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Full text of "El doble compresor: La teorí­a de la información"

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Ramón Casares 



El doble compresor 



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Ramón Casares 

El doble compresor 
La teoría de la información 



El doble compresor 

La teoría de la información 

I a edición (20100616) 



Publicado por www.ramoncasares.com 

© Ramón Casares, 2010 

Este libro queda liberado conforme a los términos de la licencia 
©®@ Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0, 
http : //creativecommons . org/licenses/by-sa/3 . 0/ 

ISBN-13: 978-1-4536-0915-6 
ISBN-10: 1-4536-0915-6 

4 



A mis hijos Ramón e Inés 



Valentín Fernández Vidal 
sabe de este libro 
más de lo que él mismo cree. 

Muchas gracias. 

R.C. 



5 



G 



El doble compresor 

La teoría de la información 
Ramón Casares 



§1 Mi compromiso 

11 • El propósito de este libro es hacer filósofos. El objetivo es que 
usted, después de leerlo, sea filósofo. Y lo será, se lo prometo. Aquí va 
mi compromiso: si usted lee completamente este libro, obedeciendo 
las recomendaciones que se encuentre, entonces cuando lo finalice será 
filósofo. 

12 • Otro modo de hacerse filósofo es ir a la universidad. Pero esa 
es una manera larga y costosa, y los tiempos ya no están para hacer 
tantos y tan prolongados esfuerzos. Aquí tomaremos atajos, tantos 
como sea menester para alcanzar nuestra meta. 

13 • Si a esta ganga se le aplican los precavidos consejos de la abuela, 
"lo barato sale caro", o los refranes populares del abuelo, "no hay 
atajo sin trabajo", es algo que usted mismo tendrá que juzgar. Yo, 
por supuesto, soy parcial, y mi recomendación es tajante: lea este 
libro para hacerse filósofo. Tenga en cuenta que si la alternativa 
universitaria le falla, habrá perdido años irrecuperables de su vida. 
En cambio, si lo que le falla es este libro, siempre podrá revenderlo 
o, en último término, regalarlo. 

14 • Supongo que ahora se estará preguntando usted por qué no le 
pongo el tranquilizador mensaje del comerciante seguro: "si no queda 
satisfecho, le devolvemos su dinero". Bueno, ya está puesto, aunque, 
claro, como aparece en una pregunta, no tiene valor legal. Pues si 
no lo tenía, ahora lo tendrá: si cumple usted las condiciones del 
compromiso del primer párrafo, y no es usted filósofo, le devuelvo 
su dinero. Mi abogada me obliga a aclarar que mis responsabilidades 
pecuniarias sólo alcanzan a la parte correspondiente a mis derechos 
de autor, que, y esto ya lo digo sin el permiso de mi abogada, son 
exiguos. 



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§2 La conspiración de los dioses 

11 • Aunque ya esté usted convencido de que, para ser filósofo, es 
más fácil y rápido leer este libro que ir a la universidad, puede seguir 
pensando que, aun así, ser filósofo no merece el esfuerzo de leer un 
libro, aunque sea corto. Al fin y al cabo, como decíamos antes, los 
tiempos no son propicios a los esfuerzos, por menguados que sean. 

12 ■ Los argumentos, sin embargo, son contundentes. Los filósofos 
somos lo más excelso y elevado de la raza humana. Nuestro saber es, 
¡a la vez!, el más alto y profundo, no sólo de todos cuantos saberes 
hay, sino incluso de los que haber pudiera. La sutileza c importancia 
de nuestros razonamientos no tiene igual en las ciencias ni en las 
artes, y por encima de todas ellas, como pináculo y epítome de todo 
conocimiento, se encuentra la filosofía. 

13 • La filosofía apenas se interesa por el conocimiento mundano, y 
desprecia la opinión. Lo que busca es la verdad más profunda, el 
misterio que se esconde detrás de la engañosa apariencia. La filosofía 
es una tarea de titanes empeñados en desvelar la conspiración de los 
dioses, que se complacen en engañar a los humanos comunes. 

§3 El primer principio primordial 

11 • Si comparáramos el conocimiento con un edificio, la filosofía se 
correspondería con la estructura. A los filósofos nos basta saber que 
los tabiques podrán sustentarse en el armazón que hemos dispuesto. 
Nos resulta irrelevante cómo serán las habitaciones que puedan cons- 
truirse con los tabiques, y una pérdida de tiempo considerar el color 
en el que se pintarán las paredes. Estas tareas se corresponderían con 
los intereses de las ciencias y las artes. Continuando con esta com- 
paración, los aspectos más mudables del edificio, como el mobiliario 
y la decoración, representarían el conocimiento más cambiante, que 
es la opinión. 

12 • Incluso dentro de la filosofía hay ramas primeras y segundas. A la 
primera se le denomina 'metafísica'. La metafísica termina en cuanto 
la cimentación del edificio del saber está dispuesta. Y aun dentro de 
la metafísica lo primero, el diseño del edificio, es la epistemología. 
La epistemología es el primero de los principios de la filosofía, que 
es el conocimiento primordial, porque su problema es determinar la 
posibilidad del propio conocimiento. 

13 • Esto explica que la relación entre nosotros los epistemólogos y el 
resto de los filósofos sea similar a la que existe entre los filósofos y el 
vulgo. El filósofo no se explica que el profano pierda sus energías en 



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asuntos mudables, que al poco tiempo pasan de moda y pierden com- 
pletamente su valor. El lego reprocha al filósofo dedicarse a asuntos 
abstractos, poco útiles para satisfacer las necesidades cotidianas. 
14 • En realidad, los filósofos que no son epistemólogos ven absolu- 
tamente innecesaria la tarea de la epistemología. Y, aunque están 
equivocados, resumiré aquí sus motivos. Piensan que dado que es 
evidente la existencia de conocimiento, determinar la posibilidad del 
conocimiento es un asunto superfluo y prescindible. Los epistemó- 
logos, en cambio, nos percatamos del desatino que supone elaborar 
conocimientos que, a la postre, podrían mostrarse falaces y faltos de 
todo fundamento. 

§4 Las grietas de la razón 

Ti • La falta de entendimiento entre los epistemólogos y los que no lo 
son se debe a que unos vemos un problema en donde los otros no ven 
dificultad. Para los que no ven un problema, el intento de resolución 
del supuesto problema es una actividad sin sentido ni significado, que 
nunca podrán entender. Cuando hay diferencias de criterio sobre la 
manera de resolver una dificultad, se produce, desde luego, desenten- 
dimiento. Pero cuando no se acierta a adivinar siquiera qué problema 
intenta resolver el otro, la incomprensión es total y la comunicación 
imposible. 

%2 ■ Estas observaciones me señalan el atajo que voy a tomar pa- 
ra hacerle a usted filósofo. Porque una de las tareas del filósofo ha 
de consistir en buscar grietas en la estructura del edificio del saber. 
Es decir, una de las ocupaciones de la filosofía consiste en el mero 
enunciado de problemas fundamentales o aporías. Ojo, no vale plan- 
tear problemas de decoración; han de ser problemas de estructura del 
conocimiento, o sea, verdaderas paradojas, o grietas de la razón. 
13 • Por supuesto, otras tareas filosóficas más laboriosas pretenden 
la construcción completa de nuevos edificios del saber. Es a lo que 
se dedican los filósofos con más coraje, a saber, a la elaboración de 
sistemas filosóficos propios. Pero también estas tareas supremas de 
la filosofía deben tomar en consideración los problemas encontrados 
en los edificios anteriores, para así no repetir los errores de aquéllos. 
De modo y manera que, incluso si usted me resulta finalmente un 
filósofo corajudo, podrá sacar provecho de la instrucción que aquí se 
imparte, que le convertirá en un experto en la detección de grietas. 



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§5 Mi plan 

11 ■ El plan consiste en revisar el edificio del conocimiento actual, 
buscando en él grietas y problemas estructurales. Haremos una ins- 
pección parcial los dos juntos, usted y yo, para que así aprenda a 
hacerla por usted mismo. 

12 • Las objeciones a mi plan pueden ser varias. Se me ocurren tres, 
que rechazaré una a una, explicando mis razones. 

13 • Una es que mi juego es destructivo, y no constructivo, porque 
si triunfa el plan y encontramos problemas estructurales, entonces 
lo único prudente es declarar ruinoso el edificio y derribarlo. Esto 
puede ser cierto, pero, en todo caso, es sólo la mitad de la verdad. 
Porque si el edificio fuera efectivamente ruinoso, entonces mantener 
nuestra vivienda en él sería insensato. Pero si nuestra inspección no 
encontrara grietas, y esta es la otra posibilidad, entonces nos per- 
mitiría sentirnos más seguros en él. Luego, en cualquiera de los dos 
casos, nuestro plan tiene mérito. Ademas, para saber construir vigas 
resistentes, hay que saber buscarles su punto de rotura. 

14 • Otro reparo es que el examen de un único edificio, el actual, pro- 
ducirá, sin duda, una falta de perspectiva, porque no se puede genera- 
lizar a partir de un único caso. Pero en este libro no tenemos espacio 
suficiente para estudiar las variadas estructuras de conocimiento que 
se han ido elaborando a lo largo del tiempo y en los diferentes luga- 
res del mundo. Además, encontrar grietas en un edificio que ya ha 
sido demolido supone un enorme esfuerzo, ya que primero hay que 
reconstruirlo. Y siempre quedará la duda de si la reconstrucción es 
tan precisa que incluso ha reproducido fielmente las grietas. 

15 • La tercera, y última, objeción es que la exploración debería ser 
exhaustiva, y no parcial. A esto digo que escribir la enciclopedia de 
las paradojas sería, desde luego, una tarea filosófica de primer rango, 
pero que no es el objetivo de este libro. Aquí sólo pretendo que mi 
lector, usted, sea capaz de apreciar las paradojas. Porque apreciar 
una paradoja es percatarse de un problema filosófico, es descubrir 
que lo obvio no es tal como se ve. 

16 • Quien da por bueno lo obvio, quien acepta todo cuanto ve, no es 
un filósofo. Filósofo es quien gusta de las paradojas. Filósofo es quien 
se cuestiona lo obvio. Mi plan consiste en enseñarle a cuestionar lo 
obvio. 



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§6 Descartes 

Ki • Antes de introducirnos en el plan para realizarlo, vamos a deter- 
nernos a examinar el propio plan. Porque desde dentro no se ve el 
bosque, se ven árboles. 

12 • Mi filósofo favorito es Descartes. Seguramente por esto mi 
plan es una simplificación del método cartesiano. El método carte- 
siano consiste en dudar de todo cuanto se sabe. La duda metódica 
desacreditó el recurso a la autoridad como base sobre la que elabo- 
rar la filosofía, y como consecuencia fundamentó las ciencias, cuyo 
juez definitivo es el experimento empírico, que se basa en la realiza- 
ción de mediciones que son replicables por cualquiera que tenga un 
conocimiento suficiente del arte. 

H3 • Cuando se trata de Descartes tengo que contenerme, porque 
fácilmente me extiendo más de lo necesario. El caso es que Descar- 
tes no está de moda porque decretó una diferencia insalvable entre 
la materia y el espíritu. Para él todo funciona como un mecanismo, 
excepto el pensamiento y el habla. Según la doctrina descartiana, 
las cosas materiales que existen realmente son máquinas cuyo funcio- 
namiento está determinado completamente por las leyes naturales, 
y no son, en consecuencia, libres. Por este motivo, nuestro hablar 
y pensar libremente no pueden ser asimilados, de ningún modo, a 
una máquina. Y, en razón a esta diferencia irreconciliable, concluyó 
Descartes que habían de existir dos substancias: materia y espíritu. 

14 • Las ciencias se centraron en el estudio de la materia y descubrie- 
ron muchas leyes naturales. Ha sido tanto, tan completo y absoluto 
el éxito alcanzado por las ciencias, gracias al método cartesiano, que 
la teoría filosófica hoy predominante, denominada materialismo por 
razones obvias, sostiene que todo es material; y todo es todo, así 
que también nos incluye a usted y mi. Para el materialismo la liber- 
tad no existe, y si nos parece que somos libres es porque sufrimos 
una ilusión. Podría ser, ya que, como nos enseñó Descartes, las 
apariencias engañan. 

15 • Los materialistas son ingratos, y a pesar de que se lo deben todo 
al método de Descartes, proclaman sin vergüenza que Descartes 
estaba equivocado. Dicen, a quien quiera oirlo y a quien no, que no 
hay espíritu, que todo es materia. Que no hay libertad, y que las 
leyes de la naturaleza rigen absolutamente todo cuanto acontece, sin 
excepciones. 



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§7 Sólo Dios es culpable 

Ki • El edificio del conocimiento actual es materialista. Le guste a 
usted o no, la ciencia materialista es el sistema de creencias que más 
conocimiento abarca, con una colosal diferencia sobre cualquier otro. 
De hecho, las críticas más serias al materialismo provienen, o bien de 
ramas del materialismo que aceptan la mayor parte de sus postulados, 
o bien de filósofos preocupados por las implicaciones éticas que supone 
la negación de la libertad. 

1¡2. ■ Es muy claro que si desterramos completamente la libertad, eli- 
minamos igualmente la responsabilidad y la culpa. También el méri- 
to. Si un malhechor no es libre, entonces no puede evitar hacer lo que 
hace. Si no puede evitarlo, si está forzado, entonces no es responsable. 
La justicia y la ética se quedan entonces sin argumentos. 
13 • Todo pierde su sentido, porque si todo acontece de acuerdo a las 
leyes naturales, sin que ninguna voluntad pueda desviar los aconteci- 
mientos ni un punto de su curso, entonces, tanto un asesinato, como 
la ejecución de un reo, como una guerra, son consecuencias de las 
leyes naturales, y nadie es responsable. Sólo quien haya dictado las 
leyes naturales es culpable. Solamente Dios es responsable; usted y 
yo no. Y, para aquellos materialistas que no creen en Dios, nunca 
nadie es culpable de nada, sino que simplemente ocurre así. 

§8 La ley del más fuerte 

Ki • Un caso concreto, que menciono porque es de los que con más 
frecuencia alcanzan los medios de comunicación de masas y porque 
es un buen ejemplo de lo que venimos contando, es el de la teoría 
darviniana de la evolución de las especies. La teoría de Darwin 
establece como ley natural "la preservación de las razas favorecidas 
en la lucha por la vida"; éste es literalmente el subtítulo de su obra 
El origen de las especies por medio de la selección natural. 

12 • Según el materialismo más ortodoxo, la supervivencia de los me- 
jor dotados en la lucha por la vida es una ley natural que justifica la 
ley del más fuerte. Y punto, ya que, para el materialismo, el que do- 
blega por la fuerza no es responsable de nada, sino que simplemente 
la ley natural es como es. 

13 • Algunos materialistas tratan de remediar la situación. Y lo hacen 
con WlLSON argumentando que la capacidad de supervivencia de un 
individuo puede mejorar actuando en grupo, en vez de hacerlo en 
solitario. 



12 



14 • Los materialistas más agudos observan con Dawkins que, bien 
mirado, lo que evoluciona es el material genético, es decir, la informa- 
ción que pasa entre generaciones, de los padres a sus hijos. Y ocurre 
que, en determinadas circunstancias, es favorable, para los propios 
genes, construir individuos que actúen cooperativamente en grupo. 
Según esta rama gene-céntrica del materialismo biológico, los actores 
son los genes, ya que lo que ocurre se explica en función de lo que 
favorece o perjudica a los genes, y no a los individuos. Los individuos, 
construidos de acuerdo a la información genética, son solamente los 
vehículos que utilizan los genes para asegurarse su continuidad. 

§9 La bomba atómica 

%i ■ Que la profundización gene-céntrica sustituya 'la ley del [indivi- 
duo] más fuerte' por 'la ley de la tribu más fuerte' tampoco mejora 
la ética materialista. Si en un caso justifica el egoísmo, en el otro 
ampara al racismo. Elija usted. 

%2. ■ No obstante, repito, la ciencia materialista es la que nos pro- 
porciona más conocimiento. Y no un poco más, sino, sin exagerar, 
enormemente más. Exagerando, pero sólo un poco, infinitamente 
más. Sólo tiene usted que pensar en los avances técnicos que dis- 
frutamos, para entender lo que digo. El teléfono, la computadora, y 
la bomba atómica son productos de la ciencia materialista; sin ella 
no serían posibles. Y la ciencia materialista ha alcanzado sus logros 
postulando que todo es materia, y que la libertad es una ilusión. 
13 • A dónde quiero llegar con este sí pero no — se preguntará us- 
ted. Lo que quiero es que entienda que, aunque a usted y a mi nos 
parezca que la ética materialista es deleznable, no podemos dejarnos 
llevar por nuestras emociones y rechazar, por cuestiones éticas, un 
postulado epistemológico. En crudo, aunque rechacemos el materia- 
lismo porque creemos que somos verdaderamente libres y responsa- 
bles de nuestros actos, la bomba atómica seguirá explotando delante 
de nuestras narices, demostrando, a la vez, la verdad y la eficacia del 
materialismo. 

114 • La verdadera solución al conflicto ético que plantea el materia- 
lismo ha de ser una teoría filosófica que asimile todo el conocimiento 
científico y que integre la libertad. No podemos rechazar la ciencia. 
Al contrario, hay que trasladar todo el conocimiento científico a otro 
edificio y, por lo tanto, este nuevo edificio ha de ser diseñado con el 
requisito de que quepa en él toda la ciencia. Y la libertad. 



13 



§10 Medir para creer 

11 • Sólo veo dos vías para hacer epistemología hoy. Una es consolidar 
el edificio del saber vigente, que, repito, es la ciencia materialista. La 
otra es tratar de sustituir el edificio actual por otro que salve todo 
el conocimiento que contiene éste, pero que también pueda albergar 
la libertad. En cualquiera de los dos casos es necesario examinar los 
defectos estructurales que presenta el edificio del saber actual, en un 
caso para corregirlos y en el otro para evitarlos, y por ello nuestro 
plan es legítimamente filosófico. 

1¡2. ■ Desde Descartes, para hacer verdadera filosofía hay que tener 
conocimientos científicos. Antes de él, en Occidente, lo imprescindible 
era tener conocimientos de teología cristiana, e interpretar desde ellos 
a Aristóteles. Hoy, como venimos diciendo, es necesario tener una 
visión científica del mundo. Si usted tiene una formación científica, 
entonces mi tarea se facilita enormente, pero, si no es así, entonces 
tendré que emplear medicinas paliativas. Y, como usted no puede 
contestarme, me pondré en el caso peor, y me aprovecharé de que la 
ciencia parte de lo obvio. 

113 • La medida es la obviedad cuantificada, ya que es simplemente la 
evidencia comparada con un patrón, también evidente. Y la ciencia 
acepta como verdadera la medida, y nada más. Se ciñe a este criterio 
tan estrictamente, que ni siquiera reconoce como existente aquello 
que sabemos sin necesidad de medir. La ciencia rechaza la libertad 
porque no puede verse ni medirse, a pesar de que somos libres, al 
menos usted, que podría haber decidido no leer este libro, y yo, que 
podría haber decidido no escribirlo. 

14 • Este discurso tiene el propósito de acreditar mi plan, que, recor- 
demos, consiste en enseñarle a cuestionar lo obvio. El plan es una 
simplificación legítima del método cartesiano, y servirá para evaluar 
la fortaleza y la debilidad de la ciencia materialista, que es el edificio 
del saber vigente. 

15 • Por fin, antes de comenzar, una última advertencia, que debería 
ser obligatoria en todos los escritos y parlamentos, pero que yo le 
hago libremente y a iniciativa propia: éste es un libro tendencioso. 
No presenta hechos objetivos, sino mis opiniones y las opiniones de los 
autores citados, que además son caricaturizadas sin otro límite que 
mi propio provecho. También hay obviedades, aunque cuestionables, 
como le decía. Pero, basta de prologómenos. Empecemos ya. 



14 



§11 El dibujo 

11 • Lo obvio es lo que está delante de los ojos, lo que estamos viendo. 
Nada hay más claro y distinto que lo que tenemos frente a nosotros 
y podemos ver con buena luz y sin obstáculos. Decimos, de lo que no 
tiene dificultad, que es obvio. Ver es fácil, no cuesta esfuerzo. 

12 • Una característica de nuestra especie es nuestra habilidad ma- 
nual. Podemos manipular objetos con una gran precisión. Pasar la 
hebra por el ojo de la aguja es un ejemplo de nuestra pericia coordi- 
nando vista y manos. Y la facilidad para enhebrar la solemos perder 
antes por falta de vista que por torpeza. 

13 • A pesar de lo fácil que nos resulta ver, manipular y coordinar 
ambas actividades, dibujar muy bien es algo que solamente alcanzan 
los más grandes de los maestros. Para el resto de nosotros, dibujar 
bien es una tarea imposible, aunque nos resulte muy fácil garabatear. 

14 • Para emponzoñar más el asunto, una cámara fotográfica es capaz 
de producir imágenes con total fidelidad. Y una cámara fotográfica 
no es, precisamente, un artefacto complejo. Para fabricar una cámara 
fotográfica basta una caja oscura con un pequeño agujero y material 
fotosensible. Y cada uno de nuestros ojos es una cámara fotográfica, 
con su pupila y su retina. 

15 • Así que ésta es la primera aporía que le propongo: ¿por qué nos 
resulta difícil dibujar? 

§12 La línea 

11 • Con apenas cuatro rayas un caricaturista es capaz de dibujarle. 
Y, si es bueno, sus amigos podrán reconocerle a usted en el dibujo, 
aunque sea una representación muy exagerada de sus rasgos. Esto es 
también muy curioso, porque en realidad usted no está formado por 
líneas. 

12 • Si observa una pintura realista, por ejemplo un buen cuadro im- 
presionista, no verá en él ni una sola línea. Tampoco trazan líneas las 
cámaras fotográficas. Una cámara fotográfica, o un pintor puntillista 
como Seurat, compone la imagen anotando el color de cada punto. 
Para usted no lo sé, pero para mi dibujar consiste en trazar líneas 
para tratar de representar la situación. 

13 • Es obvio que la técnica fotográfica para obtener imágenes es 
muy diferente que el procedimiento de dibujo que utilizo yo. Y, si 
el método fácil es el que necesita menos recursos, entonces el que yo 
empleo es el difícil. Esto explica por qué me es difícil dibujar: porque 
me complico innecesariamente. 



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14 • La cuestión es ahora: ¿por que nosotros dibujamos trazando 
líneas? 

§13 Una imagen vale más que mil palabras 

11 • Yo dibujo mal, lo admito. Pero usted tiene que admitir que 
un buen dibujo resume en unas pocas líneas toda una imagen. En 
realidad no hace falta que lo admita usted, porque es algo que se 
puede verificar empíricamente. Es un hecho informático que una 
fotografía (técnicamente un mapa de bitios, en inglés bitmap) ocupa 
mucho más que un dibujo (técnicamente un gráfico vectorial, en inglés 
vectorial graphic). 

12 • Afortunadamente para mis fines inmediatos, es casi seguro que 
usted ya ha sufrido, voluntaria o involuntariamente, una inmersión 
informática de mayor o menor grado. Me evita tener que explicarle 
cómo se mide lo que ocupa una fotografía o un dibujo dentro de una 
computadora. Es curioso que fuera de ella podamos medir los cuadros 
por la longitud de sus lados, y así en los catálogos encontramos que 
el lienzo de VelÁzquez titulado "Las meninas" mide 318 x 276 cm 2 . 
En cambio, dentro de la computadora se mide en bitios porque es 
información. 

13 • Un bitio puede tomar dos valores, como SÍ y NO, o 1 y 0. Con 
dos bitios se pueden anotar cuatro posibilidades: 11, 10, 01 y 00. 
Con tres las posibilidades son ocho — 111, 110, 101, 100, 011, 010, 
001 y 000 — y cada nuevo bitio dobla el número de posibilidades. De 
manera que con n bitios el número de posibilidades es de 2™, o sea, 
dos multiplicado por dos multiplicado por dos, y así hasta n veces. 

14 • En un mapa de bitios la imagen se segmenta como con una rejilla 
rectangular, y se anota el color predominante en cada celda. Cada 
una de estas anotaciones se denomina pixel, y se necesitan unos diez 
mil (100 x 100) por centímetro cuadrado para que nuestro ojo no los 
distinga. Para cubrir una página de este libro se necesitan, por lo 
tanto, unos tres millones de píxeles. Y, dadas las peculiares caracte- 
rísticas del ojo humano, para la visión en color basta con componer 
tres colores básicos. De manera que, si es suficiente una graduación 
de doscientos cincuenta y seis valores, entonces necesitamos ocho bi- 
tios (2 8 = 256) por color básico, lo que hace veinticuatro bitios por 
pixel, que producen los más de dieciseis millones de colores (2 24 ) que 
se denominan color verdadero (truc color) en informática. Y, en re- 
sumen, un mapa de bitios de alta calidad, en color, y del tamaño de 
esta página ocupa unos setenta y dos millones de bitios. 



16 



H5 • Un gráfico vectorial, en cambio, es la descripción escrita de la 
imagen, y usa objetos. Cada objeto es de un tipo de entre varios posi- 
bles — puede ser una línea recta, o curva, o un polígono, o un óvalo, u 
otro tipo — y lleva asociadas propiedades. Por ejemplo, un triángulo 
es un tipo de objeto que tiene definidas las siguientes propiedades: la 
ubicación de los tres vértices con sus coordenadas cartesianas (x,y), 
el grosor y el color de los lados y el color del interior. Y esto ocupa 
aproximadamente tantos caracteres como me ha ocupado a mi la des- 
cripción anterior, o sea, pongamos unos cien. Empleando un alfabeto 
de ciento veintiocho signos, como el viejo código ASCII, que puede in- 
cluir todas las letras minúsculas, todas las letras mayúsculas, los diez 
dígitos, todos los signos de puntuación, y otros caracteres especiales, 
bastan siete bitios (2 7 = 128) para representar cada signo. De modo 
que cada objeto puede ocupar unos setecientos bitios, y un gráfico 
con cien objetos, que ya es muy complejo, ocupará unos setenta mil 
bitios. 

l6 • Con estos números resulta que el mapa de bitios ocupa unas 
mil veces más que el gráfico vectorial, y puede usted utilizar, como 
recurso mnemotécnico, el dicho de que una imagen (o mapa de bitios) 
vale más que mil palabras (o gráfico vectorial). 

§14 La doble imagen 

11 • Voy a resumir las dos pistas que tenemos, para ver si ya podemos 
alcanzar alguna conclusión. Primera pista: la manera más fácil de 
reproducir una imagen es anotar el color de cada punto. Segunda 
pista: la manera más económica de almacenar una imagen es quedarse 
con sus trazos. Pruebe usted primero: ¿qué le sugiere esto? 

12 • Yo ya tengo una conclusión. Yo sospecho que las cosas suceden 
del siguiente modo. Primero mis ojos recogen la imagen en la retina 
de la manera fácil, esto es, como una fotografía, anotando el color de 
cada punto pixel a pixel. Pero esta imagen es demasiado costosa en 
términos de información, así que los procesos perceptivos posteriores, 
la visión en este caso, extraen los trazos de la imagen, y esta imagen 
más económica, que es como un dibujo, es la que se almacena, y es 
con la que trabajan todos los demás procesos cognitivos. Todos. 

13 • Al dibujar, aunque tenga el modelo frente a mi, operan los mis- 
mos procesos. De modo que al dibujar, o al pintar, se produce una 
interferencia. Lo inmediato es recuperar la imagen a la que tengo 
acceso directo, que no es la fotografía retinal, sino el dibujo mental 
elaborado por mis procesos cognitivos. Si se hace bien, como hace 



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el buen caricaturista, entonces las cuatro rayas son suficientes para 
reconocer al caricaturizado. Pero, si no se tiene su talento, como es 
tristemente mi caso, las líneas del dibujo que voy haciendo van interfi- 
riendo, en cuanto las voy trazando, con el mapa de bitios que a modo 
de fotografía del modelo recogen mis ojos. Yo soy un mal dibujante 
porque no sé deshacer este enredo, porque en mis representaciones 
mezclo malamente mi imagen mental con mi imagen retinal. 

§15 Las ilusiones 

Ki • Hay un tipo de ilusión óptica que permite desenmascarar las 
rayas que trazan nuestros procesos cognitivos; esas que no capta la 
cámara fotográfica, pero que yo dibujo. Mire la figura siguiente. Al 
mirarla es imposible evitar ver un triángulo blanco y brillante que no 
está dibujado. 



%2 ■ Estos contornos subjetivos prueban que tendemos a trazar líneas, 
es decir, prueban que nuestra representación mental añade líneas a 
la representación retinal. 

§16 El punto ciego 

f i ■ Pero la más sorprendente de todas las ilusiones ópticas es una 
que no puede verse. En la región de la retina del ojo de la que parte 
el nervio óptico hacia el cerebro no hay receptores lumínicos. Esta 
región de la retina se denomina punto ciego porque no capta luz. 
De manera que la imagen retinal tiene un hueco. Tiene usted dos 
agujeros, uno por cada ojo, de tamaño no despreciable en medio de 
su campo visual. 

K2 • Ante esta información que acabo de darle, la única postura legí- 
tima que puede adoptar un filósofo es mostrar una actitud de franca 
incredulidad. No es posible que un fenómeno tan notorio, que afecta 
a una función tan utilizada, pueda pasar completamente desapercibi- 
do durante tanto tiempo. Si usted me ha creido, y no tenía noticias 





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previas de la existencia del punto ciego, entonces es que todavía no 
es filósofo. 

13 • En cualquier caso, puede usted comprobar que ocurre efectiva- 
mente lo que le he contado con el siguiente experimento. Cierre su 
ojo izquierdo y mire fijamente con su ojo derecho a la 'x'. Hay a una 
cierta distancia, que es variable para cada persona, pero que suele ser 
de una cuarta aproximadamente, a la que dejará de ver el círculo. 

X 

14 • Yo no sé qué le parece a usted esta ilusión óptica, pero para 
mi es sugerente y sorprendente; es el más perfecto ejemplo de cues- 
tionamicnto de lo obvio. El círculo negro tiene dos centímetros de 
diámetro, y deja de verse a una cuarta de distancia. ¿Cómo puede 
ser que no nos percatemos del punto ciego, cuando sus efectos son 
tan aparentes en las condiciones del experimento? 

15 • Por lo que estamos comprobando, la imagen retiniana no tiene 
líneas y tiene un agujero notable. Y, sin embargo, vemos las líneas y 
no nos percatamos del agujero. 

§17 Qué es ver 

11 • Vamos a intentar cuadrar los datos que hemos ido recopilando. 
La representación retinal sólo contiene las anotaciones del color de 
cada punto del espacio visual, espacio que tiene dos agujeros debidos 
al punto ciego de cada ojo. La representación mental simplifica, traza 
líneas donde los cambios de color son más notables, y trata como un 
todo indistinguible la región cerrada por una línea. 

12 • Cada agujero del punto ciego forma una zona sin color y, por 
lo tanto, sin cambios de color, por lo que queda incorporada a sus 
alrededores. Si ya va creciendo en usted el espíritu escéptico del ver- 
dadero filósofo, intentará comprobar esta teoría. Para ello le bastará 
preparar una figura similar a la utilizada antes, pero cambiando el 
color del fondo, que en este libro es blanco, y que puede usted variar 
a voluntad. 




19 



13 ' Yo he hecho este nuevo experimento y confirma la teoría, pero 
no debe usted fiarse de mi. ¡Haga el experimento! Se preguntará 
usted por qué no le ayudo: ¿por qué no aparece la figura coloreada 
en el libro? Podría decirle que es para comprobar su actitud, pero 
la razón es más simple. El libro resulta más barato si se imprime 
en blanco y negro, y haciendo un círculo blanco sobre fondo negro 
la página quedaría demasiado tintada. ¿Y en gris? En gris no es 
tan espectacular como en rojo. Además, usted no necesita hacer un 
dibujo. Sabiendo como funciona el experimento, le bastará poner una 
moneda pequeña, de menos de dos centímetros de diámetro, sobre una 
superficie de color uniforme en la que quede una marca, a modo de 
'x', a unos ocho centímetros de distancia de la moneda. 

14 • Si ya lo ha hecho, le será más fácil admitir mi nueva definición: 
ver es el proceso cognitivo que construye la imagen mental a partir 
de la retinal, y consiste en simplificar la imagen fotográfica captada 
en la retina sustituyéndola por un dibujo en el que sólo cuentan los 
trazos que compartimentan la escena. 

§18 El objeto es obvio 

11 ■ Tome una cosa cualquiera, digamos una piedra, y póngasela fren- 
te a usted. ¿Qué ve? Vaya tontería — se dirá usted — pues veo una 
piedra. Efectivamente, si yo le digo que tome una piedra y la ponga 
delante de sus ojos, lo que verá es una piedra. Cuestionar obviedades 
es lo que tiene, que se parece mucho a una tontería. Si le pido, en 
estas circunstancias, que me dibuje lo que está viendo, y no es mejor 
dibujante que yo, trazará una línea cerrada en el centro de la hoja 
que represente el contorno de la piedra y, si la piedra es oscura, os- 
curecerá el interior de la línea. Finalizada esta operación dará por 
terminada su tarea. Vale, yo haría lo mismo. 

12 • Si hubiéramos tomado una fotografía de lo que estaba viendo, y la 
comparáramos con su dibujo, encontraríamos muchas discrepancias, 
tantas que no sería divertido jugar a buscar las siete diferencias. La 
mayor discrepancia concerniría al fondo, es decir, a todo cuanto veía 
y que no era la propia piedra. El fondo sí aparecería en la fotografía, 
pero no en el dibujo. Al dibujar se ha fijado en un único objeto, la 
piedra, y ha ignorado todo lo demás. 

13 • Etimológicamente, 'obvio' y 'objeto' son sinónimos. 'Obvio' vie- 
ne de vía, o camino, y de ob-, que es un prefijo que alude a lo que 
nos encontramos de frente, por lo que obvio viene a ser lo que se nos 
presenta en el camino. 'Objeto' comparte el prefijo ob- con obvio, 



20 



pero aquí se aplica a 'echar', o 'yacer', por lo que objeto es cualquier 
cosa que está puesta frente a nosotros. 

14 • Según los diccionarios, 'objeto' es 'todo lo que puede ser mate- 
ria de conocimiento o sensibilidad de parte del sujeto, incluso este 
mismo'. ¿Contradice la definición del diccionario a la etimológica? 

§19 La triple imagen 

11 ■ Vamos a llamar objeto, como manda la definición del diccionario, 
a lo que conoce usted de la piedra que ha dibujado. Como la ha toma- 
do en su mano y la ha dibujado, sabe que en una zona del espacio que 
se encuentra justo frente a usted hay un objeto de determinada forma 
y color, que tiene cierto peso, y que es mas o menos duro y rugoso. 
Sabemos que las propiedades visuales del objeto, su forma y color, 
son simplificaciones extremas de la imagen rctinal, que convierten su 
fotografía en un dibujo esquemático que ignora el fondo. 

12 • En cambio, el objeto etimológico está fuera, porque es lo que 
está frente a nosotros. La nueva cuestión puede parecerle absurda, 
pero es una consecuencia obvia de nuestras especulaciones: ¿está la 
piedra dentro o fuera de usted? 

13 • Para poder mantener nuestros razonamientos sanamente y sin 
enloquecer, vamos a distinguir la ob-piedra, que estaría frente a no- 
sotros, o sea, fuera de nosotros, de la sub-piedra, que sería nuestro 
conocimiento, o imagen mental, y que estaría dentro de nosotros los 
sujetos. Para completar la situación, podemos también definir la 
inter-piedra, que se correspondería con la imagen rctinal, o fotogra- 
fía, y que se encontraría entre las otras dos. 

ob-piedra <-» inter-piedra <-> sub-piedra 

14 • Con estas tres definiciones la pregunta absurda queda reformu- 
lada. Ahora se trata de determinar cuál es la verdadera piedra, la 
ob-piedra, la inter-piedra, o la sub-piedra. 

§20 Yo soy subjetivista 

11 • Conocemos la relación que existe entre la inter-piedra y la sub- 
piedra. Sabemos también que la inter-piedra es como una fotografía y 
que la sub-piedra es como un dibujo. En cambio, sobre la ob-piedra, 
que es la piedra obvia, la que está fuera, apenas hemos dicho nada. 

12 • La teoría objetivista postula que la ob-piedra es la verdadera 
piedra, y que la ob-piedra es la causante de que en la retina se forme 



21 



la inter-piedra. Según esta teoría, la sub-piedra es la representación 
mental de la ob-piedra, y la verdad consiste en la igualdad de la 
ob-piedra con la sub-piedra. 

13 • No voy a engañarle, yo soy subjetivista. Creo que no hay objetos 
fuera. O sea, que no hay tal ob-piedra. Para dejar las cosas claras, 
sí que creo que la inter-piedra tiene un origen exterior. Lo que ya no 
suscribo es que el exterior esté segmentado. Déjeme que me explique 
más despacio. 

H4 • Lo primero que quiero que observe es que, si se fija bien, en la 
imagen retinal no hay ninguna piedra. Lo único que hay son puntos 
de color. Pero esto nunca nadie lo ha puesto en duda, es decir, nadie 
piensa que la inter-piedra sea una verdadera piedra. Supongo que 
usted tampoco. 

• Lo segundo que debe advertir es más sutil. Fíjese que todo cuan- 
to sabemos de la piedra, toda la información que tenemos sobre ella, 
es precisamente lo que hemos llamado sub-piedra. La ob-piedra queda 
fuera de nosotros, fuera de nuestro alcance, inaccesible. Lo único que 
nos llega de fuera es lo que captan nuestros sentidos, la inter-piedra. 
Todo cuanto podemos decir y pensar de la piedra se refiere necesaria- 
mente a la sub-piedra. Porque la sub-piedra es todo el conocimiento 
que nosotros tenemos de la piedra. 

§21 La cadena causal 

Ki • Las propiedades del objeto son información sobre el objeto, y 
forman parte de la representación mental. Así, cuando hablamos del 
color o de la dureza de la piedra nos referimos a propiedades de la 
sub-piedra. El color es el resultado del procesamiento visual de la 
imagen retinal, y la dureza del correspondiente proceso táctil. 
H2 • Solamente tenemos acceso directo a la representación mental de 
la piedra, que venimos llamando sub-piedra. Pero, suponiendo que 
el objetivismo fuera correcto, habría una cadena causal desde la ob- 
piedra hasta la sub-piedra, a través de la inter-piedra. Entonces, aun- 
que nuestras afirmaciones sobre la piedra usarían la única información 
disponible, esto es, la sub-piedra, nuestra intención sería referirnos, 
en última instancia, a la verdadera piedra, que para los objetivistas 
es la ob-piedra. 

13 • A mi, repito, no me vale el objetivismo. Los objetos son regiones 
del espacio que tratamos mentalmente como una unidad a la que 
atribuimos algunas propiedades. Con estas propiedades resumimos 
toda la enorme cantidad de información que nuestros sentidos captan 



22 



del área en cuestión. La razón por la cual nuestra representación 
mental utiliza objetos es porque así se simplifica el enorme caudal 
de datos percibido. Es tarea del objetivismo explicar por qué, si la 
representación mental es sencilla y remeda al objeto exterior, ocurre 
que la imagen retinal intermedia es tan compleja. Y es su tarea, 
porque es el objetivismo el que propone la cadena: objeto exterior 
causa imagen retinal causa representación mental. 

objeto exterior imagen retinal =>■ representación mental 
§22 El bosque 

Ti • Me gusta el ejemplo del bosque. Súbase a un monte, o más fácil, 
busque en un libro la fotografía de un bosque y respóndame, ¿es el 
bosque un objeto? Para mi sí, sin problemas, porque puedo verlo. 
Pero para un objetivista la cuestión es más difícil. Si la fotografía 
del bosque lo ha retratado completo desde la lejanía, entonces es fácil 
fijar sus límites. Pero todos sabemos que, al acercarnos, la frontera 
del bosque se hace difusa. De algunos árboles de la periferia es con- 
trovertido afirmar tanto que pertenecen al bosque como lo contrario. 
Y, lo que es peor, desde dentro del bosque no se ve el bosque, se ven 
árboles. Así que traslado la pregunta del bosque al árbol, ¿es el árbol 
un objeto? 

12 • La ciencia nos explica que con los árboles sucede exactamente lo 
mismo que con los bosques. Así como un bosque es un conjunto de 
árboles, un árbol es un conjunto de células, y una célula es un con- 
junto de átomos. La diferencia es de tamaño. Así que las dificultades 
objetivistas del bosque, del árbol, de la célula y del átomo han de ser 
las mismas, aunque a distinta escala. 

13 • Si las cosas fueran como nos las cuenta el objetivismo, entonces al 
acercarnos al cerco, éste crecería de tamaño y lo veríamos mejor. Pero 
ocurre justo lo contrario. Si el límite es un artefacto causado por los 
procesos perceptivos para simplificar la imagen retinal, entonces éste 
aparecerá solamente cuando sea preciso para segmentar la imagen. 
Y esto sí que explica por qué desde dentro del bosque no se ve el 
bosque; porque al ocupar el bosque la imagen completa, distinguir al 
bosque del no-bosque no simplifica nada. 

14 • No hay límites ahí fuera. Las líneas son artefactos perceptivos 
que acomodan el exterior a nuestros escasos recursos cognitivos. Y si 
fuera no hay cercos, tampoco hay objetos. 



23 



§23 Una situación extraña 

Ki • Tal vez le parezca a usted que las conclusiones que vamos alcan- 
zando configuran una situación extraña. Tiene razón. La percepción 
y los sentidos tienen el propósito de darnos información sobre lo que 
sucede fuera. Y, sin embargo, yo le insisto en que la piedra no está 
fuera, sino dentro. 

K2 • Al hablar de la piedra queremos referirnos al exterior, es cierto, 

10 concedo porque así lo creo. Ocurre que hay ciertas situaciones ex- 
teriores que hacen que usted y yo veamos una piedra. Ver una piedra 
significa que en la mente se dibuja una piedra, la sub-piedra, pero no 
implica que fuera haya una, la ob-piedra. Esta última hipótesis es in- 
necesaria y engañosa. Y, cuando vemos una piedra, es legítimo decir 
'veo una piedra', que, si nos interesa, podemos traducir al lenguaje 
objetivista como 'hay una piedra frente a mi'. 

13 • Por otro lado, no podemos hacer otra cosa. En las condiciones en 
las que vemos la piedra, la vemos. Igual que no podemos evitar formar 
el triángulo en la ilusión de los contornos subjetivos, ni podemos 
evitar que en determinadas circunstancias el agujero del punto ciego 
haga desaparecer el círculo de dos centímetros, tampoco podemos 
evitar ver la piedra. Es más, toda la información que disponemos del 
exterior está objetivada, o sea, compartimentalizada en objetos, y, por 
eso, al hablar sobre el exterior tenemos que hablar de objetos. Para 
hablar de lo que está fuera tenemos que hablar de objetos, aunque 
fuera no hay objetos. 

14 • Así que tenía usted mucha razón: esto es muy extraño. Aun así, 
nosotros no somos los primeros en percatarnos de nuestra extraña 
situación con respecto al exterior. Ya lo advirtió, a finales del siglo 
xviii, otro de los grandes filósofos: Kant. Pero antes, déjeme que le 
hable de Hume. 

§24 Hume 

11 • Si no fuera porque escribió sus mejores obras en la primera mitad 
del siglo xviii, parecería que Hume se había hecho filósofo leyendo 
este libro. ¡Qué más quisiera yo! El caso es que el logro principal 
de este filósofo escocés consistió en cuestionar el fundamento de la 
ciencia: la experiencia. 

12 • Hume se preguntó por qué aprendemos de la experiencia. Res- 
puesta: porque la naturaleza se repite, de modo que si observamos 
que, dadas ciertas condiciones, se siguen siempre las mismas conse- 
cuencias, entonces prescribimos que las condiciones son las causas de 



24 



las consecuencias, que son sus efectos. El experimento rcplicable que 
utiliza la ciencia para sancionar las leyes naturales se basa en este 
mecanismo de inducción. 

13 • Pues bien, Hume nos hizo ver que "si hubiera sospecha alguna de 
que el curso de la naturaleza pudiera cambiar y que el pasado pudiera 
no ser pauta del futuro, toda experiencia se haría inútil y no podría 
dar lugar a inferencia o conclusión alguna. Es imposible, por tanto, 
que cualquier argumento de la experiencia pueda demostrar esta se- 
mejanza del pasado con el futuro, puesto que todos los argumentos 
están fundados sobre la suposición de aquella semejanza". 

14 • Lo repito, pero ahora con mis palabras del siglo xxi. Las leyes 
científicas se basan en que el futuro será como ha sido el pasado, y de 
ese modo sacan partido de la experiencia pasada. Pero, precisamente 
la proposición 'el futuro será como ha sido el pasado', no puede fun- 
darse en la experiencia, porque se cerraría un círculo vicioso. Y, al 
fallar el fundamento de la base de la ciencia, la ciencia se queda sin 
cimientos. 

15 • Para Hume esto significa que el conocimiento humano no tiene 
su fundamento en la razón sino que, con sus propias palabras, "se 
trata de una operación del alma tan inevitable cuando estamos así 
situados [en posición de prever] como sentir la pasión de amor cuan- 
do sentimos beneficio, o la de odio cuando se nos perjudica. Todas 
estas operaciones son una clase de instinto natural que ningún razo- 
namiento o proceso de pensamiento y comprensión puede producir o 
evitar". 

§25 Kant 

11 • A Kant debió de parecerle pobre la solución escéptica de Hume. 
Lo que es seguro es que sus bien argumentadas dudas le escocieron. 
Por eso, el filósofo alemán dedicó muchos esfuerzos a investigar las 
"operaciones del alma" a las que se refería el escocés. Fruto de es- 
tas investigaciones, Kant descubrió que la mente se ve obligada a 
clasificar los datos de la experiencia en cajas o compartimentos que 
denominó categorías. Y la relación de causa a efecto, que preocupaba 
a Hume, es una de las doce categorías que identificó. 

12 • Kant, además de profundizar en el funcionamiento de la razón, 
rebatió el objetivismo. Nos mostró que no podemos siquiera pensar 
en el objeto en sí, que denominó Noumenon. Este Noumenon sería 
el objeto tal cual es, es decir, sin moldear por las categorías y, por 
lo tanto, exento de toda deformación subjetiva. La cuestión es que, 



25 



haya o no tal Noumenon, los sujetos no podemos alcanzarlo. Podemos 
expresarlo a la manera más rotunda de una tautología: no podemos 
pensar el objeto no pensado. 

13 • Esta revisión histórica nos enseña que la extraña situación de 
tener que utilizar objetos, que no existen fuera, para referirnos al 
exterior, no es cosa de hoy. 

§26 El mito del restaurante 

11 • Platón concibió hace dos mil quinientos años el mito de la ca- 
verna para explicar la situación del hombre frente al conocimiento. 
Ya es hora de modernizarlo. 

12 • Suponga usted que unos hombres han vivido toda su vida en el 
comedor de un restaurante. Allí han nacido y nunca han salido de allí. 
Ignoran todo cuanto ocurre fuera del comedor, incluso en la cocina. 
Afortunadamente, la carta es larga y variada y pueden ordenar a su 
antojo al camarero. Eso sí, el camarero es de muy cortas luces, no 
sabe hablar, sólo es capaz de entender los nombres de los platos que le 
piden, y no puede proporcionar ninguna información a los comensales. 

13 • Lo principal es que toda la información que estos desdichados 
reciben del mundo exterior les llega en los platos que solicitan. Dado 
que la carta del restaurante es extensa, podrían llegar a acumular 
muchos conocimientos de biología. Vamos a suponer que disponen 
de instrumental de investigación, como microscopios, que son per- 
sonas inteligentes y curiosas, y que efectivamente adquieren mucha 
sabiduría, a pesar de su infortunio. 

14 • Pues, seguramente, la ley fundamental que podrían enunciar los 
sabios comensales sería que el universo exterior está segmentado, de 
modo tal que no hay cosa alguna en él que sobrepase el tamaño de un 
plato. Seguramente sería así, porque la mayor de las regularidades 
que observarían sería que todo cuanto les traen, absolutamente todo, 
se lo traen en un plato. 

15 • A nosotros nos es muy fácil ver que están equivocados. Nosotros 
sabemos que el alimento se trozea y se raciona para adecuarlo a la 
dieta del comensal. Como dijo el sabio PROTÁGORAS, "el hombre es 
la medida de todas las cosas". 

16 • Llegados a este punto, usted, con su proverbial perspicacia, ya 
habrá descubierto mis aviesas intenciones, que no son otras que ridi- 
culizar a los objetivistas. Pues sí, como ha adivinado, los comensales 
que no sospechan que sus viandas están preparadas son los objetivis- 
tas, que no tienen en cuenta que los objetos, tal como los conocemos, 



2G 



son productos elaborados. Son necios que no sospechan, ni saben, 
que el propio objeto es el resultado de una limitación que impone el 
sujeto, y, por lo tanto, tampoco sospechan, ni saben, que el objeto es 
un artefacto de la percepción. 

§27 Qué hay ahí fuera 

11 • Saber lo que se cuece en la cocina no proporcionaría una visión 
directa del mundo exterior a los cautivos del comedor del restaurante, 
pero, por lo menos, les sirviría para corregir algunos errores de bulto. 
A nosotros nos sirve para dudar de la existencia de objetos fuera. 
Pero si fuera no hay objetos, ¿qué hay ahí fuera? 

12 • Si la alegoría del restaurante es correcta, entonces el conoci- 
miento está troceado, cocinado y puede llevar aditamentos, pero lo 
fundamental, la carne, viene de fuera. Podemos decir que la carne 
traspasa la cocina, o sea, atraviesa la frontera y trasciende al interior 
del comedor. 

13 • Hay que dudar de todo, como nos enseñó Descartes, y gracias 
al restaurante podemos expresar algunas nuevas dudas. Lo primero 
es dudar de la propia analogía, ¿será válida? Hay que preguntarse 
si habrá algo exterior que traspase los sentidos y la percepción y 
alcance el conocimiento. En el lenguaje epistemológico, la cuestión 
parece, ¡a la vez!, más elevada y profunda: ¿hay algo trascendente en 
el conocimiento? 

14 • Yo pienso que sí, y voy a explicarle mis dos razones. La prime- 
ra es que si nada pudiera pasar del exterior al interior, entonces la 
comunicación sería imposible, y yo no podría comunicarme con us- 
ted. Francamente, no escribiría si no pensase que escribiendo puedo 
influir en usted. La segunda es que pienso que el conocimiento nos sir- 
ve precisamente para interactuar con el exterior. No veo qué sentido 
tendría el conocimiento si no fuese así; aunque esto no prueba nada 
y únicamente confirma mi falta de imaginación. En fin, la opinión 
negativa, que es la del solipsismo, simplemente no da más juego. 

15 • Si, como sostengo yo, hay efectivamente algo trascendente en el 
conocimiento, entonces se plantea inmediatamente la segunda cues- 
tión: ¿qué es lo que trasciende al conocimiento? 



27 



§28 Todo es información 

Ki • Buscamos algo que, como la carne en el restaurante, tenga su 
origen fuera y pase, más o menos alterado, al interior. Algo que 
esté en el conocimiento y fuera. Algo que traspase los sentidos y la 
percepción. 

12 • La percepción, como vimos, es un proceso que simplifica lo que 
captan los sentidos: condensa la información recibida. De modo que 
la percepción elabora la información recogida, tal como el cocinero 
condimenta y prepara la carne comprada en el mercado. El conoci- 
miento es información, más o menos elaborada, así que, si estamos 
en lo cierto, lo que hay fuera y dentro es información. 

13 • Esta conclusión ya es muy contraria al postulado materialista, 
puesto que supone negar la primacía de la materia, de la substancia. 
La masa, o aun mejor, según Einstein, la energía, puede ser una 
unidad de cuenta interesante, pero no es de lo que está hecho el uni- 
verso. El universo está hecho de información. Todo es información. 
Ahora la pregunta es: ¿qué es la información? 

§29 Darwin 

Ti • El siglo xix no produjo grandes filósofos. Mi parcial y tenden- 
ciosa interpretación es que se reconoció el inmenso logro alcanzado 
por Kant, pero que nadie fue capaz de asimilar el subjetivismo re- 
sultante de su teoría. Como consecuencia nos podemos ahorrar el 
estudio de los filósofos alemanes de la H, tanto del siglo xix como 
del xx — Hegel, Husserl y Heidegger — , que intentaron, de uno 
y otro modo, salvar el insalvable objetivismo. 

12 • En cambio, las ciencias en el siglo xix avanzaron en el esclareci- 
miento del concepto de información, sobre todo merced a dos teorías. 
Una de ellas es la teoría de la evolución de las especies por selec- 
ción natural de Darwin. Aunque no quiero decir que la teoría de la 
evolución trate de la información; o tal vez sí. Veamos. 

13 • La teoría de Darwin se basa en una previa de Malthus so- 
bre la población de las naciones. Malthus observó, finalizando el 
siglo xviii, que sin limitaciones de alimento ni de otro tipo, la pobla- 
ción aumenta de forma geométrica, esto es, por multiplicación, como 
en la secuencia 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64. Que, por otro lado, no es posible 
aumentar la producción de alimento más que de forma aritmética, o 
sea, por suma, como en 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7. Que, como consecuencia del 
distinto modo de crecimiento de estas dos secuencias, la miseria no 



28 



puede combatirse con la caridad, y que la única solución para evitar 
el hambre es contener el aumento de la población. 
14 • Leyendo a Malthus, Darwin se percató de que la limitación de 
los recursos y la fecundidad de la vida resultan en un proceso con- 
tinuado de selección natural. La mayoría de los organismos mueren, 
y sólo sobreviven los mejor adaptados, ya sea porque son capaces de 
acceder a más recursos que sus congéneres, o porque son más resisten- 
tes, o más económicos, o por cualquier otra causa que les dé ventaja. 
Como, además, la reproducción no es perfecta, de modo que los hijos 
no son réplicas exactas de sus padres, las especies irán evolucionando 
de manera adaptativa al medio en el que se desenvuelven. 
H5 • La teoría darviniana de la evolución de las especies por selección 
natural explica cómo es posible diseñar sin diseñador. El diseño es 
otra operación en la que interviene la información. 

§30 Aristóteles 

%i ■ Un hecho curioso, que todo filósofo ha de saber aprovechar, es 
que cada ciencia acumula enormes, yo aun diría más, ingentes can- 
tidades de conocimientos que explican los asuntos más variados y 
recónditos y, sin embargo, suele carecer de una respuesta adecuada 
para la pregunta más básica, que es la pregunta acerca de lo obvio. 
Por ejemplo, la física no puede contestar qué es la materia, o qué es 
la energía. En el caso de la biología, la pregunta sin respuesta es: 
¿qué es la vida? 

K2 • Debo prevenirle a usted, filósofo en ciernes, para que no abuse 
de este arma contra los científicos, a no ser que tenga preparada una 
buena defensa para neutralizar el contraataque. Porque la filosofía 
adolece, no solo de éste, sino también del problema inverso. La filoso- 
fía produce definiciones con demasiada facilidad, y tiene dificultades 
para proporcionar explicaciones informativas y adecuadas. 
113 • Lo cierto es que la definición de la vida — qué es la vida — no la 
proporcionan los biólogos, que son quienes más saben del tema, sino 
nosotros los filósofos. Se trata, al fin y al cabo, de una obviedad, ya 
que todo el mundo conoce la diferencia entre lo que está vivo y lo 
que no. En este caso, el primero que abordó seriamente la cuestión 
fue Aristóteles, que fue filósofo y biólogo, y discípulo de Platón. 
Se preguntó por la vida comparando un cuerpo vivo con otro recién 
muerto. La única diferencia entre ellos es precisamente la vida, pero 
en qué consiste esta diferencia. 



29 



%4 ' Aristóteles utilizó la distinción entre acto y potencia. El cuer- 
po puede estar actualmente muerto y, por lo tanto, el cuerpo sólo 
tiene vida en potencia. La vida es, entonces, aquello capaz de hacer 
actual lo que sólo es potencial. Para Aristóteles, a quien le gus- 
taba distinguir la forma de la materia, la vida es forma, ya que es 
mera capacidad y no pesa. En términos modernos, la vida de Aris- 
tóteles es lo que llamamos información. La información que dirige 
al cuerpo vivo en busca de alimento, refugio o pareja, es lo que le 
falta al cuerpo muerto y lo convierte en un cadáver inerte. La vida 
es información. 

§31 La evolución 

Ti • La teoría de la evolución de Darwin ratificó esta idea filosófica 
de Aristóteles, aunque rechazó otras de sus ideas biológicas. Esto 
reafirma nuestra observación de que la filosofía tiene más futuro que 
la ciencia, porque sus teorías son más duraderas. 
12 • Según la teoría darviniana, lo que da identidad a la vida a lo 
largo del tiempo es el proceso de evolución. Y lo que evoluciona no 
es el individuo, que sólo envejece, ni la especie, aunque sea el primer 
candidato. El caso es que la propia teoría de la evolución fue quien 
apeó de su trono al concepto de especie. 

H3 • Antes de Darwin, el mayor logro de la biología fue la taxonomía 
del sueco LlNNEO, que ordenaba en un enorme cuadro esquemático 
a todas las especies vivas. Básicamente, los perros, a pesar de las 
enormes diferencias que existen entre sus razas, forman una única 
especie porque pueden cruzarse entre sí y tener una descendencia 
viable. De aquí se puede derivar una definición operacional de especie. 

14 • Es claro que los hijos pertenecen a la misma especie que los pa- 
dres. Los hijos de una pareja de perros son perros. Pero, según la 
teoría de la evolución, descendemos de organismos unicelulares. Es 
decir, hay una cadena continua que va ascendiendo de cada individuo 
a su madre, o a su padre, y que nos conecta a nosotros, que perte- 
necemos según la nomenclatura binomial popularizada por Linneo 
a la especie homo sapiens, con ciertos organismos unicelulares que 
vivieron hace mil millones de años. Me parece que también es claro 
que no sería viable el cruce de un homo sapiens con un organismo 
unicelular. 

15 • Así que 'especie' es un concepto que sirve para cada momento 
concreto, pero que no puede utilizarse a lo largo del tiempo. Esto 
mismo podemos pontificarlo así: 'especie' es un concepto sincrónico, 



30 



y no diacrónico. Usar jerga para impresionar al profano es una táctica 
empleada por todos los gremios, que también usamos los filósofos con 
profusión, deleite y aprovechamiento. En cualquier caso, y dígase 
como se diga, lo que no podemos decir con propiedad, es que una 
especie evoluciona. 

l6 • Así como en el restaurante lo que se mantenía era aquello que 
atravesaba la cocina, en el caso de la vida lo que perdura ha de ser 
aquello que pasa entre generaciones. Y la evolución darviniana nos 
señala con precisión el punto de conexión de cada individuo vivo con 
el resto de la vida. Es el material genético que recibimos al nacer. 
Es el huevo fecundado que contiene la información genética, o sea, 
los genes que, como nos enseñó Aristóteles, son mera potencia 
actualizable. La conclusión es ahora fácil: lo que evoluciona es la 
información genética. 

• Si el universo completo es información, entonces lo que evolucio- 
na ha de ser información. Parece que con esta inferencia podíamos 
habernos ahorrado alguna tinta. Yo no lo creo, sobre todo, porque la 
vida podría haber sido otra cosa, y entonces tendríamos que rehacer 
nuestra teoría. De manera que establecer que la vida es información 
refuerza nuestra creencia de que el universo es información, mientras 
que deducir lo particular de lo general no aportaría nada. Una in- 
ferencia no añade conocimiento, simplemente reordena lo que ya se 
sabía. 

§32 La entropía 

ti • El otro logro científico del siglo XIX que también está relacionado 
con la información proviene de la termodinámica, que es la rama de 
la física que estudia el calor. En concreto, me refiero a la segunda 
ley de la termodinámica que reza: la entropía de un sistema cerrado 
nunca disminuye. La entropía mide el desorden, y un sistema cerrado, 
que no aislado, intercambia energía y calor con su entorno, pero no 
materia. 

12 • La segunda ley de la termodinámica explica que, por sí mismo, 
el orden nunca crece. Nos dice que el orden no es gratuito, sino 
que cuesta esfuerzo. Se han querido extraer muchas consecuencias 
filosóficas de esta ley, sobre todo porque la vida parece violarla. Pero, 
por un lado, aunque es cierto que la vida es un proceso que incrementa 
el orden, resulta que la vida no es un sistema cerrado, sino abierto, 
ya que intercambia materia con su entorno, y, por lo tanto, no se le 



31 



aplica esta ley. Y, por el otro lado, no parece que la ley tenga un 
significado muy profundo. 

13 • Sucede que, en cuanto el número de partes de un sistema no es 
muy pequeño, el número de estados ordenados es un infinitésimo del 
número total de estados posibles. Piense en la pequeñísima proba- 
bilidad que existe de que, tras barajar, queden ordenados los naipes. 
Y esto es justo lo que dice esta ley, que barajando el desorden crece. 
Por eso, para jugar a las cartas, se baraja. Es decir, la segunda ley 
de la termodinámica se limita a constatar que el orden es mucho más 
infrecuente que el desorden. Y ahora ya podemos parafrasear la se- 
gunda ley de la termodinámica, sin desvirtuarla, así: lo más probable 
es que ocurra lo más probable. 

14 • Nada muy profundo, como decíamos, pero que nos descubre que 
la entropía tiene una cerrada relación con la probabilidad. Nos queda 
por investigar qué tiene que ver la entropía con la información. 

§33 El demonio de Maxwell 

%i ■ Podemos describir una secuencia de un millón de unos con unas 
pocas palabras. Es lo que acabo de hacer. En cambio, para describir 
una secuencia completamente desordenada de unos y ceros, lo mejor 
que podemos hacer es escribir la secuencia completa, ya que no hay 
forma alguna de expresarla más concisamente. Significa esto que 
una secuencia muy ordenada contiene muy poca información, y una 
desordenada mucha. 

12 • Para la ciencia, la información es exactamente negaentropía, o 
sea, entropía simplemente cambiada de signo, porque así la definió 
Shannon, que fue el ingeniero estadounidense que fundó a mediados 
del siglo xx las telecomunicaciones. Bueno, porque así la definió, y 
porque la teoría resultante ha resultado ser muy útil. Mejor, porque 
así la definió, porque es útil, y porque explica una famosa paradoja 
enunciada por Maxwell, que fue el físico escocés del siglo xix que 
descubrió las leyes de la luz, y dedujo de ellas que la luz es una onda 
electromagnética. 

13 • La situación propuesta por Maxwell comienza con un gas con- 
tenido en un recipiente con dos compartimentos, digamos a la iz- 
quierda y a la derecha, y una portezuela comunicándolos. El gas de 
los dos compartimentos está inicialmcntc a la misma temperatura y, 
por lo tanto, no se puede aprovechar para que realice trabajo. La 
cuestión es que si un demonio controlara la apertura y el cierre de la 



32 



portezuela, podría conseguir que la temperatura de uno de los com- 
partimentos fuera mayor que la del otro, y entonces sí que podría 
obtenerse trabajo. Por si no lo recuerda, la temperatura de un gas 
mide la velocidad media de sus moléculas. Es decir, el demonio ten- 
dría que observar la velocidad de cada molécula que se acercara a 
la portezuela, para determinar si debía abrirla o no. De este modo, 
el demonio podría disminuir la entropía del sistema, esto es, podría 
ordenarlo, por ejemplo dejando pasar al lado izquierdo las moléculas 
más rápidas, y al derecho las más lentas. Al final el compartimento 
izquierdo estaría a una temperatura mayor que el derecho, y podría 
obtenerse trabajo del sistema. 

14 • El demonio de Maxwell disminuye la entropía del sistema mer- 
ced a la información que usa para controlar la portezuela, pero resul- 
ta que el gasto entrópico (en forma de aumento de entropía) que le 
supone al demonio obtener dicha información es justo el mismo que fi- 
nalmente gana (en forma de disminución de entropía) . Parafraseando 
a HerÁCLITO el oscuro, que tuvo la suerte de vivir en una economía 
sin inflación ni deflación, la entropía se convierte en información y la 
información en entropía, al igual que las mercancías se cambian por 
oro y el oro por mercancías. 

§34 Shannon 

11 • Según la teoría matemática de la comunicación de Shannon, la 
cantidad de información transmitida por un mensaje coincide con la 
cantidad de incertidumbre que despeja, y para medirla es necesario 
calcular la variación de la probabilidad que supone. Se lo explicaré 
mejor con un ejemplo. 

12 • Supongamos que yo no tengo ninguna información al respecto, 
que vivo en La Coruña, donde la probabilidad de que esté lloviendo es 
del 50%, y que mi abogada Piripili, en quien confío absolutamente, 
me dice que 'está lloviendo'. Pues, en estas circunstancias, el mensaje 
de Piripili me aporta exactamente 1 bitio de información, ya que 
para mi la probabilidad de que esté lloviendo ha pasado de ser 1 ¡2, que 
es la situación de máxima incertidumbre binaria, a la certeza, o sea, 
a probabilidad 1 (100% en porcentaje). Para evitar que me lluevan 
las críticas procedentes de la oficina de turismo de La Coruña, he de 
hacer notar que se trata de una suposición, y tengo que confesar que 
la probabilidad la he elegido para que el resultado fuera la unidad, 
por lo que cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. 



33 



13 • Por supuesto, a usted, que ya sabía que estaba lloviendo antes 
de oir a Piripili, el mensaje 'está lloviendo' no le ha proporciona- 
do ninguna información, 0 bitios, sobre el estado atmosférico actual. 
Porque para usted la probabilidad no ha cambiado; era seguro (pro- 
babilidad 1) que estaba lloviendo y sigue siéndolo (probabilidad 1). 
En cambio, si, por ejemplo, consideraba mentirosa a Piripili, el men- 
saje sí que le ha proporcionado información sobre ella. Para evitar 
las críticas de Piripili, he de hacer notar que se trata de una suposi- 
ción que tiene una intención exclusivamente didáctica. ¡Qué pesada 
se hace la escritura defensiva! 

14 • Ya tiene usted argumentos para explicar por qué no es noticia 
que un perro muerda a un niño, pero sí que lo es que un niño muer- 
da a un perro. Cuanto más improbable es un acontecimiento, más 
noticioso, porque su noticia contiene más información. Esta expli- 
cación también se aplica a las sorpresas. Una interpretación adulta 
simplista, asume que los niños pequeños han de estar constantemente 
sorprendidos ante las maravillas del mundo, porque para ellos todo 
es nuevo. Pero es justo al revés. Como todo les resulta nuevo, lo que 
sorprende a los niños pequeños es lo que no es nuevo, lo que se repite. 
A los niños les sorprende lo que a los adultos nos aburre. 

§35 El límite 

11 • "En el marco topológico radical el límite es sólo limite; es límite 
absoluto y reflexivo; es límite puro, límite de sí a sí, limite de lo 
mismo: es el límite en tanto que limite. La topología dice lo que es el 
límite como límite, límite interior y reflexivo, referido a sí, a su propia 
mismidad. Piensa el límite como diferencia en tanto que diferencia 
interna a la mismidad en tanto que mismidad!' 

12 • La información contenida en la cita anterior, en la que he respe- 
tado hasta las cursivas por si facilitan su entendimiento, depende del 
conocimiento previo. Es claro que para Trías, que la escribió, en- 
cierra información. Para otro puede contener cero bitios; para usted, 
no lo sé, y para mi, tampoco. 

13 • Lo que nos importa es que la cantidad de información depende 
de las teorías, las creencias y los conocimientos previos del sujeto 
que recibe la noticia. La otra conclusión es que la información está 
relacionada estrechamente con la probabilidad. El universo es infor- 
mación, y la información mide cambios de probabilidades. Así que 
ahora tenemos que averiguar qué es la probabilidad. 



34 



§36 La probabilidad 

Ti • La probabilidad sirve para estudiar aquellas situaciones en las 
que desconocemos lo que va a ocurrir, pero sabemos cómo tiene que 
ser la estadística de lo que suceda. Si lo desconocemos todo, entonces 
ni la probabilidad nos vale. Pero, ¿hay alguna situación sobre la que 
no podamos hacer ninguna conjetura? Y aun si la hubiera, ¿sería 
provechoso elucubrar sobre tan ignoto asunto? 

H2 • La probabilidad sirve, por ejemplo, para investigar el juego de 
dados, en el que no sabemos si esta vez saldrá o no un as, pero 
sí que sabemos que en promedio sale una vez de cada seis. Más 
concretamente, la probabilidad de un determinado evento coincide 
con la frecuencia de ese evento, cuando la serie es lo suficientemente 
larga. Así, en el caso del dado, la probabilidad de que salga un as 
coincide con la frecuencia de obtener un as, que es de un sexto, 1 /e, 
porque, como dijimos, sale en promedio una vez de cada seis. 

13 • Cuando no tenemos una teoría para predecir qué pasará, siempre 
podemos valemos de la estadística de lo que ha sucedido en ocasio- 
nes semejantes. No sabemos, por ejemplo, si dentro de justamente 
un año lloverá aquí en La Coruña, pero podemos emplear la estadís- 
tica pluviométrica del mes en curso para hacer una predicción más o 
menos fiable. 

14 • También puedo utilizar una estadística relativa al lugar en el que 
ha disfrutado usted sus vacaciones estos últimos años, para vaticinar 
cuál será su destino el próximo verano. Si, por ejemplo, y que no se 
me moleste nadie, observo que en los quince últimos años usted ha 
preferido la playa doce veces, frente a las tres que eligió la montaña, 
entonces puedo atreverme a pronosticar que irá a la playa con cierta 
garantía de acertar. Por supuesto, para usted todo esto no tiene 
ningún valor, ya que sabe cuales fueron exactamente las razones por 
las que viajó cada año al lugar elegido. Tal vez un año fue a causa 
de una oferta muy económica que no pudo rechazar, quizás otra vez 
porque se lo propuso un familiar al que no veía durante el resto del 
año, y puede que en otra ocasión cediese ante la insistencia de sus 
hijos; en fin, cada año sopesó las posibilidades que se le ofrecían y 
eligió racionalmente la que le pareció más ilusionante. 

15 • Estos ejemplos me sirven para mostrar que es suficiente disponer 
de las frecuencias relativas de los distintos eventos para poder utilizar 
las probabilidades. O, en negativo, que no es preciso conocer las 
causas de los eventos para sacar provecho de las probabilidades. 



35 



§37 Haciendo estadísticas 

11 • Mientras estamos elaborando la estadística de un determinado 
fenómeno, ocurre necesariamente que cada nuevo dato modifica la 
frecuencia de todos los eventos, excepto en un caso. Fíjese que la 
frecuencia de un determinado valor es el cociente de dividir el número 
de veces en que el dato ha tomado dicho valor entre el número total 
de medidas realizadas. Por ejemplo, la frecuencia con la que usted 
veranea en la playa es de 12 /i5, porque ha ido doce de las quince veces 
a la playa. 

12 • De modo que cada nueva medición suma necesariamente uno al 
total de medidas, o sea, aumenta el denominador en uno, mientras 
que suma uno únicamente al numerador del valor que ha ocurrido. 
Esto significa que disminuye la frecuencia de todos los valores, salvo 
la del que ha ocurrido esta vez, que aumenta. Por ejemplo, si este año 
va usted a la montaña, entonces su frecuencia de veraneo en la playa 
pasará a ser 12 /i6, que es menor que 12 /i5> mientras que su frecuencia 
de veraneo en la montaña aumentará de 3 /i5 a 4 /i6. 

13 • Si le gustan las matemáticas puede entretenerse demostrando el 
siguiente teorema, que es el que viene al caso. 

n n n + 1 

0<n<m: -< < - 

m + 1 ra m + 1 

14 • Hay una excepción, que ocurre si en todas las mediciones, desde 
la primera, se ha obtenido siempre el mismo valor del dato, porque 
entonces la frecuencia del valor que ocurre siempre es uno, y no crece, 
y la frecuencia de los demás valores, que nunca han ocurrido es cero, 
y no disminuye. En términos del teorema matemático, estamos en 
los casos extremos, n = m y n = 0. 

15 • Si siempre ocurre lo mismo, como en la excepción, decimos que 
la situación es determinística, y si no siempre sucede igual, decimos 
que es probabilística. 

§38 Yo era una probabilidad 

11 • Un estudiante decidió echar a suertes su plan para la tarde previa 
a un examen definitivo. Tomó una moneda y se prometió que, si 
tocaba cara, se daría una vuelta en bicicleta, si salía cruz se iría al 
cine, y si caía de canto, se quedaría a estudiar. ¡Le gustaba tener en 
cuenta todas las posibilidades! 

12 • Hay que decir que la moneda de un peso landés, de curso le- 
gal allí entonces, era un cilindro largo, apodado palo, que siempre 



3G 



caía acostado, pero que el estudiante buscó en su monedero hasta 
encontrar una moneda de medio peso. La moneda de medio peso era 
una moneda más normal, en forma de disco, de algo menos de dos 
centímetros de diámetro. 

13 • El caso es que lanzó la moneda y salió cruz. Pero como no le 
convenció ninguna de las películas programadas en los cines de la 
ciudad, y además el día era soleado y primaveral, decidió ir a dar una 
vuelta en bicicleta. No obstante, antes de comenzar su excursión, 
tenía que ir andando a recoger la bicicleta al garaje de sus tíos, que 
era el lugar en donde estaba guardada. 

14 • Pero, justo al salir del portal de su casa, se tropezó con una com- 
pañera, que le gustaba mucho, pero con la que apenas había tenido 
oportunidades de conversar. El estudiante aprovechó el encuentro 
para invitarla a un helado. Ella aceptó, y el no fue aquella tarde a 
pasear en bicicleta. Cinco años después tuvieron su primer hijo. Esc 
primer hijo es tu padre — finalizaba sentenciando mi abuelo siempre 
que me contaba cómo conoció a mi abuela, y a mi siempre me recorría 
la espalda un escalofrío al pensar que, cuando lanzó aquella moneda, 
yo sólo era una probabilidad. 

§39 Las fuentes de la probabilidad 

11 • Siento que tengamos que dejarnos de cuentos para dedicarnos a 
considerar con seriedad el papel de la probabilidad en la ciencia. Pero 
antes, déjeme que le dé un consejo: si usted quiere llegar a pasar por 
filósofo, no incluya nunca historias ligeras y ejemplos sencillos en sus 
escritos. En fin, no haga como yo hago, sino como yo le digo que 
haga. Sigamos. 

12 • Si conocemos las causas de un determinado fenómeno, entonces 
podemos formular la ley causal correspondiente. Cuando no las co- 
nocemos, no podemos enunciar una ley causal, pero sí que podemos 
establecer una ley probabilística. 

13 • Si un fenómeno es aleatorio, entonces sólo puede ser descrito cien- 
tíficamente por una ley probabilística. Cuando desconocemos parte 
de las circunstancias que concurren en un suceso, estamos igualmen- 
te obligados a utilizar una ley probabilística para describirlo cientí- 
ficamente. Por último, si tuviéramos que describir científicamente el 



37 



comportamiento de un sujeto libre, también tendríamos que usar una 
ley probabilística. 



14 • La ley del dado se debería al azar, o al desconocimiento de todas 
las variables físicas que intervienen en una tirada de dado. La ley que 
describe el destino de sus vacaciones se debería a su libre albedrío, 
o a la ignorancia que supone no conocer todas las circunstancias y 
procesos cerebrales que intervienen en sus decisiones. 

15 • Cuando nos encontramos con indeterminación, cualquiera que 
sea su origen, hay incertidumbre y no podemos asegurar qué sucederá, 
así que lo más que podemos hacer es presentar la estadística de lo 
que ha ocurrido en ocasiones semejantes, es decir, tenemos que usar 
probabilidades, o sea, tenemos que contar y calcular frecuencias. 

§40 Los principios de racionalidad 

11 • Uno de los principios básicos de la ciencia es el principio de 
legalidad total (en inglés lawfulness) , que establece que las leyes de la 
naturaleza rigen todo cuanto ocurre. Además, otro principio científico 
auxiliar del anterior, el principio de inteligibilidad, garantiza que es 
posible descubrir tales leyes. 

12 • Estos dos principios aseguran, el primero, que la naturaleza es 
racional y, el segundo, que es racional la investigación científica. Afir- 
man que la ciencia puede explicarlo todo. Que algo no tenga una ex- 
plicación científica significa, si estos dos principios se sostienen, que la 
ciencia todavía no ha dado con la explicación. Según estos principios 
de racionalidad, el ámbito de estudio de la ciencia es la naturaleza 
completa, sin excepciones. 

13 • Además de encomiablcs, los principios de racionalidad se han 
mostrado muy eficaces. Porque aceptar como explicación un milagro 
es lo mismo que no explicar, es dar por buena la ignorancia y no 
perseverar en la búsqueda del conocimiento. Rechazar de plano los 
prodigios y los milagros es la única manera de intentar entender lo 
que ocurre. 

14 • Es importante percatarse de que las leyes a las que se refieren 
estos principios han de ser leyes causales no probabilísticas. Porque, 
como hemos visto, se podrían hacer estadísticas de los prodigios y 




:-!<S 



de los milagros, y ele las decisiones tomadas libremente. Es decir, 
que si las leyes a las que se refieren los dos principios de racionali- 
dad fueran leyes probabilísticas, entonces afirmarían trivialmcnte que 
pueden hacerse estadísticas de cualquier fenómeno; ya sabemos que 
basta contar y dividir para calcular las frecuencias. 

15 • Puesto que la irracionalidad cabe en las estadísticas, las verda- 
deras leyes son las leyes causales. Las leyes causales explican, son ra- 
cionales. Las leyes probabilísticas no explican sino que, al contrario, 
se utilizan cuando se desconocen las causas. Las leyes probabilísticas 
no son más que estadísticas. 

16 • Por ser la libertad una de las fuentes de la probabilidad, nues- 
tra intención de incorporarla a la ciencia choca contra el principio 
de legalidad total. Y es que en el principio de legalidad total no 
queda espacio para el libre albedrío, que es, precisamente, una zona 
libre de leyes causales. Así que, para salvar la libertad tendremos 
que rebatir tal principio. Afortunadamente para nuestros propósitos, 
que el principio de legalidad total sea deseable, no prueba que sea 
verdadero. 

§41 Bohr contra Einstein 

11 • La probabilidad apareció por primera vez en la física durante el 
siglo xix al estudiar el calor y los gases, como vimos al hablar de la 
entropía. Se aceptó que cuando el número de partículas es muy gran- 
de, no resulta práctico aplicar las leyes de la mecánica newtoniana 
a cada una, y agregar los efectos obtenidos para obtener el estado 
global del sistema. En el caso de un gas, es fácil que tengamos billo- 
nes de billones de moléculas, literalmente unas 10 24 partículas, por lo 
que lo único prácticamente posible es utilizar estadísticas y cálculos 
probabilísticos. 

12 • La segunda aparición, a principios del siglo xx, fue mucho más 
controvertida. Según la física cuántica, las partículas subatómicas 
individuales, como el electrón o el fotón, tienen un comportamiento 
probabilístico. Recuerde que la física cuántica trata de lo más peque- 
ño, y que si las moléculas de los gases están compuestas de átomos, de 
lo que estamos ahora hablando es de los componentes de los propios 
átomos. 

13 • Que sean probabilísticas las leyes que rigen la naturaleza en sus 
más finos detalles, como nos dice la física cuántica, no gustó a todos 
los científicos. Einstein fue posiblemente el menos convencido. Su 
postura la resume una de sus más célebres frases: "Dios no juega a los 



39 



dados". Lo que sin duda molestaba más a Einstein del probabilismo 
cuántico era que contrariaba se fe en la completa racionalidad del 
universo. Admitir que, en la misma base legal del universo, impera la 
probabilidad es admitir la derrota de la razón. Porque, como vimos, 
la ley probabilística es una ley de segunda clase que prescinde de 
las causas y atiende únicamente a las estadísticas, por lo que sólo se 
aplica, como mal menor, cuando no puede aplicarse la ley causal, que 
es la verdadera ley. 

14 • Su principal antagonista en esta discusión fue Bohr, el físico da- 
nés de la primera mitad del siglo xx que descubrió la estructura del 
átomo de hidrógeno. La posición de Bohr era, a la vez, pragmática 
y escéptica. En el apartado práctico, afirmó que la teoría cuántica es 
válida porque permite predecir lo que ocurrirá con una precisión que 
ninguna otra teoría es capaz de alcanzar; y esto sigue siendo cier- 
to. Era escéptico porque pensaba que posiblemente nuestra mente 
no estaba diseñada para entender el funcionamiento de unos obje- 
tos tan alejados de nuestra experiencia cotidiana como las partículas 
subatómicas. 

§42 La extrañeza cuántica 

Ki • El escepticismo, y toda la disputa entre Einstein y Bohr, hay 
que verlo en medio de la extrañeza general que produce intentar en- 
tender el funcionamiento de las partículas subatómicas según la des- 
cripción que proporciona la física cuántica. Los mejores exponentes 
de la insólita naturaleza de las teorías cuánticas son las paradojas 
cuánticas. 

12 • No voy a extenderme con este asunto. Ya le dije que para ser 
filósofo necesita tener conocimientos científicos, y que éstos no se im- 
provisan. De modo que, si usted sabe física cuántica, le bastarán mis 
explicaciones y, si no, tendrá que evitar esta rama de la filosofía. Sepa 
que esto no es grave, porque es tal el actual grado de especialización 
de la ciencia, que ningún científico tiene un conocimiento, siquiera 
somero, de todas las disciplinas científicas. Y si un científico no lo 
tiene, menos lo tiene que tener un filósofo. 

13 • Para las teorías cuánticas, mientras no se mide, el estado de una 
partícula cuántica es una onda de probabilidades que evoluciona de 
acuerdo a la ecuación de SchrÓdinger. En cambio, al medir, se 
obtiene siempre un valor determinado. 



40 



H4 • La primera impresión es que al medir se provoca el colapso de 
la onda de probabilidades, que se condensa en un único valor deter- 
minado. Una vez realizada la medida, y tomando como punto de 
partida el valor medido, y no los otros estados que también tenían 
alguna probabilidad antes de efectuar la medición, se vuelve a desa- 
rrollar la onda de probabilidades del modo descrito por la ecuación 
de SchrÓdinger. Repito, parece que al medir obligamos a la partí- 
cula a decidirse por un estado concreto, y que, en cambio, mientras 
no medimos, la partícula simplemente no toma ninguna decisión y 
mantiene abiertas todas las posibilidades. 

f 5 • Para Einstein es ridículo pensar que la naturaleza juega al es- 
condite inglés con el sujeto y que, como en el juego, se queda quieta 
cuando la miran, y se mueve en cuanto el sujeto tuerce la cara y mi- 
ra para otro lado. Para Bohr el comportamiento de las partículas 
cuánticas es efectivamente aleatorio, y haciendo los cálculos al modo 
de la teoría cuántica se acierta a precedir lo que ocurrirá, así que, si 
no podemos entender por qué es así, es mejor no darle más vueltas. 

§43 La teoría de la medida 

Ki • Bohr pensaba que los fenómenos cuánticos son azarosos, pero 
usted y yo sabemos que la probabilidad puede tener otros orígenes. 
Así que también se exploró la posibilidad de que el comportamiento 
real de las partículas subatómicas fuera desconocido, sospechando de 
la medida, sin duda a causa de su peculiar interpretación según las 
teorías cuánticas. 

%2 ■ Para establecer una teoría de la medida basta enunciar dos prin- 
cipios que parecen verificarse en cualquier medición: el principio de 
determinación y el principio de interacción. 

13 • Principio de determinación: en toda medición se obtiene un valor 
determinado, que llamamos dato o medida. La única manera de 
obtener medidas es midiendo y, por lo tanto, no tenemos dato alguno 
de lo que ocurre entre dos mediciones. 

14 • Principio de interacción: el dato se obtiene al interaccionar el 
aparato de medida con el fenómeno a medir. Dicho de otra manera: 
toda medición perturba el fenómeno. Los acontecimientos probable- 
mente serían diferentes si no se midiera. 



41 



§44 La aporía de la medida 

Ki • Aquí hay una dificultad que se puede soslayar de dos maneras. 
Una consiste en despreciar la perturbación, y de aquí que sólo el 
advenimiento de la mecánica cuántica, al tratar de lo más pequeño, la 
haya desvelado. Pero una vez conocida, es nocivo ignorarla. Veamos, 
pues, en detalle, la aporía que plantea la medida. 
12 • Sólo podemos obtener datos midiendo, de modo que las leyes 
sólo pueden ser verificadas si aciertan sus predicciones sobre el re- 
sultado de las mediciones, o sea, si adelantan los datos. En estas 
circunstancias, la mejor ley que podemos descubrir es aquélla capaz 
de predecir con toda exactitud el resultado de las mediciones. Tal ley, 
con ser la mejor, nada nos dice de lo que ocurriría si no midiésemos 
el fenómeno. O tal vez sí, pero sólo tal vez. 

113 • Por lo tanto, dado que estamos condenados a desconocer lo que 
ocurre entre mediciones, las leyes de los fenómenos no perturbados 
han de ser probabilísticas. Observe usted que esto es estrictamente 
aplicable a cualquier teoría, y que solamente puede despreciarse si se 
desprecia la perturbación que, según el principio de interacción, toda 
medición causa al fenómeno. 

114 • La palabra 'medida' es una palabra técnica que parece reducir 
el efecto de la aporía encontrada al dominio de la ciencia. Pero no 
se confíe, porque no es así, ya que cualquier toma de datos es una 
medición. Lo que hacen nuestros sentidos, como la vista o el oído, 
son mediciones. 

Teoría de la sensación = Teoría de la medida 
§45 La regañina 

11 • Si ha permanecido usted atento a pesar de la perplejidad de mis 
explicaciones sumarísimas de la física cuántica, estará revolviéndose 
contra mi en su butaca. Si no es ésta su disposición de ánimo actual, 
entonces, o está leyendo con demasiada ligereza, o ha sucumbido al 
sueño, y, en cualquiera de los dos casos, debería dejar inmediatamen- 
te la lectura, para retomarla cuando se encuentre más tranquilo y 
despierto, retrocediendo, además, unas cuantas páginas, porque no 
se está enterando de las últimas secciones que ha leído. 



42 



f 2 • Perdone la regañina, que seguramente no se merece porque, aun- 
que es cierto que todo este embrollo de la aporía de la medida es des- 
caradamente objetivista, y de nada le vale a un subjetivista como yo, 
también es verdad que, para descubrirlo, ayuda mucho tener manía 
al objetivismo. Y, las paranoias nunca son convenientes. Por ejem- 
plo, en mi propio caso, que he sido tomado por tal obsesión, me veo 
obligado a dudar a cada paso de mis conclusiones, porque sospecho 
que son ilusiones sin fundamento producidas exclusivamente por unas 
ganas inmensas de refutar el objetivismo que me poseen sin remedio. 

13 • Después de esta confesión me parece que le asaltan a usted las 
dudas. Eso está bien. Recapitulemos. Descartes estaba en lo 
cierto: lo único seguro es que estoy pensando. Kant tenía razón: lo 
que está fuera no puede ser pensado. Pero, a pesar de ello, nuestra 
relación con el entorno exterior es exitosa, incluso demasiado exitosa, 
y fructífera. Por lo tanto nuestra interpretación objetivista tiene que 
ser lo suficientemente acertada y, además, no tenemos otra. Así que 
— se pregunta usted — ¿para qué darle más vueltas? Supongamos, 
como hipótesis, que las cosas son como las pensamos. 

14 • No seré yo quien le contradiga. Yo mismo, a efectos prácticos, 
supongo que las cosas son como las veo y las pienso. Pero sé que no 
son así. Y si a usted no le vale, como razón suficiente para acometer 
estas extravagantes pesquisas, la búsqueda de la verdad por ella mis- 
ma, ni le sorprende que, tanto el nexo entre una persona y su entorno, 
como la conexión entre un ser vivo y el resto de la vida, ambos re- 
sulten ser interfaces que transfieren información, ni le parece curioso 
que la información sea convertible en entropía, y por consiguiente en 
trabajo físico, y que la información tenga una cerrada relación con la 
probabilidad, probabilidad que reaparece en la misma base cuántica 
de la física causando una enorme perplejidad a alguien tan perspicaz 
como Einstein, si nada de esto le intriga, entonces le recuerdo que 
aún ha de conciliar su creencia en la libertad y el libre albedrío con 
el legalismo excluyente de la ciencia materialista. 

15 • Otra cosa es cierta, sin embargo. El saber no da la felicidad, y 
frecuentemente ocurre justo lo contrario. Este es, sin duda alguna, el 
punto crucial: el filósofo no se contenta con ser feliz. Es filósofo el que 
quiere saber. De manera que si usted no siente curiosidad por estos 
asuntos, debe dejar definitivamente de leer este libro aquí mismo, ya. 



43 



§46 Heráclito contra Parménides 

11 • Le decía que la aporía de la medida es objetivista. La aporía dice 
que las leyes de los fenómenos no perturbados, esto es, no medidos, 
han de ser leyes probabilísticas porque nunca podremos conocer lo 
que ocurre entre dos mediciones. Ocurre entonces con el fenómeno 
no perturbado lo mismo que sucedía con el Noumenon kantiano. En 
cuanto queremos conocer el fenómeno no perturbado hemos de me- 
dirlo, y, al medirlo, lo perturbamos y deja de ser un fenómeno no 
perturbado. Pero ya hemos aprendido que cuando nos parece que 
hablamos del Noumenon, estamos, más bien, hablando del objeto. 
Veámoslo. 

12 • El objeto es un artefacto de la percepción que simplifica los datos 
captados por los sentidos. En el caso de la visión, los datos son los 
puntos de color que forman la imagen retinal, y el objeto es una 
región a la que adscribimos unas pocas propiedades. Esa es la manera 
espacial de comprimir la información que hemos investigado, pero hay 
otro modo de compresión que es temporal. Si dos imágenes retínales 
temporalmente consecutivas son parecidas, porque muchos puntos 
de color mantienen sus valores, o cambian poco, entonces podemos 
ahorrarnos rehacer el dibujo, ya que nos vale el anterior con, si acaso, 
alguna modificación parcial. Así que los objetos perduran por la 
misma razón por la que hay objetos, por economía cognitiva. 

• De modo que Heráclito, al decir que "todo cambia", se refería 
a la imagen retinal. Pero lo que nosotros vemos, una vez que los datos 
captados en la retina son procesados y resumidos por los procesos de 
la percepción, son objetos que perduran, aunque vayan cambiando 
sus propiedades. Por eso, para el objetivista arquetípico que fue su 
antagonista Parménides, la realidad fundamental permanece inalte- 
rada. 

• El objeto resume espacio y tiempo. 
§47 La medida es el fenómeno 

li • ¿De dónde viene, pues, la idea del fenómeno no perturbado? Del 
objetivismo, que interpreta erróneamente que lo que perdura es el 
objeto exterior. Así que el objetivismo postula que el objeto exterior 
causa los datos retinales, y que el objeto exterior permanece. Dadas 
estas dos condiciones, se deduce que el objeto exterior también genera 
datos cuando no lo miramos. El fenómeno no perturbado es, para el 
objetivismo, el fenómeno generado por el objeto exterior cuando no 
lo observamos. 



44 



%2 ■ Afirmar la existencia exterior del objeto es conferir a éste una 
substancia inasequible que lo sostiene entre mediciones. Negar la exis- 
tencia del objeto exterior es aceptar prudentemente que todo nuestro 
conocimiento proviene de las medidas. Todo nuestro conocimiento 
proviene de las medidas. 

13 • Una vez que somos capaces de prescindir de la existencia del 
objeto exterior, se queda sin sentido el concepto de fenómeno no per- 
turbado. Porque, si medir es la única manera en que experimenta- 
mos los fenómenos, un fenómeno no perturbado sería un fenómeno no 
manifestado, lo que es una contradicción de términos. Radicalmente: 
hay que eliminar el principio de interacción de la teoría de la medida. 
La medida es el fenómeno. Y, por si no está claro, se lo repito: el 
fenómeno es la medida. Así, ya no hay aporía. 

• Cierto, hemos liquidado la aporía de la medida, pero seguimos 
sin explicar las paradojas cuánticas. 

§48 La solución cuántica 

11 • Cuando Newton se cuestionó la obviedad de que las manzanas 
se caen cuando maduran, estaba tratando con objetos típicos. Una 
manzana o una bala de cañón son objetos que vemos naturalmente 
sin ayuda de aparatos y que podemos manipular directamente. La 
mecánica newtoniana codifica información, pero lo hace respetando 
la simplificación objetiva del exterior. 

j¡i ■ No es éste el caso de los objetos cuánticos. La física cuántica 
describe lo que les sucede a las cosas más pequeñas. Como era de 
esperar, ya que los defectos del objetivismo se evidencian al acercar- 
nos, hay grietas en esta parte del edificio. Y, en este caso, mi opinión 
no difiere de la opinión común, porque la propia ciencia materialista 
reconoce la existencia de las paradojas cuánticas. 
13 • Para disolver las paradojas cuánticas basta con cambiar la in- 
terpretación objetivista por la subjetivista. Para la interpretación 
objetivista, al medir se colapsa, como vimos, la onda de probabilida- 
des y, como consecuencia, cambia el estado de la partícula cuántica 
que hay ahí fuera. Para la interpretación subjetivista, que no cree en 
la existencia de objetos cuánticos ahí fuera, al medir lo que cambia 
es el estado de conocimiento acerca de lo que ocurre ahí fuera que 
tiene el sujeto que está midiendo, de modo que el colapso cuántico 
es la transición que va de no conocer a conocer. Antes de medir lo 
que tenemos son varias posibilidades, una por cada medida posible. 
La medición, en vez de causar mágicamente el desenredo (en inglés 



45 



disentanglemeni) del estado de una partícula cuántica que supuesta- 
mente existe fuera, lo que hace es cambiar el estado de conocimiento 
de quien mide. Y esto último es lo que describen las leyes cuánticas. 
Obvio, y no me diga que no lo es. 

14 • La interpretación subjetivista disuelve tanto la paradoja del ga- 
to de SchrÓDINGER como la de Einstein-Podolsky-Rosen. Esta 
última paradoja, y también el famoso experimento de las dos ranuras 
(en inglés the two slits experiment), muestran, además, que las pro- 
piedades no están localizadas, es decir, nos enseñan que no existen 
los objetos. Demuestran que la simplificación objetivista tiene sus 
limitaciones y que, seguramente, el espacio y el tiempo no son como 
nos los imaginamos. 

§49 La ignorancia 

li • Hemos prescindido del principio de interacción, pero no del prin- 
cipio de determinación de la medida. Las medidas no son nunca alea- 
torias, porque cuando medimos obtenemos datos determinados. La 
medida es el fenómeno, ergo los fenómenos no pueden ser aleatorios. 
Esto elimina al azar como fuente de indeterminación o incertidumbre. 
No hay azar, sino ignorancia, o desconocimiento, y libertad. 



12 • La vida se juega en la incertidumbre, entre la ignorancia y la 
libertad, y su fruto es el conocimiento. Por supuesto, la vida juega 
a no morir. La ignorancia no se puede deber a la imposibilidad de 
conocer el fenómeno no perturbado, porque negamos que haya tal. 
Lo he escrito en plural porque supongo que está usted conmigo, ¿no 
es así? Las causas de la ignorancia son varias. 

13 • Podemos no conocer parte del presente por falta de atención 
(medición no anotada), o por carecer de acceso a parte del presen- 
te (medición no realizada), o por incapacidad para asimilar toda la 
información que se nos presenta (capacidad insuficiente del canal de 
datos) . 

14 • El desconocimiento del pasado puede deberse a que el dato no 
quedó retenido en memoria alguna (medida no registrada), posible- 
mente a causa de la finitud de las memorias, o al olvido (registro 
borrado o alterado), o a que falla la recuperación del recuerdo, aun- 
que esté retenido (registro inaccesible). 




4G 



15 • El futuro ni ha sido medido ya, ni puede estar siendo medido 
ahora. Por esta razón, es mucho más lo que ignoramos del futuro que 

10 que conjeturamos que pasará. 

H6 • Del pasado hay medidas realizadas y en el presente se están rea- 
lizando las mediciones, pero ni hay medidas realizadas del futuro, ni 
en el futuro se están realizando mediciones. Las causas de la igno- 
rancia son varias, pero hay diferencias si la ignorancia se refiere al 
pasado, al presente, o al futuro. 

§50 El tiempo 

11 • Todo nuestro conocimiento proviene de las medidas, y la medi- 
ción distingue el futuro del pasado. 

%2 ■ Sin embargo, para las teorías físicas que fundamentan toda la 
ciencia actual, como la teoría de la relatividad y la teoría cuántica, 
no hay diferencia entre el futuro y el pasado. Concretamente, en las 
ecuaciones de estas teorías se puede sustituir la variable que repre- 
senta al tiempo, t, por su opuesta, que es —t, y las ecuaciones no 
cambian, <¡>(t) = i). Es decir, sus ecuaciones son simétricas res- 
pecto al tiempo. No distinguen el futuro del pasado ni el avance del 
retroceso en el tiempo. No ven la flecha del tiempo, no ven que el 
tiempo huye y nunca vuelve. Los libros de divulgación utilizan como 
ejemplo que, para estas teorías fundamentales, no hace diferencia que 
la película se vea avanzando normalmente desde el principio hasta el 
final o que se vea retrocediendo desde el final hasta el principio. 
13 • En estas teorías con ecuaciones simétricas respecto al tiempo, 
el tiempo es reversible porque no distinguen ni dan preferencia ni 
significado especial a ninguna dirección del tiempo y, en particular, 
no obligan a que el tiempo crezca irreversiblemente. Por el contra- 
rio, ambas posibilidades, crecimiento y decrecimiento del tiempo, son 
siempre contempladas sin distingos y en igualdad de condiciones. 
114 • La medición distingue el pasado del futuro, y ella misma está 
dirigida en el tiempo. La medida es el resultado de la medición. La 
medición finaliza cuando se obtiene la medida, pero ha de comenzar 
antes, no después. Se prepara la medición antes y después se obtiene 
la medida, también llamada dato. Por lo tanto, en una teoría que no 
distinga el pasado del futuro no caben las mediciones. Pero, como 
usted y yo sabemos, el tiempo no es así: el tiempo es irreversible. 



47 



§51 La muerte 

11 • Parece absurdo que la ciencia, que concede la autoridad defini- 
tiva e inapelable a los datos obtenidos en las mediciones, proponga 
teorías que demuestran la imposibilidad o el sinscntido de las medi- 
ciones. Y, además, si el tiempo es irreversible, que lo es, entonces las 
teorías físicas vigentes son fundamentalmente erróneas. Para obtener 
más indicios sobre los motivos de este error, vamos a examinar otras 
consecuencias de la simetría temporal. 

12 • En primer lugar, un absurdo. Si el tiempo fuera reversible, yo 
podría ir al pasado y matar a mi abuelo antes de que fuera a buscar su 
bicicleta y conociera a mi abuela, pero entonces yo no habría nacido, 
y no podría haber ido. 

13 • Otra consecuencia que tendría que el tiempo fuera reversible, y 
que el futuro fuera como el pasado, sería que la libertad era imposible. 
Porque la libertad concierne al futuro, y no al pasado, y la simetría 
temporal imposibilita cualquier diferencia entre el pasado y el futuro. 
Siendo el futuro como el pasado, y no habiendo libertad para cambiar 
el pasado, tampoco la habría para intervenir en el futuro. 

Tiempo reversible => No hay libertad 

Esta implicación nos asegura que, si las leyes científicas son simétri- 
cas respecto al tiempo, entonces queda descartado que haya zonas 
libres de leyes causales, y, por consiguiente, queda asegurado el cum- 
plimiento del principio de legalidad total. 

14 • Podemos dar la vuelta a la implicación y decir lo mismo, pero 
de otra manera: si hay libertad, entonces el tiempo es irreversible. 

Libertad Tiempo irreversible 

15 • Por último, y sin ánimo de ser exhaustivo, ni macabro, otra de 
las consecuencias que tendría un tiempo reversible sería, obviamente, 
la imposibilidad de la muerte. Por esta razón no debe extrañarle 
que haya un arraigado prejuicio en favor del tiempo reversible. Pero, 
superado el prejuicio, esta consecuencia nos señala el fuerte vínculo 
que une a la vida con la libertad. 



48 



§52 La libertad 

11 • Un sujeto es libre si puede elegir como actuará. Un sujeto es 
libre cuando puede elegir entre varios futuros posibles. La libertad 
concierne al futuro, y no al pasado. 

12 • Ignoramos lo que sucederá en el futuro a causa de la libertad. 
Porque, si hay libertad, entonces el futuro no está determinado, sino 
abierto. Y, por ese motivo, no es posible asegurar qué ocurrirá en el 
futuro. O sea, que una causa suficiente de la ignorancia es la libertad. 

Libertad => Ignorancia 

13 • La libertad es una causa suficiente de la ignorancia que sólo 
concierne al futuro. La libertad es suficiente para explicar que el 
futuro no es como el pasado. La libertad es suficiente para explicar 
que es preciso medir para obtener datos. Porque si hay libertad, y el 
futuro está abierto y no cerrado como el pasado, entonces, antes de 
medir, siempre habrá incertidumbre sobre el resultado de la medición. 
Así explica la libertad por qué medir siempre aporta información. Y, 
en este caso, siempre es siempre. 

14 • Cada medida disminuye la ignorancia. En positivo: cada medi- 
ción que realiza la vida aumenta el conocimiento que tiene la vida 
acerca de su entorno. Tal progresión establece la flecha del tiempo. 
Podemos conocer lo ya medido, y por esto el pasado está determina- 
do. Desconocemos lo por medir, y por esto el futuro es incierto. El 
acto de medir marca el presente, que es la frontera entre el pasado y el 
futuro. El tiempo es irreversible para la vida a causa de la medición, 
que es necesaria a causa de la libertad. 

15 • La vida juega a no morir, y sin libertad no hay juego. 

§53 La ley de la información incesante 

11 • La aleatoriedad es una propiedad del objeto. La incertidumbre 
es el estado natural del sujeto. La libertad es la indeterminación 
referida al futuro. El desconocimiento es la incertidumbre referida 
al pasado. La aleatoriedad es la proyección de la incertidumbre del 
sujeto sobre el objeto. La probabilidad es una herramienta que usa 
el sujeto para describir lo que él conoce, a pesar de su incertidumbre 
intrínseca. 

12 • Sostener que la ley física no describe el estado de la partícu- 
la, sino nuestro conocimiento de la situación, disuelve las paradojas 
cuánticas. Es obvio que cuando medimos conocemos lo que ocurre, 



49 



para eso medimos, y que cuando no medimos nuestro conocimiento 
es menos preciso, porque somos ignorantes; usted y yo también. 

13 • Le propongo elevar a postulado la incertidumbre del sujeto, ¿se 
atreve? Nunca ningún sujeto puede asegurar completamente cual 
será el resultado de una medición aún no realizada. Porque hay 
libertad y el futuro está abierto, o porque el sujeto es ignorante, 
que tanto monta, monta tanto. Y, como el sujeto no está seguro, el 
resultado de la medición siempre le disipa alguna incertidumbre y le 
añade conocimiento. Ya podemos formular la ley de la información 
incesante: "Toda medición aporta información al sujeto que mide". 

14 • La ley de la información incesante contradice la segunda ley de 
la termodinámica, que afirma justo lo contrario. Pero es que la ley 
de la información incesante no se aplica a los sistemas cerrados, sino 
a la vida, que es un sistema abierto. 

§54 La vida eterna 

11 • Kauffmann busca desesperadamente el cuarto principio de la 
termodinámica. Sabe que la vida no cabe en los tres principios vigen- 
tes, y por esa razón piensa que se necesita un cuarto principio. En mi 
opinión debería empezar de nuevo, es decir, debería olvidarse de la 
termodinámica y comenzar por el principio. O, mejor, sólo tiene que 
hacerme caso. El nuevo principio que busca es la ley de la informa- 
ción incesante que, en el supuesto de que el sujeto pueda acumular la 
incesante información que recibe, puede reformularse como la ley de 
la información creciente: "Toda medición incrementa la cantidad de 
información del sujeto". 

12 • Otras formulaciones de la ley de la información incesante son: 
"No es posible asegurar completamente, antes de medir, el resultado 
de una medición"; o, lo que es lo mismo: "El futuro está abierto". 
Y uno de sus corolarios es: "La muerte es inevitable", ya que, al no 
poder tener cubiertas todas las eventualidades (en ingles possibilities) , 
el sujeto no puede evitar morir. 

13 • Así como los otros principios de la termodinámica se basan en 
imposibilidades, como la imposibilidad de construir una máquina de 
movimiento perpetuo (primer y segundo principios) y la imposibili- 
dad de alcanzar la completa quietud, o sea, la temperatura de cero 
absoluto (tercer principio), este nuevo principio — yo nunca lo pon- 
dría de cuarto — se basa en la imposibilidad de la vida eterna. ¿Hay 



50 



algo más deseable y menos posible que la vida eterna? No me con- 
teste, porque es una pregunta retórica que sólo tiene el propósito de 
fortalecer los fundamentos de la ley de la información incesante. 
14 • Estoy pensando que si ninguna cosa puede estar absolutamente 
quieta, entonces todas las cosas son máquinas de movimiento perpe- 
tuo. Le dejo a usted, como ejercicio, que evalúe la anterior paradoja. 
¿Es otra grieta? 

§55 La posibilidad 

f i • Acabo de escribir que la vida eterna es imposible, y antes que 
si hay libertad, entonces hay varios futuros posibles. Y, si lo mira 
bien, las probabilidades son meras posibilidades cuantificadas por sus 
frecuencias. Pero, qué significa que algo es posible, o que no lo es, o 
sea, ¿qué es la posibilidad? 

12 • Para Aristóteles la dicotomía máxima la conforman el acto y 
la potencia. Lo actual es lo que es, y lo potencial es lo que puede ser. 
Descartes parte el mundo de otro modo: lo que ocupa espacio, lo 
que está, es la res extensa, la materia, y lo otro, lo que no está, es 
la res cogitans, el espíritu. En un modo de hablar más moderno la 
misma dualidad se expresaría en los términos de realidad y teoría. 

Es: Acto • Potencia 

Está: Materia • Espíritu 
Se percibe: Realidad • Teoría 

13 • El materialismo es el monismo material, que niega el espíritu. 
Parece que nuestras observaciones, al devaluar el materialismo y, so- 
bre todo, al proclamar el panformismo del 'todo es información', nos 
obligan a adoptar el otro monismo, el monismo teórico, que niega la 
realidad. No lo dé por hecho, porque 'todo' incluye tanto la teoría 
como la realidad. Además podemos generalizar la definición de vida 
propuesta por Aristóteles: 'la información es potencia actualiza- 
ble'. Pero no nos distraigamos. Como decíamos, lo que ahora nos 
toca hacer es contestar otra pregunta: ¿qué es la posibilidad? 

14 • La respuesta es fácil, o eso parece. Es potencia lo que no existe en 
la actualidad. Es teoría todo cuanto no es real. Pero estas definiciones 
fáciles son negativas, así que no aclaran lo que es la posibilidad, sino 
lo que no es. 



51 



§56 El habla excede la realidad 

%i ■ Para superar la situación, le propongo examinar otra obviedad: 
podemos hablar de lo que no existe, pero no podemos ver lo que no 
existe — no me diga nada, porque ya se lo advertí, es una obviedad. 
En general, la realidad es lo que se percibe a través de los sentidos, 
y la teoría es justo aquello que, no siendo real, puede ser dicho. 
1¡2. ■ No podemos ver una pregunta. Lo que vemos son las letras 
escritas, y el signo de interrogación, porque sí que es posible decirla 
y escribirla, pero no vemos la pregunta como vemos una piedra, por 
sí misma. No vemos los significados. No vemos las explicaciones ni 
los razonamientos. La libertad no se ve. Tampoco se ve la vida. 
El cuerpo sí se ve, pero, como nos enseñó Aristóteles, no hay 
diferencias visibles entre un cuerpo vivo y un cadáver reciente. De 
todo esto que no vemos, estamos hablando. Podemos hablar de todo 
cuanto vemos, y de más cosas. El habla excede la realidad. 
1¡2, • Entendido así, el materialismo se limita a considerar una parte 
de todo lo decible. 'De lo que no se puede ver hay que callar', hubiera 
concluido Wittgenstein si hubiese sido materialista, que no lo fue. 
O sea, que, si fuera coherente, el materialismo sólo hablaría de la 
realidad. Para el propio materialismo esto es referirse a todos los ob- 
jetos que hay fuera, y al decir fuera quiere decir fuera del yo, así que 
dentro no hay ninguno. Pero para nosotros — o para mi, si es usted 
un cobarde que no se atreve a unirse a mi — la limitación materialis- 
ta, que consiste en interesarse únicamente por lo que la percepción 
construye, es una restricción injustificada y empobrecedora - aunque 
le advierto muy seriamente de que, si me deja solo, se quedará sin 
sus laureles de gloria cuando finalmente triunfe el subjetivismo. 

§57 Una caricatura 

%i • Yo no sé qué le parece a usted, pero a mi me parece que vamos por 
el buen camino. El nuevo edificio de la ciencia tiene que ser mayor que 
el vigente, construido por los materialistas, porque no puede limitarse 
a albergar la realidad. Tienen que caber en él, además de todos los 
actos, todas las posibilidades. 

K2 • Es muy fácil hacer una caricatura de mi posición. Por cierto, 
caricaturizar la propia situación es enormemente útil. La caricatu- 
ra exagera precisamente los rasgos más distintivos, los que ya en el 
original son menos comunes. Es decir, la caricatura hace obvio lo 
característico. Caricaturizar es señalar lo que distingue. 



•52 



13 • Imagínese — es usted un caricaturista — la ciencia que le estoy 
proponiendo. Como es la ciencia de lo posible, de todo lo que puede 
ser dicho, y como podemos decir que las manzanas no se caen, resulta 
que Newton se apresuró al establecer la ley de la gravedad. Si se 
hubiera esperado a la ciencia subjetiva, no le habría caido una man- 
zana en la cabeza. Pero es que se tenía muy merecido el manzanazo, 
el Newton ese, por apuradillo. 

14 • Me parece que está usted muy ufano con su caricatura del sub- 
jetivismo, pero hace mal en reírse de mi, sobre todo mientras está 
leyendo mi libro. Porque yo tengo el control de lo que aquí se di- 
ce, y yo, como todo el mundo, creo que la razón la tengo yo, y que 
son los demás los que están equivocados, de modo que debería haber 
adivinado que, al final, en mi libro triunfarán mis tesis. Y antes, 
también. 

15 • La caricatura no invalida el subjetivismo, sino que destaca lo ob- 
vio, que las manzanas caen. La manera de destacarlo es declarar que 
podrían no caer. Sólo cuando alguien con la lucidez de Newton es 
capaz de percatarse de que las manzanas podrían no caer, se plantea 
la necesidad de explicar por qué caen las manzanas. 

16 ■ La caricatura invalida el materialismo, porque descubre que el 
materialismo no tiene manera de explicar por qué hay que explicar 
la caída de las manzanas. Es decir, el materialismo puede explicar 
por qué caen las manzanas, pero, al prescindir de lo posible, se queda 
sin argumentos que justifiquen la necesidad de explicar por qué caen 
las manzanas. Dicho más rudamente, como para el materialismo las 
preguntas no existen, porque no son reales, porque no se ven, sus 
respuestas son respuestas a ninguna pregunta. 

§58 Newton y Einstein 

ti • El subjetivismo considera todas las posibilidades, pero, si que- 
remos obtener provecho y evitar daños en nuestras interacciones con 
el exterior, nos vale más asumir las leyes de la mecánica clásica de 
Newton, y apartarnos de la trayectoria parabólica del proyectil, que 
suponer ciertas las otras posibilidades. 

12 • Aunque hay otra posibilidad que también ha de ser estimada. Me 
refiero a la mecánica de Einstein, que está contenida en su teoría de 
la relatividad — sí, esa que contiene la famosa fórmula E = me 2 . A lo 
mejor, le han contado que la mecánica de Newton es un caso parti- 
cular de la de Einstein, que se puede aplicar cuando las velocidades 
son pequeñas en comparación con la velocidad de la luz — que es la 



53 



'c' de la ecuación famosa. Si esto fuera verdad, entonces la mecánica 
relativista sería una generalización de la clásica, pero no es así. 

13 • Kuhn nos asegura que la masa relativista — que es la W de 
la fórmula — y la masa clásica, aunque lleven el mismo nombre, no 
pueden ser consideradas iguales, ni siquiera en reposo. Por lo tanto, 
"la teoría de Einstein puede ser aceptada únicamente si se reconoce 
que la de Newton era errónea". 

14 • Lo de que Einstein generalizó a Newton es una mentira piado- 
sa que tiene que inventarse la ciencia materialista para no tener que 
reconocer una incoherencia, a saber, que casi toda la ingeniería, y 
mucha física, sigue empleando la mecánica clásica de Newton. Pero 
sólo es incoherente si se cree que las verdaderas leyes de la naturaleza 
rigen el universo material, y que cualesquiera otras leyes, por acerta- 
das que hayan parecido durante un tiempo, son simple y llanamente 
falsas. 

15 • El materialismo, al negar la teoría, prohibe que las leyes de la 
naturaleza sean teoría. Para el materialismo, las leyes verdaderas go- 
biernan el universo material, así que son una propiedad muy principal 
de la materia. Pero las leyes erróneas, al no tener relación alguna con 
la materia, no son nada de nada, y no hay justificación alguna que 
pueda legitimar su uso. 

16 • Para nosotros, los subjetivistas, las teorías son meros compen- 
dios de conocimiento, y puesto que la mecánica clásica emplea cál- 
culos mucho más sencillos que la relativista, y sirve para predecir y 
controlar muchos fenómenos, es inteligente usarla en muchas situacio- 
nes. Para el subjetivismo no hay incoherencia, y el uso de la mecánica 
clásica con preferencia a la relativista es sencillamente una cuestión 
de oportunidad y criterio. 

§59 La mentira 

Ti • Todos vemos que las manzanas se caen cuando maduran, pero 
podemos decir que no se caen. Esta simple observación explica la 
eficacia de su caricatura y, a la vez, muestra la potencia del lenguaje. 
En lo dicho cabe lo que es y lo que puede ser, el acto y la potencia, 
pero, solamente lo que es, es verdaderamente. Por eso, en lo que se 
dice, hay que discernir lo verdadero de lo falso. El habla excede la 
realidad, y por eso hay verdades y falsedades. Sin lenguaje no hay 
mentiras. 



54 



%2 ■ Creo que es fácil caer, otra vez, en la trampa objetivista, así que 
intentaré evitarle a usted pasar por tal trance. El engaño se vale 
ahora de la verdad. 

H3 • Retomaremos un experimento anterior. Tome una piedra, co- 
lóquela delante de usted, y dígame qué ve. Puede usted decirme la 
verdad, o sea, que ve una piedra, o puede usted mentirme. Como 
la verdad es que ve usted una piedra, entonces resulta que hay una 
piedra ahí fuera — concluirá rápidamente cualquier objetivista. Pero 
no es necesariamente así. Recuerde lo que ya le dije. Aunque no 
haya piedras ahí fuera, lo cierto es que, en esa situación, usted, yo, o 
cualquier otra persona (vidente), no puede evitar ver la piedra. Por 
esta precisa razón, es verdad que usted ve una piedra, aunque fuera 
no haya piedras. 

H4 • Basta ya. Todo esto es ridículo. Quiere confundirme con su 
enredosa palabrería, pero no lo conseguirá. Si fuera no hay piedras, 
¿cómo quiere que tome una piedra? Si me dice que tome una piedra, 
es que hay piedras fuera, y usted lo sabe igual que yo. 
K5 • No sé quién le habrá dado a usted permiso para escribir el an- 
terior párrafo en mi libro, pero está claro que no lo he convencido, 
todavía. La cuestión es que, como los dos vemos forzosamente la pie- 
dra del mismo modo, porque no podemos alterar el funcionamiento 
de nuestro aparato perceptivo, entonces podemos referirnos sin ambi- 
güedad a la región del espacio que ambos etiquetamos como 'piedra'. 
Además, es una manera útil de interactuar entre nosotros, y con el 
entorno, y por eso la utilizamos. 

§60 Ver es difícil 

%i ■ Por otra parte, ¿qué utilidad adicional obtiene usted suponiendo 
que la piedra existe fuera? Es repetirme, pero tal suposición ignora 
que la piedra que vemos es el resultado de un proceso enormenente 
complejo. Le concedo, de nuevo, que vemos necesaria y forzosamente 
el exterior de ese modo, pero yo creía que ya le había dado razones 
suficientes para dudar de lo obvio. Le daré otro motivo de duda, tal 
vez el último. 

1¡2. ■ Hacer una división de dos números largos no es excesivamente 
difícil, aunque también es fácil equivocarse, ya que para completarla 
correctamente hay que realizar sin yerros toda una larga secuencia 
de operaciones intermedias. Pero nos es mucho más fácil ver una 
piedra, y distinguirla, por ejemplo, de una concha marina, que hacer 



55 



una división. Ver lo que está en frente es el arquetipo de lo fácil y el 
ideal de lo obvio. 

13 • Pues ésta es otra ilusión. Lo cierto es que ver requiere una mayor 
cantidad de procesamiento de información que dividir. Y mayor es 
poco. La capacidad de proceso que necesita un artefacto capaz de 
distinguir visualmente una piedra de una concha es enormemente 
mayor que la que necesita una máquina calculadora capaz de sumar, 
restar, multiplicar y dividir. Como siempre, le invito a que no me 
crea e investigue por su cuenta, o, si no se siente capaz, le pregunte 
a un ingeniero. En último caso, el precio o la fecha de aparición de 
cada una de estas dos máquinas debería serle suficiente para hacerse 
un juicio. 

14 • Lo que nos parece fácil es lo más difícil. Nos parece fácil ver, 
pero es difícil. La piedra que vemos es el resultado de un proceso 
enormemente complejo que nos resulta fácil. Yo aun diría más, la 
piedra es el resultado de un proceso enormemente complejo que, por 
sernos tan fácil, ustedes los objetivistas ignoran — ¿se acuerda del 
restaurante? O sea, que yo comprendo su error y, cuando usted 
también lo comprenda, entenderá el subjetivismo. De momento, me 
contentaré con que mis argumentos le obliguen a desconfiar de lo 
obvio. 

§61 Mi filosofía es obscura 

%i ■ El materialismo desprecia todo aquello que no puede medirse. 
Medir es más general que percibir, porque no se limita a lo que nues- 
tro cuerpo biológico es capaz de captar, sino que acepta también lo 
que captan los aparatos mecánicos. Quiero decir que, aunque sólo 
vemos la luz, que es una pequeña parte del espectro radioeléctrico, el 
materialismo trata por igual a todas las ondas electromagnéticas del 
espectro. Podemos decir sin faltar a la verdad que el materialismo 
desprecia lo imperceptible, observando que, si un aparato mecánico 
puede obtener ciertos datos, entonces no es imposible pensar que po- 
dríamos disponer de un sentido que también los obtuviese. Los rayos 
x son perceptibles porque, aunque no podamos percibirlos, tampoco 
es absurdo pensar que podríamos percibirlos. 

H2 • El objetivismo es una hipótesis sobre el exterior. Postula que el 
exterior está constituido por objetos. Un objeto es un ente que ocupa 
un espacio, que perdura en el tiempo, y que tiene ciertas propiedades. 
Las propiedades del objeto pueden ir cambiando. Para el objetivismo, 
en resumen, el exterior es tal como lo percibimos, ignorando que ver 



•5G 



es difícil y que la percepción efectúa un tratamiento muy complejo 
de los datos captados. 

13 • Materialismo y objetivismo toman en serio lo percibido, como si 
la percepción fuera un cristal perfectamente transparente que nada 
oculta ni deforma. El materialismo postula que solamente existe lo 
que podemos ver, y el objetivismo afirma que, además, es tal como 
lo vemos. La doctrina que acepta conjuntamente el materialismo y 
el objetivismo es el realismo estricto. Y el positivismo es la transpo- 
sición directa del realismo filosófico mas estricto a la ciencia. Pues 
bien, la ciencia niega la libertad y encuentra absurdas las paradojas 
cuánticas, porque la doctrina preponderante en ella es el positivismo. 

14 • El realismo es la filosofía obvia. Según el realismo, sólo existe 

10 obvio, y no se puede dudar de lo obvio. Yo no acepto ninguna de 
estas dos propuestas. Opino que hay cosas que no son obvias, y que 
aun de las obvias hay que dudar. Por esto mi filosofía es obscura. 

§62 Semántica y sintaxis 

11 • Para poder meditar con precisión sobre la obscura relación que 
liga la percepción con el habla, vamos a distinguir dos capas en el 
lenguaje: la semántica y la sintaxis. Olvídese, de momento, de lo que 
estas dos palabras le sugieren porque, seguramente, aquí las vamos a 
emplear de otro modo. Lo que pretendo es partir el lenguaje por la 
veta que separe más nítidamente lo perceptible de lo no perceptible. 

12 • Calificaremos como semántico todo aquello que es perceptible, o 
asequible a la percepción. Un caballo, ya que podemos verlo, y pal- 
parlo, sería un objeto semántico. El color gris, que también vemos, 
es un objeto semántico. La acción de correr es semántica, porque po- 
demos ver correr a un caballo. Y como podemos percibir si el caballo 
corre poco, o mucho, también son objetos semánticos los adverbios 
'poco' y 'mucho'. Como primera aproximación, son semánticos los 
sustantivos, los adjetivos, los verbos y los adverbios. Con la semán- 
tica podemos expresar lo que percibimos: 'caballo gris correr mucho' 
— que diría el indio de una vieja película del oeste. 

13 • La semántica puede representar lo percibido, pero no lo que es 
inasequible a la percepción. La realidad se representa en la semánti- 
ca, pero en la semántica no caben las teorías. Podemos describir la 
realidad e imaginar teorías porque nuestra habla excede la realidad, 
o sea, porque nuestro lenguaje, además de semántico, es sintáctico. 

14 • Aunque le parezca que estoy, otra vez, especulando más allá de 
lo razonable, si me presta atención, advertirá que sólo estoy vistiendo 



•57 



con definiciones una de las últimas obviedades: podemos hablar de 
todo cuanto vemos, y de más cosas. 

§63 El lenguaje semántico 

11 • Voy a proponerle ahora otro par de definiciones — pero no se me 
asuste, porque son sencillas. Vamos a llamar lenguaje semántico a 
aquél que solamente dispone de semántica, sin sintaxis, y lenguaje 
simbólico al que está completo, con semántica y sintaxis. Las len- 
guas humanas son, todas ellas, lenguajes simbólicos — incluido este 
castellano que está usted leyendo. 

12 • Todas las palabras de un lenguaje semántico se refieren a objetos 
producidos por la percepción. En un lenguaje semántico cada palabra 
es el nombre de un objeto producido por la percepción. El nombre del 
objeto es un sonido asociado al objeto, o sea, que el nombre es otra 
de las propiedades del objeto, como lo es su forma o su sabor. Las 
propiedades del objeto sirven para reconocerlo, y por esto, el nombre 
es un signo del objeto. 

13 • Se puede hacer rabiar fácilmente a un niño pequeño cambiando 
el nombre de algo que el niño conozca bien; por ejemplo, refiérase 
siempre a su pelota como 'pirita'. Si usted insiste, el niño se enfadará 
y le dirá que no es 'pilita', sino 'pelota'. Es una broma cruel, porque 
el niño pequeño habla un lenguaje semántico, y para él las palabras 
son propiedades de los objetos, igual que su color, y en modo alguno 
convenciones. Pero, a pesar de ser cruel, sigue siendo una broma 
que nos hace gracia, porque nosotros no podemos entender la razón 
por la cual el niño defiende con tanta convicción el nombre de una 
cosa que nosotros, que hablamos un lenguaje simbólico, sabemos que 
es meramente convencional. Que el nombre es convencional nos lo 
demuestra que los nombres de las cosas son distintos en castellano, 
en inglés y en japonés. 

14 • Para que una especie con un sistema perceptivo complejo dis- 
ponga de un lenguaje semántico, sólo es necesario que pueda añadir 
al objeto una propiedad arbitraria, su nombre. Por ejemplo, Pavlov 
nos mostró que se puede enseñar a un perro que el toque de una cam- 
pana es una señal de que va a comer en breve. Basta acostumbrarlo 
tocando la campana siempre que se le va a dar de comer. Una vez 
así instruido, en cuanto el perro oiga la campanada, segregará saliba. 
Tras el aprendizaje, el sonido de la campana pasa a funcionar del 
mismo modo que el olor de la comida. Esto nos indica que un perro 
puede añadir una propiedad arbitraria a un objeto semántico. 



•58 



§64 El lenguaje de los simios 

Ki • Hay varios experimentos en los que se han enseñado varias dece- 
nas de palabras a chimpancés. A pesar de la propaganda inicial, lo 
cierto es que el lenguaje de estos monos enseñados es completamente 
agramatical, es decir, que no son capaces de hacer construcciones sin- 
tácticas. Usando nuestras definiciones, que para eso las hemos hecho, 
los chimpancés pueden aprender un lenguaje semántico, pero no un 
lenguaje simbólico. 

12 • Es interesante observar que, la gran mayoría de las veces, sus ex- 
presiones son peticiones. Y es interesante, porque los datos anteriores 
nos describen una situación curiosa que esta observación desvela. Fí- 
jese que los perros, los chimpancés, y seguramente los miembros de 
muchas otras otras especies animales, son capaces de asociar una pro- 
piedad cualquiera a un objeto producido por la percepción. Pueden 
así añadir un nombre oído, que es un sonido, al conjunto de las propie- 
dades que determinan un objeto concreto, y, de esta manera, pueden 
después recuperar ese objeto al oir el sonido que le sirve de nombre. 
Esto significa que muchas especies tienen una cierta facilidad para 
desarrollar un lenguaje semántico. Lo curioso es que ninguna lo llega 
a desarrollar completamente. 

13 • Sospecho que, para usted, es muy poco útil que le describa la 
actualidad, que es lo que justo ahora estoy yo percibiendo. Porque, 
si usted está a mi lado escuchándome, entonces usted está percibien- 
do lo mismo que yo, salvando la diferencia causada por la distinta 
perspectiva. Por esto no es muy útil un lenguaje semántico que sólo 
permite expresar lo percibido, lo actual, la realidad. 

14 • Yo sólo le veo dos usos provechosos, aunque acepto sugerencias. 
El lenguaje semántico puede servir para centrar la atención. Si grito 
"¡león!", puedo advertir a toda la tribu de la cercanía de un peli- 
groso felino. La otra utilidad es, precisamente, la explotada por los 
chimpancés enseñados, que usan el lenguaje semántico casi exclusiva- 
mente para pedir. El lenguaje semántico permite expresar los deseos. 
Esto es muy conveniente porque sólo yo puedo percibir mis propios 
apetitos, que son invisibles para usted. 



59 



§65 El sentimiento 

11 ■ No se le escapa a usted que ahora estamos ampliando el concepto 
de percepción al incluir las sensaciones del cuerpo propio. Estamos 
equiparando la sensación de hambre, por ejemplo, con la visión de 
una piedra. Si le molesta este abuso del lenguaje, puede usar el 
término técnico de 'propiocepción' para referirse a la percepción in- 
tracorporal. En cualquier caso, lo que es irrebatible es que 'hambre', 
aunque no se pueda propiamente ver, es una palabra con un signifi- 
cado tremendamente fuerte y definido, por lo que debe figurar, sin 
duda, entre las palabras de un lenguaje semántico. 

12 • Las palabras que designan sentimientos, como por ejemplo 'do- 
lor' o 'felicidad', son las palabras mas semánticas. Son las que tienen 
unos significados más profundos y arraigados. Son las más difíciles 
de definir, porque no hay manera de perfilarlas mejor usando otras 
palabras que todavía tengan más contenido semántico. Son las más 
fáciles de traducir, porque todos los idiomas tienen palabras para los 
significados más profundos, que son los sentimientos humanos. 

13 • La propiocepción nos enseña que la evolución descubrió que la 
manera más sencilla de controlar el cuerpo, cuando es complejo, con- 
siste en aplicar a los datos procedentes del cuerpo los mismos procesos 
perceptivos que a los datos proporcionados por los sentidos. Porque 
una vez que ya se dispone de un mecanismo para interpretar datos, 
me refiero a la percepción que procesa los datos del exterior, basta 
reutilizar ese mismo mecanismo para analizar los datos corporales. 

14 • El razonamiento previo se apoya en dos columnas: que la evolu- 
ción darviniana, aunque es ciega, es capaz de diseñar, y que la per- 
cepción es evolutivamente anterior a la emoción. Y sostiene una viga: 
que los sentimientos son objetos que resumen información corporal. 

§66 La teoría 

11 • Se me está abriendo demasiado el frente de ataque, así que dejaré, 
de momento, estas últimas conclusiones como puesto avanzado sobre 
el territorio enemigo aún sin conquistar, y me dedicaré con tenacidad 
y aínco a asentar lo ganado antes. 

12 • Parece sensato reclamar que las teorías proporcionen alguna ven- 
taja visible y no sean meramente posibilistas, o, por lo menos, en caso 
de duda y a falta de otro criterio, es razonable preferir la teoría que 
produce más beneficios perceptibles, esto es, reales. Las teorías de- 
ben proporcionar algún provecho actual, pero pertenecen al ámbito 
de lo posible. Porque las teorías parten de cuestiones que interesa 



60 



dilucidar, y van razonando la pertinencia de cada una de las posibles 
respuestas. Y como el lenguaje semántico, que es capaz de describir 
la realidad, no alcanza las preguntas ni las posibilidades, tampoco 
puede usarse para expresar razonamientos ni enunciar teorías. 

• Aunque ha habido intentos de expresar la ciencia materialista 
en un lenguaje fenoménico, o sea, en lo que aquí estamos llamando 
lenguaje semántico, tal empresa está condenada desde el principio al 
más ridículo de los fracasos. Para calibrar el desatino de semejante 
proyecto, basta percatarse de que un lenguaje semántico no permite 
la expresión de preguntas ni de condiciones, porque éstos no son ob- 
jetos perceptibles. En un lenguaje semántico no pueden plantearse 
preguntas, que utilizan pronombres interrogativos, ni pueden expre- 
sarse las condiciones, que emplean conjunciones. En fin, imagínese 
al mítico indio de las antiguas películas del oeste, aquél del 'caba- 
llo gris correr mucho', pero ahora ciñéndose a sustantivos, adjetivos, 
verbos y adverbios, y no a cualesquiera de ellos, sino evitando escru- 
pulosamente toda suerte de sustantivos abstractos y demás palabras 
no perceptibles; imagíneselo —si puede escribiendo un tratado de 
física. 

14 • Ocurre que todo el futuro es teoría; el futuro es mera potencia. 
Es más, solo el presente es actual. La realidad es el presente, porque 
el pasado ya no es, y el futuro aún no es. Bonitas obviedades que no 
voy a contestar, pero que hacen patente la exagerada limitación que 
se autoimpone el materialismo. 

U5 • Para que no le queden dudas en un asunto tan importante, le 
fijaré el concepto. Una teoría es un conjunto de reglas y métodos que 
sirven para componer las respuestas a un determinado tipo de pre- 
guntas. Si, por ejemplo, las preguntas se refieren al calor y son cuan- 
titativas, entonces la termodinámica vale como teoría. Para explicar 
una respuesta, hay que mostrar que la respuesta se confeccionó razo- 
nadamente, es decir, que se elaboró de acuerdo a las reglas y usando 
los métodos de la teoría. La propia teoría adquiere legitimidad si sus 
respuestas son útiles o, en el caso de las respuestas perceptibles, si se 
ajustan a la realidad. Una teoría sin estas pretcnsiones de legitimidad 
es meramente imaginaria y, aunque puede tener un valor artístico, es 
inútil. Por esto, desde nuestra privilegiada atalaya epistemológica, 
sobran las imaginaciones. Quédese, eso sí, con la definición escueta, 
que alcanzará todo su significado algo más adelante: una teoría es un 
entramado de problemas y resoluciones. 



Gl 



§67 El origen del lenguaje 

11 ■ Puede parecer que algunas cuestiones de la máxima importancia, 
como por ejemplo el origen evolutivo del lenguaje, nunca podrán ser 
completamente esclarecidas, porque no podemos ser testigos de los 
acontecimientos cruciales del proceso, ya que acaecieron una vez en 
tiempos remotos, y ni se repiten ni pueden replicarse. Por la misma 
razón, puede parecer que, si pudiéramos observar tales acontecimien- 
tos, la respuesta a la cuestión sería evidente. A mi, en cambio, no me 

10 parece, y me justificaré. 

12 • Sustituyamos la cuestión filogcnética planteada por su corres- 
pondiente cuestión ontogenética. En palabras llanas, fijémonos en 
cómo adquieren el lenguaje los niños, en vez de preguntarnos cómo 
apareció evolutivamente el lenguaje. El proceso a explicar ahora es 
muy similar al anterior, pero con la ventaja de que tenemos millones 
de ejemplos del proceso, e incluso uno vivido por cada uno en pri- 
mera persona. Pues bien, a pesar de que podamos ser testigos del 
proceso, e investigarlo experimentalmente, seguimos sin entenderlo 
cabalmente. 

13 • Mi conclusión es que en ambos casos nos falta una teoría que 
explique lo que sucede. En el caso del origen del lenguaje, nos faltan 
también los datos empíricos, pero, aunque los tuviéramos, tampoco 
los comprenderíamos sin una teoría. 

§68 La potencia del lenguaje 

11 • Aunque nos parezca que la realidad lo es todo, resulta que los 
lenguajes semánticos, que pueden representar absolutamente todo lo 
real, tienen una capacidad limitada de representación. Voy ahora a 
presentarle un lenguaje semántico sencillo que utilizaremos para fijar 
con mayor precisión la capacidad y las limitaciones de la semántica. 

12 • Hay varias maneras de anotar las partidas de ajedrez, pero la 
más fácil de explicar es la notación algebraica completa. Para anotar 
un movimiento en esta notación, simplemente se apuntan dos casillas: 
aquélla en donde estaba la pieza que se mueve, y aquélla a donde se 
mueve la pieza. Y cada una de las sesenta y cuatro casillas del tablero 
se identifica por una letra y un número. La letra indica la columna, 
de la a, que es la que está más a la izquierda del jugador que lleva 
las piezas blancas, a la h, que es la que está más a la derecha. El 
número indica la fila, de la 1, que es la fila más cercana al jugador 
blanco, a la 8, que es la más cercana al jugador negro. Por ejemplo, 



G2 



el rey blanco al comenzar la partida se encuentra en la posición el. 
Un mate pastor en esta notación queda: 



1. e2-e4 e7-e5 

2. fl-c4 f8-c5 

3. dl-h5 d7-d6 

4. h5-f7++ 



abcdefgh 

13 • La notación algebraica completa es semántica porque se limita a 
describir lo perceptible, que en el caso del ajedrez son las jugadas que 
se efectúan. No puede, en cambio, anotar problemas ajedrecísticos, 
ni expresar teorías sobre la fortaleza de las piezas y de las posiciones, 
ni describir los distintos razonamientos que el jugador sopesa mental- 
mente para decidir su jugada, y por esto los comentarios de la partida 
se escriben en un lenguaje simbólico, como el castellano. 

• Para describir lo que sucede en una partida de ajedrez no es 
preciso anotarlo todo. Por ejemplo, como la posición inicial está 
completamente determinada por las reglas del juego, no es necesario 
anotarla. Así, un lenguaje semántico mínimo se limitaría a anotar, 
de cada posibilidad que conceden las reglas, lo que actualmente ha 
sucedido. En el caso del ajedrez, basta anotar las jugadas elegidas 
sucesivamente por los jugadores de entre aquéllas que son legales en 
cada posición. La notación presentada no es mínima porque permi- 
te anotar, además de los movimientos legales, otros que no lo son. 
Por ejemplo, el movimiento bl-f 7 es ilegal en cualquiera de las cir- 
cunstancias, porque no hay ninguna pieza que pueda realizarlo, y sin 
embargo puede expresarse en la notación algebraica completa. 
H5 • Como se pueden anotar todos los movimientos posibles de una 
partida de ajedrez, resulta que esta notación puede representar, no 
sólo lo que ocurre actualmente en una partida, sino también lo que 
podría ocurrir. Y es que no puede ser de otro modo, cualquier len- 
guaje que pueda expresar lo que es, también tiene que ser capaz de 
expresar lo que podría ser. Por ejemplo, como podría ser el caso que 
'caballo gris correr poco', en vez del verdadero 'caballo gris correr 
mucho', el lenguaje semántico ha de ser capaz de expresar ambos. 




G3 



%6 ■ Así que, aunque el lenguaje semántico sólo pretende representar 
la realidad, también ha de representar la realidad posible. Esto nos 
proporciona dos importantes conclusiones. Una, que el lenguaje es 
inseparable de la posibilidad, y de la mentira. Y dos, que la demarca- 
ción entre el acto y la potencia no es la que establece la diferencia de 
expresividad que existe entre un lenguaje semántico y uno simbólico. 
Lo siento por el viejo Aristóteles, pero hemos de usar otros medios 
más precisos para el deslinde. 

§69 El vestido 

Ki • Una curiosidad, ¿por qué nuestra especie es la única que se vis- 
te? ¿Existe alguna relación entre vestirse y hablar? Desde luego, 
nuestra especie es la única que habla y también es la única que se 
viste. Aunque hay cangrejos ermitaños que usan un envase de hoja- 
lata a modo de vestido, y también podemos enseñar a vestirse a un 
mono. Incluso podemos suponer — ignoro si es cierto o no — que el 
mono, imitando los movimientos de un sastre, es capaz de aprender 
a cortar telas y coserlas adecuadamente para componer un traje. Es 
decir, los comportamientos del mono enseñado y del sastre podrían 
ser indistinguibles. La diferencia es que el sastre puede razonar so- 
bre el diseño del vestido y, por ejemplo, prescindir de las mangas y 
confeccionar un chaleco porque es más conveniente para afrontar los 
calores del futuro verano. El mono puede aprender comportamientos 
por imitación, pero no diseña porque sólo mira hacia fuera. 
1¡2. ■ La afirmación anterior es gratuita si no podemos distinguir si el 
mono imita o diseña. La novedad del diseño marca la diferencia. Para 
diseñar algo nuevo hay que mirar hacia dentro, porque todo cuanto 
hay fuera está ya realizado. Mirando lo que hay fuera podemos copiar 
e imitar, pero no diseñar algo novedoso. Otra obviedad, pero ésta con 
una conclusión paradójica: si se mira hacia fuera todo lo que se ve 
es perceptible, de manera que para ver lo que no es perceptible hay 
que mirar hacia dentro. 



G4 



§70 El diseño 

%i ■ Para diseñar una máquina que sepa jugar al ajedrez bastan dos 
módulos. Uno, fácil de diseñar, capaz de generar un movimiento, que 
puede ser tan simple como elegir a suertes, o de cualquier otro modo, 
dos casillas distintas de las sesenta y cuatro del tablero. Otro, menos 
fácil, capaz de validar si un movimiento es legal, o no. Ya se imagina 
usted como podríamos hacer funcionar esta máquina: hacemos que 
el generador proporcione movimientos, hasta que el validador dé con 
uno que considere correcto, y ése es el movimiento que juega la má- 
quina. Por supuesto, esta máquina jugará muy malamente al ajedrez; 
sabe mover las piezas, pero nada más. 

12 • Si queremos mejorarla, podemos añadirle un evaluador de posi- 
ciones, que es difícil de diseñar. Con este tercer módulo, que pro- 
porciona el valor de cada posición, nuestro algoritmo se complica un 
poco, pero no mucho. El generador y validador han de generar varios 
movimientos legales, pongamos diez, entonces el evaluador puntuará 
cada una de las diez posiciones resultantes, y finalmente la máquina 
seleccionará el movimiento que conduce a la posición que ha obtenido 
la mejor puntuación de las diez. 

13 • La máquina que acabamos de diseñar puede realizar movimien- 
tos ajedrecísticos inéditos. Ocurre que todos y cada uno de los movi- 
mientos son parte de la realidad posible que, recordemos, puede ser 
expresada en un lenguaje semántico. Un movimiento de ajedrez nun- 
ca jugado y espectacular, de campeón del mundo, se anota igual que 
cualquier otro, como h5-f 7, y por eso es una posibilidad al alcance 
de nuestra máquina. Así que tampoco es la novedad la marca que 
señala lo que es inexpresable en un lenguaje semántico. 

14 • Es crucial distinguir dos niveles de posibilidad. Uno es el que 
utiliza la máquina al sopesar los distintos movimientos posibles, diez 
en el ejemplo. Y otro el que estamos usando nosotros al razonar 
sobre los posibles diseños de una máquina que juegue al ajedrez. Un 
lenguaje semántico permite el primero, porque es realidad posible, 
pero no el segundo, porque es teoría. 



"Yo, a los cinco años, dibujaba como Leonardo da Vinci, 
y me han hecho falta ochenta años para dibujar como un 
niño." Picasso (1961) 



65 



§71 Hablar para dibujar 

11 • Los primeros dibujos los hacemos entre los tres y los cuatro años. 
Me refiero a dibujos que intentan representar alguna situación. Si se 
da un lápiz a un niño más pequeño también hace rayas, pero que 
no intentan representar nada. Lo mismo ocurre si se da el lápiz a un 
mono adulto. Los primeros dibujos suelen ser mo- - 
nigotes que representan personas — ya sabe, como f \ 
cara sirve un círculo con dos puntos dentro que / \ 

hacen de ojos y una raya de boca, el cuerpo se. \ • • r""^ 

omite, y las extremidades son cuatro rayas que S 
salen del círculo. La cuestión es cómo explicar es- j I 

tos hechos, ¿por qué aprendemos antes a hablar / \ 

que a dibujar? / \ 

K2 • Quien no vea el interés que puede tener saberlo, quien opine que 
los hechos son así, y que no hay que darle más vueltas, ése no es 
filósofo. Quien no tiene una explicación que él mismo juzga plausible 
para un hecho, tiene un agujero en su imagen mental. Pero no se 
preocupe usted por él, porque no corre peligro. Como ocurre en el 
caso del agujero retinal causado por el punto ciego, somos capaces de 
tolerar enormes dosis de incoherencia interna sin apenas percatarnos, 
y por esta razón somos tan pocos los filósofos. 

H3 • Antes de darle la respuesta a la pregunta — tendrá una contes- 
tación preliminar al final de la sección siguiente — , le explicaré qué 
interés puede tener. Supongamos, para ello, que se conoce la verda- 
dera razón por la que se aprende antes a hablar que a dibujar. Pues 
esa misma razón nos permitiría asegurar que, quienes pintaron las 
cuevas de Altamira hace catorce mil años, hablaban. Tal vez esto era 
esperable, tal vez. Desde luego sería más interesante la situación si la 
respuesta confirmara que hablar y dibujar son dos manifestaciones de 
un mismo fenómeno, porque entonces, y dado que sólo se han encon- 
trado pinturas en excavaciones arqueológicas ocupadas por el homo 
sapiens, se demostraría que somos la única especie que ha hablado, 
y, por consiguiente, la primera. 

14 • Acabo de utilizar diacrónicamente el concepto de especie, y só- 
lo tengo una excusa: catorce mil años, o setecientas generaciones, 
son evolutivamente un momento. Lo cierto, sincrónicamente, es que 
somos la única especie viva que habla y también la única especie 
viva que dibuja. Y sólo comenzamos a dibujar cuando aprendemos 
a hablar. No digo nada más, pero a mi me parece, por lo menos, 
sospechoso. 



GG 



§72 Los primeros dibujos 

Ki • Los primeros dibujos son listas de objetos. Si le pedimos a un 
niño pequeño que nos diga lo que ha dibujado, nos lo contará con total 
precisión. "[Esta es mi] mamá, [este mi] papá, [y esto el] coche", nos 
contestará señalando los tres únicos objetos presentes en el papel. Los 
primeros dibujos no tienen perspectiva ni proporción ni ningún otro 
rastro de realismo. La colocación obedece a relaciones lógicas o, más 
frecuentemente, el dibujo es una simple yuxtaposición de objetos. 

12 • Quien se contenta con la explicación fácil, recurre a la torpeza 
del niño. Pero esto no explica, por ejemplo, la colocación de los 
objetos del dibujo. Porque no es más difícil situarlos de acuerdo, más 
o menos, a su ubicación espacial, que de otra manera. Y, sin embargo, 
el niño puede preferir colocar a mamá con papá, juntos, aunque ahora 
no lo estén. Mi conclusión es que los primeros dibujos reproducen la 
imagen mental del niño; ignoran por completo la imagen rctinal. 

13 • Hay dos métodos fáciles de hacer representaciones gráficas: uno 
es el de la cámara fotográfica y el otro el del niño pequeño. La cámara 
reproduce la imagen retinal, el niño la mental. El método difícil es el 
de los adultos que dibujamos mal, a causa de la interferencia que se 
produce entre ambas imágenes, pero esto ya lo habíamos dicho. 

14 • Me queda cumplir mi promesa y responderle a la pregunta, ¿por 
qué aprendemos antes a hablar que a dibujar? Resumamos primero 
los hechos. Somos la única especie que usa un lenguaje simbólico, 
y la única que dibuja. Además, comenzamos antes a hablar que a 
dibujar, y, cuando lo hacemos, representamos la imagen mental. Yo 
diría que, lo que sucede, es que para dibujar hemos de ver los objetos 
producidos por nuestra propia percepción, y que sólo al aprender a 
hablar empezamos a verlos, y lo digo. El lenguaje simbólico nos da 
acceso a nuestra propia imagen mental. ¿No es sorprendente? Pero 
— se pregunta usted — , ¿puede ser cierto? 

§73 La introspección 

li • Para no extraviar nuestro rumbo, le haré un mapa de la situación. 
No vemos lo que no existe, pero podemos hablar de lo que no existe. 
Hablamos de lo que existe y de lo que no existe. He llamado semántica 
a la parte del habla que se refiere a lo perceptible. Lo perceptible es 
algo más que lo meramente actual, ya que incluye también la realidad 
posible. La realidad posible podría llegar a percibirse si se hiciera 
actual. Pero hay otras posibilidades que no son perceptibles, y son 
esas, precisamente esas, las que nos diferencian. 



67 



12 • Después nos percatamos de que mirando hacia fuera podemos 
imitar y copiar, pero no innovar, porque lo percibido es necesaria- 
mante algo ya realizado. Y, sin embargo, tampoco es exactamente la 
innovación lo que nos distingue. De esto nos dimos cuenta al recono- 
cer que nuestra máquina semántica de jugar al ajedrez puede realizar 
movimientos inéditos. 

13 • La diferencia que buscamos es sutil, pero importantísima, porque 
es la que separa a nuestra especie de las demás. El caso es que ninguna 
de las demarcaciones estudiadas hasta aquí nos vale: entre lo actual 
y lo potencial la frontera está entre dos partes de lo potencial; y entre 

10 existente y lo nuevo la raya separa dos partes de lo nuevo. 

14 • Para explicar por qué el habla es anterior al dibujo, dijimos que 
al hablar accedemos a nuestra imagen mental. Si esto es verdad, 
aunque todavía no se lo he probado, entonces el habla proporciona 
introspección, o sea, información sobre los procesos cognitivos pro- 
pios. Obviamente, ya que la percepción es el proceso que simplifica 
la información recibida por los sentidos desde el exterior, y no desde 
el interior, solamente podemos percibir la información que viene del 
exterior. Por lo tanto, lo que alcancemos introspectivamente no será 
perceptible. 

15 • El lenguaje simbólico y la introspección parecen ser la causa y un 
efecto de nuestra diferencia, porque, de alguna manera, nos permiten 
superar la percepción, e incluso la percepción posible. Por supuesto, 
no debería creerse usted mis descabelladas afirmaciones si no le pre- 
sento una teoría que le explique de qué manera produce introspección 
el mero hecho de hablar un lenguaje simbólico, y por qué un lenguaje 
semántico no es suficiente. Se la presentaré, pero tiene usted que te- 
ner paciencia, porque, como comprenderá, el argumento no es corto 
ni fácil. 

16 • Va a ser un camino largo y sinuoso, así que no se me despiste. 
Para no perderse, tenga siempre presente que lo que buscamos es 
explicar la introspección; nuestra meta es la consciencia. 

§74 Sin deseos no hay problemas 

11 • Hay dos acepciones principales del verbo 'ver'. La canónica es 
la que se emplea en la oración 'veo una piedra gris', y la otra en la 
frase 'ya veo cual es tu problema'. La primera acepción es perceptiva 
y la segunda introspectiva. La oración 'ya veo cual es tu problema' 
es introspectiva porque quien habla ha de ponerse empáticamente en 
el lugar de su interlocutor, y entonces imaginarse a qué dificultad se 



(¡8 



enfrenta el otro. Ya dijimos que los problemas no se ven con los ojos; 
los problemas no son perceptibles. 

12 • Ningún lenguaje semántico puede expresar los problemas. La 
realidad es como es, y en ella no caben los problemas. Si un patito 
se ha extraviado, simplemente se percibe que está lejos de su madre. 
Sólo cuando suponemos empáticamente que el patito tiene ciertos 
deseos y necesidades interiores, nos imaginamos que el patito tiene un 
problema. El problema surge cuando las intenciones chocan contra la 
realidad. Si la realidad satisface los deseos, entonces no hay problema. 

13 • Las filosofías estoicas se fundan en la ausencia de apetitos. Dicen 
que eliminando el deseo se eliminan los problemas — esto es cierto — 
y que eliminando los problemas se alcanza la felicidad — esto es falso. 
La felicidad se consigue al solucionar cada problema. Sin problemas 
la vida es, simplemente, aburrida. Pero no voy a mofarme de los 
estoicos, que no hacen mal a nadie, sino a sí mismos. 

14 • Otra cosa son los materialistas. La filosofía materialista ignora 
que haya problemas. Ni siquiera consideran que la muerte sea un 
problema. Se limitan a medir, y se quedan tan contentos al verificar 
que, también al morir, se conserva la energía. ¡Vaya consuelo! 

§75 El problema de la supervivencia 

11 • Locke pensaba que nuestra mente, al nacer, es como una hoja 
de papel en blanco. No es así. Un bebé recién nacido dispone de 
una enorme cantidad de información sobre lo que favorece la vida 
y retarda la muerte. Recibe toda esta información como herencia 
genética. 

12 • La vida es así ahora, pero no pudo comenzar así. Considerando 
la ley de la información creciente, hemos de inferir que hubo un mo- 
mento, justo al principio, en el que toda la vida al completo disponía 
de tan poca información que podía expresarse toda ella con un único 
bitio. Un bitio de información distingue entre dos posibilidades, que 
en este caso son, obviamente, vivir y no vivir. 

13 • De acuerdo a estas ideas, la vida tuvo el problema de elegir, de 
entre estas dos posibilidades, la única válida: vivir. Denominaremos 
problema de la supervivencia a este problema que define epistemoló- 
gicamente la vida. La vida dedica todos sus recursos y esfuerzos a la 
resolución del problema de la supervivencia. 

14 • Las palabras más famosas del más famoso de los poetas no lo 
son por casualidad. "To be, or not to be — that is the question" (en 
castellano: "Ser, o no ser — ése es el problema") es la manera radical 



69 



y genial que Shakespeare empleó para formular el problema de la 
supervivencia. 

§76 El empirismo vital 

11 ■ Darwin es el culpable de la diferencia que hay entre este empi- 
rismo que estamos proponiendo y el empirismo clásico de Locke. El 
mecanismo de evolución de las especies es capaz de sintetizar conoci- 
miento y por esto el ser vivo nace con conocimientos innatos. Luego 
es la vida, entendida como un ente único al gusto de Lovelock, la 
que ha obtenido todo su conocimiento de las medidas. 

12 • Nosotros, los individuos vivos, obtenemos parte del conocimien- 
to de nuestros sentidos, esto es, de mediciones hechas por nosotros 
mismos, y otra parte la heredamos de nuestros padres. La parte he- 
redada también proviene de mediciones, no exactamente hechas por 
nuestros antepasados, pero sí por la evolución jugando con sus vidas; 
para la evolución cada individuo es una hipótesis cuyo éxito depende 
de la viabilidad de su descendencia. 

13 • Ademas, las personas podemos comunicar a otros nuestras per- 
cepciones y, por esta vía, podemos acceder a las medidas realizadas 
por personas con las que no estamos emparentadas. Por esta tercera 
vía aumenta enormemente nuestro caudal de conocimientos, pero esa 
es otra historia. 

§77 ¿Qué es un problema? 

11 • Primero averiguamos, con Aristóteles, que la vida es infor- 
mación, después atribuimos la información incesante a la libertad, y 
ahora acabamos de descubrir que existe una relación estrecha entre 
la vida y un problema, el problema de la supervivencia. Pero aún no 
sabemos qué es un problema, ni qué relación liga al problema con la 
libertad y con la información. A eso vamos. 

12 • El filósofo y pedagogo estadounidense del siglo xx, Dewey, se 
preguntó por qué los filósofos, que siempre se han esforzado en la 
resolución de aporías, nunca se han preocupado por esclarecer el con- 
cepto de 'problema'. Lo que ocurre es, simplemente, lo mismo que 
ocurre en todas las disciplinas científicas, y que ya denunciamos a 
propósito de la biología. Recordemos que la biología no define qué es 
la vida, siendo su objeto, ni la física define qué es la energía, siendo 
uno de sus conceptos principales. De modo que, siendo el problema 
uno de los asuntos primordiales de la filosofía, la filosofía no responde 
a la pregunta: ¿qué es un problema? 



70 



13 • No tenga pena, pero aquí y ahora vamos a terminar con una 
tradición que ha perdurado casi tres milenios, desde el comienzo de 
la historia de la filosofía, en la antigua Grecia, hasta hoy. Vamos a 
desvelar qué es un problema. 



Ki • Un problema es una condición puesta a cierta libertad. Así que 
los problemas se componen de dos partes: libertad y una condición. 



K2 • Si no hay libertad, es decir, si no hay varias alternativas posibles, 
entonces no hay problema. Sin posibilidades no hay problemas. Otra 
definición: problema es potencia condicionada. 

13 • El fatalismo sólo es trágico si se consideran las posibilidades que 
el destino niega. En principio, 'fatal' es sinónimo de 'inevitable', 
y solamente desde la libertad cabe considerar funesta la fatalidad. 
Cuando falta esa mirada posibilística, el fatalismo no es problemático 
en absoluto, sino al contrario, ya que sólo afirma sosegadamente que 
todo sigue su inalterable curso. 

114 • La condición sólo puede tener dos resultados, y uno de ellos 
se denomina cumplimiento o satisfacción. Así, cada posible opción 
cumplirá o no la condición del problema. Toda aquella alternativa 
que satisface la condición del problema es una solución del problema. 
Un problema puede no tener ninguna solución, si ninguna alternativa 
cumple la condición, o puede tener una única solución, o más de una, 
incluso infinitas. 

15 • Una condición (p) puede ser negada y dos condiciones (p, q) 
pueden ser combinadas por conjunción (pAq) o por disyunción (pVq). 
Estas tres operaciones permiten componer del modo que se quiera una 
única condición a partir de otras condiciones. Toda la lógica clásica, 
expuesta por Aristóteles, queda sumarísimamente compendiada, 
con la ayuda de las tablas de verdad de Wittgenstein, en el álgebra 
de Boole. 

pAges verdad si, y sólo si, p es verdad y q es verdad 

p V q es verdad si, y sólo si, p es verdad o ges verdad 

(o lo son ambas) 



§78 El problema 




71 



§79 La solución 

Ki • Una solución del problema es un uso de la libertad que satis- 
face la condición. Una resolución es un proceso que comienza con 
el problema, con su condición y su libertad no ejercitada, y termina 
felizmente cuando se halla una solución, esto es, cuando se encuen- 
tra una manera de ejercer la libertad que cumple la condición. Un 
problema puede tener una, más de una, o ninguna solución. Si un 
problema no tiene solución, entonces no es posible concluir felizmente 
su resolución. 



Problema — > Resolución — > Solución 



12 • Tenga presente la distinción que aquí hacemos entre la resolu- 
ción y la solución del problema, porque normalmente se consideran 
sinónimos. La resolución es un proceso, mientras que tanto el pro- 
blema como la solución son dos estados; el problema es un estado de 
indeterminación, y la solución es un estado de satisfacción. O sea, 
que resolver es a buscar como solucionar es a encontrar, y nótese que 
se puede buscar lo que no existe. En cambio, para encontrar algo, he- 
mos de verlo, de modo que lo encontrado, que equivale a la solución, 
ha de ser algo perceptible, semántico. 



Resolver • Buscar 
Solucionar • Encontrar 



13 • Se puede explicar con otra analogía. El problema queda definido 
por la tensión que existe entre dos opuestos: la libertad, que está 
exenta de límites, y la condición, que es puro límite. Esta tensión 
es la causa del proceso de resolución. Pero una vez cumplida la 
condición y consumida la libertad, la solución aniquila el problema. 
La resolución es, pues, un proceso de aniquilación que elimina tanto 
la libertad como la condición del problema para producir la solución. 

Libertad 1 Resolución „ , 

„ . . . , > > Solución 

Condición J 

Problema 



• Permítame un último ejemplo. En un problema de cálculo arit- 
mético, la solución es un número y la resolución un algoritmo, como, 
por ejemplo, el algoritmo de la división. 



72 



15 • Perdone mi insistencia, pero es imprescindible que distinga la 
solución de la resolución, para que entienda la teoría del problema. 
Así que relea esta sección si no es capaz de dar sentido a la frase: 'he 
resuelto no volver a plantearme el problema, porque sospecho que no 
tiene ninguna solución a mi gusto'. Sigamos. 

§80 La resolución 

ti • Hay tres maneras de resolver un problema: por rutina, por tan- 
teo, o por traslación. 

{Por rutina 
Por tanteo 
Por traslación 

1¡i ■ Para resolver un problema por rutina, o sea, por mera costumbre 
y sin necesidad de razonar, es preciso conocer la solución, es necesario 
saber que soluciona ese problema, y es menester ejercitar la solución. 
13 • Si no se conoce la solución del problema, pero se sospecha de un 
conjunto de posibles soluciones, entonces se puede emplear el tanteo, 
que es un procedimiento de prueba y error. Tantear consiste en pro- 
bar cada posible solución hasta encontrar una que no resulte errónea. 
Podemos diferenciar dos tareas al tantear: probar si una posible so- 
lución cumple la condición, y gobernar el proceso determinando el 
orden de las pruebas. Como el gobierno puede ser realizado de di- 
ferentes modos, o sea, tiene ciertos grados de libertad, si ademas le 
imponemos alguna condición, por ejemplo un plazo, entonces resulta 
que el propio gobierno es también un problema. Y hay tres maneras 
de resolver un problema {da capo). 

• A la resolución por traslación también se le llama resolución por 
analogía. La traslación de un problema consiste en convertirlo en otro 
problema, que llamaremos cuestión, que suele componerse de varios 
subproblemas. Hay tres maneras de resolver la cuestión y cada uno de 
sus subproblemas: por rutina, por tanteo, o por traslación {da capo). 
Si hallamos una solución a la cuestión, que llamaremos respuesta, y 
somos capaces de efectuar la traslación inversa, habremos encontrado 
una solución al problema original. 

Problema Solución 

I T 

Cuestión — > Respuesta 



73 



§81 El problema aparente 

Ki • Siempre que nos enfrentamos a un problema disponemos de algu- 
na información que nos guía en su resolución. Parece obvio considerar 
que la información es el tercer elemento que define el problema, con 
la libertad y la condición, sobre todo porque sin ninguna información 
solamente podríamos resolverlo a ciegas. Sin embargo, para alcanzar 
el origen de la vida, hemos de prescindir de toda la información y 
quedarnos únicamente con el problema tal como lo hemos definido. 
Porque, si conforme a la ley de la información creciente, la vida va 
acumulándola, entonces, extrapolando hacia atrás en el tiempo, he- 
mos de suponer que empezó con la mínima cantidad de información, 
que es cero, o sea, que la vida comenzó sin información, 
f 2 • Para indicar positiva c inequívocamente que nos referimos al pro- 
blema puro, llamaremos problema aparente al problema sin informa- 
ción, y que es exclusivamente libertad y una condición. El problema 
aparente es el que Klir denomina problema de la caja negra puro. 
El problema aparente es el problema mínimo, es decir, es el problema 
del que nada se sabe. Aplicando esta terminología a la vida, resulta 
que el problema de la supervivencia es un problema aparente. Y, por 
esto, el problema aparente es literalmente el origen de todo. 

113 • Lo único que sabemos sobre un problema aparente es que es un 
problema, y no otra cosa. Sabemos, entonces, que consta de libertad 
y de una condición, pero ni siquiera conocemos la condición. Si la 
conociéramos y pudiéramos expresarla, entonces podríamos argumen- 
tar si una posible solución es o no una solución antes de intentarla, 
y seríamos capaces de razonar sobre las resoluciones más adecuadas. 
Si se fija bien, conocer la condición es conocer el problema, porque la 
libertad es única y siempre igual a sí misma. Pero eso es mucho más 
de lo que se conoce de un problema aparente, y, por consiguiente, 
repito, la condición de un problema aparente es desconocida. 

114 • Al no conocerse la condición, no puede calcularse por adelantado 
si una posible solución del problema aparente lo es actualmente. Es 
decir, un problema aparente no se puede resolver sin enfrentarse a 
él. Pero como sabemos que el problema aparente es un problema, y 
no otra cosa, sabemos que podemos ejercitar la libertad, es decir, sa- 
bemos que podemos acometer su resolución. Cuando la intentemos, 
pero no antes, sabremos si esa resolución alcanza efectivamente una 
solución o no, y esa información de SÍ o NO se puede anotar con un 
bitio. Si posteriormente volviéramos a enfrentarnos al mismo proble- 
ma, entonces ya dispondríamos de un bitio de información y si, por 



74 



ejemplo, la primera vez hubiera sucedido que SÍ lo habíamos solucio- 
nado, entonces sería más razonable intentar la misma resolución que 
probar una de las otras posibilidades. 

§82 La resolución del problema aparente 

11 • Otra manera de entender el problema aparente es percatarse de 
que, ya que nada sabemos de él, entonces no tenemos argumentos 
para descartar ningún problema y podría ser cualquiera. El proble- 
ma aparente puede ser cualquier problema que se pueda imaginar. 
También podría ser uno inimaginable, pero nos contentaremos con 
considerar todos los imaginables, más que nada, porque nos es im- 
posible examinar los inimaginables según una tautología cercana a 
Wittgenstein: lo inimaginable no se puede imaginar. 

12 • Ahora supongamos que se enfrenta usted repetidamente a un 
problema aparente, que su primera resolución ha dado con una so- 
lución, y entonces la ha repetido otras nueve veces, y también lo ha 
solucionado. O sea, lleva diez de diez aciertos, 10 /io- Puede estar us- 
ted contento, pero no seguro. Recuerde que lo único que sabe seguro, 
ahora, es que el problema al que se enfrenta es cualquiera que pueda 
usted imaginarse, con la condición de que sea solucionado las diez 
primeras veces por su resolución. Por ejemplo, su problema podría 
aceptar cualquier resolución, siempre y cuando no se repitiera más 
de diez veces seguidas. Si fuera así, y repitiera por undécima vez, 
fallaría, pero, si luego en la duodécima intentase cualquier otra cosa, 
acertaría. 

13 • Lo que importa es que, enfrentado repetidamente a un problema 
aparente, la única información segura que usted tiene es la secuencia 
de aciertos y fallos que han producido sus intentos de solución hasta 
ese instante. Y yo soy capaz de imaginar, sea como sea la secuen- 
cia, dos problemas distintos, uno ante el cual su próxima resolución 
acertará a solucionarlo y otro ante el que fallará. Seguro que usted 
también puede imaginárselos. Lo que esto significa es que, al enfren- 
tarse a un problema aparente, nunca es seguro que una resolución 
alcanzará felizmente la solución. 

14 • No es posible resolver definitivamente un problema aparente. 
Aunque se haya solucionado esta vez, no hay manera de certificar 
que la exitosa resolución aplicada ahora proporcionará, siempre y en 
cualquier circunstancia, medios suficientes para satisfacer la condi- 
ción del problema aparente, porque ésta es desconocida. Así que 



75 



un problema aparente puede ser solucionado, pero no resuelto, y es 
imposible aniquilarlo definitivamente. 

15 • Siempre que nos enfrentamos a un problema aparente, y aunque 
no sea la primera vez, ocurre que antes de acometer su resolución hay 
incertidumbre acerca de su solución. Así que cada resolución de un 
problema aparente aporta información, conclusión que generaliza la 
ley de la información incesante a la resolución de todos los problemas 
aparentes, incluido el de la supervivencia. El problema aparente de la 
supervivencia proporciona el primer bitio de información, y también 
los siguientes. 

§83 Somos resoluciones 

11 • Un problema aparente podría ser cualquier problema. Por esto, 
aunque un problema aparente no tiene una resolución definitiva, sí 
que tiene resoluciones mejores y resoluciones peores: son mejores 
las capaces de solucionar más posibles problemas. Cabe entonces 
plantear una meta-resolución que busque resolutores cada vez mejores 
de un problema aparente. Y, con estas ideas, ya podemos encajar más 
precisamente la evolución en la teoría del problema. 

12 • La evolución darviniana es un proceso de resolución repetida del 
problema aparente de la supervivencia que acumula información. En 
ese proceso cada individuo es una de las repeticiones, lo que significa 
que los individuos vivos somos resoluciones y no soluciones del pro- 
blema de la supervivencia. Dicho más simplemente, somos procesos, 
y no estados; usted y yo también. 

13 • Ya le advertí de que la explicación de cómo un lenguaje simbólico 
proporciona introspección iba a ser larga. Aún falta, pero ya tenemos 
una conclusión importante: somos resolutores. Es importante por- 
que permite reformular la cuestión de una manera más precisa. Si 
probamos que un lenguaje simbólico puede representar resoluciones, 
y uno semántico no, entonces habremos alcanzado una explicación 
satisfactoria de la introspección reflexiva. 

14 • Tengo dos contestaciones para la cuestión así reformulada. Una 
es sencilla, aunque parcial, ya que sólo demuestra que un lenguaje 
semántico es insuficiente. La otra es completa, complicada y feraz. 

15 • La sencilla cabe entera en este párrafo. Aquí la tiene. Para re- 
presentar el proceso completo de resolución es menester representar 
el punto de partida, el punto de destino, y el itinerario a seguir para 
alcanzar el destino desde el origen. La contestación fácil se fija sólo 
en el punto de partida, que es el problema, porque ya sabemos que 



7G 



un lenguaje semántico no puede representar problemas, y uno simbó- 
lico sí. En definitiva, como somos resolutores, como para representar 
resoluciones hay que representar problemas, y como el lenguaje se- 
mántico no puede representar problemas, la conclusión es que para 
poder observarnos a nosotros mismos, o sea, reflexivamente, no es 
suficiente disponer de un lenguaje semántico. Para probar que un 
lenguaje simbólico es suficiente necesitamos la contestación compli- 
cada y feraz. 

H6 • La contestación completa, complicada y feraz no es para todos 
los gustos. Yo, sin embargo, le aconsejo que la siga punto por pun- 
to y sin saltarse nada, aunque sin detenerse en los asuntos que no 
entienda. Porque, aunque no alcance algunos argumentos, que re- 
quieren conocimientos matemáticos, al leerlos se percatará de cuales 
son los fundamentos sobre los que descansan las conclusiones. Y las 
conclusiones son muchas y muy importantes, se lo aseguro, 
f 7 • Para facilitarle las cosas, titularé "¡Alto!" una sección en la que 
le resumiré los resultados de la excursión matemática. A partir de 
esa sección debe usted volver a leer atentamente e intentando cuadrar 
todo cuanto escribo. Pero, hasta allí, simplemente lea con atención. 

§84 La palabra 

%i ■ La contestación complicada examina detalladamente cómo repre- 
sentar todos y cada uno de los elementos de la resolución: el origen, 
que es un problema, el itinerario, que es un proceso de transformación, 
y el destino, que es una solución. En concreto, hemos de representar 
los dos componentes del problema, que son la libertad y la condición, 
las tres maneras de resolver, a saber, por rutina, por tanteo y por 
analogía, y la solución. De este modo investigaremos cómo debemos 
extender un lenguaje semántico, que no puede representar problemas, 
para que pueda representar resoluciones. Es decir, intentaremos com- 
poner un lenguaje simbólico aumentando uno semántico. Esta será 
nuestra tarea a partir de aquí. 

K2 • El lenguaje semántico tiene palabras para los objetos de la per- 
cepción. Así 'caballo' es una palabra que se refiere a un objeto que 
podemos ver. No hacen falta palabras para explicar el significado 
de la palabra 'caballo', porque la palabra 'caballo' no es más que un 
sonido arbitrario que los hablantes del castellano aceptamos conven- 
cionalmente como una propiedad más del objeto caballo producido 
por otros procesos cognitivos. Esto disuelve la paradoja del dicciona- 
rio. 



77 



13 • Un diccionario explica cada una de las palabras de un idioma uti- 
lizando otras palabras del mismo idioma. Esas otras palabras también 
aparecen en el dicionario, y son explicadas del mismo modo, o sea, 
con más palabras. Así que, mirado en conjunto y por sí mismo, el 
diccionario es un enorme círculo vicioso que no explica absolutamente 
nada. Puede usted verificar esto muy fácilmente: tome un diccionario 
de una lengua que desconozca completamente, y comprobará que no 
le sirve para aprender ni una sola palabra de dicha lengua. 

14 • Para fijar el concepto, quédese con que la palabra semántica es 
una etiqueta — un nombre — que sirve para referirse a un objeto. Y 
recuerde que yo siempre hablo desde el subjetivismo. Me incomo- 
da tener que recordárselo, pero es que ustedes, los objetivistas, son 
pertinaces en su contumacia. 

15 • El paso decisivo para ir del lenguaje semántico al simbólico es 
sencillo: liberar las etiquetas. Mientras que en un lenguaje semántico 
las palabras son etiquetas necesariamente ligadas a un objeto, en uno 
simbólico pueden ser libres. Así, una palabra simbólica es una eti- 
queta, sin más requisitos. En concreto, una palabra simbólica puede 
referirse a un objeto, o puede referirse a otras palabras e, incluso, 
puede no tener referente. Esto hace tres tipos de palabras. 

16 • La manera natural de presentar las palabras que se refieren a 
otras palabras es el diccionario. Pero, cuando se añaden al diccionario 
las palabras sin referente y las que se refieren a los objetos de la 
percepción, se crea la falsa ilusión de que el diccionario explica todas 
las palabras de la lengua. 

§85 La incógnita 

f 1 • Para expresar un problema, hay que referirse a la condición y 
a la libertad. Y, para anotar la libertad hay que usar una palabra 
sin referente. Por ejemplo, si el problema es que no sabemos qué 
hacer, su expresión más directa en castellano es: '¿qué hacer?'. En 
esta oración, el pronombre interrogativo 'qué' no se refiere a nada en 
concreto, sino que es una palabra libre de significado y sin ataduras. 
Fíjese que la palabra 'qué' no es semántica, de modo que ha de ser 
puramente sintáctica; 'qué' es una mera etiqueta. 
12 • Por supuesto, la expresión de un problema puede ser menos di- 
recta. Por ejemplo, cuando Hamlet plantea su "ser, o no ser — ése 
es el problema", no necesita utilizar un pronombre interrogativo. En 
puridad, 'ser o no ser' es una tautología, y no un problema. Pero, 
cuando después añade Shakespeare, por boca de Hamlet, que es 



78 



el problema, convierte súbita y necesariamente a cada alternativa en 
una posibilidad, a la vez que nos urge a elegir libremente una de ellas. 
La fuerza de la frase es formidable, porque nos obliga a reconocer que 
morir es efectivamente una posibilidad. Y no una posibilidad cual- 
quiera de cualquier problema, porque es obvio que, para la vida, vivir 
o morir es el problema; para usted y para mi, también, 
f 3 • En matemáticas la manera típica de expresar la libertad de un 
problema es usar la incógnita x, que funciona igual que el pronombre 
interrogativo 'qué'. Por ejemplo, si queremos averiguar qué número 
es igual doblado que cuadrado, podemos expresarlo así: 

x? 2x = x 2 . 

14 • La condición, en este caso, es la igualdad 2x = x 2 . Como la 
igualdad es una relación que puede satisfacerse o no — sí o no — vale 
como condición. Más interesante es que en la expresión de la condi- 
ción debe aparecer necesariamente la incógnita, ya que de otro modo 
la expresión no serviría para determinar si una posibilidad es solución 
o no. Así que, en la condición, la incógnita x actúa como variable li- 
bre, adjetivo que es muy adecuado. Una expresión con variables libres 
se califica como abierta. Una expresión abierta se denomina función. 
Una función no puede ser semántica porque incluye variables libres, 
que son términos no semánticos. 

15 • Esta observación matemática puede generalizarse. En todos los 
lenguajes simbólicos pueden utilizarse expresiones abiertas con varia- 
bles libres. Por contra, ningún lenguaje semántico admite expresiones 
abiertas. 

§86 Tres problemas resueltos 

li • La resolución del problema anterior 

x? 2x = x 2 
podría seguir los siguientes pasos: 



79 



2x 



[x-2 
[x+(-2) 
[(x+(-2)) + 2 
[x + (-2 + 2) 
[x + 0 



2x 
2x 
O 
O 



x 

x 2 - 2x 
xx — 2x 
(x - 2)x 



Q]v[x = 0] 
0] V [x = 0] 
0 + 2] V [x = 0] 
2] V [z = 0] 
2] V [x = 0] 
2] V [x = 0]. 



De modo que tiene dos soluciones, dos y cero, porque un problema 
como xl x — 2 es lo que los matemáticos llaman trivial, aquí con 
razón. 

12 • En este caso la resolución ha consistido en ir trasladando el pro- 
blema por analogía hasta dar con dos problemas de los que se conoce 
la solución y que, por lo tanto, pueden resolverse de modo rutinario. 
No es ésta la única manera de resolverlo. Recordemos que el tanteo, 
aunque sea matemáticamente menos elegante, es otra posibilidad. 

13 • Con una condición más estricta, el problema tendría una o nin- 
guna solución. Por ejemplo, si quisiéramos averiguar qué número 
positivo es igual doblado que cuadrado, el problema se expresaría 

xl (x > 0) A (2x = x 2 ), 



y tendría una única solución, a saber, dos. Nótese que aquí hemos 

compuesto la condición del problema por conjunción de otras dos 

condiciones. 

14 • Y el problema 

xl (x > 2) A (2x = x 2 ) 

no tiene solución, aunque puede ser resuelto. Para resolverlo bas- 
ta con establecer que efectivamente no tiene solución. Este es otro 
ejemplo de lo útil que resulta distinguir 'solución' de 'resolución'. 



80 



§87 La oración 

%i ■ En un lenguaje semántico la palabra es una propiedad del objeto, 
su nombre. Y, como los objetos se reconocen por sus propiedades, al 
escuchar la palabra que es el nombre de un objeto, se hace presente 
tal objeto, del mismo modo que se hace presente al ver la forma de 
ese objeto o al percibir cualquiera de sus propiedades distintivas. En 
definitiva, en los lenguajes semánticos las palabras tienen un único 
uso: ser etiquetas de los objetos. 

K2 • Si habláramos un lenguaje semántico, y yo viera signos de agua, 
entonces diría la palabra 'agua'. Usted al oirme, aunque no la viera, 
también la percibiría, porque captaría un signo del agua, a saber, la 
palabra 'agua' que yo había pronunciado. Podría acumular palabras 
si viera varios objetos, 'agua, pez', pero teniendo cada palabra el único 
propósito de significar un objeto percibido, no habría necesidad de 
oraciones. 

H3 • Cuando las palabras pasaron a ser meras etiquetas, algunas pu- 
dieron seguir siendo las etiquetas de los objetos, pero otras pudieron 
ser etiquetas libres de objeto. Le he dicho que esta liberación es decisi- 
va, y le he mostrado que la incógnita, que es la libertad del problema, 
tiene que ser una de estas etiquetas liberadas, como la palabra 'qué' 
o la i matemática. Pero es obvio que una de estas etiquetas libres 
de objeto, por sí sola, no sirve para nada. Ha de combinarse de un 
modo estructurado con otras etiquetas para que pueda ser utilizada 
con provecho, ya sea como pronombre interrogativo de una pregun- 
ta o como variable libre de una condición. Estas combinaciones de 
etiquetas se llaman oraciones, y se denomina sintaxis al conjunto de 
estructuras aceptables. 

114 • Yo aquí, para determinar las estructuras válidas, o sea, para 
dar forma a la sintaxis, voy a utilizar un único criterio: que puedan 
representarse resoluciones en la sintaxis. Y ya verá usted qué lejos 
llegamos con tan exiguos requisitos. 

§88 La solución final es semántica 

Ki • El final de la resolución es la solución. Y no es sólo que las últi- 
mas letras de la palabra 'resolución' formen la palabra 'solución', sino 
que, cuando se ha alcanzado la solución, el proceso de resolución ha 
finalizado y se ha terminado con el problema. Cuando hay solución, 
ya no hay problema. 



81 



%2 ■ Los problemas no se pueden percibir, y por este motivo no pue- 
den expresarse en un lenguaje semántico. Para percibir una resolu- 
ción habría que empezar por percibir su punto de partida, que es un 
problema, de manera que tampoco pueden percibirse las resoluciones. 
Pero, como decíamos, cuando una resolución ha alcanzado la solución, 
el problema ha sido aniquilado. De modo que la imperceptibilidad 
del problema, que comparte la resolución, no afecta necesariamente 
a la solución. No puede decirse, por consiguiente, que es imposible 
percibir las soluciones. Hay soluciones perceptibles y, obviamente, las 
representaremos usando palabras semánticas. Las palabras semánti- 
cas representan a las soluciones definitivas, porque, cuando el proceso 
de resolución alcanza un objeto semántico, es que ha abandonado la 
sintaxis. 

• También hay soluciones que no son semánticas, y le daré tres 
ejemplos. El primero es el de un profesor de matemáticas componien- 
do un examen. Su problema es encontrar un problema que cumpla 
una serie de condiciones, como, por ejemplo, que se requiera conocer 
el temario para solucionarlo, y que por su dificultad sea asequible 
a sus alumnos. Aquí la solución del problema es un problema. El 
segundo ejemplo es el de un ingeniero que quiere elaborar un proce- 
dimiento para resolver, no un caso concreto, sino todo un conjunto 
de problemas de cierto tipo. Ahora la solución del problema es una 
resolución. Y, en tercer lugar, tampoco son semánticas las solucio- 
nes de los problemas completamente teóricos, como por ejemplo el 
problema ya visto de buscar un número que sea igual doblado que 
cuadrado. Una solución teórica puede ser una palabra definida en el 
diccionario, o una función, o cualquier otro objeto sintáctico. 

• En conclusión, la solución puede ser semántica o sintáctica. Para 
representar las soluciones semánticas usaremos palabras semánticas, 
que son definitivas porque terminan el proceso sintáctico. Pero una 
solución sintáctica puede ser cualquier objeto sintáctico, incluso un 
problema o una resolución. Y cómo expresar cada uno de los objetos 
sintácticos es, justamente, lo que seguimos investigando. 



82 



§89 El par ordenado 

11 • Si sustituimos la expresión abierta que es la condición de un 
problema por otra expresión equivalente, hemos transformado el pro- 
blema en otro equivalente. Es lo que hicimos antes para convertir en 
dos subproblemas triviales el problema de averiguar qué números son 
iguales doblados que cuadrados: 

x? 2x = x 2 — > (x? x = 2) V (x? x = 0). 

%2 ■ Por muy complicada que haya sido una resolución, cuando final- 
mente solucionamos el problema, nos basta memorizar la solución, 
'los dos únicos números que son iguales doblados que cuadrados son 
el dos y el cero', para poder resolverlo la próxima vez de manera 
rutinaria, esto es, directamente de memoria y sin tener que volver a 
trasladarlo repetidamente. Por esta razón, lo que es trivial para un 
matemático, no lo es para usted ni para mi. 

13 • Para representar una traslación concreta, basta poder represen- 
tar el par ordenado compuesto por la expresión origen, digamos que 
fuera £, y la expresión destino, sea resultando en general (£,£')> 
que, en el caso del ejemplo de arriba, queda: 

(x? 2x = x 2 , (x? x = 2) V (x? x = 0)) . 

114 • Este par ordenado no representa los razonamientos considerados 
para elegir el itinerario cuando lo resolvimos por primera vez, y ni si- 
quiera representa todos los jalones de aquella primera ruta. Se limita 
a anotar el atajo rutinario que podemos utilizar cuando conocemos 
de memoria la solución del problema. Por lo tanto, el par ordena- 
do sirve para expresar la resolución rutinaria, que es una de las tres 
maneras de resolver. 

§90 La función 

11 • Otra manera consiste en resolver por tanteo. Para probar si un 
determinado valor cumple la condición o no, hay que ligar dicho valor 
a la variable libre. 

12 • Voy a introducir, sin su permiso, más conceptos matemáticos; los 
necesitaremos. Para anotar matemáticamente expresiones abiertas, 



83 



también llamadas funciones, se utilizan las expresiones lambda, así 
A x £, que, en el caso de nuestro problema, queda 

X x [2x = x 2 }. 

13 • Para anotar que ligamos a la variable libre un valor a se usa 
A x £(a), y se dice que aplicamos a la función el valor o. Probar si el 
número 2 es igual doblado que cuadrado se anota X x [2x = x 2 ](2) y 
se desarrolla básicamente sustituyendo las apariciones de la variable 
libre por el valor al que se liga (x <— 2), así: 

X x [2x = x 2 ](2) — > 2.2 = 2 2 — > 4 = 4 — > SÍ. 

Llamando, por ejemplo, / a la función X x [2x — x 2 ], obtenemos la 
notación más común: 

/(2) = Sí. 

14 • Una condición, como sabemos, solo puede tener dos resultados, 
que anotamos SÍ y NO, de manera que, si queremos que la condición 
haga una diferencia, entonces hemos de actuar de un modo cuando 
SÍ se cumple, y de otra manera cuando NO se cumple. Para ello vale 
el comando if: 

if (condición) then (caso SÍ ) else (coso no) . 

15 • Con la posibilidad de expresar la aplicación de valores a expre- 
siones abiertas y condicionadas y un comando condicional, como if, 
ya podemos anotar completamente un tanteo. 

16 • Supongamos que sospechamos que la solución al problema es uno 
de los cuatro primeros números, o sea, que la solución pertenece al 
conjunto formado por esos números, {1,2,3,4}. Si el gobierno del 
tanteador determina probar en orden creciente, entonces podemos 
anotar la resolución anidando cuatro comandos if, así: 

if X x [2x = x 2 ](í) then 1 
else if X x [2x = x 2 ](2) then 2 

else if A x [2a; = íc 2 ] (3) then 3 

else if A x [2a; = x 2 \(4) then 4 
else NO . 



84 



§91 La condición inversa 

li • Una condición conocida es una función con dos resultados, el 
querido SÍ y el aborrecido NO. Esto quiere decir que en cada aplicación 
obtenemos un SÍ o un NO. Por ejemplo: 



X x [2x 


= x 2 ](0) - 


-> SÍ 


X x [2x 


= x 2 ](l) - 


-> NO 


X x [2x 


= x 2 ](2) - 


-> SÍ 


X x [2x 


= x 2 ](3) - 


-> NO 


X x [2x 


= x 2 ](4) - 


-> NO 



12 • Lo que resuelve definitivamente un problema es la función in- 
versa de la condición de ese problema. Porque la función inversa 
funciona justo al revés que la condición, trocando un 0 — ► SÍ por 
un SÍ — ► 0, de modo que cuando le aplicamos el SÍ obtenemos sus 
soluciones, y cuando le aplicamos el NO conseguimos el conjunto de 
sus no soluciones. Así, llamando / a la función X x [2x — x 2 ] : 

/^(sí)— >{0,2} 
/^(NO)— > {1,3,4,...}. 

13 • La condición puede usarse en los dos sentidos: en el sentido 
natural, que es el que utilizamos cuando le aplicamos un valor, y 
en el sentido contrario, que es el que empleamos cuando queremos 
averiguar qué valores la cumplen. Para anotar un problema basta 
anotar la condición y señalar cuáles son las variables libres, y para 
resolverlo basta usar la condición en el sentido contrario. 

14 • Es fácil escribir que 'la resolución de un problema es la función 
inversa de su condición', ya está hecho. Desgraciadamente, casi siem- 
pre es imposible calcular tal función inversa, y a veces, como en los 
problemas aparentes, ni siquiera se conoce la condición. De modo 
que, dado un problema, buscarle una resolución es un problema. 

15 • Buscar la resolución de un problema es un problema porque con- 
tiene los dos ingredientes imprescindibles. Hay libertad, porque hay 
muchas formas posibles de resolver un problema, y hay una condición, 
ya que no vale cualquier resolución, sino aquélla que efectivamente en- 
cuentre las soluciones del problema. Entonces, como es un problema, 



85 



necesitamos una resolución para buscar la resolución a un problema. 
Y, para buscar una resolución para buscar la resolución a un proble- 
ma, necesitamos — ¿no lo adivina? — otra resolución. ¿Qué le parece? 
La respuesta más adecuada no es 'tortuoso', sino 'recursivo'. 

§92 El árbol de resolución 

11 • Si conocemos un procedimiento de resolución que soluciona un 
problema, entonces podemos aplicar el método rutinario y anotarlo 
con un par ordenado. O, con un comando if, como una función: 

K [if 7T = (x? 2x = x 2 ) then (x? x = 2) V (x? x = 0) else no] . 

En donde ir es una variable libre que puede ligarse a una expresión 
cualquiera, que entonces se compara (=), no con el problema, sino 
con la expresión del problema que sabemos cómo resolver y, si (if) 
la comparación SÍ que resulta exitosa, entonces (then) se transforma 
en dos subproblemas triviales. En la comparación de expresiones 
abiertas ha de tenerse en cuenta que el nombre de las variables libres 
es irrelevante; por ejemplo, \ x [2x = x 2 ] = \ y [2y = y 2 ]. 

12 • Sobre el tanteo no añadiré nada nuevo, porque ya sabemos que 
puede expresarse anidando aplicaciones de valores a funciones de co- 
mandos condicionales, como if. Debo también recordarle que, en la 
mayoría de los casos, la determinación del orden de las pruebas de 
tanteo es un problema. 

13 • Y la traslación de un problema es otro u otros problemas. La 
traslación puede dar lugar a más de un problema porque, con frecuen- 
cia, el criterio del dicho 'divide y vencerás' es útil en la resolución de 
problemas complejos. De manera que, en general, la resolución de un 
problema será un árbol, en cuya raíz está el problema. Si para resol- 
verlo lo trasladamos, de tal suerte que queda dividido, por ejemplo, 
en otros cuatro más sencillos, entonces hemos abierto cuatro ramas 
desde la raíz. Y cada rama puede, de nuevo, subdividirse por tras- 
lado, o resolverse por rutina o por tanteo. Se resuelven por rutina 
aquéllos de los que conocemos su solución, quedando solucionados; 
éstas son las hojas del árbol de resolución. El tanteo . . . 

14 • ¿Se pierde? No se preocupe, hasta yo me pierdo en este árbol 
recurrente. Y tiene su gracia, porque lo normal es perderse en un 
bosque, y no en un árbol. En fin, quédese con lo que sigue, que es fácil 
y cierto: las expresiones que representan resoluciones de problemas 
tienen una estructura de árbol, porque han de describir el árbol de 



86 



resolución. Y sepa que basta con permitir que los elementos de un par 
ordenado puedan ser pares ordenados, para que podamos representar 
árboles binarios con los pares ordenados. 

§93 La recursividad 

Ti • La resolución es un proceso que, cuando tiene éxito, transforma 
un problema en una solución. Las palabras semánticas son solucio- 
nes definitivas, pero la solución puede ser cualquier objeto sintáctico, 
incluido un problema o una resolución. Entonces, una resolución 
parcial puede comenzar con cualquier objeto sintáctico, y finalizar 
con cualquier otro. La semántica es la salida definitiva del laberinto 
sintáctico, pero, mientras no se encuentra la salida, la resolución de- 
be ser capaz de transformar problemas, resoluciones y soluciones en 
problemas, resoluciones y soluciones. Y, por lo tanto, la expresión de 
una resolución ha de anotar la transformación de cualquier expresión 
sintáctica en cualquiera otra. 



%2 ■ Nótese que la resolución puede ser tanto la transformación, co- 
mo el transformando, como lo transformado. A esta necesidad de 
que las transformaciones sean transformables se le denomina recur- 
sividad. La recursividad es la causa de que los lenguajes simbólicos 
necesiten de un mecanismo de entrecomillado. Es para distinguir si 
una expresión se está utilizando para anotar una transformación, o 
como mera expresión a ser transformada. 
13 • Chiste: 
— Dígame su nombre. 
— Su nombre. 

Quien contesta ha entendido "dígame 'su nombre' ", que bien podría 
ser el caso. Observe que "dígame cuál es su nombre" tampoco resuelve 
el asunto definitivamente, pero que la pregunta directa, "¿cuál es su 
nombre?", sí que lo zanja. 



Problema 
Resolución 
Solución 



I 



Resolución 



Problema 

Resolución 

Solución 



87 



14 • El entrecomillado es enormente potente. Suponga que escribo: 

En cuanto llegué, el inglés me dijo: "I was waiting you to tell you 
something. . . . 

[doscientas páginas de historia en inglés] 

. . . And even if you don 't believe me, it is true ". Y se fue, sin dejarme 
decirle ni una sola palabra. 

Técnicamente habría escrito una novela en castellano. 

15 • Técnicamente, y merced al mecanismo del entrecomillado, todos 
los lenguajes simbólicos son uno. Como nos enseñó el lingüista nor- 
teamericano Chomsky, solamente hay un idioma. Y, como dijo el 
inglés de la novela, incluso si usted no me cree, es cierto. 

§94 El lenguaje simbólico 

11 • Ahora vamos a dar un paso decisivo hacia nuestra meta, que 
— después de tantas recursiones y recurrencias no sé si la recuerda — 
es explicar la introspección y la consciencia. Porque ya es hora de 
resumir las condiciones que nos impone el criterio de que el lenguaje 
simbólico sea capaz de representar resoluciones. 

12 • Las anotaciones que aparecen entre paréntesis traducen esas con- 
diciones a Lisp, dialecto Scheme. Al final de esta sección le quedará 
explicado por qué hago estas anotaciones. Lisp es un lenguaje de 
computadora, basado en el cálculo A de Church e inventado sobre 
1960 por el matemático estadounidense McCarthy, en el que la 
primera palabra de las oraciones es siempre un verbo. 

13 • El lenguaje simbólico tiene tres tipos de palabras: 

• las palabras semánticas (autoevaluables), 

• las palabras sintácticas (palabras reservadas), como lambda, que 
permite introducir variables libres, o sea, meras etiquetas, y 

• las palabras definidas en el diccionario. 

Necesita, por tanto, un diccionario y operaciones, o sea, verbos, tan- 
to para añadir entradas al diccionario que liguen una palabra con 
una expresión cualquiera (define), como para cambiar o eliminar las 
entradas (set ! ). 

14 • Los átomos del lenguaje simbólico son las palabras, que se pue- 
den componer en oraciones. Las oraciones tienen estructura de árbol, 
o sea, que dentro de una oración puede haber otras oraciones llamadas 



88 



frases. Tanto a las palabras como a las oraciones las denominamos 
expresiones. Se necesitan operaciones para componer oraciones con 
expresiones (cons), y para extraer las expresiones que componen las 
oraciones (car, cdr). Además, habiendo palabras y oraciones, es ne- 
cesario disponer de una condición para discriminar unas de las otras 
(atom?). También se necesita una condición para averiguar si dos 
expresiones son iguales (equal?). 

K5 • Las oraciones pueden ser expresiones abiertas (lambda), llama- 
das funciones, condicionadas (cond) o no, a las que se puede aplicar 
cualquier expresión. Y la recursividad, esto es, que las transforma- 
ciones de expresiones sean expresiones del lenguaje simbólico y sigan 
siendo transformaciones, obliga a disponer de algún método para evi- 
tar el desarrollo de la transformación cuando interese tratarla como 
una mera expresión (quote). 

l6 • Los tres párrafos anteriores recogen justamente los requisitos mí- 
nimos del lenguaje Lisp, ni más, ni menos. Y ese Lisp, siendo mínimo, 
ya es tan potente como una máquina universal de Turing. Es decir, 
que los requisitos necesarios para poder representar cualquier resolu- 
ción de un problema son suficientes para definir la máquina universal 
de Turing. Podría ser una casualidad, pero tendría que ser una 
enorme casualidad. 

§95 Dos requisitos prácticos 

Ki • Después del fantástico anuncio de la sección anterior, y antes de 
que usted reaccione y salga de su asombro, he de hacerle un par de 
precisiones. Seguramente, cuando investigue a fondo sobre este asun- 
to, a usted le sorprenderá, como a mi, que nuestros requisitos para 
representar resoluciones coincidan con los de un Lisp mínimo, y no 
con los requerimientos aun más reducidos del cálculo A de CHURCH. 
Esto sucede porque algunos de los requisitos provienen de nuestras 
propias limitaciones. 

1¡2. ■ El diccionario no es estrictamente necesario. Si revisa cómo lo 
introduje, se percatará de que, más bien, lo que argumenté es que, 
en contra de lo que la paradoja del diccionario nos induce a creer, el 
diccionario no es el sitio natural de todas las palabras. Y, en verdad, 
las definiciones son meras abreviaturas que sólo acortan las oraciones 
sin alterar su expresividad. Sin embargo, otra cosa es cierta: sin defi- 
niciones, Lisp es inutilizable por las personas, debido, sin duda, a las 
limitaciones de la memoria a corto plazo que sufrimos y que, según 
el psicólogo Miller, no nos permiten retener más que siete datos, 



8!) 



dos arriba o dos abajo. Pero, lo definitivo es que, cuando se aplican 
valores a una función, se necesita un mecanismo para ligar, aunque 
sea provisionalmente, los valores aplicados a las variables libres, sien- 
do cada variable libre un nombre, o sea, una palabra, y cada valor 
una expresión cualquiera. Es decir, que aunque no permanentemente, 
sí que se necesita un diccionario, y ya que se dispone de él, lo más 
inteligente es sacarle partido. 

13 • Algo similar ocurre con las funciones para sintetizar (cons) y 
analizar (car, edr) oraciones. Es posible construir funciones que se 
comporten como ellas y las sustituyan, por lo que no es estrictamente 
preciso disponer de ellas. Pero, aunque exteriormente podamos pres- 
cindir de todas las operaciones que manejan directamente las oracio- 
nes, internamente necesitamos mecanismos eficaces para manipular 
oraciones, de modo que lo más inteligente es no ocultarlas, y lo más 
solidario es ofrecerlas. 

14 • En resumen, que al ir recogiendo los requisitos precisos para la 
repesentación de resoluciones, hemos añadido algunos que son prácti- 
cos, de uso, y, por lo tanto, teóricamente irrelevantes. Si, por ejemplo, 
dispusiéramos de una cantidad enorme de memoria a corto plazo, en- 
tonces no necesitaríamos usar definiciones para abreviar las expresio- 
nes, nos sobrarían los diccionarios permanentes, y nunca habríamos 
hablado de ellos en nuestra argumentación. En el caso de Lisp, como 
tiene la vocación de ser útil a las personas, los requisitos de diseño 
también han de añadir estos requisitos prácticos a los estrictamente 
necesarios teóricamente para construir un lenguaje simbólico. 

15 • Por último, tampoco debe fijarse usted en las primitivas Lisp 
elegidas. No tienen que ser exactamente ésas, aunque sí un conjunto 
equivalente que satisfaga los requisitos allí resumidos. 

§96 El autómata finito 

11 • Le he hablado de la máquina universal de TURING como si su- 
piese usted de que se trata. Le explicaré lo fundamental para que, 
cuando profundice su estudio, sepa relacionar sus lecturas sobre com- 
putabilidad y funciones recursivas con los asuntos filosóficos aquí tra- 
tados. 

12 • Lo primero es entender qué es un autómata finito. El nombre 
es sugerente, pero no se fíe. El concepto de autómata finito es ma- 
temático y sirve para modelar mecanismos y comportamientos. Los 
modelos son simplificaciones, y éste ignora todos los aspectos físicos 
y se queda, únicamente, con la capacidad de la máquina para tratar 



90 



datos. Un autómata finito toma datos y produce datos. Los datos 
producidos dependen de los datos tomados en ese instante y de su 
propio estado. También el estado siguiente depende de los datos de 
entrada y del estado actual. Lo de finito quiere decir que tanto los 
posibles valores de los datos de entrada, como los posibles valores de 
los datos de salida, como los posibles estados, están todos limitados 
y son todos conocidos de antemano al diseñar el autómata. Es algo 
complicado de explicar, pero el concepto es muy sencillo, y tiene usted 
que convencerse de que es muy sencillo, así que usaré un ejemplo. 
113 • Un imparificador es un artefacto empleado en algunas comunica- 
ciones digitales. Estas comunicaciones sólo usan dos signos, 1 y 0, y 
el imparificador sirve para añadir, a cada paquete de signos, un signo 
adicional, llamado redundancia, que hace que el número de signos 1 
del paquete sea impar. De este modo, si se recibe un paquete con un 
número par de signos 1 , se sabe que se ha producido un error durante 
la transmisión. Y si el paquete recibido trae un número impar de 
signos 1, entonces se supone que no ha habido errores y se descarta 
la redundancia para recuperar el paquete original. 
14 • El imparificador ha de ir recordando si el número de signos 1 
enviados hasta el momento es par o impar, para determinar la re- 
dundancia cuando se complete el paquete. Si entonces el número de 
signos 1 es par, hay que añadir un 1 adicional como redundancia, y 
un 0 si ya es impar. Así que el imparificador necesita dos estados, uno 
que le indica que hasta el momento se ha enviado un número IMPAR 
de signos 1, y otro que se ha enviado un número PAR, y los datos de 
entrada sólo pueden tomar en cada instante uno de dos valores, 1 o 0. 
El diseño del imparificador nos exige determinar el estado siguiente 
y el dato de salida de estos cuatro casos, quedando definido por la 
siguiente tabla: 



estado actual entrada 


estado siguiente salida 


IMPAR 1 
IMPAR 0 
PAR 1 
PAR 0 


PAR 1 
IMPAR 0 
IMPAR 0 

PAR 1 



91 



§97 El comportamiento 

11 • Cualquier comportamiento queda definido, sin ambigüedad, por 
la tabla que determina el valor del estado siguiente y el valor de salida 
para cada posible combinación del valor del estado actual y el valor de 
entrada. Y no hay nada más en el concepto de autómata finito. Sin 
embargo, es enormemente potente, ya que cualquier tratamiento de 
datos puede especificarse como un autómata finito. No siga leyendo 
si no es capaz de ver cómo podría especificarse una calculadora como 
un autómata finito. Entiéndame, no intente usted escribir la tabla, 
porque sería largo y de poco interés, pero vea que, de alguna manera, 
el diseño de la calculadora consiste en determinar el contenido de la 
memoria y el contenido de la pantalla, para cada posible contenido 
de la memoria y cada posible pulsación de una tecla. 

12 • El concepto de autómata finito supone que el tiempo está enca- 
denado, de tal suerte que en el instante presente sólo influye lo que 
sucede en dos instantes: el propio instante presente y el instante jus- 
tamente anterior. Por supuesto, en el instante anterior ha influido 
el anteanterior, y por esto hablo de encadenamiento, pero lo que no 
podría modelar el autómata finito es un comportamiento que tomara 
en consideración sucesos ocurridos en instantes anteriores al anterior 
y que no han dejado traza alguna en el instante anterior, ¿me sigue? 

13 • Hay una restricción espacial, denominada principio de localidad, 
semejante a ésta. El principio de localidad espacial asegura que lo 
que ocurre en un punto del espacio sólo puede ser influido por lo que 
ocurre en el propio punto y lo que ocurre en los puntos contiguos. Así, 
para que una causa lejana afecte a un punto, la causa debe afectar 
también, de uno u otro modo, a todos los puntos intermedios. 

114 • Una diferencia entre el principio de localidad espacial y el tempo- 
ral, es que el espacial es simétrico, o isótropo, y el temporal asimétri- 
co, porque la localidad espacial considera todos los puntos contiguos 
sin distinción, mientras que la localidad temporal sólo tiene en con- 
sideración el instante anterior, y no el posterior. Es decir, que un 
autómata finito no puede modelar un comportamiento tcleológico. 
Los comportamientos telcológicos son aquellos que toman en consi- 
deración lo sucedido en instantes futuros. 

15 • La ciencia sostiene tanto el principio de localidad espacial como 
el principio de localidad temporal, aunque es ambigua con respecto a 
la asimetría temporal. La ambigüedad se debe a que el materialismo 
es contradictorio, ya que por un lado aborrece las explicaciones ideo- 
lógicas, mientras que por el otro sus teorías fundamentales presentan 



92 



un tiempo simétrico que viene forzado, como vimos, por la necesi- 
dad materialista de negar la libertad para preservar así su sagrado 
principio de legalidad total. Yo, libre de tales imperativos, asumo 
los dos principios de localidad y la asimetría temporal, y asumirlos 
significa que cualquier comportamiento físicamente posible puede ser 
modelado, sin excepciones, como un autómata finito. 
%6 ■ Un ejemplo filosóficamente importante es el de los seres vivos. 
¿Cree usted que se puede modelar el comportamiento de un animal 
como un autómata finito? La primera impresión es que sí. En defi- 
nitiva, la finitud es obligada, y lo que cualquier ser vivo hace en un 
momento, sólo puede depender de su estado actual, que incluye su 
memoria, y de los datos que reciba del exterior en ese momento. Por- 
que interiormente no puede depender de algo que no le haya dejado 
huella alguna en su estado, ni tampoco puede depender de aquello 
que no reciba desde fuera en ese instante. Y, a pesar de lo dicho en el 
párrafo anterior, la respuesta del materialismo es más afirmativa que 
sí, mientras que la mía, como gallego que ejerce, es un sí pero no. 

§98 La máquina Turing 

11 • Turing fue un matemático inglés que planteó en 1936 la uti- 
lización de autómatas finitos para la transformación de expresiones 
sintácticas. La expresión sintáctica se escribe en una cinta ilimitada 
que está dividida en casillas, ocupando una casilla cada palabra de la 
expresión. El autómata finito puede leer en cada instante el conteni- 
do de una casilla, y en función de lo que lee y de su estado determina 
su nuevo estado y lo que hace, esto en dos etapas. Primero escribe 
el nuevo contenido de la casilla, que puede ser el mismo que el leído, 
y después ejecuta un movimiento, que puede ser a la casilla que está 
justo a la derecha de la actual, o justo a la izquierda de la actual, 
o bien PARAR y entonces da por finalizada la transformación de la 
expresión. Pero, si no se para, después del movimiento rcinicia el 
ciclo, leyendo el contenido de la casilla a la que se ha movido. Por lo 
tanto, la expresión escrita en la cinta en el momento de PARAR es el 
resultado de transformar la expresión escrita inicialmente en la cinta 
obedeciendo las prescripciones contenidas en la tabla del autómata 
finito. 



93 



f 2 • A un autómata finito así acoplado a una cinta infinita se le de- 
nomina máquina de Turing. Al autómata finito de la máquina de 
Turing 1 se le denomina procesador V%. 



Máquina de Turing 




Procesador V% 
Cinta infinita 



13 • Para anotar que, si escribimos la expresión sintáctica e en la 
cinta de la máquina de Turing T cuyo procesador es V% y lo deja- 
mos funcionar, cuando se pare encontraremos en la cinta la expresión 
sintáctica r, usaremos la notación: 



Si, por el contrario, al escribir la expresión y, la máquina de TURING T 
no se llegara a parar nunca, entonces diríamos que y es una paradoja 
para T, y lo anotaríamos: 



Hay más casos, pero si, por ejemplo, en la tabla del procesador Vq 
de una máquina de Turing 0 no aparece la salida parar, entonces 
es obvio que cualquier expresión es paradójica para 0. 

§99 La máquina universal 

Ti • Lo más sorprendente del artículo de Turing de 1936, es la má- 
quina universal que allí presentó. Una máquina universal de Tu- 
ring il es también una máquina de TURING, con su cinta infinita y 
su procesador P¡x, que es un simple autómata finito. Lo peculiar de la 
máquina universal de TURING es que, siendo ella misma una máquina 
de Turing, es capaz de imitar perfectamente a todas las máquinas 
de Turing. Es decir, es capaz de transformar todas y cada una de 
las expresiones posibles exactamente del mismo modo que cualquier 
posible máquina de Turing. La imitación es fiel y sin excepciones, 
de manera que si se para una, la otra también se para y el contenido 
final de ambas cintas es idéntico, y si una no se para, tampoco se 
para la otra. 

t2 • Para conseguirlo, la máquina universal de Turing il necesita re- 
presentar en su cinta la situación completa, esto es, tanto la máquina 
de Turing 1 a imitar, como el contenido de la cinta. Así que V%[d] 



t. 



Vz[t] -> oo. 



94 



queda expresado dentro de la cinta como *Pi(í>), en donde la expre- 
sión a transformar u no tiene que ser traducida porque ya era una 
expresión, y a la que se ha añadido la representación de la máquina 
de Turing T a imitar. Para representar una máquina de Turing es 
suficiente representar su procesador, que queda completamente de- 
finido por su tabla. Llamaremos algoritmo a la expresión *}3<j que 
representa al procesador de una máquina de Turing V% en la cinta 
de una máquina universal de Turing il. 

13 • Turing demostró en 1936 que existe una máquina universal de 
Turing il tal que, dadas cualquier expresión d y cualquier máquina 
de Turing % siempre es posible representar su procesador V% en la 
cinta de la máquina universal il, sea con la expresión de tal modo 
que el resultado de transformar t) con 1 es exactamente el mismo que 
el de transformar 93<r(fl) con 11. Abreviaremos lo dicho, así: 

14 • Llamaremos motor sintáctico al procesador Va de una máqui- 
na universal de Turing, porque es capaz de cualquier manipulación 
sintáctica. 

15 • La prueba de Turing es constructiva, ya que no se limita a de- 
mostrar que ha de existir una máquina universal, sino que explica 
dctalladamante cómo construir una. Otra cosa que le interesa saber, 
es que en el núcleo de cada computadora está el procesador de una 
máquina universal de Turing, o sea, un motor sintáctico Va- Ob- 
viamente, y sin que podamos culpar a Turing por ello, no ha sido 
posible construir ninguna cinta infinita. 

§100 Godel 

11 • Me parece que usted sí que me está culpando a mi por haberle 
introducido asuntos tan abstrusos como los autómatas finitos y las 
máquinas de Turing. Pero es necesario y espero que, finalmente, me 
lo agradezca. No son temas fáciles, lo sé, pero los descubrimientos 
de GÓdel, Church, Kleene y Turing son, sin duda alguna, los 
más importantes del siglo xx, por encima incluso de la teoría de la 
relatividad de Einstein y la física cuántica de Bohr, Heisenberg 
y SchrÓdinger. Y, sin embargo, ha finalizado el siglo xx sin el 
reconocimiento que se merecen. Recordemos sus hazañas. 

12 • Todo comenzó con el deseo de los matemáticos de alcanzar el 
máximo rigor en sus demostraciones. Este se alcanza con los sistemas 



95 



axiomáticos. Los sistemas axiomáticos definen un número finito de 
axiomas, que son expresiones dadas por verdaderas, y proporcionan 
un número finito de reglas de deducción que, aplicadas a expresio- 
nes verdaderas, producen otras expresiones verdaderas. El objetivo 
de la escuela formalista de Hilbert era reducir todas las matemá- 
ticas a un sistema axiomático capaz de producir todas las verdades 
matemáticas. 

H3 • GÓdel demostró en 1931 que el objetivo formalista no podía ser 
alcanzado. Demostró, en su famoso teorema de incompletitud, que 
cualquier sistema axiomático consistente y que incluya la aritmética 
no puede ser completo, porque contiene necesariamente expresiones 
indecidibles. Una expresión es indecidible cuando ni ella ni su nega- 
ción pueden ser producidas por el sistema axiomático. Y un sistema 
axiomático es consistente si no produce contradicciones. Observe que 
si un sistema axiomático produce la negación de una expresión, y es 
consistente, entonces la expresión ha de ser falsa. 
14 • Por cierto, la expresión elegida por GÓdel en su demostración 
viene a significar 'esta expresión no puede ser producida'. Y a mi me 
es más fácil recordar el descubrimiento de GÓdel con una tautología 
que lo generaliza: en cualquier lenguaje lo bastante potente como 
para poder expresar 'esta frase es falsa', existen paradojas. 
H5 • Quedaba la posibilidad de que hubiera alguna manera de deci- 
dir las expresiones indecidibles. Porque el teorema de GÓdel había 
mostrado que, aplicando las reglas de deducción en su sentido natu- 
ral, era imposible alcanzar todas las proposiciones verdaderas, pero 
tal vez fuera posible hacer el camino en el sentido contrario. Quizás 
se pudiera encontrar un modo de determinar si una expresión cual- 
quiera es decidiblc o indecidible en un sistema axiomático. Este es 
el llamado problema de la decisión o Entscheidungsproblem — no he 
podido resistirme a escribirlo — que resolvieron en 1936 por separado 
Church y Turing. Lo resolvieron pero no lo solucionaron, porque 
descubrieron que no tiene solución, es decir, demostraron que no hay 
ninguna manera de decidir todas las expresiones. 



96 



§101 La sintaxis recursiva 

11 • Turing convirtió el Entscheidungsproblem en el halting problem. 
Una expresión indecidible en una máquina universal de Turing es 
una expresión que nunca llega a parar. Y probó que no hay manera 
de diseñar un algoritmo (£ que él mismo siempre se pare, y que diga 
de cualquier algoritmo <p y de cualquier expresión 3 , si se parará o no 
la máquina universal cuando transforme la expresión <P(u). O sea: 



1¡2. ■ Church, trabajando con las funciones recursivas en su cálculo A, 
llegó antes que Turing a la misma conclusión, o más precisamente, 
la publicó antes. Tanto que Turing en su artículo ya menciona- 
ba el resultado de Church y, además, demostraba la equivalencia 
expresiva del cálculo A con sus máquinas. 

• Aunque las comparaciones son odiosas, el trabajo de Turing 
es mucho más importante que el de Church, porque los autómatas 
finitos de las máquinas de TURING se pueden realizar. De hecho, las 
computadoras se construyen alrededor del procesador de una máqui- 
na universal de Turing. Esto asegura que cualquier computadora 
puede realizar cualquier transformación sintáctica, siempre que sea 
posible determinar la transformación completamente, porque así es 
como hay que definir la tabla de un autómata finito. Como chascarri- 
llo irreverente y doblemente falso, puede quedarse con que 'Turing 
inventó la computadora, y Church inventó Lisp'. 
114 • Además de la equivalencia expresiva del cálculo A con las máqui- 
nas de Turing mencionada arriba, éstos dos también son equivalen- 
tes a la lógica sin restricciones que permite predicar los predicados. 
Y, definiendo sintaxis recursiva como aquella sintaxis en la que las 
transformaciones de expresiones sintácticas son expresables sintácti- 
camente, podemos generalizar: todas las las sintaxis recursivas son 
igualmente expresivas. Como todas las sintaxis recursivas tienen la 
misma capacidad expresiva, y además cada una de ellas puede re- 
presentarse en sí misma, resulta que en cualquiera de ellas se puede 
representar cualquiera de ellas. Por esta razón podemos evaluar cual- 
quier expresión del lenguaje Lisp, basado en el cálculo A, en cualquier 
computadora, basada en las máquinas universales de Turing. 




7>u[í(TO)] -» sí si 7> U PP(¡>)] se para 
Pu[<£0P(D))] -> no si Vu[W)} -> oo • 



97 



15 • Las sintaxis recursivas tienen la máxima expresividad pero, co- 
mo demostró GÓdel, en todas ellas existen expresiones indecidiblcs, 
o sea, paradojas, que, como demostraron Church y Turing, son 
imposibles de detectar desde dentro de la propia sintaxis recursiva. 
En toda sintaxis recursiva existen paradojas indetectables. 

§102 La computadora 

Ti • Las computadoras son máquinas universales, o sea, tan capaces 
como la más capaz de las máquinas. Son tan potentes que hay per- 
sonas que temen ser superadas por las computadoras, y a menudo 
se debate sobre la capacidad de las computadoras en comparación 
con la capacidad humana. Con todo lo visto hasta aquí, creo que ya 
estamos en disposición de extraer algunas conclusiones. 
K2 • Hay quien se tranquiliza al apuntar que una computadora sólo 
hace lo que el programa le dice que haga y que los programas los 
escriben personas — el programa es lo que hasta aquí hemos venido 
llamando pomposamente algoritmo. 

113 • Es cierto que, como hemos visto, la tabla del autómata finito 
debe estar totalmente definida. De no estar completa, simplemente 
podría darse el caso de que el autómata no supiera cómo continuar 
sin haber terminado. Pero, ¿y nosotros? ¿Qué hacemos cuando no 
sabemos qué hacer? Unas veces abandonamos la tarea que no sabe- 
mos cómo continuar y pasamos a otra que sí sabemos hacer, y otras 
veces preguntamos a alguien, o suponemos algo. Pues esto mismo 
también puede hacerlo la computadora. Basta programarla para que 
abandone cuando le faltan datos, o pida ayuda, o tome un valor por 
defecto, y esto es justo lo que hacen los programas bien diseñados 
cuando interesa realizar el esfuerzo adicional necesario para cubrir 
todas las eventualidades. Tal vez, entonces, la única diferencia sea 
que el programa que rige el comportamiento humano es más completo 
que los de las computadoras. 

• La otra suposición, que todos los programas están escritos por 
personas, es falsa. Es casi al revés, ya que todos los programas eje- 
cutados por las computadoras son producidos por computadoras, ex- 
cepto aquellos poquísimos escritos directamente en código máquina 
por programadores humanos. Precisamente, en una sintaxis recursiva 
los algoritmos son expresiones sintácticas, lo que significa que están 
al alcance de las computadoras. 



98 



§103 La paradoja 

11 • Lucas y Penrose afirman que el teorema de incomplctitud y 
el problema de la decisión muestran los límites de las computadoras, 
a la vez que sostienen que no se aplican a las personas. Por ejemplo, 
nosotros los humanos sabemos que la expresión elegida por GÓdel 
en su demostración, 'esta expresión no puede ser producida', es ver- 
dadera. Nosotros podemos decidir sobre su veracidad y, en cambio, 
es indecidible desde dentro del sistema axiomático, así que ganamos 
los humanos. 

12 ■ Pues no, porque el teorema de GÓdel sólo se aplica a sistemas 
axiomáticos consistentes, sean personas o computadoras. Es decir, se 
aplica a una computadora ejecutando un programa de generación au- 
tomática de teoremas matemáticos, pero no a la misma computadora 
ejecutando, por ejemplo, un programa de generación de hipótesis, ya 
que no se exige que éstas sean necesariamente verdaderas. También 
se aplica a un matemático probando consistentemente teoremas, pero 
no a la misma persona conjeturando. 

13 • Lo que nos aseguran los teoremas de indecidibilidad es que las 
sintaxis recursivas, que son auto-referentes, sufren necesariamente de 
paradojas. Y las personas no somos inmunes a las paradojas; usted 
y yo tampoco. Veamos. 

14 • Puedo darle una definición de 'indefinible': es indefinible lo que 
no puede ser definido. Luego es posible definir lo indefinible, ¿o no? 
Yo no lo creo, pero, en todo caso y aunque se lo parezca, esto no 
es una paradoja, ya que lo único que sucede es que 'indefinible' es 
una palabra definible. Así que se trata de un mero problema de 
entrecomillado. También puedo decir lo indecible, acabo de hacerlo. 
Y referirme a lo irrcfcriblc, ¿o no? ¿Qué piensa usted? Parecen 
paradojas, pero, ¿lo son? ¿Está seguro? 

15 • Una paradoja segura es la proposición 'esta frase es falsa', porque 
no puede ser verdadera ni falsa. Sin embargo, al estudiar su veracidad 
no nos quedamos atrapados en un bucle infinito. Vemos que si fuera 
verdad lo que dice, entonces habría de ser falsa, y que si fuera falsa, 
entonces sería verdadera. Llegados a este punto ya nos percatamos 
de que un caso lleva al otro y este otro de vuelta al uno, de modo que 
se forma un círculo vicioso, y resolvemos que no hay solución. Ajá, 
volvemos a ganar. 

16 • Bueno, en primer lugar no volvemos a ganar, porque antes no 
habíamos ganado, ¿se acuerda? Pero es que tampoco ganamos es- 
ta vez, porque también se puede programar una computadora para 



99 



que detecte los círculos viciosos de dos casos, como éste. Y, lo que 
es peor para nosotros, es que también podemos programarlas para 
hacer cosas que nosotros no alcanzamos, como detectar los círculos 
viciosos de cien, o de mil, pasos. Esto no contradice los teoremas de 
indecidibilidad, porque sigue habiendo paradojas indetectables. Sólo 
digo que en esta tarea una computadora es mejor que una persona. 

§104 Chomsky 

11 • Ya que estoy escribiendo abundantemente sobre la sintaxis, es 
inexcusable hacerle una precisión que le puede ser útil si conoce los 
imprescindibles trabajos lingüísticos de Chomsky. Aunque es más 
conocido por sus actividades anti-imperialistas ejercidas desde dentro 
del imperio que por sus teorías ligüísticas, aquí me limitaré a recordar 
sus brillantes contribuciones a la ciencia del lenguaje. 

12 • Chomsky distingue dos niveles de análisis sintáctico: el análisis 
sintáctico superficial y el análisis sintáctico profundo. Por ejemplo, 
la oración 'esta frase es falsa' puede ser analizada superficialmente 
sin dificultad y por completo. 



Oración 



\r\r\ / 



. J Determinante — > esta 

[Nombre — > frase 

„ .. . ÍCópula — ► es 
Predicado < . , .. . , 

[Atributo — ► falsa 



13 • Otra cosa es analizarla profundamente, o sea, hasta alcanzar 
su significado, que es imposible porque es una paradoja. Tampo- 
co los pronombres interrogativos representan agujeros en los análisis 
superficiales. Así, por ejemplo, en la frase '¿qué hacer?', 'qué' es sim- 
plemente el objeto directo de la oración. En cambio, en el análisis 
profundo, 'qué' es una variable libre porque está libre de significado; 
o sea, que 'qué' no tiene significado y es un agujero semántico. 

14 • Yo no distingo el análisis sintáctico superficial del profundo, y 
trato a toda la sintaxis como una única entidad. Es decir, que yo uso 
una brocha gorda en donde Chomsky usa un pincel. En consecuencia 
mis conclusiones son menos concretas, o más generales, que las suyas. 

15 • Toda oración es superficialmente analizable, pero no toda oración 
es sintácticamente analizable. Como vimos, para realizar los análisis 
sintácticos completos se necesita el procesador Vu de una máquina 
universal de Turing, al que llamamos motor sintáctico porque es 



100 



capaz de cualquier manipulación sintáctica. El motor sintáctico pro- 
porciona la máxima potencia de análisis sintáctico pero, a cambio, 
resulta imposible evitar que haya paradojas, o sea, oraciones de las 
que no es posible calcular su significado. Para garantizar que el aná- 
lisis superficial siempre llega a parar, han de utilizarse procesadores 
menos potentes. 

l6 ■ Con estas premisas hemos de suponer que un preprocesador hace 
el análisis superficial menos exigente, y que después un motor sintác- 
tico completa el análisis. Chomsky denomina gramática universal al 
preprocesador sintonizable con el que viene dotada la especie homo 
sapiens para automatizar el análisis superficial. Pero es mucho más 
importante el motor sintáctico que también disfrutamos, y también 
heredamos. 

§105 ¡Alto! 

11 • Ésta es la sección en la que debe usted lentificar de nuevo su 
lectura, procurando relacionar todo cuanto le cuento, y sin permitirse 
lagunas en el entendimiento, que hasta aquí eran disculpables por 
tratarse de temas demasiado matemáticos. Disculpables solamente 
en la primera lectura, ¿eh? Porque, desde luego, mi propósito al 
incluir las secciones anteriores, no es que practique usted métodos de 
lectura rápida, sino que mi intención es despertar su curiosidad por 
comprender qué relación puede existir entre el lenguaje simbólico y 
los problemas, y proporcionarle pistas para que pueda investigarla 
por su cuenta, si le interesa. 

12 • En las secciones rápidas me he aprovechado de los resultados 
científicos más importantes del siglo xx, debidos principalmente a 
Hilbert, GÓdel, Church, Kleene y Turing, y que, aunque sue- 
len adscribirse a la lógica matemática, tienen consecuencias que es- 
clarecen los aspectos más peculiares de nuestra especie homo sapiens. 

13 • En el siglo xx se produjeron dos grandes revoluciones epistemo- 
lógicas, que no aparecieron en ningún periódico. La física cuántica 
rompió el objetivismo, como ya le he contado, y en las matemáticas, 
el teorema de incompletitud de GÓdel de 1931, y la resolución del 
problema de la decisión, por Church y Turing en 1936, rompieron 
el materialismo. Bueno, esto último es lo que voy a mostrarle, porque 
hasta ahora estos teoremas de indecidibilidad solamente han causado 
confusión. Es decir, le enseñaré que, así como la física cuántica des- 
concierta a los objetivistas que no se apean de su credo, los teoremas 



101 



de indecidibilidad dejan perplejos a los materialistas que persisten en 
su creencia. 

114 • Le había prometido que en esta sección le liaría un resumen de 
lo tratado en la parte rápida. ¿Le vale que lo comience en la próxima 
sección? Reconozco que soy algo tramposo, o mas bien vago, porque 
solamente tendría que cambiar la promesa. Al fin y al cabo, esto 
es un libro, y el autor no está obligado a escribirlo todo seguido, de 
principio a fin, y sin rectificar nada de lo ya escrito. Dejémoslo estar. 

§106 La torre de Babel 

Ki • Recuerde que teníamos un lenguaje semántico que era capaz de 
representar lo perceptible, pero no los problemas, y que nos pro- 
pusimos ampliarlo tomando como criterio de diseño que el lenguaje 
resultante fuera capaz de expresar las resoluciones de los problemas. 
Entonces denominamos sintaxis a la parte ampliada, y lenguaje sim- 
bólico al lenguaje obtenido tras la ampliación. 

%2 ■ Pues bien, descubrimos que, para poder representar resoluciones 
completas, es necesario que la sintaxis cumpla cuatro condiciones. 
Que permita construir estructuras arbóreas, llamadas oraciones, con 
palabras. Que permita componer oraciones abiertas, denominadas 
funciones, utilizando variables libres, que son palabras sin significa- 
do, como los pronombres. Que permita ligar, arbitrariamente y sin 
limitaciones, oraciones a palabras; y, de este modo, se puede dar sig- 
nificado, temporal o permanentemente, a las variables libres. Y, por 
último, que permita expresar condiciones. 

113 • Está demostrado matemáticamente que, si se cumplen las cuatro 
condiciones anteriores, también se satisface necesariamente la condi- 
ción de recursividad, y de aquí que se dé el nombre de sintaxis recur- 
siva a cualquier sintaxis que las cumpla. La recursividad se satisface 
cuando las propias transformaciones sintácticas pueden ser expresa- 
das sintácticamente. Algunas sintaxis recursivas son: la lógica de 
predicados sin restricciones, el cálculo A de expresiones abiertas, los 
lenguajes tratados por las máquinas universales de Turing, y todos 
los lenguajes naturales. Por cierto, las computadoras son motores 
sintácticos, que son los procesadores de las máquinas universales de 
Turing. 

• También se puede probar matemáticamente que todas las sin- 
taxis recursivas son igualmente expresivas, y que cualquiera de ellas 
se puede expresar en cualquiera de ellas. Por esta razón, y teniendo 



102 



en cuenta que la semántica se soporta sobre los mecanismos percep- 
tivos propios de la especie, que son heredados por cada individuo, es 
sensato afirmar que entre los humanos sólo hay un lenguaje simbólico. 
Sólo hay un idioma, como nos enseñó Chomsky, y por eso podemos 
construir la torre de Babel. 

§107 La selección natural 

11 • Es sorprendente y significativo que, para satisfacer un requisito 
tan sencillo como el de expresar las resoluciones, sean necesarias unas 
sintaxis tan enormemente poderosas como las recursivas. Tanto que 
nosotros mismos no somos capaces de imaginar sintaxis más potentes. 
Ojo, no digo que las sintaxis recursivas puedan representar cualquier 
cosa, sino que nosotros no podemos representarnos más. Esta falta 
de imaginación — lo inimaginable no se puede imaginar — prueba que 
nuestra sintaxis es recursiva, conclusión que se conoce con el nombre 
de tesis de Church-Turing. Resumiendo, en capacidad sintáctica 
estamos empatados con las computadoras. 

12 • Se podría romper el empate considerando la rapidez de ejecu- 
ción, pero ése es un asunto insustancial que ya no nos compete a los 
epistemólogos, que solamente nos interesamos por las cuestiones más 
esenciales. Por supuesto, hay una diferencia esencial entre nosotros y 
las computadoras, y, para no tenerlo innecesariamente en vilo, se la 
digo ya. Nosotros nos enfrentamos al problema de la supervivencia, 
y las computadoras no. Afortunadamente, ésta es otra obviedad, así 
que no tengo que explicársela, y puedo pasar directamente a evaluar 
sus consecuencias. 

13 • La vida queda definida por el problema de la supervivencia, que 
es el problema, como nos recordó Shakespeare, porque no hay otros 
problemas, aunque sí haya subproblemas de él. De la resolución re- 
petida del problema de la supervivencia, la vida ha ido extrayendo 
información y, en nuestro caso, aparece dividido en varios subproble- 
mas, como lo son la búsqueda de alimento, de refugio, o de pareja. 
A su vez, estos subproblemas están subdivididos en otros subproble- 
mas, así que, por sucesivas traslaciones, se ha venido formando un 
frondoso árbol de resolución. Además, y como parte del mismo pro- 
ceso de resolución, la vida ha tenido que ir diseñando diferentes seres 
y órganos para resolver cada uno de los subproblemas planteados. 

14 • La vida diseña empleando el mecanismo de selección natural des- 
cubierto por Darwin y Wallace; por cierto, en cuanto a prioridad 
e importancia, Darwin es a Turing, como Wallace es a Church. 



103 



Lo interesante es que, según nuestra clasificación, la evolución dar- 
viniana es un método de prueba y error de resoluciones, o sea, un 
tanteo de resoluciones. Aquí hay un matiz sutil pero valioso. Hay 
tanteos de soluciones y tanteos de resoluciones. El tanteo primitivo 
es el tanteo de soluciones, que prueba si una posible solución lo es, 
o no. El tanteo de resoluciones es un árbol de resolución más largo 
que prueba resoluciones, esto es, prueba si cada posible resolución 
resuelve y encuentra una solución, o no. 

15 • La cuestión es que, siendo el problema de la supervivencia un 
problema aparente, se desconoce su condición, y así no hay manera 
de saber si una posible solución satisface la condición, o no. De un 
problema aparente solamente sabemos que es un problema, pero esto 
nos basta para saber que hay libertad, lo que nos proporciona una 
vía de ataque, la única posible. Lo único que se puede hacer frente a 
un problema aparente es ejercer la libertad y esperar a ver si queda 
solucionado, o no. O sea, podemos acometer su resolución. Por esta 
razón, la evolución es un tanteo de resoluciones, y cada ser vivo es 
un rcsolutor. 

§108 El mecanismo 

Ti • La vida nace de un problema aparente, y por eso la evolución 
darviniana diseña resolutores. Seguramente los primeros resolutores 
diseñados por la evolución fueron los más sencillos. Y los resolutores 
más sencillos son los que emplean la resolución más sencilla, que es 
la resolución por rutina. 

12 • La resolución por rutina consiste — ¿se acuerda? — en aplicar 
rutinariamente una solución conocida, de manera que un resolutor 
rutinario ejercitará mecánicamente un comportamiento predetermi- 
nado. Por esta razón denominaremos mecanismos a los resolutores 
rutinarios. 

13 • El comportamiento de un mecanismo queda completamente de- 
terminado al diseñarlo, así que, cuando los genes determinan total- 
mente el comportamiento, tenemos un mecanismo, como es el caso de 
las plantas. Y, como el mecanismo no puede cambiar de comporta- 
miento una vez diseñado, resulta que cada mecanismo tiene un único 
comport amiento . 



104 



§109 El adaptador 

11 • Las plantas, los organismos unicelulares y los animales sin sis- 
tema nervioso son resolutores rutinarios, o sea mecanismos, porque 
tienen un único comportamiento. Es probable que el sistema nervioso 
apareciese para sacar provecho de cuerpos mayores y, aun así, con un 
único comportamiento coordinado. Pero, disponiendo de un órgano 
encargado de coordinar el comportamiento del cuerpo, basta modifi- 
car ligeramente dicho órgano para convertirlo en un órgano de control 
capaz de coordinar la ejecución de varios comportamientos distintos. 
De este modo el sistema nervioso se convirtió en el gobernador de un 
resolutor por tanteo. 

12 • Para que esto sea evolutivamente plausible, hay que mostrar que 
resolver por tanteo puede ser ventajoso. Y esto es fácil si la vida 
es un problema aparente, del que nada se sabe — ignorándose por 
ello qué comportamiento será más adecuado — , porque entonces ser 
capaz de varios comportamientos, en vez de comportarse siempre de 
una misma y única manera, significa disponer de más recursos. 

113 • La resolución por tanteo es más compleja que por rutina. Lla- 
maremos adaptadores a los resolutores que tantean. Los animales 
con un sistema nervioso diferenciado del cuerpo son adaptadores. En 
un adaptador se distinguen dos partes: un cuerpo capaz de varios 
comportamientos, y un gobernador que elige en cada momento uno 
de los comportamientos. 

. , , j [Gobernador 
Adaptador < 

l Cuerpo 

114 • Durante el diseño de un adaptador se determinan los compor- 
tamientos posibles, y el método de elección que determinará el com- 
portamiento en cada momento, pero el propio comportamiento queda 
indeterminado, y de este modo el adaptador puede adaptarse a sus 
circunstancias. Cada comportamiento del cuerpo es una de las posi- 
bles soluciones a probar que son propias de la resolución por tanteo. 

§110 El aprendiz 

Ki • Los tanteos tienen un defecto, a saber, que el error es una parte 
esencial del tanteo, y por esto los tanteos son también conocidos 
como métodos de prueba y error. Si hacemos un tanteo con papel y 
lápiz para resolver un problema aritmético, la situación puede no ser 
grave, pero tratándose del problema de la supervivencia la cuestión 
es, literalmente, de vida o muerte. Un modo de evitar el error consiste 



105 



en prever el resultado de la acción antes de ejecutarla. Para prever lo 
que ocurrirá, se necesita un modelo sobre el que se pueda simular la 
acción antes de ejecutarla actualmente. Si la modelación es adecuada, 
la simulación servirá de pronóstico. La simulación con modelo es, 
obviamente, una resolución por analogía, o traslación. 
12 • Si los diseños evolutivos han ido creciendo en complejidad, como 
nos dice la ley de la información creciente, el siguiente paso resoluti- 
vo fue el aprendiz, que implcmcnta la traslación. El aprendiz tiene 
tres partes: un cuerpo, como el del adaptador, capaz de varios com- 
portamientos; un modelador que construye dentro del aprendiz un 
modelo que imita el comportamiento del exterior; y un simulador 
que emplea el modelo para hacer pronósticos antes de elegir uno de 
los comportamientos propios. 



13 • Entonces, para diseñar un aprendiz, han de determinarse con 
precisión sus tres partes: el cuerpo con sus posibles comportamientos, 
la manera concreta de modelar el comportamiento del exterior, y 
el método para resolver el problema interiorizado, que podría ser 
por tanteo. Queda indeterminado el modelo y, en doble grado, el 
comportamiento actual del aprendiz, que depende tanto de de las 
circunstancias exteriores, como del modelo interior. 

14 • Los ingenieros suelen diseñar mecanismos. De hecho, 'ingenio' 
ha venido a significar 'máquina o artificio mecánico'. Sólo en algu- 
nos casos diseñan adaptadores, es decir, aparatos que resuelven por 
tanteo, como los termostatos. Un termostato típico es capaz de dos 
comportamientos, calefactar o no calefactar, y tiene unos circuitos de 
control que eligen el comportamiento actual, ya no en la fase de dise- 
ño, sino sobre la marcha, en la fase de funcionamiento. Y casi nunca 
diseñan aprendices. ¿Por qué los ingenieros no diseñan aprendices? 
Porque solamente es interesante diseñar un aprendiz cuando la mode- 
lación del entorno en el que se desarrollará el artefacto puede hacerla 
mejor el propio ingenio en tiempo real e in situ que el ingeniero tran- 
quilamente por adelantado y en su estudio. El casi hace referencia, 
a día de hoy, a que estas condiciones se verifican únicamente en los 
viajes no tripulados a otros planetas. 




106 



§111 La realidad 

%i ■ El nombre de aprendiz es cabal, porque aprende. El adaptador, 
que tantea, puede modificar su comportamiento para adaptarse a las 
circunstancias en las que se encuentra, pero no aprende de sus errores. 
El adaptador tiene que sufrir el inalterable proceso de prueba y error 
cada vez que su entorno varía, ya que no dispone de medios para 
adelantarse a él. El aprendiz, en cambio, puede utilizar los errores 
para modificar su modelo y así no repetir los errores. Es decir, si el 
aprendiz ha ejecutado un comportamiento, es porque su previsión era 
favorable, de modo que si el comportamiento ha fallado, es porque 
el pronóstico ha fallado, y entonces el modelo ha de ser mejorado. 
Si el modelo interior es modificado adecuadamente, el aprendiz evita 
repetir los errores, y esto es aprender. 

%2 ■ Para nosotros los subjetivistas, el modelo interior del aprendiz, 
que imita el comportamiento del exterior, es la realidad. Y que la 
percepción construya una realidad de objetos, y no otra cosa, es, 
desde este punto de vista más abstracto de la teoría del problema, 
un detalle de importancia menor. 

13 • No obstante, una cosa es cierta. Para poder internalizar el pro- 
blema de la supervivencia, han de poderse representar internamente 
tanto la realidad, que es el comportamiento del exterior, como los 
posibles comportamientos del propio aprendiz. Es decir, lo que sí 
es requerido es que el aprendiz sea capaz de representarse solucio- 
nes, en forma de comportamientos. A los lenguajes que representan 
soluciones, pero no resoluciones, los llamamos semánticos. 

14 • Sea la realidad objetiva o de otra manera, el problema de la 
supervivencia aparece trasladado dentro del simulador del aprendiz. 
El subjetivismo permite distinguir nítidamente el problema de la su- 
pervivencia de su interiorización por traslado, que denominaremos el 
problema del aprendiz. El problema del aprendiz no es un problema 
aparente porque el modelo es información o, en la parla subjetivista, 
porque la realidad es información. 

§112 El conocedor 

Ti • El adaptador y el aprendiz son capaces de varios comportamien- 
tos, esto es, de varias soluciones, pero cada uno busca la solución de 
una manera única que viene fijada genéticamente. De modo que el 
mecanismo, el adaptador y el aprendiz son resolutores que resuelven 
cada uno de una única manera. El siguiente paso de esta carrera en 
busca de la máxima flexibilidad, a costa de una mayor complejidad, 



107 



es el diseño de resolutores capaces de varias resoluciones. Llamare- 
mos conocedores a estos resolutores múltiples. Un conocedor capaz 
de resolver según las circunstancias como un mecanismo, o como un 
adaptador, o como un aprendiz, puede superarlos a todos ellos; y ésta 
es la justificación evolutiva del conocedor. 

K2 • Lo dicho del adaptador vale para el conocedor, siempre que se 
traduzcan adecuadamente las referencias a soluciones por referencias 
a resoluciones. Así que, si el adaptador es capaz de varios compor- 
tamientos, el conocedor es capaz de varias resoluciones. Además, el 
cuerpo del adaptador se traduce en la mente del conocedor, que es 
capaz de varias resoluciones. Y el gobernador del adaptador se tra- 
duce en la inteligencia del conocedor, que es quien determina qué 
resolución aplicar en cada momento. 



113 • La propia evolución darviniana funciona como un conocedor cuya 
inteligencia es combinatoria. Los conocedores de los que nosotros 
descendemos, y que fueron diseñados por la evolución darviniana, 
tenían una inteligencia emocional. Con esto quiero decir que, para 
determinar que resoluciones probar, no mutaban las resoluciones, ni 
las combinaban por parejas, como hace la evolución darviniana, sino 
que usaban emociones para seleccionar subproblemas y resoluciones. 
El hambre y la perplejidad son dos de los sentimientos que influencian 
la resolución a aplicar: el hambre porque selecciona un subproblema 
y desatiende los otros, y la perplejidad porque se concentra en la 
mejora del modelo. 

14 • Ya nos habíamos topado con los sentimientos. Entonces no pro- 
fundizamos en el asunto, y me limité a apuntar que los sentimientos 
más fundamentales son, también, los significados más básicos. Ahora 
voy a remediar la situación. 

§113 La emoción 

%i ■ Para que tenga una visión más panorámica de nuestro linaje, 
intentaré engarzar esta evolución abstracta deducida directamente 
de la teoría del problema con nuestra propia línea evolutiva. 
12 • Los adaptadores de los que nosotros descendemos ya usaban ob- 
jetos. Por esto es tan difícil erradicar el objetivismo, arraigado como 
está desde hace quinientos millones de años. El gobernador de es- 
tos adaptadores seleccionaba el comportamiento actual en función 




108 



de los objetos que la percepción determinaba que estaban presentes. 
Para cada combinación de objetos presentes, tenían predeterminado 
genéticamente un comportamiento. 

H3 • En cierto punto de nuestro linaje apareció un aprendiz, esto es, 
un organismo que era capaz de crear, destruir y modificar los objetos 
y las relaciones entre los objetos. El propósito de estas variaciones era 
que la red de objetos interna fuera capaz de pronosticar con acierto 
el comportamiento del entorno exterior. Si todo iba bien, el resulta- 
do era una realidad de objetos que se comportaba como el exterior. 
¿Tengo que repetir que esto es perfectamente posible sin que fuera 
haya objetos? 

14 • El siguiente jalón tuvo lugar cuando apareció un ancestro ca- 
paz de ejecutar varias resoluciones que seleccionaba en función de 
sus sentimientos, o sea, un conocedor emocional. Normalmente el co- 
nocedor emotivo funciona como un aprendiz, pero cuando reconoce 
que el modelo interior no pronostica con acierto, esto es, cuando se 
siente perplejo, puede tantear entre varios comportamientos prede- 
terminados, que es como funciona un adaptador. Otro sentimiento 
es el miedo, que ocurre cuando el conocedor emocional no encuentra 
en sus simulaciones un comportamiento que solucione el problema. 
Pues bien, la teoría del problema dice que, tampoco en estas circuns- 
tancias, debe el conocedor comportarse como un aprendiz. Es decir, 
el conocedor debe evitar aprender cuando siente miedo, porque ge- 
neralizar en coyuntura tan adversa podría hacerle caer en el atractor 
depresivo de Camus. 

§114 El sujeto 

li • El conocedor es un tanteador de resoluciones, y los tanteadores 
tienen un defecto, a saber, que necesariamente yerran y no escarmien- 
tan, ya que no aprenden de sus equivocaciones. Así que el adaptador 
no aprende a comportarse, ni el conocedor aprende a resolver. Enton- 
ces, si el conocedor era con las resoluciones lo que el adaptador con 
las soluciones, ahora el sujeto será a las resoluciones lo que el aprendiz 
era a las soluciones. El aprendiz interioriza las soluciones y el sujeto 
interioriza las resoluciones. El aprendiz aprende a comportarse y el 
sujeto aprende a resolver. 





Tanteo 


Traslación 


Solución 


Adaptador 


Aprendiz 


Resolución 


Conocedor 


Sujeto 



109 



12 • La teoría del problema no nos proporciona más categorías, de 
manera que, añadiendo el primer eslabón de la cadena, que es el 
mecanismo que implcmcnta la resolución rutinaria, completamos los 
cinco jalones de la evolución de resolutores que culmina en el sujeto. 

Mecanismo D Adaptador D Aprendiz D Conocedor D Sujeto 

13 • Continuando la comparación del sujeto con el aprendiz, el sujeto 
tiene tres partes: una mente, como la del conocedor, capaz de varias 
resoluciones; un inquisidor, que construye dentro del sujeto un modelo 
del problema externo; y una razón que prevé el resultado de resolver 
de distintas maneras el problema encontrado por el inquisidor. Como 
la razón del sujeto tiene que representar y ejecutar resoluciones, ha 
de emplear un lenguaje simbólico, con sintaxis recursiva. Esto exige 
que la razón del sujeto sea un motor sintáctico P u . Ya era hora de 
empezar a cuadrar filosóficamente los resultados obtenidos siguiendo 
a GÓDEL y Turing. 

Ílnteli encia X Inquisidor 
n e ígencia ^p^^ _ 
Mente 

§115 La consciencia 

Ki • Lo más propio del sujeto es el simbolismo con sintaxis recursiva 
que le permite representarse internamente problemas y resoluciones. 
Y basta entonces percatarse de que el propio sujeto es un resolu- 
tor, para concluir que el único resolutor que puede representarse a sí 
mismo es el sujeto. El sujeto puede representarse la situación com- 
pleta, esto es, el problema al que se enfrenta y a sí mismo como 
resolutor. Queda así demostrada matemáticamente la consciencia y 
la autoconsciencia de los sujetos. 

%2 ■ Piense en ello, porque siendo, como es, requisito indispensable 
que los sujetos dispongan de una razón con lenguaje simbólico, y 
siendo nuestra especie homo sapiens la única que emplea un lenguaje 
simbólico, la conclusión es que los únicos sujetos vivos somos nosotros. 
Somos la consciencia de la vida. 

113 • El mismo argumento, a saber, que un simbolismo permite la re- 
presentación de resoluciones, sirve para fundamentar la empatia de los 
sujetos. El único resolutor que puede representarse a otro resolutor 



110 



es un sujeto, porque sólo un sujeto puede representarse resoluciones. 
Resulta, entonces, que nosotros los sujetos podemos ponernos empá- 
ticamente en el lugar del patito que se ha perdido de su madre, pero 
un pato no puede ponerse en el lugar de otro pato. ¿Le parece extra- 
ño? Puede parecerlo, pero, si mi teoría del problema es correcta, así 
es como es, y no de otra manera. 

§116 Hipótesis 

11 • Hemos tenido que conectar tantos conceptos para alcanzar nues- 
tra meta de explicar la consciencia — vida con problema, resolución 
con simbolismo, motor sintáctico con razón, y sujeto con evolución — 
que ahora mismo, de súbito, mi demostración de la consciencia po- 
dría parecer le confusa, o aun inconcebible. Para intentar aclarar sus 
dudas, o, por lo menos, para centrárselas, le resumiré los hechos y las 
hipótesis que nos han traído hasta aquí. Aviso: calificaré como hecho 
cualquier aserción que tenga un grado de veracidad, no absoluto, ya 
que no creo en tanto por culpa de Lakatos, pero tampoco menor al 
de una demostración matemática. 

12 • Es un hecho que, para poder representar las resoluciones de los 
problemas, han de cumplirse cuatro condiciones concretas: oraciones 
en forma de árbol, variables libres, asignación ilimitada y condiciones. 
Es un hecho que el cálculo A de Church queda definido necesaria y 
suficientemente por esas cuatro condiciones. Es un hecho que todas 
las sintaxis recursivas son equivalentes; en particular el cálculo A es 
equivalente a los lenguajes tratados por las máquinas universales de 
Turing, que disponen de un motor sintáctico. Es un hecho que un 
resolutor que disponga de un motor sintáctico será capaz de repre- 
sentarse resoluciones y, por lo tanto, a sí mismo — y he denominado 
sujeto a un resolutor con motor sintáctico. 

13 • Es una hipótesis, aunque incontestada desde su formulación en 
1936, que cualquier transformación sintáctica que podamos imaginar 
puede realizarla una máquina universal de Turing, o, más específica- 
mente, su motor sintáctico, siempre que disponga de bastante tiempo 
y de una cinta lo suficientemente larga — esta es la tesis de Church- 
Turing. Y, que la tesis de Church-Turing sea verdadera, significa 
que nosotros diponemos de un motor sintáctico. Es una hipótesis 
que la vida es un problema, el problema, y, si lo es efectivamente, en- 
tonces nosotros somos sujetos vivos, es decir, resolutores con motor 
sintáctico del problema aparente de la supervivencia. 



111 



14 • Los párrafos anteriores son densos, lo sé. Lo que no sé es cómo 
explicar por qué aprendemos antes a hablar que a dibujar sin tanto ni 
tan sofisticado aparato teórico. Y es que, claro, la inocente preguntita 
me ha obligado a explicar la consciencia, que no es fácil, ¿o sí? En 
cualquier caso, ya iba siendo hora de reanudar la búsqueda de grietas, 
que, con tanta elucubración, teníamos algo abandonada. Además, me 
parece que lo que viene es más fácil. ¡Sígame, por favor! 

§117 El nacimiento 

%i ■ Para empezar, le plantearé una aporía relacionada con la cons- 
ciencia. No se recuerda el nacimiento propio ni a los cuatro años de 
edad, cuando la retentiva es grande, sólo han pasado cuatro años, 
y el nacimiento es un suceso altamente extraordinario. ¿Por qué no 
recordamos nuestro nacimiento? 

12 • Según la teoría presentada, que liga la consciencia al lenguaje 
simbólico, la causa podría ser que al nacer todavía no hemos desa- 
rrollado el habla. O sea, que los recién nacidos no disponen de un 
lenguaje simbólico, por esto no son conscientes, y sólo se recuerda 
conscientemente lo experimentado conscientemente. Yo, desde luego, 
así lo creo. Veamos. 

13 • Sólo tenemos acceso consciente a lo que es tratado por la razón, 
y la razón es un motor sintáctico que sólo trata con palabras. Las 
palabras simbólicas son objetos — ya lo veremos — , pero no todos los 
objetos son palabras. Entonces, el único enlace que tiene la cons- 
ciencia con los objetos no verbales, que son los objetos que no son 
palabras, es a través del puente de las palabras semánticas, porque 
éstas se refieren, precisamente, a objetos que no son palabras. Y, 
para poder recuperar a la consciencia objetos no verbales, antes ha 
de establecerse una conexión entre dichos objetos y las palabras. 

Habla = Razón = Ratio = Logos = Acryo<, 

114 • La consciencia sólo alcanza directamente las palabras. Lo que no 
se verbaliza, ni como pensamiento ni como habla, queda inaccesible 
a la consciencia. Al menos, directamente. 



112 



§118 El despertar 

Ki • La muerte no puede experimentarse directamente — yo, al menos, 
no se lo aconsejo. Pero, hay un asunto relacionado que sí podemos 
investigar: la perdida de consciencia. Cada día, cuando nos quedamos 
dormidos, pasamos necesariamente de la consciencia a la falta de 
consciencia, así que yo he intentado muchas veces recordar el instante 
preciso en el que se produce el tránsito. Nunca lo he conseguido, y 
sospecho que es imposible. ¿Por qué es imposible ser consciente del 
último instante de consciencia antes de dormir? 

12 • Yo me he buscado una explicación, que examina primero el des- 
pertar. Si estoy dormido en un instante t, y soy despertado brusca- 
mente en el instante siguiente t + 1, como todavía está en la memoria 
a corto plazo lo sucedido en t, resulta que el instante t pasa a ser 
consciente. Por eso, en estos casos, se recuerda el sueño que se está 
teniendo. Pero, si no me hubieran despertado en t + 1, entonces el 
instante t seguiría siendo inconsciente. Esto demuestra que en el ins- 
tante t puede no saberse si en el propio instante t estoy consciente, o 
no lo estoy ¿No es inquietante? 

13 • Algo similar ocurre cuando nos quedamos dormidos. No es posi- 
ble recordar el último instante de consciencia, porque para recordarlo 
conscientemente sería preciso ligarlo a algunas palabras, y para reali- 
zar tal operación sería necesaria una acción consciente, ya que es con 
palabras, en el instante siguiente, prolongándose entonces la vigilia. 
De modo que es imposible recuperar el último instante de consciencia 
que se tuvo justo antes de dormir. Esto es curioso, porque significa 
que podemos ser conscientes en un instante que vamos a ser incapaces 
de recuperar. Y esto es extraño, porque esto es como lo que ocurre 
al soñar, y lo que, en cambio, no sucede cuando estamos despiertos. 
Expresado paradójicamente, resulta que el último instante en el que 
estamos despiertos, ya estamos durmiendo. 

14 • Somos conscientes mientras estamos despiertos, aunque la cons- 
ciencia puede recuperar de la memoria a corto plazo un retazo de 
sueño y, a cambio, cuando nos quedamos dormidos, perdemos los 
últimos instantes de consciencia. 

§119 El sueño eterno 

% i • No somos sujetos al nacer, así que todos sabemos lo que significa 
no ser sujetos. Es actuar sin que nuestros actos nos dejen recuerdos 
conscientes de lo que hemos hecho. Es como vivir un sueño eterno. 
¿No sería una pesadilla? 



113 



12 • Pero tampoco tiene que retroceder a su niñez para hacerse una 
idea de la diferencia que supone la consciencia. Supongamos que us- 
ted es un cocinero experimentado, que su plato favorito es la tortilla, 
y que ha hecho miles de ellas. Supongamos que hoy está muy preo- 
cupado y que mientras preparaba la tortilla no ha dejado de pensar 
en el asunto que le inquieta. Entonces le preguntan si hay mantequi- 
lla en la nevera. Usted no lo sabe. Aunque se da cuenta de que ha 
tenido que abrirla para tomar los huevos, y que la mantequilla suele 
colocarse en la misma repisa que los huevos, no es consciente de haber 
abierto la nevera porque no lo recuerda. Mucho menos puede decir 
si hay mantequilla dentro. Ha cocinado la tortilla sin ser consciente 
de ninguno de los pormenores de su actividad. 

H3 • Aunque usted no haya experimentado este suceso concreto, estoy 
seguro de que puede contar muchos otros casos similares en los que 
ha realizado una actividad sin ser consciente de ella. Si, por ejemplo, 
hace cada día el mismo trayecto para ir desde su casa hasta la ofi- 
cina en donde trabaja, es fácil que sus pensamientos le distraigan la 
atención, y sea inconsciente del camino recorrido. Si va caminando, 
entonces es seguro que ha evitado a los otros transeúntes y esquivado 
las farolas, aunque no se haya percatado de ello. Esto muestra que el 
comportamiento no consciente puede ser muy complejo, y que la com- 
plejidad no marca la diferencia que media entre un acto consciente y 
otro que no lo es. 

14 • Pero, si se encuentra de pronto algo inesperado en su rutina dia- 
ria, entonces abandona sin dilación sus pensamientos y atiende inme- 
diatamente a lo que sucede a su alrededor. Usando los conceptos de 
la teoría del problema, la explicación es que cuando falla la resolución 
por rutina es necesaria otra resolución, y por esta causa la atención 
se centra en el problema a resolver. Si fuéramos conocedores emocio- 
nales, entonces tantearíamos otra resolución guiándonos por nuestros 
sentimientos. Como somos sujetos, razonamos sobre varias posibles 
resoluciones que evaluamos mentalmente antes de decidirnos por una. 

15 • Merced al lenguaje simbólico, los sujetos podemos representar- 
nos internamente las resoluciones posibles para ver, en su acepción 
introspectiva, cuál soluciona mejor el problema antes de acometer 
actualmente la resolución más prometedora. Esto es razonar. 



114 



§120 La reflexión 

Ki • A mi me parece que la consciencia va monitorizando lo que pa- 
sa por la memoria a corto plazo. Lleva necesariamente un pequeño 
retraso con respecto a lo que ocurre, pero proporciona reflexión. Lite- 
ralmente, la consciencia refleja lo que vemos sobre lo que vemos. Por 
eso, se ha confundido muchas veces la consciencia con un homúnculo, 
esto es, con un pequeño hombrecillo que ve lo que nosotros vemos y 
entonces toma las decisiones conscientes. El truco, como digo, no lo 
hace un homúnculo, sino un espejo. 

1¡2. ■ Al nivel más abstracto de la teoría del problema, la reflexión 
es posible merced a la sintaxis recursiva del lenguaje simbólico, que 
permite ver resoluciones a un resolutor, el sujeto. Pero quizás sea más 
interesante investigar la situación en nuestro caso concreto, ligado al 
uso de objetos. 

13 • Decíamos que la percepción tomaba los datos de los sentidos, 
como por ejemplo los puntos de color de la retina, y entregaba un 
dibujo a modo de resumen de la situación, en el que aparecían traza- 
dos los límites entre los objetos reconocidos. Si la imagen retinal es 
como la fotografía aérea de una región, los objetos son las parcelas 
etiquetadas que superponemos a la foto para interpretarla. El propó- 
sito de la percepción es resumir información, básicamente señalando 
qué objetos están presentes. Lo repito una vez más, aun a riesgo de 
ser pesado: no es que fuera haya objetos, es que nosotros trabaja- 
mos sobre resúmenes sumarísimos en forma de objetos y, lo más que 
podemos decir, es que esta simplificación funciona en la práctica lo 
suficientemente bien. 

14 • En los lenguajes semánticos, la palabra es una propiedad adi- 
cional del objeto, como su forma o su color. La primera diferencia 
entre los lenguajes semánticos y los simbólicos es que la palabra en 
un lenguaje simbólico es, ella misma, un objeto. Como los objetos ya 
eran las entidades cognitivas autónomas para nuestros antepasados, 
la manera que la evolución encontró de implementar las palabras me- 
ramente sintácticas, que no se refieren a ningún objeto semántico, o 
sea, que están libres de significado y, por lo tanto, son autónomas, fue 
hacer que las palabras fueran ellas mismas objetos, y no propiedades 
de objetos. No me entienda mal, seguramente ocurrió al revés, y fue 
el hecho más o menos fortuito de hacer objetos con las palabras el 
que hizo posible, como efecto colateral no buscado, la aparición del 
simbolismo y, consiguientemente, de la reflexión. 



115 



§121 La escritura 

f i • Independientemente de como haya sido la secuencia histórica y 
las causas del origen del simbolismo en los humanos, es importante 
que nosotros distingamos las propiedades de la palabra de las propie- 
dades de la cosa a la que se refiere la palabra simbólica. Por ejemplo, 
la palabra 'piedra' es bisílaba, pero la cosa piedra no tiene dos sílabas. 
%2 ■ Las palabras semánticas son aquellas que, como la palabra 'pie- 
dra', se refieren directamente a un objeto semántico. Pero, en general, 
las palabras de los lenguajes simbólicos, al ser objetos enteros y no 
meras propiedades, no tienen que referirse necesariamente a objetos 
semánticos. De esta manera, las palabras simbólicas pueden ser me- 
ros artefactos sintácticos. Por ejemplo, la palabra 'qué' es puramente 
sintáctica y no hace referencia a ningún objeto semántico. 
13 • Que las palabras sean objetos tiene otra consecuencia, segura- 
mente tampoco buscada, pero también importante. Cada objeto tie- 
ne varias propiedades distintivas, de manera que puede ser reconocido 
por cualquiera de ellas — el olor de la carne en la parrilla nos sirve tan 
bien para reconocerla como si la viéramos. Pues cuando la palabra 
es un objeto, también puede ser reconocida de diferentes modos, y 
por eso las palabras simbólicas pueden ser vistas, además de oídas. 
La escritura es posible porque las palabras simbólicas son objetos. 

§122 Una vida de perros 

11 • Suponga que describe usted en un lenguaje simbólico, por ejem- 
plo en su idioma materno, lo que está viendo. Las palabras de su 
descripción tomarán el dibujo producido por su percepción, y señala- 
rán los objetos semánticos que estén presentes en él. Compare ahora 
lo que hace al describir, con lo que hace al ver. Ver es tomar la ima- 
gen fotográfica de la retina y señalar qué objetos están presentes, así 
que el lenguaje simbólico permite, no ver lo que hay fuera, sino vel- 
lo que se ve. Así es como la reflexión produce introspección. 
K2 • No se quede ahí. Intente imaginarse lo que es ver sin poder ver 
lo que ve. ¿Puede? Es, otra vez, como un sueño, o como lo que 
hace abstraído. En el sueño ve lo que ocurre, le inspira sentimientos, 
pero ni actúa voluntariamente ni reflexiona sobre ello, así que queda 
olvidado, como si no lo hubiera vivido. Aunque esto no es del todo así, 
porque le queda, aunque inaccesible para la consciencia, del mismo 
modo que que le quedan los acontecimientos de la más tierna infancia. 
Así es la vida de los perros y de otros seres vivos que calificaríamos 
de conocedores. 



116 



H3 • La vida de los conocedores está siempre atada al presente. Los 
conocedores viven ligados, engranados y nunca distanciados de su 
propio presente. Ven lo que ocurre, pero no ven lo que ven, y, enton- 
ces, no pueden reinterpretarlo. Ven, pero no ven; porque ven, en su 
acepción perceptiva, pero no ven, en su acepción introspectiva. Sólo 
pueden evaluar lo que ocurre en el instante en el que está ocurriendo, 
es decir, en tiempo real, que diría un ingeniero en su jerga. 
14 • Tanto a los conocedores como a los aprendices el pasado les influ- 
ye porque su actividad va modificando la realidad, que es su modelo 
de cómo se comporta lo externo. Por ejemplo, un perro recuerda si 
su amo ya llegó a casa. Cuando su amo está en casa, el perro está 
más contento, emoción que inferimos de su comportamiento, que en- 
tonces es más dinámico y alegre. Pero no recuerda del mismo modo 
que nosotros y, por ejemplo, no puede rememorar el momento de la 
llegada. Es decir, si su amo está o no en casa es un dato de su modelo 
interno, de su realidad, que el perro actualiza adecuadamente y que 
efectivamente condiciona sus emociones y su comportamiento, pero 
que no puede manejar. El pasado para los conocedores es como la 
percepción para nosotros los sujetos, es decir, es algo que viene dado 
y es inalterable, es un dato impuesto e involuntario, y no como nues- 
tros recuerdos, que podemos rememorar trayéndolos voluntariamente 
al presente. 

§123 El símbolo 

11 • Así que el pasado influye en los conocedores, aunque no puedan 
rememorar. Es decir, los conocedores no pueden volver a ver. No 
pueden hacer que los mecanismos perceptivos, capaces de analizar 
las situaciones, retomen situaciones pasadas. Los conocedores no 
disponen de introspección, no ven su propio interior. Y como tampoco 
ven el interior de los demás, tampoco disponen de empatia. 

12 • Para ver lo que se ve, la palabra, que en un principio era una 
propiedad más del objeto, tuvo que ser ella misma un objeto. Así que, 
en la revolución simbólica, la palabra pasó, de ser un signo sonoro que 
servía para reconocer un objeto, a ser todo un objeto. A la palabra 
que es objeto la denominamos símbolo. Como las palabras simbólicas 
son, ellas mismas, objetos, pueden ser etiquetas de otras palabras 
simbólicas, implcmcntando así la recurrencia sobre los objetos. Hay 
otros pasos que también son necesarios para alcanzar la recursividad 
— ¿se acuerda de las cuatro condiciones? — , pero éste fue seguramente 
el primero y decisivo. 



117 



13 • En fin, es importante que entienda la diferencia que existe entre 
nosotros los sujetos y los conocedores. Y aun más que la comprenda 
dentro de usted mismo, es decir, que sea usted capaz, al menos, de 
atisbar cómo se enfrenta al problema de la supervivencia un conoce- 
dor, como lo es, por ejemplo, su perro. A mi me produce escalofríos, 
pero, además de aterrador, es esclarecedor. 

§124 Freud 

11 • A pesar de lo que afirmaba Calderón, la vida de los sujetos no 
es sueño. Aunque casi es cierto que seguimos soñando cuando estamos 
despiertos y conscientes. Quiero decir que, como descubrió Freud, 
la vida del sujeto no coincide con la vida consciente del sujeto. Hay, 
en todo momento, una parte que es inconsciente. En los sueños que 
recuperamos a la consciencia cuando el despertar es brusco, podemos 
observar el funcionamiento en solitario del inconsciente, pero esto no 
implica que cuando estamos despiertos y conscientes operen única- 
mente los procesos conscientes. Lo hacen, pero no somos conscientes 
de ellos. La acción de la consciencia no apaga el inconsciente, sino que 
se superpone a él. Otra tautología: no somos conscientes de nuestros 
procesos inconscientes. 

12 • La consciencia es sólo un espejo levísimo y sutilísimo que refleja 
la superficie de un vasto, profundo y poderoso mar. Sutilísimo porque 
el reflejo lo produce el habla, así que son unos simples sonidos efímeros 
e insustanciales — las palabras — los que nos dejan ver lo que vemos. 

13 • Es mucho más lo que desconocemos que lo que conocemos de 
nosotros mismos. Algunos poetas lo adivinaron ya hace algún tiem- 
po: nuestro yo consciente es una suerte de novela que cada uno va 
escribiendo sobre uno mismo; usted y yo también. Y da miedo pen- 
sar que las autobiografías son el género literario menos veraz, menos 
que la biografía y la historia, y mucho menos que la sátira burlesca 
y el libelo difamatorio. Para que no pueda desdecirme en un futuro, 
prometo solemnemente, aquí y ahora, que denunciaré, sin reparar en 
gastos y por todos los medios que hubiere a mi alcance, al editor que 
se atreviere a publicar mi autobiografía. Por su provecho, le animo a 
que se adhiera usted a este juramento. 

14 • La consciencia del sujeto coincide con su razón, que es aquella 
parte en la que puede representarse las resoluciones, y así evaluarlas 
mentalmente. Si usted divide racionalmente un problema en otros 
dos, entonces conocerá las razones por las que lo hizo. Pero es mucho 
más lo que usted hace y determina fuera del alcance de su consciencia, 



118 



muchísimo más, que lo que decide racionalmente. Por este motivo, 
usted desconoce la causa de sus sentimientos, el origen de la realidad, 
y el sentido de la vida. ¿Por qué vivimos? Yo tampoco lo sé. 
H5 • Nuestra introspección es muy limitada y superficial. Vemos cada 
vez un único problema, y no vemos sus raíces, sino únicamente lo que 
aflora a la consciencia. Así, nuestras explicaciones de nuestros propios 
propósitos son frecuentemente racionalizaciones urdidas por nuestra 
parte consciente, que hacen inferencias a partir de los resultados, 
pero sin llegar a los orígenes, y, por lo tanto, sin alcanzar los motivos 
profundos ni las causas primeras de nuestros propios actos. 

§125 Pensar es hablar sin decir 

Ki • Estas afirmaciones se siguen fácilmente del hecho de que noso- 
tros no somos unos sujetos cualesquiera, sino que somos unos sujetos 
muy concretos diseñados por la evolución darviniana a partir de unos 
conocedores, desconocidos ahora, pero que en su día fueron también 
unos conocedores muy concretos. Nuestros antepasados fueron unos 
conocedores concretos que descendieron, posiblemente, de otros cono- 
cedores concretos. Antes, en nuestra línea evolutiva hubo aprendices, 
y aun antes adaptadores, y al principio mecanismos. 
12 • Nuestra línea de evolución resolutiva ha pasado, creciendo en 
complejidad, por los siguientes jalones: 



Mecanismo Resolución por rutina 

Adaptador Resolución por tanteo de soluciones 

Aprendiz Resolución por traslación de soluciones 

Conocedor Resolución por tanteo de resoluciones 

Sujeto Resolución por traslación de resoluciones 



13 • Somos parte de una línea evolutiva porque la evolución darvi- 
niana diseña por tanteo combinatorio y acumulativo con mutaciones. 
Es decir, que tenemos cuatro miembros y cada miembro cinco dedos, 
no porque ésta sea una decisión de diseño especialmente adecuada al 
proyectar un sujeto, sino porque, en algún momento de nuestra línea 
evolutiva, un diseño con esas características tuvo la oportunidad y 
la suerte de prosperar y dejar descendencia. Nosotros simplemente 
heredamos esas peculiaridades. 

H4 • Es así que somos un conocedor que habla. El pensamiento no 
es otra cosa que un habla internalizada. Esto ya lo vio en 1934 
Vygotsky estudiando el desarrollo psicológico de los niños, y más 



119 



recientemente Bickerton en sus investigaciones sobre las lenguas 
francas, que no francesas. Tuvo que ser así, y además tengo una 
prueba empírica. Se trata de una disculpa: 'perdona que no te haya 
entendido, pero es que estaba pensando en otra cosa'. La discul- 
pa funciona porque es cierto que no podemos entender lo que nos 
dicen cuando estamos pensando en otros asuntos. Y la explicación 
más plausible del fenómeno es que también al pensar utilizamos el 
mecanismo que dcscodifica el habla, quedando así ocupado. Sí, lo 
está entendiendo bien, le estoy diciendo que al pensar tenemos que 
escucharnos a nosotros mismos. 

15 • Pensar es hablar con uno mismo, y hablar es pensar entre varios. 
§126 El motor sintáctico 

11 • Somos sujetos diseñados a partir de un conocedor. Al parecer, 
nuestro diseño ha consistido, simplificándolo casi hasta la caricatura, 
en tomar un conocedor de entre los primates para añadirle, de alguna 
manera, un lenguaje simbólico. Como sabemos, además de los me- 
canismos necesarios para producir y descodificar secuencias sonoras 
complejas, cuyo diseño no nos interesa aquí especialmente, lo esencial 
e indispensable para procesar un lenguaje simbólico es disponer de 
un motor sintáctico. 

12 ■ Entiéndalo bien porque, aunque no es fácil, es fundamental. Una 
vez que se dispone de un motor sintáctico, pero no antes, la decisión 
de cómo implementar cada procedimiento, física o algorítmicamente, 
es una mera cuestión de eficiencia, y ya no de eficacia. Se trata de 
un compromiso ingenieril en el que se intercambia velocidad por com- 
plejidad. El procedimiento se ejecutaría más rápido físicamente, pero 
para ello habría que complicar el motor sintáctico con operaciones que 
no son estrictamente necesarias. 

13 • Para que se haga una idea, es como decidir qué teclas poner 
en una calculadora. La de la multiplicación, aunque es redundante 
porque una multiplicación es una suma reiterada, aparece en todas 
porque se usa con mucha frecuencia. En cambio, la tecla del logaritmo 
neperiano, aunque ahorra todavía más operaciones, sólo la tienen las 
calculadoras científicas, porque se emplea raramente. Pues bien, el 
descodificador de secuencias sonoras complejas y el preprocesador que 
hace el análisis sintáctico superficial de Chomsky no son esenciales 
porque el motor sintáctico podría suplirlos, aunque tendríamos que 
hablar muchísimo más despacio. 



120 



14 • La cantidad de información necesaria para describir un motor 
sintáctico no es muy grande, del orden de los diez mil bitios. De 
hecho, es mucho menor que la precisa para describir los mecanismos 
que descodifican la secuencia sonora del habla. Y los componentes 
necesarios para construir un motor sintáctico pueden ser simplicísi- 
mos; son suficientes puertas lógicas elementales o, incluso, como nos 
enseñaron McCULLOCH y Pitts, neuronas simplificadas. Además, 
se aprovechó toda la maquinaria de manipulación de objetos y pro- 
piedades que ya utilizaban nuestros antecesores primates. 

§127 El diseño por acreción 

11 • Otro punto del diseño de nuestra especie como sujetos consiste 
en que el motor sintáctico está acoplado al resto de la maquinaria 
cognitiva por la memoria a corto plazo. Sólo podemos conjeturar so- 
bre las ventajas e inconvenientes de este punto de ensamblaje frente 
a otras posibilidades. Podemos suponer que no requirió modifica- 
ciones muy profundas del cerebro, y que proporcionó unas ventajas 
suficientes para perdurar. 

12 ■ Seguramente la memoria a corto plazo ya era, para nuestros an- 
tecesores, el punto en el que el mecanismo de la atención reunía los 
resúmenes más importantes elaborados por los sentidos y los órga- 
nos perceptivos y propioceptivos, y desde el que se generaban las 
secuencias de órdenes de actuación hacia los órganos efectores y los 
músculos. De ser así, la memoria a corto plazo ya era entonces el 
lugar del control máximo y más global. 

13 • Así que una de las consecuencias del diseño incremental y acu- 
mulativo que es típico de la evolución darviniana, es que nosotros no 
somos unos sujetos diseñados integralmente, sino por acreción. Pero 
no vamos a quejarnos ahora, digo yo. Además, ¿a quién demandar? 

§128 El homúnculo 

li • En esta descripción, la situación de la consciencia racional con 
respecto al conjunto del sujeto semeja a la del presidente de una 
enorme empresa que no puede salir de su despacho. Al presidente 
le llegan informes globales sobre el estado de su propia corporación, 
sobre la competencia, y sobre todos los asuntos relativos a su ne- 
gocio. Estos informes le pueden llegar periódicamente, o a petición 
propia, o incluso por decisión de sus subordinados. De los informes, 
el presidente puede deducir qué es lo que va mal, o qué puede llegar 
a convertirse en un problema, y ordenar en consecuencia las acciones 



121 



correctivas que estime oportunas. También puede tomar la iniciativa 
para mejorar la situación de la empresa, si deduce de los informes 
que el momento es propicio. Por último, los problemas que no hayan 
podido ser solucionados a otro nivel corporativo, le serán planteados 
al presidente para su resolución. 

12 • Si la empresa es grande y compleja, creer que lo único que sucede 
es aquello que el presidente observa y decide es, en palabras llanas, 
un grave error de perspectiva. El mismo error, traspuesto al caso del 
sujeto, es creer que solamente ocurre aquello de lo que el sujeto es 
consciente. Por ejemplo, nos parece que ver es más fácil que dividir 
porque somos inconscientes de los procesos perceptivos preparatorios 
y sólo somos conscientes de su resultado ya acabado — ¿se acuerda 
del restaurante? — , igual que al presidente le parece que su trabajo 
es el más difícil, y cree que por eso es el mejor pagado. 

13 • En los sistemas políticos de gobierno, suele ser muy acertado 
limitar el tiempo de permanencia en el poder. Esta disposición, ade- 
más de evitar el nocivo enquistamiento de las estructuras clientelares, 
evita el enojoso distanciamiento entre las necesidades del pueblo y las 
de sus gobernantes. Observe usted que, trasladándonos de nuevo al 
sujeto, esta ruptura entre las necesidades conscientes y racionales, 
por un lado, y las necesidades corporales y afectivas, por el otro, se 
corresponde con la demencia. 

§129 El robot 

11 • Antes de seguir quiero zanjar definitivamente una cuestión. La 
diferencia fundamental entre una computadora y una persona es que 
la persona humana es un sujeto del problema de la supervivencia 
diseñado por acreción a partir de un conocedor emotivo, y la compu- 
tadora es un motor sintáctico. 

12 • La computadora no es un sujeto completo, sino una de sus partes, 
básicamente la que corresponde a la razón. Puede razonar con total 
precisión y a enorme velocidad, pero, como le falta un inquisidor, 
no ve el mundo como un enigma, que es como lo vemos los sujetos. 
Que la computadora no sea un sujeto, no quiere decir que no se 
pueda construir una máquina que sea un sujeto de cierto problema. 
Es posible, y, además, la razón de tal sujeto tendría que ser una 
computadora. Denominaremos robot a cualquier artefacto que sea 
un sujeto. 

13 • Se abren, en este punto, varias vías de análisis para el investi- 
gador interesado en los robotes. La principal se refiere a la elección 



122 



del problema del robot: ¿debería ser el problema de la superviven- 
cia? De serlo, el robot sería en cierto modo parte de la vida, pero, 
para serlo de pleno derecho debería ubicarse en la cadena trófica, que 
es la cadena alimentaria, así que sus adquisiciones de energía debe- 
rían producirse por combustión de materia orgánica, y también su 
constitución material debería componerse exclusivamente de materia 
orgánica. El otro problema ingenicril a resolver para crear un robot 
vivo concierne a su reproducción. Los peligros, para la propia vida, 
de diseñar un robot vivo, o sea, una máquina que sea un sujeto del 
problema de la supervivencia, son grandes y las dificultades técnicas 
mayores que si se elige otro problema. 

14 • Si, animados por estas advertencias, los robotes se diseñaran 
para ayudar a las personas, entonces su problema no sería el de la 
supervivencia, y las intuiciones de Asimov podrían ser realizadas. 
En este caso, el diseño del robot como sujeto sería mucho más limpio 
y nítido que el de nosotros los humanos. De todos modos, si uno de 
los requisitos del diseño de los robotes es que se puedan entender y 
comunicar con nosotros, entonces deberán imitar algunas de nuestras 
peculiaridades. 

§130 Humano, demasiado humano 

%i ■ Para mi, lo más interesante del diseño de los robotes atañe a su 
consciencia. La nuestra, como consecuencia de haber sido diseñados 
por acreción, está estrechamente ligada a la memoria a corto plazo 
y por esto ejerce un control centralizado, pero la consciencia de los 
robotes puede ser mucho menos angosta y mucho más distribuida. 
De ser así, la consciencia y el yo del robot no podrán valerse de la 
metáfora del homúnculo presidente. La cuestión es si, a pesar de 
estas diferencias, todavía podríamos entendernos. 

12 • La otra divergencia grande entre nosotros los humanos y los ro- 
botes concierne a los sentimientos que, en nuestro caso y por el mis- 
mo motivo de diseño, tienen un peso muy grande, incluso demasiado 
grande. Nosotros somos, al fin, unos conocedores emotivos que habla- 
mos, ya que la inteligencia de los conocedores de los que descendemos 
era emocional. Nada de esto ha de tenerse en consideración al proyec- 
tar un robot, a no ser que se pretenda que entiendan nuestra música. 

13 • De antiguo se sospecha que sería ventajoso un comportamiento 
más racional y menos emocional que el humano, así que, si se confirma 
la sospecha, los diseños robóticos prescindirán de los sentimientos y 



123 



serán completamente racionales. Lo curioso es que nosotros los huma- 
nos no podremos evitar juzgar como muy fríos unos comportamientos 
más racionales que los nuestros. Dicho de modo tautológico, que es 
como a mi más me gusta, los robotcs serán inhumanos. 
14 • Esto, lo sé, va a asustar a muchos — no sé si también a usted — 
porque la razón produce monstruos. Es fácil ver el razonamiento ló- 
gico e implacable que ha llevado a una fría asesina a envenenar a su 
adinerado marido para heredarlo tras enamorarse de otro hombre. 
En un caso así, ya es peligroso el mero hecho de considerar racio- 
nalmente las ventajas y los inconvenientes de resolver el problema 
por homicidio. También es inmoral meditar sobre el interés de una 
guerra. 

H5 • Solamente añadiré dos apuntes más sobre este asunto, porque 
aún es pronto para alcanzar un juicio más ecuánime y definitivo. 
Uno es que la vida salvaje es más cruel que la humana — lo contrario, 
aunque nos lo hayan dicho, es un mito falso. Otro, que, en los ejem- 
plos anteriores, la irracional carga emotiva es enorme. Quiero decir 
que, aunque en los dos casos citados se usa la razón, el origen mismo 
del conflicto es claramente pre- e irracional. En el primer caso es el 
instinto sexual, y en el segundo es el instinto territorial o de poder. 

§131 El problema del sujeto 

Ti • La consciencia es el modo de conocimiento característico de los 
sujetos. En nuestro caso, la consciencia es una capa superficial adhe- 
rida a la memoria a corto plazo, que utiliza palabras para obtener el 
reflejo. Con mayor libertad de diseño, la consciencia será integral y 
la reflexión comprehensiva. Sea como fuere, el yo es el modelo cons- 
ciente que tiene el sujeto de sí mismo. El sujeto, lo repito porque 
es la clave de mi teoría de la subjetividad, es el único resolutor que 
puede representarse a sí mismo. 

12 • El sujeto es un resolutor y, en consecuencia, se representará a sí 
mismo como una resolución. Concretamente, el sujeto se representará 
a sí mismo como la resolución que considera que es la mejor contra el 
problema de la supervivencia, y que, por ese mismo motivo, es la que 
está aplicando actualmente. Vale, cuando tiene usted razón tengo que 
dársela, porque, efectivamente, no es exactamente contra el problema 
de la supervivencia, sino contra la representación del problema de la 
supervivencia que ha elaborado el inquisidor del sujeto. Y, para no 
confundirnos nunca más, llamaremos problema del sujeto a la versión 
del problema de la supervivencia interiorizada por su inquisidor. 



124 



• Antes de ponderar las diferencias que pueden existir entre el 
problema de la supervivencia y el problema del sujeto, quiero que vea 
la diferencia que existe entre el problema del aprendiz y el problema 
del sujeto. Tal vez le convenga repasar ahora lo dicho antes sobre el 
aprendiz; no hace falta que yo se lo repita porque esto es un libro, así 
que sigue estando en donde estaba cuando lo leyó. No me sea usted 
vago y, si no lo recuerda, reléalo. Que dónde está, que por qué no le 
hago una referencia; no me haga enfadar, ¿para qué cree usted que 
me he esforzado en elaborar un índice alfabético? Bueno, venga, se 
lo explico en la sección siguiente. 

§132 El mundo es un enigma 

Ki • La forma del problema del aprendiz viene fijada por diseño, es 
decir, que los aprendices vivos la heredan genéticamente. Los apren- 
dices modelan el comportamiento externo pero no el problema exter- 
no, porque su lenguaje de representación es semántico y no simbólico. 
En cambio, los sujetos somos inquisitivos, porque modelamos el pro- 
blema externo. Para nosotros los sujetos el mundo es un enigma, y 
por esto nos preguntamos continuamente por todo, o por casi todo. 
12 • Así que los aprendices son capaces de generar comportamientos 
novedosos, porque evalúan las soluciones posibles, pero no pueden 
diseñar herramientas nuevas, porque no evalúan las posibles resolu- 
ciones, y una herramienta es un medio de resolución. Sólo los sujetos 
podemos diseñar de dentro a fuera, esto es, solamente nosotros, por 
ser simbólicos, podemos convertir nuestras ideas en herramientas. 
Los conocedores se encuentran en una posición intermedia, ya que 
pueden diseñar por tanteo, pero son incapaces de teorizar, porque 
no pueden ver introspectivamente ni el problema que afrontan ni sus 
posibles resoluciones. 

H3 • Las diferencias entre los aprendices y los sujetos son nítidas. Los 
aprendices no alcanzan el problema en ninguna de sus variedades: ni 
como pregunta, ni como cuestión, ni como duda, ni como enigma. 
Tampoco alcanzan los aprendices ningún tipo de resolución: ni los 
planes, ni los diseños, ni los algoritmos, ni los razonamientos. Y me- 
nos aun las teorías, que son entramados de problemas y resoluciones, 
con hipótesis, conjeturas y supuestos. 

H4 • Hay menos diferencias entre los conocedores y los sujetos, aunque 
son rotundas. Los conocedores disponen de maquinaria de resolución, 
como los sujetos, pero su imaginación es semántica, como la de los 
aprendices, así que pueden representarse comportamientos y objetos, 



125 



pero no problemas ni resoluciones. Por esta razón, ante un problema 
nuevo, el conocedor es incapaz de prever cuál será el resultado de 
cada manera de resolverlo, y ha de elegir por tanteo el modo de reso- 
lución. Cuando consigue solucionarlo así, incorpora heurísticamente 
la resolución utilizada al conjunto de sus conocimientos, y de aquí su 
nombre de conocedor. 

15 • En el conocedor, la resolución de problemas no es racional, sino 
emocional, ya que está gobernada por sus emociones. Cuando se en- 
frenta a un problema se siente perplejo, y si lo soluciona feliz, pero el 
tránsito de uno a otro estado no es razonado, porque no puede inte- 
riorizarlo. Sólo los sujetos, por disponer de un simbolismo, podemos 
resolver los problemas teóricamente, esto es, sin enfrentarnos a ellos. 

§133 La conjuntivitis 

%i ■ Como le decía antes de la excursión comparativa, el problema de 
la supervivencia es externo, y nosotros los sujetos únicamente tene- 
mos acceso a nuestro modelo de él, que es lo que hemos llamado el 
problema del sujeto. De modo que, como el Noumenon de Kant, el 
problema de la supervivencia queda fuera de nuestro alcance. Nunca 
podremos entender qué es la vida, porque es justo al revés: entende- 
mos para vivir. 

1¡2. ■ Aun así, hay una obviedad que puede darnos una pista sobre una 
diferencia que podría existir entre el problema de la supervivencia y 
el problema del sujeto: nuestro conocimiento es aditivo; y ahora no 
digo que sea adictivo. Por ejemplo, cuando conocemos una nueva 
ciudad no olvidamos otra, sino que simplemente añadimos la nueva 
información al conjunto de nuestros conocimientos previos. A veces 
olvidamos, claro, pero muchas veces no es que hayamos olvidado para 
siempre, sino que no somos capaces de recordar. Y, si nos preocupa 
tanto que alguien se olvide por completo de lo que hizo anteayer, es 
porque lo sano es no olvidar. La cuestión es, ¿por qué no olvidamos? 
13 • Cada nuevo dato consciente que obtenemos lo añadimos a lo que 
ya sabíamos, y por esto solemos referirnos al conjunto de nuestros 
conocimientos. Esto es literal y técnicamente exacto porque, para 
incorporar cada nuevo dato, hacemos precisamente la conjunción ló- 
gica de los conocimientos que ya teníamos con la nueva información. 
No entraré en disquisiciones sobre las propiedades de la conjunción 
lógica, cuyo origen vulgar es la conjunción copulativa gramatical 'y', 



126 



pero que sea conmutativa y asociativa facilita el tratamiento inde- 
pendiente de cada elemento. El tratamiento separado de cada dato 
simplifica las tareas cognitivas del sujeto. 

H4 • Esto último es especialmente revelador. Otra vez encontramos 
una razón de economía cognitiva detrás de una obviedad; antes con 
los objetos y ahora con la adición de conocimiento. El efecto es, 
seguramente, el mismo en ambos casos, a saber, que para simplificar 
distorsionamos y troceamos. Así que hemos de ser suspicaces con las 
operaciones lógicas — negación, disyunción y conjunción. Padecemos 
de conjuntivitis cognitiva. 

15 • Una curiosidad gramatical antes de seguir, para que la medite: 
el punto ortográfico debería ser considerado como una conjunción 
copulativa más. Los niños, durante esa fase en la que comienzan cada 
oración con un 'y', lo saben. Y después, por vagancia, nos ahorramos 
decir la 'y'; usted y yo, también. 



§134 La torre de Hércules 

11 • Cada información es tratada, pues, como una condición adicio- 
nal del problema del sujeto que, según las circunstancias, habrá de 
considerarse, o no, al buscar una resolución. Suponga, por ejemplo, 
3ue viene usted por primera vez a La Coruña, y descubre que aquí 
construyeron un faro los romanos que aún sigue en pie. Este cono- 
cimiento se añade conjuntivamente a su conocimiento del mundo, de 
manera que ahora, para usted, las cosas son tal como eran y, además, 
los romanos edificaron en La Coruña un faro que aún se conserva. En 
principio, debería ser invalidada cualquier solución que usted encon- 
trara y que contradijera este dato. 

12 • La agregación de condiciones por conjunción tiene el 
efecto de ir disminuyendo el número de posibilidades 
satisfacer el conjunto. Me explico. Suponga que este año 
quiere veranear en una ciudad con playa y gallega, 
varias soluciones a su problema. Suponga 
motivo, decide más tarde añadir una condición adicional, 
de manera que lo que desea es veranear en una ciudad con 
playa y gallega y con un faro histórico. La nueva condi- 
ción elimina todas las ciudades sin faro histórico, por lo 
que sus opciones quedan muy reducidas. No le va a que- 

tro remedio que venirse a La Coruña a contemplar 
la torre de Hércules. Por cierto, etimológicamente 'La 
Coruña' viene de 'la columna', de Hércules, claro. 



127 



13 • Disminuir los grados de libertad de un problema puede facilitar 
su resolución. Por ejemplo, si sólo queda una posibilidad, entonces 
hemos dado con la solución. Pero también puede suceder que no que- 
de posibilidad alguna de satisfacer la condición conjunta, y entonces 
nos encontramos en una situación paradójica. Si, volviendo a su ve- 
raneo, usted insistiese en elegir una ciudad con playa y gallega y con 
un templo griego, entonces sería incapaz de satisfacer su deseo. 

14 • El ejemplo es inocuo, pero la mengua de libertad por la adición 
conjuntiva de condiciones al problema del sujeto es peligrosa. Piense 
que, cada nueva información que recibe, cada dato que obtiene, se 
convierte en una condición adicional que ha de ser satisfecha en todas 
y cada una de sus soluciones. Si quiere usted mantener su coherencia 
y su consistencia lógica, ha de componerse un modelo del mundo que 
satisfaga todos y cada uno de los datos que ha ido obteniendo a lo 
largo de su vida. Esto es imposible, y por ello todos soportamos 
nuestras contradicciones; hasta cierto punto. 

§135 El análisis 

11 • Llamaremos analitismo, de análisis, a esta manera de construir 
el problema del sujeto que consiste en ir añadiendo condiciones por 
conjunción. El analitismo se corresponde en la sintaxis con el objeti- 
vismo en la semántica, ya que ambos implementan la estrategia del 
'divide y vencerás' para economizar recursos computacionales. Am- 
bos son suficientemente efectivos para mantenernos vivos, y aun más, 
pero trocean y distorsionan para alcanzar sus objetivos. No son esen- 
ciales en el diseño de los sujetos, pero son parte del diseño concreto 
de nosotros los sujetos humanos, que los heredamos genéticamente. 
A nosotros nos es imposible ver de otro modo, es decir, nuestra visión 
perceptiva es objetiva y nuestra visión introspectiva es analítica. 

Habla • Análisis • Sintaxis 
Percepción • Objeto • Semántica 

12 • Yo le veo otra virtud a esta estrategia analítica, que consiste en 
ampliar conjuntivamente el conocimiento. Porque, la resolución que 
soluciona el último problema, con todas las condiciones conjuntadas, 
también soluciona los anteriores problemas. ¿No lo ve? Volvamos al 
supuesto de que este año quiere usted veranear en una ciudad con 
playa y en Galicia y con un faro histórico. Como la nueva condi- 
ción histórica se añadió por conjunción, resulta que las soluciones del 



128 



nuevo problema, y en concreto La Corana, también solucionan nece- 
sariamente el problema anterior. Vaya tontería, ¿no? Sí, pero no, es 
decir, la jerga obscurece lo obvio. 

H3 • Ahora suponga, por un momento, que alguna de las condiciones 
resultara irrelevante y veamos qué sucede. Con la estrategia acumu- 
lativa, aunque despreciemos una condición, la solución sigue siendo 
válida. Por ejemplo, aunque finalmente le resulte indiferente que haya 
o no faros históricos, su viaje a La Coruña sigue cumpliendo sus otras 
condiciones, por lo que no ha perdido su tiempo ni ha de reconsiderar 
su decisión. El ejemplo es, otra vez, inocuo, pero si el problema es 
el problema de la supervivencia y nuestros conocimientos son necesa- 
riamente inconsistentes, como lo son, entonces encontrar soluciones 
robustas, que sean válidas incluso aunque no se sostengan todas las 
condiciones, es una ventaja decisiva. 

114 • Otra posibilidad es que el inquisidor, en lugar de añadir conjun- 
tivamente las nuevas informaciones como condiciones adicionales del 
problema del sujeto, lo rehiciera completamente cada vez. Esta po- 
sibilidad es peor por, al menos, dos razones. Una es que la cantidad 
de proceso computacional que es necesario para replantear completa- 
mente un problema es muchísimo mayor que la que se requiere para 
añadir simplemente una nueva condición. La otra razón es que, rede- 
finiendo cada vez el problema, podría ocurrir que la última resolución, 
que soluciona el último problema, no solucionara los anteriores. Es 
normal que no lo vea, y no me pida un ejemplo, porque no se lo pue- 
do proporcionar: es tan difícil evitar analizar lo que se dice o piensa, 
como evitar ver los objetos. Son dos imposibilidades para los sujetos 
humanos; para usted y para mi, también. 

§136 La historia 

%i ■ Vamos añadiendo conjuntivamente condiciones que han de ser 
recordadas, claro, pero esto no termina de responder completamente 
a la pregunta que nos hacíamos: ¿por qué no olvidamos? La respuesta 
definitiva hay que buscarla en la ley de la información incesante. Para 
ello vamos a proceder por reducción al absurdo. 
12 • Si existiera una teoría deductiva perfecta capaz de predecir sin 
errar todo cuanto ocurre, entonces sería ocioso retener todos los su- 
cesos que van acaeciendo. Es fácil percatarse de que, en esas felices 
circunstancias, no valdría la pena retener la infinidad de pormenores 
concretos que van sucediéndose, porque éstos podrían ser deducidos 
de la teoría en cualquier momento. Pero nosotros sí que memorizamos 



129 



10 que nos va ocurriendo, llegando a almacenar enormes cantidades 
de datos, y esto puede ocurrir por dos razones. Una es que la premisa 
no se sostenga, lo que significaría que no existe tal teoría perfecta. 
La otra posibilidad es que, simplemente, nuestro diseño no sea el óp- 
timo, de manera que, aunque exista tal teoría, no somos capaces de 
emplearla. Aun aceptando que nuestro diseño no es el óptimo, a mi 
me parece que la evolución nunca desaprovecharía una ocasión tan 
clara de economizar tantos recursos cognitivos. 

13 • Por otro lado, si es cierto que somos libres, entonces es imposible 
que exista una teoría capaz de predecir perfectamente todo cuanto 
sucederá en el futuro. En ese mismo supuesto, tampoco lo ocurrido 
en el pasado es reducible a una ley no estadística, ya que en el origen 
de algunos de los sucesos estuvo el libre albedrío de los sujetos. De 
manera que, en estas circunstancias, la historia es una narración de 
sucesos que no puede encorsetarse en una teoría deductiva; la historia 
no es una teoría deductiva, es una teoría narrativa. Luego, si esto es 
así como lo digo, y somos efectivamente libres, no queda otro remedio 
que memorizar los acontecimientos que se van sucediendo. 

§137 Las matemáticas 

11 • Yo aun diría más; y lo digo. Las teorías deductivas son enorme- 
mente económicas porque son capaces de producir mucha información 
a partir de muy poca. Buscamos teorías deductivas porque compri- 
men la información, y así nos ayudan a luchar contra la ley de la 
información incesante que amenaza con anegarnos. De modo que 
la economía cognitiva también explica por qué buscamos con ahínco 
teorías deductivas. 

12 • El caso arquetípico de teoría deductiva es el sistema axiomáti- 
co ligado al ideal formalista de Hilbert. Hilbert propuso en 1920 
un programa cuyo objetivo era reducir todas las matemáticas a un 
sistema axiomático capaz de producir por deducción todas las ver- 
dades matemáticas. De haberse culminado con éxito el programa, 
el sistema axiomático resultante habría representado una desmedida 
condensación de información, y habría sido el compendio sumarísi- 
mo de todas las matemáticas. Como ya le he contado, GÓdel en 
1931 y en 1936 Church y Turing demostraron matemáticamente 
que es imposible alcanzar el ideal formalista, porque no existe nin- 
gún sistema axiomático consistente y capaz de sintetizar todas las 
matemáticas. 



130 



13 ' Q ue I a historia no quepa en una teoría deductiva puede no extra- 
ñar a muchos, pero que ni siquiera quepan las matemáticas, tendría 
que haber escandalizado a todos. Mi interpretación de estos hechos 
es que tampoco las matemáticas se libran de la inexorable ley de la 
información incesante. Los conocimientos matemáticos son, como to- 
dos los conocimientos, subjetivos. Lo que distingue al conocimiento 
matemático es su naturaleza algorítmica, siendo un algoritmo un mé- 
todo de resolución. Es decir, que el propósito de las matemáticas es 
producir resoluciones, y éstas no pueden ser refutadas directamente 
por una medida, como sí que lo pueden ser las soluciones físicas. Las 
matemáticas son puramente sintácticas, o sea, teóricas. 

14 • Por ejemplo, el algoritmo de la suma nos permite enunciar la 
siguiente verdad matemática: uno más uno son dos; resumida en la 
expresión 1 + 1 = 2. Pero, cuidado, porque 1 + 1 = 2 es una verdad 
algorítmica que no siempre es aplicable a la realidad. Mi ejemplo 
predilecto es éste: si usted suma una gota de agua a otra gota de 
agua, no obtiene dos gotas de agua, sino una; resumido 1 + 1 = 1. 
Por lo tanto, 1 + 1 = 2 es una verdad teórica que nos resuelve algunos 
problemas, pero no todos, y es tarea nuestra determinar cuando se 
puede aplicar y cuando no. La conclusión es que el propio algoritmo 
de la suma es útil con mucha frecuencia, pero no siempre. 

15 • No es posible rechazar una teoría matemática confrontándola 
contra la realidad; la confrontación nos puede mostrar, eso sí, su 
grado de utilidad. Pero esto no suele interesar demasiado a los mate- 
máticos, que, por otro lado, están de suerte, porque la demostración 
de GÓDEL les asegura que nunca van a quedarse sin trabajo. 

§138 La física 

11 • Para que no le queden dudas sobre el alcance de los teoremas de 
nuestros héroes GÓdel, Church y Turing, debe saber que inclu- 
yen a cualquier teoría que utilice las operaciones aritméticas — suma, 
resta, multiplicación y división. Es decir, que no afecta solamente a 
las matemáticas, sino que la más leve de las cuantificaciones hace que 
una teoría sea presa de la godelización. 

12 • Ninguna teoría que incluya la aritmética puede ser completa y 
consistente, y en cualquier teoría que incluya la aritmética existen 
paradojas indetectablcs con los medios de la propia teoría. Repito 
que estoy simplemente enunciando los resultados de teoremas mate- 
máticos probados antes del año 1937. 



131 



13 • La física queda plenamente afectada por estos teoremas de in- 
decidibilidad. Sin embargo, todavía hoy en el año 2005 hay muchos 
físicos, como Hawking, que no aceptan estas conclusiones y buscan 
una teoría unificada completa y consistente que abarque todos los 
fenómenos físicos. Tal vez se pregunte usted por qué, aunque ya de- 
bería saberlo. Son materialistas que piensan que las leyes físicas son 
propiedades de la materia y no construcciones teóricas. Para ellos la 
física no es una teoría, sino la mera realidad. Según esta concepción, 
las leyes físicas serían una realidad elusiva que ni se percibe ni podría 
percibirse, y aun así objetiva, absoluta y alcanzable. Pero a mi me 
parece una extensión excesiva del concepto de realidad que el mate- 
rialismo se ve forzado a admitir para salvar la física, que es su más 
preciado tesoro. 

§139 La autobiografía 

f i • Por las razones que venimos sopesando, cada uno de nosotros es 
un sujeto que va acumulando a lo largo de su vida ingentes cantidades 
de información, tanto consciente como inconsciente. Ahora nos preo- 
cuparemos únicamente de la información consciente, que a veces es 
del tipo 'uno más uno son dos', y otras es como 'está lloviendo'. Para 
facilitar el manejo de tanta información, el sujeto va clasificándola en 
diferentes apartados de conocimiento y va elaborando teorías que la 
ordenan y la comprimen. La primera operación es una discriminación 
binaria que atribuye una parte del conocimiento a su propio hacer y 
pensar, a su yo; del resto no se responsabiliza. 

12 • Así que el yo de cada sujeto humano se compone de esta infor- 
mación verbal conjuntivamente acumulada, que es en buena parte 
histórica, que es distinta para cada persona, y que el sujeto se atri- 
buye a sí mismo. De igual manera que no debe usted confundir al 
presidente con la corporación que dirige, tampoco debe confundir al 
yo con el sujeto. El yo es como se ve a sí mismo el sujeto. El yo es 
un modelo consciente que se nutre únicamente de datos conscientes, 
o sea, de palabras. El yo es la autobiografía siempre inacabada de 
cada sujeto. Somos nuestras palabras. 

113 • Yo ya le he prevenido severamente en contra de las autobiogra- 
fías, de modo que, si le han aprovechado a usted mis consejos, ya 
habrá adivinado que el yo es una novela que embellece algunos de 
los sucesos que le ha tocado vivir a cada uno, y que ignora el resto; 
créame, su yo y el mío también son de esta aparente y falsa guisa. 



132 



14 • Por eso, una tarea de la psicología consiste en obedecer el viejo 
mandato deifico: "conócete a ti mismo". O sea, consiste en intentar 
que esa autobiografía que es su yo, de usted o de cualquier otro, sea 
lo más parecida posible a la biografía no autorizada que escribiría de 
usted su mayor enemigo, si este hubiese estado con usted en todo mo- 
mento. Bueno, creo que he exagerado algo la situación para hacerla 
más memorable, que es un recurso didáctico discutible, porque lo que 
se recuerda no es exacto y puede confundir; así que ponga, por favor, 
a un historiador ecuánime en vez de a su mayor enemigo. 

§140 Yo soy libertad para no morir 

Ki • Los sujetos somos aquellos resolutores de un problema aparente 
que somos capaces de resolver por traslación de resoluciones. Para 
poder trasladar resoluciones es necesario un motor sintáctico. Los 
lenguajes asociados a los motores sintácticos son los simbólicos, que 
se caracterizan por su sintaxis recursiva y por sufrir necesariamente 
de paradojas. Si algo de todo esto le suena extraño, debe repasar lo 
lcido, porque me estoy limitando a recapitular. 

12 • Sigo, con un inciso también ya visto. Una consecuencia de que 
un problema sea aparente es que la información que puede obtenerse 
de él se conforma a la ley de la información incesante, que, cuando la 
información puede ser acumulada, se asimila a la ley de la información 
creciente. Tiempo y libertad, ¿se acuerda? 

113 • Los sujetos vivos somos aquellos resolutores del problema apa- 
rente de la supervivencia que somos capaces de resolver por traslación 
de resoluciones. Los hombres, y me refiero tanto a las hembras como 
a los machos de la especie homo sapiens, somos sujetos vivos. Nues- 
tro lenguaje simbólico es el habla, que tiene diversos dialectos, como 
el castellano, el inglés y el japonés; también el gallego. Nuestro habla 
es analítica, y con esto quiero decirle que componemos la información 
sintáctica por acumulación conjuntiva. 

114 • Los sujetos, y solamente los sujetos, tenemos consciencia, auto- 
consciencia y empatia. Como somos conscientes nos representamos el 
mundo como un enigma, como un problema a resolver. Como somos 
autoconscientes nos representamos a nosotros mismos como resoluto- 
res de ese problema que es el mundo. Como tenemos empatia también 
nos representamos a los demás seres vivos como resolutores enfrenta- 
dos al problema de la supervivencia. 

H5 • Con todos estos repasos, y siendo que el sujeto no se ve conscien- 
temente a sí mismo como sujeto, sino como yo, llego a mi definición 



133 



concisa del yo. Yo soy libertad para no morir. Esta definición es 
breve pero suficiente, porque es densa. Que sea 'libertad', pero no 
completa ni absoluta, sino condicionada, implica que el yo se identifi- 
ca con un problema. Y 'para no morir' indica que el sujeto tiene como 
meta la resolución del problema de la supervivencia, o sea, que se ve 
introspectivamente como resolutor del problema de la supervivencia. 
l6 • Es decir, que así como la definición larga del yo era concreta e 
individual, o sea, autobiográfica, en cambio la corta es genérica, y 
vale para un diccionario. 

§141 Una afirmación temeraria 

11 • Son muchas las consecuencias que se pueden extraer de asimi- 
larnos a sujetos del problema aparente de la supervivencia según la 
teoría del problema, pero no voy a seguir por ese camino porque antes 
de finalizar este libro es necesario afianzar la teoría de la información, 
y veo que aún le quedan algunas dudas sobre asuntos básicos. Ade- 
más, así dejo materia para escribir otro libro. 

12 • Desde luego, si es cierto, como yo le aseguro, que el problema de 
la supervivencia es el único origen de toda la información, entonces 
todo nuestro conocimiento se referirá directa o indirectamente a él. 
Esta afirmación puede parecerle temeraria, si piensa que hay datos 
que no son en absoluto problemáticos. Qué conexión puede existir 
entre la torre de Hércules y el problema de la supervivencia. 

13 • La torre de Hércules es un faro que sirve de guía a los barcos en 
la obscuridad de la noche. Ha salvado la vida a muchos marineros, 
para los que la relación entre la torre y la vida está clara. Vale, vale, 
ya sé que usted no es marino, y que tampoco le salva la vida a nadie 
el dato de que la construcción primitiva de la torre de Hércules se 
remonta a los romanos. 

14 • Mi opinión es que la recogida de datos históricos confiere ventaja 
a los que la practican, y la evolución, como suele ocurrir en tales 
circunstancias, ha seleccionado este comportamiento. Es un hecho 
que acumulamos la información, ya sea histórica o de cualquier otro 
tipo. Podría ser de otra manera, pero es así, y un filósofo ha de 
preguntarse por qué. Para mi, ya lo vimos, se trata de una manera 
de hacer frente a la ley de la información incesante. 

15 • Por otro lado, tomemos, por ejemplo, a las hormigas y respón- 
dame: ¿no le parece que todo cuanto hacen y dejan de hacer las 
hormigas tiene el objetivo único de sobrevivir? En el caso de las hor- 
migas, podemos ponernos de acuerdo en que toda su actividad tiene 



134 



como objetivo la supervivencia de la colonia. Que sea la superviven- 
cia de la colonia y no la individual es un asunto interesante, pero que 
no viene al caso. 

16 • ¿Qué pasa con los animales más parecidos a nosotros? Si elegi- 
mos de nuevo a su perro, puede usted argumentarme que no siempre 
se dedica a sobrevivir, porque no sólo come, sino que también juega. 
En la vida perruna ya se distingue el ocio del negocio. Pero, para 
que esta distinción me contradijera, tendría que suceder que el ocio 
no tuviera significado evolutivo alguno. Si, por ejemplo, se demues- 
tra que el juego es un entrenamiento que sirve de preparación para 
enfrentarse a situaciones que pueden encontrarse posteriormente en 
el negocio de la vida, entonces también se juega para sobrevivir. 

17 • Yo creo que también el ocio, en todas sus modalidades, sirve, en 
último término, para sobrevivir. Piense que todas las actividades pa- 
san necesariamente por la criba de la selección natural, simplemente 
porque si un animal se descuida, es presa de otro. 

§142 La soberbia 

%i ■ Y, ¿qué hago yo escribiendo desde hace años libros que no me 
reportan beneficio alguno? ¿No es este mismo libro que está usted 
leyendo, y que trata de asuntos sin ninguna importancia práctica, 
una prueba irrefutable de que no todas nuestras actividades tienen 
relación con el problema de la supervivencia? 

12 • Ya hemos hablado antes del yo como autobiografía, y de como 
uno tiende a autoengañarse para embellecerse ante sí mismo. Es de- 
cir, que aunque mi situación como autor sea así de triste, esto no 
impide que yo siga esperando alcanzar la fama y la gloria, y has- 
ta dinero, escribiendo abstrusas filosofías. Es el yo el que toma las 
decisiones conscientes que, por supuesto, teniendo una opinión tan 
indulgente de sí, pueden fácilmente estar equivocadas. Y con mucha 
frecuencia lo están. 

13 • Esta circunstancia individual se traslada, punto por punto, a 
nuestra opinión sobre nosotros mismos como especie. Nos creemos 
que somos los hijos predilectos de Dios, y pensamos que somos el 
centro mismo del universo y que todo gira alrededor de nosotros. 
Nos creemos ángeles miríficos entregados a sublimes hazañas, o in- 
cluso taimados y astutos demonios que montan trampas arteras e 
ingeniosas, antes que bajos, vulgares y prosaicos animales, que es lo 
que somos. 



135 



14 • En fin, yo creo que todo nuestro diseño como especie ha sido 
tamizado por la evolución darviniana. Y esto quiere decir que nuestro 
propósito final es sobrevivir. Sea humilde, abandone por un momento 
su soberbia, y le será fácil estar de acuerdo conmigo. 

§143 La muerte es una estrategia de la vida 

Ti • Y el suicidio, ¿no refuta el suicidio la tesis de que todo lo hacemos 
para sobrevivir? Pues no, sino que es justo al revés, porque el suicidio 
prueba mi teoría, y además fácilmente. 

1¡2. ■ El problema de la supervivencia es el problema al que se enfren- 
ta la evolución darviniana, de modo que es el problema de toda la 
vida considerada como un ente único, como nos enseña Lovelock. 
Entonces, al igual que se entiende que, en ocasiones, es necesario 
amputar un miembro para salvar a un individuo, también debe com- 
prenderse que, a veces, es necesario que muera un individuo por el 
bien de todos. Si un individuo determina que él mismo es un estor- 
bo para su colectivo, o simplemente que su muerte hace más bien 
que mal a su comunidad, puede acabar matándose. Esto explica los 
suicidios altruistas. 

113 • El envejecimiento está relacionado con estas consideraciones y 
es muy interesante. La evolución darviniana descubrió que es conve- 
niente que todos los individuos envejezcan, de tal suerte que, incluso 
aquellos que consigan evitar los accidentes y sean inmunes a las en- 
fermedades, terminen por morir. Las especies que no emplean esta 
estrategia no evolucionan con la velocidad suficiente, y terminan por 
extinguirse al competir contra otras especies que están mejor adap- 
tadas porque sus individuos sí que se mueren. Fíjese que, según este 
razonamiento, en el que he vuelto a pecar de diacronismo, la inmorta- 
lidad individual es un lastre para la especie, y no el suicidio altruista. 
Ya tengo otra sentencia aparentemente paradójica: la muerte es una 
estrategia de la vida. 

• He explicado demasiado bien el suicidio, tanto que lo que ahora 
parece amenazar mi teoría es, por el contrario, el anhelo humano de 
alcanzar la inmortalidad individual. ¿De verdad tengo que explicarle 
por qué no queremos morirnos? Vale, vale, si es muy sencillo. El 
ansia de inmortalidad no es más que la racionalización del instinto de 
supervivencia que los humanos heredamos de nuestros antepasados. 
Recuerde que somos unos sujetos diseñados por acreción, y vea que 
una especie cuyos individuos carecieran de instinto de supervivencia 
se extinguiría, ¿o no? 



136 



§144 La vida es absoluta 

11 • He de matizarle la explicación del suicidio altruista. Explica que 
la evolución puede diseñar seres altruistas al punto de llegar a ma- 
tarse, pero no específicamente a suicidarse. Deténgase para discernir 
'suicidarse' de 'matarse'. Matarse es causarse la muerte a uno mismo. 
Suicidarse es resolver que la solución es matarse, y hacerlo. Suicidar- 
se exige que un individuo razone sobre su propia vida, de modo que 
solamente puede suicidarse un sujeto. Y el sujeto no tiene acceso 
al problema de la supervivencia, sino a su interiorización, que es el 
problema del sujeto. 

12 • Esto me recuerda que, antes de continuar, he de informarle sobre 
una seria dificultad que afecta a toda mi teoría. Efectivamente, yo 
tampoco soy otra cosa que un sujeto, así que tampoco yo tengo acceso 
al problema de la supervivencia, y, en consecuencia, debería ser más 
prudente y no hablar tanto sobre aquello de lo que nada sé. 

13 • Esta objeción es legítima, y ante ella sólo tengo una endeble 
pero franca defensa: simplemente que, llegados hasta los fundamentos 
primeros de cualquier teoría, se advierte necesariamente que ellos 
mismos sobre nada se sostienen, o no serían los primeros. La validez 
de los fundamentos primeros se mide por el peso que pueden llegar a 
soportar; no hay otro modo. 

14 • En conclusión, el fundamento primero de mi teoría es la vida. 
La consecuencia es que no puedo definir la vida, que es simplemente 
absoluta en sí misma porque no puede referirse a ninguna otra cosa. 
Se explica para vivir, pero vivir no tiene explicación. 

§145 El suicidio 

11 • En fin, retomando el tema del suicidio, los sujetos no podemos 
alcanzar el problema contra el que nos enfrentamos — el problema de 
la supervivencia — sino que accedemos a nuestra representación de él 
— el problema del sujeto. Y como cada uno nos lo representamos de 
un modo diferente, resulta que cada cual tiene su idea de cómo es la 
vida y, consecuentemente, de cómo debe ir resolviéndola. 

12 • Algunos creen que la muerte es meramente una traslación de una 
vida a otra. Estos darán por hecha la inmortalidad individual y no 
tendrán reparo en suicidarse, siempre y cuando lo vean necesario y 
venzan a su instinto de supervivencia. Para otros la vida individual 
está supeditada a entidades mayores: la familia, la tribu, la patria, 
la iglesia, la raza, la especie, o la vida entera. También éstos podrían 
suicidarse por sus ideales inmolarse — si la ocasión lo requiriera y 



137 



vencieran a su instinto de supervivencia. Hay más posibilidades. An- 
te un dolor insoportable, un sujeto puede resolver que no le compensa 
padecer tanto. Con mayor razón si el dolor se debe a una enfermedad 
incurable y mortal. 

113 • He dejado para el final el caso más interesante. Los sujetos, 
como le vengo diciendo, somos inquisitivos y, por diseño, buscamos las 
razones y las causas de todo cuanto ocurre. Y la razón que nos atañe 
más directamente es la que se refiere a nosotros mismos, es el sentido 
de nuestra propia existencia: ¿por qué existo? Para un materialista 
la existencia no tiene sentido. Lo digo porque el materialista cree que 
todo funciona como un enorme mecanismo, sin que nadie, pero, sobre 
todo, sin que él mismo tenga la posibilidad de variar voluntariamente 
el curso de los acontecimientos ni un punto, nada de nada, cero, o 
sea, sin libertad ni voluntad ni culpabilidades ni responsabilidades. 
¿Para qué habría de vivir así, como un autómata? Además, supongo 
que el materialista, una vez que empieza a pensar en ello, acabará 
aceptando que suicidarse es inevitable, reforzando así sus creencias 
previas — todo es inevitable y la voluntad es una ilusión, porque no 
hay libertad. Afortunadamente para los materialistas, también ellos 
tienen que vencer a su instinto de supervivencia para suicidarse. 

• Cualquier ser vivo puede matarse, ya sea por debilitamiento del 
instinto de supervivencia, o por un funcionamiento inadecuado de 
alguno de sus órganos, o por una predicción equivocada. Incluso 
puede estar genéticamente programado tal comportamiento, como 
en el caso de los salmones, que se matan tras procrear. Pero sólo 
los sujetos podemos, además de matarnos, suicidarnos. Disponer de 
esta capacidad adicional nos proporciona una ventaja dudosa, pero de 
la que puede extraerse una consecuencia. El suicidio muestra hasta 
donde puede alcanzar nuestra libertad. 

§146 Las palabras pueden matar 

%i ■ Para dejar finalmente estos macabros asuntos, y evitar de esta 
manera tener que volver a tratarlos más adelante, extraeremos aquí 
las conclusiones definitivas. El suicidio muestra que las palabras de 
un razonamiento pueden ser letales para el que las produce. 
%2. ■ El suicidio es el ejemplo máximo de que las palabras son peli- 
grosas, incluso para el que las maneja. Sin llegar a tal extremo, los 
insultos muestran que las palabras también pueden herir al que las 
escucha. También en este caso podemos llegar al extremo. Valen 



138 



ahora de ejemplo los casos verídicos en los que el caudillo carismáti- 
co de una secta persuade retóricamente a todos sus seguidores para 
que se suiciden con él. La palabra también puede matar a terceros, 
como ocurre en las guerras santas. En una guerra santa se mata, y 
se mucre, por razones estrictamente religiosas. Más concretamente, 
en una guerra santa es lícito y justo matar a cualquiera, con la única 
condición de que a ese cualquiera se le pueda aplicar el adjetivo ca- 
lificativo 'infiel'. Que en todos estos casos haya mentiras interesadas 
y embustes arteros no debilita nuestro caso, sino que lo refuerza: las 
palabras pueden matar. 

13 • Supongo que a usted le parece superfluo explicar que las pala- 
bras no son inocuas, porque es sabido desde siempre que las palabras 
pueden herir. Pero es que esto no va por usted, sino por quienes opi- 
nan que es falso. Creo que la mayoría de la gente es como usted, es 
decir, objetivista y no materialista, o, dicho en contrario, no subjeti- 
vista y dualista. Objetivista porque usted cree que los objetos están 
y existen fuera, y dualista porque usted cree que hay dos substancias 
— materia y espíritu — que se afectan mutuamente. Pero los mate- 
rialistas tienen, por una parte, una objeción genuina al dualismo, y, 
por la otra, abundantísimos argumentos en favor de su propio caso. 

§147 La epífisis 

Ki • Empecemos examinando la objeción. Si lo espiritual afecta a lo 
material, ha de hacerlo en un lugar real preciso y en un momento real 
determinado, de manera que el materialista le pide al dualista que le 
muestre ese fenómeno de interacción entre la materia y el espíritu. De 
esta manera el materialista le pasa la carga de la prueba al dualista 
que, hasta hoy, no ha podido satisfacer la demanda. El bueno de 
Descartes fijó el punto de contacto en la glándula pineal, o epífisis, 
pero nunca nadie ha visto nada espiritual allí. Ni tampoco en ningún 
otro sitio. Mi opinión es que, con su objeción, el materialista está 
llevando la pugna a su propio terreno, y allí sí que gana, pero que no 
vencería en terreno neutral. 

K2 • A estas alturas usted ya sabe que lo espiritual - llámese teórico, 
o sintáctico, como los problemas y la libertad — simplemente no se 
puede percibir. Es decir, nuestros sentidos no pueden darnos noticia 
del mundo espiritual. Por lo tanto, el materialista está pidiendo un 
imposible cuando nos pide una prueba perceptible del espíritu. Pero 
esto sólo prueba que nuestros sentidos están limitados y, en conse- 
cuencia, que la evolución diseña torpemente. Nosotros ya sabíamos 



139 



que el diseño por acreción tiene sus inconvenientes, y éste es uno. 
Nada nuevo, pues. 

H3 • Pero, si el materialista abandona sus trincheras, y se viene con- 
migo al terreno neutral, puede casi ver los efectos de la libertad. Yo le 
sugiero que observe conmigo concretamente el probabilismo esencial 
de los fenómenos cuánticos. Ya sólo tiene que aceptar con nosotros 
que la libertad es una de las fuentes de la probabilidad, e interpretar 
subjetivamente las probabilidades cuánticas. 

14 • Sé que ahora soy yo el que estoy llevando las aguas a mi moli- 
no, pero creo sinceramente que el materialismo no se sostiene. A la 
postre, si el materialista no quiere verlo subjetivamente como yo, en- 
tonces es su obligación explicarse a sí mismo las paradojas cuánticas, 
porque solamente son paradojas para un objetivista. Y, si es riguroso 
consigo mismo, como debe, no le valdrá que se le cuente, siguiendo a 
Bohr, que la física cuántica no es racional, porque lo es. La prueba 
de que la física cuántica es racional es que ha sido descubierta y está 
enunciada con medios exclusivamente racionales. ¿O es que, acaso, 
la física cuántica no es un producto de la razón? Lo repito, la física 
cuántica es racional, pero no es objetiva, sino subjetiva. 

§148 Una función de marionetas 

Ti • La objeción del materialista es legítima si se considera que la ma- 
teria y el espíritu son dos substancias absolutamente incomparables, 
como sostiene el dualismo. Porque si una substancia no tiene nada 
en común con la otra, entonces es imposible que puedan entrar en 
contacto y que una influya en la otra. Al menos es inimaginable. Por 
esta razón el dualismo es lógicamente inconsistente. Es lamentable 
que usted sea presa de tan absurda incoherencia, pero tenía que de- 
círselo. Además, no está usted solo, porque tengo bronca para todos; 
ahora voy a por los materialistas. 

12 • Ya que no es posible negar la evidencia — es evidente lo que se ve, 
lo obvio, lo perceptible, o sea, la materia — , la manera materialista 
de evitar explicar la dolosa interacción entre la materia y el espíritu 
consiste en negar el espíritu. Para el materialismo sólo existe lo que 
puede ser medido, que es la materia, y, lo que no se puede medir, ni 
existe ni puede influir en lo que existe. La conclusión materialista 
es impecable — si no hay espíritu, no hay interacción que explicar — 
pero sus consecuencias son extrañas: la libertad, la voluntad y la 
consciencia son ilusiones, no hay problemas sino que todo sigue su 
curso imperturbable, las palabras no hieren ni animan, y nadie es 



140 



culpable ni responsable de nada. Para el materialismo somos unos 
autómatas que vemos una función de marionetas manejadas por au- 
tómatas. ¿No es inquietante? 

H3 • Para mi es obvio que yo soy libre de escribir esto, u otra cosa, o 
ninguna. Es decir, me parece que los materialistas están negando una 
evidencia al no aceptar como verdad que 'somos libres'. Sin embargo, 
aquí hay un matiz que le conviene apreciar, por si alguna vez tiene 
que debatir seriamente con un materialista, así que le prevengo. Para 
el materialista la proposición 'somos libres' no es verdadera, pero 
tampoco es falsa. Esto no es tan extraño como puede parecer a 
primera vista. Por ejemplo, la paradoja 'esta frase es falsa' tampoco 
me parece a mi, y supongo que a usted tampoco, ni verdadera, ni 
falsa. Y lo mismo me ocurre con otras oraciones surrealistas como 'la 
luz, cuanto más larga es, más salada sabe', que tengo por absurda. 

14 • El caso es que los materialistas disponen de un método, ideado 
por Popper, para distinguir las proposiciones con sentido de las que 
no lo tienen. Para ellos, una proposición tiene sentido si y sólo si es 
falsable. Y una proposición es falsable si y sólo si existe un experi- 
mento físicamente realizable y un resultado posible de tal experimento 
que, de ocurrir, refute la proposición. Es un método genuinamente 
materialista, pues solamente deciden las pruebas medibles. 

15 • Y, a lo que iba, según este método la proposición 'somos libres' 
no tiene sentido. No tiene sentido porque no hay ningún experimento 
físico que pueda refutar ni la proposición 'somos libres' ni su contraria 
'no somos libres'. La cuestión es que, aun admitiendo que los resul- 
tados de algunas mediciones fueran impredeciblcs, como por ejemplo 
el destino aún no decidido de sus próximas vacaciones, eso no haría 
verdadera la proposición 'somos libres' por la sencilla razón de que 
cualquier dato impredecible puede atribuirse al azar o al desconoci- 
miento antes que a la libertad. Resulta entonces que ningún resultado 
de un experimento físico permite discriminar si lo que ocurre es que 
'somos libres' o, simplemente, que 'somos ignorantes'. En mi opinión 
somos libres e ignorantes, pero la conclusión materialista es que la 
proposición 'somos libres' no se puede falsar y, por consiguiente, no 
tiene sentido. 



141 



§149 Ni dos ni una, ninguna 

• Mi conclusión es que el objetivismo no combina bien ni con el 
materialismo ni con el dualismo. A estas alturas no creo que vaya 
a sorprenderle mi solución del problema: el subjetivismo. El sub- 
jetivismo termina a la baja con la discusión sobre el número de las 
substancias. No hay ni dos, como nos juran ustedes los dualistas, ni 
una, como nos garantizan los materialistas, porque hay cero substan- 
cias. No hay ninguna substancia, lo que hay es información. 



12 • La información unifica la materia y el espíritu. La materia y el 
espíritu son ambos información. Así la interacción entre la materia 
y el espíritu no es imposible, sino inevitable. Y se produce como nos 
enseñó Turing — ni GÓdel ni Church, Turing. 

§150 Viva la diferencia 

11 • Los lenguajes simbólicos son más expresivos que los semánticos 
y, sin embargo, no se puede distinguir por el comportamiento a un 
individuo simbólico de otro que no lo es. Recuerde que cualquier posi- 
ble jugada de ajedrez puede ser expresada en un lenguaje semántico, 
aunque tal lenguaje no permita expresar problemas ajedrecísticos. 
Por eso, no es posible discernir si detrás de una jugada de ajedrez 
hay un jugador simbólico o uno que no lo es. No hay ningún acto 
de un sujeto libre que sea perceptiblemente diferente de un acto que 
podría realizar un autómata lo suficientemente complejo. 

12 • Hay diferencias, sin embargo. Una diferencia es la consciencia. 
Pero la consciencia no se puede medir, ni percibir, aunque sí somos 
conscientes de nuestra consciencia. Otra diferencia es la libertad, pero 
tampoco se puede percibir, aunque seamos plenamente conscientes de 
ser libres y de actuar en libertad, ¿o no? El suicidio es otra diferencia 
más. Pero sin empatia es imposible distinguir matarse de suicidarse, 
y la propia empatia no se ve con los ojos. 

13 • La conclusión es sencilla: existen cosas que no son perceptibles 
pero que afectan. No pueden medirse, es decir, son etimológica y 
literalmente inmensas, y, no obstante, influyen en las medidas. Es el 
mundo sintáctico, la teoría. Así como hay sentidos que nos dejan ver 
el mundo perceptible real, hace falta un motor sintáctico para ver el 




142 



mundo teórico espiritual. Fue Turing, sobre los hombros de GÓdel, 
quien nos mostró como construir un motor sintáctico, es decir, quien 
demostró que la sintaxis puede tener efectos medibles. De este modo, 
TURING derribó el postulado materialista. Posiblemente sin quererlo, 
pero esa es otra historia. En cualquier caso, no es en la epífisis de 
Descartes, sino en el motor sintáctico de Turing, en donde la 
materia y el espíritu interactúan. 

H4 • Se lo explicaré de otra manera. Tanto la realidad como la teo- 
ría es información cuyo origen es el problema de la supervivencia. 
La distinción entre la información real y la información teórica es 
producto de la historia evolutiva, por lo que puede ser meramente 
circunstancial. Porque, aunque la teoría del problema establece una 
diferencia entre representar soluciones y representar resoluciones que 
explica la distinción entre la realidad y la teoría, es posible que la 
propia teoría del problema tenga la forma que tiene porque es un 
producto, también, de la evolución darviniana. 

15 • Sea circunstancial o bien fundada, para nosotros la distinción 
entre la realidad y la teoría está escrita en nuestros genes, por lo 
que no podemos evitarla. Aunque ambos sean información, podemos 
percibir una piedra pero no podemos percibir la libertad. Podemos, 
eso sí, ver la libertad introspectivamente en nosotros mismos y em- 
páticamente en los demás. 

§151 El relativismo 

%i ■ Mi manera de unificar la materia y el espíritu consiste en redu- 
cirlos ambos a información. Pero, como vimos casi al principio del 
libro, la información mide la incertidumbre despejada, de manera que 
la información depende del conocimiento previo del sujeto que recibe 
el dato y del uso que le dé. Recuerde que, como usted ya sabía que 
estaba lloviendo, oir la oración 'está lloviendo' no le aportó ninguna 
información meteorológica, cero bitios, o, mejor, prácticamente cero, 
mientras que para mi, ignorante del estado atmosférico, significó un 
bitio de información. Y acuérdese también de que, aunque no meteo- 
rológica, a usted el mensaje sí que le proporcionó información sobre 
la veracidad de la mensajera. Veo que este subjetivismo le inquieta. 
12 • Desgraciadamente, no puedo complacerle: mi teoría es una teoría 
subjetivista del sujeto. Pero, tal vez, le consuele saber que, contra- 
riamente al subjetivismo clásico de los sofistas, mi subjetivismo no 
es relativista. Cuando el sofista ProtÁGORAS declaraba perspicaz- 
mente que "el hombre es la medida de todas las cosas", SÓCRATES 



143 



se escandalizaba pensando en las consecuencias éticas de tal procla- 
ma. Según los sofistas, la verdad, el bien y la virtud eran asuntos de 
cada uno, de modo que la justicia, y el bien común sobre el que se 
sostiene, quedaban inhabilitados. SÓCRATES se dejó ajusticiar para 
mostrar cuanto le repugnaba el relativismo — 'todo es relativo' — de 
los sofistas. 

f 3 • Platón, que era un joven discípulo que asistió a su viejo maestro 
SÓCRATES cuando éste bebió la cicuta, quedó deslumhrado por tan 
bello y convincente gesto. Tanto que buscó absolutos mucho más 
allá de lo prudente. En mi opinión fue un error que, además, tuvo 
repercusiones muy duraderas. Por eso le dije, aun más al principio 
del libro, que no debemos tomar una postura epistemológica, esto es, 
relativa al origen del conocimiento, por razones éticas. De hacerlo 
repetiríamos la equivocación de SÓCRATES y Platón. 
14 • Si construyéramos la epistemología sobre la base de la ética, en- 
tonces todo el conocimiento quedaría viciado desde el principio. Es 
decir, no podríamos saber si nuestro conocimiento era verdadero, o 
simplemente era bueno, como consecuencia de nuestra ética. Y, en el 
caso del conocimiento ético, la situación sería paradójica como resul- 
tado de un círculo vicioso. ¿Cómo buscaríamos las verdades éticas, 
si hubiéramos basado la verdad en la ética? No podríamos, y la ética 
no sería racional. 

§152 El sermón 

Ki • De todos modos, si yo mantengo tan ufano mi opinión sobre la 
preeminencia del conocimiento verdadero sobre la buena acción es 
porque la ética que resulta de mi epistemología no es relativista. De 
ser de otro modo, seguramente también yo intentaría cualquier pirue- 
ta racional, por incoherente que fuera, que casara mi epistemología 
con mi ética. Por cierto, es muy divertido observar las acrobacias que 
tienen que realizar por este motivo los más sinceros y consecuentes 
de los materialistas, como Dennett. 

12 • Mi subjetivismo no es relativista porque, para mi, la vida es ab- 
soluta. Los sujetos individuales solamente somos una parte minúscula 
de la vida; usted y yo también. En concreto, nuestra especie homo 
sapiens, y con ella todo el género homo, podría extinguirse y la vida 
proseguiría. No somos imprescindibles; usted y yo, menos. 

13 • Sin embargo, los sujetos somos muy peculiares. Y nosotros somos 
aun más particulares porque nuestra especie es la única que alcan- 
za el nivel de sujeto; somos una especie singular. La libertad es la 



144 



peculiaridad del sujeto con más consecuencias eticas. Como sujetos 
vivos, interiorizamos la libertad del problema de la supervivencia y 
la gestionamos en la multitud de subproblemas que resultan de su 
resolución. Para mi, la vida es un problema genuino y absoluto — el 
problema de la supervivencia es el problema — y su libertad es con- 
secuentemente genuina y limitada. ¿Limitada? Sí, limitada por la 
condición del problema, que en este caso es desconocida porque el 
problema de la supervivencia es un problema aparente. No se con- 
funda, todo nuestro conocimiento es la expresión de la condición del 
problema del sujeto, que no es el problema de la supervivencia sino 
su interiorización. 

14 • Con esto quiero decir, sencillamente, que los sujetos somos libres. 
El futuro no está escrito, sino que es abierto. Podemos, y si no 
podremos, acabar con la vida toda, pero también podemos, y si no 
podremos, extenderla por todo el universo. No me gusta sermonear, 
así que me he limitado a reseñar los dos datos de la cuestión ética: 
que la vida es absoluta — nosotros no — y que nosotros somos libres 
tanto para beneficiar como para perjudicar a la vida. Le doy una 
pista, aunque ya sé que no la necesita: si dañamos a la vida, nos 
herimos a nosotros mismos. 

§153 Non plus ultra 

11 • Si la vida es absoluta, se preguntará usted cómo es que podemos, 
o podremos, terminar con ella. Simétricamente querrá saber cómo 
pudo aparecer la vida de la no vida. 

12 • Me ha pillado. La verdad es que no sé si seremos capaces de 
terminar con toda la vida, o no. Y, siendo la evolución darviniana 
un conocedor combinatorio, es imaginable que antes hubiera otros 
procesos más sencillos, pero sobre el origen mismo de la vida nada 
cierto puedo añadir. Es decir, podría contarle mis fantasías, pero 
sería confundirle, así que cada cual con las suyas. 

13 • Siento defraudarle, pero mi teoría no lo explica todo. La vida 
es absoluta y, en consecuencia, el conocimiento es relativo. Toda la 
información que captamos se refiere a la resolución del problema de 
la supervivencia, y el conocimiento, que es la información acumulada, 
ordenada y comprimida, es la mejor herramienta que tenemos para 
resolverlo. El conocimiento es una herramienta de supervivencia. 

14 • La ley de la información incesante es otra manera de decir que el 
problema de la supervivencia es aparente, de manera que no es posible 
cerrarlo definitivamente, y que la vida, la libertad, la información y 



145 



el tiempo están ligados inextricablemente. Ahora viene la prueba de 
si está usted adquiriendo una sensibilidad subjetiva o no. Dígame 
la verdad, sí o no, ¿a que a usted le parece harto improbable que 
antes de la vida no hubiera tiempo? Si le parece, no improbable, sino 
aberrante la mera consideración de semejante posibilidad, entonces 
es que no he conseguido atraerle al subjetivismo. La cuestión es que 
el tiempo, tal como nosotros lo entendemos, es un concepto que tiene 
el propósito final de facilitar nuestra supervivencia. Preguntarse si 
el tiempo, purificado y desembarazado de ese propósito utilitario, 
podría mantener o no alguno de sus rasgos es pura conjetura. 
15 • Reconozco que es interesante hacerse preguntas, e incluso inevi- 
table, ya que somos inquisitivos por diseño. Por eso es conveniente 
saber hasta dónde es razonable contestarlas y no ir más alia — en latín 
es el non plus ultra de las columnas de Hércules; otra vez Hércules y 
sus columnas. Se lo repito, explicamos para vivir, pero vivir no tiene 
explicación. 

§154 La materia 

ti • Estoy refutando las dos variedades del objetivismo: el dualismo 
y el materialismo. El dualismo fracasa porque es incapaz de ligar el 
espíritu con la materia. El materialismo falla porque, al despreciar la 
libertad y la consciencia, es más restrictivo de lo necesario. El sub- 
jetivismo tampoco es completo — no explica la vida, como acabamos 
de ver — pero abarca más que el materialismo. Esto es lo que quiero 
demostrarle ahora. 

%2. ■ Para el materialismo lo absoluto es la materia. Esto significa 
que en el materialismo objetivista lo más básico, lo primero, es la 
ontología, que trata de los objetos materiales. Estos objetos, que 
existen absolutamente, generan datos en todo instante, el sujeto capta 
parte de esos datos y de esta manera alcanza el conocimiento de 
los objetos. Según la epistemología objetivista, los sujetos intentan 
reproducir fielmente en su interior los objetos que existen fuera, y 
la verdad es la igualdad entre la reproducción interior y el objeto 
exterior. 

13 • El positivismo, que viene a ser el desarrollo científico del credo 
materialista y objetivista, ensancha el concepto de materia, que mer- 
ced a la teoría de la relatividad de Einstein se iguala a la energía, 
y postula que ha de haber una cadena causal de fenómenos físicos 
que enlace el objeto externo con la representación interna. Todos los 



146 



fenómenos de la cadena son físicos, de manera que son todos ellos 
medibles y, por consiguiente, asequibles a la ciencia positiva. 

• Atento ahora, porque voy a relacionar el conocimiento positivo, 
esto es, el conocimiento obtenido por la ciencia objetivista y ma- 
terialista, con mi punto de vista subjetivo. Desde la interpretación 
positiva, lo que yo llamo objeto es la representación mental del objeto 
material, y la realidad subjetivista es la representación mental de la 
realidad exterior. Como, incluso desde la interpretación objetivista, 
hay que reconocer que nuestro pensamiento sólo tiene acceso a las re- 
presentaciones mentales, resulta que el objeto material y la realidad 
exterior son referencias indirectas. Esto significa que, todavía desde 
la interpretación positivista, la ciencia positiva se refiere indirecta- 
mente a la realidad exterior objetivista, y directamente a la realidad 
subjetivista. 

f 5 • La conclusión del razonamiento anterior es muy importante por- 
que satisface un requisito que nos habíamos impuesto al comenzar 
esta nuestra tarea filosófica, y porque transfiere a nuestro subjetivis- 
mo cada uno de los abundantísimos argumentos que el positivismo 
tiene a su favor. La conclusión es que en el subjetivismo cabe toda 
la ciencia positiva, incluso mejor que en el propio positivismo. Cabe 
toda y mejor. 

H6 • Cambia, eso sí, el punto de vista. Las leyes de la naturaleza no 
describen los cambios que acaecen en el exterior, ni sirven para prede- 
cir el futuro estado de los objetos externos, como dice el positivismo. 
Para el subjetivismo, las leyes de la naturaleza describen como varía 
nuestro conocimiento sobre el exterior, y nos permiten predecir las 
mediciones futuras. 

• Aunque no haya cosas reales ahí fuera, la ciencia positiva sirve 
para explicar nuestra percepción del entorno y adelantar sus reaccio- 
nes. La ciencia positiva es útil porque amplifica, refina y explica lo 
percibido, aunque sólo lo percibido. 

§155 La metaparadoja 

Ki • El materialismo es consistente, aunque con reparos; veámoslo 
con más detalle. El sujeto materialista es incapaz de alcanzar todos 
los datos generados por todos los objetos del universo, de modo que 
desconoce necesariamente la mayor parte de lo que sucede. La igno- 
rancia del sujeto materialista es esencial, en este caso por el necesario 



147 



desconocimiento del sujeto, que tiene una capacidad limitada. Tam- 
poco niega el materialismo la aleatoriedad, a la que recurre cuando 
necesita explicar las probabilidades esenciales de la física cuántica. 
%2 ■ Las fuentes de la probabilidad sirven para distinguir la posición 
epistemológica de cada cual. Descontando el desconocimiento, que 
todos tenemos que aceptar humildemente, las diferencias las hace el 
azar y la libertad. Ustedes los dualistas aceptan ambas: azar y liber- 
tad. Ellos los materialistas aceptan el azar pero rechazan la libertad. 
Justo lo contrario que nosotros los subjetivistas, que rechazamos el 
azar y aceptamos la libertad. Hay, por último, un grupo de materia- 
listas radicales, denominados deterministas, que únicamente aceptan 
el desconocimiento como fuente de indeterminación. 



Probabilidad 


Azar 


Ignorancia 


Libertad 


Dualismo 


SÍ 


SÍ 


SÍ 


Materialismo 


SÍ 


SÍ 


NO 


Subjetivismo 


NO 


SÍ 


SÍ 


Determinismo 


NO 


SÍ 


NO 



13 • Los contenidos de la teoría materialista son consistentes, ya que 
no existe contradicción entre ellos. Pero el materialismo es defectuoso 
porque, para asegurarse su propia consistencia, se limita en exceso. 
Le sonará ya repetido que el materialismo excluye todo lo espiritual 
y teórico. Se lo repito porque, en este punto, acontece una meta- 
paradoja que se refiere a la propia teoría materialista. Ocurre que el 
materialismo, al rechazar las teorías, compromete la situación de la 
propia teoría materialista, que queda en precario. 

§156 La verdad 

%i • Y un fallo de la teoría objetivista atañe a la verdad de sus enun- 
ciados. Recuerde que, según la doctrina objetivista, la verdad es la 
igualdad del objeto material exterior con su reproducción interna. 
Es decir, si el objeto interior es igual al objeto exterior, entonces el 
conocimiento representado por el objeto interior es verdadero. La 
cuestión es cómo podría verificarse que la igualdad se satisface. Pa- 
ra comprobar la igualdad habría que acceder a ambos términos, al 
objeto interno y al objeto externo, y entonces compararlos. Pero es- 
to es imposible, porque el objeto externo es el Noumenon ignoto c 
inaccesible de Kant. Resumo: la verdad objetivista es inverificable, 



148 



porque es una comparación y uno de los términos es inalcanzable. 
¿De qué vale una verdad inverificablc? 

12 • La verdad de Tarski es una operación de desentrecomillado 

'La nieve es blanca' es verdad si y sólo si la nieve es blanca 

que recuerda a los lógicos que la verdad de una oración depende de si 
ésta se corresponde o no con la realidad. En general, se supone que 
la realidad es la realidad material exterior, y entonces es meramente 
una definición técnica de la verdad materialista. 

13 • Pero, si se interpreta subjetivamente la realidad, entonces me 
vale. Lo que quiero decir es que, si se entiende que la realidad es el 
modelo del exterior que nos presenta nuestro aparato perceptivo, o 
sea, según nuestra terminología, el mundo exclusivamente semántico, 
entonces la verdad de una expresión sintáctica consiste en que descri- 
ba fielmente la representación semántica. La verdad es la adecuación 
fiel de la sintaxis a la semántica. 

14 • Quiero que vea ahora algunas características de mi versión de 
la verdad, por si decidiera usted que le interesa adherirse a ella. La 
verdad no es absoluta, porque depende del sujeto. Pero, sin embargo, 
no depende de la voluntad, porque la percepción es un mecanismo 
que viene especificado en los genes y sobre el que no tenemos control 
voluntario alguno. Vemos blanca la nieve, sin elección. Así que 'la 
nieve es blanca' es una verdad firme, y que puede verificarse; basta 
mirar. Un punto para mi. 

15 • Mi verdad puede generalizarse para admitir como verdadera la 
oración 'los unicornios no existen'. Para conseguirlo hemos de susti- 
tuir la representación exclusivamente semántica, esto es, puramente 
perceptiva, por el conjunto completo de mis creencias, que es mi 
mundo entero, y que incluye, tanto la realidad que percibo, como las 
teorías que creo que son verdaderas. Esta verdad es más general pero 
también más débil que la anterior, ya que algunos afirmarían que la 
oración 'somos libres' es verdadera, y otros que no lo es. Lo que pasa 
es que, de hecho, es exactamente así como sucede, de manera que mi 
definición de verdad se ajusta a su uso. Otro punto para mi — gano 
dos a cero — y yo mismo pito el final del partido. 



149 



§157 El subjetivismo 

Ki • Ahora que ya me sé ganador, le contaré un secreto. Para algunos 
mi subjetivismo es sólo medio subjetivismo porque reconozco que hay 
algo extra-subjetivo en la piedra que veo. La piedra está en parte 
fuera de mi y en parte dentro de mi. La piedra no está fuera, aunque 
haya algo fuera y otro algo dentro que hace que usted y yo veamos la 
misma piedra. No habría piedra sin sujeto, ya que lo extra-subjetivo, 
aunque es necesario, no es suficiente. Y, además, de las dos partes 
de la piedra, la única que conozco es la subjetiva. Por esto, aparte 
de reconocer que la piedra tiene un ingrediente extra-subjetivo, poco 
más puede decirse de tal componente. Porque, repito, todo lo que el 
sujeto sabe de la piedra es subjetivo. 

1¡2. ■ Un error frecuente entre quienes intentan acercarse al subjetivis- 
mo es creer que existe una relación de uno a uno entre los objetos y 
los Noumena. No, esto sería objetivizar el exterior, parcelándolo y 
segmentándolo, y la partición es un artefacto perceptivo que compri- 
me y altera lo que percibimos. Quizás nuestra mejor aproximación 
consista en suponer que el exterior es un todo único interrelacionado, 
pero, aun así, es un apaño que solamente nos sirve como sucedáneo. 

13 • No es verdad, entonces, que los subjetivistas sostengamos que 
no existiría nada exterior si no hubiera sujetos. Quien tal cree iguala 
exterior a realidad, de modo que cuando oye a un subjeti vista afir- 
mar que 'la realidad es subjetiva' interpreta que está diciendo que 'el 
exterior es subjetivo'. Pero, el exterior no es subjetivo, sino que, muy 
al contrario, lo exterior es lo que no es sujeto. 

14 • Yo, que me tengo por un subjetivista, y no por medio, sí que creo 
que hay un exterior que es independiente de los sujetos, pero, como 
mucho, puedo conceder que es como un todo. Lo que intento hacerle 
comprender es que conviene ser muy precavido al hablar sobre como 
es el exterior. Porque yo estoy convencido de que nuestro modelo 
del exterior, que es lo que habitualmente se conoce como realidad, 
introduce muchos artefactos, aunque nos sea muy útil para esquivar 
las piedras que nos lanzan. La distorsión más notable, porque es la 
primera y más desvirtuadora, es la objetivación de lo exterior; las 
líneas son artefactos de la percepción. Por eso, la parcelación del 
exterior en objetos es una simplificación, seguramente necesaria para 
reducir su complejidad, pero que es seguro que lo altera. 



150 



§158 Tres citas 

11 • Que el exterior sea independiente de los sujetos no implica, pues, 
que "el sol y los planetas y las montañas de la tierra" sean indepen- 
dientes de los sujetos. El sol es parte de la realidad y, como la piedra, 
tiene un componente exterior, necesario, pero insuficiente. Así de 
fácil se explica que "el sol y los planetas y las montañas de la tierra" 
dependan del sujeto que los percibe. La cita es de Stroud, concre- 
tamente de un pasaje en el que confiesa no entender a Kant; yo se 
lo estoy explicando. 

12 • Otra cita que viene al caso se debe a Einstein. Debe de ser ma- 
ravilloso componer una teoría matemática abstrusa, aunque basada 
en sólidos razonamientos físicos, como la teoría de la relatividad, y 
comprobar que sus predicciones se cumplen puntualmente. Por eso 
se entiende que Einstein se inspirase en Kant para escribir que "el 
hecho de que el mundo de nuestras experiencias sensibles sea com- 
prensible es un milagro". Pero no es un milagro, sino la explicación 
de cómo percibimos el mundo. La realidad es la sensación ordenada y 
comprimida, o sea, comprendida. Comprimir y comprender son más 
sinónimos de lo que creen algunos. 

13 • La tercera cita a propósito de Kant y el subjetivismo aborda la 
misma idea, pero por su flanco sintáctico. Es del mejor Wittgens- 
TEIN, y dice que 

"nada ilógico puede ser pensado". 

La explicación subjetiva de esta sentencia ya debería serle fácil. La 
lógica no es algo extra-subjetivo, sino una manera ordenada y com- 
primida de expresar el funcionamiento de la razón, que es un motor 
sintáctico. Como todos los pensamientos del sujeto, sin excepciones, 
son productos de su razón, resulta que cualquier cosa que pueda pen- 
sar un sujeto se ajusta necesariamente a la estructura impuesta por 
el motor sintáctico que la generó. Para mi, entonces, esto no es más 
que una tautología que, a modo de parodia, queda: 

'nada inimaginable puede ser imaginado'. 



151 



§159 La sima 

11 • Empezamos este libro buscando grietas en el templo del saber 
y hemos descubierto que el edificio está partido por la mitad, así 
que hay, a día de hoy, dos cuerpos de conocimiento completamente 
separados: ciencias (números) y artes (letras). Buscábamos fisuras y 
encontramos una sima. La situación es precaria y urge construir un 
nuevo edificio para reunir en él, de nuevo, la materia con el espíritu, 
la realidad con la teoría, y lo que se ve con lo que se dice. 

12 • Buscando las grietas nos hemos percatado de su origen. Al con- 
gelarse, el agua aumenta de volumen, de manera que si primero se 
infiltra líquida y después se hiela, actúa como una cuña y puede cau- 
sar el agrietamiento de las rocas más duras. No se me asuste; el 
agua no es la causa del resquebrajamiento del saber, y simplemente 
nos servirá como inspiración. Al investigar los vicios del objetivismo, 
observamos que su pecado consiste en cristalizar como sustancia los 
objetos, que no son más, ni menos, que fluida información. 

13 • El materialismo encuentra las dos fracciones del edificio y toma 
partido: una parte le vale y la otra no. Postula que sólo vale la parte 
mensurable; el materialismo niega la inmensidad. El materialismo 
afirma que el espíritu no puede influir en la materia, porque supone 
que son de tan distinta naturaleza, uno ficticio y la otra real, que es 
insensato intentar cualquier aproximación entre ellos. 

14 • El razonamiento materialista se desmorona en cuanto se demues- 
tra que ambos, teoría y realidad, son información. Nuestra propuesta 
es que el origen de toda la información es el problema aparente de la 
supervivencia. La vida explica entonces la materia y el espíritu, la 
realidad y la teoría, y lo que se ve y lo que se dice. 

§160 Todo son datos 

11 • Después de haberse leído todas mis alocadas ideas sobre los asun- 
tos más inverosímiles, se merece usted un resumen. ¡Qué menos! La- 
mentablemente, que usted se lo merezca, no me dota a mi de recursos 
extraordinarios, de modo que tendré que valerme de mis capacidades 
habituales, que, por desgracia, no aseguran el éxito de la empresa. 
Eso sí, le prometo intentarlo. 

12 • Si quiere usted quedarse con un único concepto, uno solo, éste es 
el de 'subjetivismo'. No lo hubiera creído, si no fuera porque acabo 
de hacerlo: he resumido todo el libro en una única palabra. A lo que 
iba, el subjetivismo consiste en distinguir la realidad del exterior. Y, 
aunque parece fácil, no debe de serlo, porque casi nadie me entiende. 



152 



Hay algo fuera, pero no es la realidad. Lo que hay dentro y fuera es 
información, o, más precisamente, datos: todo son datos. 

113 • La información contenida en un dato depende de cuanto contra- 
diga dicho dato el conocimiento vigente del sujeto que lo recibe. Si el 
dato se ajustara exactamente a lo que el sujeto preveía, y además lo 
tuviera por absolutamente cierto y completamente indudable, enton- 
ces la cantidad de información que contendría el dato sería nula, cero, 
porque el sujeto no tendría que añadir ningún conocimiento adicional 
al que ya tenía. Lo que pasa es que esto es imposible, porque lo único 
que es absolutamente indubitable para un sujeto es su propio pensar. 
Por esto, según la ley de la información incesante, un dato siempre 
aporta información al sujeto que lo recibe. 

114 • La ley de la información incesante le asegura al sujeto una lluvia 
pertinaz de información que lo inundará si no pone algún remedio. Si 
no comprime la información, ésta le desbordará. El conocimiento es 
la información acumulada, ordenada y comprimida. La percepción 
es el primero de los procesos de compresión que toma información 
y produce conocimiento. El conocimiento perceptible es la realidad. 
Los sujetos disponemos, además, de un motor sintáctico, así que tam- 
bién producimos conocimiento teórico. Los sujetos disponemos de un 
doble compresor. 

K5 • La distinción entre la información perceptiva y la información 
teórica es seguramente contingente, ya que se debe a una razón de 
diseño evolutivo, y la evolución darviniana es oportunista. Entonces, 
aunque nosotros no podamos, por diseño y construcción, percibir los 
conceptos teóricos, esto no implica que la realidad sea mejor que la 
teoría. Y mucho menos, como proponen los materialistas, que haya 
de rechazarse todo lo espiritual. Porque, si yo estoy en lo cierto, para 
entender lo que es un sujeto, la realidad es insuficiente — no basta 
percibir — y es necesaria la teoría — hay que pensar. Y nosotros 
somos sujetos vivos; usted y yo incluidos. 

1|6 • Recuerde mi propuesta. La vida es el problema, y cada ser vivo 
es un resolutor del problema de la supervivencia. Solamente los suje- 
tos, que disponemos de un motor sintáctico, podemos representarnos 
problemas y resoluciones, y por esto sólo los sujetos somos conscien- 
tes de que el mundo es enigmático y nosotros resolutivos. Nuestra 
naturaleza es resolutiva, y la del mundo es problemática. Así que el 
mundo no es una máquina enorme, como creen los materialistas, sino 
un enigma inmenso. 



153 



§161 Amén 

%i ■ Estamos terminando, y antiguamente ningún libro de filosofía 
podía omitir una prueba, al menos, de la existencia de Dios. Des- 
cartes, por ejemplo, se aprovechó de una aporía para fundar la suya. 
Observó atinadamente que es lógicamente imposible que algo finito 
comprenda algo infinito, porque no cabe. Y, sin embargo, nosotros 
somos finitos y comprendemos el infinito. Para Descartes la resolu- 
ción del enigma es fácil: Dios es todopoderoso c infinito y quiere que 
nosotros lo conozcamos. Pero a mi, desgraciadamente, no me vale su 
prueba, porque prefiero una explicación más terrena: comprender el 
infinito es entender que la serie 1, 2, 3, 4, ... no finaliza, ¡sin tener 
que seguirla hasta el final! O es captar que 'esta frase es falsa' es una 
paradoja, en vez de quedarse para siempre atrapado en un círculo 
vicioso. Así que, rechazada la del maestro, se impone que le presente 
mi prueba irrefutable de la existencia de Dios. 

12 • Sólo hay dos posibilidades: que usted lo sepa todo, o que usted 
no lo sepa todo. Estudiemos cada uno de los casos, empezando por 
el fácil. Si usted lo sabe todo, entonces usted es Dios y, en este caso, 
queda demostrada la existencia de Dios. Nos toca ahora examinar el 
otro caso. Si usted no lo sabe todo, entonces eso que usted no sabe 
es Dios. Sospecho que usted podría replicar que eso que usted no 
sabe podría ser cualquier otra cosa. Pero no debe hacerlo, porque, y 
este es el meollo de la demostración, lo que usted no sabe no puede 
servirle para argumentar cosa alguna, porque su argumento estaría 
hueco, vacío y sería absurdo. Y, como usted no puede refutarla, mi 
prueba es irrefutable. 

13 • Lo curioso de esta demostración es que le resulta más útil a un 
ateo que a un creyente. Porque un creyente necesita información 
positiva sobre Dios, así que su Dios no puede ser inefable. 

14 • Si sólo lee lo que está escrito, le parecerá que soy un blasfemo. 
Aunque seguramente podría haberlo expresado de un modo menos 
crudo, o sea, más cocinado, si relaciona la prueba con el resto de 
la teoría de la información, se percatará de que es una consecuencia 
lógica de ella. Porque todo nuestro conocimiento tiene, en último 
termino, un valor utilitario; el conocimiento es una herramienta de 
supervivencia. De esta observación sobre la naturaleza utilitaria de 
todo nuestro conocimiento se sigue que, si Dios es algo más que una 
herramienta de autoayuda, entonces no puede estar en lo que cono- 
cemos, y, por consiguiente, sólo puede estar en lo que no conocemos. 



154 



15 • Dése cuenta de que si yo niego que haya piedras fuera, si le digo 
que no podemos saber qué hay fuera, mucho menos le voy a poder 
decir qué quiere Dios, o cómo es Dios, o incluso si hay Dios o no. A 
cambio, me voy a permitir darle un consejo: no crea a quien le diga 
que sabe lo que quiere Dios. Amén. 

§162 Quod erat demonstrandum 

11 • Al principio del libro le prometí que, al finalizarlo, sería usted 
filósofo, y ya estamos en la última sección. Así que llega el momento 
de comprobar si usted es, o no es, filósofo. 

12 • A lo largo del libro he ido escribiendo varias definiciones de fi- 
lósofo. Son mis interpretaciones personales, y no sería justo que las 
utilizase para esta prueba definitiva, que debería ser imparcial. Así 
que, para dar el veredicto final, usaré la definición etimológica. 

13 • La palabra 'filosofía' viene, como no, del griego. Conjunta dos 
ideas: 'filo', que es antónima de 'fobia', y que significa 'amor' o 'que- 
rencia'; y 'sofía', que es 'saber' o 'conocimiento'. Así que un filósofo 
es quien ama la sabiduría, es quien quiere saber, o sea, que un filósofo 
es, ni mas ni menos, que una persona curiosa. 

Filósofo = Persona curiosa 

14 • Una 'persona curiosa' es tanto una persona que tiene curiosidad, 
como una persona que despierta la curiosidad. También puede en- 
tenderse que es una persona aseada, pero esta tercera acepción sí que 
no nos cuadra a los filósofos. 

15 • De estas definiciones se sigue que hemos de distinguir al sabio, 
que es quien sabe, del filósofo, que es quien quiere saber. Podemos 
admitir que hay una relación entre saber y querer saber, pero es claro 
que no son lo mismo. Es decir, un sabio ha de ser filósofo, pero un 
filósofo no tiene que ser sabio. 

16 • De modo que, si ha tenido usted la curiosidad suficiente para 
haber leído hasta aquí, es que es usted una persona curiosa. Y en 
conclusión, y como queríamos demostrar, ¡usted es un filósofo! 

Fin 



155 



índice alfabético 



abogada, vea también Piripili, 

7, 33-34 
abuelo, 7, 37, 48 
acreción, 121-123, 136, 140 
acto, 30, 51, 54, 64 
actualidad, 59 

adaptador, 105-107, 109, 119 
adjetivo, 57, 61, 79, 139 
advertencia, 14 
ajedrez, 62-63, 65, 68, 142 
aleatoriedad, vea azar 
álgebra de Boole, 71 
algoritmo, 65, 72, 95, 97-98, 

125, 131 
alimento, 30, 103 
alma, 25 
análisis, 128 

sintáctico, 100, 120 
analogía, vea también traslación, 

73, 80, 106 
aniquilación, 72, 76, 82 
apariencia, 8, 11 
aporía, 9, 15-16, 21, 42, 51, 64, 

66, 112, 126, 154 
aprendiz, 106-107, 109, 119, 125 
árbol, 11, 23, 86, 88 

de resolución, 86, 103 
Aristóteles, 14, 29-31, 51-52, 

64, 70-71 
aritmética, 72, 96, 131 
arte, 8, 152 
ASCII, 17 
asesinato, 12, 124 
Asimov, 123 



atajo, 9 

atención, 59, 114, 121 
ateo, 154 
átomo, 23, 40 
atractor depresivo, 109 
autoayuda, Dios como, 154 
autobiografía, 118, 132, 135 
autoconsciencia, 110, 133 
autómata, 138, 141 

finito, 90, 92-94, 98 
autoridad, 11 
axioma, 96 

azar, 38, 41, 46, 49, 141, 148 

BlCKERTON, 120 

biografía, 118 
biología, 26, 29-30, 70 
bitio, 16, 33, 69, 74, 76, 143 
bitmap, 16 
blasfemia, 154 
Bohr, 40-41, 95, 140 
bomba atómica, 13 
Boole, 71 
bosque, 11, 23, 86 
caballo, 57, 61, 63, 77 
cadáver, 30, 52 
cadena trófica, 123 
calculadora, 56, 92, 120 
cálculo A (lambda), 89, 97, 102, 
111 

Calderón, 118 
calor, 31 

cámara fotográfica, 15, 18, 67 
cambio, 44 
campana, 58 



156 



campeón del mundo, 65 
Camus, 109 

caricatura, 14-15, 18, 52-54 
caridad, 29 

castellano, 58, 63, 77, 88, 133 
categorías, 25, 110 
causa, 24-25, 35, 92 
célula, 23 
cerco, vea límite 
certeza, 33, 153 
chimpancé, vea también mono, 
59 

Chomsky, 88, 100-101, 103, 
120 

Church, 88-89, 95-98, 101, 
103, 111, 130-131, 142 

ciencia, 8, 11-14, 24, 28-30, 
37-40, 47-48, 52, 57, 92, 
147, 152 

círculo vicioso, 25, 78, 99, 144 

código máquina, 98 

color, 16 

columnas de Hércules, 146 
combustión, 123 
complejidad, 120 
comportamiento, 90, 92, 

104-105, 109, 123, 125, 134 
comprender, 25, 151 
comprimir, 23, 28, 44, 115, 130, 

132, 145, 150-151, 153 
compromiso, 7 
computabilidad, 90 
computadora, 13, 16, 95, 97-99, 

103, 122 
comunicación, 27, 70 
condición, 71-74, 78-81, 83-85, 

89, 104, 127-129, 145 
de recursividad, 102 
condicional, 84, 89 



conjunción, 71, 126-128 
copulativa, 126 

conjuntivitis, 127 

conocedor, 108-109, 118-120, 
125-126, 145 
emocional o emotivo, 109, 122 

conocimiento, 8-11, 13, 21-22, 
25-28, 31, 34, 38, 45-46, 49, 
54, 70, 124, 126-127, 132, 
134, 143-146, 153-155 
matemático, 131 

consciencia, 68, 88, 110-116, 
118-119, 121, 123-124, 133, 
142, 146 

consejo, 155 

conspiración, 8 

contornos subjetivos, 18, 24 

control, 121, 123 

copiar, 64, 68 

coraje, 9 

Coruña, (L)A, 33, 35, 127, 129 
cosa, 116 

cuatro condiciones, 102, 111 
cuerpo, 60, 105-106 
cuestión, 73, 125 
cuevas de Altamira, 66 
culpa, 12 
cumplimiento, 71 
curiosidad, 43, 155 
dado, 35, 38, 40 
Darwin, 12, 28-30, 70, 103 
dato, 36, 41-42, 47, 128, 143, 
153 

Dawkins, 13 
decir, vea habla 
délfico, mandato, 133 
demencia, 122 
demonio, 32, 135 
Dennett, 144 
derechos de autor, 7 



157 



Descartes, 11, 14, 27, 43, 51, 

139, 143, 154 
desconocimiento, 38, 41-42, 44, 

46, 49, 141, 148 
dcsentrccomillado, 149 
deseo, 59, 69 
desorden, 31-32 
despacho, 121 
despertar, 113, 118 
destructivo, 10 
determinismo, 36, 148 
Dewey, 70 
diacrónico, 31, 66, 136 
dibujo, 15-17, 20-21, 66, 68 
diccionario, 78, 82, 88-89 
difícil, 15, 57 
Dios, 12, 39, 135, 154-155 
diseño, 29, 60, 64-65, 104-106, 

125 

disyunción, 71, 127 
división, 55-56, 122, 131 
doble compresor, 153 
dolor, 60, 138 

dualismo, 139-140, 142, 146, 
148 

duda, 11, 55, 125, 153 
economía cognitiva, 17, 44, 127, 
130 

ecuación de Schródinger, 40 
edificio, 8 
egoísmo, 13 

Einstein, 28, 39-41, 43, 46, 

53-54, 95, 146, 151 
emoción, vea sentimiento 
empatia, 68, 110, 117, 133, 142 
empirismo, 70 
empresa, 121 
energía, 28-29, 31, 69, 146 
enigma, 122, 125, 133, 153 
entorno, 106-107, 109, 147 



entrecomillado, 87, 89, 99 
entropía, 31, 33, 39, 43 
envejecimiento, 136 
epífisis, 139 

epistemología, 8, 14, 103, 144, 
146 

tarea innecesaria, 9 

revoluciones, 101 
error, 9, 105, 107 

de Descartes, 11 
escepticismo, 40 
escondite ingles, 41 
escritura, 116 

defensiva, 34 
espacio, 44, 46, 56, 92 
especie, 30, 66-68, 136-137 
espejo, 115 

espíritu, 11, 51, 139, 142, 146, 
152 

estadística, 35-36, 38 
estado, 91 
estoicismo, 69 
estructura, 8-9 
ética, 12-13, 144-145 
evolución, 12, 28-30, 60, 70, 76, 

104, 108, 110-111, 115, 119, 

134, 136-137, 143, 145, 153 
resolutiva, 119 
examen, 82 
experimento, 11, 25 
explicación, 38, 52, 61 
expresión, 89-90 
abierta, 79 
sintáctica, 87 
exterior, 22, 24, 26-27, 43, 53, 

55-56, 60, 68, 107, 109, 117, 

147, 149-152 
fácil, 15, 17, 56 
falsable, 141 
fama, 135 



158 



familia, 137 
faro, 127-128 
fatalismo, 71 
felicidad, 43, 60, 69, 126 
filosofía, 8, 11, 14, 29-30, 70, 
154-155 

filósofo, 7-10, 18-19, 24-25, 29, 

37, 40, 43, 66, 134, 155 
finito, 154 

física, 31, 39-40, 42, 54, 61, 70, 
95, 101, 132, 140 
cuántica, 39-42, 95, 101, 140 
flecha del tiempo, 47, 49 
fondo, 20 
forma, 30 

fotografía, 16-17, 20-21, 115 
frase, 89 

frecuencia, 35-36, 38 
Freud, 118 
frontera, vea límite 
fuerza, 12 

función, 79, 82, 84-86, 90 

recursiva, 90 
futuro, 25, 47-50, 61, 145 
Galicia, 128 
gallego, 93, 133 
gas, 32, 39 

gato de Schródinger, 46 
genes, 13, 31, 104, 143, 149 
glándula pineal, 139 
gloria, 135 

gobernador, 73, 105, 108 
gobierno, 122 

Gódel, 95-96, 98-99, 101, 110, 

130-131, 142-143 
gráfico vectorial, 16-17 
gramática universal, 101 
griego, 155 

grieta, 9-10, 45, 51, 112, 152 
guerra, 12, 124, 139 



habilidad manual, 15 
habla, 11, 52, 57, 67, 112, 

118-119, 133, 152 
hambre, 29, 60, 108 
Hamlet, 78 
Hawking, 132 
hecho, 111 
Hegel, 28 
Heidegger, 28 
Heisenberg, 95 
HerÁclito, 33, 44 
herramienta, 125 
Hilbert, 96, 101, 130 
hipótesis, 99, 111 
historia, 118, 130-131 
homicidio, 124 

homo sapiens, 30, 66, 101, 110, 

133, 144 
homúnculo, 115, 123 
hormigas, 134 
Hume, 24-25 
Husserl, 28 
idioma, 88, 103 
iglesia, 137 

ignorancia, 38, 46, 49, 147 
ilusión, 56, 78 

óptica, 18-19 
imagen, 15-17, 20 

mental, 68 
imaginación, 61, 75, 103, 111, 
151 

imitar, 64, 68 
imparificador, 91 
imperceptible, 56 
imperio, 100 
impresionista, 15 
incertidumbre, 33, 38, 46, 

49-50, 76, 143 
incógnita, 79 
inconsciente, 118 



159 



indecible, 99 
indecidible, 96 
indefinible, 99 
indeterminación, 46, 49, 72 
índice alfabético, 125 
indio, 57, 61 
inducción, 25 
inferencia, 31 
infinito, 99, 154 
información, 13, 16, 22, 24, 26, 
28-34, 43-45, 49-51, 68-70, 
74-76, 103, 107, 115, 121, 
126, 130, 132-134, 142-143, 
145, 152-154 

perceptiva, 153 

teórica, 153 
ingeniería, 54, 56, 82, 106, 117 
inglés, 58, 88, 133 
inimaginable, vea imaginación 
inmensidad, 142, 152 
inmortalidad, 136-137 
inquisidor, 110, 122, 124, 129 
instinto, 25 

de supervivencia, 136-137 

sexual, 124 

territorial, 124 
insultos, 138 
inteligencia, 108 

emocional, 108 
interacción, 139, 142 
interferencia, 17, 67 
inter-piedra, 21-22 
interpretación subjetivista, 45 
introspección, 68, 76, 88, 

116-117, 119 
isótropo, 92 
japonés, 58, 133 
jerga, 31 
juego, 135 
justicia, 12, 144 



Kant, 24-25, 28, 43, 126, 148, 
151 

Kauffmann, 50 
Kleene, 95, 101 
Klir, 74 
Kuhn, 54 

La Coruña, 33, 35, 127, 129 
Lakatos, 111 
lambda (A), 84, 89 
lectura rápida, 101 
lenguaje, 54, 57, 62 
fenoménico, 61 
semántico, 58-62, 64-65, 
68-69, 72, 76-77, 81-82, 
102, 107, 125, 142 
simbólico, 58-59, 64, 
67-68, 76-77, 88, 101-102, 
110-112, 114-116, 120, 133, 
142 
león, 59 

Leonardo da Vinci, 65 
ley, 11-12, 25-26, 37-38, 49, 
53-54, 132, 147 
causal, 37-38, 48 
cuántica, 46 
de la gravedad, 53 
de la información creciente, 

50, 69, 74, 106, 133 
de la información incesante, 
50, 76, 130-131, 133-134, 
145, 153 
probabilística, 37, 39, 44 
libelo difamatorio, 118 
libertad, 11-14, 38-39, 43, 46, 
48-49, 52, 70-72, 74, 78, 85, 
104, 128, 134, 138, 140-146, 
148 

libre albedrío, vea libertad 



160 



libro, este, 7-8, 10, 14, 16, 19, 
24, 43, 53, 55, 102, 135, 144, 
152, 155 
límite, 23, 34, 49, 72 
línea, 15, 18 
Linneo, 30 
Lisp, 88-89, 97 
lloviendo, 33, 143 
Locke, 69-70 
logaritmo, 120 
lógica, 151 

clásica, 71 

matemática, 101 

sin restricciones, 97, 102 
Lovelock, 70, 136 
Lucas, 99 
luz, 32, 53, 56 
Malthus, 28-29 
manipular, 15 
mantequilla, 1 14 
manzana, 53 
mapa de bitios, 16 
máquina, 90 

de movimiento perpetuo, 50 

de Turing, 94 

universal de Turing, 89-90, 
94, 111 
marido, 124 
marioneta, 141 
masa, 28, 54 
matarse, 137 
mate pastor, 63 
matemáticas, 36, 79, 95, 101, 
130-131 

materia, 11, 29-31, 51, 139-140, 
142, 146, 152 

materialismo, 11-13, 51-54, 56, 
69, 92, 101, 132, 138, 140, 
142-143, 146-148, 152 

Maxwell, 32-33 



McCarthy, 88 
McCulloch, 121 
mecánica, 39, 53 
mecanismo, 11, 104, 106- 107, 

119, 138 
medición, 11, 14, 36, 40-42, 

45-50, 69-70, 131, 147 
memoria, 92-93 

a corto plazo, 89, 113, 115, 

121, 123-124 
meninas, Las, 16 
mente, 108, 110 
mentira, 54, 64, 139 
mérito, 12 
metafísica, 8 
método cartesiano, 11, 14 
miedo, 109 
milagro, 38 

MlLLER, 89 

miseria, 28 
mito 

de la caverna, 26 

del restaurante, 26-28, 31, 

56, 122 
modelador, vea modelo 
modelo, 106-110, 117, 124 
moneda, 20, 36 
monigote, 66 
mono, 59, 64, 66 
montaña, 35, 151 
motor sintáctico, 95, 100, 102, 

110-112, 120-122, 133, 142, 

151, 153 
muerte, 48-50, 69, 113, 136 
multiplicación, 56, 120, 131 
música, 123 
nacimiento, 69, 112 
naipes, 32 
negación, 71, 127 
negaentropía, 32 



161 



negocio, 135 

neurona, 121 

nevera, 114 

Newton, 45, 53-54 

niño, 34, 58, 62, 66-67, 119, 127 

notación algebraica, 62-63 

noticia, 34 

Noumenon, 25, 44, 126, 148, 
150 

novedad, 34, 65, 68, 125 
objetivismo, 21-23, 25-26, 28, 

43-45, 56, 101, 108, 128, 

139-140, 142, 146, 152 
objeto, 17, 20-27, 44, 49, 56, 

58, 60, 77, 81, 108, 115-117, 

146-148, 152 
semántico, 82, 116 
sintáctico, 82, 87 
ob- piedra, 21-22, 24 
obvio, 10, 14-15, 19-20, 29, 52, 

55, 57 
ocio, 135 

oeste, película del, 57, 61 
ojo, 16, 18 
olvidar, 126 

onda de probabilidades, 45 

ontología, 146 

opinión, 8 

oración, 81, 88, 90 

orden, 31-33 

origen 

de la vida, 74 

del lenguaje, 62 
palabra, 58, 60, 78, 81, 88, 112, 
115-117, 132, 139 

semántica, 116 
par ordenado, 83, 86-87 



paradoja, 9-10, 32, 96, 98-101, 
141, 154 
cuántica, 40, 45, 140 
del diccionario, 77, 89 

Parménides, 44 

pasado, 25, 46-49, 117 

patito, 69, 111 

patria, 137 

Pavlov, 58 

Penrose, 99 

pensamiento, 11, 25, 112, 119 
percepción, 17, 23-24, 27-28, 
44, 52, 55, 57-60, 67-68, 77, 
107, 115 117, 147, 149, 151, 
153 

periódico, 101 
permanencia, 44 
perplejidad, 108-109, 126 
perro, 30, 34, 58-59, 117, 135 
perturbación, 41-42 
pesadilla, 113 
Picasso, 65 

piedra, 20, 24, 52, 55, 60, 68, 
116, 143, 150-151, 155 

Piripili, vea también abogada, 
7, 33-34 

PlTTS, 121 

pixel, 16 

plan, 10-11, 14, 125 
Platón, 26, 29, 144 
playa, 35, 127-128 
población, 28 
poder, 122, 124 
Podolsky, 46 

POPPER, 141 

posibilidad, vea potencia 
positivismo, 57, 146-147 
potencia, 8, 16, 30, 41, 51, 

53-54, 60-61, 64-65, 71, 73, 

79, 138 



162 



predecir, 35, 54 
pregunta, 29, 52, 81, 125 
presente, 46, 49, 81, 117 
presidente, 121, 123, 132 
principio 

de determinación, 41, 46 
de inteligibilidad, 38 
de interacción, 41-42, 45-46 
de legalidad total, 38, 48, 93 
de localidad, 92 
probabilidad, 32-39, 43, 49, 148 

onda de, 45 
problema, 9-10, 61, 68-81, 
83-87, 101, 103, 111, 114, 
118-119, 121, 125, 128, 
133-134, 153 
aparente, 74-76, 104-105, 

107, 133 
de la decisión, 96, 99, 101 
de la supervivencia, 69-70, 
74, 103-105, 107, 111, 
122-124, 126, 129, 133-137, 
143, 145, 152-153 
del aprendiz, 107, 125 
del robot, 123 

del sujeto, 124, 126-129, 137 
procesador, 94-95 
programa, 98 

pronombre, 61, 78, 81, 100, 102 
pronóstico, 106-107 
propiocepción, 60 
ProtÁGORAS, 26, 143 
prueba y error, 73, 105, 107 
psicología, 133 
pueblo, 122 
puntillista, 15 
punto 

ciego, 18, 24, 66 

de rotura, 10 

ortográfico, 127 



pupila, 15 
qué, 78, 116 
racismo, 13 
raza, 137 

razón, 52, 61, 64-65, 110-112, 
114, 118, 122, 124-125, 151 

realidad, 51-52, 57, 59-62, 
64, 69, 107, 109, 117, 119, 
131-132, 143, 147, 149-153 
posible, 65, 67 

realismo, 57 

reconstrucción, 10 

recursividad, 86-87, 89, 102, 
117 

redundancia, 91 
reflexión, 115-116, 124 
refrán, 7, 17 
regañina, 43 
relativismo, 144 
religión, 139 

resolución, 61, 72-77, 79-81, 
85-87, 104, 111, 124-128, 
131, 134 

resolutor, vea resolución 

responsabilidad, 12, 132 

respuesta, 73 

resta, 56, 131 

restaurante, 26-28, 31, 56, 122 
retina, 15, 18, 116 
revolución simbólica, 117 
robot, 122-123 
Rosen, 46 

rutina, 73, 80, 83, 86, 104-105, 
114 

saber, vea también conocimiento, 

8-9, 14, 43, 152 
sabio, 155 
salmón, 138 
sastre, 64 
sátira burlesca, 118 



163 



satisfacción, 71-72 
Schcmc, 88 

SCHRÓDINGER, 40-41, 46, 95 
secta, 139 

segunda ley de la termodinámica, 
31, 50 

selección natural, 28-29, 103, 
135 

semántica, 57-58, 62, 67, 72, 

103, 107, 125, 128, 149 
sensación, 42 

sentimiento, 60, 108-109, 126 
Seurat, 15 

Shakespeare, 70, 78, 103 
Shannon, 32-33 
significado, 77, 100 
simbolismo, vea lenguaje 

simbólico 
símbolo, 117 
simetría temporal, 47-48 
simulador, 106 
sincrónico, 30, 66 
sintaxis, 57-58, 81-82, 97, 100, 
102, 110, 115, 128, 133, 149 

recursiva, 97, 102, 110, 115, 
133 
sistema 

abierto, 31, 50 

axiomático, 96, 99, 130 

cerrado, 31 

nervioso, 105 
sobrevivir, 29 
SÓCRATES, 143-144 
sofistas, 143 
sol, 151 
solipsismo, 27 

solución, 71-74, 77, 80-81, 87, 

99, 104, 127-129 
sorpresa, 34 
Stroud, 151 



subjetivismo, 22, 28, 52-54, 56, 
142-144, 146-148, 150-152 

sub-piedra, 21-22, 24 

substancia, 11, 28, 45, 140, 142 

sueño, 113, 116, 118 

suicidio, 136-138, 142 
altruista, 136-137 

sujeto, 21, 27, 41, 49-50, 

109-111, 118-120, 122-126, 
132-133, 137-138, 142-143, 
145-147, 149-151, 153 

suma, 56, 120, 131 

tablas de verdad, 71 

tanteo, 73, 80, 83, 86, 104-106, 
119 

tareas filosóficas, 9 
Tarski, 149 

tautología, 26, 32, 75, 78, 96, 
118, 124, 151 

taxonomía, 30 

telecomunicaciones, 32 

teléfono, 13 

telcológico, 92 

temperatura, 33, 50 

teología, 14 

teorema 

de incompletitud, 96, 99, 101 
de indecidibilidad, 99-101, 
132 



164 



teoría, 51-52, 54, 61-62, 65, 
125-126, 132, 142-143, 
148-149, 151-153 

de la información, 134, 154 

de la medida, 41 

de la relatividad, 53, 95, 146, 
151 

de la sensación, 42 
de la subjetividad, 124 
deductiva, 129 

del problema, 73, 76, 107-111, 

114, 134, 143 
narrativa, 130 
termodinámica, 31, 50 
termostato, 106 
tesis de Church-Turing, 103, 
111 

tiempo, 44, 46-49, 56, 92, 146 

flecha del, 47, 49 
tipos de palabras, 78 
tontería, 20 
torre 

de Babel, 103 

de Hércules, 127, 134 
tortilla, 114 
tradición rota, 71 
traducción, 60 

traslación, vea también analogía, 

73, 86, 106, 133 
Trías, 34 



tribu, 137 
trivial, 83 

Turing, 89-90, 93-98, 100-103, 
110-111, 130-131, 142-143 

turismo, 33 

universidad, 7-8 

universo, 28, 31, 54 

vacaciones, 35, 38, 141 

variable libre, 79, 81, 83, 86, 90 

vectorial graphic, 16 

VelÁzquez, 16 

velocidad, 120 

ver, 15, 17, 20, 68, 116-117, 
122, 128, 143, 152 

verdad, 22, 55, 144, 146, 
148-149 
matemática, 96, 131 

vestido, 64 

vida, 12, 29-31, 43, 46, 48-50, 
52, 69-70, 74, 79, 93, 103, 
105, 110-111, 119, 123, 126, 
135-137, 144-146, 152-153 
eterna, 50-51 

vigilia, 113 

voluntad, 12, 138, 140, 149 
Vygotsky, 119 
Wallace, 103 

WlLSON, 12 

WlTTGENSTEIN, 52, 71, 75, 151 

yo, 124, 132, 134-135 



165 



Indice 



El doble compresor 

§1 Mi compromiso 7 

§2 La conspiración de los dioses 8 

§3 El primer principio primordial 8 

§4 Las grietas de la razón 9 

§5 Mi plan 10 

§6 Descartes 11 

§7 Sólo Dios es culpable 12 

§8 La ley del más fuerte 12 

§9 La bomba atómica 13 

§10 Medir para creer 14 

§11 El dibujo 15 

§12 La línea 15 

§13 Una imagen vale mas que mil palabras 16 

§14 La doble imagen 17 

§15 Las ilusiones 18 

§16 El punto ciego 18 

§17 Qué es ver 19 

§18 El objeto es obvio 20 

§19 La triple imagen 21 

§20 Yo soy subjetivista 21 

§21 La cadena causal 22 

§22 El bosque 23 

§23 Una situación extraña 24 

§24 Hume 24 

§25 Kant 25 

§26 El mito del restaurante 26 

§27 Qué hay ahí fuera 27 

§28 Todo es información 28 

§29 Darwin 28 

§30 Aristóteles 29 

§31 La evolución 30 

§32 La entropía 31 

§33 El demonio de Maxwell 32 

§34 Shannon 33 



166 



§35 El límite 34 

§36 La probabilidad 35 

§37 Haciendo estadísticas 36 

§38 Yo era una probabilidad 36 

§39 Las fuentes de la probabilidad 37 

§40 Los principios de racionalidad 38 

§41 Bohr contra Einstcin 39 

§42 La extrañeza cuántica 40 

§43 La teoría de la medida 41 

§44 La aporía de la medida 42 

§45 La regañina 42 

§46 Heráclito contra Parmcnides 44 

§47 La medida es el fenómeno 44 

§48 La solución cuántica 45 

§49 La ignorancia 46 

§50 El tiempo 47 

§51 La muerte 48 

§52 La libertad 49 

§53 La ley de la información incesante 49 

§54 La vida eterna 50 

§55 La posibilidad 51 

§56 El habla excede la realidad 52 

§57 Una caricatura 52 

§58 Newton y Einstein 53 

§59 La mentira 54 

§60 Ver es difícil 55 

§61 Mi filosofía es obscura 56 

§62 Semántica y sintaxis 57 

§63 El lenguaje semántico 58 

§64 El lenguaje de los simios 59 

§65 El sentimiento 60 

§66 La teoría 60 

§67 El origen del lenguaje 62 

§68 La potencia del lenguaje 62 

§69 El vestido 64 

§70 El diseño 65 

§71 Hablar para dibujar 66 

§72 Los primeros dibujos 67 

§73 La introspección 67 

§74 Sin deseos no hay problemas 68 



167 



§75 El problema de la supervivencia 69 

§76 El empirismo vital 70 

§77 ¿Qué es un problema? 70 

§78 El problema 71 

§79 La solución 72 

§80 La resolución 73 

§81 El problema aparente 74 

§82 La resolución del problema aparente 75 

§83 Somos resoluciones 76 

§84 La palabra 77 

§85 La incógnita 78 

§86 Tres problemas resueltos 79 

§87 La oración 81 

§88 La solución final es semántica 81 

§89 El par ordenado 83 

§90 La función 83 

§91 La condición inversa 85 

§92 El árbol de resolución 86 

§93 La recursividad 87 

§94 El lenguaje simbólico 88 

§95 Dos requisitos prácticos 89 

§96 El autómata finito 90 

§97 El comportamiento 92 

§98 La máquina Turing 93 

§99 La máquina universal 94 

§100 Gódel 95 

§101 La sintaxis recursiva 97 

§102 La computadora 98 

§103 La paradoja 99 

§104 Chomsky 100 

§105 ¡Alto! 101 

§106 La torre de Babel 102 

§107 La selección natural 103 

§108 El mecanismo 104 

§109 El adaptador 105 

§110 El aprendiz 105 

§111 La realidad 107 

§112 El conocedor 107 

§113 La emoción 108 

§114 El sujeto 109 

168 



§115 La consciencia 110 

§116 Hipótesis 111 

§117 El nacimiento 112 

§118 El despertar 113 

§119 El sueño eterno 113 

§120 La reflexión 115 

§121 La escritura 116 

§122 Una vida de perros 116 

§123 El símbolo 117 

§124 Frcud 118 

§125 Pensar es hablar sin decir 119 

§126 El motor sintáctico 120 

§127 El diseño por acreción 121 

§128 El homúnculo 121 

§129 El robot 122 

§130 Humano, demasiado humano 123 

§131 El problema del sujeto 124 

§132 El mundo es un enigma 125 

§133 La conjuntivitis 126 

§134 La torre de Hércules 127 

§135 El análisis 128 

§136 La historia 129 

§137 Las matemáticas 130 

§138 La física 131 

§139 La autobiografía 132 

§140 Yo soy libertad para no morir 133 

§141 Una afirmación temeraria 134 

§142 La soberbia 135 

§143 La muerte es una estrategia de la vida 136 

§144 La vida es absoluta 137 

§145 El suicidio 137 

§146 Las palabras pueden matar 138 

§147 La epífisis 139 

§148 Una función de marionetas 140 

§149 Ni dos ni una, ninguna 142 

§150 Viva la diferencia 142 

§151 El relativismo 143 

§152 El sermón 144 

§153 Non plus ultra 145 

§154 La materia 146 

169 



§155 La metaparadoja 147 

§156 La verdad 148 

§157 El subjetivismo 150 

§158 Tres citas 151 

§159 La sima 152 

§160 Todo son datos 152 

§161 Amen 154 

§162 Quod erat demonstrandum 155 

índice alfabético 156 

índice 166 



Este libro ha sido tipografiado por el autor 
usando el sistema del Profesor D. E. Knuth (Stanford University). 
He utilizado su programa T^X 

para componer mi texto 
con sus tipos Computer Modcrn 
y para colocar mis figuras, 
que hice con su programa METRFONT. 



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