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Full text of "El Cascabel [microform]"

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EL  CAS  CU» 


Editor  propietario;  FRANCISCO  FERRÉS 

Redacción  y  Administracioii  AISINA  489  faltos' 

HORAS  DE   OFICINA  DE  2  A  5  P.   M. 

Precio  en  la  ciudad.  .    $  0.45  el  número 
fuera  de  la  ciudad.  .    "  0.20  id 


Fotograbados  de   CoU 


.2 


EL    CASCABEL 


A  LA   PRENSA 


Eramos  pocos y.  ahora  sere- 
mos más. 

Al  aparecer  en  la  candente  aj'ena, 
<^ue  dicen  en  sus  programas  la  ma- 
yor parte  de  los  periodistas  que  to- 
man á  lo  serio  lo  del  apostolado, 
creemos  cumplir  un  deber  de  cortesía 
saludando  á  todos  los  colegas,  in- 
cluso «El  Grito  de  Guerra,»  deseán- 
doles tantos  años  de  vida  y  tantos 
lectores  como  deseamos  para  noso- 
tros, que  no  son  pocos  por  cierto. 


CUATRO  PALABRAS 

Señores! 
El  Cas 

CABEL,  co- 
mo pueden 
Vdes.  ver 
por  la  mues- 
tra, es  un 
periódico  q' 
tiene  por  ob- 
jeto hacer 
pasar  un  ra- 
to agradable;  distraer  á  los  que  lo 
lean,  y  hacerles  olvidar  que  hay  cri- 
sis y  que  la  cosa  pública  huele  mal, 
ni  más  ni  menos  que  la  Boca,  ó 
los  mercados  de  esta  ciudad  de  Can- 
delario y  de  Bollini. 

El  Cascabel  no  hará  política. 
Así  es  que  los  lectores  pueden  es- 
tar seguros  de  no  mantener  con  su 
plata á  un  órgano  d'e  esos  señores  que 
se  empeñan  en  ser  diputados,  ó  pre- 
sidentes de  la  República,  únicamente 
teniendo  en  vista  la  felicidad  del  país, 
y  sacrificando  al  mismo  la  apacible 
calma  de  sus  hogares. 

Dada  la  índole  de  El  Cascabel 
las  columnas  del  mismo  quedan 
abiertas  á  todos  los  escritores.    En 


una  palabra,  admitimos  la  colabo* 
ración  de  todo  el  que  quiera  favo- 
recernos con  trabajos  en  prosa  ó 
verso,  cortos  y  amenos  en  lo  posible. 
Y  ya  hemos  dicho  bastante. 
Ahora  juzgue  el  público,  que  no- 
sotros aguardamos  el  fallo. 


ODOS  se  van,  si  he- 
mos de  creer  lo  qae 
nos  dicen  los  idiarii^ 
qne  llevan  la  aaenta. 

Ello  es  que  dentro 
de  un  meS)  solo  que- 
daremos en  Buenos  Ai- 
res los  espíritus  fuer- 
tes que  no  tememos  al  sol  ni  á  los  acreedo- 
res, y  que  no  tomamos  mas  baños  que  itno 
de  sudor,  durante  el  dia,  y  otro  modesto,  de 
pila,  en  cualquier  establecimiento  hidroterá- 
pico. 

Envidiemos  en  silencio  á  los  que  vtó»  i 
Montevideo  ó  Mar  del  Plata  á  bañatáé, 
mientras  nosotros  nos  bañamos  en  nue^ttla 
propia  tinta,  como  un  calamar  cualquiera. 
El  mundo  sabido  es  que  siempre  dá  á 
unos  lo  que  á  otros  niega,  y  así  vemos  éü 
esta  época  de  calores  á  un  sin  fin  de  mucha- 
chos dueños  absolutos  de  unos  zapatítos 
amarillos,  y  de  unos  cinturones  de  seda  -que 
son  la  desesperación  de  ^s  que  nos  vesti- 
mos como  si  el  calor  no  apretara,  y  que  por 
lo  tanto  no  gastamos  esas  camisas  de  seda 
con  borlas   propias  de  la  estación. 

Ello  es  que  la  teimperatura  exije  imperio- 
samente que  nos  pongamos  en  remojo,  co- 
mo el  bacalao,  y  hay  que  obedecer. 

Las  señoritas  sienten  latir  con  fuenrza  sus 
inocentes  corazones  al  oir  la  palabra  mág-ica 


EL  CASCABEL 


¡baños!  y  suefian  con  los  idilios  acuáticos  á 
que  dap  lugar  las  playas. 

tíl  viaje,  lá  llegada  al  hotel,  el  paseo  mati- 
nal, el  baño,  los  conciertos,  bailes  y  excur- 
siones á  caballo,  en  coche  ó  á  pié,  conver- 
sando con  fulano,  dejándose  querer  por  zu- 
tano ó  haciendo  sufrir  á  mengano....  Todos 
son  alicientes  para  no  pensar  en  el  calor. 

Repito:  envidiemos  en  silencio  á  los  que 
van  á  Montevideo  y  Mar  del  Plata,  y  dis- 
frutan de  la  temperatura,  de  los  baños  y  de 
buenas  vistas,  porque  sabido  es  que  para 
algunos  jóvenes  sensibles  que  se  pasan  ho- 
ras contemplando  el  mar  con  gemelos  de 
teatro,  ó  de  carreras,  que  son  de  mas  al- 
cance, tiene  el  líquido  elemento  muchos 
atractivos:  pero  las  bañistas,  según  se  sabe» 
son  las  que  verdaderamente  atraen  las  mi- 
radas. 

I  Y  no  hay  para 
menos.  Con  pa- 
recido espectá" 
culo  los  baños  de 
mar  son  baños 
de  impresión. 

El    año    91 
(Q.  E.  P.  D.)se 
ha   marchado 
dejándonos   s  i  n 
un  medió. 

Ha  sido  el  año  de  las  rifas,  tómbolas  y 
suscripciones. 

Los  verbos  pedir  y  cobrar  han  estado  á 
la  orden,  ó  al  desorden  si  VV.  quieren. 

QnéioXz. pechada,Yi\o's.  miól  y  para  colmo, 
por  si  no  habia  bastóte  aún,  hemos  tenido 
que  sufrir  pacientemente,  y  sin  abrir  el  pa- 
raguas, el  diluvio  de  felicitaciones  con  que 
los  peluqueros,  los  repartidores,  carteros, 
limpia  botas,  etc nos  desean  mi!  felici- 
dades y  nos  sacan  de  lo  mas  recóndito  del 
bolsillo  los  pocos  centavos  que  nos  dejaron 
los  pobres,  los  heridos  y  los  perjudicados 
por  inundaciones  y  ciclones. 

Ciudadadano  conozco  yo,  que  cada  año 
cambia  de  peluquero  al  llegar  la  época  de 
Navidad,  Inocentes  y  fin  de  año. 

Solo  así  se  libra  de  leer,  mientras  le  afeita 
el  oficial  salonero,  una  felicitación  concebida 
(con  pecado)  en  estos,  ó  parecidos  térmi- 
nos: 


El  peluquero 
que  os  hermosea 
salud  os  desea 
y  mucho  dinero. 

Para  propinas  se  entiende. 

Es  mucha  cosa  eso  de  que  á  lo  mejor, 
uno  esté  leyendo  una  correspondencia 
de  las  que  á  La  Prensa  manda  la  baronesa 
Livet  ó  Arsenio  Houssaye,  y  que  cuando  se 
entera  emocionado  de  que  ahora  se  usan  pie- 
les en  Paris,  ó  de  que  á  Arseaio  le  ofreció  (no 
sabemos  si  se  lo  pagaría)  un  polvo,  de  rapé, 
el  emperador  Napoleón  tercero  y  último 
irremisiblemente,  llamen  can  timidez  á  la 
puerta,  y  aparezca  el  cartero  presentando 
una  poesia,  propia  de  Bibolini  ó  Fragueiro, 
ese  brillante  americano,  pidiéndonos  unos 
tristes  centavos!... 

Tiempos  vendrán  en  que  el  aguinaldo  se- 
j,á  pedido  trabuco  en  mano  y  en  prosa  llana, 


ya  que,  según  algunos,  la  forma  poética  es- 
ta ya  llamada  á  desaparecer  como  un  Deo- 
doro  cualquiera. 

Olvidemos  las  pechadas  pasadas,  y  acordé- 
monos de  que  el  día  de  Reyes  impone  á  los 
niños,  y  á  los  amantes  de  la  tradición,  la 
imposición,  que  dicen  algunos,  aunque  pa- 
rezca mentira,  de  los  zapatos  en  el  balcón  ó 
ventana. 

Yo  pongo  los  mas  viejos  que  poseo,  espe- 
rando" que  los  magos  mé  favorezcan  con 
una  lista  incomensurable  de  suscritores. 

Amen. 


DESDE 


Estaba  el  coche  parado, 
Yo  me  encontraba  aburrido 
Y  ved  aquí  reunido 
Todo  lo  que  he  observado. 
Una  niña  de  la  tierra, 
Un  mocito  que  suspira, 
Un  perro   que  atento  mira 
Por  ver  si  viene   una  perra 
Llega  la  perra.  Emoción 
Se4ineá  laniña  él  doncel 


Parejas.    ¡Lo  que  puede  el 
Instinto  de  imitación! 
Dos  tipos  estrafalarios 
Que  á  alguna  fiesta  concurren 
M.itrimonios  que  se  aburren 
Como  en  días  ordinarios. 
Ahora  pasa  un  caballero  ^ 

Con  el  pelo  muy  crecido 
Ese  se  encuentra  aburrido 
Del  mundo  ó  del  peluquero. 


EL    COdHE 


V 


Entre  velos  misteriosos 
Pasa  una  dama  tapada 

Y  la  cual  no  enseña  nada 
Sino  unos  piea  primorosos 
¿PoT  qué  se  tapará  tanto 

Y  los  pies  enseñará? 
Es  que  sabe  que  por  la 
Peana  se  adora  al  santo. 
De  un  almacén  titulado 
«Las  luces»  sale  un  beodo 


Título  que  explica  todo 
El  hombre  sale  alumbrado. 
«A  los  céfiros  ligeros» 
«Confecciones  de  señoras» 
¿Señoras?  ]Y  hace  dos  horas 
No  entran  mas  que  caballeros! 
Sucede  algo  que  me  callo 
Aunque  no  tiene  disculpa 
Problema,  ¿Tendrá  la  culpa. 
El  cochero  ó  el  caballo? 


EL     CASCABEL 


EL  ESPEJO 


Emilia  tenia  la  ^^^y 
intuición  de  que 
aquella  noche  iba 
á  ocurrir  algo  grande,  algo  inesperado.  ¿Tal 
vez  Pedro  me  dirá  algo?  pensó.  No,  no 
susurraron  sus  labios,  desmintiendo  á  su 
convencimiento,  como  si  temiese  soltar  pa- 
labras que  luego  habría  de  retirar. 

La  excitación  la  dominó  durante  toda  la 
velada;  £1  salón  ée^^iíSlaLba  aquella  noche 
lleno  de  luces  y  ét  ñot&itt  con  mas  luz  que 
bellezas,  y  mas  fei^le2!á»<^ue  aromas;  sin  em- 
bargo á  Emilia  le  parecía  que  la  música 
era  lenta  y  éi  v^ls  danza  de  ceremoniosa 
etiqueta;  esperaba,  crfia  que  iba  á  llegar  el 
acontecimiento  y  sentía  algo  vago  como  flui- 
do misteriosa  que  se  acercaba. 

Detrás  de  uno  de  los  grandes  espejos  ro- 
deados de  macetas  oyó  la  voz  de  Pedro. 

— ¡Ahora! — le  dijo  un  latido  fuerte,  un 
vuelco  de  sangre  inesperado. 

Escuchó  con  atención. 

— ¿Y  te  casarás  con  ella? — preguntó  una 
voz. 

— No — contestó  la  de  Pedro — Emilia  no 
me  llena.  Es  tan  fea. . . 

jCómo  palideció  la  mujer!  Con  un  movi- 
miento de  muelle  que  se  dilata,  miróse  en 
un  espejillo  que  llevaba  incrustado  en  su 
abanico,  y  murmuró  inconsciente,  como  pre- 
gunta, con  tono  de  juez  y  de  víctima: 

— ¡Fea! ... 

.    n 

No  se  casó  Emilia.  Aquella  palabra  que 
la  hizo  palidecer  tanto,  fué  esfumándose  en 
su  cerebro.  Sus  sentimientos  y  su  sensibili- 
dad se  fueron  enmoheciendo.  Fué  una  solte- 


rofa?i'de|asínás  ágj?ias,t(íe  las  mas  impertí-' 
nent^,  de  las    más   murmuradoras,    de  las 
mas  desapiadadas  con  las  debilidades'  que  á 
ella  le  habian  sido  vedadas. . . 

Cayó  enferma.  La  desilusión  la  hizo  cer- 
rar mas  pronto  los  párpados.  La  intempe- 
rancia dominó  en  su  enfermedad.  Sentía  en 
derredor  suyo  una  atmósfera  impregnada 
con  los  deseos  de  todos: 

— ¿No  se  morirá  de  una  vez? 

Y  entonces  halló  un  placer  vengativo, 
cruel,  en  mortificar  con  su  vida,  en  moles- 
tarles con  sus  displicencias  de  solterona 
irritada. 

Un  dia  en  que  el  crepúsculo  llenaba  su 
alcoba,  la  respiración  de  su  pecho  se  con- 
tuvo. 

— ¿Ha  muerto?— dijo  una  doncella. 

—No,  respira,— contestó  otra  camarera  y 
aproximando  á  los  labios  de  Emilia,  un  es- 
pejo, el  espejillo  aquel  del  abanico,  esperó 
para  ver  si  lo  empañaba  el  aliento. 

Mustiamente  abrió  los  ojos  la  paciente, 
los  paseó  con  desabrimiento  por  la  cá- 
mara y  al  fijarse  en  el  cristal  azogado,  dio 
un  grito,  un  grito  leve,  sofocado: 

— ¡Fea! — pronunciaron  sus  lábio& 

Y  el  crepúsculo  condensándose,  tomó  la 
forma  del  salón  aquel.  Oyó  Emilia  la  voz  de 
Pedro,  sintió  una  rabia  sorda,  mordió  la  sá- 
bana y  arrojando  lejos  de  sí,  con  un  último 
esfuerzo,  el  espejito,  murió. 


HISTORIA  PARA  MIS  HIJOS 


(cuando  los  tenga) 

Casado  Don   Sixto 
Con  Doña  Rup)erta 
Estaba  él  muy  triste 
Y  muy  triste  ella 
Porque_no  podían 


M 


EL    CASCABEL 


Tener  descendencia. 
Un  dia  á  su  esposa 
Con  cara  risueña 
Le  dija  Don  Sixto: 
^-TfitHlííwnos  ¡eurekal 
Pojár^  #rte  un  niño 
,§iiin  i^ño  deseas 
— ¡Ay/sif 

—Y  rubio  y  blanco 
Si  quieres 
—¿De  Meras? 

— Sin  dada.  Hazme  un  croquis 
Del  nene  qne  anhelas 

Y  marcho  y  me  vengo 
Con  él  á  la  vuelta. 

Se  armó  del  diseño 

Y  en  una  carrera 
Don  Sixto  avistóse 
Con  una  cigüeña 


Que  tiene  un  vivero 
Allá  en  las  afueras 
De  niños  y  niñas 
De  castas  diversas. 
Le  dio  las  medidas, 
Los  datos  y  señas 
Y  entonces  el  ave 
Buscó  con  presteza 
Un  niño  lo  mismo 
Que  el  que  le  pidieran , 


Tonaole  en  el  pico 
Y  vuela  que  vuela 
Llegóse  á la  casa 
En    donde  la  esperan, 


Buscó  el  oriñcio        j 
Déla  chimenea 
Gritó: — ]ahí  queda  eso! 

Y  echó  con   prudencia 
í'or  el  negro  tubo 

Su  carga  ligera. 
Tal  dia  en  la  casa 
De  Doña  Ruperta 
La  dueña  oñciaba 
Como  cocinera 
De  la  portadora 
Oyó  la  advertencia 

Y  recibió  al  nene 
Con  tiento  y  cautela. 

Y  así  realizada 
Del  todo  la  idea 
Vivió  el  matrimonio 
En  dicha  completa 


A  los  que  deseen 
Tener  descendencia 
Podríamos  darles 
Si  quieren  las  señas 
Para  que  recurran 
A  aquella  cigüeña 
Que  tiene  un  vivero 
Allá  en  las  afueras 
De  niños  y  niñas 
De  casta,!  diversas 

Luis  Garda. 


.-;1 


:j 


ALCOHOLISMO 


-^.r^'- 


Yo  soy  radical  y  me  tomo  una  copa 
de  cAnis  Alem.» 


Es  preciso  acabar  con  los  que  beben 
nuestra  sangre...  ¡Otra  copa! 


á 


i 


# 


i 


^1   actual  gobierno  tambalea.... 


Tambalea  mucho 


Cu; 


o    POLÍTICO 


Y  forzosamente  caerá.     De  lo  contrario. 


El  pueblo'eoberano.... 


\7  '^f"*' 


Cuando  pretenda  levantarse 


Se  hallará  encadenado  y  oprimido  por  el  poder. 


lO 


EL    CASCABEL 


CALANDRIA  Y  MAZACOTE 


RECUERDOS  DE  ENTRE-RIOS 

A  M.   Leguisamon. 

En  un  recodo  de  cierto  arroyo  cuyo  nom- 
bre ignoro — uno  de  tantos  pintorescos  como 
hay  en  mi  tierra,  que  se  enroscan  y  se  es- 
tiran como  inmensas  víboras  plateadas,  para 
llegar,  saltando  de  cuchilla  en  cuchilla  y  de 
ladera  en  ladera,  bajó  la  arcada  sombría  dé 
los  montes  seculares,  donde  se  expanden  y 
se  ensanchan  como  gozosos  de  haber  esca- 
pado al  sol  del  llano, — en  un  paraje  llama- 
do El  Faso  del  Molino,  existia  en  1875 
una  pobre  pulpería,  paradero  obligado  de  to- 
doslos  que  excursionaban  del  pueblo  vecino. 

Allí  conocí  yo,  en  ese  entonces,  al  céle- 
bre Calandria — Servando  Cardoso — el  últi- 
mo gaucho  peleador,  que  recorriera  aquella 
comarca  inolvidable  que  baña  el  Uruguay. 

Varios  muchachos  andariegos  alcanza- 
mos, cierto  dia  de  paseo,  á  la  lejana  pulpe- 
ría, y  allí  topamos  con  el  que  era  terror  de 
policías  y  héroe  famoso  de  cuánta  aventura 
novelesca  forjara  la  mente  popular,  hecha 
ya  á  considerarlo  como  expresión  genuina 
de  todas  las  desventuras  que  afligían  por 
esa  fecha  á  aquella  tierra  de  Entre-Rios, 
tan  bella  como  injustamente  desgraciada. 

Estaba  sentado  en  un  banco  de  madera, 
colocado  no  lejos  de  la  puerta,  hacia  afuera 
del  mostrador  de  pino  pintado  de  rojo  os- 
curo, sobre  el  que  se  destacaban,  plomizas 
y  brillantes,  las  chapas  de  zinc  claveteadas 


de  amarillo,  que  forraban  la  cara  superior. 

Tenia  la  cabeza  negligentemente  i;(^costa- 
tada  en  la  baranda  de  fierro — qu&  gsfütjLina 
hilera  de  pequeñas  lanzas  puntiagudas  ppiúa 
una  valla  entre  el  pulpero  y  los  clientes,  no 
siempre  gente  de  confianza, — las  piernas 
estiradas  sobre  el  banco,  un  vaso  dé  caña 
al  alcance  de  la  Jiotino,  y,  departia  amigable- 
mente con  el  o^gpcian^  íactramurano,  que, 
sentado  en  uoa  silla  del  lado  de  adentro, 
daba  la  espalda  al  anaquel  cargado  de  bote- 
llas y  festoneado  de  cajas  de  sardinas  y  rosa- 
rios de  butifarras,  qti^  C9rria  á  lo  largo  del 
muro. 

Mas  que  en  conversar,  par€€ráLn.  acubados 
en  estudiar  el  volido  de  las  moscas  altr^e- 
dor  de  la  vidriera  colocada  en  el  otro  ex- 
tremo del  mostrad©!  y  llena  de  masas  y 
confituras, — que  rivalizaban  no  splo  en  co- 
lores originales  sino  en  estructura  capricho- 
sa,— ó  en  descifear  el  himno  monótono 
y  adormecedor  coa  -  que  las  ,  chicharras 
ocultas  entre  el  follaje  celebraban  las  deli- 
cias de  la  sombra,  huyendo  de  los  rayos 
de  sol,  que  al  moverse  las  hojas  con  í^ 
brisa,  saltaban  de  gajo  en  gajo,  yendo  á 
quebrarse  en  chispas  deslumbrantes  sobre 
sus  cuerpos  rechonchos,  irisados  y  bruñidos. 

Allá  arriba,  en  el  techo,  chillaba  angus- 
tiada una  mosca  calavera,  qu^  aprisionada 
entre  las  telas  de  una  araña  cazadora,  veia 
llegar  con  pena  el  fin  de  sus  correrías,  co- 
reando sus  lamentos  el  zumbido  entrecorta- 
do de  las  avispas  que  tenían  sus  nidos  de 
barro  adheridos  Á  la  paja,  allá  en  los  cabe- 
zales de  las  tijeras,  y  que  entraban  y  salían 
de  la  casa,  como  sí  fueran  sus  dueñas. 

Nuestra  llegada  turbó  la  paz  y  la  quietud 
en  que  se  hallaban,  despertándolos,  casi  de 
golpe,  de  la  especie  de  somnolencia  en  que 
yacían. 


«  * 


Era  un  gaucho  de  talla  algo  menos  que 
mediana,  delgado,  de  color  retrino,  de  pó- 
mulos salientes  y  de  cara  angulosa,  encua- 
drada por  una  barba  escasa,  descolorida  y 
mal  cuidada  y  por  un  sombrero  chambergo 
de  felpa,  grasicnto,  de  alas  resquebrajeadas 
y  de  copa  en  que  el  uso  había  tallado  con 
torpeza  un  cuasi-cono,  de  color  indefinible, 
— casi  verde  de  puro  viejo — aditamentado 
con  un  barbijo    lleno  de    borlas   y  caereles 


EL     CASCABEL 


II 


que,  de  usados,  ya  mostraban  bajo  las  hila- 
chas desflocadas,  la  madera  negruzca  que 
lesservia  de  armazón. 

Vestía  una  bombacha  de  brin  que  habia 
sido  plomizo,  amplia  y  ajada;  calzaba  unas 
botas  de  becerro  ordinarias,  que  no  cono- 
cian  el  betún  ni  de  nombre  y  sin  mas  lus- 
tre que  el  que  les  sacara  en  el  primer  tercio 
delantero  del  pié  y  hacia  los  costados,  el  roce 
frecuente  del  estribo  metálico,  y,  cubria  su 
busto — un  tanto  escueto  y  cargado  de  espal- 
das, como  de  persona  habituada  á  estar  sen- 
tada— con  un  poncho  de  lana  imitando  vi 
cufia,  listado  de  colores  vivos  y  cuyos  bor- 
des se  doblaban  en  un  solo  pliegue  sobre  los 
hombros,  dejando  en  libertad  los  brazos 
delgados  y  sin  vello— -cubiertos por  una  ca- 
misa de  liencillo  de  un  blanco  dudoso,  cuyas 
mangas  se  arrollaban  como  á  la  mitad  del 
ante  brazo  formando  un  buche — y  hacia  el 
lado  derecho,  el  mango  negro  con  virolas 
de  plata,  de  un  pequeño  facón  atravesado 
á  la  cintura,  del  cual  pendia — pasado  por 
la  manija — un  rebenque  de  cuero  crudo 
que  le  caia  por  atrás  y  bajo  el  poncho, 
como  una  cola. 

Emprendimos  conversación  sobre  gene- 
ralidades: el  gaucho  de  rato  en  rato  se  aso- 
maba á  la  puerta,  miraba  su  caballo  que  es- 
taba allí  cerca  con  las  riendas  sobre  la 
cruz  y  sin  mas  recado  que  una  jerga  raya- 
da de  punzó,  tendida  sobre  el  lomo  y  que, 
poco  a  poco,  habíase  corrido  hacia  las  ancas 
impulsada  por  sus  movimientos  al  espantar 
las  ínoscas  fastidiosas  que  venían  á  pararse 
sobre  su  piel,  ó  los  tábanos  cabezones  y  si- 
lenciosos, cuyo  aguijón  ávido  de  sangre  ja- 
más permanece  ocioso:  luego  volvia  á  su 
asiento  y  entre  trago  y  trago,  nos  referia 
sus  correrlas  recientes  y  sus  esperanzas  de 
componerse  con  el  gobierno. 

De  repente,  en  una  de  sus  salidas,  excla- 
mó, mirando  un  tenue  remolino  que  corría 
allá,  sobre  la  cresta  de  una  cuchilla  lejana — 
fuera  del  monte  que  nos  rodeaba, — y  que 
para  otra  persona  menos  perspicaz,  no  hu- 
biera pasado  de  una  nube  de  tierra  impulsa- 
da por  el  viento: 

— Ahí  viene  Mazacote  con  dos  soldaos!.. 
Ha  é  venir  de  Colon!  Vía  esconder  el  caba 
lio  pa  no  asustarlo!...  Si  me  vé  quizás  le  su- 


ceda una  desgracia  y....   tenemos    visitas!... 
agregó  sonriendo. 

Nosotros  también  nos  reimos:  se  trataba 
de  un  mulato  rubio,  flacttchon,  picado  de 
viruelas,  feote,  que  era  comisario  y  cuyas 
ínfulas  de  bravucón  y  matasiete,  eran  el 
hazmerreír  de  la  comarca.,  que  lo  sabia  un 
infeliz,  por  mas  que  él,  al  caminar,  hiciera 
repiquetear  con  el  talón,  á  cada  paso  y  de 
puro  compadre,  la  charrasca  que  llevaba 
prendida  á  la  cintura  y  que  mas  le  servia  de 
incomodidad  durante  sus  grescas  frecuentes 
con  ios  alumnos  del  Colegio,  que  acostum- 
braban llamarle  por  su  apodo,  cosa  que  lo 
desesperaba. 

Cierta  vez,  recuerdo,  el  actual  juez  de 
comercio  de  la  capital  Dr.  Luis  A,  Peyret, 
que  era  entonces  un  moceton  fornido  y 
musculoso,  gritaba  al  lado  suyo  á  voz  en 
cuello  ¡Mazacote!  ¡Mazacote!  lo  cual  oíalo 
distintamente  el  aludido,  pero  no  atrevién- 
dose sin  embargo  con  el  gritón,  exclamaba 
con  tono  confidencial  dirigiéndose  á  aquel 
que  lo  molestaba  y  para  ver  si  obtenía  su 
silencio: 

—Oiga  á  los  colegiales!.. ,  Mire  si  son  ca- 
nallas!. ..  gritan  de  lejos,  porque  me  cono- 
cen!...  Ah!. . .    sí    yo   agarro  alguno,  qué. 
felpifldaH 


» 


Llevó  el  gaucho  su  caballo— demasiado 
conocido  detrás  de  un  pequeño  zarzal  que  in- 
terceptaba la  vista  y  luego  que  volvió,  puso 
el  oído  hacia  el  camino  y  dijo: 

— Ya  se  oye  el  ruido  de  la  chafalonía. . . 
me  vi   á  esconder! 

Y  desapareció  detrás  de  la  batiente  de  la 
puerta,  de  una  sola  hoja,  de  ñandubay,  ma- 
ciza y  de  una  pieza,  hecha  como  para  re- 
sistir el  empuje  del  anca  de  un  caballo- 
ganzúa  que  usaban  los  gauchos  para  fran- 
quearse la  entrada  de  los  ranchos,  cuando 
era  la  violencia  el  único  medio  ^jue  pudie- 
ra asegurarles  el  logro  de  una  empresa  de 
amores  ó  de  pillaje. 

No  se  habia  acomodado  aún  en  su  escon- 
dite, cuando  ya  Mazacote  estaba  gritando  á 
la  puerta  de  la  pulpería,  adonde  habia  lie- 
godo  al  galope^  seguido  de  sus  soldados  que, 
con  el  kepí  sobre  los  ojos  y  la  caí  ahina 
asentada  la  culata  sóbrela  delantera  del  re- 


I 


12 


EL    CASCABEL 


cado,  tenían  ma-;  aire  de  bandoleros  que  de 
guardianes  del  orden . 

— A  ver,  pul^jerol  ,..,¿Qué  gente  es  esa 
que  está  de  ri  mion? ....  ¿Ya  no  le  he  dicho 
que  no  me  gi  stan  las  riuniones? 

—Son  colf  giales   paseanderos,   sefiorl . . . 

— Ahí  ab  1 . ; .  ¿colegiales  eh? . . .  Vamos  á 
ver  si  aura  gritan  lo  que  gritan  en  el 
pueblo... 

Y  habí  ndo  concluido  la  operación  de 
manear  s  i  caballo,  entró  á  la  pulpería  arras- 
trando '  1  sable  sonador  y  con  la  mano  co- 
locada como  al  descuido,  sobre  la  culata  de 
un  trabuco  naranjero  que  traia  atravesado 
hácir  adelante  bajo  la  faldilla  de  la  amplia 
blu;  j.  celeste  con  botones  amarillos,  que  cu- 
br'  i  su  busto. 

— Buenos  dias,  caballerosl 

— Buenos  dias,  comisariol 

— ¿Y?. .  .¿qué  se  hace? 

— Paseando  con  el  día  lindo,  dijo  alguno 
á  quien  hacia  menos  cosquillas  la  risa  que  á 
los  demás  nos  ahogaba. 

— ¿Pasiando,  eh?. . .  Está  buenol. . .  Va- 
mos á  ver ....  ¿quién  paga  la  copa?. ...  no 
han  de  andar  pasiando  sin  plata! .... 

Se  sirvieron  copas,  se  emprendió  la  con- 
versación buscando  nosotros  pretexto  para 
reimos  sin  provocar  desconfianza  y  derre- 
pente  uno  dijo: 

— Diga,  comisario,  ¿no  lo  ha  visto  á  Ca- 
landria por  ahí? 

—¿Quién?. . .  .¿Yo?. ...  Jal  Ja!  Jal. .  Cree 
que  Calandria  es  sonso,  para  ponerse  delan- 
te mió?  . . .  Gaucho  mas  pillo!! . . .  Cuando 
él  saie  que  yo  ando  puaquí,  agarra  pá  aliá... 
pala    costa  é  Gualeguaychú . . . .  Si  es  una 

basura  el  t  il  Calandria Güeno  pá  asustar 

viejas  y  gringos! 

#  * 
La  puer;  a  se  abrió  de  golpe  y   Calandria 

en  un  abrir  y  cerrar  de  ojos  estuvo  ante  el 
comisario,  CjUe  temblaba,  haciendo  repique" 
"tear  todas  las  qadenitas  y  argollas  de  su  sa- 
ble, y  lo  mil  aba  con  tamaños  ojos,  pesta- 
ñeando con  una  rapidez  que,  en  otras  cir- 
cunstancias, hubiera  sido  cómica: 

— ¿Qué  dice,  Don?. . .  con  que  asusto  vie- 
jas, no? 
.         > 

¿  •   •  •  •  • 

— Güeno! .  .  .  Chúpese  esa  caña  que  tiene 
en  el  vaso,  monte  á  caballo  y,  sin  dar  güelta 


la  cabeza,   marche  pal   pueblo! . . .  Vamos, 
ligeritoH 

El  guapo  hizo  lo  que  le  mandaban,  montó 
á  caballo,  volvió  riendas  y.  .  seguido  de 
sus  soldados,  se  perdió  allá  en  las  sinuosida- 
des del  terreno  siguiendo  el  ancho  camino 
polvoroso. 

Fray  Mocho. 


En  sus  ojos  enjutos,  mortecinos 

No  hay  vestigios  de  llanto 

Y  su  semblante  pálido  y  marchito 

No  contrae  el  horror.  Pero  sus  labios 

Secos,   descoloridos; 

Su  cuerpo  débil,  flaco-, 

Sus  pasos  vacilantes  y  tardíos. 

Las  frases  emitidas  con  desgano 

Y,  su  aire  abatido. 

Enseñan  al  espíritu  más  tardo, 

Que  en  aquel  edificio 

Hizo  llamear  la  adversidad  sus  rayos... 

Le  pregunté  quien  era,  y  distraído. 

Sin  detener  sus  pasos, 

Encorvándose  más,  pasó  y  me  dijo: 

— ¡Yo  soy  el  presidario! 

M.   Bahamonde. 


EL  CASCABEL 


13 


Los  teatros,  como  los  ne- 
gocios sufren  una  crisis  regu- 
lar, si  exceptuamos  el  teatro  de  la  Comedia 
que  se  parece  al  gobierno  en  eso  de  engor- 
dar y  cobrar  á  pesar  de  todas  las  crisis  ha- 
bidas y  por  haber. 

Hay  en  Buenos  Aires  un  núcleo  de  apre- 
ciables  artistas  y  reuniendo  los  mejores  en 
un  teatro  podría  formarse  indudablemente 
una  buena  compañía. 

Pero.  .  .  maldito  pero.  Por  ahora  hemos 
de  conformarnos  con  ir  al  teatro  tal,  para 
oir  á  la  tiple  X. 

Vamos  al  teatro  cual,  para  aplaudir  al 
actor  N.  y  así  sucesivamente  vamos  de  un 
lado  para  otro  en  pos  de  artistas  determina- 
dos, prescindiendo  en  absoluto  de  las  demás 
partes. 

En  números  sucesivos  nos  ocuparemos 
particularmente  de  cada  teatro:  en  el  pre- 
sente no  lo  hacemos  y  si  de  teatros  nos  ocu- 
pamos es  únicamente  para  anunciar  que  Eí 
Cascabel  tendrá  una  sección  destinada  á  to- 
do lo  que  á  arte  y  artistas  se  refiera. 

Haremos  constar  que  la  Comedia  se  vé- 
como  siempre,  favorecida  por  una  numerosa 
concurrencia  que  aplaude  constantemente  á 
los  artistas,  especialmente  á  Gil  que  es,  por 
mas  de  un  concepto,  merecedor  del  favor 
del  público. 

El  Pasatiempo,  es  después  de  la  Comedia, 
el  teatro  mas  concurrido,  contribuyendo  á 
ello  la  frescura  del  local  y  los  esfuerzos  que 
hace  Orejón, por  presentar  obras  modernas 
como  «El  rey  que  rabió»  y  «La  choza  del 
diablo». 

Onrubia,  Novedades,  etc.  tienen  sus  no- 
ches y  cuentan  con  buenos  elementos,  en 
especial  el  primero. 

Desde  el  próximo  número  daremos  mas 
detalles,  analizando  el  trabajo  de  los  artistas 
y  los  esfuerzos  de  los  empresarios,  deseando 


aplausos,  que  no  siempre  podremos  otorgar, 
á  Jos   primeros-,  y  dinero   á  todos. 

^  Par'.quin. 


De  cuando  en  cuando,  El  Cascabel  pu- 
blicará piezas  de  música   para  piano. 

Por  ejemplo  c  lando  se  estrene  una  zar- 
zuela, inmediatan  ente  ofreceremos  á  nues- 
tros lectores  el  n  imero  de  música  que  mas 
llame  la  atencior .  Al  mismo  tiempo,  algu- 
nos compositores  .:onocidos  han  prometido 
honrarnos  mandan  lonos  composiciones  iné- 
ditas. 

Todo  lo  que  con  unicamos  á  Vds.  con  el 
mayor  placer  para  -ue  vean  que  no  pode- 
mos hacer,  mas  para  retribuirles  la  protec- 
ción que,  naturalraen  t,  han  de  dispensarnos. 

Leo  y   me  ruborizo. 

«Cocinera  que  entien  la  de  cociqa,  se  pre- 
cisa una  con  cama  para  dos  personas. 
El  tal  anuncio  n  e  escama 
¿Por  qué  pedir!    vi  e  Dios! 
Una  sirvienta  con  .-.ama, 
¡Y  con  cama   para  v'os.  ...  1 

El  pastelero  Malha  ta 
Siempre  reniega  y  m  Idice, 

Y  aun   hay  candido  que  dice 
Que  es  hombre  de  bu.  aa  pasta. 

Y  añaden,  que  por  su    nal. 
Sorprendió  á  su  esposa  infiel 

Y  se  descubrió  el  pastel; 
¿Hay  cosa  mas  natural? 
Ella,  mujer  de  su  casa. 

Se  afanaba  á  lo  que  infiero 
Pues  la  encontró  el  pastelero 
Con  las  manos  en   la  masa. 


14 


BI.   CASCABl^lL. 


Pues  señor,  el  dia  primero  de  afio  salie- 
ron por  esas  calles  de  Dios,  un  buen  grupo 
de  peones,  armados  de  un  balde  lleno  de 
engrudo,  un  pincel  y  bastantes  miles  de 
avisos  que  para  anunciar  la  aparición  de  El 
Cascabel  haciamos  pegar  en  las  esquinas 
y  demás  sitios  de  costumbre. 

Los  celosos  vigilantes  que  no  ven  robar, 
cuando  un  caco  roba,  vieron  á  los  peones 
ocupados  en  la  faena  de  pegar  carteles,  y, 
como  el  caso  era  grave,  hicieron  una  arreada 
para  las  distintas  comisarias  que  existen  en 
la  capital.  Los  peones  juraron  que  en  la 
redacción  vieron  el  permiso  de  la  oficma 
anunciadora  municipal;  dieron  el  nombre  de 
nuestro  director,  las  señas,  el  domicilio. .  . . 

Y,  nada:  la  policía,  siempre  recta,  y  rebo- 
zando sentido  común  como  de  costum- 
bre, impidió  la  fijación  de  carteles,  tuvo  pre- 
sos á  los  peones  y  nos  reventó  á  nosotros  que 
habíamos  gastado  un  dineral  en  avisos. 

)]Dios  se  lo  tenga  en  cuenta....!! 


AVISOS 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 

REDACCIÓN  Y  ADMINISTRACCION 

SUSCRICION 

Capital  tres  meses.   .   . 

Número    corriente.   .   . 

Id  atrasado.   .   . 

PROVINCIAS 

Número  suelto 

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han  de  dirigirse  á  tEl  Comercio 
Universal  Unido  >  calle  25  de  Mayo 
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mente de  don  GUILLERMO  A.  CRANWíELL,  se 
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BUENOS  AieES,  mun  k\m       íml 


Editor  propietario:     FRANCISCO     FERRÉS 

Redacción  y  Adininisiracion  ALÍ^INA  489  (a 

HORAS   DF.   OFICINA    DE     2   A   5   I-.   M. 

Frerio  en  la  fludod . .     $  0.10  el  inniioro 
Küpro  de  la  niudnd..     ••  0.20  i*' 

(Foto— grabados  de    Coll) 


Si  la  Comedia    so    llena 
Una  noi-lie,  cien  v  mil. 
Es  porque  llena  lá    e.scena. 
Con  su  vis  eóuiiea,  Gil. 


i8 


EL    CASCABEL 


i  Muchas  gracias  f 


AS  damos,  y  muy 
repetidas,  á  todos 
los  diarios  que 
con  tanta  benevo 
lencia  y  con  tan 
laudatorias  frases 
han  anunciado  la 
aparición  de  El  Cascabel. 
Gracias  colegas ^ 


¡Salud  y  mucha 


circulación! 


UNA  de  dos:  ó  fiebre  amarilla  ó  fiebre  po- 
lítica. Son  los  temas  que  se.  imponen 
ahora,  y  no  se  puedehablar  de  otra  cosa. 
El  caso  es  que  estaraos  preocupados  con 
esto  déla  futura  presidencia,  y  las  próximas 
elecciones,  y  tenemos  la  obligación  de  exal- 
tarnos y  encontrar  que  fulano  es  malo  como 
candidato^  que  zutano  es  peor  y  mengano  es 
el  peor  de  los  malos. 

Nada;  que  hoy  día  hemos  sentado  pja^a  de 
Diógenes    todos   los  vecinos  de  la  capital,  y 
andamos,  como    el    sabio 
'filósofo,  buscando  nuestro 
hombre. 
Es  decir,   un  hombre. 
Y  cuidado  que   la   tarea 
es  enojosa. 
¡Ya  lo  creo  que  lo  es! 
Los  corredores    de  can- 
didatos,   (que   eso  vienen 
á   ser    los    agentes   elec- 
torales) no  tienen  un  mo- 
mento    libre.      Todo     lo 
absorbe  la  política,  y  úella 
sacrifican  el  reposo,  la  alimentación  y  hasta 


los  paseos,  en  compañía  de  la  familia,  la  se- 
ñora y  la  niña,  que  á  veces  dan  por  resftlta- 

do  la  colocación 
de  esta. 
Esta  es  la  niña. 

Porque  la  se- 
ñora está  coloca- 
da. 

En  un  brete. 

A  lo  menos  asi 

me  lo  hizo  saber 

no  ha   mucho  la 

de  un  agente   de 

esos. 

—Ahora  no  sosegamos  en  casa— me  decia 
la  interfecta. 

— Aii,  señora!— respondí  yo— crea  V.  que  á 
mi  me  pasa  lo  mismo:  tengo  un  vecino,  entra- 
do en  años  y  en  carnes,  que  aprende  á  tocar 
el  bombardino  y  no  nos  deja  comunicar  con 
la  familia  mas  que  por  signos.  Sus  soplidos 
son  tan  fuertes  que  llenan  de  ruido  las  ha- 
bitaciones. ... 

—No,  no  me  quejo  de  los  vecinos,  fe^; 

—La  niña  tal  vez  — 

— Cá! La  pobre  desde  que  su  novio  esta 

fuera,  se  pasa  las  horas  suspirando  y  leyen- 
do poesías  del  Dr.  Várela. 

—Desesperada  estarál 

—Más  lo  estoy  yo.  Porque  ha  de  saber  que 
mi  marido  se  ha  entregado  en  cuerpo  y  al- 
ma. ...  '  .       i 

—Al  vino? 

—Peor.  A  la  política;  y  desde  que  lo  han 
hecho  de  un  comité  de  propaganda  no  para 
un  minuto  en  casa,  todo  lo  encuentra  malo, 
no  puede  sufrir  que  le  hablen  de  los  asuntos 
domésticos,  de  las  cuentas  á  pagar 

— Lo  creo,  señora. 

— Compadézcame,  amigo  mío,  y  vea  si  pue- 
de V.  curar  á  mi  marido  de  estas  manías 
políticas 

La  pobre  señora  me  contó  varías  miserias 
intestinas  y  familiares,  y  acabo  pidiéndome 
dos  pesos,  pues  el  picaro  del  marido  habla 
gastado  los  últimos  centavos  en  papel  de  ofi- 
cio y  plumas  inglesas  para  el  comité  de  pro- 
paganda. 

Maridos  hay  que  llegan  á  casa  echando 
chispas  y  pisando   á  sus  tiernos  vastagos. 

— Esposo,  que  vas  á  tumbar  al  nene — les 
dice  cariñosamente  la  consorte. 

—Al  nene?  ¡al  gobierno  tumbaremos!  ese 
si  que  es  nene. ..  .Vamos  á  ver;  la  sopa, 
pronto. 

Se  sirve  la  sopa;  grito  estridente. 

—Esto  está  que  arde! 

-Qué?  ■  "^  ,.^ 

—La  sopa.    Y  la  política  también.' 

— Pero  no  bebes?  Hombre,  cálmate:  no  to- 
mes las  cosas  tan  á  pechos.... 

— Con  un  adoquin  me  los  golpearla  antes 
de  imitar  al  pro-secretario  del  club. 


KL   CASCABKL 


ip 


—Que  ha  hecho  ese  señor?  veamos. 
* —Se  ha  pasado  á  los  otros.    Total,  porque 
le  han  dado   un  empleo  de  portero   en  una 
oficina,    con   cincuenta  pesos  al   mes. ...¡co- 
chino! 

=  — Quieres  puchero?   A  ver  unas  papas,  este 
poco  de  zapallo 

—No! que  me  recuerda  á  D 

Y  asi  pasa  su  vida  nuestro  hombre.  Cor- 
riendo en  pos  de 

De  qué? 

Pues  de  que  triunfen  los  suyos  y  en  premio 
le  den   una  plaza  de  vigilante. 

Porque  no  todos  pueden  lograr  concesiones 
y  contratos  fructíferos. 

Y  en  tanto  el  pais  navega.... 

Huyamos  de  la  política,  y  tengamos  com- 
pasión de  los  que  gozando  buena  salud,  y  bar- 
riga, se  meten  en  el  intrincado  laberinto  po- 
lítico y  pierden  tiempo  y  dinero  que  no  re- 
cobran. 

A  no  ser   que  el  pais    se  lo  devuelva    con 
creces  el  dia  del   triunfo. 
Que  ya  se  han   dado  casos. 

Y  muy  escandalosos,    por  cierto.  ^ 

*   *   ■ 

Antes  de  poner  punto,  hago  constar  que 
quedo  muy  reconocido  á  El  Argentino  por 
la  reproducion  que  hizo  de  mi  «Charla»  an-. 
terior^  -y  que  los  elogios  que  han  tributado 
á  El  Cascabel  todos,  ó  casi  todos,  los  cole- 
gas me  han  conmovido,  como  pueden  con- 
mover á  un  padre  los  elogios  que  dirijan  á 
un  hijo  querido. 

Después  de  esta  figura  cursi  voy  á  leer  El 
Nacional. 

¡A  ver  si  conciUaré  pronto  el  sueño! 


c-' 


HUmORADAS 


Me  juraste  á  las   ocho  amor  constante 
y  á  las  nueve  te  vi  con  otro  amante; 
no  creas   que    lo  siento, 
pero,  como  te  pille,  te   reviento. 

Cada  vez  que  me  encuentro  á  tu  marido, 
recuerdo  lo  que  de  él  me  has  referido. 
Alguno  habrá  que  al  verme  ha  recordado 
todo  lo  quede  mi  le  hayas  contado. 
Y  entretanto,  me  rio  de  aquel  bruto, 
como  de  mi  se  reirá  mi  sustituto. 


Cuando  niña  eras  casi  una  Lucrecia; 
te  mudaste,  al  casarte,  en  Mesalina; 
hoy,  que  toda  la  gente  te  desprecia, 
no  harás  mal  en  volverte  Celestina. 

Me  afligió  tu  traición  de  tal  manera ^ 
que  un  pellizco  le  di  á  la  cocinera. 

Se  da  golpes  de  pecho  don   Severo, 
y  ante  el  altar  mayor  reza  Jesusa: 
él  dá  al  ciento  por   ciento  su  dinero, 
y  ella  tiene  dos  chicos  en  la  Inclusa. 

No  me  pidas  cariño  ni  dinero, 
pues  he  dicho  que  dártelos  no  quiero. 
Dirás  que  soy  un  miserable,  un  pillo, 
y  es  que   no  sabes  que  tu  amor  sincero 
me  secó   el  alma  y  me  vació  el  bolsillo. 

Eres  viuda  dos  veces,  y  sospecho 
que  quieres  atrapar  tercer  marido. 
Vamos,  mujer,  descúbreme  tu  pecho... 
¡Tapa,  tapa,  por  Dios!  No  has  entendido. 
Yo  te  hablaba  en  sentido    figurado, 
y  tú  al   pié  de  la  letra  lo  has  tomado. 

F.  DE  V. 


EXlA-IMIEIsr 


Esos  rizos  juguetones 
de  tu  brillante  melena; 
esa  frente  pura  y  llena 
de  risueñas    ilusiones: 
esos  ojillos  bribones 
que  el  mirarlos  enagena; 
esa  boca  que  envenena 
de  ojuchos,  los  corazones; 
ese  cuello  tan  gracioso; 
ese  seno  palpitante; 
ese  brazo  tan  hermoso; 
esa  cintura  elegante; 
ese...  que  siga  el  curioso 
que  haya  visto  lo  restante. 


lO 


EL    CASCABEL 


POLÍTICA 


-«El  banquete  ofrecido  á  nuestro  candidato. . 
-Hombre!     Quisiera  ser    candidato. 
-Usted  ? 
-Sí;  aunque  solo  fuera  por  lo  del    banquete. 


LA    CITA. 


s- 


^  )ABiENDo   que  se   In  ngunrd;i 
No  se  apresura  ú  venir.... 
Ya  sube...  ¡que  ha  de  subir! 
¡Pero  señor  cuanto  larda! 
,,  ¿Qué  puede  haber  sucedido? 
¿Acaso  no  estará  buena? 
¿Una  amiga?    La   novena? 
¿El  tirano  del   marido? 
Aunque  pienso  no  lo   entiendo. 
Bueno,  pues  la  esperaré 
¿Y  en  tanto  qué   hago?    Ya  sé 
Pasaré  el  rato  escribiendo. 
Vaya  no'  levanto  mano 
Y  escribo  hasta  terminar, 
Justamente  he  de   enviar 
Mi  prosa  «Al   hogar  cristiano» 
He  de  escribir  algo  serio. 
¿La  virtud?   Eso  es   ridículo 
¡Ah!  ya  he  pensado  el    articulo. 
Buen  titulo  «El  adulterio» 
«Del  espíritu  la  higiene 


Que  hace  del  mundo  un  edén  —  » 
Esto  me  iia  quedado  bien....' 
Pero  Enriqueta  no  viene 
«La  razón  del  existir 
Echan  muchos  en  olvido. 

Y  el  mayor  monstruo»  ...Ei  marido 
No  me  la  deja  venií 

«Tan  solo  llenan;  su  yida. 
Con  las  soírées  y  el  tocado — » 
¡Vayal  ya  me  he  olvidado 
No  traje  agua  de  Florida... 
No  me  disgusta  lo  escrito: 
Virtud,   honor,  sentimientos. 
Dios,  hogar,  remordimientos, 
¡Anatema!    Muy  bonito. 
Ahora  acabemos  así: 
(ijtiozad  de  amor  infecundo! 
Que  llegará  el  fin  del  mundo 
¡Y  si  llega!  ...»¡Ya  está  aquí! 
—¡Pepe!  •  f  , 

— Al  cabo  bien  amado? 
Pero  ¡á  lo  último  has  venido 
¿Te  entretuoo  tu  marido? 
—¡Celoso! 

—En  fln  ya  has   llegado. 
Deja  que  estreche  ese   talle 
Tallo  de  una  flor  lozana 
— ¡Mira,  cierra  la  ventana 
Que  nos  ven  desde  la  calle. 

V 

Se  oye  un  confuso  rumor 

De— ¡Te  adoro!— ¡Nos  amamos!— 

Y  lo  demás  lo  dejamos 
Para  el  curioso  lector. 

— jAy  que  tarde. 

—¡Vida  mia! 
¿Te  vas  ya? 

—Volveré  pronto. 
Déjame,  no  seas  tonto. 
—¡Adiós  mi  ahnn! 

—Hasta  otro  dia. 

—Estoy  loco  de  contento. 
¡Qué  placer!  -¡Esto  es  vivir! 
¿Y  el  articulo?    ¡A  escribir!  • 
Lo  acíibaré  en  un  momento. 
«De  su  amorosa  querella 
Siendo  ella  infiel  y  él  infiel 
¡Anatema  sobre  él! 
¡Execración  sobre  ella!» 
¡Diablo!     ¡Soy  un  mentiroso! 
Pero  se  explica  la   cosa: 
¡El  amor  para  la  esposa! 
¡Lo  escrito   para  elj  esposo! 

Luis  Garda. 


' — vt^)|(^U/v-- 


EL     CASCABEL 


21 


Pero    no    nos  matará. 


AL  GALOPE 

{Traducción  del  francés) 

La  noche  está  oscura  y  tempestuosa.  Por  estrecho 
sendero  que  se  dirige  en  zig-zag  desde  la  falda  hasta 
la  cumbre  del  monte,  rompiendo  ramas  y  haciendo  sal- 
.  tar  las  piedras,  huyen  al  galope  de  sus  caballos  el  se- 
ductor y  la  infiel  esposa.  A  pesar  de  lá  rapidez  de 
la  marcha  no  dejan   de    hablar. 

— Van  á    alcanzarnos — dice  él. 

— ¡Dios  mió! — exclama  ella. 

— Si  nos    mata  .  . .  mucho  mtíjor. 

—  ¡Oh!  sí,  sí.  .  .  i  qué  nos  mate  !  • 
— A  tí    porque    te  adora.... 

— Yo  le    odio  con  toda  mi  alma. 
— Y   á   mí    porque  me  aborrece.  . , 
— ;  Por  qué  ? 

—  Porque  querrá    vengarse  de    un  modo    mas  horrible. 
— ¿  Cómo  ? 

—  Separándonos  para  siempre.  ..  Condenándonos    á  eterno  sufrimiento. 
— ¡Oh,   desesperación! 

— Sabe  que  matándonos  nos  haría  dichosos.  ... 
.    — ¡Dios  mío!...    ¡Dios  mió!... 

Hubo  un  silencio  de  algunos  segundos  duranto  los  cuales  se  oyó  el  galopar  de 
los  caballos  y  el  sordo  rumor  de  las  aguas  de  un  torrente.  .  .  Confundiéndose  con 
estos   ruidos  sonó  de  pronto  otro   que  llenó  de  espanto  á  los   dos  amantes. 

—¿Estás  cierto — gritó  ella  con  voz  angustiada — de  que  no  queda  ningún  medio 
de  salvación  ? 

—  Ciertísimo. 

— ¿Y  vamos  á  vivir   sin  vernos.'' 

—¡Sí! 

— Pues  bien.  , . .  ¡muramos! 

— Eso  iba  á   proponerte. 

— Escucha  :  á  lo  último  de  esta    senda ... 

— Hay  un  precipicio,  ya   lo  sé. 

—Clava  tus  espuelas  en  el  vientre  del  caballo.  . .  yo  haré  lo  mismo. .  .  rodare- 
mos juntos. 

— Sí . , .  ya  voy. ..  Dame  un    beso    antes  ...  ¡último!  -^ 

— Te   lo   daré    en  la  muerte.  ,  .  ¡corre  que  nos   alcanzan!  ^ 

Uno  delante  del  otro,  los  dos  caballos  corrieron  con  rapidez  vertiginosa.  El 
del  seductor  se  hundió  en  el  vacío  ...  Entonces  olla  tirando  violentamente  de  las 
bridas  y  recurriendo  "á  su  habilidad  de  amazona,  consiguió  detener  el  suyo  en 
el  borde  tlel  precipicio.  Y  á  la  cárdena  luz  de  un  relámpago  contempló  indife- 
rente como  rebotaba  de  peña  en  peña  el  cadáver  del  hombre  que  había  sacrifica- 
do su   vida  sin  vacilaciones  de  ningún  género.  . . 

CÁTULO    MENDÉS. 


ARMOlSri  A 


Tocata  la  hermosa  Lola, 
la   esposa  de  don  Casiano, 
una  sonata  al  piano 
con  la  mano  izquierda  sola. 

4Y,  es  claro,    la  sociedad 
aplaudía    con  fruición 
su  pasmosa  ejecución 
y  su  rara  habilidad! 

— ¡Cómo  toca!  jSi  es  divinal 
—  |Es  una  cosa  preciosa! 
—¡Y  la  música  es  hermosa! 
— ¡Una   pieza  peregrina! 


— jQué  extraño  que  no  se  pierda 
ni  un  compás! — ¡Es  soberano! 
— ¡Y  todo  con  una   mano! 
¡Con  una   sola!  ¡Y  la  izquierda! 

Y  todos,  á  la  señora 
que   su  habilidad  lucia, 
aclamaban  á  porfía 
como   á  ilustre   profesora. 

Y  esto  que  oyó  don  Casiano, 
exclamó  con  gran  llaneza: 

— ¡Pues  aun  es  mejoría  pieza 
que  toca  con  la  otra  mano! 


'  •*• 


22 


Kl.    CASCABEL 


¡AlOR  i  MilClLIO! 


¡ÍBE3SOS    ART1FICIAL.ES!! 


SOCIEDAD  ANÓNIMA 

d* 
«Aparatos    Jakson» 


CAPITAL  :     lO.OOO.OOO  $ 


Respetabl;  señor:  Entre  el  número  de 
inventores  que  mas  han  contriL^uido  al  pro- 
greso de  la  civilización,  ycuyo  nombre  figu- 
rará en  el  libro  de  oro  de  la  humanidad, 
hay  que  citar,  en  primer  término  al  célebre 
Jakson,  de  Chicago,  por  la  invención  de 
un  aparato  para  la  producción  de  besos  ar- 
tificiales, que  nos  permitimos  recomendar  á 
V.   por  la  presente. 

Deseoso  de  contribuir  en  cuanto  pudiera, 
de  una  manera  económica,  y  sin  la  pérdida 
de  tiempo  que  suponen  los  preliminares  en- 
fadosos de  hacer  el  amor.  .  .  etc.,  á  satisfa- 
cer esa  necesidad  de  ternura  qiie  existe  en 
el  fondo  del  corazón  humano,  y  que  ha  sido 
causa  de  tantas  catástrofes,  suicidios  y  ban- 
carrotas, por  las  contrariedades  y  gastos 
que  ocasiona,  Mister  Jakson  ha  concebido 
la  genial  idea  de  fabricar  autómatas,  gra- 
cias á  los  que  cualquiera  puede  proporcio- 
narse á  precio  fijo,  pagado  de  un?  vez  pa- 
ra siempre,  las  cardias  de  una  mujer  en- 
cantadora. 

Nuestros  autómatas,  construidos  con  el 
mayor  esmero,  están  adornados  de  todos 
los  atractivos  que  se  pueden  desear. 

Sus  movimientos  son  graciosos,  esbelto  su 
talle,  arrobadora  su  mirada  y,  gracias  á  un 
ingenioso  mecanismo,  movido  por  la  electri- 
cidad, se  acuestan,  se  levantan,  van  y  vie- 
nen, toman  puesto  en  la  mesa,  ceban  mate, 
tocan  el  piano,  cantan  milongas,  ó  tristes,  etc. 
. .  .  solo  con  apretar,  con  el  dedo,  ciertas  par- 
tes del  cuerpo,  marcadas  en  el  libro  de 
instrucciones,  ilustrado,  que  acompaña  á 
cada  autómata. 

Están  vestidos  por  nuestras  primeras  mo- 
distas con  un  gusto  esquisito  y  tienen,  ca- 
da uno,  tres  trajes  de  casa,  tres  de  paseo  y 
tres  de  recepción  que  les  permiten  ser  el 
ornamento  de  los  mas  distinguidos  salones. 

Pero  su  verdadero  sitio  está  en  el  inte- 
rior del  hogar,  en  la  intimidad  del  tete  á  tete. 

Los  labios  de  nuestros  autómatas,  fabri- 
cados .'.on  una  sustancia  que  es  el  secreto  de 
Mr.  Jakson,  son  de  una  dulzuia  sin  iguaPy 
exhalan  el  mas  delicado  aroma.  Los  be- 
sos artificiales  pueden  sostener  la  compe- 
tencia con  cualquier  beso  ideal.  Estos  la- 
bios murmuran  palabras  de  amor,  alas  que 
se  puede  añadir,  pagando  un  suplemento 
de  $  50  sobre  el  precio  de  costo,  el  nombre 
del  propietario. 


Ejemplo:   Te  adoro,  Arturo:  110  he  ama- 
do d  nadie  r^as  que  á  tí. 


Creemos  inútil  insistir  sobre  las  ventajas 
de  estos  inapreciables  aparatos.  Con  ellos 
desaparecen  los  caprichos  costosos,  la  co- 
quetería, las  jaquecas,  las  cuñadas  y  los  pri- 
mos y  suegras. 

Los  autómatas  Jakson  conservan  la  fres- 
cura y  lozanía  de  la  juventud  durante  un 
espacio  no  menor  de  cincuenta  años. 

Se  los  puede  desarmar  y  embalar  en  una 
caja  que  es  fácil  de  trasportar  en  viaje. 
(Peso  65  kilos). 

Se  garantiza  la  fidelidad  por  una  cerradura 
inviolable. 

Para  satisfacer  los  gustos  de  nuestros  ho- 
norables clientes  hemos  fabricado  distintos 
modelos  de  autómatas  que  son  un  resumen 
de  los  diferentes  tipos  de  belleza  femenina. 

PRECIOS    CORRIENTES 

Núm.  I — Maud,  Natural  excelente,  mu- 
jer de  casa,  sabiendo  hacer  á  la  perfección 
el  arreglo  doméstico:  solo  habla  inglés. 
Precio  con  todos  los  accesorios,  1000  ps. 

Núm.  2 — Gretchen,  Alemana,  r8  años, 
melancólica,  ojos  de  cielo,  largas  trenzas 
rubias,  prepara  confitaras,  suspira  á  la  luz 
de  la  luna,  recita  trozos  de  Goethe  y  canta 
baladas  con  pasión     Precio,    1200  ps. 

Núm.  3. — Clotilde,  llamada  «Clocó», 
parisién,  rubia  ó  morena,  cambia  de  color 
á  voluntad:  fantasía  loca,  caprichos  adora- 
bles, niña  mimada.  Artículo  un  poco  frá- 
gil.    Precio  1500  ps. 

Núm,  4. — Olga,  Vaporosa,  enloquecedo- 
ra, encanto  indefinible,  alma  rusa,  conforme 
á  las  mas  recientes  publicaciones  de  Mr. 
Vogué.     Precio  2000  ps. 

Núm.  5. — Pepita,  Española,  morena, 
ojos  negros,  pierna  nerviosa,  pié  pequeño, 
cabeza  ligera,  toca  las  castañuelas  y,  si,  se 
desea,  reparte  cachetes.  Precio    1.500  ps. 

Núm.  6— Paula.  Belleza  fatal,  ojos  ne- 
gros ardientes,  cabello  rubio,  veneciana, 
temperamento  de  fuego,  (inalterable)  comu- 
nica al  simple  contacto  descargas  eléctricas. 
Piecio  2000  ps.  ,: 

Núm.  7 — Eva — Gran  especialidad  de  la 
casa — La  mas  hermosa  creación  de  Mr. 
Jakson,  que,  al  construirla,  ha  en  realidad 


\ 


EL   CASCABEL 


23 


superado  á  la  naturaleza.  Autómata  suscep- 
tible de  múltiples  transformaciones,  pudien- 
do  á  voluntad  reproducir  todos  los  tipos  y 
todas  las  combinaciones.  ¡Cien  mujeres  en 
unal  Precio  10,000  ps. 

De  estos  artículos  corrientes  hay  siempre 
existencia  en  la  casa,  y  los  enviamos  franco 
de  porte  (embalage  gratis)  á  todos  los  Es- 
tados de  la  Union. 

Aquellos  denuestros  clientes  á  quien  no  les 
satisfaga  la  prosa  de  la  vida  y  que  estén 
apasionados  del  ideal  les  ofrecemos: 

i''  Un  inmenso  surtido  de  bellezas  exó- 
ticas confeccionadas  con  el  mayor  esmero. 
Datos  tomados  en  la  Exposición  de  la  Es- 
planada  de  los  Inválidos  y  en  las  novelas  de 
Fierre  Loti. 

2**  Las  mujeres  célebres  de  la  Historia,  y 
las  mas  bellas  creaciones  de  los  poetas  y  ar- 
tistas, reconstruidas  según  documentos  au- 
ténticos y  bajo  la  direcccion  de  Mr.  Jakson 
de  la  academia  de  Chicago.  Eva,  la  reina 
de  Saba,  Cleopatra,  Safo,  Mesalina,  Theo- 
dora,  la  Fornarina,  Ninon  de  Léñelos,  la 
Dubarry,  la  Venus  de  Médicis,  la  Bella  del 
Ticiano,  las  heroinas  de  Goethe,  etc.  etc. . . 
Precio  de  6coo  á  10.000  pesos. 

'(Véase  nuestro  catálogo  ilustrado,  que  se 
envia  gratis  á  quien  lo  solicite  por  carta 
franqueada.) 

N.  B. — Hacemos  trabajos  á  la  medida. 
Para  la  palabra  se  puede  colocar  en  el 
interior  de  nuestros  autómatas  un.  fonógrafo 
que  haya  recogido  las  frases  de  la  persona 
querida  y  las  repita  siempre  con  el  mismo 
acento  de  ternura. 

(Precios  convencionales.) 

Desde  hoy  nada  de  pasiones  desgraciadas, 
nada  de  inconstancias,  nada  de  traiciones, 
Jakson,  este  gran  genio  ha  dejado  mentiro- 
so el  dicho  de  Francisco  i": 

Souvení  femme  varié 
Bien  fol  est  qui  s'y  fie 

Jakson  ha  reahzado  en  la  tierra  el  sueño 
de  la  eterna  juventud  y  del  amor  inmutable. 

Esperando  que  Vd  .  nos  honrará  con  sus 
órdenes,  que  cumpliremos  con  el  mayor 
gusto,  lo  saludamos ....  etc 

Jakson  y  C^ 

128  Washington  Street,  Chicago 
Teléfono   2457. 

(Por  la  traducción  de  esta  circular  comer- 
cial que  ha  sido  remitida  á  todos  los  solte- 
ros de  los  Estados  Unidos.) 

Jtian  G,   Campuzano. 


Me  gustan  los  confesores  jóvenes  porque 
se  hacen  cargo  de  que  una  puede  tener  un 
desliz  hijo  de  la  inexperiencia. 


FINANZAS 


— Es  preciso  levantar 
un    empréstito  forzoso. 
Veré  á  Paco 

— ]Es  tan  cargoso!   ...  -- 
— Pero  se  á€]2i.  pechar. 
— ¡Se  acabaron  los   brillantesl 
¡Y  las  yuntas  1 

— ¡Y  las  cenas! 
y  aquellas  noches  tan  buenas 
y  fructíferas  de  antes  .... 
— Estamos  frescas,  Emilia; 
un  pacheco  es  cosa  rara.  ... 
—Antes  no  era  nada  para 
muchos  hijos  de  familia. 
— Pues  algo  hemos  de  inventar. 
— ¿Operación  financiera? 
— Y  que  no  podrá  fallar  .  .  . 
1 1  Levánta^más  la  pollera!! 


FTJI^Iii 


>'■  í 


h 


yj^oyCGW 


¡Purita! 


Pura  seda 


Pura   franela. 


De   pura    uva. 


3VtO 


:pí? 


Pura   parada 


Puro  corte   con  quebrada. 


'ifo  que  me  caigo  muerto 


Criollo    puro. 


— Me  he  tomado  diez  co[)as  de  ])Tiro  gusto- 
— ^Pues  yo   las  he  tomau  de  (jiniehru. 


•íífiM; 


26 


EL   CASCABEL 


HISTORIA_CRIOLLA 

¿ES  LA  TABA  UN  RECURSO  FINANCIERO? 

iJmitcmos  al  ministro  Felipe 
iiVarela  que  salvaba  el  crédito 
uriojano  en  í862->>,  con  una  sola 
clavada! 

Guillermo  San  EomAn. 

Era  en  1862,  allá  en  los  albores  de  la 
reorganización  nacional,  cuando  todavia  se 
usaba  que  el  presidente  de  la  República 
nombrara  gobernadores  por  decreto  é  hicie- 
ra despanzar  á  bayonetazos  á  los  que  no  ti- 
raran parejo,  sin  ser  quienes  para  pensar 
por  su  cuenta. 

Y  esto  se  lo  sabian  de  memoria  los  alu- 
didos— bien  que  fuera  presidente  un  demó- 
crata de  aquellos  que .  vén  el  pueblo  hasta 
debajo  de  su  cama  y  un  puritano  de  los 
nuestros, — ¡que  hasta  eso  tenemos  propio  los 

,  argentinos! — uno  desesos  que  para  lograr 
sus  fines  falsificaron  registros  electorales  y 
hasta  batallas,  pero  que  después  tuvieron  el 
coraje  de  marcar  con  el  signo  de  los  repro- 
bos á  quienes  los  imitaron, — llegando  hasta 
cerrar  los  ojos  ante  las  tiranías  sangrientas 
de  los  Taboada  en  Santiago,  de  los  Urquiza 
en  Entre-Rios  y  de  los  Sáa  en  San  Luis,  sin 
recordar  que,  por  propia  declaración,  no  te- 
nian  otro  mérito  para  la  presidencia  que  ser 
libertadores  de  pueblos  y  derrocadores  de 
tiranos...  aunque  nunca  se  hubieran  mirado 
en  tal  espejo. 

:.  Así,  iguales  á  esos  presidentes,  ha  habido 
muchos  hombres  en  esta  tierra,  que  tenien- 
do un  ojo  solo,  han  llamado  tuertos. á  mu- 
chos que  tenian  dos. 

Gobernaba  en  ese  entonces,  aquella  pin- 
•  toresca  tierra  de  la  Rioja,  según  las  crónicas, 
un  buen  hijo  de  ella  que  jamás  habia  hur- 
tado nadará  nadie,  ni  codiciado  la  mujer  de 
su  prógimo  como  rezan  los  mandamientos  y 
que  se  llamaba  el  Sr.  D.  Román  Ángel,  per- 
sona que  jamás  soñara  verse  en  tales  altu- 
ras y  metido  en  pellejerias  semejantes,  pero 
á  quien  un  capricho  de  la  suerte  habia  con- 
vertido en  Excelencia  de  la  noche  á  la  ma- 
ñana. 

El  pobre,  si  bien  no  sabia  de  cosas  de 
gobierno  sino  donde  quedaba  su  despacho, 
en  cambio  no  ignoraba  como  manejaba  el 
presidente  á  sus  agentes  naturales  cuando 
tenian  su  talla  reducida  y  su  íísico  enclen- 
que y  enfermizo! 

Y  de  ahí  que  la  camisa  no  le  llegara  al 
cuerpo. 

Vivia  temiendo  con  justísima  razón,  que 
un  buen  dia    llegara  en  la  galera  semanal,    1 
que  traía  las  noticias  de  paba jo— coaxo  se  J 


decía  al  tratar  de  Buenos  Aires,  que  con  pre- 
sidente porteño  en  ese  entonces  gobernaba 
á  la  nación  como  á  cualquier  partido  fron- 
terizo— algún  caballero  de  levita  y  sombre- 
ro de  copa,  que  sin  mas  ni  mas  viniese  y  le 
dijere: 

— Mire  Don  - . ,  camine  á  su  casa  y  déjese 
estar  quietito!  Aquí  me  mandan  de  gober- 
nador y  á  eso  vengo! ....  Ah! ....  escuche 
antes! ....  ¿No  viven  aquí  Don  Fulano  y 
Don  Zutano?. . . . 

— Sí  señor viven  en  sus  casasl 

— Bueno!....,  Hágalos  venir  ahora  mis- 
mo!. .  .  .  Tengo  orden  demandarlos  al  Con- 
greso de  Buenos  Aires Ah!  Hágalo  ve- 
nir también  á  Don  Mengano,  un  señor 
de  quien  solo  sé  que  es  sordo  y  tartamudo 
pero  que  tiene  buena  letra;  me  lo  han  nom- 
brado Ministro! 

El  pobre  gobernador  'temblaba  cada  vez 
que  la  galeta  de  abajo  entraba  por  la  única 
calle  de  la  capital  riojana,  envuelta  en  una 
nube  de  polvo  y  precedida  de  los  toques 
de  corneta  de  ño  Vergara,  el  mayoral  legen- 
dario y  por  los  resoplidos  de  los  manca  "ro- 
ñes, que  desde  la  última  posta  arrastraban 
por  el  camino  pedregoso  aquel  armatoste 
que,  reatado  con  guascas  y  piolines,  resistía 
sin  embargo,  para  tortura  de  viandantes  sin 
experiencia,  á  todo  género  de  atentados  y 
contratiempos. 

Sabia  muy  bien  el  Sr.  D.  Román  Ángel 
que  el  fantástico  vehículo  podia  derrepente 
traerle  su  reemplazante  y  en  la  espectativa, 
vivia  como  se  dice,  con  el  corazón  en  la 
boca. 

Y,  no  obstante,  ningún  atractivo  tenia  el 
gobierno  para  él,  á  no  ser  el  bien  mísero 
por  cierto,  de  que  el  clarin  de  la  comandan- 
cia le  echara  diana  cada  vez  que  cruzaba  la 
plaza  para  ir  al  Cabildo, — vieja  construcción 
destartalada,  sin  mas  mueblaje  que  una 
mesa-escritorio  prestada  por  D.  Serapio  de 
la  Vega  y  dos  sillas  cedidas  por  la  familia 
de  O  campo, — una  para  él  y  otra  para  su  mi- 
nistro general  que  lo  era  D.  Felipe  Várela, — 
aquel  mismo  Várela  que  mas  tarde  paseó 
hasta  Salta  en  la  punta  de  su  lanza  las  hojas 
de  una  Constitución,  que  solo  servia  para 
hacer  odiar  de  los  pueblos  del  interior  la 
idea  federalista  que  habia  preconizado  el 
enviado  Alberdi! 

Los  demás  empleados  de  la  administra- 
ción desempeñaban  sus  oficios  en  una  sala 
común,  que  tenia  dos  bancos  largos,  y  una 
especie  de  mostrador,  donde  al  lado  de  los 
libros  de  cuentas,  se  veian  los  corvos  para 
los  policianos,  el  balde  del  agua,  la  yerbera 
y  el  mate  y  á  veces  algún  cabrito  ó  cordero 
ya  desollado,  traído  como  obsequio  por  al 
gun  administrador  agradecido. 


EL    CASCA^L 


27 


Una  siesta  el  señor  gobernador  y  su  minis- 
tro cabeceaban  sentados  uno  enfrente  del 
otro  haciendo  que  meditaban  uu  plan  finan- 
ciero que  sacara  adelante  el  tesoro  riojano 
que  estaba  exhausto. 

Semanas  hacia  que  ni  un  mísero  cuatro 
boliviano  caia  á  las  arcas  y  estaban  en  ver- 
daderos apuros:  las  rentas  no  daban  ni  pa 
los  vicios  de  la  adtninistraeion  como  llama- 
ba el  señor  contador  mayor  á  los  gastos 
menores  del  despacho,  y  tan  menores  que 
apenas  si  alcanzaban  á  medio  real  por  cada 
dia. 

Cabezaso  aquí  y  cabezaso  allá,  las  dos 
personalidades  riojanas  no  daban  con  una 
idea  salvadora,  cuando  derrepente  penetró 
al  salón  el  tesorero  general — un  viejo  bajito 
y  apergaminado  que  no  pesaba  ni  media  li- 
bra, pero  que  al  .caminar  pisaba  fuerte  para 
hacer  creer  que  tenia  los  ánimos  de  un  ji- 
gante. 

— Señor,  dijo  el  tesorero  dirigiéndose  al 
gobernador,  con  la  voz  temblorosa  por  la 
emoción — han  caído  dos  cuatros! 

— Dos  cuatros? 

— Sí  señor. . . .  dos! 

—Y  de  dónde? 

— Una  diferencia  de  patente.,.,  pagada 
por  la  viuda  del  finado  Mamerto  Cuevas, 
aquel  pulpero  de  Nonogasta  que  se  lo  limpió 
La  Chapanao.  .  .  según  lo  declaró  el  te- 
niente Torres. 

Ahí  Ahí , , .    ¿Y  dónde  están. . .  Tráigalos! 

Y  el  secretario  general  metió  temblando 
la  mano  en  el  bolsillo  de  su  chaleco  y  dio 
á  luz  los  dos  míseros  bolivianos,  que  hasta 
parecían  extrañados  de  verse  juntos. 


Allí  estaban,  uno  al  lado  del  otro,  en  la 
punta  de  la  mesa  y  el  gobernador  los  mira- 
ban de  hito  en  hito. 

¿De  qué  les  servían  sin  embargo? 

No  eran  dos  cuatros  los  que  necesitaban, 
sino  veinte  por  lo  menos  para  poder  tirar 
siquiera  unos  veinte  dias. 

— ¿Y  qué  hacemos?. . , .  dijo  el  goberna- 
dor  ..  .¿Cómo  aumentaremos   estos    reales? 

-Yo,  señor,  he  sido  buen  tabiador . .  .  .tal 
vez  si  probara  nos  hiciéramos  de  recursos. . . 

— Y  pruebe,  pues,  ministro!  De  todos  mo- 
dos. . .  .esto  y  nada,  es  lo  mismo! 

Y  el  ministro  se  levantó,  hizo  ensillar  su 
caballo,  se  metió  los  cuatros  en  el  bolsillo 
y  al  trotecito  se  encaminó  á  Pango,  luga- 
rejo  de  los  alrededores,  donde  ese  dia  habia 
reunión  de  gauchos,  con  carreras  y  güesito. 
.  Allá  fué  el  ministro  Várela  y  vaca  aquí 
vaca  allí  y  clavada  mas  allá,  consiguió  ga- 
narse unos  quince  pesos  con  los  cuales,  or- 
gulloso, fué  á  buscar  á  su  Excelencia  á  su 
casa  particular. 


.Yate- 


— Se  salvó  la  Rioja señor!. 

nemos  plata  para  unos  dias! 

Y  así  fué:  el  dinero  alcanzó  justamente 
hasta  la  mañana  en  que  bajó  de  la  diligen- 
cia el  gobernador  que  mandaban  de  Buenos 
Aires  en  nombre  de  la  libertad  y  de  la  idea 
federativa! 


Y  así  salvó  la  taba  en  18Ó2  á  las  finanzas 
riojanas,  que  eran  punto  mas  plinto  menos, 
las  mismas  de  la  nación  en  la  actualidad. 

Suerte  que  ya  los  tabeadores  no  llegan 
en  nuestro  país  á  directores  de  finanzas 
quedándose  cuando  mas  estancados  por  ahí, 
por  la  Bolsa,  ejerciendo  funciones  de  Aris- 
tarcos: sino,  seguramente  nos  sacarían  de 
apuros! 

Ni  los  cuatros  les  faltarían  para  hacer  el 
primer  tirito! 

Pancho  Claro. 


COjNIEDIA— Con  el  reperto- 
rio de  costumbre  se  sostiene 
este  teatro,  como  siempre  fa- 
vorecido por  numerosa  concurrencia, dispuesta 
i\  aplaudir  y  expuesta  á  liquidarse  el  dia  me-' 
nos  .pensado  gracias  ala  temperatura»  elevada 
que  reina  en  el  local.  Pero  el  público  no 
repara  en  nada,  cuando  encuentra  un  cuadro 
tan  redondeado,  como  lo  es  el  de  la  Come- 
dia, y  acude  en  tropel  á  llenar  las  arcas  de 
Pastor  y  Garrido,  que  á  estas  horas  ya  no 
sabrán  que  hacer  del  dinero. 

Ah!  estrenóse  una  zarzuela  en  un  acto  y  tres 
cuadros  titulada  ((Chamba»,  y  en  efecto  lo  es. 
Apesar  de  todo,  como  no  carece  de  chistes 
y  movimiento  escénico,  el  público  la  admitió 
buenamente. 

Gil  hace  un  punto  que  merece  dar  áxezpa- 
scs  seguidos.  La  señorita  Tomás  una  tiple 
como  ella  misma.  Campos  un  general  ame- 
ricano, gefe  de  pronunciamientos,  que  al  fin 
hace  pronunciar  al  público  en  su  favor.  Are- 
llano  un  capitán  y  Cos  un  gomoso  muy  pues- 
tos en  su  lugar.  Lo  demás  rifjular,  y  la  es 
cena  bien  atendida.  Con  elementos  asi  1 '> 
obra  se  aguantará. 
Tero  i>or  cltainba. 


-w-< 


28 


EL    CASCABEL 


jyCESJL    I^E"V~a 


En  el  campo 


En  la  ciudad 


— ¿Está  bastante   dulce,  Pepe?  \ 

— Como  nol  , . .  habiendo  V.  chupado  antes. 


Serv'Ue,  que  son  sardinas 


EL    CASCABEL 


?9 


PASATIEMPO— En  este  teatro  se  represen- 
tó la  opereta  bufa  «Los  Dioses  del  Olimpo», 
y  el  público  pudo  notar  que  se  traga  mu- 
chas' cosas  en  francés  y  en  italiano  que,  tra- 
ducidas al  español,  no  pueden  pasar,  sobre 
todo  sin  el  lujo  que  requieren,  sin  coros  lla- 
inaticos,  sin  decoraciones  flamantes  y 'sin 
can-can  furioso  por  que  si  hasta  en  el  Olim- 
po gusta  la  crónica  escandalosa,  al  público 
le  gusta  otra  cosa. 

Hemos  visto  con  gusto  la  repetición  de  El 
Reii  que  rabió' y  áé  La  Chosa  del  Diablo. 

La  primera  es  tal  vez  la  que  la  corapañia 
desempeña  con  mas  ajuste.  Todos  los  ar- 
tistas estiin  en  su  papel,  y  que  Romeu  per- 
done. Lola  Millanes  es  un  rey  que  muchos 
estados  quisieran,  y  lo  que  es  pastoras  como 
la  Henares  entran  pocas  en  libra. 

Sanromá,  Arcos  y  Orejón,  Romeu  y  demás 
actores  se  hacen  aplaudir  con  razón.  Y  el 
público,  es  preciso  confesarlo,  se  porta  mal, 
pues  con  obras  como  FA  Rejí  que  rabió,  el 
teatro  deberla  llenarse  cien  noches  conse- 
cutivas. 

,:,-En.Z,a  Cho:xa  del  diablo  Sanromá  ha  he- 
cho una  verdadera  creación,  propia  de  ar- 
tista concienzudo  y  estudioso,  de  su  difícil 
papel.  La  señora  Millanes  (Carlota),  tiene 
ocasión  de  lucir  su  vocalización  limpia  y  que 
tantos  aplausos  le  vale   siempre. 


POLITE AMA— Merece  un  aplauso  la  em- 
presa de  este  teatro  por  habernos  hecho  co- 
nocer Panchón,  opereta  de  la  que  todos  los 
diarios  han  hecho  merecidos   elogios. 

Para  no  repetirlos  aquí  solo  nos  Umitare- 
mos  á  recomendar  que  vayan  al  Politeaina 
los  que  quieran  pasar  un  rato  agradable. 

En  las  demás  obras  puestas  en  escena  du- 
rante la  semana  se  vé  el  desempeño  acer- 
tado á  que  nos  tiene  acostumbrados  la  com- 
pañía  Tomba. 


A  causa  del  poco  espacio  de  que  dispone- 
mos no  podemos  dar  cuenta  del  estreno  de 
«Montevideo»  anunciado  en  el  Onrubia,  en 
donde  actúa  una  regular  compañia  de  verso 
y  zarzuela  que  cada  dia  se  refuerza  con  nue- 
vos elementos. 

Novedades,  Circo  Cario,  etc.,  quedan  por 
reiv'star.    Otra  vc-í  será. 

Pariiquin. 


Nosotros  somos  rumbosos,  y  en  prueba  de 
ello  vendemos  desde  hoy  EL  CASCABEL,  á 
10  centavos,  haciendo  unsacrilicio  enorme 
y  perdiendo  un  dineral.  Pero  que  le  haremos! 
desde  que  un  cura  amigo,  nos  ha  dicho  ([uc 
el  dinero  es  el  padre  de  los  vicios,  le  hemos 
tomado  ojeriza  (al  dinero,  eh?)  y  estamos  dis- 
puestos á  tirarlo  por   la  ventana. 

Habla  un  corresponsal,  que  se  moja  el  cu- 
tis en  Mar  del  Plata. 

«Reina  una  temperatura  bcUi^ima.»  \V,í\' 
rambísima!  «Ni  viento,  ni  sol,  ni  frió  ni  r-a- 
lor». 

«El  cielo  lijeramentf!  entoldado » 

Pues  miren  W;  no  sabíamos  eso  de  los 
cielos  entoldados. 

Que  nos  traigan  al    toldero! 

*"*  'Y' 

Sigue  el  corresponsal. 

«El   panorama,  siempre    liormoso.    cambia 

de  perspectiva   á   cada   hora» Hombre,    si 

V.    no  cambia  de  puesto  me  parece  difícil  f|ue 

el  panorama  cambie  de  perspectiva en  las 

de  la  puesta  y  salida  del  sol,  en  las  de  la 
pesca,  en  las  del  baño  (lo  creo)  en  las  del 
paseo 

Vamos;  en  donde  dice  panorama,  léase  dio- 
rama, y  en  paz. 

* 

Según  leemos  en  un  diario,  el  Sr.  de  Pé- 
rez y  su  distinguida  familia  han  salido  de  la 
capital.  Se  dirigen  á  Montevideo  a  pasar  dos 
meses. 

Vaya  con  el  Sr.  de  Pérez!... pero  quien  es 
Pérez.    Dios  mió,  ¿quien  es  Pérez? 

*"* 
Después  del  estreno  de  Chamba. 
—  Que  le  parece  la  obra? 
' — Una  clianibonada. 

*  * 

—Tiene    tal   genio   Elvira  que     nada  teme 
cuando  monta  ira. 
—Bien:  pero  eso  será  de  cuando  en  cuando, 
-No  lo  creas:  que  sienif)re  está  monüuido. 


CORRESPONDENCIA 

ÜN  AMIGO— Bueno,  pero  la  poesía   no  sirve. 
Un  PRiNciPiAN'TK— Verdaderamente  lo  es  V. 


■ws 


30 


BL    CASCABEL 


pero  demuestra  disposiciones  recomendables. 

Loque  me  manda,  francamente  no  me  con 
viene.   Otra  vez  será. 

HoMOBONO  Rebolledo— Lo  del  parentesco 
no  cuela.  Seré  padrino  si  V.  quiere.  Agra- 
dezco sus  piropos  y  espero  mande  algo,  pues 
en  la  carta  prueba  V.  tener  sobrado  sprit 
para  hacer  algo  bueno. 

K-D-T— V.  no  llegará  jamás  á  sub-teniente. 

Político— No  sea  V.  ramplón.  Deje  en 
paz  á  Mitre  y  al  Dante.  Bastante  los  han 
manoseado  ya. 

P.  DE  V.— Insertaremos  lo  suyo. 


AVISOS 

EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 

REDACCIÓN  Y  ADMINISTRACCION 

SUSCRICION 

Capital  tres  meses.   .   . 

Número    corriente.   .   . 

Id  atrasado.   .   . 


1.80 


PROVINCIAS 


Número   suelto $  0.20 

Todo  los  pedidos  para  provincias 
han  de  dirisrirse  á  «El  Comercio 
Universal  Unido  >  calle  25  de  Mayo 
Núm.  1 1,  Buenos  Aires  ó  á  sus 
agentes  del  interior. 


>  o. 10    ! 

I 

>  0.15    I 


MURIÓ 

LA  INTRODUCCIÓN  DE  CAMISAS  EN  LA  RGPDBLICÁ 

Los  acreditados  camiseros  Margalejo,  Morales  5' 
Ca.  compiten  ventajosamente  con  los  de  mas  fa- 
ma en  Europa.  Especialidad  en  trabajo  fino  sobre 
medida  y  no  olvide  el  público  que  la  protección 
hoy  á  la  industria  nacional  le  reportará  un  80  0(0 
de  economía. 


Gran  surtido  de  artículos  de  punto  y  trajes  para 
niños  desde  ocho  pesos. 

RIVADAVIA     esq.    PIEDRAS 

¡¡NO  OLVIDARSE!! 


COLCHÓN  ELÁSTICO  EL  ARGENTINO 


El  elástico  EL  ARGENTINO,  es  sin  duda  la 
última  palabra  en  las  mejoras  introducidas 
en  los  elásticos  para  camas. 

El  tejido    galvanizado   es    inoxidable 

El  material  empleado  en  su  construccioa  es 
el  mas  superior.  La  tela  puede  esturarse  ó 
aflojarse  al  gusto  de  la  persona  que  lo  use. 
El  armazón  de  madera  resinosa,  es  un  pre- 
servativo de  los  insectos^  y  tiene  la  ventaja  á 
los  armados  de  hierro,  que  es  manejable  y 
elegante. 

Habiéndose  hecho  una  grosera  imitación 
de  este  acreditado  colchón,  solo  garantimos 
los  que  llevan  el  nombre  de  la  casa  en  una 
chapa  de  bronce. 

Únicos  agentes  BARATTI  hnos.,  Cangallo  690 

Cooperativa  telefónica  970 


mm?'^'- 


■^,^■^:J^ 


'i*-. 


KL   CASCABEL 


31 


TIP-TOP 

Son  los  mejores  cigarrillos  de 
los  inmejorables  — 
CIGARRILLOS  DAUMAS 

Los  fumadores  deben  evitar  las 
falsificaciones  exigiendo  en  cada 
etiqueta  la  firma  de  garantía  de 
— J.  Daumas, 

im  TEIEB  lAClOE  DE  MCDBAií 

AL  FUEGO,  EN  LOZA,  PORCELANA  Y  CRISTAL 

Primero  en  la  República 

DE  FISAS  BARVIÉ,  Y  Cia. 

Decoraciones  y  monogramas  x)ar a  juegos 
de  mesa  y   compleme7itos 

Retratos   sobre  porcelana,  al   fuego  y  con 
incrustaciones  en  oro 

Y   TODO    LO    CONCERNIENTE    AL    RAMO 

COOPERATIVA  TELEFÓNICA  2071 

TALLh]R—CANaALL0^2987 

CRÉDITO  GENERAL 

GRAN  CASA  de  COMPRA  VENTA 

Y  anticipo  de  dinero  sobre 

toda  clase  de  alhajas  y  objetos  de 

valor.     Cerrito  439. 

NO  MAS  COPAIBA 

NO  MAS    CUBEBA 

Ingredientes  dañinos  al  estómago  y  de  resulta- 
dos lentos  y  dudosos.  La  NEYERINA  hace  de- 
saparecer etl  pocos  diae  los  derrames,  por  mas 
agudos  que  sean,  en  ambos  sexos:  la  NEYERINA 
es  garantida,  segura  y  rápida.  Precio  ps.  1.50. 
Se  vende  en  el  depósito  principal,  farmacia  Santa 
Rosa,  Venezuela  esquina  Lorea. 


áL 


4  50-ARTES-1  50 

(""llHiprtníí  cuchillos,  centros  de  mesa,  jar- 
v.^uuic;i  tUi),     rag    paj.g^    &gM&,    juegos   de  té, 

juegos  de  lavatorios  d¿  metal  blanco,  licoreras, 
canastas  para  pan,  aceiteras,  cuberteras,  floreros, 
lamparitas,  veladores,  filtros  para  agua,  etc. 

XJpIpflpt-nc  sorbeteras,  necesarios  varias  for- 
X  x^^^ictucí  d^,  jjjjjg  y  clases,  bidets  surtidos,  la- 
vatorios, juegos  de  lavatorios,  juegos  de  toilette, 
máquinas  para  hacer  soda  ó  regaderas,  filtos  para 
agua,  fiambreras,   etc. 

TllPCrOc;  Hf^  mpc::3  porcelana  y  loza  ingle- 
juc^U^sUC    lllCbd,    ga,     tazas,    juegos    de 

cristal,  cubiertos,  cuchillos-,  salivaderas,  palma- 
torias, copas,  vasos,  sillas,  escaleras,  porta-bote- 
Hhs,  canastos  para  ensaladas,  esponjeras,  etc.,  etc. 

BAZAR  AL  BUEN  MENAJE 
150— ARTES— 150 


TALLER  DE  FOTO-GRABADO 


DE 


EMILIO  A.  COLLYCia. 
2164t— Calle  Chile— ^16^ 


Se  hacen  toda  clase  de  grabados  en  zinc, 
foto-grabados  directos  etc. 
Materiales  de  primer    orden. 
Ilustraciones  de  obras  y  revistas. 

COOPERATIVA   TELEFÓNICA    20 11 


ROB   COMPUESTO 

DEPURATIVO    VEJETAL    lODURADO 

El  mejor  antisifilítico  del  dia — Curación  de  to- 
das las  enfermedades  de  la  sangre,  escrófula,  ¿ifi- 
lis,  reumatismo,  herpetisrno,  afecciones  de  la  piel. 
Leer  con  especial  cuidado  los  prospectos  adjuntos 
á'cada  frasco.  En  venta:  Farmacia  de  Enrique 
Kraus;  casa  matriz  Corrientes  716;  sucursales  Cha- 
cabuco  y  Belgrano,  Santa-Fé  1894. 

ANTICIPOS^E  DINERO 

Sobre  alhajas,  brillantes  y  objetos  de  gran  va- 
lor, joyería  «La  Conñan/a»  MOBENO  771,  entre 
Chacabucov  Piedras. 


EL  ELEGANTE 

Nuevo  broche-boton  para  calzado 

(PATENTADO) 
El  mejor  \sistema  para  abrochar  el  calzado 


Es  sumamente  cómodo  para  abrochar,  no  nece- 
sita abrochador.  Siempre  conserva  su  color  ne- 
gro. Imita  perfectamente  el  botón  común  y  e>  de 
mas  duración  que  cualquier  otro  sisterna.  Pídanlo 
á  su  zapatero.  Vonta  en  los  iirinci])!il('S  nlmacL- 
nes  de  cueros. 


32 


EL   CASCAS K.L 


ADVERTENCIA 

í '?*  Se  previene  al  público    que    la  fainarcia  está- 
is 5ibl«oWt^-6fi  1»  eftUe'  Rivftdavift,  •  que  f»é-  anterior- 

. .  vc^tOm^"^  -iJíega  Spf^.  quíg  iio  Í8,5fll-ml 
^.  qaeL.existe  enBuenos  A.¡  rea  está  situada  en  la  calle 

.  '       VICTORIA    Núm.    647 

Entre  Ferú  y  Chacabuco 
Atendida  personajpiente   por.  su  propietario — 
EDMUNDO  E.    CRANWEEL 
farmackutico 


ÜE  THORPil 

Reiiiekllo  raélical  para  la  sai^a 

MUERTE 


*:  ' 


ACARíCin: 


Segura  d  los  insectos 

y"  '"' 

Sin  peligro 

PARA    LOS     ANIMALES 

Cura  efectuada  en  un 
solo  baño. 


I  ÚNICO  AGENTE 

ARTURO  GIBSON,  SAN  MARTIN  132 
CASILLA   Núm.    1447 


DEL  BiiOJIÍ  SMdDELL 

CALLE  MOREáíQ;pSQ.  BUEN  ORDEN 

Casa  matriz  fu^^da  en  Sabadell 

■        .         {Espa%at\'en  1881      .y.-^--:- 

<'ápltaltO.O#if|#éO  tlcpésetaN 

Exportación  de  frutos  del  país,  importación  de 
productos  españoles  en  general . 

^  dan  giros  á^lá  vista  sobre  todas  las  capitales 
de  iij^fmña  con  báieflcio  para  el  tomador.  Se  dan 
gir^¿BObre  los  ffitóblos,, ^rabien  con  beneficio. 
Hi^as  de  detBit^QOo:  los,Üias  hábiles  de  9a.  m. 
I*QÍ:i^lit]festivi^  de  9  á  Í2  na., 
ími>h'i|e<.g|fibrirá  aba  sección  de  depósi- 
^-^éw^ilfete  y  i  plazo,    i;        '\    V 


Ú4^  'l«r'Í^tft  y  'lÉiiropii ' 
üeiio  serán   él  2*^^  de  cada 
|?én|^£ef;Gádiií,  Bárce 
''*'"''"áT¿á''  y  ^pásfljeros , 
T&  V4M»^í!fciO0aa»j;  Sántahder,  Bilbao 
^ji'untos  importantes  de  España. 


me< 

loni 

asi 

y  (Mi  ^^^  ^ 

Poi-inas  informes  ó  datos,  oeúrrase  á  sus  ageti 
tes:  Antonio  López  y  Ca.,   calle  Alsina  750. 

NCTA — Se  espiden  pasajes  de  venida,  de  todo- 
Ios  puertos  y  ciudades  de  España. 


Eelleza,  frescura  y  saluda 

De  la  piel  de  las  danaas  y  los  niños  con  el  em-  • 
pleo  de  lo8^  siguientes  ftcroditados  pródüiStos;         i 

iíim¡»9fc:.W#eht*^\. .  *^mr  •    2.50.,,- 
^r^Lli^ó  ^abíOn  :Eigí||^^  ja 

Productos  compuestos  por  eljln*.  Gabriel  \  I  i 
FLORIDA  315  ENTRE  GÜ,FO,?^G05apE|í3^ 

A  ñn  de  evitar  falsi&GRéÍGiiesió  imitf^^ionel^.jla^i; 
señoras  deben  romper  los  frá.<!cbs  ó  caj:^  ,des^eCf 
de  haberlos «•«Igiftdo.  <     >  -  /.         '''■'     M^ 

Precio  flJo'->i-JB|x!^as  legi1;^aLS.^Ái^Íiiitidas  -t  >;^ 

Se  manda  gratis^^en>.  lo  piá^  el  catálogo  M 
todos  los  productos 'TO*la<íasa.^''        ,&,         ;  > '' .» 

Envios  á  domicilio  y^ík^todos  lo&_3^1pptos_  di^Ja' ' 
América  del  Sud,  remitiendo  su  i^igi^^e.'V   .  i^  ■ 

Depósitos  en  todas  las  aci^dit.adá^M^Éi|i;éTk%  y 


perfumerías  de  la  América  del  Sud.*'' '^ 

IR 


«í^ 


cervecería 

auiL 


tí,';  V 


ESCRITORIO  CAjULE  KüpíjS^l 
Coo/>.  No.  3i8f-r^tJnion  Tiii/^^S^MMÍ: 


BUENOS  AIRES 


(¡OFFRGS-FORTS 


pouv 


Agent: 


(DE  PARÍS) 

]i;MedáiÍ|Paux  ex- 

^c^itipé^de  París 

"de  187^889,  de 

Viene  1873,  d'An- 

ver  i 885. 

I     Seisret    de 

G  o  nr  b  i  u  a  i- 

I  isonsinviíi^ible 

Garantie  contra 
l'ineendie. 

Choix  de  coffres 
forts  pour  maisons 
de  commerce. 

Meublesdesure 
Dureaux  et  maisons  de  famiJle. 

E.  Chapón— Florida  1  OÍ 

BUENOS     Alkh> 


II  DESCOBRIIENTO  íñ  GRANDE  DEL  SIGLO 

I.  A    ¡SALUD 

Recobrada  y  conservada  con 
el  uso  de  la  medalla  eleetro- 
raagnético  terapéntica  BORSA- 
ííl.  La  salud  para  todos,  cu- 
ración garantida  de  todas  las 
(;iifermfídadés  nerviosas  y  con- 
suutivas,  reputadas  incurables, 
por  medio  de  la  electro-métalo- 
lerapia.  El  libro  es  dado  gratis; 
-iendo  pedido  al  Dr.  Boreani 
Paraná  45,  Buenos  Aires.  Se 
piden  agentes  en  todas  las  pro- 
vincias para  la  venta  de  dich.<» 
medalla. 


Tmp.    Europaa,   Moreno  y  Otireuna 


^'""^'■'  ..^//-^T-^ 


ASolI        Buenos  Aires,  Enero  20  de  1892         Nám-  3 


^^rirn^ "^"'T' f  f^' '    -y" ; '  t  II "  1  rif fTp''ní W u  r  'm  '  i  jm  ü ' nnti" *'''"''""'■  i ., 1 1 M ! !^  ''"''*'''"'.;'''*'"''*"'.''''''' ' '."? !*W Mi  'y,  t  ^ 


tt  CASCli» 


Editor  propietario;     FRANCISCO    FERRÉS 

HdlaccioD  y  AdininistracioD  ALSINA  489  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA   DE    2  A   5   P.   M. 

I^recio  en  la  ciudad . .     $  0.10  el  número 
Púera  de  ]a  ciudad..     "  0.20  id 


SEMANARIO     FESTIVO    ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE    COLL. 


TIPLES  DE  ZARZUELA 


DOLORES    MILLANES 


(Fotograbados  de  Coll) 


Ya  está  el  pueblo  convencido 
de  que,  gallega  ó  torero, 
cuando  Lola  dice  envido 
el  público  dice  quiero 


34 


BL  CASCABEL 


EL  calor  tiene  la  culpa  de  muchas  co- 
sas. 
En  primer  lugar,  tomamos  estas  con 
mucho  calor,  y  á  cada  momento  nos 
figuramos  que  se  han  de  desarrollar  graves 
acontetitnieiítos. 

Revoluciones,  tiro?,  secuestros  etc. 
— Ha    visto   V.  que  calor? — nos  dice    el 
prim€»-J^igo  que  encontramos. 

— Callé  V.  por  Dios.    Yo  que  siempre  he 
sido  sistemático,    y  que  por  lo  tanto,    me 


mudo  la  camisa  cada  Domingo  he  tenido 
que  cambiarme  dos  en  un  solo  dia. . . . 

— Yo  me  refiero  al  calor  con  que  nuestros 
compwBeros  de  ca^sa  la  defienden. 

— Ah\  vamos;  V.  no  habla  de  la  tempe- 
ratura^ 

— V'qtié  he  de  hablar?  Se  figura  V.  que 
soy  como  Roea  ó  Fellegríni^  que  se  bafían 
como  si  tal  cosa? 

— Hombre,  yo,  sin  ser  como  ellos,  hago 
que  mi  mujer  me  eche  dos  baldes  de  agua 
por  la  mañana  y  dos  por  la  tarde,  y  así  me 
baño.    . . 

— Espreeiso  no  tener  vergüenza  para 
acordarse  del  calor.  Los  hombres  decentes 
debeníos  pensar  siempre  en  el  bien  del  país.. 

— Precisamente  en  el  baño  pueden  ocur- 
rir ideas  frescas.  • 

— Estamos  frescos! 

— Ay . .  ojalál . .  .pero  no  me  lo  hará  V. 
creer. 


■  ~»-íí'"''J.f*"^*»*'««íTr"' 


'  i.-»s!í«í5í! 


Dejamos  al  Sifoi^Q]  f  J9^  retiramos  me- 
ditabundos /^  pue^ra/casa^,  ,íi     i; 

jj3..,y  .por^^ii  aí?^,oPrfv?í^?mps^f|a3,i^nen- 
.  ta,,,.yjha9^m9s.  :p^ov^fif^¡  íinqi«|ifp<ip  «n 
ellas  , al  inocfote  ^Q  que  en  un  caso  de 
apuro  pued^  ^K\r^nf>S;  de  alg^fll  |Pobre  fu- 
tura víctima  de  la  ,revolució¿l^?|  .1  la  mal- 
dad de  ios  hpmbres ,  ihar^^^qlS^'a^^^  á 
conejo  por  una;|qimi4ad,  y~¿^^s^' saltado 
con  tomates  mientras  nuesK'os  heríanos  se 
saltarán  los  ojos  eo!  bien  oelk- paírií 
^Misterios  dei  desíinoJ  4    /^^í^^? 


* 
*  * 


La  verdadera  revolucióii  ésisá'ffn  muchos 

hogares,     n-^i'^^p-^n,  ■         ; .  H  ^i^'     '  "^^  ■ 
—¿No  iremos  á  tomar  baños? — jpreguntan 
las  niñas  al  papá.   <  ;  ■    ci    ,-j:-   ■imú 

— Sí;  pensaba  ir  á  casa  GlaBfiol^í).*:v) 
— Qué  ridiculez — interrunqpe  la  toadieq — 
es  preciso  ir  á  Mar  del  Platiá.i.á';dpi*íe  van 
las  personas  de  pro.        .  ;    '...:.   k  ■ 

—  Por  mi  que  vayaíi.  Pero  stosotr^i  ha- 
bilitaremos el  altillo  y  con  una.  regadera 
tendremos  bañp  de  lluvia.  Y<v  seréuííep- 
tuno  y  tendré  el  placer  jtie  poneros béft:  re- 
mojo. .,;-:    --.--    -m;;'     í<;-'1>  kí:jinC589    Pfv 

— Yo  quiero  ir   á  Mar  /clelPlataia'^. 

,.    — Y   yol  .     ^:  ,  :j;ji;j  ;:^o¿;'i  O!-' 

TT-Y    yo    ...II     :  r         MlOc    OtíiO-Ui   Si^ 

—Pues  no  iréis;  por  que  Maí^fltPlata 
cuesta  la  mar  de  plata,  y  yo  estoy  en  seco. 

—Porque  quieres! 

— Mujer,  no  me  acalores!. ... 

— Nunca  serás  nada  pforque  eres  muy 
corto.  ^ 

— Ahora  te  pareceré  corto  porque  ¿p/  doy 
lo  que  no  puedo.  :V,     •■ 

— Pues  en  Mar  del  PlaMWs^  tu  porvenir 
y  el  nuestro.  \y 

—  Sí,  eh?         •  '<    ,     M¿r% 

— Si  señor.  En  primer  lugar,  los  diarios 
anunciarán  nuestra  llegada.  Uh»-  vez  allí, 
te  rozarías  con  lo  mejor  del  país,  y  con  el 
roce.    . .  \       .,f 

— Si;  con  el  roce  se  echa  ¿'perder  la  ropa 
como  puedes  ver  en  la  quer^ievo  puesta. 

— Pero  en  la  playa  'ftéd|ias  llamar  la 
atención  de  Pellegrini,  hácí^^icí' cuatro  pi- 
ruetas y  luciendo  tus  habilidades  como  na- 
dador consumado   ... 

— Consumido,  querrás  decir. 

— Quien  sabe  si  el  presi  lente  se  fijarla  en 
tí  y  te  llamaría .... 

— Al  orden,  podría  llamarme  por  abando- 
nar la  oficina  que,  después  de  todo,  nos  dá 
para  comer .... 

— Eres  un  tirano! 

— Mas  itraft§  ,er«s  jti^  gue  quieres  tirar 
nuestros  ahorros  trtodestós. 

— Quien  siembra  recoge. 

—  Si  la  langosta  quierel 


VL   CASCABEL 


■35 


■^fn  ¿¿.VáhiGS  rñtí&s,á<sktttés:i&^  papá"  Yacéis 
que  no  podemos  sacítfWáifí  le%h' 'ÍÍDS' con- 
tentaremos ccytf  lá  fegáSera,  ¡bafió  dé  llu- 
vial ....  qué  baño  tan  vulgar 

n=.ny ,  eFp6bT€  pádrfe  rto  tténé  mas   remedio 
n'\l  ué '  «édiiái*  -él  pdí^tátitfe  -y  «afir  por   éstas '  ca- 
<o   c.¿;  ni;  i;-.  ^  1  jjgg^  ^risté,  ;  y    abrürrido, 
a--  -'^^  pétisaháó  éti^'-sui  tnujér  é 
■'  ^1-  í^-  hijas'^y  ^í^néphdd  ^'  los 
^ribá)t?óy/"^aé'Már  del  Mta, 
■  f  ^e'  fó 'ícfáreftciai^  de  bi- 


-¡Eca  Sil  '1 
í  sebrí'^} 


í'ori.'jijfíf 


;;?: 


íü'ji-  ÍÍOC' 


i  í'^ísy  10íg5ri)pj(j¿f2¿ám6s'  á  los 

que  sienten  esta    nécési- 

rf£inyg5iq-~^;rijü  :    dad -de  ir  á  las  playas  á 

lucir  las  formas  y  lá  ropa  *íieva,-y  qüetan- 

tos  disgustos  ocasiona.    Lá  necesidad,  ehr.. . 

p&í^ae  lá  íopa  cuesta  plata  simplemente. 

'U-v  Átqüe  se  lá  manda  hacer. ^^  oriyjt.: 

O   al  que    la   hace:  ¡porqué"'^' 'aprobado 

-¡qiie  muchos  sastres  pasan   las  de  Pellegrini, 

í  í(h6;  áieidfMfe  han  de  ser  las  de    Caín)   para 

4 cobrar  TC^  que  há^  servido^  de'^tiííídió,  pues 

' 6al!>Wt>-'e& -quepáis  há<:eralgí^)feneírñurido, 

es  esencial  estar  bien  de  ropa. 

.  .Pobíés^'sastíeslí.K  .•'"    '1  ü'^jíüp  ::■>..— 

No  hace  muchos  dias  pasea6^  cion  uno  y 
de  pronto  soltó    un  terno,  cosa '  propia    de 
sástr^í^tfíd  y  qj  cábó,  y  -exclattió,   enseñán- 
dome el   diario  que  leiáP    ^  ■   --^ 
—  Vea  V.  aquí,  aquí. . ;  V'  -^  ■ 

— -Qué  hay? 
-^ombrc^  que  ha 
fallecido  Pere¿; 

—¡Pobre  Pérez]  pa- 
rece que  lo  siente  V. 
--^Yá  tocreol  Bien 
decia  yo  que  moriria 
antes     de     pagarme 
'  aquel  ^/í^.  . 
••  iíqíJí  cerré  el  mió, 
precisamente  cuando 
iba  á  encargarle   un 
traje  pagadero  á  pla- 
zos   convencionales. 
Nada,  c&mo  se  es- 
camen los  sastres  es- 


tamos frescos. 

Porque  no  querrán  vestirnos. 

Aún  que,  bien  mirado,  no  nosimportaria 

"mucho.-'t  "'"' ^'  '■■'■''■^ '■' '^'- -■ ''     '■'■■'*',  ■  • 
Porque  con  este  calor!.  1  .'■,-■' ' 


..iy  i'Olv  .í'.^'C;     'Ji-    K,~Í.J\Í-  C'/ 


,>;!j;{: 


DRikiUA  HORKEIVDO 


''f^Sft. 


Tenia  un  novio  Pilar/' 
que  era  feo  (ma^  borrieo^"-     ,, 


lo  mucho --'que  la  cargáhaR:;  lá' 
Fueron  un  dia  al  ja^díni/r^, 
o.onio  tontos  se  miraroíi^    '     '' 
y  extasiados    conteuiplarori 
el  horííS&nte  Sin  fin:        1?^      'A 


i*-  p- 


Pilar,   pronto  se'4urtwié'->- 
y  Perico  la  imitó,       '^    •     '•-''' 


u^ 


i    . 


Y  esto  os  quería  contar'  ' 

'  ■     áe  Perico  y  sa  Pilar.         ' 

Andrés  Soler. 


p 


^«^?^- 


í<^M.. 


OR  más  que  el  -siinil  te  parezca  raro, 
jiQ  á  un  buque  de  alto  bordo  te  comparo, 

que  E<)}o  acaricia  y  que  Nepluno  mece, 
y  que  cruza  los  mares  de  la  vida 
con  la  vela  tendida 
que  al  soplo  de  la  brisa  se  estremece. 

Nadie  te  gana  á  esbelta  ni  á  velera, 
y  las  ondas  del    mar  surcas  ligera 
sin  temor  al  corsario  .     .  .•       . 

que  anhela  darte  caza  y  te  persigue, 
por  si  al  ñnal  consigue,, 
hacerte  de  su  astucia  tributario.; 

El  espolón  de   proa   es  su  defensa, 
y,  si  te  embiste,  es  fácil  que, te  venza, 
Deja  que  te  aconseje  y  que  me  explique: 
teme,  ájate  todo,  el  espolón  de  acero; 
pues  si  te  da  con  él  golpe  certero, 
de  fijo,  pobre  buque,  te  echa  á   pique. 


36  KL   CASCABEL 


P 


-     ENETBÉ  cop  r^^peto  en  la  cámara  misteriosa.  ,  '  s  .-,  >, 

El  doctór^árcio'rae  acdttipafíaba.  ^í=--"'    ■ :"''  '^^^    í>u39S J 

— Pronto  éé'rá  de't^che^-^me  diió— y  podrá    usted  presenciar- ftiis  experieríeiasi.   i: 
No  tardó.  •mncfaiO'-earoíJearoíOsi 4a  oscuridad  y  entonces  Marciq^tocá  eiepJííSbíf'^Oíl'^s,  y  vi 
en  el  techo  d^,|g.Jtía^ta9iori  alj'upos,  cristales  por  donde  filtraba  une(,l,y;?  estelar  y  pi^/ancóhca. 
—Mi  sistema  va  a  producir  uhá' revolución   en  el  mundo— proii^hcití'Wiin' voz  "extraña  el 
sabio,  voz  que  riié  proSiijó  al^o  de  inquietud.     No  era  la  mismá'qúfe"y^  Je  lSflfBia-'6id0  siempre., 
— Voy] aexpUoavle" algo  aei   mecanismo   de  esta    cámara.    Nos  haUarí«)s, ríen  'Un    local 
elevadisimo,  mas  .§blto  que  la  torre  de  la  iglesia;  aislados    de   la, ciAuJad... Cierto?,  anljeojos  de 
mi  invenciopj  ra,QYÍbles  .á  voluntad,  se  hallan  en  el  techo.    Cada  pijo  de  éjllos  recibe  directa- 
mente la  lü¿,  las  eraianaciones  de  un  as^ro  distinto,  que  por  un   júégo  dé    ésp'éj'óá'áe  refleja 
en  una  de  éstas  plataformas.  ■■■'•■■  i'      I 

Miré  y  vi,:  -varios  pedestales  poco  elevados,  de  una  piedra  oscur!9,í90bT'e:>uaQ  de  los 
cuales  caia  aquella  luz  triste  deque  he  hablado.  ,      ,,.       ,'.■_ 

— Voy  á  causar  un  verdjaderó  trastorno  en  la  ciencia  y  en  la  sodiedad  con  mi'  descubri- 
miento.    L&  rnédiciria  de  hoy  vá  á  resultar  inútil.  "  ' 

Aquella  voz  -extraña,  opaca,  decia  todo  esto  con  autoridad,  con  timbre  de/ una;  certeza  sin 

réplica.      ,,.,1;    :.i,.^  .:      ■••■•  ■<:,:.  ,..,,,■•.     .-i    •;•;'■ 

— Ahora — añadió— retírese  á  un  extremo  y  presenciará  alguno  de  mis  experimentos.  Mi 
clientela  vá  á  entrar. 

Obedecí  mudamente  y  casi  al  mismo  tiempo  vi,  á  la  confusa  claridad  de  la  nuche,  a  un 
anciano  inválido  militar,  que  avanzando  penosamente,  logró  colocarse  en  pié^  sobre  su 
pedestal.  .     .,  .  • 

Uno  solo  de  los  cristales  quedó  alumbrado.  Los  demás  fueron  cerrados.  Un  chorro  de 
luz  cayó  sobre  el  invalidó.  -  / 

Oí  á  Marcio  arreglar  sus  aparatos  y  bien  pronto  la  claridad-enfocada  fué  brillante  co- 
mo la  del  sol. 

Noté  que  mi  curiosidad  tenia  bastante  de  temor,  cuando  los  rayos  lumínicos,  penetrando 
en  el  cuerpo  del  anciano  10  hicieron  transparente,  como  una  dé  esas  estatuas  de  delicado  ala- 
bastro col ocsíSá  delante  de  una  lámpara.  ,  '  ,,,,,-_ 

Transcurriéoa.  diez  fliinuto*  el  anciano  se  movió  ágilmente,  y  endererándoseeon.  rapidez 
de  joven,  hizo  toda  sy^rte  de  evoluciones  por  el  circulo  cada  vez'njas  grande  que  pi;"oyéctaba 
sobre  el  paviniéhio  la  lu?  del  astro. 

—Perfectamente— murmuró  Marcio— Marte  ejerce^su  influencia— y  cerrando  él  orificio  y 
abiertos  los  otros  quedó  nuevamente  la  cámara  envuelta  en  aquella  smgular  semi*oscuridad 

Una  jóvón  jd^e..  menguada  corrección  y  consumida  por  la  clorosis,  subió  luego  ¡^'Otra  de 
las  plataformas.  '  ,',.". 

—¡Luz  de   Vénusl— deslizó  el  Sabio  en  mi  oído.  '  "' 

Presencié  otra  vez  la  escena  de  antes  y  quedé  extremecido  de  asombro,  al  vor  el  cambio 
que  el  chorro  de  .luz  habia  producido  en  la  demacrada  mujer. 

Después  de  la  ducha  de  luz  habia  quedado  sonrosada,  esbelta,  con  graciosa  agilidad  en 
los  movimientos  y  con  un  brillo  intenso  en  los  ojos,  como  si  aun  conservase  en  ellos,  un 
resto  de  los  haces,  luminosos  en  que  se  habia   bañado.  '        -  -    — 

— Por  esta  noche  hemos  terminado— dijo  Marcio — Habrá  usted  podido  comprender  por  lo 
poco  que  ha  presenciado,  los  asombrosos  efectos  de  mi   descubrimiento.     ^  .      ,    ,. 

—Estoy- admirado  hasta  el  punto  de  que  casi  no  me  doy  cuenta  de  lo  que  he  Visto. 

— No  ha  sido  sino  una  ligera  muestra.  Para  la  medicina  cuenta  etflVm'á  mentó  con 
inmensos  recursos.  Además  tengo  depósitos  cargados  de  resplandores  de  todo  el  sisterma  pla- 
netario. Las  propiedades  terapéuticas  déla  Astroterápia  .son  grandes.  Tenga  á  Mercurio,  ú 
Venus,  y  á  Júpiter,  este  último  contra  los  ataques  de  vía.  Saturno  contra  la  gló,tí)neria.  A' 
los  enfermos  puede  aplicarles  la  homeopatía  de  lo  infinitó  por  medio  de  las  "estrellas  de 
mena  inaghitua.  Contra  la  locura  tengo  los  rayos  lunares,  eficacísimos  para  los  maniacos  y 
lunáticos;  para  la  nutrición  de  Jos  niños  de  pecho  tengo  la  influencia  de  la  vía  láctea  y  para 
los  escasos  de  voluntad  y  energía  la  estrella  polar.  Como  tema  de  mi  método  y  explicación 
de  su  origen,  poseo  estas  palabras  del  Génesis 

'■'"■'  -   -A-  J:  -'.%      ..;  '....  i 

cuyo  significado  yo  solo  he  logrado  penetrar: 

«tU7.  en  todo,  todo  por  la   luz». 

Despedíme  comprometiéndome  á  volver  pronto.  >  <    •    : 

—No  tarde  üstea  terminó  el  doctor.  Presenciará  un  curiiiso  ensayo.  Me  estoy  sometien- 
do yo  mismo  á  la  influencia  de  Neptuno,  y  estudio  el  medio  de  terminar  con  su  ayuda  las 
sequías  y  contener  las  inundaciones.  r 

He  oé^  decirlo,  mas  pudo  mi  curiosidad  que  mi  temor  y  volví.  Al  pregvmtar  porel  Dr, 
Marcio  quedé  helado  al  saber  que  habia  fallecido  hacia  horas.  <  > -t 

,j,    T-r-iY  cpnio.  ha  sido?— interrogué  estúpidamente,  como  hacemos  los  mortales  en  estos  casos. 
i^-^Señor— contestó   tristemente  un  criado— Se  habia  sometido  á  la  influencia  de  Neptuno, 
y  ha  rauerlb  el  pobre  de  un  reuma  articular  agudo.  .^  ¡ 

..«.^...  ■..,..„..   „..  ,,.         José  M.  Mendoza.' ..-.V'.^'  '.' 


£L    CASCABEL 


¥^^m%^mté 


37 


LÍO' 


b  ■)•>, 


Llegué:  Del  verde  ramaje 
en  escalas  armonioeas       .: 
"  '   !"^'tté!8iefeíi(i?aferamorós&g,í';f^-    i 

un  arroytielo  surgía/      i.u  nn 

.,,;r;';.\';'c;h<Mjue,4e'"fínp'pnHtat"!-^',^  !.| 

En  el  suelo  á  mi  albedrío 
(        i  írtéíeelié  teniendo  de 'almohad'a -»■ 

la  pradera   matizada  ", 

con  diamantes  de  roció.  :;•., 

■■■'■-  ^-\'i  Al  poco;  tiempo   sentí  :;¡;í)r;oi:-    ■<■•• 
-  entre  las  ramas  saltar  - 

'  y  á  dos  pájaros  hablar,  '"    '   '" 

diciendo  en  su  idioma  asi;        ¡  , 
—Muy  buenos  dias  señora  ,''?''     ' 
.    ,|..  Calandria. 

—Muy  bien  venido 
••  '     ¡ü-i-Ha  visto  usted, aun  no  ha  acudido    , 
La  holgazana  de  la  aurora: 
:'/' .Y.'j^.Üátéd  no  siigüe  su 'ejemplo...    ,'_  ' /'  '" 
—Vengo  de  donde  ella  estaba, 
í^' la  coqueta  se  miraba  ■ 

'éfi  la  cúpula  de  un  templo '  ' 

i ,  r7TlA.y  ..Cíilandrial  Yo  no  sé  •-■..'. 

i;  Por  su  amor  lo  que  darla 
'  ■'   La  tengo  una  simpáttó' 

— iSíf    iBueh  pájaro  está   usté 
.  i »..-r-Su  indiferencia,  en  verdad      .  - 
no  me  la  explico,  señor,    .     , 
\,    ''''que  gasie  usté  ese  rigor 
es  una  inhumanidad. 
■•Mu   íHlSl  me   amase  usté  á  mi'sola...í- 
—Comp  ruiseñor  que  soy 
,>,;X.a  juJTpque  la  aniQ  hoy    ,,.  ,j 
■■  :    Desde  el  pico  hasta  la  cola 
"—fitienas  están  sus  protestas. 
', ,       i  *  -^iÜúé  dude  me  desespera! 
:    .'.Yo  no  soy  up  calavera  - 

-i      Se  io  juro  á  usted  por  es¿as.... 


ÍÜ 


—Demuéstrelo  dé  arit^áhó 
.     -Y  no  me  sea  usted  ir^l. 
!'  -    -^Sino  hay  Calandria  cruel 
.',  '  /  Ün  pájaro  mas  cristiano, ,  ' ' '  '^^ 
',       Déme  ése  .^i  que  la  pido,    ,  ^  , 
I  Por  Dios  no  me  iiaga/sufrirl- 
-'  ■      Y  nos  vainos  á  vivir-  '■•'  .'¡i'  ' 
„.     Los  dos  en,  un  mismo  nidói  '  ;' 
Y  el  ruiseñor  convenciendo 
y  la  Calandria  escuchando 
el  truan  se  filé  acercando  ■■ 
y  ella  se  fué  conmoviendo.; 
'■         Por  «1   íizul  traspíwente   ;    n 
después  que  un  /)íó  lanzaron. 

"al  poco  rato  vblai-Qji^  j,¡  ,  yyy 
á  casarse  formalmente. 
:-         Y  de  envidia  tal  ver.;  oreo, 
otro  pájaro  celoso 
al  verlos  huyó  rabioso 
dicíéndoles: /jBícAo /éo.'    ■  .v  ,. 
Lleno  de  celos  me  alcé 
,  ,  Y  ahogándome  el  desconsuelo  ' 
Me  arroja  en  el  arroyueio. . .  * 

Entonces  me -desperté, 
Yade  micerebredueño        ' 
¡/        Maldije  mi_ fantasía       ;,  i       •. 

Y  dije:  jQué  tontería 
Pi*éócuparse  de  un  sueño!         ' 
Sin  embargo,  el  escozpr    "'' j  ; 
De  la.  envidia   continuaba 

Y  con  gran  rabia  pensaba: 

— iSi  yo  fuera  ruiseñor!         _ 


Una  frase  que  me  abruma 
Dicha  por  unos  señores, 
. — ¡Banl  pájaros  y  escritores... 
] ¡Cosas  de  gente  de  plurka.'f 


Luis    García. 


LA    OS^UJER, 


DEFINICIONES     CIENTÍFICAS 


Aritmética—Lñ  mujer  es  un 
multiplicador  que  no  hace 
operaciones  con    quebrados. 

Algebra— Lñ  mujer  es  una 
incógnita  indispensable. 

Geometría— La.  mujer  es  un 
polígono  irregular  de  innu- 
merables car-as. 

Mecánica — La  mujer  es  una 
balanza  sin  Jiel,  que  se  levan- 
ta al  lado  del  mayor  peso. 

Óptica— La  mujer  es  un  fo- 
tómetro cuya  sombra  es  más 


oscura  á  proporción  del  tiem- 
po y  la  distancia. 

Acústica —La  mujer  es  un 
sonómetro  que  solo  hace  re- 
sonar un  arco  de  oro. 

Meíeoroíog-ía— La  mujer  es 
una  nube  que  se  eleva  sohre 
nuestrar  cabezas  y  priva  al 
cielo  de  la  vista  de  su  diafa- 
nidad; algunas  veces  se  re- 
suelve en  lluvia,  que  cae  be- 
néfica sobre  el  corazón  del 
hombre,  ' 


Quimica~Ls.  m  ujer  es  una 
sustancia  simple,  quCj.  hierve 
á  muy  baja  temperatura,    j 

Calórico^La  mujer  es  un 
termómetro  metálico  que  se 
dilata  al  calor  del  orgullo  y 
la  vanidad. 

Magnetismo— La  mujer  es 
la  brújula  fquej  sirve  de  guia 
al  hombre  en  su  peregrina- 
ción por  el  mundo, 


38 


EL  Cascabel 


.;*;-,,;;    .j;|^.:  ¿.j,    MONÓLOGO 


Salgo  del  <^fé  ACOmpaÜadP  ,  de  un 
amigo  que  me  entretuvo  con  su  charla 
desde  las  8.  Me.  hablo  de  las  Uniones  Cívi- 
cas,  de  las.  cabalas  .del  turf,  de  una  nxucha- 
cha  que  lo  ajn^ba  y.,4^  pl;ra  qy^  no  le  Jiacia 
caso  porque  no  era  doctor;  del  Dr.  Álba- 
rracin. . .  ¡qué  se  yol  una  ensalada  rusa. 
|Por  fin  llego  .ala  puerta  de  mi  cas^l  ]Me 
olvidé  la  Uavel   Llamo  inútilmente, .  . 

Golpear  la  puerta  es  sinónimo  de  palabras 
necias,  para  mi  sensato  patrón.  No  hay  mas 
remedio,  pasearemos  hasta  que  amanezca. 
Tengamos  filosofía.  Entraré  en  un  café 
cantante.     Aquí  tengo  uno. 

— Garfon,  un  chocolate] 

La  concuÁíiiéiá -eS  ^éiéo'gida.  Casi  al  pié 
del  escenario,  en  petti  comité  una  mademoi- 
selle  trashumante  y  dos  ja/w  eulpite.  Mas 
acá,  un  negro  enfrente,  de  un  bUnco  sucio. 
Debajo  de  otra  inesa  cuatro  perros  oliéndo- 
se  lo  que  no  me  importa,  y  áquf,  una  silla 
mas  allá  de  la  mia  un  tipo  de  estudio. 

Flaco,  largo  y  n^elenudOp . .  estoy  por  de- 
cir que  tiene  mais  pelo  que  estatura.  Con  una 
mano  abarca  un  chopp  á  medio  consumir, 
y  con  la  otra  se  entretiene  en  quitar  cosas 
supérfluas  de  sus  narices.  Parece  mirar  es- 
tático un  grabado  que  representa  á  Rossini; 
pero  es  un  mirar  extraño,  así  como  el  de 
un  ofidio  en  digestión. — [Ahí. ,.  ya  tocan  el 
piano.  Sale  del  galpón  proscenio  una  mujer 
vestida  de  contrabandista  fantástico,  y  canta 

¡Vaya  una  vozl  Tiene  un  nido  de  grillos 
en  la  garganta.  No  entiendo  lo  que  dice, 
pero  debe  ser  un  acto  de  contrición  porque 
se  dá  muchos  golpes  de  pecho.  Por  fin  pa- 
ró el  chubasco,  jmas  qué  veol  La  artista 
entra  con  una  bandeja  en  la  mano  y  em- 
pieza á  pedir  dinero ....  esto  es  una  falta 
de  educación  intolerable. . .  .me  marcho  co- 
rriendo... ¿á  dónde  ir?.... 

Pasearemos  por  las  calles.  No  veo  un 
alnaa  peiro  en. cambio  veo  ün  cajón  de  basura 
en  cada  puerta.  [Cuántos  secretos  de  fami- 
lia podrían  descubrirse  revolviendo  el  con- 
tenido de  estos  cajones!  Pero  mas  vale  no 
meneallo ....  aunque  no  piensen  así  los  de 


aquel  grupo  de  la  esquina. . .  ..¡Quién  habrá 
sido  el  inventor,  dejos  carros  atmosféricos! 
Por  lo  bello  de  la  metáfora  debió  ser  al- 
gún poeta.  ¡Y  h^^^°  dice  que  lo  que 
abunda  no  dañalj 

He  llegado  á  la^cajie  Florida. ..  .A  las 
ocho  de  la  nothe  ést^  es  el  camino  "sem- 
brado de  Acates  de. la  ^ida  port.eña. . .  .aun- 
que flores  ar^ificialél,  \á  mayoí^|étí^te.     Aquí 

el  autor  de  j^iFlor¿/jün^^4^  tema 

para  otra  ^bra;  4Y\d^¿4^^!t-v^^^»-'\P^y\ 
me  he  lré^ijt§d<:%nt^¿©i^tí^tía^ 
cías  d¿^^3r4<l^t'<'la  \tí\i¿\SÁ^-^k^distan- 

«(¡a^'ii'aél'.iarfoyc^í. . . 


(Oh  jó 


6y  no  tenéis  mas  que  un 


par  de  bc^aes  i^irrétmplazables)  huid,  huid 
muy  léjoSj  que  este  eís  el  sendero  de  vuestra 
perdición!   /'  '\   ;  " 

La  Municipalidad  está  en  el  deber  de  po- 
ner esrte. aviso  en  las  acalles",  que  parece  quie- 
ran rfesolver  el  prdblelna  del  empedrado 
continuo.  Yo  no'^e  esplico  está  .obra  se- 
cular.. ..á  no  ser^ue  por  -la  noche  desha- 
gan el  trabajo  del  dia.  Esto  es  el  empedra- 
do de  Fenélope ....  Uf,  salgamos  de  aquí . . . 
¡juro  no  volver  si  no  me  ácprápaílá  X^ises  .. 
— ¿Ün  coche  mftQ?-:-i:>ip,  •3y<íí5i!4qi'^ 
— Gracias,  hombre;'  *  >'  irt ;  t'i  í  ■ 
Claro,  como  ven  el  mundo  por  un  punto 
de  mira  mas  elevado  qué  el  vulgo,  á  todos 
nos  consideran  como  niflo^s  .>.|Gh,  los  co- 
cheros! Espíritus  tentadoresr  que  arrastráis 
á  la  juventud  sedienta  d»  plaK^res  al  antro 
del  vicio,  con  la  rapidez  de  vuestros  indó- 
mitos bridones,  ¡os  desafio!  conozcp,  ja  fa- 
lacia de  vuestras  halagadoras  in,vi);í^ciones  y 
os  estrellareis  siempre  contra  >  mi  .enéorgica 
virtud — á  no  ser  que  me  queráis  llevar  en 
carruage  por . . .  diez  centavos.  La  verdad 
que  yo  soy  pobre,  pero  honrado. ..  .¡á  la 
fuerza!— contesta  la  conciencia. 

Ya  me  voy  cansado  de  andar,  sin  embar- 
go, no  seamos  egoístas . . . .  Estos  pobres  vi- 
gilantes son  también  dignos  de  lástima. . . . 
comparados    conmigo.     '"'    ■     'Hcbrtf;.» 

¡Eh!  al  fiíí  y  al  cabo  elld¿  pasan  lá  no- 
che artísticamente  entretenidos.  Tocando  el 

pito mientras  que  yo,  fastidiado  y  lleno 

de  aburrimiento  me  toco  las    narices. .  . . 
¡caprichos  del  destino!  .i . .       ;  '. 


/ 


EL    CASCABEL 


39 


EN    LA    PLAYA 


Nada  de  trage  de  baño.  Estoy  por  el 
tapa-rabos  que  permite  lucir  las  formas  y 
la  blancura  del  cutis.     , 

¡Que  malestar!  ^Sí  empezará  Dios  mió 

La  muerte  del  planeta? 

¡Mis  músculos  estallan  con  el  frío 

¡Y    YA  EL  SUEÑO    MIS    PÁRPADOS    APRIETaI 

Así  diría  Campoamor  si  estuviera  en  mi 
caso^  pero  yo  no,  si  estuviera  en  mi  casa. 
1  Qué  oigo,  el  tañido  de  una  campana ., . 
¡gracias,  Dios  mió,  sois  todo  misericordia 
iré  á  vuestro  templo  y  durante  tres  misas  ó 
cuatro,  tendré  tiempo  de  echar  un  beatífico 
sueño.  Por  fin,  llego  al  templo  cuando  el 
cura  dice  dice  ^Introito  ad  altare  Dei-»  y  el 
acólito  respondia  '^ad  deo  qui  letificat  ju- 
ventutemit,  lo  habian  adivinado:  yo  llegué  al 
altar  de  Dios,  y  letificaba  mi  juventud  sen- 
tándome en  un  banco  para  reparar  mis 
fuerzas  con  el  sueño ....  Ya  me  estoy  dur- 
miendo ....  hay  poco  confort  en  la  casa  dei 
Señor....  pero  todo  lo  suplirá  la  divina 
gracia .... 

— Ehl  Ehl  Caballerol  Este  no  es  sitio  de 
dormir! 


—  Eh?  Ahhhh. . .  ,1  Tiene  V.  razón:  tengo 
un  dolor  de  huesos  de  todos   los  demonios. 

— Repare  que  está  en  la  casa  de  Dios. 
•  — Sí,  eh?  Dispense  V.  me  habia  confun- 
dido. 

El  bueno  del  sacristán  me  hizo  un  favor 
al  despertarme  pues  eran  las  nugve,  y  esta- 
ba abierta  mi  casa. 

Por  fin  cayó  inerte  mi  aééndereado  cuerpo 
sobre  las  de  mi  K;cho  blancas  sábanas,  como 
sobre  las  de  nieve  el  cadáver  del  viajero 
polar. 

Y  ahora,  señores,  si  no  les  hizo  gracia  el 
cuento,  sepan  que  á  mi  también  maldita  la 
gracia  que  me  hizo. 

Sin  embargo  creo  no  se  ofenderán,  pues 
prometo  ¡que  no  lo  volveré  á  hacerl 

Alidio  B orgia. 


Equívoco 


Ocultaba  desdenes  en  el  pecho 

Y  sumisa  callaba, 

Hasta  que  al  fin  los  arrojó  en  un  beso 

Empapados  en  lágrimas. 

Cuando  escuché  su  lastimero  acento, 

Revelador  de  la  inquietud  del  alma, 

Lé  devolví  su  libertad  discreto, 

Porque  jamás   ambicioné  una  esclava. 

Si  no  es  libre  el  amor,  como  los  céfiros. 

No  se  hable  mas  de  dignidad  humana. 

M.  Bahamonde. 


A  MI    EX-BIGOTE 

!0h  bigote,  el  mejor  bajo  los  cielo»! 
¿Qué  ha  sido  de  tus  mágicos  hechizos? 
¿Qué  fué,  responde,  de  tus  negros  pelos? 
¿Á  dónde  fueron  á  parar  tus  rizos? 
Cayó  al  impulso  de  fatal  tijera 
tu  sedosa  y  brillante  lozanía, 
¡Oh  tú,  el   mas  bello  que  soñar  pudiera 
la  más  esplendorosa  fantasía! 
[Oh  tu,  que  fuistes  de  las  niñas  bellas 
el  más  mimada  y  preferido  encanto! 
]0h  tu,  el  causante  de  cien  mil  querellas, 
del  viejo  envidia  y  del  marido  espanto! 
Deja  á  mi  pecho  que  embargado  gima, 
deja  á  mis  ojos  que  tu  ausencia  lloren, 
deja  que  hollando  del  dolor  la   cima, 
al   dios  Barbón  tu  renacencia  imploren. 

Saleatella. 


DI  ME 


«    » 


r  cRayo».     Sport  4.26.     Tiempo  3.25 


n 


Se  ofrece  una  joven  de  15  años  para 
todo   servicio». 


«Callos — Se  curan  radicalmente» 


« Instantáneo   núm. .....  AÍífá,    esbelta,    noinbre 

compuesto,  apellido  compuesto  »   . .  ,¿  Cómo   me  las 
compondria  yo,  para  que  me  insta? itcineizasen  ? 


%  #1 


f^^*        ■        ■       ■^<:#: 


i  « 


^  . 


El  sermón  esta  á  cargo  del  P.  Manzano  » 


Tierna  paloma— bellísima  hurí  . .  . 
*^  «Eco  de  las  Niñas»— Se  acordó  de  mi! 


^^^í4.^^^ 


<  Oro  cerró  á  380 — Cédulas  á  ... . .  » 


Yo    no  sé  leer,  como  pueden   Vds. 
leer  en  mi  semblante  % 


42 


EL    CASCABEL 


UN  CARÁCTER 

■i)i"?rM,(.,t8  ^ 


I»- 


i\ 


LA  LLUVIA 


/ 

■ 

1 

1 

^ 

A.\ 

í 

^  V    /I 

1 

/ 

0 

Jh 

^ 

J 

I. 


Cielos!  me  parepe^ife  á  mi  mujer  pronunciamlo 
fnises  tiernas  y  hacieál^juramentos  de  amor  á  uno 
que  ¡claro  está!  noíÍEíg  :,su/ma,rido. 

.  Pues  se  ha  lu(5Ído.     Mañana,   cuando   me  dé  los 
buenos  dias  le  daré  un  chasco. 
¡Asi   verá  quien  soy  yóü 


iRecuerdas  como  llovía? 
Del  antro  en  el  hondo  seno 
Resonaba  ronco  el  trueno 
En  horrenda  aígaral^a. 
Tu  alzando  Ja  vista  \  ^  Dios 
Te  apreta^^^jinto'^.  mi 

Y  febritíie^Oisi  r^;' 
Uno  formamos'^ losvHbs. 
Cesó  el  "agua  dé '^lí,     . 
Volvimos    á^.la^^ud'^J\ 

Y  pensé  co^  aísifedací^  ' 
Cuando  vol^eró  á  H^er? 

Lloyia,  quise  rendido 
Evitar  tu  líBbjadu^a 

Y  me  contentaste  *dura : 

—  Vá  V.  á  ensuciarme  el  vestido 

Y  sé  que  desesperado    ¡,       ,,•■ 
Entonces  te  contesté  ;  ü 
—Vaya:  no  se  apene  usté 
Pues  Iluece  sobre  mojado  : 

111. 

Oue  mi  frase  no-^JÉNsorra 


Pues  de  ella  haráa  tu  defensa 
¿Lluvia  nombré?  bueno  piensa 
Que  el  agua  todo  lo  borrp,. 

"■    Adolfo  S.  de  lo9  Ríos. 


-<e^- 


,i-'- — 'M 


\\ 


EL  CREPÚSCULO 


Religioso  y  moral,  el  lindo  Tircis 
tuvo  ciertos  escrúpulos  un  dia, 
y  al  salir  de  la  iglesia,  dirigióse 
á  la  celda  de  un  sabio  carmelita. 
«Padre  mío,  le  dijo,  ha  muciiosAños 
que  el  Niño  Amor  mi  espíritu  esclaviza, 
y  rubias  y  morenas,  bajas  y  altas,        i 
todas  se  rinden  á  las  ansias  mias. 

Aunque  á  todas  las  quiero,  yo  establezco 
alguna  diferencia  entre  ellaa  mismas, 
y  es  esta  djferj^ncia  el  solo-'  éscrtipulo, 
que  ha  tiempo  la  conciencia  me  atosiga. 
Yo  no  acepté  jamás  una  moneda 
de  ninguna  mujer  joven  y  linda; 
pero  á  las  viejas,  reverendo  padre, 
hago  pagar  muy  caras  mis  caricias. 
De  Luz  y  Sol,  y  mil  que  no    recuerdo 


tranquilo  he  consumado  la  ruina; 
ahora  decidme*.  ¿Puedo  yo  en  conciencia 
guardar  este  caudal,  ó  "es  cosa    indigna?» 
Mascullando  el  asunto  allá  entre  dientes 
quedóse  un  rato  el  sabio  carmelita, 
y  al  fin,  como  inspirado,  así  contesta» 
plácido  el  ademan,  la  voz  tranquila: 
«Todo  trabajo  tiene  su  salario; 
á  todo  el  que  pecó  se  le  castiga.        '  yí 
Guardad  ese  dinero,  es  justo  premio     'J 
de  largas  horas  de  tenaz  vigilia>         /'v 
IPero  escuchadme  aunt  Siendo  precisé  ' 
devolver  su  dinero  á  esas  familias,    .  v 
si  allá  en  la  edad  provecta,  tembldrüso, 
sin  fuerzas  ya,  sin  brillo  la  pupila, 
sin  juvenil  arranque,  y  sin  beÜtza, 
el  fuego  del  amor  aun  os  domina, 
con  el  dinero  que  las  madres  dieron, 
pagadles  los  favores  á  las  hijas.» 


EL  CASCABEL 


43 


"iB''lí'A:a.:i:NsoMNio 


■::W*^--'%.-^i.-j«.í  .0-.WS.  - 


"Parece  que  los  >floctores  TJaslra  y  Zorrilla]      1  «I<rQír^oí;lo»K3^brrilla  y  LaáT'Si  S(>>|SÍ^rán 
han  llegado  á  un  acuerdo...  »  ;     iiQjf  á  fin  de  ^^tóbiar  ideas^.  .vs  -     v 


Esto  no  me  interesa. 


Mi 


«En  la  reunión    de   -aridcfie,' tos    doctores 
Lastra  y  Zorrilla....»  ■■-■■'.■      •-     ■ 

Dale  que  dale!  ,   ■  , 


■H-;,ífr^ 


****S-*fe^ 


Crf 


;(■,■. 


'    1  ^.-v  J     ..,.<. 


«Las  liases  que  el  doctor|Zcrrilla  piesentó 
al   Dr.   Lastra » 

¡Dios  miol .  -.     f!    ■< 


«Decididamente  ios  doctores   Lastra  y  Zo- 
rrilla  •»  •■í'-<í  ■■  •  '   •    1-  -M  !  ^;  ,.  ^■, 

¡¡Socorrolil 


«Es  cosa  resuelta  que  los  doctores  Z  irrilla 
y  Lastra, ...» 
^  Ahhh!...ahhh.... 


44 


EÉ^IdtóéktíKlJ^ 


en  «.'os  aqtos,  14- 
l^de   ChapíJ  ■/  ^^ 


El  éxtttó  de  la  semana  ^o 
coásótuyeyCl  estreno  ide  ^El  ;^ 
mismo  demonio0fSlzu 
tra  de  >Ianzano  ^ 'Ti^ 

La  obra  pérteniír<É||fJ^|^et  genero  1  i jerp 
y  es  jndudablcméntp^dé\|a5í'mej(»-e!s>   lantb 
por  %;xi^lij^  a^ j^^J^KB^E»:  la  i»i|, 
sica  ii|spfÍD(u^  sient^rafe^"^  é    \       ^V 

El  íipQidl  mai^TOá^í^^legre  y^'' 
frido,Swn  ,volu|a^.k^ÍI^,%  ííénsar 


cuenta%ropiá,  y^ietój^jÉ  caiiStaílp   trozoMP 
de  zarzuelas  conocidas,  qi 


itarái' jMlál^t^ÉEfi^^  I 

■gos^rá  mas  al  públic0r!^ii4|!!lii^liii^;^ 
eii^  estreno  estuiHjíip5ii5r,jesemc^ 
>o  las  comparacfiones^'  nada  práctíiS^|| 
conducen,  nada  decíHíbs  del  desempeño  de^ 
-íáNobra.  #'f  ;-^_/|>^>,      ■  V 

S^ÍH^^ico  juzgáirá,  v/'^  ^ecidirá  por  el  \ 
í  Pás^^iMp  ó  la  Co>Bt4iaj  queljfsoñclqs  dos> 
^■|eatlíps  que  aos  hsai  l^fechp-  .conw^Wi^jniisW! 


\o% 


(amonio.» ' 


>■?■ 


■:'■''/: 


>y 


y^ropia  á  todos  fí 
los  actos  de  su  vida,  es  un  tipo  real,  per- 
fectamente humano  y  trazado  por  mano 
maestra.  Es  el  tipo  de  la  obra.  Hay  mu- 
chos Nicomedes  en  jel  mundo,  víctimas  de 
su  mujer,  otro  tipo  bien  delineado  en  la 
zarzuela.   *h^'    ^" .  \ 

La  niña  íf^^  y  el  dependiente  (Sinfo- 
riano)  dej¿iif^¿^i|^J|^e  desear,  en  compara- 
ción del  ifl^tíh^o  y  los  parientes  campé- 
sinos,  qu^íetíééaiv verdad  por  todos  sus  po- 
ros, y;!^PÉU3^y  se  iptf^ve^  tan  naturalmente 
coi¿0'  |||iede  li^cerlos  óaover  y  hablar  quien 
coi^^erfé^iTienté  ¿^manera  de   ser  de 

/  ¿(^^^|^k«;(if  £la  trama  de  la  obra?     pi 
Idnqti^' saltará  lají^sta.  Que  es  muy^ 
|n]KdfÍB¿,  quie  ^bui^l^  situaciones  cómi- 
ca^j^e  muci^Q'/^fectOí^'^;  .<|ue  se  desarrolla sin^^s 
fatigar  al  pi^jcoha^  él  fin,  unñn   impret^'' 
vistqf  que  j^¿vocac;|i|>.  risa  y  el  aplauso  auí^ 
nad¿s.     K^""^'- ,     «^í''/"' 

lia  másicí^  es  de  Chapí.  Es  decir,  es  né^^ 
bl^y  ¿«fejr/í^^pf^fectana^^e^  vt  !    /íj~^¿^; 

|£1  compl&^t  ha    iiiteprétado   la$  situsiil^ 
c|pnes    cot^lttatates  de  la  obra    y   )<^  ¿s- ' 
cr ito. para  qí^9  una  de  ellas  música  tíjpfica^^y 
apropihújislina.''  ¿v 

El  duocdi^^4e  tenor  y  tiple,  los  villan- 
cicos, pieza  de  mucho  sabor,  y  el  concertante 
de  la  aparición  son  los  números  culminantes. 


''**«$*'4, 


-KS»I»^ 


Contestaremos  la  pregunta  que  nps  han 
hecho  varios   suscritores. 

La  suscricion  cuesta  ps.  1,59  por  trimes- 
tre. 

Ah,  y  el  cobrador  pasará  muy  pronto  á 
cobrar. 

Con  que  ¡no  sean  Vds.  remolones! 

Bollini¿i]^  dmg^do  una  nota  á  los  minis- 
tros exíi^nj^s  ^réditados  en  nuestro  pais. 

Les  |^(fe  datos  :^ara  implantar  no  sé  que 
reforma!^;  útiíes  i, '.^s,  ,Sh 

BoWííi .  !«>  ireftw'msis ,  iii^toptas . . : .    i  •  _  ¡ 

;B^M  \rié\$s  dcssaKÍtM^4*&'''^%^ 

>yá  lo,  verán 'Yds.   /'•••',,/;/.>>,. 


*     Vn  amenté,  df^ia  «lí^ra/ ní>s  t<!™iterüíi^ 
Jí!^^  áp  cAsa^fiíüfi'luego,  "jij     ,/  "¡|^ :  ^j  ■/:'■  ''•:^\-\j 
^'-XO;iix»n9¿Jfiá7^'cuai¡(!mta.  '''^"'^'■■^^-V.''  ^^v 
:^;-:^ító^í^  qué?       "-  ^'.f-  ,'-=^-•-^ídl!^^V^i^\ 

^^  lalisita  á  Donoyap,  repase  V.  nim^^ 
vámieiBtft^^  los  garitos  ]¡j|saÜos  unos  días,  y  p^T^'TT 
encoóírará,  ^on  qué . . .  ,  ;/K:^V 


y<SÍ:-í 


—ííJ^I^  aferrado? 

sir-Kcr,  síffíor:  GoriqíÉe  funciori^^  cinco  mksí. 


\\  I 


'%t. 


%j}}hA.  libertad  d^  bejísar  |'       -^. 

í    áa  S!lgttn  iiécio  eff  pricíclamar. 

i-^fY¡  igb,  duda^que  me  ^ano^ádaí 

""¿si'  «%ote  no ;P  nada 

como  lrf%itr^áFápi'óvecha^? 


BU  -.CASCABSL 


45 


n^íí  j^^  Visto  á  Julial  Emili^MIstftüta.. 

—Jesucristo  cuanta..,. 
'-'— Calla' ¡por  favorT 


—Pepe  no  me  encueintro  bien 

tal"  calor  me  sienta  mal 
— El  cáibr?../.'¡á -fni  también! 


Con  el  calor,  las' cuestiones 
se  arreglan  á  bofetones. 


¿t;     "»-■' 


A;  no  ser  por  la  zarza  que  lomo 
bonita   tendría  la  eai'a. 


46 


ikíl^éCitíiiL 


h 


K-D-T— iSe  ha  enfadado?  Pues  tome  re- 
frescos y  no  me  mande'  mas  disparates,. 

Con^A-T-C:flraím.bas,  y  que  raalita  es  su  «Sem- 
blanza», Colita. 

'"HdiA)éÓNo  RKBOLT,Ei><>4TjEiitre  ^eH  artieialo  y 
la  carta  me  quedo  con  esta  y  archivo  aquel. 
Usted,  lOjOueoe  haqermeiQj;.  Ah^  la  carta 
supone   v!"b¡eri  ñó"  la  publico. 

Candelario— Mé  parece  recordar  una-poe- 
sia  igual  á  láíKáfefV.  xHaileidówLa  Risaijciúm. 

CÓMICO— Público  los  que""  me  placen  á  mi  y 
al  público,  pero  sír  cobrar  nada,  iestá  V? 
Asi  es  que  el  retrato  irá  cuando  sea  hora. 

TELMO—Sues,:, francamente,    el  ,  «Instaratá- 
neo»  nb  'e»trá  -  én'  El.  <;a«cabbix    ••■ 
><  .:eARifST.!D^— Aprovecharé  su  artipulito.    -, 

Bernat— Me"  résoltórun  poco  serio 

CASCABELiLLdi^CBeriMaió),  Veré  de  aprove- 
charlo. 


*T¡ 


.-a: 


.¿1.  u-  Jií       ;.    '  ,T/i 


ImMaÍofIMvoilijstraijo 

REDACCIÓN  Y  ADMINISTRACCION 

'^^  "súscáiaoN 

tres  meses. 
Número   ^'*'^-*^ 
Id 


Di 


Los  acreditados  camJseroB  M^^SB.Iqío.  Morales  y 
Ca.  compiten  ventajosattteíi'te'^  cWn  Iw'aP tíí^¥a- 
«ía«m.B¡ur<)pa.  Especialidad  eu  trabajo  ^Qoeobre 
medrda'y  rio  olvide  el'  r-úilifc©  tjueiia.  prtíteécion 
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última  palabra  en  las  mejoras  introducidas 
en  los  elásticos  para  camas. 

El  tcvfido    galvanizado   es    inoxidable 

El  material  empleado  en  su  eonslrucoioá  es 
el  mas  superior.  La  tela;  puede  esturarse  ó 
aflojarse  al  gusto  de  la  persona  que  lo  use. 
El  armazón  de  madera  resinosa,  es  un  pre- 
servativo de  los  insectos,  y  tiene  la  venlaia  á 
los  armados  de  hierro,  que  es  manejable  y 
elegante. 

Habiéndose  hecho  una  grosera  imitación 
de  esté  acreditado  colchón,  solo  garantimos 
los  que  llevan  el  riombre  de  la  casa  en  una 
chapa  de  bronce. 

Únicos  agentes  BARATTI  hnos.,  Cangallo  6go 

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47 


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XACldUCiclb,   mas  y  clases^  bíd^süsttrtf^Dls,  la- 
vatori(^,  juGigos  de  lavatorios,!  juego»;  dft  t&ilétte, 
máquinas  para  hacer  soda  ó  #*gadel*i,%fillJtBípara  '"' 
agua,  fiambreras,  etc.  '  .j       o      í;  * 

Juegos  de  mesa,  í^^^íii^ÉM*^'?- 


cri&tal,  cubiertos,  cuchillos, 
torias,  copas,  vasos,  sillas, 


lias,  canastos  para  ensaladas, 

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^ÍÍe.,'etc. 

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Es  *i,teaamente  cómodo  para  abrocÍHWj^  no  nece 
:  sita  abiocbador.  Siem{>re  «cuerva  su'scolor  ne- 
gro. Itíiil5.'perfectaméíitÍ!  el  bol»n  conutn  y  es  de 
mas  duraron  que  cualquier  otro  ststemlá^  Pídanlo 
á  su  zapatero.  Venta  en  los  principales  almace- 
nes de  cueros. 


48 


SL  CASCABfX. 


ADVERTENCIA 


•af  publica  qtie    la  famarcia  esta- 
"^l 


'tétím 

de  QHi  , 

que  existe  en  Buenos  AireB  está  situada  en  la  calle 

VlCIriORlÁ    Núm:   647 

Entre  Ferú  y  Chacabuco 
Atendida  "peráonalnSerite   por   su  propietario — 

EDMUNDO  E.    CRANWEEL 


Del; 


y  salud 


iel  de.  las  damaf  y  los  niñus  con  el  em- 

(Xiy8/!«  •  •#•  *  ♦  *  •>  * '» •  • .  o .  50 

z»^:4 («TF  tn^aSI^  par»-  el 

'                               •  ..  .  3.50 

n^.,}  2.50 
meo,  la 
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EL  DESCUBRIMIENTO  MIS  mW  MlIÍO 

LA    SALUD 

Recobrada  y  conservada  con 
el  uso  de  la  medalla  eleetro- 
inagnético  terapéntica  BORSA- 
NI.  La  salud  para  todos,  cu- 
ración garantida  de  todas  las 
uiifermedades  nerviosas  y  con- 
suutivas,  reputadas  incumbles, 
por  medio  de  la  electromátalo- 
erapia.  El  libro  es  dadog'ratí^ 
-iendo  pedido  al  Dr.  Boreani 
Paraná  45,  Buenos  Aires.  ííe 
piden  agentes  en  todas  las  pro- 
vincias para  la  veiita  de  dicha 
medalla. 


íinp.   GuropM,   Munnu  y  Dafeoia 


jfsyA'^SAíy'^s 


Año  I  Sueños  AireB,  Enero  2"?  de  1892  líáni-  4 


■.ii:.i.   -¿".scí    .:.\iji:  .'  ,        ;■_■ :   ■         .  £&    ^s  ^-^W^' 

Editor  propietario:     FRANCISCO    FERRES     ' ''  '■'^; 

Redacción  y  AdffliiistraáoD  ALS1NAM89  (aíCK»y 


HORAS  DE  OFiClNA  DE    2' A-,  5  *.'M^^V; 


Precio  en  la  ciudad. .     $  0.10  el  númér©  *  ""^ 
Küera  de  la  ciudad..    "  0.20     v    id ^.-^üi^-r^^- 


1'.<íi"    :■ :';  ^. -' > :    -iSíiir. 


(Fotograbados  d«  Coll) 


'?!**■  .^•"-~'- 


~.  ¿Qué  OS  diremos  de   Dávila,  .señor«í5? 
■    Que  es  un  periodista  dé  los  mejorei. 


s« 


ÉL    CÁSCABfeL 


.L 


uena  idea! 

Ya  no  es  solo  en  los 
teatros  en  dónde  s^  pue- 
de   divertir  la  juventud 
ávida  de  placeres.     Aho- 
ra tenemos     diversiones 
al  aire 'ubre,  con  JÉiú^ícía,  helados,  cerveza 
'    y  muchachas  pír  áÚtéétAr,   vale  decir   en 
estado  de  diajííOnibilidadl 

La  pláziSáé  San  Martitf  eá'el  centro  de 
atracción.  AHÍ  se  "reúne  la  buena  socie- 
dad, la  sociedad  robusta,  sana,  que  brilla  en 
'  "talleres  y  tíéñdal,  "én  Paíenno  los  Domin- 
gos y  en  la  pla¿á,  "al  Rededor  del  kiosko,  to- 
das las  noches  de  lú  semana . 

Los  OB^todiéntes  de  coníiercib  esperan  la 
hora  »i^€ma^1!ás  lo  i.'e  la  noche,  para  ce- 
rrar ^rW  y  vidrieras  y  marchar  á  escape 
*á   oír  miisica,  tomar   chopps  y  ver  mucha- 
chas. 

Nunca  se  habia  observado  tanta  puntua- 
lidad, , 

Hay  cadete  que  parece  in- 
glés de  origen,  de  esos  que 
cuando  tienen  una  cita,  ó 
van  á  cobrar  una  cuenta, 
consultan  previamente  e  1 
cronómetro  para  no  retrasar- 
se un  minuto.       r 

-^•Pepe,  arregla  los  mada- 
polanes, prontito.  ¿Te  acuer-, 
das  de  aquella  rubia? 

— Sij   lya  lo  creo! — guar- 
da estos  fulares.     ¿Y    no  te 
parece  que  aquella  morocha 
me  demostraba  mucha  predilección? 
— Estarán  esta  noche? 
— Dios  lo  permita.  Si  no  las  veo  te  ase- 


guro que  me  llevaré  un  desengaño  de  los 
gordos.  ¿Estas  listo?    vv    íí^míÍsíO'— 

— Si  ■•^■■:-^j:    ívüíii::luaí)   oH-  ■ 

r  í>" — Pues' vamos.  ■ '.■     ' -t-   ;-:^'  '■^"  .-k  •■■ 
i        Y  los  dos  aprendices  de  ¡ntroduc|ores  se 
dirigen  á  la^  plaza  San  Marti Q-isn  busca  de 
sus  bellos  idealesín-  .i-yy^.^m  .t^\?~.  - 
-í     La  verdad  es  que  para  felacipínarse  no 
hay  como  los  asientos  del  klos!k<o.ij,^Q,^<^f 

Qué  amenas  tertulias  al  aÍ5elibíei,;t?Pa- 
rece  que  uno  esté  en  familia,  /, Los  concu- 
rrentes  se  conocen  y  saludan  jcari fiosamen- 

;    te.  .-:  ,..,...,..,     ,      ..,n,-,  , 

Allí  están  las  de  Velutillo,  el  Sr.  de  Pé- 
rez con  su  interesante  niña,  las  de  Gómez, 
de,  López,  las  de  Fernandez  y  las  de  Gime- 

Todos  y  todas,   toman  chopps,  es  decrr, 
toman  uno,  y  así,  por  la   módj^^   suma  de 
.   quince  centavos  pasan  la  nocl^^en  y  eco- 
nómicamente. 


al  altar  por    haber 
ido  á  la  plaza. 

La  verdad  que 
esta  tiene  muchos 
encantos. 

— Está  ocupada 
esta  silla?  —pregun- 
ta uno  á  una  mamá  respetable,  que  toma 
el  fresco  con  sus  niñas. 

— No  señor,  puede  V.  sentarse. 

—  Tantas  gracias.  Está  fresca  la  noche, 
eh? 

—  La  que  está   fresca  es  mi    hija  mayor. 
— Celebro   mucho. 

—  Mamá,  por  Dios! — dice  la  niña. 

— Calla  tonta,  el  señor  parece  una  perso- 
na fina  y  tiene  un  caido  de  ojos  tan  bon- 
dadoso    

— Señora  

— Nada,  nada;  V.  es  muy  simpático,  y 
yo  le  tendré  una  confianza.  Ha  de  saber 
y,  que  la  mayor  esperaba  á  un  joven  que 
ayer  la  festejó  y  hoy  ... 

— Qué  van  á  servirse? — interrumpe  el 
atento  mozo. 

— Qué  tomarán  Vds.,  señoras? 


^ÍEL.  JCASCA)$KL 


Si 


..    ■■t-Jf¿yi^rm.-:fiO  debemos.  .  .    ::*    -uO:      .^:-y 

— ¡Dichosas  VV.I    .if^u  r^fé4i    ííoí^Jí 

— No  debemos  abusar. 

— No;  no  abusen    de  la  cerveza    que  es 
írHfante. . . 

--Biiéno,  tomáremos  tres  refrescos,    ó 

— Tres  refrescos,  mozo,  y  un  chopp! ; 
-■    *3iiPues  vea  V.  dice    la   señora,   esí    que 
prometió  venir;  y  no  ha    venido,    nos  ha 
embromado   Pero  V.  está  aquí,  y  repito  nos 
ha  sido  muy  simpático.  I ; .         -     ,      ,  -: 

La  murga  que  está  en  el  tablado  toca  una 
polka,  la  madre  se  duerme  y  la  niña  mayor 
entabla  conversación  con  el  joven,  mientras 
la  menor  mira  enternecida  á  un  mocito  ve- 
cino que  toma  un  limón  con  soda,  y  lleva  el 
compás  con  un  abanico  de  diez  centavos. 
-'  '         '  •  :  Así  empiezan 

ciertas  relacio- 
nes  que,    á  lo 
mejor,  son  cau- 
sa de  ardientes 
declaraciones  , 
acom  p  a  nada 
de  boda  y  otros 
.ivwa      s  f    estremos. 
Aunque    otras  vedes  acaben   de  distinta 
manera,  porque  én  itt,|^aza  merodean  una 
porción  de  calaveras  capaces   de  fumarse  á 
cualquiera....  ^f  ...,       ; 

Calaveras  de  esos  ^e  no    pueden  ver  á 
una  señora  sola  sin  acercarse,    atrevidos,  y 
declararles  el  fuego  volcánico  que   los  con-    ! 
sume  por  dentro. 

— Es  V.  encantadora,  señora.  j 

— Ya  me  lo  han  dicho  otros, 
— Me  podría  V.  hacer  el  mas  feliz  de  los    ' 
hombres. 

— Quién  lo  diria! 

—Créame  V.  Desde  que  la  he   visto   he 
sentido  necesidad    de  hablar    con  V.    cua-    ' 
tro  palabras. 

—Pues  mas  de  cuatro  lleva  habladas.  ; 

— No  sea  V.  cruel.    . .   ¿es  V.  libre?  '' 

— Quién  sabe 

— ¿Quiere  tomar  algo? 

— Gracias.  Me  retiro  ya.  i 

—Si  V.  me  permite,  la  acompañaré,  ; 

— ¿Teme  V.  que  me  pierda? 

— Pues  yo  la  sigo! 

— Como  guste. 


Parte  la  dama,  y  el    calavera   parte  tam- 
bién adoptando  sus  precauciones.  ,       - 

Llega  ella  á  su  casa,  abre -y '^    queda  en 
1^  puerta.  .      ■; 

I  Por  fin  el  mocito  se  ánrnía.' 

To  soy  un   ca- 
"nriá  señora... 

í  — Ah! gM^iasí  señoraT^taciasT  ¿Esta- 
mos seguios?.;.,  ¿no  cori^o-wiihgtm  peli- 
gro?. ...   la  comprometo  á  V^H-. .'.    ' 

— Y  qué  has    de  comprometer,  hombre, 
¿ahora  salimos  con  que    m 
una  señora?  No  te  creiá . 
vista. 

— Pero  ¿dónde  estamos? 

— En  mi  casa.  ...   en  Jal 


o  por 

i  íi^to  de 


¡Confusiones  propias  de  la -plaza  1 

Los  que  van  con  buen  fin  suelen  encon- 
trar señoras  amables,  y,  en,  cambio,  hay 
niñas  que  sin  saberlo,  se  están  encamotando 
con  Pepito,  el  de  los.  madapolanes,,  que  es 
un  bribón  de  siete  suelas. 

¡Cuidado  niñas! 

Si  abusáis  de  la  plaza  %n  Martin  quien 
sabe  á  donde  iréis  á  parar.    ,. 

Pero  id,  id  á  la  plaza,  que  allí  os  esperan 
las  mas  dulces  emociones;  y  las  mas  alegres 
polkas.    Baratura  y  ventilación. 

Y  esta  es  muy   conveniente  ahora. 


Quiso  ciencia  y  la  halló.     Quiso  fortuna 

Y  ha  llegado  á  ser  rico. 

Quiso  poder  y  autoridad,  en  suna^, 

Y  también  la  ha  tenido.       -       '"    - 
Ambicionó  el  talento  que  deslumhra 

Y  alcanzó  sus  designios.       ';  * : 
Hasta  el  amor,  en  sus  arteras  luchas 
Se  le  mostró  rendido. 

Lo  que  jamás  logró,  fué  la  ventura 

Y  leales   amigos. 

M.   Bahamonde. 


s» 


EL   CASCABEL 


a:  rr isf^  SEÑORA 


Señora :  Con  emoción 
He  visto  el  Cristo  de  plata 

-;;  Que  lleva  usté,  y  que  delata 
Su  sincera  devoción. 
Sobre  la  curva  valiente 
De  su  pecho  cincelado 
Y   de   un  hili»o   rosado 
Se  encuentra  el  Cristo  pendiente, 
Que  aunque  reposa  tranquilo 
Eli  lecho    de  nieve  y^osa, 
Cristo,  por  mas  que  reposa, 
£síd  pendiente  de    un    hilo. 
Yo  al  instante  en  que  le  vi 
De  tal  modo  me  turbé 
Que  no  sé  sí  le  envidié, 
O  si  le  compadecí. 
— Entre  dolores   profundos 
-^Pensaba— Cristo  no  ha  muerto, 
Puesto  que  ahora  he  descubierto 
Que  aun  anda  por  esos  mundos. 
No  sufre,   por  el   contrario 
¡Cuántos  no  le  envidiarianl 
¡Y   cuántos   no  morirían 
En   ese   mismo   calvariol 
Al  verle  rasgóse  el  velo 

'■   Conque  cegaba   mi  fé 
Ahora  creo    porque    sé 
Que  Cristo  se  halla  en  el  cielo 

'     jQuien  después  de  los   digustos 
Que  la  vida    nos  depara, 
Reposo  cual    Cristo,   hallara 
Eú  el  seno  de  los   justosl 
(Que  no  se  haga  el    ofendido 


Su   esposo  de  usté  señora,         { 
Pue&to  que  recuerdo  ahora 
Que  es  un  Justo  su  marido.         ' 

Y  que  no  lo  tome   á  mal, 

Y  comprenda  mi  intención: 
Pues  no  hay  premeditación  ' 
Al  emplear  el    plural) 

Si  la  imagen  me  arrebata 

Y  le  miro  embelesado 

Es  porque  ahora  he  recordado: 
— ¡Ojo  al  Cristo  que  es  de  platal 
A  su  pudor  no  hago  ultrage 
Mirándole  cuanto  quiero 
¡Veo  á   Cristo  en   el  maderol 

Y  algún  trozo   del  paisaje ...       ' 
Vuelve  á  la  memoria   mia 

La  Pasión  del  Salvador  .^-1 

Y  creo  ver  del  Señor  ^-j-. 
La  congojosa  agonía    ^' 

De  su  suplicio  cruento  " 

El  recuerdo  me  hace  daño. 
¿Fuera  en  mi  nada  de  extraño 
Ahora  un    apasionamiento?.... 

Si  El  con  su  divina  luz 
Su  pecho  de  usté  bendice 
No  olvide  usté  que  se  dice: 
« El  diablo  tras  de  la  cruz » 

Y  añadir  es   por   demás 
Que  si  Vd.  el    diablo  fuera 
Yo  en  il  instante  quisiera 
¡Entregarme  á   Satanásl 

Luis    Garda. 


L-A.    IS^UJER 


MAS     DEFINICIONES      CIENTÍFICAS 


Medicina— hSi  mujeres  una 
pildora  dorada,  muy  amarga 
en  su  interior. 

Cirugía — La  mujer  es  el  bis- 
turí del  corazón,  manejado 
con  poca  pericia  y  mucha 
crueldad. 

Botánica — La  mujeres  una 
planta  hermosa,  cuyo  aroma 
da  vida,  pero  cuyo'  jugo  es 
venenoso. 

Zoología— hñ  mujer  es  un 
bípedo  lindo,  pero  indomes- 
ticable. 

Mineralogía —Lñ  mujer   e* 


una  piedra  falsa,  de  brillantes 
reflejos. 

Geología — La  mujer  e<  el 
fueg-o  oculto  que  alimenta  el 
Universo,  pero  cuyas  erupcio- 
nes son  mas  terribles  que  las 
volcánicas. 

Geografía— hs.  mujer  es  un 
rio  que,  como  el  Niágara,  nos 
asusta  y   nos  atrae. 

Astronomía — La  mujer  es 
un  astro,  rodeado  como  Sa- 
turno, de  un  anillo  de  oro, 
que  gira  en  una  órbita  muy 
limitada. 


Gramática— hSi  mujer  es  un 
articulo  indeflnjdo,  que  nece- 
sita estar  unido''  á  un  nombre 
masculino  para  significar  al- 
go. 

Literatura  —  La  mujer  es 
una  paradoja  rarísima,  pero 
de  muy  buen  gusto. 

Lógica — La  mujer  es  un  so- 
fisma difícil  de  entenderse  y 
mas  de  refutarse. 

Ética— La  mujer  es  un  ar- 
gumento apetecible  á  favor 
del  comunismo. 


KL    CASCABEL  53 


IMPRESIONES 

O        ^  .:...   ...     ... 

JL  A  AY  personas  sumamente  impresionables. 

Se  enamoran^de  esto,  ó  de  lo  de  más  allá,  solo  por  que  un  detalleiles  causa  impresión. 
Conozco,  y  trato  con  las  reservas  del  caso,   á   una  señora  completamente-:  viuda  de  un 

coronel. 

— ¿A  que  no  sabe  V.  porqué  me  casé  con^ Segundo?  =<  ^ 

—  Tom.i!'  Porque  le  parecería  el  primero 'entre    los  simpáticos.  ,f  . 

—Si  pero  no.  fué  por  esto.     Como  ser   simpático,  lo  era;  aunque  en    verano  sejle  poma 

el  cutis  colorado  como   las  .fresas perol  ¿tenia  un nunca  dirá  Vd.  lo,  que^^más  me 

gustaba  de  mi  difunto  esposo. 

—Señora,  yo francamente nadie  mejor   que  V.  sabrá  eso! 

—Pues  el  bigote.     jAh  qué  bigote  el  suyo!     Qué  espeso,  y  que  guías  tan  largas!  Verlo, 
y  'enamorarme   de   él ...  . 
' — ¿Del  bigote? 

— De  Segundo,  hombre,  pejo  el  bigote  fué  lo  primero  que  me  impresionó. 

— Vamos,  Segundo  fué   cosa    secund.iria. 

—Hasta  cierto  punto  sí,  señor.     Afeite  V.  á  Segundo 

— Señora! 

—Es  un  decir;  y  Segundo  pierde  su  encanto.  Ay!  Aun  me  parece  sentir  el  cosqui- 
lleo de  aquellas  afiladas  puntas. 

— Señora, ..  .repare  que   está  V.   hablando  con  un   joven  soltero. 

— Ah,  es  cierto.  Perdone  V.,  en  hablando  del  difunto,  al  recordar  su  bigote,  lloro  de 
rabia.     ¡Adiós! 

Es  bueno  advertir  que  la  viuda  de  Segundo,  según  murmuran  los  vecinos,  está  en 
relaciones  con    un   barbi-lampiño  ■ 

Justo  castigo   á  su  perversidad!! 

Los  hombres  somos  también  impresionables.  ' 

Ya  lo  creo!   ... 

Quien  se  derrite  por  las  gordas  y  quien  engorda  pensando  en  las  flacas.  Este,  está 
por  las  altas  y  el  otro  por  las  bajas  y  así  sucesivamente.  Una  pierna  torneada  saca  de 
sus  casillas  á  mas  de'  cuatro  que,  poniendo  en  práctica  lo  de  adorar  el  santo  por  la  peana, 
una  vez  -vista  esta  ya  no  reparan  en  nada  más,  y  se  casan  con  la  dueña  de  las  tornea- 
das piernas  cargando   con    el  santo   y  la  limosna. 

Caso  patológico  de  amor  bajo. 

O  de  amor  á  los   bajos. 

Otros   se  remontan   más  y  se  fijan  en  el  cuerpo. 

Otros  tienen  la  impresionabilidad  mas  elevada  y  solo  se  rinden  á  una  cara  bonita,  á  unos 
ojos  espresivos  ó   á  una  boca   menuda. 

Una  amiga   me   confesó  que  tenia  un  novio  prendado  de  su  nariz.  ^ 

— Mas   vale    prendado  que    prendido! 

— Si  pero  llega  á  marearme.  Todos  los  requiebros  son  para  mi  nariz,  todos,  los  cui- 
dados para  ella,  las  miradas  mas  tiernas  á  mi  órgano  nasal  van  dirigidas,  y  en  una 
palabra,  empiezo  á  tener  celos  de  mis    narices. 

Caso  raro,     pero  que  tiene  remedio.     Procure  V.  estar   resfriada  con  frecuencia.... 

¡Cuántos  muchachos  han  salido  de  la  oscuridad  en  que  yacian  solo  por  haber  causado  im- 
presión   á  una   niña  de  esas  que   tienen    una  fortuna  capaz  de  impresionar  á  cualquiera! 

López  es  uno  de  tantos  Antes  le  vestíamos  entre  tres  ó  cuatro  amigos,  y  ahora  anda 
por  ahí  tan  tieso  y   paquete,  sin  saludar   á  nadie.... 

¡Todo  lo  debe  á  un  lunar   con   mas  pelos  que  la    cabeza  de  un  compadrito   melenudo!.  . 

A  mí  francamente,  también  me  atraen  ciertos  detalles;  unas  veces  estoy  por  las  rubias 
«  otras  por  las  morenas . , .  .que  sé    yó! 

^  Pero  no  me  dejo  engañar,  porque  las  apariencias  engañan.  A  veces  la  blanca  mano 
que  solicitáis  se  convierte  en  garra  de  fiera  y  aquel  pié  que  os  enamoró,  y  trastornó 
vuestra  cabeza,   es   un   criadero   de    callos  .... 

¡Misterios  impenetrables! 

No  detallemos  mucho  que  es  lo  mejor;  busque  mos  conjuntos  armónicos  y  así  no  corre- 
mos el  albur  de  aquel  que  casó  con  una  niña,  fuertemente  impresionado  por  la  frente 
pura  y  tersa  de  la  misma,    y   que  luego  le  adornó  la    suya  de  un  modo  que.... 

jAquella  si  que  fué  impresión  . . . .  | 

Andrés  Soltr. 


54 


KL   CASCABEL 


BÓrETOS  pofeííd 


s 


¡i  ■■-::.■■': 


EL   BASURERO 


El  basurero  no  es  wxx  hombre:  es  una 
trinidad  formada  por  un  carro  sucio,  dos  ca- 
ballos sucios  y  éticos  y  un  individuo,  por 
lo  general  gallego,  ó  napolitano,  skio  tam- 
bién (K>mo  el,  cfrro  y  los  caballos. 

En  la  calle  marchan  en  el  orden  en  que 
les  descfibinKís  y  ligados  entre  sí  por  un 
vínculo  ifilQ^fe  basura. 


?i?ld&tí 


*' « 


Por  Ú  vereda  va  un  hombre  con  una  ca-^ 
misa  cuyo  colores  imposible  averiguar,  sin 
usar  para  ello  de  medios  aún  desconocidos 
en  la  (^uími.-ia  moderna  y  con  un  pantalón 
que  al  primer  golpe  de  vista  parece  conti- 
nuación de  la  pamisa,  pero  que,  fijándose 
bien,  se  ve  que  se  halla  unido  á  ella  por 
una  faja^  que  habiendo  sido  celeste  ha  llega- 
do á  ser  igual  á  las  prendas  que  une. 

Este  mon^oncito  de  trapos  sucios,  es  co-    ' 
roñado  por  un  sombrero  ex-chambergo,  que    i 
no  se  abochorna  de  la  compañía  y  que  aun    i 
es  capaz  de  mostrar  en  el    íado  derecho,  la    ¡ 
huell.-i  que  je  han  impreso  con  su  contacto 
los  aseados  cajones  que  se  usan  en  Buenos 
Aires  para   los  desperdicios -y   se    asienta 
sobre  un  par  de   botas  que  son  una  verda- 
dera maravilla.  I 
Averiguar  el   cuero    de   que  fueron    he-    ■ 
chas,  la  fecha,  el  artifice   que    las    modeló   i 
con  su  martillo  y  el  color  primitivo  que    tu-    i 
vieron,  es  un  problema   tan  difícil  de  resol- 
ver,  como  el  de  vivir  sin   comer  que  yo  y 
algunos  d(5  mis  colegas,    hoy    gordos  y  re- 
chonchos, tuvimos  planteado    varios  años  y 
que  al  fin  dejamos  sin  solución. 

Uno  dé  estos  colegas   que  vivió  en  la  ve- 
cindad de  una  de  estas  botas,  me  decia  va-    '' 
rios  años  después  y  temblando  aun  de  miedo 
al  recordar  las  proezas  de  sus  vecinas: 

—Esas  botas  harán  mi  fortuna  cuando  \ 
venga  la  guerra  con  el  Brasil:  yo  le  vende-  i 
ré  al  gobiertio  el  secreto  de  deshacerse  por 
medio  de  ellas,  de  los  enemigos  de  la  pa- 
tria. Gr4l^te^.^4|>^\>asureros  serán  los 
sansones  argéml^í^^Aiuizás  me  levanten 
una  estátua^J 

El  futuro  agradecido  de  mi  colega  es  una 


páqúiná  qiié  gft ta  surta!  surero!  como  avi- 

i   sando  que  llega,  guiña  el  ojo  á  las  sirvienti- 

tas  que  lo  esperan  ó  les  hace  fogo^s  decla- 

:    raciones  de  amor,  indica  con  un    pei^ueño 

gruñido  á  los  caballos  que  lo  siguen  cuando 

'   deben  tirar  ó  detenerse,  levantacajoneSj  los 

vuelca  y  vuelve  á  dejarlos  en  la  verifda. 

Y  no  se  turba  en  su  tarea  y  "mira  todo: 
las  sirvientitas,  la  gente  que  pasa,  y  los  obje- 
tos que  contiene  cada  cajón  para  ver  cuá- 
les puede  recojer  para  sí  y  vehderkjs  con 
provecho!  > 

* 

Le  siguen  los  caballos,  los  bichos  mas 
desgraciados  que  parece  tener  la  creación: 
yo  creo  que  entre  la. raza  caballuna,  perte- 
necer á  un  basurero  debe  ser  algo  así  como 
la  espresion  mas  acabada  de  la  mala  es- 
trella.       ;    "\  ■'  •;   ■^'  ''  ■'-   '"' 

Se  les  vé  embarrados  hasta  el  colmo  y 
llevando  colgajos  de  basura  por  todos  la- 
dos,  flacos,  resfriados,  enfermos. 

Casi  todos  esos  caballos  padecen  de  ma- 
nía de  las  comidas:  sueñan  con  banquetes 
de  alfalfa,  con  toneladas  de  maiz  ámatillito 
y  fragante,  con  torrentes  de  agua  cíafa  co- 
mo la  que  bebieron  "en  sus  tiempos  cuando 
se  les  apreciaba  por  la  esbeltez  ds  su  es- 
tampa y  cuando  aun  no  se  hablan  desgrana- 
do: es  ¿)or  esto,  bajo  él  acicate  de  esta  ma- 


Como  se  repita,  [haré  un  escarmien- 
to! Bueno  es  que  vayas  á  entregar  la  ropa, 
cuando  esté  lista. 

Pero  ten  entendido  que  solo  has  de  entre- 
gar la  ropa,  eh?     ^ 


EL    CASCABEL 


S'5 


nía,  que  de  repente  se  les  vé  trotar  con 
premuFa^^opio  deseosos  de  alcanzar|el  sueño 
que  lostr^fóslumbra. 

Hay  quien  asegura  que  han  existido  ca- 
ballos de  estos, -.que,  escapando  al  influjo 
de  su  manía  por  un  momento,  se  han  sui- 
cidado, ai  ver  su  humilde   condición. 

Sus  almas  estarán   á  estas  horas  ardiendo 
por  haber  ofendido  ^á.  Dios  yá   la  sociedad 
y  por  no  haber  tenido  valor  para  soportar   : 
las  desgracias  de  la  vida! 

Las  indicamos  á  los  rezos  de  las  perso- 
nas piadosas.  i 

*  i 

Y  el  final  de  la  trinidad  es   el   carro:  un    , 
digno  pendant  de  las  botas  del  conductor.    , 

Es  un  armatoste  chillón,  tormento  de  dor-    ; 
railones  y  gran  moledor  de  adoquines,  que   ! 
sin  embargo  impide  en  algo  que  nuestra  su- 
cia ciudad  lo  sea  en  grado  superlativo,  ó  lle- 
gue, siquiera  á  parecerse  á  su  interior  don- 
de se  confunden  y  se  dan  un  beso  una  cola 
de    pejerrey  y   un  ramo   de  violetas  secas, 
que  quizás    presenció    un  idilio  ó  asistió  á 
una  de  esas  peleitas  que  uno  tiene  con    su 
novia   á   fin  de  poder  gozar  las  dulzuras  de    , 
una  reconciliación.  ' 

Fray  Mocho.  \ 


VIEJA    VERDK 

A  doña  Francisca   Abad 
Viuda  de  Ricardo  Mocho; 
En  la  calle  de  Piedad 
Número  setenta  y  ocho 

Ciudad. 
Mi  muy  querida  señora: 
Su  carta  ayer  recibí, 
Y  hasta  maldigo  la  hora; 
Pues  por  ella  comprendí 

Que  me  adora. 
Señora,  usted  muy  tocada 
Debe  estar  de  la  razón; 
Porque  no  me  pide  nadal 
Que  le  entregue  el  corazón....! 

¡Que  bobadal 
Que  "me  ama  con  locura, 
Que  se  matará  al  instante 
Si  la  desprecio.    Cordura. 
Le  hace  falta  en  semejante 

Chifiadura, 


:;  \  '•■ 


Que  sangre  de  gran  valia 
Por  todas  sus  venas  croza," 
Pues  sepa,  señora  mia 
Que  ^mbieh'^  ¿l<':bioro  Muza 

la  tenia. 

Y  aunque  yo  noble  no  soy 
Ni  de  rancios  pergaminos;      í; 
Por  su  sangría  no  estofs  '-- 
Ni  me  importan  dos  cominos  - 

'  hby  por  hoy. 

Qué  tiene  mucho  dinero, 
Casas,  terrenos ...  .la  marí 

Y  que  me  hará  su  heredero... 
Aunque  se  canse  de  hablar 

No  la  quiero. 
Por  mas  que  una  piropiedad, 
Dos  terrenos  en~  Felgfano, 
Otra  casa  en   la   ciudad .... 
No  es  malo. . . .  pero  sil  mano 

¡Caridadl 
S  ;ñora,  si  le  es  igual, 
Ponga  á  su   cariño  tasa, 

Y  en  cambio,  por  este  mal 
Me  regala  usté  una  casa 

¿Eh  que  tal? 
Pero  sus  cartas  son  cero 
¡Por  las  viejas  no  me  crispo! 
Si  su  amor  es  verdadero .... 
Se  las  manda  al  arzobispo 

Que  es  soltero, 
Ya  su  amor  no  vá   conmigo: 
Toda  vieja  verde ....  reza, 
Es  un  consejo   de  amigo 
Doña  Paca,   con  franqueza 

se  lo  digo. 
Pero  si  usted   altanera, 
A  su  amor  no    pone  tasa 

Y  aun  por  un  marido  espera .... 
Se  va  usté  al  diablo  y  se  casa 

con  Gragera. 

Y  basta  por  hoy  señora 
Arroje  de  si  ese  amor  t. 
Que  la  cAi^á  en   mala  hora,'* 
Soy   su  atento  servidor 


Pedro  Mora. 


A  mi  edad  un  mate  caliente 
Ble  sienta  perfeetaniente. 


Si  lio  es  dulce  no  lo   tomo. 


mt^m*  '■' 


A  mi  me  re[)Uji>:na  por  qne  hay  bocas  tan  iles- 
cnidadas  . . . ! 


A  mi  me  gusta  tomarlo  asi. 


,  -■--."  '^  ^^r  '..^^■■^■•'y'^Tf-  f^sy-,x-^.í-- 


Me  pasu  con  el  mate  lo  que  cou  las  iñu- 
des.    Me  gusta  de  cualquier  modo. 


Ah!.  ..¡¡el  cimarrón! 


Mate? ....  tontería;  un  buen  \  aüo  de 
eafé  con  mucha  leche  y  mucho  pan. 
Esto  es'  sólido. 


La  que  toma  mate  en  taza. 


58 


EL   CASCABEL 


Una  cosa  es  predicar. . . 


•'í'h 


A  su  servicio  tenia 
D.  Pedro  de  la   Hinojosa 
Una  muchacha  preciosa 
Que  se  llamaba   Maria. 
Chica  de  ojos    seductores 
De  formas  muy  regulares, 
Con  un  pié  y  unos  andares 
De  esos  arrebatadores. 

Cierto  dia  convidado 
A  su  casa  aquel   señor 
Llevó  á  un  gordo  y  colorado 
Cura,  que  era  el  confesor. 
Quien  en  comer  con  ahinco 
Su  atención  iba  poniendo, 
Cuando  á  la  muchacha  viendo 
En  la  silla  pegó  un  brinco 
— ¡Vos  que  odiáis  el  matrimonio 
Dijo  con  acento  airado. 

Y  al  fin  os  han  subyugado 
Tentaciones  del  demoniol 
¡No  quiefo   escusas  odiosasl 
En  tal   edad  y  tal   ^ha 
Os  despierta  la    muchacha 
Ideas  pecaminosas. 

— ¡Oh  padre  no  penséis  tall  — 
— ¡Basta,  que  con  tal  acción 
Hollasteis  la  religión 
La  decencia  y   la  moral — 

Y  el  padre  tan  bien  habló 
Estuvo  tan   elocuente 

Que  á   la  mañana  siguiente 
La  chica  de  allí  salió. 


JI 


;v 


A    su  paíer  t>.  Yetíttifk 

D,  Pedro  visitó  un  tlia  = 

Y    halló  á  la  misma  Maria 

'■4  f  ' " 

Sirviendo  de    ama  del  cura.  " 
-'».   Garrido. 


>''S>t^ 


POLITEAMA- «Cavalle- 
ria  Rusticana»  por  la  com- 
pañía Tombal  decia  el  público  asombradp.-Trr 
será  broma?     Y  no  fué  broma,  no  señores. 

La  compañía  alegre,  que  campa  por  sus 
respetos,  y  que  está  en  su  casa,  como  quién 
dice,  en  el  Vaudeville,  hizo  un  brusco  cam- 
bio de  frente  y  se  entró  en  los  dominios  de 
lo  serio,  resultando  de  esta  intromisión  una 
cCavalleria  Rusticana»  aceptable,  y  tenien- 
do en  cuenta  que  los  artistas  no  estaban  en 
su  terreno,  y  la  baratura  de  precios  ñjados 
á  las  localidades,  mas  que  aceptable  fué 
buena. 

La  Bonazo  fué  la  heroína  de  la  noche. 

Las  demás  artistas  hicieron  cuanto  pudie- 
ron. 

La  orquesta  deshizo  lo  que    pudo   ,..y 
á  Tomba  Dios  le  tenga  en  cuenta  sus  bue-  ;" 
nos  deseos,  y  le  guarde  de  nuevas  correrías 
en  terrenos  vedados  para  su  bulliciosa  iroupe. 


COMEDIA — Tenemos  «demonio»  para 
mucho  tiempo. 

Ha  pasado  lo  que  hablamos  previsto.  El 
público  aplaude  sin  reservas  la  bella  música 
de  Chapí  y  le  ha  tomado  gusto  á  la  obra, 
cosa  que  debió  haber  hecho  desde  „la  pri- 
mera representación.  'f  > 

Gil,  Campos,  la  Tomás,  todos  en  uña  pa^ 
labra,  desempeñan  la  obra  con  cariño,  en 
especial  el  primero  que  hace  de  un  modo 
i   acabado, el   papel  de  Nicomedes. 


EL  CASCABEL" 


59 


Al   cerrar  esta  sección  vemos  anunciado 
el  estreno  de    «La  verdad   desnuda». 
Hablaremos  de    ella. 


PASATIEMPO— «El  mismo  demonio?, 
«El  Monaguillo»,  «Charito»,  alternando  con 
obras   conocidas  "y  bailes. 

Por  cierto  que  «El  misrao-demonio^*  re- 
sultó algo  flojillo  en  este  teatro. 

En  «Chanto»,  obtiene  grandes  aplausos 
la  Millanes,  sobre  todo  cuando  intercala 
trozos  flamencos,  jotas ....  etc.  ' 

Una  cosa  llama  .  la  atención  al  piU)ticp 
del  Pasatk^o,  y^  es  I9,  afición  qué;g|le- 
muestra  éíí  l¡éíila'^yk.¿ib|os}QÍ'  á  vestiril  de 
bailarina.  Nada  nay*  rnásir|flíqu^  que  un 
hombre  haciendo  piruetas,^  péro^andoi|^é 
hombre  se  viste  de  mujer,  luce  escot^  if^ 
nos  de  sinuosidades,  y  hace  alarde  dé  uór; 
gusto  depravado  en  sus  gestos  y  actitudes,' 
no  libres,  sino  puercas,  el  espectáculo  es 
repugnante  y  digno  ,ie  una  aldea  de  último 
orden. ''''''  "  -      -=■'?  '   '    -         ■  • 


TEATRO  NACIONAL —  Ante  escasa 
concurrencia  tj;abaja  la  aceptable  compañia 
que  actúa  en  el  coliceo  de  la  calle  Florida 

El  repertorio  es  conocido,  por  ser  el  mis. 
mo  de  todos  los  teatros  que  funcionan  por 
secciones,  ^r 

Anunciase  el  estreno  de  algunas  obras 
nuevas,  que  indudablemente  atraerán  pú- 
blico. 

Allá  veremos. 


ALHAMBR A  — Funciones  para  las  fami- 
lias del  barrio.  Repertorio  grande  y  chico* 
Artistas  muy  conocidos  en  sus  casa's,  capi- 
taneados por  el   primer    tenor   Sr.  Tapias. 

Pariiquin. 


'  Y 


/- 


1-" 


Solo  hemoss  reservado  unos  ejemplares  pa- 
ra los  lectoresiquecptíérSLn  SMscribirseJj  íU: 

Con  que  ya  lo  saben  Vds. 

Ahí  y  muchas  gracias  por  lo  de  lo  edición 
que  Vds.  han  consumido. 


-^«H^' 


El  tercer  núiiiero  de  Ei^  Cascabel  está  ago- 
lado. 


Las  bellezas  residente;*/!»  "a^W  del  Plata, 
encuentran  ridú-ula  la  nioda  q^é  han  adop- 
do  los  niños  de  la  crema,  al  usal?  faja  en  vez 

de  chaleco,  \..._J:^'- 

Dicen  que  parecen  toreros; 
¡  Pues  si   es  el  traje  iriáícadol 
Porque  para  lidiar  con  algunas....! 

—Papá,   siempre  estoy  leyendo: 
«Enfermedades  secreta$.)v     í 

¿Cuáles  son?     "  ■  .       J      \_ 

-     —Ello  lOídicg      I  ,  » 
las  que  no  se'TOiiíTrtftéstání-     7  -^ 
_Pues,   iy    cóinolas  conocen? 
—Hija  luia,  por  sospechas. 

Un  colega  se  muestra  escandaliyado  porque, 
según  dice,  en  Mar  del  Plata,  al  rededor  de 
ja  ruleta,  pierden  fuertes  sumas,  altos  em- 
pleados nacionales.   .. 

Anda  tonto,  que  por  lo  que  les  cuestan  de 
ganar.... podríamos  decir,  parodiando  á  un 
personaje   de  una  zarzuela  muy  conocida. 

Viene  en  la  carta  un  retrato, 

y  un  rizo  de  sus  cabellos 

Pero,  señor,  jsi  ella  es  rubia,     ■ 
(iómo  envia  pelo  negro? 
jDe  dónde,  de  quien  y   cómo?  •  •     , 
¿Será  un  cambio  de  correos? 

Nuestro  querido  intendente  municipal  fué 
á  Belgrano  y  adoptó  varias    disposiciones. 

Creemos  que  también  adoptaría  precaucio- 
nes. 

Por  que ¡coíi  estas  calles  tan  bien  em- 
pedradas—  I  ■., 

Señor  Director  de  Correos   i/  Telégrafos. 

V.  que  es  una  buena  persona,  podría  hacer 
algo  en  pro  de  El  Cascabel? 

No  crea  que  le  pido  una  subvención,  no. 

Lo  que  le  suplico  es  que  los  carteros  cum- 
plan con  su  deber,  y  no  me  caloteen  perió- 
dicos. 

Mire  V  que  luego  los  suscritores  no  paga- 
rán, con  mucha  razón  por  cierto. 

Conque. . .  .¿hará  .  V.  algo?  ¿avisará  á  quien 
(corresponda? 

¡Dios  lo  hagal 


6o 


EL   CASCABEL 


¿CONSPIRACIÓN  I 


Cada  dia  á  la  misma  hora    entra 
seguida    de   uno.     ;Coiispimrán? 


una  Esté  V.   alerta.    Yo  me  encargo  de  él 

y  V.  de   ella.  | 


Vea,   él  entra. 


Ya  sale.    Le  seguiré. 


...:,. '- 

1           -*  nvi  l^  ■ 

ii]li!P|ÍÍíP|lH'pi!'^' 

ttm^. 

f*P| 

Señora 

dése  'V 

'.  presa  por  eonspi- 

¡Por  conspirar   he  dicho! 
— Bueno  pnes  he  conspirado  con  aquel, 
pero  no  sabia  que  á  eso  le  llamaban  conspir9'' 


XL  CASCABKL 


6l 


LA  TEMPERATURA 


f  :    \ 


'hJi- 


Me  saca  de  mis   casillas 

Cuando  salgo  de  paseo 
—El  mirar  de    las  chiquillas 
La  figura  y   el   meneo 
El  garbo  y  las  pantotrillas. 
í^^^Oiga  V.  niña  hechicera    , 
C,  ^  -TfSe  le  ocurre  alguna  cosa? 
V'^  Si/  vamos  donde  V.  quiera.  ^ 
'^r-^o,    que  mi   tia  roe  espera 

0-"^a    V....  ;      ';, 

.:^     ÍÍ-i^¿A   mí?  ^     •^-•:- 

'~^  J'\  ^.í-^A  %sté  la  fosal 

Debeifli^s.  .advertir  á  Eí  Nacional,  que  la 
circular  que  publica  en  la  sección  «gentes 
y  cosas»  del  dia  23,  es  original  de  Campu- 
zano,  colaborador  de  El  Cascabel,  y  que 
por  lo  tanto  está  muy  mal  hecho  eso  de 
apropiársela  como  cosa  suya  sin  hacer  cons- 
tar de  donde  la  tomó. 
;  No  nos  importa  que  se  copien,  artículos 
y  poesias  de  El  Cascabel:  prueba  ello  la 
bonda  de  unos  y  otras. 

Pero  de  una  trascripción  á  un,  rapto  hay 
diferencia.  .       ,    ' 

Y  Ei  Nacional   es  un  rap(o'K,.-.l       ■ 

Que  conste.  '  \ 

¡Oh  prodigios  de  la  industria! 
Ahora  resulta,  según  leemos  en  un  diario, 
ique  los  señores  Martínez  han  inaugurado  un 
establecimiento   para  la   elaboración  de  cis- 
ms  y  adornos  de  varias  clases. 


Elaborar  cisnesl 

Es   lo  que    faltaba. 
i    ¿Qaé  harán  Ibs  cisnes    al  ver  usurpadas 
sus  funciones? 

Tiene  la  palabra  el  Dr.   Albarracin. 


—¿Mi 


/ti.  ■ .-        "t^SÍ! 

cbüíesion  no   te 


— Exentp  estoy    de  zozol__ 
-^^  que    tu  mujer    te  fapíij;- 
^.^— Mejor  sé   yo  que  rae  m^f*    j 

^■*í  1        j  1-      --:f---T    # 

:  -lln  cura  de    mucha  cii^cia     - 

A  un  bandido  preguntaba, 

h  •'  Vi.' 

'     Como  era  que  no  escuchaba    ^ 

I     Las  voces  de  la  conciencia. 

V     ;LaSk  voces? — dijo  el  bandido-^ 

^J    ^  vjáítíto  os  dais  cuenta?¿í*^|^ine  doy 

~     Pero  |ayl  padre,  que  yo  soy    i 

Poco  aficionado  al  ruido. 

Los  Estado-Unidos  ha  construido  el    pri- 
mer cañofi  ^iBontaña. 

Todo  di  él  aióaericano. 
.    En  cam^j^pM  la  Argentina,   y   eo  los 
talleres  del^^warz  se  ha  construido  la  pri- 
mera trilladora  criolla.,    es  decir  del  pais. 

La  cosa  jsesiil^  glfaciosa.  ^ff?;  -  \  \-i^ 

Parece  <i^  los  americanos  "del  norte  lo 
sean  del   su(i  y  vice-versa'.  ' 

Con  trilladoras  y  no  con  cañones,  es  que 
el  pais  llegará   á  prosperar. 

No  les  parece  ,á  Vds.?  v  /  '■, 

Y,  que   Levalle  perdonel 

Sedujo   Luis  á  Pascuala, 
esposa  de  un  general, 
y  éste   le  sopló  una  bala; 
que  siempre  ha  sido   fatal 
un   toque  de  generala. 


ífcit' 


GORRESPONDENCI  A. 


^'M. 


^%  . 


P.  Pito— Pues no  convide* 

P.  DE  LA  Torre— Si  se  sus.ca^ibe  •  V.  bien. 
Porque  J3^  de  saber  que  del  'tercer  número 
solo  quedan  unos  pocos,  qué  no  vendemos 
sueltos. 

Apeles— Sus  dibujos  no  son  nialos.  Pase 
porla  redacción  y  hablaremos. 

Lector— Repetimos  To  mismo  quezal  señor 
déla  Torre.  \-:^ 

K.  D.  T.— vombre,  ¡déjeme  V^.  enfíaz! 

HoMOBONO  Rebolledo— Es  V.  muy  razona- 
ble. ¡Ojalá  K-D-T.  lo  fuera 'tanto!  Su  articulo 
esta  aguardando  turno  para  publicarse. 


é2 


u.  Cascabel 


n 


? ;  Paco  Mora.— Hoy  lo   publico.,  lylan4*!V.  la 
firma  para  lo  sucesivo.  'i  jri 

Athos— Con  el  calor  de  aquel  día 
calor  que  abrasada 
contento  la  abrazaba 
sin  que  me  viese  su  buena  tia. 

Pues  mire  V.^  sila  tia  le  vé  le  rompe  una 
clavícula,  con  razón  por   cierto. 

Cronist.a— Dejemos  en  })az  á  Mitre,  si  V. 
gusta. 

J.  DE  LA  Cruz  Alt.\  -Ya  estoy  mareado  con 
tanto  instantáneo.  jQué  le  importa  al  pais  que 
aquel  señor  aea,  asi  ó  asá?  ..>-.. 

Saltamqnteís— Es  muy  inocenlel 

.) UNO— «Y  tú,    hermosa,    que   hacéis » 

Esto  es  un  macana:;o  de  los  gordos. 

Amigo  -  Por  mucho  que  lo  sea  no  puedo  ser- 
virlo. No  hay  ni  uno:  se  agotó  completamente 
a  edición»     .   .- 

P.  López— iSuscribiéndose?  Ya  lo  creo,  si 
señor. 

A.  Simón— No  devuelvo  ni  un  original.  Va- 
liente trabajó  me  quiere  V.  dar. 

E.  G-— Aprovecharé  algo. 

Quedan  muchas  cartas  sin  contestar. 


i\x  mmmmi  de^camisasenurepüblica 

Los  ncredilndos  camiseros  Margal^jp,  Morales  y 
Ca.  cüLupiten  ventajosamente  con  los  de  mas  fa- 
ma en  Europa.  Especialidan|eii  trabajp  fino  sobre 
medida  y  noolvideel  púbrico  que  la  protección 
hoy  á  la  industria  nacional  le  rffJyrtaráAip  80  0|0 
de  economía.  "    T        ^, . 


Mjiniiftnírip.i.r?  5 


AVISOS 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTINO  ILUSTRADO 

REDACCIÓN  Y  ADMINISTRACCION 
^89-Ai:.SlAA-4tH» 

SUSCRICION. 


Capital  tres  meses. 
Número  Jl  ÍE^rrien  te . 


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aflojar.se  al  gusto  de  la  persona  que  lo  use. 
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servativo  de  los  insecto.s,  y  tiene  la  ventaia  á 
los  armados  de  hierro,  que  es  manejable  y 
elegante. 

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de  este  acreditado  colchón,  solo  garantimos 
ios  que  llevan  el  nombre  de  la  casa  en  una 
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64 


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Se  previene  al  público  que  la  famarcia  esta- 
blecida en  la  calle  Bivadavia,  que  fué  anterior- 
mente  de  don  GUILLERMO  A.  CRAÍfWBLL,  se 
vendió  a  D.  Diggo  Sproat,  quien  no  es  farma- 
céutico, de  modo  quo  dicha  farmacia  no  es  y:i 
de  CKANWELL  sino  de  Sproat. 

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que  existe  en  Buenos  Aires  está  situada  en  la  calle 


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{^España)  en  1881 

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Exportación  de  frutos  del  país,  importación  de 
productos  españoles  en  general. 

Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capitales 
de  España  con  beneficio  para  el  tomador.  Se  dati 
giros  sobre  los   pueblos,   también  con  beneficio. 

Horas  de  despacho:  los  dias  hábiles  de  9a.  m. 
á  6  p.  m.  Los  dias   festivos  de  9  á  12   m. 

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mes  para  Santa  Cruz  de   Tenerife,  Cádiz,  Barce 
lona  y  Marsella,  admitiendo   carga    y  pasajercs,. 
asi  como  para  Vigo,  Coruña,    Santander,  Bilbao 
y  demás  puntos  importantes  de  España. 

Por  mas  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus  agen- 
tes: Antonio  López  y  Ca.,  calle  Aisina  750. 

NCTA — Se  espiden  pasaje?  de  venida,  de  todos 
los  puertos  y  ciudades  do  España. 


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el  uso  de  la  medalla  eleetro- 
magnético  terapéntica  BORSA- 
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ración garantida  de  todas  las 
enfermedades  nerviosas  y  con- 
suutivas,  reputadas  incurables, 
por  medio  de  la  electro-raétalo- 
terapia.  El  libro  es  dado  gratis 
siendo  pedido  al  Dr.  Borsani 
Paraná  45,  Buenos  Aires.  Se 
piden  agentes  en  todas  las  pro- 
vincias para  la  venta  de  dich«i 
medalla. 


ímp     Riiropea,    Moreno  y  Dafcnua 


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Afio  I        Buenos  Airee,  Tebrero  3  de  1892        ,  ITúm-  5 


Editor  propiélario;    -FRANCISCO     FERRÉS 

Redaccioo  y  AdiDinislraciofl  ALülNA  489  (alto?) 

HORAS   DE   OFICINA   DE     2   A   5   P.   M.         -vi- 

Precio  en  la  ciudad. .    $  0.10  el  número ;.'(* 
Fuera  de  la  ciudad..     "0.20  id      -    . 

(Fotoarrc^&dos  de  Coll) 


De  mérito   verdadero 
í]s  en  la   cancha   Pedros 
Un  pelotari    zaguero 
Cual  no   hay  dos. 


ffií^ij^'' 


66 


BI.    CASCABEL 


L  espíritu  de  irni- 
tacion  y  el  espíritu 
de  vino  se  han  de- 
sarrollado de  un 
modo  alarmante. 
Ahora  los  coti- 
llones están  á  la 
orden  de  la  noche, 
y  de  resultas  de 
los  bailados  en  Mar  del  Plata  y  en  el  Ho- 
tel del  Tigre,  Tigre-Hotel  ^po^  mal  nom- 
bre, ó  por  nombre  inglesado,  que  viene 
á  ser  lo  mismo,  están  exprimiendo  el  magin 
un  sin  fin  de  muchachos  veraniegos  ávidos 
de  popularidad,  y  deseosos  de  que  los  dia- 
rios digan:  cEl  conocido 
joven  Fulanez  dirigió  el 
cotillón  acompañado  de 
la  atrayente  señorita  de 
Menganez>. 

[Oh  poder  de  la  imita- 
ción! 
«  ■■■■'■■ 

Tú  haces  que  el  Dr.  Várela  versifique 
con  indulgencia  del  arzobispo,  solo  porque 
Candelario  versifica  con  indulgencia  del  pú- 
blico. 

|Todo  lo  puedesl 

Ello  es  que  en  Villa-Zonza  se  preparan 
grandes  fiestas,  y  para  dirigir  el  cotillón  han 
hablado  á  un  almacenero  que  además  de 
almacén  de  comestibles  tiene  almacén  de 
hijos,  á  fin  de  que  el  mayor  de  estos  que  es 
un  muchacho  muy  fino,  que  usa  zapatos 
amarillos,  vaya  y  haga  de  director  organi- 
zando cuadros  que  llamen    la  atención. 

El  muchacho  que  no  deseaba  otra  cosa 
ha  salido  ya  de  la  capital,  llena  la  cabeza 
de  ideas  á  cual  mas    luminosa. 


Los  diarios  nos  enterarán  del  gran  acon- 
tecimiento, y  nosotros  quedaremos  esperan- 
do el  próximo  cotillón  que  indudablemente 
se  bailará  en    cualquier   parte. 

Y  andando  el  tiempo  no  será  estrafio  que 
al  pasar  por  un  conventillo  oigamos  pedir 
á    algún  propietario  de  acordeón: 

—  Toque  Vd.  el  cotillón  Cayetano,  que 
vá  á  empezar  la  farra. 

Ya  verán  Vdes.  como  dentro  de  unos  me- 
ses este  baile  se  habrá  popularizado  tan- 
to, que  la  cremme  lo    repudiará. 

Y  entonces  volverá  á  entregarse  á  la  ha- 
banera  con    corte,    baile  modesto  hoy  des- 
terradode     los    salones     con    gran     senti 
miento  de  algunos  que  suspiran  por  el  baile 
ceñido . 


Aparte  de  los  cotillones,  la  atención  pú- 
blica se  fija  en  las  próximas 
elecciones  que  prometen  ser 
reñidas  como  algunas  carre- 
ras lo  son  en  el  hipódromo. 
Los  políticos  leen  con  avi- 
dez en  los  diarios  las  proba- 
bilidades que  hay  á  favor 
de  estos  ó  aquellos,  y  no  se 
dan  punto  de  reposo. 

Los  espíritus  timoratos  no 
piensan  quedarse  en  la  ciudad;  y  mientras 
unos  hacen  sus  aprestos,  mas  ó  menos  bé- 
licos, ellos  se  aprietan  el  gorro,  como  vul- 
garmente se   dice. 

— Es  preciso  que  nos  vayamos  al  campo 
— dice  la  señora  de  Cordilla  á  su  esposo. 
— Pero    mujer  . .  .  , ! 

—  Nada,  nada:  ya  sabes  que  soy  muy  im- 
presionable y  me  asusto  por  nada 

•^  — Pues  mira,  la  ida  al  campo  me  asusta 
mas  que  todo.  Las  elecciones  serán  tran- 
quilas. 

— Todo  lo  que  quieras  pero  arregla  los 
baúles. 

A  los  amigos  les  diremos  que  vamos  á 
veranear  y  nos  tendrán  por  personas  de 
tono. 

—  Estas  desentonando  mujer.  No  hay  pa- 
ra tanto. 

Pero  cualquiera  convence  á  la  señora  de 
Cordilla!  ^ 

Es  menester  arreglar  los  baúles  mientras 
ella  dice  á   sus  relaciones: 


e1  cascabel 


é7 


—Nos  vamos  á  pasar  una  temporadita  al 
campo.  Mi  esposo,  que  es  tan  bueno,  ha 
tenido  compasión  de  mí,  y  al  ver  los  gra. 
nos  que  me  salen  en  todo  el  cuerpo  me  ha 
dicho:  ¡al   campo!  á  tomar  baños! 


— Que'  feliz  es  Vd.l 

— Sí,  me  gusta  mucho  veranear.  El  via- 
je es  delicioso,  y  luego  una  en  el  campo 
respira  mejor  y  no  encuentra  inspectores  de 
tramway  que  le  pidan  el   boleto. 

Mientras  tanto  el  señor  de  Cordilla  suda 
el  kilo  haciendo  paquetes  y  cálculos,  de  los 
que  saca  en  limpio  que  se  quedará  idem 
de  plata  después    de   la  escursion. 

— La  vida  ante  todo — le  dice  la    mujer. 

— Ya  lo  creo,  pero  á  la  vuelta  estare- 
mos empeñados   hasta   las   cejas. 

— No  te  olvides  de  la  cotorrita;  quiero 
que    venga  también. 

— Bueno  mujer  ¿nada  masr 

— Y  tú,  llévate  aquel  traje  de  levita  que 
te  marca   trn  bien  las  formas .... 

— Que  me  deforma  las  pocas  que  me 
quedan,    querrás  decir. 

— Es  preciso  presentarse  bien  de  ropa. 
La    cosa    es  dar  golpe. 

— (A  ti  te  daria  uno). 

— Qué  murmuras? 

— Nada:  digo  que  la  levita  antes  era  ver- 
dosa; pero  ahora  con  lo  que  he  abusado  de 
ella,    creo   que  ha  perdido  el  color.... 

— Y  no  hay  tinta  en  casa?  Con  un  pin- 
celito  puedes  repasarla  y  quedará  flamante. 

— Maldito  miedo! 

— No  es  miedo,  es  prudencia.  Además 
si  hay  tiros  no  es  cosa  de  exponernos  á 
que  nos  toque  una  bala    perdida. 

—  No  nos  moveremos    de  casa. 

— Nada,   nada:  no  estoy  para  elecciones. 

— Claro,  para    ellas  están    los  electores. 

—-Al   tren! 


— Al  tren,  vamos.     ¿Y  si    descarrila? 

— Ay .  .  .  . !  no  me  lo  repitas  que  me  dá 
la  puntada. ... 

— Vamos,  vamos  no  te  asustes;  parece 
mentira  que  gastes  tan  mal  genio  conmigo 
y  seas  tan  miedosa. 

Y.  .  .    allá  vá  la  familia. 

Huyendo  de  la    quema. 


LUCHA 


La  variedad,    la  lucha,    las  zozobras 

La  duda,  la  esperanza, 

Son  agentes  que   animan   y    confortan 

Alegran  y    entusiasman. 

Que  el  ánimo  que  espera  y  ambiciona 

Se   deleita   y  exalta. 

La   posesión,  segura  de  las  cosas    ' 

La   paz,   la  certidumbre,   la   confianza 

Entristecen  y  postran, 

Porque  el  afán   de  la  existencia  acaba 

Donde  el  hastío  y  la  indolencia  asoman. 

El  bien  seguro  á  la    ambición   desmaya 

El  bien  incierto  á  la  ambición  esforza. 

Af.    Bahamonde. 


--(£)|c^-vv^ 


68  EL   CASCABEL 


LA   COMPETENCIA 


P 


ARA   Arteaga  la  comjyetencia  era  sinónimo  de    la  fatalidad. 
Con  su  poderosa  inventiva   ideó  mil    planes  y  negocios,  á  quienes  un  compe- 
tidor  habia  hecho  fracasar. 

Todo  un  verano  pasóse  discurriendo  en  un  quitasol  de  nueva  forma;  cuando 
lo  dio  á  conocer  hacia  un  frió  boreal,  y  su  invento  pereció  entre  la  frialdad  del 
público.  tJn  estio  puso  ala  venta  abrigos  de  pieles,  y  la  indiferencia  de  la  gente 
los  puso  al  abrigo  de  toda  tentativa  de  compra.  Las  estaciones  le  hacian  la  compe- 
tencia. / 

Dedicóse  con  ardor  á  las  matemáticas,  y  no  las  pudo  aprender,  porque  á  las 
ciencias  exactas  les  salió  una  competidora  inexacta,  en  forma  cte  señorita  del 
Progreso,  (es  decir  empleada  en  el  ídem)  quien  si  bien  le  hizo  olvidarse  de  la 
elevación  á  potencias,  le  ejercitó  en  la  potencia  de  elevación,  pues  era  muy  aficio- 
nada á  que    la  llevasen  en  brazos. 

Otra  señorita   del   Progreso   también,   quiso  en  unión   de   Arteaga   dedicarse  á 
estudios  de  Economía,  y  con  tal  ardor  lo  tomaron  que  las    economías  de  él  desa- 
parecieron y   Sufrió  mucho  su  propia   economía. 
Por  eso   decia   á    ratos. 

— ¡A  mi  el  progreso  me  ha  atrasado   much^! 

Otra  vez  (cuando  se  preparaba  para  el  examen  de  Astronomía)  se  pasó  muchas 
noches  dedicado  á   observar  á   Venus,   (con    to   telescopio   se   entiende)  y  cuando 
mas   afecto  se  mostraba   al    estudio,   tuvo  que  recurrir  á   Mercurio,  que  con  su  bri- 
llo hacia    la  competencia   al  otro  planeta   y  del    que    decia  Arteaga. 
— ¡Qué  astro!    ¡Con  él    veo   las  estrellas! 

En  fin,  médico  ya,  y  casado,  y  sin  hijos,  se  le  ocurrió  una  idea  portentosa. 
Convenció  á  su  señora  de  que  debian  sacrificarse  en  aras  de  la  ciencia  y  hacer  un 
ensayo  de  fecundación   artificial. 

Pues  ¡oh  fuerza  del  destino!  también  en  esto  le  salió  la  competencia  y  en 
forma  tan  natural,  que  A.rteaga  pidió  el  divorcio,  renegando  de  Zola,  del  natura- 
lismo, y  sobre  todo  de  las  experiencias.     Desesperado  exclamó. 

— ¡Esto  no  es  escarmentar  en  cabeza  agena;  porque  el  escarmiento  lo  sientq 
en   la  mia  propia. 

Seria  larga  de  relatar  la  interminable  serie  de  desastres  que  llena  la  vida  de 
Arteí^ga.  Siempre  le  ha  salido  la  competencia  al  paso  y  una  vez  á  mas  de  esta  le 
salió  una  fuerte  erupción  en  todo    el    cuerpo   de  resultas  del  disgusto. 

Hará  cosa  de  dos  meses  que  tuvo  una  idea  luminosa:  establecer  un  café  mon- 
tado con  todo  lujo  La  misma  noche  que  inauguraba  su  establecimiento,  se  abria 
dos  cuadras  mas  arriba  otro  café  que  igualaba  al  suyo  en  todo:  Arteaga  hizo  tocar 
á  un  pianista  en  su  casa.  En  la  otra  tocó  una  orquesta.  Regalaba  flores  á  las  se- 
ñoras; las  que  sallan  del    otro  café   llevaban  houquets. 

Desesperado  echóse  á    pensar  y  por  fin  respiró,    diciendo: 
— ¡No  temo  mas  á  la   competencia! 

Frente  á  su  casa  aparecieron  dos  lindas  niñas  que  se  pasaban  la  vida  en  el 
balcón  lanzando  miradas  incandescentes  y  otras  cosas  mas  á  la  clientela.  Esta, 
consumía  cerveza  á  toda  velocidad  para  calmar  la  sed  de  sus  deseos.  El  estable- 
cimiento se  llenaba  para  poder  admirar  á  aquellas  dos  deidades,  que  no  sabían 
lo  que  era    mitología. 

— ¡Negocio  redondo! — pensaba  el    ingenioso   Arteaga. 

Pero  á  los  15  dias,  observó  con  desesperación  que  los  marchantes  se  marchaban 
de  BU  casa  para  entrar  en  la  de  enfrente,  en  donde  les  debian  contar  historias  muy 
tristes  á  juzgar  por  el  semblante    conque  salían. 

— ¡Otra  vez  la  competencia!    dijo  el  desgraciado— pero  yo  la  he  de  vencer. 
.—No  pierdas  el  tiempo — le  dijo  un   amigo.     Que  por  mucho  que  imagines,    no 
puedes  mover  al  público  en  tu  favor,  como  tus  competidoras. 

Arteaga  se  dedica  ahora  á  resolver,  para  vengarse,  el   movimiento  continuo. 

S.  Garrido. 

A 


EL    CASCABEL 


69 


Oh   la    mujer! 


Por  su  empresa  meritoria 
Lucha  el  Sr.  de  Alarcon 

Y  na    perdona  ocasión 
Donde  lucir  su  oratoria. 

Su  energía  y  su  saber  ' 

No  descansan  un  segundo 

Y  le  llama  todo  el  mundo 
«Apóstol  de  la   mujer» 
Tras  lides  abrumadoras 

Logró  un   gran  triunfo  en  verdad 
Fundando  la  Sociedad 
Protectora  de  señoras. 

Tiene  un  local  conveniente 
Con  1^  piezas   bien  decoradas 

Y  allí  celebran  veladas 
Donde  acude  mucha  gente, 
Allí  ante  la  concurrencia 
Absorta  de   admiración 
Hace  el  Sr.  de  Alarcon 
Alarde  de  su  elocuencia 
— Señores — dice — á  mi  ver 
Pronto  el  triunfo  alcanzaremos. 
Ya  es  hora  que  coloquemos 
En  su  sitio  á  la  mujer. 

(Se  oye  un  ruido  inoportuno 
Que  causan  varias  señoras, 
Pues  están  hace  dos  horas 
Sin  hallar  sitio  ninguno) 
— Hoy  por  hoy  es  una  mengua 
Que  no  se  intente  salvarlas 
Se  trató  de   emanciparlas 
¿Y  quién   trabajó?  ]la  lengua! 
Llegó  la  hora  de  dejar 
Palabras  huecas  á  un  lado. 


Con  ánimo  denodado 
Comencemos  á  luchar. 
jDesde  hoy  con  actividad 
Enérgicos  y  prudentes 
Alzense  los  diferentes 
Miembros    de  la  sociedadl 

|Vedlas  en  negro  quebranto 
Llorando  dichas  perdidas! 
|Vedlas  en   dolor  sumidas 
Bebiendo  su  amargo  llanto! 
|Vedlas  elevando  al  cielo. 
Su  mirada  húmeda  y  tierna! 
]Vedlas  pidiendo  á  la  eterna 
Justicia,  en   vano,  consuelol 
iVedlas   perdida  la  calma 

Y  á  pesar  de  su  dolor 
Dispuestas   á   dar  su  amor 

Al  que  es  dueño  de  su  almal . . . . 

— I  Oh  ño  puedo  proseguir! 

]Me  mata  de  la  mujer 

El   eterno  padecer 

El  continuado  sufrir! .... 

Se  alza'  un  rumor  que  no  cesa, 
Alarcon  es   aclamado 

Y  se  marcha  entusiasmado 
Para  continuar    la  empresa 


Llega  á  su  casa  á  deshora 
Después  de  tan    nobles  lizas 
]¡Y  le  pega  unas  palizas 
Atroces  á  su  señora!! 

Luis    Garda. 


V- 


SOEPEESA 


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70 


SL    CASCABKL 


Calandria  y  el  Brrivp^ane^ 

Recuerdos  de  Kntre-Hios 

YA  Calandria  — el  simpático  apodo 
con  que  se  habia  hecho  popular 
Servando  Cardóse,  el  último  gau- 
cho matrero  cjue  recorrió  los  llanos 
de  Entre-Rios — habia  desertado  por  segun- 
da vez  del  batallón  Guardia  Provincial, 
que  para  custodia  de  su  persona  mantenia 
en  el  Uruguay  bajo  el  mando  del  hoy  co- 
ronel Blanco,  el  entonces  gobernador  de 
aquella  tierra  Dr.  D.  Ramón  N.  Febre,  quien 
seguramente,  no  gozaba  en  su  silla  de  las  de- 
licias que  generalmente  atribuyen  á  gober- 
nantes, y  prebendados,  todos  aquellos  que 
no  han  sido  nir'siquiera  alcaldes  en  su  vida. 
El  pobre  gaucho  matrero,  mateníase  por 
ahí,  por  los  nr.ontes  que  rodean  el  pueblo, 
como  Dios  lo  ayudaba-  la  policía  lo  perse- 
guía con  encarnizamiento,  temiendo  y  con 
razón,  que  pudiera  servir  de  núcleo  á  alguna 
partida  de  bandoleros  que  diera  mas  de  una 
jaqueca  al  vecindario:  él  recibía  la  persecu- 
ción con  paciencia  evangélica  y  se  aguantaba 
. . .  .haciendo  travesuras  que  aumentaban  su 
prestigio  y  abrillantaban  su  personalidad,  de 
suyo  oscura  y  deslucida. 

Ya  era  la  relación  del  rapto  audaz  de  al- 
guna moza  garrida  de  la  vecindad,  ya  el  de 
un  mozo  boticario  destinado  á  funciones  se- 
cretariles,  ó  de  alguna  serenata  terminada 
á  capazos,  el  plato  del  dia  que  á  aquella 
sociedad  reducida  y  curiosa, — ávida  de  no- 
vedades.— brindaba  el  gaucho,  que  sin  mas 
propiedad  que  su  caballo,  su  guitarra  y  sus 
armas» — vagaba  de  rancho  en  rancho,  sollo- 
zando sus  penas  en  melancólicas  coplas  lle- 
nas de   sentimiento. 


*  * 


Un  dia,  allá  por  1875,  anuncióse  de  re- 
pente una  visita  que  haria  al  Uruguay  el 
presideqtc;  Avellaneda  acompañado  de  su 
ministro  de  justicia  culto  é  instrucción  pú- 
blica Dr.  D.  Onésimo  l.eguizamon,  el  mas 
ilustre  de  k)s  entrerriancs  de  su  época:  las 
gentes  del  gobierno  determinaron  organizar 
festejos  y  diversiones  que  quedaran  como  un 
acontecimiento,  no  solamente  en  los  anales 
del  Uruguay  sino  también  en  la  memoria  de 
su  pueblo. 

Se  echó  la  casa  por  la  ventana. 

Aquello  iba   á  ser  monumental. 

En  las  calles  no  se  veian  sino  carros  tira- 
dos á  la  cincha— de  los  que  allí  se  llaman 
carretillas — cargados  hasta  el  tope  de  cajo- 
nes de  cohetes  grandes,  chicos  y  medianos; 
de  bombas  de  estruendo  para  el  dia  y  sordas, 
pero  llenas  de  luces  para  lanoche;  de  faro- 
lillos chinescos  para  colgarlos  entre  los  ár- 
boles de  la  plaza-,  de  vasitos  para  la  ilumi- 


nación á  candil  que  entonces  se  usaba;  y, 
en  fin,  de  cua|it|)  ctcliitache  y  herramienta 
era  necesario  valerse  para  armar  grandes  ar- 
cos triunfales  en  la  calle  que  conducta  al 
puerto  y  cuyos  componentes  principales  eran, 
como  lo  son  todavía  hoy — el  mata-ojo — 
planta  que  nunca  falta  en  los  festejos  po- 
pulares porque  con  su  verde  vivo  pone  una 
nota  alegre  en  el  conjunto — y  el  liencillo 
pintado  con  cal— cuando  hay  tiempo  para 
ello— gran  soportador  de  inscripciones  ale- 
góricas y  de  expresiones  de  un  júbilo  que  á 
existir  en  realidad  seguramente  se  le  juzgara 
de  locura. 

Si  el  pueblo  no  se  divertía,  evidentemen- 
te no  era  por  culpa  del  gobierno! 

* 
*  * 

Llegó  si  dia  de  la  visita  y  desde  la  ma- 
drugada ya  los  hombres  de  la  localidad — 
incluso  los  colegiales,  dados  de  asueto  al 
efecto  con  recomendación  de  vestir  sus  pren- 
das mas  lucientes  y  vistosas— estaban  en 
viaje  para  el  puerto — donde  el  gobernador, 
los  ministros  y  todo  su  estado  mayor  de 
empleados  y  ministriles,  esperaban  desde  el 
alba  al  ilustre  huésped,  atragantados  con 
arengas  y  discursos  que  se  improvisar ian 
después,  ante  el  jefe  del  Kstado,  durante  los 
ceremoniosos  banquetes  y  comilonas. 

Como  el  batallón  y  la  policía  fueran  de- 
masiado cortos — puestos  en  hilera  á  ambos 
lados  de  la  calle  — para  cubrir  toda  esta  des- 
de e!  pueblo  al  desembarcadero.  ..  .se  ta- 
paron las  piernas  hasta  donde  alcanzó  la 
manta:  el  último  soldado  y  su  vis  á  vis — ves- 
tidos de  pantalón  lacre,  chaquetilla  azul  os- 
curo, morrión  con  plumas  verdosas,  guantes 
y  correaje  blanco — ¡por  falta  de  colores  no 
era  desgarbado  el  batallón! — quedaban  allá, 
como  á  diez  cuadras  del  muelle  que  <her- 
via  de  gente  á  pié  y  á  caballo»  según  la 
expresión  de  entonces  y  que  serian  como 
unas  trescientas  personas  de  todos  matices 
y   pelajes. 

*  # 

Al  fin  llegó  el  vaporcito  de  guerra  que  con- 
ducía á  los  huéspedes  anhelados.  La  banda 
gimió  un  himno  nacional  mestizo  de  italiano, 
y  la  comitiva  emprendió  á  pié  el  largo  tra- 
yecto, analizando  y  comentando  hasta  el 
mas  mínimo  gesto  del  presidente  y  de  sus 
acompañantes  de   Buenos  Aires. 

De  tropezón  en  tropezón,  llegaba  ya  la 
columna  precedida  por  la  banda — cuyos 
miembros  soplaban  de  manera  escepcional  y 
como  deseando  cada  uno  hacerfe  notar  de 
los  visitantes,  quizás  mn  la  vaga  esperanza 
de  conquistarse  un  protector  entre  aquellos 
desconocidos  que  se  suponía  tuvieran  las 
llaves  del  cielo — cuando,  de  repente,  se 
oyó  un  grito  estridente  ¡Aqui  está  Calan- 
dria^  maulas!,  se  sintió  un  tropel  de  caballos 


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í  ^Xífl' 


KL   CASCABEL 


71 


al  lado  mismo  de  la  persona  presidencial,  y 
tres  ginetes  montados  en  caballos  agües  y 
vistosos  atravesaron  á  naédia  rienda  por  entre 
la  comitiva  y  emprendieron  fuga  á  la  carre- 
ra, hacia  unas  lomas  verdes  que  se  veían  al 
oeste,  golpeándose  la  boca  en  son  de  burla. 

Un  grupode  soldados  de  policía,  repues- 
tos del  estupor  momentáneo  producido  en 
su  ánimo  por  la  voz  de  Calandria,  al  ver 
que  un  comisario  Martinez  se  ponia  en  per- 
secusion  de  los  fugitivos,   le  iniitó  cor.  bríos. 

La  comitiva,  incluso  el  presidente  Ave- 
llaneda, se  detuvo  á  presenciar  la  lucha  en- 
tre matreros  y  policiales. 

El  caso  era  novedoso. 


*  * 


Perseguidores  y  perseguidos,  habían  llega- 
do á  la  cumbre  de  una  loma:  primero  iba 
Calandria  en  un  alazán,  luego  otro  gaucho 
corpulento,  de  apellido  Amarillo,  en  un  bayo 
y  mas  atrás  en  un  tordillo,  un  muchacho 
como  de  doce  años  que  aprendía  la  vida  con 
semejantes  maestros  y  que  era  sobrino,  se- 
gún se  decia,  de  Chengo  Aguilar,  uno  de 
los  asesinos  de  Urquiza. 

Detrás  de  éste  y  como  á  media  cuadra, 
iba  el  comisario  Martinez  y  dos  soldados, 
de  los  cuales  el  primero  desarrolló  de  re- 
pente unas  boleadoras,  agitólas  brevemente 
en  el  aire  y  lanzólas  por  sobre  su  cabeza  y 
la  de  su  cabalgadura,  con  tal  certeza,  que 
después  de  dar  varias  vueltas  en  el  aire 
fueron  á  enredarse  en  las  patas  del  tordillo, 
que  iba  rezagado. 

Ginete  y  cabalgadura  desaparecieron  en- 
tre una  nube  de  polvo,  levatado  al  rodar 
aquella  masa  sobre  el  suelo. 

Cuando  se  disipó  y  pudieron  verse  los  de- 
talles del  cuadro,  éste  habia  cambiado. 

Calandria  y  su  compañero,  habían  entre- 
parado  sus  caballos  y  volvían  el  rostro  hacia 
el  grupo  que  dejaban  atrás  y  al  cual  iban  á 
atacar  eviaentemente:  el  muchacho  que  á 
penas  alzaba  una  vara  y  desaparecía  bajo 
un  poncho  que  tocaba  al  suelo,  á  pié,  se 
acercaba  á  su  caballo  caminando  de  espal- 
das y  con  un  cuchillo  en  la  mano  izquierda, 
para  cortar  las  boleadoras  que  lo  ligaban, 
mientras  con  la  derecha  sostenía  un  trabu- 
co con  el  que  amenazaba  al  grupo  del  co- 
misario y  sus  soldados,  que  estaban  inmó- 
viles, no  atreviéndose  á  avanzar. 

Los  matreros  volvieron  cara  y  atrepella- 
ron á  la  carrera,  aprovechando  el  muchacho 
la  coyuntura  para  cortar  las  boleadoras  y 
saltar  á  caballo:  fué  en  vano;  no  se  habia 
movido,  cuando  ya  otra  boleadora  le  apri- 
sionaba, obligándole  á  repetir  su  arriesgada 
operación  primera. 

Los  matreros  cargaron:  hubo  tiros,  atro- 
pelladas para  libertar  al  caído  que  |,no  se 
rendía  sin  embargo  y  continuaba  con  su.tra- 


buco  amenazante,  que  no  bajó,  hasta  tanto 
Calandria,  perdida  la  esperanza  de  libertar- 
lo, no  \e  gt\it)¡r enditen  &  tiempo  que  era 
embestido  por  los  soldados  y  obligado  á  po- 
nerse en  salvo. 

Preso  el  muchacho,  fué  destinado  á  la 
banda  del  Guardia  Provincial,  donde  murió 
tísico  á  fuerza  de  soplar  en  el  pistón. 


*  * 


Días  después,  hablaba  yo  con  Calandria 
en  una  pulpería  lejana  del  pueblo  y  le  decia: 

— ¿Pero  para  qué  se  compromete  así? 
¿Quién  se  va  á  animar  ahora  á  pedir  su  in- 
dulto? 

—  Bueno. ...  y  que  no  lo  pidanl En 

algo  sed  é  divertir  uno! 

— ¿Y  qié  le  pareció  el  presidente? 

--Tan  chiquitito  ¿no?  y  tan  ladíaditol!... 
Yo  venia  al  lau  y  tuve  ganas  de  voltiarlo 
de    un  yerrazo. . .  .  pero  me  dio  lástima! 

— Mire  lo  que  habia  sido  el  presidente!., . 
Yo  cráiba  que  juera  siquiera  como  el  ma- 
yor Espeletal 

Se  refería  á  un  moceton  que  media  casi 
dos  metros,  siendo  una  figura  bizarra  y  ele- 
gante! 

Fray  Mocho. 


c 


EL  GUANTE 


I 


uando  á  fner   de  hombre  galante 
Hoy   el  guante  recogí 
Caido   á   tus  pies,    te   di 
El  corazón  con  el  guante. 

II 

Tu    amante   lo  comprendió, 
Miróme  de   celos  loco, 
Buscó  un    pretexto   y  á  poco 
Fué    y    el   guante    me   arrojó. 

III 

Casi  á  la  mendicidad 
Me  redujo  el    ser  tu    amante 
Y  hoy  tuve   que  echar  un  guante 
Que  llenó  la    caridad. 

Adolfo  S.  de  los  JSios. 


Ella    es    bonita  y,   como   es   natural,  tiene  dos  pretendientes. 


Mientras    elJa    se    manda  mudar  con 
un  señor  que  ofrece  garantías. 


Que  acuden    ai  teireno, 


iPP^PMniVffiPP 


ÜPÜ 


Lo  mismo  pasa  á  Anita.,, 


A  SUB   prf.^tendientes. 


Y  á  uno  que  fuma  un  y>«//«  y  ie  los  fuma. 


í:SwS?7%2-'-, ■"■■'■'■'  ■"-■ 


r 


F-  I  S^  I      f     «....^¿^  ^^.i^c^  %#  %»# 


74 


KL   CASCABEL 


RECUERDOS 


Fui  á  Mar  del  Plata  lleno  de  ilusio- 
nes y  á  los  dos  dias  habia  perdido  aque- 
lla y  estas.  La  plata  en  la  ruleta,  y  las  ilu- 
siones .  . ;  háganse  Vdes.  ilusiones  sin 
plata  . .  . . ! 


CANTARES 


Me  encuentro  zonzo  del  iodo 
Cuando   no  estoy  á  tu  lado, 
Y  es  que  siem-pre  al  despedirnos 
Me  dejo  el  alma  en  tus  labios. 


*  * 


Dios  le  dehe  á  las  mujeres 
No  sernos  desconocido 
Que  Eva  fué  quien  ahrió  á  Adán 
Las  puertas  del  Paraíso. 


;Ay  nwrocliita!  Tus  ojos 
Son  dos  soles  tan  )nalignos 
Que  á  f.esar  de  ser  invierno 
He  pillado  un  tabardillo 


* 

*  * 


No  consientes  mis  caricias 
Por  temor  que  tu  honra  nianche, 
No  tengas  cuidado  hermosa 
Que  por  eso  traigo  guantes.    ^ 


Veo  cuando  tu    estás    triste 
Todas  las   cosas  tan  negras 
Que  ayer  me  pisaste  un  callo 
Y  no  he  visto  las  estrellas. 


Por  amar  á  \  Soledad 
Tengo  una    rara  locura: 
Sino  me  acuesto  con  Sol 
Me  levanto  con   la    luna. 

* 

*  * 

^4/  nutr    (i  buscar  Conchitas 
Ful  niña,  y  no  hallé  ni?iguna; 
Si  tu    vinieses    conmigo 
J)e  fijo  que  encuentro    alguna. 

* 

*  «.- 

Yo  quisiera   ser    tu   alfombra 
Por  besar  tu  pié  pequeño. 
No  me  importa  que  me  jñses 

Viendo   tan   de  cerca,   el  cielo. 

ALIDIO   BOKGIA. 


EN  liA  PLAYA 


Qué  pesados  son  algunos!     Así  que  me 
tiro  al  agua  se  echan  conmigo. 


PORORÓ 


El  coronel  Sola,  es  un  viejo  militar  sal- 
teño  que  ha  sido  en  su  provincia,  todo  lo 
que  ha  querido:  es  un  hombre  de  mérito.' 

Sin  embargo,  tiene  una  cachaza  y  una  pa- 
chorra que  llaman  la  atencioni hasta  en  Sal- 


EL    CASCABEL 


75 


ta,  que  es  la  patria  de  semejantes  condi- 
ciones.     :  .  fií^ 

Poco  hace  venia  de  Salta  acompañado  de 
de  un   sobrino. 

Pasaban  por  Tucuman  y  desfilaban  ante 
sus  ojos  los  cañaverales  inmensos: 

—  Mire,  mi  tio,   ...qué  cañas! 

El  aludido  exclamó  á  la  media  hora  con 
su  tono    bonachón    aunque  pesadote: 

—Huml 

— ¿Pero  que  señoras  cañas,  eh? ...  insis- 
tió el  joven  al  cabo  de  otra   hora. 

Tres  dias  después  tomaban  el  tren  en  el 
Rosario  para  venir  á  esta  ciudad  y  recien 
el  coronel  dio  su  contestación  diciendo  con 
toda  naturalidad  mientras  se   sentaba: 

— Buenas   pá  pézcarl 

Y  decir  que  el 'coronel  Sola  y  su  sobrino 
tienen  fama  en  su  provincia  de  ser  los  mas 
grandes  conversadores  que  ella  ha  produ- 
cido! 

El  Dr.  Wilde  era  cronista  de  La  Nación 
Argentina  y  estaba  encargado  de  revisar 
los   diarios  del   canje. 

Una  mañana  llega  á  la  imprenta  y  se  en- 
cuentra conque  no  tenia  nada  que  revisar: 
para  matar  el  tiempo  se  puso  á  leer. 

En  esto  estaba  cuando  entra  muy  apu- 
rado el  portero,  uno  de  esos  eternos  Ramón, 
que  no  se  olvidan — y  le  dice  sin  quitarse 
el  sombrero: 

— Ahí, .  .  .¿ya  vino? 

— Creo  que  si. 

— Bueno!. ...  Le  aviso  que  no  han  traído 
ía  correspondencia! 

—Está  bien! ....  Si  acaso  deseas  que  yo 
vaya  á  buscarla,  avisa  ....  pero  antes  hazme 
el   favor  de  sacarte  el  sombrero! 

no    TOBÍAS. 


POLITEAMA— El  bene- 
ficio de  la  señora  Bonazzo 
constituye  el  suceso  culminante  de  la  sema- 
na en  este  teatro. 

La  distinguida  artista,  que  tan  magistral- 
trai  mente  desempeña  el  papel  de  Santuzza 
en  Cavalleria  Rusticana,  fué  muy  aplaudida 
y  festejada,  lecibiendo  elocuentes  pruebas 
del  buen  concepto  que  merece  del  público, 
que  llenó   completamente  el    teatro. 

«Cavalleria  Rusticana»  está  dando  muy 
buenos  resultados. 

La  compañía  estudia  la  opera  de  Bizet 
«Carmen»  destinada  seguramente  á  obtener 
un  éxito  completo. 

El  Politeama,  es  hoy,  por  hoy  el  1  punto 
de  reunión  de  la  cremme  que  no  ha  ido  á 
veranear. 

PASATIEMPO  — La  noche  del  Sábado  fué 
noche  de  estrenos  en  este  teatro. 

Después  de '«El  Mirlo  Blanco»,    «El  De 
monio  en  el  Molino-^. 

La  primera  original  de  los  Sres,  Navarro 
y  Campano,  música  de  Valverde  (hijo),  es 
una  zarzuela  cómicc-bufa-fantástica,  lo  que 
equivale  á  decir  que;  no  tiene  pies  ni  cabeza. 

Únicamente  las  primeras  escenas  del  pri- 
imer;cuadro  fueron  aplaudidas  en  especial 
el  terceto  de  Lepe,  Lepijo  y  su  hijo  que 
es^un  número  original  y  lleno  de  gracia  é 
intención. 

La  escena  de  la  buenaventura  fué  también 
del  agrado  del  público  y  el  resto  de  la  obra 
pasó    entre  la  mas  glacial    indiferencia. 

Las  señoras  Henares,  Millanes  (C.  y  D.) 
Cel)allos,  y  los  señores  Sanrumá,  Orejón, 
Arcos  y  Romeu  alcanzaron  repetidos  aplau- 
sos. 

El  baile  que  la  empresa  ha  añadido  al 
«Mirlo  Blanco»  hace  que  este  termine  de 
de  un  modo  menos  frió. 


76 


MííeAíeABUi 


<£1  Diablo  en  el  Molino  >  es  una  inocen- 
tada original  de  los  señores  Cuartero  y  Vi- 
garva  música  del  Sr.  Tabeada,  tres  perso- 
nas que  se  propusieron  escribir  algo  capaz 
de  hacer  dormir  al  público,  y  lo  lograron 
por  cierto. 

Apesar  de  la  gran  dosis  de  narcótico  que 
la  obra  encierra,  el  público  aplaudió  en 
mas  de  una  ocasión,  lo  que  prueba  que  los 
artistas  estuvieron  felicísimos  en  el  desem- 
peño de  sus  papeles. 

Lastseñoras  Millanes  fueron  muy  aplau- 
didas. 

El  Demonio  que  hace  la  Dolores  Mil'anes 
en  capaz  (^  hacei  caer  en  la  tentación  al 
mismo  San  Antonio. 

Orejen,  Sanromá  y  Arcos  aplaudidos  tam- 
bién, sobre  todo  en  el  quinteto  de  los  bofeto- 
nes. 

En  una  palabra  el  «Mirlo  Blanco >  y  «El 
Diablo  en  el  molino»  se  salvaron  gracias  á 
los  artistas,  porque  las  obras  en  sí,  son  dos 
macanazos  tremendos. 


COMEDIA — Nos  quedamos  con  las  ganas 
de  dar  cuenta  de  la  función  á  beneficio  de 
la  Sta.  Tomás,  porque  escribimos  esta  revis- 
ta el  sábado  y  el  periódico  se  imprime  el 
lunes. 

Hacemos  constar  nuestros  deseos  de  que 
el  beneficio  sea  como  se  lo  merece  la 
estrellita  de  la  Comedia. 


Juegos  de  manos  en  el  Onrubia. 

El  prestidigitador  ruso  Hermán  es  un 
brujo  Jin  de  siécle,  un  brujo  distinguido  y 
que  escamotea  con  la  misma  facilidad  que 
para  el  escamoteo  tienen  algunos  directo- 
res de  Bancos  %  ^Sociedades   Anónimas. 

Los  juegos  de  manos  de  Hermán,  no 
pueden  llamar  mucho  la  atención  del  pú- 
blico, t. 

Está  este  tan  familiarizado  con  la  pres- 
tidigitacionl 

Ha  visto  escamotear  tantas  cosasl 

Le  han  birlado  tantas  . . . 


+*-»4- 


El  público  de  la  «Comedia»  silbo  furio- 
samente la  zarzuela  cLa  Verdad  Desnuda». 

Y  es  que  la  verdad  es  hoy  cosa  tan  rara 
entre  nosotros,  que  estamos  dispuestos  á 
silbarla  así  se  presente  con  mas  ropa  que 
Pellegrini,  que  es  el  ciudadano  que  necesita 
mas  para  cubrir  las  formas. 


En  un  salón:  *- ., 

— ¿Es  usted  casado? 
— No,  señora. 

— ¿Tiene  usted  intención  de  casarse? 
— No,   señora. 

— |Pero  si  todos  los  hombres  hicieran  lo 
que  usted,  se  acabaña  el  mundo! 
— ¡Ohl.    .  .no,  señora. 

Lectores:  haceos  cargo  de  que  el  presente 
número  ha  sido  confeccionado  en  tres  días 
y  agradeced  á  la  Candelaria  que  nos  ha 
obligado  á  imprimirlo  el  Lunes,  ó  lo  que 
es  igual  á  tenerlo  listo  el  Sábado,  las  de- 
ficiencias que  podáis   observar. 

¡Dichosas  fiestasl 

A   ver  si    con  esto  del  modernismo,    que 
ahora  se  agita,    lograremos  suprimir  algu-  ( 
ñas. 

—He  estado  muy  malita. 

— ¿Y  qué  bás  tenido? 
— Pues  no  lo  sé  siquiera. 

— ¡Pobrecital 
Yo  sí  lo  sé;  por  eso  preguntaba 
que  si  hablas  tenido  chico  ó  chica. 


En  un  examen: 

Profesor:  Podria  Vd.  decirme  que  entien- 
de por  bienes-raices? 

Discípulo:  Toda  clase  de  plantas  y  árboles 
frutales— (aprobado) . 


ík^^'S  ,\í* 


-  '«í1^^,^'»^-3^ 


'W^^' 


,; .- -p-;ij^;^rtH?!5p^  T- 


KL   CASGABBL 


77 


L 


Decia  cierta  casada; 
^j;Yo  qiiisiera  sec  don 

contestí^ba  el  noaridoí;  ísí 
-jY  yp  también  lo  quisiera 


■  /       El  poder  extraordinario  ;  7: 
■-    De  tu  belleza   pasmosa ' 
Vá  á  convertirte  en  la  esposa 
De  un  vicioso  millonario. 
,  Y  hace  levantar  en  vilo 

De  tal  trato  la  grandeza 
.-.         lYcndes  muy  bien  tu  belleza 
_     A  millón  por   cada  kilol 

El  asunto  de  los  boletos  de  tramway  está 
dando  juego.  A  cada  momento  se  arma 
bochinche,  y  no  hace  muchos  dias  un  ma- 
yoral disparó   dos  tiros  á  un  inspector. 

Resultados  de  la  buena  voluntad  de  las 
empresas  que  han  inventado  los  inspectores 
para  evitar  molestias  al  público. 

Si  esto  es  evitar  molestias,  vjue  venga  Dios 
y  lo  vea! 

Dos  caballeros  nerviosos,  que  enamoran  á 
la  misma  señora,  se  encuentran  en  la  calle. 
Se  tropiezan,  se  insultan,  se  abofetean,  y 
terminan   por  cambiar  sus  tarjetas. 

— Caballero,  dice  uno.  Mañana  no  sal- 
dré de  mi  casa  en  todo  el   dia. 

— Pienso  hacer  lo  mismo.     Abur. 

Al  señor  don  Jesús: 

(Un  cura  que  ha  vivido  en  Chascomús) 

Cierto  médico  sabio  demostraba 

Que  como  hombre   prudente. 

Convenia  que  el  agua  que  tomaba 

Pasara  por  un  filtro   previamente. 

Es  Don  Jesús  muy  duro  de  cabeza 

Así  es  que  al  higienista  no  entendia 

— :De  que  sirve — decia — 

n  filtro? 

— Pues  el  filtro  da  pureza . .    . 

—  ¿Da  pureza? 

— Para  eso  se     destina. 
— |0h  que  invento  oportunol 

Hoy  mismo  á  Buenos  Aires  pido  uno 

¡Y  filtro  á  mi  sobrinal 


—-¿Tiene  usted  hoy  gente  á  comer? 
— Sí,  algunos  amigos,  algunos  parientes. 
— ¿Cr-eo  que  espera  usted  á  su  suegra? 
: — Yo  espero  siempre  todo  lo   malo. 

;,  — Mi  primo  me  pide  uu  beso 
¿qué  debo  hacer^ 

— Se  le  das. 
,;!.         — ¿No  ofendo  al  cielo  con  eso? 
— No,  hija,  mas  te  confieso 
que  al  cabo  le  ofenderfís. 

Una  horizontal,  que  tenia  un  miedo  hor- 
roroso á  las  viruelas,  se  decide  á  llamar  á  un 
médico. 

— Doctor,  ¿en  qué  sitio  podría  usted  va- 
cunarme para  que  no  se  me  viera? 


—  ¡Difícil  será! 


(s^ííe) 


—  Mamá,  ¿no  me  caso  ya? 
que  ya  de  los  veinte  paso; 
mamá,  tú  no  me  haces  caso, 
debo  casarme,  mamá. 

— Hija  mia,  claro  está 
que  ya  de  los    veinte  pasas, 
y  que  en  deseos  te  abrasas, 
y  el   deber  se  deja    ver; 
pero  te  falta   el  haber, 
y  por  eso  no  te  casas. 

Quince  años  con    Inés  retozó  Antonio, 
perpetrando,  por  ñn,  su  rnaírimcnio. 
Quien  se  desliza  en  el  carril  del  vicio 
no  pdra  hasta  encontrar  el  precipicio. 

Gil  se  casó  con  Consuelo 
y  sin   consuelo  vivió: 
murió    Consuelo,  y   volvió, 
Gil  á   vivir  con  consuelo. 
Consuelo,  su  desconsuelo 
fué,  y  es  digno  de  advertir, 
que,  cuando  huyó  de  este  suelo 
Consuelo,  empezó  á   vivir 
Gil,   sin  Consuelo,  en  el  cielo. 


78 


KL    CASCABEL 


Muy  buenos  los  {cigarros  ¡y  cigarrillos  con 
que  uos^ha  obsequiado"el  Sr.  Soma  y,  fabri- 
cante de    los  conocidos   cigarrillos    «Sport- 
uien»,  con  motivo  de  haber   contraído  en- ' 
lace  con    una  bella    y    distinguida' señorita. 

;  A  qué  ahora  Somay  es  capaz  de  acredi- 
tar una  nueva  marca  de  cigarrillos,  titulado 
por  ejemplo,  Maírimo niales? 

Felicidad    á    los   córiyugesl 

El   coUno  de  la  elegancia: 

Una  hermosa  dama  se  ha  c;isado  lecien- 
temente  con  un  negro  de  los  mas  negros, 
porque  ha  llegado  á  creer  que  es  el  color 
que  mejor  le  sienta. 

AVISOS 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTINO  ILUSTRADO 

RKDACCION  Y  ADMINISTK ACCIÓN 


SUSCRICION 

Capital  tres  meses.    .   . 

Número    corriente.    .   . 

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ponsales en  las — 


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lA  INTRODUCCIÓN  DE  CAMISAS  ÍN  lA  REPIIBUCA 

Los  acreditados  camiseros  Margalejo,  Morales  y 
Ca.  compiten  ventajosamente  con  los  de  mas  fa- 
ma en  Europa.  Especialidad  en  trabajo  fino  sobre 
medida  y  no  olvide  el  público  que  la  protección 
hoy  á  la  industria  nacional  le  reportará  un  80  0(0 
de  economía. 


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niños  desde  ticho  pe.sos. 

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última  i)alabra  en  las  inejora.s  introducidas 
en  los  elásticos   para  camas. 

El  tejido    galvanizado    es    inoxidable 

l'',l  inaU'rial  empleado  en  su  conslruccioa  es 
ol  mas  supcnor.  La  tela  puede  esíurarse  ó 
aflojarse  al  gusto  do  la  persona  que  lo  use. 
El  armazón  de  madera  resinosa,  es  un  pre- 
servativo de  los  insectos,  y  tiene  la  ventaja  á 
los  armados  do  hierro,  que  es  manejable  y 
fílegante. 

Habiéndose  hecho  una  grosera  imitación 
de  este  aci-editado  colchón,  solo  garantimos 
los  que  llevan  el  nombre  de  la  casa  en  una 
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lamparitas,  veladores,  filtros  para  agua,  etc. 

Hela.flfr;í  c  sorbeteras,  neceíarios  varias  for- 
^  ^^  ci:3,  jjjjjg  y  ciases,  bidets  surtidos,  la- 
vatorios, juegos  de  lavatorios,  juegos  de  toilette, 
máquinas  para  hacer  soda  ó  regaderas,  fiitos  pain 
agua,  fiambreras,   etc. 

TUPP'OC;  He  mP«;;i  porcelana  y  loza  ingle- 
JucgUbUC  lUCba,  ga^  t^^as,  juegos  de 
j  cristal,  cubiertos,  cuchillos,  salivaderas,  palma- 
torias, copas,  vasos,  sillas,  escaleras,  porta-bote- 
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mente de  don  GUILLERMO  A.  CRANWBLL,  se 
vendió  a  D.  Diego'  Sproát,  quien'  h'oes  farma- 
oéuticoj  de  modo  quo  dicha  farmacia  no  es  yu  , 
de  CKAlíWELLsiao  de-Sproat. 

j..:.  tj2íí6a  droguería,  y  FAP^:AOIA 

que  existe  en  Buenos  Aires  está  situaáli  én  la  cíille 

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á  6  p,  m.  Los  aias    festivos  de  9  á  12   m. 

Próximamente  se  abrirá  una  sección  de  dei)ós¡- 
tos  en  cuenta  corriente  y  á  plazo. 


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mes  para  Santa  Cruz  de  Tenerife,  Cádiz,  Barce 
lona  y  Marsella,  admitiendo  caiga  y  ))asajeros, 
asi  como  para  Vigo,  (Joruña,  Santander,  Bilbao 
y  demás  puntos  iinportantes  de  España. 

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ol  uso  de  la  medalla  eleetro- 
magnético  terapéutica  BORSA- 
NI.  La  salud  para  todos,  cu- 
ración garantida  de  todas  las 
enfermedades  nerviosas  y  con- 
suutivas,  reputadas  incurables, 
por  medio  de  la  electro-métalo- 
terapia.  El  libro  es  dado  gratis 
siendo  pedido  al  Dr.  BorBani 
Paraná  45,  Buenos  Aires.  Se 
piden  agentes  en  todas  las  pro- 
vincias para  la  venta  de  dicha 
medalla. 


Imp.  Kurup««,  Morana  j  D«r*ata 


'^;5í^^5í?fe-''-«^^S«^^^^®3SP!r,«5«5í??--  "     -■'^ii^'7^, 


Año  I  Buenos  Aires,  Febrero  10  de  18d2    ^Ñüm.  6 


P*^-!!  iu  ciudad...     $  0.10  el  número 
1'^  (Je  la  ciudad...     »0.20         id 


Fotograbados  de  Goll) 


Merecidas  palmas  gana 

Y  ninguno  olviilará 

La  Santuzza  que  liací.'  en  «  Ca- 

valleria  Rusticana. » 


•rm^r- 


8¿ 


RL  (lASdABtíL 


.:>js  OíTJUpO  '.'■ 


^af<$- 


'If;-^!;    { 


FSKARíA  podor  empe- 
zar esta  charla  d i- 
ciendo:  «las  eleccio- 
nes del  Domingo  han 
sido  hechas  al  amparo 
de  !a  ley,  no  ha  ocur- 
rido ningún  iiicMéíft té,  etc. ...» 

Pero  resulta  que  no  lo  puedo  decir  por 
que  cuando  esc^o  la  charla  (el  sábado, 
dia  de  ingleses)'^  Ib  sumo  sé  que  la  cosa 
se  presenta  |ífe:"asij^„r¿s  decir,  no  tan 
clara  como  seüji^n/ desear. 

Y  no  será  pg^ue  néífeaya  personas  dis- 
puestas á  todf  ,tó         |-?5; 

Conozco  po^ico  qiie^íféX^a  dos  dias  sin 
comer ;  tan  distribuiio  tiene  su  tiempo  ! 


mm. 


i  ■  1 ' ' .  \  i 


—  Es  una  pena  lo  que  me  pasa  con  Ca- 
nuto. 

—  Qué  le  pasa  ? 

—  Casi  nada  ;  que  no  lo  puedo  ver. . . . 

—  Tan  malo  es? 

,~- No  digo  eso;  digo  qiie  no  lo  puedo 


ver  oort  puntualidad.  Pasa  Ift  hom?  de 
comer  y  la  de  dormir  entretenido  fuerade' 
casa.  ^  .  ^ ■  ■  .,M ? t ^  '.  í 

■^   —  Es  que  teíidrá  algún  lio. . . . 

—  El. . . .  ?  si  es  tan  tonto,,para  las  mu- 
jeres! Mir^y^y,  yo  tüyé  que-l^clararmo  á 
él  ó  de  lo  c6Dtrario-íBtQ  seusatéti. 

—  No  se  casa  ¥.,  éh? 

No  nos  cásame,  vaya.  .Ya  vé  V.  si  es 
cor  o.  PerGahGra.ci¡>ilm^ivd-*U€j^polUi<;a 
y  de  una  erupción  cutánea,  está  mi  hom- 
bre muy  nervioso  y  ha  cobrado  genio. 

—  Mas  vale  así. 

--  No  lo  crea  V.  El  otro  dia  habig,  C9m- 
prado  una  cabeza  de  carnero  parar(^r,s^atr 
bor  al  puchero.  Pues  bien  ;  llega,  Gíip lito, 
vé  la  cabeza,  y  al  punto  la  ensíy-ta  coíiuw 
hierro  del  mosquitero  y  la  pasera,  ppjc, Ja 
pieza.  .         . 

Por  fin  la  arroja  con  desprecio,  y  al 
yerla  en  el  suelo  la  endilga  una  poesía  (fe 
^Espiro,  llena  de  vigor.  .  .;    , ,   ..í, 

—  Qué  raro  I  ,     •      . ..  „   .  r 

—  Qué  tenga  vigor  la  poesía?    ,...;,.  .,. 

—  No,  lo  que  hizo  su  esposp.      ,.^|   ^,..:, 

.  — Es  que  tiene  algo  de  espiritís^a,  y 
luego  rao  confió,  en  el  seno  do  la  con- 
fianza,  que  aquella  cabeza  era  la  de  un 
diputado  de  no  sé  qué  época,      ,, 

—  Qué  atrocidad!  ,,.,,,   .,  ,:í| 

—  ¿  Y  de  noche  ?  Mi  marido  no  para  en 
Q:\?a  más.  que  el  tiempo  prQcis,¡9^, para,  de- 
cirme :  «  Buenas  noches,  pronto  lUgí^^.^l 
dia  de  la  prueba  ».  Y  se  duerme  abrazado 
á  la  almoada. 

Una  vez  dormido,  habla  de  voto?,  se 
acalora,  y  acaba  por  pegarme  un  puntar 
pié  ó  un  mordisco.  Claro  está,  que  pro- 
testo; entonces,  cariñosamente  me  dice:: 
«  Perdona;  creí  que  eras  Levalla  «.^ .;, ,, 

Llega  el  dia  ;  so  viste,  y  sale  á  la  calle, 
y  no  vuelve  más  que  para  comer  deprisa 
y  corriendo. 

Quiera  Dios  que  el  dia  menos  pensado 
no  entre  con  una  pierna  menos. 

Es  tan  exaltado  !... .  .■ 

El  caso  es  que  estamos  er»  perpetua  agi- 
tación y  creemos,  como  el  Ministro  de  la 
Guerra,  que  se  conspira.  .      •    :     ..; 

Contra  quién  ?       .  ,  j  ,  .  ,    ,,,. 

En  primer  lugar,  contra  la  salud  del 
ejército  acampado  en  Maldonado. 


liL  caScaííeL 


■   \Q\ié  solazos  llevan   recibidos   los   mi- 
licos !        '  :. -,'    1.  ■.::■  :  ■■    ■;/  ;  ■  --^ 
El  pueblo  está  prevenido. 


Y  al  menor  ruido  sospechoso,  se  inicia 
el  desfile  al  trote  en  los  paseos  públicos. 

Las  familias  apresuran  el  paso  y  se  re- 
tiran á  sus  hogares  á  esperar  los  aconte- 
cimientos. 

La  simple  explosión  de  una  bomba  de 
estas  que  lo  mismo  anuncian  la  aparición 
del  sol  el  dia  25  de  Mayo  que  la  aparición 
de  un  boletin  con  importantes  noticias,  nos 
hace  saltar,  y  pone  nuestros  nervios  más 
tirantes  que  las  relaciones  entre  Chile  y 
los  Estados  Unidos  de  la  América  del 
Norte. 

El  caso  es  que  á  lo  mejor  está  uno  le- 
yendo la  pesca  de  noticias  de  Argos,  y 
j  pam!  otra  bomba. 

Dios  mió,  exclamamos  azorados,  ¿ha- 
brá estallado  yá  ? 

Y  cuando  nos  ponemos  á  meditar  sobre 
la  inestabilidad  de  las  cosas  huriíanas  y  de 
los  gobiernos,  oimos  la  chillona  voz  de 
algún  rapazüelo  que  grita  á  todo  lo  que 
dan  sus  pulmones :  «  el  boletin  con  la  carta 
de  Roca  ». 

Lo  que  nos  indica  que  por  el  momento 
no  habrá  que  lamentar  desgracias  perso- 
nales, á  no  ser  las  que  pueda  producid  la 
carta.  "* 

Por  sí  ó  por  nó,  las  patronas  hacendo- 
sas hacen  provisiones  capaces  de  abaste- 
cer á  la  familia  durante  un  sitio. 

—  Yo  ya  estoy  prevenida,  ¿  y  V.  ? 

—  No  lo  necesito,  porque  en  casa  viven 
seis  muchachos  que  ya  me  han  dicho  : 
«  señora,  si  oye  V.  un  tiro,  cuente  que  no 
ha  de  hacer  comida  para  nosotros,  porque 
enseguida  correremos  á  ocupar  nuestro 
sitio  ». 

— Lo  mismo  me  deciaún  muchacho  em- 


pleado en  aduanas,  cuando  ocurrió  aquello 
del  Parque,  y  ¿sabe  V.  qué  sitio ocupaba 
cuando  mas  recio  era  el  tiroteó? 

—  Estaría  en  la  azotea 

—  ¡  Cá  !  Se  escondía. en  el^cuartade  las 
próA^Mónr^  y  sé^ací íT4rcaJba.;.^n.Jo  al  car- 
bofí .  Asi  pa^óítres;.4^s,;y-c^^^  salió  tu- 
vimos'q;ue  lavarlo,  con  arena  -y  kerosén, 
entre  mi  marido  y  yo.               .  /-'<■: ¡i' 


Ahora  me  doy  cuenta  de  que  no  puedo 
continuar  la  charla. 

Porque  no  soy  profeta,     .y,^ 

Me  limito,  pues,  á  esperar  ei-jesultado 
de  lo  que  ocurra,  resultando  «lijfcé' cuando 
El  Cascabel  salga  por  esta*i.j:S^les',ja 
será  conocido  y  comentado. 

j  Dichosa  política  !      \\        ( 

A  ver  si  en  otro  númerp  podré'liablar 
de  algo  gracioso.  "'^'"' 

De  Bollini,  por  ejemplo. 


EL  QUE  MASJLUMBRA 

Cierto  diíi  una  vieja  de  Morón  -, 
Oyó  catorce  misas  y  unsermon,/ 
Más  al  día' siguiente  ''x--^''\      \ 

Oía  trece  misas  solamente;         |    ■  . 
Y  fué  asi  rebajando  una  por  una 
Llegando  el  dia  en  quj  no  oyó  ninguna 
Aquí  lector  parece,  ó  se  columbra^ 
Que  hasta  el  divino  espiKítu  no  alumbra. 


d 


--^íC^ 


El  negro  Pantaleon 
Se  chupó  doce  litros  de  carlon, 
Y  bebió  por  curarse   del  mal  rato 

Como  una  bordalesa  de  Priorato         -i  

Logrando  de  tul  modo  .:,  j. 

Iluminarse  al  fln,  pero  del  todo,     ,,  .  , 

¡Y   aún  dirá  aliun  pollino 

Que  no  alumbra  el  espíritu' de  vino'!'  '  "^ 

'"" '   '     ■'  '     ■"'  '"-'■  '■     "''      '  - Dr.  Ucar. 


é93r  'i*i^»''ji 


84 


EL  CASCABEL 


(SXHIiBílOílíliljSíliO 


. ..   s .. . 


^é 


Se  prueba  cumplidamente 
IjO  de  la  transformación 

Y  apoj'ando  mi  aserción 

i  Ahf  vá  la  historia  «igiüeiite:,  . -¡.r  ¡ 

''Surcando  la  mar  bravia. 

Sin  otra  ley  que  su  acero. 

Llegó  ajqjui  el  aventurero 

Pon  Pedro  de  Rentería; 
,  Fuerte  pecho,  gran  mostacho. 

Descreído  y  arrogante 
,  Tan  fullero,  cual  galante; 

Tan  locuaz,  como  borracho. 

—Vengo   en  busca  de  un   caudal 

— Dijo— y  no  me  arredra  nada. 

Tendré  plata  con  mi  espada 

jA  un  mental  otro  mental ! 

Y  á  los  diez  dias  cumplidos 
Que  habia  desembarcado. 
Como  jefe  era  aclamado 
De  una  turba  de  bandidos. 
Colocado  en  su  terreno 

Al  pillaje  se  entregó    . 

Y  osado  lio  conoció 

Ni  ley,  ni  temor,  ni  freno. 

Y  por  doquier  que  pasara 

No  hubo,  allí  por  donde  fuese. 
Hogar  que  no  confundiese 
Indio  á  quien  no  saíiueai:a. 
El  fruto  de  su  pillaje 
Con  cinismo  defendía; 


4 


—  Por(]ue  no  es  robar— decia— 
Cuando  se  roba  á  un  salvaje. 
....  La  muerte  al  cabo  le  dieron 

Y  al  llegar  hasta  el  Demonio 
Consta  por  un  testimoiiii9k7  A? 
Que  ni  aún  alli  le  quisíe'fbn. 
Fué  corriendo  á  su  albedrío     i    . 
El  cielo  de  mil  maneraar^^g;*  ]   'v 

Y  visitó  las  esferas  ^^'  ,;f  ; 
Que  ruedan  en  el  vacío  *^,  l 
Sufrió  mil  transformaciones      j.' 

Y  al  llegar  á  nuestro  mundo,  :^'}^ 
Quiso  con  genio  profundo 
Ser  capitán  de  ladrones. 
Púsose  á  la  espectativa. 
Estudió  cerca  de  un  mes 

Las  costumbres  y  después    ■      '     ' 
Fundó  una  eoopeí*í77/yrt.    ^      '       ^  U-. 
Diez  mil  acciones  cobró  ;, 

Y  al  ir  los  socios  creyendo 
Que  habría  alguij.  íZííü/íZtírtrfo 
Fundióse  y  los  <ZÍ<r¿Ví/ó.  ^    . 
¿,l)esu  conducta|[a  norma  , 
No  e-'a  el  robo  y, el  engaño  ? 
Pues  lo  mismo  hizo  (jue  antaño: 
Varió  solo  en  la  forma.  '* 
Pues  víó,  sin  hacer  ultraje  :   ,  •      •  ■;■  » 
A  la  gente  de  hoy  en  dia,         -      -'    ■'( 
Que  en  el  mundo  todavía                 ■  ■  \ 
Quedaba  mucho  .sflr/m/e.           ,    - 

Luis  García, 


''■% 


i  iVi 


¡QUE    VECINDARIO! 


Encima  de  donde  habito 
Habita  una  infame  diva, 
Que  al  cantar  da  cada  grito 
Que  mata,  y  así  me  írrito 
Por  arriba. 


Todo  esto  lo  sufrirla, 
Pero  ya  no  puedo  más 
Con  una  gran  herrería 
Queme  embroma  todo  el  dia 
Por  detrás. 


Un  pianista  maldecido 
Con  un  fiero  contrabajo 
En  los  bajos  se  han  unido, 
Y  allí  destrozan  mi  oído 
Por  abajo. 

I  U 

En  la  habitación  de  éntrente 
Una  masa  ejecutante 
De  coros,  con  voz  potente 
Canta  y  hace  que  reviente 
Por  delante. 


l'^ste  estrépito,  constante 

De  mi  íiero  vecindario 

No  hay  cristiano  que  lo  aguante. 

i  Es  horrible,  espeluznante 

Mí  calvario!  ' 


Y  un  día  agarro  un  bergajo 

Y  juro  por  Satanás 

Que  los  reviento  á  destajo 
Por  arriba,  por  ahajo, 
Por  delante  y  por  detrás. 


L,  a. 


EL  CASCABEL 


85 


~-.r.i]> 


f^. 


OS  pies,  sino  ocupan  un  lugar  prominente,  son  en  cambio  la  parte 
del  cuerpo  que  más  servicios  presta. 

En  primer  lugnr  andcimos  con  ios  pies,  y  nos  trasladamos, 
gracias  á  ellos,  de  un  Indo  ó  otro  con  toda  facilidad. 

Como  arma  defensiva  y  ofensiva  los  pies  no  tienen  precio. 
Que  nos  cansamos  de  un  importuno  y  no  sabemos  cómo  ha- 
cerlo desaparecer  de  nuestra  presencia,  pues  con  un  torpje  de  pié 
en  salva  la  p-irte,  nos  quedamos  libres  de  eátorbos. 

Que  nos  persigue  un  acreedor,  un  marido  celoso,  ó  un  poeta 
ávido  de  leernos  una  Elegía,  ó  herejía;  ¿qué  hacemos?  ponemos 
pies  en  polvorosa,  y  nos  ponemos  á  salvo. 
Que  vemos  venir  hacia  nosotros  la  artillería  de  Bollini  levantando  nubes  de  polvo: 
al  punto  preguntamos  pies  para' qué  os  quiero?  y  apretamos  á  correr. 
•  En  las  lides  amorosas  los  pies  tienen  importante  papel. 
Al  emprender  una  conquisla  andamos  con  j5«es  6?e />/Ó???0. 

Si  ella  nos  da  pié  para  un  avance,  avanzamos  resuellos  y  nos  turnamos  el  resto- 
Las  promesas  de  amor  las  creemos  d  j9?esÍMnfí7¿«.S. 
Los  pies  fccn  elocuentes.  ' 

Buscamos  por  debajo  la  mesa  el  pié  de  la  vecina  y  lo  tocamos  dulcemente:  nos 
coptesta?  ri'^gooio  redondo!   Ella  no  es  indiferente  á  nuestro  afecto.  A  veces  nos  equivo- 
camos, y  pisamos  el  pié  de  la  futura  suegra :  si  es  bondadosa  nos  dirá  los  pies  quietos, 
Jh?,  y  si  es  de  genio  vivo  nos  pondrá  de  patitas  en  la  calle.  Lo  que  e(¡uivale  á  perder 
\pié  y  nos  hace  exclamar  ¡decididamente  entré  con  mal  pié  en  la  casa. 

Hay  pies  de  muchas  clases.  Pequeños,  grandes,  deformes,  descuidados,  etc....  No 
olvidémoslos  pies  de  banco. 

Los  chinos  tienen  los  pies  pequeñísimos,  pero  para  lograrlo  los  aprisionan  bárba- 
ramente y  aquello  más  que  pies  son  embutidos. 

Las  Americanas  y  Españolas  son   las  mujeres  que  tienen  más  pequeño  el  pié. 

Y  el  cienpíés  es  el  bicho  que  tiene  más  pies. 
Estos,  los  pies,  eh?  son  útiles  como  medida. 

Ahí  están  el  pié  cúbico,  el  cuadrado  inglés,  y  otros. 

Los  latinos  y  griegos  midieron  por  pies  sus  poesías. 

Se  prueba  la  facilidad  de  un  poeta,  obligándole  á  escribir  con  pié  forzado. 

No  faltan  poetas  (|ue  para  escribir  algo  necesitan  (pie  les  den  pie. 

Y  suelen  meter  la  pata.  ' 
Pero  es  porque  escriben  con  los  pies. 

Para  saludará  una  dama,  nos  ponemos  á  sus  pies,  ó  besamos  los  pies  según,  y 
conforme. 

No  echemos  en  saco  roto,  ([iie  los  j>ics  de  paliza  existen. 

Quizá  por  librarse  de  ellos' aparecen  sin  pié  de  impí-enla  los  pás(|uines.  libros 
verdes  y  otras  producciones  anónimas. 

Ño  creamos  al  pié  de  la  letra  lo  que  nos  dicen  las  mujeres. 

Y  si  algún  dia  (Dios  lo  permita)  cobramos  una  letra,  veamos  si  al  pié  de  la  misma 
van  las  firmas  correspondientes. 

Los  gobernadores  de  provincias  han  hecho  frases  célebres. 

Todos  recordamos  aquel  que  dijo  tener  30.000  hombres  en  pié,  dispuestos  ú  defen- 
der á  un  Presidente  qué  casi  bajó  del  sillón  por  su  pié. 

Otro  gobeí'nador  dijo  que  la  provincia  se  pondría  en  pié.  ' 

Pero  veo  que  me  aparto  del  tópico  (I)  de  este  artículo  pedestre  sin  pies  ni  cabeza. 

Otro  dia  les  tocará  á  las  manos. 

ínterin,  los  pies  quietos...!  Andrés  Soler. 


sseiS»--"^  - 


86 


íMi^íBli  CASCABEL 


Í''Í!Í!¡'     !  i     ■".  .   ■ 

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gB.I-'l     ff^ 


I       ■ 


■r-f'íin 


Me  parece  ver  su  divino  rostro.... 
AdopteAios  una  posición  interesante. 


íEI  67¿rtfíí/....  Mak). 
Adoptaré  un  aire  indiferente. 


¿Sí)   ,  .  ,  i.>  t 

-S'í   V  vi-;;. 


■üi 


Mí    ;  1 !  T  i 


íi"    SISTEMA  DiCiÉAL 


'    ■  ^'^^>''-.^\^i^^ 


(  M ADKILEÑKRÍ  ASpfe% , 


-O? 


.(,,.t 


*  ....Pus  con  eso  de  los  céntimos 
se  hace  un  lio  l;i  Espei';inz:i. 
Suerte  que  los  llaman  perras 
y  asi  resulta  más  ciara 
la  moneda  pa  el  comercio. 
Antes,  cuando  se  pagaba 
por  cuartos,  en  todas  partes 
la  entendian  y  cobraban 
lo  i  ítue  es  justo  y  regul ar. 

rAJiorí!,  á  lo  mejor,  la  engañan, 
pus  no  sabe  cuantos  céntimos 
son  una  peseta. . .  i  y  vaya ! 
que  lá  pobre  viene  siempre 
echa  un  tigre  de  la  plaza, 

'  porque  fella  sin  saber  cómo, 

-"ftá  Haá&üe  lo  que  se  gasta. 
Yo  he  llegao  á  sospechar     . 

\<que  es'un  lioíiue  ella  se  arma 

(  .para  tener  un  pretexto 
y  sisarine  alguna  platea, 
I  — Nq  sospeches,  Bal  domero, 
gu^  yo  conozgo  la  caus  a 

'y  éso  exactamente  igual, 
me  sucede  con  la  Paca. 
Ño  hay  (jue  ser  tan  maliciosos 
oóri  Jas  mujeres  honradas, 


como  la  tuya  y  la   mia, 
que  pueden  ser  hasta  damas 
de  honor  de  cualquiera  rey, 
pongo  por  caso... 

—¿El  de  espadas? 
—¿Es  que  estoy  hablando  en  serio 

ó  te  figuras  que  es  guasa  ? 

\Gueno\...  Pan  ahora  verás 
I.o^nau^  tqrge  qv^  9S  la  Paca, 
Conid  tddas  laS'- mujeres 
<iue  al  progreso  se  relraclan 
y  én  cusí  iones  de  adelanto 
yan  siempre  muy  retrasadas. 
Yola  mandé  antes  de  ayer 
y  la  dij^  que  llevara 
dos  cen^iffirrados  de  leche, 
que  ahora  me  hace  mucha  faíta, 
porque  me  encuentro  algo  débil 
desde  que  ella  no  trabaja, 
y  es  que  por  ciertas  intrigas 
la  expulsaron  de  la  frdbica.. 
Gueno,  la  mandé  por  leche 
y  además,  que,  si  encontraba, 
comprase  de  berengenas 
dos  íüí ros  y  de  patatas  ; 

otros  tantos  cfue  ya  sabes 


EL  CASBABEL 


87 


fMémio^cF-^I  H 


que  me  gu^ 

y  yo  no  sé 

diriív,  que  vuelve  á  casa, 

encendida  como  un  cisco 

y  me  dio  una  bofetada, 

delegartdq  por  razón 

que  al;|)!e(iir  de  las  patatas 

Jos  Zí'í^^afue  la  encargué, 

la  verdrf^ía  que  es  mala 

como  es^éssdia,  riéndose 

la  ton^<>'eÍi)el^en  sus  barbas. 


_  \^  >^  Y  to^p  esjjue  á  las  mujeres, 
C.  ex  K^  aunliúe Quieras,  no  las  sacas 
.  .        de  la  rutina  y  se  empeñan 
en  seguirla  y  no  adelantan. 
Convéncete,  á  la  mujer 
si  de  las  w¿erf¿rfí/s  la  hablas 
?'<  de  ja.4«**^;¿o;i  de  pesas 
daler-é^^^^Ms,  dale  fa>'rts  .. 
perosinO_^'cles  7í¿7ó«ieíí*os, 

rftícj/ZtfrjQs \ñ  pentagrama s\ 

L     Juan  de  la  Cruz  Ferrer 


SIO  TRANSIT... 


A 


"«!r: 


Era  Iea(jerd€l  partido  liberal  el  Sr.  Cam- 
baceres  y  se^ase,ai;a  en  el  vestíbulo  Iran- 
quilo  y  serenó,  eii  apariencia,  mirando  ú 
las  manifestantes  y  lamentando  que  toda- 
vía el  «I  ero  tuviera  tales  raices  en  nuestra 

sociedad.     '     "', 
Su  espíritu  estaba  sublevado  con  estas 

reflexiones. 

Una^^seikfQ— la  de  Lohezic,  viuda  de 
Casares  —  se  aceroa.  al  viejo  hombre  de  es- 
tado y  le  pregunta  por  su  esposa,  aña- 
diendo: 

,— Kstraño  no  ver  á  Mariana  con  noso- 
tras ! . 

—  Mariana,  señora,  contestó  el  viejo  li- 
Ijerai  con  tono  firme  aí  par  que  du'ce,  lie- 
\t¡(i  <V^G  tnlé^i  ims  hijos  v  su  casa. ..  esa 


'W 


Bella  como  dos  no  habrá 
de  todos  triunfa  adorada. 
Mas  la  muerte  llegará 
y  en  polvo  la  trocará 
y  después  del  polvo,  nada. 


POROEÓ 

Disculiáse  én  el  Congreso  en  1884  la  ley 
de  educaci:ón  laica  en  la  Capital. 

El  clero  se  habia  alarmado,  y  trabajan- 
do con  todo  su  poder  habia  organizado 
una  manifestación  de  damas  de  alta  posi- 
ción, para  que  presentándose  al  Vice-Pre- 
sidente  de  la  República  le  significaran  y 
por  su  intermedio  al  Senado,  que  mirarían 
con  placer  se  estableciera  la  educación 
religiosa.    ' 

Habia  riiás  de  trescientas  personas  en  el 
Congreso,  esposas,  madres  ó  hijas  mu- 
chas ellas,  de  miembros  del  parlamento, 
sostenedores  de  la  educación  laica. 


es  su  religión  ! 


^s    llljt 


Y  saludando  A  la  señora,  penetró  á  la 
<!asa  del  Congreso,  ssreno,  tranquilo  y  re- 
posado. , 


El  ex-sénador  Oliva,  gobernaba  la  pro- 
vincia de  Salta.  ^   , 

Una  tormenta  revolucionaria  surgia  en 
el  horizonte  político  y  era  necesario  pre- 
venirla. 

Se  comenzare^  á  recojer  lafe  armas  y  las 
balas  que  los  particulares  tenían  en  su 
poder.  ~ 

Un  dia  llega  á  conocimiento  del,  goijer. 
nador  que  un  joven  \Vilde|Í  hermano  del 
ex-ministro  de  J.  C.  é  I.  Pública,  tenia  algu- 
nos cientos  de  balas  de  rémington  y  que  se 
negaba  á  entregarlas. 

El  Sr.  Oliva,  coiiesQ  cacliaza,  que  es  su 
adorno  y  su  rasgo  típico,  mandó  que  lo 
citaran  á  su  despacho. 

El  joven  WildécoiicurHó  al  llamado. 

—  Me  han  dicho  que  Vd i  tiene  unas  ba- 
lasde  remíDgton.. ..       ,  .,  , 

rr  Asi  será,  dijo  el  joven  haciendo  so- 
nar las  eses  como  acostumbran  todos  los 
miembros  de  su  familia. 


*      '      ,  ,      ,    '     ,    ...  AsBii  áornftlattega  Pepe.  Dice^ 

-¿yamt)s  á  Ja  playa  de  los  ingleses?    que|^ijna  I^R^ta  pero  quien     j.j.qj.  jg   maricos.,,    y    de 


-Nó.^!  Que  allí  debe  estar  mi  sastre 


me  |i^2Cjú  fuác^L  >■> 


Lobo,  ó  bobo  marino.  Te- 
or  de    1 
hoteleros. 


-¿Conoce  V.  á  aquellos  bagres? 
-Sí,  señor.  Son  mi  mujer  y  mi  niña. 


Hombre  prevenido. 


Al  salir  el  Sol.... 

(Música  de  La  cccc  del  oso) 


pV.7''*K?5S^S»«^^^e^íítííE!^^ 


■  -■  -im^^^^^^^^^. 


«Quien  más  mira  menos  vé.» 


/     ,'. 


La  mujer,  el  marido  y  el  amante.^ 

(Novela  de  P.  de  Kock.) 


-No,  no,  mira  que  está  muy  fria.      '' 

-A  mi  me  parece  lo  contrario  estando  á  tu  lado. 


'■n'í-;'*^'8-', 


^ 


íñ' 


EL  CASCXBÉL 


i'.-s 


■  K 


—  ¿Es  cié^tj 
•    Si,  es  cierto. 

—  ¿  Y  de  dónde  las  sacó  ? 

—  No  íaB  «raque  de  ninguna'  parle.  ,-..- 
—'Í3aiéi^ó  decir  que  cómo  laS  tieiíe, 

el  vii^p  ÓiiVa  ya  uri  poco  picado,'      )  T  ^ 
rinAih !-..:,; Las  tengo  atadas  ec^  unVlienz^ 
y  colgadas 'en'«ltechol      .i  ■  .  ^' 


— No6fi!reift.áeSO)r,,que  ienjén4olas|isí,  l$s 
fattehifi'/'.  wla  8  descolgaré  I ;  %       [ 

díi-'^'fiáí  él'Sr.  Oli^a  y  llegar  á  un  grado 
deesif|^§^f^plonqué.Ja¡^nás  le  había  coíiot  , 
oído  na^ie,  fué  todo  uno.  -' 

—  &ji3)g«^'^d.  dé  mi  presencia,  esclamó,  ó 
lo  mando  pTesot— — ^  '  '  '- 

El  joven  Wilde  salió  del  despacho  mur- 
murando : 

— DeíaMiio,  qué  respeto  á  las  balas  ^1 
.  Sr.  Gop^rí^dor. . . .  parece  increibíe  ei^  un 
í  hoiH$íí-tóe  96-sordal  -  _      '  s^ 


.'.iS? 


i  ui..c;i:y 


Tm  Testas: 


H-»*»«— ^•.- 


<.0!!d^^ 


It  SABLE 


ARA  tres  ó  cuatro dias 
'    léi  «La  Prensa»,  comió 
de  costumbre,  és  de- 
cir   entre  el'  primer 
mate  y  el  d^clYhtt,  y 
me  aláribé  ai  eiicon- 
,  Irar  líp  articuló  lilií- 
Iftcío  «  feySíto  dÉ'^Héwol ver  » .  ' ' ; " ' ' '  " '  ' 

^^^c^^^TiyaiaméJ:; :;  '";':^  • 

'-^^sWáeinaátM^  cállenle  1  —  preguntó 
1(1  china.     ,      ,    ,   . 

—  Ya  fo  creo]  ¡  ápoíógia  del  rewólver ! 

—  App . . .  de  que  T 

—  Péro'íu  ,^míe'iiaí)íás  doí  mate?  Ah,  el 
npate  esla  bien. 

—  Comoelniño  dijonosé  que  palabrota... 
Enrique  Ortega,  aiiitor  del   articulo  en 

cuestión,  tendrá  sus  ¡deas  sobre  el  rewol- 

^Ld  fc{üé6íí^ií vale  a  tenerías 'pHóxfmas  á  lá 
muerte,  tomando  Jas  cosas'  al-  pié  dé  la 


Yo  téhgó'mis  ídeás^)sbbre/el 'áat)íé',  ^Hj" 
sable  quiero  dediéár  cuatro  rehgloHfe'^^   \]' 

No  me  remontaré  á  la  época  eh  que  el. 
sable  era  dueño  de  lodo; 

Se  han  acabado  ios  Paredes  qup  de  titi, '  ^ 
sablazo  partiariá  un  loro,  por^a7a  en  dó^.' 

Hoy,  hay  aduchos  Pérez,  SancheíZy  Fula-' 
nez  y  Ziitajiez  qiie  hacen  más,  iiiuchó  más 

Me  reliero  á  los  que  viven  del  sable.^ 

Qiie  son  niucTios  por  cierto.      '  '   '  ,'' 

Dejemos  á  un  lado    íós  profesores' ae' i 


esgrima. 


Y  vayamos,  es  decir,  dejemos  qué  ven-  . 
gan  á  no5  los  sablistas  netos. 

—  Sejíor.  ,  /■  ,  %/ 

-Qué  hay?    '  '/      /.  ,"''..^  ",/^..r, 

—  Preguntan  por  Vd.  '  ,    ^      ' 
Quiénes?                               "'''  "  '  ''';'- 

—  No  lo  sé  pero  debe  ser  amigo  dé  Vd. 
Me  ha  preguntado  por  Pepe.  ,    .   J 

—  Pepe !  . 

—  Si ;  ya  vé  Vd.  que  debe  ser  muy  amigó 
de  Vd.  Además  usa  pantalón  claro  y  tiene 
ia  cara  tris  le.  / 

—  Quépase. 

Entra  el  desconocido.    .  ,. 

—  Servidor....  pase  Vd.    '  . 

—  Fuera  cumplidos  y  pavadas.  ¿No  me 
conoces  ya  ? 

—  No  recuerdo.  .,     '.■,...'     .,,...,.,» 

—  Soy  Pérez.  ,     ,  ,    ,    ,  .       .,,  -...i 

—  ¿Pérez?  ,  ,  .       -■!  vi 

—  Si;  tiijo  del  viejo  Pérez.       .    ;  ^     j 

—  Justo,  y  nieto....  ^ 

—  De  Pérez.  Ya  ves  que  me  recue\*das. 
Y  qué  tal  ?...  siempre  escrijjiendo,  eli,? 

Ah!  dichosos  de  vosotros.  Sois  muy  íeli- , 
ees  los  escritores.         ,  .  ;.*!>,. 

—  Muchísimo!,  .^  ,     .,,.    ,  ,,' 

—  Y  tu  mujer?         ,  ,     _      .^    ,  .   ,.  ,,,  ^., 

—  Pero  si  SOY  soltero....  ,      .     .-•- 

—  Soltero  !!    Eijíonces  no  .  eres.  PepitO) 

Vista.  "  •  •      ;.■  _     ■..  '.■,.."■;;,', 

—  Eso  salta  á  la  vista.  .'  '   '' \  ,' 
^Hombre  lo  siento.    •             _ 
No  hay  de  (¡ué. 
— ^  Si:  porque  yo  necesitaba  üiV  servicio 

de  Pepe  Visla....  una  friolera.  Diez pjésos 
(lue  remitiré  brevemente  en  cuánto  llegue 
á  Chascomiis,  porqué  yo  v^vÓ  eii  Cliascp- 
müs,  V  he  acabado  el  fenío. .. . 
Sablazo  gordo.  Estocada  por  sorpresa., 
Ejemplo  de  Sablazo  claro,  fácil  de  parar. 

—  i  Tienes  cám bro  chico  ?  " '       A* ' ' ' 

•-■No.  ■■;  ''■  '■  ^  ■■;//  ■■■•..'''; 'r.''^í:-. 

—  Bueno,  no  importa,  déjáuile  cinco  naí 
le?..  '       v' 

—  Es  que  tampoco  los  tengo. 


•-•'  .^:^-i:S^.^i-v 


Quile  n\£^stPQ,  rápido,  y  contundente.,    ., 
Hay  sflilj'lisía^s  dé  ambos  sexios.'   ."^  .    , , ', 
Temed  á  íaá  mujeres  que  üsari  sable.* 
Siempre  han  sTdo  péügriosas  las  armas 

en  manos  de  mujeres  y  niños. 
Los,  sablazos   por  escrito   no  Jásiiman 

tanto  aunque  sean  de  e^t,eca)ibre. 

—  «  Señor:  he  sabido  que  es  V,  noble  y 
que  tiene  un  corazón  inmenso.  Dígnese 
ayudar  ó  un  padre  de  familia  que  severa 
obligado  á  devorar  uno  de  sus  hijos  si  láá 
almas  caritativas  no  lo  ayudan  ». 

No  hace  mucho  tiempo  recibí  la  visita 
de  un  coroneZ  que  vestiapoco  mas  ó  me- 
nos como  Candelario. 

Me  habló  de  una  viuda  pobre  y  del  deber 
que  yo,  como  hombre  y  como  argentino, 
tenia  de  socorrer  á  la  infeliz. 

Este  es  el  sablazo  traicionero.  Pedir  piara 
otro  que  no"  existe. 

Si  veis  entrar  a  un  señor  alto,  flaco,  ves- 
tido de  luto,  vacilante  el  andar  y  bíija  la 
mirada,  temblad;  lo  primero  que  os  ¿irá 
es  eslo : 

—  Yo,  señor,  soy  colega. 

—  Ah,  vamos.... 

—  Pero  colega  desgraciado.  Escribí  un 
opúsculo  sobre  el  reloj  del  Cabildo  en  sus 
relaciones  con  la  atmósfera,  y  el  público 
no  me  entendió.  Luego  escribí  una  oda  al 
trueno,  y  nada.  Después  fui  redaclor  de  un 
periódico  social  y  no  pude  hacerlo  entrar. 
En  fin  soy  muy  (iesgraciado. 

—  Le  acompaño  á  V.  en  su  justo  dolor. 

—  Necesito  pruebas. 
— ^^  Pruebas? 

—  Pruebas  y  no  de  imprenta.  Deseo  que 
usted  me  facilite  una  módica  cantidad  para 
poder  comer.  Llevo  tres  días  en  ayunas  y 
hoy,  no  sabiendo  qué  comer,  me  he  comido 
la  vela  de  sebo  que  iluminaba  el  cuadro  de 
miseria  que  ofrece  mi  hogar.  Sólo  me  que- 
da un  soneto  "fledicádo  á  Mitre,  como  única 
esperanza-;  s0  lo  ofrezco  á  V.  para  que  lo 
publique  y  mh  lo  pague.  De  lo  contrario 
me  lo  comeré. 

—  BuenQ,  tome  V.  cincuenta  centavos,  y 
cómase  el  soneto.  ■'.,.,■ 

—  La  cantidad  es  exigua,  pero  la  tomo 
para  no  ofender  á  V.  Adiós. 

Les  digo  á  Vds.  que  es  cosa  de  estar  en 
guardia. 

Y  que  si  el  few^ólver  es  mensajero  de 
muertes,  el  sable  es  emblema  de  vida. 

Y  sino  ¿  de  qué  viven  los  numerosos  de- 
socupados que  pululan  por  la  Atenas  del 
Plata,  que  dicen  algunos  ? 

i  Del  sab\e\—P.' Cuello. 


¡1 1 


p6Xí3ííl?0 


;> 


7 


íru;lúbrie?,  mirada  me  próvopa    v  .- 
T  eptrei»»  garras  de  tu  fietU'e  pr^so 
Pa^a  vivir  ep  el  demente  exQ^o 
ób'tóés  ini  Viáfe?'fcí<ínft#kíH)ca'.  ■' 
Sé  ^éé  ktt '  tus  láAtór  «el  bucaiitd  Ucs- 
Bebo  un  veneno  ien.P34aiimp»»«>i^9l»o*  • 
>Sé,q)ie  ítl  Wüa^tei  inp.  ,í^Itra¡nt«,  ftc^o¡ 
Mi  vida  dejo  en  tu  abrasad^  ''*%í' 
Sr  §é  "que  ire  de  líjórií-y  q''*'^  »*  fústañte 
¿éíiáráfe'al  óWidei<id*8troíilíilíd».  ' 
Gozando  las  eari(»a8 !  da  Qtir^aip^íDt^i  í 
j  avuaaue  aé  queimi  honor.  ^^Q-P^, 
Quedara,  me.  preparo  deÜrariBudazos 
A  morir  eu  la  cai'cél  de  tá$^l^i!OS. 

Adolfo  S.  d^  los  Üi03.^ 


U'J 


POL4ITEAMA.  —  La  em- 
presa de  este  teatro  puede  es- 
tar satisfecha  del  lavor  que  el  público  le 
dispensa.  í^elplilili^o  np  pufífí^irjuejarse 
por  cievio X^uiálh^i€C  RuéÚécma  siem- 
pre atrae  gran  concurrencia  que  no  se  can- 
sa de  aplaudir  á  la  Sra.  Bonazzo,  una  San- 
tu^;^a  acabada.  ,  ,  j — *,,  ff%^  - 

Pardee  que  la  compañía  qiiiej|¿pbjáer 
escena  ¿a  C/iO^ra  del  Diáblp.  ^i  s^  dj 
pero  nosotros,  sin  saber  r^ada 
permitirnos  dudarlo,  y  nos  funtoimo^ 
ello  en  que  una  obra  espaiiQlaa  puefetí 
escena  por  artistas  itaIiahos,J^ienel 
éstos  muchas  dificultades,  sobre  todo  tria- 
tándose  de  una  obra  seria  que  requiere, una 
entonación  especial  siempre  aprópif^d|i,  y 
que  nó  permite  que  un  bachiller  dé  Sala- 
manca tropiece  en  dificultades  de  prQ|íun- 
ciacion.  Ahora,  la  parte  vócál  no  dudamos 
que  alpapzaria  un  éxito  cprhplétisimo.' 

Dé  In  cerca  di  felícifá  Kabiarérhbs  en 

...  ,  !"!■>!•.(    !v,;--ü     ii;:::! 

el  próximo  numero.  -^  . 

..•;■■  ■ :    '-■'  :. .'  ■   ;;íí1  i-^  '  ■(!     \)  — 


COMEDIA  — El  beneficio  de  la  aplaudi- 
da tipte  Srta.  Xftmás  re^uUpyqpmo,  era  de 
esperar,  brillante  ,,   , 

El  cartel  de  la  Comedia  ofrece  pocas  na- 


/ 


"'^J 


92 


kl^tidSGABfcL 


vedades.  Repetición  de  obras  conocidas, 
desempeñadas  como  de  costumbre  y  como 
de  costumbre  aplaudidas.      A    "^   t]"    T 


:i 


r-r- 

i  ..H  . 

v^  Lo.  w., 


BUEN  RETIRO— La  empresa  de  este 
teatro  ha  sufrido  una  pérdida  importante. 
Han  dejado  de  formar  parle  de  la  compa- 
ñía las  señoras  Millanes,  que  tantos  admi- 
ires  cuentap^en  Buen 
^mpañi^^flgue  po 
[•andes, 
^Los  soU 
ipropiada  pef)^^ 
ibienl 
lar  ¡ciiáiqf 

íncias  '  •  " 
m 
a 


a 

l^jifífeú^Aei  ;ías;de- 
1^,'iscéftSncí., ^Jfc^WP  frésení a- 
"f^od(0-po6iS?é.^:;    ^""^í '    V 
(fij^sl:d0  TerpsícQte  É^^flwm.cles 


racrójí 


íahótfá  el  que  má^  a^Ia|^  la 


Dos¡cosa8  tengo  en  el  alma 
Que  no  se  apartan  de  mi 

XJL  /in^i'  ín^isco  que  te  di. 


Un  colmo  para  un  general: 
—Mandar  la  artillería....  de  Bollini. 


■;rf: 


'■^.■ 


En  una  tienda  de  sombreros 
—  ¿  Qué  precio  liené^ésta  cifp 
1/  —¿Es  para«a  esposa í^Á  ns^^Jmr 

.^jspromelidrfT;K  ^/v^íp^^f^í^í^ 

/^^4^3  pafé-níi- prometidfií 
•.íjí'r—'i^eíi'. veinte  pesos. 

;  j*f-^rmjq^,para.  ^  \- 'l^ ■:'■::  ]s}-i'u:^^}      \ 

>;::¿^^  jgíegateíi  iiéled  ?  Pintonees  <^  f^i^uj^, 
iftfinoj^Óf.  Déme  usted  ocho.     •  V      t?Íp:M-.  ^ 
Áni  van 


ira 


\ 


Las 


ilusión. 


53^      -■■■■' 

tafftííteo 


ONRUB 
y  regular  concurrenci 

Hermann  se  hace  aplaudir  por  la  lim 
pieza  con  que  ejecuta  sus  fanlúsllcos  ex 
perimentos 


Los  d«iidfr  teatros;  llevan  una  vida  muy 
lánguida,  apesar  de^  contar  con  elementos 
conocidos  alguno  de  ellos . 


os  sobran  les! 
nar  1^!^a 


^^dihinisA 
^4&^  '^uy! 

éj^íjjuifepf 
deBeaprfe- 

0^0  dia^ 


^.,y  ~r  ■ 


Elgrel 


isas  eñ^dos  hoi'fr$  ; 
ilor  me  ha  mqjédo       '/ 
lo  ha  subveiícionado  < ;       ^ 
110  de  plaríchadoras  ?  *?*  -  sí.- 


¿■^.\ 


t-7^   i 


'¿éj  ij^s  ted  m  e  encaña !    ;  Us  led  no  éis"  <^6á|'v4^ 
do!  Si  ía  capola  fuera  para  su  eapoáflL^  ftu- 
querido  síiipármela  por  cuatro  pesoSi^íJ^^ 

Una  .actr^,de  i¿ala  muerte  ;í¿¿í 
y  de  no  muyhüenahiisaioria,  ^ 
repasaba  en  su  memoria 
las  desdichas  de  su  suerte. 

Y  al  renegar  de  las  arles, 
de  injusticias  y  escenarios, 
decía: — Los  empresarios  ;   i 

abusan  de  ciertas  partes.  ¡  ? 


Nada  menos  que  un  articulo  de  fondo  y 
cinco  sueltos  contra  el  juego,  contamos  en 
Bl  Argentino  del  cuatro  del  corriente  mes. 
Lo  que  aun  no  hemos  leido,  es  una  noticia 
concebida  en  estos  términos: 

«Ayer  mientras  unos  distinguidos  pun- 
tos probaban  de  dar  el  quinto  jjase.  fueron 
obligados  á  pasar  al  Departamento  de  Po- 


licía» 


'^^ 


■iLi 


iii.gue  tien^  hi^opesia  "';^^  5;?^ 
lá-místtóíy^^tós'l^'v.-   '''  2^ 


H*' 


^ 


Pepe,  ap^tívé^ít^)  í^jii:  di^-..-¿\      ¡ 


;! 


de  éstís  MI  querrib  hay  tií  lia.       \v    /f  I 

Yelía-  atenta  á  su  recalo,  i    !■  V'  | 

ppji^:ídyiyeiitaT  al  m  '  ^,^y  | 

décT£^^f¿^:Pepe,  que g^toP-^'^^^  | 

Y  luego : — Pepe,  qué  gíi^bgt!  | 


l!ftAÍ>^    V    V^- 


Q^CA^AB^ 


93 

-JíL 


..,(.1,    ...1       wXüiifir»    A-I '^  o 


1  ■!! 


fí  .•>    ."><•.  f< 


Iba  con  su  familia  Doír  Antonio, 
un  señor  con  un  genio  deh  demonio, 
pues  con  estoá  calores, 
y  según  ia  opinión  dfe^-filgun  galeno, 
salir  un  rato  es  bueno  - 
porqué  asi  se  pasean  los  humores.  ■       '  '' 
Detráá  de  ellos  marchaba  ;-  -  ¡i 

un  moio  qué  á  la  niña  cortejaba         .    '< .  '^ 
deseando  en tjregarle  es  propia  mano     : 
un  pliego,  en  ftufi  en,  estilo  ii$o  y  Mano,  n 


á  solas  una  cita  suplicaba.      '.  .',■  i/.i-.^q 
Vuelve  el  papá  la  j^ista  y  al  instante 
se  ñja  en  el  doncel,  levanta  el  brazo 
y  sacude  un  tremeiido  pafs¿igiKMg|€^ i  ,,,J 
á  un  i)obre  viandante     . -í    .¡o  .';h,.  '^íi^l: 
que  iba  con  ardor  extraor4ijlíirlo  ■  ,     n  . , 
de  La  Nación  leyendo  el  anuario. 


_Msto  úS'p-  Uühd,  lector, 
/<^>íf<^^Sinn)*s.e  en  ta lAüerd 


n  locura 
\ 


.  V-        / 


ifss^  ^tf.g%¡r^f^fm¡ 


W^^^'T-^^^^W^mpp 


f 


94 


é1^"¿Ís(Ja¿EL' 


— Lei  A¿v8,W2ijÍ32años 
tienen  un  cuerno  ¡de  más. 


— ¿  En  que  /v^  J)íJrE^9§íl>  ql,  rQ^enle  de  un 

i-RS-que  recrfrtnaii  mucho  frmterial. 
•^^■¡^n  que  se  parecen  Ta  casn  de  Gobier- 

—En  la  falla  de  esízVo. 

— ¿  Y  un  ne^éianfe  en^plitíníréros  á  un  es- 

—En  quefátíiboá  viven  de  la  plUTjoci.. 


■q/^  ^     ^tt^átl  tecure  un  gim^leí.'   - 

aS-i''i  ','.;iV€ítefÍnano,        V;'¿';m'    '''•  ",- 
no  veo  en  ello  nada 


Cuando  ayer  te  mostraba  mi  alma 

diciendo  :  j  Te  adoro  ! 
me  decías  que  no^  con  la  boca : 

que  si,  con'los  ojos. 
Y  hoy,  temiendo  que,  ingrata,  pudieras 

haberme  olvidado, 
me  decías  que  si,  con  ¡os  ojos; 

que  no^  con  los  labios. 


\  ( . 


ÉÍ»íHi3en^fe-]Óéi(lO0'|^  loítj«^:pt 
^      ,''íiáf¿ho  sis'^íi^clióf  Miiclio*'dtial^r 
al  ver,  que  Luisfí  aiempreesta  en  su  casa 
y  que  Jorge  vá  á  verla  allí  a  menudo. 

Y  por  másc|upp,rQC,iirp,  ¡np^bay  remedio! 
sospecho;  v  tal  sospecha  me  precisa 
a  creer,  cjue  entre  Jorge  y  entre  l-uisa, 
existeolgunacosa  de  por  medio. 

:      CORRESPONDEWCt^..  f^ 

P-  fl.  — PubUco  algo,  corno  puede  V.  yéix  Eil  «pt^a 
es  muy  subido  de  color.  ,  ,r    :      /        r  .,; . 

Boquerini.— Lo  que  V.  manda  es  muy  matiñi. 

Lúeas.— Si,  Lucas  Gómez. 

F.  C— Su  letrilla  á  las  morenas  me  paiece  que  no 
es  letrilla  ni  cosa  parecida. 

Doctor  Ucar.—Lea  V.  el  número  de  hoy.  Repito  lo 
de  la  Arma. 

Juan  fíe  la  Cruz  Ferrer. — En  esta,  su  casa,  tiene  V. 
una  carta  que  le  interesa. 

Amigo.— iPor  qué  no  contesté?  Pues  por  que  por 
dos  cartas  solamente  no  valia  la  pena  de  empreadér- 
me  el  trabajo  de  contestar.  .\h,  y  porque  sus  epigra- 
mas no  sirven. 

K.  Aslo.—Y  puro,  verdad? 

Contador.—SerU  V.  contador,  pero  cuenta  mal  las 
silabas. 

A.  M.  de  C— Me  es  imposible  por  mucho  empeño 
que  T.  t^i^^  en  ello.'  >  ^      ,i  '\ 

Crííicoi  r*  Dale  ¡No  aMmito  coniposiciqn»a,«l«^3tói 
Índole.  Qué  le  importa  ál  pilblicaqiíe  V.  ame  í?dn'  el 
fuego  del  Vesuvio  ft  la  Srca.  Oajpmett? 

^pe/es.— Repito:  sus  dibujos  no  son  malos.  Pase  V 
por  la  Redaccioiiv  no  tenga  mieoo. , 

A.  Prieto. ~-\a.y a,  unos  aprietos,  señor  A.  Prieto. 

£ej«06.— Le  agradezco  su  otr6cBnieste-.-Mt$|il^  algo 
antes,  y  si  giifeta....  ,  i^v  . 

P.  P//0.— Qué  si  16  publij;o4:iMiiMtaQtef  ;gv. 

Si  «e  ar ms  lojxvc^tipii,     ¡    í|^ 
Nadie  queda^'cB'faieaUí!,       ■':  f 
¡        pue&del  altitw  hare  ftie^o  :'r 

fi3^3i''i^*do  deí*<ímil^  :  >; 

Si  ei  rem¿ny^«^airado.iMj'Íe:dáijni^rte&V.í  señor 
P.  Pito.  '  *   ■ 

Erriilia.—Es  bonita  la  cst,L't&;'  tííinilí¿'lál«frdi^naíUy 
bonito  «I  papel  y...  nada*js9Mft  Y  lo  siei^to.-fra|^- 
men te,  sobre  todo  si  V.  e&  bonita.  .  j5; 


EL 


SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO    - 
Director : '  W<Í^QXJW  CÓlIn 


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■  ;;''•'!/;  fllafán  el  precio.  '  ?  ^ 

.  .Número  corriente , .    . .  . »   di  10 

»        atrasado .. .  .-^  v/orP^lOí^ 


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p;irii  ?anta  Cruz  ide:Tienerife,ifcaitíEí  Bar  elona  y  MaiN 
sella,  admitiendo  carga  y  pasaieros.  asi  como  para 
vT?&;i^vfiMrSáhtSñ3?í^KTT5aoJiamas>^^^ 
poriantesAl4í^p'^¡3t  i  /()Q'.'  i  G  <;/  ]■  , 

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puertos  y  ciudades  de  España. 


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de  Paris  1878- 
1889,  de  Viena 
1873.    de    Anver 

1885: 

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cóiíTiblnacion'  in- 
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contra  incendio. 
Surtido  (te- ca- 
jas de  hierro  pa- 
jpa ,  casas-  de  co- 


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Depósitos  &  plazo  ñjo  A.-90  dias  ó  má.s    4  »       <• 

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tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despartió.  Los  días  hábiles  de 
9  n.  m.  ;i  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
á  11  m. 


■.';ri 


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puridad  para  es- 
critorios y vtíasaiar^  de  ftimüift^     .    AA/  k 

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juegos  de  lavatorios  de  metal  blanco,  liconeras;  oa^í 
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pariías,  veladores,  filtros  para  agua, -etc. 

Wj^lnHíapaQ      sorbeteras,    necesarios    varia» 
xx^LayA^tooj    formas  y  clases,  biMs  surtidos, 
•lavatorios,  juegos  de  lav:  torios,  juegos  de  toilette 
máquinas  para  hacer  soda  ó  regaderas,  filtros  para 
agua,  fiambreras,  etc. 


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^e  prév^eMí  aLpúhlicflJqüeUafaMiabia  W^tabte^ida 

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V  ,75^-"^ 


96 


EL,^ULSCABEL 


j¿¿i,j^ 


¿ü'i^ 


7  .        1     ■    i 


S|»a;laf:^ilí^re(rci^Lrillo8.Mlé  los  innHjMrablee— ; 

V_:^.:r'^  ^^  Clll»á»MLÍ3(té  báXJmm    y- .  ■^■'\  -;' 

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A  11. 


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lera  de  la  ciudad...     »0.20        Id 


(Fotograbados  de  Goll) 


Que  le  aplaudan  á  porfía 
no  lé  ^áigoáieOná  ateiaoc,  C  >'4 }.  M  V  /i  A 
por  que  «^  te  yciá  este  .actor 
mas  delgado  cadó  d¡a. 


ti;,.     -.     ■ 


v-.y^'s^A-f  ,' :í"' ^  y¡ii^^^7\^i 'r 


**«CV      '     '     j.      ,sN" 


1         .     .    v^ 

í 


98 


fft.  ^CASCABEL 


-f'/.£i>ir^a.£ii¿;a  vi. 


'5('^s>"i'!':,i 


■*);!;-■; 


-^Ka>3^  — 


L  carnaval  está  en 
l^ertos  xonio  .quien 
^Íke,^^ieon  tan  fausto 
^lÉkOtWo  la  javentud 
danzante,  siempre 
ávida  de  placeres,  se 
ipeepara  ty  fortifica 
con~tiénípo. 
«íüonozco  untendero 
qu6#I  <Í9f^6  idiez  de  ta  noche,  cierra  la 
tienda ^tonjéh tras  hace  el  arqueo  de  caja 
llamad  la  mucama  y  le  dice  con  tono  im- 
perioso : 

—  Juana  I  xLávate  'tes  manos  y  échate 
unas  gotas  de^ua  <iBorida  de  aquella  que 
compré  en  remáfe.  A  ver  si  logramos  que 
desaparezcíi  el  olor  á^éébdHa. 

—  Pero  señor,  ¿«iqué  intenta  ? 

—  Eri  primer 'l^gar,  purificarte;  y  en 
segundo,  ensaiyar^^álgun  baiíte. 

Se  acerca  e\  cárn|ival,  y  no  es  cosa  de 
hacer  un  i^^l~«t4ict^io  y  desairado  en  los 
salones.     '^      "^^ 

—  Repare  que  vyo  ,-|iiie  conchavé  para 
guisar  y  no  párja  billar 

—  Miente*  éo<no  ,un  diain'o  oficial ! 

Tu  er^  mucari^  jaim  todo  servicio  y  has 
de  prestarme  este. 
Ea. ..  .ya  estoy  listo  ! 
Vamos  á  ver,  urtaimazurca  ! 

—  Sin  música? 

—  No  me  vengas  con  mOéieas.  Canta- 
remos aquella 

«Hágame  V.  ti  fatxyr  de  oirme  dos  palabras» 

Así. . . .  aja,  jé,  (Jreo  que  no  lo  hago 
mal.  ¿  Te  parece  bien  la  presión  ? 

—  Qué? 


*-  Ay,  no,  señor.  Rer6mo^plfB-y.íi»ní« 
qae  nte  Ta  á  rés&iar.    :  X  M 

■^  Bueno ;  por  ^py  "basta,  laf ail^Rp  -^on  - 
tinuffrá -la  sesión. 

Y  el  'btremo  'd«Í5kflnft8i»»no  'pie^Efe^us  iflpi- 
'Sífyos. 

Así  al  siguienie  dia.  cuando  v^triin  las 
de  Rodríguez  á  la  tienda,  losdtee  con  aire 
de  triunfo:  -  ; 

—  Empero  que  este  año  ábtÍFáfMíétQd^ 
sus  salones,  eh?  Yo  soy  otro  báflftiHn ; -he 
torttado  profesor  y  bailo  cómo sunjóvéivilíe 
quince  años  ;  ya  me  verán -^ds.- 

Y  á  propósito  fíjense  V4s.on»é8tas 'te- 
las ;  son  especiales  para  «disfraz :  célor 
oscuro,  así  no  se  conoce  ebsudor. 

—  Esto  es  esencial-— 'interrumpe  la  ma- 
dre— el  año  pasado  el-novio  de  Enriqueta 
le  echó  á  perder  el  traje.  Le  piiso  la  es- 
palda perdida ,  como  le  sudan  tanto 

las  manos. ...  1 

—  Yo  no  sé  por  qué  ^o  usan  iguanas 
esos  jóvenes.  PrecisameiHejyo  Vmgo  una 
partida. ... 

—  Bueno ;  pues  mandeítuiios  ^íúantqs  y 
los  repartiremos  á  los  in>^lád<^.  Aíios 
hasta  pronto.  í^    s 

—  Que  no  se  olviden  dé;mí ! 

Ello  es  que  los  bailes  tiétnan^gran  atrac- 
tivo, porque  con  la  caraosbierta  lafe  ñfíias 
disimulan  el  carmin  q^te  áio  vimejor  ciibre 
sus  mejillas,  y  escudhan  ciefrtas uosas  que 
en  otro  sitio  y  en  otras  circunstancias,  no^' 
querrían  escuchar. 

Los  clubs  se  preparan  ya. 

Y  los  teatros  se  preparairán  pronto,  y 
todo  hace  presumir  que  el  Cartiaval  (Que- 
dará reducido  á  bailes  con  todas  sus  con- 
secuencias. 

Algunas  casas  particulares  también  abri- 
rán el  piano,  y  no  será  extraño  que  yo  me 
vea  obligado  á  hacer  una  crónica  del  baile 
de  las  de  Gómez,  unas  señoritas  pQrrnales 
ó  normalistas,  que  quieren  que  por  la  pren- 
sa so  sepa  lo  que  haeen  on<su  casa. 

El  aplaudido  ramo  de  modistas  y  costu- 
reras no  descansa  preparando  ropa  y  más 
ropa  y  atendiendo  las  tiernas  solicitudes 
de  los  galanes  que  las  invitan  á  bailes. 

El  corso  promete  ser  pobre  ápesar  délos 


■  -•  rr't^::^7':¡>'-^v!^^ZS^ 


'íELCiUSGABEL 


>-.í99 


esfu^z^s.jiíye^^hacén  -las  di- 
versás  sociedades  de  can- 
domberos que>  como  un  su- 
plicio adelantado  á  los  del 
infierno,  nos  Tomen  «1  tím- 
pano ensayando.  A  estas 
horas  hay  un  sin  fin  de  ne- 
gros adulterados,  ó  adúl- 
teros, que  dice  una  amiga, 
que  ya  tidnen  llenas  de  ca- 
llos las  extremidades  de- 
lanteras. 

Después,  si  llegan  á  salir,  se  les  pon- 
drán peores  las  otras,  pero  no  escarmen- 
t^írán  hasta  que  Bollini  dicte  un  decreto, 
ó  la  Divina  Providencia  mande  un  terre- 
moto. 

Nada,  nada.  Procuremos  que  los  bailes 
sean  animados  por  que  son  el  gran  medio 
de  hacer  y  estrechar  relaciones  y  buenos 
talles..  Después  de  bailar  toda  ►uña  noche 
con  una  locura^  mascota  ó  un  dominó  sen- 
cillo, se  intima  hasta  el  punto  de  saber  los 
más  mínimos  detalles. 
— Yo  soy  pantalonera. 

—  Celebro  mucho. 

—  De  modo  que  con  los  pantalones  me 
gano  la  vida.  Por  esto  les  tengo  afición. 

— ¿Nos  veremos  mañana? 

— Cuando  va.ya,á,entregar. 

— Entregúeme  V.  su  corazón  y  no  le  pe- 
sará. Yo  soy  un  joven  honesto,  aunque 
me  vea  V.  en  bailes  de  máscara... 

— Si  viene  V.  con  buen  .fin... 

— Buenísimo. 

— Entonces,  veremos. 

— Además,  sepa  que  no  soy  un  cual- 
quiera. Ahora  no  lo  paso  muy  bien,  porque 
he  reñido  con  mi  tio,  que  es  muy  rico. 

— Vamos  .. 

— Si,  y  aderólas  tiqneíina 
erupción  en  la  nariz.  Yo  me 
reí  de  ella. 

—  ¿De  la  erupción? 
—No,  de  la  nariz;  y  me 

idesheredó... 

— ¿La  nariz? 

— Mi  tio!  parece  que  no 
me  explico  bien. 

—No  es  esto.  Es  que  ten- 
go una  debilidad... 

—  Vamos  á  comer  y  se- 


guiremos hablando.  Pero  mañana  nos  ve- 
remos ¿verdad?  ^^  /£"'¿^ 

Al  otro  dia  los   vecinos^i^línr"^ parecer 
un  fantoche  en  Ifi  esquina." 
;,  Es  el  del  baile  que  aguarda  á  su^orado 

;    iÉÍl*<impfeza 'tíhí  amo^^ '^ue  "tiq    siempre 
acaoft  raen.  "l^iJuñP' 

;  ¡Consecuencias  del  bailéf -^  j  ,  <^ 

Pero,  vale  decir  que  no  /s^mp^   estas 
consecuencias  son  de  bulto.\ /'-'''  "^^  v¡ 

No  exageremos. 

¿Verdad  niñas? 


■>— «i<tt 


í.' ' 


UN  SABIO 


Estudió  en  cien  cronicones, 
por  saber  si  los  varones  ■  •' 
que  á  Garay  acompañabaiii 
los  calzoncillos  gastaban, 
con  cintas  ó  con  botones.  ■      .- 
Y  lioy  se  lanza  ala  palestra 
llevando  ^u  obra  niaestra 
en  (jue  con  datos  sencillos,, 
aquellas  gentes,  demuestra 
que  no  usaban  calzoncillos. 


-.."•T 


í-'S'í-i    f»"^r«7^>;T»s'^-ir- 


**s«-rf:fft     -"**l;V'i9'Sí«''5S%i'L,'^y  'fí\    '    /    ir- 


100 


EL  CASCABEL 


BU  íajg:<s:^e(aH.o 


OLO,  sin  rumbo,  como  arista  errante 
que  en  el  espacio  zarandea  el  viento, 
va  cruzando  las  sábanas  florales 
el  hijo  del  desierto. 
Colgado  de  sus  hombros  de  gigante 
flamea  el  poncho  nuevo, 
cuyos  flecos  azotan  incansables 
el  anca  de  un  valiente  parejero. 
¿Adonde  va?  Él  mismo  no  Jo  sabe... 
Centauro  de  la  América.  so!)erbio 
recorre  sus  praderas  colosales, 
dichoso  de  ser  libre  como  el  viento 
y  fuerte  cual  los  Andes. 
Su  nombre  es:  El  matrero, 
y  su  casa  la  selva  exhuberante 
en  cuyos  laberintos  y  misterios, 
penetra  sin  hallar  diticultades, 
enemigos,  ni  miedos. 
Allí  tiene  enramadas  naturales 
que  detienen  la  lluvia  en  los  inviernos 
y  el  rayo  de  los  soles  estivales. 
No  tiene  amigos  ni  familia;  el  pecho 
alienta  la  pasión  de  los  combates. 
No  agitan  su  cerebro 
ambiciones  de  bienes  materiales; 
pero,  en  cambio,  le  asaltan  los  deseos 
de  una  mujer  que  le  deleite  y  llame. 
Muchas  robó  la  audacia  del  matrero, 
muchas  fueron  por  horas  sus  amantes: 
mas  los  favores  que  concede  el  miedo 
su  afán  no  satisfacen; 
qui3re  el  amor  de  un  cor.izon  sincero, 
espontáneo  y  durable. 
Pero  el  pavor  que  derramó  en  los  put*blos, 
en  las  fiestas  y  bailes 
la  invencible  bravura  del  matrero, 
estorba  sus  afanes. 
Palidecen  las  jóvenes  de  miedo 
con  solo  recordarle, 
y  se  agitan  los  hombres  con  recelos 


si  lo  ven  acercarse. 

Ocúltanse  los  niños  en  el  seno 

desús  inquietas  madres, 

al  ver  cruzar  al  hijo  del  desierto 

como  una  arista  que  se  lleva  el  aire. 

Es  libre,  es  valeroso,  es  hechicero, 

como  el  Dios  de  las  flechas  inmortales; 

pero  tiene  en  el  pecho  ;  ^ ' 

un  punto  vulnerable,  í~ 

y  palpitando  dentro  del  cerebro 

la  idea  de  un  amor  honesto  y  grande.    ' 

Por  eso  al  ir  á  recorrer  los  piieblos,  í  ^¿^^ 

mirando  las  mujeres  ocultarse,   ^:y.::b.  fi    ' 

retrocede  en  silencio 

hacia  la  selva  oscura,  impenetrable, 

como  león  que  fatigado  ha  vuelto 

de  recorrer  los  valles,      '  .' 

y  se  tiende  en  el  suelo 

bajo  la  hojosa  copa  de  les  árboles,  , 

para  dejar  volar  el  p'insamiento 

al  mundo  de  sus  dulces  ideales. 

Entonces  viene  el  misterioso  sueño, 

benigno,  á  consolarle 

poblándole  la  mente  de  trofeos, 

placeres  y  deidades; 

mas  al  volver  á  despertar  de  nuevo 

sin  encontrar  á  nadie, 

ensillando  el  valiente  parejero 

galopa  hasta  cansarse,    . 

5  ve  que  van  hu)endo 

ante  él  las  mismas  aves.  ■>'   -" 

Y.  entonces,  solitario  en  el  desierto, 

enfermo  de  dolencias  incurables, 

como  una  arista  que  desliza  el  viento, 

agoniza  en  los  tristes  eriales 

¡■Cu.iiKos  eu  lostuniuiios  dei  progieso 
van  cruzando  profundas  soledades 
y  mueren  sin  hallar,  como  el  matrero, 
sus  nobles  ideales! 

M.  Bahn  monde. 


I 


EPITAFIOS 


Yace  aqui  la  doncellez 
de  doña  Pura  Alegría. 
— Déjeme  usted  que  me  ría 
sifjuiera  por  una  vez. 

m 

Aquí  yace  un    editor 
á  quien  mató  la  conciencia 
—i  Bendito  sea  el  Señor. 
•luéjustaes  la  Providencia! 

m 


Yace  aquí  un  prestamista: 
Juan  Ontiveros. 
—Fué  un  sanio,  según  cuentan 
sus  herederos. 

m 

Yacen  aqui  un  usurero, 
un  cómico,  un  abogado, 
un  curial  y  un  panadero. 
—¡Dios  los  haya  perdonado! 

£,  Cabezón. 


'^^^^m^^W^^^mp^^^^^^m^^^^^^^^^^^r^  j-:^^ 


r  ^iJvij>-  -í^  -rí^^/ss^ 


EL  CASCABEL  101 


ÍHMXIOB 


ANOS  á  la  obra ! 

No  puedo  permanecer  mano  sobre  mano. 

Promeli  ocuparme  de  las  manos  y  cumplo  de  la  misma  manera 
que  si  lo  hubiese  jurado  con  la  mano  sobre  los  evangelios. 

Y,  á  propósito:  las  manos  de  obra  están  muy  caras  según  he 
sabido. 

Esta  es  una  advertencia  que  hago  porque  viene  á  mano. 

Sigamos. 


I  I  Con  la  mano  saludamos.  Antes  nuestros  abuelos,  que  eran  per 

L/  sonas  que  entendían  la  biblia,  como  suele  decirse,  besaban  respe- 

tuosa  y  cariñosamente  la   mano  de  las  damas. 
Ahora  á  las  damas  íes  besamos  los  pies.... 
Lo  que  prueba  que  hemos  descendido  un  poco. 
A  los  hombres  les  decimos  «beso  á  V.  la  mano». 
Como  arma  defensiva  y  ofensiva,  las  manos  no  tienen  precio. 
Que  nos  pegan?    Pues  paramos  los  golpes  con  una  mano  y  con  la  otra  los  de- 
volvemos. 

Y  procuramos  sentarle  la  mano  al   que  nos  atropella. 

De  ahi  viene  la  tan  aplaudida  mano  de  azotes,  seguramenle. 
De  las  palabras  á  las  manos  pasamos  sin  gran  dificultad.  Lo  que  hasta  cierto  punto 
desvirtúa  aquello  «de  el  dicho  al  hecho  hay  mucho  trecho». 
Hay  manos  de  muchas  clases. 
Las  hay  aristocráticas,  finas  y  cuidadas. 

Grandes  y  pequeñas.  Callosas  y  defectuosas,  etc 

Yo  estoy  por  las  manos  femeninas,  dejando  á  un  lado  las  de  cocineras  y  lavanderas. 
Sobre  todo  las  cocineras  suelen  tener  la  mano  pesada. 

Y  al  que  se  arrima  le  sientan  la  mano  con  la  idem  de  almirez  y  le  dividen  la  nariz. 
Obligándole  á  formar  en  las  filas  de  los  perros  de  la  nariz  partida. 

Lo  que  prueba  que  para  insinuarse  ájíierta  clase  de  mujeres,  es  preciso  tener  muy 
buena  mano. 

En  los  lances  de  amor,  las  manos  son  tan  elocuentes  como  las  palabras. 

Los  amantes  se  pasan  horas  apretándose  dulcemente  las  manos. 

Otras  veces,  y  dado  que  hay  temperamentos  de  fuego,  no  falta  joven  á  quien  se  le 
vá  la  mano  con  toda  inocencia,  lo  que  hace  exclamar  á  la  interesada:  «las  manos 
quietas  ». 

Si  la  suegra  está  presente  no  dejará  de  decir:  «juegos  de  manos,  juegos  de  villanos». 

Y  se  acordara  del  villano  que  pidió  su  blanca  mano,  allá  en  íos  tiempos  en  que 
Rosas  hizo  sentir  el  peso  de  su  mano  contra  los  infames  unitarios. 

En  las  mesas  de  jupgo  una  buena  mano  no  tiene  precio. 
Sobre  todo  para  los  puntos. 

Y  en  la  mesa,  (no  de  juego;  la  de  jugo,  por  ejemplo),  según  una  palrona  que  me 
alimentó  durante  una  temporada,  las  manos  de  ternera  con  papas  son  exquisitas. 

No  olvidemos  la  mano  de  la  Providencia  y  reguemos  á  Dios  que  no  nos  deje  de 
su  mano. 

No  me  gustan  las  mujeres  que  se  dan  una  mano  de  pintura. 

Existe  la  mano  dé  papel,  la  de  azoles,  la  de  barniz  y  otras  mil. 

Hay  manos  plebeyas,  callosas,  largas;  manos  rotas,  mnlas  manos,  etc.... 

Está  fresco  el  aue  tiende  la  mano  á  un  picaro  cualquiera. 

Se  expone  á  chocar  el  que  va  contra  mano. 

Con  las  manos  ganamos  el  pan  nuestro  de  cada  dia,  y  con  las  manos  lo  comemos. 

Si  jugamos  al  bacarrat  defendamos  la  mano  con  eñergia  y  no  la  pasemos  hasta 
después  del  décimo  pase. 

El  que  se  pasa  el  dia  mano  sobre  mano,  se  expone  á  morirse  de  hambre  si  una 
mano  cariñosa  no  lo  socorre. 

Las  manos  son   nuestra  Providencia  en  ciertos  casos. 

¡Cuántas  veces  decimos  ¡gracias  á  Dios!  al  ver  una  mano  pintada  en  una  pared 
cerrado  el  puño  y  el  dedo  índice  estirado,  señalando  un  rótulo  que  dice  «Caballeros», 
ó  bien  «Entrada»  ó  «Salida». 

Yo  miro   esta  y  me  retiro,  no   sin  antes  besar  á  Vds.  la  mano. 

Andrés  Soler. 


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102. 

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EL  CASCABEL 


ií^jiy    ;^!   D;.   '.iO    --j^,   r-..i 


DIÁLOGO 


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'l.^M  \    :,,;     .., 


— He  descubierto  un  restaurant  que  nos  conviene  mucho.   Por  cuarenta  centavos  dan 
de  comer. 
—Y  los  cuarenta  centavos  ¿quién  los  dá? 


MEDIDAS  PREVENTIVAS 


ÍA^tf^   A  vuelto   á  hablarse  de 
e^^.«      fiebres  más   ó   menos 
tjMmJm-^    amarillas,   tifoideas,  et- 
■Jl/frvW'^     eétera.i..  y  la  camisa  no 
^^/^M      les  llega  al  cuerpo  á  los 
'  - ' .  JL^ '■  que  son  timoratos  de  na- 
cimiento. 
.  El  terror  qiie  infunden  las  grandes  epi- 
demias es  saludable  hasta  cierto  punto. 
^  ,Ai iiablacde  pestes  todos  nos  acordamos 
" dé  lia' mgiéne,  dé  Boríini,  y  del  deparla- 
mento'ná'eioháí  de'higiene.  La  limpieza  y 
el  régimen  ocupan  su  lugar,  y  como  si  todo 
esto  fuera  poco^no  faltan  familias  que  se 
aislan  adoptando  rigurosas  medidas. 

Apenas  supo  el  bueno  de  D.  Dimas  que 
la  fiebre  asomaba  las  narices  en  la  Boca 
del  Riachuelo,  hizo  provisión  de  cinco 
bombonas  de  ácido  fénico  y  ordenó  á  toda 
la  familia;  hifelúió  lít  mucama  y  el  perro, 


que  todos  los  dias  tomaran  baños  genera- 
les de  agua  fenicada  y  en  toda  su  casa  hay 
un  olor  que  no  podria  sufrirlo  el  más  acu- 
lotado  boticario. 

Un  dia  la  mucama  se  fué  hecha  un  ba- 
silisco al  cuarto  de  D.  Dimas : 

—  Quiero  mi  cuenta.  Me  voy  ahora 
mismo. 

—  ¿Porque? 

—  Porque  con  sus  medidas  de  Ifigenia... 

—  De  higiene  mujer. 

— ...  Perdi  un  gran  partido.  M6  dio  bol- 
sazo Meliton,  que  es  enfermero  del  Hospi- 
tal de  S.  Roque,  porque  dice  que  apesto  á 
ácido  fétido... 

—  Ácido  fénico,  Gervasia. 

—  ...  Y  que  debo  tener  alguna  enferme- 
dad secreta.  \  Secretos  yo  I  Cuando  soy  la 
mujer  más  liberal  del  mundo... 

Y  se  marchó  la  muchacha,  teniendo  la 
esposa  de  D.  Dimas,  que  fregar  los  suelos 


1  * 


#• 


EL  CASCABEL 


-10* 


y  embetunar  durante  quince  diás  los  Wti-- 
nesde  su  marido.  Pero  este  no  se  enmien- 
da. Ahora  compró  un  poderoso  microsco- 
pio y  se  pasa  seis  horas  diarias  observando 
todas  las  porquerias  de  la  casa,  para  des- 
cubrir el  terrible  microbio.  Nat^ug^jkíjpiente, 
su  miedo  aumenta,  pues  con  aífíígfeiítí^stru- 
mento  ha  llegado  á  convencerse  de  que  el 
mundo  es  una  gran  albóndiga  de  bacilius. 

Todo  esto  no  sirvió  paralibrarle  dfe  un  - 
susto  mayúsculo. 

Estaba  almorzando  un  par  de  huevos 
pasados  por  agua  destilada  y  una  ensalada 
de  hojas  de  eucaliptus  por  ser  antisépticas, 
cuando  entra  la  señora  gritando  desespe- 
radamente : 

—  ¡Dimas!  Dimas!  Caralampito  acaba 
de  tener  un  vómito  negro. 

—  i  Virgen  Santa!  —  gritó  D.  Dimas,  dan- 
do un  salto  y  metiéndose  un  pedazo  de  pan 
con  huevo  destilado  por  el  carrillo  izquier- 
do—corriendo, volando,  avisa  al  doctor. 

—  ¡Ay,  ay!  Yo  también  estoy  invadido. 
Me  duele  el  callo  del  pié  izquierdo,  me  aho- 
go —  y  se  fué  corriendo  á  mirarse  A  un 
espejo. 

—  i  Madre  mia  1  ¡  Me  muero !  Corre,  avi- 
sa al  doctor ! 

—  Pero  ¿  por  donde  habrá  entrado  la 
epidemia? — decia  desolada  la  Señora  —  No 
pueden  haberte  hecho  mal  los  huevos. 

—  ¿  Donde  los  compraste  ? 

—  En  el  almacén  de  la  esquina  Brasil... 

—  ¡  Ah,  m'tijer  infame  !  ¿  No  te  dije  que 
cerraras  mi  casa  á  las  procedencias  bra- 
sileras? Caiga  sobre  ti  la  responsabilidad. 

Y  quejándose  lastimosamente,  sé  fué  al 
lecho  é  hizo  acostar  á  Caralampio.  Por 
fin  vino  el  doctor,  con  el  aire  sublime  y 
resignado  de  un  mártir  de  la  ciencia. 

—  ¿  Cuales  son  los  invadidos  ?  —  y  se 
acerco  al  lecho  del  niño. 

;  Le  pulsó,  le  miró  la  lengua  é  hizo  un 
gesto  de  horror.  Parecía  una  pastilla  de 
tinta  china.  Ordenó  le  trajeran  lo  arrojado 
por  el  muchacho,  lo  observó  escrupulosa- 
mente y  esclamó : 

—  ¿  Pero  si  esto  es  tinta  de  escribir  ? 

'     jComol  —  Dijeron  todos.  Y  el  niño  con- 
fesó que  creyendo  era  el  frasco  de  Kummel 
que  tomaba  su  papá,  se  bebió  dos  tragos  de 
tinta  Stephens. 
Después  el  doctor  pulsó  al  otro  enfermo. 

—  Pero  Vd.  tampoco  tiene  nada... 

—  Y  no  me  vela  cara  amarilla  como  un 
difunto? 

—  j  Animal !  Lo  que  tiene  Vd.  en  la  cara 
son  migas  de  pan  con  huevo. 


■     Yél-'Dr.  Clisopompo  se  fué  de  la  casa 
echando  chispas. 

A  pesar  de  todo  D.  Dimas  sigue  en  su 
manía,  y  no  deja  entrar  d  nadie  en  su  casa, 
ni  aún  el  carbonero,  sino  presenta  patente 
lip^iá  y  se  deja  echar  una  ducha  de  agua 
feíj^daal  quince  por  ciento. 

Cascabelillo. 


■    GRANOS  DE 


Á  BORDO 

A  tí  lasólas  y  el  vaivén  del  buque 

te  ponen  á  morir; 
á  mi  tus  ojos  y  tu  voz,  tu...  todo 

.  no  me  dejan  vivir. 

Pero  al  dueño  de  tanta  maravilla 

conque  Dios  te  adornó 
No  le  importan  del  piélago  las  iras, 

ni  tú  le  importas  nada, 

ni  sabe  quien  soy  yo. 
Por  eso  mientras  tú  con  el  mareo 

te  pones  á  morir, 
me  marean  también  tus  bellos  ojos 

y  no  puedo  vivir. 

CANTARES 

Si  tú  fueras  el  bifleck 
y  yo  fuera  el  tenedor, 
já  cualquier  hora  el  cuchillo 
se  ponía  entre  los  dos! 
H 

Te  Di  hablar,  meé  tus  ojos 
y  miré  luego  liácia  el  mar, 
y  la  mar  resultó  gris 
y  me  reí  de  su  sal. 

En  el  barco  que  navego 
hay  casadas  y  solteras;  í 

las  mujeres  de  segunda 
son  mujeres  de  primera. 

Quisiera  que  fuj^f  pfefo     :^ 
y  ser  yo  plato  sopfcro, 
y  hallarnos  siemjjtoiÍi^J|\li^Ítos 
los  dos  en  el  fre|^é|éL 

LAS  ENSEÑAlfZiÉS  $iií  TíATURA 

A  nuestra  presienciá  el  gallo 
se  mostraba  en  su  Ssétrallo 
con  la  gallina  marqsal, 
y  faltaba  á  la  atórál 
con  las  cosas  qué  me  callbi. 
Y  una  muchacha  divina 
que  además  era  vecina-         ' 
del  tal  corral  en  cuestión, 
decía  con  emoción: 
— j  Quién  se  volviera  gallina  !^ 

Juan  Gr.  Campuzaim 


gCT^yntE-jsgt;— ^ggig'-'^^'^ry''?  j^*^*=^lP5r  *^-^      ■ 


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ÍS»i»T-W-  !«í*4.-*[^ • 


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O    Vi 


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Ahí  tienen 


^^{^rtídm^s  á^í'íWí  lo  sabremos.       ,.,r        ^';^6Cid.ís.»  ,     estos  tiemp 


.  ^ovx;.;^^; 


La   voz  He    la   iglesia, 
consi  entrada,  i  i  i  >■  >  j  • 


materialmente  ¡Eh!...  ¡ehl...  señor  censor,  vea  que  Aspecto  de  Sud-América  d( 
el  busto  de  Sarmiento  está  por  caer  parte.  Me  refiero  Ai  coijün  ; 
y  le  puede  lastimar.  «Sud-América»  de  la  tarde  slg 


«   }-y   :  'I-i'. 


¿Simbolismo  hemos  dicbo?  Ahi  —Hombre,  ¿esta  tribuna  es  de  Roca?  «Deutsche  la  Plata  Zeitung» 

tienen  VYv  oí,  cor,reo  español  en  —No,  señoi;  es  de   madera,   como                    riquitrin^ 

acción.  todas.                                                           riquUrin.  trin,  trun. 

Nota  Las  cartas  no  se  pierden . 


,.>v. 


egpjiíla  vista.  ^  jUn  nacional  en 
QpoBliJí.  Circulan  tan  pocos... 


Establecimiento  fotográfico-instantáneo. 
Es  la  Casa  que  apunta  más  partidas  positi- 
vas, en  el  libro  de  entradas.  jVamos,  que 
hace  un  buen  diario! 


Luego  dirán  que  hay  miserlal 
Cada  tarde  se  tiran  unos  miles 
de  argentinos,  al  precio  de 
Cinco  centavos. 


dedos  años  á  esta       Este  es  un  órgano  de  la  co-     Los  dos  journales  francaises,  muy  señores  nuestros, 
n  nte,^í,eh?  porque    lectividad  italiana  del  Rio  de 
signe  bien  de  salud,    la  Plata. 

¡Simbolismo  puro! 


"  u 


Materiales  indispensables  en  las  voces,  defensas       «El  corazón  de  las  niñas»  periódico  semaSiai. 
y  amigos  del  pueblo.  Tiene  editor  responsable  y  vanos  poetas  irrespóQ^ 

sables.  : 


yf^^'^p,iyfr¡^-^-^-i:-^'  í-^     -  ->:^íírj^'.>>.?5''''^'«=T7ílP^    f^l^ll*^  p  H  H 


fl^  1 


1 1  *:2 


106 


.rSfS  '  EL  CASCABEL 


r^i  -■" 


.5    .í 


TXQOjS  Y  ©P^6(XiXi3:]S 


fe 


PWJi  á  rois  hombres  igual 
que  sucede  á  laa  botellas, 
jl  im€ilen  ser  como  ellas 
^!^ó  ordinaplb  ó  cristal. 
Eís  atf  Bwéríto  igualmente 
probad  6  desconocido: 
unosjMsiFel  contenido, 
otrtis  p(^  él  continente 

HoiJDíbré  de  aspecto  orgulloso, 
de  idifenfo  rico  y  probado. 
Ya  por  e^  mundo  alabado 
como  el  champagne  espumoso, 
y  acaeo  resulte,  en- suma, 
qtte  siiquisila  espum-a'  qué  crece 
i  Btífle,  desaparece    ,; 
quedando  á  la  postre  espuma; 
y  que  aquella  fama  loca, 
que  fué  una  burbuja  hirviente, 
deja  la  sombra  en  la  mente 
y  el  amargor  en  la  boca. 

Ved  otro  á  quien  la  cruel 
suerte  ahoga  sin  razón, 
y  que  pudiendo  ser  ron,  i. 

es  sok)  carabanchel. 

A  aquel  la  fortuna  inquieta 
sin  valor  real  le  dio  fama, 
y  todo  el  mundo  le  aclama 
por  su  vistosa  etiqueta, 
y  otro  que  lucha  á  diario 
por  subir  y  por  triunfar, 
jamás  logrará  pasar 
de  ser  un  vino  ordinario; 
y  si  en  su  febril  querella 
su  espírilu  se  dilata 
al  cabo  se  agria,  ó  se  mata 
y  estalla  al  fin  la  botella.. 

Si  el  hombre  ha  podido  ser 
con  la  botella  igualado, 
ustedes  no  han  olvidado 
que  es  de  vidrio  la  mujer. 


■•f  :/' 


n 


qué  encierra  rica  ambrosia, 
gloria  del  guato  más  fino, 
bouquet  de  aromoso  vino, 
dulzura  de  malvasia; 
vino  que  ¿gustar,  en  calma 

/incautamente  se  empieza, 

fy  se  sube,  á  la  cabeza 
y  al  fin  emborracha  el  alma. 

i  Vino  que  por  todos  lados 
nos  tienta  y  hace  pecar, 
vino  que  puede  matar, 
puesto  que  hay  vinos  picados. 

-     Jerez  pálido,  parece 
alguna,  á  quíferi  el  sol  dora, 
pues  quien  de  ella  se  enamora 
como  el  vino  palidece. 
Bella  mujer  á  quien  ama 
un  ser  no  correspondido, 
Lacrima  Christi  ha  bebido 
y  acerbo  llanto  derrama. 
A  otro  el  Madera  le  altera 

•  y,  loco  por  los  placeres, 
cree  que  todas  las  mujeres 
son  de  la  misma  madera... 
Con  mil  marcas  variada» 
trastornan  nuestra  razón; 
pues  si  pocas  puras  son, 
hay  muchas  faLsiflcadas. 

¿Que  esas  beldades  traidoras 
no  dan  pasto  á  vuestro  afán? 
Creo  que  ustedes  sabrán 
las  casas  introductoras. 


Si  alguien  por  su  mala  estrella 
el  vino  de  amor  llorara, 
que  solo  beba  agua  clara 
en  la  fuente  y  sin  botella. 


Luis  Garda. 


PEQÜEÑEGES 


A  Balbin  preguntó  Urbina: 
—¿Ha  estado  usted  en  Berli^? 
Y  le  rea^óndió  BSlbln:  ^  ^  ■: 

—■No;  p«ro  he  estado  en  berlina. 

m 

— ^Me  quiere  usted  retratar? 
— ¿Óé  cuerpo  entero? 

—Pues,  ¿cómo 
¿  Piensa  usted  que  soy  tan  romo 
^ue  Hie  lo  voy  acortar? 
H 


—¿Adonde  vas— á  su  yerno 
preguntaba  ayer^uirós. 
El  y  ere©*  Soltando  un  terno, 
repuso:— "Vcqr. . .  j  al  infierno ! 
Y  él  le  dijo:— ¡  Anda  con  Dios  1 . . . 

m 

Me  ha  dicho  ayer  ün  amigo, 
refiriéndose  á  Piedad 
que  tiene  mejores  bajos 
que  \QiScala  de  Milán. 

C.  Miranda. 


i--^  ?-^v       "--     \f«f§S 


t^t?SS^^^^S^?  s-\ 


;■*.  •  ' 


El  baño,  créame  V.  mi  amiyo.  me  a^)r.?  mucho  cl  apetito, 
Y  á  mi,  querida  amiga,  los  apetitos. 


—  Qué  bello  es  efmáfr 

—  Mucho....,  pero  tenga  V.  <|uietas  las  manos! 


00  i 
106 


eiTcaícabel 


J!  ;:i  •. 


\  •■ 


h.A:U^L, 


í. 


■*•< 


r 


-i^£:,á  •  1 


XX)IXiIO 


;.]/■ 


„ ;  ;  f 
■      ! 


Hoy  le  jura  la  infiel  ainor  constante, 
y  tras  de  mil  protestas 
4^  .su,  pa^n  le  pone  por  testigos 
/       al  cieio  y  las  estrellas.       , 


Y  el  Infeliz  la  cree  por  su  amor  loco, 
sin  saber  que  hace  un  mes  la  misma  niña 
á  otro  mozo  le  daba  por  testigo 
toda  la  astronomía. 


*•>     'V-'> 


El  sujeto  que  redacta 
la^revista  dé  teatros 
no  ha  mandado  el  material 
como  tiene  acostumbrado. 
Por  nuestra  parte  diremos 
ficptteealaoCik) media  auguramos 
el  viernes  de  esta  semana 
á  Gil  UQ, éxito  franco. 
.Taiftbien  diremos  que  tuvo 
lugar  en  este  teatro 
el  ,estr^o^,  ^l  otro  dia, 
de  «El  Mi^on  del  Sevillano »         . 
Obra  que  hecha  con  ingenio, , 
j^ií^^  f(| jP^íJ^lp,s9ber«no      . ;  , ,  ,  , 
«Retiro»  y  «Politeama» 
Siguen  la  gente  ^armando. 
YenerWKáciiVáiál»  Cleáry     "  V   ' 
con  lodos  los  demás  náufragos' 
esperan  líé^ai^  á  puerto 
despertandí)  él 


iaámó.'' 


/  >• 


Ademad  á  Juan  Moreira 
tendremos  á  todo  pasto 
por  delante,  pur  atrás 
por  arriba  y  por  abajo. 


Hemos  visto  cosas  muy  extrañas,  pero 
ninguna  tanto  como  esta: 

«Escritores  buenos  y  sin  pretensiones;  se 
necesitan  para  un  diario...,  calle  tal,  nú- 
mero tantos.» 

Valiente  aviso,  eh? 

Como  si  dijéramos:  «Madapolanes  bue- 
nos y  baratos...  etc.» 

A  este  paso,  los  escritores,  buenos  y  ma- 
los, se  ofrecerán  y  solicitarán  á  treinta 
centavos  aviso,  ni  más  ni  menos  que  un 
medio  oficial  barbero  ó  lina  mucama  con 
cama. 


Conozco  á  un  europeo 
que  hace  una  cosa  cuyo  nombre  es  feo, 
y  á  cierto  americano 


s«-->t--.7    'v^:s\ 


^^■^'^'W^'-'^'^'^^'^^m^'^'^WF^^r^w^^^^^^^ 


EL  CASCABEL 


109 


5Á. 


que  se  escupe  en  la  palma  de  la  mano. 
El  hacer  su  elección  pone  en  un  potro, 
por  ser  tan  sucio  el  uno  como  el  olro^. 


1  / 


Lola,  en  quien  halló  acomodo 

toda  suerte  de  hermosura^- 

constantemente  procura         '> 
ser  original  en  todo.    >, 

Y  al  logro  de  sujdeal  .  ...^ 
tanto  tiempo  ha  dedicado, 
que  pecó,  y  le  ha  resultado^    -^;, 
el  pecado  original.       ' .    ,.  - :  - 


■;!*j; 


■•*] 


'i-.:^. 


Leo:  «En  tal  calle  íué  hallado  el  cadáver 
de  un  párvulo  del  sexo  femenino,.  ?  ;    '/ 

Asi  que  se  conoció  la  eccisténciái^eX: 
cuerpecilo...»  ' 

En  qué  quedamos,  ¿el  cuerpo  existía  ó 
nó?  Porque  si  existia,  la  policía  hizo  mal 
en  entregarlo  á  los  médicos  para  el  examen. 

Lo  más  correcto  hubiera  sido  entregarlo 
á  una  nodriza. 


Juan  dice  que  su  existencia 
pasa  entera  entre  dolores... 
¡Claro!  Entre  Dolores  Sánchez 
Lqfla  Ruiz  y  Lola  López. 


—¿Has  visto  la  desgracia  de  Gómez? 
— Nó;  ¿qué  "ha  sido? 
—Pues  que  se  quedó  paralitico.; 
—^¿Parafitico? 

—Sí;  de  un  «X06SO.  Ya  ves,  seis  años  je-| 
fe  del  movi mien Co  en  le  ^ taof on  Centra  1 ! . .  / 


Con  un  francés  se  casó 
la  hija  de  don  Vicente, 
pero  la  pobre  enviudó 
ú  la  mañana  siguiente. 
Como  era  joven  y  bella, 
después  de  pasado  el  luto, 
Pascual  se  casó  con  ella 
queriéndola  como  un  bruto. 
Y  resulta  que  ella  es, 
según  me  ha  dicho  Pascual, 
un  arreglo  del  francés 
dado  por  originaJL. 


-¿Por  fin  te  casas? 

-Pasado  mañana. 

-¿  Y  qué  tal  tu  novia  ? 

-Es  encantadora,  huérfana,.. 


jAhf  Entonces  te  felicito. 
—Huérfana  de  padre. 
.  r-Enlooces  te  retiro  la  felicitación. 


-  Me  aseguran  que  está  Blanca 
en  amores  con  un   negro. 
— Ella  vá  buscando  siempre 

Si:  ¿contrastes? 

í  —No:  dinero. 


De  cahimtiia  demandó 
un  individuo jiBte  el  juez 
ó  cftró  hombre,  porque  soez 
de  carnero  le  Irató. 
V  _  y  el  demandado  sincero, 
declaró  que  no  era  estráño 
que  léHamara  carnero, 
PQjg^fe  hace  ya  más  de  un  año 
que  le  oye  llamar  Cordero. 


En  una  sesión  de  espiritismo.* 

—¿Cuántos  hijos  tengo?  pregunla  at  m^- 
dium  nno,  señora  casada.  :• 

—Cuatro,  contesta  aquél. 

—¡Caracoles !  ¡  Pues  si  «s  cierto!  dijo  el 
marido.  Ahora  me  toca  á  mí. 

Y  dándola  de  listo,  pregunta: 

—Y  yo:  ¿cuantos  hijos  tengo?    r -^  ,     " 

—Dos,  contesta  el  médiuin.         ?•  J;  . 

El  desdichado  esposo  cayó  dé  és^ 


J0 


Un  negro  decía  iíáá  páSadod  que  la  mala 
suerte  le  habia  elegido  por*1bÜncQ  ^é  sus 
iras. 

¡  Si  se  seria  presuntuoso  I 


tv 


4*.-. 


-¿Qué  tal  anoche  en  la  Comedia? 

-Bien.  ¿i 

-¿Mucha  gente? 

-Una  entrada  bestial. . 

-Eso  seria  la  tuya;  la  mi*  epa  personal 


—Papá,  para  un  corapromiso,i 
dame  diez  pegos. 

—¡Canario! 
¡  Compromiso  de  diez  pesos  1       , 
Hijo,  los  hay  mas  baratos. 


—Quisiera  volverme  lihró  al  ver  el  'inte- 
rés que  te  inspiran,  decia  á  su  riiárt'dtfla 
mujer  de  un  literato.  ■  ^'^  '  '  '  '^■-'^ 

—Aceptaría  la  transformáéíoniíí  pudie- 
ras volverte  calendario,  contestó  éK  ' ' 

—¿  Y  por  qué  calenda  río  f     ^       =  •     - 

—Porque  cada  año  se  necésilaiitio  nuevo. 


w^'^^Sf'fWf^;^'::p^0W-^^^  ■"■■   ■ 


■^■^■■*,  :^í>'í^!K.-r  ^?*t'- ":■"    '^'.' 


iliy^ 


£L  CASCABEL 


siMacáDAS 


J  1-=') 


I  .-;.■'  ■ 


V-ATJ''?^ 


no<Mi;: 


No  mas  tu  pecho  quebrantes 
SeQíi,I  oh  viuda  I  el  triste  llanto 
¿  O  proviene  tu  quebranto 
De  que  no  se  rijrtiHó  antes? 

i  .J$i,en  ,p.ulga  me  convirtiera  " 
Y  por  tu  espalda  hechicera 
Pudiese  al  fin  cobijarme, 
De.tal  noodo  me  escondiera 
Que  no  podrías  hallarme. 

Luisa  me  dijo   al  partir: 
—En  mi  pecho  escribiré, 
Xu  nombre,  y  hasta  morir 
No  se  borrara.  —  Y  hoy  sé : 
;Que  nunca  supo  escribir. 

Segunda- 


-r-+- 


(">''■  i' 


K.  An«s<o.  — Si,  señoril  canasto  fué  la  ié'/Tift^onza. 

A.  B.  C  — D.  E.  F..,.  :^tc  .... 

Julio  Jota,  -  Usted  no  ío  hace  mal  pero,  amigo 
mío  ¡  qué  final  aquél !  Otra  vez  será,  por  que  Vd. 
mandará  algo  más,  eli? 

K.  D.  r.— i  Hombre....  otra  vezl  Lástima  .de  pa- 
pel! '      ■  •■■' 

Canuto.  —  ¿  De  hoja  de  lata? 

Enrique  Salfne7'on.—S\is  «Amores  en  la  Platpa» 
merecen  pena  de  la  vida.  Y  Vd.  merece  colegio  per- 
petuo por  escribir  sonrrisa,  hacer ca,  agía,  kaia»,  etc.. 
Parece  mentira,  hombre. 

Sií5¿o.— No  señor,  no  mande  Vd.  otra  porque  em- 
piezo por  no  publicar  la  primera: 

A'>«¡7ía.  — Ahora  caigo  en  la  cuenta....  ;  Vd.  no  es 
mujer  L...  es  un  marimacho  vulgar.  Y  yo  qpe  ya  so- 
ñaba idilios  al  por  mayor  1 

Tiírco.— Vaya  vd.  á  Turquía,  dele  recuerdos  al 
Sultán  y  no  escriba  más  poesías  puercas.  Es  un 
consejo. 

A /«arfl'O. —  Ya  hablaremos  de  aqufello.  Me  parece 
que  la  idea  no  es  muy  original,  (francamep.te. 

Populus,—  Bueno  ;  pues  se  vá  Vd.  con  la  denun- 
cia á  un  diario,  se  la  publican  pagando  lo  que  sea  y 
queda  Vd.  satisfecho. 

Bartolo.  —  Caramuas'!  Me  parece  que  mañana  y 
mañana  son  demasiado  consonantes.  Podia  Vd.  bus- 
car otras  palabras;  macana,  por  ejemplo. 

L.  de  H.  -  Lo  que  es  cierto  y  seguro  es  que  no  pu- 
blico lo  suyo.  ■ 

Principiante.  — "^o  son  inalos.del  to<ío.  ,  , 

í/'no.— De  ninguna  manera  ¡se  lo  demostraré  si 
vd.  gusta. 

Ae/v/yo.  —  Recuerdos  á  la  suegra  y  no  hable  mal 
de  ella,  y  menos  en  vejrsos;  y  en  versos  malos  me- 
nos aún. 

Cascabelillo.~-Vü\!¡\\co  lo  suyo,  como  pií^^e  V.  ver. 
Otra  vez  me  hará  V.  el  favor  de  m^pdár  la  flnna. 

Segundo.— 1^0  mismo  digo. 


EL  GASCABBi- 

SEMANARIO  FESTIVO  ^LUSTRADO 
Director:   ENRIQUE  COLL 

^ 

CONDICIONES  QE  LA  SUSCR|lfC|ÓN 

Capitah  3  meses 8    1-50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio.  ^ 

Número  corriente »   0.10 

»        atrasado ,♦  0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

-'!©«    (ALTOS) 


-  T7        ,^^o,w  f.^^    ^  ^ 


.^"f^*"^^ 


J3.-CASCASEL 


411 


TBASAJUNTICA  ESPAÑOLA 

VAPORES-CORREOS 

Subvencionados  por  el  Gobierno  Español 

Servicio  ménéuaJ  fijo 

entre  el  Rio  de  la  Plata  y  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  2  de  cada  mes 
para  Santa  Cruz  de  Tenerife,  Cádiz,  Bar  -elona  y.líar- 
sella.  admitiendo  cajga  y  pasajeros,  ^sí  cobío  .p&ra 
Vigo,  Coriiña,  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
portantes de  España. 

Pbr  más  informes  ó  datos,  ocúrrase, á  sus  agentes 
Antonio  López  y  C,  calle  Alsina,  750. 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  venida  de  todos  los 
puertos  y^udades  de  pisparla. 


SWttBS^ 


DISPONIBLE 


CAJAS  :-0:E  HIERRO  FICHET 

.      fDE  PARÍS) 

Premiadas  en 
las  exposiciones 
de  Paris  1878- 
1889,  de  Viena 
1873.  de  An.ver 
1885. 

Secreto  '.de 
comblnaci^ii  .in- 
visible. 

-      Garantidas 
contra  inceiidio. 

Surtido  de  ca- 
jas de  hierro  pa- 
ra casas  de  co- 
mercio. 

Muebles  de  se- 
guridad para  es- 
critorios y  casas  de  familia. 

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BUENOS  AIRES 

,  BAZAR  AL  BUEN  MENAJE 

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^'Í^n-Hí  AT»tr»C  cucTiillos,  centros  de  masa,  ja- 
\>iAUXCí  \.\Jii,  rras  para  agua,  juegos üde.té, 
juegos  de  lavatorios  de  metal  blanco,  licoreras,  ca- 
nastas para  pan,  aceiteras,  coberteras,  floreros,  lam- 
pari.tas,  veladores,  filtros  para  agua,  etc 

"H"plafÍAna<l  sorbeteras,  necesarjüos  varias 
AAc:xa,tii.c^^05  fonnas  y  clAffis,*jlcÍets  surtidos, 
lavatorios,  juegos  de  lavatorios,  juegos  de  toilette 
máquinas  para  hacer  soda  ó  regaderas,  filtros  para 
agua,  fiambreras,  etc. 

Juegos  <de  m^a,  &J|aI.HS¿Ss 

de  cristal,  cubiertos,  cuchillos,  salivaderas,  pálmáSo- 
nas,  copas,  vasos,  sillas, , escaleras,  porta-botellas 
canastos  para  ensaladas,  espón  eras,  etc.,  etc.  ' 

BAZAR  AL  BUEN  NtENAJE 

150-ARTES-150 


DEL 


BATO  DE  SABADELÍ 

CAtlE-MORElíei^líABÜfNtlRDEN 

(FSPAÑA)  EW  1881 

CAPITAL:    10.000.000    BE    PESETAS 


Exportación  de  frutos  del  pais.— Importación 
^e  if  rP^W^s  tf P^í^ep  pn  ^f  A8ri)l. 

SE   ABONA 

Depósitos  en  cnenta  comente  á  la  vitta-^^  anual 
»  »  »         á  90  dias    3  »       » 

de  aviso 
Depósitos  ,4  plazo  fijo  á  90  diás  ó  más   4  »       » 

»  »        j,         »        K         oro .  i  '^       a 

Se  dan  giros  á  Ja  vista  sobre  todas  l«tó  .capi- 
tales de  España  con  beneficio  píira  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despacho.  'Los  días  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  ,m.  Los  ^ifeas  festivos  4í  9.a.  rp. 
á  11  m. 


DISPONIBLE 


ADVERTENCIA^ 


Se  previne  ^l  irtlüiíjc)  que,la 
en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  ; 
'WELL,   $< 


a^^iaju^'blecida 

riormeÉá^  de  don 

vepdió  r;D,  í>jego 

.  -de  moio  que  diéna 

-L  sin»  de  Sproat. 


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farmacia  no  es  ya  de  CRAN\ 

L,\  ÚNICA  ErRéí^ñ^ftí  Y  FARMACIA 
que  existe  en  ^9í>s  A^rp^.j^tt^^sj^uada  en  la  calle 

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Farmacíuítco 


EL  CASCABEL 


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gi«odo  en  cada  etiqueta  la  lirma  de  garantía  de— 
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ASoI         ^MOM  Ab«8,  Fflbrtro  24  (le  1892      intaii.'8 


r  propIeUrio:  FRANCISCO  FERROS 


Mon  y  Administracioa:  AlSiA  489  (altos) 


ORAS  DE  OFICINA  DE  2  A  5  P.  M. 

O  en  ja  ciudad. . .    |  0.10  el  número 
i  de  la  ciudad...     »o.ao        Id  , 

(Fotograbados  de  Coll) 


Fecundo,  chispeante  y  campechano, 
sm  fino  sprit  mil  veces 
supo  mostrar  al,  jJ^bJioo,  con  creces, 
en  su  AlTricmaífué  Sud- Americanos 


•^'       >    -  í  ■   -  ^r>' 


■:"tS^  *^f^ríi^?^TÍ¥?Kp>^5^^ 


,,.., 


114 

-¿U4— 


tAüt-y^/-,     T-f 


;y1."i9n^J  'm"-  "i"!!!);  'i-n: 


tu    X.li    Olíll  1 


iOl'ii'.   Tí. huí    ::!'•;  •'!   ■"íií'il   "(ííc-' 

.íiíOi.i-'''"",   (i!^'     Mlí;i|llli;  O-i'i'l 


.11 


;-i  ■.,;   -/    ,;<..'-';;io  r-  í    ■n;   rr muí  v 


También ,  trato  á  un  sastre,  con  todas 

las  reservas  del  caso,  quk  apenas  T1e¿an 

,       j.        ,  .íííüí'.uú  7r7 sP.  ,aaup.cnr  o 

los  días  de  carnaval^ se., vis  e  ae\aipno 
t)3í\n  rf.iTnjflí;  es  .e.u¡iíi|iiolp\  eh  gnsud  i.í^ 
del'  Brasil,  y   armado  de  *epdo  marróte, 

sPile  por  ,e<las  calles  a  dar  .oromazos  de^ 

üor^eTq  sú   í!   >     ,?íí;i;in  afif   f)D  sf^fínejit;-» 
este  ckfiDr^.  '  ,  .     ' 

■V'vio^  ü-xoí.xiv-'  j-it!fi    .Krt!/.;aí  íá  ooj^y  ou;^ 
' — uoTh  Pérez!  ¿no  ^r^e-^'CQnocesr        ', 

—  No.-  rranqarnííhtfei 

— >Piii>B    PPAS    iin    r«hnnV>hn! 


— ^tru's  eres  un  chanthQl 


íiJyíj  ^i¿i>jíi'j 


— Cuiuaüo  ton  lo  que»  dic^s 


'•(uDíioo  0;:>n 


^Í^"»^'i'5N^r>ÁÍM,PNTE 


íde  ¡o^iéB^íaños. 

tendr4fj  ;<í<?^SÍ^.,  4Pi?í^SaHfí^tí<¿WÍflairoeniíe 
unas  horas  cojUenoa^landó^lá^riFicia  y  el 
donaire  ^^fe""  \M^  stífcfódBcíéá/^éa^ná^feétó^i 
que  concurrhán  con..pCTÍdones  y  músicas 
al  lugar  Hel  sucesor    ^oi•l:«i  ib?,  cia-iiui)  i^:; 

(:k)noz<^^.iifí^»^zá':í)5áftf^.^^ 

toca  la  flauta  C9in^  mj|fí]ipnP^^i^f  i<i4ie(<)nf> 
descans^iiDP  /:nÉICÍÉ|iítoj;déMde}  queula  thtak 
nombrado  saerist|tfid^'-de  la  comisión  orga- 
nizadora  de  uii&<^  losv^tños  corsos^  en 
que  se  subjjj^j^^l  pf^r¡^^Sip^q^^ñ^^, 
En  su  casa  t0(^d8ffteÉ»i»iná(íntt>  y  EWBtiiñdad 

.ín-^i^^R^ftí^í^íí^tí^  coronas. 
— Ya  tégagodw^ljl^jdejaurel. 
— Falta-.dltte? 

4^ laf :de  alíalfa. 
q!{i«r«i#? 

nríejor  sociedad   de 


—  La  rní^ 
— ¿Para»^ 


Basta  de  ^rorhás! 
:    — Es  que  no  es  broma.    Yo  s6y*  Rodrí- 
guez, el  sastre,   y  he  queri^3^i^eé6r«»i^e, 
la  deuda. 
Los  curiosos  s«  agolpan."^ 


— Qué  es  esto? 

í— Nada;  un  ínono  exasi 


e':;í>; 


í^x.-¥\- 


—No  soy  m^ono,  soy  saj^jtí«'y'1fe'p^j^á 
'epte*V¿'vé\V'pó^¿'é  lííé  áií!Sé"y5  ^'^¿gft. 

•y  ^  mar'á'áii"caáá,  hi)  fíliSlíái'lí^Mt 

cualquier  causerie   de  M'á'ái^i.  %?ili^^M- 

■^^'ym^m  la^iitoktliWí  -^^^ 

-^^1^ePáí^l'"iíe';idáe.i8^i«UtófáAi/feéí#^ 

í^l?>^^f^M"ft?)é^^''^'^^  -'^  '^'" 


las 


e» 


— Para 

candomberí»*»' 
— Bueno,í 
Y   el    buftiwr 

tiempo  ent^S-  l¡ 

preparativos  ci 
0v«arnavale 
Ciudadano  h 

deK  corso  con 


n  se  lo  coma  . 
lillo  se   pasa  el 
flíiuta  y    los 


algunos. 


arda   la   hora 
órqiie'  gracias  ál 


disfraz,  puede  circulwg  sin  temor  dé  íser 
conocido  por  aí^úiio  de^- innúmera  bles 
mártires,  digo,  acreedores  que  le  á'^oáán 
sin  compasión  en  calles  y  paseos. 


To  trapos  p^ra   que  las  niñas  ^  l^canr'eií 

ele  asf ^''fíá£ñV'^^  .««f^T^o  eífH^'h 
,Lar,verdad  qne  Tas  njnasí  pe  xóTonj^ita 

t;v¿P8Si^^nks^<o^z¿¿<iy"m^  ámw-^m 

mu^^|ttraclí^rV^;;^'^^ 

La  ma^or'apróvecfi£fti(W^lfti'^(íílbftó  qnft 
lo  regaló  un ,  siid  teniente  que  fhó  roi"6^ 

tíl^^'fe^^tfi  '^olKíster^fe-  mhfí¿!%::h^ 

arreglado  un  t^k^mr^Mmmd''^ 

capaz  de  quitar  el  sueño  Uf^ííftílBiÉiWÉmó 

lector  de  La  Nadá^., 

La  segunj^Qg^p^^^^^bngifíta  no  le 


va  en  zaga 


^l^^)íi^?'^y   to/do   hace 
suponer  qne  tenarKfiíjW^xito  nunca  visto, 
en  la  sociedad   <iEl  ÍAffO  Ptáhido^   de-  Itf 
Boca,    sociedad    de/^sócófros    mutuos  y 
baiíea  alegres^  qne "esífiL  áfio.  sei pifópphe' 

Al'  efecto,  la  comisión  directiva,  con  un 
éfifló  (^'líe   la  honra    mWcitQt   b»  .  cesAwkOf 
•ixig'h'''  de  ios  socios' saquen! tá.i4ua5lÑi%jc<)g%, 
de  los  entierros,   e»' 'decir,  '  la 'Üegra,  y 


'S^jf^'S'íí  ^'*"j-*""»t  >  s-%''^'fSi  ^^r^rf^l^>s  |ífgc«f-i5i;«)_-f-?^^^st':t,.í^"'>^.S«í»!5i>>i-^#l*,-  T' 


1,4...-  j.^  !!<*■:•-  r;.-,-?:^:*-^-^^-  -..-  -^"í; *;..'. -{t'tssv«#;:f» 


EL  CASCABEL 


i  tí 


nasta  según  rumores    np  laltaran   íracs 
ó  TraquBs»  si  VV.  gustan.         , 

Elbueno  de  Zolon^uita  se  alarmíj,  ñero  i 
no  tierie  mas  remeaiq,  que   ceJer  á   las 
exigencias  de  las  nmas,    y  a  Ija,  presión 
que  eierce  la  mamá^    uqa  sé^^orá, corpu- 
lenta, como  Levalle,.pbn¿o  por  votúmen. 

— Considerad, qué  el  baile  á  nada  prác- 
tico conduce  boy  que.  ía  juventud^  está 
desmoralizada.        '     ,.  ■.         , 

-^Dí^iate  de  historias.  Tú  me  conociste 
en  un  baile  de  diáiraz...  ,     '  , 

-Sí;  y  mOrenamoré  de  tí  antes  d© 
verte  la  cara,  ,■  ^     _. 

—Pero  luego... 

— Sí,  luego,  fué  tarde  y  me  casé  al  ga- 
lope.  . 

— Déjate  d^.al.u^ion^s  y   cpnsid^rajjue  ; 
las  niña?...       '  / 

— Si,  las  niñas  harán  lo  que  quieras, 
pero  bueno  será  que  se  anden  con  cuiq^do 


rnasi  y,  finalm||p,t^^  c^n|Í^^an  su^raor  y^su 

deja'  de  exclamar  sentenciosamente; 
se  os  aeciáraroií  formalmente,.-  .'    _^ 

.— Callp,  .pero. ...acordaos  de  lo  que  paso. 


Con  g^an  meIa"íic<iHa        '     ^   -  <      -; 
el„poet|a  á  mí' oúio?  repetía:      -  ^  ,, 
—  N,i  ej  amor  ni  ta  fó  me  dan  consuelo, 
porque  ¡  ay  de  mi !  no  se 


cómo  ha  de  liaber  amor  sin  tener  fé,         <f 
y  c()mo  tener  fé  sin  haber  cielo.a|¡|^  -/     "^ 
Pero  aunque  esto  proclamo,       >^j*  ' 
ni  hay  cíelo,  ni  hayj^njpr  y,cre&y;amo. 

NcSte  imnorte  J¡ménez_üiifiJiíUíai|j^jl8tó 

"  alla\-íi 


ella. 


poique  todo  és  Cú^^^dfe  apreSÍad^^i^l 

Era  el  mayor  placer  de  FortunaCtX---'  "V' 
colocar  á  su  esposa  la  Corbata, 
y  nunca  fué  tan  amorosa  y  beila 
como  aquel  dia  en  que  le  ahorcó 

Igual  que  algunos  puntos 
insisten' homibres,  de  la  ci 
y  profunda  mit-ada.... 
ífue  á  fuerza  de  decir,  no  di 

^. 
Oastó  de  tal  manera  su  eneráí^ 
mi  aliña  en  adorarte,  Xj 

qiié'nóié  qütídí  hoy  dia 
m  aun'  ftíWzá'  para' Pdíaf  Ó '  désÍJTreCiártfe.^  * ' *'   - 

¿Es  anipr.,;!]  lisióla  ?  .^.^sufv  conitraí,©?^,,:.,,  ,;. 
¿ó  una  manera  de  pasar  el  rato? 

'^ 

Si  queréis  ser  leídos  ,-  '       ■•  i'   i/t 

sipnc^re.diebéip^íiablárálos  sentldpg,    .¡    ■, 
r»brque  él  íe^ct(  r  dirá— ¡qu'é  atreyiqaiento! 
ibíileétüra' inmoral!' ¡esto  ríieenpj'áf,     ,     '  '^ 
yertóctord^rscontéfitp  ■'  '■'''-  -¡'j''^-^'  f^'  '■'"'-' 
JeccuJiaslíi»  terminar -la  úJtimailínjA.''¡    ''c-<i, 

Sufrí  tal  desengaño  ^       - 

vi en'^óté  destrozar  lá  dicha  míA, \      ^  ''-"'•''• 

qtítí'jc<M  cuanto  lííacer  te 'msítSiiíit'-'  '-'"■  '-^ 

i/¿BÍ;ÍK):t,e  ^101636 'daño.*^    'h  •!  í.  -!A'>  £?>  n"'í 

Adolfo  ISy'de'tüs'Ü-os. 

• ^^Slr-^ i— 


DISFRAZ 


J-": 


(   -i  ;  .       í 


•■•ui 


l'.-  ■!    -Ci 


Un  critico  prolundo. 


5^<;j-"i'™«""' ■■;;  ■  "■f.'.i^;-  vv; .Ti-- lí-  ;í1í?' 


*-- 1?"'^,-*^^'-^?^ 


'•f^J.*s^Sí^'''íP?\S^?^'^'^ 


^;.;=  'r:«^^as^: 


T11I5 


.BCiiCilSCABra. 


.L»gohníig9(f    w^tun'iH   cní)nno>J   v  r.inii:TÍV 
-Bfli  IsaJogcog  ohnMÍff!9J,BJ9Íuprii  cin.'íjuV 
el  noa  OTbimíi.I  ,Irf)H  ^v:  tiuiíoo  ^íijí  íniinBft 
^bniids  íil  üj'ieiqaob  8U}.i.  .Gi'jfiü'ioHí.üi 

-tó%í, " — 

«^A^#^ífem#^^(m''fe^'Ji^7aJ!;d- '^'^^^  elj 
sombrío  y  febril  des,tello  del  deseo  irñ^bt^h-j 
te,  llama  destructora  que  rápida  consumej 
la^eáaigiarmt&l  ífífae  e01o?-©€l  arpaigia-aboga-í 

!  <dáíp<Dit)lí»(ñi^«sí)«citpiáiii  oe^rO  _y  axfiíipnt^ 
hj^raq^eif^^.j^isprende  de  las  cenizas  dé 
un  corazón  consumido  por  locas  ansias.  ! 
Es  Leandro,  eso  ■  dcograciado  que  huye 
de  todos,  prefiriendo  entregarse  al  cáncef 
que  lo  devora,  antes  que  soportar  el  desdén 
y  el  sarcasmo,^4j^S95j^s  y  eficaces  agentes 
terapéuticos  qí^^r^^deiedad  emplea,  sinj) 
para  aliviar  el  dé^r^para  cauterizar  y  bo- 
rrar de  su  vis^-JlÉMe^^^uerosidades  de  la 
ílaga. 


Es  joven  y  hafí^iietw^so;  siempre  gime,  ■ 
porque  el  dolor  resprírá  en  su  pecho;  n,o 
llora  Q^pmiesufcp.qiip.^ las  lágrimas  se 
escapqfi^[^alvi^nj^^;  n^eÉ^tras- penas,  está- 
en  esa  edad  más  triste  que  venturosa,  para 
un  alma  soñadora  como  la  suya,  que  lu- 
cha esiéi^ilnienfé  por  Vencer  la  realidad; 
eaíá  édkd\eri  que  hay  sed  dei  lá-  sed  de  la 
pasión,  en  que  se  ama  lo  que  aún  no  se  co- 
noice,  y  se  conoce  ya  lo  que  no  se  ama; 
la  edad  de  las  parjadojas,  en  que  el  dolor 
con  que  el  deseo  nos  abrasa  es  nuestro 
máyói'deléitéV'y^ él  deleite  que  templa  nues- 
tra ifiebré,  nüéstrá  ttiáyor  tortura. 

En  uña  palabra:  Leandro  creyó  amar  y 
apefl^s  j  ^Jtij^meciao  su  organismo  por  la 
primera  caricia,  sintió  la  brusca  mano  de 
la  fatalidad  secar  el  manantial  de  sus 
d^)[;c^a^. 

Ño' le  quedó  má^  que  un  deseo;  pero  tan 
in^íff^^,  qiUj^  ,efffl '/jT^ij^sí., 


):'!:> /.-lU  ii'iíjM  I : 


Virginia  era  tíAa''héfrrtfbsísiina' Cfiatup, 
iiiSá'éíli  sb'sdé^éo'á,  mujer  en  sus  encantpsv 
Sus  encendidos  labios  eran  el  lecho  dej  la- 
soxiríaaüque;en«ll08  laermecian.cual  vol^ip-ü 

'í'tiibsa  silfíde: (dormida  en  el  cá]iz  de  una' 
amapolan  lia'  tus  'se  peflejaba  apacible  ,en 
sus  azules  pupilas  como  iaitíhé  en  el  tdrao^ 
cristal  de  un  la'^^f'^ért^éalWiax  no  se  de^cub. 
briáü'M  Wmirada  ni  los  cambiantes  (Jes- 

■  i'teH<)S  dk  la  curiosidad  ni  el  intenso  relám- 


.'págo  óérlarpeaióinkc^  tóítnás-^djktóe  i¿n<pEanoia 

Híarhiéalwa;  elríptnoí^ntlaí  isoeño?)  -die  váqueD» 
laJopiásivlte^eíE  BSíaihprfevconieintavítaDfaijfefib 
ctiJBgrjaári^éauja  ^rísericiátá iquerse  deapandmie 
í^de  tal  f»eaneqpoii  ibrado ;  iodoséusramtüfnreii- 

to-»i&©  in«»ilílí«taban  popi  palabrast^f  porque 
■1  ailn- »Ki  ihufeía' abisnvis'  eatrei i &>ut  coraaún j  y 
Jiáb  .boQayiiN*'  doaappendiaiideila.'  ¡"sidfl;-;  míis 
J  qiie;'el''mi5vieiiento 'ydl  desarno{lo;i  neo  jpe- 
'■■oórdaba  del  placepimésififíie la  satisfacción 
f'>del^  dDfíí^'mflg  <^uei<M  aliyio^.' Unáijwued 
-'  dé  SU: ifilm^á'i^nórabs^da!  e»i^Bcia;:derJa 

■otila  WMtaííl.fv¡..;M.:.r/-  (.  r,":'-,-!;;  ,;ti  v^v^\\[<\ 

Leandro  y  V'ifgiñia  no  áe  coñóhíáii ;  mÜs 
sin  que'ho's  "imfíorté  cómo  tú  cuárfclo^ llega- 
ron á  conocerse,  -  ■■■] 
"a1  ver  á  Virginia,  Líéañdro  se  estremeció 
coreóse  estreriie'ce  el  hártibrieñtó  tíási  tno- 
ribundo,  al  ver' an'le  süs  ojos  el  aíiinento. 
Ella  miró  á  Leandro  Como  rnirabá  los  pá- 
jaros ó  ias  flores,  cuya  belleza  despertá- 
bala elcóntento.  Leandro 'hizo  llegar  á  sus 
oídos  úñ  lenguaje  pál'a  ella  incomprensi- 
ble; el  apasionado  idioma  del  amor.  Ella 
lo  escuchaba  divertida,  ácb'gla 'óon  ruidosa 
alegría  los  '  vehementes  gfestos  con  que 
Leandro  reforzaba  süS  apasionadas  frasea. 

Ella  gozaba  viendo  áLéáridró  porqué  lo 
creía  un  compañero  divertido.' *E1  saboreó 
hasta  el  fin  el  refinamiento  de  aqaella  cruel 
ignorancia,  y  aquella  insensibilidad  de 
hielo  conservó  siempre  enardecidos' sus 
deseos.  '  "    "■,'."'     '  '      ■ 

IV. 

Mas  llegó  un  día  en  que  Leandro  vi(^, ago- 
tada toda  su  facundia  desenamorado,,  sin 
poder  alterar  un  momento  los flicompasados 
latidos  del  pecho  de  Virginia;  todo  su 
cuerpo  trepidabfa  bajo  las  vibraciones  vio- 
lentas de  un  erotismo  frenético;  sus  ojos 
no  miraban,  flameaban;  su  boca  no  ha- 
blaba, rugía ;  su  corazón  i^a^ba  en  el 
pecho  con  el  furor  de  la  epilepsia,  y  ya 
insensato^  no  yió  ,ante  ,?us  ojos  rpás  que  el 
pedazo  de  carne  palpitante  que  había  de  sa- 
ciar el  hambre 'dé'  süs  sentidos,  y  atrope- 
-llíidft ,1a  ^ftíón  á  la  prirnera  zarpad»  de  la 
liUJtiiria,  el  vértigo,  le  árrpjp  sobre  Virginia, 
;  queae  vio  encadenada  por  sus  convulsos 
brazos  y,  sus  labios  freSjCp^  .abrasados  por 
el  ascua  dp  un  beso  lúbrico. 


El  beso  de  Leandro  fué  largo,  profundo ; 
más  que  besar,  soldó  sus  labios  á  [os  de 
Virginia.  Ella  al  sei^üx  «iquel  phogue  can- 


■  k  -   "^ 


V  ^^m^^TTS^SW^  "'^.^•^■•"^^^««y^i^^^^e'?:^- 


^ffir»-^  ít-tíjp 


JȒ 


.BIUiCiíaaCABBL 


.ffZ 


fdenteiyríbrutáivffleagitd  tua i^offietitó  entre 
el  nudo  de  carne  «fuella  «ypnimia ;  i  tÉnái  debi- 
lidad suma  pero  voluptuosa  a» deslizó  poi* 
todos  sus  músculos,  hasta  que  bien  pronto 
un  extraño  furor  saoudiói  rudamente  sus 
entrañas  y  con  ansia  convulsiva  corres- 
pondía á  aquella  caricia  monstruosa.  Por 
fin  se  separaron. aquellos  dos  cuerpos.  En 
el  semblante  de  Leandro  se  reflejaba  el 
estúpido  bienestar  de  la  saciedad.  Virginia 
sujetaba  con  sus  manos  su  seno  jadeante, 
mientras  que  en  sus  dilatadas  pupilas  se 
pintaba  un  ansia  devoradora  y  su  entre- 
abiertaboca  dejabaescaparun  acre  y  abra- 
sador aliento.  Este  be§Q  /uó  un  cataclismo 
para  Virginia  y  un  desahogo  bienhechor 
para  Leandro. 

El  beso  de  éste  fué  el  beso  del  vampiro, 
pero  vampiro  más  terrible  que  el  de  la  le- 
yenda, pues  además  de  absorver  la  fecun- 
da.nte  y  pura  savia  de  su  victima,  dejó  en 
ella  el  germen  ponzoñoso  de  su  pasión  de- 
vastadora. iMe  has  robado  el  alma!— dijo 
Virginia  débilmente,  cayendo  casi  desva- 
necida. 

—  No  lo  sientas,  mi  bien— dijo  Leandro 
con  dulce  voz  y  sosteniéndola  en  sus  bra- 
zos —  déjamela  ^aborear  con  fruición,  que 
yo  te  la  devqlveré,  átomo  á  átomo,  en  diez 
,  millones  de  besos. 


Virginia  y  Leandro  siguen  besándose. 
Virginia  inquieta,  temiendo  se  agote  el  ma- 
nantial que  calme  sü  sed.  Leandro  con  la 
indiferencia  que  despierta  la  abunda 
M  gozaba  elplaper,qfie^|e}e,b5i^^p 
viendo  como  se  apagaba  el  atí^or¡  d§  I^^iju- 
dro,  sentía  como,  una  aguja  ,d|3.í]iielpq.ue 
traspasaba,  abrasándole,  sfjqoírazópí^,  ,  .. 

.Lea,ndí"o  y  Virginia  JxabiaiEi  x?aJpobiado  [^s 
almas. 

-'-..■;  '"-■■•'  ,.íx„;:, :;;::;, ■:j,:;^",! 

El  primer  beso  de  amor  es  un  avatanA 
I  Felices  los  que  no  pierden  en  ei  cambio  I 


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,  ,    Virgini.^,  segijia  siendo  una  preciosisimaí 
criatura,  tan  mujer  ya  en  sus  deseos  como^ 
en  susencanlos.  De  sus  encenilidos  lábios- 
habia  huido  la  sonrisa  y  estaban  triste-' 

'  ■'hiénté  eonlraídóíá,^<íoim'Oié^  CterPátíiFos  péj  ' 

'^-  táiófe  dé''lá'ámápbla  hníaf»chrta;'  Ghispas  de- 
séh'sÜálidad  'brotaban  dé  sus  azules  pupi- 

■   las, 'coírió  miasmas  palúdicos  del- cenagoso;, 
•'señó  d'é  ün  'láf^.'  Siempre'  íííenciosa.por-'i 
qué  eiitré  sii  corazón  y  su  ■  boca  'hébíá  uri' 
'  átnsmo  de  vergüenza;  Gemíav porque  el  do^i 
lórréépirábéi  eYisü  peeho^  S^ufrla,  pofqüejno 
podía  llorar.  iSTb  palpitaba'  eh'feu  fáép':m»iefi 
qué  üñ  deseo,-  'pero  iTitéiísG^hasi^f-él-frenesi. 

■  -^'"  -i'!?;;'      .íp  O!  1));' :-[;■;;!  'Unr:>';;i.'f..\OÍ,..:¡     I 

*■    Vedléi-'iA!  sítfé  ojóá^be-áSóttiá/^^allaíkeirefi-Ji 

''  nídad  yer't;ohlétttd'<i63átkíáé'rípíerfé'Otá!nie>it»(jj!Ui)n)  ? 
equilibrado. '  Ya'  ííÓ'busCá'  la  sol'éd'í^;  porj-i 

'  qué'  ét  píácei*  es  la  ^tei^za  díér  cóhééión  (^\ie\  \ 
mantiene  íihid^áfe  ISsi^óTécüiassocial'éfe.:  Ya/;] 
no  recuerda  deL^eseo  masque  la  satisfac 
ción  y  del  dolor  más  que  el  alivio.  Parece  : 
'  'tiúé  Btí  áiiria  ignoipá  coniplétafiQéníé  su  p& 

'■  sado.-'        •       '■!'!'      ■■':■-■  ■■''  •■,;;   .   ■;,' 
Ese  es  Leandww      ^  ;    i         i.h 


'■>  i 

/iiii  i"ij..| 
';;■    Mrrí 

;■/.  li   ^-/:\ 

1  í.-ioi! 
;(m;  ~'¿''> 
(.r'ii  rv) 

'  .:;■  Bl  4íaiquft.t^  vi  )a  x^^jí^^t,^.,  ,.¡i^ 
,1,  Couteíaplfrido  las,4gua&  dpj.]a|fiipnt^,^^ 
,  Hizo  !ati;r  tu  imagen  iiéchicera '7 
,   Mi  corazón  de  amor.  ' 

■;    '^  ■■■■■^'-   ■■■>h-'   -^  'i  a^ái^o  tíFedeiH^):" 

^       '     r        r 

-vCi  n'.  H^i■■íii^■  ^.  .;  '-^:i.^níi   lo   0111'   noo 
:r¡  ,;;,/^flfiQr  no^  tiendíi;  infUsolvií^^I4z(^^^ 

No  turbe  nuestra,  unióíí^  m|ri^iui.a,'j,)j^a. . 

y  basta  de  sufrir,,  ven  a  njis"  brazos  J 

A  gozar  tanca  dicná.  ' 

»YI    f,i 


Voj-  a  paseo,  coníjue  adiós 


■<  9l  '.'/I 


SH-> 


-Í(?s»óití'áV  íjMáV^  á^t^W 

m 
I 


Los  caprichos  oue  tiene). 


— (¡Quien  creyera 

^nor.fUMi.^^H&ítoiQgní 


M) 


r.i  n 


•)  <T 


r  -ifi 


1     -.  HiiP    kl  i¡i!|.í!',!'>llLI   ríl)'-' 

i  •'  •  ii^8*tfó''sufrt^-ttt'  ééíiio  >tan  ¡  aJtiwixt  :- 
i— ¥6i-taiin.poco  á'umanlantfeitjtte  sftileíva 
iDía» catéeos- l*i9  pensil?  qup  Vji¡y4)^f,.,n/^ 

!  í  ..i..'-  ::-ii!', ,-!  E.  Olmedo. 


uf<\U 


is 


'  ■'  'É!.''CAédáÍBEL 


IL>Mf.     . 


ii'V 


8'/Ji!' 


¿  !' 


í '  í  t ;  I  i ;  1 1  i  ^kuiíl-  RÁ  Bicárdo  ¡«ih  i  pi  iitor  ,:\ 
<nni_   -dé-genio  y.  deinombratiía,;   ,, 

r,  ,  ¡  /  ..M¡ei»,l>rMiga4o4ei  í^xnor^» 
.,.,,,;^..  ^Y!,aaí^nciose,.fi\uio  él 
I  ¡    ,      . , sorgreijdQr  por,  sú  fbrt'tina 
,^_,,^  ^    "'  nuevos'e/^ec/ds'ííe  Zií/i/it.- 
ibs  (íé"  rá  jüná'dé  miel.' 
'ÉrS^éü'vfdívécHosá  •'    '      '        ' 
"^"'"' fiííís'"t^t'fA»é«lbaérminó. 

Pues  Maria  se  tornó        "     ,- 
ctertibtemeDÍe  teelosíi. 
Yi  l«is¡  diüs  se  posaha      ■  ^ 
entibe  angustias  y  desvelos 
.celosa,  d^Jíi^  Ijio^delos 
.íjue^sa  rpíirido  copiaba. 

—  la'i  mé  engañas  — le  decía 
á  fó'cardó -^  ¡  Si  feeñor ! 
i  ya  has  olvidado  nii  amor! 
'¡  nb  tné  ám.ts! 

■'=      '■^|Pero¡M,(ria..v 
'  —  ¿-Tu  crees  ffüe  porque  my  callo 
no  sé  que  me  eres  infiel ; 
ó  Vicr  ¿íjae  esese  papel?      I 

¿  UI^   BQpdplo?        ,, 

.  ^,  j;^    ,.,p-vPe,cabaiIo^^ , 

—  Es  clara  ¡eso  te  ilusiona. 

—  ¡Maria,  por  caridad...  ! 
— ¿El  caballo,  no  es  verdad, ' 
té  récuéWH  lá  árna?!6ñ;íf      '     '  ' 
■— 'Petó'hijltit.  ¿eso  le  extraña? 
Con  el  cafeaile  confio^ 
lograr  la  gloria 

.  —  j  A}'  Dios  mío! 
iCon  una G/o?:¿a  me  engaña!.... 
Y  así  sucesivamente 
pasa  SU  vida  rabiosa. 


r 


I  m 


puts  la  pobre  está  celos;,i 
de  todo  bicho  vi  viente'; 
y  si  vé  que  á  una  mujer 
está  pintando  su  esposo, 
•enuu  acceso' rabioso       i  :. 
,  revuel v,Q^  tO|d.o  e|  taller,  . ,     ,.,.*, 
xonrt}ieít^ííiS,Jí,Píipeie^v  ■.-;   ,  ,.  •  i' 

y  estropea  la  pintura 

y  destroza  los  pinceles 
Ante  trastorno'-tüti^ráVé.' "'''  '  '' 
en  el  íáfiéi^,  sil  ííiapido',  •'■  '  ^''  . 
laentradaia  bá  prohibido  ''¡;'i  S 
y  cierra  todo  con  i  llave.  :  í  '  i  I 
Sin  embargo,  al  otro  dia, ; ,  , 
no.se c4ia(>f»udQ  sQiy  .,  ,,.. ¡i  ,,í  ;.;,; 

.que  por, IJiir^n-.^Llaller,,  ,     ^.^ 

jogró  penej.rar;^^£^ria^.. 

Un  cuadro  de  gran"  tamaño 

vio  y  con  brillantes  colores 

'  á  una  hé'nibra  en'  panos  menores.'.' . 
es  decir  sin  niniíiiri'prt'ño  : 
I>el  Etna  la  ardiente  Java         i 
en  la  celosa  brotó.  -  ■•/■  , 

— (  Vurnog-iesLa  es-^excjíiraór-t 
la  modelo  qse ahora  ai;n,aba !    , 

.  E?to  dijo,  a^^ólQ^^lpraüjO^   ,      , 
y  rápida  como  el  viento, 
con  las  uñas  al  mornentó' 
redujo  el  cuadro  a  pedazos. 
Ya  de  su  rabja  calmada     ' 
laní:ó  un  suspiro  su  pecho,     ' 
y  viendo  el  destrozb-liécho 
exclamó  —  ¡  Ya  estay  vengada  !. . . 

•    ...  Y  en  tanto  que  su  desvelo 

.la  pintura  destruía, 

,,i.€l,.iíiíirido  de  Maria 
huía  con  la  modelo! 

Luis  Gara 


la. 


.Ir.- 


I  !  ■  I  .'  !  ; 


ACÚSTICA 


•  s.;r  (¿Hit8,oido  al  despertar 
de  la  aurora  sonriente 
'el  susurro  de  la  fuente  ! 
y  del  ave  el  gorjear..? 


La  nit'lodia  lia-<  oído 
del  alba  que  va  creciendo. . . 
—No;  ¡calla!  ,iiué«8toy  oyendo 
f|ue  se  acerca  mi  marido! 


.,,,5:^jgA^qA,BEL 


lio 


(RECUEitDÜS  de'  una  UÉbACClÓN) 

V-^N  la  redacción  de  iíí  ii'jr>i¿«írfo,  dia- 
rio de  la  tarde,  hÓ  Í6  pasíibámo.s'mal. 

Trabajábam'o's  loVnie'  se'  trabaja  en  cual- 
quier otro  diat^iq,  y  é'háa  'üiid'sé  cuidaba 
de  despachar  sf^j.^'^^cciqncqri  rapidez  y  del 
mejor  modb?,p¿tsi¿le.,,^:,,\,,;.',V  .  ,'^'J' 

¿ Material ?^í,ii,|i|[íinfia  ,íiiAl?ib^I  ,,  ^ 

Éramo%Ltfti?,!fQqup(do5.,.;,,  ,  n      . 

Pero  comj^iv  todo  (llega  en  este  mundo, 
llegó  el  dla'!ien!'qü€  ú-lasi  diez-y  media, 
cuando  listos  Vav  espeirúbaiiti os  fumando  y 
charlando  eF'J^i'fn'iér  núiiiiái^o  que  saliese 
de  la  máquina  parla  írníóS  á  ¿ask  á  almor- 
zar modesíáüáénté  y  córí  la  6onciencia 
tran_gujl,?^,,ji^na-vo?p  sobrado  C.pnpcida,  dijo 
á  nuestra j^spaída^,  ^,    .,,. 

— Faltaoriginal !    ,   ¡  !  ;    ; 

—¿Qué?— dijo  el  stcrelario.  .  . 

-  Que  falta  utia  columna  fKjr  lo  menos. 
— Pues;ltáber'//tedMo  m  »jOr..'. 

— Como  los  sueltos  polílicbs'  han  dado 
tan  poco...  ^       '  J    ■    '■ 

Aqui  me' ruboricé.  EÍ'de  Xos,  kueltOü  po- 
liticoü  av^'^^o^  qye  en,  vez  de  jlenar  diez 
cuartillas  apenas.habia  llenadp;cinco. 

— Ks  preciBodlena.r  la  coUmníi. 

—Sé  llenará.         '  ,.       .  ; 

Y  yo,  que  lo  que  deseaba  era  llenar  el  es- 
tómago, tuve  qué  llenar  unas  duarüllas. 

—Qué  hago t-^pregU rite  lihiidamenle. 

—  Invente  al¿o.  ' ''    ''     '    '"■ 
—Pero..'. 

•Nada,  nadt^i-J^nveíite  V.   uHa^.i>Í8ktf!Ía, 


pviiue  un  palo  al  autor  de  la.  r.ev.jst^  que 
se  estienó  anoche...  /  •    '  ■.  a  '  .    ) 

—  Pero,  si  lo  lin  dt^jado  coim)  nuevo! 

—Pues  mate  V.  á  alguien.      ;.  ^ 

Qué  idea!..  Un  ciinien!  I^éder  tratar  im-' 
punemente,  hacer  mover JfTes^^  pyatro  per^r 
sonajes  imaginarios,   inv'eiUar /U/i  dramél 
horrendo,    pintan    c^p<}ue^    d^^,v^sionesf^^ 
celos  que  eslallMj,'veft^-e^,19§^^ÓÍ|gos(ípf¿' 
oscurecen   la  fiizóq^  manóf^  ag[ri¿"áas|qu-f|;': 
blanden  afilac|Ds  jciicliillos^  víc^ma^jho4 
centes,  criminales; qué^m'achaefíív  y^jítilufi- 
lan  un  cuerpo  sin.^íHa''yd[..V-  "   ,''       ^ 

Magnifico!  ^i;  ', 

Écheme  atrás,  tomé  aliento  y  empecé. 

«Escena  de  sangre.  Crimen  monstruoso». 

«Los  pacíficos  habitantes  de  tal  barrio 
fueron  testigos  de  una. escena  horrible. 


rO  desyjeto  es  indicado)  N.N. 
|ij|rejH£|fpno^|i£Jj!cedentes  (es  bueno 
buscar  causas  atenuantes;,  casado  en  se- 
gundas nupcias  con  una  encaotadora  joven, 
mató  á  ésta  y  á  su  amanleSjín'^l'^iduo 
J.  J.  infiriendo  treinta lyi  ouefco^uñaladas 
á  la  primera  y  cüarenlH'y.  t»ro9%a4r6egundo. 

El  móvil  d^t  Chimen  toé  ímo»  I  sospecha 
que  abrigaba  N.  K.  desd^  riH'H'i'*  que  vio  ;j 
J.  J.  dando  uil  pelliOíoiígliinferfz  mujer. 

Cuamlo  la'  autoridad'  l|lé^ió''^dl'  lugar  del 
crimen  consíaíó,  (así,  tíií\cpmo^^ suena)  que 
J.  J.  y  la   mujer,  de, ¡N.N:..q|-arj.j cadáveres. 

J.  J.  presentaba qiiiiftceh^fi^€|S  mortales 

de  necesidad,     v  ,:'!'^  "  i;í;j  y  h'jií'í 

Tenia  saltadoálos' ojos,  roto» los   dientes 
y  cortada  la  lenguai  enr-la'' parte  superior 
del  lado  iziquiei^do;    ■'*'"-  "'  '"■ '• 
Además  el  corazón  eís'ta'fciaa través  ido. 
Los  intestinos  asoiriáb'árí  ^'ór'élábdómen. 
El  cuero  cabelíurjoy  'q1  c.opro  liso  pre- 
sentaban serias  lesio'^^S,  _ 

Faltaban  tres  ded<is  e^i  ,(;iadij{,i'naiio.  y  el 
pié  izquierdo!  estaba  Iraclurado. 

Lai  muj-eripresendiaba  tanlus,  ó  más  heri- 
das que  J.  J.      '        '  '     ; 

Todo  hácé*tipancr  qtfeét'VJGlifíTiariu  es- 
taba en  estado  de  embririg+ier.-  [Jorriue  mo- 
mentos antes  de  coiTieler  el  crimen  se  le 
vio  en  el  almacén  de'  ía/'éác^iiina  haciendo 
frecuentes  |,il3acioiies. :.,','  [^  /'¡ ' 

Luego  (Ifi  co.ineti  |i>  el,c,rirneü  se  cnlregó 
s:ii  resistencia  á  U  autQi'idadry.confesó  lla- 
namente su  dfíliln,  sin  demostrar  arrepen- 
timiento de  ninguns  ciaso.    .   . 

Hechos  de  tal  natnraleza  sublevan  los 
sentimientos  h' jurados  del  pueblo  (jue  por 
falta  de...  .-•!--, 

— Material!  dijo  el  regente. 

H'>ml)re  me  ha  corlado  V.   la  oración. 

.   —Pues  corte  V.  el  suelto  |)or  lo  sano, 
r/.— Por  lo  sano?..  Espere  V. 

«Aúiliuia  hora  el  asesino  l'allíKÚo  en  el 
^epartamenlo  central  de  policía. 

..Sedice  (fue  el  rancho  no  le  sentó  bien. 
"'Y^e.  con  la  emoción  propia  del  caso, 
¿-se  íQ-'produjo  una  indigestión  que  acabó 
'con  él  en  pocas  horas. 
"'  Los  iíiéd ic<>s.  forenses  harán  la  autopsia 
/^ídirán  la; última  palabra». 


Po^pués  de  cometer  tres  muertes  en  un 
príonnento  me  fui  tranquilo  á  almorzar. 

É:lc^  pocos  días  moría  ElEtnbudo  y  yo 
redacté  ét  suelto  desi^diendoá  los  lectores. 
Y  al  hacerlo,  me  acordé  del  crimen  inven- 
tado días  antes  y  vi  pasar  ante  mi  las  som- 
bras de  J.  J.i  N.  N.,  y  la  mujer  de  éste. 


l^fiKIQtáLSTDEO 


Ksper*  V .  una  Iiora. 


il' 


^^"^"^7^ 


/^^^ 


'I     ■ 


^'' 


-■  V 


JL^  mif/i 


'i    'ff''''^-^^lf/lfr" 


\:   ■  •  J      ^iii;,,!!  .;a 


Pues  alíá  va  esto. 


Al  ün  se  le  divisa J  "  ' 


'  '-Abierto  los  dias  de  lluvia. 


¡A  ver  su  boleto,  amigo! 


Sección  de  perfumería  y  i 


1'     /    -.■jn:i-}-J^\-:A]l    \í:\'í,:Ú 


ííJáii  ;j  j.íi.'Jc:.;  r,^jí    \' r-l  í,'J!J.',lHi  u.;¿ 


*^ 


HIT 


^^   \<X        W 


GjBrrado  en  los  de  calor  y, sol. 


¿Tiene  V.,tres  centavos?...  ¿Nó? 


ilarmonios. 


Por  ganaciantesl^cuíva. , 


—Conste  que  somos  muy- carneros.  Lo  que  co- 
rresponde es...  "  ''''' 

—Romper  coches,  fusilar  inspectores  y  quemar 
estaciones... 

—Empecemos  por  las  estampillas. 


vf:fr*í~'^g^3>.'^ 


f^rf^^'^*^'^':: 


^W- 


^■^ 


122 


im 


4^ 


Y  finalmente,  derramé  una  lü^tíftia  af~ 
abandonar  fa   redacción,    recordado    mi 
len  y  las  quipicenas 


primer  cri 
no  cobri 


layí^ue 


jgOMENMRIO 


-.  -a' 


Nada:  que  estoy  decidido 
á  dar  el  últitíit)  píiso.    ■ 
Esta  semana  me  easo. 
aunque  peque  de  atrevido. 

Me  cansé  de  estar  soltero, 
y  en  mi  constante  manía, 
._  me  enamorl  el  otro  día 
^'fl^fc^fv  jaiña  con  dinero 
^\c"^:{>éfo  crpn  tal  frenesí 
^^iíÉa^lM  dos  dias  d 
me  dije:^^Pues  esta- 
lla qu^;ni^'^conViéhe^r4[u  »i 
N^^ítíiaé  "idtlaV^on  ro^s, 
y  m^  f <tí'  éiií.  toasen  i  más  .  ^  x 
d€é|6hfto.^  §iiá.na^s  "^ 

á  «¡i^o^eníés  ííhs^esebs. 
|ÍE,Quá.^V%el&^  •  tíwfté  usté?» 


^^y  ¿^uy^bii^_ 
' 'Ciingün'awTes'cóYrtésté . 

—Quien  pretenda  Ser  mi  yerno 
la  ofrecerá  un  capital. 
— Como  cosa  natural 
la  ofrezco  un  amor  eterno. 

—¿El  amor?  jValiente  cosa! 
— Con.eso  y  con  su  dinero... 
^^'— ¡Pretender  un  caballero 
:  qué  4e  mantenga  su  esposa? 
^¿Eso  es'dignq?— Si,  señor; 
pues  que  sin^^arrne  reposo    ', 
al  mismo  tiempo  que  espioso    ' 
seré  su  administrador 

Y  razones  y;as 
dad^l^  toncwunS^ 
logréaT^nzaral  p 
vi  de  aqueste  mJp^re 
<  ;  Así  e^^e  estoy       ,^, 
y  ái'ís^6  süfíir  un  fracaso, 
e9tá,''8Éraalna  ioe  caso 
_   jiun^qüe  p^qüe  de  atrevido...;  ^ 
Po'r  a^fl  mi'ami^o  Peza?  : 
expí)ti;«ir<í^  mi  'plan  hermo^'.  ' 


fr': 


i 


.  .-■Lli'j'So:.!    L'.iiUb)!.'; 

—Bonito  traje  de  disfraz,  eh? 

—No  es  malo  por  cierto. 

—Con  este  vestido  daríamos  golpe  en  el  corso» 

— Yo  creo  que  daríamos  un  escándalo. 


L 


V 


¡Pues  no  dice^leii  vi  dioso  \, 
(|ue  estoy  mal  de  la  cabezal 


;ll 


i 


!     -r 


Ait'reáe-'hópe:^ 


— ¿tráblásteís ;  un  apo  ió'aiio, w^** 
y,  anegada  en  s¥  dé&f  e^    v^^ 'ÍF?. 
te  dejas  á  la  ííoñstiéld?*  .^i^^^^Q 
1  Se  necesita  mal':;glísto  I   .'      \;.^ 
Qué  ¿no  es  heriftoéa,  a,Mmal  ?  ' 
i  Si  e^^fá  Btójec 'ftiás.  hermosa    , 
que^  tiene  en  Rjs  labíbs  rosa    /\ 

**^"?,'Ño  te  liá1¡"ffe  a#Bp^roa*wiy,  » 
en  sus^ojos  tentadores? 
¿Ño  has  visto  los  resplandores 
de  su  bellísima  luz? 
¿De  su  boca  la  ambrosia 
no  aspiraste,  (jue  parece 
que  trastorna  y  enloquece?... 
— Bueno,  basta  de  poesía. 
Será  hermosa  y  cuanto  quieras 
(en  eso  no  entro  ni  salgo) 
pero  también  tíenfijsilgo. . . 
i  up^lílgQ^i^'sivíeupieras ! 
.-^kuée^é|^'     _    ^• 

:  afán  de  ¿oq^eteaírl  :r^*v 
^^^' ,  — ¿^pbr  éso,  vas  á  ¿far  ^"''-' 
--    á  Cobsuéiiló  al  oUíido? 

¿No  siábeá;'fú  qáé^és''corrielfrte'; 

en  toda  uíujel:  heFffijjsa  ' 

ser  cü(jU©t¡3É- y.  veleifio'Síi?  •      K¿ 

Pues  debes  ser  coasecuí^te  '<>?¿-i^Ú 

y  mientras  no  híiya  deslices,    ■,'' 

mas  que  un  vulgar  cqqueteo,'  •'    , 

no  está  bien  hacerla  eí  fe"o~ 

de  dejarla  como  dices. 

— Es  que  hay  deslices  y  graves 

que  abonan   mi  proceder. 

—¡Caramba,  yo  á  o>a  muicr 


SI 


^^ 


'  I'  ^"^ 


^í'wr'-íj'í^'^"''.,-  J--  '■•'?? 


EN  LA'(MÉ^Wm,lA 


tt\ 


om  hT/.jyÁ)j 


i- i: ir.! ■■(■I    uf    •!<•,!!' liüu.ui; 

I    V    n<uní-\->  •i'iiiU!'! 

ndoo  un 


Maldito  corcho. 


:     .  ^i'i»  :r.br,'\/[ 
Ni  con  tCuar^oi!'  h  ir.b  r. 

n'y-, ;. ..-   •.;:-■■•!■  ••-ií);:í     ilf. 


Buena  ideal  A  la  una...  á  las  dos...  .¡iñ  tas  tres!! 


•l'il;      •  ■   1  , 


■*^ 


m 


OARflABEL- 


■)■;■)!■ 


^'"•'••n   fíífeWiáf:^.;-'^'^   n,.;..y  Oír.,0  .voíJ 
v^V^^^'.V^  r(    S"-"^i'I»  — iSl'^^Üá  SabéÉif   "'•'--' 

-^o.ru-uiíi'itíryoi^atándoía'un-  añO>! '■' ''  -■  ''■  '" 
por  un  ángel  la  he  tenido  >  >  ¡^ 
hasta  as^eOTiQu»  lie  recibido  : 

enij  M  cM^'^.e^^J^.me;recibiO:,  ,,,  • 
ella, sola:  ^^napaorada 
,  T  CM  fras^  apaaionada  / 
■o^^^-^^'^^tcaEn^okiá^f^é  prodi¿^ 
■  fii  ■•^'  •^r'ít^é^riri'itíoülemó  dbirti'sí¿nl 

i  qué  rato  mas  placenterol  ''        ' 
hasta  en  unan-anque  fleto 
de  su  íogosa'pásión 
estaüegí^áriponerseí  sil  cara  '  "'    '   '  ' 
.ton;eerq«ita  dé  la  XQia 
.oif.q  !tíi  filft«  creí  que  me. pedía  , 
^  ^  jipp^  favor  que  la  besara. 
^,  —Y  ¿la  besarías,  eb? 

'    — jAyí  no  me  atreví  á  besar 
y  me  tuve  qijeisscapar 
porque  me  ruboricé. 
.  i ,  i ,  iQwnOi  el  que  sale  de  casa 
hice  y.  .en  un  aposento 
Inmediato  tomé  asientp, i 
,    ,   y  alli  me  estuve.    ,,..,/   __ 

'       '  ',   .  — 'j<í!ué'güaaal 

f^J  '2it  me  füí  coiábün  malsín 
á  esconder  inedib  ejifíéptíóó ' 
al  séáülr  ün  timbré  eTéfetritfo'' 
.  oíjüe^  bíuBGaíríénte  hí¿o  «titi».' 
Apenas  se  ejrtinguió  el  ruido 
que  causó  lá  inano  airada 
n p  r(  c: n { ,•!  ele  Oonauéló,  la  criada;       • : : 
-u!>  ,^..!;ji*!?  píísentó  y.. apresté  oido.'.  . 

—¿Mi  primo  está  .e»iCasa?   ,  i  .      , 

.R].'!'")f     ■■    ;!'*    I"".;   !••■     ■■'     'TríStá.J 

:,n  .--M'i    ?  ~^^^  vénga^á  verme  al  instante^ 
,   '      .'.   '    siguió  Consuelo  anbeJante;   '   , 


'.\-- 


'ipí^bntb,  prohtoi 

—1  Ya  voy,  ya!' 

Peító'é'I-liistante  marc'adó,    '  •  '' 
-<;i.j]od  ftol(qiíé;tüé'Un  siglo  ehmi  áfetítii^)»  . 

y  oí  las  botas  crugir  :-)v'.i-'-'_:\\  i. 
eofioiifí   ii'defepriwoisolácitaisiíO;.  !    ;■   '   .  '/ 

—Ven,  dijo  ella;  acércate:    •  -  'i:i_ 

y  en  yyj^Jaaja-y^.tegifeiloEQsa.  ,  r 

lepidio...  yo  no  sé  que 
Y. . .  (niega  qi;e  mis  enojos '  '  '    '  ^ 
'''-'S'^^''^«'=^fel5=i?ííistHlf  8H^iñim»'i  ■"■"' 

^-^  vr.t!   '•'í!aeei1*álííb;'e^ÍMé'illlte(y'r^"f' 

—No niego,  pero  no  eí8tft¿oí^''r;  '-i' 
justo  tu  ^3o,  zulú. 
¿Si  á  tiempo  la  besas  tú, 
hubíéVá 'Haííiatiíí ^^ptiife^? '  f  -^ 

•  =  !■   feinl(iir!   '^ 


i    'il'M    !"i  ■ '  /'iii;-     (;:.■:./!- 


.!  -...i,  ,  :  . 


mi^jü 


POIiITSAMA^—  La'  com- 
pañia  Tornbanos  abandoilíi. 
Vá  al  Rosario  á  pasar  oina  temporadita, 
que  deseamos  sea  productiva. 
1  El  beneficio  déla  Gordini,  artista  qtie 
goza  de  merecidas  simpatías,  atrajo  gran 
concurrencia,  que  no  escaseó  palmas^  y 
obsequios. 

En  Dos  canarios  de  Café  la  beneficia- 
da y  su  esposo  Marchetti,  se  hicieron 
aplaudir,  demostrando  que  para  artistas 
como  ellos  no  hay  dificultades  de  idioma. 

Marchetti  es  más  madrileño  que  Dios, 
y,  ¡claro  está  I  ha  contagiado  á  su  esposa. 

El  Domingo  un  lleno  y  muchos  aplausos 
en  Cavalleria  Rusñcanaj  La  Gran  Via. 


IíACriONAL..--;01eary  and  company  li- 
mited,  asi,  casi  en  inglés,  ha  sido  favore- 
cido con  un  beneficio  por  varios  jóvenes 
que  han  procurado  4e  este  modo  ayudar  al 

empresario  náufrago. 

Según  dicen  los  que  eütrénd^ií-el  inglés, 
^  elJSÍaciónul  se  pa^á  muy  bien  ^  rato. 
Nosotros,  francamente,  no  frecüeníbmos 
í   dicho  teatro  por-  ef  innato  horror  qui|  los 
'   ingleses  nos  lÍ3l^"pTí¿n,\ 'pero  para  nó  se^ 
r  niép.^s  queunTjrpnista  de  esos  á  la  violeta, 
clamaremjjs^.  ,^ 
TN-a&kJTÍal  for  everf^'^^"" 


(''\ 


\^Q 


4ií 


Y  nos  quedaremos  tan  frescos. 


'-^|.■.^')    i-r. 


¡q 


H 


■ ' '  dokÉIplA.  -W ácontediWié'htcl  para 
Gil,  fii¿  la  íiihción  que  á  síi  bénéñdÓ  \uvo 
íü&áí'  'él''víeí'ni¿s '  pasado. 


.  I  ■ !  ■  i  •.  .1 


>-( 


El  simpático 'Aniéétó'  CÍáW'^bh'  U]  En- 
rique (ji I ^ rieób^ió  buerios "  péiáb's!, 'y  más 
aplausos,  si  cabe,  qué  dé  cos'tuiViferé';'' 

La  compañía;  que  actúa  eü' la  Coniedia 
cesa  de  ¿ácerló  á  mediados  del  próximo 
mes.  '_; 

Para  la  temporada  deinvierjaolá  empre- 
sa ha  contratado  al  aplaudido  Juárez. 


EL  CASCABEL 


1^ 


£t' 


BUEN  RETIRO.— Nada  nuevo  en  este 
teatro.  La  compañía,  de  la  que  formapparte 
la  tiple  Elisa  Pocovi  sigue  pomejlo^o  en 
esceC^KsObras  conocidas  con  e^^^^éph  de 
si,©rñ^í^,.\  /    .y'  ■*"i.^ 

V7jEÍApeT*p'Q^pre(^f^fic^rro^l>^^^ 
UMím  p^s|^b[es,.5^£^ne::t9(J^Í  Jardín 

■—. j   •  ^"    ■       íí^'feas    '^-'.-ri</\    .  ! 

"^^^^^    fe    '«/V/'liJ'  ; 

NOVEDADES.— Funciona'^u^iEQ^ntej 

este  teatro.  Ú    ^^  ^  ' 

.¡¡(.l^a.cpmpañiEr.eB  may  gceptame  vlparece 

.iqiie  logrará  rn  81  n  ten  ea*  abijertaslas  pillerías 

,í  flurante  una  len>poradita.  í 

Viagcros  de  JLtrarnm\  El  oso  muer\ 

..itp,  ;Sa.ésa  de  Aniceta  Y  otras  obras;  por 

f!  el  estilo,  han  alcanzado  muy  buen  desem- 

,  peño..  i  , 


CIRCO  GARLO. —/tí^n  Moreira—y 
nada  más— por  arriba,  por  abajo — por  de- 
lante y  por  detrás. 


CIRCO  'PQD'ELQll JL.— Martin  Fierro  y 
gimnasia.       - 

Las  fimpi^esas  de  los  circos  se  han  pues 
to  de  acuerdo  para  dar  un  beneficio  á  La 
viuda  de  Eduardo  (o-ulierrez,  autor  áeJuan 
Moreiraj  tantos  otros  libros  del  mismo 
género. 

Buena  idea,  que  merece  ser  apoyada  con 
decisión  por  et  público. 


El  administrador  de  El  Óascabel  me 
pide  haga  constaY  dos  cosas. 

Primera;  que  ya  no  es  solo  el  número 
tercero  de  esta  publicación  el  que  está  ago- 
tado, sino  que  al  primero  y  segundo  pronto 
|es  9piar]^irá  otro  tanto. 

J-.0  que  se  participa  á  los  señores  que 
quieraxi,  tener  completa  la  colección  de^EL 
Cascabel  á  fin  de  que  hagan  pedido  pronto 
de, lo  contrario  se  quedarán  con  las  ganas* 


Urgarse  las  narices  no  es  decente, 
■Sobre  todo  delante  de  la  gente. 


Hoy,  como  verán  VV.,  nqjjj^^^  podido 
ilustrar  9<^,gr^ha<(^QS- alusivos  la  charla 
y  otros  artiQiAk)9,;C(>ínO:  acoalutnibrábamos 

hacerlo,  oí.-iro'!  srí  f.I  ísojití;  n.u'^''it 
Pero  no  se  repetirá  mí^£  ^>J 2.0  J 
Al  contrarió:>  díbújátttés'  ■^^^i'Abadores 

nos  están  dáWd(>^lá 'ViUlTrtá"  tó^^       á  una 

colección  comjBléta  áé  "üio^íiol.""^ 
Y  no  aliidiñiós  á  Pancho,  QÍ'de.'Palermo. 
(No  cjQntuftdir'con  el  Qtr,a.Pa.BfCho  déla 

Intendencia),,,,,,,  -i-i -upi 


GV 


/i.r^rd 


Ramón  por  .heredar  b  unos  parítentes 

estudiaba  sus  ramas  asoendentefe. 

Lo  supo  un  primo  suyo  y  le  did  un  palo. 

Esto  debe  enseñar  á  los  pHideiítes 

que  andarse  por  las  ramas  esínuY  malo. 


Cuando  con  Blas  se  vio  unida, 
Juana,  llena  de  rubor, 
le  decía  con  amor: 
— jAy  bien  mío.  eres  mi  vida! 
Mas  se  amaron  de  tal  suerte, 
que  murió  al  mes  cabal, 
resultando  por  su  mal. 
que  su  vida  fué  su  muerte. 


Solamente  seis  bochinches  gordos  han 
provocado  los  inspectores  de  boletos,  du- 
rante la  semana.  ' 

Dios  se  lo  tenga  en  cuenta. 

Lo  propio  que,  á  las  empresas,  que  no 
perdonan  medio  de  evitar  molestias  al 
público. 

Y  apropósito;  una  pregunta;. 

¿Porqué  se  mandan  imprimir  los  boletos 
á  Inglaterra? 

No  hay  imprentas  buenas  en  Buenos 
Aires?  - 

La  pregunta  es  inocente. 

Por  que  nosotros  no  tenemos  imprenta 
propia. 

Pero  pensamos  tenerla^  y  esperamos  que 
después  del  bombo  ilusitrado  que  hoy  da- 
mos á  las  empiresas,  ^ajlas.  sp  acordarán 
de  nosotros.  •>!,;.  / 


Diálogo  pescado  al  T/sue^,!,,, 

—  Las  *  Xombas  »  nos  abandonan. 

Adonde  irán? 
—Qué  se  yó./*4-Hace  una  temporada  que 

las  poí^jcs^ícímiaé.  ^«tía::^^         tumbos  de 

un^^^      —  i-  - 


e?^- 


m. 


uíifUAismBníx 


-j  Süherbio,  caté  con  íecne  I 
-Hombre,. .1 1      ' '''' 


.(. 


rnwío 


rato. 


[hC 

—  ¿Ehj(3i,ii|^)5pi;jí^<Hí€  ,ií%|(í|afáp.  .al  regi- 

—  En  que  |^g^r^[4fip^,^jle[^rman  á  cada 

TTirra  cBsa  de  i  negó  h   un  escrito  del 
Dr.  Wilde? 

en  ambos  sitios. 

ifiMal^íciói^ ¿Qü^uevo  ouño*    ■•    -  >        •  ,><! 

—  Asi  Iu6li'¿  al  'tramway^  pierdas  el  bo- 
leco y  te^o^Wa  el;  fn^p^étói^y-'  '  '--•;v^ 

-j;Ü«!  kueiQr-.waíninflfphio  hai  dí^'-ser  como* 
ü¥í'á'ft^i^;'lá''rtliTÍá'éy'él  pavÍ,lo,'eí  hom,; 
bre  la.e&teariñay.han  de  gasta  rse  ala  par. 

.ni.r,  ♦'  e*h  rovij-^'t!.  "'''■^F'  '■■     ''•    'í  '   ''    '  "  :  '  '' 

—  ¿Quieres  jugar  con  migo,  j)r¡ma^_ 

—  Seglfíñ  a  lo  que  sea,  primo. 

—  Echaremos  un  tute,  si  te  parece. 

—  Bueno,  echaremos  los  que  tú  quieras. 

Por  su  conducta  perdida 
_■    llegó  Luis  á  suicida, 
y  antes  del  fatal  instante 
decía  á  Rosa  el  tunante  : 
—  Tequierp,m|ó^,<it|i^¡,4  mi  vida. 


En'  un d©Jefeio  de  señoritas  : 

—  Sor  Salomé  dice  que  á  una  niña  bien 
educada"  deben  darle  miedo  los  hombres. 

—  Entonces  yo  tengo  la.  peor  educación 
del  mundo. 


Los  que  el  nombre  te  pusieron, 
-ftreron  en  ello"miry  ductíos: 
el  de  jSGpi^i^rqtp^isf-Q/ií  ;  A 
y  i  vive  Dios !  no  mintieron ; 


i;ilViL  •■^nii  nloíi.  «ii>  ,"  :íJS^  '■■■  I    ■■    ■   ''^  '^^  ■'■/  ,'■■   ■'■■'.''' 

K'wMWMW^tíkúku'-- ' '  - :"■'"' 

Diálogb'éhtVe'rfos'abb^'íid'oé:-"'  '  '  ' 

—  ¿Conque  .l¡ujioliwirterhia:5sido  absuelto? 

—  Es,  rímD,  poi;que  el  ApiipW-  ^*a,  ^rave. 
¡ÍJllraj^\í»laVyt^Vál  J  V'^^^^^     >V^r 

—  Es.  cierto;  peno  'el  úni«o  testigo  que 
I^É^Íp, qí^^^t^ífiqij^r'niííudo^  y  el'.j.uez  no  qaiíío 
que  se  e?^Hliciase,{)or,  se^í^^^ ■ ,-  - ,,; .;  >  ^ 


[  Nada^^lli^^'ie^^^.escapaJ . 

A    !YÍ#^(?]á)Qiosjpnícái^í^dOT  A  •:)  v  qT 
A 444Í61  ^1  de ^na ^tódá='¿Cfepá  r  -  ^' ' '  ' 
—  i  Hayí  qvjq  .QOíapi-ante.^jia  capa, 

jou^íí^f^í^-'^^X>flíísal?r¡g^dqAnu.^As,v. 


|j|fl  LiJiiJiiu  II  Lii.iiy  IJ.G 


■.CORRESPON'DEíJeiA' 


>ii'. 


ii)  ."üiim;:! 


fír/ríoío;— Ingrato, , . !  ,  i  Asi  ágra4éce  V.  ,|a$  advev4' 

ctiMríid,  pbi*  ipJSnlpfo,  y  ho  toe  f^tóSaief mí^sT^  •  '  .  T ,  ,  i 
^  ipua-c'arf/a.  —  v¡on,  f|la  y  sin  ella  1,0  i,^  ¡y.  wVy 
mal;  Publico  la  Ppst-d^t?^  pai-a  que  jyzgne'al,pfliaa,¡^\ 

c'.  ■;  , .  ,i!(.;    .u  Le  juro  «c  V.-  )9or  Afee/!        -     "   •.  /  ^-^'A 
Que  mudia'Sfr'i'VaialnbanBa     <  -   íih/'j 
Si  este  vercito  alcanza 
A  verlo        ' 
El  popular  cascabel 

Ya  vé  V.  que  el  vercito  no  necesita  comentarios. 

Raquel  Carpineto.  —  9-eñovita.....  digo  mal,  caba- 
llero, V.  no  versifl  a  mal  y  es  lastima  x^jue  se  entre- 
tenga haciéndome  <^epÍ8^^QÍpne*',de  amor.  Basque  V. 
otro  asunto  y  cuide  ihás  el  final.  Si  lo  hace  a»í  mo 
dudo  que  será  amigo  y  colaborador  de  El  Cascabel. 

Rafael  Albert.—iQuieréY.  mandarme  otra? 

Tipo.— Usted  no  es  mi  tipo,  francamente. 

K.  Lote.— A  otro  perro  con  este.  .'.-Txnnaitce. 
"fiapyo.-— Hombre..;,  ¡ahora  resulta  q^üe  T.  es  un 
raptor!  Cuidado  ccm  esto  de  tomar  pp-  sias¡,de  fdÁa.- 
cioT^aW^Uc^es  ía) urina,    .i      .h       '/  ;\  \  íi ' ] 

Te(ndtrá<-rEstii  \t.  equivocado,  no  ds  mWaHvtdraWad 
ni  cosa  parecida.        ^  :  -f'^ , 

Amaníe.— No  hay  lii'ila 'capaü  áe  resistir  un  soneto 
de,quinQe  versos.  tt - ^  ~     -  ^ 

'l^er¥dmv¿ifi)^L&gtirí;La.  de  foripa;- ":^ofqaifr -fir 
bueroa;  QoHia  <que  es  de  Cam^osiaor—_3S3  í 

jiqia.-j^^ejei^crislÁAl  Su  artícufitp^Küele  áüi 

' P. ■B..r r.HQtiiere;y.  mandá¥^liÍ!:^ítótí''Bittl' 
(Jiíflsrto'^no  pnbljcájé  nad>'"^'"^*"*'""^"*^  -     ' 


es 


f  ero  por  ei  laoinvm-o 


i  SníCfiptOT.  —  Í!nti4n(|iif J^Étlíi^Jl  AdMli 
Pero-  por  el  mom<HHD 
feser 
íén  „  ,^,._„__., 

.--    ---  ^^-^--'larftSilC^íío:: 

trato  de  su  •7'*cuM*iWaífoi'BÍiWffiaidtnQ;i 
vatef?,|>«hiQ'ílndo. ;  •    HiWmWíii^ 

■'C:dk  É.—yíó  háblémifeí! 

■Instant'íneo.^-~ÁirdiS.  ¿i, 

.^4s¿rei— Se  conoce  qu^astav.líaéOat:. 

niñera, de  robar. .-^  poesías,  r'  ^'t;>"s„ 

Mitro.— N6  Konibre  no:   eoáa»  d<&  eétl^ 

son  para  ELCÁSCrÁttÉL.  ..  a.._„'.„  .:Jí;u-J;;1Í 


iC#l 


■'ífeiiijli 


-¿j*^;  rt'Hin  nüni-i! 


-ral 


^. 


iV'VISOS 


/     r'iii.'i 


EL  ClSClBEL 


ji,?FMÁ}«|^'Ol^r^T|yoiL#TF 

REDACClQíí.  Y,.4f)¥ir^rfc$TRACrON 


l!l'.-     ,-víl 


^1     ■:  1  -KH 


CapitaiK  tres  meses. .  ^ . ;  I ,  c  vr.|.-  *§   irBOr 

Numeren  Coprientw  i . .  ' ; . ... .  •.  V. ",!  4'  .0.  fO' 

Id,.:    atrasado  .-, ., *,.    ,4»  .0-15 

Sé  desean  agentes  y  corresponsa- 
les en  laSí,*.    :.     ^       ^       >-.-,- 
PROI^NCIAS 


BfrGA)9a*fi«í- 


12L. 


f>'lí- 


QJCiM^AMA  i 


:>■[■     VAPOÍBES-CORR'EOS-  '■  < 


■  lAS  salidas  de  este  puerto  serán  el  2  de  cada  mes 
para  Santa  Cfiiz  de-  TeneHfe,  Cáiliz.,. Barcelona  y  Mar- 
5¿lí<ii"a.(ííniti.ett(kV¡¿aí»á  y  '.pt^^j^t'os,  ?¿i  co^nQ  (p.^ta. 


Anféla'io 'LOjítíí -yi-O",'  caflíé  Atórriá;  751); 

Nota. — Se  expida»  pasages' de  venida  de  todos  los 
puertos  y  ctutuxiés^  det^E$paña.  í 


,¡■.1,1.-  ■■  '/     ■      \    \    ■   \:    '¡■.•Í'J,  ■■    -•'  '     ■ 


1):UJ, 


nii  •ii)aÍH':ti(íJ©En'í?Á.R"íS)íX!:  ■  ■■.■    •    ' 

;,.,JPÍ'emiadas,  en 

í  Tas  «  ex  p  os  i  ci  ones' 

•d^  París,    1878- 

íí187SL— des  Afflver  ¡ 

,,  ,5.urU<io\dfe,ca-, 

Muebles  de  se-  < 
{^urldsrd  papares^! 
CE.íÍJOrios  y  c  isjys^tjpfitmiiia, 

AQitnt^:  E,  CHAPÓN  -101  FLÜBIOA»  U0 


^MPUBSAt,, 


t       r,-  .i    \ 


DET. 


BANGO  DBÁBá'DM 


1      !i 


.¡r.  I 


'  ■  '■■■■    '■■  '■'■■■'■(■•  SI» AWA'V'El^'iSSl  '  ■' 

CAPITAL:    10.000.000    DE    PESETAS 

,,^:fVOJi»fíiOTK de ,£r^tos  dea p^ip-rr-Impcurtécion 
dS  prO<lifptÍ>s  éspañoies  en  gen^j^ál. 

SE   AlETONA 

Depósitos  en  cuenta  ■corriente»A'ia»wsta*í^  i  «tóal 
»  »  "       .  á  9Q  días    3   »    ,    . 

'íté  kyiBó¡  '•':■'<  :■..  ■   ;i>  ¡-'■•ni.r.  .-/.— 

Depósitos  á  plazo, fijp,,í)i^  9p  dia^  jini^s,  ,6,,if  j   ,.<  .] 
"  .  "        "       1"  ,    *        oro    1   »       » 

Se  dan  giros  á  Ja  viste-sobre  todas  las  capi- 
taífís.  •  des  'JSsp^ña  .  ¡con :  beajeftcüjoj  qoaía  eí  toeñoa- 
M^Sf':' "?  ^-  J?,?,m.?l>ios.  ta«biw, 

■  tt^W'de  iiéspaé'^ó._  LÍos'diris  hábiles  de 
9,  n.  ra.  á  4  p.  m.  Losídias  festivos  d^  9a,  rau 
á  11  m.  """' 


Il:'l 


'■  I 


. íM-;v   i'! i 


C:ill\TPT^<*t4     Ql«*W*5|*eBtté#Vft  mesa;  ja-, 
V>4«l>tM.-eirCC;3,    rras  para  agua,  juegos-  de ;té 
juegos  de  lavatorios  de  metal  blanco,  licoreaats^.ca-^ 
nasias  para  pan,  aceiteras,  coberteras,  floreros,  lam-, 
pawtfts-,  veladore»^:  R11tr(*(  í)¿r4/^á;  etc 

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128 


EL  CASCABEL 


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mmm  y  Á^miijisíraciOQ:  kmk  l89  (álíós) 

,   '■/  ^'- — '-■   ,-.  /  ,  /    1  ;/; 
^f  •I^ACWASfDE  OFICINA,DB  3  Á  5  P.  M.,,.;     ...  ,^, 

^eeio  en  1  aeíudad . ,,.  '  |  Ovio  el  aámero 
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<*#>  ■'."■fyi  ,»-A:r-.v'.''  '■  •  =  ",  V..-W  -"    ;"v~; "'- 


130 


EL  CASCABEL 


<!# 


■^•y 


jSOPÁS  DE  AJO  MUSICALES! 


(1) 


V^ frecemos  hoy  á  nuestro .  lectores  un  pinto 
', exquisito  y  propio  de  Cuaresma, 
j  ¡Sopa  de  ajos! 
¡  Qué  vulgar!    dirán  Vds. 

Y  el  plato  en  si  es  vulgar,  vulgarísimo. 
Pero  la  receta  que  para  condimentarlo  bien 

hicieron  Ventura    de   la  Vega   y   el  maestro 
Casares,  es  bellísima. 

Léanla  con  detención,  tóquenla  con  afinación 
y  buen  gusto,  y  luego  nos  darán  las  gracias. 

Y  el  día  que  quieran  Vds.  animar  una  tertu- 
lia, limítense  á  decir :  ¿  tienen  piano  en  esta 
casa? 

—  Sí,  señor. 

—  Pues  voy  á  tocar  y  cantar. . . . 

—  La  romianza  de  "  Traviata  "  ? 

—  Cá. . . !  Las  sopas  de  ajo  musicales. 

Y  se  sientan  al  piano,  tocan,  cantan  y  se  ga- 
nan una  ovación  ruidosa. 

Hagan  la  prueba ! 


S'4 


'5/: 


— _--3K5]-«- 


HORA  estamos  pre- 
ocupados con  las 
próximas  maniobras 
militares,  y  el  espí- 
ritu bélico  se  ha 
desarrollado  entre 
nosotros  con  fuerza 
avasalladora 
La  guardia  nacional  se  prepara  á  su- 
frirlas contrariedades  y  fatigas  de  la 
vida  de  campamento,  y  corredores,  ha- 
cendados, comerciantes,  etc....  se  alis- 
tan como  voluntarios  dispuestos  á  todo. 

El  hogar  de  la   señora  de  Malinez  que- 
dará poco  menos  que  vacio. 

—  Todos  se  van  —  nos  decía  la  señora — 
Mi  marido,  mi  hijo,  el  mayor,  el  segundo 

(1)  Del  Almanaque  Culinario  para  1892,  publicado 
ea  Madrid  por  Ángel  Muro,  con.  la  colaboracióa  de 
los  más  célebres  escritores  españoles. 


y  un  primo  que  vive  con  nosotros.  De 
manera  que  en  casa  solo  quedamos  yo  y 
el  gato  que  casi  es  un  miembro  de  la  fa- 
milia. 

— La  patria  reclama  que  sus  hijos  va- 
yan á  jugar  á  soldaditos  y  no  hay  rrás  re- 
medio. 

— Todo  sea  por  la  patria,  pero  desde 
que  se  anunciaron  las  maniobras  no  so- 
siego. 

— Tanto  la  interesan? 

—  Cá. . . !  No  es  eso.  Es  que  á  las  cua- 
tro de  la  mañana  mi  marido  empuña  un 
cuerno. 

—  Qué  dice  Vd ! 

—  Sí ;  un  cuerno  de  esos  que  usan  los 
cocheros  del  tramway  —  y  empieza  á  to- 
car diana. 

—  Qué  capricho! 

— Los  niños  se  visten  corriendo  y  se 
presentan  armados  de  escobas  y  palos. 
Mi  marido  les  aguarda  ya  con  un  hierro 
del  mosquitero ;  forman  en  columna  ce- 
rrada y  empiezan  á  evolucionar. . . . 

—  Parecerán  modernistas. 

—  Lo  que  si  parecen  niños  de  cuatro 
años.  Mi  marido  grita  ¡  á  la  derecha  ! . . . 
march...!  El  primo  hace  las  veces  de 
tambor  y  rataplán,  plan,  plan. ...  Allá  vá 
la  columna  cerrada  marcando  mucho  el 
paso. 

El  otro  dia  una 
vecina  armó  el  es- 
cándalo del  siglo 
porque  dijo  que  no 
la  dejaban  dormir 
y  acabó  por  tratar 
de  caballería  ma- 
yor á  toda  mi  fa- 
milia. Yo  contesté 
fuerte,  intervinie- 
ron los  maridos,  y 
por  poco  el  mió  tie- 
ne ocasión  de  pre- 
sentar batalla 

Decíamos  ? 


—  Ah: 


SI  que 


formados   en    co- 
lumna. ... 

-Justo;  y  marcando  mucho  el  paso 
se  dirigen  las  fuerzas  al  comedor.  AIH 
acampan  y  piden  el  desayuno  con  malos 
modos. 


-i^  ■B«?:5V^  ■>í"^j^-^;^'^v'^rí:4£^,sg"' ,-■»•* 


EL   CASCABEL 


131 


-Y  V... 

— Yo  hago  de  cantinera,  y  sirvo  el  café  y 
aguanto  bromas  de  mi  marido,  que  es  muy 
expansivo  cuando  está  en  familia.  Des- 
pués del  café  el  batallón  se  dirije  a  la  sala. 

— A  conversar? 

— Nó  á  hacer  ejercicios  A  estas  horas 
han  roto  un  espejo,  un  florero,  y  dos  bom- 
bas del  aparato  de  gas.  Vamos,  que  la  casa 
parece  un  campo  de  batalla..  ¿Y  de  noche? 

— Qué  pasa? 

— Que'á  las  ocho  nos  acostamos  por 
que  asi  lo  exige  la  disciplina,  y  hay  que 
acostumbrar  el  cuerpo  á  dormir  poco. 
Claro,  con  estos  calores  yo  no  puedo  dor- 
mir y  mi  marido  tampoco,  así  es  que  em- 
pezamos á  discutir  hasta  que  evocando  el 
mando  que  ejerce  en  ca?a,  me  amenaza  con 
azotarme  en  presencia  de  las  fuerzas  á  sus 
órdenes...  ¡ya  vé  usted  qué  locuras!  Dios  le 
tome  en  cuenta  á  Levalle  los  malos  ratos 
que  me  proporciona  con  sus  maniobras. 

El  caso  es  que  si  al  fin  se  encuentran  ca. 
ballos  para  la  caballería,  y  soldados  para 
los  cuerpos  de  linea,  tendremos  maniobras, 
grandes  maniobras,  asi  tal  como  suena. 

Y  ellas  sonarán  mucho,  pues  según  cál- 
culos, para  cada  quince  hombres  hay  un 
cañón  con  obligación  de  vomitar  nubes 
de...  pólvora. 

Se  han  acabado  las  locuras  carnava- 
lescas. 

La  gran  fiambreña  queda  archivada 
aguardando  mejores  tiempos;  tiempos  de 
dinero,  humor  y  tranquilidad. 

Ahora  esta- 
mos bajo  el  do- 
miniode  la  cua- 
resma, y  des- 
pués de  haber 
cometido  toda 
clase  de  peca- 
dos mortales  y 
de  segundo  or- 
den, después  de 
haber  bailado  V 
haber  apurado 

botellas en 

iorno  de  las  be- 
llas,    no    nos 


queda  más  remedio  que  entregarnos  á 
XoñB,  clase  de  ayunos  para  reponernos. 

El  alma,  se  entiende. 

Que  el  cuerpo,  maldito  lo  que  gana  con 
las  sopas  de  verdura,  y  engullendo  ino- 
centes pejerreyes  ó  aleves  bagres. 

Y  si  nó  que  lo  digan  los  que  padecen 
bajo  el  poder  de  Madama  Polisón,  una  se- 
ñora sola  que,  por  no  estarlo  tanto,  dá  de 
comer  á  seis  huéspedes,  que  á  estas  ho- 
ras están  anémicos  en  su  mayor    parte. 

Apenas  llega  esta  época  del  año    esca- 
sean los  platos  fuertes  que  es  un  gusto. 
Para  la  patrona,  se  entiende. 
Las  aplaudidas  sopas  de  pan  con  aceite. 
Las  populares  ensaladas. 

Y  los  huevos  pasados  por  agua  se  pro- 
digan,  hasta  cierto  punto. 

Claro  que  los  huéspedes  protestan. 
Pero  ella,  que  es  muy  católica,  dice 
que  hay  que  mortificar  el  cuerpo,  y  que 
con  una  modesta  sopa  y  la  lectura  del 
Mensajero  del  Corazófi  d^  Jesús,  hay  lo  su- 
ficiente para  robustecer  el  cuerpo  y  el  es- 
píritu. 

Encontré  esta  maña- 
na á  don  Juan  Tuercas, 
queesinquilinoymártir, 
y  casi  no  le  conocí. 
¡Tan  abatido  estaba! 
— Que  le  pasa,— pre- 
gunté. 

—Ayl  estoy  mal,  muy 
mal... 

— Habrá  leído  la  pes- 
ca de  Argos  en  ayunas,  tal  vez? 

— Cá...  tengo  un  mal  gusto  en  la  boca... 

— Pues  fume  usted.  Asi  le  pasará 

— Horror!.,  nó,  x\6\  Dios  me  libre  de 
acercar  combustibles  ámi  cuerpo.  Con  eso 
de  la  cuaresma  estoy  empapado  de  aceite 
y  podría  encenderme  y  freirme  por  den- 
tro. 

Pobre  amigo! 

La  cuaresma  y  la  patrona  lo  tienen  me- 
dio frito. 


132 


EL  CASCABEL 


9 


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(ImJIuiu  íUtLJL  cmco,  Jv^lri-CüL^    9*  mrafi 


Mo)  t«A«<*«Jt         r*^^   »       «M>    Wt^vO       Ji¿<LA^^:  Xe  W*l\|lJk-  1<<X,^  -%H  vk4avm-^  yvfc 


AAiUíW^       W^í^  W^O  ;  l/nv   ¡ftlu    ^\yvJlA    'tijV  Ijii^tWo-   vtít-A^  It  0^-UÍ^ -Vi^ 


EL  CASCABEL 


133 


vvuUa.  'U  Jü^í/tm. Xr  ^oXoeíuiXffv     áw fojo ktvvt-  'ImJCt      JeKÍmíUi4wc  vA/tí'    ícc»»»^- 


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134 


EL   CASCABEL 


DE  CARNAVAL 


\ 


I. 

STOY  decidido  á  divertirme. 

Este  año  voy  ó  gozar  por  todos  los  anteriores.  Mi  mujer  está 
en  la  estancia.  Buena  ocasión.  ¿De  qué  me  disfrazo  ?  ¡Ah,  sil  Buena 
idea.  De  mujer.  Yo  tengo  un  talle  esbelto,  un  pié  pequeño,  una 
inano  fina.  ¿Los  huecos?....  Dios  proveerá  y  los  trapos  tam- 
bién. Ya  estoy  |  Qué  hermosa!  parezco  una  Diana  cazadora.  Al 
baile.  ¡  Cómo  voy  á  gozar ! 

II. 

— I  Cuánto  ruido  I  El  corsé  me  sofoca.  Pero  engaño  á  cualquiera.  Ya  me  han  dicho 
siete  veces  «qué  linda  es  V. »  Ahora  he  de  buscar  á  alguno.  Ya  está  aqui  mi  hombre. 
Tipo  de  estanciero  platudo.  No  me  engaña.  Las  patillas  y  el  bigote  son  postizos.  Se 
acerca.  Le  gusto. 

— ¿Ah?  si  y  sola.  Como  no  soy  muy  bonita.  Muchas  gracias;  es  favor.  Pasear 
solos,  no  me  atrevo.  Si  V.  me  promete  no  abusar.  Sí.  tiene  usté  cara  honorable.  ¿Kn 
coche?  Vamos.  ¿A  su  casa?  Bueno.  (Qué  chasco!    ¡desgraciado ! y. 

IH. 

— Señorita,  estoy  loco  por  V.  ¡  ó  su  amor  ó  la  tumba ! 
— ¿Será  verdad?  ¿Habré  hallado  mi  bello  ideal  ? 

— No  lo  dude  un  instante.  Yo  cuando  quiero  á  una  mujer,  llego  hasta  el  abismo  por 
ella.  Usted  llena  mi  alma.  La  adoro  tanto,  que  ante  mi  pasión  desaparecen  todos  mis 
escrúpulos  i  formemos  uno  solo  !  ;  Voy  á  confesarme  á  sus  plantas  !  ¡  Necesito  cien  pe- 
sos I  A  V.  sola  que  me  ha  abrasado  con  su  flamígera  mirada  se  los  pediría. 

—¿Cómo? 

— Si:  ¡cien  nacionales  tan  sólo! 

— ¡Caballero! 

—¡Oh,  usted  me  ama!  ¡Me  lo  ha  dicho!  Y  estoy  en  el  paroxismo  del  furor... 
Quisiera  que  se  volviese  usted  un  hombre  para  extrangularlo. 

— ¡Caramba!  (yo  que  pensaba  descubrir  mi  sexo;  á  ver  si  lo  convenzo;  la  coque- 
tería es  un  arma)  ¡Bien  mío! 

— jAh!  Accedes  ¡Nunca  te  lo  agradeceré!  Quítate  el  antifaz,  paloma  mía. 

— (Qué  más  diré).  Nó,  tú  primero,  quítate  los  pelos  postizos. 

— SI,  lo  que  quieras,  rnasita  mía. 

—¡Horror!  ¡Mi  criado!  ¡Mírame,  mentecato!  ¿Te  atreves  aún  á  exigirme  nada? 
(Estoy  salvado). 

.  — ¡J£l  señor!  ¡Ya  lo  creo!  Si  no  me  dá  usted  lo  que  le  pido,  se  lo  cuento  todo  á 
la  señorita,  que  es  tan  celosa  y... 

— fNo  hay  más  remedio)  ¡Toma  y  calla! 

IV 

— ¡  Me  he  lucido  I  Cien  pesos  y  un  traje  de  mi  señora  estropeado.  ¡  Todo  por  cam- 
biar de  sexo  dos  horas.  ¡Digo!  Pues  si  llego  á  ser  mujer  hermosa  t©da  la  noche. y. 

Adolfo  S.  (Je  los  Ríos. 


->vii.J^.--    !->- 


EL  CASCABF.I, 


y.iTi 


ecn  íiexioaí  x>6  X13;  vin;x>ja 


Una  alcoba  decorada 
con  elegancia  severa, 
muebles  de  rica  madera 
correctamente  tallada ; 
blanco  globo  de  cristal 
con  su  luz  la  estancia  alumbra, 
mientras  queda  en    la  penumbra 
soberbio  lecho  nupcial. 
Hay  al  lado  de  la  cama 
un  taburete  pequeño 
y  allí  en  desorden  risueño, 
los  vestidos  de  una  dama . 

Mujer  aún  joven  y  hermosa         i 
se  halla  sobre  el  blando  lecho 
y  el  anhelar  de  su  pecho 
indica  que  no  reposa. 
Más  su  pecho  se  acelera 
cuando  las  doce  ha  tocado 
el  reloj  que  está  colgado 
de  la  misma  cabecera. 

¡Cual  late  su  corazón 
cuando  el  reloj  la  hora  toca  ! 
¡  cuántos  recuerdos  evoca 
con  su  metálico  son  I 
Antes,  cuando  del  reposo 
aquél  reloj  la  sacaba 
I  con  que  dicha  se  miraba 
en  los  brazos  de  su  esposo  ! 
De  aquel  amoroso  nudo 
nunca  se  hubiera  esquivado 
¡ojalá  hubiera  tocado 
el  reloj  más  amenudo  í 

Y  ahora  mirando  desierto 
el  sitio  en  que  aquél  dormía, 
siempre  que  el  reloj  oía 
¡  cómo  recordaba  al  muerto ! 
Ya  no  volvería  más 
aquella  dicha  pasada, 
hoy  de  todos  olvidada, 


de  todos...  menos  de  Blas: 
un  amigo  cariñoso. 
de  un  carácter  tan  amable 
y  ¡vamos!  tan  agradable 
como  su  difunto  esposo, 
atento  siempre  á  su  lado, 
busca  cuanto  se  la  ofrece, 
hasta  el  punto  que  parece 
que  de  ella  se  ha  enamorado. 
Dá  gracias  á  la  fortuna 
por  haberla  conocido, 

—  P€,ro,  amarle,  no ¡que  ruido! 

¡  Ah  !  el  reloj  que  da  la  una  ! 

Y  esta  tarde  la  pidió 

algo  que  en  su  aturdimiento 
no  entendí»  ella,  y  al  momento 
¡  claro  !  le  dijo  que  no ! 

Y  una  pasión  infinita 

se  ve  que  al  pobre  le  abrasa... 
pero  aquí,  en  la  misma  casa, 
no  puede  ser  una  cita. 
¿  Qué  se  diría  ?  ¡  Por  Dios  ! 
mas  ¿  cómo  debe  sufrir  ?. . . . 

Y  es  muy  capaz  de  venir. . . 

i  qué  susto ! . . .  ¡ah,  nada!...  las  dos. 

....Pasa  el  tiempo,  se  ha  escuchado 

de  unos  pasos  el  rumor; 

se  oye  que  habla  con  calor 

la  dama  con  el  que  ha  entrado: 

él  pide  con  interés, 

y  niega  ella  suplicante, 

y  en  este  preciso  instante 

el  reloj  toca  las  tres 

.... Dióse  ella  por  convencida 

y  se  explica  que  así  fuera, 

porque  siempre  á  la  tercera 

dicen  que  vá  la  vencida. 

Zm/s  Garda. 


N 


—¿Con  que  has  sido  afortunado? 
—Como  nunca  lo  creyera; 
¡qué  mujer  tan  hechicera!... 
—Cuéntame  como  ha  pasado.. . 
—Me  encontraba  en  el  salón 
por  la  música  aturdido, 
cuando  me  senté,  aburrido 
del  baile  y  la  animación. 
Al  poco  tiempo  una  airosa 
máscara  á  mí  se  acercaba 
«luien  elegante  llevaba 


l_     BAIL 


un  dominó  color  rosa: 
A  mi  lado  se  sentó, 
saludó,  la  saludé, 
calló  luego,  la  observé, 
miró  al  cielo  y  suspiró. 
Una  charla  indiferente 
comenzó  y  se  fué  animando ; 
ella  me  iba  contestando 
á  todo  ingeniosamente, 
y  me  llego  á  interesar 
tanto  la  desconocida. 


'WSi''-"'-'  -■  "■•■■ 


136 


EL  CASCABEL 


BLANCO  Y  NEGRO 


¥.«Sís^*>%afs^-sg-«í«fi.f:»;<i 


EL   CASBABEL 


137 


-¿Y  mañana?... 

-Mañana,  Cuaresma.  Abstinencia  de  carne. 

-Si;  pero  esto  no  reza  con  nosotros. 


138 


EL   CASCABEL 


que  de  mi  brazo  prentiida 

la  llevé  al  rato  fe  cenar. 

El  antifaz  se  quitó, 

pasmándome  su  hermosura, 

i  creo  que  es  ía  criatura 

más  bella  que  Dios  formó  f 

Yo  al  contemplar  de  sus  ojos 

la  incandescente  mirada, 

me  inflamé  y  ya  sin  ver  nada 

caí  á  sus  plantas  de  hinojos 

y  la  dije  de  esta  suerte: 

«i  Oye,  mujer  bendecida, 

tú  dispones  de  mi  vida, 

ó  ámame  ó  dame  la  muerte !» 

Y  la  pinté  tan  fogosa 

la  pasión  que  me  abrasaba, 

que  á  poco  ya  me  lanzaba 

una  mirada  amorosa. 

Al  cabo  la  convencí ; 

me  prometió  amor  constante 

y  ya  ciega,  delirante, 

de  amor  en  el  frenesí 

dijo,  con  pecho  agitado: 

«Nó;  jamás  te  oívidaré 

y  siempre  tuya  seré 

¡porque  el  alma  me  has  robadoh 


La  fina  mano  teml)lab;i 

cjue  yó  en  mi  peclio  ponia 

y  ella  tierna  me  decía 

«¡ya  encontré  lo  que  buscaba!» 

Luego  miró  con  anhelo 

el  reloj,  me  prometió 

volver  pronto  y  se  marchó, 

pues  la  esperaba  suabuflo... 

¡Tanta  dicha  me  arrebata?... 

— ¿Qué  diablo  estás  rejíistrando? 

— ¡Garambal   E^  que  estoy  buscando 

la  cartera  con  la  plata. 

hace  un  rato  la  tenía 

cuando  me  hallaba  con  eUa... 

¡Maldita  sea  mi  estrella! 

¡Ladrona!  ¡Y  con  qu*'  osadía! 

Cuando  mi  pecho  palpaba, 

sacó  la  plata  de  íijo. 

— ¡Vamos!  Por  eso  tp  dijo 

que  encontró  lo  que  buscaba. 

—¡Falsa! 

—Ella  ha  obrado  en  razón 
¿tú,  su  alma  no  la  has  robado? 
Pues  la  plata  te  ha  quitado 
en  justa  compensación...! 

>''.  (itirrido. 


¡DEL  OEIGINAL! 


11  fuerza  de  la  costum- 
bre! ¿Porqué  no  henaos 
de  empezar  la  lectura  de 
Jos  diarios  por  la  página 
de  anuncios? 
i  Se  pasa  tan  bien  el 
rato  ojeando  dichas  páginas ! 

No  es  nuestro  ánimo  ofender  á  los  hon- 
fados  industriales  que  anuncian  sus  mer- 
cancías ó  á  los  necesitados  que  ofrecen  sus 
servicios. 

Poetas  conozco,  y  prosistas  también, 
que  no  lo  hacen  mejor. 

Digresiones  aparte,  recorramos  una  pá- 
gina de  avisos: 

—  Se  alquilan  5  hermosas  piezas  con 
ventanas  en  la  calle  no  hay  inquilinoí^ 
más  que  los  duefios  que  es  un  matriino- 
nio  solo  sin  criaturas  para  verlas  y 
tratar  ocurrir  calle. . . 

¡Cinco  piezas  con  las  ventanas  en  lo. 
calle..!  qué  oscura  oscuridad..!  y  luego 
para  ver  las  criaturas,  que  no  tiene  el 
matrimonio  solo..!  Santa  Bárbara! 

—Araa  de  leche  italiana  fresca  de  dos 
meses  y  diez  y  siete  años  de  edad... 


¡Imposible!  señora  niia,  no  puede  ser 
fresca;  á  dos  meses  y  diez  y  siete  años  de 
edad  la  leche  es  una  venerable  anciana,  y 
más  que  leche  debe  ser  requesón  ó  ricota. 

—  Cocinera  vasca  española,  casada 
tiene  marido... 

De  veras?  es  casada  y  tiene  marido? 
¡Hombre!!!  Hombre!! 

A  veces  tropezamos  con  anuncios  impul- 
sivos. 

Véase  la  clase: 

—Se  ofrece  una  ama  fresca  de  un  m,es 
para  verla  calle... 

¿Quién  no  siente  impulsos  de  verla  y 
tratarla..!  fresca  de  un  mes..!  ¡qué  revela- 
ción I 

—Muchacha  de  10  á  10  años  para 
servicio  liviano  se  necesita.  De  diez  á 
diez  y  seis!.,  y  para  servicios  lirlanosHI 
Horror!!! 

—Se  necesitan  zapateros  de  hom,1)re 
cosido  y  de  señora  cosido  y  clarado  en 
la  zapatería  de  la... 

Usted  señor  zapatero,  si  que  nos  ha  co- 
sido y...  clavado! 

—Se  neresita  un  medio  oficial  encua- 
dernador pone-pUeyos  y  quita-pliegos 
en  la  imprenta  de... 

¿Para  toflo  esto  un  medio  oficial?  Oficial 
y  medio  se  necesita;  digo,  me  parece  á  mi... 


-I,  e  ■ffr^Y^ 


:;^^w^^sis'g^^'k^-^^^^^;p^p^^ 


-í**Kí**í5.ff'*^'  ■  ^^ 


ijij.^    .y,-^.r-^:)^f:" 


EL  CASCABEL 


139 


—.Se  alquila  una  he?'mosa  casa  alt(( 
y  baja... 
En  qué  (luedamos?  Estalla  o  es^buja? 
O  bien  quiso  usted  decir  que  es  alta...  de 
precio  y  baja  de...  techo. 

He  leído  el  anuncio  de  un  fotógrafo  que. 
con  máquinas  de  nueva  invención  garan- 
tiza sacar  retratos  en  los  días  nublados  // 
aunque  llueva  con  toda  perfección. 

Ha  llegado,  pues,  la  hora  de  retratarnos 
porque  tl-esde  que  empezó  el   año   llueve 

perfectamente cuando  llueve. 

Los  anunciantes  de  específicos  no  tienen 
conciencia,  ni  remordimiento;  ni  amor  ai 
prójimo,  ni  siquiera  sentido  común. 

Entre  varios  anuncios  de  tal  índole  en 
cuentro  uno  por  el  que  se  ofrece  un  medi- 
camento que  entre  otras  maravillosas  vir- 
tudes tiene  la  de  cortar  los  cólicos  (mucho 
cortar  es),  es  bueno  para  facilitar  la  den- 
tición y  hacer  crecer  [el  pelo  de  la  cabe- 
za. ¡Vamos,  una  nueva  purga  de  Benito! 
Y  si  del  periódico,  pasamos  á  los  paseos 
y  calles,  encontraremos  un  sin  número  de 
rótulos  dignos  de  cárcel  perpetua.  , 

Empezaremos  por  la  Municipalidad  que 
por  medio  de  cartelitos  muy  pobres  nos 
"^Tohihe  pi zar  el  césped  de  los  jardines 
municipales. 

Pizar  el  césped...  ya  ben  ustedes  que 
DO  puede  darse  mayor  varvaridad. 

En  un  establecimiento:  botería  y  zapa- 
tería, especialidad  en  calzado.  Claro,  hom- 
bre; pues  en  qué  han  de  ser  especiales  los 
zapateros?.. 

Al  llevar  las  cuartillas  ü  la  imprenta,  leo 
en  la  puerta  de  una  posada: 

Se  alquilan  piezas  amuebladcís  para 
hombres  solos  con  comolidades. 

Ya  me  figuro  que  Jos  afortunados  hués- 
pedes de  la  tal  posada,  serán  hombres  ex- 
traordinarios, entes  superiores;  hombres 
con  co?nodidades,  en  fin. 

Me  horrorizo  al  pensar  dónde  habremos 
de  ir  á  pasar  las  noches  los  que  carece- 
mos de  comodidades,  si  se  contagian  de 
la  manía  del  aludido  posadero  el  resto  de 
sus  colegas  de  la  Capital. 

Andrés  Soler. 
— -d^nií-^ 

Al  Sr.  Ministro_de  Hacienda 

Mi  estado  es  desesperado, 
excepcional,  tremebundo, 
soy  acreedor  del  estado 
y  deudor  de  medio  mundo. 
La  cocinera,  el  tendero  i 


y  hasta  el  mozo  de  cordel. 

lodos  me  exigen  dinero, 

y  sólo  tengo...  papel. 

Por  mi:  enorme  capital 

ni  dos  centavos  percibo, 

soy  un  rico  nominal 

y  un  pobretón  electivo. 

Pago  mi  manutenciini 

á  precios  fenomenales: 

ayer  me  costó  un  pichón 

cinco  pesos  nominales. 

Me  juzgan  pillo,  enredoso 

y  no  encuentro  (luicn   me  atienda 

(uumdo  me  llaman  ti-amposo 

lo  lamento  por  la  Hacienda. 

¡Si  pudiera  hacer  cupones 

y  pagar  el  año  mil 

pero  mis  obligaciones 
no  son  de  ferro-carril. 
Xo  hay  nadie,  ni  i)ur  asomo, 
(|ue  espere  como  yo  espero, 
yo.  si  nó  pago  no  como 
y  si  nó  como,  me  muero. 


Hay  planes  aterradores 
si  nó  manda  V.  pagar, 
unos  cuantos  tenedores 
lo  vamos  á  V.  á  trinchar. 
A  pagar,  como  Dios  manda, 
que  yo  mis  pesosperciba, 
ó  entablaré  mi  demanda 
por  la  vía  ejecutiva. 
Y  si  triunfo  al  fin  le  encargo, 
(jue  tiemble,  pues  por  mi  fé, 
(¡ue  lo  primero  que  embargo 
es  su  cartera  de  ust»\ 

Un  tenedor 

INSTANTÁNEO 


:!^^¿_- 


«Rubio,  alto,  bigotes,  patillas,  narices,   ore' 
jas,  etc.. .» 
.  .Ese.  soy  yo,  no  hay  duda. 


KSí;«fi ,  ■  'í-  ■'- 


140 


EL  CASCABEL 


CAMINO 


AMiNO  en  italiano:  chimenea. 

Julio  y  Julia  se  aman.  Ambos  están  en  el  camino  (no  en  ita- 
liano) de  la  felicidad. 

Murió  el  cura    de  mi  pueblo,  y  los  vecinos   dijeron   que  tomó 
el  camino  del  cielo. 

Igual  cosa  sucede  á  quien  camina  por  las  calles  de  la  ciudad, 
porque  puede  romperse  las  narices. 
Hay  caminos  reales. 
Porque  en  realidad  existen. 
Los  hay  carreteros. 
Y  también  de  ferro-carril. 
Solo  que,  quien  éstos  recorre,  son  las  carretas,  digo,  los  trenes, 
que  es  lo  mismo. 

Se  trata  de  un  duelo.  Los  padrinos  hacen  esfuerzos  para  poner    el    indícente  en  el 
camino  de  una  fácil  solución. 
También  está  en  camino  de  arreglarse,  la  situación  financiera  del  pais. 
Verdad  es  que  es  un  camino  sin  fin. 

Y  el  que  lo  recorra,  corre  el  riesgo  de  quedarse  por  el  camino. 
Las  nieves  en  invierno,  cierran  el  camino  de  la  Cordillera. 

En  cambio  ol  oro,  aún  en  pleno  estío,  se  abrió  el  camino  de   Londres,   v  alli  está 
tomando  el  fresco.  ,  " 

Lo  más  lamentable  es  que  tomó  el  camino  de  la  nerdición. 
Quiero  decir  que  está  perdido. 

La  esposa  de  Zutano,  mantiene  amistosas  relaciones  con  el  señor  ministro.  Su_e3- 
poso  vá  en  camino  de  ser  ascendido  á  Jefe  de  oficina. 
Quizás  otro  dina,  que  vá  por  el  camino  de  los  corrales  de  abasto. 
Pero  yo,  nó. 

La  que  es  coqueta,  vá  por  mal  camino. 

Se  encuentran  en  el  camino  dos  tenaces  rivales  v  enseguida,  se  arma  una'de  San 
Quintín. 
Muchos  tienen  la  costumbre  de  mirar  á  ambos  lados  del  camino. 
Yo  hago  lo  mismo.  Para  que  no  me  sorprenda  ningún  inglés. 
Pepe,  porque  lira  la  casa  por  la  ventana,  vá  en  camino  de  arruinarse. 
Hay  salteadores  de  caminos. 

Los  cuales  despojan  de  sus  bienes  al  viajero,  y  ponen  al  mismo  en   camino  .'de  la 
desesperación. 
Un  pretendiente  recibió  una  paliza,  de  cuyas  resultas,  se  quedó  fuera  de  camino. 
Se  quería  suicidar  una  niña  sesentona,  por  no  encontrar  marido,  pero  le  salió  al 
camino  un  fundido...  y  se  casó. 
Muchos  trazan  caminos...  y  son  los  primeros  en  extraviarse. 
A  los  impertinentes  se  les  dice:  siga  su  camino. 
Pecó  Mengana;  pero  está  en  el  camino  de  la  enmienda. 
Esto  es,  que  está  en  buen  camino. 
El  Czar  recorre  casi  siempre  camino  minado. 
Hay  caminos  trillados. 
Sembrados  de  flores. 
Otros  de  espinas. 

Los  mismos  que  recorren  los  yernos 
Los  que  recorreré,  tal  vez  yo. 
Porque  estoy  en  camino  de  casarme. 
«In  mezzo  del  cammin  di  nostra  vita. 
De  lo  cual  infiero  que  la  vida  es  un  camino. 
Un  camino  muy  penoso. 

Y  tanto,  que  hay  cfuien  no  quiere  recorrerle  todo. 

Y  se  suicida. 

Aún  hay  el  camino  del  Paraíso. 

Y  del  infierno...  «que  te  lleve»,  exclamará  el  lector  que  sin  duda  devorará  á  gran- 
des pasos,  el  breve  camino  de  la  Paciencia.  Por  eso,  se  apresura  á  tomar  el  camino 
de  su  casa,  vuestro  humilde  servidor 

Armando  Flores. 


.»  dijo  Dante. 


EL  CASCABEL 


141 


Se  fué  Tomba  y  su  com- 
pañía; lo  mismo  han  hecho 
Cleary  y  Cia;  Orejón  por  no  ser'  menos. 
ha  licenciado  á  su  gente,  de  modo  que  fue- 
ra de  la  Comedia,  Novedades,  y  circos  más 
ó  menos  ecuestres  y  dramáticos,  no  hay  á 
dónde  ir  á  pasar  un  rato. 

Y  á  propósito :  tenemos  entendido  que  se 
ha  desistido  de  dar  un  beneficio  á  la  viuda 
de  Gutiérrez  el  escritor  argentino  que  ha 
dado  pié  á  las  empresas  para  ganarse  un 
dineral  con  los  arreglos,  ó  desarreglos  que 
de  sus  obras  han  lieeho. 


—  Kntonces,   retiro  lo  que  he 


W 

El  viernes,  beneficio  de  Diego  Campos. 
en  la  Comedia. 

Por  lo  visto  los  artistas  de  este  teatro  no 
son  supersticiosos.  Gil  celebró  en  viernes 
su  beneficio,  Campos  hará  lo  propio.  Al 
primero  le  fué  muy  bien,  y  al  segundo  de- 
seamos le  pase  lo  mismo. 


Como  no  es  cosa  de  ocuparnos  de  los 
seis  grandes  bailes  de  máscaras  que  han 
ten-ido  lugar  en  los  teatros  de  esta  ciudad, 
cerramos  esta  sección  deseando  tener  bue- 
nas nuevas  teatrales  que  referir  á  nuestros 
lectores,  con  motivo  de  las  temporadas 
próximas  á  empezar. 


En  una  casa  de  juego  de  las  mil  y  qui- 
nientas que  viven  en  Buenos  Aires. 
El  groupier.—  No  vá  más. 
Un  jugador.  —  Retiro  mis  cinco  pesos. 
El  gi'oiqner.  —  Vd.  no  ha  puestf^  nada! 


El  jugador, 
dicho. 


En  una  velada  literaria  de  tercera  clase, 
un  poeta  cursi  hace  un  discurso  románti- 
co, y  termina  diciendo : 

—  ¿Qué  es,  pues,  lo  que  separa  la  risa  de 
las  lágrimas?  Decídmelo. 

—  La  nariz,  contestó  un  oyente. 


Se  casaba  una  niña   muy  romántica, 
y  el  día  de  la  boda  la  decía 
una  amiga: — ¡Te  envidio! 
vas  á  tener  marido  y  tu  casita... 
Y  respondió  la  novia  displicente: 
—  Para  mi  no  hay  sorpresas  en  la  vida. 


«  No  amar  y  vivir,  es  imposible,»  dijo 
Cervantes. 

De  lo  cual  se  deduce  que  la  suegra  es  un 
mito. 


—  Parece  mentira  que  tú.  siendo  el  pro- 
totipo de  la  elegancia,  lleves  ese  sombrero 
tan  antiguo  y  tan  grasiento. 

— ¿Sabes  por  qué?  P<)r  haberme  dicho 
mi  mamá  política  que  no  sale  conmigo  has* 
ta  que  me  compre  otro  :  y  ])ieii  vale  la  pena 
de  ir  hecho  un  facha. 


Se  hablaba  en  un  circulo  de  las  emocio- 
nes que  causa  el  arte  pict'  u'ici  >. 

—  Me  acuerdo,  dice  uno.  de  un  cuadro 
que  me  hizo  llorar. 

—  Algún  asunto  patético. 

—  No,  señor,  era  un  frutero :  pero  se  cayó 
sobre  mi  cabeza,  y  fué  tal  el  dolor  que  me 
produjo,  que    me  hizo  saltar  las  lágrimas. 


Blas  con  una  cenieirnta 
vive  en  amorosa  liza. 
v  hov  de  hacerlo  no  S'^  afrenta, 
pues  para  ello  tiene  en  ciienta 
aue  es  miércoles  de  coniza. 


Diálogo  de  Carnaval. 

—¿De  qué  te  disfrazas  tú? 

—De  caballero. 

— Ya  sabes  que  la  careta   es  prohibida? 


Si  un  dedo  en  las  narices 
niña  te  meto 
(:(.[uién  de  los  dos  li;  tiene 
metido  dentro? 


'y^fJl.-f.y.,: 


142 


EL   CASCABEL 


Siempre  s?  disfraza  Pura 
de  locura,  y  al  bailar 
grita  y  hace  sin  cesar 
locura,  tras  de  locura^ 
Yo  al  cabo  me  he  convencido, 
que  es  una  chica  inocente. 
y  si  hace  eso  solamente 
es  por  honrar  el  vestido. 


En  el  teatro  Alhambra  se  celebraron 
bailes  que,  como  es  natural,  estuvieron 
muy  desanimados:  apenas  tres  ó  cuatro 
parejas  se  entregaban  á  la  danza. 

— Buena  ocasión  para  un  baile  de  opor- 
tunidad. 

—Cuál? 

— La  Danza  Macabra. 


En  el  corso. 

— Patrón,  ¿me  conoce  usted? 
— Más  te  valiera  fregar  mejor  los  platos 
que  embromarme  por  la  calle. 

CORRESPONDENCIA 


Tomas ito.—Qaieve  V.  creerme?  No  versifique  más. 
Nernrod.—Y  dice  Vd : 

«  No  comprendo  tanta  tiranía 
tanta  crueldad  y  dolor 
que  mata —  ! 
tal  ensañamiento  con  mi  ser  ... 


Y  yo  añado:   «No   comprendo  que  Nemrod  haga 
Tersos  asi  y  me  los  mande  para  su  inserción. 


K.  Laiiu.—yie  gusta  la  idea,  pero  la  forma.... 

Olra.—'^in  que  tal  baila! 

/.  P. — Sus  c'int.ari's  son  tristes  y  medianitos.  Los 
originali'S  no  se  devuelven;  no  obstante,  y  por  si  V. 
lo  ignorai'a.  los  conservaré  por  si  gusta"  retirarlos. 

Ci'iDiiru. — ^i  es  V.  tan  mal  cómico  como  poeta  ¡lu- 
cido esta  el  arte  de  Talía! 

.  i'>olili<;).  —  Francamente   hablando    le  diré   que  V. 
mfts  bien  peca  de  impolitico. 

Sc'/undii.—yeré  de  aprovechar  alguna  Humorada. 
aunque  esta  vez  le  ha  salido  á  V.  un  poco  desigual, 
qi;e  dicen  en  >.  los  Sobrinos  del  ■  apilan  Orant». 

A".  ¡líim/ia.—Eíi  loque  yo  dfgo  ¡caramba!...  ¿por 
qué  versificai-an  alarunos? 

ICsiifíiinl.—;  Viva  la  gracia  !  Ole!  E.so  no  lo  digo  por 
usted,  pues  sus  coplas  me  han  hecho  poquísima 
grncii. 

Esrriliir.—'üc  eso  á  una  pechada  sólo  vá  un  paso. 
Es  mi  opinión  humilde. 

P.  /..  ili'  r.— Después  de  leerlo  me  he  quedado  tan 
fresco:  v  al  público  le  ¡lasaria  lo  mismo. 

A.  .1/.  7?.— Es  cosa  del  administrador.  Pero  está 
agotado  ya,  el  nilraero  se    ::     nde 

Tüic—        «Una   niña  muy  bonita 
por  la  calle  vi  pasar 
If  dije  adiós  graciosa 
y  enojada  me  quiso  pegar». 

Pues  apruebo  el  procedf^r  d*^  la  niña.  Usted  merec® 
que  le  peguen  duro  y  á  la  cabeza. 

Ulori'ira ■—'^i  versifica  V.  asi,  padecerá  pei'secucio- 
nes  V  tendrá  mal  fin.  como  el  gaucho,  su  tocayo. 

/idi/')n.—^n  articulo  parece  una  máquina.  ¡Cuán- 
tos /í//>o.>'?  ;.\caso  ignora  V.  la  existencia  de  la  ?'  de 
fornzón  ? 

Ai»i(jit,  —  si  pscribe   V.  i/upso  en  vez  de  hueso,  le 
aseguro  quf  no  seremos  amigos. 
Griiv/ii.—Qne  V.  ha  escrito  mucho  en  este  mundo? 

¡Ni  á  la  familia,  hombre,  ni  a  la  familia! 

P.  K.  Dur  —Muy  b»nito :  mande  la  firma  y  se  pu- 
blicará 
T'f'/íeí/o/'.— Ídem.,  idem..  idem.,  idem. 
rinnjfnlri'.— Pura,  parada  ...  poética 
A7/7'j.— Lástima  d<  papel  bordadito! 
Arman  fio  /■Vkcp.s.  — Publico  lo  suyo. 
Cari/sfi/.s.—Di-  los  tres,  dos  son  medianos  y  el  ter- 
cero bueno  pero es  tan  verdecito...  !!    Además, 

sin  la  firma    no   quiero   publicar  nada.  Y  á  V.  se  la 
he  pedido  ya,  asi  es  que  espero  la  mande. 

E.  G.—KI  rar'ctrr  sin  estar  mal,  no  está  en  carác- 
ter para  Ei,  Casc.\»ri,. 

P.  .V. — '^u  composición  Aquel/os  tiempos  nos  pa-vece 
flogilla.  Usted  lo  hace  mejor 

/,p/;p.— Las  om.urosas  no  me  parecen  buenas.  Pre- 
fiera el  género  festivo.  V.  lo  sabe  hacer  bien. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:   ENRIQUE   COLL 


-^- 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    l . 50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »    0.10 

»         atrasado »   0 .  15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


BED ACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

—  éit   (altos) 


EL   CASCABEL 


i3 


COMPAÑÍA 

TRASATLÁNTICA   ESPAÑOLA 

VAPORES-CORREOS 

Subvencionados  por  el  Gobierno  Español 

Servicio  mensuaJ  fijo 

entre  el  Rio  <le  la  Piala  y  Kuropa 

Las  salidas  de  este  puerto  seríin  el  2  de  cada  mes 
para  Santa  Cruz  de  Tenerife.  Cádiz,  Barcelona  y  Mar- 
Bella,  admitiendo  carga  v  pasajeros,  asi  como  para 
Vigo.  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
portantes de  España. 

Por  más  informes  6  datos,  ocúrrase  á  sus  agentes 
Antonio  López  y  C-,  calle  Alsina,  750. 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  venida  de  todos  los 
puertos  y  ciudiides  de  España. 


;)ISPt3XIBLK 


SUCURSAL 


DKL 


CAJAS  DE  HIERRO  FICHET 

í  DE  PARÍS) 

Premiadas  en 
las  expcisiciones 
.le  Paris  1878- 
ISSí».  de  Viena 
1S73.  de  Anver 
1885. 

Secreto  de 
combinación  in- 
visible. 

Garantidas 
contra  incendio. 

Surtido  de  ca- 
j  is  de  hierro  pa- 
ta casas  de  co- 
mercio. 

Muebles  de  se- 
guridad para  es- 
critorios y  casas  de  familia. 

Agente:   L  CHAPÓN— lOi  FLORIDA,  101 

BUENOS  .\IRES 


BAZAR  AL  BUEN  MENAJE 

150— .\UTES— 150 

/^iiT-ki/iY^tríC  cuchillos,  centros  de  mesa,  ja- 
^"■*-'-''*^''- «"^^j  rras  para  agua,  juegos  de  té, 
juegos  de  lavatorios  de  metal  blanco,  licoreras,  ca- 
nastas para  pan,  aceiteras,  coberteras,  floreros,  lam- 
paritas,  veladores,  filtros  para  agua,  etc 

l-ríilciHíiT»ííC  sorbeteras,  necesarios  varias 
*^d.<X\J.d  ao<¡  formas  y  clases,  bidets  surtidos, 
lavatorios,  juegos  de  lavatorios,  juegos  de  toilette, 
m&quinas  para  hacer  soda  ó  regaderas,  filtros  para 
agua,  fiamoreras,  ele. 

Juegos  de  mesa,  Eí Tatal?fu'e¿s 

de  cristal,  cubiertos,  cuchillos,  salivaderas,  palmato- 
rias, copas,  vasos,  sillas,  escaleras,  porta-botellas, 
canastos  para  ensaladas,  espon  eras,  etc.,  etc. 

BAZAR  AL  BUEN  MENAJE 

1.50- ARTES -150 


BANCO  DE  SABADELL 

CALLE  MORENO  ESQUINA  BCEN  ORDEN 

CASA  MATRIZ  FUNDADA  EN  SABADELL 

(ESPAÑA)   EN  1881 

CAPITAL:    10.000.000    DE    PESETAS 


Exportación  de  frutos  del  pais.— Importación 
de  productos  españoles  en  general. 

SE    ABONA 

Depósitos  en  cuentn  corriente  á  la  vista  2  %  anual 
"  "  »  á  90  días    3    »        » 

de  aviso 
Depósitos  á  plazo  fijo  A  9o  dias  ó  más    4    ■■ 

»  ' ■  oro    i    -'        , 

Se  dan  Riros  ;t  ia  vi.'íta  .sobre  todas  ias  capi- 
tales  de  España    con  hcneficio  para  el  toma- 
¡    dor.    Se  dan  giros  .-iobre  ios  pueblos,  también 
i   con  beneficio. 

llorasii  de  despaclio.     Los  dias  hábiles  de 
9  a.  m.  á  í  p.  m.   Los  dia*  festivos  de  9  a.  m. 
i   á  11  m. 


DISPONIBLE 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia  establecida 
en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  anteriormente  de  don 
GUILLERMO  A.  CR.\NwELL,  se  vendió  á  D.  Di^o 
Sproat,  quien  no  es  farmacéutico,  de  modo  que  dicBa 
farmacia  no  es  ya  de  CRANWELL  sino  de  Sproat. 

I  LA  ÚNICA  droguería  Y  FARMACt.'. 

I  DE  CRAWVELL 

1    que  existe  en  Buenos  Airee,  está  situada  en  la  calle 

VICTORIA,  nüm.  647 

ENTRE  PERÚ   Y   CHACABUCO 

Atendida  personalmente  por  su  propietario— 

EDMUNDO  E.  CHANWELL 

Farmac'u'i-o 


;^,.    PV..,i«-,-,.VV^--:.3.:?J,>' 


144 


EL  CASCABEL 


I  ji 


TIP- 


Son  los  mejores  cigarrillos  de  los  inmejorables— 
CIGARRILLOS  DAUMAS 

Los  fumadores  deben  evitar  las  falsiflcaciones  exi- 
giendo en  cada  etiqueta  la  íirma  de  garantía  de— 
/.  Daumas. 


GRAN 

!AlLERNIlC10>,\LliyECORA(:iON 

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PRIMERO  EN   LA   HEPCbLICA 

DE    ESTKBAN    PISAS 

Decoraciones  y  monogramas  para  juegos 
de  mesa  y  complementos- 

Retratos  sobre  porcelana,  al  fuego  y  con 
incrustaciones  en  oro 

Y   TODO    LO    CONCKHMENTE    AL    HAMO 

Cooperativa  Telefónica,  2071 

TALLER:   CANGALLO,   2987 


Depósito  al  por  mayor  y  menor 


DE 


PAPEL  DE  EMBALAJE 


BOLSAS  DE  TODAS  CLASES 


Se  compran  retazos  de  papel  y  trapos  viejos 


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H.MAS    lASYC 

622  -  CALLE  VENEZUELA  -  622 

BUENOS   Anu:s 

CMpentiT»  Telefónica.  246  fasilla  del  forreo,  U69 


:■  CRÉDITO  GENERAL 

GRAN  GASA  DE  COMPRAVENTA 

AIVTICIPO  DK  nii\ERO 

Sobre  toda  clase  de  alhajas  y  objetos  de  valor 
Cerrito,  4S9  i 


ANTICIPOS  DE  DINERO 

Sobre  alhaja-,  brillantes  y  objetos  de  gran  valor. 
Joyería  La  Confianza,  •  OllENO,  771,  entre  Chaca- 
buco  y  Piedras. 


TALLER  DE  FOTO-GRABADO 


DE 


EMILIO  A.   GOLL  Y  G'^ 
2164— Calle    Ciiile— 2164 


Se  hacen  teda  clase  de  grabados  en  zinc^ 
^oto-grabados  directos,  etc. 
Materiales  dé  primer  orden. 
Ilustraciones  de  obras  y  revistas. 

COOPERATIVA    TELEFÓNICA,   2011 


EL  ELEGANTE 

Nuevo  broche-boton  para   calzado 

(PATENTADO) 
El  mejor  sistema  para  abrochar  el  calzado 


Es  sumamente  cómodo  para  abrochar;  no  necesita 
abrochador.  Siemore  conserva  su  color  negro- 
Imita  perfectamente  el  botón  común  y  es  de  más  du, 
ración  que  cualquier  otro  sistema.  Pídanlo  á  su 
zapatero.  Venta  en  los  principales  almacenes  de 
cueros. 


NO  MAS  COPAIBA 

NO  MÁS  CUBKBA    ■ 

Ingredientes  dañinos  al  estómago  y  de  resultados 
lentos  y  dudosos.  La  Neyerina  hace  desaparecer 
en  pocos  dios  los  dfrrnmes.  pur  mSs  agudos  que  sean, 
en  ambos  sexos:  la  Nej'erina  es  garantida  segura 
V  fí^pida.  Piecio:  .$  l.Tiu.  Se  vendo  en  el  depósito  prin- 
cipal, tai'mací:!  Santa  Rosa,  Venezuela,  esquina  & 
I  .orea . 


\m\'-  del  «Courrier  de  la  r^íiiii-— M''jiit>.  5i.ii' 


■^«'íííi'  .*,     -     ■■^5*^ 


Afioi 


Buenos  Aires,  Marzo  9  de  1892        NAm.  10 


Editor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


ledaccioD  y  Akioisiracion:  ALSINA  489  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  A  5  P.  M. 

^recio  en  la  ciudad. ..    $  o.io  el  número 
?uera  de  la  ciudad...     »0.¿0         id 


Se  hizo  flogiar  y  aplaudir 
el  autor  de  Irresponsahle, 
y  en  él  sólo  es  censurable 
(lue  no  haya  vuelto  á  escribir. 


Fotograbados  de  Coll 


146 


EL  CASCABEL 


L  caso  es  que  ya 
hemos  encontrado  la 
n, añera  de  hacer  di- 
nero. 

Que    no    es   decir 
poco,   por  cierto. 

La  hunrianidad  dis- 
curre mucho    y  á  no 
ser  por  los  viles  imitadores,  que  dicen  los 
anuncios  de  específicos,  el  problema  esta- 
ría resuelto. 

Pero...  ya  apareció  el  pero. 
Apenas  un  ciudadano    tiene  una  iiea 
¡zas!  le  saltan  competidores    que    traba- 
jan por  su  cuenta,  aprovechando  el  mo- 
mento de  lucidez  que  tuvo  el  inventor... 
Ahora  es  un  gusto. 

Está  uno    muy   tranquilo,   entregado    á 
los  goces  puros  del  hogar  y... 
Tilín...  tilín 
—  Quién  es? 


— El  cartero. 


—Qué  trae? 

— Un  pliego  para  usted.       -■' 

— Para  mí?  Dámelo,  pronto;  tal  vez 
Garmendia  me  nombre  edecán  para  eso 
de  las  maniobras.  í 

Abre  uno  el  pliego  y  se  encuentra  con 
un  discurso  concebido  en  estos  t'^rminos: 

«Señor.  El  que  es  pobre  pudiendo  ser 
rico,  no  tiene  perdón  de  Dios..  » 

-No  me  disgusta  la  idea,  y  creyendo 
que  á  renglón  seguido  me  indicarán  qué 
he  de  hacer  para  llegar  á  ser  un  Ancho- 
rena,  leo: 

«Qué  son  cinco  pesos?  Una  friolera! ■> 

Llamar  friolera  á  cinco  pesos! 

Vamos,  en  acabaniio  de  leer  me  reiré 
del  mundo. 

'«Pues  bien;  con  cinco  pesos  puede  us- 
ted adquirir  un  billete,  y  si  el  número  que 
le  corresponda  sale  premiado  en  el  sorteo 
que  tendrá  lugar  el  día  tantos  del  corriente 
mes,  con  intervención  de  la  autoridad,  se 
encuentra  usted  propietario  de  la  preciosa 
estancia  «La  Matufia»  situada  en  Tar- 
tagal. 

Aproveche  la  ocasión. 

Quién  no  es  propietario  por  cinco  tris- 
tes nacionalts? 

Para  más  datos,  planos,  etc..  ocu- 
rrir ..» 

Terminada  la  lectura  uno  se  quoda  per- 
plejo. . 

No  sabe  si  ha  leído  un  articulu  de  Da- 
vison  ó  una  poesía  <ie  Várela. 

La  habitación  empieza  á  dar  vueltas. 

Y  como  es  natural,  el  vértigo  s^  pre- 
senta. 

Propietario  por  cinco  pesos! 

Qué  más  se  puede  pedir? 

El  caso  es  que  dentro  f'e  poco  tiempo 
cada  propietario  nos  ofrecerá  su  corres- 
pondiente rifita,  y  cinco  pesos  aquí,  cinco 
pesos  allá,  y  otros  cinco  por  otra  parte,  se 
nos  irán  los  capitales  con  viento  fresco. 

Afortunadamente,  la  autoridad  vela  por 
nosotros.  t'f 

Y  es  probable  que  se  supriman  de  una 
vez  estas  loterías,  y  las  corridas  de  toros, 
con  gran  satisfacción  nuestra  y  del  Doc- 
tor All.iarracín,  este  decidido  protector  de 
las  fi-íras  astadas,  aunque  amigas  de  su 
buen  nombre. 


^^     ->  •'wjy  sj.>-í ■y^j"'"' ^-  ;5*^  "» 


,  ^  ^:^SÍg'!*'^'*^^P^»f"^^.^9T''-n  -"=í®^ 


EL  CASCABEL 


147 


A  estas  horas  se  pre- 
paran nuevas  rifas. 

Y  D.  Cleto  Badila,  un 
señor  gordo  que  está 
bien  de  carnes  y  cree 
en  la  virgen  milagrosa 
de  la  calle  de  Santa  Fé, 
llamó  la  otra  noche  á 
su  esposa  y  la  dijo: 
— Esposa!  Nuestra  si. 
tuación  es  por  demás  tirante  y  asi  no  po- 
demos seguir. 

— Bueno;  sentémonos. 
— Nó,  no  digo  eso.  Digo  que.    . .  vamos 
¿qué    harías   tú,    si  de  pronto  te  encon- 
trases quince  mil  pesos  en  el  bolsillo? 

— Muchas  cosas.  En  ])rimer  lugar,  te 
compraría  calzoncillos  porque  estás  mal 
de  ropa  blanca. 

— Pues  los  comprarás  ! 

— ¿  Has  heredado  ? 

— Cá ! 

— Te  han  nombrado  vista  de  aduana? 

— Tampoco! 

— Pues  entonces. . . . 

. — Adivina! 

— No  atino .... 

— He    resue  1 1  o 

hacer  una  lotería. 

—Tú! 

— Si;  rifaremes 
aquella  estatua 
que  me  regaló 
a(juel  carnicero 
cuando  yo  era  con- 
c  jal  y  le  permití 
vender  carne  de 
caballo. 

— M  e  alegro 
porque  la  figura 
aquella  es  muy  li- 
bre y  tú  te  la  mi- 
ras mucho. 

— Miradas  artísticas.  Pues  bien,  emi- 
tiré cinco  mil  billetes  á  tres  pesos,  y  ne- 
gocio redondo. 

Eres  un  gran  hombre. 

— Lo  ves? 

— Qué  cabeza  la  tuya  ! 

—Déjala  en  paz.  Ahora  hagamos  la 
circular. 

«Gran  rifa!  Una  obra  de  arte  original 
•de  Rubens. ...» 


¿u^ 


— Rubens  era  escultor  ? 
— Creo  que  sí 

«  Solamente  tres  pesos  el  billete.  Apro- 
vechen la  oportunidad.» 

A  este  paso  sortearemos  poco  á  poco 
todo  lo  inútil  que  tengamos  en  casa,  y 
Buenos  Aires  parecerá  un  inmenso  cam- 
balache. 

Poco  á  poco  se  rifarán  muebles,  útiles, 
baterías  de  cocina  y  si  tanto  nos  apuran 
no  faltará  padre  que  anunciará  el  sorteo 
de  algún  hijo  de  estos  que  sobran  cuando 
no  hay  con  qué  mantenerlos. 

Y  tal  vez  llegaremos  á  rifar  diputados, 
ministros,  etc. . . . 

/,Qué  cara  pondría  el  que  se  sacase  á 
Levalle,  por   ejemplo? 

¡  Le  habría  tocado  el  gordo.' 


-^Í]r«- 


EL    DESPERTAR 


(SONETO   CLASICO) 
Despiértase  la  aurora  bostezando 

Y  acuéstase  el  nioclmelo  calavera 
Que  ha  pasado  la  noche  en  la  pradera 
A  su  tierna  mochuela  enamorando. 

Yo  también  me  despierlo  recordando 
Que  hoy  me  vendrá  a  cobrar  la  lavandera 

Y  temo  que  se  ponga  hecha  una  fiera 
-Al  ver  que  cobrará  Dios  sabe  cuándo. 

Despiértase  la  niña  que  en  ellecho 
Sueña  en  placeré.^  aún  desconocidos 
Cazando  un  afaniptero  en  su  pecho. 

Y  despiértase  el  burro  fementido 
Deseando  la  alfalfa  y  el  afrecho. 
¡Cual  tantos  burros  que  en  el  mundo  han 

(sido! 

Pedro  Sánchez. 


'■♦  mm^  % 


Medicina  por  Teléfono 


^^-^L  teléfono  es  uno  de  los  inventos 
más  admirables  del  siglo,  que  cada  día  nos 
proporciona  una  nueva  sorpresa. 


"/•*»     *       s*> 


■^Kíi^^PS^s:,:^»-'' 


..^•^■S^; 


i-'S 


^ii\:kéÓíA 


i.i.J'..A    M 


A«ri 


^3 


s: 


En  este  mundo  tríiidor 
nada  es  verdad  ni  mentira 


'^T^^^^T^^'"  ->w*s'i-i-'T^  ■ías'í 


EL  GA^C^BEL 


149 


todo  es  S3giin  el  color 
del  cristal  con  que  se  mira.» 


^:<.^'i^:i-- 


150 


EL  CASCABEL 


Las  primeras  aplicaciones  del  aparato 
causaron  universal  asombro,  y  eso  que 
no  fueron  más  que  los  preludios  de  las  que 
más  tarde  iba  á  tener. 

La  última  que  ha  llegado  á  nuestro  cono- 
cimiento, tiene  relación  con  la  ciencia  de 
Hipócrates. 

En  Chicago  ( perdonen  ustedes,  pero  asi 
se  ^llama)  ha  tenido  lugar  recientemente 
una  consulta  médica  telefónica. 

Tratábase  de  un  niño  atacado  de  tos  fe- 
rina, cuyos  padres  (los  del  niño,  por  que 
los  progenitores  del  crup  son  desconoci- 
dos) vivían  en  una  localidad  distante  trein- 
ta leguas  de  Chi etc. 

Se  pidió  comunicación  por  teléfono  con 
el  Dr.  X ,  especialista  en  dicha  enfer- 
medad, y  establecida  aquella  y  previas  las 
indicaciones  del  caso,  el  médico  ordena 
que  tosa  el  niño  junto  al  aparato,  y  escu- 
cha. 

—  Perfectamente,  dice;  es  la  tos  carac- 
terística. 

Y  dicta  la  recela  y  el  plan  ú  que  debe  so- 
meterse el  enfermito. 

¿Hay  cosa  más  sencilla  ni  más  expedi- 
tiva? 

Esto  es  ya  un  punto  de  partida  que  puede 
ser  fecundo  en  consecuencias. 

La  medicina  por  teléfono  puede  evitar 
muchos  inconvenientes,  simplificar,  mu- 
chos casos  y  ponernos  siempre  el  médico 
al  alcance  de  la  boca. 

El  facultativo,  desde  su  consultorio,  po- 
dría informarse  del  estado  de  los  enfermos, 
recetar  y  ahorrarse  el  coche. 

Por  ejemplo: 

Tilín...  liün...  rilinlinlin. . .. 

Suena  la  campanilla  del  teléfono. 

—  ¡Hola!... 

—  Señor. 

—  Hable. 

—  ¿Es  Vd.el  doctor  Z?... 

—  Si  señor. 

—  Yo  soy  un  enfermo. 

—  Me  alegro. 

—  ¿Cómo? 

—  Que  celebro  que  acuda  á  tiempo  á  con- 
sultarme. ¿Qué  le  duele? 

—  El  pecho. 

—  ¿Tose  usted  ? 

—  Mucho. 

—  ¿  Arranca  bien  ? 

—  •  Como  para  arrancarme  estoy! 

—  Quiero  decir  que  si  especlora. 

—  Si,  señor. 

—  Bueno.  Coloque  Vd.  el  tubo  sobre  el 
pulmón  derecho  y  respire  fuerte. 


Momento  de  pausa. 

—  Cuente  usted  hasta  cincuenta. 

—  Una...  dos...  tres... 

—  Basta.  Padece  Vd.  una  pleuresía  agu- 
da. Escriba  la  receta  que  voy  á  dictarle. 

Y  queda  hecha  la  visita  sin  que  el  mé- 
dico haya  tenido  que  molestarse  en  salir 
de  su  casa. 

Lo  que  seria  más  difícil  es  que  el  galena 
pudiera  cobrar  sus  honorarios  por  telé- 
fono. 

Nada  hay  tan  molesto  para  un  médico 
como  levantarse  por  la  noche  de  su  lecho, 
sobre  todo  durante  el  invierno,  para  ir  á 
visitar  á  un  enfermo  que  reclama  los  ser- 
vicios de  aquél,  esponiéndole  á  que  luego 
él  necesite  los  de  cualquiera  de  sus  cole- 
gas. 

Pues  bien,  merced  á  esta  aplicación  del 
teléfono,  queda  obviado  el  i  i conveniente 
con  suma  satisfacción  de  ambas  parles. 

Sin  necesidad  de  moverse  de  la  cama, 
siempre  que  el  aparato  esté  al  alcance  de 
la  mano,  el  facultativo  puede  prestar  in- 
mediato auxilio  al  paciente. 

Suena  el  timbre,  el  galeno  se  despierta, 
toma  los  tubos  y  pregunta. 

-¿Qué  hay?" 

—  ¿El  doctor  J?.. . 

—  Servidor.  Quién  es  Vd.? 

—  Doña  Dolores  Roquete. 

—  ¡  Ah  ! . . .  Buenas  noches,  señora.  ¿Qué 
hay? 

—  Padezco  horriblemente ...   ¡  Ay  ! . . . 

—  Qué la  duele? 

—  El  vientre. 

—  ¿De  cuánto  tiempo  est.i  Vd.  ?. . 

—  ¿Enferma? 

— ¿Nó...es  decir,  sí;  de...  vamos  ya 
me  enliende  Vd. 

—  Pero  doctor,  si  si.»y  la  viuda  de  Garra- 
pata. 

—  Señora,  eso  no  es  inconveniente. 

—  ¡  Caballero ! 

—  Vamos,  vamos,  hable  de  una  vez. 

—  Pues  esta  noche . . . .  ¡  ay ! . . . 

—  El  qué  hay? 

—  Nada,  es  que  me  quejo.  Esta  noche; 
he  cenado ¡ay!...   chancho. 

—  Señora,  no  insulte  ó  dejo  los  tubos. 

—  Digo  que  he  cenado  costillas  de  chan- 
cho, tal  vez  me  he  escedido  un  poco,  y 

—  Vamos,  si,  y  ahora  sufre  Vd.  una  in- 
digestión. Bueno,  no  se  apure.  Voy  á  rece- 
tarle, escriba. 

Y  el  médico  dicta  la  prescripción,  cuelga 
los  tubos,  se  arropa  y  conlinúa  su  inter- 
rumpido sueño. 


.''5T'--'36?^S 


EL  CASBABEI. 


151 


Decididamente,  la  medicina  telefónica 
seria  una  gran  cosa. 

-¡  Quién  sabe  si  andando,  el  tiempo  po- 
dríamos desde  América,  consultar  con  las 
notabilidades  médicas  europeas! 

Adolfo  Poleró  Escantilla. 


REMEDIO  SEGURO 


—¡No  se  encuentra  V.  bien? 

— Nó,  me  parece 
que  vá  á  darnae  un  vahído. — 
y  la  niña  de  pronto  palidece 
y  cae  en  una  silla,  sin  sentido. 
Amigos  y  parientes  la  rodean 
y  mil  medios  emplean 
para  que  vuelva  en  sí:  le  dan  fricciones 
en  las  sienes  y  frente, 
y  una  dama  la  afloja  prontamente 
el  corsé,  con  debidas  precauciones, 
para  que  el  elemento  masculino 
no  sienta  algún  deseo  clandestino. 
La  obligan  cá  aspirar  sales  y  esencias, 
la  gente  no  reposa 
y  al  cabo,  tras  de  tantas  experiencias, 

vuelve  en  si,   fatigada  y  ojerosa 

y  la  escena  narrada  anteriormente 
se  suele  repetir  diariamente. 

II 

Cierto  día  la  niña  me  explicaba 

lo  mucho  que  sufría, 

pues  remedio  no  hallaba 

á  aquella  excitación  en  que  vivía. 

—Creo  ver  un  fantasma  que  me  acecha 

y  me  prepara  entre  las  sombras  lazos 

y  caigo  al  fin  en  ellos,  y  me  estrecha 

con  un  horrible  esfuerzo  entre  sus  brazos. 

—¿El  fantasma  la  abraza? 

^  —Y  me  anonada 

—Pues  está  V.  salvada. 

— ¿Es  posible? 

—¿No  sabe  V.  que  un  clavo 
saca  oli'o  clavo? 

—¡Claro!  eso  he  oído. 
—Pues,  aunque  de  inventarlo  no  me  alabo 
me  hallo  á  ejercer  de  clavo  decidido. 
Si  tan  sólo  un  abrazo,  en  sus  quimeras, 
es  causa  de  sus  males 
la  doy  yo  dos  abrazos  materiales, 
dos  abí-azos  de  veras, 
y  ¡e  prometo  á  V.  que  de  este  modo 
se  a'iviará  del  todo. 

Probó  la  niña  concienzudamente 

y  no  ha  vuelto  á  tener  otro  accidente. 

III 

Si  á  lin  de  que  se  alivie  alguna  amiga 


ustedes  se  valiesen  de  este  medio, 

les  aconsejo  tacto,  no  se  diga 

que  peor  aún  que  el  ma!  es  el  remedio. 

L.  G. 


GRACIAS 


V^^uiÉN  dice  no  tener  gracias? 
Nadie. 

Y  estoes  lo  gracioso',  ¡cuan  pocos  las 
tienen ! 

Hay  niñas,  que  tienen  unas  gracias,  ca- 
paces de  volver  desgraciados  á  los  hom- 
bres más  dichosos. 

Un  chiste  ODortuno,  y  dicho  con  gracia,, 
acusa  discreción  é  inteligencia. 

Agradecemos  un  servicio,  dando  las  gra- 
cias. 

Con  millones  de  gracias,  pagamos  mu- 
chas deudas,  aunque  sean  éstas  de  poca 
importancia. 

Hay  quien  emitió  más  millones  de  gra- 
cias, que  de  pesos  nuestro  Banco  Nacio- 
nal. 

Nota  (sin  contar  las  emisiones  clandes- 
tinas.) 

Cuesta  tan  poco  el  darle  curso! 

Aunque  á  veces,  sea  este  forzoso. 

—  Señor,  se  ha  muerto  la  suegra  de  Vd. 

—  Gracias. 

Y  á  secas. 

Momentos  antes  hubiera  dado  mil  pesos 
á  quien  hubiese  muerto  á  su  mamá  poli- 
tica. 

Presenta  su  renuncia  un  alto  funciona- 
rio, y  el  primer  mandatario  del  Estado,  de- 
creta, al  aceptarla. . .  «  dénsele  las  gracias 
porlos  importantes  servicios  prestados»... 

Al  contrario. 

— Albricias,  amigo  ¡  Vd,  es  hombre  rico  ; 
deje  que  le  abraze ! 

—  Pero  hombre . . . 

—  El  billete  de  lotería  que  le  vendí,  resul- 
tó premiado  con  la  grande. 

—  Gracias  á  Dios  ! 

Y  el  billetero?... 

Muchas  veces  se  dan  las  gracias,  para 
arrepentirse  poco  después  de  haberlas  dado. 

—  Venga,  mi  amigo.  Vamos  á  comer  al 
hotel. 

—  Nó,  gracias ;  debo  ir  á  casa  :  otro  mo- 
mento será.  Adiós. 

Y  vá  á  casa. 

—  Mamá  ha  salido.. . 

—  ¿A  estas  horas? 


1  —V.'va  li  grappd...  e  qui  trahaque.i  los  q}ie  xirechisen.  2—Ah!  qué  liado  inayuuia?  ..  ¡guevi 
paz  de  cargarse  al  arzobispo  y  á  Levalie  con  una  mano.  l—¿Lí¿sln(,  marchantaJ  8— ün  difund 
12— Ya  lo  ven  VV.    18— feoñando   coa  los  carbonarios  y  los  perros.    14— Efectos  de  la  competencia,  ¡tn 


_:  :.:ú-A,.:...^¿. 


^K# 


4. 


8— El  Gran  Elector...  íin  de  siglo.    4— Mú-i  ;a  clásica  á  dos  centavos,    r.— Cliente   de!  Dr.  Várela.    C— Ca- 
las luces.    ü-SonHa...  ¡cilalaJ..    ¡cidor  ita'...    lú—Botícha   vasa...  ¡lolilhro:...    n—¡Prapapa!! ... 
ezl    ló—¡Tache3(ro'...    \y>—;Pejer¿y  fresjuita  y  corhina  fresco!. . 


154 


KL  CASCABEL 


—  ...Y  dejó  dicho  que  el  fuego  está  en- 
cendido, si  quieres  liacer  el  asado. 

¡•••••••I 

Otras  veces  se  dan  las  gracias  muy  ex- 
presivas: tal  como  suena. 

—  Venga  esta  noche,  que  habrá  fiesta  y 
baile.  Vd  sabe  que  las  muchachas. . . . 

—  i  Oh,  si !  Doy  á  Vd.  las  más  expresivas 
gracias,  y —  ¡ahi  viene  mi  tramway... 
A  los  pies  de  Vd.  señora  1 

La  gracia,  es  causa  de  muchos  sinsa- 
bores. 

—  Su  gracia  de  Vd  ? 

—  ¡  Ninguna ! 

Entre  el  amo  y  la  sirvienta. 

—  Si  me  das  un  beso  te  vuelvo  dos. 

—  ¡  Qué  gracia ! 

Una  escena  callejera. 

—  Que  te  vaya  bien.  (Asi  revientes). 

—  Gracias.  Igualmente. 
Una  escena  casera. 

—  Ramona,  ¿vas  al  sótano? 

—  Si,  á  sacar  vino. 

—  ¿Quieres  que  te  acompañe? 

—  Nó.  j  Gracias ! 

¡  Cuánta  gracia  de  Dios  se  halla  espar- 
cida en  esta  ciudad ! 

Esto  sin  contar  la  que  exiben,  espenden 
ó  espanden  en  los  teatros  por  secciones, 
los  reflejos  de  las  estrellas  de  Andalucía. 

«Ay  quó  gracia  tenemos»  etc.  (Música 
De  Madrid  á  París.) 

A  unos  les  cae  en  gracia  una  niña,  ni 
más  ni  menos  que  un  objeto  cualquiera  de 
las  manos. 

Y  otros  caen  de  la  gracia  de  una  niña 
como  pudieran  caer  de  un  quinto  piso. 

Con  lo  que  bastaria  para  hacer  de  un  su- 
jeto una  reverenda  tortilla. 
.     —  Y  Vd.,  que  de  tantas  gracias  habla— es- 
clamará  algún  lector,  — ¿cree  acaso  ser 
gracioso? 

—  ¡Señor... 

—  Pues  sepa  que  es  un  tonto. 

—  ¡  Gracias ! 

Armando  Flores. 


POR  PAVOR!... 


Felisa,  tengo  observado, 
tengo  observado,  Felisa, 
que  siempre  que  estoy  sentado 
cerca  de  usted,  ó  á  su  lado, 
con  insistencia  me  pisa. 
Y  eso,  hablando  francamente, 
á  la  par  que  me  encocora 
y  me  fastidia  atrozmente 


no  lo  encuentro  procedente 

j  no  señora!  j no  señora! 

Pues  si  al  fin  lo  ven  dirán, 

(y  evitar  esto  es  preciso) 

que  mis  pies  buscando  van  " 

á  los  de  usté,  y  pensarán 

que  yo  soy  el  que  la  piso. 

Y  si  la  malicia  artera 
juzga  la  ocasión  propicia 
para  mostrarse  severa. . . . 
verá  usted  de  qué  manera 
me  tratará  la  malicia! 
Nada,  nada,  es  conveniente 
que  deje  usted  su  manía, 
pues  todo  bicho  viviente 
me  juzgará  cruelmente 

si  se  entera,  amiga  mía. 

Y  seria  triste,  que 
después  -^ue  tanto  he  sufrido 
los  pisotones  de  usté, 

me  pegase  un  puntapié 
algún  pariente  ofendido. 

A.  Liininiana. 


REFLEXIÓN 


El  carnaval  tiene  para  mi  una  ventaja,  y  es 
que  cuando  salgo  á  la  calle  nadie  sabe  sí  real- 
mente soy  un  atorrante  ó  un  banquero  disfra- 
zado. 


EL  CASCABEL 


155 


POR  EL  HILO... 


Me  ha  riuedado  como  herencia, 
de  un  amigo  que  apreciaba, 
la  caja  en  que  éste  guardaba 
toda  su  correspondencia. 
Para  que  debidamente 
tenga  una  idea  el  lector 
de  su  coleccionador, 
entresaco  lo  siguiente: 

Caballero:  felicito 
á  V.  por  su  poesía. 
¡Qué  tierna  melancolía 
rebosa  todo  el  escrito! 
Se  nota  en  su  alma  de  usté 
dulce  esperanza  por  tema, 
que  son  de  su  vida  lema 
<da  patria,  el  amor,  la  fé>. 
Usté  es  digno  del  leal 
aplauso  de  todo  el  mundo; 
japlauso  pues  al  profundo 
escritor  espiritual! 


Muy  señor  mío:  remito 
á  V.  su  composición, 
por  una  equivocación 
me  habrá  enviado  ese  escrito, 
pues  no  creo  ciertamente 
llegase  V.  á  pensar 
que  íbamos  á  publicar 
escrito  tan  indecente... 


Mi  protector:  La  verdad 
que  no  llego  á  comprender 
su  admirable  proceder, 
su  gran  generosidad. 
Por  una  perrita  inglesa 
que  de  lo  vulgar  no  sale 
me  dá  V.  lo  que  no  vale, 
me  dá  más  plata  que  pesa. 


Sr.  D...  Es  singular 
lo  que  con  V.  me  pasa; 
voy  con  la  cuenta  á  su  casa 
y  nunca  le  puedo  hallar. 
Que  el  pa'^o  conozco,  alaban 
en  mí,  y  hace  más  de  un  año 
que  veo  es  V.  del  paño... 
del  paño  de  los  que  clavan. 


Caballero:  .su  venida 
fué  anoche  tan  oportuna 
que  ha  salvado  por  fortuna 
mi  pudor,  mi  honra,  mi  vida. 
Hacía  más  de  una  hora 
que  aquél  canalla  luchaba 
por  ver  si  pisoteaba 
el  honor  de  una  señora. 
Y  la  llegada  de  usté 
con  su  proceder  valiente 
hizo  huir  al  imprudente 
¡oh,  nunca  lo  olvidaré! 


Sr.  D...  Ha  terminado 
cuanto  entre  ambos  haya  habido 
¡jamás  hubiera  creído 
fuese  V.  tan  degradado! 
Dijo  V,  que  deseaba 
con  empe'w,  le  quisiese 
y  en  tanto  ¡quién  lo  dijese! 
Mis  alhajas  empe'Hiha... 


¡Es  V.  el  campeón 
de  la  libertad  perdida! 
¡Demostró  usté  en  la  batida 
tener  pecho  de  león! 
Admita,  pues,  indulgente 
esta  sencilla  medalla 
en  la  que  el  recuerdo  se  halla 
de  su  conducta  valiente. 


El  bofetón  que  ayer  tarde 
le  di  á  V.  se  lo  ha  guardado 
y  á  batirse  se  ha  negado 
y  se  esconde  V.  ¡cobarde! 
Pues  ya  sabe  usté  lo  dura  , 
que  mi  mano  suele  ser 
y  en  cuanto  le  logre  ver 
¡le  dejo  sin  dentadura! 

A  quien  tenga  competencia 
en  ello,  voy  á  buscar 
¡á  ver  qué  puede  sacar 
de  tanta  correspondencia! 
Porque  si  ella  es  testimonio 
del  carácter  de  su  dueño, 
yo  desisto  del  empeño, 
¡que  lo  averigüe  el  demonio! 

Luis  Gaveta. 


I5&- 


W/€ASCA.nEL 


HISTORIA   PEDESTR 


Tranquila  y  feliz  se  hallaba 
cuando  joven,  é  inocente 
vivía  tan  ricamente 
con  los  zuecos  que  calzab,a. 

Cambiando  de  posición 
de  rico  raso  calzada, 
fué  por  todos  aclamada 
por  su  pié  á  la  perdición. 


Hoy  transita  con  trabajo 
por  que  el  calzado  cruel, 
ó  encima  no  tiene  piel, 
ó  está  sin  suela  debajo. 

Resultando  en  puridad 
que  el  calzado,  por  fortuna, 
nos  ha  dado  pié  para  una 
lección  de  moralidad. 


.  A  estas  horas  estamos  arrepentidos  de 
haber  dado  al  público  el  núnaero  pasado. 

Diganaoá  «lo  pasado....  pasado»  é  im- 
ploremos indulgencia  del  benévolo  público 
que  no  dudamos  nos  habrá  perdonado 
aquellos  borrones  de  tinta  que  debían  ser 
nítidas  láminas. 

Agradecemos  las  múlt  pies  quejas  que 
hemos  recibido  por  carta  y  de  palabra. 

Esto  prueba  que  inspiramos  un  poco  de 
interés  al  público. 

Pero  no  podemos  dejar  pasar  sin  pro- 
testa cierta  clase  de  acusaciones  gratuitas 
é  infundadas. 

Y  quenos  entiendan  los  que  nos  han  ad- 
vertido, pues  si  digéramos  más  entraría- 
mos en  un  terreno  por  demás  escabroso. 


Señorita  Luisa  Tomás: 

Teatro  de  la  Comedia. 

Señorita :  No  nos  guarde  Yd.  rencor  por 
la  caricatura  aparecida  en  el  número  pa- 
sado. 

Es  usted  bonita  en  realidad  y  resultó 
fea  en  caricatura. 


La  mayor  satisfacción  para  Vd  débese 
esta. 

Todos  los  que  vieron  aquel  borrón  de 
tinta  dijeron  á  una  : 

—  Qué  barbaridad  !  La  Tomás  es  más 
bonita ¡esta  desconocida!.... 

Y  tenían  sobrada  razón. 

No  nos  queda  más  remedio  que  entonar 
un  líiiea  culpa  y  esperar  la  absolución 
de  Vd.  —  Vale. 


Ahora  resulta  que  en  pleno  siglo  XIX, 
como  quien  dice,  se  ha  presentado  una 
virgen  milagrosa  y  ha  hecho  varias  curas 
portentosas. 

Que  la  manden  al  ministerio  de  Ha- 
cienda ! 

A  ver  si  hace  un  milagro,  y  arregla  la 
situación  financiera. 

Que  no  la  arreglará. . . . ! 


Levalle  quiere  hacer  maniobras  crio- 
llas. 

Esta  frase  ha  sido  muy  celebrada,  se- 
gún La  Nación. 

Eso,  eso;  vengan  maniobras  criollas,  y 
que  rabien  los  estratégicos  de  todo  el 
urbe. 

Suponemos  que  siendo  criollas  las  ma- 
niobras no  faltará  el  asado  con  cuero,  y 
algún  herido. 

Ah...!  Y  tal  vez  habrá  ocasión  de  usar 
el  facón  para  tomar  trincheras. 

Más  criollo  que  el  facón ! . . . 


EL  CASCABEL 


15; 


No  olviden  la  fresa,  digo,  la  frase:  ma- 
niobras criollas. 


Nada  menos  que  tres  inspectores  nos 
pidieron  el  boleto  en  el  tramway  de  Bel- 
grano,  en  un  trayecto  de  doce  cuadras. 

¡  Ni  la  langosta ! 

Por  supuesto;  todo  es  para  evitar  mo- 
lestias al  público. 

¿Para  qué  sirven  los  terremotos?.... 


Tomemos  ejemplo  de  los  indios  de  los 
Lagos. 
Y  meditemos. 


—  Me  han  dichoque  el  oro  bajo. 

—  Si,eh? 

—  Si,  señor. 

—  Pues  falta  que  baje  más.  Aún  no  está 
al  alcance  de  mis  manos. 


En  Mar  del  Plata  se  ha  celebrado  una 
corrida  de  toros. 

El  hecho  ha  levantado  grandes  protes- 
tas. 

Y  es  extraño,  por  que  hasta  en  París  se 
dan  corridas,  y  es  sabido  que  todo  lo  que 
nos  viene  de  París  es  aceptado  sin  discu- 
sión. 

Tal  vez  resulte  que  ahora  pensamos  en 
argentino,  sin  necesidad  de  traducir  del 
francés. 

¡  Dios  sea  loado! 


El  beneficio  de  Campos  estuvo  muy 
bueno. 

Apesar  del  mal  tiempo,  no  escaseó  con- 
currencia, lo  que  equivale  á  decir  que  no 
escasearon  los  pesos.   . 


Suponemos  que  nuestros  lectores  esta- 
rán preocupadísimos  con  lo  de  la  herencia 
de  los  mellizos,  que  se  discute  en  la  pesca 
de  Argos. 

Hechos  de  tal  naturaleza  requieren  que 
todos  los  matemáticos  den  su  opinión. 

Dios  mío!...  Será  cierto  que  sólo  le  to- 
carían dos  mil  y  pico  de  francos  á  cada  me- 
llizo? 

Salgamos  pronto  de  dudas. 


Con  tanto  como  se  ha  hablado 
de  mucamas  prodigiosas 
que  en  vírgenes  prodigiosas 
por  ensalmo  se  han  formado, 
hay  alguien  que  da  á  los  cielos 
con  fé  gracias  reiteradas, 
al  ver  que  hay  aquí  tiradas 
las  vírgenes  por  Jos  suelos. 


Otra  noticia  teatral. 

Ha  llegado  á  esta  ciudad  la  Señorita 
Mercedes  Arandz,  que  á  eslar  á  lo  que  di- 
cen personas  que  la  han  visto  trabajar  es, 
además  de  artista  de  mérito,  mujer  bella, 
simpática  y  que  por  fuerza  ha  de  dar  vida 
al  teatro  Apolo,  próximo  á  inaugurarse. 

Así  sea. 


Telegrama  del  6.  —  «Comunican  de  La- 
gos, en  el  África  Occidental,  que  los  indí- 
genos, en  gran  número,  conspiran  para 
impedir  el  tráfico  inglés.  » 

En  cambio,  nosotros,  estamos  hasta  aquí 
(el  cuello)  de  ingleses. 


La  Virgen  Milagrosa  se  proporcionó  una 
lata  de  aceite  para  indicar  que  quería  ver 
siempre  encendida  una  lamparíta  que  la 
alumbrase. 

Vigren  en  estos  tiempos,  y  lata  de  aceite? 

Vamos,  que  nos  quieren  dar  la  lata. 

Eso  es  todo. 


Cerca  de  Patagones 
salieron  dos  partidas  de  ladrones 
y  á  un  señor  que  encontraron 
todo  lo  que  llevaba  le  quitaron. 
Así  que  le  han  robado,  según  eso, 
y  por  pa?Hida  doble  ¡  es  un  progreso ! 


Un  gran  éxito  se  augura 
al  recibo  que  da  hoy 
la  elegantísima  pura. 
—  Pero  lo  que  es  hoy  no  voy 
á  una  soirée  con  factura. 


Al  cerrar  las  formas  de  El  Cascabel, 
horas  más  ó  menos,  se  estará  celebrando 
el  beneficio  de  la  Sra.  Sacanelles,  de  la 
Comedia. 

Suponemos  que  la  señora  citada  repor- 
tará buenos  beneficios,  los  que,  unidos  á 


.^  -»;>»  V  -!{«,.  ••  f'^'^.-.^^^X  >ss!TOC 


-",ES. 


EL   CASCABEL 


h,- 


los  que  la  Providencia  le  ha  otorgado  en  el 
físico,  harán  de  ella  (no  la  Providencia, 
eh?)  una  mujer  beneficiada  en  el  sentido 
más  lato  (he  dicho  lato)  de  la  frase, 

EN  EL  TEATRO 


Efectos  de  la  27.25f>  representación  De  Ma- 
drid á  París. 

correspondeñcFa 

Niño.— Que  V.  no  es  un  niño,  y  que  es  muy  hom- 
bre? Bueno,  concedido.  Pero  si  por  cada  composición 
que  rechazo  tuviese  que  pelen rme  con  los  interesa- 
dos, ¡bonito  tendría  el  cuerpo  ít  estas  horas!... 

K.  Tutu.— Culpa,  mia  no  fué,  etc —  Agradezco  el 
aviso. 

Susto.— Si  no  recuerdo  mal,  le  contesté  á  V.   que 
no  servia. 
Tinaja— ^0  me  parece  mal.  Veremos. 
Cayido7nbero .—Vov  ser  de  un  candombero  la  pu- 
blico. 

«  Puras   alegrías  de  Carnaval 
dias  de  farra  y  íarsa : 
Es  mejor  una  comparsa 
de  negros,  que  no  nace  mal  ». 


Y  ahora,  que  el  pueblo  se  amotine  y  acabe  con  to- 
dos los  candomberos.   Amén. 

Crí'ííro.— Está  V.  equivocado.  N'o  soy  mitrista,  pero 
Mitre  como  traductor,  y  el  Dante,  que  dice  V.,  son 
lugares  comunes :  créaíne  v.,  se  ha  abusado  dema- 
siado V  la  cosa  no  tien    gracia  alguna. 

Cunwí/or —Perfectamente:  pero  V.  sigue  contando 
mal  las  silabas,  porque 

"  — y  alti  en  su  seno  palpitante  »  . . . 
no  tiene  nueve  como  supone  V.  equivocadamente. 

Curioso. — Hombre...!  Eslas  consullas  las  hace  V. 
á  .\r(jijs  y  luego  nos  reiremos  todos  de  V.  y  de  Argos 
y  hasta  de  la  ocurrencia,  que  no  es  mala  por  cierto. 

r^/jo.— Usted  debe  siM'  cabo  de....  vela  ó  ciri©, 
porque  sus  «I^uces»  alumbran  muy  poco,  poquísimo. 

L.  .1/.— Es  un  reproche  injusto  "que  me  tiene  sin 
cuidado. 

P.  P/<o.— Usted  ha  leído  eso  y  no  sabe  cuándo.  Le 
alabo  la  memoria,  pero  i  cosa  rñ  ra !  hoy  no  estoy  tan 
de  niemoriado  como  de  costumbre  y  recuerdo  hasta 
el  nombre  del  autor.  ¡Pillin!  ^ 

Colita. Si  no  manda  V.  la  firma  no  haremos  nada. 

Tuno.— ídem,  idem,  aunque  retocando  un  poco  el 
final. 

P.  de  C.  J/.— Son  cojos  todos.  ¿Entien  'e  V? 

Pantalenn  .—Yldi\3ríi.  sido  olvido  involuntario,  pero 
olvido  al  íin. 

Cazador.— \i\ce  V: 

«  Tengo  un  peiTO  perdiguero 
al  que  sólo  le  falta  hablar». 

Si,  y  escribir  poesías....  ¿verdad? 

Cupido.  -  Crea  V.  que  á  mi,  y  á  todos  los  lectores 
de  El  Cascaiíkl,  les  tiene  muy  sin  cuiaado  lo  que  ha 
hecho  Amalia :  por  lo  tanto,  no  hablemos  más  del 
asunto. 

Hsladisla.— Tiene  un  defecto.  Se  parece  á  otra  pu- 
blicada ya. 

P.  n.  r.  -Me    gusta,   pero ¿y   la   firma?  para 

cuándo  es  la  firma,  señor   P.  II.  f. 

Láncela.— 'So  corta  ni  pincha,  francamente. 

Cascabelín. — «Un  articulin  malin 
señor  de  Cascabelin  ». 

Suscrilor.—'>e  le  manda  puntualisimamente.  Si  se 
reüe  e  V.  al  número  pasado,  es  cierto,  pero  también 
lo  es  que  salió  con  retraso. 

.4?'//A'/fl.— Falta  saber  si  es  un  artista  ó  un  despe- 
chado, el  que  me  escribe. 

Turco. — Eres  turco  y  no  te  creo...! 

A'.— No  es  mala  la  composición,  pero  es  tan  seria! 
....  Porqué  no  evoluciona  V.,  y  escribe  algo  festivo. 

A.  de  A. — En  «  Las  Ilusiones»"  hay  algo  que  me  im- 
pide public  irlas,  aún  que  la  cosa  en  sí  es  muy' acep- 
table. 

r»?\'A'<í<í.— Cuestión  de  apreciaciones...,  La  carta 
llegó  a  tiempo,  pero  sola. 

Segundo.— Eran  mejores  las  anteriores. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:   ENRIQUE   COLL 


~7r 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente , ...       »    0.10 

»         atrasado »   0.15 


SE   DESEAN   AGENTES   Y   CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 
«Í6t-ASaSlirA-Í©@    (ALTOS) 


EL   CASCABEL 


i.jí) 


COMPAÑÍA 

TRASATLÁNTICA  ESPAÑOLA 

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Subvencionados  por  el  Gobierno  Español 

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entre  el  Rio  de  la  Plata  y  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  2  de  cada  mes 
para  Santa  Cruz  de  Tenerife,  Cádiz,  Barcelona  y  Mar- 
sella, admitiendo  carga  y  pasajeros,  asi  como  para 
Vigo,  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
portantes de  España. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus  agentes 
Antonio  López  y  C%  calle  Alsina,  750. 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  venida  de  todos  los 
puertos  y  ciudades  de  España. 


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las  exposiciones 
de  Paris  1878- 
1889,  de  Viena 
1873.  de  Anver 
1885. 

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nastas para  pan,  aceiteras,  coberteras,  floreros,  lam- 
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máquinas  para  liacer  soda  ó  regaderas,  filtros  para 
agua,  íiambreras,  eti'. 


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os    de    mesa,    Po^-^^lana  y  loza  In- 


.  _  ,    glesa,  tazas,  juegos 

de  cristal,  cubiertos,  cuchillos,  salivaderas,  palmato- 
rias, copas,  vasos,  sillas,  escaleras,  porta-botellas, 
canastos  para  ensaladas,  espou  eras,  etc.,  etc. 

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de  productos  españoles  en  gensral. 

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Depósitos  en  cuenta  corriente  á  la  vista  2  %  anual 
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de  aviso 
Depósitos  á  plazo  fijo  a  90  dias  0  mis    4   .       •. 

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Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales  de  España    con  beneiicio  para  el  toma- 
dor.  Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también, 
con  beneficio. 

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9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
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ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia  establecida 
en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  anteriormente  de  don 
GUILLERMO  A.  CKAXWKLL,  se  vendió  á  D.  Diego 
Sproat,  quien  no  es  farmacutico.  de  modo  que  dicna 
farmacia  no  es  ya  de  CRANMELL  sino  de  Sproat. 

LA  IJNICA  DROGUERÍA  Y  FARMACI.'. 

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Autorizada  por  Decreto  de 

27  de  Agosto  de  hS89. 

Inscripta  en  el   Registro    Público  de 

Comercio 

Gerente:  ÁNGEL  ROMÁN  CARTAVIO 

DIRECCIÓN  GENERAL: 

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Aflol  Baenos  Aires,  Marzo  16  de  1892        Nüm.  II 


»im>",.' «I"  '  •."niiiii'iiiiii|iiiimjfiiiiínniiniiini"  ~    ' ■iiiiinii'' I 'j '.ii'i"i'.i'".'i'i'.ii'"iri' 


mmm 


Editor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


Redacción  y  Administración:  ALSINA  489  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad. . .    $  0.10  el  número 
11  uera  de  la  ciudad...     »o.20        id 

Fotograbados  de  Coll 


SKMANATíIO  FESTIVO  IT J'STIíADO 


Director:  ENRIQUE  COLL 


ESTANISLAO  S.  ZEBALLOS 


Ministro  y  ox-director 
y  estanciero  y  escritor 
laborioso  si  los  hay. 
(Está  escribiendo  al  vapor 
la  Hiíítoria  del  Pa ragnay). 


162 


Ei^ieAseABííi 


.ñSfíO  US  B  OítiVo!!  o!  ftlJi 


Únicamente  erfriqiU)ódia  hacer  desalo- 
jar las  posiciones  veraniegas  que  nu^estro 
munáo  elegante  eligió  pata  pasar  la  época 
de  los  calores. 

Ahora  es  una  delicia. 

Va  uno  por  la  a^te<^  á  eada  Itiomento 
so  vé  obligado  á  interrogar: 

lias  ninas? 

— Las  mismas. 

—  Parecen  más  tostaditas. 
—Efecto^  del  so^I  y  Isis  bfisas  d,ej,,  At- 

tóntico.  .....,.;>.>__...:,,;.,  ■,;-.■,  ¡(V.  '■:.■ 

—  Qué  saladitas  son!   i<f.7<(y<ii  '  h^y.'  :■.    c 
—Las  brisas?-   "  '  " -'  •'•''•'^'I  •■''  •'''  '  ■'■ 
— Nó;  las  de  Rebujen.        ^''  ,'  '.  : 

— Se  comprende:  ¡con  tanto  baño  de 
mar!  ,;,,  ,.u"    ;•■,-■. 

— Es  ciei*tO";'  ;'->  ■       ■■■\ 

También  henrtós  tenido  él  gusto  de  sa- 
ludar a  los  apreciables,  jóvents  Sánchez, 
L(^pez,  Pérez  y  toda  una  falange  de  liones, 
que  diría  el  cronista  social  de  Él  Diario^ 
que  han  sido  el  encanto  de  la  pl*ya  y  se 
han  hecho  notar  por  lá  belleza  de  sus 
formas,  y  el  corte  de  sus  saquitos  claros. 

El  color  chocolate  domi^íi,. 

No  en  los  sacos.  •■  ;- 

En  los  rostros.    ''  '  '  '■      '  '  ' 

Y  el  que  quiera  pasar  por  persona  de 
tono,  tiene  que  presentar  al  público  su  faz 
morena  como  queriendo  decir:  ' 

— He  estado  en  Mar  del  Plata;  ráe  he 
mojado  en  las  mismas  aguas  que  a^itíi»- 
ron  Pellegrini  y  Roca,  y  el  intrépido  ofi- 
Gi;i.l  de  marina  Mattsilla.         '    ' 

Y  lo^  que  conservamos  pálido  el  rostro, 
:ios  n\ordemos  los  puños  de  envidia  y  te- 
nemos ganas  lie  curarnos  al  humo,  como 
un  tasajo  cualquiera,  á  fin  de  no  sufrir 
sofocones  como  el   que  nos  dio  el  otro  día 


nhaseálora  modesiav'  madre  de  lina  bina 
qjkfeííCosie  páoti^tones-tpara  la  milicia  ▼;  que 
no  nos  mira  con  maloR©j«s.     y  ;*>  .  ,     í  , 


>h-.n.K\  b'i  ■{  ynC'-tie:    i>l 


i  ■  I J  £ 


.on-:<  •  -ij:;: 


:-mm 


Ai:    '.!;(#V'.3 

■■••?•;  I»  ü  ni;: 


M    ^h  úi,\:\V. 


¡La  niña,  se  entiende. 

Y  cómo  ha  de  mirarnos  de  otro  modo,  si 
tiene  un  par  de  ojos   que  parecen  onzas..? 

Pues  sí;  la  señora  nos  encontró  y  nos 
dijo  de  buenas  á  primeras: 

— ¿Es  posible  que  no  haya  V.  salido  al 
campo? 

-•■' — Señor.t,  no  me  ;  riña  V.,   no  me  fué 
posible      .     .:'•  r-.-    !.,■  íM^cjV;-:-;  <<■^;  m   :  .  -- 

— Bien  se  le  conoce.  Su  cara  indica  que 
ha  pasado  el  verano  en  Buenos  Aires. 
Qué  mal  color... 

— No  es  extraño.. 

— Véanos  á  mí  y  á  la  ri^Sa',,^ 

— Ah. .  . .  /-■^Vc"'^'^    é 

< — Qué  frescura!  Bie  ni' se  .tío  noce  que  la 
brisa  ha   azotado   nuestros  cw^ses.    Pero 
ahora  recobraremos  el^lanc 
fuera:  dentro  de  unos 
gante  el  color  oscuro 

—Lo  siento  por  los| 
miento. 

Luego   hemos  sabid 
la  niña  costurera,  habíai 
en  una  chacra,   cerc;í  á^- 

Y  que  para  tomar  color  -?^e  pasaban  dos 
horas  diarias  de  cara  al  sol^^  como  ios  ára- 
bes, cuando  son  castigatiói».  .^ 

Claro,  de  tanto  tomar  el  sol,  resultó  que 
un  día  el  sol  tomó  á  la  madre  por  su  cuenta 
y  le  inoculó  un  tabardillo  de  padre  y  muy 
señor  mío.  '■     - 

Y  gracias  á  un  domador  de  potros,  que 
tenia  ribetes  de  doctor,  no  murió  la  señora, 
aun  que  estuvo  muy  grave,  porque  el  do- 


f>es. 

tura!  por 
será  ele- 
de  naci- 

:'taÍ''^ñora,  y 
a^i%saisson 

setíÜQús.  . 


iX 


Éí-í'íÁeéÁBÉL 


m 


mador  la  marcó  con  hiflpro  candente  la 
espalda  y  luego  le  puso  eníjaiadi^  de  galiV 

na  con  aceite  demanr.  <»  roo  t-.-iun  = -n  c  . 

Pero  al  fin  sanó  la  señora  y  se  puede 
dar  tono. 

Aparte  de   estos ^J^U^ños  lunares,   el 


está  regresan- 
capital,  y  es 
n  los  recibos 
■iüno  el  «Pericón 
ojí^  á  la  crema 


verdadero  mund 
do  á  marchas 
probable  que  pr 
en  los  que  ser¿- 
Nacional»  que  Jti 
en  Mar  de|  Pf^ta 

Es  prci^abie  quÉ^í^isto  d  ^xtto  que  al- 
canzó eh;;Brl«|ol  I^il  el  in^-épido  Roquá, 
fcilbani^gíiíós  '^á^fcojidositVbzos  de  su 
repertormi  coíi^^ipual  JT^^tria,  debuten 
en  los  salones"^!?  jóvQiíí'^'  distinguidos 
que  imitan  el  perro,  el  gallo,  el  asno,  et(p... 
ala  perfección,  y  qué,  además,  tocan,  de 
oído  la  polka  «Por  ti'muero»  a  cuáiró  ma- 


nos. 


•'¥?*;■!  a 


;il>   íj.í;' 


El  cfiso  e>s  que.  de  broma  en  broma,  el 
frío  nos  ha  embromado  y  á  estas  horas 
estaremos  resfriarlos  un  sin  fin  de  mucha- 
chos sensibles  al  frío.  -       — 

'  Éste  ha 
sido  aprove- 
chado por 
algunos  se- 
ñores que 
están  bien 
de  ropa  de 
abrigo,  pa- 
ra darse 
tono. 

líl  martes 
de  la  sema- 
na pasada, 
vi  á  un  se- 
ñor con  ga- 
bán de  pie- 
les. 

¡Con    qué 

satisfacción 

'  •,  .  se  paseaba, 

y  con  qué  aire  de  superioridad  miraba  á 

los  que  pasábamos    á    su    lado,    luciendo 

trage  de  lanilla. 

Pero  de  pronto  el  sol  apretó  y  el  buen 
señor  no  tuvo  más  remedio  que   quitarse 


el  abrigo  y  dárselo  á  un  changador  para 
que  lo  llevase  á  su  casa.         ^^i-. 

Justo  castigo  al  lujo  provocativo  ! 

Y  con  qué  placer  vlerop  ál|;^ra>s_curio- 
soi^cómo  se  desmlMohíLjÚJiiieJíiis&ñQt  1. . . 


I 


;,..'!■ 


--Gocemos,  la  decía 
no  llores,  sospechando  que  le  engañas.' 
—  ¡Es  mi  esposo! —gemía—  .'i:t.c' 

Y  al  verla  ínconsolabíe.  yo  sentía  -  '^    •'  ■  — 
el  frió  de  un  puñal  en  las  entrañas.       i~_ 
— No  creas  que  el  amor  es  un  pecado,  - 
esas  ideas  viejas  ,  "     ' 

que  sólo  pertenecen  al  pásrtáó  '" 

son  ridiculas  hoy,  cesa  en  tus  quejas,     ^'  " 

piensa  solo  en  gozar;  no  en  que  has  gozado. 

Nacimos  para  amar,  y  las,  mujeres         ,,  j 

en  su  inconstante  giro 

han  de  pasar  su  vida  en  los  placeres. 

su  esencia  está  entre  un  beso  y  un  suspiro. 

Y  el  necio  que  intentase 

egoísta  gozar,  solo  de  ellas,    .,'?-...        i; 
igual  es  que  anhelase  ,  ..,  -        •.    ,;     . 

encerrar  en  un  frasco  las  esireílas. — 

El  llanto  se  enjugó,  con  sus  caricias' 
el  mundo  relegamos  al  oMdo. 
y  del  amor  gozando'las  delicias  •      '/ 

ya  no  hie  volvió  á  !^a!)!ar  de  su  marido.     ; 

-     -       ■■-   ■■       ■-     -'TT^        '      ■    ■     .         ■ 

¿Porqué  llora  y  se  aflige  ..  .      . 

mi  alma,  por  la  pena  acongojada?  , : 

Yo  mismo  se  lo  dije: 

Satisfecho  el  placer,  no  queda  nada.        '  '■     ' 
¡Y  sin  embargo,  febriciente,  clamo.       '" 
atado  de  los  celos  en  el  potro.        ■,       .  ¡ 
al  ver  que  la  que  aún  amo 
cuál  conmigo  gozó,  goza  con  otro! 

Adolfo  S.  de  los  Ii^6%*    ■ 


m 


^SfSm^^h 


?^-^¿:eI'v#pBa  que 

'  X'^l'  CoHtiué.  p 

J  verM  dilnno. 
K«  .y    Presentad 

^'>.i   v;n  Ksto  es 


men 
Si  tu\^íese  qiie  elegir 
(     Cobráííop  de  un  ba 

hermosos  biüetes  que 

presentan  diéZ:  veinte. 
No  dígo^nada  de, 
DigcJ^Y  con  q^éi 

clases  de  7>í¿rs-"í^iie  tefeg' 
No  pifdieiiáé^-sen','fiobra'_. 
Hasta,  mfe  conformaría  q 
Y  entófi^gsi,,  lea  daría  esta 
Con  -  íp  '^^ñat-  ;Uste^é^  jn^^^o 
Solo  liert^  un  ijpébjpkvenieat 

Pues^ttJB  coino  cofi'eJ  roce  á^ 
quirir  algun;^.n?6néda  o  papejqijpi 


v^j^o  grácio- 
-déspués  del 


íJ^KíKriáda  'absoluta - 


gfírlái.íi 
e'gpetgt  y  cari 

empd  ^■g^-^o'^* 

I  '      //'  '"^  "^x .      \'<^. 

v:  /quiero  ser  cobrá-ddtr.     ••'V 
ué;  Dasjasen  por  naisy;  manos  esos 
H6ca, /Juárez,  Mo^ifó,  y';qií,e   re- 

Visia  les  conuco.;  v   , 
esxerlinas.yártíb'nsinás,    v  otras 
i^ol        ^'-      /-i     -    .,       ^ 
uaJLíjuiejr  omcpaf fe.  .     1 

ád©r/  "\  .  '.'ir:  ^f' 

f  sfegmr«e,jiice^-pu«d«^íi  .cobrador  ad- 


i^ 


de  bue- 


nas 


Vamos,  qu^pufisfo'U  ^fcfar^^^^^  ál  dineroiipgerfá'"^  metérselo 


j  pufiSjO'  a  coprar^ipuede  wburar!  ?/^fIno 
bonitamenfe  en  la-í^ffeK'a  y.  desaé^íeof^r. ''a    ,^^,|l^  .       y  .i|      í  ;\  '      - 

Lo  cual  no  deja -decaer  un4ncQni^ipentVvgi^EÍ|?e:¡  sobre  todo  p^^i  elj&stabl-ecimiento. 

Aparte  dé  cobrar  dlíiero,.  cobr8¡mpi^  otraai^áás  mas  á  nu^str^  picaricé. 

Ejemplo.  ¿Qué- no9' pasa. si  ti^tahabs  á^'eiiíiiña\bonUaJTamábl^'  y  llena 
—  cualidades?    ^    ~      -.  ,  ;;      i  -íÍ^íU        \  'M         ■/  '^• 

Le  cl3bTamos  Carinx)  poco  á  pbcgi,  y  áqi¿aó>  el  cariño  ñor  ,^y  -sol©  es  cosa  in- 
significantér  Hps  vstóos  á  la  íxiamá,  y  cénio  ün  cpbrador|  cualquiera,  le  pedimos 
la  mano  de  la  niña,  y  al  ver  tránsfóirmarse' poco  á  poco  á  la.¿- señora  en  suegra, 
le  cobramos  cierta  prevención  y  á  veces  acabamos  por  cobrarle  odio,  mortal. 

Para  acometer  una  empresa,   primero  cobramos  tinimo.        .  :^     f        .^ 
,  Los  usureros  conjugan  el   verbo  cobrar    á  la  alta  escuela.     ;r 

Ellos  no  cobran  ó  secas.  Cobran  con  intereses  crecidos  buenas  sumas  de  dine- 
ro, y  una  vez  éste  en  su  poder,  le   cobran   amor  sin  limites. 

kay   usurero,  que  con  tal  de  cobrar,  es  capaz  de  cobrar  afecto  á  cualquiera. 

Pero  hasta  el   afecto   es  interesado. 

Hoy  día  los  cobros   son  dificilísimos   en  Buenos   Aires. 

Segura m u^  ¿rar  roe Vh>6   pa^^»  lo    aOn    r*üph^:>pás;Gr  Ti'   T  TT  /   ' 
En  las  oE3Síi5sls#  ¿obofce  elMla  de»  cobpbApojy-lo  rís«€WE>á.wf«e^-e*tóVi  los  em- 
pleados. 

A  escepción  de  los  que  han  vendido  á  un  negociante  de  sueldos  el  haber 
del  mes.  ;   .    !::'.í,í-  * 

Queréis  que   un  batallón  de  empleados  se  mueva   como  un  solo  hombre? 
Gritad   ¡á  cobrar! 
Y  veréis  qué  prisa  tienen  todos. 

El  otro  día  un  sastre  que  pasa  las  de  Caín  por  cobrar  una  cuenta,  y  que 
apesar  de  los  disgustos  que  ella  le  ocasiona  lodo  lo  poetiza,  me  encontró  en  la 
calle  y  me  dijo,  parodiando  á  Becquer.  '    ^     '        --      '->■ 

■^«Hoy'lá    tierra   y   los  cielos   me  sonríen.      '      (  r    -  ";•  ,  li 
Hoy  llega  al  fondo  de   mi   alma  el  sol...  -  :.-,  ■    - 

La  cuenta  i  La  dichosa  cuenta   me  han  pagado!      ,.  ,     .;  :, -;    , 
Hoy  creo    en   Dios.»  ,  ,  ,.     .... '  ?  ., 

Lo  cual  demuestra  que  el   cobrar  inspira  mucho.  ,,i       ^    _  /      ,.^^ 

Ya  comprenderán  Ustedes  que    yo  no  he  cobrado.  '  1 '1  1      a   >    ,     _'n 

''      Andrés  Soler, 


^■'■'.'■mA':.^-  ■ 


Ffrí^bAStíÁBrit] 


ié 


WÉmn 


m. 


) 


,,  r'y^y^é 


— Se  acabaron  los  buenos  ratos  que  pasábamos  ocultos  en  el  bosque...  '  '  '"■'     '  '     ' 

— No  importa;  en  Buenos  Aires  hay  cortinajes  más  espesos  y  discretos  que  er  más  espeso 
bosque. 


opi3;íi  ecn  j^m  cxxxtM. 


'..!}<    -;■>! 


(Fragmentos  de  un  Drama) 


Personajes:  una  dama, 
Coriolano,  amigo  infiel; 
Eusebito,  niño,  es  el       •  . 
protagonista  del  drama. 
Lúculo,  que  es  un  tirano 
que  siempre  acude  á  deshora, 
regañando  á  su  señora         "'   ' 
y  sentándole  la  mano. 
El  amigo  y  misia  Elena 
quieren  huir  del  esposo, 
y  á  Eusebito  un  espantoso 
proyecto  el  alma  envenena. 
Un  tenue  rayo  de  luna 


alumbra,  á  los  dos  .infieles, 
^.:  .y  estrujando  unos  papeles 
•     ...    acecha  er  niño  en  la  cuna/   ■ 

r'v"'     ESCENA  PRIMERA 

Elena  Ya  preparé  la  balija. ' 
"   Puse  dentro  el  polisón, 

mas  tengo  una  comezón 
'_■ '    .¡    cual  si  con  papel  de  lija        , 

me  frotasen  un  riñon.  (Se  pone  pol 
Cor.      ¡Oh,  Elena,  ¡Bendita  tú! 
..-.-^3,..  ....¡Ansiaba  ver  tus  cabellos, 

untiosos  como  los  cuellos 


Y 

■'■! 
/  '■>>¡i 


r 

vos) 


160 


EL  CASCABEL 


l9  Te. i 


jiol  !.  de  los  cisnes  de  Corfú, ^ 
de  matizados  desteiíos! 
.,Es  mi,  pecho  un  recipieijte 
"de  gritos  Y  de  dolores  . 

que  en  un  maelstron  mrviente 
'  vati  desde  el  pecho  á  la  méiite 
lleháhdóthe  de  furores.  ■'•'"Pü:  < 
Elena  jCorieíSnót  ¡Coriolainol .  i  i '  ¡  i  i  r,. 
"'  '     ¡Por  fin  te  veo  en  mi  casa!  nr. 
¡Yo  no  sé  lo  que  me  pasa 
i  10  n^ifíii^ejatií, siento  eji,  mi  mano 
un  corazón  que  me  abrasa! 
fíOjR.,  ^, .  ,|*0jcaf  fríjses.  raudos  hechos,    , 

'  Hohi^'^P'^'^  ??  puerta,  buenas  yeguas,  ^  ^ 
.,     '    '  {Corre  por  el  escenario  reüncháiido 
^suavemente.) 

nihgün  miedo,  fuertes  'pechos i'  *  '•  >> '  >  x '  i 
y  entre  pitos  y  entre  heléchos  \  ».m  \>  ,v 
caminaremos  diez  leguaá.    >^í;   ;.jíi;;j 
¡Este  cinismo  me  abi^naal  .  .,!;;.>  / 
ti  ¡<3ue  se  atrevan  en  mis  harijas    í/ 
>;  á  combinar  este  cism^, 
estas  niiserables  larvas! 


jrnrsy  .y  Anta 


o  Y 


EUSE, 


iUiiíitír 


¡r 


."'r. 


7 


'.'i' 


JO;-- 


ora 
.;  í 


'■  ,,(iVoy,á  romperles  la  crismáj 
E^ENA  Mi  dolor  es  infinito.  ''''"'  ''  '' 
"   A  mi  boca  víéiie  un  grito    '''' 
'^""^    '   que  contéwei"  ño  podré!        ' 
¡Hijo,  no  te  olvidaré! 
¡ Ay,  Eusebito,  Eusebito!       :■!;!_. 
Cor.      Déjate  de  zaragatas.    ■.,.    ,  .-¡  (■__ 
Abre  pronto  ese  balcón*r¡r     '  ■ ;  ...- 
EusE.    Aunque  sea  andando  ú  gatas 

r,y  (jSale  de  la  cuna  y  se  adelanta  ira- 
ctindo.) 
le  arrancaré  el  corazón'  .'    :   '■    ' 
á  este  par  de  papanatas. 
Elena  jOh,  Dios,  siento  una  amargura! 
COR.      Vamos,  pues,  que  el  tiempo  apura. 
'EtiENA  Mas,  ¿cómo  de  aquí  salir?         ... 
Cor,      ¿Quién  nos  Jo  puede  impedir?  .;, 
dpusK.    i'Vi.yeai9S,.  esia  criatura!   ,      ;  _, 

pexafiNA-.,-,--}Tú! 

EusE.  '  '    ¡Yo,  por  Satanás!    '■■'  ' 

Elena  Vete  á  la  cama.  _     ''  ' 

EusE.  ¡Jamás!       ■  -'" - 

Cor.      Pero  escü'ctíá,  atiende,  di, 

¿Por  qué  causa  obras  asi?  í 

Eü¿E.    ¡Por  honrar  á  mis  papásl 
Elena  Mira  que  te  doy  azotes. 
Cor,     {Que  te  quito, el  sojiajerol  .  , 
EusE.    Sois  un  par  4e  naonigotes,  ,, ,.  ^ 

Ya  os  he  dicho  que  no  quiero. 
Cor.      ¡Cuidado  con  poner  motes! 
Elena  Hijito,  vete  á  acostar  '     '  " 

que  te  puedes  constipar.         '  — 
EusE.    Ni  aunque  vos  fuerais  mi  abuela, 

y  me  diera  la  viruela,  -  ■ 

no  os  he  de  dejar  marchar.       '   i.; 
Cor.     Si  ni  ai  consejo  sencillo  ... 

hace  caso  este  chiquillo.  .  j 

ni  á  las  más  justas  razones,      i 
■^'''  '  ■     puede  ser  que  á  mojicones 

se  amansase  el  picarillo. 


ena  se 


■\ib 


EusE.  .TeirlaileDfetía,4M.erií.écíit«,  ] 

ó  juro  por  mis  pañales 

que  os  voy  á  dar  un  mal  rato. 
Elena  Si  quieres  evitar  males 

no  busques 'tres  pies  arl^atck^ 
EusE.    ¡Qué  me  importa,  v5tdPl';bri^s! 
Co¿.      ¡Canalla!  ¡Desobediehtle!' 

Te  voy  á  rontper  un ' 
EtrsE.  Aún  no  han  salido  \i 
Elena  Coriolano,;$ití'pru4e^^P 

Vamonos  por  el  bnl(í<jn. 
Cor.     Gran  idea,,,  Está  iíi,u5;^bien, 

Yo  primero.,  (5e  iira)'^--~ 

^ .  {Desde  ahajo)  ¡Varaos,  ven!  ( 

''■■""      arroja.)  ■ 

EüsE.    Se  me  escapan  ¡maldición! 
-5tv>  í     De -cabeza  voy  también.  {Se.  arroja) 
(Pasa  luego  por  la  escena       .  ,  ., 
una  preciosa  mucama.         _.^ 
la  que^ da  interés  al  drama"     '" 
,.  ,-     con  el  marido  de  Elenas    ,   ' 
.Se  escucha  tocar  un  pito,  ' 

'y  por  vengar  sus  ultrajes,     ''"' 
dan  gritos  los  personajes''- ■'''!'•  t' 
Tiá^tíí  qtie  llega'^EuSebit.o.)        .;'  . 

/''"'  ESCENA  FINAL  ^-   '      ■■• 

Elena  ¿Tú  me  engañabas,  traidor?    ■        í 
Lúe.      Tú  me  engañaste  también.     . 
Elena  Que  te  engañaba,  ¿con  quién? 
Lúe.      Bribona,  con  el  señor. 
Cor.      El  pastel  se  ha  de.scubierto. 
Atan.    ¿Qué  pasará  en  la  cocina?       '' 
EusE.    Ya  me  huele  á  chamusquina. 
Lúe.       Adiós,  me  voy  al  desierto. 
Elena  Se  siente  un  calor  que  abrasa. 
Cor.      ¡Cielos!  Me  huele  á  quemado. 
Euse.    ¡Ah!  Bien  mi  honor  he  vengado 

prendiendo  fuego  á  la  casa. 
Elena  ¡Socorro,  estamos  perdidos!  r  a 
Lúe.      ¡Ya  nos  envuelven  las  llamas!   .  ; 
EusE.    Yo  no  me  ando  por  las  ramas,,,.   ,' 

cuando  trato  con  bandidos. ,    .  _, 
.  Elena  (A  6'or¿oZawo)  "' 

¡Quiero  morir  en  tus  brazos! 
Cor.      Pues  bien;  moriremos  juntos.       ' 

¡Qué  dicha,  vernos  difuntos         '  ' 

envueltos  en  tales  lazos!  ■    - ' '  ■ 
Lúe.     {A  Eusebito)  n'- 

¡Sálvame,  pues,  Eusebito!  ^  . 

Euse.    ¿Y  no  sabes  medicina?  i  .,- 

Lúe.     ¿Y  qué  hacer  sin  glicerina?     -. 
Euse.    A  mi  se  me  importa  un  pito,  ,  _ 
,      {Se  hunde  el  piso)  ,■  .„ 

_,.^   Yo  lo  que  escrjbo  no  borro 

Y  veréis  la  prueba  luego. 

¡Mirad  mi  firma  de  fuego! 
Todos  ¡Perdón!  ¡Socorro,  socorro! 
Euse.    (En  las  ansias  de  la  muerte.) 

A  los  infames  bribones 

que  mancillan  el  hogar.  --  v  .    -'; 
'      '    se  les  debe  castigar 

haciéndoles  chicharrones,  (cáfiíí^ re) 
.  .    \;    {Arde  el  teatro.) 

Pedro  SÁNeHEZ. 


t 


»'*'T^_^^,"     -f^^-^_^ 


^  -  "  n<,fv  7'  ~  -f^  ^>^ 


"^íT-^ 


EL   CASCABEL 


ig: 


-rfir 


INOGEN-GIA,.  .,..:,,' 

-  '  -'  ^i.:'[  ^:.ii  'Vii\  íii;;-ó    . 

,,  ^Á,  .ignorancia  es  atre- 
vida. 

,J*(Qro  la  inocencia  lo 
e^  más. 
:iiií;::¿ Tienen  Vds.    chii- 
quiilos?     ri  '  '  '  / 
•  'NO?-  -"-n.."/ 
Mej 0*1^ para  Vds. 

Pue^ 4  buen  seguro 
qu€,  alguna  vez  se  han 
visto  en  serios  aprietos,  gracias  A  los  an- 
gelitos. •    -^  ''if    ' 
i Ah,  la  inocencia!'"'   --inroy';,];      ., 

La  expontaneidadí'.Ji;''  ^  •'  "■  '    ^ 
Recuerdo  qiie  'cuánd'6'yo  era  un  tierno 
inocente  tenia  mucha  imaginación. 

Yuiuchamemoria. .  ., 
.  Tanto,  que  por  qué  mi  venerable  tio  dijo 
una  vez,  queun  tal  Epifaoio  Rebollo,  inti- 
mo de  la  familia,  olia  mal,  le  dije  muy 
suelto  de  cuerpo,  un  día  que  estaba  en  ca- 
sa de  visita:  ;  :.    ■        ■.,■,   v,  - 

—  Sr.  Rebollol  - ''^   ' '^  .^■-  --i 

—  Qué  hay monín.?     ''    ''^  ■:  ^:'      / 

—  Pues  hay  que....  Vd.  huele  á  cajón  de 
basura. 


1 1 


—  Mi  tio  lo  dice. 


I  i  \ 


t  I! 


Calculen  ustedes  el  electo  que  produciría 
mi  inocente  réplica. 

Delante  de  chiquillos  la  conversación  ha 
de  ser  elegida.      i 

Y  si  nó  ahí  está  D.  Sisebuto  Rebújete, 
vltima  de  su  hijo  inocéiíte,  qiié  un  día,  al 
ver  entrar  á  un  infeliz  que  áñhá  sablazos 
á  su  venerable  Papá,  exclanió  con  la  ma- 
yor naturalidad  del  mundo.  ^,/^;'  ' 

—  Papá,  Papá  !....  ¿donde  tiene  el  sable 
este  señor?      ,1  - 

—  Donde  quieres  que-lo  tenga  siendo  ciu- 
dadano de  la  clase  civil,  y  pacifico  por  in- 
clinación natural?       '•->"  "'     i'  A       • 

— Ah!  yo  creí  que  seria  Soldado  de 
caballería,  por  qtle  cómo  siempre  dices 
que  te  pega  sablazos.....! 

Tablean.  ,   ''"•^': 

Pues  y  las  niñas  entrometidas  que  se 
dirijen  ó  cualquier  diplomático,  pongo  por 
caso,  y  le  dicen ; — 

—  No  pierda  ustBd  el  tiempo  en  tonto,  se- 
ñar Minisftpo :  matná  dice  que  es  usted 
muy  baboso  y  barrigudo,  y  que  la  casaca 


verde  con  galones  dorados,  le  sienta  muy 
mal.  y.  vamos,' f^ue  parece  usted  un  loro 
delBrasil...;    /  :''    -^■"  '        -      ■     - 

Vean  ustéd'es'^si''uíi'  díspár8^  semejan- 
te no  es  suficiente  para  hacer  perder  el 
tacto  a  cualquier  diplomático,  enamorado 
de  una  mamá  que  lo  pone  eíi  vilo. 

Los  chiquillos  me  espantan. 

Pacecen  relojes  de  repetición,  ó  cotorri- 
tas. 

Yeslorbart,  cxDmpromeie'n  y  ponen  en 
aprietos  á  cualquiera.       ■  — : 

Natutalmenle,  no  lo  háceii  cóh'  inal   fin. 

Que  han  de  hacer,  ¡pobres  angelitos! 

Si  no  fuera  la  inocencia,  ¿cómo  podrían 
exclamar  á  cada  paso,  -mamá-  mira 
aquel  señor  de  los  dientes  negros  que 
tanto  asco  teda?  .    .    -  ;::/;,:   , 

Y  esto  en  vozalta.         -    '       -  ■  1  ■ 
Al  mismo  tiempo  que   el  señor  aludido 

saluda  á  la  mamc\,  y  se  queda  frío  y  no 
puede  articuTar  palabra.       ' 

Y  si  nos  fijamos  en  ías'p'regunlas  ? 

—  Mamá,  ¿  por  qué  será  que  lu  engordas 
tanto  y  Papá  parece  una  anguila  con  som- 
brero ?  .,;;.,,    1       ,     ',  .  -<     ' 

—  Hija....  la  alimentacKin. 

—  Y  por  qué  eres  mujer,  mamá?      .;  ,  - 

—  Por  que....  no  soy  hombre!  ■ 

—  Y....  que  te  falta  para  serio?'      ''    '  . 

—  Pues....  que  me  crezca  el  bigote  ! 

Y  así  por  el  estilo. 

— Mamá  —  decía  una  niña  muy  espiga- 
dita:  Me  dejarás  bailar  esta  noche? 

—  No,  hija,  el  baile  es  inmoral;  te  parece 
bueno  que  un  hombre  te  abrace  y  murmu- 
re palabras  tontas  á  tu  oído  ? 

—  Palabras  tontas?....  entonces,  porqué 
dejabas  qne  ayer  te  abrazase,  sin  bailar, 
tu  primo  Enrique  y  tu  murmurabas  pala- 
bras.... '    '  '   *  ■  ,  . 

— Nma ! ! , 

—  Yo  lo  vi,  pero  tan  ^Ip  se  lo  he  dicho 
á  Papá,  y  por  cierto  jque  sp  puso  muy  con- 
tento, y  me  prometió  haee¡rme  un  regali- 
to....  jy  á tiotra! '.  ib  •;;  y;.,.  ■< 

A  veces  la  oración  é»  á  te  inversa. 

—  Mamá,  yo  qiiiéro  ir  al  baile. 

—  Nó,  .hija,  nó'i 


—  Por  quéXp'"^!*'. 


■<t.> 


—Por  que  ei^ajile  i^o  é^  bueno. 

—  Que  no  esM^PP^Puc^.  entonces,  ¿cómo 
es  que  apenas  te  vas  á  la  calle  ya  está  Pa- 
pá bailando  con  la  cocinera? 


Bendita  inocencia....! 
Bendita  seas. 


P.  Cuello. 


168 


EL  ca1m:abbl 


Viuda.  Ayuno  temporal. 


—Pues  estraño  que  te  trates  con  Lui- 
sa... jes  un  bagre! 
—Como  estamos  en  cuaresma.:. 


EL  CA6CABEL — 


88Í 


>  i-i     ¡: 


-Así  que  anunciaron  las  raanióbras,  supuse  que  Alfredo  se  alistaría  como  voluntario. 
-Claro!  Es  tan  aficionado  á  inani-obi'er... 


'I?3£€'5j7?ía?-' 


no 


m^mmAsm^ 


EL  JUICIO  DEL  PÚBLICO 


tttt 


en  un  asunto  de  Hi 

y  fiando  en  él  su  gloria. 

López  pintó  «El  Gladia 

Después  en  una  vidri 

su  cuadro  hizo  colocara 

con  el  fin  dé  que  al  pasaF" 

la  gente  se  detuviera; 

pues  pensaba:  —Considero 

que  han  ,de  niar  su  parecer    - - 

si  el-lienzOr Ite^ání-^  ^^íU,.    -~ - 

y  oiré  fü  juicio  sincero*    •'  - 

Esperó,  pues,  anhelante 

en  donde  el  cuadro  se  hallaba, 

á  ver  qué  dictaminaba 

la  critica  trashumante. 

A  poco,  se  reunía 

una  infinidad  de  gente, 

y  miraba  atentamente 

el  cuadro  que  se  explorií 

López  atento  escuchó 

mil  diveí*g»s  opinionas,^ 

y  de  tantas  irapresiohes, 

las  siguientes  apuntóiu^ 

Una  niña  desco\ 
—i  Qué  cuttdrotnEs^i^  in 
¡Miren!  La  mujer  de  enJ^; 
lleva  la  cara  piniudá. 

Un  antignté  ^ttilitai', 
— ¿9uién  es  ese?  ^^ 

-     ^  -—Un  gladiador. 

-íY  sin.^níííf:_ 

— Pues  se  lá  <leBe"^ejar.  ■"•■ 
— Pero  V.  no  considera 
que  seria  incongruente? 
— jPues  no  puede  ser  valiente. 


Ü!  Ull 


iüMA^T 


^un  luchadói*,  ^n  la  pei<a>^.j    '-j 

^^^JJn  se~7or  d$  faz  ady star. 
jT  ',TTgi.jjjQgQ¡  j¿¡gn  hecho  á  fé! 

gusta  á  ujsté  el  cuadro  ^eh? 
el  marco  !el  qué  hie  gusta. 

violétq¿ 
¿ról/^Saj  ¡figura.' ,   ^'  ' 
no-m^rr&^a,  laíítcturíi... 
"~"  l'A..^.  '■' 
d^  el  suelo, 
fosf  trajes, 
éíso^ajes. 
aíre^^ijielo... 
Otro  señor  con  un  lente, 
mira  el  cuadro  y  dice  así: 
—¡Hombre!  Me  parece  á  mí 
que  el  color  es  deficiente. 
—¿Porqué?  Dice  un  caballero. 
—¿No  vé  usté  ese  azul?  ¡qué  horrorr 
—Se  vé  que  es  V.  pintor. 
—No  señor,  soy  tintorero... 
.  Mira  un  sas^fe  la  vidriera,* 
al|gla)%!LdQr  v^desntido,  '■ 

y  0xcl¿w^  ¿Sí:  —¡Macanudo 
tipo,  si  yo  lo  ^vistiera!.;.  \  i,  / ,  ,'  -■  \\ 
Una  (iama^^ue  procura  , .       !' 
del  tiempór^ultar  él  dañq^ : ,   .« í, 

ce  con; -aceirto  extraño:    ^ 
•^S<ibéí!bl¿~íausculaturáf  i ; 

pu^^^áí^esíS  expuesto,  sq  expone 
á  escuchar  muchas  sandeces. 


•    4 


Luis  García. 


LAS  MEDIA! 


X¡ 


A^onedia  adorna  la-^pan 
lá  gracia  mejora  la  hei*mo8u 

Las  medias 'fisteKJI^  son 
pero  no  elegantes.   "^-í^.^  , 

La  media  de  un  solo  -^loj;  ^' 
tono,  debiendo  preferirse  m:  " 

La  media  blanca  seria  la  ft^BK  9BlKL^se 

bullera  vulgarizado  tanté:  '"^^'' .'4v^^ 
.  'ILiáf -toé^ias  ..bordadas  y'  caladas^' 
ricas  etiando  no  pecan  (le  chocarreras.  Yo 
elijo  lá  media  de  seda,  cóloi*  az^ll  mapíno, 
sin  adorno  de  ninguna  clase. 

Una  media  arrugada,  es  un  defecto  inad- 
misible. ;'IMaS[| 


Las  mallas  que  sustituyen  á  la  media, 

incitai^t^liB^Ira  el  descaro.  Las  mé- 

,itepúd^j^*sí<a^^Jas  de  color  dé  carne. 

I^Pdojgf'isne  i^^  dinero  parabbse- 

■  ''"'^mujer,  debe  invertirse  en  unas 

la^H^s  el  pequeño,  regalo  que  ágrade- 


uppp^ado 
re 

Y  óstsílpkcr 
-dij^  unav| 
— negála 


fguna^ositt 
icho. 


,  amigo  mío, 
na  corista, 
dignamente. 


co  valor 


tu  primo  el  de 


_,ͻnda. 

-^Ti^f^ué  digo  en  ei  papelito? 
— Tú,  que  tienes  tanto  talento,  pónme: 
«Vale  por  unas  medias  de  seda.» 

A.Ll. 


tt 


(^«AÍ^eAB^i. 


17Ü 


ooijaM  jacE  oíoiuL  ja 


,     CA5,AíAlh!)i(0^. 


:^.j.     -   ri'  i--  A  •  b::i;ñ   < 


.,'  h:,-'-,J  .01/   ••,•?  i:::;,.ÍI.:-     ¡ü  PIM  !!! 


)34l/tí5.mM.,):I        -----     ' 


:  '•'"r  r^   ib  íiiúMíifiíTí  ;;rcf 


¡¡¡PAMÜ! 


.niL  •  / 


■ñlH,>\  ?.íi,l 


^    eiHOHM  a-A.JT 


r»r&" 


m 


^'^mdkkiíS 


\vf  18  'ion 


Los  cláms 


e 


Galé,  yáconoc! 
á}MpT(é:^^?íir?e¿To,"  eiegfinté.  y  poniendo 


apíecmdOa  es  el  * 


que  dejíyon  Gil,  Campos, 
etcétera,  en  la  compagaade  este  teatro,  han 
sido  llenados  por  artistas  conocidos  ya  del 

puruico.         V    -i-  .   -  -.    !     • 

En  primer  íü^áp^'ífíiaLVeraos.á  Juárez^  ar- 
tista de  méi*Ítóf'capáz*por  SI  soÍq  de'll^nap 
un  cartel. 

Díaz,  tan  moü/cí/ío^y, -gracioso  como  de 
costumbre,  y  que  tiené^o  escaso  partido. 

Lastra,  apreciable  actor  que  vuelveái 
piáar  tab^sV  deá^f>ués  de  un  j?a^p  .r^u|^^^ 

Cóif  ést^  (^íéinéritbs,^  y ^  'jVf/^i 

han  Kéc^ó  la 'itritéfibr  tiemporáda.la^(J^^me|^ 
día  sigue  muy  concurrida,  y  merecij^iíjl^ 
el  fóN^or;d0l "público.;';     ,  .,!,,  g,,'  Vríhn'níirhí 

Sóíó  falta  qué  la  einpresa' vari^  |in.  p^^CQ , 
los  carteles,  que  en  la  anterioi*  femjpoifad^, 
adolecían  de  monotonía  sin  limites.  .^,  ^  ,q^ 

Hastíala  fédha,  se  han  representado:  Viva 
mi  niña.  Su  excelencf^,  Ya  somo  tres, 
y  otras  obritas  que  hán^  alcanzado  buen 
desempeño.- <  A.  vü- an.'.-í-^-j^  ^  :v  t-;. ,. 

En  Salón  £s¿ava,'Biáz  demuestra  su 
facilidad  en  caracterizar  diversos  Hpos,  y 
es  muy  aplaudjdOk  Merece  verse  Salón 
Eslava.  >^\  =■'  --!':'•  •';  •  '  - 
•  Los  numerosos  rfeiJOÍos  de  Juárez,  desea- 
rían vario  en  El  Retiro,  Hugonotes  i' La 
Ducha. 

La  compañía  tiene  en Ja^tudio  obras  nue- 
vas, que  seguramente  llamarán  la  atención. 

ONRUBIA.  — :^ariapQ  Gaí é,  e^.  «in.  ^^uda 
un  actor  correcto^  estudioso  >  y  de  paladar 
delicado. 

Demuéstralo  el  tino  qjjtf¿!tiene  en  la  elec- 
ción de  las  obras  que  refír^senta ,  las  ntíás 
nuevii^  y  cwiíít^.fieliiaoderjüoiateatra^spá- 
SxA.  ix^\:s>fíi\.  ;B.Hk)Uiii  o-üií  ...;i  .oí?9uq  3tí  yb 

Last  pe?sonfts  que  quieran  saborieap  hé^ 
llezas  dramáticas,  deben  frecuentar  él  tea- 
tro Onrubia,  verdadero  refugio  ¡del  í^ártie 
españolen  Buenos  Aires.    i.níM  i  Mi  X  r/s  rt-! 

La  compañía  que  empezd  sus  tareas  él 
sábado,  es  muy /íjrtMi;.     .-/"' ^       ;  * 


] 

La  senpra  Etneyárna,  es  una  damai  rj^- 
táblé'^^'''8^:'íljfe^e '  apia'uáir  por  la^naí^^^^ 
li(iad'y*ód4TÍéB^<!Jn  cóttque  m^  ^^^,'^^']^ú  ' 
Es  una  verdadera  é8trellfi[.].'  ',  ,,,ji 
Las  señoras  Galé,  Martinéz^^  los  seño- 
res Aparicio,  Hazay^emás,  completan  el 
conjunto  de.la  compama,  que  seguramente 
re^ftúfi^^OíR  abo?%¿.floí'ry  nata  del,  püWi- 
co^  caggfi^ft  m^  BÍW%8>  (por  .horas, ; . ,  ,  ¡  . ,  i  > 

NOVEDADES.  —  Roldá«;  Oi^jón,   M^i^ 
quez,  María  Maza,  en  clase  áe  et6ilB,y 
"otro*  ftrtístfliS',  han  tótíaado  la  tarea  de  le- 
vantar el  teatro  dé  la  callé  La  vallé  dé  la  ' 
postración  en  que  yaoSt.. 

Que  lo  consigan !    -'-^ 

POLITEAMA.— Zaraoieki'éspañolaipor 
artistas  de  la-  corápañia  que  hasta  poco 
actuó  en  el  RasatiempOi  entre  ellos  las 
señoras  Cebadlos  y  Cabrero,  y  los  señores 
Arcos,  Romeu^etc    m  <^m     ^       v    ü  Úa 

Las  funcione»  son  de  carácter  popular, 
es  decir,'  ^precios  módicos.  Buena  manera 
de  llenar  un  teatro. 


APOLO.  — Faltan  pocos  días  para  que 
se  inaugure  él  bonito  teatro  de  este  nom- 


bre. 


Asiv  como  éri  naestro-  segundo  ó  tercer     ' 
número  hicimds  alguna  reclamaéión  al  s^^'  '  ^ 
ñur  Director  de  Correos  y  T^é!^rafos,'tóy 
no  tenemos  palabras  para  agradecer  el  in- 
terés que  én  la  casa  central  se  tórhátí'^yr 
nuestra  publicación.  .oixí'm.    jí/ 

Lo  hacemos  constar  complacidoá.'^'P  ^^ 
i    El  correo  está  que  dá  gusto. 'o^-'  ^'"  ' /^ 

¡Cómo  cambedn  los  tietíiptí^á'í  fifíiedijb 
•el  otro.  '■■     '■<   "'U  -■ 

Un  voluntario  escribé  á  tin  colega  una  '"'' 


carta  dándole  cuenta  de  lo  qué  ocurre  én 
el  local  de  la  Exposición  Rural.  '     ''■  ' 


F. 


^MJ^f^h 


173 


nbíiOiiicq  Y  .9;nfia9i9    .oiqsTiga    .9-Tafn9i« 
tratándose  de  gente  decente  en  su  mavQjjj^^ 


á  veces  se  maí|r^J  á  )^,p  fjl^ig^^Pfco  ^  belii 
Por  que  no  ^mW^Llyn^v  Bau  sil 

jo  nckilqxno   .íiíífiwd^v  escH  ,oiohrvqA  fet*-! 

.'..ineaifiTUS&e  oirp  .m^Tteqmoo  fiíob  oiíi.iilnM-j 

Ofi*i  fiáb&Bfó :  ísé' '?e¿eír^-  ri%'tó'^fóÍÉóñ  '^ 
de  jó\ene§coRd(M§§mm  í4cflEñáÁ''fñ§trüe-' 
ciones  «  de  un  cadeám)  que  era  una  ver- 

Por  Dios  l,i,   „^,,u,   n-?    n\!^Ú    iTít-l/  .:;^ú;í 
Se  ,ipa^a,cle  fiín  fm,_í|rQj]g§n9jPftlé,iyi]ftQ,.ee 
pr,ude,p te  í^pefzarápgn^. motáis,:  ¡y  -^a^uy- 

vi^      '  ílJRSiSílOíV  01  í'íK* 

*  Va  por  la  Bolsa  iin  señor, 

coja  unos  de»-enesurados''-MA3AUC  í 
labios,  qiíe  pOíT  todos  ladoasi  r  .1   ^-    'si- ¡ 
,  'Causaíi  sorpresa  ¡y  ítemoEli   io  rs-   li' : 
r '  Y  hoy, -en  vino  de  los  coppOS^hí^' J  feijicaib 
un  mozo,  amante  de  farras^' Míieil  .g:o"¿ 
viendo  al-sfujeto  de  marraS'Eoionni  gfij 
'.*  -gritón j  el-sujélo de  morros!.  J'-nn]  ,TÍosb  * 

Cgí^os:—  Dgl  j  u^don  gaj^ncjíí^;^^-  . 
nar  él  cielo.  - 

Del  colono  ^sembrar  la  discordia. 

De  un  a&tp^cimo  —  estudiac< 
miel. 


ñor!  si  vá  á  ser  un  cataclismo  I  ¿Y  los 
nuevos?  /", 

Ohl  los  nuevos.  Cada  dia  havuKlicHe»un- 
I  ciaddícbo  estrépito.  /^%l 

i  J^e^  f raíS^MM,  ¿^^\  estilo, 

diálogo  y  las  íecwaai^^katpéMdyLe  se 
trataba  de  una  degringolade,  wS^B^fi^un 
terremoto,  mejor,  de  una  serie  ^ei|s. ' 
,:pero  ahora^i  peajir^i^pjos  1 


r-fi 


■'.  ■vrí.íJ.. .  ■        ■      -■- 


Sastre,  que  armando  bullanga,   ,,j¡,!,, 
quiéres.en  brasas  ponerrne:  ,,      ,„,,  ,, ,/ 
''¿Óüé.i3ué(|és  iiacer?  Meferinj¿'^,j  ^^  !  i^.  , 
un  brazo  por  una  mañea. 


e 


De  mía  lj(|pictera  \  lava/  tó  i^if^^ 


bras[:|4l^52A?Q3-L 


Leo. — «La  entrada  de  invierno  se  pre- 
senta formidable..  Figúrense  ¥V.  que'  se ' 
estreQa  anunciándolos  ágcanehínr. ti     i-  i- 

— ;Sabe  yi,  ique.?v.Y.  ^.- ■  :■.  n  oLt  HoiKí^* 

—  3^   -r  M},£:-i^b  £Tiji<  é)'/Kíi3ÍBq  J^ofíí'insJ  ■ 

—  Pues,. sil,  íóií^jí.itnH'.  r«ti-  i>   íí^'  íií'i-'  sí< 

—  Me  alegro.        ■  ,;;0io£.:  iuiíiq  ¡'^'c^''^ 

—  Y  qué?    ;  ■  ji'>-\my-'j  íjíjí;!!'.  ■;)  ¿oi/i-^r-iji  •'► 

—  No  me  diga.;  ,;rtii;¿  ¡J.  oii}'  íííüs  o^mc:;  J? 

—  Es  cosa  resuejtaw  ?■  i  ;v\v'>í^vX\>'V<  íní'r) 

—  Que  pronto!  :>?• 
Y  corren,  corren  infií^j^id  (^.e  noticias, 

que  lio  dudamos  se  abultéis»  peau?  gufr  en 
el  fondo  son  ciertas.  Y  éste  «1  5  4®  Abril, 
y  aquél  en  Junio,  eri  Julio,  Agosto....  se-: 


.•■•fiiilJP'í 


í^&.hvÜéhacTiada  luce  iin  vistoso  unir  , 
fotírie'  de  yolüritarí o,  y  la  verdad  es,  que  dá 
gusto  ver  soldados  limpibsl  planchados  y,.,í 
estirados  -l 

Tal  ve^  el  ministro  de  la  guerra,  una  ve?  -t, 
terminadas  las  maniobras,  sé  .dedicará  4, 
dar  fusilé  ai  éj  ér'cí to , ' ' ' '  '  '^'  ^ ': '  / '     '  T      i 

Que  Bien  lo  necesita.  •■  „ . ,, ,     j  , 

Por  .que  .se  vé  cada  cuello  de  camisa!. , « . 

■.\'\  :     I     [■'■l   {.'  I]---  ■    '[  i1  i.'  '■■••■,!•..;■'■■:    •        r.    f  t.I'A 


..■'•v"í 


».    i 


'.     Anuncióse  el  estreno  de  El  Bntétmen^'&i 
el  cifiJo  se^ncapgóiietBvitarqtíe  se  o©osi¿a 
mará  gl  actOoc--^  :•  u:\y\'^^r{--ih'>  ¡'.'j  mhihjaí: 
.  Ajjpra^  tenemos  entendidoique  un  autor  i'^ 

,  piensa  dar  á  luz  «  Los  Hermanos  Barrien*  'vi 

]  tOS^f..,    .,        ..-.■,    -^l    .    •      .       ■       ■         í    í      ■:■  •      ••■       J.    •• 

Saix  Ramón,. abordo  departas,  le  ayudeí-.t!'» 


.  Si  quieres  ser  bu^  cronista 
tres  cosas  has  de  saber:  •_.  ^  -.,.  , 

í'Póiwér'bien  áégrihgoiádé  -'-  ^ -»"-'• -v 
ifóíit*  éiujaury  for  evér. "'"'''  "  ''  -  "  '  - 

Por  aq^uivocaciétt,  Bimplehieülef  un  á!-- "-'í* 
caide  ha  puesto,  no  hace  muchos  dias,  en    '■^^■ 
libertad  á'Cfncorpresos  que  purgaban  di-'  ' 
versos  delitos.  i^!--v-'t  ti-  d^-l  cj>'-ii;i;fí;e^r.  tt>,':'U 

El  iiecho  iha  ocurridclfr!'^^  ?    i  :;i¿  'nO     "ij 

-  En  la  Zululandiaí      '    r      '.lía  r^  k  ñi;  j^é 

—  Noy  señor :  en  Buenos  Aires'.  ■  •' ' ' '  '^^      "  ' 
El  dia  menos  pensado  nos  encontrare--*  '^^ 


.17-41 


BÜil^áth^ÉQ 


mos  con  el  oJ(jfl|^i3B^^c(rJ0^3"  80í>ierno 
que  será  envidiaoo  de  lodos  los  países. 
Y  todo  por  equivodáéión. 

mmmLíom 

y  se  í^f|Fc;É¡T|ivni|Qí?agupl?,-j;/  i 
pidiéndole  alguna  cosa 

¡  A^tefact6^iín|aIa^  f^^^  '"''■ 
BSAlI3iambS8doQ  í2]i;loijqpv®  inftero)^/  : 
pues  sirve  para  limpiar... 
el  bolsillo  de  dinero. 


r  i-,  ,  ■-.  jil  i  M^i/^  {{~; 


láM 


fatoa.^ 


'  piír.     -i-B 


iiil-ÍJ- 


r!7lM 


COR||SPgNDg^SCIA 

P..,Jíaj<én.-Tlíi  nwnseúoJF  AJoeiros  le  puede  dar  & 
"V.  lá  absolución.' 

Yaluntar^o.—Apes&r  de  la  buena  voluatad^no  pue- 
do, y  lo  siento.' 

Morfeo.—De  Jíorfeo  hab,ia  de  ser:  ¡caracoles!... 
valiente  ración  de  narcótico  me  larga  v,'' 

H*  A— Es  regular. 'Tal  vez  arreg^ianldoía  un  póqüi- 
i&Si^i^^'  '    ■      ■  ■'.  ■  -     ■  .  .    . 

Suscritor.—Si,  señor;  está  agotado. 

^  ria¿.  Pero  nó  contenían,  qpsas  como  esta; 

«Óyeme,  verás  que  ni  una  '-'     - 
de  mis  palabras  te  hieren: 

ri  n  ,  c^^ían^^opL^aJiftpa  se  auieren^  .,       ,  .  „. 

I !(  ;  ^M  ftiaa«n=  jajsldqs-ien  tíí^A. »   H  -«       ;  ^'i   : 

Ya  vé,  V.  que  tina  y  «wa,  son  excesivamente  conso- 
nantes. 

ifían<eWo.j— ¿PeroVf.mq  mapda  su  «lUisión-  para 
que  la  publiqué?  No  lo  creo...'v.  ha  atentado  contra 
laiviéa,.  lYSiya.  un  disparo'. 


A.  F.—Su  iE:s<r<éeíííA¿9iC05)parece  hija  legi- 
tima de-V.-queha  dado  PCueba^ehí^Qfir  algo  bueno. 

mente. 

Y.  P.  A''.— Piie6.;.!.;;WpVA  -»l.;oa©iní>,  d»!  otro,  muy 
aposar  mió.  Espero  ,el  próximo  y  deseo  que  sea  ma- 

Gracioso.— tío  d^e  iJto^e'V»  Qt^mifffí^  tengo  el  labio 
par  ío...  ,         ■    ¡<f     ,     i        <«  . 

Temoleque.—M'ay  bonito,  venga  la  firma  pronto, 
y  ky  publico.  ■,.:•-■. 

JfO»w,<',»^P^as.O  la  op:ortuni<íád  j  débp  adver^^  que 
de  lo  semiiTpicítnte  a  lo.pi^nte  y  meidio,  hay  difer.ín- 
cia.  Ah...  y  no  se  eche  V.  atrás;  mande  algO'  más 
sí  gusftá.-'  "■','-'  .■,.■','.'',      -"'".J, 

GauQho.^-Xi  es  Y.  gaucho,  ni  se  hacen,  gracias  ata- 
cando ciertas  cosas.  Una  cosa  és  titear  y  otra  cosa 
pasarse .  Y  V.  es  de  los  que  se  pasan  y  sin  gracia. 

Jacinto  de  Argental.  —  Está  bien  hecho  sin  duda 
alguna:  pero  me  resulta  muy  serio.  i.\h!  y  sepa  que 
V.  no  molesta,  muy  al  contrario. 

Redactor?— 'C^o  señor! 

Tímido.— THo  lo  sefá  Y^  jfiuch&  ouándo  la  emprende 
á  tiros  con  la  métrica,  la  rima  y  ¡ay!  hasta  con  la 
ortografía,  que  es  tan  delicada  la  pobre. 

E.  J.  V.— Recuerdo  haber  leido  en  otra  parte  una 
poesía  igual  á  la  de  Y.  ¡Maldita  coincidencia! 

quiete-^ji^  ¿n  el  prfjsipó  ntfjniero  í|^4re2ca/&l  gié  de 
su  Retruécano.       -         '  -^  —  -  ^-  -      w 

Bonete.— "So  recuerÍ6"narber  recibido  nada  tuyo 
(lambiente  «ñteo^*  asi  es  que  no^ie.  coníssíé--l4p  del 
peh^miéatOr  8rma  de  mujer, ;^r  '-  "^~-^-=*-'^*^-- 
raíl.  íYa  ves'íqtie  penetración  V^í^étíi 
noiierés  fea,  déjalíé^^-ver  elpelQ^^íj 

L:  M  C.-FlojiUó'todo.í''^; 
,  f\(fstu^\Hl(\s^  T7frr;^cia  s 
el,cají^-  .qi\e;FPJ8Q  jvodi^i 
muestra  V.  umigrpn     ''^ 

G.  Deán.— Vista  bien,  í|ií^: 

eso  no  lo  publicó  i'    '     [^  .^;¡ 
¿. 


EL 


SEMAN^ÁÍWÓ 
DirectoíT:  ./EM^I©IJÍBA)eQLIa,6o^^ 


. I  ■;; 


Capital:  3  meses j^.  j^^.^  ,j^,j^  .  .^.^^  .     0    1.50 

íProvincias:    Los    señores    Corresponsales 

fijarán  el  precio.  -  ■'-'  í'ííOU. 

Nümpro  corriente. ....« ,■*'.■.  *> .  •    . ....  ..V.      »   0.10 


atrasado 


l.i  I  ////  5!  >  JU 


. ....      »   0.1,5 


SKJDESEAN  AGE^NTES   Y   COHRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

-AtóSSA— i«t  '"(altos) 


:?':kaí; 


efeífiA^ft^pgi, 


175 


:.! V:   í»'  --11 


COMPAÑÍA 


■v^o 


VAPORES-GORREOS"-  ^    "^  ■•'■ 


&vthvenGwnado8  por  él  Gobierno  É^anóí'^ 
Servicio  mensuaJ  Djo 
entre  el  Rio  de  la  Plata  y  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  2^e  caía  mes 
para  Santa  Cruz  de  Tenerife.  Cádiz,  Barcelona  y  Mar- 
sella, admitiendo  carga  y  pasajeros,  así'  cbino  para 
Vigo.  Córuña,  Santander,''Bilba6y  démfts  puntos  im- 
portantes de  España.  ,.    'í, 

Por  más  inrormes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus  agentes 
Antonio  López  y  C",  calle  Alsina,  750. 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  venida  de  todos  los 
puertos  y  ciudades  de  España. 


Jim 


'-(■^ti-jil    'r '' 


upí:^ 

^A1 

■;.■■'»  íi:  -)  i-.;  fr, 

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■  jif^'3'.'í:;! 

oin.DlSPONIBLE 

<<■'.        .V...^.■: 

--i.,-.;  /;'   .,!.-  ■'  V  :.>.'  :■ 

' ■■ '   í     .  ''•  l-  '1  ;¿ '.  "", 

'  '  ■'■    '■'•''' 

. : — i t     t.í'    1         i.  .     . 

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176 


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Gerente:  ÁNGEL  ROMÁN  CARTAVIO 

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\'A'\    Í!    r/.l/    ■•/: 


^recio  enlaciúdadi,!..    f  6.10  él  nii!»e«) . ;  -.  r-  <;  >.  j  ji- 
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\ÍJ.i  r-'  I   3í:-- 


" »  ■  •  ,1 


¿^^.-.^  OTO  a -i  rf'>ac>J' 


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lOá  r.o; ji  xjaíf  ■ 


■^ft««í>fe. 


■   "    ■■'■iJ'fji 


wir:oqeQ 


7-.Í'  »íí 


ÍJJa 


•  fSü^Hd-i 


;  i! 


^l'r- 


i-?'^    ■■-■■■ 

■"^ i ; ;    i\-'- 

r:.-^-¡  í     - 

•■■V-  ^ 

,  ,..'.■'■>-'.■. 

--:?.-   .;i  -. 

.mro-j. 

-    3lim~ 

•aml'i 

con  jttstíeia  fesiejado,''í  i   lií :  i    '  í^tjBis  »kjo' 

y  arque  nunca  ]eÍím'siíhM'"¡¿,¡^Too^. 
9pesar  de  su  apellido. 


^■^: 


EL  mkbj^L 


í;gní;:i  és  í 'ví'^■'""^©'^— 


AREClá  que  la  alta  «-ocie^ 
dad,  cantagia<ia  sin  du- 
da por  d  oi'fM»«Ít>í- mo- 
yimiéht'o  teatraj  quése 
observa  en  Buenos  Aires, 
ha  resuelto  celebrar  co- 
medias caseras,  á  fin  de 
que  iu;%can  sjjb  dot«s  (artísticas)- una  poi- - 
clon  de  soñeras  y  caballeros,  que  no  s. 
dedican  á  las  tablas,  porque,  apesarde  su 
vocapión^  la  posición  social  que  pcupain  no 
se  lQ:pelai9^^t»4^•^■  .^  •  W,"'^^  '  ^"'  'Í^"'1 
•  M  ,  14  tn  á^eci^bá 
..,-;3  ,^  .colega  dá  la  noti- 
cia, y  aunque  no 
la  hubiese  dado,  ya 
me  había  comuni- 
ca,do  algo  de  lo  que 
ocurrir  1  durante  el 
invierno,  Pepe  Pe- 
lez,  que  es  un  mu 
chacho  muy  dis- 
tinguido y  galáit 
jrtvt^n  de  ocasión. 

j^,    -^¿Nó.lo  sabes? 
—  me  dijo. 

— ¿Qu  ? 
— Pue>  que  est ' 
invierno    será   fe- 
cando... 
— ¿En  pi\lrao  lías? 

— Nó;  en  acontecimientos  artísticos. 

^— Me  a'tígro. 

— Si,  hombre;  la  señora  á<i  Costurilla 
hace  construir  un  teat!  o  de  quita  y  pon  en 
s:u  casa,  y  en  él  debutaremos  varios  artis- 
tas que  and  irnos  ocultos,  piro  que  en  so- 
ciedad somos  verdaderas  est-oillaá. 


I  -^^á^M^riKsV^  séy^^tKiNJict^r  de-  eí^oh-' 


•>U 


Curiar-'  "'-^  "^"P  X9^l1^él/  ¿-íj^u 
—¡Qué  me  áíeütítóf  ^  ^^>* 
— ¡Ohl    Es  iliiá'  ¿átt^á  ■  l^igúipaté  q^^ 
hago  él^tepá-ftb'dé'papeles  y,  naturalmen- 
te, á  las  niñas  que  me  son  más  simpáticas  : 
les  doy  ios 'que  rei^üiérén  eíscenas  dé  átpor 
conmigo,  que  soy  el  primer  galán;  -  '  t     ; . 
— ¡'Píllínr''^^"^i  ^ '-■'**''í  ■  ■■■  '.TÍ:  rí¿.r-'  ;•"<-",,■ 
Nó  faltarán  literatos '  que  e^rí bah  obras  - 
de  salón,  y  todo  hac*'»ttponer  qué  el  arte, 
que  tan  mal  parado  está;  según  se  dice, 
encontrará  acogida  en  los  más  arisíocrá' 
ticos  salones.         ^         '  re»; 

También  la  clase  media  prepara  repre- 
sentaciones.' ■■'    ■••■'■  *^'    i;?  í;  Trir  :o' íí^J-. 
Pero  nada  de  ol>r..s  de  éfnpüje;         J  :-M~' 
En  casa  de  D.  Antonio  Pajizo,  que  tiene 
ropería,  se  está  ensayando  ¿<w  tentaciones 
de  San  Antonio. 

La  otra  noche  me  invitaron  á  un  ensa- 
yo y  quedé  sorprendido,  sobre  todo  en  el 
dúo,  que  lo  canta  la  bija  nrtayor  de  D.  An- 
tonio y  el  dependiente  habilitado  del  regis- 
tro que.  según  parece,  trata  de  hacer  más 
sólida  la  habilitación,  uniéndose  en  casto 
y  eterno  lazo  con  la  hija  de  su  patrón. 

Decía  que  en  el  dúo  despuntaron  mucho 
los  dos  artistas,  sobre  todo  él,  que  canta, 
ba  con  la  mayor  buena  fé,  y  poseído  del 
más  vivo  fuego  artístico: 

En  tus  ojos  al  mirarme 
veo  mi  horror... 

Y,  verdaderamente,  aquello  no  podía 
ser  más  horroroso. 

Además  de  Las  tentaciones,  se  ejecutará 
La  gran  vía,  aunque  se  tropieza  con  el  in- 
conveniente de  los  trajes  para  las  niñas 
del  coro,  que  se  resisten  á  lucir  las  formas. 

Más  vale  que  las  familias  s«  efitreten- 
gan  ron  obras  sencillas. 

Por  que.  las  obras  fuertes  no  son  para 
aficionados. 

Y  sino,  que  lo  diga  M.irtínez,  que  por 
poco  muere  en  escena  representando  un 
drama  de  cipa  y  espada. 

Y  todo  fué  por  que  en  la  escena  del  de- 
«lesafio  s^e  entusiasmó,  como  un  volunta- 
rio al  recibir  su  fusil,  y  atizó  media  docena 
de  puntazos  al  barba,  que  amoscado  al 
Itu.  empezó  á  repartir  cintarazos  á  diestro 


Rí.  r.^^^^^g?. 


17»^ 


<:í 


y  siníe.vtro,  hasta  que  el-trjMlQr  i^rjriiii^ü- 
Ao&ej  úa^Telósaofinte^  dÍTpaíTi!^ ,  su  pifióla 
■de  caballeria  contra  Martinez  que  se  He^ów 
las  manos  á  la  cara  y  exclamó :, . 

._,.  .,  .•  ■■■y-     •*-■ 

-^l'Animalj  Que  has  hecho?  ..,::('    ,f, ; 

— i  Qué  he  hecho  ?  casi  nada  —  dijo  el 
Araidor. -..r;:-.  -?...   r^^^f.  '■-:,,,.:..  >,.-,;v\,  ^.^  ■  , 

-—¡Mi  hija  está  vengjadal  contestó  el 
barba  siguiendo  su  papel,       , 

Pero  Martinez  en.pezó  á  jurar,  y  ¿gri- 
tar, mientras  el  público  que  llenaba  )a  al« 
'  coba  aplaudía  furiosamente  creyendo  que 
lo  que  pasaba  lo  invlicaba  el  papel. 

Por  fia  se  vió  que  el  traidor  h^bía  qué- 
malo las  qejas  á  Martinez,  y  el  drama  se 
interrumpió.  ,í      ,         :   -i^^, 

—  Claro,  decía  la  esposa  del  víctima; 
=esie  bárbaro  de  Antonez disparó  á  quema- 
Topa.  >  . 

—  fA  quema-ojos,  disparó!...  gemía  el 
•pobre  Martínez. 

Nada,  nada;  huyamos  del    drama  que 
;pu«<le  ser  de  fatales  consecuencias. 
y  sino  que  Martinez ío  diga. 

«  « 

Por  lo  demás,  los  teatros  serios  sabe 
Dios  si  se  quedarán  sin  público. 

Por  que  pudiendo  admirar  notabilidades 
vcaserás  ¡cualquiera  va  al  teatro  á  gastar 
din^^ro! 

Es  lo  que  me  decía  un  almacenero  reti- 
rado, que  ahora  quiere  hacerse  empre- 
sario. 

—  Los  teatros  caseros  nos  harán  daño. 
— No  lo  dudo. 

—  Pero  yo  tengo  una  idea  salvadora. 
-¿Yes?  .    .^ 

—  Formar  una  compañía  ligera, 

—  ¡Cuidado! 

— En  primer  lugar  me  proporciono  un 
•coro  de  señoras  que  sepan  su  obligación. 

—  Esescenci/il. 

—  Y  que  estén  bien  fórmalas. 
— Escencialisimo. 

—  Y  pongo  en  escena  obras  natur<.lis- 
■tas. 

—  I  Hombre! 

—  Sí.  Un  joven  autor,  desconocido  aún, 
Jne  ha  escrito  «Los  baños  de  mar.» 

—  Buena  obra  para  verano. 

—  El  coro  sale  sin  mas  ropa  que  un  ta- 
fiarrabos. 


—T|  lo  creo.  Est^  segijH^waaw  woi 
Al  teaÉTo  nadie  va  para  sufrir.  La  ctl^tíóri 
i's  reír  y  oír  música  alegre.  ^ 

~Sí,  pero  á  lo  mejor  el  público  se  cansa 
y  toma  el  camino  de  su  casa. 

■—Ya  he  pensado  la  manera  d 
iierip. 

—¿Contener  al  público?  ,      ,. 

— Ya  lo  creo!  Otro  escritor.  .>!íf^» 

—Desconocido  también  ?  "^      ' 

—Sí,  pero  tiene  mucha  imaginaciS^ 

— Ya  es  algo. 

-  Ha  escrito  «El  vino  y  la  filoxera.* 

^-Será  obra  de  jugoi 

— Figúrese  V.  que  el  coro  sale  vestido 


?■ 


'^ 


•  on  una  hoja  de  parra,   representando  la 
viña!  vi 

— Y  con  esto  piensa  V.  contener  al  pú- 
blico? 

— Vaya. 

—Pues  dificulto  que  lo  p^a  V.  conte;^ 
i  'ren  sus  justos  límites.     W     -í  ^ 

— Es  cuestión  de  apreciííííííbnes; 

Ello  es  que  durante  el  invierno  tendré- 
'uos  esp-'ctáculüs  p^ra  todos  los  gustos,^ 
s  el  dinero  no  se  evapora  completament|ie 
'ie  ruestros  bolsillos,  nos  divertiremc^ 
mucho.  ^.  1 

Y  si  no  hay  dinero  ¡ájo;^  salon^í- 

Que  en  ellos  es  ley  este  lema : 

Baratura  y  buen  gusto. 


.1  íf.'    '>      J-' 
EL  CASCABEL- 


OÍ  íífuf •-ifhfl^j>   ,'•,•   ...-.-mím',,!  •.     .a,.: 


•J     t;jf;5í;<';(¡:D- 


LOS  JEBESISTIBLES 


■f-¡ 


íi-.  ':\ 


■!A^(\ 


K 


■  t>. 


♦t..i- 


NfiíQÚE  Ruíz,  su  figura 
va  lucienüo  por  doquier, 
y,  al  mirarle,  no  hay  mujer 
;  í;.     .que  no  admire  su  apostura. 
í'tH     Él  comprfende  lo  importante 
iflf.V'  que  es  el  vestir  bien  hoy  dia, 
' .     y  sus  levitas  confía 
al  sastre  más  eJeganle 
Que  le  igiíalen  no  consiente, 
pues  por  nadie  es  superada 
su  corbata  delicada, 
stt  camisa  rélucfente. 
No  hay  quien,  como  Ruiz,  ago  o 
el  buen  gusto  en  el  vestir, 
¿y  quién  Je  ha  de  resistir. 
si  se  retuerce  el  bigote? 

ijííí?  bay  dama  fría  y  severa, 
ni  inujer  libre  y  liviana 
que  á  Ruiz,  de  muy   buena  gana, 

/sil  corazón' rió' lé  diera. 

'Él  no  cree' iíh  la  virtud, 
^  hi  en  mujer  qué  le  resista, 

y  conquista  tras  conquista 

abusa  de  su  salud. 

Son  sus  triunfos  tan  notorios, 

que  por  muchos  aclamado 

conro  Mentor,  ha  fundado 

«Academia  de  Tenorios». 

—  Oid— dice  á  sus  secuaces- 
no  suspiréis  á  la  luna, 

ya  sabéis  que  la  fortuna 

favorece  á  los  audaces. 

Y  si  alguno  quiere  ser         '    '  ^  /  ' 

de  las  mujeres  querido. 

recuerde  que  siempre  ha  sido 

romántica  la  mujer. 

A  la  más  esquiva  y  fría 

hace  ceder  el  lirismo, 

porque  á  todas  al  abismo; 

las  lleva  la  poesía. 


Ruiz  fuese  ayer  decidido 
á  casa  de  cierta  dama  ■     ' ' 

cuya  virtud  goza  fama      ' 
y  que  adora  á  su  marido. 
Llegó,  la  vio  y  de  rondón,        i 
según  su  procedimiento,     ^    , 
con  tierno  y  mesloso  acento, 
la  descubrió  su  pasión. 
—¿Pero  ha  perdido  usté  el  seso? 
¿  Yo  querer  á  Vd.  ?   ¿Jamás? 
—  ¡Oh,  señora!  Nada  más 
la  pido  que  me  de  un  beso 
i  Por  favor ! 

—  i  Si  se  propasa 
y  no  se  va  de  mi  lado, 
voy  allamare  á  un  criado 
y  le  echo  á  Vd.  de  mi  casa 

—  ¡Oh,  calme  Vd.  mi  agonía! 
Puede  usté  hacerme  feliz. 
(—¡Adelante — pensó  Ruiz—        ir 
¡  aquí  de  la  poesía.)  ,     . 

—  La  pido  un  beso  ¿  qué  es  eso  ? 
Sello,  que  borrando  agravios 

,va  uniendo  todos  los  labios 
con  la  cadena  del  beso; 
beso,  que  áf  (íalmar  mi  afán, 
llega,  enviado  por  Dios, 
á  la  boca  de  los  dos 
desde  los  labios  de  Adán.. 

.Mientras  liablacnii  vive/a 
Enrique,  llega  el  cspo>;o, 
el  cual  empieza  furioso 
r»  golpeartefla  cabeza. 

—  ¡ Ladrón !^grita  el  ofendido 

—  ¡  Socorro ! 

—  ¿Le  clioca  á  usté? 
Pues  este  sistema,  á  fé, 
es  desde  Adán  conocido ; 
son  golpes,  que  siu  cesar, 
recibe  algún  majadero 
y  vienen  desde  el  primero 
que  á  Eva  quiso  conquistar.... 

'       Luis  Garda. 


QUÍÉ  APURO! 


{Calle  usted  por  Dios!... 
Si  esto  de  s&r  periodista  le  pone  á  uno 
Aveces  en  unos  compromisos...! 
'Y  creen  que  en  esta  vida  de  escritores 
4odo  son  glorias. 


j*.«aíjw,  :i 


iQuiá! 

Un  colega  tiene  necesidad  de  dar  cuenta 
é.  sus  lectores  de  que  el  actor  Fulcino  ha 
representado  de  nuevo  el  drama  Tal. 

Toma  el  colega  la  pluma  y...  primera 
cíiíícuUad. 

¿Cómo  se  dice  en  castellano  que  una 
obra  ha  vuelto  ó  representarse? 


EL  CASCABEL 


181 


O  como  dice  el  personaje  de  Moliere:— 
¿cómo  diría  yo—^Bella  marquesa,  vues- 
tros bellos  OJOS  fííé  fia^eii  moriv  ide 
amor?  -  -•-/»^^  --^  -^  /  •■    ■  ^ 

En  francés  ya  sabemos  como  se  dic^í 
gracias  á  que  en  esta  tierra,  hablamos 
mejor  el  francés,  el  italiano  y  hasta  el  hún- 
garo, que  el  castellano. 

En  francés  se  dice  ife^^Hssc. 

¿Cómo  lo  diremos  acá? 

¿Retoma?...  ¿Reprisa? 

¡Recaramba,  qué  apuros! 

Y  el  colega  al  fin  vá  y  lo  deja  en  fran- 
cés para  mayor  clarité. 

Apenas  salido  de  ese  compromiso,  ne- 
cesita decir  que  ei  publico  deseaba  ver  si 
el  actor  Fulano  conservaba  sus  faculta- 
des artísticas  y  ¡nuevo  tropiezo! 

Por  vida  de... 

Por  fin  escribe  que  el  público,  deseaba 
ver  Si  las  facultades  del  Sr.  Fulano  se 
mantenían  en  la  Tessitura  necesaria 
pa/'a  ele... 

Por  modo  y  manera  que  en  el  corlo  es- 
pacio de  cuatro  lineas,  tenemos  reprisse  y 
tessitura. 

VV.  queridos  lectores,  tendrán  sentido 
común  y  se  reirán  tanto  como  yo,  cuando 
lean  que  la  distinguida  señorita  Cuál 
tendrá  un  ruidoso  suceso  en  el  papel 
de  Bocaccio  que  desempeña  como  na- 

w  Cty  •  •  • 

¡Un  ruidoso  suceso!!! 


Como  si  en  castellano  no  signifícase  lo 
mismo  éxito.)  triunfo. 
j  iXlnrm^oBoéopito.  f 

¡Ésto  suena!!   '.'vé 

¿Y  por  qué  será  que  las  compañías  no 
se  estrenan? 

¿Porqué  debutan? 

Bah,  bah;  basta  por  hoy. 

Convenzámonos  de  que  sin  saberdeslro- 
zar,  con  más  ó  menos  propiedad,  el  ita- 
liano y  el  francés,  no  es  posible  escribirlo 
en  español. 

Yahora  pregunto:  ¿cómo  diantre  se  las 
compondrán  para  escribir  en  castellano 
los  infelices  que  no  sepan  italiano  y  fran- 
cés? 

¿Cómo  expresarán  sus  ideas? 

¡Esta  es  mi  duda! 

¡Ay!  Ustedes  dispensen  que  lo  haya  di- 
cho en  español,  sabiéndolo  decir  de  otra 
manera. 

Retiro  pues  «  esta  es  m.i  duda. » 

Y  pongo  en  su  lugar  «  2  hat  ist  the 
qucstion». 

En  inglés,  para  que  VV.  comprendan 
mejor  la  idea. 

¡A  ver  si  entre  todos  acabamos  con  esta 
mísera  lengua  de  Cervantes,  tan  raquítica, 
tan  pobre  y  tan  incapaz...  de  expresar 
nada! 

¡Animo! 

Es  cuestión  de  buena  voluntad. 

P.  Rouvier. 


RETRUECAMO 


—  ¿  Ves  titilando  una  got  a 
de  rocío,  en  la  mañana, 
sobre  una  rosa  galana 
((jue  á  duras  penas  se  nota) 
cuan  bella  y  cuan  linda  es  f 
¿Ves los  brillantes  colores 
de  las  aromosas  flores 
que  están  besando  tus  pies  ? 
¿Ves  á  través  del  celaje, 
tachonado  'de  estrel  litas, 
cuál  lanzan  mil  lucecitas 
imitando  blondo  encaje? 
¿No  ves,  que  con  dulce  alliago 
rompe  la  luna  el  capuz 


de  la  noche,  y  á  su  luz 
destella  el  agua  del  lago? 
Pues  ni  el  sol  que  en  lo  alto  mora, 
ni  de  ese  cielo  el  destello 
es  tan  hermoso,  tan  bello, 
Arturo,  como  la  Aurora... 
—Veamos,  ¿qué  te  alucina 
de  ese  firmamento  oscuro? 
-— ¡Alto! 

—  Cómo  ? 

—Yo  hablo,  Arlure, 
de  la  Aur9?á,  iii  vecina.|  "■  j{j  • 

A.  Biesgo. 


'i  sí  >■  . 


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J.i: 


^Ííák6ck6EL 


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•  i'C,    0'^     (i 


( L  A  S  BE  MENO  A  ÍNEZ  ) 


^' 


7.'N 


ASEABA  por  la  calle  Rivadavia. 
No  tenia  nada  que  hacer,  y  procurando  pasar  el  ralo  entretenido^  contemplaba  eF 
desfíle  de  costureras  y  modistas;  que  solas,  ó  formando  animados  grupos,  %&  dirigían 
á  los  diversos  re^/ísíros,    establecidos  en  la  calle  que  puede  decirse  divide  en  dos- 
mitades  la  ciudad. 

"  El  cuadro  ofrecía  animación  inusitada,  y  arcada  momento  le  daba  nuevos 
matices  otros  grupos  de  costureras,  que,  cuál  hormiguitas,  iban  y  venían  con  el 
atado  de  ropa  lisia  ya  para  entregarla,  ó  con  el  inmenso  paquete  de  chalecos,  ó 
pantalones,  á  los  que  debían  dar  forma  y   muñir  de  ojales,  etc. .. . 

No  faltaban  galanes  de  ocasión  que  acosaran  á  las  costu- 
reras con  requiebros  cultos,  frases  gordas,  expresiones  in- 
decentes ó  atrevidos  manotones,  que  no  fallan,  por  desgracia, 
en  nuestras  calles  hombres  que  tienen  la  frase  en  las  puntas 
de  los  dedos. 
Insensiblemente  llegué  á  la  calle  Florida. 
Allí  el  espectáculo  era  diferente*  La  concurrencia  selecta. 
No  se  veían  transitar  costureras,  y  si  acaso  se  veía  alguna, 
cruzaba  la  calle  deprisa,  como  queriendo  huir  de  un  centro 
que  no  era  el  suyo. 

En  la  calle  Florida  se  hace  ostentación  dé  lujo.  Lujo  en  las 
vidrieras,  y  luio  en  la  calle,  que  parece  inmensa  vidriera  des- 
destinada á  exhibición  de  trajes,  siete-mesinos  y  mujeres  bo- 
nitas. •    1       . 
¡Y  sobre  lodo  lo  último ! 

Por  cierto  que  me  llamaron  mucho  la  atención  dos  simpá- 
ticas niñas  que  ostentaban  un  lujo  que  bien  á  las  claras  de- 
notaba que  pertenecían  á  una  familia  pudiente:  aunque,  en 
conjunto,  pude  notar  en  ellas  im  no  se  qué  que  contrastaba 
con  la  riqueza  del  vestido. 
Las  seguí. 
Ellas  lo  notaron,  y  miraron. 
Es  más;  creo  que  sonrieron. 
Animo,  me  dije,  y  seguí  impávido  la  persecución. 
Detrás  de  ellas  fui  hasta  la  calle  de  Cuyo. 

siempre  por  Fl-, 


■|'i;u 


lul.^la 


11    <'\\'r. 

bu  ni  I»,  y 


Luego  dieron  vuelta  y  volvieron 
Rivadavia. 

Las  miradas  menudeaban. 

¿Por  qué  miraban  las  dos? 

xPor  cuál  decidirme? 

La  verdad  es  qiié  las  dos  valían. 

¡Ya  lo  creo!  ■  '      1  .'  ? 

Per*-    yo....   era  forzoso  que  me  decidiese  por  ui  u 

N"  aS,  hada;  me  pareció  que  la  más  alta  era  m;i? 
á  olía  dirigí  mis  miradas  y  sonrisas. 

Fui  correspondido,  con  creces.- 

Dispuesto.  A  todo,  intenté  un  avance. 

Dirigí  ún  piropo,  lu<^o  otro,  y  fínalmente  me  puse  ;i  su  lado 
y  supliqué  me  permitieran  acompañarlas. 

Resistieron,  pero  al  fin  la  mayor  consintió. 

—  Tome  el  Iramway  de  Chile  y  Entre-Ríos.  Nosotras  1"  toma- 
remos también;  mucha  prudencia. 

La  tuve. 

jMe  intejresaba  tanto  la  mayor  délas  niñas! 

Tomamos  el  tramway. 

Yo  me  quedé  eñ  la  plataforma  fumando  cigarrHlos. 

Pagué  tres  boletos,  y  reparé  con  extrañeza  oue  la  mayor  pagaba  el  pasaje  á  una 
mujer  que  llevaba  un  lio  repleto  de  camisas  ae  colót. ... 
¡Pobre  mujer!  Tal  vez  era  conocida  de  mis  desconocidas  beldades. 
¡Vaya  V,  á  saber! 
Llegamos  á  la  calle  de  Entre-Ríos. 


'•^rtfigS^? 


,,^.^pc^^i^ 


183 


Nos  apeamos  del   coche  y  detrás  de  nosotros  se  apeó  la  pobre 
1^  ,^  -jj^uicrjja  ^1  atado  de  camisas. 
'J  s  -\  TVí^J^0!p(^Ji^s[|B5  ladóp  ínl^íbrRarBIafTí  p^o  una  voz  dulce  la 

—  vaya  Rgerito,  Mana,  quedes 'tiaMe.      "^ 
La  vieja  se  adelantó  y  pronto  la  perdimOíS  de  vista. 
Me  acerqué  entonces  ú  las  niñas,  y  empecé  el  fuego. 
^La^s  acompañaré  á  Wi    :-¿ 
—De  ningún  modo. 

—  Yo  no  soy  tin  cualquiera;  siento  una  simpatía  iri 
por  VV.,  en  especial  por  V.,  (á  la  mayor)  y  deseo  empeí 
este  instante  una  relacióiL.que  esperó  acabarti.... 

—  ¡Galle  V.  por  Dios!  ¡Qiíé  prisa  lleva  V.... 

—  Es  que  me  ha  impresionado  V.  vivamente. 

—  Sepárese  que  nos  pueden  ver.  j  ' 

—  Prométame  que  mañana  nos  veremos.  ,! 
Y,  en  fin,  de  ruego  eni  ruego,  y  de  súplica  en  súplica,  logré 

obtener  esperanzas.  i 

A  ruego   de  las  niñas  ime  separé  de  ellas  por  no  comprome- 
terlas, y  una  vez  que  me  dieron   las  señas  de  la  casa  de  una 
amiga,  á  donde  debía  dirigir  las  cartas,  di  media  vuelta  y... 

lOh  fortuna!    Un  coche  cerrado,...  - 

Lo  tomo,  digo  al  cochero; — siga  disimuladamente  á  aquellas         r^" 
señoritas  hasta  su  casa;— elautomedonte,  un  mulato  vivaracho,        ^^>- 
me  guiña  un  ojo  como  diciendo:  ¡comprendido!  y  nos  ponemos 
en   marcha.  /    ' 

Bllas  volvieron  ía  cabeza  repetidas  veces  para  cercioraríe  de  :^  i- 
que  no  las  seguía.  ^/^ 

Por  fln  llegaron  á  una  casa  de  modestísimo  aspecto  y  entraron. 

Despedí  al  cochero,  y  cuando  más  ensimismado  estaba,  pasa  ' 
por  mi  lado  aquella  vieja  del  atado  de  camisas. 

La  detengo,  ruego,  indago,  y  después  de  agotar  el  escaso  caudal   -•- 
de  mi  elocuencia,  arranco  una  confesión  preciosa. 

La  vieja,  la  que  llevaba  el  atado  de  ropa,  la  que  vestía  poco 
menos  que  una  pordiosera,  era  la  madre  de  mis  desconocidas 
heroínas! 

Y  ellas  dos  humildes  costureras. 

Inútil  creo  decir  la  vertiginosa  carrera  que  emprendí. 

No  paré  hasta  la  plaza  de  Lorea,  y  allí,  sentado  en  un  banco, 
me  estremecí  al  pensar  que  la  que  hace  servir  de  mucama  á 
su  madre,  bien  podía  obligarme  á  ejercer  de  niñera,  dado  caso 
de  que  hubiese  caído  en  el  lazo! 

Pobre  de  mil 

Clavos  de  esta  naturaleza  son  corrientes  en  Buenos  Aires. 

El  diabk)  nos  libre  de  ellos. 

Amén. 
-v  -      .  -  I  Andi^és  Soler. 


'Vi- 
■i  i 


MI  EESTAtJRANT 


is: 


'^  ven  al  entrar  en  él 

...^y-í?Í^   desi^e  4a  puerta  vidriera, 
varias  mesas  en  hilera 
que  cubre  blanco  mantel; 
la  luz  en  el  cristal  brilla, 
causando  agradable  efecto, 
ver  en  un  orden  perfecto 
el  cristal  y  la  vajilla. 

Entro,  principio  á  almorzar, 
y  según  llega  la  gente, 
tengo,  detenidamente, 
cien  escenas  que  observar: 
.  No  se  logran  entender 


A 


un  señor  y  otro  seíior, 

pues  discuten  con  calor 

los  platos  que  han  de  comen 

argumentan  á  su  modo 

y  por  nada  se  deciden,      ■     ;; 

hasta  que  en  convenio  piden  -- 

que  se  les  si  rva  de  todo.        '  ; 

Otro  sujeto  arma  un  lio,    ';■ 
y  riñe  al  mozo  impasible,      ' 
diciendo: 

—¡Esto  es  insufrible^ 
¡Sirven  el  fiambre  frío! 

Dando  grandes  manotones, 
entre  varios  caballeros,  i , 

dice  uno  á  sus  compañerosi  ■  ■ 


-3tí 


ÉL 'cascabel. 


El  tempio 


El  Dios 


El  sacerdote 


El  devoto 


EI.qASCABEt. 


J« 


Uno  que  se  abriga  con  champagne 


Adiós  Pe...  pe! 

—Se  conoce  que  refresca  el   tiempo!   Vaya  un 
pe...  ludo  que  llevas! 


El  pan  sube!  ' 

—Y  el  vino  también. 

— No,  el  vino  no  sube.  Se  sube. 


Üomo  da  vueltas  la  casa...  jpor  fortuna 
yo  la  aguanto! 


'  í8Éi;%llEStíilfeEL 


:r.v 


— jSoy  hombre  de  convicciones! 
Y  verdad  deb^ni^/aar  ^-.  ?? 
por  que  repite^^  Voab,  ''*"" 
demostrando  de  este  modo 
convicción  para  comer. 

Un  individuo  delgado 
huele  un  rato  la  Cerveza, 
quita  del  pan  la  corteza,  ^  i 
poí  si  alguno  lo  ha  tocado; 
si  halla  un  cabello  se  irrita, 
^dejigua  para  enjungarse, 
y  iiapQ^^uye...  por  limpiarse 
los  dedos  eh  la  levita. 

Una  par^a  feliz  « 

escondida  en  iin  rincón,    ??V' 
se  mete  con  distracción    / 
la  sopa  por  lá  nariz;! í^j       -. 
no  hacen  casó  de  la  listad' 
y  no  prueban  alimento,  ' 
¿para  qué?  S  en  su  contento 
se  devorai^  con  la  vista. 

Un  sujetffi  de  improviso    , 
silenciosamente  llora; 
ó  una  pena  le  devora, 
ó  se  quemó  con  el  guiso. 

Se  escuchan  mil  tonterías, 
se  oye  alguna  frase  buena, 
y  se  varía  la  escena 


Je, 
1  J 


0S  S'ise 


-,— ?* 


^. 


■H"    * 


para  mi,  todos  ios  dias. 
^..  H^sla  li^c^  poco,  á  comer 
'áí  iSf-iiquiérda  se  .sentaba 

un  señor  que  acoi|^i)raba, 
..„jmientras  comía, JÉtÜagr. 
^^  Con  atención  j^ 
|!  el  ^lismo  llbrCfí 
/y  y  al  prppíó  ttémpo  j^oinía 
^  dé  un  Bttcido  fenomenal!. 

¡Cómo  se  hartaba  de  «ienciaf 

aquello  era  sorprendente: 
^  ¡nutrir  simul^átn^fp^nte, 
I  el  cuerpo  y  laíjftí^ífgencia! 
■J  Tanto  me  pr'eoi^péy 

de  lo  que  el  lii||^  sería, 
i '  que.  impacieBt€^ii?íeVto  día 

al  mózól?, prégate: 

—Mé  ha  llamado  la  atención 

este  señor  de  aquí  aliado, 

¿será  un  §4bio  ífinpmbrado? 

—NO  señ%  e^Siñi  felo  ón. 
í*-^Cómo^^ 

.  -r-Ms  Que  nadie  adivina 

que  anheloso  de  comer, 

para  aumentar  su  placer, 

lee  un  libro  de  cocina... 

S,  Garrido. 


ONRLfBIA  — El  .público 
^se  va  daiido  cuenla,  póiíja  á 
poco,  de  que  la  compaBia  de  Galé  merésé 
verse,  y  la  concurrencia  aumenta  cada 
noche. 

La  verdad  que  el  quiera  conocer  produc- 
ciones de  los  más  aplaudidos  autores 
debe  darse  una  pasadita  por  el  lindo  tea- 
Vo  de  la  calle  Victoria.  Un  libro  viejo  y 
Sin  solución^  las  obras  que  han  hecho 
el  gasto  durante  la  pasada  semana,  han 
alcanzado  buen  éxito,  y  no  podía  ser  de 
otra  manera,  dada  ~la  índole  de  las  pro- 
ducciones y  el  esmero  con  que  han  sido 
puestas  en  escena. 

Galé,  acreditándose  cada  vez  más  como 
director  de  escena  y  como  actor. 

La  Sra.  Echevarría  muy  aplaudí4a,  y 
con  razón.  Puede  decirse  de  esta  artista 


que  el  público  es  suyo;  lo  ha  sabido  atraer 
con  sus  brillantes  dotes  artísticas. 

La  señora  Galé,  la  c'aracteristica  más 
artista  que  tenemos  hoy  día  en  Buenos 
Aires,  y  las  señoras  Alvarez  y  Ortiz,  lo 
propio  que  los  señores  Pardo,  Haza  y 
demás,  están  bien  en  sus  papeles  y  com- 
parten las  palmas  con  sus  compañeros. 

La  empresa,  que  no  se  descuida,  nos 
hará  conocer  una  porción  de  obras  nue- 
vas, dando  asi  á  los  prográmaseos  posas 
indispensables  para  llamar  público^  bon- 
dad y  novedad. 

Por  de  pronto  nos  han  dado  una  bofe- 
tada que  nos  ha  sabido  á  gloria.  Habla- 
remos de  ella  en  el  próximo  número. 


COMEDIA  — Continúa  favorecido  por 
numerosa  concurrencia. 

El  público  no  escasea  aplausos  á  los 
artistas,  y  en  especial  á  Juárez,  para  el 
que  han  vuelto  aquellos  tiempos  de  po- 
pularidad y  éxito. 

En  La  Ducha  desempeña  el  gracioso 
papel  de  cesante  de  manera  tan  acabada 
que  no  se  puede  pedir  más. 

Nada  de  exageraciones  y  gestos  gro- 
tescos; mucha  naturalidad  y  perfecta  po- 
sesión del  papel. 


:d 


■,m^^:'r- 


.m-fM*^^«i^EL 


m 


r_  re: 


«  En  aquel  año  (1892)  apareció  una  virgen  milagrosa  que  lo  curaba  todo,  menos  la  crisis,  y  en 
Córdoba  la  docta  se  celebraban  corridas  de  toros  que  dejaban  corrido  á  un  Doctor,  llamado  Alba- 
rracin »    , 


168 


EL«  CASCABEL 


.VIP  A^.^.j 


■  Es  claro  que  el  público  le  aplaude  calu- 
rosamente y  &.  fé  que  twiy  moUvo.f  como 
ya  hemos  dicho. 

La  señorita  Tomás,  las  señoras  Ciudad 
-¡^  Blanca  y  los  señores  Lastra  y  Díaz, 
cada  día  se  hacen  más  acreedores  al  favor 
del  publico. 

El  último  de  estos  señores  podría  co- 
rregir algunos  pequeños  defectiilos  adqui- 
l-idos  en  la  soledad  del  Alhambray  asi 
alcanzaría  éxitos  como  en  Salón  Eslava, 
que  representa  á  pedir  de  boca. 

Fuera  de  La  Mascar ita  c[ue  parece 
destinada  á  permanecer  mucho  tiempo  en 
el  cartel,  no  registran  otra  novedad  los 
de  la  Comedia. 


POLITEAMA— Los  Madgyares,  Ma- 
rina. Cádiz,  El  Salto  del  Pasiego  y 
otras  obras  por  el  estilo  nos  ha  olrecido 
la  compañía  del  Politeama. 

El  público  sale  complacido  del  teatro, 
ea  especial  del  desempeño  que  alcanzan 
las  obras  por  parle  de  las  señoras  Cabre- 
ro, y  Ceballos  y  señores  Romeu  y  Arcos. 


NOVEDADES— Puede  decirse  que  Ore- 
jón-Roldan representan  á  lo  vivo  Levan- 
tar-muertos ya  que  tian  hecho  revivir  el 
teatro  Novedades,  que  nació  muerto,  como 
quien  dice. 

Ahora  se  puede  ir  á  este  coliseo  sin 
temior  de  dormirse. 

¡Hasta  parece  que  Orejón  no  baila  tanto 
como  de  costumbre! 

Asif  asi  se  llega  á  ocupar  un  puesto  en 
el  teatro.  Lo  gracioso  no  debe  mezclarse 
con  lo  grotesco. 

Y  Emilio  Orejón  tiene  gracia  natural. 

¡Gomo  que  es  hijo  de-  su  papal 


APOL.O— Quisiéramos  hablar  de  la  com- 
pañía que  el  lunes  estrenó  este  teatro, 
pero  la  circunstancia  de  tener  que  dejar 
listo  el  periódico  el  lunes  nos  lo  impide. 

Diremos  ai,  por  lo  qué  hemos  visto  en 
los  éásayos,  que^tíi  compañía  cuenta ,  con 
elementos  buenos  unos,  y  de  mérito  reco- 
nocido, y  muy  aceptables  otros  que  juz- 
garemos á  medida  quie  se  presenten  al 
público. 

La  compañía?,  consta^  de  dos  cuadi^os; , 
dramático  uno,  lírico  el  otro  y  los    dos 
cuJEsntañ  córi  dos  lesíreí/os  hermanas. 

Concepción  Aranáz  es  ya  conocida  y 


apreciada,  y  su  hermana  Mercedes  viene 
|)recedida  de  gran  fama,  que  na^udamos 
conñrmaicCél  ^blico.  '     ^^c*      . 

El  teatro  es  muy  bonito  y  tí|ne  üi^a 
gran  coíidición.  Las  señoras  lucen  en  los 
palcos  que,  al  contrario  de  lo  que  ocurre 
en  otros  téalros,  son  calculados  para  que 
resalten  los  trajes  de  las  concurrentes' á 
ellos. 

La  platea  es  relativamente  espaciosa  y 
el  decorado  y  otros  accesorios  á  pesar  de 
tratarse  de  una  obra  poco  menos  que  im- 
provisada son  bonitos,  bien  calculados  y 
ofrecen  brillante  golpe  de  vista  á  la  sala 
(le  espectáculos. 


Después  de  Juan  Moreira,  Juan  Cuello 
y  otros  dramas  nacionales  en  los  que  se 
l)Opularizan  y  ensalzan  bandidos  célebres, 
una  empresa  nos  anuncia  el  estreno  de 
Los  amores  de  Giacumina. 

A  este  paso  iremos  á  parar  sabe  Dios 
ú  donde. 

El  teatro  nacional  se  inicia  con  buen 
pié. 

Revistas  tontas,  piezas  insulsas,  dramas 
criollos,  y  por  fin,  la  heroína  del  hicos 
dil  duoño  de  la  fundita  delpacaríto... 

¡Dios  nos  asistal 

¿Qué  dice  de  esto  Mascarilla  de  Bl 
Diario  que  tan  despiadadamente  la  em- 
prende contra  las  zarzuelitas  españolas? 

Mucho  nos  placería  saber  su  opinión 
que  ojalá  influyera  en  el  gusto  del  pú- 
blico. 


Apesar  de  lo  que  se  ha  dicho,  hasta 
ahora  no  es  seguro  que  nos  visite  la  cé- 
lebre actriz  española  María  Tubau,  que, 
se  decía,  debía  inaugurar  el  bonito  teatro 
de  la  Zarzuela,  que  levantan  por  su  cuenta 
los  empresarios  Pastor  y  Garrido. 


El  aplaudido  actor  señor  Sanromá  ha, 
entrado  á  formar  parte  de  la  compañía 
del  Apolo.  -  j 

Es  una  buena  adquisición.  ' 


■>-'■  ! -^ 
■':0.; 


"V^- 


EL  CASBABEL 


1  -jj  . 


:  ^  j  j  M      •"'.Olí'.'-        ' 


Modelo  de  porteros:  • 

—  ¿Está  el  patrón? 

—  ¿Qué  se  le  ofrece? '' 

—  Venia  por  una  cuenta  que... 

—  El  patrón  no  está.  Esta  mañana  se  fué 
á  Europa. 

Lo  siento,  por  que   quería   arreglar  la 
cuenta  y  pagarle  el  saldo  que  le  adeudo. 

—  Ah,  entonces,  si  está  el  patrón.  Ha 
regresado  esta  tarde. 


Un  abonado  arrastra  el  ala  á  una  corista. 
Un  día  esta  le  dice: 

—  Voy  á  darle  á  V.  una  prueba  de  con- 
fianza pidiéndole  veinte  pesos. 
—¿Y  á  eso  Uaina  V.  dar?  '    ' 


—  Caballero,  no  me  desatienda  V.,  nece- 
sito esos  cuarenta  pesos,  y  tenga  en  cuenta 
que  á  veces  un  peso  representa  veinte. 
Hay  ocasiones....       ,;      ,  •    .  r  >  -^ 

—Pues,  tome  V.  dos  pesos,  y  queda 
complacido.    . 

—  Como! 

—  Si  un  peso,  á  veces,  representa  veinte, 
ahí  tiene  V.  dos,  y  sume. 

Aprendan  VV.— Dice  un  diario: 

—  Hé  aqui  un  hoja  arrancada  del  diario 
de  un  elegante:  «A  las  once  de  la  mañana 
me  levanto;  leo  los  diarios  (parte  social, 
cuando  la  hay)  hasta  las  doce;  almuerzo 
en  París  ó  Mercer  y  concluyo  á  las  dos; 
paso  á  casa  á  vestirme;  tomo  un  estimu- 
lante en  Empire  ó  en  el  Casino;  espero  alli 
el  carruaje  y  me  voy  á  Palermo;  regreso  á 
lag  siete;  vuelvo  á  vestirme;  como  á  las 
ocho  en  lo  de  algún  amigo,  Mercer  ó  París; 
concluyo  á  las  nu^e  y  me  voy  á  una 
sección  de  la  Comedía;  paso  de  alli  á  jugar 
en  algún  club;  satfgoiá  la-tiriáí-ó  dos  y  me 
voy  alo  de  Merc^ái  tomar  chocolate;  á 
las  tres  me  acueai^  y...t  IpÉielta  á  empezar 
el  dia  siguiente.  ¿  'k       i"  ' 

¿Este  es  el  diarío ^de  un  él^ante ? 

1  Dios  me  conserve  cursi,  toda  la  vida ! 


'  '  '*'"  Hoy  que  de  venal  é  ingrato 
dejas  tu  fama  sentada,  '' 

'  ~    -tina  revista  ilustrada  -  > 

da  á  conocer  til  retrató. 
Pluma   que   á  gotas  destila 
la   tinta,  eñ  tu  mano  está, 
y  quien  lo  que  hizo  sabrá 
puso  debajo  Se  alquila. 


—Adiós,  Juanilo :  ¿  y  tu  casamiento? 

— Lo  he  roto. 

"¿Tú? 

—  Si.  Mi  futuro  suegro  quería  adquirir 
noticias  sobre  mi  persona... 

—  ¿Y  eso  te  ha  ofendido? 

— No;  pero  sabia  que  hubiéramos  trona- 
do después,  de  adquiridas,  y  he  preferido 
tronar  antes.  Sobre  todo,  la  dignidad. 


Los  diarios  se  quejan,  con  razón,  de  la 
mala  conducta  observada  por  algunos  vo- 
luntarios, que  arman  bochinches  cada  dos 
por  tres,  haciendo  muy  poco  honor  al  uni- 
fornie. 

Proponemos  una  cosa,  y  es:  que  al  que 
promueva  escándalo  se  le  fusile  inmedia- 
tamente, í 

(Pero  con  pólvora  sola !  '    ■  ■■      ''  ' 

La  cuestión  es  seguir  la  broma. 


Y  apropósito  de  volunlarios.  ;  ;n 

Un  (distinguido  artista» pintor,  que  forma 

nrt.p  HpI  nrimp.r  hnt.nllón.   nr>s  ha  npnmAt.i- 


parte  del  primer  batallón,  nos  ha  prometi- 
do una  colección  de  croquis  y  apuntes,  que 
publicaremos  tan  pronto  estén  en  ^juestro 
poder. 


El  Diario  la  emprende  contra  la  zar- 
zuela española,  y  la  verdad  que  no  anda 
desacertado,  lomando  la  cuestión  tal  y  co- 
mo la  toma. 

Aunque,  bien  mirado,  contra  quien  debe 
tomarla  es  contra  el  público  (jue  no  tiene 
curiosidad  poir  conocer  obras  serías  y  bue- 
nas, como,  por^emplo,  las  que  pone  en  es- 
cena Galé. 

Las  empresas  que  explotan  el   flamen- 
quismo  que  tanto  disgusta  hoy  al  Diario^ 
hacen  bien  en  explotarlo.  .    ' 

El  público  llena  los  teatros  por  seecio- 
nes? 

Pues  duro  y  á  ellos.  Vengan  obras  en  un 
acto,  con  mucho  de  aqui  y  mucho  de  acá ! 


im 


m 


ELéÁSéÁfefet    '3 


En  un  exám^Al&^UcJ^^: 
lVi)fesfiHV--iCuAii4(»'Boq  los  sexos  déla 

Taza  humana? 


Colmó :        ' 

El  de^nxsoehMTQ. . 

Cobrar  lo  justo 


í 


^ 


Jl 


ujy  A 


/ '- 


Leemos  en  el  dorso  de  un  billete  de  vein- 

•te  pesos: 

«VoWerón  las  oscuras  golondrinas  • 

De  tu  balcón  sus  nidos  íi  colgar.» 

Pero...  ¡ay!  estos  veinte  hermosos  wa/es 

A  mi  bolsillo  nunca  volverán. 


C«i¿¿6»iarui8da<}ue»iás  evoluciones  da 

^en  un  segundo. 

La  efunda  de  la  Bolsa. 

■  .  ^  •     ■ 

Según  Blas,  el  malrimonio 
V^  €8  igual  a  la  cerveza;'"      ;  * 

pues  sé  sube  d  la  cabeza 
y  amarga  como  el  demonio 


fioa;.— Sfi^testé  su  segmwlá  por  que  llegó  tarde. 
<}ueda  V^^mplacido  y  ¡pruebe  otra  vez! 

S.  C.  fl.-TambiéQ  lo  de  Vd.  llegó  tarda,  y,  fran- 
■camente,  no  me  ceavíene,  aún  que  no  es  malo  del 

todo.  ..  ■■;.-.ff#'^:"''-"*'^^''  -; 

Abel.—ie^0fém\'0^9éyoy  a  buscar  á  Cain  pa- 
dra  que  inM^  u&  ésci^iVitto . 


ñó  sus  apun- 


?' 


Júpiter.-^Pa  s  sü 

vísioní^jij/f  Í4H/ W       ^,    .  ,  ,  ,^,__^  ,  „.  ,^.  ,  ,. 

iV.  K.  B.  A.— Su  «Háliazgo  (ie  Ropa»  £•  cáela:  pícá 
mucho.  -•       ^'H'  ^-'' 'i 'i*^ '■  /  .•■ 

Tomasito.~V,n  cambio  su  «PaU4ep»  es  de  lo  tcáí 
l>álidoque  he  risto  en  mi  vida. 

Crátera.— Mire  Vd>)'ló«pie  son  las  t»tas....!  A  mi 
rae  parece  Que.)o^  cs^boai^ipf  se  vQl\«rian  aii^adps 
contra  Vd.,  y  con  sobrados  motivos. 

Cos<i|trt7/a4\— Apreciable  cons^ero;  su  «Epigrama» 
no  lo  publico  por  que  Vd.  seria  el  primero  de;  criti- 
carlo en  una  de  sus  anttenás  cartas. 

7Va¿'i¿co.— iHujBamos  de  las  suegras,  y  de  los  sone->: 
tos  como  el  que  manda  Vdl 

Lindero  C.  -No  se  incoiüode  Vd.  y  téngÁ  én  cuen- 
ta que  yo  no  lo  hé  solicitado.  Para  t  -rminar,  y  &fin 
de  que  «Ella»  se  burle  de  Vd.  como  es  debido,  pu- 
blico algo,  y  ¡  que  Dios  me  perdone ! 

« Bella  paloma,  dime  que  si 

que  te  adoro  considera 

y  tu  figura  placentera 

grabada  siempre  tengo  aqui. 

Mi  corazón  ya  sozobra 

y  pregúntase  timorato 

y  tímido  cada  rato 

¿qué  me  falta?  ¿qué  me  sobra?» 

Pues  &  la  vista  salta.  Faltan  silabas,  sobran,  sila- 
bas y  otras  mil  cositas. 

Catoíeardo?'.— No  estft  mal; veremos. 

Platónico. — Comprendo  que  no  es  poeta  ni  tiene 
pretensiones,  pero  ¡por  Dios!  no  e8CFy[>a  Vd.  Aq/oí 
asi,  con  ache.  '.  "\-\     •   55  ¿^ 

P.  Af.  iV.— Sin  la  firma  no  publicaré  liada,  ii^r 
bueno  que  sea  ello.  Ya  lo  he  dicho  mil  veces. 

P.  K.  por  r.  —  Apun  ado.  — Y  la  «Declaración»  no 
me  acaba  de  gustar.  Otra  vez  será. 

Varios  jóvenes. —Agradezco  el  interés,  pero  no 
puedo  limitarme  exclusivamente  á  lo  que  W.  indi- 
can. No  ob.stante  verán  que  no  desatiendo  consejos.. 

Inocente.— ¡Se  han  hecho  tantas  parecidas!  § 

— — ■    ''  '•    '■  ■! ','1.  ^::'"i-  .     .   i'i  Vil  tf- 


EL  CASCABEL^ 

vi;        SEMANAHIO  FKMIVii  ll,l>THAI)0 
Director:    ENRIQUE  COLL 

m 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    ±.5Q 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »   O.IÓ 

»        atrasado »  0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   T  ADMINISTRACIÓN     - 
«««-ALSXlTA-ée®     (ALTOS) 


EL  C4#9A8F^ 


t91 


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JUitji.  üAib  Ü/J 


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Subvencionados  por  él  Gobierno  Español , 
Servido  mensuaJ  fijo    'iTi'-n 
elitre  él  Rió  dé  la  f^táta  j  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  i  de  cada  mes 
para  Saáta  Cruz  de  Tenerife.  C'áíliz,  Barcelona  y  Mar- 
sella, admitiendo  carga  y  pasajeros,  asi  como  para 
Vigo>  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  d^iu&s  puntos  im- 
portantes de  España.  . 

Por  m&s  informes  ó  datos,  ocúrrase  t  sus  agentes 
Antonio  López  y  C*,  calle  Alsina,  75i). ,      . 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  yenida  de  todos  los 
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nastas para  pan,  aceiteras,  coberteras,  floreros,  lam- 
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TÍp1í)Hot*¡)G  sorbeteras,  necesarios  varias 
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ae  cri.stal,  cubiertos,  cuchillos,  salivaderas,  palmato- 
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Depósitos  &  plazo  fijo  A  90  dias  ó  m&s    4  ■■      »  < 
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tales  de  España    con  beneticio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despacito.  Los  dias  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
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en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  anteriormente  de  don' 
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Sproat,  quien  no  es  farmacéutico,  de  modo  que  dicna 
farmacia  no  es  ya  de  CRANWELL  sino  de  Sproat. 

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comprendiendo  las  explosiones 

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Hrecioen  la  ciudad...    $  0.10 el  número 
Kuera  de  la  ciudad...     »0.aO         id 

Fotograbados  de  CoU 


Aplaudida  y  festejada 
tendrá,  si  asi  lo  desea, 
en  sus  redes  encerrada 
á  la  juventud  platea  ia, 
es  decir,  de  la  platea. 


T^ 


•■»%ÍA>'«'  , 


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fft:?^x  .- 


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,  H uj  i  .i./.- .t  iit,  u^*«^jLy  b  Jí-j^ 


lega  a  pre- 


Lo  del  centenario  de  Coirón 
ocuparnos.  . 

Yo,  es  decir,  ELOAStiA^EL,  no  es  de  nin- 
guna comisión  de  las  varias  que  se  nom- 
bran para  preparar  festejos,  pero  apesar 
de  todo,  sigue  con  interés  el  curso  de  los 
sucesos. 

Y  ¡cómo  nol  Si,  como  repito,  todos 
estamos  pr^epcupados  hasta  el  punto  de 
que  la  cocinera  me  preguntó  el  otro  día: 

— Diga  V.  señor,  ese  Colón  era  vende- 
dor de  huevos? 

— No,  hija  mía.  (A  las  cocineras  las  tra- 
to paternalmente). 

—Lo  pregunto  porque  he  oído  hablar 
del  huevo  de  C!olón... . 

— Ah,  si.  Se  trata  de  un  experimento... 

-¿Qué?  : 

-—Trae  un  huevó. 
^      Lo  trajo,  y  delaat©  de  la  atónita  artista 
;^^  culinaria,  lo  dejé  tieso  en  la  mesa  por  el 
'procedimiento  que  todos  conocemos. 

Desfle  ese  infausto  dia,  ha  tomado  mi 
cocinera  tal  afición  á  las  pruebas,  que 
rompe  docenas  y  más  docenas  de  huevos. 

Y  yo  estoy  condenado  á  tortilla  per- 
petua.. 

Por  lo  demás,  sale  uno  á  la  calle,  se 


encuentra  con  un  conocido  v  la  conversa- 


sión  recae  8ob'rei*Golóñ' invariabJéittente 
f^yrrtÑo  prepÉipa:  V.  nada  corímotivo  del 

'fc^^nario?-..  i^-'l-,;-';':^"  '¡rr--,-*^  tie-^<i-:--  *;>  -r 

■•■■  .vt^rNójSeñírf^, -piór'ahorav"''   ••-.rr'..-  '-í-^f:,» 
P-írjPué»  yo«stoy'  dandp  cima  á'  un  írB- 

bajo  .COiU>8h1!.í       V        :^i    i    :  .i-l/^      .oi: 

—  ¡Hombre!  .  ^^ ;; 
— Sí.  Un  estudi'^^  sobre  Ur  costil  inbros 

de  Colón.  He  4legrtdo  á  descubrir  que  el 
cMebre  navegante  no  tuvo  amores  en  su 
vida.  ! 

— Claro,  ocupado*  en  inve8.t%acione.-' 
científicas  ...  ■  ■'■  '  ^ 

— Kn  cambio  parece  probado  que  tocaba 
el  mandolín,  y  de  ahí  so  deriva  la  -aficióíí 
que  á  lo  flamenco  tiene  el. doquaí dé  'Vera- 
guas, descendiente  de  Golórv,'ly  «düefio^  dé 
utía  ganadería  de  toros  brafVOfi^.r» •»'?>«.*? 

—  ¡Cuernos!  ,i¡  >   v  ;  '^n  )■?••  ít  'ti/-: 
— De  esto  se  tratal  •  -wini 
Dejamos  al  ao  igo;   y    nos  dirigiinos  ^á 

casa  de  un  señor  que  hace  preguntan  á 
Argos,  y  que  toca  el  clarinete  para-'curar- 
•ie  un  flato  que  le  molesta  bastatttfti-í^  '. ,, 
Llamamos,  y  la  mucama  no&  hacéMS^a 
de  que  no  hagamos  ruido,     n-  ii/ '  r.  'ohw  > 
—¿Hay  enfermos?  >       c         ]'         *"■ 
— No  tal;  es  que  el  palróni»^Ji;^  .= ;  í  ;,/=; 
—¿Duerme?  i'       i  "', 

— Nó;  está  escribiendo...       í'    »    ■     " 
— Pásele  aviso.  Dígale  que  deseo  hablar 
con  él.  :■■   "^    ■  t-^^-"-  í 


Me  hacen  entrar  y  encuentro  al  buen 
señor  consults^ndo  libros  y  revolviendo 
papeles. 

— ¿Qué  es  esto,  amigo  Pér^iz? 

—  ¡Ah,  el  centenario! 
¿También  V.? 

— Sí,  pienso  escribir  á  Argos,  que  lo 
sabe  todo,  preguntándole  .si  Colón  usaba 
pera  ó  barbal  como  Lastra.  '  ; 


."í-    tg'-i-^/i'^  i-,"^^ 


EL  CASCABEL 


15» 


— Es  un  dato  interesante. 

-tAxlemás^  pienso  que  en  Buenos  Aires 
se  celebrará  alguna  velada^  <  ñ  honof  del 
célebre  navegante  geaovéa^  y  íne^preparo; 
He  empezado  un  poema  en  el  cual  defien- 
do á  Colón  de  ciertas  imputaciones  fal- 

— ¡Pero  hombre!...  ¿Qué  cariño  es  este? 

—Quiero  á  Colón  conjo  á  un  hermano, 
y  he  de  decir  cosas  muy  buenas  é  igno- 
radas hasta  la  fecha. 

—  El  almuerzo— dijo  la  mucama  tímida- 
mente. 

— ¡Yo  no  almuerzo!  rugió  mi  amigo. — 
Estoy  ahora  en  el  canto  cuarenta  de  mi 
poema  y  he  de  hacer  diez  más  antes  de 
probar  bocado. 

Entendí  estar  de  más,  y  me^  marché. 

Me  marché  temblando  porque  si  la  co- 
misión que  preside  el  Dr.  Calzada,  acuer- 
da celebrar  una  velada,  no  es  mal  aluvión 
de  tonterías  en  prosa  y  verso,  el  que  nos 
aguarda. 

Cualquier  hijo  de  vecino  se  cree  con 
derecho,  á  descolgar  la  lira  y  entonar  un 
canto  á  Colón. 

Así  es,  que  nos  amenaza  un  cataclismo 
poé  tico-oratorio. 

¡Pobre  Colón! 

A  estas  horas  no  tiene  secretos. 

Todos  sabemos  su  vida  y  milagro*. 

Y  hasta  se  le  quiere  elevar  á  la  catego- 
ría de  santo.- 

Los  más  empeñados  en  beatificarlo  son 
los  innumerables  contratistas  que  en  esta 
América,  que  él  descubrió,  han  encontra- 
do gobiernos  benévolos  que  les  han  per- 
mitido cosechar  los  más  preciados  frutos 
(prohibidos  ?)  de'esta  tierra  de  promisión. 


y 


Ks  lo  que  me  decía  un  t«  nedor  de  libros 
hoy  cesante. 

— :Colón  descubrió  la  América  y  otros 
han  descubierto  la  manera  de  sacar  ta- 
jada. 


—  Hable  V.  más  bajo  que  nos  vá  á  oír 
.Madero,  ó  Mediéis.  j:^_ 

\  Por  lo  demás,  bueno  es  que  nos  preocu- 
pemos de  honrar   !,i  memoria  de  Colón 
<¡n  recurrir,   como  hi  recurrido  un  ten- 
dero amigo  mío,  á  la  perfumería. 
•  ;^¿A  la  perfumería?— dirán  ustedes. 

Sí,  señores;  de  unos  días  á  esta  pirte, 
^e  perfuma  con  agua  de  colonia  de  la  ba- 
rata. 

¡PiW  honrar  á  Colón! 


.  «ISTEMI© 

Yo  sé  que  altivo,  y  orgulloso  y  fuerte, 
lo  azul  mirando  desafío  al  cielo; 
y  sé  que  mi  alma,  remontando  el  vuelo, 
su  férreo  mando  sobre  todo  advierte. 
Yo  sé  que  el  polvo  se  desmaya  inerte 
para  seguir  mi  creador  anhelo, 
y  que  en  todo  lo  oculto   roto  el  velo, 
no  hay  para  mi  poder,  ni  lin,  ni  muerle. 
Yó  sé  que  mi  potente  inteligencia 
vence,  aniquila  y  reina  poderosa 
sobre  el  trono  fulgúreo  de  la  ciencia: 
mas  no  sé  por  (jué  causa  misterio.sa 
cobarde  tiemblo,  si  con  inclemencia 
me  mira  airada  de  mi  amor  la  diosa. 

Adolfo  S.  de  los  B/os. 


~&~m^<r 


MUCH\  EJECUCIÓN 

La  bella  .Julia  Laldaba, 
que  es  de  un  gran  piani.sta  esposa 
la  habilidad  asombrosa 
de  su  esposo  ponderaba, 
diciendo:— Tuca  Kl  Marino, 
El  ensve'o  del  poeta. 
La  Favor  Ha.  ELProfela 
y  La  fuerza  del  destino. 
Y  con  malicia  no  poca,. 
Pepe  Pérez  exclamó: 
¡Ya  quisiera  tocar  yo 
todas  las  cosas  que  él  toca! 

Manvel  B.  U garle. 


^^^^si'^^tf^  "  '^■'^is^'^^i'w'if^  '•¿^■"■^í        ^-t^-'-  e^-^'f^^^^-f^msmm^'i^^zí^^-  ^  '■^''^^'«•'■'^írq^g'^^y^fwgi^p^ 


mi 


llU 


,1  iílft;>HA  >   ,f:i 
EL  CÁ"SCABÉL 


IMV     tífil-t    V- 


'  '  '  í 


.(     iiy    I    -1.  ,    ■.    -1    >i( 


El  otro  día  se  presentó  en  mi  ca?a  Emilio  Albareda,  joven  de  mucha  inteligencia, 
ilustrado  é  ingenioso,  á  quien  hacia  tiempo  no  había  visto. 

— Traigo  un  proyecto  soberbio— medijo— y  vengo  á  consultarlo  con  V. 

— ¿De  qué  se  trata? 

— De  una  Guía  de  Buenos  Aires... 

— ¿Ese  es  el  proyecto?  Pues  le  aconsejo  no  tenga  mucha  fé  en  un  negocio  tftri  ex- 
plotado. 

— No  se  trata  de  una  Guía  igual  á  las  que  hasta  h,oy  se  han  hecho.  Mi  idea  es  más 
nueva.  Vea  V.  las  principales  lineas  de  mi  trabajo— y  abriendo  un  cuaderno  me  leyó 
lo  que  sigue:  • 

GUÍA   UNIVERSAL 

•■■  •    I-    •■   ,  ...-  ■-  .-. . 

SECC1Ó5J  PRIMERA 

i  Casas  DE  JUEGO  Y  GARITOS  '       ■     ' 

Aqui  una  enumeración  de  todas  ellas. 

Personas  AFICIONADAS  Á  jugar. 
Una  larga  lista  de  nombres,  entre  los  que  figuran  algunos  muy  conocidos^ 

Frontones,  tongos,  calotes 

Debajo  de  este  título,  varias  recetas  para  engañar  al  prójimo,  con  diversos  expedien- 
tes para  ponerse  á  salvo. 

Pechadas 

Una  reseña  histórica  del  sáblnzo^  desde  Adán  hasta  nuestra  época,  con  infinidad 
de  métodos  para  pechar.  ' 


SECCIÓN  II 
Colocaciones 


Para  Seño7Yis 


Para  Caballeros 


Tiple  cómica.  i 

Mamá  sopdo-muda.  ; 

Modista  con  piezas  para  alquilar.  I 
Sonámbula  de  \ a  facultad  de  París. 

Baronesa  que  escribe  revistas  de  modas.  ' 

Mucama  milagrosa,  con  cama  ó  sin"éfiá.  ¡ 


f     I.   ^/    y     \    ,  j  i    , !  ICaballeros 

Lai*^a  lisia  de  protectores  del  bello  sexo, 

ter,  adicionada  con  las  señas  de  sus  domicil 


Conde,  Marqués,  Barón. 

Esposo  de  primera  actriz.  ■ 

Notabilidad  trashumante. 

Médico  especialista  en  enfermedades  de  las 

uñas  por  medio  del  fluido...  de  Litle. 
Duelista  con  tarifa. 

Pié  santo.  ,    ,,, 

Fundadores  de  diarios. 

sensibles     .    :     >     ^    M      í  i  ; 

con  noticias  acerca  de  sus  gustos  y  carác- 

ios. 


Bello  sexo  abordable 


Solteras 


Con  dote 


X.  X.  $  10.000. 

Z.  Z.  $  200.000. 

N.  N.  $  80.000.    " 

H.  H.  Unos  terrenos  y  'mucha  hacienda. 

S.  S.  Tísica  $  600.000. 


Sin  dote 


{ 


i  é 


R.  R.  especialidad  en  el  canto  (canta  en 
la  mano.) 

J.  J.  Nerviosa,  buena  médium;  especiali- 
dad en  pintura. 

L.  L.  Coqueta,  tiene  seis  novios  á  la  vez, 
de  todos  saca  partido.  El  que  se  case  con 
ella  puede  esperar  en  el  porvenir. 

Casadas 
Señora  de  A — Le  gustan  los  rubios.  Es  imprescindible  ¡saber  tocar  el  violiri. 
Señora  de  J5— Precisa  caballero  respetable,  reservado.    Inútil  presentarse  sin  reco- 
mendaciones. 


-tfj-         .L~-í»wr     -iSK^mf^ 


»*  'y?7' 


^[^|^K^;^'í5R:??s->  '  ■  ■-;:.'^f^'^^¡^^''^-'W^^.^í^^^?!^;*Wi^^ft.-'Ty¡^^. 


EL  CASCABEL 


197 


.;.  i:(  A'  liiA'  i  .( ■■ 

Señora  de  C— Hombre  robusto.  Se  prefiere  vasco. 

Señora  de  Z)— Anhela  un  joven  delgado  que  escriba  versos.  Se  muere  por  los  sonetos. 

Clorinda  de  M— Busca 's<jcicipar|i  SÍk}u1.íár  ca^aamufebladd.  |       \ 

Emma  de  C— De^acoñtrnie^imevas  nypciasj  quiecb  ¡uri  e^ip^p  calavera.    Partidaria 

de  la  ley  de  Lynch. 
Nina  de  /—Pide  retratos.  Quiere  buscar  un  sucesor  d  su   marido,  parecido  en  un 

lodo  á  él. 

.      ^  ;/;■  SECCIÓN  III    '  , 

Templos  y  Sociedades 

Templos  de  Baco.   . 

»        de  Venus.  •  ,.,..; 

Sociedades  de  elogiosa  mutuos.     ,     ,  ;;,, 

n  .        de  beneficencia...  para  el  directorio.  ,     , 

»  de  explotación...' del  prójimo.  - 

Personas  que  dan  socorros  y  se  dejan  robar  fácilmente.  (Una  nota  muy  exigua,  llena 
de  preciosos  detalles. 

Manías  y  aficiones  explotables 

Sr.  ..—Maniaco  por  la  literatura.  Protector  de  lineas  cortas  y  largas. 

Sr...— Buscador  de  todo  género   de  presidencias.  Aiicionado  al  bombo.  (Se  le  puede 

ilusionar  con  un  proyecto  de  cooperativa.)   • 
Sr. ..  -Inventor.  Asequible  por  medio  de  un  proyecto  de  Sombrero  hidráulico,  que  es 

lo  que  hoy  le  preocupa.  .  ' 

Sr. . .  —  Editor  de  libros  pornográficos. 
Sr...— Paga  todas  las  dedicatorias  de  valses,  retratos  y  libros  dirigidos  á  él. 


—Hay,  además,  en  la  Guia— dijo,  dejando  de  leer  Albareda— consejos  prudentísimos 
para  vivir.  El  sistema  de  sobornar  jueces  y  vigilantes.  Los  medios  de  falsificar  billetes 
y  fundar  loterías. /Larga  serie  de  meditadas  escusas  para  no  pagará  nadie.  Nota  de 
los  proveedores  que  vendeaá  crédito.  Procedimiento  para  ser  nomorado  diputado.  Con- 
testaciones para  aceptar  convites  y  rehusar  desafíos.  Industrias  prohibidas  y  m%dio  de 
ejercerlas.  Comercios  ilícitos  y  sistema  de  explotarlos.  En  fin,  todo  lo  necesario  para 
lograr  prontamente  reunir  una  fortuna  sin  gran  trabajo  ni  (juebraderos  de  cabeza. 

—  Le  felicito  á  V.  sinceramente— le  dije— y  espero  que  hará  negocio.  Deseo,  no  obs- 
tante, pedirle  un  favor. 

-¿Cuál?  ' 

— Que  no  me  haga  V.  apar.3cer  en  ninguna  de  las  secciones  de  su  Guia. 

— Concedido,  aunque  por  ahora  no  pensaba  que  figurase  V.  en  ella.  Aguardaremos 
á  que  tenga  V.  debilidades,  mujer  ó  fortuna  explotables. 

I        José  Jfa  Mendoza. 


DETALLES  SIN  IMPOETANCIA 


ÍD 


I  querido  Emilio;  Cuento 
como  te  pedí,  contigo 
para  que  seas  testigo 
mañana  en  mi  casamiento, 
iiie  encuentro  tan  abitado, 
que  no  acierto  ni  á  escribir,  '' 

hoy  no  he  podido  dormir 
nervioso  y  sobreexcitado. 
Ya  me  parece  que  tarda 
la  hora  en  que  Inés  sea  mía, 
y  sueño  de  noche  y  día 
en  la  dicha  que  me  aguarda ; 


siento  una  extraña  en)oción 
al  recuerdo  de  mi  Inés, 
pues  mi  prometida  es 
mi  tierra  de  promisi«')n. 
¡Si  vieras  cuiindo  levanta 
húcia  mi  sus  bellos  ojos, 
qué  látjjos  tiene  tan  rojos, 
que  tjJancura  su  garganta! 
Cunndo  irguiéndose,,  graciosa 
vá  á  Palermo  á  pasear, 
hay  en  su  modo  de  andar 
la  magestad  de  una  diosa. 
¡Diosa  sí!  A  quien  hago  voto 

de  adorar  eternamente 


'■-ar 


líw 


Fíré/tíiéÁBííi'. 


,  y  ser  rendido  y  ardiente 
un  fanático  devoto.  ' 

»,     Ya  Ye(3  Gon  qu^  frepesi 
adoro  á,  mi  prometida ;  . 
pues  ella  también  su  vida 
se.  pasa  pensando  en  m  í . . . .   , 
¡  Vaya!  Yo  incohscienteniente 
hablo  de  lo  que  me  pasa 
y  ella,  pobre,  ahora  en  su  casa. 
me  aguarda  impacientemente, 
y  también  me  he  olvidado         ' 
hablando  de  mi  ilusión, 
hacerte  una  descripción 
del  trouseau  y  el  decorado. 
Xo  creo,  cual  los  que  dan 
á  esto  importancia  excesiva, 
que  en  ello  la  dicha  estriba. 
Adiós.  Que  no  faltes. 

Juan. 

.II     ..     ■-;.■ 

Mi  inolvidable  María: 
■    Con  impaciencia  te  espero 
pues,  como  me  cuso,  quiero 
que  compartas  mi  alegría. 
Verás  qué  lujó  en  mis  trajes, 
qué  sombreros  tan  preciosos. 
<\ué  adornos  tan  primorosos, 
qué  ropa  blanca  y  qué  encajes. 
Las  joyas  s^n  un  primor,    ■ 
todas  pedrería  tina, 
y  á  su  vista  se  adivina 
un  buen  gusto  encantador. 
,    Quiero  que  veas  despacio 
el  confort  de  mi  morada, 
pues  se  encuentra  decorada 


cóíüO  'éi  ftiéVa  liltí'  i^laidió :  ' 
sillerías,  cortinajes, 
todo  con  arte  escogido,  ' 

y  en  cuadros  j  hay  un  surtido  ' 
de  escenas  y  de  paisajes ! 
El  boudoir  es  un  portento.  , 
De  un  tono  azul  tapizado, 
parece  un  nido  encantado, 
que  pintarte  es  vano  intento: 
estatuas,  barros,  jarrones 
coloreados  tenuemente 
á  la  luz  que  suavemente" 
se  filtra  por  los  balcones ;    ' 
un  lienzo,  á  medio  acabar,   '   •' 
¡que  imita  un  grupo  de  flores, 
y  pinceles  y  colores 
por  si  deseo  pintar,  ,^ 

Todo  arreglado  de  modo 
que  de  ello  me  encuentro  ufaní 
A  ver  si  vienes  mañana 
para  que  lo  veas  todo. 

Te  he  escrito  á  la  ligelá,  ' '  ' 
y  ahora  me  marcho  deprisa,  ' 
pues  la  doncella  me  avisa 
que  mi  modista  me:  espera. 
Pon  en  venir  interés, 
pues  ya  sabes  mi  impaciencia 
de  tenerte  en  mi  presencia. 
Adiós.  Hasta  pronto. 

'  ■  Inés. 

Posdata.— Kijitá,  confieso 
que  me  pasó  inadvertido 
hablarte  de  mi  marido. 
í^a  tendremos  tiempo  de  esól 


Licis  García. 


m^ 


■H*: 


^OMBRE^  prevea  il^iA^te 
por  dos». 
Pero  es  muy  di^u- 
.  tibie  la  bpa^^d  dental 
^alorismp  en  mucEísi- 
Nmos  casos. 
Nuestro  gaucho  es  el  verdadí^o  tipo  del 
hombre  de  d  caballo.         í  ),    , 

—¿Porqué  no  se  lo  dice  á  su  marido? 
— ¿Qué  quiere?   Mi  marido  es  tan  poco 
hombre,  que  no  es  capaz  de  nada... 

Don  Lorenzo,  exclama  con   mucha  fre- 
cuencia, que  él  es  un  hombre  toro...  por 
que  tiene  pelo  en  pecho. 
¿Qué  me  dirán  de  don  Miguel,  que  se 


enfurece  cuí^ndo  le  dicen  que  él  no  es  un 
hombre  entero? 

—Mil  bombas,  les  juro  á  ustedes,  que 
yo  soy  un  hombre  entero... 

¡Y  tiene  una  pierna  amputada! 

CWóntas  veces  se  oyB  decir  y.  sp  dice:  es 
i^juiá  ííomb're  grande,  pop..dedr'  álfo. 

Don  L-ilcio,  que  es  un  hombre  alto,  grue- 
so, et*;.,  es  fn«y  J90C0  hombre. 
■  Hombre  de  mcd'^'^nsto;  asi  lo  llaman  á 
un  amigo  mió,   porque  se  caso*  con  una 
mujer  vieja,  fea  y...  rica. 

Hombre,  ¡Vaya  un  mal  gusto! 

Don  Juan,  es  hombre  para  poco. 

Tiene  ya  60  años  y,  hasta  ahora,  apesar 
de  serlo  para  poco.,  sigue  siendo  hombre. 

Hombre   de   peso,   le  dicen   á   mi  tío. 
¡Claro!...  ¡Es  tan  pesado.. .\ 

Se  oyen  con  frecuencia  diálogos  de  esta 
naturaleza: 


^^^W^- 


,' ff,T.^«-;-»r»; 


?^r^GA6BABEL 


\m 


—Créalo,  amigo;  es  un  hombre  como  nó 
hay  dos.  ^.  .     w  ;       <      "rt  ? 

—En  un  pellejo.. (í  ffin^^uda  alguna. 

—/Oh,  si!  Es  ua:  hombre  de  gran  cora- 
zón. :  r^:     >    .' 

—¿Y  quién  lo  duda?  Figiírale  que  á  Emi- 
lia le  dio  un  pedazo;  á  Luisa  otro;  á  En- 
riqueta otro  más...  y  hace  pocos  días  me 
ofreció  otro  más  ñ  mi...!  ; 

— jAy,  amigo!  Si  la  co/^a  sigue  andando 
asi,  somos  hombres  al  agua.  i 

— Pues  yo  he  de  perraíinecer  en  seco,  con- 
testa el  amigo,  que  es  hombre  de  fortuna. 

—Con  lo*  tiempos  que  corremos,  es  pre- 
ciso ser  hombres  osados. 

—¡Ya  lo  creol  Présteme  cinco  pesos. 

-i .....r    .  .:,,"., 

El  hombre  es  fae^o  y...  ¡con  cuánta 
facilidad  se  enciende! 

Don  Telásforo  es  un  homirc  tie  humor, 
pero  se  pcftie  de  mil  diablos  cuanilo  le 
dicen  que  tiene  humores^ 

¿No  es  un  sarcasmo,  l'amar  á  un  joro- 


bado: hombre  recto,  por  muy  íntegro  que 
sea  en  todos  sus  actos? 

¿Y  no  lo  es  otro,  llamar:  hombre  lleno., 
á  uno  que  hace  dos  dlás  que  no  come? 

Al  amante  de  dar  pechadas  ¿porqué  no 
llamarle  hombre  de  pecho? 

¿Cuántas  veces  no  se  dice,  al  cabo  del 
día:  ¡Pobre  hombre! 

Esto,  aún  para  los  más  ricos. 

Doña  María  decía  el  otro  dia  con  mucho 
énfasis:  Yo,  no  tengo  hombre...  jY  era 
casada! 

El  geógrafo,  debe  tener  mucho  mundo. 
Esto  es:  que  es  hombre  de  mucho  mundo. 

Los  hombres  de  honor,  van  al  campo 
del  Ídem  y  allí...  firman  actas  y  más  actas, 
en  las  que  desdicen  lo  dicho...  y  salvado 
queda  el  honor. 

Hay  hombres,  áe  letras. 

Además,  liay  hombres  de -guerra;    bue 
nos,  malos,  lindos,  feos...  ]alto!  No  se  dé 
por  aludido  el  Dr.  Bonifacio  Lastra*. 

Armando  Flores 


Con  afán  desorden  aelo 
al  billar  todo  lo  inmola. 
Y  si  algún  enamorado 
quisiera  ser  de  elja  amado 
lo  será  por  carambola. 


2(10 


-EL  CASCABEL 


f,,. 


A  N  UNGID  S 


Ama  fresca,  primeriza,  soltera,  buenas  reco- 
mendaciones y  leche  de  un  mes. 


Se  ofrece  una  señorita  para  trabajos  livia- 
nos ó  para  enseñar  algu.  Muy  instruida  y  con 
buenas  referencias. 


//ífdli 


JllíüíMiJllilüUillllil 


«Se  necesita  un  sastre.»  ¡Yo  si  que  lo  nece-         Pintor  diplomado;  especialidad  en  cocinas  y 
sito!  paredes. 


-Y-^5r~  ...'T  -s?ir-í7«T^T>3^^^^ 


EL,  (;ASCABeL 


187 


GENCRALCS 


Se  desea  un  socio  con  capit;il  de  300()  pesos 
para  implantar  una  nueva  industria.  Negocio 
seguro. 


Dinero.   Se  dá  soiire  fincas.  Reserva  abso- 
luta. 


Cobrador.  Se  ofrece  uno  para  cobrar  lo  que  Matrimodio  rornial  se  ofrece.  El  marido  para 

-  cualquier  trabajo  y  la  mujer  para  doncella. 


'i^^T::-"Jr:!-^'^:s.'yr;^r^f;^^^^!^-i:-:^^^. 


k  :^W^^tyf^':%:^r--g^^jsy''^^r'^^  r>'^ ' 


2ító 


EL  CASCABET. 


BAILE  DE  SOCIEDAD 


Mi  querido  Director 
del  festivo  Cascabel: 
yo  no  sé  si  en  su  papel 
tendrá  cabida  un  cantor. 
Soy  cono  padre  de  la  flor 
del  barrio  de  Balvanera; 
mi  guitarra,  es  la  primera    -^ 
en  toda  farra  ó  payada, 
y  por  todos  alabada  ;,  r 

cuando  toco  una  habanera.    '-' 

Yo  visto  saco  cruzao 
y  calzo  bota  cantora; 
mi  corbata,  es  voladora>,./ 
mi  cívico,  requintaó        '.  ■/:, 
voy  siempre  muy  aQpíitao^  -  ^  f- 
y  en  cualquier  farra  qu<líiiaetj> 
se  me  mira  con  respeto^';    .>,V. 
porque  soy  medio  p^aó.)     1/ 

El  sábado,  á  la  oración, 
cuando  salla  á  pasear, 
me  vinieron  á  Invitar 
para  asistir  á  un  bailón. 
«Escrita  la  invitación 
en-lm  .papel  floreado,  '^V 
con  su  programa  variadéK,        7 
de . pupo  tango  y  cuadrilla, 
y  costéao  por  la  pandilla    =         ' 
de  ios  gringos  del  mercado    ; 

Me  comencé  .4  empaquetar 
y  me  acomodé  eJ  fillingo, 
para  por.  si  acaso  un  gringo 
se  me  yema  á'cmbroinar.      _ 
PesqlJ^tln^pa^ruage  $1  paséf^i 
con  un  cocjiet^  j|rand6te|,l     V 
Je  di  el  námerQ:.»!  muy  ?óté    '''.-■. . 
no  compi^ndióí  ta,bofada,  '. 
yá  la  prinaera  parada 
bajé  V  le  pegué  el  calote. 

Guandd.  en  eí  baile  dentré 
preludiaban' uíiHancero,     - 
miré  á  íí¿8*paicaS'prijji»rb 
y  estasiádk)  melqiwidi^/ í,-   ; ". 
algunas  habia^ Jij  p4á/;"/-/^  ?  *■" 
esperando  ijt^íepipezárá:      " 
estaba  I¿ígíitt8fa^t/|jar3,%       s 
Rita,  Virginia  íí^^Jíoilésta;       ,; 
quien  me  mito  miay  enhiesta  I 
pidiéndome  lasadáca. j  \<r    ' 

Cuadro  enseguida  formamos 
pero  que  daba  calor . 
¡Viera  amigo  Director 
que  lanceros  que  bailamos? 
Los  mozos  nos  agarramos 
de  contrapunto  á  florear, 
y  era  corte  de  admirar 
Jo  que  allí  todos  hacían. 


^ 


y  los  gringos  que  nos  veían     V\     i  iJ 
se  pusieron  á  estrilar. 

Unas  palabras  cambiamos 
y  á  éscaviar  nos  dirigimos; 
cuando  escaviaos  estuvimos 
en  cuadrilla  nos  floreamos: 
un  batuque  les  armamos 
á  los  gringos,  colosal, 
pero  apareció  un  bagual 
que  decían  presidente, 
tocó  pito,  y  un  agente 
se  presentó  en  el  local. 

Como  yo  era  el  promotor 
del  bochinche,  me  llevaron, 
en  la  cuadra  me  encerraron 
por  compadre  y  peleador. 
Dígame,  mi.  Director,  -% 

si  es  motivo  suficiente,      * 
para  á  que  gente  decent^.        .. 
selelleve  á  la  cafíia,     ;  ■ 
á  reposar  unát  púa, '  1 

arrástpao  p(»f  unh  ajenie. 

Por  la  copia— 
C.  N.  L. 


pÉ  DOMINGO  ^  DOMINGO 


—Vaya  ufia  b&0taclal    r     [i  [f\ 

—¿Le  han  pegado  a  V.? ^'¿^      ].   :,  ¡  " 

—No,  hombre;  t^bio  de  Lé¡  í^k^táda 
de  Novo  y  Golson^  püesla  en^cerfa  en  el 
Onrabia,  ppr  (Jalé  y/C».  '-i    \y 

— Ah,  vamos,  respji'o^creí^ájp  le  habían 
atropellado  á  V....    ..      .  .^,  ,' \  \J 

— ¡Cá!  Si  soy  capá^iíJeijíreseft'tóV  ja  otra 
mejilla,  cómo  quien  dice,  paya  que  me 
den  otra  bofetada  por  el  éstil^Ü 

—Ahora  la  empresa  ha  enii&ntrado  El 
gran  filón,  comedia  adaptable  al  país... 

Y  tan  adaptable. 

En  la  República  Argentina  no  hay  ^¿ów 
que  no  haya  sido  expíoítódo.        i 

Hasta  el  gran  filón  político,  que  tanto 
gusto  ha  dado,  y  dá  aún  á  CféiriUs  perso- 
nas que  se  entregan  á  ia  p)fHica,  sacri- 
ficándose en  aras  de  la  patria...! 


";SspSS*í~;  ;-■"';.";;, 


Éi:  CASCABEL 


203 


i  í  1       ;  ■  f  I  í  i   J 


UNA    CANA 


-Mira,  acabo  de  enconUar  en  tu  cabeza... 

¿Qué? 

¡Una  cana!  ' 

-Bueno;  magnifica  ocasión  para  echar  una  cana  al  aire.  ¡Y  conligo! 


'■^        «■  --  ""j'  *■  í=  qm^-3  ^5i^ 


^•^     í^*-^        (■  JT*"' 


204 


EL^CAjBqABIff' 


—No  divaguemos. 

—Tiene  V.  razón.  Después  del  bofetón... 

— ¿Pareados  á  estas  horas? 

—Digo;  de  La  Bofetada,  Como  las  go- 
londrinas y  Bl  Gran  filón  y  Sin  Solu- 
ción, no  hay  nada  nuevo  de  que  dar 
cuenta  á  no  ser  que  repita  que  Galé... 

-  Si,  ya  lo  sé;  es  un  buen  artista,  en  el 
sentido  más  lato  de  la  palabra. 

—  Bueno;  no  me  dé  V.  la  lata  y  reasu- 
mamos. 

■—Pues,  reasumiendo:  el  público  concu- 
rre al  teatro,  queda  muy  satisfecho  y  la 
empresa  también. 


-¿Y  Apolo? 

—No  tengo  el  honor  de  tWtar  á  este  se- 
ñor. 

— jHombre!...  Me  refiero  al  teairo. 

—¡Ahí  Bueno  y  haciendo  camino.  La 
inauguración  fué...  un  poco  fría.  Divor- 
ciémonos no  gustó  mucho,  que  digamos, 
apesar  de  la  señorita  Aranáz  (C.)  y  el  se- 
ñor Rofeles,  que  hicieron  cuanto  pudieron, 
perOéJ'í/^::yit.-; '.■:•    ..    -  r         r.-'eh 

—¿Hayan  peyó?  ^         ■,         fs 
—Si;enm  GranGaléoto,  el  Sp.  Robles 
y  la  Srta.  Aranáz  (G.)  obtuvieron  un  éxito 
más  que  regular,  y  lo  obtuvieron  ellos  por 
que  las  segundas  partes.».  ^  ;  i  r 

—Nunca  segundas,  partes  fueron  buenas. 

—No  digo  tanto.  Volviendo  á  la  señorita 
Aranáz  (C.),efttuvo-bi^^  aunque  quiso  ex- 
tremar ia^naturaüdíMl,  y  resultó  frío  algún 
pasaje  del  drama;  pero  al  fin,  entre  el  Ga- 
leoto  Y- J^ív&rciémonOiS  nos  qaedamjos  con 
el  Galeota  y  el  publico  pensó  de  la  mis- 
ma manera  y  lo  demostró  no  escatimando 
palmas.     ,  ,    ,  , ,, ,  / 

—¿Y  Robles?   .:    ::  ,   10-        .  :    ,:■ 

—Tuvo  momentos  felices  y  fué  también 
justamente  aplaudido. 

—¿Y  el  cuadro  lírico? 

—Hay  de  todo  en  él.  Mercedes  Aranáz 
ha  caído  en  gracia  y  no  es  de  extrañar, 
por  que  es  graciosísima,  monísima,  ele- 
gantísima.,^. . 

— jCarambisima!...  ¡Cómo  se  pone  V...! 

—Es  que  Mercedes  vale,  y  tiene  todas 
las  condiciones  que  ha  citado.  El  público 
se  siente  dominado  por  esla  niña,  por  que 
es  muy  joven  la  nueva  tiple,  y  aplaude, 
aplaude  y  llena  el  teatro  que  es  un  gusto 
para  la  Aranáz,.. 

—¿Cuála? 

— Concepción,  que  es  empresaria. 

—¿Y  los  demás  artistas? 


—Molina,  Sanromá,  Ferrandiz,  Reig(E.) 
y  Reig  (L.),  se  hacen  aplaudir,  y  pronto 
debutará  Carlos  Alonso,  con  la  zarzue- 
lila  R.  R.  que  tengo  el  gusto  de  recí)men- 
dar  á  V.,  como  le  recomiendo  a  la  señora 
Carbonell,  mujer  de  buenas  prendas... 

—Y  si  nó.  véase  la  prendera  que  hace 
en  Nina. 


La  Comeííía  concurrida  siempre.  Nove- 
dades una:  Candidato  independiente  que 
fué  del  agrado  del  publico. 

Juárez  pone  en  escena  obras  de  su  re- 
pertorio, conocidas  ya,  pero  aplaudidas 
siempre,  y  el  público  constante  llena  inva- 
riablemente el  local,  que  para  el  invierno 
es  de  lo  más  apropiad  i  to  que  tenemos  en 
Buenos  Aires.  :  ,    . 


Politeamá,  .Novedades,,  Alhambra  y  Do- 
na, siguen  como, de  cpstumbre;.  es  decir, 
Doria  nó;  sigue  peor  que  de  costumbre. 
Los  amores  de  Qiacumina  es  un  alen- 
tado contra  el  J>uen;gus.l,oy  una  amenaza 
para  el  teatro  pacionaL  , 

Pero...  ¿el  teatro  nacjpnal  existe?  ¿Al- 
guien se  acu^da,  de  é|?M^      ,,     ■  r,,- 


Ahora  herat>s,  es  decir,  han  descubierto 
un  nuevo  género  de  estafa.  Urips  indivi- 
duos que  venden  paquetes  de  cigarrillos  de 
«La  sin  nombre»  á  precio  tan  bajo,  que 
muchos  almaceneros  de  los  suburbios  han 
hecho  grandes  provisiones. 

¿Saben  ustedes  qué  clase  de  tabaco  con- 
tienen los  cigarrillos? 

¡Aserrín!  ,,  . 

Los  dueños  de  «La  sin  nombre»  no  en- 
cuentran nombre  para  calificar  esta  es- 
tafa. 

Y  los  que  lumen  un  cigarrillo  de  esle 
tabaco  fin  de  siglo.,  quedan  en  disposición 
de  que  el  mucamo  empieze  el  barrido  del 
estómago.  ' 


A  ki  bella  Concepción 
de  negro,  sin  variación, 


EL  CASCABEL 


205 


— ^Ñ : — 

haber  cedido  el  puesto  á  un  cronista  de  oca- 
sión i  •''-■■  :j-^-  ;-■:«. ■;-'■^^  '.   ■■ 

Dios  se  lo  tengfi  en  cuenta. 

Y  !a  gramíllica  también.  ■'■■ 


obligaba  á  qué  tiíátiérá ''  -'■'' 
su  esposo,  y  idé  esta  manera      ' 
no  llamara  la  atención.  '     ■ 
Pero  al  uso  continuado 
del  negro  se  ha  acostumbrado, 
y  ayer  k  la  madrugada, 
por  la  costuipbre  guiada, 
con  un  negro  se  ha  escapado. 


La  hermosura,  en  todos  los  tiempos,  ha 
sido  causa  de  grandes  trastornos  y  aun 
de  grandes  crímenes.  El  mayor  de  estos  lo 
ha  consumado  uno  de  tantos,  N.  N.  6 
bien  X.  X.,  que  abundan  en  la  prensa. 

Lugar  del  crimen:  El  Diario. 

Dice  el  señor  X.  X.,  cronista  de  oca- 
sión, aunque  no  pasa  de  cronista  de  ¿anee. 

«Rn  los  artistas  del  género  que  cultiva 
la  señorita  Aranáz,  una  condición  prima 
sobre  todas  las  otras:  ser  bonita;  y  si  á 
esto  se  agrega  ser  simpática  é  interesante, 
puede  afrontar  con  la  seguridad  de  vencer 
al  público  más  reacio». 

Bueno:  ¿qué  es  lo  que  puede  afrontar? 

Nos  quedamos  con  las  ganas  de  saberlo. 

A  no  ser  que  lo  que  quiera  decir  el  cro- 
nista es  que  puede  afrontar  la  señorita 
Aranáz  una  crónica  como  la  que  nos 
ocupa... 

Pero  ¡cáf  Por  bonita  que  sea  una  mujer, 
no  puede.  '"!■■ 

¡Qué  ha  de  poder!  '' 

■    /     '.   '■■  ■-.'">•■•»!'■■ 
'■.-■■    '^  .     ';■"  '  ' 

Vaya  otro,  parrafito:    .  , 

«Si^demás  de  estas  tres  virtudes  capi- 
tales se  añade  la  elegancia  en  el  vestir  y 
después  de  desvestida  Ó  con  el  escaso  j^mlo 
que  algunas  operetas  requieren,  el  espec- 
tador consíafa  (¡ay!)  que  el  contenido  real 
corresponde  al  continente  visiüle,  el  inte- 
rés platónico  suele  degenerar...» 

Si;  en  abuso  de  confianza,  en  terremoto, 
en  fiebre  amarilla,  en  cualquier  cosa. 

Vaya  un  modo  de  señalar. 

Libidinoso...! 

¡Ahí  Y  en  vez  de  constatar,  podiuamós 
decir  comprobar,  ¿no  le  parece? 


Suma  y  sigue: 

«La  señorita  Aranáz  tiene  todo  eso  y 
muy  posiblemente  algo  más,  que  en  una 
sola  apar'ción  en  la  escena  no  es  posible 
descubrir...» 

Tapa,  tapa,  y  demos  vuelta  á  la  hoja,  no 
sin  felicitar  á   El   Diario   que  confiesa 


Poríjue  .Junn,  que  es  un  patán, 
tiene  su  cuerpo  tatuado 
han  dado  en  decir  (lue  Juan 
es  hombre  muy  ¡li/slrndo. 


-  ¿Celebraremos  el  cuarto  centenario  del 
descubrimiento  de  América  ? 

i  Vaya  si  lo  celebraremos  ! 

Por  de  pronto,  ya  se  ha  nombrado  una 
comisión. 

Yá  comprenderán  VV.  que  todo  se  redu- 
cirá á  una  velada  mortuoria,  ó  literaria,  en 
tonto,  que  es  igual,  en  el  teatro  Onrubia. 

Muchos  discursos,  sonetos,  alguna  oda, 
quizá  un  poema;  varios  trozos  de  ópera 
ejecutados  por  aficionados,  y...  paren  VV. 
de  contar. 

No  estamos  enterados  de  nada,  pero 
apostaríamos  algo  á  que  todo  se  reducirá 
á  discursos,  poesías  y  müsica. 

Ojalá  nos  equivoquemos,  y  la  comisión 
haga  algo  que  revista  el  carácter  solem- 
ne, á  la  par  que  popular,  que  á  nuestro 
entender  debo  darse  á  la  fiesta. 


«Candidato  independiente»  es  el  titulo 
de  una  obrita   estrenada  en  la   comedia. 

No  es  una  novedad. 

En  las  elecciones  de  concejales  se  pre- 
sentaron muchos  candidatos  indepen- 
dientes. 

Y  fracasaron,  naturalmente. 

¡Buenos  están  los  tiempos  para  alar- 
dear de  independencia»! 


Con  cierta  Miss  Don  Jesús      \ 
siempre  al  mus  jugar  solía, 
y  ayer  triste  me  decía 
que  no  juega  más  Miss  mus. 


Firmados  por  J'oz  están  apareciendo 
en  El  Diario  una  serie  de  artículos  de- 
dicados al  Frontón,  y  que  á  la  verdad, 
ponen  de  manifiesto  una  porción  de  cosas 
que  el  público  tal  vez  ignoraba. 

¡Superior! 

Pero...  suponemos  que  Voz  hará  oir 
su  autorizada  idem,  ocupándose   de    los 


S'5 


■l'-v'í.íX.  -^í~?^W 


2ÍHÍ 


GL.,GA8CA.BEL 


diferentes  hipódromos  que  viven  del  tan- 
to por  ciento,  que  cobra^i  ó  ios  jugadores, 
y  que  maldito  lo  que  hacen,  en  el  sentido 
de  mejorar  la  raza  caballar. 

La  ley  para  ser  buena  ha  de  ser  pareja. 
_? Duro,  pues,  y  ¡ti  ellos!   . 


Caso  curiosiíiiino  neu trido  en  Malos, 
Vientos,  ciudad  que  no  encontrarán  VV. 
en  ningún  mapa,  pero  que  existe;  ¡vaya 
si  existéi 

Sala  de  un  gran  casino  ó  club,  como 
gusten. 

Alrededor  del  tapete  verde,  muchos 
puntos^  distinguidos  y  muy  correctos. 

— El  banquero,  después  de  hecha  la  ju- 
gada: ;we/'  á  la  banque! 

¡Grattés  pdt-  tout! 

Silencio  absoluto.  1£A  groupier  recoge, 
con  la   pala  todas  las  fichas  apostadas. 

,%\  banquero :  fait  votre  Jen. 
Se  hace  el  juego. 

Una  voz. 

tí  ',■  • . ti  i  1  1     ■  ■■   ■.••'■    ■ .  . 

'— íCopoI 
Estupefacción. 
La  misma  voz: 

—Copo!...  como pftiffiüta-de  policía  que 
soy.  "  -    "'"'  '^-    ^'- 

MENTE  y  se  acabó  la  partida. 


Y  én'éfeolo,  el  prefecto  copó  pe^ 

■^ 
¡Rien ')ie  rn  plusi!  t? 


CORRESPONDENCIA 

Nicodemus.—^\  sabemus,  ni  sabr^moá  tranca  ver- 
síñcar. 

Amigo.— Qaerido  amigo,  la  presente  sirve  para  de- 
cirle que  sus  «Humoradas»  nó  son  humoradas  ni 
.'fisto  que  lo  fundó. 

Tumis.—Si  dejas  de  hacer  sonetos  serás  un  buen 
muchacho. 

T.  Veo.— Mediano  todo. 

Voluntariü.-^Ydi  lo  vera  V.  En  el  próximo  número 

mpiezo. 

Arturo  Caslro.— Todo  se  andará,  ya  lo  verá  V. 

/7no.— Pues....  no  sirve. 

C.  Ro.—Y  van,  ícu&ntas? 

fl-fl-rramo.— Supóngase  que  el  sastre  la  hace  un 
íaco  sin  mangas:  jqué  dirft  V.?  Lo  mismo  que  digo 
yo,  al  ver  una  serie  de  versos  que  est&n  faltos  de 
mangas,  digo,  silabas. 

M.  A.  de  r.— Gprao.V.  quiera,.  . 

Leol.—\eré  desaprovechar  algo. 

(arystus.—Qaada,  v.  complacido. 

Armando  fVore.s'.-^Publico  uno  y  archivo  otro. 

Constante.  -Lo  es  V.  mucho.  Tres  veces  escribe  V. 
"hechar  la  carta»  y  eso  est^  muy  fpo. 

Simeón. — ¡Buen  provechol 

rano.— Muy  inocente  es  la  cosita. 

Galeno.— Si  maneja  V.  el  bisturí  como  maneja  la 
pluma...  ¡pobrecitos  enfermosl 

yie^o.— ¡Oh,  anciano!  iA.ún  no  has  tenido  tiempo  de 
aprender  A  conocerte? 

M.  L.  O.— Está  bien. 

Patricio  GaWo.—Tucumán.— Por  correo  contesto  su 
.'lenta  y  pai-a  mi  lisonjera  carta. 

Cííco.— ¡üf?...  ¡Que  viene  el  cucpl 

Pompilio.—iCoQ.  franqueza,  eh?  Pues  vaya  uno 
franqueza.  ¡Ab!  Y  no  estoy  por  ínstant&neoé;  y*  la 
he  dicho  mil  veces.  *>>    J  j   ;    ^  \c 

A.  B.  C.-No  me  sirve.    '.]'^-  v^'^    mÜí 

Mendigo. — Perdone  por  Dips,  hermanit^,  ■'.■'¡'■, 

M.  de  i4,— Es  flojillo,  sumamente  ^jiííó. 

li.  Cerío.— Rosario -¡Lástima  de  franqueo! 


EL  v,^....^.,^^ 

^réM       SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 

'^^"'SIÍDirector:   ENRIQUE  COLL  . 

)  ^í ■ 

CONDICIONES  OE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  ?>  meses §    1.50 

Pi-oviuitiii    :     Los    señores    Cone-ponsales 

fijarán  A  precio.  -^ ' 

Número  ('iTiente »   0.10 

a  »         }»•  rasado »    0.15 


Sl<:  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 
«f  t-Al,SIirA-«iit    (ALTOS) 


-  -,-■»,  "\-^;  rji-i^^p-^rp^-^^ 


CL  CASCABEL 


207 


' n  *■ 


¡cowíaMM 


TRASATLÁNTICA  ESPAÑOLA 

VAPORES-CORREOS 

S7jhvencioñados  por  el  Gobierno  Español 

Servicio  mensual  fijo 

entre  el  Klo  de  la  Plata  y  Eui'0|>a 

Las  salidas  de  «ste  puerto  serán  el  2  de  cada  mes 
para  Paata  Cruz  de  Tenerife,  Cádiz,  Barcelona  y  Mar- 
sella, admitiendo  carga  y  pasajeros,  asi  como  para 
Vigo.  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
portantes de  España. 

Por  más  intormes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus  agentes 
Antonio  López  y  C*,  calle  A.lsiaa,  750. 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  venida  de  todos  los 
puertos  y  ciudades  de  España. 


LECCIONES 

JDK   .SOLFEO     Y    PIANO 


LIMA  1137 


CAJAS  DE  HIERRO  FICHET 

(DE  PARÍS) 

Premiadas  en 
las  exp(.>sicione8 
de  París  1878- 
1889,  de  Viena 
1873.  de  Anver 
1885. 

Secreto  de 
combinación  in- 
visible. 

Garantidas 
contra  incendio. 

Surtido  de  ca- 
jas de  hierro  pa- 
ra casas  de  co- 
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BAZAR  AL  BUEN  MENAJE 

150— ARTES— 150 


r'nViÍ0T»fr»c  cuchillos,  centros  de  mesa,  ja- 
^-'i<*-*-'**5X  Liyd)  iras  para  agua,  juegos  de  té, 
juegos  de  lavatorios  de  metal  blanco,  licoreras,  ca- 
nastas para  pan,  aceiteras,  coberteras,  floreros,  lam- 
paritas,  veladores,  filtros  para  agua,  etc 

1-Tol  £lHor*9C  sorbeteras,  necesarios  varias 
■*■•*'-■*•  aU-Cl  aoj  formas  y  clases,  bidets  surtidos, 
lavatorios,  juegos  de  lavatorios,  juegos  de  toilette, 
máquinas  para  nacer  soda  ó  regieras,  ^filtros  para 
agua,  flamoreras,  etc. 

Juegos  de  mesa,  Zst't^taI/^jfe¿o"¡ 

de  cristal,  cubiertos,  cuchillos,  salivaderas,  palmato- 
rias, copas,  vasos,  sillas,  escaleras,  porta-botellas, 
canastos  para  ensaladas,  espon  eras,  etc.,  etc. 

BAZAR  AL  BUEN  MENAJE 

150- ARTES -150 


BEL 


BANCO  DE  SABADELL 

CALLE  MORPO  ESQDINA  BUEN  ORDEN 

CASA  VATRIZ  FUNDADA  EN  SABADELL 
(FSPAÑA)  EN  1881 

CAPITAL:    10.000.000    DE    PESETAS 


Exportación  de  frutos  del  psds.— Importación 
de  productos  españoles  en  general. 

'         SE    ABONA 

Depósitos  en  cuenta  corriente  á  la  vista  2  %  anual 

»                 »             »         á  90  días    3  K  ■ 
de  aviso 

Depósitos  &  plazo  fijo  á  90  dias  ó  m&s   4  »  » 

>                   »         »          n        i.          oro    1    »  » 

Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  co»n  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  t^fcien 
con  beneficio. 

lloras  de  despacho.  Los  dias  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
á  11  m. 


Depósito  General:  DEDt  BALZE  Nms. 

442  -  Kaipú  -  444  —  Buenos  Ayres 


ADVERTENCIA      i^. 

Se  previene  al  pühlico  que  la  fkrmaifiia  estabtecida 
en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  anteriórinente  dfe  don 
GUILLERMO  A.  CKANWÍÍLL,  se  vendió  á  D.  piego 
Sproat,  quien  no  es  farmacéutico,  de  modo  que  dicba 
farmacia  no  es  ya  de  CRANWRLL,  Sino  de  Spró'at. 

LA  ÚNICA  DROGUERrA  V  FARMAC!.-. 
»E  CRAIVWELL 

que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situada  en  la  calle 

VICTORIA,  núm.  647 

E.NTRE  PERf    V  CHACABUCO 

Atendida  personalmente  por  su  propietario— 
EDMUNDO  E.  CRANWELL 

Farmacéutico 


''..■C^fS:,- 


'-"v^'i^:"-  ,-"'"^- -'-^^v- 


m 


K"* 


CIGARRILLOS  DAUMAS  *^ 

■"'  L08  fumadoíéa  atbéñ  evitar  isaftilsíBcactone»  e»^  • 
giende  ea  cada  etiqueta  la  firma  dé  garantía  de— 
/.  Daumas. 


GRAN 


-.-x'.f 


inscripta  e^^l  Re^stmfiúMeo  '<^' 

^.  ité  Géimr&ú    :      '■' .^■■■■■-^^ 


^ 


syS^V- 


**■■ 


»■.■- ' 


AL  FÜEG^,  EW  WZft,WCEUHI  Y  CRISTIl 


¿¿^^^;esa  y  complementos      'i^-^^- f 
Mre  porói^lana,  al  fuego  y  p|^ 


Y  TOD 


fe  -''^^    ■  ■ 


^fbiénistaciones  en  oro  -' 

íiCONCBRNiENTE    AL   R^(4^ 


ri^áf-á-ír;'-:;'    ,- ./ 


^íf*fé 


UmmtttnJnéMví^ 


A,r.iUi^'11'.^^''^  V  ' 


Sobre  toda  orne  á»  dfiap»  y  «Ibjetss  de  v«ior 

Cerrito,  430 


ANTICIPOS  DE  DINERO 

Sobre  alhaja*,  brillantes  y  objetos  de  gran  valor. 
Joyería  La  Confianza,  ^¡ORENO,  771,  entre  Chaca- 
buco  y  Piedras.  ' 


seguios  de  flet^y  éf^bs,  gattálfim 

'comisione^|P<W^ertaiS,«t^      .        t^-llt^' 
S^li*5rti*a'-.  ■■  v«í"-    ■' "'nfum.- 
edificios,  establ^MJltOQntos  i«dÚBtriál9ff:^V-4  .; '., 
y  dei  ^nwrcio, '  ^-'^vn»  r  '•' 'i-^CL 
comprendie|ido  la8«xplosioBes  .,v;s  „  v^J;-.4  ' 
de   gas,  rayo,   desalt^o,  inevitable,    e%-.,  ftc.'*í,;:*S 

Gerwite:  ÁNGEL  R<«*iíi!iiÉMvi»:>¿4  ? 


DIREOCIÓK  üGí^f^^; 


845 


Cooperatira  Teief.  899 


Oflr^eéNlos  Á  nuestéá  jiil 


télá  TitES  nueva»*  nfiav^ilfas  d^  iii|i{í«|| 
i#JUÍo8,  coya .  expelelncia  no  duílluiMiÉh 
MüWrán  apreciar:  :  >• 

f%AMr%|A|TA    con    exquisito   tabaco, 

OfillUlCITO  *ue\? ""'""'  ""■ 

c(jn  rleo  liíibá" 
no,  á  20  cen- 
tavos paquete 

hebra  y  pi- 
cadura ¿fé 
cts  paquete 

Recordamos  al  público  nuestros  antiguos  y 
acreditados  cigarrillos  . 

DANDY  YSPORT       ., 

A  SOLO  lí  CENTAVOS  PXilUETE 

CA^A  OENTRAL 

RIVADAVIA  Y  CHACABUCO 


ESPECIAL  ES  Ñ.  41 


imp.  del  «Conrrier  de  la  Plata»— Mójico,  83> 


^^ 


.-■-,.  _^  ,„ :  ;^  ii¿j4sí?íi;ly¿,^jí 


r  ■<">*. 


Afló  I       '    BdiuiOB  A¿rM,  Abril  6  de  1892        Nüm.  14 


^r^siifi^mfQ^^Sfseis^^ 


{IL  CA^CABMt 


|j,¡i\¿¿aMKki 


Witor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 

íion  y  Akiüistracion:  ALSINA  489  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DR  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad. . .    $  O.IÓ  el  rtúmero 
íuera  de  la  ciudad...     »0.20        id 


Fotograbados  de  Coll 


Miembro  correspondiente  le  ha  nombrado 
la  Academia  Española  el  otro  dí.'i, 
premiando  asi  á  este  vate  enamorado 
de  la  Vida  del  Catnpo...  en  poesía. 


2ro 


SI.  GASCABSa. 


•* 


.Miny. 


T 


'y  0 

.fe 


-^^lr« 


Cualquiera  se  siente  con  ánimos  para 
hacer  una  crjinica ! 

Desde  que  sé  ha  decretado  el  estado  de 
sitio,  no  hay  más  que  un  tema  explotable. 

La  política!       : "  ''  •''  "•         \^,  "' 

Y  nosotros,  qcle  'no  somos-  póíüicps,  es 
decir,  politicbs  ^I'lü  somos,  pero  no  nos 
metemos  en  política  palpitante,  estañaos 
sin  saber  do  qué  echar  mano  para  hacer 
la  crf^nica  de^léostumbre. 

Sobre  todo  la  cuestión  de  la  censura 
nos  tiene  tan  preocupados,  que  al  pensar 
que  el  Dr.  Dópovan  ha  de  juzgar  nuestros 
escritos,  estamos  á  punto  de  llenar  de 
punios  suspensivos  el  espacio  destinado  á 
Charla  y  decir  solauígn te:  prohibido  por 
orden  superior k¿    \;¿^  -^• 

Pero  ícíi'--^fi^/  ,       .    ■ 

No  nos  poderlos  «Scapar.  de  la  charla 
nuestra  de'cadiA  semana,  como  tampoco 
nos  Hbramos  d^l  pan  nuestro  de  cada  día. 

El  caso  es  q^ie  la  política  lo  absorbe  to- 
do, y  desde/iíql»  la  autoridad  se  toma  la 
molestia  de  •^mb.t^rcar  caufiillcs  radicales, 
ni  más  ni  ménos:t|ue  si  se  tratase  de  far- 
dos-de yerba  pa^mgüaya.  no  son  pocos. 
por  ciertn,  los  ciudadanos  rehacios  al  em- 
barque, y  preiíspuestüs  al  mareo.  quB  to- 
mjB^  :^jr'é <^íi^i$bü0^  toaría /np»  f  er  l^abid^s . 

D.';  Antóbio  PégotilTo,  que  es  un  señor 
alto,  aunqu.«  casado  y  con  hijos,  se  ha 
empapado  en  que  le  bttSjcan,  y  se  ha  es- 
condido en  un  altillo,  clavando  la  puerta 
por'dénti-d..''^-"!^'*^  .u.  m.'.í>  .-v^í--.,  ^;    .' 

Su  mujer  léí^lcanza  Ih  comida  por  una 
abertura,  y  an  se  aguanta  firme  el  pobre 
hombre,  victima  de  sus  lonvicciones  poli- 
tieas.  como  dice  M. 

—Pero  Antonio:  ¡sai  del  escondite!  Á 
tí  no  te  buscan. 

— Q\i^  sobes  tú,   miiji-r!  Desde   un   ¡lia 


qué  comí  con  jki3r»i^jaj09ig0siiiBH[¿^e^ 

dere  y  pronu  n^é^tsttatfoyirtft  bras  f«>'títfc¿^y .  ¿  | 

-í-í*erosi  nádÉiÉÁGÍ9éiit«ib>(té  t*4^ürso- '/| 

la  rápidézldejla  pteta»  yiífes^  teojíWfcestoy^i  ^ 
seguro  dé  que  DiSnOvao  ha  dicho  áv^gíriíi?í;| 
empleado:  .:_.:..  -    .";: 


-Vaya  á'p'tender  al  orador  del  Bellve* 


'4. 


dere. 

— No  lo  creas;  ésta  íriañana  el  vigilan- .%^ 
te  de  la  esquina  me  líiíüdó  muy  ¿fectuo»-,^: 
sámente.  ■  '''"'■'.■■..    '  -"'^t's-- ■:'^"*-^     '■  ■■ 

;t."'  ■ii^No_hagks,.ca-^f>^ 
sOí    la  ■  autoridad    %i\ 
es  rauj  astuta,  V  ^^#-  • 
el  Vigilante  és  ca- 
paz  de  sobornar  ^  < 
alguno  de    núes-"   • 
■'/"  'Xvo%    hijos,    con      \ 
j^-     ;.itnas  masitas  pa-    .  i 
í ra   arrancarle   la     T 
eon lesión  q^e  me     ? 
puede  priya^de  la 
übertadv  :'  j 

^|||íií  tienes  á  Fer  • 
^^lindez  Espiro  que 
Ófrl^ba  en  cama 
pencando  en  un 
soneto  que  quería  dedicar  al  D^T;  Irigoyen, 
y  ahora  está  preso.  v;:., ,  :f^»?>        ^ 

— Bueno,  pero  tú  no  ^s 'cometido  nin- " 
gun  crimen,  ni  has  tíscrito  sonetos.  ' 

— [Ea!  Que  no  salgo.    Protesto  desd«  -  '. 
aquí,  y  soy  capaz  do  no  bajar  en  un  mes. 
Luego  hemos   sabido   que  D.  Antonio 
lograba  una  cosa,  gracias  á  su  vohintario 
encierro.  -  *' 

Que  cuando  llamaba  alguien,    ol  zapa- 
tero, el  sastre  ó  el  casero,    recibí»  siem- 
pre la  misma  respuesta.  •  ;■ 
—  El  patrón  ha  desaparecido. 
Con   lo  que  las  cutntas  qu-'dan  sin  pa- 
gar. 

Y  D.  Antonio  .««e  queda  tan  fresco. 

Por  lo  demás,  el  estado  de  sitio  es  un 
estado  como  cualquier  otro. 

Esta  es   la  opinión  de  una   solterona, 

¡ue  traio,  con  las  reservas  mentales  del 

caso,  y  que  tiene  mucha  imaginación  ¿ 

pesar  de   que  come  muchos  tallarines  y 

colabora  en  El  Álbum  de  las  ntña»,'' 


■x''iefí*';',r*f^í 


~T^Í«gsyf  .3E^^3^^fípT.r^^--' 


El,  CASCABEL 


211 


,JPue»,Sí,..lia,jSpltóro,na  me  decía: 
v-»rTodo,es  íicoptutnbrarse.  , 

>^Segttramer»te;  pero-  yo,  ■  desde  que 
estanaGé  bajo  la  ley  marcial,  procuro  son- 
rfelír  cuatido  paso  al  lado  de  un  vigilante, 
y  no  s'é  cómo  demostrar  simpatías  á  los 
ertipfelados  de  policía  El  otro  día  aguanté 
eí  estribo  á  uh  oficial^que  iba  á  montar  á 
caballo.  Asi  evit3  que  per  Uera  los  estri- 
bas y:  me  llevase  á  la  comisaria  por  pre- 
sunto conspirador.  , 

— Yo  he  sufrido  muchos  estados  (ie  sitio. 
— ¿Usted,  señorita? 

— Sí,  yo.   ¡Qué  hay  de  particular! 

En  primer  lugar  me  sitió  un  joven  que 
qíiería  casarse  á  todo  trance.' 

— ]Pbbrecito!  '  '     '' 

— Era  un  buen  partido  iCuántas  veces 
io  tuve  postrado  á  mis  plantas!...  Aquí, 


aquí  mismo;  en^estaCsófá. 
—¿y  usted? 
— Yo,  nada.  El  joven  no  era  mi  tipo. 

— Luego,'  me   sitió   un    seUor  de  edad 
maHura,  y  yo  le  riije  ¡están  verdes! 
— Pobre  señor.    . 
— Y  luego... 

—  ¿Más  sitios? 

—  Si;  más.  muchos  más.  Pero  yo  soy 
incoomovible:  he  llegado  á  acostumbrar- 
me al  estaHo  de  sitio  y  no  le  hago  caso. 
Por  eso,  repito,  el  estado  de  sitio  es  un 
estado  como  cualquier  otro,  y  todo  es 
acostumbrarse  á  él. 

Perplejo  me  dejaban  los  disparatados 
argumentos  de  la  fantástica  s")lterona, 
y  sobre  toflo  el  rijiintin  con  que  repetía 
que  ai'in  no  había  encontrado  su  tipo. 

Poi-  fin  empezA  á  comprender. 

El  tipo  era  yo. 

La  niña  me  eivipez.iba  á  poner  en  es- 
tado de  sitio  á  n)i. 


De  pronto  mi  amiga  se  sintió  indis- 
puesta. ,. 

— ¿Qué  le  pasa? 

— ¡Los  recuerdos!  Este  sofá,  mudo  tes- 
tigo de  mil  escenas  de  amor,  me  parece 
ahora  muy  duro.  Tan  duro  como... 

— ¿Roea?  -■  -^ 

— Como  su  corazón'.  '  '■•      - 

-¿El  de  Roca?  " 

— jEl  de  V.! 

Y  ¡zásl  le  dio  un  patatús. 

Yo  me  alejé  escamado;  la  dejé  en  el 
sofá  revolcándose,  y  salí  á  la  calle  re- 
negando de  las  solteronas  y  del  estado 
de  sitio,  que  quieras  que  nó,  me  ha  hecho 
hablar  de  él,  porque  tanto  yo,  como  to- 
dos, lo  teníamos  siempre  en  la  boca;  tanto 
es  asi  que  el  otro  di  a  encontré  á  un  ;<  mi- 
go, que  se  casó  el  año  pasado,  y  me 
dijo: 

— ¡Gran  noticia!  Mi  mujer  está  en  es- 
tado... 

—¿De  sitio? 


XKjs^íioaío 


Es  fácil  que  siguiendo  mi  destino, 
como  uuichos  que  hicieron  otro  tanto, 
rae  retire  ú  un  convento  y  muera  santo, 
...pero  después  que  he  sido  un  libertino. 
Y  adem.ís.  no  sería  extraña  cosa 
(jue  por  in  sabia  ley  del  transformismo, 
fueras  tú  retirada  del  abismo, 
amable  compañera  y  casta  esposa. 
Mas  iiasta  que  esto  suceder  pudiera.    ., 
go:;e!no.s  sin  reservas  del  presente 
y  cootiiiuemos  siendo  lindamente: 
yo.  un  hombre  sin  honor;  tú,  una  ramera 


^«í" 


i 


81S 


ÉtfiCáM'AITliíi 


En  el  rápido  existir 

se^¿M^ar.^J^J     [ 
se  crea  por  desTruir. 
Es  triste  estar  persuadido 
que,  como  siempre  ha  pasado, 
al  fin  todoe^ídí-éádo^í  sh  8o!Doi.iai 
haya  de^seiPddstBÜídmqG  son;;  srj' 
Y  estéiítettTéle  ftítalfíü  sorto .^up  i 
hace  pensaíf^onnrazóne  '^r  irJ  csu*! 
si  es  plétoi«f<tefifevencióBí9Efií  o  ¿I 
ó  es  íaltade  material,     i  af.U;?^- 

•  De  la  estéiffl  t^i-^á  ilé  ¥6s  Wbloé' '  í 
no  seguiífe'  ir/ütíi:  ho  íb''bi*eás;^  ^ 
que  prefierb'iíar'Viiiiaá  lilis  ideas  í 
como  llu^á  ítfé 'fiesbs  en  tüife  lábiósí 

,0'íd(X?   M  r:""oí()--    J';t>',L;,,i 

Compas^n-^iiQ.te  inspifa,,  ,,|  .,,  , . 
ese  mendigo,  q{je  4^jt^^p^.ertft,^SJpa^a, 
y  en  el  concierto,. ^s'-ta,otQ,  ,  .,,„f,  , 
lo  que  Oj:f€^  t,e¡ ¿ílíja^ra,,  ,¡j;.  ,.  ,  .,'  ,  .^ 
que  te  emocionaLS,jr.  derramas  llanto. 
De  tal  modo,  <^ii^,^as,. sido,  conprü^^íi'i 
¡con  una  sensitivájieiicadai    ,.  ,,    , 

Es  mi  existencia  íurideliTio.''^ 
y  en  incesante' martirio,      ■•' "    '''^' 
voy  alzando,  í>or  mi  mrJ/''' 
edificios  de  eristáíí";'''^       -¡í'  .^ 
sobre  pétalÓsí'dé^'Hridü  >''  ^  -  ""■■    ' 

^^y^dolfpS._de  los  Oíos. 

El  bu^  bebedor 


la 


:>-{rrT 


"ri.r 


.  (í.i-i'^'^    '"    >  •>  .<    lí'-.i-..      : 
'  Ipf  -      ■.-■•■        -^^        ■ 

,;  iviüEDO  aseguraros,  —  ex - 
i:::.cl«Mióaquel  hombre des- 
íííírgandio  un  fuerte  pu- 
ñelazo  sobre  la  mesa  — 
que  no  hay  en  el  mundo 
quien  se  atreva  á  decir 
que  me  ha  visto  beodo. 
Ni  el  coñac,  ni  el  aguar- 
diente, ni  el  ron.  tienen  sobre  mi  poder 
alguno. 

Después  de  comer  como  acostumbro,  es 
decir,  como  un  Heliogá'^^^^fsBy  ,un"bebé+ ' 
dor  invencible  y  me  encueii^  ¿Ji^ 
á  absorver  todas  las  cantidades  "" 
do  que  me  presenten.  La  capacidad  3W 
estómago  es  tan  grande,  que  con   lo  que 
cabe  en  él  habría  suficiente    para  embo- 
rrachar á  todos  los  viciosos  de  Dublin. 

Apuró  el  contenido  del    vaso  que  tenia 
en  la  diestra  y  continuó: 


—En  la  cuestión  de  la  bebida  sólo  hay 
dpa  fi^Pf<V^f^~{^HjpfP^f^"  nÜ3  aprecios  y 

mujer,  sobre  todo,  es  una  notabilidad  be- 
biendo aguardiente.  Pero  tanto  á  ella  como 
ó  él  tuve  que  reprenderles  un  día  porque 
se  permitieron  la  aüqacilf  de  rmérercom- 
petir  conmigo (g9p;,^up}^^sJ<;^,,q|¿e,eagaron 
cara  su  temerida(|^;pp^x]ue.,<gpep¡a^,l^ubie- 
rón  bebido  Ireintéa?  copas  d6'0e»'.yezÉ^,iCaye- 
ron  al  suelo  y  altíempezaron^  acaJticiar- 
se  y  á   besarse.  :;.fqEfectosi' de  la  chispa! 
Yo  me  reí  muchó-y^ié^fttiííiíé'bíebiéW'do  to- 
da la  noche,'  haáta  "^ué^  be'rcá'  d^í%ihane- 
cer  me  fui  que<Íarí^o  frió  y  tüVé  qtíe  le- 
vantar d  aquellos  Korrachos  y  (ipi^ 
los  con  profur^^Q^  r^izoirí^^m'iejitQ^.^d^  que 
debían  marcharse  á,4ocjnir  ¿¡nSy^,  respec- 
tivas casas,   porquig^,  no  .est^bftjjbijen,   ni 
medio  bien,  que  se-apostacan  ¡[«totc^,  jY 
crea  V.  qué  me  costó  trabajo  el  reduíiirlos 
á  la  obediencial  íLó'S'^feéGdós  tienen  ma- 
nías muy  espéciálésri    •   ''  ^'-  '^ 


■i 


es. 


Siempre  absorta  el  alma  rijid,'  ' 
se  pasa  !a  noche  eriierá"'  '  '"■ 
a.dmii  ando  placentera  '^^ 

tan  bella  Ibtografia.      '        ;       '"' 
¡Qué  busto  magestuoso!  '     ' 

¡Qué  mirar  tan  zalamero! 
Por  más  que  un  ojo  está  huero 
y  es  el  otro  legañoso. 
Con  qué  exppes^^  tan  feliz, 
te  ostentgjí'J&qjl'fvfretrato; 
sobre  l^b,?^fffeé  de  olfato 
es,,,     se  ajJ^^m.e^Mu  narizlf 
-ííT'  /:i^Q^,^^j^|íun  en  los  hechizos 
'      ^^•^^^Isib^^^"  divisa, 
íhajt^spma  sonrisa 

íífgótes  los  rizos.  .! 
>  comprendes  ¡ay  de  mi! 
Contemplarte  cual  me  es  grato... 
¡si  no  fueras  mi  retrato 
me  enamoraba  de  tí! 

R.  Salva '.ella. 


RD^^noQKODb 


213 


í.íl'rij''í  v'bíffT  !■>   ni 


DE  LAS  í© 


íK   I 

7  9fi 


Eterna  yulgaridad  ' 
de  continuo  repélidia/ 
S;  en  la  qué  está  bbollefilá!^'^^^''^ 

•unáTprofunda  Vei*dad;«í^'''^"i'^í  "¿ 
.  '  que  én  él  coiistáiite>  vM^téHí  "^  ot)'ó 
'■'■  del  negociov  si  s^tterctk^  /  ol&tríi 
; ' :  co  n  el  honor  se?  joópieccití -:  aesú    u 
eon  laside^s  t9iB^ién.ci.^f¡,íi  /^t  ^^.r,    ^, 

.Comercio  al  qu^rSU  Xor^^na,jjj;^^,5    ,,  l.^ 

,^8An  sujeto  ha  Í?í4f9.,,,:  .J^j,,:  „. 

y  la  cual  ha  consej^uidíQ,  '  ]  ^  ■.,./■ 

sin  mercancía^niñgüñá, ' '''i'*^  ,^'  "''  '^^^'' 

pórqiié  con  páginai  Hééa^^^'^  -'í  ^  '  ^  f *>' 

"  a!e  ingenio  ó'  de  fátitasíá- ''-'-"' ''''^"'^*='':>í' 

-  páláaas  'y  oro  recogíát^'i'Hj    . í oíao.  v;; ' f f 

robando  idea»  agenas.  j  i!     ;    .i     ¿¿fni; 

; : ;  Ctomercio,  en  el  que  compramqs .  y  eai^ 

i  todoSi  y.á  todos  conviene,  '     b^   i 

pues  que  de  artículos  tiene ,         .   r 

surtido  en  toaos  los  ramos: 

i>óétá' que  en  prodigiosas 

estrofas,  descubre  un  mundo 

y  autor  áublii^i^y  fecundo 

comercia  en  pfedras  preciosas. 

Escritores  c^üi^hados,;  r 

plagiarios  ág  jj^.jwttíiferds 

que  venden^í  verdaderos 

brillantes  f^fificad^^ 

Quién  expe^id^  novl^aades, 

que  introdiíce  6í^e;,;.fc»blPica, 

quién,  en  ca^ttó,  se  dedica 

á  y ender  antigüedades. 

¿Y  autor  que  con.. clasicismo 

y  hortera  que  por  vender 

jVaiñoíí  i&>  Háábén  Viáfcer '  ^Vi     j^ 

el  artículo  lo  mismo? 

Poetisa  estrafalaria 

que  siempre  canta  «Ala  muerte» 

y  viene  á  ser  de  esta  suerte 

una  empresa  funeraria. 

¿  Quién  niega  que  hay  deliciosos 


artículo»  de  «pr»/ llenos,  1       ,» 
que  unos  apellidan  buenos, 
y  que  otros  llaman  sabrosos?  > 
Pues  si  se  examina  bien    >     v    ^ 
la  conserva  y  el  envase,   ;     • 
resultan  los  de  esta  clase     ¡     - 
artículos  de  almacén, 
prpbfindo  esto  lo  ridiculo 
de  que  encuentre  la  malici^,  , 
que  es  fiq^pre  ia  noticia   "'".  . 
ó  es, un  <^<ori^o  el  artículo^ 
Muestrario  en  que  en  portentosa 
muestra  colores  Se  exiben, 
pues  libros  í^des  se  escriben  '  ' 
/  duehtos  éofor  de  rosa.-  ''  " 
Comercio  dé  niineral, 
ya  que  hablan  todos  los  dias     • 
áe  pedestres  póesiasl 
y  libros  con  mucha  sal. 

Comercio  é  industria  es, ' 
pues  nadie  puedenegar, 

cuánto  se  oyen  ponderar       .  _ 

las  obras  con  interés. 
Comercio  que  solicita 

público  á  su  producción  ;   ,     ,  í. 

y  que  en  su  propagación 

de  las  letras  necesita 

Ved  negocios  arruinados, 

mirad  empresas,  quebradas, 

son  las  obras  rechazadas, 

son  los  autores  ^libados.         ■  "| 
En  fin,  comercio  tranquilo. 

que  tantos  ramos  abarca, 

un  comercio  en  que  la  marca 

de  fábrica,  es  el  estilo,  ■{^^&^: 

y  el  contrabando,  en  tal  trá 

es  en  la  somt>ra  explota,do 

por  e\  chantage  combinado      ^ 

con  el  libro  pornográfico...  ""V"" 

Luis  Gat&dl 


mí  ::. 


1 1) 


''^^rp 


J^f'S^S^Sf^^^" 


1  i'    " 

'ÍT4 


-   •.!••( 


.  :i:,i' 


:   EL  CASGABEL   ,- 


rmm  f^iíS^U^ímMm  ja 


— Enséñame  la  lengua,  monín. 

—No,  quiero.  Mamá  me  ha  dicho  que  cuando  V.  esté  de  visita  he.de  .teper  Ja  lengua. quieta; 
¡Ver  y  callar!  :  _ 

..M.     -  .fiÚMO  EMPIEZA  Y  CÚMO  A  W6A :::.;::: :     , 


Estoy  loco  y  mi  locura 
presumo  que,  irá  á  parar 
hasta  los  .pies  de  un  aítar 
y  en  manos  de  un  señor  cura; 

Si  fuera,  Pepe,  pintor 
su  retrato  trazE^vía, 
aunque  as^ur*-  mi  tía 
que  es  mal;, artista. el  amor. 

¿Qué  sa^  ^gi  jr  á  s\i  eidad  ., 
de  las  gra¿ías  feipeniies? 
Ella  tiene  veinte  abriles, 
pudor,  candor  y  bondad. 

Bella  boca,  labios  rojos, 
pió  pequeño,  talle  bello, 
con  un  muy  negro  cabello 
y  con  estrellas  por  ojos. 

De  aquí  á  un  mes  en  matrimonio, 
que  de  fijo  quiere  Dios, 
nos  uniremos  los  dos; 
te  convida,  pues,  tu-         ■■<*         - 

II 

Ya  me  casé;  ya  la  veo 
en  el  templo  de  mi  hogar; 
es  mi  ángel  tutelar 
que  adivina  mi  deseo. 

Mi  placer  yo  no  te  escondo. 
¡Soy  tan  feliz  en  el  día! 
la  quiero  cuál  Ta  quería, 


'.;'J 


•*jV'á 


este  mar  no  tiene  fondo.  ' 

Sólo  un  defecto  la  hallo 
desde  que  ya  es  mi  mujer...  • 
Ayer  no  lo  supe  ver: 
veo,  sufro,  observo  y  callo. 

"'"  ni  ^'       ,  -■    ,     "i,, 

Las  penas  van  en  aumento, 
y  si  quiero  paz  y,  calma 
he  de  encerrar  en  mi  alma  ' 

lo  que  dicta  el  pensamiento. 

Cuando  me  cegó  el  amor 
tales  faltas  no  veía,  : 

y  al  año  no  presumía 
en  vez  de  placer  dolor. ,  - .. 

Es  coqueta  y  es  ligera. 
Sigue  del  mundo  el  influjo. 
Sería  bueno,  si  el  lujo 
de  su  capricl^o,  a|»feudiera. 

Aún  la  adoto,  que  á  no  ser 
por  este  ^afectó' tan  puro, 
¡ay,  íüíiiiol  yo  te  juro     , 

qíi^óftí^  mi  mujer. 

•• .  .■f'^. '.'  •  '^  ,^**/- 

.:l::V  "■■:'"■-•'       IV 

;..lp  di  todo  al  demonio,  '  ' 

íque  quien  ama  no  olvida, 
no  te  cases  en  tu  vida, 
te  lo  aconseja  tu 

Antonio. 

Por  la  copia—  ' 
José  ItodíHguez. 


¡ajíét^íi  >3- 


'-'SÁ 


t^ 


"I  f  '  V/  "      V- 

EL  CASBABEL 


215 


HOMBRES 


<-■— ^o   me  refiero  á  los  que   aguantan, 
sin  chistar  una  filípica  de  la  manqiiét;  po* 


:paeiírHj^¿« 


■./■^ 


duda^  Y  nuestro  amigo  nos  descubrió    su 
.k^i^hi]^i\,ca\\a.  Le  digo  á  V.  que  estoy 
aburrida  y  no  sé  qué  hacer. 
—Haga  V.  crochet. 
—Mi  iparido  es  capaz  de  hacerlo,  puc.-s 
él  cose, -barre  y,   sobre  todo,  se  dedica  <i 
^Irábajos  de'  gran  paciencia. 
.^,Ah0ra. quiere  poner  en  verso  un  tratado 
de  trfgonónietría.  y  además  está  por  hacer 
uiía «sta)#i^li¿|r:^^  los  fósforos  que  se  con- 
suiperl^ejjjpíQriOs  Aires.    El  otro  dia  me 


vth  áridos 

i,  pon- 
ié^n  la 

Imano 

hizo  5^a^^rdp'(|grc¡ón  que  me  indignó. 

fÉ^,-Cftt.e''^uíré       "  r#-Qüít::mé'|^^        contar  los  cabellos  pa- 
s,  •iñSfí^iores  jf'^ií^íüíopa^^  cocinera   y  ver  cuál 

^s.vsj,n-decii/  |^^íiíte;.^'t|^-  }1^_ 

4rVF^Ésf?p^líhtó  la  ^lí^tión . 

/■^á  p<^re-.5orré^a{  despidióse  y  no  la 
he^vuplto  áver  íiái^la  ayer. 


^ii  ñiás  ó  - _-^  -^jAy,  amigo.'r^e dijo. 


— ^iVii  desgracia  es  gVande.  ¿Sabe  V.  lo 
que  ha  hecho  mi   ésposp? 

— ¡Qué  sé  yo!  Tal  vez^un  rosario  de  ca- 
bello con  pulgas  por  cuentas. 

— ¡Cá!  ¿Sabe  V.  la  cocinera? 


litica. 

Tampoco  aludo  á  los  pací 
que,  casados  con  una  mujer 
go  por  calamidad,  viveii  o 
boca  y  la  jofaina  de  agtí^  í'i 
para  por  un  si  aca0i 

Tampoco  incluyo -^lís-^ 
cientes,  al  público  ^.j 
impuestos,   malos  gí>J 
de  boletos  y  otras!^ 
esta  boca  es  ntía^^j^.:-^:^^^ 

Sufrir  y  callar  ri6  ési  M 

El  que  lo  ¿s  por  ¿U: 

¿Han  sosíeni^o  Y^. 
menos  intimas  con  álg^Jioii|^|epácién,Íéít^  he  salido  sin  para- 

Pues  yo  tatobién^fv-;'^;;    -^J^'-^r!-   -  V7'!!"' 

No  sé  ep  qué'época,  ni  ésta  hace  al" 
caso,  tuve  la  inefíabje  dicha  de  conocer, 
por  parte  de  su  íxuena' esposa,  á  D.  Epi- 

fanio    Borrego,  horifibre    paciente    si    los 

hay.  -.-. ^■■?--^1¡'.\  ■  ■         •:■;■•;  -■ 

—Si  viese  V.— me  AijBcia  la  Béfjhpg^a- 
jTiene  unas  cosas  mi  marido!         *       '     ■ 

— Nadie  mejor  que  V.  puede  saberlo. 

—¿Sabe  én  qué  se  entretiene  ahora  Epi- 
fanio?  -  >=  '-   ;      — 

— NO,   señora.'--    '•  '■'■■'   '  " 

—  Pues  le  ha  dado  por  hacer  mi  retrato 
con  patas  de  mosca,  pegadas  en  papel  de 
dibujo.  ; .  ^■^''  ■ 

— ¡Friolerigíl' Áhói'a  casi  podría  afirmar 
qué  sé  lo  que'  hace  su  esposo  én  éslé  mo- 
mento. ¡Habrá,  .ido  á  cazar  mosca.'?! 

— ¡Ah,  si!  OblígwdQ  por  el  consumo  de 
patas,  no  para  ni  un  minuto.  Si  tenemos 
visitas  en  casa,  me  hace  pasar  la  pena  ne- 
gra. Figúrese  que  el  ^tro  dia,  estando 
de  visita  D.  N.  N.,  respetettole  amigo  nues- 
tro, una  mosjca  fué  ó  pofearsé  en  su  ve- 
nerable coco,    r       V 

Verlo  mi  ^píoBoy  sacudirle  íin  bife  en 
la  coronilla  MD.  N.  N.,  fué  todo, uno. 

— El  caso  ||||6..^pave.         V"^4Í'"^ 

—Más  gravevi^ig^iD  que  pásórr 

—Me  lo  figuró,  "t).  N.  N.  se  volverla 
airado  y  ¡zas! 

— ¡Cá!  La  mosca  escapó  y  la  cabeza  de 
D.  N.  N.  fué  á  parar  debajo  de  una  silla. 

—Si;  porque  la  cabeza,  la  hermosa  ca- 
bellera, ¡era  peluca! 
Total,  la  mosca  escapó,  amoscada  sin 


•i-^; 


'  — Se  há  escapado  de  mi  casa  con  Bo- 
rrego. ' 

— Habrá  querido  continuar  aquella  in- 
vestigación peluda. 

—¡Quién  sabe! 

— Hay  hombres  tan  paci^ites... 

— Pues  liesé  V.  de  ellos. 

/  Antonio  F.  Molina. 


».»- 


j%0  me  llegué  á  la.tumba  de  la  ingrata 
/  '  ■       que  acibaró  mi  vida, 
y  miré  que  un  gusano  lentamente 
,.       sú  cor^z<ki  roía! 

--''■     ?.        .         ■  ■  . 
ATveílo,  como  áíxriibra  un  pensamiento 

oscureció  mi  alma: 

tóense  en  tu  corazón  que  ine  lo  niegas 

y  que  el  gusano  aguarda... 

Y  ¡ay!  pensé  en  lo  débiles  que  somos, 

y  me  alejé  humillado 
al  mirar  que  á  un  gusano  le  entregar: ;u 

^o  que  á  mí  me  negaron! 


(Tucumán) 


Patricio  Gal' o. 


m^ 


m^^mmt 


f'l*-'/'Vi 


ÁCTtJÁLlDlDÉS 

33 A  R'=l 


í  :s  ■■ 


'i  i.- 


■  %\\ 


p~ 


— jBueíNig¿A.ires  en  estado  de  sitió!         -   >  — ^'  '^^  ***!. 

—Y  á  mi  qué  me  imporríi.  Mi  mnif»r  está  en  estado  interesante,  y  lo  itft&relfíínte  es  que  no 
tengo  un  cobre  en  casa.  Nada,  que  pronto  me  sitiará  el  hambre.  Ya  vé  :V>.  que  mi  astado  es 
para  dejar  en  ^1  sitio  al  más  pintado. 


•;'•;■  ■*:,'!• 


iífláimimí 


jiií 


gaaAaíJAUTOA 

FRASHS 


' '  Una  frase  que  me  aterra?    u 
caballeros,  jla  gran  perra! 


Si  te  perdés,  chíflame*, . 


■  {'-•i'-  t,ij  q 


2t8' 


'iSLltíX&CASELl 


SOCORROS  OPORTUNOS 


En  un  país  remoto 
por  el  liero  destino  castigado, 
hubo  tan  espantoso  terremoto, 
que  quedó  pei»t<líümpleto  desolad»;^^ 
Casas,  cal !¿s^Jíi|ídieTKlas,  ]pl an tafí^^ 


\t^  H^siaá»?^ 


i 


'^    .  ^eí^ 


en  un  instíj 

quedarop- <50«6^ J&sc<PEftjwfi^  mífffttíñ'^ 
ó  entrgaus  s^mliraá'  etf^epr(l(^&t¿i^ó,-> 
dejarylftá  Ipá^  labriegOa~ívríiC|!n"ados 
y  á  tiOT^faijos!  sin  fia;'^í)andóMcIoíí 
Súj^Si^l  necho  aquí,  íy  naturalmer 

,  c9ñrao^'^  la"¿ente1   '  ,  ,_  „>.-_,j,: 

aé  habió 'ee  caridad,  de  sentimiento^^^    C'' 
y,"V£irios  caball^oé'íeunidos, 
tratarottde  enviíír  urgentemente 

vSOGOrros  á  lof  pobres  desvalidos. 

:.%é  Jim taróíi  valiosos  elementos,    ,. 
y\  Gomo  e&consiguiente, 
níi^ió  lai  comisión  correspondiente. 

,  Bitecandó  medios  de  allegar  recursos,  ,'  / 
arp^ellps'caballeros  :   ,¡     * 

pronuRfáaron  magníficos  discursos,  ¿A'     , 
moQl!nient¿«' de  ciencia  verdaderoig^  Z*^  -■ 
llegando,  tras  de  largas  discusión ae.l^.-'";^ 
á  nombrar  otras  varias  comisiones. 
Ante  propios  y  extraños 


;r;: 


i 

i   , 


su  OTatioría  magnífica  Iuí;.;in, 
y  en  llanto  transcurrían 

-     lofi  dfois,  y  los  meses.'y  Í0!^  año?. 

'■jli^0li  ■^ov  fiti  la  comííáióTj  postrara, 
decidi¿ndo.-e  á  obraP  jf.ipiclamente, 
al  pafs  dirigióse,''. prcSá^mepte, 
Oiieiel  '.erremoÍQÍen*^naíí'co,nvirtiei 
Ya  creían  los/súbrqie?wsiona<}os 
contemplar  con-'mirtcía  con(|t)li^a, 
las  casas  y  «S-  campos. devastados, 

V  huérfanos  s^',)i^ogar,  seres  sin  viii:'; 

^^;  escena^- que^^u^Wfahá  su  ríiernoriii, 
ijpor  haberl£í^i¿ei]56  en  la  oratqria;'»' 
'''^^s  viej««í,4!3»>aJ^fo  nii?ad4í  sí:V 
já.  3.ldéá;;ji|^lué^^:^diflcada.  :-vi^  •  [  ;^  ^  ? 
—¿Qué  hai^mas>=-*ÉJ  dijeron,  ^';''' 

porq!^^vh}afiíi$itanles  que  encontrar  ¡n. 
nietos,  se  de^lSrarog 
de  los  que  el  te]tremtíto  conocieron, 
y  no  existienííot^  de  estos  ya  ninguno 
resultaba  el  auxilió  inoportuno. 
Más  de  arre¿l£ff?o"krfln  hallaron  modo 
diciendo  eí  presidente '; 
— Que  reciba  el  socorro  el  descendiente 
¡y  al  cabo  queda  en  la  familia  todo! 

S.  Garrido. 


'■■í^r  .       --,    .  .,        - 


.'V.  / 1^■  >t    V  ■ 


.'-  .m  tul  --■^-■iv" 


"■■«I 


,  j,,/LJna  de  dos:  O  falla  ciudad,  ó  sobran  iealros. 


-rr.-i':.,;,-iflr*    ' 


'tó*tíÍ&CABÉL' 


fv 


'■*Í9 


Resultadp.de  la  "campaña  contra  el  Frontón:  los  qii|  ^ost^j^  ía^avor  de  las  manos  de 
tal  ó  cual  ^íotarj,  ahora  ftoonen  su  plata  á  las  ¡T^^jaBWit  ct^^fefi' 
Y  jYiv/  la  moral {^"i^^'-^^  fomento  de  la  ra,^^p5alla 


laf. 


■  •.'■-1.  ■/ -  ■-■    ■    -'^í'>.'^--/-> 


~s^ — i — 


i)£  DOMINGO  A  DOMINGO 


,M^;5— Ó.-íion  el  hambrC'.s- 
^.    >— Toi^puede  serv>    ,.    •. 


«^La  y^epaad  es  qijéidíít  ntié^ito^de  lai  obra 

*?^|PeSmo  todo  Jo  í^iiei^p  ^ií^^^pone^  la 
ó©ia9ií>añia  dramáti(^  ^'íí^^^^^  ha;  im- 
pji^to,  ha  roto- el  M(¿íp,  yíi^i^blico^  que 
no  fsiempre  espo^tQv;a<í'í<í^  *#1  t^^^ríJ  On- 
ni||»ia  y  con  sus  aplausos  y  ^^pesqís  de- 
mjáesira  de  uaa  ma}3i#r^  elo.O|j^te\las  sim- 
pfitias  que  le  ^t^jsreQgn  los  «u^tistas  que  en 
él  actúan.  ■         "  ;        ■.  / 

,  La  CredemiééU'mtíío'ISit  gran  filón, 
dará  honra  yprovéchoávVa  empresa  y  á 
loS;?artiat.as  <íüe,.  con  ta^Kto  cariño  inter- 
pre^ati't)!^^  tíj*6"v^^^^_^^^^  á  propó- 

§i^  ^/4i  J»^ 'fií^^bív^^as  por  las  perso- 


— ¿A  dfp^yá:;^^?    ,:•.       -- 

—¡Al  ^rutñáí  K. 

— ¡Qui^r^ner^^  de  coi^^í^pan   alg 

-  Cqif  á^os; ^i^ sa men te  hace  íin  sígl? 
que  estoy- sin  érápfeo,  y  ■i||ia  cfedenciai 

me  vendrá  róe|0i'«^:4<i£i,,i^í^^  e*' 

ayunas/'       '.^  ,|'í^*%-.;  ^_ '"'■■>?  ^       :'^\'-^-- 

—Hombre  deje '^.  el  a^tito  á  un  lado . 
Yo  hablo  áé  La  Creúé^iál^  comedia  áf^ 
Miguel  Echegaray,  buenisima,  com<5  la?; 
suyas,  y  que  verdaderamente  equivale, 
para  1¿  empresa  d«l  Onrabia,  á  una  ver- 
dadera credencial,  con  sueldo  crecido. 

— |Ahl  Entonces  "rile  Voy  con  la  músico 
4  otra  parte. 


^'    jÑÓcb^éí^^_0n0í1iuéspeda\,  otra  obra 
~e^|iia^^i^^nter'"la  semana,  no  se  aguan- 
ta rií^^^^iíbchesén  el  cartel, 
--ílíe' tó^vrtislas  solo  diremos  que.^iestán 
á  IS  altura,  que  las  .crrcunstánciiisíi^iiie- 
ren.;*-.:v ;:-;-':   ^r-  v;- :/:::•  ■.    ■    ^:"v      ^  :i. 

%  oB ras  eomo  les  de  Echegaray,  requie- 
ren muchas  cTreurtstancias . 


¿Quieren  ustedes  reírse  un  rato? 
Pues  vayan  á  la  Comedia. 


¿fá^^i^li'}  '•'.. 


mk 


— -#- — 


v;,Jwineis  esioapasi  de  qtútar.fil  ¿malJittnior 

El  Retiro^  Los  Domingueros^  Mpme^ 
mi^  ff(miio>  y.  otras  por  el  estUa»  «on  obras 
qii^  desempeñada»  por >  Juárez. ,  hacen-  ol- 
vldar  todo  lo  desagradable,  >eK  estado  de 
«iUolociaaive..  ^''.-;   ./.f.^^Mnf  m'^^.í  m.-í;;.;>;,. 

Es  de  desear  que  la   empresa  proctiiHr: 
<|cirB08|  á  conooer  obras  nil#yaft>  Hay  .uiia 
pdMncíK^  de  ellas  que  oaer^pef  serxM^cKii* 
d^9  4f>l  público,  que  AlJinoy.4<  lai  pqstreí» 


.  s^jfett^  á9nyarjy,p|>lft<»4i?A8*P)Bii€^,vto 

i  mismo.'  .míiibi  ítiíTO  ')ít-nowí^ 

'  .il»a^tóñqri4á  Tornea*  aecund^i  muy  Wan  '> 

:  A !  Juárez,>  y  los  demés  artistas  bacea  lo , 

que 'pueden.^  .-         .:-.'  -.,  -.a^:,:  ,.,v  ■^r:-v,i5 

Esperj^iíMlp  poder  dar  pronto  cuenta  de  f 

algúA^Qlreno,  dejamos  al  favorecido  taarrl 

inQ,>de;la  calle  de  Artes  y  pasamos  al: 

\ Apolo.  :^.>■.,v^^  !H0:í: 


.OV'ilOíW  Mo  /.rsí    'v 


ÉL  OEAN 


í )  ",  r 

.  ( í  1  i  t  ■  >  í 

i-:q  ,'í  {.^-A    ■ 

ií    -X  ; 

■-'•., !.  .ívl,;  ..-iJi 

s^ 

V      , 

.)    - 

i  ^Aí/'í: 

!rí.ít-tA'^^'':,ñSl 

TfJ 

-VB.l^ 

':>{4^''-^í'ffí'ál. 

!k' 

(;:.:-,..^,-' 

S.í'^-:  ó.T:!;t)i« 

—No  haga  V,  casQ,  de  la  murmuración.  ¡Envidia  pura!  V.  bella  amiga,  está  á  cubierto  de 

todas  estas  suposiciones . ..  ,  .      r     .]:..  i  ,'./;,.(..■,>. 

—^rea  V,  que  ipis  antecedentes,, sobfe  ser  muy  conocidos  son  intachables^.    ^;!r  .í!5-rr>  >^ 

'—A  la 'vista  está'!. '     '"     '       >',,^:.,'^  ;.-¿-,;,v^xíí7,í;'^-^' 


-M 


i^tMlRMftMJ 


ción  de  este  teatro.  .oínsim 

sí  'ei^^aM^'-ífi?  0tfm^dS^A(Wmi:»^r^ 
archiconocídas  del  público,  sabeíííSi'MifttJ-P 
pátitfeí^^t¥[í)íe!^Sf*I^  ífl^uí^'-tWíVíídfld^-^Ti:*! 
dés^iíéiM^'q^  ^  aíféi%!ftéia'ií(5ítíbteittieB¿e 
te'déí'^Qé^fé  (faff^ep'as&ártiíálft*  éélíínisí 
mo  género.  .OjV>.v\k 

El  cuadro  dramátiQQ,  apenas  ha  dado 
señales  de  vida  durá^  la  semana. 

Anuncióse  el  estreno  de  La  escuela  de 
las  coquetas  y  aún  lo  estamos  esperando. 

La  empresa  sabrá  lo  mieuJi^Qjprr  í-  sLíel 
público  prefiere  obras  \¡ff^j|s/)i4f^J>%n- 
en  dárselas  y  bastí»  en  establecer  las  fun- 
ciones por  horas,  que  no  dudamos  ten- 
drían gran  éxito. 


Asi  fo  piensan  muchos  que  s^i^esténTeTl^'-*''''^^     marido  de  Elisa, 


de...  la  bolsa:  es  decir,  deLtedsillo 


Nq  hemos  teni 
teatro  Alhamb     , 
tendido  que^abaja 
gida  por  el/é'preci 
Roldan,  igrtuy  acep 


ocasión  de  asistir  al 

en  el  que  tenemos  en- 

ipañia,  diri- 

nico  señpr 


En  ef  Politéam 
rio  za/zuelero,  g^ 
concufrencia. 

í     -  ; 

í     ■  ■■    \  . ,  ,, ,. ,  j,  , 

Las|  Fol  Íes  Fj¡9rle t . , .    n>eré(íí^^ji|gpíttufis( . 
aparté.  Y^t 


y  celohrados  poela9Jt'Ó'ywéte5«ObIfgfta€P  If- 

AÍ>ííí^í^.r'.0'^"ÍM-V'n'..'.^-í)4l  r^vV   ,0'<V\0*A  VA 

eBU^«S'feeÉ(ííi»í te-rff*;!  siürf  diíiJdte X  pét&^lf4^ 

oti^a«í-*(6Íáíraí(es.í^¡^i'bfi'iíí?.'''''-  oí  oboj  Tefiív- 
Aij(nque  bien  mirado,   poco9|i«l#tófl5  qil^ 

f'P<írqtt¥  stfponetnos  <|fife  suoíéeío^-  p^ W 
btiéfnjgttsto  y  te'itttíréil  j*©  les  ll^áhéíéf^síiíi 
tpériíoide  impedir'  fe    fepreaéKÍüatiíítíJ  W 
obras  que  hayan  obtenido  la  sanción  del 
ico  desoíros  países. 
Ppr  eLmprnentq»la^junia  puede  cruzíirse 
é  jSra^t|s^|Beg^jí|i  mucho  tiempo. 
Y  si  cobra  sueldo,  con  mayor  motivo. 


vio  á  SU  ra^íyep  en 
de  otro  y  calíS^.-^ 


que  ai 


■  w 

—Pues..  ví^<Jres!8;:^A¡|.  que  qiíiere  protes- 
tar de  algo  y  ¡z^s!  le  "^IiaiJ^Iiií^oca. 

— Ah,  vamos;  vijene^-ser ün/raatrírnonio 
díscolo  con  suegra  en  activo  éjéi:c.icio. 

-Cabal  I        :   ^     -^ ;      'ly       ^ 


r!  YqiíéT 
ues^conlra, 
^ue  cari 

9  y  §J 


los  brazos 

Eso  demuestra 
llaman  Sancho. 


de   log[  buques 

\  .■ 

de  abuí'^ar  las 

Histas  son»\y  no 

ht*ano  8in\per- 

•^.^^  clas^  de 

1^         \ 


iQfitcesu 


Ya  teíi^nc»os,connisi(^,.een»ora,  encarga- 
aa  de  revisar,  aprobar  ó  rechazar,  según 
los  casos,  las  obras 'idramáticasqtíe' las 
empresas  se  preparan  á  ofrecer  al  público. 


^apito  c|dá^:;  .:;.|||        |-. 
¿íyí¡clafotíío»^^ari«a,;-jíJ.^-^^\  | 
anza?  ^eso'seí^  ijyt^^^rní^;' ^^:^  ^ 
■G;lal;llntf^^?q^^!aJ/^i^        v>^^\^ 

e  el  Coña^fd0eiiberante 

es;una:stithipsaí''de  t|i^  Española. 

Én   Ift  cesión' $^'^rmeffy'aél  ccrriente 

'més^^J^t^Mrj^í^m^  secre- 

.tario^^  eo  í«|¿t'  r^ 

^ve^pf^^éj  etvei^-3e^^  por  ser 

}:ibt»á¿-^astízp.^,;o;>;tí '!'^|^ 

,x  M^Sí^Si^^-pioi^^Ya  que  se  trataba 
de  hsfliUj^^;  ésfCPÍbir^SÍen,  proponía  que  en 
vez  de  goM^iéndose  se  dijera  garanti- 
zándose':' 

Inleresante  discusión;  pero  á  todo  esto 
las  calles  siguen  sin  novedad. 

Mal  empedradas,  peor  barridas  y  no  tre- 
pidamos (¡duro  señores  concejales!)  rfe.5- 
de  y«  (fduPó,  tembíénfV  en  afiffóai^  que 
están  peor  alumbradas,  cóm1)''p4f^'lé 'cows- 

íafa?^^  (¡diird,^ufo!|  dtííido'iiñ/paseo  de 
noche.  .ja   .>c:-r.;f  ,.-^ 


r  - 


m 


.„:MÉi*^3^lSÍ.-. 


¿  Qué dicei  ik  ^lí^^Hof  Svíu^,  correspon- 
diente de  lat  Academia  Española?       ;  ; 
O. corresponsal,  si  le  parece  al  Dr.  Ca- 

í»    Su¿te  escribiendo  un  poema, 
con  esfuerzos  q.ue  dan  grima      ,    ;-, 
y  luego  afirma  con  flemaf 
que  cuando  se  inspira  rima 
pero  üo  rima,  es  que  rema. '  '   "       , 


Un  criticó' Tígfero,  es  decir,  üri  crifico,  o 
noticiero,  ó  lo  que  sea,  dice,-  ocupándose 
de  «  La  Credencial  »,  estrenada  con  tanto 
éxito  en  el  Onriíí^m,  que  la  Sra.iGalé  ca- 
racteriza una  planchadora  que  liace  ha- 
blar á  la  plancha. 

Hombre,  es  lo  que  nos  quedaba  por  ver. 

El  que  ha  hablado  es  el  noticiero  y  al 
abrir  la  boca .. .  ¡plancha! 


5    .!;& 


,>i¿ 


-r}'-\->'-r. 


•  '"v  Contradicción  evidente       '  '  >  :  '■  ' 
X^AqcXqvIq  voluntario  .,ím*.. 

í^  ^u  ien  j)id«iíi(tC^^P<í  n  *Naza  r  io : 
; 'pQj^^zÓ  Cfl^scienterne*iíl^sií4¿      ' 

^fWés  dice;  poKél   conlrarif'^íi^,' 
-  Miqüe^  fué:  ímt^/ttMf«r¿améS?íí##&l 

Pues  se^ót;  gl  gue'  q^uijera  volverse; íoco, 


que,  lea  los  irálá  fo^•í|ba^^^^d|i^rií^s  j^^e  y^  t 
la  luíícn  Bueiips  Aif«sri¿4,4:f  |^,|Ígj,.j;,;r 

<cLá  trfipquilidad  es  absólutá-r-cli'^  lúio.  í 
— Se  temBn  disturbios  -^replica  otro, 
T^rEs  falso  que  se  .conspire. 
— El  gobierp.o.^iej^,k}s.hilo;3  de  una  cons-  , 

pi  racipMi,,^?! '  fíiít^í  j  íViíií;  ;4ri  ■»»■}  ;í  1 1  •%  .j'i  bi^  h  \  '^.>'>h 
¿  Tiene  loa  h/los ?  ^^.,:  .■ ,.  .,  ,,:.,>., -í;^'^  -*i 
Quiera  Dios  que  no  nos  cosa  con JIDjj 

nuevo  impuesto!      _  m   .,    i     ;.(:,.  tiVí 
Aunque.no.7ioscos«i^ia.   ,    I.:;;,  ■  >^íí  ¡.¿.[^^h^ 
Por  que  más  .recosidos  de  ío  que  esla- 

inos!.. .     .    ,  .,  ,     ,.,  ,  .   .  t 

:  TORRESPONDENCIA^^  M^^ 

•  ■ — — . _;— . ^ ..j 

Z.  Ce'O:— Hasta  el  >  pseudónimo  resulta  siAaoeotpa^  ''> 

ción   Lo  mismo  qi^e  sus  v,ersos.  ^ 
Tito.— Flojillo  todo. 

Pantaleón.—%\  es  broma,  puede  pasar.      -rv^> 
ü;  carjt>íné¿ío. —Carambasy  jqué  «osas  aiée^J     "*'    ' 
A.  Sa^ic/iesi^Tal  vez  no  se  recibií».  Yo  Ofii^  Wr^l, 

cuerdo.  -"■''■'"  •■'S8|  •    ' 

flaíOTíCíío.— iQüe  te  sueltó;ii>l  gato!  -I 

Una  amUja.—iOív^\  ¡Pero  qué  manías  tienen  álgu- 

aos!  Hasta  con véncerme,\  dudara  sidníipre;  eií*áecüi:,    , 

tal'véz  jiuedadíMaí  al^guim  Véfc.  •,  ^1-'  ;  i       ('  f 

Americano  -  ¡Holll ...  i¥»f  lem ,>|!?aflafl6  ft  y«irsificap  ,  j 

á  proposito  de  Colón?      i;     ,^!  ;  ^r^aLL  IiííííísIíS 


P.  Pito.— Me  gusta;  se  pqj^i.car&^ ']  y  '^    >    ;#Í3; 
Z.  dé  H.—Lq  mismo  dl^^'"  '  '  '|'    -  '-•. 


Z.  £/^íe)'ít).— Es  muy  seria  la  idea. 
"Po/i7íco.— Pues  nó;   aunque  sea  de  actualü4sd  &p  . 
me  conviene.  ■"■"■];'"■;     ■  'i:  '-  -■■"";r-;'!-fl'r?í'i^í^^«„i;tS'!  -~  , 

Unos,  am¿ffos.—  ''d.l  vez  con  tanto. consejo. mévuel-  > 
va  loco;  pero,  en  fin,  agradezco  mucho  9,1  int^^ 
que  se  toman.  _^  i-  ''.^í^ 

Aj-7n¿7if/o -Fíores.— Se  puMíSárá.     "  "'' 

A.  V.  C— \o  puedo  complacerle  por  hoy. 


ifó' 


-4i^ 


ir 


i.   i^'  V  '^     -H  -    ^*»    '   '^^'   \ 


tt^ 


ih'"'-' 


SEMAlÍARláMSTIVO  ILUSTRADO^  ^^^íí^Sl 
CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 


:1    /<■     '.11. 


Capital:  3  meses. . . .  \ ....;......,...: . .     g    ISO 

Provincias:    Los    seilores    C<)rre-pDnsaleS     '  '?\*,f 
fijarán  el  precio.  j;   _:^^^     í1 

Numero  corriente ■»«,  ^  -     . . /. ..^iisg^ii^^'v^^^ 

>        atrasado.. ^Üllr!'^         ..^f.lfMS 


SE  DESEAN  AGENTES   Y    CORRESPONSALES-: 


■i! 


..i]  í?^ 


i  ,<íí  1^      :     '       REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN '''::y^^^^ 


.■íafe-; 


.'Vi     hi''ír;f»i»  -'S';'-; 


M'.&íím^mi^ 


J^,N 


#MP 


YAÍídrfWÉé'^Qllí  áE(^ 


entre  el  Rio  de  la  Plata  y  Europa 

i      •■  •  ■         %■.■.■!      :<■::>•     i;'y'.'--       I    •:     ,      ^  «'llt'-li-».  ■      ;     ■ : 

La»  s9.Udas  dq  este  pu^i^te  tserán  el  %,  d&  Cfi^fae» 
para,SapLÍa.CJ5Uz  d*.  tenefife,.  Gíi^diz,  pán:eloó¡á  y  Mais., 
splla,  ¿diriitiendd  carga  y  pasajeras,  .asl'coóio' 'j%ttl 
Vigo,  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  íieináis'piuhtos'iiü-' 
portantes  de  España.  -  n '  >"  s  '  i  í  » í  »/   -'  f 

Por  m&B  inrormes  ó  datos,  odúrr^tse  á  «as  agMiñteet 
Antonio  López  y  C',  calle  klsina, -ídÓ.  •  '»    •    -'/s  )  ."•  '■■■, 

NoTA.-^Se  expiden  pasages^de  venida,  (\e.  todpi^  1m  i 
puertos  y_cíii,daUgs  dej|t^,%ñ^,. .   .^  ,  ;j    ^; ;  .  Lj  ív  '  i 

.   '  ..  ,: .;.,  -.  "•■  ti :  v."  ■ /ij.t  %'"  %  o  *; »"  :,| 


SUCyBSAL      '^' 

BiíW  DiSABÁDEír 

•      CELE  MORENO  ESQUINA  BÜEK  ORDEN  ^ 

CASA  MATRIZ  FUNDABA  EN  SA!BADELL 

.,  i  ,;,;      ,:         (ESPAÑA)  EN  1881  '     '  '     ,  ■   _^  -  _ 

CAPITAL;    10.000.000    DE    PESETAS 


cri  torios  y 
Agente: 


2 

(m.  PARÍS) 

Priemiadas  en 
liéis  ;QXp(,»éíciones 
dfe  P&pís  .1S78- 
l88R,;[de;  A^i^ná^ 
1873.  de  Anver' 
1883. 

.Seícreto! ;  líe 
comMnácién  ^ita- 
visitote. 

%    ieraran|idíis 
cDntr4  inicéndiD. 
Surtido  de  ca- 
jas íde'^  hierro  pa- 
ra   casas  de  QO- 
mércío.      -■ '    '^ 
Muebles  de  se- 
'  .  .guridad  para  es- 
ci»s  is  (le^  fáéíília. 

E.  CHAPÓN ^IjM  FLORIDA,  101 

.    BÜJSNOS  AIRÉ3/: 


BiZIfRm  BUEN.  «NAJE 

■  5:^Í5é-TArtTES— iSO'- 
Pn'Kííkr'f-ritt  cuchillos,  centrjos  de  mesa,  ja- 
v>  u JJ J^ci  Vv/ají  trras  pain^ag-ua.  juegos  de  té; 
juegos  de  lavatorios  de  metalblanco.  licoreras,  ca- 
nastas para  pan,  aceiteras,  cobeitem»,  floreros,  lamif 
paritas,  veladores,  filtros  para' agua,  efe  7- 

WalaHorac  sorbetera»,  nece.<arios  varia* 
XACiauc^Lciaj  formas  y  clases,  bidt'ts  surtidos, 
lavatorios,  .juefros  de  lav-torios,  j''«»gos  de  toilette, 
m&quinas  para  hacer  soda  ó  regaderas,  liltros  para 
agua,  Uambrerasi  eí<5:   !  '         'i   :;:;'  J'     ^    ''/r 

Juegos  de  mesa,  K?11^¿^P¿^ 

de  cristal,' cubif ríos,  cuchillos,  salivaderas,  palmato- 
rias, copas,  vasos,  .s).llas,,escaleras,,porta-bctí«llas, 
canastos  para  ensaladas,  éspoh  eras.  «té.,  etc. 


Son  los  mejores  cigarrillos  de  los  inmejQrj|,btes— 
CIOAEtRILliOS  DAÜMAií  ::  ^  ;    ' 

ix)8  tumadorfordebea  evitar  las  falsificaciones  exi- 
gif'iino  en  cada  etiqueta  la  lírma  de  garuniia  de—" 
''•  /kí  urnas.  .■.,■-.- 


.:  ■  1    .j  »■-.  -)* 


Exportación  de  frutos  del  país.— Importación 
de  productos  españoles  en  general. 

■'' '  ■  V. '  SE !  ABONA  ^  •  '■  ;;■ .  ■ 

Depósitos  en  cuenta  corrieqte  &  la  vista  2  ^  a^ui^l  • 
»  :    »  »       á  90  días  3  »      »' 

de  aviso'  r  ? 

Depósitos  .a  plazo  fijo  á  90  dias  ó  más    4  »     ,  >•.  v    í 
»  »        »        »       M        oro    1    »  '  i»'     ' .» 

Se  dan  ííiros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España ,  cojí  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros -s€^b^e  los  pueotos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despachó.  Los  dias  hábiles  de 
9  a.  nr:  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m^ 

á  11  m.    .     ■  .  ,       . 


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443  -  I-Iaipá  -  444  —  Baoaoa^yres 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  pablico  que  la  farmacia  establecida 
en  la  <  alie  Rivadavia,  que  fué  anteriorinente  d«  don 
GUILLERMO  A.  CKANWtSLL,  se  vendió  á  D.  Diego 
Sproat,  quien  no  es  farmaeémico,  de  modo  que  dicha 
farmacia  no  es  ya  de  CÍ{AN\YEJ.L  sino  de  Sproat. 

í    LA  ÚNICA  DROGtJERLi  Y  FARMACI 
.     r  DE  CRAIVWELL 

que  existe  eó.  Buenos  Airés^,  estft-situada  en  la  calle 

VICTORIA,  núm.  647 

-  ,    B-NTRE  PERÚ   Y  CHACABÜCO 

Atendida  personalmente  por  su  propietario— 
;  KDxMUNDÓ  E.  CRANWELL 

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Insdripta  en  el  Registro  Público 
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Imita  perfectamente  el  botón  común  y  es  de  más  du. 
ración  que  cualquier  otro  sistema.  Pídanlo  á  su 
zapatero.  Venta  en  los  principales  almacenes  de 
cueros. 


Imp.  d«i  «courrier  de  la  Plata— .Méjico.  83 


^^M¿M:X\..-     .: 


.-'  :A':%0^í'Á'Já-¿'^^M 


Pi-^-'v  *■ 


(ropietami 

Redacción, 

HORAS  aH  OFÍiONA DE  2  A  5  P.  M.:       :,,;..,    i,.,^  ,  j 

Precio  en  la  ciudad...    4  O.  JO  el  número:-.    -.  ¡>^. . 
Fuera  de  la  ciudad...     »0.ao        id 


Z^!»"-   • 


fotogi^adps  (le  Goll 


.fi;n-/\; 


Es  el  doctor  Pirovano    . 
un  ilustre  cirujano;      -  ■ 
que  ha  conseguido  sánár 
á  cualquiera,  con  cortar... 
%  -  v  y  asi;  corta  por  lo  mno. 


:-:r.tí;> 


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lo.  ttMtUMBL 


»        '•'  :     i'.i 


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Imp.  del  «Courríer  de  la  Pía m— Méjico,  83 


^^Éíl¿¿¡í&;.LÍ  ¿■x_  ■ 


-^  **í.í: 


r^ 


§  Airas,  AMU  13  de  NAm.  fS^ 


HORAS  U^  OFÍiGINA  DE  2  A  5  í.  M. ; 

Precio  en  la-ciivdad....  4  O.  JO  el  número: 
Fuera  de  la  ciudad...     j)0.20        id 


fotografiados  de  GoU 


"••■■ji 


Es  el  doctor  Pirovano 
un  ilustre  cirujano; 
que  ha  conseguido  sanar 
á  cualquiera,  con  cortar.. 
y_  así:  corta  por.  lo  sano. 


226 


M. 


_üLl_íü 


í-i-  t- 


EL  CASCABEL 

,  ?T,rí.:A  v-Ty-^ií-if i — 


■^: 


'"  ^1  ^vittir  <^iHI:  se  J"! 


r-ff.  i^i-; 


3Hl--$- 


AVpodémos    mandar 
á    paseo    sin    temor 
alguno,     á    nuestras, 
esposas  é  hijas. 
Ya  no  hay  peligros 
para  ellas  en  las  calles. 

Por  que  si  algún  atrevido  se  propasa, 
al  punto  se  presentará  un  protector  del 
bello  sex,o  y  lo  llamará  al  orden,  ¿^l^.^. 

Después  de  la.  sociedad  protectora  de 
animales,  era  de  absoluta  necesidad  la 
fundación  de  la  sociedad  protectora  del 
bello  sexo,  porque  abundan  los  señores 
desnaturalizados  que  en  una  esquina,  dan 
un  puntapié  á  un  candido  perrito  de  aguas 
y  luego  la  emprenden  con  las  mujeres  y 
las  tiran  pellizcos  en  cualquier  parte. 

La  misión  de  los  socios  protectores,  no 
puede  ser  más  delicada.^ 

Han  de  obrar  con  mucho  tacto,  de  lo 
contrario,  se  exponen  á  muchas  cosas  des- 
agradab.ies. 

Por  ejemplo:  sabemos  que  un  socio  pa- 
seaba, no  hace  de  esto  muchos  días,  por 
un  barrio  apartado,  y  de  pronto  llegaron 
á  sus  oidos  unos  gritos  de  mujer  que  le 
partieron  el  alma. 

Aqiii  maltratan  á  una  infeliz  —  se  dijo. 

Y  sin  escuchar  otras  voces  que  las  de 
su  conciencia,  llamó  ala  puerta  de  la"  casa 
de  donde  partían  los  lastimeros  gritos. 

Una  voz  ronca,  preguntó  : 

—  ¿Quién  es? 

—  Abra  V.  pronto. 
La  puerta  se  abrió. 

—  ¿Qué  desea  V? 

—  Cortar  un  abuso:  lo  que  aquí  pasa 


%, 


es  indigno.  Desde  ía  calle  se  oyéii  cl¿^-  -  *' 
mente  los  gfijtós  i  j  ,v"  f 

: >í  .¿-ííg- que  ds ^.^rírin* 

^-rrJPprio  edkisridio !   Aqüi  «stoy  yc|!?para 

'^""  ' '       "  '*i*v^  m%  mm  -^-íM- 

_^.iCabanerót'^v;.s'í'..-^;'^-^^.#W     ^:v--.:- 
.,   -r-.  Noiíay  caballero  que  valga.  Nue  tra  ;>;| 
misión  es  sagrada,  y  cortamos  el  abuso;& 
donde  quiera  que  se  cometa.  En  esta  casti;:^ 
sufre  una  mujer?  pues  aqui  estoy  yo  para  |fí  J 
decirle  á  V.,  ¡su  procederes  indigno!...  V  fv 
Lo  que  ha  hecho  V.  con  esa  mujej*  es  in-    *i 

—¡Ya  me  está  V.  indignando1l?ítya;y.  ,  ,s,  - 
á  paseo,  que  yo  voy  al  lado  de  gni  mujéi*. 

—  Pues  mucho  cuidado.  PofH|¿é; iM  ^ritív 
nuevamente,  ¡verá  V.  lo  que  le  pa$ar  ■■^. 

— ;  Y  á  V.  qu3  le  importa!  ^     -:■,  "*'':  -ir 
— Mucho;    desde    ahora  queda  ÍMijongij, 

nmparo  su  señora,  y  V.  no  la    pufede  cas- 

lisrar  más.  i 

—  ¡Está  V.  loco!  j       ■ 

—  ¡No  me  insulte  Y.,  mal  esposo!    ;^i 
— ¡Bárbaro!...  s^v  ::j' 

—  ¡Bruto!...  ■'$;■';.' 
—¿Yo  bárbaro?...  ¡Tome  Vi     >|s  ií:  r 

Y  se  agarraron  el  socio  protect'crr  y  ,  el 
marido.  Intervino  la  autoridad  y  se  sacó 
■m  claro  que  la  mujer  que.grrtabá  acababa 
í!e  dar  á  luz  un  par  da  .(eacborrilios  ro- 
bustos. '>:■  ¿ :  •     .  ~  ^ '     . 

El  socio  protector  fué  á'parár  á  la  co- 
misaría por  meterse  en  camisa  de  once 
varas.  --"^      ■ '%  ■' .   ,  ... 

Y  el  pobre  marido  recibfiÍ4»,lgún  golpe, 
•  ma  rabieta  mayúscula  y  la  consiguiente 
sorpresa  al  hallarse  con  dos  vastagos. 

Por  lo  demás 
las  señoras  van 
por  \•^  calle  re- 
lati  vamen  te 
tranquilas  y 
con  el  rostro 
altivo,  como 
diciendo  —  ¡Ay  del  que  me  falt*^! 

Lo  esencial  es  «^ue  puedan  visitar  los, 
templos  mañana  y  pasado,  sin  sufrir  los 
ataques  que  les  llevaron  el  año  pasado 
una  porción  de  salvajes  que  llenaban  los 
atrios  y  cometían  toda  clase  de  brutalida- 
des, sin  considerar  que  el  Señor  estaba 
de  cuerpo  presente,  como  quien  dice. 
Ahora  la  juventud  tendrá  que  recatarse 


eii  «t%9G49f  (4 


227 


un  {>oco,  de  lo  contrario,  loif  impláéAbles 

protectores  les  poníjrá^  ui|  fpenq.  j  >|  -y  . 

Ya  nóWrá  fácil  entregar  oár^táSiítíro- 
vechando  la  aglomeración  de  fíeles,  por 
que  no  es  cosa  de  que  salte  de  pronto  un 
cfiballero  y  diga:  '    i     •' 

— ¡Eh.  joven !  No  se  arrime  Vd.  tanto  á 
esta  seiíorita:  guarde  los  papeles  para 
mejor  ocasión. 

Las  mamas  están  muy  satisfechas,  y  á 
cada  paso  dicen  á  sus  hijas: 

— Aquél  joven  debe  ser  protector;  repa- 
ra como  nos  sigue,  y  con  qué  interés  nos 
vigila.  Vamos  á  ver  si  ponéis  la  cara  ale- 
gre, por  que  loque  os  conviene  e% encon- 
trar un  protector  de  veras,  qiie  se  encar- 
gue de  vosotras  y  os  lleve  al  altar. 

Claro,  las  niñas  se  ponen  tiernas,  y  las 
miradas  más  cariñosas  las  dedican  á  los 
asociados  que  á  estas  horas  tienen  más 
partido  que  muchos  políticos. 

Pero  no  todo  son  gangas. 

También  tiene  sus  contratiempos  eso 
de  ser  protector. 

Y  sino  que  lo  diga  mi  amigo  Andrés 
Velutín  que  á  estas  horas  quiere  salirse 
de  la  sociedad. 

El  otro  día — me  dijo  — estaba  muy  tran- 
quilo  en  casíi,  cuando   de  pronto  llaman, 
me  anuncian  qile  una   señora  desea  ha 
blarme,  la  hago  pasar  toma  asiento  y, 

— Vd.  dirá,  en  que  la  puedo  ser  útil. 

— Vd.  es  e!  Señor  Velutín. 


-Servidor  de  Vd. 

-¡Yo  soy  muy  desgraciada! 

-Lo  siento  mucho. 

-Más  lo  siento  yo. 

-En  fin 

-Vamos  al  grano. 


—i Al  grano  ¿se  trata  de  un  grano?  Pues 
Fe  har equitrocado  Vd.,    yo  no  soy  médico. 
* — Qa¡áe»decír,  vamos  á  la  cuestión. 
r-Vamos. 

— Yo  quería  á  un  hombre. 
^ Luego,  ahora  no  le  quiere. 

—  Si;  aún  le  quiero  un  poco.  Pero  otro... 
— ¿Otro  hombre?       '  - 

—  Si,  señor;  me  gustó  mas^  y  ... 
— Me  lo  figuro. 

—  Luego  supo  que  el  primero,  había  si- 
do el  primero. 

— Naturalmente,  y  él  el  segundo, 

— -  Y  no  le  gustó  ser  plato  de  segunda  me- 
sa. Se  sulfuró,  se  irritó  y  ¡aquí  me  tiene  V.! 

— ¿Pero  qué  quiere  Vd.?  Acaso  preten- 
de que  sea  yo  p|  tercero? 

— Pretendo  que  me  proteja  Vd.  ya  que 
he  sabido  que  es  miembro  conspicuo  de  la 
sociedad  protectora  del  bello  sexo. 

— Pero  yo.,.. 

— Si;  hágalo  Vd. 

— La  protección  no  llega  á  tanto;  yo  no 
puedo  intervenir  en  asuntos  de  familia. 

— Si  no  quiero  eso.  Quiero  veinte  pesos: 
Vd.  me  los  dará,  y  como  protector  me  res- 
petará. Por  eso  se  los  pido  á  Vd . 

—De  manera  que  si  no  fuese  protector. .. 


Andrés  Velutín,  presentará  una  propo- 
sición á  su?  colegas  pid-iendo  q;¡e  s«fmlen 
ui!   limite  á  la  protección . 

\  la  sociedad    la  tomará   in  cuenta    eiür 
la  pnmera  sesión  y    hará  bien.   .  .     J. 

Porque  tanto  el  bello  sexo  como  el  sexo 
Too  deben  saber  si  la  protección  llega  á 
ciertos  línfíites. 

h2L pechada,  inclusive. 


-^- 


í»  -  -t  : 


m 


■  ■>:■  iría  iUJ .ftis 


V¡-    f.' 


1-, '  nu 


lL. 


,  i-¡r-Nó,  no  quiero,  continuaf 
,  de  este  modo  con  Al  fredo,, 
ya  Je  he  dicho  que  no  puedo 
y  que.  es  preciso  acabar. 
Tres  meses  de  esta  manera, 
á  su  lado  noche  y  dia, 
¡yo  hacer  tanta  tontería, 
como  una  mujer  cualquiera! 
.  jPasq  tan  dulces  momentos 
¿cuando  se  encuentra  á  jni  lado, 
pero  en  cuanto  se  ha  marchado 
{Siento  unos  remordimientos! 
.Tanto,  que  ayer  le  escribí 
dicién^ole,  decidida, 
que  quiero  cambiar  de  vida 
y  que  se  olvidé  de  mí. 
Él  estará  medio  loco, 
¡ingrata!  me  llamará, 
pero  ya  me  plvidará 
con  el  tiempo, poco  á  poco. 
Y,  yo  sufriré  su  ausencia  ^ 

y  le  tendré  que  olvidar, 
mas  es  preciso  acallar 
el  grito  deja  conciencia. 
Tengo  que  sacri0carmp 
y  obraré  con  heroismiO, 
vaya  ¡valor!  y  ahora  mismo 
á  la  iglesia  á  confesarme. 


n 

r:    — Vaya,  calme  Y.  su  pena. 
VPadre.  es  que  padezco  tanto... 
í*^Nunea  olvide  usté  que  el  llanto 
redimié  á  la  -Magdalena. 
—Es  que^ypf  ni|npa  ppdré 
recobra*  ítti 'fíaz  lurbad'á. 
—Usted  será  perdonada. 


'Uí. 


-rj.<-.-  I- 


mMmmHim'^x 


•¿'ií:«7-H':n 


Í--^^<[  -ipi-v-t?,  .-j^-ír; 


1  »!''.p  '/ífft|i'.?-í»«iir»fj  K(^.9^4,<;..  í-; 

■  ■;-¡íT*Ná,  padre».. ,'t.    ,,■    ■;,.,-,■.>■      -     ■ 
;   ';L    i)ii    sv¡    irrt-Tenga  usté  fé. 

Rehüe ve  sus  oraciones,        ,,    , 

frecuente  los  Sacramentos, 
■:;■  y  huya  en  todos, los  momentos 

de  las  malas,  tentaciones; 

y  redimida,  al  Edén  ,        ,, 

subirá  seguramente.   , 

— (Dios  mío,  Alfredo  allí  enfrente 

confesándose  también). 


El  cura  con  indulgencia  , 
consuela  á  la  pecadora, 
y  ésta  parte  sin  demora 
á  cumplir  la  penitencia. 

—¡Reina  de  mi  corazón! 
—Alfredo,  ¿te  has  confesado? 
—Sí. 

—Yo  también.  '       ' 

—Y  me  ha  dado 
él  Padre  la  absolución.  ; 

—¡Y  le  habrás  contado!... 

-Sí, 
del  todo. 

—Alfredo,  ¡por  Dios! 
—Y  él  nos  ha  absuelto  á  los  dos. 
si  me  ha  perdonado  á  mí 


—¿Tú  me  amas? 

— jNo  te  he  de  amarf 
¡Y  sólo  tuya  seré! 
■  Pues  que  ya  me  confesé  •-" 
puedo  volver  á  pecar.) 

Luis  García. 


LOS  FARRISTAS 


<  ^  ^  iGARO,  el  inmortal  Fígaro,  escribió 
hace  algunos  años  dos  artículos,  como  él  solo 
sabia  hacerlo,  estudiando  Los  calaveras.  Ru 
brillante  pluma  supo  explotar  el  tipo,  y  aun 
hoy,  al  recorrer  aquellos  renglones,  senlimos 
revivir  eí  calavera  temerón,  el  doméstico, 
el  silvestre,  y  todas  las  demás  castas  de  esta 
especie  que  actuó  en  aquéllos  tiempos  y  en 
aquellos  lugares.  '• 

Días  pasados,  leyendo  el  artículo  en  cues- 
tión, ocurrióseme  hacer  algo  análogo  respecto 
á  nuestros  farristas,  pues  si  bien  los  países 


no  son  losmísmos  y  los.  tiempos  han  cam- 
biado, hay  jnuchas  latinidades  .entre  ellos  y 
las  especies  de  calaveras  que  Larra  nos  pinta 

Y  sin  más  ni  más,  con  la  audacia  que  dé 
la  inexperiencia...  y  la  necesidad  de  compla- 
cer á  mi  amigo  Coll  (que  á  toda  costa  me 
exije  un  articulo),  puse  manos  á  lá  obra. 

Y  salió,..  Yds.  irán  viendo:  si  no  me  pasa  lo 
que  á  aquel  actor  que  caracteriza  Juárez  en 
Los  Canarios  de  Ca/e:  Nunpa  consiguió  que 
el  público  viera  el  final  de  la  obra  que  ponía 
en  escena.  Se  entusiasmaba  tanto  que.!,  se 
iba  del  teatro. 

Pero. basta  de  preámbulos,  y  adelante. 

El  farrista  es  una  producción  esencialmen- 
te criolla;  tiene,  como  el  calavera  de  Larra, 


á29 


vanas  especies, 
más,  varios  sexos 


varias,^d^de&jr^f  lo  cjue^es, 

'.  r.  i  /  'A  r  i  /  i 

Tienen  todos  entre  si  aós^panlos  de  cdntaéto: 
1"  El  farrista  debe  ser  vicioso,  debe  saber 
emborracharse  pública  ó  privadamente,  según, 
las  especies;  ser,  por  lo  general,  jugador  y 
tener,  en  Bn,  aquellas  caalidades  que  distin- 
guen al  hombre  sosegado  del  que  farrea. 

2°  El  farrista  debe  Siempre  haber  peleado, 
y  si  no  lo  ha  hecho,  decirlo  bien  alto  para  que 
se  le  respete  entre  los  de  su  ¡calaña. 

El  vicio  y  el  valor  i^ealó  fingido,  son, -pues, 
las  condiciones  sine  qUa-non  de  nuestros  fa- 
;'   r Pistas. 

Sin  haber  trillado-  mas  Ó  menos  estos  dos 
caminos,  es  inútil  aspirar  al  título.— No  se 
pasa  de  simple  aspirante,  las  más  veces  ex- 
plotado por  los  titulares.— Así  es  el  aprendi- 
zaje: se  empieza  coíi  escrúpulos,  pero  confor, 
me  se  va  perdiendo  la  noción  de  su  propia 
dignidad,  se  va  llegando  al  grado  apetecido. 
Por  otra  parte,  no  se  necesitan  grandes  do- 
tes. El  farrista  se  .divide  en  peligroso,  incó- 
modo é  inofensivo. 

Entre  los  peligrosos,  figura  en  primera  línea 
el  cafifero  ó  canflin fiero,  que  puede  serlo  de 
costumbre  y  medio  de  vida  ó,  de  .-ocasión,  se- 
gún que  lire  el  cafi/fe  para  sostenerse  y  vivir 
ó  tan  solo  como  hazaña  y  para  alimentar  sus 
vicios. 

El  cafifero  ÚB  profesión  es,  entre  nosotros, 
el  último  peldaño  de  la  escala  dfl  vicio,  el 
souteneur  franca  es  el  modelo  más  acabado 
de  esta  escoria  social,  aunque  nuestro  cafife- 
ro, como  buen  farrista  y  buen  criollo  (no 
hablo  de  los  extranjeros;  no  los  conozco  sino 
de  oídas  y  de  leídas.',  tiene  sus  rasgos  carac- 
terísticos. 

Es  siempre  de  baja  estofa,  vicioso  hasta  la 
saciedad,  desordenado  por  pasión  y  compadre 
por  idiosancracia.  No  trabaja  nunca,  pasa  el 
día  jugando  en  los  cafetines  ó  cimarroneanr 
do  con  sus  compadres  de  prostíbulo.  Va  siem- 
pre armado  de  cuchillo  ó  daga,  nunca  ae  re- 
volver, no  oculta  el  arma,  antes  bien,  la  lle- 
va de  modo  que  asome  el  cabo  Viste  por  lo" 
general  de  pantalón  de  franja,  bota  de  taco 
alto,  camiseta,  faja  de  color  y  pañuelo  de  se- 
da en  el  pescuezo.  El  chambergo  lo  lleva 
siempre  echado  a  los  ojos,  áuele  ser  blanco  ó 
ceniza,  con  'uto  de  cuatro  dedos;  mira  fuerte, 
escupe  por  el  colmillo  y  fuma  cigarro  negro. 
Habla  en  su  Argot  éspéc¿fl!¿,  salpica  su  con- 
versación de  palabras  obscenas,  y  nunca  le 
faltan  hazañas  que  relatar  y  atribuirse.  Se 
emborracha  por  costumbre,  rara  vez  con  vino, 
siempi'e  con  ginebra;  en  ese  estado,  provoca 
á  quien  se  le  pongia  al  paso.  Tiene  varia"*  en- 
tradas en  la  policía  por  ebriedad  y  desorden. 
El  cuadro  del  Departamento  es  su  residen- 
cia habitual.  No  le  intimida.  Odia,  sin  em- 
bargo, la  Policía.  Vaga  siempre  por  los  alre- 
dedores de  la  Plaza  Libertad  y  calles  adya- 
centes. No  tiene  domicilio  fijo.  Se  junta  úni 


camente  con  los  de  su  oficio,  á  veces  con  la- 
dronea 4e|pro|^s^jtc0n  quienes  tiene  varias 
^tingehctiB,    Rafas  veces  roba;  sin  embargo, 
cuando  la  ocasión  se  presenta,  suele  ayudar 
á  sus  amigos  en  la  preparación  ó  consecuen- 
cias de  algún  golpe.    El  calote,  sin  embargo, 
es  su  Hazaña  favorita.   Nunca  está  más  con- 
tento que  cuando  ha  amufádo  un  cochero  con 
tres  ó  cuatro  horas  dfe  viajé,  ó  cuando,  en  sus 
correrías,  ha  cazado  áigün  mirlo  ó  cristo 
á  quien  puede  hacer  foi'rhar  ó  espabilar  el 
bento  en  el  truco  ó  siete  y  media- 
Azota  las  mujeres  por  costumbre.  Rompe 
vasos  y  copas  en  los  cafetines  que  frecuenta,  y 
se  desacata  cuando  vienen  á  prenderlo.  Siem- 
pre anda  sin  plata.  La  poca  que  explota  ó  le 
ajencian  sus  queridas,  la  vuelve  á  perder  jugan- 
do á  la  taba  ó  al  truco  con  loS  de  su  calaña. 
Baila  con  corte '  en  los  peringundines  de  los 
barrios  apartados— esto  raras  veces— pues  des- 
precia las  mujeres  y  las  tiene  tan  solo  como 
objeto  de    lucro  particular.'   Vive  á  costa  de 
ellas.   Entra  al  prostíbulo  pisando  fuerte  las 
noches  que  la  dueíia  le  señala,  ó  bien  de  día, 
en  espacial  los  de  líquidació  i  de  latas.  Ven- 
de sus  brutales  caricias,   y  recibe  en  pago  el 
vil  metal  que  la  infeliz  degenerada  ha  recogi- 
do en  toda  la  semana,  como  precio  de  su  des- 
honor. 

¡Ay  de  la  desgraciada  f,ue  le  niega  este  esti- 
pendio! El  farrista  la  azota  despiadadamente, 
y  puede  darse  por  satisfecha  sisólo  usa  la 
daga  para  martirizarla  á.  planazos. 

Es,-  en  fin,  cónio  lie  dicho  antes,  un  indivi- 
duo peligroso  á  quien  conviene  evitar  si  se 
encuentra  al  paso. 

Otra  de  Jas  castas  de  la  e.spede  de  los  peli- 
grosos, es  el  coinpadre  de  ribera;  pero  dejemos 
este  ejemplar  para  el  próximo  artículo. 

-'  ü.  Navarro. 


1 


REMEMBER! 


{A  mi  distinguido  amigQ  Manuel  Bahamonde) 

-k-      Jba.4)or  el  bosque  un  día. 
más  que  nunca  alegre  ei  alma, 
y  al  verme  los  pajaritos 
hicieron  íonar  sus  iirpas. 

Mil  ramitas,  á  mi  paso.      '       .i 
del  vestido  me  agarraban. 
Como  sr  jugar  quisieran 
ó  entablar  comiigo  charla.  *-  - 

Las  violetas  sonreían  ';  -• 

y  se  hablaban  con  voz  baja,    ■  - 

y  hasta  su  negra  tristeza 
dejaban  las  pasionarias. 

Las  mariposas  contentas 
en  torno  de  mi  jugaban, 
rozando  en  mi  rostro  pálido 
sus  alas  de  ébano  y  nácar. 
— ¿  Por  qué  será  esta  alegría 
tan  grande?— pregunté  al  aura, 
y  ésta,  que  estaba  dormida 
entre  unas  floridas  ramas, 
me  contestó,  despertando: 
—Porque  besaste  á  tu  amada 
anoche,  mientras  su  madre 
aburrida  cabeceaba. 

Patricio  Gallo. 


i 


'^  tSTf^r^t:  ■¿'i^'-«  T«^ 


•&80 


,-«f  Ta5flS?^''í3^-.'7«^rs-f^':;;:»^-'«^r"-^'í^-^  j^ijí'  ^    ^Tr^" 


B&  CASCABEL 


K 


i^^.j^f^^ ' 


í.f. 


ÁGñíiDÉCI  MIENTO 


-jOh  Doctor...!  Le  debo  á  V.  la  vida... 

-Sí;  y  cien  pesos  moneda  nacional,  importe  de  la  cura. 


A  PUNTO  DE  CARAMELO 


— jHola,  Don  J'adeoJL.ll 
—¡Hola,  Doña  Luisa!... 
Qué  cara  se  vende... 
¿Cómo  tan  sólita?... 
—Haciendo  unas  compras. 
—Pues,  para  las  niñas; 
¿cómo  están? 

—  Tan  buenas, 
gracias... 

—Y  tan  lindas 
como  usté,  lo  mismo,.. 
Señora,  es  justicial;      -, 
sus  dos  pimpollitos 
son  ^11  imagen  vi  va; 
se  me  alegra  el  alma 
si  tengo  la  dicha 
de  ver  Zas  tres  gracias: 


jjsté  X  sys  dos  cliicasí. 
¿Sigue  usté  viuda? 
—Sí,  señor. 

— ¡Viudñaí^... 
— lY  quién  se  atreviern.  .=. 

en  época  crítica C,.,^,^,-;,í;j:.| 

cargar  con  nosolj^s!,.^.¡>iVÍ.> 
-  ¡Qué  carga  taBL,-  rica!'  ||,«  ,.'"(^. 
— jAy,  mi  Don  "^dep.  '/¡{i    =ij ;, 
fjué  triste  es  rai^i-Ja:.;  0     ,  ^ 
—No  desespe^a^^;,^;.f^,0.JjJ5^ 
vamos,  cualquier  (íft' """  ■"'^ 
habrá  algún  juicioso 
que  llegue  y  le  dig:: 
«Si  usté  no  se  opone, 
me  caso  á  seguida» 
Y  en  cualquier  iglesia. 


*-  r  ^nr  ^Tp-  -u.^  ->a  -pj  riv*^ 


.^w- 


it  eASCAREL 

:'.f -^   í^A  --    ■-■■ 


^•«t^-^    ^..^«"B^^SSJ^Jll     Tf?»^'^Wíi^í^(í@^^ 


231 


ir¿«Sv^     ' 


en  cualquier  capilla, 

le  ponga -«u  la-maíio...  —  - 

las  arras ;  bendit^is.  ■f'^ ^ '  yf^  \'(\ ' 

— iPor  Dtos,  Don  Tártfeor  -''  ^    " '"" 

<iue  me  martirizan 

esas  esperanzase... 

Sola,  en  mi  desdicha, 

estoy  condenada 

á  pasar  la  yid|i... 

—Esperando  esposo...      ^ 

— P;ira  mis  doslíijas; 

Yo  pasé  ya  el  tiempo; . ' .  ' 

treinta  y  ciaco  encima 

son  ya  no-upRos  años      ^í> 

para  Que-<;oasiga      -        <  / 

esas  esperjtfñza^'A.  /  ■  .   ) 

(lue  raieíéS  destilan! 

—Treinta  y  cinco,  dice^ 
-que  son  carga. inicua, 

cuando~ííeinlta  y  cinco 

son  los  que  codician 

los  hombres  sesudos 

de  cabeza  viva, 

de  tino,  taiéíilo  0Í 

y  en  flti,  de  valía? 

Usté,  mi  simpática 
señora  y  amiga, 
es  como  la  fruta 
que  se  cae  sólita 
del  árbol  frondoso,   • 
que  nadie  la  quita, 
.que  choca  en: ¡el  su^<(   s^; 
colorada  y  linda,  ^  "  ^  • 
que  iWos  la  buscan,  .. 
que  nadie  la  pisa^'.        ■  '  ^ 
y  el  ^fortana.do 
que  á  CQfi^^^'átina, 
gozoso  ;1  a  fqÓ^érvá, 
con  gula  i  a  pica, 
y  saboreando 
lo  dulce  que  anida, 
prueba  en  ella...  el  cielo 
de  abajo  y  de  arriba. 
-Señor  D.  Tadeo... 
pues  asi  me  íiránfla,/    >:  f  ' 


le  voy  á  hacer  una 
;  -  reyeiftción  íntima: 
*^{J¿:  fX-a"5éi-que  esa  fruta 
'*^ "  ^e'sHríiiejorcita, 

¿pero  usté  no  sabe 
•    que,  quieitla  precisa, 
asi  que  la  come, 
ios  láijips'se  limpia? 
l*ues  ,és<?  mg  temo 
que  pase"1r*'seguida, 
si  alguno  de  tantos 
como  me  acribillan 
con  sus  pretensiones, 
al  tin,  las  mandíbulas 
mueva,  y  entre  dientes 
con  ansias  me  oprima, 
y  así  que  me  guste... 
¡me  deje  soütaf... 
— Eso  es  imposible... 
—Pues  cosa  es  sabida, 
y  eso  hizo  mi  esposo 
al  morir. i. 

—No,  Luisa, 
(y  no  se  me  enfade) 
la  dejó  á  usté  ¿íHüí 
como  una  manzana 
sana  y  sabrosísima, 
_  á  punto  de  mieles, 
que  al  caer  de  arriba 
blanda  y  olorosa... 
—Se  hizo  una  tortilJa,'''í'- 
..y  de  ella  salieron,      • 
claro,  mis  doá  hijas. 
—No  es  eso,  .séñor^..;  ■^" 
—Perdone  le'  diga,   " 
que  si  m«  cortipára 
con  la  fruta  dicha,  ■' 
más  bien  que  madura 
soy  fruta  podrida... 


(Pues...  podrida  y  todO, 
yo,  me  la  comía)  (1) 

A.  Díaz  de  la  Quintana. 


LA  MUJER 


ESPuÉs  de  lo  que  dijo  D.  Severo  Catalina,  hay  poco  que  añadir  de 
la.rnujer. 

^^línque  desde  entonces   hasta  la  fecha  ha  dado  mucho  que 
Uablsir;     - 

¿^     Por  ejemplo:  esta  definición  novísima   que  de  ella  ha  hecho 
ün  filósofo  espectable. 
;-  «DS  ftiujer...  es  todo  lo  contrario  del  hombre». 
¡Profunda  verdad,  no  pbr  todos  conocida! 

Aparte  de  aquella  frase,  hay  otras  dadas  á  luz  por  los  representantes  de  varias 
arles  y  oficios,  y  por  otros  que  no  tienen  oficio  ni  beneficio. 


— ■■«■>;.-  -^•.' 


yTZ."^     ''  ^^sff^^p^ 


'f^ür 


•SKí»- jVv®firp«Sü"?»^í^^^7 


ry^      ^¡JV-W^^i^     "i-fti^*     •)  1^ 


■><»•>■ 


rMfñimiA^m 


ras 


iSIVO 


Del  libro  MAS  CUENTOS  VIVOS  de  Apeles  Mestres,  úWim«n»ate-  publicado 


-Pn&  íiada,  ^hico,  el  caso  ocurrió  <te  ja  ■..     -;,    ^El  que  sí.  j-^^  ^o'  me  llamó  bruto,  le 
siguiente  D^j^aaijV^^  rv       %,  Jlamé  canalla,  3Íp^f:me  suelta  un  sober- 

/^•^      "  "■'-,,■:>         bwKiMífeton.       '-     i  j'  / 


-Natura'menle  me  cegué  y~lo  mismo  '—Acto  seguido  Je  cogí  cual' si  fuera  un 

hubieras  hecho  tú— ¡R»f!  Je  faníwté  c..n,  manojo  de  e3pfti;:raKos...  '  1 


otro. 


— J.a  doblé  como  una  hoja  de  papel,  lo 
xipabuUé,  lo  retorcí,  lo  aplasté... 


— ^Y  ¡nada!  Lo*^tÍpéal  suelo  así,  hecho  una 
tortilla. 


y^sw 


1^.        t-if-g*-':^ 


■**-v 


i^ 


U  vi 


Aria.- 


Dúo. 


Cuarteto. 


Septimino 


Concertante  tina!. 


•" .;  Yf 


»^*S5'y'?5' 


flSiE5R?!^;|js^^^^fr5S»s^^Sií«^P!!^'5>^^fflSser^  ^^^w^yv''^?^::^'^^i 


%4. 


-l^é^eABfeL 


lista:  /     4i  A  /fJi<!^rt.K  p.^  Í^^lí^ld<t^- 
es  uifa  paio^a,  édn  g^gs  de  gabela,"  bou  la  am 


Dalila 


arre 


Vean  ustedes. 
Un  natural 

«La  mujer  es  uiía  paloAia,  édnc^ds  de  gdfciela,'  «con  lá  ¿mtura  de  palmera,  con  el 
nevado  cuello  del  cisne,  con  los  labios  de  clavel,  con  las  mejillas  de  rosa,  con  el  seno 
de  alabastro,  con  la  voz  de  una  sirena  y  con  los  movimientos  dé  un  pájaro». 
Es  dféir  una  Historia  Natural.         •  ;      •"  "P  :;  ,^      "  -  : , 

Cierfófpelucjuero  escribía  hace  poco  eii-éV álbum  de  una  señérííéP:' .■■.,/     ' 
«La  V\utce"^t5fn pañera  del  hombre  tien^Jks^ -mismas  af^<^ónes  ért  todas  las  épocns. 
"''"  i£)i"taba.  la  caberiera  á  Sansón.  Nuestr^is' con  temporáneas  nos¡  toman  el  pelo.» 
iTni  el  iSr.  Diaz,^ueño;  de  un  almacerí'yniíuy  acreditado:     ,         .' 
I^^orazéii  d,e  la  mpjer  es  una  esponja.  k-bsorvétj^eV  amor  áe  uá- hombre  y  luego 
Dfj^ilolo,  eretóapa  ie(e -nuevo  su  órgsi^io  vitól  en.  o(j^  CariñOflíY'aat  sücesivam.énlo.» 
PecJ^geómelra,  eseribió:J^^ '  .y  ¿í^    •/•'..-.:/' ''■'^''»^PM^-'M;m4^   '4    "'  '  '  / 
'■^s^tnujeres,  esos  seres' déliciokps,  llenos  dé  aPro'güMéa.;*^^^s,  d'vec^é  apn:-- 
fe^4é  la  linea  del  deber,  se  escapan  por  la  tangente.»,  ¥^   v   ¡  -  ". 

piGierlo  que  dicho  señor,  hallándose  muy  prerícupado^^^'n,  la  résolucislp   de  un 
lo  problema,  «nCohiró'^ en  una  de  las  habiíacionef  désii  casa  ú  cierta  dama 
I^Íq  caballero.  Al  último  lo  corocia  por  ser  muy  £ypg|j|of suyo,  á  Ja  otra  no  la 
veia  Ipj^ara.  Aproximóse  al  lugafj'del  siniestro  y  obsepy@^B|el  consiguiente  placer, 
que  lár^ídama  era  su  dulce  com|>£iñera,  es  decir  áesenhrid:  i^fiÚCÓffni^a . 
Hi^  mujeres  y  hay  poesías ^c i/es.  í  S  4  '       '■^' 

Las *^ay  como  ciertas  fortalezas,  inexpugnables.         ¿ 

Hay  señoras— afirmaba  un  astrónomo — qué ! vienen  á^er' cómo  algunas  estrellas... 
— Si,  por  que  alumbran  el  cielo  de  nuestra  vida.  '  -'v^.. ,  "^^i^;  ' 

— No,  señor;  por  que  se  pierden  de  vista.  ,        ..  . 

—La  pintura  de  lejos,  la  mujer  de  cerca. 

Así  decía  un  paisajista  aficionado  á  los  grupos  en  la  sombra.    ' 
•     — Lft,^mujer-r-añade  cierto: gialanleador^es  un  interrogatorio.  Al  estudiarle  es  muy 
fácil  quedarse  íi>ia  cuarta  pregunta.  ,*-?  ,.  ,  ; 

En  la  época  dé  Cervantes  piído  decirse: 


Es  de  vidrio  la  mujer 


-'.  n 


y  temer,  naturalmente,  cualquier  rotura;  hoy  el  progreso  ha  desvanecido  aquel  temor. 
Para  algo  tenemos  q\  seguro  de  cristales. 

Y  ya  que  de  clásicos  hablo,  haré  constar  que  la  mujer  de  otro,  conlinúa    siendo 
como  en  los  tiempos  de  Garcilaso: 

•  í^j  ..: — dulce  y  sabrosa  -  ^;,:' 

r,   Mitós  que  la  fruta  del  cercado  ageno.  ;    ?/ 

En  lín,  de  la  mujer  de<jimos  en  público  muchas  cosas  que  no  las  favorecen,  úni- 
camente por  el  placer  de  ri^ctiíicar,  cuando  nos  encontranips  solqs  con  ellas. 

Y  pongo  punto,  sabiondo /que  este  artículo  ha  de  gustar  forzosamente:  porque 
vamos  á  ver,  ¿no  es  la»:mTij«r  un  articulo  de  primera  necesidad?  >íobs :  - 


vv:)'.  :;, ri;  'jí 


1   3m[  ¿ 


i>  í'!». 


Júsé  M^- Mendoza. 


'    '■'  •■ , . 


illL    í-;)T¿   «.»M-'£ 


^  ■-!■.; 


'3-%f^^^'^*'»:«r5KE*'^f^'vTí^^;^fí^^^^!^»^-»-yjfi 


'5gL5' 


**7S5S"'*"-?i^>'     '^'i.ss^r^ 


AfíÉI. 


^5 


SEMANA  SANTA 


En  San tQ  Domingo. 


En  la  Catedral. 


DE    VIGILIA 


Siento  el  perfumado  vaho 
del  bacalao,  que  rhe'encanta, 
■  llegó  la  semana  santa, 
semana  del  bacalao. 
La  comida,  por  mi  mal, 
de  vil  salmuera  rebosa, 
¡qué  semana  más  graciosa! 
por  lo  que  tiene  de  sai. 
Época  de  los  sermones, 
'y  rezos  y  monumentos , 
se  prestan  estos  momentos 
á  profundas  reflexiones. 

Como  hoy  se  debe  de  hacer 
de  pescado  la  comida, 
esta  semana  temida 
por  los  peces  ha  de  ser.    " 
A  pescarlos,  jinhumáhosl 
miles  de  hombres  se  dirigien, 
y  los  pescados  se  afligen 
maldiciendo  á  los  cristianos. 

Llorarán  en  el  abismo, 
oprimido  el  corazón, 
teniendo,  con  gran  razón, 
muy  poco  catolicismo. 

jA  tanta  y  tanta  familia 
habrá  afligido  en  el  mar 
la  costumbre  de  tomar     _   . 
la  comida  de  vigilia!  .      -. 
De  la  gente  el  apetito    i/--;-v  5»:: 
habrá  dejado,  sin  duda, 
á  tanta  corbina  viuda 
y  á  tanto  pez  huerfanito. 
¿No  os  apena,  algunas  veces, 
su  negra  fatalidad? 
Yo  he  vertido,  á  la  verdad. 


■-»■»•; 


mucho  llanto  por  los  peces. 
¡Oh  semana  de  alharacas 
en  comidas  y  oraciones, 
en  que  hay  verduras-sermones 
y  sermones-espinacas! 
Si  entre  verduras  nos  pierdes, 
ahogándonos  en  verdor, 
¿qu«  hay  en  que  un  predicador 
pronujicie  discursos  verdes? 

Días  que  con  desacato, 
lanza  la  gente  bostezos» 
por  que  si  abundan  los  rezos, 
no  abunda  menos  el  flato. 
Mas  no  lancéis  una  homilía 
contra  quien  con  hipo  rece; 
el  castiíío  lo  merece 
la  comida  de  vigilia. 
Hoy,  el  alma  me  envenena 
el  recuerdo  del  pecado: 
hoy,  al  almuerzo,  pescado, 
pescado  para  la  cena. 

Yo  jamás  había  visto 
tanta  espina  como  hoy; 
vamos,  de  espiaíts  estoy 
lo  mismo.qpíe'Jeéucri&to. 

Hoy  efictteiítro  criminal, 
y  co.^tcario  á  toda  ley, 
.-;,';•     qijfi  mQ,<íien  el  pejerrey 
^  ■^|^,&fkb^tan  infernal. 
^^^^|ívAhoi^,  jleetor.  examina. 
"  i*  r:;.si  m*e  eii'cóntraré  aplastado, 
■i^g^florífue  si  es  malo  el  pescado, 
¿  no  me  ha  de  dar  ttiala  espina  ? 


S.  Garrido. 
0 


'i^l^^W 


.JM^m^m 


j^fcni  ^./aüT^íi 


De  DOMINGO  ^ 


ONHUBIA. -Después  dé  ta  Creden- 
cial,  obra  que  indudablemente  se  repeti- 
ré, la  compagi*i.  ha  tenido  el  buen  acierto 
de  poner  oá^áléna  Un  novio  á  pedir  de 
boca,  ceí^||/ida  dbra  de  Bretón  de  los  He- 
rreros,^demg^|p;áiij£io  asi  el  buen  tino  que 
hay  ettéstó'féuÉtb'en  la  elección  de  obras. 

-^AíR^amid  e^^ní^  decía  ujP  caba^íjero 
obsétFvádor^úerél  tea|fq  Ojiiru|)ia  se^hace 
más  simpátieo  ca^ía  dláá»  los.  necesitados 
de  a mbos  Sexos .  "'*- .j^' 

— ¿A  los  necesitados?  ,.,      ., 

— |Si,  lall      _    ,.  <  ,^  ,  !  .;  ,.  :,  ^^  ,  ":  .  '"' 

—No  entiendo.^..: 

—Repare  VJ.  que  Rl,.  gran  filón  es  ca- 
paz de  hacer  abrir  los  ojos  á  cualquiera. 
Todos  andamos  íi  ca^a  de  filones.  La 
Cr^edencial . .. ,  ¿qui4n  deja  de  ir  ai  tea- 
tro dando  credenciales?  Y  luego,  ¿qué  ni- 
ña resiste  la  l.entación  de  ir  ó  ver  Un  no- 
vio á  pedir  de  boca^  hoy,  que  ^según  me 
ha  confesado  en  el  9eno  de  la  an^istad  una 
señora  con  tr^á  hijfts,  los  novios  pasan  de 
largo? —  i      , ,, 

Dejando  aun  lado  observaciones,  y  ocu- 
pándonos delaoDra  át»  Bretón,  diremos 
que  la  compañía  que  dirige  Galé,  la  des- 
empeña perlectamenle.   "■   '  '      ','.,' 

Se  conoce  qué  ios  actoréé  han  estudiado 
con  cariño  sus-  papeles,  y  al  punto  sé  nota 
una  acertada'  dirección  escénica. 

La  señora  Echevarría,  Galé,  Haza....  to- 
dos, en  fin,  se  hacen  aplaudir,  por  el  pú- 
blico, que  goza  con  verdadera  fruición  las 
bellezas  de  \é  obra. 

En  una  palabra;  Unkovio  á  pedir  de 


boca  ba  sido  el  éxito  dé  la  semana,  un 
acontecimiento  literario  sancionado  por 
un  público  tan  culto  como  numeroao. 

Nuestros  más  sinceros  aplausos  ó  la  em- 
presa, y  á  los  artistas  que  forman  un  con- 
junto inds  que  discreto.  ^ 


LO.^ir<aí  PCLSioharia:  el  srempré 
ifi^lpiíJiltijO  dram4  áe  tano^  y  La  jSscUela 
délas  Có^üétas^  soti  las  obras  que  ha 
puesto  en  escena  el  cuadro  dramático  de 
este  te.> tro.  ¿^ 

El  público  no  escaseó  los  aphiusus  á  la 
señoril©  Ara iiáz  (Gí,V  y  al  seño?  Robles,  es- 
pecia Uwen  te  en  La  Po-uonaria,  cuyas  ea-. 
cenas  culminíMili^^  arrancarcHí  nutridos 
aplausos. 

Alternando  con  ubras  serias,  el  cuadro 
'-•ómico-lirico  sigue  daftilo  obritas  ya  cono- 
cidas, pero  que  tienen  un  atractivo  que  las 
liácéii'ñité'VBsí  Mefóéífes'Ataiiá^      ;' 

Nina.  G&rt^ií  F^rlffid,  Üca^étÚáff'Vá-'- 
püchoneHl  L^cif'er'fúitsíspclt''ek'ésú\b, 
sirVehá'  Ifii^^iínpíáñbá  tipile  j^ai^á  íiíéir  su 
gracia  y  sus  trajees  (elegantísimos  y  dé  tnu-  - 
chxj  gusto.  ■   '  '  "  '■ '' 

Con  la  zarzuelita  R.  R,  debutó  uri  nue 
vo  actor  cómico:  el  señor  Carlos -Alonso, 
que  ^\s/s^^m!Srpor  prirneráve^^^voí^- 
iró  9^1on^í^  cónoleiones  fiará  ll^ar.á  ser 
un /artigfó"  consumado.    /         ^  "     \ 

La  cpiopQñjRi  éeil^.ens^yííiiido  una  c©me-| 

-  --^--^Ilídej^JSiJJ'^Ef&gtiéiro;^^^^ 
El  ^^eáf^  rit^t^  un  mv^erto;  así  sonoro 
otras^bbras  nueyás;  V         "'■  V   ■i'^iJ:^-^ 

La  concurrencia  es  en  Apolo  sumamen- 
te escogida  .yi  attmercsa  >  -       "      . 


(lia 


,n--.¡. 


c^íi 


;M;:íí 


COMEDIA.— Pequeño  para  contener  al 
nurneroso  público  i^fté  tíóche  á  rióché  llena 
lodttS  las  localidades;  sin  diidá'fiara'^ásiátír 
á  estrenos  cÓmO  él'de  £«  Gfatf  Via,, 
obra  que,  según  parece,  gustará  mucfeo, 
y  que  es  una  verdadera  novedad  teatral . . . 

Dejando  á  un  lado  la.  popular  zarzuela, 
durante  la  semana  se  han  representado 
Chateauw  Margaüác.,  Lo$  Pantalones, 
Los  Doininffíieros,  El  paso  de  Judas, 
n ueva,  bien  recibida  por  el  público. 

Juárez,  Lustra,  Diáz,  etc.\;.  cómo  de 
costumbre.  Ai  primero  hay  que  verlo  en 
Los  Feos.,  apésar  de  no  sei*  obra  de  su  de- 
voción.        '     ' 

En  Uiiá  palabra,  Juárez,  es  el  rey  de  «Los 
Feos*;  asi,  enMe  comillas,  ¿eh?. . .  ¡no  se 
vaya  áreseniir  su  amor  propio! 


PÓIaITEAM A.— Ofreció  una  novedad, 
i.a  representación  de  J^ima/ a^osípZ  í/  el 
huen  ladrón,  drama  de  circunstancias, 
original  del  Insigne  H^rlzenbusch. 

La  traición  de  Judas,  la  conversión   de 


..,.»' j':,i  i^ttait;. 


%^^m' 


pr^enlada^  cQir  el;  mayor,  (ípji rolo  ,P<?sÍt, 

DOHlik. — Hai  debuiado  Annt^^aízít,  e) - 
tenor  dé '  los  rQsMmi^'^  I^*  capricho;'  ye)  i 
qae  ^  estt^ehó  CwmiUerm  <M^JisU€afta>  en'íet 

Nacional.  .c-í-üoíi:: 


^  h'-' 
^ 


[orí'í- 


'Por  n  )  leiidremQs  Qpie.r^,,|yDs,(jU^rio3;|iaíi 
publicado  los  nombres  <:le  'os  artistas  (jue 
forínanel  cuadroJirico,  y  lian  adelantado 
juicios  que  deseamos  pi;e  la  cqnfirmap  jel 
público  cuando  ,U!egue  la  oc.^s,ióií,.     ,     .., 

Por  ahora,  á  abonarse.  .  los  qui^.t^agai), 
plata  para  Jiac^rk).-    .¡  ¡;  ,:  .; mí.í  oí  ;. 


.^■i;;<j>J  "-• 


El  Admini  trador  de  EL  CJSC ABEL,  ruega  á 
los  señores  corresponsales  y  ageates,  que  le 
remitan  el  importe  de  lo  qu  adeuden;  además 
advierte  que  pronto  empezará  la  cobranza  del 
segundo  trimestre  r. 

T,  finalmente  qne  está  más  que  reconocido 
al  púbüco,  gi^e  ¡a^otó.  la  eúi^pn  del  número 
pas  do,  y  qué  seguramente  irá  haciendo  lo 
mismo  con  éiste  y  los  sucssítos. 

Améu.  ".  •■  '■•  -"-'  •-  -  ■■    "'i    -  •  "■  -'  ■'-  ■  ■ 


Telegrama,  via  Galveslon:, 

«  La  reina  Vicstoria  recibió  á  los  yetara: 
nos  de  la  guerra  de  Crimea,  con,  quienes 
se  entretuvo  largo  rajtp.»        ...;     ..,,.,. 

i  Por  nada  se  pi^ede  ser  monarca!  , 

Ahora,  el  miando  en (er^  sabe  que  la  rei- 
na se  entretiene  con  los  veteranos. 

¡Vaya]  lo  ipejor  es  llamarse  Pérpz,  port 
que  ¿cuándo  leeremos  en  un  diario  que  la 
Sra.  Pérez  se  entretiene^con  los  dependien- 
tes de  su  casa,  por  ejemplo? 

Inconvenientes  de  la  popularidad  y  de  la 
majestad;  no  puede  hacerse  nada  sin  que 
por  telégrafo  lo  comuniquen  ¿  toíías  par- 
tes. ¡Ni  entretenerse  con  veteranos! 


LENGUAS  VIVAS. 


Para  apren  l'M-  un  idioma     ;■ 
eri  tres  ó  cu  itru  lecciones 


un  mal  cigarro  se  toma 
y  al  ver  cómo  nos  embroma 
brotan  las  interjecciones. 

Tu  torpeza  singular 
hace  que  al  día  cien  veces 
con  todo  el  mundo  tropieces 
ry  eso  es  mucho  tropezar! 
-Y  para  evitar  que  un  día 
en  u ti  conflicto  te  halles, 
'{debes  usar  por  las  calles 
corneta,  como  el   tranvia! 


Leo  que  la  cañonera  Paraná  no  ofrece 
comodidades  á  los  ciudadanos  presos  en 
ella,  pues,  entre  otros  inconvenientes,  tie- 
ne el  del  mal  estado  de  olguncs  camarotes 
que  se  llueven  demasiado,     a    ,         r  V 

¿Camarotes  que  se  llueven? 

i  pue  les  pongan  bombadlas  1 


Anuncio  de  ¿a  Prensa : 

*^  Negrita  de  12  á  14  años,  se  nece- 
sita para  niñera;  se  requiere  que  ten- 
ga fax^ciones  simpáticas...  » 

¡Claro! 

¡Para  no  asustar  al  niño!      - 


fat^*!»--; 


SS^fT 


irV 


m. 


a^^tffl^m^BBLi, 


otro  dia!       •  ..:..; 

Figúrense  que  descubrió  en  la  persona 
de  UA-Jcritico  musical  del  Rosar:o,  un  nue- 


j  1  »¿uii  que  gi 
Se  comprende.         -,.     j-Li- 
Gomo  que  A?'gos  es'el  jérénato,  óñato 

le  la  sociedad.    •■  --^-wí^i  'l;si,-*•>' 
:■    €©n  tres  volupA¡9ir^o9:Rjp8a 
tiene  amores  líácB  lin  mes, 
y  poi*  eso  dicen  que  es     á  •■ 
chica  muv  i'olunfariósá. 


CORRESPONDENCIA 


Emelerio  L.—'So  sé  en  donde,  ni  cuándo  he  leido 
algo  muy  parecido  A  \o  que  me  manda  vd 

■I.  de  S.  3/.— íÉs  tan  mau'^seado  el  asunto! 
V'/rfy/í'fu.— ;,Vaya  un  zapallo  que  rae  envia  vd! 

/¡eata  —¿Y  Vd.  es  una  'oeatal  Pues  si  llega  íi  ser 
otra  i'osa,  no  sé  lo  que  escribe:  vaya  un  crtmuio  de 
sacrilegios. 

rom/jfl(i/v'.— Re.,  ucrdus  íi.  la  comadre;  pero  no  en 
verso!...  De  lo  contrario,  la  comadre  le  pega  irre- 
misiblemente. 

^;,¿/,y(,.— Bueno.  i)ero  no  escriba  nunca  mas  í/ayo. 
en  vez  de  gallo.  ;Aii:  y  ciienti'  mejor  las  silabas. 

/Hiclor.—'So  tne  disgufio.  j)ero  con  su  permiso, 
mridificaré  el  final. 

Arinando  F/oy.es.'-^'M.^  gustaría  mucho  hablar 
coa  Vd.:j. puede  i>í\s;ir  pói'  esta  redaccióa? 

P.  P.  P-itór.— Ingenioso  es  vd.  para  combinar  le- 
tritas,  "pero,  ¡ay!  Parn  \ai  'flri/Zas  no  tiene  usted 
mucha  disposií-ión. 

Constavle  —  ■..■''.'...         ,; 

«¿Qué  ta.  el  mundo?  ,,.         , 
¿Qué  es  la  vida? 
-    él  alí-oyel  sol.  ¿qué  áoii?»         '"* 


Muy  curioso  esA  Jlt-i^'í^lSflO^  y  siempre;  pe- 
ro no  crea  publicable  sa  composicióD. 

J^tf^]  M«al  iS  9v^.  \9<kS,  ¡sfgá'  í»>'endo,  ^érái  i^no 
esciRtJá^pdrratírt'r  -  .      ,.  -       . 

/í-Z)-r.-Ha(»a  tieiníJo  que  no  veía  letra  de  Vd.,  y 
créame,  hasta  tenia  más  apetito. 

Gracioso. — Hace  Vd.  bien  en  decir  que  lo  es,  por 
que  yo  no  me  lo  hubiera  figurado  nunca. 

A.  ^1/.^c<e, ÍJ.— Se.publi<!ara.     .         ¡  . 

J-S-M.—ho  niishio  digó.'kande  la  firma  primero.  - 

i9ía¿»(!í).— 1  Angelito!  Y  con  papel  bordadito! 

ruí'co.— Ya  me  supongo  quién  es  Vd.,  asi  es  qUÉ> 
no  me  extraña  el  lenguage,  etc..  etc....  El  proce- 
dimiento no  es  correcto,  pero  tampoco  lo  es  Vd. 

rfc/í7fl.— Maliía,  flojita  y  tpntita. 

Observador.— Y'ü  s  observe  Vd.  que  no  "hay  un  ver- 
so que  tenga  las  silabas  que  marca  la  ordenanza. 

Aficioñadu.—So  lo  crea  Vd.,  no  están  mal.  Gra- 
cias, y  mande  Vd.  otras  por  el  estilo. 

.9.  r,— Muy  serio  está  Vd.  Desarrugue  la  frente  y 
haga  algo  festivo,  ya  que  parece  que  tiene  faci- 
lidad. 

Preguntón  — No  le  daré  lecciones  por  que  no  las 
puedo  dar,  ni  pretendo  darlas  a  nadie:  lo  que  no 
impedirá  que  le  diga  que  Vd.  escribe  bastante  mal, 
y  que  desconoce  cohipietamente  las  reglas  poéticas. 
Y,  ;qué  diantr   !  yo  no  le  he  pe  Udo  nada.    .^ 

M.  f!.  /'.'.--^dúñ  permiso  de  Vd.  ttoj/  Aar-"cieíjláí  un 
vers  >,  .solo  tioor;  ,.  ^  v^i*...      \. 

:..  tomo  una  truena  traiicá.'^^^í'-'^^^^^        \ 

Que  es  precrsattiente  lo  que  bmará  -nh  diá>'4a  se- 
ñora gramática,  y  entóñc^,ikj'' «Jé  Yd!         V  " 

Vampiro.— Tiene  Vd.  condiciones,  pero,  •i.iioln- 
bre!...  el  íiml  es  \&n  inalerialisíh....  Pruébé'jOtra 
vez.  . ' 

P/rc///^rt.— Apesar  de  todo  el  griego  que  Vd.  posea, 
no  publico  la  composición. 

En  la  imprenta  no  tenemos  tipo  griego,  de  lo 
contrario  le  contestaría  en  griego,  para  mayor  cla- 
ridad. 

Quedan  una.  porción  de  cartas  por  contestaí'v  y  no 
es  cosa  de  llenar  el  periódico  de  «Correspondencia.» 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


CONDICIONES  DE  U  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses -. .     g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corre-ponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »    0.10 

»        atrasado  . .......... '    p  0¿iL5 

•  ■  •  ■ ,     "    '        .  ■       >■•        .'r'"--       ■■  ■    ■■*'■'•  fri* 

: 7^     ..■.    •  :!::  uí      H     .   'tí.'^  -. 

SK  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES^   ^^ 

REDACCIÓN   J  ADMINISTRACIÓN 

«t— AMIMA  — «it    (ALTOS)  ^ 


■  ^' 


■-'í^'^ffsr 


/  -t     fV^APORES-qORREOS^r 

Subvenpio^mdoápQrj^^po?^'  - --^  ^ 

1^1  #  Servicio  ilenái^Jlig  |«:í|     ¡4^^ 
entre  el  Rio  0e  la  Platii  y  Europa 

Las  salidas  de  este  {«erto  serftn  el  2  de  cada  mes; 
para  Santa  Cruz  de  Teoei-ife,  Cá.diz,  Barcelpoa  y  Mar- 
sella, admitiendo  carga  y  pasajeros,  -asi  como, para 
Vigo,  Coruña,-  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
portantes de  España-    ,,  .  ,   .    '-¡    '  ,  ¿  r  ,  .  i,,  ,-  j 

Por  más  intorines  O  datos,  o«lrrasa  á^us  ágfAtóéi 
Antonio  López  y  C',  calle  Alsina.'íSÍl.  '       '  '"'  " 

Nota. — Se  expiden  pasages^dB  Tiaiida' d^  tojios  Iq^v 
puertos  y  ciudades  de  España J     ?■  t -i?    'i  í  '  ííl  <^^i 

CAJAS  DE;  HllÉÓfiCHEt- 

rOE  PARÍS) 

Premiadas  en 
las  exposiciones 
.!e  París  1878- 
18«o:  de  Viena 
1873.  de  Anver 
1885. 

Secreto  de 
combinación  in- 
visible. 

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contra  incendio. 
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jíis  de  iiierro  pa- 
ra casas  de  co- 
mercio. 

Muebles  de  se- 
guridad para  es- 
critorios y  casas  de,  Tkmilia. 

Agente:  L  ClfÁ^— H>t  fliORIDA,  lOi 


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y^lX^í^í  Lv'Sj  :  ri-as  para  agua,  juegos  tíe  té, 
juegos  de  lavatorios  de  metal  blanco,  licoreras,  ca- 
nastas para  pan,  aceiteras,  coberteras,  floreros,  lamc- 
paritas,  veladores,  filtros  ipara  agua,  etc 
Wíil  £1 H  <:>  r»P  c  sorbeteras ,  •  heeesaiños  varias 
facidUd  a  o  j  formas  y  clases,  bidets  surtidos, 
lavatorios,  juegos  de  lavatorios,  juegos  de  toilette, 
máquinas  para  hacer  .soda  ó  regaderas,  filtros  para 
agua,  fiambreras,  etc.  fj 

Juegos  cié  meS3,  ^lesa',  tazas,  juegos 
de  cristal,  cubiertos,  cuchillos,  salivaderas,  palmato- 
rias, copas,  vasos,  sillas,  escaleras,  porta-botellas, 
canastos  para  ensaladas,  espon  eras,  etc.,  etc. 

wm 

Son  los  mejores  cigarrillos  de  los  inmej(»'ab]es— 

CIGARRILLOS  DAUMÁS 

Los  fumadores  deben  evitar  las  fals^amones  exi- 
giendo en  cadia  etiqueta,  la  firma  de  garantía  de~ 
7.  Daumas. 


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Exportación  de  frutos  del  país.— Importación 
de  productos  españoles  en  gensral. 

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Depósitos  en  cuentii  corriente  A  la  vista  2  %  anual 
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de  aviso 
Depósitos  á  plazo  fijo  íi  90  dias  ó  más    4  >>       •     ; 

»  n  »  >i  u  oro      1      >'  »   . 

,  Se  dan  fiiros  á  Ja  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  con  beneticio  para  el  toma- 
dor. Se  dan' girn.s  sofire  los  pueblos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despacho.  Los  dias  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
á  11  m. 


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LENCORREA 


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CURA  RÁPIDA  Y  SEGURA 

preparado  únicamente  por 
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U.S.  A. 


Depósito  General:  DÉLA  BALZE  Haps. 

442  -  Maipú  -  444  —  Buenos  Ayres 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  púhlico  que  la  farmacia  establecida 
en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  anterionnente  de  don 
GUILLERMO  A.  CKANWKLL,  se  vendió  á  D.  Diego 
Sproat,  quien  no  ^  farma'céiitico,  de  modo  que  dicha 
farmacia  no  es  ya  de  CRaSWELL  sino  de  Sproat. 

LA  ÚMCA  DROGUERÍA  V  FAKMACl.'. 

BE  CRAXWELL 

que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situada  en  la  calle 

VICTORIA,  núm.  647 

ENTRE  PERÚ  V  CHACABÜCO 

Atendida  personalmente  por  su  propietario— 
EDMUNDO  E.  CRANWELL 
Farmacéutico 


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4 


;s2«í*fe,í!; 


-  ■-'  •  >feá¿;  JhiafesT;:^.-;:tir>-  — .  -  ■  . 


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i¿»j-iiiiait¿.:!v .; 


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Autorizada  pon  Decreto  de  27  de  Agosto 
de  1889. 
Inséripta  en  el  Registro  Público 
'  'íde   Comercio 


1108  de  fletes,  ef-'Ctos,  ganancias  esperadas, 
comisiones,  mercaderias,  etc. 

Se  asegura 
edificios,  establecimieatos  industriales 
';  j  :,;  ydel  comercio, 

compi'endiendo  las  explosiones 
de  gas,  rayo,  desalojo    inevitable,    et  .,   etc. 


^  Garante:  ÁNGEL  ROMÁN  CARTAVIO 

~X>IRKCCIÓñ  OEKERAL: 

845  — Victoria  -845 
,      BUENOS  AIRES 
CoopeniHva  TeleC  899  Casilla  Correo,  1634 


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Afioi  Baenos  Aires,  Abril  ^0  de  1892       NAm.  16 


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Blitof  rropietaqo:  FRANCISCO  FERRÉS 


Micción  y  Ádffliflistracion:  ALSINA  489  (ail^s) 

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Fuera  de  la  ciudad. . .    »  0 . 20        id 

Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  G* 


SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE  COLL 

::    I    ^         -      - 


^IRQILIO  M.  TEBIJNT 


Es  este  un  juez  ejemplar 
en  todas  las  ocasiones, 
y  que  en  estas  elecciones 
ha  dado  mucho  que  hablar. 


■i>>;.'-l,ír=--    . 


242 


'S*; 


GL  CASCABEL 


^@«- 


lia  semana  santa  ha  sido  celebrada  de 
muchas  maneras. 

Unos  se  han  entregado,  llenos  de  fé 
mística,  á  las  legumbres  y  conservas,  al- 
ternadas c  II  oraciones  y  Hato. 

Otros  han  abandonado  la  ciudad  v  se 
han  i  lo  al  cam[io,  á  pasar  unos  dia«  en 
algún  sitio  próximo  ala  capital. 

Otros,  más  afortunados,  lian  adquirido 
por  poco  precio  el  Herecho  de  morir  des- 
})eñados,  viajando  en  ferro-carril. 

Y  otros,  se  han  limitado  á  planchar  la 
galera  y  salir  por  esas  calles  de  Boliini, 
luciendo  las  prendas  de  gala,  visitando 
iglesias  y  tirando  pellizcos  á  las  fieles  que 
pugnaban  por  entrar  en  los  diversos  do- 
micilios que  el  Señor  tiene  en  Buenos 
Aires. 

El  ramo  de  cazadores  ha  aprovechado 
los  dias  (le  asueto,  y  un  sin  fin  de  Xem- 
rods  se  lian  lanzado  por  los  campos  ees 
persecución  de  inocentes  perdices. 

Conozco  un  tendero,  natura!  de  Beian- 

zo-s  que,  además  de  ser  gallego  autéiitico. 

tiíca  el  trombón  para  ejercitar  los  pulmo- 

es,  que,  en  busca  de  aire  pira  éstos,  fué 

á  una  cacería  con  varios  amigos. 

¡Las  hazañas  que  me  ha  referido  el  buen 
señor! 

Baste  saber  que  descargó  su  fusil  con- 
tra el  cura  de  la  loculidad  que  estaba 
011  un  huerto  meditando  sobre  la  eS'.-e- 
iia  del  deGetsomani,  y  que  dio  muerte  vil 
■  x   una    pobre  gallina,-clueca,    creyénduli 

luisa  n. 

Finalmente,  después  de  aplicar  u\\  em- 
plasto al  reverendo  lastimado,  al  que  dio 
toda  clase  de  satisfacciones,  que  no  le  de- 
jaron muy  satisfecho,  y  después  de  de- 
vorar en  silencio  la  infeliz  gallina,  tomó 


asiento  en  un  va- 
gón de  un  tren  de 
recreo  y  regresó  á 
la  capital,  lucien- 
do su  traje  de  ca- 
zador, y  su  perro, 
un  perro  bueno  y 
barato,    recomen- 
dado del  Dr.  Alba- 
rracíp,    y    al    que 
sólo   le   falta  ha- 
blar. 
De  manera  que,  entre   los  peces  sacrifi- 
cados con  motivo  de  la  vigilia,  y  las  aves 
muertas  p(^r  los  cazadores,  puede  decirse 
que  la  semana  ha  sido  fecunda  en  muertes. 
Sin  contar  la  de  los  judíos. 
Xo  los  del  barón  Hirsch;  los  que  mata- 
mos mentalmente  eii  los  templos. 

Estos  han  silo  más  qu  ^  frecuei.  taios 
durante  los  días  sanio>.  * 

Y  vale  decir  que,  apesar  de  l:s  esfuer- 
zos hechos  por  los  prolectores  del  bello 
sexo,  han  ocurrido  varios  accidentes  des- 
agradables. 

Para  evitar  éstos,  sin  duda,  aprove- 
chando los  trenes  de  recreo,  nmchas  fa- 
milias salieron  á  veranear,  como  decía  una 
amiga  nuestra,  (|ue  es  ya  mujer  entrada 
on  carnes  y  en  años,  j>ero  habla  peor  que 
un  niño. 

—  Yo  aprovecho  la  ocasión  y  me  voy 
con  las  niñas  á  respirar  el  aire  puro  del 
camno. 

— Dichosa  V. 

— Ali,  si :  el  campo  es  tan   saludable 

Mire  V..  apenas  divisamos  el  verde  de  la 
pradera,  se  nos  ensancha  el  alma. 
— Buen  provecho. 

Luego  he  sabido  que  el  tal  viaje  de  re- 
Lieo,  fué  viaje  muy  entretenido. 

En  primer  lugar,  los  pasageros  no  ca- 
rian en  los  vagones 

Asi   es    que    á    nuestra  gorda  amiga,  le 
'ocó  ir  eitibutida,  entre  un  estudiante  y  un 
.eiidedor  turco,  que  fué  á  Mendoza  á  veu- 
i'er  rosarios  y  (¡ue  olía  á  mi!  diablos. 

Las  uiñas  tuvieron  que  ocupar  asientos 

q)artados,  pero  estuvieron  muy  bien  aten- 

•  lidas  por  unos  señores  que,  aprovechando 

!a  baratura,  se  habían  llegado  á  Menloza 

(■on  rl  único  fin  de  conocer  al  general  Ru- 


üno  Ortega. 


..^■. 


EL  CASCABEL 


243 


Además,  ocupaban  el  vagón  unos  cuan- 
tos socios  de  La  Filarniónioa  Olorosa,  socie- 
dad recreativa  de  acordeonistas  notables, 
que  durante -el  trayecto  tocaron  varios 
trozos  de  lo  más  escogido  dí<^i  repertorio; 
un  matrimonio  joven,  qu'f  fuéá  esconder 
su  dicha  en  un  rancho,  y  que  se  pasaban 
el  tiempo  pellizcándose  dulcemente,  y  di- 
rigiéndose mirad 's  tieniaa  que  delataban 
á  los  compañei'os  di-»  viaje  la  dicha  que  les 
embargaba,  y,  finalmente,  una  señora  de 
cierta  edad  y  su  sirvionta,  que  llevaba  una 
gran  canasta  y  una  botella. 

La  fceñora  renegaba  de  la  empresa,  que 
no  la  permitía  tener  á  su  lado  á  Pepín. 
— Es  una  crueldad  separarme  de  él. 
— Pero,  ¿quién  es  Pepin? — preguntó  un 
señor  sensible. 

— Es  un  perrito  de  aguas  (pie  vale  más 
de  lo  que  pesa.  Lo  llamo  Pepin  porque  pa- 
rece una  persona,  mejorando  !o  presente. 
— Señora,  cálmese  V.  Al  perro  no  le 
pasará  nada.  Al  llpgar  á  Buenos  Aires  lo 
podrá  V.  estrechar  contra  su  seno. 

— ¡Cuándo  llegará  la  hora  — !  La  impa- 
ciencia me   devora;   me  siento  mal  y 

Antonia!  Abre  la  canasta  y  dame  algo 
que  comer. 

La  sirvienta  obedeció,  y  al  poco  rato  la 
señora  se  comía  un  kib  de  salchichón  y 
se  bebia  medio  litro  de  vino,  sin  dejar  de 
suspirar  por  su  candido  Pepin. 

Por  fin,  el  tren  llegó  á  puerto,  sin  des- 
carrilar, y  los  (jue  por  p.ico  dinero  hicie 
ron  la  excursión,  llegaron  molidos  á  sus 
hogares,  renegando  de  los  treties  de  re- 
creo y  de  la  tea)p';ratura,  que  de  projito 
descendió  rápidamente,  pillando  despreve- 
nidos de  ropa  de  abri- 
go á  los  que  llegaban. 
Y  aún  á  los  ,que  no 
salieron  de  la  ciudad. 

Otros,  más  afortuna- 
dos, apenas  el  aire  em- 
pezó á  colorear  narices, 
sacaron  de  sus  roperos 
los-  abrigos  del  año  pa- 
sado, y  salieron  por  esas 
calles,  ütiendo  á  alcan- 
^^ jl  J^  for,  y  mirando  desdeño- 
v\^  Vj  sámente  á   los  que  aún 

1/     *>*— ^  vestimos  de  lanilla  y  de- 

safiamos   el    frió    cuer- 


po á  cuerpo,  es  decir,   á  cuerpo   gentil.. 

En  reéumidas  cuentas : 

La  semana  santa  ha  dejado  gratísimos 
recuerdos  á  los  que,  de  un  modo  ü  otro, 
la  han  solemnizado. 

Y,  para  fin  de  fiesta,  el  frió  se  nos  ha 
''chado  encima  traidoratnente,  obligándo- 
nos á  pensar  en  sastres  y  otras  friole- 
las,  como  ser:  repasar  la  ropa  del  año 
pasado,  sacar  manchas,  y 

Con  permiso  de  W.  voy  á  pegarme 
üiios  botones  que  me  faltan  en  el  saco  de 
abrigo,  y  á  coserme  los  bajos  del  panta- 
!on  de  invierno. 

¡La  economía  ante  tcdo! 


-^íi:,< 


EPIGRAMAS 


A  Silvia  sola  encontré 
flores  cogiendo  en  la  loma, 
y  por  amor  ó  por  broma 
á  Silvia  una  flor  robé. 

Y  me  cuesta  el  ser  broinisla 
el  andar  un  tiempo  oculto, 
pues  el  robo  toma  bulto 

¡y  ella  me  sigue  la  [iista! 

Kl  puobio  supersticioso 
tiene  su  nefasto  día  : 
Martes,  l'^spaña  y  Turquía. 
Viernes,  la  nación  del  Oso. 

Y  aquí,  que  en  esas  sandeces 
no  creemos,  no  señor, 

el  Sábado  es  el  peor 

de  todos,  p'jr. . .  los  ingleses. 

'  •  Patricio  Gallo. 


::***•: 


.^ 


^i 


.«   .^u.^ 


8L  CAfifiABRlT:  ^^^:-^^*í^aí« 


;.,»'^'-"Ít>''íí 


SUPLICIO  HORRIBLE! 


Existe  una  quesería 
frente  ;i  ("rente  de  mi  casa, 
cuyo  fuerte  olor  traspasa 
n\is  sentidos  noche  y  día. 

Colmo  de  la  crueldad 
con  que  el  destino  me  apena 
¡qué  olor!  es  una  condena 
de  queso  á  perpetuidad. 
Su  horrible  vaho  derrama 
en  mi  hogar  traidoramente, 
así  es  que  huele  atrozmente 
á  queso  hasta  la  mucama. 
Tan  insoportable  olor 
hace  imposible  mi  vida: 
como,  y  toda  la  comida 
sale  con  igual  sabor. 
Escribo  y  ¡vana  quimera! 
llamo  c'i  mi  musa,  y  se  escusa. 
y  hasta  temo  que  mi  musa 
sea  una  vaca  lechera. 

Ayer  de  casa  salí 
y  como  á  queso  me  olieron, 
á  docenas  se  vinieron 
los  perros  detrás  de  mí ; 
yo  oía  á  mi  alrededor 
lafgente  como  reía, 
¿qué  le  olerán— se  decía— 
en  la  parte  posterior? 
Llegué  á  casa  avergonzado 
y  prometí  no  salir; 
¡á  esto  se  llama  vivir 
por  el  queso  bIO(jueado! 

Un  amigo  muy  travieso, 
viendo  oscura  mi  morada, 
dijo,  entre  una  carcajada: 
que  es  oscura  y  huele  á  queso. 
ASÍ  es  que  continuamente 


t(?mo  que  alguno  me  hable.. .  • 
y  de  todo  es  la  culpable 
la  quesería  de  enfrente. 

i.\d¡ós,  amadas  locura-s! 
¡.\diós.  sueños  que  pasaron! 
¡Ya  para  mí  terminaron 
alegrías  y  aventuras! 
que   ayer  mi  dulce  embeleso 
me  dijo  huyendo  de  mi : 
— ¿Tiene  usté  dentro  de  sí 
una  fábrica  de  (luesof 
Y  de  (¡ue  tuvo  razón 
de  convencerme  concluyo; 
yo,  por  no  olerme,  me  obstruyo 
la  nariz  con  algodón. 

¡Oh  tremebundo  martirio, 
que  en  horrible  padecer, 
me  haces  á  legiones  ver 
los  (¡uesos  en  mi  delirio! 
De  tus  monstruosos  excesos 
Dante  se  había  olvidado, 
pues  sino  hubiera  pintado 
el  circulo  de  los  quesos. 
...Y  yo  quiero  prontamente 
que  al  fin,  de  un  modo  formal, 
haga  que  cese  mi  mal 
la  autoridad  competente, 
y  al  cabo  de  quince  días 
obrando  como  es  debido 
hayan  desaparecido 
del  mundo  las  queserías, 
y  si  no  acaban  ¡¡lardiez! 
de  tanto  olor  los  excesos, 
¡¡comprando  todos  los  quesos 
me  los  como  de  una  vez!! 


Lilis  (¡arcid. 


EL  DOMIN&O  DE  RAMOS 

l_    SÁBADO     DE     GLORIA 


•      I        ■     ■ 

lERTAMENTE  es  mucha  la  suerte  de  Alfredo. 

Joven,  figura  distinguida,  brillante  carrera  y  fortuna  mus  que 
regular... 

¿Qué  más  puede  apetecer  un  joven  á  su  edad?  '      - 

una  mujer,  ¿no  es  cierto? 

Pues  bien;  Alfredo  Ramos  se  casa.  Ha  encontrado  su  bella 
ideal.  Ese  ideal  que  perseguimos  todos  y  que  pocos  alcanzamos. 

La  futura  de  Alfredo  es  un  portento. 

Juventud  y  belleza  física,  realzada  por'olra  belleza  más  dura- 
ble; la  belleza  de  sentimientos.  Instrucción...  la  necesaria  para 
ser  buena  esposa  y  mejor  madre. 

¡Dichoso  Alíredo! 


Et>6m&átÉU^ 

-             •                       • 

245 

La  Providencia  ha  sido  más  que  pródiga  con  él.  -*     '     . 

Le  ha  otorgado  todo  lo  que  puéílé'ápÉ^leeé'if ^«f'ÜoAtifé  Vwíí*»  ííxigénte.       ' 

AI  ver  la  inmensa  dicha  ^^^el  joven,  el  mSS  td^'pef^^  bómprende  que  por  fuerza  han 
<le  existir  seres  desgraciadlslmo8V'  -í:;    .iaí:  .   .; 

¡Está  lan  mal  repaHidnl.i  felicidad!  :  '^i""'    '       •      •  '  . 

Pero  una  vez  que  á  Alfredo  Ramos  se  le  presenifii,  la  aproveclia  y;  sirt  duda,  te- 
miendo que  se  le  escupe,  npresura  los  preparativos.  .    ' 

Es  preciso  fijar  \n  época  del  enlace. 

—¡Pronto,  pronto!— dice  el  joven.  ^ 

—Muy  pronto— repite  la  hermosa  futura.       "  .      . 

— ¿Fijemos  la  fechn  hoy  mi«mo? 

— ¡Ahora  mismo! 

—¿Está  todo  preparado? 

—¡Todo! 

— Pues  dentro  de  ocho  dias  nos  casamos. 

—¡Qué  felicidad! 

Y  la  felicidad,  «¡ue  constante    vela   por  los   futuros   esposos,    parece   decir— ¡pre- 
sente!   acudiendo  «i  un  llamado. 


Alfredo  hace  las  cosas  bien. 

Al  dia  siguiente  reune  en  torno  de  alegre  mesa,  repleta  de  suculentos  manjares, 
que  han  de  ser  remojados  con  ex(iuisitos  vinos,  á  sus  mejores  amigos. 

Los  despide  con  un  festín. 

Dentro  de  ocho  dius  se  ocabarün  las  locuras  juveniles. 

Los  amigos  comen,  beben  y  brindan  por  la  dicha  de  Alfredo  Ramos  y  de  su  fu- 
tura Gloria  Martínez.  j 

Alfredo  se  vé  obligado  a  correr  una  tormenta  en  plena  calma. 

La  orgia  se  prolonga  hasta  la  madrugada. 

Al  despedirse  de  sus  amigos  uno  le  dice: 

-Che,  Alfredo. 

-¿Qué?  '  . 

— Siempre  senis  oportuno.  > 

-¿Yo? 

—Si;  tíL.  Hoy  es  Domingo  de  Ramos.  Es  tu  domingo..... 

— Dia  de  bendecir  palmas. 

—  Incluso  la  del  martirio 

11 

Gloria  Martinez  cuenta  los  instantes  que  faltan  para  consumar  el  gran  acto,  por 
los  latidos  de  sü  coraz'3n. 

Cuatro  ó  cinco  amigas  intimas  la  ayudan  á  vestir. 

—Qué  bien  te  sienta  el  vestido. 

— -Adulona... 

— No  tal,  hago  justicia.  Espera,  ponte  aqui  el  ramito  de  azahar... 

— Pronto  se  marchitará— interrumpe  una  interesante  morocha  de  ojillos  traviesos. 

Empieza  el   tiroteo... 

La  novia  se  ruboriza  un  poquito  y  suspira. 

El  momento  solemne  se  af^rca. 

Alfredo  está  por  llegar.  ¡Cuánto  le  quiere,  y  qué  feliz  vá  á  ser...! 

La  novia  está  lista.  Las  amigas  la  nan-  arreglado  con  el  mismo  cariño  que   allá 
en  el  convento,  arreglaban  sus  muñecas  de  grandes  ojos.. 

Para  ojos  los  de  Gloria. 

Siente  no  tenerlos  más  pequeños  para  no  ver  tanto. 

¡Qué  miraditas  la  dirigen  sus  compañeras  de  infancia! 

¡Cuánta  lagrimita  mal  comprimida!... 

¿Sentimiento  de  perder  la  amiga? 

— ¡Envidia  pura! — dice  la  morochita— ¡Ay!  ¡Quién  estuviera  en  tu  lugar! 

Frescas  carcajadas  acogen  el  chiste  tan  expresivo  como  ligero... 

Ha  llegado  el  momento  solemne.  ' 

Antes  de  dos  horas  Alfredo  y  Gloria  serán  esposos. 

Después  se  prolongará  la  fiesta.  El  baile  será  animadísimo,  los  novios   se  escu- 
rrirán disimuladamente,  y  no  faltará  envidiosa  que  diga,  la  morochita  sin  duda: 

—¡Hoy  si,  que  para  Gloria,  es  sábado  de  gloria,..! 

III  - 

—Alfredo,  ¿recuerdas?...  Hace  ocho  dias. i. 

— Si,  el  domingo  de  Ramos  lo  acordamos.  . 

—Y  el  sábado 'dé  Gloria... 

— ¡Una  semana  interminable!  ' 


..■y<^ 


<^ 


246 


BL  CASCABEL 


— La  de  pasión. 

—Quiera  Dios  que  la  nuestra  'sea  muy  duradera... 

Un  beso  más  duradero  que  la  esperanza  del  que  juega  ala  lotería,  selló  los  labios 
que  habían  pronunciado  la  última  frase,  mientras  las  campanas  de  la  iglesia  vecina 
repicaban  en  honor  del  Señor  que  resucitaba,  colrpando  de  dichas  ó  los  mortales. 

A  lo  menos,  asi  lo  creían  firmemente  Alfredo  Ramos  y  Gloria  Martínez... 

Andrés  Soler. 


ANUNCIOS 


Señorita  de  buen  trato 
con  deseos  de  casarse, 
demanda  para  en  Tazarse 
algún  caballero  ñato. 
Se  explica  tai  petición 
pues  siendo  ella  narifjuda. 
la  nariz  será  sin  duda, 
perfecta  en  su  su/esión. 

Abofjddo  (le  ladrofws, 
tarifa  poco  elevada, 
tiene  su  fama  sentada 
defendiendo  violaciones. 

Tres  caballeros  formales, 
sanos  y  de  buen  color, 
pueden  hacer  el  amor 
á  precios  convencionales. 

A!  público  en  general 
se  avisa  que  se  abrió  aj^er 
el  renombrado  «Taller 
de  pescado  artiíicial.» 
Tenemos  la  conocida 
corbina  en  dulce,  ó  purgante. 
Todo  af  gusto  del  niarchante. 
Se  trabaja  á  la  medida. 

¡Gran  éxitil  ]. a  pomada 
del  ruhor,  que  da  un  color. 
:'i  la  faz,  como  el  rubor 
de  cualquier  recien  casada. 

Bastón— llave— candelero, 
defensa  contra  ladrones, 
contiene  diez  instrucciones  ' 


propias  para  homI)re  soltero. 
Puede  servir  de  corbata 
usado  en  forrtia  de  lazo, 
y  .'^i  alguien  os  da  un  sablazo 
contesta— , No  tengo  plata! 

El  protector  del  casado 
os  cuenta  de  vuestra  esposa, 
("on  exactitud  pasmosa 
las  veces  (]ue  ha  estornudado. 

*»\ 

¿Queréis  rlíjuezas,  señoresí 
mi  libro  os  la  puede  dar: 
Medios  de  falsifica)' 
las  iHonedas  ;/  ralorcs. 

<*^ 

A  los  cobardes  se  avisa 
compren  «calzado  de  .Thon» 
que  en  caso  de  iirecisión 
permite  correr  de  prisa. 

Aparatos  verdaderos 
para  hablar  un  largo  rato, 
pronuncia  cada  aparato 
doce  discursos  enteros, 
Con  él  se  evita  el  suplicio 
de  hablar  con  dilícultad, 
son  de  gran  necesidad 
para  un  orador  novicio. 

Y  aquí  tienen  reunidos 
los  avisos  que  he  cortado, 
de  un  diario  publicado 
en  los  Estados  Unidos. 

S.  Garrido. 


?f^w-.f.3!fr^il^ 


^J^^^^W  ^ 


EL  CASCABEL 


á»7 


LAS  DOS  AMIGAS 


AREr.iDo  singulur  el  de  Emilia   y  Sofin! 

Nacidas  en  diversos  climas,  de  tliversa  raza,    la   naturaleza  se 
había  complacido  en  hacerlas  gemelas  en  hermosura. 

De  iguales  gustos,  de  semejantes  aficiones,  por  una  maravillosa 
intuición,  sin  comunicarse  sus  pensamientos,  aparecían  en  público 
ataviados  con  el  mismo  traje,  embellecidas  por  los  ñnismos  adornos. 
Una  amistad,  sincera  en  apariencia,  las  unía. 
Pero  Sofía,  criada  en  el  mediodía,  con  lodos  los  salvajes  senti- 
mientos engendrados  por  el  sol  de  su  país,  disueltos  en  sus  venas,  padecía  el  míis 
horrible  de  los  martirios  al  ver-e  igualada  en  belleza,  en  sentimientos,  en  aliciones, 
en  anhelos,  én  fin.  ■         ■ 

No  es  que  la  inspirase  envidia  la  hermosura  de  Kmi.lia.  era  que  ésta  le  producía 
una  sensación  extraña:  hubiera  deseado  ser  horriblemente  loa.  para  que  hubiese  des 
aparecido  toda  semejanza  entre  ellas. 

Tiñóse  denegro,  su  oxplendorosa  cabeilera  rubia,  ni  misino  tiempo  que  Mmilii 
trocoba  en  ébano  las  hebras  de  oro  de  su  cabeza:  lomó  vinagre.  Imyó  de  lodo  ali- 
mento, procuró  enfla(|uecer  en  fin,  y  Emilia,  por  aquel  sor})rpndente.  paralelismo, 
forillo  con  ella,  la  más  adorable  pareja  de  espirituales  sílfidos,  no  [»or^  delgadas  menrjs 
graciosas  y  bellas.  ^ 

Un  poeta  inspirado  por  su  hermosura  compuso  una  oda  titulada  Las  musas 
he  ¡'manas. 

Sofía  no  pudo  soportar  aquel  negro  suplicio   y  trató  de  envenenarse:  á   Emilia  . 
la  sorpi-endieron  intentando  absorber  una  gran  dosis  de  arsénico. 

Fueron  salvadas. 

Dos  amigos  también,  Enrique  y  Julio,  calaveras  desenfrenados,  pusieron  cerco 
á  aquellas  beldades. 

Sofía  se  sintió  llena  de  un  placer  inmenso:  vio  el  abismo  en  que  iba  á  lanzarpe, 
infierno  de  su  gloria,  pues  al  trocar  su  pureza  por  el  infamante  estado  do  la  man- 
ceba, desaparecía  toda  aquella  semejanza,  (|ue  había  sido  su  tortura. 

Con  el  alma  llena  de  una  confusa  mescolanzi  de  lemoi-i  s  y  esperanzas,  se  decidió 
i\  entregarse  á  Enrique. 

Llegó  la  hora  convenida.  Pronto  Sofía  no  podría  parangonarse  con  ÍOmilia. 

Sintió  pasos  que  se  acercaban... 

¡Oh  decepción!  En  lugar  del  ladrón  de  su  pureza,  á  quien  esperaba  anhelante, 
llegó  una  amiga  con  la  noticia,  que  sus  temores  ya  habían  adivinado;  Emilia  había 
caído  la  noche  anterior  en  brazos  de  Julio,  había  huido  con  el  dispuesti  á  ser  su 
querida. 

Sofía  vertió  llanto,  pero  fueronJágrimas  de  consuelo,  de  egois!a  alegría,  de  es- 
peranza realizada. 

Hizo  d"fespedir  ignominiosamente  por  sus  criados  á  Enrique,  y  empezó  a  devorar 
ansiosamente  aquel  placer  tan  deseado. 

No  duró  largo  tiempo  su  "dicha:  Emilia  abandonada  por  í=u  raptor,  desconsolada, 
al  borde  de  aquel  abismo  por  el  que  había  comenzado,  á  deslizarse,  supo  detenerse, 
se  asió  á  su  dignidad  de  mujer  honrada,  y  huyendo  de  las  infamantes  proposiciones 
conque  la  asediaban  sus  enamorados,  entró  en  un  convento  perdonada  y  arrepentida- 
Guando  lo  supo  Sofía  sintió  de  nuevo  la  furiosa  sierpe  de  la  envidia  enroscarse 
en  su  corazón.  Escribió  una  lacónica  esquela  á  Enrique.  Y  al  día  siguiente  cuando 
las  campanas  del  convento  daban  la  bien  venida  á  la  novicia,  Sofía  dando  un  grito 
espantoso,  un   grito  de  desafio  á  Dios,  caía  anhelante  y  febril   en   los  brazos  del 

aventurero 

Adolfo  S.  de  los  Ríos. 


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250 


EU  CASCABRf. 


Contemplando  del  sol  la  despedida, 
hieren  sus  ojos  bellos, 
del  astro  rey  los  últimos  destellos; 
y  escucha  embebecida 
el  arpegio  del  ave  dolorida, 
mirando  con  cuidado  la  ventana 
por  donde  con  Ramón  huirá  mañana. 


EL   OTRO   DOLOR 


Suponed  un  templo  extenso, 
en  él  una  extensa  nave, 
en  ella  un  público  inmenso, 
poco  ruido,  mucho  incienso, 
el  Padre  Ortega  que  grave, 

dando  la  espalda  al  altar, 
lucha  por  poder  andar 
entre  la  gente  apiñada, 
que  le  mueve  en  oleada 
como  á  un  buque  mueve  el  rnar, 

y  tendréis  la  descripción 
del  lugar  y  situación 
á  que  os  quiero  hacer  venir, 
para  que  podáis  oir 
del  Padre  Ortega  el  sermón. 
'"    El  Padre  Ortega  ya  Uega, 
sube  al  pulpito,  se  inclina. 


la  ayuda  del  cielo  ruega, 
y  principia  el  Padre  Ortega 
á  usar  de  la  voz  divina. 

Con  voz  correcta  y  sonora, 
con  frase  asaz  convincente 
que  se  sucede  una  hora, 
expone  ante  aquella  gente 
la  escena  desgarradora 

del  drama  al  pié  de  la  cruí, 
con  un  vigor  y  una  luz 
tan  hermosa  y  natural, 
que  hasta  el  más  fiero  animal 
humillara  la  testuz. 

El  amor  de  los  amores, 
el  dolor  de  los  dolores, 
la  angustia,  la  pena,  el  llanto, 
la  tormenta  y  el  espanto... 


»;■!..  i;<:5  .■ 


:»crii-/«i-,  r; 


EL  CASBABet 


todo- con  tales  colores, 

que  la  gente,  contristada,, 
devotamente  sentía 
como  propia  la  jornada 
•en  que  sola,  abandonada", 
quedó  la  Virgen  Maria.- 


Dejó  el  Padre  de  decir, 
y  después  de  dirigir 
sus  ojos  al  tragaluz 
por  el  que  se  iba  á  esparcir 
en  aquel  templo  la  luz, 

dio  á  todos  su  bendición, 
bajó  del  santo  balcón, 


■  *•■* 


251 


cr»?ó  el  templo,  fué  al  altar, 
se  postró  un  instante  á  orar, 
'  y  lleno  de  s^nta  unción' 
V  penetró  en  la  sacristía, 
donde  todos  á  porfía 
grandetnente  le  alabaron, 
y— ¡qué  atroces— exclamáron- 
los dolores  de  María!... 

Y  él  Padre  así  contestó 
á  uno  con  quien  se  encaró: 
—¡Cállate  ya,  que  me  amuelas! 
Para  dolor,  el  que  yo 
estoy  sintiendo:  el  de  muelas. 

.4.  Días  de  la  Quintana. 


DE  DOMINGO  A  DOMINGO 


Semana  (le  espectáculos...  religiosos. 

Las  damas  y  los  damos  se  acicalaban 
primorosamente,  ni  más  ni  menos  que 
para  asistirá  una  función  de  gala,  y  efec- 
tivamente se  marchaban  á  los  templos,  en 
algunos  de  los  cuales  se  oían  voces  qutí 
pedían  á  idem  un  pan  fran-cés  de  prime- 
ra clase. 

Qué  modo  de  berrear,  sea  dicho  con  per- 
dón de  los  apreciables  tiplOS  de  sacristir. 

De  modo  que.  bajo  el  punto  de  vista  ai- 
tislico,  los  espectáculos  que  han  tenido  lu- 
gar en  los  templos  han  dejado  mucho  que 
desear. 

Fuera  de  esto,  la  juventud  se  ha  diverti- 
do grandemente,  sobre  todo  en  Santo  Do- 
mingo, en  donde,  con  motivo  del  sermón 
de  agonía  pronunciado  por  el  P.  Beco,  se 
reunió  tal  cancurrencia,  que  más  de  dos 
señoras  se  desmayaron,  seguramente,  á 
causa  de  los  empujones  y  otras  yerbas,  á 
que  tan  aficionados  se  muestran  algunos 
monos,  que  por  equivocación  sin  duda, 
hablan  y  visten  como  las  personas.. .. 

Los  teatros,  dejando  los  templos,  á  un 
lado,  pocas  novedades  nos  han  ofrecido. 

En  el  OnruMa  se  eslrenó  La  fuerza  de 
un  niño,  obra  de  Miguel  Echegaray,  que 
dejando  á  un  lado  los  magniflcos  versos 


en  que  está  escrita,  no  logró  interesar  ma- 
yormente al  público. 

En  un  acto  de  Kean,  se  presentó  el  ar^ 
lista  italiano  señor  Maglione,  quien  demos- 
tró ser  concienzudo  actor  dramático.  LaV 
pronunciación  ! asi im aba  un  poco  el  bido, 
sobre  todo  en  las  erres,  (jue,  cobrio  i)uen 
italiano,  pronunciaba  con  bastante  difi- 
cultad 

El  público  le  aplaudió  y  le  hizo  salir  va- 
rias veces  á  escena. 

Un  novio  á  pedir  de  'boca.,  cerró  la  " 
semana,,  y. . ..    ¡veremos  que  tal  será    la 
próxima! 

En  lá  Comedia  no  registramos    nada 
^nuevo. 

Mucho  público,  como  siempre,  y  muchos 
aplausos,  como  siempre  también. 

^Xi  Apolo  se  han  estrenado  con  buen  éxi- 
to El  Monaguillo .  También  estrenóse  La 
Caj9a  íZe /o.se  y  la  linda  comedia  en  un 
acto,  de  Echegaray,  Cómo  empieza.  . 

Alhambra  y  Novedades  han  vuelto  á 
abrir  sus  puertas  al  público;  y  en  el  Poli- 
teama  los  conciertos  Galvani  animarán 
la  espaciosa  sala  de  aquel  coliseo. 

Vamos  á  ver  si  esta  octava  será  más 
fecunda  en  novedades  teatrales,  porque  la 
pasada  perteneció  por  completo  á  la  igle- 
sia, á  los  calamares  en  conserva,  y  á  las 
empanadas  de  vigilia. 

¡La  magnesia  nos  asista! 

Amén. 


252 


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ED^m^g^t'^ 


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LA  FRUTA  PROHIBIDA 


\,-., 


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■O  JO 


PAforUic^ 


6 


■   ''■'i.l^il^V.Í^l"l  -I     <i      i 


El  Administrador  de  EL  CASCABEL,  ruega  á 
los  señores  corresponsales  y  agentes,  que  le 
remitan  el  importe  de  lo  que  adeuden;  además 
advierte  que  pronto  empezará  la  csbranza  del 
segundo  trimestre. 


_  Tesis  desarrol  lada  por  el  P.  Becco,  con  so- 
lemne entonación  oratoria,  según  La 
Prensa: 

«  El  delito  va  siempre  con  nosotros,  por 
que  nuesh''0  misero  cuerpo  no  es  más 
que  el  cuerpo  del  delito.»— 

Ahora  si  que  podemos  sospechar  de  lo- 
do, hasta  de  Levaile.     , 
■    Por  que  i  hombre  de  más  cuerpo!. .i. 


'  Apropósito. 
Nunca  con  más  razón  que  ahora  podrn 
decir  una  madre  que  sorprenda  á  su  hija 
en  brazos  del  amante: 

—¡Niegue  Vd.  ahora!.,,  le  acabo  de  en- 
contrar con  er  ^uerpo  del  delito  en  !os 
brazos 


María  con  su  ejemplar 
conducta  pudo  lograr, 
vivir  siempre  de  este  modo: 
de  dia  hablando  de  todo, 
de  noche  dando  que  hablar. 


«Hoy  empieza  el  Viernes  largo  del  per- 
sonal de  La  Nación^  el  que  durará  hasta 
el  Sábado,  reapareciendo  el  diario  el  Do- 


mingo  » 

Asi  se  despedía  desús  lectores  el  distin- 
guido colega  de  la  calle  San  Martin,  el  Jue- 
ves Santo. 

¿Qué  quiere  decir  Viernes  largol 

Con  haber  dicho  que  la  ñestia  duraría 
dos  días,  estaba  dicho  todo. 

El  dia  menos  pensado  nos  hablarán  de 
Sábados  cortos,  Domingos  quebrados. 
Martes  angostos 

De  todo  es  capaz  el  diario  de  Argos,  me- 
jor  dicho,  ylr¿70S,  el  del  diario. 


m 


'  —¿Vosa  la  iglesia,  Juanü? 

—  No  seíiora. 
'—¿Y  en  tales  días  te  estarás  on  casa? 
— Esqce  todos  los  nños  pi,)r  nliora 
el  sexo  masculino  se  propasa. 
Siempre  hay  un  nirevido 
que.se  mi.'te  en    l.i  iglesia  yil.i  em[;"jjonef=, 
y  alli  os  parecerá  un  conlriisenlidn, 
pero  es  rácil  caer  en  tentaciones. 


.  En  una  sección  de  El  Mimiciplo,  de  Lo 
Plata,  destinada  ;i  pensamientos.,  encon- 
tramos, entre  varios,  originales  de  Voltui- 
re,  Bacón  y  otros,  uno  trascendenlalisimo 
de  R.  de  Ilurrioga  y  López. 

Dice  el  vate  piálense: 

«La  religión  católica  seria  excelente  si 
se  suprimieran  los  frailes. » 

¡Y  se  queda  tan  fresco! 

Pues  bien:  como  no  queremos  ser  mo- 
nos, ¡ahi  vá  un  pensamiento! 

«La  sardina  seria  el  rey  de  los  fritos,  si 
se  suprimieran  las  espinas  que  tan  moles- 
tas son.» 

Y  jnada!  A  formar  al  lado  dé"  Voltaire  y 
otros  modestos  pensadores  por  el  estilo. 


Tres  suspiros,  dos  salves  y  un  credo 
un  vestido  de  negro  crespón,, 
yo  no  debo,  ni  quiero,  ni  puedo 
creer  que  es  todoeslo  tener 'devoción 


Leemos: 

«En  la  secretaria  del  Presiden  le  de  la  Re-- 
púbíica  se  cosechan  datos  que   servirán 
para  el  mensaje  de  apertura.»  ¿ 

«El  documento  será  pobre  en  la  parte  fi- 
nanciera  » 

¿De  veras? 

Esto  es  más  que  natural,  y  á  nadie  extra- 
ñará. Lo  raro  seria  que  ahora  saliésemos 
con  que  tenemos  dinero. 


Oi  ayer  en  el  sermón, 
que  puede  ser  perdonado 
quien  en  aguas  se  ha  bañado; 
sí  del  Jordán  aguas  son. 
Yo  he  combinado  mi  plan 
y  estaré  absuelto  mañana, 
usando  la  palangana 
que  ha  usado  el  Padre  Jordán. 


.  ^"^  -  •-      ■  '      *  --fe. 


254 


eL  cascabel 


Epígrafe  de  un  suelto  de  cierto  colega: 
<^Las  sociedades  que  bailan. ^> 
Suponemos  cuáles  serán. 
Las  anónimas,  que  tanto  gusto  dieron  en 
la  temporada  anterior. 


Un  insano.  Sueldo  de  apellido,  se  ha  fu- 
gado del  manicomio. 

No  es  el  primer  caso  de  un  sueldo  que 
se  escapa. 

Lo  notables  es.  (|ue  en  la  circular  diri- 
gida ó  los  comisarios  de  sección,  recomen- 
dando la  captura  del  prófugo,  se  hace  pre- 
sente lo  peligroso  que  es  para  el  público 
el  mencionado  loco. 


Siguiendo  esta  coslumbre,  cuando  la  au- 
toridad recomiende    la   captura  de  algún 

asesino,  es  fácil  que  se  perriiita  comenta-  i 

rios  sobre  lo  peligrosísimo  que  es  el  asesi-  j 

no.  y  lo  inmoral  del  asesinato.  l 

Menos  recomendaciones  y  más  actividad  í 

es  lo  que  importa  al  público,  que  de  sobras  j 

sabe  librarse  de  los  locos.  ! 

Aún  que  no  siempre ^ 

CORRESPONDENCIA  | 

, _- — _ — .  I 

Tira-B.  ()Me.  — No- pude  contestar  antes:  pero  de  j 

todos  moaos  au  romance  no  resulta  publicable.  1 


fiü.r.  —  La  ¡'otofjra/ía  instanlrínea.  fué  al  canasto, 
como  supone  V. 

T-O-DORO.  —  Quiere  creerme?  No  haga  mfts  sonetos; 
verá  qué  tranquilos  quedamos  lodos. 

Candelario.  —  ¡  Estrafalario ! 

Comifnado.  — Si:  que  sufre  condena  por  haber  es- 
crito algo  parecido  al  «sermón  de  .A.gonia». 

Ignutus.  —  Y  me  pregunta  (lué  debe  hacer?  Por  mi 
haga  lo  que  quiera,  incluso  maltratar  a  la  suegra  y 
a  la  gramática. 

Z-oío.  — Nose  me  ocurre  nada  A  propósito  de  su 
idea.  Dejemos  que  el  oro  se  vaya  y  ¡  no  versiliquemos 
con  tan  plausible  motivo! 

/flcm/ü  </?  A ?v/í;«/ff/.  — Retocaremos  algo  si  V.  lo 
permite.  Es  V.  incorregible;  siempre  serióte!...  ó 
enamorado,  eh! 

.S'aA/íV/o.  — -aparta  !  y  envaina  el  sable. 

AííWo.  — Pero  ¿qué  le  tuin  hecho  a  V.  la  luna  y  las 
estrellas,  para  maltratarlas  en  renglones  cortos? 

Escolar.  — \\.e  voy  a  dejar  sin  postres,  por  des- 
aplicado...! 

L.  H.  A.  (Rosario)— Es  lo  que  faltaba.  Un  rosa- 
rino  gracioso,  que  entre  otras  gracias  tiene  la  de  no 
contar  las  silabas.  ¡Lástima  de  papel  y  estampilla! 

A>-P///'<.  — No  sirve.    " 

.l/e/o.  — Aprovecharé  algo  de  lo  que  V.  manda. 

Turevo.  —  ;  Voy  á  llamar  al  Dr.  .\lbarracin,  y  verá 
V.  lo  que  le  pasa ! 

Mona;/ uillo.  —  yi\mos,  la  semana  santa  le  ha  hecho 
daño  y  ¡claro!...  soneto  al  canto! 

Gi-aciosu.—^e  ha  enfadado  v?  Lo  sítenlo  mucho, 
pero  lo  dicho,  dicho  esta. 

^Wí7>rt/.  -  Regular :  v- remos. 

/.  (í.  L.  —  De  lo  sublime  a  lo  ridiculo  hay  un  paso. 
«El  Paso  Grave»  que  me  manda  V  con  una  gra- 
vedad digna  de  mejor  causa. 

Gaiic/iu.  — Los  gauchos  como  V..  son  sumamente 
antipáticos. 

f)'///co.  — Ahora  creo  que  es  lo  mejor  que  se  ha 
publicado.  No  gustándole  á  V... 

Ventura.  M  es  original,  ni  está  bien  escrito.  Me 
pai'eceque  h;iy  motivos  sobrados  para  no  publicarlo. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

I 

Capital:  3  meses g    1.50 

Piovinciai=:    Los    ^eñonis    Corresponsales 
fijarán  el  preci". 

Número  corriente »    0.10 

»         atrasado...... »   0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

—  ÍB@   (altos) 


'^^^^WTT^^^wWw^^^^Wy^W 


"^^^^^W^"^  ^^^^¡¡W^^^^T^^^Tf^^^^^^^^^^w^- 


KL  CASCABEL 


235 


COMPAÑÍA 

TRASATLÁNTICA  ESPAÑOLA 

VAPORES-CORREOS 

Subvencionados  por  el  Gobierno  Español 

Servicio  mensual  fijo 

entre  el  lUo  de  la  l*lata  y  liliiropa 

Las  salidas  de  este  puerto  ser;*!!!  el  2  de  cada  mes 
para  Santa  cruz  de  Tenerife,  t"ádi¿.  Bar  clona  y  Mar- 
sella, admitiendo  carga  y  pasajeros,  asi  como  para 
Vigo.  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  demás  pimíos  im- 
portantes de  España. 

Por  más  intormes  O  datos,  ocúrrase  a  sus  agentes 
Antonio  López  y  C»,  calle  Alsina,  750. 

Nota. — Se  expiden  pasages  de  venida  de  lodus  los 
puertos  y  ciudades  de  España. 


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de  Paris  1878- 
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1873.  de  Anver 
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T-íí»!  51 H  <a no  c  sorbeteras,  necesai'ios  varias 
*^\~ÍO-\X\ii.  cXOy  formas  y  clases,  bidets  surtidos. 
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máquinas  para  hacer  soda  ó  regaderas,  liltros  para 
agua,  liambreras.  i;te 


Jueg 


TkC    Ha    mpca      porcelana  y  loza  in- 
vo    ^xo    xxj.oaci,    glesa,  tazas,  juegos 


ivaderas,  palmato- 
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tales de  Espaila  con  beneficio  para  el  toma- 
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lloran  de  despacho.  Los  dias  hábiles  de 
9  ;i.  ni.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
á  11  m. 


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Depósito  General:  DÉLA  BAIZE  Hnos. 

442  -  HaÍT3Ú  -  444  —  Buanos  ¿"ros 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  púiilico  que  la  farmacia  establecida 
en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  anteriormente  de  don 
GüILLER.MO  A.  CUANWELL,  se  vendió  á  D.  Diego 
Sproat,  quien  no  es  farmacéutico,  de  modo  que  dicna 
farmacia  no  es  ya  de  CRANWEI.L  sino  d?  Sproat. 

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l>E  CHAWVKLI. 

que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situada  en  !:-.  calle 

VICTORIA,  núm.  647 

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Atendida  personalmente  por  su  pi'opietario— 
EDMUNDO  E.  CRANWELL 
Farmacéutico 


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2164- Calle    Chile— 2164 


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Autorizada poj^  Decreto  de  27  de  Agosto 

de  1889. 

Inscripta  en  el  Registro  Público 

de   Cométalo. 


Seguios  de  fletes,  ef-ctos,  ganancias  esperadas, 

comisiones,  mercaderías,  etc. 

Se  asegura 

edificios,  establecimieatos  industriales 

y  del  comercio, 

comprendiendo  las  explosiones 

de    gas,   rayo,    desalojo    inevitable,    et'-.,    etc. 


Gerente:  ÁNGEL  ROMÁN  GARTAVIO 

DIRECCIÓN  GENERAL: 

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BUENOS  AIRES 

Cooperativa  Tetef.  899  Casilla  Correo,  1624 


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Año  1  Buenos  Aires,  Abril  27  de  1892        NAm.  17 


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Uitor  propietario:  FRANCISCO  FERRES 


Redacción  y  A(lniÍQ¡stracion:  ALSINA  489  (allos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M, 

Precio  en  la  ciudad. ..    |  0;10  el  número 
Fuera  de  Ja  ciudad...     »0.20        id 


SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE   COLL 

■ :      I      '-.-- 


TICEMTE  F.,  LQ'PEZ; 


/■5i»!te> 


Historiador,  publicista, 
literato,  novelista; 
si  no  dejó  bien  sentado 
su  nombre  como  hacendista, 
dejó  su  fama  de  honrado. 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C' 


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fpC/Kii^ 


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258 


EL   CASCABEL 


PESAR  de  que  el  espíritu  público 
es  sumamente  mercantil  en  Bue- 
nos Aires,  según  afirma  un  poeta 
amigo,  que,  en  vista  de  lo  poco  produc- 
tivos que  le  eran  los  sonetos,  ha  abierto 
un  boliche  de  almacén,  conste  que  aún 
hay  personas  que  se  preocupan  de  las 
artes. 

La  literatura  está  por  los  suelos,  y 
prueba  de  ello  es  que  Obligado,  el  popu- 
lar poeta  se  ha  visto  obligado  á  ir  al  campo 
á  hacer  producir  la  tierra.  Várela  ya  no 
escribe  versos,  y  Argos  es  el  único  que 
desde  de  su  joesca  nos  dá  algún  susto  de 
cuando  en  cuando. 

De  modo  que,  la  literatura  está  arrui- 
nada. 

Es  lo  que  me  decía  un  escritor  profundo 
pero  mal  alimentado. 

— Hoy  no  es  posible  ^ivir  de  la  pluma. 
— Sin  duda  por  esto  abundan  los  desplu- 
mados. 

— Y  que  lo  puedo    de- 
cir   yo.     Antes  era    un 
gusto:  los  editores  em- 
prendían algún  negocio, 
■    pero    ahora    los    genios 
nosipioritnos  de  hambre, 
"^••v^fiós  agarramos   á    lo 
ypníjxeTpqyxe  sale.  Tanto 
'"^--/^es'ásí  que  lie  dejado  la 
pUiiTia,  después  de  haber 
,;■:  probado  .uiiigánfíro  nue- 
vo... ;;::>;:'j.'  ..■   .í>Uw)'l 

-¿De  inyieriio?v:y';;;"'^ '  '';;'^[  "''  '" 
—  i\ó,  un  nuevo  géaero  liter,á.rib..;La  lí- 
loratuia  nutritiva. 
— ¡Hombre! 
— Sí; escribí  un  poema  El  gato  inocente  y 


se  lo  leí  á  la  familia^  un  día  que  el  ham- 
bre apretaba.  Quise  probar  de  darles  gato 
por  liebre,  pero  la  suegra  me  tiró  un  mor- 
dizco,  la  mujer  se  puso  á  mascar  la  la- 
picera y  el  niño  se  bebió  el  contenido  del 
tintero. 

— ¡Horror!... 

— ¡Ay  amigo...!  Decididamente  no  es 
posible  vivir  de  las  letras,  asi  es  que  aho- 
ra estoy  buscando  un  empleo  de  inspector 
de  boletos... 

La  música,  en  cambio  adquiere  mayor 
impulso  entre  nosotros. 

Y  á  estas  horas  hay  tres  ó  cuatro  ópe- 
ras inéditas  que  esperan  la  fecha  del  es- 
treno. 

Los  diarios  cada  día  nos  dan  cuenta  de 
una  nueva  audición  á  la  que  son  invitados 
para  que  se  sirvan  hac  ^r  la  correspondien- 
te propaganda. 

A  nosotros  na- 
die nos  invita,  sin 
duda  por  olvido, 
pero  sabemos  de 
buena  tinta  que 
además  de  las  ópe- 
ras leídas  hasta  la 
fecha,  están  aca- 
bando otras,  va- 
rios jóvenes  que 
de  pronto  se  han 
sentido  músicos  de 
alto  vuelo. 

—  ¡No  más  mazurkasl — me  dijo  el  otro 
día  un  fecundo  autor  de  piezas  bailables. 

— ¡Qué!  ¿Se  ha  abolido  la  mazurka? 

— No  tal.  Lo  que  hay  es  que  ahora  nos 
dedicamos  á  la  ópera  seria. 

-¡Ah! 

— Sí  señor.  Estoy  componiendo  El  des- 
cubrimiento de  América. 

— ¿Qué  dirá  Colón? 

—  Es  una  obra  magna. 
—¿Quién? 

_ — El  descubrimiento. 
-Ya  lo  creo. 

—  ¡Verá  V.  qué  música!  En  el  primor 
acto  hay  un  coro  de  indígenas,  que  s.e, 
acompañan  con  calabazas  vacías. 

—  ¡Superior! 

— Lui'fío  hay  un  trozo  de  música  des- 
criptivn  El  mar.  Es  de  tanto  efecto  que  <'í 
otro  dia  al  leerlo  á  unos  amigos  se  pusie- 


~í  ;  ■ .  "^  ^í :.  Í*!;".'í™  ■■  Sí  rS^SJÍÍ'ÍSíw-   •    ■-  ■   '-^     -    !  i  --yK'  ''■::ff^^¡f:^^ :;' ' 


EL  CASCABEL 


259 


ron  ¿  pedir  socorro  desaforadamente. 

-i-iQu^  groseros  i      * 

— £s  que  fué  üA  Ift  enaocióa,  y  fué  taa 
real  la  ilusión,  que  ya  se  velan  ahogados. 

— En  poca  agua  se  ahogaban  los  po- 
bres. 

— En  fin;  que  la  ópera  nacional  es  un 
hecho,  y  si  el  gobierno  nos  ayuda,  prohi- 
biendo la  importación  de  organillos,  es- 
tamos salvados  y  en  disposición  de  com- 
petir coi;  Italia  y  Alemania... 

La  verdad  es  que  la  música  nos  gusta 
cada  dia  más.  y  que  pronto  seremos  mal 
mirados  los  que  no  componemos  nada,  y 
que  á  lo  sumo  tocamos  el  himno  nacional 
con  un  dedo. 

De  modo  que,  para  los  músicos  empieza 
la  edad  de  oro. 

En  vista  de  lo  cual,  ó  éft  vista  del  cual, 
no  hay  compo?i(or  que  se  duerma  y  'deje 
de  combinar  tercetos  y  concertantes  de 
mucho  efecto  como  es  natural. 

Esto  produce  sus  efectf)S  porque  la  ins- 
piración no  acude  siempre. 

El  otro  dia  sin  ir  más  lejos,  Pérez,  que 
también  dá  vueltas  á  una  ópera,  no  en- 
contraba efectos  tiernos  para  un  dúo  amo- 
roso, trozo  culminante  de  su  obra. 

¿Qué  hizo  para  inspirarse? 

Fué  á  la  cocina  y  empezó  á  enamorar 
á  la  cocinera,  y  cuando  sus  nervios  esta- 
ban amorosamente  templados,  cuando  en 
la  imaginación  le  bullían  un  sin  ñn  de 
tiernas  melodías,  entró  la  mujer  de  Pérez 
y  armó  la  de  Dios  es  Cristo,  y  acabó  por 
meterle  en  la  cabeza  al  esposo  un  molde 
lleno  de  flan,  sin  calmarse  apesar  4e  las 
protestas  de  Pérez  que  procuraba  justifi- 
carse. 

Total;  que  en  vez  de  un  dúo  amoroso, 
la  escena  de  la  cocina  le  inspiró  un  ter- 
ceto trágico  y  un  horror  invencible  al  flan 
y  á  la  mujer,  que  á  cada  rato  le  repite: 
— ¡No  me  vengas  con  an'isicas! 
Cuando  se  lea  la  obra  de  Pérez,  emiti- 
remos juicio. 

¡Todo  sea  por  el  arte! 

REFRESCO- 

— Escúcliame,  gargon:  t ráeme  cerveza 
y  un  buen  tabaco  de  hoja... 


Déjame  que  lo  escoja; 

no  te  lleves  la  caja,  ¡buena  pieza!... 

¿Que  se  enfada  el  patrón  ponjue  lo  exijo, 

y  que  hacer-se  no  suele? 

Pues  lo  quiero  elegir,  ¡vaya!  y  lo  elijo... 

¿El  patrón?...  Que  se  amuele. 

¿Vais  á  mirar  mi  plata? 

Pues  no  metáis  la  pata 

y  dejadme  (|ue  elija  el  coracero... 

Aunque  os  echei.s  de  bruces 

y  lo  rogueis  los  do.s,  puestos  en  cruces. 

lo  elijo  porque  quiero. 

¡Vaya  un  diablo  de  gente!... 
No  be  visto  cosa  igual  en  parle  alguna... 
¡Que  se  calle,  in.eolente!... 
¡Marche  inmediatamente 
ó  le  dejo  sin  muelas;  si,  sin  una!... 

¿Eb?¿Qué  es  eso?  <;gu<'  dices? 
¿A  que  con  esta  silla 
te  dejo  sin  narices?... 
A  ver;  deja  ahí  la  caja... 

Oiga  usté,  señor  mío,  ust<'  me  ultraja 

y  á  mi  nadie  me  cbill.n. 

He  dicho  al  camarero 

que  rae  sirva  cerveza  y  un  tabaco, 

¿entiende  usté?   Y  no  (juiero 

fumarme  el  que  me  elije  este  bellaco. 

Vuelva  usted  á,  decirlo... 

Vuelva  ust(^  á  rei)etirlo... 

Diríjame  de  nuevo  esas  i)íi!abras 

y  le  dejo  sin  sangre  de  un  porrazo, 

ó  sin  leche  de  cabras. 

que  es  la  sangre  de  ust/-.  gran...  gallegazo. 

Aqui  la  policía 
nada  tiene  que  ver,  lo  que  j^o  quiero 
es  elegir  el  puro  y  no  me  dejan. 

¿Yo  á  la  (vomisaria? 
¿Pero  de  qué  se  quejan? 

Es  falso  lo  que  dice  el  camarero. 
Y  vaya,  que  no  voy;  que  nó,  repito; 
que  me  sirva  el  tabaco  y  la  cerveza. 


Hombre,  bueno;  pues  vaijiiu.s  de  cabeza, 
no  toque  más  el  i)ito. 

-4.  D/ac  de  ¿a  Quintatia. 


260  EL.  CASCABEL 


BENITO  PÉREZ  GALDÓS 


(UN    RECUERDO) 

^  ■        ÉREz  Galdós  (suprimiré  los  epítetos,   innecesarios  tratándose  de   cM)    lia   hecho 

su  drama. 

Y  el  drama  ha  hecho  mucho  ruido,  como  suele  decirse. 

Por  qué? 

Por  traiarse  de  un  aulor  que  en  la  novela  ha  alcanzado  un  puesto  que  nadie  le 
disputa,  y  una  vez  seguro  en  él,  se  ha  lanzado  al  teati'o,  empresa  temeraria  y  que  sólo 
un  talento  sólido  y  seguro  de  si  mismo,  ha  podido  emprender  sin  temor  n  una  caída, 
tanto  más  dolorosa  cuanto  mayores  la  altura  que  ha  alcanzado  el  que  puede  cner. 

Galdós  ha  Iriunfa 

No  han  faltado  ci-ilicos  que  han  puesto  peros  al  drama. 

Pero  las  primeras  autoridades  literarias  aplauden,  y  aplnuden  sin  reservas. 

Acatemos  su  tallo,  llenos  de  regocijo,  y  hagamos  coro  á  Clarín  cuando  exclama: 
cultivemos  jiueslro  jardín. 

Con  motivo  del  drama  de  Galdós  se  han  promovido  cuestiones  y  polémicas  en 
España  y  aíjuí,  y  lo  mismo  habrá  ocurrido  en  todos  los  países  que  empleen,  más  ó 
menos  adulterada,  la  lengua  de  (Cervantes. 

Yo,  mejor  dicho,  mi  insignificancia,  se  limitará  á  recordar  algo,  niuy  de  oportu- 
tunidad  en  estos  momentos. 

En  el  año  de  gracia  (que  para  Galdós  maldita  la  gracia  que  tendría),  do  1870,  el 
literato  y  aplaudido  autor  dramático  Eusebio  Blasco  recibía  del  entonces  critico  de 
moda,  autoridad  respetada,  entonces  y  ahora,  de  Federico  Balart,  una  tar-jela  concebida 
en  estos  términos:  " 

Querido  Ensebio: 

Puesto  que  has  llegado  al  pináculo  del  éxito,  ayuda  á  los  danás.  Te  presento 
á  mi  paisano  D.  Benito  Pérez  Galdós,  que  tiene  Jiace  dos  años,  una  comedia 
en  el   Teatro  del  Principe>K 

Pérez  Galdós  se  presentó  á  Eusebio  Blasco  y  le  refirió  que  Catalina  tenia  la  obra 
en  su  poder  y  que  no  parecía  muy  dispuesto  a  ponerla  en  escena. 

Blasco  prometió  interesarse  y  asilo  hizo.  Vio  á  Catalina,  le  habló  del  novel  autor 
y  del  drama,  y  ésle  siguió  durmiendo  el  sueño  de  los  justos  en  el  archivo,  junto  á  otros 
compañeros  de  infortunio,  fiuto  de  noches  que  pasaron  en  vela  entidades  X  en  aquel 
entonces,  y  que  quiz;\  hoy  son  admirados,  leídos,  festejados  y  consagrados  académicos 
como  le  sucede  al  popular  novelista. 

Como  detalle  curioso,  Iranscribiremos  la  impresión  que  Galdós  produjo  á  Blasco 
el  día  que  recibió  la  carta  de  Balart. 

El  mismo  joven  traíala  carta, -dice  Blasco— Un  muchacho  flaco,  serio,  casi, 
sombrío,  en  honor  de  la  verdad  no  muy  sinipático — » 

El  primer  drama  de  Galdós  no  se  representó  pero  «La  Fontana  de  Oro»,  su  i)rimera 
novela,  obtuvo  gran  éxito.  A  «La  Fontana  de  Oro»  siguió  «El  Audaz»,  y  luego  apare- 
cieron los  «Episodios  Nacionales»  y  un  sin  fin  de  novelas  realistas  que  colocaron  el 
nombre  de  Galdós  á  una  altura  que  pocos  alcanzan. 

Han  pasado  más  de  veinte  años. 

Y  el  novelisla  aplaudido  ha  entrado  triunfalmente  en  la  senda  del  teatro,  ancho 
campo  en  el    |ue  le  esperan  nuevos  lauros. 

El  muchacho  flaco,  serio,  casi  so?nbrío,  el  que  aguardaba  ver  representada  su 
primera  obra,  en  la  que  seguramente  puso  todo  el  vigor  de  su  poderosa  imaginación, 
y  todo  el  afán  del  que  quiere  conquistar  un  nombre  que  lo  levante  del  nivel  del  común 
de  las  gentes,  está  vengado  del  feo  que  le  hiciera  Catalina. 

«Bealidad»,  le  ha  abierto  de  par  en  par  las  puertas  del  teatro. 
Quién  sabe  si  cuando  estallaban  entusiastas  aplausos,  la  noche  del  estreno,  Galdós, 
frenético,  nervioso,  satisfecha  su  vanidad  de  autor,  al  recibir  los  plácemes  del  escogido 
público  que  le  aclamaba  tuvo  un  recuerdo  para  su  primera  obra,  archivada! 

Si  lo  tuvo  ¡con  cuanto  placer  habrá  recorrido  en  alas  de  la  imaginación  el  espacio 
de  veinte  años  de  éxitos  y  triunfos  no  interrumpidos! 

iQué  hermosa  realidad.,  para  el  que  llega,  como  aquel  á  quien  fuera  recomendado, 
al  pináculo  del  éxito! 

E.  C. 


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vM55»  -«WSJ!,#H»j»»i'W'!!{.'»fí>^i'  ' 


EL  CASCABEL 


261 


MISIÓN  CUMPLIDA 


/ 


—Caballero. 

—Señorita.. . 
Dispense  si.. , 

— Tome  asiento. 
—Le  explicaré,  en  un  momento, 
la  causa  de  mi  visita: 
Creo  que  V.  ya  sabrá 
que,  á  mediados  de  este  mes, 
se  vá  á  casar  mi  hijo  Andrés        ► 
y  que  por  lo  tanto. . . 

— .   .  ¡Ah! 
—No  ignoro  que  hasta  el  presente, 
usted  y  Andrés  se  han  querido 
y  hasta  hace  poco  han  vivido 
demasiado  intimamente. 
Esto  ha  podido  durar 
mientras  él  era  soltero. 
pero  hoy 

—  ...  ¡por  Dios,  caballero! 
—Es  preciso  terminar. 
-iAy! 

—Comprendo  su  aflicción. 
Pero  á  Andrés  olvidará 
y  creo  que  no  pondrá 
impedimento  á  su  unión. 
— ¡Yo  me  quisiera  morir! 
¡Andrés  de  mí  se  ha  olvidado! 
—No;  es  que  cambiando  de  estado, 
se  asegura  el  porvenir. 
—¡Claro!  En  busca  de  riqueza, 
sus  juramentos  olvida, 
y  la  que  le  dio  honra  y  vida 
que  se  muera  de  tristeza. 
¡Ay!  Yo  no  resistiré 
que  sea  de  otra  su  anaor; 
yo  me  muero,  si,  señor; 
vaya  si  me  moriré. 
—Tenga  calma;  (no  me  explico 
este  amor  desenfrenado. 
Andrés  es  endemoniado; 
¡qué  suerte  tiene  ese  chico!) 
—¡Cruel!  El  me  prometió 
•unirse  á  mí  por  Enero, 
y  ahora...  me  muero,  me  muero. 
—¡Adiós;  ya  se  desmayó! 
Huela  usté  (es  triste  su  suerte, 


se  vé,  cuánto  le  quería,) 
pero  ¡caramba!  hija  mía 
no  me  muerda  V.  tan  fuerte. 
-¡Ah! 

^¡Cuánto  debe  sufrir!) 
—Vaya,  ¿cómo  se  halla  usté? 
— ¿Y  yo  estoy  viva?  ¿Por  qué 
no  rae  han  dejado  morir? 
— Vamos;  calme  su  dolor, 
el  tiempo  la  curará, 
y  juro  á  V.  que  hallará 
en  mí  siempre  un  protector. 
— ¡Ah,  gracias!  gracias.  Dios  mío, 
que  hallo  un  consuelo  sincero. 
—¡Sí! 

—Creo  que  ya  le  (juíero 
como  si  fuera  mi  tío. 
— Siempre  en  mi  pecho  ha  de  hallar 
alivio. 

— Déjeme  usté, 
que  en  sus  brazos  hallaré 
refugio  dónde  llorar. 
•-(Sólo  le  faltan  las  alas 
para  ángel,  á  esta  mujer. 
¡Y  á  mí  me  han  hecho  creer 
que  estas  mujeres  son  malaS!) 

—¿Ya,  tan  pronto  se  vá  usté? 
— No  tardaré,  señorita. 
—Soñaré  con  su  visita. 
— ¡Ah! 

—¿Volverá? 

— Volveré. 

II 
Lleno  de  noble  interés, 
y  guiado  por  el  cielo, 
á  la  joven  de  consuelo 
le  sirve  el  padre  de  Andrés. 
Tanto,  que  ayer  he  oído 
á  aquella  niña  hechicera, 
decir  á  una  compañera; 
—Me  alegro  que  se  haya  ido. 
— Vamos,  ¿le  olvidaste  ya? 
— Y  hasta  en  el  cambio  he  ganado, 
porque  el  hijo  se  ha  marchado. 
...  pero  me  queda  el  papá. 

Luis  Garda. 


.»,■-. -^.-1 ..   v'^  :• .  +  ■ 


.--  r^^-,y-\ 


262 


EL  CASCABEL 


LAS  VISITAS 


—¿Qué  deseaba,  señora?— dice  una  chi- 
nita,  acercándose  á  la  puerta  de  fierro  de 
una  casa  de  regular  aparienciu. 

—¿Está  la  señora?— pregunta  una  mam.'i 
acompañada  de  dos  niñas  ya  talluditas. 

— Si,  señora. 

— Anuncíele,  entonces,  que  está  aqui  la 
señoia  de  Cominillo  con  las  niñas. 

— Muy  bien, — dice  la  china,  mientras 
echa  á  correr  hacia  el  interior  de  la  caso. 

Y  al  llegar  donde  se  halla  su  ama: 
— Señora,  hay  visitas. 

—¿Quién  es? 

— La  señora  de  Cominillo  con  las  niña?. 

— Hacelas  pasar  á  la  sala  y  deciles  que 
perdonen  un  momento  que  ya  salgo. 
{Aparte)  ¡Qué  genle  más  impertinente:  a 
ellas  sólo  se  les  ocurre  venir  á  fastidiar  ¡i 
estas  horas.  [En  voz  alta)  Niñas,  arré- 
glense pronto,  que  están  esperando  en  la 
sala  las  posmas  de  Cominillo.    . 

— ¡Ay,  mamá;  jesús  qué  mujeres  más 
zonzas! 

—¿Porqué  no  se  quedarán  en  su  casa? 

— Yo  tengo  que  peinarme. 

— Y  yo  que  vestirme. 

— Bueno,  muévanse  niñas,  que  yo  tengo 
que  lavarme,  peinarme  y  vestirme. 

—Dejalas  que  se  fastidien,  mamá:  a^i 
no  volverán  más. 

Por  fin,  al  cuarto  de  hora,  presentan  se 
en  la  sala  la  mamá  y  sus  dos  vástagas. 
(Perdoné  la  Academia.) 

— ¡Doña  Dolores! 
¡Doña  Mercedes! 

— ¡Lolal 

— ¡Merceditasl 

— ¡Jovila! 

— ¡Panchital 

—¡Ingratas! 

— ¡Picaronas! 

Y  entre  estas  exclamaciones  y  recrimi- 
naciones de  fingido  cariño,  se  intercala 
un  besuqueo,  que  aún  es  más  fingido  lue- 
go, y  mientras  se  examinan  mutuamente 
los  vestidos,  desde  el  sombrero  hasta  los 
botines,  para  hacer  correr  después  la  ti- 
jera, empieza  el  siguiente  diálogo  inva 
riable: 

—¿Y  Cominillo? 

—Tan  bueno,  ¿y  Martínez? 

— Siempre  ocupado  con  sus  asuntos: 
puede  estar  segura  que  sentirá  no  haber 
podido  saludar!a. 

—Igualmente,  gracias. 


— Las  niñas  siempre  tan  buenas  mozas 
y  tan  elegantes. 

—Nada  de  eso,  Dolores,  favor  que  V.  les 
hace. 

—  Sí,  ya  sé— clice  una  de  las  niñas  de 
Doña  Dolores — que  Merceditas  se  olvida 
de  las  amigas  por  atender  á  un  amigo  con 
el  que  ha  hecho  grandes  temporadas  en  los 
bailes  de  las  de  Mangoré. 

—¡Qué  esperanza!  No  es  nuis  que  pura 
charla — contesta  la  aludida,  coloreándose- 
le el  rostro  hasta  el  flequillo.    . 

Y  en  este  sentido  continúa  la  conversa- 
ción en  tono  irónico  y  de  manifiesta  envi- 
dia por  parte  de  las  dueñas  de  casa,  y  con 
el  más  convencido  y  satisfecho  por  paite 
de  las  visitantes. 

Después  de  una  hora  ú  hora  y  media 
de  conversación  insulsa,  se  retiran  las  vi- 
sitantes en  medio  de  las  mayores  protes- 
tas de  cariñosa  amistad,  siempre  fingida, 
de  las  dueñas  de  casa  y  con  repetición  de 
besuqueo  por  ambas  partes. 

Ya  en  el  umbral  de  la  puerta  de  la  calle 
llega  la  despedida: 

'—Adiós,  Mercedes;  adiós,  niñas:  no  se 
pierdan  tanto. 

—No  te  hagas  desear  tanto,  Mercedes; 
decile  á  tu  novio  que  no  sea  tan  egoísta. 

— No  seas  cargosa,  Lola:  si  no  son  más 
que  bromas! 

— ¡Adiós,  muchos  recuerdos,  no! 

Aún  no  han  llegado  las  visitantes  á  la 
esquina  y  ya  estíin  éstas  y  las  dueñas  de 
casa  sacándose  mutuamente  el  pellejo.  ¡Y 
de  qué  modo!  Ni  Pírovano  con  sus  mag- 
níficos bísturís  haría  semejantes  disec- 
ciones. 

¡Y  á  esto  se  llama  una  t'/s/ía  de  con- 
fianza! 

De  despellejamienlo  la  llamaría  yo. 

¿Y  aún  hay  quien  se  atreva  á  hacer  vi- 
sitas? 

Emilio  R.  Olivé. 


¡¡MALO!! 


¿Con  qué  al  cabo  te  has  lanzado 
y  en  tenorio  transformado: 
no  hay  casada  ni  soltera 
á  quien  tu  no  hayas  flechado? 
...  ¡Calaveraf 

Me  lo  dicen  y  no  puedo 
comprenderlo;  ¿quién  diría 
que  tu  fueses  quien  el  dedo 


EL.  CASCABEL  2(>3 


¿EQUIVOCACIÓN? 


ii'i 


-¿Está  la  señora?  , 

-Sí,  señor.  ¿Qué  se  le  ofrece? 

-Venía  á  cobrar.  . 

-A  pagar,  querrá  V.  decir.   Aquí  los  caballeros  no  cobran,  pagan. 


en  la  boca  con  denuedo 
áe  metía? 


Pero  che,  vamos  á  cuentas: 
¿quién  te  ba  dado  la  frescura 
y  el  valor  con  que  me  afrentas? 
¿Será  por  qué  te  alimentas 
con  verdura? 


jQué  fama  vas  á  lograr 
si  detener  no  procuras 
ese  afán  de  conquistar! 
jPor  qué  te  has  lanzado  á  un  mar 
de  aventuras! 


Por  ejemplo:  á  cierta  Rosa 
la  acompañas  á  paseo, 
y  la  compras  cualquier  cosa, 
y  le  sirves  á  la  hermosa. . . 
de  titeo. 


Y  después  que  te  has  pasado 
tras  esfuerzos  infelices 
muchos  meses  á  su  lado. 


con  un  palmo  te  han  dejado 
de  narices. 


Pero  hay  otras  asequibles, 
y  á  la  vuelta  de  unos  días, 
mil  conquistas  infalibles 
lograrás  con  tus  terribles 
picardías. 


Y  asi  sigue  conquistando, 
aun  que  alguno  te  dijera 
que  la  hurí  que  estás  rondando 
ipura  envidia!  está  explotando 
tu  son sera. 


¡Ah!  te  advierto  que  al  momento 
que  te  empeñes  en  ser  malo 
y  uses  de  tu  atrevimiento 
con  rhi  esposa...  ¡¡te  reviento 
con  un  palo!! 


S.  Garrido. 


264 


■  v^síy's 


" .  ^^-^^ur^r 


EL  CASCABEL 


i-    ,- 


EL  YERBO 


Yo  como 


¡Tú  comes!! 


"Nosotros  comemos 


¡Me  la  comería! 


EL  CASCABEL 


'i'-r  '-;•  "í'?*^,  '*rT?í-*-í,<,  -v;     "í ■#<? íi^; 


265 


COMER 


Ni  como,  ni  ciiupu,  ni  beso 


¿Quiere  V.  comer  con  nosotros? 


Juan  Palomo:  Yo  me  lo  guiso,  yo  me  lo  como 


Ya  hemos  comido 


-'^^^?t 


266 


EL  CASCABEL 


Te  cómo  fueron  suprimidos  los  azotes 
en  la  &cuela  de  San  Francisco 


^*-^n  los  primeros  años  del  siglo  que  es- 
tá espirando,  existia  en  la  muy  notable  y 
muy  leal  y  muy  benemérita  ciudad  de  San 
-  Fernando  de  Catamarca,   la  célebre  escue- 
la de  San  Francisco,  no  como  hoy,   decré- 
*     pita,  sin  azotes  ni  palmetas,  sin  bandos  de 
romanos   y    cartagineses  y    sin  muchos 
■    otros  de  esos  chismes  destinados  á  intro- 
ducir la  sabiduria  ó  los  escueleros. 

De  la  Rioja,  de  Tucumán,  de  Santiago  y 
de  las  más  lejanas  provincias  acudía  ale- 
gre muchachada  á  recibir  las  más  formi- 
dables azotainas  á  la  par  que  la  ciencia  in- 
fusa de  los  padres  graves  de  San  Fran- 
cisco. 

En  ninguna  escuela  de  la  República  se 

■propinaban  azotes  más  contundentes   que 

en  nuestra  escuela  de  franciscanos:  pero 

,    fuerza  es  decirlo,  que  en  ninguna  otra  se 

aprendía  con  tanta  rapidez.  , 

No  habla  término  medio. 

El  muchacho  se  convertía  en  un  sabio  ó 
reventaba. 

Verdad  es  también  que  la  sabiduría  de 
aquellos  benditos  tiempos  conaistia  en  leer 
y  escribir,  saber  á  fondo  el  latín  deNebri- 
ja,  y  una  filosofía  indigesta,  claustral,  teo- 
lógica y  tan  ergotista  ó  más  que  el  mismo 
ergo  de  que  se  valia  para  sus  conclusiones 
renfiras  como  los  silogismos,  como  aquello 
de  que  los  «apóstoles  fueron  doce  Judas 
fué  apóstol,  ergo.  Judas  era  doce»,  y  otras 
revendísimas  verdades  de  á  folio  y  de 
la  misma  vitela. 

En  cuanto  á  Gramática  Castellana,  no- 
ciones de  Aritmética,  Geografía  é  Historia, 
eran  materias  desconocidas;  y  si  alguien 
había  oido  hablar  de  estos  ramos  del  sa- 
ber humano,  los  consideraba  como  cosa 
herética,  algo  asi  como  magia  negra. 

Todavía  existe  en  el  corralón  del  Conven- 
to aquella  sala  fría,  desmantelada  y  som- 
bría, en  donde  estaba  situada  la  escuela. 

En  aquellos  tiempos  apenas  la  criatura 
entraba  en  ese  crepúsculo  precursor  de  la 
razón,  la  familia  ansiosa  de  tener  entre 
los  suyos  un  clérigo  ó  fraile  que  la  diera 
lustre  y  renombre  la  echaba  á  la  escuela. 

El  pobre  niño,  tiritando  de  miedo,  llega- 
ba á  aquel  antro  de  ignorancia  y  terror, 
en  cuyas  duras  bancas  solía  perderse  jun- 
to con  el  reposo  y  la  alegría,  el  uso  de  la 
razón  misma. 


La  bestia  negra  de  la  muchachada,  era 
el  maestro  de  la  escuela,  el  célebre  lego 
español,  fray  Echeverroa,  quien  como 
principio  y  como  método  hacia  descansar 
su  escuela  en  dos  ejes  capitales:  el  grito  y 
el  látigo. 

Mientras  con  más  fuerza  gritaban  los 
muchachos  al  deletrear  la  cartilla,  más  ta- 
ma adquiría  la  escuela. 

Y  aquí  me  parece  que  viene  al  pelo,  el 
describir  á  su  merced  el  fraile.  Era  largo 
y  flaco,  como  una  espárrago,  pelirubio  (no 
hay  que  olvidar  el  refrán  «ni  gato  ni  perro 
de  aquella  color»,  hojos  hundidos  y  oscu- 
ros, que  miraba  por  cuévanos. 

El  bueno  del  cruel  fraile,  no  era  del  todo 
malo,  pero  como  era  la  encarnación  del 
principio,  la  letra  con  soMgre  entra, 
azotaba  sin  misericordia.  Tenia  á  más  la 
singularidad  de  no  saber  sino  á  medias  lo 
que  enseñaba:  pero  sabia  enseñar,  es  de- 
cir, azotar,  y  por  eso  contaba  que  sus  dis- 
cípulos hacían  estupendos  progresos. 

El  único  lenitivo  que  permitía  era  uno  ó 
dos  restregones  de  la  parte  dolorida  en  la 
pared  refrigerante  de  la  sala.       , 

Fray  Echeverroa  era  sumamente    asea- 
do y  jamás  se  le  notaba  una  sola  mancha, , 
á  no  ser  que  fuera  alguna  gota  de  sangre  ' 
ó  alguna  sustancia  menos  noble,  químico 
resultado  del  flagelo. 

Una  tarde  de  Setiembre  de  1811  acertó  á 
pasar  Su  Señoría  el  Teniente  Gobernador, 
don  Feliciano  de  la  Mota  Botello,  por  la 
calle  contigua,  en  momentos  en  que  el  tre- 
mendo fraile  azotaba  por  manadas. 

Los  gritos  y  chillidos  de  los  muchachos 
escandalizaron  á  Su"  Señoría  de  tal  modo, 
que  en  el  momento  mandó  al  Alguacil  de 
Cabildo  que  citara  á  todos  los  regidores 
para  que  se  «juntaran  á  tratar  de  cosas  to-' 
cantes  al  pro  y  utilidad  de  esta  República.» 

Don  Feliciano,  que  era  un  patriota  formi- 
dable, una  especie  de  Robespiere,  partida- 
rio fanático  de  las  ideas  liberales  de  don 
Mariano  Moreno,  manifestó  á  sus  cole- 
gas, los  cabilantes;  que  «los  azotes  que  se 
daban  en  el  Convento  eran  cosa  nefanda  é 
indigna  del  Gobierno  de  la  Patria.» 

Redactó  el  mismo  la  siguiente  nota,  que 
firmó  por  sí  y  el  Muy  Ilustre  Cabildo,  Jus- 
ticia y  Regimiento  de  la  Ciudad  de  Cata- 
marca. 

He  aquí  la  tan  curiosa  pieza. 

San  Fernando  de  Catamarca  y  Setiembre  de  1811. 

«Ai  muy  reverendo  Padre  Fray  Juan  Fer- 
nandez. Guardia  ^ét  Convento  de  los  Re- 
coletas del  Vahe.»  I 


*">jf  *^-^pss 


EL  CASBABEL 


267 


ARMONÍAS 


Música"  criolla 


Música  de  viento 


Nocturno 


Música,.,  periodistica 


Música  importada 


W: 


g^ipS?«3(ai^'i|f;^_fí5i3SS'pf*j*3f|S^ 


'268 


£1.  .>GASCA.BEL 


«  Este  Cabildo  y  este  Gobierno,  encuentra  que 
» la  pena  de  azotes  que  se  osa  en  ese  Convento, 
»es  digna  de  los  abominables  Españoles  Earo- 
»  pees,  y  qne  no  es  digno  qae  en  el  nuevo  6o- 
»  bierno  de  la  PátHa  se  usen  castigos  que  hu- 
»  miUan  y  burlan  los  derechos  del  hombre,  por 
» tanto  este  Cabildo  juntamente  con  el  Gobierno 
»  ordena  á  V.  R.  que  no  permita  en  ese  Gon- 
» vento  la  pena  de  azote.» 

Dios  guarde  á  V.  R. 
Feliciano  de  ¿a  Mota  Botello. 

Dicen  que  cuando  Fray  Echevenoa  oyó 
tan  herética  disposición,  esclamó: 

-=-|0h  maledicencia  humana!  jQue  asi  se 
calumnie  á  la  ciencia  militante!  ¡Seculum 
sic!  Asi  es  el  vulgo  y  de  él  se  dijo:  Nunqu- 
tamá  diíiec  dabiquo'^cus  alma. 

La  verdad  del  caso  fué  que  los  frailes 
chillaron,  el  tremendo  lego  guardó  sus  dis- 
ciplinas, las  beatas  hicieron  comentarios 
poco  edificantes,  y  la  muchachada  bailó  de 
gusto. 

Pero  sugozo  cayó  en  un  pozo. 

Apenas  bajó  del  poder  don  Feliciano,  el 
Padre  Quintana  y  el  terrible  lego  tomaron 
de  nuevo  las  disciplinas  y  como  sentidos 
y  agraviados,  cayeron  terribles  sobre  las 
infantiles  nalgas-  que  tanto  tiempo  habían 
pasado  en  huelga. 

Manuel  Soria. 
Catamarca,  Abril  de  1892. 


DÓNDE  CONDUCE  EL  OLFATO 

Ayer  á  Luis  en  Palermo 
encontré  tan  demudado, 
que  le  pregunté  alarmado 
si  acaso  se  hallaba  enfermo; 
pero  el  pobre,  confundido, 
me  tranquilizó  al  momento 
relatándome  este   cuento, 
que  le  había  sucedido: 
—Por  la  calle  de  Juncal 
iba  yo  y  noté  un  olor 
tan  rico,  tan  tentador, 
que,  amigo,  rne  sentí  mal. 
Juro  que  pasé»  un  mal  rato 
4      sintiendo  el  olor  aquél, 
pues  era,  no  menos   que  el 
que  á  mi  más  me  gusta:  el  pato. 
Estuve  un  rato  indeciso, 
pero~vi  una  puerta  abierta 
y  me  c61é  por  la  puerta 
sin  pedir  antes  permiso. 
No  me  detuve  á  pensar 
el  lance  en  que  me  metía, 
y  entré,  por  ver  si  podía 
del  pato  aquel  disfrutar. 
Llegué  al  patio,  olfateé, 
y  guiándome  el  olfato, 
'  encontreme  al  poco  rato 


con  la  cocina  y  entré. 

Aquí  empezó  mi  desgracia,         ' 

^ues  dos  fieros  marmitones   - 

me  dieron  de  pescozones 

riéndose  de  la  gracia. 

Como  pude  me  salí  ' 

y  siempre  por  el  olor, 

fui  á  parar  al  cóínedor 

donde  al  fin  el  pato  vi; 

pero  estaba  el  cocinero 

que  era  muy  grueso  y  muy  grave 

trinchando  á  la  pobre  ave 

con  aire  tan  altanero, 

que  me  aturdí,  y  más  al  ver 

en  la  mesa  dos  botellas 

y  un  par  de  lindas  doncellas; 

en  fin,  no  supe  qué  hacer, 

y  está  claro,  distraído, 

asombrado,  turulato, 

olvidándome  del  pato 

agarré  muy  decidido 

una  botella. y  marché, 

pero  ¡maldita  mí  suerteí 

sentí  un  puntapié  tan  fuerte, 

que  al  momento  la  solté,   '      - 

y  cuando  al  fin  me  salía 

en  actitud  vergonzante, 

llamaron  á  un  vigilante 

y  fui  á  la  Comisaria. 

Donde,  por  fin  y  remate 

de  mi  fiera  desventura, 

me  gané  un  pateadura 

que  me  rompieron  el  mate. 

Es  por  eso  que  aunque  enfermo 

no  estoy,  mq  ves  demudado, 

y  como  palos  me  han  dado 

me  he  dirigido  á  Palermo. 

Juan  G.  Campuzano. 


DE  DOMINGO  Á  DOMINGO 


ONRUBIA.— Ech^aray  á  todo   pasto. 

Ya  van  representadas  una  porción  de 
..brasdel  citado  autor,  que  parece  ser  el 
¡avorilo   de  la  dirección  artística  de  Ori- 

rubia. 

El  público  gusta  no  menos,  de  las  obras 
deEchegaray,  asi  es  que  todos  contentos; 
público  y  empresa  que  ve  r^ompensados  ^ 
sus  afanes  de  presentar  obras  dignas  de 


lM^Sscí 


'«ÍÍL'íS^*? 


EL  CAPCABFI 


269    ^ 


la  distinguida  cQncurTencia  que  la  sos- 
tiene. 

E¿  Espejo  y  Contra  Viento  y  Marea 
son  las  obras  que  han  hecho  el  gasto  du- 
rante la  semana. 

Serán  obras  mílsómenos  ligeras;  serán 
más  ó  menos  elimeras  y  no  causarán  gran 
impresión,  pero  en  ellas  se  advierte  la  ma- 
marlo del  q  re  conoce  perfectamente  los 
resortes  lea  I  ralos,  lo  que.  unido,  á  la  versi- 
ficación delicada  é  inspirada,  y  al  cariño 
con  que  los  actores  dicen  sus  papeles,  hace 
que  el  conjunto  resulte  muy  agrada])le,  y 
que  las  obras  se  aguanten  varias  noches 
en  el  cartel. 

Una  innovación,  que  seguramente  agra- 
decerán las  señoras  que. frecuentan  el  On- 
rubia,  ha  introducido  la  empresa  de  este 
teatro. 

En  los  dias  de  moda,  viernes,  las  seño- 
ras y  niñas  son  obse(iu¡adasí  con  lindos 
ramos  de  flores  de  los  ({iie  penden  cintas 
con  el  titulo  de  la  obra  ([ue  se  i)oiio  en  es- 
cena.   .        -  ' 

Por  cierio  que  muchos  de  o^to^  rjmos 
fueron  a  parar  al  escenario  en  obsequio  do 
la  señora  Echevanií.     ^       ■  ' 


COMEDIA.-^/  Pa^o  de  Juclaa,  El  Es- 
panta Pajarox..  Pava  Casa  de  los  Pa- 
dres y  otras  más  conocidas  son  las  obras 
puesta ■(  en  escena  durante  la  semana. 

Los  Secuestradores  estrenada  última- 
mente, esta  gustan  lo  cada  vez  más. 

El  Retiro,  (|ue  se  repitió  el  sábado  sir- 
vió para  que  Juai'Pz  hiciera  las  delicias  de' 
público,  siempre  tan  numeroso. 


APOLlO.— Pocas  novedades  y  mucho 
frió  en  la  sala;  tal  vez  este  sea  el  motivo 
por  que  la  concurrencia  escasea  un  poco, 
apesarde  Mercedes  Aranaz,  que  siempre 
es  la  misma. 

.  La  representación  de  Hugonotes  en  la 
que  tomaron  parte  las  hermanas  Aranáz  y 
los  señores  Robles  y  Reig  alcanzó,  un  éxito 
completo. 


ALiHAMBRA.— La  compañía  que  dirige 
el  apreciable  actor  señor  Roldan,  atrae 
bastante  concurrencia,  en  especial  los  días 
de  moda. 

Se  han  presentado  algunas  obras  nuevas, 
siendo  la  que  más  agrada  Un  Nuevo  Ca- 
ballo Blanco  en  la  que  Lastra  gana  mu- 


chos aplausos   cantando  tristes  y  otros 
aires  criollos. 


NOVEDADES. —La empresa  no  se  des- 
cuida. Hizo  conocer  Los  Secuestradores 
primero  í|iie  nadie,  y  luego,  sabe  dar  ame- 
nidad á  los  programas  <|ue  no  adolecen  de 
la  monotoni.i  ¡niue  estamos  acostumbra- 
dos. 

Emilio  Orejón  muy  aphnidido  siempre, 
y  más  lo  será  el  día  que  sr  pare  un  poco, 
el  (lia  que  no  exagere,  "y  desempeñe  sus 
papeles  con  la  gr,ici;i  <iue  tiene, (jue  no  es 
poca,  sin  recurrir  ;i  salios  y  contorsiones. 

Noticia  teatral.— K\  empresario  Alber- 
to Bernis,  que  se  separo  de  Ifi  empresa  dei 
Apolo,  tiene  ahora  contralado  por  un  año, 
el  teatro  Nacional,  el  (jue  está  siendo  obje- 
to de  importantes  reformas. 

Conocemos  al  señor  Bernis,  como  empre- 
sario de  alio  vuelo,  y  por  lo  mismo,  y  toda 
vez  que  se  queda  con  un  leairo  como  el 
Nacional,  espei-amos  (jue  nos  presenta- 
rá un  cuadro  lineo  de  j>rimei-  orden,  dig- 
no del  leairo  y  digno  del  buen  nombre  del 
empresario. 

En  el  mes  de  .luí  o  N»  veremos. 


Pérez,  cuya  condición 
es  murmur.ir  de   cualquiera, 
yo  no  sé  de  qué  manera 
sintió  una  indisposición. 
Sorprendido  y  asustado 
metióse  al  punto  en   la  cuma, 
y  un  jiiédico  de  gran  famü, 
á  auxiliéirle  fué  llamado. 
—No  hay  remedio  á  su  dolencia, 
exclamó  al  punió  el  GMleno. 
— Porqué? 

— Porque  eslii  V.  lleno 
todo  de  maledicencia.   , 


Bien  dijo,  el  que  dijo  que  las  apariencias 
engañan. 

La  Prensa  ha  publicado  un  capitulo  de 
una  novela  titulada  Apariencias. 


Iffw^'.- 


V.i  Ifrí^ví^yv /': -r- J: 


'■•  SW?aií:sS!Í\,-'^V53!^^ 


zzs 


SSís*'- 


EL„CAaCABSL 


¡Una  primicia  literaria!... 

Veamos  qué  es  ella. 

La  cabecera  i^ebosahá  materialmen- 
te de  soldados.  Por  todas  vaiHes  dora- 
dos y  uniformes;  por  donde  quiera 
ruido  de  armas  y  pantalones  rojos. 

ü  ; 

I  Ruido  de  pantalones  rojos!... 

Buen  ruido-para  recrear  el  oidode  algu- 
na solterona...  i 

Pero,  ahora  viene   lo  bueno.  i 

Casi   era  necesario   espantarlos  del  j 
trayecto  como  á  los  animales  abun- 
dantes y  domésticos;  coloríase  el  riesgo, 
de  encontrái^selos  hasta   en  la  sopa... 

I  Valiente  caldo,  eh? 

...y  en  cada  domicilio  se  topaba  uno 
con  dos  ó  tres ... 

Claro!...  para  mudarse  y  demostrar  que 

está  bien  de  pantalones. 

la]  . 

Visto  el  principio  no  hemos  querido 
ver  mas,  y  si  solamente  nos  hemos  que- 
dado como  quien  vé  visiones,  ante  los  co- 
mentarios que  el  colega  hace  á  propósito 
de  Apariencias. 

Dice  que  el  autor  fia  hecho  su  libreo;  el 
que  en  poco  tietnpo  mas  será  el  de  to- 
dos los  que  aman  la  lectura  elevada., 
el  rom,ance  contemporáneo.,  á  Zola^ 
Goncourt.,  Daudet,  Pereda,  Pérez  Gal- 
dós  y  muy  pocos  m,ás ... 

Si;  y  el  señor  Gamboa. 

Que  es  el  aulor  de  los  pantalones,  digo, 
de  Apariencias. 


CORRESPONDENCIA 

Zeon.— Llego  tarde,  y  no  conviene. 

Primo.— Pero  ¡hombre  de  Dios*...!  ¿Cuando  dejare- 
mos en  paz  &  las  suegras? 

V.  O.— Como  coñac  el  V.  O.  me  gusta,  pero  como 
poeta  resulta  muy  aguado. 

Zmo.— Regularcita  y  nada  más. 

Va/e.— Si  ao  me  llamaran  vil  copista  le  diria  á  hs- 
ted  \vele\ 

/"/««.— Me  e's  imposible. 

Ñuño  3/.— ¡Oh  don  Ñuño!  querfec?s  ¡verdades  como 
un  puño!^^ 

Señorita. — ¿Y  V.  es  señorita?  No,  hombre,  no;  us- 
ted es  macho  afeminado,  simplemente 

065err«(/or.— Permítame  que  le  diga  una  cosa:  sus 
observaciones  me  parecen  fuera  de  lugar. 

yü/wnía?'io.— Vayase  V.  á  las  maniobras  y  deje  la 
pluma. 

Coi'ista.~^o  le  perderé  de  vista. 

Dibujante.— Si  señor,  pagando;  pero  han  de  gus- 
tarnos los  dibujos. 

/.  M.  lie  F.— Es  un  articulo  demasiado  serio,  fran- 
camente. No  está  mal  hecho,  no  señor. 

Aficiones.— 

«Cuando  me  vino  á  cobrar 
le  di,  en  vez  de  patacones, 
corteses  y  buenas  razones 
y  asi  le  hice  deprisa  marchar.» 

Ahora,  dígame  V.  si  esto  significa  algo  y  si  me- 
rezco qu-  se  me  trate  de  todo  lo  que  me  trata  V.  por 
que  no  publico  sus  humoradas. 

Cajetilla.— Ma-nde  la  firma,  como  es  de  ley. 
4?nará^o.— Complacido,  gracias,  y  que  no  sea  el  úl- 
timo. 

Poeta.— Ni  es  V.  poeta,  ni  cosa  parecida...  y  per-- 
done  la  franqueza. 

Por  falta  de  espacio  no  contesto  más  cartas.  Ea 
el  número  próximo  lo  haré. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. ' 

Número  corriente »    0.10 

»         atrasado »   0 .  15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

—  é€t   (altos) 


jai^A-.;.¿a»^r«.v!«A^:.^t¿aAiiái3.,aii!¡afaa'V.¡-,^^^ 


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EL   CASCABEL 


271 


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1889,  de  Viena 
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ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia  establecida 
en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  anteriormente  de  don 
GUILLERMO  A.  CKANWKLL,  se  vendió  á  D.  Diego 
Sproat,  quien  no  es  farmacéutico,  de  modo  que  dicEa 
farmacia  no  es  ya  de  CRAXWELL  sino  de  Sproat. 

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que  existe  en  Buenos  Aires,  esta  situada  en  la  calle 

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EL  CASCM» 


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\]'/,ijuiiiinivn7rrnTii[|||i'<H]"ni"!'PBiiviiii\||,'^.|''i)'i''-'': 


Editor  pri.pirtariu:   FRANCISCO  FERRES 


üedaccioD  y  AilniinislracioD;  ALSINA  489  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DK  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad. . .     $  n.io  el  número 
Fuera  de  1  a  ci  ud:id ...     » ( i .  áO        id 


SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE   COLL 


(JULIÁN  MARTEL) 


Fotograbados  de  Emilio  A   Goll  y  C' 


En  lu  juveulud  que  ernx)ieza 
tiene  un  iiuesto  señalado, 
pues  Marte)  se  ha  colocado 
con  La  Bolina  á  la  cabeza. 


274 


f^^s^^l 


El.  GA9CABEL 


-^<lll-<5- 


HORA  si  que  podemos 
decir,  con  fundamen- 
to, que  las  aparien- 
cias engañan- 

Los  muchachos  vo- 
luntarios, que  el  vul- 
go crp'ia  que  no  ser- 
vtán  para  nada,  se  han  batido  como  mo- 
destos héroes  que  son,  y  han  demostrado 
terier  buen  temple  militar,  y  en  una  pala- 
bra; después  de  arrostrar  con  gran  estoi- 
cidad  las  penalidades  de  la  vida  de  cam- 
paña han  dado  una  paliza  simulada  á 
varios  cuerpos  de  línea. 

Esto  les  dá  una  importancia  enorme  á 
los  ojos  de  las  mamas  respectivas,  que 
se  sienten  orgullosas,  y  Mdemás  les;  abre 
el  corazón,  á  los  voluntarios,  eh?  de  las 
más  empedernidfis  suegras  probables,  que 
una  vez  convencidas  de  que  la  juventud 
de  hoy  es  fuerte  y  valerosa,  no  tendrán 
inconveniente    en  otorgarles   la  mano  de 

sus  bellos  recoñ"i=- 

Porque,  es  lo 

que  me  decía 
una  señora  de 
cierta  edad. 

—La  juven- 
tud de  hoy  es 
muy  enclen- 
que. 

—Usted  exa- 
jera. 

— ¡Cá!  Cuan- 
do un  joven  se 
^  acerca  á  mi  s 
í"^"^  /  niñas,  me  figu 
ro  que  aquél  es  de  mis  tiempos  y  que  solo 
]e  queda   la  elegancia. 


—  Pero  la  cara... 

— Caras  arrugadas.  Todos  los  jóvenes 
de  hoy,  tienen  mala  cara,  y  es,  porque 
abusan  de  la  cerveza  y  de  los  teatros  por 
secciones.  :        - 

— Usted  abulta  las  cosas,  señora.  La  ju- 
ventud de  hoy.  bajo  una  modesta  capa  de 
decrepitud  encierra  un  organismo  fuerte. 

Pregúntelo  á  las  niñas 

— Las  niñas  son  muy  inocentes  todavía. 
y  nc  tienen  opinión. 

Ahora  sabemos  que  la  de  la  señora  ha 
cambiado  mucho,  y  que  en  vista  de  que 
los  voluntarios  se  han  pasado  dn  un  tirón 
treinta  horas  sin  comer,  y  que  apesar  de 
ello  no  han  perdido  la  fuerzR,  se  muestra 
benévola  con  la  juventud  presente. 

De  modo  que,  las  apariencias  engañan. 

Aún  recuerdo  el  desengaño  que  nos  lle- 
vamos varios  peri<)distas  que  asistimos  á 
la  inauguración  de  La  bondadosa  (nombre 
atrayente  y  santo,  en  apariencia)  easa  de 
préstamos  dirigida  por  una  señora  que  nos 
obsequió  con  un  almuerzo. 

— Fíjense  ustedes  en  los  pichones.  Son 
muy  tiernos-. 

Nosotros  mascábamos  en  silencio  sin 
conseguir  el  apetecido  resultado.  Por  fin 
se  aclaró  el  misterio  de  la  dureza  de  los 
pichones,  que  á  la  señora  le  parecían  tan 
tiernos. 

Todo  fué  que  la  cocinera,  que  habia 
leído  Tierra  y  Cielo  de  Massioti,  perdió  la 
vista,  y,  por  distracción  inmoló  y  asó  sin 
contemplación  de  ninguna  clase  dos  her- 
mosas parejas  de  loros  que  poseía  la  pres- 
tamista . 

Claro,  á  ésta  le  dio  una  pataleta  que  la 
dejó  en  lamentable  estado,  estado  que  fué 
aprovechado  por  un.  cronista  para  empe- 
ñar en  buena  cantidad  un  reloj,  y  com- 
prarse con  el  producto  unos  pantalones, 
qiiu  le  hacían  mucha  falta. 

Desde  ese  di  a  desconfio  de  todo  y  no 
juzgo  las  cosas  y  las  personas  con  lige- 
reza, porque  á  lo  mejor  descubro  que  lo 
que'parece  blanco  es  negro,  y  vice-versa. 

Ayer,  sin  ir  más  lejos,  tuve  informes 
de  un  oficial  inspector  de  policía,  que  tiene 
fama  de  terrible. 

Su  propia  esposa  me  desencantó. 

Yo  le  creía  un  hombre  valiente  hasta  la 


exageración. 


5» 


EL  CASCABEL 


275 


— Usted,  señora,  si  que  debe  dormir 
tranquila. 

— Asi,  asi... 

— ¡Cómo!    Teniendo  la  autoridad  en  su 

mismo  lecho. 

—  ¡Ah!...  ¿Se  refiere  á  mi  esposo? 
—¡Cabal: 

—  Pues  crea  V.  que  no  me  deja  dormir 
én  paz... 

—  Me  lo  explico  perfectamente. 

— Pues  no  lo  creo.  Figúrese  que  al  lle- 
gar á  casa,  todas  las  noches  registra  to- 
das hs  habitaciones,  y  una  vez  está  .se- 
guro de  que  no  hay  nadie  en  casa... 
Ya... 

—  Se  acuesta,  pero  no  sosiega;  á  lo 
mejor  le  parece  oir  ruido  y  se  levanta 
sobresaltado.  Vaya,  que  es  un  uíiedoso. 

—  ¡Quién  lo  diría!...  ■ 
— Pues  va  vé  V. 


El  grito  de,  ¡abajo  el  inglés!  que  ha  re- 
sonado durante  los  pasados  días  por  calles 
y  plazas,  ha  sido  una  verdadera  revela- 
ción para  muchos. 

En  primer  lugar,  prueba  que  aún  hay 
patria,  y,  en  segundo  lugar,  prueba  que 
los  estudiantes  están  firfnes  en  sus  trece 
y  no  quieren  que  el  extranjero  se  impon- 
ga, destituyendo  sin  más  ni  más  al  rector 
Orma,  que  no  puede  consentir  en  encon- 
trar la  horma  de  su  zapato,  como  suele 
decirse,  en  un  inglés  por  más  inspector,  y 
no  de  boletos,  que  sea. 

El  grito  ¡abajo  el  inglés!  ha  tenido  sim- 
pática repercusión  en  mil  oídos. 

Porque  hay  tantos  qua  gimen  en  poder 
de  Ion  ingleses! 

Yo  sé  de  un  sastre  que  se  encontró  con 
una  manifestación  estudiantil,  y  al  oir  las 
voces  de  ¡abajo  el  inglés!  creyó  que  se  en- 
contraba con  un  grupo  de  sus  innumera- 
bles deudores  y  apretó  á  correr. 


El  sábado  no  salió  á  cobrar  cuentas,  lo 
que  hizo  exclamar  á  no  pocos  ciudadanos: 
¡bendito  sea  el  inglés! 

Como  la  comente  debe  seguirse  en  to- 
das las  ocasiones,  yo  y  varios  capitalistas 
hemos  adoptado  el  temperamento  de  to- 
mar odio  á  todo  !o  que  huela  á  inglaterra. 

Y  al  primero  que  pretenda  cobrarnos 
una  cuenta,  le  amenazaremos  con  llevarlo 
á  los  estudiantes?,  y,  una  "vez  en  su  presen- 
cia, exclamar  con  ademan  trágico: 

— ¡¡Este  es  el  inglés!! 


-5^1]r«- 


^ 


Dices  que  me  aborreces 

y  yo  te  digo, 
que  tu  aborrecimiento 

me  importa  un  higo. 

¿No  vés,  paloma, 
que  tan  solo  ie  amaba 

por  pura  l)roma'? 

Yo  te  quise  en  invierno, 
'    por  que  vela 
que  en  esas  noches  tristes 

me  aburriría, 

y  así,  por  juego, 
te  hice  creer  que  estaba 

de  amores  ciego. 

Pero  llega  el  verano 

con  sus  calores, 
y  se  van  disipando 

ya  mis  amores; 

que  en  el  estío 
ni  son   tristes  las  noches 

ni  siento  frío. 

Yo  te  di  mi  palabra 

de  casamiento, 
y  tú,  tonta,  creíste 

mi  juramento. 

Pero,  alma  mía, 
¿Yo  contigo  casarme? 

¡qué  tontería! 

^Y  para  que  no  seas 

tan  vanidosa, 
te  diré  muy  bajito 

solo  una  cosa: 

vete  á  un  espejo  : 

y  admira  tu  gran  boca 

en  su  reflejo. 

Y  al  vértela  tan  grande, 
que  ya  es  castigo, 
¿creerás  que  hay  (juién  puede 
cargar  contigo? 


'Ji0^L^0.-fi:í.^'-'^--: 


276 


EL  CASCABEL 


Nunca,  mi  dueño, 
no  creas  esas  cosas 
nunca;  ni  en  sueño. 

Cuando  tú  me  besabas^ 
siempre  creía 
que  al  aspirar,  íu  bo;a 
me  absorbería, 
y  asi  prudente, 
procuraba  agarrarme 
muy  fuertemente. 

Y  como  na  es  mi  gusto 

ser  absorvido, 
nuestros  amores,  niña, 

se  han  concluido, 

¿no  ves  morena,   ^ 
que  Jonás  no  he  nacido 

ni  tú  ballena? 

R.  SalvaLella. 


POETAS  FÜNEBRES 


Hay  uno  por  lo  menos  en  cada  redac- 
ción. 

Me  refiero  á  las  redacciones  de  periódi- 
cos mas  ó  menos  1¡  ¡erarios,  que  lio  son 
pocas  que  digamos.  Como  que  en  cada  ba- 
rrio, se  publica  uno,  por  lo  menos,  que 
nos  dá  cuenta  del  estado  de  salud  de  las 
apreciables  vecinas,  y  puesto  á  dar,  dá 
sustos  en  verso  al  que  pilla  distraído. 

Pues  bien  ;  el  poeía  fúnebre  existe,  como 
existen  poetas  festivos,  épicos,  fabricantes 
de  idilios,  epitalamios  y  demás  productos 
poéticos. 

Yo  tuve,  mejor  dicho,  tengo  la  inefable 
dicha  de  traiar  de  cerca  (aunque  con  toda 
clase  de  precauciones)  á  un  lal  Andrés 
Berruguita,  llamado  comunmente  Andre- 
sillo,  y  que  apesar  de  todos  los  illos  del 
mundo,  es  poeta  y  poeta  fúnebre,  si  los 
hay. 

Que  fallece  una  suscriptora,  fea  y  tonta 
por  más  señas,  pues  al  punto  sé  busca  á 
Andresillo  y  éste,  que  es  puro  nervio, 
por  efecto  de  su  esquisita  sensibilidad,  se- 
gún" él,  y  por  la  mala  alimentación,  según 
malas  lenguas,  se  conmueve  y  ¡zas!. .  em- 
borrona cuatro  ó  seis  cuartillas,  muy  sen- 
tidas por  cierto;  y  al  punto  dá  á  luz  una 
elegía  que  parte  los  corazones:  véase  la 

muestra. 

«¡Ah!   ya  la  parca  inraaroesible 
'     ,     su  obra  coronó 

y  á  la  bella  Lola  arrebató 
con  furor  indescripüble...» 
Lo  cual,  como  Vds.  verán,  ni  es  verso  ni 
es  elegía  ni   cosa   parecida.   Pero    ¡vayan 


ustedes  á  medir  versos  cuando  la  emoción 
embarga  el  espíritu !  No  es  posible-^»       - 

En  vez  de  morir  una  apreciable  suscrip- 
tora muere  una  lia  de  un  redactor,  pongo- 
por  cadáver:  entonces  le  toca  enternecerr 
se  nuevamente  y  se  enternece.  ¡Pues  si  'á 
eso  está  Andrés  en.la  redacción...  '' 

«Pobre  Ramón:  ya  tu  buena   tía 
te  abandona  prei^aturamente 
tenía  sesenta  años,  y  la  gente 
con  trabajos  cuarenta  le  atribuía...» 
El  sobrino-redactor  agradece  la  ñnura  y 
accede  á  la  petición  de  un  peso,  módica 
cantidad  que  pide  Andresillo  por  que,  co- 
mo dice  él,  no  es  posible  vivir  del  aire  ni 
aún  siendo  poeta  fúnebre.  En  lo  cual  tiene- 
sobrada  razón. 
Por  lo  demás,    Andresillo  no   sosiega^ 
Apenas  sabe  que  alguna  persona   de  su 
relación  está  enferma    de  algún   cuidado, 
empieza    á  buscar    figuras   poéticas    que 
cuadren  al  carácter  y  posición  del    futuro- 
muerto. 

Se  trata  de  un  bravo  militar  que    muere 
de  un  cólico;    pues  allá  vá  Andresillo. 
«  El  estrépito  def  cañón 
tu  vida  respetó 
y  de  una  indigestión...  etc..» 

En  vez  de  ser  militar,  es  cuia  el  presun- 
to difunto,  pues... 

«Entonad,  cánticos  de  amor 
ángeles  que  estáis  sentítdos 
á  los  pieses  del  Señor... 
.    aguardad  refocilados 

la  entrada  de  un  pobre  cura...» 

Y  asi  por  el  estilo.  Andresillo  más  que 
poeta  parece  médico,  y  por  cierto  que  ha- 
ce cómo  alguno  que  yo  me  sé,  pues  ha  lle- 
gado á  poner  en  verso  algún  cadáver  no- 
bien  muerto.  Tal  le  sucedió  con  Manuela 
hija  única  de  un  zapatero  del  barrio,  que- 
tuvo  un  sincope  (no  el  zapatero,  eh?)  que 
la  dieron  por  muerta. 

Andrés  cumpliendo  su  triste  misión  es- 
cribió una  sentidísima  poesía  enaltecienda 
las  virtudes  cívicas  de  la  difunta. 

Pero  ésta  volvió  en  si  y  curó  de  su  enfer- 
medad. 

Y  eran  de  ver  cómo  reían  ella,  y  sus 
amigas,  al  recordar  las  últimas  estrofas- 
de  la  famosa  poesía  :  sobte  todo  cuando 
Andrés  exclamaba  en  el   colmo  del   dolor^ 

«Por  qu,"  ¡oh  Dios!  te  !a  llevaste 
tan  pronto,  por  (iné...  di... 
mejor  me  lle.varas   á  mi 

que  no ^ » 

—  ¡Quehabiade  llevarle  álü- 
sucitada— si   ores    tnu  feo..! 
quiere  a  su  lado!  Asustaiías.-i 


-decía  la  re- 
Dios    no  te-- 
,t\  sus  angelilos, 


]^S  "s^ ' 


EL  CASBABEi. 


277 


j Pobre  Andrés!...  Qué  desengaño  el  su- 
yo al  ver  que  ni  más  allá   de  la  tumba  se 
■«onoce  elagradecimienlo.         , 
¡Qué  decepción! 

Ei  otro  día  liie  llamó  nparte  y  me  leyó 
<íon  voz  coiún'ovida  urui  f)oesia  titulada 
«Despedida» 

« No  me  preguntéis  por  qué:         .-  ' 
pero  sabed  qué  me  niato,' 


no  preguntéis,  jiuundo  ingrato! 
pronto  te  abandonaré....» 
— Amigo,  rné  dijo,  no  me  qued^  más  re- 
medio: no  puedo  vivir  én  este  mundo   de 
tVilsedades  y  traiciones.  jAdiós!  pronto  uaa 
bala  apagará  el  numen  de  mi   cerebro:  el 
áuicidio  es  necesarip...  ¡Adiós! 
— ¡Adiós!...  y  que  sea  pronto. 

P.  Cuello. 


mitología  fresca 


Céres 


Dianíi 


NOVÍSIMA  GUIA 


IMPRESIONES    DE     UN    CIEGO    CALLEJERO 


«BC. 


—Caballero,  ¿no  vé  V.  donde  pone  los  pies? 
■    — ¿Y  usted?  Porqué  no  mira  donde  vá  a..-...-   ... 

— ¡Por  que  soy  ciego! 

-  Ah...  usted  perdone.    El  torpe  he  sido  yo...  pero,  ¿cómo  se  atreve  V.  á  salir  de 
noche,  solo  y... 

—De  noche!...  Para  mil-a  noche  es  eterna,  desde  que  una   enfermedad  me  equ/_ 
jparó  á  cualquier  vista  de  Aduana. 

—Perdone  V.  que  le  recuerde  su  desgracia...  Si  me  permite  le  acompañaré  hasta 
«u  «asa.  -^ 


^^'K-y'?^*!*     '  fc  "'  >í,-".  i>--«-fi' ' 


-^  '         -■' 


278  EL  CASCABEL 


,., —yiy,o  ?ij.uy  lejos,  .  .   ,    .,  . 

'*'  -^Es  que  ahora  saje  la  gente  de  los  teatros  y...  "  ^^^        v 

— Mefóf  ijúé  mejor.  Pero  ya  que  es  V.  tan  amabre.  acepto  su  brazo,  y  en  cambio 
le  haré  paíljciper^ de  mis  observaciones.  jAh!...  Los  ciegos,  en  especial  los  que  hemos 
visto  en  otro  tiempo,  tenemos  tan  desarrollado  el  instintp...  vemos  tan  claro  apesar 
del  velo  que  nos  sume  en  eterna  noche... 

-^Cuidado...  ^  ,  '  1 

—Sí,  el  trarmjoay^\o  cbñozco.  Tápese  V.  las  narices.. .  calle  Victoria.  írawtra?/ 
de  Chile,  caballos  muy  groseros. .. 

— Por  lo  visto  tiene  V.  un  humor  envidiable.  Sigamos. 

— Derecho  siempre.  Además,  conozco  la  calle  por...  ¡atienda  V.! 

Un  grupo  cruzó  en  dirección  opuesta.  A  la  cabeza  del  grupo  un  joven  de- 
clamaba: 

«Una  cosa  es  la  amistad 
y  el  negocio  es  otra  cosa.» 

— ¿OyeVd?— ¡No  falla!  Calle  Victoria.  Ese  que  declama  sale  del  Onrubia.  Hoy 
poníase  en  escena  El  Tanto  por  Ciento. 

—  ¿Por  dónde  quiere  Vd.   que  vayamos? 

—  ¡Media  vuelta  á  la  derecha  ! 
—¿Calle...? 

—  De  las  Artes.  Oiga  Vd.  lo  que  canta  ese  trasnochador  que  viene  hacia  nosotros. 

Pero  feo  de  verdad; 

por  arriba, 

por  abajo, 

por  delante     '  ' 

y  por  detrás » 

—  Pero..... 

—  No  cabe  duda;  es  un  amante  de  las  zarzuelas  corlas.    El  teatro  de  la  Co-. 
media  está   cerca.  En   invierno   voy  por  Suipacha,  hasta  Corrientes.   Sé    que  estoy 
en  la  primera  de    dichas  calles,  por  que  todos  los  transeúntes  que   tropiezan  con- 
migo  cantan,  ,^ntre   dientes, 

¡Radamés,..  traditorel  - 

ó  bien....  infelice  tu  rrCami,  etc....  Al  doblar  por  Corrientes,  me  guian   los  ale- 
gres ecos   de  alguüa  opereta  que   huele  á  Tomba — Siamo   fresche  come  rose. 

Antes  de  llegar  á  la  calle  de  la  Libertad,  siento  la  atmósfera  más  cargada 
que  de  costumbre. 

Al  pasar  por  delante  de  ciertas  casas,  un  fuerte  olor  de  tabaco  y  de  alcohol, 
me  gula.  Detrás  de  mi, -dejo  voces  roncas  que  cantan: 

.   ,  Maldita  la  ropa  negra^ 

,%,  mar e sita  de  mi  alm,a^ 


m,aldita  la  ropa  negraaaaa. 

Café  flamenco,    naturalmente. 

A  pocos  pasos,  otra  corriente  de  aire  cálido  azota  mi  rostro,  y  en  más  cálida 
ráfaga,  al  cruzar  por  delante  la  puerta,  llega  hasta  mi,  confusa  r/mn.soneííe: 

II  faut  la  voir 
le   lona  de  la  riviere, 
•  boitaní  par  devant 

boitant  par  derriere  — 

¡Cómo  se  han   multiplicado  los  cafés  cantantes  en  Buenos  Aires! 
— ¡Estoy  admirado! 

—  Pues  se  acaba  el  paseo. 

—  ¿Hemos de  seguir  por  la  derecha? 

— rSi;  oye  Vd.   ¿muchos  organillos,  eh?...  pues    á  la   derecha.  A  falta  de  orga- 
nüte«t_8é   que   esloy  en   la   calle  de   la  Libertad,  por   qué...- 

—i Adiós  buen  m,ozo...l — Dijo  una  voz  femenina  que  partía  de  oscura  ventana. 

—  Por  que  le  echan  flores — ? 

—  ¡Cabal! 

Llegamos  ya.  El   aire  es  más  fresco,  estamos  en    la    plaza  del  Parque en 

la   Posada  de....    tiene  Vd.   un  cuarto  á   su   disposición. 

—  Y....  ¿cómo  dá  Vd.    con   la  casa? 

—  Por  el  olfato.    Todas  las  posadas  huelen   mal,  pero  en  esta....  guisan  con 
sebo. 

Pero  yo....  ¡yo   no  lo   veo! 
Adiós,  y  gracias. 

,    .  -  Andrés  Sol^r, 


J*áá^' 


j^ír"->?sr^,» . 


EL  CASCABEL 


279 


?  ■  f- 


M/NOGHE  DEL  ESTRENO 


ÍB 


,IL  mecheros  inflamados 
Jahzan  dé  luz  un  torrente 
que  destella  vivamente 
en^pinturas  y  dorados.       ' 
El  público  se  codea     ,         * 
en  el  centro  del  salón'; 
llenando  de  confusión 
pintoresca  la  platea. 
En  los  palcos,  agrupadas, 
se  ven  damas  muy  hermosas, 
deslumbradoras,  lujosas 
y  con  floresy  adornadas, 
tanto,  que,  en  varios  señores, 
reinan  estos  pareceres: 
si  hay  más  flores  que  mujeres 
ó  más  mujeres  que  flores. 
En  la  cazuela  desvela 
tanto  busto  encantador, 
que  hace  anhelar  á  un  señor 
ser  guiso  de  la  cazuela. 
Y  se  halla  gente  á  montones 
en  toda  la  galería,  ■ 

disputándose  á  porfía 
el  arte...  y  los  pisotones. 
Allí  se  hallan  reunidas 
las  personas  espectables, 
las  gentes  más  respetables, 
las  caras  más  conocidas. 
Allí  está  la  angelical 
María  con  su  marido, 
que,  según  tengo  entendido, 
es  un  solemne  animal. 
Mas  se  miran  con  terneza 
allí,  ante  el  público  en  masa, 
aunoue  se  tiran  en  casa 
los  trastos  á  la  cabeza. 
Allí,  con  aire  guerrero, 
esta  el  coronel  Soler, 
quien  demostró  que  en  correr 
era  en  la  guerra  el  primero. 
Allí  llama  la  atención,  v  ■ 

por  su  atavío  asombroso, 
doña  Paz,'q'üe,  con  su  esposo, 
duerme  toda  la  función ; 
y  alli  ha  llegado  á  juntarse 
én  confusión  singular 
toda  la  gente,  á  juzgar 
eí  drama  que  vá  á  estrenarse. 


n 

^  — iDetestable! 

—¡Aborrecible! 
—¡Qué  personajes! 

—¡Qué  trama!     . 
—¡Qué  diálogo! 

—¡Vaya  un  drama! . 
—¡Convencional! 

— ¡Increíble! 
— ¡Y  el  público  ha  aclamado 
de  tal  engendro  al  autor! 
¡Obra  en  que  sale  un  actor 
con  el  pantalón  listado! 
— Una  silba  merecía 
ese  autor  por  su  ignorancia. 
—¡Ya  no  hay  arte! 

—¡Ni  elegancia! 
—¡Ni  gusto! 

—¡Ni  sastrería! 

—Arturo  ¿has  visto?  El  marido 
que  no  sospechaba  nada, 
tras  una  puerta  entornada 
á  los  dos  ha  sorprendido. 
—¡Y  se  ha  vengado  de  modo, 
que  llegó  á  sobresaltarme! 
-Mira  tú;  en  casa,  al  besarme, 
cierra  la  puerta  del  todo. 

—¿Qué  le  parece? 

— Un  dramón 
sin  nada  de  originad- 
la idea  fundamental, 
es  robada  á  Calderón; 
los  pasajes  más  brillantes, 
son  de  Schiller  y  Selles, 
y  la  escena  cuarta  es 
sólo  un  plagio  de  Cervantes. 
—¿Qué  hay,  que  no  sea  robado 
en  ese  drama? 

—La  trama, 
los  personajes  del  drama 
y  lo  bien  versificado. 


—¡Olí  el  arte!  Que  siempre  veía 
y  es  siempre  firme  baluarte 
de  la  moral.  . 

—¡Oh  es  el  arte, 
de  las  costumbres  escuela! 
— ¡Qné  drama  tan  ejemplar! 
—¡Qué  enseñanzas  nos  ha  dado! 
—¡Vaya!  (yo  un  medio  he  pescado 
infalible  de  pechar...) 

Luis  García » 


■  ■■■i 


WT 


280 


':^^^^^m^W^' 


Kt  CASCABEL 


Í^"PF^.^    -    N 


lili  mas  suiccio 


El  de  despedida 


Ultimo  de  Ja  primera  serie 


Primero  de  la  segunda 


'^fn 


EL  CASCABEL 


2Jíi 


Kl  más  salvaje 


7V//¿  aprelaos 
coiifoks  sellos  engomaos 


JLTn  abrazo  célebre 


El  más  inocente 


•|--*c  "t  - '  rrj-i"  TSf^W'%  ^T*%^pf^^ 


282 


EL  CASCABEL 


FRAGMENTOS 

de  la  comedia  en  3  actos 

BL  ULTIMO   ESFUERZO 

original,  é  iaédít»,  de      .   , 
A.    DÍAZ    DE    LA    QUINTANA 


íSegu.^do  acto 

'/    ■■  escéÍía  i 

Vicenta     jQiié  pena  de  señoritosf 
XJji  año  llevan  casados 
y  están  más  avejentado^ 
y  más  tristes...  ¡pobrecitos! 
Él  es  un  santo,  ¡más  bueno! 
Ella  no  es  mala,  mas  tiene 
un  carácter...  aunque  pene 
el  señorito,  es  un  trueno: 
le  grita,  le  vocifera 
y  la  casa  escandaliza: 
con  ese  genio,  esclaviza, 

_      .^  '        no  al  señorito,  á  cualquiera. 

{Pausa.) 
Y  el  niño  está  mal;  yo  creo 
que  siguiendo  así,  se  acaba; 
se  le  ha  cortado  la  baba 
y  le  causa  un  gorgoteo 
que  dá  mucha  compasión: 
él  nos  mira  de  hito.en  hito 
igual  que  si  el  pobrecito 
supiera  sü  situación. 
Si  muere...  que  sentimiento 
vamos  todos  á  tener!. .. 
El  médico  dijo  ayer 
que  pudiera  en  un  momento 
quedarse  el  niño  asfixiado 
cuando  le  dá  esa  fatiga, 
y  encargó  que  no  se  diga 
nada  á  la  madre, — «cuidado — 
-  estas  fueron  sus  palabras 
— «buena  leche,  es  la  receta, 
le  mata  una  mala  teta» 
pues  darle  leche  de  cabras, 
digo  yo;  la  señorita 
le  dá  hiél  en  vez  de  miel, 
y  iclaro!  dándole  hiél, 
como  le  amarga,  vomita, 
■  y  después  de  vomitar 
se  queda  como  atontado.. 
luego  se  pone  morado... 
jsi  no  puede  respirar...! 
Híí«e  «sfuepíos,  contorsiones, 
de  vez  en  cuando  dá  un  grito 
y  ya  está  encima  el  maldito 
peligro,  las  convulsiones...! 
Para  mí,  es  la  mala  teta 
que  le  dá  la  señorita; 
ó  del  pecho  se  le  quita 
ó...  jvamos!  no  hay  más  receta. 

ESCENA  III 
Gerardo  y  Blanca 
Blaxca      .¿Escribiendo?  {Burlona.) 
Gerardo'  Trabajando. 


Blanca       ¡Ya!  ¡valiente  tonteriaí  {acercán- 
dose, 4  Iq-  ni^sa-  u  observando.) 
.=^^jyer^<jsW..^cbn  J^  poesía    *    - 
ho  hay  duda '-qtie 'vás  meórándo 
{Se  aleja  y  pasea  jugando  con 
los  condones  de  la  bala.) 
una  cuartilla,  dos,  ciento,         ■  .: 
¡magnífica  colección!... 
¿No  sirven?  Buepo,  ¿que  son 

publicables?  Tan  éón tentó! 

Y  asi  el  tiempo  v4'  pasando... 

Gerardo    {Cari'oso.) 

Blanca  déjame  escribir... 
Blanca       Pero,  me  quieres  decir, 

con  esto,  qlie  vas  ganando? 
Gerardo    No  gano,  mas  ganaré. 
Blanca       Siempre  contestas' igual 

{Enojada.) 

tu  conducta  no  es  formal.  . 
Ger.^rdo    Bueno,  Blanca,  déjame, 
Blanca       Busca  por  otro  camino 
Gerardo    ¡Busca...!  os  muy  fácil  buscar, 

lo  difícil  es  hallar 
Blanca  Pide  un  des  tino... 
Gerardo  ¡Un  destino! 

le  tengo  solicitado 

más  es  poca  mi  influencia... 
Blanca       De  cualquier  cosa;  en  la  Audiencia, 

•:       'por  ejemplo,. magistrado. 
Gerardo     ¡Qué  candidez!  Ahí  están 

tales  plazas  para  mí!.. 
Blvnca  ¿No  se  los  dan  á  otros? 
Gerardo  Sí. 

Blanca       ¿Pues  por  que  no  te  la  dan? 
Gerardo    Porque  exigen  condiciones 

que  aún  no  he  llegado  á  tener. 
Blanca       ¿Y  por  qué?  Vamos  á  ver? 
Gerardo    Por  muchísimas  razones. 
Blanca       Pues  vé  á  cualquier  ministerio... 
Gerardo    Con  ir  ya  está  conseguido...  [Ríe.) 
Blanca       Pues  eso  le  ha  sucedido 

á  Domínguez... 
Gerardo  ¡Qué  criterio! 

Domínguez  es  diputado... 
Blanca       Y  lo  han  hecho  Director. 
Gerardo    Domínguez  es  orador 

notable 
Blanca       {Impaciente.)  Lo  han  empleado; 

no  importa  el  procedimiento, 

la  cuestión  es  que  ha  pedido 

un  empleo,  y  lo  ha  tenido 

en  cuanto  pidió;  al  mogaento 

Hoy  es  nuestra  situación 

sobradamente  apurada; 

¿tenemos  dinero? 

Gerardo    {Tristemente.)     ¡Nada! 

Blanca       Pues  mira;  tu  obligación 
es  buscarlo,  mantenerme, 
hacer  porgue  bien  vivamos, 
es  una  vergüenza  ¿estamos? 
Si  yo  imaginara  verme 
de  este  modo,  ten  seguro 
que  no  me  caso  contigo; 
tú  no  tienes  ni  un  amigo 


c 


£L  CASCABEL 


i' 


PROPAGANDISTAS 


293 


Del  Ejército  de  Salvación 


".i!ia¡,.iiiy]ffl({¡¡¡|{;iiai¡||{]|((H 


De  las  raás  sanas  ideas 


De  todo  lo  contrarió 


De  El  Cascabel 


284 


RL  CASCABEL 


'Wswm:' 


■-y'<\->:í^ 


que  te  valga  en  un  apuro. 
Tu  padre  te  ha  abandonado, 
¡puedes  estar  orgulloso! 
Te  tiene  un' odio  horroroso  .. 

Gerardo    ¡Yo  mismo  me  lo  hé  buscado! 

•  >  ;  Tanto  y  tal  le  molesté 

con  siiplicas  de  dinero... 

Blanca       Para  un  padre,  lo  primero 
son  sus  hijos  ¡ya  se  vé! 

Gerardo    Es  que  tiene  mis  hermanas, 
y  por  sostenerme  á  mí 
no  es  cosa  de  que  ellas... 

BI.ANCA  Sí, 

todo  lo  arreglas,  lo  allanas 
siempre  á  tu  gusto;  tu  padre 
no  cumple  su  obligación, 
viendo  nuestra  situación... 

Gerardo    {Enojado  levantándose.) 

¿Y  qué?  ¿No  la  vé  tu  madre? 
¿Qiié  hace  por  nosotros?  ¿Di? 
Gozarse  en  nuesto  dolor, 
-^^    jr  apagando  el  amor 
.  -.qiíe  debiera  arder  aquí; 
■v:V;  decirte  mal  )s  consejoá 
■-  PQr  hacerme  infortunado; 
,  -  -    ya  Iiá  tiempo  que  'lé  adivinado 
■     en  ella,  hoiTibles  manejos 
dirigidos  ú  romper 
nuestra  unión  santificada. 
(Irritado.) 

¿Es  esa  una  madre  honrada, 
buena,  como  debe  ser? 
Blanca       No  la  insultes! 
Gerardo    (Conteniéndose.)  No;  hago  punto. 
Tu  lenguaje  me  provoca, 
y  claro,  suelta  mi  boca 
frases  que...  al  lin...  en  conjunto- 
nada  vienen  á  decir... 
Blanca       ¡Pues  pudieran  decir  más!... 

Germán      [Tomándola  de  la  mano.) 

¡Por  Dios,  Blanca!  ¡Que  así  vas 
á  aumentar  nuestro  sufrir!... 
[Blanca  reiira   sn   mano  brus- 
'■:  camente.) 

Que  sin  darte  de  ello  cuenta, 
das  pábulo  ¿V^is  desmayos, 
acumulando  ios  rayos 
de  la  cercana  tormenta 
*  que  se  agita  en  rededor 

cada  vez  más  imponente, 
[enérgico) 

que  ya  se  mira...  (irritado,  mi- 
rándola, apretándola  la  mano 
con  /tcerso) 

y  se  siente... 
su  aliento  exterminador... 
que  la  comprimo  en  mi  pecho 
con  valor  inusitado, 
interiormente  abrasado 
de  justo  y  mortal  despecho 
(Blanca,  asustada) 
que  tú,  torpe  y  decidida, 
á  ver  nuestra  dicha  muerta, 
vas  abriénüpfa  la  puerta 


tras  dé  que  se  halla  escondida, 
y  si  llegase  á  escapar... 
,      jay  de  los  dos!  (Con  rabia,  como 
si  le  asaltara  un  pensamiento^ 
sollozando.) 
{Mirando  á  lateral  izquierda.) 

¡De  los  tres! 
¡Hijo  del  alma!  (á  Blanca)  ¿No  ves 
que  asi  le  vas  á  matar? 
s    ¡Nuestro  Enriqu  !...  (¿¿ora) 
Blanca       yCae  en  brazos  de  Gerardo,  lio- 
rando.)_ 

¡Qué  agoníat 
Perdóname... 
Gkrardo    (Mirándola  y  besándola.) 

Te  perdono... 
sí,  solamente  ambiciono 
tu  bienestar,  ¡Blancíitlíhía!... . 
(^Enjugándola,  el  llanto.) 
Si  te  tengo  adoración.  . 
si  de  amor,  por  tí  me  muero, 
¡Blanca  mía!  si  te  quiero 
con  todo  mi  corazón...! 
(Abrazándose,  sollozando.) 
A.  Díaz  de  la  Quintana 


■I 


DE  DOMINGO  Á  DOMINGO 


No  hay  espacio  para  ocuparnos  de  ellos. 

Onrubia.,  como  de  costumbre,  nos  ofre- 
ce obras  escogidas  entre  lasmejores  del 
teatro  español. 

Durante  la  semana,  El  Tantópor  Cien-: 
tu  se  ha  representado  con  éxito,  y  la  repe- 
tición de  La  Credencial  ha  sido  bien  reci- 
bida. 

De  La  Seña  Francisca  hablaremos  en 
la  próxima  semana. 

Comedia,  Alhatnhra  y  Novedades  si- 
guen con  el  inagotable  repertorio  de  obras 
cortitas,  contándose  por  llenos,  las  funcio- 
nes que  tienen  lugar  en  el  primero  de  estos 
teatros.  •. 

El  Apolo  es  el  teatro  de  las  novedades: 
el  repertorio  variadísimo.  AdemÁs,  anun- 
cian Hugonotes.,  por  ejemplo,  y  sin  pre- 
vio aviso  cambian  la  función.  Será  por 
el  placer  de  sorprender  al\público.  Si  este 
es  manso  y  pasa  f por  Jodo,  hace  bien  la 
empresa  en  abusar  dé  él.  Nosotros  pro- 


^  ^^Í^^^?*?*í?í'íí'>^^r^í3í^«^ 


P.L  CASGABEf. 


285 


testamos,  y  creemos  protestar  con  razón. 
En  cuanto  á  las  Folies  Forlet  véase  la 
-     «  Carla  tres  japonaise 
que  he  recibido, 
de  ún  francés,  ó  fimngaise 
que  me  ha  escr¿&/6Í0.» 


Estimado  Directeur 

del  amusant  Cascabel: 

de  escribirle  jai  Vhonneur 

cuatro  7nots  dans  ce  papel. 

Si  me  pregunta  el  motif 

tres  vit  le  contestaré, 

y  el  motif ^  ya  verá  usté 

que  es  muy  signi/icatif. 

j  Qué  atraction  y  qué  succés. 

el  de  las  Folies  Forlet....! 

Nos  ha  donné  un  cou]/  cVeffet 

tres  charmant,  si  señor,  ¡tres! 

El  teatro  es  muy  joli 

las  chanteuses^  lo  son  más, 

las    danseuses...  por  demás 

es  alabarlas  icí. 

Toda  la  jeunesse  dorce 

las  Folies  frecuentará. 

y  Forlet.  pronto  tendrá 
el  tirador  bien  complet." 
En  las  tablas,  mil  nouvelles 
mucho  chic,  y  mil  chansons^ 
y  en  el  public,  les  garcons 
destapando  des  bouteilles. 
MademoiseVes  sensibles 
se  trouvent  dans'le  2>ubl¿c^ 
todas  bellas,  guapas,  chic 
y  además  tres  accesibles. 
El  que  quiera  depenser 
el  argent  joyeuse?nent, 
no  lo  piense  ni  un  moment 
aux  Folies  debe  aller. 
Conque,  amigo  Dii^ecteur 
del  amussant  Cascabel, 
he  tenido  ya  V'honneur 
de  mandarle  c'esí  papel. 
Y  si  le  sobra  roTí^ení 
(cosa  hoy  tres  difficile.) 
en  las  Folies  tiene  mil 
medios  de  irlo  depensant. 
Vaya  pues,  ya  que  Forlet 
que  es  hombre  de  gran  na7Hs, 
nos  ha  dado  un  couj)  d'effet 
al  estilo  de  Paris. 

Madame  X. 


Ya  se  ha  acordado  la  manera  de  cele- 
brar dignamente  el  cuarto  centenario  del 
descubrimiento  de  América. 

Contorme  pronosticamos  «se  organizará 
-dice  un  número  del  programa-un  fes- 
tival literario  y  musical  en  uno  de  los  tea- 
tros de  la  capital,  con  el  concurso  de  los 
más  eminentes  escritores  y  artistas,  asi 
nacionales  como  éstranjeros.  Tendrá  lu- 
gar el  dia  13  »  ' 

¡Mal  dia! 

Aún  que  no;  para  conocer  n  los  más 
eminentes  literatos  cualquier  din  es  bueno. 

Solo  falta  que  loseminenles  sean  bue- 
nos 

Por  que  se  puede  ser  eminente  y  ser 
muy  malo. 

Y  alguno  nos  guardará  de  mentir. 


Hay  varios  proyectos  nuevos 
de  un  buen  gusto  extraordinario, 
conque  irán  al  Centenario 
los  traficantes  de  huevos. 
Y  ha  de  causar  impresión 
la  parte  que  han  de  tomar: 
porque  piensan  festejar 
lo  del  huevo  de  Colón. 


Parece  que  la  comisión  de  censura  tea- 
tral váá  tomar  una  medida  importante. 

Suprimir  los  palcos  avant  sccne. 

¡Todo  sea  por  la  moral ! 

Ya  que  la  comisión  no  tiene  otros  méri- 
tos, bueno  es  que  haga  algunos  para  jus- 
tificar el  cobro  de  la  nónima. 

No  está  encargada  (la  comisión,  eh?)  de 
velar  por  la  moralidad  de  las  obras? 

Pues  ánimo;  después  de  los  palcos,  su- 
prima las  bailarinas,  por  ejemplo,  y  des- 
pués... espere  que  la  supriman  á  ella. 


Si  tú  por  mágico  nrte, 
un  pajero  te  volvieras 


.  !^^^WSK'"sS|^ 


m 


EL  CASCABEL 


I oii cuanto  píá<íe¿   me  dieras! 
(porque  podría  cazarte) 


Son  tus  labios  el  vergel 
donde  liban  las  obejas ; 
(las  abejas  son  los  mozos 
que  de  noche  te  rodean.) 


Cada  dia  leemos  que  en  la  redacción  de 
tal  ó  cual  diario  se  ha  recibido  una  bata- 
ta ó  más,  de  grandes  dimensiones,  mues- 
tra, de  los  productos  de  la  estancia  de  don 
Fulano  ó  D.  Zutano . 

¡Ahora  nos  esplicamos  ciertos  abatata. 
mientosJ 


Cero  y  van 

Mucho  DOS  honran  los  periódicos  que 
copian  trabajos  aparecidos  en  las  colum- 
nas de  El  Cascabel. 

Lo  hemos  dicho,  y  lo  repetimos. 

Pero  nos  parece  que  no  estaria  demás 
decir : 

«Tomamos  de  El  Cascabel...» 

O  bien  escribir  la  firma  al  pié  de  los 
trabajos  copiados,  como  ha  hecho  algún 
colega  de  la  capital,  al  que,  de  paso,  le 
diremos  que  le  estamos  muy  agradecidos. 

Por  hoy,  basta. 

Creemos  inútil  citar  los  periódicos  de 
provincias,  á  que  aludimos,  y  que  son 
los  raptores. 


Charlatán .  —  En  efecto,  no  es  publicable  su  Cal- 
vario. ' 

Jacinto  Argental.  —  Paede  que  si  vd.  la  conozca, 
pero  de  otro  modo  no  era  publicable 

Ahí  y  no  admito  nada  más,  tan  serióte. 

A .  Z.—No  he  visto  la  poesía  á  que  alude  V.,  ni 
falta  que  me  hace.  Solo  con  ver  su  nota  bene. . .  com- 
prendo que  es  mala;  la  poesia,  eh?  y  la  nota  también. 

Fantasma.— ]Xpa,rta.d  fantasmas  vanos! 
Jf.  .S'oria.  —  (Catamarca).   Por  correo   contesté  su 
carta. 

B.  ¿.—No  está  mal,  ni  bien  también. 
Kos7nos.—Xprieta.l  Me  gusta  mucho  su  carta;  que 

es  buena  de  verdad,  pero  ¿cómo  quiere  v.  que  le  de- 
mos un  bombo  á  una  cosa  tan  inocente?  No  vale  la 
pena  francamente. 

Emilio,  ¡oh  la  fuerza  del'  consonante!...  cuan  ol- 
vidada te  tiene  D.  Emilio! 

A .  M.  de  C— No  se  recibió  nada. 

Promotor  —Su  poesia  promoverla  una  revolución 
en.  el  Parnaso,  y  no  es  bueno  enemistarse  con  las 
musas.  Le  pido  un  poco  de  respeto  para  esas  se- 
ñoras. 

PMfc/iCííft/e?— Fusilable. 

Pajarito.— ÜAy  pájaros  que  cantan  muy  mal,  y  V. 
es  uno  de  ellos. 

Patriota. — n'o  es  para  El  Cascabel. 

F.  (le  H.  -  Miraré  de  corregir  algo,  con  su  permiso. 

Un  amíffo.—La.  amistai  es  una  cosa  y  la  falta  de 
silabas  en  un  verso  es  otra  cosa  digna  de  tomarse 
en  cuenta. 

Censor. — Mire  V.  respecto  á  lo  que  V.  dice  debo 
advertirle  que  es-una  falta  de  respecto  &  la  gramá- 
tica, señoi-a  bajo  todos  conceptos  muy  respectable. 

Constante.— iQaiere  V.  mandar  la  nrma? 

fia/eno.,— Huyamos  de  los  ripios. 

Llig.—Le  digo  á  V.  lo  mismo  que  á  Constante. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:   ENRIQUE  COLL 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »   0.10 

»        atrasado »  0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

-%%%   (altos) 


:^>i?^m^~  "W^^^if^^^^-^W^f"  7       '^   '- 


EL  CASCABEL 


287 


CUADERNOS  INSTRUCTIVOS 

MONNER   SANS 

Aprobados  por  el  C    N.  de  Eklucación 

Para    pedidos   por   mayor,   diri- 
girse al  domicilio  de  su  autor 

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Premiadas  en 
las  exp<.>siciones 
de  Paris  1878- 
1889,  de  Viena 
1878.  de  Anver 
1885. 

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paritas, ,  veladores,  filtros  para  agua,  etc 
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m&quinas  para  hacer  soda  ó  regaderas,  filtros  para 
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tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despacito.  Los  dias  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
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preparado  únicamente  por 
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Depósito  General:  DÉLA  BALZE  Hnos. 

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ADVERTENCIA 

Se.previene  al  público  que  la  farmacia  establecida 
en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  anteriormente  de  don 
GUILLERMO  A.  CRANWELL,  se  vendió  á  D.  Di^o 
Sproat,  quien  no  es  farmacéutico,  de  modo  que  dicha 
farmacia  no  es  ya  de  CRANWELL  sino  de  Sproat. 

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que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situada  en  la  calle 

VICTORIA,  núm.  647 

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Reproducción  de  cuadros  al  óleo,  acuarelas 
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Inscripta  en  el  Registro  Público 
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Se  reciben  semanarios  españoles: 

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Blanco  y  negro. 
El  Cascabel  (dé  Madrid) 
Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómica. 
La  Semana  Cómica. 
El  Toreo. 
La  Saeta. 
La  Lidia. 
La  Semana  fúnebre. 
El  Mundo  femenino. 
La  Mosca  blanca. 
La  Campana  de  Gracia. 
La  E.squella  de  la  Torratxa. 
Etc.,  etc. 

Estos  semanarios  se  venden  en 
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Aires. 

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Fuera  de  la  ciudad ...     »  0 .20        id 


Tomado  del  natural, 
hoy  damos  este  señor, 
que  es  el  ilusire  ex-Rector 
del  Colegio  Naeional. 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  G' 


^^f^iP 


290 


'i,:  ..:.lT':jít 


EL  CASCABEL 


■■■•    '      '.....'-^v--- 


■-^HSX r- 


A  llegado  la  hora  de  to- 
marnos las  <50sas  con 
calor:  de  lo  contrario 
nos  exponemos  á  mo- 
rir de  frío,  ni  más,  ni  menos  que  el  go- 
bierno, '"^r 

Cada  cual  se  arreiria  lo  mejor  que  puede 
para  luchar  con  la  temperatura. 

Desde  el  gabán  forrado  de  pieles,  has- 
ta la  camiseta  por  partida  doble,  y  desde 
el  poncho,  hasta  los  tres  pares  de  calzón, 
cilios,  todo  es  bueno  y  admitido  para  con- 
servar el  calor  animal. 

En  vez  del  poncho,  alguien  usa,  y  aún 
abusa,  del  2)onche. 

.    Todo  depende    de  tener  más   frío   en  el 
estómago  que  en  el  cuello. 

— Yo  me  dedico  con  furor  al  café  hir- 
viendo— nos  decía  un  señor  falto  de  caló- 
rico: 

—  ¿Al  cafó  hirviendo? 

— Si,  señor. 

— Pues  yo  estoy  por  el  café...  con  ca- 
mareras, sobre  todo  si  estas  son  bonitas. 


En  fin,  cuestión  de  gustos. 


Las  Cáitíara,s,'que  funcionan  ya.  cuan- 
óo.lcLSiY  quorum,'  prometen  sesiones  inte- 
resantes, y  aseguran  sitio  bajo  techado  á 
los  amantes  de  las  discusiones  parlamen- 
tarias. .  .    .    ;  , 

Estas,  parece  que  serán  animadafe^; 

Y  buenas  para  invierno,  ya  que  ^e 
anuncian  acaloradas  discusiones.  '¿ 

Ano  ser   que  con  el  frío  se  le  hiélela- 
palabra  en   la  boca  á. algún  diputado  de 
los  que  aún   no  han  roto  á  hablatr;.".  ;"  , 
Fruta  del  tiempo  son  los  recibos. 
No   los  del  sastre  ó  del  casero.  ,     V    ■ 
No  confundir.  ,    .  . 

Quise  de- 
cir los-  que 
tendrán  lu- 
par  en  los 
más  elegan- 
tes salones, 
y  que  luego 
nos  detalla- 
rá el  de  la 
Vida  soeiaX 
áQ  El  Diario, 
en  sus  jour 
au  jour  y  forever  macanístiros,  que  tanto 
gusto  á-Axi  á  los  aficionados  á  crónicas,  cro- 
mos é  instantáneos. 

No  faltarán  reuniones  modestas,  de  esas 
que  no  dan  que  hablar  á  los  periodistas, 
pero  que  en  cambio  dan  mucho  que  hablar 
á  los  invitados. 

La  familia  de  Charque  ha  pasado  ya 
invitación  á  sus  relaciones  para  el  baile 
con  que  se  inaugurará  la  temporada. 

Y  la  señora  deCuchivacha  reúne  todos 
los  miércoles  á  un  limitado  número  de 
amigos,  que  pasan  bien  la  noche,  jugan- 
do ala  lotería,  y  haciendo  música.  - 

Por  cierto  que  en  la  última  tertulia  se 
presentó  un  joven,  primer  premio  del  con- 
servatorio de  Camolilavagna,  que  tocóla 
flauta  con  la  nariz,  con  una  limpieza  ad- 
mirable, según  la  señora  de  la  casa,  por 
más  que  álos  invitados  les  pareció  que  la 
limpiexa  brillaba  por  su  ausencia. 

En  especial  una  contertulia,  la  joven 
señora  de  Espiche,  se  descompuso  de  un 
modo  horrible,  y  le  dio  el  ataque,  por  que 
se  acordó  de  un  primo  carnal  que  era  gran 
concertista,  de  flauta  también,  y  que  por 
un  desengaño  amoroso  se  hundió  el  ins- 


j^*(!f^^'V^ef'-íf^'^'^J''^'^'^-^-'*^''f^VT^     "«^"■'"f"-'        ""^j 


EL  CASCABEL 


291 


trumento  en    el  cuerpo  j' al  ™orir,  llenó 
de  acordes  la  estancia. 

Aparte  de  estos  pequeños  lunares,  que 
en  sí,  nada  son,  los  miéreoles  de  la  de 
Cuchivacha  son  muy  animados,  y  lo  se- 
rán mucho  más  cuando  empiecen  las  lec- 
turas de  poesías,  á  que  tan  aficionada  se 
muestra  la  señora  de  la  casa. 

Sabemos  ya  que  varios  poetas  caseros 
esgrimen  la  péñola  en  la  soledad  de  sus 
poéticos  hogares,  y  también  sabemos 
que  la  composición  que  hará  más  ruido 
será  la  de  Sánchez,  que  es  almacenero 
por  mayor,  y-  á  ratos  compone  algo  para 
los  periódicos  destinados   al  bello  sexo. 

Es  lo  que  nos  dice  otra  señora  de  nues- 
tra relación,  y  que  también  piensa  dar 
soirees: 

— La  cuestión  es  pasar  las  veladas  de 
invierno. 

—Sobre  todo  pasarlas  bien. 

— Y  económicamente.  Unas  veces  le- 
yendo poesías,  otras  haciendo  música,  en 
ñn,  cultivando  las  bellas  artes  y  l"as  rela- 
ciones. 

— ¡Las  relaciones  sobre  todo! 

— Algún  desengaño  me  llevo;  mire  usted, 
hasta  he  sabido  que  los  invitados  critica- 
ron el  hctich  con  que  solía  obsequiarlos  á 
media  noche,  pero  para  este  año  todo  lo 
tengo  pensado  y  he  contratado  una  parti- 
da de  queso  de  bola,  y  otra  de  membrillo, 
á  fin  de  que  no  se  quejen  los  golosos. 

¡Bendito  invierno,  que  tales  momentos 
nos  hace  pasar! 

Por  que  entro  los  teatros,  y  los  recibos, 
nos  olvidamos  dal  frió  y  nos  distraemos 
honestamente. 

Que  es  lo  que  conviene  en  estos  tiempos 
de  catarros  agudos  ó  sostenidos. 

Elio  es  que  cada  quisque  se  pone   á  la 


—Me  rio  yo  áel  frió... 

Y  que  bien  lo  puede  decir  el  condenado! 

Corramos  una  manta  de  abrigo. 


LO  DE  SIEMPREl 


.  Quien  dice  que  el  amor  es  duradero    "  . 
63  un  bribón  que  dice  una  mentira. 
—El  amor  es  un  sueño  pusajero 
que  sonrie  un  instante  y  se  retira! 

¿Y  las  pruebas?— Me  amaba  con  locura; 
yo  también  la  adoraba... 
y  alguna  rosa  del  jardín  murmura 
de  todo  cuanto  entre  los  dos  pasaba. 

Después  ..  los  días  al  batir  sus  alas 
¡ay!  nos  de  jaron  de  ese  amor  ilesos; 
Ella  quedó...  con  su  belleza  y  galas, 
yo  me  alejé  llevándome  sus  besos! 

Patricio  Gallo» 
Las  Cañas  (Salta)  Abril  24  del  í»2. 


defensiva,  en  especial    los  que  no  ¡lueden 
decir  como  D.  Sisebuto  Lanas. 


-5^Í]H$- 


PARADOJA 


Con  sus  dedos  divino.s 
el  Suelo  de  vaa  nm-he  de  rerano 
toca,  y  el  suelo  que  preludia  el  piano, 
obliga  á  desvelarse  á  los  vecinos. 


£E0¥EEBIO 


Cierto  rengo  tropezó 
con  un  oaiiiu  en  su  camino, 
y  por  az  ir  del  desiii.o 
allí  el  alma  sp  i'ompió. 

Y  esto  la  vei'dad  alaba 
de  aque!  iiroycr  io  prnlundo 
que  nos  dice:  (¡ue  cu  (.''  mundo 
quien  vuií  anda,  nml  acaba. 


Emilio  (i i  1,1. 


292 


EL  CA8CABB1. 


UN      LITIGIO 


Pedro  Ruiz  era  un  muchacho 
que  se  daba  á  la  bebida, 
y  se  pasaba  la  vida 
completamente  borracho. 
Cierto  día,  por  cambiar 
de  compañía,  ó  de  vino, 
fué  guiado  por  su  sino 
al  almacén  de  Gaspar. 
Salió  de  allí  echando  lumbre 
por  el  vino  trasegado, 
y  en  un  lamentable  estado, 
jmucho  más  que  de  costumbre! 
Torciendo  por  la  derecha 
Mego  á  una  casa  lujosa, 
y  allí  una  bomba  monstruosa 
tenia  ardiendo  la  mecha. 
Una  dama  en  el  balcón 
— jauxilio!— á  gritos  pedía, 
pero  la  gente  corría 
huyendo  de  la  explosión. 
Ruiz  llegó  dando  un  traspié 
á  donde  la  bomba  estaba, 
y  sin  ver  dónde  se  hallaba 
cortó  la  mecha  y  se  fué. 

Asi  la  dama  escapó 

de  sufrir  allí  la  muerte, 

mías  se  asustó  de  tal  suerte 

que  del  disgusto  murió. 

No  sin  pensar,  que  en  conciencia 

el  que  le  salvó  la  vida, 

bien  tenía  merecida 

buena  parte  de  su  herencia. 

Ruiz.  muy  alegre  sin  duda, 

soñójen  gozar  con  afán, 

dando  crédito  al  refrán 

«quien  se  achispa  Dios  le   ayuda.» 

Y  cuando  iba  denodado 

á  cobrar  como  heredero, 

se  presentó  un  caballero 

disputándole  el  legado. 

Hizo  éste  al  punto  constar 

el  derecho  en  que  se  hallaba, 

pues  que  allí  representaba 

al  tabernero  Gaspar. 

y  dijo: 

—Sí  Ruiz  ha  sido 
el  que  pvitó  la  explosión, 
quien  le  impulsó  á  tal  acción 
fué  el  vino  (lue  hubo  bebido; 
por  lo  tanto,  considero, 
en  acuerdo  con  la  ciencia, 
qufe  quien  merece  la  herencia 
no  es  él,  sino  el  tabernero. 


Pensó  el  juez  por  un  instante 
obrar  según  lo  que  oyó, 
cuando  en  aquél  pleito  entró 
otro  nuevo  litigante. 
El  que  era  dueño   feliz 
en  cierto  pueblo  vecino, 
de  la  viña  que  dio  el  vino 
que  había  achispado  á  Ruiz. 
Así  el  litigio  se  hallaba, 
mas  acudió  en  alegato, 
el  autor  de  un  aparato 
conque  la  uva  se  prensaba; 
con  argumentos  brillantes 
y  mil  pruebas  á  la  vez, 
convenciendo  al  señor  juez 
derrotó  á  sus  contricantes. 
Diciendo  así: 

—Considero 
que  á  no  ser  por  mí,  señor,    • 
no  hubiera  el  vinicultor 

ni  existiera  el  t^abemero, 

ni  Ruiz   estando  beodo 

hiciera  su  hazaña  extraña; 

de  modo  que  aquí  la  hazaña 

y  el  mérito  es  mío  todo. 
El  juez  en  igual  creencia 

tras  reflexionar  un  rato, 

al  autor  del  aparato 

iba  á  conceder  la  herencia, 

cuan  lo  apareciendo  allí 

otro  nuevo  tabernero 

dijo: 

—Demostraros  quiero 

que  la  herencia  es  para  mí. 

Al  señor,  que  ha  conseguido 

el  triunfo  con  su  defensa, 

dio  la  idea  de  su  prensa 

el  vino  por  mí  vendido. 

Él,  bajo  el  influjo  ardiente 

<ie  mi  vino,  discurrió, 

y  su  aparato  inventó 

borracho  completamente, 

— ¡AdioS!— el  juez  receloso 

pensó— ¡otra  vez  empezamos? 

¡Pues  señor,  nos  encerramos 

en  un    círculo  vicioso! 

Y  el  otro  dijo: 

—¡No  tal! 

—¿Cómo? 

— Lo  demostraré: 

porque  yo  lo  fabriqué 

y  el  vino...  ¡¡era  artiflcialü 


Luis  García. 


í .  •' 


EX.  CASCABEL 


*     ■■ 

293 


TWILÍaHT    HOÜRS 


(HORAS   CREPUSCULARES) 

Do\ix  crépiiecxile,  lieiare  dos  songos, 
Sur  les   gr^axids  Sois   tristes,    descerLcis; 
v^omme  les    ]d1©\j.s    ©sprits,    men songos, 
Blév©   tes  ^apeixps  ci'enoens! 

Daniel  García  Mansilla. 

melodía  para  piano 

POR 

BDUARDO   García  mansili.a 


AnViH^U/j  ¿        ^        ,      — ^w, 


ñ 


U-Z^  u 


294  EL  CASCABEU  -   ' 


DOCUMENTO  CURIOSO 


(GÍACETILLA  FÍN  DEL  SIGLO...  QUE  VIENE) 


6( 


,  1  estudio  de  Mr.  Khin,  nuestro  g^an  novelista.  —  Conforme  prometimos  á  * 
nuestros  iectores,  hemos  hecho  la  anunciada  visita  á  Mr.  Khin,  nuestro  sabio  novelista, 
el  primero  sin  duda  de  este  siglo,  el,  qiie  sabe  tratar  las  más  arduas  cuestiones  con  per- 
fecto conocimiento  de  causa,  sin  divagar,  como  los  novelistas  del  siglo  xix,  y  sin  dar 
á  la  fantasía  más  importancia  de  la  que  tiene,  es  decir,  dejándola  únicamente  crear  los 
casos  patológicos  que,  conao  problema,  permanecen  sobre  la  mesa  de  estudio  del  no- 
velista, prontos  á  ser  tratados  con  toda  verdad  y  con  ajuste  á  la  última  espresión  del 
adelanto  humano.   - 

A  las  diez  de  la  mañana,  el  tramway  eléctrico  ¿perfeccionado,  me  dejaba  en  jel 
balcón  núm.  15  de  nuestra  principal  avenida. 

Al  poner  el  pié  en  el.  balcón,  abriéronse  las  puertas  del  mismo,  y  el  autómata,  que 
sustituye  hoy  á  los  imbéciles  y  costosos  criados  del  siglo  pasado,  me  dirigió  la  acos- 
tumbrada pregunta: 

—¿Quién  es.  V?  ¿Qué  quiere?     ' 

—Hablar  con  Mr.  Khin— contesté— colocando  los  labios  en  el  receptor  eléctrico  de 
palabras. 

El  autómata  desapareció,  y,  al  poco  rato,  el  gran  novelista,  el  sabio  conocedor  del 
corazón  humano,  estaba  en  mi  presencia. 

Manifestéle  quién  era  y  lo  que  quería,  é  inútil  creo  decir  que  fui  recibido  con  toda 
clase  de  consideraciones-ij 

La  conversación  recayó,  como  es  natural,  en  Natura,  la  obra, que  está  terminando 
Mr.   Khin,  y  que  es  la  última  palabra  de  lá  moderna  nóvela. 

El  autor  se  expresó  con  entusiasmo  y  nos  adelantó  varios  datos,  que  no  titubeamos 
én  hacer  conocer  á  nuestros  lectores. 

Sé  trata  de  una  obra  eminentemente  humana. 

Los  efectos  y  las  causas  han  sido  estudiadas  sobre  el  terreno.  ,  '     . 

La  terrible  pasión  de  los  celos,  está  pintada  de  mano  maestra. 

El  autor,  que  es  celoso  como  un  turco  de  aquellos  que  existían  antes   de  que -la 
Rusia  se  merendase  el  imperio  de  lá  media  luna,  se  casó  pot*.  interés  con  una  rica  amé*--  - 
rícana,  y  asi,  de  paso,  estudió  q\  matrimonio  por  cálculo  (ano  de  los  «api lulos  más 
interesantes  de  la  obra)  y  aprendió  ó  fingir  amores  que  no  sentía  y  á  gastar  plata  que, 
en  realidad,  no  poseía,  por  más  que  la  usufructuase. 

El  monstruo  délos  celos  sei'presentó,  ya  que  el  autor,  que  en  realidad  ntí  estaba, 
enamorado,  descuidó  un  poco  su  tesoro  americano,  y  éste,  que  tenia  mucho  gancho, 
prendió  en  él  á  un  joven,  que  era  corazón  de  la  cabeza  á  los  pies. 

Mr.  Khin  sufrió  horriblemente,  porque,  al  fin  y  al  cabo,  tenía  delicadeza. 

Pero,  por  fin,  no  pudiendo  aguantar  el  peso...  de  su  desgracia,  resolvió  cortar  por  lo 
sano,  y  cortó  el  terrible  nudo  gordiano,  cuando  más  apretado  estaba,  como' consta  en 
la  ruidosa  causa  que  se  promovió  á  raíz  del  suceso,  y  que  tan  vivamente  llamó  la  aten- 
ción de  lá  sociedad  londonense. 

¡Qué  descripciones  tan  llenas  de  ¿verdad  ha.hecho  Mr.  Khin  en,  el  capítulo  de  los 
celos!... 

Luego  Testudia  la  viudedad,  y  lo  hace  como  concienzudo  viudo. 

El  capítulo  del  hospital,  en  .el  que  acabó  sus  días  la  adúltera  esposa,  en  clase  de 
hermana  del  Ejército  de  Salvación^  se  ha  de  leer  con  el  pañuelo  empapado  en  ácido 
fénico.  ^. 

El  autor,  llevado  de  su  amor  á  la  verdad,  se  dejó  amputar  el  dedo  meñique  de  la 
mano  izquierda,  y  mientras  le  operaban,  iba  escribiéndolas  impresiones  en  una  tira 
de  tafetán."  ■■''.-  '  '  .  - 

En  fin,  nó  puede  darse  mayor  realidad. 

En  Natura,  la  cuestión  social  se  estudia  detenidamente,  en  el  capítulo  Dinamita. 
El  autor  hace  gala  de  su  erudición,  estudiando  el  origen  del  anarquismo,  que  tanto 
impresionó  á  nuestros  antepasados  del  año  1892. 

Para  conseguir  un  efecto  real  completainente,  el  autor  piensa  hacer  volar  su  magní- 
fico chalet,  que  encierra  colecciones  notabilísimas  de  cuadros  y  manuscritos,  los  cua- 
les constituyen  la  fortuna  de  Mr.  Khin. 

Ya  comprenderán  nuestros  lectores  que  la  obra  hará  ruido,  y  marcará  nuevos  rum- 
bos á  la  novela  que  iniciaron  los  Goncourt,  Zola,  Daudet,  Gáldós,  Pereda,  Fariña, 
Tourgeneff,  nuestros  compatriotas  Dickens  y  Ouida.  y, algunos  imitadores^  que  no 
merecen  ser  nombrados,  todos  ellos  escritores  del  siglo  xix. 

.  .  -    Andrés  Soler. 


J'W^^v"'W7k^^^^< 


'   CITA 


Es  el  señor  Don  Severo   . 
un  extraño  cahallerp  '^ 

que  pasa  noches  y  días 
lleno  de  amor  verdadero 
entregado  á  sus  manías. 
Es  Don  Severo  escritor 
y  lo  tiace-medianamente, 
pues  le  .ha  dado  al  buen  señor 
por  citar  con  gran  calor 
á  todo  bicho  viviente. 
De  una  moda  que  abomina 
escribe  contra  el  capricho, 
y  dice— «Moda  anodina 
¡ah!   que  Cicerón  ha  dicho 
Qousque  tándem  Catilina... 
Sí-  se  encuentra  delicado 
se  carga  al  punto  de  ropa, 
diciendo,  por  si  es  buscado, 
que-  toma  un  huevo  á  la  copa 
y  está  ad  Ovo  dedicado. 
Satisfecho  el  apetito 
se  duerme  contra  su  empeño, 
y  dice  luego  el  bendito  : 
•-¿Me  dormí?  La  vida  es  sueño 
como  Calderón  ha  escrito. 

Y  en  su  anhelo  de  citar 
cita  á  Moisés,  Platón, 

¿  Sócrates,  Castelar, 

Rabeláis,  Plinio,  Alarcón; 

Montalvo,  Gal!  y...  ¡¡La  marí!  - 

Pues  bien,  este  caballero 

posee  una  hija  preciosa, 

la  que  pasa,  á  lo  que  infiero, 

una  vida  fastidiosa 

al  lado  de  Don  Severo,     , 

puesto  que  continuamente      . 

la  riñe  tan  duramente, 

que  su  amargo  llanto  escita 

todo  ello,  naturalmente, 

aliñado  con  su  cita.  í 

Aveces  ella  ha  tratado 

de  convencer  al  papá, 

para  que  dejase  á  un  lado 

las  citas,  ¿y  lo  ha  logrado? 

Y  ¡qué  ha  de  lograrlo!  ¡cá! 
al  contrario,  el  buen  señor 
le,  ha  dicho: 

— Sólo  hallarás 
consuelo,  dicha  y  honor 
y  laureles  por  mayor, 
con  las  citas,  nada  más. 
Ella  á  las  citas,  cansada, 
viendo  dar  tanto  interés 
aburrida  y  fastidiada 
de  tres  muchachos  prendada 
llegó  á  citar  á  los  tres. 
Lo  supo  ál  fin  don  Severo, 
que  es  un  hombre  muy  entero, 
fuese  en  busca  de  la  hermosa, 
vio  no  se  qué,  y  le  dio  fiero 
una  paliza  horrorosa. 


Don  Severo  sacudía,  ,  ■ 

la  pobre  niña  lloraba,      -  - 

y  entre  sollozos  decía 
—¡yo  tus  consejos  seguía 
y  á  las  citas  me  entregaba! 
Pero  aquél  padre  inclemente 
siguió  á  la  niña  tundiendo 
y  decía  únicamente: 
—¿Citas?...  ¡Yo  estoy  ejerciendo 
de  crítica  contundente! 

S.  Garrido. 


JL  IME 


Como  oculta  entre  el  cendaí 
de  una  niebla  matutina, 
aún  recuerdo,  Inés  divina, 
tu  belleza  virginal. 

,   Ya  lo  ves ; 
de  tanto  tiempo  á  través, 
aún  recuerda  el  alma  mía 
aquel  ángel  que  vio  un  día 
como  se  vé  en  Occidente, 
entre  fantasmas  de  plata, 
la  luna  cuando  dilata 
su  luz  tibia  en  el  ambiente. 

¡Qué  casta  la  blanca  tez 
y  aquella  frente  serena 
que  imita  de  la  azucena 
la  Cándida  palidez! 

Cuando  asoma 
en  tus  ojos  de  paloma 
el  brillar  de  la  alegría 
como  el  sol  de  Mediodía, 
parecen,  por  su  color, 
del  cielo  claros  espejos; 
•  por  sus  fugaces  reflejos, 
el  primer  sueño  de  amor. 

Tu  mirar... 
¿No  has  visto  nunca  del  mar 
la  inmensa  móvil  llanura, 
que  parece  que  murmura 
en  el  vaivén  de  su  calma 
para  el  corazón  delicias, 
para  el  anhelo  caricias 
y  esperanzas  para  el  alma?...    . 

El  ondulante  brillar 
de  tu  rubia  cabellera, 
recuerda  la  luz  primera 
de  una  aurora  al  despuntar. 

Catarata 
que  en  hebras  de  oro  desata 
la  belleza  refulgente 
de  las  luces  que  en  Oriente 
el  claro  nacer  del  sol 
difunde  por  el  espacio, 
bajo  un  cielo  de  topacio 
entre  nubes  de  arrebol!... 

Por  eso,  niña  ideal, 
la  de  la  frente  serena, 
la  de  la  tez  de  azucena 
y  los  labios  de  coral ; 
la  de  virginal  perfil, 
la  de  azules  ojos  bellos, 
la  de  los  rubios  cabellos 
y  la  del  talle  gentil, 
cuando  exhalando  un  suspiro, 
con  el  alma  absorta  miro 
vagar  por  el  corazón 
tu  encantadora  visión., 
si  la  voluntad  se  lanza 
á  alcanzarla  en  raudo  vuelo, 
sigue  al  nacer  de  un  anhelo 
el  morir  de  una  esperanza! 

Jorge  de  Almenara. 


296 


•'S'rtT?'^^'?'^ 


n.  CA8C4BBL 


:    t  i-' 


MODOS  DE   GA 


(A  las  6  a.  m.) 
¡La  Nación!. ..   [La  Prensal 


(A  las  Ha.  m.) 
Dar  de  comer  al  hambriento. 


(A  las  i  2) 
El  sueño  reparador. 


(A  las  3  p.  m.) 
Se  reparten  anuncios  hasta  las. 


(A  las  8  112  p.  m) 
Empieza  el  negocio  de  contraseñas 


ft 


EL  CASCABEL, 


29T 


NAESE  LA  TIDÁ 


{De7  á9) 
Costura 


(Be  9  á  íi) 
Ensayo 


{Be  2á  5) 
Conferencia  con  el  del  pa'co  núm., 


{Be  5  á  7) 
A  entregar 


{Be  8  á  12) 
Ejerciendo  de  suripanta  vaporosa 


\ 


{A  la  i) 
Que  lo  averigüe  Vargas. 


BESOS  POR  AMOR  DE  DIOS 


■    ;  ■ 

'■'i      :■•■ 


•  LOUNAS  damas  caritativas  de  los  Estados  Unidos,  sé  han  de- 
jado besar  á  precios  convencionales,  ú  fin  de  reunir  socorros 
para  los  pobres,  . 

Las  tómbolas,  conciertos,  bailes,  etc.,  no  dan  ya  resultado. 
Era  preciso  discurrir  algo  nuevo,  que  moviese  á  compasión  por 
los  desvalidos,  y  las  señoras  y  sei^oritas  norte-americanas  lo 
han  encontrado:  los  besos. 
El   procedimiento  no  ha  de  tardar  en  extenderse  por  todo  el  mundo  civilizado, 
porque  para  ciertas  cosas  se  necesita  mucho  déla  civilización. 

■En  IBuenos  Aires,  al , poco  tiempo  de  saberse  la  noticia,  nació  entre  las  individuas 
de  una  asociación  caritativa,  el  deseo  de  llevarla  á  la  práctica,  y  n,o  tardaremos  mucho 
en  oir  por  esas  calles'  el":       .  •    '  /"   ; , 

.yí'^umor  de  besos  y  batir  de  alas.  s 

de  que  nos  hablaba  Becquer. 

— ¿Qué  es  eso?— preguntaremos,  sorprendidos. 
.     — Nada — nos  contestarán.  Son  dos  señoras  que  están  realizando  actos  de  caridad. 

Una  vez  establecido  el  procedimiento,  si  algún  marido  celoso  sorprende  á  su  cara 
mitad  besándose  con  un  caballero,  no  podrá  darlos  gritos  indicados  de: 
.    — ¡Infame!  ¡Traidorai  ,         • 

Sino  que  interrogará  cariñosamente. 

— ¿Para  los  pobres  de  qué  parroquia  son  esos   besos? 

Una  viuda,  que  Hora  permanentemente  el  recuerdo  de  su  difunto,  exclamaba  días 
pasados.  ,    ■  • 

—¡Esto  si  que  puede  llamarse  caridad  sin  sacrificios f"^ 

Pero  como  en  nuestro  siglo  de  adelantos,  basta  que  se  dé  -á  conocer  la  más  sencilla 
idea,  para  que  se  encuentren  mil  progresos  y  perfeccionanriientos  de  ella,  préveemos,  á 
no  tardar,  el  caso  de  que  para  lograr  mayores  beneficios,  se  rematen  Jos  besos.     ■ 

Veremos,  pues,  á  un  martiliero  subido  sobre  una  &illa,  y  á  sus  pies  una  hermosa  , 
señora,  que,  hasta  acostumbrarse  al  espectáculo,  permanecerá  con  los  ojos  bajos. 

— Señores — dirá  aquel.— Véase  la  clase.  LaSra.  A socia  de.....  á  favor  del  asilo 

de  dementes,  remata  cuatro  besos  al  mejor  postor.  Base:  ¡2  pesos! 

— ¡Tré:S  pesos! — dirá  algún  muchacho,  que  no  duerme  hace  un  trimestre  pensando 
en  la  mercancía  que  se  remata. 

— jTres  y  medio! -añadirá  uno  de  esos  viejos  aficionados  al  almíbar.  ■ 

— ¡Cuatro!  .  •      , 

— ¡dinco! 
.      —¡Cinco  y  medio! 

Y  seguirán  pujando,  hasta  que  el  martiliero,  creyendo  suficiente  la  ganancia,  grite: 
— íAdjudicado!  , 

Y  entonces  la  dama  dará  al  comprador  los  cuatro  besos  anunciados,  poniendo  sus 
labios  en  la  cara  de  aquel,  y  el  pío  pensamiento  en  San  Vicente  de  Paul. 

Los  novios  aprovecharán  la  oportunidad,  y  se  gastarán  rápidamente  la  plata  impri- 
miendo ósculos  amantes  en  el  rostro  de  sus  prometidas,  pagando,  á  precio  de  tarifa, 
con  el  descuento  de  costumbre. 

Arturo,  .que  está  locamente  prendado  de  la  esposa  de  su  tutor,  desesperado  por  no 
conseguir  ef  más  pequeño  favor  de  ella,  se  decidirá  á  hacer  el  último  esfuerzo. . 

'-^¡Etelviiia!-^dirá.  — ¡O  su  amor  ó  la  muerte! 

*--A.pture,  por  Dios;  no  me  comprometa  V.  más.  Yo  no  puedo  fa  l.ir  á  nfiis  deberes. 

— ¡Etelvina!  V.  no  tiene  corazón.  Haga  V.  comparaciones  ente  el  abipón  de  su 

esposo  y  yo 

^  ^^^  ^ ^Arturo.  Basta.  No  puedo  seguir  escuchándole  áV 

—¡.Por  compasión!  ¡Un  beso  solo!  Si  no  le  pido  casi  nada..... 
•   — jlmpósible! 

— ^Pot  caridad! 

^j^qr  caridad?  ¡Ah,  eso  es  otra  cosa!  • 

Y  la  tutora.  besando  al  doncel  desesperado,  hai%  un  doble  acto  meritorio:  calmar  á  * 
Arturo  y  reunir  un  espléndido  socorro  para  sus  protegidos. 

Varios  caballeros  solos,  preveyendo  las  contingencias  futuras,  andan  por  ahí  rela- 
miéndose los  labios. 

Pero  sé  nos  ocurre  que,  siendo  tantas  las  sociedades  de  beneficencia,  y  abundando 
tanto  la  miseria,  deseosas  todas  las  socias  de  aquellas  agrupaciones,  remediar  las 
desgracias  de  sus  pobres,  nacerá  necesariamente  la  competencia. 


¡    á 


V«VPl»«Hli»lli' 


:x^ 


^". 


MATE  CON  CIReUNSTANCIAS 


■=*■> 


-  ^'^--Mf-  rf-H*»-'***''--*-^  ■<•».,'- y^'-ii^-'-J..  -í-^^,-  ■¿.^•«  1-^.,-  ->«*„.■*■,*    ,  *^-^.i*^»t--&-jt-^.  — >  •.(^,-,- 


Está  de  Dios  que  no  podemos  es- 
tar solos...  ahí  vieiie  el  compadra.  ' 


— i(36mo  le  vá  cuñíio! 

—Pastóriando.:. 

(La  china.)  (Yo  os  espanto.) 


— iPucha!...  ¿V.  per  es-tos  ra^os?¿. 
—A  cimarronear,  compañfr».  ■ 


Y  así  llegan  á  reunirse  una  punta 
de  vagos,  que  estorban  n  la  Joven 
pareja.  Pero  la  cliina  les  dÁ  "mate 
con... 


s^- 


El  efecto  es  rápido. 


Y...  ¡al  fin  solos,  morocha  mía! 


900 


..\    ...^   -■■....4...J     >  • 

^.mi  Milu  Jii>    lili" 


et.-CASeA.BEL 


->l- 


Y  á  DO  tardar  se  leeftün  nvisos  como  el  siguiente: 


*  ■■■' 


¡BESOS!  ¡BESOS!  ¡BESOS! 

Las  Damas  de  Caridad  de  lá  Parroquia  X 
han  reducido  su  tarifa  en  un  20  por  100. 


o  este  otro: 


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En  la  fotografía  de...  están  los  retratos 
de  las  socias. 
Elección  libre.' 


Estamos,  por  lo  tanto,  próximos  A  una  gran  revolución  en  nuestras  costumbres. 
Y  una  vez  puesto  en  uso  el  beso  de  beneficencia^  vendrán  el  abuso  y  el  cansancio 
natural. 

Entonces,  nuestras  damas,  cayos   sentimientos  caritativos    son  bien  conocidos, 
buscarán  .Qtr,Q.  medio  de,  recaudar  fondos. 
•    Y  de  los  besos  se  pasará  á  los  abrazas. 
Y  asi  sucesivamente. 

\\  quién  sabe  á  dónde  iremos  á  pararJ  •  . 

José  M^  Mendoza. 

I        11         ■■■  ^.   I    .1  •-     .       .   .1  -  ■■!■    ■II-..       -.         I       ,  1.  I  .        I  ■    I      ■        .■■I-  ■    —  ■    I     ■        III    I  -  —    - -    —  ■^  M.mt'y  -I- —  ^        ■      ■  ■  .      — 

LOS    VOLUNTARiOS 


-Desde  que  han  regresado  los  voluntarios  huelo  mucho  á. 

-¿A  qué,  mamá? 

-j¡A  pólvora!!  Y  te  aviso,  para  tu  gobierno,  que  no  estoy.. 

-¿Por  la  pólvora?  . 

-Ni  por  los  voluntarios  tampoco. 


■ 'i.-;-.;*". 


^-?^rii^'£«^^!p^- 


EL  CASCABEL 


301 


DE  DOMINGO  A  D  )MING0 


La  Seña  Francisca,  lo  han  dicho  yn 
lodos  los  diarios,  no  es  una  comedia;  pp- 
ro,  comedia  ó  caricatura,  tiene  much.i 
gracia,  qve  es  lo  que  trataría  sin  duda 
Echegaray  de  deiiiostrar  al  escribirla. 

El  desempeño  de  faí  obra  fué  bueno,  y 
los'más  pequeños  detalles  resaltaron,  gra- 
cias á  la  acertada  dirección  escénica  que 
hemos  reconocido  en  la  compañía,  que 
hoy  por  hoy  es  la  que  se  lleva  la  prefe- 
rencia del  público  serio,  digámoslo  asi. 

La  señora  Galé  que  es  una  característi- 
ca que  siempre  está  en  carácter,  alcanzó 
muchos  aplausos  en  el  papel  de  protago- 
nista, y  las  demás  partes  de  la  compañía 
estuvieron  como  de  costumbre. 

Otro  teatro  afortunado  es  el  de  la  Come- 
dia./Davanie  la  semana  se  ha  representa- 
do, como  novedad.  Oro,  Cobre,  Plata 
y....  nada.,  y  efectivamente;  la  obra  no 
tiene  nada  absolutamente,  á  no  ser  su 
poco  de  aparato,  trajes,  etc..  que  la  em- 
presa ha  presentado  con  la  mayor  propie- 
dad posible. 

Juárez,  cada  dia  másgracieso  y  más  jus- 
tamente querido  del  público,  que  siempre 
vé  en  Rogelio  al  actor  voluntarioso,  dis- 
puesto á  hacer  pasar  el  mal  humor  al  es- 
pectador más  sombrío.  Además,  la  señori- 
ta Tomás,  tiene  ya  su  numeroso  grupo  de 
devotos,  y  la  señorita  Cervantes,  á  medida 
que  es  más  conocida,  es  más  aplaudida; 
con  estos  elementos  el  teatro  se  llena  no- 
che á  noche  con  gran  disgusto  de  los  em- 
presarios. 

Algo  parecido  ocurre  en  Apolo,  en  donde 
se  han  establecido  los  espectáculos  por 
secciones. 

Mientras  se  aguarda  la  compañía  de 
Falconi,  ha  empezado  á  trabajar  en  el  Po- 
liteama  una  regular  compañía  dramática 
española,  que  sin  duda  atraerá  á  los  ami- 
gos de  emociones  fuertes. 

El  teatro  Doria,   en  donde  funciona  uua 


compañía  de  ópera  ita.Iiana,  cuenta  las 
funciones  por  llenos. 

Novedades,  siempre  firme  en  la  brecha, 
aunque  con  poca  fortuna,  y  Alhanibra 
cerrado  por  a hóí'a. 

Las  Folies  Forlet  concurridas,  y  más 
lo  serán  cuando,  una  vez  más  conocidas, 
adquieran  el  selló  especial  que  las  ha  de 
(lisiiiiguir   de  los  demás  centros  de  re- 

UI1Í(MI. 


Leo:  «  Por  falta  de  número  no  se  re* 
umeron  ayer  las.Cámarasde  Senadores  y 
Diputados.» 

I  Vamos!... 

Aún  no  asamos,  y  ya 


Pecó  el  músico  Pascual 
de  sol  á sol  anteayer; 
mas  con  lógica  obró  el  tal, 
pues  solo  hizo  recorrer 
una  escala  musical. 


Se  ha  designado  al  Sr.  García  Velloso 
para  escribir  la  letra  del  Himno  que  ha  de 
cantarse  en  las  fiestas  del  cuarto  centena- 
rio del  descubrimiento  de  América. 

Bueno.  El  Sr.  Velloso  tiene  méritos  so- 
brados para  escribir  un  himno;  pero  ¿no 
hubiera  sido  mejor  celebrar  un  concurso? 

Y  conste  que  nosotros  no  hubiéramos 
tomado  parte  en  él. 

Pero  corre  por  ahí  tanto  vate.... 


Nunca  infles,  cuando  comas,  los  camlIos 
ni  te  lleves  el  pan  en  los  bolsillos- 
puesto  que  en  caso  tal,  es  lo  decente, 
llevarse  los  cubiertos  solamente. 


Habla  el  señor  Filz-Simón: 

Besde  los  tiempos  de  Teócrito  y  Vir- 
gilio, el  mundo  ha  adelantado  mucho. 

¿De  veras? 

¡Qué  me  cuenta  Vd!  ; 

Antes  estaba  el  mundo  tan  atrasado  que 
ni  se  conocían  inspectores  nacionales. 
(Lo  de  nacionales.,  es  un  decir.) 


•  •  ^  :        ■  ■■      .  .    .  -  7 '  «  .  .        - 


302 


ÉL  CJASCABEL 


Si  Virgilio  tropieza  con  un  ¥'úz-SiMOun, 
le  parte  la  lira  en  mitad  de  la  espalda. 


Recomendamos  muy  mucho  á  nuestros 
lectores,  en  especial  ú  los  que  sean  aficio- 
nados á  la  bueno  música,  la  delicada  me- 
lodía original  del  distinguido  dilettanti 
Sr.  Eduardo  García  Mansilla,  á  quien  da- 
mos las  gracias  por  la  atención  que  ha 
tenido  con  El  Cascabel  engalanando  sus 
columnas  con  tan  bella  composición. 

El  Sr.  Mansilla  es  bien  conocido  en  nues- 
tros circuios  artísticos  y,  por  lo  tanto,  no 
debemos  hacer  su  elogio  como  compositor: 


Argos.,  el  ínclito  Argos^  se  rebela  con- 
tra las  disposiciones  de  la  Academia  Espa- 
ñola por  que  le  dá  la  gana.  Son  sus  pa- 
labras. 

Bueno;  en  suscripción  y  suscrición 
menos  mal,  que  de  las  dos  maneras  se  es- 
cribe, aun  que  la  Academia  ordene  el  uso 
dela^.' 

■Pero,  ¡ilustre  presidente  de  la  societé\ 
procure  no  7Xbelarsc  tanto  como  se  rebe- 
la, al  decir  de  una  ilustre  familia  que  es 
•oriunda  de  San  Juan,  adonde  su  jefe  ha 
ocupado  la  piñmera  posición...  etc. 

\En  donde  vamos  á  parar! 

¡Rebelado  ^r(706",  quehablasfde  gramá- 
tica, y  de  batatas,  desde  la  pesca. . . ! 


A.  F.-^Seguramente  ha  errado  V.  el  tiro.  La  ac- 
triz A.  E.  se  enfadarla  mucho  al  leer  los  disparates 
que  me  remite  V. 

Arañita. — Muy  lindo  todo,  y  bien  hecho,  pero  no 
es  publicable. 

H.  /.—Es  muy  floiillo  todo. 

í7no.— ¡Pues  no  faltarla  más!  Soy  poco  exigente, 
aun  que  le  parezca  á  V.  lo  contrario. 

L.  A.  de  /T.— No  está  mal.  Mande  la  firma. 

Bnbolin.— Tal  v«z  la  Comisión' del  Centenario  se  la 
admitirá  para  la  v-lada.  El  Cascabel  nó. 

Manilas.— Y  no  muy  limpitas,  por  cierto. 

Amiga.— El  papel  es  muy  bonito  y  la  letra  tam- 
bién, pero...  ¡qué  versitosJ-: . . 

3Í.  L.  de  A.— Pei-mitame  V.  que  le  diga  que  el  ar- 
ticulo no  me  parece  muy  original 

runo.— Es  muy  malo  todo.  Ni  hecho  expresamente 
se  puede  hacer  peor. 

Colaborpdor.—Pero  á  V.,  ¿quién  le  ha  dicho  que 
es  colaborador? 

F.  /'.—Mande  la  firma.  Hoy  estoy  de  plácemes. 

E.  P.— Lo  dicho:  ¡mándela  V.  también! 

Principiante.— 

Y  la  luna  rjue  refleja 
pdlida  en  la  inmensidad 
alumbra  á  la  ¡¡obre  vieja 
que  acaba  de  agonizar. 
Meditemos  y  oremos,  si  á  V.  le  parece. 

Delantero. — üNóü  Ziíguero,  y  de  los  malos,} 

M.  Soria.  (Catamarca)— Contestaré  por  correo. 

P.  Gallo.  (Tucumán)— ídem  y  mil  gracias. 

/.  Eloi/.—l'iies  ya  puede  romper  V.  la  pluma  v  el 
tintero,  y  hasta  puede  romper  con  lacosturabre  do 
hacer  versos. 

A.  Z.— Es  copia. 

K-K-Seno.—Y  V.  cree  que  es  posible  que  el  sol  di- 
late las  praderas:^  Hombre  ¡por  Dios! 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1 .50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente. »   0.10 

»         atrasado »   0.15 


SI-:  dl':sI':an  agentes  y  corresponsales 


BED ACCIÓN   Y  ADmNISTRACION 

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EL  CASCABEL 


303 


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de  París  1878- 
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1873.  de  Anver 
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juegos  de  lavatorios  de  metal  blanco,  licoreras,  ca- 
nastas para  pan,  aceiteras,  coberteras,  floreros,  lam- 
paritas,  veladores,  filtros  para  agua,  etc 
1-Tí»l  5lHíir'íl<l  sorbeteras,  necesarios  varias 
••^CldClCl  aoj  formas  y  clases,  bidets  surtidos, 
lavatorios,  juegos  de  lavatorios,  juegos  de  toilette, 
máquinas  para  hacer  soda  ó  regaderas,  filtros  para 
agua,  fiambreras,  etc. 


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de  cristal,  cubiertos,  cuchillos,  salivaderas,  palmato- 
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tales de  España  con  benetício  para  el  toma- 
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9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
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ADVERTENCIA 

Se  previene  al  púi)lico  que  la  farmacia  establecida 
en  la  calle  Rivadavia,  que  fué  anteriormente  de  don 
GUILLERMO  A.  CKANWELL,  se  vendió  á  D.  Diego 
Sproat,  quien  no  es  farmactnitico,  de  modo  que  dicha 
farmacia  no  es  ya  de  CRANWELL  sino  de  Sproat. 

LA  ÚXICA  DROGLÜRIA  Y  FARMACIA 
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que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situada  en  la  calle 

VICTORIA,  núm.  647 

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EDMUNDO  E.  CRANWELL 
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30i 


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Blanco  y  negro. 
El  Cascabel  (de  Madrid) 
Las  Dominicales. 
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La  Semana  Cómica. 
El  Toreo. 
La  Saeta. 
La  Lidia. 
La  Semana  fúnebre. 
El  Mundo  femenino. 
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La  Campana  de  Gracia. 
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Etc.,  etc. 

Estos  Semanarios  se  venden  en 
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Aires. 

Para  suscripciones:  CHILE,  2164 


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Editor  propietiirio:   FRANCISCO  FERRÉS 

iHedaccioD  y  Ádraioistracion:  ALSINA  489  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M, 

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Fuera  de  la  ciudad.,.     »0.20        id 


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Director:  ENRIQUE   COLL 


ACTIMCMS    IMlAM.vnCAS 


©MCEPCIO'M    ARAMÁZ; 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C^ 


Actriz  (|ue  viste  muy  liien. 
(¡113  gai  a  fama  y  provecho, 
y  (Mitre  sus  papeles,  ha  liech^^ 
el  do  em presaría  tiimbií-n. 


ii?^'^^íü-L--»-  --■,■_, 


^-í^^y.f.í^k^r^"  "'^'^^^: 


Rw*?^'  -  ^t  ?PÍ*?  ■'.'  --l-í- 


EL  CASCABEL 


»®<- 


HORA  resulta  que  en  Buenos  Ai- 
res se  juega  á  todo,  y  de  todo  se 
'saca  partido  para  apostar  dinero, 
y  qué  el  hombre  que  no  juega  ni  es  hom- 
bre ni  es  nada. 

Dejemos  los  hipódromos  y  frontones 
que  se  encargan  de  fomentar  la  raza  ca- 
ballar y  la  fabricación  de  cestas,  boinas 
y  pelotas,  para  fijarnos  en  otras  clases  de 
juegos. 

— Estos,  todos  sin  excepción,  son  peli- 
grosísimos, nos  decía  no  há  mucho  una 
señora. 

— Lo  creemos  así. 

-rjAh!  y  que  lo  puede  afirmar.  Mire  V.; 
jugando  á  novios,  cosa  propia  de  niñas, 
me  eché  un  novio  que  resultó  cierto  y  se 
casó. 

-=-Naturalmente. 

— No  muy  naturalmente,  por  cierto: 
pues  mis  papas  no  le 
querían,  apesar  de  que 
era  muy  fino  y  gastaba 
galera  á  todo  trapo. 

— Los  papas  siempre 
son  tiranos    • 

—Pero    Ernesto,    que 

así  se  llamaba  mi  novio, 

¿sabe  V.  lo  que  hizo? 

— Tomaría  arsénico.. . 

— ¡Cá!  Tomó  la  resolución  de  robarme 

y  me  robó,  ganando  una  suma  que  habla 

apostado  con  unos  amigos,  que  le  jugaban 

lo  que  quisiera  á  que  no  se  atrevería.  Ya 

vé  V.;  mi  rapto  fué  el  fin  de  una  jugada. 

— {Valiente  fué  la  que  les  jugaron  á  sus 

papas! 

— Ah,  sí.  Se  pusieron  furiosos,  pero... 


— ^^Sí.  Ante  eí  robo,  con  fractura,  pasa- 
ron por  todo,    ^;;í  ¡ 

— Y  me  casé  desgraciadamente. 

— ¿Le  pesó? 

— Claro,  si  mi  marido  era  tan  amigo  de 
juegos... 

— Mejor  que  mejor. 

— No  interprete  mal.  Ernesto  era  amigo 
de  juegos,  pero  juegos  prohibidos,  y  á 
ellos  sacrificó  toda  nuestra  fortuna.  Ub 
día,  no  teniendo  qué  jugar,  llegó  á  ju- 
garse la. cama  contra  cinco  pesos  y  per- 
dió. 

— ¡La  cama! 

— Si,  señor;  y  se  la  llevaron,  y  no  tuvi- 
mos más  remedio  que  acostarnos  en  el 
duro  suelo,  y,  como  era  en  invierno,  mi 
Ernesto  atrapó  un  dolor  agudo  y  murió 
dejándome... 

— rjAh,  vamos,  la  dejó  algo! 

—Sí;  un  batallón  de 
acreedores  que  no  me 
dejaban  ni  á  sol  ni  á 
sombra.  Siempre  tenia 
en  la  puerta  algún  tipo 
con  una  cuenta  en  la 
mano. 

¡Y  pensar  que  uno  no  puede  dar  un  paso 
sin  exponerse  á  dar  un  peso!... 

Porque  ya  habrán  VV.  admirado  la 
gracia  que  ha  tenido  un  monsieur  que  ha 
abierto  un  salón  de  esgrima^  con  sus  qui- 
nielas y  todo! 

Es  el  colmo.  ¡El  noble  arte  de  repartir 
cintarazos  convertido  en  medio  de  apos- 
tar! 

A  esre  paso  no  nos  será  permitido  des- 
arrollarnos debidamente  sin  exponernos  á 
servir  de  blanco  á  los  jugadores  que  nos 
acecharán,  por  ejemplo,  y  dirán: 

— Deténgase  V.  .        ^ 

-  No  quiero. 

— Deténgase  V. 

— ¿Qué  hay?  - 

—  ¡Una  jugada! 
-¿De  Roca? 

— No  hombre.  El  señor  apuesta  cinco 
pesos  á  que  V.  no  levanta  cien  libras,  y 
yo  digo  que  sí. 

— Pero... 

— Nada,  nada.  Hagamos  la  prueba... 

— Es  que... 

—No  hay  escape.  Póngase  V.  en  ca- 


"'-r.i(;*'^'-áf ñ^tfVrtir.ii^Mfr  ;-Kir^;'''i  í'-v^iir «i  -■'■•--'  ■ 


abülijjai  '^^l^ÁA-M^íí^ 


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■^  V''^^!^^;'^''!^!^;;s^^^'^^!^^i)^'ir!^^''^<sv;^^'í'3í 


EL  CASCABEL 


307 


racter,  y  á  ver 
quién  tiene  ra- 
zón. 

Y  ¡quién  re- 
siste! No  nos 
queda  otro  re- 
medio que  po- 
nernos en  ca- 
rácter, es  decir, 
en  ropas  meno- 
res, y  levantar 
los  pesos  para 
dar  gusto  á  los 
jugadores. 

Luego    (me- 
nos   mal)   co- 
braremos comi- 
sión, -como  es 
muy    justo,    y 
seguiremos   nuestro  camino,    temiendo  á 
cada  rato  que  se  detengan  delante  de  nos- 
otros diez  ó  doce  ciudadanos  y  empiecen  á 
apostar. 
— ¡Doy  diez  á  dos! 
— ¡Tomo! 
— Tomo  la  fila. 
— Diez  á  cien. 

— ¡Pero  señores!... — déjenme  pasar!  ex- 
clamaremos. 

—  ¡Alto! — nos  dirán,  y  sacando  un  me- 
tro y  sujetándonos,   nos  tomarán  la  me- 
dida de  la  nariz,  exclamando  en  voz  alta: 
— ¡25  centímetros! 
—¡¡Bien  por  los  narigudos!! 
— Gracias,  amado  pueblo. 
Mientras  tanto,    los  que  hayan   apos- 
tado á  que  las  teníamos  largas,  se  repar- 
tirán la  ganancia. 

A  que  extremos  llegaremos,  sólo  lo  sa- 
ben Dios  y  Argos,  que  entiende  de  mu- 
chas cosas,  según  dicen  por  ahí,  aunque 
nosotros  no  lo  creemos. 

Se  apostará  á  todo  jo  que  se  ponga 
al  alcance  de  nuestra  vista. 

Y  si  los  ejercicios  saludables  al  cuerpo 
se    toman    como   naipes,    cualquiera    se 

atreve  á  cruzar  la  plaza  de  la  Victoria, 
entre  dos  luces,  á  la  hora  en  que  salen 
unos  señores,  ginetes  en  acerados  velocí- 
pedos! 

Porque,  es  de  suponer  que  no  faltarán 
carreras. 

Y  con  las  carreras  \a.s  paradas. 


Y  las  quinielas. 

Y  con  todo 
esto,  algún 
atropello,  al- 
guna víctima, 
un  transeúnte 
arrollado  y 
aplastado  por 
algún  velocipe- 
dista, en  el  fra- 
gor de  la  ca- 
rrera. 

Dios  nos  asista  y  nos  dé  algún  dinero, 
que  buena  faCta  nos  hace,  para...  tomar 
un  quinto. 
¡O  un  entero! 

LA  ULTIMA  INVOCA  CIÓIS 

El  hombre  aquel ,  que  en  la  ardorosa  lucha 
derrotado  y  sin  fé  desfalleciere, 
en  el  revuelto  lecho,  irguióse  un  punto 
y  exclamó  fatigado  con  voz  tenue: 
Venid  vosotras,  las  ardientes  musas 
del  sorprendente  siglo  diez  y  nueve, 
las  que  vendéis  amor  á  precio  fijo, 
las  queel  cuerpo  entregáis  á  quien  lo  quiere. 
Escanciadme  licor,  llenad  las  copas, 
venid  bacantes,  coronad  mi  frente. 
no"con  laureles,  que  de  nuestro  siglo 
ya  fueron  desterrados  los  laureles, 
sinó  con  esas  gasas  lujuriosas 
que  la  lubricia  desgarró  mil  veces, 
con  vuestros  besos  que  pagaré  luego, 
antes  que  el  labio,  mi  destino  liiele. 
Venid  y  al  punto  en  las  sonoras  liras, 
entonad  juntas  la  canción  alegre. 
que  arranque  de  mi  boca  entumecida 
el  hondo  grito  de  salvaje  fiebre. 
Venid,  por  candad,  llenad  las  copas, 
mostrad  e!  seno  de  rosada  nieve, 
Y  dejad  que  entre  alegres  carcajadas, 
me  halle  en  la  orgía  impávido  la  muerte 

Adolfo  S.  de  los  Rios. 


=30e 


LOS  FARRISTAS  "> 

(V^<— "-iOABABA  de  comer.  Preocupado  con 
rai  segundo  artículo  soln-e  Los  ¡drristas  no 
encontraba  sosiego,  ni  tranquilidad  en  parte 
alguna.  El  farrista  dañino  y  el  compadre  de 
ribera  danzaban  en  mi  imaginación,  como  pe- 
sadillas incómodas;  sentía  la  necesidad  de 
pasar  al  papel  mis  impresiones,  y  la  pluma 
y  el  lenguaje  se  re.sistían  á  ello.   Comprendía 

(1)    (Véase  el  niimero  15.) 


bt^ü¿-.i*'íi¿&í5:_:.í-í^jí- 


-''.¿*'>--rfSi-::* 


EL  CASCABEL 


la  desesperación  del  periodista.  El  tiempo  pa- 
saba, los  días  se  sucedían,  y  en  El  Casca- 
bel, editor,  director  y  redactores,  me  habían 
dejado  por  imposible.  Era  necesario  concluir. 
Me  lancé  á  la  calle. 

Las  ocho  de  la  noche.  Buenos  Aires  se  pre- 
paraba ;i  descansar  de  las  fatigas  del  día.  Las 
Juces  do  fxas  alumbraban  un  sin  íin  de  idilios 
noctiirnos!.  Las  pantaloneras,  costureras  de 
registro  y  demás  niñas  pobres  pero  trábaja- 
■íiarast  pululaban  aquí  y  acullá  con  sus  ata- 
dos en  !a  mano,  ¡irruiladas  por  las  almibara- 
das frases  de  sus  simpatías.  Los  «[tramways 
para  las  afueras,  iban  llenos  de  geíite  que  se 
acuesta  temprano,  y  volvían  también  llenos 
de  la  que  se  acuesta  tarde.  Los  mil  discordes 
cantos  é  interjecciones  de  los  cafetines  can- 
tantes empezaban  á  interrumpir  las  armonías 
nocturnas,  con  sus  aterradoras  desafinaciones. 

Yo  quería  observar  para  escribir  un  artícu- 
lo. No  encontraba  escenario.  Me  faltaban  al- 
gunos detalles.  Tomé  un  tramway  al  azar.  Me 
llevó  cerca  del  Once.  Bajé  siempre  con  mi 
idea  fija.  Pasaba  por  apartada  callejuela,  é  hi- 
rieron mis  oídos  los  acordes  de  una  guitf4rra 
que  sonaba  en  la  trastienda  de  un  almacén 
Entré,  y  van  á  ver  todo  lo  que  vi  y  oí. 

Al  rededor  de  una  sucia  mesa  de  pino,  ro- 
deada de  bancos  de  lo  mismo  se  veían  hasta 
seis  ó  siete  individuos  de  no  muy  buena  cata- 
dura: rodeaban  á  un  compañero  que  guitarra 
en  mano,  clavel  en  la  orejn,  y  cigarro  negro 
en  los  labios,  ¿ntonaba  mílong;is  con  voz  ron- 
ca y  gastada  por  la  bebida. 

M;'i3  allá  cuatro  ó  cinco  napolitanos  juga- 
ban a  la  murra  con  entusiasmo,  y  bebían  vino 
italiano  de  á  cinco  centavos  copa.  El  mozo  del 
almacén  en  mangas  de  camisa  y  sju  cuello, 
contaba  detrás  de  un  mostrador  forrado  en  lata 
y  destilando  agua  y  bebida  blanca  y  negra,  las 
frecuentes  vueltas,  que  unos  y  otros  le  orde- 
naban. Tres  ó  cuatro  compadres  más,  de  abi- 
garrado traje,  observaban  retobados  la  farra 
de  los  de  la  viola. 

La  escena  estaba  alumbrada  por  una  mala 
luz  de  kerosene,  que  por  su  ahumado  tubo, 
despedía  un  insoportable  tuto:— aroma  que  se 
mezclaiía  con  el  picante  de  la  ginebra,  tabaco 
negro  y  cigarro  de  la  paja. 

En  el  momento  de  entrar,  el  guitarrero  se 
echó  el  chambergo  á  los  ojos,  me  miró  por 
bajo  el  ala,  escupió  por  el  colmillo  y  entonó 
la  siguiente  milonga  entre  las  risas  de  sus 
compañeros. 

De  donde  vendrá  ese  high 
de  que  pago  será  criollo 
le  andará  buscando  al  hoyo 
deberá  tener  buen  cuero 
'      pues  donde  bala  este  toro 
r.o  bala  ningún  ternero. 

Comprendí  qwi  la  cosa  iba  mal,  y  entre  qué 
gente  me  hallaba.  Había  encontrado  lo  que 
buscaba.  Cortando  por  lo  sano,  me  dirigí  al 
guitarrero: 


— Aniigo,— le  dije, — yo  no  he  venido  á  ofen- 
derle y  V.  me  sale  chocando.  Si  V.  fuera  á 
pago,  ageno  le  había  de  gustar  ser  bien  reci- 
bido. ¡Caballeros,  yo  pago  la  vuelta! 

Me  miró  sorprendido— Acepto  compadre,  y 
siéntese  á  mi  costado  que  tiene  cara  de  forma- 
clor,  y  vamos  á  seguirla  juntos  á  la  giurcla. 

No  me  hice  de  rogar,  y  tomé  asiento. 

— Qué  va  á  servirse  compadre?  Venga  un 
guindao,  y  siga  con  la  viola. 

En  un  momento  los  vasos  volvieron  á  estar 
Henos. 

Al  guitarrero,  que  estaba  medio  hecho,  se 
le  había  desarrollado  un  cariño  instantáneo 
por  mí— y  entre  milonga  y  milonga  me  abra- 
zaba con  efusión  diciendo:  ¡Este  es  hombre  y 
lo  quiero,  y  ?ia¿des  lo  ha  de  ofender! 

En  un  momento  fuimos  todos  amigos  y  la 
conversación  se  hizo  general. 

—¡Che,  media  botella!— decía  el  que  estaba  á 
mi  lado,  un  criollo  bien  plantado,  pivao  de  vi- 
ruelas de  bota  de  taco  alto,  faja,  camiseta,  y 
chambergo  requintao  —  no  le  andes  mezqui- 
nando á  la  viola  y  siga  la  fai-i-a. 

—Tenes  razón,  Agapito,  ahí  \a\íi  f/iurda: 

Soy  del  barrio  de  San  Telmo 
)    Del  barrio  más  superior 
Y  al  que  pise  este  ponchito 
Cincuenta  pesos  le  doy. 

Tonid  Sandia,  y  si  le  parece  mala  caíala! 
— exclamó  otro  de  los  compinches. 

Agapito,  al  oír  la  anterior  coí)ia  se  aíirmó 
en  su  asiento,  se  endosó  entre  cuero  y  carne 
un  taco  de  ginebra,  tosió  y  retrucó  con  la  si- 
guíente  al  guitarrero: 

Soy  del  barrio  de  !a   Piedad 
donde  reluhibra  el  acero.     % 
lo  que  digo  con  la  boca 
lo  sostengo  con  el  cuero. 

—Abura!  —  exclamó  el  guitarrero,  asi  me 
gusta  un  tirano,  (¡ue  no  se  dejo  achurar! — A 
su  salud  compadre. 

— Que  (luíere— y  á  propósito.  Domingo  sabe 
lo  que  me  pasó  el  otro  día? 

— Si  Vd.  me  lo  dice... 

— Pues,  figúrese  que  el  gaifói-o  ¡ne  (luería 
hacer  cargar  viaje  pr?  el  muelle  ciiico,  —  ya 
sabe  que  á  mí  no  me  enfardan  y  siempre 
me  gusta  tomar  viaje  pal  despacho.  Así  lo  hi- 
ce compadre,  y  al  pasar  por  Deiensa,  me  bajé 
á  tomar  una  gárgara,  y  a  quién  dirán  Vds. 
que  encontré. 

—A  quién  compadre? 

—Pues  áD.  Pepe,  el  ?;¿tírZo  de  aquella-moche 
que  pagó  y  me  invitó  pa  dir  á  ver  Juan  Mo- 
reira. 

Acepté,  porque  ya  sabe  compadre,  que  la 
que  trabaja  allí  ha  tenido  algo  conmigo  y  es 
palca  aguantadora,  y  yo  tenía  que  arreglar 
ciertas  cuentas  con  ella. 

Largué  la  chata  á  su  hora,  y  me  fui  pa  casa 
á  ponerme  high... 

Me  arreglé  linao,  saqué  mi   daga,— me   la 


."^ 


'^3?^y.-f!^»i«-' 


EL   CASBABEL 


30ÍÍ 


acomodé  bien,  y  me  fui  silbando  eJ  langinlo 

que  Vd.   oonoL'e: 

Cuando  se  mueve  la  cama 
y  se  abalanza  el  colchón 


Ya  sabe  amiiío  (lue  soy  muy  hombre,  que 
sé  ganarme  el  hen'o,  en  la  hiejo,  y  <iue  nun- 
ca me  sabe  faltar /)c/  el  huilón. 

Llegué  y  de  manos  á  boca,  me  topé  con  el 
queso.  Me  dijo  que  te  lia  un  viejo,  pero  que 
estaba  libre  aíiiiella  noche  —  y  que  tenia  (|ue 
hablarme  á  la  salidn. 

Acepté  el  trato  por  no  armar  escándalo,  y 
asi  fué. 

Como  salic  ((ue  soy  pesao,  y  me  tiene  recelo 
formó  con  la  cena  en  lo  del  vasco  y  me  puse 
medio  en  curdeUi, 

Al  salir  había  estao  estrilando,  el  bagan  y 
lo  (lue  me  vido  se  me  fué  fulo  á  atropellar: 
como  no  soy  manLO,  y  aunque  escario  no 
píenlo  el  senlido,  reculé  y  ahí  no  más  le 
peííué  el  grito. 

¡Cuidao  amigo  no  vó  la  zanja! 

Lo  que  vas  á  ver,  va  á  ser  otra  cosa,  me 
dijo  el  lunfardo. 

Sí,  acércate  no  más.  y  te  vas  á  encontrar 
con  una  sanj-ria  sin  (juercr— y  pt-le  la  daga. 

E\  gri'o,  había  tenida  rerolvcr.  y  me  erró 
un  chu/iiho,  por  cerca  del  coscado.  Cuerpeé 
como  pude,  y  me  le  fui  á  fondo. 

— ¿Le  cortó?— preguntamos  en  coro. 

—Así  no  más  fué,  me  lo  despaché  sequilo 
con  un  ojal  en  la  ingle. 

Total  compadre,  quince  días  de  enUpada  y 
gracias  al  patrón  (jue  me  sacó  con  lianza: 
pero  aún  tengo  causa  abierta  y  no  me  puedo 
refala)'. 

Mientras  hacían  este  cuento,  el  guitarrero 
completamente  duro,  se  liabía  id(j  acercando 
á  los  napolitanos,  y  en  un  descuido,  les  largó 
al  suelo  la  mesa  y  los  vasos. 

Protestó  un  lana  grandote,  y  con  él  sus 
compañeros.  Uno  de  ellos  le  acomodó  un  va- 
sazo  al  guitarrero,  que  fué  la  señal  de  la  ba- 
talla. Volaron  vasos,  cop  is,  se  rompieron  si- 
llas, salieron  á  relucir  los  aceros,  el  mozo  úq 
almacén  y  el  patrón  tocaban  pito  y  más  pilo, 
y...  entraron  los  vigilantes,  siguiendo  á  un 
oficial. 

Todos  se  escabulleron  como  pudieron  que- 
dando solo  .\gapiio.  el  guitarrero,  los  gringos 
todos  lesionados,  y  mi  persona. 

— ;Á  la.  co))iisu ri<(!—ú\]o  el  oficial. 

—  Toque  pilo  si  quiere, — voceó  el  guita- 
rrero,— por(]ue  á  mí  no  me  vá  á  llevar. 

Y  sin  que  nadie  pudiera  impedirlo,  sacó  la 
daga  y  acometió  al  oficial;  se  defendió  luego 
como  un  tigre,  hasta  que  al  fin  vencido  por 
el  número,  se  rindió,  diciendo; 

—Así  pelean  ustedes  y  yo  soy  hombre  pa 
todos.  . 

Marchamos  á  la  Comisaría.  Serví  de  testigo 
deolar»'  en  favor  del  compadre.  Agapito  no 


le  abandonó.  Yo  sah'.  Eran  tas  12  y  media  de 
la  noche. 

Sin  querer  tenía,  por  lo  menos,  esbozada 
esta  especie  de  los  farristas. 

Si  los  lectores  de  El  Cascabel  quieren  co- 
nocerlos de  cerca,  entren  en  cualquier  alma- 
cén de  las  afueras. 

Allí  encontrarán  de  fijo  al  Compadre  de 
ribera. 

C.  Navarro. 


LAS  RODILLERAS 

Conocidas  di  la  gente 
por  su  abundancia  hoy  en  día: 
de  algunos  en  teoría, 
de  muchos  prácticamente. 
Ese  bulto  desigual 
la  falta  de  ropa  arguye, 
promontorio  (pie  destruye 
la  belleza  personal, 
asesino  de  ilusiones 
y  de  amorosas  quimeras, 
jno  hay  amor  con  rodilleras, 
que  afean  los  pantalones! 
Con.servamos  con  trabajo 
nuestro  porte  y  arrogancia. 
y  ellas,  toda  la  elegancia 
nos  deshacen  por  abajo; 
tanto,  que  hay  gentes  sencillas 
qu3  con  desesperaciíjn. 
al  mirar  su  ¡lantaión 
suprimieran   las  rodillas; 
y  otros  (pie  en  cien  ocasiiiiie.s 
creyeron  de  todas  veras, 
evitar  las  rodilleras 
no  llevando  pantalones. 

En  torno  vuestro  mira'l. 
y  á  poco  que  os  fijéis, 
en  ellas  encontrareis 
una  inmensa  varJe<Jat!: 
Hombre  de  asp^^cto  severo. 
cuyo  aspecto  nii.^terioso, 
tiene  algo  del  rei  ¡idioso 
con  mezcla  del  usurero. 
tipo  de  aire  esirafaiario. 
de  rodilleras  gastadas. 
por  las  mañan;is  pasadas 
al  pií'"  de!  confesoniírio. 
Ved  al  que  por  allí  vá. 
cuyas  rodilleras  son 
hijas  de  su  profesión. 
pues  siempre  sentado  e.s:á: 
aunque  fuera  conveniente 
saber,  cuando  está  sentp.dn. 
si  es  que  se  halla  atareado., 
ó  durmiendo  simplemente. 
El  que  en  extraño  emb:'!eso 
luciendo  su  airoso  talle. 
ahora  pasea  la  calle, 
hace  tiempo  perdió  el  ses(.-i. 
y  su  pantalón  proclama 
ia  pasión  que  le  exti-avía. 


310 


EL  CASCABEL 


ya  que  pasa  todo  el  día 
á  las  plantas  de  su  dama. 
Mirad  á  ese  vigilante 
que  arroja  miradas  ñeras, 
á  las  grandes  rodilleras 
de  un  infeliz  atorrante, 
y  siguiendo  con  la  vista 
ios  pasos  del  desgraciado, 
dice  al  llegar  á  su  lado: 
—¡Alto!  jV.  es  anarquista! 
Y  pegándole  empujones, 
le  registra  sin  retardo, 
creyendo  hallarle  un  petardo 
dentro  de  los  pantalones. 
Al  observador  le  basta, 
y  forma  juicio  completo, 
si  vé  de  cualquier  sujeto 
las  rodilleras  que  gasta. 
Ved  á  Sánchez,  que  antes  era 


tan  solo  una  medianía,     I 

y  que  no  sobresalía 

de  la  talla  de  cualquiera; 

supo  tocarle  el  registro 

de  su  orgullo  y  vanidad, 

logrando  asi  la  amistad 

y  protección  de  un  Ministro. 

Al  verlo,  perdió  la  calma 

el  poeta  Serafín; 

diciendo: 

—¡Tienes  al  fln 
rodilleras  en  el  alma! 
Y  Sánchez  con  san-fagon, 
exclamó: 

—Como  tú  quieras, 
más  llevo  sin  rodilleras 
un  soberbio  pantalón... 


Luis  García. 


IDILIO 


RA  bella....  como  el  primer  beso, — suave como  una  caricia, 

— tie  na....  como  un  arrullo, — lánguida como  un  suspiro... 

Habla  en  sus    ojos    azules  resplandores  de  cielo,  y  en  su 
voz  la  celeste  melodía  de  un  coro  de  ángeles. 
La   dulce   placidez  de    su    rostro  reflejaba    la   virginidad    de  su    alma,    y  lenla 
estremecimientos  de  sensitiva  su  cuerpo  .delicado. 

Sus  cabellos  eran  rubios,  su  frente  blanca  y  tersa,  habia  en  los  contornos.de 
su  boca  un  sello  de  pureza,  y  un  encanto  incomparable  en  la  sonrisa  de  sus 
labios. 

Todo  en  ella  era  perfume,   luz  y  armonía. - 
Todo    era   leve,  vaporoso,    ideal!... 

II 

¡Yo  la  amaba! 

Amaba    su  candor,    su    ingenuidad,  su    inocencia  de  virgen  casta. 
Cuando  -me   encentraba   junto  á  ella,  senlia  elevar  mi   espíritu  á  las  regiones 
de  luz  de   lo    grande    y  lo  invisible. 

Me  embriagaba  su  aliento  y  soñaba   á  su    lado. 

¡Soñaba  en  coronas  tejidas  por  Diosas,  en  notas  de  arpa  y  en  cantos  de  hadas!... 

III  ^ 

La  amaba    mucho. 

En  voz  baja,  muy  baja,  como  si  temiera  romper  el  encanto,  se  lo  decía  á 
cada    instante. 

¡Ella  me  escuchaba  sonriendo,  con  su  dulcísima  sonrisa  de  ángel,  y  después  de 
fijar  en  mi  por  un  segundo  sus  ojos  soñadores,  grandes  y  lánguidos.*^  dejaba  va- 
gar su    mirada  en  el  espacio,  como  si  buscase  algo!  ^ 

IV 


Era  la  época  de    las   rosas,   de    Ja.^  bellas    rosas  de  pélalos  blanc:?. 

Eii  el  •  jardín,  («uo  recorríamos  cogidos  del  brazo,   las  habia  por  todys  parícs. 


EL  CASCABEL  '  Hll 


Con    las   más    hermosas   formé  un    ramo,   un   soberbio   ramo    de    suave    fra- 
gancia. 

— Toma,— la   dije, — son    dignas  de  ti,  como  tú  eres  di^na   de  ellas. 
Y   siempre  sonriendo,  las  tomó  de  mis  manos  y  me  dió  las  gracias. 


La   luna  bañaba    con   su  luz  la  escena. 

Sus  rayos  jugando  entre  las  flores,  parecían  disputarle  al  roció  la  posesión 
de   sus  besos. 

La  brisa  se  deslizaba  entre  las  hojas,   moviéndolas  apenas. 
Habla    en    el  aire  olor  á  jazmines  y  olor  á   rosas. 
A  nuestros  oídos  llegaba  un  murmullo  como  una  queja. 
Eran  las   flores  que  disputaban  con  sus    amantes. 
¡Había  en   sus  riñas    loao  un  poemia!... 

.VI.-- 

Mi  amada  estaba    vestida  de  blanco. 

La  luz  plateada  iluminaba  su  bello  rostro,  y  su  mirada  intensa  y  vaga  en  las 
estrellas  buscaba  algo. 

Y  yo  á  su   lado  la  contemplaba,   y  al  contemplarla  me  repetía: 
^¡Cuánto  la  amo! 

VIL 

—¡Qué  bello  es  amarse  así!— exclamé  al   cabo  de  un    instante. 

¡Oye,  mi'  amada!  ¿En  caracteres  de  luz  escrita,  no  lees  la  historia  de  nues- 
tro   amor  sublime  en   las  hojas  de  esas  flores  tan  tersas   y  tan  blancas? 

¿Ese  perfume  que  impregna  el  aire,  no  te  habla  al  alma  con  un  lenguaje 
elocuente  y  mudo,  cuyo  misterio  alcanzar  no  puedes,  y  á  cuya  influencia  á  re- 
sistir  no  alcanzas? 

¿En  el  murmullo  que  á  tus  oidos  llega,  no  encuentras  ecos  de  ignorados 
mundos,  rumor   de  voces  que  de  amor  nos   hablan? 

¡Mira  esa  pálida  claridad  de  luna!  ¿no  es  un  reflejo  de  nuestro  amor  tan  puro? 

¡Qué  bello  es  amarse  así! 

¿No  sientes  elevar  lu  espíritu  á  otras  regiones  inmortales,  puras,  llenas  de 
encantos  y  de  delicias   llenas? 

¡Qué  oello  es  amarse  así!...  ¡Pudiendjo  en  una  confundir  dos  almas,  de  dos 
existencias  hacer  una!... 

VIH 

Sobre  el  pecho  había  doblado  la  cabeza,  y  conmovida,  desfalleciente,  mar- 
chaba apenas. 

Su  débil  cuerpo  se  extremeció,  — y  descansando  sobre  mi  brazo  temblaba 
el   suyo. 

De  pronto,  con  un  movimiento  brusco  echóme  á  un  lado,  y  cubriéndose.  t€j 
rostro  con  las    manos    rompió  en  sollozos.  *' ' 

—¿Lloras?...    ¿Qué  tienes?... -Pregúntele  lleno  de  asombro. 

Al  escucharme  hizo  un  esfuerzo  salvaje  y  rudo,  alzó  la  frente  y  vi  sus  ojos 
que  echaban   llamas. 

Con  la  mirada  llena  de  fuego  y  con  los  labios  muy  apretados  prenunció  en- 
tonces   estas    palabras: 

—¡Si;   lloro!...   ¡Lloro  porque  veo  que  es   muy    imbécil  quererse  asi!. 

Carlos  de  Aguilera. 


312 


•.t.  » 


FL  CASCABEL 


APUNTES 


— ¡Cincuenta  centavos  por  llevar  un 
bulto!... 

— N'on  dijas  que  es  caru.  A  tí,  hasta 
de  valde  te  llevaría,  y  eso  que  eres  un 
bul  tu...  jdíju! 


Dama  de  las  coiiociíJns 
hoy  del  viento  diversi<')n, 
hojas  del  arhnl  crudas 
jug^iHe  del  rienlo  son.. 


¿Si  empezar.!.  Diosmio, 
la  ir.u 'ríe  del   planeta.  .'•?. 

'(nupoaniO)-. 


Cocheros  qup  se   pasan  ricamente 
haciendo  el  anima',  honestamente. 


EL  CASCABEL 


313 


LIGEROS 


— Tendremos  otr.is  maniobras. 
—Sí  lioy  el  qu3  no   apriende  pa 
general,  es  que  no  quiere. 


Ejercicio  que  la  ciencia 
nos  tiene  recomendado, 
puesto  que  en  él  se  ha  juntado 
la  higiene  con  la  inocencia. 


f(rf^^¡ 


Café  muj'  concurrido 
por  la  elegancia. 

titulado  La  Perla 
de  la  Ator  ancla. 


—¿Y  te  pegó  en  la  cara? 

—¡A  mí  nadie  me  ha  puesto  la  ma- 
no en  ella! 

— Pues,  ¿cuál  es  la  causa  del  desafio? 

—Porque  al  vt>lver  el  rostro,  me  atizó 
un  puntapié  que  me  obligó  á  admirar 
la  vía  láctea. 


314 


EL  CASCABEL 


EXAMEN 


—¿Usted  se  llama? 
—Fermín  Lucero. 
—¿Usté  es  alumno? 
No  conocemos... 
—Soy  de  los  libres. 
—¡Ahí  Bueno,  bueno. 
—Con  mi  destino 
me  falta  el  tiempo 
para  ir  á  clase, 
y  jpues!  por  esto 
estudio  en  casa, 
sin  más  maestro 
que  unos  libróles 
grandes  que  tengo. 
Yo  no  he-  estudiado 
bien;  lo  confieso, 
porque  he  pasado 
muy  mal  invierno 
con  calenturas 
y  unos  diviesos 
más  que  medianos 
que  me  salieron. 
—Vamos  al  grano. 
— Granos,  es  cierto; 
ese  es  el  nombre 
¡pues!  verdadero 
de  los  llamados 
por  mi  diviesos. 
jEran  más  gordos! 
(,!omo  que  aún  llevo 
los  costurones... 
mire  usté  el  cuello... 
—Basta  de  granos. 
— P^es  basta;  bueno. 

— Vá  á  describirnos 
el  hueso  fémur, 
sus  relaciones, 
sus  ligamentos, 
¿cuanto  usté  sepa. 
;'^PueS'..  es...  un  hueso... 
'que  está...  en...  el  brazo, 
fuera...  no,  dentro; 
digo,  tampoco; 
porque  está  en  medio... 
tiene  bastantes 
aditamentos... 
sus  relaciones 
son...  por  lo  interno... 
con...  varias  magras 
que  no  recuerdo. 
—¿Y  por  afuera? 
— Con...  el  chaleco... 
con...  la  camisa... 
con  ..  todo  eso. 

(¿Todos  se  rien? 
¡No  lo  comprendo!) 

Señor,  si  he  dicho 
mal  lo  del  hueso. 


es  porque...  ¿entiende? 

con  los  diviesos  í  -  v  | 

no  he  repasado...         |;    ^   •   ;  fi 

no  tuve  tiempo... 

Yo  estoy  más  fuerte 

con  lo  de  adentro... 

só  los  pulmones, 

bronquios,  cerebro, 

hígado,  bazo...  - 

¡Oomo  en  los  huesos 

ya  estoy  fallido!... 

Yo  solo  vengo 

para  respuestas 

de  mayor  peso. 

—Dígame,  entonces, 

(y  es  lo  postrero 

que  le  pregunto; 

ni  más  ni  menos) 

lo  que  es  la  atrofia 

del  cerebelo. 


—Pues...  son...  las  trufas 
que  hay  en  los  sesos. 

A.  Díaz  de  la  Quintana. 


áil; 


En  el  álbum  de  Tomasa 
hay  versos  y  pensamientos, 
trazados  por  los  portentos 
que  van  á  verla   á  su  casa. 
Allí  el  genio  se  demuestra 
en  toda  su  irradiación, 
y  no  hay  exageración, 
sino  véase  la  muestra. 

m 

Tomasa,   su  amor  me  abrasa 
y  me  mata  poco  á  poco, 
¡ay  Tomasa!  yo   estoy  loco, 
¡piedad!  Tomasa,  Tomasa. 
Tenga  clemencia  por  Dios 
ó  cometo  un  desatino, 
por  su  amor...  ¡ángel  divino 
partido  por  gala  en  dos!; 

H 
.    Niña,  en  todos  los  momentos 
mi  corazón,  que  se  abrasa, 
tiene  para  usté  una  casa 
con  cuatro  departamentos. 

[o) 

Tomasa,  fuera  de  broma, 
es  Vd.  mi  buena  hada, 
más  dulce  y  azucarada 
que  las  pastillas  de  goma. 
Guárdese  Vd.  del  relente 
y  no  se  apriete  el  corsé; 
esto  le  aconseja  á  usté 
el  boticario  de  enfrente. 


■■  :?fS«^^^^^'S5?r: 


EL  CASCABEL 


315 


T  I  P  O  S  '   C  A_L_  LE  J  E  R  OS 

.  EL    LUSTRADOR 


Un  muchaobo  lustrador 
que,  si  el  calzado  charola, 


cual  la  Academia  Española: 
limpia,  fija  y  da  explendor 


316 


FI-  CASCABEL 


CONSULTA 


-Yo,  Doctor.  lo  (]ue  tengo  e.s  una  gran  debilidad, 
-Por  qui.  !i? 


¿QU','-  eá  !a  vida?  l'i!  preci  •ir.o. 
una  iLondonada  espantosa. 
un  negro  abismo,  una  fo.sa, 
donde  solo  reina  el  vicicj. 
Ahora,  niña,  si  examina."^ 
del  mundo  !a  condición, 
ve  la  dicha  solo  con 
Euiz,  ingeniero  de  mina.-». 

Seral'iií.  cuyo  vioün  ■ 

preludia  notas  sonoras. 
solo  piensa  á  todas  h(^ras 
en  ser  de  usted,  serafín. 

Y  si  usted  siente  allá  di^n'r') 
un  poco  de  compasi  -n. 
sepa  que  para  usté  son 

sus  notas  y  sn  insl ruínenlo. 

Oiga,  y  no  le  cause  enujo: 
Si  usted  fuese  arco  de  un  jr.icnt. 
Tomasa  ¡(jué  prontamente 
pasara  yo  por  e!  ojo' 

Es  cosa  que  no  se  exp!ic;i. 
á  pesar  que  nos  sofoca: 
que  tenga  el  pecho  de  roca 
una  muchaclia  tan  rica. 

Y  por  más  que  yo  recurro 

y  á  la  distracción  me  agarro, 
jay  Tomasa!  yo  haré  un  barro 
¡ay  Tomasa!  yo  hago  el  burro. 


Del  álbum  todo  el  pape! 
lee  Tomasa  cada  día, 
y  al  dormir  ¡quién  lo  diria! 
s:;*  duerme  abrazada  á  él. 

.S*.  Garrido. 


DE  DOMINGO  Á  DOMINGO 


Lo  Punitivo,  de  Tainayo   y  Baus,  el  in- 
signe autor  de  ['n  I))'ama  Nuevo,  ha  sido 
representado  en   el   tealro  Onrubia,   con 
gran  aplauso  de  las  personas  de  buen  gus- 
to y  con  bastante  éxito  por  parte  de   los 
artistas. 
Debemos  hacer  especial   mención   de  la 
i   señora  Echevarría  y  del  Sr.  Prado. 
'       La  primera  es  una  actriz  que  sabe  im- 
I   primir  suma  naturalidad  á  sus  papeles,  y 
I  que  por  lo  tanto  se  gana  los  aplausos  sin 


EL  CASCABEL 


317 


recurrir  á  extremosídadés  que  más  tienen 
de  grotescas  que  de  artísticas. 

Nadie  podrá  decir  que  la  Sra.  Echeva- 
rría sea  mala  lectora  de  cartas...  Hay  que 
oírla  leer  en  Lo  Positivo  de  la  misma  ma- 
nera que  hay  que  oirJaen  La  Credencial. 

Unimos  nuestro  aplauso  al  del  publico, 
y  enviamos  nuestra  felicitación  á  la  ac- 
triz que,  hoy  por  hoy,  es  la  figura  culmi- 
nante de  nuestros  teatros. 

El  Sr.  Prado  se  distingue  notablemente, 
y  cada  vez  gana  más  partido  en  el  público, 
y  á  fé  que  lo  merece. 

La  concurrencia  del  Onrubia  es  selecta 
y  numerosa,  justa  recompensa  á  los  méri- 
tos que  contraen  en  aquella  casa  la  em- 
presa, la  dirección  y  los  artistas. , 

COMEDIA.— Los  llenos  de  costumbre 
y  el  repertorio  de  costumbre.  De  este  tea- 
tro solo  podemos  decir  que  es  pequeño 
para  contener  la  enorme  concurrencia  que 
lo  frecuenta;  y  esto  quiere  decir  algo. 

POLiITEAMA.— J^eroe  á  todo  pasto. 
El  drama  está  á  la  altura  de  los  que  se  han 
estrenado  en  otras  épocas.  Se  busca  el 
aplauso  tocando  la  fibra  patriótica...  y 
¡quién  silba  á  San  Martin  cuau'lo  envidia 
á  las  golondrinas!...  . 

La  obra  está  bien  presentada,  y  no  falta 
en  ella  la  apoteosis  ridicula,  con  luces  de 
bengala,  eslátua  de  San  Mailin,  himno 
patrio...  ¡la  mar! 

El  aplauso  á  todo  trance;  por  cortesía, 
ó  á  la  tuerza. 

De  la  versificación  no  hable  ¡ios;  y  del 
desempeño  tampoco. 

NOVEDADES  y  f*OIaIES  como  de  cos- 
tumbre, lo  mismo  que  Doria  refugio  del 
arte  lírico  barato  y  al  alcance  de  los  pues- 
teros del  mercado. 


De  El  Diario:  - 

«El  Dr.  Zorrilla  fué  elegido  presidente 
d?,  la  Cámara  de  Diputados. 

El  Sr.  Gilbert  llegó  placó,  ocupando  la 
vice-presidencia». 

Si  es  broma  puede  pasar... 

Pero  maldita  la  gracia  que  le  hará  al 
(Congreso  verse  comparado  con  un  hipó- 
dromo, con  su  raya  y  todo! 


Nos  parece  que  El  Diario  ha  pasado  la 
raya. 
M(i]OT  á'\c\\o.  se  ha  pasado. 


Las  cátedras  del  Colegio  Nacional  se  lle- 
narán por  concurso. 

Pero  al  propio  tiempo  que  se  anuncia  tan 
loable  medida,  anunciase  el  nombramiento 
de  una  porción  de  catedráticos  que  desem- 
peñarán sus  puestos  adquiridos,  no  por 
oposición,  ó  concurso,  sino  por  nombra- 
biento  directo  del  ministro  del  ramo. 

¡Superior! 

Asi  se  hacen  los  concursos  en  estos  tiem- 
pos de  Siínouns. 


De  La  Nación. 

«Bajo  el  modesto  título  de  Historia  del 
Puerto  de  Buenos  Aires,  acaba  de  pu- 
blicar el  señor  Eduardo  Madero, el  primer 
volumen  de  una  obra  que  marcará  un  gran 
progreso  en  la  literatura  histórica...» 

No  conocemos  ai  señor  Madero  como  li- 
terato-historiador. 

Pero  deseamos  que  la  obra  sea  mejor 
que  la  del  puerto,  que  hasta  la  fecha,  tie- 
ne más  historia... 

Y  sino  que  lo  digan  los  capitanes  de 
Irasalbi  uticos. 


Amalia,  tiple  ligera, 
viuda  por  segunda  vez, 
piensa  pronto  con  un  juez 
casarse  por  vez  tercera, 
("on  lo  cual  se  ha  conocido 
de  su  canto  ¡a  extensión,  . 
ya  (|ue  vemos  su  afición 
á  dar  el  si  sostenido. 


Acusamos  recibo  de  un  libro  titulado 
Catecismo  Razonado  del  Libre-Pensa- 
dor, escrito  por  el  señor  Juan  R.  Defíé- 
minis. 

Nosotros,  sin  haber  tenido  tiempo  de 
leerlo,  lo  aníinciamos,  agradeciendo  la 
atención  del  aulor. 

También  hemos  recibido  la  edición 
completa  de  la  zarzuela  Los  Secuestrado- 
res, publicada  por  la  librería  La  Victo- 
ria, calle  Victoria  12S0. 


«Vagos  eng(2ndro3  de  ia  mente  mja. 
ilusiones,  ensueños,  vaguedades. 
Vagorosa  deidn  i  de  in  poesía. 


318 


EL  CASCABEL 


tan  lejos  de  mundanas  realidades.» 

Asi  Pepi  lo  dice  continuamente, 

y  eso  es  hacer  el  vago  sencillamente 


Con  la  pasión  que  le  abrasa 
ayúdale  un  pinche  á  Blasa, 
enjugando  tenedores 
y  todo  el  día  se  pasa 
requiriéndola  de  amores. 
Los  vio  la  señora  un  dia 
en  la  tarea  común, 
y  esclamaron  á  porfía 
que  estaban  estudiando  un 
curso  de  -Teneduría. 


ondencía 


-^ 


/.  Z.  de  Jí.— Ni  me  gusta  ni  rae  disgusta;  no  tiene 
originalidad. 

Preíor.— Vaya  V   á  paseo,  con  todos  los  pretores. 

A.  J.-k  V.  le  parecerá   prurito  de  amolar,  pero 
es  todo  lo  contrario. 
Enigma.— 

Y  los  pájaros  que  vuelan 


sonoros  y  (jrar.iositos 


demuestran  que  sus  versitos 
¡señor  Enigmal...  hoy  no  cuelan. 

D.  B.  r.— Ni  los  de  V»  tampoco. 

Ca/íítí?".— ¡Vaya  un  modo  de  desafinar! 

C.  de.  A.— ?e  publica;  pero  repare  V.  para  lo  su- 
cesivo, que  escribiendo  en  prosa  parece  que  lo  haga 
V.  en,verso. 

Anónimo  1°. — 

Á  UNA  TIPLE 

Rebosando  de  hermosura 
Y  cantando  como  un  canario; 
Aparece  triunfante  al  escenario 
Tu  bella  y  gentil  figura. 


Ya  vé  V.,  Sc.  Anónimo  1»,  que  sus  versos,  en  vez  de 
alusivos,  resultan  abusivos  en  grado  m&ximo. 

A:-ío<e.— Impublicable. 

£'jn27¿to.— ¡Pobrecito!...  qué  malito! 

í'no.— Le  prevengo  que  hasta  se  escribe  coa  h,  y 
corazón  con  z.  Y  puesto  á  prevenir  le  diré  que  es- 
toy prevenido  para  arrojar  al  canasto  lo  que  me 
promete  V.  mandar. 

H.  I.  J.  (Corrientes)— Hombre,  j,también  en  Co- 
rrientes hay  poetas  incipientes? 

Jesús.— Ks  lo  que  digo  yo:  ¡Jesús,  Maria  y-Joséü 

E.  C.  C.  (Barcelona)^¡Sopla!...  iMacanazos  ultra- 
marinos también? 

í:ra.— Pérfida:  haz  que  tu  Adán  corrija  tus  tra" 
bajos. 

Humilde.  —El  acróstico  y  lo  demás  que  me  envia, 
paréceme  muy  flojo  francamente . 

Cascabel.  —  La  carta-articulo  me  gusta,  pero  ya 
comprenderá  V.  que  no  es  publicable.  Los  versos 
¡ay!  ya  no  me  gustan  tanto. 

Pepe-Cascarilla.— Pncñ... hizo  muy  bien  la  mujer 
en  escaparse  y  el  primo  en  robarle  los  pesitos.  Aprue- 
bo su  conducta. 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Guillermo  A.  CranweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  CranweII  sino  de  Sproat. 

LA    ÚNICA 

DROGUERÍA  Y  FARMACIA 

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GR  AN  WELL 

Que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situa- 
da en  ia  calle  de 

VICTORIA,    NUM.    647 

Entre  Perú  y  Chacabueo 

Atendida  personalmente  por  su  propie- 
tario 

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PIIDICDTnQ^'^^^^^'^^'  centros  de  mesa, 
bUDiCnlUO  jarras  para  agua,  juegos  de 
té,  juegos  de  lavatorios,  metal  blanco,  licore- 
'  ras,  canastas  para  pan,  aceiteras,  cuberteras, 
floreros,  Jamparitas,  veladores,  filtros  para 
agua,  etc. 

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üArtl  CnAo  nUoAO  laclón,  mtros,  tete- 
ras, azucareras,  bandejas  de  madera  papié 
maché,  etc.,  caloríferos,  alsacianos,  calentado- 
res de  pies,  braseritos,  salivaderas,  bidets 
cómodos,  y  otros  artículos  de  menage. 

FUENTES  ENLOZADAS  ^^naTm^í 

ieros,  tablas  para  carne,  papas,  de  lavar, 
aiolinillos,  agúa-maniles,  lebrillos,  carpetas 
de  mesa,  estantes  para  cocina,  canastos  para 
ropa,  etc. 

LDilCM  MCMAP.  Escaleras,  sillas,  es- 
DUCil  IIICIIAÜ  caleras,  caloríferos, 
guarda  fuegos,  calentadores  de  pies,  id  de  via- 
je, id  de  platos  para  la  mesa,  útiles  de  estu- 
fa, cocinas,  carboneras,  mesitns  para  té,  mol- 
des para  budines,  é  infinidad  de  artículos  de 
menaje  imposible  de  enumerar.  Precios  fijos 
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EL  CASCABEL 


319 


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para  Santa  Cruz  de  Tenerife,  Cádiz,  Barcelona  y  Mar- 
8ella>  admitiendo  carga  y  pasajeros,  asi  como  para 
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portantes de  España. 

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Autorizada  por  Dea^eto  de  27  de  Agosto 

.*  de  1889. 

.- "^  Inscripta  en  el  Registro  Píiblico 

V  ..  " .     ,       de   Comé?^cio. 


Seguros  de  fletes,  ef^^ctos,  ganancias  esperadas, 

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Se  asegura 

edificios,  establecimientos  industriales 

y  del  comercio, 

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322 


EL  CASCABEL 


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Ijoy  es  día  de  alegría,    y   no  hay  más 

r<¡,  remedio  que  lanzarse  á  la  calle  á  recibir 

impresione^    y   pisotones,    ó  á  dejar  que 

nos  roben  el  reloj,   dado  caso  de  que  lo 

tengamos. 

Pero  ¿qué  importan  los  pisotones  y  de- 
más gangas? 

La  cuestión  es  celebrar  la  fiesta  patria 
y  poder gver  los  batallones  de  la  guardia 
nacional.   ^^ 

Así  esi  que  el  grito  de  hoy  es  este: 
— ¡A  ía  plaza! 
^    Y  á  la  plaza  vamos  todos. 

El  espectáculo  podrá  no  ser  nuevo,  pero 
^es  magnifico. 

i  En  primer  lugar,  mucho  derroche  de 
banderas,  y  en  segundo  lugar,  mucha  con- 
currencia ávida  de  espectáculos  gratis. 


;  '  *  "'^'^  falta  entro  l.i  miiclipdunibrtí  \a.  lua- 
iX  ,  má  cuidadosa  de  la  IVimilia  y  de  la  ropa 
í  ^^sjbílanca,  que  saca  á  paseo  á  la  niña  á  fin 
*'í,Vde  que  la  vean,  ponjue,  es  lo  que  me  deci.i 
',«#*?%ina .señora  v!uda  de  un  economista  (jue 
é^  ^murió  en  .la  mayor  miseria,  escribiendo 
■    v-f*|un  articulo  sobr^  el  oro  y   la  ganadería. 


■ — , ■      '^.^^'i — gp    ^-s 

f  I  A-La,   aglomeraron   favorece  el  inter- 
canabip^'',  .     .    ' ., 

'"— SeguBamonte,  por  eso  muchos  relojes 
pasan  de  un  bolsillo  á  otro  con  suma  fa- 
cilidad. 

■*-Me  refiero  á  otra  cosa.  En  donde  hay 
muchas  mujeres...  ^ 

— Justo:  no  faltan  hombres. 

—Cabal;  y  todo  es  que  se  pongan  en 
contacto,  para  que  se  establezca  una  co- 
rriente simpática.  Mire  V.:  yo  conocí  ámi 
difunto  un  día  de  fiesta  como  hoy.  El  po- 
bre, porque  era  muy  tímido,  no  se  atrevía 
á  hablarme  á  pesar  de  estar  muy  cerca, 
cuando  desfilaban  las  tropas.  Entonces 
hice  ver  que  con  el  calor  de  tantos  cuer- 
pos amonionados  me  daba  un  síncope  y  . 
caí  desmayada,  y  al  caer,  me  agarré  á  él 
y  le  rompí  el  cuello  de  la  camisa  dicién- 
dole  al  mismo  tiempo: 

— ¡No  me  suelte  V.! 

Claro,  él  tuvo  que  aguantarme,  y  cuan- 
do volví  en  mí,  le  pedí  mil  excusas  por  lo 
del  cuello  y  se  lo  volvi  á  colocar  en  su  si- 
tio, sujetándolo  con  alfileres.  ! 

Desde  acjuél  día  se  tomó  interés  por  mí 
y  acabó  por  pedirme  la  mano,  y  salí  de  la 
soltería  en  que  yacía,  bien  á  pesar  mío. 

Ahora  me  explico  la  abundancia  de  ni- 
ñas en  la  plaza. 

Y  temo  á  cada  momento  que  alguna 
quiera  propasarse  conungo. 

Asi  es  que  me  muestro  serio,  y  cuando 
alguna  me  pisa,  me  pongo  colorado  como 
Levalle  y  tímidamente  murmuro  un 

— Usted  perdone. 

Y  me  retiro,  pensando  que  aún  soy  li- 
bre,   como  el  estilo  literario  de  Mansilla. 

Pero,  digresiones  aparte,  confesemos 
que  el  sentimiento  patrio  no  se  apaga,  que 
es  lo  que  se  trata  de  demostrar  en  los  fes- 
tejos de  hoy. 

¡Todo  por  la  libertad! 

Tanto  es  asi,  que  muchos  ciudadanos, 
apretados  por  el  frió  sin  duda,  han  dado 
libertad  á  los  sobretodos  y  prendas  de 
abrigo  que  gemían  en  poder  de  los  pres- 
tauíistas,  y  ahora  se  presentan  en  público 
con  el  uniforme  de  invierno. 

.VIgunos  sobretodos  salen  de  su  cauti- 
verio,  desconocidos,  pero  salen  al  fin  y  alj,. 
cabo,  cosa  que  x\\:>  sucede   con  los  caudi- 
llos radicales,  que  á  estas  horas  aún  per- 


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323 


4  tnanecen  presos  á  boráo  de  la  ArgMitina. 

Pero  esto  es  pecado  á  la  minuta,  qué 
-dice  un  diputado  de  la  nueva  Hornada,  y 
nadie  se  acuerda  de  nada,  ni  de  la  pera 
de  AIem,  que  á  estas  horas  parece  la  cola 
de  un  cometa,  y  todos,  no  los  cometas, 
solo  piensan  en  solemnizar  el   diadehoy. 

Las  autoridades  prestan  su  gentil  figuia 
y  van  á  pié,  modestamente  desde  la  casa 
de  'gobierno  á  la  de  monseñor  Aneiros, 
luciendo  sus  rostros  pensativos,  como 
conviene  á  los  que  se  desviven  por  noso- 
tros . 


Sé  de  uii  senador,  que  á  las  seis  de  la 
mañana  se  estaba  acicalando  cuidadosa- 
mente á  fin  de  presentarse  irreprochable 
ante  los  ojos  del  ^pueblo  querido. 

Porque  no  faltan  murmuradores  que  lo 
critican  iodo,  en  especial  cuando  se  trata 
de  personas  de  mérito. 

Hace  años,  un  padre  de  la  patria,  que 
había  estrenado  zapato  de  charol  apreta- 
do, empezó  á  cojear  por  efecto  de  los  ca- 
llos, que  le  ardían,  y  no  faltaron  compro- 
•vincianos  suyos  que  escribieron  á  su  pago 
diciendo  que  el  senador  marchaba  con 
mal  pié  en  la  senda  política. 

Huyamos  de  la  nialedicencia,  y  entre- 
guémonos á  los  recuerdos  patrios,  sin  olvi- 
dar por  esto  que  estamos  sobre  un  volcán 
según  se  rourmura,  y  que  los  ingleses  nos 
agobian  t-egún  consta. 

Y  sino  que  lo  tíiga  Bollini,  quedese>^ndo 
hacer  economías,  ha  suprimido  los  fuegos 
artificiales  que  taiuo  gustaban  á  los  que 
en  materia  de  divertirse  optan  por  lo>  es- 
pectáculos baratos. 

Aunque  á  veces  lo  barato   resulte  caro. 

Como  la  resultó  á  una  niña  candida  que 
fué  á  la  plaza  de  Mayo   el  año  pasado,  á 


disfrutar  de  los  fuegos  de    artificio  y  que 
atrapó  un  resfriado  de  primera  magnitud. 

La  nariz  seje  hinchó  de  un  modo  alar- 
mante, y  paréela  una  manga  de  riego. 

Fué  tal  la  impresión  que  produjo  en  su 
novio,  que  la  abandonó  al  puiíto  y  se  per- 
dió de  vista  como  un  cohete  dé  la  oposi- 
ción, es  decir,  de  esos  que  silban  cuando  ' 
se  elevan,  y  que  lo  mismo  pueden  silbar  <■ 
al  gran  comité  del  cuar'o  centenario  del 
descubrimiento  de  América,  que  á  Bales- 
tra,  pongo  por  ministro. 


Nada,  nada;  este  año  quedan  proscrip-' 
tos  el  ruido  y  las  luces  fugaces,  y  los  que 
no  puedan  ir  á  las  funciones  de  gala,  se 
acostarán  temprano,  procurando  recuperar 
en  la  cama,  el  frío  que  dejarán  las  fiestas 
mayas . 

Y  aun  eso  no  lo  logrará  el  que  quiera...»- 


RASTROJOS 

— í>i  á  mi  ulmn  le  asomaras— me  decía — 
todos  tus  celos  cesarían  luego, 
al  v^er  tu  imagen,  que  en  ei  alma  mía 
de  un  Etna  abrasador  mantiene  el  fuego.— 
Yo  quise  liacer  la  prueba,  y.  asustado, 
huí  muerto  de  trio. 

pues  dentro  de  tu  alma  he  vislumbrado 
una  helada  Siberia.  dueño  mío. 

m 

Explicarse  oi  suicidio  es  vano  intento, 
pues  según  cierto  juez,  / 

I)  es  prueba  irrecusable  de  talento. 
<■)  df  una  '•\trriordinaria  estupidez. 

C'wii  u!i  verso  has  principiadlo, 
breve.  sul/Jime,  esculpido,;. -^j^.        " 
ciue  t'>(k>>  le  han  aplaudi<Jóv''P    . 
que  nadie  te  lia  criticado.    .■■.''■ 
Mas.  i'alma  lu  fantasía,    '      .:' '  ' 
y  procura  no  te  abrase, 
que  no  es  hallar  una  frase 
Imcer  una  poesía.  •"' 

Adolfo  S.  de  los  Rios. 


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324 


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EL  CASCABEL 


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dE  UNO  Á  OffRO 


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Señor  Don  Pedro  Torrente: 
Hoy  le  escribo,  y  'e  suplico. 
qHie  todo  lo  que  a  juí  explico 
lo  tenga  usted  ir  uy  presente. 
Ya  hace  tiempo,  no  es  de  ahora, 
que  usted  conc  irre  á  mi  casa 
y  toüo  el  tiempo  se  pasa 
cortejando  á  mi  señora. 
Esto  que  llfgué  á  Observar, 
me  chocó  mucho,  á  fé  mía, 
porque  en  otro  no  tendría 
'['[*>.  nada  de  particular. 

#  Pero  en  usted  es  chocante, 
"  ■"  puesto  que  con  su  mujer 

ha  llegado  usté  á  obtener 
la  fama:  de  tolerante. 
Se  sabejique  su  señora 
-     le  engaña  de  varios  modos, 
y  lo  qué  sabemos  todos 

•  usted  tampoco  lo  ignora. 
.    Tal  cosa,  señor  Torrente, 

í'      yo  no  le  criticaré, 

pues  creo  que  en  ello  usté 
ha  obrado  perfectamente. 
Pero  creo  que  hace  mal, 
en  obrar  como  está  obrando, 
ya  que  usted  está  pensando! 
en  hacer  de  mí  su  igual. 

*  Don  Pedro;  usté  en  vano  lidia 
"i     por  esa  igualdad  soñada 

í^;  pues  no  conseguirá  nada: 
yo  no  le  tengo  á  usté  envidia. 

■     Retírese  con  prudencia, 

>■    porque  á  imitarle  no  voy, 
jf;t-;  esto  no  obstante  le  doy 
*^  gracias  por  la  deferencia. 
Usted,  al  trazar  su  plan, 
supongo,  señor  Torrente. 

"     habrá  tenido  presente 
que  yo  me  llamaba  Juan. 
Mas  no  ha  de  haber  advertido. 


cuando  comenzó  su  empresa, 

un  detalle,  una  futesa: 

que  no  es  Lanas  mi  apellido. 

Por  cosa  tan  baladí, 

no  es  justo  que  usted  se  asombre, 

aunque  creo  que  tal  nombre 

Je  está  á  usted  mejor  que  á  mí. 

Mas  si  usted  sigue  en  lo  mismo, 

lo  del  nombre  arreglaré; 

pronto  se  lo  cambiaré. 

t'ompié  >dole  á  usté  el  bautistno. 

Pero  no;  quiero  concluya 

lo  que  de  broma  no  pasa, 

que  nada  tiene  en  mi  casa 

quien  tiene  tanto  en  la  suya. 

Nada:  vuélvase  usté  atrás 

y  viva  como  vivió; 

que  no  deba  pagar  yo 

las  culpas  de  los  demás. 

Fué  sueño  de  unos  momentos: 
siga  yo,  pues,  siendo  honrado, 
siga  usted  siendo  engañado, 
y  así  usted  y  yo  contentos. 
Sí,  don  Pedro;  yo  concilio 
todo,  y  téngalo  usté  en  cuenta: 
vaya  á  pasear  su  afrenta 
y  nunca  á  mi  domicilio. 
Es  usted  digno  de  premio 
por  lo  que  llegó  á  intentar., 
con  el  fin  de  hacer  entrar 
un  socio  más  en  su  gremio. 
Usted,  que  es  hombre  prudente^ 
va  á  olvidarse  del  capricho, 
y  nunca  cuanto  le  he  dicho 
olvide  señor  Torrente. 
Siga  usted  siendo  feliz 
gozando  de  su  mitad 
en  la  mancomunidad 
lo  que  le  toque. 

.Juan  Ruiz. 

Luís!  Garda. 


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¿M   D©    WA? 


¿En  pos  de  afán  amoroso 
Lelia  vá  en  busca  de  esposo"? 
¿En  busca  de  amores  vá 
con  ese  porte  garboso? 
Nó;    más  allá,  más  allá. 


U'm^' 


■  '^.y>'.^i?>'-.'^-'--W: 


EL  CA8BABEL 


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LOS  FARRISTAS  <'» 


V-^ra  un  34  de  Mayo.— Una  de  esas  infini- 
tas Sociedades  danzantes  que  pululan  en  Bue- 
nos Aires  daba  (como  dicen  sus  socios)  un 
baile  de  gala  en  conmemoración  del  glorioso 
aniversario  de  nuestra  Independencia. 

Había  esa  noche  en  el  programa,  represen- 
tación teatral,  lectura  de  poesías,  música,  y 
demás  excesos  que  cometen  los  aficionados', 
cuando  tienen  público  que  los  aguante. 
jY  cuidado  que  era  sufrido  el  de  aquel  la  noche! 
Toda  la  semana  había  estado  esperando"^ 
34,  y-se  preparaba  á  gozar  de  algo  extraordi- 
nario, algo  que  no  veía  sino  raras  veces,  y  que 
en  manera  alguna  estaba  al  alcance  de  sus 
modestos  recur.«;(i.s. 

Eosfii  Salvinf-y  el  inolvidable  Rafael  Calvo 
hubieran  envidrado  para  sus  mejores  momentos 
la  atención  que  aquél  público  prestaba,  á  los 
asesinos  del  Arte  Musical  y  Dramático. 
¡Y  qué  variación  tan  bizarral 
El  napolitano  puestero  del  Mercado  del  Pla- 
ta, alternaba  con  el  más  florido  de  los  artis- 
tas (J)  de  las  peluquerías  Italianas  y  Francesas. 
El  mozo  de  Rotisserie,   acicalado  y  compues- 
to, fruncía  el  ceño    y    protestaba   contra    el 
recortado  compadrito  Surero   (]ue  dirigía  in- 
candescentes miradas,  y  conversaba   en    alta 
voz  con   sus   relaciones.  El   dependiente   de 
mercería  con  su  onda  inverosímil  á  fuerza  de 
cosmético  y  aceites,  su   pantalón  á"" cuadros', 
corbata  chillona,  chaleco  abierto,  y  entallada 
levita.  Los  pesaos  con  su  reluciente  bota  y  bien 
peinada  melena,  y -los  livianos  con  sus  cha"- 
roles  más  ó  menos  deformados,  según  la  pre- 
-sión  ejercida  ese  día  para  estrenarlos...  Y  esto 
de  todos  los  países,  de  todas  las  esferas,  desde 
el  gringo  ricacho  é  infatuado— hasta  el  criollo 
pobre  afable  y  vivaracho— desde   el    mozo   de 
buena  familia  pero  calavera,— hasta  el   mozo 
■de  confitería:  y  todos  ellos  atentos,    aproban- 
do, ó  desaprobando  los  artistas  y  protestando 
á  veces   los  más,  contra    los    barullitos  pro- 
movidos por  los  menos. 

La  Comisión,  compuesta  de  cuatro  ó  cinco 
dependientes  de  almacén  ó  registro,  lucia  en 
el^ojal  sus  escarapelas  multicolores  otras  veces, 
y  ese  día  con  el  azul  y  blanco  de  la"  patria, 
como  colores  obligados.  '"""""^ 

¡Porque  eso  sí,  había  lujo  de  patria! 
Banderas  por  todos  lados,  bombas  azúlese- 
blancas,  mucho  himno  nacional,  muchos    re- 
tratos de  nuestros  héroes,  adornando  las  pa- 
redes, los  bustos  de  San  Martín  y    Rivadavia 
coronando  el  tablado  donde    se    perpetraban 
los  asesinatos  artísticos- pantaloneras,  y  mo- 
distas disfrazadas  de  República  (estilo  simbó- 
lico), y  demás  manifestaciones  del  sentimiento 
pafriótico  Argentinp.        , 


En  el  fondo,  el  Restaurant— Sandwiche^^éfas- 
nochados,— y  pollpt  fósiles  como  come^ip|l^ 
—todas  las  variaciones  de  veneno  alcohWl^j 
de  azucarados  jarabes  como  bebidas.— OiMtetf- 
late  terroso  y  aguado  en  jicaras  de  ^4v<ÍitMn 
limpieza,  y  espumosa  Quilmes  como  breraje 
apetecido. 

i^Los  farristas  estaban  en  su  elemento— no 
vayan  á  creer,  quí'  ninguno  de  los  esbozados 
en  mis  anteriores  artículos...  No  seüorl— Los 
peligrosos  no  frecuentan  por  regla  general  el 
ce  Itro  que"^  descríMo. — Predominan    los    incó- 


(!)■,.  (Véase  el  número  20.) 


modos— y  abundan  los  inofensivos. 

El  farrista    incómodo!— especie    singular   y 
genuína— individuo  exótico,  cifra  de  la  vanidad 
— estampa  de  la  pedantería,  y  viva  imagen  del 
empalago— insolente  y  procaz  con  ios  débiles 
— rastrero   con  los  fuertes— vicioso    por   estu- 
pidez, y  estúpido  por  sus  vicios— tenorio    de 
cafetín — y  l.ovelace    de    prostilmUí — barullero 
por  escelen  cía.  y  cobarde  como  liebre  ante  el 
peligro— insultante  en  sus  modales  y  palabras 
— cargando  armas  <iue  no  usa  sino  para    ate- 
morizar mujeres  y  pronunciando    frases,  que 
envidiarla  el  más  cínico  de  los  degradados. — 
Ente  socíalmente  despreciable  é    intelectual- 
mente  nulo— haragán  por  (iostumbre   é  impo- 
tencia, con  el  sello  oel  vicio  impreso    en    su 
cara— derrochando  sin  arte  ni  decencia  lo  que 
á  otros  tal  vez  haya  costado  una   vida  de  tra- 
bajo honrado. 

Ahí    lo    tenéis. — Han     formado    su    circuí» 
aparte  en  la  abigarrada  tertulia. -Oigámosles 
un  momento: 
—¿Coló,  compadre-? 

—Pues  bueno  fuera;  á  mí  n adíele  rae  pone 
delante,  cnerpcr  la  Comisión...  y  aquí  me 
tiene.  ^ 

— ¿Sabe  (jue  está  bueno  el  Bailonffo'* 
— Bastante.— y  como  le  fu''  hoy  en  el  Rom-, 
pedor. 

—Ma<¿a}\u(la incnU' .  gan*'"  unos  pesos  al 
monte,  y  me  metí  luego  de  afuera  en  la  taba. 
Total  -30  ó  .30  pesos. 

— ¡Pucha,  que  tiene  suert*'!—  yo  tuve  que  em- 
peñar la  última  alhaja  de  la  vieja  para  seguir- 
la esta  noche  con  Vds.— Ando  en  la  mala...  y, 
al  perro  flaco  todas  .son  pulgas 

— Pero  ya  empiezM  el  baile- Sácala  á  aquella 
rubia  que  está  con  la  vieja  y  batila  bien,  que 
es  queso  rendido)-,  y  sacará  partido. 
— ¿Che,  y  haremos  ijochinche? 
— Ya  sabe  <|ue  estoy  á  su  orden,  pegúeme  el 
silbido  cuando  quiera  formarlo. 

Se  oyen  los  acordes  de  un  vals,  las  parejas 
giran  vertiginosas,  algunas  con  corte,  otras 
saltando— las  más.  pegaditas— las  menos  sepa- 
radas— las  mam'js  se  empiezan  á  dormir — la 
alfombra  á  despedir  tierra— la  orquesta  á  des- 
afinar. 

Los  farristas  se  mueven— gritan  aquí— se 
pelean  allá— dirigen  miradas  conquistadoras  á 
las  niñas  honradas— tutean  'á  las  dudosas,— 
insultan  á  las  decididas— pisiáh    á  este— atro 


326 


£L  CASCABEL 


■    pellan  á  aqufl...   y  -se  hacen   odiar  de  todas. 
La  Comisión  procede  á  echarlos— bochinche 
descomunal— gritan  por  siete   y   deshacen    á 
;'yeces  el  baile— por  fin  los*échan— queda  todo-en 

J^;^pítf,J.  y  en  otro  baile  hacen  lo  mismo— ébrioá, 
'por  supuesto,  con  las  frecuentes  libaciones— 
'provocando  á  los  que  encuentran  en  su  cami- 
iío  y  huyendo  á  la  primer  pitada  de  vigilante 
que  oyen-. 
*^      Luego...  al  Americano— á  tomar   ginebra  y 
Cá  relatar  su  farra...  (?) 
|.     Y  esto  todos  los  sábados  y  días  de  baile. 
*     ÍHe  aqui  la  vida  del  farrista  incómodo.— He 
"    aquí  sus.   hazañas.— Algo    he    dicho.— Mucho 
y  queda  en  el  tintero.— El  tipo  es  fecundo  y  ex- 
.   flotable. 
/'í'-Se  lo  recomiendo  á  los  lectores  curiosos. 

1i^^.  ,.  C.  Navarro. 


*¿í»- 


¡Libertad 


^; 


■^Ñr* 


# 


\xJ.- 


,     Glorioso  y  sublime  nombre 
del  que  tanto  se  ha  abusado, 
y  que  ha  desacreditado 
con  sus  excesos  al  hombre. 
Anhelo,  que  sin  cesar; 
exhalan  en  su  suírir: 
los  ingleses  con  pedir, 
.nosotros  con  no  pagar. 
Grito  del  que  se  han  valido 
muchas  solteras  ligeras, 
y  otras  que  no  eran  solteras, 
al  huir  de  su  marido. 
Causa  de  lucha,  y  después 
que  la  lucha  ha  terminado, 
todos  de  ella  hemos  hablado 
y  nadie  sabe  lo  que  es. 
Palabra  que  alza  y  altera 
á  un  muBdo  que  no  la  entiende. 
pues  la  libertad  comprende 
cada  uno  á  su  manera: 

Tirano  que  ve  sufrir 
al  pueblo,  con  crueldad, 
y  que  le  dá  libertad, 
libertad...  para  morir. 

Yil  é  ignorante  nación 
■umida  en  un  fanatismo 
que  promete,  con  cinismo, 
libertad  de  religión. 
En  donde  niñoá  y  adultos 
el  libre  culto  propalan, 
y  al  que  á'ma  á  otro  Dios  empalan 
con  su  libeirtad  de  incultos. 

Hombre  que  al  encenagarse 
en  el  medio  en  que  reside, 
á  gritos  libertadUpide, 
libertfi'á  de  no  lavarse. 

Ó^&jehk  impertinente 
qúe'de'iá 'miíjer  detrás, 
b9sca  ja  de  los  demás 
y'j^d*  amor  libremente. 

^líbartíroé  imeíices 


Gvtiki  mu 


>lr 


/' 


que  su  propio  rostro  aman  | 
y  la  libertad  proclaman  i 
de  sobarse  las"  ¿áricés.  i 

Oente  de  reputación  ' 

Boleadamente  dudosa, 
y  que  lucha  y  no  reposa 
■  por  su  libertad  de  acción, 
buscando  las  ocasiones 
de  fundar  con  libertad 
un  centro,  una  sociedad, 
para  huir  con  las  acciones. 

Dama  que  con  gran  calor 
libertad  ha  pregonado: 
la  de  que  se  halle  obligado 
el  hombre  á  hacerla  el  amor. 

Cocinera  que  con  fuero 
— ¡Libertad!- pide  altanera, 
para  guisar  como  quiera, 
para  quemar  el  puchero. 

Frase  que  en  el  muiidii  tod(» 
se  agita,  crece  y  se  extiende, 
frase  hueca  que  la  entiende 
cada  persona  á  su  modo.  ^ 

Ved  á  Gómez,  (|ue  anteayer,      - 
celoso  de  su  mitad,  -l 

privaba  de  libertad  '  ;. 

encerrando  á  su  mujer. 

Y  ella,  al  instante  (¡ue  vio  Jíí 
la  puerta  medio  entreabierta, 
forzó,  traidora,  la  puerta 

y  por  allí  se  escapó. 

¿Dónde  fué?  Gómez  no  ha  dado 

con  su  misterioso  asiló, 

y  ayer  decía  tranquilo: 

^¡Yo,  en  libertad  la'^he  dejado! 

Y  uno  de  sus  dependientes 
por  lo  bajo  dijo  así:* 
—Es  cierto,  yo  ayer  la  vi 
entre  Lavalle  y  Corrientes. 

S.  Garrido. 


POR  AMOR  A  LA  GIENCU 


/ 


Pepití)  se  halla  hoy  en  día 
por' fas  viejas  adorado, 
así  es  qué  bé  hiá  dedicado 
;i  estudiar  Arqueología. 


'-r"<»='.^^^ji^';3 


EL  CASCABEL 


327 


¡oíd  mortales....! 


i 


a 


L  grilo  sagrado...  ele. 
Asi  empieza  el  liitnno  argentino.  \ 

Y  asi  empiez.in  muclios  ciudadanos  que  de 
pronto  sienten  necesidad  de  declararse  libres, 
sin  esperar  la  mayor  edad,  como  ocurrió  á  la 
República  Argentina,  según  la  frase  empleada 
por  cuanto  orador  común  trata  en  España  y  en 
América  de  la  emancipación  de  las  que  en  un 
tiempo  fueron  colonias  españolas.       , 

No  hay  que  confundir. 

La  libertad  nos  atrae,  pero  no  hay  que  abu- 
sar de  ella. 

¿Quién  no  siente  anhelos  de  romper  trabas? 

El  primer  abrazo  que  se  dá  libremente  al 
ser  querido  descubre  nuevos  horizontes. 

Después  del  primero  viene  como  es  nataral 
el  segundo. 

Así  como  después  de  Argos  viene  N.  N.  de 
vida  social. 

Y  después  viene  el  otro.  .  a 
No  el  otro  N.  N.  ' 
El  otro  abrazo. 
Aunque  á  veces  viene  el  otro. 


la 


Cuando  menos  lo  espera  uno. 

Y  puestos  á  venir,  vienen  los  liorizontes,   que   se  descubrieran  al  dar  el  primer 
abrazo,  en  forma  de  ataques  de  nervios,  riñas,  platos  rotos...  etc. 

Y  por  fln,  los  seres  que  anhelando  libertad  constituyeron  un  hogar  libre,  resulta 
que  no  se  entienden. 

Y  caminan  en  sentido  opuesto. 
Moral  y  materialmente. 
De  aquí  surge  una  nueva  faz^de  la  libertad. 
La  de  acción.  ^- 

Y  no  aludimos  á  Alem,  que  es  hombre  de  acción 
y  marinero  obligado. 

De  la  libertad  de  acción  viene  la  ruptura. 

Y  los  cónyugues,  que  se  convencen  de   que  han 
de  caminar  en  sentido --opuesto,  rompen. 


Y  el  uno  tira  por  un 
lado. 

Y  la  otra  se  tira  do 
cabeza  al  río. 

O  en  brazos  de  un 
protector. 

En  la  república  de 
las  letras  ocurre  algo 
parecido. 

Uno  se  siente  autor. 

Y  al  sentirse  en  ese  estado,  aspira  á  romper  los  mol- 
des que  se  oponen  al  desarrollo  de  su  ingenio. 

Y  si  es  poeta,  se  inclina  á  la  poesía  libre. 
Tan  libre,  que  se  convierte  en  poesía  anarquista. 
Que  es  la  que  reconoce  por  cabeza  visible  á  Bibclini. 

Y  por  cabeza  de  turco,  al  lucero  del  alba. 
El  público  y  los  autores  libres,  por  fln  se  convencen 

de  que  nó  han  nacido  uno  para  el  otro,  jcomo  Roca  y 
Mitré..  -  ■  ■   I- '  ■■=9;-"f    :.-:>:^^ 

Y  rompen.  ' 

Es  decir,  le  rompen  algo  al  seulido  común. 

O  esle,  airado,  vuelve  conti#ii^%ator  y  le  rompe  el  tímpano  á  silbidos. 

Enjtbhces  el  pueblo  respira 'pbre'n^e. 

"^^"^-rí^^er  4^i^ié?e*i,Ji|í  hablando,  he  llenado  unias  cuartillas,  á 


las^fésfr 
los      ' 


y  por  Jos  de  primera   necesidad. 


Andrés  Solre\ 


1 


1 


330 


EL  CASCABEL 


;f©rter 


— Muy  buenos  días,  señor. 
—Buenos  dias,  cabgillero, 
—Si  no  fuera  molestarle... 
—La  molestia  es  lo  de  menos. 
Usted  dirá  qué  se  ofrece. 
— En  los  tiempos  que  corremos 
créame  usted  que  mi  oficio 
es  un  oficio  de  perros: 
Un  intervieic  á  las  nueve, 
á  ias  diez  un  parlamento, 
á  las  once  una  entrevista, " 
á  las  doce  un  gatuperio. 
Aílí  dicen  se  conspira, 
pu€S  vamos  aili  corrieudo: 
qué  por  allá  se  preparan 
ú  nuevos  derrocamientos, 
pues 'no  hay  n^íis.  vamos  deprisa 
piernas  para  que  os  quiero, 
ya  que  correr  es  tu  oficio 
vive  repórter  corriendo. 
¿Que  don  Fulano  no  piensa 
como  piensan  los  del  pienso? 
¿Qué  Mengano  ha  resultado 
mantequilla  y  huevos  frescos? 
Pues  repórter  vuela  aprisa, 
averigua  sus  intentos ' 
y  en  las  hojas  que  se  imprimen 
lanza  ú  volar  sus  engendros. 
En  fin,  amigo,  mi  oficio 
es  un  oficio  de  perros: 
sube  y  baja,  corre  y  vuehí, 
bebe  sin  cesar  los  vientos, 
estropea  los  botines, 
consume  doce  pañuelos 
enjugándote  el  sudor, 
que  te  vá  enjugando  el  cuerpo.  ' 
para  que  el  público  ávido 
sepa,  cuando  salga  í'ebo. 
como  opina  Perengano, 
como  piensa  Perenoejo. 
Así  que,  aunque  le  molesto, 
yo  de  su  bondad  .. 

—Entiendo. 
Usted  quiere  <jue  le  dé 
noticia  exacta... 

— Eso.  eso; 
de  lo  que  opina  su  jefe 
sobre  la  Tierra  del  Fuego. 
—¡Oh,  del  fuego  él  sabe  muclu»? 
lo  que  es  en  eso  es  maestro. 
—¿Y  MU  Ínter vietc  no  podría 
tener  con  él  un  momento? 
— ¿ÜT3  Ínter...  que?  sí,  usted  quiere 
un  seguro,  pero  bueno, 
para  esa  tierra  que  dice. 
— iQá4  seguro,  ni  qué  cuernof 
lo  que  quiero  son  noticias 
que  aseguren  mi  sustento. 
—Pues  noticias  no  hay  aquí. 
—Y  entonces  diga  ¿que  es  eso? 
—Compañía  de  seguros, 
buenisima  para  incendios, 


esta  es  la  mejor  de  todas; 
e/;  la 

— ¡Vayase  á  paseo! 
¡f)orrico!  ¡sonso!  ¡filingof 
¡me  ha  hecho  perder  el  tiempo! 
— ¡Eh!  no  grite! 

—Calle  usted 
ó  voy  a  romperle  un  hueso. 
—¡Qué  genio.  Virgen  María! 
le  vá  á  dar  un  mareo. 
-•¡El  peor  mal  de  losmjiíes... 
— Sí,  lo  sé;  el  gacetillero. 

Josr  Rúdrifiid 

ik)-  

AGENCIA- DE  CONCHAVOS 

—¿Y  usté  (lue  (luiere  ganar? 
— ¿Pues  no  se  lo  he  diclio  á  ust<-.' 
Lo  más  que  se  pueda  ¡che! 
Me  parece  que  sé  hablar. 
Yo  soy  de  allá,  muy  manóla, 
chula,  pa  que  usté  comprenda, 
xalá,  pa  que  usté  me  entienda, 
quiero  decir:  española. 

Y  aunqueflevo  a(iuí  muy  poco, 
(lo  digo  sin  petulancias) 
estoy  con  las  cercxnstancitis. 
por  si  acaso  me  coloco 

en  una  casa  del  páia, 
'  donde  "p«  hacerse  entender 
una  tenga  que  aprender 
á  hablar  de  otro  modo,  ¿estáis." 

Y  vamos  á  ver  si  yo, 

bien  arreglao  tengo  el  pico: 
sé  que  lo  gracioso  es  rico, 
y  sé  decir  ¡cómo  nú!... 
cuando  me  enfado  ¡callóle! 
cuando  se  marchan  ¡reñí! 
cuando  se  quedan  ¡salí! 
cuando  tropiezan  ¡fijáte!... 
Sime  quiere  enamorar 
así,  de  pronto,  un  cualquiera, 
sé*  decirle:  ¡que  zonzera! 
¡Che!  ¡Déjate  de  embromar! 
Sé  que  es  tiatt^o  y  pión, 
sé  decir  que  pior  es  nada, 
y  cuando  estoy  enojada 
sé  estar  igual  que  un  lión; 
conozco  que  es  un  boleto, 
y  poniéndome  delarité 
de  cualisquier  atíjrrante 
hasta  el  olor  me  hace  éfeto, 
en  ftn,  para  terminar, 
con  cama  igual  que  sin  cama, 
yo  soy  la  mejor  mucama 
que  se  ha  mandado  mudar: 
conque  á  ver,  dígame  usté 
si  lé  gusto  ó  le  disgusto, 
aquí  estoy  para  dar 'gusto 
conque^*  a'  dímihéN^rihe,  ¡che! 
Pido  treinta- toacidfi|]|és 
sin  cama,  y  liendoÜtiri  cama, 
pretendo  yo  ser  él  aiíia 


I 
i 

I 


EL  CASCABEL 


3:n 


BUENOS  AIEES  NOCTURNO 


artillería  de  bollini 


332 


EL  CASCABEL 


de  los  tales  y  los  cuales, 

conque,  señor  contratista, 

cuando  ha  i  (ja  colocación 

aquí  tiene  mi  ¿nscrición... 

— iSin  vergüenza!...  ¡Hasta  la  vista! 

.1.  Díaz  de  la  Quintana. 


IMPROVISANDO 


Sastre  y  poeta  elegante 
que,  pensando  extremecido 
en  un  drama  horripilante, 
sin  quererlo,  le  ha  salido 
la  factura  de  un  marchante. 


DE  DOMINGO  Á  DC<V!:  .'GO 

.Ya  tenemos  conripañia  de  ópera. 

Ha  llegado  tarde,  en  relación  con  lo  que 
pasaba  en  otras  temporadas,  pero  ha  lle- 
gado al  fin  y  ha  debutado  á  paso  de 
carga,  sin  descansar  nadie  de  las  fatigas 
del  viaje. 

Naturalmente,  una  obra  como  Alda, 
elegida  para  estreno,  que  no  se  puede  pre- 
sentar con  precipitaciones,  adoleció  por 
falta  de  ensayos,  y,  en  una  palabra,  como 
el  público  es  bueno  y  cortés  hasta  la  exa- 
geración, pasó  todo  del  mejor  modo  posi- 
ble... y  Ferrari  contento. 

Los  críticos  musicales  están  á  sus  an- 


chas y  vuelven  á  hablarnos  de  voces  ater- 
ciopeladas, y  esperamos  que  el  dia  menos 
pensado  nos  hablarán  de  voces  de  cretona 
ó  de  tafetán  inglés. 

Sea  como  sea.  congratulémonos  y  dis- 
pongámonos á  oir  óperas,  y  más  que  todo 
á  admirar  bellezas,  brillantes  y  otras  co- 
sas con  que  nos  deleitamos  los  del  pa- 
raíso, ú  falta  de  otra  cosa  mejor. 

Por  ejemplo,  hoy,  el  teatro  estará  au 
prand  complet.  que  dirá  seguramente  el 
de  la  trida  social  de  Bl  Diario,  propa- 
gandista de  la  ópera  y  de  los  demás  chis- 
mes elegantes,  sin  olvidar  ios  cromos  y  los 
instantáneos. 

El  teatro  estará  lleno,  repilo,  y  no  faltará 
el  himno  patrio  cantado  con  lujo  de  erres 
italianas^  y  quiné  sabe  si  alguna  sorpresa 
más. 

Allá  lo  veremos. 

Y...  aliora  me  doy  cuenta  de  que  ha- 
blando del  Teatro  de  la  Ópera,  no  hablo 
(le  los  demás. 

Dios  me  perdone.  '        . 

Pero,  desde  que  los  gacetilleros-cri lieos 
(le  algún  diario,  que  no  cito,  porque  no 
necesita  bombo,  han  descubierto  que  Mi- 
gu(^l  Kchegaray  no  hace  comedias,  estoy 
en  un  brete  y  no  sé  deque  calificar  El  oc- 
lavo  no  rnentir,  por  ejemplo. 

Este  es  el  motivo  de  que  Ciille,  esperando 
(jue  so  estrene  lo  más  pronto  posible  Rea- 
iidad,  de  Pérez  Gaklós.  para  ver  si  la  ca- 
lifican de  saínete  serio  y  largo.  , 

¡.Quién  sabe!... 

En  consecuencia,  aunque  de  todo  lo  di- 
cho no  pueda  deducirse  nada,  no  toco  la 
(yontedia  ni  el  Apolo  porque  me  cansa 
hablar  siempre  de  lo  mismo,  por  bueno  á 
ralos  que  sea. 

Por  lo  tanto,  ¡hasta  la  próxima! 

A  ver  si  U7i  Héroe  estará  ya  enterrado 
y  la  atmósfera  se  despejará  un  poco. 

Dios  lo  quiera. 


».l|UISi-£OSÍS 


v'^'  I 


No  sabemos  si  se  nombrará  la  consabi- 
da comisión,  encargada  de  recaudar  fondos 
para  levantar  un  monumento  á  la  memo- 
ria del  que  fué  Dr.  Goyena. 

Ya  estamos  acostumbrados  á  eso  de  pro. 


mm 


i'^í3i^:'v  i^r-'~<--rifnK>: 


ÍW'-' 


EL  CASCABEL 


333 


yectosde  monumentos,  que  (|uedan  en  pro- 
yecto simplemente. 

El  D*-.  Goyena  se  hizo  acreedor .  como  el 
que  más,  ú  que  el  mármol  ó  el  bronce  per- 
petuase su  memoria. 

ínterin,  podriá  ponerse  en  sn  tumba  una 
lápida  que  podría  decir. 

dr.  goyena 

Murió  pobre.— Ejerció  cargos  pühliros 

R.  I,  p. 
Una  lápida  concebida  en  estos  términos, 
equivale  ,á  cien   monumentos,   dados  los 
tiempos  que  corremos. 


— Usted  vá  recto  ai  abismo 
pues  que  su  fé  perdió  usté... 
—No  tal,  conservo  mi  fé. 
—¿Como? 

— Si.  la  de  bautismo. 


'k 


La  compañía  que  actuó  hasta  hace  poco 
en  el  Politeama,  puso  en  escena  El  Drant 

Nuevo  y efectivamente,  pusieron  o 

drama,  como  nuevo. 

Con  toda  propiciad,  naturalmente: 

Y  con  alevosía. 


Rosa    y    Rosita    López 

son  dos  hermanas 
que  huelen  á  demonios, 

pues  no  se  lavan. 

Y  aún  hay  personas 
que  su  casa  les  dicen 

que  huele  á  rosas. 


Leo  í 

«Anoche  han  sido  apedreados  dos  trenes 
de  la  linea  del  Oeste,  en  viaje  de  regreso  al 
Once.  Las  piedras  partieron  de  un  punto 
situado  un  poco  más  acá  de  la  estación 
Ituizangó ....... 

De  la  Cafreria,  querrá  decir  el  colega  que 
da  la  noticia. 

Los  apedreadores.  como  es  natural,  no 
han  sido  buscados,  y  seguirán  apedreando 
á  mansalva. 


Con  muy  poca  devoción 
vas,  niña  hermosa,  á  Lujan, 
y  también  lu  novio  Juan 
vá  á  la  peregrinación. 
Procura  buscar  el  modo 
de  no  dejarte  escurrir, 
no  sea  tengas  que  ir 
después  á  Roma  por  todo. 


La  llegada  del  general  Canto  ha  desper- 
tado gran  interés  entre  nosotros. 

Se  comprende. 

Y  los  reporters  se  han  puesto  en  movi 
miento,  y  han  asediado  á   preguntas  al 
distinguido  militar. 

El  cual,  como  es  natural,  satisface  cuan- 
ta pregunta  se  le  hace. 

—¿Cómo  es  natural?— preguntamos  á  un 
repórter. 

— Naturalisimo.  ¿Cómo  es  posible  que 
un  general  que  se  llama  Canto,  deje  de 
cantar? 

— jAh! 


Don  Roque  pronto  se  enoja, 
y  en  hablando  con  cualquiera 
si  le  interrumpen,  se  altera 
y  el  guante  al  momento  arroja. 
Esto  nos  chocaba  antes 
y  hoy  la  causa  es  conocida: 
asi  don  Roque  liquida 
una  fábrica  de  guantes. 


Halló  Doña  Asunción  esla  mañana 
á  su  hija  Catalina, 
abrazada  detrás  de  una  ventana, 
con  cierto  licenciado  en  Medicina. 
—¿Que  haces  aqui,  coqueta,   mal  criada! 
Doña   Asunción    le    pregunto    bramando, 
y  ella  le  contestó  ruborizada: 
—  Estoy   las    fiestas   patrias    celebrando. 
Hay,  niñas  según  eso, 
que  resultan  palriotas  en  exceso. 


Las  estrellas  en  el  cielo, 
los  ingleses  en  la  tierra, 
¿porqué  no   habian  de  estar 
ambos  á  dos  viceversa? 


ondencia 


^^ 


-^ 


Afc/rí'fl.— Justo;  como  su  couiposic  iún,  que  es  un 
fiambre  monumental. 

P.  *.— Recibí  su  articulo  Alu'>-  J  efectivamente 
hay  algo  en  él.  Arregle  el  principio,  suprimiendo 
exordios,  y  suprima  cosas  como  aquello  de  teri^iw 
álgido,  mande  la  fírma  y  se  publiciu-ík. 

P.  Z«ón. —¡Leoncitos  á  mi! 


^•ffe-\ 


'^- 


334 


EL  CASCABEL 


L.  tí.  F. — Bueaa;  yo  lo  publicaria;  pero  temo  que 
mi  casero  al  leer  lo  que  dice  V.  del  ifrcmio,  me 
•aba  el  alquiler. 

Yerno. -i-nua  cosa  es  casarse  y  otra  cosa  es  decirle 
k  la  sueg^ra : 

¡Oh  mamá  futura! 
polilica,  no  mucho 
(í  mi  que,  soy  muy  ducho, 
tu  poder  me  apura 

como  dice  V.,  y  muy  mal  dicho  por  ciert  . 

Ten-Seng  —¿Que  se  insulta  á  los  que  mandan  eom- 

gsiciones?  No,  señor;  pero  resulta  que  los  que  man- 
D  artículos,  etc.,  suelen  insultar  á,  la  gi-am&tica, 
&  la  retórica,  etc..  y  nosotros  volvemos  humilde- 
mente por  los  fueros  de  estas  señoras.  Y,  como 
«sto  ya  es  largo,  hago  Ten-Seng  y  aparte. 

Criollo.— 9^u  asao  resulta  duro  y  de  difícil  diges- 
tión. 


}'.  lie  /.—No  es  publicable. 

AVo//.— Mande  la  firma. 

T.  T.  r.— Ya  me  esperaba  yo  un  susto  como  el 
^que  V.  me  ha  dado,  en  renglones  coi'tos,  y  á  propó- 
sito del  25  de  Mayo. 

Amante.— Kh  Cascabel  no  sirve  de  vehiculo  á  de- 
claraciones de  amor. 

El  de  siempre.— \\jO  conoci  al  punto!  El  papel  fino, 
la  letra  hermosa,  las  faltas  de  ortografía,  los  ri- 
pios... jcomo  siempre! 

Carhuc.—Se  le  pidió  la  firma  porque  su  composi- 
ción aparecerá  en  el  próximo  número. 

/.  L.  C— (Chivilcoy).— El  Cascabel  no  hace  poli- 
tica. 

R.  L.—No  puedo  piíblicar  lo  que  V.  envia. 
1'.  T.  .Vera.— Primero  mande  algo;  después  vendrá, 
lo  otro. 


EL  CASCABEL 

SEMANAHIO  FESTIVO  ILUSTRADO 

Director:    ENRIQUE   COLL 

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CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1 .50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio.  <• 

Número  corriente »    0. 10 

»         atrasado »   0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

t— AllSlIÍA  — «6t     (ALTOS) 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Giiillernio  A.  Cranwell, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Oannrell  sino  de  Sproat. 

LA   ÚNICA 

DROGUERÍA  Y  FARMACIA 

Di: 

GR  AIM  WELL 

Que  existe  en  Buenos  Aii-os.  está  situa- 
da en  ia  calle  do 

VICTORIA,    NUM.    647 

Enlrc  Peni  ij  C/iacabiieo 

Atendida  personalmente  por  su  propio 
tario 

Edmundo  E.  Granwell 

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ii'-.  juegos  de  lavatorios,  metal  blanco,  Jicore- 
ras,  canastas  pai-n  pan,  aceiteras,  cuberteras. 
Horeros,  lamparitas.  veladores,  liltros  para 
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ras.  azucai'ei'as.  bandejas  de  madera  papié 
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res dr  pif^.  braseritos.  salivaderas,  bidets 
ciMiiodos,  v,<(trus  artículos  de  menage. 

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ii'i'os.  lalitrf?;  para  caniií.  pa[)as.  de  lavar, 
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lii'  mi'sa,  esiantes  [)ai"a  cocina,  canastos  para 
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cab'ras.  calorilcros, 
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la, cocinas,  cai-boiieras,  mesitas  para  té,  mol- 
<l<'.-;  para  budines,  é  inlinidad  de  artículos  de 
menaje  iiuposilile  de  ennmerar.  Precios  üjos 
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Al  Buen  Menaje,  Artes,  150 


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EL  CASCABEL 


335 


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Por  más  interines  ú  datos,  ocúrrase  á  sus  affenteí 
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El  Cascabel  (de  Madrid) 
Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómica. 
La  Semana  C(jmic<i. 
El  Toreo. 
La  Saeta. 
La  Lidia. 
La  Semana  fúnebre. 
El  Mundo  femenino. 
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La  Esquella  de  la  Torratxa. 
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Aires. 

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»--i 


..  i-i,-i-  .if  U  i'lata* — Méjico.  Aíj 


a*^ 


Afio  r  Buenos  Üres,  Junio  1°  de  1892        N(un.  22 


Editer  propietario:  FRANCISCO  FERRES 


Redacción  j  ÁdmiDistracion:  ALSINA  489  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 
Precio  en  la  ciudad...     $  0.10  el  número 


Fuera  de  la  Ciudad., .     »0.20 


id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  G' 


Proteclor  muy  conocido, 
que  si  los  (jue  lia  protegido 
¡sil  voto  le  hubieran  dado 
prontamente  hubiese  sido 
Pi'L'sidente  del  Senado. 


m 


EL  CASCABfiL 


f!^r^ 


;--■..  a>s.  s;-í?- 


.f"í-' 


— ^-Xg^í- 


Estamos  en  plena  saisson^  que  diria  el 
simpático  cronista  de  El  Diario. 
Por  un  lado  la  Opera. 

Y  por  otro  el  Congreso. 
Además,  se  anuncian  recibos. 

Y  se  presentan  recibos,  sin  previo  aviso. 
Bien  que  estos  suelen  no  pagarse,  se- 
gún opinión  de  algunos  industriales. 

Dejemos  la  política,  y  dejemos  á  los 
políticos  la  tarea  de  hacernos  felices. 

Es  decir,  de  hacernos  m5s  felices,  por 
que  felices  losemos,  y  mucho  por  cierto. 

Los  papas  de  la  patria  velan  por  nos- 
otros, y  si  se  reúnen  particularmente,  ó  en 
público,  es  para  ocuparse  de  nuestro  bien- 
estar. 

Se  habla  de  un  proyecto  de  ley,  en  vir- 
tu<1  del  cual  se  recargarán  con  fuertes  de- 
rechos los  zapallos  del  exterior,  porque 
en  cuanto  á  zapallos  nos  bastan  con  los 
de  casa. 


Y  .'idciiiás,  sabemos  que  en  una  reunión 
habida  en  casa  de  un  elevado  personaje, 


86  trató  de  dar 'éi  Má'yüi'  itapulso  posible 
á  la  fabricación  de  sidra  y  á  la  poésia 
nacional,  y  hasta  parece  que  se  señala  al 
Sr.  Velloso,  el  poeta  voraz,  que  dice  Ar- 
gos, para  encargarle  la  dirección  de  los 
trabajos  que  han  de  colocar  tan  alto  el 
pabellón  literario  nacional. 

De  lo  de  la  sidra  se  encarga  un  senador 
pantano,  según  dicen,  que  es  hombre 
entendido  en  agricultura. 

De  modo  que  por  este  lado  podemos  es- 
tar ti  anquilos. 

Los  que  no  lo  están  mucho  son  los 
papas.  I  —: 

No  los  de  la  patria.         } 

Los  de  sus  hijos.  ;      ^'-'''''^::'^P' -■-'-, 

Es  decir,  de  sus  hijas. 

O  á  lo  menos,  los  que  son  tenidos  por 
tales,  y  á  veces  por  cuales  también. 

Por  que  resulta  que  el  invierno  es  muy 
caro,  pues  las  niñas  han  de  frecuentar 
la  Opera  y  los  más  elegantes  salones,  y 
las  cédulas  no  dan  para  todo. 

Valga  que  no  faltan  mamas  ingeniosas 
y  económicas  que  se  salen  del  paso  con 
poco  dinero,  y  saben  arreglar  á  las  niñas 
con  cuatro  trapos  bien  combinados. 


¡Oh,  la  toilette! 

—  Cada  vez  qne  las  niñas  han  de  ves- 
tirse, me  desnudan  á  mí,  —  nos  decía  un 
padre  venturoso. 

—  ¿Cómo  se  entiende? 

— Quiero  decir,  que  me  cuestan  un  sen- 
tido. 

— Claro,  con  el  lujo  de  hoy. . . 

— Es  un  lujo  insultante  y  ruinoso.  Yo 
me  puso  con  el  frac  que  estrené  el  día  de 
mi  boda,  y  ellas  . . 

— ¿Las  bodas? 


M 


EL  CASCABEL 


339 


— (Las  niñas!...  Necesitan  más  compos- 
turas que  la  hapienda  del  pais.  Pero,  vaya 
usted  á  suprimir  gastos,  tratándose  de  la 
familia! 

—No  se  puede. 

— Y  más  ahora  que  El  Diario  saca  á 
luz  á  tantas  señoritas  compuestas,  y  se 
ocupa  de  los  vestidos.  Ya  vé  V.  que  no 
puedo  consentir  de  ningún  modo,  que  el 
cronista  diga:  «Las  encantadoras  niñas 
de  Brulote  lucian  un  elegante  traje  cre- 
ma.» Y  que  á  los  dos  días  repita:  «Las 
niñas  de  Brulote  lucian  eo  la  reunión  de 
ayer  un  expléndido  traje  crema...».  Y  á 
los  pocos  días:  «Las  niñas  lucian  un  tra- 
je crema...»  Tanta  crema  empalaga. 

— Y  la  crema  no  resiste  tantas  noches 
sin  cortarse. 

— Así  es  que  ahora  se  hacen  un  vestido 
café. 

— Después  de  la  crema. 

— Ya  lo  verá  V.  en  los  diarios. 

¡Oh  poder  de  la  prensa! 

¡En  qué  apuros  pones  á  algunas  perso- 
nas qtie  estiman  la  ropa  en  lo  que  vale! 

Dejemos  que  sufran  los  presumidos,  con 
tal  de  que  el  país  sepa  que  en  el  recibo  A 
ó  B  se  han  presentado  como  les  corres- 
ponde. 


Con  el  traje  café. 

U  otra  bebida  cualquiera. 

Por  fortuna,  no  faltan  tertulias  intimas. 


Y  á  ellas  tienden  los  que  guardan  una 
prud^te  reserva  en  cuanto  á  vestidos. 

NoÁotros  miramos  impasibles  el  ir  y 
venir  de  la  gente  de  lujo,  que  en  invierno 
está  continuamente  en  exposición,  y  nos 
contentamos  con  leer  eo  los  diarios  lo  que 
hace  el  gran  mundo,  j  cuando  leemos  que 
una  señora  se  ha  presentado  varias  veces 
con  el  mismo  vestido,  color  canela  por 
por  ejemplo,  nos  acordamos  del  cronista 
de  la  vida  social  y  exclamamos: 

— ¡Cartela  for  ewer! 

¡Dios  nos  perdone! 

C  A_R  T  A 

Mandado  por  mi  patrón 
á  Buenos  Aires  llegué 
y  amigo,  asombrao  quedé 
de  ver  tanta  variación. 

AI  bajar,  en  la  estación 
tomé  un  coche  de  alquilao 
y  de  aUí  á  Constitución 
ijcuatro  latas  me  han  cohrao!.' 

A  un  traraway  después  subí 
¡mal  aiga,  mi  buena  estrella! 
pues  se  armó  la  gran  querella 
porque  el  boleto  perdí. 

Cayó  un  taño  de  gorrita 
que  se  llamaba  Inpelor 
y  enjurp-cido  el  Señor 
se  puso  grita  que  grita. 

Allá  en  mi  tiempo,  aparcero 
á  usté  naide  molestaba 
porque  peligraba  el  cuero 
del  que  tal  cosa  intentaba. 

Por  toda  la  población 
varios  letreros  leí, 
uno  decía  Maison 
y  en  otro  Rotiserf. 

Al  punto  allí  me  colé 
y  ¡pucha!  por  casi  muero, 
■  pues  pedí  un  v?  sao  con  cuero 
y  me  trajeron  hroule. 

Hasta  el  edionia  ha  cambiao 
\y  le  juro  que  este  es  otro! 
aura  le  llaman  calsao 
A  la  tnesina  bota  é  potro. 

Junción  en  un  teatro  había 
y  allí  mi  bulto  cayó. 
«Gran  Troupe»  el  papel  decía 
j!de  carneros!!...  pensé  yo. 

Por  dentro  da  y  por  asiento 
peso  y  medio  me  cobraron, 
pero  el  poncho  me  robaron 
.'Aijunaü  Toavía  lo  siento. 

De  la  fiesta  diré  poco, 
fué  aquello  una  payasada, 
jSi  era  pura  francesada 
donde  todo  el  mundo  es  loco! 

•A  Santos  Lugares  J^'/ 


340 


EL  CASCABEL 


donde  antes  tuve  la  chica, 
y  deslumib'rado  golvi  ' 
de  tanta  luz  deletrica.     - 

Del  Gobierno,  no  hay  que  hablar, 
unos  dicen  que  es  macuco, 
otros  gritan  que  es  el  cuco 
que  á  todos  quiere  manear. 
Me  voy  mal  impresionado 


de  ver  tanto  desatino, 
Créame,  estoy  disgustado 
al  verlos  en  mal  camino. 
Y  como  yo  me  estiré 
porque  hay  mucho  que  contar 
cuñao  perdone  usté, 
no  me  volveré  á  esiltrar. 

Emilio  Gilí. 


MEDICINA  ILEGAL 


— Doctor,  está  muy  malita. 

— Vamos,  cálmese  señora. 

Y  usted,  con  franqueza,  ahora 

contésteme,  señorita. 

— ¿Yo?...  Mi  mamá  le  dirá. 

— Pero,  inocente,  ¿porqué"? 

— ¿Es  que  aqni,  padece  usté 

ó  es  la  enferma  su  mamá? 

Es  preciso  que  usted  venza 

su  rubor  para  conmigo: 

un  módico  es  un  amigo... 

— ¡Si  me  da  tanta  vergüenza! 

— Vaya,  fuera  ese  temor. 

¿Usted  sufre  al  respirar? 

¿No  puede  usté  descansar? 

— Eso,  justo,  sí  señor. 

Dando  vueltas  en  el  lecho  - 

no  sosiego  ni  reposo, 

y  tengo  un  miedo  espantoso, 

y  gran  opresión  de  pecho. 

— Sí,  sufre  mucho. 

—Y  después 

tengo  negras  pesadillas, 

sueño  que  me  hacen  cosquillas 

en  la  planta  de  los  pies. 

— Vaya,  niña,  en  realidad, 

veo  que  está  usté  sufriendo, 

siga  usted,  voy  comprendiendo 

esa  rara  enfermedad. 

—Tengo  un  sueño  que  me  inquieta: 

entre  blancas  nubes  veo 

que  se  me  acerca  Romeo 

y  yo  me  vuelvo  Julieta. 

Me  mira,  se  inclina  ufano. 

me  dice — muy  buenos  dias — 

y  luego...  otras  tonterías... 

—¿Y  qué  más? 

—Besa  mi  mano. 

— ¿Y  eso  le  causa  á  usté  susto? 

¿Sentirá  usté  un  gran  dolor? 

— Al  contrario,  no  señor, 

si  eso  me  dá  mucho  gusto. 

— ¡Ah,  vamos!  Cálmese  usté. 

—Es  que  eso  me  tiene  inquieta. 

— Una  sencilla  receta 

para  ese  mal  les  daré. 

—Oigo. 

— Esta  niña  precisa, 

para  ese  mal  espantoso, 

que  la  busquen  un  esposo 

y  casarla  á  toda  prisa. 


II 

— ¡Doctor,  esto  es  un  horror! 
¡Yo  no  lo  puedo  sufrir! 
¡Me  es  imposible  vivir 
de  esta  manera,  doctor! 
—¿Qué  le  ocurre? 

—Mi  señora 
está  mal  de  gravedad; 
padece  una  enfermedad 
que  padeció  antes  de  ahora. 
No  se  está  en  la  cama  quieta, 
le  dá  un  extraño  mareo: 
sueña  que  viene  Romeo 
y  ella  se  vuelve  .Tulieta. 
— ¡Bah!  No  pase  usté  cuidado. 
—¿No  es  peligroso? 

— \o  tal. 
¡Conoceré  yo  ese  mal 
cuando  antes  se  lo  he  curado! 
—¡Oh,  sálvela  usté,  por  Dios! 
— Es  un  caso  peligroso: 
pues  no  le  basta  un  esposo, 
precisa  lo  menos  dos. 
Ella,  al  aumentar  de  edad, 
se  ha  hecho  una  hermosa  mujer, 
y  la  dosis  ha  de  ser 
doble  en  esa  enfermedad. 
— ¿Eh? 

— Precisa  otro  Romeo. 
—¡Hombre!  Me  gusta  el  aplomo. 
— Nada:  dosis  doble. 

—¿Cómo?... 

Vayase  V.  á  paseo. 

ni 

—  (¡Oh  Dios,  qué  idea  espantosa! 
¿Qué  es  lo  que  veo?  ¡Qué  horror! 
¿Quién  es  ese  hombre?  ¡El  doctor 
abrazado  con  mi  esposa!) 
-\^  ¡Canalla!  ¡Ruin!  ¡Por  mi  fé 

que  te  has  de  acordar  de  mi! 
¿Qué  es  lo  que  hacía  usté  acjuí? 
—Es  que  yo... 

—¡Conteste  usté! 
¡Mataré  á  los  dos,  perjura! 
—¿Pero  á  qué  esa  algarabía? 
— Aún... 

—Sí  yo  solo  venia 
á  hacei'  la  primera  <:ii)-((... 

Luis  Garvín. 


EL  CASBABEL ,       ""  Sil 


SACEIFICIO 


^^^m  A  ^^^     suNTOs  urgentes  me  obbligan  á  partir.  Ks  indispensable  mi  marcha. 
^^HBl^^  —¿Y...  volverá  pronto? 

^^  ^^Y  — Si..  No...  ¿Quién  sabe?  Eso  depende  de...  muclias  circuns- 

/  jBi  \  tandas. 

V      y\  Y  Julián  despidióse  fríamente  de  Luisa. 

Vj  1-"  todos  quedó  una  sensación  singular,   algo  como   el  gusto 

desagradable  que  deja  un  manjar  comido  á  la  fuerza.  Aíjuella  des- 
pedida incomprensible,  dada  en  tórminos  vagos,  hacia  suponer  una  causa  poderosa 
que  la  motivase. 

Julián  estaba  locmnente  enamorado  de  Luisa,  según  la  expresión  de  la  madre 
de  ésta,  y  aquella  separación,  aquella  especie  de  prólogo  de  una  ruptura  resultaba 
oscura;  obedecía  á  una  causa  misteriosa  para  todos. 

Para  todos,  menos  para  Luisa.  Ella,  con  aquella  sutilidad  inapreciable  de  mujer, 
había  dado,  sin  perderse  en  divagaciones,  sin  vacilar  un  instante,  en  el  motivo  de  la 
marcha  de  Julián. 

Este  la  adoraba.  Ella  le  correspondía.  Una  duda  sobre  aquel  amor  era  lo  único  que 
podía  haber  impulsado  al  hombre,  que  debía  haber  sido  pronto  su  esposo,  á  huir  de 
su  lado. 

Y  la  duda  podía  existir.  Y  fundada.  El  recuerdo  de  Carlos,  de  aquel  desdichado 
suicida,  aparecía  en  la  mente  de  Luisa,  desvanecido  casi  en  un  principio,  cuando 
trataba  de  reconstruir  el  pasado,  vivo  y  fuertemente  colorido  después,  como  las  fres- 
cas manchas  de  sangre  en  un  lienzo. 

Luisa  se  preguntaba  alguna  vez,  estremecida  por  aquel  recuerdo: 
— iHe  sido  yo  voluntariamente  la  causa  de  su  muerte? 

Ella  le  había  querido,  si,  con  ese  cariño  que  se  tiene  por  un  compañero,  que  ha 
crecido  á  nuestro  lado,  que  ha  sido  nuestro  camarada,  que  Jia  llorado  nuestras 
propias  lágrimas,  y  ha  gozado  nuestras  mismas  alegrías. 

Habían  crecido  juntos  y  ella  había  creído  candorosamente  que  le  amaba  como 
á  un  amante,  cuando  no  era  sino  apreciarle  como  á  un  hermano. 

Recordaba,  cuando  él  con  voz  dura,  como  el  que  exije   algo  suyo,   como  el  que 
se   anticipa  á  reclamar  lo  que  teme  ha  de  perder,  la  preguntaba:.     '        ,    . 
—¿No  amarás  á  nadie  más  que  á  mi? 

Y  ela  se  reía,  jugaba  en  aquel  juego,  cruel,  siendo  un  tirano  candoroso,  y  ju- 
gando le  prometió  cuanto  él  pedía,  le  siguió  en  todos  los  disparatados  viajes  de  su 
imaginación,  siempre  riendo,  y  siempre  jugando  se  despidió  de  él,  para  aquel  viaje 
corto,  le  prometió  aquella  fé  con  tanta  importunidad  reclamada,  y  jugando  y  riendo, 
del  mismo  modo,  se  olvidó,  amando  al  que  ahora  huía  de  ella  también. 

A  la  mañana  siguiente  de  la  despedida  de  Julián  recibió  una  caja  llena  de  pape- 
les. No  se  había  engañado.  Era  toda  su  correspondencia  con  .Carlos,  un,  montón  de 
cartas,  en  que  parecía  repetirse  mecánicamente  una  afirmación  á  todos  los  anhelos 
de  él. 

La  abrió:  se  deslizó  un  sobre  lleno  de  ñores  secas.  Eran  las  que  ella  le  había 
regalado.  Al  tocarlas  con  sus  finos  dedos,  se  deshicieron  en  un  polvo  seco,  co- 
mo ceniza,  igual  al  polvo  en  que  se  hallaría  convertido  el  cuerpo  del  infeliz. 
Hojeó  un  cuaderno  de  memorias.  Era  un  himno  delirante,  eterno,  en  el  mismo 
diapasón  á  la  belleza  de  Luisa. 

Sentía,  removiendo  tantos  esqueletos  de  ilusiones  muertas,  dos  impresiones 
distintas.  En  una  notaba  vibrar  la  fibra  de  su  coquetería,  al  aspirar  aquel  vaho  de 
incoherente  apasionamiento,  en  la  otra,  una  fibra  más  escondida  aún,  le  producía 
un  dolor  extraño.  Una  frase  de  Carlos,  en  que  el  infeliz  parecía  estar  besando  el 
suelo  que  pisara  Julia,  en  que  parecía  elevar  una  mirada  dé  náufrago  moribundo 
á  quien  podía  salvarle,  hizo  latir  el  pecho  de  aquella  mujer  con  tal  fuerza,  abrió 
de  tal  modo  su  mente  y  su  corazón  á  aquel  pasado,  que  éste,  penetrando  en  ellos, 
lo  llenó  lodo,  ai-rolló  cuanto  en  ellos  había,  y  al  tíairar  Luisa  á  su  alrededor 
sintió,  con  algo  de  miedo,  que  se  había  transformado.  Adoraba  entonces  A  un 
muerto  que  habla  derrotado  al  vivo.  Carlos,  el  que  se  había  dado  la  muerte, 
•era  el  hombre  á  quién  ella  adoraba  en  aquel  momento.  Julián,  no  conservaba  en 
el  corazón  que  había  sido  suyo,   ni  un  espacio,    ni    un  hueco  para  tumba. 

Luisa,    revolvió   todos  los   papeles,  devoró   toda  la  correspondencia,   y   un  últi- 


342 


¿L  CASCABEL 


mo  papel,  un  documento  escrito  en  letras  gigantescas  sobre  papel  sellado,  fué  lo 
que  sus  ojos  recorrieron   y,  ¡ojabi!  no  Jo  hiciera. 

Alli  estaba  la  clave  de  la  muerte  de  Carlos.  Una  montaña  de  oprobio  sobre 
8U  nombre.  La  explicación  clara  de  aquél  suicidio,  necesario,  inevitable  a  la  vis- 
ta   del  documento. 

— ¡No  se  mató  por  mi!— pensó  Luisa  con  abatimiento,  con  algo  de  rencor 
contra  el  que  ya    no   existia. 

Pero  ella  podría  demostrar  al  mundo,  á  Julián,  á  todos,  que  no  habia  sido 
una  mujer  versátil,  una  voluble  coqueta  sin  entrañas.  Podía  hacer  volver  al  que 
se    habia  separado  tan  fríamente  de   ella,  para  pedirla   perdón  arrodillado. 

No  lo  hizo.  Aquel  torrente  de  pasión,  que  el  recuerdo  de  Carlos  había  lanzado 
en  »u  alma,  hervía  aún.    Adoraba    al   muerto  y  le  disculpaba  su  ingratitud. 

Se  creía   la  esposa  de  él,    y  no    quería   echar  la   deshonra   sobre  su   nombre. 

Calló.  Nadie  supo  nada  y  ella,  sonriente,  gozosa  de  aquel  sacrificio,  pensó: 

— Seguiré  pasando  por  coqueta.  No  me  importa.  El  dormirá  tranquilo.  Yo  soy 
la  viuda  de  un  hombre  honrado. 

Adolfo  S.  de  los  Ríos. 


■a»  I 


LAS     RIFAS 


Pues  señor,  es  fastidiosa 
de  las  damas  la  manía: 
Estar  juntas  todo  el  día 
para  rifar  cualquier  cosa. 
Se  ponen,  luciendo  el  talle, 
sentadas  tras  un  balcón, 
y  así  llaman  la  atención 
del  que  pasa  por  la  calle. 
Uno  cruza  y  de  improviso: 
— Señor,  tome  usté  una  cédula, 
y  se  le  hiela  la  médula 
al  verse  en  tal  compromiso. 
¿Y  quién  evitar  procura 
tomarla?  Si  á  la  verdad, 
conmueve  tal  caridad 
y  pasma  tanta  hermosura. 
Yo,  mil  veces,  hecho  un  pavo 
ante  una  rifa  quedé, 
y  ¡está  clarot  me  gasté 
hasta  el  úliimo  centavo. 
—Una  cédula,  señor 
una  niña  me  alargaba, 
y  yo. ciego  la  tomaba 
dispuesto  á  hacerla  el  amor. 
Yo  mi  corazón  sincero 
tiernamente  le  q^recía, 
pero  después  no. tenía 
ni  su  amor  ni  mi  dinero. 
Corriendo  detrás  de  alguna 
hice  de  plata  un  derroche. 
Riías  dé  día  y  de  noche 
¡he  gastado  una  fortuna! 
De  mis  empresas  galantes 
he  sacado  en  conclusión, 
una  inmensa  coleccióJi 
de  cosas  éstra vagantes; 
y  me  hallo  cansado  ya 
de  tanto  y  tanto  embeleco, 
me  tocó  un  día  un  muñeco 
que  dlee  papá  y  mamá; 
saaué  otro  día  un  paraguas 


y  en  cédulas  diferentes, 
un  frasco,  unos  mondadientes, 
un  loro  y  unas  enaguas. 
Gastando  de  un  modo  atroz 
saqué  cosas  inservibles: 
ligas,  broches,  imperdibles, 
un  gorro  y  polvos  de  arroz. 

Hoy  ya  no  puedo    aguantar 
ese  gasto  sin  medida, 
mi  casa  está  convertida 
en  un  extraño  bazar. 
En  un  sofá  un  polisón, 
más  allá  una  tabaquera, 
aquí  una  chocolatera, 
y  en  mi  lecho  un  biberón. 
Un  conjunto  endemoniado, 
de  cosas  tan  misteriosas, 
porque  todas  esas  cosas 
en  las  rifas  he  sacado. 
Así  es  que  voy  á  pedir 
que  cese  ese  mal  eterno, 
hoy  las  rifas  el  gobierno 
las  debía  suprimir. 

Sino,  tanto  cachivache 
como  á.  mi  casa  llevé, 
me  ha  de  servir  ¿para  qué? 
para  abrir  un   cambalache. 

Y  no  obstante;  estoy  pensando 
que  siempre  que  sigan  ellas, 
tan  simpáticas,  tan  bellas, 
yo  he  de  continuar  jugando. 

Seguiré  haciendo  el  amor, 
sin  tregua,  sin  aburrirme, 
á  la  que  llegue  á  decirme: 
—Una  cédula,  señor. 

Porque  si  tengo  fortuna 
y  al  fin  una  se  encariña, 
puede  gustarme  la  niña 
y  me  puede  tocar  una. 

S.  Garrido. 


EL  CASCABEL 


343 


CANDOR 


—¿Porqué  te  escondes,  niño? 

—Como  papá  dice  que  V.  pega  aahlazos... 

— 1  t 


—i 


METBMPSICOSIS 


Los  cuadrúpedos  no  son  seres  desgracia- 
dos, como  alguien  supone. 

Los  hay  tan  afortunados,  que  gozan  toda 
clase  de  comodidades,  y  que  sobrellevan 
las  contrariedades  de  la  existencia  con 
cierta  holgura. 

Y  que  en  caso  de  apuros  cuentan  con 
protectores. 

Y  sino,  ahí  esto,  en  la  primera  página 
del  periódico,  la  vera  efigie  del  Dr.  Alba- 
rracin,  persona  muy  amable,  que  distri- 
buye su  tiempo  en  atender  Ja  familia,  los 
negocios  y  los  intereses  de  sus  protegidos. 

Vale  decir,  animales. 

Hay  personas  que  no  pueden  ver,  sin 
conmoverse,  las  gracias  de  los  pichichos 
que  amenizan  los  intermedios  de  sus  ho- 
gares. 

—¡Me  parece  que  Leal  tiene  mala  cara! 
— dice,  con  la  angustia  reflejada  en  el 
rustro,  una  señora  que  aprieía  contra  su 
seno  á  un  inocente  perro  de  aguas. 


— Será  aprensión. 

— No  lo  crea  V.  Leal  está  enfermo.  Hoy 
no  ha  to  nado  los  bizcochos,  como  tiene 
por  costumbre,  y,  ¡cosa  rara  en  él!  se  ha 
ensuciado  en  la  sala  y  ha  puesto  perdida 
la  alfombra. 

—  ¡Caramba! 

—¿Y  sabe  V.  lo  que  he  hecho? 

— Le  habrá  dado  una  paliza. 

— ¡Cá!  Pobrecito:  le  he  dado  una  cucha- 
rada de  magnesia  efervescente  con  almidón 
cocido.  Él  no  la  quería  tomar,  pero  al  fln, 
después  de  desesperada  resistencia,  le  he 

obligado. 
—¡Qué  me  cuenta  V!,,, 

— Crea  que'Leal  me  dá  muctios  disgus- 
tos... pero  es  tan  cariñoso  cuando  está 
bueno...  es  tan  gracioso... 

El  perro,  que  yace  envuelto  en  un  pon- 
cho, estira  una  pata  y  ladra  tristemente. 

—¿Vé  V.?...  Parece  que  comprende  lo 
que  digo  de  él. 

Y  la  señora,  que  ha  estado  comiendo  ca- 
ramelos durante  ei  transcurso  de  la  con- 
versación, lo  loma  en  brazos  y  se  deja  be- 


1.  r  f;'^';^::p'T^fmW::M-'í:'  :"''■''■    '^'■-  "^W^ 


344 


EL  CASCABEL 


LO     QUE 


De  la  vuelta  de  abajo....  ó  de 
arriba,  .según  y  conforme. 


Sigarl  de  la  paca. 


Hebra  negra. 


No  lo  digo  ahora...  siempre  lo 
he  dicho:  polvo,  polvo,  polvo. 


EL  CASCABEL 


345 


^'v  r 


FUMAN 


Alá  y  la  pipa  ante  todo. 


Un  df/arrUlo  á  medias 
poder  fumar... 


¡Cuantos  en  locos  excesos 
sufren  por  esa  mujer 
sin  llegar  á  comprender 
que  al  fin  son  humo  sus  besos! 


^^y^ 


yfjs'^i^ry:  : 


346 


k¿  CASCABEL 


sar  cariñosnmente  por  Leal,  que  lame  con 
afán  sus  dulces  labios. 
Luogo  lo  suelta. 

Y  el  perro  camina  penosamente  hasla 
que,  de  un  salto,  se  coloca  en  mi  falda  y 
me  mancha  la  'evita  con  sus  babas. 

— No  haga  V.  caso.  Es  efecto  de  la  denti- 
ción. 

— Será  esto,  poique  me  esta  mascando 
un  botón. 

— Pobrecito;  sufre  mucho. 

— ¡El  botón...  ya  lo  creo!...  V.  perdone... 
Adiós,  señora;  si  quiere  avisaré  á  Piro- 
vano  ó  a  cualquier  otro  especialista... 

Y  salgo  de  la  casa,  pensando  que  hay 
perros  muy  afortunados  y  hombres  que 
son  infelices  por  no  andar  en  cuatro  patas. 

— Hay  que  tener  consideración  con  los 
animales,— me  decia  un  señor  sensible  que 
tiene  la  casa  convertida  en  museo  zooló- 
gico. 

—Qué  duda  tiene. 

— Uno  no  sabe  si  el  gato  ha  sido  hombre, 
antes  de  presentarse  en  público  como  fe- 
lino vulgar. 

— ¡Quién  sabe! 

—Y  no  lo  dude  V.  Mi  difunta  tenia  cier- 
tas aficiones,  que  me  recuerda  á  cada  ins- 
tante el  minino. 

—¡Hombre! 

— Si.  Empezaba  por  acariciarme  con 
mucho  mimo  y  casi  siempre  acababa  ara 
ñándome.  Un  dia,  que  yo  estaba  de  mal 
humor,  porque  habia  leido  La  Nación  en 
ayunas  y  me  volvía  la  pesca  á  la  boca, 
monté  en  cólera,  como  hubiera  podido 
montar  en  un  Argos  cualquiera,  y  le  di  nn 
meneo  á  mi  parlen  la  que  la  dejé  medio 
muerta . 

Una  pulmonía  la  acabó  de  matar. 

Y  A  los  pocos  días,  una  gata  blanca  apa- 
reció en  mi  casa  y  empezó  á  engañarme 
con  zalamerías. 

El  recuerdo  de  la  difunta  acudió  ti  mi 
mente  y  me  pasaba  horas  enteras  acari- 
ciando á  la  -gata,  que,  reconocida,  me  pa- 
saba la  cola  por  la  cara.  Un  dia  me  arañó 
como  mi  mujer,  y  como  á  ella  la  maté,  sin 
esperar  á  que  una  pulmonía  completara 
la  obra:  ahora  la  tengo  disecada... 
.  — ¿A  la  obra? 

— A  la  gata.  Y  también  tengo  disecado 
un  loro,  que  no  hay  duda,  fué  diputado 
de  la  mayoría... 

—¿En  qué  lo  conoce?  ' 

— En  que  comía  mucho,  y  solo  sabia  de- 
cir Amen.  , Misterios  de  la  metempslcosis! 


El  que  se  dedicaá  su  estudio  está  fresco 

Yá  veces  se  expone  á  sustos  mayúscu- 
los, como  el  que  pasó  una  viuda,  que  ti  alo 
con  lodas  las  precauciones  del  caso. 

Un  dia  fuimos  al  campo  á.  merendar, 
y  de  pronto  apareció  un  buey,  tiesa  la  co- 
la y  extraviada  la  mirada, 

— ¡Dios  mió! — exclamó  la  viuda. — Esta 
mirada....  esla  frente....  ¡Paco,  perdón! 

Y  cayó  desmayada. 

Su  difunto  esposo  se  llamaba  Francisco. 

¡Oh,  la  metempsicosis!.... 

Yo  me  puse  en  guardia  cautelosamente, 
pero  el  buey  se  marchó  al  trote  rugiendo 
suavemente  y  se  puso  ü  juguetear  con  una 
vaca,  que  por  lo  flaca  y  descolorida  me 
pareció  la  mujer  de  un  amigo  mió  que  me 
chupaba  la  sangre  á  pechadas.... 

¡Cielos!...  Me  pica  una  pulga.... 

Será  el  sablista  que  se  ha  transformado 
en  chupóptero?... 

Andrés  Soler. 


LOS  VALIENTES 

Cabello  enmarañado,  planta  airosa, 
mirada  poderosa, 
reflejo  vivo  del  valor  interno, 
una  mirada  dura,  luminosia, 
como  tienen  los  gatos  en  invierno. 
Su  aspecto  varonil,  el  continente,      ^ 
fiero,  garrido,  fuerte,  poderoso, 
parece  que  á  la  gente 
le  dice  con  acento  desdeñoso: 
— Ea,  míreme  ust  !d;  soy  un  valiente. 
Y  don  Juan  es  así;  de  sus  hazañas 
úh  cuenta  en  un  reiatu. 
en  que  saca  á  lucir  cosas  extrañas: 

valor,  galantes  mañas 

Sírvanse  ustedes  escucharle  un  rato. 

— Yo  he  nacido  en  París;  desde  muy  niño 

tuve  por  las  muchachas  gran  cariño, 

no  sé  cómo  demonio, 

de  rubias  y  morenas  me  prendaba, 

y  allí  donde  el  deseo  colocaba 

allí  se  desgraciaba  un  matrimonio. 

Mil  lances  a  porna 

en  todos  estos  amorosos  líos 


EL  CASCABEL 


347 


LOS  VOLUNTARIOS 


Los  de  ayer.— Los  de  hoy.— Los  de  ? 


ff      : 


348 


EL  CASCABEL 


me  salieron  un  día  y  otro  día, 
tanto,  que  hoy  contaría  ^ 
como  unos  ochocientos  desafíos. 

Y  ¡claro!  se  cruzaban  las  espadas 
y  sólo  por  milagro  llegué  á  viejo; 
j-o  tengo  en  mi  pellejo 

un  número  terrib.'e  de  estocadas. 

Un  lance  singular  con  una  hermosa  '" 

y  elegante  duquesa. 

en  que  nos  dio  el  marido  una  sorpresa... 

en  fin,  una  aventura  escandalosa, 

me  obliga  á  que  me  encuentre  despatriado, 

pues  vine  á  Buenos  Aires,  escapado. 

Aquí,  mi  buena  suerte 

me  ha  hecho  dueño  de  un  rio  de  placeres, 

si  hay  duelo,  á  mi  rival  le  daré  muerte; 

sí  hay  amor,  para  mi  son  las  mujeres; 

aquí  estoy  como  quiero: 

en  querer  y  en  valor  soy  el  primero. 

Termina  asi  don  Juan,  mira  á  la  gente 

con  brío,  sin  que  nadie  se  alborote. 

y  luego  retorciéndose  el  bigote 

se  vá  tranquilamente. 

Pero  un  día  en  un  corro  numeroso, 

hablando  de  una  dama, 

de  un  esposo  engañado,  de  una  trania... 

se  presentó  otro  tipo  valeroso. 

un  sujeto  velludo  como  un  oso, 

otro  tipo,  otro  tal.  que  cada  día 

pregonaba  doquier  su  valentía 

y  hablando  con  don  Juan  le  dijo:  —Ahora 

quiero  que  diga  usted  cómo  se  llanla 

esa  que  ha  dicho  usted,  esa  señora. 

— ¿Qué  le  nombre  la  dama? 

No  se  la  he  de  nombrar  ¡pues  claro,  hombre! 

Concepción  de  Soler,  ese  es  su  nombre. 

— Pues  es  usté  un  villano. 

— ¿Cómo? 

—Que  miente  usted  como  un  canalla. 
— Calle  usted  esa  boca,  ó  sino  calla 
le  sentaré  la  mano. 

—¿Quiere  usted  que  me  calle?  Esa  señora 
vive  conmigo  y  es  mi  amante  ahora. 

Se  armó  un  bochinche  atroz,  y  de  tal  suerte 

aquellos  cat)alleros  se  insultaron. 

que  un  duelo  concertaron. 

un  duelo  horrible,  atroz,  un   duelo  á  muerte, 

que  la  gente  anhelante 

en  tal  sitio  vería  y  al  instante. 

Ya  la  cosa  resuelta, 

por  diveráos  caminos 

se  marcharon,  diciendo  á  sus  padrinos: 

— Voy  á  dar  una  vuelta. 

Con  talento  profundo 

aquellos  dos  valientes  se  marcharon 

y  nunca  se  encontraron: 

Están  dando  los  dos  la  vuelta  al  mundo. 

José  3/a  Mendoza. 


oOe 


DE  DOMINGO  A  DOMI.JGO 


Pues  señor.... 

Ahora  resulta  que  los  teatros,  no  todos, 
son  nutritivos. 

Y  no  me  refiero  á  la  abundancia  de  car- 
ne de  tabla,  que  dice  un  contemporáneo 
(Je  Calzadilla,  sino  al  plantel  de  gallos  que 
la  Opera  nos  hace  esperar. 

De  donde  se  desprende  que  ir  al  paraíso, 
será  imposible  si  uno  no  se  lleva  la  sartén. 

Salta  un  tenor,  por  ejemplo,' y  ¡pif!.  ..ahi 
va  un  gallo  con  espolones. 

El  gallo  sube,  el  paraíso  se  conmueve, 
agitanse  manos  para  agarrarlo,  lo  aga- 
rran, se  come,  se  digiere,  ó  no,  y  ¡en  paz! 

Esto  no  es  decir  que  la  Opera  sea  un  ga- 
llinero, pero  si  una  incubadora,  según 
opinión  de  un  abonado  con  vistas  al  por- 
venir del  pais. 

Es  decir  ú  la  agricultura. 

El  público,  hasta  ahora,  se  mantiene  á  la 
especlativa,  aunque  el  sábado  se  permitió 
suaves  siseos. 

Esperemos  mejores  noches. 

A  ver  si  podremos  aplaudir  sin  reser- 
vas... mentales. 

Pero  mucho  nos  parece  que  no. 

En  la  Zarzuela,  bonito  teatro  de  los  mas- 
cotos  Pastor  y  Garrido,  también  hay  ópera. 

Es  decir  ¡ay! 

Porque  si  quitamos  á  Oxilia,  y  si  somos 
indulgentes  con  la  señorita  de  Nunzio,  lo 
demás  peor  es  meneallo. 

Oxilia  es  un  tenor  que  vale,  y  canta  con 
mucho  sentimiento. 

Pero  tiene  noches. 

No  obstante,  como  vale,  el  público  no  es- 
casea con  él  los  aplausos,  justos  siempre. 
Nos  parece  que  la  estrella  de  Paslor-Garri- 
do,  no  ha  de  brillar  mucho  en  la  Zarzuela. 

Tal  vez  nos  equivoquemos  y  lo  celebra- 
remos por  ellos. 

Para  ópera  barata  el  teatro  Doria. 

Y  para  óperá-sorpresa. 


EL  CASCABEL 


349 


No  puedo  hablar  de  Realidad^  por  la 
sencilla  razón  de  qtie  ^1  periódico  entra  en 

máqiiiiMt  el  lúnea/í  V\\:^'^  V  1^  ^^  ''^~  '•■'■ 

Quizá  no  podré  decii*  nada  porque  los 
diarios  lo  dirán  toxio. 

Pero...  no  hay  santo.sin  octava,  como  se 
dice  vulgarmente,  y  no  faltará  ocasión  de 
decir  algo  del  desempeño  de  la  obra,  de 
ésta  y  de  la  compañía  del  Onriibía^  que 
una  vez  más  se  hace  acreedora  de  nues- 
tro aplauso,  por  el  verdadero  interés  que 
se  toma. en  hacernos  conocer  las  más  mo- 
dernas obras  dramáticas  españolas. 

Y  Realidad^  sobre  ser  moderna,  viene 
precedida  de  gran  fama. 

Aguardemos  ocho  dias  y  hablaremos  de 
ella. 

El  teatro  San  Martin^  nuevo  Fénix, 
funciona  ya  con  la  aplaudida  compañía 
deTomba. 

Los  artistas  son  conocidos  y  aún  con- 
serva de  ellos  nuestro  público  el  agradable 
recuerdo  que  dejaron  en  el  Politeamcu 
con  Caballería  Rusticana. 

Y  á  propósito  del  Politeama:  la  com- 
pañía Falconi,  que  ha  inaugurado  sus  la- 
reas  con  La  Tosca.,  ha  alcanzado  muy  fa- 
vorable acogida. 

Ya  nos  ocuparemos  de  esta  compañía, 
que  cuenta  con  artistas  notables. 

En  Apolo  estrenóse  La  Cruz  Blanca. 
El  libreto  es  inferior  á  la  música. 

La  Cotnedia.  como  siempre,  los  mis- 
mos llenos,  los  mismos  aplausos  y  las 
mismas  obras. 

Novedades...  lánguida  vida.  Y  pongo 
punto,  porque  se  acerca  la  hora  de  ir  al 
OnruMa.  ¡Estreno  de  Realidad! 

Cuando  el  presente  número  circule,  tal 
vez  se  hayan  emitido  juicios  críticos... 
O  juicios  temerarios. 


Corre  por  ahí  cada  arreglador...! 

Véase  lo  que  dice  un  semanario: 

— Qué  mal  invierno  se  prepara — decía 
una  vieja  en  la  plaza  de  la  Victoria. 

— Es  verdad,  me  han  pillada  los  fríos  sin 
pañuelo:  (!)— decía  la  otra  Celestina. 


El  Guadarrama  penetra  por  Ir s  giro- 
nes de  mi  ropa» 

Por  piedad!  , 

Esto  equivale  á  hacer  decir  que  en  la 
Puerta  del  Sol,  de  Madrid,  sopla  un  pam- 
pero furioso. 

Y  luego,  vieja  y  celestina^  no  son  la 
misma  cosa. 

Vamos;  más  cuidado  al  arreglar  chistes 
de  almanaque...! 


'El  alorranle  Pascual 
Pensó  el  otro  día:— A  fé 
que  ha  de  ser  sabroso  el   Te 
Deum  de  la  Catedral. 
Y  Juan  le  detuvo  al  fin 
diciéndole:— No  te  metas 
alli.  porque  las  gállelas 
las  servirán  en  latin. 


Cuándo  no  es  pascua! 

En  la  pesca,  se  habla  del  polvo  de  las 
calles,  y  Argos  dice  que  se  ocupa  del 
asunto  y  que  va  á  hablar  por  boca  de 
ganso. 

Oigan  ustedes: 

«M.  Maní'redi,  que  es  el  investigador 
que  ha  hecho  estas  observaciones....» 

Suponemos  que  Argos  no  habrá  que- 
rido tratar  de  ganso  á  Manfredi,  pero  lo 
ha  tratado  de  tal.  Para  otra  vez  hable  Ar- 
gos por  boca  de  Argos. 

Y  en  paz. 


Lima,  la   perra  que  estimas 
lameá  Juan  Palomo  el  lomo, 
y  si  alguno  se  aproxima 
vé  que  en  casa  de  Palomo 
lame" el  lomo  el  amo  á  Lima. 


El  número  21  de  El  Cascabel,  correspon- 
diente al  día  25  de  Mayo  .alcanzó  un  éxito 
completo,  debido,  principalmente,  á  lo  es- 
merado de  los  dibujos,  grabado  é  impresión. 

Somos  enemigos  del  bombo,  pero  no  po- 
demos prescindir  de  enviar  nuestro  aplau- 
so á  los  artistas  que  han  contribuido  á 
presentar  un  número  que  ha  merecido 
muchos  elogios. 

Y  que  se  ha  vendido  mucho. 

La  prensa,  ocupada  en  cuestiones  agrí- 
colas y  políticas,  y  necesitando  espacio 
para  dar  cuenta  de  los  relojes  robados, 
no  ha  dicho  esta  boca  es  mía.  no    nos  ha 


^•=   r'^  «^.^■;  'í^.*S    . '. •-'  ■  ^^  ■  ■■" 


350 


EL  CABCABSL 


otorgado    esa  palabra  de   aliento...    que 
dicen  los  gacetilleros... 

No  nos  importa  un  bledo. 

El  público  toma  lo  que  le  gusta  sin  ne- 
cesidad de  que  le  digan:  ¡Esto  es  bueno! 

La  Prensaba  sido  el  único  diario,  que 
sepamos,  que  se  ha  ocupado  de  nosotros, 
y  crea  el  colega  que  se  lo  agradecemos 
mucho. 

Y...  ¡basta   de  propaganda    innecesaria! 

El  público  y  El  Cascabel  ya  son  amigos. 


m^mck 


—¡o  tu  amor  ó  la  tumbal— \&  decia 

Tomás  ó  Nicolasa, 

ella  cansada  al  fin  le  echó  de  casa 

y  él  al  siguiente  dia 

con  una  Toniba  enamorado  huia. 

No  debemos  tacharle  de  informal 

por  haber  confundido  una  vocal. 


— Siempre  entre  uno  y   otro  artista 
siempre  mirando  al  que  canta, 
¿es  critico?  ¿es  concertis  a? 
—No  señor;  especialista 
para  curar  la  garganta. 


—Ves  aquel  palco  colmado 
de  bellas  ¡lindo  racimo! 
^¡Hombre!  muy  bien  comparado, 
pues  casi  todas,  estimo 
que  ya  las  han  vendimiado. 


Marcial.— í^dhe  V.  lo  que  pasaría  si  llagas*  á  pu- 
blicar sus  versos?... Pues  se  desarrollarla  la  fleore 
amarilla 

L.  de  P.— No  couTiene,  es  serio...  y  flojo. 

Af.  A.  B.—S  1! 

A.  K— Ser*  epifrrama  si  V.  quiere  que  lo  sea.  Yó 
lo  publico  para. que  juzgue  ei  país. 

«Como  el  sol  de  Mayo 
Lusen  los  ojos  de  Juaaa 
Y  salen  las  estrellitas 
Cuando  asoma  a  la  ventaaa 
Por  esto  su  novio  Juan 
Al  dispertar  de  mañana 
Se  halla  medio  estrellado 
Soüando  el  ojode  Juana.» 

Ahora,  espere  v.  tranquilo  el  fallo  de  la  opinidn. 
Pretencioso.— En  efecto  lo  es  V.  y  mucho,  porque 
para  hacer  sonetos  de  diez  versos  ¡se  necesitan  unas 
agallas!... 

flomeo.— Hombre!...  Eso  se  lo  cuenta  V.  á.  Julieta, 
que  al  público  maldito  lo  que  puede  interesarle. 

Una  señorita.— CiertaiS  preguntas  no  se  pueden  con- 
testar, aunque  &  V.  ¡oh  curiosa  señorita!  le  parezca 
lo  contrario. 

E.  P.  A".— Hombre  de  Dios...!  eso  solo  se  lo  pueda 
contestar  Argos.  Yo,  no!! 
L.  T.  S.—Se  contestó  en. debida  forma. 
Poeta— 

Orror,  terror,  furor, 
espanto  y  agonía... 
¡Versos  s'in  ortografía! 
furor,  terror,  horror! 

Oriental.— Y  dale  con  el  casero! 

E/ otro.— El  otro?...  ya  caigo.  El  otro  poeta  malo. 

.V.  .V.— No,  no. 

A.  r.— Pues  no  lo  pub'ico,  ni  lo  hago  ilustrar. 

P.  i?.  —Ya  me  ocuparé  de  ello  cuando  tenga  tiempo. 


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farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
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EL  CASCABEL 


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352 


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que  vaya  al  Politeama 
á  ver  á  la  Valvassura. 


354^ 


CL  CÁSCA-BEI* 


¥ 


y*~ 


¿V 


'Xí 


*^oIHe- 


OMOS  víctimas  de  la 
influenza. 

A  estas  horas  lo 
más  distinguido  de  la 
población  yace  pos- 
trado en  el  lecho  del 
dolor. 

Y  los   médicos  no 
descansan  un  momento. 

Con  lo  que  las  recetas  y  las  cuentas  au- 
mentan que  es  un  gusto. 

Para  farmacéuticos  y  médicos,  se  en- 
tiende. 

Porque  los  pacientes  están  aterroriza- 
dos, y  ape- 
nas siente 
uno  que  el 
apetito  se  le 
vá,  deja  de 
saborear  la 
ap  etitosa 
chuleta  y  se 
vá  del  come- 
dor lloran-  \X-^ 
do  amarga- 
mente.    • 

— ¿Qué  te  pasa? — pregunta  carifiosa  la 
inedia  naranja. 

— jLos  síntomas!    , 
—¿De  qué? 

—  ¡Del  trancazo! 
— ¡¡Qué  dices! I 

— Si.  hija,  si.  He  perdido  el  apetito  y  me 
duelen  todos  los  huesos.  ¡Estoy  perdido! 

—  Acuéstate. 

— Si.  Pero  antes  tráeme  alguna  obra 
de  Oliveira  Cezar  para  distraer  la  inape- 
tencia. 


i/  í  /í 


Y  no  hay  más  rdmedic; 

El  marido  lee  algunos  capítulos  y  a<:^ba 
por  mascar  el  libro,  y  se  acuesta,  soñando 
que  se  comen  al  autor  entre  él  y  un  caci- 
que indio.  ';;i  ' ;  ■■:'^"-.;    '''V:;' 

En  tanto,  la  mujer  corro  desconsolada 
á  buscar  un  médico,  y  por  el  camino  ya 
se  siente  viuda,  y  se  acuerda  de  Fermín, 
que  es  habilitado  de  un  registro  y  ademán 
sabe  cortar  pantalones,  y  piensa  que  para 
sustiiuto  del  presiinto  muerto,  elregistrero 
es  un  buen  partido. 

Pero  el  marido  sana. 

La  mujer  no  enviuda. 

Y  Fermín  sigue  cortando  pantalones  y 
suspirando  por  Rivadeo,  su  tierra  natal. 

Volviendo  á  la  influenza,  diré,  única- 
mente que  es  U  enfermedad  de  moda. 

Y  que  en  esta  ocasión  la  moda  se  mani- 
fiesta cruel  como  nunca. 

Valga  que,  según  un  anarquista  llegado 
hace  poco  al  p;iís,  para  ver  ^i  hace  volar 
algo,  es  la  única  enfermedad  que  sabe  lo 
que  íiace,  porque  solo  ataca  á  las  personas 
de  buena  posición. 

A  los  burgueses,  como  si  dijéramos. 

Asi  es  que  el  que  quiera  pasar  por  per- 
sona de  mérito,  debe  imitar  la  conducta 
del  Dr.  Zeballos  y  dejarse  postrar  por  el 
trancazo. 

No  falta  quien  toma  esto  , al  pié  de  1& 
letra  y  el  otro  dia,  estando  de  visita  en 
casa  de  un  almacenero  retirado,  pudimos 
apreciar  á  qué  extremos  conduce  el  afán 
de  seguir  la  moda. 

—¡Vicenta! — dijo  de  pronto,  dirigiéndo- 
se á  su  mujer,  y  adoptando  un  aire  tne- 
lancólicu. 

—¡Cómo  me  miras!— esclamó  Vicenta. 

— Es  que  comprendo  que  se  acerca  el 
momento  solemne. 

— ¿El  de  la  comida? 

— No  me  hables  de  comer! 

—  Pues 

— Ya  sabes,  Vicenta  mía,  que  nada  nos 
falta,  y  que  desde  que  C'»rramos  el  alma- 
cén somos  personas  de  viso  y  á  la  moda. 

— Es  cierto. 

— Sabes  que  me  querían  hacer  concejal 
y.  en  fin,  que  soy  tanto  como  Bollini,  por 
ejemplo. 

— Bien. 

—  Mal,  digo  yo.  Me  siento  mal.    Y  es 


EL  CASCABEL 


355 


W: 


que  la  enfermedad  elegante  se  ha  fijado 
en  mi,  y  siento  que  la  influenza  empiesa 
á  minar  el  organismo. 

—¡Qué  gusto! 

¡No  mucho...!  Pero  me  sacrifico.  Pre- 
para la  cama.  Pon  las  sábanas  finas, 
aqueUas  de  las  iniciales  bordadas,  y  di  á 
los  amigos  que  no  se  alarmen...  Y  ^sted, 
dirigiéndose  á  mí,  puede  decir  en  los  pe- 
riódicos que  éntrelos  enfermos  conocidos 
hay  que  citar  al  Sr.   Pérez... 

Y  Pérez  se  acostó  solemnemente,  satis- 
fecho de  sufrir  el  mismo  mal  que  ha  ata- 
cado á  tantas  notabilidades. 

Pero  no  hay  que  jugar  mucho  con  el 
dengue  ó  influenza. 

Porque  ahora  resulta  que  á  lo  mejor 
degenera. 

Es  decir,  degenera  en  pulmonía  fulmi- 
nante. 

Y  se  lleva  auno  al  otro  barrio,  en  me- 
nos tiempo  del  que  emplea  Bibolini,  por 
ejemplo,  en  componer  una  redondilla  de 
esas  que  degeneran  también. 

Por  lo  demás,  los  mortales  que  no  ocu- 
pen una  posición  muy 
elevada,  pueden  es- 
perar \iiinflenza  sen- 
tados, seguros  de  que 
la  elegante  enferme- 
dad pasará  desdeño- 
samente de  largo. 

A  los  que  en  este 
mundo,  apenas  se  lla- 
man Pedro,  les  estai» 
reservados  únicamente  los  tan  aplaudidos 
catarros  intestinales  ó  las  populares  vi- 
ruelas confluentes. 

Estamos  en  un  circulo  vicioso,  y  conste 
que  no  nos  referimos  á  ningún  club,  y  no 
nos  podemos  escap^ir  de  la  influencia  de  la 
mfl,uenza. 

Sin  querer,  nos  ocupamos  de  ella,  y  á 
ella  nos  referimos  siempre,  apesar  del  de- 
seo de  hablar  á'i  cosas  más  amenas . 

Pero,  el  trancazo  flota  en  la  atmósfera, 
y.  sin  querer,  somos  victimas  de  él,  y  no 
salimos  de  niñas  dengosas,  ni  nos  libra- 
mos de  su  influenza,  digo  influencia... 

Hasta  las  palabras  confundimos. 

El  otro  día,  al  preguntar  á  una  señora, 
que  tiene  casa  amueblada,  por  su  marido, 


nos  contestó  que  estaba  enfermo  del  tran- 
eaxo.  • 

— ¿Del  trancazo? —  interrumpió  él  niño 
m'enor. 

— Si;  ¿he  dicho  mal? 

— Yo  creí  que  papá  tenía  una  tranca... 

— ¡Angelito! 

El  papá  toma  mucha  ginebra. 

¡Influenza  de  los  líquidos! 

¡POBRE  HOMBRE! 


M  <§t.  Colt 


( por  la  copia : 
A.  Díaz  de  la  Quintana) 


jAy,.  amigo  de  mi  vida...! 
jAy,  amigo  de  mi  alma...! 
No  puede  usté  figurarse 
Ja  atrocidad  que  me  pasa. 
¿Quiere  usté  que  se  la  cuente? 
Voy  á  hacerlo  en  tres  palabnis: 
Figúrese  usté  que  ayer 
á  las  diez  dé  la  mañana, 
en  ocasión  que  yo  hacía 
con  muchísima  cachaza 
un  looc  blanco,  penetró 
Dorotea  (una  mucama) 
con  una  receta  urgente; 
era  para  doña  Blanca 
que  padece  de  soponcios 
sin  que  se  sepa  la  causa. 
El  recipe  estaba  en  regla, 
una  mistura  de...  (nada 
unas  cuantas  gotas  de  éter, 
unos  cuantos  gramos  de  agua, 
jarabe,  un  frasco,  un  corchito, 
etiqueta  y  zarandajas) 
que  despaché  por  dos  pesos 
que  me  abonó  la  muchacha. 
Volví  al  looc,  y  cuando  ya 
por  terminarle  faltaban. 
unas  vueltas  de  mortero 
y  unos  raspones  de  espiátula. 
jcátate  aquí!  que  recibo 
nada  menos  que  una  carta, 
imponiéndome  una  multa 
porque  les  ha  dado  gana 
de  decir  por  ahí  á  algunos 
enemigos  de  mi  casa, 
que  yo  tengo  consultorio, 
que  hago  curas,  que  doy  gárgaras, 
que  trato  á  varios  enfermos, 
en  fin,  no  sé  que  patrañas, 
mil  mentiras,  porque  ye 
no  hago  nada  de  eso,  nada. 
Esta  multa,  amigo  mío. 
me  quita  la  vida,  ¡vaya! 


356 


EL  CASCABEL 


Ese  Consejo  de  Higiene 

más  que  dar  la  vida^  mata,     , 

y  yo  quisiera  djúe  usté 

que  tan  amigo  de  él  anda, 

le  digera  que  ni  yo 
°doy  recetas,  ni  palabra 

sé  de  administrar  remedios; 

que  por  cumplir  lo  que  manda, . 

á  uno  que  aquí  vino  ayer 

quejándose  de  neuralgia 

facial,  por  tener  las-muelas 

— dicho  en  docío/',— «aecrosadas» 

y  que  por  Dios  me;  pedia 

algo  que  se  le  aliviara 
.  por  no  faltar  al  Consejo 

y  remediar  esa  lástima. 

con  esta  mano  que  escribo 

le  arrimé  una  boietada 

que  le  dejó  sin  dolor 

y  sin  muelas;  ¡no  faltaba 

otra  cosa!  ¿Yo  atreverme, 

¡digo!  en  estas  circunstancias, 

á  dar  remedios  sin  que 

un  doctor  lo  mande?...  jCáspita!... 
.Primero  me  tomo  un  frasco 

de  nuez  vómica  ¡Caramba! 

¡Ay  amigo,  diga  usté 

por  Dios,  lo  que  aquí  me  pasa!... 

Son  doscientos  cinco  pesos 

los  que  se  ventilan  (tratan 

de  ventilarme)  si  amigo, 

y  yo...  ni  los  tengo  en  casa, 

ni  los  vale  mi  botica, 

ni  si  los  tuviera,  estaba 

un  minuto  más  moliendo 

almendras  dulces  y  amargas. 

Un  regente  de  botica 
de  una  botica  del  Plata. 

—  p»    -» 


CARTEL 

CiJ^ás  vale  ryiaña  que  fuerza,  dice  el 
refrán,  y  guiado  por  él,  ó  por  la  fuerza 
del  sino!...  «jomo  diría  don  Juan  Teno- 
rio, el  hombre  de  mundo,  es  que  he  re- 
suelto escribir  este  artículo  y  presentároslo 
como  el  mejor  plato  del  día. 

Lo  positivo  es  que  el  Director  va  á 
hallar  el  gran  filón  con  esta  obra  y  ojalá 
tuviese  yo  el  tanto  por  ciento  sobre  todo 
el  oro,  plata  cobre  y...  nada— tal  vez,— 
que  el  éxito  de  ella  le  produzca. 

Aunque  digo  mal,  pues  caerla  como  un 
pájaro  en  el  garlito. 

Conozco  al  Director  que  es  mas  vivo 
queelpifluelo  de  París,  y  sé  que  sería 
capaz  de  hacerme  una  jugarreta  de  blanca 
ó  negra  6  de...  baraja  francesa,  si  uste- 
des quieren,  y  cometer  conmigo  itn  robo 
,..en  despoblado. 


Conmigo,  que  tanto  los  pantalones^ 
como  el  so?nbrero  de  copa  y  hasta  el  pa- 
ñuelo blanco,  por  no  decir  el  pañuelo 
de  yerbas,  están  en  perpetua  agonía, 
ó  mejor  dicho  en  constante  riña  con  2)0^' 

Dinero,  exclamando  á  cada  instante 

huyamos!...  divorciémonos\  de  este  dig- 
no apéndice  de  /  co?nici  tronati. 

Y,  esto  porqué?— porque  no  tengo  en  mi 
poder  Zas  riendas  del  Gobierno,  como 
las  tiene  mi  niña  Pancha,  sobre  Pepa 
la  frescachona,  mi  criada,  la  cual,  dicho 
sea  de  paso,  tengo  que  enviar  para  casa 
de  los  padres,  pues  es  de  mala  raza. 

Pero  lo  que  á  mí  me  sucede,  bien  mere- 
cido lo  tengo,  porque  los  inútiles,  los  em- 
busteros y  los  feos,  por  añadidura,  como 
yo,  estamos'  condenados  a  cadena  per- 
petua, sin  más  derecho  que  el  de  escla- 
mar día  y  noche,  ¡quién  fuera  libre! 

Ustedes  dispensarán,  que  el  estilo  de  este 
articulo,  este  algo  reñido  con  las  letras, 
lo  que  no  deja  de  ser  un  crimen  miste- 
rioso, prro  como  hoy  tengo  los  demonios 
en  el  cuerpo  y  como  querer  es  poder, 
tengo  la  certeza  que  Vds.  me  otorgarán 
la  credencial  de  escritor  profundo,  á  no 
ser  que  á  un  critico  incipiente  algo  achis- 
pado por  el  Chateau  Margaux,  le  dé  por 
meterse  en  honduras  y  me  forme  un 
pleito,  como  á  un  inglés. 

No  me  importaría. 

Se  que  él  me  dejará  como  el  pez  en  el 
agua,  perfectamente,  aunque  no  asi  del 
duelo  que  a  primera  sangre  tendré  con 
mi  rival. 

Y  que  será  lo  peor  de  lo  peor  entre  la 
m,ala  semilla. 

Pero  vamos  á  cuentas;  lo  escrito  hasta 
ahora,  no  es  más  que  música  clásica, 
pomo  diria  Calderón  en  lasoirée  de  ca- 
chupin  ó  en  losm,artes  de  las  de  GómeZy 
pues  la  verdad  desnuda  de  esle  artículo, 
es  que  carece  de  gusto  y  realidad,  y  aun- 
que de  gustos  no  hay  nada  escrito,  to- 
memos en  cuenta  lo  segundo. 

Realidad,  que  es  la  llai-e  de  la  gaveta 
que  encierra  el  tesoro  escondido,  que  es 
la  que  nos  conduce  in  cerca  de  felicita  y 
que  es,  por  último,  la  que  nos  demuestra 
á  cada  instante  que  el  hombre  es  débiL 

Conozco  el  novio  de  doña  Inés,  un  ca- 
ballero particular,  cuyas  iniciales  son 
C  de  L,  Y  por  cierto  que  es  un  novio  á 
pedir  de  boca  y  de  confianza,  de  tanta, 
que  no  pasa  día  sin  que  me  vea  obligado  á 
decirle  ^quiere  Vd.  comer  con  nosotros» 
y  ayer,  precisamente,  =e  comió  las  codor- 


.;■-?:  í  *ííSpí*?l^5pf  5^5 


•^mi^' 


£Jé,K:ASGABBL 


357 


T-í^ 


'Ti/ces  qué  teñíamos  prepararás  con  la  sal- 
ta de  Aniceta^  por  mi  cocinera.    , 

No  nos  salgamos  del  plato. 

Conozco,  decía,  á  ese  joven  Telémaco 
y  no  dudo  que  si  leyese  este  articulo,  no  ti- 
tubearía en  darme  unafeceta  contra  la 
cr¿s¿s,  qute  embarga  mi  caletre  en  estos 
momentos,  pues  hay  que  saber  que  mi 
valiente  amigo^  es  un  periodista  afa- 
mado y  autor  de  un  drama  nuevo. 

Pero  noto,  que, hasta  ahora,  no  «is  he 
dicho  nada  que  valga  la  pena. 

Y  no  es  de  estrañar,  pues  la  cülpiJ  la 
tienen  los  lazos  de  familia^  de  la  mía, 
que  es  peor  que  la  familia  improvisada^ 
pues  entre  mi  niujer  y  el  negro,  que 
hace  años  tengo  á  mi  servicio,  no  me  dejan 
tranquilo  á  luz  y  sombra^  habiendo  con- 
vertido mi  escritorio  en  una  casa  de 
fieras  ■ 

Y  á  esto  agreguen  Vds.  un  sobrino  que 
es  mi  m,isma  cara. 

A.yer,  al  preguntarle  quién  se  había  co- 
mido un  caramelo  que  anoche  me  regala- 
ron en  el  paile  de  la  condesa  Niniche, 
contestó  con  sornay  guasa....  «í/o,  yo  no 
he  sido»... 

El  caso  es  que  no  fué  el  niño  quien  se 
lo  comió,  sino  mi  suegra...  mi  suegra  que 
es...  pero,  ¡basta  de  suegras!  que  es  ar- 
ticulo muy  manoseado. 

En  fin,  ya  habéis  visto  cómo  empieza  y 
cómo  acaba  este  escrito,  sobre  todo,  cómo 
acaba,  sin  solución,  que  merezca  aplau- 
so, pero,  lo  que  no  puede  decirse  de  mi, 
es  que  os  haya  cargado  con  él,  pues  lo 
he  compuesto  per  el  sistema  homeopá- 
tico. .     .    \    ;    :    ^    ^    -: 

Y  ahora,  lo  único  que  os  pido  en  prenda 
de  atnistad,  y  con  el  mismo  afán  que 
pediría  el  si  de  las  niñas,  es  que  no  ha- 
gáis caso  de  tanto  disparate,  diciendo  so- 
lamente lo  pasado...  pasado,  pues  por  la 
gracia  de  Dios  aquí  termina  este  artículo 
de  vida  alegre  y  7nuerte  triste  y  ter- 
mina... 

—Cómo? 

Como  un  cartel  de  teatro,  con  la  si- 
guiente: 

Nota:  Terminado  el  espectáculo,  habrá 
tramw^ays  en  todas  direcciones. 

Emilio  Gilí. 


LA"  FUERZA  DK  LA  SANGRE 


Fué  en  sus  tiempos  Don  Melchor-, 

un  bravo   conquistador,  •*> 

de  azarosa  y  larga  historia, 

que  se  cubría. de  gloria  '    ' 

en  las  lides  dei  amon 

En  no  sé  qué.  devaneo  • 

que  tuvo  en  Carcarañá, 

de  su  amoroso  deseo 

le  nació  un  nene  muy  feo 

(parecido  á  su  papá.) 

Don  Melchor  de  allí  partió 

en  pos  de  otras  aventuras, 

y  prontamente  olvidó, 

entre  lances  y  locuras,    . 

al  hijo  que  le  nació. 

Pero  al  cabo,  cierto  día, 

cayó  en  la  rara  manía 

de  pensar  con  gran  cariño 

y  registrar  á  porfía 

el  mundo  en  busca  del  niño. 

Corrió  de  aquí  para  aUá, 

en  su  cariñoso  exceso, 

y  llegó  á  Carcarañá, 

en  donde  halla   muy  buen  qúesó, 

no  el  ser  de  que  fué  papá. 

— ¿En  qué  pais  lo  hallaré? 

jYo  sus  huellas  seguiré 

lleno  de  este  amor  profundo, 

y  en  algún  lugar  del  mundo 

al  cabo  lo  encontraré! 

Por  buscarle  no  me  aflijo, 

no  hay  nada  que  mi  afán  tuerza, 

puesto  que  al  verlo  colijo 

que  mé  ha  de  decir  la  fuerza 

de  la  sangre:— ¡Ese  és  tu  hijo! 

Lleno  de  tal  persuasión, 
todo  el  mundo  recorría, 
pero  en  más  de  una,  ocasión, 
hallar  á  su  hijo  creía 
y  era  una  equivocación. 
Algunas  veces  notaba 
sus  arterias  ardorosas, 
y  á  cualquiera  se  abrazaba; 
(esto  siempre  le  pasaba 
con  las  niñas  más  graciosas.) 
—Te  hallé  al  fin,  ¡cuanto  te  quiero! 
no  lo  niegues,  que  es  en  balde, 
hijo  mío,  por  tí  muero— 
y  resultaba  un  alcalde, 
un  Conde,  ó  un  peluquero. 
El  rostro  de  Don  Melchor, 
tras  enojosas  querellas, 
se  puso,  que  era  un  horror, 
parecia  el  buen  señor 
un  racimo  de  grosellas. 
Y  le  curó  complaciente, 
uno  que  habitaba  en  frente 
y  de  granos  entendía, 
puesto  que  de  ellos  tenia 
lleno  el  rostro  totalmente. 
Hablaron  largo  y  tendido. 


m 


EL  GA4PABBL 


— Decid,  ¿dónde  habéis  nacido? 
—Señor,  en  Carcarañá, 
más  iaji  nunca  he  conocido 
al  bribón  de  mi  papá. 

Notó  el  impulso  ardoroso 
que  le  tenia  sin  calma, 
y  Don  Melchor,  presuroso, 
le  dio  un  beso  cariñoso 


esclamando— ¡Hijo  del 'alma! 
Golpe  de  sangre  violento 
puso  el  rostro  granujiento, 
y  sin  que  el  tema  se  tuerza 
nos  parece  que  la  fuerza 
de  la  sangre  ¡no  es  un  cuento! 

S.  Garrido. 


MANICOMIO 


% 


Á  la  izquierda  del  camino 
se  alza  una  mole  sombría, 
imponente,  muda,  fría, 
triste  como  su  destino. 
De  los  vivos  ataúd, 
parece  una  fosa  abierta, 
y  allí  encima  de  la  puerta 
se  lee:  Casa  de  Salud. 
Á  aquel  manicomio  fui, 
y  sus  celdas  visité, 
y  todo  cuanto  observé 
voy  á  contaros  aquí: 
Una  joven  que  yacía 
en  un  desastroso  estado, 
con  el  seso  trastornado 
por  abuso  de  poesía. 
Con  empeño  decidido 
buscaba,  siempre  anhelante, 
á  virgen,  un  consonante, 
cosa  que  nunca  ha  existido. 

Un  hombre  de  cierta  edad, 
que  tratan  de  sujetarle, 
y  el  cual  se  empeña  en  cortarle 
el  cuello  ala  humanidad 
Este  infeliz,  la  razón 
hace  tiempo  que  ha  perdido, 
y  habla  cual  si  hubiera  sido 
Presidente  en  su  nación. 

Buscando  por  todos  lados, 
un  cocinero  se  inquieta, 
mientras  mira  una  receta 
de  calamares  guisados. 
Y  entre  gestos  singulares, 
dice  siempre  el  cocinero: 
— ¿Qué  se  descubrió  primero, 
la  salsa  ó  los  calamares? 

Una  señora  soltera, 
la  que  une  á  su  mucha  edad 
una  inmensa  fealdad, 
al  ver  un  hombre  se  altera. 
Se  está  anatematizando 
con  furor  la  soltería, 
y  luego  el  resto  del  día 
el  divorcio  predicando. 

En  otra  celda,  un  señor, 
el  que  diputado  fué, 
siempre  dice:  al  fin  gané 
justa  fama  de  orador. 


Y  Demóstenes,  á  mí 
veréis  que  nunca  alcanzó. 
Oídme.  No,  no,  no,  no, 
¡qué  discurso!  jsí,  sí,  sí! 

Otro  individuo  severo, 
quieto  en  su  celda  reside, 
y  con  grave  acento  pide 
á  todo  el  mundo  dinero. 
—No  os  extrañéis  de  su  mal— 
me  dice  el  que  cuida  el  loco-— 
este  infeliz  fué  hasta  poco 
procurador  judicial. 

Gira  en  su  celda  y  se  ofusca 
otro  en  su  manía  eterna, 
pues  que  con  una  linterna 
el  sentido  común  busca. 

Mueve  altivo  la  cabeza 
otro  loco  y  dice  así: 
— ¡quién  puede  igualarse  á  mí 
en  poderío  y  riqueza! 

Y  después  se  vá  á  ocultar, 
cuando  se  acerca  el  loquero. 
Pues  cree  que  es  su  zapatero 
y  no  le  puede  pagar. 


Visité  aquel  manicomio, 
con  más  dolor  que  placer, 
admirando  por  doquier 
progresos  dignos  de  encomio. 
—¡Qué  talento  el  del  doctor 
que  de  la  ciencia  al  servicio 
era  de  aquel  edificio 
propietario  y  director! 
—¿Está  el  sabio?— pregunté— 
y  me  dijo  un  empleado. 
—Pero  ¿no  está  usté  enterado? 
¿Es  que  no  sabia  usté...? 
— Nada. 

—Que  el  doctor  decía: 
trabajo  sin  descansar; 
la  locura  he  de  matar 
para  siempre;  cualquier  dia, 
y  el  pobre,  que  hasta  hace  poco 
trabajaba  decidido, 
al  cabo... 

— ¿Qué  ha  sucedido? 
—¡Qué  también  se  ha  vuelto  loco! 

Luís  García. 


*»■ 


-TFi 


EL  CASCABEL 


359 


"TEATRO  NUEVO" 


a 


UANDo  la  sociedad'  Damas  Benéficas  toma  á  su  cargo  la 
tarea  de  sacar  dinero  á  los  prójimos,  que  lo  tienen,  para  en- 
jugar el  llanto  de  los  que  se  ven  privados  de  él,  lo  nace  é  la 
perfección. 

—Es  posible— decía  la  encantadora  esposa  de  un  general, 
que  aunque  formaba  en  la  plana  activa  era  opinión  qu^  debía 
pasar  á  la  pasiva,  y  aun  en  concepto  de  muchos  había  pasado 
ya, — es  posible  que  logremos  resultados  positivos  de  la  fun- 
ción que  nos  ofrece   la  empresa  del  Teatro  Nuevo? 

— ¿Por  qué  no? — replicaba  la  pro-Secretaria  de  ía  Sociedad. 
\  — Por  que  el  teatro  está  desacreditado.  Las  obras  que  se 

representan  en   él,  además  de  ser  insulsas,  son  muy  libres,  y  la  concurrencia...  la 
concurrencia  es  más  libre  aún. 

—Doble  mérito.  Así  demostraremos  que  sabemos  sacar  dinero  de  cualquier  parte. 
Impondremos  á  la  licencia  de  teatro... 
-Ucencia  real. 

—Sí;  pero  vedada  hasta  cierto  punto.  Le  impondremos,  repito,  un  tributo  que  ven- 
drá muy  bien  á  nuestros  pobres.  Cada  contorsión  de  Sánchez... 
— ^Quiéo  es  Sánchez? 

— Kl  primer  actor.  Cada  contorsión  suya,  cada  chiste  gordo,  sólo  representará  para 
nosotras  un  grano  de  arena  puesto  en  los  cimientos  de  nuestra  gran  obra. 
— jCómo  te  remontas! 
— Sólo  veo  el  producto... 

— En  fin,  sea.  Vaya  por  el  Teatro  Nuevo,  por  los  chistes  subidos  de  color  y  por 
Sánchez...  Qué  grosero  debe  ser  el  primer  actor,  señor  Sánchez... 

—Qué  me  importa.  La  cuestión  es,  como  dices  tú,  que  nuestros  pobrecitos  pobres 
hallen  un  consuelo...  Hasta  la  noche,  pues.  Nos  veremos  en  el  antro  del  vicio^  que 
dice  mi  esposo.  Hoy  en  los  palcos  no  lucirán  sus  cabecitas  picarescas  y  sus  joyas, 
las  alegres  damiselas  de  costumbre. 

—Pero,  en  cambio,  el  teatro  estará   deslumbrador.  Creo  que  nuestras  cabecitas 
podrán  no  ser  picarescas...   pero... 
— ¡Coqueta! 
— Adiós. 

II 

Nadie  hubiera  dlclio  que  aquella  era  la  sala  del  Teatro  Nuevo.  Se  celebraba  una 
función  extraordinaria  de  beneficencia. 

Las  Damas  Benéficas  habían  distribuido  las  localidades.  Con  esto  está  dicho  que 
la  concurrencia  era  nueva  y  brillante,  valga  la  expresión. 

La  generala  ocupaba  un  palco  bajo,  próximo  al  escenario. 

La  pro-Secretaria  la  acompañaba  y  se  reía  mucho  cuando  aquella  le  decía: 

—Estoy  violenta. 

—¿Por  qué? 

— Creo  que  la  obra  elegida  para  esta  noche  es  muy  licenciosa.  ¡Y  cuidado  que  le 
advertí  á  Sánchez  que  tuviera  cuidado  en  la  elección! 

—¿Hablaste  á  Sánchez? 

—Sí.  Parece  un  muchacho  educado  y  fino,  pero  emplea  mal  su  lalenio... 

La  función  empieza. 

Es,  en  efecto,  muy  subida  de  color. 

El  amor  en  todas  sus  manifestaciones,  desde  lo  más  tierno  á  lo  más  brutal,  apa- 
rece en  escena  y  juega  el  principal  papel. 

Sánchez,  en  el  ae  calavera,  hace  maravillas.  Representa  un  vicioso  elegante.  Viste 
muy  bien. 

La  generala  se  digna  mirarlo,  y  aun  cree  que  á  su  vez  Sánchez  la  mira  á  ella... 

iHabrase  visto  atrevido! 

Cae  el  telón.  El  primer  acto  ha  terminado. 

—¿Qué  te  parecer  pregunta  la  pro-Secretaría. 

— Ni  bien  ni  mal... 

Los  galanteadores  de  la  generala,  que  no  son  pocos,  la  encuentran  distraída,  preo- 
cupada. 

La  misma  pro-Secretaria  lo  advierte. 

Empieza  el  segundo  acto. 

Sánchez,  en  un  monólogo  cómico  hace  la  apología  del  amor  sin  trabas. 

La  genérala  nota  que  Sánchez,  ya  no  la  mira. 

¡Gracias  á  Dios!...  ' 


.■,:ív..;r,:;^;^psj/í:-?r?í;  ■»::.;;?: :''-ui?;"r;^?;^S:!95's:^5S 


*^aBo 


.El/  GAteABBL 


i  I  \.: 


Ministerio  y  Presidencia, 
que  hoy  forma  nuestro  gobierno; 
los  que  tien«n  influencia 
en  verano  y  en  invierno. 


INFLUENZA 


—Dicen  que  la  influenza,  solo  ataca  á 
las  eminencias,  y  yo  t¿ngo  miedo,  mucho 
miedo  de  que  me  ataque; 


— .  .Y  como  sé  que  V.  tiene  influencia 
venía  para  que  me  recomendase... 

— No  señor,  ya  hace  tres  días  que  toe  le- 
vanto, pero  gracias  por  el  cuidado. 


Tres  óhalecoá,  cloá  canosas, 
faja,  cinco  «íuniset'ás,      :   ■ 
seis  ginebras  que  he  bebídO'    ' 
¡que  me  ataque  la  infl,uenzai 


EL  GA8BABEL 


aei 


TRANCAZO 


La  influencia  verdadera, 
ante  la  que  sin  cuidado 


de  pescar  un  constipado 
nos  quitamos  Ja  galera. 


—¿Y  tú  no  la  has  tenido  aún? 

— Todavía  no;  porque  pasado  mañana 
daremos  un  recibo,  pero  el  sábado  sin  fal- 
ta, se  me  declararán  los  síntomas... 


■  .    El  trancazo  (el  legítimo,  sin  falsificar.) 


■.■-'--  '^JÍ^.. 


-      3é2       __  JÉLCASCABáL 


Durante  el  tercer  acto  la  generala  se  impacienta,  y.  hiaMa/scM,  con  erpénlamien^. 

—Ya  no  mira  Sánchez...!  y  es  buen  mozo!...  Debe  "Ser  un  feaía  vera  fino...  ¿Por  qué 
no  me  mira  ya?  Me  gustan  sus  gestos;  son  artísticos...!  y  á  la  dama  la  abraza  con 
mucha  delicadeza, 

—¿Estás  preocupada?— pregunta  la  pro-Secretaria. 

—Si.  Pensaba  que  los  resultados  de  la  función  de  hoy... 

— Serán  opimos. 

-  Asi,. 1©.  creo.' Trabaja  bien*  ese  Sr.- Sánchez,  eh? 

—No  lo  hace  mal. 

— Ea,   vamos.  El  teatro  está  casi    vacío... 

— Ah,  si.  Vamos. 

111 

Y  la  generala  salió  casi  á  la*  fuerza. 
Por  qué....? 

El  general,  en  cambio,  estaba  muy  satisfecho.  La  función  le  había  gustado.  Habíase 
reído  mucho  y  lo  escabroso  del  argumento  de  la  obra  le  había  hecho  mucha  gracia. 

—Pobre  marido!— decía  el  valiente  müitar,  comentando  el  chasco  que  se  llevaba 
el  marido  de  la  dama  engañado  por  ésta  y  por  Sánchez,  el  calavera  y  protago- 
nista de  la  obra. 

— Pobre  marido...!  repitió   inconsciente  mente  la  generala. 

IV 

El  Teatro  Nuevo  se  hizo  el   teatro  de  moda. 

Los  noticieros,  no.  se  olvidab.m  de  consignar  en  sus  crónicas  el  fenómeno,  y  lo 
consignaban  con  estrañeza. 

En  la  lista  de  concurrentes,  figuraban  siempre  la  señora  de  N...  y  su  esposo  el 
general  X. 

¿Por  qué   se  hizo  de  moda  el  Teatro  Nuevo? 

Pocos  lo  sabían. 

El  único  que  lo  acertó  fué  Pepito,  elegante  joven  que  un  día  amargamente  se  dijo 
á  la  salida  ael  teatro: 

— ¡Estoy  derrotado!  La  generala  ya  no  quiere  acordarse  de  mi.  Me  ha  deshancado 
un  cómico,  pero  me  he  de  vengar  esparciendo  la  noticia.  Se  lo  diré,  en  secreto, 
á  Pérez:  es  la  mejor  manera  de  hacer  circular  una  noticia..; 

V 

Y  circuló.  Vaya  si  circuló. 

La  pro-Secrelaría  estuvo  á  punió  de  sorprenderse. 

El  general  no  supo  nada,  y  siguió  compadeciendo  al  marido  de  teatro  engañado 
por  Sánchez,  calavera  de  teatro  también. 
— Pobre  marido!... 

Y  la  generala  ya  no  le  contestaba,  como  la  noche  aquella  de  la  función  de  bene- 
ficencia. 

Ello  es  que  la  citada  función  fué  benéfica  verdaderamente. 

Los  pobres  viemn  aumentar  la   fuente    de  sus  recursos. 

Sánchez,  de- calavera  de  teatro,  pasó  á  calavera  de  salón. 

Él  empresario,  admirado,  exclamaba,  al  ver  siempre  lleno  el   teatro: 
,     — ¡Pero...  qué  loco  es  ei  público!. 

Por  lo  demás,  en  el  Teatro  Nuevo  ya  no  se  ven  lucir  aquellas  cabecitas  des- 
cocadas, que  lanto  preocupaban  á  la  generala. 

Ahora  la  concurrencia  es  muy  decente. 

Andrés  Soler. 


~  EL  Cl^lCABCL 


^363- 


T 1  P O S    ei A ÍL-LEJEROS 


iiiiiiSSSi\)iw>"i*'\^^i''''^' 


Quieto  como  un  monolito, 
visto  á  la  luz  de  la  luna. 


hace  la  ilusión  ae  una 
estatua  tocando  el  pito. 


364 


EL  CASCABEL 


OE  DOMINGO  A  DOMS.^GO 


Valientes  cargas  de  caballeria  ó  Cava- 
lleria^  mus  ó  menos  á  la  rústicaíT.. 

Es  decir,  Rusticana. 
V    Pero  que  no  ha  pasado  de  ser  una  obra 
en  rústica,  tanto  en  la  Ópera  como  en  la 
Zarzuela. 

Por  que  no  basta  que  una  ó  dos  partes 
hayan  estado  más  ó  menQs  discreías  en 
ambos  teatros.  '   '  ' 

El  conjunto  ha  sido  poco,  agradable,  sea 
dicho  sin  reparos,  y  máSide  cuatro  aficio- 
nados á  la  ópera  han  vuelto  los  ojos,  es  un 
decir,  á  la  Cavatleria  que  se  caníó  antes 
de  ahora  en  el  Politeama^  por  los  artistas 
de  la  compañía  Tomba. 

Y  apropósilo  de  esta  compañía.  El  pú- 
blico que  acude  al  iesXvo-^vniñ  San  Mar- 
tin se  empieza  á  tíansar  de  las  obras^pues- 
tas  en  escena,  que  son  siempre  las  mis- 
mas, y  sin  el  brillo  de  antes. 

Guando  menos  el  ramo  de  mujeres  bo- 
nitas brilla  por  su  ausencia.  ¡Se  acabaron 
aquellas  temporadas!  Ahora  so!g  queda  el 
recuerdo,  y  algún  constipado  traidor  que 
acecha  á  los  espectadores  desde  la  fría  sala 
áeXSan  Martin. 

Y...  no  hablemos  de  resfríos,  porque  el... 
¿cómo  le  llamaré?...  ¡ah!  sí,  el  A'  de  La 
Nación  creería  que  aludo  d  ciertas  toses, 
parecidas  á  las  que  se  oían  en  el  Onrubia 
la  noche  del  estreno  de  Realidad,  y  que; , 
según  el  cronista,  digo,  el  señor  X,  signi- 
ficaban cansancio  en  el  público...  Ino- 
cente!... 

O  malo. 

¿De  Realidad  hablo?  Pues,  en  primer 
lugar,  un  aplauso  á  la  compañía  deí  On-  • 
'i^uMa.    Aplauso   merecido,    salvo   mejor 
opinión. 

Y  en  segundo  lugar... 

Nó,  á  Galdós  no  le  aplaudo;  no  lo  nece- 
sita. 

Realidad,  pese  á  quien  pese,  es  una 
obra  tan  grande,    que  viene  muy  ancha 


á  ciertos  entes,  ceros^  A',  ó  N,  que  de  ella 
a\e  traa  ocupado. 

Pof  esto  se  comprende,  hasta  cierto 
punto  (no  aludo  á  nadie)  que  se  hayan  emi- 
tido tbs  juicios  temerarios  que  pronosti- 
cábamos en  nuestro  número  anterior. 

En  cuanto  al  desempeño  de  Realidad. 
diremos"  que  fué  bastante  acertado  por 
parte  de  los  artistas  que  tenían  á  su  cargo 
loa  diversos  papeles  de  ia  obra. 

Merecen  especial  mención  la  Sra.  Eche- 
varría, que  es  una  verdadera  actriz,  ó  una 
actriz  de  verdad,  hablando  con  más  pro- 
piedad. Desempeña  su  difícil  papel  con 
.naturalidad  suma,  como  conviene  á  un 
peráqnaje  de  una  obra  como  Realidad^  y 
Hiene  momentos  verdaderamente  felices. 

De  ios  actores,  Prado  y  Galé  se  hacen 
aplaudir,  con  justicia.  E|  resto  no  descom- 
pone nada,  pero,  secunda  muy  bien,  como 
de  costumbre. 

Volviendo  á  la  obra,  no  romperemos 
lanzas  en  su  favor  por  que  necesitaríamos 
disponer  de  mucho  espacio.  Y,  además, 
repito,,  el  mejor  elogio  de  la  obra,  es  la 
misma. 

La  compañía  que  actúa  en  el  Politeama 
merece" verse  y  aplaudirse.  La  Sra.  Boetti 
Valvasáura  es  una  notable  actriz  dramá- 
tica, que  domina  el  género  que  ha  inmorta- 
lizado á  Sarah  Bernardt.  El  público  no 
escasea  aplausos  y  á  fe  que  los  merece  la 
feliz  intérprete  del  trágico  papel  de  Tosca. 

Además  de  la  Sra.  Boetti,  hay  en  la 
compañía  muy  buenos  actores,  el  Sr.  Fal- 
coni,  entre  ellos,  un  gracioso  de  verdad. 
Por  falla  de  espacio  no  hablamos  más,  por 
hoy,  del  cuadro  dramático  que  actúa  en  el 
coliseo  g7^ande  de  la  calle  Corrientes. 

El  género  de  zarzuelas  por  raciones,  si- 
gue gustando  en  el  teatro  de  la  Comedia. 

Pronto  se  representará  El  Cocodrilo, 
de  Sardoú,  desarreglado  por  Pina.  El  que 
quiera  reir  no  ha  de  dejar  de  asistir  á  la 
Comedia. 

En  Novedades  también  se  rie...  pero  se 
rie  en  familia. 

El  Odeón  se  dispone  á  abrir  sus  puer- 
tas y  la  empresa  del  Nacional  no  se  des- 
cuida. 

Según  telegramas'de  Milán,  el  Sr.  Ber- 
nia, empresario  del  teatro,  haj  contratado 
un  cuadro  lírico,  en  el  que  figuran  artistas 
reputados,  y  una  verdadera  notabilidad  de 
fama  universal,  el  maestro  Juan  Goula. 

Es  probable  que  la  Bellnicione  forme 
parte  del  cuadro. 

La  empresa  anuncia  cuatro  óperas  nue- 


EL  CASCABEL 


365 


vas  en  Buenos  Aires,  entre  ellas  XrOS 
Amántesele  Teruel j Amigo  Fritz^  úl- 
tima de  Mascagni. 


Igual  que  un  gladiador 
hoy  hace  la  preciosa  Leonor: 
se  siente  ya  ceder 
y  mira  en  derredor 
buscando  posición  para  caer. 


Ustedes  creerán  que  la  critica  es  cosa 
seria  ¿no  es  esto? 

Pues  están  equivocados.  Y  sino/A'ean 
los  juicios  que  emiten  los  diarios  apropó- 
sito  de  Realidad^  de  Pérez  Galdós. 

Según  El  Correo  EspañoU  la  moral 
del  drama  últimamente  estrenado  en  el 
Onrubia  se  reduce  ó  que  la  mujer  que  en- 
gaña á  su  marido,  al  ser  interrogada  por 
éste,  debe  acostarse  y  dormir. 

Bonito  humorismo,  critica  ú  la  minuta 
de  una  obra  que  representa  muchos  días 
de  trabajo. 

Pero  á  la  nota  de  El  Correo  Español 
puede  agregarse  esta. 

Márchese  a  dormir  la  mujer  adúltera,  y 
no  se  olvide  de  leer  El  Correo^  para  con- 
ciliar pronto  el  sueño. 

¡Bromistas! 


A  un  juicio  el  juez  Don  Sulpicio 
hoy  de  asistir  se  olvidó, 
é  incomodado  exclamó: 
—¡Demonio!  ya  perdí  el  juicio. 
Su  mujer,  que  es  una  harpía, 
le  oyó  y  dijo: — Te  confieso, 
hijo  mió,  que  hace  de  eso 
tiempo  que  ya  lo  sabia. 


Cocineros  y  atorrantes 
ahora  se  chupan  los  dedos: 
unos  probando  las  salsas, 
otros  probando  el  invierno. 


La  Nación,  parece  que  no  tiene  critico 
teatral.  Nosotros  creíamos  que  lo  tenia» 
pero  no  es  asi. 

UnN.  N.,  es  decir,  nn  modesto  gacetille- 


ro, juzga  la  obra  de  Pérez  Galdós,  en  quin- 
ce renglones  malos. 

Malos  bajo  lodos  conceptos. 
'.'  Por  que  eso  d«  que  el  público  aguantase 
en  poA^iencia   la  languidez  de  sus  dos 

priíneros  actos 

'  ¡En  paciencia! 

D'Iós  se  lo  tenga  coíi  cuenta  al  gacetille- 
ro ruboroso  que  encuentra  que  la  obra  es 
inmoral,  y  que  habla  de  toses  denunciado- 
ras de  impaciencia   en  el  auditorio.. . ... 

Conste  que  el  público  aplaudió  mucho  el 
final  del  primer  acto,  lo  mismo  que  todas 
las  situaciones  culminantes,  y  conste  que 
las  toses  eran  naturales.  No  eran  toses 
protestantes. 


Mas  vale  que  dejemos  de  apuntar  los 
disparates  que  de  Realidad  se  han  dicho, 
por  que  esto:  ¿qué  les  importa  á  los  asiros? 
— que  diria  Orozco. 


No  hubo  nombre,  ni  hubo  honor, 
en  quien  no  encontrase  mengua, 
pues  Tomás,  tuvo  una  lengua 
de  infame  calumniador, 
Y  hoy  que  el  vivir  á  sus  anchas 
le  impide  lo  que  ha  infamado, 
para  borrar  el  pecado 
se  ha  metido  á  quita-manchas . 


Hemos  recibido  dos  ejemplares,  segunda 
edición,  de  1«js  Cuadernos  Inst?mct¿vos 
Monner  Sans^  con  unos  bien  hechos  gra- 
bados que  representan  á  Moreno  y  la 
casa  de  Ticcumati,  acompañados  de  in- 
teresantes noticias  históricas. 

Damos  las  gracias  al  autor  por  su  ga- 
lantería. 


ondencia 


Nene.—ii  V.  echa  de  meaos  el  amor  de  Eleua? 
jca  hombre!  Lo  que  encuentra  V.  &  faltar  es  la  teta 
O  el  bib«*rón. 

Turco.- Aún  que  escriba  V.  en  espaiiol,  parece 
due  traduzca.  Y  ¿vaya!  Que  no  sirve. 

E.  ¿.—Lo  de  V.  si.  Mande  la  firma  como  es  de  Ifv 


^Wl 


366 


ÉL  CA$ÓABBt 


Altamante.—^o  es  gracíM»,  'oomo  V.  sttpoáe/Es 
iaofauira.  .:-'-        ,^. 

T.  Lemaco.— 

Calypso  está  mala 

tiene  mml  de  amor. , .  ' 

p«ro  la  composictón  de  V.,  sin  tener  mal  de  aáior 
eata  malisimameate  trazada,  que  dice  V.  hablaádo 
dtt'  ella. 

J.  P.  V.— iCantares  en  estos  tiemposl  No  pierda 
Qsted  el  suyo,  que  los  cantalres  no  son  para  esta  épo- 
ca, sobre  todo  siendo  malos. 

P.  Ptnííto.-.'Hómbre...!  Mande  V.  la  firma,  y  lo 
tendré  en  cuenta. 

S.  /.  O.'-Dejemos en  paz  alclero. 

Milonguero.— yio  hombre;  chapucero  quiso  V.  de- 
cir. 

Critico.— íKíld  esta  V.  vivo?...  ¡Cu&n  lo  siento  hom- 
bre!- lOuanto  lo  siento!  Me  «ra  tan  grato  no  recibir 
carta.de  V.... 


A.  X.  1.— Mándela; y, Taremos. 

A*ts.— iVersQs  a  la  mucama!  Mo  se  publican. 
Titán,— 

La  vi  por  la  calle 
y  al  punto  seguí. 
'■'  sus  pasos.  ¡Qué  talle!  1. 

igual  no  lo  vi... 

¡Qué  tallel  eso  que  talle  otro,  que  Titán  no  sirve. 

S¿lrnícraüa<e.— Porque  le  quiero  bien  no  lo  publi- 
co. «Un  suceso,»  es  un  suceso...  lamentable:  Créa- 
me V. 

0X80*5151..—^^.  no  molesta,  muy  al  contrario.  Las 
explicaciones  serian  largas....  Mejor  es  que  mande 
un  articulo,  ieh?  Y  lo  publico,  si,  es  parecido  A  su 
carta  primera. 

V:  y.— Es  muy  bonito,  pero  ¡ay!  no  me  parece  de 
usted. 

SanHif  Ve^a.— iCu&nta.  gracia  le  debían  hacer  &, 
su  provecta  abuelita  esos  cuentos! 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:   ENRIQUE  COLL 

m 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses. . , g 

Provincias:    Los    señores    Corpe>ponsales 
fíjarán  el  precio. 

Número  corriente » 

%        atrasado » 


1.50 


0.10 
0.15 


SE   DESEAN   AGENTES   Y   CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 
^^et—AlSIUA  —  'itt     (ALTOS) 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  gue  fué  an- 
teriormente de  D.  Guillermo  A.  CraaweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproal,  (}uien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia ■•  es  ya  de  Oanweli  sino  de  Sproat. 

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Que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situa- 
da en  la  calle  dé 

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té,  juegos  de  lavatorios,  metal  blanco,  licore- 
ras, canastas  para  pan,  aceiteras,  cuberteras, 
floreros,  lamparitas,  veladores,  filtros  para 
agua,  etc. 

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üArLlCnA.O  nUüAo  lacion,  ültros,  tete- 
ras, azucareras,  bandejas  de  madera  papié 
maché,  etc..  caioriferos.  alsacianos,  calentado- 
res de  pies,  braseritos,  salivaderas,  bidets 
cómodos,  y  otros  artículos  de  menage. 

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teros,  tablas  para  carne,,  papas,  de  lavar, 
molinillos,  agua-maniles,  lebrillos,  carpetas 
de  mesa,  estantes  para  cocina,  canastos  para 
ropa,  etc.  • 

H  DIIPÑ  MPNin'  Escaleras,  sillas,  es- 
^i.  DUtll  IflCnHU  caleras,  caloríferos, 
guarda  fuegos,  calentadores  de  pies,  id  de  via- 
je, id  de  platos  para  la  mesa,  útiles  de  estu- 
fa, cocinas,  carboneras,  mesitas  para  té,  mol- 
des para  budines,  é  infinidad  de  artículos  de 
menaje  imposible  de  enumerar.  Precios  fijos 
y  án  competencia. 

Al  Buen  Menaje,  Artes,  150 


EL.Ci^S(?ABEL 


367 


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Se  hacen  toda  clase  de  grabados  en  zinc, 
foto-grabados  directos,  etc. 

Reproducción  de  cuadros  al  óleo,  acuarelas 
y  toda  clase  de  dibujos. 

Ilustraciones  de  obras  y  revistas. 

Materiales  de  primer  orden. 

COOPLRATIVA    TELEFÓNICA,    2011 


n 


368 


EL  0Aáí)4BEL 


LA  HISPANO- 


CfillPAfilA  NACIONAL  DE  SEGUROS 
CAPITAL    SOCIAL   ^   2.000.000  M/N 

Autorizada  por  Decreto  de  21  de  Agosto 

de  1889. 

Inscripta  en  el  Registro  Público 

de   Comercio 


Setraros  de  fletes,  efectos,  ganancias  esperadas, 

comisiones,  mercaderias,  etc. 

Se  asegura 

•difloios»  establecimientos  industriales 

y  del  comercio, 

comprendiendo  las  explosiones 

de  gas,  rayo,  desalojo    inevitable,   etr.,  etc. 


DIBECCIOIf  GENERAL: 

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Madrid  Cómico. 
Blanco  y  negro.  ^    ' 

El  Cascabel  (de  Madrid)      . 
Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómica. 
La  Semana  Cómica. 
■  El  Toreo. 

La  Saeta. 
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I  La  Semana  fúnebrcv 

El  Mundo  femenino. 
La  Mosca  blanca.  ,~ 

La  Campana  de  Gracia.    '• 
La  Esquella  de  la  Torratxa. 
;   Etc.,  etc. 

Estos  semanarios  se  venden  en 
los  principales  kioskos  de  Buenos 
Aires. 

Para  suscripciones:  CHILE,  2164 


taip.  lOüRMER  m  Lá  PLáTi.  SeeciÓB  de  Obns,  á  cargo  de  R.  tñg 


Afio  I  Buenos  Aires,  Junio  15  de  1892       Núm.  24 


Editor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


SEMANAEIO  FESTIVO  ILUSTRADO 


üetlaccioD  y  ÁdmiDÍstracion:  ALSÍNA  939  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad. . .    |  0.10  el  número 
Número  atrasado.,..     *0.15        id 

Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C» 


Director:  ENRIQUE  COLL 


PEDR©  M.,  AMJLTA 


Hoy  este  súbio  varón, 
en  ensoyos  detenidos, 
estudia  con  atención 
ios  microbios  contenidos 
en  la  pasada  elección. 


^ 


'.  ■ááfias-ÍL''- 


370 


EL   CASCABÜL 


ADVERTENCIA 


ti- 


La  redacción  y  administración  de  EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  Alsina 
número  939  altos,  á  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 


\^\j^  _ 


->©-$- 


L  refrán  que  dice  na- 
die muere  hasta  que 
¿<r''  Dios  quiere  se  está 
desacreditando  de  un 
modo  lamentable. 
Parece  que  la  ma- 
i  nía,  la  neurosis  ó  lo 
:|  que  sea,  del  suicidio, 
se  ha  puesto  de  moda,  y  no  pasa  día  sin 
que  los  diarios  nos  enteren  de  que  algún 
prójimo,  cansado  de  la  vida,  ó  de  la  sue- 
gra,  se  ha  pegado  un  tiro. 

Tales  noticias  causan  tan  mala  impre- 
sión como  una  votación  en  el  Congreso,  ó 
un  discurso  de  Groussac. 

Y  es  que  hay  personas  que  nunca  han 
podido  salir  de  la  oscuridad  en  vida,  y 
quií  con  tal  de  alcanzar  alguna  notorie- 
dad, siquiera  esta  sea  momentánea,  se 
expiden  los  pasapurtes  para  el  otro  mun- 
do, so  pretexto  de  cansancio  ó  decep- 
ciones. 

Nos  basta  ver  á  un  amigo  con  la  cara 
«'Stirada  y  el  ceño  fruncido  para  imagi- 
narnos que  estamos  en  presencia  de  un 
presunto  suicida. 

— ¿Qué  te  pasa,  Anatolio? 
—  ¿A.  mi? 

— Sí.  Estás  preocupado,  no  lo  niegues. 
Tú  preparas  tu  fin.  ¿Qué  has  hecho  esta 
mañana? 

— He  leído  La  Nación  y  los  telegramas 
<le  La  Prensa. 


*- — ¡Desdichado!  Confia  en  mi,  y  aban- 
dona tus  tenebrosos  proyectos. 

—Es  que... 

-¿Qué? 

— Pensaba,  en  este  instante... 

— ¿Matarte,  eh? 

— No.  hombre.  Pensaba  que  tú,  que 
tan  bueno  eres,  podrias  prestarme  cinco 
pesos. 

—  Toma,  y  ten  valor. 

—  ¡Si,  no  me  falta! 

Y  el  amigo,  ei  buen  Anatolio,  no  se 
mata,  ni  había  pensado  en  ello,  pero  nos 
arranca  cinco  pesos. 

Los  papas  amantes  de  la  familia,  están 
con  el  ¡ay!  en  la  boca,  temiendo  que  sus 
tiernos  vastagos  se  cansen  de  ia  vida. 

—  ¡Eleuterio! — dice  la  esposa  á  su  ma- 
rido. 

— ¿Qué  quieres? 

— Reparo  que  !a  niña  Eduvigis,  está 
muy  triste  y  temu  que  se  aburra  y  ponga 
fin  á  su  existencia. 

— ¡Dios  mío! 

— A  ver  si  la  distraes  un  poco.  Ponte 
aquella  alfombra  con  cabeza  de  tigre  y 
c;^mina  en  cuatro  pies.  Ya  sabes  que  esto 
distrae  mucho  á  Eduvigis. 

Y  el  buen  padre  obedece  al  punto  y 
empieza  á  dar  vueltas,  por  la  habitación, 
rugiendo  como  un  tigre  de  Bengala. 

Eduvigis  se  reanima  y  empuña  un  bas- 
tón. Vá  á  ejercer  de  domadora. 

—  ¡Hip!...  ¡Hip!...  ¡Salta  tigre!  Corre., 
échate...  levántate...  dame  la  pata....  li- 
gero... ¡más  ligero!...  ¿No  obedeces?  Pues 
toma!...  ¡Toma! 

Y  sacude  cuatro  garrotazos  al  papá- 
tigre,  con  tan  mala  suerte,  que  le  rompe 
los  cristales  de  las  gafas  y  le  hace  un 
chirlo  en  la  nariz. 

Protesta  el  tigre,  y  mientras  se  limpia 
la  cara  con  el  tapete,  pregunta  cariñosa- 
mente á  Eduvigis: 

—¿Te  has  divertido?  ¿Te  ha  gustado  el 
tigre? 

— Sí,  papá.  Y  ahora  te  voy  á  dar  la 
comida. 

Vuelve  á  ponerse  en  carácter  el  padre, 
y  la  niña  le  tira  un  trozo  de  salchichón  y 
un  terrón  de  azúcar,  que  el  buen  hombre 
toma  con  la  boca. 

E'luvigis  salta  y  ríe. 


EL  CASCABEL 


371 


Y  los  padres  se  confunden  en  estrecho 
abrazo,  exclamando  á  un  tientipo: 

— ¡Salvada! 

— ¡Gracias,    Dios    mío!— murmura  don 

Eleuterio  al  mismo  tienipo  que  la  sangre 

colorea  sus  narices. 

Mas  ¡ay!  que  en  ej^undo  no  abundan 

los  ETgcrtGPio'ji,  Gtrfmces  de  hacer  cualquier 

papel,  el  de  tigre  inclusive,  por  salvar  á 

los  vastagos. 

Hay  padres  de  carácter  violento  que  no 
creen  en  decepciones  amorosas  ni  en  sui- 
cidios y  que  se  [)onen  hechos  unas  furias 
cuando  las  niñas  les  descubren  los  secre- 
tos del  corazón. 

— ¿Porqué  estás  triste?-— pregunta  uno 
de  estos  papas  tprribles. 

— ¡Ay  papá...! 

—¿Qué  hay? 

— Que  Arturo  quiere  casarse,  y  yo 
también. 

—  Pues  no  será  ¡No  fa'taria  más!  ¿Qué 
es  Arturo  para  casarse  con  uua  niña  co- 
mo tú? 

— Es    un    buen  muchacho,    gana  buen 

sueldo,  y    además,  tiene    un   lunar   muy 

gracioso  y  hace  versos  muy  bonitos.' 
— ¡Pues  no  te  casas! 

— Tomaré  arsénico. 

— Y  yo  tomaré  un  palo,  y  le  romperé 
las  costillas  á  Arturo. 

La  niña  comunica  al  ^'ulán  el  proyecto 
paternal,  y  le  invita  á  morir,  pero  Artur-o 
rehusa  tanto  honor_y  se  larga  con  viento 
fresco,  y  la  niña  no  toma  arsénico  pero 
to  na  otro  novio,  por  si  cuela. 

Más  vale  asi;  y  (>jalá  todas  imitaran  su 
conducto. 

— La  cuestión  es  vivir — me  decía  un 
filósofo  decrépito.'  Yo  estoy  cansado  de  la 
vida,  y  ¿sabe  V.  lo  que  hago? 

—  No.  señor. 
— Descansar. 

Y  se  echó,  cuan  largo  era,  á  tomar  el 
sol  filosóficamente. 


Por  los  avisos  que  publicamos  hoy,  se 
enterarán  ustedes  de  que  El  Cascabel  se 
ha  mudado  de  casa.  Desde  esta  CJiarla-.ie- 
nemos  p\  gusto  de  decir  á  nuestros  favo- 
recedores, que  en  la  calle  de  Alsina  939 
altos,  estamos  á  sus  órdenes. 


¡Ah...!  Y  que  Dios  ies  libre  de  cambios 
Je  domicilio ! 


C  O  R  P  U  S 

Día  que  á  fines  fatales 
nos  podría  dirigir. 
Corpu$  que  ha  de  producir 
cien  delitos  corporales. 
Hoy  día,  nadie  repara, 
ya  que  el  Corpus  celebramos, 
en  que  á  una  mujer  sigamos 
de  buen  cuerpo  y  linda  cara. 
Y  si  algún  entrometido 
dice: 

— Corpus  es  latín — 
diremos: 

— líien,  pero  al  fin 
lo  adoramos  traducido. 
Hoy  se  está  de  enhorabuena, 
ya  que  he  visto  á  más  de  dos 
cambiar  el  cuerpo  de  Dios 
por  el  de  alguna  morena 
que  con  su  gracia  y  su  sal 
y  su  andar  y  su  palmito 
es  un  Corpus  del  delito 
ó  un  delito  corporal. 
jA  ver!  ¿.quién  no  deseara 
con  su  amada  tropezar, 
hoy  que  es  corpas,  y  luchar 
cuerpo   á   cuerpo    y  cara  á  cara 
Hoy  corpas  en  todo  imperas, 
hoy  de  íiesia  se  engalan. 
a(iueilas  que  en  cuerpos  ganan;  * 
modistas  y  corseteras. 
Yo  también  entusiasmado 
espero  de  ti  mercedes, 
más...  en  fia.  oigan  ustedes 
todo  lo  que  me  ha  pasado: 
Conozco  á  una  señorita 
que  me  tiene  medio  loco, 
á  quien  adoro  y  no  poco, 
y  la  cual  se  llama  Rila. 
Ella  es  de  las  más  sensibles 
Ritas  que  viven  aquí, 
pero  es  Hita  para  mí 
abogada  de  imposibles. 
Ella  á  mi  eterna  plegaria 
desatiende  noche  y  día. 
ejerce  su  abogacía, 
pero  en  la  parte  contraria. 
Hoy  Corpus,  fuime  contrito, 
y  de  amor  en  el  excgso. 
Ja  dije— ¿me  dá  usté  un  beso? 
—No,  que  es  corpus  del  delito. 
— Mire  usté  que  me  enveneno, 
—No  lo  creo 

—Crea  usté. 


372 


EL  CASCABEL 


hoy  es  corpus  y  diré 
:  á  su  cuerpo,  cuerpo  bueno. 
Yq,  insistiendo,  se  negó, 
y  continuamos  así; 
Déme  usté  por  Dios  el  sí, 
— :No  quiero, 

—Pues  si, 

— fues  no. 
— jQue  hoy  es  Corpus!  vida  mía, 
—Pues  aunque  otro  día  fuese, 
¡no  y  no!  aunque  me  lo  pidiese 
un  cuerpo  de  infantería... 
¡Oh,  Corpus  como  me  afrentas! 
mi  dicha  se  estropeó 
porque  la  niña  me  dio 
calabazas  corpulentas. 

S.  Garrido. 


--^^ 


LA  ORACIÓN  DE  UNA  MUJER 


— Luisa 

—¿Enrique  qué  te  pasa? 

—Nada. 

—Sí,  dime  qué  tienes, 
tú  no  estás  bien  cuando  vienes 
tan  pronto  á  dormir  á  casa. 
—Me  hallo  un  poco  delicado, 
siento  frío  en  la  cintura, 
inquietud;  se  me  figura 
que  debo  estar  resfriado. 
—Te  dolerá  la  cabeza. 
Ya  me  parecía  á  mí; 
eso  es  influenza,  así 
con  ese  síntoma  empieza... 
y  dejándose  cuidar 
por  su  esposa  cariñosa, 
á  Enrique  lleva  su  esposa 
á  la  cama  ¡y  á  sudar! 

II 

Enrique  es  un  calavera, 
que  vá  á  su  :;asa  á  deshora, 
y  abandona  á  su  señora 
por  una  mujer  cualquiera. 
Mas  hoy  (lue  la  enfermedad 
sin  ánimos  le  ha  dejado, 
está  en  el  lecho  cuidado 
por  su  preciosa  mitad. 
De  él  no  se  aparta  su  esposa 
y  siempre  está— Dueño  mío, 
¿cómo  te  hallas?  ¿sientes  frío? 
¿deseas  alguna  cosa? 
Semejante  abnegación 
que  un  justo  premio  merece, 
Enrique  se  la  agradece 
con  todo  su  corazón. 
Va  cejando  la  dolencia, 
cesa  la  tos  y  el  sofoco,     > 
y  el  amado  esposo  á  poco 
entra  en  la  convalecencia. 


Deja  el  lecho  del  dolor, 
y  aquel  cariño  sin  tasa, . 
hace  que  sea  la  casa 
un  paraíso  de  amor. 

III 

Bueno  ya  completamente 
dejaú  su  esposa  querida, 
y  Enrique  lleva  una  vida 
lo  mismo  que  anteriormente. 
Llega  á  su  casa  á  deshora, 
y,  perdido  y  calavera, 
por  una  mujer  cualquiera 
abandona  á  su  señora. 

IV 

Hoy  en  una  iglesia  entré 
y  pálida  y  demacrada, 
á  la  esposa  abandonada 
ante  un  altar  encontré. 
Nos  saludamos  los  dos, 
pregunté  por  su  marido, 
y  dije: — Usté  habrá  venido 
para  dar  gracias  á  Dios. 
Llena  de  perplejidad, 
calló,  y  yo  dije  turbado: 
— Lo  digo  porque  ha  sanado 
él  de  aquella  enfermedad. 
De  sus  ojos  una  perla 
brotó,  y  con  voz  que  temblaba, 
dijo: — No,  que  yo  rezaba 
por  que  volviese  á  tenerla. 

Luís  García. 


DOCUMENTOS  COMERCIALES 


<§; 


oDos  sabemos,  por  una  triste  expe- 
riencia., conno  dicen  en  los  folletines,  lo 
que  es  un  recibo. 

Es  lo  que,  una  vez  en  nuestro  poder, 
nos  acredita  de  buenos  pagadores. 

Las  necesidades  del  tráfico  moderno  lo 
han  hecho  indispensable 'y  pronto  habre- 
mos de  aplicarlo  á  todos  los  actos  de  la 
vida,  para  dejar  sentado  el  cumplimiento 
de  ellos. 

Algunas  señoritas  de  raza  sajona,  como 
los  buenos  caballos,  ya  acostumbran  á 
hacerlo.         ' 

Exigen  la  promesa  de  casamiento  por 
escrito  y  con  la  firma  legal. 

Esto  no  es  más  que  un  recibo  que  se 
abona  al  pié  del  altar,  siempre  que  se 
cumpla  al  pié  de  la  letra  lo  prometido. 

El  progreso  nos  empujará  y  el  imperio 
del  recibo  será  absoluto. 

Los  caballeros  correctos,  bien  educados 
y  exageradamente  cumplidos.^  esos  que  ha- 


EL  CASCABEL 


373 


cen  un  caso  de  honor  la  falta  de  una  fór- 
mula cortés;  para  dejar  demostrada  su 
finura,  nos  exigirán  prueba  escrita  de 
que  nos  han  dado  los  buenos  días  y  de 
habernos  preguntado  por  toda  la  familia  y 
sus  ramas  ascendentes  y  descendentes. 

Los  enamorados  celosos,  llevarán  por 
partida  doble  un  libro  en  el  que  apuntarán 
las  sonrisas  de  su  amada  y  las  galanterías 
que  los  demás  las  dirigen,  algo  parecido 
á  esto: 

Un  apretón  de  manos  para  mi  solo, 
que  tne  ha  dado  Emilia^  detrás  de  la 
puerta. 

Cuatro,  «amor  mió»,  que  m,e  dice  en 
su  última  carta. 

Un  gotero  de  dormir^  que  me  regala 
para  que  lo  use  el  día  de  la  boda. 
Y  en  frente,  en  la  otra  oja: 
27  palabt^as,  que  ha  dirigido  al  mé- 
dico Jóven^  al  feo. 

Un  billete  para  el  concierto,  que  ha 
vendido  á  D.  Roque. 

Una  alabanza  á  los  versos  de  Ra- 
mírez. 

Los  críticos  Búcpontáneos.  los  que  se 
se  dedican  á  buscar  faltas  de  gramática 
en  los  diarios,  estarán  agobiados  por  el 
trabajo  y  tendrán  que  buscar  empleados 
que  les  ayuden. 

Todavía  tendrá  más  ventajas  el  siste- 
ma comercial.  Supongamos  que  un  espo- 
so se  convence  de  que  su  mitad,  le  erige  en 
rey,  es  decir  le  corona,  y  se  divorcia  de 
ella  y  se  separa.  No  tendrá  más  remedio 
que  dar  un  recibo  á  su  ex-cónyugue,  que 
dirá  así  poco  más  ó  menos. 

—He  recibido  de  doña  Fulana  de  Tal 
la  libertad  de  la  viudez,  como  pago  de 
tres  años  de  espantosa  vida  marital, 
soportando  su  irascible  carácter.,  y 
las  faltas  simples  y  gordas  á  ?ni  ho- 
nor, etc. 

A  quien  no  será  útil  el  procedimiento, 
será  á  los  cazadores,  de  imaginación  exu- 
berante, á  esos  á  quienes  ninguno  cree  las 
aventuras  cinegéticas  que  relatan.  Sope- 
ña de  ir  acompañado  de  testigos  judiciales, 
ó  hacer  firmar  un  documento  á  la  liebre 
que  den  muerte. 

Los  peluqueros,  cuando  acaben  de  afei- 
tarnos, á  la  par  del  clásico  Servidor  de 
usted,  nos  dirán: 
—Un  momento,  señor. 

-¿Qué  hay? 

— Sírvase  firmar  aquí. 

—¿Pero  qué  es  esto? 

—Un  certificado,  que  prueba  no  le  he 


cortado  á  Vd.  el  cutis  más  que  dos  veees. 
Y  firmaremos,  y  así  el  artista  podrá  de- 
mostrar su  competencia  reconocida* 

Al  igual  que  los  sastres  cuando  nos  ha- 
gan un  traje,  y  los  cocineros  cuando  nos 
sirvan  un  plato. 

Cuando  algún  individuo  no  tenga  un 
simple  papel  en  su  poder  que  le  declare 
sabio,  apto  ó  inteligente,  diremos: 
— jBah!  no  sirve  para  nada. 
Los  pobres  poetas  van  á  tener  que  sudar 
mucho,  por  cuanto  en  el  momento  que 
den  á  luz  algo,  tendrán  que  ir  á  la  casa 
de  todos  sus  lectores. 

—¿Le  ha  gustado  á    usted  el  soneto  al 
Cóndor  de  los  Andes? 
— Regular. 

— Sírvase,  pues,  darme  recibo. 
Y  tendrán  una  colección  curiosa,  en  que 
constarán  los  ripios  y  los  plagios. 

Cuando  dos  prometidos  rompan,  se  exi- 
jiránel  documento.  Y  se  leerá. 

«Juliana  López,  estuvo  en  relaciones  con- 
migo y  reñí  con  ella  porque  padece  de  fla- 
to y  me  decía  que  yo  no  tengo  gusto  para 
hís  corbatas.   Además  se  fumaba  los  ci- 
garrillos de  su   papó,   robándome    á   mí 
los  fósforos.» 
Claro  es  que  no  habrá  engaño  posible. 
Ya  sabemos   de  muchas  personas  que 
van  á  trabajar  porque  se  extienda  la  cos- 
tumbre de  los  documentos,  y  dentro  de 
cinco  años,  podremos  leer  entre  los  pape- 
les de  algún   ministro- 

«He  recibido  del  Sr....  un  nombramiento 
de  oficial  I»  en  la  oficina  de  Vegetales  y 
Perfumes,  en  pago  de  una  biografía  lau- 
datoria de  dicho  señor,  y  dQ  haberle  roto 
la  columna  vertebral  á  López,  periodista 
de  oposición.» 

José  M^.  Mendoza. 


R^STRO^O 


Vi  á  una  mujer  que  lloraba, 
y  al  verla  sequé  mi  llanto; 
comprendí  que  su  quebranto 
era  el  que  á  mí  me  mataba. 
Un  ansia,  un  anhelo  extraño, 
que  la  hizo  amar  á  otro  ser; 
un  segundo  de  placer 
y  un  siglo  de  desengaño. 

Calmando  mi  propio  anhelo, 
endulcé  el  que  ella  sufría, 
y  brotó  la  simpatía 
ante  aquel  mutuo  consuelo. 
Y  huí,  mas  bien  sabe  Dios 
el  motivo  por  que  huí, 
pues  terminamos  así 
sin  ser  inlieles  los  dos. 

Adolfo  S.  de  los    Rios. 


f 


"37Í 


-<«K"«»ji,-.:. 


EL  CASCABEL 


:,  :M. 


REFRÁN   APLICADO 


I 

Juan  y  Juana  en  matrimonio 
se  unieron,  por  su  desgracia, 
pues,  aun  jue  encanta  su  gracia 
es  Juana  como  el  demonio. 

JuAn  es  hombre  de  conciencia 
que  ama  á  Juana  como  un  niño, 
y  que  lleva  su  cariño 
al  colmo  de  la  paciencia. 
Más,  nada  le  hizo  temer 
perder  la  calma  alpun  día, 
cual  la  picara  mania 
del  primo  de  su  mujer, 
que  diciendo  que  en  los  lazos, 
de  familia,  no  hay  malicia, 
la  daba  besos  y  abrazos 
con  alarmante  delicia. 
Juan  vio  su  dicha  turbada     ,  . 
pues,  del  primo  la  terneza, 
pesó  sobre  su  cabeza 
cual  de  Damocles  la  espada. 
— Mira  Juana,  ya  me  tienes- 
dije  un  día  exacerbado.  — 
de  tus  extremos  cansado; 
—¿Con  la  de  siempre  me  vienes...?— 
le  contestó  ella  burlona: 
. — ¿Cómo  no?  Si  ese  chiquillo....— 
— jUf!  Jesús!  ¡qué  lobanillo! 
— Pero  Juana,  reflexiona: 
¿está  dentro  de  lo  justo, 
ni  siquiera  de  lo  humano, 
que  yo  mano  sobre  mano 
permita  daros  el  gusto, 
de  pasaros  beso  á  besó 
todas  las  tardes  de  Dios? 
— ¿No  me  los  das  también  vos? 
— ¿Y  qué  tiene  que  ver  eso? 
Yo  soy  tu  dueño,  tu  esposo... 
— Y  mi  primo  es  mi  pariente, 
—¡Tú...  faldero! 

—¡Impertinente! 
— ¡Coqueta! 

— ¡Otelol 

—¡Loca! 

—¡Oso! 
—¡Mira  Juana...! 

—¡Repugnante! 
¡Tratarme  como  á...  un  pendón! 
— Pero  si  tengo  razón; 
— No  quiero  verte  delante: 
— No  llores,  cálmate  Juana; 
si  es  porque  té  quiero  mucho, 
y  comprende: 

—¡Nada  escucho! 
— Que  nuestra  honra  nada  gana 


haciendo  lo  que  tu  haces, 
no  es  tan  chiquillo  tu  primo 
que  necesite  tu  mimo. 
Vamos  hagamos  las  paces, 
— Yo  quiero  amor,  no  sermones, 
—Pues  ese  es  también  mi  afán, 
—Amor  son  las  obras,  Juan, 
y  710  las  buenas  razones. 
Marchóse  Juana  altanera 
dejándole  á  Juan  plantado, 
con  el  semblante  nublado 
y  blanco  como  la  cera. 

II 

A  pesar  de  este  incidente 
siguió  adelante  la  cosa, 
la  prima,  tan  cariñosa, 
el  primo,  tan  consecuente. 
Visitas  todos  los  días, 
sonrisas  y  secretitos, 
los  abrazos,  los  besitos 
y  otras  mil  zalamerías. 
Siendo  entonces  lo  curioso 
que  del  primo  la  presencia, 
coincidía  con  la  ausencia 
casi  siempre,  del  esposo. 

Mas  de  .luán  quiso  el  destino 
que  un  día  llegara  á  ver, 
al  primo  y  á  su  mujer 
formando  un  grupo....  ¡divino! 
Le  hizo  á  tal  punto  cosquillas 
al  bueno  de  Juan   la  gracia, 
que  perdió  su  diplomacia 
y  fuera  de  sus  casillas; 
con  el  junco  de  paseo 
les  arrinií)  un  vapuleo, 
capaz  de  hacerlos  astillas. 
— ¡Deja,  por  Dios!— exclamaba 
su  pobre  mujer,  llorando; 
pero  Juan  sigue  pegando 
y  su  furor  no  se  acaba. 
Pegó  y  pegó  sin  cesar, 
despreciando. los  lamentos, 
hasta  que  falto  de  alientos 
ya  no  pudo  continuar. 

Y  entre  sollozo  y  sollozo 
Juana  desahoga  el  coraje, 
gritando: 

—¡Bruto!  ¡¡Salvaje!! 
mientras  .luán,  lleno  de  gozo 
— ¿Porqué  esas  exclamaciones? 
dice  con  risa  inhumana:  ' 
¡Amor  so  '  las  obras,  Juana. 
y  no  las  baenas  razones! 

Al  i  dio  Borgla. 


EL  CASCABEL 


375 


COSAS 


iCHOso  el  (jae  tiene  cosas! 

Ks  decir,  feliz  aquel  de  quien  el  público,  ó  los  parientes  mus 
cercanos,  pueden  decir:  ¡Bali...  cosas  de  Fulano!...  No  le  haga- 
mos caso. 

Conocí  un  señor  de  cierta  edad  al  ([ue  sus  amigos  se  lo  per- 
mitían todo. 

Y  el  buen  hombre,  contando  con  la  indulgencia  del  público, 
ni  mrts  ni  menos  que  una  empresa  teatral  cualíjuiera.  se  permi- 
tía toda  clase  de  libertades. 

—Hola...    ¿cómo  estás?  — decía  al  primer  conocido  que  encontraba  en  la  caliel 

— Bien,  ¿y  tú? 

—Así,  asi.  -^ 

—¿Estas  mal? 

— No:  pero  me  hace  falla  tomar  un  verniliimt  y  he  pensado  que  tú  me  lo  vas  á 
pagai-  en  el  acto. 

—¿En  el  acto? 

— O  en  la  confitería,  si  te  parece  bien... 

Y.  el  amigo  accedía,  diciéndole  al  mismo  liempo: 

— ¡Qué  cosas  tienes! 

— ¡Qué  quieres!...  Yo  soy  así. 

— Ya  lo  veo.        '  - 

Tomado  el  vei^noliut  y  despedido  el  amigo,  el  de  las  cosas  encontraba  á  Pérez, 
por  ejemplo.  ■ 

— ¡Amigo  P^rez! 

—¿Qué  tal? 

—  Bien,   gracias.  ¿A  dónde  vas? 

—Voy  ú.  comer. 

—¡Hombre,  apropósito!  Acabo  de  tomar  un  vcrmlKH'A  que  me  ha  abierto  mucho 
el  apetito,   así  es,  que  me  invito;  comeré  contigo. 

— Qu«i  cosas  llenes,  hombre... 

— Nada,  nadn;  comeré  contigo; 

Y  dicho  y  hecho.  El  de  las  cosas  va  ¡i  casa  de  Pérez,  devora  y  bromea  á  un 
tiempo,  se  sirve  lo  mejr.r  de  cada  plato,   y  ¡á  vivir! 

Por  algo  tiene  coíias. 

VA  tenerlas  equivale  á  poder  vivir  libre  de  preocupaciones. 

Pero,  ¡ay!  del  que  no  las  tiene. 

Las  cosas,  se  entiende. 

El  adquirir  el  derecho  á  tenerlas,  representa  una  lucha  desesperada. 

Un  escritor,  especialista  en  últimas  horas  en  verso,  leyó  en  alguna  parte  que 
Anlbssi  no  podia  escribir  sin  estar  rodeado  de  capones  asados  y  oíros  apetitosos  gui- 
sos, (|ue  Haiden  se  vestía  de  etiqueta  para  escribir  sus  cantos,  (pie  Rossini  componía 
bueña  música  cuando  mayor  era  el  bullicio  que  le  rodeaba,  (|ue  Iloffman  bebía  mucha 
cerveza  antes  de  trabajar...  ¡cosas  de  los  genios! 

Y  el  aniov  \.\e  Vas  ultimas  horas,  que  se  sentía  genio,  entregóse  con  furor  alas 
más  raras  manías. 

Escribía  con  los  pies  metidos  en  un  cubo  de  agua  fría,  ó  bien  mascando  el  cabo 
de  un  plumero. 

Otras  veces,  llamaba  rt  la  mujer  y  la  decía  cariñosamente: 

— Biaulia,  Braulia  mía:  voy  á  componer... 

— Ah.  si:  ¿el  molinillo  de  moler  el  café?  ¡Bien,  muy  bien! 

—No  se  trata  de  útiles  materiales.  Voy  á  componer  un  poema  al  Dr.  Alem.  así  es 
que  esp(>ro  que  me  rascaras  la  espalda  con  el  cepillo  del  sombrero  y  al  mismo  tiempo, 
me  pasarás  una  pluma  de  gallo  por  las  narices. 

— ¡Qué  cosas  tienes! 

— ¡üosas.  cosas!...  Tú  me  haces  justicia;  todos  los  grandes  hombres  tienen  las  su- 
yas, y  yo  tengo  las  mías.  Unos  necesitan  pasar  la  mano  por  el  lomo  de  un  galo,  y  yo 
siento  (¡ue  la  inspiración  acude  cuando  me  rascas  la  espalda.  Aprieta,  que  ya  empie- 
zo el  primer  canto. 

— Bueno:  pero  antes   voy  á  arreglar  el    biberón   para  el  niño. 

— No;   déjalo   llorar,  que  su   quejido  rítmico  acompasa  las  ideas. 

— Bueno;  vaya  por  el  compás,   pero  el  día   monos  pensado,  el  niño  revienta. 

—¡Calla  Bráulia!...  Que  me  partes  el  alma.  Tú  erés  una  mártir  inconsciente  del 
genio  en   ebullición. 


"•*;,  *•, 


876 


.* . 


EL  CASCABEL 


UN  ATOLONDRADO 


II 


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■  .áái^.3 


EL  CASCABEL 


377 


UNA  MUSA 


Después  que  dos  botellas  de  caña  se  ha  bebido, 
y  se  halla  entre  vapores  alcohólicos  dormido, 
de  músicas  extrañas  escúchase  el  compás, 
y  sueña  que  la  musa  desciende,  y  al  oido 
mil  silüdes  le  pinta....  y  yo  no  sé  que  más. 


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378 


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,     ■:■  • ' 

EL  CASCABEL 

-      '¥    - 

Por  fin,  la  esposa  se  cansó  de  ser  mártir,  y  un  buen  dia,  que  para  el  poeta 
no  lo  fué  mucho,  se  echó  en  brazos  de  un  vecino  desesperadamente  y  huyó  con 
él,    renegando  de  las  cosas  de  su  marido  y  de  las    friegas  en  la  espalda. 

— jCosas  de  mi  mujer!— exclamó  el  escritor  al  enterarse  del  viaje. 

-  ¡Reniego  de  las  cosas  de   las  mujeres,    y  de  las  cosas  de  los  genios!.... 

Librémonos  de  la  excentricidad,  y  no  nos  hagamos  rascar  la  espalda  al  escribir 
unas    cuarlillas. 

Sobre  todo  si  tenemos  esposa,  que  éstas  á  veces  suelen  tener  unas  cosas...! 

Andy^és  Soler. 


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EL  ^ÜIOI©   DE   DI@I 


;       Á  lomos  de  ardiente  bruto,. 

'■    la  dura  lanza  en  la  diestra, 
la  mente  en  el  alto  cielo, 
la  fé  segura  en  su  empresa, 
van  ciegos  los  caballeros 
á  la  sangrienta  pelea, 
con  tal  cólera  y  tal  ansia 
que,  al  lanzarse  á  la  carrera, 
del  corcel  al  resoplido         • 
tiembla  de  espanto  la  tierra. 

No  ante  damas  y  galanes 
ligeras  cañas  se  quiebran, 
ni  por  conquistar  favores 
de  ginete  se  alardea, 
no  entre  joyas  y  entre  flores 
los  caballos  se  pascan, 
que  ante  los  jueces,  severos, 
con  atalaje  de  guerra, 

'-  al  juicio  de  Dios,  dos  nobles 
encargan  de  su  contienda. 

Ha  tiempo  que  don  Rodrigo 
partió  para  luengas  tierras, 
buscando  nuevas  hazañas 
conque  adornar  su  nobleza, 
dejando  á  su  tierna  hermana 
al  amparo  de  la  reina, 
que  un  regio  manto  es  la  guarda 
mejor  para  una  doncella. 


Volvió  don  Rodrigo  al  año,' 
y  ¡ojalá!  que  no  volviera, 
que  halló  el  oprobio  en  su  casa 
por  premio  de  sus  proezas. 
La  hija  de  sus  mismos  padres, 
de  amorosas  ansias  presa, 
á.su  galán  entregó 
con  el  alma,  la  inocencia, 
y.  sabiendo  de  su  hermano 
la  pronta  y  temida  vuelta, 
al  romper  su  tierna  intriga 
perdió  la  vida  con  ella. 

Pronto  llegó  á  don  Rodrigo; 
del  lance  la  historia  entera; 
el  nombre  del  amador 
dióle  la  maledicencia, 
y,  presto  á  lavar  con  sangre 
de  su  buen  nombre  la  afrenta, 
emplazó  al  noble  indicado 
por  las  cortesanas  lenguas. 
Negó  don  Sancho  la  historia 
y  afirmó  que  nunca  iiiciera 
ni  á  doncella  tal  agravio 
ni  á  guerrero  tal  querella.     ' 

Hubo  corros  en  la  corte, 
gentes  de  las  dos  banderas, 
fueron  del  hermano  apoyo 
ó  de  don  Sancho  defensa, 


EL  CASCABEL 


379 


y,  entonces,  el  ofendido, 
por  Ja  duda  ó  la  certeza, 
el  juicio  de  Dios  decide  •  ' 

con  don  Sancho  en  connivencia. 
Y  ahora,  apretando  los  lomos 
de  sus  corceles  de  guerra. 


la  negra  rabia  en  el  pecho, 
la  fuerte  lanza  en  la  diestra, 
corren  los  dos  paladines 
en  apoj'^o  de  su  empresa, 
á, buscar  desús  anhelos 
én  el  juicio  de  Dios  prueba. 


;L    ^ÜICI©    OHÜL 


— Hable  la  acusada— dice 
el  presidente — ¡silencio! 
—  Señor;  hará  ya  des  meses 
que  en  la  cárcel  nos  metieron, 
¿por  qué?  por  una  sonsera 
por  lo  que  no  vale  un  medio. 
Es  la  cuestión  que,  un  señor 
muy  rico  pero  muy  serio, 
se  enamoró  de  una  niña 
y  la  siguió  mucho  tiempo, 
ofreciéndola  carruajes, 
casa,  joyas  y  dinero, 
pero  ella,  que  es  una  tonta, 
hallaba  ál  señor  muy  viejo 
y  despreciaba  al  instante 
todos  sus  ofrecimientos. 
El  señor,  que  fué  ministro, 
y  ministro  de  los  buenos, 
y  no  estaba  acostumbrado 
á  abandonar  sus  proyectos, 
nos  habló  á  mí  y  á  mi  esposo, 
que  es  este  que  me  está  oyendo, 
con  el  fln  de  que  á  la  niña 
la  quitáramos  el  miedo, 
y  dijo  que  nos  daría, 
justos,  mil  quinientos  pesos. 

Uno  que  no  gana  nada, 
sobre  todo  en  estos  tiempos, 
y  busca  un  negocio  honrado 
para  comer  el  puchero,       — 
aprovecha  cualquier  cosa 
en  que  vea  algún  provecho... 
— Cuente  el  caso  la  acusada. 
-Pues,  como  íbamos  diciendo, 
yo  busqué  un  día  á  la  niña 
y  la  di  buenos  consejos. 
Pero  ella  al  señor  ministro 


seguía  encontrando  leo, 
y  yo  la  decía: 

—Sonsa 
¿qué  importa  que  sea  viejo 
si  puede  ponerte  coche 
con  caballos  y  cochero? 
Pero  en  tin... 

— Concrete  el  caso. 
— Bien,  señor,  ya  voy  á  esi>. 
Una  noche  que  llovía 
la  llevé,  con  el  pretexto 
de  que  cenase  conmigo  . 
á  mi  casa,  y  'allí  dentro 
estaba  el  señor  ministro 
con  la  vista  echando  luego. 
Ella  al  verle  pegó  un  grito, 
mas  yo  y  mi  esposo,  ai  momento 
la  atamos  para  que  no 
se  nos  volaran  los  pesos: 
ella  seguía  gritando 
y,  mi  esposo  que  es  muy  bueno 
pero  enemigo  de  gi'itos. 
para  que  hubiera  silencio 
la  pegó  dos  puñaladas 
en  el  brazo  y  en  el  pecho.. 
Con  el  ruido  y  el  bochinche 
huyó  aquel  señor  corriendo, 
y  sutjíó  este  vigilante. 
y  mi  esposo,  que  es  muy  tierno, 
echó  lágrimas  á  mares 
al  ver  lo  que  había  hecho, 
y  el  vigilante  lloró, 
y  yo  lloré  sin  consuelo, 
y  usté  vé,  todos  lloramos 
tan  solo  pon  el  recuerdn. 


L.  G. 


•■•■?-':;íi^f|<;.v';-     :■>: 


380 


EL  CASCABEL 


DE  DOMINGO  Á  DOMÜGO 


¡Brrrrr! 

Solamente  al  intento  de  hablar  de  tea- 
tros, el  frió  paraliza  mi  mano. 

Los  teatros,  son  verdaderos  nidos  de 
influenza^  y,  según  El  Diario^  es  preci- 
so que  veamos  entre  todos  la  mejor  ma- 
nera de  hacerlos  ocupabies. 

La  Opera  es  una  elegante  nevera. 

Y  entre  el  frió  natura!,  y  los  grandes  es- 
coles quedan  escalofríos  al  citado  colega, 
aquello  parece  una  Siberia. 

Apesar  del  frió,  los  artistan  han  entrado 
en  calor. 

Y  los  abonados  también. 

Quiero  decir  que  los   aplausos  han  sido 
menos  escasos  que  de  costumbre. 
Pero  escasos,  al  fin. 

Y  valga  que  los  que  han  pagado  su  abo- 
no tienen  especial  empeño  en  atenuar  to- 
do lo  atenuable  por  que  de  lo  contrario 
¿qué  pasarla  en  el  elegante  frigorifico? 

Una  débácle^  ¿verdad,  cronistas? 


La  Zarzuela  sigue  dando  Cavalleria 
con  regular  éxito,  alternando  con  otras 
obras  que  permiten  lucir  sus  facultades  á 
Oxilia,  cuando  está  en  facultades. 

Cosa  que.no  ocurre  siempre. 


El  Politeama  ha  logrado,  por  fin, 
atraer  la  concurrencia,  que  merece  la  com- 
pañía que  actúa  en  ól. 

El  ^ilo  deTa  semana  lo  constituye  Teo- 
dora^ obra  que  ha  sido  presentada  con  to- 
da propiedad  y  perfectamente  interpretada 
por  toda  la  compañía. 

La  señora  Boetti  Valvassura,  es  una  de 
las  actrices  que  mejor  desempeñan  el  di- 
fícil papel  de  Teodora. 

Tiene  momentos  felicísimos,  y  en  las 
escenas  de  amor,  es  tan  arrebatada,  tan 
natural,  que....  más  de  cuatro  niñas  dejan 


de  mirar   al    escenario,  y  se  permiten  el 
lujo  de  ruborizarse.  , 

Es  el  mejoi*  elogio  de  la  artista. 


La  compañía  del  OnruMa  ha  repetido 
obras  conocidas,  con  el  buen  ajuste  de 
costumbre. 

El  estreno  de  La  Bola  de  Nieve  tuvo 
que  aplazarse  por  indisposición  de  la  se- 
ñora González. 

Los  artistas  del  Om^uMa  no  descansan. 

A  un  estreno,  sigue  otro. 

Asi  se  gana  al  público,  que  por  otra  par- 
te no  es  desagradecido,  como  consta  en 
Boletería. 


SAN  MARTIN.— Paso  de  largo.  {Cual- 
quiera aguanta  aquella  temperatura! 

No  obstante,  de  pasada,  diré  que  pronto 
podremos  aplaudir  aquella  Santuzza  tan 
acabada  que  hace  la  Sra.  Bonazzo. 

Es  una  buena  noticia. 

¡Y  fresca!... 


COMEDIA.— ¿He  de  repetir  lo  de  siem- 
pre? 

No.  Es  tan  sabido,  que  aquel  teatro  no 
puede  estar  más  animado  de  lo  que  está... 


DORIA.— Actúa  en  este  teatro  una  muy 
aceptable  compañía  de  opereta. 

La  Befana,  es  un  éxito,  por  el  lujo  y 
propiedad  con  que  se  pone  en  escena. 

El  teatro  muy  concurrido. 

UNA  DUDA 


El  pan  nuestro  de  cada  día...  Pero  Se- 
ñor ¿cuando  se  inventó  el  padre  nuestro  exis- 
tía ya  el  parí?... 


EL  CASBABEL 


381 


La  redacción  y  administración  de  EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  Alsina 
número  939  altos,  á  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 


Leo:  «Ayer  no  se  reunió  el  Senado,  co-. 
mo  es  natural.» 

¡Hombre!  ¿de  veras? 

«...pues  solo  por  casualidad  se  reúne 
número  suficiente  alguna  que  otra  vez...» 

¡Vaya  con  los  tatitas  de  la  patria! 

Aunque  bien  mirado  la  culpa  no  es   su- 
ya: ¡tienen  tantas  cosas  en  qué  pensar! 

Pero  en   cuanto  á  cobrar,  cobran  pun- 
tualmente. 

Una  cosa  es  la  Nación  y  la  panza  es  otra 
cosa. 


Vestidos  de  color  claro 
usasen  toda  estación, 
¡ojalá!  que  tus  negocios 
fueran  del  mismo  color. 


Desde  que  La  Nación  publica  la  BéM' 
ele  han  aparecido  en  los  diarios  una  por- 
ción de  de  bac  le  adores  quees  un  gusto. 

La  DébacJe  administrativa— La  Dé- 
bácle  en  la  Opera— La  Débácle  en  el 
ejército. . .  Asi  titulan  sueltos  y  artículos 
los  escritores  que  quieren  pasar  por  eru- 
ditos, y  que  solo  pueden  pasar  per  tontos. 

El  dia  menos  pensado  nos  hablarán  de 
la  débácle  del  Puerlo  Madero,  por  ejem- 
plo, ó  de  la  del  abdomen  de  Levalle  pa- 
ra anunciar  que  el  general  ha  enflaque- 
cido. 
-    ¡Dios  nos  ampaie! 


Aburrido  y  enfadado 
de  su'suegra  y  su  mujer, 
vi  á  Anión,  que  á  todo  correr, 
huía  desesperado. 
—Che,  ¿no  vienes  hécia  el  centro 
para  ver  la  procesión? 
y  sin  parar  dijo  Antón: 
— Gracias,  la  llevo  por  dentro. 


Parece  que  ahora  vá  á  ser  un  hecho  lo 
de  la  fundación  del  teatro  Nacional... 

Por  de  pronto,  hoy  seguramente,  se  es- 
trena un  drama  escrito  en  italiano,  para 
mayor  claridad,  y  se  anuncia  otro  estreno, 
el  de  otro  drama  escrito  en  francés  y  tra- 
ducido si  italiano,  para  mayor  claridad 
también. 

.  Asi,  asi  se  echan  los  cimientos  del  teatro 
argentino:  escribiendo  en  italiano,  en  fran- 
cés Ó  en  ruso. 

¡Es  tan  pobre  el  idioma  castellano  para 
las  obras  teatrales!. . . 


Pero  apesar  de  ello,  el  poeta  Coronado 
está  terminando  una  obra, y  ñola  escribe 
en  ruso;  y  lo  mismo  hacen  otros  autores 
más  ó  menos  celebrados. 


Contrasentido  evidente 
es  lo  que  afirma  Juan  Arias,  ' 
¿pues  no  dice  que  una  negra 
le  ha  dejado  al  fin  sin  blanca? 


Opinión  de  un  literato  que  se  preocupa 
del  teatro: 

«Buenos  Aires  es  tan  cosmopolita,  que 
hasta  el  teatro  necesita  la  mezcla  de  idio- 
mas para  formarse.» 

De  esto  á  una  nueva  Babel  solo  hay  un 
paso. 

Veremos  que  tal  saldrán  del  idem  los 
autores  nacionales  (?). 

Les  deseamos  suerte,  y  gramática  cas- 
tellana para  lo  porvenir. 


La  redacción  y  administración  de  EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  Alsina 
número  939  altos,  á  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 


Chur-ruca.—'So,  señor;  no  puedo, 
flernti/o .  — ¿?abe  V.  que  sus  versos  son  muy  malos? 
Caacabel.—'So  está  mal.  pero  el  final  es  del  tiem- 
po, es  decir,  frió. 
A'.Y.Y.— Tres  eran  treí...  y  las  tres  muy  malitas. 
flesiíí/tí.— Te  veo...  etc.. 


>"•'     V  '(     '^'. 


» 


382 


EL  CASCABEL    ' 


L.  M.  Jí.—yo,  no  es  posible  que  allegado  y  rene- 
gando consuenen,  por  más  que  V.  se  empeñe  en  ello. 

Legis. —Flojito  es,  amigo  mió. 

Tano.—AUro  que  al  canasto...  ¡al  fuego,  y  aún  es 
poco! 

Z.  T.  3/.— Puede  ser  alegre  sin  ser  inmoral,  créame 
usted  y  meditelo  bien.  El  asunto  es  bonito. 

Pirlinplin —  '" 

Valiente  mamarrachin 
está  usted,  don  Pirlimplin. 

I  (i.  C.  S. — Como  quiere  V.  que  de  sus  ojos  secos 

broten    cual  torrente   airado 
lágrimas  mal  contenidas^ 

Un  amigo,— Pues  yo   no   estoy  por   refranes;  ni 


del  amigo  ni  del  enemigo  quiero  ciertos  consejos, 
il-o  quiere  V.  más  claro? 

P.  TA-TE.— Mande  la  firma  y  esperara  turno. 

Animosa. —    ■  .,  ,         . 

s  «Me  rio  de  los  konbres 

.'.'      í  de  su  farsa  me  rio 

el  hombre  es  un  tío 
un  tio,  no  te  asombres.» 

Muy  animosa  ha  de  ser  V.  para  reirs?  asi  de  los 
hombres,  6  de  los  lionbrex,  que  escribe  V. 

T.  C.  Ll.—No  crea  V.;  no  está  mal  precisamente, 
pero  le  falta  algo  que  V.  hallará  con  el  tiempo. 

J.  5.— Peor  para  V.;  ha;?a  lo  que  quiera  que  no 
por  esto  dejará  de  alumbrarnos  el  sol. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL    ^ 


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CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses. g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales- 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »   0.10 

»         atrasado »   0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN 

tas— 


T  ADMINISTRACIÓN 

—tas    (altos) 


ADYERTeNCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente deD.  Gnillermo/i.  CranweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Cranwell  sino  de  Sproat. 

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Vigo,  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
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Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus  agente* 
Antonio  López  y  C,  calle  Alsina,  750. 

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386 


EL  CASCABEL 


.'-'^«.á^i'"  -T.^ ' 


5tí-, 


%jm¥^^&iClX 


'■  La  redacción  y  «dmiiüBtración  de  EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  Alsina 
nAmero  939  altos,  á  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 


ON  motivo  de  la  proxi- 
mida'l  de  San  Juan  las 
cédulas  sa  cotizan  á 
buán  precio. 

No  las   cédulas    hi- 
potecarias, nó. 

Las  q\ir  se  venden, 
entre  dos  luces,  al  gri- 
to de  ¡versos  para  San 
Juan  y  San  Pedrol 

Grito  conmovedor  que  saca  de  sus  ca,- 
sillas  á  no  pocas  niñas  solteras,  pero 
pobres. 

Las  mamas  no  les  van  en  zaga,  asi  es 
que  apenas  oyen  pregonar  los  versos  para 
San  Juan,  dejan  que  las  tiernas  papas  se 
frian  por  sí  solas,  salen  de  la  cocina  y 
llaman  á  sus  tiernos  pimpollos. 
—Niña!  j 

— ¿Mamá?      i 

— Corre,  no  pejes  escapar  al  vendedor: 
cómprale  unas  cedu litas. 

—  Pero  han  de  ser  de  las  nuevas,  por 
que  las  del  año  pasado  eran    muy    tontas. 

-  Bueno,  como  quieras. 

y  la  niña  compra,  emocionada,  las  tra- 
dicionales cédulas  que  encierran  en  parea- 
dos ó  quintillas,  según  la  gravedad  del 
caso,  el  problema  matrimonial. 

—Vamos  á  ver  si  este  año  serán  cier- 
tas las  respuestas — dice  la  mamá. 

— ¡Dios  lo  quiera! — murmura  ruboriza- 
da la  niña. 

— Sí:  Dios  y  Luisito    también.    Ya    me 


cansa  el  ver  que  no  acaba  de  decidirse  de 
una  vez.  i 

— Están  corto...  |       ; 

— Será  corto  pero  es  muy  atrevido:  ya 
sabes  el  disgusto  que  me  ocasionó  aquel 
día  que  se  llevó  los  fósforos. 

— Fué  distracción,  mamá. 

— Bueno:  el  caso  es  que  se  case. 

Y  así  por  el  estilo. 

San  Juan  tiene  el  privilegio  de  hacer  re- 
crudecer el  afán  de  matrimonio,  y  al  lle- 
gar esta  época  del  año  los  solteros  anda- 
rnos muy  escamados  temiendo  á  cada 
instante  que  las  cédulas  nos  pongan  en 
un  compromiso  y  nos  obliguen  á  entregar 
nuestro  dormido  corazón  á  alguna  niña 
sensible. 

Y  las  cédulas  obligan. 

— Mire  Vd. — me  decía  una  señora,  viuda 
absoluta, — mi  casamiento  con  Canuto  fué 
obra  de  San  Juan. 

Estábamos  de  tertulia  en  una  casa  y 
empezamos  á  jugar  á  cedulitas.  A  mí  me 
tocó  preguntar,  y  me  salió  un  verso,  que 
aun  tengo  grabado  aquí,  y  que  decía  así: 

Te  casarás,  mas  por  eso 
has  de  ir  con.  gran  cuidado, 
por  que  al  que  tú  has  gustado 
es  guapo  y  no  tiene  un  peso 

— Canutóse  ruborizó  bastante  y  bajó  la 
vista.  Luego  sacó  su  cédula  y  leyó  con 
emoción: 

Dígame  y  sea  mi  suerte 
saber  que  me  quiere  usté, 
yo  juto  que  fiel  seré 
como  un  perro  hasta  la  muerte 

Nos  miramos,  y  cuando  nadie  reparaba 
en  nosotros,  Canuto  puso  las  puntas  de 
los  dedos  en  mí  mano  y  dijo: 

—Eufrasia,  no  se  enoje  Vd.  si  la  digo 
que  hemos  nacido  el  uno  para  la  otra  ¡Yo 
soy  un  hombre  formal,  sastre  de  oficio,  y 
además  toco  el  trombón  en  una  banda  de 
aficionados.  Tengo  buen  carácter  y  buena 
salud:  este  bulto  que  tengo  aquí,  en  el 
cuello,  no  es  el  resultado  de  enfermeda- 
des hereditarias,  es  una  boquilla  de  ámbar 
que  me  comí  cuando  era  niño,  creyendo 
que  se  trataba  de  un  caramelo.  No  abuso 
de  la  bebida,  me  mudo  con  frecuencia  las 
medias  y  no  sueño  en  voz  alta.  ¿Me  acep- 
ta Vd.  por  esposo? 


^m 


EL  CASCABEL 


387 


—Sí  padre! — contesté,  creyéndome  fren- 
te al  cura. 

Y...  quedamos  entendidos.  Luego  nos 
casamos  y  vivimos  felices  hasta  que  un 
día  mi  Canuto  que  tocaba  en  un  baile,  hizo 
un  esfuerzo  supremo  para  dar  una  nota 
clara,  y  la  boquilla  se  le  corrió  para  abajo, 
le  tapó  el  conducto  de  respirar,  y  ¡claro!  se 
produjo  la  asfixia. 

Desde  entonces  soy  viuda,  para  servir  á 
usted... 

Aunque  no  siempre  las  cédulas  nos  con- 
duzcan al  aitar,  son  un  buen  pretexto  para 
pasar  bien  las  veladas,  ahora  que  el  frió 
aprieta. 

Y  sino  que  lo  digan  los  que  frecuentan 
la  casa  de  una  señora  correntina  que  en 
noches  tales  reúne  á  sus  relaciones. 

Entre  la  broma,  los  dimes  y  diretes,  y 
las  cédulas,  se  pasan  las  horas  que  es  una 
bendición  de  Dios. 

A  veces  los  papelitos  son  compromete- 
dores y  hacen  concebir  esperanzas,  como 
le  sucedió  el  año  pasado  á  una  señora  en- 
trada en  años  á  la  que  le  tocó  en  suerte 
un  joven  tendero  m;.y  fino,  y  out  no  tenia 
sabañones. 

El  joven  tomó  un  sofocón  mayúsculo  y 
al  ver  que  la  vieja  le  miraba  con  ojos  tier- 
nos, abandonó  el  salón  y  se  fué  al  come- 
dor á  tomar  un  chocolate. 

La  señora  favorecida  le  siguió  y  empe- 
zó á  seducirlo,  sirviéndole  dulces  y  vinos, 
hasta  que  el  buen  tendero  perdió  sus  fa- 
cultades á  causa  de  la  bebida. 

En  este  estado  increpó  á  la  vieja  su  mal 
proceder,  y  luego  fué  al  salón  á  contar  lo 
que  pasaba;  y  como  daba  traspiés  y  trata- 
ba de  vos  á  todo  el  mundo,  fué  necesario 
que  lo  echaran  de  la  casa. 

El  intento  de  seducción  se  comentó  en 
los  pí^riódicos  de  ensayvs  y  crónicas,  que 
tanto  gusto  dan  á  las  niñas  de  los  subur- 
bios, y  el  tendero  se  puso  muy  triste,  y  se 
fué  quedando  flaco,  pensando  en  el  lance 
con  la  vioja. 

Pero  estos  son  pequeños  lunares. 
Aprovechad,  jóvenes  solteros,  y  mante- 
ned vivo  el  fuego  de  la  tradicción. 
Oh!  las  cédulas!... 


EPIGRAMAS 


Siempre  en  su  temor  eterno 
y  en  su  celosa  manía. 
Joaquín  grita  todo  el  día. 
y  acaba  al  final  con  jcuerno! 
— Pues  vas  muy  anticipado.— 
le  dijo  ayer  don  Ramón,  — 
suprime  la  interjeción 
hasta  después  de  casado. 

De  Napoleón  leyó 
no  sé  dónde  don  Facundo, 
que  «en  su  ostracismo  profundo 
la  muerte  le  sorprendió.» 
— Esto  me  lo  explico  yo— 
decía  á  doña  (limeña  — 
Solo  el  pobre  en  Santa  Elena 
por  comer  oxhris  le  dio; 
un  día...  tomó  una  llena 
5'...  iqué  diablos!  reventó. 

Casó  á  su  hija  don  Manuel 
sin  dote  alj^uno  en  dinero, 
con  el  ricacho  heredero 
de  don  Pedro  Coronel. 
Y  hablando  ayer  con  Humberto 
le  decía:  — Es  (^osa  fija: 
desde  esta  noche  mi  hija 
tiene  el  porvenir  abierto. 


Preguntó  á  un  sabio  un  labriego: 
«Debe  estudiar  mi  lujo  Blas» 
y  al  final  del  mismo  pliego 
contestó  ei  otro:  «Buen  Diego: 
la  pregunta  es  por  demás; 
Después  de  observar  rl  chico 
y  al  ver  sus  inclinaciones, 
en  conciencia  certifico, 
que  tiene  para  borrico, 
felices  disposiciones.» 

José,  CoPrás  Fernández. 


DOLOR  DE  MUELAS 


—Me  es  imposible  vivir 
cuando  este  dolor  me  empieza. 
—Yo  se  lo  voy  a  extinguir; 
pero  .se  han  de  .^uiirimir 
las  muelas  ó  la  cabeza. 


..-i. 


388 


£L  CASCABEL 


día  COMPLETO 


— Me  lo  figuro 

—Es  muy  arrebatado  D.  Pepe. 


I 

^^RNESTiNA  había  llegado  á  ser  la  doncella  de  ccnfíanza 
de  su  joven  ama.  Para  llegar  á  este  puesto  aprendió  á  fisgar 
y  curiosear,  y  no  había  puerta  segura  ni  cajón,  por  cerrado 
que  estuviese,  qne  no  le  sirviera  para  indagar  los  más  ínti- 
mos secretos  de  María,  que  así  se  llamaba  la  señora  de  Pérez, 
honrado  y  poderoso  comerciante  en  lanas. 

La  confianza  que  tenía  María  en  Ernestina  era  ilimitada; 
así  es,  que  para  ésta  no  eran  un  secreto  los  amores  de  su  joven 
palrona  con  su  primo,  estudiante  de  derecho,  guapo  y  atrevido 
como  buen  estudiante,  y  de  intenciones  no  muy  rectas,  según 
la  doncella,  apesar  de  todos  los  cursos  de  deiecho,  habidos  y 
por  haber. 

La  unión  de  María  con  el  Sr.  de  Pérez,  fué  obra  del  más 
refinado  y  bien   meditado  cálculo. 

María  no  era  feliz,  pero  Pérez,  en  cambio,  lo  era  mucho. 

Con  mujer  joven  y  bonita,  y  con  afortunadas  empresas 
comerciales...  ¡qué  más  podía  desear!... 

II  - 

-¿Has  visto  á  Pepe?— preguntó  María  ú  Ernestina. 
— Sí,  señora;  y  me  ha  dicho  unas  cosas... 


Tú  estás  enterada  de  lo  que 


-Mucho;  por  lo  mismo  hay  que  obrar  con  cautela, 
entre  él  y  yo  hubo  en  otro  tiempo... 

—Ya  lo  creo:  ¡como  que  yo  era  la  mensajera! 
"'    —Bueno,  pero  ahora  los  tiempos  han  cambiado.  Yo  soy  la  señora  de   Pérez,   y 
aunque,  como  tú  sabes,  no  le  quiero,  le  respeto. 

— Pues  mire  V.-.  D.  Pepe  se  empeña  en  que  ha  de  entrar  en  esla  casa  hoy  mis- 
mo, esta  noche.  Y,  ¿sabe  V.  por  qué?  ¡Es  una  locura!...  Dice  que  quiere... 

—  ¡Basta!  No  me  hables  más  de  Pepe. 

III 

Sola  ya  María,  empieza  á  recordar  el  afecto  que  la  profesara  Pepe,  el  primo 
estttdiante  de  derecho,  en  otro  tiempo. 

— ¡Pobre  muchacho!...  Me  quería  mucho.  Mis  padres  decían  que  era  un  atolon- 
drado y  un  inconstante...  No  lo  debe  ser  mucho  cuando,  según  parece,  quiere  rea- 
nudar nuestras  relaciones.  ¡Dios  mío!...  ¿Qué  haré?  ¿Seré  indulgente  con  él?... 

El  Sr.  de  Pérez  entró,  interrumpiendo  tan  interesante  monólogo,  en  el  preciso 
momento  que  su  mujer  formulaba  una  pregunta  tan  comprometedora  como  ésta: 

— ¿Seré  indulgente  con  él?... 

— Buenas  lardes,  María,  ¿cómo  estás? 

— No  tan  bien  como  tú,  que  traes  un  aire  muy  satisfecho. 

— ¿Me  lo  has  conocido?   ¡Ah...  es  una  sorpresa! 

—  ¡Una  sorpresa!...  ¿Te  has  abonado  á  la  ópera?...  ¿Me  has  comprado  alguna  chu- 
chería?...  ¿Me  llevas  hoy  al  concierto? 

— Francamente,  no  había  pensado  en  nada  de  esto. 

—Entonces... 

— Pero  ello  vendrá,  si  arreglo,  como  lo  espero,  un  magnífico  negocio  de  lanas 
emprendido  hoy... 

— ¿Era  esta  la  sorpresa? 

—Esta. 

— Ah,  ya. 

Y  María  se  levanta,  cruza  la  sala  con  paso  menudo,  fruncido  el  ceño  y  mordién- 
dose los  liibios.' 

En  un  instante  se  ha  contestado  la  pregunta  aquella: 

— ¿Seré  indulgente  con  él-..? 

— ¡Lo  seré!...   ¡Vaya  si  lo  seie! 

Cruza  el  corredor,  y  antes  de  abrir  la  puerta  que  dá  al  zaguán,  á  donde  se  dirige 
en  busca  de  Ernestina,  se  detiene  bruscamente. 

Le  ha  parecido  oir  una  voz  de  hombre. 


EL  CASCABEL 


389 


Escucha,  .   . 

Es  Pepe  que  habla  con  Ernestina. 
Solo  puede  oir  el  final  de  la  conversación. 

— Hasta  la  noche:  á  las  doce,  ya  sabes...  ¡voy  á  ser  muy  feliz!... — dice  Pepe  y  se 
marcha. 

— ¡Va  á  ser  feliz!— murmura  Maria— ¡si adivinará  que  voy  á  ser  indulgente  con  éll... 

IV 

— ¡Ernestina!  .. 

— ¿Señora? 

—En  cuanto  á  Pepe,  estoy  dispuesta  á  hacer  la  vista  gorda  ¿entiendes? 

— \jn  poco,  nada  inás. 

— Mujer,  ciertas  cosas  no  se  dicen;  se  adivinan.  Estaré  alerta.  Prudencia  y  nada  más. 

— Pues  no  entiendo  mucho— murmura  la  doncella. 


¡Cómo  tardan  en  pasar  las  horas!  Pérez  ha  ido  al  club  á  Jugar  su  partida  de  tre- 
sillo, que  dura  hasta  las  dos  ó  las  tres  de  la  madrugada. 

Pepe  no  puede  tardar... 

¡Las  doce!...  Esperemos.  '  .        , 

No  se  oye  nada:  debe  eséar  ya  en  casa  y  no  se  atreve. 

— ¿A  que  ahora  salimos  conque  Pepe  es  corto  de  genio,  ó  miedoso?...  Pues  no  es- 
pero más. 

Y  Maria  cruza  un  corredor,  y  después  otro:  llega  al  cuarto  de  Ernestina,  empuja 
la  puerta  del  cuarto  y.....  > 

Imposible  descrihJir  lo  que  pasó  por  Maria  al  ver  lo  que  vio... 
•  Cerró   la  puerta  violentamente:  marchóse  á  su  habitación,  acostóse  y  rompió  á 
llorar  amargamente. 

—¡Canalla!  ¡¡No  venia  por  mi,  venia  por  mi  mucama!! 

Dijo,  y  el  llanto  inundó  su  rostro,  á  tiempo  que  cruzaban  por  su  mente  mil  pro- 
yectos rarísimos... 

VI 

Al  poco  rato  acostóse  el  Sr.  de  Pérez,  que  en  el  casino  habia  cerrado  su  mag- 
nifico negocio. 

— ¡Hoy  ha  sido  dia  completo  para  mi! — dijo  al  entrar  en  el  lecho. 

— ¡Aún  no  lo  sabes  tú  bien! — murmuró  Maria,  por  cuya  imaginación  pasaba  como 
mofándose  con  insistencia  irritante  aquella  pregunta: 

— ¿Seré  indulgente  con  él?... 


Andrés  Soler 


LA    ETERNA    JUVENTUD 


En  una  estancia  sombría 
llena  de  objetos  extraños, 
un  hombre,  ya  entrado  en  años 
ó  meditaba  ó  dormía. 
Estrambóticos  envases 
cien  líquidos  encerraban, 
y  en  las  paredes  colgaban 
reptiles  de  varias  clases. 
En  un  rincón,  apagado, 
mostraba  su  bbca  un  horno. 
Todo  estaba  oscuro  en  torno, 
todo  se  hallaba  callado. 
Mirando  k  su  alrededor, 
dijo,  después  de  un  suspiro, 
el  que  era  de  aquel  retiro 
misterioso  morador: 
— En  vano  exprimo  mi  mente, 
en  vano  vuelvo  á  mi  tema, 
nunca  resuelvo  el  problema 
de  vivir  eternamente. 


Se  acerca  la  senectud 
y  la  Parca...  ¡y  moriré! 
¡mas  no!  yo  el  filtro  hallaré 
de  la  eterna  juventud. 
¡Serán  mías  las  reglones 
donde  la  vista  se  pierde! 
¡Podré  comer  fruta  verde 
sin  temor  á  indigestiones! 
Los  honores  serán  míos, 
míos  serán  loa  placeres,  ^ 
conquistaré  las  mujeres 
sin  miedo  á  los  desafíos. 
Si  en  este  laboratorio 
vence  rni  saber  profundo, 
muy  pronto  seré  en  el  mundo 
inmortal  Don  Juan  Tenorio 
Siempre  entregado  al  placer 
abusaré  de  los  vinos, 
podré  comer  langostinos 
que  ahora  no  puedo  comer; 
zambulléndome  en  la  espuma 


i»vt^m'^}v.^:!  ■  '■ 


';^.^*f-;:':ri.i-./-; 


^  í9a 


EL  CA8GÁBBL 


de  la  mar,  que  ahora  me  altera, 

me  bañaré  cuanto  quiera, 

n^e  reiré  de)  reuma. 

Sano  todos  los  instantes, 

sólo  pensaré  en  gozar, 

ja  no  tendré  que  temblar 

ante  emplastos  y  purgantes. 

Eterno  mi  corazón 

en  ardiente  frenesf, 

siempre  serán  para  mí 

dicha,  placer,  ilusión... 

Se  yergue  el  anciano  y  luego, 

arde  del  horno  la  boca, 

y  una  redoma  coloca 

que  empieza  á  hervir  con  el  fuego, 

II 

En  su  estancia  cierto  día. 
después  de  un  experimento, 
lleno  de  febril  contento 
grita— ¡la  victoria  es  mía! 
y  entusiasmado  el  anciano 
corre  de  aquí  para  allá, 
y  á  voces  dice— Aquí  está, 
aquí  lo  tengo,  en  mi  mano. 


Licor  de  extraña  virtud       ' 
perseguido  inútilmente, 
mistura  que  eres  la  fuente 
de  la  eterna  juventud. 
La  piedra  filosofal 
en  tus  átomos  hallé, 
por  tí  ¡oh  licorf  yo  seré 
siempre  joven  ó  inmortal, 
Abre  el  frasco,  bebe  un  poco, 
se  viste  rápidamente 
y  á  la  calle  velozmente 
sale  de  alegría  loco; 
grita,  corre,  salta,  gira, 
yergue  su  fornido  talle, 
y  á  todo  el  que  ve  en  la  calle 
con  arrogancia  le  mira. 
—Logré  la  inmortalidad, 
hoy  el  placer  me  convida; 
yo  tendré  una  eterna  vida 
sin  vejez  ni  enfermedad. 
Y  gritando  entusiasmado 
—¡Inmortal!— se  descuidó; 
Pasó  un  tranvía  y  murió 

por  el  tramway  aplastado 

Luis  Garda. 


CUARTO     CRECIENTE 


^^ 


Divina  luna  de  miel: 
abrazarse,  sonreir, 


<i§^ 


comer,  beber  y  dormir 
y  leer  El  Cascabel. 


^«s  ^ 


EL  CASCABEL 


391 


UN  DRAMA 


I 

JLloÑA  Pepa!...  pronto,  el  chocolate! 

— Ya  vá,  hombre...  Jesús,  qué  prisa. 

— No  puedo  esperar,  señora,  mi  estó- 
mago necesita  peso. 

—Eso  digo  yo...  mi  bolsillo  es  el  que 
necesita  sus  pesos. 

— No  se  apure  V.  doña  Pepa,  deje  V.  que 
mi  gran  obra  termine,  que  tome  nombre  y 
después  pagaré  con  creces  los  ocho  me- 
ses que  le  debo. 

— Es  que  hace  diez  que  me  dice  V.  lo 
mismo. 

—¿Y  qué  he  de  hacer?... 

— Pagarme. 

— Pues  mire  V.  eso  es  un  imposible... 

— jCómo!...  acaso... 

— Digo  imposible,  por  ahora,  pues  hasta 
que  no  pongan  en  escena  mi  obra,  no  pue- 
do disponer  de  un  centavo. 

—Pues  ya  hay  para  tiempo. 

—Eso,  señtiia,  tiempo  al  tiempo;  deje  V. 
que  e\  parnaso  de  las  musas  me  abra 
sus  puertas  y  llene  mi  bolsillo,  que  pro- 
meto á  V.,  doña  Pepa,  pagarle  todo,  y  ú 
nu1s  regalarle  á  su  esposo  unas  babuchas 
de  lana. 

II 

—Hola,  Perico...  sieqapre  trabajando. 

—Asi  somos  los  genios,  hijo;  trabaja- 
mos, trabajamos...  aunque  no  comamos. 

-7-Y  qué  tai.  cómo  vá  ese  drama.  ~- 

^^No  me  hables;  magnifico,  estupendo, 
soberbio;  fíjate,  fíjate,  qué  versos.. . 

^Hombre,  después...  no  hay  apuro. 

—No,  no,  ahora...  escucha...  escucha. 

— Vamus...  lee;  escucho. 

— Mira,  esta  es  la  escena  20  del  cuarto 
acto... 

—(l ¡Qué  bárbaro!!) 

—La  dama  aparece  reclinada  en  un  sofá, 
puQs  está  atacada  de  ¿>2^Mew^a... 

—¡¡Pero  hombre!!...  eso  me  parece 
que... 

— Calla.  Tú  no  sabes  que  la  escena  mo- 
derna exige  realidad,  y  hoy  día  la  in- 
fluenza es  una  reailidad...  pero,  no  me 
interrumpas  y-esciícha. 

La  dama  aparece  en  el  sofó,  se  lamenta 
de  que  su  amante— que  es  el  barba — la 
ha  abandonado,  cosa  muy  corriente  hoy 
dia... 

—Sigue,  hombre. 


—Espera;  y  como  en  su  corazón  arcie 
la  llama... 

— La  llama  has  dicho,  pues  que  la  cam- 
bien por  la  de  tu  vela,  que  esiá  por  apa- 
garse... 

— No  me  interrumpas,  repito...  como  en 
su  corazón  arde  la  llama  de  los  celos, 
quiere  poner  fin  á... 

—  A  lu  drama...  *' 

— No,  hombre...  á  su  existencia  y  enton- 
ces, dirigiéndose  al  público,  dice: — fíjate, 
fíjate  qué  versos!! — 

¡Oh  villano...  oh!  traidor: 
tú  me  robaste  la  trenza 
y  ahora.,  ser  humano^ 
me  dejas  con  la  influenza!!! 

—(A  ti  si  que  le  van  á  dejar  con  el  cuer- 
po dolorido). 

— ¡;Ah!!  pero  eso  no  es  nada;  si  vieras  la 
escena  tercera  del  séptimo  acto... 

— Pero  dime...  ¿cuántos  actos  tiene  tu 
obra? 

—Ocho;  lo  general. 

—(¡Animal!) 

— Y  si  vieras  qué  escenas.  Mira,  el  pri- 
mer acto  representa  la  gloria  de  Fausto; 
el  segundo 

— Basta  por  Dios,  basta... 

— No,  deja  al  menos  que  describa  por 
último,  aquella  escena  en  que  el  galán 
joven,  vertido  de  trusa  y  chambergo... 

—¡Como!  trusa  y  chambergo... 

—Si,  hombre,  y  no  te  extrañe.  En  mi 
obra  he  querido  hacer  una  recopilación 
de  épocas:  por  eso  hago  que  formen  rela- 
ción el  chambergo  y  la  trusa. 

— Me  parece  que  tú  vas  á  formar  rela- 
ción con  Meléndez. 

— ¡¡No  me  interrumpas,,  hombre!! 

— Pero  chico,  si  ya  con  lo  oído  he  juz- 
gado tu  obra. 

— ¡Ah,  si!  y  qué  tal,  qué  tal. . .  qué  te  pa- 
rece. 

—Magnifica.  Seguro  que  al  dia  siguiente 
de  tu  estreno  no  puedes  moverte  de  casa. 

— jYa  lo  creo!  de  las  visitas  de  felici- 
tación. 

—¿Y  cuándo  la  estrenas? 

—Mañana.;,  supongo  que  irás. 

—Como  no...  (con  un  botiquín)  pero 
ahora  deje  que -me  retire... 

<  III 

— ¡¡¡Jesús,  qué  desgracia!!! 

— ¿Qué  le  pasa,  mujer? 

— Quequémepasa?.-.lee...leeestediar¡o. 

—Algún  hombre  solo  que  necesita  pieza. 


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DIVERSIONES 


«El  terremoto.de  Ja  Martinica  y  el  suicidio 
de  Balmaceda. 

El  naufragio  del  Solimnes,  tomado  del  na- 
tural . . . .  » 


Por  si  una  ama  á  Nicanor 
y  por  si  otra  tiene  celos, 
se  arrancan  ambas  los  pelos, 
¡oh  dulzuras  del  amor! 


— ¡Atajen! 

y  el  vigilante,  que  arde 
por  atrapar  al  ladrón, 

>        se  dá  el  pobre  un  sofocón; 
pero siempre  llega  tarde, 


^Modelo  de  pintura: 

«Lazos  del  apetito  y  la  lectura.» 


PÚBLICAS 


EL  CASCABEL 


393 


—¿Por  qué  no  teiiflré   veinte  años  menos?         Música    prohibila.    Es   decir,    que   debía 
Y '¿por   (|ué  enseñarán  Jas    piernas    aquellas      prohibirse. 


niñas? 


lOuSl  ^oznn  esos  señoras 
ante  luchas  tan  brutales! 
¿Qué  món'strüos  son  esos  tales 
que  asi  gozan?  "Protectores 
de  animales. 


Los  caballos  de!  tramway  eran  del  acuerdo. 

Los  de  la  chata  radicales.  Se  encontraron  y 

chocaron. 
En  esta   situación   tan  triste  y  crítica   - 
¡ay!  ¡cuánto  puede  la  pasión  política! 


.  ■  :*pi?í??;:.7.''^?3?;  > 


,^^  -•«'^'^-!  -^    HV,  ^'t  "  Y 


394 


EL  CASCABEL 


¡No!  ¡jun  hombre  que  necesita  una 
tumba!! 

—Estás  loca,  mujer,  i.  una  to?nba  que- 
rrás decir. 

—Qué  lomba,  ni  qué  ocho  cuartos...  lee 
y  veres. 

— Veamos:  «El  estreno  de  anoche,  tuvo 
lugar  en  el  teatro...  » 

— No  leas  lodo,  lee  solamente  el  fina!, 
que  es  lo  más  interesante. 

—¡El  final! 

—Si,  el  final. 

— jPero  de  quién  se  trata,  mujer! 

— De  que  perderemos  los  ocho  meses 
que  nos  debe  D.  Perico,  el  inquilino  del 
número  9... 

*  —El   que  me  había  prometido  las  ba- 
buchas... 

— Si,  ese. 

—Pero  no  te  aflijas,  con  el  tiempo  nos 
pagará,  es  un  hombre  joven,  decente,  hon- 
rado y  sobre  todo  aulor  dramático. 

— Si;  autor  dramático  con  el  cual  el  pú- 
blico ha  compuesto  otro  final  de  otro 
drama. 

—¡¡Cómo!! 

— Lee  el  último  párrafo  y  verás. 

— A  ver.,.  «El  autor,  gravemente  herido, 
fué  llevado  al  Hospital  San  Roque.»  ¡¡¡Ho- 
rror!!! 

Emilio  Gilí. 


*■■*. 


FOTOGRAFtA  INDISCRETA 

Se  pasa  don  Ruperto 

todos  los  días, 
sacando  con  acierto 

fotografías, 
y  va  formando  á  ratos 

grupos  divinos 
con  los  perros  y  gatos  '     , 

de  sus  vecinos. 
Este  entreténimienjto 

tan  inocente 
me  tiene  descontento. 

pues  francamente: 
podrá  ver  ciertas  cosas 

que,  en  ocasiones, 
se  prestan  á  horrososas 

indiscreciones. 
Al  artista  ayer  tarde 
.  vi  muy  contento 
que  empezó  á  hsta^  ai9t4^'\'i 

"    de  su  "'t'al en  ib;       * 
me  enseñó  el  protocolo 

de  sus  manías, 
un  álbum  donde  hay  solo 

fotografías. 


•/^. 


Allí  hay  tipos  y  modas, 

de  los  varones  ,  ,  .      ■,  , 

y  mujeres  en  todas  * 

las  posiciones. 
Es  un  álbum  repleto 

y  estrafalario, 
donde  se  halla  completo 

mi  vecindario. 
A.11Í  está  don  Severo 

que  se  acalora, 
remendando  el  sornt/ceio 

de  su  señora. 

Y  la  esposa  dichosa 

de  don  Faustino 
que  está  haciendo  de  esposa 

de  su  sobrino. 
Allí  la  bella  Luisa 

con  mano  brusca   - 
en  su  blanca  camis  i 

no  sé  qué  busca, 

Y  el  señor  don  Servando, 

soberbio  Creso, 
que  se  está  alimentando 

con  pan  y  queso. 
El  diputado  seta,  ; 

de  faz  bravia, 
que  es  el  que  más  respeta 

la  mayoría,  - 

con  la  mano  convulsa 

y  el  cuello  bajo, 
tierno  las  cuerdas  pulsa 

de  un  contrabajo. 
Vi  esto  y  dije  de  un  modo 

sobrado  vivo 
—Se  mete  usted  por  todo 

con  su  objetivo. 
Justo  es  que  usted  comprenda 

que  está  mal  eso,        ; 
y  si  usted  no  se  enmienda 

le  rompo  un  hueso. 
—Hágalo  usted  si  gusta. 

mas  de  antemano 
sepa,  que  no  me  asusta. 

pues  yo  en  mi  mano 
tengo  un  medio  seguro 

para  calmarle, 
y  que  el  cual,  yo  le  juro. 

no  ha  de  gustarle: 
Dos  retratos  risibles  . 

de  los  mejores, 
donde  está  usté  en  horribles 

paños  menores, 
y  su  novia  al  mirarle 

tendrá  un  hiareo,     ,, 
¡pues,  puedo  asegurarle^»  . 

"que  está  muy  feol-'  ■' 

José  Af»  Mendoza. 


i7^-',  ^.  -i^^-"£«-.?:^ 


k"Í5SSí'"iv3í:ví?í^' 


i'iri-  ^t^tfifí-rjij  :> 


'■?.'V'^*S*1Í'¥:;  y  .''^r  ■ 


EL  CASCABEL 


395 


VIDA    SOCIAL 


El  cronista,  escribiendo: 

«  Apareció  la  señora  de  X,  como  un  brillante  cometa 

El  caballero: 

—Cuya  cola  fué  pisada  por  un  zángano,  que  liada  de  cronista. 


396 


EL  CASCABEL 


CAMBIO  DE  ESTACIÓN 


De  su  marido  en  la  vejez  pensando, 
ella  II  jra  tan  triste  matrimonio, 
unión  por  interés,  que  le  está  dando 
del  frío  del  invierno  testimonio. 


DIÁLOGO 


— ¡Maldita  sea  mi  suerte. . . ! 
— Qué  le  pasa,  honnbre,  qué  le  pasa? 
— Que  me  quedé  sin  Sorelle..   . 
— ¿Ah,  eso  es  todo? 
— ¿Le  parece  poco? 

— Mire  Vd.,  yo  estoy  en  el  mismo  caso. 

Cuando  La  Prensa  en  particular  y  la 

prensa  en  general  empezaron  á  bo?nbea)" 


la  obra  del  Sr.  Tarnassi,  dije:  obra  tan 
grande  y  dn  tal  trascendencia,  estará  siete 
ú  ocho  noches  en  el  cartel... 

—Entiendo.  Y  aunque.no  pude  ir  al 
estreno,  comprendo  que  la  obra  no  sería 
nada  del  otro  mundo,  apesar  de  estar  es- 
crita «n  italiano,  y  que  Sorelle  después  del 
bombo  sin  limites  que  se  le  ha  dado,  cons- 
tituye un  fracaso  para  el  autor. 

— Lo  siento  por  él.  por  que  después  de 
lo  que  han  dicho  algunos  malos  amigos, 
podría  fijurarse  que  era  un  Echegaray,  ó 
mejor  un  Cossa. 

— ¡Pues...  paciencia  y  á  otral 

— Y  sobre  todo;  antes  de  que  Mansilla, 
digo,  la  otra  llegue,  le  voy  á  dar  un  con- 
sejo. 

-¿Yes?  ' 

—Que  no  aguarde   Vd.  la  cuarta,  repre- 
sentación, por  si  acaso. 
—¡Cá!...  al  estreno,  ¡no  fallaría  más! 


iífl£~-;fi»-^.  • 


EL   CASBABEL 


397 


Se   ha  de   escribir  con  lanía  anticipa- 


ción 


Y  me  pesa,  por  que  hubiera  dado  cuenta 
de  ios  aplausos  obtenidos  por  el  doctor  en 
medicina  y  en  poesía  D.  Javier  Santero,  en 
el  teatro  Onrubia. 

Lo  siento,  pero  de  todos  modos  cuando 
aparezca  el  número  de  hoy,  aún  recordarán 
ustedes  los  aplausos  de  ayer,  y  Los  Guan- 
tes del  Cochero. 


Á  LOS  SEÑORES  AGENTES 


Avisamos  á  los  morosos  agentes,  que  de  no 
contestar  ks  cartas  remitidas  con  anteriori- 
dad, y  que  con  el  número  de  hoy  recibirán 
por  última  vez,  que  si  no  contestan  satisfac 
toriamente,  nos  veremos  obligados  á  tomar 
ciertas  medidas  que  no  serán  muy  de  su  gusto. 


El  literato  Rosendo 
silba   m ¡en Iras  vá    escribiendo, 
y  López  que  con  él  vive, 
siempre  le  está  repitiendo 
que  se  silba  lo  que  escribe. 
La  costumbre  de  silbarse, 
no  debía  criticarse 
en  algunos  escritores, 
ya  que  ei^  solo  adelantarse 
al  juicio  de  los  lectores. 


Unos  ladrones  robaron  á  un  señor,  en- 
trando de  noche  en  su  casa,  la  cantidad 
de  tres  mil  pesos  moneda  nacional. 

¡Dios  mió!...  ¿Será  posible? 


:Que  haya  un  cadáver  más!  ¿Qué  imporla] 

[al  mu /ido/ 
Dijo  un  poeta  con  dolor  profundo. 
—Pero  en  cambio  le  importa— exclamó  un] 

[paria— 
¡al  médico  y  la  agencia  funeraria! 


Habla  un  criLico:  «...el  tenor  Maiiacher 
(Raúl)  estuvo  entero  y  valiente. ..!> 
¿De  veras? 


¡Ay!  Si  algún  día  se  nos  presenta  en 
fracción. 
Y  cobarde,  naturalmente. 


Reza  la  pura  Pilar 
y  al  cielo  ruega  con  fé, 
tan  solü  porque  la  dé 
ocasión  para  pecar. 


En  la  linfa  trasparente 
de  ese  arroyuelo  riente, 
una  hermosa  se  bañó, 
y  la  linfa  se  volvió 
negra  tinta  enleramenle. 


Leo  el  siguiente  epígrafe  de  gacetilla:  La 
maternidad  de  San  Roque. 
¡Hombre! 

Parece  una  alusión  política. 
Y  de  actualidad. 


Es  tan  ceremonioso 

don  LúCHS  Trilla, 
que  se  acuesta  con  guantes 

de  cabritilla. 
Y   al  lado  de  su  lecho 

tiene  un  sirviente, 
que  Ja  nariz  le  limpia 

prudentemente. 


orídencia 


-#~ 


La  redacción  y  administración  de  EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  Alsina 
número  939  altos,  á  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 


C-ñ'-i/o.— Pii'S  mire  V.:  asi  no  se   llega  á  ninguna 

parte. 

]/,  .1/.— ¡Dale  l>ol:':  ;COmo  quiere  V.  que  se  publi- 
que, faltftndolole  las  silabas  que  marca  la  lej? 

í'üA¿«;'/7<rts.— Las  consultas  se  pagan  por  adela  :- 
tado  y  á  diez  pesos  la  linea. 

P.  ¿.—Guardo  su  poesia  Amor  Filicú  por  si  gusta 
retirarla  y  publicarla  en  otro  setuanario.  V.n  l'i  /.">• 
i'ijiar  Arf/cntinu,  tal  vez. 


398 


EL  CASCABEL 


/.  /.  Ll.—Kn  cambio  su  articulo  va  en  derechura 
al  canasto. 

Z.  M.—Ho  y  no.  Me  he  propuesto  no  hablar  de 
ello,  y  menos  por  boca  de  ganso-  Perdone  V.  el 
modo  de  señalar. 

Peruano.— Bueno,  pero  al  público  le  tiene  sin  cui- 
dado que 

el  brillante  sol  del  Perú 

resplandezca  menos  que  tú. 
iVíTion.— Resulta  muy   largo,  inconmensurable;  y 
está,  algo  descuidadito. 
Turban.— ?'i  tanto  se  empeña  V....  ¡agua  tA! 

Corriendo  por  la  calle 
cimbrea  su  cintura, 
y  no  hay  otra  criatura 


que  al  hablar  ella  no  calle. 

La  miro  me  embelesa, 

me  atrae  su  donaire 

y  le  mando  por  el  aire..,. 

A  V.  si  qu3  se  le  puede  mandar  algo  por  el  aire. 
¡Un  catarro! 

P.  T.  iVera.— No  sirve. 

Curioso.— Pues  no  señor;  no  se  aludia  &  nadie  ab- 
solutamente, lo  puede  V.  creer. 

Crítico.— Bueno,  pero  ñrme  V.,  y  sepa  él  quien  es 
el  critico  que  le  ataca  con  tal  saña.  De  otro  modo 
no  se  publica. 

E.  C.  .<>.— Mande  la  firma. 

Zulú.— HAhló  zulú  y  dijo  ¡mii! 

T.  fi.— Se  ha  de  retocar. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:   ENRIQUE  COLL 


-^ 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio.  { 

Número  corriente » 

»        atrasado » 


8    1.50 


0.10 
0.15 


SE   DESEAN   AGENTES   Y   CORRESPONSALES 


REDACCIÓN 

tat- 


y  administración 
—%$§   (altos) 


ADYERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente deD.  Gnlllermo  A.  Cranweil, 
ge  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Cranivell  sino  de  Sproat. 

LA    ÚNICA 

DROGUERÍA  Y  FARMACIA 

DE 

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Que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situa- 
da en  ia  calle  de 

VICTORIA,    NUM.    647 

Entre  Perú,  y  Chacahueo 
Atendida  persona! men le  por  su  propie 
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Edmundo  E.  Grranwell 

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uUoltn  I  U^  jarras  para  agua,  juegos  de 
té,  juegos  de  lavatorios,  metal  blanco,  licore- 
ras, canastas  para  pan,  aceiteras,  cuberteras, 
floreros,  lamparitas,  veladores,  filtros  para 
agun,  etc. 

PaCCTCDAC  DliiíáO  de  Viena,  decircu- 
üflrLltnAo  nU^Ao  lación,  filtros,  tete- 
ras, azucareras,  bandejas  de  madera  papié 
maché,  etc.,  caioriferos.  alsacianos.  calentado- 
res de  pies,  braseritos,  salivaderas,  bidets 
cómodos,  y  otros  artículos  de  menage. 

FU'  NTES  ENLOZ40AS  aHuís'í'S.i?: 

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de  mesa,  estantes  para  cocina,  canastos  para 
ropa,  etc. 

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^L  DUCIl  lllLil  ü  caleras,  caloríferos, 
guarda  fuegos,  calentadores  de  pies,  id  de  via- 
je, id  de  platos  para  la  mesa,  útiles  de  estu- 
fa, cocinas,  carboneras,  mesitas  para  té,  mol- 
des para  budines,  é  infinidad  de  artículos  de 
menaje  imposible  de  enumerar.  Precios  fijos 
y  sin  competencia. 

Al  Buen  Menaje,  Artes,  150 


'  '.  '''^■ 


EL  CASCABEL 


399 


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tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despacho.  Los  dias  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
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Si/hvencionados  por  el  Gobierno  Español 

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entre  el  Rio  de  la  Plata  y  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  ser&n  el  i  de  cada  mes 
para  Santa  Cruz  de  Tenerife.  Cádiz,  Bar'-elona  y  Mar- 
sella, admitiendo  carga  y  {>asajeros,  asi  como  para 
Vigo>  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  dem&s  puntos  im- 
portantes de  España. 

Por  m&s  informes  ó  datos,  ocúrrase  &  sus  agentes 
Antonio  López  y  C,  calle  Alsina,  750. 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  venida  de  todos  los 
puertos  y  ciudades  de  España. 


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Al  menudeo  en  los  principales  almacenes. 

Nota.— Próximamfntp  se  abrirá  el  depósito 
número  2  en  la  calle  Florida  esquina  Tacumán. 


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EL  CASCABEL 


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CAPITAL    SOCIAL    $   2.000.000  M/N 

Autorizada  por  Decreto  de  27  de  Agosto 
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Inscripta  en  el  Registt^o  Público 
*.  de   Comercio 


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comisiones,  mercaderías,  etc. 

Se  asegura 

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y  del  comercio, 

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2164— CHILE— 2164 
Se  reciben  semanarios  españoles: 

Madrid  Cómico. 
■       Blanco  y  negro. 

El  Cascabel  (de  Madrid) 
Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómica. 
La  Semana  Cómico. 
El  Toreo. 
La  Saeta. 
La  Lidia. 
La  Semana  fijnebre. 
El  Mundo  femenino. 
La  Mosca  blanca. 
La  Campana  de  Gracia. 
La  Esquella  de  la  Torratxa. 
,  Etc.,  etc. 

Estos  semanarios  se  venden  en 
los  principales  kioskos  de  Buenos 
Airrs. 

Para  suscripciones:  CHILE,  2164 


Imp.  eODKRIER  DE  LA  Pl.\r.1.  Seciiún  dü  flliras.  ¡i  r,ir,'ii  «le  I!.  I'iiiir 


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Afio  I  BaenoB  Aires,  Junio  29  de  1892        Ntim.  26 


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EL  CASCABÜ 


mímm 


<«t«r  frefietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


iedaecioD  y  Admiuistracion:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OKIGINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciinJüd. , .    $  0.10  el  número 
Níúmero  atrasado.. ..     i>0.15        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Goll  y  C' 


SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE  COLL 


TENORES   CÓMICOS 


mil^l©   ©HE^ÓM 


l 


Ahora  en  la  Cofnedia  está, 
y  ha  de  llegar  muy  allá, 
siempre  que  siga  estudiando, 
y  llegará,  demostrando 
que  es  hijo  de  su  papá. 


-Tí--,-  :  '■  -I   « 


W-\. 


¥)2 


£L  CASCABEL 


:%^ 


ADVERTENCIA 


La  redacción  y  administración  de  EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  Alsina 
número  939  altos,  á  donde  debe  dizigirse  todÉ 
la  correspondencia. 


MIX- 


E parece  que 
al  paso  que 
vamos  no 
podremos 
fiarnos  ni  de 
____  los     seres 

más  queridos. 

No   ya  precisamente  si  son   hembras, 
que  estas  nos  tienen  en  perpetua  zozobra. 
Desconfiaremos  de  todos  los  seres  que- 
ridos, y  más  de  ios  no  queridos,  de  ambos 
sexos. 

¿  Quaroe  causam? 

O,  hablando  en  castellano,  para  que 
rabie  el  de  la  Vida  Social  de  El  Diario: 
¿por  qué  motivo? 

Pues,  por  que  el  ramo  de  petardistas,  ó 
ealoteadores  finos,  se  desarrolla  de  un  mo- 
do alarmante. 

Más  que  la  oratoria  de  los  diputados, 
que  se  ha  desarrollado  de  un  modo  asom- 
broso, desde  que  Mansilla  no  forma  todo 
ni  parte  de  la  Cámara. 

Ahora,  salimos  á  la  calle,  felices,  relati- 
vamente, y  si  tenemos  algún  billete,  de 
la  emisión  menor,  se  entiende,  lo  escon- 
demos cuidadosamente,  temiendo  que  se 
nos^  presente   algún    desconocido    y   nos 

diga: 

— Vd.  perdone. 
— No  hay  de  qué. 
-Todavía  no.  Pero  pronto  habrá. 
— No  entiendo.... 


— Tiene  V á.  plaia chicA.      ' 

— Si,  señor;  mi  plata  está  en  perpetua 
lactancia.  En  mi  bolsillo  solo  se  cobijan 
inocentes  billetes  de  0.50  á  1.  r 

No  me  trato  con  los  mayores  por  que 
soy  muy  corto  de  genio  y  no  tengo,  ni  he 
tenido  jamás  contacto  con  ellos. 

— ¡Bravo!  Esto  me  conviene. 

— A  Vd.  le  convendrá,  pero  á  mi  me  gus- 
taría tratarme  con  la  emisión  mayor. 

— Vamos  á  eso. 

— Cuando  Vd.  guste  ¡vamos! 

—Yo  necesito  plata  chica. 

— ¡Y  yo  la  necesito  muy  grandel 

— Pues  ¡magnífico!  Déme  Vd.  la  chica 
que  tenga  y  yo  le  doy  la  grande,  y  es 
más;  le  doy  un  premio.  ¿Podrá  Vd.  reunir 
veinte  pesos?  ■   ■ 

—  ¡Usted  ofende  mi  modestia! 

— ¿Cuánto  tiene  Vd.  en  chico? 

— Pues.,   ocho  pesos,  mal  contados. 

— Démelos  Vd.  y  tome  diez  en  una  sola 
pieza. 

— No  sé  si  debo... 

— Ya  lo  sabrán  sus  acreedores. 

— Tome  Vd.  y  abur.  Como  mi  negocio 
requiere  mucho  cambio  chico,  me  sacrifi- 
co, y  pago  ^nwa. 

— /Prima! ... 

Y  el  hombre  se  va,  dejando  en  nuestras 
manos  un  hermoso  billete  de  diez  pesos. 

Lo  examinamos  con  curiosidad.  El  ge- 
neral Roca,  cuya  vera  efígie,  ó  verónica, 
que  dice  una  vecina,  se  ostenta  limpia  y 
pulcra,  nos  parece  simpático  hasta  la 
exageración...  . 

Pero  luego,  resulta  que  el  billete  es 
falso. 

Cosa  que  ignoramos  por  que,  hasta 
cierto  punto,  ignoramos  si  existen  ó  no 
diez  pesos. 

Y  nos  damos  al  diablo,  y  renegamos 
del  señor  aquel  que  tomaba  plata  chica  y 
pagaba  J9r*w?a. 

Pero  después  de  pagar  una. primada  de 
tnl  calibre,  solo  nos  queda  el  consaelo]de 
pellizcar  á  los  niños  al  llegar  á  casa,  ó 
tirarle  algo  á  la  cabeza  á  la  mujer. 

Los  diarios  nos  han  contado  el  calote 
de  500  carneros  hecho  á  un  seflor  de  la 
amistad  de  D.  Goyo  Soler,  candidato  eter- 
no  que  brilla  en  la  política  y  en  la  gana- 


EL  CASBABEL 


403 


dería,   casi   t'iiito   como  su   famoso  bri- 
llante. 

Además,  cada  dia  leemos  que  por  el 
procedimiento  del  legado  del  tio,  ó  de  los 
cartuchos  llenos  de  poesias  de  Várela,  le 
han  estafado  untos  pesos  á  Don  Fuhno, 
ó  Zutano. 

Así  es  que  andamos  muy  escamados. 
y  antes  de  acostarnos  nos  encomenda- 
mos al  Señor  y  reco  nendamos  á  la  dulce 
conripañera  de  la  vida  que  guarde  los   bi- 
lletes en  lo  más  recóndit    de!  corsé. 

O  bien  los  escondemos  en  el  moño  de 
la  suegra  que  suele  ser,  según  fama  que 
á  todas  ellas  dan  los  escritores  humorís- 
ticos, señoras  de  pocos  amigos  y  capaces 
de  ahuyentar  á  un  escuadrón  de  lanceros 
de  estos  que  han  aparecido  en  Buenos  Ai- 
res, de  improviso. 

Aun  que  el  que  ha  de  ser  estafado  lo 
será  por  más  que  haga 

Y  sino,  ahí,  es  decir,  en  el  manicomio, 
está  un  señor  que  antes  de  ahora  era  muy 
feliz,  aunque  casado,  v  que  tenia  unos  pe- 
sos ahorrados. 

Desconfiando  de  los  Bancos  ¿qué  hizo? 
Llamó  á  su  mujer  y  la  dijo: 
— Tú,  que  guardas    religiosamente  mi 
honor  hasta  tal  punto,    que  puedo   llevar 
muy  tiesa  la  cabeza  y  sin  arrugas  el  cutis 
de  la  cara:  tú  que  eres  fiel  custodio  de  mi 
amor,  sé  también  mi  caja  de  ahorros 
— No  comprendo.... 

—Quiero  decirte,  ¡oh  cariñosa  mujer  del 
alma!  Que  ya  que  sabes  defender  mis  inte- 
reses morales,  desde  hoy  te  nombro  de- 
fensora y  cajera  de  mi  tesoro.  Toma  es- 
tos pesos,  que  son,  después  de  tí,  lo  que 
más  quiero  en  el  mundo,  y  cóselos  en  los 
pliegues  de  la  ropa  interna. 

El  buen  marido  quedó  muy  tranquilo, 
pero  la  mujer,  que  apesar  de  la  buena  fa- 
ma que  gozíba  estaba  en  amores  con  un 
peluquero,  í^e  escapó  con  este  dejando 
afeitado  en  seco  a!  m  rido. 

Después  que  supimos  este  lance,  juramos 
solemnemente  no  fiarnos  de  nadie  en  cues- 
tión de  pesos. 

Y  por  ahora  el  sistema  nos  parece 
bueno. 

Solo  falta  que  tengamos  dinero. 

Y  entonces.. 

¡Dios  nos  libre  de  un  calote.' 


LOS  RELOJKS  DE  CARLOS 


Carlos  Pérez,  heredó 
de  su  tio  de  Ayacucho. 
#  y  dispuesto  á  gozar  mucho 

su  negocio  liquidó. 
Compró  una  casa  lujosa, 
la  hizo  amueblar  en  seguida, 
y  así  quedó  convertida 
en  una  quinta  preciosa. 
Gastó  en  ella  un  dineral       ' 
al  punto  que  demostraba, 
ser  aquel  que  la  habitaba 
liombre  de  fuerte  caudal. 
Disfrutando  á  su  placer 
empleó  mucho  dinero,     ' 
y  su  capricho  primero 
fué  dedicarse  á  comer. 
Por  colmar  sus  aficiones 
mil  a't'tistas  trabajaron, 
los  cuales  le  ocasionaron 
otras  mil  indigestiones. 
Agotó  de  la  cocina 
los  guisos  más  singulares, 
comiendo  focas  polares 
y  merluzas  de  la  China. 
Pero  al  cabo  sucedió: 
que  tras  de  tanto  tragar, 
al  fin  se  hubo  de  cansar 
y  el  capricho  abandonó. 
Luego  los  dias  enteros 
pasaba  coleccionando,    ■. 
cigarros  de  contrabando, 
ruiseñores  ó  sombreros. 
;.    Hasta  que  dio  en  la  manía, 
de  la  que  abusó  sin  tasa, 
de  ir  transformando  su  casa 
en  una  relojería. 
Por  doquiera  fué  á  comprarlos 
y  los  relojes  que  hallaba, 
luego  el  tiempo  se  pasaba 
cual  su  tocayo  el  Rey  Carlos. 
Los  hacía  caminar, 
:il  mismo  tiempo,  creyendo, 
que  se  irían  componiendo 
y  señalando  á  la  par. 
Mas  fué  en  vano  su  interés 
y  fué  escasa  su  fortuna: 
si  uno  marcaba  la  una, 
marcaba  el  otro  las  tres. 
Y  como  el  tiempo  corría 
los  muelles  se  dilataban, 
y  al  sonar  la  hora,  formaban 
una  horrenda  algarabía. 
Así  al  año.  poco  á  poco 
de  sus  relojes  detrás." 
á  Carlos  por  poco  más 
vuelven  ios  relojes  loco. 
Guiado  por  los  reclamos 
que  hacia  en  la  prensa  entera, 
vio  Carlos  á   un  señor  que  era 
doctor  en  todos  los  ramos. 
Escuchóle  este  formal, 
y  al  conocer  su  porfía. 


'íifii»** 


.-  ■^>:'4 


J  j''^^^ 


4ai 


EL  CASCABEL 


^PV 


le  dijo  que  él  lograría 
marcasen  todos  igual. 
Fuese  á  la  casa  y  jpor  Dios! 
hubo  también  de  arreglarlos, 
jque  los  relojes  de  Carlos 
marcaban  todos  las  dos! 
—¡Vuestra  ciencia  me  enamora! 
¿Cómo  os  habéis  arreglado? 
— Bien  fácil,  los  he  parado 
todos  á  la  misma  hora! 


S.  Garí'ido. 


-<Sx5>- 


PROFESIONES 


Es  más  difícil  de  lo  que  parece  eso  de 
elejir  profesión. 

No  basta  decir:  quiero} ser  abogado,  ge- 
neral ó  inspector  de  boletos. 

Es  menester  que  seamos  aptos  para  ello. 

Sin  duda  por  esto,  apenas   una  señora 

empieza  ¿sentirse  madre  se  echa  á  pen- 
sar. 

O  á  dormir. 

Según  los  embarazos. 

Y  en  el  primer  caso  se  pregunta:  ¡Dios 
miol...  ¿albergaré  en  mis  entrañas  á  una 
futura  notabilidad? 

¿Qué  haré  de  mi  hijo? 

¿Lo  educaré  para  eclesiástico  ó  para  te- 
nor absoluto? 

El  padre,   consultado  á  tiempo,  emite 
*     su  opinión. 

— Yo  soy  del  siguiente  parecer:  dejar  que 
el  niño  se  desarrolle  hasta  la  edad  de  las 
ilusiones,  y  entonces  lo  hacemos  meter 
en  la  política.  A  ver  si  logramos  que  sea 
cualquier  cosa,  senador  ó  diputado. 

—Justo.  A  ver  si  una  Vez  en  el  candele- 
ro  nos  hace  despachar  aquel  expediente... 

— Esto  digo  yo.  Y  á  ver  si  nos  logra  una 
pensión . 

— De  manera  que  el  niño... 

— Será  diputado.  Y  por  de  pronto  no  es- 
tará de  más-  que  nombremos  padrino  á 
Roca,  que  parece  tener  buen  ojo  en  eso 
de  compadrazgos. 

— Bueno,  pues  j  manos  á  Iü  obra!  y  el 
padre  y  la  madre  cuentan  con  ansiedad  los 
días  que  faltan  para  el  alumbramiento,  y 
hasta  se  dan  aire  de  protectores. 

—No  se  apure,  amigo  López,  dicen  á  un 
pariente  lejano,  que  es  pirotécnico;  dentro 
de  unos  años  tendremos  influencia  sufi- 
ciente para  que  se  le  nombre  á  Vd.  pirotéc- 
nico del  gobierno.  Y  además  veremos  á 
Bollini,  á  fin  de  que  no  se  supriman  los 
fuegos  artificiales  en  las  fiestas  patrias. 

— Y  ¿cuándo  será  esto? 


— ¡Hombre!...  no  se  apure»  Mi  mujer  es- 
tá... íya  sabe  Vdl  ' 
—Bien  ¿y  qué? 

—Que  el  futuro  vastago  será  diputado, 
y  gracias  á  él,  lograremos  lo  que  quera- 
mos. 
— Bueno:  esperaré. 

Pero,  suele  resultar  que  el  vastago  es- 
perado no  es  vastago,  sino  vástag a.  O 
bien,  si  es  macho  sale  tartamudo,  por 
ejemplo,  y  entonces  el  diputado  presunto 
*no  pasa  de  almacenero,  o  de  cuarteador 
pobre  y  mal  hablado. 

Un  poeta,  amigo  mió,  me  confesaba  que 
sus  padres  tenían  la  culpa  de   la  escasez 
en  que  vivía. 
— ¿Cómo  se  entiende? 
— Si.  Desde  que  tuve  ;uso  de  razón  me 
metieron   detrás  de  un  mostrador  y,  quie- 
ras que  no,  pasé  los    mejores  años  ven- 
diendo fulares  y  tules  vaporosos.  Pero  el 
genio  bullía  dentro  de  mi  ser,  y  un  día  es- 
talló la  vena   poética  que  corría  por  todo 
mi  organismo,  en  forma  de   soneto  que 
dediqué  á  la  mujer  de  mi  patrón  el  día  de 
su  santo. 
— ¡Hombre! 

—Este  rasgo  de  talento  me  malquisló 
con  el  tendero,  y  acabó  por  echarme  de 
su  casa,  porque  dijo  que  no  era  propio  que 
un  dependiente  suyo  hablase  en  pareados 
á  los  marchantes  de  la  casa.  Desde  enton- 
ces doy  libre  espansión  á  mi  alma  y  me 
paso  el  tiempo  escribiendo  versos  y  más 
versos. 
—Buena  ocupación. 

—Pero  que  no  produce  mucho,  máxime 
en  una  ciudad  tan  mercantil  como  esla. 

Después  de  contarme  sus  penas,'  acaba 
siempre,  el  poeta  pidiéndome  cigarrillos 
y  fósforos,  y  á  veces  dinero  vil. 

Como  el  poeta  citado,  hay  abogados 
que  serian  médicos  y  militares  que  sien- 
ten irresistible  vocación  para  frailes,  y  así 
por  el  estilo. 

— Lea' Vd.,  me  decía  un  padre,  y  no'  de- 
la  patria;  vea  como  versifica  mi  hijo:  lea. 
lea  Vd. 

El  campo^  la  pradera, 
la  fruta,  la  hortaliza^ 
la  emparrada  rolliza,     , 
la  esbelta  enredadera.,. 
— Pues  versificando  asi,  ¿sabe  Vd.  qué 
pretende  hacerse  mi  hijo? 
— Agricultor,  seguramente. 
— No,  señor:  ¡cochero  del  tramu'W\i! 
¡Misterios  del  destino! 

And/'és  Soler. 


W-. 


EL  CA8CA.BEL 


405 


Eli   PERIODISMO 


Instituto  ó  reñidero 
de  formidable  poder, 
palestra  que  puede  ser 
ó  cátedra  ó  gallinero. 
Árbol  robusto  y  potente, 
de  cuyas  ramas  colmadas 
son  las  hojas  arrancadas 
á  miles  diariamente, 
que  á  impulso  del  aquilón 
vuelan  formando  una  valla: 
la  inexpugnable  muralla 
de  la  pública  opinión. 
Fuerza  que  siempre  elabora, 
de  cuya  negra  sentina 
brota  la  luz  que  ilumina 
ó  el  incendio  que  devora. 
Potencia  que  en  su  luchar, 
puede,  según  es  guiada, 
ser  veneno,  libro,  espada, 
faro,  templo  ó  lupanar. 
Germen  eterno  y  fecundo 
que,  en  un  trozo  de  papel, 
vive  y  crece,  pues  en  él 
está  compendiado  un  mundo. 
Pruebas:  la  gente  imparcial, 
que  es  música,  solo  piensa 
puesto  que  á  veces  la  prensa 
es  música  celestial 
Cuando  ensalza  un  disparate 
ó  cuando  ataca  valiente, 
toca  el  bombo  puramente 
ó  es  un  clarín  de  combate. 
Si  defiende  con  cinismo 
por  lucro,  una  idea  impura,, 
ya  tiene  con  la  pintura 
semejanza  el  periodismo, 
pues  ven  todos  sus  lectores, 
que,  en  empresa  semejante, 
el  diario  negociante 
cambia  mucho  de  colores. 
Tiene  en  alguna  ocasión 
con  los  mares  semejanza, 
siempre  que  con  él  avanza 


la  ola  de  la  indignación; 

siempre  que  en  la  sociedad 

brota  alguna  nueva  idea. 

y  al  fin  sube  la  marea 

y  estalla  la  tempestad,      :    v 

siempre  que  noble  y  aitudó,    ?  ~ 

combatiendo  el  periodismo,      '  \r-     ' 

logra  salvar  del  abismo     i      i-, 

á  la  nave  del  estado.  ~ 

Con  la  gimnasia,  en  exceso, 

tiene  también  relación. 

si  un  diario  la  opinión 

logra  levantar  en  peso, 

ó  si  tras  de  una  avalancha 

de  mentiras  y  sandeces, 

en  un  equilibrio  á  veces 

hace  el  diario  una  plancha. 

Contemplad  pues,  en  tropel, 

arte,  ciencia,  oficios,  todo 

que  se  compendia  á  su  modo 

en  un  trozo  de  papel. 

Papel  en  el  que  un  artículo 

noble,  valiente,  arrogante, 

si  no  hace  un  papel  brillante 

es  que  hace  un  papel  ridículo. 

Donde  con  frase  galana  . 

se  ensalza  lleno  de  fé 

á  un  caballero,  porque 

anuncia  en  la  cuarta  plana. 

Y  ese  burdel.  y  ateneo, 

cátedra,  antorcha  y  negocio, 

es  del  siglo  el  sacerdocio, 

es  de. la  idea  el  torneo, 

la  tribuna  del  saber, 

monumento  de  la  pluma, 

del  arte  compendio  y  suma; 

en  fin,  el  cuarto  poder. 

—{\Cuarto,  y  bien  dicho— me  apunta 

uno  que  en  la  prensa  escribe— 

¡que  el  que  de  la  pluma  vive 

está  á  la  cuarta  pregunta!...) 

Luis  García. 


íl 


DE  PASEO 


Con  los  suyos  don  Faustino 
sufre  un  atroz  aguacero, 
siendo  ¡oh  burlas  dei  destino! 
Don  Faustino,  paragüero. 


T-...-;,-;.^-'  v-.':ff'_,í??5?p«íf^--^íK:;-.-  v--*!;-'/;- 'St^'f^i^^^^'^í  ■^■WffJv'-'iííSwí"  "í  .: /•  V.- ^^???)- 


^¿?S«p3"^"SÍ  íV  r'^S'^Ppí*?^. 


406  *í^-  EL  CASCABEL 


EL  MÉDICO_MEDICINADO 

(HISTÓRICO) 


o  creáis,  al  leer  el  membrete  de  este  articulo,  que  se  trata  de  alguna 
jfroducción  del  insigne  Quevedo,  ni  recordéis  apropósito  su  «Alguacil 
alguacilado»  al  leer  este  nuestro  medicinado  médico,  como  no  juzguéis 
por  el  consonante:  que  esto,  al  fin,  no  es  producto  de  nuestro  ingenio, 
y  si  tan  solo  la  fiel  narración  de  lo  que  á  su  vez  nos  narraron  nuestros  abuelos  con 
respecto  al  Dr.  Foca,  (Focas  le  llaman  unos,  y  otros  Faco)  un  cumplido  caballero  y 
reputado  médico,  gue  dejó  de  existir  victima  de  su  temeridad.  Y  agora  verédes  el 
cómo.  Corría  el  ano  de  1855  y  la  ciudad  de  Buenos  Aires  se  hallaba  al^o  más  trant 
quílita,  frescas  aún  ciertas  reverlas  pasadas,  cuando  de  pronto  y  calladito  se  le  ocu- 
rre al  condenado  del  morbo,  levantar  sus  reales  del  Ganjes,  y  venir  á  sentarlos  en 
esta  ciudad  que  antes  llamáramos  de  los  aires  buenos,  estrenándose  en  un  viejo,  más 
tarde  en  un  muchacho,  luego  en  un  par  de  consortes...  vamos...  ¡la  mar!  En  vano 
pretendieron  las  autoridades  madrugar  al  insurgente;  en  vano  hicieron  públicas  ro- 
gativas los  buenos  cristianos;  todo  fué  inútil.  El  morbo  no  cedía.  Más...  ¿qué  difi- 
cultades prevalecen  ante  el  humano  ingenio?  La  comisión  morbosa  decíamos,  la  co- 
misión encargada  de  espantar  al  morbo,  contaba  entre  sus  miembros  más  distinguidos 
al  Sr.  D.  Pablo  Becerra,  persona  si  se  quiere  de  algún  talento  y  por  ende  acomete- 
dor de  muy  grandes  fechos;  y  como  cierta  mañana  saliera  del  lecho  algo  más  ins- 
pirado que  lo  de  costumbre,  bien  fuese  porque  le  faltara  que  desempeñar  otra  mejor 
faena  ó  bien  por^su  celo  en  pro  de  la  humanidad  doliente,  el  caso  es,  que  levantóse 
bonitamente  la  tapa,  de  la  sesera  é  introduciendo  allí  ambos  dedos  pulgar  é  índice  de 
la  mano  derecha  y  plegando  con  cierta  gracia  los  restantes,  tomó  con  suma  delica- 
deza en  cierto  ostugo  de  sus  circunvolaciones  cerebrales,  una  idea  estupenda...  ma- 
canuda como  diríamos  huy,  la  cual,  traducida  en  palabras,  erafla  siguiente: 

Luchar  directamente  con  el  morbo,  parecíale  á  Becerra  empresa  loca  y  absurda: 
pero...  ¿no  se  conseguirían  mayores  resultados  arrebatando  al  asiático  sus  agentes 
destructores?  ¿Y  no  1")  eran  los  atacados,  que  de  cuatro  se  multiplicaban  en  ocho,  y 
de  éstos  en  veinte,  etc.?  ¿Y  qué  era,  en  último  caso  la  guerra,  sino  el  arte  de  quitar 
al  enemigo  sus  equipos  y  pertrechos,  á  fin  de  que  nos  hiciera  el  menor  daño  po- 
sible? 

Teniendo  en  cuenta  lo  que  llevamos  apuntado,  el  proyecto  de  Becerra  fué  acep- 
tado en  todas  sus  partes.  ¡Qué  diantre!  Llamáis  al  facultativo,  éste  os  juzga  colé- 
rico y  izásl  ¡tras!  os  desliza  suavemente  por  encima  de  la  lengua  una  pildorilla  de 
rejalgar  ú  os  vierte  en  el  rnismo  sitio  una  gotilla  de  cierto  liquido,  mortífero  también... 
Y  reflexionad  y  consultad  á  algunos  filósofos  y  veréis  que  ello  es  muy  puesto  en 
razón,  pues...  ¿qué  valen  las  vidas  de  diez,  veinte,  treinta  personas  en  parangón  con 
la  de  la  masa  social?  ¿Sería  justo,  lógico  y  demás,  el  que  procurásemos  salvar  la 
molécula  sacrificando  el  cuerpo? 

Asi  es  que  se  nombraron  inmediatamente  varios  facultativos  encargados  de  llevar 
al  terreno  práctico  el  proyecto  de  Becerra  y  uno  de  elios  fué  el  Dr.  Foca  de  quien 
os  hablábamos  al  principio  de  esta  narración  y  entre  los  muchos  que  solicitaron  sus 
servicios  profesionales,  encontrábí»^  el  sargento  mayor  de  caballería  D.  Francisco 
Yanreguiberry,  natural  de  Bilb^rt^  aún  cuando  prestara  sus  servicios  al  ejército  de 
Buenos  Aires,  más  pronto  quer  un  rayo  y  más  maldiciente  que  un  carretero.  El  tal 
era  viudo  y  padre  de  dos  niñfes,  hermosas  como  dos  ñores.  Una  de  ellas  se  indis- 
puso reoentinamente  y  hé  aq/ii  el  porqué  llamaron  á  Foca.  Este  concurrió  así  que  le 
fué  posible  y  al  golpear  las  puertas  de  la  casa,  topóse,  como  quien  dice,  de  hocicos 
con  la  marcial  figura  del  bilbaíno. 

— Es  aquí,  señor  militar,  en  donde  reclaman  mis  auxilios?  —Sí  señor;  ¡por  vida 
del  diablo!  Mi  hija  se  muere.  — Sin  embargo...  no  desespere  usted.  La  ciencia...  —Eso 
dígaselo  usted  á  los  cortezudos,  no  á  mí,  ¡Buena  está  la  ciencia!  Cuando  Dios  dice: 
vamos...  Amigo  mío,  sin  creer  en  eso  que  llama  usted  su  ciencia,  si  logra  usted 
salvar  á  mi  hija,  disponga  usted  de  mi  persona  y  de  mis  bienes. 

El  Dr.'  Foca  hizo  una  profunda  inchnación  de  cabeza  y  enseguida  coláronse  am- 
bos en  la  habitación  de  la  muchacha.  Así  que  el  primero  la  miró  ál  rostro,  conoció 
{>erfectamente  de  ío  que  se  trataba  y  resolvió  administrarle  sin  pérdida  de  tiempo, 
a  mortífera  bebida.  Escribió,  pues,  una  recetita  y  después  manifestó  á  D.  Francisco 
que  su  niña  no  tenía  cura,  pero  que  pedia  al  droguero  cierto  calm,ante  á  fin  de  que 
la  enferma  muriese  tranquila,  pues  de  lo  contrario,  sus  últimos  momentos  serian 
espantosos.  Y  enseguida  marchóse,  dejando  como  se  comprende  al  bueno  de  Yanre- 
guiberry desesperado  y  abatido.  Un  criado  trajo  el  medicamento  y  nuestro  hombre 
en  vez  de  ensayarlo  en  el  gato  ú  otro   animal  doméstico,  como  nada    sospechaba. 


EL  CASCABEL  407 


propinóle  á  la  muchacha  la  primera  dosis.  La  pobre  desvanecióse  y  al  querer  admi 
nistrarle  la  segunda,  era  ya  cadáver.  El  ser  más  estúpido  hubiera  adivinado  ense- 
guida que  aquella  muerte  no  era  natural,  y  como  la  estupidez  no  era  lo  que  carac- 
terizaba á  Yanreguiberry,  las  cosas  tomaron  un  giro  distinto,  y  más  tarcfe  funesto 
para  nuestro  doctor;  pues  sospechando  el  padre  que  aquel  medicamento  no  fuese  más 
que  un  tósigo,  resolvió  ensayarlo  en  Foca  mismo,  y  cierto  que  fuese,  vengaría  ú  su 
desgraciada  hija  ó  de  lo  contrario  quedaría  diez  grados  más  arriba  la  ciencia  del 
(  octor.  Y  asi,  mandó  á  buscar  nuevamente  á  Foca,  comunicándole  que  observaba  en 
su  segunda  niña  los  mismos  síntomas  que  se  manifestaron  en  la  otra.  Claro  está  que 
padre  é  hija  estaban  perfectamente  de  acuerdo.  A  las  cinco  de  la  tarde  del  otro  día 
presentóse  triunfante  Foca,  y  una  vez  en  la  habitación  de  la  enferma,  comprobó  la 
certeza  de  las  palabras  del  bilbaíno,  y  diciendo  á  este  se  conformase  y  acatase  con 
resignación  los  fallos  divinos,  peló  ipso  fado,  la  botellita  délas  agonías  tranquilas. 
En  este  momento  cerró  Yanreguiberry  la  puerta  de  la  habitación  guardándose  la  llave 
en  el  bolsillo,  lo  que  chocó  sobremanera  á  Foca.  Al  tiempo  de  administrar  el  cal- 
mante á  la  enferma,  el  bilbaíno  sujetóle  con  mano  robusta  el  brazo  derecho. 

—Amigo  Foca— le  dijo— son  tan  maravillosos  los  efectos  de  su  medicamento,  que 
va  usted  á  beberse  ahora  mismo  el  contenido  de  ese  frasco. 

—  ¡Yo!...  Pero  si  no  padezco  enfermedad  alguna,  y  por  lo  tanto...  ¡vaya  qué  ocu- 
rrencias tiene  ustedl 

—Pues  ¡ira  de  Dios!  Ó  bebe  usted  ó  le  mato  como  á  un  perro. 

Y  al  decir  Yanreguiberry  estas  palabras,  sacó  del  cinto  un  descomunal  revólver, 
cuyo  frío  cañón  apoyó  sobre  el  pecho  del  doctor.  Este  retrocedió  medroso  y  confuso, 
destapó  el  frasco  y  se  lo  llevó  á  sus  labios. 

— Beba  usted  doctor,  y  acabemos. 

Foca  apuró  el  contenido  del  frasco  y  acto  continuo  cogió  el  sombrero  y  el  bas- 
tón y  se  dirigió  á  la  puerta. 

— ¡Ah,  pájaro  de  mala  raleal—gritó  Yanreguiberry— ¡Me  arrebataste  una  hija  y 
pensabas  hacer  lo  mismo  con  esta...!  Pero...  ¡no  gozarás,  infame^  de  tu  obra!  ¡No 
has  de  marcharle  ahora,  sino  de  aquí  á  un  buen  rato,  á  fin  de  que  el  veneno  alfaque 
tu  podrido  organismo!  ¿Crees  que  no  se  me  alcanza  lo  que  intentas?  ¿Crees  que  ig- 
noro piensas  marcharte  presto,  con  el  fin  de  pedir  un  contraveneno  al  droguero,  tu 
ainigo7  ¡Ah,  bribón!  Espera  un  momento,  y  recibe  esto  por  vía  de  introducción. 

Y  cogiendo  su  espada  de  un  rincón,  golpeó  tanto  á  Foca,  que  dejóle  medio  muerto; 
y  entonces  abriendo  la  puerta  y  empujándole  con  violencia: 

— ¡Ahora  puedes  marcharte,  picaro  puerco! — le  dijo. 

Foca  salió  á  la  calle,  caminó  dos  cuadras  aún,  y  antes  de  finalizar  la  tercera, 
rodó  cadáver  por  el  suelo.  El  líquido  estaba,  como  antes  dijimos,  saturado  de  veneno. 
El  suceso  dio  mucho  que  hablar  á  las  gentes  de  aquella  época,  y  desde  entonces  se 
le  conoce  al  Dr.  Foca,  más  que  por  su  verdadero  nombre,  por  el  de  El  Médico  Me- 
dicinado. 

■  José  CortYis  Fernández. 


UN  AMANTE  DEL  PROGRESO 


Hombre  de  su  siglo,  Blas, 
sale,  corre,  enciende  el  gas 
todas  las  noches  lo  mismo, 
y  grita  como  el  que  más: 
¡Abajo  el  oscurantismo! 


".> 


DECLARACIONES 


—¿Me  quieles?—T:e  quieto. 


Hágame  Vd.  el  favor  de  oírme  dos  palabras. 


.^ 


— ...  paloma  sin  hiél,  te  adora  siempre  Don  Juan, 


— jAdios  flor  de  yuyo! 


DEL     AMOR 


La  soledad  de  dos  en  compañía. 


jAy  amor  como  me  has  puesto! 


-Bueno;  ahora  han  cortado  la  comunicación.      —Pues  en  cuanto  nos  casemos,  no  nos  pasará  esto 


1- 


410 


EL  CASCABEL 


#■•-. 


EL  SANTO  MILAGROSO 


En  un  pequeño  pueblo  que  existia 
muy  próximo  á  Campana, 
la  suerte  veleidosa  y  casquivana, 
con  una  gran  sequía 
al  pueblo  lleno  de  dolor  tenia. 
Casi  el  invierno  entero 
había  transcurrido, 
sin  que  hubiese  caido  un  aguacero, 
cosa  que  nunca  habia  sucedido. 
Los  pobres  habitantes  aterrados 
ante  hecho  tal,  veian, 
(lue  todos  sus  rebaños  se  morían, 
y  que  estaban  sus  campos  arruinados. 
Pidiendo  en  vano  al  cielo 
para  tan  grandes  daños  un  consuelo, 
en  preces  y  oraciones, 
suplicaban  la  lluvia  con  anhelo, 
y  gastaban  sus  pocos  patacones 
en  novenas,  en  misas  y  en  sermones. 
Al  ver  que  no  llovía, 
de  su  pena  llegaron  al  extremo, 
tanto,  que  cierto  día, 
y  viéndose  insultar  por  un  blasfemo, 
el  cura  prometió  que  emplearía 
el  recurso  supremo: 
Sacar  en  procesión  á  cierto  santo, 
que  el  pueblo  fervoroso  le  siguiese, 
y  no^parar  en  tanto 
que  la  anhelada  lluvia  no  cayese. 
Una  mañana  apenas  el  reflejo 
del  sol  el  cielo  azul  coloreaba, 
de  la  iglesia  el  cortejo 
con  cirios  encendidos  se  alejaba, 
y  ál  señalar  el  sol  el  medio  día 
el  cortejo  abrumado  descansaba, 
y  á  seis  leguas  del  pueblo  se  veía, 
¿pero  en  cuanto  á  llover?  jquiá!  no  llovía. 
Después  de  procurar  por  el  sustento, 
el  párraco  exclamó,  tomando  aliento: 
— Siga  á  la  procesión  el  que  se  atreva, 
pues  no  hemos  de  parar  hasta  que  llueva. 
Y  al  ver  en  ello  el  pueblo  desgraciado 
el  último  recurso, 
marchó  detrás  del  santo,  confiado, 
y  de  la  procesión  prosiguió  el  curso. 

Semana  tras  semana 

el  pueblo  con  el  santo  recorría, 

y  estaba  ya  tan  lejos  de  Campana 

que  ninguno  á  volver  acertaría, 

y  la  suerte,  aún  así  siempre  tirana, 

no  quería  ablandarse,  y  no  llovía. 

Más  llega  eierto  día 

el  cielo  se  ennegrece  de  repente, 

truena,  relampaguea, 

y  tiene  aquella  gente 

la  lluvia  salvadora  que  desea, 

que  cae  sin  cesar,  como  un  torrente. 

El  pueblo  con  el  santo  se  mojaba, 


pero  ¡milagro!  sin  cesar  gritaba; 

hasta  que,  un  monaguillo  /* 

mira  á  su  alrededor  y  alborozado,   v 

con  júbilo  sencillo 

dice:— ¡Ay!  á  mi  país  hemos  llegado. 

—¿Qué  es  eso  criatura, 

que  te  pasa,  que  tanto  te  alboroza? 

— Que  ya  estoy  en  mi  tierra,  señor  Cura. 

—Pero,  ¿cuál  es  tu  tierra? 

—Pues,  Mendoza. 

III 

Tras  de  la  procesión  día  tras  día, 
la  gente  de  su  tierra  se  alejaba, 
la  nación  recorría,  . 
y  mientras  confiado  se  mojaba 
en  aquella  región  donde  llovía, 
¡continuaba  en  su  aldea  la  sequía! 

José  3/»  Mendozn. 


DE  DOMINGO 


El  estreno  de  U  A  mico  Fritz  ha  le- 
vantado una  polvareda  entre  los  concu- 
rrenles  al  teatro  de  la  Ópera,  y  la  opinión 
ha  juzgado  con  muy  poca  benevolencia  la 
ópera  de  Mascagni. 

Hasta  con  tan  plausible  motivo,  se  han 
mandado  remitidos  á  los  diarios  y  se  ha 
llegado  á  amenazar  á  Ferrari  con  la  ven- 
detta de  la  platea. 

Vamos,  con  tirarle  las  sillas  por  la  ca- 
beza, como  si  dijéramos. 

La  verdad  es  que  el  teatro  de  la  Opera 
ha  logrado  convertirse  en  un  foco  de  abu- 
rrimiento. 

Los  abonados  están  que  trinan  y  con 
razón.  ¿Qué  han  oído  durante  la  tempo- 
rada? 

Lo8  Hugonotes^  que  han  alcanzado  un 
sitccés  de  estima,  como  suele  decirse;  una 
Favorita  discreta  y...  vamos  á  olra  cosa 
porque  no  es  del  caso  que  repitamos,  por 
no  decir  más,  que  hasta  los  artistas,  qui- 
zás por  el  frío  que  veian  en  el  público  y  en 
la  sala,  se  han  olvidado  la  etiqueta  en  su 
casa  y  permanecen  cubiertos  ante  las  7^e- 
ginas^  como  pasó  en  Hugonotes. 


EL  CASCABEL 


411 


CONFECCIONES  DE  SEÑORAS 


El  traje  que  Salomé 
ba  de  llevar  en  sus  bodas, 
cosen  y  lo  envidian  todas 
que  lo  demás  ¡no  hay  por  qué! 


■% 


.  5i-'"*v:j".     ■    ■■?  .■:^-:.'-ít}iii,f '.•^: 


-■'™'  *-'^WPseX~- 


¡ineí'^^/ym      ,K"-.-f:V^;- 


412 


£L  CASCABEL 


Bajemos  la  Ópera^  porque  mejor  es  no 
ocuparse  de  ella. 

Vamos  al  Apolo^  si  les  parece  á  ustedes, 
ya  que  todo  el  mundo  vá  al  coliseo  de  la 
calle  Corrientes  á  tomar  un  aperitivo  mar- 
ca Ki-hi-ri-hU  que  se  sirve  por  partida  do- 
ble, es  decir,  dos  veces  por  noche. 

La  obra  es  verdecita,  sin  pies  ni  cabeza, 
y,  traducida  y  mal  representada,  pierde  el 
mérito  que  le  dan  las  decoraciones  y  tra- 
jes y  conserva  sólo  las  frases  picantes  y 
las  situaciones  crudas.  Algunos  críticos 
han  apaleado  la  obra  y  ¡naturalmente!  el 
teatro  se  llena  con  gran  admiración  de  los 
que  saben  que  alli  se  ejecutan  las  obras 
con  premeditación  y  alevosía.  Y  no  lo  digo 
por  Mercedes  Aianaz,  que  vale  y  es  muy 
guapa,  lo  que  le  dá  doble  valor. 

El  i*olitea7na^  concurrido  por  las  per- 
sonas de  gusto,  como  por  fuerza  debía  ocu- 
rrir, desde  que  en  la  compañía  brilla  una 
estrella  como  la  Valvassura,  actriz  de 
verdadero  mérito. 

No  digamos  nada  del  Á  Madrid  me 
vuelvo^  puesta  en  escena  últimamente  en 
el  OnruMa.  porque  ahora  resulta  que  Bre- 
tón estuvo  flojo  al  escribirla,  según  dicen 
por  ahí.  Los  que  tal  vez  flojearon,  fueron 
los  artislas  que  la  interpretaron,  sin  que 
ello  sea  decir  que  estuvieron  mal:  tal  vez 
estuvieron  menos  acertados  que  de  costum- 
bre. 

Estreno  en  puertas:  Curupaiti. 

Nos  escamamos,  involuntariamente. 


COMEDIA.— Juárez  poniendo  de  buen 
humoral  mortal  más  taciturno.  La  Ma- 
dre del  Cordero  bien  recibida  por  el  pú- 
blico y  bien  interpretada  por  los  artislas. 
Otro  estreno,  en  puertas  también,  Infan- 
tería Rusticana^  letra  de  Paiau  y  música 
(hasta  cierto  punto,  naturalmente)  de  Pa- 
iau, que  se  revela  un  acaparador...!  jBue- 
na  suerte  y  buenas  entradas! 


La  compañía  Bernis,  del  teatro  Nacio- 
nal, llega  mañana  á  Montevideo.  El  elen- 
co es  conocido  ya,  y  figuran  en  él  artistas 
de  fama  bien  sentada. 

Como  director',  viene  el  maestro  Juan 
Goula  (paire)^  artista  consumado,  acla- 
mado en  los  principales  teatros  del  mundo. 

Una  gran  adquisición  que  representa  un 
«triunfo  para  la  empresa,  y  una  garantía 
para  el  público. 

Ni  queremos  adelantar  juicios,  ni  quere- 


mos emitirlos.  Goula  no  lo  necesita.  Cita- 
remos una  de  las  mil  anécdotas,  que  po- 
dríamos referir  del  maestro. 

Esle  es  temido,  y  respetado,  por  los  pro- 
fesores de  orquesta,  que  saben  el  genio  que 
gasta,  cuando  en  los  ensayos  algún  trozo 
no  sale  tan  ajustado  como  él  desea. 

En  cierta  ocasión,  entró  á  formar  parte 
de  la  orquesta  del  teatro  principal  de  Bar- 
celona, que  entonces  estaba  en  competen- 
cia con  el  gran  teatro  del  Liceo,  un  primer 
violinista  afamado. 

Ensayábase  Aída.,  ópera  que  el  violinis- 
ta no  conocía.  Asi  se  lo  manifestó  al  di- 
rector, añadiendo: 

— ¡Ah!...  cuando  conozca  bien  la  ópera, 
disfrutará  Vd.  oyéndome  tocar... 

Goula  calló.  Pasaron  varias  noches,  y 
nada.  Por  fin  un  día  tuvo  que  cambiarse 
la  ópera  anunciada,  y  se  echó  mano  de 
Macbetli. 

Durante  la  representación,  y  un  acto,  en 
que  la  orquesta  tiene  un  compás  de  espera, 
el  violinista  se  distrajo  y  |zás!  soltó  una 
nota  que  lleno  de  sorpresa  al  público. 

El  maestro  volvió  la  cabeza  y  le  dijo. 

— ¡Ahora  empiezo  á  disfrutar! 

Y  siguió,  dirigiendo  como  si  tal  cosa. 

Pronto  podrá  juzgar  el  público  el  mérito 
de  Goula. 

ínterin,  reciba  la  bienvenida  que  le  da- 
mos, los  que  le  conocemos  de  mucho 
tiempo,  y  que  deseamos  verle  otra  vez  d'i- 
rigiendo,  como  él  sabe  hacerlo. 


UNA  DESDEMONA 


Si  la  viera  su  esposo 
en  traje  tan  sutil  y  vaporoso, 
no  salía  á  la  calle  con  tal  traje, 
pues  ha  dado  el  marido  en  la  manía 
de  ser,  lo  que  hoy  Espiro  llamarla 
Júpiter  negro  del  amo)'  salvaje. 


EL  CASCABEL 


413 


Á  LOS  SEÑORES  AGENTES 


Alisamos  á  los  agentes  morosos,  que  de  no 
contestar  las  cartas  remitidas  con  anteriori- 
dad, nos  veremos  obligados  á  tomar  ciertas 
medidas  que  no  serán  muy  de  su  gasto,  como 
verán  en  el  próximo  número. 

El  Dr.  Alem,  al  llegar  de  su  voluntario 
destierro,  fué  objeto  de  una  elocuente  ma- 
nifestación de  simpatía. 

Entre  las  personas  que  fueron  á  salu" 
darle  figuraban  varias  distinguidas  seño- 
ritas que  le  abrazaron  con  efusión. 

El  Dr.  Alem,  visiblemente  emocionado, 
correspondió  á  tales  pruebas... 

¿Con  un  discurso? 

iCá! 

Abrazando  á  las  señoritas,  con  no  menos 
efusión. 

iQuien  fuera  jef«  de  partido! 

Tan  solo  por  los  abrazos. 

Y  no  aludo  á  Mttre,  jefe  también,  y  abra- 
zado, ó  abrasado  por  Roca. 

m 

Compró  un  tintero  Severo, 
qu^é  dio  á  guardar  á  Jacinta, 
y  en  él  nunca  puso  tinta 
por  nu  manchar  el  tintero. 


«La  opinión  general  en  la  Bolsa  es,  se- 
gún un  colega,  que  después  de  las  fuertes 
sumas  que  se  vendieron  en  descubierto  es 
forzoso  cubrirse  antes  dé  fin  de  mes...» 

Bueno;  pues  ¡cúbranse  Vds! 

Porque  ¡hace  un  frió..,! 


—¿Quién  llama?  . 

"_:Soy  yo  Asunción. 

— jCafaniha! 

—¿Qué  tiene  ustéí 
—Se  me  ha  caído  un  botón. 
—¿Cuál? 

— Knti-a  y  te  lo  diré. 


Un  caballero,  representante  de  Ferrari, 
escribe  á  La  Prensa  y  dice  que  en  nin- 
gún país  del  mundo  se  da  tanta  variedad 
de  espectáculos  líricos  como  nos  ha  ofre^ 
cido  la  empresa  de   la  Ópera. 

Tiene  razón. 

Se  han  representado  diez  óperas  diferen- 
tes y  un  solo  desbarajuste  verdadero. 


El  célebre  pelotari  Chiquito  de  Eibar 
ha  sido  derrotatro  por  Ezcurra  y  Gar- 
mendia. 

Un  aficionado  decía  que  la  partida  era 
desigual,  por  que  obligaban  á  luchar   al 
Chiquito  coniYSi  dos  buenos  jugadores. 
Y... 

Con  el  semblante  alterado 
gritó  una  dama  á  mi  lado: 
— Le  han  vencido  ¡vive  Diosl 
y  solo  le  han  derrotado 
porque  iban  contra  uno  dos. 
¡A  mi  podrían!...  no  ahora 
pero  en  otro  tiempo  si, 
con  quince  luché  en  Zamora 
y  á  los  quince  los  vencí. . . 
¡Carambas.  con  la  señora! 


Con  motivo  de  su  cumpleaños,  el  gene- 
ral Mitre  tuvo  que  aguantar  un  aluvión  de 
discursos,  capaz  de  hacer  envejecer  á 
cualquier  mortal. 

Se  le  trató  de  sol,  de  astro,  de  mil  cosas 
más,  y  sobre  todo,  ni  un  orador  se  olvidó 
de  llamarle  viejo. 

Todos  le  desearon  muchos  años  de  vida, 
pero  lo  mataron  á  discursos. 


ondencia 


La  redacción  y  administración  de  EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  Aisina 
número  939  altos,  á  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 

C.  de  A.— Mentiría  si  dijese  que  su  artículo  /'.' 
Amo  está  mal.  Y  no  obstante  no  lo  puLlico  ni  puedo 
en  tan  limitado  espacio,  dar  mas  explicaciones. 

Filemón. —Wdiy  un  inconveniente>  y  es  que  la  ^ua- 
yor  paite  de  los  versos  son  cojos. 


•íf^^irtTfjf! , 


■W- 


414 


EL  CASCABEL 


Pi 'K-POR^T.— Faes...  francamante.  No  me  gusta  su 
crisis,  aunque  demuestra  Vd.  en  ella  no  carecer  de 
ficultadea. 

Jfüscardón.— ¡Aparta,  pegajoso! 

Costurillas.— Tómese  la  molestia  de  bascaría  pa- 
labra estancia  en  el  Diccionario.  Y  para  lo  sucesivo 
iqué  Dios  le  guarde  de  hacer  preguntas  tontas! 

Redactor.  Esta  vez  la  ha  salido 

un  poquito  desigual, 

A  inda  mais. — No  son  publica  bles. 

Juanito.—iDe  Grijota...? 

C/tiribril.—Vd.  perdone  que  al  ver  que  habla  Vd. 
de  una  hermita  arroje  lejos  de  mi  &  su  Cenovita. 

Suscritorde  El  Cascabel.— Lo  siento  mucho  pero 
no  puedo  publicarlo.  Es  t<>n  escabroso  el  asunto... 


/.  B.-Lsl  composición  que  me  envía  Vd.  titulada 
Z>08  Perlas  se  publicó  por  primera  vez  en  El  Impar- 
cial.  de  Madrid  del  dia  14  de  Agosto  de  1863^  y  la 
firmó  su  autor  Roque  Fernandez  Izaguirre.  Con  que 
ahora  t&  Sierra  Chica!  ' 

F.  />.— Regular,  si  señor. 

Peluquin, —Malin.  Y  con  Pepes  que  gasten  nobias, 
y  con  suegras  que  se  traigan  y  lleven  cosas,  no  se 
hace  nada  bueno  en  este  mundo.  Ni  en  el  otro. 

D,  F.  E.—Sü  homónimo  de  Vd.  hace  buenos  sone- 
tos; y  Vd.  ni  sabe  escribir,  ni  conoce  lo  que  es  so- 
neto, ni  tiene  epidermis,  ni  vergüenza...  y  si  me 
atreviese  le  diría  &  Vd .  unas  cosas! 

Percebe.— \\uélv ase  Vd.  á  las  agitadas  ondas  del 
Cantábrico! 


EL  CASCABEL 

SEMAiNAHIO  FKSTIVO  ILUSTRADO 
Director:   ENRIQUE  COLL 

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CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »   0.10 

»        atrasado »  0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN  Y  ADMINISTRACIÓN 

t3«— AtsurA— tas  (ALTOS) 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Ciruilleriuo  Jk»  Cranw«ll, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia ■•  es  ya  de  OanweII  sino  de  Sproat. 

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je, id  de  platos  para  la  mesa,  útiles  de  estu- 
fa, cocinas,  carboneras,  mesitas  para  té,  mol- 
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para  Santa  Cruz  de  Tenerife,  Cádiz,  Bar-'elona  y  Mar- 
sella, admitiendo  carga  y  pasajeros,  asi  como  para 
Vigo.  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
portantes de  España. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus  agentM 
Antonio  López  y,  C*,  calle  Alsiaa,  750. 

Nota.— Se  eipiden  pasages  de  venida  de  todos  los 
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conseguirá,  el  director 
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4(8 


EL  CASCABEL 


ADVERTENCIA 


La  redacción  y  administración  de   EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  Alsina ' 
número  939  altos,  á  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 


•s-di-s- 


LARO  que  á  estas  horas 
iio.se  habr;í  descubierto 
un  Huevo  tesoro. 

Porque  ya  sabrán  us- 
tedes que  á  mediados  de 
la  semana  pasada,  un 
trabajador  encontró  una 
cajita  llena  de  monedas 
de  oro. 

¡Quí^  hallazgo!— habrá  exclamado  nues- 
tio  ministro  de  hacienda. 

Es  decir,  el   que   ejerce  interinamente 
el  cargo. 
No  de  Hacienda. 
De  ministro. 
-  Y  ¡qué  hallazgo!  hemos  exclamado  los 
aficionados  á  antigüedades. 

Sobre  todo,  á  las  antigüedades  de  cierto 
género. 

Las  monedas  de  oro,  por  ejemplo. 
Y  digo  que  no  sé  si  se  habrá  descubierto 
otro  tesoro,  porque  desde  lo  déla  cajita 
andan  por  ahí  una  porción  de  sügetos  en 
busca  de  fortunas  ignotas,  y  se  entregan 
con  furor  á  las  más  raras  investigaciones. 
Lo  que  demuestra  que  nos^  sobra  fan- 
tasía. 

O  que  nos  faltan  ganas  de  trabajar 
para  ganarnos  el  pan  criollo  ó  francés  de 
cada  dia. 

— ¿Ha   visto    V.    el    tesoro?-  nos   pre- 
gunta el  primer  aniigo  que  encontramos. 
— No,  señor;  no  he  tenido  tanta  dicha. 


— Pues  hay  que  ponerse  en  movi- 
miento. :-■"."..:  :'-■:*■■:.:."■■'--.      :■  ■•  v'/'^l'  ;"  .H,>  ;-  ■''■■" 

—¿Qué  dice  V.?  ]._^'''-:;'t\y^- 

— Sí  señor:  el  subsuelo  ^^e  Buenos  Ai- 
res, forzosamente  ha  de  encerrar  fortunas 
inmensas. 

— Calle  V.  que  me  marpo. 

— ¿Y  sabe  V.  lo  que  falta? 

'■ — Solóse  loque  me  falta. 

r— Pues  á  V.,  á  mi  y  á  todos  nos  falta 
actividad. 

— No  lo  dirá  V.  por  mi,  que  además  del 
trabajo  que  me  dan  las  cuartillas  blan- 
cas que  esperan  turno  para  ser  llenadas 
de  tinta,  me  tomo  la  molestia  de  corre- 
gir un  poeru.-t  que  está  escribiendo  el  hijo 
de  un  farmacéutico  amigo  mío.  y  que 
piensa  dedicárselo  al  presidente  electo, 
para  ver  si  logra  la  proveeduría  del  Hos- 
pital San  Roque,  apenas  suba  al  poder. 
-¿San  Roque? 

—No  señor;  el  padre  He  Roque;  es  de- 
cir, D.  Luis  que  es  un  santo  varón,  se- 
gún dicen  y  es  sabido,  y  me  ha  confir- 
mado una  señora  de  cierta  edad,  que  le 
repasa  las  camisas  y  le  echa  cuchillos  á 
los  calzones: ,  desde  hace  más  de  veinte 
años. 

— Butíuo,  pues  créame  V.,  con  activi- 
dad han  de  de^ciibiirse  los  mil  tesoros  que 
yacen  en.. . 

—  El  subsuelo  de  Buenos  Aires,  ya  me  lo 
ha  dicho  V.  ánte.<. 

Claro  está,  que  al  dejar  al  amigo  nos 
quedamos  preocupados  y  estamos  tenta- 
dos He  arrojar  la  pluma  y  dedicarnos  á 
escavíu  el  suelo,  pero  la  lealidad  de  los 
í^contecimientos  nos  hace  \o\ver  en  noso- 
tros, y  nos  acordamos  de  que  nadie  vivé  de 
ilusiones  y  que  en  el  almacén  no  fian  un 
miserable  puñado  de  porotos  ni  creen  en 
tesoros  ocultos. 

Entonces  empuñamos  las  armas  que  nos 
proporcionan  el  sustento  y  los  zapates 
para  nosotros  y  la  familia. 

No  piensan  todos  los  mortales  de  esta 
manera. 

Y  asi  nos  esplicamos  escenas  como  las 
que  pasan  en  casa  de  Agapito  Brúñete. 

— ¿Sabe  V.  lo  que  ocurre?  nos  pregun- 
ta su  señora. 
— (,En  d(')nde? 
—En  casa. 


EL  c:as9abel 


4lí) 


.r 


— No,  señora. 

— Pues  ocurre  que  Agapito  está  medio 
loco  y  á  dos  metros  de  profundidad. 

— ;Qué  me  cuenta! 
I    — Sí.  Se  ha  empeñado  en  que  ha  de  ha- 
llar un  caudal,  y   se  pasa  el  dia  cavando 
el  terreno  y  destruyendo  los  cimientos  de 
la  casar. 

El  otro  dia  se  derrumbó  la  cocina  y 
lesionó  á  la  cocinera,  y  además  á  un  pri- 
mo de  Agapito  que  la  estaba  requebrando 
y  ayudándole  á  mechar  una  pata. 

-¿Qué? 

—  Una  pata  de  carnero  joven  recién  lle- 
gado de  Chascomús. 

— ¡Ah! 

—Y  el  caso  es  que  Agapito  sigue  impá- 
vido en  su  tarea  y  ha  hecho  un  pozo  pro- 
fundo. Yo  le  bajo  la  comida  atada  á  una 
cuerda,  y  adema-»  le  bajo  El  Diario  cada 
tarde  para  que  lea  la  Vida  Social  y  no  se 
embrutezca  del  todo  en  aquellas  profundi- 
dades. De  modo  que  ahora  soy  casi  viuda, 
p-'ro  aguanto  todo  con  la  esperanza  de  que 
aparezca  el  tesoro. 

— ¡Dios  lo  quiera! 

—  Entonces  cambiaré  de  vida  y  de  ropa 
y  mandaré  acuarelas  al  de  la  Vida  Social. 

— Vamos,  no  es  V.  muy  pretenciosa. 

Por  fin  Agapito  se  cansa  de  profundizar 
y  sale  del  pozo,  con  el  pelo  crecido,  y  la 
piel  negra  y  coronada  la  cabeza  de  verde 
musgo. 

Entonces  la  muger,  heroica  y  tierna, 
como  buena  esposa,  le  frota  el  cuerpo  con 
aserrín  ycerato  simple, 

— Paciencia,  dice. 

— Si,  paciencia.  ¿Para  qué  quiero  tesoros 
si  te  tengo  á  ti,  que  eres  tan  buena  y  me 
pegas  los  botones  de  la  levita  con  tanto 
amor? 

Confúndense  los  esposos  en  tierno  abra- 
zo, y  hacen  bien. 

Ojalá  les  sepamos  imitar,  y  nos  deje- 
mos de. ilusiones  y  de  tesoros.  • 

Teniendo  familia  se  tiene  todo. 

Hasta  suegra!  ' 


Sobre  tn  pecho  que  rtie  inspiró  tanto 

pon  una  santa  cruz, 
ya  que  de  los  amores  que  ha  sentido 

es  la  fosa  común. 
Allí  juntos,  igual  que  en  un  osario 

los  restos  se  hallarán, 
de  tantas  ilusiones  que  inspiraste         • 

y  que  murieron  ya. 
Reza  sobre  esa  tumba  que  has  abierto 

l¡g:era  y  vana  ayer, 
reza,  para  que  todos  te  perdonen 

cual  yo  te  perdoné. 
Más  de  la  negra  fosa  el  ancho  borde  • 

tapa  por  compasión, 
sino  de  tanto  anhelo,  el  cuerpo  muerto 

vá  á  dar  muy  mal  olor. 


^ 


Contemplando  su   estatua,  frente  á  frente, 
el  artista  infeliz,  desconocido.  . 

exclamó  con  acento  convencido 
ante  su  obra  sintiéndose  valiente: 
—Al  brotar  de  la  piedra  indiferente 
el  anhelo  de  mi  alma  definido, 
y  al  ver  en  noble  estatua  convertido 
lo  que  fué  anhelo  de  mi  loca  mente,         „ 
siento  en  mí  renacer  la  fé  pagana  ... 
que  en  la  materia  hallando  poesía 
en  la  materia  á  Dios  amaba  ufana, 
y  siento  que  mi  ardiente  fantasía   • 
por  ti  tan  solo  luchará  mañana 
y  por  tí  morirá,  pues  que  eres  mía. 

Adolfo  S.  de  los  Ríos. 


PREDISPOSICIONES 


■  ¿Llenas  tan  bella  poesía 
de' bori'óhes.  hijo  mío' 
Tú  no  has  de  tardar,  coiino. 
en  ser  criticó  algún  dia.' 


r-. )-¡*-Y<. ^-^: v^' ;■?  "-.'J: -, . ''i 


^  -;**■ 


•3». 


.--.,        vi--^. 


420 


EL  CASCABEL 


SENTIMIENTO  SINCERO 


— jEsto  es  cosa  de  aburrirse...! 
— Pero  hombre  ¿qué  te  ha  pasado? 
— Nada;  que  á  Vélez  le  ha  dado 
la  ocurrencia  de  morirse. 
— Pues  yo  no  veo  motivo  * 

de  alterarse  asi. 

— Hija  mía, 
es  que  Vélez  me  aburría 
igual  cuando  estaba  vivo; 
era  un  necio,  un  moscardón... 
— Pero  ¿cuándo  ha  fallecido? 
— Ayer,  -y  hoy  he  recibido 
la  esqw^lá  de  defunción. 
jY  vísiaae  usté  de  luto! 
jY  vaya  usté  al  campo  santo! 
¡Y  abandone  usté  entre  tanto 
sus  cosas,  por  aquel  bruto! 
—Pero,  hijito.  estás  de  un  modo... 
— Iré  ¡qué  le  hemos  de  hacer! 
por  más  que  sabes  mlijer, 
que  yo  no  estoy  bien  del  todo. 
—¿Aún  te  encuentras  delicado? 
— Siempre  ese  ardor  que  me  abrasa, 
veremos  lo  que  me  pasa 
por  ser  tan  considerado. 
—Se  ha  de  tener  caridad. 
—No  hay  remedio,  tengo  que  ir, 
¡vaya!  Tendré  que  cumplir 
como  hombre  de  sociedad. 
Ya  estoy.  Hasta  luego  hijita. 
— Adiós. 

-  Salir,  qué  locura, 
¡claro!  Asi  no  se  me  cura 
esa  dispepsia  maldita. 

II 

—Hola,  ¿como  te  ha  probado? 
—No  lo  podía  soñar; 
tengo  ganas  de  cenar. 
Jimás  lo  hubiera  pensado, 
llegué  allí,  rae  impresioné, 
vi  que  la  caja  tapaban 
y  yi  como  lo  enterraban; 


y  al  verlo,  me  emocioné. 
Está  visto,  necesito 
sufrir  una  conmoción, 
¡pobre  Vélez!..   La  cuestión 
es  que  estoy  bien  de  apetito. 

III 

— Pero  hija,  esto  es  horroroso; 
Reinoso  ha  muerto. 

—¡Por  Dios? 
— Uno  tras  otro,  los  dos. 
Ayer  Vélez  y  hoy  Reinoso. 
—  Luisa  estará  sin  consuelo 
¡la  pobre!  ¡Quién  lo  diría! 
—Vaya,  hasta  luego  hija  mía, 
tengo  que  asistir  al  duelo. 

IV 

— ¡Ay!  Qué  escena  tan  atroz. 
¡Cómo  lloraba  la  esposa!... 
^Pero  sabes  una  cosa? 
—¿Qué? 

—Tengo  un  hambre  feroz. 
—¿Si?  Pues  vamos  á  almorzar. 
— Mira  que  es  raro,  mujer, 
que  para  poder  comer 
me  tenga  que  emocionar. 

V 

—¡Bravo!  Estoy  hecho  un  valiente. 
Pues  señor,  no  son  raanias, 
los  entierros  de  estos  días 
me  han  puesto  perfectamente. 
Tan  seguidas  emociones 
me  han  abierto  el  apetito, 
¡qué  diablo!  Yo  necesito 
movimiento  é  impresiones. 
—Tienes  buen  color,  es  cierto. 

—¿Qué  lees? 

— Nada,  hija  mi  a. 
La  Prensa,  por  si  decía 
que  algún  amigo  se  ha  muerto. 

Luis  García. 


EL   BAILE 

^j[s  una  cuestión  ardua  y  espinosa 
para  mi,  porque  pocos  habrá  que  acepten 
mis  opiniones.  De  untemano  sé,  que  todos 
los  conceptos  que  acerca  del  baile  emita 
serán  tachados  de  estrambóticos  y  falsos. 

Sin  embargo,  lean  si  les  place. 

Yo  creo  que  el  baile  es  la  ridiculez  más 
hiperbólica  de  (jue  la  hunnanidad  puede 
ser  victima. 

Es  una  degradación  de  nuestra  catego- 


ría en  la  escala  animal;  con  lal  acto  nos^ 
asemejamos  tanto  á  los  monos,  que  no  es 
extraño  que  Darwin  ios  llame  nuestros 
abuelos  (discúipenriie    los  que  lo  tengan 

vivo). 

Cuando  veo  bailar  recuerdo  inmediala- 
mente  lo  (|iig  cunta  la  flamenca  de  «Ni- 
ña Pancha.» 

Cuando  bailan  la  polka 
una  mada/tna  y  un  seiiorito., 
parece  que  les  tiran 
de  un  cordeliio. 


EL  CASCABEL 


421 


Para  las  mujeres,  liene  dos  fines  la 
«existencia.  El  malrimonio  y  el  baile.  Al 
primero  entregan  toda  su  persona,  al  se- 
gundo la  mitad  inferior  de  ella. 

Enlre  los  hombres  los  hay  entusiastas, 
tibios  é  indiferentes:  del  primer  grupo, 
ningún  ejemplo  más  Upico  podrá  encon- 
trarse, que  un  lal  D.  Pascual  Bailón  Trom- 
po, que  tuve  la  suerte  de  conocer  há  poco 
tiempo. 

Él  se  habia  creado  una  filosofía  origi- 
nalisima,  que  pudiera  titularse  Terpsico- 
rista. 

—  ¡Oh  caballero!— me  decia— Siento,  de- 
ploro, padezco  al  oír  de  sus  labios  tan 
horribles  blasfemias.  El  baile  es  el  ma- 
nantial de  todos  los  placeres,  es  la  más 
sublime  invención  del  Creador. 

El  eterno  es  el  director  de  orquesta;  su 
•cetro  es  la  batuta  conque  lleva  el  com- 
pás de  la  celeste  música,  ejecutada  por 
las  innumerables  legiones  de  sus  ángeles. 
El  globo  en  sus  movimientos  de  trasla- 
<íión  y  rotación,  se  entrega  á  una  mara- 
villosa danza,  con  su  romántica  pareja 
la  plateada  luna  y  todos  los  demás  astros, 
ya  envueltos  en  las  vaporosas  blondas  de 
sus  atmósfera  ó  cubiertos  con  la  peareria 
de  sus  mágicos  destellos,  son  oíros  tantos 
bailarines,  otras  tantas  figuras  coreográ- 
ficas, que  componen  el  sorprendente  y 
sublime  rigodón,  llamado  firmamento,  en 
«I  vastísimo  salón  del  espacio  sideral. 

Sí,  amigo  mío.  En  un  baile,  se  conocie- 
ron mis  padres.  Mi  mamá  era  bailarina 
afamada.  Por  el  baile,  viviré  dos  meses 
más  que  la  generalidad  de  los  moríales, 
pues  el  cansancio  y,  agitación  que  produce, 
aceleró  el  alumbramiento  de  mi  madre  y 
soy  sietemesino.  Yo  no  era  más  que  hijo 
natural  al  nacer;  mi  padre  iba  á  casarse 
con  otra  mujer  más  distinguida,  pero  la 
muerte,  le  sorprendió  antes  in  articulo 
mo7^tis,  legitimó  su  matrimonio,  me  reco- 
noció y  legó  toda  su  fortuna.  ¿Cuál  fué  la 
causa  de  su  muerte?  El  baile  de  San  Vi- 
tor.  En  fin,  todo  en  mí  se  relaciona  con 
el  baile:  nací  en  Bailen,  Pascual  Bailón 
«s  mi  nombre,  Trompo,  una  de  las  cosas 
que  mejor  bailan,  es  mi  apellido;  soy 
profesor  de  baile;  por  bailar  bien,  se  ena- 
moró de  mi,  mi  esposa;  cuando  estoy  ale- 
gre, me  bailan  los  ojos;  cuando  tomo 
champagne  lo  veo  todo  bailando;  final- 
mente, pienso  ahorcarme  para  morir  bai- 
lando y  mandaré  que  acompañen  mi  cadá- 
ver tocando  la  danza  Macabra. 
Afortunadamente,  no   todos  tienen  mo- 


tivo para  profesar  al  baile  Ui  idolatría  que 
Don  Pascual. 

El  baile  es  uno  de  los  placeres  más  com- 
pletos: con  él  gozan  el  tacto,  el  gusto,  el 
oído,  la  vista  y  el  olfato,  todos  los  sentí 
dos,  en  fin,  haciendo  honrosa  escepción 
del  sentido  común,  que  creo  no  toma  nun- 
ca parle  en  semejante  di  verdión,  untes  bien, 
es  atacado  con  verdadero  furor. 

El  baile  es  un  centro  de  instrucción. 
¿Cómo  no?  En  ellos  vemos  las  mas  pre- 
ciosas muestras  de  perfección  orgánica, 
aprendemos  en  fin  muc^ias  cosas,  que  nos 
enseñan  las  escotadas  Evas.  ¿Piapro  porqué 
lo  que  tan  amablemente  nos  dejan  ver  en 
Jos  dorados  salones,  no  nos  siguen  mos- 
trando en  los  paseos  públicos  y  en  todas 
las  ocasiones  de  la  vida  or.linaria?  ¿Por 
qué  lo  que  es  lícito  y  muy  bien  visto  en- 
tre centenares  de  personas  indiferentes, 
escandalizaría  y  ruborizaría  si  se  viera  ó 
enseñara  en  otra  ocasión  y  enlre  personas 
más  allegadas  é  íntimas?  Yo  no  sé  con- 
testará todas  esias  dudas. 

Música  sin  baile,  dicen  algunos, escomo 
una  buena  comida  sin  vinos.  No  discuti- 
remos sobre  este  aserto,  pero  yo  conocía 
una  señora  coja,  que  se  pasaba  la  vida 
bailando  sola  y  sin  música;  hay  gustos.... 
y  Uno  de  estos  es  el  de  ua  amigo  mió  que 
decia: 

— Yo  voy  al  baile,  no  por  lo  que  se  baila, 
sino  por  las  lindas  piec^sitas  que  se  to- 
can.—Pero  lo  malo  es— le  contesté-^que  de 
las  tales  piecesitas.  casi  nunca  sé  tocan 
más  que  los  priineros  compases,  y  ámi, 
francamente,  la  buena  música  me  gusta 
saborearla. 

Mucho  más  podría  hablar,  pero  solo  diré 
que  apesar  de  no  haber  bailado,  ni  bailar, 
ni  prometerme  bailar  nunca,  lo  único  que 
me  reconcilia  con  el  baile,  es  la  ultima 
parte,  un  delicioso  ambigú. 

A  lidio  Borgia. 


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.  422 


£L  GASCA.BEL 


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ALTA     POLÍTICA 


— ¿Sabes?  á  Ricardito,  tu  primo,  le  han  hecho  Oficial  de  Relaciones  exteriores. 
-rBueno  y  ¿qué? 

-T-Que  lo  siento  por  t*',  porque  como  estará   tan  ocupado,  no  podrá  dedicarse  á  las   reía 
cionfi^  interiores. 


LA  MORAL  T  LA  PELOTA 


Don  José  Juan  de  la  Mota, 
que  es  un  honesto  varón, 
tiene  solo  una  pasión: 
la  del  juego  de  pelota. 
Advertencia  necesaria 
es  la  que  acabo  de  hacer. 
Ahora,  ya  pueden  leer 
esta  Historia  Extraordinaria. 
Es  ya  de  noche,  y  roncando 
están  Don  José  y  señora, 
descanso  al  cuerpo  otóffeándo 
en  la  cama  bienhechora. 
De  pronto,  Don  José  sueña, 


la  cosa  es  muy  natural, 
¡pero,  ahí  viene  lo  casual! 
que  también  sueña^su  dueña. 

Y  soñando,  como  es  justo, 
van  á  lo  que  más  les  gusta; 
que  la  fantasía  es  justa 

y  al  soñar  suele  dar, gusto. 
En  Don  José,  la  pasión, 
cosa  que  era  de  esperar, 
le  conduce  sin  tardar 
á  las  gradas  del  Frontón. 

Y  á  su  muy  santa  señora, 

que  aunque  santa  es¡,muy  culpable. 


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?  V   '  • 


EL  CASCABEL 


:      423 


Ja  lleva  con  un  amable 
joven  á  quien  ella  adora.  . 
La  señora  se  alborota 
y  se  conmueve  y  se  agita, 
y  el  esposo  chilla  y  grita 
al  ver  jugar  á  pelota. 

Y  ella  dice— Mi  Don  Juan 
refiriéndose  al  amante— 

en  tanto  él  grita— {Adelante 
que  ya  cuatro  tantos  van! 
—Esta  pasión  me  marea... 
¡mi  marido  es  un  cordero...! 
ella  dice    Y  él— ¡Zaguero! 
¿para  cuando  es  Ja  bolea? 

Y  asi  prosigue  el  crescendo 
la  fie!  esposa  arrullando, 

y  el  marido  peleando 

por  un  tanto,  y  discutiendo. 

La  mujer  fuera  de  si 

se  echa  en  brazos  del  amante, 

y  le  dice  delirante 

—¡tan  solo  vivo  por  tí! 

Y  al  marido,  que  el  partido 
de  pelota  Je  acalora, 
como  un  orador  perora 
fuera  de  sí.  sin  sentido. 

—¡No  os  estrañéis' que  alborote!, 
¡és  la  lucha  desigual!... 
y  si  el  Manco  está  tan  mal 
es  poniue  nos  d;i  calote. 


Y  así  se  van  exaltando; 
la  mujer  tierna  y  amante 
de  amor  loca,  delirante, 

y  el  marido  perorando. 

Y  cuando  más  cerca  estaba 
de  su  esposo  Ja  señora, 
creyéndose  que  al  que  adora 
finalmente  se  entregaba, 

el  marido,  que  tenía 
una  fuerte  discusión, 
con  uno  con  quien  reñía 
desde  que  entrara  al  Frontón, 
le  suelta  una  bofetada... 
que  recibe  la  señora, 
que  sueña  bailarse  abrazada 
con  aquel  que  tanto  adora. 

Y  al  despertar  aturdida 
exclama — ¡Perdón  José! 
Te  juro  que  no  lo  haré 
nunca  más  en  esta  vida. 

Y  al  ver  que  era  tan  pesada 
la  manita  del  esposo, 

jura  á  Dios  en  fervoroso 
voto,  ser  por  siempre  honrada. 
En  esto,  lector,  se  nota, 
aunque  digan  lo  contrario, 
que  es  un  Juego  extraordinario 
el  juego  de  la  pelota. 

Antonio  F.  Molina. 


LENGUAS  VIVAS 


ON  tan  útiles  como  las  muertas. 

Y  no  aludo  á  las  de  yaca,  por  ejemplo. 
Considero  lengua  muértia,  el  griego  y  el  caldeo. 
¡Ahí  y  el  latín,  que  es  la  más  muerta  de  todas. 
Sin  duda,  por  esta  causa  se   cantan  los  responsos   en  latín, 
]o  mismo  que  las  misas,  que  son  letra  muerta  para   muchos. 
No  digo  nada  del   sánscrito,   por  no  hacer  alardes  de  erudi- 
ción. 

Pues  todas  estas  lenguas  son  útilísimas. 
Pero,  (las  lenguas  vivas!...  ¡Ah!  las  lenguas  vivas  no  tienen 
precio. 

Apesar  de  que  muchos  profesores  anuncien  lecciones  de   in- 
glés, por  ejemplo,  y  por  treinta  pesos  al  mes. 
Que  ya  es  un  precio. 

La  civilización  moderna  exige  que  hablemos  otros  idiomas,  además  del  nuestro. 
Y  el   mísero  mortal  que  no  sepa  chapurrear  algo   en  extranjero,  es  mirado  con 
desdén. 

Llega  uno  A  una  casa,  llama  y  pregunta  por  la  señora. 
—  íMadamme  ha  salido! — contesta  el  criado. 
—Bueno:  pues  lome  V.  mi  tárjela. 
— Adieu,  monsieür. 


Nos  alejamos  de  la  casa,  con  alegría,  dando  gracias  ai  altísimo  (que  no  es  Pelle- 

f;rini)  por  no  haber  hallado  á  la  señara;  porgue  si  el  criado  empieza  por  mezclar  pa- 
abras  francesas,  hasta  cierto  punto,  es  lo  cierto  que  la  señora  ños  hubiese  hablado 
lolalmente  en  francés. 

Y...  no  hoy  más  remedio. 

Es  preciso  repasar  un  manual,  ó  Manuel,  de  conversación  francesa  y  española, 
s^  pena  de  pasar  por  oscurantista  anle  los  ojos  de  la  sociedad. 


+2'f 


^ÍT^'í«''r      "  ',i.o  j'  %  «»^  « 


EL  CASCABei. 


i  4' 


r- 


LA  SALVACIÓN 


...  finalmente:  el  señor  senador  ¿qué         ¡He  procurado  como  el  que  más,  nive- 
ha  hecho"^  ¡Vamos  á  ver!. .  ¿Qué  ha  he-      lar  el  presupuesto  abrumador! 
cho? 


¡Soy  capaz  de  romperle  el  esternón!  ¡Orden!...  ¡orden!  ¡señores  senadores! 


¿  ^^\<      - "' *  .- -.^S^-S^ÍP^ss^ 


"'^*Í^^J?'---'j." -■;■■•--■       *',?■'■-■■■??-'"  ■'■■'VÍ.^J:' 


F.L  CASCABEL 


425 


DEL  PAÍS 


jOrdenl  No  interrumpa  S.S.  al  orador.         Aunque  me  interrumpan,  gritaré.  ¡El 

señorsenadoresincapáz  de  hacer  nada..! 


/Bravo!...  diera  ¡que  se  calle! 


La  que  paga  los  vidrios  rotos. 


'i;:'i'%;~^;yS'^:y''¡iwfij^':'  ' 


426 


EL  CASCABEL 


La  otra  noche  fui  á  casa  de  Mengudez,  y  pasé  serios  apuros  por  la  cuestión  de 
idioma.  ié  I 

— ¿Cómo  esta  V?— pregunté  al  dueño  de  casa.  * 

— Pas  mal,  mon  cheri...  pasó  á  saludar  á  la  familia. 

— Bu»*no...  Señora,  á  los  pies  de  V...  ya  lo  veo;  si,  si,  V.  siempre  tan  buena...  he 
sido  un  olvidadizo  de  primera,  pero  me  enmendaré...  gracias- 
La  conversación  se  generaliza. 

— Ha  visto  V.  la  influenza? 

— r«ío,  señor,  afortunadamente. 
■—* ¡Ohl-dice  la  señora— tres  drole,  tres  drole... 

— Toujours  de  buen  humor. 

—Tres  espiriluelle;  este  Andrés  siempre  lleno  de  humor... 

—  No;  no  crea  V.  Tomo  mucha  zarza,  asi  es  que  l^s  humores  no  me  molestan. 
—No...  cest  otra  chosse. 

—¿Otra  qué? 

—Mujer— dijo  Bermudez  cariñosamente— habla  en  español,  porque  nuesiro  buen 
amigo  no  posee  el  francés... 

— La  verdad;  es  una  de  tantas  cosas  que  no  poseo. 

— Y  es  lástima,  porque  hoy  no  se  habla  otra  cosa.  A  mi  también  me  costaba  sol- 
larme,  pero  hice  un  viaje  ó  París... 

-  ¡Oh.  París!— exclama  la  señora — ¡París  de  mes  entreteles! 
— Pues...  i\  los  tres  meses  hablaba  ya  como  Moliere. 

— Vivíamos— dice  la  señora— en  el  Boulevard  des  malas  hierbas...  ¡oh  que  bou- 
lovard!  Y  luego  ¡qué  esprit!...  Qué  chic,  tiene  la  gente  en  aquella  t|erra, 
—¿En  el  boulevard? 
—Y  en  todas  partes. 

— Es  el  gran  sitio  para  aprender  fi  hablar  en  francés   sin   necesidad  de  maestro. 
—Vaya,  por  cifras,  como  la  guitarra. 

— ¡Tres  bien!  ¡Qué  lastim!  ¡qué  lastim!  que  ne  pariez  francés. 
Apenas  pude  dejar  á  la  familia  de  Mengudez,  lo  hice. 

Y  lo  hice  á  la  francesa. 
Es  decir,  sin  despedirme. 
Con  sans  fagon,  ¡vaya! 

Y  al  llegar  a  ca.-^a,  pensando  en  la  inestabilidad  de  las  cosas  é  idiomas  del  mundo, 
encontréme  una  carta,  concebida  con  pecado,  en  los  siguientes  términos: 

«Mon  cheri:  Te  atandre  hoy  jusque  las  ocho  de  la  nuit.  Je  suis  libre  hasta  mi- 
nuit.  Ta  pelite  N.» 

Volví  involuntariamente  la  vista  en  dirección  á  la  casa  de  Mengudez  y  exclamé: 

— ¡Ahora  si  que  aprenderé  bien  el  francés,  y  podré  alterna)'  con  la  gente  fina! 
Aprenderé  el  francés,  y  sin  necesidad  de  maestro. 

-^jOh,  las  lenguas  vivas!... 

K! ':  ;   '  ■  A  ndrés  Soler. 


EL   MEDIO    AMBIENTE 


Don  Pedro  era  un  buen  señor 
q,ue  á  los  perros  adoraba, 
y  en  los  cuales  concentraba 
dicha,  ilusiones  y  amor. 
Por  ellos,  su  hogar  tranquilo 
Tse  encontraba  trastornado, 
pues  lo  había  transformado 
de  los  perros  en  asilo. 
A  aquel  capricho  sin  lasa 
sus  esfuerzos  dirigía, 
y  cuantos  perros  veía 
se  los  llevaba  á  su  casa. 
Con  pasión  sus  ideales 
defendía  tenazmente, 
y  predicaba  á  la  gente 
cosas  muy  origínalas. 
— No  creáis  mi  empresa  loca, 
ni  infundados  mis  extremos, 
al  cabo  todos  tenemos 


los  caninos  en  la  boca. 
¡Cuánto  hombre  celoso  y  vano 
con  un  amor  imprudente, 
ejerce,  constantemente 
de  perro  del  hortelano! 
¡Los  canes!  Debéis  saber 
que  el  mundo  ante  ellos  tembló, 
ó  veamos,  ¿qué  es,  sí  nó 
Bismarck?  pues  un  can...  ciiler. 

Y  así  toda  su, fortuna 
don  Pedro  dilapidaba, 
porque  nada  escatimaba 
para  su  empresa  perruna. 

Y  sin  tregua  y  sin  reposo 
á  los  perros  recogía 

y  su  casa  cada  día 
era  un  bochinche  espantoso. 
Un  perro  color  canela 
con  una  perrita  turca, 
bailaban  una  mazurka 


SPí^*'?^     !-    ■ 


'>V:^W*í!':"  'f^í-r-v'-Sfijí^-.V-r^  ".^LÜÍÍ^íí^--.. 


EL  CASCABEL 


427 


EN  EL  RESTAURANT 


íHih 


-¿Postres?... 

-Tráigame  uvibife  á  caballo. 

-¿A  la  minuta? 

-Nó,  á  la  parrilla  y  con  muchas  papas. 


-'íS-^.-^í<^^í:- 


V--  /,7--  ;';.í^;^^^^rf:vVv,o,-'-',-^,>'/.  .--y;,-^!^^. 


-1,*  \  ■''■F:,-^y^yr-  fy' 


428 


ei.  CASCABFX 


sobre  los  «Cantos  de  Oyuela». 
Dos  íerranoyas  gigantes 
acababan  sus  rencillas, 
mordiendo  las  pantorrülas 
de  los  pobres  visitantes. 
Una  perra  japonesa, 
unas  medias  se  comía, 
y  un  bull-dog  se  divertía 
sobrrt  una  bata  escocesa. 
Ante  el  busto  verd;idero 
de  Mitre,  un  perro  ladraba, 
y  otro  chico  se  bañaba 
metiéndose  en  un  tintero. 
La  gente  tenía  que  irse, 
pues  los  perros  con  placer, 
.se  dedicaban  á  hacer 
lo  que  no  puede  decirse. 

II 

Pero  al  cabo  sucedió 
que  Don  Pedro  cierto  dia. 
apesar  de  su  manía 
de  una  hurí  se  enamoró. 
Vio  á  una  muchacha  francesa 
que  con  garbo  caminaba, 
y  entre  sus  brazos  llevaba 
una  linda  perra  inglesa. 
Don  Pedro  la  habla,  suspira, 


y  la  dice  con  amor:  . 

— Todo  se  vé  del  color 
del  cristal  porque  se  mira.   ■ 
Ella  á  la  banda  se  cierra, 
pues  dice: 

—Si  veis  asi; 
debéis  contemplarme  á  mí 
con  el  color  de  una  perra. 
Pero  al  fin  don  Pedro  trata 
el  asunto  con  finura, 
y  á  la  niña  con  frescura 
la  pide  su  blanca  pata. 
Llenos  del  goce  divino 
que  su  amante  pecho  abrasa, 
gozan  en  aquella  casa 
de  un  paraíso  canino. 

III 

La  francesa  se  cansó 
de  aquella  pasión  perruna, 
y  por  cambiar  de  fortuna 
con  un  joven  se  escapó. 
Y  don  Pedro  en  su  manía, 
dijo  luego  indiferente, 
—¡Influjo  del  medio  ambiente? 
¿qué  me  hizo?  Una  perrería. 

S.  Garrido. 


•w 


DE  DOMINGO  A  DOMi  <'G0 


¡Y  vA  de  estrenos! 

Nada  menos  que  dos,  estóri  anunciados 
para  esta  semana. 

Curupaytí,  episodio  de  la  guerra  del  Pa- 
raguay, y  en  el  cual,  como  si  lo  viésemos, 
n(t  faltarán  descargas  de  fusilería,  himnos 
i\  la  patria,  luces  de  bengala,  apoteosis, 
profusión  de  banderas  argeniinas,  para- 
guayas y  brasileras.... 

Esperamos  el  estreno  con  curiosidad, 
y  deseamos  poder  aplaudir, 

¡Allá  veremos! 

La  Comedia  también  ofrecerá  al  público 
ei  animado  espectáculo  de  un  estreno. 

Infantería  Rusticana.,  titulo  que  atrae- 
rá gran  concurrencia,  es  la  obra  que,    si 


'  no  hay  incrmvenienle  se  estrenará  el  vier- 
nes. 

No  faltaremos,  dispuestos  á  unir  nuestro 
aplauso,  á  los  que  el  público  tributará  á 
nuestro  amigo  Paiau,  que,  por  otra  parle, 
no  se  ha  olvidado  de  hacei"  propaganda. 

Y  luego,  tenemos  en  perspectiva  un 
drama  de  Coronado,  otro  de  Mansilla,  es- 
crito en  italiano,  y  ..  no  sabemos  por  el 
momento  que  se  vaya  á  estrenar  otra  obra, 
pues,  FA  peor  rival  un  tnuerto.,  de  Fra- 
gueiro,  ha  quedado  para  mejor  ocasión. 

De  modo  que  estamos  de  plácemes  los 
aficionados  á  cosas  de  teatro,  y  alas  emo- 
ciones de  un  estreno. 

Ahora,  solo  falta  que  los  autores  hayan 
dado  en  el  clavo. 

■.    Por  que  si  dan  en  la  herradura.,  .nadie 
\es,\\\)T8L  áenna pateadura. 

Esperando  que  en  el  próxinr.o  numero  po- 
dremos ocuparnos  extensamente,  de  lo 
ocurrido  en  los  teatros,  pasemos  revista, 
á  la  ligera,  á  las  novedades  que  hemos  te- 
nido durante  la  semana. 

En  la  Opera.,  supresión  de  las  \isperas 
Sicilianas.,  el  Sábado  y  el  Domingo,  ca- 
prichoso pot-purri.'Los  resfriados  á  la 
orden  del  dia,  ó  déla  noche,  y  los  abona- 
dos muy  contentos...  La  temporada . ter- 
mina pronto.  Descanse  en  paz! 


W^ff--'-' 


EL  CASCABEL 


429 


La  Boelti  Valvassura,  obtiene  ovación, 
tras  ovación,  de  los  que  frecuentan  el  Po- 
liteama.  por  la  manera  acabada  que  inter- 
preta los  papeles  á  su  cargo. 

La  Comedia^  siempre  concurrida,  y  sin 
ofrecer  gran  variación  de  obras.  No  obs- 
tante el  público  no  se  cansa,  y  aplaude 
nuevamente  La  caza  del  Oso  y  encuentra 
que  Orejón  parece  poseído  del  demonio, 
ó  cargado  de  azogue.  Y  es  lástima. 

San  Martin  un  poco  mas  -  n¡in;idoque 
de  costumbre.  Muy  aplaudidos  los  artistas 
en  Orf'eo  y  Fra-Diavolo. 

Opérela  en  el  Doria^  en  donde  actiia 
una  aceplublo  compañía  dirigida  por  el 
maestro  Panizza.  ^ 

Y  el  Nacional,  convenientemente  refor- 
mado, preparándose  para  abrir  sus  puer- 
tas al  público.  No  creemos  que  inaugure 
la  temporada  antes  del  15. 

Y...  hasta  el  próximo  número. 

A  ver  si  tendremos  que  lamentar  algún 
descalabro. 


Leo: 

«El  jockey  Tomás  López,  una  de  las  vic- 
timas del  incidente  del  domingo,  sigue  en 
gravísimo  estado,  privado  de  conocimien- 
to. Aguilera,  que  corría  ó  Severac  y  que 
fué  el  primero  en  caer,  resultó  con  el  brazo 
izquierdo  dislocado,  no  ofreciendo  dificul- 
tad su  curación.  Navarro  sigue  mejor  de 
las  lesiones  recibidas». 

Falta  añadir:  por  lo  demás,  todos  buenos 
y  sin  novedad. 

Y  contentos,  porque  en  líntre-Rios  no 
se  ha  permitido  una  parodia  de  una  cor- 
rida de  toros. 

Espectáculo  bárbaro,  y  que  no  ofrece  los 
alruclivos  del  civilizado  Sport  hípico. 


Tomamos  de  «El  Perseguido»  periódico 
anarquista,  ó  cosa  parecida: 

Malditas  sean  las  autoridades  y  las 
propiedades  cochinas. 

Por  lo  demás,  ahora  nos  esplicamos  el 
título  del  periódico,  y  comprendemos  que 
le  persigan. 


Durante  el  esl  io  á  Lola, 
siempre  que  un  piropo  oía, 
el  rostro  se  le  volvía 
del  color  de  la  amapola. 
Y  hoy  (jue  el  frío  aterrailor 
nos  acosa  cruelmente 
tiene  la  niña  inocente 
en  la  nariz  el  rubor. 


Dice  un  telegríuia  de  Santiago  de  Chile 
que  entre  los  asaltantes  del  fundo  San  Juan 
del  Peral  figuran  ¡avenes  decentes,  perte- 
necientes  á  la  primera  sociedad. 

¿La  primera  sociedad? 

Ah!  Vamos:  sdvajes  distinguidos. 


El  apreciable  colega  «Cristóbal  Colón» 
publica  en  su  último  número  una  alegoría 
que  no  tiene  des[)er(liciii. 

Cristóbal  Co!ón,  el  navegmte,  no  el  pe- 
riódico^  se  ap  irece  al  Dr.  Aiem  y  le  enseña 
unas  cuiltínas. 

Por  Dios,  compañero! 

Repare  (¡UH  ahor-.i  van  n  cationizaral  cé- 
lebre descubridor,  y  que  el  gobierno  le  pue- 
de lomar  ojeriza. 

Y  si  se  la  toma...  .  ¡adiós  fiesta  del  cen- 
tenario! 

Y  si  no  se  la  tom  \,  también. 


,\nuncio(jue  enc'-ntramos  en  un  colega: 

MONTURA  EN  VENTA— 5e  Ofrece  en 
venta  una  montura  de  hombre. 

Para  verla  y  tratar  en  esta  im- 
prenta. 

Podríase  añadir  si  el  hombre  t¡ ene  la 
edad  en  la  boca,  si  es  manso,  redomón 
etcétera 


ondencia 


La  redacción  y  administración  de  EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  Alsina 
número  939  altos,  á  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 

El.  Prior.— P\x^%  mire    Vd.,   á  mi    me    pance  que 
apenas  es  vd.  el  hermano  portero. 
T.  Y.  O.— No,  señor;  pagando  nunca. 


■W-^*^^^-^-^^K 


^W^^v  vj.    -í*  •?  i'*'-  * 


430 


RL  CASCaBIíL 


/í.  dé  S.—YíL  he  recibido  otras,  pero  he  resuelto 
dejar  en  paz  á  Colón. 

Anflj-^uiste -íAlto,  amigo  mió!  Destruya  Vd.  lo 
que  quiera,  menos  las  indestructibles  rtglas  para 
versificar  como  Dios  ordena  y  manda. 

rn  enamorao.—Ha.  reparao  Vd.  que  se  ha  olvidao 
una  rf?  Y  no  ha  reparao  que  á  una  niña  no  se  le 
dicen  cosas  como  esta: 

Por  tí  no  me  pongo  camisa 
ni  corbata  de  mariposa, 
solo  por  visitarle, 
por  yisilarte...  hermosa. 

Inclilo.—Se  puede  corregir  a.\u,o. 

Tomis. — ¡Adiós,  Tomasin! 

/.  C.  F. — Me  parece  bien  la  idea. 


E.  C— Usted  siempre  correcto  y  archi-amable. 
Espero  el  artículo  y. deseo  que  sea  muy  bonito. 

Ana.— íAna?,..  ¿Ana?..  Pups  no,  señora,  no  me 
suena:  y  vd.  dispense. 

Aprendiz. — Que  debe  seguir  aprendiendo  con  mu- 
cho ahinco. 

'^apilón.—Be  caballería;  lo  he  adivinado  al  punto.' 

Z.  X.  Z.— Está  bien  versificado,  pero  no  es  propio 
para  este  semanario 

Salomón.— Pero  no  el  sabio,  ¿eh? 

Le  ronrienet—iComo  quiere  Vd.  que  me  convenga, 
si  no  h?-y  verso  bien  medido?  La  idea  sí;  es  muy 
original. 

Zapateta. ^Le  diré  si  helio  me  cuadra.  ¡Basta; 
No  pasemos  de  la  cuadra  ésta. 


EL  CASCABEL 

SEMAiNARIO  FfcSTlVO  ILUSTKADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


-^- 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Pi'ovincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Níimero  corriente »    0.10 

»         atrasado »   0.15 


SE  DESt:AN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

tSt— AMIITA— t3t  (ALTOS) 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
estabiecicla  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  CBulllermo  A.  Crnnwell, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat.  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Onnivell  sino  de  Sproat. 

LA    ÚNICA 

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res de  pies,  braseritos,  salivaderas,  bidets 
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AL  DUlII  ITICnAÜL  caleras,  caloríferos, 
guarda  fuegos,  calentadores  de  pies,  id  de  via- 
je, id  de  platos  para  la  mesa,  útiles  de  estu- 
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EL  CASCABEL 


431 


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432 


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La  Semana  Cómica. 
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Mtw  propií'lariu:   f-RAN'    l     CO  FERRÉS 

Redacción  y  Átimiiiisdani  n  AI.SINA  939  (allos) 

HORAS  i»K  <r,  ici  V     !>h:  2  A  5  p.  M. 

Precio  en  ia  lindad.        ^  "".lOel  número 
Número  a! rasado.     .      .>).15         id 

Fotograbados  de     .n-füc    ..  Coll  y  C» 


SEMANAKIO  FKS'UVO  II.USTIÍADO 
D  r^-*^  ton  ENRIQUE  COLL 


b. 


LÜCI©    ¥.,    MAMSILLA 


En  su  labor  continuada, 
bien  puede  decir  Mansil!a, 
(¡ue  manejó  como  Eri^illa 
ya  la  pluma,  ya  la  espadíi. 


434 


SL  GASOLBBL 


ADVERTENCIA 


La  redacoióii  y  administradón  de  EL  CAS- 
CABEL se  ha  trasladado  á  la  calle  de  AUdaa 
nAmero  ^9  altos,  ifc  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 


-MORC- 


ÓN lo  del  encierro  He 
cnaiei'.ta  y  tantos 
menores  que  se  en- 
ir^-gaban  al  robo  y 
vivian  en  grande, 
Munfjue  en  cnanto  á 
r  pase  abandonaban 
un  poco,  sin  duda  por 
creer  que  en  esta  vi- 
da todo  se  reduce  á  comer,  <:hupar  y  tener 
novias,  en  lo  cual,  hasta  cierto  punto, 
tienen  razón,  las  personas  que  se  preocu- 
pan del  porvenir  de  la  infancia  han  puesto 
el  grito  en  el  cielo  y  se  han  alarmado  jus- 
tamente, y  muy  justamente,  por  cierto. 

— ¿Dónde  iremos  á  parar? — me  decía  un 
señor  que  no  para  quince  días  en  una  casa, 
porque  no  paga  y  destroza  muchas  sába- 
nas— ¿dónde  iremos  á  parar  si  no  se  pone 
una  valla  á  los  desenfrenos  de  los  niños? 
—  ¡Qué  se  yó! 

— -Es  menester  que  nos  preocupemos  de 
educar  á  los  que  hoy  son  inocentes  criaiu- 
ras  y  que  mañana  pueden  ser  diputados  ó 
arzobispos. 
•     — Tiene  V.  razón. 

— ¿Si  la  tengo?. ..  Miie  V.;  conozco  un 
t^enador,  que  hoy  ya  no  lo  es,  que,  cuando 
niño,  se  guardaba  todo  lo  que  encontraba 
amano.  Al  nifinor  descuido  ¡zas!  se  apo- 
<leraba  de  cualquier  objeto  que  le  llamara 
1 »  atención.  Un  dia  fué  á  ca-;a  de  un  tio  v 


»e  le  llevó  unas  zapatillas  y  en  otra  oca- 
sión le  robó  un  gato  y  un  libro  de  recetas 
culinarias. 

Pues  bien:  ios  padres  se  lo  permitían  y 
así  fuá  creciendo  y  haciéndose  hombre  y 
hasta  llegó  á  ser  senador,  y  es  fama  que 
se  llevaba  el  papel  y  los  sobres  de  se';re- 
taria  sin  que  nadie  lo  advirtiera.  Por  fin 
se  supo,  y  según  unos,  resultó  que  robaba 
por  costUMíbre  y,  según  otios,  porque  te- 
nia sociedad  con- un   dueño  de  papelería. 

— Es  muy  curioso  lo  que  me  cuenta  V. 

— Pues  más  podría  decirle:  pero  ahora 
espero  la  subida  de  Sáen?.  Peña  para  ver 
si  hará  algo  en  pro  de  la  juventud  desca- 
rriada, porque  Pellegrini  está  muy  ocu- 
pado arreglando  la  maleta  y  do  está  por 
peider  tiempo  en  pequeneces. 

—  Se  comprende. 

La  prisiór»  del  Ñafo,  la  Nena  y  demás 
compañeros,  ha  r'»percutido  en  todos  los 
corazones,  en  especial  los  de  los  padres,  y 
ahora  nos  dedicamos  con  sumo  cuidado  á 
depurar  los  instintos  de  los  tiernos  vas- 


tagos. 


D.  ]M>rtuiiato  Viñabaja,  que  tiene  mu- 
chos hijos,  y  pocos  pesos,  ha  establecido 
en  su  casa  un  régimen  riguroso. 

Llega  y  llama  á  su  e-posa  inmediata- 
mente. 

—  ¡Brunilda!  Pronto,  ven  acá;  ¿qué  hay? 

—  ¿Para  comer? 

—  Cállate  antropófaga;  solo  te  preocu- 
|)as  de  llenar  deberes  materiales  con  gra- 
ve perjuicio  de  la  moral. 

— Yo  no  ataco  la  moral... 

— ¿Y  nuestros  hijos? 

— ¡Son  legítimos! 

—Me  lo  figuro.  Pero  lo  que  yo  quise 
decir  fué  que  preocupada  en  comer  olvi- 
das á  los  niños.  Vamos  á  ver,  ¿qué  han 
hecho  hoy?  , 

— Nada  malo. 

—  Hum....  Aquí  tenía  una  caja  de  ja- 
bón: ¿quién   la  ha  tocado? 

— Ah!  Fué  Pepín. 

— Con  que  Pepín,  eh?  Y  esto  no  te  de- 
muestra narla?  Xo  adivinas  el  germen  la- 
tricida  dentro  del  organismo  de   Pepín.... 

I — No  le  insultes  así! 

' — Hablo  científicamente.  ¿Conoces  á 
Lombroso? 


^Í-¿É¿^S&*tt,,:Je'.j:^)SíítíAl%..JÍ..jm,,^JC..^.  I. 


^^j£^.,4-  t&^k  .^^r.^j^^mJdlíSi^'^Z*  ..  M,..^^-^.<ts~.h^Áá%ss^3Sid^h-.>^'^g-Jiáí.^ii^!S^ 


*  ■   "T» 


EL  CASCABEL 


«5 


—Ya  sabes  que  no  recibo  visitns. 

—Bueno,  pues  Lombroso  me  ha  abierto 
los  ojos.  He  leidoen  la  cabeza  de  Pepin  y 
tiene  la  configuración  plástica  de  un  cuer- 
vito  cualquiera.  ¿Hay  un  germen?  ¡Pues 
acortarlo!  Hoy  se  queda  Pépln  sin  postre. 

— También  aconseja  eso.  el  señor  que 
te  ha  abierto  los  ojos? 

— Lo  aconsejo  yo,  y  basta.  Pepin  se 
queda  sin  postres.  Ya  le  enseñaré  yo  á 
robar! 

Y  por  la  más  insignificante  distracción 
de  sus  niños,  Don  Fortunato  los  deja  sin 
el  apetitoso  dulce  de  membrillo. 

Con  lo  cual  logra  dos  cosas: 

Castigar  á  los  niños,  y  hacer  economías. 

Todo  sea  por  la  snlvación  de  la  infancia. 

Nosotros,  franc'imente.  miramos  de  reo- 
jo á  los  jovencitos  que  andan  sueltos  por 
esas  calles  de  Boliini,  temiendo,  no  sin 
r  zón,  que  á  lo  mejor  nos  arrebaten  el 
reloj,  ó  nos  roben  la  cartera,  y  con  ella 
alguna  papeleta  de  algún  monte  más  ó 
menos  pío,  de  piedad,  ó  de  préstamos  y 
empeños.  Que  no  siempre  ha  de  ser  prés- 
tamos y  descuentos. 

A  la  autoridad  corresponde  librarnos  de 
las  travesuras  infantiles  que  S'í  han  puesto 
de  moda,  de  lo  contrario,  nos  haremos 
justicia  con  nuestras  propias  manos. 

Y  que  no  será  flojo  el  placer  que  experi- 
mentaré el  dia  que  pueda  estrangular  al 
hijo  de  una  señora  viuda,  á  la  que  visitJ 
con  la  intención  de  un  ministerio  nuevo. 

Es  decir,  con  buena  intención. 

Apenas  llego  á  'a  C'<sa  ya  tenido  el  niño 
sentado  sobre  mis  piernas.  Empieza  por 
meterme  los  dedos  en  la  nariz  ó  en  la  boca, 
y  acaba  por  introducirlos  en  lo  más  pro- 
fundo de  mis  bolsillos,  y  un  dia  se  le  anto- 
ja el  pañuelo,  otro  dia  la  llave  de  mi  baúl, 
y  á  lo  que  más  aficionado  se  muestra  es  á 
los  peines,  que  como  cuidadoso  qi  e  soy 
del  pelo  de  la  fisonomía  llevo  siempre  con- 


migo. 


El  otro  dia,  por  fin,  el  niño  de  la  viuda 
encontró  por  casualidad  un  billete  de  cinco 
pesos,  que  permanecía  acurrucado  en  la 
más  espantosa  soledad,  alláen  lo  más  pro- 
fundo del  bolsillo  de  mi  pantalón.  Verlo  y 
quererlo  fué  lo  mismo.  Y  al  fin  tuve  que 
dárselo. 


— Mañana  se  lo  davolveré  —  me  dijo  la 
viuda— deje  que  pase  el   caprichito.;.*. . . 

Y  el  caprichito  ha  pasado,  pero  los  cin- 
co no  han  .Suelto  á  su  solitario  hogar. 

Así  es  que  desde  hoy.  declaro  guerra  á 
muerte  á  los  niños  escamoieadorcs. 

Pero  antes  reniego  de  los  padres  que  no 
les  corrigen  la  mala  costumbre. 

Y  reniego  en  especial  de  las  madres . 
Sobre  todo  de  hs  viudas,  si  unas  y  otras 


son  como  mi  cara  atiuga, 


Creo  que  la  puedo  llamar  cara. 


— ^S>^- 


PICKLES 

Aunque  sea  triste  suerte 
■  dijeron  á  Sáleme- 
la suya,  no  se  eche  usté 
en  los  brazo.s  de  la  muerte.— 
Y  ella,  con  recto  criterio, 
y  por  ser  afíradecida 
con  (|uien  la  dnha  vida, 
.se  echó  en  brazos...  de  Silverio. 

Adoral)a  un  tal  .Juan  h  Foriunata, 
con  tanto  ardor...  con  tanto  sentimiento, 
(jue.  de  capricho  ú  sim[)l<'  patarata,  • 
degeneró  en  horriljle  embobamiento, 
t'edíala  obstmado. 
ese  alfío  codiciado 
al  prodigarla  floras. 
que  es  la  meta  y  el  fin  de  los  amores. 
Rehusaba  la  doncella 
ceder  á  las  instancias  de  su  amante, 
pero  es  el  caso  que  sn  buena  estrella, 
y  apesar  de  ser  Juan  un  atorrante, 
le  hizo  vencer  al  íin  y  triunfó  de  ella. 
Si  de  tanto  ir  el  cántaro  á  la  fuente 
dieen  que  ha  de  romperse  sin  remedio, 
no  lo  sé,  mas  te  afirmo  francamente 
que  á  lo  menos  se  parte  por  el  medio. 
.JosK  Corras  Fernández. 
^[gjj^ 

A  LA  CAFETERA 

Mecanismo  gentil,  hijo  del  arte, 
tú  elaboras  el  líquido  portento, 
que  agiganta  el  humano  pensamiento 
de  mi  genio  eres  tú  inmortal  baluarte. 
Amigo  generoso  que  comparte 
las  molestias  del  mísero  aposento, 
en  que  en  ansias  de  gloria  me  atormento 
tú  la  insignia  serás  de  mi  estandarte. 
Cuando  hierve  en  tu  seno  generoso 
el  licor  que  á  los  dioses  extasía, 
me  parece  escuchar  el  melodioso 
lenguaje  que  modula  la  poesía, 
y  en  tu  aroma  sutil  y  vapoi"OSO 
al  éter  se  remonta  el  a!ma  mía. 

Alidio  Borgia. 


436 


EL  CASCABEL 


EL   DRAMA 


6. 


lE  conocieron  en  un  concierto  de  Caridad.  . 

Tendría  ella  diecisiete  años;  su  tez  era  morena,  negros  sus  ojos,  esbelto  su  talle., 

Él  contaba   veinlicualro,  y  era  un  buen  mozo  en  la  más  lata  extensión. de  la  pala- 
bra. Toda  la  noche  sus  picaros  ojos  estuvieron  requebrando  de  amores  á   la  doncella. 
3 ue  se  vengaba  del  asedio,  moviendo  nerviosamente  su  abanico,  ó  riéndose  ú  carcaja- 
as  poi"  la  frase  más  insulsa  de  cual({uiera  de  sus  vecinas. 

A  los  pocos  días.  Atuel,  que  asi  se  llamaba  el  mozo,  penetraba  en  la  casa,  y  á  las 
cortas  semanas  aquel  amorcillo  se  habia  convertido  en  fuego  devorador. 

Sin  embargo,  Luisa  no  era  feliz. 

¿Porqué  su  novio  no  era  poeta? 

El  dia  en  que  el  cielo  se  mostró  triste  y  la  naturaleza  como  muda,  presintiendo 
ain  duda  la  tormenta  que  luego  se  desencadenara,  dia  naturalmente  apropiado  para 
secretas  confidencias,  Luisa  preguntó  resueltamente  á  Atuel,  el  porqué  no  hacia  ver- 
sosr  bonitos. 

'Atuel  quedó  perplejo. 

—Si  tú  hicieras  versos,  te  querría  m<\s,  mucho  más  de  lo  que  ahora  te  quiero^ 
{Oh,  es  tan  hermosa  la  poesía! 

El  galán  apenas  pudo  articular  palabra.  ¡Era  tan  extraña  la  pretensión  de  su 
adorada! 


Han  transcurrido  seis  meses  y  Atuel  llega  á  la  morada  de  su  dama  con  un  lindo 
tomito  de  poesías. 

Amoríos  se  titula,  y  al  lado  de  estos  caracteres  impresos  con  letras  encarnadas. 
hay  una  bonita  alegoría.  Cupido  está  enlazando  dos  corazones. 
Luisa  apenas  cree  en  la  realidad. 
ife-   "        — ¿Pero...    son  tuyos?  ^. 

.    — Y  tuyos— contesta  el  joven— tú  me  los  inspiraste,  yo  los  escribí. 

Al  dia  siguiente  la  prensa,  siempre  transigente  con  los  principiantes,  aplaudía  los 
versos  de  Atuel. 

— ¿Con((ue  tu  novio  escribe  versos? 

—Ya  lo  ves.  , 

—Y  dicen  que  son  muy  lindos. 

— Como  que  es  un  gran  poeta. 

— ¿Ha  escrito  otras  obras? 


I 
i    „ 


EL  CASBABEL  437 


"      —Está  terminando  dos  poemas,  una  comedia  y  un  drama,    r 

— [Mujer!  ' 

—Como  lo  oyes.  Atuel  es  el  primer  poeta  argentino. 

—¿Pero,  un  drama? 

— Si,  un  di-ama  mejor  que  el  estrenado  anteanoche  en...  y  que  le   valió  una  ovar 
clon  á  su  autor. 

— Dios  lo  quiera. 

— ¿Lo  dudas?  "^ 

—Se  dan  casos.  . 

— Es  que  hay  mucha  ignorancia.  , 


—¿Estás  contenta,  bien  mío? 

— Sí,  tus  poesi  is  son   lindas,  pero...  .  .; 

—¿Pero  qué? 

— Que  yo  deseo  algo  más. 

— ¿Qué  deseas? 

— Que  escribas  un  drama.  x 

— ¡Luisa!  í 

— Lo  he  dicho  ya  á  Lola  y  mañana  lo  sabrá  todo  Buenos  Aires.  /      % 

— Pero  ¿qué  le  has  dicho? 

— Que  estás  terminando  dos  poemas,  una  comedia  y  un  dram.a. 

-  Si  no  pensé... 

— Pues,  hijo,  a  pensar...  Yo  te  quiero  aplaudido,  ensalzado,  coronado.  Cuando 
salgas  del  teatro  envuelto  en  nubes  de  gloria,  ven  por  mi  mano  y  mi  corazón. 

— Pero  si  yo  no  ansio  gloria,  si  yo  me  siento  feliz  con  tu  amor  y  la  fortuna  de 
mis  padres. 

— jNo  tiene  aspiraciones!  No  ansia  gloria.  jQué  hombre! 

— ¡Luisa! 

—Si  no  eres  autor  dramático... 

—No  acabes...  Lo  seré.  • 


En  pos  de  la  glOiHa.  se  titula  el  drama.  La  prensa  se  ha  encargado  de  anun- 
ciarlo con  desnnesurado  bombo. 

Las  localidades  del  teatro  han  sido  todas  lomadas,  y  sin  embargo  el  público  se 
pregunta:  ¿quién  es  Aluel?  ¿Un  atrevido?  ¿Un  genio?  ¡Quién  sabe! 

Llega  la  hora  del  estreno,  y  apenas  comenzada  la  representación,  se  puede  notar 
marejada  en  tertulias,  cazuela  y  paraíso. 

Luisa  está  hermosísima  en  su  palco.  Sus  amigas  la  admiran  y  la  envidian.  ¡Es  felizl 

¿Quién  silbó  el  primero?  Se  ignora,  pero  el  segundo  acto  fué  una  perpetua  sil- 
batina. 

Luisa  se  retiró  pálida  y  ojerosa,  al  fondo  del  palco:  aquello  era  insufrible,  porque 
lo  cierto  es  que  el  drama  era  muy  malo. 

El  tercero  y  último  acto  no  se  deslizó,  galopó  por  entre  silbidos,  carcajadas  é 
improperios.  Los  anales  del  teatro  no  registran  escándalo  parecido. 

Luisa  tuvo  que  retirarse  antes  de  la  escena  final.  Sus  nervios,  tendidos  como 
cuerdas  de  guitarra,  amenazaban  á  estallar. 


Al  dia  siguiente  los  periódicos  de  la  Capital,  terminaban  su  crónica  de  teatros 
con  esta  nota  fúnebre: 

«En  otro  lugar  de  este  número  damos  cuenta  del  suicidio  del  joven  poeta  señor 
Atuel.  Su  desmesurada  ambición  de  gloria,  le  llevó  á  escribir  el  drama  que  con  tan 
poca  fortuna  se  estrenó  anoche;  y  su  excesivo  orgullo  puso  en  sus  manos  el  homi- 
cida revólver.  Parece  que  no  se  conformaba  con  el  fallo  del  público,  como  si  el  poeta 
lírico  desapareciese  porque  no  acertara  á  cultivar  la  poesía  dramática. 


¡Asi  se  escribe  la  historia! 

R.  Monner  Sans. 


■  .*. 


'  ^iSiaSiMtsi^sÉísSíií      .  ,.11^^ 


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4SS 


EL  CAaCABeL 


día  de  lluvia 


Llueve  al  fin;  por  las  lavadas 
peredas,  cruzan  ligeras 

Tanas  niñas  hechiceras  

con  las  polleras  alzadas. 
Generosidad  del  cielo 
que,  si  de  lo  azul  nos  priva, 
á  trueq^ue  del  que  hay  arriba, 
nos  dá  otro  cielo  en  el  suelo. 

Por  las  encharcadas  calles 
de  fango  y  tropiezos  llenas, 
se  observan  lindas  escenas  j 
y  pintorescos  detalles. 

Una  niña  sus  enaguas, 
alza  y  dice  con  enojo: 
— iQue.va  usté  á  saltarme  un  ojo 
con  la  punta  del  paraguas! 
— jBueno!— con  Anos  modales 
contesta  el  perseguidor— 
(y  es  que  trata  el  buen  señor 
en  ojos  artificiales.) 

Un  caballero  severo, 
bajo  un  balcón  guarecido, 
mira  absorto  y  aburrido 
cómo  arrecia  el  aguacero. 
Gon  aire  meditabundo 
estoicamente  espera, 
igual  que  si  resolviera 
algún  problema  profundo. 
Se  escurre  de  la  cornisa, 
bajo  la  que  aquel  reppsa, 
una  gota  y  se  le  posa 
entre  el  cuello  y  la  camisa. 
Salta  con  aire  de  susto 
él  señor  rápidamente. 
La  gota  indudablemente 
le  debe  dar  mucho  gusto. 

Persigue  rápidamente 
otro  sujeto  al  tramvía, 
y  en  su  carrera  porfía 
atrepellando  á  la  gente. 
— íPs!  ¡conductor!  ¡pare  usté! 


— ¡Éh,  cuidado,  caballero! 
—¡Animal! 

—¡Bruto! 

—¡Grosero! 
— ¡Ay!  me  ha  reventado  un  pié. 
Llega  al  tramway  jadeante, 
y  mientras  al  cielo  clama, 
se  sienta  sobre  una  dama 
en  estado  interesante. 

Un  señor  de  cierta  edad 

vá  sin  precipitación 

•soportando  el  chaparrón 

con  Ja  mayor  gravedad. 

Pasa  uno  y  le  dice: 

— ¡Andrés! 

¡hombre!  ¿te  encuentras  tocado^ 

—No,  que  el  doctor  me  ha  ordenado 

que  tome  baños  de  pies. 

Pepe  al  lado  de  María 
pasea  tranquilamente. 
(Ha  de  tenerse  presente 
que  se  casó  el  otro  día.) 
Y  á  su  esposa,  que  vá  al  lado, 
dice: 

— Vamonos  corriendo, 
porque  como  está  lloviendo 
me  encuentro  todo  mojado. 

Van  pasándose  las  horas, 

el  suelo  está  escurridizo 

y  al  cruzar  un  pasadizo 

caen  al  suelo  dos  señoras, 

que  son  dos  á  quien  aclama 

el  püblico,^  con  razón, 

y  que  son,  en  conclusión, 

dos  estrellas  de  gran  fama. 

Viendo  caer  á  las  bellas 

un  repórter,  al  cruzar, 

dijo : 

-^Voy  á  hacer  constar 

que  ha  habido  lluvia  de  estrellas. 

Luís  García. 


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EL  CASCABEL 


439 


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m 


—Esa  atroz  melancolía 
hace  hijita  que  me  alarme, 
¿qué  anhelas,  esposa  mía? 
—Nada,  pues  te  pediría. 
Jo  que  tú  no  puedes  darme. 


LOS  FARRISTAS  « 


EL  AMERICANO 

j^oK  las  4  de  la  mañana  de  un  domingo 
cualquiera.  En  la  calle  de  Cangallo,  se  des- 
taca en  medio  de  la  oscuridad  de  la  noche  un 
restauranl  iluminado  y  de  gran  movimiento. 
Cinco  ó  seis  aurigas  nocheros,  envueltos  en 
sus  inverosímiles  abrigos  y  cribados  ponchos, 
pasean  á  la  puerta  del  establecimiento,  de- 
partiendo estoicamente  sobre  las  hazañas  de 
sus  ahitos  rocinantes,  y  sobre  la  habilidad 
propia  para  estafar  pasajeros  en  una  ó  más 
horas  de  viaje.  Dos  agentes,  meditabundos  y 

(1)    (Véase  el  nthncro  íl.)       *,. 


soñolientos,  alternan  de  vez  en  cuando  con 
los  cocheros  ó  se  apartan  aburridos  á  esperar 
en  la  parada  la  hora  feliz  de  su  relevo.  Aún 
no  ha  amanecido.  El  frío  vela  al  exterior  los 
vidrios,  con  esa  opacidad  nebulosa  y  húmeda 
característica  de  las  noches  de  invierno;  sA 
través  de  ellos  se  percibe  el  movimiento  y  ba- 
raúnda internas.  Los  faroles  brillan  con  mor- 
tecina luz  que  vá  desapareciendo  ante  los  pre» 
ludios  de  la  aurora;  alguno  que  otro  trasno- 
chador atraviesa  la  calle  y  se  mezcla  con  los 
farristas  de  todo  género  que  en  el  restaurant 

se  reúnen. 

Penetremos,  tres  ó  cuatro  hileras  de  mesas; 
un  mostrador  bien  surtido  y  unas  especies  de 
tribunas  ó  casillas  de  cajero  de  Banco,  desti- 
nadas á  la  contabilidad.  Mucha  gente,  mucho 
barullo,    conversaciones    que   se  confunden. 


írtÍá¿í;^i«%í:".^'/^^ÍÍ-*^íií'^?->7Í^*;ií.v~r  .' 


lüta 


■^^^.M>I.-^.X,^;íi.^- 


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TRANSFORMISMO 


I^a    cosecha  es  buena  5'  produce  al  tío  To- 

lUnS*  •  •  •  •  • 


Una  pipa  de  vino,  de  primera  calidad. 


Que.  gracias  á  un    procedimiento  sencillísi- 
mo, se  multiplica. 


Y  una  vez  multiplicada...  ¡á  Buenos  AiresI 


Las  cinco  pipas  después  de  descargadas. 


Se  convierten  en  diez,  por  obra  y  gracia  del 
procedimiento  de  marras. 


al^    •  *'^*'f  í*f  ■*--  y 


i  .wi  >-*ÍL*,w    ■-   e  'í^'-^ 


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BSÚCABCámL 


441 


VINÍCOLA 


.....  ,\    -r    '■.::.     .-,.  >■ 


Pasan  algunas  á  un  almfcen. 


En  donde  sufren  de  nuevo  la  consabida  ope- 
ración. 


Una  señora,  de  las    de   pieza   con   pensión 
compra  unos  litros. 


Y  para   que    duren,   los    bautiza  católica- 
mente. 


Pero  hete  aquí,  que  un  inquilino  enferma  de         ¡Y  el  médico  lo  atribuye  al  vino  demasiado 
pronto.  fuerte! 


^^¡^'(v^^V''^'*^  ■^fi^f^i'wy'  ^iy''-''fS^2     "•  <^s^^'^  ^^*^'^'S:w^ 


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•442 


CLCMKUBBL 


ta^-«»^p»*^ 


'Mí 


'fi 


carcajadas  de  eco  estrtflente  y  avinado,  mo- 
zos que  van  y  vienen  con  manjares  de  todo 
género;  acá  los  jugadores,  allá  los  tkrristas 
temerones  y  acompadrados,  acullá  los  inofen- 
sivos; en  una  mesa  mujeres  de  dudosa  virtud; 
en  otra  niñas  que  bailan  en  sociedades  y  que 
pescan  á  costa  de  aeompañantegenaeroso;  una 
mezcla  en  fin,  de  tipos  distintos  y  caracte- 
risticos  de  aquel  Jugar  y  hora,  dominados  to- 
dos por  la  figura  imponente  de  D.  Domingo, 
del  inolvidable  Gando,  el  patriarca  de  aquella 
Babel,  el  hombre  pacifico  por  excelencia,  ami- 
go de  sus  parroquianos,  enemigo  de.  los  bo- 
chincheros, transigente  con  los  ebrios  y  con- 
pinche eterno  de  los  farristas  de  cierta  posi- 
ción ó  familia. 

Instalémonos.  En  la  mesa  del  lado  se  ven 
hasta  tres  ó  cuatro  imberbes  de  semblante 
y  barbudos  de  vicio,  calaveras  lampiños  ó  fa- 
rrista larva,  que  causan  compasión  al  mo- 
ralista, desprecio  al  farrista  hecho  y  dere- 
cho, y  risa  al  observador  imparcial.  Sus  caras 
ojerosas  y  demacradas,  denuncian  la  mala 
noche. 

•    Uno  de  ellos  hace    comentarios  salpicados 
de  obscenidades,  que  envidiaría  el  más   rela- 
jado de  los  biliosos.  Pura  boca. 
Se  levantó  temprano  porque  tenía  cita  con 

una  casada  y j  I  as  mujeres,  compadre! 

Almorzó  y  se  fué  al  billar,  es  su  fuerte;  des- 
pués comió  fuera  de  su  casa Nunca  apa- 
rece en  ella,  porque  el  viejo  le  dio  hace  años 
la  llave  y  no  se  ocupan  de  él  para  nada;  des- 
pués de  comer  pasó   pOr  lo  de  Eustaquia;  él, 
aunque  está  ya  harto  de  mujeres  (según  dice), 
siempre  vá  un  rato  á  charlar  con  la  vieja; 
hay  dos  que  están  locas  por  él;  no  paga  nada, 
eso  sí,  tuvo  que  pelear  con  varios;  pero  sacó 
el  revólwer  ó  la  daga,    y    no  hubo  forma;  le 
dejaron  el  campo  libre;  cierto  que  estaba  hecho 
y  ya  s^   sabe  que  cuando  está  punteao,   no 
hay  quien  lo  ataje  y....  etc. 
Los  <](tros  comensales  contestan  con  iguales 
'  ó  parecidas  hazañas,  hablan  de  todo  sin'  saber 
nada,  ejxponen  sus  conocimientos  sobre  la  mu- 
jer, apjrendidos  én  la  escuela  del  prostíbulo; 
con  más  parada  que  Moreira  y  sin  más  ha- 
zañas que  uno  que  otro  baile  en   que  creen 
hacer  roncha;  dos  ó  tres  multas  pagadas  por 
ebriedad  y  desorden  en  comisarias,  y  unos 
cuantos    pesos  pedidos  á  sus  padres,  ó  her- 
manos ahorrativos. 

jMe  canso  de  observarlos!  Todos  son  igua- 
les. Farristas  del  género  crisálida,  completa- 
mente inofensivos.  Otra  mesa: 

Cuatro  jugadores   Oigamos  uno  de  ellos: 

— jMozo! 

^Señorl  (Se  presenta  el  mozo). 

— Traiga  lo  de  siempre.  (Marcha  el  mozo). 

— ¿Cómo  le  fué,  compadre?— Dice  á  su  com- 
pañero decena: 

—Así  no'  más,  amigo,  me  refalaron  80  na- 
les al  monte,  ¿y  Vd? 


—Yo  sal  i  bien,  calé  tres  plenos  y  dos  colo- 
res; total  200  modestos. 

—Tuvo  suerte;  yo  ando  en  la  mala. 

—Y  Vd.,  compadre,  ¿qué  nos  dice?   (Habla, 
otro  de  los  comensales). 

—Poca  cosa,  dos  reyes  en  boca,  y  un  pase 
con  suerte;  la  coima  regular;  ya  no  hay  mer- 
los, compadre,  y  los  lunfardos  abundan. 

—Tiene  razón,  y  á  más  que  Vd.,  cuando 
pesca  una  trufa  pierde  la  serenidad,  y  ni  A 
señas  atiende:  cuando  se  talla  no  se  chupa, 
compadre.  (Tono  sentencioso) 

— ¿Qué  quiere?  Cuestión  de  suerte,  que  las 
mañas  están  gastadas  y  ya  no  cuelan  ni  las 
puntas  redondas,  ni  las  sotas  con  recorte, 
como 

—María,  qué  va  á  tomar? 

—Yo.  chocolate. 

—¿Y  Vd.,  señora? 

— Algo  que  refresque. 

— Una  giniébra;  jviene  una  tan  cansada  de 
la  sociedad!  ¿no  es  cierto.  Manuel? 

— Si,  señora,  ¿y  la  niña  qué  dice?  (La  niña 
engulle  el  chocolate,  y  le  toca  el  pié  al  acom- 
pañante). 

—¿Qué  linda  polka,  no? 

— Ya  lo  creo,  ¿y  los  lanceros? 

—Qué  bien  los  bailaba  aquel  mozo  rubio, 
con  la  planchadora  de  enfrente  á  casa. 

—¡Y  andaban  bien,  eh! 

— Ya  lo  creo,  si  hace  años  que 

—Acaban  ó  no,  de  chupar  pruneli? 

—Ya  estoy  muerto  de  sueño. 

—Otra  copita,  compadre? 

— Mozo,  traiga  los  dados. 

—¡A  formar  señores!  (Mesa  simpática:  fa- 
rristas inofensivos  y  alegres,  viciosos  corre- 
gibles, trabajadores  entre  semana,  c>alaveras 
los  sábados,  vividores  todos,  borrachos  al- 
gunos). 

— Yo  no  tomo  ni  entro  en  la  jugada. 

— Tiene  que  entrar,  ¿ó  tiene  miedo  de  que 
le  toque  de  la  velat 

— Bastante  me  ha  tocado  en  el  bailongo. 

—No  hable,  amigo,  si  Vd.  le  hizo  la  parada 
á  las  ninfas  aquellas  llevándolas  á  tomar  y 
luego  me  lo  amuró  al  güifaro,  no  ha  gasta- 
do ni  fósforos. 

—¿Y  la  entrada,  compadre?  ¿Dónde  me  la 
deja? 

—Ni  eso,  porque  entró  de  arriba  con  tarje- 
ta de  repórter.   Conque  á  formar. 

—Mozo,  seis  prunells  y  cigarros  de  la  paja! 
El  señor  paga,   siga  la  farra! .^.. 

Ha  amanecido  ya;  se  oye  el  ruido  de  las 
cornetas  de  tramway;  las  luces  de  gas  se  apa- 
gan; entra  la  luz  del  día,  claro  ya.  Buenos 
Aires  despierta.  Los  mercados  se  animan,  los 
nocheros  se  retiran  y  vienen  los  diurnos,  los 
muchachos  pregonan  La  Nación  y  La  Prensa 
con  desaforados  gritos.  Las  madrugadoras 
marchan  apresuradas  á  la  primera  misa.  Los 


'>[W'i"'>-''"V''- ' 


vá¥í.. 


BL  CAaGABBL, 


443 


HORARIO    COREOGRÁFICO 


•:"■* 


"...Pero  donde  mejor  está  usted  es  en  la  danza  de  las  horas...  En  ella  dá  usted  la  hora. 
-(Bueno;  mientras  tú  des  los  cuartos!... 


■'5   í  S^SgSíSilSfS!^': 


cazadores,  con  su  escopeta  al  hombro  y  coa 
8u  inseparable  perro,  marchan  hacia  el  Once... 
y  los  Farristas  van  desfilando  poco  á  poco 
de  «El  Americano»  quedando  tan  solo  en  él 
Los  mozos  que  cenan  ¿ansados,  y  el  imponen- 
tp  Gando,  que  después  de  arreglar  cuentas  con 
su  segundo,  pone  dulcemente  en  la  calle  á 
algún  parroquiano  que,  adormecido  por  las 
libaciones,  quedó  en  la  silla  durmiendo  el 
sueño  de  Noé. 

Salgo  á  mi  vez  y  escribo  mis   impresiones. 
Son  pálidas  y  deficientes. 

Súplanlas  mis  lectores. 

C.  Navarro. 


lORAL  AL 


En  busca  de  la  sombra  de  la  selva 
volaban  los  pintados  pajaritos, 
y  el  sol  hendiaal  globo  la  corteza 
del  cénit  suspendido, 
cuando  se  fué,  para  dormir  la  siesta, 
don  Juana  su  retiro. 
>ías  apenas  sus  párpados  se  cierran 
cuando  siente  ruido; 
se  levanta,  se  viste,  abre  la  puerta. 
mira...  y  vé  á  su  sobrino 
á  besos  con  la  joven  cocinera, 
en  un  cuarto  vacío. 
— jAtanasio!— gritó,  por  la  sorpresa 
don  Juan  enfurecido, 
y  el  muchacho  salió  como  saeta 
que  disparara  el  tio... 

— ¿Qué  haces  ahi  como  una  estatua?  ¡Puerca! 
No  só  porqué  razón  no  te  despido. — 
dijo  don  Juan  y  se  encerró  con  ella 
en  el  cuarto  vacío. 
Así  también  los  puritanos  retan, 
que  son  de  la  política  los  tíos, 
y  al  final,  si  los  dejan, 
harán  como  don  Juan  con  sus  sobrinos. 

'  .  M.  Ba  fia  monde. 

EMTRE    GATOS 

^Vosotros  no  sabéis  quién  era  Antuelo....? 
.....Pues  íué  un  hermoso  gato 
que  pasó  más  de  un  susto  y  de  un  mal  rato, 
corriendo  en  pos  de  la  gentil  Minina, 
la  gata  del  herrero  de  la  esquina. 

Era  el  nombrado  Antuelo 
un  gato  de  ojos  dé  oolor  dé  cíelo, 
nacido  entre  las  tejas  de  un  tejado 
y  en  medio  de  sus  lances  masculinos, 
vivía  alimentado, 
pelnadito  y  lavado 
por  la  dulce  bondad  de  los  vecinos.    - 

Un  día,  recostado  en  la  ventana, 
como  una  flor  galana 
vio  Antuelo  á  su  Minina, 
que  olvidando  el  amor  y  los  deberes 
{cual  todas  las  mujeres) 


conquistaba  coqueta,  á  la  sordina 

al  gato  de  una  picara  vecina. 
Esclavo  de  los  celos 

que  rugían  en  él  cuál  la  tormenta 

el  amante  engañado 

quiso  vengar  tan  humillante  afrenta, 

y  á  los  rayos  de  luz  de  la  mañana        " 

armado  de  la  escoba 

que  halló  en  una  cocina, 

les  pegó  una  paliza  soberana 

al  gato  seductor  y  á  su  Minina ! 

Después después  el  infeliz  Antuelo 

esclavo  de  una  lánguida  tristeza 

tuvo  un  deseo,  una  esperanza  sola: 

tomar  una  pistola  . 

y  romperse  con  ella  la  cabeza. 
Y  en  tanto  así  que  la  traidora  gata   , 

y  el  negro  seductor,  enamorados         • 

cruzaban  los  tejados 

del  brazo,  ó  mejor  dicho,  de  la  pata 

Antuelo  en  su  gatera 

danzando  melancólicos  suspiros 

con  un  revólwer  de  diez  y  ocho  Uros 

se  saltaba  en  pedazos  la  mollera. 
Mirad  á  donde  el  desdichado  Antuelo 

el  gato  de  ojos  de  color  de  cielo, 

fué  á  dar,  corriendo  en  pos  de  su  Minina, 

la  gata  del  herrero  de  la  esquina. 
Co7no  estos  hay,  lector,  aunque  te  asombres 
muchas  mujeres  y  muy  pocos  hombres. 

Manuel  B.  Ugaete. 


DE  DOMINGO  Á  D0MI.460 


Operas  al  por  mayor. 

En  la  Opera.,   se  ha  abierto  un  nuevo 
abono  durante  el  cuál  la  empresa  se  pro- 
pone dar  algunas  óperas  no  cantadas  en  la 
anterior  temporada.    . 
■  El  programa  es  tentador. 

Y....  ya  verán  VV.  como  el  público  no 
se  hará  el  sordo. 

—La  temporada  del  Nacional  {comenzó 
el  día  9  con  Aída.  La  función  inaugural 
fué  un  éxito  para  el  maestro  Goula,  que  al 
final  del  segundo  acto  alcanzó  una  ovación 
merecidisima. 

El  tenor  Grani,  y  la  tiple  Sra.  Rodríguez 
estaban  indispuestos,  así  es  que  no  pudie- 


-BXi'GJOCmBL 


445 


ron  hacer  gran  cosa,  apesar  de  lo  cual  fue- 
ron aplaudidos,  y  muy  bien  recibidps  por 
el  público,  lo  propio  que  la  Sra.  Steim- 
bach,  y  los  Sres.  Laban  y  Beitramo.  En 
resumen;  una  buena  temporada  en  pers- 
pectiva, en  especial  cuando  desaparezcan 
-del  todo  tas  indisposiciones  de  algunos  ar- 
tistas. 

En  cuanto  á  Goula ¡vuynn  VV.  al 

Nacional,  y  verán! 

POLITEAM  V.— La  Boelti  Valvassura 
dueña  del  público  que  se  siente  dominado 
por  el  tálenlo  de  la  Jictriz,  nnuy  bien  se- 
cundada  por  la  compañía. 

COMEDIA.— Esperando  las  maniobras 

de  infanteina... .  rusticana y,  ¡vaya! 

que  en  una  cuartilla  no  es   posible  decir 
nada  más  de  teatros. 

No  hay  espacio. 

¡Asi  es  que,  hasta  la  próxima! 

Si  es  que  el  vals  que  nos  ha  remitido, 
para  su  inserción  un  colaborador  enciclo- 
pédico, no  llena  medio  periódico. 

Ya  comprenderán  los  lectores  que  el  en- 
ciclopédico es  el  Dr.  Diaz  de  la  Quintana. 

El  miércoles  próximo  podrán  VV.  juz- 
garle como  á  músico  compositor. 


Se  ha  presentado  una  solicitud  á  la  Mu- 
nicipalidad pidiendo  permiso  para  estable- 
cer una  academia  de  billares,  con  sus  qui- 
nielas y  apuestas  correspondientes. 

A  este  paso,  el  dia  menos  pensado  los 
cocheros  de  plaza,  que  á  la  postre  viven 
de  las  carreras  que  hacen  al  fin  del  dia, 
establecerán  el  consabido  sport  con  qui- 
nielas y  demás  combinaciones. 

Solo  que  si  llega  el  caso,  los  aposladores 
jugarán  á  quien  corre  menos. 


Si  tus  lágrimas  son  perlas, 
tú,  tan  llorona,  hija  mia, 
podiias,  con  recojerlas, 
abrir  una  joyería. 


estos  puedan  estar  orgullosos  de  la  car^^e- 
ra  que  han  comenzado  con  tan  buen  pié, 
y  que  tanta  celebridad  les  ha  dado. 

Ahora,  aguardemos  la  aparición  de  una 
gavilla  de  degolladores  infamiies,  y  prepa- 
rémonos á  llevarles  dulces  á  la  cárcel.    ■ 

¡Angelitos!  .  -^  . 


Cierto  diputado  mudo 
se  dispuso  un  día  á  hablar, 
nos  pusimos  á  escuchar 
y  al  fin  soltó  un  estornudo. 


El  rumor  de  iia  duelo.— Esle  es  el 
epígrafe  de  un  suelto  de  un  diario. 

¿Elrumor  de  un  duelo? 

¡Ah,  vamos!  Será  rumorde  platos. 

Porque  ya  sabemos  en  dónde  suelen 
acabar  ciertos  lances. 

En  el  restaurant . 

Seguramente  porque  duelos  con  pan... 
son  menos. 


Y...  sigo  leyendo  en  olra  sección: 

Mañana  se  producirá  el  decreto  del 
Poder  Ejecutivo. . . 

Hasta  ahora  se  producían  casos  de  có- 
lera, de  influenza  ó  de  fiebre. 

Pero  ahora  so  producen  decretos. 

Y  algunos  peores  que  el  cólera,  por 
ejemplo. 

Y  sino  que  lo  digan  Alem  y  C»,  que  hi- 
cieron cuarentena  á  causa  de  un  decreto 
que  se  produjo  en  Abril. 


ondencia 


La  prensn  en  general,  ha  estado  lan  tier- 
na con  la  gavilla  de  niños  ladrones,  que 


Tornillos.— iCwtitiios,  le  íaltaQ  á  Vd.? 
A.  B.  C— Hoiuhre.  V<i.   Sr.   A.    B.    C.  no  sabe   el 
a.  b.  c,  poéiicjmifnK^  liablando. 

E-  G.— Recibido,  conforme.  En  el  próximo  número 
aparecerá. 

/.  /.  Silve¡ra.—\Lo  que  son  las  cosas;  Su  composi-. 
ción  El  Sauce  enipi  za  asi: 

Juntos  d  esl"  tu ism-j  sauce,  d  Rusa  un  ilia 
hice  votos  lie  amarla  tiernamente, 
se  está  oi/endo  en  el  aire  todavía  '. 

de  mi  acento  el  rumor. 


i 


■^ji!tfií-:/-'^íí-'i-«.' . 


f^-ié^^^^yj-^. 


!«.''     "VíW-^        P     ^ 


^      '■-^VU.^'       ,^-9>    ,.     .iA.J 


i46 


EL  éASO&BEL 


Y  SI  almez  de  Campoamor  «inpieía  de  esta  ma- 
nera: 

Juntos  li  esté  mismo  almez  á  Rosa  «n  dia 
hice  votos  de  amarla  eternamente, 
S^  está  oyendo  en  el  aire  todavía 
De  mi  acento  el  rumor. 

Y  luego  siguen  El  almez  y  El  Sauce  de  la  misma 
manera  que  «mpezaron;  de  modo  que  resultan  igua- 
les. Asi  es,  que  ó  Vd.  ó  Ca  <  poamor  son  unos  rap- 
tores. ¿No  le  parece  &  Vd? 

Pepe  Botella.— íio  me  acaba  de  gustar,  aunque  no 
esta  del  todo  mal. 

Kilate. — Lo  mismo  digo. 

M.  B.  Z7.— Queda  Vd.  complacido.   Gracias. 
'  J  H.—El  camino  de  un  atorrante  que  Vd.  me  en- 


vía se  ha .  transfontiado  en  camino  del  canasto. 
btra  vez  ser&  má's  'afortunado. 

Pedicuro.— Regular,  y  nada  m&s. 

ff.  H.  S.—Contestaré  lo  que  me  plazca.  Si  no 
quiere  Vd.  ruborizarse,  firme  con  pseudónimo»  6 
no  me  pregunte. 

Amalia.— iPero  hombre!...  i  Aún  hay  quien  dis- 
frute escribiendo  cartitas  perfumadas? 

T.  D.  B.— Miraré  de  corregir  el  final,  que  es  muy 
crudo.  Lo  demás  fué  al  canasto,  como  supone  Vd. 
muy  bien. 

r.  r.  r.-iufí  ¡uf!...  lufiM 

Principiante. — ¡No  se  desanime,  hombre  de   Dios? 
Pruebe  ya  que  tiene  Vd.  afición. 
Pelandrun.—Se  aprovechara  algo. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:   ENRIQUE  COLL 


-J^ 


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se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéulico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia ■•  es  yn  de  €>ftnwell  sino  de  Sproat. 

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ras, canastas  para  pan*  aceiteras,  cuberteras, 
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aguM,  etc. 

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maché,  etc.,  caloríferos,  a'^s acianos,  calentado- 
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cómodos,  y  otros  artículos  de  menage. 

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des para  budines,  é  infinidad  de  artículos  de 
menaje  imposible  de  enumerar.  Precios  fijos 
y  sin  competencia. 

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tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
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para  Santa  Cruz  de  Tenerife,  Cadiz,  Barcelona  y  Mar- 
sella, admitiendo  carga  y  pasajeros,  asi  como  para 
Vigo,  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  m- 
portantes  de  España. 

Por  más  inrormes  O  datos,  ocúrrase  á.  sus  agentes 
Antonio  López  y  C*,  calle  Alsiaa,  750. 

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puertos  y  ciudades  de  España. 


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448 


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Inscripta  en  el  Registro  Público 

de   Comé?xio 


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comprendiendo  las  explosiones 

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Blanco  y  negro. 
El  Cnscnbel  (de  Madrid) 
Las  Dominicales. 

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La  Semana  Cómica. 
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La  Semana  fúnebre. 
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Aires. 

Para  suscripciones:  CHILE,  2164 


laip.  CDl'RRIER  DE  LA  PJ  ATi.  Setfión  de  Obra»,  á  cars»  de  R.  Pui; 


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Editor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


■edaccioD  y  Admioistracion,:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M, 


recio  en  la  ciudad...    |  0.10  el  número 
•íúmero  atrasado. .. .     »0.15        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C> 


l'na  simpática  diva 
fjue  ha  conseguido  gustar, 
y  en  la  escena  sabe  estar 
en  caráctor  y  expresiva. 


'IJifiliiiii^ 


wm: 


Kv--.- 


m 


;'vr-'^> '■';'■ 


SCr;iaiÚ|CABBLt 


"MÜHé- 


Mi 

\^V/  A  podemos  decir  sin  temor  de 
I^V  /  que  nos  desmientan,  que  he- 
m*^  mos  llegado  al  grado  máximo 
■  fl  de  la  cultura. 
I  H  Hemos  alcanzado  el  gra- 
B  H  do  33  que  diria  alg.*.  her.*. 
de  esos  del  triángulo. 

Kn  cuanto  á  ciencias  y  literatura  esta- 
mos tal  cnal. 

Mas  en  cuanto  á  espectáculos  no  nos 
podemos  quejar.  Los  poseemos  todos,  me- 
nos las  corridas  de  toros. 

Pero  «»n  cambio  tenemos,  es  decir,  tie- 
nen los  bancos  alguna  corrida,  de  cuando 
en  cuando. 

Lo  único  que  nos  faltaba  para  ser  com- 
pletamente  felices,  era,   después  de   los 
-éramas   nacionales,   el   civilizado  espec- 
táculo del  hox. 

y  ahora.,  ahora  ya  no  nos  falta  nada 
porque  se  ha  abierto  un  reñidero  de  hom- 
bres qué,  con  toda  la  gravedad  que  el  ca- 
so requiere,  se  reparten  trompis  hasta 
quedar  fuera  de  combat'>. 

Naturalmente,  el  público  juega  á  favor 
de  tal  ó  cual  campeón  (creo  que  este  es  el 
nombre)  y  sigue  emocionado  las  peripe- 
cias del  combate,  y  aplaude  furiosamente 
á  su  favorito  cuando  le  salta  un  ojo  a! 
rival,  ó  cuando  le  dá  un  puñetazo  en  el 
estómago  y  le  revuelve  el  almuerzo. 

Las  partidas  están  sujetas  á  reglamen- 
tos sabiamente  preparados  y  ¡vaya!  que 
los  que  se  pegan  lo  hacen  con  arte  y  con 

guantes. 

—  Todo  esto  son  pavadas,  — medecia  un 

peleador.  > 

— jYa  lo  creo! 

— Yo,  cuando  pego,  no  me  entretengo 


en  pesarme ;j  enguantarme.  .Creo  que  el 
arte  de  pegar  ha  de  ser  libre  y  no  debe 
estar  sujeto  á  reglamentos. 

— ¡No  faltarla  más!  i        ^ 

—El  otro  dia,  por  ejemplo,  llegué  á 
casa  y  me  encontré  con  el  dependiente 
del  almacén  que  venia  á  cobrarme  la 
cuenta  del  mes;  y  ¿sabe  V.  lo  que  hice? 

— La  pagarla. 

— ¡Cá!  Le  pegué  una  paliza  soberana, 
sin  pensarlo  mucho.  El  dependiente  se 
defendió,  pero  yo  le  acogoté  y  acabé  por 
hacerle  comer  un  kilo  de  tallarines  que 
llevaba  envuelto  en  un  papel,  y,  final- 
mente, le  di  un  puñetazo  en  el  hueso  dulce 
y  le  meti  la  cuenta  en  una  oreja. 

Alójeme  del  bravo  peleador  que  asi  pa- 
ga sus  cuentas,  pensando  que  hay  muchos 
brutos  en  el  mundo.  ' 

Y  que  ha  llegado  la  hora  de  que  luzcan 
sus  habilidades  en  público. 

A  mi  amigo  Melitón  Rano,  lo  voy  á  en- 
caminar al  reñidero,  porque  Melitón  es  de 
los  que  siempre  hacen  alarde  de  su  fuerza 
bruta,  y  aprovechan  la  primera  ocasión 
qne  se  les  presenta  para  demostrar  que  la 
naturaleza  les  ha  dotado  de  una  muscula- 
tura que  envidiarían  muchos  caballos  del 
tramway,  por  ejemplo. 

Cuando  voy  á  casa  de  Melitón  sufro  lo 
que  no  es  decible. 

Suele  recibirme  con  un  niño  en  cada 
brazo,  y  otro  sentado  en  sus  hombros. 

— ¿Cómo  tan  cargado? — le  pregunto. 

— A  ti  t3  admira  porque  eres  flojo;  pero 
yo  aguaiitoel  peso  de  la  familia  moral  y 
materialmente.  ¡Toca  mis  brazosl 

—  ¡Caramba!  Parecen  de  quebracho. 
— ¿Y  mis  piernas?....  ¡Tócalas!.. 

—  ¡No  hace  falta! 
—Tócalas  te  digo. 

Las  toco,  y  me  encuentro  con  que  aque- 
llo no  son  piernas;  son  palos  de  barco. 
— ¿Qué  te  parece? 

—  ¡Superiores!  Que  Dios  te  las  conserve. 
— Amén.  Siempre  he   sido   amante  del 

desarrollo  corporal.  En  cambio  tú,  eres  un 

alfeñique. 

— HoiLibre,  la  culpa  no  es  mía. 

— Con  uu  dedo  te  hago  bailar. 
— Lo  creo. 

Pero  apesar  de  decir  que  no  lo  dudo,  Me- 
litón 'jui[iie/;a  á  daiiue  puntazos  con  el  de- 


ng 


.■.;^;;U'^^^|f^.' 


ítl^-ípí^íí  *  i-lt    J^   "Jjt       -i^-* 


»f^Cwy->p  T»p^  ■;•; 


EL  CA8CA9EL 


451 


do  Índice,  y  ora  en  la  barriga,  ora  en  la 
nariz,  me  llena  el  cuerpo  de  señales,  y  me 
hace  gritar,  hasta  que  me  agarra  por  la 
•cintura  me  levanta  como  á  un  bastón,  y 
acaba  por  agarrarme  de  los  faldones  de  la 
levita  y  me  saca  al  balcón,  manteniéndo- 
me un  rato  suspenso  como  un  conejo, 
mientras  muevo  las  extremidades  como 
una  araña. 

— -¡Suéltame,  por  compasión! 

—Si  no  pes«s. 

—¡Que  me  puedo  caer  á  la  calle  y  estro- 
pearme la  físonomia! 

— No  temas:  yo  soy  fuerte. 

Por  fin  se  acaba  mi  suplicio;  me  saca 
del  balcón;  me  sienta  en  una  silla  y  roe 
pasea  por  la  casatriunfalmente,  hastp,  que 
rendido  ya,  y  sin  aliento  le  pido  por  Dios 
y  los  Santos  que  me  deje  en  paz. 

— ¡Tú  no  eres  hombre!— rae  dice  desde- 
ñosamente. 

— Según  y  conforme. 

— Haz  gimnasia,  amigo,  solo  así  adqui- 
rirás la  fuerza  que  admii*as  en  mí, 

— La  admiro  y  la  temo.  Adiós. 

Claro  qi  e  no  vuelvo  á  casa  de  Melitón 
«n  un  año;  pero  ahora  iré,  á  ver  si  le  hago 
jugar  un  marquis,  un  partido,  que  es  igual, 
con  algún  boxeador  de  oficio,  ya  que  la 
•ocasión  ha  llegado,  para  todos  los  Melito- 
nes  que  andan  sueltos  por  esas  calles.  Yo 
me  declaro  entusiasta  defensor  del  box. 

Y  abrigo  la  esperanza  de  que  la  diver_ 
«ion  tomará  incremento  entre  nosotros. 

Solo  pido  al  Dr.  Albarracín  que  olvide  su 
sagrada  misión  de  protector.de  animales  y 
■que  deje  á  los  artistas  del  puñetazo  en  paz! 

Si  no  se  tratase  de  uno  de  casa  le  daría 
el  gran  bombo  al  Doctor  Díaz  de  la  Quin- 
tana, autor  del  vals  que  publicamos  hoy. 

El  mejor  elogio  está  en  el  vals  mismo. 
Tóquenlo  VV.  ó  háganlo  tocar,  y  les  gus- 
tará. 

Y....  repito. 

No  digo  más  por  tratarse    de   quien    se 

trata . 

El  arte  de  pegar  trompadas  embarga  hoy 

nuestra  atención. 

Otro  dia  nos  embargará  el  casero. 

O  la  emoción. 

Sobre  todo  si  dura  esto  de  los  dramas 
que, se  estrenan  ahora. 


UN  DECRETO  NOTAEB 


Don  Justino  de  Amara!, 
Alcalde  de  Vallehermoso, 
era  un  sabio,  era  un  coloso 
en  derecho  criminal. 
Hombre  estudioso  y  severo,  . 

trabajador  de  manera 
que  parecía  tuviera  :; - 

más  cabezas  que  el  Cerbero, 
según  lo  que  elaboró 
en  el  plazo  de  dos  años,  ' 

y  los  abusos  y  daños  '. 

y  males  que  corrigió. 
Combatió  el  infanticidio 
destruyéndolo  de  cuajo, 
y  concluido  su  trabajo 
prosiguió  con  el  suicidio. 
En  el  pueblo  era  corriente    '-■< 
que  por  cualquier  pelotera, 
por  tontería  cualquiera, 
se  suicidaba  la  gente. 
Don  Justino  se  indignó, 
aporreóse  la  cabeza,  '"-    ■•' 

y  encerrándose  en  su  pieza 
este  decreto  lanzó: 
«Yo,  Alcalde  de  Vallehermoso, 
según  legal  elección 
y  divina  protección 
del  Dios  Todopoderoso. 
Juzgando  es  ya  necesario 
poner  un  dique  á  este  mal 
que  cunde  de  un  modo  tal 
qué  pasa  de  extraordinario, 
Ordeno:  que  hombre  ó  mujer 
dé  cualquiera  condición, 
que  con  perversa  intención 
no  quisiese  obedecer.  <, 

y  aburrido  de  su  suerte 
mis  ordenanzas  olvide. 
Mando,  que  quien  se  suicide 
sufra  la  pena  de  muerte.» 

José  Corras  Fernández. 


UN  GRAMÁTICO 


,4 


En  eso  de  !ii  I^nsí 
naufragado. 


■"•S. 


iiasta  ia  sintaxis  ha 


'^^^M^j!&;&^:'0Ws-, 


líi'í.  "T.- 


„Jig*:í: 


45r 


BL  CIS^ABEL 


1. 


«EL  C^S 

VAL3^ 

.   DÍAZ.  BE' 


^ivJifoi^^^^^^'^ 


^^ 


-     i'i        i'i    .       i 


ff 


^ 


rii  -Mi  I 


f 


^ 


^^^^* 


^^'■^rí-  >-  --"'■    -  i 


m*  CjkSCáaBL 


CAB.EL)> 


POR 


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tt 


n^ 


'¿".  v^r,  ^*  '^^ '« 


BL  CAÍCABBL 


K'^: 


LA  TORRE  DEL  CONDENADO 


Ataúlfo  ha  conseguido, 
tras  de  muchos  sinsabores 
que  su  trabajo  entre  autores 
sea  una  noche  leído. 
Es  Ataúlfo  un  artista, 
un  bohemio  verdadero, 
el  que  trabaja  sincero 
por  la  escuela  idealista. 

CJolocado  en  la  postura 
más  correcta  y  elegante, 
mira  al  público  un  instante 
y  principia  la  lectuí^: 
—Xa  Torre  del  Condenado, 
así  mi  libro  se  llama— 
diee  Ataúlfo  y  declama 
con  un  acento  pausado: 
«Era  una  noche  de  invierno, 
el  agua  á  mares  caía, 
y  en  el  cielo  parecía 
que  batallase  el  inllerno. 
Se  vé  á  la  rápida  luz 
de  un  relámpago  encendido 
un  torreón  derruido 
y  un  hombre  al  pie  de  una  cruz. 
La  voz  terrible  y  sonora 
del  trueno  el  espacio  llena, 
y  el  hombre,  con  faz  serena, 
mira  al  cielo,  ruje  y  ora. 
¿Qué  hace  aquel  hombre.   Dios  mío, 
en  noche  de  tanto  horror?...  » 
—Nada— interrumpe  un  señor- 
está  atrapando  un  resfrío. 
«Aparece  de  repente 
en  la  abadía  ruinosa 
una  visión  vaporosa 
que  se  acerca  lentamente. 
— ¡Julia! — grita  el  caballero. 
— ¡Enrique!— la  visión  clama. 
¡Gracias,  Señor,  aún  me  ama! 
— ¿Y  tú  me  quieres? 

— Te  quiero. 
Se  escucha  el  susurro  blando 
de  un  suspiro  de  amor,  leve, 
y  en  el  cielo  mientras  llueve 
siguen  los  truenos  bramando.» 
—¿Qué  tal  esta  escena? 

—Buena. 
Mas  que  cese  de  llover 
ó  tiene  usted  que  poner 
con  paraguas  esa  escena. 
«Escucha— dice  el  doncel- 


es preciso  huir  de  aquí, 
porque  viene  tras  de  mí 
de  los  moros  el  tropel. 
¡Si  llegan...  tú  en  un  serrallo! 
¡Yo  en  un  cadalso  infamante! 
Conque,  huyamos  al  instante, 
aquí  tengo  mi  caballo.— 
Montan  y  parten  corriendo. 
El  agua  cae  sin  cesar, 
el  rayo  brilla  á  la  par 
y  el  trueno  sigue  rugiendo.» 
— ¡Bien! 

—¿Qué  tal? 

—Buena  pintura, 
y  tal  humedad  contiene, 
que  aquel  que  la  lea  tiene 
reuma  con  su  lectura.— 

Sigue  el  lector  denodado 
fastidiando  á  los  oyentes, 
narrando  eu  mil  incidentes 
La  Torre  del  Condenado. 
Allí  el  trueno  nunca  calla, 
llueven  rayos  y  centellas 
y  se  escapan  las  doncellas 
á  los  campos  de  batalla. 
Por  doquier  reina  el  misterio, 
hay  filtros  envenenados, 
y  estocadas  y  tapados, 
diez  muertos  y  un  adulterio. 
—Señores— al  terminar 
dice  el  autor  complacido,— 
de  todo  lo  que  he  leido 
la  clave  voy  á  explicar: 
En  las  noches  angustiosas 
de  mi  existencia  inclemente, 
soñó  la  exaltada  mente 
cien  escenas  espantosas. 
Mi  habitación  se  inundaba 
y  helado  por  la  humedad, 
yo,  amante  de  la  verdad, 
truenos  y  lluvia  pintaba... 
— He  podido  comprender 
dijo  uno  de  los  artistas, 
que  vuestros  protagonistas 
nunca  piensan  en  comer. 
—Cierto  es— dijo  con  sofoco 
el  autor— más  ¡ay  de  mí! 
que  cuando  la  obra  escribí... 
no  comía  yo  tampoco. 

Luis  García. 


■  ;•  ',?.¿^st;    '■■  -v^-  ■;■. .  i¿/-L.  ■ 


EL  GAtGA.BBL 


465 


MONÓLOGO 


DEL 


PERSONAJE  IMPROVISADO 


AYA,  que  me  arrepiento  de  ser  perso- 


naje! 

Cuando  yo  no  era  nada;  cuando  pasaba 
inadvertido  no  tropezaba  con  dificultades... 

¿Por  qué  quise  figurar? 

Y  ..  ¿por  qué  se  habrá  ido  li  pique  la  Ro- 
sales? 

Y  no  hay  remedio.'He  de  cumplir  como 
me  corresponde. 

En  el  club  se  ha  abierto  lista.  Todos 
ofrecen  jiantidades,  mós  ó  menos  impor- 
tantes, pero  cantidades  al  fin,  y  yo  debo 
forzosamente  apuntar  mi  nombre...  y  una 
cifra.  De  lo  contrario  ¡qué  dirán  mis  con- 
socios!... 

Si  solo  fuera  lo  del  club. . . 

Pero  mi  afán  de  figurar  me  llevó  á  la  re- 
dacción de  El  Pendón.  En  mis  tarjetas, 
además  de  mi  nombre  y  apellido,  se  lee: 
Redactor  de  El  Pendón.  Bien  es  verdad 
que  no  me  pagan  nada  por  los  sueltos  que 
escribo,  pero  en  cambio  soy  redactor  de  un 
diario,  y  entro  sin  pagar  en  algunos  tea- 
tros y. . . 

Y  mientras  tanto,  desde  el  director  de  El 
Pendón  hasta  el  último  cajista,  todos  han 
contribuido  quién  con  cien  pesos,  quién 
con  cien  centavos,  á  aumentar  la  lista,  á 
hacer  crecer  la  suma  que  se  necesita  par» 
construir  un  buque  igual  á  la  Rosales 

Nada,  nada.  ¡jYO  he  de  dar  algo;  todo  un 
redactor...  ¡no faltaría  más! 

Y  lo  bueno  es  que  la  sociedad  cree  que 
soy  alguien.  Claro  ¡suena  tanto  mi  nombre! 
Figuro  en  tantas  partes... 

Calla,  calla.,  pues  ¿y  la  Sociedad  Propa- 
gandista de  la  fécula  de  la  patata?  Soy  su 
presidente  y  ¡claro  está!  he  de  dar  ejemplo. 
¡Otra  lista!...  ¡Dios  mió!  ¿por  qué  naufra- 
gó la /2osaZes.? 
;  ¿A  que  ahora  naufrago  yo? 

Ayer,  la  encantadora  Ernestina  me  dijo, 
de  la  manera  más  irresistible  que  decirse 
pueda: 

— Voy  á  abrir  lista. .. 

—¡Lista! 

—Si,  tengo  tantos  adoradores! 

-  Pues  entre  ellos,  el  primero  de  la  lista 
quiero  ser  yo. 

—Pues  apunto:  Antonio  Fulanez.  Ahora 
tenga  á  bien  poner  unos  numeritos ..... 

— ¿Numeritos? 

—Si,  una  cifra  alta.  Debe  V.  dar  el  ejem- 


plo, ya  que  quiere  ser  el  primero   entre 

mis....  ;;  ;,    .U,  .:    ■:.;;;,_....;.;;- 

—Adoradores,  si.. .. 

—Usted  lo  ha  dicho.  Y  ahora  añado:  los 
adoradores  que  me  placen  son  los  más 
caritativos.  Con  que  apunte  V.  A  benefi- 
cio délas  familias  de  los  náufragos. 

— Cien,  pesos  señora .... 

¡Dios   mió!....    ¡cómo    arreglarme!.... 

He  apuntado  cifras  y  más  cifras  y  debo 
hacer  efectivas  las  cantidades  y  no  es  esto 
lo  peor:  lo  terrible  es  que  no  tengo  dinero. 
Tengo  un  nombre.  Soy  Fulanez  y  un  Fiíla- 
nez  muy  apreciado.  Brillo  en  salones  y 
teatros.... . 

Apropósito. . . .  ¿qué  lecontesto  á  la  sim- 
pática Dolores,  la  elegante  viudita,  que  me 
ha  mandado  un  palco  para  la  función  que 
celebnm  en  el  teatro  N....  las  señoras 
caritativas  de  San ? 

¡He  de  aceptarlo,  y  lo  que  es  más  grave, 
he  de  pagarlo! 

¿Cómo....? ¿con  qué? 

De  ninguna  manera  retrocedo.  Acepte 
el  palco  y  lo  pagaré 

No  faltaría  más. 

Ahora  voy  observando  que  la  sociedad 
es  peligrosa  para  los  intrusos  que,  como  yo, 
tienen  gran  caudal  de  desparpajo. ...  y  po- 
co caudal  metálico. 

Es  tan  bueno  figurar  en  salones,  concier- 
tos, paseos sobre  todo  teniendo  ami- 
gos que  paguen! 

Pero,  francamente,  cuando  tocan  á  pedir 
no  hay  más  remedio  quedar. 

Si  yo  pudiese  practicar  aquello  de  dar  lo 
que  se  tiene  y  no  estar  obligado  á  dar 
más...... 

¡Pero  si  no  tengo  nada! 

Y  no  debe  saberlo  la  sociedad,  délo  con- 
trario.... me  rechazaría  y  ¡qué  bochor- 
no! ....  ni  lo  quiero  pensar. 

Cuando  veo  la  frescura  con  que  el  alma- 
cenero de  la  esquina  da  cien  pesos,  y  se 
queda  tan  tranquilo  vendiendo  porotos,  me 
dan  ganas  de  trabajar  para  llegar  algún 
dia  á  ser  personaje  por  méritos  propios. . . . 

Pero,  no  puedo.  Soy  un  intruso;  un  per- 
sonaje improvisado  que  espero  la  boda  bri- 
llante, la  proveeduría  íructítera,  la  lotería, 
la  fortuna  fácil,  en  fin,  para  poder  seguir 
la  farsa. 

Mientras  la  sociedad  no  se  conmueve, 
vamos  bieti. 

Pero  en  cuanto  hay  una  catástrofe.. . . . 
¡qué  manera  de  pedir¡ 

¿Porqué  habrá  naufragado  la  Rosalesl 


'  .-^á  ■ 


-.«?i?--. 


'r^^''.-,T£íte:->5V^- 


Jcjii'Éíiiítel 


::^i,^s£smÁMi¿¿2áí.,-- 


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íi^i^-3f^i^%  \^'-'-^       '      ,  ■  -^v        --f -.^«^.ífíXS 


Tfk  T*--^^*  i«^ 


«6 


«LCKSCakBBL 


TIPOS   .CÁI_UEJEROS 


UN    TURCO 


"'ns 


'"■■(■ 


..i: 


Al  pié  de  una  puerta,  alerta, 
su  comercio  está   mostrando» 
y,  sin  duda,  recordando 
allí  la  sublime  puerta. 


£l4GMGAnp. 


457 


GEOMBTEÍA 


tí? 


Un  juez  recto. 


Una  figura  irregular 


■Vj 


Curvas. 


Horizontales. 


4Ba 


EL  CAlKSilȣL 


!  'gl^j-.t.*- J-Ml>...,»  .-.,Jir       ;■'       "'    ■-"  .,'""    ' ■■ 

¿Han  llamado?. ; . .  ¿Otra  lista?. . . .  No: 
es  ir.i  amigo  Pérez.  Este  np  ñgura,f  pero 
tiene  dinero;  no  brilla,  trabaja.  Algún  dia 

brillará. ¡Ohl  ¡qué  ¡dea!  El  naufragio 

de, la  Rosales  me  hace  zozobrar?...  pues 
{embiquemosl 

-  ¿Qué  quieres  Pérez?. . . .  muy  amigo,ya 
lo  sabes.  Sí....  tengo  alguna  influencia. 

é.^. hablaré  al  ministro    será  cues- 

xión  de  unos  dias no   me  des  las 

gracias....  no  vale  la  pena....  ¿quieres 
colocar  á  tu  hijo? yo  me  ocuparé  de 

Apropósito quisiera  pedirte  un  favor  ... 

si,  para  terminar  un  negocio 

devolución  pronta,  ¡si! ¿quieres  un 

pagaré?..,,  ¡oh!  gracias,  siempre  noble; 
no  tengas  cuidado.  Lo  del  niño  corre  de 
mi  cuenta....  Adiós...  si.  A  fin  de  mes. 
¡Adiós! 


Ga3ró  ¡pobre  Peréz! 

AhorA  á  escape:  que  figure  mi  nombre 
en  todas  las  listas,  en  Bl  Pendón,  voy  á 

casa  de  Ernestina mandaré  abonar  el 

palco tendré  el  gusto  de  salir  airoso 

de  esta  prueba.  -        t       -  .  .,5 

i  '  '  ' 

Fulanez  aún  brilla.  | 

En  los  diarios  se  lee  bien  claro.  Anto- 
nio Fulanez  i  00  pesos  ni/n. ....... 

Pero  ¡Dios  clemente!  evitad  nuevas  ca 
tas  tro  fes. 

Calculad  que  á  las  muchas  victimas  de  la 
i?osa¿es  hay  que  agregar  lOtra.  v 

¡Mi  amigo  Pérez!  .  ' 

Pobre  amigo  que  me  has  evitado  el  bo- 
cborno  de  naufragar  envuelto  en  el  oleaje 
social...... 

\Vq.%o  ^  Antonio  Fulanez'^ 

Andrés  Soler. 


OElGEN  DE  MUCHOS  VERSOS 


Era  Lupercio  un  poeta 
que  hacía  muy  lindos  versos, 
y  paseaba  á  menudo 
en  un  bote  río  adentro. 

Cierto  día  que  bogaba 
Sonriente  y  satisfecho, 
cayóle  aJ  agua  un  legajo 
con  los  frutos  de  su  ingenio, 
quiso  pescarlos,  mas  ¡ayl 
que  del  líquido  elemento 
salió  un  pez  y  se  tragó 
el  manuscrito  .completo, 
dejando  triste  y  mohíno 
al  pobre  vate  Lupercio. 

Un  pescador  que  se  hallaba 
"mirando  en  vano  su  anzuelo, 
aquella  tarde  pescó 
al  pez  que  tragó  los  versos, 
y  se  lo  llevó  á  su  casa, 
y  lo  metió  en  un  puchero, 
y  le  echó  sal  y  pimienta, 
y  lo  coció  á  fuego  lento, 
y  I  luego  tranquilamente 
cenóse  el  pescado  entero. 
Marchóse  á  dormir  con  calma, 
se  levantó  satisfecho. 
pero  ¡qué  transformación 
hubo  en  él  durante  el  sueño! 

r 

Sin  saber  lo  que  decía 
pidió  el  chocolate  en  verso, 
ó  increpó  á  la  cocinera 


en  magníficos  tercetos,.  : 

se  afeitó  haciendo  quintillas 

y  al  marcharse  de  paseo, 

iba  improvisando  octavas 

y  componiendo  sonetos. 

— ¡Ay,  Dios  mió,  qué  me  pasa, 

qué  es  lo  que  tendré  aquí  dentro!— 

se  decía  sorprendido 

entre  asombro  y  entre  miedo, 

y  como  siguiese  hablando 

y  siguiese  componiendo, 

sospechando  si  tendría 

los  demonios  en  el  cuerpo, 

decidióse  al  fin,  mohino, 

y  avistóse  con  un  médico. 

—¿Qué  le  pasa? 

—¡Cielo  santo! 
Que  hablo  todo  el  dia  en  verso. 
— ¿Qué  ha  comido? 

—Pues  un  pez, 
y  magnifico,  por  cierto. 
— ¿Y  notó  usté  en  el  sabor 
algo  raro,  ó  algo  nuevo? 
—Sí,  señor,  me  parecía 
algo  como  huevos  frescos. 
—Basta,  ya  sé  lo  que  tiene. 
Tiene  usté  el  pescado  dentro, 
y  ese  pez  era  poeta. 
—¿Cómo?  ¿Qué? 

—Lo  que  está  oyendo. 
Beba  usted  lo  que  le  diga 


4>» 


N^^ái»AÍA-ii 


ÜMÍiÉliÉteÉÉ 


á 


EL  GAfPUUN^ 


4&d 


'S9f  .«nia'vjegujg  iJ4tT.gJt5E  J-'J. '.!''! 


¡j  actóóse  su  tormento. 
-Fuese  el  pobre  pescador, 
y  siguiendo  Jos  consejos 
que  el  doctor  le  había  dado, 
fué  y  bebióse  litro  y  medio 
de  un  producto,  cuyo  nombre 
justamente  no  recuerdo, 
y  es  lo  raro  que,  según 
uno  que  Je  estaba  oyendo, 
recitando  seguidillas 
pasó  un  cuarto  de  hora  entero. 
Mas  después  del  cuarto  de  hora 
se  encontró  del  todo  bueno. 

Hará  cosa  de  unos  meses, 
el  pescador  de  mi  cuento, 
■fué  invitado  á  una  velada 
de  yo  no  sé  qué  Ateneo, 
en  donde  varios  poetas 
sus  poesías  leyeron. 


Se  levantó  Guido  Spano 
y  leyó  con  dulce  acento 
.Xina  larga  poesía 
llena  de  bellos  conceptos, 
y  al  terminar  fué  aclamado 
^  por  el  auditorio  entero: 
entonces  el  pescador 
fué  y  le  dijo  á  otro  sujetó: 
—¿Le  ha  gustado? 

—Sí,  señor. 
— Pues  yo  estoy  en  el  misterio. 
Ese  señor  que  ha  leído, 
no  es  él  quien  hizo  los  versos. 
—¿Cómo? 

—Los  habrá  hecho  un  pez. 
—¿Eso  es  verdad? 

—Ya  lo  creo. 
Ese  señor,  de  seguro 
jtenia  un  besugo  dentro! 

S.  (xarrido. 


TEMA 


ESPUÉs  de  los  temas  que  tragué  cuando  estudiaba  francés  é  inglés, 
creía  buenamente  que  no  pasaría  más  apuros  por  ellos. 

Pero  ahora   me   encuentro,   con   que  muchas  veces  no  hallo 
tema  para  un  articulo,  y  me  desespero. 

¡Temal  ¡Tema! 

¡Dónde  hallar  un  tema! 

¿En  casa? 

Nó;  ¡jamás!  Ya  me  sé  de  memoria  lo  que  en  ella  ocurre.  Es 
decir,  no  ocurre  nada. 
Huyamos,  pues,  de  la  familia. 


En  estas  reflexiones  estaba,  cuando  el  reloj  de  mi  comedor  anunció  que  eran  las 
nueve. 

Tomo  el  sombrero,  papel  y  lápiz,  y  no  corriendo,  sino  volando,  bajé  las  escaleras 
de  mi  casa. 

Estaba  en  la  calle. 

Dónde  iré,  me  dije,  dónde,  que  pueda  pescar  algo... 

Al  club...  si.  alli,  en  la  política,  en  el  juego,  en  el  chisme  social,  allí  hallaré  tema. 

Pero...  ¡oh  fatalidad!  en  el  club  no  había  un  alma! 

Soledad  completa.  Sólo  el  mozo,  limpiaba  y  sacudía  las  mesas  de  billar. 

Salgo,  doy  una  vuelta  por  la  píaza  Victoria  <i  Tres  por  diez^i  me  dice  un  chicuelo. 

¡¡Veinte!!  daría  yo  por  un  tema,  replico. 

Al  acercarme  á  tomar  un  coche,  para  ir  al  café,  veo  á  Gragera  en  el  umbral  de 
una  puerta. 

Dios  le  envía,  me  dije.  Ya  hallé  lo  que  buscaba.  Si...  haré  un  repórtage  sobre 
este  émulo  de  Albarracin,  haré  descripción  de  su  vida  y  milagros. 

Le  interrogaré. 

Quise  hacerlo,  pero  imposible.  Grispino  estaba  peor  que  una  cuba. 

Renegando  de  mi  suerte  y  maldiciendo  la  hora  en  que  el  demonio  me  tentó  á  es- 
cribir, tomé  dirección  al  café. 

Llego,  barullo  infernal,  imposible  coordinar  ideas  en  aquel  hormiguero  humano. 

Sin  embargo,  en  aquella  mesa  veo  dos  personas  que  discuten  acaloradamente. 

Me  acercaré...  trataré  de  pescar  el  hilo  de  su  conversación... 

—¡Hola,  Emilio!  Tú  por  aquí.  ¿Qué  vientos  te  traen?— me  interroga  un  antiguo 
compañero  de  oficina. 

—Nfifda...  nada...  ¡que  estoy  desesperado! 

— Yo  también,  hombre,  yimucho  te  agradecería  me  escuchases  una  palabra. 


4 


~-tjf>^7; 


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V 


ÍBO 


w^tíistmÉL 


-  —  Vt    11-itr 


**"''- 


mfi^-- 


Accedo  á  iu 'pedídbv  y  (^ 'ü  Itigar  apartado  donde  naéié  nens  Vfeiá,'  iÁ¥'dice  sigi- 
losamente:        ■■■■"■    ■'■"■■'■  -i    -'■■'''.        ./,■.,-,.  .^,,.  .,:      ,.,,   .■..'•;..v;:.^':;,j;,/-^;  ,,.•!.'•;•   _-. 

—Puedes  prestarme  ciaico  pesóse..  •  >     '      í^^-   .       f^-^^^i  '- 

No  só,  como  no  le  rompí  la.  crisma.  ^  ■' :'  • 

jPara  préstamos  estfiba  yo! 

viendo  que  en  aquel  sillo  era  imposible  hallar  el  anhelado  tema,  sa^go  nueva- 
mente á  la  calle. 

~    ~tO«é  hacer  Dios  miol...  ¡Qué  hacer!...  Dos  horas  que  corro  de  un  lado  A  otro  y  ni 
siquiera  en  emJbrion  tengo  mi  articulo. 

jEsto  es  atroz!...  ¡Horrible!  - 

De  pronto  me  doy  una  palmada  en  la  frente. 

Una  feliz  casualidad,  me  había  deparado  lo  que  yo  buscaba. 

¡Ya  lo  tengo!.  .  ¡Ya  lo  tengo!...  exclamaba  yo  á  cada  instante.  ¡Ya  lo  tengo!  Aquel 
feliz  cartel  me  lo  depara ... 

¡¡Ya  tengo  tema!! 

Efectivamente,  en  él  decía:  «4»  Sección:  Ki-Ki-Ri-Ki.» 

Nó  hay  mfís,  al  teatro.  Haré  una  severa  crítica  de  esa  pornográfica  obra.  Sí,  haré... 
pero  diablos,  si  yo  no  soy  critico  ni  cosa  que  se  le  parezca... 

¡No  importa!  Ánimo  Emilio,  ánimo.  Y  contento  de  mi  feliz  hallazgo  y  dando  unas 
cuantas  volteretas  coreográficas,  me  dirijo  con  paso  marcial  y  decidido,  al  teatro. 

¡Cuántas  reñexiones  hice  en  mi  camino! 

Pobre  esposa  mía,  si  supieras  que  voy  á  faltar  á  mi  palabra,  viendo  el  Ki-Ki-Ri-Ki 
sin  tu  consentimiento... 

¡Pero  qué  importa!  Primero  está  mi  honor  de  literato  y  mi  articulo  sobre  todo. 

«¡¡Tengo  la  función  que  van  á  dar!!...  ¡Carmela!  ¡La  caza  del  oso!...  ¡¡Tengo  la 

Í[ue  van  á  dar!!.,.  ¡¡Tertulia,  4»  fila,  tengo  palco...»  repetía  sin  cesar  á  mi  lado  un- 
brnido  revendedor. 

Al  oirlo,  tentado  estuve  de  no  entrar  aí  teatro. 

Pues  con  semejante  figura  por  delante,  tenia  tema  para  un  sabroso  articulo. 

Pero  desisto.  Temi  resultase  fiambre  y  sin  gracia;  además,  qne  ya  sentía  el  cosqui- 
lleo que  el  rótulo  del  Ki-Ki-Ri-Ki,  me  hacia. 

Sí,  entraré,  me  dije.  Haré  la  critica. 

Una  vez  en  la  sala,  traté  de  hallar  lo  que  buscaba;  pero  nada...  imposible...  No 
encuentro  tema. 

Apechugaré  con  la  critica.  Y  afilando  lápiz  é  ingenio,  me  dispuse  á  descargar  mi 
mal  humor  contra  el  primer  cómico  que  se  desmandase  en  lo  más  mínimo. 

Pero  nada;  aquella  noche  estaba  en  la  mala.  i 

La  obra  había  terminado,  como  empezó,  sin  interés,  y  sobre  todo,  sin  tema  para 
crítica . 

Maldiciendo  mi  mala  suerte  y  echando  sapos  y  culebras,  decidí  marcharme  á  mi 
casa  y  escribir  por  último  una  escena  conyugal,  lo  único  que  me  restaba. 

Al  hacerlo,  ¡feliz  instante!  y  debido  á  lo  aturdido  que  en  aquel  momento  me  hallaba, 
me  llevo  por  delante  una  señora... 

— ¡Caballero...   me  ha  pisado  V.  el  vestido! 

— ¡Qué  oigo!  ¡Esa  voz!....  . 

— ¡Emilio!. .. 

— ¡Dios  santo!...  ¡Mi  mujer! 


Si...  era  ella,  que  en  compañía  de  la  criada  y  en  la  creencia  de  que  yo  no  volve- 
ría á  casa  hasta  después  de  la  una,  como  de  costumbre,  había  salido  de  casa  impul- 
sada por  la  curiosidad  de  ver  el  Ki-Ki-Ri-Ki. 

¡Ella  tan  casta,  lan  recatada!  Ella  que  me  había  prohibido  á  mi  el  ver  la  maldecida 
obra. 

¡Oh  curiosidad  femenina,  lo  que  puedes  y  lo  que  vales!  Sobre  todo  lo  que  vales. 

Y  cómo  nó,  si  ella  me  ha  proporcionado  lo  que  yo  no  hallé  en  tres  horas  de  excur- 
sión callejera:  el  tema  para  mi  articulo. 

No  hay  duda,  el  encuentro  de  mi  mujer  viendo  el  Ki-Ki-Ri-Ki.,  será  la  trama  de 
mi  próxima  composición. 

¡Gracias  á  Dios!...  Nó...  ¡gracias  á  mi  mujer!  -  ; 

Ya  tengo  tema. 

E'ínilio  Gilí. 


I  . 


Sé¡^ 


^.-í.  ;-yí.X,'fe. 


EL  GASCABEL 


461 


,         J      l«     •  .C     ■'       ,      s 


DE  DOMINGO  A  DOMINGO 


Con  éxito  básüinte  satisfactorio  se  ha 
puesto  en  escena  el  Otello  en  la  Opera. 

El  público  se  íicordaba  del  insuperable 
Tamagno,  y  contal  recuerdo  luchó  Maria- 
cher,  saliendo  bien  de  la  prueba. 

Hugonotes  se  ha  repetido,  lo  propio  que 
Gioconda.,^  ambas  funciones,  en  especial 
la  primera,  llevaron  numeroso  público  al 
teatro  de  la  calle  de  Corrientes. 


La  compañía  del  Nacional  solo  ha  can- 
tado dos  óperas:  Aida  v  Gioconda,  debien- 
do estrenarse  durante  esta  semana  Mefis- 
tófe le  para  debitt  del  primer  bajo  Sr.  Rie- 
ra, un  artista  de  (juien  se  dice  mucho  y 
bueno.  A  ida.,  como  siempre,  dirigida  de  un 
modo  magistral  por  el  maestro  Goula,  y 
cantada  con  muchos  brios  por  Grani  que, 
restablecido  ya,  puede  lucir  sus  facultades 
La  señora  Rodriguez  dá  mucho  colorido  á 
sus  roles  y  aunque  no  está  en  pleno  uso  de 
sus  medios  vocales,  se  hace  aplaudir  con 
justicia.  La  señora  Sleimbach,  bien,  lo  pro- 
pio que  Laban  y  Reltramo,  tos  mismos  ar- 
tistas que  cantaron  Gioconda. 

Inútil  decir  que  en  esta  ópera  la  más  rui- 
dosa ovación  fué  para  la  orquesta,  que  di- 
rigida por  Goula,  hace  milagros. 


ONRUBIA.— Sigue  haciendo  el  gasto 
Curupaytí.,  drama  nacional  del  Sr.  Go- 
mara. 

La  obra  está  bien  presentada,  y  el  públi- 
co impresionable  tiene  donde  irá  conmo- 
verse. 

Curupaytí  ha  sido  aplaudido  por  unos 
y  censurado  por  otros,  pero  no  durante  la 
representación;  porque  el  Sr.  Gomara  co- 
noce el  secreto  de  sacar  á  tiempo  la  bande- 
ra argentina  ó  de  hacer  aparecer  un  bravo 
soldado  gritando  ¡viva  la  patria!  Vamos, 
que  el  que  vá  á  ver  Curupaytí  se  vé  obli- 


gado á  aplaudir,  que  es  lo  que  seguramen- 
te quiere  su  autor,  .,   .,  _ 


POLITE AMA.— Estrenóse  por  fin  La 
Condesa  Silherstein^  drama  del  Sr.  Gar- 
cía Mansilla. El  público  manifestó  diferentes 
veces  el  aprecio  en  íjue  tiene  ál  Sr.  Mansi- 
lla, obligándolo  á  presentarse  dos  veces  en 
el  palco  e&cénico.  apesar  de  que  la  obra 
demuestra  gran  inexperiencia  por  parte 
del  autor,  que  si  pone  mayor  cuidado  en  lo 
sucesivo  tal  vez  llegue  a  escribir  algo  que 
valga  la  pena.  La  Condesa  Silherstein  es 
un  ensayo.  No  haga  caso  el  Sr.  Mansilla 
de  los  aplausos  de  los  amigos;  y  dado  caso 
deque  escriba  otra  ¿no  lo  podría  hacer  en 
castellano?. . .  . 


COMEDIA.— La  novedad  de  la  octava, 
lo  constituye  Infantería  Rusticana.,  es- 
trenada con  éxito.  El  autor,  Sr.  Palaü, 
puede  estar  saiisfecho,  pues  á  nuestro  mo- 
do de  ver,HFa  salido  airoso  de  una  parodia., 
género  que  conceptuamos  muy  difícil. 
Nuestra  felicitación  al  autor  y  al  amigo. 


l''n  o\  Pasatic/t)po  anunciase  una  com- 
pañía Milanesa,  dirigida  por  Parenli. 

Aún  conservamos  gratos  recuerdos  de  la 
compañía  déla  misma  índole  que  dirigía 
Caballi. 

Si  aquel  se  pareced  éste,  el  éxito  de  la 
compañía  es  seguro. 


La  pérdida  de  la  Rosales  ha  venjdo  á 
mo-slrar  una  vez  má.s  el  entusiasmo  con 
que  la  población,  la  nacional  y  la  extran- 
jera, está  pronta  á  coadyuvar  lodo  movi- 
miento patriótico. 

Las  suscripcrones  aumentan,  se  reúnen 
fondos  y  más  fondos  y  lodo  hóce  presu- 
mir que  se  recolectará  una  gran  cantidad 
de  dinero  para  comprar  otro  buque  igual 
al  que,  al  sumergirle,  ha  llenado  de  cons- 
ternación á  la  sociedad  y  de  luto  á  muchas 
familias. 

El  Cascabel  partici[)a  del  dolor  general, 
y  si  í:o  abre  suscr.pción  en  su-s  columnas 


<(í 


.fóM  á^  . 


m 


es  porqoe  prefiere  ll^yar  sn  módeslo.  óbolo 
á  la  caja  centraU  en  otra  forma. 

Inútilcreemos decir  que,  redactores,  di- 
bujantes y  grabadores,  están  ú  disposi- 
ción de  las  publicaciones  que  se  anuncia 
aparecerán  para  aumentar  con  el  producto 
de  su  venta  la  gran  suscripción  nacional. 


Rodriguez  y  Maria 

viven  felices, 
puesto  que  cada  noche 

cenan  perdices. 
El  la  carne  del  ave 

glotón  devora, 
y  le  deja  los  huesos 

á  su  señora. 


-jAy!  ¡Doctor,  sálveme  Vd.  la  voz! 
-Pues  qué,  ¿es  lan  gravea... 
-Tan  grave,  que  perderé  la  carrera. 
-Ya...,  es  Vd.  artista. 
-|¡No  señor,  rematador!! 


Atento,  galán  y  ufano 
daba  Luis  lección  de  piano 
á  la  preciosa  Pascuala, 
cuando  el  papá  don  Mariano 
los  sorprendió  en  una  escala. 
—¡Pillos!— gritó  con  furor, 
..,¿Y,  porqué? — dirá  el  lector. 
—Porque  de  un  balcón  pendía 
la  escala  de  cuerda,  y  por 
ella  la  pareja  huia. 


/.  S — No  he  recibido  la  composición  que  Vd.  4ic« 
haber  mandado. 

Guantero.— ha,  de  Vd.  si  la  he  recibido  y  tirado 
cortesmente  al  canasto. 

K.  D.  r.— Y...  iesti  Vd.  seguro  de  ser  el  autor? 

A^itoíe.— Mande  Vd.  la  firma  corriendo,  y  se  pu- 
blicará su  trabajito. 

Zeón.— Sin  melena,  y  sin  retórica. 

/.  fi.— Celebro  que  el  viajecito  le  haya  probado. 
Sus  versos  flamencos  no  me  convienen. 

/.  fl.— Ni  los  que  Vd.  dedica  A  una  niña. 

Pretor. — Bueno,  pero  si  sigue  Vd.  hablando  de  el 
cénit  tutelar  le  llevarán  al  manicomio. 

F.  £.— Dejemos  en  paz  &  Leonor,  que  si  lee  sus 
versos  le  aborrece  &  Vd.  al  instante. 

R. .  .—Estoy  de  buen  humor,  &  Dios  gracias. . .  pero 
no  para  corregir  sus  versos. 

M.  M.  M. — tOtra  vez  las  tres  emes?  Malo,  malo, 
nalo. 

Trovador.— 'Hí&viáe  la  firma.  Sin  cumplir  este  re- 
quisito no  lo  puedo  publicar. 

Colombiano. — Aguarde  Vd.  la  velaaa  (?)  del  cuar- 
to centenario,  etc 

El  Pampeano.— Usted  no  es  El  Pampeano  autén- 
tico. 
A.  B.  C— 

¡No  me  mates!  ¡No  me  mates! 
¡Déjame  vivir  en  paz!... ^ 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  GHillermo  A.  CranweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia ■•  es  ya  de  t'ranwell  sino  de  Sproat. 

LA   ÚNICA 

DROGUERÍA  Y  FARMACÍA 


DE 


G  R  A  N  VA^  E  UL 

Que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situa- 
da en  ia  calle  de 

VICTORIA,    NUM.    647 

Entre  Perú  y  Chacahueo 

Atendida  personalmente  por  su  propie- 
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Edmundo  E.  Grranwell 

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té,  juegos  de  lavatorios,  metal  blanco,  licore- 
ras, canastas  para  pan,  aceiteras,  cuberteras, 
floreros,  Jamparitas,  veladores,  filtros  para 
agua,  etc. 

PaCCTCDAO  DIIOAO  de  Viena.  decircu- 
UArLlCnAO  nUoAo  lación,  flítros,  tete- 
ras, azucareras,  bandejas  de  madera  papié 
maché,  etc.,  caloríferos,  a'isacianos,  calentado- 
res de  pies,  braseritos,  salivaderas,  bidets 
cómodos,  y  otros  artículos  de  menage. 

FUENTES  ENLOZAOAS  '^¡^inliZt 

teros,  tablas  para  carne,  papas,  de  lavar, 
molinillos,  agua-maniles,  lebrillos,  carpetas 
de  mesa,  estantes  para  cocina,  canastos  para 
ropa,  etc. 

Al  DMCM  MCMAPC  J^scaleras,  sillas,  es- 
AL  DUtll  IiIlIiAUL  caleras,  caloríferos, 
guarda  fuegos,  calentadores  de  pies,  id  de  via- 
je, id  de  platos  para  la  mesa,  útiles  de  estu- 
fa, cocinas,  carboneras,  mesitas  para  té,  mol- 
des para  budines,  é  infinidad  de  artículos  de 
menaje  imposible  de  enumerar.  Precios  fijos 
y  sin  competencia. 

Al  Buea  Menaje,  Artes,  150 


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tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor.  Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despacho.  Los  dias  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  mé 
á  11  m. 


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TRASATLÁNTICA  ESPAÑOLA 

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Subvencionados  por  el  Gobierno  Español 

Servicio  bimensual  fijo 
entre  el  Rio  de  la  Plata  y  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  ser&n  el  2  de  cada  mes 
para  Santa  Cruz  de  Tenerife,  Cádiz,  Barcelona  y  Mar- 
sella, admitiendo  car^a  y  pasajeros,  asi  como  paim 
Vigo,  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
portantes de  España. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus  tcgeoHm 
Antonio  López  y  C*,  calle  Alsina,  750. 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  venida  de  todos  los 
puertos  y  ciudades  de  España. 


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Al  menudeo  en  los  principales  almacenes, 

XoT.v.— PróximamPiite  se  abrirá  el  depósito 
número  2  en  la  calle  Florida  esquina  Tucumán. 


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Se  asegura 

edlfloios,  establecimientos  industriales 

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Director:  ENRIQUE  COLL 


Db.  FERNÁNDKZ  VILLANUEVA 


ííitor  propletMio:  FRANCISCO  FERRÉS 


edaccioB  y  AdmioistracioD:  ALSINA  939  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

'recio  en  la  ciudad. . .    |  0.10  el  número 
•  umero  atrasado. ...     »  0 .  15        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  CoII  y  C> 


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r/r.« 


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BL  CASCABEL 


ADVERTENCIA 


.*', 


La  rédaceión  y  adminisiraotta  de  EL  GAS- 
CMMEL  86  ha  taraaladado  á  la  calle  de  Alaina 
atmero  939  altos,  á  donde  debe  dirigirse  toda 
la  correspondencia. 


-XÍ)H€- 


'ÍM^: 


L  Cascabel,  aanque 
alf'jado  por  completo 
de  la  politica,  ha 
rreUlo  de  oportuni- 
dad asociarse  al  mo- 
vimiento que  cada 
año  ce  ppodU'*.e  al  lle- 
gar estos  dias;  los 
que  se  consagran  á  recordar  las  jornadas 
de  Julio  del  90,  que  ensangrentaron  las 
calles  de  Buenos  Aires,  y  que  conmovie- 
ron profundamante  las  instituciones  y  la 
sociedad. 

No.  juzguemos  los  acontecimientos  con- 
sumados y  limitén.onos  á  recordarlos. 


Una  victima,  por  el  mero  hecho  de  ser- 
lo, es  simpática  y  tiene  el  don  de  conmo- 
ver. 

Victimas  no  escasearon  en  los  días  de 
ía  revolución. 

Unos  perecieron  defendiendo  su  causa, 
luchando  por  el  ideal  que  convluce  á  los 
mayores  sacrificios. 

-  Otros  perecieron  al  pié  de  su  bandera, 
defendiendo  ideales  diameíralmeiite  opues- 
tos. 

,  Todos  son  dignos  de  respeto,  y  de  que 
no  se  olviden  sus  nombres. 


Pero  entre  los  que  luchan  polr  el-  ideal 
político,  hay  las  victimas  más  'sublimes, 
si  cabe,  y  son  los  que  luchan  por  la  hu- 
manidad: los  que  á  esta  sacrifícan  vida, 
ilusiones  y  porvenir. 

Mientras  la  pasión  política  arma  y  pone 
frente  frente  á  hermanos,  hijos  de  la  mis- 
ma tierra  y  celosos-de  su  eagrandecimi^n- 
to,  la  humanidad,  los  sentimientos  huma- 
nitarios no  perms^necen  mano  sobre  mano. 

Así  vemos  surgir  en  el  fcagor  del  com- 
bate, á  los  que,  libres  de  pasiones  y  ren- 
cores, acudan  al  campo  de  batalla  sin 
mns  escudo  que  una  sencilla  cruz  roja  so- 
bre fondo  blanco,  á  cumplir  con  la  sa- 
grada misión  de  arrebatar-- su  presa  á^  la 
muerte;  de  detener  U  vida  que  se  escapa 
por  las  heridas  de  un  cuerpo  caído,  y  vol- 
verla al  mismo  cuerpo  que  puede  aún  ser 
útil  á  la  patria  y  á  sus  semejantes. 

El  Dr.  Fernandez  Villa  nueva,  cuyo  es 
el  retrato  que  publicamos  en  la  primera 
página  del  periódico,  halló  la  muerte,  pre- 
cisamente cuando  le  iba  á  disputar  vícti- 
mas. 

En  la  misma  camilla  que  conducian  los 
practicantes  que  en  pos  del  valiente  mé- 
dico, iban  dispue& tos -á  arrebatar  cuerpos 
á  la  muerte,  cayó  mortaimente  herido  y 
fué  conducido  al  Parque,  en  donde  espiró. 

Murió  Villanueva,  pero  su  nombre  vive, 
y  por  la  pérdida  de  su  cuerpo  lloran  la 
ciencia,  el  arte  y  la  sociedad,  que  perdió 
un  miembro  útil  y  en  la  plenitud  de  la 
vida. 

El  Cascabel  al  publicar  el  retrato  del 
malogrado  médico  y  pintor,  rinde  modesto 
tributo  á  su  memoria. 


Una  nota  original,  algo  nuevo,  que 
recompense  al  público  el  creciente  favor 
que  nos  dispensa,  hemos  querido  dar  al 
número  de  hoy. 

¿Lo  hemos  logrado  ?... 

El  proyecto  era  atrevido,  como  van  us- 
tedes á  ver. 

Pretendíamos  reunir,  barajar,  valga 
la  frase,  pensamientos,  frases,  ideas,  opi- 
niones, unos  y  otras  referentes  al  movi- 
miento revolucionario  de  Julio. 


^■.'•-ísSSi*;;^'^ 


H^é^^aüüt^^.jA.tí'<í^éá^^l::^_^.f^  j4b-v^.^>..:^^li^::&^j»E&^^j>vC.„ 


BL-  CASCABEL 


467 


Pero  para  que  resultase  interesante  la 
recopilación,  era  menester  que  hablaran 
personajes  caracterizados  de  todos  los 
bandos  potiticos. 

La  tarea  era  abrumadora. 

Y  la  idea  ocurriósenos  á  última  hora, 
■euando  el  mero  hecho  de  intentar  reali- 
zarla era  p«nto  menos  que  imposible. 

No  desmayamos,  y  nos  entregamosde 
lleno  ala  tarea. 

Los  lectores  apreciarán  el  resultado, 
que  si  notan  completo  como  anhelábamos, 
por  la  cantidad  de  firmas  que  solicitamos, 
es  satisfactorio  por  la  calidad  d<*  las  con- 
seguidas. 

En  las  infinitas  visitas  que  h'^mos  teni- 
do que  hacer  en  cuarenta  horas,  nos  he- 
mos, convencido  .de  que  los  personajes  que 
actúan,  de  un  modo  más  ó  menos  directo, 
en  la  política,  trabajan;  Y  de  aquí  provie- 
ne el  que  no  hayamos  sido  del  todo  afor- 
tunados en  nuestra  tarea. 

No  todos  los  personajes  visitados  han 
podido  disponer  de  la  cantidad  nece-^aria 
de  tiempo  para  complacernos. 

Estamos  satisfechos,  no  obstante,  y 
creemos  que  el  púbiico,  ávido  siempre  de 
novedades  y  de  lo  extraordinario,  hallará 
aquellas  y  esto  en  El  Cascabel  de  hoy. 

Los  pensamientos  que  honran  las  co- 
lumnas del  periódico,  demuestran  tenden- 
cias opuestas.  La  nota  exaltada,  al  lado 
de  la  tranquila;  explosiones  de  radicalis- 
mo junto  á  todo  lo  contrario;  los  movi- 
mientos revolucionarios  juzgados  de  dife- 
rente manera  y  con  criterio  completa- 
mente opuesto.  Y  (  n  todos  los  pensamien- 
tos, y  en  todas  las  netas,  una  domina 
■sobre  el  cúmulo  de  ellas:  la  nota  patriótica, 
el  anhelo  de  lograr  p1  engrandecimiento 
del  pais  y  su  bienestar,  que  unos  creen 
h  llar  on  una  forma  y  otros  en  otra. 


Junto  con  el  monumento  que  ha  de 
perpetuar  la  memoria  de  los  que  cayeron 
en  los  sangrientos  días  de  Julio  del  «ño  90, 
hallará  el  lector  opmiones  de  personajes 
políticos  curtidos  en  las  luchas  de  los  par- 
ti.ios. 


Militares,  doctores,  periodistps,  que  tie- 
nen nombre  y  puesto  señalado. 

Suprimimos  los  comentarios,  que  el  pú- 
blico hará  á  su  ^^acer  y  satisfacción,  y 
terminamos  agradieciendo  la  cooperación 
con  que  nos  han  favorecido  los  que,  ha- 
ciéndonos un  senfálado  honor,  se  han  dig- 
nado emitir  opiniones,  firmarlas  y  autori'- 
zar  su  pubiicacióu  en  nuestro  semanario, 
modesto  sí,  pero  siempre  atento  á  los  gus- 
tos del  público;  y  que,  aunque  chacotón, 
alegre  y  bullicioso,  cree  que  ciertos  asun- 
tos pueden  explanarse  en  sus  columnas, 
más  neutrales  que  nunca  en  esta  ocasión. 


En  el  número  de  hoy,  todas  sus  seccio- 
nes, menos  esta,  conservarán  el  carácter 
de  costumbre. 

Al  lado  de  lo  serio  lo  joco<o,  junto  á  un 
pensamiento  trascendental  la  frase  ale- 
gre. 

Después  de  todo,  esta  es  la  vida. 

Los  pesares  y  las  alegrías  se. juntan. 

Lo  supérfluo  y    lo  necesario  se   codean. 

Sea,  pues,  permitida  esta  amalgama  en 
nuestras  columnas^,  y  si  falta  juzga  al- 
guien que  hay  en  ello,  sírvanos  de  discul- 
pa nuestra  buena  intención. 


"^  Al  dar  colocación  á  ios  originales  refe- 
rentes á  la  revolución  de  Julio  hemos  pre- 
ferido elórdeti  alfabético. 

Creemos  conveniente  hacer  esta  salve- 
dad, y  por  esto  la  hacemos. 

Ahora,  lean  VV.,  juzguen    y   cometen. 

Nosotros  hemos  dicho  bastante.     . 


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V 


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468 


EL  CASCABEL 


iiíífeí 


^6  OE  JULIO 


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MONUMENTO   Á  LAS  VÍCTIMAS   DE  LA   REVOLUCIÓN 


tji&É^ó^r'^r-:-,^^\.<ifi-X 


Wji-  ;!¿v.-l£."¿..X^i  . 


KÍ..;:¿¿-^; 


EL    CASCABEL 


469 


26      DE      JULIO 


...Mantengamos  viva  nuestra  fé  en  los 
grandes  deslinos  de  este  pueblo,  practi- 
cando leal  y  honradamente  las  virtudes  cí- 
vicas,.. 

(Palabras  tomadas  del  discurso  pronun- 
ciado en  el  cementerio  de  la  Recoleta,  el 
día  24  del  corriente). 

Leandro  N.  Alem. 

Prefiera  el  estrago  de  la  inundación,  al 
envenenamiento,  de  la  atmósfera  por '  el 
quietismo  de  las  aguas  estancadas. 

El  progreso  de  la  humanidad  es  debido 
á  las  grandes  revoluciones  de  los  pueblos 
y  las  épocas  más  sombrías  de  la  historia, 
son  aquellas  en  que  la  libertad  ha  sido 
sustituida  por  el  orden.  Glorifiquemos  la 
revolución  de  Julio,  y  todas  las  que  se  ha- 
gan en  igualdad  de  circunstancias. 

F.  A.  Barroetavefia. 


Las  revoluciones  que,  en  lo  general, 
vuelcan  todo,  echando  abajo  el  esfuerzo  y 
labor  de  generaciones  enteras  y  recargan- 
do el  porvenir  con  la  ardua  tarea  de  la 
reconstitución,  son,  en  ciertos  casos,  una 
necesidad  y  un  derecho.  Puede  conside- 
rárselas como  á  las  plazas  fuertes  que  en 
la  defensa  Nacional  se  hunden  eníre  es- 
combros antea  de  abatir  la  bandera  y  con 
esla  la  honra  de  la  patria.  Entre  éstas 
debe  colocarse  la  del  26  de  Julio,  en  que  el 
pueblo  oprimido  y  vejado  luchó  como 
héroe  en  la  reconquista  de  sus  fueros.  Ho- 
nor, pues,  en  esta  fecha  á  los  que  supieron 
cumplir  con  su  deber,  y  mayor  honor  aún 
á  los  que  perdieron  su  vida  antes  de  ser 
esclavos  y  viles,  agregando  unos  y  otros 
una  página  á  ese  gran  libro  de  glorias, 
que  son  la  honra  de  la  República  Argen- 
tina. 

Osear  Liliedal. 


f 


^ 


.1 


La  revolución  de  1890  fué  un  noble  error 
patriótico,  cuyas  amargas  consecuencias 
duras  está  pagando  infamemente  la  repú- 
blica. 

Su  rectificación  es  necesaria. 

El  alma  argentina,  con  cívicos  anhelos 
lo  reclama.  Es  un  deber  cumplir  esos  an- 
helos. ' 

Cuando  lleguen  á  realizarse,  se  habrá 
asegurado  la  regeneración  del  país  y  su 
grandeza  será  verdad. 

Diego  Fernandez  Espiro. 

La  admiración  que  despiertan  los  gran- 
des hombres  en  las  almas  nobles,  alguna 
vez  ata  la  lengua  á  la  envidia  que  se  re- 
tuerce en  secreto,  enconándose  á  medida 
que  más  se  enaltece  el  blanco  que  ha  ele- 
gido para  clavar  sus  dardos  emponzoña- 
dos, y  acechando  la  ocasión,  cobarde,  al 
fin  estalla. 

José  Ignacio  Garmendia. 

Jamás  fueron  buenos  generales  los  hom" 
bres  ciegos  por  la  intrepidez;  esa  vanidad 
ha  hecho  perder  muchas  batallas. 

José  Ignacio  Garmendia. 


Las  revoluciones  son  condición  de  pro- 
greso cuando  estimulan  ó  precipitan  un 
proceso  de  saludable  evolución,  pero  no 
olvidemos  la  enseñanza  histórica;  ha  ha- 
bido muchas  revoluciones  que  nada  han 
revolucionado. 

En  la  República,  se  han  producido  isó- 
cronamente diré  así,  muchos  legítimos  es- 
tallidos de  pasión  popular,  que  no  han 
alcanzado  á  ser  revoluciones,  porque  nada 
han  modificado  por  si  mismos,  nada  han 
conmovido.  Pero,  me  anima  la  confianza 
de  que  las  consecuencias  del  movimiento 
del  26  de  Julio  han  de  ser  más  importan- 
tes que  el  movimiento  mismo. 

Que  venga,  por  la  acción  decidida  de 
todos,  la  evolución  democrática  anhelada, 
y  recién  entonces  la  revolución  del  90  de- 
jará de  parecerse  á  sus  congéneres  del 
70,  74  y  80.  ^ 

O.  Magnasco. 

Bienvenida  la  sangre  cuando  corre  en 
beneficio  de  las  instituciones!  Sobre  san- 
gre han  cimentado  los  pueblos  sus  más 
grandes  conquistas. 

{Discurso  sobre  el  estado  de  sitio^  21 
de  Junio,  Cámara  de  Diputados). 

O.  Magnasco. 


^ 


^ 


'  <.-. 


•  i'-ÍKE¿¿tf'íÍ3á-íía7'í-^¡á 


470 


ÉL  CASCABEL 


Las  revoluciones  son  válvulas  de  esca- 
pe social;  pero  es  menester  que  los  que 
las  abran  sepan  cerrarlas  A  tiempo;  por 
que  de  lo  contrario,  queriendo  servir  4  to- 
dos perjudican  al  pais. 

Lueio  V.  Mansilla. 


«Los  pueblos  tienen  los  gobiernos  que 
se  merecen»  se  ha  dicho,  y  yo  pienso,  en 
presencia  de  la  revolución  de  Julio — á  la 
que  no  concurrió  el  pueblo — en  presencia 
del  gobierno  que  surgió  entre  la  sangre 
de  los  mártires  y  la  traición  á  la  amistad 
protestada,  en  presencia  de  este  pueblo 
que  tributó  su  aplauso  ante  ese  gobierno; 
que,  hoy  por  hoy,  el  pueblo  argentino  me- 
rece el  gobierno  que  tiene,  este  gobierno 
que  nada  respeta  y  todo  lo  avasalla. 

Pienso  también,  que  toda  revolución  es 
santa,  porque  es  el  esfuerzo  del  oprimido 
contra  el  opresor,  el  sacrificio  por  la  li- 
bertad; pero  ellas  necesitan  ser  encami- 
nadas por  la  opinión  para  que  no  degene- 
ren en  crímenes  vulgares.  Producir  un 
movimiento  armado  en  estos  momentos 
de  espectaiiva.  en  que  solo  anhelamos  los 
beneficios  de  ia  paz  y  del  trabajo,  para 
curarnos  de  las  heridas  abiertas  por  ese 
desgraciado,  que  creyó  que  gobernar  era 
dilapidar  la  fortuna  públieá  y  alzarse  con 
la  suma  de  poderes  4e  un  pueblo,  seria 
«1  más  grande  de  los  cri-menes,  la  más 
grande  de  las  traiciones  á  la  patria. 

J.  M.  Mendia. 


Julio  23  de  1898. 

Mi  querido  Coll: 

Con  gran  placer  he  cumplido  su  encar- 
go de  pedirle  íi  mi  amigo  el  general  Gap- 
devila  su  opinión  apropósito  de  la  revo- 
lución de  Julio;  opina  que  no  puede  juzgar 
un  acto  en  que  ha  sido  parte,  pues  su  jui- 
cio seria  parcial. 


En  cuanto  á  mi,  ahí  va  lo  que  pienso: 

^La  revolución  de  Julio  ha  heefao  una 

sola  victima   y  muchos  héroes,  pero  yo^ 

no  creo  en  la  heroicidad  de  los  hombres^ 

que  sobreviven  á.  sus  hazañas.» 

Lo  saluda  con  el  cariño  de  siempre,  su, 
amigo 

Fray  Mocho. 

El  tiempo  es  la  perspectiva  que  dá  á  Ios- 
cuadros  de  la  historia,  el  relieve  de  su 
carácter  verdadero.  En  el  concurso  de 
nuestras  fechas  gloriosas,  el  26  de  Julio 
de  1890  tendrá  siempre  su  sitio  de  honor, 
y  á  medida  que  aquél  dia  se  aleja,  el  pa- 
norama se  extiende,  sus  honradas  figuras 
se  agrandan,  sus  mártires  se  eternizan, 
sus  detractores  se  empequeñecen;  y  surge 
profética  del  cuadro  mágico  la  enseñanza 
moralizadora  que  á  si  mismos  se  dan  los 
pueblos  en  las  horas  supremas  y  en  sus 
momentos  aciagos,  cuando  cerrados  todos 
los  caminos  abiertos  por  el  derecho,  el  de- 
recho mismo  las  abre  por  la  fuerza  de  la 
incontrastable  aspiración  popular.  Cuan- 
do los  pueblos  y  los  ejércitos  se  levantan 
en  contra  de  los  gobiernos  corrompidos» 
opresores  é  impudentes,  si  bien  dejan  al 
paso  de  la  avalancha  cadáveres  de  sus 
mártires,  escriben  con  su  sangre  fechas 
de  redención  y  nombres  de  apóstoles. 

El  movimiento  revolucionario  de  1890, 
obra  de  la  juventud  honrada  y  patriota,  y 
de  una  generación  de  militares  austeros 
y  abnegados,  tiene  ya  en  la  historia  na- 
cional de  los  últimos  tiempos,  los  contor- 
nos de  un  medallón  glorioso.  Los  nom- 
bres y  el  recuerdo  de  los  que  cayeron,  no 
los  olvidará  jamás  el  pueblo  argentino;  y 
los  compañeros  sobrevivientes,  sabrán  ins- 
pirarse en  el  ejemplo  dado  por  aquellos 
que  supieron  rendir  sus  vidas  en  los  alta- 
res de  la  libertad. 

M.  M.  Torino. 


. ..  Mtisú&i^^^L,- . 


^TTm^'^, 


EL  GA8CAABL 


471 


i  "      *; 


LA  VICTORIA 


Deshechos  los  batallones, 
la  tropa  aterrada  huía, 
mientras  tras  de  ella  se  oía 
el  trueno  de  los  cañones, 
y  el  lugar  de  la  batalla, 
ante  ei  terrible  concierto, 
iba  quedando  desierto 
barrido  por  la  metralla. 

Cubierto  de  un  rojo  velo 
el  sol  veía  la  guerra, 
cual  si  el  fuego  de  la  tierra 
hubiera  encendido  el  cielo 

Lleno  el  pecho  de  congoja 
el  vencido  se  alejaba, 
y  su  huida  delataba 
un  rastro  de  sangre  roja. 

Tras  una  humana  trinchera 
ya  cansada  y  sin  aliento, 
estaba  del  regimiento 
la  destrozada  bandera. 
Besjstieron  los  soldados 
el  tremendo  fuego  un  poco 
y  llenos  de  terror  loco 
escaparon  derrotados. 
De  su  deshonra  testigo 
prueba  perenne  quedó, 
pues  la  bandera  cayó 
en  poder  del  enemigo. 

II 

Pasó  un  día  y  otro  día, 
ia  lucha  no  terminaba, 
acción  tras  acción  se  daba 

y  la  atroz  guerra  seguía 

Cierto  día  á  la  carrera 
iban  huyendo  en  tropel, 
los  hombres  del  grupo  aquel 
que  abandonó  su  bandera. 
Viéndose  de  fuerzas  falto 
y  exánime  el  oficial, 
que  custodiaba  otra  igual, 
gritó  á  los  soldados: 


—¡Alto! 
Será  inútil  el  correr, 
pues  pronto  estarán  aquí, 
jalto  muchachos!  y  así 
pensaremos  en  comer. 
Descargóse  de  su  peso 
y  los  víveres  buscó, 
y  tras  buscar,  encontró 
que  tan  solo  había  un  queso. 
Y  cuando  iban  al  abrigo 
de  un  tronco  añoso  á  cenar, 
vieron  ante  si  brillar 
las  armas  del  enemigo. 

Como  serpiente,  que  fiera 
se  enroscase  ante  el  león, 
se  colocó  el  pelotón 
ante  ei  queso  y  la  bandera. 
Llenos  de  una  ansia  rabiosa 
de  terminar,  los  soldados 
lucharon  desesperados 
de  una  manera  espantosa. 
(Como  exponian  su  vida 
y  peleaban  sin  ceder! 
¡aquello  era  defender 
el  honor!...  y  la  comida. 
Lucharon  valientemente,  , 

al  enemigo  vencieron 
y  á  lo  último  se  conaieron 
el  queso  tranquilamente. 

III 

Por  fin  la  guerra  acabó 
y  según  cuenta  la  hi.etoria, 
la  más  completa  victoria 
de  estos  últimos  quedó. 
Y  es  la  versión  oficial 
que  á  su  valor  fué  debida, 
y  gracias  ala  entendida 
dirección  del  general 
el  que,  como  conociera 
todo  el  valor  de  su  gente, 
¡hizo  colocar,  prudente, 
un  queso  en  cada  bandera! 

Luis  Gat  cía. 


•V. 


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BL.(^|«CABBL 


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Sil 


La  ocasión,  para  sisar  unos  centavos. 


ES  LO 


Esperan  llenos  de  hlel. 

que  haga  al  fln  su  buena  estrella. 

Ella:  que  reviente  él; 

Él:  que  un  rayo  parta  á  ella. 


Que  se  presente  cualquiera  para  criar- 
lo en  debida  forma. 


La  absolución  y  el  señor  cura,  para 
consultarle  si  es  pecado  llevar  la  cara 
tapada. 


jLo  que  no  puede  decirse! 


Que  llegue  la  hora  del  relevo. 


fm-    ^'  w 


Eí^  CMéQá^mL 


QFE  ESPERAN? 


473 


Que  caiga  algún  hijo  de  familia 


Una  limosna  por  amor  de  Alá. 


Que  se  presente  un  guapo pa  peliar. 


Tener  sucesión  algún  día. 


»<i 


(Qué  pase  ella! 


t 


Pedir  el  boleto  á  los  pasajeros,  y  ma- 
rearlos un  rato. 


y¡  "^  *Y!rp.Sr' 


^w?«J*ffif^2í-  t"iT.  "-<-  ■V  "^<^<'3*'- 


'^í:;^' 


474 


^CASCABEL 


I  COSA  BARBARA  1 


Tuve  en  aquella  ocasión: 
en  ia  azotea  uA^cajaión, 
eñ  la  casa  un  ho.spital 
y  hasta  en  el  mismo  portal, 
nada  menos  que  un  cañón...! 


(Pueaá  pesar  de  tanta  gente  armada, 
por  .allí-  no  pasó  nadie  nr  nada). 

#  :^  A.  Dr  de  la  Q. 


'»-■  ■«■ 


¡ELLA! 


(J^ARALAMPiA !  jCaralampia!  ¡Solial 
iJuanal  {Venid  todas! 

—¿Qué  ocurre^  que  te  pasa  Antonio? 

— Algo  fatal  queridísima  esposa:  que  yo 
que  me  iba  librando,  he  caído  por  fin  «n 
sus  garras,  que  sufro  como  un  condenado, 
que  no  tengo  escape  por  desgracia,  que  la 
influenza  se  ha  apoderado  de  mí,  que  es 
preciso  que  me  meta  en  cama,  que  prepa- 
réis tisanas,  que  beberé  en  cuanto  me 
haya  acostado...  dc\os  prisa,  tengo  todo 
el  cuerpo  lleno  de  dolores...  ¡ay!...  mi 
frente  abrasa...  mis  piernas  flaquean! 

—Pero  papó,  ¿dónde  se  ha  sentido  us- 
ted enfermo? 

-íEn  la  oficina.  Estaba...  leyendo  un 
diario,  cuando  al  llegar  a  la  vida  social... 
¡paff  siento  un  agudísimo  dolor  aquí... 
luego  otro  acá...  enseguida  uno  mayor 
en  la  cabeza,  de  la  que  no  he  sufrido  desde 
qtie.|»urió  el  primo  de  Caraíampia. 

—¡Antonio!  ¿No  habrás  hecho  algún  des- 
arreglo? 

—Mujer,  no  recuerdo...  jpero  calle!  el 
domingo  me  lavé  los  pies,  á  no  ser  que 
eso. . . 

—¡Vamos,  siempre  seriis  el  mismo!  ¿No 
has  comido  algo  fuera  de  casa? 

—Ya  sabes  que  soy  un  modelo  en  locante 
á  eso,  ó  mis  horas  y  nada  más,  jamás  re- 
pilo. 

—Papá,  ¿no  habrá  usted  bebido.? 

— ¡Ni  por  sueño! 

—¿Y  diga  usted  D.  Antonio,  no  le  habrá 
sentado  mal  venir  anoche  algo  tarde  á  mi 
cuarto,  cuando  lodos  dormían?— pregunta 
la  mucama. 

Madre  é  hija  quedan  con  la  boca  abierta. 
D,  Antonio  hecho  una  estatua. 


Mi  ((JMIKMatüsalem: 
Victima  áe  la  influenca  estoi  en  camd  f 
rúBnánme  cuinientos  pesos  para  el  medi-^; 
co  y  la  botica.  ^, 

Te  quiere  siempre 

Rosina  Vircliecoftt. 

Esta  carta  iba  dirigida  á 

D.  Rosendo  Malva 

Pichincha  7308  >^ 

Capital 

La  epístola  vñ  á  parar  á  manos  de  la 
esposa  de  D.  Rosendo,  que,  curiosa  como 
todas  las  de  su  sexo,  vá  á  dar  un  estallido, 
cuando  llega  el  señor  Malva;  la  primera 
caricia  de  su  mujer  es  un  formidable 
ariiñozo,  y  la  segunda  un  morrocotudo 
pinchazo,  que  hace  ver  á  D.  Rosendo  el 
quinto  cielo. 

—¡Malva,  eres  un  infame,  un  perdido! 

-  ¡Y  usted  señora,  una  m^lquina  infer- 
nal; me  ha  magullada  usled  el  rostro! 

—¡Esposo  infiel,  mira,  lee,  y  tiembla! 

El  susodicho,  ante  aquella  letra,  palidece* 
aquellos  garabatos,  aquella  ortografía  le 
han  confundido. 

— ¿Podría  usted  esplicarme  quien  es  Vir- 
checoftt? 

—Un  prusiano. 

— ¡  Y  se  llama  Rossin  i! 

—Te  diré,  eso  es  común  entre  los  prusia- 
nos; conocí  á  una  prusiana  que  se  llamaba 
Bartolo. 

— Y  yo  á  un  tuno  llamado  Rosendo,  á 
quien  bautizan  con  el  nombre  de  Matusa- 
lem  por  ahí.. .  y  es  claro  ¿que  seré  yo?... 

— ¡El  arca  de  Noé! 

— Basta  de  sandeces,  no  soy  rencorosa, 
y" si  quieres  obtener  mi  perdón  dame  á  mi 
esos  quinientos  nacionales. 

— ¿Y  firmamos  las  paces? 

— Para  siempre. 

— Eres  el  modelo  de  las  esposas,  tómalos 
y....  córtate  las  uñas ! 


— Doctor,  ¿cómo  me  encuentra  usted? 

— Adorable! 

— Digo  de  la  influenza. 

— Mucho  mejor. 

— Gracias  á  vuestros  medicamentos.... 
y .. ..  aquello  doctor? 

— ¡Ah!  la  pulsera?  En  cuanto  se  norma- 
lice ese  pulso. 

— Tiene  usled  querido  doctor,  recetas 
maravillosas! 

•      •  - 

Un  empresario  de  compañía  de  ópera 
tiene  dos  tenores,  uno  de  repertorio  y  el 


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475 


lUENOS  AIRES 


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V 
4 


SALIDA  DE  LA  ÓPERA 

(Reducción  de  úa  dibujo  de  Vaamoode,  publicado  en  la  Revue  Illustrée  du  Rio  de  la  Plata) 


otro  un  principiante  que  sólo  ha  logrado 
aprender  La  forza  del  Destino.  Pero  el 
verdadero  tenor  se  pasa  la  temporada  en- 
fermo de  influenza  y  solo  puede  darse  la 
ópera  que  sabe  el  principiante,  la  que  se 
repite  como  sopa,  aburriendo  á  el  público; 
por  fin  una  noche  el  verdadero  tenor  \á 
á  cantar,  pero  á  última  hora  otro  ataque 
de  grippe  le  priva  de  la  voz! 

El  empresario  dado  a  todos  los  demo- 
nios consulla  á  la  compañiü  lo  que  puede 
cantarse. 

—¿Si  quiere  usted  dar  mi  obrlla  favo- 
rita, me  tiene  á  su  disposición,  le  dice  el 
tenorino. 

El  empresario,  harto,  hizo  colocar  este 
cartel: 

«La  fofza  drl  destino 
por 
La  forza  de  los  acontecimientos  » 
Juan  Berenguer. 


FUEGO  T  'CBMIZA 


Nace  la  fuente  en  la  roca, 
en  la  pradera  las  flores, 
en  el  cielo  los  colore* 
y  los  be-os  en  tu  boca. 

La  punta  del  dedo  Plas 
pidió  á  Rosa  nada  más, 
y  en  ello  obró  «'uerdamente, 
puesto  que  seguidamente 
él  se  tomó  lo  demás. 

¡Ojala!  tu    pecho  fuera 
altar  en  donde  ofreciera 
mi  amor  con  locos  excesos 
á  tu  boca  retrechera, 
con  la  ofrenda  de  mis  besos. 

<S.  Garrido. 


1" j»'¥>jfi'v^ '- 


»^^T5í  '*'■>*?   ■^w'jfiyiíippK;^  ",^^\,'^if^f^:¡^. 


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I  ESTO  ES  LECHÜ 


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::^ 


—Usté  no  sabe 
lo  que  se  pesca; 
iqmiia  de  saberlo! 
Siió^piera 
no  sosten  Iría  í  - 

testó  tan...  ¡ea!      ..¡rj?^' 
VGímos  ai' caso 
-rQue  es  de  conciencia- 
digo,  y  conmigo         -^ 
dirá  quien  tenga 
sanas  éostumbEes, 
ai  .par  que  higiénicas, 
que  por  1  a  noche  _ 

lo  que  nfiás  sienta 
en  estos  tiempos 
.-dé  la  influenza,  > 

es  un  vasito      -     ■■] 
de  leche  fresca, 
como  la  sirven 
en. .  ipuest  en  esa 
Dairi  compa'ii, 
ó  como  sea, 
que  no  estoy  fuerte 
yo  en  lengua  inglesa. 

Todas  las  noches 
voy  yo  á  bebería: 
llego  á  la  calle, 
entro  en  la  tienda, 
busco  mí  sitio, 
— la  quinta  mesa- 
doy  tres  palmadas, 
,  gruñe  una  vieja, 
.  viene  una  niña, 
pido  mi...  cena, 
y  al  poco  rato 
la  niña  esbelta, 
me  trae  la  leche 
caliente  ój  fresca, 
según  la  quiero, 
— lo  mism'o  cuesta- 
agarro  el  ivaso 
con  mano  trémula, 
—pues  hace  un  frío 
que  el  Nuncio  tiembla— 
llevóla  al  labio, 
miróla,  huélola, 
y  poco  á  poco 
jqué  bien  se  cuela! 
¡cómo  las  fauces 
¡ay!  me  calienta 
—si  está  caliente— 
ó  ¡ay!  me  refresca 
si  es  que  está  fría! — 
Voy  digiriéndola 
á  cortos  sorbos, 
como  quien  piensa 
que  lo  pequeño 
grande  parezca, 
y,  cuando  miro 


sera     ;  ^ 
del^so  lácteo 
—que  se  asemeja, 
puesto  en  la  boca 
alto  y  tan  cerca 
por  su  reborde  \  . 
de  las  briyas,^  i¡  i;. 
á — usté  perdóne-i- 
bozal  de  perra»—     , 
tras  de  un  suspiro 
vuelve  á  la  mesa: 
doy  tres  palmadas, 
gruñe  la  vieja, 
vuelve  la  niña,    j 
pago,  y  sin  priesa, 
con  parsimonia 
que  no  se  altera 
por  si  otros  salen 
ó  si  otros  entran, 
ciño  mi  abrigo, 
me  abro  la  puerta, 
por  sus  umbrales 
salgo,  se  cierra, 
y ..  pian  pianiato 
tomo  Ja  acera,     : 
llego  á  mi  casa, 
que  está  muy  cerca, 
y  según  subo       i 
las  escaleras, 
siento  en  mi  vientre 
la  leche  fresca     i 
que  me 'aletarga, 
que  me  enajena, 
y  cuando  al  poco, 
libre  de  penas, 
tengo  en  mi  cama 
las  piernas  sueltas, 
¡qué  calorcillo 
se  experimenta!... 
Estoy  seguro 
que  á  mi  cabeza 
se  va  subiendo 
la  leche  aquella 
y  me  hace  efecto 
de  adormideras... 
¡Qué  dulcemente 
me  salgo  de  esta 
vida  de  angustias, 
dolor  y  penas!... 
Luego,  ¡qué  sueños! 
Cosas  muy  buenas, 
nada  de  sustos, 
nada  de  tieras, 
siempre  jardines, 
siempre  bellezas!... 

Y  á  la  mañana, 
cuando  el  sol  entra, 
¡Qué  descansado 
¡ah!...  se  despierta!... 


Lo  que  es  yo  ¡vamos! 
hasta  que  muera 


-.^*¿";;.:i''^'  ¿í -'"i 


■  -  ;;^**^íSi«5;p?ís^:;aK*í^ss;p^* J«sty^^    : 


EL  €A8CABÉL 


477 


■:^ 


m 


'^k" 


ni  por  un  queso, 
ni  por  cincuenta, 
pierdo  una  noche 
mi  leche  fresca, 
que  recomiendo, 
cual  panacea, 
á  las  personas 
de  inteligencia. 


(Ahora,  ¡me  rio 
yo  de  Puchetaf) 

A.  Díaz  de  la  Quintana. 


DE  DOMINGO  A  DOMI.<eO 


Las  notas  salientes  de  la  octava  teatral 
son;  el  beneficio  de  la  Sra.  Boelti  Valvasu- 
ra  que  tuvo  lugar  en  el  Politeama.  ponién- 
dose en  escena  La  dama  de  las  camelias. 
Ihúlil  decir  que  la  distinguida  artista^ de- 
sempeñó el  papel  de  protagonista  con  el 
talento  de  siempre  y  con  el  aplauso  del  pú- 
blico que,  hizo  justicia  al  mérito  de  la  be- 
neficiada. 

La  representación  de  Don  Cario  en  la 
Opera  es  otra  nota  culminante.  El  héroe  de 
la  jornada  fué  el  barítono  Sr.  Scotti,  aplau- 
dido con  razón. 

Pero  el  verdadero  éxito  de  la  semana  lo 
constituye  la  representación  de  Mefístófe- 
¿es  por  la  compañía  que  actúa  en  el  Na- 
cional. 

Con  Mefistófeles  debutaron  la  Srta.  De 
Nunzio  y  el  primer  bajo  Sr.  Riera.  La  jo- 
ven debutante,  una  niña  casi,  sin  grandes 
conocimientos  de  la  escena  que,  natural- 
mente, tratándose  de  un  principiante,  le 
Viene  grande^  obtuvo  una  ruidosa  y  muy 
merecida  ovación.  Puede  decir  la  Srta.  De 
Nunzio  que  empiezan  por  donde  otras  aca- 
ban, si  es  que  llegan  á  colocarse  á  la  altura 
á  que,  de  un  salto,  ha  llegado  ella.  Voz  po- 
tente, fresca  y  emitida  con  suma  facilidad; 
intención,  sentimiento,  y  por  si  lodo  esto 
no  bastara  figura  simpática,  infantil  casi, 
todo  esto  posee  la  Srta.  De  Nunzio,  y  con 
esto  salió  victoriosa  y  aclamada  con  entu- 
siasmo por  iodo  el  público. 


El  bajo,  Sr.  Riera,  es  un  artista  consu- 
mado, dotado  de  excelentes  facultades  y 
con  completo  dominio  de  la  escena.  Ca- 
racterizó de  un  modo  acabado  su  papel,  y 
se  hizo  aplaudir  repetidas  veces.  Hacia 
tiempo  que  no  veíamos  un  Mefistófeles  tan 
completo  como  el  que  hace  el  Sr.  Riera. 

El  tenor  Avedano,  que  cantaba  por  pri- 
mera vez  el  Meíislóteles  estuvo  discreto,  y 
algo  mas  que  discreto  en  el  epilogo,  que 
cantó  con  mucho  seniiiniento.  La  orquesta 
insuperable,  y  el  maestro  Goula  superior  á 
todo  encomio  y  sumando  triunfos  y  ova- 
ciones. 

No  hemos  asistido  al  estreno  de  Lo  que 
fuimos  y  lo  que  somos  del  Sr.  Della 
Costa,  En  otro  número  nos  ocuparemos  de 
la  obra,  si  es  mas  alórlunada  que  las  es- 
trenadas últimamente  {Cu?mpayfy  uparte) 
y  se  aguanta  en  el  cartel. 

Infantería  Rusticana  se  aguanta  en  el 
de  la  Comedia;  y  gusta  mucho. 

Y  como  el  periódico  no  es  elástico  y  no 
hay  espacio  para  más,  pongo  punto,  y  hasta 
la  próxima! 


En  un  semanario  religioso  encontramos 
una  poesía  liiuluda  Solfa  á  María.  Vaya 
¡que  ya  no  se  puede  pedir  más! 

¡Poner  en  solfa  á  la  virgen!  "• 

¡Impíos! 


Habla  un  poeta  de  un  periódico  de  esos, 
de  chismes  amorosos  y  ensayos  literarios: 

«Cuando  soplo  yo  en  ti,  tu  me  modelas 

con  notas  la  impresión  que  yo  deseo; 

cuando  te  siento  sonar  dulce  y  sonora 

ha^ta  en  la  paz  de  los  sepulcros  creo! 

¡Demonio!  es  mucho  cieif. 

¡Ah!  La  poesía  vá  dedicada á....  ¿la  es- 
piritual Emma,  ó  Rita?— dirán  VV. 

— No,  señores:  ¡A  una  flauta! 

¡La  gran....   flauta! 


En  el  último  correo  ha  llegado  una  cu- 
riosa obra  sobre  la  lengua  Cumanagota, 
que  hablan  los  indios  cok  mbianos.  Para 
recrear  los  oidos  de  VV.  allá  van  unos  ver 


m 


■M 


:*^"i&j?>tó; 


■  .é*V:HÍ.*l;y_,.j 


-■"-:?■  .  ,:->iíJ:r¿^SX4í^JM 


ioMáiMS::^ 


478 


EL  GASUABEI. 


SOS  para  celet/rar  el  nacimiento  del  Se- 

Avhepií&sh  iacreche   ». 
temeré  arepti 
(úchipli  yenechft  . 
yechemo  Gadipiiin. 
>     Nepsi  morepare 
Cholo  curepnin 
yvenár  piiéqüére 
limacuin  yepit 

al  final  dice 
Laus  Deo» 

■jAh!  vamos:  ya  quedamos  más  tranquilos 
después  del  Laus. 


.,    te  extralimitas. 
Vete  con  tiento 
porque  es©  á  todas  luces 
está  mal  hecho. 


ondencia 


Un  zapjillo  en  el  panteón 
brotó,  donde  yace  Andrés, 
genio  que  murió  en  embrión, 
y  el  cual  suspeclio  que  es 
su  primera  producción. 


De  un  colega  del  Rosario  «Se  dice  en 
Buenos  Aires  que  hay  el  proposito  de  en- 
cargar al  Banco  de  la  Nación  Argentina  la 
liquidación  del  Banco  Nacional. 

Bueno. 

Después  ya  nos  encar-g  iremos  de  buscar 
quién  liquide  al  Banco  de  la  Nación. 


•     En  la  sala  que  alumbran 

tantas  bujías, 
con  tu  primo,  muchacha. 


y.B.—¿V.  ff,?...  ¡Valiente  Buñuelo! 

7e/es/'oro ■  — Rej^ular,  coa  tendencias  Amalo. 

Cascarilla . — Si  maAda,  Vd.  la  firma,  publicaré  al- 
gunftdc  sus.epj^^rafflas. 

Neófito.—'^ o  puede  Vd.  fl|purarse  con  cuanto  pe- 
sar no  pubiico  lo  suyo,  qne  do  est&  mal,  no:  pero... 
¿aguardaremos  el  próximo? 

Verdidero.—ifi.  como  vendb  Vd.  los  zapallos? 

A.  7*.— Si,  señor,  se  recibió.  No  sirve. 

K.  D.  r. -Quién  hace  un  cesto,  hace  ciento;  lo  que 
traducido  quiere  decir;  quien  copia  una  poesía  es 
capaz  de  copiír  ciento.  íY  Vd  Confiesa  haber  co- 
piado tres!...  Por  lo  dem&s  el  enojado  es  Vd,  yo  no. 

P.  Pi-r<).— No  está  mal,  pero  ¡ay!  la*  idea  no  es 
nueva  precisamente. 

Canutitlo.-rFué  al  canasto  su  Emigración  Indus- 
triosa. 

D.  G.  /.—Aprovecharé  algo  de  lo  que  Vd.  envia. 

L.  t^pr/o.'-Bn  cambio  ■  no  puedo  aprovechar  lo 
suyo. 

D.  3  A.— Si  es  broma  pueae  pasar:  pero  no  tiene 
gracia. 

E.  S.  C.— Mande  Vd.  la  firma. 

L.  H.  C— Es  poco  movido  su  articulo. 


ADYEHTENCIA 

Se  previene  al  púBlico  que  la  farmacia 
«stamecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  GuiHernio  A.  CranweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  nue  dicha  farma- 
cia ■•  es  ya  <le  Oanweil  sino  de  Sproat. 

LA    ÚNICA 

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té,  juegos  de  lavatorios,  metal  blanco,  Ticore- 
ras[  canastas  para  pan,  aceiteras,  cuberteras, 
floreros,  lamparitas,  veladores,  filtros  para 
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üArLlCnAO  nUoAo  lación,  filtros,  tete- 
ras, azucareras,  bandejas  de  madera  papié 
maché,  etc.,  caloriferos.  a.sacianos,  calentado- 
res de  pies,  braseritos,  salivaderas,  bidets 
cómodos,  y  otros  artículos  de  menage. 

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de  mesa,  estantes  para  cocina,  canastos  para 
ropa,  etc. 

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AL  DUtn  mCnAUll  «aderas,  caloríferos, 
guarda  fuegos,  calentadores  de  pies,  id  de  via- 
je, id  de  platos  para  la  mesa,  útiles  de  estu- 
fa, cocinas,  carboneras,  mesitas  para  té,  mol- 
des para  budines,  é,  infinidad  de  artículos  de 
menaje  imposible  de  enumerar.  Precios  fijos 
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Al  Buen  Menaje,  Artes,  150 


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479 


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sella,.  admitiendo  carea  y  pasajeros,  asi  como  Dwa 
Vigo,  Corana,  Santander,  Bilbao  y  dem&s  puntosim- 
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Número  atrasado....     >0.15        id 


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ganó,  pues  canta  muy  bien, 
y  fué  á  que  'a  aplaudan  eii 
la  República  Oriental. 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C' 


k.t4^^y!«ík£<'. 


482 


EL  CA8GA,BEL 


^H(oX 


I  %  O  octtrre  nada  de  particular. 
•  *  G  Y  á  nó  ser  por  el  mal  tiempo  que 
hemos  sufrido,  por  los  malos  ratos  que  pa- 
samos en  los  tramways,  y  por  lo  que  del 
Ateneo  se  dice,  estaríamos  tentados  de 
arrojar  la  pluma,  y  entregarnos  en  cuer- 
po y  alma  á  la  lectura  de  Apariencias. 

Lo  del  tiempo  tiene  sus  encantos. 

Sobre  todo  para  los  fabricantes  de  im- 
permeables y  paraguas. 

También  disfrutan,  y  no  poco,  lo  que 
sienten  admiración  por  los  paises  bajos, 
es  decir,  por  las  tornedas  pantorrillas  que 
en  días  lluviosos  lucen  por  esas  calles 
las  transeúntes. 

Un  vecino  nuestro,  espera  los  días  de 
tormenta  con  afán. 

Apenas  oye  el  primer  trueno,  se  viste 
precipitadamente,  se  arma  de  paraguas 
y  sale  á  la  calle. 

— Pero  amigo — ¿adonde  vá  Vd.  con  tal 
tiempo? — le  decimos. 

—¡A  tomar  vistas! 

— ¿Vistas?  Un  reuma  es  lo  que  tomará 
usted . 

Y  sin  temor  á  nada,  vase  nuestro  veci- 
no, sacándole  punta  á  los  ojosconío  quien 
dice. 

Si  es  cierto  que  siguiendo  unas  buenas 
pantorrillas,  se  hacen  muchas  leguas  de 
camino,  sin  sentirlo,  ¡cuántas  leguas  ca- 
minará nuestro  buen  hombre!... 

Elloesquecami'.a,  camina  y  llega  á 
su  casa  mojado  completamente,  pero  re- 
cordando con  placer  todo  lo  que  ha  visto. 

Por  fin,  el  sábado,  cuando  más  arrecia- 
ba la  tormenta,  y  cuando  más  embebido 
estaba  siguiendo  y  admirando  los  bajos 
de  una  señora  despreocupada,  tropezó  con 
una  piedra  mal  colocada,    y  fué  á  dar  con 


su  humanidad  ^h  una  za^ja.  Cayó  de  ca 
beza  y  f>olo  los  pies   quedaron  á  la   vista 
del  público  que   reiá  y  palmeteaba  al  ver 
como  sacudía  las  estremidades  el  pobre 
victima .    ' : ' -'■:-^'  :':-0'''-ví'  -•■        '  ■- '  t  ■  "^'-■' 

Mal  lo  hubiera  pasado,  á  no  ser  por  un 
cuarteador  que  lo  sacó  á  flote. 

Una  vez  en  la  vereda,  empezó  á  blasfe- 
mar y  á  maldecir,  y  echó  á  correr,  no 
parando  hasta  llegar  á  casa. 

¡Pobre  amigo! 

Estaba  desconocido. 

La  cara  parecía  una  torta  de  chocolate* 
La  patrona,  compasiva  le  dio  unas  friccio- 
nes de  aceite,  y  una  purga,  porque  al 
caer  había  comido  mucho  barro. 

Por  fin,  una  vez  puesto  á  secar,  juró 
no  volver  á  salir  en  días  de  lluvia,  é  hizo 
voto  de  leer  La  Voz  de  la  Iglesia  todos  los 
días,  y  en  ayunas.  ' 

Otra  ganga  de  la  época  son  los  tram- 
ways. , 

Es  decir,  los  reglamentos  á  que  están 
sujetos  los  pobres  pasajeros. 

Primero  nos  hacen  guardar  religiosa- 
mente el  boleto,  y  si  lo  perdemos,  el  ins- 
pector nos  reta  y  no  nos  pega  por  que  aún 
le  queda  un  resto  de  compasión. 

Ahora,  á  fin  de  hacernos  más  agrada- 
ble el  viaje,  nos  obligan  á  sentarnos 
mientras  haya  asiento. 

Al  subir  á  un  coche,  el  mayoral  nos 
dice: 

—  Siéntese  amigo. 

— Muchas  gracias,  voy  á  fumar. 
— No  fume  Vd. 

—  ¡Sino  me  hace  daño!  Esta  tos  que 
tengo,  la   debo  á  la  ligereza  de  la  ropa. 

— ¡Bueno,  pero  siéntese  Vd! 

—  No,  gracias:  no  tengo  frió. 
— No  puede  Vd   estar  parado. 
—¿Qué  no  puedo?  Cree  Vd.  acaso  que 

estoy  paralitico? 

—La  autoridad  lo  exige, 

— Diga  Vd.  á  la  autoridad  que  yo  no 
puedo  sentarme.  Un  grano  que  me  salió 
desde  que  Argos  no  escribe  \d.  pesca  en 
La  Nación,  me  lo  impide. 

— Escusas 

— ¿Lo  quiere  Vd .  ver? ... 
— ;No!    ¡no!...  ¡no!   vociferan    los  com- 
pañeros de  viaje. 


EL  GASCAltSL 


483 


Y  por  si  bajaremos  ó  no,  se  arma  la  de 
Dios  es  Cristo.  Sé  hace  parar  el  coche,  se 
llama  á  un  vigilante,  se  pierde  tiempo,  y 
uno  se  ve  obligado  á  repetir  lo  del  grano 
con  grave  mengua  de  su  parte  física. 

De  modo  que,  para  no  sufrir-  contra- 
tiempos en  los  trmnwaysi,  será  preciso  al 
paso  que  vamos: 

1°  Certificado  de  buena  conducta. 

2*  Peso  máximo  de  ochenta  kilos. 

3*  Oir  misa  los  días  de  precepto. 

4°  No  padecer  enfermedades  que  le  im- 
posibiliten á  uno  de  sentarse,  y... 

5°  Tener  paciencia  para  sobrellevar  to- 
dos los  inconvenientes  que  nos  brindan 
los  carri-tramways. 

De  modo  que,  en  conclusión,  resulta 
•que  mejor  es  ir  á  pié. 

O  en  coche. 

Sobre  todo  si  se  tiene   coche  propio.... 

¿Y  el  Ateneo? 

Ya  es  un  hecho,  á  Dios  gracias. 

Era  hora  de  que  existiese  un  local  apro- 
pósito  para  poner  en  contacto  á  todos  los 
que  cultivan  las  letras  y  las  artes  por  ne- 
cesidad, ó  por  pasatiempo. 

Esperemos  los  primeros  actos  de  la 
nueva  asociación,  y  confiemos  en  la  bue- 
na voluntad  de  los  que  la  dirijen. 

Por  hoy,  limitémonos  á  desear  toda 
clase  de  prosperidad  al  Ateneo,  que  ojalá 
sea  lo  que  ha  de  ser. 

Y...  repetimos:  no  ocurre  nada  de  par- 
ticular, por  lo  tanto  ponemos  punto,  no 
sin  dar  gracias  á  los  colegas  que  se  ocu- 
paron de  nuestro  número  anterior,  núme- 
ro que  como  era  de  ''Sperar,  tuvo  el  éxito 
que  le  correspondía. 


ESTRELLAS 


EPIGRAMAS 


Pedro,  aunque  sean  muy  hondos 
tus  males,  no  los  escondas 
y  si  no  comes  en  fondas, 
di  que  es  por  falta  de  fondos. 

Pasad,  como  en  un  inlierno 
la  vida,  de  cualquier  modo: 
más  conseguid  en  invierno 
sobre  todo,  un  sobretodo. 

Federico  Asfor. 


Siempre  estuvo  Inés  propicia 
á  rendirse  enamorada 
á  la  juventud  armada, 
es  decir,  á  Ja  milicia. 
Con  afición  sin  igual, 
los  soldados  la  encendían, 
los  galones  la  atraían 
de  un  modo  fenomenal. 
jSobre  todo  las  estrellas! 
¡Las  estrellas  sobre  todo! 
Se  enamoraba  de  un  modo 
irresistible,  de  ellas. 
Conoció  un  abanderado 
joven  y  guapo  y  marcial, 
pero  tenía  un  gran  mal: 
el  brazo  poco  estrellado. 
Lo  dejó,  y  por  la  corriente 
áe  las  estrellas  llevada, 
casi  estuvo  enamorada 
de  un  elegante  teniente. 
A  dos  estrellas,  después 
siguió  su  estrellado  afán, 
así  es...  que  amó  á  un  capitán 
que  fué  elegido  entre  tres. 


Púsose  á  pensar  unfdía 
y  creyóse  haber  logrado, 
un  militar  estrellado 
como  ella  soñado  había. 
Y  entonces,  indiferente, 
del  modo  más  natural, 
dio  al  olvido  á  un  oficial 
y  olvidóse  de  un  teniente. 
Por  fin,  le  llegó  la  hora 
más  solemne  de  su  vida, 
y  por  casto  lazo  unida 
del  capitán  fué  señora. 
Viendo  así  su  afán  colmado 
y  pudiendo  ante  la  gente, 
apoyarse  negligente 
en  aquel  brazo  estrellado. 
* 

Pasó  la  luna  de  miel 
cual  todas  embriagadora, 
y  comenzó  la  señora 
á  tragar  amarara  hiél,         _  ,  .  . 

porque  su  sueño  dorado 
ó  mejor,  su  capitán, 
se  entregaba  con  afán 
al  vicio  más  relajado. 
Adoraba  la  bebida, 
bebía,  se  emborrachaba, 
y  á  su  esposa  maltrataba      '-    . 
y  la  daba  mala  vida.  .■  . 

Y  es  fama  que  la  mujer 
en  sus  perpetuas  querellas, 
maldecía  Ins  estrellas 
que  á  palos  le  hacían  ver. 

A  nton iú  F.    Molina 


V',-j*/^;i■•^í^¿^2S.^'-j^/:í-^í^-kiií^ 


>:.^.  'J-^:^ii^.í¿^ 


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484 


.«^      Or  ■«" 


-^' i'^mi^^my-^- 


BL  CASCABEL 


CONMIGO  MISMO 


\. 


^  O  cuando  no  tengo  con  quien  hablar, 
Labio  conmigo  mismo,  de  modo  que  nun- 
:a  me  falla  convet^sación. 

Y  disputo,  y  me  acaloro,  y  me  desafio... 
li,  señor,  me  desafio  con  mi  sombra. 

¡Si  las  cosas  que  yo  me  digo,  no  se  las 
tice  nadie! 

Muchas  veces  á  no  intervenir  un  ami- 
;o  y  mediar  en  la  reyerta,  me  hubiera 
lenido  a  la^  manos. 

Pues  si  fuera  á  hacer  caso  de  las  veces 
[ue  TYie  falto.,  ya  me  hubiera  roto  el  bau- 
israo  en  más  de  veinte  ocasiones. 

Y  este  es  un  vicio  que  se  adquiere  es- 
¡ribiendo  comedias.  Porqué  ¿ustedes  sa- 
lían qu^e  yo  escribo  comedias...? 

Un  autor,  con  la  pluma  en  la  mano,  á 
^eces  es  el  padre.,  y  el  liijo...  y  hasta 
1  Espíritu  Santo. 

Y  hace  de  victima  y  de  verdugo  y  se 
(osesiona  del  bien  y  se  identifica  con  el 
nal,  y  presenta  argumentos  y  los  rebate 
lasta  que  tropieza  con  un  pensamiento 
ie  fuerza  y  entonces  deja  la  pluma,  y 
laciendo  el  papel  de  público,  se  aplaude 
r rabiar  él  sólito.  ¡Si  es  lo  más  divertido 
iel  mundo!  Ei  autor  es  la  dama,  y  el  ga- 
6n,  y  la  característica  y  el  gracioso. 

jY  cómo  me  rio  yo  cuando  creo  hilva- 
lar  algún  chiste!  Conque  el  espectador 
le  riera  la  tercera  parte,  éxito  seguro. 

¡Cuando  digo  que  ser  autor  cómico  ó 
Iramático  es  una  ganga!  Se  tienen  mu- 
sios méritos  contraidos  para  obtener  una 
ílaza  en  el...  Ho:ipicio  de  las  Mercedes. 

Creerán  ustedes  que  es  mentira;  pero 
ro  cuando  más  charlo  es  cuando  voy  so- 
Oí  porque  siempre  tengo  ia  palabra.  ¡Qué 
¡osas  me  pregunto,  a  lo  mfijor,  y  qué  co- 
las me  contesto!  Si  la  discusión  es  la  luz, 
ro  llevo  siempre  un  candil  colgado  de  las 
lárices.  Todo  lo  que  yo  no  sé,  me  lo  pre- 
gunto dos  ó  tres  veces  y  me  quedo  tan 
inlerado.  Es  una  delicia  tener  el  maestro 
!n  casa. 

Ustedes  me  dispensarán  un  momento  y 
18  harán  los  sordos,  porque  se  me  ofre- 
¡en  varias  dudas,  y  yá  que  estoy  conmi-^ 
10  mismo,  voy  á  comenzar  mi  nó  inte- 
Tumpida  serie  de  preguntas  y  respuestas. 

Es  cuestión  de  un  momento. 

¿Quieren  ustedes  echar  un  cigarro  en- 
retanto?...  '       ' 

¡Ave  Maria  Purísima,    y  qué  dirán   las 


lectoras  que  me  tengan  entre  sus  manos f 
¡Fumar!... 

Hé  aqui  otro  vicio  necesario  en  el  es- 
critor público» 

—  El  humo  eleva...  la  ceniza  ilusiona,  y 
la  colilla  sobretodo  cuando  ya  quema  los 
dedos,  le  presta  d  uno  mucho  fuego.  — La 
vida   es   un  cigarro   puro...  sin  escoger.^ 

—  Hay  cigarros  que  no  se  pueden  con- 
cluir y  hay  que  tirarlos.  —Como  hay  vi- 
das que  no  hay  quien  se  las  chupe,  y  de 
aqui  lo  necesario  de  pegarse  un  tiro. 

No  sé  como  pueda  escribirse  sin  el  ci- 
garro. ¿No  encuentra  uno  un  pensamien- 
to?... Pues  se  traga  el  humo...  y  se  echa 
por  las  narices. 

Una  noche  que  escribiendo  me  quedé 
sin  tabaco,  me  fumé  una  caña  de  indias... 
Y  no  lo  tomen  ustedes  á  broma:  me  fumé 
un  bastón,  menos  la  contera,  que  me  pa- 
reció demasiado  fuerte. 

Un  autor  es  capaz  de  fumarse  cualquier 
cosa.  Aunque  sea  un  cigarro  de  la  paja.^ 

Y  no  lo  digo  por  inquina,  ni  por  nico- 
tina tampoco. 

Lo  cierto  es  que  yo  me  he  vuelto  ú  en- 
redar en  conversación,  cuando  iba  á  em- 
pezar la  discusión  con  mi  persona. 

A  vei-  que  les  parecen  á  ustedes  mis 
preguntas  y  á  ver  si  les  satisfacen  niis 
respuestas. 

Empiezo: 

—¿Qué  es  la  fé?  — Una  especie  de  vista 
de  aduanas,  que  gana  con  no  ver. 

—¿Qué  es  la  esperanza?  — El  alimento 
de  los  sabios  y  e¡  pienso  de  los  tontos. 

—  ¿Qué  es  martirio? — Ser  contribuyente 
en  Buenos  Aires  ó  tener  suegra  en...  en 
cualquier  parte. 

— ¿Qué  es  gloria?  —Pues  gloria  es...  leer- 
se El  Cascabel  de  cabo  á  rabo. 

—¿Qué  es  inocencia?  —Eso  lo  saben  yá 
muy  pocos,  amigo  mió. 

—¿Qué  es  valor?  — ¿Valor?. . .  Casarse 
un  empleado  con  cien  nacionales,  como 

yo. 

—¿Qué  es  ley?  —Un  juez  de  paz  de  cam- 
paña. 

—¿Qué  entiendo  yo  por  justicia?  — Pue& 
eso...   ¡Que  no  lo  entiendo! 

—¿Qué  es  voto?  —Pues  una  cosa  que  se 
vende  con  mucha  frecuencia. 

(Creo  que  en  filosofía  moral  he  mere- 
cido la  nota  de  mediano.  Hagámosme 
otras  preguntas  sueltas  para  concluir). 

— ¿Para  qué  sirven  los  tranvías  en  Bue- 
nos Aires?  — Para  llegar  tarde  á  toda& 
partes. 


k^iííSÁAaíálSteiíiifeSkii-^ij&á-S:.,,  I5¡' .rf.'iS^ 


^-■=,^.-  ■*¥-  i 


EL  CASCABEL 


485 


—¿Para  qué  sirven  los  teatros  modernos? 
— Para  moralizar  á  los  que  asisten  á  ellos. 

— ¿En  qué  se  parecen  los  gobiernos  á 
los  argumentos  de  jos  bailes?  — En  que 
todos  son  lo  mismo! 

— ¿En  qué  se  parecen  los  números  de  El 
Cascabel  á  Dios?-  —En  que  se  encuentra 
en  todas  partes. 

— ¿En  qué  se  parecen  las  mujeres  á  los 


hombres?  —En  que  no  hay  dos  iguales. 

— ¿A  quiénes  ataca  más  fácilmente  la 
influenza?  — A  los  lectores  de  La  Nación. 

— ¿En  qué  se  parecen?... 

¡¡¡Pimü!  ¡i¡Pam!!!  ¡¡¡Pumül 

— ¡Demonio!  ¿Qué  sucede  poir  ahí?... 
Voy  á  ver...  Con  el  permiso  de  ustedes 
¿eh? 

Osear  C.  Ber^núdez, 


EN  POS  DEL  IDEAL 


—No  da,  lo  dicho,  no  paso 
por  eso  del  matrimonio, 
y  que  se  case  el  demonio, 
que  lo  que  es  yo,  no  me  caso. 
— ¡Bah!  ¿Quién  sabe  si  algún  día, 
te  hará  encontrar  el  destino 
una  niña  en  tu  camino 
y  acaba  tu  soltería'? 
—¡Oh,  no  tendré  esa  l'ortuna! 
—¿Pero  es  que  nunca  has  hallado 
una,  que  te  haya  gustado? 
— Completamente,  ninguna. 
— ¡Ilomln'e!  ¡Tienes  unas  cosas! 
¿Xo  hay  bellezas  para  ti? 
— Si,  jnies  á  cientos  las  vi 
bonitas  y  virtuosas. 
—Pues  lio  me  explico  esc  horror 
á  unirse  en  el  yugo  santo. 
¿No  liay  niñas  bellas? 

—¿Y  tanto? 
— ¿iS  ilustradas? 

—Si,  señor. 
Penj  es  que  yo,  por  mi  mal, 
aunque  mil  he  conocido, 
lo  (|ue  es  hasta  hoy,  no  he  podido 
hallar  mi  helio  ideal. 
Quiero  un;i  mujer  lierm'osa. 
licriKi,  d('1)il,  insinuante, 
caprichosa  y  arrogante, 
dulce  cuando  no  celosa, 
que  tenga  aires  de  duquesa, 
que  tenga  labios  de  grana, 
el  pecho  de  una  alemana. 
y  el  talle  de  una  francesa: 
que  ella  sea  mi  desvelo, 
y  me  obligue  á  enloquecer, 
vaya,  en  fin,  una  mujer 
mezcla  de  infierno  y  de  cielo. 
— Pues  si  eso  buscando  vas. 
puedes  echarte  á  dormir; 
que  soltero  has  de  vivir, 
y  soltero  morirás. 

II 

—¿Tú  por  aqui? 

—¡Hola!  ¿Qué  tal? 
—Pero,  hombre,  ¿dónde  has  estado? 


—Viajando. 

— Y  has  encontrado, 
al  fin,  lu  helio  IdeaU 
— Yo  en  hallarlo  me  empeñé 
y  la  tierra  recorrí.  - 

—¿Pero  lo  encontraste? 

—Si; 
por  último  lo  encontré. 
—¿Y  en  dónde  pudiste  hallar 
esa  joya  prodigiosa, 
mezcla  de  mujer  y  diosa? 
— Yo  te  lo  voy  á  esplicar: 
No  permitió  la  fortuna 
que  el  tipo  que  j'o  anhelaba, 
el  conjunto  que  buscaba, 
se  hallase  encarnado  en  una; 
mas  no  amenguó  mi  interés,  ■  - 
y  al  tín  y  al  cabo  he  triunfado;      .^ 
lo  qut^  en  una  no  he  hallado,    .■•-'' 
pude  reunirlo  en  ¿re.s.  r      .^ 

—¡Cómo!  ^í; 

—Sí,  tengo  en  Consuelo 
el  fu("go  de  la  pasión. 
y  en  cambio  me  da  \suución 
con  sns  ternezas  un  cielo; 
tengo  lo  que  me  embelesa 
entre  aquellas  dos  y  Juana: 
el  pecho  de  una  alemana 
y  el  talle  de  una  francesa. 
Y  en  conjunto  sin  igual 
está  en  las  tres  compendiado 
la  dicba  que  hube  soñado, 
la  ventura,  el  ideal. 
—Pero,  hombre,  ¡por  Dios!  ¿No  ves 
que  te  dañas  á  ti  mismo? 
¡Xo  es  nada!  Un  idealismo 
parlido  pot  gala  en  tres. 
Tal  trinidad,  imprudente, 
va  á  darte  una  enfermedad... 
—No,  hombre,  no;  si  Tri?iidGd 
es  mi  esposa  justamente. 
-¿Qué? 

—¿Tú  no  estás  enterado? 
—No. 

Yo  crei  que  sabias... 
Nada,  ya  hace  quince  días 
que  también  estoy  casado... 

Luis  García. 


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486 


EL  CASCABEL 


tAli&fS  &SiIiiA90 


Ternezas,  mimos,  rubor, 
celos,  dudas,  besos,  gloria. 
¡Vaya!  una  historia  de  amor, 
ó  un  amor  de  mucha  historia. 


INSPIRACIONES 


^^V A^B^       sí  en  plural.  Como  quien  dice  patacones. 

^^^■B^^^  O  pantalones. 

^^^B  B^^^^  Porque  la  inspiración  no  ha  de  ser  una  é  indivisible,  si  se  quie- 

^^Hf  ^  ^r^        re  llenar  debidamente  ía  misión  literaria  á  que  uno  se  sujeta,  ó 
^JBlr^  está  sujeto. 

/^r\\  O  si  se  quiere,,  llenar  el  estomago,  que  es  al  fin  y  al  cabo,  el 

\\  que  se  aprovechada  la  inspiración. 

,    >*  He  dicho  que  esta  ha  de  ser  plural. 

Y  no  me  retracto. 

O  retrato,  que  dice  un  cronista  que  sé  inspira  en  los  pasillos  del  Congreso  por  la 
tarde,  y  en  las  tertulias  de  cualquier  teatro  por  la  noche. 

Y  que,  como  es  natural,  vive  entregado  á  Cicerón,  orador  parlamentario  que  tenía 
una  berruga  en  la  nariz,  y  á  Apolo,  no  el  teatro;  no  confundir.    , 

— Si  amigo— me  dice — hay  que  multiplicarse. 

—No  iné  lo  jure  V.  Yo  tengo  diez  hijos  y  fracción... 

— Me  refiero  al  espíritu,  á  la  idea.    Para  vivir  de  ella  es  preciso  multiplicarse  y 
entender  de  todo  un  poco. 

— jPero  eso  es  muy  costoso! 

-¡Cal  ^ 

— {Representa  mucho  estudio! 

— jCáf 

—Y  van  dos.  Pero  yo  no  entiendo. 

— Ahi  estd  el  quid. 

—Y  ese  quid... 

—Lo  poseo. 

—¡Hombre...!  Si  fuese  V.  tan  amable...  Yo  necesito  el  quid  ese,  porque  amenudo 
he  de  hablar  de  lo  que  no  entiendo  y... 

-iUsted  bebe? 

—Gaando  tengo  sed. 

—Lo  creo.  ¿Pero  V.  bebe  alcoholes?... 

—Francamente;  no  acostumbro. 

—Pues  es  V.  hombre  al  agua. 

—En  efecto:  al  agua  si,  pero  al  alcohol,  no  señor. 

—En  él  está  la  inspiración. 

— Repito;  no  entiendo  una  palabra. 

—Sígame  V. 


•'L^tíií^A*'!^  .t^^a^::^:£^jAl¿Á£^,i;niJjf>J^^'^~s.Élt^_ 


EL  CASCABEL  487 


— Le  sigo,  ¿^  donde  mfi  lleva? 
■    :  —-jA  la  confiteria..  !  jYa  llegamos...!  ¡Mozo...  dos  vasos  de  agua! 

? — ¡Hola!  ¿Agua  clafa?  ^     ■ 

.* — Empieza  el  experimento;  lo  primero  es  v^r  claro.  ^  ^ 

—O  beber. 

— Es  lo  mismo  en  mi  sistema.  Supóngase  que  V.  no  tiene  idea  alguna  apropósito 
de  lal  ó  cual  cuestión  que  ha  de  desarrollar  en  el  periódico  ó  el  libro.  Supóngase 
que  ha  de  ocuparse  V.  de  mecánica,  de  relojería,  por  ejemplo:  pues  no  hay  más 
que  llamar  al  mozo  «sí... 

— ¿Qué  se  oírece? 

— ¡Dos  ginebras!                                                                                                        -.    - 
•  •••     • • *..... 

—Es  un  poco  fuerte,  pero  por  poco  que  V.  se  esfuerce,  y  á  poco  que  la  Imagina- 
ción le  acompañe,  sentirá  V...  , 

—Un  dolor  de  cabeza  de  mil  diablos. 

—¡Cabal!  Ahora  figúrese  V.  máquinas,  relojes,  minuteras  monstruosas,  lagos,  pai- 
sajes pintorescos...  ¡Suiza!  ¿Ñola  siente  V.?  . 

— Lo  que  siento  es  mucho  calor. 

— ¡Bravisimo!  Es  el  calor  de  la  improvisación.  Ahora  estaría  V.  en  aptitudes  para 
hablar  de  relojeriu.  Si  necesita  ocuparse  de  algo  alegre,  tome  champagne,  o  jerez,  ó 
manzanilla.  Si  desea  abordar  cuestiones  internacionales,  beba  cerveza  y  ¡adiós  Bis- 
marck!...  ¿Quiere  hablar  de  arte?...  pues  beba  V.  Chipre,  ó  Marsala,  y  el  liquido  le 
transportará  ú  la  patria  de  las  ideas  bellas... 

—¡Estoy  admirado!  Pero... 

—¿Pero  qué?  ^Duda  V.  acaso?  ¿No  cree  en  mi  doctrina?  ¿No  encuentra  en  ella  la 
salvación? 

— No  (ligo  tanto,  pero... 

—¿Pero...  pone  V.  peros?  ¿Busca  V.  el  porqué^....  ¡Influencia  de  la  ginebra,  amigo! 
Sin  sentirlo  se  ha  hecho  V.  calculista.  Bravo,  muy  bien. 

Han  pasado  unos  días. 

Por  fin  tropiezo  con  el  cronista,  el  de  los  consejos  espirituales. 

—¿Qué  tal?— me  dice. 

— Preociipado. 

—Porqué?... 

—He  de  escribir  un  trabajo  serio  y  razonado^  analizando  las  causas  de  la  indolen- 
cia nacional... 

—¡Tome  V.  mate! 
¿Maie? 

— Y  amargo;  bien  amargo...  ¡Ab!  y  no  se  le  olvide  á  V.  lo  que  voy  á  decirle.  Ma- 
ñana en  El  Universal  aparece  un  articulo  mío. 

—¿De  qué  trata  V.? 

—De  «la  influencia  del  cruce  de  razas  en  ia  población  de  la  República  Argentina.» 
Será  un  trabajo  importante...  ¡he  bebido  en  las  mejores  fuentes...!  Léalo  V.  sin  falta. 

¿Que  si  busqué  El  Universal? 

¡Ya  lo  creo! 

Pero  no  enconir«V  el  artículo  de  mi  amigo. 

En  cambio,  en  J5/  Nocturno  de  la  tarde,  hallé  una  noticia  que  copio  texlualmente. 

«El  conocido   escritor  D (aquí  el  nombre  de  mi  amigo)   ha  sido  encontrado 

muerto  en  su  cuarto.  Sobre  la  mesa  escritorio  sé  hallaron  botellas  de  Burdeos,  Ma- 
dera, Ginebra,  Jerez,  vino  del  Rhin,  Sidra,  Chianti,  San  Juan,  Cerveza,  etc...» 

«No  se  explican  las  causas  que  bayan  podido  producir  la  muerte  del   Sr En 

la  misma  mesa  se  encontraron  unas  cuartillas.  En  la  primera  se  leía:  «Influencia  del 
cruce  de  razas  en  la  población  de  la  República  Argentina.» 

«¿De  qué  habrá  muerto  el  conocido  escritor  Sr...?» 

«Esta  es  la  pregunta  general.» 

¿De  qué  ha  muerto? 
¡De  un  atracón  de  lectura!  pensé  yo. 

Y  me  acordé  de  las  buenas  fuentes  en  que  buscaba  la  inspiración  miinfortunado 
amigo,  cuando  la  inspiración  no  acudía  á  tiempo. 
Desde  entonces  me  dedico  al  agua  clara. 
Cuando  la  encuentro  así. 
Que  no  ocurre  siempre.  Andrés  Soler. 


s- .  ■    .  ■•.     .■  ,  ;■,-■■•   .'"'■'■.•--..--■■.::     .;  ■-;.^;-«;:.íí■I/i¿v5í*;■ 


Tyí'^fmí^/^f^^'^.-ü 


488 


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A  PA 


CÓMO  VAN  UNOS 


t^Ái>^;:.>::x 


■■•  ^  -.■-=■':',>  ;-7-ú.íL¿*fe^afl'j 


EL    CASCABEL 


'"^  *^       ^.  ""  -^ 


489 


LEEMO 


CÓMO  VAN  OTROS 


-^ .;  '■ ;  v-iiáUrttaiLi.- 


4@9^    '  -^  £L  CASCABEL  '  ^ 


DE   REGRESO 


S;*- 


í^,- 


—¿De  dónde  sales  Severo? 
— De  presidio,  caro  Antón, 
le  distraje  algún  dinero 
á  la  caja  de  un  banquero... 
— jVaya  con  la  distracción! 

PIEZAS  AMUEBLADAS 

Voy  á  contar  una  historia, 
aunque  la  pena  no  val^^a, 
ni  lleve  más  interés 
al  ponerme  á  relatarla, 
que  hacer  sirva  de  escarmiento, 
mi  aventura  malhadada. 

Era  un  di:i  de  verano 
cuando  salí  de  Campana, 
en  busca  de  Buenos  Aires 
para  ventilar  mi  alma, 
pues  como  estando  en  el  pueblo 
no  la  empleo  para  nada, 
la  polilla  del  fastidio 
iba  empezando  á  picarla, 
Llegué,  después  de  dos  horas, 
conducido  por  las  alas 
del  raudo  vapor,  (observen 
que  estoy  hablando  en  metáfora, 
pues  los  trenes  del  Rosario 
son  carretas  tucumanas) 
y  después  de  hab  r  comido 
y  caminado  unas  cuadras, 
en  demanda  de  repo.so, 
busqué  una  casa  amueblada, 
hallándola  en  sitio  céntrico, 
bueno  el  aspecto  y  la  fama. 
—¡Mozo!  Preciso  una  pieza. 
—Solo  una  queda  en  la  casa; 
sígame  usted  caballero.— 
Subt)  una  escalera'  ancha 
hecha  de  pulido  mármol. 
cruzo  una  inmensa  antesala, 
después  una  galería 


llena  de  luz  y  muy  larga, 
luego  un  estrecho  pasillo 
y  llego  al  pié  de  empinada 
escalerilla  de  hierro, 
por  la  izquierda,  sin  baranda, 
por  encima,  el  cielo  azul, 
y  por  pared,  férrea  plancha. 
La  persona  que  la  suba 
debe  ser  media  funámbula, 
y  casi  estoy  convencido 
de  que  yo  tengo  esa  gracia, 
porque  llegué  a  la  azotea 
sin  haberme  roto  el  alma. 
Ya  estoy  por  fin  en  el  cuarto, 
dejo  el  sombrero  en  la  cama. 

—¿Cuánto  le  debo?  —Dos  pesos. 
Suelto  u:.  suspiro  y  la  plata, 
y  sin  darme  «buenas  noches» 
me  vuelve  el  mozo  la  espalda. 
Voy  á  pintar  el  mueblaje 
en  dos  ó  tres  pinceladas. 
Mesa  de  noche,  un  armario, 
el  lecho  con  blancas  sábanas; 
encima  del  lavatorio 
tres  cuartos  de  una  aljofaina, 
un  jabón  lleno  de  pelos, 
jarro  con  agua  y  sin  asa, 
un  peine,  al  que  faltan  púas 
aunque  con  sobra  de  caspa, 
y  algo,  como  servilleta 
con  ínfulas  de  tohalla; 
bajo  el  lecho,  una  vasija, 
que  aunque  está  desportillada 
como  los  otros  cacharros, 
luce  cifras  de  la  cf.sa. 
La  habitación,  que  es  un  cuadro, 
de  altura  tendrá  tres  varas; 
por  una  de  las  paredes, 
el  alto  tejado  escala 
el  caño  de  la  cocina, 
lo  que  es  una  gran  ventaja, 
pues  uno  puede  en  verano 
cocerse  en  su  propia  salsa... 
lo  cierto  es,  que  tantas  cosas 
por  dos  pesos...  no  son  caras. 
Por  íin,  di  entrada  en  el  lecho 
á  mis  desnudeces  castas; 
y  ya  pensaba  dormirme, 
cuando  sentí  unas  pisadas, 
un  rumor  en  las  paredes 
cual  si  pisaran  fantasmas, 
y  sentí  que  mis  botines 
alguien  me  los  arrastraba, 
y  asi  como  duendecillos 
que  bailasen  en  mi  cama. 
Haciendo  un  supremo  esfuerzo 
para  conservar  la  calma, 
encendí  rápido  un  fósforo 
y  miré...  más  no  vi  nada. 

Levanto  un  botín  del  suelo 
estrañando  se  agitara, 
y  sale  como  relámpago 
de  su  interior  una  rata. 
Desde  entonces  ¡santo  Dios! 


U,-' 


.  í.-  y  ^'C'fp^ff^^w^T^  'i^^f^^-,-*A . 


EL  CASCABEL 


491 


PREGUNTA 


3S^^ 


^ÍVf2!Í^<''^3JÍ^ÍCt^ 


-¿Vive  aquí  el  señor  López? 

-No,  pero  es  igual.  El  señor  López  y  yo  tenemos  los  mismos  gustos. 


aquello  fué  una  batalla; 

un  ratón  rozó  mis  pies, 

otro  saqué  de  mi  espalda, 

y  dando  saltos  y  gritos 

para  auyentar  tanta  plaga, 

me  pasé  toda  la  noche 

hasta  ver  la  luz  del  alba. 

Salto  del  lecho  al  instante, 

y  sin  lavarme  la  cara 

salgo  á  la  calle  bufando, 

me  subo  al  tren,  y...  á  Campana. 

Conviene  lector  que  tomes 
la  lección  de  mi  desgracia. 
Aunque  soberbia  apariencia 
tenga  una  casa  amueblada, 
no  ocupes  jarías  un  cuarto 
sin  proveerte  de  una  trampa, 
y  caso  que  no  la  encuentres 
lleva  un  gato  ó...  una  gata. 

Alidio  Borgia. 


ME  MUERO! 


Yo,  que  soy  un  forastero 
sin  amigos  ni  tutor, 
jay  niñasl  de  amor  me  muero, 
porque  yo  vivo  al  vapor 
y  camino  muy  ligero. 
¿Que  hago  mal  en  decir  esto? 
¡No  lo  puedo  remediar! 
¡Niñas!  Apenas  me  acuesto, 
me  dan  ganas  de  llorar 
porque  me  siento  indigesto; 
pero  indigesto  de  amor, 
(lue  es  un  mal  espeluznante 
y  no  hay  medio  ¡no  señor! 
para  encontrar  un  calmante 
á  este  mal  aterrador. 
Con  un  doctor  consulté 
hace  cosa  de  tres  días, 
y  me  dijo:  «Tome  usté, 
cinco  kilos  de  alegrías 


l^£^^3lfó;<>--»e  ::j 


492 


EL  CASCAII£L. 


y  un  grano  de  amor  con  té.» 

¡Y  no  lo  puedo  encontrar! 

jY  no  lo  puedo  adquirir! 

¡Esto  es  cosa  de  rabiar! 

¡Saber  que  voy  á  morir 

sin  poderlo  remediar! 

¡Ay  Dios!  ¡Qué  muerte  tan  fiera! 

¡Qué  gran  desdicha  la  mía! 

¡No  encontrar  quien  me  vendiera 

unos  kilo?;  de  alegría, 

para  que  30  110  muriera! 

Si  ?ntre  vosotras,  alguna 

sul're  también  de  este  mal. 

no  tachará  de  importuna 

esta  petición  I'ormal. 

¡Es  justa  como  ninguna! 

Pues  si  un  día  oís  tocar 

las  campanas  por  un  muerto, 

podréis  muy  hion  exclamar; 

— ¡Ya  murió!  IMies  era  cierto. 

¡Nadie  le  (¡uiso  curar! 

Diinas  Gre'w  Ilzárhe. 


criiADrccióX) 

Y'o  sofialia  li.-ibM-  muerto;  ella  lloraba 

y  yo  su  ihinto  oía, 
allá  <•!!  la  losíi  el  t-orazón  se  helaba. 

y  al  mirar  su  quel)ran1o 
por  ser  vivo  un  instante,  yo  suíria. 

y  así  enjuiíar  su  llanto. 

Dosperh'  í'atiua'h^  por  la  pena, 
y  en  mi  anu'nsiia  espantosa, 

atado  i'l  coraziiii  |K)r  la  caiicna 
(|ue  un  ri'cni'nlo  lia  l'orjado, 

¡cuánto  scnii  de  aiinfüa  triste  losa 
haborine  (b'Sin'r,  ado! 


DE  DOMINGO  A  DOMI.JGO 


La  empresa  de  la  Opera  se  ha  despedido 
del  público  echando  la  casa  por  la  venta- 
na, como  suele  decirse. 

Buena  pi-ueba  de  ello  es  la  representa- 
ción de  Lolicngrin.,  ópera  presentada  con 


bastante  propiedad  y  cuidadosamente  en- 
sayada. 

Lástima  que  la  temporada  no  empezase 
como  acabó. 

Ahora  los  aficionados  no  desperdiciarán 
la  ocasión,  y  aprenderán  el  camino  del  Na- 
cional. Y  á  fé  que  no  les  pesará,  porque 
el  maestro  Goula  les  hará  conocer  las  ópe- 
ras de  muy  distinta  manera  que  se  cono- 
cen. 

El  estreno  de  Gil  Anianti  di  Teruel 
se  aproxima,  y  todo  hace  esperar  que 
esta  opera  será  la  gran  novedad,  el  suceso 
culminante  de  la  actual  temporada. 

La  señorita  de  Nunzio  alcanzó  buenos 
aplausos  en  I(  Troratorc,  lo  propio  r[ue 
la  Sra.  Steinbach  y  lo?  Sres  Gi-ani,  y  La- 
bán.  que  se  vieron  obligados  á  repetir  el 
final  del  primea  acto. 

En  Cavallcría  Rustirá  na  fueron  aplau- 
didos, la  Sra.  R()di'igiiez  (¡ue  hizo  una 
Sanhizza  acabada,  el  ten(_>r  Grani  y  la  or- 
(piesta. 


La  CDUipañia  drani.ílica  italiana  de  la 
Sra.  Boelti  Valvassura  so  lia  marchado, 
pero  volvei'.'i  donlri)  do  pucos  meses  y  dará 
una  SLM'ie  de  escugiiias  ubras. 

Si  el  drama  IÍímio  ]>;irl!il  irii  is  en  Buenos 
Aires,  estos  lioiion  (>I)1¡l;;u'!i  hi  dií  ir  ai  tea- 
tro (Jnrul)ia  .-i  aplaudir  la  iillinia  produc- 
ción (Id  (lpaiii;il!irgo   lü-liogaray. 

El  Ilijiíilc  !)i)ii  .Itiiiji.  (vs  una  vi'rdadora 
jo\'a  en  quo  ol  aiiloi-.  on  prosa  llana  y  ar- 
moniosa, piula  [lisiónos  reales  y  ci  unnueve 
pri  ilunilaiiio!i[o. 

Y  ya 'juo  do  /-;,'  ¡dio  ('<'  D.  Ji"ij(  \vah\a- 
nios.  lio  ('slar;i  dt'  iu;\sdoi-¡i'  i[uo  ol  soñor 
(jalo  (»sl;i  >iiporio!>  ;i  todo  encomio  y  que 
niiigiui  |)apol  lia  desempoñado  de  manera 
tan  acabaiia.  Los  dem;is  artistas  le  secun- 
dan i)0i  rectamente. 


V.n  los  dem.-is  teatros    pocas  novedades. 

La  Gomedia  ganando  piala  con  la  Inían- 
teru^  de  Palau.  y  resucitando  obras  cono- 
citlas,  pííro  no  por  ello  menos  aplaudidas. 
l'ciia  Id  FrescdriunM  por  ejemplo. 

Lss  Folies  Fü/'let  concurridísimas  con 
motivo  de  los  trabajos  de  CVí.s^/¿o/' ({ue  ca- 
racteriza á  las  mil  maravillas,  tipos  y  per- 
sonajes conocidos. 

¡Lástima  que  Casthor  no  se  dedique  á  la 
polilica! 

Por((ue.  cambiando  de  caras  con  tanta 
facilidad,  baria  carrera. 


a^¿ 


^Jlís- vf.-*  fi*    "V 


EL  GA8BABEL 


El  apreciable  actor  Sr.  Roldan  se  defien- 
de en  sus  trincheras,  es  decir  en  el  Al- 
hamhra^  y  apesar  de  lo  apartad*.  <iue 
(rueda  del  centro- dicho  teatro,  se  vé  favo- 
recido por  regular  concurrencia. 

No  hemos  asistido  aún  al  Pfisat/rmpo. 
Kn  el  próximo  número  hnblnremos  de  la 
compañía  Parenti,  de  la  <\ne  tenemos  bue- 
nas referencias.  El  género  «¡ue  cultiva 
dicha  com¡)añia  es  apropOsilo  para  hacer 
pasar  el  mal  humor  á  cuahpiiera. 

Y  esto  algo  vale,  y  hay  que  tenerlo  en 
cuenta  en  estos  tiempos. 


Es  un  hecho  el  próximo  estreno  d'-;  la 
ópera  El  Lean  de  Venecia^  escrita  en  el 
pais,  por  los  Sres.  Verardini  y  D.  Agnillo. 

Estos  señores  y  el  Sr.  Bernis,  empre- 
sario del  Nacional,  se  han  puesto  de 
acuerdo. 

El  estreno  tendrá  lugar  del  15  al  20  pro- 
bablemente. 


Leo  en  un  periódico  de  crónias  y  amo- 
res en  verso,  el  siguiente  titulo: 
«En  lo  de  Furlandez» 
¡Dios  mío! 

¡Qué  ocurrirá  en  lo  de  Furlandez! 
Y  ¿qué  será  lo  de  ese  señor? 


Dios  por  calmar  el  anhelo 
de  nuestra  vida  de  abrojos, 
puso  el  deseo  en  tus  ojos 
y  en  tus  labios  el  consuelo. 


— Tus  versos,  querido  Andrf^s, 
son  buenos,  según  infiero. 
Mas  debes,  por  tu  interés, 
cambiar  su  forma  primero. 
— Bueix). 

—  ¡Y  el  fondo  después! 


¡El  oro  es  inconmovible! 

Argos  ya  no  escribe  pescas  ó  por  lo 
menos  ha  llevado  una  porción  de  días  de 
descanso. 


Y...  ¿quieren  ustedes  creer   que  el  oro 
no  ha  bajado? 
¡Ingrato!.. . 


— ¡Ah  Hiiiz!  (M-í^s  un  crunpuesto 
de  nobles  y  hajos  fines. 
—  V.n  cambio,  tú  erer  Fernández, 
no  comjiHCsIo  sino  simple. 


-'Sé  que  to  hizo  gracia   Hosa. 
-No  señor,   me  hizo  otra  cosa. 


Dos  avisos  <pie  no  tienen  desperdicio: 

Se  necesita  una  muramn  que  sepa 
planchar  con  recoiKendaciones. 

¡Caramba! 

Nos  parece  preferible  una  mucama  que 
sepa  planchar  con  lustre. 

Una  señora  francesa  desea*  cuidar 
dos  ó  tres  niños  de  tres  años  arriba. 

Pues  ¡cuidado! 

Porque  si  tan  arriba  vamos,  con  uno 
solo  basta  y  sobra. 


Soledad,  tu  fealdad 
con  una  furia   te  iguala, 
y  al  ver  que  aumentas  de  edad 
me  haces  decir  con  Ayala: 
¡Que  espantosa  soledad! 


De  su  pueblo  el  otro  dia 
llegó  Paco,  y  ?il  instante, 
para  volverse  elegante, 
se  fué  á  una  peluquería. 
Y  ya  se  crér»  que  interesa 
por  lo  bien  ((iie  le  pelaron, 
sin  ver  que  no  le  quitaron 
el  pelo  de  la  dehesa. 


ondencia 


^\\v» 


#>- 


Rataplán.— "So  está   mal,   no   señor,  y  creo  que  si 
manda  V.  otra  cosita  estará  mejor. 


'*:.í^^t2Ít^^¿:^ 


.■•■¡.,:U¿i£iÍtíí^ 


494 


BL  GASCABeL 


Antuca.— Estoy  reñido  coa  lop  Acrósticos.  Asi  es 
que  los  que  V.  manda  no  los  publico. 

Telémaco  .—Es  muy  serio  el  asunto. 

.  T.  Doy  (Rosario.)  -  ¿Sabe  V.  lo  que  me  ha  dado  "V? 
(Un  susto  mayúsculo! 

F.  F. — Pruebe  otra  vez.  Lo  de  hoy  no  conviene. 

Cosítir illas. '-Es  bonita,  pero  opino  que  ha  pasado 
la  oportusidad. 

E.  G.— Muchas  gracias  por  todo.  Espero  lo  pro- 
metido y  deseo  sea  archi-superior. 

L.  M.—hos  sonetos  constan  de  catorce  versos, 
como  consta  &,  todo  el  mundo...  menos  &  V. 


Comía.— ¡Vaya  V.  con  Dios,  artista!    , 
Maestro.— -¡He  obra  prima  I... 

José  F.— No,  señorj'esta  V.  equivocado;  no  se  le 
contestó  en  tal  sentido. 

V.  V.— Mande  la  firma,  si  sieñor. 

T.  Ro. — Es  muy  viejo  el  asunto  y  no  está  bien 
versificado 

Marín'  .—¡Hombre!...  dejemos  en  paz  a  los  pobres 
náufragos. 
T.  A.  Z.—Es  regularcita;  nada  más. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FKSTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


-)^ 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »   0.10 

»        atrasado »   0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

®S«— AliSIlíA— tSt  (altos) 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Gnillermo  Jk.  CranweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  OanweII  sino  de  Sproat. 

LA    ÚNICA 

DROGUERÍA  Y  FARMACIA 

DE 

Q  R  A  N  NA/  E  LÍL 

Que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situa- 
da en  ia  calle  de 

VICTORIA,    NUM.    647 

Entibe  Perú  y  Chacabueo 
Atendida  personalmente  por  su  propie- 


tario 


Edmundo  E.  Grranwell 

FARMACÉUTICO 


BAZAR  AL  BUEN  MENAJE 

150— ARTES— 150 
PIIDICDTnc  cuchillos,  centros  de  mesa, 
uUoltnlUo  jarras  para  agua,  juegos  de 
té,  juegos  de  lavatorios,  metal  blanco,  licore- 
ras, canastas  para  pan,  aceiteras,  cuberteras, 
floreros,  lamparitas,  veladores,  filtros  para 
agua,  etc.  . 

PACCTCDAO  DllQiQ  de  Viena,  decircu- 
UArt  I  tnAo  nUoAO  laclón,  Altros,  tete- 
ras, azucareras,  bandejas  de  madera  papié 
maché,  etc.,  caloríferos,  alsacianos,  calentado- 
res de  pies,  braseritos,  salivaderas,  bidets 
cómodos,  y  otros  artículos  de  menage. 

FUENTES  ENLOZAOAS  r°5ils"S>¿?: 

teros,  tablas  para  carne,  papas,  de  lavar, 
molinillos,  agua-maniles,  lebrillos,  carpetas 
de  mesa,  estantes  para  cocina,  canastos  para 
ropa,  etc. 

II  niimi  MCIüAPC  Escaleras,  sillas,  es- 
AL  dUcIi  IfltllAbt  caleras,  caloríferos, 
guarda  fuegos,  calentadores  de  pies,  id  de  via- 
je, id  de  platos  para  la  mesa,  útiles  de  estu- 
fa, cocinas,  carboneras,  mesitas  para  té,  mol- 
des para  budines,  é  infinidad  de  artículos  de 
menaje  imposible  de  enumerar.  Precios  fijos 
y  sin  competencia. 

Al  Buea  Menaje,  Artes,  150 


.  .iSyá^ijijtí-' 'j>úr~' ¿i: 


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Se  dan  siros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despacho.  Los  días  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
á  11  m. 


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TRASATUNTICA  ESPAÑOLA 

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Subvencionados  por  el  Gobierno  Español 

Servicio  bimensual  fijo 

entre  el  Itio  de  la  Plata  y  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  2  de  cada  mea 
para  Santa  Cruz  de  Tenerife,  Cádiz,  Bar-elona  y  Mar- 
sella, admitiendo  car^a  y  pasajeros,  asi  como  para 
Vigo,  Coruña,  Santander,  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
portantes de  España. 

Por  más  intormes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus  agentM 
Antonio  López  y  C*,  calle  Alsiaa,  750. 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  venida  de  todos  lot 
puertos  y  ciudades  de  España. 


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496 


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EL  CASCABEL 


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LA  HISPAN0-4R0ENTINA   fmÉk  NACIONAL 


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Autorizada  por  Decreto  de  27  de  A  aosto 

de  18S9. 

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de   Comercio 


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Se  asegura 

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y  del  comercio, 

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de  gas,  rayo,   desalojo    inevitable,    etc.,   etc. 


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la  redacción  de  EL  CASCABEL. 

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H  **  ""^  'S      "'">  >  "    s. 


wry^ 


Agftrtft  10  ^*  Ififlft      íUbil32 


Editor  propleUrio:  FRANCISCO  FERRÉS 

Redacción  y  AdniÍDÍstracion:  ALSINA  939  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad. . .    S  O.lO  el  número 
Número  atrasado.. ..     »n.i5 


id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  G* 


Tiene  en  su  voz  una  mina 
que  ya  ha  empezado  á  explotar, 
y  puede,  con  estudiar, 
ser  una  Patti  argentina. 


.Ú¿\^.  >.-.>í-i%íkÁ¿£í^Í: 


'\:r--v,;'«^^-'¿^-: 


^H(0]f«- 


HiNALMENTE,  tenemos  Ateneo. 
La  noticia  no  tendrá  interés  para 
los  que  en  materia  de  letras  solo   conocen 
las  de  cambio. 

O  para  los  que  creen  que  en  teniendo 
Bolsa,  ya  lo  tienen  todo. 

Pero  en  cambio,   los  que   nos  procura- 
mos el  pan   y   el  puchero,  ganándolo   no 
con  gotas  de  sudor,  sino  con  gotas  de  tin 
ta,  andamos  refocilados  y  con  aire  de  sa- 
tisfacción relativa. 

Tanto  es  asi,  que  el  otro  dia  encohtréme 
á  la  mujer  de  un  inspirado  vate,  la  que  sa- 
lla de  «La  Ciudad  de  Londres.» 

— De  compras,  ¿eh? — la  dije. 

— Si,  preparándome. 

— ¡Como!...  ¿se  casa  alguna  niña  de  V? 

— No,  pero  Antenor,  desde  que  supo  que 
se  fundaba  el  Ateneo,  y  que  podria  leer 
sus  odas  y  poemas,  está  arreglándose  de 
ropa,  porque  el  pobre  estaba  muy  mal,  de 
ropa  blanca  sobre  todo. 

— ^Hace  bien  en  surtirse. 

—Ya  vé  V.;  en  el  Ateneo  todo  son  her- 
mosuras y  camisas  planchadas! 

— ¡Ya  lo  creo! 

— El  otro  dia,  lei  que  Gutiérrez  le  dijo  á 
Guido  que  parecia  que  este  se  alimentaba 
de  ambrosia,  y  además,  el  cronista,  se 
encargó  de  hacer  saber  al  pais  que  Guido 
estaba  hermoso,  y  que  a<;i  se  lo  decía  Gu- 
tiérrez. 

— Si  y  á  este  le  llamó  Guido  buen  mo- 
z« 

—  En  fin,  que  se  estuvieron  piropeando 
como  dos  doncellos. 

— ¿Qué  me  cuenta  V?.... 

— De  modo  que  Antenor,  queaunque  su- 
fre de  ictericia  no  es  despreciable  del  todo, 
y  tien  un  lunar  peludo  al   lado  de  la  nariz, 


no  se  atreve  á  presentarse  á  los  literatos 
sin  llevar  la  camisa  planchada,  porque  en- 
tonces, "¿quién  le  dirá,  Pérez,  está  V.  irre- 
sistible? 

— Nadie,  seguramente, 

—  Además,  los  literatos  de  hoy  son  co- 
mo los  mortales  que  no  escriben,  y  tienen 
obligación  de  presentarse  correctamente 
ataviados,  y  de  escribir  en  papel  fino  y  con 
letra  clara. 

— No  lo  dudo. 

—  Por  lo  demás,  las  sesiones  del  Ateneo 
serán  lucidísimas,  y  en  ellas  se  darán  á 
conocer  una  porción  de  eminencias  que 
hoy  yacen  en  el  olvido  por  que  los  libreros 
son  unos  judíos  y  no  editan  libros.  Pasa- 
do mañana,  sin  ir  más  lejos,  aguardamos 
á  un  sobrino  carnal  de  Pérez,  que  vive  en 
Curuzú-Cuatiá,  y  que  al  saber  lo  del  Ate- 
neo se  ha  decidido  á  emprender  el  viaje, 
con  el  solo  fin  de  leer  an  poema  indígena 
que,  según  opinión  de  algunos,  y  del  autor, 
es  una  maravilla  y  le  colocará  al  nivel  de 
Obligado,  y  además  le  permitirá  usar  cal- 
zoncillos de  punto,  prenda  que  ahora  le  es- 
tá vedada  absolutamente. 

—  ¡Dios  lo   quiera! 

— En  fin,  amigo  mió,  le  dejo  á  V.  y  me 
voy,  pues  Pérez  espera  estas  camisas  pa- 
ra presentarse  á  Guido  y  decirle  que  lo 
anote  como  socio  activo  del  Ateneo. 

— ¡Adiós  señora! 

—Adiós. 

El  caso  es  que  la  deseada  asociación  ha 
hecho  perder  el  juicio  á  más  de  cuatro  ge- 
nios modestos  que  ya  creen  tener  el  por- 
venir abierto,  y  se  figuran  que  ha  termina- 
do paradlos  la  época  de  privaciones. 

Esto  es  simplemente  una  exajeración. 

De  fa-tales  resultados. 

Y  sino  que  lo  diga  mi  amiga  D*.  Bru- 
nildade  Carnero,  esposa  de  éste,  autor 
fecundo  pero  incógnito,  que  escribe  mucho 
pero  no  puede  salir  de  la  oscuridad. 

—  ¡Ha  llegado  la  hora!  — nos  dice  la  se- 
ñora. 

— ¿Del  reparto  universal? -le  pregun- 
tamos. 

— De  la  justicia  y  del  premio  al   mérito. 

— Eso  lo  dicen  las  niedallas  que  otorgan 
en  las  exposiciones  universales  á  los  fa- 
bricanteí;  distinguidos. 


EL  CASCABEL 


— Será  asi;  pero  ahora  los  que  produz- 
can, recogerán  los  frutos  de  su  inteli- 
gencia. 

— Se  trata  de  alguna  ley  protectora  de 
la  ganadería? 

— Se  trata  del  Ateneo,  y  gracias  á  él, 
mi  Carnero  nadará  en  la  abundancia  re- 
colectando por  fin,  el  fruto  de  sus  noches 
en  vela, 

— ¿Sufre  insomnios? 

— Si;  pero  poéticos.  La  otra  noche  no 
pudiendo  conciliar  el  sueño,  porque  abusó 
de  una  ensaUda  de  porotos  con  repollo, 
saltó  y... 

— ¡Saltó  y  vino!  que  se  dice  en  el  monte. 

— No  abandone  V.  el  llano.  Saltó  de  la 
cama  y  empezó  á  echar  versos  sobre  el 
papel,  y  le  salieron  tan  bonitos,  que  luego 
se  pasó  el  dia  durmiendo,  porque  como 
dice  él,  el  que  escrib  ;  cosas  tan  buenas, 
tiene  el  sustento  asegurado. 

De  modo  que  ahora  pienso  que  con.  sus 
versos  y  el  título  de  socio  del  Ateneo,  so- 
ciedad protectora  de  poetas  y  prosistas, 
podré  ablandar  al  almacenero  de  la  esqui- 
na y  me  fiará  lo  mas  necesario  para  la 
vida. 

Oh  fuerza  de  la  imaginación  ¡á  que  ex- 
tremos conduces! 

Y  ¡oh  Ate<  eo!. . .  cuanto  niacanaxo  has 
inspirado  hasta  la  fecha!  í 

¡Que  La  Nación  me  guarde  de  mentir! 


A   UM   MIOPE 

(Imilación) 

¿No  ves  aquel  pintado  jilgueriilo 

que  en  un  cerezo  está, 
y  más  allá  un  chicuelo  que,  afanoso 

le  acecha  con  afán  ? 
¿Xo  ves  aquella  joven  hechicera 

de  lánjxuido  mirar 
(|ue.  á  través  de  la  reja,  con  su  amado, 

parece  conversar? 
¿No  ves  esa  bandada  de  avecillas 

que  acaba  de  cruzar, 
y  esas  flores  que,  ú  impulso  de  la  brisa, 

sus  tallos  doblan  ya? 
¿No  ves  aquella  dama  que  á  un  mendigo 

una  limosna  dá? 
¡Pues,  chico...  si  no  ves,  un  par  de  gafas 

te  debe 5  de  comprar! 

Octavio  C.  Ikdolla. 


RASTROJOS 


Como  imagen  de  triste  Dolorosa 
en  los  fúnebres  pliegos  de  tu  manto, 
se  adivinan  el  duelo  y  el  quebranto 
del  albo  pecho,  que  el   dolor  rebosa. 
Esos  ojos  de  súplica  angustiosa 
siempre  bañados  en  amargo  llanto, 
dan  á  tu  hermosa  faz  un  nuevo  encanto» 
una  atracción  extraña  y  misteriosa. 
Yo  deseara,  que  á  tus  pies  rendido, 
ante  el  triste  conjunto  que  venero, 
mi  pobre  corazón  desfallecido, 
sin  decirte  jamás  lo  que  te  quiero; 
fuera,  mudo,  amoroso,  flel,  rendido, 
de  tu  eterno  dolor  el  comi)añero. 

Estaba  Luz  ayer,  llena  de  vida, 
mucho  mejor  desnuda,  que  vestida. 


Hoy  aquella  beldad,  está  sin  duda 
mucho  mejor  vestida  que  desnuda. 

De  madera  magnítíca  escultura 
en  la  iglesia  del  pueblo  Ruiz  adora, 
y  realmente  es  tan  grande  su  hermosura 
que  se  explica  que  Ruiz,  hora  tras  hora 
le  diga,  lleno  de  pasión  impura: 
—¡Oh  reina  de  los  cielos!  ¡Oh  señora! 
¡Si  esa  efigie  de  carne  se  volviera! 
...  ¡O  si  yo  me  tornase  de  madera!... 

Adolfo  S.  de  los  Ríos. 


APLUEJEN! 


(histórico) 


ACE  ci»mo  doce  años,  for- 
maban parle  del  Congre- 
so   argentino   los    nota- 
bles G  inteligentes  cau- 
dillos D.  Aguslin  Gómi^z 
representante  de  San  Juan  y  el  Dr,    Gui- 
llermo San  Román,  de  la   Rioja.    Ambos 
eran    los    fogosos    cabaHítos  de  hatalla 
que  tenia  el  elemento  provinciano  en  Ifis 
tremendas  luchas  ([uo  libraban  en  el  Cov- 
greso,  arrancando  mil  veces  de    la  entu- 
siasta barra  atronadores  aplausos. 

Gómez  y  San  Ronian,  eran  inseparables 
en  los  paseos,  en  los  teatros,  y  .frecuen- 
taban mucho  el  cale  de  los  veinte  bi- 
liares donde  hacian  tern<i  con  un  señor 
Suárez,  rico  propietario  'le  San  Luis,  di' 
cuya  provincia  era  también  represeniantj. 


' ' '#&uá:£i«c¿^T;ff  t :,  ,s 


500 


EL  CASCABEL 


Aunque  ei  Sr.  Suárez  no  era  de  la  ma- 
dera de  los  hombres  que  forman  los  par- 
lamentos, era  un  hombre  recto  y  honrado, 
razón  por  lo  que  un  dia  ocurrió  la  escena 
cómica  que  voy  á  narrar. 

Hntre  los  asuntos  entrados  en  la  Cáma- 
ra, había  uno  en  que  tanto  Gómez  como 
San  Román,  se  interesaban  para  que  fue- 
se rechazado  en  la  votación,  y  con  este 
motivo  trabajaban  para  atraer  á  sus  filas 
á  Suárez,  empleando  todos  los  ardides 
imaginables. 

¡Nada!  Suárez  estaba  comprometido  con 
el  bando  opuesto  y  su  palabra  era  de  rey, 
según  él  mismo  decía. 

Llegó  el  dia  déla  sesión.  Casi  todos  los 
miembros  estaban  presentes.  Una  inmen- 
sa barra  se  encontraba  desde  temprano 
apiñada  en  el  recinto  destinado  á  ella  y 
la  clásica  campanilla  del  honorable  presi- 
dente anunciaba  que  estaba  abierta  la  se- 
sión. 

Gómez  se  había  sentado  á  la  izquierda 
de  Suárez  y  San  Román  á  la  derecha, 
inmóviles  como  estatuas. 

El  secretario  dá  lectura  de  los  asuntos 
entrados,  y  enseguida  pasa  á  la  orden  del 
día,  comenzando  por  el  asunto  de  nuestros 
protagonistas. 

Después  de  una  larga  y  acalorada  dis- 
cusión, se  pone  á  votación,  pronunciando 
el  señor  Presidente  el  viejo  estribillo: 

— «¡Los  que  están  por  la  afirmativa  de 
pió;  los  de  la  negativa  sentados!» 

Se  levanta  el  bando  contrario  á  nues- 
tros protagonistas  y  resulta  empatada  la 
votación! 

¿Porqué  dio  ese  resultado  cuando  con- 
taban con  la  mayoría? 

Vamos  á  decirlo:  Cuando  Suárez  intentó 
levantarse  para  votar  por  la  afirmativa, 
no  le  fué  posible,  ponjue  los  nervudos 
brazos  de  Gómez  y  San  Román  le  suje- 
taron tenazmente  de  la  levita,  y  en  vano 
Suárez  protestaba  en  voz  baja,  para  no 
caer  en  ridiculo  ante  la  barra,  con  las  si- 
guientes palabras: 

—  ((¡Afluejen.  honibres,  a/luejen!» 


Patricio  Gallo. 


•^■m^- 


ñ  CRlSPULO 


¡Hombre!  Al  fin  me  has  cansado  y  ¡voto  al  chápiro! 
que  estoy  harto  de  tanta  frase  esdrújula 
y  me  has  hecho  perder  paciencia  y  brújula 


y  haces  que  te  mote^je  de  gaznftpiro. 
Al  leer  la  persona  más  apática^ 
tus  necias  producciones  de  neurótico, 
de  seguro  le  sirven  de  narcótico,  ' 
y  á,  tu  musa  moteja  de  antipática 
¿Porqué  al  pobre  ladrón  llamarle  vándalo? 
¿Porqué  el  que  triste  está  llamarle  tétrico? 
¿Porqué  al  verso  llamarle  verso  métrico? 
Y  iporqué  ft  la  madera  nombrar  sándaio? 
A  un  pobre  panteón  tildáis  de  túmulo, 
un  hombre  un  poco  grueso  ya  es  hidrópico, 
pues  mira,  francamente  tanto  tópico 
es  de  palabras  necias,  solo  un  cúmulo. 
Vais  asi  enmarañando  la  fonética 
y  al  lecho  más  sencillo  llamáis  tálamo, 
si  de  un  árbol  habláis  ha  de  ser  álamo, 
y  si  íi  España  citáis,  citáis  á  Hética. 
De  tanta  poesía  y  tanto  articulo, 
de  tantas  tonterías  el  catalogo 
nos  tiene  fastidiado  y  algo  análogo 
hago,  para  que  veas  si  es  ridiculo. 
«Un  joven  que  nació  cerca  del  Bosforo 
bañábase  á  menudo  en  la  canícula, 
por  ver  si  se  curaba  un  clavícula 
que  habíase  quemado  con  un  fósforo. 
Un  día  fuese  al  pié  de  una  conifera, 
y  después  de  tragrase  un  gran  crustáceo 
se  dispuso  á  dormir  como  un  cetáceo 
mecido  por  .la  brisa  salutífera, 
De  pronto  como  nace  la  crisálida 
Desada  por  el  sol,  de  blanda  célala, 
flotando  en  microscópica  libélula, 
surgió  una  aparición  hermosa  y  pálida 
—Ven — dijo  la  visión— yo  seré  el  báculo 
que  pueda  sostener  tu  pasión  bélica, 
— ven  y  verás— le  dijo  con  voz  célica— 
ven  daremos  al  mundo  un  espectáculo- 
ven,  ese  estado  deja  soporífero. 
¡Oh  ven!  que  comprendemos  un  apólogo, 
y  el  otro  interrumpiendo  su  monólogo 
le  dijo— Es  imposible,  ¡soy  mamífero! 
— ¡Ah!  por  piedad,  tu  frase  toipe  y  árida 
me  ha  herido  de  mi  pecho  en  lo  más  sólido 
y  con  tu  proceder  feo  y  estólido 
me  has  aplicado  ¡oh  Dios!  una  cantárida. 
Estendiendo  sus  alas  de  murciélago 
exhaló  de  su  cuerpo  un  fulgor  vivido 
y  fuese  la  visión  y  el  joven  Jivido, 
se  arrojó  de  cabeza  en  aquel  piélago». 

Ya  ves  que  de  tus  frases  el  montículo, 
nada  tiene  de  bello  ni  poético, 
y  son  en  puridad  algo  antiestético, 
estúpido,  mecánico  y  ridiculo. 

S.  Garrido^ 


&"i^*¿i¿-4^^í''*-íir^í¿¿V1.-'±. .  ■ 


.:&!í&».~ 


M. 


» -ai!**>¿   w? 


EL  CASBABEL 


501 


UCSrANIMTOAD 


I 


En  casa  de  don  Clemente 
se  pasaban  muchos  ratos 
tres  jóvenes  literatos 
discutiendo  largamente. 

Y  esto  le  hacía  feliz 

y  dichoso  al  buen  señor, 

que  escuchaba  con  amor 

á  Sánchez,  Pérez  y  Ruiz. 

En  algún  momento  Pura, 

la  esposa  de  ^quel,  venía 

y  con  regocijo  oía 

hablar  de  literatnra. 

A  ella  los  tres  campeones 

consultaban  á  la  vez 

y  la  elegían  por  juez 

en  todas  sus  discusiones, 

de  las  que  era  el  tema  eterno 

el  objeto  principal, 

la  belleza,  el  ideal 

que  busca  el  arte  moderno. 

— Siempre  sostendré  lo  mismo: 

el  arte  —  Sánchez  decía 

— tiene  que  seguir  hoy  día 

las  huellas  del  clasicismo. 

Y  por  ese  derrotero 
brillará  la  inspiración, 
buscando  la  imitación 

en  Horacio  y  en  Homero. 
— Tal  creencia  fué  el  verdugo 
que  al  genio  tuvo  aherrojado, 
hasta  que  fué  libertado 
por  Byron  y  Víctor  Hugo. 
Al  fulgor  de  aquellas  mentes 
el  arte  noble  brotó 
y  el  mundo  se  estremeció 
COR  sus  delirios  ardientes... 
—Pérez,  defiende  un  lirismo, 
que  estuvo  de  moda  ayer, 
mas  ¿quien  se  atreve  á  leer 
hoy  aquel  romanticismo? 
No  hay  un  lector  que  resista 
tanto  loco  divagar, 
que  al  cabo  llegó  á  enterrar 
la  escuela  naturalista, 
—¡Bravo  Ruiz!  si  de  tal  modo 
ese  ideal  subsistiera 
¡hermoso  arte  el  que  tuviera 


el  ideal  en  el  lodo! 
— ¡El  ideal  verdadero! 
¡El  arte  del  porvenir! 
¿En  quien  podrá  subsistir? 
en  Zola. 

—En  Hugo. 

—En  Homero. 
—Defiendes  una  locura. 
— Eso  es  una  aberración 
—Pura  ¿tengo  yo  razón? 
¿De  quien  es  la  razón,  Pura? 
Y  con  palabra  vehemente 
la  discusión  arreciaba, 
por  más  que  en  vano  trataba 
de  calmarla  don  Clemente. 
Diciendo  al  fin.— ¡Que  rareza 
en  la  gente  de  esta  edad! 
¡que  haya  tal  disparidad 
para  apreciar  la  belleza! 


II 

En  diversas  ocasiones 
igual  caso  sucedía 
y  el  mismo  tema  servía 
á  idénticas  discusiones. 

Y  pensaba  don  Clemente: 
—¡Hombre!  ¡cosa  singular! 
que  los  tres  han  de  opinar 
en  todo  distintamente. 

Con  el  natural  disgusto 
llegó  á  observar  sorprendido 
que  habían  coincidido 
los  tres  en  un  mismo  gusto, 
que  los  tres  en  una  cosa 
eran  de  igual  opinión, 
■y  que  la  cosa  en  cuestión 
era  Pura,  era  su  esposa. 

Y  vio  al  fin  muy  alarmado 
que  Pura  no  lo  extrañaba 
y  cada  día  citaba 

á  los  tres,  por  separado... 

— ¡Ese  proceder  no  es  cuerdo! — 

dijo  á  Pura  cierto  día. 

— ¡Ay!  si  yo  los  reunía 

para  ponerlos  de  acuerdo. 

Lvds  Garda. 


::!i^-Mái 


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íl  cascabel 


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EL  Fm  DE  MA  NOVELA 


— No  es  posible. 


I 

L  silencio  que  reinaba  en  el  gabinete  era  absoluto. 
Luis  escribía. 
Matilde  leia. 

Solo  se  oía  el  rumor  producido  por  la  pluma  al  correr  sobre  el 
papel,  y  de  cuando  en  cuando  el  ruido  de  una  hoja  del  libro,  leída 
ya  y  sustituida  por  la  siguiente. 

— ¡Esto  es  atroz!— ruge  de  pronto  Luis. 
— ¿Qué?. .  .—contesta  asustada  la  mujer. 
—El  final,  el  maldito  ñnal  de  mi  libro. 
—Déjalo  para  mañana. 
.    Tú  ya  sabes  el  argumento  de  esta  nueva  novela.  Los'amores 
de  la  mujer  adúltera  se  descubren  por  fin... 
— ¡Se  descubren! 
— Si.  ¿Te  parece  raro? 
— A  mi... 

— Pues  bien:  el  marido  ha  de  tomar  una  determinación.   Yo  no  estoy  con  Galdós: 
un.Orozco  me   parece  inverosímil...  no  comprendo  la    solución  aquella...    En  cam- 
bio, que  Saskpeare  me  perdone;  un  Otello  de  turbante  pase;  pero  un  Ótelo  de  levita... 
es  muy  poco  civilizado...  Yo  quiero  que  mi  marido... 
^ — jTú  marido!...  qué  cosas  decis  los  escritores..'. 

' — Bueno:  el  mando  de  mi  obra,  el  marido  que  analizo,  el  que  estudio;  este  marido, 
repito,  quiero  que  no  se  parezca  á  los  demás...  quiero  que  haga  lo  que  no  ha  he- 
cho ningún  marido  engañado.  A  veces  me  pregunto:  ¿qué  haría  yo  si  mi  Matilde  me 
engañase?. . . 
. — ¡Luis! 

—Es  una  suposición. 
— Pues  bien...  ¿qué  harías? 

— No  lo  sé.  Resolvería  en  el  acto:  creo  que  te  mataría...  ¡no,  á  ti  no!...  ¡¡á  éll!... 
tal  vez  me  suicidaría...  en  fin,  no  lo  sé,  y  cree  que  sufro  por  el  personaje  de  mi 
novela,  por  que,  el  pobre  ¡ya  lo  sabe  todo!...  lo  sabe  y  aún  no  ha  determinado 
nada.  ¡Mira  tú  que  papel  está  representando! ¿Qué  ridículo  es  un  marido  en- 
gañado!... ¿verdad? 
—Yo  que  sé. 

— Es  cierto,  ángel  mío.  Soy  tan  feliz  contigo,  que  en  mis  novelas   solo  te  recuer- 
do cuando  he   de  describir  escenas  de   amor,    de    ternura,  de   felicidad  conyugal... 
Pero  ¿no  te  acuestas?  ¿Es  muy  tarde  ya! 
—Y  tú. .. 

— Nó;  yo  no  me  acuesto  hasta  terminar  el  último  capitulo  de  mi  obra;  estoy  en 
el  desenlace,  en  lo  más  apretado  del  nudo. 

— Apropósito  de  nudo,  á  ver  si  me  puedes  desatar  el  de  esta  manteleta... 
— ¡Aja,  ya  está...  adiós! 
— ¿No  me  das  las  buenas  noches? 
— ¡Hermosa!...  toma,  y  toma. 

Dos  besos  resonaron  en  la  estancia.  Dos  besos  largos,  fuertes,  sonoros. 
Al  quedar  solo  Luis,  murmuró: 

— Y  como  diablos  he  de  dar  solución  verdaderamente  dramática  á  mi  novela,  yo, 
que  solo  respiro  dicha,  felicidad,  y  que  por  lo  tanto  no  puedo  hablar  por  experien- 
cia, ni  aproximadamente,  ya  que  nunca  ha  turbado  la  paz  de  mi  hogar,  ni  la  más 
pequeña  nube ? 

II  . 

Sonriendo  sentóse  Luis,  y  poco  á  poco,  sucedió  á  la  sonrisa  la  preocupación. 

¡Era  preciso  hacer  resolver  algo  al  marido  ultrajado! 

La  novela  debía  quedar  terminada  antes  que  amaneciese, . . 

Matilde  llegó  á  su  cuarto;  sentóse  en  un  sillón  y  permaneció  largo  rato  ensimis- 
mada. 

De  pronto  se  levantó,  pasóse  la  mano  por  la  cara,  como  para  borrar  la  huella  que 
en  ella  dejaron  los  besos  de  Luis:  apagó  la  luz,  salió  de  la  estancia,  y  á  tientas, 
arrastrándose  casi,  llegó  á  la  habitación  inmediata,  abrió  la  ventana,  y  sin  tener 
tiempo  de  defenderse  de  la  brutal  acometida,  sintióse  aprisionada  por  los  nerviosos 
hrazos  de  Eugenio,  que  frenético  la  estaba  esperando. 


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V  i.'^Li^^ÁJkÁaáííi, 


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EL  CASCABEL 


503 


'íM:-. 


— ¡Suéltame  que  me  lastimas!... 

— No  sera  sin  que  te  dé  dos  besos... 

—Que  puede  oirnos. 

—¡No  importal...  Toma,  y  toma. 

Sonaron  los  dos  besos,  que  parecían  el  eco  de  los  que  antes  Luis  había  impreso 
en  la  anterciopelada  mejilla  de  su  fiel  y  hermosa  mujer... 

Matilde  sintió  frió  y  repitió: 

— Vete,  que  nos  puede  oir.  No  duerme,  trabaja.  Está  terminando  una  novela  tre- 
menda. Figúrate  que  un  marido  sorprende  á  su  mujer. 

— ¡Sopla!... 

—SI:  y  ahora  Luis  busca  el  desenlace  y  habla  de  cosas  horrendas. . .  ¡Tengo  miedo!... 

— Bueno,  amor  mío,  me  voy  si  me  lo  mandas.  Pero  mañana  no  faltes,  ya  sabes 
que  á  las  tres  te  espero...  ¡Qué dicha!...  A  las  tres  en  punto... 

¡Otro  beso,  otro!...  otro,  y  basta!  Adiós. 

III 

Matilde  regresa  á  su  cuarto. 

Se  acuesta. 

Duerme,  y  sueña. 

La  lucha  que  sostiene  consigo  misma;  el  amor  de  su  esposo,  y  el  amor  criminal 
que  siente  por  Eugenio,  luchan  desesperadamente. 

La  pesadilla  es  horrible.  El  sistema  nervioso  trabaja  demasiado.  Por  el  bello 
cuerpo  de  Matilde  cruzan  corrientes  eléctricas.  El  suplicio  es  horrible. 

Pasan  horas,  y  más  horas. 

Por  fin,  Luis,  ebrio  de  gozó  entra  y  se  acuesta,  y  le  parece  que  su  mujer  está 
despierta. 

No  se  puede  contener. 

La  abraza  fuertemente  y  grita: 

— ¡Ya  lo  tengo!  ¡¡ya  lo  encontré!! 

— ¡Perdónale  por  piedad! — exclama  sobresaltada  Matilde,  volviendo  en  si  y  creyén- 
dose descubierta. 

—¿Qué  tienes? 

— ¡Me  has  asustado! 

— ¿A  quién  hé  de  perdonar! 

— ¿Pero  de  qué  me  hablas? 

—¡Del  desenlace...  ¡De  mi  novela! 

— ¡Ah  si!  Estaba  soñando,  y  dime,  dime,  ¿Qué  hace  tu  marido? 

— Perdona  á  la  adúltera  y  se  muere  de  pena. . .  ' 

— ¡Qué  bueno  eres  Luis  mió!  hasta  en  tus  libros  se  vé  que  eres  bondadoso  y  ge- 
neroso  

Un  abrazo  y  un  beso  fueron  el  final  del  diálogo. 

Luego  el  sueño  se  apoderó  de  Luis  y  de  Matilde. 

Esta  soñó  que  enviudaba. 

En  cuanto  á  Luis  soñó  que  el  desenlace  no  satisfacía  al  público,  y  que  era  preciso 
retocarlo. 

Andrés  Soler. 


:aA 


¡YA  LO  VEN  USTEDES! 


¡Señores,  no  he  visto 
muchacha  más  hndal 
¿Ustedes  conocen 
esas  muñequitas 
que  cuestan  cien  pesos 
671  lo  de  allá  arriba, 
tienda  de  juguetes 
y  de  baratijas? 
Pues  igual  que  aquellas 
muñecas  lindísimas 
tiene  la  muchacha 
su  cara;  ¡divina! 
si  fuera  Murillo 
la  retrataría, 
pero  como  nunca 
pretendí  de  artista 
y  estoy  en  pintura, 


bien  dicho,  en  mantillas, 
voy  á  dibujarles 
solo  en  cuatro  líneas 
el  perfil  gracioso 
de  la  hermosa  niña: 


—¡Por  vida  del  chápiro! 
Se  corrió  la  tinta 
quitando  á  la  boca 
su  dulce  sonrisa. — 


"i^M 


tt^.X'^i'fv'^TJf'v^-;'  :':í.áv7h[ 


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ftb.CAaCAPEL 


_^  ■->.íS-,?.> 


LOS  CELOS 


•'iU-    d    u  ^\ 


—La  cuenta  daréisme  aquí 
de  vuestra  traición  horrible, 
puesto  que  á  esa  dama,  asi, 
la  habéis  dejado  imposible 
para  vos  v  para  mi. 


*'Á»''S.v^"^"'-:í«'-;-'~«átv-.-';-  '.:•   .  .. 


.  ''¿ríüí;-- 


."'?■-*?•> 


^^>!^^^¿%-V. 


-^^ 


Vt  -»- 


EL    CASCABEL 


LOS  CELOS 


—No  me  peguéis  más  ¡por  Dios! 
-¡Toma!  • 

—¡Creíste  posible 
engañarnos! 

—¡Pues  á  vos 
dejaremos  impotihle 
á  palos  entre  l(#s  dos! 


,  ..-■i ' -.  te  .    '.¿»  .^-  :■  ysLLJfcc  ■ 


506 


EL  CABCAfiEL 


■■"'^^■^i";*^*^i"  " 


Es  mucho  más  guapa, 
mucho  más  bonita. 
¡Figúrense  ustedes 
si  ella  será  linda! 

Pues  bien,  la  otra  tarde, 
estando  en  visita, 
sintió  una  puntada 
que  dejóla  rígida; 
se  quedó  tan  pálida 
cariacontecida, 
que  nos  dio  el  gran  susto, 
sí,  la  pobrecilla 
comenzó  á  quejarse 
con  tal  gritería, 
que  á  todos,  el  alma 
¡vamos!  se  nos  iba... 
Se  puso  las  mauos 
luego  en  la  mejilla, 
y  al  salir  de  aquella 
malhada  visita, 
su  perfil  correcto 
tal  se  deshacía, 
que  nadie  al  mirarle 
dijera:  «es  la  misma.» 


¡Qué  pena  el  mirarla! 
¡Qué  angustia  el  oiría! 
Llamaron  á  un  médico 
que  llegó  á  seguida, 
recetó  unas  cosas 
que  el  diablo  entendía 
y  fuimos  por  ellas 
hasta  la  botica, 
pero  mientras  tanto 
«la  cosa»  crecía 
y  ya  casi  daba 
tentación  de  risa! 


— ¡Jesús,  qué  desgracia! 
— jAy,  Dios!  ¡Qué  desdicha! 
—¿Si  será  en  la  muela?... 
—¿Si  será  en  la  encía?... 


—¿Si  me  habrá  picado 
cualsiquier  avispa?... 

Y  el  bulto  aumentaba 
tal,  que  daba  grima, 
¡era  ya  una  cosa 
oue  miedo  metía! 


'^}>^ 


Pomadas,  ungüentos, 
cebolla,  saliva, 
leche,  pan,  aceite, 
tinturas,  harinas, 
allí  le  pusimos 
toda  la  botica, 
pero  el  bulto  en  tanto 
crecía  y  crecía 
como  pueden  verlo 
si  ustedes  se  fijan; 


y  en  fin,  á  la  noche 
ya  nadie  sabia 
si  aquello  era  cara 
¡miren  qué  desdicha! 


Y  yo  que  soñaba 
con  aquella  ondina, 


-.ái^tíí  kJíMh&i-lf¿. 


.^S^'y 


ir* 


ESI,  CAMCMÍtih 


507 


TIPOS     CALLEJEROS 


Bh   FESCA.DOH 


Con  su  ambulante  mercado 
nos  obliga  á  promiscuar, 
ya  que  ha  llegado  á  mezclar 
la  cama  con  el  pescado. 


508 


'¡■"v^Bf^  í^*!?^^'^ 


v  /       •  .    ■   .     M  wr.r-iTr^^jSEjí»'  rpt' ' 


EL  CASGA^Bt 


í  ■* 

L' 


y  yo  que  de  amores 
de  noche  y  de  día 
pasaba  las  horas 
pensando  en  su  vista, 
al  verla  tan  gorda 
como  una  sandia, 
con  esas  facciones 
de...  justo,  de  china, 
'me  dije,  poniendo 
mi  mano  intranquila 
,sobre  el  lado  izquierdo 
y  acá,  en  la  tetilla: 
— La  cara  más  bella 
no  vale  una  chispa; 
todo  en  este  mundo, 
todo  en  esta  vida, 
no  vale  un  pepino 
pues  todo  es  mentira...!— 
jY  de  mi  entusiasmo 
no  quedó  una  pizca! 

(No  creo  ya  en  caras 
buenas  ni  bonitas, 
no  creo  en  perfiles 
ni  en  fisonomías, 
porque  la  m  s  bella, 
si  cunde  y  se  hincha, 
no  hay  quien  la  mire 
ni  «|uien  la  resista). 

A.  Díaz  de  la  Quintana. 


EGOS  DE  LAS  REGATAS 


No  ha  ganado  ningún  premio,  pero  ha  luci- 
do  jay!  las  pantorrillas. 


DE  DOMINGO  A  DOMI.^GO 


Cavalleria  é  Infantería,  rusticanas, 
en  serio  y  en  broma,  en  el  Nacional^  San 
Martin  y  Comedia. 

Por  cierto  que  la  Sra.  Paoli,  de  la  compa- 
ñía Tomba,  ha  vuelto  á  ser  tan  aplaudida 
como  lo  fué  antes  en  el  papel  de  Santuzza. 

La  Cavalleria  del  Nacional  bien  inter- 
pretada por  la  Sra.  Rodríguez  y  Grani. 

Y,  apropósito  de  estos  artistas:  han  can- 
tado el  OtellO^  más  ó  menos  auténtico,  de 
un  modo  acabado. 

La  Sra.  Rodríguez,  que  es  muy  dramáti- 
ca, tiene  ocasión  de  lucirse  haciendo  una 
Desdémona  digna  de...  de  Grani,  por  que 
¡vaya  si  este  está  perfectamente,  de  Otello! 

Se  conoce  que  ha  estudiado  concienzuda- 
mente la  obra,  y  la  interpreta  y  canta  con 
muchos  bríos. 

¿Y  Yago?  Superior  á  todo  encomio....  y 
nos  quedamos  cortos.  Bien  que  Laban,  es 
Laban;  es  decir,  un  barítono  de  los  que  en- 
tran pocos  en  libra.  Y  un  barítono  de  mu- 
chas libras,  entre  paréntesis  sea  dicho. 

La  llegada  de  la  tiple  Sra.  Huguet  per- 
mitirá que  oigamos  pronto  La  Bella  Fan- 
ciulla.  Los  amantes  de  Teruel  se  estre 
narán  brevemente,  El  León  de  Venecia 
Ídem  En  fin,  muchas  novedades  en  pers- 
pectiva. 

El  tenor  Aramburu  entre  ellas.. 

Aunque  Aramburu  no  es  novedad  preci- 
samente. 


La  función  organizada  el  viernes  pasado, 
á  beneficio  de  la  viuda  del  tenor  Beraco- 
chea,  atrajo  numerosa  concurrencia  al  tea- 
tro de  la  Zarzuela. 

El  programa  satisfizo  al  público,  quien 
aplaudió  mucho  á  los  artista?  que  desinte- 
resadamente contribuyeron  al  éxito  de  la 
benéílca  fiesta. 


'■-.-..  ^  ■SÍ.Coi'-'H'-... 


EL  CASCABEL 


1^^- 


•■-í^'~  \i^-7i 


En  la  Comedia^  como  de  costumbre  mu- 
cha gente  y  mucha  carga  de  infanteiia, 
salpicada  con  Pepa  la  Frescachona  y  con 
una  Misa  á  grande  Orquesta  que  envi- 
diaría Monseñor  Aneiros. 


La  compañía  que  aclúa  en  Alhatnlira., 
dura  y  si  quién  dura,  vence,  es  seguro 
que  ha  vencido. 

Las  familias  del  barrio  del  Socorro  fre- 
cuentan el  teatro  y  pasan  el  ralo  entreteni- 
das con  las  más  populares  zarzuelitas  de- 
sempeñadas por  la  López,  Roldan,  Diaz... 
etc. 


Bastante  concurrencia  en  el  Pasatiem- 
po., y  muy  aceptable  la  compañía  milanesa 

En  el  Doria  sesiones  de  ^ox  entre  dos 
caballeros  campeanes  que  pesan  194  libras 
y  159  respectivamente. 

No  sabemos  si  el  peso  es  neto  ó  bruto. 


Dice  un  colega,  f[ue  en  las  reuniones 
que  se  celebran  los  viernes  en  casa  del 
Dr.  Pellegrini,  y  á  las  que  concurre  el 
presidente  electo,  los  diputados  se  arriman 
á  éste  y  se  desviven  por  hacerse  visibles. 

¡Hombre!  Esto  no  tiene  nada  de  parti- 
cular. 

Es  tan  natural  arrimarse  al  sol  que 
más  caliente 

Y  ahora  el  Dr.  Saenz  Peña,  es  el  sol 
que  nace. 


Sobre  Ramírez  cayó 
del  eslfinte,  cierto  día, 
un  libro  de  ortografía 
y  el  cerebro  le  aplastó. 
Al  más  nócio  se  le  alcanza, 
mirando  caso  tan  triste, 
que  en  la  ortografía  existe 
el  placer  de  la  venganza. 


Se  han  prohibido  las  representaciones  de 
El  Prior  y  el  Priorato. 
¿Causas? 


La  aparición  de  frailes  en  escena. 
¿Cuando  empezarán  los  autos  de  féí 


Exacta  definición 
mandada  á  esta  Redacción 
por  dos  nuevos  diputados, 
Política:  ocupación 
de  algunos  desocupados. 


Poesía  cazada  al  vuelo  en  un   semanario 
amoroso. 

El  propio  gran  pintor  Kspañoleto 
al  dibujar  su  Purísima  Concepción 
no  logró  reunir  tanta  belleza 
cual  tú  posees  en  tu  cara  y  corazón. 
¡Pum! 


Los  gallos  al  por  mayor, 
soltaba  con  voz  traidora 
Juan,  y  le  dijo  un  señor: 
—Pero  diga,  ¿usté  es  tenor 
ó  ejerce  de  incubadora? 


Pregunta  un  periódico  político: 

« y    mientras   tanto   ¿cómo  está   el 

pueblo?» 

Bueno,  gracias. 


¡Oh,  qué  progresos  profundos! 
yo  tu  pecho  vislumbró 
y  a  Colón  aventajé, 
ya  que  descubrí  dos  mundos. 


Existe  en  el  Paraguay, 
y  en  la  Asunción  se  avecina, 
un  señor  Enrique  Fina 
que  no  paga  a  nadie  ¡ay! 
^Viendo  esto  se  nos  figura, 
que  si  ese  Fina  no  paga, 
va  á  resultar  una  plaga 
Dorrorosa  la  finura. 


Cedió  la  ardiente  Asunción 
de  Pascual  Gil  á  los  ruegos, 
que  es  uno  del  batallón 

de  bomberos ¡Qué  ocasión 

para  apagarla  los  fuegos! 


^:£' A^%  wSLÚ^ktíñKlSt^ 


'^'^^. 


510 


EL  GAdCABBL 


Un  cablegrama  importaniisimo,  publi- 
cado en  los  diarios,  nos  participó  que  el 
domingo  7  había  llegado  á  Londres  el  em- 
perador de  Alemania. 

Esta  noticia  ha  llevado  la  tranquilidad 
á  los  ánimos  justamente  alarmados. 

¿Porqué  no  se  creará  una  comisión  cen- 
sora  de  despachos  telegráficos? 

¡Ah!  ¡Y  que  forme  parte  de  ella  el  señor 
Ai^erich! 


El  Sr.  Juan  Antonio  Argerich,  después 
de  leer,  por  encargo  del  intendente  muni- 
cipal, la  obra  El  Prior  y  el  priorato^ 
añrma  que  es  una  colección  de  estupi- 
deces. 

Y  seguidamente  añade  que  es  digna  del 
público. 

Lo  cual  es  una  manera  delicada  de  lla- 
mar estúpido  á  éste. 


Algunos  periódicos  del  interior,  trans- 
criben poesías  y  artículos  de  nuestro  se- 
manario. 

Conformes. 

Pero  no  dicen  de  donde  los  toman. 

Y  esto  está  muy  mal  hecho,  porque  no- 
sotros no  podemos  tomar  nada  de  lo  suyo. 

Y  no  por  falta  de  d«seos,  sino  para  evi- 
tarnos que  el  Sr.  Juan  Antonio  Argerich, 
nos  llame  público. 


Galgo.— ho  que  rae  maada  no  sirve. 
Fausto.— "Lo  mismo  pasa  con  su  Aguazero, 
D.G.  /.—Se  aprovecharán  dos  composiciones. 

a.  R.  S.— Repare  V,  que  hasta  la  fecha  no  líe  te- 
nido cuestión  alguna  con  él,  para  qu*:  de  pronto 
publique  el  violento  soneto  que  V.  le  dedica. 

/.  L.— (Chaco  Austral.  San  A.  de  O.)— Agentes 
para  la  suscripción  es  lo  que  se  pide.  Salvo  peque- 
nos  defectos,  sus  versos  no  están  mal  del  todo. 

B.  B.  «.— ¿Bueno,  Bonito  y  Barato,  verdad?  Pues 
bien;  barato  lo  es,  pero  bueno  y  bonito  no. 

Leaí.—Me  parece  buena  idea  y  empezaremos  desde 
el  próximo  número,  si  está  listo  el  dibujo  que  he 
encargado. 

T.  Doy.— (Rosario.)— ih&sümai  de  final!  Porque  el 
principio  es  muy  bonito.  Mande  V.  otra  cosa  más 
cuidadita. 

O.  C.  fi. -  Queda  V.  complacido. 

Ciírro.— ¡Cuidado,  señores  cajistas! 

Leoncio  P. — ¿Labios  de  ámbar?...  Mándeme  V.  una 
boquilla. 

Z.  X.  /.— Ks  malo,  si  señor. 
M.  P.— Fué  al  canasto. 
rwWo.— Mande  la  firma. 

Rataplam.—BvL  Minuto  me  gusta  bastante.  Mande 
la  firma. 
F.  E.  C— Es  demasiado  largo  y  no  tiene  arreglo. 

Mosquito.— E.Q  reído  mucho,  pero  francamente,  si 
no  se  explica  V.  más  claro,  no  sé  qué  quiere  de- 
cirme. 

Ateneísta.— ^o  te  perderé  de  vista. 

Esterlina. — Me  parece  falsa. 


EL  CASCABEL 

SEMANAHIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


-^ 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses 

Provincias:    Los    señores    Corre¿;ponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente » 

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SE   DESEAN   AGENTES   Y   CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

tit— At^lMA— tas  (altos) 


■.•JÍÍSíli¿&: 


já 


s«f 


EL  CASCABEL 


511 


lechería  la  hartona 

Fábrica  á  vapor  de  manteca  fresca 
fina  en  el  establecimiento 

ESTABLECIMIENTO  SAN  MARTIN 

EN   CAÑUELAS 

Leche  para.  Crema,  Manteca  fina  DEL  DÍA. 

QUESOS  CAHEMBERT  Y  BRIÉ 

Ventas   por  mayor  y  menor  en   su  depósito 

234,  SUIPACHA,  234 

Al  menudeo  en  los  principnles  almacenes, 

Próximamftnte  se  abrirá  el  depósito 
número  2  en  la  calle  Florida  esquina  Tucamán. 


SUCURSAL 


DEL 


Advertencia 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Gíuillermo  4.  CranweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Oanwell  sino  de  Sproat. 

LA   ÚNICA 

DROGUERÍA  Y  FARMACIA 

DE 

GR  ANWELL 

Que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situa- 
da en  ia  calle  de 

VICTORIA,    NUM.    647 

Entre  Perú  y  Chacabueo 

Atendida  personalmente  por  su  propie- 
tario 

Edmundo  E.  Granwell 

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de  los  inmejorables 

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Los  fumadores  deben  evitar  las  falsifica- 
ciones exigiendo  en  cada  etiqueta  la  firma 
de  garantía  de 

J.    Dauraas. 


BANCO  DE  SABADELL 

CALLE  MORENO  ESQUINA  BUEN  ORDEN 

CASA  MATRIZ  FUNDADA  EN  SABADELL 
(ESPAÑA)  EN  1881 

CAPITAL:    10.000.000    DE    PESETAS 


Exportación  de  frutos  del  pais.— Importación 
de  productos  españoles  en  general. 

SE    ABONA 

Depósitos  en  cuenta  corriente  á  la  vista  2  %  anaal 

"                   "              »         á  90  dias    3   »  • 
de  aviso 

Depósitos  á  plazo  fijo  á  90  dias  ó  más    4   »  • 

»                 »        »         »       «         oro    1   »  » 

Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  ,con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio. 

Horas  de  despacho.  Los  dias  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m. 
áll  m. 


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y  licores 

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de  zinc,  alambrados  de  todas 
clases. 

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ENSEÑANZA  A  DOMICILIO 

De  todas  las  materias  prepara- 
torias y  asignaturas  del  Colegio 
Nacional,  Teneduría  de  Libros  y 
Contabilidad  Comercial,  por  un 
profesor  práctico. 

Ocúrrase  á  Sr.  A.,  25  de  Mayo, 
130,  departamento  10  y  también  á 
la  redacción  de  EL  CASCABEL. 


:sí-'  -.-ir?".'-   íStEáfcK&íi 


'■■-■r*^ 


MÜ 


EL  CASe^BL 


U  flISPAN04R6ENTíNA 

COMPAfÜIA  NACIONAL  DE  SEGUROS 
CAPITAL    SOCIAL    $   2.000.000  M/N 

Autorizada  por  Decreto  de  27  de  Agosto 

de  1889. 

Inscripta  en  el  Registro  Público 

de   Comercio 


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S^oros  de  fletes,  efectos,  ganancias  esperadas, 

comisiones,  mercaderías,  etc. 

Se  asegura 

edificios,  establecimientos  industriales 

y  del  comercio, 

comprendieiido  las  explosiones 

de  gas,  rayo,   desalo'o    inevitable,    eti-.,   etc. 


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DIRECCIÓN  GENERAL: 

845  —  Victoria  -  845 

BUENOS  AIRES 
tttperatlva  Telef.  899  Casilla  Correo,  1634 

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entre  el  Kio  de  la  Plata  y  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  2  de  cada  me* 
oara  Santa  Cruz  de  Tenerife.  Cádiz,  Barcelona  y  Mar- 
8<«lla>  admitiendo  carga  y  pasajeros,  asi  como  para 
Vigo,  Coruña,  Santander,'  Bilbao  y  demás  puntos  im- 
portantes de  España. 

Por  más  informes  6  datos,  ocúrrase  á  sus  agentes 
Antonio  López  y  C*,  calle  Alsiaa,  750. 

Nota.— Se  expiden  pasages  de  venida  de  todos  los 
puertos  y  ciudades  de  España. 


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La  muy  agradable  SENEGUINA  es  ga- 
rantida., segura  y  rápida  para  la  curación 
de  la  TOS  y  afecciones  del  pecho.  Es  el 
pectoral  más  recetado  y  recomendado  por 
la  mayor  parte  de  los  médicos  europeos  y 
argentinos. 


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2164— CHILE— 2164 

SE  RECIBEN  SEMANARIOS  ESPAÑOLES 

Madrid  Cómico. 
Blanco  y  Negro. 
El  Cascabel  (de  Madrid.) 
Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómica. 
El  Iinparcial. 
La  Saeta. 

La  Lidia. 
l']l  Liberal. 
El  mundo  femenino. 
La  Mosca  blancn. 
La  Campana  de  Gracia. 
La  Esquella  de  la  Torratxa, 

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De  venta  en  los  principales  kios- 
kos  de  Buenos  Aires. 
Para  suscripciones:  CHILE,  2164 


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áftoi        itacaMMi  AiTM,  Agosto  17  de  1892       Ntai.33 

SSW  ijiiiiiiinii|i|iiirwur'w4'.iiB 


EL  CASCABii 


iyuiiBiihjiiniHMlyi'''W'<™''f'»WMitiífc,i^™'*^'''"'  "^  '  '•  "wi»!»"— "•■"•.■i- 


Mitw  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


{ledaccion  y  Admioistracion:  ALSINA  939  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad. . .    $  0.10  el  número 
^Número  atrasado.. ..     j>n.]5        id 

Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C' 


SEMANARIO  FESTIVO  II.IIS'IRADO 


Director:  ENRIQUE  COLL 


TIPLES  DE  ZARZUELA 

ISABEL  LOPE: 


Tiene  una  gracia  especial 
con  la  que  al  público  encanta, 
y  Cha  tea  u  Margaux  lo  canta 
de  un  modo  piramidal. 


¥ 


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Í^^On'  ---f».    A.^;taJÍ&.j^^tiJ<y^.j-'«g.iijO>^iAit,.»ia»ail>.á«A--^^^1ifi¡SA   ¿Jg,- 


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í,-ff 


1^: 


BV  CASCABEL 


»<0¡H€ 


A  criminalidad  y  los  sáenz- 
peñistas  aumentan  de  una 
manera  alarmante. 

Sobre  todo  la  criminali- 
dad. 

No  es  posible  leer  un  dia- 
rio sin  que  se  le  ericen  los 
pelos  al  más  pintado. 
¡Tantos  son   los  crímenes   que  tienen 
lugar! 

Los  celos,  sobre  todo,  motivan  un  au- 
mento alarmante  en  la  mortalidad. 

Maridos  que  matan  al  amante  de  su 
mujer. 

Mujeres  que  matan  al  marido. 
Amantes  que  matan  á  la  mujer... 
;Una  cadena  de  horrores! 
— A  este  paso,  me  decía  el  otro  día  un 
caballero  casado — los  maridos  nos  vere- 
mos obligados  á  ponernos  en  guardia. 

-r-¿Más  de  lo  que  se  ponen  por  costum- 
bre? 

— [Mucho  más!  Porque  no  sabemos  si 
la  dulce  compañera  de  nuestra  existencia 
estará  esperando  la  i  ora  de  darnos  un 
asado  de  buey  varioloso,  ó  un  embutido 
de  estopa  frita  con  ácido  prúsico,  para 
echarse  en  brazos  de  algún  joven  de  físi- 
co atrayente,  mientras  nosotros  nos  que- 
damos tiesos  como  cualquier  Oroüo,  y 
agonizamos  pensando  en  lo  poco  durables 
que  son  los  zapatos  y  los  goces  terrena- 
les... 

— Calle  V.  por  Dios,  que  me  conmueve. 
—  No  hay  para  menos.  Pero  ustedes  los 
solteros,  menos  mal. 
— Hasta  cierto  punto. 
^En  cambio  nosotros,  los  casados,  te- 
memos á  cada  rato  perder   la   estimación 


de  la  respectiva  consorte,  y  que  ésta  nos 
arrebate  el  ser.  ^  ;>; 

— Nada,  nada.  Vayase  con  cuidado. 

—  ¡Y  no  poco!  Solo  así  lograré  evitar 
que  el  dia  menos  pensado  tenga  que  apa- 
ree r  mi  retrato  en  Los  sucesos  de  la  sema- 
na en  c  ase  de  victima  de  un  amor  extra- 
viado. 

— Vi'.ya,  abur,  y  tranquilícese  V. 

El  caso  es  que  la  escama  cunde  entre 
los  maridos  de  poca  luces  y  que  las  mu- 
geres  de  éstos,  han  sacado  la  lotería. 

Doña  Circunspección  del  Bonete  se  hace 
cruces  del  cambio  operado  en  su  cónyugue. 

Ella  lo  atribuye  á  que  la  llama  amorosa 
se  aviva  con  los  años. 

Pero,  en  realidad,  lo  que  pasa,  es  que 
el  marido  es  un  cobarle  insigne  y  no  quie- 
re que  su  esposa  en  un  acceso  de  indig- 
nación le  rompa  el  occipital  con  la  escoba. 

Así  es,  que  apenas  amanece  ya  le  está 
preguntando  á  Circunspecta: 

— ¿Que  tal  monona,  has  dormido  bien? 

— No  mucho,  porque  tú  tienes  la  mal- 
dita costumbre  de  soñar  que  comes,  y  me 
has  pegado  un  mordisco  en  el  cogote. 

—  Desde  mañana,  amor  mió,  dormiré 
con  bozal.  Asi  mis  incisivos  no  lastimarán 
tus  carnes,  muy  señoras  mías  y  de  mi 
mayor  consideración.  ¿Te  quieres  levan- 
tar? 

— Vístete  tu  primero. 

— De  mil  amores. 

Y  el  pobre  hombre  se  viste  pudorosa- 
mente, cuidando  de  ocultar  un  grano 
como  una  nuez,  que  le  ha  salido  en  una 
pantorrilla. 

— ¿Porqué  te  tapas  tanto? — pregunta  la 
muger. 

— Por  decencia,  bien  mío,  no  quisiera 
ofenderte  con... 

—  Escusas!  A  ver,  ven  aquí...  ¿no  lo 
dige?  ¿Cuántos  días  hace  que  no  te  mudas 
los  calzoncillos? 

— Tres,  nada  más. 

— Múdate  al  instante,  ó  de  lo  contra- 
rio... 

— Por  Dios,  no  te  enfades,  ya  me  mudo. 
Mira,  me  pondré  aquellos  calzoncillos  de 
punto,  color  lagarto  sensible... 

Después  se  viste  la  mujer,   y  el  esposo 


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j^  ^^7"5S,  °4.  "^í;  '  ,V 


EL  GA8BABEL 


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le  abrocha  el  corsé  y  las  botas  y  se  des- 
hace en  elogios. 

— Que  bien  te  conservas,  amor  mío. 

— Vamos,  déjate  de  Jiistorias;  estás 
muy  meloso. 

— Como  siempre. 

— Algo  me  quieres  pedir,  cuando  me 
mimas  tanto. 

— Solo  te  pido  que  siempre  me  quieras  y 
me  dejes  vivir  feliz  á  tu  lado. 

Una  vez  vestidos  los  cónyugues  el  bueno 
del  esposo  vá  ai  mercado,  y  no  le  calotea 
ni  un  centavo  á  Ih  señora. 

Luego  llega  á  casa,  se  ata  una  toalla  en 
la  cabeza  y  pasa  el  plumero  por  los  mue- 
bles, y  al  llegar  la  hora  d«l  café  lo  sirve, 
mientras  D*.  Circunspención  lee  los  dia- 
rios. 

—  ¡Horror!— exclama  de  pronto. 
— ¿Qué?. . .  está  amargo  el  café. 
— No,  La  Prensa. 

— ¿La  Prensa? 

—  Trae  otro  crimen.  Una  mujer  ha  dado 
muerte  á  su  esposo  y  luego  se  ha  envene- 
nado. El  marido  la  engañaba. 

— Bien  hecho. 

— ¿Te  parece  bien  lo  del  engaño? 

— No...  lo  de  Irt  muerte  quiero  decir.  Si 
todos  los  maridos  fuesen  como  yo,  no 
ocurrirían  esas  escenas  bárbaras.  ¿Verdad 
amor  mío?  ¿Eres  feliz  con  tu  maridito? 
¿Soy  bastante  bueno? 

— Sí  hombre,  si. 

— A  mí  no  tendrás  necesidad  de  matar- 
me seguramente... 

—  ¡Vaya  una  ocurrencia! 

El  caso  es  que  de  esta  manera  el  tímido 
asegura  la  existencia  y  vive  feliz. 

En  cambio,  los  maridos  trasnochadores 
llegan  á  su  casa  recelosos,  temiendo  que 
la  mujer  quiera  hacer  un  escarmiento. 

Y  aún  sé  de  alguno  que  ha  dejado  la 
tertulia  de  última  hora,  y  se  recoge  á  las 
diez  de  la  noche. 

Sin  contar  con  la  hnéspeda. 

Es  decir,  con  el  huésped. 

Por  que,  no  hace  de  ello  muchos  días, 
un  marido  que  volvió  sobre  sus  pasos,  es 
decir,  que  en  vez  de  acostarse  á  las  tres, 
fué  y  se  acostó  á  las  once,  al  llegar  á  su 
casa  oyó  ruido  en  la  cocina. 

Atisbo  con  cuidado  y  vio  á  su  mujer  pre- 
parando un  brebaje. 


— ¡Dios  miof— dijo— ¿si  pensará  en  el 
suicidio? ¿Meditará  algún  crimen? 

Absorto  permaneció  un  rato,  hasta  que 
por  fin,  tomó  una  determinación. 

Llamó  suavemente  con  los  nudillos. 

La  mujer  sin  darse  vuelta  dijo: 

—Entra  Pepito;  el  cifé  acaba  de  ha- 
cerse  

¡El  marido  se  llam  iba  Jiian! 

¿Tendremos  otro  criinen? 

^(¿> 


H.^ 


LA  MODA 

Bajo  la  fronda  de  una  higuera,  un  día 
con  mi  amada  charlando,  me  decía: 
—  Camina  hacia  el  progreso  tan  ligera 
la  raza  humana  toda, 
que  la  hoja  de  esa  higuera 
con  la  que  Eva,  mi  madre,  se  vestía, 
volverá  á  ser  de  rigurosa  modal 

A  ROSA 

Eres  Rosa  tan  hermosa, 
tan  gentil,  graciosa  y  pura, 
que  acertó  el  bendito  cura 
al  darte  por  nombre  rosa. 
Si,  eres  esa  flor  preciosa 
que  á  la  juventud  fascinas 
con  tus  miradas  divinas, 
y  para  ser  más  completa, 
tienes  algo  de  coqueta 
en  cambio  de  las  espinas. 


LOS  TRES  CLAVELES 

Loco  de  amor  un  día, 
un  beso  le  pedí  á  la  amada  raía. 

Negóme  ruborosa 

lo  que  yo  le  pedía; 
pero  viéndome  el  alma  congojosa 

por  mis  deseos  crueles, 
tres  claveles  sacando  de  su  seno 
un  beso  dióles  de  ternura  lleno, 
y  ofrecióme  sonriendo  los  claveles. 

« 

JOVEN  DESCONOCIDO 

Juan  á  una  niña  decía 
de  cultura  singular: 
— ¡Como  la  pudiese  amar 
Petrarca,  yo  la  amaría! 
Y  ella  el  rostro  enrojecido 
de  cólera,  respondió: 
— |Uste<l  se  burla!  Pues  yo 
tal  joven  no  he  conocido. 

CANTARES 

Te  hizo  I)ior>  los  ojos  grandes 
y   a  booa  pequeñita. 


/^¿á^lMmr^^ 


:i'íiaXk.-t¿rl^il.-  #^  ■'. 


í^i^'^riK^:  ¿Íi4'    :j:¿f™"í;^.íí>i-v^- ' 


'■Z^^d£^'h~íiM¿LÁÁJ¿-¿):^£i^ 


.      616 


fiL  CASCABEL 


por  que  veas  muchas  cosas 
y  digas  pocas  mentiras- 

Si  no  fueran  femeninas 
la  ilusión  y  la  esperanza, 
no  podría  el  desengaño 
presentarlas  como  falsas. 

El  rubor  que  en  tus  mejillas 
se  mira  de  cuando  en  cuando, 
es  como  el  rojo  que  vemos 
en  una  nube...  prestado. 

Patricio  Gallo. 

1^»— ^1— ■ 

TIPOS  POPULARES 

Crispino    Gragera    (a)    SAN    ROQUE 


E  conocéis?... 
— ¿Cómo  no? 
¿Quién  de  vosotros 
no  le  ha  visto  una  y 
mil  veces,  ya  en  una 
plaza,  ya  en  una  de 
nuestras   calles   más 
céntricas,  ya  á  la 
puerta    de    nuestros 
principales  estableci- 
mientos, ó  en  la  plazoleta  de  algún  mer- 
cado? 

¿Quién  no  le  ha  visto  en  actitud  amena- 
zante, con  la  espalda  encorvada,  como 
si  fuerte  peso  pesase  sobre  sus  hombros, 
con  su  inseparable  tala  bajo  el  brazo,  su 
mugriento  trage,  y  su  mirada  fija  y  pene- 
trante, desafiando  al  viandante,  que  atre- 
vido, osara  provocarlo? 

¿Quién  no  ha  escuchado  sus  polémicas 
y  peroraciones  callejeras,  contra  cocheros 
y  changadores?. . . 

¿Quién?...  Nadie  á  buen  seguro.  Todos 
le  conocen. 
jPobre  Crispinol 

Sin  casa,  sin  familia,  sin  techo  donde 
albergarse,  sin  más  cama  que  el  primer 
umbral,  que  el  sueño  y  el  cansancio  le 
deparan,  pasa  su  misera  existencia,  mo- 
fándose de  los  capriclios  del  deslino,  sin 
más  Dios  y  sin  más  ley  que  sus  inmundos 
perros. 
Para  él,  la  noche  no  existe. 
Lo  mismo  le  veréis  dormir  en  pleno  dia, 
que  acariciar  un  perro  a  media  noche- 
Duerme  cuando  tiene  sueño. 

Su  parada  predilecta  es  El  Águila  ó 
la  calle  San  Martin.  En  la  primera  están 


sus  protectores  como  él  dice;  la  tnucha- 
chaáa  elegante^  entre  los  cuales  suelen 
reunírle  hasta  cuatro  ó  cinco  pesos;  y  en 
la  segunda  sus  enemigos,  los  cocheros  de 
tranway  y  changadores. 

iGhangadoresl  No  le  habléis  de  ellos, 
que  son  enemigos  más  terribles  para  él, 
que  para  nosotros  los  enemigos  del  alma. 

Gragera,  no  es  uno  de  esos  seres  em- 
brutecidos por  el  vicio  y  por  la  haraga- 
nería. No,  Gragera  siente,  Gragera  sabe 
y  escribe:  es  tan  solo  un  maniático,  del 
cual  la  miseria  ha  hecho  presa  predi- 
lecta. 

¡Guantas  veces  hemos  escuchado  su  con- 
versación! Siempre  lucida,  siempre  clara. 

Y  cuántas  veces  también,  hemos  leído 
artículos  escritos  por  él,  que  más  de  cua- 
tro envidiarían. 

San  Roque  habla  y  escribe  poco,  pero 
cuando  lo  hace,  lo  hace  bien. 

Ahora,  Crispino  anda  solo. 

La  maldita  municipalidad,  como  él  la 
llama,  ha  acabado  con  todo  sus  compañe- 
ros y  protegidos: 

Los  perros. 

He  ahí  su  manía,  su  tema  favorito. 

Para  él,  no  hay  mejor  placer  que  curar 
un  perro  lastimado,  vendarlo,  limpiarlo 
y  darle  de  comer,  aunque  para  ello  tenga 
que  privarse  de  sus  mayores  necesidades. 

Primero  están  sus  favoritos,  y  si  tiene 
diez  ó  quince  centavos,  no  los  empleará 
en  cigarros  ó  naranjas,  nó;  los  gastará 
en  carne  que  él  mismo  lava,  corta  y  re- 
parte, entre  los  perros  que  le  acompañan. 

De  ahí,  el  que  siempre  lo  sigan.  Lo  si- 
guen agradecidos. 

Su  jauría,  siemp"9  fué  hospital  ambu- 
lante: perros  súcius,  cojos,  tuertos  y  sar- 
nosos, llenos  de  parches  y  ligaduras  que 
él  mismo,  y  con  un  esmero  digno  de  en- 
comio, arreglaba  y  cuidaba. 

Recuerdo  haberlo  visto  cargando,  por 
espacio  de  varios  días  y  hasta  que  no  es- 
tuvo curado,  un  pobre  cusco.,  á  quien  un 
coche  había  lastimado  horriblemente. 

Últimamente,  cuando  nuestra  Intenden- 
cia ordenó  la  matanza  de  todo  perro  vago 
y  sin  dueño,  Gragera  pasó  la  pena  negra. 

Sus  iras  no  fueron  pocas,  su  lápiz  y 
papel,  sucios  como  su  ropa,  no  dieron 
abasto  á  las  innumerables  protestas  que 
escribió. 

¡Ah!  pero  tuvo  una  feliz  ¡dea.  Un  pre- 
servativo contra  la  m,07^tife7'a  albóndiga. 

Recogiendo  de  los  huecos  y  basuras, 
restos  de  paño  ó  casimir,  confeccionó  in- 


«'AfilVa«i¿:íJttAaffÍL_Ll.    .IU.V.  ilJ". 


"«íüá!.- 


L<,''l«^-ik,«^$¿. 


i^4hí.fc^-^''-v**> 


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EL  CASCABEL 


%v?^ 


517 


fínidad  de  bolsas,  las  que  á  estilo  de  bo- 
zal, colocaba  á  todo  perro  que  veia  en  su 
camino. 

Asi  le  veimos  con  ocho  ó  diez  perros, 
todos  con  bozal  de  paño. 

Días  pasados,  le  vimos  en  la  calle  San 
Martin. 

Le  observamos  breve  rato. 

Comia,  o  mejor  dicho,  pelaba  escrupu- 
losamente con  una  navaja  más  larga  que 
su  tala,  una  naranja,  pues  Gragera  des- 
preciará una  taza  de  caldo,  pero  nunca 
una  golosina. 

Venia  por  la  expresada  calle  un  coche 
de  «Centro  América.» 

Verlo  Crispino,  guardar  la  naranja  en 
un  bolsillo  de  su  raido  jaquet,  y  ponerse 
en  guardia,  fué  obra  de  un  minuto. 

—¡Canallas,  carbonarios,  mazhorque- 
ros!...  ¿qué  hará  la  tnunicipaUdad  que 
no  encierra  esos  mata-perros...? 

Y  á  medida  que  esto  decia  acompañaba 
el  coche  hasta  la  esquina,  donde  se  vio 
obligado  á  dejarlo  para  emprenderla  nue- 
vamente con  changadores  y  pilleies. 

—¡Diario...  ultima  ñora!  ¡Con  la 
muerte  de  San  Roque!— exclamó  un  mu- 
chacho á  su  lado. 

No  lo  hubiese  hecho. 

Aqui  fué  la  gorda. 

La  boca  de  Crispino  era  pequeña  para 
dar  salida  á  sus  palabras. 

—¡Canalla,  bandido!  ¡Carbonario! 
¡Esa  es  la  educación  que  te  da  tu  pa- 
dre...! 

Y  como  dijo  el  poeta:  «Tras  la  palabra 
la  puñalada  vá»,  tras  el  carbonario  y 
canalla  de  Gragera,  fué  el  garrotazo,  que 
si  el  chico  no .  anda  listo  y  esquiva  el 
cuerpo  á  tiempo...  • 

—¿Le  parte?... 

—No,  jamás.  Crispino  nunca  pega,  ame- 
naza, aunqye  bien  lo  merecían  algunos. 

Por  eso  la  policía  le  defiende  y  le  pro- 
tege, porque  no  hace  daiío  á  nadie:  y  más 
de  una  noche  ha  pasado  en  las  comisa- 
rias, nó  en  castigo,  sino  como  huésped, 
por  librarse  de  las  mofas  y  burlas  del  po- 
pulacho. 

Este  es  nuestro  hombre,  San  Roque., 
el  padre  de  los  penaos:  y  si  la  Sociedad 
Protectora  de  Animales  debe  un  premio 
de  honor,  es  á  Gragera  á  quien  lo  debe. 

Bien  merecido  lo  tiene. 


CARTA 


Emilio  Gilí. 


■»-llr§- 


A  Luís  García: 

Distinguido  compañero: 
te  escribo  con  calentura 
á  causa  de  la  lectura 
de  un  critico  majadero, 
que  impone  con  osadia 
como  una  verdad  eterna, 
que  en  la  sociedad  moderna 
ya  no  se  encuentra  poesía: 
y  lleno  de  indignación 
me  dirijo  á  El  Cascabel, 
para  demostrar  en  él 
que  es  falsa  tal  aserción, 
probando  en  pecos  renglones 
que  en  nuestro  estado  social, 
la  poesía,  en  general 
tiene  representaciones. 
Vayan  pruebas.  En  la  calle 
cuando  las  nocties  lluviosas, 
¿qué  son  las  Evas  hermosas 
de  esbelto  y  airoso  talle, 
que  para  evitar  el  lodo 
la  torneada  pierna  ense'uin. 
Y  si  los  hombres  se  empeñan 
al  cabo  lo  enseban  todo  .? 
Pues  poesía...  didáctica. 
¿En  el  paseo  de  Julio, 
esos  entes  sin  peculio, 
sin  ninguna  idea  práctica, 
que  aún  hablan  de  la  unión  cívica, 
y  consideran  desdoro 
rendir  homenage  al  oro...? 
Son  pura  poesía...  lírica. 
¿Ir  al  café  de  París 
ó  bien  á  lo  de  Mercier, 
ó  comer  faisán  truffé 
ó  mariscos  con  Chablís. 
protestar  de  fé  católica 
creyéndola  un  disparate, 
por  adular  á  un  magnate...? 
Esto  es  poesía...  bucólica. 
Preciso  es  que  lo  confieses, 
¿NTo  hace  el  médico  tragedia. 'i, 
el  político  comedias. 
y  el  repostero  entremeses....^ 
Pues  ahí  tienes  la...  dramática . 
Más  como  temo  cansar, 
diré  para  terminar 
y  poner  punto  á  mi  plática: 
Mi  querido  Luís  García, 
mientras  viva  El  Cascabkl 
y  tú  trabajes  en  él, 
no  faltará  una  poesía 

Alidio  Borgia. 


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ESCAPARATES 


iv 


Se  encuentra  la  vida  entera, 
dicha,  ilusiones  y  duelos, 
compendiada  en  los  anhelos 
que  produce  una  vidriera. 
Allí  el  hombre  y  la  mujer, 
según  mis  observaciones, 
demuestran  sus  aficiones 
como  ustedes  pueden  ver. 

*  * 

Un  niño  con  emoción 
ante  una  juguetería: 
— Mira  papá;  yo  querría 
un  caballo  de  cartón. 
aquél . 

—Hoy  no  puede  sir. 
— jSi...! 

— No,  que  el  tiempo  se  pasa, 
y  mamá  se  encuentra  en  casa 
delicada  desde  ayer. 
¿No  te  acuerdas? 

—Sí,  papá, 
y  por  eso  lo  he  pedido. 
jTiene  tanto  parecido 
el  caballo  con  mamá! 

*  * 

Crece  el  niño,  y  cierto  día 
está  absorto  una  hora  entera, 
delante  de  la  vidriera 
de  cierta  cigarrería. 
— jCaramba!  ¡Qué  llena  está! 
¡Qué  buen  gusto  han  de  tener 
ios  cigarros!  ¡Deben  ser 
mejor  que  los  de  papá! 

« 
»  * 

Ha  pasado  un  año.  Ahora 
el  muchacho  observa  atento 
un  gran  establecimiento 
de  Sotnhreros  de  Señora. 
Allí  las  horas  se  pasa, 
pasando  á  todo  revista, 
y...  esperando  á  una  modista 
oficiala  de  la  casa. 

»   * 

Mirando  otro  escaparate: 
— ¿Qué  le  compraré  á  Vicenta? 
¿Un  flan?  ¿Pastillas  de  menta? 
¿Bombones  de  chocolate? 

*  • 

Ella  y  él  viendo  á  la  par 
de  una  tienda  la  vidriera: 
— Mira,  ángel  mío,  así  era 
tu  corona  de  azahar. 


—Mientras  ella  está  en  la  iglesia, 
voy  á  comprar  enseguida 
el  agua  de  la  Forida 
y  dos  frascos  de  magnesia. 

»  » 

Mirando  con  atención 
otro  comercio: 

—Vendré 
esta  tarde,  y  compraré 
aquí  mismo  el  biberón. 
.Así  se  pondrá  gordito 
el  nene.  Y  estando  aquí, 
compraré  otro  para  mí 
porque  bien  lo  necesito. 

JCl,  ante  el  escaparate 
de  una  rica  joyería: 
—¡Los  pendientes  que  quería 
con  las  perlas  y  el  granate! 
Lo  dicho,  los  compraré; 
y  aunque  valen  mucha  plata, 
en  cuanto  vea  á  la  ingrata 
se  los  doy,  y  venceré... 
Pero,  ¡demonio!  Y  mi  esposa 
no  ••sospecha  mi  demencia. 
...Me  remuerde  la  conciencia. 
La  compraré  alguna  cosa... 
¡Justo!  aquí  mismo  en  la  esquina 
un  librj  la  compraré, 
y  así  la  contentaré 
con  el  Arte  de  Cocina. 


Paseando  lentamente 
con  aire  de  aburrimiento, 
se  vé  que  son,  al  momento, 
uno  al  otro  indiferente.  , 
Detiénense  unos  minutos, 
más  sin  mirarse  siquiera, 
delante  de  la  vidriera 
de  una  gran  tienda  de  lutos. 
Y  señora  y  caballero 
ansian  allí  sin  duda: 
llevar  vestido  de  viuda, 
llevar  gasa  en  el  sombrero... 

•  * 

Ya  veis  que  la  vida  entera, 
dicha,  ilusiones  y  duelos, 
se  compendia  en  los  anhelos 
que  produce  una  vidriera. 

Luis  García. 


ti¿*Ms¿^íJí:^ 


r&i. 


EL  CASCABEL-  519 


CORAZONADAS 


•'iif 


•■^"V  adíe  está  libre  de  ellas. 

I    P       ¡Una  corazonada  I 
•■^O      Al  sentirla,  uno  tiene  obligación  de  dejarse  llevar  por  ella. 

Puede  errar. 

Pero  puede  acertar,  en  cambio. 

— Mire  Vd. — me  decia  una  señora,  de  las  que  aún  aspiran  á  un  bis,  es  decir,  una 
viuda  de  buen  ver, — mi  matrimonio  íu«^  obra  de  una  corazonada. 

— Casi  todos  son  cosa  del  corazón. 

—Pero  el  mió... 

— ¿El  corazón? 

— No;  el  matrimonio,  fué  muy  especial. 

Figúrese  Vd.  que  apenas  vi  á  Modesto,  el  corazón  me  dio  un  vuelco:  al  punto 
tuve  la  corazonacla  de  que  sena  la  esposa  de  aquel  hombre,  así  es,  que  sin  pérdida 
de  tiempo  fui  y  le  dije— Modesto,  he  notado  algo  en  Vd. 

— No  es  estraño;  por  que  me  ha  salido  un  granó  en  la  pierna,  y  cojeo  un  poco. 
Esto  lo  repara  todo  el  mundo. 

— No,  no  es  eso.  No  me  refiero  á  su  parte  física. 

— No,  entiendo 

— Tiene  Vd.  mala  cara. 

— Es  que  sufro. 

—¿Y  se  lo  calla  Vd? 

— ¿Pero,  amiga  mía,  quiere  Vd.  que   le  vaya  contando    á  todo  el  mundo  mis  pa-  -:* 

decimientos?  \yí|r 

— A  todo  el  mundo  no,  pero,  á  mi  sí.  .)■$ 

— Pues,  sea.  ¿I. 

Y  el  buen  Modesto  se  puso  la  mano  en  el  corazón  y  me  dijo: — Sufro  de  aquí.  '■;# 
No  quise  oir   mrts,  y  me  desmayé,  y  al   caer  me  di    un  golpe  tan  fuerte,  que  me        :.'-M 

hizo  guardar  cama.  :% 

La  gente  murmuró,  y  Modesto  acabó  por  casarse  conmigo    por  que  creyó   que         <|| 

estaba  loca  por  él.  -  ¿S 

Después  de  casados,  supe  que  sufría  del  corazón.    Pero   no  mal  de  amor,  no.  ^^' 

Sufría  una  enfermedad  que  fué   agravándose,   hasta  que  un  día   mi   esposo    me  ;   5' 

llamó  y  me  dijo:— Me  muero:  en  el  cajón  de  la  cómoda  encontrarás  mi  testamento.  v 

Adiós.  -1;: 

Murió,  busqué  el  testamento,  y  me  encontré  poseedora  de  sus  no  escasos  bienes.  ;| 

jYa  vé  Vd.  que  corazonada  la  mía!  S 

— ¡Bueno!  Ya  veo  que  toda  su  suerte  proviene  de  una  serie  de  corazonadas,  y  de  ¿ 

enfermedades  del  corazón.  ;-|^ 

— Ahora  soy  viuda,  y  no  soy  vieja....  Ifr 

Al  oir  esto  me  escapé,  porque  tuve  la  corazonada  de  que  la  viuda  me  quería  pescar.  'j 

Yo,  francamente,  estoy  escamado  de  las  corazonadas,  y  lo  debo  á  mi  buen  amigo  |: 

Ruinez,  que  un  día  en  el  club  me  dijo:  Ponga  Vd.  todo  su  dinero  a  esta  sota,  corra,  j^ 

es  una  corazonada.  ;| 

Lo  puse  y...  salió  el  rey.  .  í;|: 

Desde  entonces  no  creo  en  corazonadas.  ■  ^íl 

Ni  en  las  retrospectivas.  ^-f 

Victima  de  éstas,  murió  Don  Pantaleón  Ningunez.  /  íl 

¡Pobre  hombre!  '■:'§.'■ 

—¿A  dónde  vá  Vd.  tan  deprisa? — le  dije  un  día,  al  verlo  correr  como  un  loco  por 

la  calle. 

— Voy  á  casa,  por  que  me  dá  en  el  corazón  que  he  dejado  la  puerta  abierta. 

Otras  veces  me  decía,  dándose  un  golpe  en  la  frente. 

— ¡Ay...  ay¡ 

—¿Qué  hay? 

— Nada,  hombre;  que  me  dá  el  corazón  que  se  me  quema  la  casa. 

— ¡Sopla! 

— Soplando  no  apagaría  el  fuego. 

— Y  en  qué  se  funda  para... 

—Nada:  yo  estaba   fumando  cuando  salí,   y   me  parece  que  tiré  el  cigarro  íunlo 

á  unos  papeles...  ¡Nada  me  voy  á  casa! 

Y  el  Dueno  de  don  Pantaleón  desandaba  lo  andado. 
Llegaba  á  su  casa. 

Registraba  todos  los  rincones  y  no  notaba  señales  de  fuego  por  ningún  lado. 
¡Pobre  amigo! 


-----í.-'l;  '-''..c       ----.■'      ■--.--  .-.■.■    :.  ■    ■■...,.  -'-■■■  .'-'..-.    '   .k^  .^^  "     \ 


■ -'iR:  ■ 


V:l,!pí''M"'^: 


SUEÑO 


¡Buena  la  hice!...  Acostarme  sin  fumar?. 


Y  no  hay  remedio,  estoy  sin  tabaco. 


r«'"% 


,,;'  ^f--^^ 


1  ■'-'  *  '/  ,.#. 


(Bostezando)  ¡Ahí...  ¡Con  qué  gusto  fumaría!       ¡Diantre!...  Estos  vienen  á  hacerme  burla. 


;.*>-,*;■ 


.' Jí5iSSííi.>í«<ft-.-...  -tóíJÉií 


/■^j''irfíti_fe^¿ 


r^í-^^j^^f!:' 


EL  CiUK^^UIEL 


521 


AEDIENTE 


Z 


f 

i 


A  ver  si  atrapo  el  cigarro  que  me  ofreces. 


¡Ya  lo  tengo!...  Ahora  fumaré. 


V- 


/j^ 


¡Delicioso  habano! 


¡Socorro!...  ¡¡Que  me  quemo!!. 


í¿,¿á^¿M:^k^¿  '!j^. 


■j-iié^  . 


'^'5«f'vy^j?r7-^  TW^^ 


EL  CASCABEL 


Cuantos  viajes  inútiles  le  costaban  sus  corazonadas. 

—No  seas  así,  le  decia  muchas  veces. 

— No  lo  puedo  remediar. 

— Pues,  haz  un  esfuerzo. 

— jimposible!  Siempre  me  pasa  lo  mismo;  me  figuro  lo  <|U8  no  es,  corro,  llego  á 
casa  y...  nada.  ¡Malditas  corazonadas! 

— Malditas,  si. 

— jNo,  no!  Ahora...  ¡loque  son  las  cosas! 

—¡Otra? 

—Si.  He  encargado  á  mi  mujer  que  haga  confitura  de  naranjas  y  no  le  he  ad- 
vertido que  pusiera  el  azúcar  en  polvo...  ¡corro  ú  cusa! 

—Pero.. . 

— Nada,  nada.  Ven  tú  también;  verás  que  no  siempre   fallan  las  corazonadas. 

Fui  con  él,  llegamos  y  vimos... 

¡Casi  nada! 

A  la  mujer  de  Pantaleón,  retozando  con  un  vecino. 

Mi  amigo  cayó  al  suelo  como  herido  por  un  rayo. 

¡Fué  su  última  corazonada! 

Eustaquio  M.  Pérez. 


LAS  DENTISTAS 


Un  dentista  conocido 
por  sus  curas  infinitas, 
hace  poco  ha  establecido 
clase  para  señoritas. 
Se  hace  digna  de  aplaudir, 
tai  conducta,  ciertamente, 
y  á  esa  academia  ha  de  ir, 
para  verla,  mucha  gente. 
Yo  les  ruego  que  se  apuren 
en  su  empresa  generosa, 
pues  iré  aili  á  que  me  curen 
una  muela...  cualqui3r  cosa. 
Si  empiezan  á  practicar 
las  dentistas  femeninas 
en  su  casa,  han  de  pasar 
unas  cosas  peregrinas. 
Con  aspecto  lastimero 
y  los  dientes  apretados, 
penetrará  un  caballero 
dando  suspiros  ahogados. 
—Señorita,  un  habitante 
de  la  calle  de  Uruguay, 
que  le  cure  usté  al  instante; 
pide  ¡ay!  ¡ay!  ¡ay!  ¡ay!  ¡ay!  ¡ayf 
y  vengo  aqui  decidido 
á  que  me  quite  el  dolor. 
¡Yo  por  favor  se  lo  pido! 
jSe  lo  pido  por  favor! 

La  muchacha  á  su  trabajo 
podrá  dar  principio  y  ¡zas! 
le  examinará  á  destajo 
por  delante  y  por  detrás. 
El  sujeto  dará  un  grito, 
pero  la  ftiña,  sin  miedo, 
le  meterá  despacito 
dentro  de  la  boca  un  dedo. 
Notará  el  gusto  el  paciente, 
sin  poderlo  remediar, 
y  claro  ¡naturalmente! 


se  lo  empezará  á  chupar. 
—¿Qué  hace  V?  ¡Qué  tontería! 
— ¡Ayf   ¡he  sentido  un  consuelo! 
yo  creí  que  me  métia 
en  la  boca  un  caramelo. 

La  joven  trabajará 
un  poco  con  atención, 
y  del  señor  logrará 
la  completa  curación... 

Auguro  á  las  señoritas 
un  éxito  verdadero, 
puesto  que.  con  las  visitas, 
ganarán  mucho  dinero. 
Y  verán  dentro  de  poco, 
á  algún  mozo  pretendiente, 
que  tras  de  ellas  irá  loco 
á  que  le  saquen  un  diente. 

Yo  estoy  esperando  ya 
que  se  haga  dentista  Pura 
y  me  hallo  dispuesto  á 
quedarme  sin  dentadura 
y  decirle  con  razón: 
—¡Justo,  es  que  de  mí  te  duelas, 
pues  que  te  di  en  mi  pasión 
el  corazón...  y  las  mue!as! 

iS.  Garrido. 


-$^K- 


MOMÓLOGOI 


REiNTA  y  cuatro  años  llevo  de  ma- 
trimonio. Dicen  que  á  todo  se  acos- 
tumbra uno,  ¡mentira!  Yo  cada  dia  me 
arrepiento  más  de  aquel  mal  paso. 

Se  me  figura  que  Federico  me  engaña, 
y  lo  que  es  peor,  con  una  bailarina  de  las 
llamadas  de  primer  rango.  ¡Pobre  esposo 
mió;  si  supieras  que  yo  lo  he  perdido  con 
tu  peluquero! 


-1*' 


'Á::ir-jXyí 


•-;  ->*^-??5*^  •  :'^' 


EL  CASCABEL 


523 


TIPOS     CALLEJEROS 


L  ¥ASC©   LECM 


■  ',1' 


Baja  del  pueblo  en  que  vive, 
á  vencieren  la  ciudad 
su  gran  especialidad: 
leche  de  vaca...  y  algibe. 


^jí-.V".      -íü4fc'í5"-(i,__  . 


w^ 


^    '     ■»''^     r-^r^t.' 


424 


EL  GASCABISL 


-^'sJ^^?     •>--- 


ft'^aí.  ti^f  f  ■». . 


iMataré  á  mi  rival  I  El  ejercicio  cons- 
tante en  el  tiro  me  pone  ya  en  el  caso  de 
retar  á  duelo  á  ese  hombre  odioso,  que  me 
roba  el  cariño  de  la  mujer  que  amo.  jOh 
si,  le  mataré!  no  me  cabe  duda,  lo  pre- 
siento, me  lo  drt  el  corazón:  vengaré  con 
sangre  sus  constantes  burlas,  me  saciaré 

¿Y  si  él  me  mata  á  mi?  ¡Suspendo  el 

duelo;  seguiré  ejercitándome! 

[Compré  cédulas  y  acciones  en  tiempos 
mejores;  hoy  vendo  papel  por  arrobas! 

¡Si  fuera  escritor,  escribiría  muchos  vo- 
lúmenes glorificando  y  santitiflcando  al 
que  descubrió  el  vino  y  creería  en  la  pro- 
videncia si  el  mar  fuese vino  francés! 

Eu  cuanto  llegue  á  gobernador ya 

no  tengo  que  llegar. 

Juan  Berenguer. 


►«-S- 


MIS  CUATRO  PEROS 

En  uii  alazán  brioso 
dándose  corte  en  Palermo, 

¡qué  gracioso! 
Pero  á  pié  y  haciendo  el  oso 
por  las  veredas,  Guillermo, 

¡qué  liorroróso! 
Bien  vestido  y  arrogante, 
al  pasar  murmuran  todos 

¡qué  elegante! 
Pero  con  trage  humillante, 
ventilado  por  los  codos, 

¡qué  atorrante! 
Una  cena  suculenta 
en  buena  mesa  servida, 

me  contenta; 
pero  el  gargon  con  la  cuenta 
que  me  presenta  enseguida. 

¡me  revienta! 
En  blanda  cama  dormir 
con  mosquitero  flamante, 

¡es  vivir¡ 
Pero  el  eterno  crugir 
de  mi  catre  trashumante, 

¡es  morir! 

Di7nas  Gre'x)  Ilzárhe. 


DE  DOMINGO  A  D0MI.4G0 


La  censura  teatral  ha  logrado  descosas. 

.  Primera:  atraer  más  concurrencia  que 
la  de  costumbre  ni  Apolo. 

Segunda:  dar  imporl..ncia  á  una  de  las 
mayores  tonterías  teatrales,  que  una  tonte- 
ría y  no  otra  cosa  es  la  zarzuelita  El  Prior 
y  el  Priorato,  obra  que  el  público  se  hu- 
biese encargado, de  suprimir,  y  que  ahora 
es  escuchada  con  más  atención  que  un 
sermón  del  P.  Becco. 

De  modo  que  entre  El  Prior  y  el  Ki-Ki- 
Ri-Ki.  la  empresa  del  Apolo  está  de  plá- 
cemes, pues,  los  escrúpulos  de  algún  mo- 
ralista trasnochado  han  logrado  llamar  la 
atención  de  los  que  en  materia  teatral 
están  por  las  óperas  ligeras. 

Sobre  todo,  ligeras  de  ropa. 

Lo  cual  augura  una  buena  temporada  á 
la  compañía  del  Politeania. 

Porque  en  este  teatro,  el  cuerpo  de  baile 
ha  de  ser  un  gran  atractivo. 

Nos  ocuparemos  de  la  compañía,  que  pa- 
rece dispuesta  á  volvernos  á  los  tiempos 
le  Excelsior  y  otros  no  menos  celebrados 
bailes  de  gran  espectáculo,  augurándole 
desde  ahora  un  éxito  completo. 

El  mismo  que  auguramos  al  Nacional 
con  el  estreno  de  Gli  Amanti  di  Teruel, 
la  celebrada  ópera  del  maestro  español  To- 
más Bretón,  que  tan  aplaudida  ha  sido  en 
diversos  teatros  de  Europa. 

El  maeslro  Goula  trabaja  sin  descanso 
para  lograr  que  el  estreno  sea  un  exitazo. 

La  tiple  señorita  Huguet,  habrá  debuta- 
do ya,  cuando  aparezca  este  número. 

La  semana  ha  transcurrido  en  el  Na- 
cional^ repitiendo  obras  ya  juzgadas,  de 
sempeñadas  como  de  costumbre,  de  ma- 
nera que  para  la  próxima  nos  reservamos, 
esperando  poder  dar  cuenta  de  noveda- 
des, que  es  lo  que  el  público  quiere. 

La  compañía  milanesa  del  Pasatietnpo 
ensaya  una  parodia  áeCavalleria  Rusti- 
cana. 

Tiene  la  parodia   una  particularidad:   el 


toj^-_.j 


'^^mwwwm  ■  "  ■' 


^  '   in.l^-v^^^í.^^^^'.í"- 


EL  CASCABEL 


-w:¡í^.-^ 


425 


autor  pretende  analizarla  ópera  y  demos- 
trar que  Mascagni  bebió  en  tales  ó  cuales 
fuentes  la  inspiración  para  componer  cier- 
tos trozos  de  la  obra,  que  tanto  nombre  le 
ha  dado. 

Allá  veremos. 

La  Infantería  se  aguanta  en  la  Come- 
dia. 

En  Alhambra  estrenóse  una  pieza,  Los 
vecinos  del  segundo,  muy  bien  recibida 
por  el'  público. 

Ademes  se  está  ensayando  la  revista  El 
año  92. 

Dicese  que  el  eminente  actor  Jitaliano 
Emanuel.  trabajará  en  el  Odeón. 

Los  aficionados  al  drama  estarán  de  en- 
horabuena si  la  noticia  se  confirma,  como 
lo  están  los  aficionados  á  la  comedia  y 
drama  españoles  con  la  reaparición  de  la 
compañía  Galé,  en  el  OnrnMa. 

Dicha  compañía  tiene  en  preparación 
las  mejores  obras  de  su  repertorio.  El 
CíHtico  Incipiente,  entre  ellas,  qué  tan- 
tos aplausos  ha  valido  en  otras  tempora- 
das al  Sr,  (lalé. 


Si  le  transformases,  niña, 
en  casa  de  Inquilinato, 
ten  por  cierto  que  alquilaba 
para  mi  todos  los  bajos. 


Letrero  de  un  establecimiento  de  calzado. 
«Botería  y  Zapatería  de  la  Economía  de 
Santa  Lucía». 
¡Ave-María  I 
jQué  letanía! 


Fuera  poeta,  Gaspar, 
el  mayor  del  universo; 
más  por  desdicha  sin  par. 
nunca  consiguió  pasar 
de  escribir  el  primer  verso. 


Un  colega,  de  los  grandes,  se  queja  del 
estado  en  que  se  halla  la  calle  de  Florida, 
y  dice: 

«Hace  falta,  pues,  un  poco  de  más  lim- 
pieza». 


¡Justo!  , 

Y  un  poco  más  de  gramática. 
Pues,  por  supuesto. 

Por  cuerda  llegó  á  casarse 
Concepción,  y  su  marido 
tanto  de  ella  llegó  á  hartarse, 
que  la  cuerda  le  ha  servido 
á  la  postre,  para  ahorcarse. 

Leo  — «Exposición  del  ex-gobemador 
Garzón». 

¡Dios  mió! 

¿Si  creerán  los  yankees,  que  queremos 
hacer  la  competencia  á  la  exposición  de 
Chicago? 

Julio  decía  á  una  actriz: 
—¡Ha  eslado  usted  muy  feliz...! 
—El  público  me  aplaudió 
pero  no  merezco,  no... 
—  ¡Oh  sí.  es  usted  meretriz..,! 

Según  un  diario,  «Urge  poner  remedio 
á  las  enojosas  y  perjudiciales  dificultades 
á  queda  Jugarla  falta  de  moneda  menor». 

Y  la  de  mayor,  también. 
¡Digo,  me  parece! 

Sufrió  Juan  tantos  reveses 
de  fortuna  en  esta  tierra, 
que  huyendo  de  los  ingleses 
se  fué  ó  vivir  a  Inglaterra. 

El  señor  A  de  Zuviría,  muy  señor  mió, 
cuenta  á  ios  lectores  de  Tribuna.,  lo  que 
vé  desde  su  cuarto. 

E(  sol  no  se  logra  ver.,  pero  si 

un  charco  de  luz  gue  reverbera  en  la 
altura 

Bu«no:  salgamos  del  charco  ese. 

En  1(1  cúpula,  revestida  de  azu- 
lejos, lanza,  vi  sol  flechas  de  oro 

Si  son  de  oro  menos  mal. 

^  fas  rarnpanus  se  agitan  im- 
pacientes, romo  inmensas  golondrinas 
que  lanzasen  agudas  notas.,  despren- 
diendo arnionids  de  sus  alas 

¡Aprieta! ¡Vaya  por  Jas  inmensas  go- 
londrinas! 


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"¿?á£ÍÍÁCaílei¿Sií^-'itl>.:&í:'i  v'',.^'/-:>:,-  .ííviá 


'v^bk;^ 


-,tJ-J>5!ÍWÍ^  '.  if -^iH 


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* 


BL  CASCABEL 


{Ahí  y  yo  creiH  que  á  lo  sumo  podrían 
desprenderse  plumas  de  sus  alas. 

Pero,  ¿armonías?. ... 

Desde  mi  cuarto  no  se  oyen,  ni  ven  tales 
cosas. 

Que  conste. 


Llamaron  <i  Pancho  ¡chancho! 
en  la  calle  de  Pichincha, 
y  al  salir  Juan  de  su  rancho, 
sacó  el  facón  con  que  pincha 
y  le  pinchó  el  poncho  á  Pancho. 


ondencía 


L.  de  H. — iCulpa  suya  no  fué?  Pues  mía  tampoco. 
Mamerto  L.— 

Su  soneto.  <ion  Mamerto. 
me  ha  dejado  uiedio  tnuerto. 
Vairaf.-iCon  franqueza?  Pueg  uo  sirve. 
Melómano. — Bueno:  pero  si  lo  publico  verá  usted 
c6mo  llueve  pronto,  sobre  todo^  después  de  aquello 
qae  dice: 

Cual  gotas  muu  sonoras 
que  me  van  recreando 
sus  mil  gotas  derramando 
dulces,  si.  y  arrulladoras... 

Pejñno. — Tiene  poca  miga. 


Inglés.— iho  de  usted  no  es  malo,  pero  es  tan 
poco  local!  -      - 

V.  V.  de  O.— Créame  usted,  haciendo  consonantes 
&  niña  y  amarilla  no  se'  v&  &  ninguna  parte. 

Luis  de  M.—S9  han  de  corregir  tanto,  que  mejor 
será,  no  publicarlos. 

Repórter.— iAhora.  salimos  con  datos  amorosos, 
noviazgos...  etc?...  ¿Para  qué  son  los  periódicos  y 
diarios  del  ramo?  Ha  equivocado  usted  la  dirección 
sin  duda. 

A  o  un  J.  de  las  7*.— ¡Pero  si  su  artículo  es  serio 
&  más  no  poder!  Yo  crt-i  que  era  festivo. 

E.  S— Al  canasto,  si  señor. 

Bartolito.—Sus  vt*rsos  pueden  publicarse  jya  lo 
creo!  Como  que  no  son  de  usted  ni  lo  han  sido 
nunca. 

C.  S.  G— Sus  milongas  no  me  convienen. 

iV.  de  ro/írt— (Córdoba.)- Cumpliré  su  encargo  con 
mucho  gusto.  Y  leeré  con  calma  las  composiciones 
que  me  remite. 

Tenor.— &i  canta  usted  como  escribe,  no  se  llegara 
á  contratar  nunca. 

A /ewan.— Mande  usted  la  Arma  y  se  publicar&i 

A.  Z.  H. — Es  incorregible. 

Polemista  —íY  usted  quiere  armar  polémica?  No 
sea  inocente,  hombre,  no  sea  inocente! 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE]   COLL 

)K 

CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    I.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »   0.10 

»        atrasado »  0.15 


SE   DESEAN   AGENTES   Y   CORRESPONSALES 
REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

tat— ALSIMA  — ta®     (ALTOS) 


Í^.,U  -    „^' .'it  ijJULiatóSltlíaifeíÜ.-  J-'.,  í.  J».  ^.^!tú:ái^\iít:J..<£.>!.  ^  ,.^  ..  o.,,.i»VMÍ-  ¿¿.¿'.JSSift^a.lk^oiia'i.íiSíi^... 


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527 


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Nota.— Próximampnte  se  abrir.á  el  depósito 
número  2  en  la  calle  Florida  esquina  Tucamán. 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  callB  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Guillermo  4.  Crnnwell, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat.  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
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tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
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la  redacción  de  EL  CASCABEL. 


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528 


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SE  RECIBEN  SEMANARIOS  ESPAÑOLES 

Madrid  Cómico. 
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año  I        Baenos  Aires,  Agosto  24  ae  1892       Ntun.  34 


^K/^ 


Editor  propietario:  FRANCISCO  FERROS 


iedaccion  y  Admioistracion:  ALSINA  939  laltós) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  A  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad...    $  O.in  el  número 
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SEMANA  HKJ   FESTIVO  ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE   COLL 


^OSEFIMA    HUQUET 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C 


La  oyó  un  ruiseñor  un  día, 
y  la  dijo  de  rondón 
si  en  su  garganta  podría 
reservarle  habitación. 


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■(¿^-^^•MJ 


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530 


EL  CASCABEL 


M 


^ílÜT-e 


1.  fii¡  he  caído  en 
manos  de  la  ■  uria. 
No  la  curia  ecle- 
siástica, no  con- 
fundir. 

Aunque   bien 
mirado  no  me  he 
caido.  Me  he  pues- 
to en  sus  manos. 

Lo  que  quiere  decir  que  desde  la  fecha 
me  veo  obligado  á  alternar  con  abogados, 
escribanos,  procuradores  y  otra  clase  de 
funcionarios  que  viven  haciendo  justicia 
y  desfaciendo  entuertos. 

Confieso  que  los  abogados  me  inspiran, 
mejor  dicho,  me  inspiraban  recelos  antes 
de  ahora. 

Lo  prop  o  me  ocurría  con  los  procura- 
dores . 

Porque,  decía  para  mis  adentros:  pro- 
curador es  el  que  prccura,  y  claro  está, 
que  de  procurar  algo,  lo  ha  de  procurar 
para  él . 

Pero  ahora  es  distinto;  me  atraen  los 
abogados  y  los  procuradores. 

Igual  me  pasa  con  los  escribanos,  que 
antes  éranme  muy  temidos,  mas  ahora, 
desde  que  necesito  de  ellos,  me  paroce  que 
son  mis  ángeles  custoilii»'^  y  do  e!]o=:  de- 
pende mi  reputaciu'.i. 

¿Que  á  qué  vieni."  i    ^^  ■  "''"'' 


Pues    lean   ua'cJ"- 

!a-    Qtí  ¡si-Cosas 

de 

este  perjódicñ  y  ^-  •  tm,! 

•!'.;r;V;  í^;  lo  r¡uo 

nñ 

ocurre  y  coüip!-  ü  ,.  :■,! 

ii  '.Ir'  (Vüíei  nice  f 

un 

los  personajis  ;  ni  '■-^  c 

u-ui..-,. 

Decidiíjanieiit.'   t:<¡ 

•^    ¡v^'-üiíi'   di;cir: 

de 

esta  ayua  no  hfi>cr¿. 

Yo,  que  no  qucí  ..i 

N..in:i    iia(i;i    a-í  Ji 

¡0- 

ees  y  abogados.  ¡ .  ,  ... 

.      ■    .  .    ^.  '  \   :t 

Ahora  comprendó  cuánta  verdad  encie- 
rran las  palabras  que  pronunciaba  noches 
pasadas,  en  un  circulo,  un  caballero  ca- 
sado por  lo  civil  y  hasta  por  lo  criminal. 

—  Mañana  suspiraremos  por  lo  que  hoy 
nos  empeñamos  en  no  querer. 

— Eso  según  y  conforme 

—  Así  contestaba  yo  en  otro  tiempo, 
cuando  era  libre. 

—  ¿Y  ahora? 

— Ahora  lo  comprendo  todo  y  callo.  Es- 
cuchen ustedes: 

Cuando  era  joven  renegaba  del  matri-, 
monin.  por.«eguir  la  corriente.- ¿Casarme 
yo?  ¡Jamás! — decía  con  orgullo. 

Y  convencido  de  que  solo  se  podía  vivir 
bien,  fui  á  parar  á  un  casa  de  huéspedes, 
que  dirigía  y  alimentaba  una  señora  de 
buen  ver,  aunque  era  un  poco  sucia. 

Al  principio  todo  marchaba  bien. 

Vivía  feliz,  relativamente,  porque  la  se- 
ñora me  tomó  cierta  afición  y  siempre  me 
hacia  algún  requisito. 

Pero  pronto  cambió  el  cuadro. 

A  la  señora  le  dio  por  pasear  y  diver- 
tirse y  sus  pobres  huéspedes  pasábamos 
las  de  Cain. 

Nadie  nos  repasaba  la  ropa,  así  es  que 
nos  encargábamos  de  zurcirnos  y  á  lo 
mejor  salíamos  con  el  saco  negro  lleno  de 
hilos  encarnados. 

—¿A  dónde  vá  usted? — nos  decía  algún 
conocido — ¿le  han  condecorado? 

— ¿A  mí? 

— ¡Como  veo  estos  distintivos  encar- 
nados! 

— ,Ah!  es  una  distracción  del  sastre. 

Aquello  era  intolerable.^ 

La  comida  cada  vez  era  peor,  y  al  llegar 
la  hora  nos  hubieran  visto  en  la  cocina 
dirigiendo  á  la  cocinera  ó  haciéndonos 
una  tortilla  ó  un  bife,  que  salía  á  la  mesa 
cargado  de  carbón  y  petrificado. 

Un  día  hallamos  un  biberón  en  la  sopa, 
y  en  cierta  ocasión  nos  sirvieron  un  peje- 
rrey con  bigotes  rubios,  y  todo  por  que, 
según  se  su¡>o,  la  cocinera,  que  era  del 
color  del  azafrán,  se  peinaba  en  la  cocina. 

En  fin,  que  la  existenc'a  se  hacía  inso- 
portable y  llegué  á  pensar  formalmente 
en  el  matrimonio. 

Lo  primero  era  hallar  novia. 

La  ei.contré  pers(.inificada  en  la  hija  de 


EL  CASGABEl. 


5aj 


un  chacarero  muy  bruto,  pero  muy  rico, 
y  di  el  gran  paso. 

¡Qué  cambio  tan  radical! 

Aquello    fué    pasar    del    infierno    á  la 


gloria, 


Entonces  comprendí  que  el  hombre  ha 
nacido  para  casarse  y  multiplicarse. 

O  dividirse,  que  se  han  dado  casos. 

Nunca  olvidaré  los  primeros  tiempos  de 
casado. 

Mi  mujer  me  cuidaba  y  me  alimentaba 
que  era  un  primor,  y  yo  no  tenía  palabras 
para  encomiar  debidamente  el  noble  es- 
tado matrimonial. 

Ya  ven  ustedes  como  nunca  sabremos 
á  dónde  vamos  y  como  nunca  podremos 
prescindir  de  ciertas  cosas  que  á  veces 
nos  parecen  supérfluas. 

El  orador  nos  convenció,  naturalmente. 

Y  yo  recuerdo  el  caso,  al  meterme  en 
pleitos,  sin  arredrarme  por  los  pasos  y 
los  pesos  que  tales  pleitos  me  puedan 
costar. 

He  creído  lastimados  mis  intereses,  y 
al  punto  me  he  echado  en  brazos  de  un 
abogado,  diciéndole: 

;Hágame  usted  justicia! 

De  todas  maneras  nada  perderé. 

Y  creo  que  mis  excursiones  á  los  tribu- 
nales me  servirán  de  algo,  que  algo  apren- 
deré en  un  terreno  que  desconozco  por 
completo, 

— Todo  es  acostumbrarse  — me  dijo  un 
caballero,  al  enterarse  de  mi  pleito. 

Al  principio,  los  jueces  le  impodrán  un 
poco  pero,  una  vez  los  trate,  verá  que 
son  muy  amables,  aunque  sepan  man- 
dar á  presidio  al  que  se  desmande.  Co- 
nocí un  juez  que,  en  el  juzgado,  hacía 
temblar  á  los  acusados,  y  que  en  su  casa 
era  un;i  malva.  Los  niños  le  hacian  servir 
,]it  c  'i  l'i>  y  la  señora  le  hacia  sacudir 
las  allouibias. 

—  i'i'i'L'  mo  cuenta! 

—  Si,  y  ui>ii  vez  mandó  á  la  cárcel  á  un 
mari'-'    ;!!•:  p  :í-:ó  á  su  esposa. 

— ¡lii.'ii  ii.:chü: 

— PtMO  n(^  sabe  usted  lo  mejor. 

— Qiio  la  esposa  del  juez  pegaba  á  éste 
con  iM'  i)!iiii!oio,  cada  noche. 
— ¿1  el  juez.' 


— Nada.  E¡n  casa,  como  en  casa,  y  en 
el  juzgado  una  fiera!     ;, 

Dejando  digresiones  á  un  lado,  diré  en 
serio,  que  tsl  vez  la  causa  que  El  Cas- 
cabel promueve  pueda  ser  útil  á  todo<  los 
que  de  la  pluma  viven.  Tal  voz  sabremos 
de  una  vez  si  los  artículos  literarios  son 
del  primero  que  los  toma,  ó  de  su  legítimo 
dueño,  el  autor. 

En  cuanto  á  lo  del  cambio  de  firma... 

Callo. 

El  aliogado  hablará  por  mi. 

^-g> 


l-^ 


SIN   MUCAMA 

Ruiz.    mi    amigo,  al  cielo  clama 
y  se  halla  desesperado, 
porque  le  dejó  plantado 
ayer  tarde  Ja  mucama.  ' 
y  dice  (lue  es  un  suplicio 
el  bregar  con  esa  gente, 
porque  hoy  día.  ciertamente, 
anda  muy  mal  el  servicio. 
I' na  mucama,  es  tan  rara 
que.  el  hallarla,  es  gran  fortuna; 
hoy  día  no  se  halla  una. 
por  un  OJO  de  la  cara. 
Ruiz  no  ha  tenido  una  buena, 
y  eso  que  mi!  ha  tratado; 
sólo  en  un  mes  ha  cambiado 
lo  menos  una  docena. 
Tuvo  primero  una  china 
súña.  (jue  no  se  lavaba, 
pero  que  á  su  novio  entraba 
por  la  noche  en  la  cocina. 
Después  tuvo  una  francesa, 
que  se  embriagaba  atrozmente, 
y  le  daba  el  accciden'.e 
cuando  servia  á  la  mesa. 
Daba  en  chillar  como  un  grillo, 
teniendo,  para  aplacarla, 
cada  dia  (lue  frotarla 
el  vientre  con  un  cepillo. 
Ya  se  creyó  líuiz  feliz 
con  otra,  gallega,  un  dia. 
la  que  camisas  se  hacía 
con  las  levitas  de  Ruiz 

Tuvo  un  altercado  tiero 
con  otra  (|ue  le  robaba. 
y  en  vez  de  embutido  echaba 
cigarros  on  el  puchero. 
Otra  le  obligó  á  sufrir 
con  sus  guisos  singulares, 
sirviéndole  calamares; 
pero  en  tinta  de  escribir, 
y  d(>>pidió  á  otra  mucama, 
que  dio  en  la  rara  manía 
de  mi'lerle  caua  día 
perdigones  en  la  cama. 


■■■•i 

/'i 


"  V  f^Zf^t^MiSÍ.  ■- 


-.  .J^Á  ."■^^i^asítt.-^- 


532 


EL  CASCABEL 


Conchavó  en  otra  ocasión,  =^ 
á  una  bella  criatura 
la  que  tenia  locura 
por  abrazar  al  patrón. 
Hizo  él  un  tPiSte  papel, 
del  que  se  resiente  ahora, 
pues  que   aún  piensa  su  señora 
que  el  que  abrazaba  era  él... 
En  este  estado  infeliz 
se  queja  Ruiz  del  servicio 
y  no  se  queja  por  vicio, 
sino  con  gran  razón  Ruiv?. 
Yo  al  verle  desalentado 
Je  dije: 

— ¿Vamos  á  ver, 
it)  te  es  Jo  mismo  tener 
para  tu  casa  un  criado? 
T  él  sin  dejarme  acabar 
dijo: 

— ¡No!  Tenirit  señora 
y  á  todo  el  servicio  ahora 
le  ha  dado  por  abrazar! 

S.  Garrido. 
--^,^?^- 


¡¡EN  TEAMWATÜ 


are!...  ¡Pare!...  ¡eh...  co- 
chero!... jTim! 

-Subí,  Agapita,  y  tú, 
Fl(^ripón;  a(]ui  vos.  Sise- 
bu  ta...  (,Me  hace  un  lu- 
garcito?...  ¡Gracias!  Veni 

:<^^_«»W'  ^-^^  ^*^^'  chinfi:  metete  en 
j^Kp^^  ^'  aquel  rincón...  Dispense, 
cabfilJero  ..  Arturito,  es- 
táte quieto  en  las  faldas  de  inisiá  Ramona. 

— ¿Están  todos?- pregunta  el  mayoral. 

-  Si,  señor;  porque  no  ha  podido  venir 
Eusebilo  que  está  convaleciente  del  saram- 
pión; á  Diamela  también  la  dejé  en  casa, 
porque  ustedes  no  admiten  ú  las  perritas 
en  los  coches,  y  no  se  crea  ([ue  mi  Diame- 
lita  sea  inconveniente...  ¡Se  hace  sus  nece- 
sidades en  el  fondo! 

—¿Cuántos  son?  Uno,  dos  tr-es...  siete  bo- 
letos. 

— ¡Qué  temeridad!  Si  Arturito  sólo  tiene 
año  y  medio;  no  le  han  salido  más  que  cua- 
tro dientes.. .  Che,  Arturito,  abrí  la  boca, 
enséñasela  al  ma^^oral. 

El  chico  la  abre  tamaña  y  resulla  que 
tiei^e  hasta  la  muela  del  juicio! 

— ^Bueno,  señora,  son  siete;  no  me  entre- 
tenga, porque  vá  á  subir  el  inspector  y  me 
vá  á  dar  un  café  si  no  les  cobro. 

—¿Usted  toma  café?  Yo.  desde  que  murió 
_mi  Canuto,  apenas  si  pur  do  tomar  mate;  es 


claro,  estos  gringos  nos  esplolan  á  su  gus- 
to... ¡Ahí  si  nos  gobernara  don  Bartolo  na 
habla  de  suceder  eso. 

— Me  debe  cincuenta  y  seis  centavos... 

— Y,  dígame,  pá  dónde  vá  este  tran- 
guay? 

— ¡A  la  Plaza  Constitución! 

— Entonces,  pare;  yo  crei  que  iba  áBel- 
grano...  Bajen,  muchachos...  Dispense  ¿no? 


En  uno  de  los  coches  que  van  á  la  Boca, 
sube  un  respetable  matrimonio  á  quien  la 
crisis  obligs  á  servirse  de  tan  vulgar  con- 
voy. La  señora  es  en  extremo  delicada,  y  ha 
venido  á  sentarse  precisamente  al  lado  de 
un  marinero,  el  cual  apesta  á  tabaco  de 
mascar. 

— Gumersindo,  fiedle  á  este  hombre  que 
dé  vuelta  lu  cara. 

— Pero,  querida  Escolástica,  yo  no  puedo 
obligar  á  tal  cosa  á  ese  hombre! 

— ¡Yo  me  pongo  mala,  Gumersindo;  yo 
no  puedo  resistir  ese  olor! 

— Mujer,  pásate  á  este  lado;  yo  me  pon- 
dré en  tu  sitio. 

La  señora  cambia  de  lugar.  Al  poco  rato 
sube  una  vieja  que  huele  á  la  legua  á  caña. 

— Esposo,  esta  vieja  trae  un  olor  á  bebi- 
da, irresistible, 

— Mira,  siéntate  enfrente,  Kscolasli({UÍIa. 

Para  el  tramway  y  llega  un  corredor  de 
especies  con  las  muestras  en  los  bolsillos. 
El  tal  huele  de  un  modo  que  marea  y  toma 
asiento  al  lado  de  la  esposa  de  D.  Gumer- 
sindo. 


—  ¡Gumersindo!. . .    ¡Gumersindo!. 


Me 


vuelve  el  desmayo;  aqui  huele  á  canela  y 
clavo  de  olor! 

— Mujer,  Escolástica...  ¡siéntate...  aíjui 
en  mis  rodillas! 

Juan  Berengiier. 


-^m-<r 


Rü  HüDIC^I^ 


— ¡Ay  doctor! 

— Hola  ¿que  tal? 
—Sufro  mucho...  ¡es  un  iiorror! 
sálveme,  por  Dios,  doctor 
líbreme  V.  de  ese  mal. 
— ¿Qué  le  duele? 

—Muchas  cosas 
son  las  que  me  hacen  sufrir. 
— ¿Come  bien?...  puede  dormir? 
— Pa30  noches  horrorosas. 
—¿Y  el  apetito? 

—¡Perdido! 
Lo  que  como,  ni  un  adarme 


l£S^.£¿¿dL.  w^^t^hí-  A..J^.^^. 


■'fti-rSéit*,' 


■.'5^''-¥JtT«" 


<f^í'~_-^^\p^j*^'^"..^j-^^\  V.     '^J' 


EL  CASCABEL 


,„j 


r,33 


pesa,  así  voy  á  quedarme 
en  alambre  convertido. 
— Su  dolencia  tiene  cura. 
—¡Qué  me  dice! 

— Lo  aseguro. 
— Cúreme  usté,  que  si  curo... 
—i  Por  poca  cosa  se  apura! 
])e  la  ciencia  el  beneficio 
prontamente  usté  hallará: 
por  de  pronto  empezará 
por  hacer  mucho  ejercicio. 
Camine  usted  á  destajo, 
camine  sin  descansar, 
no  cese  de  caminar 
y  olvídese  del  trabajo. 


— Pues  señor,  no  me  disgusta 
la  receta  del  doctor: 
el  trabajo,  me  dá  horror 
lo  del  paseo,  me  gusta. 
Nada,  curarme  no  dudo 
á  Flores  á  pié  me  voy: 
lo  que  es  ei  paseo  que  hoy 
voy  á  dar,  es  macanudo! 
¡Hola,  hola!...  buen  palmito 
es  el  de  aquella  mujer... 
¿Dónde  irá?...  lo  he  de  saber; 
voy  á  seguirla  un  ratito. 
Ks  usted  muy  rebonita... 
...tiene  usté  el  talle  de  lirio 
¿no  contesta?...  ¡qué  martirio! 
pero  ¡abra  usté  esa  boquita. 
¿Yo  un  compadre?...  ¡no  señora! 
soy  un  muchacho  decente... 
¿si  es  de  veras?...  ciertamente 
la  quiero  á  V.  desde  ahora. 
¿Que  la  comprometo?...  ¡cá! 
¿Que  la  deje  á  usté?...  ¡imposible! 
Por  Dios...   ¡no  sea  insensible! 
¿Quiere  que  hable  á  su  mamá? 
¡Ks  usted  un  serafín! 
¿con  que  accede  V.  ahora? 
¿dice  V.  que  si,  señora? 
Si  señora...  ¡con  buen  fin! 
Pues,  quedanios  arreglados. 
(¡.\ventura  peregrina!) 
En  el  tambo  de  la  esquina? 
Bueno:  quedamos  citados. 

— ¡Un  vaso  de  leche  fria! 
Ella  pronto  ha  de  venir. 
¡Qué  delicia!  ¡Esto  es  vivir! 
porque  la  niña,  ¡ya  es  mía! 
—Amor  mío. 

— ¿Me  esperabas? 
—He  llegado  hace  un  momento... 
Pero,  ¿no  tomas  asiento? 
— Creí  que  ya  te  marchabas. 
— ¡Eh!  traiga  otro  vaso,  mozo! 
Soy  más  feliz  que  Anchorena; 
tu  cariño  me  enagena 
y  mi  alma  estalla  de  gozo... 
¿Te  vas  ya? 


— Mamá  me  espera... 
—¿Me  quieres? 

—No  seas  tonto. 
—¿Por  qué  te  marchas  tan  pronto? 
— Ya  lo  sal)es. 

—¡Retrechera! 

Cuatro  vasos  he  tomado 
y  la  ingrata  no  ha  venido... 
¡Qu*»  fastidio!  Y  he  bebido 
tanto,    que  estoy  encharcado. 

Pues  hoy  liare  como  ayer. 
— ¡Tráigame  otro  vaso,  mozo! 
Nada,  mi  jíozo  en  un  pozo: 
tampoco  la  jjuedo  ver. 

Cinco  vasos  y  no  viene!... 
Ya  no  deiio  esperar  más: 
¡estoy  dado  á  Barrabas! 
Este  amor  no  me  conviene. 
Es  decir,  algo  he  ganado, 
pues  con  tanta  y  tanta  espera 
casi  una  vaca  lechera, 
supongo,  que  he  agotado. 

—¿Como  sigue  \'? 

-Mejor 
— ¿^íis  remedios  ha  seguido? 
—Exactamente  he  cumplido 
lo  que  V.  mandó,  doctor, 
— Pues  nada,  ya  está  salvado: 
siga  usté  haciendo  ejercicio 
que  el  andar,  es  l)eneficio 
•en  cienos  casos,  probado. 

— Caminar(''.  mas  espero 
encontrar  otra  mujer 
belhi,  que  sepa  encender 
en  mi  un  nuevo  amor...  lechero. 
Pues  si  una  se  ha  divertido 
¡que  otro  en  cara  se  lo  eche! 
Pues  lo  (jue  es  á  mí  la  leche 
de  remedio  me  ha  servido. 

Antonio  F.  Molina. 


-$^H^ 


EL  HUMO  DEL  ilIGARRO 


siempre   me  querrás 
asi? 

— ¡Siempre!     Pero, 
¿qué  te  pasa?  ¿No  te 
eticuenlras  bien?  ¿Di, 
bien  mió?  • 
—No,  no  tengo  nada. 
— Si,  á  ti  te  sucede  algo.  Tú  me  ocultas 
algún  deseo.   Maria  de  mi   alma,  ¿no  tie- 
nes confianza  en  mi?  Di  me,  ¿qué  deseas? 
¿Estás  descontenta  de  alguna  cosa?  ¿Quie- 


&á^SÍ'£ÉÉ^SÉ:SiÍ^i>Si... . : 


534 


EL  CASCABEL 


res  que  nos  mudemos  de  habitación?  ¿Te 
disgusta.  la  cocinero?  ¿La  despido?..! 

— No,  Vicente,  no;  si  no  tengo  na^la,  si... 

— Me  engañas,  y  ir.e  mata  tu  descon- 
fianza, querida  mía:  pídeme  lo  que  desees: 
cualquier  capricho  por  extravagante  que 
sea,  no  me  lo  ocultes,  yo  te  daré  lo  que 
pidas,  pero  por  compasión,  no  tengas  se- 
cretos para  mi,  porque  me  destrozas  el 
alma... 

— ¿Me  prometes  (jue  no  te  vas  á  inco- 
modar? 

— Te  lo  juro. 

— Pues  mira,  yo  no  me  atrevía  á  decir- 
telo,  pero  como  fumas  tanto,  el  humo  me 
marea,  y  si  te  contuvieses  un  poco,  nada 
más  que  un  poco,  en  fumar...  Dirás  que 
soy  tirana... 

— No,  ángel  mío.  ¿por  qué  no  mo  !o  has 
dicho  antes?  Tienes  raz9n,  yo  parezco  el 
tubo  de  una  locomotora.  Pues  ya  verás, 
voy  á  darte  una  prueba  de  amor.  Se  acabó, 
no  fumo  más. 

—Yo  no  te  pido  lanto. 

— Si,  señor,  en  absoluto,  no  fumo  más, 
y  el  tiempo  que  desperdicio  arrojando 
humo  estúpidamente,  lo  pasaré  á  tu  lado 
repitiéndote  lo  mucho  que  te  quiero... 

Y  dicho  y  hecho,  Vicente  tiró  el  resto 
de  sus  cigarrillos  y  no  volvió  á  comprar 
más.  Para  él  no  era  un  gran  sacíiflcio 
como  lo  hubiera  sido  para  uno  de  esos 
empedernidos  fumadores,  á  puienes  el  ta- 
baco es  vida;  fumaba  si,  pero  cigarrillos 
suaves,  nunca  de  hoja;  era  un  entreteni- 
miento, no  una  necesidad. 

Transcurrió  un  mes  y  el  nuevo  matri- 
monio siguió  viajando  á  toda  velocidad 
en  el  tren  exprés  de  su  luna  de  miel,  sin 
que  María  volviese  á  quedarse  pensativa 
ó  disgustada  por  un  nuevo  capricho. 

El  que  empezó  á  preocuparse  fué  Vicen- 
te, y  su  preocupación  nació  por  las  de- 
nuncias que  un  olor  acre  y  fuerte,  hizo 
á  su  olfato. 

Su  preocupación  fué  en  aumento  á  la 
par  que  aquel  olor,  el  que  se  percibía  por 
toda  la  casa  y  en  especial  en  la  alcoba  que 
ocupaban  él  y  María;  por  más  que  las 
grandes  cantidades  de  aguas  perfumadas 
y  aromas,  gastadas  en  aquella  habitación, 
tratasen  de  atenuar  el  penetrante  olor  del 
tabaco. 

Vicente  reflexionó  mucho  sobre  aquello: 
á  María  la  incomodaba  el  humo  de  los  ci- 
garrillos, él  se  había  privado  de  fumar 
para  no  molestarla  ¿quién  era  pues  el  que 
infestaba  las  habitaciones  con  aquellos  ci- 


garros,  que  debían  ser  tan  fuertes  como 
ordinarios? 

Un  dia  fatnl,  Vicente  encontró  al  pié  de 
su  mismo  lecho,  del  tnlamo  nupcial,  una 
prueba,  palpable,  que  ya  no  le  permitió 
dudar.  ¡Si!  jA.lli  había  la  punta  de  un  ci- 
garro, apagado!  ¡Allí,  en  su  misma  alcoba, 
había  penetrado  un  hombre!  ¡Y  había  fu- 
mado al  lado  de  ella,  la  sensible,  la  meti- 
culosa! 

Vicente  pensó  en  el  revólver,  en  la  acu- 
sación, en  el  tribunal,  y  exclamó  acongo- 
jado: 

-¡Ay  de  mi  felicidad  perdida! 

Calló  sin  embargo,  y  ocultando  en  su 
pantalón  la  mortífera  «rma.  cargada  con 
los  ocho  proyectiles,  salió  á  la  calle  pre- 
textando una  ocupación  larga  y  urgente. 

Y  no  salió  á  la  calle,  se  escondió  entre 
una  cortina  y  aguardó  con  impaciencia 
durante  media  hora. 

No  se  oyó  nada.  Ningún  hombre  entró 
en  la  casa.  ¿Estaría  ya  adentro,  aguar- 
dando la  salida  del  esposo? 

Vicente  acercóse  á  su  alcoba  y  vio  la 
puerta  cerrada.  En  el  interior  se  escuchó 
el  ruido  que  produce  un  fósforo  al  encen- 
derse. 

¡Si!  ¡Allí  estaba  el  infame!  De  un  empu- 
jón abrió  la  puerta  Vicente  y  se  quedó  es- 
tupefacto, asombrado... 

María,  sentada  en  una  butaquita  al  lado 
de  un  velador  cargado  de  hermosos  ciga- 
rros habanos,  tenia  entre  sus  rojos  labios 
un  soberbio  veguero,  y  arrojaba  al  aire 
espesas  nubes  de  humo... 


— ¡Pero  tonta,  no  te  asustes!  Te  quiero 
lo  mismo  que  antes;  solo  deseo  una  expli- 
cación: ¿Cómo  es  que  tú,  fumadora  va- 
liente, me  obligaste  á  dejar  mis  cigarri- 
llos? 

María,  con  los  ojos  bajos  y  á  media  voz, 
dijo  al  oido  de  su  esposo: 

— Me  molestaban  tus  cigarrillos.  Es  ver- 
dad... porque,  ¡eran  tan  flojos!... 

José  il/a.  Mendoza. 


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EL    CASCABEL 


5S5 


LEY  DE  HERENCIA 


Hombre  inculto,  bravo  y  fiero 
Juan,  por  el  hambre  acosado 
abandonando  el  poblado 
se  convirtió  en  bandolero. 
Fué  el  terror  de  los   caminos 
y  el  azote  de  la  villa, 
al  frente  de  su  cuadrilla 
de  ladrones  y  asesinos; 
y  convertido  en  señor 
de  aquella  comarca  entera, 
no  hubo  quien  no  le  cediera 
hacienda,  vida  ú  honor  ... 
Ansioso  el  Rey  de  poner 
á  la  media  luna  traba, 
por  aquel  tiempo  luchaba 
contra  el  árabe  poder; 
al  par  que  el  mahometano 
su  ejército  reunía, 
y  presuroso  venía 
al  encuentro  del  cristiano, 
yendo  en  su  sangriento  afán 
á  chocar  en  dura  guerra, 
precisamente  en  la  tierra 
de  la  que  era  el  terror  Juan. 
En  la  brega  confundidos 
luchaban  valientemente, 
cuando  llegó  de  repente 
Juan  con  todos  sus  bandidos. 
Miró  el  combate  sereno, 
á  los  suyos  arengó, 
y  arrojado  se  lanzó 
á  buscar  al  agareno: 
Su  acero  de  sangre  rojo 
en  el  árabe  se  hundía, 
y  el  enemigo  caía 
ante  su  brazo  y  su  arrojo. 
Por  su  valor  soberano 
la  victoria  fué  alcanzada, 
y  su  hazaña  presenciada 
por  el  monarca  cristiano, 
el  que  le  hizo  caballero 
y  Conde  de  Puñofuerte, 
cambiándose  de  esta  suerte 
la  vida  del  bandolero; 
pues  le  dio,  á  más  de  nobleza, 
el  monarca  agradecido, 
un  feudo  muy  extendido 
fuente  de  grande  riqueza. 

II 

Por  sabios  y  por  valientes, 
por  su  belleza  ó  su  gracia, 
distinguió  la  aristocracia 


de  Juan,  á  los  descendientes. 
Unirse  á  ellos,  era  honor, 
pues  que  ya  nadie  sabía, 
que  tal  gente  descendía 
de  Juan  el  salteador. 
Hubo  entre  ella  trovadores, 
virreyes,    sabios,  guerreros, 
navegantes  y  banqueros 
y  santos  é  inquisidores. 
Mas,  de  su  nombre  orgullosos 
derrochaban  un  caudal, 
y  ellos  y  ellas  por  su  mal, 
se  hicieron  muy  caprichosos. 
"Viéndose  el  Conde  postrero 
después  de  dilapidado 
lo  poco  que  hubo  heredado, 
con  nobleza  y  sin  dinero. 

III 

El  Conde  de  Puñofuerte 
á  Buenos  Aires  llego, 
y  en  un  enlace  pensó 
que  mejorase  su  suerte. 
Conoció  al  fin  una  hermosa, 
y  la  asedió  el  calavera, 
puesto  que  sabia  era 
tan  rica  como  graciosa; 
y  entre  protestas  amantes 
delante  de  mucha  gente, 
fué  y  le  robó  diestramente 
un  gran  collar  de  brillantes. 

IV 

En  critica  situación 
se  vio  el  Conde  colocado, 
ya  que  se  encontró  encerrado 
en  la  cárcel  por  ladrón. 
Comentó  el  caso  la  prensa 
y  un  abogado  novel, 
gustándole  el  caso  aquel 
se  encargó  de  su  defensa; 
consiguiendo  el  defensor 
una  completa  victoria, 
solo  con  narrar  la  historia 
de  Juan,  el  salteador. 
Con  auxilio  de  la  ciencia 
(luedó  seguro  y  palpable, 
que  si   el  conde  era  culpable, 
era  por  la  ley  de  herencia. 
Y  la  justicia  su  celo 
una  vez  más  demostró, 
y  en  aquel  caso  falló... 
jContra  Juan,  contra  el  abuelo! 

Luis  Garda. 


^i¿^¿¿;itJsS¿eí^:^¿¿l.ií¿]^^'^J¿i., 


■'-"m 


536 


■  '-■y^*fv- 


El.  Q48GABBL 


LA  FLORISTA  DE  PARÍS 


-Monsieur. . .  FJeurissez  votre  boiUonniére.. . 


-itei^.«£í-  -r^ 


-y.' 


EL  CASCABEL 


"*'  '''^^-^''^K^'^'^M?^ 


537 


LA  DE  BUENOS  AIRES 


-51  ,"^"5» 


-jUfi!...  ¡Qué  lindo  gazmina,  violeta  fresco!... 


ii:4£i<-'í^ü^li¿«^'¿.';l  <>;. 


538  EL  CASCABEL 


.-^'W 


PERSONAS  RESERVADAS 


T>osene„..s.de.deenas. 

•        ^^Yo  conocí  un  buen  señor,  que  era  reservadísimo. 

— Lo  que  á  mi  se  me  confia,  cae  en  una  fosa— solía  decir. 

Pues  bien;  un  día  le  confié  que  cierta  señora,  casada,  me  demostraba  afecto,  y 
¿qué  creerán  ustedes  que  hizo  el  hombre? 

¿Callar? 

¡Cá! 

Fué,  y  le  contó  al  marido  !o  que  ocurría;  por  supuesto,  se  lo  contó  con  gran  re- 
serva, y  contando  con  su  discreción. 

Pero  sin  contar  con  que  hay  maridos  que  gastan  un  genio  de  mil  diablos. 

Y  unos  puños...  de  hierro. 

Ello  fué  que  me  gané  unos  cuantos  golpes,  y  en  paz. 

Es  decir,  y  en  cama. 

Porque  tuve  que  acostarme  y  ponerme  en  curación. 

Con  las  reservas  del  caso  naturalmente,  pues  no  era  propio  que  los  amigos  se  en- 
terasen dé  las  causas  de  mi  dolencia. 

¡La  reserva! 

Por  desconfiar  de  ella  no  somos  felices  más  de  cuatro  muchachos  de  físico  relati- 
vamente simpático. 

Porque  nos  arrimamos  á  una  dama,  por  ejemplo,  ó  por  arrimadero  y  le  decimos: 

— Es  usted  angelical. 

— jSoy  casada! 

—Bueno;  es  usled  una  casada  angelical  que  me  trastorna  el  juicio.  Por  usted  soy 
capaz  de  encontrar  hermoso  al  Dr.  Lustra. 

—¡Por  piedad.. .! 

— Si,  por  piedad  simplemente. 

— Es  usted  un  atrevido. 

— Animo  señora;  correspóndame  usted  y  seremos  íelices. 
Desconfio... 

-  Soy  hombre  discreto. 

— ¡Lo  dudo! 

—Le  juro  á  usted  por  mi  bigote  que  callaré  á  todo  el  mundo  nuestro  afecto. 

— ¿Lo  jura  usted? 

—¡Y  lo  rejuro! 

—Pues  sea;  accedo  porque  le  amo,  y  porque  gasta  usled  un  perfume  que  me  exta- 
sía... Pero,  ¡mucha  reserva!  ¿eh? 

—No  tenga  cuidado;  soy  un  pozo  profundo. 

Gracias  á  ia  reserva  jurada  cae  la  mujer. 

Más  como  los  reservados  no  abundan,  el  bello  sexo  anda  escamado,  como  es  muy 
justo,  porque  no  faltan  jóvenes  que  después  de  rendir  á  una  dama,  se  lo  cuentan  á 
todo  el  mundo  para  levantar  tempestades  de  envidia,  y  para  que  los  amigos  exclamen: 

—¡Qué  afortunado  eres!... 

— Sí;  ejerzo  cierto  dominio  sobre  las  mujeres... 

— ¿Conque  ahora  le  entiendes  con  la  de  Pelaez?...  ¡Buen  trucha  eslás...! 

— ¡Qué  le  voy  ú  hacer!...    Se  enamoró  de   mí   porque    soy  rubio  y  además  canto 
romanzas  de  amor. 
'  —¡Qué  feliz  eres! 

— Un  poco,  pero...   ¡por  Dios!  guardadme  el  secreto.  Que  no  se  entere  nadie. 

En  efecto.  A  los  dos  días  lo  saben  los  amigos  de  los  amigos  del  amigo,  y  las 
novias  ó  pretendidas  de  los  mismos. 

Decididamente,  para  esparcir  una  noticia  lo  mejor  es  comunicarla  al  primer  ami- 
go, suplicándole  que  guarde  el  secreto. 

A  los  dos  minutos  la  noticia  pertenece  al  dominio  público. 

Reservados  á  la  fuerza  no  faltan. 

Pero  son  reservados  escarmentados. 

Un  ejemplar  de  estos  es  Lúeas  Pérez,  conquistador  terrible,  enamorado  irresistible. 

Un  día  fué  invitado  á  un  sarao. 

Estaba  en  el  salón  de  fumar  rodeado  de  varios  amigos  y  narrando,  como  de  cos- 
tumbre, sus  infinitas  aventuras  amorosas. 

^¿Veis  aquella  rubia? 

—¿Aquella  alta? 

—Si;  ¿es  bonita,  eh? 

—Ya  10  creo...  ¡quién  pudiera! 

— Pues  no  falta  quien  haya  podido... 


h-^l-^'^'fX^fiLjA.-'^-  ^'il^í 


EL  CASCABEL 


539 


LA  PRIMERA  QUINCENA 


—Dolores,  me  has  hecho  amar 
del  matrimonio  los  lazos; 
tanto,  que  quiero  enfermar 
de  los  brazos,  para  estar 
con  dolores  ¿n  los  brazos. 


_-7"  ■-.  i.viet-ífe'¿!^i¿«¡¿t¿ 


'^H'Tr-^^'-'^i' 


540 


EL  GASCABBL 


¿V'  "4  .-, 


— Su  esposo,  naturalmente. 

— Y  aím,  alguien  que  no  lo  es. 

— ¿Acaso  tú...? 

— ¿Me  juráis  guardar  el  secreto? 

—¡Lo  juramos! 

-Pues  bi  'Ti;  aquella  rubia  y  yo  ardemos  y  nos... 

No  pudo  terminar. 

Un  señor  gordo  y  fuerte  le  apretó  el  cuello  con  tal  fuerza,. que  el  pobre  galón  sacó 
un  palmo  de  lengua. 

El  gordo  le  aplicó  el  cigarro  y  se  la  quemó,  diciendo  al  mismo  tiempo: 

— Esas  cosas  no  se  cuentan.  Y  menos  sin  saber  si  el  marido  estfi  cerca,  y  lo  oye 
todo. 

Desde  aquel  rfia,  el  conquistador  ha  aborrecido  el  tabaco. 

jAh!  Y  es  uño  de  los  pocos  reservados  de  veras,  que  hay  en  Buenos  Aires. 

Solo  qUe  como  la  aventura  conió,  por  falta  de  reserva  en  los  testigos,  las  mu- 
jeres no  le  hacen  caso. 

Ni  los  hombres  tampoco. 

jHuyamos,  pues,  de  los  hombres  reservados! 

Amen. 

Andi^és  Soler. 


EN  CASA  DE  LA  MODISTA 


— El  cuerpo  blanco,  le  sentará  á  V.  muy  bien. 
^Sí.  ¡Lástima  que  á  Emilio  le  suden  tanto 
las  manos!... 


UN  MINUTO 


Un  minuto  el  comerciante 
cual  oro  lo  considera; 
es  breve  para  el  amante 
y  eterno  para  el  que  espera. 
Para  el  condenado  á  muerte 
un  minuto,  es  cruel  yugo, 
dolor  inmenso;  más  fuerte 
que  el  que  le  cause  el  vM-dugo. 
Para  un  tahúr,  es  su  caja; 
para  el  bolsista  un  caudal; 
para  el  pobre  que  trabaja 
es  parte  de  su  jornal. 
Para  un  general,  un  grado; 


para  un  ratero,  un  reló; 
para  un  poeta,  un  pareado; 
para  el  qué  pretende,  un  nó. 
Yo  señores  no  discuto 
si  un  minuto  es  ó  no  breve; 
más,  ¡cuanto  vale  un  minuto 
en  el  siglo  diez  y  nueve! 

Federico  Astor 


DE  DOMINGO  A  D0MI.4G0 


NACIONAL.— Lo.s'  Amanten  de  Te- 
ruel^ la  ópera  nueva  que  con  tanto  interés 
esperaba  el  público  filarmónico,  se  habrá 
estrenado,  si  algún  nuevo  obstáculo  no  lo 
ha  impedido,  cuando  este  número  empeza- 
rá á  circular:  por  lo  tanto  dejaremos  para 
la  próxima  semana  los  juicios  que  nos 
sugiera  su  interpretación,  que  no  dudamos 
será  correcta,  dados  los  esfuerzos  que  i\a 
hecho  el  eminente  maestro  Sr.  Goula  para 
que  la  orquesta,  partes  y  coros  hagan  re- 
saltar las  muchas  bellezas  que  encierra  la 
magistral  ópera  del  maestro  Bretón. 

Lü  novedad  de  la  semana  la  constituye, 
para  el  Nacional^  el  debut  de  la  tiple  se- 
ñorita Huguet. 

Con  Lucia  se  presentó  al  público  la 
simpática  diva^  y  el  público   la   colmó  de 


í-.Tte5¿iX'*.I.9&,i¿.'í-¿l,Cc«/_  '..l., 


-:-■   ..-Í*.-l.>M  iííü£Íl!M^§^ 


EL  CASBABEL 


aplausos  justísimos,  especialmente  des- 
pués del  aria  del  tercer  acto,  que  la  cantó 
y  vocalizó  de  un  modo  admirable,  como 
pocas  veces  la  hemos  oido  cantar. 

Sonámbula,  Dinorah  y  Barbero  son 
obras  que,  dado  caso  que  las  cante  la  dis- 
tinguida artista,  le  han  de  valer  nuevas 
ovaciones.  Felicitamos  á  la  empresf»  por 
la  adquisición  que  ha  hecho,  y  felicitamos 
á  la  señorita  Huguet  por  sus  méritos  indis- 
cutibles. 

Los  ensayos  del  León  de  Venecta,  van 
adelante  y  todo  hace  esperar  que  esta  obra 
se  estrenará  á  principios  de  Septiembre. 


POLITEAMA. — Coa  buen  éxito  se  ha 
estrenado  la  compañía  de  baile,  llamando 
la  atención  del  público,  la  propiedad  con 
({ue  se  presentan  los  espectáculos.  El  cuer- 
po coreográfico  no  es  muy  numeroso,  peiO 
está  bien  preparado.  No  ha  de  faltar  públi- 
co numeroso  en  el  coliseo  de  la  calle  Co- 
rrientes. Con  la  compañía  de  baile  alterna 
una  de  verso  y  zarzuela  muy  aceptable. 


OURUBIA.— Comedía  síji  desenlace 
deD.  José  Echegaray.  Otra  prueba  del  ta- 
lento del  lecuniio  drauíalurgíj,  es  la  nueva 
obra  puesta  en  escena  por  la  compañía  del 
señor  (jalé.  Dicha  obra  no  hagustado  tanto 
como  otras  del  mismo  autor.  V]s  infeiior 
al  Crítico  Incipiente,  otra  del  mismo  gé- 
nero, que  siempre  se  oye  con  gusto,  y  que 
ahora  pueden  saborear  ios  que  quieran 
pasar  un  buen  rato,  y  los  que  recuerden 
los  aplausos  que  alcanzaron  en  otras  tem- 
poradas, el  Sr.  Galé  y  sus  compañeros, 
aplausos  que  se  han  reanudado,  como  era 
de  esperar. 


COMEDIA.— Solo  una  cosa  diremos  al 
ocuparnos  de  este  favorecido  teatro. 

¿Quieren  Vdes.  reírse  de  veras? 

¿Si? 

Pues  vayan  .í  ver  Laticeros  y  quedarán 
Vdes.  complacidos.  ¡Cámara!...  qué  asis- 
tente hace  Juárez! 


ALHAMBRA.  —La  Boda  del  Cojo  si- 
gue proporcionando  buenas  entradas  al  ex- 
céntrico teatro  déla  calle  Cerrito. 

Pronto  se  estrenará  la  revista  El  año  92^ 
obra  que  será  presentada  con  todo  el  apa- 
rato correspondiente. 


PASVTIEMPO.- [Lástima  de  local! 

La  compañía  de  Parenli  colocada  en  otro 
teatro,  tendría  indudablemente  la  concu- 
rrencia <iuese  merece.  Y  a  fé  que  se  com- 
prende, pues  Parenti  es  un  buen  artista, 
natural  en  escena,  gracioso  ó  patético,  se- 
gún convenga;  pero  que  siempre  está  en 
carácter.  Se  halla  bien  secundado  por  los 
demás  artistas,  y  entre  estos  y  aquél,  lo- 
gran que  uno  se  olvide  de  las  malas  condi- 
ciones del  local,  niitad  teatro,  midad  pica- 
dero. 


Varias  veces  nos  hemos  (juejado  del  abu- 
so que  cometen  cierlos  diarios  y  periódicos 
que,  sin  eserúpulos  ni  reparos,  se  apoderan 
de  un  articulo  nuestro,  u  de  una  poesía 
nuestra  también,  y  la  inserían  sin  tomarse 
la  molestia  de  decir  ((ue  la  composición  es 
copiada  de  El  Cascabel, 

Una  transcripción  se  agradece  siempre, 
sobre  todo  cuando  no  reviste  los  caracteres 
de  un  despojo. 

Concretanilo  el  caso.  Tribuna,  diario 
de  la  tarde,  dirigidoc  por  un  joven  y  distin- 
guido literato,  el  señor  Mariano  de  Vedia 
[Juan  Caticio)  siempre  ha  tenido  frases  ga- 
lantes para  nosotros,  y  en  una  ocasión  copió 
íntegro  un  artículo,  una  anécdota  de  la  vi- 
da de  D.  Benito  Pérez  Galdós,  y  aunque  no 
dijo:  «este  artículo  h)  tomamos  de  El  Cas- 
cabel», túvola  atención  de  firmarlo  con  las 
iniciales  de  su  autor.  Menos  mal. 


Pero,  ahora  viene  lo  bueno:  un  día,  el  13 
de  Agosto,  aparece  en  Tribuna  un  artícu- 
lo original  de  P.  Cuello,  y  titulado  Poetas 
Fúnebres,  publicado  por  su  autor  en  El 
Cascabel  n".  18,  fecha  14  de  Mayo,  artículo 
humorístico,  con  ribetes  de  satírico,  y  ori- 
ginal, absolutamente  original. 

A  Tribuna  le  habrá  parecido  lo  contra- 
rio. Tal  vez  estar  i  segura  de  que  el  señor 
P.  Cuello  (P.  Cuelío  es  pseudónimo)  es 
un  plagiario  que  se  entretiene  en  mandar 
artículos  robados,  á  El  Cascabel. 

Y  decimos  y  afirmamos  que  Tribuna 
lo  creerá  así,  por  cuanto  al  pié  del  artículo 
que  reproduce,  sin  nuestro  permiso,  pone 


:^,jiS>^,ii.c.í  - 


5^ 


£L«  C^8C4BEL 

■  ••■'■-■  ■"'■  ■■ 


una  firma  conocidísima:  la  de  Luis.  Ta- 
boada,  escritor  festivo  español,  que,  gra- 
cias á  las  tigeras  que  se  usan  en  Buenos 
Aires,  colabora  en  casi  todos  los  diarios.... 
sin  cobrar  emolumentes. 


El  señor  P.  Cuello^  al  leer  su  articulo, 
y  al  leer  al  pié  del  mismo  la  popular  firma 
del  festivo  escritor  Luis  Tabeada,  se  rubo- 
rizó, porque  nunca  creyó  que  mortal  algu- 
no considerase  que  sus  artículos  eran  dig- 
nos de  ser  firmados  por  el  más  festivo  de 
los  escritores  contemporáneos 

Pero  repuesto,  consideró  que  tal  vez 
Tribuna  obraba  de  mala  te.  y  quería  de- 
nunciar un  robo 

¿Un  robo?  •; 

El  Cascabel  no  roba  nada.  Todo  su  ma- 
terial es  criginal.  Cuenta  con  elementos, 
pocos  tai  vez,  pero  esos  elementos  ni  co- 
pian ni  plagian. 

De  modo  que,  en  vista  de  que  Tribuna 
copia  un  articulo  de  El  Cascabel,  sin  au- 
torización: y  en  vista  de  que  firma  dicho 
articulo  con  un  nombre  y  apellido  que  no 
son  los  de  su  legitimo  autor  y  propietario: 
y  finalmente,  pudiendo  dicho  cambio  de 
firma  hacer  creer  á  los  lectores  del  perió- 
dico, que  este  vive  de  los  productos  intelec- 
tuales de  autores  que  no  autorizan  la  re- 
producción ilegal  de  sus  obras,  y  que  en 
consecuencia  El  Cascabel  se  escribe  con 
ligera,  hemos  celebrado  una  entrevista  con 


el  Dr.  Carlos  Navarro  Lamarca,  quien 
desde  ahora  se  encarga  de  pedir  reparación 
á  Tribuna^  con  el  código  en  la  mano. 

Tienen,  pues,  la  palabra  el  Dr.  Navarro 
Lamarca,  y  ¡as  leyes. 

Esperamos  el  fallo. 


/•;.  P.— Es  un  asunto  gastado. 

Luis  tie  V.— No  es  piiblicable. 

2'e/í /dn.— ;Es  tan  viejo  eso  de  hablar  mal  de  las 
suegras! 

Clarín.— Lo  mismo  que  escribir  mal. 

F.  F  —Pero,  ¡señor  mío!  El  Huérfano  es  una 
composición  antiquísima  y  conocidísima. 

/.  .4.    Aprovecharé  alffo.  Mande  la  lirraa. 

Pi/'-Pa/'.—Si,  señor,  sirve.  Mande  la  firma,  y  si  es 
usted  el  r  b".  A.  le  ruego  que  emplee  siempre  el 
mismo  pseudónimo. 

Cürratero.-Un>  cosa  es  matar  reses  y  otra  cosa 
hacer  sonetos.  Y  Vd.  hará  bien  lo  primero;  pero  lo 
segundo,  no. 

L.  A .  C— Las  asonancias  son  moneda  corriente 
para  Vd.,  pero  para  el  periódico  no  convienen. 

/•>/?oZ.— Alumbra  Vd.  muy  poco. 

Pielro  M.  Se  conoce  que  es  ti'aducción...  y  tra- 
ducción mala  por  cierto. 

A'y?¿/.v.— Es  tan  corto...  ¿Por  qué  no  se  corre  Vd. 
un  poco  mas? 

T.  Düt/  fflu.írt/vo^.— Aprovecharé  uno. 

Sí'í-a/m. —;Es  muy  malín! 

L.  M.  de  .V.— Bueno:  pero  álos  lectoi'es  no  les  in- 
teresarla poco  ni  mucho. 

NOTA.— Quedan  una  porción  de  cartas  sin  contes- 
tación, ipor  que...  es  tan  pequeñin  el  periódico!... 
¡y  es  tanta  la  correspondencia!... 


EL  CASCABEL 

SEMANAHIO  FKSTIVÜ  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


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CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50' 

Provincias:    Los    señores    Corre>ponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »    0.10 

»         atrasado »   0.15 


SE   DESEAN    AGENTES   Y    COllRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

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eslablecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriornnente  de  D.  Oiiillermo  M.  OainweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
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— ¿CüiKiue  os  he  parecido  leo?...  Bueno,  pues? 
Voy  á  ],i  Fo.'ofjra  ■  ¿(I  Universal  (Santa  Fé, 
lS-2o)  porque  allí  hermosean  á  cuahiuiera.  Y 
despuf'-s..,  ¡veremos! 

CENThO  Oh  SUSCRIPCIÓN 

21G4— CHILE— 2164 

SE  RECIBEN  SEMANARIOS  ESPAÑOLES 

Madrid  Cómico. 
Blanco  y  Negro. 

El  Cascabel  (de  Madrid.) 
Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómica. 
El  Iir;parcial. 
La  Saeta. 

La  Lidia. 
101  Liberal. 
El  mundo  femenino. 
La  Mosca  blanca. 
La  Campana  de  Gracia. 
La  Esquclla  de  la  Torratxa. 

De  venta  en  los  principales  kios- 
kos  de  Buenos  Aires. 

Para  suscripciones:  CHILE,  2164 


Imp.  CUÜRRIER  DE  LA  PLATA,  Sección  de  Obns,  á  car;o  de  R.  Puig 


sá^; 


.  :¿  j.-f^dÁk.ÍS^k^ 


Aftó  I        BnenoB  Aires,  Agosto  31  de  1892       Núm.  35 


uíili"iiij  i'  X *,'„'""''  ^'^«iwS^S'.'Miiiii'iiiiwSiiiiii'iiiiiiiiiii  '■  iiiiiiim<j¡Hpiii|>u[ifiiíMl,iwiiiiiUii^''*^SiniiñF^^""'"T;!;''^ 


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-j-ji-ir 


Nitor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


Mmm  y  ÁdiniuistracioD:  ALSIiNA  939  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad...    .^  '  '^elnúmeiv 
Número  atrasado. .. .     »  M5        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C> 


SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 


I 


Director:  ENRIQUE  COLL 


ENCARNACIÓN   CERVANTES 


Una  artista  encantadora, 
la  que  quisiera  el  más  zote 
como  colaboradora 
para  hacer  otro  Quijote. 


.msiíxis^  jfi^fjv. 


::-3:^Á' 


546 


'"^^ 


EL  .QAaCABEL 


•.V 


STAMOS  preocupados 
con  lo  de  Pata-San 
ta,  lo  del  conde  su- 
gestionado r,  la  re- 
nuncia de  Pellegrini, 
la  pe  re  gri  nación  á 
Roma  y  una  porción 
de  cosas  interesantes 
por  demás. 
Especialmente  la 
bromai  del  conde  italiano  ha  llamado  po- 
derosamente la  atención,  y  la  sugestión  é 
hipnotismo  han  vuelto  á  ponerse  sobre  el 
tap-^te  y  han  sido  discutidos  cort  calor. 
Naturalníéiite  se  exagera  mucho. 
Y.  ahora  nos  esplicamos  muchas  cosas 
que  antes  de  conocer  el  poder  de  la  suges- 
tión ignorábamos  completamente. 

Los  que  tienen  poder  magnét'co  son  te- 
mibles^ porque  les  basta  acercarse  á  un 
ciudadano  de  temperamento  nervioso  y 
mandarle  una  barbaridad  cualquiera  para 
que  la  haga  al  punto. 

Por  ejempl©:  manda  el  magnetizador. 
— Vaya  V.  á  dar  un   beso   ai  hombre 
más  guapo  del  país. 

Y  uno  vá,  sin  saber  lo  que  hace,  obede- 
ciendocomo  un  autómata;  llega  al  Con- 
greso, entra  á  la  sala  de  espectáculos  y 
di  un  casto  ósculo  en  la  mejilla  izquierda, 
al  Dr.  Lastra. 

O  bien,  otro  ejemplo: 
—  ¡Señáleme  V.  un  zapallo! 
Al  punto  se  pone  uno  en    movimiento  y 
se  vá  derecho  al    crítico   musical    de  La 
Prensa. 

Por  supuesto  que  no   estando  sugestio- 
nado no  iría,  pero  desde  que  no  tiene   vo- 
luntad propia  comete  los    mayores   dispa- 
rates del  mundo,  con  la  mejor  intención. 
La  Prensa  se  ha  ocupado   extensamen- 


te del  célebre  conde,  que  por  poco  vuelv», 
locos  á  todos  tos  miembros  de  una  familia; 

Pero  ahora  se  conocerá  otio  proceso 
ruidoso. 

Mucho  más  ruidoso. 

Debido  todo  á  que  un  víciimo  del  hipno- 
tismo se  ha  podido  convencer  de  que  era 
explotado  por  una  señora  que  cede  habi- 
taciones y  dá  de  comer  á  unos  cuantos 
huéspedes. 

El  otro  día  me-nefirióel  caso. 

— ¿SabeV.  lo  que  me  pasa? 

— ¿Por  dónde? 

— Lo  que  me  ocurre,  quiero  decir. 

— No  señor. 

— Pues  estoy  decidido  á  armar  ruido. 

— Vaya  con  cuidado,  que  la  Policía   no 

duerme. 

— Pero  dormíamos  nosotros. 

— ¿Ustedes? 

— Sí;  los  inquilinos  de  misia  Mónica. 

— ¡Qué  me  cuenta! 

—  Misia  Mónica  tiene  inmenso  poder 
magnético  y  nos  subyugó  á  todos.  Asi  es 
que  andábamos  por  la  casa  como  fantas- 
mas, sin  voluntad,  y  sin  fuerzas  para  pro- 
testar. 

— No  entiendo 

— Un  día  hablando  de  experimentos,  la 
patrona  nos  dirigió  una  mala  mirada  y 
unos  pases  y  se  quedó  con  nosotros. 

—  Querría  asegurarla  clientela. 

— Verá  V.  Como  su  voluntad  era  la 
nuestra,  abusaba  de  un  modo  escandaloso. 
En  vez  de  café  nos  dab;»  agua  con  gotas 
de  Nubian . 

—Y  VV?...... 

— Lo  encontrábamos  delicioso.  A  labo- 
ra del  almuerzo  nos  daba  pan  con  aceite 
y  exclamaba: 

—Comed  ese  pavo,  hijos  mios,  y  cuida- 
do con  los  huesos. 

Nosotros  comiamos  en  silencio  el  pan, 
que  nos  parecía  pavo  relleno,  y  la  ilusión 
era  tan  perfecta  que  un  tal  López,  hués- 
ped, y  cesante  de  Aduanas,  por  poco  se 
atraganta. 

Después  del  pavo  nos  daba  un  plato  de 
arena  gruesa. 

— ¡Comed  arroz! — decía. 

Y  nosotros  comíamos  con  fruición  y 
pedíamos  repetición,  quedándonos  admira- 
dos de  la  bondad  de  la  patrona. 


;.;3s^iáSiS»<jiafiíift^¿fet'>aÍt 'xít.-.  .F' .^.- 


-..^J- 


:iMj^mi& 


?^^^^é^^p-w 


EL  CA8BABEL 


54^ 


— ¡Parece  mentira! 

—Pues^es  cierto.  ¡Ahí...  usted  ignora 
loque  hace  uno  cuando  se  encuentra  des- 
pojado de  la  voluntad.  Si  llega  á  vivir  con 
nosotros,  hace  V.  lo  mismo. 

Por  fin,  misia  Mónica,  comprendiendo 
que  haría  de  nosotros  lo  que  la  diese  la 
gana,  tuvo  una  ocurrencia. 

—¿Otra? 

—Si.  Después  de  cobrar  nuestras  pen- 
siones, nos  quiso  sugestionar  la  idea  de 
que  no  le  habiamos  pagado  nada,  y  la  muy 
tuna  nos  presentó  nuevamente  la  cuenta. 

Por  lo  visto  el  dinero  no  se  deja  suges- 
tionar cuando  no  existe,  especialmente. 
Asi  es  que  emp*ízamos  á  coordinar  ideas  y 
nos  convencimos  deque  éramos  victimas 
de  una  infame  manipulación. 
¡Y  tan  infame! 

—  Ello  es  que  le  dimos  la  gran  tunda  á 
misia  Mónica,  y  después  de  desarenar 
nuestros  estóm  gos,  volvimos  á  la  vida 
real,  y  dueños  .ya  dé  nuestra  voluntad,  va- 
mos á  armar  un  bochinche  mayúsculo, 
después  de  acompañar  á  la  Recoleta  á  un 
infeliz  compañero  que  sugestionado  por  la 
patrona  se  comió  unas  docenas  de  clavos 
de  seis  pulgadas  creyendo  que  comía  espá- 
rragos. Claro  que  el  pobre  hombre  quedó 
clavado  y  murió  sembrando  de  puntas  de 
París  toda  la  habitación. 

— Nada,  nada:  duro  y  ¡á  la  cárcel  misia 
Mónica! 

Ello  es  que  no  nos  llega  la  camiseta  al 
cuerpo. 

Y  que  conviene  tomar  medidas  contra 
los  que  de  una  rama  importante  de  la 
ciencia  hacen  una  profesión  temible  por 
sus  consecuencias. 

¡Dios  mió! 

¿Me  habrásugestionadoesta  CharlaLuie 
Taboada? 

Callo,  porque  no  quiero  parodiar  á  aquel 
personaje  de  una  obra  teatral,  que  dice: 
¿Hablaba  V.  de  mi  pleito?... 

...Aquí  traigo  los  papeles!... 

Ahora  los  mios  los  tiene  el  Dr.  Tedin. 

Asi  es  que,  repito: 

Callo. 

--^T^^- 


Luz,  su  carta  he  recibido,        •    : 
y  mucho  me  ha  sorprendido 
lo  que  en  ella  dice  usté. 
No  sé  lo  que  usté  ha  querido   '   ■'' 
decirme,  Luz,  no  lo  sé. 

Que  su  novio  es  un  farsante, 
y  que  tiene  relaciones 
con  cuatro  á  la  vez,  (¡tunante!) 
y  que  asciende  á  comandante 
después  de  las  vacaciones. 

Que  le  dijo  a  su  mamá 
que  pronto  se  casará, 
y  pasa  un  mes,  y  otro  pasa, 
y,  Luz  usté  no  se  casa 
con  él,  (ni  se  casará) . 

Que  le  regaló  usté  pelo, 
y  él,  en  cambio,  un  abanico 
de  raso  y  seda  azul  cielo, 
y  (jue  el  pelo  era  un  camelo 
y  el  abanico  era  un  mico. 

Que  una  noche  en  el  balcón 
usté  le  llamó  ¡ventura! 
.y  él  la  llamó  ¡corazónJ 
puesto  de  pió  en  el  cajón 
donde  vierten  la  basura. 

Que  luego  vino  el  sereno 
y  que  su  novio  se  fué, 
y  que  usté  le  creyó  bueno, 
y  despidió  usté  á  Jimeno 
que  iba  á  casar  con  usté. 

Que  Jimeno  se  enfadó 
y  no  ha  vuelto  todavía. 
y  que  usté  se  lo  contó 
al  capitán,  que  exclamó: 
— Cuénteselo  usté  á  su  tía. 

Que  le  dio  á    usté  un  accidente 
y  se  alborotó  la  gente, 
y  llamó  usté  la  atención, 
y  que  se  hizo  usté  un  chichón 
como  un  melón,  en  la  frente. 

Que  se  dá  usté  á  Barrabás 
cada  vez  que  piensa  en  él, 
y  que  le  quiere  usté  más, 
y  (|ue  le  ha  visto  detrás 
de  su  vecina  Isabel. 

Que  una  tisis  va  á  pescar 
según  el  doctor  Cascante, 
y  que  va  usté  á  galqpar,       ♦ 
pues  es  tisis  galopante, 
Luz,  la  que  Ja  ha  de  matar. 

Luz,  de  todo,  en  un  momento, 
con  pena,  angustia,  tormento 
y  hasta  llanto,  me  enter.^; 
pero,  aunque  mucho  lo  siento, 
¿á  mi,  qué  me  cuenta  usle? 

A.  Diaz  de  la  Quintana. 
(Ximeoo  Ximenez) . 


^s,iüüSL^^aí£Siaytí¿^.^ 


-•-ív?e«7P' --' 


Els  OASeABEL 


POR  CORREO 

Señora  doña  Torcuata 
Cascarillas  y  Danzón: 
Tengo  la  satisfacción 
de  contestar  á  su  grata 
de  fecha  seis,  y  la  digo, 
por  mucho  que  á  usted  le  pese, 
que,  francamente;  no  es  ese 
el  ideal  que  persigo. 
Me  dice  usted  que  me  adora; 
(veo  que  no  es  usted  corta) 
pero  eso  á  mí  no  me  importa 
ni  tres  cominos,  señora. 
Equivocada  sin  duda 
su  retrato  me  mandó, 
¿usted  no  sabe  que  yo 
tengo  novia,  y  macanuda? 
No  es  tan  fea  como  usté, 
que  es  muy  guapa,  si  señora, 
y  además  ella  me  adora 
y  yo  también,  ¡ya  se  vé! 
Es  franca,  lo  certifico, 
y  de  oro  su  corazón, 
y  no  es  su  boca  un  buzón 
2ual  la  de  usted...  ¡Eh!  ¿Me  esplico?. 
Ella  es  mi  ángel,  mi  guia, 
su  primer  amor  soy  yo, 
y  en  cambio  usted,  adoró 
según  supe  por  su  tia, 
á  todo  el  correo  en  masa: 
á  un  buzonista,  á  un  cartero... 
en  fin,  hasta  á  un  balijero; 
y  eso  de  la  raya  pasa. 
Y  Jes  claro,  con  tanto  amor 
su  alma  está  ya  obliterada, 
y  usted,  que  aún  no  está  cansada, 
busca  un  clasificador. 
Según  se  vé,  es  natural 
que  trata  usté  de  ascender, 
y  en  su  lista  quiere  ver 
figurar  á  un  oficial, 
luego  á  un  jefe  de  oficina, 
y  por  ese  escalafón 
hasta  á  un  jefe  de  sección, 
fácilmente  se  adivina. 
Más  no  ande  usted  rezagada, 
qu3  á  mis  colegas  diré 
quién  es,  y  ya  verá  usté 
como  sevk  rechazada . 
Como  yo  no  quiero  guasa, 
iré  luego,  ú  otro  día, 
á  suplicar  á  su  tía 
ponga  á  sus  caprichos  tasa. 
No  gaste  ustf  en  estampillas, 
ni  en  mandarme  por  expreso 
sus  cartas,  puesto  que  eso 
me  saca  de  mis  casillas. 
Déjesft.pues  de  escribir, 
pues  si  ipiie  llego  á  enfadar 
la  voy  á  inutilizar; 
conque  señora,  á  vivir. 
Busque  usted  doña  Torcuata 
en  otra  repartición 


á  quien  dar  sú  corazón, 
y  no  me  dé  más  la  lata. 
Nosotros  los  de  correos 
tenemos  gustos  mejores, 
y  no  admitimos  las  flores 
dichas  por  labios  tan  feos. 
Así  pues, 'no  escriba  más 
aunque  al  hacerlo  se  aflija; 
sino,  arreglo  la  balija 
y  me  marcho.  Es  por  demás. 
Señora,  besa  sus  pies 
y  le  pide,  por  favor, 
que  no  le  hable  más  de  amor; 
su  servidor— Ztíí's  Moisés. 


Juan  J.  Bernal. 


SERYIR_A_  USTED 

Yo  no  me  esplico  las  mil  sandeces 
que  muchas  gentes  dan  en  decir, 
y  con  franqueza,  digo  que  á  veces 
sin  fingimiento  me  echo  á  reír. 
No  es  que  me  precie  de  literato, 
sé  que  en  mis  dias  no  lo  seré; 
más  me  sorprende  que  á  cada  rato 
díganme  todos:  servir  á  usté. 
Salgo  á  la  calle,  voy  á  un  asunto 
y  un  conocido  pasa  y  me  vé, 
corre  á  mi  encuentro  diciendo  al  punto 
con  tono  afable:  servi»-  á  usté. 
Dan  mis  amigos  en  exigirme 
que  los  visite,  más  ya  observé 
siempre  al  hacerlo,  que  al  despedirme 
me  dicen  todos:  servir  á  usté. 
Callan  el  para  ó  el  servidor, 
por  qué  motivos,  yo  no  lo  sé; 
más  tanto  el  niño  como  el  señor 
dicen  al  verme:  servir  á  usté. 
Tal  mutetilla  no  me  la  esplico, 
mas  corregirla  yo  no  podré; 
hago  estos  versos  y  los  rubrico, 
y  hasta  la  vista:  servir  d  usté. 

Federico  Astor 
LOS   POSTERGADOS 


¡Carambas!  por  más  que  me  desvivo  por  lo- 
grarlo, el  de  la  Vida  Social  no  me  retrata. 
Ya  no  hay  justicia  en  la  tierra! 


?w^ 


EL  CASCABEL 


^^49 


AMOR  DE  ESPOSO 


Don  Justo,  aburrido  un  día 
con  Antonia  se  casó, 
aunque  en  su  unión  solo  vio 
razones  de  economía. 
Don  Justo  era  un  hombre  raro, 
de  aspecto  frío  y  severo; 
en  su  c«mercio,  usurero, 
en  su  condición,  avaro; 
y  Antonia  vio  con  dolor 
de  aquél  hombre  la  codicia, 
puesto  que  con  su  avaricia 
era  avaro  hasta  en  amor. 
La  pobre  del  sentimiento 
se  murió,  no  sé  de  qué; 
aunque  hay  quien  dice  que  fué 
por  la  falta  de  alimento. 
Don  Justo  vertió  un  raudal 
de  llanto,  porque  decía, 
que  en  el  corazón  sentía... 
el  gasto  del  funeral; 
y  ya,  pagado  el  tributo 
al  recuerdo  de  su  esposa, 
le  martirizó  una  cosa: 
lo  de  vestirse  de  luto. 
Arregló  al  fin  tal  cuestión 
sin  gastar,  el    usurero, 
porque  el  luto  verdadero 
se  lleva  en  el  corazón. 

Descuidado,  sucio  y  serio, 
al  avaro  se  veía, 
dirigirse  cada  día 
camino  del  cementerio. 
Allí,  bajo  humilde  losa, 
de  una  verja  rodeada, 


había  sido  enterrada 
Antonia,  la  pobre  esposa. 
En  honda  meditación, 
don  Justo  estaba  un  momento 
como  si. el  rem»rdimiento 
le  oprimiese  el  corazón. 

Y  allí  después,  de  rodillas, 
toda  la  tierra  limpiaba, 

y  con  cuidado  plantaba 
diversidad  de  semillas. 
Observando  al  usurero, 
que  se  hallaba  entretenido, 
lo  que  hacía,  conmovido, 
miraba  el  sepulturero. 

Y  pensaba  así: 

—¡Qué  amor 
más  grande  por  su  mujer! 
Será,  de«pués  de  nacer, 
un  recuerdo  cada  flor. 

III 

Siempre  á  su  tarea  fiel, 
el  avaro  cada  día 
sin  olvidarse  venía 
hasta  el  jardiníUo  aquel... 

Y  ansiando  admirar  las  flores 
que  plantara  el  usurero, 
esperó  el  sepulturero 

la  estación  de  los  amores. 
La  codiciada  estación 
nació  entre  aromas  mecida, 
y  llegó  un  soplo  de  vida 
á  la  fúnebre  mansión. 
Hubo  entre  las  tumbas  flores, 
y  don  Justo  recogió... 
la  cosecha  que  plantó 
de  papas  y  coliflores. 

Luis  Garda. 


DOCE  RETRATOS  CUATRO  PESOS 


— Con  permiso... 
—¿Como  los  quiere  V.? 


Quí  es,  si  señor:  pase  V. 

—¿Está  el  retratista? 

—Si  señor;  tenga  V.  la  bondad  de  esperar  un  momento. 
Siéntese  V. 

—No  puedo. 

—¿No  puede  V.  sentarse?  ¡Ah!  vamos,  será  algún  grano... 

—No  señor;  soy  Pepe  Guayabin.  y  no  quiero  que  me  vean  en 
esta  casa. 

— Aqui  está  el  retratista.  Pase  V. 


'l^rTliiT  All 'I -¿tt 


StftiiáíseÉkyiiíiiríi^- j&í,  ■  ¿"iu 


¿i...^'^- 'i 


^¿M 


■ÍV«-S'-- 


^  EL  CASCABEL 


— De  á  cuatro  la  docena. 

— Bueno:  ¿quiere  busto...?  ¿cuerpo  entero? 

— Me  es  igual;  pero  le  suplico  que  me  saque  V.  la  cara  dé  modo  que  no  se  me 
conozca. 

—¿Que  no  se  le  conozca? 

— Sí,  señor;  potque  he  de  regalar  mi  retrato  á  una  señora  casada,  aunque  gorda, 
y  no  quiero  que  el  marido  pueda  atrapar  un  dia  mi  fotografía... 

— El  caso  es  grave. 

— Agrándeme  V.  los  ojos  y  ciérreme  más  la  boca... 

—Tal  vez  un  bigote  postizo... 

— ¡Cabal!  Póngame  V.  bigote  y  peíneme  hacia  arriba...  ¡Ahí  y  hágame  un  lunar 
aquí,  al  lado  del  ojo...  ¡Ah!  y  el  bigote  bien  afilado,  ¿eh? 

— Pero  señor  mió:  ¿se  figura  V.  que  soy  peluquero? 

— Hágalo  V.  por  mi,  y  por  ella  que  quiere  mi  retrato. 

— Pero  si  V.  no  tiene  lunares,  ni  bigote... 

— Hágamelos  crecer  V.,  y  cuente  con  el  agradecimiento  de  dos  tórtolos. 

— Bueno;  coloqúese  V. 

—¿De  perfil? 

— Como  guste. 


— ¡Ahí...  Que  no  se  me  conozca  el  acento  ¡por  Dios! 

-  ¿El  acento? 

—Sí. 

— ¿Cuál,  el  circunflejo? 

— No:  ei  cordobés. 


— Pasen  ustedes. .. 

— Entra  Anita  mía:  no  tengas  vergüenza. 

-¿Yo...? 

— ¿Quieren  hacer  un  grupo,  eh? 

— Sí,  señor;  como  nos  hemos  casado  ayer,  aunque  me  esté  mal  el  decirlo,  quiero 
que  nos  retrate  juntos,  porque  el  tiempo  pasa,  y  dentro  de  veinte  años  será  un  con- 
suelo para  mí,  ver  la  cara  que  teníamos  el  día  después  de  la... 

— Calla  Lesmes... 

— ¿Cómo  se  van  á  colocar? 

—Muy  cerca  uno  del  otro.  Yo  le  pasaré  la  mano  por  la  cintura  y  la  miraré  de 
reojo;  y  ella  apoyará  la  cabeza  en  mi  hombro  como  diciendo:  ¡Este  es  mi  sosten! 

— ¡Bravo! 

— No  estará  de  más  que  ponga  V.  un  telón  de  jardín  con  un  Cupido  de  yeso  que 
me  eslé  apuntando  con  la  flecha. 

— Se  pondrá. 

— Y  tú,  Anita,  pon  los  ojos  en  blanco  y  cierra  la  boca,  para  que  no  se  vea  aquel 
claro  que  en  ella  dejó  aquel  diente  prófugo. 

— Estense  ustedes  quietos. 

— Ya  haremos  lo  posible,  aunque  es  difícil,  porque  como  soy  tan  nervioso  y  esta 
me  hace  cosquillas  con  los  cabellos... 

—  Pues  aguántese  V.l 

—  Ah!...  Oiga  V.  señor  retratista.  Procure  que  en  mi  cara  se  conozca  que  estoy 
casado...  ¿Como  coloco  la  cabeza? 

—Por  añora  como  quiera.  .Pase  V.  dentro  de  cuatro  años  y  ya  hablaremos.  (Demo- 
nio, y  qué  pesados  son  estos  recien  casados).  Una...  dos...  tres...  ya  están   ustedes. 


— Cuidado  niños...  por  aquí...  por  aquí...  buenas  tardes...  entra  mujer,  no  tropie- 
■  ees...  niña  no  le  atontes...  ¿y  la  nodriza?...  ¡Ah!...    Pase  V.  Dominga...  ¡entra  Lui- 
sín!...  Cuidadito  con  llorar...  que  entre  el  perro...  ven  pichin,  pichin...  quieto... 
¿ya  estarnos  todos?  Uno,  dos...  cuatro...  siete...  nueve...  justo...  ¡cuando  V.  guste, 
señor  fotógrafo! 

—¿Un  grupo? 

—  Sí,  señor.  Quiero  retratarme  rodeado  de  la  prole,  la  mujer,  el  ama,  y  el  perro, 
todos  servidores  de  V. 

—Gracias. 

— La  señora  en  el  centro. 

— Nó,  esto  á  tí  te  corresponde. 

—¡Calla  mujer!...  Yo  me  pongo  al  lado  de  la  nodriza,  junto  á  Rafaelín. 

— ¡Huml 

—Las  niñas  en  el  suelo.  Los  niños  á  tu  lado.  Pon  la  mano  en  el  hombro  de  Pe- 
rico, y  si  llora,  le  tiras  de  las  orejas. 
— ujué  telón  pondremos? 
—El  mar. 


EL  CASCABEL 


531 


—Bueno. 

— Si,  sobretodo  que  sea  bueno,  porque  el  oleaje  me  ínarea. 

—Perfectamente.  ¿Y  el  perro? 

— Aquí  en  mi  falda. 

—Bien  mujer,  pon  lelo   en  la  falda,  pero  aguintale  el  rabo,  porque  ya  sabes  «jue 
pichin  es  muy  desvergonzado. 

— Pobrecito,  ¡no  le  insultes! 

—Coloqúense  ustedes. 

— ¡Ah...  Agapilo  cuidado!...  Y  V.  Dominga,  no  se  arrime  mucho  al  pntrón  porque 
el  niño. .. 

— ¡Adiós,  ya  llora! 

— Déle  teta. 

— Bien  pensado  y  ¡que  se  vea! 

—¡Apártate  Agapito!...  Dominga,  no  le  dé  V.  el  pecho... 

— ¡Pero  mujer...  Yo... 

—Señora. 

—Mamá. 

—¿Qué  hay  Emilito? 

-Tengo  ganas... 

— ¡Quietos!...  ¡Quietos  todos!...  A  una...  dos...  tres...  ¡ya  están! 

—¡Gracias  á  Dios! 

— ¿Pero  quÁ  es  eso? 

-¿Qué? 
¡Eso  de  la  alfombra!... 

—Perdone,  señor  retratista,  es  que  Emilito... 

— ¡Ah!...  ¡Que  no  salga  en  el  retrato! 

— Nó:  no  saldrá.  Pero  tampoco  saldrá  de  la  alfombra,  que  es  peor. 

—Ya  sabe  V.  que  quien  con  chiquillos... 

— Si.  si... 

—Adiós  y  V.  perdone.  ¡Balallón!  ¡¡Mar...!! 


—Servidor... 

—Pase  V... 

— ¿Una  docena? 

-Si. 

— ¿Cómo  los  quiere? 

— Me  es  igual. 

—Siéntese  V.... 

—Gracias. 

— ¡Quieto!  Una...  dos...  tres...  ¡ya  está! 

—Y  diga  V ¿me  he  estado  quieto? 

— Si,  señor. 

— ¿Saldrá  bien? 

— Si,  señor. 

—¿Y  se  me  conocerá  que  soy  socio  del  Ateneo? 

— ¡Ah!...  ¡No  señor! 

—Entonces  no  le  pago. 


Andrés  Solé?". 


TÜCUMAMJLí 


LA  RUBOROSA 

Cuando  robarle  un  beso  yo  quería, 
con  desdén  me  miraba 
y  el  rubor  sus  mejillas  encendía; 
más,  una  noche  que  atisbando  estaba 
la  tibia  alcoba  que  á  mis  oj«s  roba 
su  expléndida  belleza, 
vi  salir  con  presteza 

un  hombrecillo  audaz  de  aquella  alcoba, 
y...  ocultarse  con  ella  en  otra  pieza... 


DESPREOCUPADA 

Díjele  en  el  baile  á  Juan 
—¿Te  gusta  aquella  muchacha? 
Me  parece  vivaracha... 
y  me  repuso  el  truán: 
—¡Que  ha  de  ser!  Es  un  caribe, 
y  pava,  y  llena  de  engaños, 
pues  hace  más  de  tres  años 
que  la  amo  y...  no  se  apercibe. 

•  * 

NO  MINTIÓ 

—Toma  esa  flor,  tan  pura  como  bella- 
me  dijo,  al  declararle  mi  pasión — 
símbolo  de  mi  fé,  querido,  es  ella 
cual  su  aroma,  mi  amor. 


^i^ 


V  «f "síi»  <r;  '"-ijr^s? 


-JT  --Tv-T^'^'i-'.'^ 


S5g 


:#■: 


EL  12  DE  OCTUBRE 


Uno  que  lo  espera  para  bajar 


Otro  que  lo  espera  para  subir. 


Este  lo  espera  temblando  por  los  sonetos 
que  le  dispararán. 


Y  este  para  machacarnos  con  un 
poetna  á  Colón  y  á  la  Guayaba. 


^É¿Á.ku^. 


A  Aütjííitói 


ÉL    CJkSGáJBEL 


5&ar 


VARIEDADES 


Parece   que  Sáenz   Peña   tropieza    con 
dificultades  para  formar  ministerio... 
,  — (Si  se  acordase  de  mi!  se  acababan  las 
dificultad'3s. 


—...¿Y  te  dejó  el  ingralo? 
—No;  yo  le  dejé  en  seco. 
— Lo  creo.  Ayer  lo  vi  y  parece 
un  tallarín. 


—¿Le  han  gustado  Los  Atnantes? 
—  ¡Eso  pregúnteselo  á  mi  mujer,  que   lo 
que  es  á  mi,  me  revientan  los  amantes! 


Colon  y  América.— Poema, 
mecido  por  las  brisas  te  saludo. 
¡Oh  ilustre  descubridor! 


_■  '•^T.,i^aSfi£f¿^j:^^-'^li%^^'J..  '■ 


554 


E^  CASCABEL 


Y  ayer  cuando  su  olvido,  vi,  inhumano, 
como  testigo  de  su  embuste  cruel,  # 

quise  la  flor  buscar;  pero  era  en  vano' 

ihojas  secas  hallé! 
Kntonces  con  el  alma  dolorida 
por  la  fatal  y  horrible  decepción, 
me  alejé  murmurando;  — ¡No  ha  mentido! 

jNo  me  engañaba,  no! 


INDEFINIBLE 

Me  pides  que  te  detina 
que  es  un  beso.  iVi  los  sabios 
definirte  podrán  eso. 
...Pero  si,  mujer  divina, 
junta  á  los  míos  tus  labios 
y  sabrás  lo  que  es  un  beso. 


LÓGICA  POLÍTICA 

Luís  reconvino  á  su  yerno 
porque,  como  un  corrompido, 
siempre  pasaba  al  partido 
que  iba  á  subir  al  Gobierno: 
Y  él  contestó: 

—No  me  abrasan 
tus  palabras.  Sieinpra  fui 
(jubernísta:  conque  así 
¡son  ellos  los  que  se  pasan! 


PAN   FRESCO 

Compré  pan  en  Tucumán 
tan  duro  como  el  diamante, 
por  lo  cual  dije  al  marchante: 
—¿De  qué  año  «era  este  pan? 
Y  al  punto  con  interés 
me  respondió  el  tucumano: 
—¿De  qué  año,  dice?  paisano, 
¡si  no  tiene  más  de  un  mes! 


Patricio  Gallo. 


— ^<S^ — 


MÁXIMA 


De  jugar  por  la  tarde  un  rato  al  mus 
murió  un  veterinario  en  Chascomús, 
y  por  jugar  al  tute  noche  y  dia 
curó  Blas  de  una  horrible  pulmonía. 
Por  tanto  eso  del  vicio  es  patarata, 
pues  á  uno  sana,  lo  que  al  otro  mata. 

Un  joven  allá  en  Rodas 
se  resfrió  en  la  noche  de  sus  bodas, 
y  un  viejo  en  Arnedillo 
casóse  y  se  murió  de  un  tabardillo. 
Asi,  huye  tu  también  del  matrimonio 
lo  mismo  que  si  huyeras  del  demonio. 

José  Arana. 


TIPOS   POPULARES 


Kl  loco  TABTABU 

Ílf^  M  E  aquí  el  segundo  per- 
lf/ír^9i  sonaja  de  nuestra  eolec- 
jÍWI  ^^^^  ^®  tipos  populares, 
W^'m  bien  digno,  esle  por 
^^  cierto,  de  caer  bajo  la 
sabrosa  y  iesliva  pluma  de  Sansón  Ca- 
rrasco. 

Digo  esto,  porque  considero  que  para 
hacer  una  descripción  fiel  y  sensata  del 
tipo  que  en  estos  momentos  me  ocupa, 
es  necesario  hallarse  dotado  de  un  exce- 
lente espiritu  de  observación. 

Francamente,  Tartabíi  es  uno  de  los 
tipos  más  7^icos  que  he  conocido. 

¡Es  impagable! 

Siempre  alegre,  sienii)re  chaculón,  en 
todas  partes  le  hallareis. 

De  noche,  en  los  teatros,  con  su  jacu- 
min  con  corte.,  como  é\  dice,  sus  botines 
siempre  rotos,  su  pobiado  y  espeso  bigote 
y  su  galera  café,  esperando  como  alma 
en  pena,  que  el  concurrente  generoso  le 
obsequie  con  una  contraseña.,  ó  sino  ocu- 
pado en  la  venta  de  iibritos  de  zarzuela 
ó  de  semanarios  festivos,  el  caso  es  se- 
gún su  expresión,  menear  la  sin  hueso 
y  sacar  pa  el  catre. 

De  día,  le  absorven  por  completo  sus 
tareas  periodística^.,  sí  señores,  perio- 
dísticas., no  of  estrañe,  Tartabú  es  el  me- 
jor corredor  de  romances  sangrientos 
ó  matrimonios  en  décimas, 

¡Quién  mejor  que  él  para  pregonar:  «J. 
Cinco  centavos  las  décimas  del  matri- 
monio de  un  rasco  lechero  con  una  la- 
vandera napolitana...  !y> 

Nadie,  Tartabú  está  criado  en  ello,  es 
su  vida. 

Cuando  no  tiene  romances.,  reparte  avi- 
sos, pero  esta  ocupación  es  mucho  más 
seria,  porque  entonces  tiene  que  vérselas 
con  su  socio  ó  rival.,  mejor  dicho,  el  loco 
Candelario.,  el  cual  no  le  deja  tranquilo 
á  luz  ni  á  sombra,  debido  á  la  competencia 
que  le  hace  en  el  reparto  de  carteles  ó 
anuncios  de  remates. 

Sea  como  sea,  el  caso  es  que  Tartabú 
no  vive  de  limosna:  el  panuque  come  se 
lo  gana. 

Vaya  esta  salvedad  en  honor  á  su  per- 
sona. 

Tartabú,  en  sus  tiem,pos  fué,  puede  de- 


^iSfiíL 


EL  CU^SCABEL 


W'^^0^^ 


455 


,X>    fí 


APUNTES 


(Dibujos   origirLüles    de  Barris) 


-íS^iriS!¿JuSAÁh^.-^A*m.^~..  .'\. 


■'  lí^<íwLv^-o.£*.,-.'4Í3fc.-" 


"Tre 


556 


£L  CASCABEL 


cipse,  el  niño  mimado  de  hnéain  elegan- 
te muchachada. 
Sin  él,  no  habla  reunión  alegre. 

Y  sin  él,  hubiesen  carecido  de  brillo  y 
aaiipación  aquellos  impagables  bailes  de 
máscaras  que  se  daban,  en  el  hoy  elegan- 
te teatro  de  la  Opera. 

jLa  Opera! 

Allí  empezó  nuestro  héroe  á  ganar 
fama  de  orador. 

Allí  echó  sus  primeros  discursos  que 
tañías  glorias  le  valieron.  Aquel  fué  el 
campo  de  sus  primeras  hazañas. 

jQu^  tiempos  aquellos,  en  que  el  loco 
Tartabú,  encaramado  en  la  barandilla  de 
un  palco  balcón,  con  un  aire  de  diploma 
tico  y  en  posición  académica.,  según  él, 
endilgaba  a  su  alegre  circulo,  una  reta- 
hila política,  con  más  Lrio  y  enlusrasmo 
que  hacerlo  pudiera  el  mismo  Del  Valle, 
en  las  bancas  del  Senado. 

¿Qué  decía?...  Imposible  escribirlo.    ' 

Allí  salían  á  relucir:  ^Gobiernos  sufra- 
gantes... Libertades  mansilladas  ..Le- 
yes de  papel  de  astraza...^^  En  fin,  in- 
mensidad de  disparates  y  desaciertos, 
pero  en  ellos  nunca  faltaba  una  gracia  á 
tiempo,  un  chiste  á  lo  Tart-ibú. 

Lo  más  gracioso  eran  los  finales  de  sus 
discursos: 

¡jA  ver  muchachos!!  Ya  he  dicho.,  pero 
ahora  falta  que  pele?'  porque  el  cañuto 
está  secao. 

Y  con  tal  que  se  le  dieran,  diez  ó  quin- 
ce pesos  de  la  antigua  moneda,  era  capaz 
de  pillarlo  el  día  en  uno  de  sus  más  ar- 
dientes y  disparatados  discursos. 

¡Qué  noches  de  placer  y  de  jarana,  las 
que  se  pasaban  en  su  compañía! 

Era  cosa  de  nunca  acabar. 

Hoy  día,  á  que  negarlo,  Tartabú  está 
en  decadencia.  Ya  no  es  aquel  verdadero 
tipo  popular  que  conocimos,  aquel  ale- 
gre mucbacho,  que  con  sus  chistes  y  lo- 
curas mantenía  en  constante  hilaridad  á 
su  auditorio,  alegre  y  chacotón  como  él. 

Hoy  día  está  dado  al  trabajo,  aunque 
desgraciado  en  sus  negocios. 

Tartabú,  ha  ejercido  toda  clase  de  pro- 
fesiones é  industrias. 

En  un  tiempo  tuvo  agencia  de  coloca- 
ciones, después  salón  de  lustrar  calzado, 
más  tarde  despacho  de  bebidfts  y  empa- 
nadas, de  las  cuales  era  insaciable  con- 
sumidor, y  ahora  últimamente,  el  verano 
pasado,  se  ocupaba  en  la  venta  de  aba- 
nicos y  pantallas,  que  en  gran  cantidad 
expendía  en  nuestros  teatros  y  cafés. 


Ésto  último  fué,  lo  que  más  le  dio. 

¿Quién  no  compraba  una  pantalla  ven- 
dida por  Tartabú?  ■ 

Nadie. 

Imposible  escuchar  su  ofrecimiento,  sin 
llevar  la  mano  al  bolsillo.  Había  que 
comprarle  una  pantalla. 

Pero  con  todo,  Tartabú  no  abandona  la 
venta  de  décimas  ú  obras  literarias  de 
veinte  centavos  el  tomo. 

Si  no  grita,  no  vive. 

En  estos  últimos  días,  Tartabú  estaba 
de  parada. 

¡Cuidado  con  tocarlo! 

Andaba  con  un  levitón  plomo  de  boto- 
nes doraos  y  una  inmensa  gorra,  en  la 
cuál  se  leía  el  anuncio  de  una  casa  de 
trajes  hechos. 

Era  digno  de  verse  con  semejante  traje, 
trrso  y  respingado  como  un  ingles,  aún 
que  sin  abandonar  su  imperceptible  cojera 
repartiendo  anuncios  y  catálogos. 

Para  colmo  de  gracia,  le  habían  provis- 
to de  un  cornetín  de  tropa,  el  que  mal  to- 
cado, anunciaba  su  presencia  en  cada 
boca-calle. 

Por  cierto  que  servía  de  titeo,  pero  que 
le  importaba,  si  con  ello  tenía  asegurado 
el  puchero. 

Noches  pasadas  le  vimos  en  el  Apolo. 

Vendía  «el  librito  de  la  revolución  á 
quince  centavos.» 

Le  rodeaban  unos  cuantos  curiosos. 

-  ¡Que  hable  Tartabú!...— dijo  uno. 

—  ¡Que  hable!— prorrumpió  otro. 
—¡Que  hable...   que  hable!— dijeron  en 

coro  todos  los  que  le  rodeaban. 

Pero  Tartabú  se  negó.  Tenía  delante  de 
él  al  chafe.,  que  no  dejaba  de  estrilarlo. 

Por  último,  y  á  instancias  de  su  coin- 
pinche,  el  negro  Cachibache,  Tartabú 
tomó  posesión  de  un  peldaño  de  la  escale- 
ra, desde  donde  empezó  uno  de  sus  des- 
cabellados discursos. 

Tuvo  que  suspenderlo,  debido  á  la  pre- 
sencia de  un  agente  de  policía'^que  impi- 
dió por  medio  de  su  acción  el  que  Tar- 
tabú sacase  joa  el  catre. 

Indignado  con  tal  proceder  y  despre- 
ciando á  quien  tan  mal  apreciaba  su  elo- 
cuencia y  sabiduría.,  tomó  dirección  al 
Once,  gritando  con  su  tonada  favorita: 

—¡A  Cinco  centavos  la  décima  del 
horrible  asesinato  de  la  calle  de  Pi- 
chincha! 

Emilio  Gilí. 


-aoc 


i,.  1  X,'  ■..'S 


sr*-;.;- 


EL  CASCABEL 


^7 


•■¡íP-JS. 


i-rsrrsTTmí^ 


DE  DOMINGO  A  DOMI.ilGO 


Estrenáronse  Los  Amantes  de  Teruel 
y  no  gustaron,  es  decir,  no  gustaron  á 
unas  cuantas  eminencias,  que  hacen  cri- 
tica seria  en  la  sección  de  noticias  de  ios 
diarios. 

El  público,  el  común  de  las  gentes,  la 
gente  común,  la  que  no  tiene  criterio,  ni 
gusto,  ni  nada,  en  una  palabra,  lee  las 
criticas  y  lo  que  es  más,  las  cree,  aunque 
parezca  mentira. 

Y  jnaturalmenle!  tal  diario  dice  que 
Los  Amantes  es  un  mamarracho  y  no 
hay  más  remedio  que  creerlo. 

Dios  ampare  ó  los  bienaventurados  que, 
para  saber  si  una  obra  vale,  leen  los  jui- 
cios'de  la  prensa  en  general.  Las  excep- 
ciones son  pocas. 

Volviendo  á  Los  Amantes.  Es  una 
verdadera  ópera;  magníficamente  instru- 
mentada y  muy  bien  sentida.  Tal  vez  es 
larga;  quizás  decae  en  algún  momento. 
Concedido,  pero  ante  la  plegaria  del  pró- 
logo y  el  gran  dúo  del  tercer  acto,  el  oido 
más  obtuso,  encuentra  bellezas  superiores 
á  todo  encomio  y  que  bastan  pura  acre- 
ditar á  un  maestro. 

Sucede  con  Los  Amantes  lo  que  con 
otras  obras. 

La  primera  audición  sorprende. 

La  segunda  gusta. 

Y  las  restantes  deleitan  y  entusiasman. 
En    suma,  y  no  queriendo    ser   menos 

críticos  que  otros,  diremos  que  la  obra  es 
buena  por  que  sU  y  nos  quedaremos  tan 
frescos  como  los  que  la  han  juzgado  mala 

¡lor  que  sí. 

La  ejecución  fué  buena,  por  lo  que  á  las 
partes  se  refiere.  La  Sra.  Rodríguez  suple 
con  su  acción,  sumamente  dramática,  de- 
ficiencias de  voz.  Grani,  aplaudidisimo,  y 
con  razón  por  cierto.  Lo  mismo  ocurrió 
con  la   Sra  Steimbach  y  los  Sres.  Laban 

y  Riera. 
En  cuanto  á  los  coros,  banda  y  misa  en 


escena,  que  diría  cualquier  critico  á  la 
flor  del  tiempo,  es  decir,  á  la  violeta,  más 
vale  no  meneallo... 

A  ellos  se  debe  el  poco  éxito  de  la  obra. 

En  cuanto  á  la  orquesta  dirigida,  por 
Goula,  es  inútil  repetir  que  estuvo  supe- 
rior. Agradezcamos  al  maestro  el  haber- 
nos hecho  conocer  una  ópera  nuevo,  bella 
y  atrevida,  si;  porque  el  último  acto  no 
lo  hace  cualquiera. 

Y  Bretón  lo  ha  hecho. 

.  o  podemos  ocuparnos  de  Favorita., 
cantada  por  Oxilia,  á  causa  de  que  este 
artista  y  El  Cascabel  aparecerán  casi  si- 
multáneamente. 

El  martes. 

Dia  aciago,  pero  que  seguramente  no  lo 
será  para  el  celebrado  tenor  y...  para  no- 
sotros. 

Nos  lo  temíamos. 

Los  Amantes  han  ocupado  casi  toda  la 
sección  teatral,  asi  es  que  ponemos  critico 
y  aparte. 

Hasta  el  miércoles. 


Ustedes  querrán  saber  cómo  sigue  la 
cuesiión  con  Tribuna^  eh? 

Pues sin  novedad,  por  ahora. 

Las  novedades  vendrán  después. 

Subre  todo,  cuando  conozcamos  los  an- 
tecedentes de  que  habla  el  apreciable 
colega. 

Es  cuestión  de  días. 


Todos  los  diarios,  menos  El  Diario,  en- 
teraron a  sus  lectores  de  la  causa  pen- 
diente entre  Tribuna  y  El  Cascabel. 

Pero  en  cambio  la  Vida  social  cada  \ez 
es  más  interesante. 

Para  los  niños  y  ¡ay!  las  niñas  de  la 
cre^na. 


Para  lermipar:  en  vista  de  que  Tribuna 
se  sirvió  anunciar  la  aparición  del  núme- 
ro 34  de  El  Cascabel,  un  apreciable  diario 
dice  que  podríamos  suspender  la  causa 
empezada. 

¡No! 


í,.ís,^^J^iat^^É^^%^l¿C^£H.fA._..-_^^ 


--■-i."fii»fi-^"v'hir'ñr^^á-.  - . 


■,  ■.;^í3si!ST'^  :--■•■ 


^ 


ífíL  CÁaéÁK£L 


■M 


XjQ  cortés  no  quita  lo  váienté.  Y  Ifi  cor- 
tesía de  Tribuna,  que  sienapre  hemos  re- 
conocido, no  puede  obiigarnos  á  desistir. 

El  caso  que  el  juez  ha  de  fallar,  interesfi 
it:|p4os  los  escritores  en  general. 

Y  Tribuna,  dirigida  por  un  literato,  está 
tan  interesada  cotno  nosotros   en  que  se 
obtenga  un  fallo. 
'    Sea  el  que  fuere. 


Le  pegaron  diez  palos  á  Librada 
capaces  de  matar  A  un  megaterio 
y  ella  en  trance  lan  serio, 
tranquila  se  quedó,  sin  sentir  nada. 
Esto  nos  hace  ver 
que  realmente  es  de  vidrio  la  mujer. 


_Al  presidente  electo  le  hicieron  una  ma- 
nifestación el  Domingo. 

Uno  de  los  oradores,  dirigiéndose  á  los 
curiosos  que  tomábamos  el  sol,  y  el  chorro 
oratorio  sin  abrir  el   paraguas,  exclamó: 

porque  contamos  con  vosotros, 

banqueros! 

Todos,  nos  miramos   sorprendidos. 

Y  agradecidos  al  mismo  tiempo. 

¡Banqueros! 

Ks  un  ascenso  inesperado. 


Apropósito  de  la  manifestación: 

¿Én  qué  se  parece  al  agua? 

En  lo  clara. 

¿En  qué  se  parece  m  la  vida? 

En  lo  corta. 

Y  ¿en  qué  se  parecen  el  discurso  del  doc- 
tor Saenz  Peña  y  una  declaración  de  amor? 

En  que  son  abundantes  en  promesas  y 
esperanzas. 


Conste  que  el  Sr.  Enrique  Fina.,  Iin 
cumplitlo  con  la  Administración  de  e-^te 
semanario,  liauidando  sus  cuentas  pen- 
dientes . 


Con  muclu'  gusto  accedemos  ú  lo  que 
pide  en  la  siguiente  carta,  el  Sr*.  Monner 
Sans: 

Buenos  Aires,  Agosto 26 de  1892.— Señur 
Director  de  El  Cascabel. — Muy  señor  niio 
y  respetable  compañero:  Tengo  el  agrado 
de  participar  a  Vd.  por  si  juzga  convenien- 
te hacerlo  publico,  y  á  reserva  de  pasar 
personalmente  á  darle  detalles,  que  aunan- 
do voluntades  artísticas  y  literarias,  he 
ideado  la  confección  de  un  número  úi  ico, 


que  en  honra  al  inmortal  descubridor  cele- 
brará el  cuarto  centenario  del  descubri- 
miento de  America,  deseando  por  mi  parte 
que  él  sea  A  la  par  que  una  manifestación 
de  entusiasmo  por  el  gran  acontecimiento 
histórico  que  se  conmemora,  una  esplén- 
dida prueba  del  valer  intelectual  de  la  Re- 
pública Argentina. 

Y  en  la  Confianza  de  qué  Vd.  no  me  ne- 
gará su  valioso  apoyo,  é  Ínterin  tengo  el 
gusto  de  pasar  á  saludarlo,  me  ofrezco 
n  Vd.  atto..  S.  S.—Monner  Sans. 


Biim-Bum.— El  de  hoy  es  algo  flojo. 
Chichirinela.—iQu»  si  lo  quiero  publicar?  ¡Allá  vá! 
Es  decir,  allá  vft  un  trozo. 

«  Cuando  estoy  en  la  ventana 
y  me  pongo  &  contemplarte 
con  unos  ojos  de  fuego 
temo  siempre  marcarte. 
Como  siempre  estás  jugando 
corriendo  de  un  lado  á  otro 
me  parece   estar  en  la  estancia 
y  ver  retozar. . .  un  potro.  » 

Marcial  ñ.— Cuando  haya  ocasión  me  los  volveré 
á  mirar. 

/.  Lúeas.—  No  es  la  originalidad  lo  que  distingue 
á  sus  epigramas. 

B.  B.  fl.— Bueno,  bonito  y  barato;  ya  lo  veo. 
Uno  de  Z.— No,  señor,  y  además  yo  no  le  pido 

nada.  Usted  lo  manda  porque  quiere. 

Antonio  S.—Lo  de  usted  se  publicará  pronto. 

P.  Triana. —CaentA  usted  muy  mal  las  silabas. 

Leocadia.— Lo  mismo  le  pasa  á  usted,  señora  mía. 

Trovador  .—Pero,  !por  Dios!  SI,  llama  Vd.  sirena 
valadi  á  la  que  le  quita  el  sueño,  se  expone  á  que  le 
quite  cualquier  otra  cosa. 

A.  L.  G.— Otros  y  toros  no  son  consonantes,  aun- 
que Vd   lo  quiera. 

Un  nmiffo.—iQaé  quiere  Vd.?.  .  ¿que  le  llame  gra- 
cioso? Pues,  figúrese  que  va  se  lo  he  llamado. 

Ella  —íY  quién  es  la  ella  que  escribe  tales  des- 
propósitos? 

Colo»ihiano. —Dejemoi  enya^  á  Colón,  que  á  estas 
horas  ya  debe  renegar  de  tanto  verso  como  se  le 
dispara. 

Puliticu.— Lleve  Vd.  su  ariiculo  á  un  periódico  po- 
lítico 

C.  S.  C— No,  señor,  nunca. 
M.  de  //.— Vd.  perdone. 

El  de  siempre. -Lo  conozco  en  las  faltas  de  orto- 
grafía. 

T.  T.  fiA.— Todo  caprichoso.  ¡Cómo  el  pseudónimo! 

L.  H.  c.  -Vale  algo,  si,  señor;  pero  es  poco  movl- 
dito,  motivo  por  el  cual  no  lo  publico 

/7i'//'°*'-— Tendré  mucho  gusto  en  verle  por  esta  su 
casa.  Lo  del  teatro  me  ha  hecho  gracia.  Puede  usted 
maniiar  otra  cosa,  si  gusta. 

Andrés  Nípuraqiiellas.—\eTsos,  versos...  y  ¡nada 
en  conjunto!  ¿Por  qué  no  cuida  más  el  asunto,  en 
otra  ocasión? 

Ohsprradur.  -  La  observación  la  había  hecho,  y, 
;ya  vé  Vd.  que  no  he  dicho  nada!  ¡Ah!  muchas  gra- 
cias por  el  interés.  Tendré  mucho  gusto  en  comen- 
tar otra  observación. 

r.—\o  me  acaban  de  gustarlos  "Cantares». 

ru//>í;/7.— Cortito,  y  de  poca  migo  essuC.  T.  C.  B.  A. 


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establecida  en  la  calle  Rivada,  qiK?  fué  an- 
terionnentedeD.  Guillermo  4.  OanweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Spront,  (juien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
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Afio  I      BaesM  Atoes,  Settan^n  7  «te  1892 


Editor  propietario:  FRANCISCO  F ERRES 


Sedaecion  y  Admioistracion:  AISINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

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Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C» 


En  su  artislico  trabajo 
logró,  cantando  muy  oíen, 
que  muchos  bajos  estén 
por  debajo  de  este  bajo. 


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oJj^^at.l'Á.aÁjtt^ijá 


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:':^\ff^_' 


..-^^■■y.¡_^■■¿:-.\'^ 


562 


.^fi'i^ 


M-CMQAHEL 


^M\jy  __.^.g,,^ 


li 


ADA  hay  estable  enjesta  vida 


Toíio  fs  fugaz. 


Todo  pasa. 

Todo...  menos  la  falta  de  moneda,  que 
cada  día  es  más  notoria. 

El  general  Roca  ha  sufrido  una  déhade, 
que  diria  algún  cronista. 

Y  todo  ha  sido  sufrirla  y  caer  en  d(^s- 
gracia,  hasta  tal  punto,  que  un  poeta 
amigo  nuestro  que  ha  compuesto  un  can- 
to á  Colón  con    motivo  de  eso  del   cente- 

^    nario,  ha  tenido  que  corregirlo,  porque  en 
unos  inspirados  verso*  decía: 

La  generación  de  hoy  lo  toca, 
lo  \vé,  lo  palpa  y  lo  siente: 
fue  Colon  tan  resistente 
con  su  voluntad  de  roca 
y  le  ha  parecido  prudente  cambiar   lo  de 
roca  por  jteña . 

Pero  como  los  verpo^"  instan  sugetos  á 
regias,  se  encuentra  el  vate  con  que  peña 
y  toca  no  consuenan. 

Lo  cual  le  obliga  á  cambiar  una  porción 
de  versos. 

■Todo  lo  puede  la  pasión  política! 
Hasta  influye  en  los  rótulos  de  las  tien- 
das. 

Y  asi  vemos  que  el  dueño  de  una  pele- 
tería, la  del  Zorro,  ha  cambiado  de  título. 

Ahora  se  llama  «Peletería  Moderna.» 

Todo,  porque  Roca  ha  tenido  un  tro- 
piezo. 

¡Cambiar  el  nombre  de  un  estableci- 
miento! 

— ¿Le  parece  á  V.  poco? — me  decía  un 
caballero  ex  tendero. 

— Al  contrario.  Me  parece  mucha  cosa 
Jo  de  cambiar  rótulos  de  tiendas,  única- 
mente por  que  el  politice  A  ó  B  ha  tenido 
una  desgracia.  A  este  paso  los  estableci- 
mientos que  venden    pan,  han  de  volverse 


atrás,  recordando  qué  el   P.  A.  N.  se  fué 
al  bombo. 

—  ¡Justo! 

—  Juoto  ó  no,  pero  bombo  al  fin.    ^ 

— Cabal;  y  en  vez  de  decir  aquí  se  ven- 
de ^aw,  se  verían  obligados  á  decir:  «aquí 
se  vende.  . 

-  Cuerpo  de  Cristo. 

— Eso,  eso  mismo,  ¿sabe  V.  lo  que  re- 
presenta el  título  de  un  establecimiento? 

— Me  parece  que.  . . 

—  h.1  título  es  el  todo.  Mire  V.;  yo  tenia 
un  primo  qne  era  ofici.il. 

— ¿De  infantería? 

— No:  oficial  de  barbería  y  un  día  pensó 
establecerse. 

--Bien  pensado. 

—  Pues  sí;  alquiló  local,  compró  útiles 
y  todo  lo  tenÍM  á  punto  ya.  cuando  llegó 
la  hora  de  dotar  con  nn  nombre  al  estable- 
cimiento. 

— ¿Cómo  le  titularemos?  — decía  el  ofi- 
cial. 

—  El  Adonis  Voluptuoso — le  contestaba 
el  hijo  mayor,  que  era  muchacho  leído  y 
que  escribía  en  El  Amor,  periódico  sema- 
nal dedicado  á  ellas. 

—  ¡\o  me  gusta!  -murmuraba  el  padre, 
que  no  conocía  bien  la  historia  antigua. 

— Pues  mira — decía  á  su  vez  la  mujer 
del  barbero — pon  le  Peluquería  del  Buen 
Corte. 

—  Eso  de  corte  es  muy  compadro — ol)je- 
taba  un  pariente. 

—  Y,  además,  lo  de  coiie  puede  escamar 
á  las  personas  de  cutis  fino  que  solo  ven 
cortes  y  tajos  en  todas  parles. 

—  En  la  cara  los  verán. 

—  ¡Yo  no  corto  á  nadie! 

— Bueno:  pues  pnnl'^  Peluquería  liberal. 

— ¡Jamás!  En  mi  establecimiento  la 
libertad  de  cultos  se  ha  de  respetai.  Y 
además,  podría  perder  un  cliente  bueno, 
un  capellán  no  mal  parecido,  que  se  hace 
afeitar  la  coronilla  día  por  otro,  y  que 
me  aprecia,  porque  tengo  buen  pulso  y 
se  la  hago  que  ni  con  compás. 

—  Bueno  dijo  por  fin  un  intruso — pónle 
«Peluquería»  á  secas. 

—  ¡A  secas  no!  Alguien  podría  creer 
que  no  uso  aguas  de  olor... 

—  No,  hombre;  quiero  decir  que  te  dejes 


"ílí. 


í^t^S-liSti^'i  «Jíw-a:  ■._Mv.k,  -• 


^.-l"-A=?v::2%fcA&^^- 


EL  CASCABEL 


563 


de  nombres,  y  pongas  un  letrero  que  diga 
«Peluquería». 

Así  se  hizo  y  todo  fué  bien  al  principio, 
pero  luego,  mi  prinno  enviudó  y  pasó  muy 
malos  días,  aunque  ganando  dinero,  por 
que  sus  clientes  eran  personas  finas  que 
se  afeitaban  los  jueves  y  domingos. 

Pero  como  el  triste  estado  de  viudo  do 
le  cuadraba,  empezó  á  bnscar  sustituta  y 
acabó  por  casarse  en  segundas  nupcias 
con  una  viuda  absoluta,  que  le  repasaba 
los  calcetines  aun  personage  del  partido 
radical,  y  que  áe  sabia  de  memoria  las 
poesías  que  en  su  juventud  compuso  el 
gefe  del  partido,  el  Dr.Alem. 

Ca^'óse,  y  como  la  mujer  era  de  carác- 
ter innovador  empezó  por  hacer  cambiar 
el  nombre  del  establecimiento,  íjue  pasó 
á  llamarse  Peluquería  Badicah 

¡Y  aqui    fué  Troya! 

La  clientela  fué  disminuyendo  poco  á 
poco  hasta  el  pcnto  de  que  no  sabiendo 
que  hacer,  el  marido  se  pasaba  el  día 
peinando  á  la  mujer,  y  esta  á  su  vez  le 
cortaba  el  pelo  caprichosamente  al  ma- 
rido. 

Por  fin,  el  establecimiento  quebró,  como 
un  banco  cualquiera  y  los  acreedores  en- 
volvieron al  pobre  primo  en  una  cuestión 
muy  peluda. 

— Claro,  siendo  él  peluquero... 

— Ello  es  que  se  arruiíió,  y  todo  por  la 
política. 

— De  modo  (¡ue  V.  cree  que  al  poner  Pe- 
luquería Radical... 

— Puso  la  firma  á  su  sentencia. 

— Pues  no  veo  la  conexión 

—  ¡Hombre!...  Ignora  V.  que  el  Doctor 
Alem  usa  una  pera  que  parece  el  cerebro 
de  un  senador,  por  lo  virgen? 

— ¡Ab!... 

Huyamos  una  vez  más  de  la  política  y 
sobro  todo  ¡cuidado  con  los  rótulos! 

Por  que  si  la  ocurrencia  del  dueño  de  la 
peletería  se  propaga,  será  cosa  de  pin- 
tar cada  diez  días  los  letreros  masó  me- 
nos insinuantes. 

Y  entonces  ¡qué  desarrollo  adquirirá  la 
pintura  entre  nosotros! 

La  pintura  decorativa,  se  entiende. 


PROTECTOR  DE  ANIMALES 


Hay  quien  nace  para  ser. 
sabio,  médico  ó  marino 
y  liay  quien  á  esto  mundo  vino 
tan  solo  para  comer. 
Seres  (jue  pasan  su  vida 
al  masticar  entregados. 
y  tan  solo  dedicados 
al  placer  de  la  comida. 
Don  .luán    es  uno  de  tantos, 
comilón  impenitente, 
quien  dice  ()ue  solamente 
hay  en  el  comer  encantos. 
Cuandd  siente  simpatía, 
por  una  niña  graciosa 
Jamás  exclama   ¡que  hermosa! 
sino  ¡me  la  C(jmería! 
Y  si  se  halla   enamorado. 
])onderando  de  su  dama 
las  excelencias,  exclama: 
¡l^>ella  mujer!  ¡buen  bocado! 
si  una  vieja  le  molesta, 
no  se  i)uedo  contenei" 
y  huye  de  aciuella  mujer 
diciendo  (]ue  le  incli(it's.lii . 
Mas  ni  rabia  ni  morena, 
le  lia  causado  la  imprc^i<»n 
!a  dulce  y  grata  emoción 
de  un  almuerzo  ó  de  una  cena. 

Se  levanta  tempranito; 
y  aún  está  medio  desnudo 
cuando  su  primer  saludo    . 
es  gritar,  ¡tengo  apetito! 
Con  bata  y  en  zapatillas, 
y  como  cosa  de  broma 
café  con  leche  se  tf»ma 
con  dos  kilos  de  plantillas. 
Vuelve  á  tomar  otra  vez. 
á  las  nueve  un  refrigerio, 
puesto  que  el  almuerzo  serio 
es  en  su  casa  á   las  diez... 
En  paz  y  en  gracia  de  Dios, 
tiene  la  boca  cerrada. 
y  no  vuelve  á  comer  nad;i. 
hasta  la  una  ó  las  dos. 
A  las  tres  á  mereiidaí-, 
á  las  cuatro  una  masita, 
á  las  cinco  una   copiía; 
dan  las  siete  y  ¡á  cenar! 
iiero  como  liomhre  prudente, 
que  teme  el  indigestarse. 
toma  cuando  vá  á  acostarse 
chocolate  solamente. 

Ayer  tarde  le  encontr.'. 
atento  me  saludó 
á  su  casa  me  invitó. 
y  la  comida  acepté. 
Yo  traté  de  conversar, 
mas  fué  inútil  mi  porfía 
pues  mientras  Bon  .luán  comía, 
fué  inútil  hacerle  hablar. 
Sin  poderme  conten;'!', 


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í.í.íU'iíte!*^;2ií£i¿^j¿¿lí"jív.; 


■,^-:-i£ii?:  :t,  -3¿»^'^Í9&*í^ 


Kprí*  í»?'vy 


564 


Bl.  CASCABEL 


le  dije  luego.— Don  Juan 
yo  no  comprendo  ese  afán 
de  pensar  solo  en  comer. 
— ¿No  lo  entiende? 

—No  señor; 
— #ues  bien  pronto!  lo  entendiera, 
si  V.  lo  que  soy  supiera. 
—¿Pues  que  es  V.? 

—Protector. 
—¿De  animales? 

^  —Eso  es. 

— ¿Y  los  protege  guisados? 
—Es  que  si  son  inmolados, 
lo  hago  solo  en  su  interés. 
Yo  comiendo   sin  cesar, 
engordo  de  tal  manera 
que  solo  cuando  me  muera 
he  de  dejar  de   engordar. 
Mis  propósitos  son  sanos, 
pues  una  vez  que  sucumba, 
tendrán  conmigo  en  la  tumba, 
gran  banquete  los  gusanos. 
Y  trabajo  por  su  bien, 
y  en  mis  proyectos  no  cejo, 
soy  protector  y  protejo 
á  los  gusanos  también...! 

5.  Garrido. 


-^-íH-e- 


Agencia  de  Colocaciones 


ON  permiso... 
— Adelante. 
—¿Aquí  dan  colo- 
cación? 

—Si   señora.  ¿Que 
hace  V? 

— Ahora  nada:  pero 
quisiera    hacer  algo, 
por  que  no  me  prue- 
ba el  estarme  parada. 
•  ',^Pues,  siéntese  V. 
— Gracias. 
^— ¿Como  se  llama? 

— Le  diré,  como  llamarme,  creo  que  me 
llamo  Pepa,  pero  póngame  V.  Ana,  por  que 
me  gusta  más. 
— ¿Cuantos  años  tiene? 
—¿También  la  edad?  Pues...  ponga  usted 
■veinte. 
—Números  redondos. 
^^No,  de  números  no  entiendo. 
— Y  V.  quiere  entrar  al  servicio  de   una 
familia. 
—O  de  lo  que  sen.  '  - 

—¿Y  servirá  V.? 

— ¡Ya  lo  creo!  Tengo  una  porción  de  per- 
donas que  pueden  decir  si  sirvo  ó  no. 


—¿Y  qué  sabe  V.  hacer? 

— De  todo  un  poco. 

—¿Sueldo? 

— Convencional.  Después  de  estar  en  la 
casa  ya  me  encargo  de  ello. 

— Bueno:  la  inscribo  como  cocinera? 

—No. 

—¿Como  mucama? 

— ¡Tampoco! : 

— Entonces... 

— Como  nodriza:  ama  fresca,  primeriza, 
leche  abundante 

— ¡Ah!  ya.  Y  su  marido... 

— ¿Mi  marido?  ¿Acaso  me  pondría  á  tra- 
bajar si  tuviese  marido? 

—Bueno,  bueno;  no  se  enfade.  Ya  apun- 
to: «leche  fresca,  primeriza  soltera,  bue- 
nos informes,  sueldo  convencional» 

*  • 

— Buenos  dias. 

— Muy  buenos. 

— ¿Aqui  colocan? 

— Si  señor. 

— Pues  colóqueme  de  una  vez. 

— ¿Qué  empleo  quiere  usted? 

—¿Puedo  elegir? 

— Claro;  y  si  sirve. . . 

— ¡Magnifico! 

—¿Qué  sabe  V.  hacer? 

—Nada. 

— ¿Entonces  qué  empleo  quiere? 

— Ya  que  puedo  elegir,  déme  una  carta 
para  el  Presidente.  Tal  vez  necesite  un 
diputado.  ¡Ah!  y  cuando  esté  colocado  cuen- 
te V.  conmigo. 

•  * 

—¿Se  puede? 
— Adelante. 

— ¿Aqui  se  cuidan  de  colocar? 
—Si. 

— Pues  queria  que  me  colocase. .. 
—Siéntese  V. 

—No,  estoy  apurado,  y  esta  colocación 
urge. 

—  He  de  tomar  datos. 
—¿Datos? 

—  Si,  y  la  profesión. 
—¿Profesión? 

— Si,  hombre  es  menester  que  diga  V. 
cual  es  su  especialidad. 

— ¿Y  eso  que  le  importa  á  V? 

—¿Cómo? 

— Tome  V.  aguja  y  dedal  en  vez  de  tomar 
datos. 

— ¿Pero  V.  qué  pretende? 

—¿Aqui  no  colocan? 

-¡Si! 


L'  . 


JfltÁ'SB.'.SiíúSBa.ñiivi  iAl-SsaiUitihl  to'Cwí  ■. ■. 


•  •     i   -j   -  "¿i  'Ü\  ú, 


■■  ■  'sf ■"^'-í'í^^?^!- 


•^;-4?í,"-^,-í*^:r.r'^í2,-j'  íi-íT 


EL  CA8BÁBÉL 


565 


— Pues,  pretendo  que  me  coloque  en  su 
lugar  los  botones  de  la  levita  esta . 

* 
*  * 

-;;  Salud  amigo. 

—¿Eh?...  ¿amigo  de  V.? 

— Si  hombre  yo  soy  amigo  de  todo  el 
mundo. 

— Pues  tiene  V.  cara  de  pocos  amigos. 

— La  tendré  sucia,  porque  ahora  el  agua 
es  tan  fría... 

— Bueno  hombre,  pero  no  se  eche  V...  ¿vá 
ú  dormir  en  este  banco? 

— No  hombre,  no  se  aflija. 

— Si  no  me  aflijo;  pero  está  V.  llenando 
de  barro  el  banco. 

— Luego  se  limpia...  Pero  ¡amigo!  no  se 
moleste  V...  siga  escribiendo  que  del  tra- 
bajo viene  el  descanso 

— No  estoy  para  bromas,  ¿eh?  Levántese 
V.  ó  llamo  al  vigilante.  Esta  no  es  casa 
de  dormir. 

— No  se  enoje,  amigo. 

— ¡Yo  no  soy  amigo  de  V,!  En  fin  veamos 
¿qué  busca? 

^ — Colocación,    hombre,  y  colocación    á 
mi  gusto. 

— V.  quiere  colocarse  y  empieza  por 
echarse  cuan  largo  es,  en  ese  banco. 

—¡Cabalmente!  la  colocación  que  más 
me  gusta  es  esta. 

—¿Cual? 

— ¡La  horizonlal,  hombre,  lal  horizontal! 

Andt^és  Soler. 


---^■^ — 


Señor  Intendente! 


¡Esto  es  una   atrocidad!... 
jSe  debiera  prohibir 
siquiera  por  caridad!... 
¡Ks  una  barbaridad!... 
4N0  se  puede  resistir!... 

¡Jesús!  Así  que  amanece 
ya  está  el  cuerno  del  tranvía 
toca,  que  toca!...  extremece 
pensar  en  que  todo  el  día 
el  cuerno  siga  en  sus  trece! 

Y  que  toca  sin  reparo; 
¡diablo  de  cuerno!  es  muy  raro 
esto  del  cuerno  de  aquí; 
írancamente  lo  declaro, 
me  pone  malo;  ¡que  si! 

Es  mucha  música  junta; 
esto  parece  un  infierno 
desde  que  el  alba  despunta!... 
la  tal  música  del  cuerno 
pone  los  pelos  de  punta!... 

¡Diablo!  Yes  una  rareza 


que  ni  á  los  mismos  chiquillos 
puede  gustar:  con  franqueza, 
si  eso  pone  la  cabeza 
lo  mismo  que  olla  de  grillos!... 

Y  después  de  todo  ¿qué? 
¿de  qué  sirve?  ¿digamé?  ♦ 

¿para  que  sepa  la  gente 
que  vá  un  tranvía?  Corriente, 
¿y  que  se  aparten?  Lo  sé. 

Pero  ya  ustedes  sabrán 
que  no  pasa  un  solo  día 
— pasaron  ni  pasarán — 
en  que  no  caiga  un  Adán 
debajo  de  algún  tranvía. 

¡Por  Dios,  señor  Intendente!... 
ponga  usté  remedio  urgente 
ñ  esos  músicos  atroces, 
ordene  usté  que  den  voces, 
esto  es  mucho  más  dec2nte. 

Pero  mande  relegar 
al  olvido,  sin  tardar 
el  cuerno  de  los  infiernos..... 

(mire  usté  que  se  vá  á  d;ir 

en  decir  que...  hay  mucii3s  cuernos!...) 

A.  Díaz  de  la  Quintana. 
(Ginés  Arenal). 


ÁMGELA 


«f  ;^  ic*:i^r,.Sci 


(Cuadro  al  óleo,  original  de  Va.vmoxde) 


-;~í 


■*!&Sfcí& 


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■:-       ^ 


566 


íS-'^ífe-SS;- 


EL  CASCABEL 


— ¿Y  te  preparas  para  las  Fiestas  Primaverales? 
— Sí;  ya  empiezo  á  tomar  zarzaparrilla. 


INOPOETUNIDAD 


Es  una  fatalidad, 
una  predisposición, 
un  naodo  de  ser  el  don, 
de  la  inoportunidad: 
Y  se  halla  el  inoportuno 
en  todas  partes  y  en  todo; 
siendo  asi,  que  de  este  modo 
todos  tratamos  á  alguno. 
Cuando  niño  hace  sufrir, 
pues  siempre  ha  ie  desear: 
si  está  en  el  lecho,  almorzar; 
si  está  en  la  mesa,  dormir. 
Hombre  ya,  continuamente 
sus  tonterías  esirema 
y  así  resuelve  el  problema 
de  fastidar  á  la  gente. 

Bartolo  fué  mi  vecino, 
hombre  inoportuno  á  té, 
con  el  cual  no  sé  por  qué 
yo  no  hice  algún  desatino. 
Al  rayar  el  albn,  alerta, 
esperaba  el  nuevo  día, 
y  entonces  se  le  ocurría 
ir  á  llamar  á  mi  puerta 
—¡Hola! 

— ¿Qué  ocurre,  señor? 
— ]Hombre!  una  cosa  importante. 
Le  molestaré  un  instante; 
quiero  pedirle  un  favor. 
— Lo  que  V.  desee. 

— Buenj. 
Desearía  saber 


(jue  edad  debía  tener, 
cuando  se  murió,  Moreno.. 

Otras  veces  el  mastuerzo 
á  mi  lado  se  sentaba 
y  entonces  me  fastidiaba 
durante  todo  el  almuerzo, 
—¡Qué  comida  tan  sabrosa! 
¿Son  sesos? 

—Creo  que  sí. 
— Mire;  los  sesos  á  mi 
me  recuerdan  una  cosa. 
Eran  lo  mismo  que  esos, 
los  del  vecino  de  al  lado! 
—¿Como? 

— Porque  se  ha  saltado 
hoy  la  tapa  de  los  sesos,.. 

Atroz  era  como  él  solo 
con  su  inoportunidad. 
Era  una  calamidad 
con  su  estupidez,  Bartolo. 

(■ierto  día  una  señora 
no  sé  qué  le  regaló 
y  entonces  se  preguntó 
—¿qué  le  regalo  yo  ahora? 
Y  tras  planes  diferentes, 
tuvo  la  idea  maldita 
de  llevarle  una  cajita 
de  polvos  para  los  dientes. 
Sé  la  ofreció  con  finura 
y  armó  una  revolución 


k!:IÍl£í.?-'jÍj.'  iii'aU''.^-^'.- 


;!*¿u'ii»íí:-.-íi  L-i^,*?"L¿J^S. 


i^ii^^-- 


Fí' 


EL  CASCABEL 


porque  la  dama  en  cuestión 
¡no  tenía  dentadura! 

Amó  á  cierta  viuda  al'fln 
con  cariño  verdadero; 
puesto  que  á  cada  soltero 
le  llega  su  San  Martín 
y  ella  que  en  su  soledad 
fastidiada  se  aburría, 
esperó  febril  el  día 
de  acabar  su  viudedad. 
Fué  la  boda  como  todas 


y  en  grande  se  celebró, 
hasta  que  al  cabo  llegó 
5 lij  ansiada  noche  de  bedaá. 
Más  Üart.olo,  de  repente, 
se  quejó,  sintióse  mal 
y  por  destino  fatal 
murió  inoportunamente. 
En  atiuella  situación, 
fué.  según  dijo  la  viuda, 
inoporluno,  ¡sin  duda 
más  que  en  cualquier  ocasión! 

Luis  Garda. 


DOÑA  MERCEDES  (La  Santa  Señora) 


HISTÓRICO 


uiKN  de  los  que  vaga   por  esta   bendita   ciudad  y  campaña  de  Buenos 
Aires,  no  habrá  conocido  á  la  persona  cuyo  nombre  sirve  de  epígrafe 
á  estas  lineas?  ¿Y  cuántos  de  vosotros  no  la  habréis  visitado  en  su  an- 
tro de  la  calle  de  Comercio?  ¿Quién...?  Pero  dejemos  estas  salidas  de 
tono  á  un  lado,  ya  i\\ie  la  Índole  y  el  fórmalo  (ie  este  periódico  asi  lo 
exigen,  y  vamos  á  fijar  de  una  manera  más  ó  menos  precisa,    la    época  de  su  naci- 
miento. Vio  la  luz  en  Córdoba  allá  por  los  años  1829.  y  terminó  su  pr.'ciosa  existen- 
cia el  6  de  Setiembre  de  1889.   Primero  se  estableció  en  Villa-María,  después  en  Rio 
Cuarto,  luego  en  Chascomús  (provincia   de  Buenos  Aires),    después  en  el  partido  de 
Quilmes,  y  por  último,  en  esta  bendita  ciudad.  Su  habitación  (la  de  ios   conciliábulos, 
un  si  no  es  satánicos)  era  de  pega,  como  los  teatros  de  los  prestidigitadores.  Estaba 
dividida  por  su  tercera  parte,  y  esto,  sin  que  el  público  se  apercibiese.  Un  mueblaje 
antiquísimo,  compuesto  por  un  sofá,  varias  sillas  de  esterilla  y  de  madera,  componían  el 
adorno  de  la  habitación.  Pero  lo  que  descollaba  sobre  todo^  eiu  una  hermosa  imagen 
de  las  Mercedes  y  un  bien  tallado  Cristo,  que  rodeados  de  velas   y   con  una  bandeja 
á  los  pies,  se  veían  encima  de  una  mesa.  En  este  momento  llaman  á  la  puerta.  — A. ve 
María  purísima.    -  Sin  pecao  concebía.  — ¿No  está  radivma?  — No  señor— esto  dijo 
una  criada  vieja  que  estaba  al  servicio  de   la   santa  señora— pero  ahorita  no   niás 
ha'e  venir.  ¿Qué  le  pasa?  —Que  Gollito  se  me  ha  enfer/nao  y  yo  creo  que  le  ha  de 
haber  echao  daño  don  Mamerto.  — Sí...  puede  ser.    Ah,    ya    llega    la   santa  señora. 
Claro  está  que  doña  Mercedes,  oculta  tras   el    tabique   que   comunicaba  con  la  casa 
por  una  puerta  secreta,  no  había  perdido  una  sola  palabra.    Así   que   vio  al  hombre 
(pues  el  tal  lo  era  y  se  llamaba  ño  Segundo)  le  dijo:  — No  me  cliga>i  nada,  porque  yo 
sé  lo  que  te  pasa.  D.  Mamerto  tele  ha  echao  daño  al  chico,  ó  Gollito.  — Es  verdad 
santa  señora,  y  me  admira  su  cencia  y  su  saheración.  —¿Entonces  tenes  confianza 
en  mi?  —Si  santa  señora.  — Sabes  que  tengo  una   cruz   en    el    paladar.  —Sí  señora. 
—Pues  7nira  lo  que  tenes  que  hacer:  Te  vas  pa  el  lao  del  .iagi/el  y  te  llevas  una 
cabeza  de  ajo  porro,  cuando  estés  enfrente  el  jagueh  sacas  el  cuchillo  ^  partís  el 
ajo  porro  en  cruz,  y  después  de  i'esar  un  credo,  lo  tirá'^  //atrás  por  debajo  é  las 
piernas.  Pero,  cuidadito  con  mirar  cuando  lo  tires,  porque  sino,    no    va  á  sanar  tu 
hijo  y  va  salir  con  la  suya  don  Mamerto.  —Está  bien  patrona.    digo,  santa  señora. 
— Y  si  te  sale  bien  me  heñís  á  dar  las  gracias.  Y  ahoia  dame  algo  pa  esta  vieja  (por 
la  virgen)  y  pa  este  otro  viejo  (por  el  Cristo)  que  está  con  el  chiripa  y  los  calzones 
muy  viejos  (aludiendo  á  la  sábana  que  rodeábala  cintura  de  Jesucristo).  — Como  no, 
señora— contestó  el  paisano — ni  aunque  fuera  un  platal.   Volvióse  el  buen  hombre  á 
su  casa  y  dio  la  casualidad  que  encontrase  á  Gollito  bueno,  lo  que  se  explicaba  fá- 
cilmente, pues  de  lo  que  adolecía  el  muchacho  era  de  dolor  de    oído,    y  como  se  le 
reventara  una  postemilla  que  en  él  tuviera,  se  encontraba  ahora  perfectamente  bien. 


Un  acontecimiento,  para  las  gentes  sencillas  estupendo  y  sobrenatural,  contribuyó 
á  aumentar  el  prestigio  de  que  ya  gozaba  doña  Mercedes.    _  "       ' 

Cierta  tarde  de  eslío,  y  en  el  momento  en  que  esta  señora  se  aprestaba  á  sus 
conferencias  y  divinas  pláticas,  fué  solicitada  su  presencia  por  ño  Manuel,  un  pul- 
pero que  se  hallaba  establecido  en  un  campo  próximo,  y  quitándose  respetuosamente 


•^Í!SS¡fáje-iUl..ií:i^'úi,  .._J:^./v..¿.i,JfL., 


A        'v 


t^^'iaOí^^JSS^^A'.^-.íí-íí-.^^.it:!!}'  . 


^,..^-Jséji^_ 


tó.^-W'ííí^-    t?v^  %^  -í"*^     •* 


'  -  ■í-iffí'S  f^^íp^C  W^^í 


568 


BL  CAflGABEL 


CÓMO  EMPIEZA 


..j^í«hH 


-rfftSj^jft^  ..   .T.r 


,.„.-ii.L. 


-V'WíT 


SL    CASCABEL 


569 


CÓMO  ACABA 


yjuu»^>^~\^ 


^ 


3*: 


tSfe  %'rii  ■'^"i*r"  ■'--i'-'r'-- ■■   - 


I  jMrí  ■íAJíííSi^-,-  ■ 


^_  ^'Vr.ri'-'t  .■.■;i¿'AÍ3;üc"5fiiiúiíis-:&£^"=^  -i.-^-'i/.^'3 


il  !>-,íi.^Víá.<SíJíí':*i.4^ 


(^  3fr-     '  "*f^cT-^ 


570 


■^:>^¥í'fH^o  ::mbu.  cascabel 


el  sombrero:  — ¡Alabao  sea  Diosl— exclamó — ¿Como  está  la  santa  señora?  —Como  te 
va,  hijo— respondióle  ésta— ya  sé  a  lo  que  venís.  —Jué  pucha— se  dijo  el  buen 
hombre  para  sus  adentros  y.  cada  vez  mas  asombrao  de  la  sabiduría  de  aquella  mu- 
jer.—Asi 'que  ser<i  esctísao  decirle  que  creo  que  la  patrona  me  ar\áfi  jugando  sucio. 
El  pobre  hombre  no  observó  que  él  mismo  revelaba  lo  que  doña  Mercedes  debiera 
adivinar.  — Si,  hijo— repitióle  -  te  digo  que  ya  lo  sé.  Pero  auxiliada  por  la  virgen  de 
las  Mercedes  y  el  viejo  del  cliiripá.,  hemos  de  dar  con  el  sedutor.  — Si  lo  hace  así 
como  dice,  santa  señora,  disponga  de  mi  y  de  tuita  mi  piala.  — Pues  entonces,  es- 
cuchá?ne  y  seguí  ai  pié  de  la  letra  mis  úfrusiones.  Esta  noche,  cuando  cerrés  la 
pulpería.,  atas  los  perros,  y  el  caballo  en  lugar  de  dejarlo  atao  al  palenque.,  lo 
metes  al  corral  y  esperas  íevantao  a  que  sean  las  doce  é  la  noche,  que  a  esa  hora 
te  van  á  gol  piar  la  puerta.  Abrí  nomas  y  atrope  lidio, b.\  primero  que  llegue,  antes 
que  se  güelva  ó  dispare,  porque  ese  es  el  que  te  anda  jugando  sucio.  —Está  giwno 
santa  señora,  y  ahora  ?nesmo  voy  hacer  tuito  lo  que  Usted  dice.  Y  eCeclivamente, 
después  de  haber  llenado  todas  aquellas  formalidades,  acurrucóse  íio  Manuel  detrás 
de  la  puerta  y  esperó  que  golpiasen.  Y  el  diablo  que  no  duerme,  ordenó  ({ue  á  esas  horas 
se  indispusiese  li  mujer  de  un  vecino  de  aquellos  pagos.  Padecía  lo  tal,  de  reuma- 
tismo, y  como  lo  único  que  le  probara  para  aquella  dolencia  fuese  la  grasa  de  ca- 
chorro, suplicó  á  su  marido  fuese  a  pedir  un  poco  de  ella  al  pulpero,  pues  este  era 
el  único  que  por  allí  la  tenía.  Emponchóse  don  Valentín  (que  asi  se  llamaba  el  ma- 
rido de  la  enferma)  y  á  las  doce  de  la  noche,  poco  más  ó  menos,  ¡tras!  tras!  ¡tras!  en 
la  puerta  de  la  pulpería.  No  bien  sintió  el  de  adentro,  gritó:  — Ah,  hijo  é  perra, 
ahora  las  vas  ja  pagar  toas  juntas.— ^o.,  Manuel,  yo  venía  porque  á  Transita  le  han 
güelto  los  reumatis^nos  y  quiere  que  usté  le  dé  un  poco  é  grasa  é  cachorro  pa 
ponerse.  — Si,  espérate  un  poco,  que  ahora  te  vo  a,  dar  grasa  é  cachorro  y  hasta 
sebo  si  querés.  Y  abriendo  de  golpe  la  puerta,  arrojóse  sobre  don  Valenlin  y  le  dio 
tal  puñalada  rpie  efectivamente  lo  dejó  tnostrando  el  sebo.  De  este  atropello,  del 
cuál  era  tal  vez  única  responsable  la  santa  señora  doña  Mercedes,  no  se  habló  nunca 
y  se  echó  tierra  al  asunto,  debido  á  que  ao  Manuel  estaba  muy  bien  con  el  conien- 
dante  de  las  juerzas  del  partido. 

Asi  se  abrió  camino  la  tal  mujer,  entre  la  gent*^  ignorante  y  supersticiosa,  en  el 
partido  de  Chascomús.  Después  pasó  á  Quilmes  y  últimamente  á  esta  capital,  donde 
residió  muchos  años.  Pero,  como  se  inmiscuyera  demasiado  en  achaque  de  partos  y 
doncelleces,  las  gentes  dieron  en  decir  que  para  eso  había  hecho  pacto  con  el  diablo, 
y  aseguraban  á  pies  juntillas  que,  pesaroso  el  señor  Satanás  de  haber  comunicado  su 
saber  ala  curandera  doña  Mercedes  que  de  tal  modo  lo  desacreditaba,  determinó  llevár- 
sela á  sus  dominios  en  la  fecha  última  que  antes  anunciamos,  es  decir,  el  6  de  Se- 
tiembre de  1889. 

»    /.  Corras  Fernandez. 


-¿Y  usted,  señora,  no  baila  con  nadie? 
•No,  señor,  yo  me  entiendo...  y  bailo  sola. 


&<ikjt. 


tll¡áa3tí^i&.l . 


i'        í   i-r«r-  1  n  fifitÍMiaiitffli 


'^J^W^lv'f 


*-S.'Sf?K?^^í^sS5w?S 


í*;ÍV'i<¿%<SííiK*%"*%<;S'^?Si;'^':«S" 


EJU. CASCABEL 


mi 


A  P  U  N  TE 


(Dibujo  de  Barris) 


IR' POR  LAMA  « ,  ,  « 


—Hola  mi  querido  Blas, 
—¡Calla!  ¿eres  tú  amigo  Andrés? 
te  buscaba  hace  ya  un  mes, 
ahora  no  te  escaparás. 
De  tal  modo  le  escondiste 
que  ya  estaba  con  cuidado, 
más  dime:  ¿donde  has  estado? 
donde  diablo  te  metiste? 
— Pues  tan  impaciente  estás 
á  referírtelo  voy. 
no  quiero  que  digas  hoy 
que  no  te  complazco,  Blas. 
Sabes  ([ue  yo,  por  el  juego, 
dejo  cualquier  otro  asunto 
y  algunas  veces  apunto 
aunque  ninguna  hago  íuego. 
Unos  pesos  que  cobrar 
tenía  ha  cosa  de  un  mes 

y  me  dije:  en  un  enh^és 

bien  los  podría  doblar. 

Y  como  no  gasto  ambajes. 

á  un  conocido  garito 

me  encaminé  derechito, 

con  mis  armas  y  bíxgajes. 

Ya  dentro,  vi  el  horizonte 

despejado,  magestnoso 

jChe!  no  hay  nada  tnás  hermoso 

que  una  partido,  de  monte. 

El  banquero  muy  ufano 

tiró  un  rey,  y  luego  un  ás 

y  yo  fui  y  jugué  al  rey,  Biás, 


aunque  soy  republicano. 

En  todos  nuestros  semblantes 

la  ansiedad  se  retrataba 

y  el  tapete  se  llenaba 

de  sumas  exhorbitantes. 

El  que  tallaba,  con  calma 

las  cartas  iba  corriendo 

y  poquito  á  poco  abriendo 

sepulturas  en  el  alma. 

Pues  bien,  mi  ([uerido  Blas 

¿qué  es  lo  que  dirás  que  vino? 

— ¿Como  quieres?...  yo  no  atino.. 

sin  duda  vendría  el  As. 

—¿Quién?  ¿el  As?  que  tontería.. 

-Entonces  me  lo'figuro, 

vendría  el  rey  de  seguro. 

— No,  no  aciertas  todavía. 

— Me  haces  charlar  por  los  codos. 

¡Ea!  ya  basta...   ¡Canario! 

— Pues  bien.  vino...  el  Comisario 

y  presos  nos  llevó  á  todos. 

Jo&é  Arana. 


DE  DOMINGO  A  DOMINGO 


-  Pocas  novedades. 

La  compañía  que  actúa  en  el  Nacional 
anunció  la  ópera  Trariata.  cantada  por 
la  señorita  Huguet,  y  los  señores  Grani  y 
Fonleynes.  Este  hacia  su  debut. 

La  representación  salistacia  al  público, 
pero  al  empezar  el  tercer  acto  produjese  el 
sangriento  suceso  que  tanto  ha  llamado 
la  atención  y,  naturalmenle.  la  opera  no 
terminó. 

La  segunda  audición  que  debía  tener  lu- 
gar el  Domingo,  se  suspendió  también. 

Ahora  se  aguarda  el  estreno  de  la  nueva 
ópera  El  León  de  Venecia.,  que  tendrá 
lugar  lugar  durante  esta  semana. 


POLITEAMA.— El  nuevo  baile  Y-thea- 
zi  se  sostiene  en  el  cartel,  y  logra  aíraer 
público  bastante  numeroso. 


APOLO.—Eslrenose  el  juguete   comico- 
linco  Los   consejos  de  D.   Javier.,  que 


■&J&Í 


^fc»i«: 


572 


aunque  son  muchos,  raás  podrían  ser:  qui- 
zás el  mas  esencial  se  lo  guarda.  El  autor 
fué  llamado  infinidad  de  veces  al  caer  el 
telón:  de  modo  que  juzgando  la  obra  por 
las  llamadas^  Los  consejos  de  D.  Javier 
es  una  obra  de  las  buenas. 

Otro  estreno  en  puertas'  Rosales.,  apro- 
pósito  en  un  acto  y  varios  cuadros.  Es 
una  obra  que  seguramente  llamará  la  aten- 
ción. 


ALHAMBRA. — También  se  estrenó  olra 
obra  local,  El  Año  92,  letra  del  señor 
Soria  y  música  orijinal,  á  trozos,  del  maes- 
tro Abad.  La  empresa  ha  tenido  buenas 
entradas  con  esta  revista,  lo  propio  que 
con  la  Boda  del  Cojo,  que  cada  noche 
gusta  más. 


COMEDIA.— Con    la    concurrencia    de 
siempre,  siguen  representando  en  este  tea- 
tro las  obras  más  aplaudidas,  tales  como 
Viva  mi  niña.  A  casarse   tocan  etc.. 
Juárez  yCa.  bien,  como  de  costumbre. 


FOLIES-FORL.ET.— Mucha  animación 
en  el  teatro  de  Forlet,  que  á  medida  que  el 
frió  nos  abandona,  se  vá  haciendo  el  local 
más  apropiado  para  pasar  la  noche. 


PASATIEMPO.— Parenti  y  su  discreta 
compañía  muy  festejados  por  los  concu- 
rrentes al  destartalado  teatro  de  la  calle 
Paraná. 


ODEOK.— Para  el  10  del  corriente  mes 
está  anunciado  el  debut  de  la  compañía 
Emmanuel,  el  distinguido  actor  italiano,  al 
que  acompaña  la  señora  Reiter. 

La  obra  elegida  para  el  estreno  es  La 
Dama  de  las  Camelias.  Indudablemente 
será  buena  la  temporada,  dados  los  ele- 
mentos con  que  cuenta  la  compañía,  y  las 
obras  que  se  pondrán  en  escena. 


Y  como  no  es  cosa  de  que  nos  ocupemos 
de  los  partidos  de  box,  6  de  los  dramas 
criollos,  terminamos  esta  reseña  en  la  con- 
fianza de  que  en  la  próxima,  no  faltarán 
novedades  de  que  dar  cuenta. 


Tienes  cutis  de  armiño, 

voz  de  sirena 
y  la  mirada  dulce 

de  una  gacela... 
Te  compadezco  entonces, 

puesto  que  eres 
un  animal,  mi    niña, 

completamente. 


«El  asunto  de  la  Plata  sigue  dando  jue- 
go...»—dice  un  diario. 

La  noticia  no  es  sorprendente. 

Siempre  ha  sido  la  plata  materia  prima 
en  cosas  de  juego. 

Y  en  casas  de  idem. 


Y,  apropósito;  ya  podremos  dedicarnos 
sin  rubor  al  juego. 

De  la  lotería. 

Ahora  solo  falta  la  materia  prima  de 
que  hablamos  antes:  la  plata. 

Y  luego  dirán  que  las  autoridades  no  se 
desviven  por  nosotros. 

Si  hasta  nos  ofrecen  el  medio  de  medrar 
por  chiripa  (no  confundir  con  chiripá.) 


Desganado  Gedeón 
al  cocinero  decía; 
— Yo  una  carne  comería 
-¿Cual? 

—Pues  carne  de  cañón. 


Pregunta  un  diario: 
ft¿Adónde  nos  llevan?» 
¡Que  lo  averigüe  Vargas! 


—Dicen  que  la  inspiración 
cuando  escribes,  te  da  Elvira. 
—¿Quién,  ella?  ¡Qué  aberración!.., 
Mas  sí  que  á  ratos  me  inspira, 
pero  me  inspira...  aversión. 


i^.V^' 


'M&Ms¿¿^&M¿>¡k;: 


.*^»^^^,-,.;^.. 


.'.»!*í- 


EL  CASCABEL 


>^m%^^f 


573 


La  nariz  de  la  fea  y  de  la  hermosa, 
caso  de  no  limpiarse,  es  horrorosa. 


Apropósito  de  nuestro  pleito. 

Creemos  que,  finalmente,  después  de 
quince  dias  de  presentado  el  escrito,  queda- 
rá notificado  el  Director  de  nuestro  colega 
Tribuna. 

Ya  era  hora. 


—Me  han  dicho  que  á  la  prisión 
te  trajeron  por  bandido. 
— Pues  no  lo  creas,  Zenón, 
estoy  porque  me  han  traido. 


Y  una  vez  notificado,  esperamos  dar 
cuenta  de  los  incidentes  divertidos  á  que 
dará  lugar  el  proceso,  dados  los  anteceden- 
tes que  nuestro  colega  dijo  que  reservaba, 
y  que  ahora,  naturalmente,  dará  á  conocer. 

Es  cuestión  de  unos  dias. 

Si  no  hay  obstáculos,  ó  falta  de  actividad. 


Compré  una  gruesa  de  plumas 
y  en  ella  sesenta  faltan. 
¡Digo!  ¿Cuántas  faltarían 
si  en  vez  de  ser  gruesa  es  ñaca? 


En  las  cámaras  de  Montevideo. 

Habla  un  miembro  de  ellas,  muy  acalo-_ 
rado  contra  un  proyecto  financiero  presen- 
tado por  los  ingleses,  y  dice: 

— ¿Qué  se  han  figurado  esos   hijos  de  la 
gran 

(Estupefacción  general) 

Sigue  el  orador:  ...  .de  la  Gran  Bretaña? 


Pan  con  vino  sin  cesar 
le  daban  diariamente 
al  chico  de  don  Clemente 
para  que  rompiera  á  hablar. 
El  vino  puro  y  añejo 
al  muchacho  emborracho 
— ¿Y  rompió  á  hablar? 

—Eso  no. 
lo  que  rompió  fué  un  espejo. 


Estamos  tomando  medidas  contra  el  có- 
lera. 

Naturalmente,  no  falta  quién  prepara  un 
proyecto  sobre  lazaretos. 


¿Medidas? 

¿Proyectos? 

A  que  después  resulta  que  nos  limitamos 
á  tomar  med idas  f Y  luego  no  cortamos 
nada? 

Lo  mejor  será  que  la  invasión  colérica 
quede  en   proyecto. 

Como  lo  de  los  lazaretos. 


Alquiló  una  casa,  Blas, 
cuyo  dueño  le  decía 
que  en  el  piso  encontraría 
buenas  luces,  agua  y  gas. 
Blas  en  la  casa  buscó 
agua,  pero  inútilmente, 
y  fuese  directamente 
al  dueño  y  le  preguntó  : 
—¿No  creo  que  V.  se  atreva 
á  decir  que  hay  agua  allí? 
—Pues  hombre  ¡claro  que  si! 
¡espere  usted  á  que  llueva!... 


L— En    Santiago  del   Estero   había  un 

hombre. 
II.— Que  se  Uamaba  Adolfo  Cabrera. 
III.— Y  dijo  el  hombre  de  Santiago: 
IV.— Yo  querría  ser  agente  de  El  Casca- 
bel. 
V.— Y  recibiu  el  periódico. 
VI. — Y  no  ajustó  cuentas. 
VII.— Y  al  serle  reclamada   la  plata^  el 
hombre  de  Santiago  del  Estero,  no 
dijo  esta  boca  es  mía. 
VIII.— Y  entonces  el  administrador  de  El 
Cascabel,  dijo: 
IX.— Tengo    el    mayor   placer  en    reco- 
mendar  á  ustedes  al  Sr.   Cabrera 
de  Santiago  del  Estero. 


Colmo  del  descreimiento. 
Tiene  Luis  tan  poca  le, 
que  sólo  cree  en  lo  (jue  vé... 
...¡y  es  ciego  de  nacimiento! 


Julia  fué  de  las  mejores 
tiples,  y  algunos  señores 
exclamaban  cierto  dia: 
que  en  su  garganta  tenia 
un  nido  de  ruiseñores. 
Y  ayer  Julia  se  ha  encontrado 
que,  por  efecto  del  frió, 
su  linda  voz  se  ha  velado. 


% 


:&  ^J^liíijcfeílrt  k  ¿Kr'.y.:.-' 


*¿LrüJ<^  É^^'¿"-í '-'.:'  '-^  ■ '. 


iST^.^J^^eá^d^-" 


.^«•'Ví** 


574 


EL  CASCABEL 


¡los  pájaros  se  han  marchado 
y  el  nido  se  halla  vacio. 


Del  francés : 

—¡Esto  es  un  escándalo!  Un  hombre  se 
ha  atrevido  á  ofrecer  á  mi  señora  diez 
francos  en  la  calle. 

— ¿Diez  francos? 
■  —Si  y  lo  que  me  molesta  no  es  la  ten- 
tativa de  seducción  sin()  la  caniidad... 


ondencía 


:VvV> 


-<á5- 


Utiel.—'íio,  seüor:  no   me  parece  bien. 

Mamerto.— Est&  lleno  de  asonancias. 

Petei'heque.  — Muy  largo  y  un  poco  falto  ile  ani- 
mación. 

Y.  Ihe. — Veré  de  aprovecliar  algún  canlac. 

Un  Argentino.— Mil  pasado  el  momento  de  hablar 
de  ello.  Me  parece  ft  mi . 

P,  ¿ííca*'— ¡Muchas  gracias! 

P.  ¿/e/e— Si  empieza  Vd.  de  esta  manera,  cnalquiera 
dirá  cómo  acabará. 

S.  C.  5.— Muy  bien:  se  publicará. 

B.  M.  P.— No  puedo  decirle  á  vd.  lo  mismo. 

Pi/'-paf'.—Paes...  lo  hace  mejor  en  verso,  sin  du- 
da,alguna. 


Tifón.— Malito  y  larguilo. 

Guülei^mo  T'eW.— Tal  vez  no  recibí  su  carta,,  y  ¡cía 
ro!  no  contesté. 

Doctor  F. — Atrasaditos  estamos,  querido  Doctoi'. 

F.  S.  y  5.— Bueno,  como  Vd.  quiera. 

Uno. — Siempre  ocurre  lo  mismo.  Ya  sabia  yo  que 
al  no  publicar  sus  versos,  me  tratarla  de.. .  eso. 

Ludovico—^o,  señor,  no  lo  verá,  Vd.  Pruebe  otra 
vez,  por  que  Vd.  no  lo  hace  mal. 

Ti-te-o.— Toño  muy  caprichoso  y  tonto  á  la  par, 

£'.ví'/-/fl;ooo.— Aguardaré  su  próximo  trabajito,  que 
indudablemente  estará,  a  la  altura  de  los  primeros 
que  mandó. 

A.  T..  .)/.— ¿Por  qué  no  quiero  publicarlo?  Pues. por 
eso:  porque  no  quiero.  Me  parece   que  más    claro... 

L.  Ct.—i\j.  G.?...  ¡.Ah!  si.  Lucas  Gómez. 

M.  de  y. — 1':stá  regularmente  versiflcado.  Mejor 
que  la  otra,  si. 

Puti)nilro(/ui. — Los  acrósticos  le  hubieran  gusta- 
do mucho  a  Manuelita;  aunque  es  fácil  que  Vd.  por 
el  mero  hecho  de  versificar  tan  endiabladamente, 
hubiese  sido  tachado  de  salrajc  unitario. 
A.  C.  I.  T.  /lo.—Pevo  vacia,  ¿eh? 
./.  S. — Vd.  debe  ser  muy  mal  estudiante:  y  nosotros 
no  podemos  insertar  insultos  con  pies  quebrados. 

Alhos. — ¡Qué,  si  tiene  vd.  condiciones  para  escri- 
tor? ¡Ah,  no  señor,  no!  Honradamente  no  puedo  fal- 
tar á  Ja  verdad, 
./ff/íona/'.ve.— ¡Espiritual!  Copio  algo: 
Jonkina,  Jonkina, 
jon, jon.  kina,  kina 
nagasaki,  hakodate. 
Ohée.. 

/I.  M.  V.— Vd.  está  de  felicitaciones.  Pi'onto  po- 
drá Vd.  })onerse  bajo  el  amparo  del  Patronato  de 
la  Infancia,  en  donde  le  permitirán  hacer  todas  las 
octavas  que  guste,  y  al  propio  tiempo  aprenderá  los 
rudimientos  de  la  ortografía. 


STttí^ 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 

Director:    ENRIQUE    COLL 

rít 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »    0.10 

»         atrasado »    0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

9  3jB— AlaillTA— 13@  (ALTOS) 


SUÍÍf^sfefi- .  tA'Í^t3''si  -*¿^>.*A¿^i}-K.. 


?.  ^ir*Él^%¿^^...jJ^S3t)>,£K,f'^^MS¡S^'é^^^:^^^ 


EL  CASCABEL 


575   • 


LECHEfilA  LA  tARTONA 

Fábrica  á  vapor  de  manteca  fresca 
fina  en  el  establecimiento 


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Al  menudeo  en  los  principales  almacenes, 

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Se  previene  al  público  que  la  fa-macia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriornnente  de  D.  Cinillerino  .4.  í>an%vell, 
se  vendió  A  D.  Dfiego  Sproat.  quien  no  es 
farmacéulico,  de  modo  que  dicba  farma- 
cia no  es  ya  «le  <"raiiw«ll  sino  de  Sproat. 

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Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  caju- 
tales  de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  Jos  pueblos,  también 
con  beneficio 

lloras  de  despacho.  Los  dias  hábiles  de 
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ESPAÑA    PROVINCIA  DE  MADRID 

Pargantes,  únicas  de  su  especie.— Estas  cé- 
lebres aguas,  verdadera  joya  medicinal. 
obtuvieron  diez  medallas  de  oro,  ocho  diplo- 
mas de  honor  y  los  más  grandes  premios  'ín 
todas  las  exposiciones. 

Analizadas  por  las  Academias  de  Medicina 
de  Paris  y  31:>drid  y  por  el  Dr.  Pedro  N.  Ára- 
la, en  el  Laboratorio  Municipal  de  Buenos 
Aires. 

Estas  aguas  son;  purgantes,  depurativas, 
anti  biliosas,  anti-herpéticas,  an ti  escrofulosas 
y  anti-sifiliticas. 

Declaradas  ñor  !a  ciencia  médicía  ('omo  el 
mejor  depurativo  de  la  sangre  alterada  por 
los  humores  ó  virus  en  geneiaL 

Las  aguas  de  Garabaña,  purgantes  como 
ninguna  olra,  las  mandan  los  médicos  con 
preferenc  a  a  todas  sus  similares,  porque  las 
que  el  público  conoce  como  algo  buenas  son 
falsificadas  en  su  mayoría. 

Venta  por  mayor  y  njenor:  Demarchi,  Pa- 
rodi  y  C»,  Defensa,  419.  y  en  todas  las  'ar- 
mucias  y  droguerías  de  Buenos  Aires  y  pro- 
vincias. 

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Argentina  y  del  Uruguay,  ^Méjico,  557,  Es.  As. 


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Subve-y  I  Clonados  por  el  Gobierno  español 

Servicio  bimensuaJ  fijo 
entre  el  Rio  de  la  Plata  y  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  3  de 
cada  bi-mestre,  para  Santa  Cruz  de  Tenerife, 
Cádiz,  Barcelona  y  Marsella,  admitiendo  carga 
y  pasajeros,  así  como  para  Vigo,  Coruña,  San- 
tander, Bilbao  y  demás  puntos  importantes 
le  España. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus 
agentes  Antonio  López  y  (>,  calle  Alsina  7óO. 

Nota.— Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos los  puertos  y  ciudades  de  España. 


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SE  RECIBEN  SEMANARIOS  ESPAÑOLES 

De  venta  en  los  principales  kios- 
kos  de  Rueños  Aires. 

Para  suscripciones:  CHILIl.  2164 


lm¡>.  C,".11I¡IER  W.  LA  PLATA.  Sección  de  Obras,  á  car;o  de  R.  Ptiig 


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Afio  I    BaraoB  Aires,  Septiembre  14  de  1892    Nám.  37 


EdiUir  propietario:  FRANCISCO  FERRES 


Redacción  y  Adiniüisiracion:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 


Precio  en  Ja  ciutJ;'u...    $  d.lOel  númeiv 
Xúmero  atrasad(  .. ..     »0.15        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C» 


Con  ^Marclielti  ii'ahajando 
¡qui^  .-'legres  deben  estar! 
pue-sto  que  ambos  á  !a  par 
pasan  su  vida  cantando. 


lirtsüií  ¡•awíst  *>sSíi¿¿_  Ái 


j  ,;.3f «;U^-^,, 


-...ij.:-^  :sí2,-^ífs:  s; 


578 


EL  CASCABEL 


:0^ 


<J 


$.ijai^$ 


1^  ^  O  sabemos  si  obran  por  cuenta 
•  "    ^  propia. 

O  por  cuenta  del  consejo  de  higiene  ó 
de  alguna  empresa  de  ponnpas  fúnebres, 
que  todo  podría  ser. 

Ello  es  que  las  empresas  de  tiaanvai/s 
han  lanzado  á  la  circulación  las  tan  aplau- 
didas jardineras,  cual  si  estuviésemos  en 
el  rigor  del  verano. 

Los   coches  descubiertos    circulan    por 
esas  calles  de  Dios  y  de  BoUini  y  parece 
que  di^an  á  ios  transeúntes: 
.   — ¡Eh  señores!...  ¡Se  acabó  el  frío!... 

Nosotros  lo  creemos  de  buena  fé  y  to- 
mamos asiento. 

Pagamos  el  boleto,  y  al  poco  rato  sen- 
timos un  frío  glacial  en  los  pies,  frío  que 
acaba  por  apoderarse  de  nuestro  misero 
cuerpo  y  nos  impide  la  circulación  de  la 
sangre. 

Así  es  que  cuando  sube  el  inspector  á 
taladrar  los  boletos,  estamos  una  hora 
registrando  les  bolsillos  infructuosamente. 

— ¿Lo  ha  perdido  V.? — nos  pregunta  el 
empleado  lirnnico. 

— Lo  que  he  perdido  es  el  tacto,  así  es 
que  no  encuentro  'A  boleto. 

— Pues  tendrá  V.  que  pagarlo  nueva- 
mente. 

—¿El  tacto? 

—  ¡El  boletol...   Y  méiios  bromas. 

— No,  si  lio  estoy  para  l»romas.  Pero 
crmo  no  me  caliente  las  manos,  no  haré 
nada  bien  hecho. 

Por  fin,  después  do  meter, un  rato  las 
inanos  en  la  pech-'ra  de  un  carnicero  colo- 
radote y  gordo  <iue  viaja  á  nuestro  lado, 
?e  restablece  la  circulación  y  damos  con 
el  boleto  que  taladra  el  inspector,  no  sin 
refunfuñar  ua  }ioco. 


Sigue  el  coche  eorriendo  cuadras,  y  el 
frío  sigue  aumentando,  hasta  que  la  jardi- 
nera queda  convertida  en  un  frigorífico 
de  esos  que  se  estilan  para  conducir  car- 
neros frescos  á  Europa. 

Si  el  viaje  es  muy  largo  llegamos  á  te- 
mer por  nuestra  vida  y  llamamos  cariño- 
samente al  vecino  para  decirle: 

— Si  me  falta  fuerza  p>ira  sobrellevar 
tanto  frío,  tenga  V  la  bondad  de  sacu- 
dirme unos  cuantos  cachetes,  y  hábleme 
de  mi  familia,  á  ver  si  me  acaloro  y  puedo 
reaccionar. 

Por  fin,  llegamos  á  la  meta  de  nuestro 
camino,  ya  que  no  á  la  de  nuestras  aspi- 
raciones, y  para  apearnos  necesitamos  el 
auxilio  de  h  fuerza  pública  y  del  público 

de  fuerza. 

Una  vez  en  tierra  nos  echamos  á  tomar 

el  sol,  y  empezamos  k  pensar  en  política. 

Claro  está  que  se  nos  ocurre  que  es  pre- 
ciso reaccionar  de  una  vez. 

Y  reaccionamos.  Nos  levantamos,  y  no 
en  armas,   y  nos  dirigimos  á  casa. 

Una  vez  allí  nos  entregamos  al  asado 
con  fruición,  y  á  los  bifes  con  papas,  la- 
mentándonos por  el  mal  rato  pasado,  y 
jurando  que  hasta  que  salgan  los  jóvenes 
elegantes  con  sombrero  de  paja,  es  decir, 
hasta  que  el  calor  apriete  de  verdad,  no 
volveremos  á  abusar  de  las  jardineras  ni 
nos  prest^i remos  á  representar  el  papel  de 
modestos  ramhoiiillet  congelados. 

Decíamos  que  tal  vez  las  empresas  obran 
de  común  acuerdo  con  el  consejo  de  higie- 
ne, y  que,  en  previsión  de  que  el  cólera 
nos  visite  adoptan,  como  medida  prtA'eii- 
tiva.  la  de  ventilarnos  y  airearnos  sin 
compasión. 

Todo  puede  ser. 

Porque  ante  !a  posibilidad  de  que  el  có- 
lera y  Sáenz  P<^ña  suban  al  poder  en  el 
mismo  lapso  .  ¡ay!)  de  tiempo,  todas  las 
precauciones  nos  parecen  pocas. 

Las  personas  aprensivas,  especialmen- 
te, andan  como  alma  que  lleva   el  diablo. 

— ¡Cuidado  con  el  agua! — nos  dicen. 

— ¿Va  á  llover? 

— -\o.  Cuide^e  del  agua  potable. 

— lisa  no  nos  importa. 

— ;IIay  <|ue  tomarla  hervida! 

— Bueno;  mejor  es  no  tomarla,  y  dedi- 
carse á  los  alcoholos. 


■■^■■^Á^¿¿Áhí¿í-l-í 


■¿¡ía»!¡eé}(tí¡. 


EL  CÁSGABEL 


-^^¿kji?iñ'i 


579 


— También  son   nocivos. 
— ^Entonces  solo  nos  queda  el    recurso 
de  bebemos los  vientos. 

—  ¡Guárdense  de  ellos,  que  son  los  con- 
ductores de  microbios! 

Y  así  por  el  estilo. 

De  modo  que  el  que  quiera  estar  segu- 
ro ha  de  meterse  en  una  urna  y  alimen- 
tarse de  ilusiones. 

— ¿Ha  visto  V.? — le  decíamos  á  la  com- 
placiente patrona. 

— ¿Qué  he  de  ver? 

—¿No  lo  sabe? 

-¿Qué? 

— El  huésped,  el  terrible  huésped — 

— Ah,  ya;  el  de  la  pieza  número  cuatro. 
Aquel  qne  no  me  paga,  ¿no? 

—  No  señora.  Me  refiero  á  otro 
— ¿Que  i.o  paga? 

— Y  que  tiene  ganas  de  venir. 

— Pues  es  inútil.  En  casa  no  quiero  más 
huéspedes. 

— Pero  el  del  Gat)ges —    • 

— Nii  le  conozco,  ni  le  admitiré  en  r-asa. 

: — Piies-pai-a  que  no  entre,  debe  V.  tener 
gran  a>eo  en  todo,  y  cuidar  mucho  de  que 
la  comida  sea  buena. 

—  Lo  haré.  ¡Nn  faltaria  más! 

Es  tal  vez  el  único  greínio  que    sale  be-, 
neficiadü,  el  do  inquilinos. 

Cada  vez  que  se  anuncia  una  epidemia 
son  cuiíladosamente  atendidos  y  comen 
con  i'elativo  aseo. 

Es  lo  que  nos  de^na  una  patrona  vaquea- 
ría. 

—  ¿El  cólera?  no  creo  en  él. 
— Pero  se  dan  casos.... 

— Ya  lo  creo  que  se  dan.  ¿Pero  sabe  V. 
quién  los  inventa? 

— ¿Los  médicos? 

— Nu. 

— ¿Lo-...  enterradores? 
'  — Tampoco. 

— Como  no  sean  los  farmacéuticos,  ávi- 
dos de  despachar  esoeeificos.... 

— Menos. 

—  Entonces.." 

—  ¿No  a  ti  un? 

— Francamente,  n<^  señora. 

—  Pues...  ¿quiere  V  sa')er  de  quienes 
pane  la  voz  de  a  lamia? 

— ¿De  (]uiéo? 

—  ¡De  mis   inquiÜni^-!    Ellos  saben  que 


en  caso  de  peligro  les  alimento  bien  y  has . 
ta  les  doy  un  té  sin  cobrar  plus... 

De  modo  que  ya  lo  saben  VV.  No  hay 
cólera  ni  le  habrá. 

A  las  patronas  no  les  conviene. 

Y  á  los  que  están  libres  de  ellas,  tam- 
poco. 


SISTEMíV  NUEVO 

l'stedes,  de  seguro  que  lian  sabido 
el  gran  descubrimiento  efectuado 
respecto  del  lavado, 
por  un  señor  francés,  muy   instruido. 
La  ropa  antiguamente 
con  jabón,  casi  siempre,  so  lavaba; 
pero  el  francés  alirma  (]ue  se  lava 
mucho  mejor  co?i  'itrpas,  solamente. 
Las  papas  y  la  ropa  reunidas, 
en  una  olla  metidas, 
hier^'en  al  fuego,  mientras  este  dura 
y  la  ropa  de    la  olla  retirada, 
se  encuentra  ya  lavada, 
digna  de  admiración  por   su    blancura. 
Se  V('',  (jue  según  eso. 
este  procedimiento  es  un  progreso, 
que  matará  algún  día 
al  antiguo  jabón  y  á  la  legia. 
El  tal  lavado  puedi  únicamente 
causar  un  leve  daño: 
el  olor  de  la  ropa  será    extraño, 
podria  oler  á  papas,  ciertamente 
Si  el  tubérculo  huele  vuestra  amada 
¡qué  susto  más  tremendo! 
pues  puede  sospechar  que    estáis    sufriendo 
una  luherculos/f!  rematada. 
Si  vuestra  esposa  oliera 
la  camisa,  os  pondría  en  un   apuro; 
os  creerá  de,  seguro 
en  amores  con  una  cocinera. 
Al  que  puede  servir  este  lavado 
es  á  algún  diputado, 
dado,  que,  si  procura 
defender  con  calor  la  agricultura 
se  cubrirá  de    gloria, 
convenciendo  al  instante  á  sus  oyentes, 
pues  con  sus  argumento.-^  contundentes 
reunirá  el  olor  á  la  oratoria. 

La  ropa  así  lavada,  bien  podría 
para  algunos  servir  de  economía. 
Ejemplo:  un  usurero, 
que  llora  cuando  come  cada  día 
porque  el  almuerzo  le  costó  el  dinero; 
si  la  camisa  que  usa  fué  lavada 
en  la  forma  citada, 
ya  puede  guapamente 
pas:u"se  con  u;i /y^/tí  solamente. 


-•M 


■  'ijgá'¡ík 


-■,í?.r«"^'^W   7  >1  ■ 


580 


EL  CA 


pues,  huele  ia  camisada  saturada, 

y  queda  convencido 

de  que  el  hif'i  con  papas  se  ha  comido. 

Ustedes  estarán  en  la  evidencia 
de  que  papas  son  nuestros  protectores, 
pues  son    una  seiíunda  providencia: 
las  papas  en  las  manchas  interiore-s; 
y  los  papas  si  son  de  la  conciencia. 

Quede  ia  papa  vencedora  lioy  día 
del  antiguo  jabón  y  la  legia 
y  si  se  halla  reparo 
y  se  supone  este  sistema  caro. 
yo  puedo  demostrar  su  economía. 
Fuera  la  olla  del  fuego. 
la  ropa  de  las  papas   separada: 
queda  la  ropa  limpia  y  aseada 
jy  se  pueden  ::omer  las  papas  luego! 
Y  asi  un  doble  servicio 
prestaría  el  lavado  alimenticio. 

José  M".  Mendoza. 

MATRIMONIO   CURATIVO 


Se  casa  entusiasmado 
en  busca  do|  vergel  desc'noi'if'o. 
y  además  porrnie  un  médico  instriiidí 
se  lo  ha  r^cnmendado 
para  curarle  un    grano    malliudnd(» 
el  cual,  yo  no  sé  donde  le  lia  salido. 


TIPOS   POPULARES 


CANDELARIO 


AXDELARIOÜ 

Qué  podríanlos  decir 
dees,[e  abuf/fu!o  y  res- 
polahle  personajo.  (jue 
lio  TiiGse  repelir  lo  que 
una  y  mil  veces  vos- 
olros  mismos  iiaiiréis 
vistu  y  cscucliailo? 

Nada,  absolulamenie 
nada. 

A  Candelario   todo   cl 


mundo  lo  conoce.  De  lodos  es  amigo.  Pa- 
saréis por  su  lado,  y  aunque  en  la  vida  1& 
hayáis  visto,  no  escaparéis  íi  su  franco  y 
jovial  saludo. 

Galera  y  levita,  esas  son  sus  prendas- 
predilectas,  y  la  falta  de  ellas,  serla  para 
Candelario,  el  mayor  suplicio. 

Es  la  verdad;  sin  su  galera  ó  peluda. 
como  él  la  llama,  su  levita,  su  bastón,  sus 
cortos  pantalones  y  sus  anchos  zapatos. 
Candelario  no  seria  respetado  por  esi\  p un- 
ta de  pillos.,  II torrantes  y  bandidos. 
que  á  fuerza  de  emhrollos  y  trampas  pre- 
tenden arrebatarle  el  pan  de  cada  dit». 

Pero...  mal  camino  llevan.  Candelaria 
no  tiene  rivales  en  su  profesión. 

Tiene  privilegio  del  Sup^írior  Gobierno 
(le. .'.  rematadores. 

l'lstos  son  los  que  lo  mantienen. 

Y  si  bien  es  cierto,  que  <i  ellos  debe  estar- 
les agradecido,  también  ellos  pueden  estar 
contentos  de  Candelario. 

¿Qué  anuncio,  o  aviso  de  remate,  mere- 
cerla atención,  si  no  fuese  repartid(j  por 
Candelario  á  gol|ies  ile  jjombo  y  platillo. 
en  la  esquiucí  <ie  Catalanes? 

Ninguno.  Tiene  ({ue  ser  repartido  por  (-I. 
para  ser  leído. 

MI  obliga. 

Y  por  cierto  ((ue  tiene  gracia,  con  sus 
anchas  patillns,  y  su  voluminosa  panza. 
l)ara(lo  en  la  es(|uina  de  San  Martin  y  Can- 
gallo, repartiendo  avisos. 

¡Con  qué  cantidad  de  dichos  y  palabras 
acompaña  cada  anuncio  (|ue  sale  de  sus 
manos! 

Aquello  es  un   fu}ió(jra¡'o  interminable.^ 

Ms  una  miupiina  paríanle. 

Pasa  uno: 

—  Ctiv.  loco.,  ya  ande  ras,  dice,  apoyan- 
do una  mano  sobro  el  hombro  de  su  victi- 
ma—/O'a/c',  lee  este  ariso.  ras  á  ver  (¡ue 
eosa  papa  y  asi.  le  acompaña  tres  ó  cuatro 
j)asos,  dejándole  enseguifla  para  empren- 
derla con  otro;  este  es  un  señor  anciano. 

—Conu)  le  rá  señor  y  la  farnilicú . . . 
todos  buenos  nú?  Mire,  lléveles  este  avi- 
so, es  un  remate  macanudo,  dicen  que 
va  liaber  carne  con  enero  y  empana- 
das... y  aqui  le  endilga  una  sarta  de  da- 
tos y  recomendaciones,  capaz  de  volver 
loco  al  más  sereno. 

Más  tarde  pusa  iin;i  señora: 

— A  dióa  lona  iJominga.,  le  dice,  aunque 
se  llame  Pepa,  pues  para  él  la  fé  de  bautis- 
mo no  existe...  Conw  le  vá  señora... 
tome.  Itérele  a  su  tiija,  este  aviso  de 
mi  parte. . . 


-'-¿ík'-'iíüi^'s^'í, :  'i 


EL  cÁecAvéí 


581 


—Guarango!!  replica  la  señora  indigna- 
dla, por  la  indebida  familiaridad  de  Cande- 
lario, al  mismo  tiempo  que  arroja  con  des- 
precio el  obsequio  de  nuestro  tipo. 

Aquí  arde  Troya...  Nunca  tirara  el 
papel. 

Candelario  se  pone  hecho  una  fiera;  jura 
-y  perjura. 

Aquello  es  atroz!! 

Asi  con  estas  ó  parecidas  escenas  pasa 
«u  vida  este  prójimo  vividor  ú  quien  mu- 
•chos  llaman  el  loco^  y  á  quien  muchos 
■cuerdos,  envidian  su  locura. 

¡Líbrenos  Dios,  de  locos  como  Candela- 
rio!! 

En  otra  época,  algo  remota,  Ignacio  fué 
uno  délos  tipos  populares  quemas  llama- 
ron la  atención. 

Fué  en  tiempos  del  malogrado  Várela, 
■cuando  publicaba  El  Po?'teño,  del  cual 
nuestro  hombre  era  infatigable  repartidor. 
Más  tarde  abandonó  el  reparto  para  dedi- 
■carseála  venia,  que  en  unión  de  La  Pre- 
.sidencia.  efectuaba  en  grandes  cantidades, 
pues  era,  puede  decirse,  el  único  agente  de 
aquellos  dos  inolvidables  periódicos. 

De  broma  en  broma  hacen  ya  30  ó  40 
iiños  que  Candelario  lleva  esta  agitada  vida 
de  JiO})ibre  público,  llena  de  sinsabores 
y  desdichas,  pero  que  él  soporta  con  pa- 
ciencia y  resignación  mientras  tenga  chan- 
(ja  do  avisos,  y  mientras  pueda  tocar  una 
j)(¿long>'ita  con  corte  y  firulete.,  pues 
hay  que  saber  que  Candelario,  es  músico 
y  pacía. 

En  las  casas  de  remate,  cuandohay  pia- 
nos en  venta  y  cuando  sus  ocupaciones  se 
lo  permiten,  Candelario  mala  el  tiempo  to- 
cando miloiigas  ó  componiendo  versos  en 
cuartetas. 

No  há  mucho  nos  mostraba  unos  versos 
queí7  dedicaba  á  D.  Luis. 

—Mira.,  che.  hermano.Aec\ai.,fljáteque 
rasos  le  escribo  al  viejo,  y  sin  darnos 
tiempo  á  impedir  su  lectura,  pues  sabía- 
mos loque  seria,  leyó: 

El  día  que  mo/tte  D.  Luis 
de  la  Presidencia  el  sillón 
//(C  parta  un  rayo,  si  miento 
que  ya  no  hay  rcrolución. ..!.'.' 

Nosotros  tampoco  mentimos:  tal  vez  á  la 
fecha  hayan  caído  en  vuestro  poder,  algu- 
nos de  estos  impagables  versos,  pues  cuan- 
<lo  nos  los  mostró,  estaba  por  darlos  ú  la 
publicación,  loque  no  había  hecho  hasta 
■entonces  por  falta  de  vento,  esperando 
•  jue  algún  buen  amigo  lo  ayudase  á  salir 
■del  paso. 


Y  lo  habrá  encontrado,  ú  rio  dudarlo, 
porque  Candelario  conoce  algunos  golpes 
de  esgrima,  sobre  lodo  los  sablazos,  al 
bolsillo  del  prójimo. 

Esto  no  quiere  decir  que  sea  verdadera- 
mente un  pechador  de  oficio,  nó:  sus  pedi- 
dos, siempre  en  calidad  de  pi^éstamo  que 
nunca  volvéis  ü  ver,  se  reducen  cuando 
masa  40ó  SOcentavos  y  cu  indo  menos  á 
un  paquete  de  Cigarrillos  ó  á  una  copa  de 
vino  seco,  su  bebida  predilecta. 

Podéis  preguntarle  cualquier  dato  sobre 
nuestras  pasadas  luchas  políticas,  que  él 
mejor  que  cualquier  historiador  os  dará 
cuenta  de  ellas. 

Recuerda  al  pelo,  los  tiempos  de  Don 
Adolfo,  áQ  Avellaneda,  de  Laspiur  y  de 
cuanto  bicho  viviente  le  interroguéis.  To- 
dos pasan  por  su  espirituosa  critica,  nin- 
guno se  le  escapa. 

Dias  pasados  presenciamos  una  escena, 
que  si  bien  es  cierto  que  en  si  no  encierra 
gracia  alguna,  demuestra  al  menos  los 
merecimientos  y  respetos  que  infunde  la 
arrogante  figura  de  Candelario. 

Se  presentó  en  la  casa  de  un  conocido 
caballero,  del  cual  es  portero  un  honrado 
gallego. 

—¡Che,  Galicia!  interrogó  Candelario 
con  tono  imperante  y  desfachatado — ¿está 
en  casa  tu  patrón? 

El  portero  entre  indignado  y  temeroso 
ante  la  creencia  de  que  se  las  había  con 
un  respetable  señor,  contestó  afirmativa- 
mente, pero  cual  no  seria  su  sorpresa  y  su 
ira  al  oir  que  (candelario  le  ordenab(f  lle- 
vase á  su  patrón  un  importante  aviso  de 
remate. 

Si  Candelario  hubiese  sido  más  débil  y 
su  presencia  no  hubiera  infundido  temor 
al  indignado  portero,  seguro  es  que  estele 
descompone  el  esternón,  por  semejante 
atrevimiento  y  osadía,  pero tuvo  pru- 
dencia y  además  «{ue  el  insultante  era 
Señor  de  felpa  y  leva. 

Es  decir,  un  hombre  deprendas. 

Porque  la  leva  y  jclpa  son  las  de  Can- 
delario. 

Emilio  Gilí. 


•::-íi¿á!SÉr- 


582 


Etr  CASCABEL 


-■  -f- — •'- 


■H^í.:-       -ii. 


IL 


DE  LAS  COSAS 


-  Un  doctor  muy  estudioso, 
«on  ideas  ingeniosas, 
el  origen  de  las  cosas 
muestra  en  un  libro  curioso. 
Estudia  el  doctor  con  celo 
mil  causas  interesantes, 
y  entre  las  más  importantes 
se  halla  el  origen  del  duelo, 
■y  creyendo  que  al  lector 
lé  pudiesen  agradar, 
del  duelo  voy  á  copiar 
los  estudios  del  doctor: 
«Sitio;  una  extensa  pradera,     . 
rios,  árboles,  follaje; 
Actor;  un  hombre  salvaje 
de  aspecto  y  mirada  fiera. 
Con  su  alto  busto  domina 
él  paisaje  soberano,  < 

y  busca  la  presa  en  vano 
que  sacie  su  liambre  canina, 
mientras  á  su  abrevadero, 
sierpe  de  agua  con  que  baña 
sus  dominios  la  montaña, 
se  acerca  un  ciervo  ligero. 
El  hombre  corre  hacia  él 
y  entre  el  follaje  se  escuda, 
llevando  en  su  sola  ayuda 
el  instinto  de!  lebrel. 
El  ciervo,  su  cornamenta 
alza  un  punto  cuidadoso; 
mira,  y  emprende  medroso 
una  carrera  violenta; 
y  el  hombre,  viendo  que  ha  huido, 
la  alta  yerba  despedaza 
y  da  principio  á  la  caza 
con  un  salvaje  alarido. 
Una  piedra,  con  presteza 
lanza,  arrancada  del  suelo, 
que  surca  el  aire  en  un  vuelo 
y  da  al  ciervo  en  la  cabeza. 
Este  tiembla    agonizante; 
llega  el  hombre,  le  da  tin, 
y  comienza  su  festín 
sobre  el  cuerpo  palpitante. 

Ya  del  premio  de  su  empresa 
quiere  disfrutar  contento, 
y  otro  hombre  en  aquel  momento 


va  á  disputarle  su  presa. 
Entre  horrible  vocerío, 
le  reta  el  recien  llegado, 
y  el  otro,  ya  preparado, 
da  principio  al  desafio. 

El  uno  pierde  la  vida, 
y  en  su  triunfo  el  otro  cierto, 
comienza  al  lado  del  muerto 
á  devorar  su  comida » 

l']ste  cuadro  aterrador 
es  del. desafio  origen, 
y  éstas  las  causas  que  rigen 
todos,  según  el  doctor; 
viéndose,  sin  gran  esfuerzo, 
(jue  el  duelo,  hoy  igual  que  ayer, 
el  fin  que  debe  tener 
es  solamente  un  almuerzo 

Hipótesis  ingeniosas 
en  su  obra  el  doctor  presenta, 
y  así  el  origen  nos  cuenta 
de  una  infinidad  de  cosas; 
resultando,  en  conclusión, 
de  aquel  estudio  profundo, 
que  las  cosas  de  este  mundo 
de  origen  salvaje  son. 

Yo  de  esto  un  día  dudé, 
pero  hoy  estoy  convencido 
con  lo  que  me  ha  sucedido 
y  que  al  punto  contaré. 

Aquel  doctor  eminente 
me  pidió  una  cantidad, 
cien  pesos,  en  calidad 
de  préstamo  solamente, 

diciéndome: 

—Yo  atestiguo 

que  el  prestar  sin  interés, 
no  eá  nuevo,  puesto  que  es 
de  un  origen  muy  antiguo.— 

>\'o,  creyendo  en  tal  error, 
lo  que  me  pidió  le  di, 
y  desde  entonces  no  vi 
al  mencionado  doctor 
Victima  de  su  pillaje, 
su  tesis  voy  á  apoyar: 
¡Hoy  creo  que  es  el  prestar 
una  cosa  muy  salvaje!...  . 

Luis  Garda. 


tó-'-j-¿  ■■iiaíSiáfevíl, 


;  \:;f¡XiS^ái:. 


W--'t7^'' 


EL  CASCABEL 


^^ 


CELOS    INFUNDADOS 


EL  BUEN  AMIGO 

I- 

\/     AMOS  á  ver  cómo  te  lomas  esta  copa  de  champagne.. .  Te  lo  pido  yo,  Consuelo 

mia.  i  ^ 

— Pero...  ' 

— Nada,  nada.  Te  lo  pido  yo,  que  soy  tu  esposo,  y  te  autorizo  para  que  te  alegres  un 
poquito. 

—  Es  que  .. 

— Por  Dios,  Consuelo...  Te  lo  pido  humildemente,  y  telo  pide  nuestro  buen  amigo 
Carlitos. 

— ¡Cabal!  Se  lo  pedimos  á  V.  y  no  debe  hacernos  sufrir  un  desaire 

— Muy  bien  señores.  La  tomaré,  pero  luego,  cuando  me  sienta  la  cabeza  turbia... 

—¿Por  un  sorbo  de  champagne? 

— Cuando  me  sienta  la  cabeza  turbia,  repito:  cuando   sienta  aquel   cosquilleo  en  el 

cuello  y  aquella  flojedad  en  las  piernas les  haré  toda  clase  de  cargos  y  seré  capaz 

de  casi  disgustarme  con  mi  esposo  y  de  no  creer  en  la  amistad  de  nuestro  buen  amigo 
Carlitos 

— ¡Pero  Consuelo!... 

— Señora...   . 

— La  tomo.  Y  brindo  por 

— ¿Discurso  tenemos?  '  •: 

— Corto,  señores,  no  se  alarmen.  Brindo  por  mi  esposo,  el  más  bueno  de  los  mari- 
dos, el  hombre  más  atento....  ¡no  se  ofenda  V.  ("arillos! 

— Yo,  Señora.. .. 

—En  fin!...  .^  J 

— ¿Se  acabó  el  discurso?  v 

— Ahora.  Brindo  porque  á  los  seis  años  que  llevo  de  casada,  sucedan  muchos  tan 
i'elices  como  ellos!  -- 

—  ¡Bravísimo!  # 
—¡¡Bien!! 

Y  la  fiesta  intima  continuó  animada  hasta  que  un  criado  anunció  al  Sr.   de  Castillo.  ^ 

— Que  pase — dijo  la  señora.  Y  que  traigan  otra  taza  de  cate.  '• 

El  semblante  de  Carlitos  se  transformo.  Tornóse  pensativo. 

El  del  marido  reflejó  cierta  inquietud. 

El  Sr.  de  Castillo,  entró,  tomó  su  café,  estuvo  afable  con  Consuelo,  su  esposo  y  Car-  _ ; 

litos,  y  al  (lar  las  once  en  el  reloj  de  la  salita  se  retirij. 

Carlitos  retiróse  también,  y  hasta  la  puerta  le  acompañó  el  esposo  de  Consuelo.  An- 
tes de  despedirse  le  dijo: 

— Soy  feliz  y  sufro. 

—¿Tú?...  -  : 

— Si:  ese  señor  de  Castillo  se  me  alraganta.  Galantea  ;i  mi  mujer,  y... 

— Hace  tiempo  que  lo  noto,  pero  cuenta  conmigo.  Yo  te  ayudaré  á  investigar  y  si  es 
cierto...  ¡ay  del  Sr.  de  Castillo!...  'r 

— ¡Ay  de  Consuelo! 

—Adiós. 

H. 

— ¿Nos  acostamos? 
-.-Como  quieras. 

Consuelo  y  su  esposo  dirigense  á  su  cuarto.  El  mismo  que  seis  años  atrás  les  cobijó 
por  vez  primera. 

— ¡Cómo  pasa  el  tiempo! — exclamó  la  esposa. 

—  El  tiempo  si:  pero  el  amor.. .  mi  amor  no  pasa. 
— Nuestro  amor,  podrías  decir. 

Ha  pasado  una  hora.  La  mujer  revuélvese  en  el  lecho  sin  poder  conciliar  el  sueño. 
Por  fin  se  levanta 

— ¿Estás  indispuesta?  ; 

— Tu  tienes  la  culpa. 

—¡Yo!... 


:.| 


riki.cdjíkJi&uifisr' i 


9B4 


NL  CABCAlttiL 

lwÍM;*JM)í¿»|iw't»Mrtítiyrg¡iJ'_il  iii' 


LOS  LANCES 


Los  caballeros 


Las  armas 


El  inridente 


El  cambio  de  tarjetas 


■v\.    * 


^.ío^  ^^-      -^.,    .. 


El  lance,  con  padrinos  y  demás  requisitos 


Las  consecuencias 


£rílt_i.^jjri«AijtíkSit  ..iLáhC  i 


,  JKüliíMt, 


KL  caík:a«kí. 


»& 


DE  HONOE 


Los  individuos 


Las  herramientas 


K\  incidente 


I^a  tarjeUi 


El  liinco,  ai  natural 


J.as  consecuencias,  naturales  también 


¿a¿vtj¿alfel^a^¿:rt;.ái»itfea'^s&C.--:i  .■  -'¿ :■ 


¿^  ■-  -  ^:-^'^'>v'>^  r^'iíi'^  ?s:^^^  :vj¿?4á¿.y;.vl 


-,Lj':..'l>  iiif^'tSf:-. 


EL  CASCABEL 


— Es  decir,  el  champagne.  Voy  é  refrescarme  un  rato.  Duré  una  vuelta  popel  jardín 
y  vuelvo. 

—Te  acompaño... 

—De  ninguna  manera.  Espérame  y  no  duermas 

III. 

La  noche  es  oscura,  pero  Consuelo  se  dirige  sin  vacilar  á  la  reja.  Abre  y  una  sombra 
se  desliza  suavemente 

—Tengo  que  hablarte. 

—Muy  serio  estás.  Garlitos  mió. 

— Tengo  motivos. 

— ¿Túf  ¿Me  vas  á  hacer  recriminaciones  ahora?  Pues  mira,  me  voy  al  lado  de  mi 
marido,  que  me  espera  y. .. . 

— No,  no  te  vayas.  ; 

— ¿Entonces? 

— Tú  engañas  á  lu  marido. 

—  Contigo. 

— Es  que  también  pretendes  engañarme  á  mi.  ¿Acaso  crees  que  no  he  reparado  lo 
ndelantadas  que  están  lus  relaciones  con  el  Sr.  de  Castillo? 

— ¿Y  tú  me  recriminas? 

— Es  que  además  de  sospechar  yo,  sospecha  tu  marido.  ■ 

— Y  tú  le  ayudas  á  sospechar. 

— Porque  te  adoro  con  toda  el  alma.  ,' 

—¡Carlos! 

— ¡Consuelo! 

Las  sombras  desaparecen.  Dirigense  á  un  confortable  cenador  rústico,  rodeado  de 
plantas  y  arbustos.  Nada  se  oye.  Los  pajarillos  quedormian  en  la  glorieta  huyen  asus- 
tados. 

Ha  pasado  media  hora. 

La  verja  de  hierro  se  abre. 

Dos  sombras  se  estrechan. 

Una  voz  dice:  — Y  ahora,  ¿sospechas  aun  del  Sr.  del  Castillo? 

— ¡Oh!...  no.  Veo  que  eres  la  misma. 

— Adiós. 

— Un  beso. 

—El  último,  por  hoy.  Toma. 

IV. 

—¿Se  le  pasó  el  mareo? 
.   —Si. 
— Ya  lo  ves:  te  espero  aún.  No  me  he  dormido. 
—Meló  figuraba. 
—Te  quiero  tanto. 
-;Yyo!.., 
—(Será  cierto?). 


V. 

—Querido  Carlos. 

— Amigo  mió  ¡victoria! 

—¿Sabes  algo? 

—Lo  sé  todo. 

—  ¡Todo! 

—Si.  Tu  mujer  es  una  santa.  ¿Sospechabas  del  señor  de  Castillo?  Pues  eran  sospe- 
chas infundadas.  ¡Tu  mujer  es  fiel,  es  constante,  no  nos  ha  faltado! 

—¿No  nos  ha  faltado? 

—Digo;  no  le  ha  faltado.  He  dicho  nos.  porque  como  te  quiero  tanto  y  me  idenliflco 
tanto  contigo,  me  lo  tomaba  como  cosa  propia 

— ¿De  manera  que  no  hay  temor? 

-ICá! 

—¿Y  cómo  lo  sabes? 

—He  tanteado  el  terreno,  hellamdo  la  atención  de  Consuelo  y  me  ha  prometido,  es 
más,  me  ha  jurado  no  recibtr  más  al  Sr.  de  Castillo. 

— ¡Pobre  Consuelo! 


VI. 


-¡Otra  vez  reunidos! 
-El  terceto  de  siempre. 


■  .líR^-Svj  :t  ««¿¿Vií^iSffi 


i'.-.í.rf-íiSííiáaS^. 


.    |SL    CASCABEL 


587 


TIPOS     CALLEJEROS 


EL  AFILÜDOM 


'■i 


Los  cuchillos  afilados 
por  él,  quedan  relucientes, 
puntiagudos  y  teipplados; 
es  decir,  como  los  dientes 
de  diversos  diputados. 


,  !Í-«é«^, 


-T^ia;  íi-^^^;;?*'  _      •-• 


KL  CASCABBL 


"* 


*i».".;^-;  .^-.-v..  -^- 


— pice  bien  Consuelo. 
(Un  criado  anunciando)— El  Sr.  de  Castillo. 
(La  8eñora)~No  estamos  visibles. 
(El  marido,  mirando  á  Cdrlos)— [Bien  hecho! 
(Carlos  mirando  á  Consuelo)— ¡Buena  ideal 
— Asi  nadie  nos  interrumpe,  ' 

—¿También  tomamos  champagne? 

—Nó/Cbnsüélb,  deapués^lendrós  que  le¥anlarte4.tOJT)a,r  aire. 
— jY  qué  importal.. ..  ¿Te  pesó  mucho  esperármela  otra  noche? 
—¡Pues  bebamos! 
— jBebamosl 

(El  marido  aparte)— Y  luego  dirán  que  íio  es  posible  hallar  una  esposa  flel  y  que  no 
hay  amibos  en  el  mundo....  ¡Y  yo  tuve  celos!...  ¡qué  ridiculo! 
— jSaLud  Consuelo!  ¡Salud  Carlos! 
-¡Ayl... 
— ¿Qué  tienes  Consuelo? 

—Hada  que  e\  cha7npa(/ne 

— Bebe.  Ya  sabes  el  remedio.  Un  paseo  por  el  jardin. 
—Entonces,  me  retiro. 
— ¡Adiós  Carlitos! 
—Carlos,  adiós. 

Andrés  Soler 


SOMBRAS  NOCTURNAS 


A  la  vuelta  de  la  calle, 
en  donde  mi.  casa  tengo, 
y  á  la  hora  en  que  me  retiro 
buscando  asilo  en  el  lecho, 
dando  la  espalda  á  las  casas 
dos  ó  tres  sujetos  veo 
que  5^0  no  sé  qué  ejecutan 
rodeados  del  misterio. 
En  noches  de  clara  luna, 
cuando  hieren  sus  reflejos 
del  tranvía  que  reposa 
Jos  duros  nervios  de  ai-ero, 
y  en  las  calles  solitarias 
.se  oye  débilmente  el  eco 
del  viandante  (¡ue  cruz:i 
de  los  aullidos  del  perro, 
dando  espaldas  á  las  casas 
siempre  aquellos  homl)res  veo. 
cuyas  sombras  alargadas 
por  la  triste  luz  del  cielo, 
cual  monumentales  fuentes 
de  la  mente  loca  engendro, 
parecen  allí  enclavados 
penando  castigo  eterno. 

ir 

Salía  yo  del  teatro, 
cierta  noche  del  invierno, 
acompañando  á  una  niña 
de  unos  ocho  años  y  medio, 
cuando  al  llegar  á  la  es(iuiiia, 
como  de  costumbre  vemos 
á  aquellos  hombres  fantasmas 
siempre  firmes  en  su  puesto. 
Mi  inocente  compañera 


paróse  un  instante  á  verlos 
y  después  curiosamente, 
dijo  con  su  alegre  acento: 
— ¿Son  honoibres? 

—No  los  has  visto? 
—¿Y  qué  hacen? 

—Pues  hacen...  eso 
Siguió  la  niña  curiosa 
poniéndome  en  un  aprieto, 
y  al  fin  por  satisfacerla 
dije,  aguzando  el  ingenio: 
—  Esos  hombres,  hija  mía. 
son  unos  ;-obres  enfermos 
que  pasan  toda  la  noche 
al  aire,  tomando  el  fresco. 
— ¿Y  e.«o  será  bueno? 

—¡Claro! 
¡cuando  se  lo  manda  el  médico! 

ni 

Terminó  el  baile  á  las  cur.tro 
y  aún  bullía  en  mi  cerebro 
la  armonía  de  la  onjuesta, 
de  las  luces  el  reflejo, 
el  aroma  de  las  flores 
y  de  aquel  vals  el -recuerdo. 
Cuando  á  .Julia  y  su  mamá 
acompañaba  risueño, 
[bamos  juntos,  muy  juntos, 
llenos  de  amante  embeleso. 
Yo  la  decía: 

— ¿Me  quieres? 
\  ella  decía: 

— Te  quiero. 
Y  continuaba  en  voz  baja, 
envolviéndome  en  su  aliento: 
—Pero  será  mi  cariño 
puro,  grande,  noble,   inmenso; 
viviremos  en  las  nubes, 
sin  temores,  sin  anhelos... 


ftKi^es^fe  <x  c^ ,. 


.gi«¿¿:a¡l^^i 


BL  CABBABBL 


^lOh  sí!  yo  te  adoraré. 
Será  nuestra  vida  un  sueño 
de  ventura  inacabable... 

Y  seguíamos  diciendo, 
perdidos  en  un  lirismo 
insensato.  Cuando  en  esto 
llegábamos  á  laestiuina. 
y  alli  dos  ó  tres  sujetos 
yo  no  sé  qué  ejecutaban 
rodeados  del  misterio, 
.lulia  bajaba  los  ojos, 

yo  me  quedaba  perplejo. 
y  aquellas  sombras  seguían 
maniobrando  en  el  silencio. 

TV 

Con  doña  Asunción,  anoche, 
iba  caminando  quedo, 
mientras  ella  me  contaba 
la  inlinidad  de  remedios 
(jue  tenía  que  emplear 
para  su  mísero  cuerpo. 
—  ¡Ah!  ¡ios  años! — repetía — 
de  que  manera  me  lian  vuell". 

Salió  indiscreta  la  luna, 
de  unos  nubarrones  negi-os, 
alumbrando  con  descaro; 
la  calle,  donde  un  sujeto, 
vuelta  la  espalda  á  las  casas, 
no  se  qui'  hacía  en  misterid. 
Miró  un  momento  la  anciana, 
iú/j)  sus  ojos  al  cíelo 
y  lanzó  un  hondo   suspiro. 
J']n  un  sincope  temiendo, 
pregunté: 

— ¿Doña  Asnneii^n, 
se  halla  usted  nial? 

—  Nada  de  eso. 
— Tomo  oí  (pK^  suspiraba... 

Y  ella  con  tono  risueño 
dijo: 

—No  es  nada,  hijo  mío; 
¡recu'írdos  del  tiempo  viejo! 

■  S.  Garrido. 


DE  DOMINGO  A  DOMINGO 


Noche  de  estrenos  í'ué  la  del  sábado. 
En  el  teatro  de  la  Opera  se  presento 
nuevamente  al  público  la  coni|)añia  dramá- 


tica española,  que  con  tanto   aplauso  tra- 
bajó hasla  hace  pocos  dias  en  el  Onrubia. 

Los  artistas  son  conocidos,  y  más  de  una 
vez  hemos  dicho  que  son  acreedores  al 
favor  del  público,  tanto  por  el  esmero  con 
que  eligen  las  obras,  como  por  el  desempe- 
ño acertado  que  cabe  i\  las  mismas. 

La  buena  sociedad  indudablemenle  se- 
guirá prestando  su  concurso  á  la  compa- 
ñía de  Galé. 

El  estreno  fué  satisfactorio,  y  El  Tanto 
por  ciento  correctamente  desempeñado. 

Son  varias  las  obras  nuevas,  en  Buenos 
Aires,  que  la  empresa  se  propone  darnos 
á  conocer.  Buen  sistema  de  atr.ier  público: 
obras  buenas  y  nuevas. 

El  teatro  Oúeon  inauguró  también  la 
temporada,'  que  como  auguramos  será 
brillante  induilablemente. 

El  señor  Emanuel  y  la  señora  Heiter 
son  distinguidos  artistas,  y  la  compañía  en 
conjunto,  es  de  las  buenas  on  su  género. 

Li  función  de  estreno  estuvo  animada,  y 
la  numerosa  concurrencia  ([iie  asistió  á 
ella  salió  sumamenle  compL-icida. 

Hemos  de  ociip  irnos  con  in;ís  detención 
tanto  de  los  artistas  como  de  las  obras  que 
se  pongan  en  escena. 

El  teatro  0/2/'m//7V^  también  nos  olVecij 
las  emociones  propias  de  un  estreno. 

.anuncióse  límidamonte.  una  compañía 
de  opérela  francesa,  y  a  jiesar  del  poco 
ruidi~>  que  hizo  antes  del  (Irhiti,  numerosa 
concuri^encia  asistió  ni  teatro,  deseosa  de 
conocer  El  Viaje  de  Suz-elff. 

¡Vídiente  cha-co  se  llevo  el  publico! 

El  riujc  resulto  el  camino  del  calvario. 

La  obra  interminable  y  pobremente  pre- 
se tada,  empoz:>  por  aburrir  y  acabó  por 
indignara  los  concurrentes  (¡ue.  caand  > 
vieron  aparecer  en  escena  coches  de  plaza, 
caballos  de  tramiray^  perros,  hombres 
vestidos  de  mujer,  ó  de  mamarracho,  .sal- 
tando sin  ton  ni  son  y  luciend.'írracias  dic;- 
nas  solo  de  lucirse  en  el  más  inmundo  .le 
los  bodegovos  del  m.is  miserable  pueblo; 
cuando  viei'on  lo  referido,  y  tuvieron  que 
sufrir  los  íMior.les  de  una  charanga  de  ma- 
rinerilos  cando¡n])eros.  empezaron  á  pro- 
testar de  tal  modo,  ([ne  el  lelon  cayó  r;qii- 
do,  mientras  el  teatro  quedaba  convertido 
en  un;i  academia  de  música  de  viento. 

Aun  resuenan  en  nuestros  oidus  los  sil- 
bidos, muy  justos  y  motivados 

En  resumen:  unagrun  fa/nadanl  públi- 
co. (|ue  debió  oponerse  desde  un  principio 
al  espectáculo  por  tonto,  soporífero  y  j)oco 
decente. 


^&&^^£Éíí^^¿'-\s:&í1íj--m:.-^.' 


Wt 


EL  CASÍOABEt 


■  •■■:'    i 


Tapémonos  las   narices.     ' ^í  ' 

jYapropósito  de  narices!  Forlet  esW  en 
auge,  Castlior,  la  Barras  y  demás  artistas, 
lo  propio  que  el  cuerpo  de  b.dle  atraen  mu- 
cha concurrencia  ó  las  Folies. 

En.\a  Comedia  ocurre  otro  tanto,  y  la 
señorita  Tomás  se  hace  aplaudir  en  el  Ca- 
ramelo;  lo  cual  es  mucho  decir,  pues  que 
hade  luchar  con  el  recuerdo  de  aquel  An- 
toñillo  insuperable  que  hacíala  Millanes. 

El  Año  92  y  La  Boda  del  Cojo  han  da- 
do y  siguen  dando  animación  al  Teatro 
Alhamhra  el  que,  gracias  á  la  constancia 
y  empt-ño  de  los  artistas  que  en  él  trabajan 
logra  verse  concurrido,  como  si  estuviera 
situado  en  el  barrio  más  céntrico. 

El  Y'oliteama  continúa  siendo  el  punto 
de  reunión  de  los  aficionados  á  ver  pirue- 
tas. 

La  duración  en  los  carteles  del  mismo 
baile  demuestra  que  el  público  no  se  cansa 
y  es  el  mejor  elogio  que  i)uede  hacerse  del 
cuerpo  coreográfico.  En  cuanto  á  la  com- 

8.  de  zarzuela  que  aüerna  con  la  de 
baile,  logra  aburrir  bastante  al  público,  y 
fuera  de  un  par  de  ariislas  <iue  no  es  nece- 
sario nombrar,  los  demás  parece  que  tra- 
bajen por  compromiso. 

Fué  biéii  recibida  por  el  público  la  paro- 
dia de  «Caválleria  Rusticana»  estrenada 
últimamente  on  el  Pa.i<ati('/iiii<)  por  la  com 
pañia  del  aplaudiao  actor  Parenli. 

La  compañía  de  ópera  que  actuaba  en  el 
Nacional,  y  queahora  tfabaja  en  el  Olini- 
2)0  del  Rosario,  estará  de  regreso  antes  de 
un  mes  á  íln  de  estrenar  El  León  de  Ve- 
nezia  ópera  con  que  se  inaugurará  un 
nuevo  abono  de  veinte  funciones,  á  precios 
reducidos. 


Para  ser  completamente  lelices  solo  nos 
fallaba  un  concejo  delibérame  como  el 
que  á  Boliini  gracias,  nos  rije. 

Yahabr.in  Vds.  leido  que  se  ha  aproba- 
do una  ordenanza  en  virtud  de  la  cual  ten- 
dremos un  prostíbulo  por  cuadra. 

Bien.  Pero  bueno  será  (jue  el  concejo  des- 
tine un  radio  de  población,  apartado,  cerca 


de  Belgrano,  por  ejemplo,  para  que  las  fa- 
milias vayan  á  habitarlo.        I   ^      ^ 
Es  muy  justo. 


Los  artículos  están  de  pésame. 

Un  semanario  religioso  pide  la  muerte 
del  articulo  5°,  que  es  el  aprobado  por  el 
concejo. 

En  otra  sección,  pide  la  muerte  también 
del  artículo  1¿  délos  estatuios  del  Ateneo. 

Y  finalmente,  en  Santa  Fé  el  artículo  la 
no  es  considerado  como  articulo,  por  orden 
de  Bello  y  del  Consejo  de  Educación. 

De  manera  que  la  gramática  y  el  articulo 
son  un  mito. 

Lo  dicho,  los  artículos  est.in  de  pésame. 

Ahora  solónos  (alta  que  los  almaceneros 
la  emprendan  con  los  artículos  de  primera 
necesidad. 

,Y  los  vendan  más  caros. 


ondencia 


J.  A.— ?e  aprovechará   algo  de  lo  suyo 

y.  .1/.— No  le  puedo  decir  A  V.   lo  mismo. 

/'— ¡Zambomba! 

Itnnl  O.sof'/írrt.sü.— Mande  V.  la  firma  corriendo:  y 
aiiiori/.aoión  para  reducir  su  trabajo,  que  es   largo. 

.1/.  /;.  /'.— \o  lo  pui.lico.  Kspeio  otro  articulo  re- 
ferente íi  cualquier  oira  cuestión. 

Almiranlp.—\M  daré  un  concejo  No  se  imponpa 
la  obligación  de  escribir  uno  semanal; escriba  cuan- 
do esté  de  buen  humor  y  tendré  el  gusto  de  segnir 
publicando  trabajos  de  V. 

/'.  Trnrca.  —  M'wn  versilicíido:pero  e!  asunto  no  es 
nuevo. 

Muni'/nle. — Ahora  mismo  le  voy  á  complacer: 

Tengo  una  criada  en  mi  casa 
Oiii'  es  idiota  n  es  denten/c 
y  amia  ron  una  traza 
Que  asusta  a  toda  la  ijenle.,, 

T>e  donde  deduzco  que  la  criada  y  sus  versos  (los 
de  V.;  son  hermanos. 

Pesaroso.— T\ex\e.  trozos  bien  versificados,  pero  el 
conjunto  no  satisface. 

Peterltei]ue.—.\r'ce<¿\XnáQ\o  quedaría  corto,  dema- 
siado corlo. 

Pi7-/V//'.— Noe.sfA  mal  El  Espejo,  pero  crea,  V.  que 
el  asunto  es  manoseado. 

Cuillerrno  re//.— Revela  V.  condiciones,  pero  lo 
que  me  remite  hoy  no  es  publicable. 

Pateslsiú—De  nuisruna  manera.  Todo,  ra -nos  lo 
que  V.  indica.  Siento  mu'Jho  no  poderle  complacer, 
créalo  V. 

T.  />y//.— Nada  bueno  por  hoy, 

L.  .1/.— Pero  ¿V.  llene    suegraí 

Jesús  M.     ¡Jesú.s  Maria  Josél 

E.  /7.-Haga  lo  que  le  j)arezca.  y  si  le  parece  bien 
dejarlo  lo  dei;tr''mos,-  de  ludos  modos  la  galería  si 
no  es  larga,  es  buena. 


^■. 


.^i.  „ 'V  .>4inat:&>UÑ' 


íví™??^^^; 


EL  CASCABEL 


591 


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teriormente deD.  Oiiillei'iuo  /I.  Onnvtell, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
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Las  aguas  de  Carabaña,  purgantes  como 
ninguna  otra,  las  mandan  los  médicos  con 
prefórenc  a  ii  todas  sus  similares,  porque  las 
nuei"^l  público  conoce  como  algo  buenas  son 
falsificadas  en  su  mayoría. 

Venta  por  mayor  y  menor:  hemarclü,  l'a- 
rodi  y  C",  Del'ensn,  iv.l  y  en  todas  las  lar- 
niiícias  y  droguerías  de  Únenos  Aires  y  pro- 
vincias. 

Representación  general  en  las  líepúbiicis 
•>-rgentina  y  del  Uruguay,  ;m<\ííco.  :):ú,  ];s.  As, 


C.   CHABEY 

Cafés  de  todas  clases,  tés 
y  licores 

POR  MAYOR  Y  \n':NOR 
CHACABUCO,   212 


compañía 
trasatlántica  española 

VAPORES   CORREOS 

Subvencionado!^  por  el  Gobierno  español 

Servicio  bimensual  fijo 
entre  ei  Kío  de  ia  Plata  y  Europa 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  -I  de 
cada  bi-mestre,  para  Santa  Cruz  de  Tenerife, 
Cádiz,  Barcelona  y  Marsella,  admitiendo  carga 
y  pasajeros,  así  como  para  Vigo,  (!oruña,  San- 
tander, IMlbao  y  demás  puntos  importantes 
ie  España. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus 
agentes  Antonio  López  y  O,  calle  Alsina  /-'m». 

Xdta. — Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos los  puertos  y  ciudades  de  España. 


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E.FISAS 

BUENOS-AIRES 
CANGALLO 

^  _  2987^     ^ 

•T^~i — r    TCTi  "iiBHillMr 


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CENTRO  DE  SUSCRIPCIÓN 

2164— CHILE— 2164 

SE  RECIBEN  SEMANARIOS  ESPAÑOLES 

De  ventn  en  los  principales  kios- 
kos  de  Buenos  Aii-íS. 

Para  suscripciones:  CHILE,  2164 


l-np.  (;>^l¡|;i¡:!;  IlE  la  plata.  Scciióii  (If  Obras,  á  car;o  tif  K.  Pili? 


t\  ii  aráifii  i'^i  ,"1 


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i'"niMii  i   .iiiMHiiiinminilHUfiii'iii«ii"iiHi"'"J'- "    ituIHIf iwiii  ii"iiiii'iv  ■iii'iiiwinjiijiiMi    I  iiiiiji»^ 


%h  CASCLifflH 


Afto  I    Boenos  Aires,  Septiezabre  21  de  1S92    Nftm.  38 


m 


SEMANARIO  FKSTIVO  ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE   COLL 


* 


ACTRICES  DRAMÁTICAS 


^' 


¥IHGIMIA   HEITER 


Iditor  propietario:  FRANCISCO  FERHÉS 


Redacción  y  Admioistracion:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad. . .    $  0.10  el  núnieK 
Numero  atrasado....     »0.15        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  G 


Por  manera  singular 
consigue  hacerse  aplaudir, 
pues  es  cosa  de  admirar 
que  nos  obliga  á  gozar 
cuando  nos  lince  sufrir. 


-.-í^SítSasiSiS'  ,i!vM:  ■ 


¿¿3aáü¿rJ-l\is:-'íl-'^- 


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594 


EL  CASCABEL 


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STAMOS  tan  acostum- 
brados á  pensar  de 
diferente  manera  ca- 
da quince  días,  que 
ya  no  nos  extraña 
nada. 

Apenas  hace  ocho 
nos  q  uejábamos 
amargamente  del  servicio  de  jardineras 
adoptado  por  las  compañías  de  tramways. 
Ahora  deseamos  vivamente  encontrar 
coches  abiertos,  y  lejos  de  experimentar 
aquel  frío  de  que  hablábamos,  llegamos 
á  casa  bufando  como  un  toro  de  raza  y 
asustando  á  los  niños  que  se  amparan  en 
las  faldas  de  la  mamá. 

Esta  nos  interroga  solicita. 
— ¿Qué  te  pasa? 

— Nada,  es  decir,  si,  el  sudor  me  pasa 
de  parte  á  parte  la  camiseta   y  la  camisa, 
de  manera  que    si  me  dá  un  poco  mas  el 
sol  quedo  frito  en  mi  propia  salsa. 
— ¡Tú  me  engañas! 
— Toca,  toca  y  te  convencerás. 
¡Ah!  el  calor  me  atropella. 
— ¿Por  qué  eres  tan  paseandero? 
— Pero  mujer. .. 

— Nada,  nada.  Si  te  estuvieses  quieto 
en  casa  no  te  acalorarías  tant,o.  El  calor 
del  hogar  es  el  único  que  debes  buscar. 

¡Quién  sabe  si  antes  de  cuatro  días 
llegaré  á  casa  temblando  de  frío!... 

Por  eso  digo  que  ya  estamos  acostum- 
brados á  variar  de  opinión  y  de  tempe- 
ratura. 

Y  tan  pronto  aclamamos  á  Peüegrini 
•onio  á  Alem,  ó  bien  titeamos  ai  finado 
Argos  y  cuando  vemos  que  ya  no  hay 
jiesca  en  La  Nación  la  enconlraiuos  á  fal 


tar  y  estamos  dentados  de  hacer  una  soli- 
citud al  ihclito  pescador,  suplicándole  que 
tome  nuevamente  la  caña  y  el  aíizuelo  y 
amenice  nuestras  mañanas  con  aquellos 
tan  aplaudidos  macanazos  acuáticos  que 
tanto  gusto  nos  dieron  antes  de  ahora. 

Pero  ¡cómo  ha  de  ser! 

Somos  asi,  variables  por  temperamento, 
y  lo  seremos  por  los  siglos  de   los  siglos. 

Sin  ir  más  lejos. 

El  drama,  sin  desenlace,  por  ahora,  de 
la  Rosales  es  una  prueba  más  en  favor  de 
lo  que  sostengo. 

Naufragó  el  buque  y  la  oficialidad  ,del 
mismo  fué  calificada  de  heroica  y  va- 
lerosa. 

Iniciáronse  suscripciones  para  construir 
un  nuevo  caza-torpedos,  y  los  sentimien- 
tos patrióticos  del  pueblo  se  desbordaron . 

|Cuánto  dinero  se  reunió  en  poco  tiempo! 

Hasta  llegamos  á  temer  que  con  el  so- 
brante se  levantaría  una  estatua  al  co- 
mandante Funes! 

Ahora... 

Ha  bastado  que  un  tal  Batalla  presente 
batalla  á  los  oficiales  de  la  Rosales  y  les 
diga:  «Ustedes  salvaron  el  cuero  y  embro- 
maron á  la  marinería  encerrándola  en  la 
bodega»  para  que  al  punto  la  opinión  se 
muestre  batalladora,  es  decir,  favorable 
á  batalla. 

Plasta  creo  que  no  ha  faltado  quien  ha 
dicho: 

— ¡Que  me  devuelvan  la  plata! 

Lo  que  es  mucho  decir. 

No  han  faltado  oradores,  periodistas  y 
dibujantes  que  han  ensalzado  al  coman- 
dante Funes  y  demás  oficiales  del  buque 
perdido;  oradores  periodistas  y  dibujantes 
que  ahora  afilan  la  lengua,  la  pluma  y  el 
lápiz  para  esgrimir  unas  ü  otro  en  contra 
délos  que  glorificaban  ayer... 

Pidamos  al  Señor  que  conserve  la  salud 
á  los  fiscales  que  entienden  en  la  causa  y 
que  se  baga  luz. 

Pero  luz  eléctrica,  clara  y  poderosa 
como  la  del  día. 

Entonce'*  llegará  la  verdadera  hora  de 
las  demostraciones. 

Lo  que  ha  pasado  con  motivo  de  la  Ro- 
sales pasa  siempre  y  en  todos  los  actos  de 
la  vida. 


<aÉ^j:Xá":jí£jí?í^áí^jí^-v  j.- , 


^y,i4'M., 


ÉL  CASCABEL 


Y  sino  ahí,  es  decir,  en  el  manicomio 
está  un  caballero  gordo,  aunque  loco  del 
todo,  el  cual  cuando  estaba  en  uso  de  lo 
■rjue  nunca  tiene  el  gobierno,  es  decir,  en 
uso  de  razón,  era  un  buen  hombre,  inca- 
paz de  faltar  á  nadie,  ni  al  general 
Campos. 

El  hombre  era  pacífico,  pero  tenía  al  co- 
razón muy  grande. 

Así  es  que  se  enamoró  de  una  morocha 
de  pelo  más  negro  que  la  conciencia  de 
un  presidente  de  república. 

Casarse  y  ser  feliz  fué  lo  mismo. 

Pero  no  faltó  quién  hizo  llegar  á  oídos 
del  marido  que  su  mujer  jujaba  sucio, 
como  Roca  cuando  se  mete  en  alianzas  ó 
pactos  de  retro-venta. 

El  marido  no  creyó  nada. 

Al  contrario,  proclamó  la  honradez  de 
su  barata  mitad,  y  es  más;  se  dispuso  á 
hacer  la  prueba. 

Ausentóse  de  la  capital,  y  de  pronto, 
sin  previo  aviso,  regresó  al  hogar  do- 
méstico. 

(Ahora  verán  los  murmuradores! — de- 
cía el  ciédulo  del  esposo. 

Y  efectivamente  vieron. 

Vieron  que  un  hombre  sano  puede  vol- 
verse loco  á  la  minuta,  si  encuentra  á  su 
mujer  en  brazos  de  cualquier  transeúnte. 

Si  el  marido  no  hubiese  creído  á  ciegas 
que  su  mujer  era  una  santa,  ahora  tal 
vez  estaría  sano,  pero  juzgó  deprisa,  á 
escape  y. .. 

Tuvo  que  variar  de  opinión.  Lo  que 
hago  yo  y  lo  que  deseo  podamos  hacer  en 
el  asunto  de  la  Fosales,  sobre  lo  que  Ba- 
talla ha  dicho,  se  entiende. 

En  cuanto  al  cak)r... 

\o  me  retracto. 

Me  estoy  derritiendo. 

Como  rl  actual  gobierno. 

^m-< 


TUQÜ'MJLMÜS 


UN  BESO 

Era  una  hermos.-i  cliuiuil 
de  ojos  negros,  negro  pelo, 
pareiíia  ángel  del  cielo; 
en  liri,  una  maravilla. 
Yo,  como  otros  de  la  villa, 
l.i!,^s;i;>:i!;i  con  ¡.nhelo, 


l;i, 


<iue,  de  un  ángel,  es  consuelo 
el  beso  y  nunca  mancilla. 
Creció  la  linda  criatura 
con  un  tierno  corazón 
capaz  de  cualquier  exceso; 
mas  esa  rara  hermosura 
hoy.  no  sé  poniué  razón, 
nunca  quiere  darme  un  beso. 


CONSTANCIA 

— ;A.di6s!  ¡adiós!  mujer  idolatrada 
yo  constante  en  la  ausencia  te  seré 
¿y  tú? 

— También  en  mi  alma  enamorada 
tu  imagen  cuidadosa  guardaré.— 
...Y  dos  horas  después,  con  otra  amada 
alegre  al  pillo  caminar  se  vé 
¡Qué  ingratos  son  los  hombres!  Mas  ¿qu('  digo? 
¿y  ;'i  la  otra  no  la  veis  con  otro  amigo? 


CANTARES 

Xo  me  admiro  oue  tan  joven 
tu  rostro  ar ragas  llevase, 
(|ue  (|uien  muclio  anda  el  camino 
del  jilacer,  trae  las  señales. 

Me  dices  (|ue  no  te  olvide 
en  el  viaje  que  hoy  emprendo; 
¿cómo,  di.  te  ho  de  olvidar 
si  me  debes  veinte  pesos? 

("uando  doblan,  de  seguro 
es  que  ha  muerto  un  gran  señor. 
que  al  pobre  siempre  le  Taita 
para  dol^iar.  un  dobb'jn. 


DE  POCO  COMER 

—Como  tan  poco,  Clemente, 
que  siempre,  para  almorzar, 
me  hago  i)or  agua  pasar 
dos  huevos  únicamente. 
Tal  dice  á  Clemente,  ("ruz 
causándole  admiración.,, 
porque  no  sabe  que  son 
esos  huevos  de  avestruz. 


¿Y  QUÉ  MAS? 

—¿Dónde  vas?— dijo  Ramón 
á  su  hermana  ayer  mañana, 
y  le  contestó  su  hermana 
—A  la  nueva  asociación. 
—¿Otra  nueva?  Dime  el  nombre 
—Protectora  de  nuijeres. 
—¿Y  alli  qué  buscas,  qué  (luieres? 
-  ¡Qué  más  que  buscarme  un  hombre! 

Patricio  Gallo. 


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'^fá-^if^'^^J^^^:^,':^'^WÍ^^ 


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'Tps^Jjrí,'-  Vi-; 


596 


EL  CASCABEL 


MEMORIAS  DE  UN  ROPERO 


I  B  AGÍ  en  una  mueblería  de  París.  El 
•  \9  inteligente  oficial  que  me  cons- 
truyó, no  hacia  tnas  (jue  prodigarme  elo- 
gios, repitiendo  ú  cada  instante  que  yo  era 
el  trabajo  mis  acabado  y  primoroso  que 
había  salido  de  sus  manos.  En  honor  de 
la  verdad  debo  dfcir  que  su  salisfacción 
era  muy  justa,  pues  mi  elegante  y  delicada 
construcción,  los  mil  arabescos  dorados 
que  adornaban  mi  superficie  y  la  esplén- 
dida luna  que  cerraba  mi  parte  anterior, 
daban  c\  todo  mi  ser  ese  sello  de  elegancia 
y  de  buen  tono,  que  la  industria  francesa 
sabe  imprimir  en  sus  producios. 

También  yo  estaba  orgulloso  de  mis 
prendas  personales:  sentíu  todas  esas  lo- 
cas ambiciones,  pi-opias  de  la  juventud,  y 
más  de  una  vez  ansié  salir  del  cauliverio 
á  que  estaba  so  iiftido  por  el  excesivo 
precio  que  mi  amo  |)edia  por  mi. 

—  ¡Magnifico  mueble!  pero  es  carísimo: 
esta  era  la  cxclamaciíjn  que  los  clientes 
murmuraban  cada  vez  que  me  veian. 

Y  asi  se  deslizaba  Iraníjuila  mi  existen- 
cia, cuando  cieno  .dia,  memorable  en  los 
fastos  de  mi  agitada  historia,  vi  entrar  en 
el  establecimiento  n  un  caballero  de  al- 
guna edad  que,  después  de  examinarme 
detenidamente  y  regatear  el  precio,  me 
compró  en  mil  francos. 

—Es  para  remitirlo  á  América  junto  con 
los  otros  muebles  ilel  dormitorio,  que  mis 
sobrinos  me  han  encargado. 

Al  oir  esto  estuve  á  punto  de  agrietarme 
de  alegria.  Por  íin  iban  á  realizarse  mis 
lloradas  ilusiones.  ¡Viajar!  qué  gusto.  Hu- 
biera tjuerido  tener  brazos  para  poder  es- 
trechar entre  ellos  á  mi  bienhechor. 

Fui  conducido  á  uno  de  los  vapores  que 
hacen  la  carrera  del  Plata  y  llegué  á  Bue- 
nos Aires. 

Asi  empecé  á  gozar  de  aquella  liberiatl 
([ue  tan  ardienleuiente  deseé  cuando  joven. 

Sigo,  pues,  mi  relato. 

Se  me  señaló  un  sitio  de  honor  en  la 
morada  de  la  feliz  pareja  y  desde  allí  pude 
observar  lodos  los  cuartos  crecientes  y 
menguantes  de  acjuella  luna  de  miel. 

Los  primeros  días  de  mi  nueva  exis- 
tencia se  deslizaron  apacibles  y  serenos: 
la  sirviente,  cumpliendo  las  órdenes  de  mi 
gentil  dueña,  limpiaba  mis  tablas.  Poco 
duró  aquella  paz  octaviana;  a  los  pocos  días 
nalé  que  empezaban  á  abandonarme  hasta 
el  extremo   de  dejar  que  las  arañas  inva- 


diesen mi.s  dominios  y  al  mismo  tiempo 
observé  que  mi  linda  propietaria  murmu- 
raba &  menudo,  levantando  al  cielo  sus 
azules  ojos. 

—  ¡Qué  faslidio!  Me  deja  sola  todo  el  dia 
y  cuando  vuelve,  Dios  sabe  de  donde,  no 
tiene  pai-a  mi  ni  una  sola  palabra  de  ter- 
nura. ¿Para  esto  se-casa  una? 

Languidecía  yo  una  tarde,  pensando  en 
la  instabilidad  de  la  dicha,  cuando  de  pronto 
vi  que  mi  dueña  eniró  en  el  cuarto  y,  diri- 
giéndose hacia  mí,  nerviosa  y  agitada, 
abrióme  con  un  movimiento  de  impacien- 
cia y  comenzó  &  registrar  los  bolsillos  de  un 
sobretodo  de  su  marido,  hasta  que  en  uno 
de  ellos  encontró  una  esquelita,  que  leyó 
con  avidez. 

Empezaba  así: 

Monin  de  mi  btda. 

Y  terminaba: 

Te  á  doj^a,  Solfdad. 

La  escena  que  siguió  pueden  imaginarla 
mis  amables  lectores. 

A  consecuencia  de  aquel  incidente,  los 
cónyugues  se  separaron  amistosamente  y 
yo  fui  a  dar  con  mis  huesos  en  una  casa 
de  remates. 

¡Virgen  de  las  angustias!  \VA  destino  me 
condenaba  á  vivir  entre  prosaicas  mesitas 
de  luz  y  vulgai'es  camas  de  fierro! 

Me  resistí,  protesté  á  mi  modo,  pero  no 
hubo  remedio;  me  llevaron  por  la  fuerza 
y  tuve  que  resignarme. 

Era  el  remate  una  especie  de  exposi- 
ción permanente,  en  donde  había  de  todo, 
como  en  botica.  Muebles  usados  y  nuevos, 
restos  de  pasadas  opulencias,  una  ensa- 
lada rusa,  en  fin,  que  mareaba  con  su 
aspecto  confuso  ó  indefinible.  Colgaban  de 
las  paredes  multitud  de  cuadros  que  repre- 
sentaban los  asuntos  más  diversos;  junto 
a  un  retrato  de  Garibaldi  habían  puesto 
otro  de  Pió  IX  y  al  lado  de  una  Virgen  de 
los  Dolores,  esculpida  en  bronce,  se  admi- 
raban las  formas  esbeltas  de  una  baila- 
rina en  actitud  de  beberse  una  copa  de 
champagne. 

Mi  único  consuelo  en  medio  de  aquella 
Babel,  era  conversar  con  mis  compañeros 
de  esclavitud  y  me  distraía  grandemente 
al  oírles  contar  sus  sabrosas  historias. 

En  las  noches  de  remate,  una  concu- 
rrencia numerosa  y  abigarrada  invadía  el 
local  y  yo  me  complacía  en  retratar  cada 
una  de  las  figuras  que  desfilaban  por  de- 
lante de  mi  espejo. 

Por  lo  general,  la  concurrencia  no  ve- 
nía sino  á  curiosear,  ó  á  oir  las  dos  ó  tres 


i.f,-iv..,.í,iJl 


mm 


EL  CAÉCABÍSL 


=^'*v5'"?^^í'^  T'^  f'-^'-'^^-rntri  v^ 


pezas  que  el  pianista  ejecutaba,  en  toda 
la  extensión  de  la  palabra;  asi  es  que  en 
cuanto  éste  concluía  su  taren  y  el  rema- 
tador se  disponía  á  empezar  la  suya,  desa- 
parecía la  gente  como  por  encanto  y  no 
volvía  á  aparecer  por  allí  hasta  la  noche 
siguiente. 

A  todo  eslo  los  disgustos  y  el  poco  cui- 
dado, me  hicieron  contraer  una  enferme- 
dad, una  erupción  cutánea  que  me  puso  en 
el  estado  más  lastimoso;  viendo  lo  cual  el 
martiliero  decidió  dehacerse  de  mi  cuanto 
antes. 

—Es  preciso  echar  de  fiqui  este  trasto 
que  nos  está  estorbando— oi  que  dijo  á 
su  socio. 

¡Dios  mío!   ¡Me  llamaban  trasto! 

Devoré  en  silencio  el  ultraje  y  lloré 
gruesas  gotas  de  resina. 

Al  dia  siguiente  me  incluyeron  en  un 
catálogo  de  muebles,  que  decían  ser  impor- 
tados, nuevos,  flamantes,  sin  uso  y  del 
gusto  más  moderno. 

— ¡Cien  pesos!  ¡Cien!  ¿No  hay  más?  ¿no? 
(Jien  y  vendo— ^gritaba  el  rematador,  atur- 
diendo á  los  concurrentes  con  su  voz  de 
bombardino  acatarrado.  Y  luego  bajando 
(M  diapasón  decía  con  tono  semi-indignado: 

— Pero  señores,  vean  lo  que  vendo;  no 
estamos  ni  en  la  décima  pai'te  de  su 
Vcilor... 

Por  lin  cayó  el  martillo  sobre  mi  endeble 
organismo. 

¿.V  dónde  me  llevarán  ahora? 

¡Horror!  Salí  de  Scila  para  caer  en  Ca- 
ribdis. 

Estoy  en  un  teatro.  Primeramente  he 
prestado  mis  servicios  en  el  coro  de  honr 
bres  y  allí  se  han  recrudecido  mis  des- 
dichas. 

¡Qué  hombres  y  qué  coro,  santo  Dios! 
entre  el  humo  de  los  cigarros  y  los  malos 
tratos  de  que  he  sido  objeto  me  he  ente- 
rado de  que  el  barítono  no  puede  ver  al 
tenor  porque  tiene  un  beneficio  ii]>re. 
Luego  serví  para  el  coro  de  mujeres. 
Dentro  de  mi  estaban  colgados  todos 
esos  trajes  de  colores  vivísimos  con 
que  se  atavian  para  salir  a  la  escena.  He 
llegado  á  ser  el  ref'ugium  pecatoruní  de 
esas  muchachas  cuyas  conversaciones, 
algún  tanto  naturalistas,  escucho  escanda- 
lizado, que  hasla  los  muebles  se  ruborizan 
al  oir  relatar  á  las  señoritas  del  coro  sus 
aventuras. 

He  salido  á  escena  dos   ó   tres  veces, 
pero  ¡ayl  de  nada  me  aprovecha  mi  buena  I 


voluntad.  Los  autores,  silbados,  desfogan 
en  mi  su  despecho,  los  tramoyistas,  los 
carpinteros  y  toda  la  reata  de  empleados, 
me  tratan  sin  compasión  y  ya  veo  cercano 
el  día  de  mi  muerte. 

¡Me  muero!  ¡Me  muero  sin  remedio! 

En  la  casa  de  huéspedes  á  que  he  venido 
aparar,  unestudifjnie  jug  idor  y  tronado, 
me  ha  roto  el  espejo  <le  un  botazo. 

Y  todo  porque  la  jj.iirona  ha  querido  co- 
brarle el  pupilaje. 

Decididamente  Imy  dpjo  de  existir. 

Pero  aún  asi  y  toiio  me  considero  mu\ 
feliz  cuando  coiupari»  mi  suerte  con  la 
de  aquel  pobre  piano  (|ue  todavía  sigue 
aguantando  los  puñetazos  que  le  propina 
el  pianista  del  rema  le. 

El  infeliz  está  condenado  á  morir  can- 
tando el  pericón  nacional  y  la  polca  de 
los  paraguas. 

Ricardo  Ferrer. 


DESCQTES 


■  %-. 


—Pero  hijita,  no  te  parece  demasiado  ese 
escote? 

— No  lo  creas:  así  iban  las  matronas  roma^ 
ñas,  con  un  gran  paño  detrás  y  otro  delante. 

—¿Es  decir  que  tu  vas  de  matrona? 

—Si;  pero  suprimiendo  los  paños. 


"^^^fv5?"^^í*!sr' 


598 


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£L  CASCA.BEL 


EN  EL  HOTEL 


Ijlegué,  dejé  el  equipnjc 
y  me  dispuse  á  almorzar, 
deseando  descansar 
de  las  fatigas  del  viaje. 
En  una  mesa  vecina 
un  señor  viejo   almorzaba, 
el  cual  en  unión  estaba 
de  una  muchacha  divina. 
Tipo  esbelto,  seductor; 
ojos  de  un  hermoso  brillo... 
una  virgen  de  Murillo 
manejando  el  tenedor! 

Yo  miraba  embelesado 
la  gracia  con  que  comía: 
pero  en  tanto  no  podia 
atravesar  un  bocado. 
Su  comida  concluyeron 
y  yo  entre  tanto  ayuné; 
tomaron  arabos  café 
y  del  comedor  salieron. 

Y  ansioso  de  saber  ya 
quien  aquella  niña  fuera, 
supe  al  fin  que  era  soltera, 
y  que  el  viejo  era  el  papá. 

Y  el   mozo  que  me  servia 
rae  hizo  fijar  la  atención 
de  que  eLLa  su  habitación 
tenia  junto  á  la  mía. 

II 
Gracias  á  la  vecindad, 
debida  á  mi  buena  estrella, 
bien  pronto  yo,  el  padre  y  ella 
entablamos  amistad. 
Siempre  afectuoso  y  galante 
su  afecto  me  conquisté 
y  de  este  modo  logré 
ser  su  eterno  acompañante. 
En  la  intimidad  diaria 
yo  iba  estando  enamorado 
encontrándome  {)rendado 
de  la  estación  balnearia. 

Y  con  calor  sin  igual 

la  dije  á  ella  í|ue   la  amaba 

al  pié  de  donde  manaba 

el  agua  medicinal. 

Ella  con  voz  balbuciente 

dijo: 

—¿No  me  engaña  u.sté? 
—No;  y  testigo  de  mi    fé 
sea  el  agua  de  esta  fuente. 
Me  juró  fidelidad, 
besé  su  mano  de  armiño 


y  la  prometí  cariño 
por  toda  una  eternidad. 

Til 

—¿V  me  amas? 

—¿No  te  lie  de  amar? 
¿No  me  olvidas? 

—Ya  lo  ves; 
pero  es  que  hace  más  de  un  mes 
(|ue  no  puedo  descansar. 
Llega  la  noche  y  no  duermo; 
me  pongo  á  pensar  en  tí. 
Ya  ves  que    siguiendo  así 
al  fin  voy  á  estar  enfermo. 
Y  me  tapo  los  oidos, 
(|Uiero  descansar  y  ¡c;í! 
me  desvela  tu   papá 
con  sus  horribles  ronquidos. 
—¡Es  atroz!  tienes  razón 
vas  á  enfermar  ¡ya  se  v*'! 
— Sí,  mi  amor,  precisaré 
mudarmí^  de  habitación. 

[V 

No  me  quejaba  de  vicio 
¿quién  podría  resistir 
estar  un  mes  sin  dormir 
con  tan  horrible  suplicio? 
En  el  lecho  me  metía 
y  si  á  dormir  empezaba 
en  aquel  instante  daba 
principio  la  sinfonía. 
Era  un  ronquido  bestial 
que  llegaba  á  lo  inlinito, 
y  se  enfrascaba  el  maldito 
en  la  escala  musical, 
l'n  concierto  del  infierno, 
un  ronquido  continuado, 
una  riña  de  tejado 
de  dos  gatos  en  invierno! 
Yo  renegué  de  mi  estrella 
y  juraba  y  maldecía; 
pero  todo  lo  sufría 
por  mi  ángel  bueno,  por  ella. 
V 

Un  día  tomé  el  expreso 
y  asustado,  febriciente, 
huyendo  de  aquella  gente 
hice  el  viaje  de  regreso. 
De  su  lado  me  escapaba; 
aunque  faltase  á  mi  fé, 
pues  por  fin  averigüé 
¡que  era  ella  la  (|ue  roncaba! 

Luis  García. 


•.  ,.,  i .ZÁ-iMésÁMí¿^. 


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EL  CASCABEL 


5-      «? 


Historia  eterna 


inda!— dijo  él. 

— Simpático—  mur- 
muró ella. 

— ¿Me  quieres? 

— Te  adoro. 

Y  se  abrazaron. 

Un  mes  después: 

— ¡Inliel!— dijo  ella. 

— Ja...  ja«..    ja... 
ja— ri(j  él. 


—¡Torpe! 
—¡Tonta! 
Y  se  separaron. 


Un  «ño  después  se  encuentran: 

—¿Te  acuerdas?— preguntó  él. 

— Me  acuerdo— repuso  ella. 

— ¿Me  quieres  aún? 

— Como  siempre..... 

Y  se  abrazaron  de  nuevo. 


A  los  dos  dias: 
—¿Es  de  veras 
— Sí— dijo  ella. 
—Lo  dudo. 


tu  primo?- pregunto  él. 


Cuatro  dias  mas  tarde: 
— ¡Infame! — rugió  él. 
—¡Celoso!— exclamó  ella. 
— ¡Mala  mujer! 
—¡Tirano! 

Y  con  horrible  saña  se  arrancaron  uno  á 
uno  ios  pocos  pelos  que  aún  les  quedaban. 

Después  se  separaron. 

Y  hubieran  seguido  separándose 

y  reconciliándose,  por  los   siglos  de   los 
siglos,  á  no  ser  por  que  él  se  murió. 

De  resultas  de  lo  cual  ella  se  quedó  viada. 

Y  se  casó  de  nuevo. 

Y  tornó  á  recomenzar  la  historia  pasa- 
da, hasta  que  un  buen  día  se  murieron 
ella  y  su  nuevo  marido. 

Y  aunque  se  tuvo  la  precaución  de  ente- 
rrarlos en  distintos  cajones,  existe  la  sos- 
pecha vehemente  de  que  llegados  ali  ce- 
menterio abandonaron  las  mortajas  y  se 
dedicaron  á  su  tarea  favorita:  ¡arrancarse 
los.  pelos! 


—¿Todavía?  dirá  alguien. 
— Si.  Porque  los  enterraron  con  peluca, 
que  era  el  cabello  que  gastaron  en  vida. 

Manuel   B.  ligarte. 

-^,^^- 

CONSEJOS  DE  AMIGO 

«...  Mira,  López,  tu  has  perdido 
ayer  tu  caudal  del  todo, 
y  ahora  andas  buscando  el  modo 
de  vivir  conao  has  vivido. 

Tu  eras  rico  por  herencia 
y  te  has  lucido  á  destajo, 
l«  no  sabes  que  es  trabajo, 
í|ue  es  estudio,    ni  que  es  ciencia. 

Dichoso  y  tranquilo  ay-er 
lias  gastado  á  discrección, 
y  hoy  te  llega  la  ocasión 
de  no  tener  que  comer. 

Me  da  pena  la  apurada 
situación  en  que  estás  hoy. 
y  estos  consejos  te  >  oy, 
porque  no  me  cuestan  naihi. 

Ellos  con  facilidad 
te  permitirán  vivir 
y  no  tendrás  que  sufrir 
ninguna  necesidad. 

Mira  López,  lo  primero 
que  necesitas  hacer, 
es  buscar  medio  de  ver 
si  logras  algún  dinero. 

Pídeselo  á  una  ramera, 
de  las  que  antes  mantuviste, 
y  si  es  fiue  ella  se  resiste 
se  lo  robas  á  cualquiera. 

¡RobarI  ¡Robar!  ¿á  que  extremos 
(juieres  que  llegue?  dirás, 
y  al  fin  te  acostumbrarás, 
pues  eso  todos  fo  hacemos. 

Si  no  te  encuentras  valiente 
y  temes  tales  empresas, 
buscas  una  mujer  de  esas 
.  de  naturaleza  ardiente. 

Tu  presencia  certifica 
todo  lo  que  has  de  poder, 
¡ah!  (|ue  sea  esa  mujer 
además  de  ardiente,  rica. 

Con  suma  facilí.lad 
ella  ha  de  pagarte  lodo 
y  realizas  de  tal  modo 
una  obra  de  caridad. 

La  combinación  ya  ves 
que  es  sencilla  en  su  conjunto, 
.  y  práctico  en    el  asunto 
lo  haces  con  dos  ó  con  tres. 

Rodéate  de  c-parato, 
ya  que  otro  paga  el   derroche, 
ve  á  todos  lados  en  coche 
(jue  deslumbre  tu  boato; , 
que  tu  fama  extraordinaria 
te  anuncie. por  donde  pases, 
hasta  el  día  en  que  te  cases 


lfe5ü.U;5t,í..-,»*.v.J"S,'."'-- 


:-^,i^>álL, 


600 


EL  CASCA UKL 


CABEZAS 


De  Ingléí 


De  Frai  cés 


De  Español 


De  Italiano. 


tj^ 


Destornillacln. 


En  bruto. 


3 ^v,--?  T    '^"" 


EL  CASCA HhX 


601 


CABEZAS 


De  marfil. 


Mística. 


^rx/ 


De  estúpido. 


De  melón. 


De  cochino. 


De  terr^era  en  sais?. 


fiík^■-^-:ílyV;^S&-Jí£l■r.^^■*^'h"?^í:•i^.■>■'  ^'.-i: 


-U  ■í"¿i¿eíiíí3«fc£.  ..^ 


irní'I.W^'- 


602 


-üí?-*^  »a<í!PrY^^'*^  ^"^  - 


EL  CASCABEL 


con  alguna  millonaria.        ^ 

Y  al  momento  en  que  la  ley 
te  de  derecho  á  mandar 
sobre  tu  esposa,  has  de  est&r 
en  el  mundo  como  un  rey. 

Asi  verás  transcurrir 
tu  vida  color  de  rosa, 
podrás  pegar  á  tu  esposa 
si  eso  te  ha  de  divertir. 

Serás,  noble  y  eminente 
y  sabio  y  glorificado, 
llegarás  á  diputado, 
á  ministro,  ¡á  presidente! 

Haz  todo  lo  que  te  digo, 
y  llegarás  á  triunfar, 
hazlo,  López  sin  tardar, 
le  lo  aconseja  un  amigo. 

Y  ya  en  buena  situación, 
que  puedes  lograr  con  arte, 
me  iré  á  ti  á  felicitarte... 

y  á  cobrar  mi  comisión». 


Ayer  hallé  esta  mi.siva 
en  la  calle  y  la  copié, 
por  que  yo  supongo  que, 
resulta  muy  in.=tructiva. 

S.  Garrido. 


PICADURA  Y  HEBEU 


■  ^  I  NA  señora  entra  misteriosamente 
en  una  librería  y  pide  algunas  nove- 
las de  Zola;  una  vez  pagadas  dice  al  de- 
pendiente. 

—Suplico  í1  V.  que  no  entere  ñ  mi  esposo 
de  esta  compra. 

— Pero,  señora,  si  no  i  o  conozco... 

— Por  si  acaso. 

—Papó,  me  anuncia  mi  novio  que  maña- 
na comerü  con  nosotros. 

—Me  alegro,  puede  que  asi  comamos  con 
tranquilidad. 

— ¿Qué  haremos,  papá? 

—¿Con  quién,  con  tu  novio? 

— Nó;  para  comer. 

-Verás;  una  comida  simbólica:  Un  plato 
de  cordero,  que  soy  yo;  otro  de  pichones, 
que  seréis  vosotros,  y  otro  de  anguila,  esta 
se  parece  mucho  á  la  serpiente  y  represen- 
tará perfectamente  á  tu  mamá. 

Amenidades  de  un  diario. 
«Estuvieron  presentes  las  de  G.  con  traje 
azul;"  ía  de  E  de  rosa;  la  de  R  rosa  blanca. 
«Se  nos  anuncia  un  bolsazo.» 
«Muy  concurrido  el  té  del  señor  K.» 


«Espléndido  el  café  con  leche  de  N.»     • 
«Ella  es  alta,  rubia  y  vive...  allí.» 
«Él  es  bajo,  moreno  y  vive...  allá.» 
¡Oh,  prodigio! 

El  insigne  actor  Valero  ensayaba  un  día 
á  un  principiante,  el  que  debía  decir:  «por 
allí  vienen  los  infieles^,  esto  es,  por  la  de- 
recha. Pero  el  novel  artista  señal  aba  .siem- 
pre la  entrada  á  la  platea.  Aquello  se  re- 
pitió algunas  veces.  Valero,  ya  cansado, 
le  dijo: 

— Por  la  derecha  llegan  los  infieles. 

—Por  las  butacas  llegan  los  que  te  ma- 
tarán. 

— ¡Ramón,  mi  levita! 

—Si  la  empeñó  V.  ayer. 

— Basta:  no  te  pido  explicaciones. 

En  el  teatro:         ^ 
—¿Che,  aquella  es  la  tiple? 
— ¡Era! 

En  un  examen: 

—¿Dónde  se  encuentran  San  Isidro,  San- 
ta Fé  y  San  Nicolás? 
—¡En  el  cielo! 

En  casa  de  un  dentista: 
— ¿Qué  muela  le  duele  á  V.? 
—Tercera,  ala  derecha,  arriba. 
—¿Qué  calle? 

Juan  Berengver. 


EVAS    Y    ADANES 

Culpa  á  Eva  la  Biblia  de  haber  sido 
la  causa  de  que  á  Adán  Dios  maldijer.-i, 
incitando  al  primero  á  que  comiera 
del  fruto  que  el  Señor  habia  prohibido. 
Y  fuérase  que  Adán,  ya  sometido 
á  la  beldad  de  Eva,  ó  lo  que  fuera, 
lo  cierto  es  que  probó  lo  que  debiera 
haber  eternamente  aborrecido. 
Caro  luego  pagaron  su  pecado 
pues  trocáronse  todos  sus  placeres 
en  llanto  amargo,  en  penas  y  en  afanes. 
Pero  en  el  siglo  actual  todo  ha  cambiado, 
y  aunque  de  Eva  son  hijas  las  mujeres 
¡qué  pocas  Evas  hay!  iCuántos  Adanes! 

Federico  Aslor 


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EL  CASCABEL 


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004 


EL  CASCABEL 


INGENUIDAD 


Hablaba  Luis  con  Amparo 
y  hallando  á  ésta  algo  cortada, 
dijo: 

— ¿Qué  os  pasa?  Reparo 
que  estáis  algo  embarazada. 
Al  oirlo,  prontamente 
dijo  Amparo  de  este  modo: 
—No  es  algo,  Luis,  solamente, 
sino  que  lo  estoy  del  todo. 


Jase  Arana. 


DE  DOMINGO  Á  DOMINGO 


¡Eüjan! 

Y  nó  crean  VV.  (|iie  estamos  jugando  al 
9}iante. 

Quiero  decir  ([iie  elijan,  si  puecfeii,  por 
que  la  verdad  es  que  en  cuanto  ¿i  diversio- 
nes no  nos  podemos  (|uejar. 

Hay  para  todos  los  gustos. 

En  la  XJpera  tenemos  á  una  Echevarría 
que  vale  más  de  lo  que  prsa,  ya  que  su 
peso  ha  de  ser  poco,  y  que  hace  sentir  en 
español. 

¡Vaya  si  hace  sentir! 

Una  artista  tan  distinguida  no  anda  con 
malas  compañías,  y  esto  no  debe  alarmar 
á  su  esposo,  que  es  la  compañía  legitima; 
quiero  decir,  que  la  compañía,  el  cuadro 
dramático,  es  digno  de  alternar  con  tan 
eximia  fya  lo  solté,  VV.  perdonen)  actriz. 
Y  si  nó  que  lo  digan  (lalé  y  Prado,  es  de- 
cir, ellos  no  lo  dirán,  porque  son  modes- 
tos, pero  lo  decimos  lodos  los  que  les  aplau- 
dimos, como  se  merecen. 

Ahora  nos  van  á  dar  un  plato  del  tiempo. 

Y  es  bueno  advertir  que  el  tiempo  es  de 
habas... 

Esperemos  la  ocasión  de  saborear  la  de 
San  Ignacio,  condimentada  por  Enrique 
Gaspar,  el  escritor  que  ha  escrito  más  ma- 
j'adei'ías,  y  majaderías  que  se  venden  como 
pan  bendito. 

Si  noa  sentimos  con  ganas  de  romper  ú 


llorar  de  firme,  nos  podemos  dirigir  al 
Odeon. 

Bonito  teatro,  selecta  concurrencia  y  ar- 
tistas concienzudos. 

Entre  la  Sra.  Reiter  y  el  Sr.  Emauuel... 
nos  quedamos  con  los  dos.  y  salimos  del 
teatro  convencidos  de  que  los  tan  aplaudi- 
dos artistas  nos  quieren  bien,  ó  de  que  los 
refranes  mienten. 

Hay  uno  que  dice:  quien  bien  fe  quie- 
ra te  liará  llorar. 

Y  los  del  Odcón,  no  los  refranes,  los  ar- 
tistas, tienen  el  don  de  conmover. 

Para  secar  el  llanto  y  borrar  la  impresión 
([ue  deja  en  nuestro  ánimo  la  situación  del 
país,  no  hay  nada  mejor  que  buscar  la  risa 
y  ésta  se  halla  en  el  San  Martin  ó  en  la 
Comedia^  en  donde  Juárez,  sobre  todo  des- 
pués de  su  beneficio,  al  que  me  adherí, 
digo  mal,  al  que  contribuí  con  toda  el  alma 
y  con  casi  toda  la  plata  disponible,  se  en- 
carga de  hacer  reir  á  los  más  taciturnos 
mortales,  y  no  aludo  ul  general  Roca,  ta- 
citurno él,  según  dicen  por  ahí,  y  que  no 
v  i  á  la  Comedia  porque  bastante  tiene 
que  hacer  con  la  política. 

La  comedia  política,  se  entiende. 

En  el  teatro  AlhamJjra  sigue  la  anima- 
ción y  sigue  El  año  92  en  el  cartel. 

La  señorita  Aranaz  fC.)  del  Apolo  pasa 
al  ten  tillo  de  la  calle  de  Cerrito  en  clase 
(le  empresaria,  con  obligación  d'e  alternar 
con  el  cuadro  cómico  que  contrate. 

Esta  obligación,  es  moral. 

Sus  admiradores  se  la  impondrán  y  ella, 
artista  al  fin,  accederá. 

Al  Apolo  pasa  Parenti  con  su  compa- 
ñía milanesa,  la  (}ue  en  un  teatro  decente 
y  arregladito,  lucirá  lo  que  no  lucía  en  el 
Pasatiempo,  aquel  teatro  que  inmortalizó 
Forlet  con  su  troupe,  ó  tropilla. 

Las  F'olien  en  auge.  Y  á  medida  que  el 
calor  aprieta,  más  concurridas.  De  modo 
que  allí  ¡os  aplausos  á  Casthor,  la  Barras 
y  demás,  son  como  la  estaciim.  calurosos. 

En  el  Onruhia.,  después  del  Viaje  de 
Suzette,  so  ha  puesto  en  escena  Mlle.  Ni- 
toucJie^  con  éxito,  relativamente,  apesar 
de  que  la  compañía  es  algo  deficiente. 

Bien  que  después  de  aquel  viaje.,  cual- 
quier cosa  nos  ha  de  parecer  sublime. 

¡Ah! 

Lo  diré  en  estilo  epistolar: 

Sr.  Btnpresario  del  teab^o  Onrubia 

Muy  señor  mío: 

Si  V.  creyó  por  un  momento  que  El  Ga.8- 
CABEL,  al  recibir  el  pase  ó  entrada  de  íá- 


í^Si&V-L-^o.  ¿.■.-:-;c:-i!r;--úi:-.ir'>.-,^  y. 


'4 


-•15; 


EL  CASBABF.f. 


605 


vor,  contraía  la  obligación  de  alabar  y 
aplaudir  las  obrpsque  se  ponen  en  escena 
en  el  lealro  que  V.  explota,  estuvo  equi- 
vocado. 

De  manera  que  al  reí  i  ramos  el  pciíic  por 
haber  dicho  que  el  Viaje  (fr  Suzefte.,  tal 
y  como  se  represento,  constituía  un  espec- 
táculo incalificable,  nos  ha  hecho  un  la 
vor,  porque  de  esta  manera  rompemos  el 
contrato  que  V,  tal  vez  creía  que  nos  ligab;i. 


El  empresario  Sr.  Orejón  ha  contra tailo 
a!  celebrado  actor  cómico  Sr.  Julio  I^uiz, 
el  que  trabajará  en  la  Comedia,  y  ¡i  la 
aplaudida  actriz  Sra.  Tubau  de  Falencia 
para  el  Nacional. 

Eslo  es  tener  tacto,  y  vista,  y...  todos  los 
sentidos  en  su  lugar,  especialmente  el  sen- 
tido... práctico. 

Porque  ¡vaya  si  ganará  dinero  (orejón 
con  tales  elementos! 

A  su  debido  tiempo  se  verá. 


t  - 


í^í 


^''-^!m^u~i 


¡Estamos  decididos! 

Trabajo  nos  ha  costado,  pero  al  fin,  conside- 
rando: que  Colon  descubrió  este  mundo  que 
habitamos,  y  que  explotan  unos  omntos  con- 
tratistas afortunados:  que  estos  no  organizan 
nada  que  vaga  la  pena  para  solemnizar  el 
cuarto  centenario  del  descubrimiento:  que  no 
acordarse  de  Colon  en  estos  dias  equivale  á 
olvidarse  que,  gracias  á  él  habitamos  el  me 
jor  de  los  mundos,  y  que  somos  felices,  esta- 
mos bien  gobernados  y  nadamos  en  la  abun- 
dancia... ó  en  seco,  si  á  ustedes  l3S  parece: 
considerando  todo  io  dicho,  EL  CASCABEL  re 
suelve : 

1»  Celebrar  un  certamen  literario. 

2"  Recibir,  clasificar  y  publicar  cuanto  tra- 
bajo en  prosa  ó  ea  verso  se  reciba. 

3*  Que  las  c  imposiciones  han  de  ser  cortas: 
una  cuartilla  á  lo  sumo. 

4-  Que  un  tribunal  compuesto  de  tres  escri- 
tores festivos  juzgue  las  composiciones  y  otor 
gue  un  pretnio  á  la  mejor. 

5  Que  quedan  rechazados  los  trabajos  sé 
ros. 

Conque,  ya  lo  saben  ustedes. 

En  el  próximo  número  podremos  dar  los 
nombres  de  los  escritores  que  formarón  el 
tribunal. 


También  especificaremos  qué  clase  de  regalo 
recibirá  el  autor  del  mejor  trabajo  que  reci- 
bamos. 

Si  hoy  no  somos  más  esplícitos  es  porque 
queremos  ganar  tiempo  ya  que  la  fecha  (12  de 
Ce  ubre)  se  acerca. 

Se  reciben  las  conipos  clones,  desde  hoy 
hasta  el  día  9  de  Octubre. 

¡Ah!...  Repetimos  que  los  trabajos  que  se  nos 
remitan  han  de  ser  festivos 


K 


Me  echo  la  niano  al  bolsillo 
cuando  le  veo  venir, 
por  miedo  de  que  se  vayan 
los  pesos  detrás  de  ti. 


¡Fíense  ustedes,  pues  he  sabido 
que  la  aprensiva,  la  pulcra  Pura, 
suele  limpiarse  la  dentadura 
con  los  bigotes  de  su  marido! 


Interesante  promeic  ser  el  numero  úni- 
co que  prepara  el  Sr.  Monner  Sans,  como 
homenage  á  Colon. 

El  conocido  pintor  S'-.  Nicolau  Colanda, 
como  director  artístico,  y  el  Sr.  Monner 
encargado  de  la  parle  iiterrria,  trabajan 
sin  descanso  á  fin  de  presentar  un  trabajo 
digno  de  la  fecha  que  se  quiere  conme- 
morar. 

Por  la  calidad  y  cantidad  de  firmas  asi 
de  escritores  como  de  dibujantes,  que  figu- 
rarán en  el  Homcnacje  d  Colon,  puede 
afirmarse  que  el  homenage  será  cumplido 
y  constituirá  el  mejor  numero  no  incluido 
en  el  programa  délos  festejos  que  con  tan- 
to misterio  y  recato  se  preparan  en  Buenos 
Aires. 


—¿Y  nuestro  amigo  Clemente? 
—En  la  cárcel. 

—¿Por  ladrón? 
— Está  allí,  por  su  afición 
í'i  las  letras,  sülaniente. 
—¿Por  eso?  Pues  no  concibo 
que  por  leer... 

—Ya  ve  ustó, 
sustrajo  dos  letras  de 
cambio,  y  os  ese  el  motivo... 


En  el  Colegio  Nacional  y  en  la  ciase  ile 
idioma. 

Pro/e.S'ór.— Cíteme  V.  ejemplos  de  con- 
sonantes, asonantes  y  disonantes 


% 


ím 


EL  CASGAISEL 


.3:': 


Alumno. — ¿De  consonantes?...  Mesa  y 
besai.  De  asonantes:..  Mesa  é  idea.  Y  de 
disonantes... 

Profesor.— ^o  recuerda  V...  Busque 
dos  palabras  que  rabien  de  verse  juntas. 

/í  I  mnno .  —  S  u  eg  ra  y  y e  r n  o . 
.  [Histórico) 


Según  un  imporlante  colega,  el  gabinete 
no  satisface  al  pais. 

Eso  ya  es  viejo,  dirát»  Vds. 

Pues  no  lo  es. 

Porque  se  trata  del  gabinete  que  formará, 
ó  está  formando  el  nuevo  Presidente. 

Diantre! 

Aun  no  asamos  y 

¡Que  dimitan  los  futuros  ministros! 


— ¡Cómo  no!— Luis  contestó 
íi  un  señor  que  le  invitó. 
y  éste  sin  saber  que  hacer, 
repitió: 

— ¿Quiere  comer? 
— ¿Que  si  como?  ¡Cómo  no! 
(¡Váyale  V.  á  entender!^ 


Leo  en  un  diario  que  se    ha  fundado  una 
sociedad  de  seguros  contra  la  vida. 
¿Contra  la  vida? 
¡Asesinos! 


A  los  señores  que  nos  piden  números 
atrasados  les  advertimos  ■  que  no  podemos 
servir  más  que  37  colecciones  completas 
mediante  el  abono  de  un  año,  pago  adelan- 
tado. 

Quedan  advertidos  los  coleccionistas. 


A    y.— No,  señor,  está  V.  equivocado. 

H i /)up' I tainu .—Es  V.  muy  gracioso. 

P //■- Prt /".  — Coni  pl  aci  d  o . 

h-etrs/iiú.—Descináa.  V.  algo  la  forma,  y  el  asuato 
no  es  muy  interesante. 

C.  V.  II.— Se  cumple  su  iiresenlamiento. 

íj'o/  —No  le  digo  á  V.  lo  mismo. 

A-  Leta.—Vovlo  y  sin  gracia. 

Pfíterhejpii'.—'íio,  señor.  Pruebe  nuevamente  y  es- 
pero complacerle. 

Litd'jricu  — '^e  publicará  io   suyo  Mande  la  firma. 

/•;/  lU'  Cañuelas .—Quievo  y  debo  complacer  a  V. 
Mandaré  los  uütueros  que  piíle.—  En  el  próximo  irá 
lo  suyo. 

./un ti  Pasaluri.  -Me  resulta  algo  serio  lo  que  man- 
da usted. 

A-  rfl!¿/rfi»Yí.  —  Menos  música  y  mfts  pagar  las 
cuentas.  Es  lo  que  conviene,  es  decir,  lo  que  le 
conviene  á  V. 

Mamerto.  — Ea  muy  defectuoso. 

.\ .  /'.  Tur.  -Si;  autor  desacreditado. 

A".  Af.  .V. — No  me  conviene. 

J/í'/'>/í.— Garantido,  ya  lo  conozco. 

L,  A.  .V.— No  es  original. 

Amateur  —NO  le  pue 'o  complacer. 

.l/ü/-/ío.— Mande  V.  la  firma. 

Tit'in  í«—<i  asi  es  el  pri  i  ero,  líbreme  Dios  del 
segundo. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FKSTIVO  ILUSTRADO 
Director;    ENRIQUE   COLL 


-.Tt- 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses ^ $    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »    0. 10 

»         atrasado »   0 .  15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

aaQ-AlilWA-SaS     (ALTOS) 


<MMSá^^ 


^:íív-**íí¿5asáaiÉA'¿v-..^v.¿ic!->v!..^. 


,,  .l-s.'í 'íj-%^ 


EL  CASCABEL 


607 


lechería  la  hartona 

Fábrica  á  vapor  de  manteca  fresca 
fina  en  el  estabíecimiento 


.;?g^^T: 


Leche  pura,  Crema,  Manteca  fina  DEL  DÍA. 

QUESOS  CAMEMBERT  Y  BRIÉ 

Ventas  por  muyor  y  menor  en  sus  depósitos 

234,  SUIPACHA,  234 


Y 


FLORIDA    ESQUINA  TUCUMAN 
Al  menudeo  en  los  princip:tles  almacenes, 

ADYERT£NC14 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Oiiiliei'Dio  .4.  C^ranwell, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  €'i*an%vcll  sino  de  S|)roat. 

LA    ÚNICA 

DROGUURliV  Y  FARM  AGÍA 

DE 

GR  ANNA/ELL 

Que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situa- 
da en  ia  calle  de 

VICTORIA,    NUM.    647 

Entibe  Perú  y  Chacaliueo 

Atendida  personalmente  por  su  propie- 
tario 

Edmundo  E.  Granwell 

FAKMACÉUTICO 


TIP-TOP 

Son  los  mejores  cigarrillos 
de  los  inmejorables 

CIGARRILLOS  DAUMAS 

Los  fumadores  deben  evitar  las  falsifica- 
ciones exigiendo  en  cada  etiqueta  la  firpia 


SUOÜRSAL 


DEL 


BANCO  DE  SÍBADELL 

CALLE   MORENO 

ESQL'INA  BIEN  ORDEN 

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(ESPAÑA)   EN  1881 

CAPITAL:    10.000.000    DE    PESETAS 


Exportación  de  frutos  del  pais. — Importación 
de  productos  españoles  en  general. 

Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio 

lloras  de  despacho.     Los  días  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m 
á  11  m. 


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Cafés  de  todas  clases,  tés 
y  licores 

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j  en  todo  lo  perteneciente  al  ramo. 

I     Precios  sin  competencia 


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EL 


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Liquidación  de  todos  los  artículos  de  invierno 
ORAN  REBAJA  DE  PRECIOS 


.  COWSERWR  ü  SALUD 

Y 

CURAR  LAS    ENFERMEDADES 

con  el  uso  de  las  aguas  minerales  naturales 


DE 


CARABANA 


EbPANA    PROVINCIA  Ot  MaOR.Ú 

Purgantes,  únicas  de  su  especie.— Eslas  cé- 
lebres agiius,  cei-KiJera  joijd  medicinal. 
obtuvieron  diez  medallas  de  oro,  ocho  diplo- 
mas de  honor  y  los  más  grandes  premios  en 
todas  las  exposiciones. 

Analizadas  por  las  Academias  de  Medicina 
de  París  y  Madrid  y  por  el  l)r.  Pedro  N.  Ára- 
la, en  el  Laboratorio  Municipal  de  Buenos 
Air6S. 

Estás  aguas  son;  purgantes,  depurativas, 
anti  biliosas,  anti-herpéticas,  auii  escrofulosas 
y  anti-sifilitioas. 

Deciarauiís  nor  la  ciencia  médica  como  el 
mejor  depurativo  de  la  sangre  alterada  por 
los  humores  ó  virus  en  geneíal. 

Las  aguas  de  Carabaña,  purgantes  como 
ningunii  otra,  las  mandan  los  médicos  con 
preíerenc  a  á  todas  sus  similares,  porque  las 
quQ  el  público  conoce  como  algo  buenas  son 
falsificadas  en  su  mayoría. 

Venta  por  mavor  y  menor:  Demarchi,  Pa- 
rodi  y  C»,  Defensa,  419.  y  en  todas  las  lar- 
m^cias  y  droguerías  de  Dueños  Aires  y  pro- 
vincias. 

Representación  general  en  las  Repúblicas 
Argentina  y  del  Uruguay,  Méjico,  5j7,  Bs.  As. 


compañía 

TRASATLÁNTICA  ESPAÑOLA 

VAPOR  1:^   CORRl':OS 

Subvencionados  por  el  Gobierno  español- 

Servicio  bimensual  fijo 

cutre  el  icio  de  ta  Plata  y  Europa 

KL  2  1)K  OC'ITBKK   S.ALDRÁ   DE  ESTE  PUERTO 

el  maf/Hífico  vapor 

4  It  l»t»    IIE:   lilHZ 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  'i  de 
cada  bí-mestre,  para  Santa  Cruz  de  Tenerife, 
(,'ádiz,  Barcelona  y  Marsella,  admitiendo  carga 
y  pasajeros,  asi  como  para  Vigo,  Coruña,  San- 
tander, Bilbao  y  demás  puntos  importantes 
ie  Kspaña. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus 
agentes  Antonio  López  y  O,  calle  Alsina  750. 

N(rrA.— Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos los  puertos  y  ciudades  de  España. 


^^^ 


^.^^T^^% 


% 


E.FISAS 

BUENOS-AIRES 

CANGALLO 

2987 


M  LOZA 


—¡Ya  se  lia  abierto! 

— ¿Uué? 

—¿El  canal  de  Panamá? 

— No,  señores,  ¡algo  mejor! 

—l-X  (jué  es  e;lo? 

—La  Gran  casa  de  Lunch  Anglo  Argentina  de  Benito 
H.  Lasca  no  y  C%  sucursal  de  la  casa  de  sandwichs 
Piedad  y  San  iLartin. 

VICTORIA  KSQUINA  BOLÍVAR 


mp.  C;)'JRIUI:K  DE  LA  PLATA.  SecriÚR  dt  Üliras.  á  cir,'o  de  K.  Puis 


.g.j.:.i£,Bi.^is...t..ií.vitr- ■'•-.. .    -■'"'t^.,  -\.vi-^fcTfáiiiiiAi?íthi?tiMitÍ¿i'-iiii?fr'irifri 


íM^JSáltak. 


Bíitor  propietariu:  KKAMClsCO  FERRES 


iedaccion  y  AdiBÍDÍstrac¡on:  ÁLSINA  929  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

^recio  en  la  ciudad. . .    |  0.10  el  número 
ííúmero  atrasado.. ..     »0.15        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C' 


Obr.i  que  Jioldúu  estrena 
logra  aplausos  ¡si,  señor! 
pues  liüldán  es  buen  actor 
y  buen  director  de  escena. 


tOH^fi:  ^r -i'htAi ^A^'Jrrní».  4at^>fi^^  . 


5S^j,-  ;;-^:.  -':^,ríf^^^~ 


610 


m.  eA8<»^£:u 


í#- 


•^- 


If: 


-^•:[Ct.$ 


UF.Di:  decirse  que    no  ga- 
namos para  sustos. 

Aunque,  bien  mirado, 
tampoco  ganamos  para 
naHa  más. 

Cuando  más  tranquilos 
estamos  (M1  'cnsa.  y  á  lo 
sumo  nos  permitimos  el 
lujo  de  pensar  en  Colón,  con  el  misino 
amor  que  pmisariamos  en  un  hermano  le 
leche,  al  entrarnos  ésta  por  la  mañana, 
la  atenta  mucania,  nos  dice  asombrada. 
— ¿No  sabe  V.  lo  que  ocurre? 
—No. 

— ¿Sabe  V.  lo  que  ha  pasado  esta  no- 
che? 

— ^Sé  lo  que  no  ha    pasado.   Sé    que  se 
olvida    V.  de  pasar  e!    plumero  por   estas 
míseras    paredes,  que  al  p^so  que  vamos, 
pronto  parecerán  un  vivero  de  insectos. 
— ¿Qué  dice  V? 

— Digo^  que  esta  noche  soñaba  que  una 
hermosa  ninfa  me  hacia  cosqnillas  en  la 
cara,  con  una  plumadepavo  real,  y  cuando 
más  me  entusiasmaba,  despierto,  me  lle- 
vo la  maiKj  á  la  fisonomía  y  me  f'nciientro 
que  las  cosquillas  me  las  hacía  una  araña. 
Mire  V.  como  me  ha  puesto  el  carrillo: 
parece  un  durazno  fuera  de  sazón, 
— V,  perdone, . . 

— Bueno:  después  de  este  cafó  modesto 
que  la  he  servido,  sírvame  V.  la  leche  y 
dígame  lo  que  tenga  que  decirme. 

— ¡Las  tropas,  el   ejército  en   masa   ha 
querido  levantarse! 
— ¿A  que  hora? 

— No  lo  sé,   pero  La  Prensa  dice   que  la 
tropa  quiso  levantarse... 
— Y  no  se  levantó. 


-No.  ■:--":--'^^  •■-■"■': 

—  En  eso  nos  parecemos.  Yo  tampoco 
me  levanto.  : 

—  ¡Hay  muchos  presosl 
—¿Si,  eh?  . 

— Imi  fin,  que  el  golpe  ha  fracasado. 
— VA  golpe,  dice  V? 

—  Sí,  hombre,  parece  que  duerma  V. 

I  Linios  estado  á  punto  de  tener  tiritos... 
;revolución! 

—  ¡Sopla!  Revolución  has  dicho? 

—  Sí,  señor. 

— A  ver;  trae  La  Prensa. 

Leemos,  y  nos  encontramos  con  que  el 
ejército  está  descontonto,  y  nos  entera- 
mos de  que  la  revolución  no  ha  estallado 
nnlagrosamente. 

Naturalmente,  la  noticia  nos  sorprende, 
y  a!  punto  vamos  á  tomar  informes. 

Nos  dirigimos  á  casa  de  un  conspirador 
V  lií  interroEramos. 

Nada, 

Silencio  absoluto. 

Vamos  á  casa  de  otro.  Ha  salido,  pero 
nos  recibe  su  mujer. 

— ¿V  Pérez?  preguntamos. 

—  lista  en  el  comité.  ¡Ay  amigol  La 
política  le  t^n)barga... 

— Más  vale  la  política,  que  el  escribano. 

—  ¡Lo  que  me  hace  sufrir! 
— ¿Li  eijcribano? 

— No;  mi  marido,  Pérez.  Figúrese  V. 
que  apenas  supo  que  se  había  descubierto 
el  complot  militar,  me  apretó  contra  su 
pecho  y  me  dijo: 

<vlla  lleí?aHo  la  hora  de  de  echarnos  á  la 
calle.  La  patria  peligra».  Y  se  fué,  y  aún 
no  ha  vuelto;  y  lo  siento  porque  el  al- 
muerzo pstá  listo  y  los  tallarines  parecen 
una  pasta. 

¡Ay,  amigo!  Corra  V.:    vaya  á  ver  si  lo 
encuentra  y  tráigamelo  vivo  ó  muerto. 
Salituos  desesperados    en  busca  de  Pérez, 
y  lo  hallamos  por  fin. 

Nos  llama  misteriosamente  y  nos  dice: 

—  Hoy  no  voy  á  casa. 

—  Mal  hecho,  amigo  mió;  la  mujer  y 
los  tallarines  le  esperan  con  los  brazos 
abiertos. 

— Lo  primero  es  la  política.  Y  hoy  el 
hoiizonto  está  cargado. 


.-  ,At^d¡Ji>íim^fLc^ 


...    -■■.■.-i-    *^-í/  - 


EL  CA8BABEL 


Gil 


m 


— En  efecto,  siento  qne  empieza  á  llo- 
ver... 

— ¡Hay  que  pstar  prevenido! 

— Ya  lo  creo,  pero  me  he  dejado  el  pa- 
raguas en  un  cambalache... 

— Xo  me  refiero  al  tiempo.  Hablo  del 
golpe  político  que  se  prepara. 

— ¿El  golpe,  eh?  Pues  ya  estoj  preve- 
nido. 

— Ahora  déjeme  V.  cinco  pesos,  pul- 
que no  puedo  alejarme  del  comité  y... 

—  Lo  siento,  pero  no  tengo  disponible... 

Y  planto  á  mi  amigo,  que  á  no  dudarlo 
se  quedará  convencido  oe  que  no  estaba 
tan  desprevenido  para  ciertos  golpes. 

Lo  que  ha  hecho  el  gobierno. 

Parar  el  golpe. 

Suponienpo  que  si  golpe  tenia  que  ser 
dado. 

Inútil  es  enumerar  los  perjuicios  que 
ha  ocasionado  el  conato  de  sublevación. 

Por  de  pronto  el  país  está  alarmado. 

^'  luego  con  lo  del  acuartelamiento  de 
fuerzas,  sabemos  que  más  de  una  niña  se 
aburre  de  lo  lindo,  pues  no  puede  seguir 
aguantando  los  ataques  que,  empleando 
la  más  moderna  táctica,  la  llevaba  algún 
militar  acuartelado. 

—  Dichosa  política — nos  decía  una  se- 
ñora serisible,  aunque  viuda  de  un  tenien- 
te de  infantería — Es  mucha  cosa  que  ape- 
nas se  arma  un  complot  nos  priven  de  ver 
uniformes  por  la  calle. 

— La  política  es  así. 

—  Ya  lo  veo  Y  aún  veo  más.  Veo  que 
la  política  es  muy  impolítica.  Empieza 
por  privarnos  de  una  parte  del  elemento 
masculino  y  acaba  por  asustarnos  dado 
caso  de  un  estallido;  apenas  oigo  un  tiro 
ya  me  estoy  llenando  do  algodón  en  rama 
los  oídos. 

— Bueno,  pero  ahora  no  hay  de  qué. 
No  habrá  nada.  Todo  acabará  bien,  y 
pronlo  verá  V.  libres  de  transitar  por  las 
calles  á  los  hombres  uniformados. 

Aunque  bien  mirado,  ¿quién  puede  ase- 
gurarlo? 

Solo  faltaría  qu3  estallase  algo  y  en- 
tonces.. . 

¡Adiós  festejos  Colombinos! 

Y  aunque  no  estalle  nada,  ¡adiós  tarr^- 
bién! 


AMOR  ARITMÉTICO 


Tomo  tan  sólo  Ja  pluma 
para  alabar  tus  encantos, 
mas.  posees  niña,  tantos, 
que  no  puedo   hacer  la  suni<(. 
Tu  amor  el  valor  me  presta, 
y  mi  delicia  formaras, 
si  tú  al  cabo  me  otorgaras 
el  dulce  si  que  me  reala 
Ahora  es  cuando  yo  me  explico 
(jue  se  puede  repicar 
y  en  la  procesi(')ii  andar, 
pues  por  ti  me  mvU iplico. 
Sólo  tu  fallo  decide 
mi  alegría  ó  mi  dolor, 
concédeme,  pues,  tu  amor; 
¡lo  contrario  me  divicií'! 

José  Arana. 


E  D  I  D  A  S 


oDos  medimos,  ya  de 
un  modo  ya  de  otro, 
y  las  medidas  de  cada 
uno  dan  la  medida  de 
¡1)5  gustos  y  aspira- 
ciones de  cada  cual,  ó 
i- nal  a.  según  el  sexo. 
Cierto  que  no  siem- 
pre aquello  que  nos  proponemos  sale  á 
medida  de  nuestros  deseos,  ponjun  enton- 
ces con  sólo  abrir  la  lidca  seriamos  felices, 
y  resultando  que.  siendo  medida  nuestra 
boca,  no  seria  posible  colmar  la  de  algu- 
nos individuos,  que  la  poseen  tan  grande 
casi  corno  la  del  Hiachuelo. 

Hay  medidas  para  áridos,  como  las  hay 
para  líquidos.  De  las  primeras  puede  ser- 
vir de  base  un  discurso  de  agricultura:  de 
las  segundas  una  iiradaáe\evs,os,  al  mar. 
—¡El  gobierno  no  duerme!— exclama  un 
político  crustáceo— y  ha  lomado  medidas 
para  sofocar  el  alzamiento.  Y  efectiva- 
mente, por  desgracia,  no  duerme  y  se  pasa 
el  tiempo  tomando  medida  al  bolsillo  del 
contribuyente  y  sofocándolo  á  la  fuerza  ó  ' 
á  fuerza  de  medidas  administrativas. 


"^ 

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líí-,11 


k¿¿:,i'.;A¿tM:sÉí} 


..in.-^:*^.  Vi¿"  ■ 


-■' .  -.oW-^y-j^j^ 


612 


EL  CASCABEL 


■■  1» 


Tomamos  medidas  extremas  ó  nos  las 
toman  al  hacernos  zapatos  ó  sombreros. 
A  veces  se  equivocan  los  artistas  y  la 
medida  de  la  cabeza  nos  la  toman  con  los 
pies,  por  aquello  de  que  hay  quien  piensa 
con  los  pies  y  anda  con  la  cabeza  á 
vueltas. 

Hay  personas  que  no  se  cansan  de  acon- 
sejar que  midamos  las  palabras.  Los  di- 
chos resultan  tan  amigos  de  la  prosodia 
como  enemigos  de  ella  son  los  poetas  que 
miden  con  los  pies,  aun  que  este  modo  de 
medir  haya  sido  forzado  ó  forzoso. 

— Ven  esta  noche— dice  la  señorita,  no  la 
señora,  de  sus  pensamientos  á  Ceferino, 
chico  enamorado  como  el  que  más  y  con 
incrustaciones  de  poeta.  Pues  ahí  tienen 
ustedes  al  niño,  mide  que  te  mide  palabras 
y  silabas,  para  endilgar  luego  á  su  amada 
un  soneto  de  más  ó  menos  versos,  (él  los 
hace  ú  capricho)  pintando  las  dalzuras  del 
más  alia  á  que  aspira. 

— ¡Caballero,  mediremos  las  armas!  — 
exclama  en  un  niornenlo  de  furor  uno  á 
quien  le  han  medido  la  cara dijitalmente. 

l'^sta  es  uno  medida  distinguida  ó  dis- 
tinta de  las  que  loman  los  que  miden  sus 
fuerzas  como  dos  peones  de  registro. 

¡Ese!  el  cólera,  es  causa  de  que  se  tomen 
muchas  medidas  sanilarias,  que  dan  la 
del  miedo;  pero  que  tampoco  sanan.  Bien 
es  cierto  que  con  tanla  medida  monta  uno 
en  cólera,  al  ver  que  éste  se  nos  monta  en 
las  narices  y  se  burla  de  las  medidas. 

Hay  quien  mide  con  vara  y  hay  también 
á  quien  con  ella  le  miden  las  espaldas,  y 
éstas  á  su  vez,  ó  á  veces,  miden  el  suelo 
contra  la  voluntad  de  su  dueño. 

Medidas  de  pre-caur/ón  las  toma  mu- 
cha gente,  pero  sobre  lodo  los  usureros. 

Hay  medidas  generales,  como  hay  tam- 
bién generales  sin  medida,  no  tanto  por  el 
número  cuanto  por  la  canlidad.  Ejemplo: 
el  Cicerón  Ministro  ó  el  ministro  cicerón. 

Comer  sin  medida,  es  para  algunos  indi- 
viduos fatal,  pues  aunque  ellos  no  lo  crean, 
necesitarían,  para  no  reventar,  la  fanega 
ó  el  hectolitro. 

Conozco  un  personaje  político,  que  en 
cierla  ocasión  en  que  se  hablaba  del  sis- 
tema métrico,  pregunti»  con  una  ingenui- 
dad que  daba  medida  de  su  talento  ó 
talante,  si  el  metro  tenía  el  mismo  largor 
aquí  que  en  Europa,  á  lo  que  un  amigo 
respondió  (jue  creía  que  no,  pues  que  seria 
mucha  casualidad— prosiguió — que  el  me- 
ridiano de  Paris  fuera  igual  al  de  Buenos 
Aires. 


Conozco  otro  á  quien  preguntándole  si 
sabia  lo  que  era  el  manómetro,  respondió 
que  seria  un  aparato  para  medir  las 
manos. 

Unos  miden  la  inteligencia  de  los  ani- 
males por  el  ángulo  facial  y  otros  miden 
los  puntos  que  calzan  por  los  callos.  Am- 
bas son  medulas  [rcnópatas  ó  de  capa- 
cidad. 

Mientras  el  inglés  mide  el  tiempo  del 
vencimiento  del  pagaré  por  eternidades, 
el  alMonizadO  lo  mide  por  instantes  que 
pasan  pronto,  no  viendo  en  el  papel  más 
que  él  paga  sin  más  música.  Esta  es  me- 
dida desesperada. 

Hay  quien  mide  su  estancia  por  pasos  y 
hay  quien  la  mide  por  leguas. 

Los  antiguos  poetas  medían  sus  obras 
dramáticas  por  jomarlas  y  generalmente 
no  necesitaban  hacer  más  que  tres  para 
llegar  á  la  inmortalidad.  Los  de  hoy  las 
miden  por  actos,  que  muchas  veces  lo  son 
de  crueldad  para  con  el  público. 

Medidas  superficiales  las  toma  mucha 
gente.  Es  tan  superficial  la  sociedad  que 
generalmente  no  mide  el  fondo;  aunque 
muchas  veces  se  tire  a  fondo,  tal  vez  para 
ir  después  á  la  fonda  y  medir  su  estómago 
con  la  largueza  del  lesionado. 

Hay  quien  dá  sm  medida  y  quien  lo  re- 
cibe de  igual  forma.  La  suegra,  ese  ángel 
tutelar  que  todos  veneramos,  nunca  mide 
los  disgustos  que  dá  al  yerno,  y  este  mártir 
del  gancho  los  recibe  á  granel  por  no  ha- 
ber medido  las  consecuencias  que  trae  el 
matrimonio  ó  por  haberla  medido  á  ojos 
de  buen  cubero.  Meditemos  los  solteros  y 
midamos  nuestra  sueiie  por  la  desgracia 
de  la  yernografja.  .Midamos  este  abismo 
y  separemos  los  ojos  con  horror. 

Tomemos,  pues,  medidas  extraordinar 
rias. 

Lí'.(.{  (TúJizalez-  López 


?i3áStó%Sfe,r.^  =;  :j¿i'¿iiiíí.- 


-r.,,,^i&T 


-^fe^ 


EL  CASCABEL 


ét9P 


Á  UNA  AMIGA 


'M: 


Con  mucha  inquietud,  Consuelo, 
veo  que  lleva  tapados 
con  dos  cristales  ahumados 
sus  bellos  ojos  de  cielo. 

Y  creo  qué  hace  V.  mal 
en  taparlos  de  tal  modo, 
porque  vú  usté  á  verlo  todo 
del  color  de  ese  cristal. 

¿Porque  sus  ojos  divinos, 
ocultar  tan  sin  razón? 
¿Es  por  que  han  dicho  que  son 
dos  terribles  asesinos? 
¿No  vé  V.  que  de  esta  suerte, 
ocultos  los  matadores, 
si  nos  mata  V.  de  amorcís 
sercá  mas  negra  la  muerte? 

Y  V.  también  sufrirá, 

si  no  cesa  en  su.«  antojos, 
porque  por  esos  anteojos 
todo  negro  lo  verá 
Cesará  V.    de  reir,. 
pues  ios  vidrios  imprudentes 
le  liarán  ver  negros  sus  dientes 
y  hasta  negro  el  porvenir. 
Con  gustos  tan  singulares, 
verá  Y.,  si  está  bebiendo, 
irse  el  agua  convirtiendo 
en  salsa  de  calamares. 

Y  si  en  amoroso  urrobo, 
contempla  V.  á  su  amado 
verá  al  fin  que  se  ha  tornado 
su  boca,  en  boca  de  lobo. 

Pero  ahora  que  amado  dije, 

creo  que  estoy  en  lo  cierto 
al  pensar  que  he  descubierto 


la  causa  que  á  V.  aflije. 
Si  yo  no  recuerdo  mal, 
amada  era  V.  de  Arturo, 
un  negro...  digo,    un  oscuro, 
que  era  su  novio  oficial. 
Yo  le  envidiaba,  á  fé  mía, 
la  dicha  que  le  aguardaba, 
puesto  que  él  aseguraba 
qne  pronto  se  casaría. 
¡Usted  al  darle  su  amor: 
cuanto  me  hacia  rabiar! 
tanto,  que  anhelé  trocar 
con  el  negro  hasta  el  color. 

Y  él,  torpe,  ayer,  con  su  huida 
deja  á  V.  abandonada, 

y  su  ternura  pagada 
con  una  negra   partid.-i. 

El  llanto  le  ha  puesto  rojos 
sus  ojos,  color  de  cielo 
y  ahora  me  explico,  Consuelo, 
porque  gasta  V.  anteojos. 
Yo  comprendo  su  afliceiiMi. 
y  el  desengaño  sufrido; 
pero  me  hallo  decidido 
á  aprovechar  la  ocasión. 
.\hora  del  uso.  me  alegro, 
de  esos  lentes  por  ustí': 
si  todo  negro  lo  vé 
yo  puedo  pasar  por  negro. 

Y  si   usté  no  toma  mal, 
mi  variación  de  color. 

yo  he  de  adorar  en  su  amor 
el  color  de  ese  cristal. 

Luis  García. 


1,» 


EL  OCASO  DE  LA  VIDA 


os  aplausos  y  las  llamadas  á  escena  se  repitieron  infinidad  de  veces  y 
en  los  palcos",  tertulias  y  pasillos  sólo  se  oía  una  exclamación  entu- 
siasta y  expontánea. 

— ¡Ruiz  es  un  verdadero  actor! 

Y  allá,  en  el  cuarto  pequeño  y  desmantelado,  mientras  el  aplaudido 
joven  se  despojaba  de  su  peluca  gris  y  sus  barbas  postizas,  recibía 
plácemes  y  í'elicitaciones  délos  amigos,  de  los  cronistas  y  de  los  pará- 
sitos de  telón  adentro,  que  ni  en  representaciones  de  aficionados  dejan 
de  pasear  su  importante  personalidad  por  el  escenarir»,  molestando  á, 
los  tramoyistas,  á  los  carpinteros  y  á  los  empleados  de  la  guardarropía. 
La  verdad  es  qu«  Ruiz  era  algo  más  que  aficionado.  No  se  ganaba  la  vida  en  el 
teatro,  pero  poseía  condiciones  que  más  de  cuatro  actores  le  envidiaban. 

Aquella  noche,  y  en  obsequio  á  las  damas  de  una  sociedad  benéfica,  había  decla- 
mado  el  monólogo  Irágico  El  ocaso  de  la  vida.  ■ 

Ruiz  representaba  un  tipo  de  viejo  prematuro,  digámoslo  así.  La  acción  del  monó- 
logo se  basaba  en  la  desesperación  de  un  hombre  que,  al  llegar  á  los  cuarenta  años, 
y  despué-t  de  haber  pasado  su  vida  entregado  al  placer  y  al  amor, fácil,  se  enamo- 
raba perdidamente  de  una  joven  hermosa,  y  era  correspondido. 


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614 


EL  CASCABEL 


Con  qué   amargura  recordaba  el  tiempo  pasado! 

Y  con  qué  calor  pedia  fuerzas  al  cuerpo  para  gDzar  la  dicha  del  amor  que 
embargaba  su  espíritu! 

De  pronto  surge  una  duda. 
Con   la  duda  surge  un  rival. 

Y  con  el  rival,  joven,  fuerte  y  Heno  de  nobles  ideales  y  atrayentes  cualidades, 
es  inminente  la  derrota.  La  pérdida  del  amor  puro  que  el  decrépito  ha  sentido 
crecer  en  su  alma,  larde  si,  pero  con  el  irresistible  empuje  de  tpda  pasión  extem- 
poránea. 

Aqui   entra   en  el   monólogo  la    transición. 

El  hombre  se  subleva,  quiere  luchar  y  se  halla  sin  fuerzas;  teme  no  poder 
sufrir  el  agudo  golpe,  y  en  un  pasaje  lleno  de  sangrientos  apostrofes  y  amargas 
reconvenciones,  saca  precipitadamente  un  revólver  y  se  levanta  la  tapa  de  los  sesos. 

Ruiz  declamaba  admirablemente  y  conmovia  al  interpretar  tan  trágico  monólogo-. 

Los  aplausos   eran  justos. 

Fué  tal  la  fama  que  el  joven  adquirió,  que  se  lo  disputaban  en  todas  partes  y 
le  acosaban   con  la  eterna  súplica. 

— jRuiz...    el  monólogo,   por   favor! 

Y  él   obedecía  complaciente,  y  cada  vez  se  hacia  aplaudir  más. 

Una  rubia  encantadora  le  dijo  un  día,  y  hemos  de  creer  que  tendría  autoridad 
para  decírselo : 

—Mira,  Ruiz,   cada  vez  que  declamas   el  dichoso  monólogo   me  das   miedo. 

— ¡Tonluela! 

— Te  pones  tan  serio  y  nervioso;  gritas  tanto  y  gesticulas  de  tal  manera  que  a 
veces  llego   á  creer  que  la   cosa   vá   de  veras,  y  tiemblo...  y  lloro... 

—¡Ángel  mío!  Eso  prueba  tu  sensibilidad.  Quiéreme  siempre  y  pronto  declamaré 
para   tí  sólita,  oiro   monólogo;  el  de  la  felicidad  terretial  que    tú  representas 


Pasaron  meses. 

Y  pasaron  nubes  que  oscurecieron  el  horizonte,  color  de  rosa,  que  se  forjaba 
Ruiz.  Este  sospechaba.  Había  observado  cierto  desvio  en  aquella  rubia  encantadora 
y  había  creído  que  un  joven,  estudiante,  de  brillante  porvenir,  sitiaba  una  plaza 
que   para   él   ya  era  plaza  rendida... 


Interrogó. 


Nada.  Negativas,   seguridades,  promesas;  un  mundo  de  felicidades  en  perspectiva. 
— Nada,   nada, — dijo  Ruiz: — deshechemos  ridiculas   preocupaciones = 


Llegó  la  noche   de   gala  para  el   teatro   N. .. 

La  Sociedad  de  Reneficencia  celebraba  una  gran  tertulia.  Música,  declamación, 
tómbola,  mil    atractivos. 

¡Ah!  los  pobres  necesitan  que  los  ricos,  al  enjugar  lágrimas,  rían  y  gocen  mucho. . . 

El  programa  era  tentador.  Y  el  número  más  interesante  lo  constituía  el  monc)- 
logo  Él  ocaso   de   la   vida,  declamado  por  el   siempre   galante  Ruiz. 

La   sala    presentaba    hermoso  aspecto. 

En  ella   se  reunió   todo    Rueños   Aires,   como  dicen  los  cronistas. 

Antes  de  levantarse  el  telón,  Ruiz  miró  la  sala  y  vio  en  un  palco  á  la  hermosa 
cabecita    rubia,    muy  juntita  á  la  del  joven   aquel,  estudiante,  de  brillante  porvenir. 

Ruiz  sonrió  amargamente  y  quedó  atisbando  junto  al  telón.  Tuvieron  que  apartar- 
lo: la  cortina    se  levantó. 

Apareció  Ruiz  por  el  foro,    y  fué  saludado    por  una  salva   de  aplausos. 

Empezó   el  monólogo. 

Según  los  que   lo  conocían,   nunca  había  estado  más   inspirado  el  actor. 

jQué   naturalidad! 

¡Qué  expresión   y  (¡ué  colorido! 

Al  llegar  al  pasage  en  que  los  celos  le  atormentan,  levantó  tempestades  de  aplausos. 

El  seiecto  público  estaba  realmente  emocionado.  Muchas  señoras  lloraban.  Ruiz 
también. 

Llegó  por  fin  el  momento  culminante.  La  desesperación  del  viejo  desdeñado  fué 
interpretada  de  manera  magistral.  Los  apostrofes  salían  de  los  labios  de  Ruiz,  rápidos, 
hirientes,  zumbaban  por  la  sala  y  eran  ahogados  por  los  ¡bravos!  de  la  concurrencia. 

Ruiz  se  sentó.  Dijo  los  últimos  versos  con  naturalidad  alarmante.  Sacó  el  revólver 
y  el  tiro  final   sonó  como  nunca  habla  sonado. 

Un  grito  de  horror  se  oyó  en  el  teatro.  Ruiz  se  levantó,  azorado,  con  los  ojos  des- 
mesuradamente abiertos,  dio  media  vuelta  y  cayó  pesadamente,  bañado  en  sangre. 

El   revólver  estaba   cargado. 

La  hermosa  rubia  sufrió  un  síncope  y  cayó  en  brazos  del  joven  estudiante,  de  bri- 
llante porvenir. 


Hasta  la  fecha  nadie  se  explica  tan  inesperado  suceso. 
Tal  vez  la  rubita  sepa  algo. 


A72d7''és  Sole'^'. 


íV 


i^aik." 


EL    CASCABEL 


615 


CUERNOS 


'.    A  un  cámara  de  Sevilla 
í)ragao  y  entemlio  en  cuerna, 
como  ice  su  muger 
con  mucha  presopopeya, 
i'etinto,  porque  consume 
en  vez  de  agua,  Valdepeñas, 
de  libi'as,  porque  vendía 
alfajores  en  la  feria, 
que  ve  más  que  er  teliscopio 
y  sabe  más  que  la  Audencia; 
me  lo  encontré  ayer  mañana 
cercade  laRecoleta,;^ 
pa  onde  iba  »r  gaclifín 
más  derecho  que  una  flecha. 

Al  tropezarse  conmigo 
abrió  Cci  ojo  una  tercia, 
dio  un  paso  atrás,  escupió, 
se  restregó  las  boceras, 
se  tiró  una  juma  á  pechos 
y  me  habló  de  esta  manera: 
¡Usté  por  acá,  cristiano, 
con  futraque  y  con  chistera, 
tan  majo  y  taii  reluciente, 
tan  afeitao  y  tan.,    ercetera! 
¿Qué  ha  hecho  usté  de  las  patillas 
der  calañé,  la  chaqueta, 
la  faja. ..  y  en  fin,  de  too 
lo  que  usa  la  gente  guena? 

No  se  asute  usté,  compare, 
'lo  contesté  yo)  á  laguerta 
hay  un  montañés  y  alli 
le  diré  con  toas  sus  letras 
porqué  ando  yo  por  acá 
vesliode  esta  mandra. 

Y  con  etteuto,  nos  fuimos 
á  remojarnos  la  geta 
con  la  bebia  fulastre 
que  se  vende  en  esta  tierra, 
a  un  colmao  de  fstos  colmaos 
que  más  que  colmao,  cuarquiera 
lo  pué  tomar  por  botica 
ú  otra  cosa  romo  esa. 

Asín  que  nos  ensillamos, 
entrambos  junto  a  una  mesa 
y  bebimos  pa  empezar 
un  puñaito  é  docenas 
de  copas, de...  no  se  como 
se  ice  á  la  bebia  aquella, 
le  dije  aún,  en  er  tono 
conque'  se  habla  en  la  Iglesia: 
Ko-— ¿Se  acuerda  usté,  tio  Carcoma 
de  Rosarillo?  ¿de  aquella 
que  vivia  en  los  humeros 
por  bajo  der  tio  Escopeta? 
El.— Una.  cañi  menuita 
y  andándose,  mu  flamenca, 
y  con  muchos  faralares 
y  con  las  miras  mu  tiernas, 
y  los  pinreles,  asina, 
mu  gitana  y  mu  torera 
quebraita  é  color 
y  con  güeñas  pertenencias? 
Fo.— La  mesma. 
El.—  ¡Pus  ya  lo  creo! 

Der  too. 

Yo .  —       Bueno^  pues  esa, 
hará  un  año  que  la  endma 
se  hizo  humo  sin  siquiera 
despeirse  de  la  gente 
como  la  crianza  enseña. 

Yo  estaba  mu  abroncao 
viendo  que  la  niña  aquella 
(que  toreaba  conmigo 
según  ician  malas  lenguas) 
me  habia  dao  er  cambio  mas  bien 
que  lo  da  er  Gordo  en  la  arena, 
pero  pasaron  los  dias 
y  ar  fln  y  ar  cabo,  á  la  juerza, 
entretenio  en  mis  cosas, 
la  verdá,  me  olvidé  de  ella. 

Más  unos  meses  después 
estando  yo  en  una  ñesta 
con  er  Trigo,  Coliron 
Barboa  y  argunas  hembias, 
me  se  presento  er  cartero 
de  mi  barrio  y  con  pruencia 


me  largó,  sarva  la  parte, 
ima  carta;  aqui  está,  esta : 

«  Gachó  si  estás  entavia 
«  en  er  mundo  pa  jaqueca 
«  de  las  jembras  como  yo, 
"  y  si  entavia  te  acuerdas 
«  de  esta  gachi,  que  te  quiere 
*  con  toas  sus  entretelas, 
«  y  pasa  por  ti  más  ducas 
»  que  se  pasan  en  la  guerra, 
«Vete  á  resar  mi  rosario 
<  y  orvialo  too  Chepa, 
«  que  como  no  me  lo  reces 
N  me  se  van  á  caer  las  cuentas. 

"  Antes  pasa  por  er  Banco 
«  prevenio  de  tu  .éula, 
«  y  alli  te  darán  pa  er  gasto 
■  dos  mil  quinientas  pesetas. 

«  Vístete  como  un  señor, 
.<  pero  tráete  en  la  maleta 
u  tu  vestio  é  corto,  chiquillo, 
«  sin  que  ni  la  luz  lo  vea, 
«  pa  correr  aquí  bn  carauter 
«  cuando  púa  serj  una  juerga». 

Yo  en  vista  de  estas  razones 
fui  eiiseguia  por  las  beas, 
tomé  er  tren  pa  Caí  y  alli 
me  cambiaron  la  corteza, 
me  entre  luego  en  er  vapor 
y...  aqui  estoy. 
Ef.—  ¡Valiente  jembra! 

Y  dígame  usté,  compare, 
¿do  a  onde  le  viene  a  ella...í 
lo.  -  Alto  ahí,  cámara,  esas  cosas 
no  conviene  que  se  sepan, 
porque  sabiendo  er  secreto 
pue  ser  que  á  arguno  le  diera 
la  gana  de  hacer  lo  mesmo; 
y...  pero  para  que  vea 
que  eslimo  á  usié,  tio  Carcoma, 
que  soy  su  amigo  de  veras 
voy  á  icírselo  too 
y  sarga  lo  que  saliera, 
ks...  que  se  ha  encontraoen  la  calle 
un  cuño,  pa  hacer  monea. 
El.—iY  el  metal? 
Yo.  se  lo  adelanta 

un  menistro  que  va  á  me' lias 
en  el  asunto. 
KL—  Entendió: 

y  usté... 

—  l'o.  Yo  llevo  la  cuenta 

Soy  er  teneor.  .  de  libros 
que  es  empleo  que  aprovecha. 
.\hora.  desembuche  usté 
sus  fa  i  ti  gas,  que  á  la  juerza 
tien  que  ser  muchas  y  gorda?. 
El.-xQwe  si  lo  son!    A  cuarquiera 
que  no  fuá,  tan  como  yo, 
tan  hombre,  sin  que  esto  sea 
alabarme,  la  mita 
le  hubian  hecho  comer  tierra. 
)"o.— Bueno,  pues  v^ya  una  copa 
y  asosiegúese  usté. 
):i.—  Venga 

y  vaya  pa  su  salú. 
Vü.— Por  la  de  los  dos. 
EL —  Que  sea. 

Hará  también  como  un  año 
que  aburrió  de  las  ferias 
que  no  dan  ya  ni  un  pitoche, 
ni  ná  que  se  le  parezca 
mar  vendí  er  peso  y  las  pasas 
y  me  dejé  la  coleta. 
Con  la  guita,  compré  un  traje 
de  torear  á  Jaqueta, 
y  tomé  la  alternativa 
con  Cara-ancha  en  Antequera. 
Toreé  luego  en  Morón, 
en  los  Puertos  y  en  Marchena 
recibiendo  mucüas  palmas, 
pero  por  mi  suerte  negra 
en  esta  liltima  corría 
un  toro  de  Benjumea 
al  darle  un  pase  de  pecho 
ceñio  y  en  la  cabeza, 
se  arrancó  con  más  codicia 


que  de  novio  tien  las  feas 
y  me  nrcanzó  en  el  derrote 
enganchándome  una  hombrera. 
Por  mor  de  aquella  esgracia 
abandoné  la  carrera 
y  no  sabiendo  qué  hacer 
estaba  un  dia  en  puerta  é  tierra, 
en  Cai,  cuando  D.  Rufo, 
aquel  D.  Rufo  é  Mairena, 
me  propuso  torear 
en  Buenos  Aires.  Yo  que  era 
y  soy  y  seré  torero 
de  sangre,  hasta  que  me  muera, 
cerré  er  trato  y  aqui  estoy. 
Yo.    Compare,  si  usté  quisiera 
que  le  hiciera  dos  preguntas 
un  poquito  hondas. .. 
El.—  Vengan, 

pues  si  yo  me  estoy  pirrando 
por  contestarle.  . 
Yo.—  i'ues  ea, 

alia  vá  una.  Diga  usté, 
¿donde  tié  usté  la  hería  aquella 
(le  la  cogía! 

EL —  ¿Qué.  en  donde- 

¿.N'o  oyó  usté  que  en  la  chaqueta? 
Pero  yo  (jue  estaba  ua  poco 
seniio  (le  la  cabeza, 
por  mor  de  argunas  cañitas, 
tuve,  la  verdá  vergüenza 
de  ver  que  me  gano  er  toro 
tr  ttrieiio... 

lo.—  ¡Bueno  fuera 

que  no!  Pero  dé  un  tosió 
pa  echar  esa  carraspera 
que  no  le  deja  a  usté  hablar. 
EL— So  se  íije  usté  en  tonteras, 
y  venga  la  otra  pregunta. 
y  sejia  usté  que  pa  juera 
hunc.i  echo  yo  na.  pa  entro 
aprovecha  líiás;  y  en  prueba 
de  (jue  es  la  chipe  lo  dicho, 
ahí  va  por  su  salú  ésta 
y  verá  como  me  aclaro. 
Va  estoy  como  una  patena. 
Yo. — Es"  verdá:  vamos  ahora 
á  la  preguniilla   aquella 
que  le  he  aiiunclao  y  que  es 
unamijilla  mis  seria. 
¿Qué  es  loque  ha  venio  usté  aqui 
á  torear,  con  tranque  za 
avestruces  ó  langostas, 
pesos  papel  O  chuletas^ 
,  ^/.— Nusea  usté  cachondo,  hermano, 
que  tenido  contrata  jecha, 
pa  torear,  claro,  toros 
y  matarlos,  por  más  seña, 
lo. — Vamos,  se   la  han  dao  á  usté; 
si  aqui  por  jurispendencia 
der  aoior  .\linarracin 
no  se  matan  ni  culebras 
y  hay  un  asilo  é  gatos 
con  meicos  y  entermeras, 
y  en  cuantito  hay  un  miché 
que  tié  los,  le  aplican  friegas 
para  bajarle   la  sangre 
dendc  er  gañote  á  las  piernas 
y  se  ponen  luego  luto 
en  cuanto  alguno  la  entrega. 
Si  llenan  ya  la  estaquística 
ó  argo  asi  pa  que  se  sepa 
cuantas  moscas  hay  en  toa 
la  nación  y  asin  se  puea 
darle  á  cá  uno  su  parte 
con  cargo  de  mantenerla. 
¡Pues,  no  es  ná  lo  que  quié  usté! 
?i  aqui  á  cuarquiera  que  arrea 
con  la  boca  á  un  animal, 
(mejorándole  á  usté,<  lleva 
cinco  ú  seis  años  de  cárcel    • 
y  si  asecunada,  le  cuergan. 
¿No  sabe  usté  que  ya  es  cosa 
más  que  sabia  que  nuestras 
corrías  de  toros  son 
una  ati-ociá  muy  fea 
y  que  somos  mu  salvajes 
y  que  aqui  no  se  torea 


v-flí 


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¿áÍkíí*íSiÉÍ¿:¡:j'íil^ 


Sí=*S3í 


fJkSá-ÍKiABKl. 


CUMPLIDOS 


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, .  .y  si  después  dn  lo  rliciio,  me  (fecis  que  >i,  ahora  mismo  uos  cacamos  y   armamos 


la  gurda. 


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^., .,  iu-f? *'•'-. 


ri,nMitJM8i. 


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TI 


A 


...y  como  la  ocasión  ha  llegado,  espero  de  esos  hermosos  labios  la  sentencia,  y 
no  de  muerte. 


ij^hu-'^iSs^^'Sit.^.r^.    .^^^.^. 


..  .(.    ^-aX-jíÍT  T^rrS-,  -,  ii^i¿f'"'>- 


.■*i£     -I.  r^-:^  . 


.  •  :-w'i:kiy:'i!£^f^.j^-: 


^ 


^■«¡ft  /í^'^*- '  *- vw  j>  ^^^^*^ 


^1 


(>18  : 


EL  CA8CASEL 


sino  ar  paeblo,  &  los  inglest^s 

y   &  los  de  la  zambra  aquella 

en  que  fartaron  los  tiros 

&  lo  mejor  de  la  gresca? 

iNo  sabe  usté  que  han  abierto 

en  la  Capital  la  escuela 

pá  emenarse  &  dar  sopapos 

hasta  quitarse  las  muelas 

y  reventerse  los  ojos 

y  aplastarse  la  cabeza 

que  es  de  lo  más  divertio 

que  se  pue  ver  en  la  tierra? 

Él—iHa,  acabao usté  ya  de  hablar 

6  le  doy  á  usté  más  cuerda, 

porque  veo  que  se  le  vá 

por  la  bopa  toa  la  juerza? 

Too  eso  que  me  ice  usté 

lo  ,sabia  yo  cuando  era 

tamaño  como  un   pitillo, 

pero  caiga  usté  en  la  cuenta 

de  que  á  pesar  de  too  eso 

pueo  yo  torear. 

Yo. — No  cuela; 

compare:  eso  es  un  infundio 

más  grande  que  una  carreta. 

El. — Voy  á  esplicarme  y  después 

graznará  usté  lo  que  quiera. 

Cuando  llegamos  acá 

supimos  toa  esa  monserga 

que  me  ha  endiñao  usté  y  entonces 

Don  Rufo,  que  es  una   pieza 

de  las  de  buten,  se  fué 

á  entenderse  con  la  fiera 

que  defiende  á  tOos  los  vichos 

que  cria  la  naturaleza. 

Yo  y  toa  la  cuadrilla 

que  está^amos  á  la  espera 

le  vimos  vorvfr  riéndose 

hasta  por  las  medias  suelas. 

¿Hay  toros?  (le  preguntamos). 

¿No  ha  df  haberlos?   (nos  contesta). 

¿Oe  muerte?  (le  repetimos) . 

Y  hasta  con  intierro  (agrega^.' 
Cuéntenoslo  usté.  D.  Rufo. 

Y  D.  Rufo  nos  lo  cuenta 
y  quedamos  encantaos 
ar  saber  la  nueva  briega 
que  Íbamos  á  usar  aqui 
en  la  corria,  y  pa  que  vea 
que  no  son  infundios  mios, 
ííhi  vá  toa  la  reseña 

de  la  cosa,  pero  antes 

venga  una  copa,  no  sea 

que  me  ¡¡e  pegue  la  boca 

porque  la  tengo  mu  seca 

y  me  quée  muo,  cariño. 

yb.— Pues  por  mi  no  va  á  ser,  prenda. 

vaya  la  copa,  compare, 

y  pió  por  la  gente  guena! 

El.— iblé  por  lüos  los  dolores 

que  defienden  la  esistencia 

de  toas  las  alimañas 

y  lloran  más  que  una  vieja 

cuando  se  les  muere  er  gato 

6  er  novio  engaña  á  la  perra, 

ó  tié  granito  er  canario, 

ó  la  cotorra  pelecha, 

6... 


Yo.—      Ta  estft  bien,  tío  Carcoma, 

corte  usté  ahi  mismo  la  hebra 

que  se  le  ▼&  &  e|irear.ft  nst4 

si  sigue  la  evan&era. 

Bf  —Pues,  píi  que  no  me  se  enré,e 

voy  A  tragarme  la  maeja. 

Ahora  sigo  el  escrutiño, 

pa  que  en  naita  se  paezcan 

estas  corrías  de  acá 

á  las  corrías  aquellas 

ha  decidió  er  dotor 

que  sea  la  Recoleta 

la  plaza  y  las  sepolturas 

sirvan  en  vez  de  barrera. 

yo.— ¿Qué  es  lo  que  me  cuenta  usté, 

compare? 

El- —  Tenga  pacencia 

y  escuche  usté.  De  este  modo 

se  entierran  alli  las  fieras, 

con  lo  que  asi  se  consiguen 

dos  cosas  de  conveniencia: 

no  gastar  parné  en  la  plaza 

y  dar  á  los  toros,  tierra. 

yo.— ¿Pero  es  posible,  compare? 

El.— v&llese  usté  y  no  sea  perma. 

Luego,  pa  que  las  herias 

que  hagan  los  toros  no  duelan 

ni  puean  matar  á  naide 

ni  den  sanirre,  tan  siquiera. 

y  se  pirre  uno  de  gusto 

cuando  le  abren  una  brecha, 

se  harán  muy  bien  los  cuernos 

con  papel. 

Yo.—  Ni  la  Gacela 

miente  tanto  como  usté 

ni  tan  seguio  y  sin  tregua. 

¿Qué  tié  que  ver  er  papel 

con  er  dolor? 

EL—  ¡Ay  que  guena 

¿Mo  ha  detener,  si  er  papel 

son  papeles  de  cincuen+a? 

lo.— ¿Y  por  qué  no  saldrá  sangre? 

/í¿.— Porque  on  él  se  embeba  ella. 

Yü.—Y  los  caballos  ¿qué  saben 

ellos  de  papel  monea? 

El  —Eá  que  pa  ellos  no  se  pone 

papel,  se  les  pondrá  yerba 

ü  otra  cosa  que  les  guste 

ó  les  recuerde  la  dehesa 

6  á  la  muger  ó  á  los  niños, 

pero  no  sarga  con  esas 

porque  sino  no  acabamos 

en  la  via. 

Yü.—  Comoquiera: 

ya  estoy  más  cayao  que  en  misa. 

EL—Pa.  que  el  toro  no  paezca 

en  vez  de  puya,  en  las  varas 

se  les  va  á  pegar  manteca, 

las  banderillas,  serán 

de  queso  y  toda  la  briega 

pa  que  no  se  irrite  er  toro 

va  á  hacerse  con  capas  negras 

que  es  er  color  que  conviene 

por  too  lo  dicho,  á  la  fiesta. 

bn  vez  de  arrastrar  las  reses 

er  señó  dotor  ordena 

que  las  saquen  en  volantas 

con  una  charanga  guena 


que  toque  cosas  de  intierro 
con  mucha  delicaeza... 
y...  en  fin,  pg.,  darle  la  muerte 
sin  que  er  animal  lo  sienta 
y  no  paezca  faitigas, 
er  mataor,  con  destreza 
le  ha  de  meter  en  la  boca 
una  pildora  que  lleva 
un  unto  que  le  prouce 
ar  momento  una  soñera 
mu  grande  y  mu  divertía 
y  de  la  que  no  despierta, 
yo.— ¿Ha  acabao  usté  ya  compare? 
El.— Ya.  acabé, 
yo.— Pus  bueno  fuera 
que  me  diera  explicación 
•á  una  preguntilla  suerta 
que  me  se  ocurre. 
El.—  ünseguia 

venga  de  ahi. 
Yo.  Pues  es  esta: 

La  sociedá  der  dotor 
¿no  icen  que  es  pa  que  proteja 
la  vida  de  tóos  los  vichos? 
EL— Si. 

lo.— Pues.vavauna  manera 
de   protejerlos,  matándolos 
como  á  ratonps. 
EL—  F.s  qu"^  esas 

reses  que  van  á  lidiarse, 
van  porque  están  mu  enfermas 
de  enfermeaes  que  no  puée 
curárselas  el  albeitar, 
y  asi  en  vez  de  un  desavio 
se  hace  un  bien,  la  verdá  es  esa. 
yo.— Hombre,  me  ha  convenció  usté 
der  too  y  ya  no  me  quea 
otra  cosa  que  icirle 
que  se  compre  usté  chistera 
y  una  levita  muy  larga 
y  toas  esas  añaencias 
que  usan  los  enterraores 
y  tire  usté  la  montera, 
las  zapatillas,  la  faja 
los  carzones  y  las  medias, 
too  lo  que  güela  á  torero 
porque  náa  de  eso  le  pega. 
EL— Y  á  usté  ¿le  pega  la  carga 
de  too  lo  quf  lleva  á  cuestas 
con  su  oficio    eteneor? 
yo.— Es  verdá:  somos  dos  pencas 
que  hacen  la  barba,  compare: 
choque  usté  aquí  y  no  se  guerva 
á  hablar  más  de  esas  cosillas. 
/?;.— Pus  miste,  por  mi,  que  sea... 
Y  sin  más  prenunciainientos 
y  sin  otras  indiretas 
bebi'uos  dos  copaá  más, 
entonamos  dos  playeras, 
pagué  yo,  nos  espeimos 
y  salimos  é  nag encía: 
el,  a  ver  ar  gran  doctor 
y  yo  á  rezarle  á  mi  hembra. 

Por  la  copia. 
Laureano  Rosso. 


-^MaH*>«e»« 


DESTINO  INFAUSTO 


'-f 


La  negra  fatali>la(l 
siempre  á  Lúeas  persiguió, 
y  nunca  le  abandonó, 
ni  aún  al  ser  mayor  de  edad. 
Sufría  á  mas  no  poder, 
puesto  que  el  coser  odiaba, 
y  el  hado  le  condenaba 
eternamente  á  coser. 
Cuando  era  Lúeas  soltero 
desesperado  rugía, 
porque  el  pobre  se  cosía 


la  camisa  y  el  sombrero. 
Con  mil  medios  diferentes 
la  existencia  se  ganaba, 
y  con  un  notariofestaba; 
pero  cosiendo  expedientes. 
Esto  le  hacía  bufar 
y  esto  le  hacía  decir 
-  jafirman  que  es  el  vivir 
solo  eoser  y  cantar! 
Por  la  aguja  malhadada, 
dejó  su  oficio  primero, 
se  convirtió  en  marinero 
y  halló  la  aguja  imantada, 
y  se  llegó  á  fastidiar, 
pues  siempre  se  mareó, 


l^i-iiiiJt&ái^-: 


EL  GA«:ABEL 


m» 


ELE  XrP  E  R  I  M  E  N  T  O 


■  ^ 

je 


*  1 

I 
1 


ALELUYAS   JAPONESAS 


Atí.'liíp,  era  un  japoiiiS 
harto  do  andar  con  los  pies 


ir 


I    Atcliis  se  empeñó  en  hallar 
la  rnai^f'ra  de  volar. 


III 

Atchis  tomó  una  sombrilla 
[lara  hacer  tal  maravilla. 

IV 

I    Atchis  la  sombrilla  abrió 
y  al  espacio  se  lanzó. 


Atchis  volaba  feliz 
rascándose  la  nariz 

Vi 

Atchis  tose,  y  en  el  acto 
I    se  le  rompe  el  artefacto 

VII 

Atchis  se  hace  una  tortilla 
por  culpa  de  la  soml)rilla. 


:##" 


MORALEJA 


Jóvenes  que  pasáis  de  cinco  meses, 
no  hagáis  experimentos  japoneses . 


*i¿M^iMá^&i^¿M'>&¿'&<.j:<ti's  -.;  k',  „»  .:■: 


V.  't-.-:i>^:s^^^^^A>_.o¿írl*'i:L?a*j.-í-.»¿é¿';rí-.i.--  ,>-:  '-- 


■  ¿1.  >i^\¿:¿3ci:- 


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SL  CA9C4MSL 


P-;- 


7  la  aguja  le  salió 
agoja  de  marear. 

Se  pegó  de  bofetadas 
con  los  que  de  él  se  rieron, 
los  que  también  le  cosieron 
todo  el  cuerpo   á  puñaladas. 

Y  cansado  y  aburrido 
al  ffá  se  quiso  casar, 
que  un  roto  no  ha  de  faltar 
nunca  para  un  descosido. 

Dióse  á  buscar  por  ahí, 
una  niña  seductora, 
hasta  que  halló  una  señora 
que  dijo  al  punto  que  sí. 

Representaba  el  papel, 
de  estar  loco  de  pasión. 
mas  la  señora  en  cuestión 
tenía  mas  prisa  que  él. 
Casáronse  y  viento  en  pop;i 
fué  Lúeas,  en  la  creencia 
de  que  á  su  esposa  una  herencia 
correspondía  en  Europa. 
— |A.h  que  feliz  voy  á  ser! 
pues  ya  rica  mi  mitad 
no  tendré  necesidad 
en  la  vida  de  coser. 

II 
jMas,  qué  golpe  le  aguardaba! 
pues  la  herencia  consistía 
solo  en  una  sastrería 
que  su  suegro,  les  dejaba. 
Y  á  su  destino  fatal, 
perpetuamente  ligado 
está  Lúeas  castigado 
á  la  aguja  y  el  dedal. 


M  U_J_E  R 

Hermosa  es  la  mujer,  cuando  suspira. 
cuando  canta  ó  sonríe,  cuando  llora. 
cuando  elevando  su  alma  al  cielo,  ora, 
cuando  con  ojos  lánguidos  os  mira. 
¡Qué  bellezas  sin  cuento  no  os  insi»ira 
cuando  tímida  jura  que  os  adora? 
Es.  en  fin.  la  mujer,  ser  riue  atesora 
del  poeta  las  cuerdas  de  su  lira. 
Y  ora  consuela  nuestra  desventura. 
ora  nos  brinda  amor,  ora  alegría. 
¡Qué  mortal  no  se  rinde  á   su  hermosura 
si  todo  en  la  mujer  es  poesía! 
¡Lástima  que  tan  bella   criatura 
no  sepa  un  poco  más  la  ortografía!... 

Fede)-¿co  Aslor. 


DE  DOMINGO  A  DOMI.^GO 


La  fecha  del  20  de  Septiembre  sirvió  de 
pretexto  á  empresarios  y  artistas  para 
echar  el  resto,  como  suele  decirse. 

Casi  todos  los  teatros  estuvieron  de  gala. 
Especialmente  en  los  que  actuaban  com- 
pañías italianas. 

La  palma  corresponde  al  Odcón,  indu- 
dablemente. 

En  este  teatro  la  Sra.  Reiler  pasa  de  lo 
serio  á  lo  cómico  con  suma  facilidad. 

Nitouche  fué  un  éxito,  y  lo  será  cada 
vez  que  se  represente. 

Y  es  seguro  que  se  repetirá. 

Es  una  compañía  la  del  Odeón  digna 
del  favor  que  el  público  le  dispensa. 

Tanto  Emanuel  como  la  Reiter  son  ar- 
tistas consumados  y  el  resto  de  la  compa- 
ñía muy  discreto. 

Julieta  y  Romeo,  puesla  en  escena  el 
domingo,  fué  un  nuevo  éxito,  como  lo  fué 
BionUia. 

Vale  la  pena  de  darse  una  pasadila  por 
el  Odcón. 

Lo  mismo  que  por  la  Opera. 

Sin  podernos  ocupar  del  Haba  de  San 
Ignacio,  por  hoy,  consignamos  que  la 
concurrencia  aumenta  y  no  escasea  aplau- 
sos á  los  artistas,  siempre  tan  discretos  y 
estudiosos,  y  sobre  lodo  tan  oportunos  en 
la  eleccirm  de  las  obras. 

VA  Politeama  muy  animado. 
01''l  baile  Lola  se  aguanta  aunen  el  cartel, 
sin  cansar  á  los  aficionados  al  género. 

Próximamente  se  estrenará  El  Diablo 
Xcf/ro,  baile  de  gran  aparato  también. 

Concurrido  el  San  Martin.,  y  la  curiosi- 
dad del  público  excitada  con  motivo  del 
ruidoso  incidente  de  la  Tetrazzini. 

Incidente  que  equivale  al  más  descomu- 
nal bombo,  que  se  haya  dado  á  ninguna 
actriz. 

Suponemos  que  Orejón  habrá  apreciado 
las  simpatías  con  que  cuenta,  por  las  de- 
mostraciones recibidas  del  púbüco  de  la 


"'■ "  ''^^Í3S&tÍ¿tUii£í¿^í' 


EL  CÁ8CABBL 


->^:tír^:. 


621 


Comedia,  el  teatro  Mascotto,  que  siem- 
pre está  lleno  y  que  sólo  aguarda  al  céle- 
bre Ruiz  para  rellenarse. 

Guando  acabe  de  imprimirse  el  présente 
número,  se  verificará  en  el  teatro  Alham- 
bra  el  beneficio  del  simpálico  y  aplaudido 
actor  Sr,  Roldan. 

Dadas  las  simpatías  con  que  cuenta,  lo 
escogido  del  programa  y  la  participación 
que  el  ya  popular  Marchetli  loma  en  el 
mismo,  auguramos  y  deseamos  un  buen 
resultado  pecuniario,  que  no  todo  ha  de 
ser  gloria,  para  el  beneficiado,  cuya  efigie 
pueden  Vds.  ver  en  la  primera  página  del 
periódico. 

En  fl  Onrubia  han  debutado  las  her- 
manas Aranáz,  con  el  éxito  de  siempre. 
Una  Mascotta  como  Mercedes  basta  para 
desterrar  la  jettatura  de  cualquier  coliseo. 

Y  el  Onrubia  es  jettatore. 

En  Apolo  se  aguantan  Parenli  y  su  com- 
pañía, dispuestos  á  reñir  combate  con 
la  compañía  del  celebrado  actor  Cavalli, 
(|uien  con  su  compañía  milanesa  inagura 
uno  de  estos  dias  la  temporada  en  el  Doria., 
y  con  la  temporada  los  justos  aplausos  que 
alcanzó  en  otra  época  en  el  mismo  teatro. 

La  compañía  lírica  del  Nacional,  que 
fué  al  Rosario,  estar.i  ya  de  regreso  hoy  ó 
mañana,  y  es  probable  que  inagure  otra 
temporada  de   veinte  funciones. 

Si  se  abre  el  abono,  ur.a  de  las  primeras 
obras  qne  se  pondrán  en  escena  será  FÁ 
León  de  T'ewe  j¿«,  que  a  estas  horas  debe 
estar  rabiando  por  presentarse  en  público. 


Nos  la  figurábamos. 

Llueven  pensamientos  en  verso  y  en  pro- 
sa para  el  número  colombino,  üaniémoslo 
asi.  porque  aparecer.)  el  12  de  Octubre. 

Hasta  la  lecha  se  han  recibido  quince 
trabajos  publicables  y  oíros  tantos  que  no 
lo  son. 

El  tribunal  que  otorgará  el  premi-)  á  la 
composición  (|ue  reúna  las  condici<jnes  que 
indicamos  en  el  número  anterior,  esl;t  for- 
mado por  los  señores  Manuel  BahamondCi 
Eust.ífiuio  Pellicer  y  Casimiro  PriolM.   tros 


distinguidos  y  conocidos  escritores  y   un 
tribunal  verdadero  é  inapelable. 

Repetimos  ó  los  señores  que  nos  quieran 
favorecer  con  trabajos  para  el  número  del 
doce,  que  para  ser  admitidas  sus  compo- 
siciones han  de  ser  cortas  v  festivas. 


Luis  riñó  á  su  esposa  un  día 
por  yo  no  sé  que  deslices, 
pero  ésta,  que  es  una  harpía, 
le  dijo  que  no  veia 
más  allá  de  sus  narices. 

Esclamación  elocuente 
que  á  Luis  dejó  de  repente 
confundido  y  derrotado, 
pues  Luis,  por  culpa  del  hado, 
es  ñato  compleíamente. 


Leemos  en  un  colega  de  Rio  4o  el  si- 
guiente anuncio: 

«PARA  UX  XIXO— Se  precisa  una  ama 
de  lecho  con  buenas  recomendaciones,  sien- 
do indispensable,  pai-a  ser  aceptada,  que 
tenga  eso  <|ue  se  llama  VENA  POÉTICA, 
y  que  sepa  versificar 

Se  pagar;'!  buen  precio. 

En  cualquier  domicilio  de  esta  ciudad  en- 
contrarán con  (¡uien  tratar». 

Vamos:  en  Rio  4"  querrán  fundar  otro 
Ateneo. 

Sí 

(lomo  á  todas  las  mujeres, 
cuando  niña,  á  Luz  le  daba 
po'-  jug  ir:  y  asi,  jugaba 
li  nuiridos  ¡/  mujeres. 

Luz  se  fué  desarrollando, 
con  Julio  se  casó  luego, 
y  en  su  afición  por  el  juego 
sigue  al  ^/<ro/v'¿0  jugando. 


Leemos  en  un  curioso  libro  titulado  J/e- 
inoria  h ¡Mor ira  sobre  la  Provincia,  de 
Misiones  dr  indios  (Jaaranis.,  por  Gon- 
zalo de  Doblas. 

"...los  jesuítas,  conociendo  el  genio  pe- 
rezoso de  los  indios,  y  que  cansados  del 
trabajo  de  todo  el  día.  luego  que  llegaban 
á  sus  casas  y  ce?ial)an.  so  dormían  hasta 
el  otro  día.  que  al  alba  los  hacía  levan- 
tar, para  ir  a  la  iglesia  y  de  alíí  a  los 
trabajos:  asi,  no  se  llegaban  los  maridos 
;i  sus  mujeres  en  mucho  tiempo,  y  se 
disminuía  la  populación,  y  que  por  eso 
dispusieron  el   que  en  algunas    horas  de 


•■^■. 


S¿i¿5S»-í]ÍS¿2Siiit 


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eso 


EL.  CASCABEL 


y  la  aguja  le  salió 
^nja  de  marear. 

Se  pegó  de  bofetadas 
con  los  que  de  él  se  rieron, 
los  que  también  le  cosieron 
todo  el  cuerpo   á  puñaladas. 

Y  cansado  y  aburrido 
al  fin  se  quiso  casar, 
que  un  roto  no  ha  de  faltar 
nunca  para  un  descosido. 

Dióse  á  buscar  por  ahí, 
una  niña  seductora, 
hasta  que  halló  una  señora 
que  dijo  al  punto  que  sí. 

Representaba  el  papel, 
de  estar  loco  de  pasión, 
mas  la  señora  en  cuestión 
tenía  mas  prisa  que  él. 
Casáronse  y  viento  en  popa 
fué  Lúeas,  en  la  creencia 
de  que  á  su  esposa  una  herencia 
correspondía  en  Europa. 
— jA.h  que  feliz  voy  á  ser! 
pues  ya  rica  mi  mitad 
no  tendré  necesidad 
en  la  vida  de  coser. 

ir 

¿Mas.  qué  irolpe  le  aguardaba! 
pues  la  lierencia  cmisistia 
solo  en  una  sastrería 
que  su  suegro,   les  dejaba. 
Y  á  su  destino  fatal, 
perpetuamente  ligado 
está  Lúeas  castigado 
á  la  aguja  y  el  dedal. 

>■.  (iti i-riilu. 


-ae^o  


M  U_J_E  R 

Hermosa  es  la  mujer,  cuando  suspira. 
cuando  canta  ú  .sonríe,  cuando  llora. 
cuando  elevando  su  alma  al  cielo,  ora. 
cuando  con  ojos  lánguidos  os  mira. 
¡Qué  bellezas  sin  cuento  no  os  inspira 
cuando  tímida  jura  (lue  os  adoraf 
Ls.  en  íin.  la  mujer,  ser  .|ue  atesora 
del  poeta  las  cuerdas  de  su  lira. 
Y  ora  consuela  nuestra  desventura. 
ora  nos  brinda  amor,  ora  alegría. 
¡Qué  mortal  no  se   rinde  á   su  hermosura 
si  todo  en  la  mujer  es  poesía! 
¡Lástima  que  tan  lícUa   criatura 
no  sepa  un  j.oco  más  la  ortogralíal... 

Federico  Aslor. 


DE  DOMINGO  A  DOMI.^GO 


La  fecha  del  20  de  Septienabre  sirvió  de 
pretexto  á  ennpresarios  y  artistas  para 
echar  el  resto,  conao  suele  decirse. 

Casi  todos  los  teatros  estuvieron  de  gala. 
Kspecialniente  en  los  que  actuaban  com- 
pañías italianas. 

La  palma  conesponde  al  Odcón,  indu- 
dablemente. 

En  este  teatro  la  Sra.  Reiler  pasa  de  lo 
serio  á  lo  cómico  con  suma  facilidad. 

Nitouchc  fué   un  éxito,   y  lo  será  cada 
vez  que  se  represente. 
Y  es  seguro  que  se  repetirá. 
Es  una  compañía   la  del    Oücójt   digna 
del  favor  que  el  público  le  dispensa. 

Tanto  Emanuel  como  la  Reiter  son  ar- 
tistas consumados  y  el  resto  de  la  compa- 
ñía muy  discreto. 

Julicld  y  Romeo,  puesta  on  escena  el 
<lomingo,  lué  un  nuevo  éxito,  como  lo  fué 
Dionisia. 

Vale  la  pena  de  darse  una  pasadila  por 
el  0(1  cotí. 
Lo  misuKj  ([ue  por  la  Opera. 
Sin  podernos  ocupar  del  Haba  de  San 
Ignacio,  \iov  hoy,  consignamos  que  la 
concurrencia  aumenta  y  no  escasea  aplau- 
sos á  los  artisttis,  siempre  tan  discretos  y 
estudiosos,  y  sobre  todo  tan  oportunos  en 
l;i  eieccié.n  de  las  oleras. 

El  l'oliteanKi  muy  animado. 
01''1  baile  Lola  se  aguanta  aunen  el  cartel, 
sin  cansar  á  los  attcionados  al  género. 

Próximamente  se  estrenará  El  Diablo 
Xeíjro.  baile  de  gran  aparato  también. 

Concurrido  el  Satt  Martin.,  y  la  curiosi- 
dad del  público  excitada  con  motivo  del 
ruidoso  incidente  do  la  Tetrazzini. 

Incidente  que  equivale  al  más  descomu- 
nal bombo,  que  se  haya  dado  á  ninguna 
actriz. 

Suponemos  que  Orejón  habrá  apreciado 
las  simpatías  con  que  cuenta,  por  las  de- 
mostraciones recibidas  del  púbüco  de  la 


■ ,  ^í-iüiiísiñj 


•wjgn^fjc  X  ••-»  ;;r'"-,Ty^°Sv''K-^        -f,'<S 


El.  CASCABEL 

•  .<      ?  •• ■ r- 


621 


Comedia,  el  teatro  Mascotto,  que  siem- 
pre está  lleno  y  que  sólo  aguarda  ni  céle- 
bre Ruiz  para  r^ellcnan^e . 

Guando  acabe  de  imprimirse  el  presente 
número,  se  verificará  en  el  teairo  Allui/n- 
bra  el  beneficio  del  simpálico  y  aplaudido 
actor  Sr.  Roldan. 

Dadas  las  simpatías  con  que  cuenta,  lo 
escogido  del  programa  y  la  participación 
que  el  ya  popular  Marchetli  toma  en  el 
mismo,  auguramos  y  deseamos  un  buen 
resultado  pecuniario,  que  no  todo  ha  de 
ser  gloria,  para  el  beneficiado,  cuya  efigie 
pue<len  Vds.  ver  en  la  primera  p.igina  del 
periódico. 

En  rl  Onruhia  han  debutado  las  her- 
manas Aranáz,  con  el  éxito  de  siempre. 
Una  Mascotta  como  Mercedes  basta  para 
desterrar  la  jettalura  de  cualquier  coliseo. 

Y  el  Onruhia  es  jettutore. 

En  Apolo  se  aguantan  Parenti  y  su  com- 
pañía, dispuestos  ii  reñir  combate  con 
la  compañía  del  celebrado  actor  Oivalii, 
(juien  con  su  compañía  iiiilanoáa  inagura 
uno  de  estos  dias  la  lemporatla  en  o!  Jjoria^ 
y  con  la  temporada  l(js  justos  ap!aus<">s  rfue 
alcanzíj  en  otra  época  en   el  mismo  teatro. 

La  compañía  lírica  del  NacioituL.  que 
fué  al  Rosario,  estara  ya  de  regreso  hoy  ó 
mañana,  y  es  probable  ([ue  inagure  otra 
temporada  de   veinte  funciones. 

Si  se  abre  el  abono,  ui;a  de  las  ¡^ri meras 
obras  qne  se  pondrán  en  escena  será  El 
León  de  rt'>¿6'^m,  que  a  estas  lioras  debe 
estar  rabiando  por  presentarse  en  público. 


Nos  lo  figurábamos. 

Llueven  pensamientos  en  verso  y  en  pro- 
sa para  el  número  colombino,  üauíémosle 
asi,  p(:)rque  aparecer.i  el  \1  de  Octiil)re. 

Hasta  la  lecha  se  han  recibido  quince 
trabajos  publicables  y  otros  tantos  que  no 
lo  son. 

El  tribunal  (|ue  otorgará  el  prenñ')  á  la 
composición  <[ue  reúna  las  condici.)nes  ({ue 
indicamos  en  el  número  anterior,  est;i  for- 
mado por  los  señores  Manuel  Bahamonde, 
Eustaqu.o  Pellicer  y  Casimiro  Prieto,   tres 


distinguidos  y  C()nor.¡dós  escritores  y    un 
tribunal  verdadero  é  inapelable. 

Repetimos  á  los  señores  que  nos  <iuieran 
favorecer  con  trabajos  para  (d  número  del 
doce,  que  para  ser  admitidas  sus  compo- 
siciones han  de  ser  cortas  v  festivas. 


Luis  r¡ñ(j  á  su  esposa  un  día 
por  yo  no  sé  (¡ue  deslices, 
pero  ésta,  que  es  una  harpía, 
le  dijo  que  no  veia 
más  allá  de  sus  narices. 

Esclamacion  elocuente 
que  á  Luis  dejo  de  repente 
confundido  y  derrotado, 
pues  Luis,  por  culpa  del  hado, 
es  ñato  con)pleiamente. 


Leemos  en  na  colega  (¡e  Hio  4'>  el  si- 
guiente anuncio: 

«PAUA  1J\  NIÑO— Se  precisa  una  ama 
de  leche  con  buenas  recomendaciones,  sien- 
do mdispensable.  para  ser  aceptada,  que 
tenga  eso  que  se  llama  \'KXA  P(  )ÉTIC.\. 
y  que  sepa  versificar 

Sepagar;i  buen  precio. 

En  cuahiuier  domicilio  de  esta  ciudad  en- 
contrarán con  ipjien  tratar». 

Vamos:  en  líio  i"  querr.m  fundar  otro 
Ateneo. 


H 


('umo  ;i  todas  las  mujeres, 
cuando  niña,  á  Luz  le  daba 
por  jug  ir:  y  asi,  jngaba 
á  mai'idos  ij  mujeres. 

Luz  se  fué  desarrollando, 
con  Julio  se  cas(j  luego, 
y  en  su  afición  por  el  juego 
sigue  al  <'/(("ro/v'¿o  jugando. 


Leemos  en  un  curioso  libro  titulado  Me- 
ñiorid  }iií<lüric(f  solrrc  la  Provincia  de 
Misiones  de  nidios  Cru.aranis^  por  Gon- 
zalo de  Doblas. 

«...los  jesuítas,  conociendo  el  genio  pe- 
rezoso de  los  indios,  y  que  cansados  del 
trabajo  de  tod(3  el  día.  luego  que  llegaban 
á  sus  casas  y  c<'nal'an.  se  dormían  hasta 
el  otro  diíi.  que  al  alba  bis  haci;i  levan- 
tar, para  ir  a  la  iglesia  y  de  allí  a  los 
trabajos:  asi,  no  se  llegaban  los  maridos 
i\  sus  mujeres  en  mucho  tiempo,  y  se 
disminuía  la  populación,  y  que  por  eso 
dispusieron  el   que  en  a.'gunas    horas  de 


•íif.iSi¿¿^-:r.  ■^'j.-r. 


y.-.- :>..,áa 


■/  --va^v.-viT^,,^.' 


622 


EL  CASCABEL 


la  noche  los  recordaran,  para  que  cum- 
plieran con  Ja  obligación  de  maridos.» 

Y  añade  que  para  esio  se  empleaba  el  to- 
que de  tambor,  especialmente  á  la  madiu- 
gada. 

...Hé  aquí  unos  párrafos  de  los  que  no 
nos  alrevemos  á  hacer  comentarios. 


Caña  dulce  ofreció  Rosa 
á  Rodríguez,  f[ue  es  uti  pez. 
y  á  éste  le  llegij  su  vez 
y  hará  de  Rosa,  su  esposa. 
Ella  pregona  la  hazaña, 
y  el  dice,  con  convicción, 
que  le  llegó  la  ocasÍDU 
de  Hev 2)esrado  concínni. 


^^ 


ondencia 


^^— 


Siseduto  de  la  A'.— Empieza  diciendo: 

«  ("pñorita    lii'üa  y  picarezi'a 
la  de  miiMi"  de  Iih'ííi^...  •■ 


Ya  comprenderá  V.  que  empezando  así  hay 
que  acabar  peor,  por  fuerza. 

A.  A. — Usted  no  cuenta  las  sílabas,  y  ¡claro 
está!  sus  versos  son  defectuosos. 

Uno. — ¿De  los  de  Atila? 

S  use  r  i  tora. —Es  lo  que  me  faltaba:  una  sus- 
critora  bromista. 

./.  A.  -].o  que  manda  para  el  número  colom- 
bino es  muy  bonito. 

Pelerbci]i(e.—E\  linal  me  oblijia  pero  no  me 
acaba  de  írustar. 

Apolo  Vmoríatico.  —  ¡Santa  líita  nos  am- 
pare! 

Jorji'  Manrique.— WcsuWxi  largo  y  aún  que 
esté  bien  lieclio  le  falta  movimiento,  l'ruebe 
otra  vez 

A*//?/.— ¿Quiei'e  V.  tener  la  bondad  de  mandar 
la  íirmn? 

TelctiiíiiO. — 

«  K)i  lUienox  Aires  nada  hacer 
">  or  lloarar   la    memoria  de  Co'.ón, 
iÑÍ/'/)lras  otra  pohlaeión 
i'nl (isiasias  sr  drshacen...  » 

.Justo:  como  Y.  que  se  f?fs//ace  versificando. 

/i'.'  de  .s/í?;;?y)i'f.— Si  es  broma,  puede  [)asar... 

Tilntrcio.—  Vov  lioy,  no  le  pido  la  (ii-nia. 

Es  ii¿s!,t'i)-ico.— Ser-i  lüstórico,  pero  no  es 
verso  ni  cristo  (lue  lo  fundó. 

l'rr</iinli)H.  —  Xo  puedo  complacerle. 

(l-''l"\  —  Xo  está  nKd,  pero  se  iiaii  Iiecho 
tantas  ünüacioncs  qiife  mejor  es  no  dedicarse 
á  ellas.  M'adp  V.  algo  más  si  gusta. 

Galeno  Ca 'a('U'n.se.—¡i)\éyn'....  (pie  (piiere 
decir:  próx¡in;imr'i]te  ii'á 

il/o/v  x. —  Lo  siento,  pero...  liay  cosas  que  no 
pueden  pasar.  ; 

/.ais. — Ni  para  eso  sirve  N'. 

'i'onl.aina . — Y  id:ile  con  las  suegras! 

Inr/les  1°. — No  quiero  nada  con  ingleses. 

A.' >'.  J/.—Mny  bonito  y  muy  largito  ¿Se 
l)nede  recortar  un  fUjcoV 

Anhielo. — No,  señor:  no  mande  Y.  la  firma, 
que  de  nada  serviía'a. 

Elefante.— iA)o  veras? 

Hi ¡lopóla ino. —  ¡A  l'alermo! 

Z.—\/.\  última  letra  del  alfabeto:  va  lo  sabia 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTHADO 

Director:    ENRIQUE   COLL 

ití 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  8  meses §    1.50 

Provincias:     Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »    0.10 

»         atrasado »   0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 
tit— AElSIlTA  — tat    (ALTOS) 


p  - 


EL  CASCABEL 


«07 


lechería  la  martona 

Fábrica  á  vapor  de  manteca  fresca 
fina  en  el  establecimiento 


Leche  pura,  Crema,  Manteca  fina  DEL  DÍA. 

QUESOS  CAMEMBERT  Y  BRIÉ 

Ventas  por  mayor  y  menor  en  sus  depósitos 

234,  SUIPACHA,  234 

FLORIDA   ESQUINA  TUCUMAN 
Ai  menudeo  en  los  principnies  almacenes. 


ADYERTENCI 

Se  previene  al  público  (|ue  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  nn- 
teriormente  de  D.  Guillermo  A.  Oaii%vcil^ 
se  vendió  á  D.  Diego  Sprout,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  <'rstii\veli  sino  de  Sproat. 

LA    ÚNICA 

DROGUHHiA  Y  FARMACIA 

DE 

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Los  fumadores  deben  evitar  las  falsifica- 
ciones exigiendo  en  cada  etiqueta  la  ñrma 
de  garantía  de 

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de  productos  españoles  en  genaral. 

Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  ton  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio 

Horas  de  despacho.     Los  dias  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m 
á  II  m. 


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EL  CASCABEL 


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con  el  uso  de  las  aguas  minerales  naturales 


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ClABANA 


Purgantes,  únicas  de  su  especie.— Estas  cé- 
lebres ajiuas,  verdadera  joija  medicinal. 
obtuvierun  diez  medallas  de  oro,  ocho  diplo- 
mas de  honor  y  los  más  grandes  premios  en 
to'das  las  exposiciones. 

Analizadas  por  las  Academias  de  Medicina 
de  París  y  Madrid  y  por  el  l)r.  Pedro  X.  Ára- 
la, en  .  el  Laboratorio  Municipal  de  Buenos 
Aires. 

Estas  aíiuas  son;  purgantes,  depurativas, 
antl  biliosas,  anti-herpéticas,  au ti  escrofulosas 
y  anti-sifiliticas. 

Declaradas  ñor  la  ciencia  médica  como  el 
mejor  depurativo  de  la  sangre  alterada  por 
los  humores  ó  virus  en  general. 

Las  aguas  de  Carabaña,  purgantes  como 
ninguna  otra,  las  nianüim  ios  médicos  con 
preí'erenc  a  á  todas  sus  similares,  porque  las 
que  el  público  conoce  como  algo  buenas  son 
falsificadas  en  su  mayoría. 

Ventu  por  mayor  y  menor:  Demarchi,  Pa- 
rodi  y  C•^  Defensa.  419.  y  en  todas  las  "ar- 
mBcias  y  droguerías  de  Jíueiios  Aires  y  pro- 
vincias. 

Representación  general  en  las  Repúblicas 
Argentina  y  del  Uruguay,  [Méjico,  5')7,  Bs.  As. 


compañía 
trasatlántica  española 

VAPORES   CORREOS 

Subvencionados  por  el  Gobierno  español 

Servicio  bimensual  fijo 

entre  el  Itio  de  ia  i*iala  y  l^uropa 

KL  '2  \)V.  Oc'rUHUK   S.\LDKA    I>K   ESl'E   PlEllTO 

el  magnifico  rapor 

ciLUAu  i»ií:  cáimx 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  2  de 
cada  bi-mestre,  para  Santa  ('ruz  de  Tenerife, 
Cádiz,  Barcelona  y  Marsella,  admitiendo  carga 
y  pasajeros,  asi  cómo  para  Vigo,  Coruña,  San- 
tander, Bilbao  y  demás  puntos  importantes 
3e  España, 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus 
agentes  Antonio  López  y  o,  calle  .\lsina750. 

Nota. — Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos los  puertos  y  ciudades  t'e  España. 


\ 


^ 


TAUf„'^3*l 


E.FISAS 

BUENOS-AIRES 

CANGALLO 

2987 


% 


<iJ\f, 


eIn 

'A  LOZA 


frj^ 


sCS^ 


.<?' 


— ¡Ya  se  ha  abierto! 

—¿Qué?  : 

— ¿p]!  canal  de  Panamá? 

— Xo,  señores,  ¡algo  mejor! 

— ¿Y  qué  es  ello? 

—La  Gran  casa  de  Lunch  Anglo  Argentina  de  Benito 
H.  Lascano  y  C%  sucursal  de  la  cas.i  de  sandwichs 
Piedad  y  San  ;Martin. 

VICTORLA.  ESQUINA  BOLÍVAR 


linp.  COURRIER  DE  LA  PLATA.  Skcíóu  de  Obras,  á  cargo  de  R.  Piiig 


-fckti.<»i;s*-, 


."■tij^sií^&i. 


^iBll¡ÍÍgflí(ÍllV''"""""^""""'lll ■J'--""."".'"W..„-,„-V"ir.-'."-ni> 


Año  I    Buenos  Aires,    Octubre  5  de  1892     Nüm.  40 


'!'TTinitm||inTtHTlfni''iiiHfMiininiiij»i  *-.„„7T¡fyi*TTTfiTin{TiiMf'"ri nfiiimi»;n'J'U ''.;;»■ '''■rl'^g.'^ 


i 


gr>'^gfeaS»-^&^t^te)isv 


m 


SEMANARIO  FESTIVO   ILUSTRAOO 


Director:  ENRIQUE  CQLL 

■- : i--^t  "• 


ACTRICES  DRAMÁTICAS 


ÜSUMOIÓÍI  ECHE¥AMHI^ 


Editor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


Redacción  y  AdmiDistracion:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Prprioenla  ciudad...    %  O.lOel  númcr.. 
Número  atrasado..».     »0.15        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C< 


-¿;i*^l£^^■:!¿fe*;•■.^l■:■^■í  ■J^cSi'r'^^ 


"trx-fi^Á-'éí^^^h^T,  '-. 


"  Í.  ^ -¿W  ¿^  >rÍ  íjre?  5t^ -■  '■If-Jj' .  L^^SS^^ 


em 


RL  CASCABEL 


-$>(c-<r 


A  prima ve,'ra  se  ha 
presentado  como 
siem  pre.  haciendo 
florecer  campos  y 
caras. 

He    visto    el     otro 
día  la  de    nn    clérigo 
foráneo    que   parecía 
un  país  inexplorado. 

Al  lado  del  ojo  izquierdo  tenía  un  gra- 
no que  convertía  el  órgano  visual  en  ra- 
nura apenas  perceptible. 

Luego,  doblando  á  mano  derecha,  tenia 
un  tumor  lleno  de  sinuosidades;  y  asi  su- 
cesivamente, la  cara  parecía  un  pastel 
lleno  de  confites  de  todos  tamaños  y  co- 
lores. 

— ¿A  donde  vá  usted  con   esa    cara? — le 
pregunté  tímidamente. 
— X  Córdoba. 

— Ah  ya!  A  ver  como  coronan  á  la   vir- 
gen del  Milagro. 
— Justo 


—  Pues  reze  V.  á   la    virgen: 


a 
hace  el    milagro   de    sacarle    á    V 


ver  si 
.  esos 
adornos  del  cutis.' 

— Si  no  es  nada!  Es  U  florida  primavera 
qu'i  se  anuncia  caprichosamente. 

—  ;Y  tanto!. . . 

Además  de  los  granos  fantásticos,  la 
lleijaJa  de  la  poética  estación  se  adivina 
por  la  revolución  que  experimenta  la 
sangie.^ 

Y  pvr  el  mal  genio  que  echamos. 

Y,  sobre  todo,  por  los  desafios  (jue  se 
anuncian. 

Tsada  menos  que  cinco  tuvieron  solución 
el  sábado   próximo    pasado. 

\  es  que  ahora,  basta  que  alguien    nos 


mire  de  reojo  para  creei-nos  ofendidos  y 
con  obligación  de  mandarle  los   padrinos. 

De  modo  que  es  preciso  andarse  con 
tiento  bajo  pena  de  tener  un  disgusto.      ' 

Es  lo  que  me  decía  el  otro  día  un  joven 
recien  llegado  de  Ibicuy. 

— \i.)ué  genio  gastan  los   porteños! 

—¿Malo? 

—  Mili  no,  peor!  Figúrese  V.  que  ayer 
fui  á  visitar  á  un  caballero  á  quien  vengo 
recomendado,  y  que  es  amigo  de  un  com- 
padre mío.  Necesitaba  pedirle  una  leco- 
msndación  para  lograr  un  empleo  en  la 
capital,  porque  el  campo  no  me  prueba,  y 
no  es  para  las  personas  Anas  como  yo 
que  se  mudan  la  camisa  los  Domingos  y... 

—  Demás  fiestas  de  precepto;    entiendo. 
— Pues  bien;  llego,    llamo  y  me  abre  la 

puerta  una  señora  simpática,  aunque  un 
poco  gorda. 

— ¿()ue  se  le  ofrece?  me  pregunta. 

— Deseaba  hablar  con  su  esposo. 

— Ha  salido. 

— Lo  esperaré. 

Y  la  buena  señora  me  hizo  pasar,  y 
cuando  le  hablé  de  Ibicuy  y  délas  verdes 
campiñas  y  del  sol  de  aquella  tierra^  no 
pudo  contenerse  y  exclamó. 

— Ah !  ese  es  el  verde  y  el  sol  que  yo  amo! 

En  el  preciso  momento  que  esto  decía 
entró  mi  futuro  protector  con  los  pelos  eri- 
zados. 

— Voy  á  hacer  una  barbaridad!  — rugió. 

—  Otra? — le  preguntó  la  esposa. 

— Sí!  Mas  grande  que  la  que  cometí  al 
casarme — dijo  el  marido,  que  por  lo  visto 
no  andaba  del  todo  bien  con  su    mitad. 

— Romualdo,  ten  calma! 

— Quien  es  ese  mequetrefe?  preguntó 
don  Romualdo, 

— Un  recien  llegado..... 

— ¡Bravo!  De  modo  que  tú,  con  el  pri- 
mero que  llega  ya  te  pones  á  hablar  de 
amor 

—  ¡Caballero!  interrumpí  al  fin,  su  seño- 
ra aludía  al  verde. . . 

—  ¡Ese  se  lo  come  V! 

— V.  me  falta,  señor  mío! 

— ¡Y  V.  está  estorbando! 

— Yo  vengo  de  parte    del    compadre 

—  V.  si  que  es  un  compadre Tome 

V.  mi  targela  y  salga  de  esta  casa. 


< 


^aokAiAfc'í.vV. 


EL    CASCABEL 


627 


— Tome  V.  la  mía  y  vea  quien  soy. 

— ¿Y  salió  V.  de  la  casa? — pregunté  al 
de  Ibicuy. 

— No  salí.  Me  salieron  á  escobazo  limpio 
los  mucamos. 

— ¿Y  se  han  batido? 

— ¿Los  mucamos? 

—  ¡No  hombre!  V.  y  Dn.  Romualdo. 

— ¡Ah,  no  señor!  Yo  no  quise,  y  los  pa- 
drinos..,.. 

— Labrarían  el  acta  correspondiente. 

—No  tal.  Labraron  mi  desdicha  y  me 
han  obligado  á  partir  sin  adquirir  la  re- 
comendación que  buscaba. 

Ayer  leí  en  la  sección  de  solicitadas  de 
un  diario  grande,  que  el  caballero  don 
Romualdo  N.  N.  tenía  el  honor  en  su 
sitio  y  que  era  un  perfecto  caballero. 

Qué  es  lo  que  trataba  de  demostrar  el 
buen  señor. 

Ello  es  que  entre  el  bullir  de  la  sangre 
y  el  afán  de  que  el  público  sepa  que  tene- 
mos padrinos,  honor  y  otras  menudencias, 
llenamos  columnas  en  los  diarios.  Mas 
vale  así.  Por  que  de  esta  manera  los  se- 
pultureros no  tienen  mas  trabajo  que  el 
de  costumbre,  y,  en  cambio,  los  diarios 
llenan  papel  que  es  un  gusto. 

Procuremos  contener  los  ímpetus  de  la 
«angre  por  medio  de  la  zarzaparrilla. 

O  de  la  alimentación. 

Que  influye,  y  no  poco,  en  el   genio. 

Y  sino,  que  hablen  los  pupilos  de  una 
casa  conocida,  que  están  sujetos  al  régi- 
«íen  veje  tal  por  qu .',  como  dice  la  regenta: 

—  En  este  tiempo  conviene  comer  poco, 
y  rebajar  la  sangre.  Si  les  doy  poca  comi- 
da, lo  hago  con  .:niras  humanitarias. 

— Miras  económicas — dicen  los  inquili- 
nos,  bostezando   lánguidamente 

Cualquiera  de  ellos  se  bate. 

¡Si,  ni  fuerza  tienon  para  aguantar  el 
sable! 

Nada,  nada...  debilitémonos. 

Y  no  abusemos  He  ios  padrinos. 

Y  de  las  solicitadas ■ 

jOh  primavera! 


Don  Sisebuto 
Cararredonda 
es  una  hueni- 
simji  persona; 
tiene  una  finca 
en  que  se  aloja 
hace  tres  meses, 
una  señora 
que  no  le  j»aíía 
por  más  (jue  cobra, 
don  Sisebuto 
!a  desaloja, 
pero  el  juzgado 
¡vaya  una  broma! 
cuarenta  días 
la  dá,  y  de  próroga 
una  quincena, 
y  luego,  otra. 
Don  Sisebuto 
trina  y  se  enoja; 
ella  se  arranipla 
la  gente  toda 
con  sus  anzuelos 
¿qué  picarona! 
Ya  lagrimitas, 
ya  l'rases  jondas, 
ya  suppiritos, 
miradas  torvas, 
en  fin,  un  juego 
se  trae,  que  asombra, 
con  su  pollera 
recoquetona. 
¡Vaya  uii  trapío! 
¡íjué  gente  zonza! 
jCómo  la  escuchan, 
cómo  la  acosan, 
cómo  la  dicen 
y  la  interrogan!... 

Don  Sisebuto 
vá  á  verla;  sola 
está  y  le  dice 
con  voz  burlona; 
— Usted  se  pierde... 
soy  una  loba... 
y  estos  justicias 
son  piD'o  soda. 
yo  me  los  fumo 
yo,  sí.  yo  propia; 
los  alguaciles 
me  hacen  la  rosca, 
los  secrefarios 
todos  me  adoran 
y  el  juez  me  mira 
con  una  sombra, 
fjue  si  no  l'uera 
por...  ciertas  cosas, 
me  declaraba 
libre...  y  muy  mona. 
Usted  no  puede 
mínima  cu.sa. 


jts  >_jíjhJifflac  «•„_  _ 


ríí. 


.    BS^t^ict^!^ 


628 


EL  CASCABEL 


yo,  sin  dar  plata 
le  armo  una  bronca 
que  ha  de  dejarle 
sin  una  mota. 
Don  Sisebuto 
cambie  de  norma, 
que  una  pollera 
¿no  es  cualquier  cosa.. 

¡Y  se  reía 

la  muv  bribonri!... 


Don  Sisebuto 
jura  que  todas 
ha  de  pagnrlas 
pronto  y  con  costas; 
se  vá  á  una  tienda 
de  esas  de  modoís, 
compra  un  tapado, 
pollera  y  cofia; 
vé  á  la  justicia, 
á  la  señora 
de  nuevo  emplaza 
y  ¡el  caso  asombra! 
¡Sin  otro  trámite 
la  de...  sa...  lo...  ja...!!? 


Ya  saben:  cuando 
litiguen  contra 
c\xvL\(\\ñQT  pollera... 
se  compran  otra, 
y  cuando  tengan 
que  ir  á  la  cosa 
¡pues!  Se  la  ponen, 
van  y,  —no  es  broma — 
en  el  juzsado 
no  hay  quien  les  toaa. 

A.  D/'ac:  de  ¿a  Quintana. 


SACRIFICIO 


Apenas  declarado  el  buque  en  libre  plá- 
tica, ya  don  Enrique,  su  capitán,  estaba  en 
tierra. 

Su  primera  visita  fué  para  Alberto,  su 
condiscípulo  en  el  colegio;  su  compañero 
de  carrera  después. 

Llegó  á  tiempo  para  recoger  su  úllimo 
suspiro. 

A  los  dos  días  el  cadáver  de  Alberto  re- 
cibía cristiana  sepultura  en  la  Necrópoli  de 
la  capital . 

Dejaba  huérfana  á  una  niña;  un  ángel 
cuyo  hermoso  rostro  habían  acariciado 
apenas  las  brisas  de  diez  y  nueve  prima- 
veras. 

Este  triste  acontecimiento conmoviópro- 


fundamente  á  don  Enrique;  ¡que  quería 
tanto  á  Alberto!  Habían  hecho  juntos  su 
primera  comunión;  hacía  cuarenta  y  dos 
años  que  eran  amigos. 

Ocho  meses  después,  un  sacerdote  unía 
en  lazo  indisoluble  á  don  Enrique  con  An- 
gela, la  pobre  huérfana,  la  hermosa  hija 
de  Alberto,  cumpliendo  asi  la  última  vo- 
luntad del  difunto. 

Transcurrieron  dos  años  de  completa 
felicidad.  Don  Enrique  adoraba,  idolatro- 
traba  ú  su  joven  esposa;  el  menor  deseo,  el 
mas  trivial  capricho  de  niña,  era  satisfe- 
cho por  el  marido  con  el  anhelo,  con  la  so- 
licitud de  un  corazón  enamorado  á  los  cin- 
cuenta años. 

Angela ¿amaba  á  su  esposo? 

Por  aquel  tiempo,  una  pequeña  nube  oscu- 
reció ligeramente  el  sol  de  la  dicha  conyu- 
gal. Era  el  presagio  de  un  eclipse  que  vina 
luego. 

El  anciano  marino  tuvo  un  día  que  abo- 
fetear á  un  atrevido  mozalvele  que  se  decía 
amante  de  Angehi. 

A  la  madrugada  del  siguiente  un  coche  se 
detenia  en  una  alameda,  en  las  afueras  de 
la  ciudad.  De  él  descendieron  tres  caballe- 
ros: don  Enrique  y  sus  padrinos. 

Amanecía  apenas;  el  sitio  estaba  solita- 
rio: pasaron  diez,  quince,  treinta  minutos: 
pasó  una  hora;  en  vano  esperaron  ú  quien 
debía  llegar;  era  una  burla  sangrienta. 

Regresaron  á  la  ciudad.  ¡Infame!  mur- 
muró don  Enrique  al  subir  al  coche.  Esta- 
ba, el  marino,  transformado;  todas  laa 
tempestades  del  océano  convertidas  en 
odios  y  venganzas,  se  agitaban  en  su  cere- 
bro: la  vergüenza  fogueaba  aquel  rostro 
curtido  por  el  sol  de  los  trópicos:  aquellos 
ojos  acostumbrados  á  dominar  las  distan- 
cias en  lo  inmenso,  despedían  chispas. 

El  coche  paró  á  la  puerta  de  su  casa. 
En  el  umbral  esperaba  el  viejo  portero  con 
un  paquete  en  la  maño:  se  dirigió  á 
su  amo. 

— La  señora  acaba  de  salir  y  me  iia  de- 
jado las  llaves  y  esta  caria  para  Vd. 

El  asombro  se  pintó  en  el  semblante  de 
don  Enrique:  rápida  sospecha  cruzó  por 
su  espíritu;  abrió  convulsivamente  la  car- 
ta, y  al  recorrer  sus  primeras  líneas,  cayá 
desplomado  sobre  los  losas  del  pavimento. 


«  Tenemos  el  gusto  de  participar  ó  nues- 
»  tros  numerosos  lectores  que  el  duelo  que 
w  anunciábamos  en  nuestra  edición  de 
»  ayer,  ha   terminado  de  la  manera    mas 


EL  CASBABEL 


629 


»  satisfactoria.  La  esposa  de  uno  de  los 
»  duelistas  se  ha  escapado  con  el  rival,  li- 
»  brando  asi  á  su  querido  cónyugue  de  una 
»  muerte  segura.  La  fuga  se  ha  verificado 
«esta  madrugada,  á  labora  precisamente 
»  en  que  el  esposo  ofendido  esperaba  en  el 
»  sitio  indicado  para  atravesar  el  corazón 
»  á  su  afortunado  Cireneo. 

«No  se  ha  estinguido  aún  la  raza  de 
»  aquellas  mugeres  heroicas  que  se  sacrifi- 
»  can  por  la  vida  de  sus  esposos  » 

En  esta  forma,  publicaba  un  diario  de  la 
tarde,  la  deslionra  de  don  Enrique. 

Nicolás  Ca)-bó. 


VIAJE  DE  NOVIOS 


Mister  Jorge  se  prendó 
de  una  bella  institutriz, 
y  ansiando  hacerla  feliz 
con  la  joven  se  casó 
La  institutriz  aludida 
halló  al  inglés  muy  gracioso: 
y  al  punto  en  qué  fué  su  esposo 
le  quiso  con  alma. y  vida. 
Ya  casados;  ella  y  él 
de  igual  manera  pensaron, 
y  sus  cosas  arreglaron 
para  la  luna  de  miel. 
La  niña  ^accediendo  al  ruego 
del  (lue  ya  era  su  marido, 
tuvo  un  libro  prevenido 
á  tin  de  enseñarle  el  griego; 
pero  él  viendo  á  su  maestra, 
tan  linda,  dijo  al  instante: 
—Deja,  tenemos  bastante 
para  lengua,  con  la   nuestra. 
Quiero  gozar  de  tu  amor, 
y  eternamente  apurarlo, 
y  tengo  para  lograrlo 
una  ocurrencia  mejor. 
—Tiene  que  ser  oportuno 
cuanto  pienses,  dueño  mió,     \ 
pues  yo  solamente  ansio 
que  formemos  los  dos,  uno. 
— Oye,  pues,  para  pasar 
la  existencia  endulce  arrobo, 
metidos  ios  dos  en  globo 
¡cuánto  vamos  á  gozar!... 
Jilenaron  de  provisiones 
un  globo  bien  construido, 
y  ella  fué  con  su  marido 
por  dicha  y  por  emociones. 
Yogaban  por  el  espacio 
llenos  de  felicidad, 
y  con  ia  tranquilidad 
que  no  hay  en  ningún  palacio. 
Por  las   brisas  perfumadas 
navegaban  halagados, 


y  por  doquiera  cercados 
de  nubes  arreboladas. 
Hasta  que  un  viento  cruel 
furioso  el  globo  arrastró, 
y  de  este  modo  acabó 
la  dulce  luna  de  miel. 
Vinieron  las  privaciones, 
los  disgustos  principiaron, 
hasta  que  al  íin  se  acabaron 
del  todo  las  provisiones. 
De  su  triste  suerte  en  pos 
la  pobre  mujer  decía: 
—No  te  apenes  alma  mía. 
seamos  uno,  los  dos. 


Ya  un  año  había  corrido, 
y  ya  de  ellos  no  se  hablaba, 
cuando  á  su  patria  llegaba 
únicamente  el  marido. 
Le  escuclmron  con  horror, 
pues  que  con  alma  salvaje, 
se  comió   á  ella  al  fin  del  viaj(! 
á  falta  de  algo  mejor. 
—¡Más!  ¡por  Dios¡  que  crueldad 
dijeron— ¿Se  la  ha  comido? 
— Es  que  con  esto  he  cumplido 
del  todo  su  voluntad. 
— ¿Qué  decís? 

—Bien  sabe  Dios 
que  ella  siem[  re  me  decía. 
no  le  apenes  alnia  mía, 
seremos  uno  los  dos. 
\á\.  obedecí  complaciente,  .  . 

tuve  hambre  y  me  la  comí, 
¡puesto  que  creo  íjue  así 
somos  uno  solamente! 

<S.  Garrido. 


TUS  SÍES 


Cuando  yo  era  tu  novio,  hubiese  dado 
por  oir  de  tí  un  si,  toda  mi  vida, 
y  no  juzgues  que  peco,  Inés  (pierida, 
al  hablarte  hoy  así,  de  exagerado. 
Que  el  recuerdo  de  mí  no  se  ha  borrado 
de  aquel  si  que  me  diste  conmovida, 
del  dulce  ¡si!  palabra  apetecida, 
sola  ambición  de  todo  enamora.do. 
No  lo  estuve,  ni  estoy  arrepentido, 
,  de  haberme  unido  á  tí  en  estrecho  lazo; 
pero,  esposa,  en  el  tiempo  transcurrido, 
aunque  el  decirlo  caúsame  embarazo,   • 
he  observado,  ¡pardiez!  que  á  tu  marido 
cada  si  que  le  das  es  un...  sablazo. 

Federico  Aslor. 


jt)^íá¿¿'*¿í-¿-.^-*';'S:=-J-_-í:'-&J''£^_íá'-.X>t:-^^^^^ 


ÍVÍ^'C^^3J^^-;!SÍ^ÍÍ^'¡¿^Í¿^¿):-J.''-.Í^--Í^'Í 


630 


EL  CASCABEL 


L_0     INESPERADO 


I 


De  Europa  Julio  llegó 
y  sus  pocos  patacones, 
en  bromas  y  diversiones 
alegremente  gasté. 

Y  ai  mes  justo  de  correr 
farras  de  noche  y  de  dia. 
se  halló  conque  no  tenia 
donde  dormir  ni  comer. 
Después  de  pensar  un  rato 
dijo: 

—Yo  puedo  escribir, 
y  de  mi  pluma  vivir; 
para  algo  soy  literato. 
Buscó;  pero  inútilmente 
que  si  á  un  diario  llegaba, 
en  la  Redfección  hallaba 
siempre  uVi  exceso  de  gente. 
Pasó  el  tiempo  muy  aprisa 
y  Julio,  siempre  corriendo, 
observó  que  iba  teniendo 
nada  limpia  la  camisa. 
Julio  se  desesperó, 
pues  era  muy  delicado 
y  pensaba  trastornado: 
—¿Dónde  me  presento  yo-? 

Y  hosco,  triste  y  abatido, 
sin  saber  lo  que  se  hacia, 
se  pasaba  todo  el  dia 

en  cualquier  rincón  metido. 
Viviendo  tan  tristemente 
otro  ya  se  hubiera  muerto, 
mas  él  vivna,  era  cierto, 
aunque  milagrosamente. 

Y  Julio  ansiando  librarse 


de  aquel  vivir  angustioso, 
salió  á  la  calle  furioso, 
decidido  á  suicidarse. 
Fuese  al  río  en  derecliura, 
y  cuanto  más  se  acercaba, 
sin  saber  por  qué,  notaba 
amenguarse  su  locura. 
Por  fln  al  rio  llegó, 
calmado  su  frenesí, 
y  al  llegar  exclamó  asi: 
— ¡Hoy  no  me  suicido!  ¡Nó! 
¡Sufriré  los  sinsabores 
de  mi  estado  malhadado, 
más  nadie  vera  el  estado 
de  mis  ropas  interiores!... 

II 

Lleno   de  hambre,  sueño  y   frió 
y  maldiciendo  su  suerte, 
•lulio,  buscando  la  muerte, 
se  echó  de  cabeza  al  río. 
Más  un  marino  lo  vio; 
y  lleno  de  noble  arrojo, 
sacándole  de  remojo 
de  la  muerte  le  salvó. 

ni 

Anteayer,  á  Julo  vi, 
me  saludó  atentamente 
y  al  instante,  alegremente 
me  habló  de  su  lance  así: 
— Sufrí  en  el  rio  el  horror 
de  aquel  que  se  ha  suicidado; 
pero...  jel  agua  me  ha  limpiado 
to  la  la  ropa  interior! 

Luis  Garda. 


epístola 


Querido  Juan,  yo  rae  muero 
si  á  esta  pronto  no  contestas. 
¡Tardas  tanto  en  tus  respuestas 
porque  sabes  que  te  quiero! 
Tengo  en  mi  pecho  un  brasero, 
y  tal  tufo  dá  el  carbón, 
que  debes  huir  la  ocasión 
de  que  alguien  caiga  asfixiado, 
y  entre  muerto  ó  trastornado 
se  cuele  en  mi  corazón. 
Bien;  no  extrañes  lo  que  digo, 
y  aunque  alabarme  no  quiero, 
saberás  que  un  caballero 
quiere  casarse  conmigo. 


Como  yo  á  lo  positivo 

siempre  he  tenido  afeuciún, 

he  sufrido  un  desgarrcm 

en  mi  ser,  considerando 

que,  por  estarte  esperando, 

pierdo  mi  colocación.' 

Me  escribes  que  eres  sargento 

y  que  el  capitán  te  dijo 

<iue  el  mes  que  viene,  de  fijo 

cambiarás  de  regimiento. 

Ven   pronto  Juan.   ¡Qué  contento 

vas  á  causarme  ese  día! 

Pide  tu  baja,  alma  mia, 

y  vuelve  pronto  á  mi  lado, 

(|ue  siempre  serás  soldado 

sirviendo...  en  mi  coynyq'ua. 

Dicen  si  continuamente 

un  chorro  de  agua  cayendo. 


'^^&^l:^kb^iSa&.^.-L^.-tit9t.r 


,-<*, 


i 

:.,:í  ■* 


EL  CASCABEL 


631 


la  fuerte  roca  vá  hendiendo 
y  destruye  finalmente. 
Asi  un  frasco  de  aguardiente, 
te  envío  por  don  Ramón, 
y  pido  á  Dios,  con  unción, 
(lue,  por  gotas  y  certero, 
quiera  cavar  un  hujero 
en  tu  duro  corazón. 

María. 
3.  Corras  Fp;rnám>kz. 

♦-1Í1H$ 


l_    COLLA 


^J  N  esta  grande  y  cosmopolita  ciudad 
^*^  de  Buenos  Aires,  donde,  con  un 
aire  y  posición  de  dueños  de  casa,  se  pa- 
sean y  arraigan  habitual  mente  extranjeros 
de  todos  los  países  del  mundo,  seguros  de 
las  garantías  que  les  ofrece  la  constitución 
política  de  uno  de  los  pueblos  más  libera- 
les de  América,  hemos  visto  muchas  veces 
recorrer  las  largas  calles,  detenerse  frente 
a  los  lujosos  escaparates  de  las  tiendas  ú 
ofrecer  al  transeúnte  sus  mercaderías,  á 
un  tipo  de  traje  excepcional  ({ue,  sin  em- 
bargo de  su  aspecto  extraño,  no  es  para 
nosotros  precisamente  un  extranjero. 

Queremos  referirnos  al  vulgarmente  lla- 
mado Colla.  A  ese  vendedor  ambulante 
de  yerbas  medicinales,  estoraqui,  quina- 
quina y  polvos  para  el  amor  que,  con 
tan  fútil  comercio,  caminando  á  pié,  ha 
realizado  el  temerario  viaje  hasta  las  már- 
genes del  Plata,  saliendo  con  sus  alforjas 
y  los  chismes  que  lo  acompañan,  desde  las 


lejanas  y  remotas  cumbres  del  alto  Perú. 
El  hombrecito,  vestido  de  telas  burdas, 
Jliisutas  y  sombrero  informe,  fabricado 
por  él  mismo,  con  lana  de  cordero,  camina, 
taciturno  y  habla  lo  menos  que  puede  el 
castellano. 

Al  desocupado  que  lo  vé  pasar  se  le 
ocurre  una  justa  reflexión:  ¡cómo  pueden 
estos  hombres  vivir  con  el  producto  del 
insignificante  comercio  á  que  se  dedican? 
Y  cuando  uno  sabe  que  se  vienen  á  pié 
desde  sus  valles,  situados  á  ochocientas 
leguas  de  distancia,  se  explicará  más  difí- 
cilmente la  compensación  pecuniaria  que 
induce  á  eslos  seres,  de  piernas  excepcio- 
nales, á  emprender  la  formidable  travesía. 
Es  que  nosotros,  los  hijos  de  Buenos 
Aires,  sabemos  habitualmente  mucho  de 
las  costumbres  y  de  lo  que  pasa  en  el  viejo 
mundo,  pero  nuestros  conocimientos  es- 
tán un  tanto  en  retardo,  tratándose  de  los 
usos  y  costumbres  de  nuestra  casa,  o  sea 
de  nuestra  América,  lo  que  si  no  es  ío 
mismo,  es  cosa  parecida. 

El  Colla,  el  Aimard,  ó  más  propia- 
mente dicho,  elhijo  del  valle  de  los  Yun- 
gas, realiza  un  propósito  muy  diferente 
del  que  nos  suponemos,  al  efectuar  su 
viaje. 

Allá,  eií  las  montañas  escarpadas  y  pin- 
torescas de  su  tierra  natal,  viste  habitual- 
mente de  negro,  en  señal  de  eterno  duelo 
por  la  desaparición  y  exterminio  de  sus 
Incas,  los  señores  de  las  cuatro  partes  del 
globo,  los  hijos  tle  Manco  Capac  y  Mama 
Odio,  los  que  le  enseñaron  ú  adorar  al 
sol  y  á  Pachacamac,  (alma  del  mando) 
que  tiene  en  sus  manos  las  riendas  de  los 
supremos  destinos. 

Pachacamac  y  el  sol,  focos  brillantes 
de  luz  y  de  saber,  dieron  por  boca  de  sus 
hijos,  los  semidioses,  las  sublímese  inmu- 
tables leyes  que  unieron  entre  sí  á  los 
indios  que  vivían  dispersos  por  sobre  la 
inmensa  tierra. 

Los  /nca-s  propagaron  en  sus  con(|uis- 
tas,  con  constancia  y  afecto,  la  igualdad  y 
cariño  entre  los  hombres.  Su  sabidiiria  di- 
vina cambió  los  campos  estériles  y  las 
rocas  desoladas  en  valles  productivos;  tor- 
ció el  curso  de  los  ríos  y  puso  á  servicio 
del  hombre  el  agua  de  los  torrentes,  que 
antes  se  despeñaba  en  masas  congeladas 
é  inmensas  sobre  las  chozas  sin  amparo. 
El  robo,  la  mentira,  la  pereza  y  la  co- 
bardía, ya  no  tenían  asilo  en  la  morada 
del  indio,  y  ahí  están  los  colosos  de  Tia- 
guanacu,  del  Cosco,    Yocalla  y  Copaca- 


■.-■¿is^.J;f~-¿i.i'¿Lyi:Ss.^.9Íükú^i%sájrJ^ 


(m 


EL  CASCABEL 


En  el  corazón  del  hombre 


Para  que  lo  averigüen  las  lectoras. 


'■ii^SMr^'milM*»'^'.  /.TP'Í 


^í^-Á^iSttr'ij"   ■;■■ 


s:;.,    •  ■i'r'AWSV-'^'^ 


EL  CASCABEL 


€33 


En  el  de  la  mujer 


Para  que  lo  adivinen  los  lectores. 


. -iii-^iiifiáE&í^-^á^íiLiáráiftíi'J: " -V:-¿^ 


■''c,J-:¿'-::^'^^j^S^^Ms^Jiá'isá'i¡í&}¿f'í:!^^^ 


^„   ^  i.  .■  «V  i^aj::' -1 


"^me 


634 


EL  tÁSGAJSEL 


baña  y  los  caminos  déla  costa  y  los  llanos 
que  lo  atestiguan  con  la  elocuencia  muda 
de  las  ruinas  ciclópeas  de  una  pasada  y 
sorprendente  civilización. 

Kl  Colla  vá  taciturno  y  silencioso,  ago- 
biado por  el  peso  del  infortunio,  que  llora 
desde  hace  cuatro  siglos,  y  s¡  detiene  á 
veces  su  paso  vacilante  frente  al  suntuoso 
palacio  del  señor  moderno,  la  muda  con- 
templación no  le  sugiere  en  su  alma  dolo- 
rida más  que  el  triste  recuerd  )  de  que  tal 
vez  ya  no  volverán  para  él  y  su  raza  aque- 
llos felices  ftiempos  de  bonanza  y  de  paz, 
que  fueron  violentamente  interrumpidos 
por  la  avalancha  de  estos  señores  blancos, 
que  en  su  codicia  y  ambición,  sin  valla, 
derruían  y  derrumbaban  sin  control  ni 
conciencia  hasta  los  templos  y  altares  de 
los  dioses  protectores,  por  adueñarse  sa- 
c  crilegamente  el  metal  de  las  divinas  ofren- 

fj^  <las,  que    se  envilecía   al   caer   entre  sus 

manos. 

líl  indio  yungueño  habla  en  aunará, 
que  es  lengua  tributaria  del  Quichua,  y 
lleva  en  su  espíritu  el  propósito  de  resti- 
tuir algún  día  el  imperio  incásico.  No 
olvida  las  ofensas  recibidas  y  cree  co- 
rromper sus  creencias  y  tradiciones  ha- 
blando el  idioma  de  los  conquistadores.  Se 
cree  adivino  y  dice  haber  nacido  con  el 
don  de  saber  la  suerte  humana,  leyendo 
en  los  astros  y  en  las  miradas.  Es  también 
médico  práctico,  porque  conoce  los  efectos 
de  muchas  sustancias  vegetales  descono- 
cidas para  la  ciencia  y  que  se  producen  en 
medio  de  aquellos  profundos  valles,  casi 
inexplorados. 

JCI  Colla  se  casa,  cuando  más  tarde,  á 
los  veinte  años,  y  antes  de  unirse  corporal- 
mente  á  su  elegida  tiene  que  cumplir  con 
una  ley,  que  para  él  es  sagrada,  porque 
emana  de  una  antigua  costumbre  que  está 
prescrita  por  la  tradición  oral,  que  todos 
observan  fiel  y  extrictamente.    . 

Terminada  la  ceremonia  conyugal,  cada 
uno  de  los  desposados  debe  apartarse  si- 
guiendo opuestos  rumbos.  La  muchacha 
vá  d  su  hogar,  donde  queda  como  antes  ó 
pasa  á  servir  á  la  casa  de  sus  suegros,  y 
el  mancebo  emprende  un  largo  viaje  que 
dura  á  veces  tres  ó  cuatro  años  y  que  infa-* 
liblemente  debe  efectuarse  á.pié.  Este  es 
viaje  de  expiación,  de  penalidades  y  de  su- 
frimientos, y  es  tanto  más  considerado  á 
su  vuelta  el  que  ha  llegado  á  tierras  y  á 
confines  más  remolos,  porque  ha  apren- 
dido mejor  á  sobrellevar  los  trabajos,  y 
es,   por  lo  tanto,  más  apto  que  otro  para 


afrontar  las  penalidades  ineludibles  rn  las 
jornadas  de  la  vida. 

Cuando  el  Colla  anda  entre  nosotros, 
cuando  ha  salido  de  lo  que  llama  su 
tierra  y  la  del  Inca  su  señor,  hace  tam- 
bién abandono  de  su  traje  negro  y  adopta 
el  que  llaman  vheschi  ó  gris,  porque  dice 
que  saliendo  de  su  patria  entra  al  dominio 
de  otros  señores. 

Los  polvitos  para  el  amor  son  de  dife- 
rentes clases.  Les  atribuyen  generalmente 
más  poder  á  los  rojos,  que  sacan  de  una 
yerba  que  gusta  mucho  á  las  lagartijas, 
y  precisamente  en  esa  circunstancia  fun- 
dan la  virtud  del  amuleto;  para  atesti- 
guarlo afirman  que  el  lajartija  macho  es 
el  animalíto  que  tiene  la  propiedad  de 
liacerse  querer  más  de  su  consorte.  El 
talismán  de  amor  es  infalible  para  hacer 
huir  la  antipatía  y  atraer  reciprocamente 
á  los  enamorados. 

Muchas  veces  los  viejos  que  han  perdido 
á  su  compañera,  salen  por  segunda  vez 
acompañando  al  hijo  menor  en  su  pere- 
grinación; enseñándole  entonces  á  reco- 
rrer con  paciencia  el  largo  camino  que 
principia  y  acaba  con  sufrimientos  y  tra- 
bajos. 

Cumplida  su  peregrinación,  suele  volver 
el  Colla  á  su  hogar  y  encontrarse  con  la 
dolorosa  nueva  de  una  muerte  inesperada. 
Dobla  entonces  su  duelo,  Pero  todos  le  re- 
cuerdan que  la  vida  es  camino  de  pesares, 
y  que  hay  que  soportar  los  designios  de 
Pachacaniac  que  tiene  en  sus  manos, 
desde  lo  alto,  las  riendas  de  los  supremos 
destinos. 

El  yungueño  sombrío  se  pierde  enton- 
ces en  los  valles  azules  de  las  montañas 
apartadas,  buscando  el  consuelo  que  ha 
dado  siempre  al  corazón  abatido  por  los 
grandes  dolores,  la  contemplación  de  la 
naturaleza. 

En  las  horas  calladas  de  la  noche,  cuan- 
do titilan  en  el  cielo  las  estrellas  infinitas, 
como  vibraciones  eternas  del  cariño  de  lo& 
que  sucumbieron,  y  cuando  en  los  antros 
oscuros  del  bosque  se  siente  el  aleteo  del 
buho  y  el  eco  quejumbroso  de  la  torcasa 
aprisionada,  suele  oirseá  veces  las  notas 
sencillas  de  una  música  perdida,  cuyos- 
ecos  vibran  vagamente  en  las  ondas  sono- 
ras que  se  ahuecan  en  los  profundos  abis- 
mos. La  música  es  supremamente  melan- 
cólica, sus  notas  llevan  al  espíritu,  la 
expresión  de  un  pesar  sin  consuelo  y  sin 
amparo. 

Esees  el  indio,  que  llora  conjuntamente 


;JiiSiS?t,^.\ 


EL  «^A^aHÉiAirjei: 


635 


en  la  Quena  tradicional,  las  angustias  de 
su  alma  acongojada  y  las  desdichas  de  la 
patria,  cuyo  recuerdo  se  aviva  en  medio 
de  las  grandes  armonías. 

F  ¿liberto  de  Olive  ir  a  Ce  zar. 


DE  DOMINGO  A  DOMI.JGO 


ODEON. —  Ldi  compañía  de  Emanuel 
sigue  trabajando  con  éxito  en  el  teatro  de 
la  calle  Esmeralda,  que  no  pedia  inaugu- 
rarse de  mejor  manera. 

La  distinguida  actriz  Sra.  Reiter  logra 
aplausos  entusiastas  en  cuantas  obras  in- 
terpreta. En  Frou-Frou  demostró  que 
puede  competir  con  todas  las  estrellas 
dramáticas  que  nos  han  visitado.  Ema- 
nuel muy  festejado  también:  en  Rantzait 
demostró  sus  notables  facultades  para  el 
arte  dramático,  cautivando  al  público,  por 
la  verdad  conque  interpreta  su  interesante 
parle. 

La  repetición  de  Mlle.  Nitouche^  fué 
como  era  de. esperar,  una  repetición  de  los 
aplausos  que  obtuvieron  en  su  desempeño 
los  artistas  de  la  compañía,  la  Sra.  Reiter 
especialmente. 

El  público  del  Odeón  es  siempre  nume- 
roso y  escogido. 


OPERA.— G^\é  y  compañía,  sin  desani- 
marse nunca,  apesar  de  que  el  público  no 
les  favorece  lo  que  se  merecen. 

Como  de  costumbre,  las  obras  que  se 
representan  son  puestas  en  escena  con 
todo  esmero. 

Se  dice  que  pronto  pasarán  á  Montevi- 
deo los  citados  artistas. 

Si  es  así,  no  dudamos  que  merecerán 
buena  acogida  del  público  Uruguayo      ~~- 


ONRUBIA.— Las  hermanas  Aranáz  tie- 
nen su  público. 
Y  este  no  es  poco  numeroso  que  diga- 


mos, ya  que  ha  llenado  varias  veces  e 
espacioso  teatro  de  la  calle  Victoria. 

Las  obras  puestas  en  escena  hasta  la 
fecha  no  ofrecen  novedad. 

Ofrecen  únicamente  el  atractivo  que  sabe 
imprimirles  la  aplaudida  tiple  Mercedes 
Aranáz,  á  la  que  hay  que  ver  y  óir  en 
obras  como  Nina,  Gatito  de  Madrid... 
etcétera ... 

El  Ki-Ki-Ri-Ki  resuena  de  nuevo  en  la 
sala  del  Onrubla. 

Y  el  público  acude  al  oir  el  cacereo  del' 
gallo. 

Las  funciones  de  moda  se  ven  favoreci- 
das por  distinguida  concurrencia. 


COMEDIA. — La  temporada  termina  y 
los  beneficios  se  suceden.  El  de  la  señora 
Sacanelles  fué  una  continuada  ovación 
para  la  simpática  característica. 

Pronto  el  actor  Julio  Ruíz  se  estrenará 
en  este  teatro.  Y  á  fé  que  hay  curioridad 
por  conocerle,  ya  que  la  fama  de  que  vie- 
ne precedido  es  grande. 


ALHAMBRA.—^'xgne  concurrido  est 
teatro,  en  donde  trabajará  la  compañía  de 
Roldan  hasta  fines  del  corriente  mes,  pa- 
sando algunos  artistas  al  Onrubia  y  la 
compañía  Aranáz  abandonando  este  teatro 
y  trasladándose  á  la  calle  Cerrito. 

El  conocido  maestro  Sr.  Abad  irá  á  la 
Comedia  en  cuanto  Orejón  empiece  la  tem- 
porada con  Julio  Ruíz. 


POLITE A M A .-  Con  restos  de  la  que 
fué  compañía  del  Nacional,  y  con  elemen- 
tos nuevos,  se  ha  formado  un  cuadi  o  lí- 
rico del  que  forman  parte  Grani  y  Elias 
tenores,  Laban  barítono,  y  Reltramobajo. 

Las  Srtas,  Huguet  y  De  Nunzio,  y  las 
Sras,  Caligari,  Steimbach  y  Farini.  figu- 
ran también  en  la  compañía. 

Después  de  la  ópera  se  dará  baile,  al 
estilo  de  lo  que  se  hace  en  los  principales 
teatros  de  Italia.  Por  ahora  seguirá  repre- 
sentándose El  Diablo  negro.,  que  consti- 
tuye un  espectádulo  entretenido/asi  por 
lo  que  al  cuerpo  coreográfico  se  refiere, 
como  por  ló  que  atañe  al  aparato  escénico. 


DORIA. —El  solo  nombre  Je  Cavalli  ha 
logrado    atraer    mucha    concurrencia    al 


.Sr».^í'_'v_,!   _,_ 


'  .    A  ^ 

* 


636 


Rl.  r^ASCABFX 


TOMANDO  MATE 


(Composición  y  dibujo  de  Nicolau  Cotanda.) 


..-í^  ._.,._*<i^i;*íi, 


EL.  CASCABEL 


ÍJ37 


apartado  teatro  de  la  calle  Rivadavin.  La 
compañía  que  dirige  el  aplaudido  ador  es 
numerosa  y  presenta  un  cuadro  completo. 
Además,  el  cuerpo  de  baile  es  bueno, 
especialmente  la  primera  bailarina,  que 
gana  ovación  tras  ovación. 


FOLIES  -  FORLBT.  —  Gomo  siempre 
concurridas.  Estrenóse  últimamente  La 
belle  Paule,  con  buen  éxito. 


Si  será  ardiente  Violante, 
que  al  irse  ayer  a  bañar, 
metióse  dentro  del  mar 
y  hervía  el  agua  al  instante. 


Siguen  lloviendo  composiciones  para 
nuestro  número  colombino  que  aparecer.i 
el  próximo  miércoles. 

Todas,  salvo  pocas,  que  parecen  escritas 
Gspresamente  para  no  ser  publicadas,  se 
insertarán,  y  estamos  seguros  de  qufi  lla- 
marán la  atención  de   nuestros  Jeclores. 

For  una  distracción  imperdonable  no 
hicimos  constar  que  el  premio  ofrecido  á 
ia  comp  «sición  que  reúna  las  condiciones 
exigidas  (brevedad,  gracia  y  originalidad) 
consiste  en  el  libro  titulado  Los  Meses, 
uno  de  los  más  primorosos  que  se  cono- 
cen, no  sólo  por  su  valor  literario  y  artís- 
tico, sino  por  lo  expléndido  de  la  edición. 
Monumental,  la  llaman  sus  editores  y  lo 
es  en  efeclo. 

IjOS  Meses  están  redactados  por  Pedro 
Antonio  de  Alarcón,  Campoamor,  Cánovas 
<lel  Castillo,  Emilio  Ferrari,  José  Eche- 
garay,  Núñez  de  Arce,  Juan  Mane  y  Fla- 
quer,  Manuel  del  Palacio,  Pereda,  Pérez 
(laidos,  Antonio  de  Trueba  y  Valera,  y 
estánilustrados  profusamente  con  grabados 
y  cromotipias,  cuyos  originales  son  obra 
de  Benlliure,  Domínguez,  Ferrant,  Galofre, 
Martínez  Cubells,  Más  y  Fontdevila,  Ape- 
les Mestres,  Moreno  Carbonero,  Pellicer, 
Casto  Plasencia,  Alejandro  Riquer,  Ville- 
gas y  Villodas. 


El  obsequio  es  modesto,  pero  tiene  valor, 
moral,  y  es  un  adurno  para  una  biblioteca 

Recordamos  á  las  personas  que  quieran 
mandar  composiciones,  que  estas  se  reci- 
ben hasta  el  dia  9. 

Una  vez  publicado  el  número  del  12,  y  en 
él  las  composiciones  admitidas,  los  seño- 
res que  forman  el  tribunal  otorgarán  el 
premio. 

En  el  oíro  número  haremos  conocer  el 
nombre  del  autor,  f[uien  podrá  pasar  por 
esta  reducción  á  recoger  el^obsequio. 

¡Ah!  se 'nos  olvidaba.  Las  caricaturas 
que  apar-ecerán  en  el  número  colombino, 
serán  también  alusivas  á  la  fecha  que  con" 
memora  lo  lo  el  mundo. 

Fortuny,  Vaamonde,  Eusevi.  Bovio,  tal 
vez  otros,  se  encargarán  df>  la  parte  ilus- 
trada del  núniero,  que  sin  ser  extraordina- 
rio por  sus  dimensiones  y  precio  lo  será 
por  la  variedad  de  firmas  y  composiciones. 


Juan  leía  en  un  diario: 
«En  el  barrio  de  Pasajes 
hubo  ayer  diez  nacimientos, 
pntre    ellos  tres  naturales...» 
Y  Gedeon  que  escuchaba 
saltó  al  punto  y  dijo: 

— ¡Diantre! 
¿Entonces  los  otros  siete 
deben  ser  arfiííciales? 


Telegrama  de  Jujuy. — Han  llegado  36 
hombres  del  i°  regimiento  de  artillería  pa- 
ra la  elección  de  mañana. 

¡Bonito  cuerpo  electoral! 

Y  sobre  todo,  disciplinado. 


E!    alma    de  las   mujeres, 
dicen  que  es  un  libro  abierto: 
es  cierto,  porque  tu  alma 
es  un  libro  de.,  comercio. 


Leo: — Ha  marchado  .-i  Córdoba  el  capi- 
tán N.  para  enganchar  hombres 

¡Ave  María  Purísima! 


Dos   cosas   incompatibles 
que  en  él  país  hallarás: 
la  propiedad  literaria 
y  el  juzgado  federal. 


Para  solemnizar  la  fiesta  del  12  de  Octu- 
bre, se  acuñaian  medallas  alusivas. 


:  ,■^'ér^f¿í■K¿=■u.sk■&;^:vJ¿?L~."¿¿^■^■i'i^c-!■^^'4^^  '^íJ'i^  tSá^ 


I"ia^-;ía2dfc^&¿ií1^:3is;j£&s¿3tvc-,:i-i."i  -.'.-i. 


;:?¿S*¿«Siü^*.- 


■■■-r' 


638 


EL  CASCAlieL 


O  abusivas.  V 

Algunas  serán  de  oro. 
Pero  ¡no  se  alarmen  Vds!  no  pasarán  de 
seis.  En  cambio,  las  de  cobre  abundarán. 
¡A  ellas,  mayorales  de  Iramvia! 
A  ver  si  acabamos  con   las   estampillas. 


La  pantomima  que  ha  de  representarse 
por  los  niños  de  la  alta  sociedad,  en  el 
teatro  de  la  Ópera,  promete  ser  un  espec- 
táculo magnifico. 

Dicha  pantomima  tiene  por  objeto  con- 
memorar el  descubrimiento  de  América. 
El  cuarto  centenario  del  descubrimiento, 
se  entiende. 

Vamos,  que  los  festejos  de  Buenos  Ai- 
res serán  pura  pantomima. 

Aquí  algún  cronista  exclamará,  infali- 
blemente: ¡Chivilcoy,  Tres  Arroyos  ó  Bal- 
caree  for  ewer! 

Porque  en  estos  pueblos  se  harán  feste- 
jos de  veras. 


ondencia 


^^ 


A.  T.  O.— No  lo    publico,  sin    que    ello  signifique 
que  es  malo  precisamente. 


M.  Neo.—Xjü.  poquito  irregular.  | 

/.  fíícamar.—No  está  mal.  El  asunto  es  lo  que 
deja  algo  que  desear. 

J.  A.— Lo  de  esta  semana  flojea  un  poquito. 

P.  P.  07'ejas.—Me  ha  hecho  reir  mucho:  se  lo  con- 
fieso! ¡Lástima  que  no  elija  Vd.  un  asunto  menos 
oloroso: 

.)/.  A.  7'.— Voy  á  copiar  unos  versos.  i 

«Espero  del  Director 

que  cuando  de  esto  se  ria, 

dispense  del  escritor 

ias  faltas  de  ortografía». 
Si:  y  otras  faltas  que  no  se  pueden  dispensar. 

/,i//íft.— Nada,  nada:  voy  á  publicar  un  fragmento: 
El  sol  no  brillaba 
austero  cual  siempre. 
Los  cielos  (le  negro 
vestían  al  ñn 

y  era  que  lloraban  i 

la  muerte  de  aquel  serafln. 

Bueno,  que  lloren  lo  que  quieran,  pero  déjese  Vd. 
de  austeridades  solares.  Será  prudente. 

Luduviru.— Es  bueno  á  ratos,  y  á  ratos  no  tanto. 
Creara;"  vd.  no  se  imponsra  la  obligación  de' escribir 
semanalmente.  Hágalo  cuando  esté  de  humor.  De 
buen  humor,  se  entiende.  ; 

Ajiulu  rntui-/.-<tico.—{\s\,  sin  A  como  lo  escribe 
Vd.)— La  composici'jn  es  buena,  pero...  me  causa 
cierto  recelo. 

J.  ¿.—Muy  bonito  el  hombre  efetnrriile,  pero  ¿no 
es  traducido? 

E.  í7.— Recibido  s.u  trabajo  para  el  número  colom- 
bino: se  publicará. 

Lo  mismo  decimos  á  los-señores  J.  /■  B, — M.  tí. 
[r.—J.A.—P.  de  M.  fin  hif/ienista.—Uiio  que  se  ma- 
reo..—Un  yerno.— Pensador  Pro/ lindo.  — Eslnucíe- 
ro.  —  Aceionisla.  —  Financista.  —  l'n  beato. 

¡Ole  ya! — Le  escribo  particularmente. 

Quedan  muchas  cartas  por  contestar. 


EL  CASCABEL 

'  SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses $    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »    0.10 

»         atrasado »   0. 15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

sas-AasinA— aas  (altos) 


„  ;;>;?'■  ¿á^s: 


EL  CASCABEL 


639 


lechería  la  hartona 

Fábrica  á  vapor  de  manteca  fresca 
fina  en  el  establecimiento 


Leche  pura,  Crema,  Manteca  fina  DEL  DÍA. 

QUESOS  GAMEMBERT  Y  BRIÉ 

Ventas  por  mayor  y  menor  en  sus  depósitos 

234,  SUIPACHA,  234 

Y 

FLORIDA   ESQUINA  TUCUMAN 
Al  menudeo  en  los  principales  almacenes. 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Ciuillernio'/%.  Cranivell, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Oanivell  sino  de  Sproat. 

LA    ÚNICA 

DROGUERÍA  Y  FARMACIA 

DE 

graim\a/e:li_ 

Que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situa- 
da en  ia  calle  de 

VICTORIA,    NUM.    647 

Entre  Perú  y  Chacabueo 

Atendida  personalmente  por  su  propie- 
tario 

Edmundo  E.  Granwell 

FARMACÉUTICO 


TIP-TflP 

Son  los  mejores  cigarrillos 
de  los  inmejorables 

CIGARRILLOS  DAUMAS 

Los  fumadores  deben  evitar  las  falsifica- 
ciones exigiendo  en  cada  etiqueta  la  firma 
de  garantía  de 

.  J.    Dauínas. 


SUCUESAL 


DEL 


BINCO  DE  SiBUL 

CALLE  MORENO 

ESQUIXA  BUEN  ORDEN 

CASA  MATRIZ  FUNDADA  EN  SABADELL 
(ESPAÑA)  EN  1881 

CAPITAL:    10.000.000    DE    PESETAS 


Exportación  de  frutos  del  pais.— Importación 
de  productos  españoles  en  general. 

Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio 

Horas  de  despacho.-    Los  días  hábiles  de 
9  a.  m.  á  4  p.  m.  Los  dias  festivos  de-9  a.  m 
á  11  m. 


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Cafés  de  todas  clases,  tés 
y  licores 

POR  MAYOR  Y  ME^OR 
CHACABUCO,  212 

sucursal:  artes.   151-155 


droguería  alemana 

DE 

Adolfo  Müller  &  Aliverli 

PIEDRAS,  156  á  170 

BUENOS    AIRES     - 

Establecimiento  el  más  surtido 
en  todo  lo  perteneciente  al  ramo. 

Precios  sin  competencia 


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-^m 


■'^ 


640 


EL  CASCABEL 


EL  PEOGRESO 

ESQUINA  PERÚ  Y  VICTORIA  ' 

Liquidación  de  todos  los  artículos  de  invierno 
GRAN  REBAJA  DE  PRECIOS 


CONSERVAR  LA  SALUD 

Y 

CURAR  LAS    ENFERMEDADES 
con  el  uso  de  las  aguas  minerales  naturales 

DE 


CARABANA 


ESPAÑA    PROVINCIA  DE  MADRID 

.  Purgantes,  únicas  de  su  especie.— Estas  cé- 
lebres aguas,  vei'dadéra  joya.  medicinaL. 
übluvierun  diez  medallas  de  oro,  ocho  diplo- 
mas de  honor  y  ios  más  grandes  premios  -in 
todas  las  exposiciones. 

Analizadas  por  las  Academias  de  Medicina 
de  París  y  Madrid  y  por  el  JJr.  Pedro  N.  Ara- 
la,  en  el  Laboratorio  Municipal  de  Buenos 
Aires. 

listas  aguas  son;  purgantes,  depurativas, 
anti  biliosas,  anti-herpéticas,  auti- escrofulosas 
y  anti-sifilíticas. 

Declaradas  por  la  ciencia  médica  como  el 
mejor  depurativo  de  la  sangre  alterada  por 
los  humores  ó  virus  en  general. 

Las  aguas  de  Garabaña,  purgantes  como 
ninguna  otra,  las  mandan  los  médicos  con 
prelerenc  a  á  todas  sus  similares,  porque  las 
<)ne  f^l  público  conoce  como  algo  buenas  son 
falsificadas  en  su  mayoría. 

Venta  por  mayor  y  menor:  Demarchi,  Pa- 
rodi  y  C^^,  Defensa,  419.  y  en  todas  las  "ar- 
mucias  y  droguerías  de  Buenos  Aires  y  pro- 
vincias. 

Representación  general  en  las  Repúblicas 
Argentina  y  del  Uruguay.  Méjico,  óóT,  Bs.  As. 


compañía 
trasatlántica  española 

VAPORES   CORREOS 
Subvencionados  por  el  Gobierno  español 
Servicio  bimensual  fijo 
entre  el  Kio  de  la  Plata  y  Europa  . 

EL  -i    DE    DlCIEMBUE   SALDRÁ   DE  ESTE  PUEKTO 

el  ¡nagm'fico  rapo)' 


Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  2  de 
cada  bi-mestre,  para  Santa  Cruz  de  Tenerife, 
("ádiz,  Barcelona  y  Marsella,  admitiendo  carga 
y  pasajeros,  asi  como  para  Vigo,  Coruña,  San- 
tander, Bilbao  y  demás  puntos  importantes 
ie  España. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus 
agentes  Antonio  López  y  O,  calle  Alsina  75(J. 

XoTA. — Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos los  puertos  y  ciudades  c'e  España. 


TEODOMIRO  SUNÉ 

ESC'RÍBAXO  PlTBLrCO 


Escritorio:  Piedad  núm.  513 


—¡Ya  se  ha  abierto! 

—¿Qué? 

—¿El  canal  de  Panamá"? 

—No,  señores,  ¡algo  mejor! 

—¿Y  qué  es  ello? 

—La  Gran  casa  de  Lunch  Anglo  Argentina  de  IBenito 
H.  Lascano  y  C",  sucursal  de  la  casa  de  sandwichs 
Piedad  y  San  Martin. 

VICTORL\  ESQUINA  BOLÍVAR 


Ifflp;  CODRRIEfi  DE  LA  FUTA,  Sección  d«  Obras,  á  cargo  de  R.  Vitig 


.« Vr-^ji^'&J!'* 


*^-*^^ 


ABÓ  I    Buenos  iUres,  Oett^^  fSt  dtt  t8^    Vtm.  41 


Editor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


Redacción  y  Admioistracion:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad. . .    $  0.10  el  númei  v. 
Número  atrasado.. ..     »0.15        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C 


Autor  que  pinta  sus  viojís 
.con,  luz,  ambiente  y  vigor. 
y  es  el  más  c  ¡¡¡.ccdor 
de  las  costumbr  s  salvajes. 


«.^  'A/-'.r,-fé:MÁ-^-Á^ 


642 


EL  CASCABEL 


•^ 


-^'¡C»-^ 


FMos  llegado  al  periodo 
álfifido. 

Hoy  es  el  gran  Jíh.. 
Colóa  embarga  nues- 
tro espíritu  desde  ayer. 

Mañana  nos  veremos  libre  de  él. 
O  mejor  dicho,  él  se  verá  libre  de  noso- 
tros que,  la   verdad  sea  dicha,    io   hemos 
manoseado  demasiado. 

Ayer,  mientras  se  acostaba  un  vecino 
mió,  que  lo  es  por  gracia  de  un  tabique 
que  divide  la  habitación  por  gala  en  dos, 
y  que  es  tan  delgado  (el  tabique)  que  ha- 
ce que  entre  él  (el  vecino),  y  yo,  no  exis- 
tan secretos,  oi  que  rezaba,  como  de  cos- 
tumbre, sus  oraciones;  pero  al  llegar  al 
tan  aplaudido  «con  Dios  me  acuesto... 
etcétera»  dijo:  Con  Colón  me  acuesto,  con 
Colón  me  levanto,  con  la  «Santa  María»  y 
el  Espíritu  Santo. 

Luego  se  durmió,  como  de  costumbre 
también,  y  ¡naturalmente!  soñó  que  nave- 
eraba  en  busca  de  nuevas  tierras.  Y  eran 
cosa  de  oir  las  voces  de  mando  y  las  ma- 
niobras que  salían  de  su  boca. 
—-¡A  babor!...  ¡aferra  velacho!  ¡car- 
guen trinquete! ... 

A  eso  de  las  dos  de  la  mañana,  después 
de  sacudir  dos  docenas  de  puntapiés  al 
tabique  divisionaroio,  exclamó  gozoso. 

—  ¡Tierral...  ¡Tierra! 

Y,  efectivamtnte,  halló  tierra,  pues,  de 
la  cama  fué  á  parar  al  suelo  de  cabeza,  y 
allí  quedó  hasta  esta  mañana,  á  la  hora 
del  cale. 

La  mucama  al  entrárselo  tempranito, 
se  ha  encontrado  con  el  cuerpo  de  mi  ve- 
cino envuelto  en  el  cubrecamas,  abrazado 


a  la  almohada  y  derramando  lágrimas  de 
gratitud  por  el  feliz  viaje  que  ha  tenido. 

La  mucama,  quieras  que  no,  ha  visto  á 
mi  vecino  en  paños  menores,  y  ahora  an- 
da diciendo  por  ahi  que  Joselin,  por  que 
Joselin  se  llama  mi  vecino,  tiene  el  cutis 
averiado,  y  que  en  la  espalda  tiene  un 
divieso  que  parece  un  pan  criollo  al  salir 
del  horno,  lo  cual  desespera  á  Joselin  que 
se  precia  de  ser  guapo  y  libre  de  sinuosi- 
dades. 

Aparte  de  incidentes  íntimos,  como  el 
que  acabo  de  relatar,  la  fecha  de  hoy  ha 
dado  lugar  á  que  quien  más  y  quien  menos 
se  haya  creído  obligado  á  decir  algo  de 
Colón. 

La  nota  poética  ha  resonado  sonora,  y 
ya  en  círculos  viciosos  y  de  recreo,  ó  ya 
en  los  hog'ares- sencillos  se  han  entonado 
himnos  al  gran  navegante. 

Ayer  visité  á  una  familia  modesta,  pero 
amante  de  celebrar  toda  fecha  gloriosa,  y 
encontré  muy  atareados  á  los  individuos 
que  la  componen.  . 

— ¿Está  f>.  Aquilino? 

— Sí,  señor;  está  componiendo...  • 

—¿Algún  niueble?  | 

— No,  señor;  un  himno.  ^ 

Llego  al  cuarto  de  D.  Aquilino,  y  efec- 
tivamente compone.  i 

—  Viene  Vd.  bien — me  dice. 

— Es  favor. . .  He  sacado  la  ropa  única 
que  poseo,  la  que  es  sencilla  y  sin  trama, 
pero  de  un  corte  que... 

— Deje  Vd.  la  ropa,  hombre. 

Quiero  decir  que  ha  llegado  Vd.  opor- 
tunamente. ( 

— ¿Van  Vds.  á  almorzar?.. .  • 

— No.  V^oy  á  leerle  un  canto  del  himno 
que  escribo.  Atención: 

Estupendo  navegante  í 

¡yo  te  saludo!  ; 

Gloria,  ínclito  almirante  ¡ 
bravo  y  sesudo. . 

Las  brisas  del  occéa  no  : 
dicen  ¡Colón! 

Y  los   pueblos. . .  | 

— Bien,  bravo;  no  prosiga  Vd.  por  que 
me  afecta  mucho  la  poesía.-  .  i 

— Bueno;  pero  esta  noche  le  espero  á 
usted.  Nos  reunimos  unos  cuantos  escri- 
tores modestos,  pero  amantes  de  lo  bueno. 


■...'-yícJSSSi'^i.^^- 


BL  CASCABFI. 


(>%3 


Haremos  un  poco  de  aiúsica,  leeremos 

composiciones. . .  ya  verá  Vd. . .  ya  verá. 

Entre  los  invitados  está  Pérez,  que  se 

ha  comprometido  á  leer  una  odisea... 
—  ¡Ave  María! 

—Si;  «Ave  María»  se  titula,  y  se  refiere 
á  la  influencia  de  Nuestra  Señora  en  el 
cerebro  de  Co'ón...  ¡Ya  verá  Vd.!  Adema?, 
Pérez,  es  muy  ameno,  y  ha  prometido 
<\ue  á  última  hora  bailará  una  danza  in- 
dia, y  ya  ha  pedido  el  plumero  para  ador- 
narse la  cabeza,  y  unas  zapatillas  para 
bailar. 

— Un  zapateado,  natural. 

^-Sí;  natural  de  la  Pampa. 

— ¡Soberbio! 
\  — Con  quG  no  faltará,  ¿eh? 

¡Ah!  y  prepare  Vd.  algo  para  leerlo. 

,— Bien.  Hasta  l'iogo. 

Inútil  creo  decir,  que  lo  que  preparo  es 
la  maleta.  ■- 

Hoy  salgo  de  Buenos  Aires. 

Que  el  cuarto  centenario  les  siente  bien 
á  Vds.  - 

Hasta  la  vuelta. 

Si  vuelvo. 

O  mejor  dicho:  Si  no  hay  descarrila- 
miento. 


ESTUDIOS 


.luán,  que  es  un  hombre  de  ciencia, 
las  mujeres  ha  estudiado, 
y  á  todas  las  ha  encontrado 
aljío  negro:  in  conciencia, 
.('ontinuó.  con  afición, 
insiguiendo  elj  mismo  plan, 
y  en  los  hombres  halló  Juan 
:ilgo  duro:  el  corazón.   . 

Juan  P.  Sahalain 


w:t^¥^ 


SAL  Y  PIMIENTA 

Hablando  con  un  usurero. 
—¿Tiene  V.  algo,  notable  para  empeñar, 
alguna  alhaja? 
— Ya  lo  creo! 

—¿Donde  está.?        '  ' ' 

-Aquí  en  casa;  es  una  estatua. 
—¿Qué  representa? 
— Los  pecados  capitales;  es  mi   suegra. 

* 

Entre  patrona  y  cocinera. 
— Agapita;  estos  huevos  están  pasados. 
.  —Si  señora;  por  agua. 


—Qué  le  parecen  nuestros  polilicos. 

—Muy  duros! 

—Como? 

—Claro,  tienen  ustedes  á  Roca,  a  Peña.. 

— Si,  pero  hay  algunos  blandos. 

— ¿Los  melones? 


El  teatro  médico: 

Paciente,— E\  T^úhlico.  -         - 

Pildoras.— Las  secciones. 

Dosis.— De  1  á  4  todas  las  noches.  , 

Boticas.— ComediR.,  Apolo,  Alhambra, 
etcétera. 

Resultado.— y aria.—Se  dan  casos  de 
vida,  como  de  muerte  repentina! 


Entre  borrachos: 

—¿Qué   te  gusta  más,  la  ginebra  ó  la 
caña?  v5 

— A  mi,  la  caña  con  ginebra! 

Colmo  musical: 

Producir  en  un  violin   una  nota  diplo- 
mática. 


¿En  que  se  parecen  un  mayoral  del  tran- 
way  á  un  verdugo? 
—En  que  los  dos  degüellan. 

■  Juan  Bcrcnguer. 


-AÍ-- 


■.s^ftSS*»'. 


6i4 


£L  CASCABEL 


EL  ÚLTIMO  TRAMWAY 


■m^; 


Pepe,  mi  amigo  estimado, 
en  Barracas  residía, 
cuando  el  pobre  cierto  día 
cayó  enfermo  de  cuidado. 
Fuime  al  punto  á  visitarle; 
y  á  su  esposa  prometí, 
que  de  noche  iría  allí 
con  objeto  de  velarle. 
Aquella  no^ihe  en  efecto 
á  velar  me  preparé, 
tomando  el  tranvía  que 
hace  el  último  trayecto. 
Sentada  en  el  interior 
iba  una  niña  preciosa, 
una  señora  horroi'osa, 
un  cura  y  otro  señor. 
Pagué  el  precio  del  pasaje 
y  á  la  muchacha  mirando, 
iba  en  mi  interior  pensando 
en  aprovechar  el  viaje. 
ÍjQ.  niña  correspondía 
á  mi  insistente  mirada, 
y  la  señora,  cansada, 
poco  á  poco  se  dormía. 
El  tramway  siempre  corriendo 
iba  por  la  calle  oscura, 
y  el  otro  señor  y  el  cura 
también  se  fueron  durmiendo. 
Yo  miraba  embelesado 
á  mi  joven  compañera, 
¡qué  lindas  manos  de  ceraf 
jqué  cuerpo  tan  cinceladol 
¡Qué  perfecciones  mostraba, 
no  imaginadas  jamás 
su  lindo  busto!...  además 
de  las  que  yo  sospechaba... 
Y  terminamos  así 
el  viaje  rápidamente: 
mirándola  fijamente 
y  ella  mirándome  amí. 

■  n 

Continuó  la  enfermedad 
de  Pepe,  día  tras  día, 
aunque  ya  no  revestía 
verdadera  gravedad. 
Yo  tomaba  el  mismo  coche. 


á  aquella  niña  encontraba 
y  de  este  modo  pasaba 
como  la  primera  noche. 
La  mamá  de  ella  rendida 
daba  sus  dos  cabezadas, 
y  empezaban  las  miradas 
mientras  seguía  dormida. 
Yo,  loco  perdidamente, 
la  amaba  con  frenesí, 
y  ella  me  miraba  á  mí 
cara  á  cara  y  fijamente. 
Sin  poderlo  remediar 
consulté  mi  corazón ^ 
y  pensé: 

—Sin  remisión 
ahora  me  voy  á  casar; 
pues  esa  niña  adorada 
que  conocí  en  el  tranvía, 
se  vé,  que  está  cada  día 
de  mi  más  enamorada. 

iir 

LJegó  una  noche  fatal 
que  en  el  Uannvay  nolahaUé 
como  siempre,  y  pregunté 
por  la  niña  al  mayoral. 
Luego  involuntariamente, 
y  sin  saber  lo  que  hablaba, 
al  mayoral  enteraba 
de  mi  pasión  vehemente;        ; 
le  conté  las  impresiones 
que  su  vista  me  causó;  , 

pero  el  mayoral  mató 
de  golpe  mis  ilusiones.        '        •-*' 

Yo  inocente  como  un  niño 
que  me  miraba  creí, 
figurándome  que  así  • 

me  demostraba  cariño. 
Me  miraba  ¡claro  estáfí 
en  estatua  convertida, 
y  es  porque  estaba  dormida 
lo  mismo  que  su  mamá. 
En  fin,  supe,  finalmente, 
que  ella,  maestra  en  fingir, 
tiene  abiertos  al  dormir 
los  ojos  completamente. 

Luis  García. 


M 


"•■^s. 


■Xíi. 


■.'?rif¿- 


m 


EL  G>k8CABEL 


645 


EL  BENEFICIADO 


.  I 


ULfi  psfótiin^Ton  tono 
(¡uejumbroso^ 


Ya  me  tenéis  aburrido    ' 
con  lo  que  me  estáis  diciendo, 
si  j'o  á  este  mundo  he  venido 
¿q^ié  delito  he  cometido 
contra  vosotros  viniendo? 


^íAáiP^ 


«46 


EL  CASCABEL 


"CERTAMEN  COLOMBINO 


Cosa  sencilla. . 


'...Poema 
que  sin  mayor  intención, 
es  solo  una  variación 
.  sobre  el  tan  trillado  tema 
de  "Colón». 

CANTO  I 

Al  beso  de  una  papa  y  un  melón 
salió  del  huevo  el  inmortal  Colón. 

CANTO  II 

Y  utilizando  el  legendario  huevo 
descubrir  quiso  un  hemisferio  nuevo. 

;  CANTO  III 

Lanzóse  al  mar  en  su  fiereza  negra 
quizás  huyendo  de  una  horrible  suegra. 

-    .    1  ;  CANTQ  IV 

Y  desgarrando  bárbaros  capuces 
sobre  unas  islas  se  cayó  de  bruces. 

EPILOGO 

Que  venga  ahora  cualquiera 
y  diga  si  no  fué  de  esta  manera, 
como  Colón,  en  su  valor  profundo, 
brindara  á  un  mundo,  otro  girón  de  mundo. 

Manuel  B.  Ugarte. 

ERUPCIÓN  CUTÁNEA 
i   

A  mi  poder  llegó  el  siguiente  telegrama: 
«Celeste  Gloria,  7  p.  m.— Urgente.— Reco- 
mendado.—  Primer  tren  te  espero;  estoy 
gravemente  enfermo.— Tu  amigo,  Cristó- 
bal Colón.  » 

Ahorremos  papel  y  tiempo.  A  las  cua- 
renta y  ocho  horas,  y  después  de  un  aéreo 
viaje  en  ferro-carril,  me  hallé  ante  la  pre- 
sencia dé  San  Pedro,  el  que,  de  mal  ta- 
lante, me  preguntó  á  quien  buscaba. 

— A  Cristóbal,— contesté  en  igual  tono. 

— Hay  muchos...  ¿cutil  de  ellos? 

— ¡Quien  ha  de  ser,  viejo  chocho,  sino 
Cristóbal  Colón!! 

—Bien,  pero  ese  Cristo,  ó  Cristóbal,  está 
muy  ocupado. 

—¿Que  hace?... 

—Devora  un  plato  de  tallarines. 

—No  importa,  le  ayudaré  á  comer;  ade- 
mas urge  que  yo  lo  vea. 

—  Franca  está  la  puerta— me  dijo— pasad. 


Entré,  y  después  de  mil  vueltas  por 
entre  nubes  y  angelitos,  vi  que  el  viejo 
Pedro  me  habla  engañado,  pues  mi  amigo 
Cristóbal  no  comía,  sino  que  jugaba  un 
interesante  partido  úe7nurra  con  su  socio 
y  amigo,  el  sabio  Gal  íleo. 

—  ¡Hola  querido,  te  esperaba!  — dijo  Co- 
lón al  verme— sufro  mucho. 

—¿Qué  te  pasa?  cuenta,  ya  estoy  aquí, 

—¡Y  me  lo  preguntas!  ¡No  ves  mi  cara, 
no  ves  lo  que  sufro  con  estos  granos! 

— Pero  Cristóbal,  yo  no  soy  médico — 
dije  al  verlo  en  tan  deplorable  estadc^         ' 

— Pues,  mira;  cuando  bajes  á  ese  mundo^ 
que  para  castigo  mío  descubrí,  dile  ú  cuan- 
to poeta,  literato,  periodista  y  escritor 
halles,  que  por  Dios,  no  se  ocupen  de  mi, 
porque  cada  oda,  poema,  soneto  y  ar- 
tículo  que  me  dedican,  es  un  nuevo  grano 
que  brota  en  mi  ya  carcomido  rostro,  y 
que  si  asi  continúan  van  á  acabar  con 
mi  misera  existencia.  Además,  como  es- 
pero cumplirás  mi  pedido,  en  recompensa 
llévate  esta  cesta  de  huevos  frescos... 

—  ¡Huevos!.,  ¿cómo  demonio  los  Con- 
sigues?... 

— Fácilmente...  todos  los  dias  me  man- 
dan dos  ó  tres  en  literatura.  Diies-  tam- 
bién que  no  manden  más,  que  estoy  em- 
pachadlo... 

Con  un  abrazo  termino  mi  visita  á  Cris- 
tóbal Colón. 

Emilio  Gilí.       I 


¡QUÉ  ULTRAJE! 


Hambriento,  herido,  triste  y  fatigado 
bajo  un  árbol  un  indio  se  moría, 
cuando  hermoso  y  robusto  aparecía 
un  cazador,  sentándose  á  su  lado. 
—  ¿Qué  te  pasa?— le  dijo— ¿Has  olvidado 
la  augusta  fecha  que  celebra  hoy  día 
el  mundo?  ¿Tú  no  sientes  alegría? 
jEs  el  12  de  Octubre!  Desdichado... 
Incorporóse  entonces  el  salvaje 
y  pidió  de  comer  con  tono  incierto. 
Alióse  el  cazador,  siguió  su  viaje, 
dejando  al  indio  de  cansancio  muerto, 
y  diciendo:  —¡Oh  Colón!  Mira  que  ultraje, 
¡no  merece  que  le  hayas  descubierto! 

Francisco  Férrea. 


-■-■ ..  'í 


■-^¿-Üsíiki'iSirá- 


"^"ü^ia^ii.  íSkJÉiftsátóife?  ;Í>i)Mí^¿^kteÍ5S^^ 


EL    CASCAJBEL 


647 


DUDA 

Decía  ayer  Gedeón, 
lleno  de  ingenio  profundo: 
— Resulta  sin  negación 
que  Colón  descubrió  un  mundo, 
mas  ¿quién  descubrió  á  Colón? 

Julio  Amedo. 
ENTRE  FAMILIA 


I 
Querido  lio:  Me  hallo  escaso  de  recursos 
y  desearía  me  rennitiese  V.  algún  dinero, 
para  celebrar  el  centenario  de  Colón. 

II 
Eslimado  sobrino:  Siento  no  poder  ser- 
virte en  esta  ocasión.  Si  te  acuerdas,  es- 
críbeme el  próximo  centenario  y  veré  de 
complacerte. 

Juan  Berenguer. 
ERA  NATURAL 


Llegó  Colón  á  una  isla, 
y  alli  se  vio  rodeado 
de  salvajes  y  saivajas, 
que  ya  fumaban  tabaco. 
Los  ilustres  caballeros 
que  vinieron  en  los  barcos, 
aprendieron  de  los  indios 
á  hacer  y  fumar  cigarros. 
Luego  con  las  pobres  gentes 
hicieron  desaguisados, 
les  robaron  las  mujeres, 
á  los  hombres  castigaron; 
pero  en  resumidas  cuentas 
la  culpa  era  del  tabaco, 
puesto  que  los  mismos  indios 
á  fumar  les  enseñaron, 
y  los  otros  caballeros 
¿qué  hicieron?  Se  los  fU7naron. 

Pedro  S.  Alvarez. 


El  maestro  y  su  cliente 


Un  día  encontrándose  Colon,  de  vuelta 
de  su  viaje,  en  el  gabinete  de  estudio  con- 
templando en  un  globo  colocado  sobre  la 
mesa,  el  sitio  señalado  de  su  descubrimien- 
to, anunciáronle  la  l)«gada-de  su  zapatero, 
al  cual  haciéndole  entrar  le  pidió  se  sen- 
tase. 

El  pobre  hombre  acostumbrado  á  tratar 
«ntes  ¿  su  cliente  sin  miramientos,  encon- 
trábase molesto  delante  del  genio,  y  pos- 


trándose á  sus  plantas,  no  cuenta  la  his- 
toria, si  por  oficio  ó  humildad,  con  la 
precipitación  tropieza  en  la  mesa  donde 
colocado  hallábase  el  mundo,  y  perdien- 
do éste  su  equilibrio^  cae  sobre  la  cabeza 
del  maestro,  partiéndose  por  el  eje,  y 
dejando  al  descubierto  en  su  parte  supe- 
rior tamaño  hueco.  :-     r' 

Impresionado  Colon  al  ver  su  mundo 
destruido,  dícele: 

— ¿Porqué  no  haberse  roto  tu  cabeza? 

A  lo  que  el  pobre  zapatero,  exclama:    i  : 

— ¿Qué  culpa  tengo  yo,  señor,  que  no 
sea  hueca, 

Casjo. 
LA  VERDAD  HISTÓRICA         ^ 


.  >-■"■.* 


¡Vaya!  llegó  la  ocasión 
que  yo  tenía  esperada, 
para  hundir  la  decantada 
fama  de  ese  tal  Colón. 
¡Tanto  oirle  ponderar! 
¡tanto  de  ilustre  almirante! 
pues  ahora  yo  en  un  instante 
le  he  de  desenmascarar. 
Colón  tenía  un  pariente 
desde  chico,  en  Puerto  Rico, 
y  á  Colón   daba  este  chico 
detalles  continuamente. 
De  la  América  le  hablaba, 
de  la  riqueza  que  había, 
Y  mil  cosas  que  sabía 
por  correo  le  contaba. 
Colón  encontró  al  momento, 
por  el  pariente  aludido, 
el  país  desconocido 
y  así  hizo  el  descubrimiento! 
En  eso  estriba  su  gloria, 
y  en  eso  estriba  su  honor; 
por  eso  es  descubridor. 
...¡Asi  se  escribe  la  historia! 
Que  mis  parientes  estén 
en  el  Polo,  cualquier  día, 
y  yo  cual  Colón  lo  haría; 
¡descubro  el  Polo  también! 

Domingo  A.  Carranza. 
COLOMBINAS 


Jesucristo  y  Colón  fueron  uno. 

Jesucristo  dijo:  Mi  esencia  se  personi- 
ficará y  dividirá. 

Colón  la  tuvo  y  la  dividió.  -      ^ 

¿Cómo  se  llamó  Cotón?  >        ;. 

Cristóforo  Colombo 

Fijémonos  bien:  Cristo,  foro^  Colombo. 

Analizemos:  Cristo^  nombre  propio  óco* 
mún,  según  los  casos.  Foro^  sitio  donde 
los  tribunales  oyen  y /aZían.  ..  , 


.  ¿É^jMk¿Mi^f-¿fK 


■-Sifeta^atiU'  - 


_T.    .  — ! i._-rtiitri._ 


í»w 


I-A.  i:a>v<:amlí 


LA  OOÍí QUISTA 


.       -     1.' 


La  Espiritual 


'Sr^  ^Cíift^-.'^.. '-' 


fX'cAiítá»*U- 


649 


LA  CONQUISTA 


.^íí 


La  Material 


feíí'-ííí^.wJSt-, 


650 


EL  CASCABEL 


1'^^- 


:J'í:::':í.' 


Colombo  del  verbo  columbrar;  es  evi- 
denle  que  Colón  columbró. 

Resumamos:  foro.  Cristo,  Coloínlm:  ó 
lo  que  es  lo  mismo: 

Falló  Cristo  en  Colón 

Sostengo  pues  que  la  esencia  de   Cristo 
se  personificó  en  Colón. 
■     Ergo:  Jesucristo  y  Colón  fueron  uno. 

¡Oh  Colón!  Si  por  haber  querido  dividir 
tu  esencia  con  una  judia,  el  papa  no  te  ca- 
noniza ¿qué  importa?  Tu  gloria  será  siem- 
pre divina  y  humana. 

Reciprocamente:  Fáltanos  saber,  si  tú 
permitirás  que  se  canonize  al  papa. 

¡Qué  injusticia  tan  grande  han  cometido 
en  llamar  América  á  la  tierra  descubierta 
por  Colón. 

¡Américo  Vespuccio!  Tu   nombre  me 
suena  descompuesto...  asi: 
Américo 

.4  ?ízer— Amargo. 

/co- -Los  cruzados  apuraban  sus  ca- 
balgaduras en  Tierra  Santa,  con  este  di- 
minutivo— en  nuestros  tiempos  se  usa  bas- 
tante. 

¡Qué  amargo  apurará  Colón  al  pensar 
en  semejante  injusticia!  Garanto  que  no 
será  cimarrón. 

Fes— Del  verbo  ver. 

-  Pwccío— Derivado  de  pucho. 
Américo  entonces  vio  y  recogió  el  pucho 

de  gloria  arrojado  por  Colón. 

¡Quién  pudiera  alzarse  con  semejantes 
puchos;  estos  saben  á  inmortalidad! 

San  Juan  Bautista  tuvo  un  cordero  em- 

-  blema  de  dulzura  y  de  paciencia,  San  An- 
tonio un  cerdo  emblema  de  humildad,  y 
Colón  un  huevo  con  el  cual  demostró  su 
fósforo  y  su  ingenio.  ¡Qué  fósforo  encerra- 
rla la  cabeza  de  Colón,  y  cuántas  cabezas 
de  Ídem  fueran  menester  para  los  sabios 
ocupados  en  juzgarle! 

En  su  cuarto  centenario  todos  los  coci- 
neros debieran  conmemorar  la  fecha,  con- 
feccionando una  tortilla  monstruo  en  re. 
cuerdo  de  la  que  hizo  Colón  con  los 
argumentos  de  los  sabios,  empleando  un 
solo  huevo. 

Que  si  emplea  el  par....  les  demuestra  la 
pluralidad  de  los  mundos  habitados. 

Julio  J.  Bolla. 


á  festejar  el  cuarto  centenario;  J     ' 

y  como  es  necesario 

hacer  algo  grandioso, 

hacer  algo  notable,  que  levante 

la  fama  del  ilustre  navegante 

(y  que  sea  á  la  par  poco  costoso) 

las  personas  notables  se  han  juntado, 

y  todo  lo  siguiente  han  acordado: 

En  cuanto  salga  el  sol,  bombas  romanas, 

luego  la  comisión  y  el  pueblo  entero, 

dentro  de  unas  carretas  tucumanas 

irán  á  las  estancias  más  cercanas, 

y  allí,  se  almorzará  carne  con  cuero, 

que  remojado  en  excelente  vino, 

resultará  un  asQido  colombino. 

Por  la  tarde,  la  histórica 

cabalgata  alusiva  y  alegórica: 

Un  heraldo  vestido 

con  poncho,  cinturon,  casco  de  acero, 

y  llevando  el  pendón,  recien  venido, 

con  la  horca,  la  cuchilla  y  el  caldero. 

Detrás  una  señora, 

de  india  descubierta  disfrazada, 

la  que  irá  rodeada 

de  peones  de  casa  introductora. 

Y  después  vendrá  el  juez  ¡tipo  arrogante! 

vestido  como  el  célebre  Almirante, 

montado  sobre  un  potro  jovencito, 

rodeado  de  un  público  infinito. 

Este  pueblo  inocente,  sin  notarlo, 

lo  ha  entendido  mejor  que  ningún  otro, 

querían  jcelebrarlo 

y  ponen,  deseando  festejarlo, 

¡á  Colón  en  un  potro! 

Eaúlio  Espinosa. 


CANTARES 


No  tengo  envidia  á  Colón 
porque  descubrió  esta  tierra; 
yo  he  descubierto  la  gloria 
al  conocei  lasporteñas. 

Me  rio  yo  de  Colón 
y  de  su  descubrimiento; 
yo  he  descubierto  una  niña 
que  quiere  con  sentimiento. 

Carabelas  aún  las  llaman 
á  las  naves  de  Colón; 
bien  baratas  resultaron 
dando  tanto  resplandor. 


FESTEJOS 


En  un  pueblo  no  lejos  del  Rosario 
sus  pocos  habitantes  reunidos, 
se  encuentran  decididos 


No  me  extraña  que  me  digan 
que  la  América  surgió 
del  fondo  del  octano, 
pues  la  perla  alli  nació. 

Luii  Ooniáleí  Lópec. 


'  ■^-í-r'''-''j.i=^4í*-^ 


EL  CASBABE1. 


■■■  ^'''^J*^'-2^^- 


651 


PUERTO  HISTÓRICO 


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k 


'-'¡.i-A : 


T:i  Puerto  de  Pnlos 


:j^^sSL¡^¡ii¡á^Í¿^^S¡¿^s&^^^¿^Éi^:- 


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RL  CÁSCAl^EL 


^ ,  -  ■  ir 


^~:y,:-' 


Sí.,::. 


Gosív  es  que  á  ninguno  estraña 
ni  Je  causa  sensación 
el  declarará  Colón 
como  una  gloria  de  España. 
Sabe  ya  toda  la  gente, 
y  no  es  contar  nada  nuevo, 
que  por  la  forma  del  huevo 
pensi't  en  otro  Continente. 
Y  es  cursi  y  fuera  de  moda 
que  cualquier  almacenero 
quiera  elogiar  altanero 
á  Colon  en  una  oda. 
De  las  olas  del  Atlante 
Colón  con  su  gran  talento, 
desalió  á  este  elemento 
logrando  salir  triunfante. 
Los  sabios  todos  unidos 
aguzan  su  entendimiento, 
para  alabar  el  portento 
de  hechos  ttin  esclarecidos. 
Que  fué   el  marino  un  gran  .sabio 
es  cuestión  muy  debatido 
y  que  ya  por  discutida 
hace  sellar  nuestro  labio. 
má.s  apuesto  un  napoleón 
que  hoy  Colón  no  descubría 
sastre  que  le  fiaría 
ni  un  corte  de  pantalón. 

José  Araaa. 


Quisiera  tener  un  centavo  por  cada  vez 
.    que  se  pronunciará  hoy  el  nombre  de  Co- 
lon. Y  con  otro  centavo  que  me  diesen  por 
cada  dispa.ro  poético  dirigido  al  inmortal 
genovés.  ¡me  reia  de  D.  Goyo  Soler! 

Un  financista. 
Como   ocurrió  la   cosa 


Bajó  un  día  el  Eterno,  en  bien  fecundo, 
de  su  altísimo  alcázar  refulgente, 
á  inspeccionar,  con  deten ci(')n  el  mundo 
y  arreglar  lo  que  hubiere  inconveniente 
diciendo  al  punto  con  dolor  profundo: 
¡Pues,  lo  he  hecho  chico  para  tanta  gente! 
Y  se  quedó  estudiando  la  manera 
de  dilatar  nuestra  terrestre  esfera. 

Voló  al  Etna  de  súbito  y  tomando 
de  paso  á  Céres  prolongada  paja. 
la  introdujo  dereclia   y  empujando, 
por  la  profunda  y  sinuosa  raja 
de  su  criiter;  siguiíj  así  atravesando 
del  ancho  mundo  la  compacta  caja. 
hasta  el  Atlante  y  luego,  prepotente, 
soplando  al  fin,  surgió  este  continente. 

Y  antes  de  remontarse  á  otras  regiones, 
de  su  esencia  dejo  breve  semilla, 
que  al  cabo  de  cien  mil  generaciones 
germinara  en  Italia  y  en  Castilla, 


conque  estas  gloriosísimas  naciones 
':'    completaran  la  magna  maravilla:  ,  -j 

Isabel  y  Colón,  de  ella  nacieron  ] 

,  y  al  viejo  mundo  un  nuevo  mundo  dieron 

Raúl  Osoenraso. 

A  Colón 

Magr ánimo  Colón,  que  me  oigas  quiero, 
cual  Espronceda  al  Sol  me  atrevo  hablarte, 
aunque  ¡triste  de  mi!  para  elogiarte 
mer.'ces  un  Virgilio  ó  un  Homero. 

No  ensalzaré  que  fueras  el  primero 
en  arribar  del  mundo  á  la  otro  parte, 
pues  Cristóbal,  no  quiero  marearte 
con  tu  historia,  que  sabe  el  mundo  entero. 
En  cuestión  tan  sabida  no  me  meto 
para  alcanzar  el  título  de  vate. 
Y'  sí  bien  es  verdad  que   este  soneto 
es  todo  un  reverendo  disparate, 
en  él  á  darte  gracias  me  concreto 
por  poder  hoj'  fumar  y  tomar  mate. 

Federico  Astor. 

Más  quisiera  ¡oh  Colón!  mi  tapa-rabo, 
ahogar  serpientes  con  sonrisa  aleve 
ó  hartarme  de  titís  y  peces  muertos, 
y  no  verde  mi  raza  el  menoscabo... 
—¡Tú  ignoras  que  en  el  siglo  diez  y  nueve 
harto  pagamos  el  andar  cubiertos! 

J.  Gorras  Fernández. 

si  hoy  ¡oh  Colón!  surgieras  de  tu  huesa 
y  tu  pupila  nuestro  esfuerzo  viese... 
causarías  idéntica  sorpresa 
que  otro  muerto  cualquiera  que  lo  hiciese. 

Alidio  Borgia. 

NUEVO  ESCUDO 


Tn  huevo  contemplando  cierto  día, 
su  proyecto  á  Colón  se  le  ocurría. 
Conque  gracias  al  huevo  mencionado, 
fué  el  Nuevo  Continente  conquistado. 
Y  así,  en  esto  me  fundo 
para  pintar  en  los  escudos  nuevo.s: 
«Colón  descubrió  un  mundo 
por  León,'  por  Castilla  y  por  lo.s  huevos.» 

Antonio  Riualdi. 

Un  vividor  valiente 
llegó  al  americano  Coulinenle. 
y  negoció  en  empresas  colosales  ■ 
llevándose  un  millón  de  nacionales, 
diciendo  con  acento  convencido: 
—Pretiero  al  Coniinenle,  el  contenido. 

Augusto  M.  Pitt. 

¿Cuatro  ripios  y  mala  puntuación? 
De  seguro  que  escribes  de  Colón. 

J.  S. 


r-- 


a^s;. 


^    ■ 


IgL  CASCABEL 


653 


DESCUBRIMIENTO 


Afirman  bella  Leonor  *  ■  " 

que  en  tu  cuerpo  delicado, 
está  el  pais  encantado 
de  la  dicha  y  el  amor. 
Y  tengo  el  alma  en  un  tris, 
porque  llegué  á  comprender, 
que  hay  alguien  que  quiere  ser 
el  Colón  de  ese  país. 

Almirante. 

—¿Tú  conoces  á  Colón- 
dije  á  Blas  el  usurero. 
—Podría  ser,  porque  son 
[tantos  en  la  población 
los   que  me  deben  dinero! 

B.  Mericourt. 

¡12  DE  OCTUBRE! 

Emilia,  por  caridad,- 
por  favor,  dime  que  si: 
hazlo  Emilia,  porqué  así 
honras  la  festividad. 
¡Mi  vida!  ¡Mi  corazón! 
Deja  que  en  dulce  embeles<.> 
imprima  en  tu  boca  un  beso 
...¡á  la  salud  de  Colón! 

Un  Colombino. 
COMPOSICIÓN 


Sostuvisteis  al  grande,  al  mártir  de  los 
poetas,  ó  la  viclima  de  las  conferencias 
literarias. 

Con  vososolros  recorría  febriciente  los 
extremos  de  la  carabela  y  quizá  os  descar- 
gó íntegros  en  algún  marino  refunfuñón. 
Siempre  estabais  con  él,  cerca  os  tenia  á 
su  lado  al  concitiar  el  sueño,  y  erais  su 
primer  pensamiento  al  levantarse.  Los 
primeros  en  sentir  el  contacto  de  la  virgen 
americana,  los  olvidados  de  todos  los  poe- 
tas... sois  los  que  allá  en  el  fondo  del  mar 
dais  abrigo  á  las  traviesas  ondinas... 
¡¡Bendiios  botines  del  Gran  Colón!! 

Pancho. 


A  UN  MAL  POETA 


Con  su  genio  profundo. 
Colón  ha  descubierto  un  nuevo  mundo. 
Tú,  con  tu  oda  mala,  horripilante, 
que  á  copiar  no  me  atrevo, 
vil  coplero,  pedante, 

has  puesto  al  Nuevo  Mundo,  como  nuevo. 

Un  lector. 


El  día  12  de  Octubre  lo  dedico  á  Colóú. 
Me  lavaré  con  agua  de  colonia. 
Pagaré  doble  jornal  á  los  colonos. 
Comeré  muchos  huevos,  en  homenaje 
lo  del  de  Colón. 
Y  luego  tomaré  magnesia... 
¡Por  si  el  colon  se  interceptaba! 

Un  higienista. 

¡Colón!...  ¡¡Ese  es  el  enemigo!! 

Uno  que  se  marea. 


Colón  descubrió  la  América. 

Los  españoles  le  limpiaron  el  polvo...  de 
oro  y  la  civilizaron. 

Los  contratistas  y  proyectistas  la  han 
saqueado. 

Los  gobiernos  la  han  empapelado. 

Con  el  papel  emitido,  reuniéndolo  todo 
en  una  hoja  se  podría  hacer  un  gran  le- 
trero que  dijese:  Se  alquila. 

Un  accionista. 

¿Canonizan  á  Colón? 
Propongo  que  el  santoral  diga: 
San  Cristóbal  Colón  mártir. 
Porque  á  estas   horas,  se   ha    abusoda 
demasiado  de  él. 

Un  beato. 


—A  Colón  le  pasó  lo  que  á  mí. 

— ¡Qué  me  cuenta! 

— Sí.  El  gran  navegante  se  embarcó  con 
ánimo  de  encontrar  un  camino  directo 
para  llegar  á  la  India,  y  se  encontró  con 
América.  Yo  me  casé,  .como  medio  de  vi- 
vir bien  y  tranquilo,  y  ¡pif!  tropecé  con 
la  suegra. 

Un  yerno. 

*-  .  -        . 

Colón  descubrió  las  Américas. 

Sus  paisanos  de  hoy,  más  pretenciosos 
que  él,  se  embarcan  pev  fare  r  Ame- 
rica. 

Un  pensador  profundo. 


Honremos  á  Colón  descubridor  de  Amé- 
rica, Santo  y  bueno. 

La  mejor  manera  de  hacerlo,  ya  que  á 
Colón  se  la  debemos,  colonicémosla  bien. 

Yo  estoy  por  las  colonias...  agrícolas. 

Un  estanciero. 


■      ■  ''■■"■X    V  -¿j¿t^ 


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654 


£L  CASCABEL 


í 


LAS  JOYAS  DE  ISABEL  I 


Los  obstáculos  domeña. 
y  las  joyas  de  que  es  dueña, 
con  su  noble  corazón 
la  reina  Isabel  enapeña, 
¡para  ayudar  á  Colón! 


El  Numero  único.  Homenage  á  Colon 
que  seguramente  Vds.  habrán  adquirido 
ya.  es  verdaderamente  un  número  único 
en  su  género,  constituyendo  lo  mejor  de 
cuanto  se  haga  en  Buenos  Aires  para  ce- 
lebrar la  fecha  del  cuarto  centenario  del 
descubrimiento  de  América. 

Aun  que  sea  repetir  lo  que,  han  dicho 
todos  los  periódicos,  nosotros  repetiremos 


una  re- 
arlisti- 


con  ellos  que  el  número  único  qs 
copilación  de  trabajos  literarios  y 
eos  sumamente  interesante. 

La  parte  artística  llama  especialmente  la 
atención  por  el  número  y  calidad  de  di- 
bujos y  grabados   irreprochables. 

Pueden  estar  satisfecho  los  Sres.  Mon- 
ner  Sans,  director  literario,  y  Nicolau  Co- 
tarlda  director  artístico. 

Sus  esfuerzos  no  han  sido  infructuosos. 

El  número  único  ha  sido  un  éxito. 


A  fin  de  dar  cabida  á  las  composiciones' 
colo/jibinas,  no  nos  ocupamos  hoy  de 
teatros. 

Pero  aprovechamos  un  pequeño  espacio 
para  decirles  ú  Vds.  que  vayan  ú  ver  Las 
Campanadas. 


j'^.'.r. 


5Í- 


KL  CASCABEL 


lechería  la  martona 

Fábrica  á  vapor  de  manteca  fresca 
fina  en  el  establecimiento 


Leche  pura,  Crema,  Manteca  fina  DEL  DÍA. 
QUESOS  CAMEMBERT  Y  BRIÉ 

Ventas  por  mayor  y  menor  en  sus  depósitos 

234,  SUIPACHA,  234 

Y 

FLORIDA    ESQUINA  TUCUMAN 
Al  menudeo  en  los  principales  almacenes, 


ADYERTENCI4 

Se  previene  al  público  que  la  fai-macia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Ciiiillernio  A.  Crnnivell, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  «le  Oanwell  sino  de  Sproat. 

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Que  existe  en  Buenos  Aires,  esta  situa- 
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Los  fumadores  deben  evitar  las  falsifica- 
oiones  exigiendo  en  cada  etiqueta  la  firma 
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tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
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Declaraílas  por  la  ciencia  médica  como  el 
mejor  depurativo  de  la  sangre  alterada  por 
los  humores  ó  virus  en  general. 

Las  aguas  de  Carabaña,  purgantes  como 
ninguna  oira,  las  mandan  los  médicos  con 
preferenc  a  á  todas  sus  similares,  porque  las 
que  el  público  conoce  como  algo  buenas  son 
falsificadas  en  su  mayoría. 

Venta  por  mayor  y  menor:  Demarchi,  Pa- 
rodi  y  C»,  Defensa,  419.  y  en  todas  las  lar- 
mBCias  y  droguerías  de  Buenos  Aires  y  pro- 
vincias. 

Representación  general  en  las  Repúblicas 
Argentina  y  del  Uruguay,  Méjico,  557,  Bs.  As. 


compañía 
trasatlántica  española 

VAPORES   CORREOS 

Suhve.yicionados  por  el  Gobierno  español 

Servicio  bimensual  fijo 

entre  el  Rio  de  la  Plata  y  Europa 

EL  -2    DE    DrCIEMBRE  SALDRÁ  DE  ESTE  PUEKTO 

el  magnifico  vapor 


Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  2  de 
cada  bi-mestre,  para  Santa  Cruz  de  Tenerile, 
Cádiz,  Barcelona  y  Marsella,  admitiendo  carga 
y  pasajeros,  así  como  para  Vigo,  Coruña,  San- 
tander. Bilbao  y  demás  puntos  importantes 
le  España. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus 
agentes  Antonio  López  y  C»,  calle  Alsina  750. 

Nota.— Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos-los  puertos  y  ciudades  de  España. 


TEODOMIRO  SUÑÉ 

ESCRIBANO  PUBLICO 


Escritorio:  Piedad  núm,  513 


—  ¡Cuanta  gente!...  ¿Dan  dinero  en  esa 
casa? 

—Dan  algo  mejor. 

—¿Y  qué  es  ello? 

— Pues...  sandwichs,  cerveza,  licores  fi- 
nos, aguas  azoadas...  ¡la  mar! 

— ¡.\llá  voy! 

Gran  casa  de  Lunch  Anglo  Argentina 

DE 

Benito  H.    Lascano  y  C' 

Boli^'ar  esquina  Victoria 


'mp.  eoraUEE  9E  LA  PLiTl,  Sección  ¿e  Obra^  á  cargo  de  R.  Pnig 


r  ;«*;i^úiíEr5,.¿;HS«i  í 


»i  'J--- 


A&o  I   Baenos  Aires,  Octubre  19  de  1892    Ktaai,  42 


Mitor  propietario:  FRANCI^^CO  FERRES 


Redacción  y  AdmiDistracioD  AISINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OKi<i\A  DE  2  Á  5  P.  M 

Precio  en  la  ciud.i 
Número  atrasad i' 


$  o.iüelnúmeiv 
»0.i5        id 


Fotograbados  <»•  Emilio  A.  Coll  y  C» 


Mímica  de  mucha  fama, 
graciosa  y  b'-^Jla  á  la  par. 
El  que  la  quiera  admirar 
que  vaya  al  Politeania. 


feíSfeii^áiií&feiSááí^^aáSa&i&g^^^asííáíEiái^^ 


.G"i8 


KL  tlAaCiCBKt- 


DESDE    TRES   ARROYOS 

|~4  o  es  posible  hablar  de  otra  cosa. 
«JL— ^  Quería  dejar  en  paz  á  Ciisl()bal, 
pero  no  puedo.  He  de  hablar  de  él  por 
que  por  lo  visto  en  toda?  partes  cuecen 
habas,  ó  centenarios,  que  casi  viene  í\ 
ser  lo  mismo. 

Salí  de  Buenos  Aires,  temiendo  las  iras 
de  los  oradores  y  poetas  colombinos,  y 
huyendo  de  los  tan  celebrados: 

¡Señores.'  La  emoción  queme  cmharga... 
ó  de  los: 

¡Oh  Colón!  genio  fecundo 
que  hallaste  un  nuevo  mundo. 

Y  ¡pobríí  de  mí!  durante  el  viaje  tro- 
pecé con  un  estanciero  que  no  ces(>  de 
hablarme  de  la  legitima  gloria  de  Col()n 
y  de  las  excelentes  propiedades  del  estrac- 
to  de  tabaco  para  cui-ar  la  sarna. 

Luego  bajé  en  una  estaci<in,  que  no 
quiero  nombrar,  y  me  encontré  con  que 
el  pueblo  en  masa  habla  acudido  :i  recibir 
k  un  orador  local  que  debía  consumir  un 
turno,  y  la  paciencia  de  los  oyentes,  en 
la  velada  que  se  celebraría  por  la  noche. 

Los  que  no  le  conocían  personalmente 
se  creyeron  que  el  t)rador  erii  yo,  y  me 
obligaron  á  abusar  de  la  palabra,  pero 
una  vez  en  uso  de  ella  dije: 

—  ¡Señores.'  Yo  soy  un  ser  inofensivo 
aunque  lector  del  Diarilo  y  mi  mayor 
deseo  es  que  me  dejen  en  \í\z.  porque 
no  soy  orador  y  no  t^^ngo  el  don  de  li 
palabra.  El  único  don  que  poseo  es  el  Don 
Enrique,  pero  éste,  (el  don  se  entiende) 
no  me  atrae  mayormente,  desde  que  e! 
otro  día  una  mucama  me  dijo  que  don 
Juan  había  estaiú  en  casa  con  una  car- 
ta urgente,  y  luego  resu!t()  que  el  don 
Juan  no  era  ■  I  Tenorio,  sino  el  changador 


de  la  esquina,  y  la  carta  era  de  un  acree- 
dor modesto,  pero  iorpertinente.  Reniego, 
pues,  del  don  y  do  la  oratoria  y  me  callo. 

Afortunadamente  el  orador  auténtico,  el 
esperado,  llegó  á  tiempo  y  aclarado  el 
error  fui  invitado  á  tomar  una  copa,  y 
luego  á  formar  en  la  procesión  prelimi- 
nar que  debía  tener  lugar,  para  avisar 
al  vecindario  que  la  gran  fecha  se  apro- 
ximaba. 

Acepté  resignado. 

Púsose  en  marcha  la  columna,  y  yo 
en  ella,  y  comenzamos  á  recorrer  calles, 
excitando  la  curiosidad  de  los  vecinos. 

Los  músicos  soplaban  furiosamente;  pa- 
recían Eolos  desencadenados. 

Y  tan  poseídos  estaban  de  su  soplador 
papel  que  casi  tocaban  á  unisono  La  Slella 
Confidente  arreglada  para  paso  doble,  por 
el  director  de  orqu'ísia  que,  ademas  es 
zapatero  y  especialista  para  curar  la  tos, 
por  cr()nica  que  sea,  á  las  ovejas.  Es  la 
providencia  de  los  animales  lanares,  se- 
gún dicen  en  el  pueblo,  y  lo  demostró 
curcindo  al  individuo  que  cargaba  el  bom- 
bo en  las  espaldas,  el  cual  recibi(')  del 
músico  encargado  de  hacer  sonar  el  ins- 
trumento de  los  remates  y  de  Ivs  nuli- 
fiades  político-socia'es,  un  porrazo  en  la 
cabeza;  y  todo  fué  porque  el  músico  po- 
seído del  mds  artístico  fuego,  descargó 
en  el  mate  el  golpe  que  iba  destinado  al 

bombo. 

Cuestión  de  puntería. 

Por  lo  demás,  en  el  pueblo  no  !o  pasé 
del  todo  mal,  y  después  de  las  presenta- 
ciones del  caso  fui  muy  obsequiado,  es- 
pecialmente por  una  señora  que  piensa 
emplear  su  capital  estableciendo  un  hotel 
campestre  en  Bueuus  Aires,  con  pasto 
fresco  Y  carne  con  cuero. 

—  En  la  campaña  somos  asi  — me  decía 
la  señora,  (¡ue  parecía  un  Levalle  elevado 
al  cubo. 

— Ya,  ya  veo  que  están  ustedes  bien 
■;le  carnes. 

—  No  quiero  decir  eso.  Le  digo  que  los 
cunqDÜdos  nos  estorban  y  que  tratamos 
á  todos   familiarmente. 

— ¡Bien  hecho!  Fuera  cumplidos. 

— Apropósito:  aguánteme  V.  el  niño 
mientras  voy  á  dar  un  vistazo  por  la  co- 
cina,.. 


. -xt  Jí  :^.^' 


B 


¿5!j.i*Í^'»C-.>-^ 


^g^^itói;j¿áÍiSSfek}¿."Si*Íá&^*sgí¿;v^ 


EL.    CASCARF.I. 


-  ^■'-  í^'"?s¿^$?' '-' 


m^ 


•  ■^~". 


El  niño  llor<iba  una  vez  en  mis, brazos 

Ty  no   calló   hasta   que  le  di  á  chupar  un 

busto  de  Colón  de  esos  que  sirven  para 

colocar  en  el  ojal  del  saco.  Cuando  el  bebé 

calló,  el  pobre  Crisiób«l  estaba  sui  narices. 

— Qué  amable  es  V, — me  dijo  la  madre 
al  regresar  de  la  cocina. 

— Es  favor. . . 

— La  cocinera  se  aturde  al  ver  foraste- 
ros, asi  es  que  la  he  d-i  ayudar. . .  ¡es  tan 
corta.'...  Con  el  permiso  de  V.  me  voy 
pero  vuelvo  eüseguida.  ínterin  puede  V. 
•dar  cuerda  al  reloj  del  comedor,  ó  arre- 
glarle la  pata  á  este  sillón,  que  se  resin- 
tió ayer  cuando  se  sentí»  el  padre  cura 
que  es  muy  gordo... 

— Bien  señora...   vaya  V.   descansada. 

Apenas  me  ví  solo,  le  di  una  escoba  al 
niño  para  que  chupara  el  cab  ),  y  apro- 
vechando la  llegada  de  un  tren,  seguí 
viage. 

Ahora  estoy  en  Tr-^-s  Arroyos,  rodea- 
do de  amigos  y  suscriptores.  Entre  todos 
cel'-bramos  la  gloriosa  Tícha  del  descu- 
brimiento... y  no  digo  más,  porque  El 
Cascabfl  no  dá  bombos,  y  conste  que 
Tres  Arroyos  lo  merece. 

¡Qué  entusiasmo! 

¡Cuánta  alegría  y  cuánta  animación! 

Las  fiestas  son  arclii-superiorcs 

Y  las  niñas  de  la  localidad   lo  son  más. 

Apropi')SÍto:  ahora  me  acuerdo  de  que 
no  puedo  seguir  e.-cribiendo. 

El  correo  se  va,  y  solo  le  Imy  cada  dos 
días. 

Hasta  la  próxima,  que,  Dios  mediante, 
la  escribiré  en  Buenos  Aii-es,  s<)lio  de 
Sáenz  Peña,  desde  hoy  12  d-i  Octubre. 

Xoia  inuccc.srtria.—FM:\  Charla,  escrita 
ci  12  a  parecerá  ei  19.  Es^  pues,  una  charla 
fuera  de  lugar. 

Echémosle  la  culp.i  á  Cristubaüto. 

Col('in.  se  entiende. 


LilBA  Y  LA  VUELTA 


I 

Sopló  la  ilusión  la  vela 
de  la  misteriosa  barca, 
y  con  la  liennosa  cat)ez:i. 
lánjíuldamente  apoyada 
en  el  pecho,  do  pusiera 
sus  más  dulces  con(i;inzas. 
el  labio  trémulo  de  ella 
le  dijo  á  ('■!  en  voz  baja; 
— ¡Ah!  Donde  t'l  amor  omiiicza 
toda  oscuridad  acaba! 

TI 

El  deseniíaño  liizd  ceniir  la  vola. 
cambió  rumbos  la  barca; 
y  transida  de  penas 
que  nunca  sospechara, 
ocultando  su  rostro,  de  vergüi'nza 
entre  las  manos  blancas, 
dijo  llorando  ella 
á  la  doliente  soledad  de  su  alma; 
— ¡Ay!  iQu(' espantosa  oscuridad  empieza 
donde  el  amor  se  acal)a! 

3/.   lia ]i(i monde: 


áARIAS 


lí ÁCIMO    d: 


I)  I  SI' A  R  ATI-:S 


EGLA  general:  Todas  las  Marías  son 
graciosas  (>  bdoitas. 
l'lxcepción:  hiy  Marías  muy  leas. 
Pero  com~»  la  excepción  no  puede  servir 
de  paula,  allí  tienes,  amigo  lector,  (jue  una 
mujer  que  se  llame  María,  tiene  avanzada 
la  uiitad  del  catnino  en  mi  corazón  hacia 
el  amor  del  maliimonio. 
IVro,  cnLe:.d-inioaos. 


V 


~:i^^&ÉíiS.'!Sf^'i¿J>ÍXSiS^sS¡Cr^'i 


>í-^j^%:¡t:\lf-^^''„:^^^^^^¿:s¡S¡^::^i&7^i^Sí¿iaÉ¿riíS?k 


íUi=ft.-fl.^  ií? 


.?s 


^ 


EL  CASCABEL 


Es  preciso  que  río  se  llame  María  por 
ninguna  resolución  heroica  de  solterona 
que  trata  de  alargar  su  nombre  y  su  ape- 
llido á  los  que  ya  no  hay  esperanza  de  que 
siga  un  de 

Tampoco  debe  ser  María  con  acompa- 
ñamiento de  planeta;  pongo  por  caso:  Ma- 
ría déla  Gloria,  María  Rosa,  Mariluz  ó 
Marisabidilla. 

Debe  ser  María  á  secas.  Nada  de  sub- 
terfugios que  puedan  convertir  tan  poético 
nombre  en  una  profesión. 

Bien,  pues,  sentados  estos  anteceden lesi 
que  volverán  ú  ponerse  de  pié  en  caso  de 
necesitarse,  vamos  al  grano. 

Se  me  objetará  que  las  Marías  no  lienen 
granos,  y  que  si  los  tuvieran,  seria  preci- 
so eslirparlos:  pero  yo  responderé  que 
siempre  la  cuestión  de  los  granos  ha  sido 
trascendental,  pues,  de  su  descuido  ha  na- 
cido el  pauperismo  en  muchos  países  co- 
mo la  Ctiina  y  la  irlanda.  Además,  ir  al 
grano  es,  conforme  Lodos  saben,  entrar  en 
el  tondo  de  la  cuestión,  y  como  la  cues- 
tión es  María,  es  preciso  entrar  en  el  fondo. 

¿Quién  podrá  conocer  el  fondo  de  una 
mujer?  No  soy  yo  lecior,  que  me  contento 
con  las  formas.  Una  mujer  bien  formada, 
no  importa  (jue  no  sea  profunda.  Jamás 
arrojaré  la  sonda  tan  lejos  ([ue  no  pueda 
encontrar  el  número  de  pies  cúbicos  ([ue 
necesito  para  no  zozobrar. 

Además,  estoy  escarmentado  de  profun- 
didades, con  los  políticos  profundos,  los 
bajos  profundos  y  los  profundos  infiernos. 

A  ninguno  de  los  miembros  de  estas  tres 
clases  he  podido  ver  el  í'ondo. 

Acaso  dependerá  de  que  los  primeros, 
los  políticos,  se  parecen  á  los  toneles,  que 
cuanto  más  llenos  están,  más  pesados  son; 
los  segundos,  los  bajos  profundos,  no  solo 
son  bajos  sino  ruines,  pues  su  profundidad 
consiste  en  llegar  hasta  lo  m.-is  hondo  del 
oído  humano  y  hacer  allí  incalculables  es- 
fuerzos para  romperle  á  uno  el  tímpano. 

Volvamos  al  nombre  de  María. 

Yo  he  tropezado  en  mi  existencia  con 
muchas  Marías  (¡ue  me  han  sorbido  los 
sesos,  lo  que  prueba  que  mó  han  dejado 
tonto  á  sorbos. 

Las  Marías  son  la  casa  del  jabonero;  el 
que  no  cae  en  sus  (/arras,  por  lo  menos 
resbala. 

Tienen  el  atractivo  misterioso  que  ha 
acarreado  la  ruina  de  incalculables  miem- 
bros del  sexo  feo. 

Cristo  fué  el  único  de  estos  que  murió 
por  los  hombres. 


Los  demás  nos  morirrfos  por  las  ,  muje- 
res. ¿Cual  es  la  razón  de  esa  especie  de  es- 
tremecimiento de  todas  las  fibras  del 
cuerpo,  cuando  se  siente  el  roce  de  un 
vestido  de  seda? 
Platón  no  sabia  explicárselo. 
He  ahí  el  porqué  de  los  amores  2)lató- 
nicos. 

Cierto  predicador  moralizaba  desde  el 
pulpito. 

— Oh!  hermanos  mios,  decía,  no  miréis 
á  las  mujeres;  la  tentación  es  demasiado 
fuerte;  no  las  miréis;  pero  si  las  miráis» 
sálvese  quien  pueda! 

El  tipo  varonil  por  excelencia  es  el  del 
Hércules  griego. 

Cincuenta  esposas  tomó  una  noche,  cin- 
cuenta hijos  tuvo  un  año  después. 
Platón  retrocede  espantado. 
A  Pirron  le  preguntaban  si  hacia  el  amor 
y  él  respondía,  que  lo  compraba  hecho. 

De  qué  hablábamos  lector?  ¡Ah!  sí,  del 
nombre  de  María  y  sus  propietarias. 

Yo  conocí  á  una  María  que,  francamente, 
era  una  muchacha  muy  simpática;  me  pre- 
sentó á  ella  un  amigo  mío  que  pensaba  ha- 
cerse novio  suyo  y  que  no  me  tenía  miedo; 
lo  que  prueba  que  soy  un  infeliz  ó  lo  es  él. 
Llegó  un  día  en  que  los  dos  se  casaron  el 
uno  con  el  otro.  Me  acuerdo  que  con  tan 
fausto  suceso  les  dirigí  un  epitalamio,  con- 
siderando que  este  pequeño  disgusto  era 
nada  en  un  día  tan  íéliz.  Sic  transit  glo- 
ria mundi!  Apenas  había  pasado  un  mes 
de  la  catástrofe,  cuando  encontré  á  mi 
buen  amigo  en  medio  de  la  calle. 

Alguien  ha  dicho  que  cuando  un  bastón 
y  una  cabeza  se  encuentran  en  el  mismc 
camino,  el  encuentro  es  más  fatal  para  la 
cabeza  que  para  el  basten.  Esto  no  sucede 
en  el  encuentro  de  dos  amigos,  que  suele 
ser  igualmente  fatal  para  ambos. 

Me  estrechó  la  mano  el  lunático  de  miel, 
con  una  fran([ueza  que  hizo  crugir  los 
huesos  de  mis  dedos,  y  creí  sentir  las  cho- 
quezuelas de  Don  Pedro  el  Cruel. 

— ¡Ay...!— Y  como  está  tu  María?  le  pre- 
gunté una  vez  que  hubo  retirado  el  boa 
constrictor  con  que  me  atenaceaba. 

—  ¡Ah...!  Bien,  dijo,  creo  que  bien,  á  no 
ser  que  le  hubiera  dado  el  cólera,  cosa  de 
que  me  alegraría  mucho. 

— Cáspita!  Estás  seguro  de  no  estar  luco. 
Di  me  la  verdad;  sabes  que  yo  soy  tu  me_ 
jor  amigo — y  me  preparé  á  echar  á  correr 
para  el  caso  de  oir  una  respuesta  afirma- 
tiva. 
—No,  amigo  mió,  dijo  meneando  la  ca- 


■Wí5??4;^:*5^'Vv^p; 


EL  CASCABÜL 


661 


beza.— He  sufrido  un  desengaño    cruel. 
María  era  una  arpia  feisima. 

— Hombre!  con  aquellos  ojos  lan  bellos! 

—Uno  era  de  cristal. 

—Con  aquella  cabellera  de  ébano. . . 

— Comprada  en  casa  del  peluquero. 

—Con    aquellas   cejas,   aquellojs  labios, 
aquellas  mejillas... 

— Obra  del  cosmético  y  del  colorete. 
Pero  siquiera  era  una  joven  pura. 

— Con  cuatro  amantes. 

— Parece  imposible!  Una  mujer  que  se 
llamaba  Maria! 

—Falso!  Se  apropió  de  ese  nombre,   se 
llamaba  prosaicamente  Indalecia. 

Me  despedí  de  mi  amigo.    Su  desgracia 
me  alarmaba. 

¿Comprendes,    lector,    la   moraleja    del 
cuento? 

Nadie  debe  fiarse  de  una  Maria   sin  pe- 
dirle antes  su  partida  de  bautismo. 

Hoy  Marias  que  resultan  Indalecias. 

Agustiii  -Porcel  Jaimes. 


-~^<^ — 


¡QUÉ  MODAS! 

Estoy  dado  á  Satanás, 
con  esas  cintas  traidoras 
que  ahora  llevan  las  señoras 

por  detrás. 
jQué  moda  más  desgraciada! 
iQué  diabólica  invención! 
Pues  no  sirve  en  conclusión 

para  nada, 
Se  le  ocurre  un  disparate 
cuando  vuelan,  á  cualquiera, 
y  las  toma  por  bandera 

de  remate. 
Y  uno  se  confunde  más, 
y  puede  pensar  ahora: 
¿Se  remata  esa  señora 

por  detrás? 
Si  uno  se  llega  á  prender 
de  las  cintas  de  sus  Iraj  s. 
pueden  pasar  por  carruaje.-* 

de  alquiler. 
Solo  con  cintas  distintas, 
pueden  ir.-<e  aprovechando, 
y  el  color  utilizando 

de  las  cintas. 


Así.  gustos  y  aíiciones 
podrian  ser  indicadas, 
y  de  todas,  las  variadas 

profesiones. 
Color  rojo,  cual  pudiera 
dar  la  .sangre  de  una  re  ; 
la  que  lleva  esta  cinta  es 

carnicera. 
El  amarillo,  la  pista 
nos  dá  de  su  portadora; 
es  de  íijo  la  señora 

de  un  bolsista. 
Si  es  la  cinta  verde,  intiem 
que  la  que  lleva  el  vestido, 
tiene  de  íijo  el  marido 

chacarero. 
Va  ven  ustedes  señore.-*, 
(lue  se  pueden  fácilmente 
aprovechar  útilmente 

los  colores. 
Si  la  cinta  es  testimonio 
de  cualquiera  profesión, 
bien;  sino,  es  una  invención 

del  demonio. 
Pues  yo  me  hallo  ya  enterado 
de  lo  que  darán  de  si. 
y  lo  sé  por  lo  que  á  mi 

me  ha  pasado. 
Cruza  una  señora  y  ¡zas! 
en  la  cinta  del  vestid(K 
ayer  me  quedé  |)rendido 

por  detrás. 
Ríese  la  gente  en  torno. 
Con  esfuerzo  sobrehumano 
lira  la  señora,  en  vano; 

¡qué  bochorno! 
l'.iia  corre  y  grita  jauxilio! 
yo  hago  de  paciencia  -acopio, 
hasta  que  me  hallo  en  su  propio 

domicilio. 
Ella.  lamenta  sus  cuila.s. 
yo  en  e.'ccusas  me  deshago, 
y  por  último  le  \v.\x<i 

las  cintita-. 
¡V'uera.  pues,  modas  tan  rnr.is 
<iue  abochornan  de  tal  modo! 
Y  que  amigo,  sobro  todr., 
¡son  muy  caras! 

.^.  Garrido. 


Béaí¿&*ji-í'/-:^~'ÍL:¿.5.í¿.'rl- 


iSOi 


■.'^■■, '-;?<;> 'yt*Krv-v 


y-Jr-*  ¿.V-ir;^^-:-'-^ 


KL-  (TASCA  REr> 


INCOMPLETOS 


I 


Le  habréis  visto.  Ks  un  sugolo 
por  la  suerte  castigado, 
él  (jue  jamás  ha  logr.ido 
tenerlo  todo  conipleto. 
\'n  día  gasta  su  piala 
para  vestirse  elegante, 
y  se  halla  en  aquel  instan'.e 
sin  camisa  ó  sin  corbata. 
Luce  lleno  de  contento, 
de  su  calzado  el  barniz, 
y  se  encuentra  el  infeliz 
con  el  sombrero  grasicnto. 
SL'lre  el  suplicio  maldito 
de  uo  tener  qué  comer, 
y  cuando  lo  puede  hacer 
suele  estar  sin  apetito. 
Y  la  vida  tristemenie 
l)asa  el  pobre,  de  este  modo 
pues  si  logra  tener  todo 
lo  tiene  incompletamente. 
En  las  mismas  condiciones, 
que  ahora  acabo  de  citar, 
á  veces  suelen  estar 
individuos  y  naciones. 
Pueblos  libres  y  arrogantes 
llenos  de  vida  y  riqueza: 
bellos  cuerpos  sin  cabeza, 
pues  no  tienen   gobernantes. 
Pueblo  que  puede  vivir 
sin  tiranos  ni  opresii'm, 
y  tiene  Constitución 
que  nadie  quiere  cumplir. 
Pueblo  que  en  cueros,  veneros 
de  riquezas  puede  hallar, 
y  no  los  sabe  explotar 
y  vive  misero,  en  cueros. 
i'aises  tan  especiales, 
que  tienen,  estrafalarios, 
médicos  y  boticarios 
y  no  tienen  hospitales. 
De  este  modo  incongruente 
individuos  y  naciones 


en  las  mismas  condiciones 
viven  incompletamente. 

II 

Salvador  es  un  sujeto, 
que  estudié  con  interés, 
puesto  que  Salvador  es 
un  verdadero  ¿ncomplelo. 
.\ún  niño,  era  de  admirar 
su  elegancia  y  su  apostura, 
su  distinción,  su  herntiosur.:... 
solo  le  faltaba  hablar. 
Después  causó  admiración 
por  lo  mucho  (jue  estudiaba, 
solamente  le  faltaba 
aprenderse  la  lección. 
Más  tarde,  y  mayor  de  edad 
fué  un  hombre  muy  competente, 
faltándole  solamente 
un  poco  de  gravedad. 
Buscó  una  fórjnula  honro.sa, 
y  pidió  á  Carlota  un  dia, 
(cierta  niña  que  tenia 
una  fortuna  cuantiosa). 
Y  tan  contento  se  hallaba 
ijue  le  dedicó  un  soneto, 
el  que  se  hallaba  completo 
¡sólo  un  verso  le  faltaba! 
Hizo  en  sus  locuras  alto 
y  tuvo  efecto  su  unión, 
estando  en  esta  ocasión 
del  sentido  común  falto, 
pues  no  sé  por  qui  motivo 
dio  una  cena  nada  l>uenn. 
ya  que  hubo  escasez  de  cena 
ye.Kceso  de  aperitivos. 
En  premio  á  tal  desacato 
todas  juntas  las  pagó. 
y  en  su  mujer  encontró 
la  horma  de  su  zapato, 
pues  que  ligera  y  coqueta 
(le  salvador  se  reía; 
y  algo  peor  todavía, 
¡también  i-esultó  incompleta! 

Luis  García. 


.1 


.v¿i:fc^.^i¿S:^Ea 


FL   CASCA HKL 


6f»       .    ' 


PRI-CAUCIONES  ANTlCOLÉlilCAS 

Sinfonía 

iLiN.  lililí,  tilin 

-:rr?ienora,  atjui  hoy 
iiii  t-eñó  mu  paquele 
(jue  ice  que  viene  a 
lumá  la  casa. 

—¿Cómo?¿Qué  quie- 
re decir  eso?  Siempre 
serán  cosas  luyas. 
Voy  yo  á  ver. 

— Señora:  Soy  un  enviado  del  Consejo 
Nocional  de  Higiene  para  dirigir  la  fumi- 
gación de  esta  casa  y  de  sus  mquilinos. 
prev  o  el  oportuno  reconocimiento.  Llevo 
ya  recorridas  todas  las  casas  de  esta  vereda 
hasiii  este  número  y  ahora  correspon- 
de fiiniigur  esta.  Es  una  disposición  gu- 
bernativa i)  la  que  debe  someterse  el  vecin- 
dario si  no  ((uiere  incurrir  en  senos 
responsabilidades....  sobre  lodo  los  pen- 
sionistas como  V(l.  señora. 

—  Hien,  bien,  señor:  puesto  que  es  indis- 
pensable, me  somelo,  aiin(|!ie  extraño 
mucho. . . 

— Perfectamente.  (.  Cuánlos  inquilinos 
habiían  esla  casa? 

— Tres,  señor;  yo,  mi  niña  y  la  sirvienta. 

— Bueno:  pues  sírvanse  retirarse  cada 
una  á  su  habitaciíjn  y  no  salgan,  por-  nin- 
gún pretesto,  hasta  f|ue  yo  haya  verificado 
la  inspección  y  las  manipulncioiies  nece- 
sarias. 

— ¿Pero,  no  es  posible  que  me  reun  i  ¡i 
mi  hija? 

— De  ningún  modo,  señora:  el  aislamien- 
to es  requisito  indispensable  y  base  de  la 
verdadera  profilaxis.  Tengo  ({ue  cumplir 
estrictamente  las  <)rdenes  recibidas:  el 
cólera  lo  tenemos  encima. 

—¡Es  posible,  Dios  mío!  Bien,  bien... 
Luisa,  di  á  la  señorita  que  se  prepare  a 
recibir  la  visita  del  señor  fumigador,  y 
que  no  salga  de  su  alcoba. 

—Señora:  ordene  Vd.  que  pase  el  em- 
pleado que  conduce  el  material. 

— Ya  lo  oyes,  Luisa.  Me  retiro  entonces 
á  mi  cuarto:  queda  la  casa  á  su  disposi- 
ción, señor. 

DüOS 

—¿Hay  premiso? 

—Entra  animal  ¿No  ves  que  estoy  solo? 
Somos  losamos.  Mira:  yo  me  voy  al  cuar- 
to de  la  señorita  y  tú  arréglate  con  la  se- 
ñora y  la  sirvienta!  Vivo,  vivo! 


—Misté,  señorito:  er  trato,  es  trato.  Lo 
que  es  yo  no  me  atrevo  con  la  vieja,  pa 
eso  haber  traio  tamién  el  orangutango. 

— Bueno,  arréglate  como  puedan,  pero 
mucho  ojo,  con  que  dejes  salir  á  ninguna 
de  las  dos  de  sus  cuartos. 

—¡Consuelo!  Por  fin  logro  estrecharte 
en  mis  brazos,  idma  mía. 

—¡Es  posible!  ¿Tú  aquí,  Arturo?  ¿Como 
has  entrado? 

Vete,  vete  antes  que  nos  sorprenda 
mam. -I. 

—No  tengas  cuidado,  lo  aseguro  que  no 
vendrá:  me  he  servido  de  un  medio  infa-. 
lible:  tranquilizite  y  dediquemos  estos  d¡- 
cliosos  instan;es;\  gozar  del  éxtasis  de 
nuestro  amoi-:  contúndanse  nuestras  al- 
mas en  este  delicioso  abruzo  y  en  este 
dulcísimo  beso,  en  uno  solo 

—Arturo,  por  Dios,  dfjame.  Déjame  Ar- 
turo inio. 

— Mia.  inín  pnra  siempre,  como  yo  soy 
tuyo  hasta  la  iniíerle.  Toma  mi  alma  en 
es  le  beso. .   . . 

— A(¡ui  estoy  yo,  prenda.  Arremángate 
bien,  que  te  voy  á  fumiga  por  too  io  alto. 

—  ¡.Ay  que  grasia!  lO-i  usté  mu  feo  y  ruu 
esaborio  pa   fumarme  a  mi. 

— ¡<  )lé  Sevilla,  y  los  Puertos,  y  Cai,  y  la 
mar.  cachito  oncoufilao!  ¡(  )fé  las  mugeres 
con  buena  mano  izquiei'da  y  buen  capote, 
y  la  gi-acia  é  Dios!  Aquí  me  queo  \<:  conti- 
go y  tú  conmigo,  y  los  dos  con  los  dos 
jasta  que  toque  l.i  tioaqjela  or  niño  dé'' 
juicio  final. 

-¿,Dc  ver.is,  gachó?  Pus  mié  usté,  ni  er 
Santo  Antón  i -)  pasó  más  fai  ligas  que  las 
que  va  usté  á  pasar,  cara  é  cai*U)n,  porque 
se  va  á  (|uear  usté  con  el  olor. 

—  ¡lOáU.  esú!  ¿De  qué  cachito  é  gloria  has 
salió  tú,  chiquilla,  que  mareas  más  que 
la  bebía  blanca?  ¡Mure  mía!  ¿Paqué  te  he 
visto  yo  en  er  mundo,  gachí?  ¡Ole  er  trapío 
y  las  cercuns^taucias!  Aquí  me  liés  más  re- 
delio  (|ue  la  manteca  y  ([ueriéndote  más 
que  á  mi  maro  y  ;i  mi  pare,  y  al  cura  é  la 
pirroquia.  A(|ui  le  entriego  la  céula  y  la 
licencia  asoluta,  y  lu  le  der  bautizo,  y  la 
llave  der  cofre,  y  mi  cuerpo,  y  mi  arma  y 
too,  y  dame  tú  argo,  poique  me  está  ma- 
tando este  soponcio  que  ma  dao. 

—  Comparito:  lié  usté  m  \s  labia  que  un 
deputao,  pero  á  tní  ¡ni  agua!  Conque  toma 
el  olivo  y  vete  á  fuma  por  ahi  que  á  mi 
malonta  el  humo.  > 


iS3gSÍ¡^a?^ajP-Üiir3Í-^.--;i>t;.  : 


*l  ^     /   í-P^    '     -^'V-W^^r-ÍTíJI-f. 


664  - 


RL  CASCABEL 


LA  SEMANA 


—Sí  señor,  lo  rehilo.  El  a^io  de  recibir  el 
mando  Sáenz  Peña  fué  deslucido.  ¡Y  todo  por 
culpa  de  ese  bru'o  de  Colón..,! 


—Es  1-2  y  ci)n  tal  motivo 
te  abrazaré  .lulia  mía, 
—¡Déjame! 

•    —Es  festivo  el  día 
^'  yo  quiero  estar  festivo. 


(J'Jn  la  panloniiiiia  infanlií) 

Fj.  Almiranth— Esa  zonza  no  quitare  que  yo 

me  luzca. 
La  Rkina  Isabel— ¡Me  llama  zonza! 
Va.  Rey  Feunando— ¿Pero,  porqué? 
Kl  Almirante— Porque  me  lia  roto  el  huevo, 

¿cómo  voy  á  ser  yo  ahora  Colón? 


— Pinzón,  que  al  mando  venia 
de  la  y  ¿'a,  cierto  día 
América  descubrió. 
— ¡Bali!  Con  una  niña  yo, 
¡(jué  cosas  descubriría! 


té^^^js^  :^- r?^r^«5r^^--~.-     .-  -  /  >ír.  ^-;í=^s^^^''^^^'h 


swí^tí*",  --"-^»--  ~"^::-.4í-  -  -^^  -^  "«í-  -"- *  '        .    'fo. 


EL  CASBABFX 


PASADA 


— Le  dije  á  Garlitos  que  todo  !o  que  yo  tenia 
en  la  Kermesse  era  propiedad  de  los  pobres. 

—¿Y  qué  te  contestó? 

—Que  me  fuese  con  <'l  porque  era  jiobre  de 
solemnidad. 


{Colón  volvietido  de  los  festejos) 

—Me  voy;  á  ver  si  el  siglo  que  viene  no  se 
cita  tanto  el  huevo  de  Colon,  y  liaban  en- 
tonces del  pollo  que  ya  liabrá  salido. 


La  Primavera.  Síntomas  de  la  estación. 


¡Adiós!  ¡Hasta  el  otro  centenario! 


.,iii?íSji 


F.l.  CASCA BKt 


— -Ascuche  usté,  seña  Singustos.  Yo  soy 
de  Sevilln,  sortero  y  bien  pareció,  anque 
me  esté  mal  er  decirlo:  tengo  más  cora- 
zón cun  elefante^  y  más  vista  cun  lagarto, 
y  más  manos  cun  purpo,  y  mas  buenas 
cosas  que  too  lo  que  haiga  visto  usté  en 
-er  mundo,  y  un  paquete  de  paper  monea 
que  pesa  "más  que  er  paso  de  la  oración 
dergüerto  de  Sevilla.  ¿Se  entera  usté? 
Bueno:  pus  too  eso  es  pa  usté,  pa  queja' 
ga  usté  lo  que  quiá  de  ello,  poique  dende 
que  la  he  visto  ú  usté  estoy  defunto  y  con 
er. corazón  más  encogió  que  un  jigo  y  rr 
cuerpo  más  rebuerto  que  la  armósí'era. 

— ¿Es  de  veras  tó  eso,  gachonciio? 

— ¿Que  si  es  de  veras?  Que  no  vea  ya 
más  á  mi  mare,  ni  á  mi  agüela,  ni  á  der- 
guno  é  la  familia:  que  me  se  sartén  los 
ojos  y  mala  puñalá  me  peguen,  si  la  verdá 
no  es  la  verdá,  nianojito  e  rosas. 

— Pus  mira,  chiquiyo,  tú  has  ganao:  aqui 
estoy  pa  que  me  fumes  y  me  arregles  loo 
'  ■  lo  que  tenga  desarreglao  y  esta  caray  eslc 
,  parmilo  y  toas  estas  cositas  que  me  traigo, 
por  la  gracia  é  Dios,  son  pa  ti  dende  ahora 
jasta  que  se  enfrie  er  sol  ó  nos  mate  er 
cólera, nuermo  ó  venga  la  fin  der  mundo. 

- -¡Olé,  ya,  las  jembras  con  senlio  y  va- 
.    tiendo  y  queriendo!... 

ROMANZA 

— ¡El  cólera  en  Buenos  Aires!  ¿Qué  va  á 
ser  do  nosotros,  Dios  mió?.,.  ¡Cuanto  tarda 
el  señor  fumigador!  Lo  menos  hace  un 
cuarto  de  hora  que  nos  incomunicaron. 
Es  extraño...  No  se  oye  nada...  ¡Jesús,  qué 
pensamiento...!  No,  no,  sus  trazis  no  son 
de  un  desalmado...  y  sin  embargo,  este  si- 
lencio... nada,  yo  voy  á  buscar  á  mi  hija, 
y  sea  lo  que  Dios  quiera. 

CONCERTANTE 

— ¡Qué  escucho!  ¡Consuelo!  ¡Consuelo, 
abre!  ¡Luisa!  ¡Socorro!  ¡Vigilante!*.. 

— Sacabó  er  mundo.  Señorito,  cortusté 
la  hebra  que  se  ha  enreaola  maeja. 

—No  se  irá  usté,  bribón:  no  le  suelto. 
¡Socorro! 

— ¡Señoral  Respetusté  los  derechos  endi- 
viduales  dun  cabulero,  mejorando  lo  pre- 
sente. 

—No,  granuja.  ¡Vigilante!  ¡Socorro! 

—Señora,  tenga  usté  prudencia,  aunque 
no  sea  masque  por  su  hija. 

— ¡Cállese  Vd,  falsario,  seductor,  mal 
fumigador! 

— ¡Mamá,  perdóname! 


—Tú  también,  mala  hija,  le  execro,  te 
odio,  le...  ¡ay!...  ¡ay!...  ¡ay!... 

— Le  dio  el  patafeüche;  esta  es  la  nues- 
tra: señorito,  á  volar. 

— Si.  si.  á  correr. 


COMENTARIOS 

La  Prensa — Ayer  á  las  4  p.  m.  determi- 
nóse un  caso  de  cólera  fu!minante  en  la 

calle  de núm A  lo  ((ue  parece  no  es 

el  único  que  se  ha  producido  antes  de  ahora, 
lo  que  robu&lece  la  creencia  de  algunas  de 
nuestras  notabilidades  médicas,  de  que  el 
cólera  es  endémico  en  Buenos  Aires. 

Raúl  Osocnraxo. 


«Doctor,  ¡fiutí  horrible  picor! 
i<Jué  interminal)le  sufrir!... 
¡(^)u<''  insoportable  calor!... 
¡Me  estoy  muriendo,  doctor, 
haga  el  favor  de  venir!...» 

Asi  la  hermosa  Lucía, 
á  un  doctor,  el  otro  día 
una  tarjeta  enviaba, 
pero  el  doctor  que  sabía 
lo  que  á  la  herniosa  pasaba, 
contestó:  «Mañana  iré; 
no  puedo  atenderla  ahora 
aunque  quisiera,  porque 
estoy  con  otra  señora 
(jue  está  lo  mismo  que  usté!» 

A.  Díaz  de  la  QuinLami. 
^Ximeno  Xiruenez). 

H^^'g^  -. 


VISITA  OPORTUNA 


Estaba  al  lado  de  mi  hermosa   amada, 
hablándola  muy  quedo.  Y  casi  en  frente 
la,  madre,  que,  impaciente, 
me  ponia  una  cara  avinagrada. 
Pero  todo  iba  bien,  cuaudo  una  vieja 
locuaz  como  habrá  pocas,  presentóse 
é  imprudente  sentóse 
entre  mí,  y  mi  bellísima  pareja. 
Y  comenzó  á  charlar  de  su  faldero, 
un  perro  muy  pequeño  que  tenía, 
después  habló  del  c'ero 
y  de  cierta  importante  cofradía. 
Nos  dijo  que  la  carne  estaba  cara, 
chico  el  pan,  caro  el  vino  y  rail  sandeces. 
Temí  que  mi  paciencia,  se  agotara 
y  ya  por  varias  veces 


9^^¿iÉ>!C-^Z,\f-v~':'í^í^.  .■/:.:i>l''^r ,  ■ 


^^^^^^^^Rt^-iv  - 


;  *;■ ' 


m^S: 


EU  CASQAJIKI. 


A  P  U  N  T 


Dibujo  del  natiaral  por  Nicolau.  Cotaiida 


SS«ÍSr«SiSS;'jíS,íír:^  .-••.. .  ■■'      >-i-  -•"  .  ■■ : 


.-■«■;:-« '..■.--■«:i4íis.':::?iv^'-_i;^  v:^.tv-í--*¿i«--iii.'V,  'vr^-.j*-.'"  :^  "^        ri_ 


:,2:-SÍ'X^f^'^^?% 


^m 


Sí^íS"  ■'??&: 


EL  CASCABEL 


iba  á,  decir  ¡por  Dios!  que  nos  dejura. 

Pero  ¡oh  Virgen  bendita! 

Ja  imprudente  visita 

al  salir  por  mi  suegra  acompariada 

como  de  exprofeso 

la  detuvo  en  la  puerta  largo  rato 

alabando  su  gato, 

lo  suficiente,  para  que  á  mi  amada 

la  diese  un  dulce  y  prolongado   beso. 

Patricio  Gallo. 
'  TucumíVa. 


DE  DOMINGO  A  DOMI  <G0 


(Epístola  verdadera, 
que  pablando  de!  arte  escribe. 
un  Domingo  que  aquí  vive 
á  otro  Domingo  de   afuera) 

Querido  Domingo:  fui 
los  teatros  visitando, 
y  cien  cosas  observando 
que  voy  á  contarte  aquí. 
Estuve  en  el  ódeón, 
donde  hay  uña  compañía 
á  quien  la  gente  aplaudí;!, 
yo  no  sé  por  qué  razón. 
Has  de  saber  de  antemano 
que  50  no  comprendí  nada, 
y  ¡calcula  que  pavada, 
lloríiban  en  italiano...! 
Pedro  viéndome  aburrido, 
anteanoche  me  llevó 
á  otro  lado,  donde  yo 
estuve  mjuy  divertido. 
Mi  admifación  considera. 
])ues  los  actores  allí, ' 
eran  según  lo  que  vi 
de  cartón  y  de  madera. 
Un  señor  O'Kill  llamado 
tocaba  ciertos  registros, 
igual  que  hacen  los  ministros 
al  tratar  á  un  diputado; 
y  los  muñecos  reían, 
y  con  voz  clara  cantaban. 
y  reñían  y  lloraban, 
y  hablaban  y  se  movían. 
Según  me  d°iJo  un    fotógrafo 
es  ventrílocKO  el,  artista; 
O'Kill,  tiene  á  simple  .vista 
dentro  del  vientre  un  fonógrafn. 
También  estuve  en  Onrubia 


donde  hay  una  señorita, 

muy  graciosa,  muy  bonita, 

muy  elegante  y...  muy  rubia 

Hay  funciones  variadas 

y  Pedro  me  acompañó. 

á  ver  la  que  me  gustó 

de  veras:  Las  campanadas. 

Esta,  simultáneamente 

en  dos  teatros  hacían; 

dos  teatros  que  tenían 

la  sala  llena  de  gente. 

Pedro,  al  ver  esto,  me  dijo 

que  aquí  no  están  por  macanas. 

pues  la  genieoye  cajnpanas 

i/  sabe  donde,  de  fijo. 

También  conseguí  escuchar 

una  ópera  el  otro  día. 

en  un  teatro  en  qne  había 

ópera,  baile  y  ¡la  mar! 

Yo  tengo  gran  interés 

en  ir  aquí  á  otra  función, 

ó  yo  no  sé  qué,  Fl  León 

de  Venezía,  (¡ue  este  mes 

dicen  que  será  estrenado, 

y  eso  no  lo  vé  cualquiera 

(jue  un  león  as  una  fiera; 

aunque  se  halle  amaestrado. 

r'uí  á  otro  teatro,  además, 

(|ue  Folies  Forlel  le  llaman, 

donde  cantan  y  declaman... 

y  hacen  otrüs   cosas  más. 

En  íin.  todo. lo  corrí 

y  todo  lo   visité, 

y  ya  te  lo  contaré. 

cuando  vuelva  por  ahí. 

Que  ahora  es  tarde  y  no  distingo, 

Domingo,  el   papel   manchado. 

Sabes  que  no  te  ha  olvidado 

y  que  te  (luiere. 

Domingo. 


Antonia  á  mi  lado  oin 
una  tierna  melodía, 
y  por  la  música  loca, 
on  voz  baja  me  decía. 
—Quiero  escuchar,  ¡punto  en  boca! 
Yo  accedí  á  su  petición 
y  en  sus  labios,  con  pasión, 
l)use  de  mi  amor  el  fuego,   ♦ 
diciendo  en  voz  baja  luego. 
—¿Te  gusta  la  puntuación? 


SI.  CASCABEL 


6C9 


-"¡Porfin!       -"-■       •:■;-;".  ■/        -^  " 

Saliendo  del  proceloso  mar  de  composi- 
ciones colombinas,  entre  cuyas  amargos 
y  turbulentas  ondas  vivíamos  hace  cerca 
de  un  mes,  manifestamos  con  verdade' 
ra  alegría  que  una  de  ellas  alcanzó  el  pre- 
mio, y  que  por  consiguiente  no  nos  volve- 
remos ó  ocupar  de  Colón  hasla  trascurrido 
el  largo  lapso^  (empleemos  esta  palabra 
en  atención  ú  la  solemnidad)  de  un  siglo- 
de  lo  cupJ  se  alegrarán  ustedes  y  nosotros 
también. 

He  aquí  como  se  adjudicaron  Los  Me- 
ses. 

Reunidos  los  señores  M.  Bahamondc  y 
Casimiro  Prieto,  y  después  de  leidas  las 
composiciones  del  certamen,  publicadas 
en  el  número  41  de  El  Cascabel,  hallá- 
ronse perplejos  en  otorgar  el  premio  entre 
varias  de  ellas,  por  considerarías  ¡guales 
en  mérito,  etc. 

Cuatro  en  verso  y  una  en  prosa  fueron 
las  elegidas,  conviniendo  los  señores  Prieto 
y  Bahamonde  en  que  la  suerte  decidiese  la 
que  había  de  ser  premiada.  Y  sorteadas, 
lo  resultó  la  que  lleva  por  titulo  Era  na- 
tural, firmada  ^ov  Pedro  S.  Alvarez-, 

Este  autor  n fortunado  puede  pasar  por 
nuestra  redacción  y  recojer  el  premio. 

Es  suerte  muy  grande  la  suya. 

¡(ocuparse  de  una  cosa  ocurrida  hace 
cuatrocientos  años,  y  llevarse  uno  de  pre- 
mio! 

Porque  Los  Meses  son  doce,  cómo  usle- 
ues  pueden  suponer. 


Un  saco  que  ni  pintado 
el  sastre  cortó  á  Facundo, 
y  éste  dice  á  todo  el  mundo 
que  el  sastre  le  ha  saqueadla. 


Lleva  en  el  ojal  Pascual 
una  rosa  primorosa, 
y  ni  aun  durmiendo  la   rosa 
(juila  Pascual  del  ojal. 
Esto  nos  causa  dolor 
pues  estar,  fué  lo  correcto, 
siempre  en   la  ílor  el  insecto, 
no  en  el  insecto  la  flor. 


¡Ya  se  íué! 

Me  refiero  á  Colón,  al  que  todos  hemos 
contribuido  á  desacreditar. 
¡Qué  cosas  le  han  dicho! 


Un  periódico  qué  se  publica  en  esta  Ca- 
pital le  llama  murmullo  de  los  aTroyuc- 
los,  como  le  hiibiera  podido  llamar  causee 
de  nostre  leticie. 

otro  de  pi^ovincias  (no  oiro  murmullo, 
sino  otro  periódico)  dedica  á  Coión  un  nú- 
mero atestado  de  pensamientos  brillantes. 

Véase  la  muestra. 

«El  clima  es  muy  agradable,  y  los  ar- 
gentinos son  muy  valientes,  inteligentes  y 
t-abajadores,  y  les  gus'a  mucho^Ja  polí- 
tica. »  ^ 

Todo  dedicado,  como  es  consiguiente  al 
descubridor  del  Nuevo  Mundo. 

Porforluna  nosotros  no  podremos  asis- 
tir al  próximo  centenario. 

Ni  leeremos  los  números  exfraordina- 
rios  que  se  dediquen  á  Colón. 


De  Europa  ayer  has  venido, 
y  vas  luciendo  tu  porte, 
y  tu  hermosura  y  el  corte 
de  la  ropa  que  has  traído. 
Toda  la  gente,  encantada, 
por  tí  demuestra  interés: 
ahora  sabemos  como  es 
lii  tontería  importada. 


Con  una  caja  de  fósforos 
se  suicidó  Gedeón; 
¡pero  se  comió  la  caja 
y  los  fósforos  tiró. 


Dice  un  diario,  que  ha  tenido  lugar  la 
fiesta  de  los  casados,  la  ijue  se  ha  cele- 
br-ado  en  el  río. 

Lo  comprendemos:  como  asistirían  al- 
gunas mamas  políticas,  los  yernos  se  em- 
barcaron para  poder  decir: 

—¡Ka  sido  una  fiesta  aguada! 

Hipócrita  consumado 
á  Juan  supone  la  gente, 
pues  dice  conlinuauíente 
([ueestá  sin  fausto  instalado. 
Yo  ayer  le  hice  una  visita, 
y  vi  su  sinceridad: 
con  fausto  I  o  está,  es  verdad, 
pero  está  coM  Mari:ai-i  a. 


'cr 


í*í;í!Sj5s_-.-<-í 


t)70 


EL    CASCABliL. 


•■sf»',    í 


'^ 


^^ 


ondmcia 


^- 


P.  ¿flí.— Sus  cantarfs  parecen  escritos  pnra  un 
funeral. 

.4 ¿orno.— Quedan  purgando  cuarentena  sus  traba- 
jos. 

F.  L. — Pero  ¿qué  tiene  que  ver  1(3  ijue  V.i.  remite. 
coa  Colón  y  América?  Nada  absolutamente. 

Ziícero.— Muy  bonito:  pero  de  dimensioniís  alar- 
mantes. 

Ame'rico.— Bueno,  pues  si  publico  aquello  que  dir»: 

Y  tú,  inocente  Colón 
que  atrevido  le  lanzaste... 

es  seguro  que  Col6n  se  lanza  sobro   Vd.  y  le   rompe 
algo. 

Aí'mrmíca.  -  ^lúsica  ..  celestial. 
-     C,  J/.— Otra  vez  estarA  Vd.  más  acertaio.  condi- 
ciones no  le  faltan. 

Inspector  de  ¿rrt«í/rt.— Demasía  'o  largo  y  no  muy 
oportuno. 

27te.— Buen  remedio  para  los  nerviosos. 

Marcos.— \l&  Aq  repitir  Ij  m¡sni>.  .su  trabajo  es 
lartro,  larguísimo. 

Apolo  sin  /i.— Pues,  no  lo  dudo,  ya  q"e  Vd.  lo 
afirma.  Pero,  coincide  con  otra  publicada  hace  años, 
y  no  quiero  que  algún  malicioso  la  emprenda  con 
usted. 

r. //.  í/e  .1!/.— No  reúne  las  condiciones  reqneri- 
da..o. 

Peterbeijue.—Dfia  algo  que  desear. 

Santiago. -'íio  es  n'!<  vo. 


Estudiante.— Por  compromiso  no  se  patlica  nada. 
Siento  hacerle  perder  la  apu'^sta. 
P  -la-te.— Es  íiojillo  lo  que  Vd.  manda. 
Cuí>ano.—Pevo  ¿de  donde  ha  sacado  vd.   eso,  que 

Colón  era  un  ¡jénio  proluberafite? 

P.  P.  Orejas.— \jO  que  manda  para  el  número  co- 
li  mbino,  no  tiene  nada  que  ver  con  él. 

lU  .Y"  C  — Lo  mismo  digo. 

■luán  José  r.— No  sirve.  Y  sii/a  no  se  escribe  con  II. 

Tilere.—'So  está  mal  versificado. 

Araf/e/.—'So  he  leaído  tiempo  de  leer  todo    lo  re 

cibido. 

/.  /r— Su  soñi-to  «Gloria»  supongo  que  es  una  broma 
Amai/eo.—T>ir)  sirve. 

Itadira/.— Id.  id. 

C/írlos.—Ystel    puede  copia,r,  si,  pero  no  copiar 

mal.  Por  ejemplo,  vi.nanza  se  escribe  con  b. 

Ole  yi.—S^p  publicará.  Gracias. 

./.    /?.— Aprovecharé  algo     Lo   de   la   lista  se  lo 

agradezco  y  me  ha  enternecido. 

/'//-/'6r/".— lispera  turno. 

/:«//'jr/í'o.— Arreglándolo   un  poquito   irá  próxi- 

iii.imente. 

r//7<r'ri'rü.—Kl  epigrama  de  V.  hubiese  sido  candido 

en  I  os  inocentes  tiempos  de  los  Batilos  y  Nemorosos. 

/?.      .— ;Es    muy   bonito!    Sobre  todo    aquello  que 

dic' : 

«.Seuur   do/i   Enriínie  Coll 

si  )ne  decido  á  escribir 

s'ilo  es  por  recibir 

de  los  premios  el  mayor.  » 

Kn  lo  que  sobre  todo  hay  una  gran  facilidad  en 
descubrir  consonantes  nuevos. 

Macaneador. -ViW.A  honra  el  seudónimo. 

llacillus  coma.— y.o\  bacillus  que  debía  ser  conde- 
nado á  ayunar. 

(^)iicdan  muchas  carias  por  contestar. 


•^•l]-<c- 


EL  CASCABEL 

SEMANAHIO  FKSTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


-*- 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses 

Provincias:     Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente 

»         atrasado 


S    1.50 

»   0.10 
»   0.15 


SE    D1':SEAN    AGENTES    Y    COHKESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADJllMSTRACION 

s3s-ALs;iirA-93s  (ALTOS) 


fc.ri'..^. . 


Bijí^^w«rÍ5iC«.'v.5,-íi^E!saatóC-  ^.¿.  -.^. .  ^ . 


,  ^.Líl^JlrX.i!'íl-^k^in(l¿Ss..^^rh*^'Sui 


m 


¿^■.. 


■"í^feSP: 


EL  CASCABEL 


:íA.^ 


67t 


lechería  LA  MARTONA 

Fábrica  á  vapor  de  manteca  fresca 
fina  en  el  establecimiento 


SUCÜBSAL 


DKL 


Leche  pura,  Crema,  Manteca  fina  DEL  DÍA. 

QUESOS  CAMEMBERT  Y  BRIÉ 

Ventas  por  maj'or  y  menor  en  sus  depósitos 

234,  SUIPACEA,  234 

Y 

FLORIDA   ESQUINA  TUCUMAN 
Al  menudeo  en  los  principales  almacenes, 

ADVERTENCIA 

Se  previene  al  ])úhlico  que  la  faimacia 
establecida  en  In  calle  Rivada,  (|iie  fué  an- 
teriornnenle  de  D.  4>ii¡llériiio  1.  Oaiiwcll, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproal.  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  riue  dicha  farma- 
cia no  es  ya  úc  i'rttnwtiÚ  sino  de  Sproat. 

LA    ÚNICA 

DROGUERÍA  Y  FARMACIA 
ORAN  WELL 

Que  existe  en  Buenos  Aires,  está  situa- 
da en  iu  calle  de 

VICTORIA,     NUM.    647 

Enfile  Perú  y  Chacabueo 

Atendida  personahnenle  por  su  propie- 
tapio 

Edmundo  E.  Granwell 

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2164-Calle    Chile— 2164 


Se  Iiacen  toda  clase  de  grabados  en  zinc, 
foto-grabados  directos,  etc. 

Reproducci(3n  de  cuadros  al  óleo,  acuarelas 
y  toda  clase  de  dilnijos. 

Ilustraciones  de  obras  y  revistas. 

Materiales  de  primer  orden. 

COOPERATIVA    TELEFÓNICA,    2011 


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CALLE  MORENO 

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CASA  MATRIZ  FUNDADA  EN  SABADELL 

(ESPAÑA)   EN  1881 

CAPITAL:    10.000.000    DE    PESETAS 


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de  productos  españoles  en  gensral. 

Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio 

Horas  de  despacho.     Los  dias  hábiles  d-» 
9  a.  m.  á  4  p.  m.   Los  dias  festivos  de  9  a.  m 
á  11  m. 


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BUEXO.S    AIRlíS 

Establecimiento  el  más  surtid© 
en  todo  lo  perteneciente  al  ramo. 

Precios  sin  competencia 

AL  COMERCIO 


Debiéndonie  ausonlar  ])or  ali^unos  me- 
ses de  esta  ciudad,  he  dejado  por  generid 
á  mi  señora  esposa. 

Rosa  vio,  jimio  11  de  1S92. 

FRANCISCO  BiiUERA. 


^^^m^^ 


^»SSii>«iJ8¿s/i^*i;'-ÍE"Aw^"*i»:^vii*;j: 


:ír-^..r^-.-*. 


.SÍ>ít:."{a£;v-¿fe?.í¿í.ÍiS¿fe4M¿ií.¿i"í¿;ií^i-^^^  ¿:-Z:'--  r._ '.  "^.ifiS¿k'iÍií-íSa¿Wiiffi^¿^!ÍS^1SsÍ 


672 


EL  (ksCABEL 


V    -k 


NÚMERO   ÚNICO 


••».-t,Vl3;i .'  ■~<J- 


■-",,f^Z'i^'' 


ES  EL  MEJOR 
CENTENARIO 


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CONSERTAR  U  SALUD  ^  "~^"° ''  ^"scripcion 


CURAR  LAS    ENFERMEDADES 
con  el  uso  de  las  aguas  minerales  naturales 

DE 


CARABANA 


ESPAÑA    PROVINCIA  DE  MADRID 

Purgantes,  únicas  de  su  especie.— Estas  cé- 

kíbres  aguas,  verdadera  juya  medicinal. 
obtuvieron  diez  medallas  de  oro,  ocho  diplo- 
mas de  honor  y  los  más  grandes  premios  'tn 
■  todas  las  exposiciones. 

Analizadas  por  las  Academias  de  Medicina 
de  -Paris  y  Madrid  y  por  el  Dr.  Pedro  N.  Ára- 
la, en  el  Laboratorio  Municipal  de  ]3uenos 
Aires. 

Kstíis  aauas  son;  purgantes,  depiirativas, 
anti  biliosas,  anti-herpéticas,  anti  escrofulosas 
y  anti-sifiliticas. 

Declaradas  uor  la  ciencia  médica  como  el 
mejor  depurativo  de  la  sangre  alterada  por 
los  humores  ó  virus  en  geneíal. 

Las  aguas  de  Carabtóa,  purgantes  como 
ninguna  otra,  las  mandan  los  médicos  con 
preferenc  a  á  todas  sus  similares,  porque  las 
niiPi  f»l  núhlico  conoce  como  algo  buenas  son 
osificadas  en  su  mayoría. 

Venta  por  mayor  y  menor:  Demarchi,  Pa- 
rodi  y  C»,  Defensa,  419.  y.  en  todas  las  'ar- 
mtjcias  y  droguerías  de  Buenos  Aires  y  pro- 
vincias. 

Representación  general  en  las  Picpúblicns 
Argentina  y  del  Uruguay,  Méjico,  557,  Bs.  A?. 


21G4— CHILE— 210-4 

SE  RECIBEN  SEMANARIOS  ESPAÑOLES 

Madrid  Cómico.  , 
Blanco  y  Negro. 
El  Cascabel  (de  Madrid.) 
Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómica. 
El  Iír;parcial. 
La  Saeta. 

La  Lidia. 
El  Liberal. 
'    El  mundo  femenino. 
La  Mosca  blanci. 
La  Campana  de  Gracia. 
La  Esquella  de  la  Ton-atxa. 
Etc.,  etc. 

De  ventii  en  los  principales  kios- 
kos  de  Buenos  Aii-es.   . 

Para  suscripciones:  CHILE,  2164 

Teodomiro  Suñé 

ESCRIB.AXO  PÚBLICO 


OFICINA: 

PIEDAD  NÚM.   513 


—¿Pero  ha  visto  V.  .?                          ■            -          . 

^^« 

Ü 

—¿El  qué? 

—¡Que  no  hay  fiambre  como  las  tiestas  del  centenario. 

— No  estoy  conforme;  para  fiambres,  sandwichs,  licores 
etc.,  no  hay  nada  como  la 

^}^^f^ 

Gran  casa  de  Lunch  Anglo  Argentina 

^ 

B"ENITO   H.    LASCANO  y  C''                                   | 

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Bolívar  esquina  Victoria                                                                        1 

liup.  CVÜEUILU  DE  LA  VLkTL  ii*itión  de  Obrus.  á  oarso  de  il.  I'uig 


SÉÍt£ÍS-J^SiíáS'iéSÍVÍ'-l«j!Í*!feV/íítí^  -.'-' 


Afto  I    Buenos  Aires,  Octubre  26  de  1892    Núin.  43 


Bfitor  propieUrio:  FRANCISCO  FERRÉS 


Redacción  y  ÁdiHÍDÍstracion:  ALSINA  939  (altos) 


. :      HOBAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad. . .    |  0.10  et  númerx. 
Número  atrasado . , . .    »  o .  15        id 


■     Unn  v'^ntaja  noloria 
tiene  esta  artista  al  cantar; 
pues  solo  con  principiar 
á  cantar,  canta  Yictoria. 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  G* 


In 

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Síf, 


.674 


EL  CA9CABEL 


Ȓ[Ct-^ 


A  política,  que  nos 
absorve  la  atención  y 
el  dinero,  está  desti- 
nada á  presentar  á 
nuestros  atónitos  ojos 
los  mas  estraños  con- 
trastes. 

Queremos  huir  de 
¿     ella  como  de  acreedor  en  diá  de  cobro  y  no 

-  nos  es  posible. 

Toda  la  escala  social  está  conmovida 
desde  el  cambio  de  presidente. 

Vá  uno  por  la  calle  y  tropieza  con  un 
;  amigo,  que  por  lo  que  corre  parece  una 
J      mala  noticia. 

— Adiós  Roberto,  ¿á  donde  vas? 
t,,— Al  ministerio. 
; '"       .— Carambas!  Te  han  empleado? 
;,        — Todavía  no,  pero  me  emplearán.  Aho- 
I.    ra  vengo  de  casa  del  Dr.    Quintana  y  voy 
'   coniei^do  á  decirle    que  la   familia  está 
%.  .  buena  y  que  se  acuerde  de  mí. 
•^'.    ;,   — Servicial  estás! 

•.-  — |Ah!  es  necesario.  Ayer  le'  ofrecí  al 
'     ministro  de  la  guerra  unos  polvos.  . 

—  De  rapé? 
;^  ■;   — No;  de  limpiar  metales,  asegurándo- 
,  :    le  que  no  hay  nada  mejor  para  dar  brillo 

-  á  la  espada,  y  ofreciéndome  á  limpiársela. 
- ..   — Qué  me  cuentas! 

•f;'  ' — Mas  te  contaría,  pero  estoy  ataread! 
■:'    simo.  Cuando  haya  visto  al  m  inistro  he  d 

jrácasa  de  un  senador  ministerial  que 
V    sufre  calambres,  desde  el  primer   discurso 

que  pi'onunció,  y  le  he  de  dar  unas  friegas 
^  con  estracto  de  tabaco,  y  luego  le  he  de 
rí;-:  leer  El  Diario  para  rebajarle  la  sangre. 
fc> ;  ---No  le  entretengas,  corre. 


^^Ah!  Cuando  esté  empleado  cuenta  con, 
mi  apoyo. 

—Y  ¿en  donde  te  emplearán? 

—  No  lo  sé  todavía.  Todo  depende  del 
humor  que  gaste  el  secretario  privado  de 
un  personage  que  me  apoya,  y  que  ahora 
está  atareadisimo  y  preocupado. 

— ¿Con  los  presupuestos? 

— No;  con  la  mujer  que  está  por  salir  de 
cuidado  y apropósito!  ...ya  me  olvi- 
daba de  que  he  de  comprarle  un  vejigato- 
rio perfeccionado  y  un  retrato  de  San  Ra- 
món. . .  [Adiós  amigo;  perdóname,  pero  la 
política  tiene  exigencias... 

— Adiós. 

Dejamos  al  pechador  de  empleos. 

A  los  pocos  pasos  encontramos  á  un  se- 
ñor grave  á  quien  conocimos  en  mejores 
tiempos  con  un  lobanillo  en  la  nariz. 

—  Todo  ha  concluido!  nos  dice. 
—Habla  V.  del  lobanillo? 

—  Hablo  del  país. 

—No  entiendo. . . . .  ¿acaso  habrán  con- 
cluido para  él,  los  malos  tiempos? 

— Empiezan  los  peores.  En  mi  oficina 
han  dejado  sin  empleo  á  cincnenta  hom- 
bres que  ahora  son  cincuenta  fieras.  Cons- 
piraremos y  comeremos,  digo,  y  goberna- 
remos. Adiós. 

Me  alejo  pensando  en  que  gobernar  y 
comer  pueden   ser  sinónimos. 

Y  pensando  en  ello  llego  á  casa  de  Ro- 
mualdo Pérez  secretario  de  no  se  qué  ofi- 
cina de  qué  ministerio. 

— ¿Está  Romualdo? 

—  Está,  si  señor,  nos  dice'  su  consorte, 
pero  está  con  el  acceso... 

—¿De  gotM? 

—  Que  gotas,  ni  que  gotitas!  Lo  que 
tiene  es  una  tormenta  desencadenada... 

— No  me  lo  explico. 
— Pero  ¿no  sabe  V.  nada? 
— Según  y  conforme. 
— Ignora    V.    que    tenemos     ministros 
nuevos? 

—Y  ¿ellos  son  causantes  de  la  tormenta? 

—  ¡Claro  está! 

— Pues  para  mi  está  oscuro. 
— Ignora  V.  que  Romualdo    era   secre- 
tario ñe...  ;      ~ 
— No  señora. 

—  Pues  bien:  va  no  lo  es. 


-  ^1'"" " '■     ': '" .  ■ '"íHiMíÉ?- : 


;^1:; 


¿;W^Í!'Á>-iíá^>■_'í?l¿^^í'!ír¿¿■^^jú>".  •-'■- i¿¿\í 


BL  CASCABEL 


67$ 


—  ¡Que  me  cuenta  V!  ;¿ 

—De  modo  que  gracias  al  ministro  nue- 
A'o  nos  vemos  reducidos  á  la  nada. 

Mientras  Romualdo  tuvo  el  empleo,  to- 
•do  marchaba  bien.  En  casa  no  faltaba 
nada. 

Y  Romualdo  y  nosotros,  teníamos  fija  la 
A'ista  en  la  felicidad  del  pais  y  en  la  ali- 
mentación de  la  familia.  A  costa  de  gran- 
des sacrificios,  y  trabajando  dos  horas  por 
lo  menos,  Romualdo  labraba  su  felicidad 
y  la  de  la  familia.  Ahora  todo  ha  termina- 
dlo; no  somos  nada  y  todo  ¿por  qué?  Pues 
por  que  la  mujer  de  López  se  ha  puesto  de 
por  medio  y  ha  sacado  el  empleo  á  Ro- 
mualdo para  dárselo  á  su  marido. 

— ¿De  Romualdo? 

— De  ella. 

— Ah,  V.  perdone:  tales  noticias  me  obs- 
truyen las  entendederas. 

Que  se  alivie  Romualdo  y  yo  ya  pasaré 
Á  enterarme  del  estado  de  su  salud. 

Los  industriales  andan  como  alma  que 
'leva  el  diablo  por  que,  es  lo  que  decía  uno: 

— -Como  cobraré  mis  cuentas  ahora  que 
-ya  no  son  poder  tantos  clientes  mios? 

— Cóbrelas  con  paciencia. 

—Esa  es  la  que  empiezo  á  perder.  Mire 
«sted,  la  señora  de  Luquete,  aquel  subse- 
cretario que  gastaba  tanto  lujo  ya  me  ha 
hecho  volver  dos  veces  con  la  cuenta,  v  la 
última  vez  me  dijo: 

— Vaya  V.  á  cobrar  áSaenz  Peña,  que 
nos  ha  dejado  sin  empleo. 

Y  el  otro  día  un  almacenero  me  ha  con- 
fesado que  de  casa  del  ex-subsecretario  le 
mandaro.n  pedir  fiada  una  botella  de  vino 
cristiano,  siendo  así  que  antes  solo  toma* 
ban  champagne  y  pagaban  al  contado. 

En  una  palabra.  El  cambio  de  personal 
ha  causado  sensación  en  todas  partes,  y 
menos  mal  cuando  la  sensación  es  tan 
íigra^lable  como  la  experimentada  por  un 
sastre  gordo  y  viudo  al  que  me  encontré, 
lleno  de  alegría  y  retozón  como  nunca. 

-.Qué  le  pasa  que  está  tan  risueño...  ¿se 
«asa  V.  por  casualidad? 

—  Cá!  Algo  mejor.  Tengo  tanto  trabajo 
como  quiero  ;Que  bien  marchará  ahora  el 
pais! 

— ¿V.  lo  cree? 

—Y  lo  afirmo.  Mire  V;  ya  tongo  encar- 


gados una  porción  de  trajes  elegantes,  y 
es  porque  casi  todos  han  sido  empleados 
popel  nuevo  gobierno,  y  ¡claro  está!  se 
peeocupan  de  presentarse  bien,  vistos  por 
fuera. 

El  pais  se  salva! 

De  modo  que  á  juzgar  por  las  aparien- 
cias la  política  es  la  que  lo  mueve  todo. 

Mientras  tanlo  si  preguntan  Vds;  por 
el  pais,  á  algún  político,  este  les  contes* 
tara. 

Bien  gracias,  ¿y  la  familia? 


DOM 


Que  te  traten  de  doña  te  disgusta, 
porque  cuentas  tan  solo  veinte  abriles,   -  . 
y  juzgas  que  á  tus  años  juveniles 
el  título  de  do^a  no  se  ajnsta. 
Más  es  tu  queja  por  demás  injusta,  - 
si  se  funda  en  motivos  tan  pueriles, 
pues  siempre  fué  de  nobles  y  gentiles 
darle  el  don  á  una  dama,  cosa  justa. 
Deshechar  debes  tales  aprensiones 
cuando  tienes  por  suerte  (y  no  te  engaño) 
tantos  y  tantos  apreciables  dones: 
que  te  dé  yo  uno  más.  no  es  nada  extraño; 
considera  si  atiendes  á  razones 
que  al  tratarte  de  do'ia,  no  te  daño. 

Federico  Astor. 


— ^^- — 


AFICIONES 


Desde  la  más  tierna  edad,  se  despiertan 
en  algunos  individuos,  aficiones,  que  más 
valiera   que    siguieran    durmiendo,    para 
tranquilidad  y  sosiego  de  los  demás  mor-;  . 
tales. 

Niños  hay  en  quienes  sus  aficiones ^^fíi-.- 
ióricas^  como  suelen  decir  algunas  mamas 
(le  esos  Murillos  en  perspectiva,  son  tales,    - 
f[ue  en  cuanto  cogen  un  lápiz  por  su  cuen- 
ta, escorzan  ó  escucrzan  la  fisonomía  de 
cualquiera  de  la  familia,  que  al  decir  del 
papá,  eslá   hablando,  aunque    mal;  pero 
vaya   V.   a  convencer  á   los   autores  del' X 
nene,  de  que  tales  aficiones  no  darán  fruto,;  r? 
Ellos  creen  que  sus  geroglificos  indican  un  ■  ' 
porvenir  de  color  de  rosa  para  el  futuro;  ;. 
pintor  y  cifran  en  él  sus   esperanzas  no,átá¿:.s. , 
verdes  aún  que  el  color   predominaiíle  enr ' ' 
los  cuadros  de  género  de  pastel  del  pinta^- 
monas.  vj   :.  .; 

Como  es  natural,   en    la   odnd  aduUa  dU/'- 
adusta  de  los  individuos  con  aficiones  es^  '■! 


■M¿M^^MM^^^^SiMm^¿^^^^¿,: 


BÍPaJ&Í^^^: 


,:^^^. 


irl- 


676 


EL    CASCABEL: 


tas  son  más  trascendentales,  si  trascien- 
den al  mundo  exterior. 

Ocupa  el  primer  lugar  la  afición  á  la 
música  como  la  más  estrepitosa  de  todas. 
Dios  nos  libre  de  tener  pared  por  medio 
una   aficionada  al  piano,   pues  entonces 
nuestra  existencia  será  una  no  interrum- 
pida serie  de'  suplicios  titánicos  ó  de  téta- 
nos. jEso  de  despertar  á  uno  á  fuerza  de 
tecleo  es  horrible!    Hay  aficionadas   cuyo 
piano  es  para  ellas  su  segunda  existencia, 
pero  una  existencia  ruidosa.  Los  dedos  de 
las  manos  ó  de  los   pies  de   la   aficionada 
están  unidos  indisolublemente  á  las  teclas 
día  y  noche.  Hay  que  oirías,  es  decir  ha- 
bría que  no  oirías  como  izaban  al  instru- 
mento cada  nota  que  le  hace  á  uno,  y  á 
todos  los  que  tienen  la  desgracia  de  escu- 
charla, pensar  instintivamente  en  el  suici- 
dio. Esa  «Slella  Confidente»  ha   sido  és   y 
será  la  confidente  obligada  ¡y  tan  obligada! 
de  tales  aficiones.  Y  no  digamos  nada  si 
se  cantan  al   mismo  tiempo,  ó  á  destiempo 
como  es  lo  seguro,    porqué   entonces,  ^oh! 
.  entonces,  rugidos  de  fiera  enjaulada;   ma- 
yidos  de  gata  soltera   á  forciori^  algo  así 
como  un  cataclismo   de  cacharreria,  será, 
digo  és,  la  resultante  de  tal  afición  que  mal- 
decimos .los  pobres  apianados  ó  aplana- 
dos. ¡Qué  verdadero  es  el  refrán  aquél  que 
dice  npia7io  piano  .ñ  vá  lonfano»,  pues 
de  mi  se  decir,  que  en  cuanto  oigo  la   pri- 
^  mera  nota  me  voy  á  mil  leguas  de  distan- 
cia, para  guardar  una  respetable  del  objeto 
-  de  mis  ansias  y  congojas. 

Pues  suba  V.  al  tranvía,  y  si  el  compa- 
ñero que  le  cupo  á  uno  al  lado,  tiene  afi- 
ción á  la  música  é  interés  por  demostrarlo 
á  la  faz  del  mundo,  se  pasai-á  un  rato  muy 
divertido  hasta  cierto  punto;  es  decir  nun- 
ca será  cierto  el  punto  en  que  uno  se  baja- 
rá del  vehículo,  pues  si  el  aficionado  ó 
in/lccionado  empieza  por  tararear  un  trozo 
que  destroza  de  su  ópera  favorita  y  al  lle- 
gar al  deseado  crescendo,  se  acompaña 
con  el  bastón  y  éste  á  su  vez  viene  á  hacer 
un  terceto  ó  tercero  en  discordia,  con  nues- 
tros pedales,  la  nota  final  de  este  descon- 
cierto, será  agarrar  por  el  cuello  al  director 
de  orquesta  y  matar  en  flor,  aquel  galline- 
ro ambulante  ó  abundante. 

Otros  llevados  de  su  afición  á  recitar  ó 
recetar  versos,  los  declaman  de  tal  mane- 
ra, que  obligan  á  quien  les  oye  á  clamar  á 
Dios,  único  ser  á  quien  se  dirigen  á  juzgar 
por  los  enormes  gritos  que  dan. 

También  hay  compañías  de  aficionados 
«i  pisar  las  tablas,  como  hay  compañías  de 


ladrones:  es  lo  mismo,  unas,  ladt^an  en  vez^ 
de  representar  y  nos  roban  todos  los  senti- 
mientos humanitarios  que  guardamos  en 
nuestros  dislacerados  pechos,  como  los 
otros  nos  roban  la  bolsa.  En  cierta  ocasión 
vi  representar  La  vida  es  sueño  por  una 
compañía  de  aficionados,  y  el  que  hacia 
de  Segismundo,  salió  d  luz  de  smoking  y 
con  un  cigarro  de  la  paja  en  la  boca.  Des- 
de entonces  mi  vida  es  un  sueño,  mejor 
dicho  una  pesadilla  perpetua,  pues  creo  en- 
contrarme apuntando  á  tales  actores,  pero 
apuntándolos  con  un  remington  y  ¡sufro! 
sufro  horriblemente  de  ataque  de  persecu- 
ción, y  ruego  á  Dios  que  al  despertar  no 
me  ponga  delante  de  algún  aficionado  de 
esos,  porque  no  respondería  de  mis  actos, 
como  ellos  no  responden  de  los  que  repre- 
sentan. 

La  afición  á  viajar  tiene  también  muchos 
prosélitos.  D.  Restituto,  ya  se  sabe,  en 
cuanto  tiene  un  día  libre,  pilla  el  tren  y 
no  para  hasta  el  Tigre.  Es  lo  que  él  dice — 
Ver  mundo  fué  siempre  mi  afición,  y  ahora 
que  puedo  me  doy  rienda  suelia  y  el  mejor 
día  sin  hacer  testamento  siquiera  tomo  el 
tren  y  no  paro  hasta  Trenque-Lauquen, 
aunque  el  tren,  descarrile  en  el  camino  y 
me  rompa  una  pata.         '  ' 

Señoritas  soñadoras  hay  que  demuestran 
una  desmedida  afición  por  tener  novio  ó 
por  que  el  novio  las  tenga  á  ellas,  y  aban- 
donadas á  sus  aficiones,  se  abandonan  al 
novio,  abandonan  el  puchero  y  los  ventila- 
dos calzonzillos  del  papá,  y  concluyen  por 
quedar  abandonadas  del  novio,  y  á  sus 
aficiones. 

Individuos  hay  que  llevado  de  sus  aficio- 
nes pelotísticas  ó  caballisticas,  dá  con  fre- 
cuencia la  fila  y  recibe  en  ella  las  befeta- 
das  que  suelen  perderse  en  las  peloteras 
de  los  frontones  y  en  las  atropelladas  de 
las  carreras,  pero  no  escarmientan;  pier- 
den los  pesos  y  de  peso,  eso  si,  pero  la  ' 
afición  nunca. 

También  hay  aficionados  de  pega,  que 
llevados  por  ella,  la  pegan  con  cualquiera, 
pero  esta  afición  no  suele  salir  del  hogar 
doméstico,  sitio  sagrado  ó  consagrado,  por 
algunos  para  dotnesticar  la  mujer,  de- 
jándose entonces  llevar  de  sus  aficiones 
caseras. 

Tal  es  el  horror  que  he  tomado  al  gremio 
de  aficionados,  que  á  mí  mismo  me  despre- 
cio interiormente,  no  por  la  ropa  interior, 
aunque  mis  motivos  tengo,  sino  porqué  es- 
cribo por  afición. 

Luis  González  López*     % 


¿Ja  :^^'ít(x^>-'"  í-  ^Í.'-'  ■*  --: 


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EL  CASBABEL 


■-K-rb-   677 


LA  BEEKUaA 


■■'.  -'■  ■•■'••=» 


Cuando  nació  Nicolás 
ya  la  berruga  tenía, 
cuyo  aspecto  producía 
alarma  entre  las  papas; 
pues  decía  el  padre  así. 
—¿De  quién  heredó  tal  cosa, 
que  ni  la  tiene  mi  esposa, 
ni  la  ha  sacado  de  mi? 
Y  le  sorprendió  la  muerte 
sin  poder  dilucidar 
si  aquel  bulto  singular 
seria  desgracia  ó  suerte. 
Eíi  cambio  su  propietario 
la  berruga  maldecía  • 
puesto  que  le  producía 
sinsabores  á  diario. 
Cuando  asistía  á  la  escuela, 
los  muchachos  S3  jijintaron 
y  el  bulto  le  chamuscaron 
con  la  llama  de  una  vela. 
Luego  el  maestro  severo 
á  Nicolás  regañaba, 
porque  la  clase  infestaba 
de  olor  á  asado  con  cuero.  .^ 
Halló  más  tarde  un  señor," 
que  le  dijo  al  desdichado: 
—Contigo  he  sirppatizado 
y  seré  tu  protector. 

Y  aquel  señor,  ciertamente, 
de  buena  fé  procedía, 

ya  que  como  protegía 
animales  solamente 
dio  en  un  error  bochornoso, 
que  á  Nicolás  sofocaba, 
pues  la  berruga  tomaba 
por  un  insecto  monstruoso. 

Así  el  pobre  Nicolás 
se  hizo  en  la  desgracia  fuerte, 
pues  pasó  la  mala  suerte; 
pero  la  buena,  jamás. 

Y  tuvo  tremendos  días 
en  que  creyó  suicidarse, 
cuando  pensando  afeitarse 
iba  á  las  peluquerías. 
Con  aspecto  receloso 
buscaba  el  sitio  fatal, 

y  allí  hallaba  al  oficial 
que  le  decía  obsequioso: 
— ¿La  barba?  Siéntese  aquí. 
Tiene  usté  el  cutis  muy  suave 
¿Y  diga  usté  que  se  sabe 
de  bochinches  por  ahí. 
Anoche  llovía  á  mares 
pero  fui  ¿Y  usté  no  fué? 


—¿Dónde? 

— A  la  tertulia  de 
Artistas  Peliculares. 
¿Lo  de  Bismarcíc  no  ha  leído? 
¿Le  hago  daño?  ¡E?  un  horrorf 
Creo  que  el  Emperador 
con  el  Papa  se  ha  batido 
Dicen  que  ayer  se  ha  tratado 
de  una  nueva  lotería. 
Usté  es  joven  todavía 
está  muy  bien  conservado. 
No  tiene  usted  una  arruga. 
Dicen  que  Crispí  batalla 
por... 
-iAy! 

—¿Qué  tiene! 

■  —¡¡Canalla!! 
jMe  ha  cortado  la  berruga! 

Con  horrible  crueldad 
siempre  resultaba  herido 
y  estaba  el  pobre  aburrido 
de  tanta  calamidad. 
Llegó  á  pensar  en  la  muerte, 
pues  un  médico  le  dijo, 
que  en  la  berruga  de  lijo 
estaba  su  mala  suerte. 

Y  era  inútil  cuanto  hiciera 
si  no  rompía  su  encanto; 
viviendo  infeliz  en  tanto 
no  le  desapareciera. 

Preocupado  vivía, 

y  un  día  se  enamoró 

y  con  una  se  casó, 

mas  sin  saber  lo  que  hacía. 

Tuvo  un  hijo  á  quien  amaba, 
como  todos  los  papas, 
y  á  quien  siempre  Nicolás 
en  sus  rodillas  sentaba. 
Un  dia  con  su  boquita 
rosada  de  serafín, 
mordióle  el  niño  y  dio  fin 
á  la  berruga  maldita. 
Soltó  el  padre  un  horrot-oso 
terno,  y  mirando  á  su  hijo: 
—Tu  me  has  hecho  feliz— dijo— 
¡Ahora  puedo  ser  dichoso! 

Y  el  padre  tuvo  razón. 

Mas  al  tragarla,  un  empacho 
di3  la  berruga  al  muchacho 
y  murió  de  indigestión...! 

Luis  García. 


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43 


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678 


EL  CASCABEL 


—La  baJija,  la  jaula  y  la  sombrerera  para  las  monjaá  de  Santa  Clara  ¡Claro!  será  un  rega- 
lo á  la.  Virgen. 


X  -I  $  "/n 


A  conocí  en  Viernes  Santo, 
al  salir  de  la  iglesia.    ¡Qué 
hermosa   estaba!   Era    una 
hermosura    no     concebida 
aún  por  el  arte.   Mi  cora- 
zón, herido  ya  por  la  enve- 
/    Y^'^'^^^^^l   nenada   flecha  del  travieso 
c-^^\i   .i&so  chiquilin,  ataviado  con  ar- 
madura de  indio,  ibase  tras 
aquel  talle  flexible  como  el 
junco,  mis  ojos  se  perdían  entre  aquel  gru- 
po de  tentadoras  curvas,  divinamente  tra- 


zadas, que  formaban  su  elegante  busto, 
quien  dibujaba,  al  través  de  la  seda  que  lo 
cubría,  las  ondulaciones  de  un  turgente 
seno,  nido  de  amor  y  manantial  fecundo 
de  placeres. 

¡Ah!  Ya  empezaba  yo  á  poetizar...  malo, 
inequívoca  señal  de  locura...  y  efectivamen- 
te, como  un  loco  segui  á  aquella  mujer,  su- 
gestionado hacia  ella  por  una  fuerza  supe- 
rior, hasta  que  la  realidad,  en  forma  de 
puerta,  se  interpuso  entre  mi  vista  y  sus 
encantos. 

Desde  aquel  dia  empecé  el  asedio  frente 
a  su  casa  ¡ay!  y  desde  aquel  dia  empezaron 
también  mis  sufrimientos. 


i&bí% 


>JA^ 


EL    CA8CA.BEL 


679 


El  sitio  fué  largó  y  tenaz.  V; 

Allí,  firme  en  aquella  esquina,  aguanté 
todas  las  plagas  que  invaden  á  diario  las 
calles  de  Buenos  Aires. 

Allí  suí'ri  también  los  martirios  de  lf*s 
tan  celebradas  obras  de  salubridad,  y  de  la 
remoción  de  empedrados.  Alli,  embutido 
entre  un  verdadero  arsenal  de  picos,  palas, 
martillos  y  carretillas,  recibiendo  pisoto- 
nes y  magulladuras,  gracias  á  una  mura- 
lla que,  levantada  á  lo  largo  de  la  acera, 
por  aquella  brigada  de  bene?nér¿fos,  deja- 
ba apenas  el  espacio  suficiente  para  el  paso 
de  una  lagartija:  alli,  en  aquella  trinchera, 
esperaba  yo  alcanzar  el  premio  á  tanto 
amor  y  á  tanta  constancia. 

Afortunadamente,  al  cabo  de  pocos  dias, 
y  después  de  mil  frustradas  tentativas  para 
acercarme  á  mi  amada,  recibí  de  ésta,  por 
conducto  de  la  sirviente,  un  billete  conce- 
bido en  estos  términos:  «Mañano,  á  las 
tres  de  la  tarde,  mi  donceHa  le  esperará  ü 
la  puerta  de  mi  casa;  déjese  conducir  y 
haga  todo  lo  que  ella  le  diga;  vá  en  ello 
nuestra  felicidad.» 

Confieso  que  una  cita  a  semejante  hora 
parecióme  de  pronto  muy  prosaica,  pero 
no  me  entretuve  en  razonar,  sino  en  espe- 
rar impaciente  las  horas  que  faltaban  para 
la  del  tan  anlielado  memento. 

Con  la  puntualidad,  pues,  de  un  recluta, 
estaba  al  día  siguiente  en  mi  sitio  á  la  hora 
indicada.  La  doncella  estaba  ya  esperán- 
dome. 

— Sígame  usted— dijo  en  voz  baja  asi  que 
me  vio. 

Seguí    tímido   y   tembloroso,   Crúzame  s 
una  pequeña  galería  de  cristales  y  llega- 
mos á  una  puerta  por  la  que  me  hizo  pene-  ¡ 
trar  mi  guia,  diciéndome  con  cierto  mis- 
terio: 

— Pase  usted  y  espere  un  momento. 

Pasé  y  esperé.  Mi  corazón  se  agitaba 
violentamente  pretendiendo  huir  de  su  es- 
trecha cárcel.  Aquellas  bellas  ilusiones 
que  tanto  tiempo  acariciara,  iban  á  con- 
vertii'se  luego  en  deliciosas  realidades. 

Me  hallaba  en  una  salita  amueblada  con 
sencillez,  pero  con  delicado  gusto. 

Esta  seria  el  único  testigo  de  nuestros 
trasportes  de  amor. 

¡Ah!  En  aquel  camarín  se  iba  á  desarro- 
llar el  idilio  más  patético  que  registran  las 
crónicas  amorosas. 

Alli;  de  rodillas,  pronunciarían  mis  labios 
el  ¡Te  amo!  más  expresivo  que  haya  sali- 
do jamás  de  pecho  amante. 


Y  nuestros  arrullos  subirían  al  cielo  entre 
coros  de  ángeles.  ' 

La  aparición  de  la  fámula  truncó  mi  so- 
liloquio y  me  hizo  descender  de  aquellas 
regiones  desconocidas. 

Pero  esta  Nez  venía  aquella  joven,  arma- 
da de  una  escalerilla  de  mano,  una  espon- 
ja y  una  jofaina  con  agua. 

— Empiece  usted  por  quitar  los  visiUos 
de  estas  puertas,--dijo,  levantando  la  voz 
y  dándome  la  escalera. 

— ¡Eh!...- 

—  Es  orden  de  la  señorita— dijo  en  voz 
baja. 

—Pero... 

— Obedezca  usted;  ella  se  lo  ruega. 

...Obedecí;  subí  á  aquella  escalera  que 
debia  ser  para  mí  la  de  Jacob  y  quité  los  . 
visillos. 

— Bueno;  ahora  empiece  usted  á  limpiar 
los  cristales:  tome  usted,  yo  le  tendré  la 
jofaina. 

— ¡Pero  chica!... 

—  -Hágalo  usted;  vá  en  ello  su  íelicidad — 
me  dijo  casi  al  oído. 

— Es  que  voy  á  ponerme  hecho  un  Nep- 
tuno. 

— Tome  V.  mi  delantal. 

En  fin,  dispuesto  a  llegar  al  término 
de  aquella  aventura,  ceñí  la  toga  de  mu- 
camo y  empecé  la  limpieza  con  un  ardor 
digno  de  mejor  causa. 

Cuatro  de  los  cristales  exhibían  ya,  sin 
rubor,  su  brillante  superficie  y  empezaba  - 
á  tardarme  la  aclaración  de  aquel  enigma, 
cuando  el  ruido  que  hizo  al  abrirse  la 
puerta  que  comunicaba  con  la  pieza  inme- 
diata, me  hizo  volver  la  cabeza  y  abando- 
nar apresuradamente  mi  elevado  puesto. 

—  ¡Ah!  esta  vez  es  ella;  ella  que  viene  por 
fin,  rendida  y  enamorada,  á  colocar  á  mis 
plantas  la  ofrenda  de  su  casto  amor.  Me 
adelanto  con  los  brazos  abiertos,  y...  un 
caballero  se  dirigió  hacia  mi  con  aquella 
confianza  que  muestra  á  las  claras  al 
dueño  de  casa. 

— Joven, — dijo  saliendo  á  mi  encuentro — 
mi  señora  está  muy  contenta  de  V.  y  yo 
también;  si  continua  V.  en  la  misma  es- 
quina, tendremos  el  gusto  de  utilizar  sus. 
servicios  cada  vez  que  sean  necesarios. 
Tome— añadió,  alargando  la  mano. 

Una  carcajada  femenina,  puso  fin  á  este 
exordio. 

No  sé  lo  que  pasó  después;  sólo  recuerdo 
que  cuando  me  repuse  de  mi  aturdimiento, 
me  encontraba  eti  medio  de  la  calle,  lejos 
del  teatro  de  mis  desventuras,  vestido  de 


^é>&i¿rxMíSikJí0í\-ÍB^Í4&'MS>: 


"L-Js^t^i--': 


oeo 


8L  CASCABEL 


TIPOS    CALLEJEROS 


Lrü    OOCmgRA 


!-:-MAvasA: 


Cocinera  excepcional; 
á  quien  su  patrón,  con  fé, 
considera  sin  rival 
por  ser  la  emperatriz  de 
su  región  abdominal. 


,  Ií:j-Í^.ÍsÍ~/S-J*.-  :>~'íg..ru 


i_T»JPI!-.ríífcr.ií^iís¿^^,^^^.  , 


.■   -^^x^i^sr 


EL  CASCABEL 


«^t 


T 1  Í^OS"  "e  A  l2  iL  E  J  E  R  O  S 


L    ¥EMDEDOM    DE    DIARIOS 


Desde  Pichincha  á  Defensa 
toda  la  ciudad  inmensa, 
cruzan  las  piernas  rollizas 
de  este  heraldo  de  La  Prensa, 
el  progreso  y  las  nodrizas. 


íÉíá^i^¿^;^ÉS&;^&fe¿^&S:^%-iíá^£**:-&_^«^^  -  í.  ■  ;^ 


tí¿S«:.Sí. ,  sí-  .Tj-r^'í-tM^i'-» 


^í/^W^v- 


'vmS'D^^'f^'-''' 


=•:«;*. 


v 


-■■■■■•■    "  5- :!i'íí^  li'-  Á'^  i?:'  ^í*-'- 


EL  CASCABEL 


levita,  con  un  delantal  blanco,  y  con  el 
sombrero  en  la  mano,  llamando  natural- 
mente, la  atención  délos  transeúntes. 

Aléjeme  presuroso,  de  aquel  sitio,  abrí 
la  mano,  que  aún  mantenía  cerrada,  y  en- 
tonces me  di  cuenta  de  la  burla  á  que  in- 
cautamenle  me  habla  prestado. 

Mi  mano  contenia  un  papel  que  yo  había 
tomado  sin  saber  lo  que  hacia. 

Aquel  papel,"  arrugado  y  viejo,  era  una 
afrentosa  lección. 

La  que  yo  habla  creído  tierno  capullo, 
era  abierta  flor,  cuyo  perfume  aspiraba  ya 
su  legitimo  dueño.  La  que  yo  había  su- 
puesto inocente  niña,  era  una  infame  co- 
queta, que  se  burlaba  de  mi,  y  que,  por 
mano  de  su  esposo,  pagaba  mi  amor,  mis 
ilusiones,  mis  sacrificios,  mis  desyentu- 
ras...  y  la  limpieza  de  cuatro  vidrios,  con 
un  miserable  peso  moneda  nacional. 

¡,.  i\\  Cai'bó. 


LAPSU^ 


Yo  no  sé  porqué  razón, 
mas  es  la  pura  verdad: 
desde  la  más  tierna  edad 
dominó  en  mí  la  ambición. 
En  mil  sueños  ideales 
mi  cerebro  imaginaba 
que  sumido   me  encontraba 
en  un  arcón  de  caudales. 
Pero  el  hado,  ó  bien  el  Trio 
me  acosaban  sin  reparo, 
no  encontrando  mas  amparo 
que  la  casa  de  mi  tío. 
Mansión  de  viejo  usurero 
avaro,  adusto  y  gruñón 
más  malo  que  el  sarampión 
ó  la  explosión  de  un  mortero 
Y  por  no  sufrir  desaires, 
gritos,  ni  malas  razones 
pasando  mil  desazones 
me  embarqué  hacia  Buenos  Aires. 
Creí  encontrar  un  edén 
al  ver  sentadas  mis  reales, 
con  treinta  pesos  mensuales 
como  mozo  de  almacén. 
Escribi  á  mis  relaciones 
con  gran  tono  y  bravo  brío, 
y  diciendo  á  mi  huen  tío 
que  en  esta  haría  millones. 
Tal  manera  de  escribir 
pronto  el  efecto  surtió, 
pues  que  en  varios  despertó 
.   los  deseos  de  venir. 
El  pensarlo  me  dá  rabia; 
pero  ayer  precisamente 
me  tropezé  con    Clemente 
en  la  calle  liivadavia. 


—De  verme  te  asombrarás  ;    . 

— me  dijo — pues  he  llegado 
de  España,  y  he  acordado 
estar  á  tu  lado,  Blas. 
Ya  pasada  la  emoción 
que  me  produjo  su  vista 
-  dio  principio  la  entrevista 
en  son  de  interrogación. 
—Vaya  Blas,  según  infiero 
no  parece  que  estés  mal; 
pero  tu  aspecto  no  es  tal 
que  parezcas  un  banquero. 
La  verdad,  con  treinta  duros 
que  tú  ganas  mensualmente, 
podías  ir  mas  decente 
sin  pasar  penas  ni  apuros. 
— Tu  acento  mi  alma  taladra— 
— le  contesté  velozmente 
—vente  mañana  Clemente 
vivo  á  mi4,ad  de  la  cuadra. 
Y  deseando  escapar, 
ruboroso,  avergonzado 
torcíme  de  medio  lado 
pero  él  me  dijo  al  marchar. 
—Por  marcharte  te  desvives 
y  eso  en  la  amistad  no  encuadra. 
Dices  que  estás  en  la  cuadra; 
¿pero  en  qué  pesebre   vives? 

José  Arana. 

¡¡ANDANDO!! 

€  1  I.  calorcito  que  empieza  á  hacerse 
^-A,  sentir  y  el  temor  al  cólera,  es  moli- 
vo  de  que  se  hagan  ya  los  preparativos 
para  salir  al  campo;  en  las  casas  todo  está 
revuelto  y  ocurren  algunas  escenas  origi- 
nales. 

—  Tatita  no  se  olvide  de  poner  en  el  co- 
fre mi  colección  de  música  para  piano. 

—¿Qué  piezas  son? 

—«Solo  á  ti  miran  mis  ojos»,  «Nubes  que 
pasan»,  «Música  Celestial»  y  el  dúo  de  pava 
y  borrego  de  la  «Mascota» 

—Si,  ya  sé,  ese  que  cantas  con  tu  prome- 
tido! 

—Señor,  pregunta  la  mucama,  ¿cuántos 
pares  de  calcetines  vá  á  llevar? 

—Con  media  docena  tengo  bastante,  en 
el  campo  no  me  mudo  tan  á  menudo. 

—Al  fin  hemos  convencido  á  nuestra  tia 
para  que  este  año  nos  lleve  á  las  Lomas. 
A  ella  misma  por  su  enfermedad  le  sentará 
muy])ien. 

—¿Y  de  qué  sufre? 

—  ¡Dé  hinchazón  en  las  piernas! 


;^.tí*»¿.:.^ 


■j-*,V  V.S  ■*■-■,; '"S','.>«í  V¿V^  ■■     '   ■-  -"■■  .">-,'-■  '.7 -- .  í''-. .,    -.'       '  ;— ■*    ■  -    -■'■--"T'^i'^i'"  V*--— '' ^  r- '^-"  ■■■"*■■-■"- '.■■^'-."■'""■*f''-.-'i^-^"L" 


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EL  CASCABEL 


SS:S?>^^ii»--'rf--'  •, 


683 


DE  PASEO 


—Mamá,  ¿Porqué  nos  sigue  aquel  jóveír? 
—Qué  se  yo... 

—Dice  que  el  sombrerito  tuyo  le  gusta  mucho. 
—  Claro  como  que  es  de  paja... 


feS^^¿í3ífe-siis«iákíjSlSj<£jfc'?aí'*"'i»í^ 


,-vVJ¿í3Íáíi" 


684 


"•'^i#' 


tít  CASCABEL 


■•:T-^:: 


V  —.¿Y  á  Vd.  General,  le  gusta  el  campo? 
:— Todos,  menos  el  de, batalla. 

— ¿Le  gustan  A  Vd.  loa  baño?  de  mar? 
— No,  prefiero  los  de  laguna,  yo  me  baño 
en  la  de  Chascomús! 

— Irene  ha  de  ir  á  Adrogué. 
— Y  Merceditas  á  Moren. 
— Y  nosotros  tendremos  que  quedarnos! 
—Pero  le  voy  rt  hablar  al  de  la    Vida 
Social  para  que  diga  que  me  quedo  ha- 
ciendo los  preparativos  de  la  boda. 
— ^¿De  quién? 
— ¡De  mi  patrónl 

Juan  Berenguer. 


^^>íe- 


UM  LOMBROS© 


Al  ver  García  la  Juz 
del  mundo,  se  comprendía 
que  con  el  tiempo  tendría 
algo  dura  la  testuz. 
Nació,  llenando  de  luto 
e\  hogar  en  que  nació, 
y  luego  creció...  creció 
siempre  tan  fuerte  y  tan  bruto, 
y  al  cabo  llegó  á  ser  hombre, 
mas  gracias  a  una  fecunda 
y  buena  tia  Segunda, 
(aunque  Segunda  de  nombre). 
Fué  un  estudiante  endiablado, 
y  el  tormento  de  su  tía, 
pues  que  los  cursos  perdía 
no  siendo  nunca  aprobado. 
Hombre  inútil  y  vicioso, 
al  ser  ya  mayor  de  edad, 
se  dijo,  con  gravedad: 
— ^Yo  quiero  ser  un  Lombroso 
Y  agarrando  á  un  periodista 
amigo,  le  Jijo  así: 
— Vas  á  decir  por    ahí 
que  yo  soy  criminalista, 
que  he  salido  una  eminencia, 
que  tengo  mucho  talento, 
que  soy  un  sabio,  un  portento. 
que  soy  un  pozo  de  ciencia. 

Y  haciendo  continuamente 
su  propaganda  oficiosa, 
cousiguió,  al  fin,  que  la  cosa 
.se  la  tragara  la  gente 
—A  mí  me  basta— decía— 
para  ver  lo  que  dará 
de  si  un  niño,  y  que  será, 
con  ver  su  fotografía. 

Esto  dijo,  con  cinismo, 
y  le  dio  buen  resultado, 
pues  fué  el  público  engañado 


con  tanto  charlatanismo.  -       '?' 
El  continuó  con  su  estulta        '^ 
dharla,  que  al  pueblo  engañaba; 
pero  el  público  pagaba 
el  precio  de  la  consulta. 

II 

Fuese  á  pasar  unos  días 
con  su  tia,  y  se  aburrió, 
y  aburrido  lo  pasó 
mirando  fotografías. 
—¿Quién  es  este? 

—El  de  la  tienda, 
e!  hijo  de  don  Joaquín. 
— ¡Tiene  cara  de  rocín! 
— ¡Hoy  es  Ministro  de  Hacienda! 
—Este  tiene  una  expresión  • 
de  hombre  ilustre,  y  lo  será. 
—Es  Pedrito,  que  ahora  está 
en  la  cárcel,  por  ladrón. 
Callóse  un  poco  el  pazguato, 
tras  de  tanto  desatino, 
hasta  que  dijo  el  sobrino: 
—Mire,  tía,  qué  retrato: 
Este  niño,  fijamente, 
lia  de  ser  un  animal. 
—Tienes  razón. 

— Un  bagual, 
que  hará  reír  á  la  gente. 
Se  vé  en  él  la  estupidez 
y  el  necio  charlatanismo. 
Se  comprende  su  cinismo 
sólo  con  verle  una  vez. 
Este  niño  crecerá, 
pero  ha  de  ser  la  irrisión 
del  mundo. 

— Tienes  razón. 
Es  cierto  que  lo  será. 
—Medrará  por  el  engaño... 
¿Usted  sabe  quién  es,  tía? 
—¡Tu  propia  fotografía 
cuando  tenías  un  año! 

S.  Garrido. 


DE  DOMINGO  A  DOMMGO 


Se  estrenó  en  el  Politeama.,  II  Leone 
de  Venezia,  quién  pareció  más  larga  al 
público  que  un  «canto  á  Colón»,  de  García 
Velloso.  Los  autores  recibieron  aplauso» 
merecidos,   como  se  los  merece  todo  es' 


_  ■-iit^_/?'_ 


■*j^'^ 


£L  CASCABEL 


685 


«5?- 


fuerzo  artístico  ó  literario,  que  nos  de- 
muestre no  ser  únicamente  tas  colecciones 
de  estampillas  ó  el  precio  del  tasajo,  lo 
que  llena  el  cerebro  de  los  que  aquí  vi- 
vimos. 

Tras  de  la  primera  y  única  representa- 
ción de  la  ópera  estrenada,  han  vuelto  a 
lucir  en  el  escenario  de  dicho  teatro,  sus 
mallas  vaporosas,  las  bailarinas  y  com- 
parsas, usufructuarias  de  pantorrillas  le- 
gilimas  y  como  los  productos  franceses 
,  s.  g.  d.  g. 

Un  caballero  que  asistió  al  baile  La  ca- 
prichos'a,  nos  decía,  abarcando  con  la 
vista  todo  el  pintoresco  panorama  de  una 
bailarina  ligera,  es  decir,  ligeramente  ves- 
tida: 

— Estas  Terp>sicores  importadas,  llenan 
■escrupulosamente  el  lema  del  Arte. 

—¿Cómo? 

— No  me  negará  V.  que  cualquiera  de 
elUis  enseña  deleitando... 

El  Odeón  sigue  atrayendo  un<i  selecta 
concurrencia,  partidaria  del  teatro  mo- 
derno francés,  tan  bien  interpretado  por  la 
Sra.  Reiter  y  Emanuel. 

Esta  semana  lia  sido  la  de  los  beneficios. 
Tuvieron  éstos  lugar  en  la  Cú/nedia,  en 
_Onrul)ia  y  en  la  AUiamhra. 

A  propósito  del  que  se  efectuó  en  el  se- 
gundo de-Ios  citados  teatros,  hemos  sabido 
que  son  muchos  los  descontentos,  quienes 
se  suponen  perjudicados  por  no  ser  ellos 
objeto  di'  otro  beneficio. 

Los  carpinteros,  gasislas,  peluqueros, 
etcétera,  se  creen  con  derecho  á  una  fun- 
ción en  su  favor,  y  tan  profundamente  esta 
arraigada  esta  crencia,  que  noches  pasa- 
das se  nos  acercó  un  bombero,  y  nos  dijo 
con  tono  firme: 

— El  nuestro  será  pronto. 

-¿Cuál? 

— Nuestro  beneficio. 

— Piensan  Vds.  quemar  el  teatro  ¿eh? 

— No,  señor:  hemos  pedido  ala  empresa 
que  todo  lo  que  se  recaude  en  boletería 
una  de  estas  noches  quede  á  nuestro  fa- 
vor. Hemos  confeccionado  un  programa 
soberbio.  Una  cosa  sorprendente. 

—¿El  incendio  de  Troya,  tal  vez? 

— Cuatro  zarzuelas  en  un  acto,  un  mo- 
nólogo recitado  por  Emanuel,  un  trozo  de 
ópera  dirigido  por  Goula  y  un  cuadro  al 
óleo  pintado  en  quin-^e  minutos  por  De 
Martino... 

— Vamos,  sí:  y  unas  milongas  cantadas 
por  monseñor  Aneiros. 

Las  compañías  pequeñas  están  de  mu- 


danza. Todos  los  actores  conocidos  juegan 
á  las  cuatro  esquinas,  menos  las  Aranáz, 
que  se  van  á  la  Alham'bra.,  cerca  de  las 
cinco  Ídem.  •  ~ 

En  el  Doria  prosigue  el  bravo  Cavalli 
haciendo  reir  á  su  público.  : 

En  el  San  Martin  la  Tetrazzini  y  de- 
'más  compañeras  dando  llenos  á  la  em- 
presa. 

El  lunes,  pues  esta  revista  debe  escri- 
birse el  domingo,  habrá  debutado  Julio 
Ruiz  en  la  Comedia  y  suponemos  que 
habrá  gustado,  confirmando  la  fama  de  su 
nombre. 

La  Kermesse  de  la  Plaza  San  Martín 
continua  abierta.  Aquello  es  una  mina 
para  los  pobres.  Y  como  abundan  las  ni- 
ñas, se  las  recomendamos  á  los  pobres  de 
espíritu. 


Qué  afortunados  son  en  un  pueblo  de  la 
provincia! 

Veamos  lo  que  telegrafía  el  corresponsal. 

«Hubo  un  banquete  de  setenta  cubiertos 
con  brindis  entusiastas» 

Suponemos  que  entre  brindis  y  brindis 
se  comei-ia  algo. 

Ahora  viene  lo  mejor; 

«Tuvo  lugar  la  rifa  de  las  Damas  de  Ca- 
ridad. Después  un  concierto  y  baile» 

¡Y  que  nc  habrá  estado  animado!... 

Sobre  todo  por  parte  de  ios  favorecidos 
por  la  suerte  con  una  Dama  de  Caridad. 


Roque  Vedia  una  comedia 
hizo  con  Inés,  sencilla 
y  al  dar  el  reloj  la  media, 
también  le  dio  Inés  á  Vedia 
la  media  ..  y  la  pantorrilla. 


Ha  aparecido  la  segunda  edición  del 
Número  único.  Homenaje  á  Colón,  lo 
que  quiere  decir  que  se  agotó  la  primera. 

La  segunda  no  es  ni  corregida  ni  au- 
mentada. 

Los  que  deben  corregirse,  en  todo  caso 


.■::5 


/ 


;^;;.•^■i:i^;^;aíA:vi4;^^^'  ■ 


^■At^^iíSa,' 


886 


EL  GÁiKlÁBEL 


■íí; '. 


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Sí'í- 


son  los  que  no  hayan  adquirido  el  Jfíi'imero 
único^  buscándolo  en  cualquier  librería. 
-  Y  pagándolo,  naturalmente.  .    ., 

A  un  ladrón,  hará  unas  noches, 
sorprendía  en  la  faena 
de  sustraerle  el  reloj 
un  hombre  de  mucha  flema. 
Echando  la  mano  al  cuello 
del  píllete,  con  presteza, 
le  preguntó: 

— En  mi  bolsillo, 
dígame  usted,  ¿qué  desea? 
Y  el  otro,  sin  inmutarse, 
dijo,  con  cara  risueña: 
— Soy  relojero,  señor, 
y  se  me  ocurrió  taidea 
de  ver  si  su  reynontoir 
tenía  bastante  cuerda!... 


Hemos  recibido  un  ejemplar  del  libro  de 
Enrique  Ortega,   Vicios  y  virtudes. 

Colección  de  artículos  de  costumbres 
casi  siempre  malas,  lo  llama  su  autor,  y  él 
tendrá  sus  motivos  para  [decirlo  así. 

Agradecemos  el  envío. 


Un  aguacero  Severo 
sufrió  una  tarde  de  Abril 
y  gritó,  tremendo  y  fiero: 
— ¡A  esto  llaman  agua...Cí'/'0/ 
¡falso!  ¡Esto  es  un  agua  ..mil! 


C.  M.~Dice  V.;  Después  del  medio  día  se  las  gilló. 

Y  estoy  esperando  anheloso  que  á  correo  seguido 
me  diga  V.  lo  que  significa  la  última  palabra  co- ' 
piada. 

Guillermo   TelL—S'i   caen  sus  cantares  en  poder 
de  los  suizos,  se  aTergüenzan  de  tenerle   por  liber 
tador. 

Indiscreto.— Con  su  pregunta,  indiscreto, 

me  pone  usté  en  un  aprieto. 

A.  F.— ¿Con  que  V.  me  pide  publique  la  composi- 
ción que  más  abajo  ba  insertada... 

¡Bah!  iqué  ocurrencia! 

V.  P.—Sn  Sueño  es  una  furiosa  improvisación.  T. 
usted  hace  muy  mal  las  improvisaciones  furiosas. 

A"i-flí.— ¡Demonio!  ¿con  que  el  verso  Toda  mujer 
si  la  pación  la  atrae,  es  de  V?  Me  parece  que  I» 
único  original  es  la  pación;  si,  porque  V.  debe  ser 
muy  apacionado. 

Taquilla.— Es  impublicable. 

./o/i'/.?.— Vuélvase  V.  presurosamente  al  vientre  á» 
la  ballena  y  alli  establezca  una  fábrica  de  corsés, 
pero  no  me  mande  más  macanazos  rítmicos. 

Antonino .—B3¡40  mi  palabra  de  honor,  puede  V. 
creerme  que  botella  y'  sueña  no  son  consonantes. 

Robour.—iQae  ha^a  lo  que  quiera  de  sus  artículos? 
No;  seria  una  cosa  muy  cruel. 

Un  porteño, — Siento  decir  á  V.  lo  mismo. 

Aníbal.— Por  escribir  versos  asi,  hiciste  que  fuese 
destruida  Cartago.  ¡Ciudadano  vil! 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


-,^- 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 

fijarán  el  precio. 
Número  corriente »    0.10 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

Sa®— AlaSSlTA  — 1®@     (ALTOS) 


:.  :^^->^ 


\ 


EL  CASCABEL 


687 


'^^^mmi. 


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Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Guillermo  A.  Cranweli, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Oanwell  sino  de  Sproat. 

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tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
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jJi:K$tó'-É.'sí?&j^  %. 


688 


EL  CULSCABEL 


iíST-'í-   .:*, 


NÚMERO  i:í]V[IC Ó 


(SEGUNDA  EDICIÚN) 


ii-i 


_:.'  -fV, .  i^  fji 


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lebres aguas,  verdadera  joya  medicinal. 
obtuvieron  diez  medallas  de  oro,  ocho  diplo- 
mas de  honor  y  Jos  más  gi-andes  premios  en 
todas  las  exposiciones. 

''  Analizadas  por  las  Academias  de  Medicina 
de  París  y  Madrid  y  por  el  Dr.  Pedro  N.  Ára- 
la, en  el  Laboratorio  Municipal  d^  Buenos 
Aires. 

Estas   aguas  son;    purgantes,    depurativas, 
antí  biliosas,  anti-herpéticas,  anti- escrofulosas 
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mejor  depurativo  de  la  sangre  alterada  por 
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ninguna  otra,  las  mandan  los  médicos  con 
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rodi  y  C»,  Defensa,  419.  y  en  todas  las  lar- 
m'Bcias  y  droguerías  de  Buenos  Aires  y  pro- 
vincias. 

Bepresentación  general  en  las  Repúblicas 
Argentina  y  del  Uruguay,  Méjico,  557,  Bs.  As. 


CENTRO  DE  SUSCRIPCIÓN 

2164— CHILE— 2164 
Se  reciben  diarios  y  semanarios  españoles 

Madrid  Cómico. 
Blanco  y  Negro. 
La  Tomasa. 
Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómica. 
El  Imparcia]. 
La  Saeta. 

La  Lidia.  .    - 

El  Liberal. 
La  Velada. 
El  Dia  de  Moda. 
La  Campana  de  Gracia. 
La  Renaixensa. 
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kos  de  Buenos  Aires. 

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Teodomiro  Suñé 

ESCRIBANO  PUBLICO  .    ' 


OFICINA:  ■ 

PIEDAD  NÜM.   513 


—¿Pero  ha  vi.sto  V...? 

—¿El  qué? 

—¡Que  no  hay  fiambre  como  las  fiestas  del   centenario. 

— Xo  estoy  conforme;  para  liambres,  sandwichs,  licores, 
etc.,  no  hay  nada  como  la 

Gran  casa  de  Lunch  Anglo  Argentina  ^ 

DE 

B"ENlTO   H.    LASCANÓ  y  O 

Bolívar  esquina  Victoria 


fi»^^S^ti* 


Imp.  COÜ&RIER  VE  LA  PUTA,  Secciúu  de  Obras,  á  cir^-o  <le  K.  País 


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Afio  I  ^enos  Aires,  JiOYienáu»  2^úé  1892     ÍXiaai.  44 


a/^ 


EL  CASCIMI 


SEMANARIO  FKSTIVO  ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE   COLL 


iMitor  propietario:  FRANCISCO  FBRRÉS 


:eilaccion  y  Administración:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

i^"oc¡oen  la  ciudad...    $  O.lOel  núir.'r 
M .  mero  atrasado ....     »  0 .  15        id 


ACTRICES  CÓMICAS 


I  LAR    AC/E¥'ES 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Goll  y  C 


Es  bonita  de  tal  modo, 
que  da  envidia  á  más  de  cuatro; 
pues  en  cuestión  de  teatro 
la  luena  fonna  es  el  lodo. 


5iíf5fcíiáfej^¿*^>*ks¿;T."-"';!  ,.'"i  cjíü- 


■Á»í:^!ü 


"'^.::v:->,-JA-^ 


K1.    «•>«'    >  UI   I 


-'Já- 


-^ííar«$- 


A  conmemoración  de 
los  fieles  difuntos  ha 
embargado  nuestra 
atención  y  la  embar- 
ga aún  hoy. 

De  manera  que 
puesto  que  el  calen- 
dario lo  manda  y  or- 
dena, debemos  pen- 
sar únicamente  en  los  seres  que  nos 
abandonaron,  y  en  BoUini  que  nos  ha 
abandonado  á  nuestra  triste  suerte  para 
ponernos  en  manos  del  Dr.  Cañé. 

La  sociedad  se  ha  reunido  en  los  ce- 
menterios y  con  tal  motivo  ha  habido  un 
interesante  desfile  de  enlutadas  de  esas 
que  hacen  mas  víctimas  con  una  mirada 
que  un  batallón  haciendo  fuego. 

Las  conversaciones  en  los  hogares  gi- 
raban al   rededor  del   mismo   tópico,  que 
dicen  los  que  lloran  la  muerte  de  la   gra- 
mática castellana. 
¡Los  muertas! 

En  casa  de  Doña  Asunción  Berrichete 
no  se  hablaba  de  otra  cosa. 

Bien  que  la  señora  es  viuda  ala  tene- 
duría moderna. 

Es  decir,  por  partida  doble. 

—  Ay  amigo,  nos  dijo  al  entrar, — hoy  es 
día  de  recuerdos  para  mi . 

—  Y  [tara  todos. 

— Pero  para  mi  más,  mucho  más.  ¡Po- 
bre Antonino!. . .  ¡pobre  Fernandito!  Tan 
buenos  que  erais  y  tan  finos  de  cutis!... 
¡ya  no  os  veré  más! 

— Señora,  calme  Vd,  su  atlicción  la  de- 
ciamos  cariñosamente  y  poniendo  cara  fú- 
nebre. 

Pero  la  señoia  no  nos  escuchaba  y  me- 


lla la  cabeza  en  una  jpáláñgana  párá  qu9 
las  lágrimas  no  manchasen  la   alfombra. 

—  ¡Pobre  Antonino!.. .  ¿le  conoció  usted 
por  casualidad?  '; 

— Si,  señora.  - 

— Qué  puapo  era  ¿verdad? 
— En  efecto. . . 

—  Recuerda  Vd.  aquel  lunar  que  tenh» 
junto  ala  nariz? 

—  Sí,  creo  recordar... 

— Pues  aún  tenía  otros  ocultos  que 
eran  mi  encanto...  ¿Y  Fernandito?.. .  ¿co- 
noció Vd.  á  Fernandito? 

—  Creo  que  si,  pero  no  recuerdo  bien 
su  fisonomía. 

—  ¡A.h!...  era  adorable  mejorando  lo 
presente. .  .  Qn^  caída  de  ojos,  y  que  can- 
dor en  la  mirada...  ¿recuerda  Vd.? 

— Repito  que  tengo  una  idea  vaga. 

— Voy  á   traerle   á   Vd.  su    retrato   en 

pelo. 

— ¿Cómo  dice  Vd.  señora? 

— Sí;  un  retrato  que  le  hizo  el  peluque- 
ro con  los  pelos  de  la  cara  y  algunos  del 
pecho,  por  que  los  primeros  no  alcanza- 
ban. 

Vea  Vd.;  vea  si  era  guapo. 

— En  efecto. 

— ¡Pobre  Fernandin  mío!  ji...  ji...  ji... 

— Señora,  no  se  conmueva  Vd. 

— Pero  ¡cá! 

Cualquiera  tranquiliza  á  D*  Asunción 
cuando  le  entra  fuerte  la  desesperación. 

La  desconsolada  viuda  doble,  se  puso 
fuera  de  si . 

Empezó  á  besar  la  peluda  efigie,   ó  es 
finge,  que  dice  ella,  de   su    F'ernandin,  y 
con  la  humedad  del  llanto  sacó    de  su   lu- 
gar los   pelos  que    formaban    el  ojo  del 
retrato,  con  lo  cual  é>te  quedó  tuerto. 

Luego  repitió  lo  de  la  palangana,  y  se- 
guramente le  hubiera  dado  el  ataque,  á 
no  ser  por  que  la  diligente  mucama  acu- 
dió á  tiempo  y  le  frotó,  la  frente  con  una 
franela  empapada  en  aceite  de  mani. 

Calmado  que  se  hubo,  me  pidió  mil  dis- 
culpas, y  yo  me  marché  con  el  corazón 
apretado,  pensando  en  el  lunar  de  Anto- 
nino y  en  los  encantos  de  Fernanrlin. 

En  la  Recoleta  encontré  una  señora, 
viuda  completamente,  que  iba  acompa- 
ñada de  su  doméstica  á  llorar  un  rato  ante 
la  tumba  del  que   fué  su  dueño  y  señor. 


Sí-&.l.,#:í,htí>;:-;  --' 


^^^^^:-^''  ■•í'^"?^^p^^^^p: 


Et.  CASCABEL 


Después  de  regar  el  terreno  con  el  llan- 
to, sintióse  desfallecer,  pero  la  mucama 
le  dio  un  poco  de  fiambre  que  á  preven- 
ción llevaba,  y  reaccionó  afortunada- 
mente. 

— Apenas  me  conmuevo  me  entra  debi- 
lidad inmensa,  y  al  vacio  que  siento  en 
mi  alma,  desde  que  murió  mi  Pepe,  he  de 
añadir  el  vacío  que  se  forma  en  mi   estó- 


mago. 


— El  caso  es  raro. 

— Y  me  hace  sufrir  mucho,  por  que  co- 
mo siempre  estoy  tan  afligid;). . .  ¡Calcule 

usted! 

— Sí;  ya  calculo  los  kilos  de  carne  que 
«1  sentimiento  le  obligará  á  consumir. 

Los  viudos  casados  en  segundas  nup- 
cias pasan  las  de  Caín. 

Nuestro  amigo  Sinforoso  enviudó  y  con- 
trajo nuevas  nupcias. 

¡Lo  que  sufre  el  nombre  en  los  primeros 
días  de  Noviembre! 

— ¡Sinforoso  estás  muy  ojeroso! — le  di- 
ce la  du'ce  compañera. 

— Es  que  tengo  lombrices  como  el  queso 
Rochefort... 

—  ¡No  me  vengas  con  quesos!  Tú  has 
estado  [ensando  en  la  difunta... 

— Mujer,  deja  los  muertos  en  p^^z. 

— ¿Cuándo  has  estado  mejor  cuidado 
que  ahora? 

Nunca,  mujercita  mía. 

— No  me  vengas  con  mimos,  ¡llabrase 
visto...!  ¡Tenerme  á  mí  al  lado,  y  acordar- 
se de  la  otra!  ;Y  vaya  una  mujer  seria! 
Cuando  me  casé  contigo  estabas  que  da- 
bas lástima  y  tenias  la  ropa  blanca  en  la 
miseria,  y  ahora  que  te  he  hechado  cuchi- 
llos á  los  calzoncillos  y  te  he  zurcido  las 
camisas  me  pagas  con  una  ingratitud... 

— Pero  mujer... 

—  Ingrato,  canall.i...  jí...  jí...  jí. . . 

Y  se  arma  la  gorda. 

Hasta  que  el  buen  Sinforoso  para  dar 
gusto  á  sumu'er  se  vé  precisado  á  tocar 
un  poco  el  acordeón,  pero  sin  apartar  la 
memoria  de  la  Recoleta. 

Dejemos  en  paz  á  los  muertos. 

Y  no  frecuentemos  los  cementerios  en 
dias  como  estos. 

Poraue  corre  cada  viu  la... 
¡Vaya!  que  uno   ll<'ga   á  tener  envidia 
■del  difunto... 


Rl  N 


En  el  lecho  del  dolor 
yace  un  anciano  señor, 
cansado  ya  de  apurar 
las  pócimas  que  el  doctor 
le  receta  sin  cesar. 

Dice  el  doctor  (lue  vá  Ijien. 
mas  el  enfermo  se  sien- 
te malo,  pero  muy  malo; 
ayer  ha  tomado  calo- 
melanos; hoy  toma  sen. 

Prepáranle  una  inyección, 
rjue  dice  el  sabio  cialeno 
ha  de  ser  .su  salvación, 
pues  tiene  en  ella  gran  coa- 
fianza, le  pone  bueno. 

Cita  casos  asombrosos, 
resultados  milagrosos, 
ejemplos  que  maravillan, 
curas  de  esas  que  se  chillan: 
esto  es.  efectos  ruidosos. 

Por  eso  espera  el  paciente 
la  inyección  con  gran  contento, 
entusiasmado,   impaciente, 
cual  si  luera  enteramente, 
ella,  el  santo  advenimiento. 

¡Kiisch!  le  pone  la  inyección; 
dá  el  enfermo  un  estirón; 
dice  el  (ialeno:— ¿que  tal? 
y  ei  enfermo  grita:— ¡mal!— 
con  gran  desesperación. 

Aunque  el  médico  es  de  punta, 
vé  la  cuestión  mal  parada 
y  al  instante  pide  junta, 
porque  (acá  Ínter  nos)  liarrunta 
que  la  junta  est'i  indicada 


Lo  (¡ue  en  la  junta  pasó, 
lector  amigo,  ya  lo 
adivinarii  usté  sin 
mucho  trabajo;  murió 
el  enfermo  (no  es  nial 

FIN). 

A.  Díaz  de  la  Quintana. 
(\.imeno  Ximenez). 


'áMilxítíiMt'^a3l<í 


V  .;'^%;T?«rviii  Ai,  ;;¿;::,í¿, 


y,-\.  í»..i;-,  -^¿íti ^-^¿á 


d&2 


EL    CASCABA. 


Consultorio  Médico 


ASE  V.  señora,  siéntese. 
—Gracias,  doctor. 
—Y...  ¿qué  dolencia  la 
trae  á  Vd.    por  esta  su 
casa? 
—¡El  verano! 
— Ah,  vamos,  el   calor 
la  atropelia. 
—No  señor  el   atrope- 
llo proviene  de  que  me  ha  salido. . , 
-  ¿Un  grano? 
— [Un  primo! 
—¿Cómo? 

—Si.  Un  primo  hermano  que  se  *»mpeña 
en  pasar  el  verano  en  Mar  del  Piala,  junto 
á  la  playa...  y  junto  á  mi. 
— De  modo... 

— De  modo  que  Vd.  tendrá  la   bondad  de 
recetarme  los  baños  de  mar. 
—Pero,  señora...  ¿y  su  marido? 
— ¡Mi  marido...   tiene  gracia  la  pregun- 
ta! Mi  marido  pagar.i  los  gastos... 
—Y  los  vidrios  rolos. 
— También  los  pagó  cuando  Vd.  me  curó 
la  afección  aquella, el  año  pasado... 
—No   me  recuerde  Vd.  aquellos  dias... 
— Celos,  ahora?  Vamos  receté  Vd. 
— Receto.  "Baños  de  mar». 
— Adiós,  doctor. 
— Adiós,  y  que  se  cure  pronto. 
— Es  cuestión  de  una  temporada. 
— ^^(Hasta  la  próxima! 


— Entre  y  siéntese. . .  ¿Qué  tiene  Vd.? 

—  Nada,  doctor. 

— Y  viene  V.  ú  que  la  cure? 

— Es  decir,  como  tener,  tengo. 

—¿Qué  tiene? 

—Una  puntada  aquí,  y   Vd.  perdone. 

— Tosa  Vd...  le  duele  la  espalda? 

— Si,  señor,  pero  mas  me  duelo  haber 
venido  á  verle  á  Vd.  porque  como  soy  tan 
pobre  no  sé  si  podré  pagar  la  \isita. 

— Bien.  Otra  vez  será,  Voy  á  recetar. . . . 

Ya  está.   Váyasojí  la  farmacia  y  pida... 

— ¡Ay  doctor! 

-¿Qué? 

— Que  tampoco  tengo  dinero  para  pagar 
la  receta. 

— Bueno  tome  ^'d.  y  otra  vez,  cuando  se 
sienta  mal,  vaya  á  buscar  alivio  al  Banco. 


—¿Se  puede?  í^;-:-^-'- ■■:-^:¿^'^  :^-i ' 

— Adelante.  '•-^    i- 

:    —Yo  sufro  mucho,  doctor!  -  v       -^ 

—Bueno  cálmese  y  cuénteme  sus  dolen- 
cias. ¿Qué  siente  V?  :      ^  "-::•£' 

— Mareos  y   náuseas:    parece  que   est^ 
embarcado. 

— El  pulso  es  flojo,  pero  la    lengua  c^lV 
limpia. 

— La  cabeza  se  me  vá  .. 

— Lo  que  Vd.  tiene  es  debilidad. 

— ¡Ya  lo  creo! 

— ¿Tiene  Vd.  apetito? 

— Si  señor,  mucho. 

— Y  digiere  Vd.  bien. 

—No  lo  se. 

— ¿Como  se  entiende? 

— Muy  claramente.    Hace  tres   dias  quo- 
no  puedo  comer. 

— Por  falta  de  apetito? 

—No  señor:  por  falla  de  pesos. 


— Entra  tonta,  no  tengas  vergüenza. 

—Mamá 

— Pase  V.  señorita.  Siéntese  V.  señfn.T 
y  hable. 

— La  niña... 

— Ah  ¿es  la  niña,  la  enferma? 

— Si,  señor. 

—¿Y  qué  siente? 

— Muchas  cosas.  Frió,  calor,  inapeten- 
cia, hambre,  tristeza,  alegría,  rigidez,  tem- 
blores, insomnio,  modorra . 

— ¡Basta,  por  favor! 

—  ¡Sobre  todo  el  insomnio  la  mala,  y  !  » 
puntada... 

—¿Tiene  ura  puntada? 

— En  el  corazón,  si  señor. 

—Veamos. 

—¿El  corazón? 

— No  señora;  el  pulso. 

Esto  no  es  nada. 

—  ¿Y  no  receta  Vd.? 

Si;  pero  no  vaya  á  la  farmacia.  Lleve  A 
su  niña  á  los  bailes,  allí  encontrará  el  re- 
medio. 

—Y  ¿cual  es? 

—Es  un... 

--¿Vegetal?...  ¿Mineral? 

— Un  animal,  que  se  llama  novio. 

Antonio  F.  Molino. 


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■'■^í-' 

-^ámwm&ñm^mim. 

;:;'"  -  ■:-:-  ■'-  'r'^  -^, .'■_-<■  ■ 

-.  .      ■        y»   -         ■_■-.■.-. 

ÉL  CASBABEL 

693 


íW*v?3 


CANDOR  É  mOOENCIA 


«Mi  querido  Julio:  Ayer 
á  esta  ciudad  he  llegado, 
gratamente  impresionado 
por  el  viaje  de  placer. 
Elisa  sigue  tan  bella, 
más  tierna  cada  momento; 
yo  estoy  loco  de  contento 
de  haberme  unido  con  ella. 
Si  vieras  hoy  á  mi  esposa, 
su  rustro  te  encantaría, 
y  además,  te  asombraría 
5u  inocencia  candorosa. 
Yo  no  he  visto,  francamente, 
tan  estremada  inocencia; 
■creo  que  Elisa,  en  conciencia, 
<3S  demasiado  inocente. 
Al  entrar  en  el  wagón 
para  venirnos  aquí, 
quise  atraerla  hacia  mi 
y  abrazarla  con  pasión. 
Y  al  pretender  darle  un  beso, 
me  dio  un  pellizco,  de  pronto, 
diciendo: 

— jNo  seas  tonto! 
¿qiií'  vas  á  sacar  con  eso? 
— Hacer  que  mi  boca  sea 
mensajera  del  amor. 
— Pues  no  quiero,  no  señor, 
porque  el  cutis  se  estropea. 
Yo  pretendí,  inútilmente, 
besar  su  boca  ideal, 
y  ella  rae  llamó:  ¡animal! 
—  ¡ya  ves  si  será  inocente! 
Sus  mejillas  seductoras 
besé  al  fin,  con  frenesí; 
pero  me  costó,  ¡eso  si! 
un  discurso  dedos  horas.... 
jY  si  ella,  en  cambio,  supiera 
la  vida  que  yo  he  tenido; 
SI  ella  supiera  que  he  sido 
un  farrista,  un  calavera! 
¡Si  ella,  que  es  puro  candor, 
.su[iiera  que  yo  tenia 
relat'iones  con  María, 
con  í.olr.  con  Leonor!.... 


Pero  Elisa,  en  su  inocencia, 
no  .sospecha  tal  maldad; 
mira  Julio,  á  la  verdad, 
me  remuerde  la  conciencia. 
Mas,  ya  que  cambié  de  estad», 
juro  que  seré  un  modelo. 
(Sobre  todo,  que  Consuelo 
no  sepa  que  me  he  casado.) 
....Ya  has  podido  comprender 
que  estoy  muy  enamor.ido, 
y  es  porque,  Julio,  he  hallada 
jtan  Cándida  á  mi  mujer! 
Kniíiqi.'e.  « 

II 

(' Querid     Inés:  muy  cansada 
te  remito  estos  renglones; 
¡hay  tantas  obligaciones 
para  una  mujer  casada! 

Si  he  de  hablarte  francamente 
Enrique  no  me  es  odioso, 
es  amable  y  cariñoso, 
y,  ademáf,  ¡tan  inocente!.... 
Fórmulas  muy  delicadas, 
siempre  un  lenguaje  escogido; 
se  vé  que  Enrique  ha  tenido 
costumbres  morigeradas. 
Todo  el  viaje  estuvo  absorto, 
tija  su  vista  en  mi  boca. 
Sil  timidez  me  sofoca, 
porque  es  tan  corto  ¡tan  corto! 
Está  loco  de  contento 
porque  ayer  le  he  abrazado, 
y  al  verle  tan  sofocado 
tengo,  [nés,  remordimiento. 
Y'o  soy  su  primer  pasión, 
porque  no  fué  calavera. 
¡Ay  Inés!  ¿y  si  ('-I  supiera 
lo  de  Juan,  lo  de  Ramón?.... 
....¡Vaya!  demos  al  olvido 
todo  lo  pasado,  Inés. 
Y'o  soy  feliz;  pues  ya  ves 
qué  inocente  es  mi  marido. 
Ji;lía.« 

Lvís  Garci'a. 


':■  ^;^¡¿«fe^í^í5 :£í*;r!ví>^ti:í»¿->  v_ i-  < ; 


m 


EL.  CASCABEL  ^ 


■  V''  -v'^'^VS  - 


Una  eosa  es  predicar.... 


I.  direcloi' 

lumbrada. 

Levo  a 

escribir  el 


I 

de  El  Eco  Patrio  llegó  á  la  redacción  a  la  hora  acos 


Antonez  se   ha    creído  aludido   y  es   fácil   que   desde  La    Voz 


Igunas  cartas,  ordenó  algunas  cuartillas  y  se  dispuso  á 
maldito  editorial,  el  articulo  diario  que  nadie  lee  al  día 
siguiente,  y  que  á  pesar  de  dar  sabios  consejos  á  los  gobernantes, 
ó  de  indicarles  derroteros  nuevos  que  asegúrenla  felicidad  del 
pais.  tiene  la  desgracia  de  perderse  en  el  vacio,  y  no  llama  la  aten- 
ción ni  conmueve  á  los  mandatarios,  que  no  conocen  otros  edito- 
riales que  los  que  escriben  en  los  diarios  oficíale?.... 

—¿Qué  lema  desarrollaré?  preguntábase  el  director,  absorviendo 
grandes  bocanadas  de  humo,  como  si  en  el  tabaco  fuese  á  hallar  la  inspiración. 
•     La  llegada  del  secretario  detuvo  la  pluma  del  director,  que,  con  brios  no  comunes, 
se  proponía  analizar    los   presupuestos. 
—¿Qué  novedades  hay? 

—Pocas,  señor.    Kl   editorial  de  ayer  parece  que  ha  hecho... 
—¿Efecto? 
—¡Mal  efecto! 

—  ¡Como! 
—Si-  r^l- senador 

conteste 

—Mejor  que  mejor.  Del  debate  sale  la  luz.  y  hoy  lo  quo  conviene  es  luz  ¡mucha 
luz!...  Y  ¿no  hay  noiicias  sensacionales? 

— Una. 

— Venga. 

— El  lancé  que  tenían  pendiente  Pérez  y  López,  se  ha  efectuando  hoy,  y  el  pobre 
López...  ■ 

—  ¿Qué  le  ha  pasado? 

—Ha  recibido  una  estocada  y  ha  fallecido. 

—  ¿Es  posible? 

— Desgraciadamente  es  cierto. 

—Bueno,  déjeme  Vd.    ¡Ah!...  cuando  llegue   La  Voz  éntremela  sin  demora.  A  ver 
que  contesta  el  senador  aludido  en  mi   editorial. 
—Muy  bien,  señor. 

—  ¡Ya  tengo  lema!  exclamó  el  director  de  El  Eco—(^E\  Duelo  y  la  sociedad  mo- 
derna». 

Bonito  título. 

¡Manos  á  la  obra¡ 

«¿En  que  tiempos  vivimos?   En  el    siglo  XIX  ó  en   XIV? 

«Si  en  el  primero,  demos  al  derecho  el  lugar  que  le  corresponde  y  relegueinos  la 
fuerza  al  olvidado. 

«Si  en  el  segundo,  establezcamos  de  una  vez  los  Juicios  de  Dios,  y  sustituyamos  la 
levita  por  la  coraza   bruñida. 

«El  duelo  no  tiene    razón  de  ser. 

«Es  hora  deque  nos  convenzamos  de  que  no  somos  salvages.  La  civilización  moder- 
na nos  enseña  á  respetar  la  razón  y  á  solucionar  nuestras  diferencias  por  las  vias 
pacíficas. 

«¡López,  el   intachable  López  ha  fallecido  en  el  campo  del  honor! 

«El  frío  acero  ha  cortado  una  existencia  consagrada  al  bien  y  ha  arrebatado  á 
la    sociedad,  un  miembro  sano   y    útlL 

«Y  todo  porqué?  Por  una  apreciación  errónea,  por  una  sola  palabra  que  López  juzgó 
ofensiva  y  que  Pérez  no  quiso  borrar  con  la  pluma  sino  con  la  espada.  ¡La  monjl,  la 
sabia  moral 

— ¿Se  puede?  dijo  el  secretario,  haciendo  descender  de  las  nubes  al  director  de  El  Eco. 

—Adelante;  ¿que  hay?  . 

— La    Fos^...  aqui   está  La   Fo;j  con  la  réplica  del  senador  Antonez. 

—Veamos hola,  hola!...  ¿parece  que  el  padre  de  la  patria  toma  la  cosa  en  serio... 

¿,eh?...  ¿me  llama  camaleón  político?...  feso  no  lo  consiento  yo!...  ¡vive  Dios!  ...¡y  lo 
repite!...  ¿CamaleíMi  yo?...  ¿Yo  que  soy  constante  en  mis  ideas,  como  nadie? 


■-■■^'v--ú:j:^-.'  ■Ji■'■■i^-'\^M^''  £i^:'^':-  --isi^^  á.ríii^ílíi'í.^fc. 


vi     ,  ■  ■  '.-.íífc 


Ki     ";A>i;AKnl. 


695 


\  La  llegada   de  varios  redactores  y  amigos  interrumpió  el   monólogo. 
-  — ¿Han  leido  Vds.   eso?     '  . 

-¿Qué? 

— La  Fo^.. .  ese  pasquín.  Me  insulta  me  llama  camaleón. 

—Ja,  ja,  ja... 

— ¿Les  hace  gracia?  Pues  á  mi  no  me  gusta  el  lenguaje  del  señor  Antonez...  ¡ya 
veri»  el  padre  de  la  patria!...  me  parece  que  voy  á  dejar  á  ésta,  huérfana  de  patiro... 

—Pero  no  hay  motivo 

— Quiero  una  satisfacción,  ó  una  reparación  por  las  armas. . .  Vds.,  señores  Ponce 
y  LiK|ue  son  mis  padrinos:  tienen  Vds.  facultades  amplias...  procedan  rápida  y  enérgi- 
camente... 

Y  no  hubo  remedio.  Luque  y  Ponce  salieron  para  cumplir  su  misión.  Los  redacto- 
res fueron  á  hacer  su  trabajo,  y  el  director  de  ¿"^ -fi'ro  acabó  su  editorial  atacando  el 
duelo. 

Un  editorial  brioso  y  razonado  ai  mismo  tiempo,  y  que  le  vaüó  no  pocas  felicitacio- 
nes de  las  personas  sensatas  que  lamentaban  la  muerte  del  infortunado  López.. 

— Ah...  la  misión  de  la  prensa  es  noble!— decia  ú  unre/M/'ter  de  El  Eco  á  un  lector 
liel  mismo   El  número  de  hoy  es  interesante...  ¡Qué  editorial!  Se  ha  lucido  el  director. 

—En  efecto. 

—  Es  seguro  que  su  articulo  detendrá  á  los  insensatos  que  por  un  quitame-allá  es- 
las  pajas  se  rompen  el  bautismo. 

—¡Quien  sabe!.. . 

—No  lo  dudo.  Apropósito:  entre  las  noticias  he  visto  que  un  director  de  diario  ha 
mandado  los  padrinos  á   un  senador... 

— Ya   ló   sé. . . 

— [-"ues  bien:  apuesto  alguna  cosa  á  que  si  el  senador  y  el  director  citados  leen  el 
arliculo  no  se  baten... 

— Pero  ¿Vd.  sabe  quien  es  -el  que  desafia? 

-No. 

Pues  es...  el  director  de  El.  Ero,  ¡el  autor  del  arliculo! 
mi; 

A  iiflrÓ!¡,  Soler 


ANTINOMIAS  DEL  HONOR 


1 

Don  Ernesto  Pan  toja  y  del  Dorado 
(!3  un  hombre  dignísimo  y  decente, 
y  nadie,  impunemente, 
lia  infamado  su  nombre  inmaculado. 
.Así  que  mira  con  desdén  profundo 

todo  aquel  que  su  honra  no  acrisola 
con  la  punta  del  sable  ó  con  pistola. 
Por  esto  todo  el  mundo 
le  trata  con  respeto  y  deferencia; 
y  que  es  de  caballeros  un  espejo 
probado  lo  dejó  hasta  la  evidencia; 
pues  de  dos  que  tuvieron  el  arrojo 
<Je  dudarlo,  perdió  el  uno  el  pellejo 
y  el  otro,  por  milagro,  tiene  un  ojo. 

II 

De  Pantoja  la  casa  visitaba 
un  amigo,  buen  mozo  y  de  fortuna, 
llamado  Aristóteles  Osuna, 
<Ie  quien  se  murmuraba, 
muy  quedo,  por  supuesto, 
que  sus  visitas,  largas  y  frecuentes, 
eran  muy  convenientes 
á  la  bella  mitad  de  Don  Ernesto, 
ponjue  éste  á  los  dos  años  dj  casado 


ísuffi*)  de  una  dolencia  hario  enojosa 
(pie  hizo  (jue  su  esposa 
viviese  en  aposento  separado. 
K.sto  era  realidad,  por  cierto  dura, 
para  un  hombre  ton  digno  y  tan  entero- 
tal  vez  que  tacharía  de  locura 
el  pensar  que  no  fuera  un  caballero 
aquel  que  su  confianza  merecía... 
El  concepto  elevado  de  sí  mismo 
engendraba  sin  duda  su  optimismo... 
A  nadie  otra  versión  se  le  ocurría 
y  un  término  fatal, 
conociendo  el  carácter  de  Panloja, 
augurábanle  todos  con  congoja 
al  drama  conyuga'. 

ni 

Sin  embargo,  gozaron  todo  el  año 
su  criminal  ventura  los  amantes; 
I>on  Ernesto  tan  plácido  conio  antes 
sin  notar  en  su  liogai-  nada  de  extraño. 
Ocupaba  sus  ocios, 
obedeciendo  á  sus  instintos  nol.les, 
no  con  viles  negocios 
sino  ensayando  tintas  y  mandobles. 

[V 

De  repente  mudóse  la  fortuna. 
I^a  mujer  de  Pantoja,  Catalina, 
tal  vez  fuera  avatar  de  Mesalina. 


>í«!ISi%fe^iátwíS^íK?.f.' *.';:  ¿'áéiií^ 


696 


->r  '■■ ' 


m- 


BL  CJ^SCABBL 


¿-íSíVs-  ^^:'íi:^  • 


6 


:QUÉ  COMPONEN 


^»**^ 


Kelqjes 


i  0-:  bajos  al  que  se  presente 


La  ropa  de  las  flestiis 


A  íé  df  Celestina,  que  no  se  lo  digo  á  usté  les 


Música  alemana 


Una  oda  á  la  verde  primavera 


aítítv.^-'^jjfíívrí- tiCL  ''..Jl^ 


r*Jw<í_     .»&. ^Uíí*^    -^^   -.^V-ífii- 


:1í 


.  ft-dí^»  ..    jc^í^,-J!i„^f6£^ 


■'--'^^^^^■' 


EX.    GASCA.BFX 


USTEDES? 


Yo...  esioy  (    SCO  11  puesto'...  y  VV.  perdonen 


A  la  vista  está 


if 


Vino  lefíitimo  de  Oporto 


¡Tin  idilio! 


/¿2@^ 


Doña  Situación  ¿quién  la  compune? 


Y(i,  no  compongo  nada,  absolutamenie 


.■;■  i-M^A'  ■Ai'>:,>»:  1ri:¿v/^,.  "i -.;;-:■ 


K-z-'i-  -^  .  I- •■:-"cí<-^ " 


|>»S 


<  / 


ei.  CASCABEL 


putís  hnrla  de  Aristóleles  Osuna  I'    "- 

i'jnovó  su  furor  adulterino 

con  un  viejo  especpento 

morador  de  un  vecino 

palacio  casi  real,  por  lo  opulento. 

Entonces  el  amante  desairado 

resuelve  revelar  J:i  sucia  afrenta, 

utilizando  ai  cónyuge  ultrajado 

pira  lograr  venganza  pronta  y  cruenta 

á  su  humillante  agravio, 

pues  si  para  tomarla  por  si  mismo 

era  cobarde,  audaz  era  su  labio 

y  su  furor  llegaba  al  paroxismo. 

iíecuerJo  de  sus  ticmfjos  vciilurosos 
Osuna  cierta  llave  conservaba. 
AmucIIíi  que  le  daba 
acceso  á  la  mansión  de  los  esposos; 
y  cuando  llegó  el  día 
une  liivo  á  su  venganza  destinado, 
uno  de  primavera  que  nacía 
tl3  ar.jmas  y  sonrisas  saturado, 
furtivo  cual  laJrón.  llegó  basta  el  nido, 
de  la  que  fut-  su  amante 
y  viendo  (jue  en  sus  brazos,  delirante, 
estrechaba  al  rival  aborrecido. 
Miípó'os  con  satánica  sonrisa 
y  en  menos  de  un  momento 
los  encierra  con  llave  en  su  aposento 
y  iiacia  el  cuarto  de  Ernesto  va  con  prisa: 

VI 

Pantoja,  que  con  aire  perezoso 
y  en  calma  patriarcal  se  desayuna, 
ve  con  sorpresa  que  llegaba  Osuna 
páUdo  el  rostro  y  el  mirar  vidrioso. 
—¿Qué  ocurre?— preguntó. 

—¡Por  Dios,  Pantoja! 
— Kscnchame  un  instante: 
Ya  sabes  que  te  aprecio  lo  bastante... 
No  sé  cómo  decirte...  me  sonroja... 
pero  es  casi  un  deber... 

—¡Demonio!  .\caba. 
—Verás...  hace  ya  tiempo  sos[)ecliaba 
íjue  Catalina... 

-¿gué? 

— Si  no  lo  viera... 
pero  soy  un  borrico...  no  hagas  caso. 
— i.\caba,  que  me  abraso! 
—imposible.  Ya  estás  he(;ho  una  fiera. 
—¡Termina  mi  paciencia! 

—Pero,  amigo, 
¿toexijesf...  bien;  pues...  sorprendí  á  tu  espo.?a 
durmiendo  con  el  viejo  Ensebio  Sosa. 
—¿Con  Sosa? 

—Sí,  el  banquero, 

— ¡Hah! 

— 'l'e  digo 
y  i)uedo  convencerte... 

—¡Disparate! 
— Ven  conmigo,  no  creas  son  intrigas. 
—Muy  bien,  hombre.  Me  basta  que  lo  digas. 
Ya  tengo  casi  frío  el  chocolate... 


Ernesto,  niuy  sentado, 
devorando  siguió  sus  provisiones  •- 

y  ante  aquel  desenlace  improvisado 
Osuna  se  quedó  viendo  visiones.        .'. 

Yir 

(Murmurase  que  Ernesto  adula  al  viejo 
y  que  á  este  la  bolsa  se  le  afloja.) 
¡Oh,  qué  horror!  Si  leyera  esto  Pantoja... 
ni  dos  centavo;  doy  por  mi  pellejo. 

Al  ¿di o  Borgia. 


¡DE  PROFUNDIS...! 


Si  yo  fuera  joven, 
ó  no  fuera  viejo; 
si  no  hubiera  en  casa 
un  maldito  espejo 
(jue  arrugas  me  enseña 
y  canas  sin  cuento, 
y  si  no  tuviera 
la  calva  que  tengo 
y  esta  horrible  curva 
(|ue  hace  de  mi  cuerpo 
un  ídolo  egipcio 
ó  un  saco  de  cuero, 
entonces,  señores, 
con  placer  inmen.so 
como  Ui  ¿lío  lempúve 
.sintiera  el  efecto 
de  aquellos  profundos 
estremecimientos, 
viendo  de  una  niña 
con  arrobamiento, 
los  preciosos  ojos 
azules  ó  negros, 
de  largas  pestañas, 
que  son  un  infierno 
para  el  que  se  atreve 
á  mirarse  en  ellos, 
pues  estando  lánguidos 
torturan  el  pecho, 
y  si  apasionados 
producen  incendios 
en  que  uno  se  abrasa 
sin  otro  remedio. 
Su  pequeña  boca 
de  labios  bermejos, 
bouquet  exquisito 
al  que  otorgó  el  cielo 
de  sus  querubines 
el  divino  rostro, 
con  tantas  virtudes 
y  tales  efectos. 


ij^3Í¿«áL¿.i¿-./«i¿^^  jí:,-**.^i-Si^^.'?;^í^'"^.¿¿ái¿A^^^^^ 


'>;í::-'atJ^L: .^y.;,&-Sík  -/irsfe&ííi.íii^,*^ 


-.  ..-¿s  ■:. 


hL  CASCABEL 


¥IA^^E   DE   PLÜCER 


A  los  oclio  días  de  casados 


Dos  años  después 


•■^.í:í^Kr- 


■  .'.V-*^^i^  ">'^"í'is?'"  ^  '" ^-■--  .-~'v"-í - 


fe:  • 


7()0 


eL  CASCABEL 


^iSSiSí}3sÉító^ 


.,  -[.-  3.,'  ^-^^^ 

■■-  -i 


fe- 


que  áesún  pretenda 
su  precioso  dueño 
da  muerte  á  los  vivos 
y  vida  á  los  mueiHos. 
Su  pequeña  mano, 
de  alllados  dedos 
y  uñas  trasparentes 
que  parecen  pétalos 
de  encarnadas  rosas 
en  nieve  sujetos. 
Su  cutis  suave 
como  el  terciopelo, 
satinado  ó  mate 
si  es  blanco  ó  moreno, 
que  se  enciende  ai  paso 
del  oculto  fuego 
que  por  las  arterias 
corre  produciendo 
ya  tintes  de  rosas 
ya  rojos  destellos, 
según  los  caprichos 
del  Dios  niño  y  ciego. 
Su  arrogante  busto 
de  elevado  seno, 
que  se  agita  á  iupulsos 
del  más  leve  esíuerzo, 
ijue  tiembla  á  un  .sencillo 
y  quedo  te  quiero. 
y  que  s  ;  estremece 
cual  si  fuere  trémulos 
montones  de  esiiuma 
del  fluido  elemento 
que  abordan  la  pl;iy;i 
y  refluyen  luego. 
á  un  dulce  le  adoro 
de  delicias  lleno. 
Su  esbelta  cintura 
de  robusto  asiento. 
nerviosa  y  flexible 
como  arco  guerrero. 
Sus  anchas  caderas 
que...  iAh!  i.\i  silencio 
el  lector  me  llama 
con  adust'-  ceño! 
Bien;  tú  te  lo  pierdes; 
estaba  en  el  cerco 
que  guarda  la  entrada 
del  templo  de  Venus, 
lugar  misterioso, 
hipnótico  y  lleno 
de  tanto  deleij.e. 
que...  pero  prefiero 
callarme,  ¿lo  quieres? 
Muy  bien:  te  obedezco. 
Su...  todo  que  elogio, 
queda  sin  más  hecho 
que  decir  mujer 
nue  es  iris,  que  os  cielo, 
que  es  goce  divino, 
que  es  el  co:nplemento 
(juerido  del  hombre, 
su  sierva  y  su  dueño. 

Más  jay!  al  sentirlos 
siento  hoy  á  un  tffempo 


■fr-: 


una  pena  horrible,  > 

mortal  desconsuelo, 
como  sentir  debe 
el  cuitado  hambriento 
cuando  ante  sus  ojos 
llenos  de  djseos, 
exponen  á  miles 
manjares  selectos, 
pero  le  prohiben 
acercarse  á  ellos. 
Como  el  caminante 
que  vaya  sediento 
por  desierta  estepa 
de  candente  suelo, 
y  cuando  á  oir  llega 
con  febril  anhelo  , 

el  leve  murmullo 
de  algún  arroyuelo, 
cuando  ya  sus  ojos 
alcanzan  á  verlo 
correr  cristalino 
por  su  olando  lecho, 
cuando  ya  en  sus  labios 
siente  dulce  fresco 
al  correr  á  hundirlos 
con  gozo  en  su  seno, 
algo  incontrastable, 
le  prohibe  hacerlo... 

Asi  yo  á  mi  paso 
la  hermosura  veo, 
me  acerco,  la  toco, 
y  cuando  frenético 
voy  á  ella  á  postrarme, 
delirante,  trémulo, 
oigo  estremecido 
implacable  acento, 
que  me  recomienda 
de  nuevo  el  espejo. 
Por  eso  os  decía     . 
con  dolor  inmenso: 
jSi  yo  fuera  joven 
ó  no  fuera  viejo! 

liaul  Osoenrasn. 


DE  DOMINGO  Á   DOMINGO 


Ya  funcionan  en  sas  nuevos  cuai'le'.es 
lie  veranólas  diversas  compañias  de  zar- 
zuela española  que  nos  han  enlrelenido 
Jurante  el  invierno. 


.^ifec.í'S 


-,".  .■:~:.i,' 


.iíAvi-  -'.ír^-ás: 


é¿£i^--,íAiáié»iS¡iüÉ¿úS£íé¡ÁMl^^st^^í^hh. 


^"?sg^l^ 


EL  CASCABEL' 


70 1 


r^^ 


T-*"' 
*-?»■ 


La  única  novedad  en  ei  género  la  cons^ 
lituye  la  .compañía  que  actúa  en  lá  Co- 
media. 

Jiilip  Ruiz,  Ta  Aceves,  las  hermanas  Que- 
ro, etc.,  han  probado  que  no  era   inmere- 
cida la  fama  que  les  atribuían   antes   deL 
estreno. 

líspecialmenle  Ruiz,  és  un  actor  délos 
que  entran  pocos  en  libra  como  suele  de- 
cirse. 

— Me  parece  que  Ruiz  no  gustará— nos 
(Iccia  un  sugeto  aficionado  al  cálculo  de 
probabilidades  y  á  los  refranes. 

—¿Porqué? 

—¿No   sabe  Vd.  aquello   de  que  «quien 
wTucho  abarca  poco  aprieta?...» 
Otro  refrán  falluto! 

Ruiz  abarca  mucho:  escribe  artículos, 
poesías;  comedias  y  las  representa  muy 
bien.  Pues  apesar  de  fiborcar  tanto  aprieta. 
A p'rieta  á  los  concurrentes  que  se  apiñan 
en  el  teatro  y  que  en  cuanto  apriete  el 
calor  se  asarán  sin  reniedio. 

En  cuanto  á  la  señorita  Acevfes  vean  us- 
tedes su  retrato.  Sonde  buten.  Ella  y  el 
retrato. 

Las  Quero  son  tan  bonitas  que  un  go- 
moso que  pronuncia  mal  todos  los  nom- 
bres las  llama  las  quiei^o. . . 

Ahora  hablemos  de  los  amigos  antiguos. 

Pastor-Garrido  est.in  en  la  buena  como 
suele  decirse. 

Y  la  buena  para  ellos  es  ahora  el  precio- 
so teatro  de  la  Zarzuela,  el  que,  además  de 
ser  espacioso  y  elegante  reúne  magníficas 
condiciones  pwra  verano.  La  fuente  mági- 
ca del  vestíbulo  por  si  sola  ya  produce  una 
impresión  fresca  al  espectador. 

El  popular  Juárez,  la  Sra.  Pía,  la  López 
y  demás  artistas  t  m  aplaudidos  como  siem- 
pre, y  logrando  llenar  el  teatro  de  concu- 
rrencia escogida. 

(^'Kill  contribuye  no  poco  á  asegurar  los 
plenos.  Y  la  verdad  que  el  célebre  ventrí- 
locuo con  sus  muñecos  constituye  un  es- 
pectáculo por  demás  iideresante.  Vayan 
;i3ledes  y  nos  d  irán  la  razón. 

Kn  el  Onrubia  estrenóse  el  sábado  la 
compañía  de  la  que  forman  parte  la  aplau- 
dida tiple  Srta.  To    á-i  v  el  Sr.  Roldan. 

Una  y  otro  tienen  nu^hos  adiniia<lorps. 
Nada  tiene  pues  d  "Hrliculcir  que  el  teatro 
so  llene. 

La  compañía  fí 
obras  nuevas.  '' 
Joca!. 

Por  ahora  La  O    -u  del  cojo  y  N ¿tuche 


'■n  estudio   ídgunas 
Jallas    una    revisla 


hacen  el  gasto  y  las  delicias  de  los  concu- 
rrentes. 

Las  hermanas  Aranüz  han  ido  aparar  al 
apartado   teairo  Alhamhra^  pero   donde^ 
quiera  vayan,  van  sus  numerosos  devotos. 

Uno  que  lo  es,  y^lic^rrimo  de  Mercedes, 
nos  decía  la  otra  noche:  (una  noche  cahi- 
rosa)  Mercedes  me  hace  una  merced  obli- 
gándome áir  tan  lejos.  Mire  Vd.  en  aca^ 
bando  de  comer  enciendo  el  habano,  tomo 
el  Iramway  y  emprendo  mi  fresco  viago: 
llego  y  sigo  disfrutando  por  partida  doblo. 

— ¿Como? 

—  Disfruto  temperatura  agradable  y  lon- 
go buenas  vistas  en  el  escenario  y  en  la 
sala... 

Tal  vez  la  compañía  ha  debutado  antes 
de  tiempo,  pero  en  verano  seguramenle  el 
Alhambra  estará  au  complet  que  diría 
;  el  de  la  Vida  y  los  for  ewer. 

No  hablamos  del  Odeon  y  su  compañía 
porque  no  es  cosa  de  repetir  siempre  lo 
mismo. 

Es  decir  que  en  el  teatro  de    ía  calle  Es- 
meralda se  dá  cita  la  alta  sociedad   y   que 
la  Reiter  y  Emanuel   son  dos  artislas  con- 
sumados. 
i       El  Politeama  ha  cerrado   sus   puertos. 

La  compañía  coreográfica  se  vá  dejando 
gratos  recuerdos  y  vaporosos  ensueños 
tras  de  si. 

—¡Qué  haré  ahora!  murmuraba  lángui- 
damente uno  que  escribe  con  los  pi<  s,  y 
por  lo  tanto,  y  lo  tonto,  considera  el  baile 
como  el  summum  del  arte 

—  ¡Ah!  ¡mis  carísimas  bailarinas!  suspi- 
raba un  joven  que  aprendió  á  balbucear 

algo  en  italiano.— /)o¿"e  sonno  las  carísií- 
mas... 

—Busque  Vd.  las  baratissi?nas  le  dijo 

al  oido  elespíritu,  ó  el  .5/;/v"í  de  Forlet. 

Y  en  efecto,  en  ninguna  parte  se  rinde 
más  ferviente  culto   á   Terpsícore  que  en 
las  Folies^  en  donde  Casthor,  la   Darras,  ^ 
Ambrosini  y  demás  troupe  hacen   las  de- 
licias de  los  habitúes. 

Sobre  todo  cuando  Forlet  anuncia  que  la 
función  terminará  con  un  gran  escándalo 
y  can-can. 

Otro  actor  afortunado  es  Gavalli  al  que 
deben  visitar  los  taciturnos  de  oficio  y  ios 
que  quieran  extasiarse  ante  alguna  mil;»- 
nesa 

Y  no  lo  decimos  por  los  glotojies. 

Un  diario  ha  anunciado  que  el  empresa- 
rio Sr  Bernis  h  i  ido  á  coniratar  al  céle- 
bre actor  español  Sr.  Emilio  Mano. 

¡Ojalá  sea  verdad  tanta  belleza! 


^5ÍM.4^í^ásÍSfeS^6íSiJí^ÉSi^a3^fciíi&í 


í^MiSÉ^fS^^iiSííi^iM^^M^^ 


ife'^feMr'^SVÍ.  .f  ,í  ¿- ■ife-vSSSS&^.^iiS^iéíSí 


\.:'-::'ii¿ '''-'"-'■  ^:■■  "■/■^'^^'■-■■■-  -'^^■ 


'^m^m 


EL  CASCABEL 


Mezclo  de  aceite  y  de  agua 
son  hombre  y  mujer   casados, 
que  por  mucho  (¡ue  se  mezclen 
el  agua  queda  debajo. 


-is^ 


—Quebraron  Kuiz  y  Pascual; 
— Es  cosa  muy  natural, 
que  había  de  suceder, 
en  una  razón  social: 
pero  sin  razón  de  sor. 


«Los  dramas  ife  las  pasiones* 

Mste  titulo  melodramático  pertenece  á  un 
s  iolto  de  un  diario,  suelto  que  nos  narra 
c!  lioclio  de  que  una  señorita,  disfrazada 
i\o  hombre,  sacude  el  polvo  á  su  novo 
i  :nel. 

¿Y  á  esto  le  llaman  drama? 

A  nosotros  nos  parece  saínete. 


Ya  habrán  Vds.  visto  que  las  niñas  de- 
sairadas empiezan  por  los  cachetes  y  aca- 
ban por  el  vitriolo. 

Nada  menos  que  dr»s  victimas  ha  pro- 
ducido este  liquido. 

Parece  que  un  grupo  de  jóvenes  finos  de 
culis  se  presentará  al  gete  de  policía  pi- 
diendo garantías. 

Porque  si  lo  del  vitriolo  cunde... 
¡.Ni  Las  Ira  estará  seguro! 


En  un  periódico  de  la  provincia  hallamos 
la  siguiente  exclamación  de  un  hacendado 
♦'ilusiasmado  con  la  benéfica  lluvia   que 
lia  ri'gado  los  secos  campos. 
— «¡.\lfin  tendremos  pasto!» 
Bueno:  pues  que  les  aproveche  á  Vds. 


Guido  Spano  ha  dimitido  el  cargo  do  pie- 
i  lente  del  Ateneo. 
Pero...  ¿el  Ateneo  existe? 


Si,  ¡existe!  Ahora  lo  acabamos   de  leer. 


«...se  han  fijado  los  días  martes  y  jueve^ 
pBira  recibos  literarios..»      -         "     t  -• 

Entre  estos  y  los  recibos  de  treinta  pe- 
sos- por  cuota  mensual  no  es  dudosa  la 
elección. 


Tello,  el  barbero  de  Ruiz, 
de  tal  modo  se  arreglaba, 
que  siempre  que  le  afeitaba 
le  cortaba  la  nariz. 
Huiz,  harto  ya,  cierto  dia, 
dijo  á  Tello,  exasperado: 
— Yo,  ese  rótulo,  ahí  colgado, 
de  otro  modo  pintaría. 
—¿Cómo? 

— Poniendo  detrás 
de  Peluquería  Tello: 
A  q  uí  se  corta  el  cabello 
...v  la  nariz  además. 


Anuncio  notable  (pje  hallamos  en  ua 
diario. 

«Se  necesita  una  muchacha  para  el  ser- 
vicio de  una  familia  corta  con  cama». 

Esta  asegura  que  la  familia  corta  tiene 
una  posición. 

La  horizontal,  seguramente. 


ondencía 


Pif-Pai'.~\.ñ  seré  franco:  hace  \á.  mejor  lo  otro. 

V.  P.— En  efecto,  no  hay  inspirac'&n  furiosa. 

Arabel.— Lo  mejor  senl  que  pase  Vd.  por  esta  su 
casa.  Ya  comprenderá  Vd.  que  en  esta  secci>u  no  lo 
puedo  contestar  extensamente. 

/.  A.— Recibido  lo  suyo. 

Uracan.—^o  sirve. 

C,  iW.— Insisto:  no  entiendo  aquello. 

T.  I{.  (lialn'a  A'/rtWfl)— Demuestra  |,Vd.  disposicio- 
nes. Lo  de  hoy  no  sirve. 

Oí-r,alto.—\Ma<ani(dü!  ¿Le  ha  cosiado  mucho  tra- 
bajo?... 

E,  Aiafitil.—'So  se  publicará  en  forma  de  libro. 
Nos  limitaremos  A  un  nnmero-nlmnnnque . 

■T.  E.  /}ar7ií!ri(ieiicril.—S\  la  poesía  fuese  buena, 
si;  pero  francamente  preliei'o  cjue  no  la  mande.  Hay 
otros  semanarios  de.'<tinados  íi  eso. 

.4.  Ibarrri .- i<'on  que  es  precioso^  Hace  Vd.  bioii 
en  advenirlo. 

yeí'O.— Está  bastante  bien,  pero  ailn  le  falta  algo. 


;r*^3Ae^ii. 


M. 


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establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
tei  iormente  de  D.  Giiiileriiio  A.  Cranweli, 
■í'^  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
r.ii-macéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia HO  es  yn  «le  f'rnnweil  sino  de  Sproat. 

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lebres agua?,  verdítdei  a  joya  medicinal. 
obtuvieron  diez  medallas  de  oro,  ocho  diplo- 
mas de  honor  y  los  más  grandes  premios  en 
i  odas  las  exposiciones. 

Analizadas  por  las  Academias  de  Medicina 
de  París  y  Madrid  y  por  el  ])r.  Pedro  N.  Ara- 
la,  en  el  Laboratorio  Municipal  de  Buenos 
Aires. 

Kstns  afíuns  son;  purgantes,  depurativas, 
anti  biliosas,  anti-herpéticas,  an ti- escrofulosas 
y  anti-sifiliticas. 

l)^cl;l^:^das  por  la  ciencia  médica  como  el 
mejor  depurativo  de  la  sangre  alterada  por 
los  humores  ó  virus  en  geneíal. 

Las   aguas   de  Garabaña,    purgantes   como 

liiiguna  oira,    las  nianUaii    ios   médicos  con 

■  .pííerenc  a  á  todas  sus  similares,  porque  las 

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El  íií. parcial. 
La  Saeta. 

La  Lidia. 
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El  Dia  de  Moda. 
La  Campana  de  Gracia. 
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S3¿¿¿i^£é^c  _'^3&d^.^:^£^asQEt^i4i2»UWA::'£^  .„í^ 


^'^^  j»yi»s-5»*- - 


.  "Ȓ* 


700  ■ 


EL   CASCABEL 


;;-,,.^v^^^j;-^ 


'mm^' 


AciA  tiempo  que  no  de- 
mostrábamos á  la  f.íz 
del  mundo  que  somos 
creyentes  sinceros. 

Es  decir,  que  creemos 
en  Dios,  en  ia  virgen  v 
hasta  en  la  bondad  de  ios  gobiernos. 
Que  ya  es  mucho  creer. 
Ahora  hn  llegado  el  momento  de  hacer 
profesión  de  fé  y  la  maleta  á  un  tiempo. 
¡A.  Lujan! 

¿Quién  no  aprovecha  católicamente  la 
hoJada? 

¿Quién  permanece  en  la  ciudad,  pudiendo 
ir  á  pasar  un  dia  ameno,  entregado  por 
completo  á  la  meditación  y  á  los  fiambres? 
Nadie,  seguramente. 
Por  eso,  sin  du'Ia,  se  nota  tanto  movi- 
vimiento  en  los  más  cristianos  hogares. 
—  Romualdo; — dice    una  señora  devota 
de  San  liami'U  -os  preciso  ((ue  no  te  des- 
cuides... 

— ¿Corro  algún  peligro? 
— Como  correrlo  siempre  lo  corres,  por- 
que el  mundo  está  lleno  de  tropiezos  y  á  lo 
n*ejor  el  más  inocente. . . 

— Si;  se  casa,  y  ;adi(>s  inocencia! 
— No  me  vengas  ahora  con  lamentacio- 
Ees.  Bien  sabes  tú  que  si  me  casé  contigo 
fué  por  obedecer  á  mis  padres,  y  que  sufrí 
mucho  porque  estaba  enamoradísima  de 
mi  primo,  farmacéutico  del  Tandil,  el  que 
me  había  jurado  amor  eterno  junto  á  la 
piedra  movediza,  y  además  me  regalaba 
pastillas  de  menta  y  me  cantaba  cancio- 
nes como  aquella  que  decía: 

¡Ay  amor!  sal  al  balc('>n 
-     que  me  consume, 
que  me  consumo 
esta  pasión: 
patim,  pon,  pon. 


— El  que  se  conéutrie  soy  yo.  ¡Reniego 
del  farmacéutico  y  lamento  que  la  piedra 
movediza  no  le  aplastara  junto  con  sus 
endechas  amorosas...  y  para  terminar; 
dime  por  qué  y  para  qué  he  de  estar  pre- 
venido. 

— No  sabes  que  el  día  trece  .. 

—  Si,  es  un  dia  aciago;  ya  lo  sé. 
— No  es  eso.  El  trece  es  el  día  de  la  pe- 
regrinación á  Lujan. 

— ¡Ah! 

— Y  hay  que  ir,  porque  además  de  ser 
agradable  á  la  virgen,  el  paseo  puede  serte 
útil,  pues  si  lo  aprovechas  bien  tal  vez 
puedas  cobrar  aquel  pico  que  te  adeuda  tu 
primo... 

—  ¡.lusto: 

— No,  Antonio;  el  casado  con  Adelaida. 
—Ya,  ya. 

De  modo  que  queda  resuelto  el  viaje. 
— Resuelto. 

—  Ahora  sólo  falta  que  te  entregues  á 
la  meditación  y  á  la  lectura  del  Mensajero 

I   del    Coraxón   de   Jesús  para    preparar    el 
ánimo...  ^  -j 

—  Bien;  se  hará. 

— ¿No  vá  V.  á  Lujan? — nos  preguntó 
esta  mañana  una  señora  que  tiene  dos 
hijas  por  merecer. 

— Tal  vez. . . 

—  Pues  vénganos  á  buscar  y  haremos 
el  viaje  juntos. 

¡No  sabe  V.  lo  que  me  atraen  las  pere- 
grinaciones!! Conservo  tan  gratos  recuer- 
dos de  una  que  tuvo  lugar  allá  por  los 
auos  cincuenta  y  tres  ó  cincuenta  y 
cuatro. . . 

—  ¿Algún  milagro? 

—  Precisamente  milagro,  no;  pero  co- 
nocí á  Alberto. 

--¿Alberto?     ■ 

—  Si,  rn¡  marido. 

-;Ah! 

— l'hitonces  no  lo  era,  pero  aspiraba  á 
serlo...  Aprovechando  la  confusión  de 
gante  se  sentó  á  mi  lado,  y  durante  el 
camino  me  fué  [)isando  suavemente  el  pié, 
y  entre  una  salve  y  un  g'oria  me  dijo, 
lleno  de  rubor: 

— -Dendira  tú  eres  entre  todas  las  com- 
]    pnñirras  de  wagón! 


^W  ^k.r4S¿j£Í3^ »   i 


.,'*.  .  ■ 


EL  CASCABEL 


707 


Yo^  naturalmente,  nada  contesté,  pero 
me  puse  muy  nerviosa  j  le  tiré  disimula- 
damente un  pellizco  en  una  pierna  y... 

— Comprendo,  comprendo. 
•  — Si,   amigo  mió.   Alberto  se  decidió, 
pidi(>  mi  mano  y  me  condujo  al  altar.  Nos 
casamos  y... 

— Ya,  ya;  no  prosiga  V. 

— Por  eso  tengo  tanta  afición  á  las  pe- 
reglñuaciones  y  siempre  llevo  á  las  niñas. 

-^¿Para  ver  sí  salta  un  Alberto? 

—  ;Xo  sea  V,  mal  pensadi'! 

Vale  decir  que  la  mayor  parte  de  los 
peregrines  no  llevan  miras  mundanas. 
Van  inspirados  por  la  más  sincera  fé  y  no 
miran  á  las  peregrinas  más  que  como  si 
fuesen  hermanas. 

Y  que,  por  lo  tanto,  no  han  de  hacerse 
ilusiones  las  niñas. 

Porque  los  Albertos  no  abundan. 

Pero  sí  quieren  hacer  la  prueba. . . 

El  viaje  es  barato. 

EN  CONFIANZA 


Enriqueta  mi  vecina, 
(|ue  es  una  chica  rauy  fina, 
tiene  una  grieta  ¡oh  dolor! 
en  el  labio  superior 
(le  su  boquita  divina. 
Por  eso  si  llega  á  oir 
algo  gracioso  decir, 
exclama  al  punto  Enriqueta: 
—¡Por  Dios,  no  me  hagan  reír, 
(jue  se  me  abre  la  grieta.. 

Raul  Osoenraso. 


DEBILIDADES... 


l't^rico  Pérez,  un  buen  muchacho; 
por  más  que  muchos  á  este  respecto 
<]icea  que  tiene  más  de  un  defecto. 
y  es  uno  de  ellos,  el  ser  borracho. 
¿r.e  gusta  el  vino?  Se  lo  concedo: 
pues  falta  tiene  rnás  vergonzosa 
y  es   que  Perico  le  dá  á  su  esposa, 
cada  paliza,  que  canta  el  credo. 
De  tal  bajeza  Pedro  liace  alarde 
y  ¡ay?  si  cualquiera  le  causa  enojo: 
l)ur  si  esto  es  blanco  ó  aquello  es  rojo 
ya  está  Perico,  duro  (jue  es  tarde. 
Su  pobre  esposa,  dócil  le  halaga 
y  sus  favores  nunca  le  niega, 
pero  es  inútil,  si  el  chico  llega 


borracho  á  casa,  ella  es  quien  paga. 
Para  él  no  valen  buenas  razones; 
la  letra  (dice;  con  sangre  entra, 
y  asi  dispuesto  siempre  se  encuentra 
á  demostrarlo  con  mojicones. 
Y  aunque  es  tan  bruto  como  fornido 
dice  su  esposa  (no  .se  concibe) 
que  son  las  tundas  que  ella  recibe 
debilidades...  de  su  marido. 

Federico  Asto* 


LOS  ESPIRITUALES 


(RaCLMO    KI;    DlSi'ArtAI'ES) 

oDos  liemos  de  morir 
hermanos  mies,  de- 
cia  el  gran  Bossuet- 
Y  todos  hemos  de 
ser  locos,  hermanos 
míos.,  digo  yo,  ó  a  lo 
m^nos  nuestra^-  ex.- 
Ii'avaga  rieras  nos  han 
de  hacera  imagen  y 
semejanza  de  los  que  habitan  un  mani- 
comio. 

Las  manías  son  locuras:  y  es  tan  [natu- 
ral en  esta  época  ser  maniáticos,  como  es 
natural  el  colorete  en  las  caras  feas  y  el 
frecuente  blanqueo  do  caras  viejas  coa 
apariencias  de  nuevas. 

El  hacerse  el  espiritual,  por  ejemplo,  es 
una  manía  muy  general. 

Nada  mas  natural  que  la  espiritualidad 
de  don  Pedro,  que  cada  día  se  bebe  dos 
botijas  de  vino.  » 

Efectivamente,  una  botella  con  su  co- 
rrespondiente liquido,  tiene  muchci  espíri- 
tu, pero  de  aquellos  diablos  de  espíritus 
(|ue  hacen  saltar  el  corcho;  y  tomo  que  el 
I  lia  menos  pensado,  salte  la  cabeza  de 
don  Pedro  esparciéndose  un  vapor  que 
haría  caminaran  tren  de  cien  toneladas. 
La  manía  de  casarse  en  las  mujeies;  la 
manía  de  ser  espirituales  en  ios  hombres 
(|ue  han  hecho  un  acróstico  á  Nerón,  una 
oda  ú  la  luna  y  una  invocacida  á  la  ve- 
cina. 

Conocí  á  una  rubia  que  por  casarse  se 
hubiese  vuelto  vieja:  vi  á  un  joven  (fue  por 
ser  espiritual  hubiese  sacrificado  ia  única 
cabeza  que  le  concedió  el  cielc». 

P'^ro  antes  de  nada,  tma  esplicac-ion  del  ■ 
significado  espiritual.  Nadie    podr/i   saber 
hasta  ahoia  pr.rque  se  les  llama  espiritua- 
les á  ciertos    hombres    que  andan  revol- 
viendo   los    ojos    y    procurando    parecer 


708 


EL    CASCABEL 


\izcos  Ó  tontos.  Nadie  podrá  saber  exac- 
tamente la  etimología  de  esta  palabra 
cuando  se  la  aplica  como  adjetivo  á  los 
hombres  que  saben  decir  chistes  ó  chis- 
mes. El  misterio  rodea  á  este  vocablo,  el 
misterio  alcohólico  de  las  espiritualidades 
de  la  academia. 

A  un  hombre  le  decían— Mira  Fulanito. 
no  bebas  tanto,  el  vino  le  hace  daño. 

— No  es  el  vino  el  que  me  daña— es  el  al- 
cohol del  vil  o 

Parodiando  esle  dicho,  otro  argumen- 
taba que  no  eran  las  mujeres  las  <iae 
lo  enfermaban,  si  no  el  alcohol  de  las  mu- 
jeres. 

Bien  pues,  la  palabra  espiritual  se  apli- 
ca de  diversas  maneras  o  sentidos.  Se  dice 
espiritual  al  hombre  romúnlico,,  melanco- 
lice, ó  que  exhala  vapores  hetereogéneos 
por  aquello  d<^  «pie  si^n  puro  olor,  si  se 
acepta  el  barbarismo. 

Segundo,  (\'\'\  líos  que  están  llamados 
pero  no  escogitií  ^  paradet:ir  cosas  boni- 
tas y  clnstosa-:  iiinque  en  materia  de  co- 
sas, estoy  poi- 1;  >  que  oculta  el  misterio  de 
la  metempsic<i-i-.  (pie  consiste  en  moler 
«inco  y  sacar  soi-  cosas Y  todavía  pue- 
de haber  uim  l-ioM-a:  pero  no  de  la  orden: 
aquellos  que  djc  -n  lo  ([ue  nunca  pensaron 
«)  si  pensaron.*  no  por  cuenta  agena:  o 
aquellos  que  h;i  ai-on  lo  que  no  se  perdió. 
ó  andan  con  la  mano  en  ol  bolsillo  ajeno. 
Estos  son  taniosos  espirituales. 
¡Oh!  la  melancolía  en  los  ojos!  Se  me  fi- 
gura que  la  ci  sis  nos  va  ;i  volver  melan- 
cólicos, es  decir,  e-spi rituales. 

Cuando  uno  siente  que  el  estómago  está 
respirando  poi  h  lierída.  o  mejor  dicho. 
cuando  se  tiene  iiHml)re,  entonces  se  vuel- 
ve uno  pálido  V  romántico,  con  los  ojos 
melancólicos,  -  ,i  >s  de  llorar  por  todo. 

Pero  vamos  a!  asunto  espiritual,  y  vole- 
mos por  los  e^icj¡suH;)S  de  la  espiritua- 
lidad. 

La  palabra  ■  i  líiicolico.  /ola  la  defini- 
ría de  esta  mai  (  ra:-Es   frase   compuesia 

de  cólico  y  mel  >   . 

Los  melancoii  'S  ó  espirituales,  lienen 
traza  de  sepulta  os:  parece  que  el  alma- 
de  estos  es /(¿i>^'"  7)((ü-ff}ónj('.,  el  cuerpo 
un  túmulo  y    la    \oz  un    eterno  miserere. 

Dios  nos  libro 'I'- osla  raza  canina. 

Los  espirilual"^.gen(^ralmente  son  [lO- 
bres  de  energía  y  de  monedas,  y  viven 
pensando  en  que  no  ha  pasado  aún  la 
época  de  los  Mcíisluieles  (lue  los  convier- 
ta en  Faustos. 

Estos  son  la  peor  raza  de  las  mujeres. 


Los  hay  de  profesión  y  los  hay  de  obli- 
gación. 

Lc«  primeros  se  han  vuelto  románticos, 
soñadores,  poetas,  espirituales  ó  anima- 
les, porque  han  visto  la  panlorrilla  á  la 
hija  de  la  comadre  y  han  perdido  toda  ilu- 
sión, hasta  la  ilusión  de  la  carne  en  día  de 
\igilia. 

Los  segundos,  porque  alguien  les  dijo 
que  eran  ingeniosos,  y  su  ingenio  consiste 
en  sacarlos  trapos  sucios  á  la  calle  pyra 
maravilla  de  beatas. 

Pero  vamos  á  un  caso  concreto    de  espi- 
ritualidades. 
Juanito  era  un  joven  por  demás   buono. 
Un  día  se  le  ocurre  pasar  por  una  esqui- 
na; lo  cual  era  una  imprudencia. 

Oye  decir  al  pasar:  este  joven  es  muy 
espiritual. 

Un  botellazo  en  dirección  á  su  cabeza 
no  le  hubiese  hecho  tanto  daño,  como  ese 
dicho. 

En  su  cerebro  se  le  clavó,  desde  enton- 
ces, la  idea  de  que  era  espirilual,  como  se 
clava  un  hvjlés  fíente  á  un  argentino. 

Fué  á  su  casa  repiíiendo   la    palabra  es- 
pirilual, que  para  él  significaba  un  sor  so- 
ñador y  poeta. 
Quería  pues,  soñar  despierto. 
Un  antojo  de  los  más  caprichosos. 
Se  metiu  en  su  habitación   y  dio  rienda 
suelta  á  su  imaginación;  si  es  que  tienen 
rienda  las  imaginaciones. 

En  su  cabeza  que  era  achatada  por  los 
polos  y  elevada  en  el  ecuador,  ó  más  pro- 
pio, angosta  la  frente  y  en  forma  de  cuerno 
el  cerebro— bullían  las  faní  islicas  ideas. 
Eia  espiritual  indudablemente. 
Repentinamente  siíilió  un  desmayo  lán- 
guido y  arrobador.  Los  objetos   tomaban 
una  animación   sorpréndanle;  los  cortina- 
jes ([ue   eran    de   género   ordinario  y  con- 
una    arroba    de  polvo,   se   cambiaron    en 
brocados  de  oro  y  plata;    los   espejos,  que 
algunos  no  teninn  marco,   se  convirtieron 
en  estrellas,  en  topacios,  brillantes,  rubíes 
y  en  todo. 
¡La  maravilla  en  conjunto! 
Juanilo  so  figuraba   estar  co¡-onadó   por 
diosas  impalpables  y  hermosas.  - 

En  uno  de  esos  momentos  más  gratos, 
oyó  un  ruido  leve  que  se  acercaba  á  su 
hahitaciun.  Pensó  que  seria  algún  ánget 
que  venía  á  brimiarle  sitio  en  el  cielo. 

L'na  mano  se  hizo   ver   por    una  de   las- 
ventanas  trayendo  un  pupel. 
Era  un  pasaje  gratis,  indudablemente. 
Juanito  se  levantó  de  su  asiento,  y  deli- 


#i'iá?.j>^'ia'jwgflS.¿3;-3fiiei-«.-.taa>fc— .  -h..m-. 


,-;.:¿.,;^-a¿t;¿ag^-,-~¿  -.M  .^^ 


MaíÑfi^i^aSaí 


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EL  CASCABtíL 


im 


rante.  tomó  enire  sus  manos  el  papel  y 
leyó. 

¡Era  la  cuenta  del  panadero! 

Antes  de  su  ensueño  ó  espirilualísmo. 
-I  lian  i  to  había  bebido  un  poquitito  de  pesco. 
Af/usfrn  Porcel  Jaimes. 


EN  EL  INFIERNO 


I 

<ii-avemente  Satanás 
recibe  á  los  condenados, 
mientras  junto  á  si  sentados 
Tiene  á  dos  demonios  más. 
\'a  üejíando  lentamente 
una  iarga  procesión, 
y  aquel  infernal  salón 
se  vá  llenando  de  gente. 
Llega  el  cortejo  del  vicio, 
él  del  oro,  el  del  placer, 
Mue  van  á  comparecer 
;inte  el  diabólico  juicio, 
y  al  presumir  los  horrores 
de  tantos  tormentos  fieros, 
llriran  sabios  y  usureros, 
reyes,  siervos  y  señores, 
Al  ver  !a  aglomeración, 
<■!  demonio  satisfecho, 
se  rasca  el  cuerno  derecho 
lleno  de  grata  emoción. 
Aluevc  el  rabo  el  Dios  del  Ma 
:'  en  iarga  fila  formados, 
van  pasando  condenados 
rinte  el  jurado  infernal. 
l'asa  primero  un  gotoso 
viejo,  que  engañó  á  su  espos;. 
luego  su  cónyuge  hermosa 
'lue  también  faltó  al  esposo. 
Pasa  un  general  traidor, 
pasa  el  dueño  de  un    registif, 
pasan  un  señor  Ministro 
y  un  Ministro  del  Señor, 
pasa  una  dama  risueña, 
'iue  muestra  formal  empeño 
en  que  alguien  sea  su  dueño, 
y  lleva  detrás  su  dueña. 
todos  con  aire  distinto 
llenos  de  horrible  amargurp, 
sufren  la  temperatura 
de  aquel  ardiente  recinto, 
y  reyes,  emperadores, 
Celestinas,  y  usureros, 
y  ministros,  y  guerreros, 
se  hallan  en  paños  menores. 

II 

Kntre  el  confuso  murmullo 
de  la  multitud,  que  crece, 
una  mujer  se  aparece 
y  se  acerca  con  orgullo 
^fujer  que  se  creería 
Hermosa  estatua  animada. 


■  niusa  de  carne   formada 
"  de  nácar,  luz  y  ambrosía. 

El  demonio  estrímecido 

dice  á  la  mujer: 

—¿Quién  eres? 

Aquí  en  mi  reino  ¿qaé  quieres? 

Respóndeme  ¿á  qué  has  venido? 

Y, llena  de  desconsuelo 

con  voz  que  parece  un  canto. 

contesta  atinella  entre  llanto; 

— ¡l'orqué  me  an-ojan  del  cielo! 

Vivía  aJegre  y  dichosa 

llena  de  ventura  allí, 

y  ahora  me  mandan  aquí, 

por  ser  demasiado  hermosa. 

—Pues  si  no  lias  hecho  otro  mal 

no  comprendo  la  razón... 

— Armé  una  revolución 

eu  la  corte  celestial. 

Prendados  do  mis  encantos 

todos  los  santos  vivían, 

y  de  continuo  reñían 

llenos  de  celos,  los  santos. 

—  Pues  entonces  considero 

(pie  con  jnstieia  han  obradn... 

y  {)uedes  irte  á  otro  Indo. 

pues  yo.  tampoco  te  quiero. 

— IVi'O... 

—  ^  :i  tus  perfecciones 
á  mi  gente  lian  encendido. 
Vi'te  por  donde  has  venido. 
iM  quiero  r'-voluciones. 
— he  aquí,  igual  que  de  el  Kdén. 
me  arrojáis,  ¿l-orqué  señor? 

--Hija  mía por  temor 

<i"  enamorarme  también. 

Til 

Satanás  se  interesó  . 
por  la  causa   de  la* hermosa,' 
y  para  arreglar  la  cosa 
con  el  mismo  Dios  se  vi-j. 
Kl  destino  de  la  bella 
en  extremo  discutido, 
lili'  á  Vo  último  decidido 
convirtiéndola  en  estrella... 
tn  astrónomo  ilustrado 
(pie  estudia  el  cielo  con  celo. 
me  dijo  ayer,  que  en  el  cielo 
dos  cometas  han  chocado. 
Y  ("reo  fundadamente 
(pie  de  todo  su  rencor, 
¡tiene  la  culpa  el  amor 
por  iá  estrella,  fijamente! 

Lvíá  García. 


-_i-T".AS»¿ ,:riíÍíí!Í*-,.-_Jí¿tdi^íS¿í.>.,^»Á;Í2Hrig^íS!*^i^ifefe^ 


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EL  CASCABEL 


■^ 


PASADO  Y  FUTURO 


Con  un  extraño  placer 
piensan  mando  y  mujer: 
él,  en  lo  malo  (pie  há  si  lo, 
y  ella,  viendo  ¿í.  su  marido, 
en  lo  mala  (|ue  lin  de  ser. 


LA  MODELO 


I 

os  que  teman  por  costumbre  tomar  café  en  la  confltena  La.  AniericCüta, 
prestaron  atención  á  lo  que  iba  á  decir  el  celebrado  pintor  Antonio  Ferez. 
personaje  de  nombre  y  apellido  sobrado  vulgares,  pero  de  inspiración 
nada  común  y  de  reconocido  valor  artístico. 

Me  mareáis— dijo  el  artista— y  voy  á  complaceros.  Me  preguntáis  de 
dónde  saco  mis  modelos,  cómo  me  los  proporciono  y  si  son  tan  hermo- 
sos en  realidad  como  los  pinto. . . 
Contestaré  por  partes. 
1"  No  tengo  modelos. 
Tengo  una  sola  que  vale  por  mil. 
2«  A  mi  simpática  modelo  no  la  he  sacado  de  ninguna  parle.  ICUa  me  saca  ú  mi  de  mis 
casillas,  pues  por  míls  que  hago  y  digo  no  logro  nada  de  elln.  Dispongo  de  su  joven 
y  hermoso  cuerpo,   pero,   si  mientras  descanso  le  hago  la  corle,  me  amenaza  con  no 
prestarse  m;is  á  vestirse  de  reina  y  de  campesina,  ó  á  r/es;iWí¿rt/'.s'e,    valga  la  frase.- de 
ninfa,  fama,  ángel,  musa  o  visión  fantástica. 
Asi  es  que  mi  modelo  lo  es  de  veras. 

Quiero  decir  que  es  una  mujer  modelo,  un  modelo  de  virtud. 
'M  Es  más  hermosa  de  lo  qué  la  pinto.  Es  hermosísima. 
4°  No  os  la  quiero  enseñar,  y 

5»  Dentro  de  quince  días  podréis  admirar  mí  último  cuadro  titulado  La  Verdajl... 
—¿La  verdad  desnuda? 

— Naturalmente.  ¡Ah!...  entonces  veréis  a  mi  modelo,  pero  no  la  conotiereis.  Ella  es 
sacerdotisa  del  arte.  No  quiere  serlo  de  Venus. 

Con  que  ¡ya  lo  sabéis!  y  adiós;  he  de  empezar  la  sesión  con  ella. 
Me  voy  al  taller. 

II 

El  más  empeñado  en  conocer  á  la  bella  modelo  de  José,  era  Rupert:)  Antón,  rico  por 
nacimiento,  desocupado  por  gusto  y  sensual  por  naturaleza. 
Sobrábanle  mujeres,  segim  decía. 
Y  decía  verdad.  • 


ii't-" '  ■ii,;íÍ!5íís'í!!foíSi:, 


F.\.  CASCABEL  7J1 


La  que  más  le  dominaba  era  una  encantadora  rubia  que  le  tenia  loco,  perdidí)  y 
dominado,  hasta  tal  punto,  que  accedió  á  un  trato  vergonzoso. 

Ella  le  exigió  desde  el  primer  dia,  que  debia  dejarle  la  tarde  libre. 

—¿Para  qué?  -  . 

— Para  ganarme  honradamente  la  vida... 

—Ya...  ya...  ¡llene  gracia!  ¿Acaso  te  falta  algo?  ¿Xo  te  la  ganas  h  ¡Jiradamente 
conmigo? 

Pero  la  rubia  no  cedia.  Y  el  que  tuvo  que  ceder  fué  Ruperto. 

La  dejó  libres  las  tardes. 

Y  pensó  espiar  á  la  modelo  de  Antonio  Pérez  para  hacerla  suya  y  poseer  los  encanlos 
de  la  que  encendía  el  sagrado  fuego  artístico  en  el  más  celebrado  de  los  pintores  con- 
lempoi'iineos. 

¡Inútil  fué  su  empeño! 

Nada  pudo  descubrir. 

Por  fin  decidió  esperar  la  exposición  de  La  Verdad  para  grabar  en  su  acalorada 


mente  la  imagen  de  la  bella  modelo 


III 


¡Llegó  el  gran  dia! 

Antonio  Pérez  exponía  el  cuadro  famoso. 

Ruperto  esperaba  impaciente  la  hora  de  asistir  al  taller. 

Mientras  se  vestía,  Im  rubia  que  estaba  á  su  lado,  le  dijo: 

—Hoy  te  dedico  la  tarde. 

—La  tengo  destinada. 

—Y  yo  ¿quién  soy? 

Hubo  altercado,  explosión  de  celos,  y  por  fin  hubo  lo  que  sulo  jniede  iiaber  entre 
rufianes  y  gente  mal  criada... 

Mercedes,  la  encantadora  cubia,  recibió  una  atroz  paliza,  un  vapuleo  m  jnstruo,  del 
que  resultó  lleno  de  cardenales  y  desfigurado  el  bello  cuerpo,  que  perdió  su  nacarada 
brillantez  y  fresca  tersura,  para  cubrirse  de  manchas  amorataaas. . . 

La  cara...  no  hablemos  de  ella.  Quedó  desconocida. 

Ruperto  salió  á  la  calle,  y  Mercedes,  después  de  curarse  á  la  ligera,  se  puso  n  es- 
cribir una  carta,  febril,  sacudida  por  estremecimientos  nerviosos  y  rechinando  ios 
dientes  como  fiera  herida  por  experto  cazador... 

IV 

La  mesa  de  la  confiteiia  estaba  más  animada  que  de  costumbre. 

Los  amigos  de  Ruperto  recibiéronle  con  grandes  muestras  de  alegría. 

—¡Hoy  es  la  tuya!...  le  dijeron. 

—¿Cómo? 

— Si.  ¡Hoy  conocerás...  en  pintura,  á  la  bella  modelo  de  Antonio  Pérez!...  ¿No  la 
quieres  conquistar?... 

— ¡Pseh!...  quién  sabe. .  .—contesto  Ruperto,  de  tal  modo,  que  todos  Ijs  amigos  di- 
jeron á  una : 

¡.\ntonio  Pérez  se  queda  sin  modelo!... 

Y  se  dirigieron  á  la  exposición. 


El  cuadro  era  magnifico.  La  Verdad  resultaba  hermosa.  En  eso  tolos  estaban 
conformes. 

Ruperto  la  contemplaba  absorto. 

— ¿Se  la  quitarás?— murmuró  á  su  oído  un  amigo  adulón — ¿Se  quedar;i  sin  modelo 
Antonio  Pérez? 

—¡Pshe!...— repitió  distraído  Ruperto  y  siguió  ensimismado  en  su  contemplación.— 
El  esoelto  cuerpo  desnudo  de  La  Verdad  le  recordaba  algo,  le  enviaba  perfumes  cono- 
cidos, un  vaho  de  carne  joven,  muy  conocido  también...  No  había  duda:  la  modelo 
era   Mercedes,  su  Mercedes...!! 

-  jMaldiciÓnl  ruf  ió  de  pronto  el  pinlor  entrando  en  el  taller  y  llevando  en  sus 
manos  una  caria  que  estrujaba  nerviosamente,  ...¡estoy  sin  modelo!  me  acaba  de 
escribir  una  carta...  me  cuenta  cosas  horribles!... 

—¿Se  la  has  robado?— o>^  Ruperto  que  le  preguntaban  en  voz  baja. 

— ¡Pshe!...  repitió  automáticamente,  y  desapareció  con  el  corazón  oprimido. 

Al  llegar  á  casa  de  Mercedes  aún  halló  papel,  manchado  con  lágrimas,  en  la 
mesa  escrilorio   salpicada   con  gotas  de  sangre. 

¡Mercedes  era  la  modelo!... 

Mientras  tanto  los  amigos  de    Pérez   repetían  reventando  de  gozo: 

— ¡Ruperto  se  la  ha   robado!... 

Andrés  Soler 


S^S&ííSÁÍ-Vi-íí 


^'s^íí^-^^^s^^-i^-jf^^síf^j^^íis:^''^-"^ 


Wf^  ^^m"^  ^^^^  -'T^:-^^  *^^: 


7>i 


EL  CASCABEL 


EN  EL  TEATRO 


—Allá  en  el  claustro  ignoríido, 
llorando  y  arrepentida 
has  de  purfjar  tu  pecado; 
¡y  has  de  pagar  con  la  vidn 
este  nombre  que  has  mancluido: 


,.,  -.^ ;  •,  í«.^taitóii. 


'^<*  N  -:^7í^l^rr«^x^?^^'^^^    -'^^''''l^^r^^^'^^^^'-'^^r^^^^^-  -*^'"^ " 


EL    CASCABEL 


713 


EN  CASA 


—¡Tu  conducta  merecía 
que  }'o  te  atase  con  grillos! 

—Pero  hija 

— Qué  picardía 
¡no  me  ha  manchado  en  un  día 
tres  pares  dS  calzoncillos! 


kw'rSíSí 


^.r^'^^, 


??®*J^' 


EL  CASCABEL 


.las  ALMAS  SOLAS 

lia  tiempo  que  hubo  pasado. 
Ya  lo  tenía  olvidado 
II  aquel  tan  feliz  suceso, 
cuando  en  un  papel,  ayer, 
escrito  encontré  joh  placer! 
«2Í  de  Octubre,  un  beso» 

A  ese  apunte,  acompañaba 
un  ramo  de  la  que  amaba 
de  pensamientos  y  violas; 
y  pensé  esto  al  contemplar: 
— ¡Cuan  tristes  deben  estar 
las  almas  que  quedan  solas! 

likarclo  Mendloroz . 
TucumAn. 

^C^ 

A  UNA  DESPaEO^UPADA 


Frente  a  su  casa  anteayer 
curioso  me  detenía, 
y  sin  quererlo,  veía 
cuanto  se  podía  ver. 
La  noche  á  mi  alrededor 
entre  sombras  me  dejaba, 
y  de  este  modo  observaba 
á  usted,  bastante  mejor; 
pues  que  yo  en  la  oscuridad 
y  usted  con  luz  en  su  pieza, 
la  vi  de  pies  á  cabjza 
por  una  casualidad. 
Yo  aproveché  la  ocasión: 
más  culpa  mía  r,o  ha  sidn. 
ya  (pie  toda  hi  ha  tenido 
su  despreocupación. 

Usted  puso  en  la  consola 
las  horquillas,  el  corsé. 

y  luego  prosiguió  usté, 
como  si  estuviese  sola. 

Después  cíe  alg'jnos  instantes 

me  dejó  usted  conmovido, 

y  del  todo  convencido 

<iue  usa  medias  elegantes. 

Segui  viendo  con  encanto 

lo  que  usted  ejecutaba. 

y  vi  que  usted  suspiraba, 

pero,  ¿por  (pi;én?   ¡cielo  santo! 

Puedo  asegurar  á  usté- 

que  viéndola  suspirar, 

sin  poderlo  remediar 

al  par  de  usté  suspiré. 

Que  sentí  hinchars:^  mi  pedio 

cuanto  abs(  rto  la  vela, 

«lue  usted  al  íin  se  metía 

lánguidamente  en  el  lecho, 

que  noté  un  dolor  estr  iño, 

que  me  sentí  eslrjuieci  lo, 
«  que  casi  suiri  un  vahído. 

que  me  hu  hecho  V.  mucl.o  daño 

Tuve  por  ú];imo  miedo, 

y  al  querer  huir  de  alü 


hallé  un  señor  junto  ;i  mi,         ^     -,\.   : 
el  cual,  se  chupaba  el  dedo.       ^      ' 

Y  á  dos  jóvenes  que  alerta 
lo  mismo  que  yo  miraban,  . 
y  extasiados  se  qu«.'dabaii 
allí  con  la  boca  abierta. 

Anoche  volví  á  pasar 
por  su  casa,  y  pude  ver, 
que  lo  mismo  que  anteayer 
se  acostumbra  usté  á  acostar. 
Vi  con  aspecto  curioso 
á  un  grupo  muy  apiñado, 
vi  (|ue  estaba  emocionado 
el  público  numeroso. 

Y  contemplé  en  conclusión 
que  de  seguir  como  ahora, 
hará  víctimas,  señora, 

su  desi)reocu pación... 
I 'na  ocupación!  urgenie 
tengo  hoy  mismo,  y  pasaré, 
tarde  por  delante  de 
su  casa,  precisamente. 
INIe  esperan  unos  amigos 
y  es  para  un  lance  de  iionor, 
conque,  ¡hágame  usté  el  favor 
de  cerrar  bien  los  postigos! 

S.  Garritlú. 


DE  DOMINGO  Á  DOMINGO 


Mercadet  es  un  conocido  nueslro.  y  es 
al  mismo  tiempo  una  comedia  de  Balzac. 

El  primero  es  malo. 

La  segunda  es  menester  vérsela  repre- 
sentar íi  Kmanuel,  el  artista  que,  en  estos 
tiempos  de  piezas  por  horas,  es  el  único  que 
nos  ofrece  obras   completas. 

¡Y  qué  obras! 

¡Y  de  qué  manera  las  interpreta!  En 
Mercadet,  Emanuel  ha  hecho  el  papel  de 
tramposo  con  tal  propiedad,  que  hasta  el 
casero  hubiera  temblado  á  no  conocer 
bien  al  inteligente  artista,  que  si  no  tu- 
viese un  nombre  legitimamenle  adquirido, 
como  actor  concienzudo,  lo  habría  con- 
quistado en  la  obra  de  Balzac. 

A  la  salida  del   teatro   se  oian  diálogos 
como  éste. 


^^íi^¿í&4>.-;;¿üíi',^¿  -' 


:-...<■.  ¡-kí^-^^^'t^^j':,:-  .:-v. -i :  ■■ 


.rj^  :^_^-ií  >.:-i.^t¿atfc^>; 


Usssri¿}kííMd^u¿ 


■í.^-  ■:=i'¿¿a&¿Mi¿MJí-. 


ijüi"' 


-i^^^í^^f^Wm 


EL  CASBABEL 


715 


'-: . — ¿Mercadet?. . .  ¿Mercadet?. . .  me  parece 
conocer  á  ese  tipo. 

— No,  hombre:  Vd.  confunde.  Hay  ían- 
los  Merradets  en  Buenos  Aires. 

Y  en  efecto;  la  clase  es  conocida. 

Que  hable  el  numeroso  gremio  de  acree- 
dores sueltos. 

La  rrprisse,  creo  que  asi  se  dice,  de 
MUe  Nitouche  fué]un  nuevo  éxito  para  la 
Reiter,  la  que,  después  de  conmovernos  en 
Sor  Teresa,  por  ejemplo.,  no  treplrla.  íse 
me  escapo)  en  abordar  el  género  ligero  y 
picaresco. 

Que   es  el   que  priva  hoy. 

Y  me  guardarán  de*  mentir  los  leairos 
restantes. 

La  Zarzuela  cuenta  sus  funciones  por 
llenos. 

Entre  Juárez  y  O'Kill,  el  público  opta 
por  los  dos.  y  la  empresa   también. 


Por  eso  nos  dá  función  entera. 

Aparte  de  las  obritas  de  costumbre,  en 

:  las   que  descuellan  ya  la  López,  la  Pía, 

;  Juárez  ó  aniho>^  á  fres,    se   están  ensa- 

I   yando  zarzuelas   nuevas  en  esta  capital, 

:  entre  ellas  La  Espada    de  Imnor,  gran 

éxito  en  España,  según  hemos  leído,   La 

lieriMa^  y  otras   más. 

De  ( »"Ki"ll,  nada  nuevo   podemos    decir, 
como  no  sea  que  con  sus  muñecos,  que  ya 
cantan  milongas,  logra  éxito  tras  éxito. 
Y  ello  no  es  nuevo. 

Otro  teatro  afortunado,  para  el  que  ha 
desaparecido  la  acostumbrada  jeitatura 

es  el  Onrabia. 

La  Tomás,  la  señora  Muñoz,  Ixoldan  y 
l^>eig  forman  un  ^í/a/'¿t'^.•  bueno  que  ase- 
gura el  éxito  de  cuanta  obra  se  pone 
en  escena.  V  Itimamenle  se  ha  represen- 
tado Z^í  Ca:a  del  Oso,  con  bastante  pro- 
]>i<^.]a<l.    V  se    anuncia   el    estreno   de   la 


REQUIEBRO    AL  PASO 


—A  fé  de  Sanli:.go  que  ere?  la  más  ¡^imiiátic.i  y.  . 
-  ¡Galla,  que  rne  sigue  el  interventor! 


•16 


£L  CASCABEL 


RE  CUERDO 


■  i: 


—¡Qué  bien  tocas,  Anita! 

—¿Y  V.  no  toca? 

—No,  hija,  pero  antes  de  ahora  lie  tocado  mucho. 


€i.- 


-'í-.-jií^i-iá^S" 


■.■;  -*:üíá¿lSi.'>r  ■  •^^';,-  '■^^:  ^i.i- 


-.;.!-;■>*' '"^'ij.?»)- 


iifc.  -AíSli' ';^^  *--£r: 


■.rAjf^í.-iíííife'.' lífeííaJ! 


''\  "'-''■■■  -.^-y.-v"^  r''*'"'"" ■■'^',-""  - 


EL  CASCABEL 


747' 


celebrada  opereta  Mis  Hellyet^  rrfúsica  del 
inspirado  autor  de  la  Mascota. 

Con  tal  novedad^  ta  empresa  asegura  el 
golpe,  y  conseguirá  que  no  la  abandone  el 
nuniíeroso  público  que  hoy  la  favorece. 
Bien  que  éste  no  puede  quejarse...  ¡hasla 
le  han  puesto  fresca  regula  en  los  asien- 
tos!... 

Es  una  mejora...  palpable.         ' 

Las  Aranáz  atrincheradas  en  el  ÁÜium- 
í*ra,  Ruiz  llenando  la  Comedia^  Hobles 
haciendo  llorar  á  los  concurrentes  al  Apo- 
lo, Cavalli  en  el  Doria  y. . . 

No  es  cosa  de  llennr  el  periódico  ha- 
blando de  teatros. 

¿No  les  parece  á  Vds? 


Leo  en  un  diario  serio  y  muy  grande  por 
más  señas,  que  lo  de  Santiago  del  Estero 
i'á  ele  á  de  veras.... 

La  que  si  L'á  de  á  capa  calda  es  la  gra- 
mática. 


¡Pobre  señora!... 

Apropósito  de  Mascagni  un  afortunado 
mortal  que  se  llama  Schnabal,  y  que  ha  te- 
nido la  suerte  de  poderse  entretene/'  al- 
gunas veces  con  el  famoso  maestro,  nos 
cuenta  desde  La  Prensa  (que  no  es  el  dia- 
rio del  rí  de  veras)  cosas  estupendas. 


Figúrense  Vds.  que  Mascagni  tenia  un 
piano  con  el  que  machacaba  el  tímpano  ú 
los  vecinos. 

Estos  se  quejaron  al  padre  de  la  criatura 
y  entonces,  el  jjadre.,  iiarto  de  las  que- 
jan de  los  vecinos  de  que  Pedro  rompia 
los  tímpanos  a,  todo  el  vecindario  no  le 
permitió áesle  estudiar. 

jPues  se  luci<j  el  vecindario!     ■ 

Porque  el  á  dsie  suple  al  vecindurii). 

Y  al  Sr.  Schnabal,  ¿quien  lo  suple? 


En  tiempo  de  los  vándalos  y  suevos 
se  comian  los  polios  á  los  huevos. 
Pasaron  las  discor.lias  y  combates 
de  otras  centurias.  Y  en  'os  tiempos  nuevoí 
¡nos  comemos  los  pollos  Qon  tomaíes! 


Habla  un  cronisía  industrial: 

«Tenemos  ya  funcionando  la  iabrica  Je 
legidos  de  los  Sres.  ouintin,  C^-rdoba  y 
hermanos 

¡Hombre!  Me  parece  qi;o  los  que  tienen 
la  fábrica  son  los  señores  citados. 

Digo,  me  parnce... 


Yo  no  vi  en  mi  pasión  ],ra 
más  ([ue  una  rejo  nniy  vieja, 
mi  cariño  ante  la  i-eja, 
tras  'le  >U5  hiernis.  tu  bo>-a. 
No  VI  eii  ¡a  am.jrosa  liza 
á  aquel  maridr.  maldito, 
ei  garr-ite.  lneg;o  el  griti. 
y  deirus  de  él  -la  i caliza. 


En  un  resíaiiranl: 

—¡Mozo!  ¡Esto  no  pue-ie  comerse,  está 
leño, de  pelos! 

—  Lsted  dispense:  hemos  coníunJido  el 
parro(iuiano:  cnManios  <{ue  era  el.barijero 
de  al  lado:  ¡á  ('1  no  le  e.-trañan.' 


Engañada  por  tu  ciencia 
te  consulla  con  urgencia 
toda  la  gente  afanosa, 
por  saber  alguna  cosa 
de  cierto  da  su  dolencia. 
Y  es  sabido  por  dHin.-Js 
que  sale  la  turoa  /nulí" 
con  las  recelas  que  das: 
mas  saber,  no  sa])o  más 
que  el  precio  do  la  consulta. 


Advertimos  al  señor    Pedro   S.   Aivurez 
agraciado  con  el  premio  dei    certamen  co- 
lombino, que  dicho  premio  esiá  a  su  di^jio- 
sición  en  nuestras  oficinas. 

Como  que  aun  no  tía  pasado  á  recugerL^ 
sospechamos  que  tai  vez  se  ligure  que  h) 
del  premio  es  una  bromn. 

Y  no  hay  tales  carneros. 

Es  decir,  tales  bromas. 


■ri;i5Sí5&i^SSí/SJSfe"SiiS-i:üK>;'*'-X^ 


-;S3ü--;-¿-iL^^í?¿* 


-  :>-.  "•.■..iifcS^/íJ^*-^''.-..^^;; 


718 


El-  CASCABEX. 


Un  marido  en  Corrientes,  "     ' 

á  su  mujer  rompióle  cuatro  dientes. 
Y  en  Turquía  el  sultán  pegó  á  su  ama-Ja 
partiéndole  del  golpe  una  quijada. 
De  lo  dicho  resuUa  que  hoy  en  dia, 
hav  brutos  en  Corrientes  y  en  Turquía.    . 


'dondencía 


A  veces  decimos: 

«Tenemos  el  oro  á  340... « 

Sin  considerar  que  no  le  leñemos  ¡ayl  ni 
al  300,  ni  á  la  par. 

Pero...  somos  asi. 

A  ver  si  los  Sres.  Quintal  etc..  le  arman 
un  San  Quintín  al  cronista! 


.    Gedeón  decía  ayer: 
— Es  una  cosa  especial 
que  los  libros  tengan  iiitUrr 
y  que  no  tengan  pulgar. 


Las  letras  argentinas  están   de  pésame. 
.Ha  fallecido   la  ilustre   escritora  Juana 
Manuela  Gorriti. 
El  CASCA.BriL  se  asocia  al  duelo  general. 


Apropósilo  de  la  citada  escrilora,  un 
gacetillero  suelta  la  imaginación  y  dice 
i[ue  las  obras  de  la  señora  Gorriti  eran 
cálidas. 

¿Lo  dirá  por  la  cocina  ecléctica? 

Todo  podría  ser. 


i.i:ou.—\y  dormir  tocan! 

/'.  A.— Aprovecho  algo.  Le  agradezco  muciio  su 
i  11 'eres. 

ftetun. — Vaya  Vd.  &  otra  parte  con  sus  cantares. 
Son  mugrientos, 

/..  ¿'.—No,  sefior;  no  se  admite  dinero.  Queda  us- 
ied  avisado. 

P.  L.  /".—Es  ílojillo,  caramba.  ,,        ..    ;; 

Peo».— ¿De  aduana,  6-de  almacén?       :  ■        f  K; 

T.  li.  C.  (Itahia  /y/a?» ca).— No  tiene  bastante  motu- 
iiiirnlo   en  cambio  la  ortografía  anda  movidita. 

A'A'A'.— Malo,  malo  resultó  el  Primoru  <le  «t;s. 
Otra  vez  sera  mejor.  ^  - 

/^'ú/o/í.— Y  dice  Vd. 

ICl   dulce   ambicnle   .st/ti/i(ol''> 
de  per/imiei-  exquisitos, 
el  bosque  y  los  pajarilos 
decolores  nacarado 
perla,  y  otros  itias  bonitos. 

Y  digo  yo;  si  esto  es  quintilla  6  pretende  serlo,  re- 
niego de  las  quintillas,  de  la  poesia  y    de  Elidan. 

F.  C,  .s.— Le  advierto  que  salrají'.  y  curarse  no 
son  consonantes,  ni  pretenden  serlo. 

/..  /?.— Se  publicara,  lo  suyo. 

P.  T.  0.— En  cambio  lo  de  V 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corrien  te »    0 .  10 

»         atrasado »    0.15 


SE    DESEAN    AGENTES    Y    CORRESPONSALES 


mW ACCIÓN    Y  ADMINISTRACIÓN 
«at-AIaillTA  — tat    (ALTOS) 


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ÉL  CASCABEL 


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Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  qu6  fué  an- 
teriormente deD.  Ouillermo  A.  CrnnweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
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Se  dan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  con  beneficio  para"  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
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720 


EL  CA.SOÁBEL 


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tander, Bilbao  y  demás  puntos  importantes 
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Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  á  sus 
agentes  Antonio  López  y  C-',  calle  Alsina75<». 

Nota. — Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos los  puertos  y  ciudades  de  España. 

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QIOWAMMI-  EMAMÜEIL. 


Un  Hamlel  hace  Emanuel 
por  las  dudas  abrumad*:; 
mas  dudando  en  tal  papel, 
ni  un  solo  instante  lia  dudado 
de  que  han  de  aplaudirle  á  ('I. 


rS^'ai...Ti 


Tfc <..v«í jiEC^TiaS..  'i 


722 


EL  CASCABEL 


L  teatro  Xaciona! 
Esta  es    la    esclama- 
ción  de  un  señor  gor- 
do, pero  sensible,  que 
sigue    con    interés  la 
marcha  del    teatro  y 
que    se   preocupa  de 
su  suerte... 
— ¿Pero,   qué?— le  contesto  yo.  ¿Existe 
el  teatro  Nacional? 
—  ¡Ya  lo  creo.' 

-  Pero    ¿qué    entiende    Vd.    por  teatro 
Nacional. 

— El  teatro  es  una  escuela  pública. 

— Sí;  y  á  lo  mejor  los  maestros  se  que- 
dan sin  cobrar  la  quincena,  como  les  pa- 
sa á.los  que  dependen  del  C.  N.  de  E. 
gerogijfico  que,  por  si  Vds.  no  lo  entien- 
den, quiere  decir  Consejo  Nacional  de 
Educación. 

— Todos  los  principios  son  dificiles. 

— ¡Ya  lo  creol  ¡AI  principio,  cuando  me 
casé,  no  podía  con  mi  mujer,  y  ahora, 
puedo  menos  todavía! 

— Vd,   es  enemigo  del  teatro, 

—  jAl  contrario!  Me  gusta  mucho  y  qui- 
siera creer  en  la  existencia  de  él. 

— Pues,  existe. 

— Lléveme  Vd.  á  uno. 

— Vamos. 

Y  en  efecto,  el  señor  gordo  me  llevó  á 
un  barracón  ventilado,  pobre^,  sencillísi- 
mo y  destartalado. 

Al  ver  n)i  asombro,  díjome  el  cicerone 
que,  aunque  gordo  y  sensible,  era  muy 
leído: 

— La  «Danza  general  en  que  entran  to- 
dos los  estados  de  gentes»  ó  la  «Nacencia 
de  Nuastro  Señor)\    origen  y  fuente  del 


teatro  castellano  no  tenían  albergue  mejor. 
— Es  cierto. 

—  Fíjese  Vd,  en  el  público.  } 
— ¡Ah!  (admiración)  i 
—¿Le  sorprende?  i 

—  |0h!  (admiración) 

—  Pues  bien:  la  concurrencia  no  es  dis- 
tinguida, en  efecto.  La  clase  popular  ocu- 
pa los  asientos.  El  pueblo  bajo,  al  que 
hay  que  instruir,  y  ai  que  no  se  le  puede 
hacer  entender  nada,  como  no  sea  em- 
pleando brocha  goida,  es  el  que  alienta  á 
nuestros  autores  nacionales.  Por  ahora 
es  menester  hacerle  conocer  á  los  héroes, 
á  los  que  lucharon  por  la  patria;  hay  que 
hacerles  admirar  las  proezas  del  gaucho, 
y  aborrecer  los  abusos  de  fuerza  y  man- 
do contra  él  cometidos.  Cuando  el  pueblo 
esté  enseñado,  no  faltará  ocasión  de  ha- 
cerle conecer  á  la  gente  de  pueblo,  á  los  que 
usan  levita,  á  los  que  luchan,  triunfan, 
perecen  y  dan  el  tono  propio  á  la  socie- 
dad. , . 

—  ¡Muy  bien!  Me  convence  Vd. 
— ¿Qué  se  representa  esta  noche? 
—Falucho,  héroe  de  la  independencia. 
-¡Ah! 

Empezó  la  representación. 

A  ratos  en  un  seudo-escenario,  y  á  ra- 
tos en  la  pista. 

La  pobreza  de  trajes,  la  falta  de  tablas 
en  los  actores  (?)  y  la  completa  ausencia 
de  ingenio  en  el  autor,  que  se  limita  á  po- 
ner sermones  en  boca  de  los  personajes, 
producían  en  mi  un  efecto  desastroso. 

Llegó  el  momento  culminante. 

Los  realistas  se  apoderan  de  la  forta- 
leza; la  guarnición  se  subleva...  pero  Fa- 
lucho, el  héroe  reconocido  y  aclamado, 
al  que  se  le  levantará  p'ronto  duradero 
monumento,  se  adelanta,  increpa  á  los 
soldados,  se  cubre  con  la  bandera  azul 
y  blanca,  y  pide  que  lo  maten. 

Muere  como  un  héroe. 

De  pronto  surge  una  voz  potente  y 
aguardentosa  del  público. 

—  ¡Viva  la  bandera  argentina!...  ¡co- 
bardes!... Ánimo  Falucho!..,,  déjate  ma- 
tar como  guapo!...  cobardes...  ¡muera 
ésto!...  ¡fuera  aquello!... 

Confusión  general. 
Interviene  !a  policía. 


..sMtá&iM6S}:.':i.i.' 


•7W-  7.Sffs«í.-*>a:.^  ,i^'-.i'';»t'\. . 


■¿LÍÍL»jíái¿''(.iiS¿Í'!i?¿  íi'í.ijí'lr'. 


..¿X^í^í  J4A^  '  .\>.^ítí:  ■>    •^^-M'.-.-L^i'l 


EL  GASBABEL 


723 


Interviene  el  público. 
;   Se  arma  un  bochinche  mayúsculo. 

¿Quién  era  el  de  las  voces? 

Sea  quien  fuere,  no  me  importa. 

Salimos  del  circo  cabizbajos. 

-¿Y....? 

-i ••    •.! 

— ¿Esta  es  la  instrucción  que  recibe  el 
pueblo?  ¿Este  es  el  teatro  Nacional?  Los 
soldados  argentinos  robando  la  mercan- 
cía al  napolitano  vendedor  ambulante  en 
el  campamento,  y  echádolo  á  palos  cuan- 
do reclama  su  r/?íaí¿awaw.?a..,  es  un  ejemplo 
digno  de  presentarse  al  público? 

Falucho  (¡pobre  h 'roe!  robando  el  caba- 
llo aun  gaucho,  bajo  palabra  de  devolu- 
ción, y  vendiéndolo  por  cinco  esterlinas  á 
un  inglés...  ¿es  ejemplo?...  ¿es  enseñanza 
al  pueblo  bajo  que  ha  de  dar  sólida  base 
al  teatro  Nacional? 

—  Calle  Vd. — dijo  mi  acompañante. 

—No,  señor,  no  quiero  callar. 

Los  gauchos  matando  alcaldes  y  poli- 
cias,  en  medio  del  mayor  entusiasmo  del 
público?  Pueden  servir  de  modelo  á  las 
masas? 

— Hombre... 

— Nada,  nada,  hay  que  hablar  claro.  Al 
teatro  se  vá  á  aprender  algo  útil,  y]  los 
puro  queme  caiga  muerto...  gallego  mau- 
la...  'napolitano  sarnoso...  6  comisario  so- 
treta,  no  son  más  que  boletos  de  entrada  á 
la  comisaria. 

— Pero... 

— No  hay  pero  que  valga.  O  hacer  te a- 
tro  si  hay  elementos,  ó  dejarlo  para  mejor 
ocasión. 

Pero  ridiculizar  héroes,  endiosar  ban- 
didos y  presentar  repúblicas  rodeadas  de 
luces  de  bengala,  no  es  fundar  teatro,  y 
caso  de  fundarlo,  é«te  se  convierte  en  es- 
cuela, pero  escuela  de  malas  costumbres, 
de  costumbres  prohibi  las. 

— Tal  vez  el  Ateneo... 

—A  éste  le  toca.  Y  á  la  Intendencia;  má- 
xime ahora  que  es  Intendente  unjit^rato^ 

¡Señor  Intendente',  proteja  Vd."el  teatro 
suprimiéndolo  sin  más  trámites. 

Yea  Vd.  lo  que  pasó  en  la  Kennesce  con 
la  representación  de  Man  Moreira. 

¡Adiosl... 


Ahora  me  doy  cuenta  de  que  esta  Citarla. 
es  demasiado  estirada... 

¡Ustedes  perdonen,  pero  se  vé  cada  fa- 
lucho por  ahi....! 

^^^' 

HASTmOJOS 

Al  cielo  pides  ayuda 
en  el  trance  que  te  hallas 
y  tienes  en  tus  batallas 
de  tus  propias  dudas,  duda 
.   Tras  del  hondo  batallar, 
esa  duda  has  de  vencer, 
pues  al  fin  has  de  tener 
la  certeza  de  dudar 
y  entre  necias  sutilezas 
reñirán  batallas  rudas: 
la  certeza  de  tus  dudas, 
la  duda  de  tus  certez.-is. 

Quizá  desesperado, 
y  viéndote  olvidar  indiferente  * 
aquel  conato  de  pasión  ardiente, 
me  hubiera  suicidado. 
Pero  sé  que  al  instante 
te  hallarías  contenta  y  engreída, 
¡es  tan  interesante 
haber  sido  la  amada  de  un  suicida! 
Sé,  que  tras  de  unas  lágrimas  forzadas 
me  hubieras  de  tu  mente  echado  lejos, 
á  esa  tumba  de  cosas  ya  pasadas 
en  donde  arrojas  los  adornos  viejos 
y  las  flores  ajadas... 
No;  prefiero  tranquilo  presentarme, 
ante  ti,  recordando  aquella  historia; 
no  quiero  suicidarme. 

si  al  tin  me  has  de  arrojar  de  tu  memoria, 
si  no  me  has  de  llorar,  ¿á  qué  matarme? 

Cien  mil  generaciones  con  ímpetu  rabioso 
mezclado  y  confundido  su  esfuerzo  poderoso 
prosiguen  su  carrera  detrás  de  un  ideal, 
y  van  abriendo  brecha  sus  mazas  y  cuchillos, 
y  ruedan  los  hogares  y  templos  y  castillos, 
cual  si  los  derribara  horrendo  vendabal. 

Herido  y  jadeante  se  queda  el  rezagado, 
y  sobre  su  cadáver  con  furia  destrozado 
por  la  columna  inmensa  que  viene  detrás  de  él 
se  agrupan  los  rendidos,  y  en  mezcla  repug- 

[nante 
se  forma  una  columna,  ciclópea,  gigante, 
con  la  que  forma  altiva  la  muerte  su  Babel. 
Y  un  btiitre  calvo  y  viejo  sobre  el  montón  hu- 

[mano, 
hartándose  y  mirando  hacia  el  confín  lejano 
donde  la  hueste  inmensa  apenas  se  ve  ya. 
distingue  el  nuevo  ejército  que  viene  del  Oriente 
y  el  buitre  satisfecho,  tranquilo,  indiferente, 
se  ríe  del  que  viene,  se  ríe  del  que  vá. 

Adclfo  S.  de  los  Ríos. 


-«¡teíScíííií  í'St£ííi;-S!CKJí^flL!-,\„.._.  ■^airín'^...   ^4^-0.  _ 


.Á^^^4l.s:S;^:ie^úiíí^St^^ 


í^'^ía/  _ 


.  -■,.  r^-:yk-  ■!■*;: ' 


-  r^^l^p'-' 


724 


EL  CASCABEL 


LO  REAL  EN  EL  ARTE 


Lucio  Pérez  es  nctor 
íiplaudido  y  festejado; 
es  un  actor  celebrado, 
es  de  lo  que  hacen  furor. 
Igual  pasa  con  su  esposa 
dama  joven  muy  notable; 
como  mujer,  adorable, 
como  dama,  portentosa. 
¿Por  qué  han  llegado  á  alcanzar 
altura  tal  en  el  arte? 
Hagamos  punto  y  aparte, 
pues  os  lo  voy  á  contar. 
Pasan  la  vida  estudiando, 
el  día  pasan  leyendo, 
continuamente   aprendiendo, 
continuamente  ensayando. 

Y  lo  hacen  con  tal  calor 
que  se  disgustan  de  veras, 
ó  bien,  pasan,  placenteras 
largas  escfenas  de  amor. 

— Te  voy  á  matar,  ¡traidora! 
— grita  Pérez  con  l'uror — 
—No  te  olvides,  ¡oh!  señor 
de  que  soy  una  señora. 
—Morirás...  ¡furia  maldita 
de  mi  ser  se  apoderó!... 
¡reza'...  ¡pronto! 
—¡No» 

-¡Si!  ^ 

—¡No! 
— Tu  resistencia  me  irrita... 

Y  asi  pasan  afanosos 
dentro  del  cuarto  encerrados 
%Hirlamenlos  celebrados, 
obra  de  autores  famosos. 

—  Pero...  ¡Pérez  me  haces  mal! 
(dice  á  veces  la  mujer) 
—Calla  tonta...  es  menester 
trabajar...  al  natural. 
Aunque  llegue  á  lastimarle 
no  le  debes  de  quejar: 
lo  real  siempre  hay  que  buscar, 
por  que  lo  reales  arte! 

Y  asi  se  pasan  la  vida 
continuamente  ensayando, 
sus  papeles  repasando, 
trabajando  sin  medida. 

II 

Un  día  Pérez  salió 

á  un  asunto,  del  hotel, 

y  únicamente  un  papel 

á  su  regre.so  encontró. 

Lo  leyó  sobresaltado 

y  al  fin  quedó  convencido, 

de  que  su  dama  había  huido 

para  siempre  de  su  lado. 

La  carta  decía  así 

según  luego  pude  ver; 


«Adiós  Pérez:  tu  mujer 

vivirá  desde  hoy  sin  ti. 

Se  marcha  con  el  galán  ] 

joven  de  la  compañía, 

y  en  su  idem,  vida  mía 

tu  honra  y  esposa  se  van . 

Renegué  por  fin  del  arte, 

ya  estoy  harta  de  fingir, 

quiero  de  veras  sentir, 

conque  me  marcho  á  otra  parte. 

Caro  Pérez  no  te  apenes; 

al  galán  dale  la  culpa,  , 

bu.=  ca  en  el  arte  disculpa  ;, 

pues  que  en  él  tanta  fé  tienes. 

Y...  si  llego  á  lastimarle 

no  te  debes  de  quejar, 

lo  real  siempre  hay  que  buscar 

por  que  lo  reales  d  arle*. 

Antonio  F.  Molina. 


¡CELOS! 

(Cuadro  de  buenas  costumbres) 

PASILLO  CÓMICO   EN  UN  ACTO 

PERSONA.JES: 
Adolfo  y  Enriqueta,  su  esposa 

KPOCA    ACTl.M, 


ESCENA  Ú^IOA 

Sala  pequeña  y  elegante.— Consolas,  jarrones,  sillas: 
en  una  de  ell.ns,  un  batin  de  hombre.  Es  de  dia 
(No  el  batin,  ¿eh?)  j 

Aparece  ENri^IQUETA;  ADOLFO  luego.   ; 

Enr.  ¡Adolfo!  ¡Adolfito!  ¿No  está?  ¿Dón- 
de se  hallará?  Debe  haberse  ves- 
tido ya,  pues  ha  dejado  su  batin... 
¡El  que  yo  le  regalé!  (Lo  toma)  Pobre 
esposo  mió.  cuanto  te  adoro,  qué 
bueno  eres...  y...  ¡calle!  ¿Qué  cayó? 
¡Una  caria!  ¿De  quién  sera?  Vea- 
mos... «Queridísimo  Adolfo,  pron- 
to me  echaré  en  tus  brazos,  te 
quiere  siempre  Adela.»  ¡Infame! 
¡Malvado!  ¡Trarlato!   ¡Una  caria 

amorosa!  ¡Pobre  de  mi!  (Llora  amar- 
gamente.) 

Adol.  (Entra  por  el  foro.)  ¡Buenos  días,  mu- 
jercila  mia!  Siempre  tan  hermosa 
y  tan...  ¡qué  bien  te  sienta  ese 
peinado! 

Enr.  (¡Ah  pérfido!)  -Suplico  á  V.  caba- 
llero, que  deje  de  molestarme  con 
galanterías  que  tan  mal  le  sientan. 

Adol.  (¿líse  tono?)  Como  no  le  espliques 
con  más  claridad... 

Enr.  Bien  me  aseguraban  que  todos  los 
hombres  son  unos  infames,  indig- 


...>-íSt  ,.£3.„.*t*.j'  ,!r*,,tAíW-.. 


.. .«.-'  .  .j(«p^3»£''*.1Ek^ 


i^.  í^^.^^i^^fe?^v;^''..í^&::;^^*^^4. 


EL  CASCABEL 


725 


nos  de  que  se  les  quiera,  y  voy 
comprendiendo  que  el  mejor  no 

, .      '       vale  nada. 

AiJOL.  Infinitas  gracias;  pero  lo  que  pue- 
do asegurarte  es  que  no  te  he  fal- 
tado en  nada  para  merecer  esos 
reproches. 

Enr.  Es  claro,  ¡á  ti  le  parece  todo  muy 
naturul! 

íÍdol  Pero  vamos  A  ver,  ¿qué  te  pasa? 
¿Qué  te  sucede?  Ya  me  inquietas... 

EnR.  Pues  bien  caballero:  he  descu- 
bierto que  tiene  V.  una  amante,  y 
es  más,  que  esta  se  llama  Adela, 
y  como  no  estoy  resuelta  á  tolerar 
tal  afrenta,  hoy  mismo  me  iré  con 
mi  madre. 

Adol.  (Voy  á  darle  una  lección  de  mo- 
ral-...) Señora,  usted  no  vive  en 
este  mundo,  estas  cosas  se  ven 
todos  los  días  y  no  por  eso  se  han 
de  ir  á  casa  de  sus  mamas  todas 
las  mujeres. 

Enr.  ¿Es  decir,  que  es  natural  que  deba 
usted  querer  con  toda  su  alma  a... 
Adehí? 

Adol.  ¡Naturalisimo!  Y  aún  creo  más: 
¡tú  misma  debías  quererla! 

Enr.       ¡Caballero! 

Adol.  ¡óh!  Y  si  la  conocieras,  tengo  la 
seguridad  de  que  no  podrías  vivir 
sin  ella.  ¡Es  tan  dulce,  tan  ama- 
ble!... 

Enr.       ¡Miserable! 

Adol.  ¡Unos  ojos  tan  claros!  ¡Tan  sedoso 
su  cabello!... 

Enr.  ¿Pero  quiere  usted  que  me  vuelva 
loca? 

Adol.  Con  decirte  que  es  mucho  más  bo- 
nita que  tú. 

Enr.  ¡Esto  es  inaguantable!  ¡Es  usted 
un  cínico!  ¡No  tiene  usted  corazón! 

Adol.  ¡Como  que  nó!  Mira,  aquí;  el  solo 
recuerdo  de  Adela  le  hace  latir  con 
una  fuerza!... 

Enr.  Basta;  basta,  ya.  Y  si  pretende 
usted  matarme  de  dolor,  no  lo  con- 
seguirá. ¡No  son  celos  ya  lo  que 
siento,  es  desprecio  hacia  usted! 

Adol.     (¡Bravo!  ¡Esto  marcha!) 

Enr.  Aquí  tiene  usted  la  prueba  de  su 
infidelidad:  la  he  encontrado  en  el 
batin  que  le  regalé  á  usted  en  días 
más  felices...  ¡Ah,  Adolfo!  Creí 
que  me  amabas,  creí  que  tus  jura- 
mentos eran  sinceros;  ¡cuánto  me 
engañé!  ¿Porqué  no  abandonas  á' 
Adela?... 


Adol. 
Enr. 

Adol. 


1'"nr. 
Adol. 


I'.NR. 


Adol  . 

Enr, 

Adol. 


IVNR. 

Adol. 


Mnr. 
Adol. 

Enr. 

Adol. 
Enr. 


¡Imposible!  Adela  y  yo  somos  uno 
partido  en  dos. 

¡Conque  es  decir,  que  ella  es  antes 
que  yo;  que  esa...  niña  de  cabe- 
llos sedosos  te  ha  vuelto  estúpidol 
¡Ten  cuidado  con  la  lengua!  Solo 
hay  un  medio  de  conciliario  todo; 
que  Adela  venga  á  vivir  aqui. 
¿Pero  ha  perdido  usted  la  razón! 
Nunca  he  tratad»)   un  asunto  c*:'n 
más  seriedad:  ¡seria  yo  tan  dicho- 
so entre  las  dos!... 
¡Ni  una  palabra  más!  ¡Es  usted  un 
vil,  un  Ijorgü)!  En  este  momeo lo 
me  vuelvo  al  lado  de  mi  familia. 


¡Jí!  ¡ji! 


¡ji!  (Muchas  lágrimas.) 


(Esto  se  formaliza.) 
¡A...  dios.  A...  dol...  fo...! 
Vamos,  ven  acá   y   escucha.  Esa 
carta  que  tan  mal  rato  te  ha  hecho 
pasar,  ^^s  efectivamente  de  Adela, 
á  quien  mucho  quiero! 
¡Otra  vez!... 

Por  ser  mi  hermana,  que  habiendo 
llegado  de!  extranjero  me  anuncia 
que  muy  pronto  vendrá  á  contem- 
plarnos dichnso.s. 
¿De  veras?  ¿Y  tú.  porqué  me  has 
hecho  dudar? 

Para  que  comprendas  que  no  de- 
ben ser  celosas  las  mujeres,  que 
como  tú,  son  amadas. 
Tienes  razón  Adolfo.  De  hoym.js 
no  tendré  celos. 
¿Te  aprovechará  la  lección? 
¡Te  lo  juro! 

telón    RÁí'IDO 


Aplausos  de  los  que  quieran  que  en  el  teatro  triun- 
fe siempre  la  moral. 

Juan  Bcrcngi'cr. 


-¿Te  lias  divorciado? 


-Eso  es. 


Divorciada,  ya  lo  ves. 
Soy  una  mujer  prosaica. 
—Eres  una  viuda  laica. 
como  dicen  en  francés. 


'^¿iáitLiiS¿±isS¿j.1^iÉiB^s¡^*¿Ss¡iM'M'tj 


¿S¿  :árfi¡m:éÍ  ■ 


*■«•     "■   -*e^-^^ 


736 


EL  CASCABEL 


MÉTODO  DE  INSTRUCCIÓN 


— Mi  niña  es  muy  candorosa. 
— jOh,  señora!  lo  prefiero. 
— Se  lleva  usted,  caballero, 
una  alhaja  por  esposa 
Para  ella  no  han  existido 
ni  amor  ni  coqueterías. 
Verdad  es  que  hace  diez  días 
que  del  colegio  ha  salidc. 
—Señora,  cuando  la  vi, 
sin  querer  me  emocioné, 
¡qué  felicidad!— pensé— 
tener  una  esposa  asi. 
La  quise  olvidar  ¡y  en  vano! 
ya  no  hallé  paz  ni  reposo; 
joh!  me  ha  hecho  V.  muy  dichoso 
al  concederme  su  mano. 
En  su  Cándida  hermosura 
yo  he  vislumbrado  un  Edén; 
Pura,  merece  muy,  bien 
llevar  el  nombre  de  Pura. 
Me  casaré  en  la  evidencia 
de  ser  feliz  con  su  amor. 
Se  armonizará  mejor 
su  cariño  con  mi  ciencia. 

*•«••••••••■ •••••■■ 

—Ya  que  va  ú.  hacerla  su  esposa 
solo  una  cosa  le  pido: 
que  sea  usté  un  buen  marido, 
que  la  haga  V.  muy  dichosa. 


II 


—Mamá,  ¿casarme? 

—Hija  mía. 
¿no  me  has  dicho  que  le  quieres? 
-Sí. 

—Y  á  todas  las  mujeres 
al  fin  nos  llega  ese  día. 
El  que  va  á  ser  tu  marido 
es  un  joven  reposado, 
un  astrónomo  ilustrado, 


un  sabio  muy  distinguido. 
Ventura  y  felicidad 
junto  á  él  has  de  conseguir, 
y  además  has  de  vivir 
en  completa  libertad. 
Jíl  pasará  todo  el  dia 
enamorado  á  tus  pies, 
dedicándose  después 
de  noche  á  la  astronomía. 
Vas  á  tener  un  esposo 
ílel,  el  cual  te  adorará, 
y,  además,  (jue  no  será 
ni  exigente  ni  celoso. 

III 

Al  fin  cambiaron  de  estado, 
pues  bien  i)ronto  hizo  su  esposa 
á  la  niña  candorosa 
el  astrónomo  ilustrado. 
Llenos  de  felicidad 
su  luna  de  n>iel  tuvieron 
y  muchas  pruebas  se  dieron 
de  mutua  fidelidad 
Mas  dio  el  sabio  en  la  manía 
de  que  al  cabo  su  mujer 
junto  á  él  llegase  á  aprender 
del  todo  Ja  astronomía 
Y  consiguió,  en  conclusión, 
que  ella  lo  aprendiese  todo, 
logrando,  asi,  de  este  modo 
fidelidad  é  instrucción. 

Viendo  tal  retraimiento 
la  suegra,  rápidamente, 
se  presentó  incontinente 
cierto  dia  en  su  aposento. 
Vio  la  techumbre  horadada, 
al  astrónomo  observando, 
jy  á  la  niña  sollozando, 
al  telescopio  amarrada!... 


Luis  García. 


La  Vidalita  Santiagueña 

(HISTÓRICO) 

SPECTO  triste  presentaban,  casi  como  en  nuestros  días,  las  inmediaciones 
de  la  Sierra  de  Guasayón,  allá  por  los  años  de  1841.  Gomo  si  la  natura- 
leza hubiera  querido  negarle  hasta  el  más  insignificante  de  sus  dones, 
los  pocos  ñapindaises  y  otras  plantas  espinosas  que  poblaban  aquellos 
sitios,  hallábanse  cubiertas  por  una  capa  blancuzca  formada  por  el  moho 
y  la  humedad.  Pero  al  lado  de  tanta  desolación,  velase  un  trozo  de  te- 
rreno cultivado  de  maiz,  trigo,  y  añil,  un  rancho  en  primer  término,  y  á  la  puerta  de 
éste,  sentado  en  una  cabeza  de  vaca  y  guitarra  en  mano,  un  fornido  gaucho  de  curtido 


.■dM^.á 


■'•*.  •" 


iSL  CASCABEL  ':     :        >       ^^  727 


rostro  y  cuyo  ceño,  sin  ocultar  la  dureza  propia  de  los  hombres  de  valor,  era  con  todo 
apacible  y  sereno.  Llamábase  Fior  Inchurria,  natural  de  aquella  provincia,  y,  por  lo 
tanto,  santiagueño.  Sin  embargo,  las  frecuentes  emigraciones  que  hiciera  hacia  otras 
provincias  limítrofes  con  objeto  de  procurarse  la  subsistencia,  le  habían  hecho  perder, 
casi  por  completo,  su  habla  primitiva,  el  quichua.  Cuando  los  emigrados  argentinos 
abandonaron  las  playas  orientales  alas  órdenes  del  valiente  y  denodado  general  don 
Juan  Lavalle,  á  fin  de  ofrecer  batalla  al  tirano  Rosas,  ñor  íncliwrria  corrió  como 
bueno  á  tomar  las  armas  en  defensa  de  las  instituciones,  de  tal  manera  vilipendiadas; 
pero,  en  vista  del  último  desastre,  (1)  regresó  á  su  tierra  natal,  y  en  el  momento  en  que 
os  lo  presentamos,  conmemoraremos  su  arribo:  que  no  hay  cosa  que  más  nos  toque  y 
conmueva  que  la  vuelta  al  terruño,  apurados  ya  los  nefastos  días.  Y  por  eso  ñor  In- 
churria lloraba  y  tieniplaha  al  mismo  tiempo  su  estrumento.  ¡Que  bordoneos  antes 
de  lo  sustancial  de  su  canto,  ó  como  diríamos  hoy,  durante  la  ouverture.  ¡Si  podría- 
mos exclamar  con  nuestro  poeta: 

Al  principio  se  florió 
Con  un  lindo  bordoneo 
Y  en  ancas  de  aquel  floreo 
Una  décima  cantó. 

Más  no  encaja  aquí  el  último  verso,  pues  lo  que  se  prepara  á  cantar  nuestro  protago- 
nista, es  nada  menos  que  La  Vidalita  Santiagueña.  Dejad  á  un  lado  vuestro  bisturí- 
¡oh  críticos!  arrojad  vuestra  pluma  ¡oh  clásicos!  que  al  fin  los  cantos,  que  son  la  ex- 
presión, genuina  del  modo  de  ser,  usos  y  costumbres  de  un  determinado  rincón  del 
globo,  esos  desbordes  del  corazón,  están  muy  por  encima  de  vuestros  preceptos  y  some- 
tidos á  éstos  dejarían  de  ser  lo  que  son,  ó  en  otros  términos,  que  es  tan  descabellado 
vuestro  intento,  cual  si  intentarais  ensillar  una  ostra.  (Así  lo  dijo  á  más  de  cuatro 
ñor  Inchurria.  ¿Vos  sabís,  vos  coinprendis?  Y  si  no  sabis,  ni  comprendis,  ni 
entendis,  ¿á  qué  porra  iemetis?)  Y  con  vuestro  permiso  diremos  que  ñor  Inchurria, 
previo  el  clásico  carraspeo,  (este  si  que  es  clásico)  entonó  con  voz  melancólica  algo 
parecido  al  gemido  de  un  moribundo,  los  dos  primeros  versos  de  la  estrofa  que  de- 
cían así: 

Yo  tenía   u-na  palomi-ta' 

Vídali-ta 

Que  yo  la  crieeeé!... 

Pero,  como  no  había  de  ser  todo  sentimiento,  que  al  fln  priman  siempre  los  intereses 
materiales,  y  esto  sea  dicho  sin  menoscabo  del  patriotismo  de  ñor  Inhcurria,  medio 
enjugó  sus  lágrimas  y  mirando  va  el  lao  de  V oeste  ó  sea  en  dirección  al  corral. 

~¡Antonano!—^r\i6. 

—¿Qué  queris  ñor  Inchurria? 

—¡Plazo  é  ñaciírutii!  A  ver  si  le  sacas  el  freno  al  (jateao  ¿No  sabes  que  los 
caballos  se  ponen  babosos  ansina? 

Y  dichas  estas  razones  prosiguió,  su  interrumpido  canto. 


Sin  darle-moti-vo 
Vidali-ta 
Se  voló  y  seJiieeeéJ... 

Terminaba  por  fin  la  primera  y  tan  decantada  estrola,  pero  no  siguió  inmediata- 
mente la  segunda,  pues  ñor  Inchurria^  dejando  refalar  el  estriunento  y  pegando 
un  beso  al  chifle  que  tenía  á  su  lado  repleto  de  chicha,  gritó  de  nuevo: 

—¡Antonano! 

—¿Qué  g^ueris,  ñor  Inchurria? 

— ¡Mira  <{ne\os  cuches  dináoxi  en  V  alfa! 

—¡Vo  á,  ispantarlos! 

—¡Anda  notnás., piazo  é  ñacurutú!  ¡Ahijuna!... 

Qué  hará  mi-palomi-ta 
Vidali-ta 
Sin  trigo  ni  arroooooz!... 

¡Antonano!  Saca  el  /uote.,  el  juego  pa  que  no  se  recosa.  Antonano.,  anda.,  traime 
\ñ  guasca  va  castigarte.  ¡Ñacurutú,  bruto,  salvaje!  ¿Qué  tenis  hoy,  tupido? 


Adiós  pa-lomita 
Vidali-ta 
Adiós  . . 
|Jem,  jem! 


(1)    El  de  Famayá— 19  Setiembre  de  18tl. 


Sí¿^ÍBt^^^^e¿¿.t,,mA¿i.Í!Íí^íSas^^^.,^.íj^Sa¿'?^^,..,á^f,a.^.,.^^>:,^^-^..^.    ^£'--áü-^^!fe    J.O-.4..   -„.,        «...  '    -.  •'.     .        ■■  .    -- ..  .  V/^í  ¿■■.'.'.■-\i>»&Etó; 


728 


EL  CASCABEL 


TEATKOS 


1.  Ksoucliando  el  coro  de  hombres. — ■*.  ¡Pum! — 3.   Cómo  >e  cumplen  las  ordenanzas  muni- 
cipales.—4.  El  que  se  pasa  la  noche  apuntando,  sin  tirar. 


.    í;     , 
'H  -.3, 


.  S^^^.-ú.^^~  1^  I 


jLLjM¡;m¿i¿¿¿¡¿i¿^ 


i^ÉÉtf^ 


■^,   .  ."  -"-'-  ■•<■  '^ 


EU  CASCABEL 


'^m^mw::'^- 


729 


■'«fe 


:'-4- 


TEATE(3S 


1.  Ella  me  mira,— me  mira,  mo  mira...  (Za  C'axra  (ítí¿  oso)—^.  I^n  p;idre   aprovechado   que 
aprovecha  un  palco.— ;3.  ¿Sabe  V.  lo  que  más  me  ha  gustado?  loshajos  de  la  tiple'~4.  La...  salida. 


-lí^^íMi-MMSáM^MJsá^^^^iír^M^^^ 


.■-'^*íiÁ^.^'?ív-.*£^.  -'.v 


-:,  -,  ■í^^íííí'rí^eniwí^E. 


730 


EL    GASCAliEL 


.-  ^  Tenia  una  palomi-ta       ,r  ^  i        \^! 

^  Vidali-la  v^ 

■        '  Quiera  mi  reloóooo i  '  ' 

Y  awra  que  se  ha  ¡uido...  '       " 

Vidali-ta  ^^ 

Que  me  muero  yoooo!...  - 

Y  aqui  íué  interrumpido  en   su  canto.  -         -  ; 

—¡Ñor  IncJmrria! 

—¿Qué  querís,  Antonano? 

— Un  chasqui  que  viene  e  verse  con  otro  que  vá  el  lao  de  Jujuy  pa  las  fronteras 
golíManas,  trai  unas  noticias...  de  lo  pior.  Dicen  que  lo  han  matao  á  Lavalle, 

— ¿Qué  dicisf...  Y  asomaron  á  los  ojos  de  aquel  pobre  rústico  dos  lágrimas  que 
cayeron  d  lo  largo  de  sus  tostadas  mejillas. 

— Y  dicen  ¿¿¿.s^iíés— continuó  Antonano—quc' el  gaarJto  que  llevaba  era  na  menos 
queel^mw7ro  Mancilla  y  que  ha  cfescarnao  al  general  ;;«  poder  llevar  tan  siquiera  la 
güesería. 

—¡Pobre  mi  general!— exclamó  ño/'  IneJiurra — Y  rindiendo  justo  homenaje  á  la 
memoria  del  ilustre  mártir  y  comprendiendo  al  mismo  tiempo  que  ahora  la  tiranía  no 
encontraría  opositores  y  qué  tal  vez  su  hogar  se  vería  invadido  por  aquellas  hordas  de 
salvajes,  preludió  aún  otros  <-07npases  de  la  vidalita  y  ¡cosa  extraña!  unos  coUas 
que  iban  del  otro  lado  de  la  cordillera,  refieren  más  tarde  que  encontraron  á  ñor  In- 
churria  muerto  á  la  puerta  de  su  rancho,  abrazado  á  su  lira  y  con  los  ojos  abiertos  y 
dirigidos  al  cielo.  Y  nosotros  que,  sin  ser  supersticiosos  ó  fanáticos,  creemos  en  el 
dualismo  de  los  mundos,  pensamos  que  tal  vez  se  encontrarían  en  las  alturas  los  espí- 
ritus del  gaucho  sanliagueño  y  del  valiente  general,  el  uno  muerto  victima  de  su  patrio- 
tismo impotente  para  remediar  los  males  que  amenazaban  á  la  Confederación;  el  otro 
victima  de  la  traición  y  la  felonía;  felonía  y  traición  que,  sin  servir  á  los  fines  que  se 
propusieran  los  autores  de  aquel  infame  atentado,  pone  inós  en  relieve  la  culminante 
figura  del  ilustre  general  D.  Juan  Lavalle. 

J.  Corras  Fernandez. 


iPST...! 


Manolito,  tal  como  era. 
habría  hecho  un  dineral 
con  escribir  el  «Manual 
del  Perfecto  Calavera» 
Porque  no  he  visto  cinismo 
tan  grande  como  él  tenía, 
así  es  que  el  Manual  tendría, 
con  retratarse  á  si  mismo. 
Manolito  era  un  portento 
si  de  amores  se  trataba, 
y  en  dónde  él  se  presentaba 
deshacía  un  casamiento. 
Anduvo  á  tiros  y  á  palos 
con  maridos  y  tutores, 
mezclándose  en  sus  amores, 
duelos  y  fugas  y  escalos. 
Asi  es  que  sus  intereses 
rápidamente  fundía 
y  en  consecuencia  tenía 
un  regimiento  de  inglesen. 
Se  prendaba  con  ardor 
de  cuantas  llegaba  á  ver, 
y  no  pasaba  mujer 
á  quien  no  echase  una  flor. 
Si  veía  por  la  calle 
que  delante  de  él  marchaba 
alguna  que  le  gustaba 
por  su  andar  ó  por  su  talle, 
hacía  jpist!  de  repente 
volviendo  por  ver  quién  era, 
la  dama  hacia  el  calavera 
la  cara  rápidamente, 
diciendo  al  fin  ruborosa: 


—¿Qué  quiere  usted  caballero'? 
—Decirle  á  usted  (lue  la  quiero 
porque  es  usted  muy  hermosa. 
Haciendo  que  el  ¡pist!  sonara, 
Manolito  conseguía 
que  la  mujer  que  quería, 
hacia  él  volviese  la  cara. 

Y  con  estas  travesuras, 
que  en  la  práctica  aprendió 
Manolito  consiguió 

á  miles  las  aventuras. 
Pero  llegó  cierto  día 
que  aquel  ¡pist!  tan  prodigado, 
le  dio  muy  mal  resultado 
por  do  iiids  pecado  haMa. 
Vio  una  mujer  elegante 
é  hizo  ¡pist!  inútilmente, 
pues  ella  tranquilamente 
siguió  siempre  hacia  adelante. 
Viendo  que  salía  mal 
aquel  ¡pist!  nunca  fallido, 
continuó  metiendo  ruido 
de  un  modo  fenomenal. 

Y  excitado  su  interés 
prosiguió  con  entereza; 
volviendo  al  fin  la  cabeza, 
no  la  mujer...  ¡un  inglés! 
Quien  al  muchacho,  con  brie, 
á  gritos  abatató, 

y  un  escúndalo  le  armó 

de  padre  y  muy  señor  mío... 

.S'.  Garrido. 


»  < 


EL,    CASCÍlBEL 


731 


UN    MILONGUERO 


•^'^^.iy 


Apunte  por  Fortuny 


¡NO  HAY  OTRO! 


Se  ha  dado  por  inventar 
de  una  manera  asombrosa; 
nadie  piensa  en  otra  cosa, 
¿dónde  iremos  á  parar? 

Uno  conozco  que  ayer 
lia  pedido  una  patente, 
para  del  agua  corriente 
hacer  cognac  de  Moguer. 

<Jtro  que  hace  del  pescado 
ya  corrupto  ó  corrompido, 
una  pasta  que  ha  servido 
para  hacer  papel  pintado. 

Otro  que  con  alcanfor 
mezclado  con  eme  pura, 
hace  crecer  la  verdura 
que  jvamos!  es  un  primor. 

Otro  que  mete  en  un  tacho 
enterita  una  ternera, 
y  al  año  está  tan  entera 
y  fresca  como  un  gazpacho. 

Otro  que  con  unos  hierros 
unas  ruedas  y  unos  muelles, 
le  resultan  unos  fuelles 
para  matar  á  los  perros.  (1) 

Otro  que  de  un  pedernal 


(1)    Rabiosos,  naturalmente. 


hace  en  menos  de  un  instante, 
un  liniísimo  brillante 
de  tamaño  colosal. 
Otro  que  de  cascarillas 
de  huevo  pulverizadas, 
hace  muy  bien  imitadas 
toda  clase  de  estampillas. 

Mas  yo  de  todos  me  rio, 
y  Binó  dígame  usté, 
si  en  verdad  concibe  que 
haya  invento  como  el  mío: 

Pues  yo  he  inventado  wn  cañón 
denominado  absorrente, 
que...  ¡chufff!...  se  chupa  la  gente 
y...  ¡richchch!...  la  hace  salchichón. 

A.  Día::  de  la  Quintana. 


DE  DOMINGO  A  D0MI.4G0 


Odeon.— Sigue  concurrido  y  favorecido 
por  distinguida  concurrencia  el  bonito  lea- 
tro  de  la  calle  Esmeralda. 

El  éxito  de  la  semana  ha  sido  HamU't 
interpretado  á  la  maravilla  por  el  señop 
Emanuel. 

La  fama  de  es  le  actor  es  bien  merecida 
y  muy  merecidas  también  las  manifesta- 
ciones de  aprecio  con  que  e!  público  le  dis- 
tingue. 

Hanilet  se  repetirá  muchas  veces  ya  que 
es  la  obra  que,  interpretada  por  Emanuel, 
ha  conseguido  quizá  el  éxito  mayor  de  la 
temporada. 


San  Martin.— Cíí/'//?í;¿:  una  Carmen  un 
poco  gruesa.  ^ 


Zarzuela.— El  repertorio  de  costumbre; 
el  que  ya  nos  sabemos  de  memoria,  el  de 
todos  los  teatros. 

Noobstante  hay  obras  como  El  Retiro 
por  ejemplo  que  siempre  parecen  nuevas, 
sobre  todo  cuando  Juárez  es  el  que  pide 
que  se  lo  mejoren. 

El  público  le  concede  el  retiro,  la  mejora 
y...  se  queda  con  ganas  de  concederle  lo 
raism9  cada  noche. 


.4SáíÉ¡¿ítóSáar-'.!Ító.ií'Í3i¿^«iV-'AT&d 


mmp^^':--'-": 


■r^i"^.;"*,í,-2t?ij^?í^r;;^  ,^ 


732 


KL   CASCABEL 


Mí-^ 


■ '  :*..  '■" '  '•■ 


VILLA.    CRESPO 


»-^'*_n 


Apuntes    del    natural    por    Fortuny 


'.»"•*-•;«;' ít.í 


.:<::^&!^M¡if' 


\P*-  r'  _  V.j*S^i-'^''7- 


W-.. 


EL  CASCABiiL 


733 


*■* 


El  Cocodrilo^  El  Sr.  Luis  el  tu/nhon 
y  La  Caza  del  Oso  son  las  obritas  que  se 
aguantan  mas  en  el  cartel. 

Como  se  aguanta  O'Kill  cada  día  mas 
celebrado.  ' 


Comedia.— Julio  liiiiz  ó  Juan  Palomo, 
pues  él  se  lo  guisa  y  se  io  come  todo,  co- 
mo si  dijéramos,  se  ha  hecho  aplaudir  co- 
mo autor  y  actor  en  otra  obra  suya:  El 
sueño  de  anoche. 

Como  ador  ú  secas,  cada  dia  adquiere 
mas  popularidad,  apésar  de  la  diversidad 
de  opiniones  que  acerca  de  él  emiten  por 
ahí.  Prueba  de  que  vale. 

Lo  mismo  pasa  con  las  señoritas  Aceves 
y  Quero. 

Ahora  solo  falta  que  Huiz  haga  conocer 
obras. 

El  público  quiere  novedades  y  á  féquese 
las  merece. 

#  ■  ~ 

Onrubia.— Apesar  de  su  capacidad,  que 
es  mucha  para  una  compañía  de  zarzuela 
chica.,  no  le  viene  grande  á  esla. 

El  teatro  se  llena  con  mucha  frecuencia. 

Ah!  y  el  público  pregunla  con  mucho 
interés  \)ov  Mis  Hellyet. 

¡Una  novedad  en  perspectiva! 

¡Vendrá  tan  bien  para  variar  un  poco!... 


w 


Alhambra.— Concurrencia  distinguida, 
la  gente  de  aquellos  barrios. 

Cartel  bastante  variado,  y  las  hermanas 
Aranáz  tan  festejadas  como  siempre. 


Doria.— Muy  concurrido. 

Cavalli  y  su  compañía  están  haciendo 
una  buena  campaña. 

El  cuerpo  de  baile  presenta  algunos  muy 
aplaudidos. 


FoLiEs-KoRLET.— El  íYesco  local  de  las 
Folies,  toco  de  la  gente  de  buen  humor  y 
de  las  señoritas  sensibles,  adquiere  desu- 
sada animación  á  medida  que  el  calor 
aprieta. 

La  verdad  es  que  allí  se  pasa  bien  !a  no- 
che, y  no  falta  nada. 

Nada  absolutamente. 


GAUCHO 


íí#'. 


''f?i. 


:m. 


Ai>iiiite  por  Fortiiny 


En  el  Rosario  están  bien  de  poetas. 
Recortamos  de  un  periódico  ¡literario! 


ío  siguiente: 


«Y  yo  quedo  llorando  desesperado 
sin  mirar  lo  que  antes  veía 
¡oh!  que  tormento  tan  gravé 
y  si  consuelo  no  cabe 
hay  triste  infeliz  de  mi.» 

¡Hombre!...  Lo  que  hay  es  cada    poeta 
que  ¡ay!  es  muy  infeliz. 


Después  del  llorón  viene  un  señor  sul- 
furado y  dice: 

«Soy  el  lamento  perdido 
en  medio  de  una  tormenta 
soy  la  batalla  cruenta 
que  un  día  el  eco  se  oyó. 


'  -J^á^i:k^^^~-^>.Jít^^^.'; 


--:^¡^&&S!ÍÍ^'í 


734 


EL  CASCABEL 


RK'í 


Ustedes,  creerán   que  al  oirse  el  eco  el 
vate  echó  la  lira  al  algibe? 
.  |CáI... 

Vuelve  á  la  carga  con  más  brios  y  re- 
negando de  la  vida  y  de  la  poética,  ex- 
clama: 

«Soy  el  poeta  que  un  dia 

se  levanta  imponente 
muriendo  der repente 
su  poca  inspiración.» 

Pues...  ¡apaga  y  vamonos! 


Ahora  resulta  que  el  Sr.  Arzobispo  con- 
fia más  en, la  Providencia  que  en  los  hom- 
bres públicos,  y  de  ahi  que  organice  pere- 
grinaciones. 

Bueno. 

Pero...  jfiate  de  la  Virgen  y  no  corras! 


Me  decías  hace  un  rato 
cariñosa  que  me  amabas, 
y  que  en  tu   pecho  guardabas 
para  siempre  mi  retrato. 
A  mil  tus  coqueterías 
hacen  lo  mismo  en  común, 
asi  que  tu  pecho  es  un 
álbum  de  fotografías. 


Hemos  recibido  una  mazurka  para  piano, 
titulada  Corona  de  Noria,  original  del 
señor  José  V.  Pini. 

Se  vende  en  el  almacén  de  música  de 
Medina.   . 


"*  ,  *■      ' 


u- 


ondmcia 


A.  L.  lie  //.—Al  público  nada  le  importa  que  Elisa 
no  le  quiera  á  vd . 

A?¡fo?iíí7/o.— En  cambio  su  Ideal,  no  es  el  mío. 

C.  L.  ^;  .—Mande  algo  más,  puesto  que  condicio- 
nes no  le  faltan  para  cultivar  el  género. 

Sin  firma.— Muy  serio  es  lo  que  manda  Vd.  Ah! 
y  no  confunda  mi  nombre. 

/.  /?.— Ya  lo  vé  Vd.  Gracias  por  los  piropitos. 

M.  F.— La  forma  es  descuidadita.  ^ 

Dineru/'o  r«/Vj.y« . —Seudónimo  ridiculo,  humoris- 
mo trasnochado...  ¡vayase  Vd.  á  dormir,  hombre! 

Telp'maco.—^o  trATisigo  con  lo  de,  ■  '■: 

El  cielo  tormentoso  ..  *  " 

benigno  nos  ayuda 

Una  de  dos,  ó  es  tormentoso  ó  benigno. 

A.  S.— ;A  ese!  ¡áese!  gritan  á  estas  horas  las  mu- 
sas ¡ay!  tan  maltratadas  por  Vd. 

L.  de     .—Lo  siento  pero  no  puedo. 

.9i<5rrí/><or.— Almanaque  no:  pero  haremos  un  nú- 
mero- almanaque. 

Señorita  Z.— Señorita.- .  me  escamo  y  no  creo  en 
ello.  Además  en  El  Cascabbl  no  puede   publicarse. 

Arahel.—'So  le  puedo  decir  nada  más. 

Tunante.— 1^0,  liombre,  Vd.  no  es  tunante  ni  cosa 
parecida. 

R.  M.  (Tucuman).- Su  articulo  es  muy  largo. 

El  quid  pro  f¡uo,  me  hizo  mucha  gracia. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 

W. 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio.  '        - 

Número  corriente »    0.10 

»        atrasado »   0 .  15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 

%^%—At^%tWA—^B%  (altos) 


'¡£^'f¿¿-.jíS¡Si'-*L  '¿«■«i'.  .íií-;  -¿Ci& 


■á*VJfi?-¿Ja^>  .^'i  ^-^¿J^Si'ÍSiSfc^fei^; 


SS¿¿s¿iiii&!hVJ^í'i\SÍÍ'iÁ^m¿jk¡t^¿^H':&^<¿^¿^Síi,í-- 


EL  CASCABEL 


735 


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Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Ciuilleriuo  A.  Cranwell, 
se  vendió  á  D,  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Oanwcll  sino  de  Sproat. 

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Cádiz  y  Barcelona,  admitiendo  carga  y  pasa- 
jeros, así  como  para  Vigo,  Coruña,  Santander. 
Bilbao  y  demás  puntos  importantes  ie  Es- 
paña. 

,  Por  más  informes   ó   datos,  ocúrrase  a  sus 
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dos los  puertos  y  ciudades  de  España. 


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-   l>iscípulo  de!  Maestro  (Tioula     :,-   ^¿¿;:, 

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NOVBLA     AMERICANA 


«•HKiíXAT,  DK 


M.  BAHAMONDE 

1:N    iOOAS    LAS    I.IMHERI'AS 


Imp,  COÜRRIEB  m  LA  PLlTi.  Sección  de  Obras  de  R.  I'uig 


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Año  I    Buenos  Aires,  Noviembre  23  de  1892    Ntkm.  47 


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Rditor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


RddaeeioD  y  ÁdiBioistracioD:  ALSINA  939  (ali^s) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  A  5  P.  M. 

Pretíoen  la  ciudad...    |  O.lOelnúmerv, 
Número  atrasado.. ..     »0.15        id 


Fotograbados  óe  Emilio  A.  Coll   ;  C> 


SKMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE  COLL 


TIPL1'.S  CÓMICAS 


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736 


BL  OAAGABBL 


A.  MUJICA  Y  C^A 

FABFllCA  DE  TINTAS  DE  TODAS  CLASES 

SURTIDO 

De  Tintas  Superiores  iDalterables    "'  ■^- 

,      DE  VARIOS  COLORES 
CALLE    BIOJA     1765 


compañía 
trasatlántica  española 

VAPORES  CORRl'lOS 

Subvencionados  por  el  Gobierno  español 

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entre  el  Kio  de  la  Plata  y  Europa 

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,    (4  ma(jnifh:o  rapar 

CIUDAD    DE    C^DIZ 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  á  de 
cada  bi-mestre.  para  Sania  Cruz  de  Tenerile, 
Chdiz  Y  Barcelona,  admitiendo  carga  y  pasa- 
jeros, asi  como  para  Vigo.  Coruna,  Santander, 
Hilbao  y  demás    puntos  importantes    le  Ils- 

'^^Por  más  informes   ó   datos,  ocúrrase  á  sus 
agentes  Antonio  López  y  C*,  calle  Alsma  /oO. 
Nota.— Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos los  puertos  y  ciudades  de  España. 


Cigarrillos  de  sobremesa 

LA  cigarrería  DE  DAUMAS 

Acaba  de  poner  en  venta  sus  inmejo- 
rables cigarrillos  sueltos,  en  cajitas  de 
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Cigarrillos  y  Referidos  Daumas,  la  caja  de 

250 • $  l<>-^ 

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Eminentes —    «  1-3*^ 

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Tip-Top,  Gloria,  sin  ^ola  .  ...  «  ¿.50 
Tip-Top,  Gloria,  especiales,  sin  cola  «  .3.50 
Tip-Top,   Gloria,   escepcionales,  sin    cola 

«  4.50. 

La  casa  se  halla  provista  de  un  surtido 
¡le  Cigarros  Habanos  garantidos  de  proce- 
dencia directa,  de  las  mejoies  marcas  y 
ile  tabacos  franceses  é  ingleses  legítimos 
;\  precios  sin  competencia. 

679-C  AN  G  ALLO-679 


iíeliDe 


ARTISTA 
Y    PROFESOR    DE   QANTO. 

'  Discípulo  dei  Maestro  (;oula 

MAIPÚ   341,    r  DERECHA 

CENTRO  OE  SUSCRIPCIÓN 

2164— CHILE— 2164 
Se  reciben  diarios  y  semanarios  españoles 

Madiid  Cómico. 

Blanco  y  Negro.  ■  f     • 

l,a  Tomasa. 
Las  Dominicales. 
Bai'celona  ('ómica. 
!']l   Iir;pai'cial. 
La  Saotfi. 

La  Lidia. 
!•;!  Liboral.    ; 
La  \'elada. 
l'^l  Dia  de  Moda. 
La  Campana  de  Gracia. 
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Etc.,  etc. 

De  venta  en  los  principales  kios- 
kos  de  Buenos  Aii'cs.  •  .  . 

Para  suscripciones:  CHILE,  2164 


Teodomiro  Suílé 


ESrRTBAXO  PÚBLICO 


OFICINA: 

PIEDAD  NÚM.   513 

-^  MAREOS^ 

NOVBLA     AMERICANA 
oiírcrxAL  1)1-:  ,  . 

M.  BAHAMONDE 

I:N    TODAS    LAS    LIlínERÍAS 


Imp.  COURRIER  DE  LA  PLITI.  Sección  de  Obras  de  R.  Puig 


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Afiol    Buenos  Aires.  Noviembre  23  de  1892    Núm.  47     ^ 


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Nit«r  propieiATío:  FRANCISCO  FERRÉS 


(ledaccion  y  ÁdiBioistracion:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad...    $  O.lOelnúmerv. 
Número  atrasado.. ..     »0.15        id 


Fotograbados  (^e  Emilio  A.  Goll   y  C* 


SKMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 


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Director:  ENRIQUE  COLL 


TlPLl'.S  CÓMICAS 


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738 


— ^@-« 

STAMOs  condenados  á 
estampillas. 

Empezaron  los  ma- 
yorales de  tramway 
y  ¡vayan  ustedes 
á  saber  quién  aca- 
bará! 

Al  principio  nos  in- 
dignábamos cuando 
el  atento  mayoral  nos  endosaba  una  es- 
tampilla. Ahora  nos  indignamos  si  el  al- 
macenero no  quiere  vendernos  porotos  por 
timbres  postales. 
Aun  hay  más. 
:     Más  íimbres,  se  entiende. 

He  leí  lo  que  un  señor  ha  comprado 
unas  leguas  de  campo  y  las  ha  pagado 
con  estampillas  de  las  que  mandó  emitir 
Garles  para  honrar  á  Colón  y  para  que  De 
Martino,  el  pintor  que  ensucia  una  tela 
al  compás  de  un  vals  de  Palau,  d  que 
pinta,  come  y  se  confiesa  á  un  tiempo, 
pudiese  lucirse  y  desahogarse  ejecutando 
una  nao  y  dos  carabelas. 

Las  que,  según  me  ha  dicho  un  estafe- 
tero, fueron  dibujadas  mientras  el  sastre 
le  tomaba  la  medida  de  un  traje,  azul  ma- 
rino, como  es  natural. 

Si  la   moda   cunde,  el  correo  será  un 
banco  emisor. 
•  Y  aun  hoy  ya  lo  es. 

— ¿A  dónde  vá  V.  tan  ligero? — pregun- 
tamos el  otro  día  aun  señor  que  tiene  cé- 
dulaB  ó  célu'as,  que  dice  su  esposa. 

—Al  banco. 

—¿Al  Banco? 

—Digo,  al  correo:  voy  á  cambiar... 

—¿Las  señas  de  su  domicilio? 

— No,   señor;  unos   pesos  nacionales  de  i 
curso  más  ó  menos  legal,  pero  de  lo?:  que  | 


cursan  al  fin  y  al  cabo.  Necesito  estam- 
pillas de  dos  centavos.  .  V  .  í ;    '- 

-^-¿Tanta  correspondencia  tiene  V.? 

— No;  pero  con  las  estampillas  pago  el 
viaje  del  tramway  y  el  mayoral  no  se  me 
queda  el  vuelto.  Además,  puedo  comprar 
La  Prensita^  que  sólo  cuesta  una  estam- 
pilla. . .  ~  '    ; 

—  ;Ave-Maria!  -      ^ 
—Sí,  señor:  el  cobre  está   destinado   á 

desaparecer,  como  un  Pel'egrini,  y  el  rei- 
nado de  la  estampilla  es  un  hecho. 

De  modo  que  si  seguimos  asi,  pronto  en 
la  Bolsa  se  cotizará  este  nuevo  título... 

Los  coleccionistas  están  de  plácemes. 

Sin  saberlo  tienen  un  capital  sólido  co- 
mo pocos,  con  el  cual  pueden  proporcio- 
narse toda  clase  de  goces  materiales... 

—  Señorita,  dirá  un  joven  de  esos   que 
no  tienen  otra  misión  en  la  tierra  que   la 
de  enamorar  á  todas  las  niñas  sueltas — 
señorita,  no  sea  V.  ingrata...  yo  la  amo. . 
escúcheme  V...  no  apriete  tanto  el  paso. .. 

— ¿Se  fatiga  V? 

—  Camina  tanto,  que  ya  me  falta  aire... 

— Pues  vayase  V.  á  veranear  á  la  cabe- 
za de  algún  senador  de  esos  que  la  tienen 
llena  de  oxígeno  puro. 

— Mi  amor  si  que  es  puro.  Y  yo  no  soy 
un  cualquiera.  Tengo  rentas. 

—¿Vitalicias? 

— Tengo  cincuenta  estampillas  de  Co- 
lón, nuevas,  y  tengo  apego...  .    - 

— ¡Ya  lo  creo. . .  qué  pegajoso  es  V.¡ 

—  Es  que  las  estampillas. . . 

—  ¡Tienen  mucha  goma! 

— Si  V.  no  me  quiere  me  echo  de  cabeza 
al  rio. 

— No.  hijo  mió,,  que  su  mamase  pondría 
mala.  Mas  vale  que  se  pegue  las  estampi- 
llas al  cuerpo  y  se  eche  do  cabeza  á  un 
buzón: . .  A  ver  si  asi  se  marchará  de  mi 
lado. 

La  ventaja  mayor  que  nos  podria  pro- 
porcionar la  moneda  c<jn  goma  es  la  de 
hacer  callar  á  los  acreedores,  especial- 
mente á  los  que  nos  salen  al  paso  y  nos 
dicen,  abrazándonos  contra  su  casto  seno: 

— ¡Amigo  mío!. .. 

—  ¡Pero!...  ¡suelte  V.,  que  me  ahoga! 

'"  — No  le  suelto,  no  señor.  Lo  que  quiero 
es  que  me  pague  V.  aquel  pico. 


_-«'.^,:^>v.Vr-.^^'sV--_f'  •-.r.-i- ■,'.;: 


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EL  GASBAÉBi: 


739       ,' 


— Cierre  el  suyo  que  el  público  se  está 
enterando,     'r'^'^yr  ■ .  ^v  v^..;...-  ji^^;;/  ^  v;;,-  .;-'■ 

— ¡No  me  callo,  no  señor!  ,     '     ,        , 
•     — Pero. . . 

'    — Nada,  ó  me  paga,  ó  armo  un   escán- 
dalo! 

En  trance  tal  ¿qué  hacer? 

— Muy  fácil  cosa. 

Sacar  la  cartera;  buscar  una  estampilla 
colombina,  mojarla  y  ¡pif!  sellarlos  labios 
del  acreedor;  franquearle  la  boca:  Nunca 
con  más  razón  que  ahora  podrá  decirse 
que  el  dinero  lo  tapa  todo.  ¡Hasta  la  boca 
de  un  acreedor!... 


ESPERANDO 


J^a  preciosa  Cíoiisuelo 
cístá  aguardando  á  Emilio  cotí  anhelo. 
que  le  hablará  de  amor  y  que  de  pas'> 
Ja  obligará  á  admirar  el  cielo...  raso. 

— -©-llr< 


LiL  TURCA 


Apoyando  la  espalda  en  la  columna, 
dando  trente  á  la  plaza, 
«staba  un  día  una  mendiga  turca 
ante  la  cátedra!  estacionada. 
Envolvía  la  i'az  tosca  y  marchita 
en  un  pañuelo  de  algodón  muy  viejo. 
y  sentada  en  cuclillas 
enseñaba  los  trozos  más  se-r/ítos 
de  su  carne  morena. 

Sus  ojos  grandes,  que  entornaba  el  sueño, 
se  abrían  i<^ntamente  á  la  presencia 
de  algún  caritativo  que  en  los  dedos 
le  ponía  un  centavo, 
Tina  dama,  una  vez,  de  mucho  rango, 
descenilió  de  su  coche,  la  dio  un  peso 


y  la  dijo  despacio:         '     .■:/;■  -•     V    . 

—Baje  más  el  vestido:  los  pilTuelos 

lá  están  á  usted  mirando. 

Se  guardó  la  limosna,  y  en  el  acto 

estiró  la  pollera,  -  ' 

diciendo,  en  español  estropeado:    .,    ' 

—Gracias;  Alá  proteja 

tu  casa  y  tus  rebaños. 

Cuando  la  dama  se  alejó  del  sillo. 

de  nuevo  la  mendiga 

se  levantó  el  vestido.  -  : 

plegándolo  al  descuido  en  las  rodillas,  ' 

y  otra  vez  en  el  fruto  prohibido 

lijaron  los  muchachos  las  pupilas. 

Un  caballero  pulcro  y  compasivo. 

dándole  una  moneda. 

le  dijo  con  enfado: 

—¡Detestable  indecencia! 

Arréglate  mejor  esos  andrajos. 

—  (iracias:  Alá  proteja 

tu  casa  y  tus  rebaños. 

\  encogiendo  las  pierna.s 

bajaron  hasta  el  mármol  .<us  harapos: 

más  apenas  había  el  caballero 

un  metro  caminado, 

cuando  ella  de  nuevo 

arrolló  la  pollera  en  el  regazo. 

y  otra  vez  muchos  ojos  en  su  cuerpo 

desnudo  se  fijaron.  "^ 

A  un  vigilante,  que  de  rabo  de  ojo, 

miraba  el  espectáculo  riendo, 

le  dijo  un  gran  señor,  con  duro  tono: 

—¿Por  qué  tolera,  sin  rutior.  un  hecho 

tan  sucio  y  bochornoso? 

Y  el  vigilante  contestó  muy  serio: 

— Ahí  tiene  la  infeliz  todo  el  negocio;' 

al  mandarla  tapar  le  dan  dinero. 

— Pues  llévele  este  peso 

y  que  se  tape  pronto. 

El  guardián  se  acercó  á  la  pordiosera 

y  le  puso  el  papel  entre  las  manos. 

—(.iracias;  Alá  proteja 

tu  casa  y  tus  rebaños. 

— Mire,  hermana,   que  ci  público  se  «ineia 

porque  la  vé  desnuda; 

tápese  las  vergüenzas. 

Levantó  la  cabez;i, 

miró  a!  guardián  y  le  objetó  con  calma; 

— ¡otras  hay  fjue,  visticndose  de  seda. 

im;  están  mejor  tapadas! 

M.  Bdiunno/ide, 


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740 


EL    CASCABEL 


EL  MARIDO  DESDICHADO 


(HISTOeíA  EN  TRES  CARTAS  ESCRITAS  POR  SU 
MUJER    EN    DIFERENTES    KPOCAS) 


'  Prü/iera 

O 

Vi^^uERiDO  primo  del  alma,  dueño  de 
mi  corazón,  y  futuro  dueño  de  todo  lo  que 
me  pertenece. 

Tengo  que  comunicarte  una  mala  noti- 
cia,  digo  mal;    lengo  que   confirmártela, 
pues  que  las  primicias  luyas  fueron,  y  no 
.de  otro. 

Mañana  me  visten  de  largo,  y  como  pue- 
des comprender  muy  bien,  aunque  de  so- 
bras sé  que  lo  comprenderás  de  mala 
gana,  al  alargar  mi  pollera,  y  tapar  mis 
pantorrilias,  he  de  acortar  la  confianza  que 
íehe  tenido,  y  he  de  tapar...  la  boca,  por 
que  una  señorita,  que  viste  de  largo,  no  es 
como  una  niña  que  visle  de  corto,  y  las  que 
de  corto  visten  pueden  permitirse  ciertas 
inocentes  larguezas,  que  al  vestir  pollera 
larga  han  de  desaparecer. 

Este  párrafo  no  es  mío.  Es  un  fragmento 
del  sermón  cariñoso  y  amistoso  que  pro- 
nunció mi  buena  madre  al  verme  conver- 
tida fie  golpe  y  porrazo  en  u¿a  señorita. 

Mamá,  la  pobre,  lloraba  y  decía  que  el 
ponerme  de  tiros  largos  equivalia  á  dejar- 
la á  ella  en  la  plana  pasiva. 

Yo,  no  se  que  plana  es  esta,  pero  debe 
ser  cosa  muy  graciosa  por  ((ue  el  tio,  el 
capitán  de  artillería,  se  rió  como  un  loco. 

Se  acabaron  los  besos,  querido  Arturin. 
Mamá  di¿e  que  á  una  señorita  no  se  la 
puede  besar.  Tú,  opinaríis  de  diferente 
modo,  y  yo...  también. 

Desde  mañana,  circunspección:  apúrate 
y  pideme  la  mano. . . 

Ya  sabes  que  te  quiere  mucho,  muchísi- 
mo, remuchisimc  tu 
•    .,-  Elena. 


Segunda 

Querido  esposo— primo:    aquí   lo    paso 
muy  bien,  apesar  de  no  tenerte  á  ti. 
El  hotel  está  lleno  de  conocidos. 
Los  baños  deliciosos. 

Te  encuentro  a  faltar  y  ano  ser  por 
Pérez,  tu  amigo,  que  me  atiende  mucho, 
cree  que  me  aburt  iría. 

Emilita  está  buena  y  engorda  mucho. 
Creo  que  se  acordarla  más  de  su  papá,  si 


no  tuese  por  un  mequetrefe  qiie  la  asedia 
noche  y  día. 

Espero  la  letra,  para  cobrarla,  porque... 
¡hay  tanto  gasto  en  un  pueblo  como  este! 

Esta  noche  hay  baile. 

Me  pondré  aquel  traje  azul  que  tanto  te 
gusta.  ¿Te  acuerdas  de  aquel  amoroso 
mordisco  que  me  diste  en  el  cuello  la  pri- 
mera vez  que  me  presenté  ante  ti,  con  ese 
traje  escotadito? 

¡Ah!  ¡es  muy  bonito!  ^      '  ^ 

A  Pérez  le  gusta  mucho  también.         'T' 

Me  llaman  para  comer. 

Adiós:  besos  de  Emilita,  recuerdos  de 
Pérez,  y  ¡hasta  mañana! 

Elena .  ■■'■ 


P.  S.— ¡Ah!. 
quieras. 


de  mi  recibe  todo  lo  que 


Tercera  -      '    ' 

Señor  D.  Pedro  Tinaja: 

Muy  señor  mió  y  yerno.  Lo  que  pasa  es 
una  infamia  y  una  iniquidad.  ' 

¡Dar  disgustos  á  Emilita! 

¡Está  bueno!  Y  no  me  repita  Vd.  lo  de 
asuntos  reservados  é  interpretaciones 
torcidas. 

Para  la  mujer  no  debo  de  haber  nada  re- 
servado ni  torcido. 

Bien  se  conoce  que  mi  esposo  no  vi- 
ve ya. 

¡El  si  que  le  diría,  cuantas  son  cuatro! 

Vea  Vd.  de  moderarse  un  poco,  ó  de  lo 
contrario  Emilita  vendrá  á  vivir  conmigo, 
para  respirar  una  atmósfera  menos  co- 
rrompida. 

En  nuestra  familia  no  hay  una  mancha, 
y  para  lavarla  que  la  murmuración  arrojó 
sobre  mi  persona,  mi  malogrado  esposo 
se  hizo  mataren  duelo  por  Pérez,  su  buen, 
digo  mal,  nuestro  buen  amigo. 

Yo  no  le  podré  desafiar  á  Vd.  pero  á  fé 
de  suegra,  (titulo  que  con  tanta  sorna  me 
otorga  Vd.)  le  juro  que,  ó  se  enmienda,  ó 
las  uñas  dejarán  huella  profunda  en  su 
rostro. 

Le  saluda,  mu>'  de  mala  gana,  por  cierto, 
su  mamá  política  (sueg7'a^  que  dice  usted 
con  el  retintín  que  he  de  hacerle  perder 
algún  día). 


Por  las  copias- 


Elena. 


Aníonu)  F.  Molina. 


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EL  CASCABEL 


741 


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El  auxilio  de  la  Virgen 


Fué  el  invierno  riguroso. 
Oorao  un  castigo  de]  cielo, 
todo  lo  cubría  el  hielo 
y  liacía  un  frío  espantoso. 
En  la  campaña  desierta 
;>■  por  el  frió  aterida, 
estaba  el  pueblo  sin  vida, 
la  naturaleza  muerta. 
Y  el  vecindario  aterrado, 
consumido  el  combustible, 
prevf'ia  un  íin  horrible; 
temía  morir  helado. 
Los  vecinos  á  implorar 
la  protección  del  Señor 
se  juntaron  con  fervor, 
en  la  iglesia  del  lugar 
Vela  de  rizada  cera 
el  sencillo  altar  alumbra, 
conservando  en  la  penumbra 
á  una  virgen  de  madera. 
\'  tras  de  corta  oración 
alza  el  cura  la  rodilla, 
y  con  palabra  sencilla 
da  principio  su  sermón. 
Habla  del  frió  y  del  hielo 
del  labrador  arruinado, 
de  la  ra.uerte  del  ganado, 
de  la  aldea  sin  consuelo, 
y  mirando  hacia  el  altar 
en  donde  la  imagen  mora, 
con  fervor  auxilio  implora 
de  la  Virgen  del  lugar, 
terminando  así: 

— Confio 
en  que  Vos  nos  salvaréis. 
En  ella  solo  tendréis 
el  remedio  contra  el  frió. 
Y  entretanto  que  murmura 
todo  el  pueblo  una  oración, 
concluido  su  sermón 
baja  del  pulpito  el  cura. 


llega  hasta  la  sacristía 
y  pregunta  al  sacristán: 
.  — ¿Has  visto? 

— ¿A.  quién? 

— Pues,  á  Juan; 
— ¿..\  Juan? 

—Sí,  ¡quién  lo  diría! 
Un  iiereje  desterrado 
de  la  iglesia,  sin  conciencia 
y  sin  ninguna  creencia: 
pues  nunca  se  ha  confesado. 

II 

(  on  la  color  demudada 
el  cura  se  convínola, 
que  la  virgen  aquel  día 
había  sido  robada  .. 

y  mientras  el  sacristán 
-   el  robo  contaba  al  cura, 
r    por  la  sacristía  oscura 
entraba  el  hereje;  Juan. 
Hacia  el  grupo  se  acercó 
y  con  tono  decidido, 
-     dijo:. 

— Yo  se  quien  ha  .sido. 
—¿Quién  robó  la  virgen? 

—Yo; 
—¿TÚ? 

—Sí,  decia  usté  ayer, 
cuando  en  el  pulpito  estaba, 
que  la  virgen   que  ahí  se  hallaba 
nos  había  de  valef. 
Yo  anoche  sin  una  brasa 
en  mi  hogar  creí  morir, 
y  decidido  á  vivir 
la  virgen  llevé  á  mi  casa. 
—¡Sigue! 

—Por  el  frió  helado, 
toda  la  imagen  (juemé. 
con  ella  me  calenté 
y...  ¡la  virgen  me  ha  salvado! 

Luis  García 


^;  ^^^¿í 


UN   FIEL 


Coloca  la  camisa  al  sol   ardiente 
la  esposa  de  Joaquín,  la  pobre  Luisa, 
pues  Joaquín  .solamente 
tiene  á  fuer  de  creyente 
un  Dios,  una  mujer...  y  una  camisa. 


742. 


EL  CASCABEL 


:,  ''•   ? 


O  J  E  o 


■■'i-  -^"^i 


Sabe  que  un  ojo  traidor 
la  observa  en  el  tocador; 
mas  esto  no  la  embaraza, 
pues  no  ignora  que  en  la  caza 
fs  burno  un  ojeador. 


La  orgía  del  poeta 


(Bocetito  naturalista) 

I 

E  repito  que  eres  un  soñador,  y  que  debes  eoígár.los  hábitos...    / 
-¿Yo?... 

—Si,  tú;  tú  que  te  pasas  la  vida  exprimiéndole  el  jugo  al  magin, 
y  soñando  triunfos  literarios  que  maldito  si  producen  un  cobre 
partido  por  la  mitad... 
— jPero  mujer!. .. 

—¡Pero  mujer!.  ..—Si;  asi  me  decias  la  otra  noche  al  llegar  á  ca- 
sa:  «pero  mujer,  ¿aún  no  está  la  comida?»  Y  ¡qué  había  de  estar, 
hombre  de  Dios,  qué  había  de  estar!  ¿Te  figuras  que  en  el  mercado 
ñan  á  los  escritores?...  jMira  tú  que  tiene  gracia!...  Aún  recuerdo  que  el  ultimo  kilo 
de  porotos  que  compré  me  lo  dieron  envuelto  en  unos  versos...  |que  eran  tuyos! 
— El  genio  sufre  muchos  vejámenes. 

— Mayores  los  sufren  las  mujeres  de  los  genios,  que  al  fin  y  al  cabo  son  las  que  les 
zurcen  y  cuidan,  y  las  que  sufren  los  accesos  de  furor,  mientras  que  las  señoras  Musas 
llevan  los  piropos  y  las  flores. . .  , 

...  A  ver  qué  día  una  de  esas  nueve  señoras  (por  que  creo  que  son  n«éve,  ¿no?)  á 
ver  repito,  qué  día  descenderá  del  monte  una  de  esas  musas,  y  le  presentará  una  taza 
de  caldo... 

— Pero  mujer,  ¡no  materialices! 

— Pero  marido,  ¡no  pretendas  comer  hoy,  por  que  en  casa  no  hay  ni  galleta  dura! 
.  —Voy  á  trabajar  un  poco'y  mañana. ..  "¡mañana  comeremos! 


i¿vX'«ííSá  .'■ 


*-»t  ■*~'¿"í!r#^ • . 


Iím-      ,  (íí*  jíT,  .  « 


.  \,„-í'.  „-.  -í,._*^. 


A^a¿i^j 


■Jm 


£L  CASCABEL  '    -  '  "       743 


/^^^^ — Pero...  ¡hombréele  Dios!         ~      .  w^./         • 

— Nada,  nada,  allá  voy. 

—¡Bueno,  pues...   recuerdos  á  las  Musas!...  Ay  ¡cuánto  mejor  fuera  que  Irabojases 
de  zapatero! 
— Pero  ¡mujer! 
—Pero  ¡cuerno!!  -.  ^ 

■  II         ":>;■-  .• 

El  pobre  poeta  trabaja. 

La  mujer  duerme:  su  sueño  tiene  algo  del  sueñoeterno:  el  cuerpo  de  la  infeliz  apenas 
puede  resistir  la  debilidad;  la  naturaleza  se  consume. .. 

También  se  consume  la  vela  de  sebo  que  alumbra  al  poeta. 

Este  escribe  frenético.  Parece  que  le  hayan  dado  cuerda.  Está  engolfado  en  un 
asunto  grandioso.  Mezcla  de  soñador  romántico  y  de  positivismo  materialista,  el 
pobre  autor  describe  en  altisonantes  endecasílabos  una  orgia  del  tiempo  do  la  deca- 
dencia romana. 

¡Qué  fuego  en  la  descripción! 

¡Qué  verdad  en  la  pintura  de  la  fiesta!. .. 

Por  la  acalorada  mente  del  poeta  cruzan  veloces  esclavos,  cargados  de  fuentes  lle- 
nas de  apetitosos  manjares,  y  siervos  ufanos  escancian  vino  y  perlas  á  los  parásitos 
del  liviano  potentado. 

En  cuanto  á  colorido  y  verdad,  no  se  puede  pedir  más. 

No  falta  un  detalle. 

La  música;  la  danza  provocativa  de  las  cortesanas,  más  provocativas  aún:  las  fra- 
ses picantes  del  bufón;  el  desenfreno,  en  una  palabra,  palpitana  latente  en  los  versos. 

¡El  autor  estaba  satisfecho! 

Término  su  tarea,  y  acostóse  esperando  el  dia  de  mañana  para  presentar  su  bri- 
llante trabajo  al  editor  de  La  Recísta,  cobrar,  comer  y  demostrar  á  su  esposa  que  al 
fin  y  al  cabo  el  genio  vive,  come  y  ama  de  veras,  y  que  no  todo  es  poesía  en  este 
mundo. 

III 

¿Si  gustó  el  trabajo  del  poeta? 

¡Muchísimo! 

Las  felicitaciones  llovieron,  y  en  todas  partes  comentábase  la  facundia  y  el  ingenio 
del  autor. 

Este,  estallaba  de  gozo. 

— ¡Ah  mi  mujer!...  ¡mi  materialista  mujer!...  Me  espera  en  casa  gruñendo  y  dicien- 
do que  tampoco  hoy  comeremos,  que  la  literatura  no  es  cosa  seria,  que  no  da  de 
comer...  ¡ya  verá  elíal...  ¡ya  verá  quien  soy  yo!...  Hoy  compareceré  ante  ella  carga- 
do de  golosinas...  ¡Ah!  y  no  olvidaré  una  botella  de  buen  vino....  ¡Qué  orgia... 
doméstica!  Me  rio  de  Tiberio!... 

El  administrador  de  La  Revista^  pagó  con  un  billete  mugriento  las  cuartillas. 

El  contacto  del  papel  electrizó  al  autor. . . 

Es  decir,  á  la  materia,  al  estómago  que  se  dilató  é  hizo  que  la  boca  del  poeta  emi- 
tiese un  ¡ah!...  que  podía  traducirse  por  expresión  de  contento,  ó  rugido  de  fiera 
hambrienta. 

'  IV 

Llegó  jadeante  á  su  casa  y  entró  triunfalmente.  Habló  del  éxito,  pero  Ja  mujer  que 
no  comprendía  ios  goces  del  escritor,  exhaló  otro  ¡ah. . . !  y  apoderándose  de  los  fiam- 
bres y  del  vino,  comió  y  bebió. 

Es  decir,  comieron  y 'bebieron,  por  que  el  poeta  no  desperdició  la  ocasión,  comiendo 
hasta  que  la  vela  que  le  alumbrara  la  otra  noche,  al  consumirse  llenó  de  olor  inmundo 

La  llama  se  defendió:  ilnminó  dos  ó  tres  veces  seguidas  con  fulgor  relativanente  in- 
tenso aquel  banquete,  y  se  apagó  para  siempre. 

Nada  se  podía  ya  ver. 

Únicamente  oyóse  un  ruido  confuso,  un  rumor,  el  choque  de  una  botella  que  se  es- 
trellaba contra  el  -  pavimento,  un  ¡ah...!  seguido  de  otro  ¡ah...I  inexplicable,  el  crugir 
de  un  mueble,  y  una  voz  que  decía: 

—-¡Hemos    comido!...    ¡me  rio    de    Tiberio...    me...    rio...!    ¡y    de    sus     orgias 

también!...  _  ., ,  .i_.  , 

Aquella  noche  la  mujer  del  poeta  no  gruñó,  y  es  posible  que  recibiera  alguna  cari- 
cia... dedicada  á  alguna  sílfide. 

¡Son  tan  soñadores  los  verdaderos  poetas...  .  - 

¡Hasta  en  sus  orgias!  (?)    . 

Andrés  Soler] 


í^-.-*!  n-  -  '^--'    ^'^i'^Y^^^^^I^^S  ^g^§«?SW^'?r^^4?:3J^^^r'^«?';f^«?af7^TS'^^^ 


744 


EL  OAStlABEL 


-?  , " 


¿QUÉ  ES  LO  QUE 


f^ 


La  rop:\  de  los  demás 


La  ocasión 


Las  aglomeraciones 


El  ingenio  ageno 


■  -*lkSÍ'--Sá?^:-JÍ5*? 


rtí.'-,  _  -íj.  •   :■ 


'l(---'Vv>=.--A^-,- 


-iteA*':i!4í 


EL    CASCABEL 


745 


APROVECHAN? 


La  luz 


l.a  sombra 


El  coche,  gcatis 


El  santo  de  un  amigo 


"H"'  -''■."■>.r.' 


J.^^^^£¿t^Lf.?¿^^^fe¿^'!aS^lj^'>ra¿¿^^ia^  >J^>^ 


r.lií' 


' -*-"¿;-  -  .:„^í^£--  í¿!<CA..t^3ÍJr¿¿- 


74fJ 


£L  CASCABEL 


r-~' 


REFRÁN 


—No  me  das  de  comer  »'a^^ta? 
—No  quiero  darte,  Señen: 
«cuando  dos  se  (juieren  hien, 
con  uno  que  coma  basta». 


EL  SASTRE-INVENTOR 

Que  el  destino  con  rigor 
nuestra  desventura  hostigue, 
bien:  mas  que  á  un  sastre  castigue 
ya  no  está  bien;  no  señor, 
porque  es  prueba  de  liidalguia 
'en  el  hombre,  aunque  os  asombre, 
e!  que  se  proponga  el  hombre 
abrir  una  sastrería. 
Sancliez  el  grande,  el  magnánimo, 
íi  sastre  se  dedicó, 
con  lo  eual  nos  demostró 
Jo  valiente  de  su  ánimo. 
Mas  el  destino  cruel 
Je  castigó  duramente, 
é  hizo  caer  prontamente 
mil  desventuras  sobre  él. 
La  fantasía  excesiva 
de  síanchez,  causó  el  desastre, 
porque  Sánchez  era  un  sastre 
con  fuerza  imaginativa. 
No  se  contentó  jamás 
cbn  viles  imitaciones: 
él  no  hacia  pantalones 
lo  mismo  que  los  demás; 
él  les  ponia  viseras, 
placas  de  acero  ó  encajes, 
él  evitaba  en  sus  trajes 
con  goma  las  rodilleras. 
Y  este  invento  justamente 
su  ruina  total  causó, 
y  la  cosa  sucedió 
de  la  manera  siguiente: 
•  A  un  joven  de  formas  plásticas 
nuestro  sastre  satisfizo,  -  v 

y  unos  pantalones  hizo 
con  rodilleras  elásticas. 
El  joven,  de  una  preciosa 
niña  se  prendó  ardoroso, 


'.J 


y  se  arrodilló  amoroso 

á  las  plantas  de  la  hermosa. 

Pero  al  irse  á  arrodillar, 

su  elástico  pantalón 

dióle  una  atroz  impulsión 

y  al  techo  se  fué  á  estrellar. 

Sánchez  supo  la  noticia 

y  huyó  abatido  al  momento, 

librándose  así  su  invento 

de  la  acción  de  la  justicia. 

Triste,  aburrido  y  sin  fé, 

el  sastre  al  cabo  se  dijo: 

— ¡Qué  demonio!  ¡A  qué  me  afii.j 

■J'engo  ingenio,  emigraré. 

Y  se  embarcó  cierto  día 
en  busca  de  la  fortuna, 
en  el  «Fulton»  hacia  una 
isla  de  la  Oceanía; 
fundando  sus  ilusiones 
de  sastre  desventurado, 
en  un  surtido  variado 

de  sacos  y  pantalones. 
Llegó  al  lin,  desembarcó 
con  un  calor  sofocante, 
y  bajo  un  árbol  gigante 
fatigado  descansó. 

Y  pensando  en  su  ideal 
dijo  lleno  de  contento: 

— .\qui  con  mi  cargamento 
voy  á  hacer  un  dineral. 


c;olgó  en  un  árbol  sus  trajes, 
y  al  instante  que  los  vieron, 
á  admirarles  acudieron 
una  porción  le  salvajes.  . 
Y  de  Sánchez  prontamente 
las  ilusiones  morían, 
pues  los  salvajes  vestían 
desnudos  completamente. 

S.  Garrido. 


LA  DONCELLA  DISCRE  TA 


-¿Quién  es? 

-¿Puedo  pasar,  señorita? 

-Sí;  estoy  yo  solo.  Ya  puedes  entrar. 


EL  CASGABt¿L 


747 


ELBOTRICIDAD 


Yn  era  estudiante,  y  un  día, 
e]  Siiljio  que  con  paciencia 
en  nuestro  turbio  cerebro 
nos  metía  las  ideas, 
liabló  de  electricidad, 
la  palanca  gigantesca 
con  la  que  el  hombre  del  siglo, 
vive,  mueve,  mata  y  crea. 
Habló  del  rayo  encendido 
(jue  al  caer  sobre  la  tierra, 
no  respeta  los  talleres, 
ni  las  cátedras  respeta, 
('  incendia  la  rubia  mies. 
ó  hace  ceniza  una  iglesia. 
Pintó  el  rayo  encadenado, 
(jue  entre  distancias  inmensas, 
por  un  hilo  une  á  los  pueblos 
y  nuestros  afanes  lleva, 
cruzando  montes,  abismos, 
ríos  y  mares,  y  estepas. 
Y  aquel  fluido  terrible 
que  destruye,  mata,  ó  quema, 
nos  lo  hizo  ver  cuando  amigo, 
en  ayuda  de  la  ciencia, 
viene  á  ser  cura  ó  alivio 
de  enfermedades  diversas. 
Oalló  el  sabio  catedrático 
y  al  punto  la  clase  entera, 
coronó  con  un  aplauso 
la  peroración  soberhi  :. 

U 

(Jonoci  á  cierta  mujer 
de  una  asombrosa  belleza, 
mujer  que  al  viejo  maestro 
me  recordó,  puesto  que  ella 
encerraba  el,  fulgurante 
rayo  en  sas^pupiti^'  negras . 
Temblé,  al  mirar  de  sus  ojos 
la  llama  ardiente  é  intensa, 
y  atraído  por  el  rayo, 
con  una  pasión  frenética. 


busqué  á  la  mujer,  la  dije 
con  verdadera  elocuencia 
el  amor  que  me  inspiraba, 
y  lo  feliz  que  me  hiciera 
haciendo  mi  pasión  suya, 
sin  fin,  inmutable,  eterna. 
Del  fluido  misterioso 
que  hiere,  devasta  ó  quema, 
debia  haber  en  mis  ojos 
la  llama  vivaz  é  inquieta; 
pues  al  chocar  fas  miradas 
mias  con  las  de  la  bella, 
como  al  chocar  de  dos  nubes 
brota  la  ignea  culebra, 
brotó  un  beso  en  nuestros  labios 
y  un  incendio  en  nuestras  venas. 

Cuando  testigos  de  vista 
estorbaban  nuestra  endecha, 
por  los  ojos  y  los  dedos 
la  electricidad  aquella 
nos  daba,  con  sus  señales 
á  nuestra  ventura,  espera. 

Pasó  el  tiempo.  De  el  idilio 

vino  al  fin  la  decadencia, 

y  me  quedó  del  amor 

una  galante  tibieza. 

Mas  recordando  del  sabio 

la  conferencia  soberbia,  ■  -  .s 

y  buscando  algunas  veces 

auxilio  en  la  ciencia  médica. 

y  pensando  en  el  fluido 

que  cura,  destroza  ó  quema, 

visito  á  aquella  que  fué 

de  mi  alma  señora  y  dueña, 

la  que  me  hirió  con  el  rayo 

de  sus  dos  pupilas  negas; 

y  alli,  me  curo  y  me  aburro, 

puesto  que  al  tin  el  sistema 

eléctrico,  da  lo  mismo 

(\\\e  otro  sistema  cualquiera. 

José  M".  Mendo:<i, 


Mf^É-is&i :  .ví'.*í-- 


■ir^.a: 


748 


£L  CASCABEL 


MODA  FRESCA 


ün  traje  de  verano  - 

StíncilJo  yelegiiiiie  y  a(,r¿tyeiite; 
del  que  alguno  dirá  seguramente 
que  es  un  traje  liviano. 


DE  DOMINGO  A  DOMI.<iGO 


Odeon. — Animado,  como  siempre. 

La  repetición  de  obras  como  Kean.  La 
Dama  de  las  Camelias,  II  padrone  del- 
le  fci^^erie.,  Mercadef  y  otras  conocidas, 
y  de  lasque  más  aceptación  lian  merecido, 
ha  valido  las  mismas  demostraciones  de 
siempre  á  la-compañia. 


El  publico  en  general,  y  muchos  admi 
nidores  de.Emanuel,  desearían  ver  en  es- 
cena imex&menle  ffa7nlei. 

La  empresa,  seguramente  no  tendrá  in- 
conveniente en  ver  lleno  el  teatro;  anun" 
ciando  la  repetición  de  obra,  que  tan  ma- 
liistralmenle  desempeñad  Sr.Emanuel. 

Y  asi  saldrán  ganando  la  empresa  y  el 

público.  r 


Zarzulxa.— Este  teatro  es  un  jardiu,  se- 
ixúii  la  expresión  de  un  cronista  amoroso, 
es  decir,  de  uno  de  esos  que  escriben  pa- 
r.ilasniñas.  <.  ,      :  1       : 

La  verdad  es  que  eslas  abundan  en  este 
teatro,  y  hacen  que  uno  no  sepa  si  ha  de 
atender  al  escenario  ó  á  la  sala- 
Ventajas  de  la  función  entera.  ■'-■  =  ^ 
Dejando  en  su  sitio  á  la  concurrencia, 
que,  repito,  es  escogida,  subamos  al  es- 
cenario, como  una  obra  cualquiera. 

La  compañía  cuenta  con  una  nueva  ti- 
ple: la  señora  Ciudad,  y  con  un  barítono 
nuevo,  pero  nuevo  del  todo,  debutante 
absoluto,  el  joven  Serra,  que  ha  demos- 
tiado  condiciunes. 

Los  demás  artistas,  incluso  el  tenor  Or- 
tega, que  parece  decidido  á  quedarse  en 
el  teatro,  ya  son  conocidos. 

Estreniironse  Las  Catnpanadas,  y  el 
miércoles  seguramente,  se  estrenará  la 
Revista,  música  de  Caballero  y  letra  de 
Miguel  Echegaray.  ! 

Además  pronto  empezarán  los  ensayos 
de  Mis  Helyet.  ,    . 


Onrubia.— No  se  duerme  la  empresa  de 
este  cómodo  y  espacioso  teatro. 

Resucita  obras  aplaudidas,  como  El 
Arca  de  Noé,  Pepa  lu  FrescacJiona, 
fque  en  Onrubia  es  frescota  de  verdad)  y 
otras. 

Y  como  resucitar  obras  no  es  bastante, 
prepara  estrenos. 

Anunciase  una  obra  local,  que  ojalá  re- 
sulte, para  estimulo  de  autores  y  empresa- 
rios. 

Además,  Mis  Helyet,  futuro  caballo  de 
batalla,  á  lo  que  se  vé,  también  está  anun- 
ciada, y.  apropósito:  Mis  Helyet  es  tra- 
ducida y  arreglada  para  dos  teatros,  y  por 
diferentes  escritores. 

Veremos  quienes    se  llevarán  la  palma. 


Comedia— Oejón  siempre  ha  sido  parti- 
dario de  las  (unciones  completas.  ^ 

1      :     ■    '.V 


/SiSáfeAíí*/  í^isS^&^iiáte^- 


^^^!!S£^Ss¡ 


EL  CASCABEL 


749 


Ahora  ha  puesto  en  escena  la  popular 
zarzuela,  Los  Sobrinos  del  Capitán 
Grant  con  lodo  el  aparato  que  permite 
el  escenario  de  la  Coniedia.      i      : 

Elementos  no  faltan  en  este  teatro:  aho- 
ra solo  falta  que  el  público  se  cure  de 
la  movilidad  que  los  espectáculos  por  sec- 
ciones le  han  comunicado,  y  que  se  acos- 
tumbre á  pasar  tres  horas  en  el  teatro. 

Con  obras  como  Los  Sob/Hnos  no  es  di- 
fícil el  milagro. 

Y  con  Julio  Ruiz,  Emilio  Orejón,  la  Ace- 
ves  y  las  Quero,  menos  aún. 

Conque  ¡á  reir  con  las  distracciones  del 
doctor   Mirabel! 


Alhambra.  — Apesar  de  los  esfuerzos 
que  hace  la  compañía  de  las  hermanas 
Aranáz,  el  público  no  acude  al  fresco  tea- 
tro de  la  calle  Cerrito. 

Quizás  los  calores  lleven  gente. 

De  todos  modos  la  compañía  presenta 
variedad  de  obras  y  logra  aplausos,  espe- 
cialmente los  que  como  buenas  hermana-, 
se  reparten  Concepción  y  Mercedes  Ara- 
náz. f 


Doria.— La  aplaudida  compañía  de  Ca- 
valli,  pasa  al  teatro  San  Martin. 

En  un  local  tan  céntrico  logrará  el  gra- 
cioso actor  ([lie  su  trabajo  y  el  de  los  de- 
más artistas,  luzcan  m;is  (jue  en  el  Doria- 

El  cambio  será  provechoso. 

Y  sobre  l'xio,  mucho  público  que  no  se 
animaba  á  ir  hasta  el  Jjorid.  concurrir;! 
al  San  Martin,  y  apreciar.!  el  notable  tra- 
bajo del  simpático  actor  müanes. 


Foi,n-:s  FoHLET.— .4ií  co/iipU.'t  cada  no- 
che. 
Caslhor,  la  Darras  y  compañía  ceielira- 

dos  siempre. 
]''l  público  no  se  cansa. 
¡Y  Forlel  tampoco! 


se  mueren  no  pueden  obtener  el  beneficio 
de  una  misa  porque  la  tarifa  es  muy  alta. 

¡Cuatro  pesos  una  misa! 

No  los  puede  pagar  cualquiera. 

Afortunadamente,  parece  que,  se  desti- 
narán días  para  decir  misas  gratis. 

.\hora,  ya  podemos  morir  tranquilosl 


Ya  dados  á  Belcebú 
dos  discutían  asi: 
—No  te  creo. 

:■  —Ni  yo  á  ti 

— ¡A  mi  me  apoya  Manú! 
— Pues  mira  che  ¡á  mi  maní! 


Nuestro  asiduo  colaborador,  el  Dr.  Diaz 
de  la  Quintana,  nos  ha  remitido  un  ejem- 
plar de  su  poema /)e.Si;Mt;.s  de  la  muerte, 
primorosamente  impreso  y  perfectamente 
ilustrado. 

Cónprenlo  ustedes  y  hagan  los  comen- 
tarios que  nosotros  nos  abstenemos  de 
hachar,  muy  ¡i  pesar  nuestro. 

Como  se  traía  de  uno  de  los  de  casa. . . . 


Ley(}  un  libro  fastidioso. 
y  en  cuanto  al  fin  llegó  Juan, 
dijo: 

— No  miente  el  refrán: 
hasla  el  fm  nadie  f's  dichoso. 


Ahora  resulta  ([ue  si  escasea  el  agua  es 
por  ((ue  faltan  unas  bombas  que  la  compa- 
ñía de  aguas  corrientes  no  lia  entregado 
al  servicio. 

listo  es  una  venganza  de  la  familia. 

Claro  ¡cuántas  veces  las  bombas  m»  pue- 
den funcionar  por  falta  de  agua! 

En  los  casos  de  incendio,  especial menie. 


Se  hallaban  hoy  reunidos 
Luis,  .Vnliiii.  .lu.ina  y  Pilar, 
y  estas  creyeron  notar 
que  llegaban  sus  maridos.  . 
Escondiéronse  ligeros         ^ 
Luis  y  Antón,   hasla  que  Juana 
mirando  por  la  ventana, 
dijo— ¡No  hay  tales  carneros! 


Mientras  la  Intendencia  rebaja  la   tarifa 
de  ios  coches  de  alquiler,   los  pobres  que 


Los  vigilantes  por  lo  visto  están  exentos 
de  tener  rubor. 
Dice  un  colega  de  La  Plata,  refiriéndose 


■,-ír 


á  unas  mujeres  de  vida  alegre: 


.en  los 


días  de  calorías  niña>^  se  presentan  en  la 


iáfc.^ 


^ÉÉ^É^s¿^&;¿iS^Éiis&,cÉi^^^S&¿í¿i^s^, 


:~~..:-.  .:-^  :■ 


750 


EL.  CASCABEL 


vereda  ó  ventana,  con  Irages  tan  ligeros, 
que  ofenden  el  pudor,  hasta  de  los  mismos 
vigilantes.» 

Repetimos:  por  lo  visto,  los  vigilantes  no 
tienen  rubor.    <^  ;  -  ,/      -        -:      \ 
.  A  lo  menos  asi  lo  deja  entender  el   co- 
lega. ,,-._:,  ^ 


."'"Sr    & 


Leemos  en  un  diario: 

<^F.l  Dr.  Roque  Sáenz  Peña  pasará  una 
temporada  de  campo  en  su  estancia,  que 
durará  un  mes.» 

¡Lo  que  saben  los  periodistas! 

¡Hasta  la  duración  de  las  estancias!!... 


Con  Justo  se  halla  casada 
la  encantadora  Enriqueta, 
quien  ésta  á  fuer  de  coqueta 
por  alguien  galanteada. 
Mas  ayer  tuvo  un  gran  susto, 
y  se  mostró  intolerante, 
diciendo  que  «o  á  su  amante 
mientras  no  viniese  Justo. 


En  un  periódico  dedicado  al  bello  sexo 
encontramos  el  siguiente  desahogo  poé- 
tico: 

Subid  á  la  cumbre  mas  alta 

y  verás  lo  que  allí  se  inmola 
dentro  de  las  rocas  los  nombres 
Selina,  Cásfula  y  Lola. 

Falla  algo. 

inmolar  al  autor. 


ondencia 


Emil.  73._  jj¡s  muy  fuerte  io  de  la  campanilla. 

Tétrico.— ky  que  fúnebre,  que  tétrico, que  es  esto.  . 
que  cantan  en  La  Leyenda  del  Monge, 

El  de  fln/e.«.— Si;  que  sigue  escribiendo  tan  mal 
como  antes. 

H.  de  fi.—íio  es  publicable. 

Churruca  primo.— \\  tan  primo! 

.S'.   G.  Z'.~No  hombre...  ¡no  se  puede  corregir; 
.  R,  (Bahía  fí/rtííca).— Siento  decirle   que  vamos 
empeorando:  es  decir,  que  empeoran  sus  versos. 

Ventarrüu.—'^o  esta  mal,  pero  no  dice  nada.  Pa- 
labras, palabras,  palabras... 

3'erron.— En  cambio  Vd.  dice  unas  cosas... 

Fai(sto.-Su  Tenorio  no  conquista  nada. 

Uno.— Bien  hombre  bien!...  ¿no  publico  sus  ver- 
sos? ¡insulto  tras  insulto. ..!  Afortunadamente  estoy 
acostumbrado  &  desahogos  de  esos. 

C.  A.G.— ¡Atrás  las  huelgas! 

Pintón.— Y...  ¡atrás  los  Pintones! 

Servidor.— Vero  ¿como  quiere  Vd  que  consienta  en 
que  se  llame 

nebulosa  iínne 
sutil  y  vaporosa 

á  la  tiple,  esa  ([ue  le  inspira  tal  pasión'í 

P.    .—Se  publicara. 

Sin  firma.— Tiene  poca  mñ/ft. 

Cer<ece?"o.— Es  bueno  para  la  página  de  anuncios. 

E.  S.  C— Solamente  quedan  algunas  colecciones 
completas,  pocas  por  cierto. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO       . 
Director:    ENRIQUE   COLL 

W. 


CONDICIONES  DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses 8 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente » 

»         atrasado » 


1.50 


0.10 
0.13 


SE   DESEAN   AGENTES   Y    CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIOX 

®3t— AIiSIllA  — tSS     (ALTOS) 


'  .^\:l'->  .MX^'f^'-^.'C-CsC  ^ 


U^S^.i 


EL  CASCABEL 


.751 


lechería  la  hartona 

Fábrica  á  vapor  de  manteca  fresca 
fina  en  el  establecimiento 


SUCURSAL 


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AI  menudeo  en  los  principales  almacenes, 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Guillermo  A.  CranweII, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Oanivell  sino  de  Sproat. 

LA   ÚNICA 

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tales de  España  con  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
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10  a.  m.  cá  :!  p.  m.  Los  días  festivos  de  9  a,  m 
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cada  bi-mestre,  para  Santa  Cruz  de  Tenerife, 
Cádiz  y  Barcelona,  admitiendo  carga  y  pasa- 
jeros, asi  como  para  Vigo,  Coruña,  Santander, 
Bilbao  y  demás  puntos  importantes  3e  Es- 
paña. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  a  sus 
"agentes  Antonio  López  y  Cs  calle  Alsina750. 

Nota.— Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos los  puertos  y  ciudades  de  España. 

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679-CANGALLO-679 


Y  PROPESOR   DE   CANTO 


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-rüisciptilo  del  Maestro  GouJa 


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MAIPU    341,     1"  DERECHAS 


CENTRO  DE  SÜSCftJPeiON 

2164— CHILE— 2164 
Se  reciben  diarios  y  semanarios  esiKañole& 
Madrid  Cómico.         -  .  •       *^^:^fe£ 


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Teodomiro  Suñé^ 


ESCRIBANO  PUBLICO 


OFICINA: 

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EL  CASCIBJH 


ftftol.  -Bsenos  airee,  Noviembre  30  de  1892    Nftin.  48 


Httnr  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


HedaceioD  j  Adilüistracion:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

f>ecio  en  )a  ciudad. . .    |  0.10  el  númer. 
'Túmero  atrasado.. ..     »0.15        id 


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y  hace,  aunque  esto  parezca  an'iin;üi:i. 

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752   . 


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LA   CIGARRERÍA   DE   DAUMAS 

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679-CANGALLO-679 


Felipe,  Vázquez 

ARTISTA 
Y    PROFESOR    DE    CANTO 

i  >iscipulo  del  Maestro  (lóala 


MAIPU    341,     1'   DERECHA 

CENTRO  OE  SUSCRIPCIÓN 

2164— CHILE— 2164 
Se  reciben  diarios  y  semanarios  españoles 

Modi'id  Cómico. 
Blanco  y  Negi'o. 
1.a  Tomasa. 

Las  Dominicales. 
Bai'oclona  Cómica. 
l^vl  Iinpai'cial. 
La  Saeta.  , 
La  Lidia, 
i-:!  Liberal. 
La  \'elada. 
Ll  Dia  de  Moda. 
La  Campana  de  í^i-acia. 
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La   l']s(|nella  do  la  l'oi't'a'xa. 
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De  venta  en  ios  principa  le-  kios- 
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Teodomiro  Suñé 


IISCIUBAXO  Pt'níLICO 


OFICINA: 

PIEDAD  NÚM.   513 


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M.  BAHAMONDE 

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Imp.  rOCBRIER  DF.  LA  PLATi.  Secfión  de  Obras   de  R.  Pnig 


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Afio  I    Baenos  Aires,  Noviembre  30  de  1892     Ntiin.  48 


B4it«r  propieUrki:  FRANCISCO  FERRÉS 

IiedaccioD  y  Adniiuistracion:  ALSINA  939  (altos) 

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Se  arregla  de  manera 

(jiie  loj-'ra  ma.-  aplausos  cao,    (Jia. 
y  hace,  aunque  esto  parezi;.;  an  ^'i^jii; 
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rs* 


'^m^r.^i^'T^'^:'     i'^^^i  -  • 


■    > 


EL  CASCABEL 


^=^. 


A  visto  usted? 
-¿Qué? 

— ¡El   calor,   hom- 
bre, el  calor! 

—  ¡Ah!    No;    no  lo 
he  visto,  pero  lo   he 
sentido  y  lo  siento. 
-¡Y  yo: 

— Pues  estaníos  en  paz. 
—¡Ojalá! 

— ¿Cómo  se  entiende?  Yo  no  le  debo  á 
usted  nada. 

—No,  hombre,  V,  no  me  debe  nada  ab- 
solutamente. Si  he  dicho  que  no  estába- 
mos en  paz,  no  lo  he  dicho  por  V.;  lo  he 
dicho  por  mi  mujer. 

— ¿Está  V.  en  débito   con   ella?    Malo, 
muy  maloi!  A  la  esposa  hay  que  pagarla 
puntualmente... 
— ¡Si  no  es  esol 
—Pues  no  entiendo... 
— Ya  se  conoce  que  V.  es  soltero... 

—  A  Dios  gracias. 

—  ¡Ay!  Ojalá  pudiera  decir  yo  lo  mismo. 
Crea  V.  que  entre  el  calor  natural  y  lo  qne 
me  acalora  mi  esposa,  estoy  que  ardo. 

Ahora  se  le  antojaque  hay  que  veranear- 
se empeñan  ella  y  las  niñas  en  que  hay 
que  hacer  una  excursión  de  recreo,  y  yo 
les  digo  que  están  verdes. 
— ¿Las  hijas? 

— No,  hombre;  las  excursiones. 
La    sííñora    se   empeña  en  ir  á  Mar  del 
Plata,  y  y,o  le  digo  que  su  empeño  puede 
dar  por  resultado  el   empeño  de  nuestras 
pocas  alhajas,  entre  ellas  un  sable  de  mi 
abuelo  que  fué  de  dos  filos,  y  que  al  cortar 
cabezas  tocaba  milongas. 
— ¿El  abuelo? 
— No,  hombre;  el  sable,  que  era  instru- 


mento de  muerte  y  de  música á  un  tiempo, 

— ¡Ah! 

— Mis  niñas  quieran  ir  á  Montevideo  y 
yo  les  digo  que  no  estoy  para  montes,  pues 
aún  recuerdo  la  última  paliza  que  me  die- 
ron en  un  monte  familiar. 

—¿Cómo?... 

— Sí,  en  un  monte  que  jugamos  entre 
varios  amigos  el  año  pasado  en  Chasco- 
mús,  á  donde  fuimos  á  veranear. 

— De  manera  que. . . 

—  De  manera  que  estoy  con  la  soga  al 
cuello,  y  que  al  fin  tendré  que  salir... 

— ¿De  la  soga?  ¡bien  hecho! 

— ¡No,  hombre!  Vd.  no  me  entiende. 
Tendré  que  salir  de  Buenos  Aires,  para 
dar  gusto  á  la  familia,  por  que  si  no  lo 
hago  así,  á  mi  mujer  le  dan  unos  ata- 
ques. 

— ¿Quién  se  los  dá? 

—  ¡Los  nervios'  y...  ¡viesr;  Vd.  que 
poder  el   suyo!. . . 

—  El  de  los  nervios. 

— Y  el  de  mi  señora.  El  año  pasado  tu- 
vo un  ataque  á  causa  de  la  calor,  que  dice 
ella,  y  después  de  llenar  una  palangana 
de  sudor  se  empeñó  en  andar  en  camisa 
por  casa,  y  no  paró  hasta  que  la  llevé  al 
campo. 

Apenas  divisa  el  verde  de  la  pradera, 
se  calma  y  se  vuelve  dulce  y  bondadosa. 

Me  trata  con  mimo,  y  pasa  el  rato  ha- 
ciéndome bombachas  de  brin  y  leyendo 
poesías  de  Guido  Spano,  ó  prosa  de  Mas- 
sioti. 

—  ¡Qué  martirio! 

—  ^y  amigo.  . . .   ¡dichosos  los  solteros! 

Ustedes  son  envidiados. .  . 

— Si;  cuando  no  somos  envidiosos,  á  lo 
mejor  se  vé  cada  casada. . . . 

—  No  me  hable  Vd.  de  eso,  que  me  es- 
carno. 

Ello  es  que  el  calor  no3  escama,  y  que 
los  que  ademas  de  sudar,  como  cualquier 
peón  de  albañil,  nos  vemos  en  la  obliga- 
ción de  >udar  tinta  y  empapar  cuartillas, 
pasamos  las  de  Absalon.  (^j 

Algunos  colegas  que  saben  vivir,  se 
rien  del  calor  y  de  sus  extremos. 

Pero  no  todos  podemos  permitirnos  el 
mismo  lujo. 

Joselin   Fruende,  que  es  un    muchacho 

(1)     Rojas. 


EL  CASBABEL 


755 


que  colabora  ea  un  sin  «fín  de  papeles  del  i 
género  amatorio,  y  que  se  derrama  cada 
día  un  frasco  de  «Brisas  de  los  Andes»  en 
los  calzoncillos  y  camiseta,  para  perder  el 
olor  de  hombre  y  remontarse  á  las  regio- 
nes de  la  ambrosia,  escribe  en  condicio- 
nes envidiables. 

Apenas  se  levanta,  se  santigua  fervoro- 
samente, como  quien  va  á  emprender  un 
camino  áspero  y  lleno  de  contrariedades. 

Una  vez  santiguado,  da  un  beso  á  la 
mamá  y  se  mete  en  la  pileta  de  marmol, 
llena  de  agua  templada  con  gotas  deRhum 
Quinina,  y  con  polvos  de  fécula  de  pa- 
tata. 

Una  vez  en  el  baño,  lee  una  poesía  clá- 
sica de  Oyuela;  toma  magnesia  y  se  siente 
fresco  por  fuera  y   por  dentro. 

Pide  papel  y  escribe. 

¡Qué  frescura  de  conceptos! 

Parece  mentira  que  un  vate  de    la  talla 

de  Joselin  pueda  decir  en  pleno,   verano 
que 

. . .  las  tenues  pupilas  negras 

de  Julia,  la  ingrata, 
penetran  cual  finas  hebras 
en  la  fresca  catarata 
que  taladra  el  corazón, 
fresco  y  lozano 
con  su  pasión. 
Lo  cual  es  el  colmo  de  la  frescura,  como 
pueden  Vds.  ver,  ó  sentir. 
Sentir,  sobre  todo. 

La  mamá  de  Joselin  afirma  que  la  fres- 
cura que  respiran  las  poesías  del  vate  de 
sus  entrañas,  obedece  á  que  su  Joselin  ha 
alcanzado  una  altura  tal,  que  mora  sola- 
mente en  la  región  de  las  nieves  perpe- 
tuas. 

¡Dichoso  él! 

Nosotros  menos  felices  llenamos  de  pri- 
sa unas  cuartillas  prosaicas,  y  aguarda- 
mos el  tren  del  jueves  para  ir  al  Tigre- 
Hotel  á  ver  si  nos  enfriamos  con  un  cero. 

El  que  tiene  la  ruleta. 

Qué  es  el  quemas  frió  deja  á  los  pun- 
tos. 

Y  nosotros  ¿qué  somos? 

A  estas  horas...  unos  puntos...  lí- 
quidos. 

;Ea. . . !  que  hoy  no  charlamos. 
La  culpa  la  tiene  el  calor. 

■Tiflti'-."'. 


LA  CALLE  FLORIDA 

De  las  tiendas  se  escapa  luz  á  torrentes, 
lanzan  las  joyerías  sus  mil  reflejos, 
que  como  los  aceros  chocan  hirientes 
saltando  en  los  cristales  y  en  los  espejos. 
El  ambiente  parece  de  luminosas 
partículas  que  encienden  el  aire  puro, 
y  las  estrellas  tristes  y  temblorosas- 
miran  por  las  rendijas  del  cielo  oscuro. 
La  flor  en  la  canasta  su  olor  consume 
á  las  plantas  de  un  hombre  sucio  y  mugriento, 
y  los  gritos  del  zafio,  con  el  periume 
de  la  flor  delicada,  llenan  el  viento.  . 
En  vaivén  incesante  la  gente  pasa- 
je un  vergel  de  mujeres  anda  y  oscila, 
y  á  su  paso  la  atmósfera  hierve  y  abrasa 
quemada  por  el  rayo  de  su  pupila. 
La  calle  fulgurante  y  esplendorosa 
inspira  y  acalora  la  fantasía, 
mientras  que  cruza  tanta  mujer  hermosa, 
como  un  jardín  de  flores  del  mediodía. 
Ante  aquella  increíble,  rica  pintura 
los  jóvenes  parados  ante  una  puerta, 
viendo  el  radioso  paso  de  la  hermosura 
se  quedan  con  un  palmo  de  boca  abierta. 
Y  parece  que  en  torno  giren  velados 
los  genios  invisibles  de  la  poesía, 
y  dejan  muestras  cuerpos  electrizados, 
vertiendo  suavemente  su  melodía. 
Viendo  tan  gran  portento,  nace  la  iaea 
de  que  hacernos  felices  el  cielo  quiso, 
y  por  eso  en  tal  calle,  fecundo  crea 
la  sucursal  terrestre  del  Paraíso. 

Adolfo  S.  de  los  Ríos. 


CREYENTE  CONVENCIDO 

Hombre  sincero  y  creyente, 
no  habia  seguramente 
([Uien  á  don  Juan  se  igualara 
y  ninguno  aventajara 
sus  protestas  de  fé  ardiente. 
Prueba  de  su  convicción 
y  su  cristiana  pasión, 
el  incrédulo  tenía 
sólo  al  ver  la  habituciiui 
en  que  don   Juan  resjLdia: 
Altares  llenos  de  flores, 
cruces  de  plata  y  esiañu. 


756 


EL  CASCABEL 


santos  en  Jos  miradores, 
santas  en  los  corredores 
y  hasta  en  el  cuarto  de  baño. 

Ante  una  imagen  de  yeso, 
sentía  la  sacra  llama 
arder,  con  dulce  embeleso, 
y  Je  servia  de  cama 
una  hermosa  cruz  de  hueso. 
Tal  cruz,  que,  otro  supusiera 
un  infierno,  era  su  edén, 
(por  más  que  no  faltó  quien 
la  cruz  de  hueso  creyera 
de  hueso...  y  carne,  también). 

Tenia  en  una  piscina, 
en  su  entusiasmo  febril, 
á  una  Santa  Catalina 
y  á  todas  ¡as  once  mil 
vírgenes  en  la  cocina; 
un  hermoso  San  Antón 
sobre  una  jaula  se  hallaba,    . 
y  un  soberbio  San  Ramón 

tenia  en  la  habitación 

donde  la  mucama  estaba. 
En  su  católico  atan, 

llegó  por  último  á  tanto. 

que  usaba,  según  su  plan, 

para  vino  el  de  ^Sau  Juan 

y  el  bastón  de  palo  santo. 

En  pos  de  sus  ideales. 

como  pájaros  tenía 

.solamente  cardenales. 

y  en  música  sólo  oía 

las  músicas  celestiales. 

ilas  como  iba  celebrando 

toda  fiesta  de  la  iglesia. 

y  esto  lo  hacia  tragando. 

el  pobre  se  fué  enfermando, 

apesar  de  la  magnesia. 

Se  puso  triste  é  hiposo, 

mustio,  pesado  y  gotoso. 

y,  como  siempre  comía, 

al  cabo  le  llegó  el  día 

de  hallar  eterno  reposo; 

pero,  según  supe  yo. 

y  de  su  vida  se  infiere. 

como  cristiano  murió. 

porque  don  .Juan  reventó 

de  un  cólico  ui  (screrc 

.S".  dar r ido. 


12  de  Octubre  de  3492 


IDO  la  palabra!— dijo  uno 
de  los  miembros  más 
conspicuos  de  la  Cámara 
Administrativa  de  Ma- 
canópolis. 

Considerando  que  en 
las  arcas  del  tesoro  hay 
sobra  de  dinero,  propon- 
go que  se  supriman  los  impuestos  durante 
cinco  años. 

— ¡Aprobado! — dijeron  todos  los  presen- 
tes. 

Y  abandonaron  el  recinto  para  ir  h  sus 
respeietivos  quehaceres. 

A  las  pocas  horas  los  muchachos  ven- 
dedores de  periódicos  voceaban  La  Ga- 
ceta con  importanles  noticias. 
Compré  La  Gaceta  y  lei. 
Busqué  [noticias  políticas  y  no  las  en- 
contré. 

Por  fin,  casi  escondido  hallé  un  suelto 
asi  concebido: 

«Mañana  se  verificará  la  elección  de 
Presidente  y  Director  administrativo  de 
Macanópolis.  En  vista  de  que  de  los  quin- 
ce candidatos  que  la  opinión  aclama,  nin- 
guno quiere  aceptar  el  cargo,  se  ruega  al 
ciudadano  que  quiera  tomarse  la  molestia 
de  ser  presidente,  avise  á  la  mayar  bre- 
vedad.» 
— ¿Estoy  soñando?— pensé. 
No,  no  soñaba. 

Bien  claro  oi  gritar  á  otro  chiquillo:  ¡La. 
Baudera  con  la  última  hora! 
Compré  La  Bandera. 
Lei  la  última  hora.  Decía  así: 
«Como  ocurre   siempre   que    de   elegir 
presidente   se    trata,   nadie   quiere  serlo. 
Será    preciso    proceder  á   un    sorteo,   en 
cuyo  cas':^  el  agraciado  con  la  bolilla  roja 
no  tendrá   más  remedio  que    sacrificarse 
y  aceptar.» 

Y  como  comentario  agregaba  La  Ban- 
dera: 

«No  es  posible  dejar  de  hacer  constar 
el  grado  de  educación  que  ha  alcanzado 
este  pueblo.  Cuando  leemos  la  historia  pa- 
tria nos  reimos  y  nos  ruborizamos  á  la 
par,  pensando  que  por  allá  los  años  18... 
nuestros  antepasados  se  peleaban  y  llega- 
ban á  las  manos  cuando  tenían  que  ele- 
gir no  ya  presidente,  sino  un  simple  con- 
cejal. 


^L  CASCABEL 


757 


Apesar  de  todo,  no  debemos  ser  ingra- 
tos con  nuestros  antepasados,  al  contra- 
rio, les  agradecemos  lo  que  hicieron. 

Tanto  desorden  y  despilfarro  produjo 
una  saludable  reacción. 

De  la  misma  manera  que  se  suprimie- 
ron los  ejércitos  después  de  organizarlos 
de  manera  tal  que  por  temor  á  un  choque 
nunca  chocaron  los  de  dos  naciones  dis- 
tintas, de  la  misma  manera  después  que 
,  el  escándalo  político  y  administrativo  lle- 
gó al  colmo,  se  produjo  un  movimiento 
regenerador  que  después  de  unos  siglos 
ha  dado  por  resultado  la  supresión  de  la 
política  por  cosa  innecesaria.» 

—  Pero...  ¿qué  es  lo  que  leo? — exclamé 
asombrado. 

La  llegada  de  unos  señores  respetables 
que  tomaron  asiente  en  una  mesa  próxi- 
ma á  lamia,   me  distrajo. 

Los  caballeros  discutían;  hablaban  de 
antigüedades,  de  libros  raros,  de  folletos. 
de  diarios... 

— Ser.in  bibll(')fllos — pensé. 

Y  como  uno  de  ellos  dijera: 

— He  descubierto  algo  curioso,— presté 
atención — Se  trata  de  un  diario  del  año 
1892. 

— ¡ -Xnliguo  es!.. . — dijeron    los   oyentes. 

—  ¡Qué  tiempos  aquellos!  ¡Qué  luchas. 
y  cuanto  macanazo! 

Figúrense  ustedes   que  debían  tener  lu- 
gar elecciones  de  gobernador,  y,   ^.saben 
ustedes  como  se  votaba  entonces? 
—Hay  opiniones  diversas... 
— ¡Cá!  Se  votaba  á  tiros. 
— ¡Hombre! 

— Sí,  señores.. .  ¡tiros  en  una  elección! 
Es  el  colmci  de  la  barbarie.  Y  asi  eran 
nuestros  venerables  abuelos.  Leyendo  el 
diario  ese  que  he  hallado,  encuentro  cosas 
estupendas. 
— Cuente. 

— ¡()h...  no  acabaría  nunca!  Pero  en  fin. 
para  qué  juzguen  ustedes.  Llegababa  ;t  tal 
extremo  la...  no  sé  como  llamarla,  de  los 
hombres  de  aquel  tiempo,  que  en  los  dia- 
rios se  leían  noticias  como  estas: 

«Ayer  la  policía  detuvo  á  un  ladrun, 
mientras  robaba  el  dinero  de  la  casa  del 
doctor...»  _ 

— ¿Y  esto  es  malo? 

— No  señores.  Lo  ridículo  es  lo  que 
sigue: 

«El  Jefe  de  Policía  premió  y  felicitip  al 
vigilante  que  hizo  la  captura.» 

—¡Ja...  ja...  ja...!  ¡Vaya  con  nuestros 
abuelos...!  ¡Y  qué  cosas  tenían!  Premiar  á 


un  empleado  que  se  limitaba  á  cumplir  con 
su  deber!  Es  gracioso  el  caso. 

— Ea.  señores;  vamos  á  elegir  presi- 
dente. 

—Tendrá  que  sortearse.  Nadie  quiere 
serlo. 

— Amigo,  el  cargo  es  molesto  y  no  pro- 
duce nada. 

— ¿Vamos? 

— Vamos. 

Y  se  fueron. 

Quise  seguirlos,  y  nr.  podía;  en  vano  for- 
cejaba conmigo  mismo:  hice  un  supremo 
esfuerzo,  me  levanté  perC'  caí... 

A  tas  doce  ini.)  la  mucama  me  encontró 
tendido  en  el  suelo.  ca.=:i  debajo  de  ía 
cama. 

Me  molestaba  un  dolor  en  la  cara. 

Consulté  con  el  espej".  y  vi  que  la  fren- 
te parecía  un  durazno. 

Había  recibido  un  gran  golpe. 

¡Ya  lo  creo! 

Apenas  es  nada  caerse  de  la  cama,  y 
recorrer  en  la  caida  tres  mil  años... 

AndrH  Soler 


LA  CONFESIÓN 


I  i  m  1 


ion.    del   alema  r.. 


Dos  amapolas  eran  sus  mejillas. 

rojas   por  el  rubor, 
cuando  la  vi  ponersi-  de  rodilla- 
junto  al  viejo  y  adusto  confesor. 
—¿-Qué  pecados  tendrá?— yo  me  d-'cia 

¿En  qué  p(»drá  pecar? 
Y  ella  más  sonrojada  se  i)Onia. 
y  comenzaba,  misera,  á  tomlilar. 
P.USCÓ  luego  el  [»apel  donde,  apuntados 

con  contricción  y  lé, 
estaban  casi  todos  sus  pilcados: 
papel  que  ella  perdió  y  (|ue  yo  lo  halli'. 
('onfusa,  que  le  absuelva  le  suplica. 

y  el  fraile,  sin  razón: 
— Tus  culpas  no  me  has  diciio— le  replica- 
.-Cómo  pretendes  que  le  d<'  el  perdón? 
Kntonces,  indiscreto,  aípiei  escrito   . 

con  sus  pecados  leí. 
¿Sabéis  cuál  era  su  mayor  delito? 
¡Que  amaba  á  sus  zorzales  como  á  mi! 


Tucumaa. 


Palricio  Gallo. 


|W^-»l^j^T^-i33CFS^^:?  ^-\pr:^^yf^-.^,^''''í^^  ' 


758 


EL  CASCABEL 


Emi  EL 


I 

En  Ja  tranquila  nación, 
salió  El  Pueblo  Soberano. 
diario  republicano 
(¡ue  causó  gran  sensación. 
Pais,  en  que  la  realeza, 
del  puebío  extraía  el  jugo; 
y  éste  soportaba  el  yugo, 
ó  por  miedo,  ó  por  pereza. 
Asi  es,  que  al  grito  guerrero 
lanzado  con  energía 
de  ¡abajo  la  monarquía! 
se  conmovió  el  pueblo  entero. 
El  grito  llegó  despacio, 
repetido  á  la  sordina; 
de  la  calle  á  la  oficina, 
de  la  oficina  al  palacio. 

Y  cuando  llegó  el  rumor 
hasta  el  rey  omnipotente, 
éste,  rió  grandemente; 
pero  cambió  de  color. 

Y  llamando  á  un  cortesano, 
dijo,  que  le  gustaría 
conocer  al  (jue  escribía 

en  El  Pueblo  Sobenino. 


II 

Explendorosa  la  sala 
brillaba  como  un  joyel, 
pues  en  el  teatro  aquel 
habia  función  de  gala. 
Los  más  nobles  caballeros 
sus  uniformes  lucían, 
y  en  un  palco  se  exhibían 
el  rey  y  sus  consejeros. 

En  torno  de  unhombre  enano 
se  oye  hablar  con  interés, 


y  en  voz  baja  dicen: 

—Es 
el  de  El  Pueblo  Soberano. 
El  rumor  llega  al  instante 
á  oídos  de  otro  escritor, 
y  dice; 

— ¿Ese  es  el  autor? 
¡Si  es  López!  ¡Un  ignorante! 
(.)ye  esto  un  alto  empleado, 
y  se  rie  alegremente, 
diciendo  irónicamente; 


--¡Es  un  necio!    ¡l'n  desgraci;id 

Ya  sabe  el  teatro  entero 

(lue  López  es  un  cretino, 

cuando  al  fin  el  rumor  vino 

á  poder  de  un  Consejero. 

Dijo  al  rey  el  cortesanc; 

que  allí  l^ópez  se  encontraba, 

y  riendo,  le  mostraba 

al  de  El  Pueblo  Soberano. 

Eijó  el  monarca  su  vista 

en  Liipez,  y  con  desprecio 

dijo: 

— Ya  tiene  ese  necio 
la  tacha  de  periodista. 
Y  con  sarcástico  tono 
prosíguííK 

—Ya  presumí, 
<iue  habían  de  ser  así 
los  enemigos  del  trono. 
Hombres  sin  valor  ni  nada 
y  míseros  de  tal  suerte, 
que  en  polvo  se  les  convierte 
solo  con  una  mirada... 
López  la  vista  volvió 
al  rey  por  casualidad; 
y  al  verlo,  su  magestaa 
desmayado  se  cayó... 


!o! 


Luis  García. 


LASCIATE. 


Por  su  amor,  resignada, 
está  esperando  á  Nicanor,  sentada 
y  hace  bien  ¡infeliz!  en  no  inquietarse, 
pues  él  aprovechando  la  bolada 
obliga  á  otras  muchachas  á  sentarse. 


■  T-"^'í-".f<-Jt  \  í.'^.í 


EL  CASCABtSL^ 


-5!í 


DE    VIAJ 


— ¿Y  V.  sigue  adelante,  señorita? 

—Si;  bajaré  en  Coronel  Pringles. 

— ¿Va  V.  en  busca  de  aires? 

— Nó;  vov  á  buscar  á  un  teniente  de  artilJeria. 


HAZAÑAS 


oDos  hemos  llevado 
alguna  á  cabo:  pero 
nuestra  natural  mo- 
destia nos  impide 
alardear. 

Por  ejemplo,  no 
hace  muchos  dias  un 
amigo  (lue  se  pasa  la 
vida  leyendo  novelas  de  Paul  de  Koc  y 
enamorando  costureras  sensibles,  requi" 
rió  nuestro  auxilio  para  un  asunto  amo- 
roso. 

Me  encargo  el  papel  de  acompailante  de 
una  mamá. 

Él,   se   encargaba  de  acompañar    á    la 
hija. 

Esta  era,   según  expresión  de  mi  ena- 
morado amigo,  un  modelo  de  hermosura. 


Erijo,  dije  yo.  la  mamá  no  debe  ser 
despreciable  si  hemos  de  creer  aquello... 
"De  tal  palo...» 

¡No  fué  mala  astilla  la  que  me  clavel 

La  hija  era  bonita,  y  la  madre  en  efecto 
era  un  monstruo. 

Tuve  que  enamorarla:  y  lo  malo  es  que 
la  enamoré  de  tal  modo,  que  ha  amenaza- 
do con  atentar  á  mi  vida  si  no  la  corres- 
ponde. 

¡Todo  sea  por  ayudar  .i  un  amigo! 

Tengo  por  el  estilo  un  montón  de  haza- 
ñas que  contar,  es  decir,  que  callar. 

Y  en  efecto  las  callo. 

No  hace  lo  mismo  Aniceto  Roble. 

Oirle  á  él  y  no  admirarle,  es  imposible. 

¿Se  habla  de  viajes,  por  ejemplo? 

Pues,  nadie  ha  visto  mas  mundo  que 
nuestro  Aniceto. 

¿Aventuras?..  ¡Le  han  ocurrido  un  sin  fin! 

¿Se  habla  de  mujeres'^ 

Pues  á  callar  tocan,  que  Aniceto  tiení! 
la  palabra* 


mí^r¡^  '•: ^  ■■•- 


y\        iv^í"*'.*    '■-     ■    ■ '   ■ -i-v"í; j 


rm 


EL  CASCABEL 


LA   MÚSICA 

AYER 


r.;i  música  el  instinto  diil-idca 
y  liasta  ios  animales  donfiestira. 


EL   CASCABKL 


LA  MÚSICA 

HOY 


701 


Ks  en  la  edad  presente 
la  música,  el  tormento  de  ::i  i^iMiie. 


763 


EL    CASCAUliL 


LA  MACETA  MISTERIOSA 


>ír5V;.Viflíp* 


En  su  lisia  de  conquistas,  ó  de  victimas, 
hay  ejemplares  de  todas  clases. 

Mujeres  rubias,  trigueñas  y  negras.  Sol- 
teras, casadas  y  viudas. 

No  se  puede  pedir  más. 

En  Santa  Fé,  tuvo  un  duelo  con  el  ma- 
rido de  una  rubia  y  recibió  una  estocada. 

Mientras  lo  curaban  en  el  hospital  de- 
claró su  amor  ó  una  hermana  de  la  ca- 
ridad. 

Suprimieron  las  enfermeras  y  le  deja- 
ron, por  si  necesitaba  algo,  ó  un  gallego 
casado. 

Curó  y  se  escapo  con  la  mujer  del  ga- 
llego, y  luego  la  dejí»  para  dedicarse  á  la 
cocinera  de  un  Senadcr  viudo  y  con  hijas, 
con  una  de  las  cuales,  tuvo  un  lio  de  mil 
demonios. 

—Pero  .\niceto— le  decían  los  amigos — 
V.  es  terrible. 

— Soy  asi.  Mi  vida  es  una  sucesión  de 
escándalos. 

— Diga  V.  que  Ijs  maridos  estarán  es- 
camados en  cuanti)  le  vean  venir. 

— Los  maridos,  y  los  padres  también. 
Cuando  ven  (¡ue  me  aproximo  todos  gri- 
tan a  las  hembras...  ¡escondeos,  escon- 
deos que  viene  Aniceto!  Pero  no  se  es- 
conden: y  es  porque  les  atrae  mi  figura, 
cuando  me  pongo  de  perfil... 

Si  de  beber  se  Irata,  nadie  bebe  más  que 
Aniceto. 

Un  día  agotó  una  cervecería,  y  asegura 
que  salió  con  la  cabeza  fresca,  porque  de 
tanto  que  bebió  se  le  formó  un  surtidor 
en  la  nariz  como  a  un  ballenato  cualquie- 
ra, y  claro,  el  üíjuido  le  bañaba  completa- 
mente. 

Jugando  era  un  temerario. 

Había  perdido  un  capital,  que  dicho  sea 
en  secreto,  nadie  sabe  á  cuanto  ascendía. 

Lo  que  no  toleraba  de  ningún  modo  era 
que  \f.  alzasen  la  voz. 
"^.\h!...    Cuando    se   enfadaba    era    tre- 
mendo. 

Nadie  le  había  visto  pelear,  pero  él  ase- 
guraba que  no  eran  menos  de  cuarenta 
los  lances  de  honor  en  que  había  sido 
parle  interesada. 

Una  vez  mató  <i  un  capitán  de  artillería, 
y  como  los  padrinos  hiciesen  alguna  ob- 
servación, les  retó  y  les  dio  muerte  en 
menos  que  canta  un  gallo. 

Esto  pasó  en  Constantinopla,  y  aún  con- 
serva los  diarios  que  narran  el  caso,  pero 
como  que  lo  narran  en  turco... 

En  fin,  que  Aniceto  era  terrible  é  infun- 
día respeto  á  los  que  le*conocían.    - 


EL.  CASCABEL 


768 


Nadie  se  alrevia  á  contradecirle. 

De  pronto,  desapareció  del  mapa. 

— ¿Y  Aniceto?— preguntábamos  los  ami- 
gos. 

¿Qué  ser.i  de  Aniceto?...  ¿Alguna  aven- 
tura?... ¿Un  lance?... 

Pasó  tiempo,  y  cuando  ya  no  nos  acor- 
dábamos del  hombre  de  las  hazañas,  supe 
por  una  vecina  de  aquella  vieja  ;i  quien 
inspiré  tan  fuerte  pasión,  <{ue  dicha  vieja 
se  habia  casado  con  Aniceto,  y  <[ue  ésle 
era  una  malva. 

— ¿Es  posible?— exclamé  admirado. 

— ¡Y  tanto!  Mire  V..  Aniceto  vii  al  mer- 
cado y  si  gasta  más  de  lo  regular,  al  lle- 
gar á  casa  su  esposa  le  hace  un  signo 
enérgico  y  el  pobre  hombre  presenta  la 
parle  posterior  (ie  su  individuo  y  en  olln 
recibe  unos  azotes. 

— ¿Qué  me  cuenta? 

— Si  señor.  Hoy,  sin  ir  m.is  lejos,  lia 
roto  un  plato  y  la  tirana  esposa,  !e  ha  de- 
jado sin  postres... 

No  quise  saber  nada  más. 

Desde  hoy  desconfio  de  los  que  tienen 
muchas  hazañas  que  contai-. 

¡Hay  tantos  Anicetos! 

Eustaquio  M.  /'rrcz. 


LA.  MACETA  MISTERIOSA 


--~<S><$^ — 


NO  MAS  CANAS 


Anunciando  un  específico 
que  impedía  nacer  canas, 
de  carteles  se  cubrieron- 
esquinas,  calles  y  plazas. 
En  inmensos  caracteres 
su  inventor  aseguraba 
'jue,  aquel  que  canas  peinase 
y  su  específico  u^-ara, 
no  tendría  en  su  cabello 
nunca  más  una  hebra  blanca. 
AU'te  avisos  semejantes 
sintió  don  Lucio  en  su  alma 
un  impulso  de  alegría 
y  de  admiración  extática. 
Prendado  por  aquel  tiempo 
de  una  cierta  doña  Casta, 
en  quien  se  hallaba  en  consorcio 
la  carne  con  la  arrogancia, 


I¿Íi^í 

í.    .-. 

^:.     '., .  sm:"^  '^ 

s-í?  .v  ^ 


•1 


764 


EL  CASCABEL 


y  deseando  mostrarse 
á  los  ojos  de  su  dnma 
sin  arrugas  eu  el  rostro 
j  en  eJ  cabello  sin  cana?, 
vio  don  Lucio  el  cielo  abierto 
;  cuando  fijó  su  mirada 
en  la  infinidad  de  avisos 
que  aquel  remedio  nnunciaban. 
Formó  su  resolución 
y  se  dirigió  á  la  casa 
en  donde  del  especifico 
tenía  el  nutor  la  fábrica. 
Le  compró  media  docena 
de  botellas,  y  con  ansia 
preguntó: 

—  l>iganie  usted. 
¿Con  .sei.'í  botellas  me  bastan' 
— Con  seis  que  iiaya  ustc  acallado 
ya  mi  ngua  nn  le  hará  lalta. 
pues  tendrá  usted  la  cabeza   ' 
sin  pelos  blancos... 

— /-Si:'  (ii'acia.-;. 
Por  rara  coincidencia 
también  tuvo  doña  Ca.-?la 
el  deseo  de  quitar 
de  su  cabello  las  cana.s 
y  compn')  aíjuel  e.^^pecilicu 
que  tanto  aviso  anunciaba. 

Don  rancio  empleó  la  dru^ia 
lo  misrno  (¡ue  su  adorada, 
observando  ambos  á  úi<^ 
que  iban  huyendo  la.s  canas, 
pero  huyeron  tras  los  blanco.^ 
ios  otros  en   luga  rápida, 
íiuedándose  sin  cabelle 
y  con  la  cabeza  calva. 
Hecho  don  Lucio  una  Ini-ia 
ai  inventor  incrr'p;il)a 
^M-irando: 

— ¡V.  me  eii^i-añól 
il-:s  usté  un  i)illo:  ¡l'n  canalla' 
— Caballero,  puco  á  poco: 
yo  no  le  he  mcntid(,i  en   nada. 
Dije  á  \'.  ()iie  mi  espccilico 
le  (|uitar¡a  las  canas, 
y  me  parece,  señor. 
que  he  cumplido  mi  palabra, 
pues  todos  sus  pelos  blancos 
han  huido  con  el  agua. 
Ahora...  no  le  aseguré 
¡(lue  los  otros  le  quedaran...! 

José  M\  Mendoza. 


OFICIALIDAD 


Del  taller  rápidamente 
esta  oticiala  imi)rudente 
sale  á  ver  á  un  olicial 
zapatero,  con  el  cual 
se  trata  v  no  olicialmentc 


DE  DOMINGO  A  OOMI.^GO 


■  Las  empresas,    piu-tin.  eniijiezan  «i  va- 
riar los  carteles. 
Kl  público  se  lo  tenga  en  cuenta. 
Que  se  lo  tendr;i. 

Cuando  el  número  presente  de  Kl  Cas- 
cabel ({uede  api'ctwld  y  á  punto  de  im- 
primirse, os  seguro  que  el  público  se  apre- 
tará como  pueda  en  el  'I'eatro  Onrubia 
[»ara  asistir  al  estreno  de  Mis  Ilelyci . 

Sentimos  ipie  la  circunstancia  antes 
apuntada  nos  impida  hablar  de  la  obra  y 
del  trabajo  de  los  artistas. 

Lo  dejaremos  para  el  número  próximo, 
no  sin  felicitar  á  la  empresa  por  su  celo  y 
buena  voluntad  para  con  el  público. 

Kn  la  Zarzuela  se  estrenó  La  Revista^ 
letra  de  Miguel  Echegaray  y  música  de 
Caballero. 

La  obra,   que  es  muy  fina   y  muy  espa- 
ñola  ha  gustado. 
Especialmente  la  escena   de   la   revista. 


EL    CASCABEL 


765 


realzada  por  música  animada  y  llena  de 
frescura,  alcanza  grandes  aplausos  cada 
noche. 

La  Revista  durará  mucho  tiempo  en 
el  cartel. 

Como  durará  indudablemente  La  espa- 
da de  honO)\  letra  de  Jakson  Veyan  y 
música  del  maestro  Cereceda,  que  se  esta 
ensayando  y  ha  de  llamar  la  atención,  es- 
pecialmente por  la  novedad  de  oir  una 
banda  lisa...  de  coristas,  que  por  obra  de 
Pastor  y  Garrido  han  sido  convertidas  en 
trompeteras. 

Una  obra  que  se  estrena  el  1°  de  Diciem- 
bre: por  cada  i'ale  de  la  prensa,  ó  entrada 
de  favor,  se  cobrarán  diez  centavos  en  Se- 
cretaria. 

Es  una- buena  obra,  ya  que  lo  que  se 
recaude  es  para  los  pobres. 

<: Volveremos  á  decir  que  O'KilI  continúa 
siempre  aplaudido? 

No  repitamos  lo  de  siempre. 

Los  Supinos  dei  Capitán  Grant.  pues- 
tos en  escena  por  la  compañía  de  la  Co- 
media han  dado  buenas  entradas  á  la  em- 
presa. 

El  Dr.  Mirabel  que  ha  hecho  Julio  Ruiz, 
es  un  Mirabel  acabado;  gracioso,  sin  exa- 
gerar, y  hablando  y  moviéndose  como 
hablan  y  se  mueven  todos  los  doctores 
distraídos. 

Algo  movidito  el  teniente  Mochila,  y  muy 
buenas  la  sobrina  y  la  escocesa. 

Dadas  las  reducidas  dimensiones  del  es- 
cenario, la  obra  lució  todo  lo  que  podía 
lucir. 

La  compañía  de  la  Comedia  tiene  en  es- 
tudio obras  nuevas  en  Buenos  Aires. 

Así  se  atrae  al  público. 

¡Dios  nos  asista  y  nos  valga  Tartarin 
en  América! 

Estrenóse  por  fin  y...  efectivamente  re- 
sultó una  obra  pesadísima,  especialmente 
en  los  dos  últimos  actos. 

Gracias  á  que  Forlet.  haciendo  un  es- 
fuerzo ha  presentado  la  obra  con  la  mayor 
propiedad  y  lujo  posibles,  y  gracias  á  ¡os 
bien  combinados  bailables,  el  público  no 
se  duerme  beatíficamente. 

Un  aplauso  á  Forlet  y  compañía,  y  re- 
signación al  autor  de  Tartarin  que  no  ha 
dado  en  el  clavo  como  suele  decirse. 

La  compañía  milanesa  de  Cavalli,  atrae 
bastante  concurrencia  al  teatro  San  Mar- 
tin. 

Cavalli  es  un  actor  muy  notable  y  tiene 
gracia  y  naturalidad  como  pocos. 


Encontramos  en  La  Nación  de  lunes  el 
siguiente  título  de  un  suelto: 

«Pesca  Marítima  y  Fluvial.» 

Involuntariamente  nos  alarmamos. 

Pero,  luego,  y  á  medida  que  fuimos  le- 
yendo, nos  convencimos  de  que  no  se  ira. 
taba  de  una  pesca  de  aquellas  de  Argos. 

¡Ah! 


— Que  usted  del  mono  desciende, 
con  su  presencia  lo  abona. 
— Del  mono  ¿como  se  entiende? 
—Sí:  porque  es  usted  muy  mona. 


Hemos  recibido  un  precioso  poema  titu- 
lado Fruta,  sin  cascara,  original  de 
Oistian  Roeber,  impreso  en  Corrientes  en 
la  imprenta  del  Porvenir. 

Fruta  sin  cascara  vale  la  pena  de  ser 
leído,  y  revela  en  sus  versos  á  un  verda- 
dero poeta. 

Felicitamos  al  autor  y 
el  envió  del  libro. 


e  agradecemos 


Si  será  coqueta  Rosa 
(jue  hasta  en  la  iglesia,  rezando, 
para  ver  si  los  conquista 
hace  guiños  á  los  santos. 


Quien  no  se  casa  es  porque  no  quiere. 

Hemos  visto  un  anuncio  de  una  agencia 
matrimonial  que  cuenta  con  un  buen  nú- 
mero <le  caballeros  y  señoritas  disponi- 
bles. 

Para  encontrar  una  u  otra  hay  que  pa- 
gar cinco  pesos. 

Luegn  se  pagan  otras  cuotas. 

^Y  el  que  no  tiene  dinero?  dirán  ustedes. 

Xo  puede  buscar  su  mpHifl  n^f^aja  ^^ 
la  Agencia. 

Esta  no  est-ii  por  aquello  de  «contigo  pan 
V  cebolla.» 


Es  tan  avaro  y  sucio  don  Clemente 
que,  á   fin  de  uo  gastar  en   planchadora. 


gBf5;--«r^ 


^■^,-'^'.  "^.^-.-itfip-v 


766 


EL  CASCABEL 


cada  mes,  desde  ahora, 

gastará  ana  «idmisa  solamente. 

La  semana  primera 

irá  por  ahi  luciendo  la  pechera. 

mas  cpmo  esla  se  mancha  tan  aprisa, 

consigue  su  proyecto  don  Clemente 

yendo  prudentemente 

¡las  otras  Ires  semanas  sin  camisa! 


A  estas  horas  y  gracias  á  la  oficiosidad 
de  la  prensa  en  general,  ya  sabemos  hasta 
el  número  de  cabellos  que  tiene  Meordi, 
ese  criminal  vulgar. 

Vamos,  que  á  uno  le  dan  ganas  de  co- 
meter algün  crimen. 

Es  tan  tentadora  la  popularidad... 


Las  cosas  que  ú  ti  te  faltan, 
son:  en  amores  prudencia: 
en  el  mes  de  Junio,  ropa: 
y  en  todo  tiempo  vergüenza. 


ondencia 


Suscriptor. —GmciaLS,  se  publicara. 


Rebecca.—Svks  versos  necesifan  uo... reboque  ¡oh 
apntciable  Rébecca! 

Lyon  r.— Flojo  lodo  y  pidiendo  aceite  de  hígado 
dé  bacalao. 

Jesús  ..V*— iJesúa  Nazareno?  pues  ¡hombre  está 
bueno! 

Emilio  G.— No  se  puede. 

Curioso.— \'  fastidioso  ¡Mire  vd.  que  mandar 
acrósticos , . . 

M,  M.  r.— Pero,  caballero,  ¿Vd.  cree  que  estoy 
loco?  ó  cree  vd.  que  esto: 

•Como  soy  tan  pillo 
alegre  y  truhán, 
á.  las  niñas  me  fumo 
como  un  pitillo. > 

y  lo  que  sigue,  que  aún  es  peor,  ¿es  verso?  !Por  DioTí 
hombre! 

Teles/'uru.— Si.  escríbalo  Vd.  como  quiera,  pero 
¡que  yo  no  lo  vea! 

Miosotis .—\Aprieta.l  ¿De  dónde   ha  sacado   Vd.1  ¿qué 
mansión  es  masculino? 
Tomador.— ¿De  cerveza  ó  de  ripios' 

FA  mismo.— Es  regular. 

roíi// . —Veremos . 

Rom.  P,  K.  B.  Za.— ¿Que  le  coiueste?  No.  por  que 
le  maltratarla  demasiado. 
Aí/7«.— ¡Adiós  bárbaro! 

,:Sf  o  nó?— ¡¡No!!! 

Quedan  muchas  cartas  por  contestar. 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1 .  50 

Provincias:    Los    señores    Corresponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »    0. 10 

»         atrasado ,..       »    0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


REDACCIÓN   Y  ADMINISTRACIÓN 
t3«— AliSSIÍA  — tas    (ALTOS) 


EL   CASCABEL 


7()7 


lechería  la  hartona 

Fábrica  á  vapor  de  manteca  fresca 
fina  en  el  establecimiento 


SUCURSAL 


HRT. 


Leche  para,  Crema,  Manteca  fina  DEL  DÍA. 

QUESOS  CAMEMBERT  Y  BRIÉ 

Ventas  por  mayor  y  menor  en  sus  depósitos 

234,  SUIPACHA,  234 

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Al  menudeo  en  los  princip:iles  almacenes. 


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(ESPAÑA)   EN  1881 

CAPITAL:     10.000.000    DE    PESETAS 


ADYERTeNCIA 

Se  previene  al  públici'  ¡lu^'  la  l'ainiacia 
establecida  en  la  calle  Riva-la.  que  fué  an- 
teriormenle  de  D.  Canilleriiio  I.  €>tinweli, 
86  vendió  á  D.  Diego  Spn;>at.  (juien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  une  dicha  farnm- 
cia  no  es  yn  de  OanweII  sino  de  S[M'(^at. 

LA    ÚNICA 

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Que  existe  en  Bueni.s  Aires.  est;i  sitúa-  i 
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de  productos  españoles  en  grensral. 

Se  dan  giros  á  ia  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  ton  beneficio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sobre  los  pueblos,  también 
con  beneficio 

Horas»  de  def«i>acho.     Los  dias  hábiles  de 
10  a.  m.  á  ::  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m 
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y  toda  clase  de  dibujos. 

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Srv- 


768 


bL  CASCABEL 


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VAPORES   CORREOS 

Subvencionados  por  el  Gobierno  español 

Servicio  bimensual  fijo 

entre  el  Rio  de  la  Plata  y  Europa 

EL  2  DE  Diciembre  saldrá  dk  este  puerto 
el  magnífico  vapor 

CIUDAD    DE    CÁDIZ 

Las  salidas  de  este  puerto  serán  el  2  de 
cada  bi-mestre,  para  Santa  Cruz  de  Tenerüe, 
Cádiz  y  Barcelona,  admitiendo  carga  y  pasa- 
ieros,  asi  como  para  Vigo.  Coruña.  Santander, 
Bilbao  y  demás  puntos  importantes  íe  Es- 
paña. 

Por  más  informes  ó  datos,  ocúrrase  a  sus 
agentes  Antonio  López  y  ("^  calle  Alsina7r)0. 

Nota.— Se  expiden  pasajes  de  venida  de  to- 
dos los  puertos  y  ciudades  de  líspaña. 

Cigarrillos  de  sobremesa 

LA  cigarrería  DE  DAUMAS 

Acaba  de  poner  en  venta  sus  inmejo- 
rables cigarrillos  sueltos,  en  cajitas  de 
250,  á  los  precios  siguientes: 

Cigarrillos  y  Referidos  Daunnas.  la  caja  de 

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Tip-Top,   Glorui,    escepci-jnaies.   sin    cola   i 
«  4.50.  I 

La  casa  se  halla  provista    de  un  suri  ido 
de  Cigarros  Habanos  garantidos  de  proce-  : 
dencia  directa,  de  las  mejores   marcas  y  | 
de  tabacos   franceses   é  ingleses  legitimos   j 
á  precios  sin  competencia.  ¡ 

679-CANGALLO-679        I 


Felipe  Vázquez 

ARTISTA 
Y    PROFESOR    DE    CANTO 

I  )iscípulo  del  Maestro  Goula 


MAIPU   341,     1°   DERECHA 

CENTRO  DE  SUSCRIPCIÓN 

2164— CHILE— 2164 
Se  reciben  diarios  y  semanarios  españoles 

Madrid  Cómico. 
Blanco  y  Negro. 
La  Tomasa. 

Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómico. 
El  Iinparcial. 
La  Saeta. 

La  Lidia. 
\í\  Liberal. 
La  Velada. 
1:1  Dia  de  Moda. 
La  Campana  de  Gracia. 
La  Renaixensa. 
L;i  Esqiiella  de  la  Torra txa. 
\ÍW.,  etc. 

De  venta  en  los  principales  kios- 
kos  de  Buenos  Aires. 

Para  suscripciones:  CHILE,  2164 


Teodomiro  Suñé 


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PIEDAD  NÚM.  513 

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NOVELA    AMERICANA 

ORIGINAL  DK 

M.  BAHAMONDE 

IvN    TODAS    LAS    LIBRERÍAS 


Inp.  MURIEB  DE  LA  PLiTI.  Si>rmn  it«  «bras  <ic  E.  Puie 


Año  I     Buenos  Aires,  Diciembre  7  de  1892      Nüm.  49 


Jim  111111111 uiuipii  iiiii  '  .i'M'iiiiii|j||)|Miiimii"ii'iiin"iMiii'i'i'i'-  '    Miiinir"""' "'" fMiii-mjiiji.Mi      hh'jmii^ 


EL  CASCIMI 


Uitor  propietJU-io:  FRANCISCO  FERRES 


(«daccion  y  ÁdiB¡DÍstracioD:  ALSINA  939  (altos) 


HORAS  DE  OFICINA  DE  2  A  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad...    $  O.lOelnúmer 
húmero  atrasado. .. .     »0.15        id 


Fotograbados  de  Emilio  A.  Coll  y  C* 


Artisla  diácn'ta  y  bella. 
Sin  faltar  á  la  verdad, 
puede  decirse  de  ella 
que  es  una  hermosa  ciudad. 


770 


EL   CASCABEL 


^•pf^ 


,  1  ^o  puede  neniarse  una  cualidad  á 
la  sociedad  porteña. 

— Somos  muy  asuiiilables,  nos  decia  un 
joven  (jue  Ió'í  mucho  al  fecundo  general 
Mansilla. 

— ¡Qué  me  cuenta  Vd! 

— !Si;  la  sociedad,  eíT,i2  todo  Buenos  Aires. 
que  dice  el  de  la  cnuiica  social  de  E!  Dia- 
rio, ese  conjunto  de  pumo?,  que  formamos 
el  muiuio  grande,  y  el  pequeño  tambiew. 
tenemos  el  don  de  la  asimilacirm. 

Parecemos,  y  Vd.  perdone... 

^Ni>  hay  de  í\ué. 

—  Por  la  parte  (jue  le  toca. 

—  ¡Alto  ahí!  Déjese  Vd.de  tocamienioi- 
y  prosiga. 

—  Proseguiré.  (»)ueria  decirle  que  la  so- 
ciedad se  asemeja  á  un  cam[)o... 

—¿Trillado? 

— No  me  ¡nterrum[)a.  Se   asemeja,  repi- 
to, aun  campo  virgen. 
— ¿Y  mártir? 

—  Virgen,  v  feraz:  basta  sembrar,  lo 
que  sea,  para  recoger... 

—  Loque  sea;  natural. 

— Y  k)  artificial  también.  ¿Vd.  cree  que 
antes  de  la  cc^nquista  teníamos  melones 
criollos? 

—  ¡No,  señor...!  ¡qué  habiamu:?  de  te- 
ner!... Entonces  no  leníamub  senado,  ni 
concejo,  ni  idioma  naciona!  .. 

—  ^Cónio  dice  Vd"' 

—  ,.'\ii!...  \d  \>rváijUL-.  y  qiii'  me  absuel- 
\a  i'l  guaran  1.  (p)ibe  deeir  que  no  teníamos 
idicinia  castellano  ingeito  en  idioma  na- 
cional... en  íin.  [ii'osi.ga  Vd. 

—  \'(ilvamos  á  la  asunilación. 

—  Vülv.iuios. 

—  Basta  tirai-  una  semilla  de  loque  sea, 
paríi  (pje  Uvute  el  fruto.  . 


— ¡De  lo  que  sea! 

— Vea  Vd.  al  Skating-Ring. 

— Ya  lo  he  visto. 

—  Quiere  Vd.  una  prueba  mayor  de  asi- 
milación. 

— No  señor. 

—  Pues  bien:  ahora  está  de  moda,  y  la 
buena  sociedad  acude  al  Skating,  dispues- 
ta á  lucir  su  intrepidez  en  el  patinage,  y 
lo  que  buenamente  se  pueda  lucir  en  una 
caída. 

— Esto,  ó  eso,  sobre  todo.  Mire  Vd.;  yo 
conozco  una  seilora  cuya  vida  se  ha  des- 
lizado plácida  entre  aventuras  de  alto 
vuelo. 

— ¿Era   ureostática? 

— No,  señor,  era  Santiagueña. 

Pues  bien,  ahora  tiene  dos  hijas  y  las 
hace  patinar  para  que  se  codeen  con  la 
alta  sociedad. 

—  ¡Claro!  siend»)  hijas  de  eso.  de  alto 
vuelo... 

—  \o  señor,  son  hijas  de  su  padre  ({ue 
era   farolero  de  un  faro  de  seguttda. 

—  ¡SienqDre  la  altura! 

—  Pues  bien:  cuando  las  niñas  se  visten 
paia  ir  al  Esquetin  que  dice  la  señora, 
las  recomienda  que  cuiden  las  interiorir 
da  des. . .  '< 

— ¿Del  hogar? 

— No  señor,  de  \  a  toilette .  l'or  que  alo 
mejor  una  señorita  resbala,  y  es  probado 
que  no  se  resbala  con  tanta  facilidad  si 
la  ropa  blanca  no  acompaña. 

— Las  niñas  han  de  saber  caer  dice  la 
amantísima  madre. 

— Y  á  fé  que  dice  bien. 

— Aún  que  las  caídas  en  el  Skating  son 
muy  dulces. 

—  Si;  cuénteseUr  Vd.  á  un  amigo  que  se 
dislocó  el  hueso  dulce,  y  ahora  ^ufre  las 
amai-guras  consiguientes.. . 

—  No  hagamos  digresiones.  I)(Hia  que 
somos  muy  asimilables,  y  que  á  pesar  del 
caloi'  nos  vamos  al  Skating  á  sudar  la 
gota  goida  y  á  resl>alar.  como  si  no  tu- 
viésemos ocasión  de  resbalar  á  cada  mo- 
mento en  la  calle. 

—  Calle...  que  Cañé   puede  enterarse. 

—  Pues,  me  callo. 

Pero  el  dia  menos  pensadí.»  nos  encon- 
traremos; con  que  se  hará  de  moda  ir  á 
pasar  el  mes    de   .lunio  en  Mar  del  Plata, 


EL.  CASCABEL 


'71 


Únicamente  por  que  en   Europa    la  c^ema 
va  á  Baden-Baden. 

Y  asi  por  el  estilo. 

Ahora  nos  ha  dado  por  patinar,  sin  te- 
ner en  cuenta  que  no  hace  frío,  y  que  bas- 
tante nos  acaloramos  con  eso  de  las 
elecciones,  para  irá  provocar  mayor  cir- 
<íulación  de  la  sangre  con  ejercicios  fuera 
<ie  razón. 

Pero  ¡cómo  ha  de  ser' 

¿La  moda  la  exige? 

Pues,  ¡á  patinar  tocaiil. 

Y  caiga  el  que  caiga. 

Ahora  nos  explicamos  el  venladeri)  dis- 
gusto de  una  señora  que  fué  á  Rusia  el 
año  pasado,  para  ver  si  se  le  curaba  un 
flato  ardiente  que  la  martirizaba. 

En  la  escursión  llevó  á  su  marido, 
hombre  innovador,  aunque  lector  cons- 
tante de  La  Nación. 

— ¿Sabe  Vd.  lo  que  me  pasa  ahora?— 
nos  dijo  el  otro  día  la  señora,  detenién- 
donos en  la  calle. 

— Se  le  habrá  pasado  el  flato. 

— Afortunadamente  pasó  ya.  Pero 
ahora. .  . 

— ¿Tiene  Vd.  humores  fríos? 

— Humor  de  mil  diablos,  por  que  mi 
esposo  se  ha  empeñado  en  hacer  la  vida 
que  hacíamos  en  Rusia,  y  apenas  salta 
de  la  cama,  se  envuelve  en  un  poncho  y 
se  echa  una  manta  de  lana  encima,  y  se 
pone  al  sol;  y  pide  qne  le  sirvan  ponches 
de  rom.  Para  dormir  he  tenido  que  hacer- 
le trage  de  cuero  de  carnero  vuelto  al  re- 
vés, y  he  de  darle  mucho  coñac,  para  que 
no  perezca  de  frió.  Luego  por  la  tarde,  se 
va  á  patinar,  y  al  llegar  á  casa  lo  he  de 
poner  á  secar  como  una  toalla,  por  que 
llega  mojado  como  un  bagre  acabado  de 
pescar.  Después... 

—¿Aún  hay  más? 

-;Sil         .. 

— Pues  Vd.  perdone.  Con  su  ¡lenniso 
me  voy  á  bMñar. 

¡(v>ue  patine  quien  quiera; 

; < ) h  la  asimiUdad ....' 


¡POR   NADA! 


DOLOR A 


—¡Jugar!  ¡Qui-sicm  lograr 
jusar  como  antes  jniralia! — 
un  poljre  anciano  ex'-la'maba 
viendo  á  unos  niños  jusar. 

Después  liasta  ellos  I  logó 
con  ios  brazos  extendidos; 
los  niños,  despavoridos, 
huyeron;  él  les  llamó; 
y  una  gota  conge'ada 
saltó  en  sus  ojos,  (jue  hervían... 
¡y  los  niños  se  reían 
viéndole  llorar  por  íwda.' 

II 

Sentóse  el  viejo,  y  delante 
puso  á  los  niños  f|uo.  ufanos. 
enjugaron  con  sus  manos 
las  penas  de  aquel  semblante. 
{i  cuya  alma  aconirojada 
mil  recuerdos  acudían... 
¡y  los  niños  se  reían 
viéndole  llorar  jior  nada! 

11 

Mas,  ó  alcanzaron  pesar, 
ó  aquel  pesar  comprendieron, 
es  el  caso  (lue  siniirron 
todos  ganas  de  llorar; 
y  el  viejo  al  v(M'les  su'rir 
les  abrazó  con  cariño 
esclamando:  ¡he  sido  un  niño! 
sigan  Jugando:  ¡á  ndr! 

Y  dio  alegre  care;ijada 
mientras  los  niños  corrían, 
y  asombrados  se  decían: 
¡si  llora  y  rio  por  fiada! 

IV 

i   volvieron  ,'i  empezar 
en  sus  Juegos,  que  observaba 
el  anciano:  y  si'i  ce~  ir. 
lleno  de  angustia,  exclamaba: 
— ¡.\y!...  ¡Quién  volviera  á  jugar!... 

A.   Díaz  de  la.  Quintana. 


PROPIETARIO! 


o  no  pudia  creer  que 
liiilt¡('-o  llegado  á  ad- 
quirir tan  envidiable 
tilulu  lili  amigo  Sa- 
lusliano:  él.  un  em- 
plea<lillo  con  cien  pe- 
sos (le  sueldo  y  mil 
<le  vi/.-j./s;  iju-apaz  dp 


'72 


EL  CASCABEL 


pensar  nada  serio;  refractario  á  todo  tra- 
bajo que  no  fuese  el  de  emborronar  talo- 
nes y  recibos  en  una  de  las  oficinas  de  la 
Municipalidad;  sin  oíros  conocimientos 
mercantiles  que  los  que  facilitan  las  rela- 
ciones forzosas  con  el  Monte  Pío  y  con  las 
casas  de  préstamos  fcon  las  cuales,  eso 
si,  le  unían  siempre  estrechos  lazos),  des- 
pojado, en  fin,  de  todas  aquellas  cualida- 
des que,  desplegadas  á  tiempo  encumbran 
ó  veces  al  hombre,  confieso,  repilo,  que 
era  para  mi  incomprensible  ese  cambio  de 
fortuna  en  mi  joven  amigo.  Pero  su  larjela 
que  recibí  al  regreso  de  mi  viaje,  lo  decía 
con  todas  sus  letras. 


PROPIETARIO 


Calle,  etc.,  etc. 


Ksta  original  tarjeta  me  hizo  entrar  en 
deseos  de  hacer  una  visita  a  Besugo  para 
ver  si  podía  descifrar  e!  geroiifico. 

Favorecióme  la  casualidad,  pues  ;i  los 
pocos  días  topé  con  mi  amigo,  que.  aun- 
que de  un  modo  bastante  raro,  dejó  satis- 
fecha del  todo  mi  curiosidad 

— Y...  dime, — le  dije,  llevando  la  con- 
conversación al  terreno  (|ue  yo  deseaba. — 
¿qué  clase  de  propiedcid  es  esa  que  has  ad- 
quirido? ¿Es  un  campo'  ^Ks  una  casa* 

— Sí,  eso,  eso...  una  casa  — me  conlesí(j. 

— Vaya,  pues  le  felicito,  (pieridd. 

— Hombre,  gracias...  pero... 

— ¿Pero  qué? 

— ¡Ay  hijo!  Que  todi'  tiene  sus  im-i  inve- 
nientes. 

—  ¡Ah,  bah!  ¿F)sla  algc  delerior<ida.'  ^.Ks 
vieja? 

— ¿Vieja?...  No,  al  conti'aiMM. 

— ¿La  mandaste  hacer? 

— No,  ya  estaba  hecha. 

—¿No  está  bien  situada'  ^iNn  tione  vis- 
tas a  la  calle? 

— ¡Oh!  Ya  lo  creo  que  tiene... 

— Entonces...  tqu»;'  te  apura.'  Y  dime.  (.es 
casa  de  altos? 

— Sí...  es  bastante  alta. 

— ¡Ahí  Pues  lendril  buenas  galenas,  con 
flores,  pájaros... 

— Sí,  si...  sobre  todo  muchos  pí'ijyros. 

— Y  por  supuesto,  buen  exterioi...  ¿Qué 
tal  es  la  fachada? 


— Psé...  no  es  malilla...  gracias  á  la  pin- 
tura... 

— ¡También  pintada! 

— Sí  hijo;  pinturas  y  reboques  me  cues- 
tan un  dineral. 

— Tendrás  allí  todas  las  comodidades... 
fresca  en  verano... 

—Sí...  en  verano  estaré  bastante  fresco. 

— ¿Piensas  alquilar  una  parte?... 

— Nó:  vade  retro.  Quiero  ocuparla  solo, 
si  es  posible. 

—Pero,  tú  solo,  en  una  casa  tau  grande... 
tendrás  piezas...  las  del  fondo,  por  ejem- 
plo, ¿qué  vas  á  hacer  df  ellas?  Son,  por 
lo  general,  chicas,  húmedas... 

—  Pues...  precisamente  son  mis  predi- 
lectas. 

— Pero...  din)e,  ¿cómo  le  ingeniaste  para 
¡loseer  esa  finca?  ¿La  compraste,  la  here- 
daste, te  favoreci()  la  suerte  eh...? 

—Si,  la  suerte...  todo  se  lo  debo  á  la 
suerte. 

— ¿Y  cuando  me  llevas  á  visitarla?  A 
ver. 

— Cualquier  dia,  hoy  no;  está  en  repara- 
ciones y... 

— Ah,  ya:  esi^  de  las  cloacas,  las  aguas 
corrientes... 

— Hombre,  si;  las  aguas  corrientes;  esas 
aguas   me  tienen  fastidiado. 

— Lo  creo.  ¿Y  haré  mu(;ho  tiempo  (|ue 
la  tienes? 

— ¡Medio  año. 

— Y  naturalmente,  ¿hasta  ahora  \\<>  te 
ha  producido  nada' 

— No,  pero...  creo  que  dentro  tres...  ó 
cuatro  meses,  producirá  algo. 

— ¿Pero  sin  alquilarla? 

— Es  que  voy  á  hacerla  producir  yo  solo, 
SI  puedo. 

— Ah...  vamos,  vas  á  instalar  en  ella 
algún  negocio,  vasa  montar  una  fábrica... 

— Eso  es,  si;  voy  á  montar  en  ella  una 
fábrica. 

— ¡Ya!  Mira.— le  dije,  cambiando  de  tono 
—¿sabes  que  me  parece  que  no  estás  muy 
contento?...  Te  veo  algo  asi,  como  dis- 
traído, y...  franca  líjenle,  esperaba  encon- 
trarte más  satisfecho,  más  entusiasmado. 

— ¡Ay  hijo!  Ya  te  he  dicho  que  todo  en 
el  irmndo  tiene  sus  misterios. 

—Bien,  pero...  ¿os  que  no  tienes  los  pa- 
peles en  regla? 

—¡Oh  sí!  los  papeles  y  yo.  estamos  bien 
arreglados. 

— Pues  no  comprendo  lo  (jue... 

— ¡Oye  y  comprende  si  puedes!  Mi  suel- 
lio.  que  hoy  no  es  escaso,  no  me  alcanza 


EL    CASCABEL 


773 


á  cubrir  los  cargos  y  los  impuestos  que 
sobre  mi  pesan  desde  que  soy  propietario. 
¿No  me  ves?  He  perdido  las  carnes,  el 
humor,  la  paciencia,  y  me  encuentro  tan 
mal,  que  estoy  temiendo  un  ataque  á  la 
cabeza. 

—¡Pobre  Salusliano!  Tal  vez  algún  plei- 
to. . . 

— Pleitos,  dirás  mejor. 

—Acaso  el  escribano  te  embarulló  las 
escrituras... 

—No  hijo,  no;  mis  escrituras  no  las  tie- 
ne ningún  escribano. 

— ¿Pues? 

—Mis  titulos  de  propiedad,  están...  ¡en 
la  vicaria.' 

— ¡Ca. .  .nastos!— exclamé,  saltand(j  en 
mi  asiento— ¿Hablas  de  veras? 

—¡Y  tan  de  veras!  Mira,  -dijo,  alargán- 
dome un  retrato  que   sacó  de  su  cartera. 


— ahí  tienes  una  vista  fotográfica,  de  mi 
propiedad,  que  mandé  sacar  pocO'  tiempo 
antes  de  pasar  á'ser  su  dueño.  Aquí  le 
presento,— agregó  en  tono  más  solemne,— 
la  vera  efigie  de  Encarnación  Espinilla 
de  Besugo. 


No  quise  saber  más.  Mi  pobre  amigo 
habia  hecho  un  casamiento  de  aquellos 
que  se  llaman  de  Satanás. 


Más  larde  he  sabido  que  á  pesar  de  los 
escrúpulos  de  Salusliano.  un  primo  de 
Encarnación  ocupaba  ;i  ratos,  una  de 
aquellas  piezas  (|ue  Besugo  reservaba 
para  su  uso  particular. 

El  ataque  á  !a  cabeza  empezaba. 

¡Desgraciado   Besugo! 

A.  Carbó. 


TÉ,  CHOCOLATE  Y  CAFÉ 


Es  Luisa  la  más  nerviosa 
mujer  que  yo  he  conocido, 
y  como  ella  no  ha  existido 
artista  más  (Caprichosa. 
Tiene  el  talento  de  Luisa 
una  variedad  que  encanta, 
puesto  que  ella  escribe,  canta, 
declama  y  es  poetisa. 
Amiga  de  la  verdad, 
no  es  gazmoña  ni  coqueta, 
y  entrega  el  alma  completa 

al  que  honra  con  su  amistad; 

conversa  familiarmente 

sin  fórmulas  enojosas, 

y  es  Luisa  en  todas  sus  cosa.^ 

sincera  completamente. 

A.nteanoche  la  encontré 

en  su  habitación,  leyendo, 

y  sorbo  á  sorbo  bebiendo 

una  taza  de  café. 

Mientras  la  negra  infusión 

Luisa  misma  me  servia, 

sonriente  me  decía: 

— Tomadlo  con  precaución. 

— ¿Y  por  (jué? 

—Por  que  he  notado 

que  este  licor  os  seduce, 

y  el  efecto  (jue  produce 

•m  mi  misma  he  observado. 

—¿Algún  nuevo  experimentof 

—Sí. 

— ¿Me  lo  queréis  contar? 

— (.'reo  ((ue  os  va  á  interesar. 


—Pues  contádmelo. 

—Ai  momento; 
Puse  mis  cinco  sentidos 
en  ver  obrar  al  café, 
al  chocolate  y  al  té 
por  sí  solos  ó  reunidos. 
Tres  productos  que  millones 
de  hombres  al  día  consumen; 
tres  bebidas  que  resumen 
tres  épocas,  tres  naciones. 
Hebí  el  amargo  licor 
taza  á  taza  y  sm  cesar, 
y  al  tin  me  empezó  á  embargar 
un  agradable  sopor. 
Se  excitó  mi  fantasía, 
noté  que  me  transformaba, 
y  sin  ver  cómo,  me  hallaba 
en  un  harem  de  Turquía. 
Refulgente  como  el  astro 

solar,  el  patio  luciendo 

y  el  chorro  de  agua  cayendo 

en  su  taza  de  alabastro. 

Muclias  mujeres  hermosas 

con  ojos  de  brillo  ardiente, 

tomando  indolentemente 

posiciones  voluptuosas. 

La  atmósfera  saturada 

de  un  fino  aroma  excitante 

y  la  luz  del  sol  radiante 

por  tenues  gasas  velada. 

Yo  tendida  en  un  diván, 

entre  joyas  y  entre  flores 

y  hablando  ardiente  de  amores 


Wmi{^^il^-'^y^''>!r'^'!ts%''jí^  ■  '  V 


■74 


EL     CASCABEL 


:   á'mis  plantas  el  sultán. 

I    De  mil  delicias  gozé 
en  el  harén)  encantudo... 
mas  dejemos  esto  á  un  lado 
y  pasemos  ahora  al  te. 
Quise  probar  otro  día 
el  efecto  de  este  en  mi, 
y  al  poco  rato  sentí 
üha  atroz  melancolía. 
Veía  por  lotos  lados 
tristes  hombres  y  mujeres, 
que  más  parecían  seres 
de  marfil  viejo,  animados. 
Las  gentes  en  movimiento 
eran  sombras  dolorosas, 
cubiertos  hombres  y  cosas 
por  un  velo  amarillento. 
Estando  sugestionada 
por  'el  cacao,  sentí 
que  estaba  itrisie  de  mil 
en  un. convento  encerrada! 
Monja  exaltada,  vela 
mil  visiones  p-;tramb()ticas; 
figuras  de  santas  góticas, 
del  claustro  en  la  galería. 


Un  convento  que  guardaba 

ancha  muralla  feudal... 

y  una  escala  por  la  cual 

con  un  doncel  me  escapaba. 

El  café  me  hizo  en  violento 

choque  gozar  del  placer, 

y  el  té  me  hizo  padecer 

bajo  un  cielo  amarillento. 

Me  hizo  el  cacao  vivir 

como  una  monja  ejemfilar, 

y  como  ella  supe  orar, 

y  como  ella  supe  huir. 

Ahora  os  diré  brevemente 

(jué  electo  me  produjeron 

y  i\u.é  es  lo  que  ver  me  hicieron 

las  tres  cosas  juntamente. 

Los  tres  productos  junté 

con  mucJia  curiosidad. 

y  en  inmensa  cantidad 

los  tres  productos  tomé. 

Pero  de  tal  reunión      ' 

salió  para  mi  un  veneno, 

ijuc  >ne  hizo  rer...  á  un  Galeno. 

{lues  tuve  una  indigestión. 

Luis  García. 


Ciencia  FIN  DE  SIÉGLE 


u.\N  sublime  es  la 
ciencia!  ¡Cuan  admi- 
rable es  su  poder! 
Basta  una  chispa, 
científica,  que  la  ca- 
sualidad haga  pene- 
trar en  un  cerebro, 
para  convertir  en 
mundo  de  luz,  el  que 
antes  lo  era  de   sombras. 

Algo  de  esto    sucedió  en  mi.    Fué  suli- 
cienle  conocer   una   pa'abra  nueva,    para 
esplicarme  fenómenos  eslraños  que  nunca 
sospeché  existieran, 
¡Oh!  La  telepatía. 

Si,  señores.  Yo  soy  ¿e/¿'/>a/«.  ¡Qué  des- 
cubrimiento! He  suirido  influencias  tele- 
patosas  6  telepáticas  (¿quién  sabe  como 
debe  decirse?)  y  no  me  di  cuenta  hasta  hoy 
([ue  aprendí  lo  que  es  telepatía.  Voy  á 
referir  dos  hechos,  dos  pruebas  elocuentes 
de  mi  telepatibilidad. 

Un  dia,  eran  las  tres  de  la  tarde  y  senti 
un  picor  de  nariz,  tan  insoportable,  que 
solo  pude  aliviarme  frotándomela  con  ja- 
bón sapoiio  durante  cinco  minutos.  Po- 
cas horas  después  recibo  un  telegrama 
avisándome  que  alas  tres  de  aquella  mis- 


ma tcirde,  habin  fallecido  un  ahijado  mió» 
Para  el  que  no  posee  nociones  telcpafoló- 
(jic<)s.  como  yo  entonces,  nada  tiene  e.sto 
de  particular,  pero  ahora  comprendo  que 
fui  paciente  de  un  estado  telepático  y 
estoy  convencido  de  (|ue  aquel  prurito 
nasal  (|ue  me  ataco  en  el  mismo  instante 
de  !a  desgracia,  fué  un  presentimiento, 
pues  mi  ahijado  murió  victima  de  las  loni- 
l)rices. 

Oír':»  caso  más  típico.  El  martes  de  la 
semana  pasada,  me  desperté  a  las  diez 
de  la  mañana,  sin  que  nadie  me  llamara; 
salte  del  lecho  rebosando  alegría  y  obe- 
deciendo á  un  impulso  inconsciente,  sali 
al  patio  tai  como  estaba,  en  inmaculados 
calzoncillos  y  después  de  dar  un  salto 
mortal,  grité  ó  la  vieja  que  me  sirve  ad, 
lionore/n: 

— ¡Kh!  ¡Kh!  ¡Bartola!  ¡Hágame  unos  c/r?><'-- 
cliulines!  ¡A   la  minuta! 

Debo  advertir  á  ustedes  que  no  sé  des- 
ayunarme (¡ignorante!)  sino  con  un  vaso 
de  agua  hervida,  porque  soy  tan  delicada 
de  estomago,  que  no  puedo  digerir  los 
microbios  del  agua,  crudos.  Sin  embargo 
tuve  valor  para  tragar  los  clunctu'lines 
y  salí  a  la  calle. 

Mi  primer  ancuentro  fué  un  amigo,  ([ue 
me  dice: 

— <.Sabes  quien  ha  muerto? 

— ^Oiiién? 


rj- 


EL  CASBABEL 


775 


— ¡Ksléban! 
—¿Cuando? 
—Hoy  a  las  diez  a.  m. 
La  noticia  me  impresiono...  con  fran- 
(¡ueza,  muy  agradablemente,  pues  P^stéban 
era  un  sastre  ú  quien  debía   13  pesos  con 
23  centavos  por    haberme    transformado 
una  levita  antigua    en  d()s   chalecos  rne- 
(lioevale>>^   quiero  decir,  bastante  presen- 
tables. 

Ahora  reflexionando  sobre  todo  esto. 
descubro  una  serie  de  coincidencias,  ad- 
mirable. Kl  último  pensamiento  del  sastre 
fué  para  mi  (por  los  pesos)  y  me  anuncio 
que  emprendía  su  viaje  á  las  regiones  de 
la  telepatía  pura.  En  efecto,  el  salto  mor- 
tal, primero  que  di  en  mi  vida,  expresaba 
el  no  menos  mortal  que  dio  él,  también 
por  primera  vez.  Los  primerias  gritos  (¡ue 
lancé  aquel  día,  aijueilos  ¡Kh.  eh!  conque 
llamé  á  Bartola,  corresponden  a  las  ini 
cíales  del  difunto:  Esteban  Estricote.  VA 
desayuno  que  tomé,  revelaba  la  enferme- 
dad que  lo  arrebato,  nn-A  enteritis  a^^náci 
ó  sea,  vulgarmente,  una  inflamación  de 
los  chinchulines  humanos;  y  finalmente 
l;i  inusitada  alegría  (¡ue  me  despertó,  era 
muy  natural,  puesto  que  con  la  muerto 
del  acreedor,  ahorraba  13  pes  >s  y  :¿3  cen- 
tavos, cantidad  fabulosa  para  mis  modes- 
tas aspiraciones. 

Ya  ven  cuan  clara  y  sencilla  exjilicacion: 
miis  nunca  l;i  hubiera  concebido  sin  auxi- 
lio de  la  nueva  ciencia. 

En    Inglaterra    se    haciMi    experimentos 
sorprendentes.  Dos  señores,  se  citan  tele- 
paticajnente  y  á  una  hora  da  la.  uno  de 
ell()s  distingue  netamente,  flotando  en  las 
tinieblas  de  su  cuarto,  las  ñores  que  ador- 
nan una  pantalla  que  el  otro  muestra  des- 
de su  casa,  separados  por   una  distancia 
respetable.    ¿Y   los   casos  de    apariciones 
evocadas  voluntaria  mente'   Estas  relacio- 
nes erizan  los  cabcilos.  aún  á  los  calvi)s  y 
verdaderamente    trastorna    el    pensar    la 
trascendencia  de  tales  fenómenos,  máxime 
cuando  el  genio  y  la  paciencia  de  nuestros 
nietos,  logren  dominarlos  y  modificarlos 
en  provecho  de  la  humanidad. 

I*'d  amor  platónico  llegará  a  la  meta  en 
el  siglo  que  viene.  ¿Quién  podrá  impedir 
que  dos  amantes  se  den  una  cita  telepática 
y  pasen  las  noches  cambiando  sus  amo- 
rosas impresiones  y  evocando  sus  respec- 
tivas fantasmas  se  contemplen  sin  velos 
y  se  abracen  sin  escrúpulos?  El  matrimo- 
nio telepático  es  el  del  porvenir,  unión 
feliz  y  sin   obstíiculos,  porque  ¿quién  po- 


drá poner  vallas  al  paso  de  Psiquis^  So- 
lamente las  suegras,  que  también  las 
habrá  desgraciadamente,  y  serán  tan  anti- 
telepáticas como  hoy  son  antipáticas. 

Mucho  cambiarán  las  ideas  estéticas  en 
los    siglos    futuros,   dada    la   penetración 
sobrenatural  (jue  adquirirán  entonces  los 
espíritus.  ¿Cuáles   de   nuestras    ilusiones 
subsistirán  el  dia  en  que  cualquiera  pue- 
da con    un   pequeño   esfuerzo   telepático, 
contemplar  de  cerca  .i  un  papa  en  paños 
menores,  i)  <i  un  genio  limándose  los  ca- 
llos, o  a...  etc.,  etc.?  Horroriza  pensar  que 
los  m.is  secretos  pormenores   de   la  vida 
intima,  senin    del    dominio  público,  mer- 
ced ;i  la  telepatía.  Debemos  alegrarnos  de 
no  llegar  á  conocer  tales  progresos. 
I       Más,   si   no   les  parecen  ;i  ustedes  sufi- 
¡   cientes  tantas  maravillas,  lean  la  relación 
I   de    esperimenlos    psicliiat/'icos     que    en 
!   Italiíi    verifican    notables    profesores.  Allí 
j   veriin  ustedes    como    los    cuerpos  inertes 
se  entregan  a  movimientos  extravagantes 
tanto  mas  impropios  de  su  seriedad,  hasta 
ahora  proverbial,  cuanto  más  reñidos  con 
la  veneranda    ley    de    la   (jraccdad.    que 
promulgo  Newton.    Pero   ¿qué  le  importa 
Xewton  y  demás  proceres  de  nuestra  fí- 
sica actual,  á  esa  señora  italiana  que   se 
encierra    C()n   cinco   o    seis    sabios  en  un 
cuarto  tenebroso  y  hace  con  ellos  verda- 
deras heregías.  llenand()les    la   cabeza  de 
chifladuras? 

Hoy  mismo  me  escribe  de  Italia  un  ami- 
go mío.  refiriéndome  (jue  Lombroso  y  sus 
colegas,  han  tenido  otra  nueva  entr^^vista 
á  oscuras  cnn  la  medlam  Eusapia  (creo 
(jue  asi  se  llama).  Entre  otros  fenómenos 
sorprendentes,    me   cita    que   un  armario 
de  tres  cuerpos,  animado  por  la  rnediani. 
salt(.>  Síi'bre  un  mechero  de  gas  y  se  agitó 
largo  tiempo  marcando    [)erlectamente  el 
compás  de  una  mazurka;  i|ue  una  navaja 
de  barba  escapó  de  su  estuche,  y  pasean- 
do por  el  rostro  de  los    ilustres    observa- 
dores, los  afeitó  en  seco  con  toda  delica- 
deza y   últimamente,    <{ue    una    alpargata 
que  el  mucamo  olvido  en  la  habitación  de 
las   experiencias,    acaricio    durante    diez 
minutos  la  nariz  del    l)r.   Lombroso.  que 
por  poco  se  asfixia!!! 
¡Misterios  de  la  fuerza  psíquica! 
¡Qué    dicha  la  de  nacer   me  liuní    para 
realizar  tantos  prodigios. 

La  aspiración  de  nuestro  siglo,  es  que 
con  el  vapor,  con  la  electricidad,  y  con 
los  inventos  mecánicos,  cada  hombre  val- 
ga por  mih 


^  ;¿Jp;^'í?f^- '^  ••  *s; 


•^■^í^'^^rí  ^ «''^ ■■  ■  *-^' 


■f- 


EL   CASCABEL 


C- 


:A   DÓNDE   VAN? 


A    Flore- 


V 

A  la  Chacarita 


EL   CASCABEL 


777 


A  DÓNDE  VAN? 


A  entregar 


A  la  Boca 


^¡^í^^piff^-s-w^Jv^-i^.-s    i^-vrr- ís^^^^-pa^      -  5--,- y^-^->,  »''^-"»^íj5^5j»Fí  fC'^.'iff^isv'^^ '•T 


77S 


EL  CASCABEL 


El    ideal   del 
hombre,  sea  medio 


siglo 


XX,   aera  que  todo 
.  ó  mediur/i. 
A  lid  ¿o  Borgia. 


.^t^W  MK 

UNA  AVENTURA 

Entró  en  el  baile  Aniceto 
disfrazado  de  mujer, 
dispuesto  deJ  todo  á  ser 
un  calavera  completo, 
vestido  á  la  perfección 
una  joven  parecia, 
de  modo  que  producía 
una  perfecta  ilusión. 
Por  entre  varios  señores 
pasó  con  aire  arrogante, 
y.  al  ver  su  traje,  al  instante 
le  empezaron  á  echar  flores, 
'"no  le  llamó: 

— ¡Preciosa! 
( »tro  dijo: 

— í4eñorita; 
es  usied  la  más  bonita 
que  hay  aquí,  la  más  hermosa. 
Aniceto  oyó  muy  serio 
las  ñores,  mas  se  calló, 
y  á  un  señor  se  dirigió 
vestido  de   megatarerio. 
Vn  señor  tenomenal. 
con  un  vientre  horripilantP: 
jtarecia  un  elefante 
de  tamaño  natural. 
Viendo  á  .Aniceto  el  señor 
de  aquel  modo  disfrazado, 
cuando  le  tuvo  á  su  lado 
empezó  á  hacerle  el  amor. 
— Niña:  es  usted  adorable. 
— <;racias. 

—  Ks  usted  precios;!. 

—  Ks  favor. 

—Y  muy  graciosa. 
— ¡Ay!  es  usted  muy  amable. 
— ¿Quiere  usted  bailar  conmiiro? 

—  Si  no  se  propasa  usté... 
— Le  prometo  que  seré 
un  re^ípetuoso  amigo. 

Y  entonces  tuvo  (¡ue  ver 
a(]uel  inflado  sujeto, 
galante  con  Aniceto, 
creyéndole  una  mujer. 
— ¡Tiene  usted  las  manos  largas! 
—¿Son  lanceros  esto? 

—Si. 
— Pues  lancero  soy  aqui 
y  me  dedico  á  las  cargas. 
— Ya  se  vá  usted  propasando. 
—Es  niña,  porque  la  quiero. 
—Bien;  no  haga  más  de  lancero 
porque  me  vá  usted  cargando. 
«Concluyeron  de  bailar, 
y  fatigados  los  dos 


en  paz  y  en  gracia  de  Dios 

se  marcharon  á  cenar. 

.\  Aniceto,  entusiasmado 

el  otro  cacho  de  atún, 

lo  llevó  á  cenar  á  un 

gabinete  reservado. 

— ¡Cómo  se  vá  á  sorprender — 

pensaba  entre  si  Aniceto— 

cuando  vea  este  sujet* 

(|ue  soy  hombre  y  no  mujer! 

Cenaron  alegramente, 
comieron  bien  y  chuparon, 
y  la  cena  despacharon, 
hablando  amigablemente. 
—Estoy,  hermosa,  febril, 
por  ver  su  rostro,  sí,  á  fé, 
por  verla  capaz  seré 
de  no  volver  al  Brasil. 
—¿Usté  es  del  Brasil,  señor"? 
—Del  país,  niña  hechi(;era, 
donde  de  mejor  manera 
saben  hacer  el  amor. 
Bebe  esa  copa  de  vino, 
cáliz  santo  del  placer, 
y  deja  bella  mujer 
ver  ese  rostro  divino. 
Aniceto,  bruscamente, 
se  descubrió  y  dijo: 

— ¿eh? 
fíjese,  señor,  en  que 
soy  de  sexo  diferente. 
He  jugado  con  cinismo, 
pero  su  perdón  espen). 
—Si  no  liay  de  qué,  caballero. 
ya  (|ue  para  mi  es  lo  mismo. 
—¿Qué  es  lo  que  dice,  señor? 
-(^>ue  es  igual. 

— Está  usté  errado. 
— ¡Lo  mismo! 

— Está  tquivocado: 
yo  s<jy  hombre. 

— Pues  mejor. 

A  Aniceto  dije  ayer: 
—Hay  baile  esta  noche;  ¿irás? 
—  Iré,  sí,  pero  jamás 
disfrazado  de  mujer. 

S.  Garrido. 


i iMa''^~-iL-*¿'-^»-::     ■^■■'JTr:iJ'\  í/y^. 


i-S^^^^í 


EL  CASCABEL 


779 


LAS  DOS   COPAS 


(Del    Almanaque    Sud- Americano    para    1893) 


— ¿,Qu»^  Je  sirvo  a  usted,  caballero'-.' 
—  Vna  copa  de  oporto. 
—Al  instante.  ■ 


•y    '' 


— Aíjuí  esiá  el  "pürlo. 

— ^^ira;  ¿quiere.-  cantbia rio  pur  una  copa  de 
Jerez'-?  lo  he  pen>;ulo  mejor  y...  ¡prefiero  el 
Jerez! 

— Xo  hav  inci'r.'V(-'niente. 


-Aquí  está  e!  jerez. 

-Supongo  que  será  legítimo  ^elrí» 

-¡Es  nal i( ral/ 


—¡Caballero!...  ,que  se  v;i  u^ied  sin  pagar 
el  Jerez! 

—¿El  Jerez?  ¿y  ¡¡orqué  he  de  pagar  el  Jerez? 
¿no  me  lo  cambiaste  por  el  oporto? 

—Si,  pero...  ¡es  (|ue  no  ha  pagado  u.sied 
el  oporto! 

—¿Y  porqué  \i<  de  pagar  el  oporto?  ¿acaso 
me  lo  he  bebido" 


■^'^^T'ixyi-- 


-^c^-V  'rrA:-^,f¿    -nN',:»'yT;;  'i^:pw¡jyíli¡.  -_,■'' 


780 


EL  CASCABEL 


fruslerías 


La  Sensitiva. 

Era  I^aura  tan  tierna  y  delicada 
fiue  fué  en  cierta  poesía 
con  un  lirio  del  valle  comparada, 
y  os  puedo  asegurar,  por  vida  mía. 
(lue  el  autor  de  lo.s  versos  no  mentía. 
Así  es  que.  cuando  vi  que  ruborosa 
Laura  se  resignaba  á  ser  la  esposa 
de  Fermín,  un  gigante  muy  salante; 
pero  muy  torpe  al  fin  como  gigante, 
temblé  por  el  destino  de  la  hermosa. 
Y  al  mirará  aquel  hombre  emocionado 
ú  Laura  contemplar  tierno  y  gozoso, 
creí  ver  en  conjunto  desdichado 
un  búcaro  precioso  y  delicado 
ea  i«s  manos  de  un  o.so. 

Después  que  hubo  lanoche  transcurrido 
por  Laura  pregunté,  mas  ¡cosa  rafa! 
Escuchad  lo  que  habla  sucedido: 
el  lirio  que  un  suspiro  doblegara 
¡axfisió  de  un  abrazo  á  su  marido! 


La    Poetisa 

Ruge  la  sierpe  cristalina  y  salta 
por  el  estrecho  cauce  de  la  roca. 
y  el  sol  con  rayos  fúlgidos  esmalta 
del  sutil  hilo  la  caida  loca. 
Poseído  de  un  vértigo  inconsciente. 
el  trémulo  arroyuelo  despeñado, 
corre  y  se  precipita  febriciente, 
en  su  eterna  carrera  castigado. 
Prosigue  rumoroso  su  camino; 
y  si  á  sus  bordes  asomarse  mira, 
bella  flor,  desgraciado  peregrino, 
con  pesar  alejándose  suspira. 

Y  por  triste  designio  de  la  suerte, 
á  él  la  selva  confía  sus  amores, 

y   le  "entrega  en  los  trances  de  la  muerte 
hojas  secas,  cadáveres  de  flores. 

Y  esto  es,  señora  mía, 

lo  que  llaman  algunos,  poesía. 

José  M'.  MendOT-a. 


DE  DOMINGO  A  DOMINGO 


Al  ver  lo  que  pasa  con  las  obras  que 
vienen  precedidas  de  gran  foma,  y  que  se 
anuncian  como  éxitos  asombrosos  en  Eu- 
ropa, y  que  aqui  no  gustan,  nos  quedamos 
perplejos  y  nos  preguntamos  si  nuestro 
público  es  mas  exigente,  o  méno§  educado 
(]ue  otros. 

El  caso  de  Miss  Helyett.,  su  poco  éxito, 
nos  obliga  á  hacer  la  misma  pregunta. 
Porque,  no  nos  esplicamos  que  una  obra 
({ue  alcanza  un  número  fabuloso  de  repre- 
sentaciones en  Francia  y  en  España,  no 
pueda  sostenerse  ocho  dias  en  el  cartel  de 
un  teatro  de  Buenos  Aires. 

iVf/.s.v  Helyett  no  ha  gustado.  Su  repre- 
sentación deja  adivinar  lo  que  puede  ser  la 
obra.  Pero  tal  y  como  la  hemos  visto  no 
tiene  nada  de  particular. 

A  nuestro  entender,  el  conocido  perio- 
dista Dr.  Malagarriga  no  debió  limitarse  a 
una  traducción.  Debió  hacer  un  verdade- 
ro arreglo,  aprovechando  las  situaciones 
harto  cómicas  que  en  la  obra  abundan. 

Ademcts  para  obras  de  la  categoría  de 
Mías  Helyett  se  requiere  una  compañía 
grande,  una  verdadera  compañía  de  zar- 
zuela, con  orquesta  numerosa. 

La  señora  de  Roldan.  la  Tomás,  Roldan 
y  Ventosa  están  acertados  en  sus  papeles. 
La  orquesta  á  cargo  del  maestro  Palau. 
que  ha  ensayado  cuidadosamente  la  obra, 
se  hace  aplaudir  en  algunos  números,  es- 
pecialmente en  el  segundo  acto.  Y,  para 
terminar,  puesto  ({ue  no  tenemos  espacio 
para  más,  diremos  que  tanto  la  empresa, 
corno  el  traductor  y  los  artistas  se  han  he- 
cho acreedores  al  aplauso  del  público,  que 
tantos  deseos  ti^^ne  de  ver  novedades. 

L.istima  que  á  il/w.s  Helyett  le  falte 
algo... 

Por  ejemplo;  loque  le  ha  valido  ser  re- 
presentada mas  de  cien  noches  consecuti- 
vas en  los  teatros  de  España. 

El  lunes  se  anunciaba  El  oso   muerto. 


EL  GASCABiíL 


781 


obra  llena  de  chistes,  y  la  aplaudida  re- 
yisla  '£¡1  4ño  92, 

■^orA  vecémosla  suerte  que  correrá  en 
li\  Zarzuela  Miss  Helyet,  que  arreglada 
en  dos  actos,  se  representará  próxima- 
mente. Tal  vez  aligerándola  un  poco  pasa- 
rá mejor. 

Asi  sea. 

Apropósito  de  la  Zarzuela.  Mr.  O'Kill 
en  vez  de  cansar  al  público  cada  dia  gusta 
más. 

Rl  beneficio  del  célebre  ventriloquo  fué 
un  éxito. 

Si  nos  damos  un  paseo  por  el  teatro  de 
la  Comedia  nos  encontramos  con  lo  de 
siempre. 

Bastante  concurrencia  y  muchos  aplau- 
sos. 

En  ¡Eh...  a  la  plaza!  Julio  Ruiz  ha  al- 
canzado un  éxito  más,  que  puede  agregar 
á  los  ya  conseguidos. 

Las  señoritas  Quero  y  Aceves  son  tam- 
bién festejadas,  muy  justamente  por  cierto. 

El  cartel  de  la  Comedía  es  de  los  que 
menos  monotonía  tiene. 

¡Que  siga  asi! 

El  teatro  San  Martin  abre  sus  puertas, 
y  en  él  se  estrena  la  compañía  de  zarzue- 
la de  Prous,  en  la  (|ne  figuran  artistas  co- 
nocidos. 

Nos  ocupareinoá  ile  ellos  en  el  próximo 
número. 

El  animoso  Forlet,  está  preparando  una 
obra  de  gran  apáralo,  para  corresponder 
con  ella  al  creciente  favor  que  el  público 
le  otorga. 

Y  ene\  Politea/iai,  se  estrenará  dentro 
de  pocos  dias  una  gran  compañía  ecuestre 
de  la  que  nos  han  hecho  grandes    elogios. 

El  personal  es  numeroso  y  flguran  en  él. 
notables  artistas  de  ambos  sexos. 

Y...  hasta  la  próxima! 


¡Y  por  última!  dirá  un  conocido  doctor, 
padre  putativo  de  todos  los  animales  del 
país. 


¡Oh  sorpresa! 

Ha  venido  á  nuestras  manos  un  anun- 
cio qu"-!  dice: 

«Plaza  de  loros  de  Lujan. 

Grandes  corridas  de  toros  por  primera 
vez  en  Lujan». 

¿Por  primera  vez? 


Y  apropósito  del  cartel-anuncio. 
Es  de  lo  mas  curioso  que  hemos  vist). 
Dice,  entre  otras  atrocidades: 
ii-Elenco  de  la  cuadrilla». 
¿Elenco? 

Aqui  taita  nn  ¡ole  rica  la  tua  madrrre! 
que  dice  Mr.  O'Kill. 


Después  de  lidiados  los  toros  b^^avos^  se 
soltará  un  embolado  para  los  espectadores 

que  gusten  bajar  al  redondel y  subir  a 

cierta  altura  en  cuanto  se  descuiden. 


Hicieron  de  un  palo   a    Juan 
un  chichón  como  un  melón. 
y  aqui  de  un  nuevo  refrán: 
«A  tal  palo...  tal  chichón». 


¿Porqué  no  llora  Consuelí :■ 
<i  pesar  de  su  quebranto? 
Por(}ue  no  tiene  pañuelo 
digno  de  enjugar  su  llanto. 


Kn  un  periódico  dedicado  al  bell(j  sexo 
encontramos  tres  composiciones. 

Las  tres  con  el  mismo  titulo  ¡A  ti! 

Ti,  ti.  ti. 

Y  luego,  hallamos  otro  trabajo  firmado 
por  Tiririru. 

Ti.  ti,  ti...  tiririru... 

Vamos,  que  la  redacción  del  colega  ese 
parecerá  una  pajarera. 


Se  ha  publicado  una  nueva  obra  le 
Monner  Sans.  titu'ada  Los  Dominicos  j 
Colon. 

Es  un  folleto  que  demuestra  la  erudici  ju 
de  su  infatigable  autor. 

Pero  como,  entre  oirás  cosas,  se  apren- 
de en  él  que  los  dominicos  alojaron  y 
mantuvieron  á  Colon  durante  una  buena 
temporada,  no  conviene  que  llegue  esto  a 
oido  de  algunos  Co/O/ie.s  ambulantes,  que 
pasean  por  ahi. 

Si  no;  lloverían  descubridores  en  la  cel- 
da del  P.  Lucero. 


'Í-"*.^V  ■       V/i^  . 


■■i^;^r^:^~}\-;^:/^W--''%^:.^^^^-   -y^  ;  :  ■5,;-i>*-^^>:;:  ^ 


782 


EL   CASCABEL 


Julio,  que  es  un  buen  muchacho, 
con  una  hermosa  se  unió, 
y  desde  que  se  casó 
andaba  medio  borracho. 
Contemplando  su  torpeza. 
dijo  Blas: 

—O  es  ({ue  ha  bebido, 
ó  es  porque  se  le  ha  subido 
la  hermosura  á  la  cabeza. 


Hemos  recibido  con  mucho  gusto  por 
cierto,  el  «Almanaque  Siui-Americano  pa- 
ra el  año  1893.» 

Es  un  libro  interesante,  ci.ano  de  costum- 
bre, repleto  de  materiales  literarios  y  artís- 
ticos, al  pi0  de  los  cuales  se  ven  firmas  co- 
nocidas. 

El  libro  se  ha  vendido  como  pan  bendito. 

Es  un  éxito  merecido.  (}ue  prueba  la  fa- 
ma y  popularidad  del  abumiaqne  de 
Prieto. 


Gedeón  se  examinaba 
y  le  dijo  el  catedrático: 
— Diga  ¿qué  es  apicultura.' 
— El  arte  de  semiirar  <t ¡lin. 


Un  suscritor.—Uecihi  su  atenta  riliinr-a  v  la  agra- 
■  lezoo. 
R.  5.— "Un  recuerdo»  flojea  un  poco,  francament-^. 
L.  J/.— tQuiere  Vd.  mandar  otra  cosa'  Su  «Deuda 
(le  amor»  no  me  disgusta. 

Troraí/oí-.— En  cambio  sus    rAtt/fl/vs  ;av:    me  liis- 
gustarón  de  veras. 
M.  M. — No  sirve. 
/.  H, — Veré  de  aprovechar  algo. 
M.  S. — ...  No  tíí'nen  gran  cosa. 
Pif'-Pn/'.—Ks  sobadito.  Agradezco   ei    recuerdo   y 
lio  le  olvido. 
P.  Ppiia.— Dice  Vd.al  empezar 

No  se  don  'c  estoy  "    • 

ni  falta  que  ha  cu, 
este  saco  se  deshace 
y  sin  el  me  quedo  yo. 
De   modo    que,    empezando    asi...    ;calcule  como 
acaba  vd! 
f..  A.  C—Lo  siento,  pero  no  se  puede  publicar. 
Cí///o.ví/.— Si,  señor;    el  viernes  por  la  tard«  ft   las 
cuatro  de  la  tarde.  No  hay  de  que. 

.líela  r.  — ¡Hombre!...  copiaré    una   redondilla- 
Al   verla  tan    bonita 
en  mi  casa  me  metí, 
y  temeroso  de  mi 
no  sali  de  la  salita. 
Hizo  V(i.    perfectamente,  por   que  si   sale...  ;>abí 
Dios  lo  que  hubiese  ocurrido! 

Protector,— No   pueio    httblar    mal,    porque    la^f 
;,'U8tan  mucho  las  corridas  de  toros. 

Mayoral. —Y A.  sabrá  degollor    boletos,    pero    en 
cuanto  a  quintillas...  las  degüella  Vd.    también. 

/.  /¿.—Se    aprovechará  para  el  niliuero-alniana- 
que. 

Marín. --\á..  no  se  llama  María.  Se  llama  Man... 
macho. 
¿<jui'  <a/;'— Bastante  mal. 

[mpor  tan  nitor  — ;Diantre!    ;qué   largo  es   todo    lo 
que  hace  Vdl 


EL  CASCABEL 

SEMA^AHIO  FESTIVO  ILUSTRADO 

Director:    ENRIQUE   COLL 

^ 


CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g 

Provincias:     Los    señores    Corre-ponsaies 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente o 

»         atrasado > 


1.50 

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0.10 
0.15 


SE    DIlSEAN    agentes    y    COIÍHl'SPONSALES 


REDACCIÓN    Y  ADMINISTRACIOX 

^.3  9— j.i,gsuA— -aa-e-  (altos) 


RL  CASCABEL 


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de  tabaco  humano <».:$<»  "      « 

Aristos.  atados  de  (i,  reirá  1  i; i, 

id.  id o.:ji)  ..      .. 

Aristo»,  atados  de  '.:  exccpcÍM- 

nales,  id.   id o. lio  .. 

Kntro  Aí'tos,  atados  ;»  cisarri- 

llos,  sin  pajnH .).;$<»  .. 

.laziniíie/;.  atados  d^-    l.'i  riira^ 

rrillos,  sin  papel,  huliia >.:!<»   • 

Moletas,  atadou  de  !-'  id.   :«1. 

id.  habano J».:to  ■:, 

Han  llegado  el  v:\]n-  !ran>-.'~  >uperior  y  or- 
dinario, asi  couiit  fl  Mazyiand  \  lo-  Scal'erlati 
superior  \  ordinario 

Baja  en  el  oro 

2  O  P^^'  <'i<'»to  2  O 

de  descLieiito  sobre  los  precios  de  iodos 
los  artículos    introducidos 

679-C  AN  G  ALLO-679 


ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  !a  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  Guillermo  ji.  l>«nweli, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat.  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Oanweii  sino  de  Sproat. 

LA    ÚNICA 

DROGUERÍA  Y  FARMACIA 
GR  A.N  WíILL. 

Que  existe  en  Buenos  Aires,  esta  situa- 
da en  ia  calle  de 

VICTORIA.     NUM.    647 

Entre  Perú,  y  Chacahueu 

Atendida  personalmente  por  su  propie- 
tario 

Edmundo  E.  Granwell 

F.VRÜI.VCÉITICO 


Teodomiro  Sun 


j:s('kíb.\X(»  público 


OFICINA: 

PIEDAD  NÚM.   513 


La  LibnTia,  La  Victoria  de  Alberto  i;os   .(iie 
estábil  siiuadn  en   \icioria  ]>-í.i\  3o  se  mudó  á 
la  calle  Piedad  1037  al  1041  entre  Arle:-  \  (  e 
rrito. 

Selecto  suri  ido  de  obi'as  leat_,rales  (Je|  uníi- 
guo  y  moderno  repertorio  esi)añol.— Ediciones 
económicas  de  zarzuelas  en  un  acto  i comple- 
tas).— draii  coicei'ion  lie  <'omedias    iiilantiles. 

Se  reciben  suscricioucs  ¡lara  (^1  año  lsH3.  a 
la  "Ilusti'aci(:in  Jlspañol.-i  \-  Amerieana",  ai 
«Salón  de  la  Moda...  -  Moda  i-".legaiite>-  La  ¡•:s- 
tacion».  etc..  eU'. 

1037^PIEDAD— 1041 


7fe4 


"5^?;  'v^- .  i  S-- 


EL  CASCABEL 


EL  día  4  DE  ENERO 


^ 


EL  PRIMER  NUMERO  DEL  SEGUNDO  ANO 


INÚMERO- ALMANAQUE 


DE  32  PÁGINAS 


Colaborarán  en  él  conocidos  escritores  festivos 


ILUSTRACIONES  DE  FORTUNY 


VAAMOiVDE 


DEMÓCRITO  II,  NICOLAU  COTANDA,  EUSEVI  Y  OTROS 


LOS  SEÑORES  AGENTES 


PUEDEN    HACER      SUS   PEDIDOS 


lap.  COdEliX  DE  U  PUTA.  Méjico  832— SecciÓD  d«  Obras  de  R.  Pnic 


^gígS»-»-^'-  *'"^'  T-j",| 


Afto  I     BnenoB  Aires,  Diciembre  14  de  1892    Nttm.  50 


Nitor  propieUrio:  FRANCí.'t.CO  FERRES 


SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 


Director:  ENRIQUE  COU_ 


TJPL!':s  CÓMICAS 


Rttlaccion  j  ÁdmiDistracion:  ALSINA  939  (alk's) 


HORAS  DE  OFICINA  DK  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad...    $  o.ioel  núinc-r». 
Número  atrasado..  ..     »0.15         id 


Fotograbados  d«?  Emilio  A.  Coll  y  C» 


MATILDE   LIMAHES 


^p'^W5'?^'=^?íf^**?^r»fP^||^f^'^^^^  'í^je.if,         '    '^'-^.rfy^jir^'^  1 


im 


El.  CASCABEL 


-3>-Qj-e- 


L  líit.Tidente  Muni- 
cipal,  muy  señor 
nuestro,  ha  dado 
prupbas  de  teñeran 
oído  muy  fino  y 
muy  educado. 

Y  lio  lo  digo  por 
que  haya  subveii- 
cioii-ido  á  ningún 
payac^tii;'  de  circo  ecuestre,  que  no  lo  ha 
hec^O;,  ni  por  que  se  preocupe  de  las  que- 
jas ,^^^. motivan  ios  carros-escobas,  que 
no  se  preocupará  de  ellos. 

Lq  di^opor  su  ultimátum  á  las  empre- 
sas ^ti,3^amway,  que  para  martirio  nues- 
tro nos  molestan  y  explotan,  y  nos  sacan 
la  plata  para  traducirla  al  inglés. 

Vale  decir,  para  m^índarla  en  letras  á 
L(')ndres. 

Y  no  en  Uítras  de  uiolde. 
Letras  de  cambio. 

El  ultimátum  tiende  á  terminar  de  una 
vez  las  sonatas  con  que  amenizan  los 
viajes  los  cocheros  del  tramway. 

¡Basta  de  variaciones  con  el  cuerno! 
Quedan  prohibidas...    aunque  hasta  la 
fecha  nadie  se  de  cuenta  de   tal   prohibi- 
ción. 

Dios  se  lo  tenga  en  cuenta  á  Gané. 
No  sabe  él,   el  beneficio  que   hace  á  los 
habitíintes  del  municipio,  que  están  de  ar- 
monías ];)^i|^.ta  la  coronilla. 

— ¿Qué  se  han  figurado  eso?;  cocheros? 
— me  decía  una  señora  que  está  en  la 
cuarta  pregunta,  es  decir,  que  por  cuarta 
v/.  ha  de  dar  la  respuesta  en  forma  de 
amoroso  si  al  cuarto  futu  ro  sucesor  de  los 
tres  maridos  que  ha  consumido  hasta  la 
fecha. 


—lío  sé  qué  se  pueden  figurar, — lecon- 
testíftbíi  yo. 

— ¿Habrase  visto  insolentes?....  Por 
que  son  dueños  absolutos  de  un  cuerno, 
ya  se  creen  autorizados  para  rompernos 
■  'I  tímpano. 

Otros  seres  hay,  que  disponiendo  de 
más  cuernos,  se  callan  como  unos  santos. 

— ¡Que  Dios  les  premie! 

— Además,  es  ya  hora  de  reglamentar 
la  filarmonía. 

— Si,  señora:  y  el  reparto  de  las  aguas 
corrientes,  también. 

Sobre  todo  en  lo  de  la  filarmonía  estoy 
conforme. 

Por  que  tengo  un  vecino,  con  el  cual  ya 
no  lo  estoy  mucho,  y  ese  vecino  es  sastre 
de  profesión  por  inclinación  natural,  y 
además  aprende  á  tocar  ei  b  jmbardino, 
y  forma  parte  de  una  banda  de  una  socie- 
dad  recreativa. 

Apenas  sale  el  sol,  mi  vecino  sastre 
empuña  y  emboca  el  instrumento,  y  hace 
unas  cuantas  escalas  acrobáticas,  que  dice 
mi  patrona,  causando  la  natural  alarma 
entre  sus  vecinos. 

El  primer  dia  que  escuché  tal  armonía, 
creí  que  la  casa  se  venia  al  suelo,  ó  que 
monseñor  Andiros  pronunciaba  un  ser- 
món. 

Pasado  el  susto,  ttive  que  aguantar 
una  romanza  y  un  vals  con  variaciones 
sobre  el  mismo  tenfia. 

Después,  al  parecer,  el  sastre  se  dedicó 
á  la  costura  hasta  las  once,  y  á  esta  hora 
probó  un  paso-doble,  que  me  hizo  aban- 
donar la  cama. 

Después  de  comer,  y  con  la  intención  de 
digerir,  volvió  á  soplar  en  el  bombardino. 

Y  asi  se  pasa  la  vida;  cosiendo  y  so- 
plando. 

De  modo  (|ue  en  casa  sabemos  la  hora 
que  es  por  lo  que  loca  el  vecino. 

.41  oir  los  arpegios  prehminares,  sale  el 

sol. 

Y  nosotros  salimos  de  nuestras  casillas. 

Al  compás  de  un  paso-doble  pedimos  el 
almuerzo,  y  lo  digerimos  escuchando  el 
dulce  vaivén  de  una  habanera. 

Además  del  vecino  sastre  y  bombardi- 
no. tenemos  casi  al  lado  á  las  señoritas  de 
l.epe.  solteras,  aunque  feas,  y  aficiona- 
das al  ¡)iano  y  al  canto  sentimental. 


£L  CASCABEL 


Ts: 


¡Dios  inio! 

Cada  mañana  cuando  la  mucama  me 
sirve  el  café,  la  mayor  de  las  de  Lepe 
canta  el. . .  vorrei  rtiorire. 

Pero  no  se  muere  nunca. 

Y,  para  fin  de  fiesta,  viven  pared  por 
medio,  los  señoros  de  Telón,  un  matrimo- 
nio artista  con  siete  hijos  artistas  tam- 
bién, aunque  tartamudos. 

En  casa  de  Telón,  todos  tocan  algo. 

Y  tocan  con  fé. 

Y  con  sentimiento 

Sobre  todo  por  parte  de  los  miseros  ve- 
cinos. 

La  patraña  bufa,  y  nosotros  bufamos 
más. 

El  otro  dia,  cansados  de   tanta  música, 

nos  pusimos    á  vociferar  todos    los   vícti- 

m,os. 

Nunca  lo  hubiéramos  hecho. 

Telón,  padre,  seguirlo  fie  los  Telones 
hijos,  subió  á  nuestra  habitación,  y  des- 
pués de  insultarnos  un  rato,  le  tiró  el 
violin  piip  la  cabeza  á  un  ingeniero  que 
estaba  con  dolor  de  muelas  y  le  reventó 
un  flemón. 

Aquella  fué  la  señal  del  combate. 

Telón  lepartia  cintarazos  con  el  violin. 

Los  hijos  esgrimían  otros  instrumentos. 

El  ingeniei-o,  fuera  de  sí,  le  metió  al 
músico  mayor  un  arco  de  violin  en  un 
ojo.  que  se  le  pu.so  de!  tamaño  y  color  de 
un  durazno  del  tigre,  y  quien  sabe  como 
hubiera  acabado  aquello  á  no  intervenir 
la  autoridad  musicalmente. 

Es  decir,  tocando  el  pito. 

De  modo  que,  el  Intendente  debe  supri- 
mir, no  tan  solo  los  solos  de  cuerno,  sino 
todos  los  solos  musicales  con  que  algu- 
nos mortales  filarmónicos  nos  regalan  los 
oídos. 

Por  el  momento  liueno  está  que  los 
cornúpetos  del  arte  tengan  que  limitarse  á 
dar  notas  secas,  iguales  y  uniformes,  co- 
mo las  décimis  de  Obligado. 

Pero  no  estará  de  más  que  con  el  tiem- 
po se  nos  libre  de  bombardinos  domésti- 
cos, y  de  Telones  filarmónicos. 

Después  de  la  escena  que  he  escrito, 
cualquiera  cree  que  la  música  domestica 
á  las  fieras. 

Y  que  dulcifica  los  instinto-^  «;alvages 
en  el  hombre. 


¡Pa  los  pavos!  que  diría  M<>rel.  ese  graíi 
concertista. 
De  violón. 


A  UNA  DAMA 

QUE  USA  VESTIDOS  ESTRECHOS 


Si  es  (jue  lu  lela  e.-^trccliais 
solo  por  ahorrar  la  tela, 
no  ganáis  nada  en  el  cambio, 
pues  es  resulta  á  la  fuerza 
que  lo  (jue  aliorrai.s  de  ve.stidí» 
lo  ga.stais  de  ia  vergíienza. 
Perdéis  de  los  mercaderes 
aprecios,  ciñendo  seda, 
que  achacan  á  lo  que  es  sust'i 
orígenes  de  pobreza, 
y  en  vez  de  siervos  leales 
tenéis  en  vuestras  doncellas 
del  brocado  corladores 
sin  cuchillos,  mas  c,on  lenguas. 
Tanto  apretáis  In  de  adentro 
(|ue  puja  por  balir  liifra, 
y  ai  a¡)retarlo  se  exhilte, 
y  al  esconderlo  se  inuesíra. 
Pródiga  estuvo  Natura 
al  otorgaros  l)elleza. 
y  no  consintiendo  esquinas 
en  máquina  tan  perlecia. 
Puso  del   mármol  más  duro 
diuide  ponerse  debiera, 
y  aplicóle  á  vue.>tro  taiie 
las  puras  lineas  griegas. 
Manos  y  pies  blanqueando 
dio  la  tarea  jior  hecha, 
tarea  que  más  de  un  sabio 
Juzgi»  como  obra  maestra. 
Si,  quien  es  dueña  absoluta, 
tan  mal  tratíi  su  riqueza, 
que  estreclia  lo  que  es  periecto 
y  disminuye  su  hacienda: 
ó  busca  otro  vellocino, 
ó  su  projiia  ruina  eren. 
Dejad,  pues,  señora  mía. 
que  sigan  viviendo  estrechas 
las  espadas  en  su  \.tin;i 
ya  que  su  fortuna  es  e.->.i, 
mas  no  mengüéis  terciopelos 
por  (|ue  eu  V(;s  resulta  miMigua. 
y  pueden  ios  maldicientes 
decir,  (lue  (juien  tanto  (¡prirlii 
muy  poco  aJ>ari:a  en  amores 
y  que  al)arcarlos  desea. 
Y  si  ceñidor  jirecisa 
(luien  de  ceñida  se  jirecia. 
puede  en  mis  brazos  hallarse 
á  su  gusto  y  .satisfecha. 

J()>^t'  M\  Mendoza. 


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v-*_*«^  ^'^ 


'-*;?' 


788 


EL  CASCABEL 


ARQUITECTOS 


(Racimo  de  disparates) 


ICEN  que  la  arquitec- 
tura es  un  arte  que 
requiere  mucho  estu- 
dio, para  llegar  al  co- 
nocimiento perfecto 
de  todas  sus  reglas. 
Sin  embargo,  creo 
que  todos  los  humanos  nacemos  con  el 
don  de  arquitectos. 

¡Quién  no  ha  construido  un  palacio  de 
mármol,  con  sus  poderosos  baluartes  de 
bronce  y  sus  anchas  y  espaciosas  bóvedas 
azules! 

(Oh,  los  castillos  en  el  aire! 

El  que  menos  ha  levantado  torres  como 
las  de  San  Pedro  en  Roma,  ó  la  gran 
Eiñel. 

¡Los  portentos  del   alcoholismo   mental! 

¡Los  ideales  fanlüsticos  que  constituye 
el  hombre,  en  esas  horas  de  sonambulis- 
mo de  la  imaginación! 

Conocí  á  un  sacristán  que  todas  las  no- 
ches soñaba  edificando  una  catedral,  y  que 
allí  oficiaba  en  calidad  de  Obispo. 

Este  era  modesto  por  lo  menos,  porque 
otro  hubiese  soñado  con  ser  Papa. 

Hay  quien  vio,  y  este  era  poeta,  que  el 
mundo  agradecido  le  elevaba  una  estatua 
de  oro,  digna  lan  solo  de  su  apoteosis. 

¡Efectos  de  la  poesía! 

Y  hubo  albañil  que  quiso  retocar  la 
cara  de  una  señora  que  enfermó  de  viruela. 

Conocí  otro,  que  quería  blanquear  la 
cara  de  un  negro. 

Un  amigo  mío  decía: 

-Yo  he  sido  alguna  vez  ar(iuiteclo. 

— ¿Cuando  hombre? 

--Cuando  estaba  de  novio,  formé  casti- 
llos en  el  aire. 

Hay  muchos  (¡ue  de  !a  esperanza  hacen 
un  cielo,  de  la  luna  una  dama  de  la  noche, 
y  del  alma  un  cántaro.  Esta  podría  lla- 
marse arquitectura  gótica,  ó  como  decía 
una  suegra:  erótica. 

Escuchaba  á  un  caballero,  que  cuando 
tenía  un  hijo  más  entre  muchos  que  hizo, 
decía: 

— Este  acto  se  llama  arquitectura  del  re- 
nacimiento. 

Dios  edificó  al  hombre,  Darwin  prefirió 
por  autos  de  esta  obra  al  mono,  en  lo  cual 


participo  de  su  opinión;  pero  hubo  otro 
que  aventajó  á  los  nombrados,  haciendo 
el  mundo  que  habitamos  de  la  pura  ca- 
sualidad. 

Víctor  Hugo  dice  que  el  amor  es  la  di- 
latación de  un  ser  hasta  Dios.  He  aquí 
una  arquitectura  en  espiral. 

Un  alcalde  promulgó  el  siguiente  bando: 

—  «Que  se  izen  los  edificios  en  las  ban- 
deras públicas  y  particulares,  por  ser  hoy 
día  de  la  patria  solemne.» 

Esta  es  arquitectura  china. 

El  suegro  de  un  joven  yerno  decía  á  éste: 

— Si  sostiene  V.  el  edificio  del  matrimo- 
nio, se  parecerá  al  caracol  que  lleva  la 
casa  encima,  salvo  los  cuernos. 

Esta  es  arquitectura  bárbara. 

Una  solterona,  contemplando  en  el  es- 
pejo su  airoso  talle,  se  decía: 

— Este  edificio  escultural  se  derrumba 
por  falta  de  arquitecto  que  le  acomode  un 
puntal. 

He  conocido  arquitecturas  griegas,  pues 
nunca  llegaba  á  comprendt^r  como  una 
vieja  con  ciertos  ingredientes  se  convertía 
en  frescachona. 

Yo  aconsejaría  á  ios  constructores  de 
casas,  que  hiciesen  las  ventanas  pequeñas 
para  evitar  que  los  inquilinos  echen  la 
casa  por  la  ventana. 

Todo  el  mundo  conoce  las  construccio- 
nes vizcaínas:  «Para  muías  flacas,  machos 
de  Pamplona:  no  los  hay  más  mejores 
que  ellos.» 

El  poeta  Fernando  de  Ballbuena,  edifico 
el  castillo  de  la  fama:  «entre  la  tierra,  e! 
cielo,  el  mar  y  el  viento,  amasándolo  con 
palabras  y  haciendo  sus  cimientos  de  ai- 
res huecos.» 

Y  llegando  al  fin.  yo  he  edificado  mi 
raciitio  de  tlisparates.  Ahora  el  lector 
puede  construir  una  silba. 

Aíju.</f/'t  Porceí  Jaimes. 


■tv'ííí-~  ??-VíKr;ír/?!?g ">/•■*""  r-;*^"'^^ 


EL  CASBABEL 


jm 


CUEAOIONES 


[ 


—¿Y  se  halla  usted  malf 

—Muy  mal. 
Ksta  inquietud  y  este  ardor, 
me  hacen  augurar,  doctor, 
á  mi  mal  un  fin  fatal. 
Tengo  gran  inapetencia 
y  es  inútil  acostarme 
lio  duermo... 

— Bien,  va  á  contarme 
la  causa  de  su  dolencia. 
¿Tal  vez  una  indigestión? 
¿Trabaja  us'ed  demasiado? 
Esto  tal  vez  le  ha  dañado. 
— No,  doctor;  una  pasión. 
—¿Amorosa? 

—Sí;  amorosa. 
Entregué  mi  alma,  imprudente, 
á  una  mujer,  tan  ardiente, 
como  amante  y  como  hermosa. 
Pero  al  dejarme  la  ingrata 
me  ha  hecho,  doctor,  mucho  daño, 
y  este  horrible  desengaño 
es  sólo  lo  que  me  mata. 
—Vamos;  tenga  usted  prudencia 
porque  eso  le  ha  de  pasar. 
— Doctor  ¿me  vá  usté  á  curar? 
—Confíe  usted  en  la  ciencia, 
ííu  estado  no  se  me  oculta, 
mas  no  tema,  tenga  fé: 
mañana  recetaré; 
vuelva  usted  á  la  consulta. 

[I 

—Debe  hacer  una  fortuna 
en  su  consulta,  el  doctor, 
¡cuánta  gente!  ¡pues  señor. 
gana  mucho  el  Dr.  Luna! 

Y  tiene  una  numerosa 
clientela,  ¡ya  lo  creo! 
pero,  ¡caramba!  ¿qué  vpo? 
¡qué  muchacha  tan  preciosa! 

Y  ahora  ha  mii-ado  hacia  aquí: 
¡qué  ojazos!  y  ¡qué  figura! 

¡y  qué  pies!  ¡y  qué  cintura! 
...y  ahora  me  miraba  á  mí. 
Ya  podré  ver  al  doctor... 
¡qué  muchacha!  ¡es  un  dechado! 
.demonio!  ¡me  he  entusiasmado! 
¡y  creo  que  estoy  mejor! 


III 

—Tengo  un  ardor  que  me  abrasa, 
pero,  ¡nada!  esperaré; 
dice  el  doctor  que  hallaré 

la  curación  en  su  casa 

Ya  está  ella  aquí  ¡qué  bonita! 

¡qué  andar  tan  gracioso  tiene! 

la  pobre  sin  duda  viene 

con  su  mamá  á  la  visita. 

¿Si  la  hablase?  mas  no  debo... 

Atreverme...  ¿qué  dirá 

si  me  atrevo,  su  mamá? 

...¡qué  demonio!...  yo  me  atrevo. 

¡Qué  bonita  y  qué  elegante! 
¡Qué  gracia!  ¡que  distinción! 
y  á  más  ¡qué  conversación, 
tiene  más  interesante! 

IV 

—Me  encuentro  perfectamente. 

—¿Pasó  aquello? 

— Sí,  señor; 

de  modo  que  estoy,  doctor. 

ya  bueno  completamente. 

Ahora  el  día  se  me  pasa 

gozando  en  mi  nuevo  estado; 

¡gracias,  doctor!  he  hallado 

la  curación  en  su  casa. 

— ¿Conque  se  casó  u.sted? 

—Sí. 

Tomé  el  remedio  con  fé 

y  juntamente  encontré 

alivio  y  esposa  aquí 
Mas  que  no  sepa  la  gente 
lo  que  conmigo  ha  pasado, 
pues  yo  el  remedio  he  hallado 
no  en  usted  ¡en  su  clientf! 

Pero  soy  agradecido. 
y  en  prueba  de  que  lo  soy. 
vea  este  diario  de  hoy 
en  que  inserté  un  Reniilido. 
Puede  usted  estar  contento 
de  lo  (]ue  afirmo,  doctor, 
pues  digo  que  estoy  mejor 
gracias  á  su  tratamiento. 
Remitido  que  he  firmado 
en  unión  de  mi  señora. 
puesto  que  ella  afirma  ahora 
¡que  usted  también  la  ha  cur;ido! 

Li/?s  Gtl  reía . 


T«0 


EL  CASCABEL 


Recuerdos  de  familia 


ON  los  más  venerados. 
( >  venerandos. 

Un  moi mi  sin  recuerdos   de  lainilia  es  convicto   y   confeso  de 
alma  desmemoriada. 

Al  llegar  al    tópico  de  los   recuerdos  nos   convertimos  en  gra- 
badores. • 

Llevamos  grabados  los  más  gratos  recuerdos  en  el  alma. 
O  en  otra  parle. 

A  veces  los  guardamos  religiosamente  bajo  llave. 
Ya  ^eces  los  ponemos  en  una  urna. 
Y  hasia  en  ridiculo,  si  á  mano  viene. 
Nada  hay  m;i-  curioso  que  visitar  una  casa  deesas  qup  están  llenas  de  recuerdos. 
— ¿Vé  Vd? — nos  dice  el  dueño,  o  el   cabeza   de  familia— esta  percha  caprichosa   de 
cuerno  de  ciervo,  es  un  r<!Cuerdo  alusivo  á  un  antepasado,  que  era  muy  cazador. 
—¡Qué  me  cuenta! 
— Si:  era  un  Nemrod. 
— Y  esta  cuerda  «pie   est<i  alli.   colgada,  y  con  un  crespón? 

—  ¡Ay  amigo!    permita    Vd.    (pie    me  conmueva... 
— Es    Vd.    muy  dueño. 

— Aquella  cuerda  iidervim^  como  Tactor  principal    en  un   drama  de  familia. 
— ¿Estuvo   atado    algún   Hnle[)a5ado? 

— Al  contrario:  mi  pobre  bisabuelo  desató  el  nudo  que  le  sujetaba  á  mi  bisabuiMa. 
ahorcándose,  por  asuntos  reservados, 

¡Ah!...  mi  bisabuelo   siti  ser  cazador  cazó  una  buena  pieza... 

—  ¿Algún  bisonte? 

— No  señor.  ¡Un  capitán  de  artillería  que  le  arrastraba  el  ala  i*  mj   bisabuela!... 
— Le    arrastraría  la   espada. 
— Li)   que  Vd.   ipiiera. 
—¿Y  este   fusil? 

—  E>;   moderno.    Sirvió  cuandu  la    revolución   del  !)0. 
— ¿Hizo  muchas   victimas? 

— No  llegó  el  caso,  por  que  mi  hijo,  el  mayor,  tuvo  un  leslo  de  conmiseración 
para  el  enemigo,  y  no    se  atrevió   a   salir  á  la  calle...    ¡Ah  si  sale! 

No  queda   títere  con   cabeza... 

Pero,  pase  \M  .  pase  VM.  que  ver.-i  cosas  muy  curiosas.  Todas  son  recuerdos 
<le  familia. 

¿Ve  Vd.  esa  pluma' 

—¿Cuál?  ¡Ah!   Si. 

—Es  mi  mujer,  es  decir,  es  alusión  á  mi  mujer:  mejor  dicho,  es  un  recuerdo  de 
la    primera    carta    amorosa    que  la  dirigí. 

— Ah... 

—¡Cómo    nos   queríamos!    .Mire    Vd... 

— Pero  ¿qué  hace?  ¿se  va   Vd.    a    desnudar? 

— Quiero  que  vea  mi  espalda.  Hepare  Vd.  ahí  debajo  de  la  paletilla  derecha,  tor- 
ciendo un  poco  á  la  izquierda.,  ¿no  ve  Vd.   nada? 

— Si:  parece  (pie  tenga  grabada  una   castaña. 

— Es  un  mordisco. 

—  ¡.Aprieta! 

—Es  de  mi  mujer:  me  lo  dio  un  día.  mientras  me  laval»;;:  íu)  pudo  conlenei-se 
al  vei"  la  blancura  de  mi  cutis  interno 

— Era  un  cariño    rabioso,   por   lo    que   veo. 

— Ah,  si,  señor.  ¡Lastima  (íe  mujer!  p]n  fin,  murió  y  no  hay  mas  remedio  ({ue  confor- 
marse. Por  fortuna  conservo  muchos  recuerdos. 

— ¿Le  ha  dejado  hijos'' 

— Siete,  y  todos  tienen  algo  de  la  madre.  Anicetito.  el  mavor,  tiene  los  dientes 
de  su    madre... 

— ¡Dios  nos  guarde  de  ellí^s! 

— Eulogia,  la  niña,  tiene  los  mismos  ojos  de  la  difunta.  Las  manos  de  Lola  son 
idénticas  á  las  que  eslrecliaba  amorasamente  en  tiempos  más  felices  para  mi.  Los  pies 
de  Emilin... 

—Si;  comprendo. 

— ¡Ay  amigo!  Como  me  conmueven  estos  recuerdos permita    Vd.  que   me  tlesaho- 

gue  en  sus  brazos...  ji...ji... 

— Pero...    cálmese   Vd. .. 


>"V-^--W~\''<^jt^'-'%~¿;?^^ 


.--í?e^: 


EL  CASCABEL 


.791 


¡Cá! 

Ni   por  esas. 

Kl  amigo  de  los  recuerdos  se   puso  a   llorar    como  un  crio,  y  me  emftapo  la  levita. 

Por  íin  me  soltó. 

Serit^e  en  un  sillón,  y  ¡puní  lo  rompi  en  diez  pedazos,  val  caer  rne  clave  una 
asliila.  y  no  en  la  cara  precisamente. 

101   sillón  era  un  recuerdo,  del  bisabuelo. 

No  servia   para  sentarse... 

Salí  de  la  casa  escapado,  y  con  un  recuerdo  que...  ¡Ayl...  no  me  deja  ni  á  sul.  ni 
ó  !-'>rr)bra. 

Andrés  Soler 


LAS    PALOMAS 


I 

Kra  una  noche  de  estreno, 
y  entre  gran  espectación. 
al  levantarse  el  telón 
ya  estaba  el  teatro  lleno. 
Se  anunciaba  en  el  cartel 
que  la  obraciue  se  estrenaba. 
lo  primero  era  que  dalia 
á  escena  un  autor  novel. 
Y  allí    en  un    paico    proscenio 
sus  amigos  reunido^, 
se  encontraban  decidido!? 
á  aplaudirle  como  á  un  genio. 
Varias  palomas  atadas 
esperaban  solo  ver 
el  éxito,  para  ser 
al  instante  libertadas. 
Pero  la  cosa  fué  mal. 
el  público  no  aplaudía. 
y  la  función  transcurría 
entre  un  .silencio  glacial. 
No  despertaba  interés: 
la  gente  se  fué  cansando, 
y  la  obra  acabó  logrando 
una  ovación...  al  revés. 
Fu(^  un  verdadero  l'uror 
el  del  público  al  silbar. 
y  á  alguno  se  oyó  gritar 
—¡No!...  ¡que  no  salga  el  autor! 
Con  las  coronas  guardadas 
los  amigos  se  marcharon, 
y  las  palomas  ipiedaron 
en  aquel  palco  olvidadas, 
Pero  cuando  revisó 
toda  la  sala  e!  portero 
del  teatro,  á  lo  que  intiero 
las  palomas  encontró. 
Pues,  supe  que  al  otro  día, 
tranquilo  las  desplumaba, 
y  después  las  cocinaba, 
y  después  se  las  comía. 

II 
El  autor  novel,  .silbado. 


otra  obra  presenta' 

y  con  esto  demostró 

ijue  no  estaba  escarmentado. 

Y  fueron  naturalmente 

por  él  las  mismas  personas, 
las  que  llevaron  coronas 
y  palomas  nuevamente. 
Al  íin  el  telón  alzaron 
y  las  gent<*s  se  aburrieron. 
y  á  silbidos  le  aturdieron, 
y  la  obra  reventaron. 

Y  cual  la  vez  anterior 
el  portero  al  otro  día, 
las  palomas  se  comía, 
destinadas  al  autor. 

III 

Viendo  que  le  iba  tan  mal; 
el  pobre  autor  aburrido, 
abandonó,  decidido, 
la  carrera  teatral. 
Deseando  saludarle, 
prueba  de  afecto  sincero, 
á  su  casa  lué  el  portero 
del  teatro  á  visitarle. 
Increpó  enérgicamente 
aquella  silba  inportuna, 
é  indujo  a  probar  fortuna 
al  pobre  autor  nuevamente. 

Y  se  expresó  de  tal  modo, 
y  le  hábil')  con  tal  calor, 
(jue  al  cabo  dejó  al  autor 
ya  convencido  del  todo. 

Y  al  terminarla  visita, 
dijo: 

—Está  Vd.  convencido, 
y  ¡nada!  lo  e<jnvenido: 
escriba  Vd.  otra  obrita... 
La  lleva  al  teatro  y  ¡zas! 
le  proclaman  á  Vd.  genio, 
¡Ah!...  y  lleve  al  palco  proscenio 
las  palomas,  además. 

5.  Garrido. 


m'srt^Tr'pm^^'^'^''^^^^  -^^^^^r^'  xr^^       '?,?--'  ^--^f'  •  ■" 


7ÍÜ2 


EL  CASCABEL 


VIAJE 


[WSl   ..S3rj 


íl'í 


Pues...  ir^  á  tomar  apuiift 


;('ii   boleto  |iarn  San    N'irHiitel 


¡Valiente  \>cinoí 


¡Kh.  i'omiianero...  miH  lae  a()la.<t.a! 


m 


Sí;  una  volanta.  ¡Al  campo! 


Soberl^io  espectáculo 


'•'P/'^^J^fí^¡¡*'^  '■n«5^"5^^t«iP|®">''í^fs^^''f^V''^-?^  ^  'T  -N-ff^ss^-^iP^s»^  7^i~rW\ 


EL  CASCABEL 


ARTÍSTICO 


i^ 


¡Catapiam!  Dios  nos  asista 


—Yo  aquí...  eX  ^  -^ 

— (iVd?  Kn...  salva  'a  [)art. 


-.  V 


-^ 


^.  ^ 


^ 
.A.^ 


'^  ■     i;i!l|IMiL- 


"'¿ 


■*^<íii^^'"^*' 


Zrr-?-- 


Vadear  el  rio  ¡qué  hermoso  es! 


;V  (|ué  iiúni^'d'i' 


¿Y  cómo  tomo  apuntes  ahora"? 


Lo  que  he  tomado  es  un  resfrío. 


■  >-^-    ^  "íf-  " 


r|)» 


BL.  CASCABEL 


EL  CLAVEL  BLüNCO 


Interpretación  de  u.xl  cu. adro 

DE 

V.    NICOLAU   COTANDA 


Era  un  helJo  domingo  de  Nov¡enil)re. 
en  que  de  Apolo  el  encendido  dardo 
desgarraba  las  gasas  de  occidente. 
y  eucaliptus  y  álamos 
adornaban  su  taima  de  liojas  vrrdes 
con  inmensos  topacios, 
mientras  el  soplo  de  una  brisa  leve 
peinaba  la  totora  de  dos  ranciios. 
Kn  mangas  de  camisa, 
<-'i  la  sombra  sentado 
del  viejo  corredor  de  la  cocina, 
asido  el  mate  con  la  diestra  mano. 
se  llevaba  á  la  bO(;a  la  bombilla 
un  hombre  entr.-ulo  en  años. 
Su  mujer  arrojaba  á  las  gallinas 
una  ración  de  grano, 
y  sti  preciosa  hija, 
cerca  del  guarda  patio, 
aspiraba  el  perfume  con  delicia 
de  un  bello  clavel  blancD, 
cuando  sintió  á  su  esiialda,    sorpr''nilid: 
ecos  apasionados. 
Era  un  joven  apuesto,  que  tenia 
azúcar  en  los  labios, 
el  corazón  repleto  de  osadías 
y  de  sueños  el  cráneo. 
En  su  tino  pañuelo  de  golilla. 
su  negra  camiseta  de  brocato, 
el  tirador,  sobre  del  cual  lucían 
monedas  á  puñados, 
y  en  la  plata  bruñida 
de  su  corcel  picazo, 
bien  claro  se  veía 
que  era  mozo  de  rango. 
—Dichosos  ojos  (jue  te  ven,  f.ucía, 
para  decirle  con  su  luz,  te  amo. 
aunque  bajes  la  vista 
y  no  contestes  á  mi  ardiente  labio. 
— Yo  no  se  (|ue  decir,  contusa  y  tímida. 
dijo  la  joven,  y  su  clavel  blanco 
doblaba  conmovida, 
mientras  Ramón,  de  amores  abrasado, 
regalaba  al  oído  de  Lucía 
las  trovas  de  su  pecho  enanioradij. 
Un  mastin  (pie  dormía 
á  la  sombra  del  pox;o,  sin  cuidados, 
se  levantó  de'un  salto 
y  pasó  por  el  lado  de  la  anciana, 
de  carrera  y  ladrando, 
cuando  más  el  mancebo  se  esforzaba 
en  vencer  de  la  joven  los  recatos. 
Más  al  ver  cpie  su  madre  la  miraba, 
le  dijo  al  mozo,  con  los  ojos  bajos. 
—  Te  quiero  si;  pero  no  digas  nada, 
y  dejando  caer  el  clavuel  blanco 
para  que  él  lo  guardara, 


aparentó  como  en  iguales  casos 

aparentan,  traviesas,  las  muchachas. 

que  hablaba  con  el  mózó,  de  los  pájíiros 

que  hacen  nid(^s  y  cantan. 

¡Qué  símiles  tan  dulces  y  apropiados 

encuentran  los  que  aman, 

cuando  se  emplean  en  tener  guardados 

los  secretos  del  alma! 


M.  Baha monde. 


Noviembre  20  de  18!t2. 


TRAICIÓN 


Ym  (|iiisf  á  una  mujer  (jue  apa.^ionada 
(luererme  prometió; 
una  prueba  i)edi  de  su  cariño... 
la  mujer  me  besó 

.V  mi  mailre  conté  la  dicha  inmensa 
([ue  mi  pecho  sintió; 
—¿Y  te  ha  besado  (díjomc  mi  madre» 
como  te  beso  yo-? 

Y  al  sentir  en  mis  labios  aquel  beso 
de  mi   madre...  — traición...!— 
<^\('lam(;',  (;omparando  el  amor  puro 
con  el  impuro  amor. 

A.  Díaz  de  la  Quintana. 


■^^ 


<?><^ — 


EPIGRAMA 


•luán  que  entre  los  alongantes 
tiene  un  sitio  preferente, 
pide  pan  continuamente 
en  el  hotel  de  Emigrantes. 
.\yer  pan  del  día  antes 
le  dieron  por  colación, 
y  al  hacer  su  provisión 
exclamó  Juan  sin  ([uerer: 
— ¡Que  cosa  dura  es  comer 
el  pan  de  la  emigración! 

J .  Corras  Fernánde:^ 


1  ..    -  jr-    - '  v^.- ^r«'r«-'^^;X«'S<!é!S:^*í3^^'Tpí-'?ííri«V' 


<5' '">?'.  --  ^ 


EL   CASCABc'L 


7^5 


EL  DIVORCIO 


— Y  yo.  ()ue  no  soy  tonto,  li'^  peúiáucj.  «livor- 
cio.  porque  separado  de  mi  mujer  \iKc\rr  es- 
piar m^jor  sus  actos. 


— (:<'orii|ue  divtu'oiiulos  ;il  liii-;' 

— ^^í.  mi  esp''S:i  i!'i  (jucria  dormir  en  alcoí  a 
diferente  y... 

— ¿Por  eso  se  han  sejiaradcr 

— Sí.  y  además  porquí  Míen::  ■  nc  su  prioi© 
durmiese  con  nosoir'is. 


—Sí,  señores;  en  vista  del  proceder  de  nues- 
tras mujeres,  fundemos  la  Sociedad  Prolec- 
tora  de  los  Casados. 


—La  sorprendí  en  o'ro  y... 
— ¿Pidió  V.  el  divorcio' 
— Xo,  una  indemnización  por  daños    y   per- 
juicios. 


--PYK 


sis^*  v^^  ■.^■y^w'^^TWWx^ 


796 


EL  CASCABEL 


OE  DOMINGO  A  DOMINGO 


Volvemos  á  los  cambios   de  domicilio. 

Y,  liasia  cierto  punto,  á  los  de  cartel. 

De  modo  que  si  en  la  variación  está  el 
gusto,  no  podemos  quejarnos. 

La  compañía  que  con  tanto  acierto  diri- 
je  el  señor  Roldan  ha  abandonado  el  teatro 
Qnrubia  y  ha  ido  á  dar  vida  al  teatro  Apo- 
lo, en  donde  hasta  hace  pocos  dias  una 
compañía  de  ópera  barata  nos  ha  hecho  oir 
algunos  Trovadores  trasnochados. 

Roldan  prepara  obras  nuevas,  entre  ellas 
una  revista  local  titulada  Buenos  Aires 
en  Chicago. 

Además,  con  el  milagro  de  resucitar  un 
Oso  muerto  la  compañía  ha  logrado  an 
éxito  merecido,  tanto  por  el  desempeño  de 
la  obra  como  por  los  muchos  chistes  que 
que  hay  en  ella. 

Apropósito  de  variaciones.  La  empresa 
de  la  Comedia  anuncia  El  Rey  que 
rabió. 

Es  una  noticia  que  el  público  ha  reci- 
bido con  gusto.  Nosotros  aplaudimos  des- 
de ya.  porque  El  Rey  que  rabió  es  obra 
de  las  que  entran  pocas  en  libra,  y  aunque 
para  su  desempeño  se  tropezara  con  al- 
gunos inconvenientes,  como  son  escenario 
pequeño  y  orquesta  pobre,  no  dudamos  que 
El  Rey,  rabiará  unas  cuantas  noches  con- 
secutivas en  el  teatro  de  la  Comedia. 

El  teatro  de  la  Zarzuela  se  queda  por 
el  jiiomento  sin  el  ventrílocuo  O'Kill,  <(ue 
ha  sido  sin  duda  alguna  el  causante  de 
los  plenos  que  han  cobrado  Pastor  y  Ga- 
rrido. 

Pero  estos  no  se  duermen  en  los  laure- 
les, y  con  muy  buen  acierto  han  reforza- 
do la  compañía  con  nuevos  elementos. 

La  señorita  Linares  y  el  aplaudido  Mesa, 
nuestro  antiguo  conocido. 

Nos  ocuparemos  de  ellos  cuando  les  ha- 
yamos podido  ver  trabajar. 

¿Habrá  moderado  un  poco  aquellos  ges- 


tos y  contorsiones  estrafalarias  el  simpá- 
tico galán  joven? 

Dios  lo  quiera,  para  bien  suyo  y  del  pú- 
blico. 

Ah...!  Si  quieren  Vds.  reír  de  veras  va- 
yan á  ver  Lo^  baños  del  Manzanares 
una  de  las  obras  que  mejor  desempeña 
Juárez. 

Siguen  los  ensayos  de  Miss  Helyett. 

La  compañía  Prous  que  actúa  en  el 
teatro  San  Martin  parece  que  gusta  bas- 
tante, lo  que  no  nos  estraña  estando  allí 
la  García. 

Decimos  parece  por  la  sencilla  razón 
de  que  no  hemos  asistido  aun  al  teatro  ci- 
tado. 

Esperábamos  obras  grandes...  y  alli  tam. 
bien  se  estila  el  repertorio  pequeño. 

¡Como  ha  de  ser! 

Iremos,  y  en  el  próximo  número  dare- 
mos mas  detalles. 

Gavallique  ha  dejado  el  puesto  á  Prous 
y  compañía,  se  ha  vuelto  con  la  suya  al 
Doria.,  que  cuenta  las  funciones  por  llenos. 

Compañía  social  de  operetas  en  el 
AÜíambra. 

Entre  los  artistas  que  figuran  en  el  car- 
tel, hay  algunos  conocidos  ya  de  nuestro 
público. 

Forlet...  toujour  lo  mismo.  Es  decir, 
mucha  animación. 

Y  en  el  Politeama.,\aL  compañía  ecues- 
tre en  puertas. 

Vaya,  que  el  que  no  se  divierte  es  por- 
({ue  no  quiere. 

O  no  puede. . . 


Nuestro  intendente,  á  fin  de  alegrarnos 
la  viáta,  ha  dispuesto  que  se  arreglen  jar- 
dines en  los  atrios  de  algunos  templos. 

Bueno, 

Pero  los  zanjones,  baches  y  demás  gan- 
gas con  que  uno  tropieza  á  cada  momento 
por  esas  calles,  siguen  causando  victimas. 

Ya  vé  el  señor  intendente  que  no  todas 
son  flores. 


Es  Joaquina  muy  delgada, 
sin  formas,  curvas,  ni  nada 


-T^^sf  9«íí-&  ■^■'^^^^^^lí^'f^^^^'We^ 


ípS^5P»"!=5frO«e'     ^►T      -v    »«5'    «r- 


^7-^' y» 


EL    CASCABEL 


797 


propio  de  una  mujer  bella, 

y  por  eso  dicen  de  ella 

que  siempre  esUi  despechada. 


Los  solos  de  cuerno  con  que  regalan  los 
oídos  de  los  pasageros  los  cocheros  del 
tramicay^  también  han  producido  una 
nota  de  nuestro  inlendenle. 

Este  se  inclina  al  uso  de)  pito. 

Ya  estamos  viendo  que  los  vigilantes 
adoptarán  el  cuerno  para  no  parecer  co- 
cheros. 

Y  entonces  tendremos  vigilancia  astada. 


lijo» 


Entro  Leonor  en  la  capilla  oscura. 
—Aquí  estoy   ya,  Señor— temblando 
y   acercándose  luego  al   crucifijo, 
se  abrazo  con  fervor...  al  señor  cura. 
Mas  este  separóla  dulcemente, 
exclamando: 

—Os  habéis  equivocado, 
y  me  habéis  abrazailo, 
pero  este  abrazo  os  juro,  formalmente, 
que  lo  devolveré  al  Crucificado. 


Se  prohibió  la  corrida  de  loros  (^ue  debía 
celebrarse  en  Lujan. 

Los  empresarios  fueron  reducidos  á  pri- 
sión. 

La  medida  es  un  tanto  fuerte. 

Con  prohibir  el  espectáculo  bastaba. 

Y  no  se  ponia  á  los  empresarios  en 
igualdad  de  circunstancias  que  los  toros. 

Porque  estos  y  aquellos  quedaron  en- 
cerrados. ^ 


Es  tan  envidioso  López 
que,  en  pos  de  méritos  y  honras, 
no  quiere  nadie  á  su  lado 
V  el  mismo  sol  le  hace  sombra. 


Está  Violante  vacante 
desde  (jue  murió  Clemente, 
por  eso  precisa  amante, 
por  eso  precisamente. 


Terminó  la  revolución  de  Santiago  del 
Pastero. 

Se  calmarían  los  ánimos. 

Y  nosotros,  aguardamos  anhelantes  no- 
ticias de  aquella  población. 

Hasta  pusimos  un  telegrama,  que  decia: 

«Sr...  Dígame  si  \i\e  Adolfo  CaWcra, 
el   que  nos  debe  aquellos  pesos.» 

La  contestación  fué  la  siguiente. 


«Vive:  pero  no  paga.» 

Entonces  dolorosamenie  impresionados, 
exclamamos: 

— ¡Hay  agentes,  á  «{uienes  ni  la  caida 
de  un  gohernadi»r  hace  pegar  sus  deudas. 

Tal  vez  si  hubiese  habido  un  terr<ímoto, 
el  Sr.  Cabrera,  habria  saldado  su   cuenta. 


Julio  caso  con  Prudencia 
buscándole  los  doblones. 
y  fué  una  de  esas  uniones 
Ilarnadas  de  conveniencia. 
Pero  hoy  Julio  se  arrepiente 
y  vive  dado  al  demonio, 
yes  porque  en  tal  matrimonio 
no  ha  encontrad')  inconveniente. 


ondencía 


-^ 


r.  L.—La,  extraviaría.  No  recuerdo  haber  leído 
tal  composición. 

L.  M.  de  J/. -En  cambio  lei  la  de  V.  y  me  conven- 
ci  de  que  no  s'rve  para  el  caso. 

r/V/w^o.— ¡Hombre!...  hasta  ahora  no  conocia  sv- 
netos  de  diecisiete  versos.  ¿Por  qué  no  manda  una 
colección  a  Chicago  y  asi  hace  la  competencia  al  de 
Cervantes? 

/.  fl.— Recibí  conforme.  Irá  en  el  próximo  nú- 
mero. 

AiireUu.—iWersos  á  la    mucama?   ¡Aparta  infame: 

Teles/oro  N.  de  3.-E\  diablo  que  entienda  lo  que 
quiere  Vd.  decir  con  aquello  de  las  agudezas  pun- 
tiagudas.—\o.  no  les  veo  la  punta. 

A.S.  de  C.-Si  se  empeña  lo  publicaré  en  el  nú- 
mero-inocentada: pero  en  el  número-almanaque, 
no  señor. 

Artista.— "ÑO  están  mal  los  dibujos;  pase  por  la 
redacción  y  hablaremos. 

O.  J.  A.  fSanta-FéJ— Eso  de  que  una  flor  hable 
desde  su  cumbre  airada,  no  me  parece   admirable. 

Constante.— L3i  constancia  es  una  virtud,  pero  no 
contar  bien  las  silabas   es  un  crimen  de  los  gordos. 

nardo.— Yd.  puede  hítcer  algo  mejor. 

Italiano.— Yd.  perdone,  pero  no  quiero  suscitar 
cuí-stiones  internacionoles. 

Secreto.— Jii  personales  tampoco:  asi  es  que  no  ha- 
go caso  de  chismes. 

Cucurulla.— Pero...  ¿de  dónde  ha  sacado  Vd.,  (jue 
arroyo  y  pollo  son  consonantes? 

2'?.9í'/a.— Muchas  gracias:  no  gastamos  tigera  eii 
esta  casa. 

Principiante.— m  admitimos  poesías  robadas. 

Fulano.  — iEsld.  Vd.  disgustado  con  la  suegra?  Pue* 
sobre  ser  muy  anticuada  la  cosa,  no  vale  la  pena  de 
atropellar  la  poética  con  tan  fausto  suceso 
A.   W.  r.— No  es  publicable. 


''■    ív-  -X' 


j-  ?5*5**¿:< 


798 


>  *|i^^^S^^^*W^^:fí^  *'"^*'- *^^  ''^ 


UL    CASCABEL 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 
Director:    ENRIQUE   COLL 


-^- 


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tales ;^e,Ei^pa5ña  con  beneficio  para  el  toma- 
dor, ^e  |ia,n  giros  sobre  los  pueblos,  tambies 
con  lien^cio 

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Se  previene  al  público  que  la  farmacia 
establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriormente de  D.  4>ji¡llernio  *.  OanweII, 
se  venció  á  D.  Diego  Sproat.  quien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  €>an«vell  sino  de  Sproa:. 

LA    ÚNICA 

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Se  reciben  suscriciones  para  el  año  1S93,  á 
la  «Ilustración  L>)i)añoJa  v  .\mei-¡cana"  al 
«Salón  de  la  Mod;i'..  ..ModírKIegante»  "La' Es- 
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EL  OáíSOABEL 


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EL  día  4  DE  ENERO 


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ELI  PRIMER  NUMERO  DEL  SEGUNDO  ANO 


NÚMERO -ALMANAQUE 


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ILUSTRACIONES  Dbl  CAHAFFA,  DÉLA  VALLK 


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Número  atrasado.   ..     »0.15        id 


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;LEIiA   CATJLLÁ 


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EL  CASCABEL 


L  Departamento  Na. 
cioiifil  de  Higiene,  de 
acuerdo  con  el  de  Po- 
lilla, ha  declarado 
cuerna  sin  cuartel  á 
todo  lo  que  huela  á 
hipnotismo,  adivina- 
ción, sugestión,  y  psi- 
quiatría en  general. 
Ahora  le  toca  pag;ir  el  pato,  ó  el  ca- 
nard, que  diría  El  Diario  al  Doctor  Das, 
que  ha  llegado  a!  país  y  ha  dado  confe- 
rencias privadas,  en  las  que  ha  adivinado 
una  porción  de  cosas  estupendas. 

A  un  conocido  Doctor  le  contó,  con  la 
imaginación  por  sup-nesto^  la  ropa  blanca; 
y  resultó  que  el  tal  Doctor  solo  tenia  dos 
camisetas  y  tres  pañuelos  ordinarios. 

.\  un  periodista  que  h^bía  escondido  ¡a 
pluma  del  Doctor,  se  la  encontró  en  un 
costurero  al  lado  de  unas  ligeras. 

Y  asi  por  el  estilo. 

La  fama  del  adivinador  fué  tan  lejos, 
qup  llegó  á  las  a'tas  esferas. 

Y  ¡claro  está!  Los  que  dirigen  la  polí- 
tica se  echaron  á  temblar,  temiendo  que 
los  más  recónditos  secretos  de  estado  se 
divulgaran. 

El  Gefe  de  Policia  quería  transigir,  y 
y  Hün  más,  quería  crear  la  plaza  de  jefe 
de  policía  aiivinadora,  á  fin  de  que  pudie- 
sen ser  habidos  tantos  criminales  como 
se  escapan  de  la  acción  judicial. 

Pero,  como  en  todas  las  grandes  oca- 
siones el  espíritu  de  imitación  es  grande, 
ahora  corren  por  ahí  un  sin  fin  de  adivi- 
nadore>  que,  burlándo.-^e  de  la  autoridad, 
ejercen,  con  aplausos  de  las  personas  afi- 
cionadas á  los  experimentos  maravillosos. 


La  otra  noche  asistí  á  una  sesión,  en 
casa  de  los  señores  Bermellón. 

El  hijo  mayor  de  estos  sen  res  tiene 
muy  desarrollada  la  f  ensibilidad  y  la  na- 
riz, y    hace  prodigios. 

Contesta  con  maravi'losa  rapidez  y 
exactitud  á  cuanta  pregunta  se  le  hace., 

A  veces  se  equivoca. 

Pero  eso  no  ocurre  siempre.. 

Lo  malo  es.  que  nadie  se  atreve  á  pre- 
guntar. 

Por  que,  ¿qué  señora  aventurará  esta 
pregunta?  ¿cuántos  años  tengo? 

Ninguna. 

No  obstante,  la  otra  noche  no  faitó  quien, 
poniendo  la  mano  en  la  espalda  de  un 
concejal,  preguntase. 

— ¿Qué  toco  ahora? 

—  ¡Un  animal! 

— ¿Eh?  interrumpió  el  aludido,  ¡no  ad- 
mito burlas. 

— Vd.  dispense:  no  lo    dije  por  ofender. 

Vd.  es  un  animal  racional,  por  supuesto, 
aunque  concejal  autéLtico. 

—  ¡No  me  falte  Vd! 

— Pero.  ..  señor.  Yo  no  pretendo  faltar 
á  nadie.  . .  * 

Trabajo  costó  apaciguar  al  concejal 
que  seguía  tronando  y  echando  sapos  por 
la  boca,  renegando  de  los  adivinos  y  de  la 
psiquiatría,  á  la  que  quería  cargar  con  un 
nuevo  impuesto. 

Terminado  e!  incidente,  el  joven  Ber- 
mellón se  hizo  hipnotizar  por  el  almace- 
nero de  la  esquina,  que  e.s  una  persona 
instruida, 

Una  vez  hipnotizado,  el  almacenero  or- 
denó al  joven  que  fuese  á  besar  á  la  mu- 
chacha más  linda  de  la  reunión. 

Y,  en  efecto,  el  infeliz  joven  fué  y  besó 
la  calva  del  concejal. 

Aquí  fué  Troya. 

El  concejal  quiso  pegar  a!  alniacenero  y 
á  Bermellón  y  enarbolando  una  silla  los 
persiguió  por  toda  la  casa,  hasta  que  de- 
sesperando poder  alcanzarlos,  tiró  la  silla 
que  fué  á  dar  contra  un  magnífico  ar- 
mario-ropero, haciendo  añicos  la  luna  de 
Veneci:i. 

Totai:  que  el  concejal  rodó  las  escaleras, 
Bermellón,  hijo,  renunció  á  la  adivina- 
ción, y  Bermellón,  padre,  tuvo  que  ir  á  la 


EL    CASCABEL 


803 


<iomisaria  á  ileclarar  y  á  pagar  los  vidrios 
rotos. 

Inútilmente  defen  ía  la  adivinación.  Tu- 
vo que  pagiir  la  correspondiente  multa, 
y  fué  puesto  en  libertar!,  gracias  á  que  el 
comisario  temió  que  Bermellón  hijo,  adi- 
vinase la  existencia  de  una  casa  de  juego 
que  funcionaba  en  la  sección. 

Bien  mirado,  no  huy  motivo  para  proce- 
der con  tanta  energía  contra  los  hipno- 
tizadorfs. 

Por  que  si  damos  un  salto  prodigioso, 
y  de  casa  de  Bermellón  pasamos  al  local 
(de  la  Exposición  Preliminar  de  la  (ie  Chi- 
cago, exclamaremos,  sin  poderlo  remediar. 

¡Cuánto  hipnotizado,  ó  sugestionado! 

¡Valiente  preliminar! 

Es  malo  con  ganas. 

Especialmente  on  lo  que  á  pinturas  se 
refiere. 

Sin  estar  sugestionado,  no  es  posible  pin- 
tar cosas  como  las  que  se  han  pintado 
para  causar  la  admiración  del  mundo, 
allá  en  Chicago. 

A  1  o  tratarse  de  sefioritas,  citaríamos 
cuaHrop. 

Pero,  no.  No  es  suya  la  culpa. 

El  culpable  es  el  gobierno,  que  consiente 
que  la  «Escuela  Argentina  de  Pintura» 
se'a  lo  que  es. 

¡A  no  ser  por  cuatro  distinguidos  pin- 
tores, el  arte  estaría  l)ien  representado 
en   la  Exposición! 

;Ah'...  los  cuatro  pintores  no  han  estu- 
diado los  modelos  que  se  exponen  en  el 
local  con  la  siguiente  nota: 

Modelos  seguidos  con  éxito  completo  du- 
rante el  curso. 

¿Con  éxito  conijüeio? 

Que  venga  Dios  y  lo  vea. 

¡Valiente  éxito! 

'\  no  cerpor  los  productos  del  suelo  ar- 
gentino, y  ¡jor  unas  cuanta-^  instalaciones 
que  hacen  honor  -a  la  industria  del  país, 
¡bonito  papel  haría  la  República  en  Ciii- 
cago! 

¡Éxito  completo.' 

Parece  alusión  á  unos  chorizos  que  vi 
expuestos,  y  que  recuerdan  Ií)S  de  La  Xa- 
o*o?z  de  feliz...  recordación. 

¡Ea!  ¡que  estamos  sugestionados! 


POR    EL  ARTE 


Tenia  Emilia  Pérez 

muchísima  riqueza: 

de  artista  presumía. 

y  en  pos  de  sus  ideas 

gastábase  el  dinero 

en  tubos  y  paletas. 

Montó  un  taileí'  magnifico. 

tapices  compró  y  sedas. 

y  ricos  ornamentos, 

y  lámparas  soberbias. 

y  cascos,  armaduras. 

espadas  y  rudeias. 

costosas  porcelanas. 

espejos  de  Venecia 

y  telas  de  maestros: 

en  fin,  arjuello  era 

el  prodigioso  estudio 

con  que  el  artista  sueña. 

Quería  Emilia  Pérez 

pintar  una  pel(\i, 

en  el  romano  Circo 

entre  hombres  y  entre  Heras. 

J)e  libros  y  pinturas. 

.=acó  Jas  más  completas 

noticias  de  est,;is  luchas. 

Buscó  luego  sin  tregua. 

detalles  de  los  trajes 

que  usaban  en  tal  época. 

Pintó  del   Poliseo 

la  conmovida  aren:i, 
,las  gradas  en  (|ue  estaba 

la  muchedumbre  inmensa. 

el  trono  de  lo-^^  ("rsares. 

las  cortesanas  hembras 
en  (luienes  de  la  orgia 

veíanse  ai'm  l:is  huellas. 

y  tuvo  un  dispcad(» 

león  de  gran  melena. 

que  le  sirvió  de  estudio 

para  inntar  las  fieras. 

Más  ¡ay!  ¿,y  los  modelos 

para  el  desnudo  atleta? 

Quedóse  nuestra  artisla 

at(')nita  y   perpleja, 

¿,cnmn  salir  del  trance-? 

¿('(ano  encontrar    (|ui'  ii    fuera 

el  gladiador  fornido 

que  ante  el  Icm  no  tiembla. 

y  (ine  al  estar  desnudo 

su  inmenso  vigor  muestra:' 

Un  mani(iuí  no  sirve. 

¿C(')mo  lograr  su  idea-.' 

Emilia  suíre  y  llora 

y  arroja  la  paleta. 

pues  acabar  no  piieiJe 

su  tela  predilecta 

¡Para  ella  no  li;iy  modelo! 

Pues  no  está  bien  (pie  tenga 

un  hombre  ante  .sus  o;(\s 


i^'  r^^'  =A  -  xff  t-  j^7t:^i^g^Sg>,^'^ 


804 


EL  CASCABEL 


desnudo  ¡qué  '/ergüenzal 
y  así  no  puede  verlo 
Ja  jóren  que  es  soliera. 

ir 

.     AI  fin  Emilia  Pérez 
tranquila  y  satisfecha, 
logró  realizar  una 
magníllca  ocurrencia. 
Diversos  caballeros 
en  torno  de  la  bella, 
solícitos  buscaban 
su  amor  ó  sus  riquezas. 
Emilia  decidióse 
y  su  elección  fué  hecha 
en  uno  muy  fornido 
y  bruto  por  más  señas. 
Se  unieron  y  gozaron 
la  dicha  más  completa, 
y  Emilia  pudo  entonces 
seguir  en  su  tarea. 
Por  último  la  artista 
de  su  labor  contenta, 
en  un  certamen  público 
expuso  la  gran  tela. 
Juzgóla  obra  de  mérito 
la  crítica  benévola, 
mas  fué,  el  gladiador,  gusto 

para  las  malas  lenguas. 

Quien  dijo  que  tenia 

los  brazos  y  las  piernas. 

lo  mismo  que  un  a  nigo 

que  Elvira  conociera 

por  medio  de  su  esposo, 

á  petición  de  ella. 

Habia  maldicientes 

los  que  de  aquel  alíela 

decían,  fué  modelo 

un  mozo  de  Cañuelas, 

<iue  con  Elvira  Pérez 

tenía  conferencias. 

Yo  no  concedí  crédito 

á  fábulas  tan  necias. 

y  fui  á  casa  de  Elvira 

qne,  igual  que  siempre  bella. 

mirábame  á  menudo 

con  aire  de  estrañeza. 

Habló  con  su  marido 

muy  bajo  y  con  cautela, 

y  fuese  al  poco  rato 

mirándome  risueña. 

Resumen  de  todo  esto 
es,  fjue  el  esposo  de  ella, 
para  su  mujer  r|uiere 
que  yo  modelo  sea. 
Pretende  hacer  un  cuadro 
sobre  (;osLumbres  griegas, 
y  en  él  un  Dios  Apolo 
desea  que  aparezca. 
Del  tal  seré  modelo 
y  á  mí  me  dá  vergünza, 
pero  me  sacrifico 


tan  solo  por  que  vea, 
que  yo  en  cuestiones  de  arte 
no  opongo  resistencia 
y  con  Elvira  quiero 
hacer  una  obra  á  medias. 

José  M".  Mendoza. 

-^ímm- 


SABLAZOS 


os  hay  de  muchas  cla- 
ses. 

De  punta,  de  filo,  de 
revés,  de  piano,  etc. 
Pero  los  más  temi- 
bles no  son  los  que 
como  la  calumnia 
«van  directo  al  cora- 
zón». 
¡Cá! 

Hay  otros  mucho  más  lastimadores. 
Los  que  van  dirigidos  al   bolsillo. 
Esos  si  que  para  ser  parados  con  tiempo, 
necesitan   encontrar    un  maestro    consu- 
mado... 

Por  lo  menos  un  maestro  que  lo  sea, 
tanto  como  el  que  esgrime  el  arma  invisi- 
ble y  traidora. 

Porque  el  sable  que  usan  los  sablistas 
de  profesión,  es  completamente  invisible. 
Durante  esta  época  del  año,  es  necesa- 
rio salir  á  la  calle  acorazado. 

Los  tan  aplaudidos  aguinaldos  de  fin  de 
año,  sablazos  al  fin  y  al  cabo,  están  en 
auge.  • 

El  peluquero,  el  zapatero,  el  confitero 
y  todos  los  eros  habidos  y  por  haber,  nos 
tratan  con  más  cariño  que  de  costumbre, 
á  fin  de  ponerní  s  tiernos  para  que  no  es- 
catimemos el  aguinaldo  de  fin  de  año. 

Conozco  un  joven  tendero,  y  secretario 
de  una  sociedad  recreativa,  que  es  tan  pre- 
sumido,  que  no  puede  serlo  más. 

Sobre  todo  su  peinado  es  una  obra  de 
arte,  especialmente   por  delante. 

¡Cuántos  tarros  de  pomada  le  cuesta  la 
graciosa  curva  con  que  el  cabello  corona 
su  ardorosa  frente! 

Y  ¡cuantas  niñas  se  han  rendido  á  sus 
pies,  exclamando  C')n  entonación  de  con- 
tribuyente, es  decir,  lastimera;  ¡Oh  Am- 
brosio!... ¡soy  tuya,  pero  no  abuses,  que 
papá  es  muy  bruto!  ¡Te  aviso,  y  me  decla- 
ro sierva  luya!  Esta  berruga  que  tienes 
ahi,  en  la  mitad  del  carrillo,  y  esa  ondila 


fí 


'.  %f  ■'t'^sí^fw^m^^^^-  ':^éT^^^^^!^^^''''W 


■■'■f:^' 


áL  CASCABEL 


805 


que  surca  tu  frente  me  han  dominado... 
pero,  repiic,  no  abuses  de  mi. 

Pues  ¡calculen  Vds.  mi  sorpresa  al  en- 
•contrar  el  otro  dia  á  Ambrosio,  con  una 
«abellera  que  podía  competir  con  la  de 
"Guido  Spanol 

— ¿Qué  es  eso? — le  dije— te  has  vuelto  ro- 
mántico, ó  tenias  frió  en  la  cabé¿a? 

— No  amigo. 

— Vamos;  será  exigencia  de  alguna  vic- 
tima de  la  ondita... 
-No  me  hables  de  ella. 

— ¿De  la  victima? 

—De  la  ondita.  La  he  suprimido  momen- 
táneamente, hasta  que  se  acabe  eso  de  los 
aguinaldos... 

— ¡Ah¡  ¡ya  entiendo!  Es  una  medida  eco- 
nómica. 

—Si;  porque,  como  tengo  fama  de  rum- 
boso, si  voy  á  la  peluquería  la  fiesta  me 
costará  un  dineral.  . 

— ¡Ah...! 

Volviendo  á  los  sablistas  y  á  los  sablazos 
y  dejando  que  los  Ambrosios  ostenten  me- 
lena si  quieran,  confesaré  que  entre  un 
industrial  que  me   felicita  con  mal  fin,  ó 


un  individuo  que  me  detenga  en  la  calle  y 
me  cuente  una  historia  triste  para  sacarme 
después  un  peso,  me  quedo  con  el  primero, 
y  pago. 

Antes,  lambien  pagaba  á  los  segundos. 

Pero  un  dia,  un  sablista  de  profesión  se 
comprometió  á  enseñarme  la  manera  de 
dar  sablazos  á  la  alta  escuela. 

Empezó  la  conferencia,  qoe  fué  en  estre- 
mo interesante. 

El  hacia  las  preguntas  y    las  respuestas. 

Su  inventiva  era  maravillosa. 

Por  fin,  después  de  la  sesión  de  esgrima 
me  pidió  cinco  pesos. 

— Déjamelos,  por  íavor,  me  decía. 

—¡No  me  da  la  gana!  le  contesté. 

Este  quite  maestro  me  salvó. 

El  profesor  de  sable  confesó  que  no 
había  visto  parar  nunca  un  golpe,  con  la 
maestría  con  que  yo  lo  paré. 

Ya  lo  saben  Vds. 

¡Si  les  embiste  uno  de  esos,  nada  de  ro- 
deos! 

Todo  lo  puede  un: 

—¡No  me  da  la  gana! 

Eustaquio  M.  Pérez. 


EN    EL  SKATING    RINK 


Niñas  que  usáis  patines 
sin  precauciones, 
no  vayáis  al  skating 
sin  pantalones. 


806 


EL  CASCABEL 


LA  TENTACIÓN  DEL  SANTO 


El  aire  á  su  oido  lleva 
de  las  Heras  el  rujido. 
y  el  santo  sigue  embebido 
en  sus  rezos  en  la  cueva. 
Solo  el  murmullo  cercano 
se  escucha  del  manantial, 
y  el  silencio  sepulcral 
no  turba  un  eco  mundano. 
San  Antonio  en  la  abstinencia 
santamente  va  viviendo, 
y  ¡versos  está  leyendo 
para  mayor  penitencia! 
Del  más  oscuro  rincón, 
surge  una  nube  brillante; 
y  risueña  y  palpitante 
de  ella,  una  hermosa  visión. 
Es  una  mujer  desnuda 
que  al  mirarse  tan  hermosa, 
por  cubrirse,  ruborosa, 
pide  á  su  cabello  ayuda. 

Y  al  extender  el  tesoro 

fjue  hay  en  sus  rubios  cabeKos. 

queda  cubierta  con  ellos 

en  un  manto  de  hebras  de  oro. 

El  santo  la  vé  y  suspira, 

pero  se  hace  el  distraído 

y  finge  estar  abstraído, 

más,  de  reojo  la  mira. 

Una  mirada  que  quema 

siente  el  santo  sobre  si, 

tanto,  que  ya  no  vé  allí 

ni  los  ripios  del  poema. 

Y  aquella  mirada  ardiente 
sigue  fija  en  él,  en  tanto, 

y  ya  no  vé  el  libro  el  santo 
y  suda  copiosamente. 
Llega  pasito  á  pasito 
junto  al  asceta  la  hermosa, 
y  alli  con  voz  melodiosa 
dice  á  su  oído: 

— ¡Antoñito! 
Dime,  ¿porqué  te  contienes? 


¿No  ves  que  por  tí  me  abraso? 

Di,  ¿porqué  no  me  haces  caso? 

¡Qué  lindos  bigotes  tienes!    , 

Alterado  San  Antonio, 

se  alza  y  con  gesto  de  agraz, 

exclama: 

—¡Déjame  en  paz! 
¡Anda!  ¡Márchate  al  demonio! 
—¿Y  me  vas  á  dejar  ir? 
¿No  te  gusto  acaso? 

— Nó: 
y  si  me  gustases,   yo 
no  lo  podría  decir. 
— ¿No  encuentras  ningún  encanto 
en  estas  líneas  graciosas? 
— ¡Cállate,  porque  esas  cosas 
no  puede  oirías  un  santo! 
Y  sin  dejarse  vencer 
por  tantas  gracias: 

—¡Atrás! 
dijo,  y  echó  á  Satanás 
disfrazado  de  mujer. 


El  santo  estuvo  valiente, 
y  en  suma,  no  soltó  prenda; 
saliendo  de  la  contienda 
limpia  y  victoriosamente. 
Mas  según  cuenta  la  historia; 
que  debe  estar  enterada, 
parece  í|ue  no  hubo  nada 
de  mérito  en  tal  victoria. 
Lucifer  se  eciuivocó; 
pues  con  apariencia  hermosa 
en  una  mujer  preciosa, 
pero  rubia,  se  tornó. 
Una  rubia  de  las  buenas; 
y  en  esto  la  erró  el  demonio, 
porque  al  fin,  á  San  Antonio, 
le  gustaban  las  morenas. 


Luis  García. 


'  Tg-  ¿^  -^^  -'■''-pif^-^^-'r^\?\^íT^ 


~*r  v^f^-^l^^^i^i(^^ye«^'^^:^i^!^'^ 


EL  CASCABEL 


8or 


LA  MUJER  ÜE  MI  AMIGO 


AY    horas   del    demo- 
nio  en    ([ue    se  trastor- 
na cualquiera;  mi  amigo 
Antonio  á  quien  conocí 
en    una   sociedad  de  la 
([lie  formábamos  el  cua- 
dro   de  aficionados,  se  enamoró.   Su  tras- 
torno llegó  al  grado    máximo,    se  le  hizo 
crónico  y...  se  casó,  sin  que   de   nada   le 
.valieran  mis  consejos. 

Sus  primeros  meses  de  matrimonio  se 
deslizaron  como  es  casi  Oi'  rigor  en  estos 
casos. 

—¿Me  quieres? 

—  ¡Te  adoro! 

—¿Me  amarás  siempre? 

—  ¡Toda  la  vida! 

—¿Hasta  donde  ine  ([ii¡ei-es? 

—  ¡Hasta  aili!. . .  y  etc.  etc. 

La  mujer  de  Antonio  era  bastante  ha- 
cendosa, tenia  también  algunas  habilida- 
des culinarias  pero...  er?t  de  las  clasifica- 
da s;9C^a./o.sas.  Si  tenia  el  pobre  marido 
necesidad  de  salir  (]e  noche  y  corría  un 
poco  de  aire,  no  contenta  con  hacerle  ves- 
tir de  invierno,  le  hacia  llevar  el  sobre-todo 
y  en  previsión  de  algún  resfrio,  dos  pañue- 
los de  mano,  y  uno  de  seda  para  el  cuello. 
Después  que  lo  despedía  como  si  su  mari- 
d()  se  fuese  al  Bosforo,  y  cuando  ya  él  ha- 
bía bajado  las  escaleras  y  se  disponía  á 
salir  á  la  calle,  oía  á  su  cara  mitad  que  le 
decía: 

— Antoñito;  que  le  abrigues. 

— Pero  si  apenas  puedo  respirar. 

— Que  no  tardes,  Antonio,  no  me   tengas 
ciDn  cuidado  ¿eh? 

— A  las  once,  estoy  aquí. 

—Ven  antes,  si  puedes. 

— Procuraré  hacerlo...  Adiós! 

— ¡Ah,  Antonio:  si  estoy  acostada  cuando 
vuelvas,  le  encontrarás  el  té  preparado. 

— Gracias,  hija  mia,  gracias!  Ahur! 

—¿Llevas  la  llave,  cariño? 

— Sí.  pichona,  si.  Vaya,  adiós... 

— ¡Escucha! 

—¿Qué  quieres? 

—No  dejes  de  llamarme  cuando  vuelvas. 

— Descuida,  alma  mia.  Hasta  luego. 

—No  te  entretengas,  querido. 

— ¡De  ninguna  manera!  Hasta   después. 

En  resumen,  con  aquel  acopio  de  reco- 
mendaciones llegaba  Antonio  tarde  á  su 
obligación. 


AI  otro  (lia,  con  motivo  de  caer  cuatri) 
gotas,  su  esposa  le  suplicaba  <{ne  no  asis- 
tiera á  la  oficina. 

— Pero,  monona  mia  ¿y  el  cotidiano  [)u- 
chero?- 

— ¡Mañana  irás  tonto! 

— Pero  considera  que  llevo  ya  cuatro  fal- 
tas este  mes.. 

— ¿Pero  Antoñito.  como  pretendes  salir 
con  estetlia?  Anda,  (¡uédate  á  mi  lado,  no 
seas  tonto...  ¿ya  no  me  (juieres? 

— Si  mujer-,  hasta  la  pared  de  enfrente, 
pero  la  oficina. .  > 

—¡Qué  simple  eres!  Veras  como  no  te  di- 
cen nada... 

Accediendo  á  tantas  súpiicas,  no  salia  de 
su  casa:  por  la  noche  recibía  una  esquela  de 
atención  firmada  por  el  Jefe  de  la  oficina. 

—Mira  á  le  que  das  lugar:  mira  á  loque 
conduce  mi  debilidad... 

—¿Quieres  tomar  algo? 

—No  me  refiero  al  estómago:  se  trata 
de  mi  debilidad  de  carácter...  Toma  y  lee. 

— No  hagas  caso:  mañana  te  presentas 
y  das  cualquier  escusa. 

Cuando  Antonio  se  presentó  en  la  oficina, 
recibió  un  raspa  de  su  jefe,  y  tuvo  (]ue 
soportar  los  dicharachos  de  sus  demás 
I  compañeros.  El  caso  es  que  mi  amigo  se 
iba  quedando  demacrado;  tantas  atencio- 
nes, tantos  mimos,  tantísimos  cariños  le 
tenían  mas  delgado  que  un  pagaré  de  can- 
to. El  pobre  enfermó;  ¡desdichado  de  él!  Su 
casa  no  fué  casa,  pasó  á  ser  droguería; 
tisanas,  purgas,  jarabes,  pildoras,  un- 
güentos, vomitivos,  emplastos,  sinapis- 
mos; aquel  infeliz  tragó  cuanto  le  di(j  su 
cariñosa  mujer,  sufrió  fricciones,  baños  á 
todas  las  temperaturas,  los  sinapismos  y 
cáusticos  menudeaban,  en  fin,  cunj...  per 
milagro! 

La  convalecencia  fué  larga.  ¡Que  no   su- 
frió aquel  pobre  Pérez! 

—¡No  leas! 

-¡Bien!  5; 

— ¡Lee  Antonio! 

—  Como  quieras. 

—Antoñito,  sal  un  ratito  al  balcón. 

—¡Allá  voy! 

—Esposo  mío,  creo  que  hace  mucho  vien- 
to; ¿porque  no  te   metes  dentro?  ¿Quieres. 
alguna  cosa"^ 
-¡No! . 

Y  en  esta  forma  todo  el   día! 
Pérez  curó. 

Su  cara  mitad  se  formó  mas  impertinen- 
te quenunca,  claro,  comenzó  con  los  anto- 
jos! Como  nada  hay  eterno,  aquella  buena 


5^ÍB^S;k;;  '-}r'-'i'--f:rvvs.í^;v^»^^^-;-.- "-  :M^  --■«7«:«^Sl;^;^?:'í?»^?í■^^  •/ ;;        -      -^^-^M: 


808 


BL  CASCABEL 


LA  PALIZA  POR  EQUIVOCACIÓN 


—¡Va  viene!    ¡ÜiiPiia  te'  espera! 


Los  primeros  acordes 


— ¡Toma  r/idnrlio! 


—¡Te  liemos  de  arrancar  la  piel! 


,^ 


ff"^ 


—¡Ya  tiene  bastante! 


—¡Caramba!  ¡V.  dispense!    Nos  hemos  eijui- 
vocado.  ¡Esperábamos  á  otro! 


'¡:'-^fíWv^i}7yW^^^^W^^!^Wf^^ 


--..  .-r-'.'.-^  i«,.f.   «jr^- 


EL  CASCABEL 


809 


TIPOS    CAl_L_EJEROS 

LA,    TURCA 


De  M;i liorna  se  .-5e[)ai-a, 
en  nuestra  iglesia  se  ampara. 
y  eslo  hace,  obrando  con  tino, 
para  poder  beber  vino 
y  no  lavarse  la  cara. 


810 


EL   CASCABEL 


señora  tuvo  un  mal  parto  y  partió  de  este 
valle  de  maridos,  dejando  al  suyo  en  ple- 
na gloria. 

— Vamos  hombre,  le  decía  yo,  ahora  de- 
bes animarte;  vuelve  á  la  sociedad,  prepa- 
ramos un  gran  baile  y  vamos  á  ejecutar 
una  comedia;  te  repartiremos  un  papel. 

—Gracias,  renuncio  á  mi  puesto  en  el 
cuadro  de  aficionados, 

— ¿Porqué? 

— Porque...  ¡no  quiero  tropezar  con  algu- 
na comedia  en  que  tenga  que  casarme! 

Juan  Berengvcr. 


-^^~ — 


NO  QUIERO  MÚSICA! 


Yo  er;i  feliz,  pues  creía 
presa  ¡iluso!  del  engaño, 
que  el  aguinaldo  este  año 
al  cabo  se  suprimía. 
Lleno  de  goce  sincero 
en  la  barbería  entre, 
tomé  asiento  y  me  entregué 
al  gallardo  peluquero. 
Este,  con  la  voz  de  un  niño 
por  mi  salud  preguntó-, 
y  su  tarea  empezó 
con  delicado  cariño. 
Me  eciió  flores  á  destajo 
y  me  aduló  en  demasía, 
en  tanto  me  embellecía 
por  arriba  y  por  abajo. 

Y  el  hipócrita  barbero 
me  incensaba  sin  cesar 
diciendo; 

—  ¡l-.^s  ese  lunar 
hermoso  como  un  lucero! 
Por  último  me  afeitó, 
dijo:  Servidor  de  i/sle, 
y  entonces  me  levanté, 
y  entonces  me  cepilló. 
Yo  me  iba  ya  y  el  maldito 
tomó  mi  brazo  al  instante, 
y  con  acento  insinuante 
dijo: 

—¿Quiere un  numerilo? 
I^uede  caerle,  señor, 
pues  esta  caja  rifamos, 
de  música,  y  celebramos 
la  rifa  en  nuestro  favor. 

Y  toca  divinamente 

con  bombo  y  á  toda  oríjuesta, 
y  cada  número  cuesta 
dos  pesos  únicamente. 
—¿Nada  más?  Pues  es  muy  poco. 
i'omé  el   número,  pagué 
y  á  la  cálleme  marché 
murmurando  como  un  loco. 
Solo  el  pensarlo  me  irrita 
y  ahora  otra  cosa  me  altera. 


¿que  haría  si  me  cayera 
aquella  caja  maldita? 
Nada;  estaría  raijiando 
cuando  tocase  una  pieza, 
con  la  idea  en  la  cabeza 
de  que  me  estaba  afeitando.. 
Cuando  tocase  un  bole)'o 
¡es  claro!  me  irritaría, 
y  yo  no  se  lo  que  haría 
cuando  tocase  el  Barbero. 
Seria  en  exceso  fuerte, 
¡que  no  me  caiga  señor! 
yo  renuncio  á  tanto  honor 
y  rechazo  tanta  suerte. 
Yo  les  cambio  todos  esos 
goces,  por  lo  que  se  quiera; 
¡vaya!  ¡y  le  doy  á  cualquiera 
la  suerte  por  los  dos  pesos! 

S.  Garrido. 


EL  COCHEROJE  CASA  RICA 

(Bocetito  naturalista) 


L  bueno  de  D.  Marcial  de  la  Selva 

todo  le  sonreia. 

La  fortuna   en  primer  término 
Los  amigos  y  pamsilos. 

Y  linalmenle  su  hermosa  mujer. 
¡Ah...!  Las  sonrisas  de  Lucia  hacían  fe- 
liz á  D.  Marcial. 

De  modo  que  á  este  no  le  faltaba  nada 
absolutamente. 

Tenia  dinero,  mucho  dinero.  Vivía  en 
una  casa  lujosamente  arreglada.  Un  bata- 
llón de  sirvientes  lujosos  y  estirados  le 
servían. 

Además,  como  un  hombre  de  las  condi- 
ciones de  D.  Marcial  no  podia  tomar  el 
tramivay^  6  un  coche  de  i)laza,  tenia  uno 
de  propiedad,  eleganiisimu,  el  que  hacía 
arrastrar  por  dos  hermosas  yeguas  nor- 
mandas. 

¿Y  el  cochero? 

¡Ah!...  el  cochero,  Jo.sé  ó  Pepe,  según 
los  casos,  era  el  prototipo  de  los  del  gre- 
mio. 

¡Lo  (¡ue  sabía  el  cochero!... 

Sabia,  en  primer  lugar,  que  la  encanta- 
dora mujer  de  D.  Marcial  tenía  un  amante. 

Y  aún  sabia  mas. 

Sabia  que  el  amante  era  primo  hermano 
de  la  señora,  y  que  vivía  en  la  calle  Are- 
nales número...  y  'jue  lodas  las  tardes 
entre  cuatro  y  cinco,  Manolito,  asi  se  lla- 
maba el  primo,  celebraban  entrevistas... 

y--- 


KL   CASBABEL 


811 


LA  HERENCIA  DEL  TÍO 

POR    CABAN     D'  ACHE 


Dumingo 


Jueves 


Lunes 


Viernes 


Martes 


Sábado 


Miércoles 


Domingo 


^^'^^fW^'??^  'í?''4f^^ffT5^?-'«l 


7      KV      TT     1*^ 


.  „„.  ?-^6i|^  ^^Ti;-*5?Sl  ^ff:^¡tfíg^-.'fi»<SJl     ^ 


»12 


EL  CASCABEL 


Esto  lo  sabia  el  cochero,  porque  i  a  se- 
ñora iba  en  coche  y  tenia  gran  confianza 
en  Pepe  que  ¡esu  sil  era  muy  reservado. 

También  sabia  el  tal  Pepe  que  D.  Mar- 
cial, no  contento  con  tener  una  esposa 
guapísima,  se  permitía  el  lujo  de  estar  en 
relacioííes  intimas  con  una  viuda  de  mu- 
chas campanillas,  muy  guapa  y  muy  reti- 
rada del  mundo. 

Las  entrevistas  entre  D.  Marcial  y  la 
viuda  se  efectuaban  de  noche,  en  casa  de 
la  que  parecía  inconsoloble  señora.  ; 

Noturalmente,  esto  lo  sabin  Pepe,  por 
que  como  D.  Marcial  acudía  á  la  cita  en  su 
coche... 

— Buena  tamilia,  solin  decir  para  sus 
adentros  el  cochero. 

La  señora  con    el  primo. 

El  señor  con  la  viuda... 

Todas  son  idas  y  venidas.  ¡C3mo  abu- 
san del  coche!  / 

En  fin  ¡allá  ellos! 

Yo,  me  limito  a  ver,  callar  y  cobrar.  No 
puedo  quejarme  de  mi  suerte. 

II 

— Hola,  hola...  dijo  el  cochero  al  ver  que 
ia  señora  subia  al  coche  y  le  ordenaba  se- 
camente: 

— A  Santo  Domingo! 

Hoy  no  hay  entrevista  á  lo  que    parece... 

¿A  qué  la  señora  y  el  primo  han  trona- 
do?... ¿A  qué  irá  la  señora  á  Santo  Domin- 
go? ¿A  rezar?...  ¿Se  habrá  arrepentido? 

¡Eal  A  mi  tanto  me  importa  aguardar  en 
la  puerta  del  templo,  como  en  olía  puerta... 

¡Pobre  primo!  Dios  le  ha  tocado  el  cora- 
zón á  la  señora. 

— ¡A  casa!— aijo  esta  al  salir  de  Santo  Do- 
mingo. 

Y,  á  casa  encaminó  los  pasos  de  las  ye- 
guas el  reservado  cochero. 

Llegó  la  noche. 

Don  Marcial,  como  de  costumbre,  hizo 
enganchar. 

— Ah,  el  señor  por  lo  visto  no  se  ha  arre- 
pentido aun!  dijo  el  cochero  castigando  á 
las  yeguas,  que  emprendieron  veloz  carre- 
ra hacia  la  casa  de  la  viuda. 


III 


¡Las  cosas  cambian  en  este  ii.undo' 
Esta  máxima  es  del   cochei-o,  que  de  la 

noche  á  la  mañana  tuvo  que  abandonar  su 

elevado  puesto. 
Es  decir,  tuvo   que  bajar  junto  con  sus 

patrones. 


Estos  se  arruinaron.  Un  bajón  fenome 
tial  de  ciertas  acciones  les  obligó  á  vender 
casa,  muebles,  coche,  yeguas...  y  ¡natu- 
ralmente! Pepe  fué  despedido. 

El  ya  lo  olía. 

Notaba  cierta  cosa  inesplicable  en  sus 
pa  trepes. 

Asi  es  que,  sangrándose  en  salud,  buscó 
conchavo  y  le  halló  precisamente  en  casa 
del  primo  de  su  expatrona. 

El  primo  era  un  calavera. 

Pronto  su  cochero  supo  de  memoria  to- 
dos los  nidos. 

Pepe  estaba  otra  vez  en  su  elemento.  Sa 
bia  al  dedillo  todos  los   trapícheos  en  que 
andaba  metido  su  nuevo  patrón. 

De  los  antiguos  no  se  acordaba  Única- 
mente una  noche  tuvo  un  recuerdo  para 
ellos,    especialmente  para  D.  Marcial. 

Y  fué  que  Manolo  al  subir  al  coche  le  dio 
una  dirección  conocida. 

¡La  de  la  viuda! 

El  lio  aquel  de  D.   Marcial. 

Andrés  Soler. 


OE  DOMINGO  A  D0MI.4G0 


En  la  Coiyiedia  y  en  el  San  Martin  se  ha 
representado  simultáneamente  la  aplaudida 
zarzuela  de  Chapi,  letra  de  Aza  y  fiamos 
Carrion.  El  Rey  que  rabió. 

En  ninguno  de  los  citados  teatros  ha  al- 
canzado la  obra  el  éxito  que  merece,  debido 
á  (jue  no  todos  los  artistas  tienen  facultades 
para  ei  género  grande. 

Ello  no  obstante,  el  público  ha  acudido  a 
la  Comedia  y  al  Sa"  Martin,  demostrando 
con  esto  que  desea  ver,  zarzuelas  en  tres  ac- 
tos, y  que  ya  esta  cansado  de  piezas. 

En  cuanto  al  desempeño  del  Rey  que  rabió, 
sin  descollar  ningún  artista,  fué  solamente 
discreto  en  los  dos  teatros,  llevándose,  hasta 
cierto  punto  la  palma  el  San  Martin,  debi- 
do sobre  todo  á  la  orquesta  que  es  numerosa 
y  disciplinada,  y  á  dos  decoraciones,  espe- 
cialmente la  del  palacio,  que  gustaron  bas- 
tante 

La  Comedia  tendrá  que  volver  al  reperto- 
rio chico,  y  volverá  con  provecho. 


ive-      i.¡^-:i-'^,^^:r^wr 


jC;-'-,  •  i-'í^^f  ÍW!n^f*íff?r^^Syíi.í^?TT^ 


BL  CASCA  BtíL 


813 


Julio  Ruiz,  Orejón,  Ja  Aceves  y  demás  ar- 
tistas pueden  hacer  conocer  muchas  piezas 
viejas  ya  en  España,  nuevas  para  nuestro  pú- 
blico, y  lo  harán  seguramente,  cosechando 
Jos  aplausos  (jue  se  merecen,  en  especial  el 
primero  de  los  actores  citados,  que  en  obras 
como  ¡Eh...!  á  la  plaza!  y  otras  que  sería 
largo  enumerar,  raya  á  envidiable  altura,  que 
diría  un  modernista  volviendo  los  ojos  á  Pel- 
le^rini. 

En  cuanto  á  la  compañía  del  San  Marlin 
digimos  que  esperábamos  verla  en  el  trabajo 
grande. 

La  hemos  visto...  y  nos  resulta  chica. 

Y  eso  que  Ja  (íarcia  no  Jo  es. 
Ni  como  mujer,  ni  como  artista. 
Tanibien  digimos  en  eJ  número  pasado  que 

diríamos  algo  de  los  nuevos  artista  con  que 
cuenta  el  cada  vez  más  concurrido  teatro  de 
la  Zarzuela. 

La  señorita  Linares  vino  precedida  de  gran 
lama.  Hasta  líi  fecha  no  hemos  notado  en 
ella  nada  extraordinario,  como  no  sea  un  fí- 
sico muy  agradable.  Esperamos  verla  en  obras 
nuevas,  de  su  repertorio  para  encontrar  jus- 
tificada la  fama  y  aplaudirla. 

La  señorita  Cátala,  nueva  también,  tiene 
escasa  voz,  pero  en  cambio  es  graciosa,  toca 
la  guitarra  y  baila  que  es  un  primor.  En  una 
palabra;  anima  la  escena  y  se  hace  aplaudir. 

Félix  Mesa  es  el  de  siempre. 

Simpático,  elegante,  gracioso  y  con  faculta- 
des, pero...  se  empeña  en  exagerar  y  en  ha- 
cer contorsiones  que  no  son  necesarias  en  un 
actor  como  él,  quien  siempre  se  ha  de  hacer 
aplaudir  sin  necesidad  de  apelar  á  ciertos  re- 
cursos. En  Siie'w  Dorado,  Baraja  Francesa 
y  otras  ha  sido  muy  aplaudido. 

La  señorita  López  pronto  abandona  la  com- 
pañía. 

Y  Juárez  sigue  como  de  costumbre,  hacien- 
do reir  al  mortal  más  taciturno. 

La  compañía  del  Apolo  está  en  la  mala, 
('•mo  suele  decirse. 

Apesar  de  los  esfuerzos  de  la  aplaudida  To- 
más y  de  la  señora  Muñoz,  y  á  pesar  del  tra- 
bajo esmerado  de  Roldan,  el  público  se  mues- 
tra frío. 

Tal  vez  las  obras  nuevas  <|ue  se  anuncian 
logren  animar  la  sala  de  Avolo. 

En  Onruhia,  ópera  italiana  y  poca  concu- 
rrencia.. 

Cualquiera  diría  que  nos  hemos  tomado  á 
lo  serio  lo  de  oir  ópera  en  invierno,  única- 
mente. 

Aunque,  no;  lo  (jue  pasa  es  que  el  público 
no  ha  tomado  á  lo  serio,  la  compañía  que 
actúa  en  el  jeUalore  de  la  calle  Victoria. 

Llegaron,  por  fin,  los  hermanos  Mariani,  y 
su  numerosa  compañía. 

E:  éxito  ha  sido  de  los  iiuenos. 

Xí  un  asiento  ciuedó  p^r  vender,  la  noche 
del  estreno. 


En  conjunto  la  compañía  es  buena.  Cuenta 
con  elementos  muy  notables  y  f-nenta  sobre 
todo,  con  la  afición  del  público,  que  es  lo  que 
más  le  interesa. 

Ahora  solo  falta  que  los  programas  sean 
variados,  y  que  no  se  abuse  de  los  saltitos, 
los  aros  y  las  cintas  y  de  las  amazonas,  que 
desde  la  creación  del  mundo  hacen  los  mis- 
mos ejercicios. 

El  público  que  asista  al  Politeama,  tiene  la 
seguridad  de  no  encontrarse  con  un  Fahicho 
como  el  que  ¡ay!  nos  largaron  una  vez  en  un... 
picadero,  de  cuyo  nombre  no  nos  acordamos. 


Ah...!  Para  que  se  preparen  Vds.  les  diré 
que  el  número  próximo  aparece  el  28,  día 
de  inocentes. 

AhopH.  la  inocentada  que  preparamos  ya 
no  les  toniapdde  improviso. 


.\h(")i'a  resulta  que  El  Cascabel  es  uti 
periódico  iiiiiioral.  pornográfico  y  una  pof- 
ción  de  cosas  por  el  estilo. 

Asi  lo  hace  saber  un  diario  (jue  se  llam.i, 
aunque  par'ezca  mentira  Tlte  Times  of 
Argentina,  en  un  suelto,  escrito  en  inglés 
naturalmente. 

El  The  e-^e,  ó  el  Timo  of  (¡uf!)  dico  que 
las  familias  no  deben  leer  El  Cascabel. 

Las  familias  inglesas,  naturalmente. 

¡Bien,  hombre:  muy  bien! 

Para  reir  un  rato  los  lectores  del  Ti/no 
afva  tienen  bastante  con  él  TJ/c  citado. 

¡Con  gállelas  se  lo  tomen! 


ondencía 


Í71Ü.— si:  que  vale  por  ciento. 

Men(/aiio.—T)e\e  Vd.  recuerdos  á  Zutano  y  A  Pe- 
rengano, p-ro  ipor  favor!  no  escriba  Vd.  más. 

Elut/  y^.— ;Ei  asunto  es  tan  manoseado...! 

M.  .  !/  C—Vero...  tengo  una  duda  cruel.  ¿Lo 
manda  Vd.  para  el  número  inocentado  ó  par.i  el 
número  almanaque? 

T.  .4.— No:  un  soneto  íi  Saenz  Peña,  y  un  soneto 
malo,  es  una  crueldad  que  no  concibo  iii  consiento. 

Quedan  varias  cartas  por  contestar. 


¡g^^fr^'srs^^^r'  «r??««^|^?*«|!^^R»>!í  s!?» » ■*=»•  x  w^:;T^^w^^W^w^^^W^^'''^r^^^^^^'^i^^'* 


Jf'f.T'.f^ 


X 


814 


EL     CASCABliL 


EL  CASCABEL 

SEMANARIO  FESTIVO  ILUSTRADO 

Director:    ENRIQUE   COLL 

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CONDICIONES   DE  LA  SUSCRIPCIÓN 

Capital:  3  meses g    1.50 

Provincias:     Los    señores    Corre-^ponsales 
fijarán  el  precio. 

Número  corriente »    0. 10 

»         atrasado »   0.15 


SE  DESEAN  AGENTES  Y  CORRESPONSALES 


9  39 


rí'jí  acción  y  administración 

—  9)3  9'   (altos) 


CENTRO  DE  SUSCRIPCIÓN 

2164— CHILE— 2104 
Se  reciben  diarios  y  semanarios  españoles 

Madrid  Cómico. 
Blanco  y  Negro. 
La  Tomasa. 

Las  Dominicales. 
Barcelona  Cómica. 
El  Iir;parcial. 
La  Saeta. 

La  Lidia. 
El  Liberal. 
La  ^\Tada. 
El  Dia  de  Moda. 
La  Campana  de  Gracia. 
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Exportación  de  frutos  del  pais.--Iniportacioi 
de  productos  españoles  en  gensral. 

Sedan  giros  á  la  vista  sobre  todas  las  capi- 
tales de  España  wn  heiieíicio  para  el  toma- 
dor. Se  dan  giros  sohi-e  los  pnchlos.  tamhípr 
con  beneficio 

llora»^  de  <los|>a«"li<».  Los  di;is  liábiles  (1< 
10  a.  m.  á  ;!  p.  m.  Los  dias  festivos  de  9  a.  m 
á  11  m. 


CIGARROS 

Acaban  de  ponerse  en  venta 
nuevas  marcas  de  cigarros  en 
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COOI'KHA'IIV.N      rKLi:FüMC.\.    2011 

ADVERTENCIA 

Se  previene  al  público  (|ue  la  far-macia 
establecida  en  la  calle  Hivada,  (]ue  fué  an- 
leriorniente  deD.  C^uilieruio  41.  OnnweII, 
se  vendui  á  I).  Dieiro  Spro.it.  (luion  no  es 
l'armacéulico.  de  modo  i\\w,  dicha  farma- 
cia no  «»s'  ya  de  i'raiiwell  sino  de  Sj)r(-ial. 

LA    ÚNICA 

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Atendida  personaluieiite  por  su  i)ropie- 
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Edmundo  E.  Granwell 

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Teodomiro  Suñé 

KSCIUliANlí   IMTlLICt) 


OFICINA: 

PIEDAD  NÚM.   513 


La  r.ibreri;!  La  Victoria  de  .Xlberlo  Jíns  (jue 
estabn  sitiiad:i  en  X'icinria  \-¿-li\  3o  se  mudó  á 
la  calle  Piedad  1037  al  1041  entre  .\rtes  y  Ce- 
rrito. 

Selecto  surtido  de  obras  teatrales  del  anti- 
guo y  moderno  repertorio  español.— Kdiciones 
económicas  de  zarzuelas  en  un  acto  (comple- 
tas).—(irán  colección  de  comedias   intaniiles. 

Se  reciben  suscricioiies  pai-a  d  año  ]s'.t3,  á 
la  «Ilusirafión  i-:spañola  y  Americana)-,  al 
«Salón  de  la  .Moda-i.  «Moda  Klegaiite»  «La  Es- 
tación», etc..  <Mc. 

1037— PIEDAD— 1041 


810 


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KL  CASCA  HKI. 


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¡ATENCIÓN! 


EL  día  4  DE  ENERO 


APARECERÁ 


KL   PRIMER  NUMERO  DEL  SEGUNDO  ANO 


f\ÍIMERO- ALMANAQUE 


DE  32  PÁGINAS 


PORTADA     EN     COLORES 


PRECIO;     20     CENTAVOS 


Colaborarán   en   él    conocidos    escritores    festivos 


ILUSTRACIONES  DI::  CARAFFA,  DllLA  VALLE 


DEMOCRITO  II 


EUSEVI,     FPRTUNY,     MAIHARRO,     NICOLflU     COTANDa,     PARISI     Y    VAAMONDE 


LOS  SEÑORES  AGENTES 


PUEDEN    HACER      SUS    PEDIDOS 


!inp.  Oil'iniHí  |iK  LA  l'HH.  Mciir.S.rj-Nfirinii  .Ir  niiras  de  K.  Piii? 


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Afto  I     Buenos  Aires,  Diciembre  28  de  1892    Núm.  52 


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í:L  CASCilBM 


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afai. 


Nitor  propietario:  FRANCISCO  FERRÉS 


Redacción  y  Admioistracion:  ALSINA  939  (altos) 

HORAS  DE  OFICINA  DE  2  Á  5  P.  M. 

Precio  en  la  ciudad...    $  n.ioel  numen i 
Número  atrasado.. ..     dO.I.')         id 

Fotograbados  d*?  Emilio  A.  Coll  y  C' 


SEMANARIO  hKSTIVO  líJJSTRADO 


Director:  ENRIQUE   COLL 


NÚMERO-INOCENTADA 


POETAS    BUCÓLICOS 


l'i!  poeta  conocido, 
(le  talento  extraordinario, 
i|ue  tiene  gran  pareci<]o 
con  el  v;ite  ( 'andél;irio. 


b) 


818 


'.:ím 


El.  CASCABEL 


-»ígi»-^ 


•-»— ^AüA,  que  no  hay  quien  pueda  con  él. 

Unan  ustedes  este  número  al  que  se  es- 
tá preparando  para  venderlo  á  la  luz  el 
día  4  de  Enero,  y  digan  luego  después:  ¡va- 
ya un  par  de  cascabeles!! 

Este  diablo  de  Coll  es  el  hombre  H. 

Cuidado  que  tiene  suerte  con  el  nego- 
cio. 

Ustedes  no  lo  conocen,  nó?  Pues  yo  si. 
La  primera  vez  que  en  Buenos  Aires  me- 
tió !a  cabeza  en  esto  del  periodismo  cas- 
cabelero, se  echó  á  la  calle,  y  en  tres 
horas  y  cuarto  recorrió  casa  por  casa  y 
pieza  por  pieza,  lod^s  las  que  en  la  capi- 
tal habitan  los  pintamonas  del  respetable 
gremio  de  artistas  al  crayóti. 

Un  día  se  descolgó  por  acá  en  momen- 
tos para   mi  de  dolce  far  nienie;  empujó  la 
puerta  y  entró,  se  limpió  la  sudorosa  fren 
te,  tomó  asiento   y    preguntó   enseguida: 
«¿se  puede?» 

¡Oh!...  si  es  loque  yo  digo:  en  distin- 
ción y  maneras  no  hay  quien  gane  á  los 
periodistas. 

Confieso  que  me  hallé  cortado  delante 
de  aquel  rostro  de  porcelana,  benévolo  y 
sonriente  como  esas  cabecitas  alemanas 
de  hiscuit  que  ostentan  algunos  bazares  de 
la  calle  de  la  Florida.     (1) 

Pero  como  no  era  cosa  de  quedar  en  el 
concepto  de  aquel  estraño  por  un  tipo  ig- 
norante en  achaques  de  etiqueta,  hice 
una  inclinación  de  cabeza,  y  pregunté  á 
tiii  vo/: — ¿Que  querés,  che...  ¿quién  sos 
vos? 

VV  desde  aquel   punto  y  hora  fuimos   lo 
más  amigos  del  mundo. 

1 1 )    Clic  Dcni'icrito:  Déjate  ríe  i'inln'tnna )•....' 


¡Cómo  no  hablamos  de  serlo!  Verán, 
verán  ustedes  jqjiíe  modo  de  pedir  colabora- 
ción. 

Yo  soy  Enrique  Coll,  y  quiero  bien  po- 
ca cosa;  ante  todo  mil  gracias  por  el  ofre- 
cimietito.  •  Del  grabado  no  te  preocupes, 
que  ya  sabes  lo  bien  que  hace  esas  cosas 
el  carpincho  de  mi  hermano.  Por  cin- 
cuenta centavos,  la  lámina  central  que 
me  vas  á  dibujar,  te  la  puede  llevar  ua 
changador  allá  á  casa,  mañana  por  la  ma- 
ñana si  te  parece. 

Y  diciendo  y  haciendo,  echó  mano  aun 
atado  de  cigarritos  que  traía  la  muchacha, 
y  me  pidió  fósforos... 

A  los  pocos  días  salían  en  El  Cascabel 
los  más  artísticos  dibujos  de  mi  chiquilín.- 
era  una  página  de  grabados  que  daba  la 
hora. 

Yo  soy  asi;  cuando  hago  amistades 
con  gente  de  tono,  procuro  caranriclos  pa- 
ra los  muchachos. 

Ayer  me  lo  encontré  á  Enrique  en  el 
vestíbulo  de  mi  casa,  sujetando  con  la  ma- 
no extendida  un  papel  contra  la  pared.  A 
loíjuo  pude  ver,  retocaba  sendas  caricatu- 
ras con  un  lápiz  de  los  llamados  automá- 
ticos. 

—Mi  querido  Coll  —  exclamé — de  qué 
proyectos  tratas? 

— Estas  son  cuentas  mías  que  me  traen . 
algo  preocupado;  vamos  á  lo  que  importa 

— ¿Es  cosa  de  apuro? 

— Lo  es. 

—  Pues  adentro,  y  ex|>iicate  al  vapor, 
que  tengo  prisa. 

Es  el  caso,  uje  dijo,  luego  que  se  sentó 
cómodo  y  en  perfecto  equilibrio  sobre  una 
silla  chueca, — que  le  ofrecí  con  toda  la 
buena  intención  que  puede  suponer  cual- 
quiera,— es  el  caso  que  necesito  un  artí- 
culo sobre  la  influencia  histórica  de  los 
cascabeles  en  América,  y  vengo  á  que  me 
lo  escribas. 

Al  fin,  hombre  sabio,  ¡al  fin!  me  has 
comprendido.  Ya  las  trompetas  de  la  fa- 
ma, á  despecho  de  Cañé,  se  preparan  á 
modular  mi  nombre,  que  arrastrará  el 
pampero  por  todo    lo  alto.     ¡Un   artículo 


^W-r.  T"*í\*^^^^^ 


-!:¥^ 


BL  CASCABEL 


819 


mió  en  El  Cascabel!.  ..  pues  no  es  nada  lo 
•del  ojo. 

Como  la  ocasión  la  pintan  calva  me  di 
■trazas  de  agarrarla  por  las  pocas  mechas 
que  le  quedan.  Y  en  efecto,  hize  cuarti- 
llas, enseguida,  de  un  papel  que  habla  en 
un  armario,  con  tallarines,  y  puse  mano 
á  la  obra. 

Pero  sucede  á  veces  queá  lo  mejoi',  cuan- 
do me  inspiro  demasiado  suelo  no  hacer 
nada. 

Este  tropel  de  ideas  que  me  abruman 
itengo  que  ordenarlo  por  escalafón,  rae  di- 
je, asi  qué,  por  via  de  ensayo  pregunté  á 
¡Enrique  : 

— Dime.  conocistes  á  Fernando  VII? 

— Anduvimos  juntos  en  !a  escueta. 

— Pues  bien;  cuando  Fernando  séptimo 
gastaba  levitón  se  preparaba  la  célebre 
batalla  de  Lepanío.  De  todas  partes  del 
globo  cautivo  acudían  en  montón  brillan- 
tes ejércitos  á  los  toques  de  corneta  que 
•daba  Garibaldi. 

Por  toda  la  cristiandad  se  hacían  roga- 
tivas que  organizaba  Santa  Teresa. . .  La 
•conociste? 

— Leí  algo  suyo,  si;  era  una  buena 
pluma. 

— Se  luchó  por  fin,  se  peleó  bastante; 
rnas  no  hubieran  obtenido  los  cristianos 
la  victoria  si  Arquimedes  no  mata  al  bár- 
baro Selim,  sepultándole  la  pierna  de  un 
compás  en  la  barriga. 

Al  año  siguiente,  sabedores  los  turcos 
•otomanos  de  que  los  principales  instiga- 
dores de  la  matanza  habían  sido  los  in- 
•dios  del  Brasil,  determinaron  aparejar 
•una  flota  y  venir  á  batirlos.  No  se  les  pu- 
do impedir  el  paso,  por  cuanto  las  naves 
españolas  se  hallaban  en  reparación  en 
los  puertos  de  Pajares  y  Guadarrama. 
Treinta  fragatas  turcas  á  las  ordenes  de 
•Confucio  se  presentaron  una  mañana  del 
mes  de  mayo  frente  á  la  ciudad  de  Pelotas. 

I.a  escuadra  brasilera  compuesta  de  los 
acorazados  «Terror  dos  Mundos»,  «Fera 
"Serpente»  y  «Bota  Fogo»  rompió  las  hosti- 
lidades, y  estuvieron  dos  meses  metiendo 
bala,  — ¡déle!  y  ¡déle! 

Pero  al  fin  desembarcó  Confucio  y  pasó 
á  cuchillo  cuanto  pelotero  vio  por  delante. 
V.\  resto  de  la  indiada  se  subió  á  los  mon- 
des con  4C0. ÜOO  pés  de  cabalo. 


Napoleón  I,  á  cuyos  planes  convenia  la 
mas  perfecta  neutralidad,  observaba  los 
acontecimientos  desde  el  Egipto,  y  por 
matar  el  tiempo,  se  lo  pasaba  días  ente- 
ros sacudiéndole  el  polvo  con  un  plumero 
al  gran  l'araón  de  la  pirámide  Cheops; 
hasta  que  un  día,  aburrido  por  no  haber 
hecho  en  tantos  meses  una  de  las  suyas 
se  lo  sirvió  cocido  á  la  tropa,  diciéndoles 
que  era  tasajo. 

Y  en  tanto  continuaba  en  el  Brasil  el 
mismo  estado  de  cosas:  los  turcos  persi- 
guiendo á  los  brasileros  y  llevándoles 
siempre  el  ataque  por  retaguardia.  Mas 
la  guerra  no  podía  continuar  asi  por  mu- 
cho tiempo:  el  imperio  estaba  aterrorizado, 
ün  hombre  de  mucho  genio,  tenor  de  una. 
compañía  de  ópera  que  actuaba  por  aquel 
entonces  en  Chascomús  determinó  ir,  ha- 
cerse jefe  y  libertar  á  las  temibles  india- 
das brasileras. 

Aquel  hombre  era  Martín  Lutero. 

Se  presentó  en  el  campo  de  batalla,  ver- 
dadero campo  de  vivoras  por  las  infinitas 
que  allí  había;  no  hizo  mas  que  recono- 
cerlo y  dijo:  «¡Ahí...  estamos  del  otro 
ladoo.  Pidió  papel  y  pluma,  y  escribió  á 
Lucrecia  Borjia  que  estaba  tomando  ba-' 
ños  en  1' errara.  No  se  hizo  esperar  la 
contestación  con  el  pedirlo:  á  los  dos  años 
llegaba  á  Rio  Janeiro  una  ballenera  ro 
mana  cargada  de  pequeños  cascabeles 
de  latón,  cuyo  importe  cobró, en  pajjas  el 
capitán  francés  Parmentier. 

Lutero  hizo  reunir  y  traer  á  su  presen- 
cia todas  las  culebras  del  contorno;  les 
fué  atando  una  por  una  un  cascabelito, 
encargándoles  muy  seriamente  que  se  sir- 
vieran menear  la  cola  tnii  prunto  barrun- 
tasen la  proximidad  de  los  turbantes  ene- 
migos. Hecho  esto  las  m;indó  á  paseo. 

Desde  ese  momento  no  volvieron  á  to- 
marlas armas  los  nobles  brasileros,  antes 
bien  se  dedicaron  á  las  faenas  del  trabajo, 
viviendo  felices  y  despreocupados  entre 
los  frondosos  valles  y  seculares  iljosques 
del  interior.  Cuando  sentían  cascabeleo 
de  miles  de  colas  que  en  uní  extensión  de 
tres  leguas  á  la  redonda  se  agitaban  en- 
tre la  maleza,  seguían  un  poco  mas  ade- 
lante, se  establecían  de  nuevo,  y  en  paz. 
Como  sabían   la   traidora    táctica   de  los 


82Ó 


EL.  CASCABEL 


C'^i'^^^Wf^'^'^':'-  ' 


'•W^^m^i: 


turcos  no  tenían  mas  que  movilizarse,  mar- 
chando de  frente. 

Y  asi  concluyó  la  guerra,  pues  las  fa- 
tigas y  privaciones  por  un  lado,  los  yaca- 
rés y  las  arañas  peludas  por  otro,  dieron 
pronta  cuenta  del  enemigo. 

Si  quieres  mas  datos  consultaré  las 
obras  de  Goyo,  Levalle,  Leiria... 

— Nó,  es  muy  bastante,  ponme  eso  por 
escrito,  y  mándalo  á  la  imprenta. 

Y  asi  diciendo  se  marchó  contentísimo 
mi  amable  director,  dejando  ei  tintero  que 
estaba  sobre  la  mesa  allí,  en  su  mismo 
sitio,  y  ésta  cabeza  que  tanto  encierra,  li- 
bre de  un  fenomenal  bautismo  de  tinta. 

Remití  el  articulo,  y  dos  horas  después, 
recibo  la  siguiente  esquela:  «Enrique  Coll 
te  saluda,  declarándote  que  necesitaba 
una  lata  monstruo  para  al  público  el  día 
de  Inocentes.  Las  pruebas  de  imprenta 
están  tiradas;  te  autorizo  á  que  vengas  á 
darles  la  última  mano  para  que  salga  tu 
obra  corregida  y  aumentada  como  mejor 
te  plazca. 

Y  en  prueba  de  que  tal  hice,  firmé,  sig- 
né y  santigüé  de  mi  puño  y  letra  la  últi- 
ma cuartilla. 


Demócrito  II, 


-^^^ 


FIN  DEL  MUNDO 


A  Felipe  le  dio  un  día 
por  dedicarse  á  estudiar, 
y  comenzó  por  ahondar 
puntos  de  filosofía. 
Cayendo  en  el  pesimismo 
obtuvo  esta  consecuencia: 
«que  nada  logra  la  ciencia, 
pues  el  hombrees  siempre  el  mismo.» 
Y  tanto  á  leer  se  dio 
<iue  se  aisló  completamente, 
hasta  que  al  fin,  de  repente 
cierto  dia  se  casó. 
Mas  no  se  unió  por  amor 
que  fué  en  su  enlace  á  buscar, 
el  poder.se  dedicar 
á  .sus  estudios  me.jor. 
Siguió  con  afán  sincero 
leyendo  tomo  tras  tomo, 
y  al  año  sin  saber  como 
ya  tenia  un  heredero. 


A  la  par  que  en  un  profundo 

estudio  se  detenía, 

y  un  magno  libro  escribía 

titulado  «El  Fin  del  Mundo.» 

Monumento  de  saber 

que  hacía  al  amojp  la  guerra, 

diciendo  que  de  la  tiera 

debe  desaparecer. 

Pedía  que  feneciese 

el  amor  de  cualquier  clase, 

que  el  hombre  no  se  casase 

y  no  se  reprodujese. 

Pidiendo  que,  en  conclusión, 

como  premio  á  su  maldad. 

muriese  la  humanidad 

por  inercia  y  consunción. 

Como  el  autor  deseaba 

que  su  obra  fuese  un  portento, 

sin  reposar  un  momento 

al  trabajo  se  entregaba,^ 

Y  á  la  sociedad  estraño, 
y  á  todo  trato,  escribía, 
y  un  nuevo  lomo  tenia, 
y  un  vastago  cada  año. 
Sus  libros  de  ciencia  llenos 
por  último  concluyó, 
aunque  en  la  obra  tardó 
unos  veinte  años  lo  menos. 

Y  Felipe  en  la  creencia 
de  que  metería  ruido, 

buscó  un    fragmento  escogido 

y  anunció  una  coníerencia. 

Delante  de  poca  gente 

su  teoría  leía, 

y  la  gente  que  le  oía 

se  marchaba  lentamente; 

pero  él  sin  apercibirse 

seguía  diciendo  así: 

— El  hombre,  creedme  á  mi, 

no  debe  reproducirse... 

Y  no  pudo  continuar; 

pues  la  gente  que  allí  estaba, 
¡burras!  y  ¡vivas!  le  daba 
y  le  aplaudía  á  rabiar. 
Bajó  la  frente  ardorosa 
el  buen  hombre  y  saludó, 
y  en  el  salón  ¡solo  vio 
sus  diez  hijos  y  su  esposa! 

Luis  García. 


EL  CASCABEL 


.821 


PEQUEÑAS    CAUSAS... 


(Letha  y  MiisiCA  DK  Aiidrés  Soler) 


Se  pelean  dos  chiquillo?; 
fjue  son  muy  malos  y  pillos. 


Por  su  culpa  las  mamas 
se  han  pegado,  así  no  mAs. 


"^Llegan  los  papas  fieros 
y  hablan  como  caballeros. 


Y  después,  como  villano.^ 
dejan  obrar  pié5  y  manos. 


Llega  la  autoridad  al  Un 
y  se  termina  el  motín. 


Kl  astuto  vigilante 
se  los  lleva  por  delante. 


822 


EL   CASCABEL 


HISTORIA   CABALLERESCA 


Don  Diego  Nuñez  de  L;ira 
se  encuentra  en  su  fiabitación. 
limpiándose  con  bencina 
las  mancljas  del  pantalón. 
Ouando  de  pronto  un  correo 
llega  y  ^ice— aquí  estoy  yo, 
y  le  entrega  un  pergamino 
que  asi  D.  Diego  leyó: 
•sQüerido  padre:  sabedes 
que   me  encuentro  en  Ja  AsniH-ióii 
•del  Paraguay,  descubierta 
/hace  poco  por  Colón. 
Que  estoy  con  el  mi  marido 
el  que  conmigo  casó, 
y  que  el  muy  tunante  creo 
(jue  me  quiere  hacer  traición. 
No  bien  toma  el  chocolate 
se  pone  majo  y  j adiós! 
se  larga  por  estas  calles 
en  la  una  mano  el  bastón. 
y  la  otra  mano  en  el  pomo 
de  su  tremendo  espadón: 
co"n  el  yelmo  en  la  cabeza 
y  las  botas  de  charol 
tan  brillantes,  tan  brillantes 
que  envidia  dieran  al  sol. 
si  fuese  negro  como  ellas 
pues  las  botas  negras  son. 
Con  su  gorguera  de  encaje 
ya  llamando  la  atención, 
con  sus  gregüescos,  sus  cal/as 
y  su  elegante  jubón, 
no  hay  mujer  que  le  resista 
en  toda  la  población. 
Mirad  padre  que  vengades 


para  vengar  el  mi  honor, 
pues  estoy  muerta  de  celos, 
estoy  muerta,  isi  señor! 
Si  tomas  mañana  el  tren 
temprano  en  Constitución, 
dentro  de  tres  ó  cuatro  años- 
llegarás  á  la  Asunción, 

Y  entrí!  vos  y  yo  daremos 
al  mi  esposo  una  lección, 
que  eso  de  ponerme  cuernos 
jamás  lo  consiento  yo. 
Venid  padre  que  os  espero, 
os  lo  pide  de  favor, 

ta  vuestra  hija  que  os  besa, 
lo  que  vos  queráis,  señor, 
ya  sabedes  que  vos  quiere 
é  vos  adora,  Leonor». 

Acabó  el  viejo  la  carta 
y  ilorr.ba  de  emoción... 
mandó  ensillar  el  caballo 
y  el  mandoble  se  ciñó. 
Sobre  una  hermosa  levita 
con  visos  de  paleto, 
bajo  el  patio  del  castillo 
y  en  el  alazán  montó. 

Y  clavóle  el  acicate 

y  por  el  puente  salió, 
la  calle  estaba  obscurísima 
pues  no  había  ni  un  farol. 
Paróse  el  viejo  de  pronto 
y  mirando  su  reloj 
de  sol,  meneó  la  cabeza 
y  á  un  teatro  se  dirigió, 
que  estaba  lleno  de  gente 


EL  jiCASCA^BEL 


823 


y  (le  gente  cotitme'il  l'aul. 
Se  daba  ¡\'iv<i  mi  ni'i.a! 
que  es  muy  bonita  función, 
y  al  final,  como  saínete 
lo'ii  autos  de  Calderón. 
El  ventrílocuo  D.  O'Kill 
iiue  con  l;t  barrif^a  habló, 
le  gustó  mucho  á  D.  Diego 
mucho,  rflncho  le  gustó. 
jJon  Diego  ya  no  se  acuerda 
«le  su  pobre  hija  Leonor, 
(|iie  de  su  marido  sufre 
desdenes  en  la  Asunción... 

Kn  todos  los  entreactos 
.■^aiia  á  tomar  un  choppe. 
y  ya  el  buen  viejo  sentía 
en  las  piernas  un  temblor... 

Y  en  la  sangre  unos  ardores... 
y  en  los  ojos  un  calor. 

más  el  fresco  de  la  calle 
un  poco  le  refrescó. 
Salió  del  teatro  hablando 
con  su  amigo;)),  l'alaor, 
vencedor  en  cíen  (rom  bates 
y  de  su  casa  señor. 
Pero  al  doblar  una  e.s(|uina 
¡Cielo  Santo!!!...  Lo  (jue  vio... 
sintió  helársele  la  sangre... 
y  un  nudo  al  cuello  sintió... 
Pues  su  propio  hijo  po'irii-o 
embozado  en  un  nianlón. 
i|ue  levantaba  la  espada 
por  detrás,  muy  farfantón . 
charlando  alegre  con  (VKill 
por  su  ladito  pasi)... 
echandj  mano  á  su  espada 
don  Digo  se  enfureció. 

Y  le  dijo— ¡Sinvergümza! 
y  ¡Mal  hijo!  ¡Estafador!... 
y  con  saña  y  con- enojo 

á  su  yerno  arremetió... 

Ya  iba  á  clavarle  el  estoque  .. 

á  partirle  el  corazón.. 

á  deshacerle  el  ()autismo... 

cuando  muy  cerca  gritó 

un  muchacho  ¡Ei,  Casca  hkl! 

y  D.  Diego  se  paró, 

con  alegre  regocijo 

y  olvidando  su  luror. 

Llamó  frenético  al  chico. 

oyó  el  chico  y  .se  acercó; 

más  al  pedirle  el  periódico 

c(m  fervor  se  santiguó. 

Y  dijo  una  cosa  fea 

y  una  oreja  se  rascó..., 

y  con  mucha  parsimonia 

el   dinero  se  guardó... 

¡Qué  era  el  día  de  ínocent  'sl 
l)on  Diego  ¡¡¡ayü!  ¡se  acordó! 

J.    Vaa  monde. 


UN  CASO  ORIGINAL 


Dibujos  ok  Filibkrto  de  Ouveira  <j:/.ai; 


%/^  iví.A  en  las  innfiediaciones  de  la  Pla- 
^     za  «íoneral  Lavalle    un  matrimonio 
sin  hijos. 

EL  de  profesión  peluquero,  tenia  abierto 
un  (istablecimiento  del  ramo. 

Ella  dirigía  un  negocio  de  modista,  junto 
al  de  su  esposo. 

.\mbos  vivían  dichosos  con  el  prodiido 
d<í  sus  establecimientos. 

Don  Modesto,  que  asi  se  llamaba  el  es- 
poso, era  todo  un  santo;  por  nada  se  inc^i- 
modaba. 

Los  conocía  de  muchos  años  y  me  trata- 
ban como  (le  familia. 

Un  día,  ¡día  triste!  me 
acordé  de  visitarlos,  y 
sin  llamar  a  la  ¡puerta 
penetré  como  Pedro  por 
su  casa. 

— ¡Qué  alegría  vú  á  te- 
ner D.  Modesto  en  cuan- 
to  me    vea   entrar!— me 
decía  pfira  mis  adentros. 
Kslaba    ocupad(j  en 
arreglar  sus    navajas 
cuando  yo  (^ntré.  y  sin  darle  tiempo  [)Hra 
nada  le  pregunté: 
—¿Como  le  vá.  D.  Modesto? 
¡Nunca  se  1»^  hubiese  dicho! 
Se  dio   vuelta  rápidamente,  agarrándo- 
me de  la  sola|)H  con  brusquedad,  y  con  aire 
amenazador  y  palabra  de,scompuesla   me 
dijo: 

—  ¡Ahora  vas  ;i  darme  cuenta  de  tu  ali-e- 
vi  miento! 
—¿De  que  atrevimiento,  D.  Modesto:' 
—¡Ahora,  ahora  lo  sabr.is!  Y  asi  (iicimi- 
do,  lomo  una  actitud  de  amenaza  como 
quien  está  pronto  .-i  ¿cumplir  un  ejemplar 
castigo. 

■     Declaro   franca- 
mente que  no   sa- 
bía lo  que  me   pa- 
saba.   Tomar  poi- 
loco  á  D.  Modesto 
«ira   aventura  rs(^. 
Algo  había  ocurri- 
do en  el   sen^j  de 
aquel  matrimonio, 
cuya    responsabi- 
lidad  se  me  debía  atribuir   á   mi.    ¡Y  era 
inocente! 
Con  los  gi'ilos  de  D.    Modesto  salió   la 


8^4 


EL  GASGABEL 


INOCENTES! 


Los  que  creen  en  promcsiis  del   ¡gobierno, 
que  luego  han  dormir  el  sueño  cternu. 


Los  que  van  en  hiciflo  o  bieicl<'t;i. 
tocando  con  d  timlire  la  retreta. 


'^'^l-^jk^^Ji':'-  ':^i,1iK^    /A 


V\  (lue  pasea  lleno  de  placer. 

y  se  aburre  en  un  coche  de  alquihM-. 


VA  que  pasa  su  vida  en  un.i  esquina, 
haciéndole  el  amor  á  una  vecina. 


■ -%. :  j^íí^aB 


■■S 


EL  CASCABEL 


INOCENTES! 


825 


l.as  pii rejas  de  Jóvenes  casado-; 
<iue  pasean  por  sitios  apartado*. 


Los  que  empeñan  su  aNrifíO;  aunque  lia^  i  l'n'o 
en  la  casa  que  llaman  uionlc  impío. 


I/)S  necios  que  se  aplastan  las  narices 
viendo  como  se  visten  las  actrices. 


La  ícente   candorosa  ((uc  confía 
en  que  le  ha  de  caer  la  lotería- 


-I^^r-" 


^^ffWW^ 


825 


EL  CASCABEL 


esposa^  que  al  verme  se  le  pusieron  los 
pelos  de  punta  y  dispuesta  a  ayudar  A  su 
marido  en  la  tarea  ingrata  ijue  euiprendia. 
Kii  presencia  de  aqueí  cuadro,  pronto  á 
estallar  en  tempestad,  me  apresuré  á  salvar 
lo  puerta  de  la  calle  y  eché  ú  correr  más 
ligero  que  si  fuera  perseguido  por  un 
inglés. 

Algunos  dias 
después  sabia  la 
verdad  de  las  cau 
sas  que  h  a  bi.t  n 
motivado  aquell») 
escena  turbulenta. 

El  número  43  de 
Kl  Cascabel  ha- 
bía publicado  en 
su  primera  página 
el  retrato  de  la  ac- 
triz Victoria  M,  de  Roldan,  con  los  siguien 
tes  versos  al  pie:  ' 

«Una  ventaja  notoria 
tiene   esta  artista  al  caiitai-. 
pues  sólo  con  principiar 
á  cantar  canta  I  ¿ctoria.» 

Kl  confitero  de  la  esíiuina  donde  vive  don 
Modesto,  descubrió  en  el  retrato  de  la  Rol- 
dan algo  de  parecido  á  la  espora  del  pelu- 
quero, y  dispuesto  á  jugarle  un  mal  ralo  se 
le  ocurrió  cambiar  el  de  la  actriz  cómica 
por  el  de  la  modista.  Al  efecto  hizo  impri- 
mir por  una  minerva  el  nombre  y  apellido 
de  la  señora  de  D.  Modesto  y  lo  pego  disi- 
muladamente con  goma.' Luego  hizo  (jiie 
llegase  a  manos  del  pelu({Uoro,  no  sin  an- 
tes haber  colocado  al  lado  del  retrato 
mi  lirma.  exactamenie  copiada  porh.ibil 
mano. 

r)()n  Modesto,  sin  dar  con  el  juego,  cieyó 
<|ue  se  trataba  de  una  atrevida  broma  <le 
mi  parte,  broma  que  \o  ofendía  ;i  la  vista 
del  público. 

Queda  explicado  el  odio  que  desde  aquel 
momento  me  profesaba. 

Fraticisco  forltunj. 


CARTA  ABIERTA 


(üastrada  por  an  cajista  de  naestra  imprenta) 

V^^UERiüo  amigo:  No  n\e  choca  e;l  sa- 
blazo, porque  estamos  en  crisis  todavía^ 
i\  pesar  de  la  baja  del  oro  y  de  las  ilusio- 


nes del  Dr.  Romero.  Pero  lo  que  me  choca, 
es  la  frescura  con  que  se  viene  Vd  á  darme 
ese  sablazo  á  mi,  ¡Yo  escribir  un  articulo! 
y  ¿nada  menos  que  para  El  CASc;ABELt 
¡Apaga  y  vamonos!  ¿Usted  no  sabe  que 
desde  chiquitín  he  sido  siempre  en  materift 
de  «'scritos,  la  desesperación  de  mis  maes- 
tro^ y  de  jnip;«|^píis?¿Vd.  i;)0  gqbe  que  mis 
nfayores  eneniigos  eran  las  planas  de  Itur- 
zaeía  grabadas  por  Gangoiti,  y  hasta  las 
plumas  que  eran  de  avestruz,  tanto  que 
desde  entonces,  enseguida  que  veo  -A  on 
avestruz,  me  acuerdo  de  mi  maestro? 

Aquí  venían  bien  aquellas  redondillas- 
del  1).  .luán  Tenorio. 

'<  Si  es  broma  puede  pasar 
pero  A  ese  estremo  llevada...» 

Porque  es  lo  que  yo  digo. 

Enhorabuena,  que  me  hubiesen  usledes^ 
pedido  verbo  y  gracia,  el  retrato  de  la  Lui- 
sa Tomás,  ó  la  caricatura  de  la  López,  o 
una  decoración-para  el  cuarto  acto  de  Los 
Sobrinos  del  Capitán  Grant,  que  buena 
falta  les  está  haciendo  ú  los  de  la  Comedia» 
¡Pero  un  artículo!  Vamos;  le  digo  á  usted 
que  tiene  gracia  la  solicitud,  y  si  no  supie- 
ra lo  guasón  y  \o  pelma  qne  es  Vd.,  se  me 
figuraría  que  había  sido  cosa  :del  general 
Mansilla.  que  entre  paréntesis  y  dicho  sea 
con  perdón  de  Levalle,  es  el  general  más 
partícula)'  que  he  visto. 

En  fin,  toda  vez  que  esto  ha  de  ser  pu- 
blicado en  dia  de  inocentes,  y  pues'o  q^ue 
me  encuentra  como  aquel  que  dice,  con 
las  manos  sobre  el  requesón...  (en  este 
punto,  se  me  acaba  el  papel,  de  manera 
que  tomo  otra  cuartilla  y  sigo). 

...  Con  las  manos  sobre  el  requesón,  voy 
á  contarle  ;i  Vd.  una  cosa  muy  buena.  <|ue 
me  ocurrió  anoche. 

Figúrese  que  estaba  dibujando  una  ca- 
ricatura que  le  prometí  á  un  amigo,  hará 
unos  30  meses,  es  decir,  poco  tiempo  des- 
pués de  la  revolución,  ó  mejor  dicho,  poco 
tiempo  después  de  habérsele  acabado  las 
municiones  al  general  Campos. 

Al  amigo,  le  gustan  .mucho  las  caricatu- 
ras, en  lo  cual  se  parece  á  Orejón.  En  cam- 
bio á  mi,  se  me  parece  en  muchas  otras 
cosas,  incluso  en  lo  holgazán,  en  que  él  es 
moreno  y  yo  soy  rubio,  y  pn  qne  yo  soy 
más  guapo  aún  que  él,  diga  que  nó,  y  en 
que  él  me  lleva  diez  ó  doce  kilómetros  de 
longitud,  tanto,  que  cuando  voy  a  visitar- 
le, me  cuesta  cinco  pesos  de  otra  visita 
que  le  tengo  que  hacer  al  Dr.  X.  para  (|ue 
me  enderece,  no  sé  cCiantas  costillas  que 
se  me  desquician. 


WW'  -^'"^^^-W^-  '-'-''' 


EL  CASCABEL 


82- 


CUATRO    PIES    F»ARA    UN     BANCO 


COMO  ENTRAN 


CÓMO  SALEN 


828 


EL  CASCABEL 


□  Bueno;  el  caso  és  iba  a  hacer 
la  caricatura,  cuando  ¡oh!  ¡fata- 
lilé!  se  me  rompe  la  punta  del 
lúpiz.  Naluralmenle,  como  los 
dibujos  hechos  con  lápices  asi, 
i-esultan  de  manera  que  tampoco  seles  vé 
la  punía,  me  levanté  y  me  fui  á  buscar  el 
resto  de  un  antiguo  cortaplumas  de  que 
me  sirvo  yo  para  esta  clase  de  manipula- 
ciones. 

Y  aquí  viene  lo  gordo,  mi  hija  Angelila 
que  es  una  revoltosa  é  inocente  niña  de  23 
meses  (¡digo,  á  mi  me  parece  que  será  ino- 
cente!) pero  que  sin  embargo,  suele  hacer 
gala  á    veces  de   l<is  excelenteá  aptitudes 

■n  artísticas  de  su  papá,  tan  pronto 
I     como  yo  sali,  se   encaramó  á  la 
I     mesa,  tomó  una  pluma,  y  tajo  por 
aquí,  mandoble  por  allá,  vea  Vd. 
I    como  puso  la  efigie  del  amigo. 
¡Y  vaya   Vd.  á  enojarse  con  una  moco- 
suela  de  23  meses! 

Le  he  referido  esta  inocentada,  porque 
no  se  me  ocurre  otra  más  mócenle,  y  por- 
^{ue  viene  á  pelo. 

Pero  quedamos  en  que  cruz  y  raya. 
Vamosá  ver;  ¡Qué  pensaría  Vd.  si  le  di- 
jesen que  el  olmo  daba  peras,  ó  que  habían 
hallado  cinco  pesos  en  las  arcas  del  Ban- 
co Nacional,  óqueei  L)r.  Cañé  sabe  loque 
se  pesca! 

Que  era  mentira  ¿no?  Pues  más  dispara- 
tado es  suponer  que  yo  pueda  escribir 
artículos  legibles. 


A     EL  JL  A 


Conque;  punto,  y  Da  Capo. 
Suyo: 

Artmu).' 


/'Jifseri. 


^^ 


ondencía 


-^ 


Por  hoy  suprijnimos  contestaciones. 

(breemos  que  la  mejor  manera  de  solem- 
nizar la  festividad  e.-=i  la  que  adoptamos: 
publicar  algunas  composiciones  de  las 
muchas  que  recibimos  diariamente. 

Ahora,  juzgue  el  país  y  convénzase  de 
que  la  cosecha  se  presenta  mala. 


Recostada  en  un  sillón 
por  vez  primera  te  vi 
y  al  punto  en  mi  corazón 
una  pasión  furiosa  sentí. 

ir 

Con  tu  cuerpito  divino 
y  esos  ojitos  renegridos 
¿(iui('n  seria  tan  beduino 
píir;t  no  trastornarse  los  sentidos? 
III 

La  nociie  siguiente  soñé 
(pie  en  mis  brazos  descansabas 
y  sobresaltado  desperté 
pero  eran...  las  almohadas. 
I  [II 

Por  ti  me  estoy  muriendo 
y  esto  no  pued'e  durar, 
pues  ni  aún  durmiendo 
te  consigo  olvidar. 

V 

Esta  es  y  lo  será , 
la  última  que  te  escribo 
y  si  no  me  quieres  contestar 
considera  que  por  tí  me  suicido. 

C.   V. 


Señor  Director: 

Sírvase  publicar  en  el  festivo  semanario 
que  V.  dirije  lo  m.is  abajo  descrito,  por  si 
lo  cree  publicahle.  Kn  caso  contrario, 
tenga  á  bien  dignarse  depositarlo  en  el 
canasto  de  las  reliquias  literarias. 

*      * 

Muy  rellenado  en  el  duro  banco 
de  un  tramway  ibame  cierto  día 
cuando  siento  del  iz(iuierdo  flanco; 
soplo  acariciador  que  pedía 
con  voz  inocente  al  par  sencilla: 
—¿Quiere  tocarme  la  campanilla^ 
¿Como  resistir  á  tal  pedido? 
(dije)  Señorita  como  nó; 
y  del  dicho  al  hecho  lué  seguido 
pues  (casi)  al  instante  se  paró. 

s.  s.  s. 

E.  P. 


A  LA  VIUDA  DE  UN  MILITAR 


Señora  doña  Ruperta: 
Lo  (]ue  le  voy  á  decir 
es  que  esta  noche  estoy  solo 
y  no  se  me  venga  allí  .. 
Porque  me  trae  usted  cansado 
con  su  modo  de  decir, 
que  es  viuda  de  un  soldado 
de  aquella  (luardia-civil 


>'tF^^T^'T^   o/t'V-"'. 


v;if?!:?^?ví?K5w^ 


EL  CA8BABEL 


ssft- 


LA  PINTURA,  POR  Luis  García 


-< 


•J(^0>J\Á^^-'^ 


I         'i^wVwi^a^    x^vL^vo-an 


que  grandes  disgusto  ha  dudo 
á  tanto  pobre  infe  iz. 
No  le  privo  quf  u^te  I  hable 
y  cuente  de  su  viudez 
pero  no  valla  por  cusa 
que  me  trae  ya  lo. -o  usted. 
Cuénteselo  usted  á    u  abue:a 
que  esa  ya  tiene  por  que 
aguantarle  ú  usted  la  v^la 
y  hacer  un  grande  papel, 
(lue  no  íi  un  mozo  de  mi  edad 
al  lado  de  tal  viudez 
para  que  la  juventud 
ya  no  me  pueda  ni  ver. 
Por  usted  tanto  quererme 
(mando  yo  no  sé  (|uerer 
á  péneles  tan  antiguo 
como  lo  vá  siendo  usted. 
Señora,  le  soy  muy  claro 
mas  claro  no  puedo  ser 
con  decirle  que  por  vieja 
yo  no  le  puedo  querer. 


Que  por  mucho  que  se  empeñe 
en  hacerse  usted  valer 
con  traerme  regalitos 
y  botellas  á  beber 
yo  ¡nunca,  ¡nunca?  señora 
la  puedo  querer  á  usted, 
(.'on  que  con  esto  ya  espero 
que  me  dejara rá  usted  en  paz 
y  vállase  á  los  infiernos 
que  yo  me  voy  á  casar 
con  una  niña  muy  guapa 
que  va  derramando  sal. 


MA-T. 


Espero  del  Direcior 
(^ue  cuando  dees!o  se  ría 
dispense  del  escritor 
las  faltas  de  oi-loarafia. 


I  Señor  Director: 

Crea  (pie  ini  i'lea.  es  muclio  mejor  que 


S^m^^^if^^ 


830 


EL    CASCABEL 


todos  los  pleonasmos  que  todos  ustedes 
escriben;  Pues,  tenga  la  vendad  de  publi- 
car este  gran  pensamiento;  Si  pobre  y  des- 
nudo e  nacido,  pobre  y  desnudo  quiero 
que  a  la  agua  me  echen,  es  decir;  cuan- 
do muerto  esle,  pero,  en  un  cajón  en  for- 
nui  una  boya  para  siempre  andar  nadando. 


Nota. — Si  no  publican  lo  que  mi  con- 
ciencia me  indica,  le  garanto  Señor  Di- 
rector, que  cuando  venga  á  cobrar  el  tri- 
mestre le  diré,    no    quiero    mas   Fli.  Cas- 

4;abf,i,; 

s.  s.  s. 

B. 


AMORES  EN  LA  PLATEA 


¡Las  ocho!  . 

Y  el  levita  no  é  puesto. 
Óeseguro...  por  supuesto 
■(\ue  la  que  me  tiene  chocho... 
ya  estará  en  la  platea. 
Demonios,  mas  prisa  por  dios. 
¡Tenemos  abono  los  dos 

en  el  teatro  la  Comedia! 
Ks  morena  encantadora 
(le  muy  grasiosa  sonrrisa. 
¡Demonios!  ¡demo.snos  prisa! 
"lue  ya  se  haserca  la  hora! 
¿Sus  dientes?  son  tinas  perlas 
_¿Sus  cabellos?  json  echlceros! 
¿Y  sus  ojos?  ¡son  dos  luceros! 
Qne  esas  prendas  yo  por  verlas 
tengo  un  dolor  marcado 
porque  al  verlas  con  tijesa 
ella  vuelve  la  cabeza 
[)ara  mirar  á  otro  lado. 
Si  esa  flor  que  idolatro 
[>eiisara  lo  que  aquí  arde... 
¡Caramba!  ¡no  se  nga  larde, 
que  esta  lejos  el  teatro! 
La  are  mia  si  .señores 
inia  sola  sera  esa  ilor 
que  sus  ojos  son  puro  anuir 
;>.u  seno  jardin  de  amores. 
¡Estoy  hecho  un  galante! 
¿Mt'  mirara  esta  noche?  no  lo  .s«'' 
l'ero  en  fin...  procuraré 
haserme  el  interesante. 

ri 

Aun  no  á  comensado 
L;i  luncion  no  interesa 
ami  solo  esa  belleza 

Y  la  ingrata  no  á  llegado. 
¡Ya  á  llegado!  ¡Qué  placer! 
j_N   vamos  si  es  seduelora! 


que  morena  encantadora...! 
ya  se  sienta...  creo  ver 
Y  se  ha  Hjado  en  mí! 
¡Demonios  como  me.  mira! 
■si  cualquier  diría 
que  me  ase  señas  que  si. 
¡Es  usted  jardin  de  flores! 
¡Son  encantos  sus  negros  hojos! 
¡fuente,  sus  lavios  rojos! 
¡Su  \"oz  notas  de  amores! 
Vamos  nose  lo  que  me  digo. 
¡Demonios  como  me  mira! 
sino  fuera  pensaría 
¡que  me  llama  por  un  sino! 
Adoptaré  otra  postura: 
me  pondré  á  un  mas  derecho... 
jy  no  tengo.  .  mala  figura! 
Serrare  un  poco  los  hojos, 
¡Ola  me  adra  con  fijesa 
que  morena  (jue  interesa 
¡Me  dirije  los  anteojos! 
Pues  de  seguro  me  aserco 
al  aumenlarme  él  cristal  *^ 

¡Y  es  cosa  de  no  acabar! 
Me  estiraré  el  chaleco 
¡La  echisera  se  sonrrie! 
,me  arreglará  la  corbata 
¡por  al^o  se  ríe  la  ingratata! 
y  se  ríe  de  buen  grado! 
¡pues  con  el  apuro  al  venir 

la  corbata  y  el  chaleco  é  olvidado! 

* 

Si  puede  V.  publicarlos    le    agradesere 
mandando  algunos  mas  sin  interés. 

E.  S.  de  V. 


SONETO 

LA     BIBLIOTECA 


líenéflca  institución 
centro  de  luz,  y  gr;indeza: 
donde  deja  la  cabeza 
la  savia  de  la  razón 
que  e.s  don,  de  naturaleza. 
Por  los  ámbitos  del  mundo 
difundes  con  la  escritura; 
libertad,  literatura, 
religión,  y  amor  profundo. 
Lemas  de  sana  cultura, 
(jue  la  santa  iíiblioteca 
ofrece  al  género  humano; 
sin  penetrar  en  su  arcano 
el  sabio,  más  sabio  peca. 


T.   li 


F^^^ 


■  ■  -  J^í^'- "^K'S^^«^''»5^^ 


EL  CASCABEL 


831 


SUCURSAL 


DEL 


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establecida  en  la  calle  Rivada,  que  fué  an- 
teriopmente  de  D.  Gnillermo  A.  Cranwell, 
se  vendió  á  D.  Diego  Sproat,  t[uien  no  es 
farmacéutico,  de  modo  que  dicha  farma- 
cia no  es  ya  de  Oanwell  sino  de  Sproat, 

LA    ÚNICA 

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832 


EL  CASCABEL 


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EL  día  4  DE  ENERO 


EL  'PRIMER  NUMERO  liEL  SEGUNDO   AÑO 


••fe 


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Il.rS'l'HACIONl'ls  Di-;  CAHAFFA,  DKLA  A'ALLE  '  #\..  *    '    '' 


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EUSEVI,     FORTUNY,     MAIHARRO,     NICOLAU     COTANDm,     PARISI     Y    VAfllillONDt 


LOS  SEÑORES  AGENTES 


PUEDEN    HACER      SUS    PEDIDOS 


Imp.  COURBIFR  DE  U  PMTi.  Méjiro  S;!2_SeffíÓD  de  Obras  de  R.  Puis