó cierto día
en busca de la fortuna,
en el «Fulton» hacia una
isla de la Oceanía;
fundando sus ilusiones
de sastre desventurado,
en un surtido variado
de sacos y pantalones.
Llegó al lin, desembarcó
con un calor sofocante,
y bajo un árbol gigante
fatigado descansó.
Y pensando en su ideal
dijo lleno de contento:
— .\qui con mi cargamento
voy á hacer un dineral.
c;olgó en un árbol sus trajes,
y al instante que los vieron,
á admirarles acudieron
una porción le salvajes. .
Y de Sánchez prontamente
las ilusiones morían,
pues los salvajes vestían
desnudos completamente.
S. Garrido.
LA DONCELLA DISCRE TA
-¿Quién es?
-¿Puedo pasar, señorita?
-Sí; estoy yo solo. Ya puedes entrar.
EL CASGABt¿L
747
ELBOTRICIDAD
Yn era estudiante, y un día,
e] Siiljio que con paciencia
en nuestro turbio cerebro
nos metía las ideas,
liabló de electricidad,
la palanca gigantesca
con la que el hombre del siglo,
vive, mueve, mata y crea.
Habló del rayo encendido
(jue al caer sobre la tierra,
no respeta los talleres,
ni las cátedras respeta,
(' incendia la rubia mies.
ó hace ceniza una iglesia.
Pintó el rayo encadenado,
(jue entre distancias inmensas,
por un hilo une á los pueblos
y nuestros afanes lleva,
cruzando montes, abismos,
ríos y mares, y estepas.
Y aquel fluido terrible
que destruye, mata, ó quema,
nos lo hizo ver cuando amigo,
en ayuda de la ciencia,
viene á ser cura ó alivio
de enfermedades diversas.
Oalló el sabio catedrático
y al punto la clase entera,
coronó con un aplauso
la peroración soberhi :.
U
(Jonoci á cierta mujer
de una asombrosa belleza,
mujer que al viejo maestro
me recordó, puesto que ella
encerraba el, fulgurante
rayo en sas^pupiti^' negras .
Temblé, al mirar de sus ojos
la llama ardiente é intensa,
y atraído por el rayo,
con una pasión frenética.
busqué á la mujer, la dije
con verdadera elocuencia
el amor que me inspiraba,
y lo feliz que me hiciera
haciendo mi pasión suya,
sin fin, inmutable, eterna.
Del fluido misterioso
que hiere, devasta ó quema,
debia haber en mis ojos
la llama vivaz é inquieta;
pues al chocar fas miradas
mias con las de la bella,
como al chocar de dos nubes
brota la ignea culebra,
brotó un beso en nuestros labios
y un incendio en nuestras venas.
Cuando testigos de vista
estorbaban nuestra endecha,
por los ojos y los dedos
la electricidad aquella
nos daba, con sus señales
á nuestra ventura, espera.
Pasó el tiempo. De el idilio
vino al fin la decadencia,
y me quedó del amor
una galante tibieza.
Mas recordando del sabio
la conferencia soberbia, ■ - .s
y buscando algunas veces
auxilio en la ciencia médica.
y pensando en el fluido
que cura, destroza ó quema,
visito á aquella que fué
de mi alma señora y dueña,
la que me hirió con el rayo
de sus dos pupilas negas;
y alli, me curo y me aburro,
puesto que al tin el sistema
eléctrico, da lo mismo
(\\\e otro sistema cualquiera.
José M". Mendo:<i,
Mf^É-is&i : .ví'.*í--
■ir^.a:
748
£L CASCABEL
MODA FRESCA
ün traje de verano -
StíncilJo yelegiiiiie y a(,r¿tyeiite;
del que alguno dirá seguramente
que es un traje liviano.
DE DOMINGO A DOMI.<iGO
Odeon. — Animado, como siempre.
La repetición de obras como Kean. La
Dama de las Camelias, II padrone del-
le fci^^erie., Mercadef y otras conocidas,
y de lasque más aceptación lian merecido,
ha valido las mismas demostraciones de
siempre á la-compañia.
El publico en general, y muchos admi
nidores de.Emanuel, desearían ver en es-
cena imex&menle ffa7nlei.
La empresa, seguramente no tendrá in-
conveniente en ver lleno el teatro; anun"
ciando la repetición de obra, que tan ma-
liistralmenle desempeñad Sr.Emanuel.
Y asi saldrán ganando la empresa y el
público. r
Zarzulxa.— Este teatro es un jardiu, se-
ixúii la expresión de un cronista amoroso,
es decir, de uno de esos que escriben pa-
r.ilasniñas. <. , : 1 :
La verdad es que eslas abundan en este
teatro, y hacen que uno no sepa si ha de
atender al escenario ó á la sala-
Ventajas de la función entera. ■'-■ = ^
Dejando en su sitio á la concurrencia,
que, repito, es escogida, subamos al es-
cenario, como una obra cualquiera.
La compañía cuenta con una nueva ti-
ple: la señora Ciudad, y con un barítono
nuevo, pero nuevo del todo, debutante
absoluto, el joven Serra, que ha demos-
tiado condiciunes.
Los demás artistas, incluso el tenor Or-
tega, que parece decidido á quedarse en
el teatro, ya son conocidos.
Estreniironse Las Catnpanadas, y el
miércoles seguramente, se estrenará la
Revista, música de Caballero y letra de
Miguel Echegaray. !
Además pronto empezarán los ensayos
de Mis Helyet. , .
Onrubia.— No se duerme la empresa de
este cómodo y espacioso teatro.
Resucita obras aplaudidas, como El
Arca de Noé, Pepa lu FrescacJiona,
fque en Onrubia es frescota de verdad) y
otras.
Y como resucitar obras no es bastante,
prepara estrenos.
Anunciase una obra local, que ojalá re-
sulte, para estimulo de autores y empresa-
rios.
Además, Mis Helyet, futuro caballo de
batalla, á lo que se vé, también está anun-
ciada, y. apropósito: Mis Helyet es tra-
ducida y arreglada para dos teatros, y por
diferentes escritores.
Veremos quienes se llevarán la palma.
Comedia— Oejón siempre ha sido parti-
dario de las (unciones completas. ^
1 : ■ '.V
/SiSáfeAíí*/ í^isS^&^iiáte^-
^^^!!S£^Ss¡
EL CASCABEL
749
Ahora ha puesto en escena la popular
zarzuela, Los Sobrinos del Capitán
Grant con lodo el aparato que permite
el escenario de la Coniedia. i :
Elementos no faltan en este teatro: aho-
ra solo falta que el público se cure de
la movilidad que los espectáculos por sec-
ciones le han comunicado, y que se acos-
tumbre á pasar tres horas en el teatro.
Con obras como Los Sob/Hnos no es di-
fícil el milagro.
Y con Julio Ruiz, Emilio Orejón, la Ace-
ves y las Quero, menos aún.
Conque ¡á reir con las distracciones del
doctor Mirabel!
Alhambra. — Apesar de los esfuerzos
que hace la compañía de las hermanas
Aranáz, el público no acude al fresco tea-
tro de la calle Cerrito.
Quizás los calores lleven gente.
De todos modos la compañía presenta
variedad de obras y logra aplausos, espe-
cialmente los que como buenas hermana-,
se reparten Concepción y Mercedes Ara-
náz. f
Doria.— La aplaudida compañía de Ca-
valli, pasa al teatro San Martin.
En un local tan céntrico logrará el gra-
cioso actor ([lie su trabajo y el de los de-
más artistas, luzcan m;is (jue en el Doria-
El cambio será provechoso.
Y sobre l'xio, mucho público que no se
animaba á ir hasta el Jjorid. concurrir;!
al San Martin, y apreciar.! el notable tra-
bajo del simpático actor müanes.
Foi,n-:s FoHLET.— .4ií co/iipU.'t cada no-
che.
Caslhor, la Darras y compañía ceielira-
dos siempre.
]''l público no se cansa.
¡Y Forlel tampoco!
se mueren no pueden obtener el beneficio
de una misa porque la tarifa es muy alta.
¡Cuatro pesos una misa!
No los puede pagar cualquiera.
Afortunadamente, parece que, se desti-
narán días para decir misas gratis.
.\hora, ya podemos morir tranquilosl
Ya dados á Belcebú
dos discutían asi:
—No te creo.
:■ —Ni yo á ti
— ¡A mi me apoya Manú!
— Pues mira che ¡á mi maní!
Nuestro asiduo colaborador, el Dr. Diaz
de la Quintana, nos ha remitido un ejem-
plar de su poema /)e.Si;Mt;.s de la muerte,
primorosamente impreso y perfectamente
ilustrado.
Cónprenlo ustedes y hagan los comen-
tarios que nosotros nos abstenemos de
hachar, muy ¡i pesar nuestro.
Como se traía de uno de los de casa. . . .
Ley(} un libro fastidioso.
y en cuanto al fin llegó Juan,
dijo:
— No miente el refrán:
hasla el fm nadie f's dichoso.
Ahora resulta ([ue si escasea el agua es
por ((ue faltan unas bombas que la compa-
ñía de aguas corrientes no lia entregado
al servicio.
listo es una venganza de la familia.
Claro ¡cuántas veces las bombas m» pue-
den funcionar por falta de agua!
En los casos de incendio, especial menie.
Se hallaban hoy reunidos
Luis, .Vnliiii. .lu.ina y Pilar,
y estas creyeron notar
que llegaban sus maridos. .
Escondiéronse ligeros ^
Luis y Antón, hasla que Juana
mirando por la ventana,
dijo— ¡No hay tales carneros!
Mientras la Intendencia rebaja la tarifa
de ios coches de alquiler, los pobres que
Los vigilantes por lo visto están exentos
de tener rubor.
Dice un colega de La Plata, refiriéndose
■,-ír
á unas mujeres de vida alegre:
.en los
días de calorías niña>^ se presentan en la
iáfc.^
^ÉÉ^É^s¿^&;¿iS^Éiis&,cÉi^^^S&¿í¿i^s^,
:~~..:-. .:-^ :■
750
EL. CASCABEL
vereda ó ventana, con Irages tan ligeros,
que ofenden el pudor, hasta de los mismos
vigilantes.»
Repetimos: por lo visto, los vigilantes no
tienen rubor. <^ ; - ,/ - -: \
. A lo menos asi lo deja entender el co-
lega. ,,-._:, ^
."'"Sr &
Leemos en un diario:
<^F.l Dr. Roque Sáenz Peña pasará una
temporada de campo en su estancia, que
durará un mes.»
¡Lo que saben los periodistas!
¡Hasta la duración de las estancias!!...
Con Justo se halla casada
la encantadora Enriqueta,
quien ésta á fuer de coqueta
por alguien galanteada.
Mas ayer tuvo un gran susto,
y se mostró intolerante,
diciendo que «o á su amante
mientras no viniese Justo.
En un periódico dedicado al bello sexo
encontramos el siguiente desahogo poé-
tico:
Subid á la cumbre mas alta
y verás lo que allí se inmola
dentro de las rocas los nombres
Selina, Cásfula y Lola.
Falla algo.
inmolar al autor.
ondencia
Emil. 73._ jj¡s muy fuerte io de la campanilla.
Tétrico.— ky que fúnebre, que tétrico, que es esto. .
que cantan en La Leyenda del Monge,
El de fln/e.«.— Si; que sigue escribiendo tan mal
como antes.
H. de fi.—íio es publicable.
Churruca primo.— \\ tan primo!
.S'. G. Z'.~No hombre... ¡no se puede corregir;
. R, (Bahía fí/rtííca).— Siento decirle que vamos
empeorando: es decir, que empeoran sus versos.
Ventarrüu.—'^o esta mal, pero no dice nada. Pa-
labras, palabras, palabras...
3'erron.— En cambio Vd. dice unas cosas...
Fai(sto.-Su Tenorio no conquista nada.
Uno.— Bien hombre bien!... ¿no publico sus ver-
sos? ¡insulto tras insulto. ..! Afortunadamente estoy
acostumbrado & desahogos de esos.
C. A.G.— ¡Atrás las huelgas!
Pintón.— Y... ¡atrás los Pintones!
Servidor.— Vero ¿como quiere Vd que consienta en
que se llame
nebulosa iínne
sutil y vaporosa
á la tiple, esa ([ue le inspira tal pasión'í
P. .—Se publicara.
Sin firma.— Tiene poca mñ/ft.
Cer<ece?"o.— Es bueno para la página de anuncios.
E. S. C— Solamente quedan algunas colecciones
completas, pocas por cierto.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO .
Director: ENRIQUE COLL
W.
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses 8
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente »
» atrasado »
1.50
0.10
0.13
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIOX
®3t— AIiSIllA — tSS (ALTOS)
' .^\:l'-> .MX^'f^'-^.'C-CsC ^
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EL CASCABEL
.751
lechería la hartona
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establecida en la calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Guillermo A. CranweII,
se vendió á D. Diego Sproat, quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
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Que existe en Buenos Aires, está situa-
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679-CANGALLO-679
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EL CASCIBJH
ftftol. -Bsenos airee, Noviembre 30 de 1892 Nftin. 48
Httnr propietario: FRANCISCO FERRÉS
HedaceioD j Adilüistracion: ALSINA 939 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
f>ecio en )a ciudad. . . | 0.10 el númer.
'Túmero atrasado.. .. »0.15 id
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Fotograbados do. Emilio A. Coll y C>
Se arregla de manera
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752 .
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n;,,-pa.— se expiden pasajes de venida de to-
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679-CANGALLO-679
Felipe, Vázquez
ARTISTA
Y PROFESOR DE CANTO
i >iscipulo del Maestro (lóala
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La Lidia,
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'^m^r.^i^'T^'^:' i'^^^i - •
■ >
EL CASCABEL
^=^.
A visto usted?
-¿Qué?
— ¡El calor, hom-
bre, el calor!
— ¡Ah! No; no lo
he visto, pero lo he
sentido y lo siento.
-¡Y yo:
— Pues estaníos en paz.
—¡Ojalá!
— ¿Cómo se entiende? Yo no le debo á
usted nada.
—No, hombre, V, no me debe nada ab-
solutamente. Si he dicho que no estába-
mos en paz, no lo he dicho por V.; lo he
dicho por mi mujer.
— ¿Está V. en débito con ella? Malo,
muy maloi! A la esposa hay que pagarla
puntualmente...
— ¡Si no es esol
—Pues no entiendo...
— Ya se conoce que V. es soltero...
— A Dios gracias.
— ¡Ay! Ojalá pudiera decir yo lo mismo.
Crea V. que entre el calor natural y lo qne
me acalora mi esposa, estoy que ardo.
Ahora se le antojaque hay que veranear-
se empeñan ella y las niñas en que hay
que hacer una excursión de recreo, y yo
les digo que están verdes.
— ¿Las hijas?
— No, hombre; las excursiones.
La sííñora se empeña en ir á Mar del
Plata, y y,o le digo que su empeño puede
dar por resultado el empeño de nuestras
pocas alhajas, entre ellas un sable de mi
abuelo que fué de dos filos, y que al cortar
cabezas tocaba milongas.
— ¿El abuelo?
— No, hombre; el sable, que era instru-
mento de muerte y de música á un tiempo,
— ¡Ah!
— Mis niñas quieran ir á Montevideo y
yo les digo que no estoy para montes, pues
aún recuerdo la última paliza que me die-
ron en un monte familiar.
—¿Cómo?...
— Sí, en un monte que jugamos entre
varios amigos el año pasado en Chasco-
mús, á donde fuimos á veranear.
— De manera que. . .
— De manera que estoy con la soga al
cuello, y que al fin tendré que salir...
— ¿De la soga? ¡bien hecho!
— ¡No, hombre! Vd. no me entiende.
Tendré que salir de Buenos Aires, para
dar gusto á la familia, por que si no lo
hago así, á mi mujer le dan unos ata-
ques.
— ¿Quién se los dá?
— ¡Los nervios' y... ¡viesr; Vd. que
poder el suyo!. . .
— El de los nervios.
— Y el de mi señora. El año pasado tu-
vo un ataque á causa de la calor, que dice
ella, y después de llenar una palangana
de sudor se empeñó en andar en camisa
por casa, y no paró hasta que la llevé al
campo.
Apenas divisa el verde de la pradera,
se calma y se vuelve dulce y bondadosa.
Me trata con mimo, y pasa el rato ha-
ciéndome bombachas de brin y leyendo
poesías de Guido Spano, ó prosa de Mas-
sioti.
— ¡Qué martirio!
— ^y amigo. . . . ¡dichosos los solteros!
Ustedes son envidiados. . .
— Si; cuando no somos envidiosos, á lo
mejor se vé cada casada. . . .
— No me hable Vd. de eso, que me es-
carno.
Ello es que el calor no3 escama, y que
los que ademas de sudar, como cualquier
peón de albañil, nos vemos en la obliga-
ción de >udar tinta y empapar cuartillas,
pasamos las de Absalon. (^j
Algunos colegas que saben vivir, se
rien del calor y de sus extremos.
Pero no todos podemos permitirnos el
mismo lujo.
Joselin Fruende, que es un muchacho
(1) Rojas.
EL CASBABEL
755
que colabora ea un sin «fín de papeles del i
género amatorio, y que se derrama cada
día un frasco de «Brisas de los Andes» en
los calzoncillos y camiseta, para perder el
olor de hombre y remontarse á las regio-
nes de la ambrosia, escribe en condicio-
nes envidiables.
Apenas se levanta, se santigua fervoro-
samente, como quien va á emprender un
camino áspero y lleno de contrariedades.
Una vez santiguado, da un beso á la
mamá y se mete en la pileta de marmol,
llena de agua templada con gotas deRhum
Quinina, y con polvos de fécula de pa-
tata.
Una vez en el baño, lee una poesía clá-
sica de Oyuela; toma magnesia y se siente
fresco por fuera y por dentro.
Pide papel y escribe.
¡Qué frescura de conceptos!
Parece mentira que un vate de la talla
de Joselin pueda decir en pleno, verano
que
. . . las tenues pupilas negras
de Julia, la ingrata,
penetran cual finas hebras
en la fresca catarata
que taladra el corazón,
fresco y lozano
con su pasión.
Lo cual es el colmo de la frescura, como
pueden Vds. ver, ó sentir.
Sentir, sobre todo.
La mamá de Joselin afirma que la fres-
cura que respiran las poesías del vate de
sus entrañas, obedece á que su Joselin ha
alcanzado una altura tal, que mora sola-
mente en la región de las nieves perpe-
tuas.
¡Dichoso él!
Nosotros menos felices llenamos de pri-
sa unas cuartillas prosaicas, y aguarda-
mos el tren del jueves para ir al Tigre-
Hotel á ver si nos enfriamos con un cero.
El que tiene la ruleta.
Qué es el quemas frió deja á los pun-
tos.
Y nosotros ¿qué somos?
A estas horas... unos puntos... lí-
quidos.
;Ea. . . ! que hoy no charlamos.
La culpa la tiene el calor.
■Tiflti'-."'.
LA CALLE FLORIDA
De las tiendas se escapa luz á torrentes,
lanzan las joyerías sus mil reflejos,
que como los aceros chocan hirientes
saltando en los cristales y en los espejos.
El ambiente parece de luminosas
partículas que encienden el aire puro,
y las estrellas tristes y temblorosas-
miran por las rendijas del cielo oscuro.
La flor en la canasta su olor consume
á las plantas de un hombre sucio y mugriento,
y los gritos del zafio, con el periume
de la flor delicada, llenan el viento. .
En vaivén incesante la gente pasa-
je un vergel de mujeres anda y oscila,
y á su paso la atmósfera hierve y abrasa
quemada por el rayo de su pupila.
La calle fulgurante y esplendorosa
inspira y acalora la fantasía,
mientras que cruza tanta mujer hermosa,
como un jardín de flores del mediodía.
Ante aquella increíble, rica pintura
los jóvenes parados ante una puerta,
viendo el radioso paso de la hermosura
se quedan con un palmo de boca abierta.
Y parece que en torno giren velados
los genios invisibles de la poesía,
y dejan muestras cuerpos electrizados,
vertiendo suavemente su melodía.
Viendo tan gran portento, nace la iaea
de que hacernos felices el cielo quiso,
y por eso en tal calle, fecundo crea
la sucursal terrestre del Paraíso.
Adolfo S. de los Ríos.
CREYENTE CONVENCIDO
Hombre sincero y creyente,
no habia seguramente
([Uien á don Juan se igualara
y ninguno aventajara
sus protestas de fé ardiente.
Prueba de su convicción
y su cristiana pasión,
el incrédulo tenía
sólo al ver la habituciiui
en que don Juan resjLdia:
Altares llenos de flores,
cruces de plata y esiañu.
756
EL CASCABEL
santos en Jos miradores,
santas en los corredores
y hasta en el cuarto de baño.
Ante una imagen de yeso,
sentía la sacra llama
arder, con dulce embeleso,
y Je servia de cama
una hermosa cruz de hueso.
Tal cruz, que, otro supusiera
un infierno, era su edén,
(por más que no faltó quien
la cruz de hueso creyera
de hueso... y carne, también).
Tenia en una piscina,
en su entusiasmo febril,
á una Santa Catalina
y á todas ¡as once mil
vírgenes en la cocina;
un hermoso San Antón
sobre una jaula se hallaba, .
y un soberbio San Ramón
tenia en la habitación
donde la mucama estaba.
En su católico atan,
llegó por último á tanto.
que usaba, según su plan,
para vino el de ^Sau Juan
y el bastón de palo santo.
En pos de sus ideales.
como pájaros tenía
.solamente cardenales.
y en música sólo oía
las músicas celestiales.
ilas como iba celebrando
toda fiesta de la iglesia.
y esto lo hacia tragando.
el pobre se fué enfermando,
apesar de la magnesia.
Se puso triste é hiposo,
mustio, pesado y gotoso.
y, como siempre comía,
al cabo le llegó el día
de hallar eterno reposo;
pero, según supe yo.
y de su vida se infiere.
como cristiano murió.
porque don .Juan reventó
de un cólico ui (screrc
.S". dar r ido.
12 de Octubre de 3492
IDO la palabra!— dijo uno
de los miembros más
conspicuos de la Cámara
Administrativa de Ma-
canópolis.
Considerando que en
las arcas del tesoro hay
sobra de dinero, propon-
go que se supriman los impuestos durante
cinco años.
— ¡Aprobado! — dijeron todos los presen-
tes.
Y abandonaron el recinto para ir h sus
respeietivos quehaceres.
A las pocas horas los muchachos ven-
dedores de periódicos voceaban La Ga-
ceta con importanles noticias.
Compré La Gaceta y lei.
Busqué [noticias políticas y no las en-
contré.
Por fin, casi escondido hallé un suelto
asi concebido:
«Mañana se verificará la elección de
Presidente y Director administrativo de
Macanópolis. En vista de que de los quin-
ce candidatos que la opinión aclama, nin-
guno quiere aceptar el cargo, se ruega al
ciudadano que quiera tomarse la molestia
de ser presidente, avise á la mayar bre-
vedad.»
— ¿Estoy soñando?— pensé.
No, no soñaba.
Bien claro oi gritar á otro chiquillo: ¡La.
Baudera con la última hora!
Compré La Bandera.
Lei la última hora. Decía así:
«Como ocurre siempre que de elegir
presidente se trata, nadie quiere serlo.
Será preciso proceder á un sorteo, en
cuyo cas':^ el agraciado con la bolilla roja
no tendrá más remedio que sacrificarse
y aceptar.»
Y como comentario agregaba La Ban-
dera:
«No es posible dejar de hacer constar
el grado de educación que ha alcanzado
este pueblo. Cuando leemos la historia pa-
tria nos reimos y nos ruborizamos á la
par, pensando que por allá los años 18...
nuestros antepasados se peleaban y llega-
ban á las manos cuando tenían que ele-
gir no ya presidente, sino un simple con-
cejal.
^L CASCABEL
757
Apesar de todo, no debemos ser ingra-
tos con nuestros antepasados, al contra-
rio, les agradecemos lo que hicieron.
Tanto desorden y despilfarro produjo
una saludable reacción.
De la misma manera que se suprimie-
ron los ejércitos después de organizarlos
de manera tal que por temor á un choque
nunca chocaron los de dos naciones dis-
tintas, de la misma manera después que
, el escándalo político y administrativo lle-
gó al colmo, se produjo un movimiento
regenerador que después de unos siglos
ha dado por resultado la supresión de la
política por cosa innecesaria.»
— Pero... ¿qué es lo que leo? — exclamé
asombrado.
La llegada de unos señores respetables
que tomaron asiente en una mesa próxi-
ma á lamia, me distrajo.
Los caballeros discutían; hablaban de
antigüedades, de libros raros, de folletos.
de diarios...
— Ser.in bibll(')fllos — pensé.
Y como uno de ellos dijera:
— He descubierto algo curioso,— presté
atención — Se trata de un diario del año
1892.
— ¡ -Xnliguo es!.. . — dijeron los oyentes.
— ¡Qué tiempos aquellos! ¡Qué luchas.
y cuanto macanazo!
Figúrense ustedes que debían tener lu-
gar elecciones de gobernador, y, ^.saben
ustedes como se votaba entonces?
—Hay opiniones diversas...
— ¡Cá! Se votaba á tiros.
— ¡Hombre!
— Sí, señores.. . ¡tiros en una elección!
Es el colmci de la barbarie. Y asi eran
nuestros venerables abuelos. Leyendo el
diario ese que he hallado, encuentro cosas
estupendas.
— Cuente.
— ¡()h... no acabaría nunca! Pero en fin.
para qué juzguen ustedes. Llegababa ;t tal
extremo la... no sé como llamarla, de los
hombres de aquel tiempo, que en los dia-
rios se leían noticias como estas:
«Ayer la policía detuvo á un ladrun,
mientras robaba el dinero de la casa del
doctor...» _
— ¿Y esto es malo?
— No señores. Lo ridículo es lo que
sigue:
«El Jefe de Policía premió y felicitip al
vigilante que hizo la captura.»
—¡Ja... ja... ja...! ¡Vaya con nuestros
abuelos...! ¡Y qué cosas tenían! Premiar á
un empleado que se limitaba á cumplir con
su deber! Es gracioso el caso.
— Ea. señores; vamos á elegir presi-
dente.
—Tendrá que sortearse. Nadie quiere
serlo.
— Amigo, el cargo es molesto y no pro-
duce nada.
— ¿Vamos?
— Vamos.
Y se fueron.
Quise seguirlos, y nr. podía; en vano for-
cejaba conmigo mismo: hice un supremo
esfuerzo, me levanté perC' caí...
A tas doce ini.) la mucama me encontró
tendido en el suelo. ca.=:i debajo de ía
cama.
Me molestaba un dolor en la cara.
Consulté con el espej". y vi que la fren-
te parecía un durazno.
Había recibido un gran golpe.
¡Ya lo creo!
Apenas es nada caerse de la cama, y
recorrer en la caida tres mil años...
AndrH Soler
LA CONFESIÓN
I i m 1
ion. del alema r..
Dos amapolas eran sus mejillas.
rojas por el rubor,
cuando la vi ponersi- de rodilla-
junto al viejo y adusto confesor.
—¿-Qué pecados tendrá?— yo me d-'cia
¿En qué p(»drá pecar?
Y ella más sonrojada se i)Onia.
y comenzaba, misera, á tomlilar.
P.USCÓ luego el [»apel donde, apuntados
con contricción y lé,
estaban casi todos sus pilcados:
papel que ella perdió y (|ue yo lo halli'.
('onfusa, que le absuelva le suplica.
y el fraile, sin razón:
— Tus culpas no me has diciio— le replica-
.-Cómo pretendes que le d<' el perdón?
Kntonces, indiscreto, aípiei escrito .
con sus pecados leí.
¿Sabéis cuál era su mayor delito?
¡Que amaba á sus zorzales como á mi!
Tucumaa.
Palricio Gallo.
|W^-»l^j^T^-i33CFS^^:? ^-\pr:^^yf^-.^,^''''í^^ '
758
EL CASCABEL
Emi EL
I
En Ja tranquila nación,
salió El Pueblo Soberano.
diario republicano
(¡ue causó gran sensación.
Pais, en que la realeza,
del puebío extraía el jugo;
y éste soportaba el yugo,
ó por miedo, ó por pereza.
Asi es, que al grito guerrero
lanzado con energía
de ¡abajo la monarquía!
se conmovió el pueblo entero.
El grito llegó despacio,
repetido á la sordina;
de la calle á la oficina,
de la oficina al palacio.
Y cuando llegó el rumor
hasta el rey omnipotente,
éste, rió grandemente;
pero cambió de color.
Y llamando á un cortesano,
dijo, que le gustaría
conocer al (jue escribía
en El Pueblo Sobenino.
II
Explendorosa la sala
brillaba como un joyel,
pues en el teatro aquel
habia función de gala.
Los más nobles caballeros
sus uniformes lucían,
y en un palco se exhibían
el rey y sus consejeros.
En torno de unhombre enano
se oye hablar con interés,
y en voz baja dicen:
—Es
el de El Pueblo Soberano.
El rumor llega al instante
á oídos de otro escritor,
y dice;
— ¿Ese es el autor?
¡Si es López! ¡Un ignorante!
(.)ye esto un alto empleado,
y se rie alegremente,
diciendo irónicamente;
--¡Es un necio! ¡l'n desgraci;id
Ya sabe el teatro entero
(lue López es un cretino,
cuando al fin el rumor vino
á poder de un Consejero.
Dijo al rey el cortesanc;
que allí l^ópez se encontraba,
y riendo, le mostraba
al de El Pueblo Soberano.
Eijó el monarca su vista
en Liipez, y con desprecio
dijo:
— Ya tiene ese necio
la tacha de periodista.
Y con sarcástico tono
prosíguííK
—Ya presumí,
<iue habían de ser así
los enemigos del trono.
Hombres sin valor ni nada
y míseros de tal suerte,
que en polvo se les convierte
solo con una mirada...
López la vista volvió
al rey por casualidad;
y al verlo, su magestaa
desmayado se cayó...
!o!
Luis García.
LASCIATE.
Por su amor, resignada,
está esperando á Nicanor, sentada
y hace bien ¡infeliz! en no inquietarse,
pues él aprovechando la bolada
obliga á otras muchachas á sentarse.
■ T-"^'í-".f<-Jt \ í.'^.í
EL CASCABtSL^
-5!í
DE VIAJ
— ¿Y V. sigue adelante, señorita?
—Si; bajaré en Coronel Pringles.
— ¿Va V. en busca de aires?
— Nó; vov á buscar á un teniente de artilJeria.
HAZAÑAS
oDos hemos llevado
alguna á cabo: pero
nuestra natural mo-
destia nos impide
alardear.
Por ejemplo, no
hace muchos dias un
amigo (lue se pasa la
vida leyendo novelas de Paul de Koc y
enamorando costureras sensibles, requi"
rió nuestro auxilio para un asunto amo-
roso.
Me encargo el papel de acompailante de
una mamá.
Él, se encargaba de acompañar á la
hija.
Esta era, según expresión de mi ena-
morado amigo, un modelo de hermosura.
Erijo, dije yo. la mamá no debe ser
despreciable si hemos de creer aquello...
"De tal palo...»
¡No fué mala astilla la que me clavel
La hija era bonita, y la madre en efecto
era un monstruo.
Tuve que enamorarla: y lo malo es que
la enamoré de tal modo, que ha amenaza-
do con atentar á mi vida si no la corres-
ponde.
¡Todo sea por ayudar .i un amigo!
Tengo por el estilo un montón de haza-
ñas que contar, es decir, que callar.
Y en efecto las callo.
No hace lo mismo Aniceto Roble.
Oirle á él y no admirarle, es imposible.
¿Se habla de viajes, por ejemplo?
Pues, nadie ha visto mas mundo que
nuestro Aniceto.
¿Aventuras?.. ¡Le han ocurrido un sin fin!
¿Se habla de mujeres'^
Pues á callar tocan, que Aniceto tiení!
la palabra*
mí^r¡^ '•: ^ ■■•-
y\ iv^í"*'.* '■- ■ ■ ' ■ -i-v"í; j
rm
EL CASCABEL
LA MÚSICA
AYER
r.;i música el instinto diil-idca
y liasta ios animales donfiestira.
EL CASCABKL
LA MÚSICA
HOY
701
Ks en la edad presente
la música, el tormento de ::i i^iMiie.
763
EL CASCAUliL
LA MACETA MISTERIOSA
>ír5V;.Viflíp*
En su lisia de conquistas, ó de victimas,
hay ejemplares de todas clases.
Mujeres rubias, trigueñas y negras. Sol-
teras, casadas y viudas.
No se puede pedir más.
En Santa Fé, tuvo un duelo con el ma-
rido de una rubia y recibió una estocada.
Mientras lo curaban en el hospital de-
claró su amor ó una hermana de la ca-
ridad.
Suprimieron las enfermeras y le deja-
ron, por si necesitaba algo, ó un gallego
casado.
Curó y se escapo con la mujer del ga-
llego, y luego la dejí» para dedicarse á la
cocinera de un Senadcr viudo y con hijas,
con una de las cuales, tuvo un lio de mil
demonios.
—Pero .\niceto— le decían los amigos —
V. es terrible.
— Soy asi. Mi vida es una sucesión de
escándalos.
— Diga V. que Ijs maridos estarán es-
camados en cuanti) le vean venir.
— Los maridos, y los padres también.
Cuando ven (¡ue me aproximo todos gri-
tan a las hembras... ¡escondeos, escon-
deos que viene Aniceto! Pero no se es-
conden: y es porque les atrae mi figura,
cuando me pongo de perfil...
Si de beber se Irata, nadie bebe más que
Aniceto.
Un día agotó una cervecería, y asegura
que salió con la cabeza fresca, porque de
tanto que bebió se le formó un surtidor
en la nariz como a un ballenato cualquie-
ra, y claro, el üíjuido le bañaba completa-
mente.
Jugando era un temerario.
Había perdido un capital, que dicho sea
en secreto, nadie sabe á cuanto ascendía.
Lo que no toleraba de ningún modo era
que \f. alzasen la voz.
"^.\h!... Cuando se enfadaba era tre-
mendo.
Nadie le había visto pelear, pero él ase-
guraba que no eran menos de cuarenta
los lances de honor en que había sido
parle interesada.
Una vez mató <i un capitán de artillería,
y como los padrinos hiciesen alguna ob-
servación, les retó y les dio muerte en
menos que canta un gallo.
Esto pasó en Constantinopla, y aún con-
serva los diarios que narran el caso, pero
como que lo narran en turco...
En fin, que Aniceto era terrible é infun-
día respeto á los que le*conocían. -
EL. CASCABEL
768
Nadie se alrevia á contradecirle.
De pronto, desapareció del mapa.
— ¿Y Aniceto?— preguntábamos los ami-
gos.
¿Qué ser.i de Aniceto?... ¿Alguna aven-
tura?... ¿Un lance?...
Pasó tiempo, y cuando ya no nos acor-
dábamos del hombre de las hazañas, supe
por una vecina de aquella vieja ;i quien
inspiré tan fuerte pasión, <{ue dicha vieja
se habia casado con Aniceto, y <[ue ésle
era una malva.
— ¿Es posible?— exclamé admirado.
— ¡Y tanto! Mire V.. Aniceto vii al mer-
cado y si gasta más de lo regular, al lle-
gar á casa su esposa le hace un signo
enérgico y el pobre hombre presenta la
parle posterior (ie su individuo y en olln
recibe unos azotes.
— ¿Qué me cuenta?
— Si señor. Hoy, sin ir m.is lejos, lia
roto un plato y la tirana esposa, !e ha de-
jado sin postres...
No quise saber nada más.
Desde hoy desconfio de los que tienen
muchas hazañas que contai-.
¡Hay tantos Anicetos!
Eustaquio M. /'rrcz.
LA. MACETA MISTERIOSA
--~<S><$^ —
NO MAS CANAS
Anunciando un específico
que impedía nacer canas,
de carteles se cubrieron-
esquinas, calles y plazas.
En inmensos caracteres
su inventor aseguraba
'jue, aquel que canas peinase
y su específico u^-ara,
no tendría en su cabello
nunca más una hebra blanca.
AU'te avisos semejantes
sintió don Lucio en su alma
un impulso de alegría
y de admiración extática.
Prendado por aquel tiempo
de una cierta doña Casta,
en quien se hallaba en consorcio
la carne con la arrogancia,
I¿Íi^í
í. .-.
^:. '., . sm:"^ '^
s-í? .v ^
•1
764
EL CASCABEL
y deseando mostrarse
á los ojos de su dnma
sin arrugas eu el rostro
j en eJ cabello sin cana?,
vio don Lucio el cielo abierto
; cuando fijó su mirada
en la infinidad de avisos
que aquel remedio nnunciaban.
Formó su resolución
y se dirigió á la casa
en donde del especifico
tenía el nutor la fábrica.
Le compró media docena
de botellas, y con ansia
preguntó:
— l>iganie usted.
¿Con .sei.'í botellas me bastan'
— Con seis que iiaya ustc acallado
ya mi ngua nn le hará lalta.
pues tendrá usted la cabeza '
sin pelos blancos...
— /-Si:' (ii'acia.-;.
Por rara coincidencia
también tuvo doña Ca.-?la
el deseo de quitar
de su cabello las cana.s
y compn') aíjuel e.^^pecilicu
que tanto aviso anunciaba.
Don rancio empleó la dru^ia
lo misrno (¡ue su adorada,
observando ambos á úi<^
que iban huyendo la.s canas,
pero huyeron tras los blanco.^
ios otros en luga rápida,
íiuedándose sin cabelle
y con la cabeza calva.
Hecho don Lucio una Ini-ia
ai inventor incrr'p;il)a
^M-irando:
— ¡V. me eii^i-añól
il-:s usté un i)illo: ¡l'n canalla'
— Caballero, puco á poco:
yo no le he mcntid(,i en nada.
Dije á \'. ()iie mi espccilico
le (|uitar¡a las canas,
y me parece, señor.
que he cumplido mi palabra,
pues todos sus pelos blancos
han huido con el agua.
Ahora... no le aseguré
¡(lue los otros le quedaran...!
José M\ Mendoza.
OFICIALIDAD
Del taller rápidamente
esta oticiala imi)rudente
sale á ver á un olicial
zapatero, con el cual
se trata v no olicialmentc
DE DOMINGO A OOMI.^GO
■ Las empresas, piu-tin. eniijiezan «i va-
riar los carteles.
Kl público se lo tenga en cuenta.
Que se lo tendr;i.
Cuando el número presente de Kl Cas-
cabel ({uede api'ctwld y á punto de im-
primirse, os seguro que el público se apre-
tará como pueda en el 'I'eatro Onrubia
[»ara asistir al estreno de Mis Ilelyci .
Sentimos ipie la circunstancia antes
apuntada nos impida hablar de la obra y
del trabajo de los artistas.
Lo dejaremos para el número próximo,
no sin felicitar á la empresa por su celo y
buena voluntad para con el público.
Kn la Zarzuela se estrenó La Revista^
letra de Miguel Echegaray y música de
Caballero.
La obra, que es muy fina y muy espa-
ñola ha gustado.
Especialmente la escena de la revista.
EL CASCABEL
765
realzada por música animada y llena de
frescura, alcanza grandes aplausos cada
noche.
La Revista durará mucho tiempo en
el cartel.
Como durará indudablemente La espa-
da de honO)\ letra de Jakson Veyan y
música del maestro Cereceda, que se esta
ensayando y ha de llamar la atención, es-
pecialmente por la novedad de oir una
banda lisa... de coristas, que por obra de
Pastor y Garrido han sido convertidas en
trompeteras.
Una obra que se estrena el 1° de Diciem-
bre: por cada i'ale de la prensa, ó entrada
de favor, se cobrarán diez centavos en Se-
cretaria.
Es una- buena obra, ya que lo que se
recaude es para los pobres.
<: Volveremos á decir que O'KilI continúa
siempre aplaudido?
No repitamos lo de siempre.
Los Supinos dei Capitán Grant. pues-
tos en escena por la compañía de la Co-
media han dado buenas entradas á la em-
presa.
El Dr. Mirabel que ha hecho Julio Ruiz,
es un Mirabel acabado; gracioso, sin exa-
gerar, y hablando y moviéndose como
hablan y se mueven todos los doctores
distraídos.
Algo movidito el teniente Mochila, y muy
buenas la sobrina y la escocesa.
Dadas las reducidas dimensiones del es-
cenario, la obra lució todo lo que podía
lucir.
La compañía de la Comedia tiene en es-
tudio obras nuevas en Buenos Aires.
Así se atrae al público.
¡Dios nos asista y nos valga Tartarin
en América!
Estrenóse por fin y... efectivamente re-
sultó una obra pesadísima, especialmente
en los dos últimos actos.
Gracias á que Forlet. haciendo un es-
fuerzo ha presentado la obra con la mayor
propiedad y lujo posibles, y gracias á ¡os
bien combinados bailables, el público no
se duerme beatíficamente.
Un aplauso á Forlet y compañía, y re-
signación al autor de Tartarin que no ha
dado en el clavo como suele decirse.
La compañía milanesa de Cavalli, atrae
bastante concurrencia al teatro San Mar-
tin.
Cavalli es un actor muy notable y tiene
gracia y naturalidad como pocos.
Encontramos en La Nación de lunes el
siguiente título de un suelto:
«Pesca Marítima y Fluvial.»
Involuntariamente nos alarmamos.
Pero, luego, y á medida que fuimos le-
yendo, nos convencimos de que no se ira.
taba de una pesca de aquellas de Argos.
¡Ah!
— Que usted del mono desciende,
con su presencia lo abona.
— Del mono ¿como se entiende?
—Sí: porque es usted muy mona.
Hemos recibido un precioso poema titu-
lado Fruta, sin cascara, original de
Oistian Roeber, impreso en Corrientes en
la imprenta del Porvenir.
Fruta sin cascara vale la pena de ser
leído, y revela en sus versos á un verda-
dero poeta.
Felicitamos al autor y
el envió del libro.
e agradecemos
Si será coqueta Rosa
(jue hasta en la iglesia, rezando,
para ver si los conquista
hace guiños á los santos.
Quien no se casa es porque no quiere.
Hemos visto un anuncio de una agencia
matrimonial que cuenta con un buen nú-
mero <le caballeros y señoritas disponi-
bles.
Para encontrar una u otra hay que pa-
gar cinco pesos.
Luegn se pagan otras cuotas.
^Y el que no tiene dinero? dirán ustedes.
Xo puede buscar su mpHifl n^f^aja ^^
la Agencia.
Esta no est-ii por aquello de «contigo pan
V cebolla.»
Es tan avaro y sucio don Clemente
que, á fin de uo gastar en planchadora.
gBf5;--«r^
^■^,-'^'. "^.^-.-itfip-v
766
EL CASCABEL
cada mes, desde ahora,
gastará ana «idmisa solamente.
La semana primera
irá por ahi luciendo la pechera.
mas cpmo esla se mancha tan aprisa,
consigue su proyecto don Clemente
yendo prudentemente
¡las otras Ires semanas sin camisa!
A estas horas y gracias á la oficiosidad
de la prensa en general, ya sabemos hasta
el número de cabellos que tiene Meordi,
ese criminal vulgar.
Vamos, que á uno le dan ganas de co-
meter algün crimen.
Es tan tentadora la popularidad...
Las cosas que ú ti te faltan,
son: en amores prudencia:
en el mes de Junio, ropa:
y en todo tiempo vergüenza.
ondencia
Suscriptor. —GmciaLS, se publicara.
Rebecca.—Svks versos necesifan uo... reboque ¡oh
apntciable Rébecca!
Lyon r.— Flojo lodo y pidiendo aceite de hígado
dé bacalao.
Jesús ..V*— iJesúa Nazareno? pues ¡hombre está
bueno!
Emilio G.— No se puede.
Curioso.— \' fastidioso ¡Mire vd. que mandar
acrósticos , . .
M, M. r.— Pero, caballero, ¿Vd. cree que estoy
loco? ó cree vd. que esto:
•Como soy tan pillo
alegre y truhán,
á. las niñas me fumo
como un pitillo. >
y lo que sigue, que aún es peor, ¿es verso? !Por DioTí
hombre!
Teles/'uru.— Si. escríbalo Vd. como quiera, pero
¡que yo no lo vea!
Miosotis .—\Aprieta.l ¿De dónde ha sacado Vd.1 ¿qué
mansión es masculino?
Tomador.— ¿De cerveza ó de ripios'
FA mismo.— Es regular.
roíi// . —Veremos .
Rom. P, K. B. Za.— ¿Que le coiueste? No. por que
le maltratarla demasiado.
Aí/7«.— ¡Adiós bárbaro!
,:Sf o nó?— ¡¡No!!!
Quedan muchas cartas por contestar.
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1 . 50
Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0. 10
» atrasado ,.. » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
t3«— AliSSIÍA — tas (ALTOS)
EL CASCABEL
7()7
lechería la hartona
Fábrica á vapor de manteca fresca
fina en el establecimiento
SUCURSAL
HRT.
Leche para, Crema, Manteca fina DEL DÍA.
QUESOS CAMEMBERT Y BRIÉ
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Sin faltar á la verdad,
puede decirse de ella
que es una hermosa ciudad.
770
EL CASCABEL
^•pf^
, 1 ^o puede neniarse una cualidad á
la sociedad porteña.
— Somos muy asuiiilables, nos decia un
joven (jue Ió'í mucho al fecundo general
Mansilla.
— ¡Qué me cuenta Vd!
— !Si; la sociedad, eíT,i2 todo Buenos Aires.
que dice el de la cnuiica social de E! Dia-
rio, ese conjunto de pumo?, que formamos
el muiuio grande, y el pequeño tambiew.
tenemos el don de la asimilacirm.
Parecemos, y Vd. perdone...
^Ni> hay de í\ué.
— Por la parte (jue le toca.
— ¡Alto ahí! Déjese Vd.de tocamienioi-
y prosiga.
— Proseguiré. (»)ueria decirle que la so-
ciedad se asemeja á un cam[)o...
—¿Trillado?
— No me ¡nterrum[)a. Se asemeja, repi-
to, aun campo virgen.
— ¿Y mártir?
— Virgen, v feraz: basta sembrar, lo
que sea, para recoger...
— Loque sea; natural.
— Y k) artificial también. ¿Vd. cree que
antes de la cc^nquista teníamos melones
criollos?
— ¡No, señor...! ¡qué habiamu:? de te-
ner!... Entonces no leníamub senado, ni
concejo, ni idioma naciona! ..
— ^Cónio dice Vd"'
— ,.'\ii!... \d \>rváijUL-. y qiii' me absuel-
\a i'l guaran 1. (p)ibe deeir que no teníamos
idicinia castellano ingeito en idioma na-
cional... en íin. [ii'osi.ga Vd.
— \'(ilvamos á la asunilación.
— Vülv.iuios.
— Basta tirai- una semilla de loque sea,
paríi (pje Uvute el fruto. .
— ¡De lo que sea!
— Vea Vd. al Skating-Ring.
— Ya lo he visto.
— Quiere Vd. una prueba mayor de asi-
milación.
— No señor.
— Pues bien: ahora está de moda, y la
buena sociedad acude al Skating, dispues-
ta á lucir su intrepidez en el patinage, y
lo que buenamente se pueda lucir en una
caída.
— Esto, ó eso, sobre todo. Mire Vd.; yo
conozco una seilora cuya vida se ha des-
lizado plácida entre aventuras de alto
vuelo.
— ¿Era ureostática?
— No, señor, era Santiagueña.
Pues bien, ahora tiene dos hijas y las
hace patinar para que se codeen con la
alta sociedad.
— ¡Claro! siend») hijas de eso. de alto
vuelo...
— \o señor, son hijas de su padre ({ue
era farolero de un faro de seguttda.
— ¡SienqDre la altura!
— Pues bien: cuando las niñas se visten
paia ir al Esquetin que dice la señora,
las recomienda que cuiden las interiorir
da des. . . '<
— ¿Del hogar?
— No señor, de \ a toilette . l'or que alo
mejor una señorita resbala, y es probado
que no se resbala con tanta facilidad si
la ropa blanca no acompaña.
— Las niñas han de saber caer dice la
amantísima madre.
— Y á fé que dice bien.
— Aún que las caídas en el Skating son
muy dulces.
— Si; cuénteseUr Vd. á un amigo que se
dislocó el hueso dulce, y ahora ^ufre las
amai-guras consiguientes.. .
— No hagamos digresiones. I)(Hia que
somos muy asimilables, y que á pesar del
caloi' nos vamos al Skating á sudar la
gota goida y á resl>alar. como si no tu-
viésemos ocasión de resbalar á cada mo-
mento en la calle.
— Calle... que Cañé puede enterarse.
— Pues, me callo.
Pero el dia menos pensadí.» nos encon-
traremos; con que se hará de moda ir á
pasar el mes de .lunio en Mar del Plata,
EL. CASCABEL
'71
Únicamente por que en Europa la c^ema
va á Baden-Baden.
Y asi por el estilo.
Ahora nos ha dado por patinar, sin te-
ner en cuenta que no hace frío, y que bas-
tante nos acaloramos con eso de las
elecciones, para irá provocar mayor cir-
<íulación de la sangre con ejercicios fuera
<ie razón.
Pero ¡cómo ha de ser'
¿La moda la exige?
Pues, ¡á patinar tocaiil.
Y caiga el que caiga.
Ahora nos explicamos el venladeri) dis-
gusto de una señora que fué á Rusia el
año pasado, para ver si se le curaba un
flato ardiente que la martirizaba.
En la escursión llevó á su marido,
hombre innovador, aunque lector cons-
tante de La Nación.
— ¿Sabe Vd. lo que me pasa ahora?—
nos dijo el otro día la señora, detenién-
donos en la calle.
— Se le habrá pasado el flato.
— Afortunadamente pasó ya. Pero
ahora. . .
— ¿Tiene Vd. humores fríos?
— Humor de mil diablos, por que mi
esposo se ha empeñado en hacer la vida
que hacíamos en Rusia, y apenas salta
de la cama, se envuelve en un poncho y
se echa una manta de lana encima, y se
pone al sol; y pide qne le sirvan ponches
de rom. Para dormir he tenido que hacer-
le trage de cuero de carnero vuelto al re-
vés, y he de darle mucho coñac, para que
no perezca de frió. Luego por la tarde, se
va á patinar, y al llegar á casa lo he de
poner á secar como una toalla, por que
llega mojado como un bagre acabado de
pescar. Después...
—¿Aún hay más?
-;Sil ..
— Pues Vd. perdone. Con su ¡lenniso
me voy á bMñar.
¡(v>ue patine quien quiera;
; < ) h la asimiUdad ....'
¡POR NADA!
DOLOR A
—¡Jugar! ¡Qui-sicm lograr
jusar como antes jniralia! —
un poljre anciano ex'-la'maba
viendo á unos niños jusar.
Después liasta ellos I logó
con ios brazos extendidos;
los niños, despavoridos,
huyeron; él les llamó;
y una gota conge'ada
saltó en sus ojos, (jue hervían...
¡y los niños se reían
viéndole llorar por íwda.'
II
Sentóse el viejo, y delante
puso á los niños f|uo. ufanos.
enjugaron con sus manos
las penas de aquel semblante.
{i cuya alma aconirojada
mil recuerdos acudían...
¡y los niños se reían
viéndole llorar jior nada!
11
Mas, ó alcanzaron pesar,
ó aquel pesar comprendieron,
es el caso (lue siniirron
todos ganas de llorar;
y el viejo al v(M'les su'rir
les abrazó con cariño
esclamando: ¡he sido un niño!
sigan Jugando: ¡á ndr!
Y dio alegre care;ijada
mientras los niños corrían,
y asombrados se decían:
¡si llora y rio por fiada!
IV
i volvieron ,'i empezar
en sus Juegos, que observaba
el anciano: y si'i ce~ ir.
lleno de angustia, exclamaba:
— ¡.\y!... ¡Quién volviera á jugar!...
A. Díaz de la. Quintana.
PROPIETARIO!
o no pudia creer que
liiilt¡('-o llegado á ad-
quirir tan envidiable
tilulu lili amigo Sa-
lusliano: él. un em-
plea<lillo con cien pe-
sos (le sueldo y mil
<le vi/.-j./s; iju-apaz dp
'72
EL CASCABEL
pensar nada serio; refractario á todo tra-
bajo que no fuese el de emborronar talo-
nes y recibos en una de las oficinas de la
Municipalidad; sin oíros conocimientos
mercantiles que los que facilitan las rela-
ciones forzosas con el Monte Pío y con las
casas de préstamos fcon las cuales, eso
si, le unían siempre estrechos lazos), des-
pojado, en fin, de todas aquellas cualida-
des que, desplegadas á tiempo encumbran
ó veces al hombre, confieso, repilo, que
era para mi incomprensible ese cambio de
fortuna en mi joven amigo. Pero su larjela
que recibí al regreso de mi viaje, lo decía
con todas sus letras.
PROPIETARIO
Calle, etc., etc.
Ksta original tarjeta me hizo entrar en
deseos de hacer una visita a Besugo para
ver si podía descifrar e! geroiifico.
Favorecióme la casualidad, pues ;i los
pocos días topé con mi amigo, que. aun-
que de un modo bastante raro, dejó satis-
fecha del todo mi curiosidad
— Y... dime, — le dije, llevando la con-
conversación al terreno (|ue yo deseaba. —
¿qué clase de propiedcid es esa que has ad-
quirido? ¿Es un campo' ^Ks una casa*
— Sí, eso, eso... una casa — me conlesí(j.
— Vaya, pues le felicito, (pieridd.
— Hombre, gracias... pero...
— ¿Pero qué?
— ¡Ay hijo! Que todi' tiene sus im-i inve-
nientes.
— ¡Ah, bah! ¿F)sla algc delerior<ida.' ^.Ks
vieja?
— ¿Vieja?... No, al conti'aiMM.
— ¿La mandaste hacer?
— No, ya estaba hecha.
—¿No está bien situada' ^iNn tione vis-
tas a la calle?
— ¡Oh! Ya lo creo que tiene...
— Entonces... tqu»;' te apura.' Y dime. (.es
casa de altos?
— Sí... es bastante alta.
— ¡Ahí Pues lendril buenas galenas, con
flores, pájaros...
— Sí, si... sobre todo muchos pí'ijyros.
— Y por supuesto, buen exterioi... ¿Qué
tal es la fachada?
— Psé... no es malilla... gracias á la pin-
tura...
— ¡También pintada!
— Sí hijo; pinturas y reboques me cues-
tan un dineral.
— Tendrás allí todas las comodidades...
fresca en verano...
—Sí... en verano estaré bastante fresco.
— ¿Piensas alquilar una parte?...
— Nó: vade retro. Quiero ocuparla solo,
si es posible.
—Pero, tú solo, en una casa tau grande...
tendrás piezas... las del fondo, por ejem-
plo, ¿qué vas á hacer df ellas? Son, por
lo general, chicas, húmedas...
— Pues... precisamente son mis predi-
lectas.
— Pero... din)e, ¿cómo le ingeniaste para
¡loseer esa finca? ¿La compraste, la here-
daste, te favoreci() la suerte eh...?
—Si, la suerte... todo se lo debo á la
suerte.
— ¿Y cuando me llevas á visitarla? A
ver.
— Cualquier dia, hoy no; está en repara-
ciones y...
— Ah, ya: esi^ de las cloacas, las aguas
corrientes...
— Hombre, si; las aguas corrientes; esas
aguas me tienen fastidiado.
— Lo creo. ¿Y haré mu(;ho tiempo (|ue
la tienes?
— ¡Medio año.
— Y naturalmente, ¿hasta ahora \\<> te
ha producido nada'
— No, pero... creo que dentro tres... ó
cuatro meses, producirá algo.
— ¿Pero sin alquilarla?
— Es que voy á hacerla producir yo solo,
SI puedo.
— Ah... vamos, vas á instalar en ella
algún negocio, vasa montar una fábrica...
— Eso es, si; voy á montar en ella una
fábrica.
— ¡Ya! Mira.— le dije, cambiando de tono
—¿sabes que me parece que no estás muy
contento?... Te veo algo asi, como dis-
traído, y... franca líjenle, esperaba encon-
trarte más satisfecho, más entusiasmado.
— ¡Ay hijo! Ya te he dicho que todo en
el irmndo tiene sus misterios.
—Bien, pero... ¿os que no tienes los pa-
peles en regla?
—¡Oh sí! los papeles y yo. estamos bien
arreglados.
— Pues no comprendo lo (jue...
— ¡Oye y comprende si puedes! Mi suel-
lio. que hoy no es escaso, no me alcanza
EL CASCABEL
773
á cubrir los cargos y los impuestos que
sobre mi pesan desde que soy propietario.
¿No me ves? He perdido las carnes, el
humor, la paciencia, y me encuentro tan
mal, que estoy temiendo un ataque á la
cabeza.
—¡Pobre Salusliano! Tal vez algún plei-
to. . .
— Pleitos, dirás mejor.
—Acaso el escribano te embarulló las
escrituras...
—No hijo, no; mis escrituras no las tie-
ne ningún escribano.
— ¿Pues?
—Mis titulos de propiedad, están... ¡en
la vicaria.'
— ¡Ca. . .nastos!— exclamé, saltand(j en
mi asiento— ¿Hablas de veras?
—¡Y tan de veras! Mira, -dijo, alargán-
dome un retrato que sacó de su cartera.
— ahí tienes una vista fotográfica, de mi
propiedad, que mandé sacar pocO' tiempo
antes de pasar á'ser su dueño. Aquí le
presento,— agregó en tono más solemne,—
la vera efigie de Encarnación Espinilla
de Besugo.
No quise saber más. Mi pobre amigo
habia hecho un casamiento de aquellos
que se llaman de Satanás.
Más larde he sabido que á pesar de los
escrúpulos de Salusliano. un primo de
Encarnación ocupaba ;i ratos, una de
aquellas piezas (|ue Besugo reservaba
para su uso particular.
El ataque á !a cabeza empezaba.
¡Desgraciado Besugo!
A. Carbó.
TÉ, CHOCOLATE Y CAFÉ
Es Luisa la más nerviosa
mujer que yo he conocido,
y como ella no ha existido
artista más (Caprichosa.
Tiene el talento de Luisa
una variedad que encanta,
puesto que ella escribe, canta,
declama y es poetisa.
Amiga de la verdad,
no es gazmoña ni coqueta,
y entrega el alma completa
al que honra con su amistad;
conversa familiarmente
sin fórmulas enojosas,
y es Luisa en todas sus cosa.^
sincera completamente.
A.nteanoche la encontré
en su habitación, leyendo,
y sorbo á sorbo bebiendo
una taza de café.
Mientras la negra infusión
Luisa misma me servia,
sonriente me decía:
— Tomadlo con precaución.
— ¿Y por (jué?
—Por que he notado
que este licor os seduce,
y el efecto (jue produce
•m mi misma he observado.
—¿Algún nuevo experimentof
—Sí.
— ¿Me lo queréis contar?
— (.'reo ((ue os va á interesar.
—Pues contádmelo.
—Ai momento;
Puse mis cinco sentidos
en ver obrar al café,
al chocolate y al té
por sí solos ó reunidos.
Tres productos que millones
de hombres al día consumen;
tres bebidas que resumen
tres épocas, tres naciones.
Hebí el amargo licor
taza á taza y sm cesar,
y al tin me empezó á embargar
un agradable sopor.
Se excitó mi fantasía,
noté que me transformaba,
y sin ver cómo, me hallaba
en un harem de Turquía.
Refulgente como el astro
solar, el patio luciendo
y el chorro de agua cayendo
en su taza de alabastro.
Muclias mujeres hermosas
con ojos de brillo ardiente,
tomando indolentemente
posiciones voluptuosas.
La atmósfera saturada
de un fino aroma excitante
y la luz del sol radiante
por tenues gasas velada.
Yo tendida en un diván,
entre joyas y entre flores
y hablando ardiente de amores
Wmi{^^il^-'^y^''>!r'^'!ts%''jí^ ■ ' V
■74
EL CASCABEL
: á'mis plantas el sultán.
I De mil delicias gozé
en el harén) encantudo...
mas dejemos esto á un lado
y pasemos ahora al te.
Quise probar otro día
el efecto de este en mi,
y al poco rato sentí
üha atroz melancolía.
Veía por lotos lados
tristes hombres y mujeres,
que más parecían seres
de marfil viejo, animados.
Las gentes en movimiento
eran sombras dolorosas,
cubiertos hombres y cosas
por un velo amarillento.
Estando sugestionada
por 'el cacao, sentí
que estaba itrisie de mil
en un. convento encerrada!
Monja exaltada, vela
mil visiones p-;tramb()ticas;
figuras de santas góticas,
del claustro en la galería.
Un convento que guardaba
ancha muralla feudal...
y una escala por la cual
con un doncel me escapaba.
El café me hizo en violento
choque gozar del placer,
y el té me hizo padecer
bajo un cielo amarillento.
Me hizo el cacao vivir
como una monja ejemfilar,
y como ella supe orar,
y como ella supe huir.
Ahora os diré brevemente
(jué electo me produjeron
y i\u.é es lo que ver me hicieron
las tres cosas juntamente.
Los tres productos junté
con mucJia curiosidad.
y en inmensa cantidad
los tres productos tomé.
Pero de tal reunión '
salió para mi un veneno,
ijuc >ne hizo rer... á un Galeno.
{lues tuve una indigestión.
Luis García.
Ciencia FIN DE SIÉGLE
u.\N sublime es la
ciencia! ¡Cuan admi-
rable es su poder!
Basta una chispa,
científica, que la ca-
sualidad haga pene-
trar en un cerebro,
para convertir en
mundo de luz, el que
antes lo era de sombras.
Algo de esto sucedió en mi. Fué suli-
cienle conocer una pa'abra nueva, para
esplicarme fenómenos eslraños que nunca
sospeché existieran,
¡Oh! La telepatía.
Si, señores. Yo soy ¿e/¿'/>a/«. ¡Qué des-
cubrimiento! He suirido influencias tele-
patosas 6 telepáticas (¿quién sabe como
debe decirse?) y no me di cuenta hasta hoy
([ue aprendí lo que es telepatía. Voy á
referir dos hechos, dos pruebas elocuentes
de mi telepatibilidad.
Un dia, eran las tres de la tarde y senti
un picor de nariz, tan insoportable, que
solo pude aliviarme frotándomela con ja-
bón sapoiio durante cinco minutos. Po-
cas horas después recibo un telegrama
avisándome que alas tres de aquella mis-
ma tcirde, habin fallecido un ahijado mió»
Para el que no posee nociones telcpafoló-
(jic<)s. como yo entonces, nada tiene e.sto
de particular, pero ahora comprendo que
fui paciente de un estado telepático y
estoy convencido de (|ue aquel prurito
nasal (|ue me ataco en el mismo instante
de !a desgracia, fué un presentimiento,
pues mi ahijado murió victima de las loni-
l)rices.
Oír':» caso más típico. El martes de la
semana pasada, me desperté a las diez
de la mañana, sin que nadie me llamara;
salte del lecho rebosando alegría y obe-
deciendo á un impulso inconsciente, sali
al patio tai como estaba, en inmaculados
calzoncillos y después de dar un salto
mortal, grité ó la vieja que me sirve ad,
lionore/n:
— ¡Kh! ¡Kh! ¡Bartola! ¡Hágame unos c/r?><'--
cliulines! ¡A la minuta!
Debo advertir á ustedes que no sé des-
ayunarme (¡ignorante!) sino con un vaso
de agua hervida, porque soy tan delicada
de estomago, que no puedo digerir los
microbios del agua, crudos. Sin embargo
tuve valor para tragar los clunctu'lines
y salí a la calle.
Mi primer ancuentro fué un amigo, ([ue
me dice:
— <.Sabes quien ha muerto?
— ^Oiiién?
rj-
EL CASBABEL
775
— ¡Ksléban!
—¿Cuando?
—Hoy a las diez a. m.
La noticia me impresiono... con fran-
(¡ueza, muy agradablemente, pues P^stéban
era un sastre ú quien debía 13 pesos con
23 centavos por haberme transformado
una levita antigua en d()s chalecos rne-
(lioevale>>^ quiero decir, bastante presen-
tables.
Ahora reflexionando sobre todo esto.
descubro una serie de coincidencias, ad-
mirable. Kl último pensamiento del sastre
fué para mi (por los pesos) y me anuncio
que emprendía su viaje á las regiones de
la telepatía pura. En efecto, el salto mor-
tal, primero que di en mi vida, expresaba
el no menos mortal que dio él, también
por primera vez. Los primerias gritos (¡ue
lancé aquel día, aijueilos ¡Kh. eh! conque
llamé á Bartola, corresponden a las ini
cíales del difunto: Esteban Estricote. VA
desayuno que tomé, revelaba la enferme-
dad que lo arrebato, nn-A enteritis a^^náci
ó sea, vulgarmente, una inflamación de
los chinchulines humanos; y finalmente
l;i inusitada alegría (¡ue me despertó, era
muy natural, puesto que con la muerto
del acreedor, ahorraba 13 pes >s y :¿3 cen-
tavos, cantidad fabulosa para mis modes-
tas aspiraciones.
Ya ven cuan clara y sencilla exjilicacion:
miis nunca l;i hubiera concebido sin auxi-
lio de la nueva ciencia.
En Inglaterra se haciMi experimentos
sorprendentes. Dos señores, se citan tele-
paticajnente y á una hora da la. uno de
ell()s distingue netamente, flotando en las
tinieblas de su cuarto, las ñores que ador-
nan una pantalla que el otro muestra des-
de su casa, separados por una distancia
respetable. ¿Y los casos de apariciones
evocadas voluntaria mente' Estas relacio-
nes erizan los cabcilos. aún á los calvi)s y
verdaderamente trastorna el pensar la
trascendencia de tales fenómenos, máxime
cuando el genio y la paciencia de nuestros
nietos, logren dominarlos y modificarlos
en provecho de la humanidad.
I*'d amor platónico llegará a la meta en
el siglo que viene. ¿Quién podrá impedir
que dos amantes se den una cita telepática
y pasen las noches cambiando sus amo-
rosas impresiones y evocando sus respec-
tivas fantasmas se contemplen sin velos
y se abracen sin escrúpulos? El matrimo-
nio telepático es el del porvenir, unión
feliz y sin obstíiculos, porque ¿quién po-
drá poner vallas al paso de Psiquis^ So-
lamente las suegras, que también las
habrá desgraciadamente, y serán tan anti-
telepáticas como hoy son antipáticas.
Mucho cambiarán las ideas estéticas en
los siglos futuros, dada la penetración
sobrenatural (jue adquirirán entonces los
espíritus. ¿Cuáles de nuestras ilusiones
subsistirán el dia en que cualquiera pue-
da con un pequeño esfuerzo telepático,
contemplar de cerca .i un papa en paños
menores, i) <i un genio limándose los ca-
llos, o a... etc., etc.? Horroriza pensar que
los m.is secretos pormenores de la vida
intima, senin del dominio público, mer-
ced ;i la telepatía. Debemos alegrarnos de
no llegar á conocer tales progresos.
I Más, si no les parecen ;i ustedes sufi-
¡ cientes tantas maravillas, lean la relación
I de esperimenlos psicliiat/'icos que en
! Italiíi verifican notables profesores. Allí
j veriin ustedes como los cuerpos inertes
se entregan a movimientos extravagantes
tanto mas impropios de su seriedad, hasta
ahora proverbial, cuanto más reñidos con
la veneranda ley de la (jraccdad. que
promulgo Newton. Pero ¿qué le importa
Xewton y demás proceres de nuestra fí-
sica actual, á esa señora italiana que se
encierra C()n cinco o seis sabios en un
cuarto tenebroso y hace con ellos verda-
deras heregías. llenand()les la cabeza de
chifladuras?
Hoy mismo me escribe de Italia un ami-
go mío. refiriéndome (jue Lombroso y sus
colegas, han tenido otra nueva entr^^vista
á oscuras cnn la medlam Eusapia (creo
(jue asi se llama). Entre otros fenómenos
sorprendentes, me cita que un armario
de tres cuerpos, animado por la rnediani.
salt(.> Síi'bre un mechero de gas y se agitó
largo tiempo marcando [)erlectamente el
compás de una mazurka; i|ue una navaja
de barba escapó de su estuche, y pasean-
do por el rostro de los ilustres observa-
dores, los afeitó en seco con toda delica-
deza y últimamente, <{ue una alpargata
que el mucamo olvido en la habitación de
las experiencias, acaricio durante diez
minutos la nariz del l)r. Lombroso. que
por poco se asfixia!!!
¡Misterios de la fuerza psíquica!
¡Qué dicha la de nacer me liuní para
realizar tantos prodigios.
La aspiración de nuestro siglo, es que
con el vapor, con la electricidad, y con
los inventos mecánicos, cada hombre val-
ga por mih
^ ;¿Jp;^'í?f^- '^ •• *s;
•^■^í^'^^rí ^ «''^ ■■ ■ *-^'
■f-
EL CASCABEL
C-
:A DÓNDE VAN?
A Flore-
V
A la Chacarita
EL CASCABEL
777
A DÓNDE VAN?
A entregar
A la Boca
^¡^í^^piff^-s-w^Jv^-i^.-s i^-vrr- ís^^^^-pa^ - 5--,- y^-^->, »''^-"»^íj5^5j»Fí fC'^.'iff^isv'^^ '•T
77S
EL CASCABEL
El ideal del
hombre, sea medio
siglo
XX, aera que todo
. ó mediur/i.
A lid ¿o Borgia.
.^t^W MK
UNA AVENTURA
Entró en el baile Aniceto
disfrazado de mujer,
dispuesto deJ todo á ser
un calavera completo,
vestido á la perfección
una joven parecia,
de modo que producía
una perfecta ilusión.
Por entre varios señores
pasó con aire arrogante,
y. al ver su traje, al instante
le empezaron á echar flores,
'"no le llamó:
— ¡Preciosa!
( »tro dijo:
— í4eñorita;
es usied la más bonita
que hay aquí, la más hermosa.
Aniceto oyó muy serio
las ñores, mas se calló,
y á un señor se dirigió
vestido de megatarerio.
Vn señor tenomenal.
con un vientre horripilantP:
jtarecia un elefante
de tamaño natural.
Viendo á .Aniceto el señor
de aquel modo disfrazado,
cuando le tuvo á su lado
empezó á hacerle el amor.
— Niña: es usted adorable.
— <;racias.
— Ks usted precios;!.
— Ks favor.
—Y muy graciosa.
— ¡Ay! es usted muy amable.
— ¿Quiere usted bailar conmiiro?
— Si no se propasa usté...
— Le prometo que seré
un re^ípetuoso amigo.
Y entonces tuvo (¡ue ver
a(]uel inflado sujeto,
galante con Aniceto,
creyéndole una mujer.
— ¡Tiene usted las manos largas!
—¿Son lanceros esto?
—Si.
— Pues lancero soy aqui
y me dedico á las cargas.
— Ya se vá usted propasando.
—Es niña, porque la quiero.
—Bien; no haga más de lancero
porque me vá usted cargando.
«Concluyeron de bailar,
y fatigados los dos
en paz y en gracia de Dios
se marcharon á cenar.
.\ Aniceto, entusiasmado
el otro cacho de atún,
lo llevó á cenar á un
gabinete reservado.
— ¡Cómo se vá á sorprender —
pensaba entre si Aniceto—
cuando vea este sujet*
(|ue soy hombre y no mujer!
Cenaron alegramente,
comieron bien y chuparon,
y la cena despacharon,
hablando amigablemente.
—Estoy, hermosa, febril,
por ver su rostro, sí, á fé,
por verla capaz seré
de no volver al Brasil.
—¿Usté es del Brasil, señor"?
—Del país, niña hechi(;era,
donde de mejor manera
saben hacer el amor.
Bebe esa copa de vino,
cáliz santo del placer,
y deja bella mujer
ver ese rostro divino.
Aniceto, bruscamente,
se descubrió y dijo:
— ¿eh?
fíjese, señor, en que
soy de sexo diferente.
He jugado con cinismo,
pero su perdón espen).
—Si no liay de qué, caballero.
ya (|ue para mi es lo mismo.
—¿Qué es lo que dice, señor?
-(^>ue es igual.
— Está usté errado.
— ¡Lo mismo!
— Está tquivocado:
yo s<jy hombre.
— Pues mejor.
A Aniceto dije ayer:
—Hay baile esta noche; ¿irás?
— Iré, sí, pero jamás
disfrazado de mujer.
S. Garrido.
i iMa''^~-iL-*¿'-^»-:: ■^■■'JTr:iJ'\ í/y^.
i-S^^^^í
EL CASCABEL
779
LAS DOS COPAS
(Del Almanaque Sud- Americano para 1893)
— ¿,Qu»^ Je sirvo a usted, caballero'-.'
— Vna copa de oporto.
—Al instante. ■
•y ''
— Aíjuí esiá el "pürlo.
— ^^ira; ¿quiere.- cantbia rio pur una copa de
Jerez'-? lo he pen>;ulo mejor y... ¡prefiero el
Jerez!
— Xo hav inci'r.'V(-'niente.
-Aquí está e! jerez.
-Supongo que será legítimo ^elrí»
-¡Es nal i( ral/
—¡Caballero!... ,que se v;i u^ied sin pagar
el Jerez!
—¿El Jerez? ¿y ¡¡orqué he de pagar el Jerez?
¿no me lo cambiaste por el oporto?
—Si, pero... ¡es (|ue no ha pagado u.sied
el oporto!
—¿Y porqué \i< de pagar el oporto? ¿acaso
me lo he bebido"
■^'^^T'ixyi--
-^c^-V 'rrA:-^,f¿ -nN',:»'yT;; 'i^:pw¡jyíli¡. -_,■''
780
EL CASCABEL
fruslerías
La Sensitiva.
Era I^aura tan tierna y delicada
fiue fué en cierta poesía
con un lirio del valle comparada,
y os puedo asegurar, por vida mía.
(lue el autor de lo.s versos no mentía.
Así es que. cuando vi que ruborosa
Laura se resignaba á ser la esposa
de Fermín, un gigante muy salante;
pero muy torpe al fin como gigante,
temblé por el destino de la hermosa.
Y al mirará aquel hombre emocionado
ú Laura contemplar tierno y gozoso,
creí ver en conjunto desdichado
un búcaro precioso y delicado
ea i«s manos de un o.so.
Después que hubo lanoche transcurrido
por Laura pregunté, mas ¡cosa rafa!
Escuchad lo que habla sucedido:
el lirio que un suspiro doblegara
¡axfisió de un abrazo á su marido!
La Poetisa
Ruge la sierpe cristalina y salta
por el estrecho cauce de la roca.
y el sol con rayos fúlgidos esmalta
del sutil hilo la caida loca.
Poseído de un vértigo inconsciente.
el trémulo arroyuelo despeñado,
corre y se precipita febriciente,
en su eterna carrera castigado.
Prosigue rumoroso su camino;
y si á sus bordes asomarse mira,
bella flor, desgraciado peregrino,
con pesar alejándose suspira.
Y por triste designio de la suerte,
á él la selva confía sus amores,
y le "entrega en los trances de la muerte
hojas secas, cadáveres de flores.
Y esto es, señora mía,
lo que llaman algunos, poesía.
José M'. MendOT-a.
DE DOMINGO A DOMINGO
Al ver lo que pasa con las obras que
vienen precedidas de gran foma, y que se
anuncian como éxitos asombrosos en Eu-
ropa, y que aqui no gustan, nos quedamos
perplejos y nos preguntamos si nuestro
público es mas exigente, o méno§ educado
(]ue otros.
El caso de Miss Helyett., su poco éxito,
nos obliga á hacer la misma pregunta.
Porque, no nos esplicamos que una obra
({ue alcanza un número fabuloso de repre-
sentaciones en Francia y en España, no
pueda sostenerse ocho dias en el cartel de
un teatro de Buenos Aires.
iVf/.s.v Helyett no ha gustado. Su repre-
sentación deja adivinar lo que puede ser la
obra. Pero tal y como la hemos visto no
tiene nada de particular.
A nuestro entender, el conocido perio-
dista Dr. Malagarriga no debió limitarse a
una traducción. Debió hacer un verdade-
ro arreglo, aprovechando las situaciones
harto cómicas que en la obra abundan.
Ademcts para obras de la categoría de
Mías Helyett se requiere una compañía
grande, una verdadera compañía de zar-
zuela, con orquesta numerosa.
La señora de Roldan. la Tomás, Roldan
y Ventosa están acertados en sus papeles.
La orquesta á cargo del maestro Palau.
que ha ensayado cuidadosamente la obra,
se hace aplaudir en algunos números, es-
pecialmente en el segundo acto. Y, para
terminar, puesto ({ue no tenemos espacio
para más, diremos que tanto la empresa,
corno el traductor y los artistas se han he-
cho acreedores al aplauso del público, que
tantos deseos ti^^ne de ver novedades.
L.istima que á il/w.s Helyett le falte
algo...
Por ejemplo; loque le ha valido ser re-
presentada mas de cien noches consecuti-
vas en los teatros de España.
El lunes se anunciaba El oso muerto.
EL GASCABiíL
781
obra llena de chistes, y la aplaudida re-
yisla '£¡1 4ño 92,
■^orA vecémosla suerte que correrá en
li\ Zarzuela Miss Helyet, que arreglada
en dos actos, se representará próxima-
mente. Tal vez aligerándola un poco pasa-
rá mejor.
Asi sea.
Apropósito de la Zarzuela. Mr. O'Kill
en vez de cansar al público cada dia gusta
más.
Rl beneficio del célebre ventriloquo fué
un éxito.
Si nos damos un paseo por el teatro de
la Comedia nos encontramos con lo de
siempre.
Bastante concurrencia y muchos aplau-
sos.
En ¡Eh... a la plaza! Julio Ruiz ha al-
canzado un éxito más, que puede agregar
á los ya conseguidos.
Las señoritas Quero y Aceves son tam-
bién festejadas, muy justamente por cierto.
El cartel de la Comedía es de los que
menos monotonía tiene.
¡Que siga asi!
El teatro San Martin abre sus puertas,
y en él se estrena la compañía de zarzue-
la de Prous, en la (|ne figuran artistas co-
nocidos.
Nos ocupareinoá ile ellos en el próximo
número.
El animoso Forlet, está preparando una
obra de gran apáralo, para corresponder
con ella al creciente favor que el público
le otorga.
Y ene\ Politea/iai, se estrenará dentro
de pocos dias una gran compañía ecuestre
de la que nos han hecho grandes elogios.
El personal es numeroso y flguran en él.
notables artistas de ambos sexos.
Y... hasta la próxima!
¡Y por última! dirá un conocido doctor,
padre putativo de todos los animales del
país.
¡Oh sorpresa!
Ha venido á nuestras manos un anun-
cio qu"-! dice:
«Plaza de loros de Lujan.
Grandes corridas de toros por primera
vez en Lujan».
¿Por primera vez?
Y apropósito del cartel-anuncio.
Es de lo mas curioso que hemos vist).
Dice, entre otras atrocidades:
ii-Elenco de la cuadrilla».
¿Elenco?
Aqui taita nn ¡ole rica la tua madrrre!
que dice Mr. O'Kill.
Después de lidiados los toros b^^avos^ se
soltará un embolado para los espectadores
que gusten bajar al redondel y subir a
cierta altura en cuanto se descuiden.
Hicieron de un palo a Juan
un chichón como un melón.
y aqui de un nuevo refrán:
«A tal palo... tal chichón».
¿Porqué no llora Consuelí :■
<i pesar de su quebranto?
Por(}ue no tiene pañuelo
digno de enjugar su llanto.
Kn un periódico dedicado al bell(j sexo
encontramos tres composiciones.
Las tres con el mismo titulo ¡A ti!
Ti, ti. ti.
Y luego, hallamos otro trabajo firmado
por Tiririru.
Ti. ti, ti... tiririru...
Vamos, que la redacción del colega ese
parecerá una pajarera.
Se ha publicado una nueva obra le
Monner Sans. titu'ada Los Dominicos j
Colon.
Es un folleto que demuestra la erudici ju
de su infatigable autor.
Pero como, entre oirás cosas, se apren-
de en él que los dominicos alojaron y
mantuvieron á Colon durante una buena
temporada, no conviene que llegue esto a
oido de algunos Co/O/ie.s ambulantes, que
pasean por ahi.
Si no; lloverían descubridores en la cel-
da del P. Lucero.
'Í-"*.^V ■ V/i^ .
■■i^;^r^:^~}\-;^:/^W--''%^:.^^^^- -y^ ; : ■5,;-i>*-^^>:;: ^
782
EL CASCABEL
Julio, que es un buen muchacho,
con una hermosa se unió,
y desde que se casó
andaba medio borracho.
Contemplando su torpeza.
dijo Blas:
—O es ({ue ha bebido,
ó es porque se le ha subido
la hermosura á la cabeza.
Hemos recibido con mucho gusto por
cierto, el «Almanaque Siui-Americano pa-
ra el año 1893.»
Es un libro interesante, ci.ano de costum-
bre, repleto de materiales literarios y artís-
ticos, al pi0 de los cuales se ven firmas co-
nocidas.
El libro se ha vendido como pan bendito.
Es un éxito merecido. (}ue prueba la fa-
ma y popularidad del abumiaqne de
Prieto.
Gedeón se examinaba
y le dijo el catedrático:
— Diga ¿qué es apicultura.'
— El arte de semiirar <t ¡lin.
Un suscritor.—Uecihi su atenta riliinr-a v la agra-
■ lezoo.
R. 5.— "Un recuerdo» flojea un poco, francament-^.
L. J/.— tQuiere Vd. mandar otra cosa' Su «Deuda
(le amor» no me disgusta.
Troraí/oí-.— En cambio sus rAtt/fl/vs ;av: me liis-
gustarón de veras.
M. M. — No sirve.
/. H, — Veré de aprovechar algo.
M. S. — ... No tíí'nen gran cosa.
Pif'-Pn/'.—Ks sobadito. Agradezco ei recuerdo y
lio le olvido.
P. Ppiia.— Dice Vd.al empezar
No se don 'c estoy " •
ni falta que ha cu,
este saco se deshace
y sin el me quedo yo.
De modo que, empezando asi... ;calcule como
acaba vd!
f.. A. C—Lo siento, pero no se puede publicar.
Cí///o.ví/.— Si, señor; el viernes por la tard« ft las
cuatro de la tarde. No hay de que.
.líela r. — ¡Hombre!... copiaré una redondilla-
Al verla tan bonita
en mi casa me metí,
y temeroso de mi
no sali de la salita.
Hizo V(i. perfectamente, por que si sale... ;>abí
Dios lo que hubiese ocurrido!
Protector,— No pueio httblar mal, porque la^f
;,'U8tan mucho las corridas de toros.
Mayoral. —Y A. sabrá degollor boletos, pero en
cuanto a quintillas... las degüella Vd. también.
/. /¿.—Se aprovechará para el niliuero-alniana-
que.
Marín. --\á.. no se llama María. Se llama Man...
macho.
¿<jui' <a/;'— Bastante mal.
[mpor tan nitor — ;Diantre! ;qué largo es todo lo
que hace Vdl
EL CASCABEL
SEMA^AHIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
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CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g
Provincias: Los señores Corre-ponsaies
fijarán el precio.
Número corriente o
» atrasado >
1.50
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SE DIlSEAN agentes y COIÍHl'SPONSALES
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIOX
^.3 9— j.i,gsuA— -aa-e- (altos)
RL CASCABEL
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DEL
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de productos españoles en gensral.
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tales de España con beneficio para el toma-
dor. Se dan giros sobre los pueblos, tambi<>n
con beneficio
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Cangallo.
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damitas o.iUí >'.] atado
Crápulos grandes, id; iu. ia> -
dio Londres o.ir» » »
Aristos, atados de i'< d;imit;i.-
de tabaco humano <».:$<» " «
Aristos. atados de (i, reirá 1 i; i,
id. id o.:ji) .. ..
Aristo», atados de '.: exccpcÍM-
nales, id. id o. lio ..
Kntro Aí'tos, atados ;» cisarri-
llos, sin pajnH .).;$<» ..
.laziniíie/;. atados d^- l.'i riira^
rrillos, sin papel, huliia >.:!<» •
Moletas, atadou de !-' id. :«1.
id. habano J».:to ■:,
Han llegado el v:\]n- !ran>-.'~ >uperior y or-
dinario, asi couiit fl Mazyiand \ lo- Scal'erlati
superior \ ordinario
Baja en el oro
2 O P^^' <'i<'»to 2 O
de descLieiito sobre los precios de iodos
los artículos introducidos
679-C AN G ALLO-679
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Se previene al público que la farmacia
establecida en !a calle Rivada, que fué an-
teriormente de D. Guillermo ji. l>«nweli,
se vendió á D. Diego Sproat. quien no es
farmacéutico, de modo que dicha farma-
cia no es ya de Oanweii sino de Sproat.
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Que existe en Buenos Aires, esta situa-
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estábil siiuadn en \icioria ]>-í.i\ 3o se mudó á
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Se reciben suscricioucs ¡lara (^1 año lsH3. a
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1037^PIEDAD— 1041
7fe4
"5^?; 'v^- . i S--
EL CASCABEL
EL día 4 DE ENERO
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EL PRIMER NUMERO DEL SEGUNDO ANO
INÚMERO- ALMANAQUE
DE 32 PÁGINAS
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ILUSTRACIONES DE FORTUNY
VAAMOiVDE
DEMÓCRITO II, NICOLAU COTANDA, EUSEVI Y OTROS
LOS SEÑORES AGENTES
PUEDEN HACER SUS PEDIDOS
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MATILDE LIMAHES
^p'^W5'?^'=^?íf^**?^r»fP^||^f^'^^^^ 'í^je.if, ' '^'-^.rfy^jir^'^ 1
im
El. CASCABEL
-3>-Qj-e-
L líit.Tidente Muni-
cipal, muy señor
nuestro, ha dado
prupbas de teñeran
oído muy fino y
muy educado.
Y lio lo digo por
que haya subveii-
cioii-ido á ningún
payac^tii;' de circo ecuestre, que no lo ha
hec^O;, ni por que se preocupe de las que-
jas ,^^^. motivan ios carros-escobas, que
no se preocupará de ellos.
Lq di^opor su ultimátum á las empre-
sas ^ti,3^amway, que para martirio nues-
tro nos molestan y explotan, y nos sacan
la plata para traducirla al inglés.
Vale decir, para m^índarla en letras á
L(')ndres.
Y no en Uítras de uiolde.
Letras de cambio.
El ultimátum tiende á terminar de una
vez las sonatas con que amenizan los
viajes los cocheros del tramway.
¡Basta de variaciones con el cuerno!
Quedan prohibidas... aunque hasta la
fecha nadie se de cuenta de tal prohibi-
ción.
Dios se lo tenga en cuenta á Gané.
No sabe él, el beneficio que hace á los
habitíintes del municipio, que están de ar-
monías ];)^i|^.ta la coronilla.
— ¿Qué se han figurado eso?; cocheros?
— me decía una señora que está en la
cuarta pregunta, es decir, que por cuarta
v/. ha de dar la respuesta en forma de
amoroso si al cuarto futu ro sucesor de los
tres maridos que ha consumido hasta la
fecha.
—lío sé qué se pueden figurar, — lecon-
testíftbíi yo.
— ¿Habrase visto insolentes?.... Por
que son dueños absolutos de un cuerno,
ya se creen autorizados para rompernos
■ 'I tímpano.
Otros seres hay, que disponiendo de
más cuernos, se callan como unos santos.
— ¡Que Dios les premie!
— Además, es ya hora de reglamentar
la filarmonía.
— Si, señora: y el reparto de las aguas
corrientes, también.
Sobre todo en lo de la filarmonía estoy
conforme.
Por que tengo un vecino, con el cual ya
no lo estoy mucho, y ese vecino es sastre
de profesión por inclinación natural, y
además aprende á tocar ei b jmbardino,
y forma parte de una banda de una socie-
dad recreativa.
Apenas sale el sol, mi vecino sastre
empuña y emboca el instrumento, y hace
unas cuantas escalas acrobáticas, que dice
mi patrona, causando la natural alarma
entre sus vecinos.
El primer dia que escuché tal armonía,
creí que la casa se venia al suelo, ó que
monseñor Andiros pronunciaba un ser-
món.
Pasado el susto, ttive que aguantar
una romanza y un vals con variaciones
sobre el mismo tenfia.
Después, al parecer, el sastre se dedicó
á la costura hasta las once, y á esta hora
probó un paso-doble, que me hizo aban-
donar la cama.
Después de comer, y con la intención de
digerir, volvió á soplar en el bombardino.
Y asi se pasa la vida; cosiendo y so-
plando.
De modo (|ue en casa sabemos la hora
que es por lo que loca el vecino.
.41 oir los arpegios prehminares, sale el
sol.
Y nosotros salimos de nuestras casillas.
Al compás de un paso-doble pedimos el
almuerzo, y lo digerimos escuchando el
dulce vaivén de una habanera.
Además del vecino sastre y bombardi-
no. tenemos casi al lado á las señoritas de
l.epe. solteras, aunque feas, y aficiona-
das al ¡)iano y al canto sentimental.
£L CASCABEL
Ts:
¡Dios inio!
Cada mañana cuando la mucama me
sirve el café, la mayor de las de Lepe
canta el. . . vorrei rtiorire.
Pero no se muere nunca.
Y, para fin de fiesta, viven pared por
medio, los señoros de Telón, un matrimo-
nio artista con siete hijos artistas tam-
bién, aunque tartamudos.
En casa de Telón, todos tocan algo.
Y tocan con fé.
Y con sentimiento
Sobre todo por parte de los miseros ve-
cinos.
La patraña bufa, y nosotros bufamos
más.
El otro dia, cansados de tanta música,
nos pusimos á vociferar todos los vícti-
m,os.
Nunca lo hubiéramos hecho.
Telón, padre, seguirlo fie los Telones
hijos, subió á nuestra habitación, y des-
pués de insultarnos un rato, le tiró el
violin piip la cabeza á un ingeniero que
estaba con dolor de muelas y le reventó
un flemón.
Aquella fué la señal del combate.
Telón lepartia cintarazos con el violin.
Los hijos esgrimían otros instrumentos.
El ingeniei-o, fuera de sí, le metió al
músico mayor un arco de violin en un
ojo. que se le pu.so de! tamaño y color de
un durazno del tigre, y quien sabe como
hubiera acabado aquello á no intervenir
la autoridad musicalmente.
Es decir, tocando el pito.
De modo que, el Intendente debe supri-
mir, no tan solo los solos de cuerno, sino
todos los solos musicales con que algu-
nos mortales filarmónicos nos regalan los
oídos.
Por el momento liueno está que los
cornúpetos del arte tengan que limitarse á
dar notas secas, iguales y uniformes, co-
mo las décimis de Obligado.
Pero no estará de más que con el tiem-
po se nos libre de bombardinos domésti-
cos, y de Telones filarmónicos.
Después de la escena que he escrito,
cualquiera cree que la música domestica
á las fieras.
Y que dulcifica los instinto-^ «;alvages
en el hombre.
¡Pa los pavos! que diría M<>rel. ese graíi
concertista.
De violón.
A UNA DAMA
QUE USA VESTIDOS ESTRECHOS
Si es (jue lu lela e.-^trccliais
solo por ahorrar la tela,
no ganáis nada en el cambio,
pues es resulta á la fuerza
que lo (jue aliorrai.s de ve.stidí»
lo ga.stais de ia vergíienza.
Perdéis de los mercaderes
aprecios, ciñendo seda,
que achacan á lo que es sust'i
orígenes de pobreza,
y en vez de siervos leales
tenéis en vuestras doncellas
del brocado corladores
sin cuchillos, mas c,on lenguas.
Tanto apretáis In de adentro
(|ue puja por balir liifra,
y ai a¡)retarlo se exhilte,
y al esconderlo se inuesíra.
Pródiga estuvo Natura
al otorgaros l)elleza.
y no consintiendo esquinas
en máquina tan perlecia.
Puso del mármol más duro
diuide ponerse debiera,
y aplicóle á vue.>tro taiie
las puras lineas griegas.
Manos y pies blanqueando
dio la tarea jior hecha,
tarea que más de un sabio
Juzgi» como obra maestra.
Si, quien es dueña absoluta,
tan mal tratíi su riqueza,
que estreclia lo que es periecto
y disminuye su hacienda:
ó busca otro vellocino,
ó su projiia ruina eren.
Dejad, pues, señora mía.
que sigan viviendo estrechas
las espadas en su \.tin;i
ya que su fortuna es e.->.i,
mas no mengüéis terciopelos
por (|ue eu V(;s resulta miMigua.
y pueden ios maldicientes
decir, (lue (juien tanto (¡prirlii
muy poco aJ>ari:a en amores
y que al)arcarlos desea.
Y si ceñidor jirecisa
(luien de ceñida se jirecia.
puede en mis brazos hallarse
á su gusto y .satisfecha.
J()>^t' M\ Mendoza.
^:-
v-*_*«^ ^'^
'-*;?'
788
EL CASCABEL
ARQUITECTOS
(Racimo de disparates)
ICEN que la arquitec-
tura es un arte que
requiere mucho estu-
dio, para llegar al co-
nocimiento perfecto
de todas sus reglas.
Sin embargo, creo
que todos los humanos nacemos con el
don de arquitectos.
¡Quién no ha construido un palacio de
mármol, con sus poderosos baluartes de
bronce y sus anchas y espaciosas bóvedas
azules!
(Oh, los castillos en el aire!
El que menos ha levantado torres como
las de San Pedro en Roma, ó la gran
Eiñel.
¡Los portentos del alcoholismo mental!
¡Los ideales fanlüsticos que constituye
el hombre, en esas horas de sonambulis-
mo de la imaginación!
Conocí á un sacristán que todas las no-
ches soñaba edificando una catedral, y que
allí oficiaba en calidad de Obispo.
Este era modesto por lo menos, porque
otro hubiese soñado con ser Papa.
Hay quien vio, y este era poeta, que el
mundo agradecido le elevaba una estatua
de oro, digna lan solo de su apoteosis.
¡Efectos de la poesía!
Y hubo albañil que quiso retocar la
cara de una señora que enfermó de viruela.
Conocí otro, que quería blanquear la
cara de un negro.
Un amigo mío decía:
-Yo he sido alguna vez ar(iuiteclo.
— ¿Cuando hombre?
--Cuando estaba de novio, formé casti-
llos en el aire.
Hay muchos (¡ue de !a esperanza hacen
un cielo, de la luna una dama de la noche,
y del alma un cántaro. Esta podría lla-
marse arquitectura gótica, ó como decía
una suegra: erótica.
Escuchaba á un caballero, que cuando
tenía un hijo más entre muchos que hizo,
decía:
— Este acto se llama arquitectura del re-
nacimiento.
Dios edificó al hombre, Darwin prefirió
por autos de esta obra al mono, en lo cual
participo de su opinión; pero hubo otro
que aventajó á los nombrados, haciendo
el mundo que habitamos de la pura ca-
sualidad.
Víctor Hugo dice que el amor es la di-
latación de un ser hasta Dios. He aquí
una arquitectura en espiral.
Un alcalde promulgó el siguiente bando:
— «Que se izen los edificios en las ban-
deras públicas y particulares, por ser hoy
día de la patria solemne.»
Esta es arquitectura china.
El suegro de un joven yerno decía á éste:
— Si sostiene V. el edificio del matrimo-
nio, se parecerá al caracol que lleva la
casa encima, salvo los cuernos.
Esta es arquitectura bárbara.
Una solterona, contemplando en el es-
pejo su airoso talle, se decía:
— Este edificio escultural se derrumba
por falta de arquitecto que le acomode un
puntal.
He conocido arquitecturas griegas, pues
nunca llegaba á comprendt^r como una
vieja con ciertos ingredientes se convertía
en frescachona.
Yo aconsejaría á ios constructores de
casas, que hiciesen las ventanas pequeñas
para evitar que los inquilinos echen la
casa por la ventana.
Todo el mundo conoce las construccio-
nes vizcaínas: «Para muías flacas, machos
de Pamplona: no los hay más mejores
que ellos.»
El poeta Fernando de Ballbuena, edifico
el castillo de la fama: «entre la tierra, e!
cielo, el mar y el viento, amasándolo con
palabras y haciendo sus cimientos de ai-
res huecos.»
Y llegando al fin. yo he edificado mi
raciitio de tlisparates. Ahora el lector
puede construir una silba.
Aíju.</f/'t Porceí Jaimes.
■tv'ííí-~ ??-VíKr;ír/?!?g ">/•■*"" r-;*^"'^^
EL CASBABEL
jm
CUEAOIONES
[
—¿Y se halla usted malf
—Muy mal.
Ksta inquietud y este ardor,
me hacen augurar, doctor,
á mi mal un fin fatal.
Tengo gran inapetencia
y es inútil acostarme
lio duermo...
— Bien, va á contarme
la causa de su dolencia.
¿Tal vez una indigestión?
¿Trabaja us'ed demasiado?
Esto tal vez le ha dañado.
— No, doctor; una pasión.
—¿Amorosa?
—Sí; amorosa.
Entregué mi alma, imprudente,
á una mujer, tan ardiente,
como amante y como hermosa.
Pero al dejarme la ingrata
me ha hecho, doctor, mucho daño,
y este horrible desengaño
es sólo lo que me mata.
—Vamos; tenga usted prudencia
porque eso le ha de pasar.
— Doctor ¿me vá usté á curar?
—Confíe usted en la ciencia,
ííu estado no se me oculta,
mas no tema, tenga fé:
mañana recetaré;
vuelva usted á la consulta.
[I
—Debe hacer una fortuna
en su consulta, el doctor,
¡cuánta gente! ¡pues señor.
gana mucho el Dr. Luna!
Y tiene una numerosa
clientela, ¡ya lo creo!
pero, ¡caramba! ¿qué vpo?
¡qué muchacha tan preciosa!
Y ahora ha mii-ado hacia aquí:
¡qué ojazos! y ¡qué figura!
¡y qué pies! ¡y qué cintura!
...y ahora me miraba á mí.
Ya podré ver al doctor...
¡qué muchacha! ¡es un dechado!
.demonio! ¡me he entusiasmado!
¡y creo que estoy mejor!
III
—Tengo un ardor que me abrasa,
pero, ¡nada! esperaré;
dice el doctor que hallaré
la curación en su casa
Ya está ella aquí ¡qué bonita!
¡qué andar tan gracioso tiene!
la pobre sin duda viene
con su mamá á la visita.
¿Si la hablase? mas no debo...
Atreverme... ¿qué dirá
si me atrevo, su mamá?
...¡qué demonio!... yo me atrevo.
¡Qué bonita y qué elegante!
¡Qué gracia! ¡que distinción!
y á más ¡qué conversación,
tiene más interesante!
IV
—Me encuentro perfectamente.
—¿Pasó aquello?
— Sí, señor;
de modo que estoy, doctor.
ya bueno completamente.
Ahora el día se me pasa
gozando en mi nuevo estado;
¡gracias, doctor! he hallado
la curación en su casa.
— ¿Conque se casó u.sted?
—Sí.
Tomé el remedio con fé
y juntamente encontré
alivio y esposa aquí
Mas que no sepa la gente
lo que conmigo ha pasado,
pues yo el remedio he hallado
no en usted ¡en su clientf!
Pero soy agradecido.
y en prueba de que lo soy.
vea este diario de hoy
en que inserté un Reniilido.
Puede usted estar contento
de lo (]ue afirmo, doctor,
pues digo que estoy mejor
gracias á su tratamiento.
Remitido que he firmado
en unión de mi señora.
puesto que ella afirma ahora
¡que usted también la ha cur;ido!
Li/?s Gtl reía .
T«0
EL CASCABEL
Recuerdos de familia
ON los más venerados.
( > venerandos.
Un moi mi sin recuerdos de lainilia es convicto y confeso de
alma desmemoriada.
Al llegar al tópico de los recuerdos nos convertimos en gra-
badores. •
Llevamos grabados los más gratos recuerdos en el alma.
O en otra parle.
A veces los guardamos religiosamente bajo llave.
Ya ^eces los ponemos en una urna.
Y hasia en ridiculo, si á mano viene.
Nada hay m;i- curioso que visitar una casa deesas qup están llenas de recuerdos.
— ¿Vé Vd? — nos dice el dueño, o el cabeza de familia— esta percha caprichosa de
cuerno de ciervo, es un r<!Cuerdo alusivo á un antepasado, que era muy cazador.
—¡Qué me cuenta!
— Si: era un Nemrod.
— Y esta cuerda «pie est<i alli. colgada, y con un crespón?
— ¡Ay amigo! permita Vd. (pie me conmueva...
— Es Vd. muy dueño.
— Aquella cuerda iidervim^ como Tactor principal en un drama de familia.
— ¿Estuvo atado algún Hnle[)a5ado?
— Al contrario: mi pobre bisabuelo desató el nudo que le sujetaba á mi bisabuiMa.
ahorcándose, por asuntos reservados,
¡Ah!... mi bisabuelo siti ser cazador cazó una buena pieza...
— ¿Algún bisonte?
— No señor. ¡Un capitán de artillería que le arrastraba el ala i* mj bisabuela!...
— Le arrastraría la espada.
— Li) que Vd. ipiiera.
—¿Y este fusil?
— E>; moderno. Sirvió cuandu la revolución del !)0.
— ¿Hizo muchas victimas?
— No llegó el caso, por que mi hijo, el mayor, tuvo un leslo de conmiseración
para el enemigo, y no se atrevió a salir á la calle... ¡Ah si sale!
No queda títere con cabeza...
Pero, pase \M . pase VM. que ver.-i cosas muy curiosas. Todas son recuerdos
<le familia.
¿Ve Vd. esa pluma'
—¿Cuál? ¡Ah! Si.
—Es mi mujer, es decir, es alusión á mi mujer: mejor dicho, es un recuerdo de
la primera carta amorosa que la dirigí.
— Ah...
—¡Cómo nos queríamos! .Mire Vd...
— Pero ¿qué hace? ¿se va Vd. a desnudar?
— Quiero que vea mi espalda. Hepare Vd. ahí debajo de la paletilla derecha, tor-
ciendo un poco á la izquierda., ¿no ve Vd. nada?
— Si: parece (pie tenga grabada una castaña.
— Es un mordisco.
— ¡.Aprieta!
—Es de mi mujer: me lo dio un día. mientras me laval»;;: íu) pudo conlenei-se
al vei" la blancura de mi cutis interno
— Era un cariño rabioso, por lo que veo.
— Ah, si, señor. ¡Lastima (íe mujer! p]n fin, murió y no hay mas remedio ({ue confor-
marse. Por fortuna conservo muchos recuerdos.
— ¿Le ha dejado hijos''
— Siete, y todos tienen algo de la madre. Anicetito. el mavor, tiene los dientes
de su madre...
— ¡Dios nos guarde de ellí^s!
— Eulogia, la niña, tiene los mismos ojos de la difunta. Las manos de Lola son
idénticas á las que eslrecliaba amorasamente en tiempos más felices para mi. Los pies
de Emilin...
—Si; comprendo.
— ¡Ay amigo! Como me conmueven estos recuerdos permita Vd. que me tlesaho-
gue en sus brazos... ji...ji...
— Pero... cálmese Vd. ..
>"V-^--W~\''<^jt^'-'%~¿;?^^
.--í?e^:
EL CASCABEL
.791
¡Cá!
Ni por esas.
Kl amigo de los recuerdos se puso a llorar como un crio, y me emftapo la levita.
Por íin me soltó.
Serit^e en un sillón, y ¡puní lo rompi en diez pedazos, val caer rne clave una
asliila. y no en la cara precisamente.
101 sillón era un recuerdo, del bisabuelo.
No servia para sentarse...
Salí de la casa escapado, y con un recuerdo que... ¡Ayl... no me deja ni á sul. ni
ó !-'>rr)bra.
Andrés Soler
LAS PALOMAS
I
Kra una noche de estreno,
y entre gran espectación.
al levantarse el telón
ya estaba el teatro lleno.
Se anunciaba en el cartel
que la obraciue se estrenaba.
lo primero era que dalia
á escena un autor novel.
Y allí en un paico proscenio
sus amigos reunido^,
se encontraban decidido!?
á aplaudirle como á un genio.
Varias palomas atadas
esperaban solo ver
el éxito, para ser
al instante libertadas.
Pero la cosa fué mal.
el público no aplaudía.
y la función transcurría
entre un .silencio glacial.
No despertaba interés:
la gente se fué cansando,
y la obra acabó logrando
una ovación... al revés.
Fu(^ un verdadero l'uror
el del público al silbar.
y á alguno se oyó gritar
—¡No!... ¡que no salga el autor!
Con las coronas guardadas
los amigos se marcharon,
y las palomas ipiedaron
en aquel palco olvidadas,
Pero cuando revisó
toda la sala e! portero
del teatro, á lo que intiero
las palomas encontró.
Pues, supe que al otro día,
tranquilo las desplumaba,
y después las cocinaba,
y después se las comía.
II
El autor novel, .silbado.
otra obra presenta'
y con esto demostró
ijue no estaba escarmentado.
Y fueron naturalmente
por él las mismas personas,
las que llevaron coronas
y palomas nuevamente.
Al íin el telón alzaron
y las gent<*s se aburrieron.
y á silbidos le aturdieron,
y la obra reventaron.
Y cual la vez anterior
el portero al otro día,
las palomas se comía,
destinadas al autor.
III
Viendo que le iba tan mal;
el pobre autor aburrido,
abandonó, decidido,
la carrera teatral.
Deseando saludarle,
prueba de afecto sincero,
á su casa lué el portero
del teatro á visitarle.
Increpó enérgicamente
aquella silba inportuna,
é indujo a probar fortuna
al pobre autor nuevamente.
Y se expresó de tal modo,
y le hábil') con tal calor,
(jue al cabo dejó al autor
ya convencido del todo.
Y al terminarla visita,
dijo:
—Está Vd. convencido,
y ¡nada! lo e<jnvenido:
escriba Vd. otra obrita...
La lleva al teatro y ¡zas!
le proclaman á Vd. genio,
¡Ah!... y lleve al palco proscenio
las palomas, además.
5. Garrido.
m'srt^Tr'pm^^'^'^''^^^^ -^^^^^r^' xr^^ '?,?--' ^--^f' • ■"
7ÍÜ2
EL CASCABEL
VIAJE
[WSl ..S3rj
íl'í
Pues... ir^ á tomar apuiift
;('ii boleto |iarn San N'irHiitel
¡Valiente \>cinoí
¡Kh. i'omiianero... miH lae a()la.<t.a!
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Sí; una volanta. ¡Al campo!
Soberl^io espectáculo
'•'P/'^^J^fí^¡¡*'^ '■n«5^"5^^t«iP|®">''í^fs^^''f^V''^-?^ ^ 'T -N-ff^ss^-^iP^s»^ 7^i~rW\
EL CASCABEL
ARTÍSTICO
i^
¡Catapiam! Dios nos asista
—Yo aquí... eX ^ -^
— (iVd? Kn... salva 'a [)art.
-. V
-^
^. ^
^
.A.^
'^ ■ i;i!l|IMiL-
"'¿
■*^<íii^^'"^*'
Zrr-?--
Vadear el rio ¡qué hermoso es!
;V (|ué iiúni^'d'i'
¿Y cómo tomo apuntes ahora"?
Lo que he tomado es un resfrío.
■ >-^- ^ "íf- "
r|)»
BL. CASCABEL
EL CLAVEL BLüNCO
Interpretación de u.xl cu. adro
DE
V. NICOLAU COTANDA
Era un helJo domingo de Nov¡enil)re.
en que de Apolo el encendido dardo
desgarraba las gasas de occidente.
y eucaliptus y álamos
adornaban su taima de liojas vrrdes
con inmensos topacios,
mientras el soplo de una brisa leve
peinaba la totora de dos ranciios.
Kn mangas de camisa,
<-'i la sombra sentado
del viejo corredor de la cocina,
asido el mate con la diestra mano.
se llevaba á la bO(;a la bombilla
un hombre entr.-ulo en años.
Su mujer arrojaba á las gallinas
una ración de grano,
y sti preciosa hija,
cerca del guarda patio,
aspiraba el perfume con delicia
de un bello clavel blancD,
cuando sintió á su esiialda, sorpr''nilid:
ecos apasionados.
Era un joven apuesto, que tenia
azúcar en los labios,
el corazón repleto de osadías
y de sueños el cráneo.
En su tino pañuelo de golilla.
su negra camiseta de brocato,
el tirador, sobre del cual lucían
monedas á puñados,
y en la plata bruñida
de su corcel picazo,
bien claro se veía
que era mozo de rango.
—Dichosos ojos (jue te ven, f.ucía,
para decirle con su luz, te amo.
aunque bajes la vista
y no contestes á mi ardiente labio.
— Yo no se (|ue decir, contusa y tímida.
dijo la joven, y su clavel blanco
doblaba conmovida,
mientras Ramón, de amores abrasado,
regalaba al oído de Lucía
las trovas de su pecho enanioradij.
Un mastin (pie dormía
á la sombra del pox;o, sin cuidados,
se levantó de'un salto
y pasó por el lado de la anciana,
de carrera y ladrando,
cuando más el mancebo se esforzaba
en vencer de la joven los recatos.
Más al ver cpie su madre la miraba,
le dijo al mozo, con los ojos bajos.
— Te quiero si; pero no digas nada,
y dejando caer el clavuel blanco
para que él lo guardara,
aparentó como en iguales casos
aparentan, traviesas, las muchachas.
que hablaba con el mózó, de los pájíiros
que hacen nid(^s y cantan.
¡Qué símiles tan dulces y apropiados
encuentran los que aman,
cuando se emplean en tener guardados
los secretos del alma!
M. Baha monde.
Noviembre 20 de 18!t2.
TRAICIÓN
Ym (|iiisf á una mujer (jue apa.^ionada
(luererme prometió;
una prueba i)edi de su cariño...
la mujer me besó
.V mi mailre conté la dicha inmensa
([ue mi pecho sintió;
—¿Y te ha besado (díjomc mi madre»
como te beso yo-?
Y al sentir en mis labios aquel beso
de mi madre... — traición...!—
<^\('lam(;', (;omparando el amor puro
con el impuro amor.
A. Díaz de la Quintana.
■^^
<?><^ —
EPIGRAMA
•luán que entre los alongantes
tiene un sitio preferente,
pide pan continuamente
en el hotel de Emigrantes.
.\yer pan del día antes
le dieron por colación,
y al hacer su provisión
exclamó Juan sin ([uerer:
— ¡Que cosa dura es comer
el pan de la emigración!
J . Corras Fernánde:^
1 .. - jr- - ' v^.- ^r«'r«-'^^;X«'S<!é!S:^*í3^^'Tpí-'?ííri«V'
<5' '">?'. -- ^
EL CASCABc'L
7^5
EL DIVORCIO
— Y yo. ()ue no soy tonto, li'^ peúiáucj. «livor-
cio. porque separado de mi mujer \iKc\rr es-
piar m^jor sus actos.
— (:<'orii|ue divtu'oiiulos ;il liii-;'
— ^^í. mi esp''S:i i!'i (jucria dormir en alcoí a
diferente y...
— ¿Por eso se han sejiaradcr
— Sí. y además porquí Míen:: ■ nc su prioi©
durmiese con nosoir'is.
—Sí, señores; en vista del proceder de nues-
tras mujeres, fundemos la Sociedad Prolec-
tora de los Casados.
—La sorprendí en o'ro y...
— ¿Pidió V. el divorcio'
— Xo, una indemnización por daños y per-
juicios.
--PYK
sis^* v^^ ■.^■y^w'^^TWWx^
796
EL CASCABEL
OE DOMINGO A DOMINGO
Volvemos á los cambios de domicilio.
Y, liasia cierto punto, á los de cartel.
De modo que si en la variación está el
gusto, no podemos quejarnos.
La compañía que con tanto acierto diri-
je el señor Roldan ha abandonado el teatro
Qnrubia y ha ido á dar vida al teatro Apo-
lo, en donde hasta hace pocos dias una
compañía de ópera barata nos ha hecho oir
algunos Trovadores trasnochados.
Roldan prepara obras nuevas, entre ellas
una revista local titulada Buenos Aires
en Chicago.
Además, con el milagro de resucitar un
Oso muerto la compañía ha logrado an
éxito merecido, tanto por el desempeño de
la obra como por los muchos chistes que
que hay en ella.
Apropósito de variaciones. La empresa
de la Comedia anuncia El Rey que
rabió.
Es una noticia que el público ha reci-
bido con gusto. Nosotros aplaudimos des-
de ya. porque El Rey que rabió es obra
de las que entran pocas en libra, y aunque
para su desempeño se tropezara con al-
gunos inconvenientes, como son escenario
pequeño y orquesta pobre, no dudamos que
El Rey, rabiará unas cuantas noches con-
secutivas en el teatro de la Comedia.
El teatro de la Zarzuela se queda por
el jiiomento sin el ventrílocuo O'Kill, <(ue
ha sido sin duda alguna el causante de
los plenos que han cobrado Pastor y Ga-
rrido.
Pero estos no se duermen en los laure-
les, y con muy buen acierto han reforza-
do la compañía con nuevos elementos.
La señorita Linares y el aplaudido Mesa,
nuestro antiguo conocido.
Nos ocuparemos de ellos cuando les ha-
yamos podido ver trabajar.
¿Habrá moderado un poco aquellos ges-
tos y contorsiones estrafalarias el simpá-
tico galán joven?
Dios lo quiera, para bien suyo y del pú-
blico.
Ah...! Si quieren Vds. reír de veras va-
yan á ver Lo^ baños del Manzanares
una de las obras que mejor desempeña
Juárez.
Siguen los ensayos de Miss Helyett.
La compañía Prous que actúa en el
teatro San Martin parece que gusta bas-
tante, lo que no nos estraña estando allí
la García.
Decimos parece por la sencilla razón
de que no hemos asistido aun al teatro ci-
tado.
Esperábamos obras grandes... y alli tam.
bien se estila el repertorio pequeño.
¡Como ha de ser!
Iremos, y en el próximo número dare-
mos mas detalles.
Gavallique ha dejado el puesto á Prous
y compañía, se ha vuelto con la suya al
Doria., que cuenta las funciones por llenos.
Compañía social de operetas en el
AÜíambra.
Entre los artistas que figuran en el car-
tel, hay algunos conocidos ya de nuestro
público.
Forlet... toujour lo mismo. Es decir,
mucha animación.
Y en el Politeama.,\aL compañía ecues-
tre en puertas.
Vaya, que el que no se divierte es por-
({ue no quiere.
O no puede. . .
Nuestro intendente, á fin de alegrarnos
la viáta, ha dispuesto que se arreglen jar-
dines en los atrios de algunos templos.
Bueno,
Pero los zanjones, baches y demás gan-
gas con que uno tropieza á cada momento
por esas calles, siguen causando victimas.
Ya vé el señor intendente que no todas
son flores.
Es Joaquina muy delgada,
sin formas, curvas, ni nada
-T^^sf 9«íí-& ■^■'^^^^^^lí^'f^^^^'We^
ípS^5P»"!=5frO«e' ^►T -v »«5' «r-
^7-^' y»
EL CASCABEL
797
propio de una mujer bella,
y por eso dicen de ella
que siempre esUi despechada.
Los solos de cuerno con que regalan los
oídos de los pasageros los cocheros del
tramicay^ también han producido una
nota de nuestro inlendenle.
Este se inclina al uso de) pito.
Ya estamos viendo que los vigilantes
adoptarán el cuerno para no parecer co-
cheros.
Y entonces tendremos vigilancia astada.
lijo»
Entro Leonor en la capilla oscura.
—Aquí estoy ya, Señor— temblando
y acercándose luego al crucifijo,
se abrazo con fervor... al señor cura.
Mas este separóla dulcemente,
exclamando:
—Os habéis equivocado,
y me habéis abrazailo,
pero este abrazo os juro, formalmente,
que lo devolveré al Crucificado.
Se prohibió la corrida de loros (^ue debía
celebrarse en Lujan.
Los empresarios fueron reducidos á pri-
sión.
La medida es un tanto fuerte.
Con prohibir el espectáculo bastaba.
Y no se ponia á los empresarios en
igualdad de circunstancias que los toros.
Porque estos y aquellos quedaron en-
cerrados. ^
Es tan envidioso López
que, en pos de méritos y honras,
no quiere nadie á su lado
V el mismo sol le hace sombra.
Está Violante vacante
desde (jue murió Clemente,
por eso precisa amante,
por eso precisamente.
Terminó la revolución de Santiago del
Pastero.
Se calmarían los ánimos.
Y nosotros, aguardamos anhelantes no-
ticias de aquella población.
Hasta pusimos un telegrama, que decia:
«Sr... Dígame si \i\e Adolfo CaWcra,
el que nos debe aquellos pesos.»
La contestación fué la siguiente.
«Vive: pero no paga.»
Entonces dolorosamenie impresionados,
exclamamos:
— ¡Hay agentes, á «{uienes ni la caida
de un gohernadi»r hace pegar sus deudas.
Tal vez si hubiese habido un terr<ímoto,
el Sr. Cabrera, habria saldado su cuenta.
Julio caso con Prudencia
buscándole los doblones.
y fué una de esas uniones
Ilarnadas de conveniencia.
Pero hoy Julio se arrepiente
y vive dado al demonio,
yes porque en tal matrimonio
no ha encontrad') inconveniente.
ondencía
-^
r. L.—La, extraviaría. No recuerdo haber leído
tal composición.
L. M. de J/. -En cambio lei la de V. y me conven-
ci de que no s'rve para el caso.
r/V/w^o.— ¡Hombre!... hasta ahora no conocia sv-
netos de diecisiete versos. ¿Por qué no manda una
colección a Chicago y asi hace la competencia al de
Cervantes?
/. fl.— Recibí conforme. Irá en el próximo nú-
mero.
AiireUu.—iWersos á la mucama? ¡Aparta infame:
Teles/oro N. de 3.-E\ diablo que entienda lo que
quiere Vd. decir con aquello de las agudezas pun-
tiagudas.—\o. no les veo la punta.
A.S. de C.-Si se empeña lo publicaré en el nú-
mero-inocentada: pero en el número-almanaque,
no señor.
Artista.— "ÑO están mal los dibujos; pase por la
redacción y hablaremos.
O. J. A. fSanta-FéJ— Eso de que una flor hable
desde su cumbre airada, no me parece admirable.
Constante.— L3i constancia es una virtud, pero no
contar bien las silabas es un crimen de los gordos.
nardo.— Yd. puede hítcer algo mejor.
Italiano.— Yd. perdone, pero no quiero suscitar
cuí-stiones internacionoles.
Secreto.— Jii personales tampoco: asi es que no ha-
go caso de chismes.
Cucurulla.— Pero... ¿de dónde ha sacado Vd., (jue
arroyo y pollo son consonantes?
2'?.9í'/a.— Muchas gracias: no gastamos tigera eii
esta casa.
Principiante.— m admitimos poesías robadas.
Fulano. — iEsld. Vd. disgustado con la suegra? Pue*
sobre ser muy anticuada la cosa, no vale la pena de
atropellar la poética con tan fausto suceso
A. W. r.— No es publicable.
''■ ív- -X'
j- ?5*5**¿:<
798
> *|i^^^S^^^*W^^:fí^ *'"^*'- *^^ ''^
UL CASCABEL
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
-^-
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Provincias: Los señores Corresponsales
fijarán el precio.
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tales ;^e,Ei^pa5ña con beneficio para el toma-
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Número atrasado. .. »0.15 id
Fotograbados d*í Emilio A. Coll y C»
;LEIiA CATJLLÁ
m-i
EL CASCABEL
L Departamento Na.
cioiifil de Higiene, de
acuerdo con el de Po-
lilla, ha declarado
cuerna sin cuartel á
todo lo que huela á
hipnotismo, adivina-
ción, sugestión, y psi-
quiatría en general.
Ahora le toca pag;ir el pato, ó el ca-
nard, que diría El Diario al Doctor Das,
que ha llegado a! país y ha dado confe-
rencias privadas, en las que ha adivinado
una porción de cosas estupendas.
A un conocido Doctor le contó, con la
imaginación por sup-nesto^ la ropa blanca;
y resultó que el tal Doctor solo tenia dos
camisetas y tres pañuelos ordinarios.
.\ un periodista que h^bía escondido ¡a
pluma del Doctor, se la encontró en un
costurero al lado de unas ligeras.
Y asi por el estilo.
La fama del adivinador fué tan lejos,
qup llegó á las a'tas esferas.
Y ¡claro está! Los que dirigen la polí-
tica se echaron á temblar, temiendo que
los más recónditos secretos de estado se
divulgaran.
El Gefe de Policia quería transigir, y
y Hün más, quería crear la plaza de jefe
de policía aiivinadora, á fin de que pudie-
sen ser habidos tantos criminales como
se escapan de la acción judicial.
Pero, como en todas las grandes oca-
siones el espíritu de imitación es grande,
ahora corren por ahí un sin fin de adivi-
nadore> que, burlándo.-^e de la autoridad,
ejercen, con aplausos de las personas afi-
cionadas á los experimentos maravillosos.
La otra noche asistí á una sesión, en
casa de los señores Bermellón.
El hijo mayor de estos sen res tiene
muy desarrollada la f ensibilidad y la na-
riz, y hace prodigios.
Contesta con maravi'losa rapidez y
exactitud á cuanta pregunta se le hace.,
A veces se equivoca.
Pero eso no ocurre siempre..
Lo malo es. que nadie se atreve á pre-
guntar.
Por que, ¿qué señora aventurará esta
pregunta? ¿cuántos años tengo?
Ninguna.
No obstante, la otra noche no faitó quien,
poniendo la mano en la espalda de un
concejal, preguntase.
— ¿Qué toco ahora?
— ¡Un animal!
— ¿Eh? interrumpió el aludido, ¡no ad-
mito burlas.
— Vd. dispense: no lo dije por ofender.
Vd. es un animal racional, por supuesto,
aunque concejal autéLtico.
— ¡No me falte Vd!
— Pero. .. señor. Yo no pretendo faltar
á nadie. . . *
Trabajo costó apaciguar al concejal
que seguía tronando y echando sapos por
la boca, renegando de los adivinos y de la
psiquiatría, á la que quería cargar con un
nuevo impuesto.
Terminado e! incidente, el joven Ber-
mellón se hizo hipnotizar por el almace-
nero de la esquina, que e.s una persona
instruida,
Una vez hipnotizado, el almacenero or-
denó al joven que fuese á besar á la mu-
chacha más linda de la reunión.
Y, en efecto, el infeliz joven fué y besó
la calva del concejal.
Aquí fué Troya.
El concejal quiso pegar a! alniacenero y
á Bermellón y enarbolando una silla los
persiguió por toda la casa, hasta que de-
sesperando poder alcanzarlos, tiró la silla
que fué á dar contra un magnífico ar-
mario-ropero, haciendo añicos la luna de
Veneci:i.
Totai: que el concejal rodó las escaleras,
Bermellón, hijo, renunció á la adivina-
ción, y Bermellón, padre, tuvo que ir á la
EL CASCABEL
803
<iomisaria á ileclarar y á pagar los vidrios
rotos.
Inútilmente defen ía la adivinación. Tu-
vo que pagiir la correspondiente multa,
y fué puesto en libertar!, gracias á que el
comisario temió que Bermellón hijo, adi-
vinase la existencia de una casa de juego
que funcionaba en la sección.
Bien mirado, no huy motivo para proce-
der con tanta energía contra los hipno-
tizadorfs.
Por que si damos un salto prodigioso,
y de casa de Bermellón pasamos al local
(de la Exposición Preliminar de la (ie Chi-
cago, exclamaremos, sin poderlo remediar.
¡Cuánto hipnotizado, ó sugestionado!
¡Valiente preliminar!
Es malo con ganas.
Especialmente on lo que á pinturas se
refiere.
Sin estar sugestionado, no es posible pin-
tar cosas como las que se han pintado
para causar la admiración del mundo,
allá en Chicago.
A 1 o tratarse de sefioritas, citaríamos
cuaHrop.
Pero, no. No es suya la culpa.
El culpable es el gobierno, que consiente
que la «Escuela Argentina de Pintura»
se'a lo que es.
¡A no ser por cuatro distinguidos pin-
tores, el arte estaría l)ien representado
en la Exposición!
;Ah'... los cuatro pintores no han estu-
diado los modelos que se exponen en el
local con la siguiente nota:
Modelos seguidos con éxito completo du-
rante el curso.
¿Con éxito conijüeio?
Que venga Dios y lo vea.
¡Valiente éxito!
'\ no cerpor los productos del suelo ar-
gentino, y ¡jor unas cuanta-^ instalaciones
que hacen honor -a la industria del país,
¡bonito papel haría la República en Ciii-
cago!
¡Éxito completo.'
Parece alusión á unos chorizos que vi
expuestos, y que recuerdan Ií)S de La Xa-
o*o?z de feliz... recordación.
¡Ea! ¡que estamos sugestionados!
POR EL ARTE
Tenia Emilia Pérez
muchísima riqueza:
de artista presumía.
y en pos de sus ideas
gastábase el dinero
en tubos y paletas.
Montó un taileí' magnifico.
tapices compró y sedas.
y ricos ornamentos,
y lámparas soberbias.
y cascos, armaduras.
espadas y rudeias.
costosas porcelanas.
espejos de Venecia
y telas de maestros:
en fin, arjuello era
el prodigioso estudio
con que el artista sueña.
Quería Emilia Pérez
pintar una pel(\i,
en el romano Circo
entre hombres y entre Heras.
J)e libros y pinturas.
.=acó Jas más completas
noticias de est,;is luchas.
Buscó luego sin tregua.
detalles de los trajes
que usaban en tal época.
Pintó del Poliseo
la conmovida aren:i,
,las gradas en (|ue estaba
la muchedumbre inmensa.
el trono de lo-^^ ("rsares.
las cortesanas hembras
en (luienes de la orgia
veíanse ai'm l:is huellas.
y tuvo un dispcad(»
león de gran melena.
que le sirvió de estudio
para inntar las fieras.
Más ¡ay! ¿,y los modelos
para el desnudo atleta?
Quedóse nuestra artisla
at(')nita y perpleja,
¿,cnmn salir del trance-?
¿('(ano encontrar (|ui' ii fuera
el gladiador fornido
que ante el Icm no tiembla.
y (ine al estar desnudo
su inmenso vigor muestra:'
Un mani(iuí no sirve.
¿C(')mo lograr su idea-.'
Emilia suíre y llora
y arroja la paleta.
pues acabar no piieiJe
su tela predilecta
¡Para ella no li;iy modelo!
Pues no está bien (pie tenga
un hombre ante .sus o;(\s
i^' r^^' =A - xff t- j^7t:^i^g^Sg>,^'^
804
EL CASCABEL
desnudo ¡qué '/ergüenzal
y así no puede verlo
Ja jóren que es soliera.
ir
. AI fin Emilia Pérez
tranquila y satisfecha,
logró realizar una
magníllca ocurrencia.
Diversos caballeros
en torno de la bella,
solícitos buscaban
su amor ó sus riquezas.
Emilia decidióse
y su elección fué hecha
en uno muy fornido
y bruto por más señas.
Se unieron y gozaron
la dicha más completa,
y Emilia pudo entonces
seguir en su tarea.
Por último la artista
de su labor contenta,
en un certamen público
expuso la gran tela.
Juzgóla obra de mérito
la crítica benévola,
mas fué, el gladiador, gusto
para las malas lenguas.
Quien dijo que tenia
los brazos y las piernas.
lo mismo que un a nigo
que Elvira conociera
por medio de su esposo,
á petición de ella.
Habia maldicientes
los que de aquel alíela
decían, fué modelo
un mozo de Cañuelas,
<iue con Elvira Pérez
tenía conferencias.
Yo no concedí crédito
á fábulas tan necias.
y fui á casa de Elvira
qne, igual que siempre bella.
mirábame á menudo
con aire de estrañeza.
Habló con su marido
muy bajo y con cautela,
y fuese al poco rato
mirándome risueña.
Resumen de todo esto
es, fjue el esposo de ella,
para su mujer r|uiere
que yo modelo sea.
Pretende hacer un cuadro
sobre (;osLumbres griegas,
y en él un Dios Apolo
desea que aparezca.
Del tal seré modelo
y á mí me dá vergünza,
pero me sacrifico
tan solo por que vea,
que yo en cuestiones de arte
no opongo resistencia
y con Elvira quiero
hacer una obra á medias.
José M". Mendoza.
-^ímm-
SABLAZOS
os hay de muchas cla-
ses.
De punta, de filo, de
revés, de piano, etc.
Pero los más temi-
bles no son los que
como la calumnia
«van directo al cora-
zón».
¡Cá!
Hay otros mucho más lastimadores.
Los que van dirigidos al bolsillo.
Esos si que para ser parados con tiempo,
necesitan encontrar un maestro consu-
mado...
Por lo menos un maestro que lo sea,
tanto como el que esgrime el arma invisi-
ble y traidora.
Porque el sable que usan los sablistas
de profesión, es completamente invisible.
Durante esta época del año, es necesa-
rio salir á la calle acorazado.
Los tan aplaudidos aguinaldos de fin de
año, sablazos al fin y al cabo, están en
auge. •
El peluquero, el zapatero, el confitero
y todos los eros habidos y por haber, nos
tratan con más cariño que de costumbre,
á fin de ponerní s tiernos para que no es-
catimemos el aguinaldo de fin de año.
Conozco un joven tendero, y secretario
de una sociedad recreativa, que es tan pre-
sumido, que no puede serlo más.
Sobre todo su peinado es una obra de
arte, especialmente por delante.
¡Cuántos tarros de pomada le cuesta la
graciosa curva con que el cabello corona
su ardorosa frente!
Y ¡cuantas niñas se han rendido á sus
pies, exclamando C')n entonación de con-
tribuyente, es decir, lastimera; ¡Oh Am-
brosio!... ¡soy tuya, pero no abuses, que
papá es muy bruto! ¡Te aviso, y me decla-
ro sierva luya! Esta berruga que tienes
ahi, en la mitad del carrillo, y esa ondila
fí
'. %f ■'t'^sí^fw^m^^^^- ':^éT^^^^^!^^^''''W
■■'■f:^'
áL CASCABEL
805
que surca tu frente me han dominado...
pero, repiic, no abuses de mi.
Pues ¡calculen Vds. mi sorpresa al en-
•contrar el otro dia á Ambrosio, con una
«abellera que podía competir con la de
"Guido Spanol
— ¿Qué es eso? — le dije— te has vuelto ro-
mántico, ó tenias frió en la cabé¿a?
— No amigo.
— Vamos; será exigencia de alguna vic-
tima de la ondita...
-No me hables de ella.
— ¿De la victima?
—De la ondita. La he suprimido momen-
táneamente, hasta que se acabe eso de los
aguinaldos...
— ¡Ah¡ ¡ya entiendo! Es una medida eco-
nómica.
—Si; porque, como tengo fama de rum-
boso, si voy á la peluquería la fiesta me
costará un dineral. .
— ¡Ah...!
Volviendo á los sablistas y á los sablazos
y dejando que los Ambrosios ostenten me-
lena si quieran, confesaré que entre un
industrial que me felicita con mal fin, ó
un individuo que me detenga en la calle y
me cuente una historia triste para sacarme
después un peso, me quedo con el primero,
y pago.
Antes, lambien pagaba á los segundos.
Pero un dia, un sablista de profesión se
comprometió á enseñarme la manera de
dar sablazos á la alta escuela.
Empezó la conferencia, qoe fué en estre-
mo interesante.
El hacia las preguntas y las respuestas.
Su inventiva era maravillosa.
Por fin, después de la sesión de esgrima
me pidió cinco pesos.
— Déjamelos, por íavor, me decía.
—¡No me da la gana! le contesté.
Este quite maestro me salvó.
El profesor de sable confesó que no
había visto parar nunca un golpe, con la
maestría con que yo lo paré.
Ya lo saben Vds.
¡Si les embiste uno de esos, nada de ro-
deos!
Todo lo puede un:
—¡No me da la gana!
Eustaquio M. Pérez.
EN EL SKATING RINK
Niñas que usáis patines
sin precauciones,
no vayáis al skating
sin pantalones.
806
EL CASCABEL
LA TENTACIÓN DEL SANTO
El aire á su oido lleva
de las Heras el rujido.
y el santo sigue embebido
en sus rezos en la cueva.
Solo el murmullo cercano
se escucha del manantial,
y el silencio sepulcral
no turba un eco mundano.
San Antonio en la abstinencia
santamente va viviendo,
y ¡versos está leyendo
para mayor penitencia!
Del más oscuro rincón,
surge una nube brillante;
y risueña y palpitante
de ella, una hermosa visión.
Es una mujer desnuda
que al mirarse tan hermosa,
por cubrirse, ruborosa,
pide á su cabello ayuda.
Y al extender el tesoro
fjue hay en sus rubios cabeKos.
queda cubierta con ellos
en un manto de hebras de oro.
El santo la vé y suspira,
pero se hace el distraído
y finge estar abstraído,
más, de reojo la mira.
Una mirada que quema
siente el santo sobre si,
tanto, que ya no vé allí
ni los ripios del poema.
Y aquella mirada ardiente
sigue fija en él, en tanto,
y ya no vé el libro el santo
y suda copiosamente.
Llega pasito á pasito
junto al asceta la hermosa,
y alli con voz melodiosa
dice á su oído:
— ¡Antoñito!
Dime, ¿porqué te contienes?
¿No ves que por tí me abraso?
Di, ¿porqué no me haces caso?
¡Qué lindos bigotes tienes! ,
Alterado San Antonio,
se alza y con gesto de agraz,
exclama:
—¡Déjame en paz!
¡Anda! ¡Márchate al demonio!
—¿Y me vas á dejar ir?
¿No te gusto acaso?
— Nó:
y si me gustases, yo
no lo podría decir.
— ¿No encuentras ningún encanto
en estas líneas graciosas?
— ¡Cállate, porque esas cosas
no puede oirías un santo!
Y sin dejarse vencer
por tantas gracias:
—¡Atrás!
dijo, y echó á Satanás
disfrazado de mujer.
El santo estuvo valiente,
y en suma, no soltó prenda;
saliendo de la contienda
limpia y victoriosamente.
Mas según cuenta la historia;
que debe estar enterada,
parece í|ue no hubo nada
de mérito en tal victoria.
Lucifer se eciuivocó;
pues con apariencia hermosa
en una mujer preciosa,
pero rubia, se tornó.
Una rubia de las buenas;
y en esto la erró el demonio,
porque al fin, á San Antonio,
le gustaban las morenas.
Luis García.
' Tg- ¿^ -^^ -'■''-pif^-^^-'r^\?\^íT^
~*r v^f^-^l^^^i^i(^^ye«^'^^:^i^!^'^
EL CASCABEL
8or
LA MUJER ÜE MI AMIGO
AY horas del demo-
nio en ([ue se trastor-
na cualquiera; mi amigo
Antonio á quien conocí
en una sociedad de la
([lie formábamos el cua-
dro de aficionados, se enamoró. Su tras-
torno llegó al grado máximo, se le hizo
crónico y... se casó, sin que de nada le
.valieran mis consejos.
Sus primeros meses de matrimonio se
deslizaron como es casi Oi' rigor en estos
casos.
—¿Me quieres?
— ¡Te adoro!
—¿Me amarás siempre?
— ¡Toda la vida!
—¿Hasta donde ine ([ii¡ei-es?
— ¡Hasta aili!. . . y etc. etc.
La mujer de Antonio era bastante ha-
cendosa, tenia también algunas habilida-
des culinarias pero... er?t de las clasifica-
da s;9C^a./o.sas. Si tenia el pobre marido
necesidad de salir (]e noche y corría un
poco de aire, no contenta con hacerle ves-
tir de invierno, le hacia llevar el sobre-todo
y en previsión de algún resfrio, dos pañue-
los de mano, y uno de seda para el cuello.
Después que lo despedía como si su mari-
d() se fuese al Bosforo, y cuando ya él ha-
bía bajado las escaleras y se disponía á
salir á la calle, oía á su cara mitad que le
decía:
— Antoñito; que le abrigues.
— Pero si apenas puedo respirar.
— Que no tardes, Antonio, no me tengas
ciDn cuidado ¿eh?
— A las once, estoy aquí.
—Ven antes, si puedes.
— Procuraré hacerlo... Adiós!
— ¡Ah, Antonio: si estoy acostada cuando
vuelvas, le encontrarás el té preparado.
— Gracias, hija mia, gracias! Ahur!
—¿Llevas la llave, cariño?
— Sí. pichona, si. Vaya, adiós...
— ¡Escucha!
—¿Qué quieres?
—No dejes de llamarme cuando vuelvas.
— Descuida, alma mia. Hasta luego.
—No te entretengas, querido.
— ¡De ninguna manera! Hasta después.
En resumen, con aquel acopio de reco-
mendaciones llegaba Antonio tarde á su
obligación.
AI otro (lia, con motivo de caer cuatri)
gotas, su esposa le suplicaba <{ne no asis-
tiera á la oficina.
— Pero, monona mia ¿y el cotidiano [)u-
chero?-
— ¡Mañana irás tonto!
— Pero considera que llevo ya cuatro fal-
tas este mes..
— ¿Pero Antoñito. como pretendes salir
con estetlia? Anda, (¡uédate á mi lado, no
seas tonto... ¿ya no me (juieres?
— Si mujer-, hasta la pared de enfrente,
pero la oficina. . >
—¡Qué simple eres! Veras como no te di-
cen nada...
Accediendo á tantas súpiicas, no salia de
su casa: por la noche recibía una esquela de
atención firmada por el Jefe de la oficina.
—Mira á le que das lugar: mira á loque
conduce mi debilidad...
—¿Quieres tomar algo?
—No me refiero al estómago: se trata
de mi debilidad de carácter... Toma y lee.
— No hagas caso: mañana te presentas
y das cualquier escusa.
Cuando Antonio se presentó en la oficina,
recibió un raspa de su jefe, y tuvo (]ue
soportar los dicharachos de sus demás
I compañeros. El caso es que mi amigo se
iba quedando demacrado; tantas atencio-
nes, tantos mimos, tantísimos cariños le
tenían mas delgado que un pagaré de can-
to. El pobre enfermó; ¡desdichado de él! Su
casa no fué casa, pasó á ser droguería;
tisanas, purgas, jarabes, pildoras, un-
güentos, vomitivos, emplastos, sinapis-
mos; aquel infeliz tragó cuanto le di(j su
cariñosa mujer, sufrió fricciones, baños á
todas las temperaturas, los sinapismos y
cáusticos menudeaban, en fin, cunj... per
milagro!
La convalecencia fué larga. ¡Que no su-
frió aquel pobre Pérez!
—¡No leas!
-¡Bien! 5;
— ¡Lee Antonio!
— Como quieras.
—Antoñito, sal un ratito al balcón.
—¡Allá voy!
—Esposo mío, creo que hace mucho vien-
to; ¿porque no te metes dentro? ¿Quieres.
alguna cosa"^
-¡No! .
Y en esta forma todo el día!
Pérez curó.
Su cara mitad se formó mas impertinen-
te quenunca, claro, comenzó con los anto-
jos! Como nada hay eterno, aquella buena
5^ÍB^S;k;; '-}r'-'i'--f:rvvs.í^;v^»^^^-;-.- "- :M^ --■«7«:«^Sl;^;^?:'í?»^?í■^^ •/ ;; - -^^-^M:
808
BL CASCABEL
LA PALIZA POR EQUIVOCACIÓN
—¡Va viene! ¡ÜiiPiia te' espera!
Los primeros acordes
— ¡Toma r/idnrlio!
—¡Te liemos de arrancar la piel!
,^
ff"^
—¡Ya tiene bastante!
—¡Caramba! ¡V. dispense! Nos hemos eijui-
vocado. ¡Esperábamos á otro!
'¡:'-^fíWv^i}7yW^^^^W^^!^Wf^^
--.. .-r-'.'.-^ i«,.f. «jr^-
EL CASCABEL
809
TIPOS CAl_L_EJEROS
LA, TURCA
De M;i liorna se .-5e[)ai-a,
en nuestra iglesia se ampara.
y eslo hace, obrando con tino,
para poder beber vino
y no lavarse la cara.
810
EL CASCABEL
señora tuvo un mal parto y partió de este
valle de maridos, dejando al suyo en ple-
na gloria.
— Vamos hombre, le decía yo, ahora de-
bes animarte; vuelve á la sociedad, prepa-
ramos un gran baile y vamos á ejecutar
una comedia; te repartiremos un papel.
—Gracias, renuncio á mi puesto en el
cuadro de aficionados,
— ¿Porqué?
— Porque... ¡no quiero tropezar con algu-
na comedia en que tenga que casarme!
Juan Berengvcr.
-^^~ —
NO QUIERO MÚSICA!
Yo er;i feliz, pues creía
presa ¡iluso! del engaño,
que el aguinaldo este año
al cabo se suprimía.
Lleno de goce sincero
en la barbería entre,
tomé asiento y me entregué
al gallardo peluquero.
Este, con la voz de un niño
por mi salud preguntó-,
y su tarea empezó
con delicado cariño.
Me eciió flores á destajo
y me aduló en demasía,
en tanto me embellecía
por arriba y por abajo.
Y el hipócrita barbero
me incensaba sin cesar
diciendo;
— ¡l-.^s ese lunar
hermoso como un lucero!
Por último me afeitó,
dijo: Servidor de i/sle,
y entonces me levanté,
y entonces me cepilló.
Yo me iba ya y el maldito
tomó mi brazo al instante,
y con acento insinuante
dijo:
—¿Quiere un numerilo?
I^uede caerle, señor,
pues esta caja rifamos,
de música, y celebramos
la rifa en nuestro favor.
Y toca divinamente
con bombo y á toda oríjuesta,
y cada número cuesta
dos pesos únicamente.
—¿Nada más? Pues es muy poco.
i'omé el número, pagué
y á la cálleme marché
murmurando como un loco.
Solo el pensarlo me irrita
y ahora otra cosa me altera.
¿que haría si me cayera
aquella caja maldita?
Nada; estaría raijiando
cuando tocase una pieza,
con la idea en la cabeza
de que me estaba afeitando..
Cuando tocase un bole)'o
¡es claro! me irritaría,
y yo no se lo que haría
cuando tocase el Barbero.
Seria en exceso fuerte,
¡que no me caiga señor!
yo renuncio á tanto honor
y rechazo tanta suerte.
Yo les cambio todos esos
goces, por lo que se quiera;
¡vaya! ¡y le doy á cualquiera
la suerte por los dos pesos!
S. Garrido.
EL COCHEROJE CASA RICA
(Bocetito naturalista)
L bueno de D. Marcial de la Selva
todo le sonreia.
La fortuna en primer término
Los amigos y pamsilos.
Y linalmenle su hermosa mujer.
¡Ah...! Las sonrisas de Lucia hacían fe-
liz á D. Marcial.
De modo que á este no le faltaba nada
absolutamente.
Tenia dinero, mucho dinero. Vivía en
una casa lujosamente arreglada. Un bata-
llón de sirvientes lujosos y estirados le
servían.
Además, como un hombre de las condi-
ciones de D. Marcial no podia tomar el
tramivay^ 6 un coche de i)laza, tenia uno
de propiedad, eleganiisimu, el que hacía
arrastrar por dos hermosas yeguas nor-
mandas.
¿Y el cochero?
¡Ah!... el cochero, Jo.sé ó Pepe, según
los casos, era el prototipo de los del gre-
mio.
¡Lo (¡ue sabía el cochero!...
Sabia, en primer lugar, que la encanta-
dora mujer de D. Marcial tenía un amante.
Y aún sabia mas.
Sabia que el amante era primo hermano
de la señora, y que vivía en la calle Are-
nales número... y 'jue lodas las tardes
entre cuatro y cinco, Manolito, asi se lla-
maba el primo, celebraban entrevistas...
y---
KL CASBABEL
811
LA HERENCIA DEL TÍO
POR CABAN D' ACHE
Dumingo
Jueves
Lunes
Viernes
Martes
Sábado
Miércoles
Domingo
^^'^^fW^'??^ 'í?''4f^^ffT5^?-'«l
7 KV TT 1*^
. „„. ?-^6i|^ ^^Ti;-*5?Sl ^ff:^¡tfíg^-.'fi»<SJl ^
»12
EL CASCABEL
Esto lo sabia el cochero, porque i a se-
ñora iba en coche y tenia gran confianza
en Pepe que ¡esu sil era muy reservado.
También sabia el tal Pepe que D. Mar-
cial, no contento con tener una esposa
guapísima, se permitía el lujo de estar en
relacioííes intimas con una viuda de mu-
chas campanillas, muy guapa y muy reti-
rada del mundo.
Las entrevistas entre D. Marcial y la
viuda se efectuaban de noche, en casa de
la que parecía inconsoloble señora. ;
Noturalmente, esto lo sabin Pepe, por
que como D. Marcial acudía á la cita en su
coche...
— Buena tamilia, solin decir para sus
adentros el cochero.
La señora con el primo.
El señor con la viuda...
Todas son idas y venidas. ¡C3mo abu-
san del coche! /
En fin ¡allá ellos!
Yo, me limito a ver, callar y cobrar. No
puedo quejarme de mi suerte.
II
— Hola, hola... dijo el cochero al ver que
ia señora subia al coche y le ordenaba se-
camente:
— A Santo Domingo!
Hoy no hay entrevista á lo que parece...
¿A qué la señora y el primo han trona-
do?... ¿A qué irá la señora á Santo Domin-
go? ¿A rezar?... ¿Se habrá arrepentido?
¡Eal A mi tanto me importa aguardar en
la puerta del templo, como en olía puerta...
¡Pobre primo! Dios le ha tocado el cora-
zón á la señora.
— ¡A casa!— aijo esta al salir de Santo Do-
mingo.
Y, á casa encaminó los pasos de las ye-
guas el reservado cochero.
Llegó la noche.
Don Marcial, como de costumbre, hizo
enganchar.
— Ah, el señor por lo visto no se ha arre-
pentido aun! dijo el cochero castigando á
las yeguas, que emprendieron veloz carre-
ra hacia la casa de la viuda.
III
¡Las cosas cambian en este ii.undo'
Esta máxima es del cochei-o, que de la
noche á la mañana tuvo que abandonar su
elevado puesto.
Es decir, tuvo que bajar junto con sus
patrones.
Estos se arruinaron. Un bajón fenome
tial de ciertas acciones les obligó á vender
casa, muebles, coche, yeguas... y ¡natu-
ralmente! Pepe fué despedido.
El ya lo olía.
Notaba cierta cosa inesplicable en sus
pa trepes.
Asi es que, sangrándose en salud, buscó
conchavo y le halló precisamente en casa
del primo de su expatrona.
El primo era un calavera.
Pronto su cochero supo de memoria to-
dos los nidos.
Pepe estaba otra vez en su elemento. Sa
bia al dedillo todos los trapícheos en que
andaba metido su nuevo patrón.
De los antiguos no se acordaba Única-
mente una noche tuvo un recuerdo para
ellos, especialmente para D. Marcial.
Y fué que Manolo al subir al coche le dio
una dirección conocida.
¡La de la viuda!
El lio aquel de D. Marcial.
Andrés Soler.
OE DOMINGO A D0MI.4G0
En la Coiyiedia y en el San Martin se ha
representado simultáneamente la aplaudida
zarzuela de Chapi, letra de Aza y fiamos
Carrion. El Rey que rabió.
En ninguno de los citados teatros ha al-
canzado la obra el éxito que merece, debido
á (jue no todos los artistas tienen facultades
para ei género grande.
Ello no obstante, el público ha acudido a
la Comedia y al Sa" Martin, demostrando
con esto que desea ver, zarzuelas en tres ac-
tos, y que ya esta cansado de piezas.
En cuanto al desempeño del Rey que rabió,
sin descollar ningún artista, fué solamente
discreto en los dos teatros, llevándose, hasta
cierto punto la palma el San Martin, debi-
do sobre todo á la orquesta que es numerosa
y disciplinada, y á dos decoraciones, espe-
cialmente la del palacio, que gustaron bas-
tante
La Comedia tendrá que volver al reperto-
rio chico, y volverá con provecho.
ive- i.¡^-:i-'^,^^:r^wr
jC;-'-, • i-'í^^f ÍW!n^f*íff?r^^Syíi.í^?TT^
BL CASCA BtíL
813
Julio Ruiz, Orejón, Ja Aceves y demás ar-
tistas pueden hacer conocer muchas piezas
viejas ya en España, nuevas para nuestro pú-
blico, y lo harán seguramente, cosechando
Jos aplausos (jue se merecen, en especial el
primero de los actores citados, que en obras
como ¡Eh...! á la plaza! y otras que sería
largo enumerar, raya á envidiable altura, que
diría un modernista volviendo los ojos á Pel-
le^rini.
En cuanto á la compañía del San Marlin
digimos que esperábamos verla en el trabajo
grande.
La hemos visto... y nos resulta chica.
Y eso que Ja (íarcia no Jo es.
Ni como mujer, ni como artista.
Tanibien digimos en eJ número pasado que
diríamos algo de los nuevos artista con que
cuenta el cada vez más concurrido teatro de
la Zarzuela.
La señorita Linares vino precedida de gran
lama. Hasta líi fecha no hemos notado en
ella nada extraordinario, como no sea un fí-
sico muy agradable. Esperamos verla en obras
nuevas, de su repertorio para encontrar jus-
tificada la fama y aplaudirla.
La señorita Cátala, nueva también, tiene
escasa voz, pero en cambio es graciosa, toca
la guitarra y baila que es un primor. En una
palabra; anima la escena y se hace aplaudir.
Félix Mesa es el de siempre.
Simpático, elegante, gracioso y con faculta-
des, pero... se empeña en exagerar y en ha-
cer contorsiones que no son necesarias en un
actor como él, quien siempre se ha de hacer
aplaudir sin necesidad de apelar á ciertos re-
cursos. En Siie'w Dorado, Baraja Francesa
y otras ha sido muy aplaudido.
La señorita López pronto abandona la com-
pañía.
Y Juárez sigue como de costumbre, hacien-
do reir al mortal más taciturno.
La compañía del Apolo está en la mala,
('•mo suele decirse.
Apesar de los esfuerzos de la aplaudida To-
más y de la señora Muñoz, y á pesar del tra-
bajo esmerado de Roldan, el público se mues-
tra frío.
Tal vez las obras nuevas <|ue se anuncian
logren animar la sala de Avolo.
En Onruhia, ópera italiana y poca concu-
rrencia..
Cualquiera diría que nos hemos tomado á
lo serio lo de oir ópera en invierno, única-
mente.
Aunque, no; lo (jue pasa es que el público
no ha tomado á lo serio, la compañía que
actúa en el jeUalore de la calle Victoria.
Llegaron, por fin, los hermanos Mariani, y
su numerosa compañía.
E: éxito ha sido de los iiuenos.
Xí un asiento ciuedó p^r vender, la noche
del estreno.
En conjunto la compañía es buena. Cuenta
con elementos muy notables y f-nenta sobre
todo, con la afición del público, que es lo que
más le interesa.
Ahora solo falta que los programas sean
variados, y que no se abuse de los saltitos,
los aros y las cintas y de las amazonas, que
desde la creación del mundo hacen los mis-
mos ejercicios.
El público que asista al Politeama, tiene la
seguridad de no encontrarse con un Fahicho
como el que ¡ay! nos largaron una vez en un...
picadero, de cuyo nombre no nos acordamos.
Ah...! Para que se preparen Vds. les diré
que el número próximo aparece el 28, día
de inocentes.
AhopH. la inocentada que preparamos ya
no les toniapdde improviso.
.\h(")i'a resulta que El Cascabel es uti
periódico iiiiiioral. pornográfico y una pof-
ción de cosas por el estilo.
Asi lo hace saber un diario (jue se llam.i,
aunque par'ezca mentira Tlte Times of
Argentina, en un suelto, escrito en inglés
naturalmente.
El The e-^e, ó el Timo of (¡uf!) dico que
las familias no deben leer El Cascabel.
Las familias inglesas, naturalmente.
¡Bien, hombre: muy bien!
Para reir un rato los lectores del Ti/no
afva tienen bastante con él TJ/c citado.
¡Con gállelas se lo tomen!
ondencía
Í71Ü.— si: que vale por ciento.
Men(/aiio.—T)e\e Vd. recuerdos á Zutano y A Pe-
rengano, p-ro ipor favor! no escriba Vd. más.
Elut/ y^.— ;Ei asunto es tan manoseado...!
M. . !/ C—Vero... tengo una duda cruel. ¿Lo
manda Vd. para el número inocentado ó par.i el
número almanaque?
T. .4.— No: un soneto íi Saenz Peña, y un soneto
malo, es una crueldad que no concibo iii consiento.
Quedan varias cartas por contestar.
¡g^^fr^'srs^^^r' «r??««^|^?*«|!^^R»>!í s!?» » ■*=»• x w^:;T^^w^^W^w^^^W^^'''^r^^^^^^'^i^^'*
Jf'f.T'.f^
X
814
EL CASCABliL
EL CASCABEL
SEMANARIO FESTIVO ILUSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
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CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN
Capital: 3 meses g 1.50
Provincias: Los señores Corre-^ponsales
fijarán el precio.
Número corriente » 0. 10
» atrasado » 0.15
SE DESEAN AGENTES Y CORRESPONSALES
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rí'jí acción y administración
— 9)3 9' (altos)
CENTRO DE SUSCRIPCIÓN
2164— CHILE— 2104
Se reciben diarios y semanarios españoles
Madrid Cómico.
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Sedan giros á la vista sobre todas las capi-
tales de España wn heiieíicio para el toma-
dor. Se dan giros sohi-e los pnchlos. tamhípr
con beneficio
llora»^ de <los|>a«"li<». Los di;is liábiles (1<
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establecida en la calle Hivada, (]ue fué an-
leriorniente deD. C^uilieruio 41. OnnweII,
se vendui á I). Dieiro Spro.it. (luion no es
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810
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EL día 4 DE ENERO
APARECERÁ
KL PRIMER NUMERO DEL SEGUNDO ANO
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DE 32 PÁGINAS
PORTADA EN COLORES
PRECIO; 20 CENTAVOS
Colaborarán en él conocidos escritores festivos
ILUSTRACIONES DI:: CARAFFA, DllLA VALLE
DEMOCRITO II
EUSEVI, FPRTUNY, MAIHARRO, NICOLflU COTANDa, PARISI Y VAAMONDE
LOS SEÑORES AGENTES
PUEDEN HACER SUS PEDIDOS
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Afto I Buenos Aires, Diciembre 28 de 1892 Núm. 52
"Wl.. • ■""li»M lili imii miimil lililí I .iil¡i|i|ii|||m||iimt)>ll|i|imillllHHIIlll'. ■•.mimi' miHll iiihiI|jii|i;mi. II ilHijIlrw;;
í:L CASCilBM
(:-■•■:'?'. I ¡ti
afai.
Nitor propietario: FRANCISCO FERRÉS
Redacción y Admioistracion: ALSINA 939 (altos)
HORAS DE OFICINA DE 2 Á 5 P. M.
Precio en la ciudad... $ n.ioel numen i
Número atrasado.. .. dO.I.') id
Fotograbados d*? Emilio A. Coll y C'
SEMANARIO hKSTIVO líJJSTRADO
Director: ENRIQUE COLL
NÚMERO-INOCENTADA
POETAS BUCÓLICOS
l'i! poeta conocido,
(le talento extraordinario,
i|ue tiene gran pareci<]o
con el v;ite ( 'andél;irio.
b)
818
'.:ím
El. CASCABEL
-»ígi»-^
•-»— ^AüA, que no hay quien pueda con él.
Unan ustedes este número al que se es-
tá preparando para venderlo á la luz el
día 4 de Enero, y digan luego después: ¡va-
ya un par de cascabeles!!
Este diablo de Coll es el hombre H.
Cuidado que tiene suerte con el nego-
cio.
Ustedes no lo conocen, nó? Pues yo si.
La primera vez que en Buenos Aires me-
tió !a cabeza en esto del periodismo cas-
cabelero, se echó á la calle, y en tres
horas y cuarto recorrió casa por casa y
pieza por pieza, lod^s las que en la capi-
tal habitan los pintamonas del respetable
gremio de artistas al crayóti.
Un día se descolgó por acá en momen-
tos para mi de dolce far nienie; empujó la
puerta y entró, se limpió la sudorosa fren
te, tomó asiento y preguntó enseguida:
«¿se puede?»
¡Oh!... si es loque yo digo: en distin-
ción y maneras no hay quien gane á los
periodistas.
Confieso que me hallé cortado delante
de aquel rostro de porcelana, benévolo y
sonriente como esas cabecitas alemanas
de hiscuit que ostentan algunos bazares de
la calle de la Florida. (1)
Pero como no era cosa de quedar en el
concepto de aquel estraño por un tipo ig-
norante en achaques de etiqueta, hice
una inclinación de cabeza, y pregunté á
tiii vo/: — ¿Que querés, che... ¿quién sos
vos?
VV desde aquel punto y hora fuimos lo
más amigos del mundo.
1 1 ) Clic Dcni'icrito: Déjate ríe i'inln'tnna )•....'
¡Cómo no hablamos de serlo! Verán,
verán ustedes jqjiíe modo de pedir colabora-
ción.
Yo soy Enrique Coll, y quiero bien po-
ca cosa; ante todo mil gracias por el ofre-
cimietito. • Del grabado no te preocupes,
que ya sabes lo bien que hace esas cosas
el carpincho de mi hermano. Por cin-
cuenta centavos, la lámina central que
me vas á dibujar, te la puede llevar ua
changador allá á casa, mañana por la ma-
ñana si te parece.
Y diciendo y haciendo, echó mano aun
atado de cigarritos que traía la muchacha,
y me pidió fósforos...
A los pocos días salían en El Cascabel
los más artísticos dibujos de mi chiquilín.-
era una página de grabados que daba la
hora.
Yo soy asi; cuando hago amistades
con gente de tono, procuro caranriclos pa-
ra los muchachos.
Ayer me lo encontré á Enrique en el
vestíbulo de mi casa, sujetando con la ma-
no extendida un papel contra la pared. A
loíjuo pude ver, retocaba sendas caricatu-
ras con un lápiz de los llamados automá-
ticos.
—Mi querido Coll — exclamé — de qué
proyectos tratas?
— Estas son cuentas mías que me traen .
algo preocupado; vamos á lo que importa
— ¿Es cosa de apuro?
— Lo es.
— Pues adentro, y ex|>iicate al vapor,
que tengo prisa.
Es el caso, uje dijo, luego que se sentó
cómodo y en perfecto equilibrio sobre una
silla chueca, — que le ofrecí con toda la
buena intención que puede suponer cual-
quiera,— es el caso que necesito un artí-
culo sobre la influencia histórica de los
cascabeles en América, y vengo á que me
lo escribas.
Al fin, hombre sabio, ¡al fin! me has
comprendido. Ya las trompetas de la fa-
ma, á despecho de Cañé, se preparan á
modular mi nombre, que arrastrará el
pampero por todo lo alto. ¡Un artículo
^W-r. T"*í\*^^^^^
-!:¥^
BL CASCABEL
819
mió en El Cascabel!. .. pues no es nada lo
•del ojo.
Como la ocasión la pintan calva me di
■trazas de agarrarla por las pocas mechas
que le quedan. Y en efecto, hize cuarti-
llas, enseguida, de un papel que habla en
un armario, con tallarines, y puse mano
á la obra.
Pero sucede á veces queá lo mejoi', cuan-
do me inspiro demasiado suelo no hacer
nada.
Este tropel de ideas que me abruman
itengo que ordenarlo por escalafón, rae di-
je, asi qué, por via de ensayo pregunté á
¡Enrique :
— Dime. conocistes á Fernando VII?
— Anduvimos juntos en !a escueta.
— Pues bien; cuando Fernando séptimo
gastaba levitón se preparaba la célebre
batalla de Lepanío. De todas partes del
globo cautivo acudían en montón brillan-
tes ejércitos á los toques de corneta que
•daba Garibaldi.
Por toda la cristiandad se hacían roga-
tivas que organizaba Santa Teresa. . . La
•conociste?
— Leí algo suyo, si; era una buena
pluma.
— Se luchó por fin, se peleó bastante;
rnas no hubieran obtenido los cristianos
la victoria si Arquimedes no mata al bár-
baro Selim, sepultándole la pierna de un
compás en la barriga.
Al año siguiente, sabedores los turcos
•otomanos de que los principales instiga-
dores de la matanza habían sido los in-
•dios del Brasil, determinaron aparejar
•una flota y venir á batirlos. No se les pu-
do impedir el paso, por cuanto las naves
españolas se hallaban en reparación en
los puertos de Pajares y Guadarrama.
Treinta fragatas turcas á las ordenes de
•Confucio se presentaron una mañana del
mes de mayo frente á la ciudad de Pelotas.
I.a escuadra brasilera compuesta de los
acorazados «Terror dos Mundos», «Fera
"Serpente» y «Bota Fogo» rompió las hosti-
lidades, y estuvieron dos meses metiendo
bala, — ¡déle! y ¡déle!
Pero al fin desembarcó Confucio y pasó
á cuchillo cuanto pelotero vio por delante.
V.\ resto de la indiada se subió á los mon-
des con 4C0. ÜOO pés de cabalo.
Napoleón I, á cuyos planes convenia la
mas perfecta neutralidad, observaba los
acontecimientos desde el Egipto, y por
matar el tiempo, se lo pasaba días ente-
ros sacudiéndole el polvo con un plumero
al gran l'araón de la pirámide Cheops;
hasta que un día, aburrido por no haber
hecho en tantos meses una de las suyas
se lo sirvió cocido á la tropa, diciéndoles
que era tasajo.
Y en tanto continuaba en el Brasil el
mismo estado de cosas: los turcos persi-
guiendo á los brasileros y llevándoles
siempre el ataque por retaguardia. Mas
la guerra no podía continuar asi por mu-
cho tiempo: el imperio estaba aterrorizado,
ün hombre de mucho genio, tenor de una.
compañía de ópera que actuaba por aquel
entonces en Chascomús determinó ir, ha-
cerse jefe y libertar á las temibles india-
das brasileras.
Aquel hombre era Martín Lutero.
Se presentó en el campo de batalla, ver-
dadero campo de vivoras por las infinitas
que allí había; no hizo mas que recono-
cerlo y dijo: «¡Ahí... estamos del otro
ladoo. Pidió papel y pluma, y escribió á
Lucrecia Borjia que estaba tomando ba-'
ños en 1' errara. No se hizo esperar la
contestación con el pedirlo: á los dos años
llegaba á Rio Janeiro una ballenera ro
mana cargada de pequeños cascabeles
de latón, cuyo importe cobró, en pajjas el
capitán francés Parmentier.
Lutero hizo reunir y traer á su presen-
cia todas las culebras del contorno; les
fué atando una por una un cascabelito,
encargándoles muy seriamente que se sir-
vieran menear la cola tnii prunto barrun-
tasen la proximidad de los turbantes ene-
migos. Hecho esto las m;indó á paseo.
Desde ese momento no volvieron á to-
marlas armas los nobles brasileros, antes
bien se dedicaron á las faenas del trabajo,
viviendo felices y despreocupados entre
los frondosos valles y seculares iljosques
del interior. Cuando sentían cascabeleo
de miles de colas que en uní extensión de
tres leguas á la redonda se agitaban en-
tre la maleza, seguían un poco mas ade-
lante, se establecían de nuevo, y en paz.
Como sabían la traidora táctica de los
82Ó
EL. CASCABEL
C'^i'^^^Wf^'^'^':'- '
'•W^^m^i:
turcos no tenían mas que movilizarse, mar-
chando de frente.
Y asi concluyó la guerra, pues las fa-
tigas y privaciones por un lado, los yaca-
rés y las arañas peludas por otro, dieron
pronta cuenta del enemigo.
Si quieres mas datos consultaré las
obras de Goyo, Levalle, Leiria...
— Nó, es muy bastante, ponme eso por
escrito, y mándalo á la imprenta.
Y asi diciendo se marchó contentísimo
mi amable director, dejando ei tintero que
estaba sobre la mesa allí, en su mismo
sitio, y ésta cabeza que tanto encierra, li-
bre de un fenomenal bautismo de tinta.
Remití el articulo, y dos horas después,
recibo la siguiente esquela: «Enrique Coll
te saluda, declarándote que necesitaba
una lata monstruo para al público el día
de Inocentes. Las pruebas de imprenta
están tiradas; te autorizo á que vengas á
darles la última mano para que salga tu
obra corregida y aumentada como mejor
te plazca.
Y en prueba de que tal hice, firmé, sig-
né y santigüé de mi puño y letra la últi-
ma cuartilla.
Demócrito II,
-^^^
FIN DEL MUNDO
A Felipe le dio un día
por dedicarse á estudiar,
y comenzó por ahondar
puntos de filosofía.
Cayendo en el pesimismo
obtuvo esta consecuencia:
«que nada logra la ciencia,
pues el hombrees siempre el mismo.»
Y tanto á leer se dio
<iue se aisló completamente,
hasta que al fin, de repente
cierto dia se casó.
Mas no se unió por amor
que fué en su enlace á buscar,
el poder.se dedicar
á .sus estudios me.jor.
Siguió con afán sincero
leyendo tomo tras tomo,
y al año sin saber como
ya tenia un heredero.
A la par que en un profundo
estudio se detenía,
y un magno libro escribía
titulado «El Fin del Mundo.»
Monumento de saber
que hacía al amojp la guerra,
diciendo que de la tiera
debe desaparecer.
Pedía que feneciese
el amor de cualquier clase,
que el hombre no se casase
y no se reprodujese.
Pidiendo que, en conclusión,
como premio á su maldad.
muriese la humanidad
por inercia y consunción.
Como el autor deseaba
que su obra fuese un portento,
sin reposar un momento
al trabajo se entregaba,^
Y á la sociedad estraño,
y á todo trato, escribía,
y un nuevo lomo tenia,
y un vastago cada año.
Sus libros de ciencia llenos
por último concluyó,
aunque en la obra tardó
unos veinte años lo menos.
Y Felipe en la creencia
de que metería ruido,
buscó un fragmento escogido
y anunció una coníerencia.
Delante de poca gente
su teoría leía,
y la gente que le oía
se marchaba lentamente;
pero él sin apercibirse
seguía diciendo así:
— El hombre, creedme á mi,
no debe reproducirse...
Y no pudo continuar;
pues la gente que allí estaba,
¡burras! y ¡vivas! le daba
y le aplaudía á rabiar.
Bajó la frente ardorosa
el buen hombre y saludó,
y en el salón ¡solo vio
sus diez hijos y su esposa!
Luis García.
EL CASCABEL
.821
PEQUEÑAS CAUSAS...
(Letha y MiisiCA DK Aiidrés Soler)
Se pelean dos chiquillo?;
fjue son muy malos y pillos.
Por su culpa las mamas
se han pegado, así no mAs.
"^Llegan los papas fieros
y hablan como caballeros.
Y después, como villano.^
dejan obrar pié5 y manos.
Llega la autoridad al Un
y se termina el motín.
Kl astuto vigilante
se los lleva por delante.
822
EL CASCABEL
HISTORIA CABALLERESCA
Don Diego Nuñez de L;ira
se encuentra en su fiabitación.
limpiándose con bencina
las mancljas del pantalón.
Ouando de pronto un correo
llega y ^ice— aquí estoy yo,
y le entrega un pergamino
que asi D. Diego leyó:
•sQüerido padre: sabedes
que me encuentro en Ja AsniH-ióii
•del Paraguay, descubierta
/hace poco por Colón.
Que estoy con el mi marido
el que conmigo casó,
y que el muy tunante creo
(jue me quiere hacer traición.
No bien toma el chocolate
se pone majo y j adiós!
se larga por estas calles
en la una mano el bastón.
y la otra mano en el pomo
de su tremendo espadón:
co"n el yelmo en la cabeza
y las botas de charol
tan brillantes, tan brillantes
que envidia dieran al sol.
si fuese negro como ellas
pues las botas negras son.
Con su gorguera de encaje
ya llamando la atención,
con sus gregüescos, sus cal/as
y su elegante jubón,
no hay mujer que le resista
en toda la población.
Mirad padre que vengades
para vengar el mi honor,
pues estoy muerta de celos,
estoy muerta, isi señor!
Si tomas mañana el tren
temprano en Constitución,
dentro de tres ó cuatro años-
llegarás á la Asunción,
Y entrí! vos y yo daremos
al mi esposo una lección,
que eso de ponerme cuernos
jamás lo consiento yo.
Venid padre que os espero,
os lo pide de favor,
ta vuestra hija que os besa,
lo que vos queráis, señor,
ya sabedes que vos quiere
é vos adora, Leonor».
Acabó el viejo la carta
y ilorr.ba de emoción...
mandó ensillar el caballo
y el mandoble se ciñó.
Sobre una hermosa levita
con visos de paleto,
bajo el patio del castillo
y en el alazán montó.
Y clavóle el acicate
y por el puente salió,
la calle estaba obscurísima
pues no había ni un farol.
Paróse el viejo de pronto
y mirando su reloj
de sol, meneó la cabeza
y á un teatro se dirigió,
que estaba lleno de gente
EL jiCASCA^BEL
823
y (le gente cotitme'il l'aul.
Se daba ¡\'iv<i mi ni'i.a!
que es muy bonita función,
y al final, como saínete
lo'ii autos de Calderón.
El ventrílocuo D. O'Kill
iiue con l;t barrif^a habló,
le gustó mucho á D. Diego
mucho, rflncho le gustó.
jJon Diego ya no se acuerda
«le su pobre hija Leonor,
(|iie de su marido sufre
desdenes en la Asunción...
Kn todos los entreactos
.■^aiia á tomar un choppe.
y ya el buen viejo sentía
en las piernas un temblor...
Y en la sangre unos ardores...
y en los ojos un calor.
más el fresco de la calle
un poco le refrescó.
Salió del teatro hablando
con su amigo;)), l'alaor,
vencedor en cíen (rom bates
y de su casa señor.
Pero al doblar una e.s(|uina
¡Cielo Santo!!!... Lo (jue vio...
sintió helársele la sangre...
y un nudo al cuello sintió...
Pues su propio hijo po'irii-o
embozado en un nianlón.
i|ue levantaba la espada
por detrás, muy farfantón .
charlando alegre con (VKill
por su ladito pasi)...
echandj mano á su espada
don Digo se enfureció.
Y le dijo— ¡Sinvergümza!
y ¡Mal hijo! ¡Estafador!...
y con saña y con- enojo
á su yerno arremetió...
Ya iba á clavarle el estoque ..
á partirle el corazón..
á deshacerle el ()autismo...
cuando muy cerca gritó
un muchacho ¡Ei, Casca hkl!
y D. Diego se paró,
con alegre regocijo
y olvidando su luror.
Llamó frenético al chico.
oyó el chico y .se acercó;
más al pedirle el periódico
c(m fervor se santiguó.
Y dijo una cosa fea
y una oreja se rascó...,
y con mucha parsimonia
el dinero se guardó...
¡Qué era el día de ínocent 'sl
l)on Diego ¡¡¡ayü! ¡se acordó!
J. Vaa monde.
UN CASO ORIGINAL
Dibujos ok Filibkrto de Ouveira <j:/.ai;
%/^ iví.A en las innfiediaciones de la Pla-
^ za «íoneral Lavalle un matrimonio
sin hijos.
EL de profesión peluquero, tenia abierto
un (istablecimiento del ramo.
Ella dirigía un negocio de modista, junto
al de su esposo.
.\mbos vivían dichosos con el prodiido
d<í sus establecimientos.
Don Modesto, que asi se llamaba el es-
poso, era todo un santo; por nada se inc^i-
modaba.
Los conocía de muchos años y me trata-
ban como (le familia.
Un día, ¡día triste! me
acordé de visitarlos, y
sin llamar a la ¡puerta
penetré como Pedro por
su casa.
— ¡Qué alegría vú á te-
ner D. Modesto en cuan-
to me vea entrar!— me
decía pfira mis adentros.
Kslaba ocupad(j en
arreglar sus navajas
cuando yo (^ntré. y sin darle tiempo [)Hra
nada le pregunté:
—¿Como le vá. D. Modesto?
¡Nunca se 1»^ hubiese dicho!
Se dio vuelta rápidamente, agarrándo-
me de la sola|)H con brusquedad, y con aire
amenazador y palabra de,scompuesla me
dijo:
— ¡Ahora vas ;i darme cuenta de tu ali-e-
vi miento!
—¿De que atrevimiento, D. Modesto:'
—¡Ahora, ahora lo sabr.is! Y asi (iicimi-
do, lomo una actitud de amenaza como
quien está pronto .-i ¿cumplir un ejemplar
castigo.
■ Declaro franca-
mente que no sa-
bía lo que me pa-
saba. Tomar poi-
loco á D. Modesto
«ira aventura rs(^.
Algo había ocurri-
do en el sen^j de
aquel matrimonio,
cuya responsabi-
lidad se me debía atribuir á mi. ¡Y era
inocente!
Con los gi'ilos de D. Modesto salió la
8^4
EL GASGABEL
INOCENTES!
Los que creen en promcsiis del ¡gobierno,
que luego han dormir el sueño cternu.
Los que van en hiciflo o bieicl<'t;i.
tocando con d timlire la retreta.
'^'^l-^jk^^Ji':'- ':^i,1iK^ /A
V\ (lue pasea lleno de placer.
y se aburre en un coche de alquihM-.
VA que pasa su vida en un.i esquina,
haciéndole el amor á una vecina.
■ -%. : j^íí^aB
■■S
EL CASCABEL
INOCENTES!
825
l.as pii rejas de Jóvenes casado-;
<iue pasean por sitios apartado*.
Los que empeñan su aNrifíO; aunque lia^ i l'n'o
en la casa que llaman uionlc impío.
I/)S necios que se aplastan las narices
viendo como se visten las actrices.
La ícente candorosa ((uc confía
en que le ha de caer la lotería-
-I^^r-"
^^ffWW^
825
EL CASCABEL
esposa^ que al verme se le pusieron los
pelos de punta y dispuesta a ayudar A su
marido en la tarea ingrata ijue euiprendia.
Kii presencia de aqueí cuadro, pronto á
estallar en tempestad, me apresuré á salvar
lo puerta de la calle y eché ú correr más
ligero que si fuera perseguido por un
inglés.
Algunos dias
después sabia la
verdad de las cau
sas que h a bi.t n
motivado aquell»)
escena turbulenta.
El número 43 de
Kl Cascabel ha-
bía publicado en
su primera página
el retrato de la ac-
triz Victoria M, de Roldan, con los siguien
tes versos al pie: '
«Una ventaja notoria
tiene esta artista al caiitai-.
pues sólo con principiar
á cantar canta I ¿ctoria.»
Kl confitero de la esíiuina donde vive don
Modesto, descubrió en el retrato de la Rol-
dan algo de parecido á la espora del pelu-
quero, y dispuesto á jugarle un mal ralo se
le ocurrió cambiar el de la actriz cómica
por el de la modista. Al efecto hizo impri-
mir por una minerva el nombre y apellido
de la señora de D. Modesto y lo pego disi-
muladamente con goma.' Luego hizo (jiie
llegase a manos del pelu({Uoro, no sin an-
tes haber colocado al lado del retrato
mi lirma. exactamenie copiada porh.ibil
mano.
r)()n Modesto, sin dar con el juego, cieyó
<|ue se trataba de una atrevida broma <le
mi parte, broma que \o ofendía ;i la vista
del público.
Queda explicado el odio que desde aquel
momento me profesaba.
Fraticisco forltunj.
CARTA ABIERTA
(üastrada por an cajista de naestra imprenta)
V^^UERiüo amigo: No n\e choca e;l sa-
blazo, porque estamos en crisis todavía^
i\ pesar de la baja del oro y de las ilusio-
nes del Dr. Romero. Pero lo que me choca,
es la frescura con que se viene Vd á darme
ese sablazo á mi, ¡Yo escribir un articulo!
y ¿nada menos que para El CASc;ABELt
¡Apaga y vamonos! ¿Usted no sabe que
desde chiquitín he sido siempre en materift
de «'scritos, la desesperación de mis maes-
tro^ y de jnip;«|^píis?¿Vd. i;)0 gqbe que mis
nfayores eneniigos eran las planas de Itur-
zaeía grabadas por Gangoiti, y hasta las
plumas que eran de avestruz, tanto que
desde entonces, enseguida que veo -A on
avestruz, me acuerdo de mi maestro?
Aquí venían bien aquellas redondillas-
del 1). .luán Tenorio.
'< Si es broma puede pasar
pero A ese estremo llevada...»
Porque es lo que yo digo.
Enhorabuena, que me hubiesen usledes^
pedido verbo y gracia, el retrato de la Lui-
sa Tomás, ó la caricatura de la López, o
una decoración-para el cuarto acto de Los
Sobrinos del Capitán Grant, que buena
falta les está haciendo ú los de la Comedia»
¡Pero un artículo! Vamos; le digo á usted
que tiene gracia la solicitud, y si no supie-
ra lo guasón y \o pelma qne es Vd., se me
figuraría que había sido cosa :del general
Mansilla. que entre paréntesis y dicho sea
con perdón de Levalle, es el general más
partícula)' que he visto.
En fin, toda vez que esto ha de ser pu-
blicado en dia de inocentes, y pues'o q^ue
me encuentra como aquel que dice, con
las manos sobre el requesón... (en este
punto, se me acaba el papel, de manera
que tomo otra cuartilla y sigo).
... Con las manos sobre el requesón, voy
á contarle ;i Vd. una cosa muy buena. <|ue
me ocurrió anoche.
Figúrese que estaba dibujando una ca-
ricatura que le prometí á un amigo, hará
unos 30 meses, es decir, poco tiempo des-
pués de la revolución, ó mejor dicho, poco
tiempo después de habérsele acabado las
municiones al general Campos.
Al amigo, le gustan .mucho las caricatu-
ras, en lo cual se parece á Orejón. En cam-
bio á mi, se me parece en muchas otras
cosas, incluso en lo holgazán, en que él es
moreno y yo soy rubio, y pn qne yo soy
más guapo aún que él, diga que nó, y en
que él me lleva diez ó doce kilómetros de
longitud, tanto, que cuando voy a visitar-
le, me cuesta cinco pesos de otra visita
que le tengo que hacer al Dr. X. para (|ue
me enderece, no sé cCiantas costillas que
se me desquician.
WW' -^'"^^^-W^- '-'-'''
EL CASCABEL
82-
CUATRO PIES F»ARA UN BANCO
COMO ENTRAN
CÓMO SALEN
828
EL CASCABEL
□ Bueno; el caso és iba a hacer
la caricatura, cuando ¡oh! ¡fata-
lilé! se me rompe la punta del
lúpiz. Naluralmenle, como los
dibujos hechos con lápices asi,
i-esultan de manera que tampoco seles vé
la punía, me levanté y me fui á buscar el
resto de un antiguo cortaplumas de que
me sirvo yo para esta clase de manipula-
ciones.
Y aquí viene lo gordo, mi hija Angelila
que es una revoltosa é inocente niña de 23
meses (¡digo, á mi me parece que será ino-
cente!) pero que sin embargo, suele hacer
gala á veces de l<is excelenteá aptitudes
■n artísticas de su papá, tan pronto
I como yo sali, se encaramó á la
I mesa, tomó una pluma, y tajo por
aquí, mandoble por allá, vea Vd.
I como puso la efigie del amigo.
¡Y vaya Vd. á enojarse con una moco-
suela de 23 meses!
Le he referido esta inocentada, porque
no se me ocurre otra más mócenle, y por-
^{ue viene á pelo.
Pero quedamos en que cruz y raya.
Vamosá ver; ¡Qué pensaría Vd. si le di-
jesen que el olmo daba peras, ó que habían
hallado cinco pesos en las arcas del Ban-
co Nacional, óqueei L)r. Cañé sabe loque
se pesca!
Que era mentira ¿no? Pues más dispara-
tado es suponer que yo pueda escribir
artículos legibles.
A EL JL A
Conque; punto, y Da Capo.
Suyo:
Artmu).'
/'Jifseri.
^^
ondencía
-^
Por hoy suprijnimos contestaciones.
(breemos que la mejor manera de solem-
nizar la festividad e.-=i la que adoptamos:
publicar algunas composiciones de las
muchas que recibimos diariamente.
Ahora, juzgue el país y convénzase de
que la cosecha se presenta mala.
Recostada en un sillón
por vez primera te vi
y al punto en mi corazón
una pasión furiosa sentí.
ir
Con tu cuerpito divino
y esos ojitos renegridos
¿(iui('n seria tan beduino
píir;t no trastornarse los sentidos?
III
La nociie siguiente soñé
(pie en mis brazos descansabas
y sobresaltado desperté
pero eran... las almohadas.
I [II
Por ti me estoy muriendo
y esto no pued'e durar,
pues ni aún durmiendo
te consigo olvidar.
V
Esta es y lo será ,
la última que te escribo
y si no me quieres contestar
considera que por tí me suicido.
C. V.
Señor Director:
Sírvase publicar en el festivo semanario
que V. dirije lo m.is abajo descrito, por si
lo cree publicahle. Kn caso contrario,
tenga á bien dignarse depositarlo en el
canasto de las reliquias literarias.
* *
Muy rellenado en el duro banco
de un tramway ibame cierto día
cuando siento del iz(iuierdo flanco;
soplo acariciador que pedía
con voz inocente al par sencilla:
—¿Quiere tocarme la campanilla^
¿Como resistir á tal pedido?
(dije) Señorita como nó;
y del dicho al hecho lué seguido
pues (casi) al instante se paró.
s. s. s.
E. P.
A LA VIUDA DE UN MILITAR
Señora doña Ruperta:
Lo (]ue le voy á decir
es que esta noche estoy solo
y no se me venga allí ..
Porque me trae usted cansado
con su modo de decir,
que es viuda de un soldado
de aquella (luardia-civil
>'tF^^T^'T^ o/t'V-"'.
v;if?!:?^?ví?K5w^
EL CA8BABEL
ssft-
LA PINTURA, POR Luis García
-<
•J(^0>J\Á^^-'^
I 'i^wVwi^a^ x^vL^vo-an
que grandes disgusto ha dudo
á tanto pobre infe iz.
No le privo quf u^te I hable
y cuente de su viudez
pero no valla por cusa
que me trae ya lo. -o usted.
Cuénteselo usted á u abue:a
que esa ya tiene por que
aguantarle ú usted la v^la
y hacer un grande papel,
(lue no íi un mozo de mi edad
al lado de tal viudez
para que la juventud
ya no me pueda ni ver.
Por usted tanto quererme
(mando yo no sé (|uerer
á péneles tan antiguo
como lo vá siendo usted.
Señora, le soy muy claro
mas claro no puedo ser
con decirle que por vieja
yo no le puedo querer.
Que por mucho que se empeñe
en hacerse usted valer
con traerme regalitos
y botellas á beber
yo ¡nunca, ¡nunca? señora
la puedo querer á usted,
(.'on que con esto ya espero
que me dejara rá usted en paz
y vállase á los infiernos
que yo me voy á casar
con una niña muy guapa
que va derramando sal.
MA-T.
Espero del Direcior
(^ue cuando dees!o se ría
dispense del escritor
las faltas de oi-loarafia.
I Señor Director:
Crea (pie ini i'lea. es muclio mejor que
S^m^^^if^^
830
EL CASCABEL
todos los pleonasmos que todos ustedes
escriben; Pues, tenga la vendad de publi-
car este gran pensamiento; Si pobre y des-
nudo e nacido, pobre y desnudo quiero
que a la agua me echen, es decir; cuan-
do muerto esle, pero, en un cajón en for-
nui una boya para siempre andar nadando.
Nota. — Si no publican lo que mi con-
ciencia me indica, le garanto Señor Di-
rector, que cuando venga á cobrar el tri-
mestre le diré, no quiero mas Fli. Cas-
4;abf,i,;
s. s. s.
B.
AMORES EN LA PLATEA
¡Las ocho! .
Y el levita no é puesto.
Óeseguro... por supuesto
■(\ue la que me tiene chocho...
ya estará en la platea.
Demonios, mas prisa por dios.
¡Tenemos abono los dos
en el teatro la Comedia!
Ks morena encantadora
(le muy grasiosa sonrrisa.
¡Demonios! ¡demo.snos prisa!
"lue ya se haserca la hora!
¿Sus dientes? son tinas perlas
_¿Sus cabellos? json echlceros!
¿Y sus ojos? ¡son dos luceros!
Qne esas prendas yo por verlas
tengo un dolor marcado
porque al verlas con tijesa
ella vuelve la cabeza
[)ara mirar á otro lado.
Si esa flor que idolatro
[>eiisara lo que aquí arde...
¡Caramba! ¡no se nga larde,
que esta lejos el teatro!
La are mia si .señores
inia sola sera esa ilor
que sus ojos son puro anuir
;>.u seno jardin de amores.
¡Estoy hecho un galante!
¿Mt' mirara esta noche? no lo .s«''
l'ero en fin... procuraré
haserme el interesante.
ri
Aun no á comensado
L;i luncion no interesa
ami solo esa belleza
Y la ingrata no á llegado.
¡Ya á llegado! ¡Qué placer!
j_N vamos si es seduelora!
que morena encantadora...!
ya se sienta... creo ver
Y se ha Hjado en mí!
¡Demonios como me. mira!
■si cualquier diría
que me ase señas que si.
¡Es usted jardin de flores!
¡Son encantos sus negros hojos!
¡fuente, sus lavios rojos!
¡Su \"oz notas de amores!
Vamos nose lo que me digo.
¡Demonios como me mira!
sino fuera pensaría
¡que me llama por un sino!
Adoptaré otra postura:
me pondré á un mas derecho...
jy no tengo. . mala figura!
Serrare un poco los hojos,
¡Ola me adra con fijesa
que morena (jue interesa
¡Me dirije los anteojos!
Pues de seguro me aserco
al aumenlarme él cristal *^
¡Y es cosa de no acabar!
Me estiraré el chaleco
¡La echisera se sonrrie!
,me arreglará la corbata
¡por al^o se ríe la ingratata!
y se ríe de buen grado!
¡pues con el apuro al venir
la corbata y el chaleco é olvidado!
*
Si puede V. publicarlos le agradesere
mandando algunos mas sin interés.
E. S. de V.
SONETO
LA BIBLIOTECA
líenéflca institución
centro de luz, y gr;indeza:
donde deja la cabeza
la savia de la razón
que e.s don, de naturaleza.
Por los ámbitos del mundo
difundes con la escritura;
libertad, literatura,
religión, y amor profundo.
Lemas de sana cultura,
(jue la santa iíiblioteca
ofrece al género humano;
sin penetrar en su arcano
el sabio, más sabio peca.
T. li
F^^^
■ ■ - J^í^'- "^K'S^^«^''»5^^
EL CASCABEL
831
SUCURSAL
DEL
GRAN
TALLER DE FOTO-GRABADO
BiNCO DE SiBiDELL
CALLE MORENO
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CAPITAL: 10.000.000 DE PESETAS
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Se dan ¿iros á la vista sobre todas las capi-
tales de España coíi beneftcio para el toma*
<ior. Se dan girog sobre los pueblos, también
<;on beneficio
lloras de despacho.- Los dias háCiles df
10 a. m. á 3 p. m. Los dias festivos de 9 a. m
á ir m .
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Aristos, atados de (i damitas
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id. id.. 0.«(> .. ..
Arislois. arados de !t excepcio-
nales, id. id o.tm » ..
línlre-Aí'tos, atados 9 cigarri-
llos. í./;í pflpíJ¿ o.:i<> .. ).
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rrillos, sin papel, bahia O.ítO » ■•>
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