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Full text of "Algunas obras del doctor Francisco Lopez de Villalobos"

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(/ 


HARVARD 
COLLEGE 
LIBRARY 


r 


ALGUNAS  OBRAS 


PEL   OOCTOH 


FRANCISCO   LÓPEZ    DE    VILLALOBOS. 


1 


Imprenu  4t  Miguil  Giniita,  Cunpoman«t,  8. 


u 

a 


ALGUNAS  OBRAS,, 


DEL    DOCTOR 


FRANCISCO  LÓPEZ   DE  VILLALOBOS. 

publIcalai 
LA  SOCIEDAD  Vi?,  BIBLIÓFILOS  ESPAÑOLES. 


MAOHll) 
MDCCCLXXXVI 


HARVARD  COLLEGE  LfBRARY 

FROM  THE  LIBRARY  OF 

FERNANDO  PALHA 

DECEMBER  3,  1928 


NOm. 


244. 


Sr.  D.  Fernando  Palhii 


PRÓLOGO. 


rf»»»»»»^»^^» 


I. 


NACIMIENTO,    PATRIA,    ORÍOEN    Y    FAMILIA 

D£  VILLALOBOS. 


El  cuidado  de  esta  edición  de  las  obras  inéditas  y  raras 
de  Villalobos  no  debió  correr  á  cargo  de  quien  esto  escribe, 
sino  del  Sr.  D.  Bonifacio  Montejo  y  Robledo,  de  buena 
memoria,  que  había  consagrado  al  estudio  de  Villalobos  lar- 
gos y  sin  duda  fructíferos  trabajos;  pero  después  de  aceptar 
el  encargo  de  nuestra  sociedad,  sintió  escrúpulos  de  incom- 
petencia, porque  el  Sr.  Montejo  habia  estudiado  á  Villalobos 
como  médico,  y  más  especialmente  como  sifilógrafo,  y  para 
la  obra  que  iba  á  publicarse  era  lo  principal  estudiarlo  como 
literato  y  aun  como  poeta;  no  sé  por  qué  creyeron  mis 
compañeros  que  yo  sería  á  propósito  para  desempeñar  este 
encargo,  pues  no  paso  de  ser  un  mero  aficionado,  así  á  las 
ciencias  déla  vida,  como  á  la  amena  literatura:  no  pude, 
á  pesar  de  mis  reparos,  lograr  que  me  excusaran  de  este 
trabajo,  y  otros  muchos  que  sobre  mí  han  cargado  en  los 


—  2   — 

Últimos  años,  han  sido  parte  para  que  se  retrase  más  de  lo 
justo  la  publicación  de  este  volumen  de  nuestra  colección, 
del  cual  vá  á  poderse  decir  con  mucha  razón,  por  las  que 
ya  dejo  apuntadas,  que  ha  salido  á  luz  t  tarde  y  con  daño.t 

Ni  siquiera  he  podido,  para  compensar  en  algo  tales 
inconvenientes,  consagrar  al  desempeño  de  mi  tarea  el 
tiempo  y  la  paciencia  que  hubieran  sido  menester,  porque  el 
asunto,  si  no  se  reduc^  á  la  mera  impresión  del  manuscrito 
copiado  del  que  existe  en  el  Museo  Británico,  se  presta,  ó, 
por  mejor  decir,  convida  á  largas  investigaciones  y  á  comen- 
tarios muy  extensos;  pues  Villalobos  ocupó  lugar  muy  á 
propósito  en  la  Corte  para  conocerla  y  dárnosla  á  conocer 
en  época  tan  interesante  y  gloriosa  para  España  como  fueron 
los  reinados  de  los  señores  Reyes  Católicos  D.  Fernando  y 
D.*  Isabel,  y  de  su  insigne  nieto  el  Emperador  Carlos  V. 
Además,  la  vida  del  famoso  médico  despierta  grandísima 
curiosidad  que  no  satisfacen  las  breves  noticias  de  Morejon 
y  de  Chinchilla,  las  que  dan.  en  su  traducción  de  Ticknor 
los  Sres.  Vedia  y  Gayangos,  ni  las  más  extensas  que  se  con- 
tienen en  la  obra  que  consagró  á  Villalobos  el  Dr.  Jorge 
Gaskoin  (i),  gracias  á  los  datos  que  generosamente  le  pro- 
porcionó el  Dr.  Montejo. 

Felizmente  las  cartas  halladas  en  el  Museo  Británico  y 
las  latinas  que  están  al  fin  de  las  Congrestones,  hasta  ahora 
no  estudiadas,  dan  gran  luz  sobre  Villalobos;  y  si  á  tales 
elementos,  y  á  otros  que  he  logrado  allegar,  se  uniera  la  habi- 
lidad de  que  carezco,  se  podria  dar  á  conocer  á  nuestro  céle- 
bre físico  con  tanta  exactitud  como  á  un  personaje  contem- 
poráneo. 

Es  ya  sabido  que  Villalobos  no  nació  en  Toledo,  como 
dijo  Nicolás  Antonio;  y  aunque  no  de  una  manera  directa, 
muchos  indicios  demuestran  que  vio  la  primera  luz  en  la 
provincia  de  Zamora ,  en  tierra  de  Benavente ,  y  casi  con 
seguridad  en  el  pueblo  de  Villalobos,  de  que  tomó  el  ape- 
llido,  que  unió  al  de  López,  patronímico  de  su  familia. 


(i)    Tlie  medical  works  of  Francisco  Lope^  de   Villalobos.  The 
celebrated  court physician  ofSpain^  efe— London,  MDCCCLXX. 


—  3  — 

En  efecto,  en  una  de  las  primeras  coplas  del  Sumario  de 
Medicina,  hecho  por  mandado  del  segundo  Marqués  de 
Astorga,  dice  Villalobos  dirigiéndose  á  este  magnate: 

«Aun  hasta  en  los  ñsicos  ay  tal  concierto, 
que  son  de  su  casa  por  línea  y  suceso. 
Mi  agüelo  del  suyo  fué  ñsico  experto. 
Mi  padre  del  suyo,  y  aun  suyo  es  por  cierto; 
^o  estoy  reservado  á  seguir  tal  proceso.» 

El  segundo  Marqués  de  Astorga,  D.  Pedro  Alvarez 
Ossorio,  era  además  tercer  Conde  de  Trastamara  y  señor  y 
Conde  de  Villalabos,  el  señorío  de  este  último  pueblo  era 
muy  antiguo  en  su  casa,  y  por  tanto  es  verosímil  que  tuvie- 
ran la  suya  en  él  los  antecesores  de  Villalobos,  físicos  de 
aquellos  señores ,  y  que,  según  costumbre  de  Castilla,  para 
distinguirse  de  los  muchos  que  en  ella  tenian  y  usaban  el 
patronímico  de  López,  añadirían  que  eran  del  lugar  de 
Villalobos. 

Confirma  estos  indicios,  hasta  el  punto  de  producir  el 
más  completo  y  racional  convencimiento,  lo  que  dice  Villa- 
lobos en  la  carta  (i)  de  i5  de  Octubre  de  iSio,  dirigida  á 
D.  Cosme  (ó  D.  Gómez)  de  Toledo,  Obispo  de  Plasencia; 
lamentándose  de  haber  dado  oidos  á  la  ambición,  exclama: 
«¡Desdichado  de  mí,  que  si  todas  estas  cosas  hubiera  reflexio- 
nado atentamente,  ni  traspasara  soberbio  el  umbral  paterno, 
ni  hubiera  rechazado  desdeñoso  la  honra  alcanzada  por  mi 
padre.  Era  éste  médico  en  su  tiempo  no  poco  reputado, 
habitaba  constantemente  en  reducida  aldea,  no  pasando 
nunca  de  segura  y  feliz  medianía.  Hizo  vida  frugalísima, 
conservando  hasta  su  término  el  ánimo  sereno,  el  espíritu 
tranquilo,  y  encerrado  entre  las  paredes  de  su  pequeña 
morada,  ni  temia  los  tiros  de  la  suerte,  ni  le  espantaban  las 
maquinaciones  de  los  hombres.  Constantemente  siguió  tan 
cuerda  conducta,  que  si  hubiera  presenciado  en  imagen  el 
fin  del  mundo,  hubiera  permanecido  tranquilo  con  su  acos- 


tó   Esta  carta  es  la  X  de  las  que  están  al  fin  de  las  Congresiones. 


—  4  — 

tumbrada  sonrisa  en  los  labios.  Pasó  al  cabo  de  esta  vida  sin 
darnos  muestra  alguna  de  pesar,  y  fué  á  poseer  el  Reino 
que  por  la  infinita  misericordia  de  nuestro  Redentor  le 
estaba  reservado.  Su  muerte  me  arrancará  lágrimas  mientras 
viviere.! 

De  este  bello  retrato  que  hace  de  su  padre  Villalobos  se 
deduce  la  condición  modesta  y  feliz  de  su  familia,  y  si  vivió 
siempre  en  pequeña  aldea,  como  lo  era  y  todavía  lo  es  el 
lugar  que  dio  su  nombre  á  nuestro  físico  y  á  sus  predeceso- 
res y  sucesores,  es  claro  que  no  pudo  menos  de  ver  en  él  la 
luz  primera.  Todavía  se  infiere  con  más  claridad  que  no  era 
del  Reino  de  Toledo,  sino  de  Castilla  la  Vieja,  de  la  siguiente 
digresión  que  se  lee  al  principio  del  diálogo  de  las  fiebres 
interpoladas  que  mandó  añadir  á  los  Problemas  D.  Esteban 
de  Almeida,  Obispo  de  Astorga:  he  aquí  las  palabras  de 
Villalobos,  que  no  necesitan  comentario: 

tYo  trabajaré  aquí  en  declarar  y  allanar  esta  materia  por 
el  más  claro  lenguaje  castellano  que  yo  pueda,  y  no  será  el 
de  Toledo,  aunque  allí  presumen  que  su  habla  es  el  dechado 
de  Castilla,  y  tienen  mucha  ocasión  de  pensarlo  así  por  la 
gran  nobleza  de  caualleros  y  damas  que  allí  viuen.  Mas  deuen 
considerar  que  en  todas  las  nasciones  del  mundo  la  habla  del 
arte  es  la  mejor  de  todas.  Y  en  Castilla  los  curiales  no  dicen 
«hacien»  por  thacian.»  ni  «comien»  por  «comian,»  y  assí 
en  todos  los  otros  verbos  que  son  de  esta  conjugación;  ni 
dicen  «albaceha,»  ni  «atmutacen,»  ni  «atayforico»  (i),  ni  otras 
palabras  moriscas  con  que  los  toledanos  ensucian  y  ofuscan  la 
polideza  y  claridad  de  la  lengua  castellana.  Esta  digression 
he  hecho  aquí,  aunque  es  fuera  de  propósito,  porque  las 
damas  de  Toledo  no  nos  tengan  de  aquí  adelante  por 
gofios.  • 

El  año  del  nacimiento  de  nuestro  médico  lo  determinó 
con  exactitud  el  Dr.  Montejo,  deduciéndolo  de  la  carta 
latina  (2)  dirigida  al  Dr.  Gonzalo  de  Moros  el  22  de  Abril 


(1)  Diminutivo  de  ataifor,  escudilla  de  cobre.  Véase  Dozy,  Gtosaair^ 
des  mots  espaf^noh  et  portugais  derivé  de  V árabe,  pág.  309. 

(2)  Es  la  111  de  las  que  van  al  fín  de  las  Congresiones. 


—  5  — 

de  1 507,  en  la  que  dice,  vertidas  las  palabras  al  castellano: 
«Perdone  quienquiera  que  él  sea  las  injurias,  y  en  cuanto 
á  mí,  si  Dios  me  tiene  de  su  mano  y  la  suerte  no  se  ensaña 
conmigo,  el  que  de  mí  nació  jamás  será  médico,  á  no  eman- 
ciparse de  mi  potestad  ó  mientras  la  Parca  no  corte  el  hilo 
de  mi  vida,  que  hasta  ahora  sólo  deja  á  las  espaldas  treinta 
y  tres  años.»  Si  el  de  iSoy  tenia  treinta  y  tres  años  Villa- 
lobos, es  claro  que  nació  de  1473  á  1474.  Esta  fecha  se  con- 
firma con  otras  indicaciones  del  mismo  Villalobos,  así,  por 
ejemplo,  en  las  coplas  dirigidas  desde  Zafra  al  Almirante  en 
10  de  Mayo  de  i525,  dice': 

•Cincuenta  años  he  remado 
con  vientos  y  vanidades.» 

No  se  necesita  ser  muy  aritmético  para  deducir  que  si 
habia  vivido  ya  cincuenta  años  el  de  i525,  debió  nacer 
Villalobos,  lo  más  tarde,  en  1473,  como  antes  se  dice. 

Aunque  hasta  ahora  nadie  lo  habia  indicado,  resulta  evi- 
dente del  más  somero  estudio  de  las  obras  de  Villalobos,  que 
éste  era  de  familia  de  judíos,  y  es  de  presumir  que  lo  fué  él 
mismo,  pues  le  llaman,  y  él  se  reconoce,  confeso;  es  decir, 
que  habia  profesado  la  religión  mosaica.  Nadie  ignora  que 
en  España,  durante  la  Edad  Media  especialmente,  era  la 
Medicina  una  de  las  profesiones  que  con  mayor  predilección 
ejercian  los  judíos;  y  también  es  cosa  sabida  que  en  muchos 
casos,  los  que  pertenecian  á  esta  raza,  si  bien  cristianos  en 
la  apariencia,  continuaban  en  secreto  fieles  á  su  antigua  reli- 
gión; y  esto  fué  mucho  más  general  que  antes,  después  de 
decretada  la  expulsión  de  los  judíos  por  los  Reyes  Católicos, 
siendo  posible  que  la  familia  de  Villalobos,  y  aun  él  mismo, 
no  se  convirtieran  hasta  después  de  aquel  suceso.  Las  prue- 
bas de  que  Villalobos  era  judío  son  tantas,  que  sería  muy 
prolijo  aducirlas  todas:  en  la  carta  dirigida  á  Jufre  desde 
Madrid  el  18  de  Marzo  de  i5i8,  dice:  «Muchos  golpes  crue- 
les me  diste  y  con  ninguno  me  sacaste  sangre  sino  cuando 
me  la  descubriste. «  En  otra  carta  dirigida  al  Condestable  de 

Castilla  el  25  de  Noviembre  del  mismo  año,  dice:  t que 

yo  no  puedo  negar  á  V.  S.  esta  maldita  naturaleza  que 


—  6  — 

saqué  de  su  tierra,  y  tan  sucia,  que  no  la  he  podido  lavar 
con  todo  el  Jordán  y  el  Spíritu  Santo  encima  del,  porque  no 
me  vino  á  mí  en  figura  de  paloma  como  al  Conde  de  Haro 
y  á  los  otros  samaritanos  de  su  linaje.»  Pero  todavía  resulta 
esta  circunstancia  más  clara  en  las  coplas  que  dirigió  el 
Almirante  á  Villalobos  cuando  éste  se  retiró  de  la  Corte 
en  i32S,  en  las  cuales,  por  hallarse  cerca  de  Córdoba, 
le  dice: 

«He  mucho  temor  que  os  toque 
la  influencia  del  Lucero.  • 

A  lo  que  contestó  Villalobos  desde  Zafra  el  lo  de  Mayo 
del  mismo  año  de  i525: 

«Y  si  Lucero  en  Judea 
las  doce  tribus  juzgare, 
Lusitania  nos  ampare, 
provincia  de  Galilea.» 

La  persecución  del  inquisidor  Lucero  en  Córdoba  contra 
los  judaizantes  es  famosa,  y  de  ella  trata  con  extensión  don 
Juan  Antonio  Llórente  en  su  Historia  de  la  Inquisición, 
y  es,  además,  sabido  que  con  motivo  de  aquellos  sucesos  se 
refugiaron  en  Portugal  muchos  judíos  de  Castilla.  Como 
Villalobos  al  salir  de  la  Corte  se  fué  á  las  tierras  del  Marqués 
de  Priego,  cerca  de  Córdoba,  el  Almirante  amenaza  entre 
veras  y  burlas  á  Villalobos  con  la  persecución  del  cruel 
inquisidor,  á  quien  por  sus  hechos  pusieron  el  apodo  de 
Tenebrero.  El  mismo  Almirante ,  en  otra  poesía  dirigida  á 
Villalobos,  y  aludiendo  á  que  su  linaje  habia  sido  causa  de 
que  sufriera  el  desaire  que  le  determinó  á  abandonar  la 
Corte ,  dice : 

•Y  pues  de  vuestro  linaje 
os  ha  nacido  el  ultraje 
sabiendo  más  que  Avicena, 
mientras  la  casa  se  ordena 
le  deueis  servir  de  paje.» 


—  7  — 
A  lo  cual  contestó  con  harta  razón  Villalobos: 

•Si  el  físico  se  tomase 
para  hacer  generación , 
era  muy  justa  razón 
que  el  linaje  se  mirase.» 

Se  ha  dicho  antes  que  Villalobos  consintió  el  calificativo 
de  confeso,  y  en  prueba  de  ello  véase  lo  que  en  los  versos 
del  Almirante^  citados  antes,  dice  este  magnate: 

«Que  si  temió  que  un  gran  precio, 
según  escribe  Voecio, 
hará  al  confeso  errar. » 

A  esto  sólo  contesta  Villalobos  lo  siguiente: 

«Nunca  hizo  en  sus  ovejas 
apartamiento  el  Señor; 
esto  digo  al  confesor 
si  cupo  en  estas  consejas, 
y  si  hubo  allá  memoria 
de  traiciones  perentorias, 
jamás  en  nuestro  servicio, 
fué  hallado  aqueste  vicio; 
busquen  todas  sus  historias.» 

La  calidad  y  origen  judío  de  Villalobos,  aunque  le  pro- 
dujera algunos  inconvenientes^  no  dejó  de  tener  para  él 
grandes  ventajas,  porque  los  de  esta  raza  emparentaron,  espe- 
cialmente por  las  mujeres,  con  los  magnates  más  esclarecidos 
de  Castilla,  y  quizá  esto  explique  el  favor  que  desde  muy 
joven  alcanzó  en  la  Corte  el  famoso  médico,  que  presumía 
ser  pariente  de  ellos:  en  una  carta  dirigida  al  Duque  de 
Nájera,  que  aunque  no  tiene  fecha,  por  su  contexto  parece 
ser  de  fines  de  i532  ó  principios  del  año  siguiente;  hablando 
déla  hija  de  este  personaje,  dice:  «La  Sra.  D.^  Guiomar 
(Dios  me  la  guarde,  porque  es  honra  de  iodo  nuestro  linaje. 


—  8  — 

está  muy  buena,  etc.;»  y  en  otra  carta  al  mismo  Duque,  y 
hablándole  también  de  su  hija,  se  expresa  en  estos  términos: 
«Y  volviendo  al  tema  de  vuestra  muy  cuerda  y  muy  devota 
epístola,  digo  que  yo  estaba  con  gran  recelo  que  la  señora 
D.'  Guiomar  habia  de  venir  tan  bo^al  dessas  montañas,  que 
en  todo  lo  que  hiciese  y  dixese  nos  habia  de  poner  en  ver- 
güenza, y  es  cierto  que  el  dia  primero  que  entró  en  Palacio 
fué  luz  y  espejo  de  todo  vuestro  linaje,  porque  allende  de 
ser  tan  gentil  dama  como  la  que  más  lo  es,  se  supo  también 
tratar  con  las  otras  damas  y  con  la  Emperatriz,  y  tan  medida 
en  el  callar  y  en  el  hablar,  y  todo  ello  con  tan  buena  autori- 
dad y  gracia,  que  todos  echamos  mil  bendiciones  al  vientre 
en  que  anduvo,  que  á  éste  sólo  se  deben  dar  las  gracias 
mucho  más  que  al  padre  que  la  engendró,  porque  si  algún 
bien  saliese  de  vuestra  casa,  d  nosotros  se  debe,  que  somos 
genus  electum  regale  sacerdotium,  y  no  á  vosotros  los 
Manriques,  quia  pars  diaboli  estis.  Perdóneme  mi  señor  el 
Inquisidor  mayor  si  le  hago  polvo,  que  otro  dia  me  hará 
él  á  mí  humo.  En  lo  que  toca  á  la  salud  de  esta  señora  mi 
sobrina,  etc.» 

En  una  de  las  cartas  latinas  puestas  al  fin  de  las  Congre- 
siones  dá  noticia  Villalobos  de  haber  sido  acusado  y  preso 
porque  sus  émulos  atribulan  á  hechicerías  y  á  sortilegios 
su  favor  en  la  ^Córte,  y  no  es  muy  aventurado  suponer,  en 
vista  de  lo  que  en  la  carta  de  que  se  han  copiado  algunos 
conceptos  dice  del  Inquisidor,  que  fué  su  orígen  judío  la 
causa  de  la  persecución  que  sufrió.  De  todos  modos  es  curioso 
é  interesante  el  contenido  de  esta  carta  latina,  porque  dá 
noticia  de  un  grave  incidente  de  su  vida,  de  que  hasta  ahora 
no  habia  hablado  ninguno  de  sus  biógrafos;  hé  aquí  sus 
palabras: 

«De  ninguno  de  estos  avisos  me  curé,  yo  el  más  insensato 
de  los  hombres;  antes,  enredado  en  los  lazos  del  engañoso 
mundo,  no  me  aparté  de  la  vía  de  perdición  en  que  los  malos 
reciben  castigo  y  por  donde  caminan  á  los  infiernos.  Así  que, 
hinchado  de  vanidad  por  mi  calidad  de  cortesano  y  médico 
del  Rey,  ofrecíme  al  ludibrio  de  la  plebe,  que  me  señalaba 
con  el  dedo.  Todavía  esta  misera  condición  despertó  la  en- 


—  9  — 

▼idia  en  el  pecho  de  hombres  por  demás  miserables  y  necios 
que  me  llamaron  mago  conocedor  de  filtros  jr  maleficios, 
cual  si  de  airo  modo  me  hubiera  sido  imposible  alcanzar 
tan  alto  grado  de  fortuna.  De  aquí  surgió  la  sospecha,  j^ 
llegando  la  vof  d  los  sagrados  oidos  de  los  inquisidores^ 
fui  presoy  tenido  en  estrechísima  cárcel  con  gran  dolor  de 
mi  amada  mujer  y  lástima  de  mis  amigos,  por  donde  toda 
mi  gloria  quedó  reducida  á  polvo  y  se  convirtió  en  afrenta 
tan  de  repente  que  apenas  se  pudiera  creer.  Entre  el  vulgo 
corrian  sobre  mí  muchos  y  variados  juicios. — tTiene  el  diablo 
en  el  cuerpo  y  lleva  un  familiar  en  el  anillo,»  decian  unos. — 
tNo,  replicaban  otros,  sino  que  es  charlatán  y  hechicero,  que 
por  medio  de  ciertos  pactos  y  contratos  con  los  demonios, 
engaña  á  los  demás  y  gana  sus  voluntades.» — Estos  afirmaban 
que  era  adivino  y  presagiaba  lo  futuro  é  interpretaba  los 
oráculos  milagrosamente  escritos,  y  no  eran  pocos  los  que 
aseguraban  que  era  dueño  de  ligar  y  desligar  y  de  hacer 
que  las  mujeres  acudiesen  de  noche  contra  su  voluntad  á  mi 
llamamiento.  Estas  y  otras  muchas  cosas  de  este  jaez  se  propa- 
laban entre  las  gentes  mientras  yo  seguia  encarcelado.  Seria 
largo  y  enojoso  referir  el  laberinto  de  cuidados,  las  tristezas 
y  tenebrosos  espantos  de  aquella  horrible  soledad,  sólo  cono- 
cida de  los  que  la  han  sufrido.  Mas  dejando  atrás  esto,  pues 
la  mente  se  me  resiste  á  examinar  tales  sinsabores,  digo  que 
al  cabo  de  ochenta  dias,  por  misericordia  de  Dios  y  patro- 
cinio de  la  verdad,  salí  de  la  cárcel  libre  y  con  honra.» 

Estas  pruebas  y  otras  muchas  que  fácilmente  se  encon- 
trarán examinando  las  obras  de  Villalobos  y  entre  todas  sus 
cartas  castellanas  y  latinas,  demuestran  el  origen  judío  del 
insigne  doctor,  circunstancia  que,  si  le  produjo  contrarieda- 
des y  grandes  amarguras,  fué  origen  de  sus  relaciones  con  los 
magnates  de  Castilla,  lo  cual,  juntamente  con  su  extraordi- 
nario mérito,  le  elevó,  joven  todavía,  al  codiciado  puesto  de 
médico  del  Rey  Católico  D.  Fernando,  á  quien  asistió,  como 
se  verá  luego,  hasta  su  último  suspiro. 


—   lO  — 


II 


ESTUDIOS    DE    VILLALOBOS. — SUS   PRIMERAS  OBRAS. 


Sin  duda  las  relaciones  de  su  familia  proporcionaron  á 
Villalobos  la  protección  de  los  Grandes^  en  especial  la  del 
Marqués  de  Astorga,  pues,  como  vá  dicho  y  resulta  de 
una  de  las  primeras  coplas  del  Sumario  de  Medicina,  los 
antecesores  de  Villalobos  fueron  médicos  de  los  del  Mar- 
qués, y  aquéllos,  según  la  cláusula  del  testamento  de  Juan 
Alvarez  Osorio,  señor  de  Villalobos  y  Castroverde,  otor- 
gado en  este  último  lugar  á  25  de  Agosto  de  1477.  que 
insertó  el  Sr.  Gástelo  y  Serra  en  su  discurso  inaugural  de  la 
Academia  de  Medicina  del  año  de  1868,  solian  costear  los 
estudios  de  algunos  jóvenes  en  la  insigne  Universidad  de 
Salamanca. 

En  ella  estudió  también  Villalobos,  pues  asi  lo  declara 
en  el  Sumario,  donde  se  llama  ^estudiante  en  el  estudio 
de  Salamanca;!  y  por  los  antecedentes  expuestos  y  por  el 
elogio  que  hace  del  Marqués  de  Astorga  en  dicha  obra, 
es  de  inferir  que  allí  viviese  á  expensas  de  este  magnate, 
del  que  dice: 

«Que  en  ver  yo  un  Señor  y  de  tanta  escelencia 
Mandarme  una  cosa  por  grave  que  sea, 
La  gruesa  rudeza  se  torna  en  sapiencia, 
La  crvda  pereza  en  muy  gran  diligencia, 
Y  el  muy  pervertido  querer  ya  desea. 
Por  quél,  del  mayor  y  mejor  Rey  cristiano 
Es  su  carnal  primo,  segund  que  sauemos; 


—  II  — 


Aqueste  es  Osorio  que  ha  puesto  la  mano 
Contra  hombres  y  diablos  y  todo  tirano, 
Y  nunca  sus  armas  sin  sangre  las  vemos. 


Bien  basta  que  mire  el  que  quiere  sus  daños 
Para  que  le  otorgue  la  mas  alta  ley, 
Que  siendo  niñito  de  solos  doce  años 
Con  sus  lobos  vino  arramando  rebaños 
Armado  en  servicio  de  su  propio  Rey. 
Y  tal  daño  dieron  al  otro  pastor 
Que  entraba  á  hurtar  en  los  hatos  ágenos, 
Que  no  siendo  injusto  al  estoriador, 
Dirá  maravillas  de  aqueste  Señor 
Por  este  y  por  otros  mil  hechos  tan  buenos.» 

En  efecto,  D.  Pedro  Alvarez  Osorio,  segundo  Marqués 
de  Astorga  y  tercero  de  Trastamara,  era  hijo  de  D.*  Leonor 
Enriquez,  hermana  de  D.^  Juana  Enriquez,  madre  del  Rey 
Católico,  y  sucedió  en  esta  casa  á  su  padre  el  primer  Mar- 
qués de  Astorga,  de  edad  de  doce  años,  «á  tiempo  que  suce- 
dió la  muerte  del  Rey  don  Henrique  Quarto,  que  fué  causa- 
dora de  grandes  guerras  y  diferencias  entre  los  Reynos  de 
Castilla  y  Portugal  sobre  la  sucesión  de  ellos,  diuidiéndose 
los  caualleros  dellos  en  grandes  bandos  y  parcialidades,  acu- 
diendo el  Marqués  á  la  parte  y  servicio  de  los  Reyes  Católicos 
don  Fernando  y  doña  Isabel,  juntando  en  sus  tierras  buen 
número  de  hombres  de  armas  y  ginetes  con  más  de  dos  mil 
infantes,  en  edad  tan  floreciente,  que  sólo  tenia  catorce  años, 
y  se  fué  con  ellos  al  real  que  estaua  sobre  Toro,  donde  se 
hallaua  este  Católico  Príncipe,  del  cual  fué  graciosamente 
recibido,  agradeciéndole  mucho  el  servicio  que  le  hacía  en 
tal  ocasión,  donde  dentro  de  pocos  dias  se  dio  la  batalla. 
Y  escriben  los  que  tratan  destas  materias,  que  el  escuadrón 
que  primero  arremetió  fué  el  de  la  gente  del  Marqués,  por  ser 
el  mayor,  juntándose  luego  con  el  del  Duque  de  Alúa;  ambos 
dieron  en  el  cuerpo  de  la  batalla  de  los  Portugueses,  que  los 
desbarataron,  vencieron  y  ganaron  la  honra  desta  victoria,  y 


>■ 


12   — 

el  Marqués  quedó,  aunque  de  tierna  edad,  engolosinado  del 
gusto  deste  suceso,  que  no  quería  quitarse  las  armas  para 
comer  ni  dormir,  hasta  que  el  Rey  le  dijo  que  ya  no  eran 
menester,  que  las  guardase  para  otra  ocasión;  y  así,  en  todas 
las  que  adelante  se  ofrecieron  para  la  pacificación  de  los 
Reynos  contra  Moros,  y  en  otras,  se  halló  el  Marqués,  siempre 
con  su  gente  y  persona,  y  últimamente  en  las  del  Rey  no  de 
Granada,  donde  tuvo  felicísimos  sucesos.»  Esto  dice  López 
de  Haro  en  su  Nobiliario^  y  aunque  el  cronista  Pulgar  cuenta 
de  modo  muy  diferente  el  suceso  de  la  batalla  de  Toro,  con- 
viene en  que  á  ella  asistió  «D.  García  de  Osorio  con  la  gente 
del  Marqués  de  Astorga,  su  sobrino»  (i),  y  debe  darse  fé  á 
las  coplas  del  Sumario,  cuyo  sentido  resulta  claro  con  estas 
indicaciones,  sirviendo  para  comprobar  el  curioso  hecho  his- 
tórico á  que  en  ellas  se  alude. 

De  la  extensión  y  aprovechamiento  de  los  estudios  de 
Villalobos  dan  amplísimas  pruebas  sus  obras,  en  las  que 
demuestra  que  era  consumado  humanista  y  que  se  dedicó 
también  á  la  filosofía,  revelándose  en  todos  sus  escritos  la 
gran  importancia  que  daba  á  esta  ciencia  y  el  conocimiento 
profundo  que  tenía  de  las  doctrinas  de  Aristóteles,  algunas 
de  cuyas  obras  tradujo  y  comentó,  según  él  mismo  declara, 
como  luego  veremos.  Con  tal  preparación  escribió  su  Suma- 
rio de  Medicina,  que  publicó  cuando  apenas  contaba  veinti- 
cuatro años,  en  el  de  1498,  y,  como  se  sabe,  en  este  libro  iban 
inclusas  las  Coplas  sobre  las  pestíferas  buvas,  que  dan 
señaladísimo  lugar  á  Villalobos  en  la  historia  de  la  Medicina. 
En  este  mismo  año  la  ejercia  ya  en  Zamora,  según  clara- 
mente resulta  de  la  carta  latina  fechada  en  esta  ciudad  á  16 
de  Agosto  y  dirigida  á  su  padre  en  respuesta  á  la  que  éste  le 
escribió  dándole  consejos  sobre  el  ejercicio  de  su  profesión, 
y  de  esa  misma  carta  aparece  que  ya  en  aquel  año  estaba 
casado,  pues  habiéndole  recomendado  su  padre  la  castidad 
como  una  de  las  virtudes  que  deben  resplandecer  en  el  médico 
que  practica  su  arte,  le  contesta  con  el  espíritu  burlón  que 


(1)    Crónica  de  los  Reyes  Católicos.  Valencia;  Moníbrte,  pá^  86. 


—  i3  — 

reina  en  machos  de  sus  escritos:  •Secundum  utique  probo. 
Domine  me  castissime  vivere  necessitas  ipsa  cogiu  Mulier 
enim  quam  dedisti  mihi  adolecentulam  etformosam  radU 
calem  totum  divellit  humorem  tU  nihil  reliquet  distribuen- 
dum  sumpsiL  Et  nunc  Francisce  fornicare  si  potest,  qui 
adtic,  hercule,  domi  non  suficiens,  si  fas  esset  collega  tibi 
explorandum  erat.r^ 

Aunque  la  primera  carta  latina  dirigida  al  Dr.  Gonzalo 
de  Moros  en  el  año  de  iSoí  no  expresa  el  lugar  en  que  fué 
escrita,  es  racional  suponer  que  aquel  año  tenia  Villalobos 
todavía  su  domicilio  habitual  en  Zamora,  y  que  allí,  además 
del  ejercicio  de  su  profesión,  se  dedicaba  á  los  estudios  que 
ya  le  debiah  haber  conquistado  justo  renombre  entre  físicos 
y  literatos,  pues  la  carta  á  que  se  alude  es  contestación  á  una 
consulta  que  le  habia  hecho  aquel  doctor  sobre  la  inteligen- 
cia de  unas  palabras  de  Plinio,  autor  que  comentó,  y  que  . 
sin  duda  era  ya  en  iSoí  objeto  especial  de  su  estudio,  aunque  f 
el  privilegio  para  imprimir  este  libro  lleva  la  fecha  del  i3  de 
Agosto  de  1524,  y  en  este  mismo  año  fué  impreso  en  Alcalá 
por  Miguel  de  Eguía. 

Confirma  esta  inducción  lo  que  dice  Villalobos  en  la  carta 
á  D.  Cosme  de  Toledo,  de  i5  de  de  Octubre  de  ib  10,  antes 
citada:  tYo,  olvidando  el  modo  de  vida  y  el  carácter  de  mi 
padre,  quise  hacerlo,  no  en  la  aldea,  sino  en  la  ciudad,  y  no 
en  una  cualquiera,  sino  en  lugar  populoso;»  éralo,  sin  duda, 
Zamora  en  aquel  tiempo,  sobre  todo  comparada  con  los  demás 
lugares  de  Castilla,  como  lo  es  aún  en  el  nuestro,  y  más  toda- 
vía en  el  de  Villalobos. 

Ya  en  el  año  de  i5o7  deberla  formar  parte  nuestro  físico 
de  la  familia  del  Duque  de  Alba,  y  por  esta  circunstancia 
debió  intimar  sus  relaciones  con  los  demás  Grandes  del 
Reino:  así,  la  primera  carta  de  esa  fecha  que  forma  parte  de 
las  que  van  al  fin  de  las  Congresiones,  tiene  por  objeto  dar 
noticias  al  Dr.  Gonzalo  de  Moros  de  la  salud  del  ilustrisimo 
Conde,  que  es  casi  seguro  que  era  el  de  Benavente.  De  esta 
carta  resulta  además  que,  cuando  menos,  en  aquella  fecha 
tenía  ya  un  hijo  Villalobos,  del  que,  consultado  el  horós- 
copo por  un  astrólogo,  habia  dicho  que  seria  afortunadísimo 


—  14  — 

médico,  á  lo  cual  replica  Villalobos  con  su  acostumbrado 
donaire,  que  si  habia  de  ser  médico  no  podría  ser  afortunado, 
y  si  era  afortunado  no  podia  ser  médico,  por  los  muchos 
trabajos  y  miserias  que  éstos  tienen  que  sufrir  en  su  ingrato 
oficio,  y  que,  por  tanto;  él  no  habia  de  consentir  que  tal 
profesión  abrazase  nadie  que  bajo  su  potestad  estuviese:  esta 
carta  ha  servido  para  fijar  la  edad  de  Villalobos,  como  al 
principio  se  ha  dicho,  pues  al  escribirla  en  1S07  tenia  ya 
(f  cumplidos  treinta  y  tres  años. 

La  otra  carta,  que  es  la  IV  entre  las  latinas,  está  fechada 
en  Santa  María  del  Campo  á  25  de  Setiembre  de  1S07, 
y  es  respuesta  á  otra  en  que  su  padre  le  habia  manifes- 
tado grandes  deseos,  para  su  buen  concepto  de  médico, 
de  que  mejorara  la  salud  del  Duque  de  Alba,  D.  Fadrique, 
que,  según  la  respuesta  de  Villalobos,  debia  estar  por  enton- 
ces en  gravísimo  y  peligroso  estado.  También  le  habia  pre- 
guntado su  padre  qué  ganancias  habia  alcanzado  por  sus 
trabajos  y  por  su  destierro,  palabra  que  con  toda  claridad 
indica  que  en  aquella  fecha  habia  Villalobos  salido  de  su 
patria  y  ordinario  domicilio  para  acompañar,  sin  duda,  al 
Duque,  su  señor,  el  cual  por  entonces  seguia  á  la  Corte;  pero 
todavía  no  era  médico  de  ella  Villalobos,  pues  habiéndole 
pedido  su  padre  noticias  de  la  vida  y  sucesos  de  Hernando 
de  la  Vega,  con  cuyo  padre  tuvo  el  de  Villalobos  antiquísima 
amistad,  le  contestaba:  tYo,  á  la  verdad,  como  pasajero  en 
la  Corte,  ni  le  conozco  ni  sé  de  estas  cosas.»  No  tardó,  sin 
embargo,  mucho  en  alcanzar  tan  anhelado  puesto,  y  sin  duda 
se  refiere  á  sus  pretensiones  el  siguiente  párrafo  de  la  carta 
escrita  el  23  de  Julio  de  i5o8  al  Dr.  de  la  Parra,  proto- 
médico  (i),  en  el  cual  se  confirma  además  que  era  entonces 
médico  del  Duque  de  Alba.  Hé  aquí  dicho  párrafo:  t  Ahora 
verá  Vmd.,  ilustre  doctor,  cómo  al  pedir  con  tantos  traba- 
jos á  nuestro  ilustrísimo  Duque  la  servidumbre,  perdí  á  un 
tiempo  patria,  padres,  fortuna  y  libertad.  Todo  lo  dejamos 
por  seguirte,  y  ahora,  ¿qué  vá  á  ser  de  nosotros?  Nada  digo 


(i)    Es  la  VI  de  las  latinas  que  van  al  fin  de  las  Congresiones, 


--  i5  — 

de  Vmd.y  que  perdió  cuanto  podia  perder.  Sólo  nos  queda 
la  esperanza,  peor  mil  veces  que  el  sepulcro,  puesto  que 
con  sus  eternas  ilusiones  y  constantes  martirios  vá  empujando 
los  hombres  al  infierno.  Una  madura  resolución  tengo  adop- 
tada para  nuestros  asuntos.  Conocida  os  es  la  costumbre  de 
este  sujeto.  Siempre  que  se  propone  no  hablar  al  Rey  en 
favor  de  los  que,  postrados  á  sus  pies,  le  piden  algo,  y  res- 
ponde este  único  adverbio,  Bien,  debe  sobreentenderse  Mal; 
y  cuando,  cediendo  á  los  ruegos,  mueve  la  cabeza  como  quien 
otorga  y  dice  Muy  bien,  quiere  decir  Muy  mal.  Creo,  pues, 
que  debemos  proveernos  de  una  soga,  y  cuando  conteste  á 
nuestras  súplicas  Bien,  echárnosla  al  cuello;  pero  cuando 
diga  Miiy  bien,  entonces  se  acabó,  estamos  perdidos  y  debe- 
mos ir  corriendo  á  colgarnos  en  lo  más  alto  de  la  Torre  de 
Babel  para  no  tocar  con  los  pies  al  suelo.»  El  Duque  era 
primo  del  Rey  D.  Fernando,  y  por  los  grandes  servicios  que 
le  habia  prestado  en  todas  las  vicisitudes  de  su  vida,  aun 
antes  de  ocupar  el  Trono,  compartia  el  mayor  grado  de 
favor  é  influencia  con  su  pariente  el  Almirante  D.  Fadrique; 
por  tanto,  es  racional  suponer  que  lo  que  le  pedia  Villalobos 
para  el  Rey  era  que  le  hiciese  su  médico;  y  como  logró  su 
deseo,  es  asimismo  natural  suponer  que  debió  este  puesto, 
además  de  su  mérito,  á  la  poderosa  intercesión  de  este  mag- 
nate. Antes  de  ocuparlo,  y  ya  formando  parte  de  la  fami- 
lia del  Duque,  Villalobos  anduvo,  como  se  ha  dicho,  en  su 
compañía,  y  esto  se  confirma  en  otros  pasajes  de  la  carta 
de  que  hemos  tomado  lo  que  antecede.  Infiérese  de  ella  que 
curado  de  sus  dolencias  el  Duque  de  Alba,  y  deseoso  Villalo- 
bos de  ver  á  su  familia,  emprendió  un  viaje  cuyas  peripecias 
refiere  al  Dr.  Parra  á  quien  dice:  oEl  primer  lugar  adonde  me 
encaminé  después  de  separarnos  fué  Salamanca,  y  al  entrar 
por  las  puertas  salióme  al  encuentro  mi  excelente  Bernar- 
dino,  que  abrazándome  tiernamente,  me  llevó  consigo  y  me 
obligó  á  echar  pié  á  tierra  á  la  puerta  de  su  casa,  donde,  en 
su  compañía  y  la  de  su  buena  mujer  y  de  algunos  amigos, 
me  detuve  tres  dias;»  que  pasó  sin  duda  Villalobos  recordando 
sus  buenos  tiempos  de  estudiante  y  tratado  por  su  huésped 
á  cuerpo  de  rey;  los  excesos  de  la  comida  le  produjeron  unal 


—  i8  — 


III. 


VILLALOBOS    MÉDICO   DEL    REY    CATÓLICO. 


Puede  tenerse  por  seguro  que  Villalobos  alcanzó  el  puesto 
de  médico  del  Rey  Católico  lo  más  tarde  en  1 509,  pues  de 
que  ya  lo  era  en  i5io  dá  testimonio  irrecusable  la  carta  de 
10  de  Octubre  de  este  año,  dirigida  también  al  Obispo  de 
Plasencia,  que  es  la  última  de  las  latinas  puestas  al  fin  de 
las  Congresiones;  se  ha  hecho  mención  de  ella  para  aducir 
una  prueba  de  la  calidad  de  confeso  de  nuestro  médico, 
y  sin  duda  por  la  persecución  que  esta  circunstancia  le  pro- 
dujo, y  principalmente  por  su  carácter,  que,  bajo  aparien- 
cias de  alegre  y  festivo,  era  profundamente  melancólico, 
ya  en  aquella  fecha  tenía  pensamiento  de  abandonar  la  Corte, 
pues  decia  al  Obispo  al  final  de  esta  carta:  «Y  por  lo  que 
hace  á  lo  presente,  diré,  ilustre  Prelado,  que  para  en  adelante 
renuncio  á  la  Corte,  á  fin  de  que,  saliendo  incólume  de  este 
valle  de  miserias,  consiga  volar  á  la  del  Rey  Eterno,  donde 
ni  temeré  el  enojo  de  los  grandes  ni  retrocederé  ante  la 
repulsa  de  los  picaros  porteros,  ni  me  arredrarán  los  varios 
accidentes  ni  las  ilusiones  de  la  fortuna.  Mas  por  cuanto 
todavía  no  tengo  resuelto  á  dónde  me  encamine  ni  en  dónde 
me  establezca,  esta  carta  no  lo  revelará  á  V.  E.,  sino  otra,  si 
á  Dios  place.»  Parecia,  pues,  que  sería  cosa  inmediata  la  reti- 
rada de  Villalobos  á  algún  lugar  pequeño  y  apartado  para 
imitar  la  conducta  de  su  padre;  mas  por  de  pronto  no  cumplió 
semejante  resolución,  aunque  constantemente  reinaba  en  su 
mente  aquel  pensamiento,  cosa  muy  ordinaria  en  los  que 


—  19  — 

viven  en  la  Corte,  y  que  explicó  con  su  habitual  elegancia 
Rioja  diciendo: 

«Fabio,  las  esperanzas  cortesaiias 
Prisiones  son  do  el  ambicioso  muere 
Y  donde  al  más  astuto  nacen  canas.  • 

No  murió  en  ellas  Villalobos,  pero  sí  le  nacieron  canas^ 
porque,  contra  lo  que  dicen  la  mayor  parte  de  sus  biógrafos, 
no  se  retiró  definitivamente  de  la  Corte  hasta  una  edad 
avanzada. 

La  serie  de  las  cartas  latinas  de  Villalobos  termina  con  la 
de  I  o  de  Octubre  de  i5o9,  y  las  castellanas  empiezan  por 
la  dirigida  á  Jufre,  Aposentador  del  Rey  en  Flándes,  escrita 
en  Madrid  el  8  de  Enero  de  i5i2;  que  entonces  estaba 
Villalobos  en  la  Corte  lo  demuestra  el  texto  de  esta  saladí- 
sima epístola,  escrita  toda  ella  de  burlas  en  estos  términos: 

«Las  nuevas  de  acá  son  que  en  la  primera  semana  de  Di- 
ciembre, á  las  diez  horas  del  dia,  aparecieron  aquí  muchas 
estrellas  alrededor  de  la  luna.  Algunos  astrólogos  dijeron  que 
era  señal  que  los  cristianos  habían  de  cercar  á  los  moros;  otros 
dijeron  que  se  habian  de  descubrir  muchos  tesoros  y  cosas 
secretas;  otros  que  vendrá  el  Rey  y  se  juntarán  á  él  todos  los 
Grandes.  Yo  dije  en  aquella  consulta  que  no  era  sino  que 
en  esta  Corte  nos  hacen  ver  las  estrellas  á  mediodía.»  No 
revela  esta  carta  el  más  leve  deseo  de  abandonar  la  Corte, 
aunque  la  última  frase  copiada  indica  que  no  era  todo  satis- 
facciones la  vida  de  los  que  estaban  al  lado  del  Rey.  Villa- 
lobos, según  todos  los  indicios,  continuó  en  su  puesto,  aun- 
que sin  duda  cada  accidente  de  su  fortuna  despertara  en  él 
la  idea  de  abandonarlo,  no  sólo  para  vivir  tranquilo,  sino 
para  consagrarse  con  más  espacio  á  sus  aficiones  científicas 
y  literarias. 

Los  cuidados  propios  de  su  cargo,  que  ya  por  entonces 
debían  ser  muy  graves  por  el  estado  de  la  salud  del  Rey 
Católico,  y  los  continuos  viajes  á  que  le  obligaba  la  movi- 
lidad de  la  Corte,  no  impedían  á  Villalobos  consagrarse  al 
estudio,  como  lo  prueba  la  circunstancia  de  que  en  el  año 


—  20   — 

de  1 5 14  acabó  de  escribir  las  Congresiones,  á  cuyo  final  se 
lee  lo  siguiente:  nExplictt  liber  duodecim  principiorum  qm 
ettam  Congresiones  epellatur  in  oppido  Madrid  assistente 
Caiholico  Rege,  martii  quinta  decima  anno  Christi  milie- 
simo  quingeniessimo  quarto  décimo, »  Este  libro  fué  impreso 
el  mismo  año  en  Salamanca,  como  se  verá  más  adelante. 
Al  siguiente  terminó  la  traducción  de  la  comedia  de  Planto 
titulada  Amphitrion,  según  resulta  de  la  carta  dirigida  A  un 
Grande  del  Reino,  que  vá  impresa  al  ñn  de  ella  en  las  varias 
ediciones  que  existen,  siendo  de  notar  que,  según  su  contexto, 
en  aquella  fecha  persistía  en  su  pensamiento  de  abandonar  la 
Corte,  pues  dice  asi  al  principio  de  ésta,  que  es  una  de  sus 
más  elegantes  cartas:  a  Muy  magnífico  señor:  Con  las  livian- 
dades de  Júpiter,  como  con  las  plumas  de  gallo,  he  pescado 
aquí  galanes  como  truchas  para  metellos  en  la  santa  doctrina 
del  amor  virtuoso,  y  maguer  que  ellos  sé  congojarán  de  salir 
de  sus  piélagos,  no  deja  por  eso  de  ser  buena  pesca.  Esto  les 
doy  en  pago  de  cuantas  mercedes  y  favores  en  esta  Corte 
me  hacen,  porque  estoy  de  voluntad,  si  Dios  quisiere,  de 
dejallos  muy  presto,  E  si  la  grave  enfermedad  del  Rey, 
nuestro  Señor,  no  me  detuviese,  que  seria  mal  caso  dejar 
á  S.  A.  en  tan  gran  necesidad,  ya  me  hauria  yo  arribado  en 
algún  puerto  y  remanso  donde  escapase  de  los  peligrosos 
golfos  y  tempestades  deste  mar.»  Esta  carta  se  escribió  en 
Calatayud  el  6  de  Octubre  de  i5i5,  donde  el  Rey  D.  Fer- 
nando fué  para  asistir  á  las  Cortes  de  Aragón,  que,  por 
cierto,  le  negaron  los  servicios  de  ellas  solicitados  para  las 
graves  atenciones  del  Reino,  y,  como  dice  Zurita,  t partió  el 
Rey  de  Calatayud  para  Madrid,  entrado  el  mes  de  Octubre 
con  todo  el  descontentamiento  y  desagrado  que  se  puede 
pensar  de  sus  subditos  y  naturales,  á  quien  él  tanto  hauia 
amado  y  favorecido,  y  fué  por  Buytrago  por  correr  monte, 
y  la  Reyna  se  vino  á  Zeragoza,  y  de  aquí  pasó  al  Principado 
de  Cataluña  para  asistir  á  las  Cortes  que  se  hauian  convocado 
á  los  catalanes  para  la  ciudad  de  Lérida.  Su  partida  fué  muy 
arrebatada  de  aquella  ciudad  de  Calatayud  para  volverse  á 
Castilla,  con  tanto  desgrado  de  los  aragoneses,  padeciendo 
mucho  tormento  de  una  tan  graue  y  larga  dolencia,  y  teniendo 


—   21    — 


tan  presente  la  muerte,  se  pareció  mucho  con  la  que  hizo  el 
Rey  Don  Hernando,  su  agüelo,  de  Barcelona,  cien  años  antes, 
estando  para  espirar,  con  el  mismo  sentimiento  y  queja  de 
los  catalanes,  en  tanto  extremo,  que  declararon  bien  el  uno 
y  el  otro,  en  cuanto  más  estimaban  ser  Gobernadores  de 
aquellos  Reynos  que  con  aquella  libertad  de  los  subditos 
reinar  en  los  suyos.» 

Sabido  es  que  el  Rey  Católico  murió  en  Enero  del  año 
siguiente  de  i5i6  en  la  aldea  de  Madrigalejo,  en  medio 
de  las  dificultades  que  ofrecía  la  situación  de  España  y  sin 
abandonar  hasta  el  último  instante  los  negocios  públicos; 
es  de  suponer  que  Villalobos  le  acompañó  hasta  el  último 
trance  de  la  vida,  y  que,  muerto  el  Rey,  siguió  á  la  Corte, 
pues  en  ella  se  hallaba  el  17  de  Marzo  de  iSiy,  según  la 
carta  dirigida  á  Garci-Jufre  desde  Madrid  en  dicha  fecha. 
Esta  carta,  escrita  en  burlas  menos  el  párrafo  final  y  algunos 
conceptos,  empieza  de  este  modo:  «Vuestra  carta  fué  vista 
por  los  señores  del  Consejo  Real. 9  Y  más  adelante  dice: 
«Las  nuevas  de  acá  son  que  tenemos  todos  tanta  sed  con 
la  venida  del  Rey ,  que  con  todo  cuanto  de  allá  yiene 
quedamos  tan  satisfechos  como  vos  lo  estaríades  en  un  buen 
banquete  con  un  jarro  de  agua  fria.  Van  Embajadores  y 
vienen  Embajadores,  y  el  Rey  estáse  quedo.»  Era  grande, 
en  efecto,  el  ansia  con  que  se  esperaba  en  Castilla  la  venida 
del  Príncipe  D.  Carlos,  por  las  dificultades  que  nacian  del 
estado  de  su  madre  D.^  Juana  y  de  las  disposiciones  que  con 
este  motivo  había  dictado  en  su  testamento  su  abuelo  el  Rey 
Católico  D.  Fernando.  Sin  duda  Villalobos,  en  aquella  inte- 
rinidad, conservaba  la  posición  de  médico  de  Palacio,  y  esto 
explica  el  último  párrafo  de  esta  carta  á  Jufre,  á  quien  dice: 
«Un  negocio  tengo  allá  en  poder  del  Sr.  Thesorero:  pídoos 
por  merced  que  hagáis  á  su  merced  memoria  del,  y  perdo- 
nadme, por  amor  de  Dios  y  por  la  santa  cuarentena  en  que 
estamos,  la  descortesía  de  hablaros  en  seso,  porque  la  nece- 
sidad me  hace  salir  fuera  de  términos.»  De  dineros  debia 
ser  ésta,  que  expresa  repetidas  wccqs  Villalobos,  el  cual, 
quizá  por  su  naturaleza  judía,  daba  no  pequeña  importancia 
á  los  bienes  terrenales,  y  sin  duda  el  negocio  á  que  aquí  alude 


K 


—   22   — 

consistiria  en  el  pago  de  su  estipendio  como  médico  de  los 
Reyes;  cualquiera  que  fuese  su  índole,  es  lo  cierto  que  tardó 
en  resolverse,  lo  cual  se  explica,  así  por  la  confusión  en  que 
andaban  por  entonces  las  cosas  de  la  Corte  y  las  del  Reino, 
como  por  las  dificultades  que  nacian  de  la  ausencia  del  que  ya 
todos  llamaban  Rey  D.  Carlos,  de  la  gran  distancia  á  que  se 
hallaba  de  Castilla  y  de  lo  largo  y  penoso  de  las  comunica- 
ciones en  aquella  época.  Esto  explica  el  contexto  de  la  carta 
de  7  de  Julio  del  mismo  año  de  i5 17,  dirigida  por  Villalobos 
también  desde  Madrid — donde  se  estableció  la  Corte  durante 
esta  especie  de  interinidad  por  los  Gobernadores  el  Cardenal 
Cisneros  y  el  deán  de  Lovayna  Adriano — á  Diego  López  de 
Ayala,  canónigo  de  Toledo,  que  era  uno  de  los  enviados  á 
Flándes  para  acelerar  la  venida  del  Rey,  y  sin  duda  para 
explorar  sus  disposiciones  y  propósitos  respecto  al  régimen  y 
gobierno  de  España;  de  esa  carta  se  deduce,  y  más  clara- 
mente todavía  de  otras,  que,  á  pesar  de  su  constante  pensa- 
miento de  retirarse  de  la  Corte,  Villalobos  no  abandonaba 
sus  asuntos,  pues  dice  en  esta  carta:  «Ya  he  prouado  al  señor 
Thes^rero,  que  es  hombre  de  seso;  después  díme  á  passar 
tiempo  con  Jufre,  que  es  hombre  de  burlas;  ahora  tentaré 
á  Vmd.,  que  es  hombre  de  seso  y  de  burlas;  á  la  postre 
escribiré  á  un  flamenco  de  esos  que  ni  son  para  en  seso  ni 
para  enburlas ,  y  así  habré  discurrido  por  todas  las  especies 
de  la  suficiente  división  sin  sacar  la  conclusión.»  Y  al  fin 
de  esta  carta,  que  contiene  otras  noticias  interesantes  rela- 
tivas al  estado  de  la  Nación  y  de  la  Corte,  dice:  tUn  me- 
morial envió  á  Vmd. :  si  aquello  se  puede   hacer ,  vos  lo 
haréis,  y  si  no  lo  hacéis,  no  se  puede  hacer.  Cualquiera  de 
estos  partidos  será  mejor  para  mí  que  vivir  suspenso  en 
vida  tan  corta,  por  lo  que  ha  de  quedar  acá  después  que  allá 
se  partiere.»  Es  de  inferir  que  el  objeto  de  este  memorial 
fuese  la  petición  de  continuar  en  su  cargo,  pues  otros  aná- 
logos hicieron  por  entonces  muchos  de  los  que  los  ejercían 
en  la  Corte,  y  todos  ellos  estaban  con  la  natural  zozobra 
porque  temian  que  con  la  venida  del  Rey  y  de  los  flamencos, 
que  eran  sus  familiares  y  favoritos,  habia  de  haber  en  esto 
grandes  mudanzas. 


—  23   — 

Como  se  sabe,  el  Rey  D.  Carlos  I  de  España  llegó  á  sus 
Estados  ea  Setiembre  de  iSiy,  desembarcando  en  Villavi- 
ciosa  de  Asturias,  acompañado  de  los  españoles  que  habian 
ido  á  Flándes,  del  famoso  Xeures,  del  Canciller  Laxao  y 
demás  flamencos,  que  fueron  causa  de  tanto  disgusto,  y  á  la 
larga,  de  tan  graves  disensiones  en  el  Reino;  la  comitiva 
caminó  muy  despacio,  y,  según  las  personas  de  aquel  tiempo 
á  que  se  refiere  Sandoval  (i),  con  el  propósito  de  que  el  Rey 
no  viera  al  Cardenal  Cisneros,  ya  muy  enfermo,  y  á  quien 
los  médicos  presagiaban  próxima  muerte;  no  consta  si  Villa- 
lobos acompañó  á  Cisneros  en  este  último  viaje,  pero  de  la 
carta  que  dirigió  al  doctor  de  la  Reina  desde  Zaragoza  el  6  de 
Agosto  de  1 5 18,  resulta  que  continuó  después  de  la  venida  del 
Rey  al  lado  de  la  Corte  y  solicitando  su  continuación  en  ella; 
así  se  infiere  claramente,  no  sólo  del  texto  de  otras  cartas 
de  Villalobos,  sino  de  los  sucesos  que  por  entonces  ocurrie- 
ron en  España.  Según  la  opinión  más  generalmente  recibida, 
el  Cardenal  Cisneros,  que  ya  estaba  gravemente  enfermo, 
murió  de  la  pena  que  le  produjo  la  carta  que  le  dirigió  el 
Rey  y  que  entendió  que  era  una  despedida  cortés  de  su 
servicio;  suceso  de  gran  trascendencia  que  tuvo  lugar  en  la 
villa  de  Roa  el  domingo  8  de  Diciembre  de  iSij,  porque  es 
de  suponer  que  si  el  Cardenal  no  hubiese  muerto,  hubiera 
contrarestado  en  el  ánimo  del  Monarca  la  perniciosa  influen- 
cia de  los  flamencos. 

Llegó  por  estos  dias  D.  Carlos  con  su  comitiva  á  Mojados, 
donde  recibió  á  los  del  Consejo  Real,  confirmándolos  en  sus 
oficios;  pero  no  hizo  lo  mismo  con  los  de  la  Cámara,  esto 
es,  con  la  servidumbre  del  Rey  Católico,  porque,  á  pesar  de 
que  lo  solicitaban  vivamente,  se  oponian  á  ello  por  todos  los 
medios  los  que  desde  Flándes  venian  con  el  nuevo  Monarca 
ocupando  aquellos  puestos;  hay  motivos  para  suponer  que  el 
principal  entre  los  médicos  lo  tenía  ya  Narciso,  en  quien  llegó^ 
á  poner  D.  Carlos  toda  su  confianza,  y  parece  probable  que 
mientras  Villalobos  no  consiguió  volver  á  su  cargo,  ejercería 


(i)     Vida  del  Emperador  Carlos  V, 


—  24  — 

el  de  médico  de  la  Reina  viuda  D/  Germana;  por  esto  debió 
estar  en  la  Corte  durante  su  permanencia  en  Valladolid,  donde 
se  reunieron  las  Cortes  de  Castilla,  que  después  de  muchas 
dificultades  y  debates — en  los  que  alcanzó  gran  fama  el  doctor 
Zumel  defendiendo  los  derechos  de  aquel  Reino — reconocie- 
ron y  juraron  por  Rey  á  D.  Carlos. 

Terminadas  las  Cortes  de  Valladolid,  fué  el  Rey  á  Zara- 
goza para  celebrar  las  del  Reino  de  Aragón,  acompañándole 
muchos  Grandes  y  principales  caballeros,  llegó  en  los  primeros 
dias  del  mes  de  Abril  de  i5i8,  «llevando  consigo  á  la  Infanta 
D.*^  Leonor,  su  hermana,  y  á  la  Reina  D/  Germana»  (i).  En 
la  comitiva  iba,  sin  duda,  Villalobos,  que  en  6  de  Agosto 
escribía  desde  Zaragoza  al  doctor  de  la  Reina  una  carta  que, 
con  lo  que  vá  dicho,  tiene  fácil  explicación,  sobre  todo  el 
siguiente  párrafo: 

«Aquí  nos  andamos  Jufre  y  yo  mano  sobre  mano,  y  el 
otro  dia  me  sacaron  de  seso  que  fuese  á  Palacio  á  solicitar 
un  negocio  mió,  y  topé  á  la  puerta  de  la  sala  con  Antonico 
el  Gigante,  que  me  estorbaua  la  entrada.  Yo  pensé  que  acaso 
se  me  ponia  delante,  porque  no  era  aquel  su  oficio,  y  procuré 
de  colarme  dentro;  enojóse  Antonico,  y  púsome  el  hierro 
del  langon  á  la  boca  del  estómago  haciéndole  temblar;  y  con 
ojazos  torcidos  y  un  espantoso  bramido,  me  amenazaba  de 
tal  manera,  que  ya  pensaba  yo  que  estaba  á  la  garganta  del 
cangervero.  Apenas  le  hube  bien  entendido,  quando  arrebaté 
de  un  tramo  á  la  escalera  y  baxé  por  ella  no  tan  disimulada- 
mente que  no  me  vieran  ir  trompicando  algunos  conocidos 
mios;  y  díxome  Pedro  de  Mendo<;a:  tAsí  es  el  mundo,  señor 
doctor:»  y  otras  cosas  me  dixeron,  mas  no  veamos  pesar,  que 
yo  no  les  entendí;  tanta  era  mi  ansia  de  tomar  la  muía.»  Es 
decir,  que  el  médico  y  el  aposentador  de  D.  Fernando  no 
tenian  por  entonces  ocupación  en  la  nueva  Corte,  y  que 
Villalobos,  que  antes  gozaba  entrada  franca  en  Palacio,  era 
ahora  rechazado  por  los  porteros,  dando  motivo  á  que  le 
recordaran  las  vicisitudes  de  la  fortuna. 


(i)    Sandoval,  obra  citada,  pág.  139.  t.  L 


—   25   — 

No  duró,  sin  embargo,  mucho  el  disfavor  del  ilustre  y 
gracioso  físico,  porque  según  cuenta  en  carta  dirigida  al 
Condestable  de  Castilla,  también  desde  Zaragoza,  el  23  de 
Noviembre  de  aquel  año,  ya  en  esta  fecha  habia  vuelto  á  su 
cargo  con  la  ocasión  siguiente.  «Ya  estaba  yo  con  estas  dila- 
cioDes(dice  Villalobos)  por  echar  una  soga  á  la  garganta, 
sino  me  proveyera  Dios  de  una  muy  buena  vindimia,  en  que 
hubo  tantas  avenidas  de  cámaras  por  flamencos  y  españoles, 
que  me  podrían  ellos  dezir  lo  que  dezia  la  otra  á  su  ruñan 
quando  reñian:  tVellaco,  de  mi  culo  comes,  de  mi  culo 
bebes. »  Por  aquí  se  despachó  mi  asiento  con  el  Rey,  y  por 
aquí  entré  en  conocimiento  con  todos  los  extranjeros;  así, 
que  yo  entré  en  Palacio  por  la  puerta  falsa  de  Mosiur  de 
Xeures.  No  habia  bastado  la  Rey  na  (D.*  Germana),  ni  el 
Conde  (de  Benavente),  ni  los  Duques  (el  de  Alba  entre 
otros),  ni  todo  el  Consejo  para  ello;  quiso  Dios  mostrar  que 
todo  es  nada  quanto  procuramos  y  todo  es  suziedad,  y  cer- 
róme las  calles  públicas  y  todas  las  puertas  y  los  muros, 
y  hizome  entrar  por  do  no  cupiera  un  bodoque.»  En  medio 
de  las  burlas  de  esta  caria,  infiérese  que  la  pericia  de  Villa- 
lobos como  médico  le  valió  entrar  en  la  cámara  del  Rey 
D.  Carlos,  por  haber  devuelto  la  salud  al  más  íntimo  de  sus 
favoritos. 

La  carta  que  también  desde  Zaragoza  escribió  Villalobos 
al  Almirante  de  Castilla  el  7  de  Diciembre  de  este  mismo 
año  de  i5i8,  es  por  varios  conceptos  muy  interesante. 
Era  D.  Fadrique  Enriquez  el  magnate  más  ilustrado  de  su 
época,  y  no  sólo  tenía  gran  afición  á  la  poesía,  sino  que  se 
consagraba  al  culto  de  las  musas,  como  ya  podia  deducirse  de 
las  famosas  preguntas  que  dirigió  á  Fr.  Luis  D'Escobar  y  á 
que  éste  dio  contestación ,  así  como  á  otras^  de  donde  resultó 
el  curioso  libro  titulado  Quatrocientas  respuestas  á  otras 
tantas  preguntas,  etc. ,  de  que  se  han  hecho  varias  ediciones, 
aún  no  bien  estudiadas  por  nuestros  bibliógrafos.  Hubiérase 
podido  creer  que  las  preguntas  eran  supuestas  para  motivar 
las  contestaciones,  pero  con  las  noticias  que  Villalobos  dá  en 
esta  carta  y  con  las  coplas  de  que  se  hablará  luego,  resulta 
demostado  que  el  Almirante  cultivaba  la  poesía  castellana 


—  26  - 

de  tal  modo,  que  dio  motivo  á  que  en  la  carta  de  que  se  vá 
hablando,  le  dijera  en  su  peculiar  estilo  el  gracioso  físico: 
«Tomaste,  empero,  tan  á  pechos  la  injuria  de  la  injuriada,  y 
hizistes  os  tan  familiar  de  la  nunca  vista  ni  conocida,  que  se 
deue  creer  que  es  enfermedad  ésta  que  V.  5.  tiene  de 
coplear;  esfluxo  de  coplas  como  de  cámaras,  6  es  puxo  en 
que  se  leuantan  muchas  veces  y  no  hacen  nada.» 

Antes,  sin  embargo,  y  ocupándose  en  esta  misma  carta 
de  las  coplas  que  le  habia  enviado  el  Almirante,  dice 
Villalobos:  «Aquellas  coplas  son  muy  buenas,  y  todo 
cuanto  V.  S.  haze  es  sabroso  y  dulce;  por  esso,  es  bien 
que  las  vean  todos,  mas  no  conviene  que  les  muestre  V.  S.  mi 
carta,  porque  quien  le  viere  así  burlar  de  los  amores  y  supiese 
que  V.  S.  es  enamorado,  luego  conocerá  que  aquellas  coplas 
assí  crueles  y  vengativas,  son  más  para  vengar  la  vejez 
luxuriosa  del  señor,  que  para  defender  la  casta  juventud  de 
la  señora.»  Viva  curiosidad  despiertan  estas  alusiones,  pero 
no  es  fácil  satisfacerla.  ¿De  qué  señora  se  hablaba  en  estas 
coplas  del  Almirante?  Pero  es  mayor  aún  la  que  producen 
estas  palabras  de  Villalobos  que  siguen  á  las  que  van  tras- 
critas. «Cierto;  en  aquel  librillo  que  yo  tengo  dedicado  al 
nombre  de  V.  S. ,  mejor  colocación  os  doy  que  cena  me 
dieron  vuestras  coplas  la  noche  pasada.»  Ninguna  de  las 
obras  que  se  conocen  de  Villalobos,  especialmente  las  que  se 
sabe  que  son  anteriores  al  año  de  i5i8,  en  que  fué  escrita 
esta  carta,  vá  dirigida  al  Almirante  de  Castilla.  El  Sumario 
de  Medicina,  impreso  en  1498,  fué  dedicado  al  Marqués  de 
Astorga.  Las  Congref iones ,  al  proto- médico  Fernando 
Álvarezen  i5i4,  y  el  Amphitrion,  publicado  al  año  siguiente 
de  i5i5,  termina  con  la  carta  A  un  Grande  del  Reino,  cuyo 
nombre  se  calla,  de  quien  no  se  hace  elogio  alguno,  y  que 
nada  indica  que  fuese  el  Almirante;  parece  pues,  indudable, 
que  Villalobos  alude  en  este  pasaje  á  otra  obra  que  se  des- 
conoce y  que  se  ignora  si  llegó  á  imprimirse. 

Muy  notable  es  también  el  párrafo  de  la  carta  de  que  se 
trata,  en  que  Villalobos  dice  de  sí  mismo: 

«Mándame  V.  S.  que,  dexadas  todas  las  cosas,  entienda 
yo  solamente  en  mi  medicina.  Hallo  mi  entendimiento  con 


—  '^1  — 

tantos  senos,  que  caben  en  él  envoltorios  de  cosas  diversas 
sin  que  las  unas  empachen  á  las  otras, »  Este  juicio  que  de 
su  inteligencia  hace  Villalobos,  aunque  no  modesto,  es  tan 
justo  como  lo  demuestra  la  variedad  de  asuntos  que  trató  en 
sus  obras,  y  como  debia  suponerse  en  quien  no  sólo  era 
dator  en  medicina,  sino  también  en  artes,  que,  según  la 
nomenclatura  de  aquel  tiempo,  equivale  á  lo  que  ahora 
llamamos  filosofía  en  su  sentido  más  lato. 


—   28  — 


IV. 


VILLALOBOS  MÉDICO    DEL    EMPERADOR. 


Después  de  muchas  dificultades  y  alborotos,  pues  llegó 
el  caso  de  que  pelearan  en  las  calles  de  Zaragoza  las  gentes 
de  los  Condes  de  Benavente  y  Aranda,  las  Cortes  de  Aragón 
juraron  y  recibieron  por  Rey  á  D.  Carlos,  y  terminadas 
aquellas  diligencias,  partió  el  Rey  para  Barcelona  con  el 
mismo  objeto  á  principios  del  año  de  j5i9,  en  cuya  ciudad 
\  encontramos  á  Villalobos  ya  en  su  calidad  de  médico  de  la 
cámara  del  Rey,  según  varias  cartas  suyas  escritas  en  aquella 
ciudad,  la  primera  en  20  de  Marzo  de  dicho  año,  dirigida 
al  Arzobispo  de  Santiago,  que  luego  lo  fué  de  Toledo,  don 
Alfonso  Fonseca,  hijo  del  famoso  Patriarca  de  Antioquía, 
Arzobispo  también  de  Santiago.  En  esta  carta,  llena  de  inte- 
resantes noticias  de  la  Corte,  se  dice  que  el  Rey  se  ocupaba  de 
su  elección  de  Emperador  de  Alemania,  que  tuvo  lugar  el  2li 
de  Junio  de  este  año,  y  también  del  casamiento  de  la  Reina 
D.*^  Germana,  que  todavía  no  se  habia  hecho,  pero  que 
no  tardó  en  verificarse  en  aquella  misma  ciudad,  donde 
el  dia  antes  de  la  fecha  de  la  carta,  aunque  en  ella  no  se 
dice,  se  celebró  Capítulo  de  la  Orden  del  Toisón,  entrando 
en  ella  varios  Grandes  del  Reino. 

Aún  mayores  dificultades  que  las  de  Aragón  y  Castilla 
opusieron  las  Cortes  de  Cataluña  para  jurar  y  reconocer  por 
Rey  á  D.  Carlos,  y  los  catalanes  al  principio  se  mofaban 
de  la  docilidad  de  castellanos  y  aragoneses;  pero  al  fin  se 
vencieron  todos  los  inconvenientes  y  se  sometieron  los  que 
repugnaban  aquellos  actos,  fundándose  en  las  razones  ya 


—  29  — 

sabidas,  esto  es,  en  que  D.*  Juana,  que  aun  vivía,  era  la 
propietaria  de  todos  los  Reinos  que  formaban  la  Monarquía. 

Estando  D.  Carlos  en  Barcelona  recibió  la  noticia  de  su 
elección  de  Emperador  de  Alemania,  y  juntamente  con  ella 
la  súplica  de  que  se  trasladara  cuanto  antes  á  sus  nuevos 
Estados  y  tomara  posesión  de  ellos,  por  el  peligro,  así  de 
trastornos  interiores  en  Austria,  que  no  tardaron  en  produ- 
cirse, como  de  los  planes  y  malquerencia  del  Rey  de  Francia 
Francisco  I,  que  habia  sufrido  el  desaire  de  no  ser  elegido 
Emperador,  aunque  lo  solicitó  ardientemente.  Por  esta  causa, 
según  dice  Villalobos  en  otra  carta  dirigida  al  mismo  Arzo- 
bispo de  Santiago  desde  Barcelona  el  8  de  Setiembre  de  i520, 
tel  Rey,  nuestro  Señor,  manda  ya  apercibir  los  aparejos  de 
su  embarcada  y  se  parten  muchos  flamencos  para  su  tierra.» 
Con  esta  ocasión  instaron  á  Villalobos  para  que  formase 
parte  de  la  comitiva;  pero  él  no  consintió  en  ello,  como 
consta  de  los  siguientes  conceptos  del  fin  de  la  carta  á  que 
se  vá  haciendo  referencia:  «Yo  no  puedo  acabar  conmigo 
de  ser  alemán,  porque  ni  Dios  me  hizo  para  aquel  fin  cuando 
me  ponía  la  color,  ni  me  parió  para  eso  mi  madre.  Si  Spaña 
no  basta  para  sustentarme,  bastará  la  misericordia  de  Dios:  1 
es  muy  corta  la  vida  para  poner  sobre  ella  tan  gran  jornada,  ^ 
y  es  muy  ruin  mercaduría  curar  calenturas  donde  no  hay 
sino  nieves  y  la  mar  cuajada.  Unos  compañeros  mios  más 
viejos  que  yo  están  muy  regocijados  con  esta  partida;  mas  si 
ellos  no  son  locos,  yo  soy  necio,  y  por  esso  me  quiero 
quedar.» 

En  esta  segunda  carta,  dirigida,  como  se  ha  dicho,  desde 
Barcelona  el  8  de  Setiembre  de  i5i9  al  Arzobispo  de  San-  1 
tiago,  dá  noticia  Villalobos  de  haber  sufrido  una  larga 
y  peligrosa  enfermedad  en  aquel  año»  en  los  siguientes  tér- 
minos: tYo  prometo  á  V.  S.  que  si  no  tuviésedes  aquí  un 
hombre  tan  vigilante  y  tan  importuno  en  las  cosas  de  vuestro 
servicio,  que  me  ha  sacado  de  mi  seso  para  que  pierda  mi 
autoridad  y  preheminencia,  que  yo  tenía  determinado  no 
escribiros  en  toda  mi  vida.  Porque  sepa  V.  S.  qué  cosa 
es  saber  que  está  hombre  á  la  muerte  dos  meses  al  arreo  y  no 
tener  cuidado  de  saber  si  es  vivo  ó  muerto. »  En  esta  misma 


-3o- 

carta  dice  Villalobos:  tDespues  de  acabadas  las  cosas  de  aqui 
y  las  de  Valencia,  unos  dicen  que  S.  A.  quiere  ver  á  Granada 
y  á  Sevilla;  otros  dicen  que  ha  de  embarcarse  en  la  Coniña. 
El  Rey  ha  dicho  lo  uno  y  lo  otro,  en  caso  que  son  dos  cosas 
incompatibles.» 

Terminadas  las  Cortes  de  Cataluña,  D.  Carlos,  á  pesar 
de  sus  propósitos,  no  pudo  celebrar  las  de  Valencia,  y  los 
valencianos  no  quisieron  tenerlas  sin  que  él  personalmente 
asistiera  á  ellas,  y  ya  á  principios  del  año  siguiente  de  1620 
volvió  de  Barcelona  á  Castilla,  donde  empezaban  los  anun- 
cios de  las  Comunidades;  para  resolver  las  graves  cuestiones 
pendientes  convocó  las  de  este  Reino  para  Santiago,  pues 
habia  mandado  reunir  la  armada  que  le  habia  de  llevar 
á  Alemania,  en  la  Coruña. 

Ya  estaba  en  Galicia  el  Emperador  electo,  á  donde  no  le 
acompañó  Villalobos,  cuando,  con  fecha  10  de  Marzo  de  1 520, 
escribió  éste  desde  Medina  de  Rioseco  al  Almirante  de  Cas- 
tilla, y  del  contexto  de  esta  carta  resulta  que  resistió  todas 
las  instancias  que  se  le  hicieron  para  ir  á  Alemania. 

«Algunas  persecuciones,  dice,  pasamos  antes  que  tomá- 
semos aqui  nuestro  asiento,  y  la  que  yo  sentí  más  graue  fué 
de  sacar  de  rayz  mi  casa  de  Alúa  y  despedirme  de  la  buena 
compañía  del  Duque.  Él  se  marchó  con  propósito  de  apre- 
miarme y  forjarme  para  la  yda  de  Flándes.  Si  Dios  no  socorre 
por  intercesión  de  V.  S.,  mis  fuerzas  no  serán  bastantes  para 
defenderme.  Después  acá  he  tenido  recuestas  y  tentaciones 
de  muchas  partes;  excusóme  de  todos  con  aquella  respuesta 
que  dio  Nuestro  Señor  Jesuchristo  á  la  Cananea:  •Non  sum 
mtssus  ntsi  ad  oues  qui  parierunt  domun  Isrrael. »  No  la 
vuelvo  en  romance,  porque  no  piense  V.  S.  que  yo  estoy 
vengativo  de  las  coplas  de  Qarago^a.» 

Esta  alusión  á  las  coplas  del  Almirante  es  una  prueba 
de  que  en  ellas,  lo  mismo  que  en  las  que  antes  se  han  citado 
del  propio  autor,  éste  recordaba  á  Villalobos  su  origen  judío, 
el  cual  se  venga  del  agravio  devolviéndoselo  á  D.  Fadrique, 
á  quien  con  más  claridad  recordó  en  otras  ocasiones  que 
también  él  descendia  de  la  familia  de  Abraham.  Por  otra 
parte,  se  infiere  de  lo  que  dejamos  antes  copiado  que  Villa- 


—  3i  — 

lobos  se  habia  considerado  hasta  entonces,  y  sin  duda  lo  era, 
familiar  del  Duque  de  Alba,  por  lo  que  mantenía  su  casa 
en  el  pueblo  de  este  nombre;  y  aunque  de  lo  que  vá  copiado 
puede  inferirse  que  se  habia  establecido  de  asiento  en  Medina 
de  Rioseco,  esto  no  impidió  que  hiciera  después  de  la  fecha 
de  la  carta  varios  viajes  á  diferentes  sitios;  en  ella  dá  noticia 
de  un  peligro  á  que  habia  estado  expuesta  su  familia,  en 
estos  términos:  tPocas  noches  há  que  se  quemaron  dos  casas 
á  pared  y  media  de  la  mia,  y  como  este  elemento  es  algo 
sospechoso  y  la  turbación  fué  grande,  de  poner  en  salvo  los 
niños  y  los  muebles,  estuuo  muy  cerca  mi  mujer  de  mouer 
lo  que  tenia  en  el  vientre.»  De  donde  se  infiere,  además,  que 
Villalobos  tuvo  numerosa  descendencia  de  su  primer  matri- 
monio. 

Por  último,  en  esta  misma  carta  anuncia  el  próximo 
viaje  del  Emperador  electo  desde  Galicia  á  Alemania,  pues 
dice:  tLas  nuevas  de  acá  son  que  el  Rey,  nuestro  Señor, 
con  toda  la  nobleza  de  Spaña,  está  en  los  postreros  términos 
de  Occidente,  los  unos  para  meterse  en  la  mar  huyendo  de  • 
nuestra  vista,  y  los  otros  para  echarse  en  la  mar  desesperados 
de  la  suya.» 

No  habia  trascurrido  un  mes  déla  carta  anterior,  cuando 
en  7  de  Junio  de  i52oescribia  Villalobos  desde  Valladolid 
al  clavero  D.  Diego  de  Guevara,  una  carta  interesantí- 
sima por  varios  conceptos.  £1  clavero  de  Calatrava,  que 
tal  oficio  desempeñaba  D.  Diego,  era  hijo  segundo  del  primer 
señor  de  Salinillas,  D.  Pedro  Vélez  de  Guevara,  que  lo  era  á 
su  vez  del  Conde  Oñate  (D.  Iñigo),  quien  fundó  para  aquél 
ese  mayorazgo  y  casa  (i).  López  de  Haro  dice  que  don 
Diego  de  Haro  casó  con  una  señora  alemana,  de  quien  tuvo, 
entre  otros  hijos,  á  D.*^  Juana,  que  casó  con  el  Marqués  de  la 
Corzana.  Del  tenor  de  esta  carta  resulta  que  este  señor  salió 
de  Barcelona  acompañando  á  Xeures  y  que  permaneció  en 
Alemania  mientras  estuvo  allí  el  Emperador,  en  cuyo  tiempo 
contrajo,  sin  duda,  el  matrimonio  de  que  habla  Salazar. 

Pero  lo  más  notable  de  esta  carta  es  la  mención  y  juicio 


(i)    Nobiliario  de  López  de  Haro,  tomo  I,  ]>ág.  5oo. 


—  32  — 

que  ya  se  hace  en  ella  de  las  Comunidades  y  de  las  revueltas 
que  por  entonces  habia,  no  sólo  en  Castilla,  sino  en  casi  toda 
la  Península,  de  las  cuales  pinta  Villalobos  el  siguiente  cuadro: 

tLa  república  de  Spaña  anda  trastornada:  juzgados  y 
sentenciados  los  jueces,  y  hechos  jueces  los  juzgados;  lot 
señores  solos  son  los  vasallos,  y  las  Comunidades  son  los 
señores.  Hay  la  mayor  disensión  que  nunca  se  vio,  en  la 
mayor  conformidad  que  nunca  se  oyó;  la  discordia  y  la  con- 
cordia tan  juntas  y  entretexidas,  que  entre  sí  no  hacen 
diferencia  los  anos  hijos  de  los  otros;  los  más  ruynes  de  los 
pueblos  mandan  ahorcar  por  justicia  á  la  misma  justicia  y  á 
los  que  tienen  voz  y  apellido  del  Rey,  y  como  tal  edificio 
vá  sobre  flacos  cimientos,  es  forzado  que  brevemente  perezca 
hasta  que  no  quede  teja  sobre  teja,  si  la  venida  del  Rey  se 
dilata.» 

Sin  duda  influia  en  el  ánimo  de  Villalobos,  para  trazar 
tan  negra  pintura,  el  espectáculo  de  los  desordenas  y  de  las 
atrocidades  que  entonces  se  cometieron:  entre  otras  víctimas 
de  aquellos  tumultos,  lo  fué  con  muy  especiales  circuns- 
tancias el  aposentador  del  Rey  Católico  Garci-Juirey  gran 
amigo  y  corresponsal  de  Villalobos,  como  antes  se  ha  visto, 
el  cual,  por  estas  causas,  escribe,  en  la  carta  de  que  se  vá 
hablando,  á  este  propósito  estas  significativas  palabras: 

•  Todos  estos  dias  estoy  muy  triste  y  muy  quebrantado 
con  la  desastrada  muerte  de  nuestro  amigo  Jufre,  que  padeció 
su  cuerpo  martirios  muy  crueles  y  corrió  su  alma  peligro  de 
otros  peores.»  La  ocasión  de  esta  atrocidad  y  sus  circunstan- 
cias, dignas  de  ser  conocidas,  las  refiere  Sandoval  (i)  tomán- 
dolas de  una  relación  de  la  Comunidad  de  Burgos,  donde  em- 
pezaron los  tumultos  en  el  mes  de  Junio  de  este  año  de  1S20; 
siendo  el  cabeza  de  los  amotinados  el  cuchillero  Bernal  de 
la  Rixa.  Después  de  haber  acometido  los  amotinados  la  casa 
del  Condestable  (2)  y  la  del  procurador  que  habia  sido  de  la 
ciudad  en  las  últimas  Cortes,  Garci-Ruiz  de  la  Mota,  se  diri- 


(1)     Vida  del  Emperador  Carlos  V, 

(3)    Es  la  famosa  casa  llamada  del  Cordón,  que  todavía  existe  en 
Burgos,  aunque  en  grave  peligro  de  ser  demolida* 


—  33  — 

gieron  á  la    de  Jufre,  según  resulta  del  siguiente  relato: 
lY  con  el  mismo  ímpetu  fueron  y  derribaron  la  casa  de  un 
aposentador  del  Rey  llamado  Garci-Jofre,  el  cual,  aunque 
era  natural  de  Francia,  auia  mucho  que  servia  al  Rey 
Católico  y  al  Emperador.  Estaua  casado  y  auezindado  en 
aquella  ciudad.  Contra  el  cual,  indignados  solamente  porque 
el  Emperador  le  auia  confirmado  la  tenencia  de  la  casa  y 
castillo  de  Lara,  que  Burgos  pretendia  ser  suya,  y  se  la  pi- 
dieron, y  él  dijo  que  tenia  aquel  castillo  por  el  Rey,  que  no 
lo  podia  dar  sino  á  él,  fueron  para  le  matar.  Y  no  paró  en 
esto  la  fiíria  popular  comenzada  contra  él,  porque  auiendo 
el  triste  Jofre  halládose  allí  aquel  dia,  que  yua  con  el  Emba- 
lador del  Rey  de  Francia,  como  Jofre  vio  que  le  derribauan 
las  casas,  fuese  para  Lara  diziendo  que  esperaua  en  Dios  de 
tomar  venganza  y  de  hazer  sus  casas  muy  mejores  con  los 
dineros  de  los  Marranos  que  se  las  derribauan,  y  de  sus 
huesos  auia  de  hazer  los  cimientos,  y  la  cal  auia  de  amasar 
con  su  sangre.  Sabido  esto  en  la  ciudad  (que  se  lo  dijo  un 
carbonero  á  quien  Jofre  lo  dixo  en  el  camino)  embiaron  tras 
el  secretamente  á  cierta  gente  de  á  cauallo,  y  alcanzáronle 
en  un  pequeño  lugar,  Viuar  del  Cid,  tres  leguas  de  Burgos, 
y  allí  lo  prendieron,  sacándolo  de  una  iglesia;  y  el  cura  sacó 
el  Santo  Sacramento,  rogándoles  que  por  aquel  Señor  en 
quien  creyan  le  perdonasen,  mas  no  aprovechó;  antes  le 
hirieron  junto  al  altar.  Acudieron  algunos  caualleros  á  ver 
si  lo  podian  librar  de  sus  manos,  y  los  que  más  hizieron 
fueron  Gerónimo  de  Castro  y  Pedro  de  Cartagena.  Y  Pedro 
de  Cartagena,  que  era  muy  valiente  y  discreto  cauallero, 
comen<;ó  á  burlarse  con  ellos  y  desafiarlos  á  luchas  y  saltos, 
y  con  esto  los  entretuuo  para  que  allí  no  hizieren  pedazos  al 
pobre  Jofre,  mas  no  bastó,  y  Iraxéronlo  preso  á  Burgos,  y 
metiéronle  en  la  cárcel;  en  la  cual,  á  golpes  y  heridas,  lo 
mataron  luego,  y  atado  de  los  pies  lo  llevaron  al  suelo  de 
su  casa,  dándole  de  estocadas.  Y  uno  le  dio  una  por  entre 
los  huesos,  y  no  pudiendo  sacar  la  espada,  puso  el  pié  sobre 
él  como  si  fuera  un  perro,  y  tiró  de  la  espada.  Y  assí  muerto, 
le  trageron  arrastrando  por  las  calles,  y  lo  ahorcaron  colgán- 
dole de  los  pies  y  la  cabera  abaxo. » 


-34- 

Aun  no  habian  pasado  dos  meses  después  de  escrita  esta 
carta,  cuando  tuvo  Villalobos  la  desgracia  de  perder  á  su 
mujer,  que  murió  de  parto  en  Rioseco  durante  la  ausencia 
de  su  marido,  que  se  hallaba  en  aquella  ocasión  en  Zamora, 
ciudad  que  consideró  siempre  como  su  patria.  De  este  triste 
suceso  dio  noticia  Villalobos  á  la  Marquesa  de  Denia  en  carta 
fechada  en  Rioseco  el  i5  de  Agosto  de  i52o.  Era  esta  señora 
de  la  ilustre  familia  del  Almirante  de  Castilla,  se  llamaba 
D."  Francisca  Henriquez  y  era  prima  hermana  del  Rey  Cató- 
lico D.  Fernando,  que  la  casó  con  D.  Bernardo  de  Sandoval 
y  Rojas,  segundo  Marqués  de  Denia  y  primer  Conde  de 
Lerma,  el  cual,  justamente  en  la  época  á  que  este  suceso  se 
reñere,  combatió  y  venció  al  ejército  de  la  Comunidad  que 
se  habia  apoderado  de  Tordesillas,  donde  estaba  retraída  la 
Reina  D.^  Juana  al  cuidado  de  los  Marqueses  de  Denia.  los 
cuales  tenian  del  Emperador  aquel  encargo  de  tan  gran  con- 
fianza. En  medio  del  tono  jovial  y  hasta  chocarrero  que 
tienen  ordinariamente  las  cartas  de  Villalobos,  forma  notable 
contraste  el  que  reina  en  ésta  que  dirigió  á  la  Marquesa  de 
Denia,  á  quien  dice:  «A  cinco  dias  de  este  mes  mi  mujer, 
criada  y  servidora  de  V.  S.,  hizo  su  fin  de  la  misma  manera 
que  ella  lo  negociaba  en  vida,  y  por  muy  arrebatada  que 
le  vino  la  muerte,  no  la  pudo  hallar  desapercibida  para  la 
jornada,  porque  siempre  andaba  á  punto  de  partir.  Murió  tan 
gloriosamente,  que  en  toda  esta  tierra  ha  dejado  espanto 

y  dolor Y  porque  yo  no  conocia  ni  agradecía  á  Dios 

la  merced  que  con  tal  mujer  me  hacía,  quitómela  degracia- 
damente  viniendo  de  Zamora  á  la  nueva  de  su  parto,  habiendo 
caminado  la  noche  con  propósito  de  tomalla  entre  los  brazos 
y  hacelle  mil  regalos.  A  la  puerta  de  la  casa  me  dixeron  como 
la  mañana  de  antes  la  habian  enterrado.» 

La  ternura  de  sentimientos  y  la  pena  que  estas  palabras 
demuestran  son  uno  de  los  rasgos  del  complicado  é  intere- 
sante carácter  de  Villalobos,  festivo  en  el  trato  de  las  gentes, 
melancólico  y  tierno  en  el  fondo  de  su  alma. 

Desde  la  misma  villa  de  Medina  de  Rioseco,  que  era  por 
entonces  su  residencia  ordinaria,  escribió  Villalobos  con 
fecha  22  de  Enero  del  año  de  1 52 1  «á  D.*  María  de  Toledo,  en 


-  35  — 

la  Corte  de  Alemania, 9  y,  aunque  no  de  un  modo  seguro, 
puede  creerse  que  esta  señora  era  hija  del  primer  Duque 
de  Alba,  D.  García  Alvarez  de  Toledo,  y  de  D.^  María 
Enríquez,  porque,  como  resulta  de  cuanto  vá  dicho,  no  sólo 
era  Villalobos  familiar  muy  íntimo  del  Duque  de  Alba,  sino 
que  por  su  medio  y  conducto  tenía  estrechas  relaciones  y 
quizá  parentesco  con  la  larga  y  esclarecida  familia  de  los 
Enriquez.  Esta  señora,  que  fué  dama  de  la  Reina  Católica 
D.*  Isabel,  casó  con  el  segundo  Conde  de  Feria,  D.  Gómez 
Suarez  de  Figueroa  (i),  magnate  que  acompañó  mucho  al 
Emperador,  de  quien  fué  muy  favorecido. 

Villalobos  dá  en  esta  carta  extensa  noticia  del  estado  de 
Castilla,  donde  las  Comunidades  estaban  en  el  momento 
de  mayor  poder,  que,  por  otra  parte,  fué  tan  efímero,  aunque 
á  los  que  presenciaban  los  sucesos  les  causara  grandísimo 
temor,  como  lo  demuestran  estos  conceptos  del  atribulado 
físico: 

«La  vida  que  de  un  mes  á  esta  parte  he  tenido  es  andar 
armado  cada  noche  por  la  ronda  desde  las  doce  hasta  la 
mañana,  porque  tenemos  cobrado  tan  gran  miedo  á  la  Comu- 
nidad, que  no  pensamos  que  anda  por  los  caminos,  sino  que 
vuela  su  exército  por  los  aires  y  que  es  una  alimaña  encantada 
que  traga  los  hombres  vivos  Ha  traido  los  dias  pasados  arrin- 
conados los  Grandes  en  sus  barreras,  que  le  dexan  todo  el 
coso  sin  haber  quien  ose  echalle  una  vara,  y  trae  la  Santa 
Junta  un  Obispo  que  sus  hazañas  son  dinas  de  perpetuar 
memoria.  Dos  dias  há  que  no  se  desarma  ni  de  dia  ni  de 
noche,  y  duerme  una  hora  no  más  sobre  un  colchón  puesto 
en  el  suelo,  arrimada  la  cabera  al  almete;  come  las  más  veces 
cauallero  en  un  cauallo  saltador  que  trae;  ármase  de  tantas 
armas,  que  el  peso  dellas  es  incomportable;  ha  combatido 
tres  ó  cuatro  fortalezas,  y  él  es  el  primero  que  llega  á  poner 
fuego  á  las  puertas;  vá  entonces  su  excelentísima  señoría 
delNixo  de  un  carro,  y  sobre  el  carro  trillos  ó  puertas  en  que 
recibe  los  esquinazos;  pónese  á  gatas  con  todo  el  peso  y 
ocupación  de  sus  armas,  tirando  del  carro  más  que  quatro 


(1)    Nobiliario  de  López  de  Haro,  lib.  IV,  pág.  222  del  tomo  I. 


—  36  — 

hombres;  y  á  cada  esquinazo  que  le  arrojan,  dice:  «¡Ojalá! 
muchas  gracias  te  doy,  bendito  trillo.»  Y  si  es  puerta,  dice: 
«Dexa  essa,  á  otra  puerta.»  Pone  su  fuego,  y  después,  por 
desuiarse  presto  de  la  llama,  toma  el  trillo  á  cuestas,  y  asi 
vestido  en  pontifical,  sale  fuera  y  santigua  la  fortaleza  con 
su  artillería.  Sus  congoxas  y  vascas  y  su  furor  con  los  caua- 
Ueros  y  sus  enemistades  con  Dios  y  con  el  próximo,  que  es 
la  perfecta  charidad,  todo  ello  parece  de  la  librea  del  infierno; 
rescata  y  roba  por  los  lugares,  y  háceles  entender  que  les  dá 
la  vida  y  que  Dios  le  envia  por  la  saluacion  y  universal 
reparo  del  Reyno.» 

No  es  halagüeño  este  retrato  del  Obispo  de  Zamora,  como 
hecho  por  pincel  enemigo;  pero  de  todas  suertes,  dá  idea 
de  lo  que  era  un  Prelado  guerrero,  como  hubo  muchos,  hasta 
que  con  la  conquista  de  Granada  fueron  arrojados  los  moros 
del  Reino;  y  si  bien  Acuña  fué  tal  vez  el  último  Obispo  que 
manejó  las  armas  en  Castilla,  todavía,  por  desgracia,  en  otros 
tiempos  ha  habido  eclesiásticos  que  las  han  empuñado  para 
terciar  en  otras  discordias  civiles,  revelando  más  condiciones 
de  soldados  que  de  ministros  de  una  religión  de  paz  y  de 
mansedumbre. 

Toda  esta  carta  es  interesantísima,  y  sin  duda  la  escribió 
Villalobos  para  que  llegasen  á  noticia  del  Emperador  las 
grandes  perturbaciones  y  la  ruina  d&  Castilla;  por  eso  dice 
al  fin  de  ella  lo  siguiente:  «Assí  que  esta  enfermedad  del 
pueblo  no  tiene  cura  sin  la  presencia  del  Rey;  y  si  ésta  tarda, 
los  miembros  están  tan  corruptos,  que  presto  llegará  el  daño 
á  la  cabe(;a.» 

No  fué  necesaria  la  presencia  del  Emperador  para  que, 
rehechos  los  Grandes  del  Reino,  que  aún  no  habian  perdido 
sus  hábitos  guerreros,  formasen  ejército  más  disciplinado  que 
el  de  la  Comunidad,  que  no  era  sino  una  muchedumbre 
confusa,  como  lo  probó  la  rota  de  Villalar,  á  que  se  siguió 
luego  la  conclusión  de  aquellos  tumultos,  que  si  hubiera  sido 
posible  convertir  en  ordenada  y  enérgica  protesta,  tal  vez 
hubieran  salvado  las  libertades  públicas,  aunque  era  muy 
difícil  en  aquellas  circunstancias  evitar  el  creciente  desarrollo 
del  poder  real,  que  habia  ya  sojuzgado  á  los  Grandes  convir- 


-37- 

tiéadolos  en  dóciles  instrumentos  de  su  política,  y  que  anuló 
también  la  influencia  de  las  ciudades  y  villas,  que  decla- 
rándose enemigas  de  los  caballeros,  facilitaron  el  triunfo  de 
la  Monarquía,  que  no  tuvo  después  límite  alguno  en  el  ejer- 
cicio de  su  autoridad  omnipotente. 

El  temor  que  las  Comunidades  inspiraban  á  los  partidarios 
déla  Monarquía  y  de  la  Corte,  fué,  sin  embargo,  grandísimo, 
Y  de  él  dá  pruebas  evidentes,  no  sólo  la  carta  de  Villalobos 
de  que  se  ha  dado  noticia,  sino  otra  del  mismo  sin  fecha, 
dirigida  al  Obispo  de  Falencia;  los  sucesos  que  en  ella  se 
narran  indican  claramente  que  debió  escribirse  en  el  mismo 
año  de  i52i,  y  probablemente  después  de  la  que  dirigió 
á  D.^  María  de  Toledo,  aunque  por  aquellos  mismos  dias, 
pues  en  ella  habla  también  el  físico  en  términos  burlescos 
de  su  miedo  y  de  sus  ocupaciones  militares.  Por  otra  parte, 
ayuda  á  determinar  esta  fecha  la  circunstancia  de  que  el 
Obispo  de  Falencia,  á  quien  la  carta  de  que  se  habla  vá  diri- 
gida, no  pudo  ser  otro  sino  D.  Pedro  Ruiz  de  la  Mota,  de  la 
ilustre  familia  de  Burgos,  de  este  apellido,  de  cuya  ciudad 
era  natural  el  Obispo,  según  González  Dávila  (i),  quien  dice 
de  él  que  fué  maestro  en  Sagrada  Teología,  eminente  predi- 
cador y  del  Consejo  del  Emperador  Maximiliano,  limosnero 
del  Emperador  Carlos  V  y  de  su  Consejo  de  Estado;  sirvióle 
en  Flándes,  en  Alemania  y  España;  presentóle  para  el  Obis- 
pado de  Badajoz;  de  esta  Sede  fué  promovido  para  la  de 
Falencia,  y  de  ella  tomó  posesión  en  22  de  Agosto  de  i52o, 
probablemente  por  procurador,  porque  se  infiere  que  en 
aquella  época  estaba  con  el  Emperador  en  Alemania,  pues 
volvió  en  su  compañía  y  desembarcó  con  él  tocado  de  una 
calentura  lenta  que  le  vino  siguiendo  hasta  llegar  á  Herrera 
de  Pisuerga,  del  Obispado  de  Palencia,  donde  le  esperaba 
la  muerte,  que  le  llevó  á  mejor  vida  en  3o  de  Setiembre 
de  1 522.  Como  á  D.*  María  de  Toledo,  dá  noticia  Villalobos 
á  este  Prelado  del  estado  de  Castilla,  y  para  poner  en  su  punto 
la  narración,  termina  su  carta  en  estos  términos: 

tDe  mí  puedo  decir  á  V.  S.  que  de  puro  miedo  he  perdido 


(I)     Teatro  EclesidsticOy  tomo  11,  pág.  182. 


—  38  - 

el  sentido,  y  viene  la  cosa  tal,  que  ando  armado  lo  más  del 
tiempo.  La  otra  noche,  á  las  dos  horas  que  andaba  por  la 
ronda  en  la  ordenanza  de  un  capitán,  y  porque  no  le  entendí 
bien  quando  me  dixo  que  calase  la  pica,  llamóme  cabrón. 
Dije  yo:  «Esso  merezco  yo  por  dexar  mi  oficio  de  matar  y 
tomar  el  vuestro,  que  me  maten;  cierto,  á  estas  trasnochadas 

ganaua  su  hacienda  el  puto  de  mi  abuelo ;•  y  este  ardid 

de  guerra  hiciéralo  yo  de  muy  buena  gana,  porque  tenía  gran 
miedo;  que  nos  hauian  dicho  que  á  media  legua  Uegaua  ya 
todo  el  exército  de  la  Junta  con  tres  culebrinas  gruesas  y  un 
canon  pedrero  y  un  Obispo  de  Qamora  y  otros  diez  tiros 
medianos,  y  no  nos  venía  socorro  de  Tordesillas,  donde 
estaba  el  Almirante  con  toda  la  gente.»  Como  se  vé,  el 
Obispo  Acuña  era  el  terror  de  los  enemigos  de  la  Comu- 
nidad y  le  cuenta  Villalobos  entre  las  piezas  de  artillería  de 
su  ejército. 

Viudo  Villalobos  todavía  de  buena  edad  y  en  estado  de 
fortuna  envidiable,  aunque  con  frecuencia  se  quejaba  de  su 
mala  suerte,  era  natural  que  le  asediasen  los  que  por  incli- 
nación, por  interés  ó  por  miras  piadosas  se  dedican  á  con- 
certar bodas.  Esto  resulta  claramente  de  la  carta  picana  y 
desvergonzada  que  escribió  Villalobos  en  1 8  de  Febrero 
de  1 521  á  la  Sra.  D.*^  Francisca  Sarmiento,  que  sin  duda 
pertenecia  á  la  ilustre  casa  de  los  Condes  de  Santa  Marta, 
del  Reino  de  Galicia,  la  cual  se  enlazó  con  las  principales 
de  Castilla;  á  esta  señora  decia  con  su  natural  donaire  Villa- 
lobos: tTomando  este  papel  para  escribir  á  V.  S.,  llegó  aquí 
de  camino  un  casamentero  conocido  mió  y  hablóme  de 
achaque  de  casamiento.  Dame  gran  priesa  para  que  luego 
me  parta,  porque  hay  peligro  en  la  tardanza,  según  la  dili- 
gencia que  otros  traen  por  llevalla.  Deñéndome  del  con 
dalle  á  entender  que  no  me  puedo  determinar  sin  cónsul- 
tallo  primero  con  V.  S.»  No  era  este,  sin  embargo,  el  ver- 
dadero objeto  de  la  carta,  sino  un  medio  de  provocar  la  risa 
de  la  señora  y  mover  su  ánimo  para  lo  que  más  adelante 
expresa  Villalobos  en  estos  términos: 

«Lo  otro  que  yo  entendia   escribir  aquí  era  suplicar 
á  V.  S.  que  tomase  tan  de  veras  la  cobranza  de  mi  libra- 


-39- 

miento,  que  mi  criado  venga  con  buen  recaudo  de  los  dine- 
ros, que  6i  vuestra  intercesión  no  me  vale,  nunca  el  Almi- 
rante me  hará  esa  merced  ni  otra  que  valga  menos,  porque 
en  saber  que  soy  de  su  tierra  le  tengo  enhastiado,  y  esto  no 
es  sino  por  su  gran  humilad,  que  se  tiene  en  tan  poco,  que 
todas  sus  cosas  piensa  que  son  las  más  ruines  de  todas.  •  Sin 
duda  este  libramiento  debia  proceder  de  sus  salarios  de 
médico  de  Palacio,  y  como  el  Almirante  habia  quedado, 
en  unión  con  el  Condestable  y  el  Cardenal  Adriano,  encar- 
gado de  la  gobernación  del  Reino  durante  la  ausencia  del 
Emperador,  debia  intervenir  más  ó  menos  directamente  en 
los  asuntos  de  Hacienda;  Villalobos  tenía,  como  se  ha  visto 
y  se  verá  después,  con  este  magnate  íntimas  relaciones;  pero 
siempre  habla  de  él  en  tono  agridulce  y  le  pinta  como  hombre 
tacaño,  poco  amigo  de  hacer  favores  y  de  tal  condición,  que, 
como  suele  suceder  de  ordinario,  despreciaba  las  cosas  y  las 
personas  de  su  tierra,  por  lo  cual,  según  refiere  Villalobos 
en  esta  misma  carta,  prefería  á  los  de  Castilla  los  médicos 
catalanes,  de  cuyo  saber  y  pericia  tenía  muy  menguada  idea 
el  físico  castellano.  También  se  muestra  en  esta  carta  des- 
contento de  la  Condesa  de  Medina,  y  dice  que  no  quiere 
encargarle  su  negocio  porque  está  toda  empleada  en  ejerci- 
cios religiosos.  Estas  razones  alega  Villalobos  para  que  doña 
Francisca  Sarmiento  ponga  gran  diligencia  en  la  cobranza 
de  su  crédito;  pero  tales  estaban  por  entonces  las  cosas  en 
Castilla  y  tal  era  la  escasez  de  dineros  que  en  ella  se  sentia 
y  de  lo  que  el  Tesoro  público  sufria  más  que  los  particula- 
res, que  es  de  suponer  que  no  lograse  Villalobos  el  inme- 
diato cobro  de  sus  salarios.  Así  se  infiere  de  la  carta  que 
en  4  de  Abril  de  este  mismo  año  de  i52i  escribió,  también 
desde  Medina  de  Rioseco,  al  Almirante  de  Castilla,  y  que 
parece  respuesta  á  alguna  de  este  magnate  en  que  se  discul- 
paría de  no  haber  satisfecho  las  reclamaciones  del  físico, 
pues  éste  le  dice:  «En  muchas  cartas  me  ha  prometido  y 
plantado  V.  S.  grandes  mercedes,  y  con  la  sequedad  de  esta 
primavera  no  han  prendido  ni  echado  fruto.  Dizen  que 
quando  V.  S.  promete  mucho,  es  menester  buscar  otro 
que  cumpla  las  promesas,  porque  entrambas  cosas  no  las 


—  40  — 

puede  hacer  uno  solo.  Yo  sirvo  en  vuestra  casa  por  todas 
las  vías  y  fuerzas  que  mi  persona  puede  bastar;  la  paga  de 
esto  otro  la  Ueuara,  porque  tampoco  caben  en  uno  solo 
entrambas  cosas.  Tan  descansado  queda  V.  S.  después  de 
hauerme  scripto  sus  esclarecidas  razones,  como  yo  quedo 
despagado  de  mis  negros  trauajos.i» 

La  carta  inserta  en  los  Problemas,  con  la  cual  envió 
V/Villalobos  desde  Valladolid  al  Arzobispo  D.  Alonso  Fonseca 
^el  «diálogo  que  passó  entre  un  Grande  de  este  Reyno  de 
Castilla,  estando  con  el  frío  de  la  quartana,  y  el  Dr.  Villa- 
lobos,» fué  sin  duda  escrita  antes  de  Abril  del  1324,  pues 
en  esta  fecha  D.  Alfonso  de  Fonseca  dejó  de  ser  Arzobispo 
de  Santiago  por  haber  tomado,  como  se  ha  dicho,  posesión 
de  la  mitra  d¿  Toledo,  á  que  le  elevó  el  Emperador  Carlos  V 
por  sus  méritos  y  por  la  influencia  de  su  poderosa  familia. 


—  41  — 


V. 


RETÍRASE    VILLALOBOS   DE   LA    CORTE. 


En  la  correspondencia  que  se  conserva  y  conoce  de  Villa- 
lobos hay,  después  de  la  carta  dirigida  al  Almirante,  un 
paréntesis  de  cuatro  años  que  no  es  difícil  de  llenar,  y  en  los 
cuales  no  parece  probable  que  sufriera  grandes  vicisitudes 
el  insigne  físico  del  Emperador;  vuelto  éste  de  Alemania, 
desembarcó  en  Santander  el  i6  de  Julio  de  i522,  y  con  su 
presencia  y  su  hábil  y  prudente  política,  devolvió  la  tran- 
quilidad á  estos  Reinos,  iniciándose  entonces  una  época  de 
paz  interior  que  ha  sido  la  más  larga  que  desde  sus  orígenes 
ha  gozado  España.  La  unión  entre  sus  naturales  y  los  Prín- 
cipes de  la  Casa  de  Austtia  fué  tan  estrecha,  que  durante  dos 
siglos  los  españoles  consideraron  como  suyas  las  causas  que 
eran  peculiares  de  aquellos  Príncipes,  y  sabido  es  que  lucha- 
ron con  indomable  valor  durante  dos  siglos  en  todas  las 
regiones  de  Europa,  defendiendo  los  derechos  patrimoniales 
de  la  dinastía  austríaca,  en  mucha  parte  no  sólo  distintos, 
sino  opuestos,  á  los  verdaderos  intereses  nacionales.  La  gloria 
del  poderoso  Emperador  Carlos  V  ofuscó  á  España,  que 
llegó  bajo  su  reinado  al  apogeo  de  su  poder  y  grandeza, 
pues  no  sólo  parecia  que  la  victoria  era  su  esclava,  sino  que 
mientras  asentaba  su  poder  en  Europa  se  extendia  el  terri- 
torio de  la  Monarquía  por  el  Nuevo  Mundo,  sometiendo  á  su 
cetro  en  aquel  continente  los  Imperios  de  Méjico  y  del  Perú, 
más  grande  cada  uno  de  ellos  que  la  Europa  entera. 

Es,  pues,  de  suponer  que  Villalobos,  desde  el  año  de  1 522 
hasta  el  de  i525,  ejerció  su  oficio  en  la  Corte  y  alcanzó  en 


—  42  — 

ella  gran  valimiento  por  su  saber,  por  sus  letras,  y,  sobre 
todo,  por  sus  donaires,  que,  como  se  infiere  con  entera  cla- 
ridad de  las  cartas  de  que  se  hablará  luego,  eran  muy  del 
gusto  del  Emperador  y  de  los  Grandes  de  su  Corte,  aunque 
Villalobos  afirma  con  repetición  que  no  le  fueron  de  gran 
provecho.  En  tales  circunstancias  y  tan  favorables,  sufrió 
Villalobos  una  contrariedad,  en  la  que  es  de  suponer  que  oo 
tuviera  poca  parte  su  carácter:  fué  el  caso  que  el  Emperador 
dio  preferencia  como  médico,  sobre  los  demás  de  su  cámara, 
á  un  joven  de  nación  italiana  y  conocido  bajo  el  nombre 
de  Narciso;  según  la  opinión  de  Villalobos,  era  este  moco  de 
pocas  letras  y  de  menos  pericia  en  la  medicina,  y,  sin  em- 
bargo, ganó  la  confianza  del  César,  fenómeno  frecuente  en 
el  ejercicio  de  esta  profesión,  en  el  cual  no  son  siempre 
el  saber  y  la  experiencia  lo  que  constituye  el  crédito  de  los 
médicos,  sino  el  capricho  y  hasta  la  moda,  de  lo  cual  se  han 
visto  y  se  ven  cada  dia  ñ'ecuentes  y  de  ordinario  tristísimos 
casos  por  las  consecuencias  que  esto  puede  tener  para  los 
pacientes.  Era  natural  que  esta  preferencia  injusta  ofendiese 
vivamente  á  un  hombre  como  Villalobos,  de  claro  enten- 
dimiento, de  gran  valer  en  su  facultad  y  en  quien  no  res- 
plandecia  la  humildad,  ni  siquiera  la  modestia,  como  se 
deduce  de  lo  que  se  ha  referido  de  una  de  las  cartas  dirigidas 
al  Almirante,  en  que  le  dice  que  tenia  en  el  entendimiento 
muchos  senos  en  que  cabian  envoltorios  de  diversas  cosas, 
contestando  á  aquel  magnate,  que  le  habia  dicho  que  sólo 
entendiese  en  la  medicina. 

Es  de  suponer  que  con  motivo  de  una  enfermedad  que 
padeció  el  Emperador  en  el  año  de  1 524,  ocurrieron  graves 
diferencias  entre  Narciso  y  Villalobos  acerca  del  tratamiento 
á  que  habia  de  someterse  al  ilustre  enfermo,  á  lo  que  alude 
Sandoval  (i)  en  estos  términos:  «El  Emperador,  como  arriba 
se  ha  visto,  estaua  en  Valladolid  al  tiempo  que  el  Rey  de 
Francia  se  puso  sobre  Pavía,  y  teniendo  aviso  de  lo  que  sus 
capitanes  hauian  acordado,  y  aprouándolo,  escribió  luego  al 
Infante  Archiduque  de  Austria,  su  hermano,  para  que  ayudase 


(I)     Vida  del  Emperador  Carlas  V,  lib.  Xil,  pág  618. 


—  43- 

y^Tortciese  la  venida,  de  los  alemanes.  Visto  que  los  vene- 
cimoB  querían  estar  A  la  mira  y  que  el  Papa  se  inclinaua  á  la 
piite  francesa,  embió  á  dar  la  mejor  orden  que  pudo  para  que 
de  Ñipóles  y  de  España  su  campo  fuese  socorrido  de  dinero. 
Y  vá  hilo  otros  proveymientos  necessarios.    Y  puesto  en 
estol  agriado9^  le   sobrevino  una  penosa  enfermedad  de 
jÉartanas,  para  remedio  de  la  qual  pareció  d  los  médicos 
pit  no  era  huen  lugar  Valladolid,  y  por  su  consejo  acordó 
k  reverte  á  Madrid,  como  lo  hijo;  y  antes  de  su  partida 
embió  á  la  Infanta  D.*  Catalina,  su  hermana,  á  Portugal  para 
cddnr  las  bodas  con  el  Rey,  como  estaua  concertado. 
Ueuáronla  á  la  ciudad  de  Vadajoz  D.  Aluaro  de  Zúñiga, 
Duque  de  Vejar,  y  el  Obispo  de  Sigüenza,  donde  llegaron 
á  It  acompañar  D.  Juan  Alonso  de  Guzman,  Duque  de 
Mcdina-Sidonia,  y  D.  Francisco  de  Zúñiga  y  Sotomayor. 
Conde  de  Venalcá^ar,  que  después  fué  Duque  de  Vejar  por 
ser  casado  con  D.*  Teresa  de  Zúñiga  y  de  Guzman,  sobrina 
del  Duque  de  Vejar.  Y  llegaron  á  Vadajoz  los  Infantes  de 
Portugal  y  otros  señores  y  caualleros  de  aquel  Reyno  á  la 
receñir,   á  los  quales  fué  entregada  y  se  effectuó  aquel 
casamiento.  Y  fué  una  de  las  excelentes  Reynas  que  tuvo 
en  su  tiempo  el  mundo.  Partida  la  Reyna,  el  Emperador 
vino  d  Madrid,  donde  tuvo  la  Pascua  de  Navidad j^  fin  del 
año  ( 1 524)  con  no  pequeño  enojo  de  su  enfermedad^  gran 
cuidado  de  la  guerra  de  Italia,  proueyendo  para  ello  todo 
lo  posible. » 

Este  enojo  sería  causa  muy  principal  de  las  disputas  y 
diferencias  de  los  médicos,  porque  sabidos  son  los  que  pro- 
duce una  enfermedad  larga  en  cualquier  familia,  y  mucho 
más  tratándose  de  paciente  tan  ilustre  y  cuya  vida  era  tan 
preciosa.  Sin  duda  estas  circunstancias  motivaron  la  resolu- 
ción que  tomó  Villalobos  de  retirarse  de  la  Corte  con  gran  \ 
sorpresa  de  los  que  la  formaban,  como  expresa  el  Almirante  ^ 
en  carta  que  le  escribió  desde  Medina  de  Rioseco  el  1 5  de 
Abril  de  i525,  en  la  cual  le  dice:  «A  toda  Castilla  teneys 
espantada,  señor  doctor,  de  la  mudanza  que  haueis  hecho, 
porque  todos  los  médicos  cuentan  por  suma  felicidad  viuir 
con  el  Emperador  y  seruir  á  S.  M.  con  su  oñcio,  y  vos, 


—  44  — 

teniendo  tan  buen  lugar  en  la  Corte,  tanta  cabida  con  todos 
los  Grandes  y  tan  buen  salario  en  la  Casa  Real,  hauerot 
salido  de  la  Corte  tan  determinado  y  desterrado  de  vuestra 
naturaleza,  donde  vos  teneys  tantos  y  tan  buenos  feligreses, 
por  viuir  en  Extemadura,  tierra  inculta  é  inhabitable,  aunque 
sea  en  casa  de  tan  gran  señor  y  tan  estimado  como  es  el  señor 
Marqués  de  Pliego,  cosa  es,  cierto,  de  gran  misterio,  y  en  que 
vos  estáis  obligado  de  dar  á  todos  razón  y  cuenta  de  tan  gran 
novedad  para  no  caer  de  la  estima  en  que  por  vuestras  letras 
y  discreción  érades  tenido.» 

Como  se  vé  en  esta  carta,  un  personaje  tan  insigne  como 
lo  era  el  Almirante,  dá  testimonio  del  alto  concepto  que  en 
su  tiempo  alcanzó  Villalobos,  especialmente  como  médico, 
pues  á  él  debia  que  en  su  patria,  esto  es,  en  Castilla,  tuviera 
tantos  y  tan  buenos  feligreses;  sin  duda  en  su  calidad  de  tal, 
y  también  por  sus  letras  y  discreción,  por  lo  que  «tenía  tan 
buen  lugar  en  la  Corte  y  tanta  cabida  con  todos  los  Grandes,» 
de  donde  resulta  que  carece  de  fundamento  la  especie  vertida 
por  algunos  escritores  de  que  Villalobos  fué  desgraciado  en 
el  ejercicio  de  su  profesión  y  no  logró  en  ella  gran  concepto 
ni  resultados  halagüeños. 

La  carta  del  Almirante  de  que  se  vá  hablando  ofrece  una 
prueba  más  de  que  Villalobos  no  era  del  Reino  de  Toledo, 
como  alguien  ha  dicho,  y  es  tan  directa  y  concluyente,  que  no 
debe  omitirse:  refiriéndose  aquel  magnate  á  la  retirada  de 
Villalobos  á  Extremadura,  dice:  «Si  fué  cosa  accidental  de 
algún  enojo  ó  agravio  que  re<^ebistes,  más  cerca  pudiérades 
tomar  la  satisfacción,  porque  si  vos  queréis  veniros  á  vivir 
á  Vailadoiid,  que  es  el  riñon  de  vuestra  patria,  los  seño- 
res que  están  en  esta  comarca,  y  yo  con  ellos,  os  daremos 
doscientos  mil  maravedís  de  salario.»  Valladolid  era  ya  por 
entonces,  tanto  ó  más  que  Burgos,  la  verdadera  capital  de 
Castilla  la  Vieja,  como  lo  prueba  el  haberse  reunido  muchas 
veces  en  ella  las  Cortes  de  aquel  Reino  bajo  el  reinado  del 
Emperador  Carlos  V. 

Dio  cumplida  respuesta  Villalobos  á  la  carta  del  Almirante 
en  otra  muy  desenfadada,  y  casi  pudiera  decirse  insolente, 
fecha  en  Zafra  il  lo  de  Mayo  de  i525:  dice  en  ella  que  su 


-45- 

resolución  no  fué  tan  súbita  ni  tan  desconocida  de  la  gente, 
pues  la  habían  sabido  los  caballeros  de  Zaragoza  y  de  Valen- 
cia» que  le  requirieron  para  que  estableciese  allá  su  casa; 
nueva  y  concluyente  demostración  del  universal  y  favorable 
concepto  que  alcanzaba  Villalobos  en  todos  los  Reinos  de 
España:  mostrándose  además  quejoso  y  agraviado  de  los  de 
su  patria,  después  de  decir  lo  que  antecede,  añade  en  su  res- 
puesta: «Usía  ni  los  Grandes  del  Reino  de  León  no  pueden 
en  este  caso  pretender  ignorancia,  pues  que  entre  ellos  y  mí 
pasaron  muchas  cartas*  sobre  esta  razón,  y  para  más  cierta 
información  de  todo,  yo  ñií  personalmente  á  visitar  al  Conde 
de  Benavente,  que  á  la  sazón  estaba  enfermo,  y  pasé  por  casa 
de  V.  S.,  y  presencialmente  os  notifiqué  cómo  yo  determi- 
naba no  estar  en  la  Corte  por  físico,  donde  Maestre  Narciso 
era  el  caudillo  de  todos  los  médicos  imperiales,  mancebo 
italiano  de  muy  pocas  letras  y  de  ninguna  experiencia,  que 
há  pocos  dias  que  le  conocimos  mo<;o  de  D.  Hernando  de 
Castriote  (i);  después assentó  de  viuienda  con  Maestre  Luys, 
físico  de  S.  M.,  y  ahora  exercita  la  prefatura  y  tiranía  de  la 
medicina  tan  absolutamente,  que  en  la  Cámara  de  S.  M.  no 
entra  ni  sale  otro  médico  sino  aquel  que  le  obedece  en  todos 
sus  desvarios.  Y  si  de  ellos  no  dependiesse  la  vida  de  muchos 
hombres,  yo  le  obedecería,  porque  soy  más  ruin  que  él,  mas 
hacíaseme  conciencia  lisonjear  á  un  hombre  de  poco  valor, 
con  muerte  de  hombres  muy  valerosos,  y  señaladamente  con 
peligro  de  la  vida  del  César,  á  quien  él  tuuo,  por  sus  errores, 
en  peligro  de  muerte  de  la  más  liviana  quartana  que  en  estos 
años  hauemos  visto.»  Estas  últimas  palabras  están  confirma- 
das por  lo  que  antes  se  ha  trascrito  acerca  de  la  enferme- 
dad que  sufrió  el  Emperador  á  fines  de  1524,  referida  por 
Sandoval,  y  de  la  que  habla  P.  M.  de  Angleria  en  carta  diri- 
gida al  Arzobispo  lusentino  desde  Valladolíd  en  el  mes  de 
Agosto  (2),  siendo  muy  de  notar  que  ningún  biógrafo  de 

(1)  Marqués  de  Civita  de  Sant'Angel,  que  murió  en  la  batalla  de  Pa- 
vía, según  algunos,  á  manos  del  mismo  Rey  Francisco  I.  Oviedo  le  dedica 
d  diálogo  58,  batalla  3/  de  la  2.'  quinquagena. 

(3)  La  referida  carta  empieza  con  estas  palabras:  MQuartana  pressum 
ha^emus  Ccesarem,  Tristis  est  curia.  Parum  negotiatur,9 


-46- 

Villalobos  baya  dado  noticia  de  este  suceso  de  su  vida,  mien- 
tras casi  todos  suponen  que  se  retiró  de  la  Corte  con  motivo 
de  la  muerte  de  la  Emperatriz,  sin  que  exista  razón  alguna 
para  suponerlo,  y,  por  el  contrario,  todo  indica  que  siguió  en 
ella  años  después  de  aquel  triste  suceso,  retirándose  al  cabo 
definitivamente  por  su  propia  voluntad,  y  tan  bienquisto  del 
Emperador  y  de  los  Grandes  como  lo  fué  siempre  el  ilustre 
físico. 

En  la  carta  de  que  se  vá  haciendo  referencia  repite  Villa- 
lobos sus  quejas  contra  el  Almirante  y  sus  acusaciones  de 
poco  generoso,  pues  le  dice:  tMas  parece  que  no  queréis  com- 
prar los  buenos  esclavos  cuando  se  os  ofrecen,  sino  esperar 
que  se  mueran  de  hambre  por  hauellos  de  balde;»  aunque 
al  fin  de  la  carta  reconoce  que  el  Almirante,  con  todas  estas 
tachas,  es  mejor  que  los  otros,  y  que  por  eso  no  dejaría  de 
reconocer  el  servicio  y  vasallaje  que  le  debia.  Es  digno  de 
notarse  que  el  autor  de  las  Quatrocientas  respuestas  al 
Almirante,  en  la  que  dio  á  la  pregunta  de  éste,  que  lleva  el 
número  279,  sobre  lo  que  debia  hacer  para  enmendar  su  vida 
y  dar  buena  cuenta  á  Dios,  le  dice: 

«Y  en  saber  lo  que  deueys 
tal  diligencia  se  Ueue 
qual  vemos  que  la  poneys 
en  la  renta  que  tenéis 
y  en  cobrar  lo  que  se  os  deue. 
Que  no  es  de  justa  consciencia 
olvidar  lo  que  deuemos 
y  ponello  en  negligencia 
buscando  con  diligencia 
deudas  viejas  que  cobremos.» 

De  seguro  que  si  D.  Fadrique  hubiera  sido  un  maniroto, 
como  suelen  serlo  los  grandes  señores,  no  hubiera  sido  nece- 
sarío  que  Fr.  Luis  D'Escobar  le  diese  este  consejo,  sino  tal 
vez  el  opuesto. 

Unida  á  la  carta  de  Zafira  iban  varias  coplas  en  que  Villa- 
lobos contestaba  á  las  que  el  Almirante  le  habia  dirigido  con 


_  47  — 

la  suya;  de  todas  se  ha  hecho  mención  para  demostrar  el  orí- 
gen  judío  de  Villalobos,  pero  una  de  ellas  confirma  también  lo 
que  se  ha  dicho  acerca  del  año  de  su  nacimiento,  pues  dice: 

« Cincuenta  añas  he  remado 
con  vientos  y  tempestades 
buscando  mil  vanidades.» 

Y  como  esto  se  escribió  en  el  año  de  i525,  resulta  que 
empezó  á  remar  en  el  proceloso  mar  de  esta  vida  terrena 
hacia  el  de  1474. 


-48- 


VI 


VUELVE   VILLALOBOS    A   LA   CORTE. 


Pronto  cesó  el  enojo  que  determinó  la  retirada  de  Villa- 
lobos de  la  Corte,  pues  sin  que  se  sepa  la  ocasión  ni  el  motivo, 
se  le  vé  de  nuevo  en  ella  en  el  año  de  i526.  Sin  duda  coad- 
yuvarían al  mismo  fin  las  gestiones  de  los  Grandes  y  el 
arrepentimiento  de  Villalobos,  que  echaria  muy  de  menos 
el  trato  de  los  cortesanos  en  su  retiro  de  Zafra,  porque 
á  su  edad  y  con  la  cultura  de  su  entendimiento,  no  le 
podia  ser  muy  agradable  la  conversación  de  los  rústicos  en 
una  época  en  que  ya  florecian  en  la  Corte  de  Castilla  muy 
peregrinos  ingenios,  asistiendo  en  ella,  además  de  los  natu- 
rales, otros  insignes  literatos  extranjeros.  Precisamente  coin- 
cide con  la  breve  ausencia  de  Villalobos  y  con  su  vuelta  á 
Palacio  el  estar  acreditado  como  Embajador  cerca  de  la 
persona  del  Emperador  el  célebre  Andrea  Navagiero,  que 
representaba  á  la  República  de  Venecia,  á  quien  por  cierto 
dedicó  Fracastoro  su  poema  Sífilis,  posterior  á  las  famosas 
Coplas  sobre  las  pestíferas  bubas,  de  Villalobos.  También 
se  hallaba  entonces  en  España,  como  Nuncio  del  Papa,  el 
Conde  Baltasar  Castiglione,  autor  del  renombrado  libro 
titulado  El  Cortesano  y  que  tradujo  maravillosamente  á 
nuestra  lengua  Boscan,  quien  residia  en  aquellos  dias  entre 
los  palaciegos  como  ayo  del  que  fué  luego  Gran  Duque  de 
Alba,  según  consta  en  la  carta  á  la  Duquesa  de  la  Soma, 
que  vá  al  frente  de  las  poesías  á  la  italiana  de  Roscan,  com- 
puestas, según  él  mismo  dice,  siguiendo  las  indicaciones  de 
Navagiero.  Contábanse  entre  otros,  en  el  séquito  del  gran 


-49  - 

Monarca,  Lucio  Marineo  Sículo,  Pedro  Mártir  de  Angleria  y 
otros  insignes  humanistas  españoles  y  extranjeros,  y  es  claro 
que  quien  lo  era  tan  entusiasta  como  Villalobos,  habia  de  echar 
en  las  dehesas  de  Extremadura  muy  de  menos  aquella  culta 
y  áuQ  reñnada  sociedad,  compuesta,  además,  de  grandes 
Príncipes  y  magnates,  por  lo  que  á  este  propósito  dice  Sando- 
val  en  su  Vida  del  Emperador,  que  la  Corte  de  España  era 
la  más  concurrida  y  magnífica  de  aquel  tiempo,  y  para  darle 
aún  mayor  esplendor,  estaba  entonces  prisionero  en  Madrid 
el  Rey  Francisco  I  de  Francia,  siendo  el  giayor^ trofeo  de  la_ 
gloriosa  victoria  alcanzada  en  Pavía  por  las  armas  imperiales! 
Aunque  para  ello  no  exista  ningún  dato,  es  de  presumir 
que  cuando  el  Arzobispo  de  Toledo,  con  otros  magnates  y 
lucidísimo  acompañamiento,  marchó  á  Badajoz  á  recibir  á  la 
Infanta  D/  Isabel  de  Portugal,  que  á  ruego  de  las  Cortes  de 
Castilla  fué  la  única  esposa  del  Emperador  Carlos  V,  acudiera 
desde  Zafra  el  Marqués  de  Priego  á  formar  parte  del  brillante 
séquito  que  para  honrar  á  la  futura  Emperatriz  se  reunió  en 
aquella  ciudad,  y  que  con  él  fuese  Villalobos,  quien,  olvida- 
dos sus  agravios,  volvería  á  ser  médico  de  Palacio,  pues  como 
se  verá  luego,  la  Emperatriz  Isabel  le  mostró  en  adelante 
particular  afecto,  siendo  el  físico  de  su  maLjpr  confianza. 

Sea  de  esto  lo  que  fuere,  es  lo  cierto  que  en  Diciembre 
de  1 526  Villalobos  escribió  desde  Madrid  al  Comendador 
griego  Hernan-Nuñez  Pinciano  una  de  las  cartas  más  inte- 
resantes y  curiosas  de  cuantas  se  conservan  del  ilustre  mé- 
dico. Habia  éste  publicado  en  1524  unos  Comentarios  á  los 
dos  primeros  libros  de  Plinio,  que  fueron  impresos  en  Alcalá 
por  Miguel  de  Eguía,  y  habia  enviado  un  ejemplar  de  su  obra 
al  famoso  helenista  pidiéndole  su  parecer  sobre  ella.  El  Co- 
mendador, severísimo  Aristarco,  contestó  en  los  términos  más 
acerbos  y  descorteses  á  Villalobos,  y  haciendo  alarde  de  una 
erudición  que  tiene  mucho  de  pedantesca,  le  decia:  «El  que 
ha  de  entender  á  Plinio  y  mostrarse  parte  competente  para 
escribir  sobre  él,  ha  de  tener,  si  no  me  engaño,  estas  partes: 
ha  de  ser  mediano  philosopho  y  más  natural  que  moral,  pues 
que  él  escribió  historia  natural,  y  philosopho  no  de  burlas  ni 
de  Joanes  Andrés,  ni  de  Versorio  ni  de  Coronel,  sino  philoso- 

d 


\ 


—  5o  — 

pho  aristotélico,  y  que  haya  visto  todas  sus  obras Sobre 

todo  esto,  y  lo  más  principal,  ha  de  ser  gran  latino  y  griego, 
que  sepa  muy  bien  todos  los  rincones  y  particularidades  de 

entrambas  lenguas Délas  susodichas  cosas,  ¿qué  parte  os 

toca,  señor,  á  vos?  Nadie  hay  que  mejor  lo  sepa  que  vos  mis- 
mo, que  pues  curáis  las  enfermedades  agenas,  de  creer  es  que 
no  ignoráis  las  vuestras.  Una  cosa  os  sé  decir:  que  si  como 
os  consejaste  con  los  que  decís  en  el  principio  de  vuestra 
obra,  el  Papa  Adriano,  los  del  Consejo  Real,  el  Comendador 
mayor  Hernando  de  la  Vega,  el  Licenciado  Vargas,  Pedro 
Mártir  y  otros,  de  los  cuales  unos  son  imperitos  de  estas  fa- 
cultades, y  per  consequens  ineptos  para  ser  jueces  en  ellas, 
Ovot  xara  Ti]v  >.upauy  hoc  est  asifii  üd  lyram ,  otros  grandes 
señores,  que,  como  ellos,  nunca  de  nadie  quieren  oir  verdad, 
tampoco  la  quieren  decir  á  nadie;  así  que,  si  como  os  aconse- 
jasteis con  éstos  os  aconsejáredes  con  tal  montaraz  como  yo, 
que  no  tiene  que  perder  sino  la  capa  en  el  hombro,  no  oviera 
padecido  vuestra  hacienda,  ni  lo  que  más  es  de  doler,  vuestra 
honra,  tanto  detrimento.»  Parece  achaque  inherente  á  los  que 
hacen  profesión  de  gramáticos  esta  destemplanza  y  acrimonia 
en  los  juicios,  y  esta  soberbia  y  vanidad  por  lo  que  saben, 
que  hizo  famosos  en  la  antigüedad  á  Aristarco  y  á  Apolonio 
Discolo,  y  que  no  ha  dejado  de  tener  en  España  dignos  repre- 
sentantes, de  los  que  quizá  no  hayan  sido  los  últimos  don 
Antonio  Puigblanch  y  D.  Bartolomé  José  Gallardo. 

No  era  hombre  Villalobos  que  llevase  con  paciencia  tales 
insultos,  y  contestó  á  ellos  como  vá  dicho,  desquitándose  con 
razón,  sin  duda,  pero  con  poca  mansedumbre  y  con  menos 
modestia,  dando  con  esto  ocasión  á  hacer  públicas  interesan- 
tes noticias  de  su  vida  y  escritos.  Empieza  su  carta  recha- 
zando y  negando  la  competencia  de  Hernan-Nuñez  en  la 
materia,  después  de  hacer  notar  que  el  romance  de  su  carta 
no  era  tan  primo  como  el  que  habia  puesto  en  el  Comentario 
6  Glosa  de  los  trescientos  refranes,  dícele  luego  que  habia 
dejado  de  comunicarle  su  obra,  porque  casi  toda  ella  era  de 
filosofía  natural  y  de  las  cuatro  artes  liberales  que  usa  la 
demostración;  y  como  en  esto  no  le  habia  visto  nunca  dar 
puntada ,  pensó  que  iba  fuera  de  su  jurisdicción;  pero  sar- 


—  5i  — 

cásticamente  confiesa  que  se  ha  equivocado,  y  que  no  sólo 
es,  según  de  si  mismo  dice,  en  dichas  doctrinas  facundísimo, 
mas  ante  su  ingenio  seráfico,  á  todos  los  demás  entendimien- 
tos (quantunque  doctissimi  sint)  á  unos  llamaba  indoctos,  á 
otros  ineptos  y  á  otros  asnos,  y  entrando  en  el  fondo  del 
asunto,  sostiene  Villalobos  que  para  entender  un  autor,  si  ha 
sido  vertido  en  otras  lenguas,  no  es  necesario  conocer  la 
suya,  y  que  los  errores  y  omisiones  de  traductores  y  copistas 
los  suple  y  enmienda  el  que  domina  la  materia  á  que  la  obra 
se  refiere:  opinión  excesiva,  pues  si  no  es  de  absoluta  nece- 
sidad, nadie  puede  negar  que  la  crítica  filológica  es  gran 
auxilio  para  la  inteligencia  de  cualquier  escrito,  y  en  la  época 
presente — más  que  en  la  de  Villalobos,  en  que  ya  empe- 
zaron estos  estudios — se  les  dá  gran  importancia,  pues  estu- 
vieron, como  los  demás,  muy  abandonados  en  la  Edad  Media, 
en  cuya  época  se  conocía  á  Aristóteles  por  las  exposiciones 
de  Averroes,  y  á  Hipócrates  y  á  Galeno  por  las  de  Avicena; 
pero  Villalobos  era,  á  pesar  de  sus  estudios  y  de  su  entendi- 
miento, hombre  de  su  época,  y  siguiendo  lo  que  en  ella  se 
creía,  dice  en  la  respuesta  á  Hernan-Nuñez: 

•Desta  manera  tengo  puestos  en  limpio  muchos  libros  de 
Galeno,  y  señaladamente  los  de  Virtutibus  naturalibus,  que 
es  una  obra  de  muy  pocas  hojas;  y  si  hubiere  algún  griego 
que,  por  su  original,  dentro  de  seis  meses  la  entienda,  yo  me 
obligo  por  ésta,  firmada  de  mi  nombre,  de  le  dar  cient  duca- 
dos, v  No  ha  llegado  hasta  ahora  á  encontrarse  esta  obra  de 
Villalobos,  que  sería  interesantísima  para  la  historia  de  la 
medicina  patria,  porque  quizá  fuese  el  primer  intento  hecho 
en  ella  para  sacudir  el  yugo  de  la  medicina  arábiga,  anun- 
ciando el  movimiento  hipocrático,  de  que  Valles  fué,  sin 
duda,  el  más  ilustre  representante.  Por  lo  demás,  es  sabido 
que  la  mayor  parte  de  los  textos  latinos  y  griegos  que  desde 
el  descubrimiento  de  la  imprenta  empezaron  á  publicarse, 
estaban  corrompidos  hasta  el  punto  de  que  algunas  obras, 
muy  especialmente  la  Historia  natural  de  Plinio,  los  libros 
de  Aristóteles  sobre  las  partes  de  los  animales,  y  otros,  resul- 
taban casi  del  todo  ininteligibles ,  y  justamente  es  gloria  de 
nuestra  patria  que  en  ella,  poco  después  que  en  Italia,  em- 


—   52   — 

pezaran ,  aunque  sin  los  elementos  necesarios,  á  hacerse  las 
correcciones  de  esos  textos,  habiéndolas  hecho  Heman-Nuñez 
muy  interesantes  al  mismo  Plinio  y  á  Pomponio  Mella,  si 
bien  no  se  publicaron  sino  mucho  después  de  la  fecha  de  esta 
carta  (i),  por  lo  que,  rechazando  Villalobos  el  consejo  que 
le  daba  el  Comendador  de  que  no  prosiguiera  su  trabajo  de 
cementar  á  Plinio,  le  dice:  aPor  esta  vez,  con  perdón  de  vuesa 
merced,  no  tomaré  su  consejo,  en  que  me  mandays  hazer 
silencio  en  la  glosa  de  los  libros  siguientes;  tal  consejo  como 
este  nunca  Dios  quiera  que  yo  $e  lo  dé  á  Vmd.,  sino  exhor- 
taros á  la  scriptura,  y  no  que  todo  sea  palabras,  sino  doctrinas 
sustanciales  y  sólidas^  porque  los  que  deseamos  ser  vuestros 
discípulos  gozemos  de  los  hondos  secretos  sacados  de  ese 
po^o  inexhausto  de  sabiduría,  que  mucho  mayor  y  más 
generosa  virtud  sería  reprehender  á  los  otros  con  la  su- 
blimidad de  vuestra  doctrina  que  con  la  baxeza  de  la  suya, 
porque  lo  primero  es  mantener  y  lo  segundo  morder:  esto 
pertenece  á  las  fieras  y  aquello  á  los  inmortales,  y  pues  que 
la  sapiencia  especulativa  os  hizo  en  vuestros  tiempos  unigé- 
nito suyo,  y  todo  el  resto  del  mundo  son  expurios  y  bastardos, 
ingratitud  le  habéis  cometido  más  de  cincuenta  años  arreo 
en  no  hauernos  comunicado  algunas  migajuelas.» 


( I )    La  primera  edición  de  la  obra  de  Hernan-Nuñez  es  como  sigue: 

Portada  grabada  en  madera  (en  folio  menor),  y  en  el  centro  el  escudo 
de  armas  del  Obispo  Bobadilla. 

Observationes-Fredenandi  Pintiani  Professoris  utriusque  lingus  éí 
humanorum  studiorum  in  indita  Academia  Salmanticensi,  in  loca  obscura, 
aut  deprauata  historis  naturalis  C.  Plinii  cum  retractationibus  quorundam 
locorum  geographis  Pomponii  Melae.  Locisque  alus  non  paucis  in  diversiis 
utriusque- lingus  auctoribus,  vel  castigatis  vel  expositis  a  nemine  hactenus 
animadversis. 

Impresss  in  urbe  clarissima  Salmatica  in  ofñcina  eximii  virí  Joanis 
Giuntae.  Jussu  et  impensis  Reuerendissimi  in  Christo  patrís  &  illustrisimi 
antistitis.  D.  Francisci  Bobadilis.  Episcopi  Cauriensis.  Archidiocani  Tole- 
tani  &.*  Anno  MDxliiij  mense  lanuario.  Cum  privilegio  nequis  exudataut 
vendat. 

A  la  vuelta  una  advertencia. 

Sigue  en  la  segunda  hoja  una  carta  del  autor  al  Obispo  de  Coria,  Bo- 
badilla, que  ocupa  dos  hojas ,  á  la  que  sigue  la  respuesta  de  Bobadilla  al 
Pinciano,  que  ocupa  la  hoja  siguiente. 


—  53  — 

Como  arriba  se  ha  visto,  Hernan-Nuñez  se  manifestaba 
en  su  carta  condolido  de  que  Villalobos  hubiese  gastado  su 
dinero  en  la  impresión  de  su  Comentario  á  Plinio,  y  para 
tranquilizarlo  en  este  punto,  el  médico  del  Emperador  le 
dice:  t Y  quiero  consolaros  de  la  jactura  de  mi  hacienda,  que 
tengo  siempre  mil  ducados  sobrados  que  derramar  por  esas 
calles  en  todo  lo  que  á  mí  me  agradare,  y  éstos  no  me  sobran 
viviendo  por  ordinario,  sino  teniendo  muy  buenas  muías  y 
acémilas  y  muchos  aforros  y  muchos  sclavos  y  sclavas,  y  con 
lo  que  S.  M.  me  manda  pagar  muy  bien,  cada  año  tengo 
trescientos  mil  maravedís  de  salario.  Bien  sé  que  direys  que 
nunca  medre  quien  me  los  dá.9  Aunque  en  esto  haya  alguna 
jactancia,  en  el  fondo  no  puede  menos  de  ser  exacto,  pues  no 
babia  de  mentir  Villalobos  en  cosas  que  debia  saber  todo  el 
mundo,  y,  por  tanto,  á  pesar  de  sus  lamentaciones  y  de  lo  que, 
apoyados  en  ella,  han  dicho  algunos,  el  Emperador  pagaba 
espléndida  y  puntualmiente  á  Villalobos,  no  obstante  los  apu- 
ros del  Erario,  y  éste  vivía,  no  ya  con  holgura,  sino  con  mag- 
nificencia y  con  todo  el  aparato  de  un  señor  de  la  Corte. 

No  son  menos  interesantes,  sobre  todo  para  los  literatos 
y  aficionados  á  libros,  las  noticias  que  acerca  de  la  publica- 
ción del  Comentario  d  Plinio  se  dan  en  esta  carta;  á  renglón 
seguido  se  lee  en  ella:  «En  lo  de  esta  impresión  el  Licenciado 
Vargas  ayudó  en  sus  dias  con  cient  ducados,  y  dos  mercaderes 
de  Sevilla  que  tienen  trato  en  Florencia  y  en  Roma  tomaron 
la  mitad  de  la  obra  en  lo  que  costó.  A  mí  me  cabrá  doce 
ó  quince  ducados;  por  éstos  no  se  mese  Vrad.,  que  acá  los 
cumpliremos  cayendo  y  levantando.  Digo  cayendo  enfermos 
y  levantándolos  yo:  awícwm  contrario.»  Las  comunicaciones 
literarias  eran  ya  muy  frecuentes  entre  españoles,  italianos, 
franceses  y  flamencos,  hasta  el  punto  de  que  se  reproducían  ó 
se  imprimían  por  primera  vez  obras  españolas  en  Roma,  en 
Venecia,  en  Ambéres,  en  León  de  Francia  y  en  París,  y  tam- 
bién era  frecuente  que  grandes  señores  ó  personas  que,  sin 
serlo,  tenían  afición  á  las  letras,  costeasen  las  ediciones  en  todo 
ó  en  parte,  como  en  esta  ocasión  lo  hizo  el  Licenciado  Vargas. 

No  había  de  dejar  sin  réplica  Villalobos  lo  tocante  á  su 
honra,  y  sobre  esto  dice: 


I 


-54- 

tDel  muy  amargo  y  lacrimoso  dolor  que  Vmd.  tiene  de 
la  cayda  de  mi  honrra,  no  sé  cómo  pueda  consolaros.  Nuestro 
Señor  Jesuchristo,  por  los  méritos  de  sus  plagas,  os  consuele 
y  se  duela  de  vuestros  pecados.  Mas  en  este  artículo  también 
quiero  deziros  una  cosa:  que  en  esto  de  la  honrra  no  hay  una 
regla  general  á  todos,  porque  la  honrra  del  pellejero  es  hacer 
buenos  puntos  en  la  gamerra,  y  sobre  esta  razón  passan  ellos 
entre  sí  grandes  competencias  y  congoxas.  Ninguna  cosa 
destas  toca  á  la  honrra  de  un  cauallero,  sino  aprouecharse 
bien  de  las  armas  y  muy  poco  de  las  palabras.  En  esta  com- 
paración están  los  gramáticos  y  los  philosophos:  los  de 
vuestro  triunvirato;  porque  no  puse  bien  algunas  palabras 
de  gramática  y  otras  que  tocan  á  sus  Florisandros  y  Explan- 
dianes,  con  que  gozan  de  la  niñez  siendo  viejos,  tiénenme 
por  el  más  amenguado  hombre  del  mundo;  yo  en  haber 
cumplido  con  los  philosophos  y  artistas,  tanto,  que  ellos  lo 
entiendan  bien,  aunque  lo  escriuicra  todo  bárbaro  no  se  me 
daria  nada,  porque  assí  lo  hazía  Plotino,  que  fué  tenido  por 
más  excelente  hombre  que  Platón;  así  que  éstos  no  miran 
cómo  ninguna  sentencia  entienden  de  cuanto  está  scrípto 
fuera  del  verano,  y  están  descontentos  de  mi  trauajo,  no 
embargante  que  es  mucho  mayor  el  que  tiene  el  uno  dellos 
á  las  madrugadas  quando  ha  jugado  hasta  la  camisa  toda  la 
noche;  con  mi  insuficiencia  estoy  consolado  prcesertim,  que 
por  ella  me  hace  honrra  el  mundo  ingrato  y  desconocido, 
que  á  tal  hombre  deza  andar  hasta  la  vejez  con  la  capa  en  el 
hombro.»  Y  abundando  en  estas  consideraciones,  dice  Villa- 
lobos más  adelante: 

tYo  no  puedo  estar  quezoso  de  mis  naturales  ciudada- 
nos, porque  este  segundo  libro  de  Plinio  hasta  ahora  nunca 
se  leyó  todo,  porque  no  le  entendían,  y  muchos  lugares  del 
se  llamaban  mostra  pleniana,  y  yo  abrí  la  puerta  de  manera 
que,  aunque  hallen  algunos  defectos  en  la  glosa,  como  en 
todas  cuantas  están  scriptas,  por  ella  se  puede  vadear  el  libro 
y  leerse  todo  sin  quedar  una  palabra  por  entender,  y  con  tan 
buena  orden  en  tantas  y  tan  varias  cosas  como  la  tuvo  Aris- 
tóteles en  sus  doctrinas,  y  por  esta  misma  glosa  se  comentó  á 
leer  en  París  en  el  mes  de  Septiembre.!  Mucho  deben  ale- 


—  55  — 

grarse  los  aficionados  á  las  letras  de  que  no  fuera  en  estas 
noticias  y  apreciaciones  modesto  Villalobos,  como  no  lo  suelen 
ser  los  que  las  cultivan,  pues  por  su  propio  testimonio  vemos 
que  mereció  alto  aprecio  de  sus  contemporáneos  dentro  y 
fuera  de  España,  siendo  una  de  las  mayores  honras  á  que  un 
hombre  de  ciencia  ó  de  letras  podia  aspirar  en  aquel  tiempo, 
que  sus  doctrinas  se  aceptasen  por  la  Universidad  de  París, 
que  con  las  de  Bolonia  y  Salamanca  eran  los  tres  grandes  focos 
de  donde  irradiaba  la  luz  de  la  ciencia  por  todo  el  mundo. 

Concluye  Villalobos  esta  carta  anunciando  á  Hernan- 
Nuñez  que  se  verán  muy  pronto,  que  tratarán  ampliamente 
estas  materias,  y  que  haria  á  los  estudiantes  de  Plinio  algu- 
nas lecciones  en  partes  donde  nunca  las  oyeron,  siendo  muy 
de  notar  el  siguiente  rasgo  de  injusta  soberbia  y  desmedida 
presunción  de  Villalobos:  «De  aquí  adelante  (dice  al  Comen- 
dador), si  algunas  cartas  nos  escribimos  en  latin,  Ueuarme 
heys  tanta  ventaja  en  la  sublimidad  de  la  eloqüencia  quanta 
es  del  cielo  á  la  tierra;  mas  yo  os  la  Ueuaré  tan  grande  en  el 
entendimiento  y  llaneza  del  sermón  quanta  es  de  la  tierra  al 
cielo,  y  pues  nos  hauemos  de  ver  en  la  pellegería  de  Sala- 
manca, no  digo  más.»  No  hemos  podido  encontrar  rastro  de 
la  especie  de  certamen  á  que  en  esta  carta  se  alude,  pero  no 
hay  nada  que  indique  que  Villalobos  dejase  de  ir  á  Sala- 
manca, centro  á  que  acudían  ya  por  entonces  todos  los  que 
aspiraban  á  que  fuesen  aceptadas  sus  doctrinas  científicas, 
exponiéndolas  y  discutiéndolas  ante  el  concurso  de  ilustres 
catedráticos  y  alumnos  que  mantenían  allí  vivo  el  entusiasmo 
científico.  Justamente  por  aquel  tiempo,  ó  poco  más  adelante, 
el  insigne  P.  Las  Casas  procuraba  que  se  examinasen  en 
Salamanca  sus  doctrinas  sobre  los  indios,  materia  que  tan 
vivamente  discutió  con  Juan  Ginés  de  Sepúlveda  y  con  otros 
teólogos  y  filósofos. 

Ya  se  ha  dicho  que  probablemente  Villalobos  se  uniria  al 
séquito  que  acompañó  á  la  futura  Emperatriz  de  Badajoz  á 
Sevilla,  donde  se  celebró  el  matrimonio  del  César;  apoya 
esta  conjetura  una  alusión  al  convento  de  cartujos  de  Santa 
María  de  las  Cuevas,  cerca  de  aquella  ciudad,  que  hace  en 
una  de  sus  cartas.  La  Corte  fué  luego  á  Granada  á  pasar  el 


—  56  - 

verano,  y  de  allí,  á  fines  del  año,  á  Valladolid,  donde  llega- 
ron los  Emperadores  después  de  un  viaje  muy  lento,  sin  duda 
por  el  estado  interesante  en  que  ya  estaba  D.*  Isabel.  A  prin- 
cipios del  siguiente  de  1527  nació  allí  el  Principe  D.  Felipe, 
y  en  el  siguiente  de  1 528  la  GSrte  se  trasladó  á  Valencia, 
porque,  como  antes  se  ha  dicho,  no  habia  sido  jurado  don 
Carlos  Rey  de  aquel  Reino  por  haber  tenido  que  precipitar 
su  viaje  para  tomar  posesión  del  Imperio  en  i52i,  desde 
cuya  fecha  tantos  y  tan  importantes  sucesos  habian  estorbado 
que  se  cumpliese  este  requisito,  como  se  hizo  al  fin  el  4  de 
Mayo  de  i528.  Con  este  motivo  se  celebraron  en  la  ciudad 
conquistada  por  el  Cid  y  por  el  Rey  D.  Jaime  grandes  fiestas, 
y  para  dar  noticia  de  ellas  escribió  Villalobos  desde  Valencia 
en  17  del  mismo  mes  al  Arzobispo  de  Toledo  D.  Alfonso  de 
Fonseca,  que  lo  fué  antes  de  Santiago,  según  se  dijo  al  escri- 
bir sobre  otras  cartas  que  le  habia  dirigido  siendo  Fonseca 
Prelado  de  la  iglesia  compostelana,  ocupada  sucesivamente 
por  tres  individuos  de  esta  familia,  lo  que  dio  lugar  á  que  el 
Cardenal  Cisneros,  cuando  los  Reyes  Católicos  trataban  de 
conferir  aquel  cargo  á  este  D.  Alonso,  dijera  con  su  santa 
libertad  que  lo  mejor  sería  declarar  la  iglesia  de  Santiago 
feudo  de  los  Fonsecas;  pero  como  esta  familia  era  muy  pode- 
rosa y  habia  prestado  grandes  servicios  en  tiempos  difíciles  á 
D.  Fernando  y  D.*  Isabel,  y  como  continuaron  teniendo  sus 
individuos  gran  favor  en  la  Corte,  el  Emperador,  después  del 
breve  Pontificado  del  flamenco  Croix,  elevó  á  la  Silla  primada 
de  España  á  D.  Alfonso,  digno  además  de  tan  alto  puesto  por 
sus  calidades ,  entre  las  que  brillaban  su  amor  á  las  letras  y 
su  protección  á  los  que  las  cultivaban,  lo  cual  explica  muy  en 
favor  suyo  las  relaciones  que  siempre  mantuvo  con  Villalo- 
bos, y  que  fueron  tan  intimas  como  demuestran  las  tres  dedi- 
catorias del  Comentario  al  segundo  libro  de  Plinto,  dirigida 
á  este  ilustre  Prelado.  En  la  primera  de  ellas  cuenta  Villalobos 
que  hablando  en  Burgos  con  el  Arzobispo  Fonseca,  éste  le 
manifestó  su  predilección  por  Plinio  y  el  deseo  de  que  se 
aclarasen  sus  lugares  oscuros;  Villalobos  dijo  que  él  lo  habia 
intentado,  pero  quesus  ocupaciones  en  la  Corte,  que  por  su 
pobreza  no  podia  abandonar,  le  impedian  consagrarse  á  estas 


-57- 

tareas;  más  adelante  fué  huésped  del  Arzobispo,  y  en  aquella 
ocasión  emprendió  el  trabajo  que  por  este  motivo  le  dedica. 

La  carta  en  que  Villalobos  daba  noticia  al  Arzobispo  Fon- 
seca  de  las  fiestas  celebradas  en  Valencia,  está  fecha,  como 
se  ha  indicado,  en  esta  ciudad  el  17  de  Mayo;  la  primera  de 
que  habla  es  un  auto  de  fé,  y  acerca  del  asunto  dice: 

tEl  primer  juego  de  los  principales  fué  el  jueves  14  de  este 
mes,  en  que  por  la  mañana  se  quemaron  i3  hombres  y  mu- 
jeres con  otra  multitud  de  státuas,  y  hubo  muchos  recon- 
ciliados, y  aunque  id  per  jocum  factum  est,  miseris  tamen 
patíentibus  serio  preuertebatur.  Aquí  pagan  muy  bien  á 
los  oficiales  que  se  introducen  en  los  actos  de  estos  juegos, 
mas  yo  de  mala  gana  fuera  persona  en  esta  scena.»  Son  de 
notar  en  estas  palabras  las  que  dedica  en  idioma  latino  á  los 
que  padecian  aquel  tormento  que  se  ofrecia  en  espectáculo 
al  público,  y  además  la  última  frase,  que  sin  duda  le  fué  ins- 
pirada por  el  recuerdo  de  la  persecución  que  él  mismo  sufrió 
de  parte  de  la  Inquisición  y  del  temor  de  que  pudiera  volver 
á  ser  victima  de  ella  á  causa  de  su  origen  judío  (i). 

Aquella  misma  tarde  hubo  juego  de  cañas,  en  que  el  Em- 
perador tomó  parte  y  salió  el  más  esmerado  jugador  de  todos, 
y  el  más  gentil  hombre ,  por  lo  cual  no  faltaba  sino  que  las 
damas  de  la  ciudad  le  adorasen;  éstas  brillaron  en  el  baile  que 
hubo  dos  dias  después,  hasta  el  punto  de  oscurecer  á  las  de  la 
Corte:  y  la  fiesta  hubiera  sido  preclarísima  si  no  la  hubiera 
oscurecido  la  noticia  que  llegó  de  Italia  del  desastre  de  la 
armada  que  mandaba  O.  Hugo  de  Moneada  en  las  aguas 
de  Salerno,  donde  murió  este  Capitán  y  otros  tan  ilustres 
como  César  de  Feramosca,  D.  Vernal  de  Villa-Marin,  D.  Pe- 
dro de  Córdoua ,  Luis  Guzman  y  otros  muchos,  y  fueron 
prisioneros  el  Marqués  del  Vasto,  el  de  Corata,  Antonio 
Colonna,  sin  contar  los  menos  ilustres  (2). 


(ij  En  el  año  de  i855  se  publicó,  por  la  Redacción  del  periódico  titula- 
do El  Crisol  Médico,  un  opúsculo  titulado:  Biografías  de  médicos  per- 
seguidos por  la  Inquisición  f  en  que  por  primera  vez,  y  fundándose  en  la 
carta  inserta  al  fín  de  las  Congresiones^  dirigida  á  D.  G>sme  de  Toledo, 
se  dá  noticia  de  la  persecución  de  Villalobos. 

(2}    Sandoval,  Vida  del  Emperador  Carlos  V. 


-  58  — 

El  Emperador  fué  en  este  año  á  Monzón  á  tener  Cortes 
del  Reino  de  Aragón  que  había  convocado  para  aquella  villa 
el  I .°  de  Junio,  y  Villalobos,  que  sin  duda  tenía  encargo  del 
Arzobispo  de  darle  cuenta  de  lo  que  ocurriese,  le  escribió 
el  12  de  dicho  mes,  y  la  carta  está  casi  toda  dedicada  al  fa- 
moso desafío  que  hizo  el  Rey  Francisco  al  Emperador,  y  del 
que  tanto  se  ha  hablado  y  escrito  desde  que  vinieron  á  España 
los  reyes  de  armas  Guiana  y  Clarinceo,  portadores  del  car- 
i  tel  con  que  el  Rey  de  Francia  trató  de  lavar,  no  la  injuria 
que  habia  recibido ,  sino  la  mancha  que  sobre  su  honra  de 
caballero  habia  echado  él  mismo,  faltando  á  los  más  solemnes 
compromisos  y  á  su  palabra  de  honor,  á  pesar  de  haber  dicho 
al  Emperador,  en  el  coloquio  que  ambos  tuvieron  paseando 
por  los  campos  de  lUescas,  que  si  no  cumplía  lo  pactado  en  la 
capitulación  de  Madrid,  sería  lache  et  mechant,  por  lo  cual, 
cuando  supo  el  Emperador  que  no  otorgaba  lo  ofrecido,  dijo 
en  Sevilla  á  los  Embajadores  del  Rey  que  éste  lo  había  hecho 
lachement  et  mechan  temen  t. 

La  carta  de  Villalobos  es  muy  interesante,  por  que  dá 
testimonio  del  carácter  magnánimo  y  sereno  del  Emperador 
en  estos  términos:  «limo.  Señor:  Nunca  los  vivos  vieron  un 
hombre  tan  alegre  á  todas  horas,  ni  tan  regocijado  como  está 
el  Emperador  después  que  está  desafiado  para  matarse  con  el 
Rey  de  Francia;  ni  pudiera  yo  creer  que  en  el  linaje  de  los 
hombres  habia  diferencia  de  uno  á  otro  en  tan  gran  distancia 
como  hay  en  este  caso  de  mí  á  S.  M.,  porque  no  tocándome 
^  este  negocio  en  la  persona,  de  pensallo  solamente  me  tiembla 
<  la  paxarilla  en  el  cuerpo,  y  si  yo  uviese  de  salir  á  la  batalla 
I  con  aquella  bestia,  por  Nuestro  Señor  que  me  metiese  fraile 
y  me  escondiese  en  las  Cuevas  de  Sevilla  y  aun  en  las  cuevas 
y  cavernas  de  la  Tierra.»  Ya  se  ha  dicho  que  aquí  alude  Vi- 
llalobos al  famoso  convento  de  Cartujos  de  Santa  María  de 
las  Cuevas,  que  fundó  el  Cardenal  Mena  en  la  orilla  derecha 
del  Guadalquivir,  en  lugar  muy  ameno  y  muy  cercano  á  las 
ruinas  de  la  antigua  Italia,  y  en  cuya  iglesia  tuvo  su  primera 
sepultura  el  gran  descubridor  del  Nuevo  Mundo,  Cristóbal 
Colon. 

Para  completar  la  idea  del  estado  psicológico,  como  ahora 


-59- 

se  llama,  del  Emperador  flespues  del  famoso  desafío,  conviene 
citar  uno  de  los  últimos  párrafos  de  esta  carta,  que  dice  así: 
cSu  Majestad  come  y  duerme  mejor  que  nunca  y  engorda  y 
tiene  lustre  de  un  dia  para  otro,  y  tiene  tan  sabrosa  conver- 
sación con  todos  nosotros,  que  ya  estamos  enhadados  del  y  le 
tenemos  por  importuno.  Y  si  la  cosa  no  ha  de  venir  á  las 
manos.  Dios  Nuestro  Señor  sea  servido  en  que  siempre  viva 
desafiado,  porque  toda  la  llaga  y  aspereza  se  scupa  en  el 
enemigo,  y  los  miembros  que  somos  suyos  quedemos  libres 
de  las  malas  reumas  y  corrimientos.»  Las  Cortes  marchaban 
con  su  acostumbrada  lentitud,  hija  principalmente  de  las 
dificultades  que  siempre  habia  en  otorgar  los  servicios  pedi- 
dos, y  que  eran  tan  necesarios  para  sostener  las  guerras,  que 
apenas  cesaron  un  momento  en  aquel  glorioso  reinado:  fué 
uno  de  estos  breves  períodos  de  paz  el  que  siguió  á  las  gran- 
des victorias  alcanzadas  en  Italia,  especialmente  después  que 
se  ajustó  con  Francia  el  tratado  de  Cambray;  pero  ya  empe- 
zaban las  alteraciones  de  Alemania,  y  el  Emperador,  que 
habia  residido  siete  años  continuos  en  Castilla,  era  vivamente 
reclamado  por  sus  subditos  del  Imperio,  que  esperaban  que 
su  presencia  bastaria  para  aquietar  á  los  revoltosos  y  dar  splu- 
cioQ  satisfactoria  á  las  graves  dificultades  políticas  y  religiosas 
que  entonces  empezaron  á  suscitarse. 

El  Emperador  determinó  acudir  á  tales  urgencias,  y  ya 
que  los  asuntos  de  Italia  parecían  definitivamente  resueltos, 
acordó  emprender  su  viaje  á  aquella  Península  y  proceder 
luego  á  su  solemne  coronación  como  Emperador  de  Alema- 
nia, á  cuyo  fin,  arregladas  las  cosas  de  Castilla  y  dejando  al 
frente  del  Gobierno  á  la  Emperatriz,  partió  de  Barcelona 
el  28  de  Julio  de  1529  con  numeroso  y  lucidísimo  acompa- 
ñamiento de  Grandes  y  caballeros,  y  llegó  á  Genova  el  12  de 
Agosto  siguiente. 


—  6o  — 


VIL 


VILLALOBOS    DURANTE    LA    AUSENCIA    DEL    EMPERADOR 

DE  I 529  Á  I 53o. 


Desde  Valladolid,  donde  residia  la  Corte  en  ausencia  del 
Emperador,  escribió  Villalobos  en  10  de  Febrero  de  1 53o  una 
salidísima  carta  al  Duque  de  Nájera:  lo  era  entonces  D.  Anto- 
nio Manrique  de  Lara,  segundo  Duque  de  dicho  título,  que 
fué  persona  de  las  más  ilustres  de  su  tiempo,  no  ^lo  por  per- 
tenecer á  una  de  las  familias  más  antiguas  y  poderosas  de  Cas- 
tilla, sino  por  sus  cualidades  y  por  los  grandes  servicios  que 
prestó  á  la  Nación  y  á  sus  Monarcas  desde  fines  del  siglo  xv 
hasta  el  año  de  i535,  en  que  falleció  en  su  villa  de  Navarrete 
la  noche  del  i3  de  Diciembre  (i).  En  premio  de  sus  méritos 
obtuvo  grandes  distinciones,  y  entre  ellas  la  de  ser  elegido 
caballero  del  Toisón  en  el  Capítulo  de  la  Orden  que  celebró 
el  Emperador  en  Barcelona  en  1 5 18.  La  carta  de  Villalobos, 
escrita  en  burlas,  aunque  no  contiene  noticias  de  carácter 
general  y  público,  las  dá  en  cambio  interesantísimas  de  los 
personajes  de  la  Corte,  en  términos  harto  libres  y  desen- 
fadados; así  empieza  diciendo  sin  ninguna  salutación  ni 
preámbulo: 

«¿Por  qué  razón  la  Emperatriz  y  la  Marquesa  de  Lombay 
están  gordas  y  todas  las  damas  han  enflaquecido?  Porque  las 
unas  hubieron  muy  buen  verde,  y  las  otras  oliéronlo  y  no  se 
lo  dieron.» 


(I)    Salazar,  Historia  de  la  Casa  de  Lara,  lib.  VIII,  pág,  173, 
tomo  XX. 


—  6i  - 

Fácil  es  comprender  el  sentido  de  esta  especie  de  charada; 
si  se  recuerda  que  la  Emperatriz,  al  separarse  del  Empera- 
dor, habia  quedado  en  cinta,  habiendo  dado  á  luz  pocos  meses 
adelante  al  Infante  D.  Fernando,  que  vivió  poco  tiempo. 
Este  suceso  se  celebró  con  grandes  fiestas  en  Bolonia,  donde 
residia  entonces  el  Emperador;  jugáronse  cañas  á  uso  de 
España  y  sacaron  cuadrillas  el  Marqués  de  Astorga  y  el 
Duque  de  Escalona;  justaron  cuatro  dias  arreo  italianos» 
flamencos  y  españoles,  y  lucieron  en  una  y  otra  fiesta  riquí- 
simas invenciones  (i). 

Es  de  suponer  que  la  Marquesa  de  Lombay  estaria  en  el 
mismo  estado  interesante  que  la  Emperatriz,  y  que  las  otras 
damas  no  se  hallaban  en  el  mismo  caso,  teniendo  muchas, 
si  no  todas  ellas,  ausentes  sus  maridos,  que  habian  acompa- 
ñado al  Emperador  en  su  viaje  á  Italia  y  á  Alemania. 

No  necesita  comentario  lo  que  sigue  en  la  carta  de  Villa- 
lobos: 

«¿Por  qué  razón  (dice)  todos  los  casamientos  de  las  damas 
pararon  en  sólo  el  del  Marqués  de  Astorga?  Es  porque  ellas 
quedaron  muy  malas  de  contentar  y  el  Emperador  muy 
escarmentado  de  prometer.! 

En  la  época  á  que  pertenecen  estos  sucesos,  los  Reyes 
eran  los  casamenteros  de  los  Grandes,  disponiendo  sus  matri- 
monios como  lo  estimaban  conveniente,  y  el  no  obedecerlos 
en  este  punto  era  cosa  grave  y  de  trascendencia,  como  lo 
demostró  lo  ocurrido  justamente  al  Duque  de  Nájera,  á  quien 
esta  carta  iba  dirigida,  y  que  refiere  Sandoval  en  estos  tér- 
minos: 

«Daré  fin  á  este  libro  contando  un  caso  que  en  este 
año  (1529)  uviera  de  poner  en  cuidado  y  vandos  los  mejores 
de  Castilla,  por  ser  notable  y  por  lo  que  debo  á  los  Mar- 
queses (Duques)  de  Nájera.  Doña  Luysa  de  Acuña  fué  hija 
y  sucesora  de  D.  Henrique  de  Acuña,  Conde  de  Valencia, 
Alcayde  de  las  torres  de  León,  nieto  de  D.  Juan  de  Acuña 
y  de  Portugal,  Duque  de  Gijon,  á  quien  mató  con  una  porra 


(i)    Sandoval,  Historia  del  Emperador  Carlos  V,  lib.  XVIII,  pár- 
rafo 4.*,  pág.  74,  tomo  XX. 


—  62   — 

D.  Juan  de  Robles,  su  cuñado.  Pretendieron  casar  con  ella 
D.  Manrique  de  Lara,  el  Marqués  de  Astorga  y  el  Conde  de 
Mayorga,  primogénito  de  Benavente.  Sobre  esta  pretensión 
huuo  entre  estos  caualleros  y  sus  parientes  muchas  pesa- 
dumbres, y  por  ataxarlas  mandó  el  Emperador  que  traxesen 
á  O.*  Luysa  á  su  palacio  hasta  que  se  determinase  con  quién 
hauia  de  casar.  I>espues  escribió  á  D.  Juan  Tabera  (que  ya 
era  Cardenal),  Presidente  de  Castilla,  desde  ^Barcelona  á  26 
de  Julio,  año  de  1529,  que  la  depositassen  en  un  monasterio 
donde  más  segura  estuviese.  Hízose  el  depósito  en  Santo 
Domingo  el  Real  de  Toledo,  y  estando  allí  depositada  por  el 
mes  de  Agosto  de  29,  ó,  según  otros  dicen,  siendo  trayda  á 
instancia  de  la  Priora,  que  la  pidió  á  la  Emperatriz  por  tres 
ó  cuatro  dias  para  tenerla  en  el  Monasterio.  D.  Alonso 
Manrique,  Arzobispo  de  Sevilla,  Cardenal  y  Inquisidor 
general,  hijo  de  D.  Rodrigo  Manrique,  Maestre  de  Santiago 
y  Conde  de  Paredes,  persona,  demás  de  ser  de  tan  alta  san- 
gre, que  hauia  hecho  señalados  servicios  á  los  Reyes,  desseaua 
que  D.  Manrique  casase  con  O.*  Luisa.  Para  esto  concertó 
que  D.  Manrique  y  un  capellán  llamado  Muriez  fuesen  muy 
de  mañana  al  locutorio  de  las  monjas.  Dixo  también  á  don 
Rodrigo  de  Abalos,  su  sobrino,  capellán  mayor  de  la  capilla 
de  los  Reyes  nuevos,  que  le  esperase  á  la  puerta  del  locutorio. 
Poco  después  llegó  el  Arzobispo,  y  llamando  con  los  artejos 
de  la  mano  en  la  puerta  del  locutorio,  se  abrió  y  cerró,  sin 
que  nadie  viese,  de  los  que  acompañauan  al  Arzobispo,  quién 
le  abría  ni  cerraua.  Luego  mandó  á  su  caudatario  diesse  la 
falda  á  D.  Rodrigo,  y  entróse  dentro.  Estaua  aderezado  un 
altar  en  el  locutorio  por  la  parte  de  fuera,  y  las  rejas  se  qui- 
taron de  manera  que  pudo  salir  O.*  Luisa.  Dijo  el  capellán 
misa  y  velólos  en  presencia  del  de  Seuilla  y  de  D.  Rodrigo, 
que  tenia  una  fuente  con  las  arras.  Hecho  esto,  el  Arzobispo 
se  volvió  á  su  casa,  y  dizen  que  lleuó  los  novios  consigo. 
La  Emperatriz  sintió  esto  grandemente,  y  el  Emperador.  El 
Arzobispo  perdió  el  de  Toledo,  que  vacó  presto,  por  esta 
razón.  Otros  dizen  que  porque  negoció  mejor  D.  Joan  Tabera 
con  D.  Francisco  de  los  Couos,  que  pretendia  el  Adelanta- 
miento de  Cazorla.» 


—  63  — 

Para  completar  este  cuadro  de  las  costumbres  de  aquel 
tiempo,  conviene  reproducir  lo  que  sobre  este  mismo  suceso 
refiere  Salazar,  que  además  dá  idea  de  la  magnificencia  del 
Duque  de  Nájera,  á  quien  dirigió  varias  cartas  Villalobos 
sobre  los  sucesos  de  la  Corte  de  Castilla  por  el  año  de  1 529 
á  i53o. 

«A  estos  años  corresponde  lo  que  del  Duque  D.  Antonio 
dixo  la  Emperatriz  D.*  Isabel,  y  anda  impfeso  en  la  Floresta 
española,  pues  como  estando  S.  M.  y  Carlos  V  en  Toledo, 
pasase  el  Duque  á  visitarlos  con  grande  acompañamiento  de 
deudos  y  domésticos  adornados  de  riquísimas  libreas,  la 
Emperatriz,  que  gustó  de  ver  su  entrada,  dixo  á  los  que  le 
acompañauan:  Mds  viene  el  Duque  á  que  le  veamos  que 
á  vernos. 

•Recreciósele  grande  disgusto  el  año  de  1329  con  el 
casamiento  que  el  Conde  D.  Manrique,  su  hijo,  celebró  con 
D.*  Luisa  de  Acuña,  hija  y  heredera  del  Conde  de  Valencia, 
porque  no  sólo  fueron  extrañas  las  circunstancias  de  esta 
boda,  pero  las  hacía  más  gravosas  el  estar  el  Conde  capitu- 
lado antes. con  D.*  Aldonza  de  Urrea,  su  prima  hermana, 
hija  de  los  Condes  de  Aranda,  y  tener  ya  un  hijo  en  aquella 
señora.  Por  este  suceso  estuvieron  presos  muchos  meses 
D.  Rodrigo  y  D.  Bernardino,  hijos  del  Duque;  fueron  des- 
terrados de  la  Corte  el  Cardenal  D.  Alonso  Manrique,  Ar- 
zobispo de  Sevilla,  y  la  Duquesa  de  Nájera:  y  el  Duque,  des- 
pués de  dos  años  de  asistencia  en  la  Corte  para  la  solicitud 
de  este  negocio,  no  hallando  que  la  Emperatriz,  estando 
ausente  Carlos  V.,  lo  determinaua  por  gouierno,  ni  que  el 
Consejo  de  Castilla,  á  quien  se  sometió  el  exceso  de  sus  hijos, 
tomaua  resolución  por  justicia,  embió  á  Alemania  á  D.  Juan 
Manrique,  su  hijo,  y  á  D.  Francisco,  su  hermano,  después 
Obispo  de  Orense,  para  que,  valiéndose  de  una  instrucción 
que  les  dio,  supiesen  la  voluntad  del  Emperador.  Esta  dili- 
gencia facilitó  la  libertad  de  D.  Rodrigo  y  D.  Bernardino, 
y  cometiéndose  á  los  jueces  eclesiásticos  lo  que  tocaba  al 
matrimonio  del  Conde  con  D.*  Aldonza  de  Urrea,  pudo  el 
Duque  bolverse  á  su  casa,  donde  le  hallamos  en  Nájera  á  2 
de  Noviembre  de  iS32,  dotando  en  el  Monasterio  de  Santa 


-64- 

Maria  la  Real  de  aquella  ciudad,  la  memoria  perpetua  de 
que  todos  los  sacerdotes  que  dijesen  misa  en  el  altar  mayor, 
fuesen  obligados  á  decir  un  responso  sobre  la  sepultura  del 
Duque  D.  Pedro,  su  padre,  y  de  D.  Manrique,  su  hermano, 
que  es  cerca  de  dicho  altar.  Lo  cual  dice  que  habia  de  ser 
por  servicio  de  Dios  y  descanso  de  las  almas  de  dicho  Duque 
y  de  la  Duquesa  Guiomar  de  Castro,  y  de  sus  abuelos  y  her- 
manos: y  á  ello  se  obligaron  el  Abad  y  monjes  de  aquella 
casa,  y  lo  aprobó  el  M.  Rdo.  Sr.  D.  Fr.  Alonso  de  Toro, 
Abad  de  San  Benito  de  Valladolid»  (i). 

No  suele  Villalobos  ser  en  sus  escritos  muy  benévolo  con 
las  mujeres,  aunque  hizo  un  elogio  especial  de  ellas  como  en 
descargo  de  su  conciencia,  y  buena  prueba  es  de  esto  lo  que 
dice  en  la  carta  á  que  se  vá  haciendo  referencia: 

«¿Por  qué  razón  la  hermosura  de  la  Duquesa  de  Frias  es 
más  nombrada  que  las  otras  hermosuras?  Es  por  la  misma 
razón  que  la  pequeña  riqueza  en  el  hombre  que  no  toca  en 
ella  es  mucho  mayor  que  la  gran  riqueza  en  los  hombres 
gastadores.» 

La  Duquesa  de  Frias  á  que  se  refíere  Villalobos  no  puede 
ser  otra  sino  D.*  Juliana  Angela  de  Aragón  y  Velasco,  mujer 
de  D.  Pedro  Fernandez  de  Velasco,  cuarto  Condestable  de 
Castilla,  tercer  Duque  de  la  ciudad  de  Frias,  quinto  Conde 
de  Haro  y  Camarero  mayor  del  Rey,  que  durante  esta  ausen- 
cia del  Emperador  habia  quedado  por  Capitán  general  del 
Reino.  Este  matrimonio,  en  que  los  cónyuges  eran  primos 
hermanos,  no  tuvo  sucesión,  y  quizá  á  esto  alude  Villalobos 
al  decir  lo  que  dice  de  la  hermosura  de  la  Duquesa: 

«¿Por  qué  razón  (dice  Villalobos  en  esta  misma  carta)  el 
Conde  de  Monterey  presume  de  gentil  hombre?  Es  porque 
nació  feo.t 

Trátase  aquí  de  D.  Alonso  de  Acevedo  y  Zúñiga,  tercer 
Conde  de  Monterey,  señor  del  Estado  de  Viedma  y  Ulloa, 
que,  cuando  se  escribió  esta  carta,  estaba  en  Bolonia  acompa- 
ñando al  Emperador,  á  quien  siguió  á  Alemania;  hallándose 
en  el  socorro  de  Viena;  era  uno  de  los  magnates  más  ricos  y 


(i)    S alazar  y  Castro,  Casa  de  Lara,  tomo  11,  Ub.  VIII,  pág.  175. 


—  65  — 

ostentosos  de  la  Corte  (i)*  y  por  eso,  sin  duda,  dice  Villalobos 
que  presumía  de  gentil  hombre;  que  fuese  feo  no  consta  en 
las  crónicas  del  tiempo;  pero  sin  duda  lo  sería  cuando  Villa- 
lobos hace  notar  esta  circunstancia. 

No  es  difícil  determinar  quiénes  fueron  D.  Juan  y  don 
Francisco  Manrique  de  Lara,  de  quienes  habla  Villalobos  en 
esta  curiosa  carta,  diciendo  del  primero: 

t¿Por  qué  razón  D.  Juan  Manrique  de  Lara  no  viene  á  la 
Corte?  Por  no  enamorarse  otra  vez. » 
Y  del  segundo: 

«¿Por  qué  razón  D.  Francisco  Manrique  sólo  está  rico 
entre  los  Manriques?  Porque  es  mucho  mayor  la  renta  que  el 
gasto.» 

Tengo  por  cierto  que  ambos  eran  hijos  de  ganancia  del 
Duque  D.  Pedro,  llamado  el  Fuerte,  y,  por  tanto,  hermanos 
bastardos  del  Duque  de  Nájera,  á  quien  la  carta  vá  dirigida, 
pues  consta  que  D.  Pedro  tuvo  hijos  de  varias  mujeres,  y 
entre  ellos  menciona  López  de  Haro,  en  su  Nobiliario,  á  don 
Alvaro,  D.  Luis,  D.  Felipe,  D.  Jorge,  D.  Juan,  D.  Claudio 
Clavero  de  Alcántara,  D.  García,  Canónigo  y  Tesorero  de 
Toledo,  D.*  Ana,  D.*  Catalina  y  D.*  Inés. 

Don  Francisco  fué  Obispo  de  Salamanca  y  de  Sigüenza,  y 
González  Dávila  dá  de  él  estas  noticias: 

tNació  en  el  año  r5o3,  en  la  muy  noble  villa  de  Nájera; 
fueron  sus  padres  D.  Pedro  Manrique  de  Lara,  primer  Duque 
de  Nájera,  y  D.*  Guiomar  de  Castro.  Crióse  en  la  casa  de  su 
tío  el  Cardenal  de  Burgos.  Leuantóse  en  Castilla  el  alboroto 
de  las  Comunidades,  y  D.  Francisco  fué  con  3oo  hombres  á 
defender  los  Estados  de  su  padre;  y  en  su  defensa  se  mostró 
valeroso  y  prudente.  El  Emperador  le  mandó  dejar  la  espada 
y  que  tomase  el  hábito  clerical,  y  le  dio  título  de  Capellán 
mayor  de  la  Capilla  Real  de  Granada.  Y  en  el  tiempo  que 
residió  en  su  Corte  le  mandó  que  le  dijese  misa,  por  la  buena 
presencia  que  tenía  y  devoto  modo  de  decirla.  Con  este  título 
le  envió  á  Francia  á  tratar  de  pazes  con  el  Rey  Francisco. 
Asentólas,  y  vuelto  á  España,  le  presentó  para  el  Obispado 


(i)    Nobiliario  de  López  de  Haro,  tomo  I,  lib.  V,  pág.  577. 


—  66  — 

de  Orense  en  el  año  i  S42,  y  asistió  en  el  Concilio  de  Trento, 
y  donó  á  su  iglesia  la  cabeza  de  Santa  Constanza  y  ornamen- 
tos para  el  servicio  de  sus  altares.  Gouernando  su  Sede  ganó 
sentencia  contra  la  ciudad  de  Orense,  de  ser  el  Obispo,  y  los 
que  le  sucediesen  verdaderos  señores  de  la  ciudad,  y  sus 
términos  en  las  jurisdicciones  civil  y  criminal,  y  manda  al 
Consejo,  Justicia  y  Regidores  de  la  ciudad  no  perturben  este 
derecho,  so  graves  penas.  Siendo  Obispo  de  Orense,  acom- 
pañó al  Rey  de  Bohemia,  D.  Fernando,  desde  España  hasta 
Alemania,  y  dejándole  en  su  Corte,  pasó  al  Concilio  de 
Trento.  Bolvió  á  España,  y  desta  iglesia  fué  promovido  para 
la  de  Salamanca;  y  ñié  el  último  Obispado  que  presentó  el 
Emperador  antes  que  renunciase  el  Imperio  y  las  Coronas,  y 
tomó  su  posesión  en  1 1  de  Junio  de  i556.  Recibió  en  Laredo 
á  la  Reyna  María  de  Ungría,  y  á  la  Reyna  Leonor  de  Fran- 
cia, y  las  acompañó  hasta  Valladolid.  En  el  govierno  de 
su  obispado  fué  marauilloso  Prelado.  No  huuo  necesidad  en 
todo  él  que  no  la  socorriese  la  misericordia  de  su  piadosa 
mano.  En  persona  visitaua  las  casas  de  muchos  pobres,  y 
ninguno  dexó  de  participar  del  fruto  de  sus  limosnas.  En  el 
año  de  i36o,  en  1 3  de  Abril,  fué  promouido  para  la  de 
SigÜenza,  de  que  tomó  posesión  en  6  de  Agosto,  y  llegando 
á  Toledo  á  besar  la  mano  al  Rey,  murió  en  esta  ciudad 
en  1 1  de  Noviembre  del  1 36o,  en  cincuenta  y  siete  de  su 
edad,  y  diósele  á  su  cuerpo  sepultura  en  el  convento  de  San 
Juan  de  los  Reyes,  de  religiosos  Franciscos.» 

Aunque  cuando  se  escribió  esta  carta  todavía  no  era  don 
Francisco  Manrique  Obispo  de  Orense,  era  ya  Capellán  mayor 
de  Reyes  en  la  Catedral  de  Granada,  pues  con  esta  calidad 
fué  á  tratar  las  paces  con  Francia,  que  se  ajustaron  en  Agosto 
de  1 329,  y  sin  duda  gozaba  pingües  beneficios  eclesiásticos  que 
le  producían  las  rentas  de  que  habla  Villalobos,  más  grandes 
que  sus  gastos,  porque  siendoclérígo  no  podían  ser  tantas  como 
las  de  un  caballero  de  alta  alcurnia  asistente  en  la  Corte. 

Termina  Villalobos  en  esta  carta  la  serie  de  los  Manri- 
ques, diciendo: 

«¿Por  qué  razón  el  Duque  de  Nájera  engendra  más  que 
el  Condestable?  Porque  no  es  tanfrío.» 


-67- 

Además,  y  como  se  ha  visto  por  los  hijos  legítimos  y  bas- 
tardos que  tuvo  su  padre  el  Duque  D.  Pedro,  le  venía  de  casta 
á  D.  Antonio  el  ser  prolífico. 

Continuando  su  curiosa  enumeración  de  magnates  y  caba- 
lleros, dice  Villalobos: 

«¿Por  qué  razón  el  Conde  de  Oñate  e%  frió  y  habla  mucho? 
Porque  no  está  sano.» 

Era  este  Conde  de  Oñate  cD.  Pedro  Velez  de  Gueuara, 
segundo  Conde  de  Oñate,  señor  de  la  casa  de  Gueuara  y  otros 
vasallos,  en  quien  tuvo  fin  el  señorío  del  valle  de  Lénis; 
sucedió  al  Conde  D.  Iñigo,  su  abuelo,  en  la  casa  y  señorío  de 
Oñate;  sirvió,  antes  de  gozar  de  su  casa  y  Estados,  á  los 
Reyes  Católicos  y  á  los  Reyes  D.  Phelipe  I  y  D.*  Juana,  y 
al  Emperador  D.  Carlos,  su  hijo,  Rey  de  las  Españas,  en  las 
alteraciones  de  estos  Reinos,  con  mucho  valor,  y  en  las  demás 
ocasiones  de  su  tiempo,  como  se  escriue  en  la  primera  parte 
de  la  Crónica  de  este  Príncipe,  fól.  210;  casó  con  D.*  Mencía 
de  Velasco,  hija  de  D.  Iñigo  Fernandez  de  Velasco,  Condes- 
table de  Castilla,  y  de  la  Duquesa  D.*  María  de  Touar,  su 
mujer.  Marquesa  propietaria  de  Verlanga.t  El  dar  por  razón 
de  hablar  mucho  este  Conde  de  Oñate,  que  no  estaba  sano, 
indica,  al  parecer,  que  no  gozaba  de  su  cabal  juicio,  ó  quizá 
que  chocheaba,  como  vulgarmente  se  dice. 

Picana  es  la  cuestión  que  propone  Villalobos  y  que 
resuelve  en  estos  términos: 

t¿Por  qué  razón  el  Conde  de  Paredes  hizo  hijas  tan  her- 
mosas? Porque  les  cupo  muy  poco  de  la  pieza.» 

Hablase  aquí  de  D.  Rodrigo  Manrique  de  Lara,  tercer 
Conde  de  Paredes,  á  quien  dedica  Salazar  el  cap.  VI  del 
libro  X  de  su  obra  sobre  la  Casa  de  Lara,  y  en  él  dice  que 
ya  en  un  privilegio  dado  por  los  Reyes  Católicos  en  1482  le 
llaman  Conde  de  Paredes  de  Nava;  tuvo  las  encomiendas  de 
Alhambra  y  Solana  en  la  Orden  de  Santiago  y  siguió  el  par- 
tido del  Rey  Católico  en  las  diferencias  que  tuvo  con  su  yerno 
D.  Felipe  el  Hermoso.  En  tiempo  de  las  Comunidades  se 
unió  con  su  gente  al  ejército  de  los  Gobernadores  en  Medina 
de  Rioseco,  y  tomó  parte  en  las  operaciones,  que  terminaron 
con  la  derrota  y  sumisión  de  los  comuneros;  después  de  estos 


—  68  — 

sucesos  hizo  su  habitación  contínua  en  Villa-Palacios  y  Vi- 
Uaverde;  murió  en  aquella  villa  el  6  de  Enero  de  iS36  y  fué 
sepultado  en  el  monasterio  de  San  Francisco,  de  Villaverde; 
casó  dos  veces:  la  primera  con  D.*  Isabel  Fajardo,  y  la  segunda 
con  D.*^  Ana  de  Jaén,  que  después  se  llamó  Manrique,  criada 
de  su  casa,  aunque  de  noble  y  limpio  origen;  de  ambos 
matrimonios  tuvo  muchos  hijos  y  otros  naturales,  y  las  hijas, 
cuya  hermosura  pondera  Villalobos,  fueron  D.*  Leonor  Man- 
rique, que  casó  con  D.  Luis  de  Guzman,  cuarto  señor  de  la 
Algava;  D.*  Luisa  y  D.^  Isabel,  que  fueron  religiosas  en  el 
convento  de  Calabazanos;  D.^  Mencía,  que  casó  con  D.  Luis 
de  Vich,  señor  de  las  baronías  de  Laurin  y  Matada  en  el 
reino  de  Valencia,  Camarero  del  Emperador,  y  D.*  Magda- 
lena, que  casó  el  año  de  ib34  con  D.  Francisco  de  Monroy, 
Conde  de  Deleitosa.  Estas  fueron  hijas  de  D.  Pedro  y  de 
D.*  Isabel  Fajardo,  de  quien,  entre  hembras  y  varones,  tuvo 
nueve  hijos;  en  su  segunda  mujer,  D.*  Ana,  tuvo  otros  seis, 
y  entre  ellos  á  D.^  Juana  Manrique,  que  casó  con  el  capitán 
Jerónimo  Aliaga,  que  fué  uno  de  los  conquistadores  del  Perú; 
además  de  estos  i5  hijos  legítimos  llegó  á  tener  hasta  32, 
y  de  los  i7  bastardos  fueron  hembras  D/  Mariana,  D.*  Fran- 
cisca, D/  Aldonza,  D/  Margarita,  D/  Luisa,  D/  Inés  y 
D.*  Catalina;  casi  todas  ellas  fueron  religiosas,  y  la  última 
casó  con  Diego  Ruiz  de  Solís,  Comendador  de  Villanueva  de 
la  Fuente  en  la  Orden  de  Santiago,  Visitador  general  de  la 
provincia  de  Castilla  y  Gobernador  del  Campo  de  Montiel. 
Tal  fué  la  larga  descendencia  de  este  verdadero  Patriarca^ 
que  además  tuvo  la  gracia  de  engendrar  hijas  muy  her- 
mosas, según  nos  dice  Villalobos,  que  continúa  su  carta  de 
este  modo: 

a¿Por  qué  razón  el  Adelantado  de  Castilla  es  tan  cuerdo? 
Porque  trocó  las  costumbres  con  el  estado.» 

Ejercia  á  la  fecha  de  esta  carta  el  Adelantamiento  mayor 
de  Castilla  D.  Antonio  Manrique,  sobrino  del  Duque  de 
Nájera,  de  su  mismo  nombre  y  apellido,  que  fué  Adelantado 
porque  se  casó  con  D.*  Luisa  de  Padilla,  señora  de  las  villas 
de  Santa  Gadea,  Soto-Palacios,  Coruña,  Calatañazor,  Villo- 
veta  y  otras,  en  cuya  casa  habia  vinculado  esta  alta  dignidad 


-69- 

el  Rey  D.  Enrique  IV;  los  herederos  de  ella,  que  tomaron  el 
apellido  de  Padilla  con  preferencia  al  de  Manrique,  fueron 
más  adelante  Condes  de  Santa  Gadea.  Sin  duda  D.  Antonio 
Manrique  habia  sido  mozo  alegre  y  ligero  antes  de  celebrar 
este  matrimonio,  mediante  el  cual  no  sólo  mudó  de  estado  en 
la  acepción  que  ordinariamente  tiene  esta  frase,  sino  por 
haber  adquirido  el  que  tan  alta  dignidad  le  daba.  Según 
Salazar,  fué  de  los  pocos  Grandes  que  concurrieron  á  las 
últimas  Cortes  generales  de  Castilla  celebradas  en  i538,  y 
ano  de  los  doce  primeros  Diputados  que  el  martes  6  de 
Diciembre  nombró  por  votos  el  brazo  de  la  nobleza  para 
eicaminar  las  proposiciones  de  aquellas  Cortes.  A  25  de  Julio 
de  1542  le  escribió  el  Emperador  desde  Monzón,  diciéndole 
que  tuviese  prestas  20  lanzas  de  hombres  de  armas,  los 
mejores  que  hubiese  en  su  casa  y  tierra,  pagados  por  cuatro 
meses,  para  enviarlos  á  la  parte  que  se  le  avisase;  pues,  aun- 
que otras  veces  habia  servido  y  podia  servir  con  mayor 
número,  S.  M.  queria  reducirlo  á  aquél  para  su  mejor 
apresto;  y  estando  todos  sus  subditos  obligados  á  interesarse 
en  la  defensa  de  sus  Reinos ,  tocaba  esto  señaladamente  al 
Adelantado  por  ser  principal  parte  en  ellos.  En  efecto,  en 
esta  época  el  Emperador  se  disponía  á  la  guerra  de  Alema- 
nia, que  tan  gloriosamente  concluyó,  y  por  ir  él  en  persona 
tenían,  según  fuero  y  costumbre,  obligación  de  acompañarle 
los  Grandes,  títulos  y  caballeros  de  Castilla. 

Vivía  aún  el  Adelantado  D.  Antonio  Manrique  en  el  año 
de  i55o,  en  que  D."  Inés  Carrillo  de  Acuña  hizo  su  testa- 
mento dejándole  cierto  legado;  pero,  según  Salazar,  falleció 
antes  en  i56o(i). 

Esta  es,  en  resumen,  la  biografía  de  los  personajes  de  que 
habla  Villalobos  en  su  carta  de  10  de  Febrero  de  i53o,  diri- 
gida al  Duque  de  Nájera. 

Otra  carta  de  Villalobos  al  mismo  Duque  aparece  fechada 
en  26  de  Octubre,  y  por  los  sucesos  que  en  ella  se  refieren 
es  evidente  que  fué  escrita  en  ese  día  del  mismo  año  de  1 53o. 
Hablase  en  ella  de  la  llegada  á  Ocaña,  á  donde  se  habia 


(1)    Salazar,  Casa  de  Lara,  lib.  XI,  cap.  IV. 


—  70  — 

trasladado  la  Corte,  del  Conde  de  Benavente  y  del  Mar- 
qués de  Astorga,  el  cual  había  acompañado  al  Emperador 
á  Italia.  Sabido  es  que  á  fines  del  año  anterior  de  1&29 
Carlos  V  ajustó  una  paz  universal,  en  que  entraron  casi  todos 
los  Principes  cristianos,  quedando  sólo  excluidos  de  ella  los 
luteranos  y  Florencia;  después  de  esto,  y  en  virtud  de  la 
reconciliación  y  amistad  con  el  Papa  Clemente  VII,  que  tan 
enemigo  habia  sido  hasta  entonces  del  Emperador,  se  verificó 
la  ceremonia  de  la  coronación  en  Bolonia  con  una  solemni- 
dad y  magnificencia  extraordinarias  el  22  y  23  de  Febrero. 
Terminadas  las  cosas  de  Italia,  se  disponía  el  Emperador  á 
marchar  á  Alemania,  y  en  7  de  Marzo  mandó  volver  á  España 
al  Marqués  de  Astorga  y  al  Duque  de  Escalona,  enviando 
con  ellos  al  Condestable  de  Castilla  cartas  en  que  daba  cuenta 
de  todo  lo  sucedido  (i).  Lo  largo  y  penoso  del  viaje  y  las 
detenciones  del  camino  explican  que  el  Marqués  de  Astorga 
no  llegara  hasta  fines  de  Setiembre  ó  principios  de  Octubre 
á  Ocaña,  y  que  en  esta  fecha  diera  noticia  del  suceso  Villa- 
lobos al  Duque  de  Nájera.  Hablase  también  en  esta  carta 
de  la  enfermedad  del  Emperador  como  de  cosa  ya  pasada, 
y,  en  efecto,  no  se  sabe  que  el  César  tuviera  en  aquel  año  más 
dolencia  que  la  que  padeció  en  Bolonia  antes  de  la  corona- 
ción, sobre  la  cual  dice  Sandoval:  «Dióle  al  Emperador  estos 
dias  una  enfermedad  de  esquinancia,  de  que  se  vio  bien  fati- 
gado, y  se  tuvo  algún  temor  de  su  salud,  no  tanto  por  ser  la 
enfermedad  muy  peligrosa,  quanto  por  ser  mal  heredado  de 
padre  y  abuelo.  Pero  con  el  fauor  divino  y  con  la  ayuda  del 
Dr.  Narciso  guareció  pronto  de  ella.»  No  califica  del  mismo 
modo  la  enfermedad  Villalobos,  el  cual  dice:  «Bien  sabemos 
que  está  bueno  S.  M.,  aunque  tuvo  unas  fuertes  tercianas;! 
pero  como  no  le  asistió  en  esta  dolencia,  y  estaba  tan  lejos 
el  paciente,  no  podia  tener  de  ella  más  noticias  que  las  que 
le  suministraban  los  familiares  del  Emperador,  y  es  de  creer 
que  fuera  una  afección  de  la  garganta  y  de  las  vías  respira- 
torias, que  reconocía  por  causa  su  temperamento  humoral 
hereditario,  porque  en  varias  de  las  cartas  que  en  este  mismo 


í  I)    Sandoval ,  Ub.  XIX,  párrafo  i3. 


—  7»  — 

año  de  i53o  escribió  desde  Roma  al  Emperador  el  Cardenal 
García  de  Loaysa  (i),  su  confesor,  le  dice  qtie  se  le  oye  el 
fecho  desde  lejos,  y  que,  por  lo  tanto,  se  prive  de  comer 
pescados  y  otros  manjares  que  le  eran  dañosos,  consejo  que 
nunca  siguió  el  Emperador,  cuyos  desórdenes  en  la  comida 
fueron  parte  muy  principal  de  sus  enfermedades  y  de  su 
muerte,  como  se  prueba  por  la  relación  de  su  residencia  en 
Yuste,  donde  falleció. 

Dos  veces  habla  Villalobos  en  esta  carta  de  D.*  Catalina 
de  Mendoza,  en  términos  que  hacen  suponer  que  mantenia 
con  el  Duque  de  Nájera,  ya  anciano,  relaciones  más  que 
amistosas,  pues  dice  primero:  «Mas  la  Sra.  D/  Catalina  de 
Mendoza  virgen  está  después  de  vuestra  partida;  no  sé  si  lo 
hace  por  guardar  á  V.  S.  la  debida  lealtad,  ó  si  es  porque 
quedó  flaca  y  muy  desganada  de  la  quartana  doble  que  ha 
tenido;»  y  más  adelante  añade:  «Ayer,  á<ia  mesa  de  la  Empe- 
ratriz, D.*  Catalina  de  Mendo<;a  vio  la  carta  de  V.  S.  y  rego- 
cijóse, aunque  anda  siempre  melancólica,  tomada  del  diablo, 
y  dijo  que  érades  más  gracioso  en  ausencia  que  en  presencia. 
Digo:  Todos  los  vinos  de  Navarrete  tienen  eso,  que  son  mejo- 
res  cargados  que  al  tapón.»  Por  este  tiempo  residia  el  Duque 
de  Nájera  en  su  villa  de  Navarrete,  donde  murió,  como  se  ha 
dicho,  el  año  de  i535,  y  sospecho  que  esta  D.*  Catalina  es  la 
misma  que  con  gran  encarecimiento  recomienda  á  sus  hijos 
en  el  testamento  que  otorgó  en  aquel  lugar  y  año. 

No  es  para  reproducido  el  cuento  de  que  es  héroe  don 
Alvaro  de  Ayala,  y  que  se  contiene  en  esta  carta,  por  su 
extraordinario  desenfando,  si  bien  lo  contó  á  las  damas  de 
Palacio  Villalabos,  y  «aunque  no  lo  entendian,  porque  no 
saben  qué  cosa  es  caualgar  más  que  unas  bestias,  fué  tan 
reido  de  ellas,  que  pensaron  ahogarse.»  Y  por  cierto  que  el 
cuento  de  que  se  trata  recuerda  la  aventura  del  vizcaino 
referida  por  Cervantes  en  el  Quijote  en  el  lenguaje  atribuido 
á  ambos  personajes,  porque  Ayala  y  el  escudero  de  las  señoras 
del  coche  eran  paisanos. 


(I)    Colección  de  cartas  del  Cardenal  García  de  Loysa,  publicadas  por 
Heine.  Berlín,  1848. 


—  72  — 

Es  casi  seguro  que  la  carta  dirigida  al  Dr.  Xuarez  desde 
Barcelona  tiene  errada  la  fecha,  pues  por  los  sucesos  á  que 
se  refiere  no  pudo  ser  escrita  en  el  año  de  i53i,  sino  en  el 
de  1 533,  como  se  demostrará  luego,  siendo  sin  duda  anterior, 
aunque  quizá  no  mucho,  la  dirigida  al  Duque  de  Nájera  sin 
lugar  ni  año  de  fecha,  pues  en  ella  se  habla  de  la  venida  del 
Emperador  como  de  cosa  aun  no  acontecida,  y  en  la  dirigida 
al  Dr.  Xuarez  como  de  suceso  ya  realizado:  en  aquélla  dá 
Villalobos  noticia  al  Duque  de  una  enfermedad  que  habia 
sufrido,  en  estos  términos: 

«Después  que  recibí  una  carta  de  V.  S.  no  he  tenido  espa- 
cio de  responder  á  ella,  porque  nuestro  Señor  me  escribió 
otra  en  cifras,  que,  aunque  más  provechosa  (si  yo  lo  sé  cono- 
cer), no  fué  tan  graciosa  como  la  vuestra  para  mi  gusto,  por- 
que las  cifras  eran  una  cólica  la  más  cruel  del  mundo,  de  un 
grande  apostema  que  me  nació  dentro  de  la  tripa,  el  cual 
conocí  yo  y  curé  á  poder  de  sangrías  y  de  medicinas  frías 
que  si  el  paciente  no  fuera  físico  tal  cual,  siete  doctores  le 
matarian  con  emplastos  calientes  como  el  fuego,  t  Aparte  del 
interés  que  esto  tiene  para  las  teorías  médicas  del  tiempo,  y 
para  la  terapéutica  que  en  él  se  usaba,  resulta  de  lo  que  vá 
copiado  que  á  fines  de  1 532  ó  principios  del  siguiente  año 
padeció  grave  dolencia  Villalobos,  y  que  debió  ser  en  este 
tiempo,  se  prueba  porque  en  la  misma  carta  dice  más  ade- 
lante: «La  Emperatriz,  nuestra  Señora,  cum prole  regia,  y 
con  toda  su  casa  están  todos  buenos,  á  Dios  gracias,  y  muy 
contentos  con  la  venida  del  Emperador.  Creo  yo  que  entre 
las  casadas  que  tienen  allá  sus  maridos  haurá  para  el  verano 
gran  tresquila  de  ganado.» 

Sabido  es  que  además  de  los  Grandes,  títulos  y  caballeros 
que  fueron  en  el  año  de  1529  con  el  Emperador  á  Italia  y  á 
Alemania,  cuando  el  César  determinó  ir  en  socorro  de  Viena 
salieron  de  España  otros  muchos  á  tomar  parte  en  aquella 
gloriosa  empresa,  y  entre  ellos  fueron  los  maridos  de  muchas 
damas  de  Palacio,  que  volvieron  con  el  Emperador  cuando 
éste  regresó  á  Barcelona  el  mes  de  Abril  de  i533. 

Vuelve  Villalobos  á  hablar  en  esta  carta  de  D.*  Catalina, 
que  es  la  misma  señora  de  que  se  ocupa  en  la  fechada  en 


i 


—  73- 

Oaha,y  dice  de  ella:  «La  Sra.  D/  Catalina  tiene  deseo  de 
saber  siesta  V.  S.  algo  vejezuelo  después  que  se  partió  de 
id,  porque  dize  que  andábades  ya  á  borde,  y  á  mí  me  parece 
que  las  damas  no  miran  tanto  la  vejez  en  el  rostro  quanto 
la  consideran  spiritualmente  en  las  potencias  del  ánima,  por- 
que sus  mercedes  son  muy  espirituales.»  No  podia  ser  mozo 
ni  parecerlo  el  Duque  de  Nájera,  á  quien,  como  se  ha  visto, 
llamaban  ya  Duque  los  Reyes  Católicos  en  1482  y  que  murió 
de  edad  avanzada  en  i535,  es  decir,  sólo  dos  ó  tres  después 
de  la  fecha  probable  de  esta  carta.  En  cuanto  á  la  manera 
de  juzgar  la  vejez  que  atribuye  Villalobos  á  las  damas,  el 
lector  curioso  la  comprenderá  sin  comentarios. 

Ya  se  hizo  mención  del  último  párrafo  de  esta  carta  al 
tratar  del  origen  judío  de  Villalobos,  que  habla  en  él  de  la 
segunda  hija  del  Duque  de  Nájera,  D.*^  Guiomar,  á  quien, 
como  se  verá  luego,  habian  enviado  á  Palacio  para  asistir  en 
la  Corte,  como  era  propio  de  su  jerarquía.  Esta  señora,  que 
á  la  fecha  de  la  carta  debia  ser  muy  joven,  casó  en  1 542  con 
D.  Antonio  Manrique  de  Lara,  quinto  Conde  de  Paredes  de 
Nava,  señor  de  las  villas  de  Bienservida,  Riopal,  Cotilla, 
Villapalacios  y  Villaverde,  con  quien  los  Duques  D.*  Juana 
de  Cardona  y  D.  Manrique  de  Lara,  madre  y  hermano  de  esta 
señora,  capitularon  este  casamiento  en  Nájera  á  9  de  Julio  de 
dicho  año,  asignándole  en  dote  siete  quentosy  ochocientos 
mil  maravedís,  en  que  se  incluian  los  dos  quentos  de  que 
Carlos  V  y  la  Emperatriz  D/  Isabel,  su  mujer,  le  hicieron 
merced.  Falleció  la  Condesa  D.*  Guiomaren  Paredes  á  28  de 
Julio  del  año  siguiente  de  i543,  y  fué  su  hija  única  doña 
Inés  Manrique,  sexta  Condesa  de  Paredes.  Villalobos  hace 
de  esta  señora  repetidos  elogios,  pues  en  la  carta  de  que  se 
vá  hablando  dice  de  ella:  aLa  Sra.  D.*  Guiomar  (Dios  me  la 
guarde,  porque  es  honra  de  nuestro  linaje)  está  muy  buena, 
y  es  la  más  ilustre  dama  en  gesto  y  en  seso  y  en  conversa- 
ción, que  se  ha  visto  jamás.» 

De  estas  frases  se  deduce  que  antes  de  esta  carta  habia 
recibido  Villalobos  la  que  el  Duque  de  Nájera  le  escribió  en 
estos  términos:  tSeñor  doctor,  nunca  pensé  que  tenía  nece- 
sidad de  vos  hasta  que  vi  mi  hija  en  Palacio.  Soñó  el  judío 


—  74  — 

de  vuestro  abuelo,  y  no  digo  padre,  que  á  la  primer  calen- 
turilla que  le  venga  le  querreys  catar  el  hígado  y  aun  el  ba^. 
Acordaos,  señor  doctor,  que  podría  ser  de  vuestra  sangre,  y 
que  los  mejores  amigos  que  en  este  mundo  tenéis  somos 
la  Duquesa  y  yo,  excepto  el  Cardenal  D.  Alonso  Manrique, 
Inquisidor  general.»  Ya  hemos  visto  á  este  famoso  Prelado, 
que  además  de  Inquisidor  general  era  ya  Cardenal  y  Arzo- 
bispo de  Sevilla,  haciendo  en  Toledo  el  año  de  1629  el 
casamiento  clandestino  de  su  sobrino  el  Conde  de  Treviño 
con  D.*  Luisa  de  Acuña ,  y  al  decir  el  Duque  de  Nájera  que 
tenia  gran  amistad  á  Villalobos^  le  dá  á  entender  que  por  su 
cargo  de  Inquisidor  general  le  libraba  de  las  persecuciones 
del  Santo  Oficio.  Por  no  alargar  este  capitulo  se  omiten  las 
noticias  de  D.  Alonso  Manrique,  que  fué  uno  de  los  más 
ilustres  y  famosos  personajes  de  su  tiempo,  el  cual,  habiendo 
estado  á  punto  de  ser  Arzobispo  de  Toledo,  murió  cargado 
de  años  en  su  metrópoli  de  Sevilla  el  28  de  Setiembre 
de  iS38  (i),  donde  el  año  antes  el  venerable  Contreras,  en 
un  sermón  apologético  de  San  Ildefonso,  aludiendo  á  las 
liviandades  de  la  juventud  del  Arzobispo,  le  dijo:  «Vos, 
Alonso  y  el  Alonso,  lo  que  vá  de  Alonso  á  Alonso.» 

A  esta  carta  contestó  Villalobos  con  otra  no  menos  salada 
que  la  del  Duque,  quien  tenia  gran  concepto  de  gracioso, 
en  estos  términos: 

a  No  osaría  V.  S.  escribirme  tales  motes  como  estos  si 
no  tuviese  tales  abogados  en  su  casa,  assi  que  la  gran  con- 
fianza de  los  deudos  mios,  que  teneys  debajo  de  vuestras 
manos,  os  haze  ser  tan  atrevido,  y  con  mucha'razon,  porque 
estas  mis  señoras  son  tales,  que  por  su  contemplación  no 
digo  á  V.  S.  que  es  un  villanazo  de  Ocon;  mas  al  hi  de  puta, 
puta,  puto  de  Luzero  perdonarla.!  Ya  se  sabe  que  este  Lu- 
cero fué  el  famoso  inquisidor  de  Córdoba,  y  el  agravio  que 
hizo  á  Villalobos  fué,  sin  duda,  su  prisión,  de  que  se  ha 
hecho  mérito  al  hablar  de  la  carta  latina  dirigida  al  Obispo 


(1)  Véase,  entre  out>8  autores,  ¿  Salazar,  Casa  de  Lara,  cap.  XVII, 
libro  X,  pág.  446,  y  ¿  Ortiz  de  Zúñiga,  Anales  de  Sevilla,  afio  de  i5a4 
y  tiguientes. 


-75- 

de  Plasencia,  D.  Cosme  de  Toledo,  el  ro  de  Octubre  de  i5ia 
Después  de  este  gracioso  exordio,  toda  la  respuesta  al 
Duque  de  Nájera  está  consagrada  á  su  hija  D.*  Guiomar,  j 
es  su  texto  tal  como  sigue: 

•Y  volviendo  al  tema  de  vuestra  muy  cuerda  y  muj 
deuota  epístola,  digo  que  jro  estaba  con  gran  rebelo  que  la 
señora  Guiomar  habia  de  venir  tan  bo^  dessas  montanas, 
que  en  todo  lo  que  hiciese  y  discese  nos  hauia  de  poner  en 
▼ergQenza:  y  es  cierto  que  el  dia  primero  que  entró  en 
Pdacio  fué  luz  y  espejo  de  todo  vuestro  linaje,  pwque 
allende  de  ser  tan  gentil  dama  como  la  que  más  lo  es,  se 
supo  tan  bien  tratar  con  las  otras  damas  y  con  la  Empera- 
triz, y  tan  medida  en  el  callar  y  en  el  faaUar,  y  todo  ello  con 
Un  buena  autoridad  y  grada,  que  todos  echamos  mil  bendi- 
ciones al  vientre  en  que  anduvo.»  Conx>  se  vé,  en  esta  carta 
sólo  se  habla  de  la  Emperatriz,  pwque  sin  duda  duraba  aún 
la  ausencia  del  Emperador,  y,  por  lo  tanto,  así  como  las  dos 
de  que  últimamente  se  ha  hablado,  son  anteriores  al  mes  de 
Abril  de  i333. 


-76- 


Vlll. 


SUCESOS     DE     L.\     VIDA      DE      VILLALOBOS     DESPUÉS 
DE    LA    VUELTA    DEL    EMPERADOR,  EN   1 533. 


De  todo  lo  expuesto  se  infiere  claramente  que  la  carta 
dirigida  por  Villalobos  al  Dr.  Xuarez  desde  Barcelona 
el  27  de  Abril,  es  del  año  de  i333,  y  no  del  3i,  como  dice 
el  manuscrito  de  que  se  ha  copiado,  pues  la  Emperatriz 
dispuso  su  viaje  para  fin  de  Febrero  de  i533;  llegó  al  mo- 
nasterio de  Santa  Fé,  de  religiosos  Bernardos,  distante  poco 
más  de  una  legua  de  Zaragoza,  el  martes  4  de  Marzo,  entró 
en  la  ciudad  el  dia  siguiente,  haciéndosele  solemnísimo  re- 
cibimiento, y  salió  para  Barcelona  el  17  del  mismo  mes  (i). 
A  dar  cuenta  de  todos  estos  sucesos  y  de  la  llegada  á  la 
Corte  dedicó  Villalobos  un  escrito  á  que  alude  en  la  refe- 
rida carta,  en  los  siguientes  términos: 

«Señor:  La  Rcyna  de  Portugal  me  mandó  que  la  escri- 
biese lo  que  acá  pasaba  después  de  llegado  el  Emperador, 
nuestro  Señor,  á  Barcelona.  Yo  escribí  á  S.  A.  lo  que  verá 
por  el  traslado  que  aquí  vá;  por  esto  no  diré  más  de  contar 
una  cosa  que  aconteció  en  mi  posada  la  noche  pasada,  t  Lás- 
tima que  no  se  encuentre  este  traslado  en  que  referiría  Villa- 
lobos la  gloriosa  vuelta  del  Emperador  después  de  su  corona- 
ción y  de  su  triunfo  sobre  los  turcos,  vuelta  que,  como  ya  se 
ha  dicho  con  repetición,  tuvo  lugar  en  el  mes  de  Abril 
de  1 533,  viniendo  de  Genova,  donde  fué  muy  obsequiado  por 
el  Príncipe  de  Amalfi,  Andrea  Doria. 


( 1 )    Dormer,  A  n ales  de  A  ragon. 


—  7J  — 

Sin  duda  el  Dr.  Xuarez  era  médico  de  la  Reina  de  Por- 
tugal .  hermana  de  Carlos  V,  y  el  suceso  que  le  refiere  Vi- 
llalobos consiste  en  que  la  noche  antes  de  escribirle  habia 
llegado  á  su  casa,  estropeado  y  roto,  un  hijo  suyo  con  un 
oegro,  su  compañero  de  aventuras  y  prisiones;  pues  según 
de  la  carta  se  infiere,  el  hijo  de  Villalobos,  llamado  Lorenzo, 
en  doce  años  de  ausencia,  cinco  habia  sido  soldado  y  cuatro 
cautivo.  La  descripción  que  de  él  hace  Villalobos  es  chistosa: 
tYo  no  le  pude  conocer  (dice),  porque  con  la  mala  vida  viene 
muy  corcovado,  que  no  lo  solia  ser,  y  tan  negro  como  un 
etiope,  y  en  esto  parece  moro;  y  trahe  la  spada  arrecha.  Digo: 
Caya,  león,  y  en  esto  parece  cristianillo,  y  trae  las  calzas 
todas  rotas  por  el  culo,  y  en  esto  parece  puto,  y  trae  la  barba 
muy  negra  y  muy  sucia,  y  en  esto  parece  cabrón,  y  con  la 
hambre  que  trae  parece  perro,  y  tiene  un  dedo  de  la  mano 
quemado,  y  viene  muy  necio;  assí  que,  sobre  todos  los  otros 
títulos,  es  también  Scévola  y  es  Bruto.» 

Por  lo  que  se  vé,  Villalobos  logró  que  este  hijo  no  fuese 
médico;  pero  siendo  soldado  no  alcanzó  grandes  prosperida- 
des, pues  al  fin  de  esta  carta  dice  que  le  costaría  unos  cien 
ducados  la  bienaventurada  venida  de  este  hijo. 

A  poco  de  llegar  el  Emperador  á  Barcelona  adoleció  gra- 
vemente la  Emperatriz,  y  como  el  César  tenía  convocadas  las 
Cortes  del  Reino  de  Aragón  para  el  mes  de  Mayo  en  la  villa 
de  Monzón,  dejó,  por  lo  que  luego  veremos,  al  cuidado  de 
Villalobos  á  la  ilustre  enferma  en  Barcelona,  y  se  trasladó 
á  Monzón ,  donde  por  diferentes  causas  se  fué  prorogando 
hasta  Julio  el  principio  de  aquella  Asamblea,  de  que  dá  larga 
noticia  Dormer  en  sus  Anales  de  Aragón.  Mejoró  la  salud 
de  la  Emperatriz;  pero,  aún  no  del  todo  convalecida,  marchó 
á  reunirse  con  su  marido,  de  lo  cual  dá  cuenta  con  intere- 
santes detalles  Villalobos  en  una  carta  sin  fecha ,  y  que  no 
consta  á  quién  fuese  dirigida,  en  la  cual  dice  lo  siguiente: 

«Después  que  Dios  me  hizo  tanta  merced  que  la  Empe- 
ratriz partiese  de  Martorell,  acordaron  SS.  MM.  que  el  Prín- 
cipe y  la  Infanta  no  entraran  en  Monzón  con  temor  de  las 
viruelas  que  allí  perseveran,  y  mandaron  que  yo  solo  viniese 
á  estar  con  ellos  en  este  lugar,  que  es  dos  leguas  de  Monzón. 


-78- 

Y  porque  la  c(mversacion  del  Príncipe  es  noy  reposada, 
fuéle  dado  por  acompañado  el  Príncipe  de  Piamonte,  que 
ni  el  muy  vivo  azogue,  ni  el  aguja  de  marear,  ni  el  doc- 
tor de  Melgar  cuando  tiene  buen  juego,  nunca  fueron  tan 
desasosegados  como  el  más  cuerdo  de  estos  señores.»  El  Prín- 
cipe de  que  habla  Villalobos  era  D.  Felipe,  que  apenas  tenia 
á  la  sazón  seis  años,  y  ya  era  notable  su  conversación,  por  lo 
reposada^  indicio  de  su  carácter  reservado  y  solemne  de  que 
tanto  hablan  en  sus  relaciones  los  diferentes  Embajadores 
venecianos  que  le  conocieron  en  su  largo  reinado;  entre 
ellos,  Leonardo  Donato  cuenta,  en  su  reladon  al  Senado,  d 
siguiente  dicho  del  Embajador  de  Francia:  cEl  Rey  es  tal» 
Jr  que  aunque  tuviese  un  gato  dentro  de  las  bragas,  no  se  mo- 
^  vería  ni  mostraria  alteración  alguna.  • 

Dice  luego  en  esta  carta  Villalobos  que  la  Emperatriz 
habia  ido  al  pueblo  donde  estaban  los  Príncipes,  y  con  ellos 
el  físico,  y  nota  que  si  bien  tS.  M.  se  ha  holgado  con  sus 
hijos  como  lo  manda  la  razón,  mas  con  todo  eso  los  dezará 
esta  noche,  porque  habet  aliam  legem  in  membrís  suis 
repugnatem.  Quedará  sola  la  compañía  de  las  mujeres  tris- 
tisque  senectus^  que  aquí  mora  mientras  duraren  las  Cortes.» 
Claro  está  que  esa  ley  no  era  otra  que  la  de  acompañar  al 
Emperador  su  esposo;  por  cierto  que  la  carta  concluye  con 
una  anécdota  que  no  deja  de  tener  relación  con  esa  ley, 
ocurrida  con  la  camarera  de  la  Emperatriz,  que  confirma  lo 
que  se  ha  dicho  de  la  enfermedad  que  ésta  habia  padecido, 
aunque  tratando  materias  muy  delicadas,  que  no  ponian,  sin 
embargo,  obstáculo  á  la  desenfadada  pluma  de  Villalobos: 

«Cuando  partimos  de  Martorel  (dice)  venia  la  camarera 
muy  medrosa  de  la  conversación  del  Emperador ,  pensando 
que  la  cópula  sería  causa  de  recaidas.t  Después  de  esto,  no 
hay  que  extrañar  el  sesgo  y  los  términos  de  la  conversación 
sostenida  sobre  el  particular  entre  la  camarera  y  el  físico, 
reproducida  por  éste  al  final  de  la  carta,  conservando  en 
ella  hasta  las  frases  portuguesas  que  usó  la  camarera,  quien 
vio  confirmados  sus  temores,  pues  la  Emperatriz  recayó  varias 
veces  en  sus  dolencias,  según  resulta  de  estas  noticias  que 
nos  dá  Sandoval.  «Estuvo  muy  mala  la  Emperatriz  este  año. 


—  79  — 

y  el  Emperador  con  harto  cuidado  de  su  salud,  como  parece 
por  las  cartas  que  escribió  al  Condestable  desde  Mondón  á  20 
de  Julio  y  á  22  y  á  3o;  y  á  14  (debe  ser  á  4)  de  Agosto  estaua 
con  mejoría,  y  á  6  de  Agosto  le  acudió  vna  terciana  sobre 
mucha  flaqueza,  y  á  10  estaua  mejor,  y  á  17  estaua  para 
ponerse  en  camino,  que  todo  parece  así  por  las  cartas  que  se 
escribían  al  Emperador,  y  él  escribía  al  Condestable  de 
Castilla!  (f). 

A  fines  de  este  año  de  i533  y  terminadas  las  Cortes  de 
Monzón,  el  Emperador  fué  desde  Barcelona  á  Alcalá  de 
Henares  con  la  Emperatriz.  Como  antes  habia  muerto  el  Papa 
Gemente  VII,  que  olvidando  su  reconciliación  con  el  César 
habia  vuelto  á  confederarse  con  el  Rey  de  Francia  Francisco  I, 
pudo  el  Emperador  volver  su  atención  al  peligro  con  que 
amenazaba  Barbaroja,  apoderado  de  Túnez  y  de  la  Goleta,  á 
España  y  á  Italia,  pues  los  franceses  favorecían  sus  piráti- 
cas empresas.  A  este  fin  se  dispuso  la  expedición  que  con 
tanta  gloria  de  las  armas  españolas  pasó  á  África,  dirigida 
personalmente  por  Carlos  V.  Durante  los  largos  preparativos 
de  esta  campaña,  escribió,  sin  duda,  Villalobos  la  breve  carta 
al  Duque  de  Nájera  fechada  en  Madrid  el  7  de  Diciembre, 
casi  seguramente  del  año  de  i534,  pues  dice  en  ella  á  este 
magnate:  «Con  la  carta  de  V.  S.  recibí  mucha  merced  antes 
que  la  abriese,  y  después  de  leyda  me  dio  pena.  Por  cierto 
tengo  que,  cesando  los  rigores  del  tiempo  y  volviéndose  el 
aire  plácido  y  sereno,  V.  S.,  con  ayuda  de  Dios  y  con  las  expe- 
riencias de  la  medicina,  recibirá  bastantes  beneficios.»  Acertó 
en  su  pronóstico  Villalobos,  pues  el  Duque  de  Nájera  hubo 
de  aliviarse  de  sus  dolencias,  si  bien  le  duró  poco  la  mejoría; 
pues  según  refiere  Salazar  envió  á  su  hijo  el  Conde  de  Tre- 
viño  y  á  sus  hermanos  á  asistir  al  Emperador  en  la  conquista 
de  Túnez  en  el  año  de  i535,  aballándose  ya  tan  postrado  á 
una  larga  y  prolija  enfermedad,  que  acabó  susdias  en  Navar- 
rete  la  noche  del  sábado  i3  de  Diciembre.»  La  carta  á  que 
pertenece  el  párrafo  que  se  ha  copiado  no  puede  menos  de 


(i)     Vida  del  Emperador  Carlos  K,  párrafo  12,  lib.  XX,  tomo  II,  pá- 
^na  178. 


■^  8o  — 

ser  del  año  anterior,  pues  en  Diciembre  del  año  de  1 531 
estaba  el  Emperador  en  España,  y  en  dicha  carta,  volvic 
Villalobos,  después  de  las  sentidas  frases  con  que  la  empi 
á  su  tono  alegre  y  picaresco,  dice: 

«Acá  me  hicieron  grandes  preguntas  por  la  salud  de  V 
el  Emperador  y  la  Emperatriz,  y  en  verdad  que  la  de 
mucho,  y  toda  la  Corte,  y  las  damas  lo  mismo,  que  ni 
vieron  hombre  tan  bienquisto.  D/  Catalina  me  pregun 
mucho  qué  mal  tenía  V.  S.,  y  yo  le  dixe  que  todo  era  ei 
partes  gagueras,  y  que  todo  lo  delantero  estaba  buei 
Como  se  vé,  vuelve  Villalobos  en  esta  carta  á  sus  pica 
alusiones  á  los  vínculos  que  existian  entre  el  Duque 
Nájera  y  D.*  Catalina. 

Al  fin  del  MS.  de  las  cartas  de  Villalobos,  que  se  cons 
en  el  Museo  Británico,  hay  un  curioso  diálogo  entre  el  I 
qués  de  Lombay  y  el  Eco,  que  contiene  noticias  intere 
tes  referentes  á  Villalobos,  las  cuales  se  refieren  á  é\ 
anterior  á  la  muerte  de  la  Emperatriz,  ocurrida  en  Toleí 
año  de  i539;  dicho  diálogo  va  precedido  de  una  explica 
que  dice: 

tAl  Marqués  de  Lombay,  yendo  á  ca^a,  se  le  perdi< 
gerifalte,  y  apartándose  de  sus  caladores  en  busca  del  hal 
dando  voces  parece  que  le  respondian  de  lejos,  y  no  era 
la  reverberación  de  sus  mismas  voces,  á  quien  los  p< 
llaman  Eco;  y  como  iba  cansado,  acordó  reposar  allí  un  ] 
y  preguntar,  á  (ver)  qué  le  respondian,  las  primeras  ( 
que  le  viniesen  á  la  memoria,  y  como  andaba  algo  dolí 
acordóse  de  los  físicos.  Pongamos  una  M  cuando  hal 
el  Marqués,  y  una  f  cuando  hablare  Eco.» 

No  sabemos  que  antes  de  Villalobos  usara  ningún  e 
tor  español  de  este  artificio,  pero  después  de  él  el  regoci 
poeta  Baltasar  del  Alcázar  escribió  su  diálogo  entre  un  § 
y  el  Eco,  empleando  el  mismo  procedimiento. 

El  Marqués  de  Lombay,  de  quien  se  vale  Villalobos 
expresar  sus  quejas  de  los  pocos  favores  que  le  haciai 
Emperadores,  es  el  famosísimo  D.  Francisco  de  Borja, 
acompañó  el  cadáver  de  la  Emperatriz  desde  Toledo  á 
nada,  y  de  quien  se  cuenta  que  el  sentimiento  que  le  c 


—  8i  -^ 

la  muerte  de  aquella  señora  y  el  estrago  hecho  por  ella  eil 
su  bellísimo  cuerpo  motivaron  su  resolución  de  retirarse  del 
mundo  y  de  entrar  en  la  Compañía  de  Jesús ,  de  que  fué 
General,  donde  brilló  por  las  virtudes,  que  le  valieron  ser 
contado  en  el  número  de  los  Santos  que  hoy  veneramos  en 
los  altares.  Esta  tradición,  que  ni  desmiente  ni  confirma 
la  historia^  ha  producido  el  bellísimo  Romance  del  Duque 
de  Rivas,  en  que  se  refiere,  y  ha  inspirado  á  otros  muchos 
artistas,  entre  los  cuales  se  debe  contar  el  autor  del  cuadro 
que  vimos  en  la  última  Exposición  de  Bellas  Artes  cele- 
brada en  Madrid  en  la  primavera  del  año  de  1884. 

En  la  explicación  que  se  ha  copiado  dice  Villalobos  que 
el  Marqués  se  acordó  de  los  ñsicos  porque  andaba  doliente, 
y  aunque  pudo  estarlo  más  de  una  vez,  no  hay  razón  para 
asegurar  que  no  ñiera  durante  esta  misma  dolencia  cuando 
ocurrió  lo  que  refiere  Cienfuegos  en  la  Vida  de  San  Fran* 
cisco  de  Borja  en  estos  elegantes  párrafos: 

«Asistía  en  su  enfermedad  al  Marqués  aquel  famoso  médico 
del  Emperador,  el  Dr.  Villalobos,  bien  conocido  por  sus 
donaires  y  por  sus  aciertos,  pues  entretenía  los  males  con  su 
genio  salado,  otro  tanto  como  los  aliviaba  con  las  máximas  f 
de  Galeno.  Tomó  el  pulso  al  enfermo  un  dia,  después  de 
muchos  meses,  que  duraba  rebelde  á  todos  los  remedios  la 
cuartana,  y  reconoció  que  aquel  humor  funesto  y  misterioso, 
nunca  bien  entendido,  estaba  ya  casi  agotado;  y  preguntó  al 
Marqués  qué  le  ofrecia  si  le  diese  una  alegre  noticia  de  que 
aquella  seria  la  última  cuartana.  Respondió  el  Marqués  con 
generosidad  de  señor,  dejando  á  su  arbitrio  la  elección  de 
aquella  alhaja  que  fuese  más  de  su  agrado:  estaba  á  vista  el 
aparador  con  rica  vajilla,  edificio  vistoso  que  empezaba  á 
levantarse  con  cuatro  fuentes  de  plata,  en  que  el  arte  excedía 
á  la  naturaleza,  y  eran  como  las  primeras  piedras  labradas  de 
aquella  torre  de  plata  y  oro  que  sirve  de  ostentación  á  la 
vanidad.  Y  mirando  hacia  la  vajilla,  dijo  que  se  contentaba 
con  uno  de  aquellos  platos.  Asintió  el  Marqués  gustoso,  y 
hubiera  ofrecido  bizarramente  toda  la  vajilla  dorada  si  el 
médico  no  tuviese  en  pedir  la  templanza  que  en  las  demás 
acciones  de  su  vida.  Volvió  al  cuarto  dia  á  la  hora  que  solia 


—  82  — 

repetir  la  cuartana,  y  halló  en  el  semblante  del  Marqués  toda 
la  alegría  con  que  se  asoma  la  salud  á  la  cara.  Luego  que  el 
Marqués  le  vio  entrar  por  la  sala,  dijo: — cParéceme,  doctor 
Villalobos,  que  habéis  ganado  el  plato,  porque  siento  en  mi 
disposición  la  verdad  de  vuestro  vaticinio.» — Llegó  á  recono- 
cer el  pulso,  y  halló  que,  aunque  era  imperceptible  la  calen- 
tura, habia  algunas  cenizas  calientes  de  su  llama*  al  modo 
que  humean  por  algún  tiempo  las  ruinas  del  edificio  que  asoló 
un  incendio;  y  si  bien  se  escondía  entre  las  venas  la  cuartana, 
tanto,  que  fuera  difícil  al  más  perito  reconocer  que  estaba 
viva,  aunque  espiraba,  por  no  faltar  á  la  legalidad  y  á  la  inte- 
gridad de  su  profesión,  instándole  el  Marqués  que  no  le  dila- 
tase tan  apacible  noticia,  hizo  donaire  de  un  suspiro,  y  usando 
oportunamente  de  un  equivoco  con  aquella  sentencia  del 
filósofo,  que  se  hizo  ya  axioma  del  vulgo,  exclamó: — •Ami- 
cus  plato,  sed  magis  árnica  veritas.  Yo,  señor,  perdí  el 
plato;  porque  aunque  la  cuartana  es  tan  débil  y  el  calor  tan 
tibio  que  apenas  se  deja  rastrear  por  el  tacto;  pero,  en  fin,  es 
alguna,  que  no  pudiera  ocultar  el  médico  sin  llevar  en  el  plato 
á  su  casa  una  mentira.! 

«Celebró  mucho  el  Marqués  la  prontitud  de  esta  agudeza, 
y  mucho  más  aquella  fidelidad  tan  exacta:  mandó  luego 
que  le  llevasen  á  su  casa  dos  de  aquellos  platos,  admirado 
de  que  ni  el  deseo  de  ver  cumplido  su  pronóstico,  ni  el 
interés,  le  moviesen  á  disimular  un  hecho  que  estaba  tan 
oculto  y  tan  vecino  al  otro  extremo;  y  mucho  más  admi- 
rado, y  aun  confundido,  de  ver  tan  escrupulosa  la  verdad 
en  Palacio»  (i). 

Volviendo  al  diálogo  entre  el  Marqués  de  Lombay  y  el 
Eco,  después  de  preguntar  por  las  mercedes  que  haria  el  Em- 
perador á  los  doctores  Alfaro  y  Melgar,  dice: 

•Ai.    ¿Y  qué  han  dado  á  Villalobos? 

E,    Lobos. 

M.    No  os  burléis  conmigo;  yo  os  pregunto  qué  le  ha 
dado  el  Emperador  en  esta  jornada. 

E.    Nada. 


(i)    Oeofuegos,  Vida  de  San  Francisco  de  Borja. 


-  83  — 

M.  Pues  dezíanine  que  S.  M.  le  había  enviado  3oo  duca- 
dos de  pensión  para  su  hijo,  y  que  este  correo  los  traxo. 

E.  Xo.» 
Parece  probable,  y  en  todo  caso  es  verosímil,  que  el  hijo 
de  que  aquí  se  habla  fuera  aquel  Lorenzo  que  se  presentó  á 
Villídobos  estropeado  y  roto,  y  con  un  dedo  quemado,  en  Bar- 
celona» en  compañía  de  un  negro,  después  de  doce  años  de 
ausencia,  de  los  cuales  cinco  habia  sido  soldado;  y  que  la 
pensión  no  otorgada  se  pidiera  por  su  padre  en  premio  de 
aquellos  servicios;  si  así  ñiera  podria  también  suponerse  con 
verosimilitud  que  la  jornada  de  que  se  hace  mención  fué 
la  ida  de  la  Corte  á  esperar  al  Emperador  el  año  de  i533,  á 
lo  que  dá  mayores  probabilidades  lo  que  luego  se  dice  de  la 
Emperatriz;  pero  antes  el  Marqués,  en  su  diálogo  con  Eco, 
replica  en  estos  términos: 

ttAf.  No  me  maravillo,  porque  el  Emperador  diz  que  le 
tiene  por  peor  que  Mariano. 

E,    Ya  no. 

M.  Pues  cómo  le  dexó  en  esta  consulta,  ¿olvidóse  ó  de- 
terminóse? 

E.     No  sé. 

M,  Si  es  porque  el  Emperador  cree  que  no  hay  física,  y 
por  eso  cuando  estuvo  quartanario  en  Valladolid  envió  á  Villa- 
lobos á  Extremadura,  y  quedó  Ponte  por  médico  de  los  prin- 
cipales; y  como  el  dicho  Ponte  era  hijo  de  un  molinero, 
aprendió  á  llevar  trigo  al  molino  y  otras  experiencias  no. 

E.    Asno. 

M.  La  ciencia  del  asno  es  llevar  trigo  al  molino;  mas 
<en  qué  pensays  que  trataba  su  padre  después  que  dexó  el 
molino? 

E.    Lino. 

M.  Es  verdad  que  trataba  en  lino,  y  las  más  de  las  no- 
ches, estando  borracho,  quemaba  las  manadas;  y  aun  el 
señor  su  hijo  no  está  á  todas  horas  en  buen  concierto. 

E.    Cierto. 

M,  Tan  cierto  como  vos  estays  ahí,  aunque  yo  no  sé 
quién  soys;  querría  saber  si  soys  hombre  ó  mujer,  si  soys 
persona  de  paz  ó  de  revuelta.» 


-84- 

Ya  se  ha  referido  la  historia  del  voluntario  destierro 
de  Villalobos  de  la  Corte  y  su  breve  residencia  en  Extrema- 
dura, por  celos  del  físico  Narciso,  cuyo  apellido,  por  lo  que 
\  aquí  se  vé,  era  Ponte,  lo  cual  está  de  acuerdo  con  su  origen 
Utaliano.  No  olvidaba,  sin  duda,  Villalobos  su  resentimiento 
con  este  antagonista  y  émulo,  y  aprovechó  los  recursos  que  le 
ofrecia  el  diálogo  con  el  Eco  para  llamarle  asno,  y  además  nos 
dá  la  noticia  que,  por  la  pasión  que  hacia  él  tenia  no  puede 
parecer  fidedigna,  de  que  el  médico  favorito  del  Emperador, 
Narciso  Ponte,  era  hijo  de  un  molinero  que  después  se  dedicó 
á  comerciar  en  lino,  y  que  lo  mismo  el  padre  que  el  hijo 
solían  embriagarse:  dichas  estas  cosas  por  vía  de  episodio, 
vuelve  Villalobos  á  tratar  de  sus  propios  asuntos  por  boca  del 
Marqués,  el  cual  dice: 

uM.  Mas  dexemos  estas  filosofías  y  tornemos  á  nuestro 
Villalobos.  Yo  sé  que  Pedro  González  de  Mendoza  Ueua  este 
negocio  mucho  á  su  cargo;  veamos  en  qué  ha  de  romper. 

E,     Per. 

M,  Catad  ahí  vna  gentil  resolución  de  negocios;  mas 
¿qué  tal  quedará  de  esso  el  Arcediano  de  Toledo? 

E.     Ledo. 

M.    Y  D.  Hurtado,  su  hermano,  ¿qué  dirá? 

E.     Dirá.» 

Estos  Mendozas  eran,  sin  duda,  hijos  ó  nietcs  del  gran 
Cardenal  de  España  D.  Pedro  González  de  Mendoza,  que 
los  tuvo  de  varias  mujeres:  de  D/  Mencía  de  Lemos  tuvo  al 
Marqués  del  Zenete,  D.  Luis,  que  usó  los  apellidos  de  su 
padre  Gonjalej  de  Mendoza,  y  á  D.  Diego,  que  se  llamó 
Hurtado  de  Mendoza;  por  la  época  en  que  el  diálogo  debió 
escribirse,  se  infiere  que  el  D.  Hurtado*de  que  habla  es  Don 
Diego,  primer  Conde  de  Melito,  que  después  de  las'  guerras 
de  Granda  y  de  Ñapóles  se  estableció  en  Toledo,  donde 
murió  el  año  de  i536,  fué  abuelo  de  la  famosa  Princesa  de 
Eboli  D.*  Ana  de  Mendoza  y  de  la  Cerda,  mujer  de  Ruy 
Gómez  de  Silva  (i);  y  si  esto  es  así,  como  todo  contribuye  á 


(i)    Salazar,  Crónica  del  Gran  Cardenal» 


—  85  — 

indicarlo,  el  curioso  diálogo  que  analizamos  debe  haber  sido 
escrito  antes  de  este  año  de  i536. 

Continúa  tratándose  en  él  de  las  pretensiones  y  quejas  de 
Villalobos,  que  dice  por  boca  del  Marqués: 

•M.    La  Emperatriz,  ¿no  hará  algún  socorro  en  la  tem- 
pestad de  essa  nao? 

E.    Nad  (no,  en  portugués). 

M.    Veamos:  en  estas  cosas  de  Villalobos,  ¿ha  hablado  la 
Marquesa  de  Lombay? 

E.    Bay  (sí,  en  vascuence). 

M.    Y  aprovechóle  alguna  vez. 

f.    Ez  (no,  en  vascuence). 

M.    Amiga,  no  me  respondas  en  vascuence,  que  ni  le  sé 
ni  le  creo. 

E.    Creo. 

M.    Ahora  dexemos  á  Villalobos,  que  está  ya  tal,  que 
presto  nos  dexará.» 

Otra  vez  se  manifiesta  el  propósito  de  abandonar  la  Corte, 
que  al  fin  realizó  Villalobos^  como  luego  veremos. 

El  diálogo  se  ocupa  después  de  los  casamientos  de  las 
damas  de  palacio  y  de  las  condiciones  que  éstas  apetecian  en 
los  que  hubieran  de  ser  sus  maridos,  y  concluye  con  estas 
notables  palabras  inspiradas  en  los  sentimientos  místicos  de 
Villalobos: 

«Después  que  el  Marqués  hubo  alternado  con  Eco,  y  Eco 
con  el  Marqués,  conoció  el  Marqués  que  por  medianería  del 
ayre  se  hazian  en  este  mvndo  todas  las  cosas,  y  que,  pues 
todo  es  ayre,  deueriamos  de  volar  con  los  pensamientos  de 
nuestros  deseos  en  mayor  altura,  porque  en  aquella  caqa  el 
trauajo  es  menos,  el  deleyte  más,  y  la  presa  es  de  tanta  exce- 
lencia, que  ni  los  ojos  de  los  vicios  la  vieron,  ni  los  corazo- 
nes humanos  la  pudieron  comprehender.» 

Notable  es,  por  varios  conceptos,  la  carta  que  dirigió 
Villalobos  tal  General  de  la  Orden  de  San  Francisco,  porque 
no  recibia  en  esta  Santa  Orden  un  muy  docto  hombre,  sos- 
pechando que  era  confeso. »  Su  tono  difiere  del  que  ordina- 
riamente emplea  en  las  demás  cartas,  sin  duda  por  la  mate- 
ria que  en  ella  trata,  con  gran  elevación  y  con  espíritu  más 


—  86  — 

propio  de  los  tiempos  modernos,  que  de  aquél  en  que  \ 
el  famoso  físico,  quien  combate  victoriamente  las  preocí 
ciones  que  en  él  reinaban  contra  los  descendientes  d< 
judíos,  á  pesar  de  haber  dado  en  Castilla  á  la  Iglesia 
Estado  varones  tan  insignes  como  los  famosos  Santa  Mai 
Cartagena.  El  calor  con  que  abogaba  Villalobos  por  los 
fesos  se  explica  porque,  según  todos  los  datos  y  noticias 
en  este  estudio  se  han  aducido,  haciéndolo  defendía  su  pr 
causa. 

La  carta  de  que  vamos  hablando  no  tiene  lugar  ni 
de  fecha;  pero  en  ella  se  dice:  «Hay  por  este  Reyno  al{ 
sospecha  de  que  V.  P.  consiente  semejantes  insultos;  poi 
también  hemos  visto  que  una  ordenanza  que  ahora  hs 
hecho  contra  los  conversos,  nunca  se  hizo  desde  San  F 
cisco  hasta  que  en  la  religión  suya  hubo  General 
fuese  de  España.*  Con  este  dato  se  pone  en  claro  qi 
carta  de  que  se  trata  fué  dirigida  al  Rmo.  P.  Fr.  Fran< 
Lunel,  natural  de  Barbastro  (i)  en  el  Reyno  de  Aragón, 
fué  electo  cuadragésimonono  General  en  el  Capitulo  ¿ 
Orden  celebrado  en  Niza  en  i535,  y  gobernó  hasta  el 
de  1 540.  Fué  el  P.  Lunel  varón  de  mucha  virtud  y  ciei 
y  de  tan  gran  humildad,  que  siendo  ya  de  los  más  eminc 
de  su  Orden,  se  empleaba  sin  afectación  en  los  menesi 
mecánicos,  barriendo  el  convento  y  fregando  las  escudi 
Por  razón  de  su  mérito  el  Emperador  Carlos  V  le  envi 
Concilio  de  Trento,  donde  le  eligieron  Presidente  de  t 
los  teólogos,  alcanzándole  la  muerte  en  aquella  ciuds 
año  de  iSSo,  donde  se  le  dio  sepultura  en  el  convento  ¿ 
Orden.  De  todo  esto  se  deduce  que  la  carta  al  General  di 
Franciscanos  se  escribió,  sin  duda,  entre  los  años  de 
y  1 540,  pero  no  puede  precisarse  más  su  fecha.  Pocas  not 
biográficas  se  pueden  sacar  de  ella,  porque  no  caben  e 
espíritu  ni  conducían  á  su  objeto;  pero  en  cambio  los  retí 
que  contiene  de  los  malos  frailes,  y  los  argumentos  que  a* 
contra  sus  ridiculas  vanidades,  especialmente  la  de  ser 


(1)    Cuarta  parte  de  la  Crónica  de  N.  P.  San  Francisco^  por 
Antonio  Dt^,  parte  3.*,  cap.  IV. 


-87- 

tianos  viejos,  son  verdaderamente  admirables,  bastando  esta' 
carta  para  colocar  á  Villalobos  entre  los  primeros  escritores 
castellanos.  Merece,  por  otra  parte,  especial  mención  lo  que 
en  ella  se  dice  del  gran  Duque  de  Alba,  muy  joven,  sin  duda, 
cuando  la  carta  se  escribió,  aunque  ya  habia  alcanzado  gran 
gloria  como  soldado  en  el  sitio  de  Fuenterrabía  y  en  el  so- 
corro de  Viena;  porque  lo  que  de  él  cuenta  Villalobos  revela 
ya  el  carácter  enérgico  y  severo  de  que  dio  tantas  pruebas  en 
su  larga  vida;  hé  aquí  las  palabras  del  físico:  «Lo  que  yo  sé 
decir  del  Duque  es  que  en  Alba  hay  una  devota  cofradía  de 
disciplinantes  de  la  Cruz,  en  la  cual  los  cofrades  ordenaron 
que  no  fuese  admitido  ningún  confeso  á  ella.  Muchos  dixeron 
que  fué  inducimiento  del  Guardian,  y  no  creo  que  fué  sino 
sugestión  de  Satanás,  que  há  gana  que  éstos  se  agoten  y 
aflijan  por  su  amor,  que  es  envidioso  de  las  buenas  obras. 
En  el  Duque  supo  el  estatuto,  y  con  gran  enojo  lo  desbarató 
y  mandó  que  aquéllos  entrasen  en  la  cofradía  si  quisiesen,  y 
fuesen  en  ella  los  primeros  y  preeminentes;  y  sé  que  un 
alcalde  de  Castro-Nuño,  muy  honrado,  hizo  atestiguar  falsa- 
mente contra  un  convertido  de  Alba;  y  como  el  Duque  fué 
certificado  dello,  por  quitar  de  trabajo  á  los  inquisidores, 
mandó  tomar  su  alcalde  y  azotarle  públicamente  por  la  villa 
de  Alba.» 

Al  fin  de  la  carta  confirma  Villalobos  lo  que  los  cronistas 
de  la  Orden  de  San  Francisco  dicen  de  la  humildad  del  Padre 
Fr.  Vicente  Lunel,  pues  exponiendo  los  motivos  que  le  habian 
inducido  á  escribirle,  dice:  «Dos  cosas  me  han  movido  á  ello: 
la  una  el  conocimiento  que  tengo  del  dicho  agravio,  que  es 
mucho  más  de  lo  que  tengo  dicho  y  cállase  por  la  honra  de 
la  Religión;  la  otra,  la  noticia  que  tengo  de  la  humildad  j' 
mansedumbre  vuestra,  con  la  cual  soléis  curar  muchos  estó- 
magos, y  por  esto  os  he  descubierto  el  mió,  sometiéndome  en 
todo  á  la  corrección  de  la  Iglesia  y  á  la  corrección  y  enmienda 
deV.  P.» 


—  88  — 


IX. 


ÚLTIMOS  AÜOS   DE  LA    VIDA    DE   VILLALOBOS. 


Después  de  la  última  carta  de  Villalobos  al  Duque  de 
Nájera,  que,  como  se  ha  demostrado,  fué  escrita  en  7  de 
Diciembre  de  i534,  y  de  la  que  dirigió  al  General,  que  no 
pudo  menos  de  serlo  después  de  i535,  hay  en  las  que  se 
conservan  del  insigne  físico  una  laguna  de  más  de  seis  años, 
pues  la  dirigida  al  Secretario  Samano,  cuya  fecha  consta,  es 
de  7  de  Agosto  de  1542.  En  este  espacio  de  tiempo  ocurrie- 
ron graves  sucesos,  y  uno  entre  ellos  tristísimo,  que  influyó 
grandemente  en  la  vida  de  nuestro  físico;  la  muerte  de  la 
\  Emperatriz.  La  mayor  parte  de  los  que  han  escrito  sobre 
Villalobos  afirman  que  este  suceso  le  hizo  caer  en  desgracia 
con  el  Emperador,  pero  no  hay  fundamento  alguno  para  ase- 
gurarlo, aunque  sin  duda  contribuyó  á  que  realizase,  si  bien 
no  inmediatamente,  el  pensamiento  que  desde  su  primera 
juventud  le  asediaba  de  vivir  retirado  de  la  Corte,  consa- 
grado á  sus  estudios  y  á  la  santificación  de  su  vida.  Así  lo 
dice  él  mismo  en  la  introducción  á  la  glosa  de  aquella  can- 
ción suya  que  empieza: 

t Venga  ya  la  dulce  muerte.» 

Véanse  sus  palabras: 

aQuando  aquella  muy  bienaventurada  hembra,  la  Empe- 
ratriz, nuestra  Señora,  se  fué  huyendo  de  las  lágrimas  y  con- 
golas desta  vida,  y  se  acogió  á  los  placeres  y  descansos  que 
agora  tiene,  yo  quedé  tan  triMe  y  tan  descontento  del  mundo, 
que  deseaua  (si  Dios  fuese  servido)  morirme  en  aquella  sazón 


-89- 

con  su  buena  gracia.  Y  como  esto  no  se  alcanza  hasta  que 
sea  llegada  la  hora  y  los  términos  que  tiene  constituidos  el 
Señor  de  la  vida  y  de  la  muerte,  quédeme  embeuecido  con- 
templando en  los  amores  de  la  deseada  muerte.  Porque  ya 
tenía  aborrecida  la  vida,  con  quien  yo  hauia  estado  abarraga- 
nado tanta  multitud  de  años,  tan  mal  gastados  y  tan  mal 
empleados,  como  han  pasado  por  mi.  Que  verdaderamente, 
si  agora  hiciese  (como  dizen)  palacio  y  mostrase  los  vergon- 
906OS  actos  que  en  presencia  de  Dios  he  hecho  por  todo  el 
discurso  de  mis  edades,  yo  quedarla  tan  confuso,  que  nunca 
más  osaría  parecer  delante  de  las  gentes.  Así  que,  estando 
arrebatado  en  la  dicha  contemplación,  acordé,  como  buen 
enamorado,  de  buscar  con  toda  diligencia  las  mejores  formas 
que  yo  pudiese  para  alcanzar  la  presa;  conviene  saber,  una 
sosegada  y  dulce  muerte,  de  que  abaxo  hablaré  más  larga- 
mente. E  paréceme  que  tal  joya  como  esta  no  se  vende  públi- 
camente en  la  Corte,  sino  es  en  algunos  rincones  della,  apar- 
tados de  toda  conversación  y  palacio,  y  tan  escondidos,  que 
son  muy  pocos  los  oficiales  que  los  pueden  hallar  para  sus 
señores.  Y  como  yo  tenía  larga  experiencia  de  los  heruores 
y  ansias  que  allí  andan  en  las  cosas  del  mundo,  y  de  las  tibie- 
zas y  menosprecios  en  las  cosas  del  cielo,  y  auiá  pasado  por 
mí  muchas  cópetencias  y  rancores  con  mis  próximos,  y  gra- 
des inuidias  de  verlos  yr  deláteros  y  primeros,  y  quedarme 
repagado  y  postrero  sin  culpa  mia;  y  otras  infinitas  pertur- 
baciones que  tiranizan  y  toman  de  su  parte  á  la  voluntad,  y 
roban  el  imperio  y  señorío  de  la  razo,  y  haze  de  lo  dulce 
amargo  y  de  lo  amargo  dulce,  como  los  malos  y  viciosos 
humores,  que  perturban  el  sentido  del  gusto,  determiné  de 
buscar  otra  morada,  dóde,  con  menos  estropiezos^  pudiese 
caminar  por  camino  más  llano  y  más  seguro  á  la  mi  muy 
amada  y  muy  deseada  muerte.  Porque  ya  la  jornada  es  muy 
breve,  y  la  bestia  en  que  voy,  quáto  más  vieja  y  más  can- 
sada, tato  corre  mejor  las  postas  para  llegar  al  cabo.  Y  assí, 
có  licecia  y  gracia  de  S.  M.,  vine  á  hazer  mi  assiento  fuera 
de  la  Corte.  Y  escreui  estos  versos,  que  por  parecer  muy 
cópendiosos  y  prouechosos  para  los  hóbres  que  son  como  yo, 
les  di  la  siguiente  glosa.» 


—  90  — 

Como  se  vé,  la  retirada  que  al  fin  hizo  Villalobos  de  la 
Corte  fué  voluntaria,  y  no  impuesta,  sino  consentida  por  el 
Emperador;  además,  no  la  llevó  á  cabo  Villalobos  el  año 
de  1539,  inmediatamente  después  de  la  vida  del  Emperador, 
sino  algunos  después,  según  claramente  resulta  de  la  glosa 
de  los  versos  de  esta  misma  canción,  que  dicen: 

«Quédese  á  Dios  la  esperanza 
del  bien  que  se  dá  por  suerte,» 

w 

en  la  cual  se  leen  estas  palabras:  t  Y  como  yo  anduve  en  la 
Corte  hasta  los  setenta  años,  y  entendí  las  cosas  del  mundo, 
hablé  conmigo  de  esta  manera.»  Ahora  bien;  si,  como  queda 
demostrado,  Villalobos  nació  del  año  de  1472  á  1473,  no 
cumplió  los  setenta  años  hasta  el  de  1542  ó  43,  esto  es,  tres 
ó  cuatro  después  de  la  muerte  de  la  Emperatriz,  y,  por 
tanto,  permaneció  en  la  Corte  todo  ese  tiempo  después  de 
aquel  doloroso  suceso,  no  obstante  la  honda  impresión  que 
produjo  en  su  ánimo,  y  que  sólo  fué  un  motivo  de  los 
varios  que  le  impulsaron  á  realizar  su  deseo. 

Sin  duda  cumplió  su  propósito  Villalobos  en  1542,  pues 
de  la  carta  dirigida  el  3  de  Agosto  de  dicho  año  al  Secretario 
Samano  (i)  se  infiere  que  ya  en  aquella  fecha  estaba  retirado 
de  la  Corte,  y  probablemente  establecido  en  Valderas,  aun- 
que la  carta  está  fecha  en  Medina  del  Campo;  dá  en  ella 
noticia  de  haberse  casado  en  segundas  nupcias,  y  toda  está 
consagrada  á  este  objeto,  empezando  por  las  siguientes  pala- 
bras, que  dan  idea  del  tono  en  que  está  escrita:  «Muy  magnf- 


( I )  En  el  archivo  del  Sr.  Marqués  de  Alcañices  hay  un  Diálogo  corres- 
pondiente á  la  batalla  3.*  de  la  quinquagena  3  *,de  Gonzalo  Fernandez  de 
Oviedo,  en  que  se  trata  del  Secretario  Johan  de  Samano. 

Fué  paje  del  Secretario  Conchillos,  y  le  sucedió  en  el  oficio  de  Secre- 
tario de  Indias  por  nombramiento  del  Emperador  Carlos  V;  filé  caballero 
de  la  Orden  de  Santiago  y  señor  del  palacio  y  casa  del  Prado  de  los 
marroquines  en  Samano;  fué  Notario  mayor  del  Reino  de  León;  se  hizo 
rico  con  sus  oficios  y  compró  al  Conde  de  Salvatierra  D.  Anastasio  de 
Ayala,  que  habia  sido  comunero,  los  lugares  de  Semijana,  MoríUas,  Mor- 
nijana;  labró  un  barrio  en  Valladolid,  donde  tuvo  su  casa  cerca  de  la  Chao- 
díleria;  se  casó  dos  veces  y  tuvo  muchos  hijos. 


—  9>  — 

fico  Señor:  Yo  he  dicho  en  este  mundo  algunos  donayres, 
mas  nunca  hize  ninguno,  porque  dezir  y  hazer  no  es  para 
todos,  y  por  esso  acordé  antes  que  muriese  de  hazer  un 
donayre  de  que  se  ría  toda  la  gente,  y  fué  sainando  honor; 
cáseme  con  una  mo9a  fresca  y  forastera.»  El  estilo  burlesco 
de  esta  carta  daría  motivo  á  sospechar  que  el  segundo  casa- 
miento de  Villalobos  fué  una  mera  invención  suya  para  decir 
donaires,  si  no  contuviera  tantos  y  tan  curiosos  detalles,  que 
desde  luego  indican  que  el  matrimonio  fué  real  y  positivo; 
entre  otros,  las  circunstancias  en  que  la  boda  se  hizo,  «cuando 
ya  estaba  esperando  para  tragalla  (á  su  mujer)  la  serpiente 
de  Aldeanueva,  que  es  vna  sepultura  viva  de  vírgenes  y  de 
mártires;»  esto  es,  un  convento  de  religiosas  donde  dice  que 
le  mataron  de  hambre  á  una  hija  suya,  y  arrebatándole 
aquella  presa,  se  vengó  de  tan  triste  suceso. 

Con  razón  dice  Villalobos  que  su  casamiento  haria  reir 
á  toda  la  gente;  pues  aunque  todavía  no  habia  publicado  sus 
Problemas,  muchos  de  los  opúsculos  contenidos  en  este 
libro  eran  conocidos,  como  lo  prueba  la  carta  del  Dr.  Alma- 
zan  que  vá  al  fin  de  la  obra,  fecha  en  Madrid  el  23  de  Junio 
de  1 539.  Y  no  puede  darse  contradicción  mayor  que  la  que 
existe  entre  el  hecho  de  casarse  Villalobos  á  los  setenta  años, 
y  lo  que  dice  en  el  tratado  segundo  de  aquella  obra  «del 
viejo  que  se  casa,»  resumido  en  el  metro  XIX,  que  es  como 
sigue: 

«Porque  se  casa  de  gana 
un  viejo  con  mil  dolores, 
y  que  sufra  sus  hedores 
una  mo^a  limpia  y  sana. 

Quando  refrescar  presume 
el  vicio,  que  es  del  demonio, 
por  consumir  matrimonio 
su  triste  vida  consume. » 

Villalobos  es  en  esto,  como  en  otras  muchas  cosas,  espejo 
fiel  de  la  mísera  naturaleza  humana,  y  no  de  un  carácter 
rígido  é  inflexible,  que  cumple  y  realiza  en  su  vida  las  ideas 


—  92  — 

y  principios  que  formula  su  entendimiento;  así  le  hemos  visto 
predicando  el  menosprecio  del  mundo  y  de  sus  grandezas,  y 
anhelando  al  propio  tiempo  las  distinciones  y  favores  de  la 
Corte,  como  él  mismo  confiesa  en  la  glosa  de  la  canción  de 
que  se  ha  dado  noticia;  y  ahora  le  vemos  casándose  en  la 
vejez,  después  de  haber  dicho  estas  palabras:  tGran  locura 
es  la  del  viejo  que  se  casa  con  mujer  mo^a ,  porque  hace 
locura  quando  se  casa,  y  haze  otras  muchas  después  de 
casado.»  Lo  más  curioso  es  que,  si  bien  de  un  modo  bur- 
lesco, refuta  en  la  carta  á  Samano  lo  que  habia  dicho  sobre 
el  asunto  en  los  Problemas;  asi,  por  ejemplo,  se  lee  en  este 
opúsculo:  «De  manera  que  el  pobre  novio  haurá  de  procurar 
con  todas  las  fuerzas  que  tiene,  y  que  no  tiene,  de  consumir 
el  matrimonio,  pagando  el  débito  á  la  muger  que  toma,  y 
no  pagándole  la  tercia  parte  de  la  deuda;  no  consumirá  el 
matrimonio,  sino  á  sí  mismo  y  á  su  vida  mortal;»  á  lo  cual 
contesta  el  mismo  Villalobos  en  la  carta  á  Samano:  «Y  lo  que 
dicen  que  la  muger  mo^a  acarrea  la  muerte  al  hombre  viejo, 
yo  hallo,  por  mi  experiencia,  que  no  saben  lo  que  dicen,  por- 
que la  moqa  no  hace  daño  sino  al  mo^o,  porque  quiere  y 
puede;  al  viejo  no  le  puede  dañar,  porque  no  quiere  y  menos 
puede. »  ¡Cuan  cierto  es  que  el  corazón  y  el  entendimiento  del 
hombre  son  abismos  insondables,  llenos  de  contradiccicjies, 
de  oscuridades  y  de  dudas,  y  su  vida  un  tejido  de  luchas 
entre  la  razón  y  los  apetitos! 

Según  ya  se  ha  indicado,  á  la  fecha  de  esta  carta  habia 
dejado  la  Corte  Villalobos,  aunque,  sin  duda,  poco  tiempo 
antes,  pues  así  se  explica  el  siguiente  párrafo  de  ella: 

«Ahora  juzgad  vos  cuál  es  mejor  vida:  ésta  ola  que  hasta 
ahora  he  tenido,  suzia  y  salvajina,  en  poder  de  gabarros 
suzios  y  traidores,  y  en  poder  de  hijos  que  están  en  continua 
asechanza  á  ver  si  me  sale  el  alma,  que  ya  la  querían  ver 
fuera,  aunque  fuese  en  las  uñas  del  diablo.  Yo  estoy  ahora 
con  más  descanso  que  nunca;  y  dexéle  de  tomar  antes,  por- 
que para  los  hombres  pobres  es  muy  trabajosa  vida  traer 
muger  en  la  Corte,  assicomo  es  buena  estando  de  assiento,  > 

Se  hizo  antes  mención  de  esta  carta,  porque  contiene 
una  prueba  más  de  que  Villalobos  era  confeso,  y  tan  clara  y 


-93- 

evidente»  como  que  él  mismo  lo  declara;  y  al  propio  tiempo 
dá  noticia  de  que  también  lo  era  el  Dr.  Almazan,  famoso 
médico  de  su  tiempo  y  amigo  de  Villalobos,  á  quien  escribió 
la  carta  laudatoria  de  los  Problemas  de  que  antes  se  ha 
hablado.  En  efecto,  refiriéndose  á  su  nueva  esposa,  dice: 

«Es  una  muger  mesurada,  y  con  aquella  su  gravedad 
Dunca  haze  sino  decirme  en  secreto  mucho  mal  de  los  con- 
fesos, y  que  no  los  puede  ver  más  que  al  diablo.  Yo  dígole 
que  tiene  razón,  porque  son  tan  judíos  el  dia  de  hoy  como 
el  dia  que  nacieron.  En  este  articulo  se  parece  mucho  á  Vmd. 
quando  descansaua  con  la  calentura  y  me  rogábades  que  yo 
solo  tomase  el  cargo  de  la  cura,  porque  no  os  fiábades  del 
doctor  Alma^an,  ni  de  hombre  que  fuese  confeso.  Para  esta 
inocencia  de  mi  muger  yo  he  mandado  á  dos  amigos  que  la 
desengañen,  porque  no  se  destemple  tanto,  y  nunca  se  lo 
han  osado  decir;  mas  yo  la  desengañaré  también,  en  llegando 
á  mi  casa^  plaziendo  á  Dios  que  ella  quede  corrida  de  lo 
pasado.»  Dedúcese  además  de  este  párrafo  que  Villalobos, 
estando  en  Medina  del  Campo,  donde  lo  escribía,  no  estaba 
en  su  casa,  sino  en  camino  para  ella,  y  por  eso  se  ha  dicho 
antes  que,  retirado  de  la  Corte,  se  fué  á  vivir  de  asiento  á 
Valderas, 

Sin  duda  desde  este  pueblo  hacia  frecuentes  excursiones 
á  distintos  lugares,  según  lo  demuestra  el  principio  de  la 
carta  dirigida  de  Valladolid  al  Comendador  mayor  de  León, 
Francisco  de  los  Cobos,  Secretario,  como  Samano,  del 
Emperador  Carlos  V;  y  aunque  sólo  está  fechada  en  1 2  de 
Setiembre,  sin  duda  fué  escrita  después  del  año  de  i543, 
pues  repite,  como  en  otras,  que  habia  estado  en  la  Corte 
hasta  los  setenta  años.  De  esta  interesante  y  curiosa  carta 
se  conservan  dos  copias:  una  en  el  Museo  Británico,  y  otra 
en  el  archivo  de  la  Real  Academia  de  la  Historia,  y  si  bien 
entre  ambas  existen  muchas  variantes,  son  sólo  de  impor- 
tancia literaria,  pues  dicen  en  el  fondo  lo  mismo,  y  confir- 
man  el  juicio  que  brevemente  hemos  expresado  acerca  del 
carácter  de  Villalobos,  el  cual  refiere  de  un  modo  pintoresco 
las  luchas  de  su  espíritu  entre  su  deseo  de  vivir  retirado  y 
las  seducciones  de  la  Corte.  La  carta  empieza  asi:  «Muy 


—  94  — 

ilustre  señor:  Quando  en  Valladolid,  en  casa  de  V.  S.  ) 
compañía  del  Sr.  D.  Juan  Manuel  (i),  estoy  arrepentid 
siento  soledad  del  regocijo  de  la  Corte,  ¿qué  haré  en  Vi 
ras,  sino  ahorcarme  de  una  encina?  Todos  quantos  dia 
eran  allá  mis  conocidos,  se  vienen  á  juguetear  conmi| 
ponerme  delante  mil  tentaciones.  «Después  de  esto  enun 
con  su  natural  gracejo  todas  las  sugestiones  que  le  hacen 
diablos  para  que  vuelva  á  la  Corte,  y  entre  ellas  una 
debia  ser  para  Villalobos  de  gran  ñierza,  á  saber,  la  fort 
de  sus  hijos,  sobre  lo  cual  dice: 

«Viene  otro  y  dízeme  que  no  hay  esperftfa  de  reo» 
acá  para  mis  hijos,  y  allá  sf,  porque  un  dia  tras  otro,  vi 
dome  el  Emperador,  se  acordarla  de  dalles  de  comer;  y 
no  se  vá  sin  respuesta,  porque  yo  le  digo  que  bastó  esp 
hasta  los  setenta  años;  pues  hay  muy  pocos  hombres 
lleguen  á  ellos,  y  cuando  á  este  plazo  no  hauiamos  medra 
excusado  era  esperar  más.  Replicó  el  diablo  que  Fons 
después  de  los  setenta,  esperó  la  vacante  de  la  encomie 
maior  y  salió  con  ella;  y  el  gran  Chanciller  esperaui 
Papa,  y  en  medio  del  camino  perdió  el  resuello;  y 
Diego  Ossorio  esperaua  ser  Maiordomo  de  la  Emperatrí 
como  vio  que  se  tardaua  la  vacante  murióse  de  viejo,  qi 
espera  un  poco  más  todavía  la  llevara;  el  Obispo  de  A 
esperaua  la  vacante  de  Toledo,  y  D.  Luis  de  la  Cerda  el  c 
miento  del  Príncipe  para  ser  ayo  de  su  hijo  maior.  •  Dt 
cese  de  lo  dicho  que  Villalobos  no  alcanzó  para  sus  I 
los  favores  que  del  Emperador  pretendía,  y  aunque 
fuese  así,  no  basta  para  acusar  á  Carlos  V  de  poco  gene 
con  su  físico,  el  cual  confiesa,  como  se  ha  visto  en  su  c 
al  Comendador  Hernan-Nuñez  Penciano,  todo  lo  contrari 
en  esta  misma  dirigida  á  Cobos  otra  de  las  sugestiones  qi 
hace  el  diablo  para  que  vuelva  á  la  Corte,  es  como  sigu( 

«Viene  otro  diablo  que  gobierna  la  ñsica,  y  dize:  c¿ 
puedes  tú  ganar  en  Valcíeras,  sino  un  lechon,  que  I 


(i)  D.  Juan  Manuel  fué  caballero  del  Toisón  y  señor  de  Cévioo 
Torre  y  Belroonte  de  Campos.  Salazar  de  Mendoza,  Crónica  del  Can 
Ta»era^  pág.  121. 


-95- 

prorecbo  te  haga,  y  una  cestilla  de  uvas  colgadas?  ¿Y  quál 
ganancia  era  la  de  la  Corte,  que  hauia  con  ella  para  gastar  y 
jugar  como  un  duque,  y  andar  siempre  con  la  bolsa  llena  de 
ducados?»  No  niega  en  su  respuesta  Villalobos  esto,  sino  que 
responde:  «Digo:  más  vale  el  dinero  que  acá  dejaré  de  jugar, 
que  todo  lo  que  allá  ganaba,  y  veslo  ahí  en  lo  que  me  sobró 
cuando  me  vine.»  Ya  sabemos,  por  confesión  propia  hecha  en 
la  carta  á  Heman-Nuñez,  que  Villalobos  vivia  espléndida  y 
lujosamente,  y  si  además  jugaba,  £ácil  es  comprender  que 
no  bastaran  sus  salarios  en  la  Corte,  y  sus  ganancias  como 
médico  de  los  Grandes,  para  hacerse  rico  y  dejar  pingüe 
herencia  á  sus  hijos;  era,  no  obstante  su  origen  judio,  poeta 
y  hombre  de  letras  Villalobos,  y  es  sabido  que  con  estas 
condiciones  no  suele  ir  junta  la  avaricia,  ni  siquiera  la  par- 
simonia, y  por  eso  acompaña  de  ordinario  la  pobreza  á  los 
que  cultivan  las  musas. 

El  cuadro  que  en  esta  carta  pinta  Villalobos,  de  la  vida 
galante  de  la  Corte  de  Carlos  V,  es  digno  de  contem- 
plarse: 

cLuégo  vino  (dice  Villalobos)  el  diablo  de  las  damas  y 
dice:  «¿No  te  se  acuerda  de  la  vida  que  tenias  en  palacio?  Una 
hermosa  te  tomaba  y  otra  te  dejaba,  y  los  caballeros,  porque 
salias  de  entre  ellas,  todos  tenian  cuenta  contigo  y  te  daban 
mil  abrazos,  y  cuando  adolecían  luego  te  llamauan  y  te  paga- 
uan  por  amor  de  amigo.»  Estas  frases  traen  á  la  memoria 
que  habia  sido  Nuncio  del  Papa  en  aquella  Corte  el  autor 
del  Cortesano,  y  que  este  libro,  que  tradujo  en  i533  Boscan, 
andaba  en  manos  de  los. caballeros  castellanos  que  formaban 
la  Corte,  y  era  el  código  á  que  ajustaban  su  vida;  sin  em- 
bargo, Villalobos,  como  todos  los  viejos,  era  laudator  tem- 
ports  actí,  y  en  este  mismo  párrafo  dice:  tYa  era  pasado  el 
tiempo  en  que  medráuamos  con  los  caballeros  por  amor  de 
las  damas,  desde  que  murió  el  Condestable  D.  Bernardino  y 
el  Duque  de  Alba.  Estos,  siendo  finos  enamorados,  eran  en 
este  caso  cabezas  de  bandos,  y  cada  vno  dellos  regia  y  acau- 
dillaba á  los  que  eran  de  su  parte,  y  como  eran  generosisi^ 
mos,  ayudaban  largamente  á  los  que  no  podian  llevar  ade- 
lante la  costa  de  los  amores,  y  andaba  la  cosa  tanto  sobre 


-96- 

porfía  de  quererse  aventajar  los  vnos  á  los  otros,  que  las 
damas  triunfaban  mucho  y  no  perdian  nada  los  que  se  lle- 
gaban á  ellas. »  El  Condestable  de  Castilla  de  que  aquí  se 
habla,  como  ya  se  ha  dicho,  era  D.  Bernardino  Fernandez  de 
Velasco,  tercer  Conde  de  Haro,  Camarero  mayor  del  Rey  y 
primer  Duque  de  Frias;  quien  fué  además  tres  veces  Capitán 
general  de  Castilla  y  Virey  del  Reino;  el  Duque  de  Alba, 
que  competia  con  él  como  cabeza  y  jefe  de  uno  de  los  bandos 
de  los  enamorados,  no  era  el  Gran  Duque  D.  Femando  Al 
varez  de  Toledo,  que  sobrevivió  á  Villalobos,  y  que  no  se 
sabe  que  se  distinguiera  por  sus  ostentosos  galanteos,  á  pesar 
de  que  era  discípulo  de  Boscan,  sino  su  abuelo  D.  Fadrique, 
de  quien  dice  López  de  Haro,  confirmando  el  juicio  de 
Villalobos,  que  fué  generosísimo  señor  y  de  grande  casa  y 
autoridad;  su  hijo  primogénito  D.  García  no  llegó  á  heredar 
el  título,  porque  murió  antes  que  su  padre  en  la  isla  de  los 
Gelves,  donde  hizo  cosas  de  famoso  capitán,  peleando  con 
sobrado  ánimo  contra  los  moros,  por  lo  que  sucedió  en  la 
casa  su  hijo  D.  Fernando. 

Enumera  Villalobos  en  esta  carta,  como  la  última  y  la 
más  poderosa  razón  que  le  hacía  echar  de  menos  la  Corte,  la 
consideración  que  á  él  y  á  sus  deudos  daba  el  puesto  y  el 
favor  que  alcanzó  en  ella,  y  esto  revela  un  nuevo  aspecto  de 
su  carácter,  pues  á  pesar  de  su  intermitente  misticismo,  y 
del  desprecio  de  las  grandezas  humanas  de  que  tanto  habla 
en  todos  sus  escritos,  en  esta  carta,  y  estando  ya  consagrado, 
como  dice,  á  granjear  la  salvación  de  su  alma,  se  expresa  en 
estos  significativos  términos: 

«Tras  éstos  todos  viene  el  mismo  Satanás  y  dice:  «Quando 
estañas  en  la  Corte  todos  los  Grandes  te  hai^ian  mucha  más 
honra  de  la  que  tu  merecias,  y  tus  deudos  eran  honrados  en 
sus  tierras  por  amor  de  tí,  y  preciábanse  de  ser  tus  parientes; 
ahora,  metido  en  Valderas,  serás  tan  ruyn  como  vno  dellos. 
Este  vcUaco  me  hizo  llorar  toda  una  madrugada,  porque 

supo  dar  el  corte  por  la  coyuntura »  A  pesar  de  tales  y 

tantos  recuerdos  y  tentaciones,  manifiesta  Villalobos  su  deci- 
sión de  continuar  en  el  retiro,  pues  dice  á  Cobos:  cY  no 
piense  V.  S.  que  son  fábulas  las  de  esta  carta,  que  verdade- 


—  97  — 

ramente  pasa  esto  por  mi,  sino  es  ver  la  cara  del  diablo;  mas 
bien  se  conoce  que  es  él  en  las  turbaciones  que  roe  pone, 
porque  espíritu  bueno  no  habia  de  aconsejar  á  un  viejo  que 
Un  gran  experiencia  tiene  de  la  vida  y  peligros  de  la  Corte» 
que  se  volviese  i  ella,  ni  yo  lo  baria  ya  si  no  perdiese  el 
sesso;  antes  he  recogido  mis  libros,  que  los  tenía  derramados 
por  mil  partes,  y  ahora  verá  V.  S.  qué  tal  letrado  he  de  salir 
para  el  otro  mundo.»  Esto  último  es  prueba  de  que  el  amor 
de  Villalobos  á  las  ciencias  y  á  las  letras  sobrevivió  á  todas 
sus  vicisitudes,  y  que  á  ellas  dedicó  sus  últimos  años,  pues 
como  se  verá  luego,  ya  retirado  en  Valderas,  en  el  año  de  1 544 
dio  al  público  el  libro  que  lleva  el  título  de  Problemas,  á 
que  debe  el  honroso  lugar  que  ocupa  en  la  historia  de  la 
literatura  castellana. 

Al  final  de  esta  carta,  según  una  de  sus  copias  y  según  la 
otra  en  forma  de  postdata,  dá  Villalobos  noticia  de  la  enfer- 
medad que  probablemente  le  Uevaria  al  sepulcro;  y  á  pesar 
de  que  como  físico  no  podia  desconocer  su  gravedad  mayor 
en  aquel  tiempo  que  en  éste,  lo  hace  en  estos  regocijados 
términos:  «Oluidóseme  una  cosa  que  ha  passado  por  mí 
de  bienaventurada  recordación:  yo  venía  pensando  en  criar 
yeguas  de  casta  en  el  monte  de  Valderas,  porque  soy  aficio- 
nado á  potros  de  buen  talle;  plugo  á  Nuestro  Señor  hazer  el 
comienzo,  y  hame  dado  una  potra  de  ruyn  casta.  Digo:  Señor, 
potros  querria  yo,  que  no  melón  de  invierno.»  Así  habla 
Villalobos  de  la  hernia,  que  en  su  edad  no  podría  menos  de 
causarle  grandes  molestias. 

Habrá,  sin  duda,  quien  note  que  en  esta  carta  dá  Villalo- 
bos al  Secretario  Cobos  el  tratamiento  de  Señoría,  mientras 
que  sólo  dá  el  de  Merced  á  Samano,  y  esto,  sin  duda,  no  es 
casual  ni  arbitrario,  sino  que  se  explica  porque  Cobos,  á  más 
de  ser  Comendador  mayor  de  León  en  la  Orden  de  Santiago, 
era  á  la  fecha  de  la  carta  Adelantado  de  Cazorla,  y  habia 
alcanzado  bulas  del  Pontífice  para  que  se  perpetuaran  en 
su  casa  los  estados  que  formaban  el  Adelantamiento,  con 
lo  cual  fué  origen  y  principio  de  una  de  las  ilustres  familias 
de  este  Reino,  que  se  unió  muy  pronto  con  las  más  antiguas 
y  aristocráticas.    Por  cierto  que  todos  los  escritores,  aun 


k 


-98- 

el  mismo  Salazar ,  panegirista  del  Cardenal  Tavera,  dicen 
que  corrió  muy  válido  el  rumor  de  que  éste  alcanzó  el  Ar- 
zobispado de  Toledo,  que  creyó  obtener  el  Cardenal  don 
Alonso  Manrique,  porque  ofreció  á  Cobos  dicho  Adelanta- 
miento; Salazar,  como  era  de  suponer,  no  dá  crédito  á  estos 
dichos  de  la  Corte,  que  de  ser  ciertos  presentarían  á  Tavera 
como  reo  del  delito  de  simonía;  pero  lo  cierto  es  que,  así 
Samano  como  Cobos,  sacaron  grandes  provechos  del  ejerci- 
cio de  sus  elevados  cargos,  en  especial  el  segundo,  de  cuyo  ca- 
rácter hace  una  pintura  poco  halagüeña  en  su  Historia  de 
las  Indias  el  P.  Las  Casas,  porque  sin  haber  residido  en 
ellas,  era  uno  de  los  que  tuvieron  mayores  repartimientos  de 
indios,  que  le  producían  cuantiosas  rentas. 

Aunque  más  breve  que  otras,  no  es  menos  interesante  la 
carta  que  escribió  Villalobos  al  Duque  de  Nájera  el  12  de 
Agosto  de  1646;  lo  era  éste  desde  i536  D.  Manrique  de  Lara, 
hijo  de  D.  Antonio,  de  quien  se  ha  dado  larga  noticia,  por 
ser  gran  amigo  y  uno  de  los  más  asiduos  corresponsales  de 
Villalobos.  £1  Duque  D.  Manrique  nació  en  el  año  de  i  S04; 
muy  joven  aún  le  envió  su  padre  en  socorro  de  los  caballeros 
de  su  familia  á  Álava,  donde  se  habian  refugiado  persegui- 
dos por  los  comuneros  que  capitaneaba  el  Conde  de  Salva- 
tierra; estuvo  en  la  campaña  de  Túnez  con  el  Emperador,  á 
quien  acompañó  también  en  la  guerra  de  Güeldres;  allí 
enfermó  el  año  de  i545,  por  lo  que  le  mandó  el  Empera- 
dor á  curarse  en  Flándcs,  viniendo  después  á  convalecer  á 
España;  además,  ya  se  ha  referido  su  casamiento  con  doña 
Luisa  de  Acuña,  hecho  con  circunstancias  tan  notables  por 
su  tio  el  Cardenal  Arzobispo  de  Sevilla  D.  Alonso  Manri- 
que, suceso  que  cuenta,  en  su  Crónica  del  Cardenal  Tavera, 
Salazar,  de  donde  lo  tomó  Fr.  Prudencio  de  Sandoval  para 
su  Vida  de  Carlos  V,  Por  último,  el  Duque  D.  Manrique 
murió  en  su  villa  de  Valencia  el  12  de  Enero  de  ¡558  (i).  La 
carta  que  le  dirigió  Villalobos  en  12  de  Agosto  se  esclarece 
teniendo  en  cuenta  la  dolencia  contraida  en  la  guerra  de 


(I)    Salazar  y  Castro,  Casa  de  Lara,  lib.  VIH.  cap.  IX,  tomo  II,  pá- 
ginas 181  y  siguientes. 


—  99  — 

Aiemama,  tporque  le  hizo  mucho  daño  andar  armado  y  dor- 
mir al  descubierto,  porque  el  Emperador  lo  hacía  así,»  según 
dice  Sandoval  en  la  obra  tantas  veces  citada.  Aún  no  estaría 
del  todo  sano  el  Duque,  cuando  Villalobos  empieza  su  carta 
en  estos  téiminos:  «limo.  Señor:  Deseo  mucho  la  salud 
de  V.  S-  assí  por  ser  ella  muy  preciosa,  como  por  tener  un 
hombre  de  mi  tierra  con  quien  se  pueda  hablar.  •  Después  de 
esto,  cuenta  elocuentemente  Villalobos  la  situación  en  que 
se  hallan  los  que  alcanzan  el  privilegio  tan  ansiado  y  tan 
triste  de  prolongar  su  vida,  diciendo:  «Y  como  en  el  proceso 
de  mis  edades  se  me  han  muerto  dos  ó  tres  generaciones  con 
quien  yo  trataba,  tan  muerto  soy  para  los  que  quedan,  como 
los  que  yo  he  visto.»  Enumera  luego  las  personas  y  las  cosas 
que  habian  dejado  de  existir,  con  palabras  llenas  de  melan- 
colía. «Murióse  el  Rey  (dice)  con  toda  aquella  camarada; 
muriéronse  los  Grandes;  murióse  la  moneda  y  los  que  la  ate- 
soraban; muriéronse  los  Arzobispos  y  otros  Arzobispos  y  los 
Arzobispados  con  ellos;  y  ¿quien  no  es  muerto,  pues  se  murió 
Perico  Ayala,  delicias  del  linaje  humano,  y  el  bastardico,  y 
ahora  Ménica?  ¿y  no  murió  D.  Miguel?  Muriéronse  la  damas 
primas  y  las  torzuelas,  y  las  fiestas  y  la  liberalidad  y  todos 
los  placeres,  y  toda  la  buena  simiente  de  las  virtudes,  y  los 
hombres  de  la  razón,  porque  quien  lo  hauia  de  resucitar  todo, 
por  nuestros  pecados  no  puede  estar  sino  ausente  de  la 
patria.»  No  hay  para  qué  decir  que  estas  palabras  se  refie- 
ren al  Emperador,  á  quien  con  tanta  pena  veian  sus  subditos 
españoles  lejos  de  estos  Reinos  sosteniendo  una  gigantesca 
lucha  que,  si  bien  fué  fecunda  en  gloria  para  las  armas  espa- 
ñolas, no  lo  fué  para  el  bien  y  prosperidad  interior  de  la 
patria,  víctima  de  aquel  extraordinario  esfuerzo,  que  no  bastó 
á  asegurar,  ni  siquiera  á  conservar  por  mucho  tiempo,  el 
inmenso  poder  que  logró  alcanzar  la  Casa  de  Austria. 

El  estado  valetudinario  del  Duque  le  obligaba  á  recurrir 
á  los  físicos,  y  por  eso  Villalobos  trata  de  ellos  en  esta  carta 
en  términos  muy  interesantes  y  curiosos  para  los  que  estu- 
dian las  costumbres  de  Castilla  en  el  reinado  de  Carlos  V. 
tAquí  me  dixeron  (escribe  Villalobos)  que  está  con  V.  S.  el 
Dr.  del  Águila,  de  que  he  holgado  mucho  por  la  buena 


—    100  — 

relación  que  oí  de  su  doctrina  y  de  su  juicio;  mas  dixéronme 
también  que  habla  requerido  al  Dr.  León,  que  tiene  U  cáte- 
dra de  Alcalá,  y  desto  me  pesó  mucho,  porque  no  se  puede 
sufrir  en  compañía  de  otro,  y  es  hombre  que  por  sostener  una 
opinión  e9poco  para  él  matar  todos  los  enfermos  de  una  oto- 
ñada y  aún  á  los  físicos,  porque  trae  debaxo  de  la  loba  un 
bracamante,  y  en  disputando  con  alguno,  nunca  quita  la 
mano  de  la  empuñadura.  Yo  le  vi  leer  una  vez  á  los  escola- 
res, y  era  tanto  el  hervor  y  el  aceleramiento  con  que  leya, 
que  no  pudo  sufrir  la  angostura  de  la  cátedra,  y  apeóse  de 
ella  en  mi  presencia  y  vínose  con  tan  desordenado  ímpetu, 
que  me  hizo  temblar  la  paxarilla  en  el  cuerpo.  Quiso  Dios 
que  no  lo  habia  conmigo,  porque  llegado  al  fin  de  la  carrera 
que  se  hace  entre  aquellos  bancos,  volvióse  por  el  mismo 
camino;  y  tanto  era  el  esgrimir  de  los  brazos,  que  unas  veces 
corría  y  otras  saltaba,  con  los  ojos  salidos  fuera,  echando  es- 
pumas por  la  boca  como  los  sacerdotes  de  la  cueva  de  Ero- 
phemio.»  Digno  es  del  pincel  de  Velazquez  este  retrato  del 
Dr.  León,  el  cual,  asi  como  el  Dr.  del  Águila,  está  compren- 
dido en  la  lista  que  pone  Lobera  de  Avila  después  del  pró- 
logo de  su  Regimiento  de  Sanidad  de  los  ilustres  y  doctísi- 
mos médicos  de  su  tiempo,  en  la  que  se  dice  que  el  Dr.  León 
era  catedrático  en  Alcalá,  y  el  Dr.  del  Águila  médico  de  la 
Cámara  del  esclarecido  Príncipe  nuestro  Señor;  esto  es,  del 
que  fué  luego  Rey  D.  Felipe  II  de  este  nombre. 

El  final  de  esta  carta  confirma  lo  que  ya  se  ha  dicho 
acerca  del  estado  de  salud  del  Duque  D.  Manrique,  á  quien 
escribe  Villalobos:  «Suplico  á  V.  S.  que  mande  á  su  secre- 
tario que  haga  relación,  con  los  que  vienen  ala  feria,  de 
la  disposición  de  V.  S.,  porque  si  mi  facultad  bastase  para 
ello,  nunca  cesarían  los  correos  que  me  diessen  cada  dia 
nuevas  del  Duque  de  Náxera,  mi  señor,  y  de  mi  señora  la 
Duquesa»  (i). 

(r)  Kn  Medina  de  Rioseco,  por  concesión  de  1477,  ^  celebraban  do« 
ferias,  una  el  6  de  Abril  y  otra  el  18  de  Setiembre;  á  los  que  habían  de 
ir  á  esta  segunda  se  refiere  Villalobos,  que  escribe  el  rs  de  Agosto,  y  esto 
prueba  que  hacía  larga  residencia  en  aquella  villa,  como  la  habia  hecho 
años  atrás,  según  se  inQere  de  sus  cartas. 


—    lOI    — 

La  última  carta  que  se  conoce  escrita  por  Villalobos  es 
de  2  de  Mayo  de  1 549,  y  aunque  no  cita  el  lugar  en  que  está 
fecha,  se  infiere  que  también  se  escribió  en  Medina  de  Rio- 
seco,  donde  habia  ido  á  asistir  á  la  Duquesa  de  Medina,  mu- 
jer del  Almirante  de  Castilla,  á  quien  la  carta  vf  dirigida. 
No  era  ya  éste  el  famoso  autor  de  las  Cuatrocientas  pregun- 
tas  que  falleció  en  el  año  de  1 538,  el  dia  9  de  Enero»  con 
quien  Villalobos  tuvo,  como  se  ha  visto,  correspondencia,  sino 
su  hijo  el  limo.  Sr.  D.  Luis  Enriquez,  á  quien  dedicó  Fran- 
cisco de  Alfaro  la  edición  de  las  Preguntas  del  Almirante 
y  de  las  Respuestas  que  dio  á  ellas  Fr.  Luis  de  Escobar,  que 
si  bien  guardó  el  anónimo,  diciendo  sólo  que  era  fraile  menor, 
reveló  su  nombre  en  los  versos  acrósticos  que  forman  la 
invocación  ó  prólogo  de  la  Letanía  de  quinientos  proverbios 
y  avisos,  que  forma  la  parte  se  .  ta  de  esta  curiosísima  y  aún 
00  bien  estudiada  obra;  véanse  los  acrósticos: 

«Fé,  esperanza  y  caridad, 
Rey  de  tus  siervos  christianos, 
á  tí  levanto  mis  manos 
y  toda  mi  voluntad. 

Lo  que  por  mi  poquedad, 
vergüenza  me  es  demandallo, 
yo  me  atrevo  á  suplicallo 
sólo  por  tu  gran  bondad. 

Dame  en  esta  letanía 
el  decir  y  el  entender, 
según  siempre  es  menester 
cada  hora  y  cada  dia. 

O  santa  Virgen  María, 
bendita,  ruega  por  mí, 
alúmbreme  Dios  por  tí. 
Reina  y  abogada  mia.» 

Empieza  la  carta  de  Villalobos  á  D.  Luis  Enriquez  en 
estos  notables  términos:  tilmo.  Señor:  Las  nueuas  de  la 
Corte  son  estas.  Anda  en  ella  una  señora,  que  se  llama 
D.'  Speran9a,  que  trae  perdida  la  mayor  parte  de  los  corte- 


—    102  — 

sanos,  y  aunque  ella  es  muy  gran  puta  que  á  todos  se  dá,  son 
muy  pocos  los  que  alcanzan  lo  que  promete,  t  De  esta  ma- 
nera picaresca  expresa  Villalobos  el  mismo  pensamiento 
que  con  tanta  elegancia  expuso  luego  Rioja  en  su  epístola 
moral  diciendo: 

«Fabio,  las  esperanzas  cortesanas 
prisiones  son  do  el  ambicioso  muere, 
y  donde  al  más  astuto  nacen  canas; 
y  el  que  no  las  limase  ó  las  rompiere, 
ni  el  nombre  de  varón  ha  merecido, 
ni  subir  al  honor  que  pretendiere.» 

Temia  Villalobos  que  el  Almirante  fuese  también  víctima 
de  las  esperanzas  cortesanas,  y  le  dice:  «Aunque  V.  S.  hizo 
esta  jornada  solamente  por  servir  á  S.  M.  y  al  Príncipe,  sin 
otro  respecto  de  interese  ninguno,  después  de  esto  ha  cenado; 
si  la  dicha  puta  vieja  acordare  de  tracUe  suspenso  y  enga- 
ñado, mi  parecer  es  que  desespere  y  se  vuelve  á  su  casa.» 
No  es  fácil  averiguar  qué  pretensiones  tendría  en  la  Corte  el 
año  de  1649  el  Almirante,  aunque  puede  suponerse  quesería 
el  ejercicio  de  los  cargos  que  desempeñaron  sus  antepasados, 
y  que  tan  gran  importancia  les  daban;  pero  es  lo  cierto  que, 
no  obstante  su  parentesco  con  la  Casa  Real,  después  de  la 
muerte  del  Almirante  D.  Fadrique,  sus  sucesores  no  ocupa- 
ron en  la  Corte  el  lugar  que  aquél  y  sus  antecesores  tuvie- 
ron en  ella. 

La  alusión  que  en  este  párrafo  de  la  carta  se  hace  al  Car- 
denal Silíceo,  sin  duda  no  tiene  más  objeto  que  el  servir  de 
pretexto  á  estos  conceptos:  «Esto  es,  dice  Villalobos,  lo  que 
pasa  en  la  Corte  desde  César  el  primero  hasta  César  el  pos- 
trero, y  desde  un  Pedro  hasta  una  piedra,  porque  Silíceo 
quiere  decir  piedra,  á  quien  dijo  S.  M.:  «Tú  eres  Pedro,  y 
sobre  esta  piedra  edificaré  mi  Iglesia  de  Toledo,  t  En  efecto, 
en  el  año  de  1 545  fué  electo  Arzobispo  de  Toledo  Juan  Mar- 
tineZ|  preceptor  del  Príncipe  D.  Felipe,  que  se  llamaba  Gui- 
jarro, y  latinizó  su  apellido  usando  el  de  Siliceo. 

El  cuadro  que  de  las  costumbres  de  la  época  nos  traía 


—  io3  — 

Villalobos  después  al  hablar  de  la  enfermedad  de  la  Duquesa 
de  Medina,  demuestra  que  siempre  es  la  humanidad  victima 
de  sus  preocupaciones  y  de  su  ignorancia»  y  en  lo  que  á  la 
Medicina  se  refiere,  ni  las  clases  más  elevadas  ni  las  perso- 
nas más  instruidas  se  libran  de  las  consecuencias  de  esos 
achaques  de  nuestra  naturaleza;  véase  á  este  propósito  lo  que 
dice  Villalobos  en  esta  carta: 

•Las  nuevas  de  Medina,  que  á  mf  me  han  acaecido  con 
mi  señora  la  Duquesa,  son  estas:  Yo  le  tengo  merecido  á  Dios, 
por  el  pecado  de  la  soberbia,  como  la  statua  del  Nabucodo- 
nosor,  que  tenía  la  cabeza  de  oro  y  los  pies  de  hierro  y  lodo, 
porque  cuando  estaba  en  la  Corte  ó  en  Valladolid,  yo  pre- 
sumía que  era  el  principe  de  la  Medicina,  y  assi  todos  los 
otros  doctores  en  nuestras  juntas  me  tenian  mucho  acata- 
miento, y  esto  desde  el  tiempo  de  los  Sermos.  Reyes  Cathó- 
iicos  hasta  el  tiempo  de  la  villa  de  Medina,  adonde  he  venido 
á  ser  las  hezes  y  el  desecho  de  toda  la  Medicina,  t 

tYo  me  contentaría  de  andar  á  la  par  con  el  Dr.  López, 
mas  precédeme  en  el  crédito  la  de  Trueba,  y  la  bruxa  del 
patio,  y  la  beata  hechicera  del  hospital,  y  la  saludadora  de 
Santiago,  y  el  hombre  derrengado  que  cura  el  mal  de  ijada 
con  el  estiércol  de  ratones;  y  quando  alguna  destas  están  en 
la  cámara,  no  me  dexan  á  mí  entrar,  y  mandan  que  no  se 
hag^  nada  de  lo  que  el  Dr.  Villalobos  dixere,  porque  ha  de 
matar  á  la  Duquesa  como  á  la  Emperatriz.» 

La  ocasión  y  el  tono  en  que  dice  aquí  Villalobos  que 
desde  el  tiempo  de  los  Reyes  Católicos  presumía  ser  el  rey 
de  la  Medicina,  y  que  los  demás  doctores  le  tenian  mucho 
acatamiento,  es  una  prueba  concluyente  en  contra  de  los 
que  han  afirmado  que  no  gozó  gran  concepto  como  físico. 
Por  lo  demás,  ya  se  vé  que  entonces,  como  ahora,  los  char- 
latanes y  los  empíricos  tenian  gran  prestigio  entre  el  vulgo 
y  aun  entre  los  que  no  pertenecen  á  él,  porque,  como  hemos 
oído  decir  á  un  doctor  famoso  de  nuestros  tiempos,  en 
medicina  todo  el  mundo  es  vulgo;  por  esto,  y  porque  los 
que  sufren  apelan  á  todos  los  recursos  para  recobrar  la  salud, 
tienen  gran  éxito  los  específicos  y  los  remedios  secretos  que 
explotan  con  mayor  ó  menor  luibilidad  algunos  que  en  Es- 


—  I04  — 

paña,  y  más  todavía  fuera  de  ella,  han  labrado  grandes  fortu- 
nas á  costa  de  la  humanidad  doliente. 

Pero  lo  más  interesante  de  esta  carta  es  el  final  del  pár- 
rafo que  hemos  copiado,  pues  en  él  aparece  que  era  creencia 
general  que  Villalobos  habia  matado  d  la  Emperatri^f,  lo 
cual  no  tiene  más  valor  ni  mayor  importancia  que  los  que  se 
debe  atribuir  al  juicio  harto  común  que  atribuye  al  médico 
que  asiste  á  la  última  dolencia  la  muerte  del  enfermo,  sin  que 
sea  tan  frecuente  que  se  atribuya  la  cura  á  su  acierto.  Villa- 
lobos, con  su  exterioridad  festiva,  que  encubria  de  ordinario 
la  amargura  y  tristeza  de  su  espíritu,  solia  hacer  chacota 
de  esa  creencia  vulgar,  y  sin  duda  por  eso  se  cuenta  de  él  la 
siguiente  anécdota:  lEl  Dr.  Villalobos,  estando  la  Corte  en 
Toledo,  entró  en  vna  yglesia  á  oir  misa,  y  púsose  á  rezar  en 
un  altar  de  la  Quinta  Angustia,  y  á  la  sazón  que  él  estaba 
rezando  pasó  junto  á  él  una  señora  de  Toledo,  que  se  llamaba 
D.*  Ana  de  Castilla,  y  como  le  vio  scomien^a  á  decir:  «Qui- 

táme  de  cabe  este  judío,  que  matóá  mi  marido ;•  porque 

le  hauia  curado  en  una  enfermedad,  de  la  qual  murió Un 

mo^o  llegóse  al  Or.  Villalobos  muy  de  prisa,  y  díiole:  tSeñor, 
por  amor  de  Dios  que  vays,  que  está  mi  padre  muy  malo,  á 
verle. •  Respondió  el  Dr.  Villalobos:  «Hermano,  ¿vos  no  veys 
que  aquélla  que  vá  allí,  vá  vituperándome  y  llamándome 
judío,  porque  maté  á  su  marido;  (y  señalando  al  altar):  7 ésta 
que  está  aquí,  está  llorando  y  cabizbaja,  porque  dice  que  le 
maté  á  su  hijo;  y  queréis  vos  que  vaya  ahora  á  matar  á 
vuestro  padre?»  Otra  anécdota,  que  además  se  refiere  al 
temor,  de  que  tan  frecuente  alarde  hacía  Villalobos,  por  lo 
que  se  le  podria  llamar  fanfarrón  del  miedo,  se  funda  tam- 
bién en  el  concepto  que  generalmente  se  tiene  de  los  médi- 
cos, á  quienes  suele  el  vulgo  llamar  mata-sanos.  Hé  aquí  la 
anécdota,  que  por  referirse  al  Príncipe  D.  Felipe  y  á  las  con- 
diciones de  su  espíritu,  ofrece  especial  interés:  tEl  Príncipe 
D.  Felipe,  siendo  pequeño,  corrian  unos  toros  en  la  Corre- 
dera de  Valladolid,  y  como  arremetiese  un  toro  tras  un  hom- 
bre, frontero  á  la  ventana  do  él  estaua,  houo  miedo  y  estre- 
mecióse. La  Emperatriz,  muy  congoxada,  dixo:  «Por  cierto 
que  temo  que  este  niño  ha  de  ser  cobarde.»  Respondió  el 


—  io5  — 

Dr.  Villalobos:  cNo  tenga  V.  M.  miedo,  que  en  verdad  quando 
yo  era  pequeño,  que  era  el  mayor  judihuelo  de  la  villa,  de 
cada  cosa  temia,  y  ahora  ya  veis  lo  que  hago,  que  no  dexo 
nadie  que  no  mate.» 

No  tiene  más  fundamento  que  este  1q  que  se  refiere  á  la 
muerte  de  la  Emperatriz,  y,  como  ya  se  ha  demostrado,  no 
influyó  aquel  suceso  en  la  posición  de  Villalobos  en  la  Corte, 
sin  que  haya  tampoco  motivos  para  creer  que  se  valiera  de 
aquella  desgracia  el  Dr.  Andrés  Laguna  para  deshancar  á 
su  compañero;  pues  no  se  encuentra  prueba  alguna  directa  ni 
indirecta  de  que  existieran  celos  profesionales  entre  el  tra- 
ductor de  Dioscórides  y  el  autor  de  los  Problemas,  y  de 
seguro  algún  rastro  de  ellos  se  encontraría  en  los  escritos  de 
éste,  como  los  dejó  de  su  lucha  con  el  médico  preferido  del 
Emperador,  Narciso  Ponte t  (i). 

Cuando  Villalobos  escribió  esta  carta  al  Almirante  de 
Castilla  D.  Luis  Enriquez,  si  su  fecha  es  exacta,  y  no  hay 
razón  alguna  para  ponerla  en  duda,  tenia  el  famoso  físico  la 
avanzada  edad  de  setenta  y  cinco  ó  setenta  y  seis  años,  y  es 
de  presumir  que  muriese  á  poco.  No  se  ha  podido  hasta  ahora 
encontrar  prueba  ninguna  directa  del  dia  y  año  de  su  muerte, 
pero  hay  un  indicio,  cuyo  valor  se  deja  al  juicio  de  los  lecto- 
res, de  que  muriese  en  este  año  de  1549.  Ya  se  ha  dicho 
antes  que  el  famoso  Dr.  Lobera  de  Avila,  de  Avila,  al  pié  del 
prólogo  de  su  Regimiento  de  Sanidad,  dirigido  Al  estu- 
dioso  lector,  pone  una  lista  de  «los  ilustres  y  doctísimos 
médicos  de  nuestro  tiempo,»  en  la  que  figuran  los  siguientes: 

«Doctor  <;auallos,  protomédico  de  su  magestad. 

» Doctor  andrés  de  bexalio,  médico  de  su  magestad. 

•Doctor  del  águila,  médico  de  la  cámara  del  esclarecido 
principe  nuestro  señor. 

«Doctor  moreno,  médico  de  la  cámara  del  esclarecido 
príncipe  nuestro  señor. 


(i)  El  Dr.  Laguna,  natural  de  Segovia,  estudió  en  esta  ciudad,  y  des- 
pués en  Salamanca  y  en  París,  de  donde  volvió  en  i536;  fué  catedrático 
de  Alcalá  y  acompañó  al  Emperador  durante  su  larga  residencia  en  Ale- 
mania de  1342  en  adelante.— Colmeiro,  La  Botánica  y  los  botánicos 
españoles. 


—  io6  — 

» Doctor  abarca,  médico  de  su  magestad  y  de  la  cámara  de 
la  esclarecida  rey  na  de  bohemia. 

«Doctor  francisco  de  almazán,  médico  de  su  magestad. 

tDoctor  montaña,  médico  de  su  magestad. 

»Doctor  yrure,  médico  de  su  magestad. 

9 Doctor  pero  lopez,  médico  de  su  magestad. 

»E1  doctor  ledesma,  médico  de  la  sancta  inquisición, 
teniente  de  protomédico. 

•Doctor  rodriguez,  cathedrático  en  ualladolid. 

tEl  Doctor  peñaranda,  cathedrático  de  philosophia  en 
ualladolid. 

nDoctor  céspedes,  cathedrático  en  ualladolid. 

tDoctor  león,  cathedrático  en  alcalá. 

tDoctor  vega,  <:athedrático  en  alcalá. 

•Doctor  reinoso,  cathedrático  en  coimbra. 

tDoctor  alderete,  cathedrático  en  salamanca. 

» Doctor  del  hierro,  médico  en  sevilla. 

«Doctor  cabra,  médico  en  sevilla. 

«Doctor  inquiiina,  médico  en  córdoba. 

«Doctor  aguilar,  médico  en  toledo. 

•Doctor  fabricio,  médico  en  segovia. 

"Doctor  vega,  médico  en  avila. • 

Como  se  vé,  no  consta  en  esta  lista  el  Dr.  Villalobos,  y 
como  el  privilegio  para  la  impresión  del  Regimiento  de 
Sanidad  está  tdado  en  la  villa  de  Valladolid  á  i8  dias  del 
mes  de  Diciembre,  año  del  nacimiento  de  nuestro  Salvador 
Jcsu-Christo  de  1549  años,»  es  probable  que  en  esta  fecha 
habría  ya  fallecido  Villalobos,  pues  sólo  asi  se  explica  la 
omisión  de  tan  ilustre  físico  en  la  lista  formada  por  Lobera 
de  Avila,  aunque  éste  dice  que  no  los  pone  todos  por  evitar 
prolixidad. 


OBRAS  DE  VILLALOBOS. 


OBRAS   científicas. 


I. 


EL    SUMARIO    D£    MEDICINA    Y   EL  TRATADO  SOBRE 

LAS   PESTÍFERAS    BUBAS. 


Ya  se  ha  dicho  que  el  primer  libro  que  publicó  Villalo- 
bos fué  el  Sumario  de  Medicina,  con  un  tratado  sobre  las 
pestíferas  bubas,  impreso  en  Salamanca,  por  Antonio  de 
Barreda,  en  1498,  cuando  tenía  el  autor  no  más  que  veinti- 
cuatro años.  En  el  prólogo  latino  que  le  precede  explica 
Villalobos  los  motivos  que  le  movieron  á  escribirlo,  que  no 
fué  sólo  complacer  á  su  protector  el  Marqués  de  Astorga,  á 
quien  la  obra  vá  dirigida,  sino  procurar  algún  remedio  á  los 
males  que  causaba  la  ignorancia  de  muchos  de  los  médicos 
de  su  tiempo  y  la  falta  de  ellos  en  casos  de  enfermedad; 
por  lo  cual  lo  compuso  en  romance  trovado.  Para  juzgar  con 
acierto  esta  otra,  así  como  las  demás  de  carácter  científico  del 
autor,  sería  menester  emplear  largo  espacio  y  una  suma  de 
conocimientos  muy  superior  á  la  que  posee  el  que  esto 
escribe;  ante  todo  era  necesario  determinar  con  precisión  el 
estado  de  las  ciencias  en  general,  y  en  particular  de  las  mé- 
dicas en  la  época  de  Villalobos,  y  esto  no  sólo  en  España, 
sino  en  el  resto  de  Europa,  cosa  harto  difícil  y  larga;  pues  á 
fines  del  siglo  xv,  y  principio  del  siguiente,  fué  cuando  se 
inició  con  extraordinario  vigor  aquel  impulso  de  la  vida  inte- 
lectual en  Occidente,  que  se  conoce  con  el  nombre  de  Rena- 


—  no  — 

cimiento,  protegido  en  especial  por  los  Pontífices,  y  que 
tuvo  su  principal  centro  en  Italia.  Mediante  los  Estados 
que  en  aquella  península  poseía  la  Corona  de  Aragón,  este 
impulso  se  comunicó  muy  pronto  á  España,  y  no  sólo  porque 
muchos  de  sus  naturales  acudian  de  antiguo  á  completar 
su  educación  en  la  insigne  Universidad  de  Bolonia,  sino 
también  porque  vinieron  por  aquel  tiempo  á  España  italia- 
nos tan  ilustres  como  Pedro  Mártir  de  Angleria,  Lucio 
Marineo  Sículo  y  P.  Mártir  Rizo,  que  se  naturalizaron  en 
estos  Reinos  y  ejercieron  en  ellos  cargos  públicos  importan- 
tes, habiendo  tratado  de  nuestras  cosas  en  libros  tan  curiosos 
como  las  Décadas  de  orbe  novo  y  las  Cosas  memorables  de 
España. 

Sabido  es  que  el  carácter  dominante  del  Renacimiento,  á 
que  nos  vamos  refiriendo,  así  en  las  ciencias  como  en  las 
letras  y  en  las  artes,  consistió  principalmente  en  la  infusión 
en  la  civilización  cristiana  de  nuevos  elementos  de  la  anti- 
güedad griega  y  romana;  los  escritores  clásicos  fueron  enton- 
ces objeto  de  una  verdadera  pasión  en  todos  los  órdenes  del 
conocimiento;  los  amantes  de  la  filosoña  emprendieron  con 
ardor  el  estudio  de  las  obras  aristotélicas,  empezando  por 
depurar  los  textos  tan  corrompidos  en  los  manuscritos  que 
de  ellas  se  conservaban;  lo  mismo  se  hizo  con  los  de  los  auto- 
res latinos,  ayudando  á  estos  trabajos  de  erudición  de  una 
manera  eficadísima  la  imprenta,  que  acababa  de  inventarse, 
y  que,  después  de  los  libros  sagrados,  se  empleó  con  gran 
actividad  en  la  reproducción  de  las  obras  de  griegos  y  lati- 
nos, que  con  gran  afán  se  buscaban  por  todas  partes,  espe- 
cialmente en  las  bibliotecas  de  los  antiguos  monasterios  de 
Europa  y  de  Asia;  los  jurisconsultos  se  consagraban  con  afán 
al  estudio  de  los  Fondéelas  desde  que  se  descubrió  el  manus- 
crito de  Amalfí,  y  los  médicos  al  de  las  obras  de  Hipócrates, 
y  especialmente  á  las  de  Galeno. 

En  España,  esta  corriente  científica  se  mezcló,  quizá  más 
que  en  otra  parte,  con  la  que  traia  su  origen  de  fines  del 
siglo  XI,  y  que  influyó,  sin  duda,  de  un  modo  eficacísimo  en 
aquel  primer  renacimiento  intelectual  del  Occidente  en  el 
siglo  XIII  que  produjo  en  Italia  á  Dante,  á  Petrarca,  á  Santo 


—  III  — 

Tomás,  7  entre  nosotros  á  D.  Alonso  X  y  á  los  sabios  que  flo- 
recieron en  su  reinado. 

Después  de  las  grandes  catástrofes  que  sufrió  Europa 
desde  el  cuarto  al  sétimo  siglo  de  nuestra  Era,  sucedió  una 
época  de  tinieblas,  en  la  que  pareció  que  el  Occidente  habia 
retrocedido  á  los  tiempos  de  antigua  barbarie  anteriores  á  la 
civilización  greco-latina;  pero  como  la  obra  de  la  civilización 
jamás  se  interrumpe,  los  gérmenes  de  ella,  que  parecian 
extinguidos  en  Europa,  brotaron  en  Oriente  bajo  el  domi- 
nio de  los  califas  árabes,  y  más  todavía  durante  la  dinastía 
persa  de  los  descendientes  de  Mahoma;  como  los  sectarios 
del  Profeta  extendieron  su  dominación  á  España,  la  civiliza- 
ción, que  llamaremos  musulmana,  tuvo  uno  de  sus  principa- 
les focos  en  nuestra  Península,  y  Córdoba  primero  y  Toledo 
después,  alcanzaron  en  el  siglo  xn  la  supremacía  intelectual 
de  Europa,  viniendo  á  estudiar  á  sus  escuelas  muchos  letra- 
dos de  las  demás  naciones. 

Dos  ilustres  sabios,  persa  el  uno  y  español  el  otro,  repre- 
sentaron más  especialmente  la  civilización  islámica.  Ibn- 
Sina,  llamado  vulgarmente  Avicena,  é  Ibn-Roch,  que  se 
conoce  con  el  nombre  de  Averroes,  ambos  fueron  filósofos, 
médicos  y  jurisconsultos. 

Avicena  nació  en  Afchana,  cerca  de  Bukhara,  el  año 
de  988,  y  murió  en  io3ó;  fué  de  un  saber  universal;  como 
filósofo  profesó  la  doctrina  peripatética,  y  en  Medicina  siguió 
especialmente  á  Galeno;  su  obra  principal  en  esta  ciencia  fué 
el  Cánofiy  dividido  en  cinco  partes,  que  tratan:  la  primera,  de 
generalidades  de  la  ciencia;  la  segunda,  de  materia  médica; 
la  tercera,  de  enfermedades  particulares;  la  cuarta,  de  enfer- 
medades comunes  á  diversos  órganos  ó  regiones,  y  la  quinta, 
de  la  farmacopea. 

Después  del  Canon,  la  obra  más  importante  de  Medicina 
que  escribió  es  su  compendio  en  verso,  cuyo  original  lleva 
el  nombre  de  Ardju^a,  derivado  del  del  mttxo  Redje:^;  tam- 
bién se  llama  Mendhouma,  es  decir,  poema,  y  en  las  nacio- 
nes latinas  Conticum.  El  Canon  fué  traducido  al  latin  por 
Gerardo  de  Cremona  y  por  Almago,  y  se  publicó  en  Roma 
con  el  texto  árabe. 


—    112    — 

Mr.  G.  Dugat  hace  el  siguiente  juicio  de  Avicena  (i): 

tDice  Cbahrastani:  Toda  la  ca^a  está  en  el  vientre  del 
onagro  (2),  hablando  de  Ibn-Sina,  que  es  el  mayor  de  los 
filósofos  árabes,  como  el  onagro  es  la  mayor  pieza  de  caza. 
Toda  la  filosoña  árabe  está  en  sus  obras,  y  cuando  llegue- 
mos á  comprenderlo  bien  conoceremos  la  filosofía  árabe;  mas 
para  esto  sería  menester  que  nos  fuesen  asequibles  todos  sus 
escritos,  y  se  sabe  que  desgraciadamente  algunos  se  han  per- 
dido porque  fueron  saqueados  y  destruidos  por  los  ortodoxos, 
y  los  que  quedan  están  diseminados  en  las  bibliotecas  de  Eu- 
ropa y  de  Oriente. 

blbn-Sina  empezó  su  vida  como  todos  los  que  han  alcan- 
zado gran  fama  por  un  trabajo  excesivo.  Devorado  por  la 
sed  ardiente  de  conocerlo  todo,  adelantó  muy  pronto  á  su 
primer  maestro,  que  vino  á  ser,  en  cierto  modo,  su  discípulo; 
á  los  diez  y  ocho  años  sabía  cuanto  se  podia  saber  en  su 
época:  ciencias  exactas,  ciencias  especulativas,  artes  y  bellas 
letras.  Sus  obras  no  bajan  de  ciento  siete,  de  diferentes  dimen- 
siones, sin  contar  diversos  escritos  que  no  se  pueden  clasificar 
rigurosamente.» 

No  debe  juzgarse  ligeramente  la  filosofía  de  Ibn-Sina: 
espíritu  tan  poderoso  no  podia  ser  un  plagiario  ni  ir  á  remol- 
que de  ninguna  escuela,  aun  cuando  fuese  la  de  Aristóteles; 
no  olvidemos  que  emprendió  por  sí  mismo  el  estudio  de  las 
ciencias,  y  sólo  conociendo  bien  sus  principales  obras  se 
podrá  penetrar  su  íntimo  pensamiento;  se  dice  vulgarmente 
que  su  filosoña  es  en  la  esencia  peripatética,  pero  no  se  han 
distinguido  hasta  ahora  lo  bastante  los  elementos  que  hay  en 
ella  extraños  á  la  doctrina  de  Aristóteles,  y  que  le  son  per- 
sonales y  propios.  Aparte  de  sus  obras  enciclopédicas,  tales 
como  el  Chefa  y  el  Nedja,  en  que  sigue  el  plan  de  Aristó- 
teles y  de  su  libro  La  justicia,  El  Infaf,  en  que  comenta 
todas  las  obras  del  Stagirita,  escribió  obras  originales,  como 


(r)  Histoire  des  Philosophes  et  des  Theologicus  musulmans,  Pt- 
rís,  1878. 

(3)  Sobre  este  proverbio  véase  el  libro  de  Abd-cl-Kader,  traducido 
por  G.  Dugat;  pág.  ?36. 


—  ii3  — 

La  filosofía  oriental.  La  Filosofía  celeste  j  El  libro  de  las 
discusiones^  en  el  que  trata  las  cuestiones  metafísicas  pro- 
puestas por  su  discípulo  Bahmiar,  y  otras  dirigidas  á  El 
Biruni.  Su  última  obra,  El  libro  de  las  indicaciones,  Kitab 
el  Jcharat,  uno  de  los  más  importantes,  ha  sido  objeto  de 
numerosos  comentarios.  Sobre  la  filosofía  de  Ibn-Sina  puede 
consultarse  lo  que  Munck  ha  dicho  en  su  Miscelánea  de  filo- 
sofía drabey  judia  (i):  las  investigaciones  de  este  sabio  bas* 
tan  para  conocer  en  general  algunos  de  sus  aspectos. 

»Dice  Munck  que  Ibn-Sina  ha  hecho  frecuentes  concesio- 
nes á  las  ideas  de  su  tiempo,  pero  no  precisa  su  índole  y  natu- 
raleza, t  Aunque  parece,  dice  Munck,  que  Ibn-Sina  hace  con- 
ceslones^á  los  Motecallemin;»  y  en  otra  parte:  «Aunque  haya 
hecho  numerosas  concesiones  á  las  ideas  de  su  época,  •  mon- 
sieur  Renán  ha  adoptado  esta  opinión,  pero  nuestro  filósofo 
no  vivia  en  una  época  de  libre  examen.  Funcionario  de  la 
Administración  de  los  Príncipes  Samanidas,  que  fueron  sus 
protectores;  servidor  del  Príncipe  Bouide,  que  tenía  ideas 
expansivas  y  de  tolerancia,  compuso  algunas  obras  relativas 
á  la  religión  musulmana,  y  comentó  algunas  suras  del  Coran; 
escribió  un  tratado  sobre  la  ascensión  de  Mahoma  al  cielo, 
Miradj,  y  Hdji  Kalfa  afirma  que  Ibn-Sina  demuestra  en  él 
que  la  ascensión  fué  posible,  sin  duda  ésta  es  una  concesión 
á  una  creencia  popular;  mas  para  juzgar  el  libro  sería  nece- 
sario conocerlo,  pues  nada  fútil  ha  debido  salir  de  su  pluma. 
Por  lo  demás,  atacó  á  los  Motecallemin  en  sus  escritos,  y  ha 
demostrado  con  frecuencia  lo  falso  de  sus  razonamientos,  así 
como  su  ignorancia;  por  ejemplo,  cuando  contradicen  la  defi- 
nición que  dan  los  geómetras  del  punto  que  no  admite 
división. 

•Munck  dice  también  en  su  Miscelánea  (2)  que  Ibn-Sina 
acepta  la  inspiración  profética,  y  parece  que  de  este  modo 
indica  que  admite  también  la  revelación.  Pero  Ibn-Sina  trata 
de  la  profecía  como  filósofo  y  psicólogo,  y  no  como  musul- 
mán creyente;  véase  lo  que  acerca  de  esto  dice  el  ortodoxo 


(i)    Véanse  las  páginas  356  y  siguientes  de  la  obra  citada, 
(a)    Pág.  365. 


—  114  — 

Ibn-Kaldun:  «No  debe  darse  ninguna  importancia  á  las  pala- 
bras de  Ibn-Sina  cuando  rebaja  el  profetismo  al  nivel  de  la 
visión  y  dice  que  es  acto  de  la  imaginación  que  envia  una 
imagen  al  sentido  común,  i 

«De  esto  se  deduce  cuan  imprudente  es  formar  juicios 
sobre  un  filósofo  como  Ibn-Sina  antes  de  estudiarle  con 
atención.  Cuando  le  vemos,  celoso  de  las  prerogativas  de  la 
razón  y  de  la  ciencia,  tratar  como  lo  hace  á  los  astrólogos  y 
á  los  mágicos  de  su  época,  demostrando  lo  vacío  y  absurdo 
de  sus  investigaciones,  no  se  puede  decir  que  halague  las 
preocupaciones  de  su  tiempo;  no  se  recata  para  demostrar  lo 
vano  de  la  astrología  que  no  se  funda  en  ninguna  demos- 
tración, y  que  hace  depender  la  felicidad  ó  la  desgracia  de 
los  hombres  de  la  influencia  de  las  estrellas.  «No  hay  en 
este  mundo,  dice  Ibn-Sina,  ni  felicidad  ni  desgracia  abso- 
luta, y  cada  cual  está  descontento  de  lo  que  Dios  le  ha 
dado,  menos  de  la  razón.  •  También  es  opuesto  á  los  par 
tidarios  de  la  alquimia,  «que  quieren  alcanzar  la  riqueza  sin 
trabajo  y  sin  fatiga,  convirtiendo  el  cobre  en  plata  y  la  plata 
en  oro.» 

tIbn-Sina  no  era  tal  que  hiciese  concesiones  de  ninguna 
suerte  en  el  terreno  de  los  principios;  era,  sí,  prudente,  y  para 
que  pasaran  sus  escritos  filosóficos,  los  principiaba  y  los  ter- 
minaba con  invocaciones  á  Dios  y  á  Mahoma,  y  les  ponia 
títulos  extravagantes  para  no  llamar  la  atención  de  los  orto- 
doxos (i).  Donde  podrian  hallarse  concesiones,  es  en  frases 
como  las  siguientes: 

«El  mejor  movimiento  es  la  oración;  el  reposo  más  ejem- 
plar, el  ayuno;  la  beneficencia  más  útil,  la  limosna;  el  mere- 
cimiento más  puro,  el  sufrimiento,  y  el  primer  conocimiento, 
el  conocimiento  de  Dios  (2).  Recomienda  que  no  se  olviden 
las  instituciones  legales,  y  que  se  glorifiquen  las  tradiciones 
divinas,  y  dice  que  el  mejor  acto  es  el  que  procede  de  una 


(i)  Por  ejemplo,  la  epístola  de  año  nuevo,  Ez-vicala,  Cn-Niruzia, diri- 
gida á  un  amigo,  á  quien  dice  ba}o  este  título  fótil  que  el  regalo  más 
noble  que  poília  hacerse  era  un  libro  de  filosofía. 

(2)    Su  testamento  dirigido  á  Ibn-Abul-Katr  el  Sufi. 


—  ii5  — 

intención  pura;  la  mejor  intención  la  que  procede  de  la 
ciencia,  j  que  ía  filosofía  es  la  madre  de  las  virtudes. 

»Ibn-Sina  era  músico  y  poeta  al  par  que  filósofo,  médico, 
matemático  y  gramático;  todas  sus  obras  llevan  la  marca  de 
su  garra  de  león;  no  fué  vulgar  en  nada.t  (i) 

Bafo  muchos  aspectos,  es  semejante  á  Ibn-Sina  el  famoso 
andaluz  Ibn-Rosche  vulgarmente  conocido  bajo  el  nombre 
de  Averroes,  que  nació  hacia  el  año  1120  de  nuestra  Era  y 
que  cultivó  también  todos  los  ramos  de  la  ciencia,  tal  como 
se  conocía  en  su  tiempo  y  con  arreglo  á  la  doctrina  de  Aris- 
tóteles, siendo  su  célebre  Comentario  el  texto  fundamental 
del  peripatetismo,  no  sólo  entre  los  árabes  y  judios,  sino 
también  entre  muchos  cristianos  del  Occidente  y  habiéndose 
prolongado  el  influjo  de  sus  doctrinas  hasta  los  tiempos  mo- 
dernos en  la  escuela  de  Pádua.  Mr.  Renán  ha  escrito,  bajo  el 
título  de  Averroesy  el  averroismoy  un  libro  interesante  sobre 
la  persona  y  el  sistema  del  famoso  filósofo;  pero  la  verdad  es 
que  aún  no  están  bastante  estudiadas  en  su  conjunto  las 
escuelas  filosóficas  y  médicas  de  los  árabes,  y  por  tanto  no  se 
pueden  determinar  con  exactitud  las  analogías  y  diferencias 
que  existen  entre  los  filósofos  y  médicos  árabes;  sin  embargo, 
que  entre  Avicena  y  Averroes  existen  relaciones  científicas 
de  gran  importancia,  es  evidente,  no  sólo  porque  ambos 
eran  aristotélicos  y  galenistas,  sino  porque  consta  que  una 
de  las  obras  más  conocidas  de  Averroes  es  su  Comentario  al 
poema  de  Ibn-Sina,  el  cual,  como  se  ha  dicho,  es  un  resu- 
men de  la  Medicina,  que  sin  duda  sirvió  de  modelo  para 
escribir  el  suyo  á  Villalobos. 

Sabido  es  que  la  Medicina  árabe  reinó  sin  rival  en  toda 
Europa,  no  sólo  durante  la  Edad  Media,  sino  años  después 
de  haberse  iniciado  el  renacimiento,  y  en  testimonio  de  esta 
verdad,  no  hay  sino  examinarlas  Ordenam^as  de  la  Univer- 
sidad de  Salamanca,  hechas  en  el  año  de  i56i,  que  contie- 
nen un  plan  completo  y  detallado  de  los  estudios  que  en  ella 
se  hacian,  y  en  lo  que  se  refiere  á  la  enseñanza  de  la  medí» 
ciña,  se  establece  lo  siguiente: 


(I)    Dugat.  Histoire  des  phUosiphes  et  theologiens  árabes. 


~  ii6  - 


TÍTULO  XIII. 

DE  LO  QUB  HAN  DB  LEER   LOS  CATHEDRÁTICOS  DE  MBDICIlfA. 

« I .  En  la  Cáthedra  de  Prima  de  Medicina,  está  señalado 
que  se  lea  el  primer  año  la  Fen,  primera  de  Auicena.  Y  es 
justo  que  en  los  dos  meses  primeros  hasta  Nauidad,  se  lean 
los  tres  capítulos  de  las  tres  doctrinas  hasta  llegar  á  la  doc- 
trina cuarta  de  humoribus  exclusive. 

»2.  ítem,  desde  principio  de  Enero  hasta  todo  Febrero, 
se  deuen  leer  los  capítulos  de  la  quarta  doctrina ,  que  son  de 
humoribus  el  vno  y  el  otro  de  qualitate  generationis  eorum. 

•3.  ítem,  de  membris,  que  es  la  doctrina  quinta,  se  lea 
hasta  Pascua  de  flores. 

»4.  ítem,  se  lea  la  doctrina  sexta,  hasta  el  fin  de  toda  la 
Fen.:  lo  cual  se  lea  todo  hasta  sant  Juan. 

»5.  En  el  segundo  año,  se  lea  la  Fen.  primera  del  quarto 
de  Auicena  :  los  dos  primeros  meses,  hasta  Nauidad,  se  lea 
todo  el  tratado  primero,  dexando  de  leer  lo  de  Ephimeris  que 
no  se  suele  leer. 

)*6.  ítem,  desde  Enero  hasta  Antruejo,  ó  principio  de  la 
segunda  semana  de  Quaresma,  se  lean  siete  capítulos  arreo, 
sin  dexar  ninguno  del  tractado  segundo. 

97.  ítem,  hasta  Pascua  de  flores  se  lean  todos  los  capítu- 
los de  correctione  accidentium. 

»8.  ítem,  hasta  sant  Juan  se  lea  los  capítulos  más  prácti- 
cos que  se  suelen  leer,  como  de  cura  tertiane  con  la  esencia 
y  señales,  y  defebri  sanguinis,  y  de  signis,  y  de  cura^  y 
de  causone  y  de  las  fiebres  flemáticas,  y  quartanas,  y  pesti- 
lenciales y  de  variolis. 

•9.  En  el  tercero  año  está  asignada  la  Fen,  segunda  del 
primero ;  déuense  leer  ocho  capítulos  de  la  primera  doctrina 
hasta  Nauidad. 

•  10.  ítem ,  desde  Enero  hasta  principio  de  Quaresma  se 
lea  de  la  segunda  doctrina  y  tercera,  los  más  principales  ca- 


—  117  — 

pitillos  ad  vota  audientíum ,  que  tengan  tanta  lectura  como 
lo  que  antes  se  dijo. 

.  >i  I .    ítem ,  toda  la  Quaresma  se  lea  de  pubibus^  y  desde 
Pascua  hasta  sant  Juan  de  urinis. 

>i2.  Y  en  el  quarto  año  se  ha  de  leer  la  cuarta  Fen.  del 
primero  de  Auicena,  y  hanse  de  leer  hasta  Nauidad  los  tres 
capítulos  primeros ,  y  hasta  principio  de  Quaresma  diez  y 
sífete  capítulos ,  y  el  capítulo  vigésimo  de  phlebototnía  hasta 
Pascua  de  flores,  y  todo  lo  que  resta  de  la  Fen. ,  hasta  sant 
JuaD :  y  si  algo  quedare  de  leer  que  no  se  pueda  auer  acabado 
en  este  año  ó  en  los  pasados,  acábelo  el  sustituto  y  sea  obli- 
gado á  ello. 

>i3.  En  la  cáthedra  de  vísperas  se  léala  primera  de 
Aphorismos,  hasta  Nauidad,  y  la  segunda  hasta  Pascua  de 
flores ,  y  la  tercera  hasta  sant  Juan. 

114.  En  el  segundo  año  se  lea  la  quarta  hasta  Quaresma, 
y  la  quinta  hasta  Pascua  de  flores,  y  seita  y  séptima  hasta 
sant  Juan. 

» c  5.  En  el  tercero  año  lea  el  primero  todo  del  Techni,  y 
del  segundo,  hasta  de  cerebro  exclusive;  y  hasta  Quaresma 
lea  hasta  de  testiculis  inclusive ,  y  hasta  Pascua  lea  la  mitad 
de  lo  que  queda,  y  hasta  sant  Juan  la  otra  mitad. 

» 16.  En  el  cuarto  año  lea  hasta  Nauidad ,  que  llegue  al 
texto  venereorum  vero,  y  hasta  Quaresma  lea  hasta  el  texto 
Curatio  quidem  cutn  habet  modum ,  y  hasta  Pascua  hasta  el 
texto  Si  cum  ulcere,  esta  primera,  que  es  texto  Arábigo,,  y 
acabe  el  libro  todo  hasta  sant  Juan. 

917.  En  la  cáthedra  de  la  mañana,  de  diez  á  once,  se  lea 
el  primero  de  Crisibus  hasta  Nauidad ,  y  todo  lo  que  resta 
hecho  tres  partes ,  lea  la  una  parte  hasta  Quaresma  y  la  otra 
hasta  Pascua,  y  la  otra  hasta  sant  Juan. 

1 1 8.  El  segundo  año  todo  el  primero  libro  de  pronósticos 
lea  hasta  Nauidad,  y  el  segundo  hasta  Pascua  de  flores,  y  el 
tercero  todo  hasta  sant  Juan. 

•  19.  El  tercero  año  lea  el  primero  libro  de  victus  ratione 
hasta  Nauidad ,  y  el  segundo  hasta  Quaresma ,  y  el  tercero 
hasta  Pascua  de  flores,  y  el  quarto  hasta  sant  Juan. 

•  20.    En  la  cáthedra  de  la  tarde  se  lea  el  nono  ad  Alman- 


—  ii8  — 

sorem;  la,  mitad  del  libro  hecho  cuatro  partes,  y  cada  dos 
meses  lea  cada  cuarta  parte :  de  manera  que  para  Nauidad 
lea  la  primera  cuarta  parte  de  la  mitad  de  todo  el  libro,  y  la 
segunda  cuarta  parte  basta  Quaresma ,  y  la  tercera  hasta  Pas- 
cua de  flores,  y  lo  que  resta ^ hasta  sant  Juan  se  acabe.  Y  de 
la  mesma  manera  se  baga  el  segundo  año,  que  se  ha  de  leer 
la  otra  mitad  del  nono  sobredicho. 

>2i.  En  el  tercero  año  lea  hasta  Nauidad  tres  libros  pri- 
meros del  Méthodo,  ó  á  lo  menos  más  que  dos ,  y  hasta  Qua- 
resma otros  dos  libros,  de  manera  que  haya  leido  cinco,  y 
hasta  Pascua  de  flores  lea  dos,  y  hasta  sant  Juan  acabe  el  nono 
por  lo  menos.  En  el  cuarto  año,  todo  lo  que  falta  para  cum- 
plimiento de  todo  el  Méthodo,  se  haga  quatro  partes ,  y  cada 
dos  meses  acabe  cada  parte ,  de  forma  que  hasta  Nauidad  lea 
la  primera  de  quatro  partes  de  todo  lo  que  ouiere  de  leer  en 
todo  el  año :  y  hasta  Quaresma  lea  la  segunda  parte  dellos, 
y  la  tercera  parte  lea  hasta  Pascua,  y  acabe  todo  el  libro 
hasta  sant  Juan. 

»22.  ítem,  ordenamos  que  desde  sant  Juan  hasta  vacacio- 
nes, quando  el  rector  tomare  votos  para  nombrar  sustitutos 
con  acuerdo  del  cathedrático  de  prima  de  Medicina,  nombre 
lo  que  ha  de  leer  y  passar  en  la  tal  sustitución  aquel  año. 

CÁTHEDRA  DE  ARATOMÍA. 

» I .  Estatuimos  y  ordenamos  que  el  cathedrático  de  Ana- 
tomía haga  seys  Anatomías  universales  enteras  desde  el  dia 
de  sant  Lucas  hasta  sant  Juan,  vnade  solos  los  músculos,  otra 
de  solas  las  venas ,  otras  de  sólo  huesos ,  otra  de  solos  nier- 
uos  y  dos  enteras  de  todo  el  cuerpo  humano.  Y  en  el  dicho 
tiempo  haga  doze  particulares;  dos  de  cabeza,  dos  de  ojos, 
dos  de  ríñones,  dos  de  coraron,  dos  de  músculos  y  venas  del 
brazo  y  dos  de  músculos  y  venas  de  la  pierna.  Las  seys  ge- 
nerales se  han  de  hacer  en  la  casa  de  la  Anatomía  edificada 
á  este  fin ,  y  las  doze  particulares ,  ó  en  el  hospital  del  estu- 
dio ó  en  el  general  de  Medicina,  no  gastando  en  ellas  más 
que  hora  y  media  á  la  hora  de  la  cáthedra  de  Anatomía. 
Más  las  Anatomías  universales  empegarse  han  en  saliendo 


—  119  — 

de  lecaon  de  Prima  hasta  la  tarde  antes  de  lection  de  víspe- 
m,  de  manera  que  nunca  se  pierda  de  leer  en  la  cáthedra 
de  Prima  y  de  Vísperas. 

93.  ítem,  que  por  causa  del  olor  en  las  Anatomías  uni- 
versales no  excederá  de  dos  ó  tres  días  en  ellas,  sólo  tratando 
el  uso  y  el  nombre ,  y  alegando  precisamente  donde  la  trata 
Galeno  y  Vesalio,  y  lo  demás  que  quisieren,  declarando  lo 
más  llegado  á  razón. 

»3.  ítem ,  que  baya  de  hauer  de  salario  de  su  cátbedra 
desde  sant  Lucas  hasta  vacaciones ,  leyendo  una  lection,  y 
pasando  según  el  rector  por  sant  Lucas,  le  asignare  diez  y 
seys  mil  marauedís  de  salario,  y  por  cada  Anatomía  uni- 
versal que  hiziere,  dos  mil  marauedís,  y  por  cada  disección 
particular  mil  marauedís.  Y  solamente  se  le  paguen  las  que 
constare  hauer  hecho  perfecta  y  cumplidamente. 

>4.  ítem ,  quedando  de  la  universidad  prouision  real  y 
recaudos  bastantes,  sea  obligado  el  dicho  cathedrático  á  po- 
ner diligencia  para  hauer  cuerpos  humanos  do  se  hagSl  las 
dichas  disecciones,  y  no  pudiendo  hauerse  lo  que  fuere 
leyendo  en  su  lección  y  cáthedra ,  lo  vaya  mostrando  en  las 
estampas  y  figuras  de  Vesalio,  para  que  se  entienda  lo  que 
se  va  leyendo.  Y  entre  año  haya  algunas  veces  conclusiones 
de  Anatomía ,  á  las  cuales  se  halle  presente  el  dicho  cathe- 
drático. 

Nótase  ya  en  este  plan  de  enseñanza  médica  el  infiujo  del 
método  de  observación  directa;  pero  se  vé  el  predominio  que 
en  ella  tenía  la  enseñanza  meramente  especulativa  y  la  in- 
fluencia que  aún  conservaba  la  Medicina  árabe,  y  en  espe- 
cial la  de  Avicena,  cuyo  Canon  fué,  como  su  nombre  indica, 
el  fundamento  doctrinal  de  toda  la  ciencia.  Si  tal  era  el  es- 
tado de  los  conocimientos  médicos  en  Europa  en  i56o,  fácil 
es  comprender  cuál  sería  en  1498,  cuando  Villalobos  escribió 
el  Sumario.  Sin  embargo,  una  de  las  circunstancias  que  le 
distinguen  entre  los  médicos  de  su  tiempo,  es  su  carácter 
original  y  una  desconfianza  notabilísima  del  valor  científico 
délas  teorías  médicas  reinantes,  especialmente  de  las  doc- 
trinas de  los  árabes ,  como  lo  demuestra  la  carta  escrita  á  su 


—    120  — 

padre  en  el  mismo  año  de  1498,  en  que  publicó  el  Sumario. 
Era  esta  carta  respuesta  á  otra  que,  siguiendo  el  método  esco- 
lástico, resumió  en  seis  conclusiones,  de  las  cuales  la  última 
se  refiere  á  la  Medicina,  en  cuya  ciencia,  según  se  infiere  de 
la  refutación  que  de  ella  hace  Villalobos,  su  padre  se  mues- 
tra partidario  convencido  y  entusiasta  de  las  doctrinas  de  los 
escritores  árabes ,  y  sobre  este  asunto  dice  Villalobos  lo  si- 
guiente, que  parece  escrito  por  un  médico  filósofo  de  nues- 
tros dias: 

«  En  cuanto á  la  última  conclusión,  téngola seguramente 
por  falsa ,  pues  si  la  Medicina  engaña  al  médico  y  á  los  pa- 
sientes  haciéndoles  pasar  grandes  trabajos,  destruyendo  sus 
cuerpos  y  sumiéndolos  en  la  miseria,  ¿cómo  llamarla  fidelísi- 
ma? No  niego  la  utilidad  de  sus  preceptos  higiénicos  ni  de 
sus  métodos  evacuativos,  digestivos,  alterantes  y  otros  aná- 
logos; pero  no  deben  extremarse  sus  elogios,  pues  ocupán- 
dose esta  ciencia  en  cosas  contingentes  y  que  caen  bajo  el 
poder  de  Dios  y  de  la  naturaleza,  engaña  sin  rebozo  y  miente 
cuando  promete  de  sus  experiencias  felices  y  seguros  efectos; 
los  que  á  ciertos  electuarios  y  compuestos  se  atribuyen ,  son 
de  escasa  virtud  y  casi  pudiera  decirse  vanos,  pues  más  for- 
talece la  albóndiga  mojada  en  caldo,  la  cual  en  todas  partes 
se  encuentra,  que  la  preparación  del  alkermes,  que  sólo  se 
halla  en  los  alcázares  ó  en  los  palacios  de  los  señores,  y  lo 
mismo  sucede  con  el  pan  tierno  mojado  en  vino  generoso;  la 
ventilación  del  aire  fresco  conforta  más  que  las  piedras  pre- 
ciosas y  el  diamante ,  y  más  que  el  oro  y  las  esmeraldas  que 
se  traen  del  Oriente.  No  se  rompe  la  piedra  en  la  vejiga  por 
la  virtud  de  los  medicamentos ,  ni  se  estirpa  el  tumor  de  las 
articulaciones  como  se  extrac  el  dardo  de  la  herida;  todas 
estas  son,  en  mi  sentir,  falsas  invenciones  acreditadas  por  los 
que  corren  detrás  de  los  charlatanes  como  los  carneros  de 
Panurgo.  Siendo,  pues,  la  Medicina  infiel  é  insegura,  debe 
recusarse  el  testimonio  de  los  árabes,  por  cuanto  los  infieles 
pueden  conocer  la  fidelidad ,  como  el  ciego  les  colores. » 
Todo  este  párrafo,  que  debiera  escribirse  con  letras  de  oro, 
demuestra  que  Villalobos  pertcnecia  á  aquella  generación 
de  sabios  que  iniciaron  el  segundo  renacimiento  clásico,  y 


—    121    — 

si  bien  todavía  no  habia  olvidado  las  enseñanzas  de  Avicena 
ni  las  de  Averroes,  daba  la  preferencia  á  las  de  los  autores 
griegos  y  latinos,  aunque  no  era  helenista  y  trataba  con 
desden  á  los  gramáticos  de  su  tiempo,  como  se  ha  visto  en  la 
carta  que  dirigió  á  Hernán  Nuñez  Pinciano  en  1 626;  en  ella 
misma  nos  dá  un  testimonio  directo  de  que  se  habia  consa- 
grado al  estudio  de  los  escritores  griegos,  pues  dice  al  famoso 
Comendador  que  ttenía  puestos  en  limpio  muchos  libros  de 
Galeno,  especialmente  el  De  virtutibus  naturalibus,9  y  más 
adelante  añade  que  tholgara  ponerse  en  examen  contra  toda 
Turquía  en  las  obras  de  Aristóteles,  y  Theofrasto,  y  Platón, 
y  Plotino,  y  Galeno. » 

Como  ya  se  ha  dicho,  las  doctrinas  de  la  filosofía  arábiga 
tuvieron  en  Occidente  su  principal  centro  en  la  escuela  de 
Pádua,  donde  se  prolongó  el  reinado  científico  de  Averroes 
hasta  mediados  del  siglo  xvii.  Uno  de  los  sabios  más  célebres 
de  esa  escueta  fué  Pedro  Abano,  que  murió  en  i3i5,  y  que 
escribió  el  libro  titulado  Conciliator  diferentiarum  philoso- 
phorum  et  medicorum ,  fundamento  de  las  doctrinas  médicas 
de  Pavía,  que  ampliaron  luego  Zimara  y  Tomitano.  Aunque 
Abano  no  conocía  el  Colliget  ni  las  otras  obras  especiales  de 
Medicina  de  Averroes,  la  suya  está  sacada  de  los  libros  filoso- 
fíeos  del  sabio  andaluz ,  y  como  alcanzó  tan  grande  autoridad 
entre  los  médicos,  fué  conocida  por  Villalobos;  pero  éste  no 
era  de  sus  sectarios  y  consagró  uno  de  los  doce  principios  de 
su  obra  titulada  Congresiones ,  á  combatir  las  doctrinas  de 
Abano,  si  bien  defendiendo  á  Avicena,  cuyas  teorías,  así 
filosóficas  como  médicas,  se  acercaban  más  á  las  de  los  griegos 
que  las  de  Averroes,  y  mucho  más  que  las  de  los  averroistas 
de  la 'escuela  de  Pádua.  La  conclusión  ó  principio  en  que 
trata  Villalobos  del  libro  de  Pedro  de  Abano,  ó  aponense,  es 
el  noveno,  y  lleva  por  epígrafe  De  ultione  avicence.  La 
materia  á  que  se  refiere  Abano  es  el  origen  del  dolor,  y 
combate  la  teoría  de  Avicena  que  defiende  Villalobos ,  apo- 
yándose justamente  en  el  texto  de  Galeno,  que,  según  afirma 
nuestro  físico,  no  habia  interpretado  bien  el  doctor  Patavino. 
Todo  lo  dicho  y  lo  que  fácilmente  pudiera  deducirse  de 
las  obras  de  Villalobos  •  confirma  lo  que  hemos  manifestado 


—    122  — 

sobre  sus  ideas  en  orden  á  las  ciencias  de  la  naturaleza  en 
general,  y  en  particular  á  las  de  la  vida,  de  que  es  un  ramo 
especial  la  Medicina;  pero  nos  llevaría  muy  lejos  de  nuestro 
propósito  analizar  dichas  obras,  bastando  con  que  indiquemos 
que  las  teorías  de  Villalobos,  acerca  de  lo  que  los  aristotélicos 
llamaban  física,  y  los  modernos^i/o^q/íía  de  la  naturaleza, 
están  expuestas  en  los  primeros  tratados  de  los  Problemas 
que  llevan  por  epígrafes:  Del  sol.  Venus  y  Mercurio  y  De 
la  luna;  ambos  ajustados  al  tratado  de  Coelo,  de  Aristóteles; 
en  el  De  los  cuatro  elementos;  en  el  Del  fuego;  y  en  el  Del 
aire  y  tierra^  agua.  Estas  teorías,  en  el  fondo  son  las 
mismas  que  sirven  de  fundamento  al  Comentario  del  segundo 
libro  de  la  Historia  natural  de  Plinio.  La  filosofía  médica 
de  Villalobos  está  especialmente  expuesta  en  la  obra  titulada 
Congresiones  vel  duodecim  principiorum  liber;  en  El 
diálogo  de  las  fiebres  enterpoladas ;  en  el  que  ahora  por 
primera  vez  se  publica  entre  Villalobos  y  su  vriado;  en  el 
del  calor  natural ,  y  claro  es  que  en  el  Sumario  de  Medicina, 
que  no  obstante  su  carácter  eminentemente  práctico,  consagra 
las  primeras  coplas,  que  forman  una  verdadera  introducción, 
á  las  generalidades  ó  principios  especulativos. 

Si  queremos  calificar  en  dos  palabras  á  Villalobos  como 
médico,  podríamos  decir  que  era  humorista  en  patología,  y 
polifarmaco  en  terapéutica  >  y  que  aun  cuando  su  elevado 
entendimiento  y  sus  estudios  filosóficos  le  hicieron  desde 
muy  temprano  considerar  con  desdén  y  desconfianza  la  espe- 
culación y  el  empirismo  que  reinaban  y  reinaron  después  de 
su  vida  en  el  arte  de  curar,  todavía  no  pudo  alcanzar  los 
resultados  que  la  anatomía  y  la  fisiología  experimental  han 
producido  en  las  ciencias  de  la  vida  que  tan  gran  desarrollo 
han  alcanzado  en  nuestra  época,  merced  á  los  trabajos  de 
Claudio  Bernard,  de  Wirchow  y  de  Dubois-Raymond,  de 
Pasteur  y  de  otros  ilustres  doctores. 

En  el  Sumario  describe  Villalobos  los  cuatro  humores, 
y  con  la  doctrina  del  frió,  del  calor,  de  la  sequedad  y  de  la 
humedad,  y  según  las  combinaciones  de  estas  entidades, 
explica  las  dolencias  que  después  enumera,  así  como  los 
medicamentos  apropiados  para  su  curación;  porque  el  Suma'^ 


—   123  — 

no  es  á  la  vez  una  patología,  una  terapéutica  y  una  farma- 
copea, puestas  al  alcance  de  los  profanos,  muy  parecidas  en 
lo  esencial  á  las  que  se  contienen  en  la  Sevillana  medicina^ 
del  médico  del  Rey  D.  Pedro  de  Castilla,  Juan  de  Aviñon, 
publicada  por  Monardes,  y  no  muy  diferentes  de  las  que 
informan,  como  ahora  se  dice,  el  Regimiento  de  la  salud,  del 
Dr.  Lobera  de  Avila,  médico  del  Emperador  Carlos  V;  pues 
ks  tres  obras,  inspiradas  en  los  mismos  principios,  tienen 
idéntico  objeto,  que  es  poner  la  Medicina  al  alcance  de  todos. 
Si  bajo  el  aspecto  científico  el  Sumario  de  Medicina  tiene 
un  interés  meramente  histórico,  no  sucede  lo  mismo  como 
obra  literaria,  pues  es  quizá  el  primer  ejemplar  que  se  produjo 
en  la  literatura  castellana  de  un  poema  didáctico  (i);  ya  se 
ha  dicho  que  sin  duda  sugirió  á  Villalobos  la  idea  de  escri- 
birlo el  Canticum  de  Avicena,  y  por  esto  es  testimonio  de  la 
influencia  de  la  poesía  arábiga  en  la  nuestra.  El  Sr.  Ticknor 
no  hace  mención  de  esta  obra  de  Villalobos  en  el  cap.  V  de 
la  2.'  época  de  su  Historia  de  la  literatura^  y  la  hace  de  las 
Cuatrocientas  respuestas,  de  Luís  de  Escobar,  que  califica 
de  obra  didáctica,  cuando  su  carácter  predominante  es  moral 
y  ascético,  y  de  las  Trescientas  cuestiones  naturales  con 
sus  respuestas,  por  Alonso  López  de  Corellas;  ambos  escritos 
son  muy  posteriores  al  poema  médico  de  Villalobos,  y  sólo 
el  segundo  es  de  índole  análoga  á  éste,  aunque  más  parecido 
todavía  á  los  Problemas  del  mismo  Villalobos,  así  por  la 
forma  y  términos  en  que  se  hacen  las  preguntas,  como  por 
que  Corellas,  además  de  la  respuesta  en  verso,  la  amplía  en 
prosa  y  en  forma  de  comentario. 

El  Sumario  de  medicina  es  anterior  á  la  época  en  que 
empezó  á  reinar  el  gusto  italiano  en  la  poesía  castellana,  así 
es  que  está  escrito  en  coplas  de  arte  mayor,  y  en  el  estilo 
que  solian  emplear  para  ellas  los  poetas  anteriores  á  Garci- 
laso;  la  materia  de  este  poema  no  se  presta  á  las  galas  de  la 


(i)  El  maestro  Diego  del  Cobo  escribió  un  poema  de  que  se  conserva 
parte  en  la  sección  de  manuscritos  de  la  Biblioteca  Nacional  con  este 
título:  «El  segundo  tratado  de  la  cirujfa  rimada,»  y  según  los  versos  con 
que  coocluye,  se  acabó  de  escribir  esta  obra  el  3o  de  Mayo  de  141 2. 


—   124  — 

forma  ni  á  los  arrebatos  de  la  imaginación;  pero  no  se  puede 
desconocer  que  la  obra  de  Villalobos  se  ajusta  á  las  condi- 
ciones del  género  á  que  pertenece,  y  no  se  le  debe  tampoco 
negar  la  gloria  de  haber  sido  entre  los  españoles  el  primero 
que  intentó  popularizar  la  medicina,  combatiendo  de  este 
modo  la  pedantería,  que  suele  ser  achaque  tan  general  en 
los  que  se  dedican  á  su  estudio  y  su  ejercicio,  y  sin  duda 
debió  tener  presente  esta  producción  de  Villalobos  Sorapan 
de  Reinos,  al  escribir  su  Medicina  en  refranes  vulgares. 

Por  todas  estas  consideraciones  se  ha  resuelto  reimprimir 
en  el  volumen  XXIV  de  la  colección  de  los  Bibliófilos  el 
Sumario  de  Medicina,  pues  su  rareza  es  ya  tal,  que  sólo  exis- 
te, que  se  sepa,  el  ejemplar  que  posee  el  Sr.  Marqués  de  San 
Román,  y  el  que,  según  manifiesta  el  Sr.  Jorge  Gaskoin,  se 
conserva  en  el  Museo  Británico^  porque  si  bien  éste  habla 
en  su  libro  sobre  Villalobos,  de  un  ejemplar  que  exbtia  en 
la  biblioteca  del  Sr.  Marqués  de  la  Romana,  incorporada  ya 
en  la  Nacional,  y  de  otro  que  habia  en  este  establecimiento, 
según  las  noticias  que  le  comunicó  el  Dr.  Montejo,  han  sido 
inútiles  las  tentativas  que  se  han  hecho  para  encontrarlo. 

Como  las  coplas  sobre  las  pestíferas  bubas  forman  parte 
del  volumen  en  que  se  contiene  el  Sumario^  no  hemos  que- 
rido suprimirlas  para  dar  idea  exacta  de  tan  raro  libro,  aun- 
que han  sido  varias  veces  reimpresas,  especialmente  por  el 
Sr.  Morejon  en  el  apéndice  III  de  su  Historia  bibliográfica^ 
y  por  el  Sr.  Chinchilla  en  su  Historia  de  la  medicina  espa- 
ñola, además  á  este  tratado  debe  principalmente  Villa- 
lobos la  fama  de  que  goza  como  médico,  sobre  todo  en  el 
extranjero. 

Sería  muy  largo,  y  además  fuera  de  lugar,  exponer  cuanto 
se  relaciona  con  el  asunto  de  las  bubas;  basta  decir  que  la 
enfermedad  á  que  se  refiere  y  su  tratamiento,  constituyen  hoy 
una  de  las  pocas  especialidades  ó  monografías  bien  estudia- 
das y  constituida  casi  con  carácter  científico.  Desde  su  apa- 
rición en  el  año  de  1493  se  han  consagrado  á  su  estudio  mu- 
chos médicos,  y  se  han  escrito  y  se  escriben  cada  dia  muchas 
obras  acerca  del  asunto,  empezando  por  la  cuestión  relativa 
á  su  origen,  teniéndose  ya  por  indudable  que  la  sífilis  fué 


—    125   — 

importada  en  Europa  por  los  primeros  descubridores  de  Amé- 
rica, según  ha  demostrado  con  entera  claridad  y  con  gran 
copia  de  datos  el  Dr.  Montejo  en  la  Memoria  que  leyó  en  el 
Congreso  de  Americanistas,  celebrado  en  Madrid  en  1881,  é 
impresa  en  las  actas  de  aquella  reunión  científica. 

Villalobos  fué  uno  de  los  que  primero  trataron  de  la  sífi- 
lis (i),  y  aunque  sobre  su  naturaleza  y  caracteres  no  sean  hoy 
aceptables  sus  opiniones,  y  aunque  no  haya  prevalecido  el 
nombre  de  sarna  egipciaca  que  propuso  para  esta. enfer- 
medad, y  sí  el  de  sífilis  que  le  dio  Fracastoro  en  su  poema 
sobre  la  misma  dolencia,  escrito  treinta  años  después  del 
de  Villalobos^  éste  describió  con  admirable  exactitud  todos 
los  síntomas  del  padecimiento,  haciendo  notar  que  el  chancro 
era,  por  decirlo  así,  su  primer  momento,  y  que  después  de 
un  período  más  ó  ménOs  largo  aparecían  los  síntomas  llama- 
dos secundarios  y  terciarios,  postillas,  dolores^  durujones  y 
úlceras. 

En  cuanto  al  plan  curativo  que  para  tan  grave  mal  pro- 
pone ,  no  podia  menos  de  ser  el  que  para  las  enfermedades 
análogas  se  usaba  en  su  tiempo,  y  especialmente  los  evacua- 
tivos; sin  embargo,  se  ha  notado  por  los  que  han  estudiado 
con  detenimiento  el  Tratado  sobre  las  pestíferas  bubas,  que 
si  bien  en  las  primeras  coplas  habla  en  contra  del  uso  del 
abogue,  luego  lo  emplea  en  la  confección  de  alguna  de  las 
recetas  que  se  recomiendan  para  curar  ciertos  síntomas  de  esta 
terrible  dolencia. 

No  seríamos  justos  si  al  hablar  de  las  coplas  de  Villalobos 
que  forman  el  Tratado  sobre  las  pestíferas  bubas,  no  hicié- 
ramos mención  especialísima  del  discurso  inaugural  de  la 
Academia  de  Medicina  de  Madrid  leidoen  1868  por  el  señor 
Gástelo  y  Serra ,  discurso  que  tiene  por  objeto  la  exposición 
crítica  de  los  tres  poemas  á  que  ha  ciado  materia  la  sífilis,  á 
saber:  las  coplas  castellanas  de  Villalobos^  el  poema  latino 
dividido  en  tres  libros ,  de  Fracastoro,  de  que  ya  se  ha  hecho 


( I )  Poco  antes  escribió  también  sobre  esta  dolencia  el  famoso  valen- 
daño  Gaspar  Torrella,  que  fué  Obispo  y  médico  del  Papa,  su  tratado  De 
pudendagra  seu  de  morbo  gálico. 


—    126  — 

mencicn ,  y  el  que  escribió  en  francés  á  mediados  de  este  siglo 
Mr.  Barthelemy ,  literato  ajeno  á  los  estudios  médicos,  por 
lo  cual  este  poema  lleva  notas  del  Dr.  Giraudeaux  de  Saint- 
Gervais,  y  tiene  por  principal  objeto  combatir  el  uso  del 
mercurio  en  la  curación  de  esta  enfermedad,  recomendando 
el  del  Rob  de  Lafecteur,  específico  que  perdió  todo  su  pres- 
tigio desde  que  el  Dr.  Le  Canu ,  catedrático  de  la  Escuela 
de  Farmacia  de  París,  publicó  un  estudio  sobre  este  medica- 
mento, descubriendo  que  en  su  composición  no  entrabt 
ninguna  sustancia  eficaz,  y  su  objeto  no  era  más  que  explotar 
la  ignorancia  de  los  pacientes,  como  sucede  con  casi  todos 
los  específicos;  y,  por  otra  parte,  la  ciencia  médica  tiene  hoy 
el  mercurio  y  sus  sales,  especialmente  las  de  cloro  y  iodo, 
por  el  verdadero  remedio  de  la  sífilis ,  como  ya  sostuvo  el 
Dr.  Bañares  en  su  Apología  del  mercurio,  aunque  puedan 
coadyuvar  á  la  curación  de  tan  rebelde  dolencia  los  sudorí- 
ficos y  evacuativos ;  pero  ya  hemos  dicho  que  no  es  nuestro 
ánimo  tratar  con  extensión  las  cuestiones  de  medicina  que 
surgen  al  examinar  las  obras  de  Villalobos,  si  bien  no  pode- 
mos menos  de  decir  algo  acerca  de  ellas,  y  por  lo  qué  á  la 
sífilis  se  refiere,  reconocer  la  gloria  que  le  cabe  en  haber 
sido  el  primero  que  trató  este  asunto  con  acierto,  afirmando 
que  era  una  dolencia  nueva,  no  conocida  hasta  su  tiempo, 
según  manifiesta  explícitamente  en  la  tercera  copla  del  Tra- 
tado de  las  bubas,  que  dice  así: 

«Fué  una  pestilencia  no  vista  jamás 
en  metro,  ni  en  prosa,  ni  en  sciencia,  ni  historia, 
muy  mala  y  perversa,  y  cruel  sin  compás, 
muy  contagiosa  y  muy  sucia  en  demás , 
muy  brava  y  con  quien  se  alcanza  vitoria; 
la  qual  hace  al  hombre  indispuesto  y  gibado, 
la  qual  en  mancar  y  doler  tiene  extremos , 
la  qual  escurece  el  color  adcerado; 
es  muy  gran  bellaca,  y  asi  a  comentado 
por  el  más  bellaco  lugar  que  tenemos.» 

Ya  indicamos  antes,  que  si  bien  Villalobos  incurrió,  al 
tratar  de  la  sífilis,  en  los  errores  que  eran  consecuencia  natural 


—  127  — 

de  las  doctrinas  médicas  reinantes  en  su  tiempo,  atribuyendo 
esta  dolencia  á  alteraciones  de  los  humores  que  suponia  elabo- 
rarse en  el  hígado,  y,  por  consiguiente,  no  llegó  á  conocer  que 
saor^n  era  la  inoculación  de  un  virus  especial;  partiendo 
de  su  primera  manifestación  describió  la  dolencia  y  sus 
evoluciones  de  un  modo  tan  exacto,  que,  como  dice  con 
razoo  el  Sr.  Gástelo  en  el  discurso  antes  citado,  nada  han 
podido  añadir  en  este  punto  los  antiguos  sifiliógrafos  ni  aun 
los  modernos,  entre  los  cuales  debe  colocarse  en  primer  tér- 
mino al  fiamofio  Jbon  Hunter,  pues  á  su  lado  no  pueden 
ocupar  sino  lugar  secundario  Ricord,  Fournier  y  otros  que 
han  seguido  y  siguen  en  sus  escritos  las  doctrinas  que,  inspi- 
radas sin  duda  en  las  observaciones  de  Villalobos,  expuso  en 
«as  obras  el  célet»'e  cirujano  inglés. 

El  cuadro  de  la  sífilis  está  magistral  y  definitivamente 
trazado  en  la  copla  trigésimaoctava ,  que  es  como  sigue : 

«Mas  quando  en  tal  miembro  esta  buba  ó  llaguita, 
mayormente  si  es  sin  dolor  y  está  dura , 
dolor  de  cabeza  y  color  negrecita, 
espaldas  cargadas  y  el  sueño  se  quita 
y  aquello  en  que  sueña  es  en  loco  y  no  tura, 
en  labios  y  en  párpados  de  ojo  negrura 
y  en  su  trabajar  perezoso  y  aflito 
y  tiene  la  vista  turbada  y  escura, 
á  tal  como  á  este,  si  tienes  cordura, 
dirás  que  le  viene  la  sarna  de  Egito.» 

En  cuanto  al  régimen  curativo  propuesto  por  Villalobos, 
ya  se  ha  dicho  lo  bastante ,  y  como  sólo  una  larga  experiencia 
y  muchas  tentativas  inútiles  podian  descubrir  el  camino  y 
los  remedios  más  adecuados,  sería  exigir  lo  imposible,  que 
á  los  cinco  ó  seis  años  de  haber  aparecido  la  sífilis  y  de  pre- 
senciar sus  horrorosos  estragos,  hubiera  acertado  con  ellos  el 
insigne  físico. 


—   128  — 


II. 


CONTINUACIÓN    DE    LAS    OBRAS    CIENTÍFICAS 

;S£GUN   SU    PROBABLE    ORDEN   CRONOLÓGICO. 

LAS  <CONGR£SIONES,>  LOS  DIÁLOGO!  SOBRE  LAS  FIEBRES. 


En  el  año  1 5 14  dio  Villalobos  á  la  estampa  una  obra  de 
Medicina  que,  á  diferencia  del  Sumario  y  del  Tratado  sobre 
las  bubas  f  tiene  un  carácter  exclusivamente  teórico;  esta 
obra  lleva  el  siguiente  epígrafe  bajo  el  escudo  de  armas  de 
los  Reyes  Católicos,  que  ocupa  la  mayor  parte  de  la  portada: 

•  Congresiones:  vel  duodecim  principiorum 
liber  nuper  editas,^ 

En  el  verso  de  la  misma  portada,  se  lee: 

•  Operis  pr(Bmium.9 

« Liber  duodecim  principiorum  quem  nuper  composuit 
Franciscus  de  Villalobos,  artium  et  medicine  doctor  et 
medicus  catholici  principis.  Ferdinandi  hispaniarum  et 
utriusque  sicilie  regis  omnis  a^vi  regum  invictissimi  feli- 
citer  incipit, » 

Sigue  á  estas  lineas  la  dedicatoria  de  la  obra  en  estos 
términos: 

^Fammosisimo  doctori  Fer diñando  Alvare^  hispama- 
rum  et  siciliarum  prothomedico  Franciscus  Villalobos. » 

Este  recuerda  al  protomédico  que  en  sus  conversaciones 
se  habia  quejado  de  la  incuria  y  ociosidad  de  los  médicos 


—   129  — 

españoles  que  no  discutian  ni  publicaban  obras  científicas 
sobre  su  facultad,  y  Villalobos,  siguiendo  tal  indicación,  dice 
que  se  lanzó  á  la  palestra  sosteniendo  los  principios  y  doc- 
trinas que  en  el  libro  se  contienen ,  aun  á  riesgo  de  suscitar 
contradicciones  y  críticas.  Terminada  la  dedicatoria  expone 
el  plan  de  la  obra  en  estos  términos: 

•  Conttnet  opus  hoc  dúos  tractatus,  in  primo  principia 
disputanda  simpliciter  ac  nude  ponentur  cum  introductione 
quandam  per  singulo  principio  inteligendo  ad  philosophos 
directa,  qui  nondum  medicinan  vocabulis  operam  dedere.  In 
secundo  vero  principia  ipsa  probata  et  verificata  consu- 
mabunturw  (i). 

A  esta  explicación  del  método  sigue  el  primer  tratado, 
que  empieza  con  la  enunciación  de  los  doce  principios, 
seguido  cada  uno  de  una  explicación  brevísima,  en  esta 
forma  : 

«  Tractatus  primus  : 
principium  primum  de  materia  nutritionis.i> 

«  Omnes  humores  naturales  cum  sanguine  materia  sunt 
nutrimenti  membrorum,  solus  enim  sanguis  omnia  nutriré 
membra  non  valet.» 

No  hay  para  qué  decir  cuan  diferente  es  la  doctrina  hoy 
reinante  sobre  las  funciones  de  nutrición,  ni  que  el  error  de 
Villalobos  consiste  en  la  teoría  humoral  de  su  tiempo,  según 
la  cual  habia  cuatro,  por  decirlo  así,  primitivos  y  de  igual 
importancia. 

<tDe  prior itate  membrorum  compositorum: 
principium  secundum.i> 

a  Membrorum  animalis  tempore  atque  nobilitate  sunt 
priora  composita  simplicibus. » 


(i)  Contiene  esta  obra  dos  tratados:  en  el  primero  se  ponen  pura  y 
simplemente  los  principios  que  se  examinan,  con  ciertas  introducciones 
para  la  inteligencia  de  cada  principio,  dedicada  á  los  ñlósotbs  que  aún  no 
conocen  los  términos  ó  vocablos  de  la  Medicina;  en  el  segundo  se  prueban 
y  verifican  los  mismos  principios. 


—  i3o  — 

Para  comprender  este  principio  es  menester  considerar 
lo  que  se  entendía  en  tiempo  de  Villalobos  por  miembros 
simples  y  compuestos,  que  casi  equivale  á  lo  que  hoy  deno* 
minamos  órganos  y  aparatos,  y  en  tal  supuesto,  el  principio 
tomado  de  la  metafísica  escolástica,  es  insostenible,  pues  la 
embrologia  moderna  enseña  que  todo  organismo  empieza  por 
una  célula;  de  lo  que  á  la  nobleza  se  refíere,  nada  hay  que 
decir  sino  que  es  un  concepto  inaplicable  al  organismo. 

9 De  excelencia  spirítus:  príncipium  tertíum.9 

vSpirítus  qui  in  cor  de  hominis  est  et  ab  eo  per  alia 
membra  difunditur:  formaliter  animatum  esse  perfectioni 
excelentiorique  moduquam  reliquas  humani  corpori partes 
in  presente  principio  asseveramus.  n 

En  las  introducciones  relativas  á  este  principio  expone 
Villalobos  lo  que  entiende  por  spiritUj  diciendo  que  es  un 
cuerpo  tenuísimo  é  invisible ,  el  cual  se  divide  en  tres  espe- 
cies ,  que  son  el  espíritu  vital ,  que  reside  en  el  corazón ,  de 
donde  se  difunde  por  las  venas  á  los  demás  miembros;  el 
espíritu  animal,  que  tiene  su  asiento  en  el  cerebro  y  se  distri- 
buye por  los  nervios ,  y  el  espíritu  natural ,  que  existe  en  el 
hígado  y  preside  á  las  funciones  de  nutrición.  Este  concepto 
del  spiritu  y  su  división,  que  corresponde  al  concepto  de  la 
vida,  tai  como  lo  admitian  los  aristotélicos,  reinó  por  mucho 
tiempo  en  la  Medicina;  pero  hoy  la  tendencia  positivista 
dominante  en  la  ciencia  lo  rechaza,  si  bien  no  puede  menos 
de  admitir  que  la  materia  orgánica  tiene  cualidades  especiales 
y  propias ,  que  no  bastan  á  explicar  las  físicas  y  químicas, 
que  son  peculiares  de  la  materia  inorgánica.  La  vida,  digan 
lo  que  quieran  los  positivistas,  es  un  quid  irreductible,  y. 
según  los  principios  de  la  filosofía  hegeliema,  un  momento  de 
la  idea,  el  superior  en  el  mundo  de  la  naturaleza  que  abarca  y 
comprende,  y,  por  lo  tanto,  destruye,  con  virtiéndolos  en  otro 
nuevo,  los  momentos  anteriores,  idea  que  ya  expresaron  en 
cierto  sentido  otras  escuelas,  diciendo,  aunque  con  diferente 
forma  que  el  hombre  era  un  micro-cosmos.  Por  lo  demás,  es 
notable  que  en  el  estado  actual  de  la  ciencia,  lo  que  antes  se 


—  i3i  — 

IhmalNi  spiritu  animal » inherente  á  la  sustancia  medular,  sea 
idéntico  á  lo  que  denominó  Fleurens^fífWo  nérveo^  así  como 
la  irritabilidad 9  que  es  la  manifestación  general  de  la  vida, 
corresponde  en  cierta  manera  á  la  noción  aristotélica  del 
spriiu  que  forma  y  anima  el  organismo. 

cZ)e  temperamento  spiritu: 
principium  quartum.9 

^Cúmplexio  spirítus  humani  cuiuslibet  mixti  comple- 
xione  temperatior  existit  ac  magis  ad  médium  reducía 
Ínter  extrema  qualitatum  primarum. » 

Aplica  aqui  Villalobos  al  spiritu  la  doctrina  de  los  tempe- 
ramentos, y  como  ésta  es  tan  conocida,  nada  diremos  sobre 
este  principio. 

•De  prioritate  musculorum  in  motu  voluntario: 
principium  quintum. » 

•  Positionem  Averrois  in  quinto  sustinemus  principio  in 
qua  tenet  musculum  esse  prius  mobilem  motu  voluntario 
quam  nervus  priusque  in  se  recipere  virtutem  animalem 
voluntarle  motivam, » 

Este  principio  es  inadmisible  á  pesar  de  la  autoridad  de 
Averroes  que  en  su  defensa  se  alega ,  pues  ya  no  hay  quien 
dude  de  que  el  movimiento  voluntario  y  aun  los  involunta- 
rios son  determinados  por  las  corrientes  nerviosas. 

•De  comunitaie  soluiionis  continuitatis : 
principium  sextum.n 

t^Membris  consimilibus  et  membris  organicis  apud 
médicos  equaliter  debetur  continuitatis  solutio:  nec  primo 
simplicibus  quam  compositis  aut  compositis  quam  simplici- 
bus  convenire potest.9 

Este  principio  es  antecedente  necesario  de  la  teoría  del 
dolor,  que,  como  se  verá  luego,  es  quizá  la  parte  más  intere- 
sante de  las  Congresiones ,  pues  en  ella  defiende  Villalobos 
la  doctrina  de  Avicena  contra  lo  que  en  su  Conciliator 
sostenía  el  famoso  Pedro  Abano,  oponense. 


—    l32   — 

«JDe  eucraíisima  veris  constítutionem: 
príncipium  vn.» 

aPositionem  Galeniin  séptimo  principio  defendimus  in 
qua  tenet  constitutiones  continentis  in  veré  absolute  fieri 
temperatisimam.  9 

El  fundamento  de  este  principio  consiste  en  la  teoría  de 
las  estaciones  del  año;  según  la  doctrina  de  Galeno,  reinante 
todavía  en  tiempo  de  Villalobos,  el  verano  era  seco  y  caliente, 
el  otoño  caliente  y  húmedo,  el  invierno  frió  y  húmedo,  y  en 
la  primavera  se  equilibraban  estas  cualidades,  por  lo  que  se 
decia  que  su  constitución  era  eucratisima, 

*De  única  et  inmediata  doloris  causa: 
principium  octavum.^ 

« Única  et  inmediata  doloris  causa  solutio  continuitatis 
est.  Malitia  vero  complexionis  in  quantum  talis  non  est 
causa  doloris,  9 

Este  principio  está  íntimamente  enlazado  con  el  siguiente: 

«Z)e  ultione  Avicenne: 
principium  nonum,» 

<tln  illa  diferentia  septuagésima  sexta  qua  redarguit 
Avicenam  conciliator  contradicit  sensui  sibi  ipsi  et  veritati, 
absque  modestia  et  sine  ratione  improperat  Avicenam  me- 
dicinales doctrine  (\)  prothomagistrum:  ac  demum  inad- 
vcrtenter  exponit  liter'am  Galeni, » 

En  el  capítulo  único  de  la  introducción  referente  á  este 
principio  dá  noticia  Villalobos  de  la  obra  titulada  el  Conci- 
liador, del  famoso  Pedro  de  Abano,  que,  como  hemos  dicho, 
fué  el  primero  y  más  ilustre  representante  de  las  doctrinas 
avcrroistas  de  la  escuela  de  Pádua,  en  lo  que  á  la  Medicina 
se  reñere.  Dice  Villalobos  que  la  obra  de  P.  de  Abanóse  divide 


(i)  Se  advierte  que  se  ha  conservado  la  ortografía  de  los  textos  latinoit, 
por  lo  que  se  notará  que  muchas  veces  se  ponen  en  lugar  de  los  diptongos 
las  vocales  que  expresan  el  sonido  de  v3stos;  v.  gr.:  e  en  lugar  de  ct. 


—  i33  — 

en  doscientos  diez  capítulos  que  se  llaman  diferencias,  en 
que  se  exponen  las  opiniones  y  doctrinas  médicas ,  anali- 
zándolas y  juzgándolas,  y  era  como  un  manantial  cuyas 
aguas  se  habian  difundido  por  todas  las  escuelas.  Sin  negar 
el  mérito  del  autor  afirma  que  Avicena  le  aventaja  como  un 
gran  monarca  á  un  soldado  estrenuo  y  famoso;  por  donde  se 
vé  que  Villalobos,  á  pesar  de  lo  que  dice  en  la  carta  dirigida 
ásu  padre  en  1498  sobre  la  Medicina  árabe,  era  partidario 
de  su  representante  más  ilustre,  aunque  no  tanto  de  sus  suce- 
sores ni  aun  del  mismo  Galeno,  como  se  verá  luego,  si  bien 
procuraba  conciliar  las  opiniones  de  éste  con  las  del  famoso 
Ibn-Sina  (i). 

El  examen  de  la  teoría  del  dolor,  expuesta  por  Villalobos 
conforme  á  la  doctrina  de  Avicena,  exigiría  un  espacio  que 
no  podemos  aquí  dedicarle;  diremos,  sin  embargo,  que  el 
concepto  de  la  enfermedad  y  del  dolor  en  su  manifestación 
ordinaria,  tal  como  lo  exponen  muchos  médicos  modernos,  y 
como  lo  expresó  Heghel  en  su  Filosofía  de  la  naturaleza, 
concuerdan  de  un  modo  notable  y  digno  de  atención  con  la 
doctrina  de  Avicena;  pues  la  teoría  de  la  enfermedad  á  que 
se  alude  consiste  en  la  separación  ó  independencia  de  una 
función,  esto  es,  en  el  desequilibrio  y  falta  de  armonía  entre 
lasque  en  conjunto  constituyen  la  vida. 


(i)  tConciliator  est  quídam  líber  ínter  médicos  celebratus  qui  continet 
ducenta  decem  capitula  que  diferentie  apellantur,  in  eis  enim  omnes  dis- 
cordie  et  opiniones  de  quibus  in  medicina  versatur:  et  adhuc  in  parte  phi- 
losophie  naturalis:  composuit  autem  hoc  volumen  quídam  Petrus  appo- 
nensis  patavinus  civis  et  preclarus  doctor  in  omnígena  doctrina  eruditi- 
simus,  ut  aparet  in  discursu  eiusdem  operis,  in  quo  quídem  aparuít  in 
prímis  portas  medicinalíum  disputationum  ab  istoque  fonte  profluent 
amnes  plurímí  quibus  universe  medicine  schole  irriguntur:  ab  eo  enim 
omnes  moderni  doctores  hausere  doctrinas  plures  ejusque  vestigia  olta- 
cere  et  anímum  atque  audatiam  scríbendi  ab  eodem  obtinuere.  Quando 
cumque  in  omni  loco  omnique  materia  unum  invenies  dimicatem  quos- 
dam  quidem  fugantem  alios  autem  vulnerantem,  plurisnusque  laceran- 
tem;  devastantemque  et  predam  insectatem,  que  nulli  peperit  hic  est 
Petrus  opponensis  ve!  de  Abano,  sea  tanto  eo  maior  fuit  noster  Avicena, 
quanto  optirous  monarcha  prevalebit  strenuo  atque  famoso  militi  ut  in 
progresu  probationis  principii  noni  apparebíL^Con^reítonej,  fól.  IV.» 


-  i34  - 

•De  virtute  humiáitatis: 
principium  decimwn.^ 

•Non  est  minoris  virtutis ponenda  humiditas  in  corpori" 
bus  elementorum;  sed  forte  mayor  est  quan  siccitas  eorum.  • 

Villalobos  explica  en  el  capitulo  único  de  la  introducción 
relativa  á  este  principio  lo  que  debe  entenderse  por  hume- 
dad, que  es,  lo  mismo  que  la  sequedad,  una  cualidad  pasiva 
de  los  cuerpos,  siendo  las  activas  de  éstos  el  calor  y  el  frió,  y 
añade  que  la  humedad  es  inherente  al  aire,  la  sequedad  á  la 
tierra,  el  calor  al  fuego  y  la  frialdad  al  agua;  como  se  vé, 
estos  son  conceptos  de  la  filosoña  de  la  naturaleza,  tal  como 
se  comprendía  esta  ciencia  desde  los  tiempos  de  Aristóteles. 
hasta  que  Bacon  y  Descartes  abrieron  nuevos  caminos  para 
el  estudio  del  universo. 

•De  humiditates  gradu  actione: 
principium  undecimum.» 

La  introducción  relativa  á  este  principio  tiene  dos  capí- 
tulos, en  que  explica  Villalobos  la  doctrina  de  los  grados  en 
Medicina,  que,  como  es  sabido,  eran  cuatro,  según  la  propor- 
ción de  las  calidades  ó  los  elementos  de  los  cuerpos. 

a  De  efficatia  Avicenne  contra  Galenum  in  capitulo 
defebre  sanguinis: principium  duodecimum,» 

Como  hemos  de  ocuparnos  más  adelante  de  la  materia  de 
ñebres,  al  examinar  los  tratados  que  á  ella  dedicó  Villalo- 
bos, sólo  diremos  ahora  que,  según  antes  indicamos,  nuestro 
físico  se  muestra  más  partidario  de  Avicena  que  de  Galeno, 
cuya  doctrina  defcndia  Abano  en  el  Conciliador,  á  quien  se 
complace  en  refutar  Villalobos,  siendo  de.  notar  estas  pala- 
bras en  el  Diálogo  del  calor  natural:  «Y  esta  es  la  opinión  de 
Galeno,  aunque  diga  otra  cosa  el  Conciliador  y  otros  esca- 
ramufadores  de  las  cátedras»» 

Los  doce  principios,  que  mejor  debieran  llamarse  propo- 
siciones ó  conclusiones,  después  de  expuestos  y  explicados 
sumariamente  en  el  primer  tratado  de  las  Congresiones,  se 
desenvuelven  y  demuestran  á  la  manera  escolástica  en  el 


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segundo;  basta  con  lo  dicho  para  que  se  forme  idea  de  esta 
obm  de  Villalobos,  interesante  para  el  estudio  del  desarrollo 
de  las  doctrinas  médicas  en  España. 

Con  fundamento  expresó  Villalobos  el  temor  de  suscitar 
contradictores  á  las  doctrinas  por  él  sostenidas  en  las  Con- 
gresiones^  y  la  noticia  de  uno  de  ellos  ha  llegado  felizmente 
basta  nosotros.  Fué  éste  el  famoso  médico  portugués  Joan 
Rodriguez,  quien  escribió,  en  contestación  á  Villalobos,  un 
opúsculo  con  el  siguiente  título,  en  caracteres  rojos  encer- 
rados en  una  ancha  orla,  que  ocupa  toda  la  portada  de  la 
obra  impresa: 

•Excelentissimi  Joannis  Roderici  sacre  Cesar ee  impe- 
ratrtcis  medid  peritissimi  tractatus  contra  sex  conclusio- 
nes XII  prindpiorum  Francisci  de  Villalobos,  sacre  Cesa- 
ree  Maiestates  Medid  una  cum  aliis  conclusionibus  noua- 
rum  fantasiarum  nunc,  ab  eodem  Joanne  Roderico  in  lucem 
ediditis.» 

Al  verso  de  la  primera  página  está  la  dedicatoria  del 
opúsculo  al  primer  protomédico  del  Rey  D.  Juan  III  de 
Portugal,  Dr.  Diego  López,  y  en  el  folio  siguiente  (a  ii)  em- 
pieza la  refutación  de  las  seis  conclusiones  de  Villalobos  en 
intrincada  forma  escolástica.  Los  seis  principios  que  im- 
pugna el  médico  portugués  son  los  siguientes,  según  el  orden 
en  que  los  examina  y  discute:  «Z)e  prioritate  membrorum 
compositorum;  de  excelentia  spiritus;  de  temperamento  spi- 
ritus;  de  prioritate  musculorum  in  motu  voluntario;  de 
única  et  inmediata  doloris  causa,  y  de  virtute  humiditates. » 

Concluye  este  opúsculo  rogando  el  Dr.  Joan  Rodriguez 
al  protomédico  del  Rey  de  Portugal  que  le  acepte  como 
pequeño  obsequio,  pues  sus  ocupaciones  y  falta  de  salud  no 
le  han  consentido  hacer  obra  más  lata,  y  fecha  el  escrito  el  i  S 
de  Agosto  de  i525,  en  Zafra,  de  los  estados  del  Marqués  de 
Feria,  donde  dice  que  le  habia  convenido  pasar  algún  tiempo 
por  negocios  particulares  suyos;  y,  como  antes  se  ha  dicho, 
consta  que  en  lo  de  Mayo  de  este  mismo  año  residía  Villa- 
lobos en  Zafra;  pues  en  esa  fecha  escribió  desde  aquella  ciu- 
dad al  Almirante  de  Castilla,  de  donde  es  natural  inferir  que 


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ambos  médicos  residian  juntos  en  este  pueblo  el  año  de  iSiS, 
y  tal  vez  á  esta  circunstancia  se  deba,  muy  príncipalmeoleí 
que  Joan  Rodríguez  escribiera  el  tratado  de  que  vamos  diodo 
noticia. 

En  el  rarísimo  ejemplar  impreso  que  examinamos  ágoe 
inmediatamente  á  la  impugnación  de  Villalobos  el  otro  trt- 
tado  de  que  hace  mención  la  portada  antes  trascrita,  j 
que  consta  de  cinco  conclusiones  originales  del  médico  por- 
tugués, quien  dedica  su  opúsculo  al  protomédico  del  Empe- 
rador Carlos  V,  rival  de  Villalobos  y  causa  de  que  se  reti- 
rara éste  de  la  Corte  y  viviera  alejado  de  ella,  aunque  por 
poco  tiempo,  en  Zafra,  como  familiar  y  médico  del  Marqués 
de  Priego;  nos  referimos  á  Narciso  Ponte,  de   quien  nos 
hemos  ocupado  en  la  primera  parte  de  este  trabajo.  Todas 
estas  coincidencias   son  curiosísimas,  aunque   no  tengan 
grande  importancia.  El  Dr.  Rodriguez,  como  era  natural, 
prodiga  á  Narciso  grandes  elogios,  no  sólo  por  su  pericia  mé- 
dica, sino  por  su  ingenio  y  buena  conversación,  recordán- 
dole los  agradables   coloquios  que  entre   ambos  pasaban 
cuando  estaban  juntos  en  la  Corte  del  Emperador,  pues 
según  refiere  el  médico  portugués,  se  habia  ausentado  de  ella 
á  ruego  de  la  Emperatriz,  para  ir  á  Turin  á  asistir  al  parto 
de  la  Duquesa  de  Saboya,  y  en  aquella  ciudad  fecha  esta 
dedicatoria  después  del  parto  de  la  Duquesa  á  3  de  Abril 
de  1 526.  £1  opúsculo  se  imprimió  en  Turin  en  este  mismo 
año  el  26  de  Mayo  en  casa  de  Pedro  Pablo  de  París,  según 
se  lee  en  su  Colofón;  pero  hay  muchos  motivos  para  creer 
que  estas  fechas  están  equivocadas,  porque,  como  se  verá 
luego,  Joan  Rodriguez  acompañó  á  la  Emperatriz  D.*  Isabel 
cuando  vino  á  casarse  con  Carlos  V  á  principio  de  i526;  de 
seguro  entonces  fué  cuando  conoció  y  trató  á  Narciso,  y, 
por  tanto,  no  es  verosímil  que  en  Abril  de  aquel  año  estu- 
viese ya  en  Turin  asistiendo  á  la  Duquesa  de  Saboya;  por 
otra  parte,  de  esta  señora,  hermana  de  D.*  Isabel  é  hija  del 
Rey  de  Portugal  D.  Manuel,  no  se  sabe  que  tuviese  hijos 
en  1 526,  y  consta  que  dio  á  luz  uno  en  i528,  por  lo  que  es 
de  suponer  que  en  este  año  fué  cuando  escribió  Joan  Rodri- 
guez su  opúsculo  y  la  dedicatoria  á  Narciso.  Las  cinco  con- 


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pítalos  ai  vota  audientium,  que  tengan  tanta  lectura  como 
lo  que  antes  se  dijo. 

.  » 1 1 .    ítem ,  toda  la  Quaresma  se  lea  de  pulsibus^  y  desde 
Pascua  hasta  sant  Juan  de  urinis. 

» 1 2.  Y  en  el  quarto  año  se  ha  de  leer  la  cuarta  Fen.  del 
primero  de  Auicena ,  y  hanse  de  leer  hasta  Nauidad  los  tres 
capítulos  primeros ,  y  hasta  principio  de  Quaresma  diez  y 
sibte  capítulos ,  y  el  capítulo  vigésimo  de  phlebotomta  hasta 
Pascua  de  flores,  y  todo  lo  que  resta  de  la  Fen. ,  hasta  sant 
Juan :  y  si  algo  quedare  de  leer  que  no  se  pueda  auer  acabado 
en  este  año  ó  en  los  pasados,  acábelo  el  sustituto  y  sea  obli- 
gado á  ello. 

»i3.  En  la  cáthedra  de  vísperas  se  léala  primera  de 
Aphorismos,  hasta  Nauidad,  y  la  segunda  hasta  Pascua  de 
flores ,  y  la  tercera  hasta  sant  Juan. 

» 14.  En  el  segundo  año  se  lea  la  quarta  hasta  Quaresma, 
y  la  quinta  hasta  Pascua  de  flores,  y  sexta  y  séptima  hasta 
sant  Juan. 

•  1 5.  En  el  tercero  año  lea  el  primero  todo  del  Techni,  y 
del  segundo,  hasta  de  cerebro  exclusive;  y  hasta  Quaresma 
lea  hasta  de  testiculis  inclusive ,  y  hasta  Pascua  lea  la  mitad 
de  lo  que  queda,  y  hasta  sant  Juan  la  otra  mitad. 

»i6.  En  el  cuarto  año  lea  hasta  Nauidad ,  que  llegue  al 
texto  venereorum  vero,  y  hasta  Quaresma  lea  hasta  el  texto 
Curatio  quidem  cum  habet  modum ,  y  hasta  Pascua  hasta  el 
texto  Si  cum  ulcere,  esta  primera,  que  es  texto  Arábigo,,  y 
acabe  el  libro  todo  hasta  sant  Juan. 

•  17.  En  la  cáthedra  de  la  mañana,  de  diez  á  once,  se  lea 
el  primero  de  Crisibus  hasta  Nauidad,  y  todo  lo  que  resta 
hecho  tres  partes ,  lea  la  una  parte  hasta  Quaresma  y  la  otra 
hasta  Pascua,  y  la  otra  hasta  sant  Juan. 

» 1 8.  El  segundo  año  todo  el  primero  libro  de  pronósticos 
lea  hasta  Nauidad ,  y  el  segundo  hasta  Pascua  de  flores,  y  el 
tercero  todo  hasta  sant  Juan. 

» 19.  El  tercero  año  lea  el  primero  libro  de  victus  ratione 
hasta  Nauidad ,  y  el  segundo  hasta  Quaresma ,  y  el  tercero 
hasta  Pascua  de  flores ,  y  el  quarto  hasta  sant  Juan. 

•20.    En  la  cáthedra  de  la  tarde  se  lea  el  nono  ad  A  Imán- 


—  i38  — 

debe  contarse  entre  los  castellanos  por  haber  escrito  sus 
obras  en  nuestra  lengua  y  porque  residió  constantemente  en 
España  desde  que  vino  á  ella  con  su  padre  en  i526  hasta  que 
falleció  en  Granada  en  1 570,  desempeñando  el  oficio  de  pri- 
mer organista  en  la  catedral  de  la  ínclita  ciudad  del  Dauro. 

Las  fechas  que  hemos  citado  confirman  lo  que  hablamos 
dicho  en  la  biografía  de  Villalobos;  pues  aparece  casi  con 
evidencia  que  éste  y  Juan  Rodriguez  irian  á  reunirse  en  Ba- 
dajoz con  el  cortejo  que  acompañó  á  D.^  Isabel  desde  la 
Frontera  de  Portugal  hasta  Sevilla,  donde  se  celebró  su 
matrimonio  con  el  Emperador,  que  allí  residirian  ambos 
médicos  todo  el  tiempo  que  permaneció  la  Corte  en  la  capi- 
tal de  Andalucía,  acompañándole  después  á  Granada  y  últi- 
mamente á  Valladolid;  en  estos  viajes  y  residencias,  los 
insignes  físicos  conocerían  y  tratarían  á  los  poetas,  literatos. 
Embajadores  y  Grandes  que  tanto  brillo  daban  á  la  Corte  del 
Emperador;  así  se  explica  que,  como  dice  Cáceres  en  su  dis- 
curso, «siendo  Silvestre  de  casi  catorce  años,  vino  en  servi- 
cio de  D.  Pedro,  Conde  de  Feria,  do  la  sazón  florecía  entre  los 
poetas  españoles  Garci  Sánchez  de  Badajoz.»  aunque,  por  lo 
que  ya  se  ha  dicho,  eran  anteriores  las  relaciones  del  padre 
de  Silvestre  con  la  casa  de  Feria. 

Además  del  Sumario  de  Medicina^  del  Tratado  sobre 
las  bubas  y  de  las  Congresiones,  deben  contarse  entre  las 
obras,  especialmente  médicas,  de  Villalobos,  el  Didlogqjíe 
las  fiebres  interpoladas,  que  forma  parte  de  los  Problemas^ 
y  el  Diálogo  entre  Villalobos  y  su  criado^  que  ahora  por 
primera  vez  se  publica:  ambos  tratan  de  la  misma  materia, 
y,  como  se  ha  dicho,  son  en  gran  parte  reproducción  el  uno 
del  otro;  por  lo  que  se  refiere  á  las  doctrinas  que  en  ellos  se 
sustentan,  casi  es  excusado  decir  que  son  los  de  Galeno  y 
Avicena  sobre  las  fiebres^  asunto  capital  en  Medicina  y 
objeto  de  las  especulaciones  de  los  médicos  antiguos  y  mo- 
dernos. En  tiempo  de  Villalobos  no  se  habia  suscitado  aún 
la  célebre  cuestión  de  las  fiebres  esenciales  y  sintomáticas,  y 
se  admitia  generalmente  la  teoría  de  que  la  fiebre  era 
resultado  áéi  podrimiento  de  los  humores;  fundado  en  ella 
Villalobos,  en  su  Diálogo  de  las  fiebres  enterpoladas  expone 


Olla  hipótesis  ingeniorfsima,  y  de  que  se  muestra  muy  orgu« 
lioto,  para  explicar  la  periodicidad  de  las  fiebres,  y  aunque 
iioysea  inadmisible ,  tiene  gran  interés  para  el  estudio  de 
las  doctrinas  médicas »  especialmente  en  España ,  donde  en 
érta  como  en  otras  ciencias,  brillaron  nuestros  sabios  durante 
d  sig^  XVI.  y  los  Villalobos,  los  Servet,  los  Gómez  Pereira 
j  las  Valift,  por  no  citar  otros  nombres,  ocupan  altísimo 
lugar  en  la  historia  de  la  Medicina.  Véase  cómo  explica 
Villalobos,  con  su  admirable  estilo,  el  misterioso  fenómeno  de 
la  intermitencia  de  las  fiebres: 

«Ya  he  dicho  en  lo  passado  que  este  humor  que  haze  la 
terciana  ó  la  quartana,  comunmente  sale  de  las  venas  y 
corre  por  los  miembros  hasta  parar  en  alguno  dellos  que 
tenga  capacidad  y  vasija  en  quien  quepa,  y  que  no  tenga 
fuerzas  para  defenderse  del  y  echarlo  fuera  como  lo  echa 
los  otros  miembros  por  do  passa.  Y  también  auemos  de  saber 
que  ningún  humor  no  haze  calentura  hasta  que  se  podresce, 
porque  con  el  pudrimiento  arde  como  un  muladar,  y  ardiendo 
echa  humos  podridos  de  sí.  que  suben  hasta  el  coraron. 
Y  como  el  coraron  es  un  horno  donde  se  cria  toda  la  calor 
que  se  reparte  por  el  cuerpo,  enciéndese  mucho  más  con  los 
dichos  humos,  que  son  una  leña  muy  aparejada  para  infla- 
marse y  dar  más  fuego  de  lo  que  es  menester.  Y  este  fuego 
extiéndese  desde  el  coraron,  generalmente  por  todos  los  otros 
miembros  del  cuerpo,  porque  vá  por  los  pulsos .  que  todos 
nascen  en  el  coraron,  y  se  reparten  por  todo  el  cuerpo,  y 
assí  todos  los  miembros  padescen  grande  ardor  y  calentura. 
De  manera  que  el  humor  no  haze  calentura  hasta  que  sea 
podrido. 

»A.  Quando  estaua  este  humor  en  las  venas,  ¿por  qué  no 
hazia  calentura? 

•  V.    Porque  aún  no  estaua  podrido. 

»i4.  Si  no  estaua  podrido,  ¿por  qué  lo  lan(;auan  fuera 
de  si? 

»  V.  Porque  estaua  tan  aparejado  para  corromperse,  que 
natura  no  lo  podia  corregir,  y  con  aquella  mala  qualidad 
hazia  tan  gran  sinsabor  en  las  venas,  que  no  lo  pudiendo 
sufrir  lan^vanlo  fuera  de  si  con  gran  furia,  como  haze  el 


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estómago  quando  siente  de  sí  alguna  cosa  muy  contraria  á  su 
naturaleza,  y  muy  enemiga  de  su  condición ,  que  á  pesar  de 
su  dueño,  la  echa  de  sí  haziendo  vómitos  con  gran  ímpetu 
y  violencia,  como  acontece  á  muchas  personas  delicadas 
cuando  toman  purga ,  ó  á  los  que  beuen  ponzoña.  Assí  que 
las  venas,  con  su  instinto  natural,  sintiendo  el  humor  que 
está  á  punto  de  dañarse  y  que  es  disconueniente  á  su  natura, 
echánlo  fuera  antes  que  acabe  de  dañarse ,  y  todas  las  otras 
partes  por  do  passa  también  lo  echan  como  á  mal  huésped 
que  viene  herido  de  pestilencia. 

•i4.  Y  en  las  venas  ¿no  acontece  algunas  veces  que  haya 
humores  podridos  y  corruptos? 

»  V.  Sí  acaesce,  porque  no  pudieron  más  que  ellos  para 
lanzarlos. 

»i4.     Y  destos  ¿qué  se  haze? 

»F.  Házese  la  calentura  continua,  que  dura  hasta  que 
sane  ó  muera  el  enfermo,  y  si  este  humor  es  cólera,  házese 
terciana  continua. 

9 A.    Si  es  continua,  ¿por  qué  la  llaman  terciana? 

«  V.  Porque  guarda  la  proporción  y  semejanza  de  ter- 
ciana, arreciándose  á  los  terceros  dias.  Y  si  es  flegma,  házese 
cotidiana  continua,  que  sube  y  abaja  cada  dia.  Y  si  es  melan- 
cholía,  házese  quartana  continua,  que  cresce  al  quarto  dia. 
Y  si  es  sangre,  está  siempre  en  una  igualdad. 

•A,  La  doctrina  es  dulce,  mas  pasemos  más  adelante. 
Sepamos:  ¿dónde  estaua  la  calentura  de  la  terciana,  quándo 
se  quitó  y  cómo  viene  tan  concertadamente  á  sus  plazos? 

nV.  La  calentura,  en  la  hora  de  la  huelga,  no  está  actual- 
mente en  ninguna  parte.  Porque  cada  una  que  viene,  ella 
misma  quema  y  consume  el  humor  que  la  haze.  Y  acabado 
de  quemar,  acábase  ella ,  como  se  acaba  el  fuego  cuando  la 
leña  se  haze  ceniza. 

•A.  Si  el  humor  se  acaba,  ¿por  qué  razón  buelue  otra  y 
otra  calentura? 

»  V.  Buelue  por  razón  del  mal  humor  que  queda  en  las 
venas. 

»i4.  ¿Pues  no  decís  que  lo  echan  fuera  de  sí,  y  que  no  lo 
consienten  quedar  allá? 


—    121    — 

si  bien  todavia  no  había  olvidado  las  enseñanzas  de  Avicena 
ni  las  de  Averroes»  daba  la  preferencia  á  las  de  los  autores 
griegos  y  latinos,  aunque  no  era  helenista  y  trataba  con 
desden  á  los  gramáticos  de  su  tiempo,  como  se  ha  visto  en  la 
carta  que  dirigió  á  Hernán  Nuñez  Pinciano  en  1 5^6 ;  en  ella 
misma  nos  dá  un  testimonio  directo  de  que  se  habia  consa- 
grado al  estudio  de  los  escritores  griegos,  pues  dice  al  famoso 
Comendador  que  ctenía  puestos  en  limpio  muchos  libros  de 
Galeno,  especialmente  el  De  virtutibus  naturalibus,»  y  más 
adelante  a&ade  que  tholgara  ponerse  en  examen  contra  toda 
Turquía  en  las  obras  de  Aristóteles ,  y  Theofrasto»  y  Platón, 
y  Plotino,  y  Galeno.» 

Como  jra  se  ha  dicho,  las  doctrinas  de  la  filosofía  arábiga 
tuvieron  en  Occidente  su  principal  centro  en  la  escuela  de 
Pádua,  donde  se  prolongó  el  reinado  científico  de  Averroes 
hasta  mediados  del  siglo  xvu.  Uno  de  los  sabios  más  célebres 
de  esa  escueta  fué  Pedro  Abano,  que  murió  en  i3i5,  y  que 
escribió  el  libro  titulado  ConciUator  diferentiarum  philos<y- 
phorum  et  medicorum ,  fundamento  de  las  doctrinas  médicas 
de  Pavía,  que  ampliaron  luego  Zimara  y  Tomitano.  Aunque 
Abano  no  conocia  el  Colliget  ni  las  otras  obras  especiales  de 
Medicina  de  Averroes,  la  suya  está  sacada  de  los  libros  filosó- 
ficos del  sabio  andaluz,  y  como  alcanzó  tan  grande  autoridad 
entre  los  médicos,  fué  conocida  por  Villalobos;  pero  éste  no 
era  de  sus  sectarios  y  consagró  uno  de  los  doce  principios  de 
su  obra  titulada  Congresiones ,  á  combatir  las  doctrinas  de 
Abano,  si  bien  defendiendo  á  Avicena,  cuyas  teorías,  así 
filosóficas  como  médicas,  se  acercaban  más  á  las  de  los  griegos 
que  las  de  Averroes,  y  mucho  más  que  las  de  los  averroistas 
de  la 'escuela  de  Pádua.  La  conclusión  ó  principio  en  que 
trata  Villalobos  del  libro  de  Pedro  de  Abano,  ó  aponense,  es 
el  noveno,  y  lleva  por  epígrafe  De  ultione  avicence.  La 
materia  á  que  se  refiere  Abano  es  el  origen  del  dolor,  y 
combate  la  teoría  de  Avicena  que  defiende  Villalobos ,  apo- 
yándose justamente  en  el  texto  de  Galeno,  que,  según  afirma 
nuestro  físico,  no  habia  interpretado  bien  el  doctor  Patavino. 

Todo  lo  dicho  y  lo  que  fácilmente  pudiera  deducirse  de 
las  obras  de  Villalobos ,  confirma  lo  que  hemos  manifestado 


_   ,42- 

que  en  ella  están  comprendidos,  modificados  y  anulados,  no 
es  ni  puede  considerarse  como  el  conjunto  de  funciones,  lú 
como  la  fuQpion  única  y  total  de  la  misma  vida,  por  lo  cual 
la  hipótesis  ó  teoría  que  trate  de  explicar  la  salud  y  la  enfer- 
medad como  una  fermentación,  sei^  incompleta,  y,  por  lo 
tanto,  falsa,  pues  no  comprenderá  la  totalidad  de  los  fenómenot 
normales  que  constituyen  la  vida,  ni  todos  y  cada  uno  de  los 
anormales,  que  son  la  enfermedad;  la  manifestación  más 
completa  de  ésta  es  la  fiebre ,  por  lo  que  algunos  filósofos  la 
han  llamado  la  enfermedad  pura  ó  la  enfermedad  por  exce- 
lencia ,  y  ya  Hipócrates  en  su  libro  de  las  Epidemias^  en  sus 
Aforismos  y  en  sus  Pronósticos,  consideró  la  fiebre  como 
una  afección  esencial  que  puede  complicarse  con  todas  las 
enfermedades  y  complicarlas  todas.  En  efecto,  la  fiebre  es  el 
esfuerzo  total  de  la  vida  para  reducir  á  la  unidad  una  ó  varias 
funciones  anormales  del  organismo,  concepto  que  formuló 
con  entera  precisión  y  claridad  nuestro  Gomeif  Pereira ,  de 
quien  sin  duda  lo  tomaron  varios  médicos,  entre  otros  Haller, 
quien  definió  la  fiebre  diciendo  que  nest  ipsa  naturas  instru- 
mentum  quo  partís  ptiris  ab  impuris  recemit,*  definición 
menos  filosófica  que  la  de  Gómez  Pereira,  y  en  su  fondo 
idéntica  al  concepto  que  de  la  fiebre  expone  Villalobos  en  el 
diálogo  de  que  hemos  copiado  los  anteriores  trozos. 

No  han  llegado  á  nosotros  las  demás  obras  de  Medicina 
de  que  el  mismo  Villalobos  dá  noticia  en  varios  de  sus  escritos, 
entre  las  cuales  es  de  sentir  la  pérdida,  más  que  de  otras, 
de  una  de  que  habla  en  su  Diálogo  del  calor  natural  en  estos 
términos.  «En  latin  tengo,  escripto  esto  y  otras  cosas,  en  un 
tratado  que  se  dice  De  potentia  vitaii.  Mas  los  impresores  de 
España  no  quieren  imprimir  libros  de  latin  si  el  mismo  autor 
no  pone  la  costa  de  su  casa.  Y  como  yo  no  soy  librero,  tengo 
por  pesadumbre  trabajar  en  el  estudio  de  la  obra  y  gastar  la 
hacienda  en  el  provecho  de  los  que  no  lo  han  de  agradecer. 
Antes  espero  que  aura  muchos  rapazes  que  mordiéndome 
quieran  ganar  honra  conmigo.»  De  estas  palabras  se  infiere 
que  no  son  sólo  de  estos  tiempos  la  falta  de  afición  al  estudio, 
la  mordacidad  de  la  crítica  y  la  escasez  de  lectores  para  los 
libros  serios ,  mayormente  si  están  escritos  en  latin.  También 


-143- 

se  sabe  que  tradajo  y  coineotó  VülaloJM»  Tariot  libras  de 

Gileiio  7  de  otros  autores,  de  que  dá  nocida  en  su  carta  á 

fldnan-Nuñez  Pinciano. 
El  Diálogo  del  calornatiaral^  aunque  no  es  estrictamente 

00  tratado  de  Medicina,  tiene  con  esta  ciencia  estrecUnma 
idacion,  y  por  eso  daremos  aquí  sucinta  noticia  de  la  opinión 
de  Villalobos  sobre  tan  importante  y  misterioso  asunto. 
Bueno  es  recordar  el  papel  que  en  la  Medicina  galénica  y  en 
b  de  los  árabes,  reinante  hasta  los  tiempos  modernos,  hacen 
d  calor  y  el  Crio,  la  sequedad  y  la  humedad,  y,  por  tanto, 
entre  los  médicos  de  aquellas  escuelas  el  problema  del  calor, 
llamado  por  ellos,  natural,  era  de  la  mayor  importancia;  la 
opinión  de  Villalobos  no  difiere  de  las  de  los  fikSsofbs  arísto- 
tdiccs,  entre  los  que  él  mbmo  se  cuenta,  pues  en  este  diálogo, 
discutiendo  las  opiniones  y  teorías  relativas  á  la  digestión, 
dice:  «Mas  nosotros  responderemos  por  otro  camino  más 
conforme  á  la  vía  de  los  peripatéticos,  pues  que  somos  de  su 
vando;*  y  en  armonía  con  las  doctrinas  de  esta  escuela,  expone 
Villalobos  la  teoría  del  calor  natural  en  estos  términos: 
tSabed  que  la  causa  principal  de  este  calor  es  el  ánima,  que 
haze  todas  las  obras  mediante  los  instrumentos  que  tiene 
para  venir  en  los  actos  segundos ,  porque  primeramente  ella 
da  ser  al  cuerpo  para  que  sea  lo  que  es;  y  tras  esto,  es  causa 
de  todas  las  operaciones  que  se  hazen  en  el  cuerpo,  y  esto  se 
llama  acto  segundo.  El  instrumento  que  ella  tiene  para 
engendrar  esta  calor  en  el  corazón  y  en  el  espíritu  que  está 
dentro  del  y  de  todos  los  pulsos,  es  el  incesante  movimiento 
que  hace  el  mismo  coraron  y  los  pulsos  que  nascen  del, 
porque  todo  movimiento,  como  está  dicho,  es  causa  de  calor 
actual,  no  solamente  en  los  animales,  sino  también  en  los 
inanimados.»  Como  se  vé,  el  fenómeno  vital  de  que  se  trata 
no  es  para  Villalobos  más  que  una  aplicación  del  principio 
motus  est  causa  caloris,  que,  según  los  descubrimientos 
de  la  moderna  termo-dinámica,  podria  también  formularse 
diciendo  calor  est  causa  motus,  porque  como  dicen  con 
Grove  todos  los  físicos  modernos,  existe  una  unidad  superior 
de  todas  las  fuerzas  físicas ;  pero  es  lo  cierto  que  ellas  solas 
no  bastan  para  explicar  el  calor  natural,  como  no  bastan 


—  «44  — 

para  explicar  los  demás  fenómenos  de  la  vida,  por  lo  que 
tampoco  basta  á  explicar  aquel  fenómeno  la  oxigenación  de 
la  sangre,  asimilada  por  los  fisiólogos  modernos  á  la  combus- 
tión: el  movimiento  orgánico,  la  oxigenación,  las  fermenta- 
ciones y  secreciones  que  se  verifican  en  el  organismo,  contri- 
buyen á  la  producción  del  calor,  efecto  y  manifestación  de 
la  vida,  que,  como  hemos  dicho,  abraza  y  comprende  todos 
los  momentos  anteriores  y  los  varios  fenómenos  que  consti- 
tuyen la  esfera  de  la  naturaleza;  por  lo  demás,  la  importancia 
del  calor  en  el  organismo  es  tal,  que  con  razón  se  ha  dicho: 
El  calor  es  la  viday  el  frío  la  muerte. 


-.45- 


III. 


LA  GLOSA  DE  LOS  DOS   PRIMEROS   LIBROS   DE    PLINIO. 
EL  TRATADO  DE  CUERPOS  NATURALES. 


J 


Al  dar  noticia  de  las  interesantes  cartas  que  mediaron 
entre  Francisco  López  de  Villalobos  y  Hernan-Nuñez  Pin- 
ciano,  hemos  hablado  de  los  comentarios  latinos  que  aquél 
escribió  sobre  los  dos  primeros  libros  de  la  Historia  natural 
de  C.  Plinio  Segundo,  comentarios  fundados  en  las  doctri- 
nas peripatéticas  sobre  la  filosofía  de  la  naturaleza,  expues- 
tas luego  en  lengua  castellana  en  los  tratados  que  forman  la  \ 
primera  parte  de  los  Problemas*  La  obra  del  escritor  latino 
tuvo  hasta  los  tiempos  modernos  una  gran  importancia,  y 
sufrió,  más  que  otras  de  la  antigüedad,  las  consecuencias  de 
los  errores  cometidos  por  los  amanuenses  ó  copistas;  fueron 
aquéllos  tantos  y  tan  notables,  que  hacian  el  texto  en  muchos 
lugares  oscuro  y  hasta  ininteligible,  habiendo  dado  lugar  á 
que  esas  frases  se  conocieran  con  el  nombre  de  monstra  pli- 
niana.  Con  este  motivo  fué  objeto  la  obra  que  nos  ocupa, 
desde  muy  antiguo,  de  numerosos  comentarios  gramaticales 
los  más,  y  algunos  que  pueden  llamarse  filosóficos;  Villalobos, 
en  la  advertencia  al  lector  que  precede  á  los  suyos,  manifiesta 
un  desdén  poco  justificado  hacia  los  primeros,  y  expresa  su 
propósito  de  explicar  el  texto  de  Plinio  á  la  luz  de  la  filosofía 
natural. 

Ni  aun  los  adelantos  de  la  crítica  moderna  han  bastado 
para  depurar  el  texto  de  Plinio,  que  probablemente  fué 
siempre  incorrectísimo  y  oscuro,  como  no  podia  menos  de 
suceder,  dada  la  manera  como  el  autor  latino  escribió  su  obra, 


—  146  — 

que  no  es  más  que  un  centón  de  las  de  infinito  número  de 
autores  griegos  y  latinos,  que  habian  escrito  sobre  muy  diver- 
sas materias,  y  de  los  que  dá  noticia  al  final  de  cada  libro, 
llegando  su  número  á  dos  mil,  según  el  testimonio  de  su 
sobrino  Plinio  el  menor  en  una  de  las  dos  curiosísimas  cartas 
que  éste  escribió  sobre  la  vida  de  su  ilustre  y  famoso  deudo. 
Lo  que  en  ella  dice  de  la  actividad  intelectual  de  su  tío,  si 
bien  puede  creerse  exagerado,  desde  luego  revela  la  afición  de 
Plinio  al  estudio  y  su  insaciable  curiosidad  científica;  pues 
en  medio  de  las  atenciones  de  los  importantes  cargos  públicos 
que  desempeñó,  y  del  cuidado  que  consagraba  á  cultivar  la 
amistad  del  Emperador,  dedicaba  largas  horas  á  la  lectura, 
haciendo  siempre  extractos  y  comentarios  que  escribia  con 
gran  rapidez,  según  se  refiere  en  las  cartas  á  Marco,  á  que 
antes  aludimos,  en  las  que  dice  Plinio  el  joven  que  su  tio  le 
dejó  ciento  sesenta  comentarios,  escritos  de  letra  muy  menu- 
da por  una  y  otra  parte,  y  según  éste  le  refirió,  cuando  aun 
no  eran  tantos  en  número,  siendo  Gobernador  de  España 
pudo  venderlos  á  Largio  Licinio  en  400.000  sextercios. 

La  antigua  autoridad  de  Plinio  ha  disminuido  mucho  en 
los  tiempos  modernos,  pero  no  es  justa  la  crítica  severa  que 
han  hecho  algunos  escritores  contemporáneos  de  la  única 
obra  suya  que  ha  llegado  hasta  nosotros;  pues  en  la  carta  á 
que  nos  referimos  se  dá  noticia  de  otras  muchas  que  escribió 
sobre  muy  diferentes  materias.  Cuando  menos,  es  menester 
convenir  en  que  sin  la  Historia  natural  careceríamos  de  la 
noticia  de  muchos  autores  y  de  muchos  libros,  de  que  sólo 
por  su  conducto  la  tenemos;  y,  por  otra  parte,  sería  absurdo 
juzgar  á  un  escritor  de  la  antigüedad  con  el  criterio  de  las 
ideas  y  de  los  conocimientos  modernos.  Mr.  Litré,  que  es  uno 
de  los  últimos  traductores  de  Plinio,  después  de  exponer  el 
juicio  que  de  él  hicieron  Bufón,  Cuvier  y  Blainville,  enco- 
miástico con  exceso  el  primero,  prudente  y  comedido  el  del 
gran  naturalista  de  la  época  napoleónica,  y  harto  injusto  y 
severo  el  del  último,  manifiesta  el  suyo,  que  es  hoy  el  gene- 
ralmente admitido.  Según  el  sabio  francés,  Plinio  adolece, 
en  cuanto  á  las  doctrinas  fundamentales  y  filosóficas,  de  los 
defectos  propios  de  los  escritores  que  viven  en  épocas  de 


—  147  — 

transición;  esto  es,  de  inseguridad  y  vacilación  en  sus  opinio- 
nes, de  io  que  es  testimonio  evidente  el  cap.  VII  del  Ub.  11^ 
que  trata  de  Dios;  en  él,  siguiendo  las  doctrinas  de  la  escuela 
aocrática,  sostenidas  por' platónicos  y  aristotélicos,  y  tal  vez 
¡afluido  por  el  cristianismo,  ridiculiza  el  politeísmo,  que  no 
sólo  convertía  en  dioses,  personificándolas,  las  fuerzas  de 
la  naturaleza  y  seres  reales  ó  supuestos,  sino  las  cala» 
midades,  plagas  y  dolencias  que  suelen  afligir  á  la  humani- 
dad, recordando  con  este  motivo  el  templo  que  se  habia 
levantado  en  Roma  á  la  fiebre;  pero  al  mismo  tiempo  resulta 
confusa  é  indeterminada  la  idea  de  Dios;  pues  por  una  parte 
parece  que  acepta  su  intervención  eficaz  en  todas  las  cosas» 
por  otra  niega  su  omnipotencia,  y,  por  último,  al  final  de 
este  interesante  capítulo,  dice:  n^Per  quem  declarant  haud 
dubie  natura  potentiat  id  quoque  esse  quod  Deum  voca- 
muSf9  que  es  la  fórmula  más  clara  y  concreta  del  más  abso- 
luto naturalismo. 

En  cuanto  á  lo  que  propiamente  constituye  lo  que  hoy 
llamamos  ciencias  naturales,  no  fué  Plinio,  sin  embargo  de 
sus  viajes  y  de  su  permanencia  en  diversas  regiones  de  la 
tierra,  como  Aristóteles,  un  observador  atento  de  los  seres 
naturales;  porque  como  ya  hemos  indicado ,  su  carácter  pre- 
dominante era  la  erudición;  conocia  las  cosas,  no  por  la 
observación  directa,  sino  por  los  libros,  y  falto  además  de  las 
doctrinas  que  podian  servirle  de  guía,  admite  sin  reparo  lo 
mismo  los  hechos  ciertos  y  comprobados  que  las  invenciones 
más  absurdas,  hijas  de  la  extravagente  fantasía  de  escritores 
antiguos,  ó  de  personas  indoctas  que  de  ellas  les  daban  noticia. 
De  los  treinta  y  siete  libros  que  se  conservan  de  esta  obra, 
sólo  algunos  tratan  de  minerales,  plantas  y  animales;  la 
astronomía,  la  geografía,  las  artes  mecánicas  y  bellas  son 
objeto  muy  principal  de  este  trabajo  enciclopédico,  y  en 
estas  materias  dominan  las  teorías  v  los  conocimientos  del 
tiempo  en  que  escribía  Plinio;  ya  hemos  dicho  que  su  estilo 
es  oscuro  y  confuso,  á  lo  que  contribuye,  no  sólo  la  rapidez 
con  que,  sin  duda  ninguna,  redactaba  sus  obras,  sino  su 
afectado  laconismo  y  el  uso  del  lenguaje  figurado,  que  es  tan 
impropio  de  las  materias  científicas. 


—  148  — 

El  primer  libro  de  la  Historia  natural  es  un  prefacio  ó 
introducción  dirigida  al  Emperador  Vespasiano,  en  el  que 
menciona  los  principales  autores  de  que  tomó  los  elementos 
de  su  obra,  indicando,  además,  los  asuntos  á  su  parecer  más 
curiosos  que  en  ella  trata;  el  libro  segundo  contiene  las  teo- 
rías generales  sobre  la  naturaleza,  y  es  el  que  tiene  más  carác- 
ter científico,  como  fácilmente  se  deduce  de  los  epígrafes 
que  se  suelen  ponerá  los  ciento  doce  capítulos  de  que  consta, 
y  que  no  se  enumeran  por  no  alargar  extraordinariamente 
^ste  escrito,  bastando  á  nuestro  propósito  indicar  que  el  pri- 
mero es  como  sigue:  An  finitus  sit  mundus  an  unus;  y  en 
él,  consecuente  Plinio  con  sus  doctrinas  naturalistas,  asevera 
del  mundo  numen  esse  credi  par  est  eternum,  inmensum, 
ñeque  genitum,  ñeque  interiturum  unquam;  y  el  último, 
que  trata  de  armónica  mundi  ratiOj  según  la  cual  la  tierra 
que  habitamos  nonagesiman  sextam  millessimam  totius 
mundi  partem  fecit.  Basta  con  lo  dicho  para  que  se  com- 
prenda el  gran  interés  que  tiene  la  exposición  literal  y  los 
comentarios  de  Villalobos  á  este  segundo  libro  de  Plinio,  pues 
de  su  estudio  aparece  cuál  era  el  estado  de  las  ciencias  de  la 
naturaleza  en  España  al  principio  del  siglo  xvi,  cuando  aún 
no  habian  causado  las  doctrinas  de  Galileo  y  de  Copémico  la 
profunda  revolución  que  echó  las  bases  de  la  moderna  cos- 
mología, y  mucho  antes  de  que  Bacon  hiciera  prevalecer  para 
estos  ramos  del  saber  el  método  experimental  á  que  se  deben 
los  adelantos  que  son  legítimo  título  de  orgullo  de  esta 
última  época  de  la  historia.  Todavía  para  Villalobos,  como 
para  los  sabios  de  Europa  de  su  tiempo,  el  concepto  general 
del  mundo  es  tal  como  lo  expone  D.^  Oliva  Sabuco  de  Nan- 
tes  en  los  siguientes  términos:  «Pues  imagina  (Sr.  Veronio) 
un  huevo  de  avestruz,  grande,  redondo,  con  tres  claras  y 
once  cascaras.  En  este  huevo  la  yema  pequeña  redonda  es  la 
tierra,  y  la  primera  clara  pequeña  que  la  cerca  es  el  agua 
(que  toda  la  cercaba),  y  la  segunda  clara  mayor  es  el  aire,  y 
la  tercera,  muy  más  mayor,  es  el  fuego.  La  primera  calcara 
es  el  primer  cielo,  y  la  segunda  es  el  segundo  cielo,  etc.;  y 
estos  cuatro  elementos  son  la  materia  de  todas  las  cosas  de 
este  mundo,  y  de  esta  materia  toman  sus  varías  formas  todos 


—  M9  — 

los  mixtos  que  tienen  cuerpo,  y  toman  su  forma  las  que  tie- 
nen la  parte  vegetativa,  como  plantas;  y  de  esta  materia  toman 
su  forma  las  que  tienen  vegetativa  y  sensitiva,  como  anima- 
les; y  de  esta  segunda  forma  de  elementos,  y  tercera  de  ani« 
males,  toma  su  forma  el  cuerpo  del  hombre  natural,  todo  lo 
que  tocaá  la  vegetativa,  porque  la  intelectiva  y  racional  (que 
es  el  alma)  tomó  del  cielo.  Del  elemento  del  aire  está  lleno 
todo  lugar;  ninguno  puede  estar  vacio  en  tanto  que  el  agua 
sube  arriba;  si  le  quitas  el  aire  á  una  paja  ó  canon  sorbién- 
dola hacia  arriba,  y  el  plomo  ó  tierra  subirá  también  si  le 
quitan  el  aire  circunstante»  (i). 

Estas  hipótesis  rectificadas,  ó,  mejor  dicho,  refutadas  por 
la  ciencia  moderna,  son  las  que  informan,  como  ahora  se 
dice,  las  glosas  de  Villalobos  al  libro  segundo  de  Plinio,  al 
cual  precede  una  introducción,  dividida  en  seis  capítulos,  que 
ofrece  un  interés  particular  para  nuestra  historia  científica  y 
literaria;  el  encabezamiento  de  esta  curiosa  introducción  es 
como  sigue: 

•Evpositio  liieralis  in  Plinium  veronensem  Francisci 
de  Villalobos  medid  divi  Charo li  cesar is  Augusti  romano- 
rum,  Hispanorum  et  utriusque  Sicilia^  invictissimi  regís  et 
insularum  occeani  occidentalis  et  vastissimi  continentis 
usque  ad  alteram  ierras  faciem  imperatoris  portentissimi. 
Feliciter  incipit. 

Operis  prefatio  in  sex  capitula  divissa, 

Ilustrissimo  principi  et  reverendissimo  presuli  domino 
Alfonso  de  Fonseca  Toleiano  Archiepiscopo  atque  Hispa- 
niarumprimati  Franciscas  de  Villalobos  artium  medicine 
profesoris  S.  P. 

Capitulum  primum.9 

En  este  capítulo  refiere  Villalobos  cómo  el  Arzobispo 
Fonseca  despertó  en  su  ánimo  el  deseo  de  emprender  esta 


(i)    Nueva  filosofía  déla  naturalei^a  del  /tom^r^.— Coloquio  en  que 
se  trata  de  la  compostura  del  mundo  como  está. 


—  i5o  — 

obra  de  los  comentarios  de  Plinio,  por  virtud  de  una  conver- 
sación que  pasó  entre  ambos  en  Burgos;  el  Arzobispo  se  ma- 
nifestó admirado  de  que  no  hubiera  alguien  en  España  que 
aclarara  las  obscuridades  de  Plinio,  nacidas  de  su  concesión 
y  elegancia,  á  lo  que  respondió  Villalobos  que  él  lo  baria 
de  buena  gana,  sino  se  lo  impidiera  su  pobreza,  que  le  obli- 
gaba á  vivir  en  medio  del  bullicio  de  la  Corte  y  á  andar  con 
ella  vagabundo;  y  si  además  pudiera  proporcionarse  los 
libros  necesarios  para  su  trabajo.  Sin  duda  lo  intentó  á  poco. 
á  pesar  de  sus  circunstancias,  pues  dice  que  cuando  fué  más 
adelante  huésped  del  Prelado,  revisó  el  manuscrito  del  primer 
libro  y  emprendió  los  comentarios  del  segundo,  que  le  dedica. 

ítem  ad  eundem  hispaniarum  prímatenti  (Cap.  II.) 

Dice  Villalobos  que  para  ejercitar  los  ánimos  dormidos 
de  nuestra  España,  resolvió  abrir  las  puertas  de  Plinio,  cer- 
radas durante  tantos  siglos,  y  que,  obstruidas  por  el  tiempo, 
hicieron  al  abrirse  gran  ruido,  descubriéndose  y  saliendo 
á  la  luz  del  sol  los  ricos  tesoros  que  encerraban ,  de  los  que 
desde  entonces  podrían  gozar  los  aficionados  al  estudio.  De 
estas  frases,  que  no  dan  idea  exacta  de  las  grandilocuentes  y 
pretenciosas  del  texto  latino ,  se  infiere  que  Villalobos  estaba 
satisfecho  y  aun  orgulloso  de  su  trabajo,  y  así  se  explica  el 
efecto  que  debió  producirle  la  cruel  y  desdeñosa  critica«que 
de  él  hizo  Hernan-Nuñez  Pinciano  en  la  carta  de  que  antes 
hemos  dado  noticia ,  así  como  de  la  respuesta  de  Villalobos, 
que  como  solia  rendir  culto  á  las  musas,  revela  en  ella  el 
genus  irritabile  vatuum, 

Benevolis  lectoribus.  (Cap.  III.) 

Manifiesta  en  él  Villalobos  que  no  acepta  todas  las  opi- 
niones de  Plinio,  el  cual  dice  que  expone  breve  y  compen- 
diosamente las  ideas  de  los  antiguos.  Esta  salvedad,  más  que 
á  las  doctrinas  científicas  que  se  contienen  en  la  Historia 
natural  y  las  cuales  se  apartan  muy  poco  de  las  que  reinaban 
en  la  época  de  Villalobos,  se  refieren  á  lo  que  en  esta  obra  se 
relaciona  con  los  dogmas  del  Cristianismo;  y  la  protesta  del 
ilustre  físico  tiene  fácil  explicación  si  se  recuerda  que  habia 


—  i5i  — 

sido  acusado  de  nigromante  y  de  judio,  y  perseguido  por  la 
Inquisición.  Dice  además  Villalobos  en  este  capítulo,  que  su 
objeto  es  sólo  aclarar  el  texto  de  Plinio,  y  que  aunque  se 
proponía  comentarlo  todo,  como  la  obra  era  larga  y  la  vida 
breve»  publica  los  dos  libros  que  tenía  esclarecidos  aun  sin 
haberlos  corregido  del  todo,  para  que  otros  pudieran  conti- 
nuar y  perfeccionar  el  trabajo  comenzado,  por  lo  cual  pide 
que  los  estudiosos  lo  corrijan  (sine  calumnia)  en  las  márgenes. 

Circa  traduccionem  Plinii  in  sermonis  vulgaris 
qidbus  iam  barbarus  factus  est.  (Cap.  IV.) 

Villalobos  dice  en  este  capítulo  que  ha  visto  una  traduc- 
ción de  Plinio  en  idioma  toscano,  y  que  ha  oido  decir  que 
se  estaba  haciendo  otra  de  esta  lengua  á  la  española ,  y  con 
este  motivo  advierte  que,  como  en  la  versión  toscana  se  con 
servan  y  aun  aumentan  las  oscuridades  y  los  errores  del 
texto  de  Plinio,  si  en  la  española  se  corrigen  y  esclarecen 
algunos  con  arreglo  á  sus  comentarios,  sin  nombrarlo  se 
cometerá  un  hurto  y  denunciará  al  traductor  ante  los  jueces. 
No  hemos  podido  averiguar  si  llegó  á  hacerse  la  traducción 
española  de  Plinio  de  que  habla  Villalobos,  y  casi  se  puede 
afirmar  que  á  lómenos  no  llegó  á  imprimirse,  pues,  como  se 
sabe,  sólo  se  conoce  en  nuestra  lengua  la  que  publicó  Jeró- 
nimo García  de  la  Huerta,  médico  y  familiar  del  Santo  Oficio, 
con  escolios  y  anotaciones,  en  1624. 

De  modo  in  presentí,  explanatione  servando.  (Cap.  V.) 

Expone  Villalobos  en  este  capítulo  el  método  que  ha  se- 
guido en  su  obra,  y  que  consiste  en  poner  primero  de  mani- 
fiesto el  pensamiento  oscuro  del  autor;  después  procede  á  la 
explicación  literal,  y  si  alguna  palabra  del  texto  no  es  de 
origen  latino,  y  de  lengua  que  él  ignora,  la  explica  según  su 
sentido;  para  mayor  claridad,  divide  en  párrafos  los  capítulos 
y  comenta  separadamente  cada  uno  de  ellos. 

De  presentís  voluminis  subjetís  enarrandis.  (Cap.  VI.) 

Este  capítulo,  como  su  texto  indica,  contiene  una  enume- 
ración de  las  materias  que  se  contienen  en  el  segundo  libro 


—    l52    — 

de  Plinio,  y  Villalobos  las  ordena  y  expone  con  acierto  en 
estos  términos:  «Trátase  en  general  del  cielo,  del  mundo  y  de 
su  plenitud,  y  especialmente  de  las  estrellas,  de  los  elementos, 
de  los  cuerpos  que  se  engendran  en  el  aire  y  de  los  efectos  y 
casos  admirables  de  todas  las  cosas,  y  al  hacerlo  dá  noticias 
de  la  teología  platónica,  de  la  antigua  astrología,  de  las  mate- 
máticas, y  principalmente  de  filosofía  natural.  Este  libro  se 
puede  dividir  en  tres  partes:  en  la  primera  se  trata  del  cielo 
y  de  los  elementos  en  general,  también  de  las  estrellas,  y  acci- 
dentalmente de  Dios;  en  la  segunda  se  habla  del  aire  y  de 
todo  lo  perteneciente  á  él,  y  en  la  tercera  se  discurre  de  la 
tierra  y  de  las  cosas  anexas  á  ella,  como  el  agua  y  el  fuego 
que  en  la  tierra  existen. 

Ya  hemos  dicho  que  los  asuntos  comprendidos  en  el 
segundo  libro  de  Plinio  y  explicados  por  Villalobos  en  sus 
Comentarios,  son  en  parte  objeto  de  la  primera  división  de  los 
Problemas,  que,  como  dice  su  autor,  contienen  dos  tratados: 
el  primero  es  de  cuerpos  naturales,  que  comprende  seis 
metros  con  sendas  glosas;  en  aquéllos  están  formuladas  en 
verso,  á  manera  de  problemas,  las  cuestiones  que  luego  en 
éstas  se  dilucidan  .  y  que  se  refieren  al  sol  y  á  la  luna  y  á  los 
principales  planetas,  á  los  cuatro  elementos,  al  fuego,  al  aire 
y  á  la  tierra;  el  sexto  metro  trata  del  Paraíso  terrenal,  y 
tiene  por  objeto  combatir  la  opinión  de  los  que  tdixeron  que 
el  Paraíso  terreno  que  Dios  crió  para  el  hombre  en  los  prin- 
cipios de  la  creación  del  mundo,  estaba  en  una  montaña  tan 
alta,  que  quasi  alcanzaba  al  cielo  de  la  luna.» 

Estos  problemas,  que  tratan  de  cuerpos  naturales,  están 
planteados  en  la  siguiente  forma : 

METRO  PRIMERO. 

¿Por  qué  el  Sol,  desde  su  esphera 
haze  un  dia  natural 
menor  que  otro,  jque  es  su  igual , 
siendo  todo  una  carrera? 
¿Y  por  qué  sus  compañeros 
Mercurio  y  Venus,  con  él 


—  i53  — 


delanteros  y  ^agüeros , 
tan  poco  se  apartan  del  ? 


No  hay  para  qué  decir  que  los  actuales  conocimientos 
astronómicos  destruyen  las  explicaciones  dadas  por  Villa- 
lobos, así  de  la  revolución  diurna  de  la  tierra  como  de  la 
posición  relativa  de  Mercurio  y  Venus. 


METRO  SEGUNDO. 


¿Por  qué  la  Luna,  dotada 
de  belleza  y  señorío, 
no  tiene  de  su  natío 
claridad,  sino  emprestada? 
Y  se  hace  en  todos  meses 
quarta  y  media ,  y  toda  entera 
por  una  y  otra  ladera , 
con  otros  mil  entremeses. 

Lo  mismo  que  de  los  anteriores  puede  decirse  de  estos 
problemas,  debiendo  sólo  advertir  que  Villalobos  participa 
de  las  opiniones  de  su  tiempo  sobre  el  influjo  de  la  luna, 
materia  todavía  oscura  y  dudosa. 

METRO    TERCERO. 

¿Por  qué  los  quatro  elementos, 
siendo  grandes  enemigos, 
en  un  cuerpo  están  amigos, 
abracados  y  contentos? 
¿Y  por  qué  el  fuego  no  enciende 
todo  el  orbe  por  mil  modos, 
pues  es  mayor  y  se  extiende , 
y  es  más  potente  que  todos? 

Como  se  vé,  aquí  se  trata  de  la  teoría  aristotélica  de  los 
elementos  y  de  la  doctrina  de  los  mixtos  ^  de  que  se  hace 
mención  en  el  fragmento  de  D.*  Oliva  Sabuco,  que  hemos 
copiado. 


—   124  — 

forma  ni  á  los  arrebatos  de  la  imaginación;  pero  no  se  puede 
desconocer  que  la  obra  de  Villalobos  se  ajusta  á  las  condi- 
ciones del  género  á  que  pertenece,  y  no  se  le  debe  tampoco 
negar  la  gloria  de  haber  sido  entre  los  españoles  el  primero 
que  intentó  popularizar  la  medicina,  combatiendo  de  este 
modo  la  pedantería,  que  suele  ser  achaque  tan  general  en 
los  que  se  dedican  á  su  estudio  y  su  ejercicio,  y  sin  duda 
debió  tener  presente  esta  producción  de  Villalobos  Sorapan 
de  Reinos^  al  escribir  su  Medicina  en  refranes  vulgares. 

Por  todas  estas  consideraciones  se  ha  resuelto  reimprimir 
en  el  volumen  XXIV  de  la  colección  de  los  Bibliófilos  el 
Sumario  de  Medicina,  pues  su  rareza  es  ya  tal,  que  sólo  exis- 
te, que  se  sepa,  el  ejemplar  que  posee  el  Sr.  Marqués  de  San 
Román,  y  el  que,  según  manifiesta  el  Sr.  Jorge  Gaskoin,  se 
conserva  en  el  Museo  Británico^  porque  si  bien  éste  habla 
en  su  libro  sobre  Villalobos,  de  un  ejemplar  que  existia  en 
la  biblioteca  del  Sr.  Marqués  de  la  Romana,  incorporada  ya 
en  la  Nacional,  y  de  otro  que  habia  en  este  establecimiento, 
según  las  noticias  que  le  comunicó  el  Dr.  Montejo,  han  sido 
inútiles  las  tentativas  que  se  han  hecho  para  encontrarlo. 

Como  las  coplas  sobre  las  pestíferas  bubas  forman  parte 
del  volumen  en  que  se  contiene  el  Sumario ^  no  hemos  que- 
rido suprimirlas  para  dar  idea  exacta  de  tan  raro  libro,  aun- 
que han  sido  varias  veces  reimpresas,  especialmente  por  el 
Sr.  Morejon  en  el  apéndice  III  de  su  Historia  bibliográfica^ 
y  por  el  Sr.  Chinchilla  en  su  Historia  de  la  medicina  espa- 
ñola, además  á  este  tratado  debe  principalmente  Villa- 
lobos la  fama  de  que  goza  como  médico,  sobre  todo  en  el 
extranjero. 

Sería  muy  largo,  y  además  fuera  de  lugar,  exponer  cuanto 
se  relaciona  con  el  asunto  de  las  bubas;  basta  decir  que  la 
enfermedad  á  que  se  refiere  y  su  tratamiento,  constituyen  hoy 
una  de  las  pocas  especialidades  ó  monografías  bien  estudia- 
das y  constituida  casi  con  carácter  científico.  Desde  su  apa- 
rición en  el  año  de  1493  se  han  consagrado  á  su  estudio  mu- 
chos médicos,  y  se  han  escrito  y  se  escriben  cada  dia  muchas 
obras  acerca  del  asunto,  empezando  por  la  cuestión  relativa 
á  su  origen,  teniéndose  ya  por  indudable  que  la  sífilis  fué 


—  i55  — 

la  tierra  y  las  aguas  dulces  que  en  ella  abundan  están 
dispuestas  para  la  existencia  de  los  hombres ;  y  sin  duda  en 
vista  del  espectáculo  que  ofrecia  el  mundo  en  su  tiempo  con 
el  descubrimiento  de  América,  dice:  «Aunque  ya  la  ingratitud 
y  la  avaricia  han  crecido  tanto  que  está  tan  poblada  quasi  la 
mar  de  hombres  como  de  peces,  y  en  ella  nascen  y  en  ella 
mueren,  y  no  perdonan  los  golfos,  ni  los  estrechos,  ni  otros 
monstruos  marinos,  ni  los  rigores  del  tiempo,  ni  las  tempes- 
tades, ni  los  cielos  notos,  ni  los  ignotos,  ni  el  polo  Ártico,  ni 
el  polo  Antartico,  todo  lo  rodean,  todo  lo  ciñen  por  arriba  y 
por  abajo  con  muerte  de  los  otros  y  de  sí  mismos,  y  con 
estragos  y  crueldades  nunca  oidas,  como  más  largamente  se 
dirá  adelante,  y  finalmente,  todos  acaban  en  el  agua  y  comien- 
zan en  el  niego,  que  nunca  se  acaba.» 

Ya  se  ha  dicho  que  el  metro  sexto,  que  tan  poca  relación 
tiene  con  los  cuerpos  naturales  ^  se  refiere  al  lugar  en  que 
estaba  el  Paraíso,  y  puede  considerarse  como  una  transición 
á  las  cosas  morales  de  que  tratan  los  problemas  sucesivos,  y 
su  texto  es  el  siguiente : 

METRO  SEXTO. 

¿Por  qué  hay  opinión  alguna 
del  Paraíso  terrenal , 
que  diga  que  es  quasi  igual 
en  altura  con  la  luna? 
Y  que  si  Adam  no  cayera 
de  aquel  lugar  soberano, 
con  un  buen  salto  que  diera 
la  alcanzara  con  la  mano. 

Para  demostrar  la  analogía,  en  cuanto  á  la  forma,  de  estos 
metros  con  las  preguntas  del  licenciado  Alfonso  López  de 
Corellas,  que  sin  duda  tuvo  aquéllos  presente  ^  pues  él 
publicó  las  suyas  en  1546,  véanse  algunas  de  ellas: 

I.*  La  primera  es  por  qué  son 
los  hombres  de  alta  figura. 


—  i56  — 

2.*  Y  por  qué  es  de  carne  dura 

el  hombre  de  ingenio  grueso. 
3.*  Por  qué  el  furioso  en  exceso 

es  de  cabecea  pequeña. 
4.*  Por  qué  de  lo  que  uno  sueña 

se  nota  la  complescion  (i). 

Ya  se  ha  dicho  también  que  análoga  forma  tienen  las 
famosas  preguntas  del  Almirante^  «de  las  cuales  la  tercia 
parte  es  de  preguntas  de  dubdas  naturales.» 


( I )    Trescientas  preguntas  de  cosas  naturales,^.,  1 346. 


-  i57- 


OBRAS  LITERARIAS. 


IV. 


TRADUCCIÓN  DEL  AMPHITRION  DE  PLAUTO,  EL  TRATADO 
DE    LOS    PROBLEMAS    DE    COSAS    MORALES»    ETC. 


'  La  primera  obra  literaria  de  que  se  tiene  noticia  debida 
á  la  pluma  de  Francisco  López  de  Villalobos,  es  la  traducción 
y  glosas  de  la  comedia  llamada  Amphitrion  del  famoso  poeta 
latino  Plauto.  Los  bibliógrafos  españoles  afirman  que  fué 
impresa  en  el  año  de  i5i5,  aunque  ninguno  de  ellos  asegura 
haber  visto  esta  edición,  que  tampoco  nosotros  hemos  logrado 
encontrar;  pero  ya  aparece  formando  parte  del  volumen 
impreso  en  Zamora  en  i543,  que  contiene  la  primera  edición 
de  los  Problemas. 

No  puede  dudarse  que  esta  obra  fué  escrita  antes  de  i5i5, 
pues  en  su  proemio,  dirigido  á  D.  Garci-Fernandez  Man- 
rique, se  lee  lo  siguiente:  «Si  esta  comedia  no  tubiesse  auto- 
ridad, deue  ser  tenida  en  mucho  por  parte  de  Vmd.,  á  quien 
es  dirigida  y  recomendada,  por  tres  partes  que  hay  en 
vos,  que  cualquier  dellas  es  materia  de  muy  alta  poesía. 
La  primera  es  vuestra  cxcellente  genealogía.  Que  por  la 
parte  del  Sr.  Conde  de  Osorno,  á  quien  Dios  dé  salud, 
cuyo  hijo  primogénito  vos  sois  por  línea  derecha,  descen- 
déis del  muy  esclarecido  tronco  de  los  Reyes  de  España 
y  de  la  antigua  y  noble  sangre  de  los  godos.  Y  por  la  parte 
de  la  Sra.  Condesa,  vuestra  madre,  hija  del  Sr.  D.  Gar- 
cialuares  de  Toledo,  illustrísimo  Duque  Dalua,  venís  de 
los  Emperadores  de  Constantinopla,  de  cuya  rayz  vino  á 


■V 


—  i54  — 


METRO  QUARTO. 

¿Y  por  qué  el  fuego  de  acá 
alumbra  todo  lo  oscuro, 
y  no  dá  luz  el  de  allá , 
siendo  más  neto  y  más  puro? 
¿Y  por  qué  el  fuego  engendramos, 
cada  hora  que  queremos , 
y  cuando  agua  no  hallamos, 
sin  agua  nos  quedaremos? 

La  explicación  que  dá  Villalobos  del  primer  problema, 
es  digna  de  notarse,  dice  ad :  «Y  fué  necesario  que  el  fuego, 
en  su  esfera,  fuese  invisible,  porque  su  sutileza  y  transparencia 
es  tan  celestial,  que  la  vista  corporal  no  la  puede  juzgar,  ni 
cae  debaxo  de  su  jurisdicción  material,»  opinión  que  recuerda 
la  de  Heghel,  que  al  tratar  de  la  luz  y  de  su  visibilidad,  dice 
cque  la  luz  pura  es  la  obscuridad  pura,»  y  que,  por  consi- 
guiente, para  hacerse  visible  es  menester  el  contraste  y 
oposición  de  la  luz  y  de  las  tinieblas. 

METRO  Qunrro. 

¿Por  qué  el  aire  y  la  tierra 
nunca  pelean  los  dos, 
habiéndolos  hecho  Dios, 
contrarios  de  buena  guerra? 
¿Y  por  qué  el  agua  del  mar 
no  es  más  potable  y  mejor, 
pues  la  hizo  el  Hacedor, 
y  la  puso  en  su  lugar? 

No  dá  Villalobos  explicación  de  lo  que,  según  la  doctrina 
de  los  elementos,  no  podia  tenerla,  esto  es,  de  que  la  tierra 
y  el  aire  no  obraran  como  el  agua  y  el  fuego.  Por  lo  que 
respecta  á  la  condición  del  agua  del  mar,  dice  que  es  salada 
porque  su  objeto  es  servir  de  habitación  á  los  peces,  asi  como 


—  i55  — 

la  tierra  y  las  aguas  dulces  que   en  ella  abundan  están 
dispuestas  para  la  existencia  de  los  hombres;  y  sin  duda  en 
vista  del  espectáculo  que  ofrecia  el  mundo  en  su  tiempo  con 
el  descubrimiento  de  América,  dice:  «Aunque  ya  la  ingratitud 
y  la  avaricia  han  crecido  tanto  que  está  tan  poblada  quasi  la 
mar  de  hombres  como  de  peces,  y  en  ella  nascen  y  en  ella 
mueren,  y  no  perdonan  los  golfos,  ni  los  estrechos,  ni  otros 
monstruos  marinos,  ni  los  rigores  del  tiempo,  ni  las  tempes- 
tades, ni  los  cielos  notos,  ni  los  ignotos,  ni  el  polo  Ártico,  ni 
el  polo  Antartico,  todo  lo  rodean,  todo  lo  ciñen  por  arriba  y 
por  abajo  con  muerte  de  los  otros  y  de  sí  mismos,  y  con 
estragos  y  crueldades  nunca  oidas,  como  más  largamente  se 
dirá  adelante,  y  finalmente,  todos  acaban  en  el  agua  y  comien- 
zan en  el  fuego,  que  nunca  se  acaba.» 

Ya  se  ha  dicho  que  el  metro  sexto,  que  tan  poca  relación 
tiene  con  los  cuerpos  naturales  ^  se  refiere  al  lugar  en  que 
estaba  el  Paraíso,  y  puede  considerarse  como  una  transición 
á  las  cosas  morales  de  que  tratan  los  problemas  sucesivos,  y 
su  texto  es  el  siguiente: 

METRO  SEXTO. 

¿Por  qué  hay  opinión  alguna 
del  Paraíso  terrenal , 
que  diga  que  es  quasi  igual 
en  altura  con  la  luna? 
Y  que  si  Adam  no  cayera 
de  aquel  lugar  soberano, 
con  un  buen  salto  que  diera 
la  alcanzara  con  la  mano. 

Para  demostrar  la  analogía,  en  cuanto  á  la  forma,  de  estos 
metros  con  las  preguntas  del  licenciado  Alfonso  López  de 
Corellas,  que  sin  duda  tuvo  aquéllos  presente,  pues  él 
publicó  las  suyas  en  1546,  véanse  algunas  de  ellas: 

i.^  La  primera  es  por  qué  son 
los  hombres  de  alta  figura. 


—  i6o  — 

Como  dice  VíUalobos,  la  traslación  del  original,  fuera  de 
las  supresiones  indicadas,  está  fielmente  hecha  con  arreglo  al 
texto  entonces  conocido  y  después  muy  perfeccionado»  espe- 
cialmente con  vista  de  los  fragmentos  descubiertos  hacia  el 
año  de  1840  por  ú  célebre  bibliotecario  de  la  vaticana^  Angelo 
Maí,  que  han  servido  de  base  á  las  ediciones  críticas  de  Plauto, 
hechas  en  Alemania,  donde  se  profesa  tan  fervoroso  culto  al 
cómico  latino,  que  justamente  la  obra  traducida  por  Villa- 
lobos fué  representada  en  su  primitiva  lengua  el  año  de  1844 
en  el  teatro  de  Berlín,  por  los  estudiantes  de  la  Universidad, 
ante  la  Corte  y  los  profesores  de  aquélla,  sirviendo  de  inter- 
medios algunas  odas  de  Horacio  puestas  en  música  para  este 
efecto. 

Aunque  el  original  en  ésta  como  en  las  demás  obras  dra- 
máticas de  griegos  y  latinos,  no  tenía  las  divisiones  que  hoy 
se  usan,  Villalobos  repartió  el  Amphitríon  en  escenas  que 
marcan  el  curso  de  los  sucesos,  y  al  principio  de  cada  una 
expone  el  que  en  ella  se  desenvuelve;  además  la  ilustra  con 
extensas  glosas,  en  que  más  que  explicaciones  históricas  y 
mitológicas,  abundan  las  reflexiones  morales  y  aun  las  mís- 
ticas; no  pertenece,  por  cierto,  á  este  género  la  última  glosa; 
pero  como  revela  la  índole  del  ingenio  de'  Villalobos,  y  su 
espíritu  de  observación,  la  pondremos  aquí  por  muestra  de 
las  demás. »  Allí  donde  dice:  No  me  pesa  de  partir  los  bienes 
con  Júpiter,  etc.,  nota  tque  los  muy  esforzados  son  la  gente 
del  mundo  que  con  mejor  paciencia  sufre  el  cuerno,  y  que 
más  presto  han  gana  de  satisfacerse  con  cualquiera  excusa- 
ción que  les  den;  y  de  aquí  viene  que  sus  mujeres  se  atreven 
á  ellos  mucho  más  que  á  los  ruynes  hacen  sus  mujeres.  La 
razón  dello  es  que  los  generosos  ánimos  contra  las  cosas 
flacas  no  quieren  tener  fortaleza,  y  desdéñanse  de  hacer  mal 
á  la  mujer;  como  los  feroces  lebreles  de  Irlanda,  no  quieren 
satisfacer  sus  sañas  contra  los  pequeños  gozques,  maguer  que 
de  sus  ladridos  sean  importunamente  perseguidos.  Mas  los  pu- 
silánimes, como  se  les  dobla  el  ánimo  contra  la  cosa  vencida, 
son  sus  mujeres  así  temerosas  y  sojuzgadas  de  ellos  como  lo 
son  las  ovejas  delante  del  hambriento  lobo.  Pero  si  éstos 
aciertan  con  mujer  matrera  y  varonil,  fáltales  el  corazón  y 


—  i6i  — 

sufren  los  cuernos  á  ojo,  sin  que  osen  hablar  en  ello.  De 
cualquiera  cosa  destas  podríamos  muchos  ejemplos  de  la 
historia  alegar,  sí  nuestra  intención  no  fuese  no  poner  hastío 
á  los  lectores.  Así  que  á  Amphitrion  luciéronle  entender  que 
era  Dios  del  cielo  el  que  se  echaua  con  su  -mujer,  siendo  el 
más  yellaco  hombre  y  el  más  dissoluto  y  adúltero  y  el  más 
bestial  nigromántico  que  jamás  ouo.»  En  consonancia  con 
el  espíritu  de  esta  glosa,  está  la  apostilla  ó  explicación  de  la 
escena  final  de  la  comedia,  que  dice:  «Hácense  las  amistades 
entre  Júpiter  y  Amphitrion,  y  vayase  el  diablo  para  ruyn.» 

«El  cumplimiento  de  la  comedia  sacado  de  otro  original» 
con  que  pone  fin  Villalobos  á  su  versión,  á  pesar  de  aquel 
epígrafe,  ni  es  de  la  pluma  de  Planto  ni  cabe  en  el  plan  de 
la  comedia,  ni  en  las  ideas  reinantes  en  su  época,  y  me  inclino 
á  creer,  aunque  sin  haber  hecho  las  necesarias  investigacio- 
nes, que  es  una  adición  del  mismo  Villalobos  para  completar 
lo  referente  á  la  fábula  de  Hércules,  que,  como  se  sabe, 
mató  en  la  cuna  las  serpientes  enviadas  por  Juno  para  ven- 
garse de  la  infidelidad  de  Júpiter,  y  me  fundo  para  creerlo 
asi,  en  primer  lugar,  en  lo  que  de  la  pasión  de  los  celos  se 
dice  en  esta  añadidura,  idéntico  á  lo  que  expone  Villalobos 
en  las  Sentencias  que  siguen  á  la  comedia,  y  en  segundo^  en 
el  corte  y  accidentes  át  farsa  villanesca  que  tiene  la  escena 
donde  el  desvergonzado  Socías  se  permite  las  más  picantes 
chanzonetas  con  Alcumcna  y  con  sus  esclavas,  que  en  castigfo 
le  aporrean  en  presencia  de  sus  dueños. 

Las  sentencias  que  sirven  de  comentarios  al  Amphitrion 
de  Planto  forman  un  tratado  sobre  el  amor,  asunto  que  en 
tiempo  de  Villalobos  tenía  una  importancia  superior  á  la  que 
se  le  dá  en  el  nuestro,  y  que  sirvió  de  materia  no  sólo  á  obras 
literarias,  sino  á  escritos  filosóficos  como  la  exposición  del 
Diálogo  de  Platón,  El  convite  hecho  por  Marcilio  Fescino, 
el  cual  refiere  que  fué  ocasión  de  su  obra  el  propósito  que 
realizó  Lorenzo  de  Médicis  de  renovar  el  Banquete,  á  cuyo 
fin  dispuso  Francisco  Bandino  celebrar  uno  con  regio  apa- 
rato el  7  de  Noviembre,  á  que  fueron  convidados  nueve  pla- 
tónicos, en  la  Villa  de  Cartegi,  los  cuales  eran  M.  Antonio 
del  Agli,  Obispo  de  Fiésole;  el  maestro  Ficino,  médico; 

k 


—    l62  — 

Cristóbal  Landino,  poeta;  Bernardo  Nuti,  retorico;  Tomás 
Benci,  Juan  Cavalcanti  y  los  hermanos  Cristóbal  y  Carlos 
Marsupini,  hijos  del  poeta  Carlos. 

Las  doctrinas  de  Villalobos  no  están  inspiradas  en  las 
ideas  platónicas,  aunque  quizá  algo  influyeran  aquéllas  en  lo 
que  dice  en  el  cap.  IX  de  estas  Sentencias,  que  trata  del 
«muy  excelente  y  soberano  amor,»  pero,  como  este  epí- 
grafe indica,  el  espíritu  dominante  en  este  capítulo  es  el  mis- 
ticismo cristiano,  que  tan  alta  expresión  tuvo  en  los  escritos 
de  Santa  Teresa.  Para  dar  idea  de  las  Sentencias  de  Villalo- 
bos bastará  poner  aquí  los  epígrafes  de  los  diez  capítulos  en 
que  están  divididas:  tDel  amor  en  general»»  cap.  I.  tCómo 
el  amante  se  conuierte  y  transforma  en  la  cosa  amada,»  capí- 
tulo II.  «De  la  diuision  del  amor,*  cap.  III.  tDe  la  gran 
perdición  y  total  destruicion  del  amante  vicioso,»  cap.  IIII. 
«Cómo  el  amante  se  torna  de  naturaleza  de  bestia,»  cap.  V. 
tCómo  el  amador  es  loco  de  atar,»  cap.  VI.  «De  los  celos,» 
capítulo  VII.  cCómo  el  celoso  es  loco  de  atar»»  capítulo 
VIII.  tDel  muy  excellente  y  soberano  amor,»  cap.  IX. 
tFin  de  la  obra  y  recomendación  de  las  mujeres»»  cap,  X,  el 
cual  es  tan  breve  como  digno  de  ser  notado,  porque  no  siem- 
pre sale  bien  librado  el  bello  sexo  en  los  juicios  que  de  él  hace 
en  otros  escritos  el  ingenioso  físico.  Hé  aquí  el  texto  del 
que  examinamos:  tAvemos  vituperado  el  amor  vicioso  del 
hombre  á  la  mujer,  lo  mismo  amonestamos  á  ellas  que  se 
guarden  dellos:  que  mayor  daño  les  viene,  porque  son  más 
delicadas,  y  concurren  en  ellas  más  circunstancias  de  perdi* 
cion.  Mas  de  amor  honesto  y  virtuoso  ellas  son  dignas,  y 
merecedoras  de  ser  amadas  por  muchas  prerrogativas  y  gra- 
cias de  que  fueron  dotadas.  Primeramente  porque  son  cria- 
turas de  Dios,  capaces  de  razón  y  de  entendimiento  como 
los  hombres,  hechas  de  su  misma  masa  á  la  imagen  y  seme* 
janza  de  su  Hazedor^  otrosí  por  la  gran  hermosura  que  les 
fué  dada,  que  debaxo  del  cielo  no  ay  cosa  tan  deleytable 
para  la  vista  de  los  ojos,  y  para  dar  gracias  al  maestro  de 
tales  imagines  como  es  ver  una  mujer  muy  hermosa  y 
bien  apuesta,  ca  resplandesce  más  en  ellas  la  belleza  por  su 
len^a  y  esquiuidad:  porque  las  cosas  vistas  y  como- 


—  i63  — 

nicacbís  pocas  veces  deleytan  más  la  vista,  por  ser  más  nue- 
uas,  que  se  miran  con  mayor  deseo,  como  dice  el  Aristóteles 
en  el  lo  de  la  Ethica.  Tienen  assimismo  inclinación  natural 
á  las  cosas  de  Dios,  y  exercitan  los  oficios  diuinos  sin  can- 
sancio ni  fatiga,  antes  resciben  en  ello  recreación  y  con- 
suelo, y  por  esto  las  llamó  la  Yglesia  linaje  denoto.  Tienen 
también  mucha  obediencia  y  mansedumbre,  que  donde  son 
compañeras  se  hazen  sieruas  compradas  por  precio,  y  sufren 
los  insultos  de  los  hombres  y  los  de  la  fortuna  con  gran 
paciencia.  ítem,  son  muy  moderadas  en  comer  y  beuer,  y 
sentirlo  has  si  mantienes  veynte  hombres  y  veynte  mujeres: 
no  ay  borracherías  entre  ellas,  ni  bodegones;  no  ay  juegos, 
ni  blasfemias,  ni  juramentos  sacados  de  las  entrañas  y  tuéta- 
nos de  la  Fé  Cathólica;  no  ay  homicidios,  ni  robos,  ni  otros 
enormes  pecados  que  á  cada  paso  cometen  los  hombres. 
Otrosí,  la  castidad  halló  en  ellas  espaciosa  morada,  y  cono- 
cerlo has  en  una  cosa;  que  si  en  una  gran  ciudad  ay  diez 
mujeres  erradas,  de  aquellas  se  habla  por  los  cantones,  de 
aquellas  se  hazen  los  corros  por  las  pla(;as,  como  de  cosa 
nueua  y  monstruosa;  mas  de  los  hombres  con  quien  erraron 
no  dizen  nada,  siendo  en  ellos  mayor  la  culpa,  así  como  en 
cualquiera  escándalo  el  agresor  y  acometedor  tiene  mayor 
culpa  que  el  acometido  y  perseguido;  y  aun  estas  mujeres 
erradas,  con  toda  su  infamia,  son  más  honestas  y  más  reco- 
gidas que  los  hombres  honestos  del  pueblo.  Y  esto  no  lo  hazc, 
sino  que  quisieron  ellas  tomar  para  sí  la  observancia  y  regla 
de  la  virtud  tan  estrecha,  que  los  pecados  que  son  veniales 
y  liuianos  en  los  hombres,  los  hizieron  en  sí  muy  graues  y 
muy  mortales,  y  ellos  tomaron  la  vida  tan  ancha,  que  un 
ladrón  muy  maluado  y  muy  borracho  osa  decir  en  medio 
desa  pla<;a  que  él  no  es  hombre  que  ha  de  hazer  cosa  que  no 
deua,  y  sobre  esta  razón  no  duda  de  matarse  con  otros  dos, 
y  dan  con  él  en  el  infierno:  y  dicen  luego  los  que  le  llenan  á 
enterrar,  que  juran  á  Dios  que  hizo  bien,  ¿para  qué  es  la 
vida?  y  que  dan  al  diablo  la  vida  que  no  se  pone  al  tablero 
por  la  honra.  Y  sale  otro  más  fiero  de  entre  ellos,  y  dize:  no, 
no:  esa  raya  se  la  Dios  del  casco,  que  hago  voto  á  Dios  la 
vida  y  el  alma  pierda  cient  vezes  si  me  tocan  en  la  honra  en 


—  164  — 

tanto  como  este  pelito;  y  saca  el  pelito  de  la  capa,  que  ap¿nas 
le  falla,  y  sóplalo.  ¿Parécete  agora  que  es  bien  ancha  regla  la 
destos  vellacos,  que  piensan  que  hazen  lo  que  deben  en 
hurtar  y  en  ser  profanos  y  viciosos  de  todo  género  de  peca- 
dos? Y  sí  una  mujer  tuerce  el  ojo,  ella  misma  há  vergüenza 
de  parecer  entre  las  otras.  Y  no  embargante  todo  lo  susodi- 
cho, y  mucho  más  que  se  podría  dezir,  no  ha  faltado  quien 
murmurasse  de  todas  las  mujeres  en  general,  y  escríuiese 
juycios  y  sentencias  contra  sus  honras.  En  verdad  me  pare- 
cen sentencias  vanas  sin  fundamentos  de  razón,  y  de  jueces 
apasionados,  porque  alguna  dellas  no  respondió  á  sus  desor- 
denadas y  torpes  demandas.  Y  no  es  de  marauillar,  que  aun 
á  Dios  reprehenden  y  maltratan,  porque  los  tiempos  y  otras 
cosas  que  crió  no  responden  á  sus  locas  voluntades  para  hen- 
chir sus  hambientas  y  tragonas  auaricias.  Que  la  Diuina 
Providencia  cura  de  nosotros  como  un  padre  muy  piadoso 
cura  de  sus  niños,  cumpliendo  con  todas  sus  necesidades,  y 
no  satisfaciendo  á  todas  sus  peticiones,  porque  son  inocentes 
y  no  saben  lo  que  piden;  esto  no  les  agrada  á  los  que  tienen 
mucha  pasión  de  lo  que  desean  y  poco  cuidado  de  la  gouer- 
nacion  del  mundo.  Assí  que  á  las  mujeres  entonces  las  mal- 
tratan más  quando  menos  culpa  tienen;  y  la  ponzoña  que 
conciben  de  una  sola,  derrámanla  sobre  todas.  Qué  vileza  tan 
grande,  ofender  á  quien  no  se  defiende,  y  alargar  mucho  la 
lengua  en  injuriar  á  quien  no  responde  por  sí.» 

Este  panegírico  de  la  mujer  tal  vez  sugiriera  la  idea  del 
que  hizo  Joan  de  Spinosa  en  su  q Diálogo  en  laude  las  muje- 
res,» intitulado  Gincecepcenos,  dividido  en  cinco  partes  (i), 
obra  curiosísima  en  la  cual,  además  de  tratarse  muy  por 
extenso  la  materia  con  el  apoyo  de  la  autoridad  de  las  Sagra- 
das Escrituras  de  los  Santos  Padres  y  de  los  filósofos  anti- 
guos, se  hace  una  larga  enumeración  de  las  mujeres  famosas 
de  todos  les  tiempos,  y  entre  ellas  de  las  españolas  que  vivian 
cuando  escribía  el  autor,  quien  cita  entre  ellas  á  la  Duquesa 
deSessa,  D.*  Francisca  de  Córdova;  á  D.*  María  Sarmiento, 


(i)    Impreso  en  Milán  en  la  oñcina  de  Michel  Ttni  en  el  aík>  del 
Señor  i38o. 


—  i65  — 

su  cuñada;  á  D.'   Gracia  de  Olazaval  y  D.*  Menda  de 
Múzica,  &ta  mujer  y  aquélla  madre  de  D.  Juan  de  Idiaquez; 
i  la  mujer  del  Gran  Duque  de  Alva,  D.  Fernando  Alvarez 
de  Toledo;  á  la  Duquesa  de  Alburquerque,  señora  de  Medi- 
naceli,  D/  Juana  de  la  Lama.  Contra  la  opinión  vulgar  y 
maldiciente,  encomian,  lo  mismo  Villalobos  que  Spinosa,  la 
castidad  y  el  recato  de  la  mujer,  y  por  cierto  que  es  digno  de 
notarse  que  la  ciencia  confirme  plenamente  este  juicio,  sobre 
el  cual  puede  leerse  la  obra  del  famoso  Darwing,  titulada 
De  ¡a  selección  sexual^  donde  se  demuestra  que  es  ley  común 
en  toda  la  escala  animal  que  el  impulso  erótico  sea  peculiar 
7  característico  del  macho,  mientras  que  la  hembra  es  de 
ordinario  repulsiva  ó  indiferente  en  la  función  sexual:  en 
este  mismo  espíritu  está  tratado  por  Villalobos,  en  su  Resu- 
men de  medicina,  el  mal  de  amores,  al  cual  dedica  las  siguien- 
tes curiosísimas  coplas: 

Del  mal  de  amores  que  Auicena  llamó  ilisci  y  los  griegos 

le  llaman  hereos. 

Amor  hereos,  según  nuestros  autores, 
es  una  corupta  imaginación 
por  quien  algún  hombre  se  aquexa  de  amores; 
y  en  éste,  que  es  hito  de  los  trouadores, 
sin  ser  lisongero  diré  mi  razón: 
sabed  por  muy  cierto  quel  entendimiento 
jamás  no  se  mésela  en  aquestas  pendencias; 
la  imaginatiua  y  bestial  pensamiento, 
como  es  gran  potencia  y  padece  el  tormento, 
engaña  consigo  á  las  otras  potencias. 

Prosigue. 

Esta  es  la  que  mueue  los  otros  sentidos 
para  que  no  tiren  sino  en  este  puesto, 
memoria,  y  deseos,  y  ojos  y  oydos, 
á  todos  los  tiene  ya  tan  conuertidos, 
que  todos  se  ocupan  en  no  más  daquesto, 


—  i66  — 

que  el  tal  pensamiento  vencido  del  gesto, 
á  todos  los  otros  sentidos  informa 
ser  lindo,  y  gracioso,  y  ornado  y  honesto, 
do  alguna  esperanc^a  se  muestre  tras  esto 
por  do  en  adquirirlo  se  deue  dar  forma. 

Prosigue, 

Y  el  entendimiento  después  que  allá  entró 
por  falsos  testigos  tan  falsa  sentencia, 
la  qual  por  injusta  contino  aprobó, 
perdió  su  juizio,  sus  fuerzas  perdió, 
perdió  su  ra^on,  su  consejo  y  prudencia; 
helos  todos  ciegos,  á  causa  de  un  ciego, 
ques  el  pensamiento  y  la  imaginatiua 
que  dio  al  corazón  tan  maldito  sosiego, 
metiéndole  dentro  ardentíssimo  fuego 
do  siempre  el  deseo  lo  atyza  y  lo  aviua. 

De  las  señales  que  se  muestran  cuando  alguno 

está  enamorado. 

Verásle  al  paciente  perder  sus  continos 
negocios  y  sueños,  comer  y  beuer, 
congoxas,  sospiros  y  mili  desatinos, 
desear  soledades  y  lloros  mesquinos, 
que  no  hay  quien  le  valga  ni  pueda  valer; 
perdida  la  fuerza,  perdido  el  color, 
y  quando  le  hablan  d*amor,  luego  llora, 
y  el  pulso  es  sin  orden  y  mucho  menor, 
y  nunca  se  esfuerza  y  se  haze  mayor 
sino  cuando  puede  mirar  su  señora. 

De  la  cura. 

El  medio  daquesto  no  está  contenido 
sino  en  distraelle  daquesta  locura 
de  su  pensamiento  questá  corrompido. 


—  167  — 

7  aquesto  en  diez  partes  será  repartido, 
7  en  ellas  se  pone  cumplida  la  cura: 
primero  mandando  que  vaya  á  cagar; 
segundo,  que  pesque  do  hay  muchos  pescados; 
tercero,  que  siempre  se  ocupe  en  jugar; 
y  quarto»  ante  muchos  le  hagan  estar, 
7  quinto,  que  vaya  á  esparcirse  á  los  prados. 

Prosigue. 

Y  sesto,  que  amigos  y  nobles  parientes 
y  hombres  prudentes  y  de  autoridad, 
con  sus  ortaciones  le  hagan  presentes 
los  muchos  peligros,  los  inconuenientes, 
y  agoten  y  aflijan  su  carnalidad; 
seteno,  le  pongan  en  muy  gran  pendencia 
de  tratos  de  suma,  y  en  mucho  cuidado; 
octano,  le  aparten  con  gran  diligencia 
daquella  señora,  como  en  pestilencia 
se  apartan  los  hombres  del  ayre  dañado. 

Prosigue. 

Noueno,  alcahuetes  le  hagan  querer 
á  otras  señoras  por  más  distraello; 
dezeno,  le  hagan  casar  con  muger, 
después  vejezuelas  le  deuen  traer 
á  que  le  desliguen,  que  bien  saben  dello, 
y  denle  á  comer  vn  sabroso  manjar 
en  quien  mucha  sangre  y  sustancia  s'engierra, 
y  tinto  con  blanco  le  deuen  aguar, 
que  siempre  hemos  visto  del  emborrochar 
caer  los  amantes  y  amores  en  tierra. 

Del  contexto  de  estas  coplas  aparece  que  el  mal  de  amores 
es  peculiar  al  hombre,  de  quien  únicamente  en  ellas  se  trata, 
y  los  remedios  que  para  curarlos  se  recomiendan,  sólo  al  hom- 
bre pueden  aplicarse.  Por  otra  parte,  el  aspecto  patológico 


—  i68  — 

con  que  se  presenta  el  amor  en  ellas,  coincide  de  un  modo 
digno  de  atención  con  la  manera  de  concebirlo  y  explicarlo 
que  tiene  el  famoso  filósofo  Schopenhauer  en  su  Tratado  sobre 
el  amor,  las  mujeres j'  el  matrimonio^  lleno  de  profundas 
observaciones,  aunque  campea  en  ellas  el  negro  pesimismo, 
que  es  el  espíritu  de  todas  sus  obras.  No  trata  el  solterón 
egoista  y  atrabiliario  de  Francfort  con  ternura  á  las  mujeres, 
les  niega  casi  su  naturaleza  racional,  apoyándose,  por  cierto, 
en  lo  que  dice  Juan  Huarte  en  su  Examen  de  ingenios  para 
las  ciencias;  pero  basta  decir  que  considera  natural  la  poli- 
gamia, alegando  para  ello  el  opúsculo  De  concubinatu^  de 
ThomasiuSy  para  que  se  comprenda  que  el  erotismo  no  puede 
ser,  en  su  concepto,  calidad  dominante  en  la  mujer. 

Hemos  dado  á  estas  observaciones  más  extensión  de  la 
que  tal  vez  alguno  crea  necesaria;  pero  nos  servirá  de  dis- 
culpa lo  interesante  de  la  materia  y  el  tratar  tan  de  propó- 
sito de  ella  Villalobos,  con  ocasión  de  la  comedia  de  Planto, 
aunque  no  tiene  esta  obra  el  amor  por  principal  objeto. 
Después  de  Villalobos,  otros  escritores  han  vertido  más  ó 
menos  fielmente  al  castellano  el  Amphitrion  (i);  pero  la 
traducción  más  conocida,  si  tal  nombre  merece,  es  la  de 
Fernán  Pérez  de  Oliva,  hecha  con  el  objeto  que  manifiesta 
en  el  prólogo  que  le  puso,  y  que  dice  así: 

«Muestra  de  la  lengua  castellana  en  el  nacimiento  de 
Hércules,  ó  comedia  de  Amphitrion,  tomado  el  argumento 
de  la  latina  de  Plauto.» 

El  maestro  Fernán  Perej  de  Oliva, 
d  su  sobrino  Agustin  de  Oliva. 

«Suelen  los  hombres,  entre  los  cuidados  que  para  la  vida 
son  necesarios,  tomar  otros  para  su  recreación;  y  así,  unos 
plantan,  otros  edifican  y  hacen  otros  semejantes  exercicios. 
Mas  todo  este  cuidado  he  yo  puesto  en  adornarte  á  tí  de  letras 
y  virtudes.  Si  tal  saliere  el  fruto  qual  es  la  diligencia  que  yo 


( 1 )  Tengo  entendido  que  el  Sr.  Heredia  posee  un  ejemplar  de  una  tra- 
ducción impresa  con  caracteres  góticos,  que  no  es  la  de  Villalobos  ni  la  de 
Pérez  de  Oliva. 


—  169  — 

porné,  iquH  deleyte  de  los  otros  será  al  mió  comparable? 
Ninguno  yerdaderamente,  porque  ni  edificios  ni  jardines  ni 
otras  cosas  semejantes  son  tan  deleytables  de  ver,  como  de 
oir  el  sabio,  ni  tan  provechosas  para  quien  las  tiene,  como  el 
virtuoso  para  todo  el  pueblo.  Principalmente  que  la  sangre 
me  lo  demanda  y  el  esperanza  que  de  tí  tengo  me  lo  acon- 
sejó. Plega  á  Dios  que  con  buenas  obras  tú  me  lo  merezcas 
y  que  sea  el  provecho  que  hicieres  igual  á  mi  deseo.  El  prin- 
cipio de  aqueste  mi  propósito  he  querido  tomar  de  lo  que  tú 
me  parece  que  has  primero  menester,  digo,  usar  bien  de  la 
lengua  en  que  naciste.  Porque  sabrás  que  en  el  hombre  dis- 
creto es  parte  muy  principal  de  la  prudencia  saber  bien  su 
lengua  natural.  Y  demás  desto,  ella  es  la  atadura  de  las  amis- 
tades, testigo  del  saber  y  señal  de  la  virtud.  Las  quales  cosas 
fundamento  son  de  vida  ilustre,  como  experimentado  espero 
que  sabrás.  Esto  se  suele  hacer  por  arte  que  requiere  ingenio 
más  maduro  que  no  el  tuyo.  Agora  en  exemplos  quiero  mos- 
trarte el  fruto  della,  porque  gustado  primero,  con  mayor 
deseo  la  procures.  Y  aquesto  haré  no  en  cosas  muy  graves, 
que  tu  ingenio  sobrepujen  y  fatiguen,  sino  en  cosas  claras  de 
entender,  aunque  no  serán  tan  fáciles  de  imitar,  las  quales 
te  serán  suaves  leyendo  y  anotando  provechosas.  Hete,  pues, 
escrito  el  nacimiento  de  Hércules,  que  primero  escribieron 
griegos  y  después  Planto  en  latin.  Y  helo  hecho  no  sola- 
mente á  imitación  de  aquellos  autores,  pero  á  conferencia  de 
su  invención  y  sus  lenguas,  porque  tengo  yo  en  nuestra  cas- 
tellana confianza  que  no  se  dexará  vencer.  Léelo  con  dili- 
gencia, porque  las  comedias  antes  escritas  fueron  fuentes  de 
la  eloqüencia  de  Marco  Tulio,  que  mucho  amó  á  su  familiar 
Terencio,  y  á  los  otros  que  en  semejante  estilo  escribieron. 
Si  exemplo  de  tan  grande  fuerza  no  te  mueve,  la  razón  tam- 
bién te  lo  mostrará.  Porque  el  estilo  de  de(;ir  en  comedia  es 
tan  diverso  como  los  movimientos  de  los  hombres.  A  veces 
vá  tibio,  y  á  veces  con  hervor,  unas  con  odio  y  otras  con 
amor,  graves  algunas  veces,  y  otras  gracioso;  unas  veces  como 
historia,  otras  como  razonamiento  y  otras  veces  es  habla 
familiar.  Así  que  de  todas  maneras  exercita  la  lengua  con 
tanta  suavidad,  que  es  cosa  muy  dañosa  y  digna  de  gran 


—  170  — 

reprehensión  enjerir  vileza  en  ello.  Vileza  llamo  representa- 
ción de  alguna  cosa,  que  en  pensarla  con  placer  se  corrompa 
la  pura  limpieza  del  ánimo.  Aquesto  digo  contra  algunos  que 
no  piensan  deleytar,  si  no  dicen  suciedades.  Las  quales  yo  te 
viedo  no  solamente  á  la  lengua,  mas  también  á  los  oidos. 
Porque  solo  el  pensamiento,  mueve  mucho,  incitando  al 
deleyte  que  consigo  trae.  General  amonestación  es  esta,  no 
pienses  que  es  una,  porque  no  hay  vicio  en  el  hombre  que 
no  sea  con  su  consentimiento  al  vicio,  sino  por  considera- 
ción á  su  deleyte.  Recibe,  pues,  este  don  que  por  respeto 
tuyo  también  recibirán  los  otros  tus  iguales.  Agora  te  provoco 
con  esta  dulce  lición  al  amor  de  las  letras;  quando  deste 
amor  bien  preso  te  tuviere,  te  daré  cosas  de  mayor  severidad.» 
No  tuvo,  pues,  el  maestro  Oliva  propósito  de  llevar  á  la 
escena  la  comedia  de  Plauto,  sino  meramente  dar  una  lección 
práctica  de  retórica  á  su  sobrino,  y  al  propio  tiempo  demos- 
trar que  la  lengua  castellana  era  apta  para  el  desarrollo  de 
una  fábula  dramática;  por  esto  usó  el  literato  cordobés  con 
gran  libertad  de  la  obra  del  cómico  latino,  que  apenas  siguió 
en  su  imitación,  dando  más  importancia  al  nacimiento  de 
Hércules  que  al  engaño  que  Júpiter  hizo  á  Amphitrion  y  á 
Alcumena,  que  es  el  verdadero  argumento  de  la  obra  de 
Plauto.  Sobre  las  dos  versiones  de  ella,  hechas  por  Villalobos 
y  Pérez  de  Oliva,  emite  el  Sr.  Schack,  en  su  Historia  de  la 
literatura  dramática  española,  un  juicio  no  del  todo  con- 
forme con  lo  que  resulta  del  estudio  de  estas  obras  que  hemos 
consignado  antes:  tVillalobos,  médico  de  cámara  de  Fer- 
nando el  Católico  y  de  Carlos  V,  dice  Schack,  vertió  en  prosa 
corriente  castellana,  en  1 5 1 3,  el  Amphjrtryon  latino,  en  verso, 
y,  al  parecer,  con  el  objeto  de  que  se  representase,  supri- 
miendo ó  compendiando  diversas  escenas,  para  concentrar 
más  el  interés  de  la  acción  dramática.  La  misma  senda  em- 
prendió después  Fernán  Pérez  de  Oliva,  de  Córdoba,  cate- 
drático de  filosofía  y  teología  en  Salamanca,  tradudendo 
también,  hacia  i53o,  en  prosa  castellana,  varios  dramas  anti- 
guos. Pero  con  la  Electra  de  Sófocles  (á  la  que  tituló  Aga- 
menón vengado),  con  la  Hecuba  de  Eurípides  y  el  Amphjr- 
tryon de  Plauto  usó  de  mayor  libertad  que  con  este  último 


—  171  — 

Villalobos.  No  sólo  abrevió  el  original,  sino  le  hizo  algunas 
adiciones,  por  lo  común  poco  atinadas,  y  que  entorpecen  el 
curso  de  la  Cábula,  y  no  lo  aceleran  como  las  de  su  predece- 
9or,  El  diálogo  de  Oliva,  cuando  no  traduce  fielmente,  ado- 
lece de  expresiones  metafóricas  é  hinchadas  que,  como  prue- 
ban muchas  imitaciones  de  la  Celestina,  comenzaron  á 
emplearse  en  este  tiempo»  (i).  Nada  diremos  del  juicio  que 
merece  al  crítico  alemán  el  estilo  del  retórico  cordobés,  y  que 
consiste  principalmente  en  el  propósito  de  imitar  los  giros 
de  la  lengua  latina,  no  siempre  propios  de  la  índole  del  cas- 
tellano; pero  lo  que  no  puede  menos  de  notarse  es  el  error 
de  hecho  en  que  incurre  Schack,  quien  si  hubiera  leido  y 
entendido  bien  lo  que  dicen  Villalobos  y  Pérez  de  Oliva, 
hubiera  visto  que  ni  uno  ni  otro  tuvieron  el  propósito  de 
adaptar  á  la  escena  española  el  Amphitrion  de  Plauto. 
Tampoco  estuvo  acertado  Schack  al  afirmar  que  el  Amphi- 
tirón  de  Pérez  de  Oliva  fué  escrito  hacia  el  año  de  i53o, 
pues  en  el  Registrum  librorum  de  D.  Fernando  Colon  consta 
que  el  autor  le  regaló  un  ejemplar  de  esta  comedia,  impresa 
suelta  en  Sevilla  el  año  de  i525,  y  Salva  poseía  otro,  que  des^ 
cribe  en  su  Catálogo,  en  el  que  también  dá  noticia  de  una 
traducción  distinta  de  las  de  Villalobos  y  Pérez  de  Oliva, 
impresa  en  Toledo  en  casa  de  Juan  de  Ayala  el  año  i554.  ^^ 
sabemos  con  qué  fundamento  dice  Salva  que  es  una  taracea 
de  las  dos  anteriores  versiones,  pero  nos  parece  este  juicio 
poco  verosímil. 

Ya  se  ha  dicho  que  es  general  entre  los  Bibliófilos  la 
creencia  de  que  se  publicó  aparte  la  comedia  de  Amphi- 
trion^ y  de  todas  suertes  está  demostrado  que  Villalobos  la 
tradujo  antes  del  año  de  i5i5;  pero  esta  obra  es  una  de  las 
que  contiene  el  libro  titulado  Problemas  desde  su  primera 
edición  en  el  que  se  contienen  además  otras  escritas  evi- 
dentemente antes  que  los  dos  tratados,  que  en  realidad  son 
los  que  llevan  el  referido  nombre  de  Problemas.  Ya  hemos 
hablado,  al  tratar  de  las  obras  científicas  de  Villalobos,  de  los 


(i  )    Páginas  207  y  3o8  dd  tomo  I  original  de  la  Historia  de  Schack. 


—  172  — 

Diálogos  de  las  fiebres  interpoladas  y  del  calor  natural, 
que  están  en  ese  caso,  y  ahora,  al  ocuparnos  de  las  morales  y 
literarias,  debemos  notar  que  sucede  lo  mismo  con  el  que 
«passó  entre  un  Grande  deste  Reino  de  Castilla  estando  con 
el  frió  de  la  quartana,  y  el  Dr.  Villalobos,  que  estaba  allí 
con  él,  en  presencia  de  sus  hijos  y  de  la  noble  juventud  de  su 
v^  casa,»  el  cual  fué,  sin  duda,  escrito  antes  del  año  de  1524, 
porque  precede  á  esta  obra  una  carta  en  que  le  pedia  copia 
de  ella  á  su  autor  don  Alonso  de  Fonseca,  Arzobispo  de  San- 
tiago, y  es  cosa  sabida  que  este  famoso  Prelado,  tan  amigo  de 
Villalobos,  filé  trasladado  de  la  Silla  compostelana  á  la  de 
Toledo,  primada  de  España,  en  el  citado  año  de  1524;  por 
cierto  que  dicha  carta  contiene  un  juicio  de  Villalobos,  como 
escritor,  que  ha  confirmado  la  posteridad  y  que  era  general 
entre  las  personas  de  ingenio  y  letras  de  su  tiempo.  Dice  así  el 
Arzobispo  Fonseca:  «Pocos  dias  há  que  el  Sr.  D.  Gómez  me 
mostró  un  diálogo  vuestro,  en  que  muy  claramente  vi  que 
nuestra  lengua  castellana  excede  á  todas  las  otras  en  la  gracia 
y  dulzura  de  la  buena  conversación  de  los  hombres,  porque 
en  pocas  palabras  comprehedistes  tantas  diferencias  de  donay- 
res,  tan  sabrosos  motes,  tantas  delicias,  tantas  flores,  tan  agra- 
dables demandas  y  respuestas,  tan  sabias  locuras,  tan  locas 
veras,  que  son  para  dar  alegría  al  más  triste  hombre  del 

mundo etc.;»  por  donde  se  vé  que  era  tal  la  afición  que 

se  tenía  á  las  regocijadas  ocurrencias  de  Villalobos,  que  sus 
escritos  corrían  de  mano  en  mano,  antes  de  imprimirse, 
entre  las  personas  de  buen  gusto. 

Lo  primero  que  se  ocurre  al  leer  este  diálogo  es  pregun- 
tar quién  sería  el  Grande  que  sirve  de  interlocutor  á  Villalo- 
bos; y  según  se  dice  en  la  carta  del  doctor  de  Escoriaza,  que 
vá  al  fin  de  la  obra,  fué  el  Duque  de  Alba,  D.  Fadrique, 
abuelo  del  famoso  D.  Fernando  Alvarez  de  Toledo,  y  no 
éste,  que  no  tenía  hijos  capaces  de  asistir  á  aquella  escena  en 
el  tiempo  en  que  probablemente  ocurrió;  sin  embargo,  por 
el  espíritu  y  por  la  forma  de  los  conceptos  que  le  atribuye 
Villalobos,  y  más  todavía  por  el  incidente  del  diálogo  en  que 
habla  el  Duque  de  los  favores  que  habia  hecho  á  Villalabos, 
pudiera  creerse  que  el  Grande  que  buscamos  no  puede  ser 


—  173  — 

ano  el  Almirante  de  Castilla,  Duque  de  Medina  de  Rioseco, 
el  cual  dice  á  Villalobos  en  el  lugar  á  que  aludimos: 

•D.  La  razón  es  buena;  y  sin  ella  está  clara  la  verdad  de 
lo  que  aueis  dicho:  en  mi  seso  estoy  de  hazeros  mercedes, 
como  os  las  be  hecho,  más  por  vuestra  buena  razón  que  por 
la  física. 

•Z).  (Aparte.)    Tal  salud  os  dé  Dios  como  me  auejrs  hecho 
las  mercedes,  y  aun  como  me  las  haréis. 

9Z).    ¿Qué  estáis  gruñendo  entre  dientes? etc.» 

Este  pasaje  recuerda  los  de  las  cartas  al  Almirante  que 
hemos  copiado,  en  que  Villalobos  se  queja  de  la  ruindad  de 
aquel  magnate  y  de  lo  poco  que  habia  hecho  en  su  obsequio; 
7  aunque  Villalobos  estaba  quejoso^  por  los  mismos  motivos, 
de  otros  personajes,  y  muy  particularmente  del  Emperador, 
de  ninguno  tanto  como  de  D.  Fadrique  Enriquez;  además, 
en  este  mismo  diálogo,  contestando  Villalobos  al  Duque,  que 
le  proponía  que  dejase  el  servicio  del  Rey  para  entrar  al  suyo, 
le  contestó:  tYo,  señor,  no  vivo  con  el  Rey  por  lo  que  él  me 
dá,  sino  por  loque  me  puede  dar  sin  poner  nada  de  su  bolsa; 
y  viviendo  yo  con  él,  V.  S.  puede  ahorrar  el  salario  que  me 
habia  de  dar  y  seruirse  de  mí,  queya  sabemos  que  nunca  os 
apartareis  del  Rey  si  la  muerte  no  os  aparta.^  Ahora  bien; 
el  Almirante,  como  tan  cercano  pariente  de  D.  Fernando  el 
Católico  y  de  D.  Carlos,  gozó  de  la  intimidad  y  favor  de 
ambos  como  ningún  otro  magnate,  y  por  eso  sin  duda  dice 
Villalobos  que  era  cosa  sabida  que  no  se  apartaría  del  Rey 
sino  lo  apartaba  la  muerte;  sin  embargo,  el  Duqye  contestó 
á  Villalobos  que  estaba  resuelto  á  retirarse  á  su  casa  para 
mirar  por  síy  velarse;  y  así  lo  hizo  el  Almirante  Duque, 
muriendo,  como  ya  se  ha  dicho,  retirado  de  la  Corte  en  su 
villa  de  Medina  de  Rioseco. 

Sea  lo  que  quiera  de  estas  conjeturas  que  sometemos  al 
juicio  de  los  críticos,  el  diálogo  de  que  nos  ocupamos  con- 
tiene entre  otras  agudezas  la  que  se  refiere  al  Dr.  Torre- 
Has,  del  que  dice  Villalobos:  aY  de  mí  también  tiene  envidia, 
porque  huelga  el  Rey  de  hablar  conmigo.  Y  un  dia,  riendo 
Su  Alteza  mucho  de  un  cuento  que  yo  le  contaba  de  las  damas, 
no  lo  pudo  sufrir  Torrellas,  y  dixo  al  Rey:  tYo,  señor,  soy 


—  174  — 

doctor  y  maestro,  y  como  me  doy  á  las  cosas  de  la  specula* 
cion,  no  me  curo  destas  gracias,  que  son  cosas  de  chocarreros. » 
El  Rey,  afrontándose  mucho  por  amor  de  mí,  echóme  los 
ojos,  y  volvíme  á  Torrellas  y  díxele:  «Amaéstreme  Vmd.  á 
ser  necio,  pues  que  soys  maestro,  y  no  seré  gracioso  por  no 
enojar  á  Vmd.»  Fué  tanta  la  risa  de  todos  y  tanto  su  corri- 
miento, que  se  salió  huyendo  de  la  cámara»  (i). 

El  cuento  de  la  ayuda  aplicada  por  la  dueña  Mari  Rodrí- 
guez al  Conde  de  Benavente,  aunque  no  nada  limpio,  es  muy 
gracioso  y  está  referido  con  el  desenfado  que  caracteriza  á 
Villalobos,  quien  se  complace  en  pintar  al  vivo  cuadros 
que  las  costumbres  modernas  no  consentirían  exponer  á  la 
vista  de  los  lectores. 

El  Tratado  de  las  tres  grandes,  incluso  también  en  el 
libro  de  los  Problemas,  fué  escrito  antes  que  éstos,  según 
declara  expresamente  en  el  prólogo  que  le  puso,  dirigido, 
como  todo  el  volumen,  al  Príncipe  D.  Luis  de  Portugal,  que 
dice  así: 

«En  la  obra  pasada  de  Las  tres  interrogaciones  (serení- 
simo Príncipe)  se  pusieron  muchas  artes  y  costumbres  de  la 
vida  humana.  Y  verdaderamente  si  yo  tuuiera  la  casa  de  mi 
entendimiento  tan  ancha  y  tan  espaciosa  que  cupieran  en 
ella  todas  las  cosas  que  he  visto  en  esta  Corte  de  Castilla;  y 
en  las  que  han  pasado  de  once  años  á  esta  parte,  yo  vuiera 
emprendido,  con  el  favor  de  V.  A.,  de  hazer  un  gran  volu- 
men por  estimarlo  tan  claro  como  el  passado,  que  fuera 
como  un  espejo  en  que  se  pudieran  mirar  todos  los  cortesa- 
nos, conoscer  cada  uno  por  él  sus  fealdades  y  defectos,  para 
que  así  vistos  y  reconocidos  se  enmendasen  y  curasen  dellos. 
Ñfás  la  dicha  casa  es  tan  angosta  que  apenas  puedo  yo  caber 
dentro  della  para  entenderme  á  mí  mesmo,  y  corregirme  de 
tantos  errores  como  las  mundanas  costumbres  me  han  hecho 
adquirir^  que  florescen  más  en  la  Corte  que  en  otras  partes. 
Y  son  tan  pestilenciales  y  tan  contagiosas,  que  con  sola  la 
habla  se  pegan  de  unos  en  otros,  y  no  perdonan  edades,  ni 


(i)    El  Torrellas  de  esta  anécdota  era  hermano  del  Obispo  y  médico dd 
Papa  de  que  antes  hemos  hablado  y  no  menos  fiímoio  que  éste. 


-175- 

hábítof,  ni  hombres,  ni  mujeres,  todo  lo  manzillan  y  todo  lo 
tienen  en  su  negra  color.  De  manera,  señor^  que  solamente 
escriuí  para  enuiar  á  V.  A.  lo  que  en  mi  propio  ejemplar  y 
dechado  halle  para  que  otros  lo  vean  y  escarmentados  no  se 
descuiden  (como  yo)  para  alcanzar  hasta  la  vejez  con  las 
ignorancias  y  delictos  de  la  juventud.  Después  de  haber 
escripto  aquello  y  puesto  el  diálogo  para  recreación  de  los 
leyentes,  hallé  dentro  de  mis  envoltorios  vnos papeles  de  mi 
letra,  que  contenían  este  tractado  que  se  sigue,  Y  como  me 
pareció  del  metal  de  todo  lo  otro,  quise  lo  juntar  con  ello. 
Llámase  el  tratado  De  las  tres  grandes;  conuiene  saber:  de 
la  gran  parlería,  de  la  gran  porña  y  de  la  gran  risa,  todas 
ellas  son  grandes  tomándolas  cada  una  por  sí,  mas  á  todas 
no  supe  darles  nombre  apropiado,  porque  tienen  parte  de 
enfermedad,  y  parte  de  locura,  y  parte  con  necedad,  y  parte 
de  liuiandad  y  de  otras  sabandijas  y  coxixos  participan  de 
tal  manera,  que  nombre  apropiado  que  fuese  común  á  todas 
tres  no  se  hallaua.  Porque  si  las  llamasen  enfermedades, 
cierto  es  que  se  agrauaria  totalmente  la  locura;  si  locuras, 
quexaríase  la  necedad,  y  si  necedades,  haríase  injuria  á  la 
liuiandad,  y  si  liuiandades,  enojaríanse  las  otras;  aunque  son 
compañeras  son  tan  mal  avenidas,  que  á  cada  una  dellas  les 
pesa  del  bien  de  las  otras.  Llámense,  pues,  Las  tres  grandes, 
porque  quede  comentado  el  nombre  para  que  lo  acabe  cada 
uno  á  su  voluntad.  Tractado  es  de  que  algunos  no  se  descon- 
tentan. Si  á  V.  A.  no  le  parece  así,  por  eso  es  bien  que  vaya 
puesto  en  el  cabo;  mándelo  quitar,  pues  que  la  obra  es  suya, 
y  acá  no  la  daremos  á  los  impresores. =Vale. 9 

Demuestran  las  palabras  de  Villalobos  que  hemos  subra- 
yado, que  éste  habia  escrito  el  Tratado  de  las  tres  grandes 
antes  que  los  Problemas,  y  si  se  hubieran  de  interpretar 
estrictamente  sus  conceptos,  hasta  parece  que  lo  habia  olvi- 
dado, pues  necesitó  ver  que  estaba  de  su  letra  y  que  era  del 
mismo  metal  que  lo  recien  escrito,  para  reconocerlo  por  suyo, 
como  lo  es,  sin  duda,  y  por  cierto  de  lo  más  exquisito  y  per- 
fecto que  salió  de  su  pluma  y  ha  llegado  á  nosotros;  las  Tres 
grandes  son  la  gran  parlería,  la  gran  porfía  y  la  gran 
risa,  y  Villalobos  retrata  estos  vicios  ó  pasiones»  como  él 


—  176  — 

las  llama,  de  mano  maestra:  el  tipo  del  estudiante  hablador 
de  Valladolid  es  tal,  que  sin  duda  ha  servido  de  modelo  á 
todos  los  que  de  esta  manía  existen  en  nuestro  teatro  y  en 
general  en  nuestra  literatura;  y  el  remedio  que  empleó  Villa- 
lobos para  curarle  es  ingeniosísimo,  como  lo  es  también  la 
teoría  de  las  causas  de  esta  pasión;  aunque  fundada  en  las 
ideas  médicas  de  su  tiempo,  hoy  mismo  no  puede  negarse 
que  el  espíritu  y  el  cuerpo  y  sus  mutuas  relaciones  originan 
esta  cualidad,  como  casi  todas  las  que  son  propias  del  hom- 
bre, pues  no  hay  quien  ignore  que  el  estado  físico  en  que  nos 
encontramos  influye  de  un  modo  notable  en  nuestra  facundia 
ó  en  nuestra  taciturnidad,  sin  que  la  voluntad  baste  siempre 
á  dominar  esa  influencia. 

La  gran  porfía,  que  vulgarmente  se  conoce  con  el  nom- 
bre de  espíritu  de  contradicción,  está  observada  y  descrita 
con  gran  profundidad  y  acierto,  despertando  natural  curio- 
sidad el  señor  en  quien  Villalobos  se  fijó  para  su  estudio,  y 
al  cual  demostró  su  flaqueza,  haciéndole  firmar  de  su  mano 
las  cosas  que  porfiaba,  resultando  que  no  con  intervalo  de 
dias,  sino  de  horas ,  habia  defendido  las  más  contradicto- 
rias. ¿Quién  sería  este  personaje  atrabiliario?  No  es  posible 
saberlo,  pero  todos  encontramos  cada  dia  en  el  mundo  mu- 
chos que  se  le  parecen  y  que  por  irresistible  impulso  ó  por 
hacer  gala  de  ingenio,  defienden  con  calor  el  pro  y  el  contra 
de  todas  las  cosas,  sin  otro  motivo  más  que  el  placer  de  con- 
tradecir la  opinión  de  sus  interlocutores. 

La  gran  risa  dice  Villalobos  que  es  de  dos  maneras: 
natural  ó  verdadera  y  falsa,  y  al  tratar  de  esta  última  pre- 
senta un  cuadro  de  la  Corte  y  de  los  cortesanos,  que  es  digno 
del  pincel  de  tan  gran  artista.  cNo  tiene  causas  naturales,  dice 
Villalobos,  ni  procede  de  humor  ninguno  (la  falsa  risa),  antes 
es  puramente  pasión  moral.  Porque  los  hombres  de  Corte, 
como  son  más  conversables  y  más  ociosos  que  la  otra  gente, 
tienen  en  gran  precio  ser  donosos,  y  es  lisonja  entre  ellos 
reyrse  los  unos  de  lo  que  dicen  los  otros,  con  condición  que 
se  lo  paguen  en  lo  mismo,  y  algunos  hay  que  quando  no 
acuden  con  la  risa  á  lo  que  ellos  dixeron,  ríense  ellos.  Otros 
hay  que  antes  que  comiencen  á  contar  el  donaire,  se  ríen 


—  177  — 

de  antemano,  y  otros  que  en  tanto  que  lo  dicen  se  caen  de 
risa.  Esto  es  convidar  á  risa  á  los  oyentes  como  si  dixesen: 
Yo  bebo  á  tos,  y  para  que  se  sepa  que  es  cosa  de  reyr  y  que 
no  sean  necios.  Y  éstos,  por  la  mayor  parte,  quedan  después 
del  donayre  tristes  y  frios,  salvo  si  son  príncipes  ó  grandes 
priuados,  porque  éstos  en  comentando  á  reyr  hazen  á  todos 
k»  otros  caerse  de  risa,  unos  sobre  las  arcas,  y  otros  sobre 
los  bancos;  otros  sobre  los  hombros  de  sus  compañeros;  otros 
llorando  de  risa,  que  sus  ojos  se  tornan  fuentes  perenales; 
otros  juran  que  les  duelen  las  ancas;  otros  que  se  les  desen- 
cajan las  quijadas.  Y  creólo,  porque  las  baten  por  fuerza  y 
contra  su  voluntad.  Otros  hay  que  rien  y  paran,  y  después 
tornan  á  rehacer  la  risa  con  otro  rebenton,  para  dar  á  enten- 
der que  la  detuuieron  por  fuerza,  y  que  se  les  tornó  á  soltar. 
Porque  se  vea  cuántos  brinquillos  y  cuántos  joguezuelos 
tiene  madama  lisonja.» 

Los  dos  tratados  que  forman  los  Problemas  fueron  escri- 
tos por  Villalobos  después  de  las  obras  de  que  hasta  aquí 
hemos  dado  noticia;  varias  son  las  pruebas  que  se  pueden 
aducir  en  apoyo  de  esta  opinión,  y  la  primera  de  todas  es  el 
prólogo  de  la  obra  dirigida  al  Infante  D.  Luis  de  Portugal, 
cuñado  del  Emperador,  prólogo  que  se  ha  suprimido  en 
algunas  ediciones  de  esta  obra,  especialmente  en  la  de  1574, 
y  que  literalmente  es  de  este  tenor: 

Al  muy  altoy  muy  esclarecido  Príncipe  y  señor,  el  señor 
Infante  D,  Luysde  Portugal,  etc. 

PRÓLOGO. 

f  Reciba  V.  A.  debaxo  de  su  guarda  y  amparo  este  librillo, 
que  vá  intitulado  y  dedicado  ásu  nombre,  porque  si  V.  A.  le 
fauoresce.  todos  auran  miedo  de  decir  mal  del  por  no  enojar 
á  quien  aman.  La  razón  que  hay  para  que  V.  A.  sea  tan 
generalmente  amado  y  querido  de  todos,  díganla  los  que  han 
tratado  más  que  yo  la  Real  conuersacion  y  generosa  huma- 
nidad de  V.  A.  Lo  que  yo  alcan(;o  es  que  son  necessarios 

/ 


-178- 

grandes  méritos  para  que  vn  Príncipe  sea  muy  amado  de  los 
que  no  son  sus  vasallos  ni  sus  conoscídos,  y  lo  que  claramente 
puedo  saber  es  que,  haziendo  el  inuictissimo  César,  vues- 
tro hermano,  en  tiempo  tan  contrarío  aquella  muy  peligrosa 
jornada  contra  los  Turcos  y  Carthaginenses,  Vuestra  Alteza, 
de  su  proprio  motiuo  y  voluntad,  se  ofresció  á  los  inmensos 
trabajos  de  la  expedición,  sufriendo  aduersidades  y  discrimi- 
nes por  mar  y  por  tierra,  y  ofresciendo  con  alegre  ánimo  la 
vida  en  la  más  dudosa  guerra  que  entre  los  hombres  jamás 
se  aya  visto;  acabó  V.  A.  su  viaje,  sin  querer  otras  gracias 
ni  otra  honra  más  de  la  que  forzosamente  se  deue  á  tan  loa- 
bles determinaciones,  y  no  fué  por  cierto  digno  de  tener  en 
tan  poco  el  fructo  de  vuestro  trabajo  (que  no  importasse 
gran  parte  de  la  victoria),  porque  fué  tanto  el  plazer  y  la  con- 
fianza que  V.  A.  con  su  llegada  puso  á  toda  la  nobleza  de  la 
juuentud  de  España  y  á  la  grande  armada  de  los  caualleros 
y  hidalgos  de  Portugal,  que  bastaua  para  poner  gana  de 
pelear  á  los  que  no  la  Ueuassen,  y  acrescentarlo  á  los  que 
como  buenos  caualleros  la  tenian;  y  esto,  á  la  verdad,  es  lo 
que  encamina  después  de  Dioslas  grandes  victorias  en  poder 
de  vn  capitán  más  que  de  otro.  Assí  que,  dexando  aparte  el 
que  no  tiene  comparación  entre  los  nascidos,  que  es  el  Em- 
perador, nuestro  señor,  cuyo  ánimo  fué  fecho  para  tomar  las 
empresas  impossibles  á  los  hombres  y  salir  con  ellas,  cuyas 
memorables  hazañas  nunca  serán  acabadas  de  loar  de  sus 
chrónicas;  dejando,  pues,  esto  para  en  su  lugar,  digo  que 
Su  Majestad  y  toda  la  honra  de  España  deuen  mucho  á  Vues- 
tra Alteza  por  la  presteza  con  que  llegó  oportunamente  á  la 
dicha  jornada,  y  por  el  aliento  que  dio  á  toda  la  gente  con 
su  yda,  y  por  el  grande  ánimo  que  todos  sintieron  en  él,  á 
las  coyunturas  más  preciadas  y  de  mayores  peligros,  y  por  la 
muy  agradable  compañía  que  V.  A.  hizo  en  sus  trabajos  á  la 
majestad  del  César,  y  por  las  muchas  gentilezas  y  liberalida- 
des que  vsó  con  todos,  y  por  las  pocas  gracias  que  quiso  res- 
cebir  de  actos  tan  graciosos,  y  tan  dignos  de  grandes  alaban- 
zas, antes  fué  V.  A.  huyendo  de  la  honra  que  merescíades 
con  tanta  presteza,  como  cuando  la  venistes  á  buscar.  Esto 
es  lo  que  todos  sabemos;  en  lo  demás  (como  digo),  yo  me 


—  179  — 

reporto  á  los  que  han  comunicado  á  V.  A.  más  que  yo.  Por 
estas  razones,  y  porque  he  sabido  que  V.  A.,  en  las  horas  de 
la  necessidad,  ha  holgado  alguna  vez  dé  leer  mis  burlas, 
acordé  de  intitular  esta  obra  á  vuestro  nombre.  Contiene 
diuersas  reprehensiones  en  muchos  estados  y  condiciones  de 
hombres  en  estilo  más  palanciano  que  pesado,  y  hay  doctrinas 
morales  y  auisos  que  no  son  de  menospreciar.  No  se  alegan 
autoridades,  aunque  van  muchas  miserias  en  la  obra,  porque 
estas  allegaciones  más  son  para  mostrarse  el  hombre  bien 
ley  do,  que  para  la  claridad  de  la  escriptura,  y  por  esto  se 
hizo  en  lenguaje  llano,  sin  rhetórica  ni  affection  alguna.  No 
la  he  consentido  imprimir  hasta  que  V.  A.  mande  que  sea 
corregida  por  algún  hombre  docto  de  sus  familiares;  Vues- 
tra Alteza  perdone  el  atreuimiento,  pues  que  Dios  agradesce 
mucho  á  los  que  offrescen  poco,  si  no  pueden  más.  Lo  mejor 
de  la  obra  (si  algo  tiene  de  bueno)  es  la  glosa,  los  metros  son 
como  compendios  y  sumarios  de  lo  que  en  ella  se  trata. 
Reciba  V.  A.  lo  que  más  le  agradare,  y  á  mí  me  reciba  en  el 
número  de  sus  criados  y  familiares;  pues  que  lo  soy  por  obli- 
gación y  lo  tengo  de  ser  por  mi  voluntad,  esto  poco  que  me 
queda  de  vida.» 

Hablase  aquí  como  de  cosa  pasada  de  la  jornada  del  Em- 
perador á  Túnez,  la  cual  se  verificó  en  el  año  de  i535. 
El  P.  Sandoval  confirma  lo  que  dice  Villalobos  de  la  oportu- 
nidad y  presteza  con  que  vino  á  lomar  parte  en  ella  el  Infante 
D.  Luis  de  Portugal,  pues  dice  que  en  Mayo  de  dicho  año, 
en  la  ciudad  de  Barcelona,  estando  ya  casi  lodo  aprestado 
para  darse  á  la  vela  el  Emperador,  quiso  que  se  hiciese  una 
solemne  procesión,  sacando  el  Santísimo  Sacramento,  la  cual 
salió  de  la  Iglesia  Mayor  y  el  Emperador  llevó  una  vara  del 
palio  sin  querer  cubrir  la  cabeza;  el  Infante  D.  Luis  de  Por- 
tugal, que  por  la  posta  había  llegado  á  la  ciudad,  llevó  la 
otra,  el  Duque  de  Calabria  la  tercera,  y  la  cuarta  el  Duque 
de  Alba  (i). 

Villalobos,  con  una  modestia  de  que  no  siempre  dio  prue- 
bas,  dice  que  no  se  resolveria  á  imprimir  su  libro  hasta 


(i)    Sandoval,  Vida  del  Emperador  Carlos  V,  1. 11,  lib.  XXII,  pág.  7. 


—  i8o  — 

que  S.  A.  mandase  que  fuera  corregido  por  algún  hombre 
docto  de  sus  familiares;  no  sabemos  si  el  Infante  daria  á 
alguien  este  encargo,  pero  es  lo  cierto  que  antes  de  imprimir 
su  libro  Villalobos  le  mandó  al  Dr.  Descoriaza;  es  de  presu- 
mir que  esto  lo  haria  no  mucho  después  de  terminar  los  Pro- 
blemaSf  y  el  doctor  le  escribió  desde  Valladolid  á  23  de  Junio 
de  1 539  la  siguiente  carta: 

t  Yo  he  visto  los  Problemas  y  los  otros  tratados  que  Vmd. 
me  escribió,  y  estuve  tan  lejos  de  importunarme  con  la  pro- 
lijidad de  su  escritura,  que  antes  me  pesaua  en  el  alma 
quando  se  me  yva  acabando.  Porque  dexadas  aparte  las  gra- 
cias que  pasastes  con  el  Sr.  Duque  de  Alúa,  tan  dulces  y  tan 
rechazadas  de  la  una  parte  á  la  otra,  que  en  éstas  yo  confieso 
mi  liuiandad,  que  quienquiera  que  me  las  viere  leer  me 
tuuiera  por  loco,  según  era  la  risa  y  los  visajes  que  yo  hacia 
en  todos  los  pasos  que  van  allí  tan  bien  tratados.  Mas  aun  en 
lo  que  toca  á  la  filosofía  natural  y  á  los  principios  de  la  medi- 
cina, lo  hiziste  tan  sabroso,  que  me  quitaste  todo  el  hastío 
que  yo  tenía  en  estas  sciencias,  porque  siendo  ellas  de  suyo 
tan  ásperas  y  tan  puestas  en  pleyto,  les  distes  una  muy  palan- 
ciana  y  muy  buena  conuersacion,  con  una  claridad  y  unos 
testimonios  traydos  hasta  el  sentido,  que  ningún  mathemá- 
tico  puede  prouar  sus  figuras  con  ciertas  demostraciones  que 
las  que  allí  están  puestas.  Espánteme  de  ver  la  razón  por 
donde  el  elemento  del  fuego  no  puede  inflamar  al  ayre  que 
está  incluso  dentro  del,  y  por  donde  no  puede  alumbrar. 
Porque  si  yo  fuese  muy  ambicioso,  no  puedo  dezir  que  las 
he  visto  en  otra  parte,  y  si  fuese  muy  envidioso  no  las  puedo 
contradezir.  Y  aquellas  materias  de  las  fiebres  periódicas  y 
del  calor  natural,  y  de  la  virtud  vital,  ¿quién  las  vio  tan  decla- 
radas y  con  tantos  secretos  como  allí  reuelastes?  Perdóneme 
Vmd.,  que  en  verdad,  ego  non  tetanti  faciembam  ni  alcanzo 
cuándo  estudiastes  aquello,  ni  adonde  lo  hallastes  con  aquella 
copia  y  con  aquel  estilo  y  brevedad  y  llaneza  y  sotileza  que 
allí  haueis  puesto.  Yo  suplico  á  Vmd.  que  tome  mi  parecer 
en  esto  y  lo  encomiende  á  la  impresión,  que,  en  verdad,  ello 
hará  mucho  en  la  honra  de  la  medicina  quando  vieren  los 
que  no  son  médicos  que  tan  bien  fundados  tiene  sus  edifi- 


—  i8i  — 

cíos,  y  que  no  son  fábulas  ni  patrañas  las  cosas  que  en  ellas 
se  tratan.  Y  porque  esta  mi  carta  se  escribió  de  priesa,  por 
ser  ageno  el  mensajero,  recibiré  gran  merced  que  luego  sea 
rasgada,  porque  no  venga  á  noticia  de  los  que  no  son  tan 
amigos  mios,  como  lo  esVmd.,  de  quien  yo  puedo  fiar  todos 
mis  bienes  y  mis  males. — De  Madrid  á  veynte  y  tres  de 
Junio  de  MDXXXIX  años.» 

El  Dr.  Descoriaza  juzga  en  su  carta  más  especialmente  el 
primer  tratado  de  los  Problemas,  en  que  se  habla  de  cosas  de 
filosofía  natural,  y  los  dos  diálogos  del  calor  y  de  las  fiebres 
interpoladas,  porque  éstas  eran  las  materias  propias  de  su 
profesión,  y  no  sólo  su  juicio  es  laudatorio,  sino  muy  fundado, 
siendo  de  notar  que  hace  especialísima  mención  de  los  dos 
puntos  más  ingeniosos  que  en  esta  parte  de  la  obra  se  contie- 
nen, á  saber:  la  explicación  de  la  intermitencia  de  las  fiebres 
y  el  relativo  á  las  cualidades  del  fuego  elemental,  usando 
con  buen  gusto  de  la  figura  preterición  para  celebrar  las  gra- 
cias del  Diálogo  que  pasó  entre  un  Grande  de  Castilla  y  el 
doctor  Villalobos,  y  dando  por  sin  duda  que  dicho  Grande 
era  el  Duque  de  Alba,  afirmación  que  no  destruye  nuestras 
conjeturas  por  las  razones  que  antes  hemos  alegado;  pero  lo 
que  pueda  echarse  de  menos  en  las  breves  líneas  del  doctor 
Descoriaza,  lo  encontrará  el  lector  en  la  siguiente 

Carta  de  un  Padre  collegialy  regente  en  Sancta  Teología 
en  el  insigne  collegio  de  Sanct  Gregorio  de  Valladolidj 
de  la  Orden  de  los  predicadores,  dirigido  al  Sr.  Dr.  Vi- 
llalobos, autor  de  la  presente  obra, 

f  El  Padre  rector  deste  nuestro  collegio  me  mandó  leer 
este  libro  de  Vmd.,  y  aunque  al  principio  yo  rescibí  alguna 
pesadumbre  en  ello,  porque  no  sabía  la  qualidad  de  la  obra 
ni  conoscia  el  auctor  della,  pensaua  sería  como  otras  muchas 
scripturas  que  vienen  á  ser  examinadas  á  este  collegio,  en 
las  cuales  se  gasta  tiempo  y  se  sufre  en  acabarlas  de  leer  no 
pequeña  importunidad.  Y  cstaua  á  la  sazón  tan  ocupado  en 
mis  lecciones  y  continuo  excrcicio  de  estudio,  que  de  nccesi- 


—    l82  — 

dad  me  habia  de  dar  gran  desabrimiento  y  pena  cualquier 
otro  nueuo  embarazo.  Con  todo  esso  comencé  á  hazer  lo  que 
me  maudauan,  y  fuéme  paresciendo  tan  bien  á  mí  y  á  otros 
mis  compañeros  (que  juntamente oyan  lo  que  yo  yua  leyendo) 
la  escriptura,  las  preguntas  y  respuestas,  la  gracia  de  los  diá- 
logos, el  ingenio  de  las  cosas^  el  lenguaje  y  explicación 
dellas,  finalmente  el  rhetórico  artificio  en  disputarlas,  de 
arte,  que  al  cabo  de  la  lección  quedó  assi  el  lector  como  los 
oyentes,  sin  ningún  fastidio  y  cansancio,  antes  con  muy 
sabroso  dexo;  que  entendí  bien  que  no  es  éste  de  los  libros 
que  se  hallan  á  cada  rincón,  sino  de  los  muy  raros  y  estima- 
dos que  suelen  por  dicha  salir  de  quando  en  quando.  Yo  bien 
osaría  afirmar  de  cuantos  Padres  oyeron  el  libro,  que  nin- 
guno dexó  de  proponer  de  hauerlo,  en  pudiendo,  á  las  manos, 
y  de  mí  digo  ciertamente  que  no  lo  dexaria  por  ninguna 
cosa.  Porque  hallo  en  él  muy  buenas  doctrinas,  y  juntamente 
eran  recreación  y  deleyte  en  verlas,  que  son  cosas,  como 
saben  bien  los  que  han  leydo  muchos  libros,  que  con  difi- 
cultad se  hayan  en  ellos.  Yo  me  daua  por  muy  satisfecho  del 
tiempo  que  empleé  en  leer  la  obra  de  Vmd.  y  del  trabajo 
que  pasé  en  ello,  y  falta  que  á  otras  mis  ocupaciones  hize 
con  el  fruto  y  recreación  que  de  la  lectura  oue,  y  me  tenía 
por  muy  pagado  con  mucha  demasía.  Pero  porque  no  me 
fuesse  alabando  del  lance,  mándame  el  Padre  rector,  en  pago 
de  la  buena  obra  que  del  libro  reccbimos,  que  yo  escriba 
aquí  mi  parecer  y  censura  del.  Por  cierto  que  mi  parecer  es 
muy  corto  para  poner  la  lengua  en  una  escriptura  que  tan 
largamente  merece  ser  alabada,  y  bien  sé  que  no  se  podrá 
dignamente  loar  el  libro,  sino  alguno  que  alcanzase  el  inge- 
nio y  elegancia  castellana  que  en  él  se  contiene,  de  las  qua- 
las  dos  cosas  sé  yo  bien  que  estoy  muy  lejos.  Y  la  mejor 
manera  de  alabar  la  obra  sería  para  mí  referirme  á  lo  que  en 
ella  se  trata,  y  á  lo  que  arriba  he  dicho,  do  tengo  escripto 
mi  parecer  sin  pensar  que  tomaba  argumento  tan  desigual  á 
mis  pocas  fuerzas.  Con  todo  eso,  si  no  puedo  escapar  sin  dezir 
una  palabra,  como  de  paso,  por  cumplir  con  la  obediencia, 
lo  que  siento  es  que  el  censor  de  la  obra  presente  hauia  de 
ser  uniuersal  en  muchas  sciencias^  y  tener  experieacia  de 


—  i83  — 

cosas  varias,  porque  el  libro  es  muy  erudito  y  vario.  Digo 
que  hauia  de  ser  philósopho,  poeta,  theólogo,  médico,  sol- 
dado, cauallero,  cortesano;  para  todas  suertes  de  personas 
tiene  escogidas  sentencias  y  particulares  avisos,  gracias  y 
donayres  muy  á  propósito.  En  cada  qual  destas  profesiones 
tome  cada  uno  y  encarezca  lo  que  hace  á  su  caso,  que  si  no 
me  engaño,  bien  hay  en  qué  meter  la  mano.  En  lo  que  yo 
podría  tener  voto  es  en  las  cosas  de  philosophia  y  materias 
de  vicios  y  virtudes  que  en  el  libro  se  contienen.  Todo  me 
paresce  que  está  resuelto  por  el  cabo,  y  que  ygualmente  ansí 
en  los  Problemas  como  en  los  Diálogos,  compiten  ingenio, 
eloquencia,  gracia  y  donayre,  pero  sobre  todo  grande  expli- 
cación y  facilidad,  con  la  qual  cosas  muy  ocultas  y  delicadas 
de  philosophia  haze  palpables  al  sentido.  Si  alguno  piensa 
que  esto  se  dize  por  encarecimiento,  lea  el  diálogo  entre  el 
señor  doctor  y  Azeuedo,  y  verá  tomar  con  la  mano  al  médico 
ingenioso,  lo  que  antes  con  el  entendimiento  no  podía  bien 
alcaiiqar.  No  quiero  dezir  en  particular  quan  cristianamente 
diga  mal  de  algunos  vicios,  que  hazen  grande  estrago  en  las 
personas,  do  una  vez  hazen  assiento,  como  es  la  auaricia,  la 
ambición,  la  lisonja  y  otras  semejantes,  quan  bien  se  enoja 
con  ellos  y  los  dissuade  con  fuert^a  y  muchas  razones  viuas 
y  chirtianas.  Porque  esto  sería  alargar  mucho  la  carta,  que 
ya  se  vá  haziendo  prolixa;  yo  me  refiero  á  los  que  vieren  la 
obra,  y  oso  affirmar  que  qualquier  hombre  de  ingenio  se 
satisfará  mucho  della  y  la  tendrá,  como  es  razón,  en  gran  pre- 
cio.— Nuestro  Señor  quede  con  Vmd.»> 

Las  alabanzas  de  estas  cartas  no  son  exageradas;  por  for- 
tuna no  habia  llegado  el  período  de  nuestra  literatura  en  que 
se  recomendaban  con  grandes  hipérboles,  en  sonetos  y  can- 
ciones puestas  al  principio  de  ellas,  las  obras  más  baladíes,  y 
así  como  la  posteridad  ha  corroborado  el  juicio  que  del  mérito 
de  Villalobos  hicieron  sus  contemporáneos,  hoy  ni  siquiera 
se  recuerda  el  nombre  de  tantos  como  se  calificaron  de  insig- 
nes poetas,  de  profundos  filósofos  y  de  sapientísimos  doctores 
en  la  época  de  nuestra  decadencia  literaria;  por  esto  sería  de 
desear  que  se  hiciera  una  edición  completa  y  correcta  de  las 
obras  castellanas  de  Villalobos,  pues  la  de  los  Problemas,  que 


—  i84  — 

se  contiene  en  el  tomo  de  la  Biblioteca  de  Autores  españo* 
les,  de  Rivadeneyra,  que  lleva  el  titulo  de  Curiosidades 
bibliográficas^  es  poco  manejable  y  no  está  al  alcance  de 
todos,  siendo  seguro  que  no  hallarian  menos  placer  que  los 
benditos  frailes  del  colegio  de  Valladolid,  que  tan  afanosos 
se  mostraban  de  poseer  el  libro  de  Villalobos,  á  mediados  del 
siglo  XVI,  los  que  ahora  pudieran  saborear  sus  agudezas  y  el 
gallardo  y  castizo  estilo  en  que  están  escritas. 

Pero  no  es  este  el  único  ni  el  principal  mérito  del  ilustre 
físico,  quien,  aparte  del  que  le  pertenecía  en  su  tiempo  por 
su  saber  en  filosofía  natural  y  en  los  diversos  ramos  que  cons- 
tituyen la  Medicina,  tiene  otro  que  es  permanente,  que  no 
corre  el  peligro  de  hacerse  anticuado  y  que  hoy  alcanza  el 
mismo  valor  que  cuando  Villalobos  escribía;  aludimos  á  su 
profundo  espíritu  de  observación,  y  á  sus  atinados  juicios 
acerca  de  los  vicios  y  virtudes  de  los  hombres,  siendo  lo  que 
llaman  los  franceses  un  gran  moralista  que  se  puede  compa- 
rar, sin  desventaja,  con  el  autor  del  Pantagnuely  Rabellais, 
y  con  la  Brouyere,  cuya  obra  los  Caracteres  se  recuerda  al 
leer  algunos  pasajes  de  los  Problemas,  escritos  muchos  años 
antes  que  aquélla. 

Sería  tarea  muy  larga  exponer  las  observaciones  á  que  se 
prestan  las  treinta  y  tres  glosas  del  tratado  segundo,  que  habla 
de  las  costumbres  humanas,  empezando  por  la  que  se  refiere 
á  las  malas  artes  del  diablo  que  sirve  de  natural  proemio  á 
las  consideraciones  morales  de  Villalobos,  pues  sin  llegar  al 
dualismo  de  los  maniqueos,  el  genio  del  mal,  aunque  sólo  se 
le  considere  como  una  personificación  de  los  instintos  de  la 
pura  animalidad,  no  puede  menos  de  tener  gran  influjo, 
si  bien  no  decisivo,  pese  á  la  doctrina  determinista  en  boga, 
en  las  acciones  de  los  hombres. 

Las  dos  coplas  ó  metros  que  tratan  de  los  soldados,  y  la 
que  habla  de  los  que  huyen  en  la  batalla,  tienen  extensas 
glosas  dignas  de  atención  y  de  estudio  por  varios  conceptos: 
la  primera  especialmente  es  un  elocuentísimo  alegato  en 
contra  de  la  guerra,  de  la  que  dice  Villalobos  que  «es  una 
granjeria  del  diablo  para  ganar  mucho  en  poco  tiempo,»  aña- 
diendo que  tel  padre  y  la  madre  que  engendran  la  guerra. 


—  i85  — 

son  el  soberbio  ánitno  y  la  desenfrenada  avaricia,  las  herma- 
nas de  ellas  mayores  á  quien  ella  obedece  son  la  yracundia  y 
la  envidia;»  el  apólogo  que  finge  Villalobos  cuando  dentro 
de  la  cámara  del  entendimiento  entran  en  consejo  las  cuatro 
perturbaciones  susodichas,  no  sólo  es  ingeniosísimo,  sino  de 
una  verdad  moral  resplandeciente,  y  como  dato  curioso  para 
formar  idea  de  lo  que  era  y  del  modo  de  reunir  un  ejército 
en  los  tiempos  de  Villalobos,  es  de  gran  provecho  la  enume- 
ración prolija  de  lo  que  se  necesitaba  entonces  para  empren- 
der una  campaña. 

Para  demostrar  los  inconvenientes  de  la  guerra,  la  razón 
convocada  al  consejo  de  las  cuatro  perturbaciones  que  la  pro- 
ponen, cita,  por  vía  de  ejemplo,  loque  aconteció  entre  el  Rey 
de  Francia  y  el  Emperador  Carlos  V.  «No  há  muchos  años, 
dice,  que  el  Rey  de  Francia  debia  al  Emperador  dos  millones 
de  escudos,  y  sus  letrados  y  confessores  determinaron  que  no 
los  deuia  pagar,  y  assí  lo  hiziera  ni  no  tuuiera  empeñados  y 
captiuos  á  sus  hijos  por  el  dicho  oro.  Al  Emperador  informa- 
ron sus  letrados  y  confessores  que  se  deuia  pagar,  porque  el 
otro  le  auia  mouido  guerra  injustamente,  y  fué  preso  en  ella, 
y  con  todos  aquestos  escudos  no  pagaua  lo  que  el  Emperador 
por  su  causa  auia  perdido.  Si  el  Rey  de  Francia  tomara  el 
consejo  que  yo  le  daua,  él  pagara  en  buena  concordia  los 
dichos  escudos,  y  holgara  en  su  casa  sin  perder  más.  No 
quiso  sino  creeros  á  vosotras,  y  embió  un  grande  exército 
sobre  Ñapóles,  donde  perdió  de  su  casa  más  de  seis  millones 
de  escudos,  y  todo  el  thesoro  de  Francia,  y  toda  la  nobleza 
de  la  juuentud  con  todos  sus  capitanes,  y  al  cabo  vino  á  pagar 
los  dos  millones  que  deuia  con  otras  circuntancias  muy  gran- 
des.» Alúdese  aquí,  sin  duda,  á  la  campaña  de  i538  en  el 
reino  de  Ñapóles,  que  terminó  con  la  huida  de  los  franceses, 
que  tenian  puesto  cerco  á  aquella  ciudad,  después  de  la  muerte 
de  Lutrech  el  23  de  Agosto  de  aquel  año,  suceso  que  fué  un 
inmenso  desastre  para  las  armas  de  Francisco  I.  y  como  Villa- 
lobos dice  que  no  habia  muchos  años  que  aquello  habia  acon- 
tecido, se  demuestra  que  los  Problemas  fueron  escritos  poco 
antes  del  año  iSBp,  en  que  los  envió  en  consulta  al  doctor 
Descoriaza. 


—  i86  — 

Después  de  haber  hablado  tan  mal  de  la  guerra  y  pintado 
tan  al  vivo  sus  horrores,  creyó  sin  duda  alguna  Villalobos 
que  era  menester  decir  algo  en  defensa  del  Emperador  que 
tantas  habia  sostenido;  y  en  efecto,  termina  esta  interesante 
glosa  con  las  siguientes  palabras:  tBien  conocerán  todos  los 
que  esto  leyeren  que  ninguna  destas  cosas  se  dicen  contra 
nuestro  invictísimo  César,  pues  en  las  guerras  que  hasta  agora 
ha  seguido,  siempre  ha  sido  prouocado,  y  en  todas  las  jorna- 
das ha  tenido  justíssima  y  santíssima  causa,  como  es  defen- 
sión de  la  fé  y  de  la  patria,  y  assi  Dios,  con  manifiestos  y 
evidentes  milagros,  se  ha  mostrado  de  su  parte.»  La  historia, 
con  su  fallo  imparcial,  cada  dia  corrobora  este  juicio  de  los 
contemporáneos  del  César,  pues  los  celos  producidos  por  su 
poder  y  grandeza,  fueron  la  verdadera  causa  de  las  guerras 
que  tuvo  que  sostener,  sin  que  bastaran  sus  victorias  á  ase- 
gurar por  mucho  tiempo  el  predominio  que  la  Casa  de  Aus- 
tria alcanzó  de  resultas  de  varias  circunstancias  que  no  depen- 
dieron de  la  ambición  personal  de  aquellos  Príncipes,  sino  de 
haber  reunido  en  sus  sienes  tantas  coronas  por  virtud  del 
derecho  hereditario  entonces  vigente. 

El  metro  IX,  que  es  el  segundo,  que  trata  de  las  cosas 
de  la  guerra,  se  ocupa  de  las  asonadas  y  motines,  tan  frecuen- 
tes en  los  ejércitos  de  la  época  de  Villalobos,  y  de  las  malas 
costumbres  de  la  soldadesca.  Al  leer  la  glosa  de  este  metro, 
vienen  involuntariamente  á  la  memoria  las  turbulencias 
militares  que  tuvieron  por  remate  el  saco  de  Roma,  y  que 
sin  duda  inspiraron  las  dolorosas  exclamaciones  que  ponen 
fin  á  esta  glosa,  á  la  que  sigue  el  metro  en  que  se  habla  de 
ios  que  huyen  de  la  batalla,  en  el  cual  no  sólo  se  afea  la 
cobardía,  sino  que  además  se  demuestra  que  en  la  guerra 
corren  mayor  peligro  los  que  huyen  que  los  que  combaten. 
Estas  consideraciones  recuerdan  los  alardes  de  cobardía  que 
hace  Villalobos  en  algunas  de  sus  cartas,  señaladamente  en 
las  que  se  habla  de  los  sucesos  de  las  Comunidades,  y  acor- 
dándose sin  duda  de  que  en  aquellos  lances  y  en  otros  no 
brilló  por  su  heroismo,  dice  Villalobos:  «;0h,  quántos  caua- 
Ueros  veo  de  los  que  leerán  esta  obra,  que  han  de  decir  que 
no  sé  lo  que  me  digo,  y  que  hablo  y  disputo  en  lo  que  no 


-i87- 

sé,  y  que  hablo  desde  la  ventana,  y  no  como  hombre  que  ha 
de  poner  las  manos  en  la  massa,  y  que  doy  á  los  otros  la 
doctrina  que  no  tomaré  para  mí,  y  que  ellos  me  vieron  ya 
mirando  la  batalla  desde  un  cerro  alto,  y  que  era  tan  grande 
el  miedo  que  yo  tenía,  que  se  me  hacía  el  cerro  más  llano  que 
la  palma  de  la  mano.  Y  que  me  concertaua  con  una  mujer 
enamorada  que  allí  estaua,  que  si  viniesen  los  franceses  al 
cerro  se  pusiese  ella  de  rodillas  delante  de  mí,  como  que  se 
confessaua;  porque  los  enemigos  perdonassen  al  falso  peni- 
tente y  al  más  falso  confesor.  Y  también  dirán  que  una  noche 
passando  yo  por  una  calle  estrecha  se  me  pusieron  al  encuen- 
tro dos  caualleros  y  me  preguntaron  quién  era  yo;  yo,  díxeles 
luego  mi  nombre.  Preguntáronme  cómo  se  llamaua  mi  padre, 
y  díxelo;  y  assí  hiziera  de  mi  agüelo  y  mi  visagüelo.  A  lo  pri- 
mero respondo  que  es  verdad,  que  yo  me  hallé  en  aquel  cerro, 
mas  también  vi  passar  por  allí  huyendo  dos  caualleros  que 
no  osaron  parar  donde  yo  estaua,  hasta  que  les  di  bozes  que 
boluiesen,  que  ya  los  nuestros  auian  desuaratado  á  los  fran- 
ceses. Y  si  alguna  couardía  yo  hize  en  esta  jornada,  fué  no 
descubrir  quién  eran,  porque  me  amenazaron  si  lo  dijese 
que  me  cortarían  la  cabera.  Y  digo  que  yo  hablo  por  lo  que 
he  visto  con  fundamentos  de  philosophia  moral  y  natural;  y 
no  ay  tal  juez  como  el  que  está  fuera  del  negocio,  porque 
juzgará  sin  pasión.  A  lo  segundo  digo  que  no  tengo  yo  por 
couardía  dezir  la  verdad  por  escusar  un  par  de  cuchilladas 
por  la  cara;  peor  fuera  huyr  y  licuarlas  en  la  nuca.  Y  esto 
baste  para  declaración  del  metro  passado.» 

Despierta  natural  curiosidad  el  lance  de  que  en  las  ante- 
riores líneas  habla  Villalabos,  y  aunque  es  difícil  averiguar 
la  batalla  que  presenció  desde  un  cerro,  nos  inclinamos  á 
creer  que  fuera  alguno  de  los  incidentes  del  memorable  sitio 
de  Fuenlerrabía,  que  en  el  año  de  1524  pusieron  las  tropas 
de  Castilla,  al  mando  del  Condestable  Fernandez  de  Velasco, 
quien  logró  tomar  la  plaza,  que  defendieron  con  gran  tena- 
cidad los  franceses.  Esta  guerra  fué  por  entonces  muy  seña- 
lada, y  en  ella  hizo  sus  primeras  armas  el  gran  Duque  de 
Alba,  cuyos  biógrafos  aseguran  que  allí  aprendió  del  Con- 
destable el  difícil  arte  de  la  guerra,  en  que  luego  brilló  tantp; 


—  i88  — 

su  bizarría  hizo  que,  desobedeciendo  á  su  abuelo,  saliese  á 
escondidas  de  su  casa,  con  otros  caballeros,  para  tomar  parte 
en  aquella  campaña;  el  Condestable  aplacó  el  enojo  de  don 
Fadrique,  y  es  de  suponer  que  éste  enviase  á  Villalobos  á 
cuidar  de  la  salud  de  su  nieto  y  heredero.  Para  creerlo  así  nos 
fundamos  en  que  consta  que  Villalobos  no  acompañó  á  Car- 
los V  en  el  viaje  que  hizo  á  Alemania  para  tomar  posesión 
de  la  dignidad  imperial,  permaneciendo  en  Castilla  durante 
su  ausencia,  en  la  cual  tuvo  lugar  el  principio  de  la  guerra 
de  Fuenterrabía;  y  como  en  el  pasaje  de  que  nos  ocupamos 
se  dice  que  la  batalla  que  vio  desde  el  cerro  era  entre  caste- 
llanos y  franceses^  claro  es  que  Villalobos  no  pudo  presenciar 
combates  entre  éstos  sin  salir  de  España,  como  no  fuese  en 
la  ocasión  que  vá  indicada,  y  que  debió  ser  una  de  las  varias 
salidas  que  durante  el  cerco  hicieron  los  franceses  sitiados  en 
Fuenterrabía. 

Nada  hay  que  decir  de  la  mujer  enamorada  con  que  pa- 
rece que  se  concertó  Villalobos  para  fingirse  confesor,  pues  es 
sabido  que  en  aquella  época,  más  que  en  el  dia,  solian  seguir 
á  los  ejércitos  muchas  desgraciadas,  que  se  conocian  en  aquel 
tiempo  con  el  nombre  de  mujeres  enamoradas,  no  tanto  por- 
que lo  estuviesen  de  los  soldados  que  componian  las  huestes 
cuanto  porque  hacian  granjeria  y  oficio  del  amor,  aunque 
se  profane  este  nombre  aplicándolo  á  las  que  en  las  mance- 
bías y  en  los  ejércitos  satisfacian  los  apetitos  carnales;  pero 
es  lo  cierto  que  en  Castilla  la  palabra  meretriz  solia  tradu- 
cirse usando  el  eufemismo  de  mujer  enamorada. 

En  cuanto  á  los  dos  caballeros  que  vio  pasar  huyendo 
Villalobos  desde  el  cerro,  hasta  que  les  dio  voces  diciéndoles 
que  los  franceses  iban  desbaratados,  ni  aun  después  del 
tiempo  trascurrido  quiso  el  físico  publicar  su  ignominia, 
cuando  ya  no  debía,  sin  duda  alguna,  temer  sus  amenazas 
de  muerte. 

El  otro  lance,  que  consistió  en  que  unos  perdonavidas 
detuvieron  á  Villalobos  de  noche  en  una  calle  y  le  hicieron 
decir  su  nombre  y  el  de  sus  padres,  es  un  rasgo  de  costum- 
bres que  han  llegado  hasta  nosotros,  pues  aún  se  usan  bro- 
mas y  provocaciones  de  esa  especie  en  algunos  pueblos,  y 


—  189  — 

00  se  necesita  ser  muy  viejo  para  haberlas  visto,  usadas  en 
algunas  ciudades  de  estos  reinos. 

El  metro  siguiente,  que  lleva  el  número  XI,  habla  de 
los  caballeros,  y  empieza  Villalobos  en  su  glosa  por  estu- 
diar las  causas  de  la  decadencia  de  su  poder,  atribuyéndola, 
con  gran  acierto,  fundándose  en  el  ejemplo  de  la  antigua 
Roma,  á  la  importancia  que  habia  adquirido  la  dignidad 
Real,  sobre  lo  cual  dice  textualmente:  «Por  esta  razón,  los 
Grandes  de  nuestros  tiempos  se  hallan  algo  escuros  con  la 
venida  de  nuestro  felicísimo  Augusto,  no  porque  tiraniza  la 
claridad  de  la  fama  como  los  otros,  ni  porque  toma  para  sí 
los  cultos  divinos,  sino  porque  sus  esclarecidas  hazañas 
sobrepujan  tanto  á  las  facultades  humanas,  que  todo  lo  de 
los  otros  hombres  paresce  poco  cotejado  con  ellas.  Assí  que 
no  me  maravillo  dellos,  aunque  no  sean  tan  valerosos  ni  tan 
generosos  como  sus  predecesores,  de  gloriosa  memoria,  que 
tampoco  lo  fueran  éstos,  si  agora  vivieran.»  Villalobos  parece 
recordar  con  cierta  pena  aquellos  tiempos  en  que  los  mag- 
nates de  Castilla  oscurecian  con  su  poder  y  con  su  fausto  á 
los  monarcas,  porque  sin  duda  no  presenció  los  atentados  que 
cometieron  en  los  tristes  reinados  de  D.  Juan  II  y  D.  Enri- 
que IV,  poniendo  el  reino  en  espantosa  anarquía;  los  Reyes 
Católicos  empezaron  á  refrenarlos,  y  Carlos  V,  convirtiéndo- 
los en  una  aristocracia  palatina,  acabó  con  su  importancia, 
echando  los  cimientos  del  poder  absoluto  de  la  Monarquía, 
porque  la  mayor  parte  de  los  Grandes  no  unieron,  como  en 
Inglaterra  en  el  reinado  de  Juan  Sintierra,  su  causa  á  la  de 
las  ciudades  y  villas,  pudiendo  haberlo  hecho  cuando  las 
Comunidades,  y  sin  duda,  si  hubieran  dirigido  aquel  mo- 
vimiento, hubiesen  afianzado  para  siempre  las  libertades 
políticas  del  reino,  pero  las  ideas  de  lealtad  yac  fidelidad  al 
Rey  prevalecieron  en  aquella  ocasión,  que  no  volvió  á  ofre- 
cerse semejamente  en  larguísimos  años. 

Tratan  los  metros  siguientes,  que  llevan  los  números  XII 
y  XIII,  de  los  casamientos,  y  en  ellos  se  tocan,  con  gran 
acierto,  los  inconvenientes  que  se  siguen  de  hacerlos  obede- 
ciendo al  apetito  carnal  ó  á  la  avaricia,  siendo  de  notar  que 
el  concepto  caballeresco  del  amor  habia  producido  ya  ese 


culto  á  la  mujer,  que  casi  fué  una  idolatría,  como  resulta  de 
estas  palabras  de  Villalobos:  tLa  razón  es  ésta:  que  ellas 
quedan  muy  regaladas  y  presuntuosas  de  los  servicios  pasa- 
dos, que  no  se  contentaban  ellos  con  decirles  que  eran  sus 
señoras  y  que  las  habian  de  servir  como  esclavos  y  morir  por 
ellas;  mas  dicenles  que  son  sus  diosas  y  que  para  ellos 
no  hay  otro  dios  ni  en  el  cielo  ni  en  la  tierra,  y  que  si  se 
mueren,  no  quieren  yrse  donde  dios  estuviere,  sino  donde 
ellas  están.  Y  como  ellas  salen  acostubradas  desta  adoración 
tan  loca  y  tan  vana,  piensan  todavía  que  son  diosas  y  sufren 
con  mucha  molestia  la  subjeccion  que  es  anexa  al  matri- 
monio.» 

Lo  que  dice  Villalobos  de  los  que  se  casan  por  dinero 
prueba  que  ni  es  de  hoy  la  raza  de  perseguidores  de  dotes,  á 
quienes  otros  llaman  coburgos,  por  los  ventajosos  casamien- 
tos que  han  solido  hacer  los  pobres  príncipes  alemanes  de 
esc  nombre,  pues  sobre  el  particular  dice  el  físico  moralista: 
•Y  es  tanta  la  hambre  que  los  hombres  tienen  de  haber  dine- 
ros, que  á  los  que  estuvieren  per  casar  les  parecerá  bien  lo 
que  aquí  digo,  y  tras  esto,  en  ofreciéndoles  hazienda,  toma- 
rán por  mujer  al  diablo  en  fígura  de  cabrón,  y  aun  le  darán 
la  paz  adonde  las  bruxas  la  dan:  con  su  pan  se  lo  coman,  y 
buen  prouecho  les  haga.» 

Trata  Villalobos  muy  sobre  peine,  en  los  metros  XIV,  XV 
y  XVI,  de  los  vicios  de  los  prelados  y  de  los  frailes,  sin  duda 
porque  le  imponia  prudente  reserva  el  recuerdo  de  haber 
sido  castigado,  ó,  á  lómenos,  perseguido,  por  la  Inquisición; 
pero  si  en  las  glosas  es  breve,  en  los  metros  es  enérgico  y 
claro,  diciendo  en  el  XIV : 

•;Y  por  qué  en  la  gerarchía 
de  la  Iglesia,  un  buen  prelado 
quiere  mayor  obispado, 
si  le  basta  el  que  tenía? 

¿Por  qué  quieren  precedencia, 
pues  qués  menor  el  mayor, 
y  el  que  se  hace  menor 
será  de  más  excelencia  ? » 


—  191  — 


y  en  el  XV: 


«¿Por  qué  tratan  de  ambiciones, 
por  qué  los  pobres  desdeñan, 
y  á  sus  ouejas  ordeñan 
y  trasquilan  sus  bellones?» 

«¿Por  qué  no  adornan  altares, 
por  qué  tan  mucho  litigan, 
por  qué  tan  poco  castigan 
á  los  sus  corregulares?» 

Y  aunque  con  razón  dice  en  la  glosa  que  testa  copla  se 
puede  aplicar  á  muy  pocos  prelados  de  nuestra  España,  por- 
que la  Cesárea  Majestad  los  escoge  á  ellos  para  las  dignidades, 
y  no  á  las  dignidades  para  ellos,  y  los  pasa  primero  por  el 
cribo  para  que  salga  el  grano  limpio;»  pudiendo  afirmarse 
sin  lisonja,  como  decia  Villalobos:  «Y  de  verdad,  yo  creo  que 
desde  San  Ildefonso  acá,  nunca  nuestra  nación  floreció  tanto 
de  buenos  obispos  como  agora.»  Las  reprensiones  que  con- 
tienen las  coplas  se  fundan,  sin  duda,  en  el  recuerdo  de  los 
prelados  ambiciosos  é  inquietos,  más  amigos  de  manejar  la 
lanza  del  guerrero  que  el  báculo  del  pastor,  que  no  fueron 
raros  á  fines  del  siglo  XV;  y  aunque  algunos,  como  los 
Mendozas  y  Acevedos,  prestaron  grandes  servicios  á  los 
Reyes  Católicos  y  á  la  patria,  es  lo  cierto  que  sus  costumbres 
no  eran  las  más  á  propósito  para  la  edificación  de  sus  dioce- 
sanos, ni  las  que  deben  brillar  en  los  sucesores  de  los  após- 
toles de  Jesucristo. 

Vá  dirigido  el  metro  XVI  contra  los  malos  frailes,  y 
dice  la  glosa  que  son  muy  pocos  los  religiosos  á  quien  toca, 
«después  que  los  Católicos  Reyes,  de  felicísima  recordación, 
hicieron  reformar  las  Ordenes  y  recogerse  á  la  santa  obser- 
vancia;» pero  reconoce  Villalobos  que  habia  algunos  frailes 
idiotas,  indoctos  y  soberbios  que  se  preciaban  de  ser  villanos  y 
de  traer  bandos  y  parcialidades;  conceptos  que  recuerdan  los 
de  la  enérgica  y  valiente  carta  que  escribió  al  General  de  los 
Franciscanos,  de  que  antes  hemos  dado  amplia  noticia:  tam- 
bién critica  la  codicia  de  algunos  frailes,  de  los  que  dice: 


—  192  — 

a  Y  ellos,  si  tienen  algo  de  lo  ageno,  no  hay  justicia  ni  razón 
arbitraria  que  baste  para  sacárselo  de  las  manos.  Y  dicen 
luego  que  ellos  no  defienden  causa  propia,  sino  la  hacienda 
de  Nuestra  Señora,  como  si  Nuestra  Señora  fuese  servida  de 
hurtar  ó  de  robar  lo  ageno.» 

Los  abogados,  que  en  tiempo  de  Villalobos  se  llamaban 
más  generalmente  letrados,  dan  materia  al  metro  XVII, 
reprendiendo  en  él  á  los  que  defienden  causas  injustas,  vicio 
que  no  se  ha  extinguido,  por  desgracia,  pues  es  de  nuestros 
dias  una  anécdota  característica  de  los  abogados  trapaceros. 
Cuéntase  que  un  deudor  se  presentó  á  un  abogado  andaluz 
y  le  dijo:  Yo  confieso  que  debo  la  cantidad  que  se  me  recla- 
ma, pero  no  quisiera  pagarla;  ^habrá  medio  de  conseguir  mi 
deseo?»  A  lo  que  contestó  el  abogado,  señalando  á  la  librería 
que  adornaba  su  despacho:  «Todos  esos  libros  se  han  escrito 
para  no  pagar.»  Al  achacar  á  la  vanidad  el  poco  escrúpulo 
de  los  abogados,  dá  Villalobos  estos  curiosos  datos  del  traje 
de  los  de  su  tiempo,  a  Por  ser  abogados,  y  tener  causas,  y  traer 
mangas  y  jubón  de  raso  carmesí,  y  chapeos  con  aun  borla 
pingante  sobre  el  collar;  por  estas  y  otras  insignias,  engólfanse 

en  los  pleitos  injustos ;»  de  donde  se  infiere  que  no  era  el 

rojo,  como  hoy,  el  color  característico  de  la  facultad  de  juris- 
prudencia. 

Sirve  de  transición  el  metro  XVIII  para  los  siguientes, 
que  tratan  de  los  viejos,  pues  empieza  hablando  de  la  manía 
de  pleitear  que  éstos  suelen  tener,  y  termina  por  los  que  andan 
enamoradas  «faltando  la  herramienta.» 

Del  metro  XIX  y  de  la  extensa  glosa  en  que  se  explica, 
que  trata  del  viejo  que  se  casa,  hablamos  al  examinar  la 
salpimentada  carta  de  Villalobos,  en  que  dá  cuenta  de  su 
segundo  matrimonio.  Según  lo  minuciosamente  que  trata  el 
asunto,  no  parece  sino  que  procura  persuadirse  de  los  incon- 
venientes del  matrimonio^  para  rechazar  la  idea  de  contraerlo 
á  sus  años,  y  ya  se  sabe  que  en  esta  lucha  venció  en  el  físico 
el  apetito  á  la  razón,  prueba  evidente  de  la  debilidad  humana 
aun  en  los  que  presumen  de  rígidos  censores  y  estrictos  mo- 
ralistas. Ya  se  ha  dicho  que  la  glosa  de  este  metro  es  de  las 
más  extensas,  y  á  la  par  de  las  más  saladas;  sirva  de  ejemplo 


—  193  — 

el  siguiente  cuadro,  que  lo  es  también  de  las  costumbres  de 
su  tiempo:  habla  de  la  imposibilidad  en  que  el  viejo  casado 
está  de  tener  su  pensamiento  en  Dios,  y  dice:  «Este  precepto, 
oi  él  lo  podrá  cumplir,  ni  ella,  especialmente  quando  viere 
al  mancebo  con  una  barba  luenga  y  entornadas  las  puntas 
della  para  adelante,  que  de  esto  traen  ellos  gran  cuidado  de 
poner  la  barba  que  parezca  que  amenaza  dar  cornadas:  y 
quando  le  viere  todo  harpado  y  la  cal(;a  tra(;ada,  con  los 
muslos  descubiertos  y  con  otras  insignias  de  ferocidad  que 
aquí  no  se  declaran.» 

El  metro  XX  vá  contra  la  vieja  que  se  pinta  y  afeita, 
y  la  glosa  empieza  con  esta  observación,  que  confirma  la 
experiencia  de  todos  los  tiempos.  «Las  mujeres  que  quando 
eran  mo<;as  fueron  hermosas  y  se  preciauan  dello,.  nunca 
después  pueden  tragar  la  vejez,  nunca  pueden  creer  que  son 
viejas.  Por  tanto,  para  encubrir  los  defectos  de  la  cara,  que 
han  hecho  los  muchos  dias,  que  se  van  como  un  soplo,  y  los 
muchos  tratos  que  ellas  han  dado  siempre  al  cuero  del  rostro, 
que  aunque  fuera  un  cuero  de  un  cabrón  le  tuvieran  ya  esti- 
rado y  ensangrentado,  para  cubrir,  como  digo,  sus  defectos, 
acuerdan  de  aluziarse  y  pintarse,  como  si  aquello  pudiese 
revocar  la  juventud  y  como  si  por  allí  se  engañase  la  vista 
de  los  hombres.» 

De  los  mimos  y  dengues  que  hacen  las  viejas  de  que  trata 
el  metro  anterior,  para  parecer  niñas,  habla  el  siguiente,  y  en 
su  glosa  dice  Villalobos  que  se  podría  fundar  y  demostrar  el 
dogma  de  la  inmortalidad  del  alma  «en  la  verdura  que  tiene 
el  ánimo  de  un  viejo,  que  si  no  fuesse  por  la  vergüenza  y 
por  la  grita  que  todos  le  darían,  más  liviandades  haria  un 
viejo  vicioso,  que  todos  los  mancebos,  y  si  las  ánimas  fueran 
perecederas  como  los  cuerpos,  enuejescerian  ellas  también 
como  ellos,  y  cessarian  todos  los  apetitos  juntamente  con  el 
húmido  radical  y  con  el  calor  natural  y  con  todas  las  poten- 
cias naturales.» 

Concluye  la  materia  de  la  vejez  en  el  metro  XXII 
en  términos  que  revelan  lo  mal  que  llevaba  la  suya  Villa- 
lobos, no  muy  conforme  con  las  consideraciones  de  Cicerón 
en  su  tratado  de  senectutCy  ni  con  lo  que  la  religión  enseña, 

// 


—  194  — 

pues  dice:  «Como  no  vive  el  viejo  en  otra  cosa,  sino  en 
sentir  las  penas  y  cansancios  del  cuerpo  y  del  ánima,  y  las 
tristezas,  y  vuelcos,  y  congoxas  y  muertes  de  hijos  y  de  otros 
que  duelen  más  que  hijos,  y  ninguna  cosa  gozan  de  lo  que 
la  gente  llama  vivir.  Considerando  todo  esto  y  otros  incon- 
venientes que  aquí  no  se  di^en,  no  sé  por  qué  razón  no 
ruegan  todos  á  Dios  que  los  defienda  y  los  guarde  de  la 
vejez.» 

Villalobos  combate  en  el  metro  XXIII  la  costumbre  de  los 
lutos,  que  cree  contraria  á  la  razón  y  á  la  fé  católica;  á  los 
muertos  claro  es  que  no  les  aprovechan,  y  de  los  vivos  dice 
que  «  ni  es  consolación  auer  gran  pesar,  ni  es  descanso  ni 
salud  andar  cargados  de  luto  hediendo  á  tinta,  y  andando 
teñidos  y  sucios  con  ella.i  Estas  razones  no  han  prevalecido 
hasta  ahora,  y  aun  después  de  lo  dicho  por  Villalobos^  los 
lutos  eran  rigurosísimos  y  tan  molestos  como  él  indica,  pues 
usábanse  hasta  fines  del  siglo  xvi,  en  señal  de  él,  los  capi- 
rotes y  sayos  de  bayeta,  que  eran  una  pesada  y  hedionda 
carga. 

En  los  metros  siguientes  trátase  dé  los  físicos,  y  en  la 
glosa  del  primero  de  ellos,  que  es  el  XXIV,  parece  inspirado 
en  el  dicho  latino  medice  cira  ie  ipsuniy  pues  tratando  del 
físico  doliente  dice  Villalobos:  «Yo  vi  en  Montpeller  un  físico 
que  llamauan  maestre  Falcon,  y  era  tan  sordo  que  no  podia 
oir  campanas  ni  trompetas,  y  todos  los  que  ensordecían  por 
aquellas  tierras,  se  venían  á  curar  con  él,  porque  dezian  que 
conoscia  bien  la  enfermedad  y  esto  parescia  á  ellos  que  bas- 
taua,  aunque  boluiessen  á  sus  casas  mucho  más  sordos  que 
quando  salieron  dcUas.»  El  dato  biográfico  de  Villalobos  que 
se  contiene  en  esta  anédocta,  es  interesante,  pues  habla  del 
único  viaje  de  que  se  tiene  noticia  que  hiciese  Villalobos 
fuera  de  los  reinos  que  en  su  tiempo  formaban  la  monarquía 
española;  no  puede  ni  aun  aproximadamente  determinarse 
la  época  en  que  lo  hizo,  pues  no  es  fácil  averiguar  cuándo 
floreció  en  Montpeller  el  físico  sordo,  maestre  Falcon,  cuyo 
apellido,  que  tal  vez  sería  Falcó,  parece  catalán;  pero  no  sería 
temerario  suponer  que  Villalobos  hiciera  su  excursión  á 
Montpeller  en  alguna  de  las  diversas  veces  que  estuvo  en 


—  igS  r- 

Cataluña  formando  parte  de  la  Corte  del  Emperador  ó  de  los 
Reyes  CatólicoSi- 

Las  malas  artes  de  los  físicos  vanagloriosos  dan  materia 
á  los  metros  XXV  y  XXVI;  este  vicio  y  las  rivalidades  y  divi- 
siones que  entre  la  clase  médica  produce,  son  de  todos  los 
tiempos,  y  todavía  hoy  podria  decirse  con  Villalobos:  «¿No 
sería  mejor  que  hiciesen  tal  unión  con  los  otros  médicos  que 
la  Medicina  fuese  un  cuerpo  y  no  muchos  pedamos,  y  que  se 
biziese  fuerte,  pues  hay  tantos  fuera  della  que  la  combaten?» 
Por  lo  demás,  los  cuadros  que  pinta  de  las  disputas  y  de  las 
trapacerías  de  los  médicos,  recuerdan  los  que  trazó  Mo- 
lliére  en  su  Malade  imaginaise  y  en  la  farsa  de  Mr.  de  Pour- 
ceaugnac. 

Los  metros  siguientes,  desde  el  XXVII  hasta  el  XXXI  inclu- 
sive, tratan  de  diferentes  formas  de  la  vanidad,  y  especial- 
mente de  la  que  se  disfraza  con  el  nombre  de  honra,  que  en 
lenguaje  vulgar  llamamos  puntillo^  y  que  cada  cual  pone 
en  cosa  distinta,  de  donde  resultan  con  frecuencia  absurdos 
y  ridiculeces  como  los  que  aparecen  en  la  anécdota  que  refiere 
Villalobos  en  la  glosa  del  metro  XXXI.  «Y  por  cierto  yo  soy 
testigo  (dice)  de  un  azemilero  mancebo  que  tenía,  que  conos- 
ciéndole  por  muy  vano,  le  quise  tentar  y  roguéle  que  se  casase 
con  una  hija  mia,  y  respondióme  que  lo  hiziera  de  buena 
voluntad  por  hazerme  plazer;  mas  ¿con  qué  cara  volveria  á 
su  tierra  sabiendo  allá  sus  parientes  que  era  casado  con  mi 
hija?  Digo:  oTú  lo  haces  como  hombre  que  tiene  sangre  en  el 
ojo,  mas  yo  te  certifico  que  no  entiendo  esta  tu  honra  ni  la 
mia.»  Destos  móntruos  engendra  el  Diablo  infinitos.»  Para 
comprender  bien  el  sentido  de  esta  anécdota  es  menester 
recordar  que  Villalobos  era  de  origen  judío  y  que  á  pesar  de 
su  situación  en  la  Corte,  su  azemilero,  que  sin  duda  era  de 
alguna  familia  noble  de  las.  montañas  de  Asturias  ó  de  León, 
ó  á  lo  menos  cristiano  viejo,  temía  que  los  suyos  le  deshon- 
rasen si  se  casaba  con  la  hija  de  un  confeso  perseguido  por 
la  Inquisición  y  tal  vez  por  ella  castigado. 

Repréndese  en  el  metro  XXXII  el  vicio  de  la  gula,  que  se 
habia  extendido  mucho  en  Castilla  por  aquel  tiempo,  pues 
empieza  con  estas  palabras: 


—  196  — 

t¿Por  qué  la  gente  se  ha  dado 
al  muy  sobrado  comer?» 

De  donde  puede  inferirse  que  los  tudescos  que  vinieron 
con  el  Emperador,  introdujeron  costumbres  contrarias  á  la 
renombrada  sobriedad  de  los  castellanos;  de  Carlos  V  se  sabe 
que  era  muy  amigo  de  los  manjares  especiados  y  picantes. 
Villalobos  dice  con  razón  que  no  hay  mejor  salsa  que  el 
hambre,  por  lo  cual  hablando  de  las  tres  cosas  en  que  con- 
siste el  deleite  de  la  comida,  afírma  que  la  de  su  proceso  y 
medio  tes  que  las  viandas  sean  escogidas  y  de  muy  agradables 
sabores.  Desta  gozarían  mejor  los  Reyes  y  señores  si  no  les 
faltase  la  primera,  que  es  la  hambre,  con  quien  hauian  de 
comentar;  mas  por  cuanto  comen  sobre  hartura  é  indigestio- 
nes, yo  me  atengo  á  los  morteros  de  ajos  con  azeite  y  á  los 
repollos  que  salen  de  la  olla  echando  vapores  de  suavidad,  y 
al  pan  del  labrador  con  que  hinche  toda  la  boca  sin  dexar  en 
ella  cosa  vacía.»  Este  cuadro  recuerda  el  admirable  de  las 
bodas  de  Camacho,  que  con  tan  diestro  pincel  trazó  Cervan- 
tes en  su  Quijote. 

La  avaricia  es  la  materia  del  metro  XXXIII,  y  en  su  glosa, 
para  demostrar  hasta  qué  extremos  lleva  ese  abominable 
vicio,  dice  Villalobos:  tContaré  aquí  un  incomparable  exem- 
plo  de  avaricia  que  acaeció  en  León  estando  yo  allí:  Vendió 
un  hombre  común  cient  hanegas  de  trigo  á  dos  reales  cada 
una  en  el  mes  de  Mar^o,  y  después  encarecióse  tanto  el  pan, 
que  vino  á  valer  por  Mayo  á  ducado  la  hanega;  él  rescibió 
desto  tanto  dolor,  que  acordó  de  ahorcarse  de  una  viga,  y 
para  esto  fué  á  comprar  una  soga.  Llevándola  á  su  casa  pare- 
cióle áspera  á  la  garganta,  y  volvió  á  trocarla  por  un  cordel 
más  liso  y  más  suave,  y  daua  un  maravedí  sobre  la  soga  á 
trueque  del  cordel;  el  cabestrero  no  queria  menos  de  tres 
maravedís  y  anduuo  quatro  meses  arreo  altercando  sobre  si 
daria  un  maravedí  ó  tres  maravedís,  hasta  que  el  cabestrero 
se  importunó  un  dia  y  le  dixo:  «¿Para  qué  diablos  dais  tantas 
vueltas  sobre  dos  maravedís?  Si  os  aueys  de  ahorcar  con  este 
cordel,  ¿qué  más  monta  un  maravedí  que  tres?  ¿Si  que  no 
aueis  de  llevar  con  vos  dos  maravedís?»  Dixo  el  hombre:  «No 


—  197  — 

lo  digáis  burlando,  que  para  eso  lo  quiero,  porque  esta  soga  es 
muy  áspera  para  la  garganta;  dadme  vos  el  cordel  y  si  no  me 
ahorco  con  él,  yo  os  daré  un  real.»  Dixo  el  cabestrero:  aCon 
esa  condición  yo  os  lo  doy;»  y  así  se  llevó  el  cordel  y  se  des- 
partieron muertos  de  risa  el  uno  del  otro.  Dende  á  dos  horas 
vino  la  nueva  al  cabestrero  y  por  toda  la  ciudad,  como  el 
hombre  era  ahorcado.»  No  hay  motivo  para  dudar  de  la 
veracidad  de  Villalobos,  pero  es  lo  cierto  que  ni  á  Plauto  ni 
á  Molliére  se  les  ocurrió  cosa  semejante  al  proceder  del  avaro 
leonés  para  poner  de  relieve  este  vicio. 

El  ansia  de  crecer  en  su  estado  y  honra,  es  materia  del 
metro  XXXIV,  y  en  la  glosa  se  recomienda  y  ensalza  en  estos 
términos  la  medianía:  •  Quienquiera  que  tuviere  mediano 
estado  no  desee  tenerlo  mayor,  sino  sepa  que  no  se  desea 
descanso,  sino  trabajo,  ni  desea  plazer,  sino  enojo.»  Rioja 
expresa  el  mismo  concepto  en  aquellos  conocidos  versos  de 
su  epístola: 

•Una  mediana  vida  yo  posea, 
un  estilo  común  y  moderado 
que  no  lo  note  nadie  que  lo  vea.» 

En  esta  glosa  hay  una  indicación  curiosa  de  lo  que  pasaba 
en  Castilla  en  las  familias  poderosas,  pues  haciéndose  cargo 
de  los  que  disculpan  su  ambición  con  el  deseo  de  favorecer 
á  sus  hijos,  hace  esta  consideración:  «Y  si  alguno  dixere  que 
no  lo  desea  sino  para  remediar  á  todos  sus  hijos,  está  enga- 
ñado, que  sólo  el  hijo  mayor  podrá  remediar,  los  otros  así 
como  así  han  de  pasar  necesidad,  aunque  sean  hijos  de 
un  rey.» 

Del  metro  XXXV  dice  Villalobos:  «Esta  copla  vá  contra 
los  sophislas,  que  es  un  género  de  hombres  que  ni  ellos  quie- 
ren saber  cosa  ninguna  ni  quieren  consentir  que  otro  lo  sepa.» 
Y  por  cierto  que  es  digno  de  notarse  lo  que  luego  añade  sobre 
los  estériles  ejercicios  de  la  dialéctica  meramente  formal,  que 
es  como  sigue:  «Desde  el  tiempo  de  Platón  y  mucho  antes 
andan  estos  egipcianos  por  el  mundo  y  se  quexauan  dellos 
todos  los  filósofos  de  substancial  y  sana  doctrina;  agora,  de 


—  198  — 

pocos  años  acá,  vá  cesando  la  furia  destos  nominales^  y  se 
dan  todos  á  la  realidad  de  la  verdad,  y  aunque  los  varones 
doctos  entienden  y  saben  estos  sophismas  y  se  aprouechan 
dellos  para  que  no  les  echen  zancadilla,  pero  no  los  usan 
porque  los  estudiantes  no  gasten  su  vida  en  estas  sotilezas 
que  son  muy  primas,  como  telas  de  araña,  y  no  se  puede 
hacer  dellas  toca,  ni  camisa,  ni  otra  cosa  de  provecho.»  De 
esto  se  inñere  que,  contra  la  opinión  generalmente  recibida 
en  España,  se  sintió  en  ella  el  influjo,  desde  antes  de  mediar 
el  siglo  XVI,  de  la  nueva  tendencia  de)  espíritu  científico,  y 
que  ya  se  reconocia  la  vanidad  de  las  disputas  interminables 
á  que  se  dedicaban  los  degenerados  discípulos  de  la  filosofía 
escolástica. 

Tratan  los  metros  XXXVI  y  XXXVII:  el  primero,  de  los 
médicos,  y  el  segundo,  de  los  abogados  que  se  suponen  posee- 
dores de  toda  la  ciencia  y  creen  que  no  hay  quien  se  les 
aventaje  en  la  que  profesan;  el  metro  XXXVIII  se  refiere  al 
corregidor  de  condición  dura  y  cruel,  del  que  dice: 

tY  era  tanta  su  alegría, 
quando  las  horcas  poblana, 
que  á  sus  deudos  convidaua 
á  las  fiestas  de  aquel  dia.» 

La  glosa  que  á  esta  copla  pone  Villalobos,  tiene  un  valor 
histórico  digno  de  ser  notado.  «En  tiempo  de  los  Reyes 
Cathólicos,  de  gloriosa  memoria,  dice,  hauia  tanta  severidad 
en  los  jueces,  que  ya  parescia  crueldad,  y  era  entonces  nece- 
sario, porque  aún  no  estañan  apaciguados  del  todo  estos 
reynos  ni  acabados  de  domar  en  ellos  los  soberuios  y  tinmos 
que  hauia,  y  por  eso  se  hacian  muchas  carnecerías  de  hom- 
bres y  se  corlauan  pies  y  manos,  y  espaldas  y  cabezas,  sin 
perdonar  ni  disimular  el  rigor  de  la  justicia.  Y  quando  los 
juezes  hazian  estas  cosas,  teniendo  principal  intento  á  la  paci- 
ficación y  bien  universal  de  la  república,  pesándoles  del  daño 
particular  de  sus  próximos,  tolerable  era;  mas  si  holgauan 
de  hallar  ocasiones  para  hazer  esas  terríficas  y  espantables 
anatomías,  porque  lo  supiese  la  Reina,  y  porque  los  tuuiesse 


—  199  — 

• 

por  grandes  hombres  de  aquel  officio,  y  por  hacer  entender 
que  ellos  dauan  authoridad  al  Consejo  Real,  y  finalmente  lo 
encaminauan  todo  á  su  interese  propio;  en  tal  caso  como 
este,  ellos  no  podian  ser  buenos  juezes  y  corrían  gran  peli- 
gro de  su  daño  y  perdición.  Y  assí  acaesció  que  algunos  des- 
tos  murieron  malas  muertes,  differenciadas  de  las  otras,  en 
que  páresela  que  nuestro  Señor  daua  á  entender  acá  el  enojo 
que  dellos  tenia.  Agora,  gracias  á  Dios,  no  hay  nada  desto, 
porque  tenemos  un  César,  en  cuyo  tiempo  ha  florescido  la 
paz  en  estos  reynos  de  España  y  fructificado  de. tal  manera, 
que  se  ha  extendido  por  todo  el  orbe  christiano.  Y  junto  con 
esto,  es  piadoso  y  oluida  las  injurias  y  perdona  muchos  delic- 
tos  capitales,  porque  no  piensa  que  de  allí  se  puede  seguir 
atrevimiento  contra  la  Real  Majestad.  Esto  le  viene  á  él  de 
muy  animoso  corazón  y  de  muy  inuencible  y  generoso  ánimo. 
Y  juntamente  con  esto,  tiene  un  Consejo  que  demanda  estre- 
cha cuenta  á  los  juezes,  y  castígalos  muy  bien  si  hacen 
desórdenes,  y  los  alcaldes  no  discrepan  cosa  alguna  de  la  vir- 
tud heroyca  de  sus  superiores.  Y  assí  anda  toda  la  armonía 
déla  justicia  tan  bien  concertada,  que  desde  el  más  alto 
tiple  al  más  bajo  contra,  no  ay  destemple  ninguno.» 

La  severidad  de  la  Reina  Católica  fué,  en  efecto,  tal  como 
de  las  palabras  de  Villalobos  resulta,  y  sus  consecuencias  salu- 
dables para  la  patria,  tales  como  indica;  en  apoyo  de  todo 
esto,  puede  citarse  lo  que  ocurrió  en  Sevilla,  donde  entró 
D.*  Isabel  en  25  de  Julio  de  1477:  durante  largos  años,  la 
ciudad  habia  sido  víctima  de  la  verdadera  guerra  civil  que 
sostenían  el  Duque  de  Medina -Sidonia  y  el  Marqués  de 
Cádiz;  los  asesinatos,  violencias  y  robos  eran  continuos  y 
espantosos,  y  para  castigar  aquellos  desmanes,  la  Reina,  que 
llegó  sin  acompañamiento  de  soldados  y  sin  más  recursos 
que  el  esplendor  de  su  autoridad,  constituyó  tribunal  que 
ella  misma  presidia  en  su  palacio,  y  decretó  grandes  castigos, 
imponiendo  la  pena  de  muerte,  sin  contemplaciones,  á  los 
facinerosos  que  habían  asolado  la  ciudad  y  su  tierra,  causando 
hondo  temor  en  todos  tanta  severidad,  hasta  que  el  Obispo 
de  Cádiz,  Gobernador  de  la  diócesis,  en  audiencia  solemne 
que  pidió  á  la  Reina,  impetró,  acompañado  de  ambos  Cabíl- 


—   200  — 

dos  y  de  eclesiásticos  y  varones  virtuosos,  la  Real  clemencia. 
D.'  Isabel  escuchó  la  súplica  «entre  benigna  y  severa,  y  por 
entonces  no  condescendió  con  las  palabras,  difiriendo  la  res- 
puesta (i);  pero  al  cabo  otorgó  perdón  general,  y  desde 
aquella  época  reinó  una  larga  paz,  que  contribuyó  mucho  á 
la  extraordinaria  prosperidad  que  en  lo  sucesivo  gozaron  la 
ciudad  y  tierra  de  Sevilla.» 

El  metro  XXXIX  compara  la  solercia  de  los  animales  en 
saberse  curar  de  sus  males,  con  la  ignorancia  del  hombre,  y, 
por  tanto,  es  un  paralelo  entre  el  instinto  y  la  razón,  que  dá 
origen  á  muy  elocuentes  consideraciones,  inspiradas  en  el 
ascetismo  casi  pesimista  que  reina  en  la  mayor  parte  de  los 
escritos  de  Villalobos,  quien  termina  la  extensa  glosa  de  este 
metro  en  los  siguientes  términos:  «Y  aun  después  que  los 
hombres  son  ya  mancebos,  y  aun  viejos,  ignoran  lo  que  con- 
viene para  curarse  de  sus  flaquezas  y  enfermedades  en  ausen- 
cia del  médico,  y  éste  asimismo  á  las  veces  es  tal,  que  sería 
mejor  estar  sin  él.  Y  para  esto  yo  tenia  pensado  de  poner 
aqui  muchos  remedios  con  que,  en  ausencia  del  médico,  se 
pudiesen  los  hombres  curar  de  qualquiera  enfermedad  que 
tuuiessen,  aunque  no  la  conosciessen.  Mas  por  no  acabar 
esta  colación  con  tan  ruines  bocados,  como  son  los  de  la 
Medicina,  quedará  reservada  la  ordenación  de  esto  para  un 
tratado  singular  que  dellos  haré,  plaziendo  á  Dios,  que  será 
no  menos  provechoso  para  la  república  que  dañoso  para  los 
indoctos  médicos,  porque  tengan  cuidado  de  aqui  adelante 
de  estudiar  en  el  arte  que  tanto  importa  para  el  bien  común.» 
No  se  sabe  si  Villalobos  llevaria  adelante  este  pensamiento, 
que,  como  hemos  visto,  es  el  mismo  que  inspiró  su  Sumario 
de  medicina  en  romance  trovado;  pero  sea  de  esto  lo  que 
fuese,  se  vé  claro  que  era  en  el  ilustre  físico  idea  fija  la  de 
popularizar  la  Medicina,  quitándole  el  carácter  arcano  y  mis- 
terioso que  todavía  tratan  de  conservarle  algunos  charla- 
tanes. 

Aunque  de  las  palabras  que  dejamos  copiadas  parece  que 
el  metro  XXXIX  debiera,  sin  ser  el  último  del  segundo  tra- 


(I)    Zúñiga,  Anales  de  Sevilla^  pág.  3Si . 


—  201    — 

udo  de  los  Problemas^  después  de  él  siguen  dos  con  este 
epígrafe:  Estas  dos  coplas  siguientes  son  dirigidas  al  Prin' 
cipe  nuestro  señor.  La  materia  de  ellas  es  la  lisonjay  men- 
tira, que  suelen  vivir  en  los  palacios,  y  que  tan  íntimo  enlace 
tienen.  El  Príncipe  á  quien  se  dirige  Villalobos,  como 
resulta  de  las  glosas  que  pone  á  los  metros,  es  el  primogé- 
nito del  Emperador,  que  reinó  luego  con  el  nombre  de  Fe- 
lipe II;  muy  mozo  era  cuando  escribia  esta  obra  Villalobos, 
y  tal  vez  lo  que  aquí  dice  haya  servido  de  fundamento  á  los 
que  afirman  que  fué  su  médico;  pero  todo  indica,  según 
hemos  procurado  demostrar,  que,  siéndolo  del  Emperador, 
se  retiró  de  la  Corte  y  murió  ausente  de  ella  antes  que  don 
Felipe  ocupara  el  trono.  Los  consejos  morales,  que,  para  que 
huyese  de  aquellos  vicios,  le  dá  Villalobos,  van  unidos  al 
elogio  del'  Emperador,  de  quien  afirma  que  fué  siempre 
enemigo  de  la  lisonja  y  de  la  mentira;  de  este  vicio  dice, 
poniendo  fin  al  segundo  tratado:  «De  todas  estas  burlas  van 
fuera  los  Reyes  de  España  de  muchos  años  acá,  y  más  que 
todos  la  Majestad  del  César,  vuestro  padre,  que  desde  niño 
le  plantaron  esta  disciplina  en  el  pecho,  y  siempre  ha  perse- 
uerado  en  ella  hasta  guardar  verdades  en  daño  y  perjuicio 
suyo  á  los  más  mentirosos  hombres  que  hay  en  el  mundo,  que 
son  los  Reyes  moros.  Por  este  exemplo  se  gobierne  V.  A.,  y 
de  esta  ropa  se  vista,  y  verá  quán  bien  paresce  con  ella  á  Dios 
y  al  mundo.»  Entre  los  Reyes  de  España  de  que  habla  Villa- 
lobos, no  se  ha  de  contar  á  D.  Fernando  V,  bisabuelo  de 
D.  Felipe,  del  cual  dice  Guiciordeni:  «En  una  palabra,  es  un 
Rey  muy  notable  y  con  muchas  y  grandes  prendas,  y  sólo  se 
le  acusa,  sea  ó  no  cierto,  de  no  ser  liberal  ni  buen  guardador 
de  su  palabra»  (i).  Además,  según  una  anécdota  muy  cono- 
cida, D.  Fernando  se  jactaba  de  haber  engañado  varias  veces 
al  Rey  de  Francia. 


(i)    Colección  de  libros  de  antaño,  tomo  VIII;  Viajes  por  España^ 
página  214. 


—  202   — 


V. 


CANCIÓN    DE    VILLALOBOS,    CON    SU    GLOSA 


De  los  diferentes  escritos  que  forman  el  volumen  gene- 
ralmente conocido  bajo  el  nombre  de  Problemas,  cl  último 
que  salió  déla  pluma  de  Villalobos  es  la  glosa  de  la  Canción^ 
de  que  vamos  á  ocuparnos;  pues  según  en  su  biografía  hemos 
hecho  notar,  dice  en  ella:  «Como  yo  anduve  en  la  Corte  hasta 
los  setenta  años;»  ahora  bien,  hemos  demostrado  con  un  con- 
junto de  datos,  que  constituyen  prueba  plena  y  acabada,  que 
Villalobos  nació  en  el  año  de  1473;  por  lo  tanto,  cumplió 
los  setenta  de  su  edad  en  i543,  fecha  en  que  publicó  la  colec- 
ción de  sus  escritos,  impresa  en  Zamora.  Tal  vez  la  canción 
fué  anterior  algunos  años  á  la  glosa,  que  por  el  calor  que  en 
ella  se  nota,  parece  haber  brotado  espontánea  de  la  pluma 
del  ilustre  físico,  como  una  elocuente  improvisación  inspirada 
por  los  sentimientos  que  se  revelan  en  las  palabras  con  que  la 
principia,  y  que,  según  hemos  dicho,  han  inducido  á  error  á 
la  mayor  parte  de  sus  biógrafos,  quienes  dan  por  seguro  que 
Villalobos  cayó  en  desgracia  del  Emperador  por  la  muerte 
de  su  esposa  D.^  Isabel,  y  que  de  resultas  de  esto  se  retiró 
despechado  de  la  Corte,  cuando  en  realidad  vivió  en  ella  algu- 
nos años  después  de  aquel  suceso,  aunque  le  inspirara  tristes 
pensamientos  y  fuera  motivo  para  que  se  renovase  en  su 
ánimo  el  que  siempre  tuvo  de  vivir  apartado  de  las  agitacio- 
nes de  la  vida  palaciega,  consagrado  á  sus  estudios  y  á  sus 
meditaciones  religiosas.  De  todas  maneras  es  digno  de  aten- 


—  loS  — 

don  que  la  muerte  de  la  Emperatriz  produiera  electos  seme- 
jantes en  d  Duque  de  Gandk  j  en  sa  &ico  t  amijro  Villalo- 
bos: coincideiicia  que  se  explica  por  las  extraordinarias  cali- 
dades de  aqoella  ilastre  Princesa,  en  quien  briUart^n  la  más 
admiraUe  hermosura  y  tui  extraordinaria  fbrlaleza  de  espi- 
rim,  que,  según  se  cuenti,  ni  siquiera  los  agudos  dolores 
del  parto  le  arrancaron  un  lamento,  cuando  dio  á  luz  á  su 
prínx^énito  D.  Felipe.  La  muerte  de  tan  poderosa  soberana 
7  de  tan  extraordinaria  mujer  en  k  plenitud  de  la  vida,  y  en 
medio  de  las  felicidades  mundanas,  era  muy  á  proposito  para 
recordar,  como  recordó  Villalobos,  las  palabras  sobre  la  vani- 
dad de  las  cosas  terrestres  con  que  terminó  Salomón  su  libro 
inmortal,  y  para  que  formulase  sus  pensamientos  en  la  can- 
ción á  que  dio  su  nombre,  donde  se  elevó,  quizá  por  única 
vez,  á  la  verdadera  poesía,  aunque  no  tanto  como  Jorge  Man« 
fique  en  la  que  ha  hecho  célebre  su  nombre,  habiendo  entre 
ambas  un  fondo  común  formado  por  las  ideas  religiosas,  que 
fueron  el  alma  de  la  civilización  española.  El  poeta  caballero 
había  dicho  con  inefable  melancolía: 

c Recuerde  el  alma  adormida, 
avive  el  seso  y  despierte 
contemplando 
como  se  pasa  la  vida, 
como  se  viene  la  muerte 
tan  callando.» 

No  muchos  años  después,  el  insigne  físico,  con  análogo 
sentimiento,  escribe: 

«Venga  ya  la  dulce  muerte 
con  quien  libertad  se  alcan(;a, 
quédese  á  Dios  la  esperan<;a 
del  bien  que  se  dá  por  suerte. 

Quédese  á  Dios  la  fortuna 
con  sus  hijos  y  privados, 
quédense  con  sus  cuidados 
y  con  su  vida  importuna. 


—  204  — 

Y  pues  al  fin  se  convierte 
en  vanidad  la  pujan(;a, 
quédese  á  Dios  la  esperanza 
del  bien  que  viene  por  suerte.» 

La  explicación  que  nos  dá  Villalobos  de  las  fuentes  de  su 
inspiración,  es  tan  interesante  como  puede  verse  en  los  pri- 
meros párrafos  de  la  glosa  de  la  causación,  que  por  contener 
preciosos  datos  biográficos,  copiamos  en  la  primera  parte  de 
este  escrito. 

No  creemos  que  nos  ciegue  el  amor  que  produce  el  estu- 
dio de  las  obras  de  un  autor,  al  afirmar  que  el  comentario 
que  puso  Villalobos  á  su  canción  es  uno  de  los  más  acabados 
modelos  de  elocuencia  que  hay  en  nuestra  lengua;  y  esto 
parece  más  notable  cuando  se  considera  que  es  anterior  á  las 
obras  de  Fr.  Luis  de  Granada,  á  las  del  maestro  Fr.  Luis 
de  León,  á  las  de  Mariana,  á  las  de  Cervantes  y  á  las  de  los 
demás  escritores  que,  según  la  opinión  general,  llevaron 
nuestra  lengua  al  grado  supremo  de  su  perfección  y  belleza; 
sólo  pueden  compararse  con  los  grandilocuentes  períodos  del 
sabio  médico  los  que  por  el  mismo  tiempo  escribieron  Juan 
y  Alfonso  de  Valdés,  siendo  muy  de  notar  ciertas  analogías 
que,  no  sólo  en  cuanto  á  la  forma^  sino  también  en  cuanto 
al  fondo,  existen  entre  las  ideas  místicas  de  Villalobos  y  las  de 
Juan  de  Valdés  (i).  Ya  se  ha  dicho  que,  á  diferencia  del  que 
suele  usar  Villalobos  en  los  otros  escritos  castellanos,  el  estilo 
de  estas  glosas  no  sólo  no  es  alegre  ni  picaresco,  sino  que  brilla 
por  su  majestad  severa  y  por  su  profunda  melancolía,  reve- 
lando una  faz  de  su  carácter  que,  según  ya  hemos  hecho  notar, 
aparece  como  el  fuego  oculto  entre  cenizas  desde  las  prime- 
ras cartas  que  de  él  se  conservan  escritas  en  su  mocedad,  y 
cuando  ya  era  famoso  por  su  ingenio  picante,  hasta  el  punto 
de  que,  como  hemos  visto,  se  le  tuviera  entre  sus  contem- 


(i)  Véanse  los  tratados  publicados  por  Bcehiner,  Bonn,  1880,  pues 
es  sabido  que  no  se  ha  hallado  el  original  de  las  ciento  die:{  consideracio- 
nes  íntegras  y  tales  como  se  publicaron  en  italiano. 


—  205    — 

poráneos  por  el  hombre  más  chocarrero  y  de  burlas  que 
habia  en  Castilla.  La  glosa  de  la  canción  es  como  sigue: 

«Venga  ya  la  dulce  muerte, 
con  quien  libertad  se  alcanza.» 

«Dos  géneros  hay  de  muerte.  La  una  es  dulce,  la  otra  es 
amarga.  La  primera  y  la  más  principal  de  estas  dos  muertes 
es  aquella  por  cuyo  medio  se  van  todos  los  vivientes  de  la 
subjection  y  servidumbre  á  la  muy  verdadera  libertad:  esta 
es  la  muerte  que  es  buena  para  los  justos.  ^ 

vQuantas  servidumbres  y  yugos  tenga  el  hombre  en  este 
mundo,  cada  uno,  si  quisiere  pensar  en  ello,  lo  verá  en  sí 
mismo.  Porque  desde  que  nacemos  somos  cautivos  y  subjetos 
á  las  necesidades  del  mundo  adonde  venimos;  conviene  saber: 
á  la  hambre,  á  la  sed,  á  los  grandes  frios  y  á  las  grandes  calo- 
res, á  las  enfermedades  y  dolores,  y  á  las  veces  á  los  tiranos 
y  naturales,  y  á  las  veces  á  los  tiranos  y  malos  jueces,  á  las 
pasiones  de  la  carne  y  á  sus  concupiscencias.  Y,  finalmente, 
<á  quién  no  servimos?  Servimos  á  la  tierra,  que  fué  hecha  para 
nuestro  servicio;  servimos  lo  labrado  en  ella  para  que  nos  dé 
de  comer;  servimos  á  los  animales  que  nos  fueron  dados  por 
esclavos.  Porque,  ¿quién  no  cura  de  su  caballo?  ¿quién  no  le 
dá  la  comida?  ¿quién  no  le  frega  y  le  rasca  y  le  alimpia?  Y  á 
las  veces  se  haze  esto  en  tanto  extremo,  que  si  no  fuese  por 
la  crisma,  querria  más  ser  el  caballo  que  su  dueño.  ítem,  ser- 
vimos á  los  bueyes  y  á  los  otros  ganados,  y  también  somos 
subjectos  á  los  peligros  y  destemplancjas  y  corrupciones  de  la 
tierra,  y  del  agua,  y  del  ayre,  y  á  los  terremotos,  y  á  las  tem- 
pestades del  mar.  y  á  los  truenos  y  rayos  y  relámpagos  del 
fuego.  Y  somos  subjetos  á  las  guerras  y  tumultuaciones  y 
dissensiones  del  linaje  humano.  Y,  en  fin,  ¿á  quién  no  somos 
nosotros  subjectos?  pues  que  hasta  las  moscas  y  las  chinches 
nos  ofenden  y  no  podemos  defendernos  de  ellas,  ni  de  las 
pulgas,  ni  de  las  langostas,  ni  de  los  otros  cocos  y  gusanos 
de  los  huertos,/ y  otros  muchos  y  muy  diversos  géneros  de 
animales  semejantes  á  ellos.  Y,  sobre  todo,  somos  esclavos  del 
pecado,  porque  quien  hace  el  pecado  es  el  esclavo  del  pe- 


":f 


—  2o6  — 

cado  y  esclavo  de  todos  los  diablos  que  le  tientan  y  le  persi- 
guen. De  todas  estas  subjectiones  y  servidumbres,  y  de  otras 
muchas  que  por  evitar  prolijidad  y  hastío  no  se  ponen  aquí, 
de  todas  ellas  nos  libra  la  dulce  muerte  susodicha;  que  en  ver- 
dad, los  que  huyen  de  ella  y  los  que  no  andan  tras  ella  son 
ingratos  de  sus  beneficios,  y  no  la  conocen  ni  saben  bien  pon- 
derar ni  estimar  el  valor  que  tiene;  pues  que  con  ser  muerte, 
nos  quita  la  mortalidad  y  nos  hace  vivir  de  asiento  con  un 
señor  que  servirle  no  es  servidumbre,  sino  reynar  para  siempre 
y  no  de  cualquiera  reyno,  sino  del  mismo  reyno  suyo,  y  gozar 
perpetuamente  del  mismo  señor  y  de  todo  cuanto  él  tiene 
como  verdadero  Rey  nuestro.  Así  que  esta  es  la  muerte  que 
se  debe  pedir  á  Dios,  y  comprársela  con  obras  de  amor,  por- 
que esta  es  la  moneda  que  él  más  quiere,  que  sin  ella,  cierto 
es  que  todas  ]as  otras  monedas  son  falsas  y  no  valen  nada. 
Que  si  le  amamos  de  corazón  limpio  á  él  y  á  todas  sus  cosas, 
desamando  y  despreciando  lo  que  no  es  él,  ni  por  él,  no  hay 
hacienda  ni  bienes  en  todo  el  universo  mundo  que  sean  tan 
grandes,  y  por  estimados  que  sean  puedan  comparar  con 
aquéllos  y  darlos  á  trueque  de  la  buena  muerte.  Y  mirad  qué 
compra  tan  sin  engaño  es  ésta,  que  el  mismo  vendedor  os 
dará  tanta  ayuda  de  costa  para  comprarla  joya,  que  quasino 
poneys  nada  de  vuestra  casa,  porque  si  os  vé  comenzar  con 
algún  buen  respeto  á  contratar  con  él,  de  su  casa  pone  todo 
lo  demás,  por  confirmarse  con  vos  en  buena  y  verdadera 
confederación  y  amistad.  Y  en  este  punto  se  engañan  infini- 
tas ciudades  y  reynos  y  naciones,  y  gran  multitud  de  prínci- 
pes y  señores  de  la  tierra  que  no  tienen  por  delito  ni  ofensa 
de  Dios  quererse  mal  unos  á  otros.  Y  es  tanto  como  no  que- 
rer bien  &  Dios,  que  manda  que  nos  amemos  unos  á  otros, 
como  él  nos  ama  á  nosotros.  Agora  no  se  hace  así,  pues  que 
por  el  interese,  ó  por  un  humo  de  honrra  y  de  cuidados  ven- 
gativD».  iiuicrc  mal  el  hermano  al  hermano,  y  procura  la 
nuici  te  el  hijo  ni  padre  y  aun  el  padre  al  hijo.  Cierto,  no  es 
buena  moneda  esta  para  comprar  con  ella  la  buena  muerte 
y  la  libertad  susodicha.» 

« Ay  otro  género  de  muerte  y  esta  es  muy  amarga  quando 
llega,  y  dcxa  mucho  mayor  amargura  después  de  venida. 


porque  es  de  lodo  en  todo  cootiaiu  á  la  que  está  dicha.  Esta 
es  la  muerte  de  los  roalareiitmdos  que  miierai  en  serricio 
del  díaMo.  Este  es  un  tirano  que  no  les  dá  descanso  de  los  tnn 
bajos  que  pasaron  por  €L  en  estarida,  ni  les  dá  libertad  de  las 
servidumbres  y  subjectiones  que  turieron  en  ella,  ante  los 
lleva  de  unos  trabajos  livianos  á  otros  tan  grandes  y  de  tan 
crueles  tormentos,  que  no  basta  la  lengua  humana,  ni  la  es- 
críptura  de  todos  los  tfieólogos  que  hablaron  en  esto,  para 
poderlos  explicar.  Porque  las  crueldades  del  Turco,  y  los 
tormentos  que  inventó  Falaris,  y  los  de  Silla,  y  Mario,  y 
Ñero,  y  otros  tyranos,  si  los  uvo  peores  que  éstos,  no  eran 
tormentos,  sino  halagos  y  baños  de  agua  rosada,  en  compa- 
ración de  las  crueldades  que  haze  el  diablo  á  sus  servidores 
en  remuneración  y  paga  de  lo  mucho  que  trabajaron  en  su 
servicio.  Que  verdaderamente  la  vida  de  los  viciosos,  con 
toda  su  prosperidad,  es  muy  trabajosa  en  este  mundo.  ¿Qué 
trabajos  se  pueden  comparar  á  los  del  avaro?  ¿Qué  trabajos  y 
peligros  pasan  los  enamorados  y  carnales  por  un  momento 
de  pla<;er  con  muy  largo  arrepentimiento?  ¿Qué  trabajos  son 
los  del  invidioso  y  ios  del  celoso?  ¿Qué  trabajos  son  los  de  la 
honrra  y  ambición,  que  un  punto  de  sosiego  no  dexan  á  su 
dueño?  Sino  véase  por  los  que  andan  en  vandos  sobre  esta 
negra  honrra,  que  por  sostenerla,  la  derriban  mil  ve<;es  con 
mil  trayciones  y  fealdades  hechas  en  servicio  de  la  honrra. 
De  manera  que  los  postes  con  que  la  piensan  sostener  son 
tiros  de  artillería  que  dan  con  ella  en  tierra,  son  unas  minas 
con  que  la  hunden  debaxo  de  tierra,  en  daño  suyo  y  de  todos 
sus  descendientes.  Y  todos  estos  trabajos  y  otros  infinitos 
con  que  aíiijen  y  quebrantan  sus  cuerpos  los  malos  hombres, 
no  son  nada  en  comparación  de  las  bascas  y  congojas  morta- 
les que  sienten  dentro  de  sus  pensamieutos.  Porque  como  el 
ánima  humana  (por  mala  que  sea)  es  de  un  metal  celestial  y 
divino,  á  las  veces  adevina  el  gran  mal,  ó  bien  que  le  está 
aparejado.  Y  por  esto  los  malos  padecen  acá  grandes  congo- 
jas de  espíritu  y  grandes  fuegos  en  sus  pensamientos  sin  saber 
la  causa,  y  es  que  su  ánima  prophetiza  su  perdición.  Y  que 
sean  mayores  los  trabajos  del  pensamiento  que  los  del  cuerpo, 
manifiestamente  se  paresce  en  esto.  Que  ninguno  por  cavar 


—  208  — . 

y  remar,  ni  por  otros  afanes,  por  grandes  que  sean,  se  deses- 
peran; y  muchos  hombres  y  mujeres,  por  una  congoja  6 
triste  pensamiento,  se  dan  crueles  muertes,  unos  despeñán- 
dose, otros  dándose  de  estocadas,  otros  ahorcándose,  otros  en 
agua  y  otros  en  fuego.  Porque  es  tan  grande  la  pasión  del 
ánima,  que  cualquiera  muerte  tienen  en  muy  poco  por  acabar 
la  tormenta  que  padescen.  Los  malos  padescen  muchos  de 
estos  trabajos,  según  que  cada  uno  verá  en  sí  mismo.  ¡Quánto 
reposo  y  quánto  descanso  trae  dentro  de  su  espíritu  quando 
haze  lo  que  deue!  ¡Y  qué  tempestades  y  bueltas  de  fortuna 
siente  quando  haze  lo  que  no  deve!  Este  de  todas  las  cosas 
há  miedo,  sino  á  Dios;  y  el  otro  á  ninguna  cosa  teme,  sino 
á  Dios.  Y  por  cuanto  el  temor  de  Dios  es  sosiego  y  seguridad 
de  todos  los  otros  temores,  por  esta  razón  se  paresce  el  con- 
tentamiento del  bueno  y  el  descontentamiento  del  malo.  De 
quien  dize  el  propheta  que  su  corazón  no  tiene  más  sosiego 
que  la  mar  quando  está  herviendo  con  las  grandes  tempesta- 
des. Cor  impii  sicut  marefervens  quod  quiescere  non  valet. 
Esta  es  la  paga  que  dá  el  diablo  á  sus  vasallos  en  esta  vida 
quando  más  le  sirven.  Pues,  ¿qué  será  lo  de  la  tierra  quando 
los  lleva,  no  libertados,  sino  cautivos,  y  los  aposenta,  no  como 
acá,  en  palacios  muy  ricamente  labrados  y  muy  regalada- 
mente servidos,  sino  en  la  más  escura  y  más  hedionda  cárcel 
que  nunca  fué  ni  será?  Y  los  pages  no  serán  muy  hermosos 
mancebos,  sino  muy  espantables  cabrones.  Y  los  manjares 
serán,  no  pavos  nuevos,  ni  perdices  gordas,  ni  tórtolas  ceva- 
das;  sino  muchos  y  muy  crueles  dolores  y  tantos  géneros  de 
tormentos,  quantos  no  puedan  caber  en  las  fantasías  huma- 
nas. Y  de  todo  esto  doy  por  testigo  á  los  tantos  theólogos  que 
tratan  de  esta  razón,  como  hombres  llenos  de  Dios,  inspira- 
dos por  el  espíritu  sancto,  que  los  dexa  dezir  una  cosa  por 
otra.  Assí  que  la  canción  no  pide  á  Dios  en  mi  nombre  tal 
muerte  como  esta,  para  escapar  de  las  molestias  y  trabajos 
de  la  Corte,  que  no  sería  buena  grangería  huyr  el  hombre 
las  moscas  y  acogerse  á  los  leones  hambrientos;  mas  pide  la 
otra  muerte  que  es  dulce  y  dá  descanso  y  libertad,  y  limpia 
todas  las  lágrimas  y  tristezas  de  los  que  van  agraviados  desta 
vida.  Que  para  los  que  mejor  negocian  en  ellas  es  tal,  que  el 


—  209  — 

bien  mayor  que  ella  tiene  es  lo  que  todos  tienen  por  mal, 
conviene  saber:  ser  breve  y  acabarse  presto,  sino  que  no  lo 
eotendemos  ni  lo  sabemos  gozar,  i  Dice  más: 

tQuédese  á  Dios  la  esperanza 
del  bien  que  se  dá  por  suerte.» 

«Después  que  he  pedido  á  Dios  la  muerte,  que  es  buena  y 
preciosa  delante  su  acatamiento,  comiendo  á  despedirme  del 
mundo.  Y  principalmente  de  la  Corte,  que  es  el  corazón  del 
mundo,  donde  todos  los  otros  miembros  y  partes  de  la  repú- 
blica se  gobiernan  y  rigen.  Donde  la  esperanza  del  medrar 
trae  á  los  hombres  borrachos  y  encantados,  sufriendo  traba- 
jos y  peligros  mortales  por  mar  y  por  tierra,  y  á  las  vezes  es 
más  lo  que  distribuyen  de  sus  interesses  y  del  patrimonio 
que  ya  posseen,  que  lo  que  esperan  y  nunca  lograrán.  Que 
ciertamente  no  sirven  allí  los  hombres  al  Rey  porque  es  Rey  y 
Señor  suyo,  digno  de  ser  acatado  y  servido,  sino  por  la  grande 
esperan<;a  que  tienen  de  los  bienes  y  mercedes  que  están  es- 
perando de  su  gran  liberalidad.  Y  á  estos  llamo  yo  bienes 
que  se  dan  por  suerte,  porque  vienen  como  quando  echan 
suertes,  que  á  pocos  acierta  la  joya,  y  toda  la  otra  multitud 
se  queda  en  blanco.  Y  es  de  saber  que  la  mayor  parte  de  los 
bienes  de  fortuna  no  consiste  en  méritos  humanos  ni  en  obras 
de  naturaleza,  sino  en  las  opiniones  de  las  gentes;  v.  gr.,  si 
un  mercader  es  más  dichoso  que  su  vez! no,  es  por  la  opinión 
de  la  gente  que  se  aficiona  á  su  casa  y  quieren  darle  los 
prouechos  antes  que  al  otro,  y  lo  mismo  aconlesce  en  los 
officiales.  Y  un  capitán  de  quien  se  tiene  mejor  concepto 
y  mayor  confianza,  será  más  dichoso  en  la  guerra  que  otro, 
porque  los  suyos  pelearon  con  mayor  voluntad  y  tendrán 
menos  miedo,  y  los  contrarios  le  temen  y  pelean  de  mala 
gana.  Assí  que  también  esta  fortuna  buena  consiste  en  las 
opiniones,  y  por  esto  se  dan  con  mucha  razón  todas  las  gra- 
cias del  triunfo  al  capitán;  aunque  no  es  más  de  un  hombre 
solo,  que  no  puede  en  ninguna  manera  vencer  por  sí  solo 
con  sus  proprias  fuerzas,  sino  con  las  agenas.  ítem,  las  merce- 
des y  favores  que  dan  los  Príncipes  comunmente,  son  bienes 

m 


—  210  — 

que  bienen  como  suertes,  porque  se  dan  por  la  opinión  de 
los  que  hazen  las  informaciones,  que  algunas  vezes  se  pueden 
engañar.  Y  como  los  Príncipes  no  son  dioses,  sino  hombres, 
quédanse  algunas  veces  los  que  más  han  merecido  con  menos 
premio,  y  los  que  merescen  ser  ahorcados  los  vemos  puestos 
en  la  cumbre  de  la  senda.  Y  permite  Dios  estas  cosas,  porque 
consisten  en  el  libre  aluedrio  de  los  hombres;  al  cual  no  quiere 
forjar,  porque  con  él  merezcan  y  desmerezcan.  Y  como  yo 
anduve  en  la  Corte  hasta  los  setenta  años,  y  entendí  las  cosas 
del  mundo,  hablé  comigo  desta  manera:  Yo  he  servido  hasta 
la  muerte,  porque  ya  lo  que  queda  de  vivir  no  es  vida,  sino 
para  sentir  las  penas  y  passiones  que  la  edad  trae  consigo;  y 
he  trabajado,  no  en  hazer  gapatos  de  viejo  á  los  pobres  labra- 
dores, sino  en  procurar  la  salud  á  los  más  altos  y  mejores 
Príncipes  que  ay  en  el  mundo.  Y  esto  hize  con  todo  mi  estu- 
dio, passando  muchas  noches  en  sospiro  y  sin  sueño,  y  otras 
echando  estos  huessos  secos  sobre  las  alhombras.  Y  sabiendo 
todo  esto  Sus  Majestades  como  testigos  de  vista,  nunca  uvo 
lugar  para  que  yo  medrasse  en  su  casa;  ni  dieron  siquiera  de 
comer  para  un  hijo,  que  es  la  cosa  que  más  ligeramente  pue- 
den hazer.  Esto  no  ha  venido  sino  por  una  de  dos  causas,  ó 
por  entrambas,  conviene  saber:  que  ó  yo  no  lo  merezco,  aun- 
que pienso  que  sí,  ó  qui(;a  los  que  hazen  las  informaciones  en 
las  consultas  olvídanme  á  mí  y  acuérdanse  de  otros  que  tie- 
nen á  la  mano,  á  quien  yo  por  ventura  precedo  en  servicios 
y  en  ancianía.  Y  no  há  lugar  la  esperanza  de  estos  bienes 
íbrtuytos,  porque  está  combatiéndome  la  muralla  quien  no 
consiente  que  goze  yo  de  ellos,  que  la  muerte  me  tiene  mi- 
nados todos  los  cimientos  del  edifício,  y  la  fortaleza  tiene 
aportillada  y  batida  por  muchos  lugares.  Porque  los  ojos  ya 
quasi  no  veen,  ni  oyen  las  orejas,  y  la  barba  cana  está  toda 
por  el  suelo,  que  no  ay  un  diente  para  comer,  aunque  agora 
me  lo  diessen.  Y  pues  que  así  es,  yo  determino  de  darme  á 
partido,  con  que  me  dexen  salir  la  persona  libremente,  aun- 
que vaya  desnudo  como  salí  del  vientre  de  mi  madre,  y  des- 
pídeme del  mundo  y  de  sus  vanas  esperanzas.  Porque  ya  de 
aquí  adelante  no  se  pueden  llamar  espéranos,  pues  no  dan 
tiempo  para  gozar  lo  que  se  espera.  Y  concluyo,  que  nos 


vamos  de  aquí;  y  venga  ya  la  dulce  muerte,  con  quien  liber- 
tad se  alcanza;  quédese  á  Dios  la  esperaui^a  del  bien  que  se 
dá  por  suerte. »  Dize  más: 

tQuédese  á  Dios  la  fortuna 
con  sus  Hijos  y  privados.» 

tEsta  es  la  segunda  parte  de  la  canción,  en  que  se  declara 
quién  son  aquellos  que  reparten  estos  bienes  de  fortuna,  y  en 
quién  ponen  toda  la  esperaui^a  los  que  andan  en  la  Corte. 
Y  despidome  de  importunarlos  más,  en  razón  de  la  dicha 
esperanza,  por  esperar  en  otro  señor,  con  quien  ellos  pueden 
vivir,  y  en  otros  bienes  más  verdaderos  y  de  muy  mayor 
estima.  Y  es  la  verdadera  y  virtuosa  esperanza,  que  muchas 
veces  viene  á  los  desesperados  del  mundo,  porque  vistas  sus 
falacias  y  sus  iniquidades,  huyen  y  declinan  sus  jurisdiccio- 
nes y  apela  de  la  tierra  al  cielo,  y  de  los  hombres  á  Dios, 
porque  saben  que  allí  no  hay  accepcion  de  personas,  y  que 
cada  vno  vale  por  su  precio,  y  si  él  quiere  será  estimado  en 
mucho  más  de  lo  que  vale;  y  tal  desesperación  como  ésta,  es 
de  inestimable  fructo,  como  dicho  es.  Y  la  esperan(;a,  de 
quien  van  huyendo,  es  de  incompotable  afán,  porque  nos 
trae  burlados  y  afanados  por  lodo  el  discurso  de  nuestras  eda- 
des. Ella  nos  haze  subir  en  los  hombros  una  piedra  muy 
pesada,  cient  mil  vezes,  á  la  cumbre  de  una  gran  montaña. 
Ella  nos  haze,  con  la  gran  sed,  llegar  el  agua  del  rio  fresco 
á  la  boca,  sin  que  pueda  entrar  en  ella  una  gota  de  agua. 
Ella  nos  trae  trasportados  y  olvidados  de  Dios  y  del  infierno 
y  de  la  muerte.  Ella  nunca  nos  dá  un  punto  de  reposo,  y  de 
tal  manera  corremos  tras  ella,  como  sino  oviesse  otro  bien  en 
el  cielo  ni  en  la  tierra  más  de  lo  que  ella  pretende.  Y  es  el 
bien  que  espera  tal,  que  aún  después  de  alcan^^ado  no  ay 
descanso  con  él,  porque  luego  se  fijen  otras  y  otras  esperan- 
zas peores  y  de  mayores  trabajos  que  la  primera,  y  dexamos 
á  Dios  que  se  nos  dá  con  los  bravios  abiertos,  y  que  sus  bienes 
son  tales,  que  teniéndolos  paran  allí  todos  los  deseos  y  las 
esperant^as.  Porque  no  hay  más  bien  que  dessear,  ni  más  bien 
que  se  pueda  esperar.  Y  volviendo  á  la  declaración  de  los 


—   2IÍ   — 

versos,  es  de  saber  que  los  hijos  de  la  fortuna  son  los  gran- 
des señores  y  los  príncipes  del  mundo,  porque  éstos  son 
heredados  de  sus  bienes.  Y  los  privados  de  la  fortuna  son  los 
que  gobiernan  sus  Estados  y  andan  siempre  al  lado  de  los 
dichos  sus  hijos;  á  los  unos  y  á  los  otros  tienen  ojo  los  que 
andan  por  medrar.  Éstos  traen  la  rueda  de  la  anoria,  para 
vaziar  á  los  unos  y  henchir  á  los  otros.  Y  en  fin,  aunque  el 
Príncipe  sea  mayor  que  Octaviano,  y  más  liberal  que  Ale- 
xandro,  serán  pocos  los  que  alcanzarán  la  presa,  porque  el 
vniverso  no  es  bastante  para  henchir  la  hambre  y  la  avaricia 
de  los  que  pretenden  sus  dones  y  mercedes.  Y  muy  peores 
son  de  satisfazer  y  de  contentar  los  que  han  medrado  que  los 
desmedrados,  y  por  esta  causa  es  grande  la  multitud  de  las 
esperanzas  que  salen  en  vazío.  Y  porque  la  mia  era  una  des- 
tas,  acordé,  aunque  tarde,  de  no  seguir  más  la  empressa;  y 
á  más  no  poder  me  vine,  con  licencia  de  S.  M.,  á  hazer  mi 
assiento  de  vivienda  con  Dios;  y  assí  me  despido  de  andar 
más  al  remo  en  la  galera  de  la  fortuna,  y  de  importunar  más 
á  los  Príncipes  y  señores  del  mundo.  Y  porque  sepan  todos 
que,  bien  mirado  todo,  no  es  más  holgado  el  estado  de  la 
grandeza  y  prosperidad  que  el  estado  de  la  pobreza,  y  que 
por  esto  no  debemos  de  anhelar  ni  trafagar  tras  esta  espe- 
peran^a.o  Dice  adelante  la  canción: 

c Quédense  con  sus  cuydados 
y  con  su  vida  importuna. » 

«Los  grandes  cuydados  que  siempre  tienen  los  poderosos 
Príncipes,  ellos  solos,  que  los  padescen  de  dia  y  de  noche, 
los  conoscen  y  los  pueden  explicar,  porque  la  experiencia 
les  enseñará  y  les  dará  copia  de  vocablos  para  darlos  á  enten- 
der. Que,  ciertamente,  los  hombres  que  son  de  mediano 
estado,  no  entienden  el  bien  que  tienen  si  desean  ser  gran- 
des Príncipes,  porque  en  su  estado  no  tienen  acuestas  la 
carga  de  todo  un  reino  ó  de  muchos  reinos;  ni  diversas  len- 
guas y  naciones;  ni  los  han  de  defender  y  morir  por  ellos; 
ni  los  ha  de  gobernar  en  igualdad  y  justicia;  ni  han  de  ser 

portunados  de  todos  ellos  y  de  cada  uno  por  sí;  ni  ha  de 


—  2l3   — 

sentir  mortales  fatigas  con  las  competencias  de  los  enemi- 
gos injustos  y  malos;  ni  les  Fadran  un  millón  de  perros  de 
Oriente  y  Occidente  y  de  todas  las  partidas  del  mundo,  con 
cartas  y  con  temores  horribles;  ni  padescen  sueños  y  fantas- 
mas de  furias  infernales;  ni  han  de  dar  cuenta  á  su  reputa- 
ción ni  á  Dios  de  cada  cosa  y  parte  de  éstas;  antes  comen  á 
sus  mesas  con  buena  gana,  y  duermen  en  sus  camas  con 
sossiego  de  espíritu,  y  levántanse,  sin  andar  pidiendo  nada  á 
sus  vezinos,  para  defender  los  hogares  y  las  mujeres  y  hijos. 
Estos  tales,  si  bien  lo  entienden,  más  bienandantes  son  en 
esta  vida  que  lo  fué  Alejandro  y  Julio  César,  quando  hazian 
temblar  el  mundo.  Y  pues  que  assí  es,  no  les  ayamos  invidia, 
ni  les  demos  más  enojos  ni  más  importunidades:  basta  dexar- 
los  con  sus  cuidados  y  con  sus  importunidades.  Tras  esto,  la 
canción  concluye  diziendo  que  ya  que  todas  las  prosperidades 
del  mundo  fuessen  agua  limpia,  sin  tener  mezcla  de  fatigas 
y  trabajos  incomportables,  al  cabo  cabo  todo  para  en  una 
gran  vanidad  y  un  sueño,  que  en  despertando  halla  que  todas 
son  nada  quantas  torres  de  viento  hazía.  Y  por  esso,  el  Rey 
sabio,  que  hauia  gustado  y  gozado  de  los  bienes  y  deleytes 
del  mundo  más  que  todos  los  nascidos,  sin  hauer  contraste 
ni  revés  en  todo  quanto  sus  ojos  deseaban,  estando  en  medio 
de  todas  sus  prosperidades,  dio  por  sentencia  definitiva  que 
lodo  era  una  vanidad  llena  de  vanidades,  y  que  ninguna  cosa 
hauia  en  la  vida  del  hombre  que  tuviesse  ser  ni  substancia, 
sino  el  temor  de  Dios  y  el  guardar  sus  mandamientos,  por- 
que esto  hace  al  hombre  ser  hombre  y  capaz  de  razón.  Y  para 
esto  fué  criado,  y  no  para  las  otras  cosas.  Y  esto  dura  con  él 
para  siempre,  y  le  defiende  del  rigor  del  juizio,  para  que  den 
á  Dios  buena  cuenta  de  sus  obras.  Y  con  esto  el  dicho  Rey 
cierra  su  libro,  y  conforme  á  esto,  nuestra  canción  concluye. 
Que,  pues,  al  fin  se  convierte  en  vanidad  la  pujan(;a.  Para 
mayor  declaración  de  estos  versos,  que  son  la  tercera  parte 
de  la  canción,  diré  aquí  lo  que  vi  en  Zaragoza,  estando  en 
ella  S.  M.,  antes  que  se  casasse.  Murió  allí  el  gran  Chanci- 
ller de  un  paroxismo  de  apoplexia,  que  súbitamente  le  vino. 
Este  era  vn  hombre  que,  después  de  S.  M.,  mandaba  todos 
sus  reinos  y  le  obedescian  todos  los  principados  y  magistra- 


—  214  — 

dos  de  ellos.  Y  estando  assí  dando  el  alma  á  cuya  era,  estaba 
la  cama  cercada  de  sus  criados,  entre  los  cuales  estaba  un 
mo(;o  barbero  y  otros  mo<;os  de  despensa,  que  en  poco  tiempo 
hauian  ganado  con  su  favor  muchos  millares  de  ducados;  y 
acaso  durmióse  vno  de  ellos,  sobre  las  almohadas  del  gran 
Chanciller,  muy  abierta  la  boca  y  con  gran  ronquido.  Y  los 
otros  quitan  la  cruz  de  los  pechos  del  gran  Chanciller,  y 
pénenla  con  gran  diligencia  sobre  el  otro  que  se  dormia;  y 
reventando  todos  de  risa,  comienzan  á  cantarle  un  responso. 
Yo  espantado,  contemplando  en  aquella  horrible  visión  de 
aquel  malaventurado  y  de  aquellos  bienaventurados,  digo: 
Ninguna  cosa  se  huelga  hoy  de  la  potencia  y  prosperidad 
que  ayer  tuvo,  ni  se  le  dá  vn  maravedí  por  toda  aquella 
pujanza,  ni  se  enoja  del  poco  acatamiento  que  éstos  le  tienen, 
ni  de  la  poca  guarda  que  hay  en  sus  puertas,  porque  todos 
entramos  quantos  queremos,  sin  que  haya  quien  nos  dé  con 
el  puño  en  los  pechos.  Ayer  temblaba  la  tierra  delante  del, 
hoy  le  pueden  dar  éstos  cient  papirotes  en  la  nariz,  sin  que 
él  ni  otro  ninguno  les  diga  que  hazen  mal.  Ayer  le  hauian 
invidia  los  más  prósperos,  y  hoy  no  se  trocarian  por  él  los 
más  míseros.  Sigúese  que  toda  su  pujanza  brevíssimamente 
se  convirtió  en  humo  y  en  vanidad.  Y  lo  mismo  se  puede 
juzgar  de  la  felicidad  de  Pompeo  y  de  Octaviano,  y  de 
Trajano.  y  de  todos  los  otros  hijos  de  la  fortuna.  Y  con  tanto, 
me  despido  della;  y  no  solamente  me  despido  de  sus  bie- 
nes, mas  aun  de  la  esperan(;a  dellos  me  aparto,  con  propó- 
sito de  no  importunar  á  ninguno  sino  á  Dios,  rogándole  por 
la  vida  de  S.  M.,  porque  en  mi  pobre  retraymiento  me  man- 
tiene, para  que  pueda  llevar  adelante  esta  sancta  y  descan- 
sada empresa.»    • 

Es  cosa  digna  de  notarse  que  Villalobos  empieza  y  acaba 
su  vida  literaria  escribiendo  en  verso,  pues  lo  primero  que 
salió  de  su  pluma  fué  el  Sumario  de  Medicina  en  romance 
trovado,  y  ya  hemos  dicho  que  puede  considerarse  como  su 
última  obra  la  Canción,  con  su  glosa,  de  que  acabamos  de 
hablar,  lo  cual  prueba,  que  si  no  era  poeta  en  el  sentido  más 
alto  de  esta  palabra,  á  lo  menos  conservó  toda  su  vida  amor 
vehementísimo  á  la  poesía,  y  buscó  en  ella  desahogo  ó  con- 


-"   2l5    — 

suelo  en  todas  las  peripecias  de  su  agitada  existencia.  El  señor 
Morel-Fatio,  en  su  erudito  y  curioso  libro  titulado  España  en 
los  siglos  XVI j^  XVII,  le  trata,  á  nuestro  juicio,  con  extremada 
severidad  al  juzgarle  como  poeta,  y  en  efecto,  las  poesías  de 
Villalobos  que  contiene  el  Cancionero  de  Zaragoza,  publi- 
cadas por  el  literato  francés,  y  que  hemos  reproducido,  no 
son  de  gran  mérito;  pero  las  que  ahora  por  primera  vez  se 
publican  tomadas  del  MS.  del  Museo  Británico,  merecen,  en 
nuestro  concepto,  juicio  más  benévolo,  sin  duda  porque  su 
carácter  epigramático  es  más  conforme  con  el  genio  del  autor; 
los  versos  enviados  desde  Zafra  al  Almirante,  y  el  epigrama 
con  que  acompañó  la  tela  encarnada  para  hacer  las  cruces  con 
que  se  distinguieron  los  que  iban  á  combatir  á  los  comuneros, 
son  saladísimos,  y,  por  otra  parte,  no  se  puede  disputar  á 
Villalobos  la  gloria  de  ser,  en  el  orden  cronológico,  como 
hemos  demostrado,  el  primero  de  los  poetas  didácticos  cas- 
tellanos cuyas  obras  se  han  publicado. 


—  2l6  — 


VI. 


BIBLIOGRAFÍA    DE    LAS  OBRAS    DE    VILLALOBOS. 


Según  hemos  dicho  varías  veces  en  el  curso  de  este  escrito, 
la  primera  obra  que  Villalobos  dio  á  la  estampa  fué  el  Suma- 
rio de  Medicina  en  romance  trovado,  impreso  por  Antonio 
de  la  Barreda  en  1498;  el  Sr.  D.  Antonio  Hernández  More- 
jon,  en  su  Historia  bibliográfica  de  la  Medicina  espa- 
ñola (i),  dice  acerca  de  este  curioso  libro.  «El  Tratado  de  las 
enfermedades  de  las  bubas,  por  Villalobos,  debe  colocarse, 
según  la  expresión  de  Astruc,  entre  las  cosas  deseadas  de  la 
Medicina.  Así  es  que  el  libro  de  las  bubas  y  su  Sumario  se 
han  hecho  tan  raros  ya,  que  no  es  extraño  que  el  erudito 
Astruc  no  lo  conociera,  cuando  Villalba,  diligente  investiga- 
dor de  nuestra  literatura  antigua,  no  pudo  verlos,  y  este  es  el 
motivo  que  me  ha  obligado  á  reimprimirlos. 

i>He  debido  á  la  benevolencia  de  mi  buen  amigo  don 
Ignacio  Ruiz  de  Luzuriaga  el  poder  copiarlo  de  un  ejem- 
plar (acaso  el  único  que  ha  quedado  en  España),  que  guarda 
cuidadosamente  en  su  exquisita  y  numerosa  librería.» 

Como  la  obra  de  Morejon  se  publicó  después  de  su  muerte, 
no  sería  justo  culparle  por  los  errores  y  por  la  confusión  que 
se  notan  en  esta  breve  noticia.  El  Sumario,  con  el  Tratado 
de  las  pestíferas  bubas,  forman  un  solo  volumen,  y,  por 
lo  tanto,  no  son  dos  libros,  sino  uno  solo,  y  en  la  obra 
de  Morejon  se  ha  reimpreso  y  forma  el  apéndice  III  del 
tomo  I  únicamente  el  Tratado  de  las  pestíferas  bubas,  por 


(1)    Toxnol,  pág.  317. 


—  217  — 

lo  cual  hemos  resuelto  reimprimir  ahora  ambas  obras,  que, 
como  se  ha  dicho,  forman  el  volumen  impreso  por  Antonio 
de  la  Barreda  el  año  de  1498.  El  Sr.  Montejo  dio  noticia  á 
M.  Jorge  Gaskoin  de  tres  ejemplares  de  este  curioso  libro, 
7  supone  éste,  en  el  que  escribió  sobre  Villalobos,  de  que  ya 
hemos  hablado,  que  existe  uno  en  la  Biblioteca  Nacional 
y  otro  en  la  que  estaba  en  el  Ministerio  de  Fomento,  pro- 
cedente del  Sr.  Marqués  de  la  Romana.  Las  diligencias  que 
hemos  hecho  para  examinar  estos  dos  ejemplares  han  sido 
infructuosas;  ambos  debian  existir  hoy  en  la  Biblioteca  Na- 
cional, donde  se  trasladó  hace  ya  tiempo  la  del  Marqués  de  la 
Romana;  pero  es  lo  cierto  que  no  se  han  podido  encontrar, 
y  aunque  desgraciadamente  ha  habido  en  los  últimos  años 
algunas  sustracciones  fraudulentas  de  libros  preciosos  en 
aquel  establecimiento,  no  quisiéramos  creer  que  entre  ellos 
han  sufrido  esta  triste  suerte  los  ejemplares  del  Sumario,  y 
suponemos  que  estarán  meramente  extraviados  dentro  del 
estrecho  local  donde  hoy  se  aloja  la  Biblioteca  con  las  malas 
condiciones  que  sabemos  los  aficionados  á  los  estudios  lite- 
rarios, siendo,  por  lo  tanto,  urgentísimo  que  terminen  cuanto 
antes  las  obras  de  la  nueva,  que  se  construye  en  el  paseo  de 
Recoletos.  De  resultas  de  lo  que  dejamos  dicho,  hoy  puede 
decirse  que  no  existe  en  España  más  ejemplar  del  Sumario 
que  el  que  posee  el  Excmo.  Sr.  Marqués  de  San  Román  en 
su  escogida  librería,  y  con  su  acostumbrada  generosidad  nos 
lo  ha  facilitado  para  esta  reimpresión,  por  lo  cual  le  manifes- 
tamos nuestra  gratitud  en  nuestro  propio  nombre  y  en  el  de 
los  aficionados  á  nuestra  literatura  y  á  nuestra  historia  cien- 
tífica; hé  aquí  la  descripción  de  tan  curioso  libro.  Es  un 
volumen  impreso  en  letra  gótica  á  dos  columnas:  consta 
de  28  folios  sin  numerar,  y  las  dimensiones  de  la  caja  de 
imprenta  son  0,22  milímetros  de  alto  por  0,1 5  de  ancho; 
impreso  en  Salamanca,  año  1498. 

La  segunda  obra  de  Villalobos,  que  sepamos  que  se  dio  á 
la  prensa,  es  el  libro  de  las  Congresiones,  del  cual  no  habia 
tenido  noticia  ninguno  de  sus  biógrafos  hasta  que  la  dio 
D.  Ildefonso  Martinez  y  Fernandez  en  los  números  del  Bole- 
tín de  Medicina,  C/ri/^/a^  Farmacia  correspondientes  al  14 


V 


—   2l8  — 

y  21  de  Marzo  de  i852,  y  M.  Gaskoin  publicó,  en  el  libro 
que  ya  hemos  citado,  las  que  le  comunicó  el  Sr.  Montejo, 
quien  las  adquirió  del  Sr.  Sancho  Rayón,  poseedor  del  único 
ejemplar  hasta  hoy  conocido,  y  que  procedía  de  la  biblioteca 
de  Gallardo.  Forman  las  Congresiones  parte  de  un  volumen 
en  que  además  se  contiene  la  glosa  de  Plinio,  de  que  luego 
hablaremos,  y  el  opúsculo  de  Juan  Rodríguez,  de  que  hemos 
hecho  mención  al  examinar  las  Congresiones;  éstas  constan 
de  38  hojas  en  folio  menor,  impresas  en  caracteres  góticos. 
Ocupan  las  armas  reales  la  mitad  de  la  primera  plana  del 
primer  folio,  y  debajo  de  ellas  se  lee: 

í  Congresiones  vel  duodecim 
principiorum  liber  nuper  editus, 

Cum  privilegio. 

Al  verso  del  folio  XXXVIII,  y  en  su  parte  inferior,  se  vé 
el  siguiente  colofón: 

í  Explicit  liber  duodecim  principiorum  qui  etiam 

congressiones  appellatur  in  oppido  Madrid  assisten- 

te  catholico  rege,  martii  quintadecima  anno  xpi  mil- 

lessimo  quingetessimo  quarto  décimo. 

\  Ex  impressione  Salmantina  per  honorabi- 

lem  virun  Laurentii  de  Liom  dedeis  anno 

domini  millessimu  quingetessimo  décimo  quarto, 

5  Laus  deo. 

En  el  recto  del  folio  siguiente,  marcado  por  error  con  los 
caracteres  li,  está  la  dedicatoria  ad  lectorem  de  las  cartas 
latinas,  de  que  se  ha  dado  extensa  noticia,  que  concluyen  al 
recto  del  folio  Xliiij  con  este  colofón: 

í  Impressum  Salmantice  &  exactissime  castigatum  ex  ex- 

pensis  venerabilis  viri  Laurentii  de  Liom  dedeis  an- 
no domini  millesimo  quingetessimo  décimo  quarto^  déci- 
ma quinta.  Afensis  septembris. 

j  Laus  deo. 


—  219  — 

Ya  hemos  dicho  que  la  comedia  Amphitrion^  de  Plauto, 
traducida  por  Villalobos,  según  la  opinión  de  algunos  litera- 
tos y  bibliógrafos,  fué  impresa  suelta  antes  de  qué  formara 
parte  del  volumen  que  empieza  con  los  Problemas,  Moratin, 
en  sus  Orígenes  del  teatro,  cita  una  edición  de  Zaragoza, 
de  i5i5,  y  Salva,  en  el  catálogo  de  su  biblioteca,  dice  que  le 
parece  que  era  del  mismo  traductor  una  que  vio  de  Alcalá* 
Arnao  Guillen  de  Brocar,  en  4.®,  impresa  en  caracteres  góti- 
cos en  1 5 17. 

Sólo  dos  ejemplares  hemos  logrado  ver  de  las  Glosas 
de  Villalobos  á  los  dos  primeros  libros  de  la  Historia  natu- 
ral  de  Plinio;  el  uno  en  la  Biblioteca  Nacional,  que  tiene  la 
signatura  5-3- 1;  y  el  otro,  que  forma  parte  del  volumen 
del  Sr.  Sancho  Rayón  de  que  ya  hemos  dado  noticia:  nin- 
guno de  los  dos  es  completo;  pero  con  ambos  se  puede  for- 
mar idea  exacta  de  las  peculiaridades  de  este  libro,  que  son 
notables. 

Empieza  por  un  terno  señalado  con  asteriscos  y  por  un 
cuaderno  con  manecillas;  el  recto  de  la  primera  hoja  lo  ocupa 
la  portada  en  esta  forma: 


INITIUM  SAPIENTiE  TIMOR  DOMINI. 

(ARMAS    DEL   ARZOBISPO   D.    ALFONSO  FONSECA.) 

1    GLOSSA  LITERALIS  IN  PRIMUM  ET 
SECUNDUM  NATURALIBÜS   HISTORIE  LIBROS. 


En  el  verso  empieza  una  dedicatoria  con  estas  palabras: 

Ad  lector em, 

^  Francisci  de  Villalobos  artium  ac  medicine 

doctor is  proemium  Plinii  glossa  incipit 

Ejusdem  ad  lectorem. 


—  220  — 

Esta  dedicatoria  llega  hasta  la  mitad  del  recto  del  ter- 
no  *II,  y  al  verso  empieza  la  tabla  de  los  capítulos  del  libro 
segundo  (el  primer  libro  de  Plinio  no  tiene  divisiones),  que 
termina  en  la  hoja  *III,  en  cuyo  verso  empieza  el  texto  y  las 
glosas  del  libro  primero,  que  llegan  hasta  el  fin  del  cuader- 
no W^m ,  y  termina  con  las  palabras: 

1  Deo  grafías. 

El  libro  segundo,  además  de  estar  formado  de  cuadernos 
señalados  con  letras  desde  la  il  á  la  5,  está  foliado  desde 
el  I  al  CWl,  al  que  sigue  una  hoja  sin  numeración,  en  cuyo 
recto  está  el  privilegio,  y  al  verso  un  elogio  latino  en  verso, 
de  Felipe  Sbarroya;  sigue  una  hoja  en  blanco,  y  á  ella  otra 
en  que  se  contiene  una  fé  de  erratas  con  el  epígrafe: 

Operis  castigationes, 
á  que  sigue  una  dedicatoria  especial: 

í  Insigni  doctori  de  Cartagena  Complulensi  collegio 

[cathedram  medi- 
cine primam  ascendenti^  medico  atqüe  philosofo  eminentsi- 

[mo^  S.  P. 

Como  se  indica  en  esta  dedicatoria,  el  Dr.  Antonio  de 
Cartagena  fué  con  los  doctores  Tarragona,  León  y  Reinoso 
los  encargados  por  el  Cardenal  Cisneros  de  establecer  la 
enseñanza  de  la  Medicina  en  la  Universidad  de  Alcalá;  no 
se  sabe,  aunque  es  de  presumir,  que  pertenecia  á  la  familia 
de  los  célebres  Obispos  D.  Pablo  y  D.  Alfonso  de  Santa  María 
ó  de  Cartagena,  judíos  de  origen  como  Villalobos. 

En  el  folio  I  empieza  el  prefacio  del  libro  segundo  de  la 
obra,  con  este  epígrafe: 

^  EXPOSITIO  LITERALIS  EN  PLINUM  VEBONENSEN. 

Francisci  Villalobos  medid  diui  choroli  cesaris  Augusti 

[Romanorum 
Hispaniarum  &  utriusque  Sicilice  invictissimi  ¿l  insularum 

[ocea- 
ni  occidentalis  &  vastissimi  contínentis  usque  ad  alteram 
ierre  faciem  imperatoris  potentissimi  feliciter  incipit 


—  221    — 

Este  prefacio,  como  ya  hemos  dicho,  está  dividido  en  seis 
capítulos,  y  dedicado  al 

t  ILUSTRISSIMO  PBINCIPI  ¿L  BRVEBENDISSIMO  PBESULI. 

Dñd  Alfonso  de  Fonseca  archiepiscopo  atque  hispaniarum 
primaii  Franciscus  de  Villalobos  artium  medicineque  pro- 

[fesoris,  S.  P, 

El  texto  y  la  glosa  empiezan  al  verso  del  folio  II,  y  ter- 
minan, como  hemos  dicho,  en  la  hoja  que  sigue  sin  numero 
al  folio  CVI,  con  este  colofón: 

í  Commentarium  in  natura lem  Plinii  historiam  Francisci 

de  Villalobos  medid  Imperatorii:  opus  quidem  preclarum 

ac  luculentum  nostra  tempestate  nunc  primo  editum  ceteris 

incognitum:  Feliciter  expliciuntur,  Absolutum  compluti  in 

amplissima  officina  Michaelis  de  Guia  viri 

ingenionisimi  ac  in  típica  arte  solertis-s- 

simi.  Anno  dómini  Miles  simo  quin- 

gentesimo  vigésimo  quarto 

Idibus  Octobrir. 

*  *  * 

Al  dorso  de  esta  hoja,  que,  como  vá  dicho,  no  está 
foliada,  se  lee  el  elogio  de  Sbarroya  á  Villalobos,  impreso  en 
caracteres  latinos,  y  es  como  sigue: 

Philippi  Sbarroya  in  operis 
commendationem  Carmen. 

Si  eternus  debetur  bonos  &  sécula  famam 
Perpetuam  tribuunt  atque  indelebile  nomen 
Aesionio  euveni  qui  primus  in  equora  classem 
Duxerit  immensumque  rudi  resecauerit  audax 
Puppe  fretum  &  coelo  consulto  lintea  ventis 
Incertis  pandenda  dedit  certoque  relicto 
Litore,  inexpertum  tentaverit  iré  per  altum. 


—  222  — 

Et  rábidas  lignis  parere  coegerit  undas 
Nulla  tuis  ausis  equales  témpora  laudes 
Concedent  Francisce  tibi  nec  fama  valebit 
ínclita  condigno  tua  gesta  extoUere  cantu. 

NuUus  adhuc  magni  espumosa  per  equora  Plinii 
Ausus  erat  vexisse  ratem.  sed  litora  circum 
Spectabant  trepidi  tetros  in  sidera  fluctus 
Surgere  &  horrendis  misceri  flátibus  equor. 
Nubibus  obductis  d  cum  sua  sidera  coelum 
Conderet,  insani  timuere  pericula  ponti 
Máxima  &  horrisonis  nova  carbasa  pandere  ventis. 

At  tu,  cui  facinus  soli  tot  sécula  tantum 
Servarunt,  tantumque  decus  tüa  fatatulere, 
Primus  inaccessum  viri  resecare  carina 
Ausus  es  oceanum  &  rabiem  superare  profundi 
Indomitasque  diu  tot  tempestatibus  vndas 
Frondiferis  cogis  nunc  primum  cederé  remis 
Et  moiem  sentiré  novam,  fluctusque  furentes 
Obuia  mirari  curuate  pondera  navis. 

Nunc  igitur  freta  lata  patent  que,  maximus  olim 
Plinius  obstruxit  tantisque  tumescere  iussit 
Aestibus,  ¿L  rabidis  pertingere  fluctibos  ether. 
Per  uia  iam  navis  discunt  parere  serenum 
Et  sua  detectis  coelum  dat  nubibus  astra. 

Securam  nunc  ergo  ratem  committite  ventis 
Et  primus  docuit  qui  tantum  ñaue  profundum 
Findere,  perpetuos  grati  referamus  honores 
Quando  sola  bonos  nunque  moritura  labores 
Gloria  viuenti  per  sécula  nomine  pensat. 

No  hay  para  qué  notar  la  influencia  de  Horacio  en  este 
elogio,  en  que  se  compara  á  Villalobos  con  Jason;  lo  único 
que  diremos  es  que  probablemente  no  contribuiría  poco  este 
desmesurado  elogio  á  que  escribiera  Hernan-Nuñez  la  carta 
insolente  y  acrimoniosa  de  que  hemos  dado  noticia  que  diri- 
gió al  comentador  de  Plinio,  y  que  tal  vez  le  movió  á  hacer 
las  correcciones,  que  fueron  impresas  mucho  después  del 


—  223   — 

texto,  y  que  concluyen  con  estas  palabras,  que  parecen  diri- 
gidas al  Comendador  griego,  quien,  como  se  ha  visto,  decía 
que,  entre  otras  cosas,  se  necesitaba  saber  la  lengua  del  Ática 
para  entender  á  Plinio,  por  lo  cual  dice  Villalobos  al  fín  de 
sus  Castigationes: 

í  Similiter  et  infolio  53  suntventorum  nonnulla  nomina 
greca  in  suis  casibus  non  debite  posita:  quia  tamen  de  sen- 
tentia  nihil  mutant:  ideo  ea  grecis  corrigenda  relinquo. 

Aunque  tenemos  por  cierto  que  debieron  imprimirse 
algunos  otros  libros  de  Villalobos  en  su  tiempo,  no  hay  de 
ello  noticia,  y  después  de  estas  glosas  de  Plinio  hay  un 
período  de  diez  y  nueve  años,  hasta  el  de  i543,  en  que  se 
imprimieron  por  vez  primera  los  Problemas,  de  que  se  cono- 
cen las  ediciones  siguientes: 

Villalobos  (Francisco  de). 

í  Libro  intilulado  los  Pro  \  blemas,  de  Villalobos ,  que 
tra  I  ctan  de  cuerpos  naturales  y  mo  |  rales.  Y  dos  diálogos  de 
medi  I  ciña,  y  el  Tratado  de  las  tres  \  grandes.  Y  una  Can- 
ción, y  I  la  comedia  de  Amphytrion.  \  MDxliii.(Alfin.)  ^  Fué 
impresso  el  presente  libro  d*l  doctor  Villalobos.  Conuiene 
saber,  los  Pro  \  blemas.  Y  los  Diálogos,  Y  el  Tratado  de  las 
tres  grandes.  Y  la  comedia  de  Amphytri  \  on,  quetraduxo  el 
dicho  auctor:  en  la  magnífica,  noble  y  antiquíssima  ciudad 
d'Zamo  |  ra.  Por  elhonrrado  varón  Juan  Picardo,  impressor 
de  libros,  vezino  d'  la  dicha  |  ciudad.  A  costa  y  expensas  del 
virtuoso  varón  Juan  Pedro  Mussetti,  mer  |  cader  de  libros, 
vezino  de  Medina  del  Campo.  Acabóse  á  nueue  di  |  as  del 
mes  de  Febrero.  Año  del  nascimiento  d'  nuestro  Salua  |  dor 
Jcsu  Christo  de  M.  D.xliij.  Años. 


FóL— 1.  g.-LXXXVIll  h\  foK  en  todo-sign.  A— L~á 
dos  col. — sin  recl. — con  muchas  equivocaciones  en  la  fol*. — 
todos  los  cuadernos  de  8  h. 

Port.  (Dentro  de  una  orla  el  escudo  de  armas  de  Portugal, 
sobre  el  a  Con  priuilegio  imperial» — y  debajo  el  título  y  fecha 
arriba  copiados.)— t Prólogo.  í  tAl  muy  alto  y  muy  esclare- 


—   224  — 

cido  príncipe  y  señor,  el  señor  infante  don  Luys  de  Portu- 
gal.»— tTabla  de  los  metros  y  capítulos  contenidos  en  este 
libro.» — Texto. — Nota  final. 

La  comedia  Amphytrion  empieza  en  la  h.  7.*  de  la  sig- 
natura H,  tiene  port.  orí.  dentro  de  la  cual  un  escudo  de 
armas  imperiales,  y  debajo  este  tít.  \  tLa  comedia  del  Plauto, 
Ha  I  mada  Amphytrion^  que  tra  |  duzia  el  doctor  Villalo- 
bos. I  La  qual  glosó  él  en  algunos  |  passos  obscuros.  Agora 
nue  I  vamente  impressa:  vista  y  |  emendada  por  el  mismo  | 
author.  Año.  M.  |  D.xliii.» 

Además  de  lo  que  se  indica  en  la  port.  principal,  contiene 

después  de  la  canción  una  «carta  del  doctor  Descoriaza » 

Madrid  á  veynte  y  tres  de  Junio  d'  MDXXXjx.  Años. — 

y  otra  de  «vn  padre  collegial  y  regente  en  santa  theología 

en  el  insigne  collegio  de  sant  Gregorio  de  Valladolid,  de  la 

orden  de  los  predicadores »  (sin  fecha),  ambas  dirigidas 

al  autor. 


Libro  I  intitulado  Los  Proble  \  mas  de  Villalobos ,  que 
tractan  de  |  cuerpos  naturales  y  morales.  |  Y  dos  diálogos  d' 
medicina:  y  el  Tractado  de  las  tres  \  grandes:  y  una  Can  \ 
cionj  y  la  come  |  dia  de  Am  \  phytrion.  \  *  |  MDxliiij. 
(Al  fin.)  í  Fué  impresso  el  presente  libro  del  doctor  |  Villa- 
lobos. Conuiene  saber:  los  Problemas:  y  los  Diálogos:  y  el  | 
Tractado  de  las  tres  grandes:  y  la  comedia  de  Amphytrion 
que  I  traduxo  el  dicho  auctor:  en  la  muy  noble  y  leal  ciudad 
de  I  Qarago^a,  encasa  de  GeorgeCoci:  á  expensas  de  |  Pedro 
Bernuz,  y  Bartholomé  de  Nágera.  |  Acabóse  a  quinze  dias 
dU  mes  de  Enero.  |  Año  de  nuestro  Saluador  Jesu  Chri  |  sto: 
de  mil  y  quinientos  y  |  quarenta  y  qua  |  tro. 

Fol.— 1.  g. — LXXII  h».  fol".  más  dos  al  principio  sin  nume- 
rar.— sign.  A — M — á  dos  col. — sin  red. — todos  los  cuad*.  son 
de  6  h".  menos  el  M,  que  tiene  8. 


Port.  orlada,  y  en  el  centro  el  tít.  en  rojo  y  negro:  en  la 
parte  supr.  un  escudito  con  la  cifra  del  impresor  y  en  la  infe- 


—  225   — 

ríor  otro  con  la  cifra  en  rojo  (¿de  Pedro  Bemuz? — y.^  Ded.— 
Tabla.— Texto  (Fól.  I,  sig.  Aüj.-  Colofón— v/ de  la  últ.  h.  E. 
del  i. 

La  comedia  Amphy'tríon  empieza  en  el  fól.  L.  tiene  en 
la  port.  un  gran  E.  de  a.  i.  y  debajo  el  sig.  tít.  t  «La  come- 
dia del  Planto,  llamada  Ampkytrion:  \  que  traduzia  el  doc- 
tor Villalobos.  La  qual  glosó  él  |  en  algunos  passos  obscuros: 
nueuamente  impressa  |  y  emendada  por  el  mismo  author. 
Gmtiene  esta  2.*  ed**.  lo  mismo  que  la  i/» 


Libro  intitulado  |  Los  Problemas  de  Villalo  |  bos ,  que 
trata  de  cuerpos  |  naturales  y  morales.  Y  |  dos  diálogos  d* 
medí  I  ciña ,  y  el  Tratado  de  \  las  tres  grandes:  7  |  una 
Canción:  y  la  |  Comedia  |  d'  Am  \  phf^on  \  %  |  MDL. 
(Al  fin.)  Fué  impreso  el  presente  libro  del  |  doctor  Villalo- 
bos en  la  muy  noble  y  muy  |  leal  ciudad  de  Seuilla,  por 
Christo  I  ual  Aluarez.  Acaben  á  tre  |  ynta  de  Octubre.  De 
mil  I  y  quinientos  y  cin  |  quenta  años. 

Fól. — 1.  g.  (redonda  para  las  anotaciones  de  la  Comedia, 
titulillos  y  primera  linea  de  algunos  encabezamientos) — 
LXVII  h«.  fol*.  (la  ült.  dice  equivocadamente  Ixx)  más  3  al 
principio  sin  numerar. — Sign.  A,  b-i. — Todas  de  8  h'.  menos 
la  i,  que  tiene  6  sin  red. 


Port.  (Frontis  y  en  el  centro  el  título:  en  la  parte  supe- 
rior del  frontis  esta  leyenda:  tFortuna  devame  la  vida, — 
pves  que  mverte  me  convida.)— v.  sub. — Al  muy  alto  y  muy 
esclarecido  príncipe  y  señor,  el  infante  D.  Luys  de  Portu- 
gal, zc.  Prólogo. — Tabla  de  los  metros  y  capítulos  conteni- 
nidos  en  este  libro,  p.  sub. — Texto,  (fól  I.,  sign.  Aiiij) — 
Nota  final. 

Contiene  lo  mismo  que  las  ediciones  anteriores.  No  tiene 
portada  especial  para  la  Comedia  Amphxtrion,  que  empieza 
en  el  fól.  XLVI. 


—  226  — 

Port.  orí. — V.  sub. — Lie.  para  imprimir  esta  obra  por 
una  sola  vez,  concedidas  á  Hernan-Perez»  vezino  de  la  villa 
de  Monesterio:  Madrid,  23  Octubre  de  iSjB. — E.  de  a.  grab. 
en  mad.  (¿de  D.  Diego  Nuñez-Perez?) — Ded.  del  impresor  al 
illustre  Sr.  Diego  Nuñez-Perez. — ^Texto. — Port.  de  la  Come- 
dia «La  Come  |  dia  de  Plavto — ^llamada  Amphjrtrion,9  que 
tra  I  duzia  el  doctor  Villalobos.  La  qual  |  glossó  en  algunos 
passos  obscuros:  nueuamente  impressa  y  emen  |  dada  por  el 
mesmo  |  author.  (E.  del  i.)  Con  licencia.  |  En  Sevilla.  |  En 
casa  de  Hefnando  Diaz,  en  la  |  calle  de  la  Sierpe.  Año 
de  I  M.DrLXXIIII. — Texto.— p.  sub. — «Prólogo  sobre  cier- 
tas sentencias  del  auctor.» — Sentencias. — Carta  (al  infante  de 
Portugal?);  Calatayud,  6  Octubre  i5i5. — Tabla. — Nota  final. 


—   227  "~ 


APÉNDICE. 


.  Terminado  é  impreso  nuestro  anterior  trabajo,  hemos 
encontrado  en  la  colección  de  Salazar  los  siguientes  docu- 
mentos que  se  refieren  á  Villalobos,  y  que  confirman  cuanto 
acerca  de  este  personaje  hemos  dicho;  están  incluidos  en  el 
tomo  de  esta  preciosa  colección,  que  se  refiere  á  nuestro 
ilustre  historiador  Jerónimo  Zurita,  el  cual  era  hijo  del  doc- 
tor d*Alfaro,  protomédico  del  Emperador,  y  por  tanto  com- 
pañero de  Villalobos;  también  publicamos  la  carta  dirigida 
por  Carlos  V  al  Dr.  d*Alfaro,  para  que  fuese  á  curar  al  Rey 
de  Francia  Francisco  I  durante  su  prisión  en  Madrid. 


EL  REY. 


«Doctores,  vi  vuestras  letras  y  tengos  en  seruií^io  el  cui- 
dado que  tenéis  de  la  salud  de  la  Emperatriz,  y  porque  de  su 
indispos¡v;ion  tengo  la  pena  é  congoxa  que  es  razón,  aunque 
sé  que  es  demasiado  encomendaros  su  servicio  y  su  cura, 
todavía  os  mando  y  encargo  mucho  que  hagáis  en  ello  lo 
que  deueis,  y  lo  que  haríades  con  mi  misma  persona;  pues 
en  la  verdad  en  más  terne  esto,  y  mayor  seruicio  resqebiré, 
como  confío  que  lo  haréis,  y  cada  dia  me  avisad  de  su  mejo- 
ría. De  ^arago<;a  álII  de  abril  de  quinientos  é  veinte  é  nueve 


—  228  — 

años. — Yo  EL  Rey. — Por  mandado  de  S.  M.,  Francisco  de 
ios  Cofco5.— (En  el  sobrescrito:  Por  el  Rey  á  los  doctores 
d^Alfaro  é  Villalobos,  sus  físicos.)» 

Bib.  de  la  R.  Acad.  de  la  Hist^CoI.  Salazar.— A.— no.— fól.  i4.-»OriginaI. 


o  Copia  testimoniada  de  un  poder  otorgado  ante  Alonso 
de  Sepúlveda,  en  la  ciudad  de  Toledo,  estando  en  ella  Sus 
Majestades,  á  cuatro  dias  del  mes  de  Abril  de  i534  años,  para 
reclamar  de  Martin  Hurtado  el  resto  de  lo  que  debia  al  doc- 
tor d*Alfaro,  en  virtud  del  contrato  celebrado  con  éste  en  su 
nombre  y  en  el  del  Dr.  Villalobos,  cediéndole  una  cédula  de 
merced  á  ellos  concedida  para  sacar  de  Castilla  y  entrar  en 
Portugal  lo.ooo  fanegas  de  trigo.» 

Col.  Salazar.— A.-  no.— fol.  17. 


EL  REY. 


a  Nuestros  médicos:  Por  la  que  vá  con  ésta,  os  doy  las  gra- 
cias del  trabajo  que  haueys  passado  en  curar  de  la  salud  del 
Príncipe;  después  llegó  vuestra  letra  de  XXI  del  passado,  y 
he  holgado  mucho  de  saber  que  huuiesse  tantos  dias  que 
estaua  syn  calentura,  aunque  ya  le  tenía  por  libre  y  sano  con 
lo  que  primero  scriuistes,  y  no  hauia  entendido  que  le 
hubiese  vuelto;  plazerá  á  Dios,  que  desta  vez  lo  quede  para 
mucho  tiempo,  y  porque  sé  el  cuidado  que  tenéis  de  lo  que 
para  esto  es  menester,  no  os  lo  recomiendo  más.  De  Moremo 


—  229   — 

á  XV  de  noviembre  de  MDXXXV.  — Yo  el  Rey.— Por 
mandado  de  S.  M.,  Jaques. --{En  el  sobrescrito:  Por  el 
Rey  á  sus  médicos.)» 

Col.  Salazar.— A.— lio.— fól.  i5. 


EL   REY. 


«Doctor  dalfaro,  nuestro  médico,  porque  el  christianf- 
simo  Rey  de  francia,  está  con  alguna  indisposycion,  yo  vos 
mando  que  luego,  como  ésta  veays,  todas  cosas  dexadas,  os 
partays  y  vays  á  la  villa  de  madrid,  donde  está,  y  le  cureys 
todo  el  tiempo  que  fuere  menester,  como  lo  haríades  á  mi 
Real  persona,  que  en  ello  seré  servido;  y  yros  eys  á  alarcon, 
que  le  tiene  en  guarda,  que  él  os  guiará  cómo  lo  aueys  de 
hazer:  del  bosque  de  segovia  cinco  de  setiembre  de  dXXV 
años. — Yo  EL  Rey.— (En  el  sobrescrito  dice:  Por  el  Rey. — 
Al  doctor  dalfaro,  su  médico.) 

Bib.  de  la  Real  Acad.  de  la  Híst.—  Col.  Salazar.— A.— iio.— fól.  i3. 

Es  .'original. 


CARTAS   CASTELLANAS. 


EL      DOCTOR.      VILLALOBOS      X      JDFR.E,      APOSENTADOR 
DE   SD    MAJESTAD    EN   FLÁMDES. 


[Madrid,  8  de  Enero  de  tSia.) 


PAGARÁ  V.  m.  dos  reales  de  porte,  y,  después 
que  ayais  leydo  la  carta,  por  vos  y  por  ella 
no  me  daría  medio  real. 
Acá  nos  dizen  que  medrays  poco  y  que  no  pri- 
uays  nada,  y  estoy  espantado  de  tan  gran  novedad, 
porque  todos  los  puertos  por  do  suele  ir  la  priuan^a 
tenéis  tomados;  vos  soys  castellano  y  soys  franges; 
soys  muy  cuerdo  y  muy  loco;  soys  diligente  y  floxa- 
rron;  soys  cuidadoso  y  descuidado;  soys  amigo  de 
buenos  y  amigo  de  ruynes;  soys  hombre  y  diablo;  soys 
templado  en  comer  y  en  beber,  y  soys  un  cuero  de 
vino;  soys  gentil  hombre,  burgés  y  mercader  y  ofHcíal 
y  pagés  '.  Pues  la  priban^a,  que  suele  andar  por  uno 


Probablemenie  deberd  leerae  page. 


destos  caminos,  cómo  se  os  va?  Cosa  imposible  parece, 
sino  es  que  se  quiere  acabar  el  mundo,  y  múdanse  los 
cursos  de  la  naturaleza. 

Dízenme  que  dezis  muchos  donayres,  y  que  no 
hay  quien  los  tome;  en  verdad  os  digo  que  ellos  son 
malos  de  hallar  y  andan  muchos  en  busca  dellos ;  y  si 
después  de  hallados  se  pierden,  más  querría  que  se 
me  acedase  el  vino  en  el  estómago;  perdone  v.  m. 
porque  hablo  en  vino. 

Las  nueuas  de  acá  son  que  en  la  semana  primera 
de  Diziembre,  á  las  diez  horas  del  dia,  parecieron  aquí 
muchas  estrellas  al  derredor  de  la  luna.  Algunos 
astrólogos  dixeron  que  era  señal  que  los  chrístianos 
habían  de  cercar  á  los  moros ;  otros  dixeron  que  se 
habian  de  descubrír  muchos  tesoros  y  cosas  secretas; 
otros  que  vendrá  el  Rey  y  se  juntarán  á  él  todos  los 
Grandes.  Yo  dixe  en  aquella  consulta  que  no  era  sino 
que  en  esta  Corte  nos  hazen  ver  las  estrellas  k  me- 
diodia. 

El  aposentador  Bríones,  vuestro  compañero  en 
armas,  nunca  quiso  aposentar  á  los  físicos,  porque  dixo 
que  ya  no  eran  menester.  Ellos  lo  hicieron  con  él  más 
liberalmente,  que  adoleció  y  curaron  del  siete  físicos,  y 
en  siete  dias  le  aposentaron  en  Santa  Cruz,  ante  el  al- 
tar de  Nuestro  Señor  Jesuchristo;  y  fué  tanta  la  príesa 
de  ponelle  en  la  posesión  de  su  posada,  que  á  duras 
penas  le  dexaron  confesar.  Diéronle  una  muy  estrecha 
camarita;  mas  una  buena  purga  se  lleva  en  el  cuerpo, 
con  que  hará  media  dezena  si  es  hombre  para  ello. 

Los  tiempos  suc<^eden  de  tal  manera,  que  os  doy 
por  consejo  que,  á  la  mayor  furía  que  podays,  os  ven- 
gáis luego  acá,  y  como  seays  llegado,  en  el  mismo  dia 


* 


—  3  — 

os  partireys  por  las  postas  camino  de  Flandes,  y  luego 
incontineiití  os  bolued  acá,  y  después  allá  y  después 
acá,  y  assí  hareys  hasta  que  os  muráis ,  porque  no  es- 
teys  allá  con  deseos  de  acá ,  ni  acá  con  deseos  de  allá; 
y  porque  veays  cómo  el  un  deseo  y  el  otro  atormea- 
tan  y  no  aprovechan ;  y  para  que  sepays  cómo  cual- 
quiera de  los  dos  partidos  es  trabajoso,  porque  quiere 
Nuestro  Señor  que  tan  gran  buenaventura  como  sería 
la  venida  del  Rey,  no  se  alcance  sin  algunas  tribula- 
ciones. 

Hasta  ahora  no  haueys  perdido  nada  en  estaros 
allá,  porque  aún  no  están  todos  los  vinos  hechos ;  de 
aquí  adelante  es  vuestro  perder ,  porque  se  ha  cogido 
ogaño  en  España  más  vino  que  nunca  fué  de  tiempos 
inmemoriales  acá;  tanto  que  en  muchos  lugares  daban 
á  los  vendimiadores  la  mitad  de  lo  que  cogian,  y  no  se 
hallaron  vasijas  do  tanta  multitud  cupiese.  Y  comien- 
zan ya  á  salir  los  vinos  cada  uno  con  su  invención; 
unos  vienen  rascador^itos,  que  os  hacen  cerrar  los  ojos 
y  amoxinar  las  orejas;  otros  dulces  y  conversables,  que 
os  hazen  morir  de  risa ;  otros  graues  y  ásperos ,  que 
os  paran  atónito  y  embelesado;  otros  muy  cerrados 
intrínsecos,  que  hazen  de  vos  un  majadero;  otros  cla- 
ros y  de  buenas  entrañas,  que  se  os  entran  hasta  el 
coraron;  otros  cabezudos,  que  os  darán  con  la  cabera 
por  essas  paredes;  otros  humosos  brauosos,  que  os 
harán  renegar  de  la  puta  borracha  que  os  parió,  ha- 
blando con  acatamiento;  otros  donzeles  y  corteses, 
que  no  os  dirán  peor  de  vuestro  nombre,  no  son  sino 
unos  orates;  holgamos  con  su  conversación  porque  son 
graciosos  y  no  ay  placer  sino  do  ellos  están,  y  si  vos 
no  estays  ahora  con  esta  farca  arrebatado  en  contem- 


—  4  — 
pladon,  todo  quanto  di^en  de  los  beatos  es  burla. 
Más  nuevas  ay,  que  se  quedarán  para  otra  carta, 
porque  quedeys  ahora  con  la  boca  dulce.  Nuestro  Se- 
ñor os  dé  lo  que  deseays,  que  si  acá  venis ,  á  buen 
barato  lo  haureys.  De  Madrid  ocho  de  Enero  de  mil 
quinientos  doze  años. 


II. 


EL     DOCTOR    VILLALOBOS    Á    UN    GRANDE   DEL    REINO  ^ 


{Calatayudy  6  de  Octubre  de  i5i5.) 


MUY.  magnífico  Señor :  Con  las  liuiandades  de 
Júpiter  como  con  las  plumas  de  gallo,  he 
pescado  aquí  galanes  como  truchas  para  me- 
tellos  en  la  sancta  doctrina  del  amor  virtuoso;  y  ma* 
guer  que  ellos  se  congoxarán  en  salir  de  sus  piélagos, 
no  dexa  por  eso  de  ser  buena  la  pesca.  Esto  les  doy 
en  pago  de  quantas  mercedes  y  fauores  en  esta  Corte 
me  hacen,  porque  estoy  de  voluntad,  si  Dios  quisiere, 
de  dexallos  muy  presto.  E  si  la  graue  enfermedad  del 
Rey,  nuestro  Señor,  no  me  detuviesse,  que  seria  mal 
caso  dexar  á  S.  A.  en  tan  gran  necessidad,  ya  me  auría 
yo  arribado  en  algún  puerto  y  remanso  donde  escapase 
de  los  peligrosos  golfos  y  tempestades  deste  mar;  que 
en  verdad,  si  toda  la  Corte  es  bullicio  y  turbación  y 


I    Publicada  al  fin  del  libro  intitulado  Los  Problemas  de  Villalobos. 


—  6  — 

desasosiego,  los  que  hacen  la  Corte,  que  son  los  que 
residen  en  ella,  turbados  andarán  y  bulliciosos  y  desa- 
sosegados; y  no  queráis  mayor  vengan9a  de  los  que  mal 
quisierdes,  porque  paresce  que  comen,  y  no  comen, 
pues  no  toman  gusto  ni  sabor  en  el  manjar;  paresce 
que  duermen,  y  no  duermen,  que  mil  vueltas  dan  en 
las  camas;  paresce  que  ríen,  y  no  ríen,  que  no  les  viene 
la  rísa  del  placer  que  sienten,  mas  dan  aquellas  arca- 
das y  singultos  mortales,  para  hacer  palacio  y  buena 
conversación;  paréscete  que  hablan,  y  no  hablan,  por- 
^  que  en  su  habla  no  declaran  su  concepto,  sino  la 
lisonja,  y  lo  que  al  otro  ha  de  agradar,  las  cautelas, 
las  falacias,  los  engaños  y  las  ypocresías. 

En  fin,  que  es  ya  tanto  el  miedo  que  todos  tienen 
de  decir  verdad,  que  escogen,  huyendo  della,  meterse 
por  los  peligros  antes  que  con  ella  ampararse  dellos. 
El  pobre  dice  que  es  ríco,  y  si  torna  á  ser  ríco,  dice 
que  es  pobre;  de  manera  que  no  huye  de  parescer 
pobre  ni  rico,  sino  de  confesar  la  verdad.  Paresce  que 
oyen  missa,  y  no  la  oyen,  porque  no  entienden  lo  que 
dicen ,  ni  lo  que  se  dice ,  ni  a  quién  se  cHce.  Paresce 
que  se  confíessan,  y  no  se  confiessan,  porque  de  la 
más  liuiana  cosa  que  tratan  llevan  más  cuidado  y  ma- 
yor agonía  que  de  todas  cuantas  oíFensas  hicieron  á 
Dios. 

Assí  que  todos  los  actos  de  su  vida  son  por  este 
tenor;  de  manera  que  paresce  que  viuen,  y  no  viuen; 
corren  deshalentados ,  rebentando  por  las  yjadas,  tras 
una  liebre,  atraviessa  otra  y  dexan  la  primera,  atra- 
viessa  otra  y  dexan  la  segunda,  y  atraviessa  otra  y 
dexan  la  tercera;  al  cabo  no  toman  ninguna  y  quedan 
hechos  pedamos.  £  si  por  gran  dicha,  uno  entre  mil 


alcanza  la  liebre  que  los  otros  levantaron,  el  que  la 
mata  no  la  come,  sino  pan  duro  y  de  dolor,  atado  con 
cadenas  de  príuan^  y  metido  en  la  ceguedad  y  em- 
beuecimiento  del  fauor,  vasqueando  y  gruñendo  por 
salir  á  ca^ar;  y  los  que  ca^an  con  ellos  cómense  las 
liebres,  que  son  sus  herederos  y  sucessores.  Estos 
go^an  de  la  ca^a ,  y  meten  sus  galgos  en  las  tinieblas 
exteriores,  donde  son  los  aullidos  y  regañar  de  los 
dientes. 

Auemos  visto  esta  burlería,  no  en  uno,  sino  en 
diez;  no  en  diez,  sino  en  ciento.  Burlamos  de  los  que 
assí  mueren  y  no  escarmentamos,  antes  auemos  invidia 
de  sus  vidas.  Y  los  mismos  que  mueren ,  burlaron  ya 
y  chiflaron  de  otros  que  murieron  primero  que  ellos 
en  la  misma  locura.  Este  es  el  juego  de  los  negros  que 
van  en  carnes,  que  cada  uno  se  cae  de  risa  de  la  feal- 
dad del  otro.  • 

Assí  que  esta  enfermedad  de  los  cortesanos  bien 
paresce  desde  agora  en  lo  que  ha  de  parar;  señales 
mortales  tiene;  trabado  tiene  el  infierno,  que  en  ella 
veréis  las  entradas  y  vueltas  del.  De  manera  que 
cuando  allá  entrare  el  desuenturado  podrá  decir:  ¡Oh 
casa  triste  y  escura,  con  cuanto  dolor  y  trabajo  te 
hallé,  y  cuánto  fuera  mejor  no  hallarte!  En  el  camino 
te  vi  muchas  veces  y  pudiera  desuiarte  si  quisiera; 
agora  querría  y  no  puedo.  ¡Oh  ciega  y  engañosa  mer- 
caduría, que  solamente  porque  cuestas  cara  engañas 
y  sollicitas  á  los  compradores  para  que  no  te  dexen 
pensando  que  vales  algo,  y  las  cosas  de  valor  despre- 
cian porque  son  barato ! 

Plega  á  Dios  y  á  su  Sancta  Madre  que  me  guien  y 
me  pongan  en  camino  llano,  por  donde  pueda  passar 


—  8  — 

esta  breue  carrera  con  pocos  estropie^os,  y  á  v.  m. 
haga  muy  gran  señor,  con  tal  condición  que  sea  para 
servicio  suyo  y  descanso  vuestro.  Amen.  De  Cala- 
tayud  en  seis  de  Octubre  de  mU  quinientos  quince 
años. 


III. 


EL   DOCTOR    VILLALOBOS   AL   MISMO   JUFRE. 


(Madrid,  i8  de  Mar^o  de  iSiy.) 


VUESTRA  carta  fué  vista  por  los  Señores  del 
Consejo  Real,  y  fué  con  solemnidad  ley  da 
ante  la  Majestad  de  la  Serenísima  Reina ,  y  á 
la  Señora  Camarera  con  las  damas.  Fueron  festejados 
con  mucha  risa  vuestras  borracherías  y  olavides  ', 
pues  de  todos  que  andan  trasquilándome  en  concejo, 
y  no  lo  sabian,  en  mi  casa  entendila  toda,  yjdixe  entre 
mí:  este  noble  señor  conmigo  habla;  parece  que  me 
responde;  el  romance  es  de  puro  castellano,  la  retórica 
es  de  toscano ,  la  prolixidad  de  siciliano ,  la  venganza 
de  marrano,]  los  disparates  de  Jufre;  así,  que  gran 
consulta  y  conjunción  de  diuersos  votos  deuia  estar 
presente  quando  me  escribistes,  ó  vos  teneys  muchas 
fariñas  y  soys  compuesto  de  diuersas  maneras. 


I     En  estas  palabras  hay  sin  duda  errores  y  omisiones  que  las  hacen 
ininteligibles. 


—    lO   — 

Examinando  los  capítulos  de  vuestra  santa  epístola, 

en  cada  uno  d ellos  me  mudábades  muchos  propósitos: 

digo,  theólogo  es  éste,  no  es  sino  a9emilero;  philósopho 

I  es,  mas  antes  es  veodo;  buena  pascoa  te  dé  Dios,  mala 

:  muerte  mueras. 

Ora  mirad  quánta  fuerza  teneys  en  vuestro  officio, 
que  tomamos  acá  por  pasatiempo  de  mirar  el  gesto  al 
que  lee  vuestra  carta ,  porque  haze  tantos  visages  y 
locuras  quantas  vezes  vos  meays  cada  dia  y  quantas 
haceys  luchar  á  la  razón  con  el  cuero  y  days  con  ella 
patas  arriba. 

Muchos  golpes  crueles  me  distes,  y  con  ninguno 
me  sacastes  sangre,  sino  cuando  me  la  descubrístes. 
Algunas  notables  moralidades  hallé  sembradas  y  ahoga- 
das entre  las  espinas  de  vuestros  desvarios.  Amena- 
zaisme  con  ser  aposentador;  querría  mas  un  maravedí, 
porque  tan  ocioso  vivireys  por  acá  con  ese  cargo, 
como  los  monteros  en  la  mar  y  como  los  marineros  en 
la  montaña,  y  como  los  pescados  en  el  campo  y  como 
los  galgos  en  el  río.  Una  higa  para  vos,  que  ya  son 
proveydas  todas  las  possadas  de  Bruselas  y  de  Madrid. 
Soys  vos  aposentador  de  Trinópoli  ó  de  LaudÍ9Ía ,  y 
vsurareys  dello  quando  el  Rey,  nuestro  Señor,  con- 
quistare la  Tierra  Santa ,  y  en  el  campo  de  Josaphá. 

Las  nuevas  de  acá  son ,  que  tenemos  todos  tanta 
sed  con  la  venida  del  Rey,  que  con  todo  quanto  de 
allá  viene  quedamos  tan  satisfechos  como  vos  lo  esta- 
ríades  en  un  buen  banquete  con  un  jarro  de  agua  fria. 
Van  embaxadores  y  vienen  embaxadores,  y  d  Rey 
estase  quedo. 

La  Señora  Doña  Beatriz  de  Spe3  se  os  encomienda 
mucho»  y  por  su  fatiga  os  dexa  descriuir ,  que  tiene 


—  II  — 

(Dios  nos  guarde)  después  que  entró  cuaresma,  tanto 
pujamiento  de  carne  en  los  muslos,  que  le  haze  estar 
el  cuero  muy  estirado  y  muy  luzio;  y  aunque  su  mer- 
ced come  y  duerme  bien,  tiene  esta  flaqueza:  que 
cuando  esta  harta,  nunca  puede  comer  con  gana,  y  des- 
pués que  se  levanta  de  la  cama,  no  duerme  hasta  que 
se  torna  a  echar,  sino  es  algunas  vezes  quando  arrima 
la  cabera;  y  en  tener  todo  el  rostro  blanco  y  colorado, 
es  señal  que  debe  estar  llena  de  cóleras. 

Aquí  ay  ahora  muy  grandes  bandos,  y  tan  traua- 
dos  que  no  se  podrán  atajar  aunque  venga  el  Rey, 
porque  el  Conde  Don  Hernando  defiende  el  partido 
de  los  vinos  de  Riuadauia  y  de  Santiago.  Acá  tenemos 
por  mejores  los  de  San  Martin  y  Arenas.  Hágoos 
saber  que  cada  dia  pelean  y  ay  muchos  cuerpos  que 
hauríays  lástima  de  verlos  por  ahí  tendidos,  echando 
espumarajos  por  las  bocas.  Véngase  v.  m.  á  departir 
este  ruydo,  y  descargarán  todos  sobre  vos  como  sobre 
el  asno  del  cura.  Este  bocadillo  os  guardé  para  la 
postre,  porque  siempre  acabeys  de  leer  mis  cartas. 

Un  negocio  tengo  allá  en  poder  del  Señor  Theso- 
rero:  pídoos  por  merced  que  hagáis  á  su  merced  me- 
moria del ,  y  perdonadme  por  amor  de  Dios  y  por  la 
santa  quarentena,  en  que  estamos,  la  descortesía  deí 
hablaros  en  seso,  porque  la  necesidad  me  hace  salir 
fuera  de  términos.  En  Madrid  diez  y  ocho  de  Mar^o 
de  mil  quinientos  diez  y  siete  años. 


IV. 

EL   DOCTOR    VILLALOBOS    Á     DISCO    LOPBZ    DE    AYALA, 
CANÓNIGO  DB  TOLEDO,  EN  LA  CORTE  DE  FLÁNDES. 


{Madrid,  7  de  Julio  de  1317.) 


YA  he  prouado  al  Sr.  Thesorero  que  es  hombre 
de  seso;  después  díme  á  passar  tiempo  con 
Jufre  que  es  hombre  de  burlas ;  ahora  tentaré 
á  V.  m.  que  es  hombre  de  seso  y  de  burlas:  á  la 
postre  scribiré  á  un  flamenco  de  essos  que  ni  son  para 
en  seso  ni  para  en  burlas,  y  asi  habré  descurrido  por 
todas  las  especies  de  la  suficiente  división  sin  sacar  la 
conclusión. 

Todos  dizen  que  venis ,  mas  ninguna  señal  de  las 
que  suelen  pre9eder  á  la  venida  del  Señor  hemos  visto 
por  acá,  porque  ni  el  Marqués  de  Villena  se  mueve 
para  el  recibimiento,  aunque  de  allá  le  dan  priesa  que 
lo  haga ,  ni  estos  frayles  nos  amonestan  para  ello;  de 
manera  que  pues  los  coxos  no  andan  ni  los  pobres 
evangelizan,  si  será  éste  el  año  en  que  haueis  de  venir, 
an  aliud  expectamus. 


—  14  — 

Yo  no  estoy  ahora  tan  gracioso  como  es  menester 
para  ganar  la  voluntad  de  v.  m.,  porque  con  las  hon- 
das corrientes  que  de  allá  vienen  y  con  los  maestros  de 
la  obra  que  acá  son,  ha  hecho  en  nuestras  partes  tal 
vuelta  la  rueda  de  la  fortuna,  que  nos  ha  vaciado  las 
vasijas  para  henchirlas  del  otro  lado,  y  anda  el  artificio 
de  tal  manera  fabricado  que  ni  las  dauijas  hazen  ruido, 
ni  se  quebrantan  en  piezas  los  arcaduzes,  ya  no  valen 
nada  los  amenazadores  ni  los  guerreros,  los  frailes 
ganan  el  juego  como  á  la  primera,  do  los  sietes  valen 
más  que  los  caballeros  ni  las  otras  figuras. 

Ya  me  voy  haziendo  también  negociador  como  el 
bastardico,  que  nunca  está  bien  sino  con  los  muertos, 
y  siempre  anda  en  bando  con  los  presentes,  y  haze 
asonadas  contra  los  que  le  han  de  aprovechar.  Yo  solia 
ser  gran  servidor  de  v.  m.  quando  no  valíades  nada 
con  el  Rey,  y  yo  si ;  ahora  que  haueys  mostrado  por 
mil  testimonios  el  valor  de  vuestra  persona  y  teneys 
autoridad  en  Flándes  y  en  Spaña,  si  no  me  envia- 
redes  á  rogar  que  os  encargase  mis  negocios ,  no  me 
acordaua  si  érades  nacido,  y  he  quitado  la  habla  al 
Cardenal  y  al  Obispo  de  Avila,  porque  después  de 
Dios  me  pueden  hazer  y  deshazer. 

Un  memorial  envió  á  v.  m. ;  si  aquello  se  puede 
hazer,  vos  lo  hareys,  y  si  no  lo  hazeys,  no  se  puede 
hazer.  Qualquiera  destos  partidos  sera  mejor  para  mí 
que  vivir  suspenso  en  vida  tan  corta  por  lo  que  ha  de 
quedar  acá  después  que  allá  se  partiere.  En  Madrid  á 
siete  de  Julio  de  mil  quinientos  diez  y  siete. 


V. 


EL    DOCTOR     VILLALOBOS    AL    DOCTOR    DE    LA    REYNA. 


{Zaragoza,  6  de  Agosto  de  i5i8.) 


PUES  que  V.  m.  se  ha  hecho  gracioso,  morirse 
quiere;  porque  mudar  costumbre  (como  dizen) 
es  á  par  de  muerte.  Esto  no  lo  hace  sino  la  sed 
insaciable  que  tenéis  de  amontonar  en  vos  solo  las 
haziendas  y  las  prerrogativas  de  todos  los  físicos. 
Esta  que  tenia  yo  describir  donayres,  ya  me  la  haueis 
soruido  con  esa  boca  de  infíemó;  no  falta  sino  que 
tomeys  también  al  Doctor  de  Herrera  la  casilla  y  el  ma- 
juelo, que  ya  él  andaua  quexándose  que  le  robáuades 
su  sudor.  Poco  medrará  v.  m.  con  el  Rey,  y  mal 
año  tenéis  con  Gebres,  que  asi  lo  hazemos  todos  los 
graciosos,  porque  melones  ni  donayres  por  estableci- 
miento real  no  han  de  entrar  por  la  puerta  de  la  cade- 
na adentro. 

Aquí  nos  andamos  Jufre  y  yo  mano  sobre  mano» 
y  el  otro  dia  me  sacaron  de  seso  que  fuese  a  pala- 
cio á  solicitar  un  negocio  mió,  y  topé  a  la  puerta  de 
la  sala  con  Antonico  el  Gigante,  que  me  estorbaua 


—  i6  — 

la  entrada.  Yo  pensé  que  acaso  se  me  ponía  delante 
porque  no  era  aquel  su  oficio,  y  procuré  de  colarme 
dentro;  enojóse  Antonico  y  púsome  el  hierro  del  lan- 
9on  á  la  boca  del  estómago  haciéndole  temblar,  y  con 
los  ojazos  torcidos  y  un  espantoso  bramido  me  ame- 
nazaba de  tal  manera ,  que  ya  pensaba  yo  que  estaba 
á  la  garganta  del  can  ^eruero.  Apenas  le  hube  bien 
entendido,  quando  arrebaté  de  un  tranco  á  la  escalera, 
y  baxé  por  ella  no  tan  dissimuladamente,  que  no  me 
vieran  ir  trompicando  algunos  conocidos  mios;  y 
dixome  Pedro  de  Mendo9a :  Assi  es  el  mundo,  Señor 
Doctor;  y  otras  muchas  cosas  me  dixeron,  mas  no 
veamos  pesar  que  yo  no  les  entendí:  tanta  era  mi 
ansia  de  tomar  Ja  muía.  Duróme  más  de  ocho  días, 
que  no  se  me  quitaba  de  delante  los  ojos  la  fantasma 
de  Antonico.  Assi  que,  señor,  créame  v.  m.,  y  no  seays 
gracioso,  sino  scríbid  de  aquí  adelante  vuestros  dos 
rengloncillos  cargados  y  llenos  de  frialdades,  porque 
como  dize  Perico  de  Ayala ,  no  se  ha  de  igualar  con- 
migo un  hecha- piedras.  Y  porque  viene  sobre  habla, 
la  Rey  na  dize  que  por  no  venir  acá,  lebantays  lo  de 
las  piedras  que  hechastes,  como  el  Doctor  Alfaro  la 
potra  de  Logroño.  El  dicho  Doctor  besa  las  manos 
de  V.  m.  por  la  memoria  que  de  él  se  haze  en  vuestra 
carta ,  mas  también  os  envia  á  avisar  que  no  vengays 
por  acá  sin  haber  muy  bien  pasado  el  Almagesto  y 
las  Tablas  del  Rey  D.  Alonso,  porque  no  es  en  su 
mano  sufrir  de  otros.  Paré9eme  que  se  pica  v.  m. 
un  poquito  de  nómina ,  como  el  Licenciado  de  Jorde- 
humos ' :  en  tan  buena  edad  os  toman  las  súmulas  como 


I    Tordehumof? 


—  17  — 
al  Doctor  Julián  la  música  que  aprende  ahora.  Terne- 
^itos  son  los  pimpoUitos  para  florecer  en  ellos  las  artes 
liberales.  Comience  v.  m.,  pues  assi  es,  a  tomar  amo- 
res, y  hagamos  un  par  de  coplitas  porque  se  junte  del 
todo  la  cabera  de  la  edad  con  la  cola :  ya  sabéis  lo  que 
dizen  al  que  se  haze  rosca.  Otras  cosas  tenia  para  scrí- 
bir  que  se  quedarán  para  otra  carta,  porque  son  en 
seso  y  no  hay  aqui  lugar  para  ellas.  En  Carago^a  á 
seis  de  Agosto  de  mil  quinientos  diez  y  ocho  años. 


VI. 


EL  DOCTOR  VILLALOBOS  Á  DON  PEDRO  LASO  DB  LA  VEGA. 


{Sin  fecha,) 


OTRO  mejor  historiador  quisiera  yo  que  bus- 
cara V.  m.  para  dalle  á  entender  las  cosas 
de  la  Corte,  porque  no  las  puede  entender 
sino  quien  las  vee,  ni  las  puede  relatar  sino  quien 
las  oye ;  que  no  basta  la  vista  para  dar  á  entender  lo 
que  se  entiende  si  no  aprende  nuevos  vocablos  el 
relator. 

Aqui  hay  castellanos  y  flamencos,  y  cada  uno 
dellos  trabaja  por  perder  su  naturaleza,  y  no  puede 
cobrar  la  del  otro;  querrían  comunicarse  y  no  pueden, 
porque  son  tan  diferentes  animales  como  caballos  y 
asnos.  Las  mujeres  se  pueden  participar  de  la  una 
na^on  á  la  otra,  porque  la  matería  dellas  siempre  fué 
dispuesta  para  recibir  en  sí  differentes  formas.  Gobier- 
nan los  flamencos  y  negocian  los  castellanos.  Los  unos 
no  entienden  las  calidades  y  méritos  de  los  que  nego- 
cian; los  otros  no  aceptan  la  hora  ni  el  camino  por  do 


—   20  — 

se  halla  el  despacho:  assí  los  unos  de  importunados  y 
los  otros  de  agraviados  se  quexan  todos,  y  cada  cual 
tiene  justa  querella  y  justa  excusación. 

También  hay  aquí  novedades  en  los  amores,  por- 
que las  flamencas  quedan  muy  re9agadas  en  la  inteli- 
gencia dellos,  que  aún  no  pueden  entender  lo  que  las 
quieren  sus  servidores,  y  las  castellanas  van  muy 
delanteras,  que  lo  entienden  y  pasan  adelante  á  los 
términos  del  matrimonio.  Quieren  casarse  por  hazer  lo 
que  ellos  quieren,  aunque  ellos  no  quieran;  asi  que 
las  unas  por  cagueras  y  las  otras  por  delanteras,  no 
se  pueden  alcancar  sin  quedar  el  alcan^ador  alcan9ado 
del  pié  a  la  mano. 

El  Rey,  nuestro  señor,  trata  de  amores  con  la 
Señora  Doña  Fulana;  á  los  terceros  dias  la  viene  á 
ver;  y  entre  estos  y  éstas  no  hay  más  memoria  que  si 
nunca  la  viera.  Es  una  derecha  terciana  de  Mayo,  en 
que  creo  yo  que  los  frios  afligen  más  á  la  paciente  que 
las  calenturas.  No  se  criaron  en  tanta  dieta  los  dolien- 
tes españoles,  ni  la  souerana  y  excelente  virtud  y  mo- 
deración del  Rey  podrá  ser  manjar  deleitoso  á  tan 
desordenados  apetitos  como  los  nuestros. 


VIL 


£L  DOCTOR  VILLALOBOS  AL  CONDESTABLE    DE  C/ 


[Zaragoza,  2Í  de  Noviembre  de  i5i8.) 


TODOS  los  rios  vienen  á  la  mar,  y  la  ma 
está  llena,  porque  van  grandes  y  viene 
des  y  el  Condestable  está  quedo.  Crey( 
mos  que  V.  S.  espera  dos  cosas,  que  se  caseí 
mas  y  que  venga  el  Turco,  por  huyr  de  la  uní 
do  el  coraron  no  manda  las  carnes  y  hallarse  ei 
do  se  hazen  los  miembros  de  acero. 

Lo  que  por  acá  siento,  no  lo  quiero  dezir, 
tengo  mucha  gana  de  ser  privado;  mas  si  V. 
de  asiento  en  su  tierra,  hágamelo  saber  y  se 
hemos  algunas  cartas,  que*yo  no  puedo  negar 
esta  maldita  naturaleza  que  saqué  de  su  tierr 
suzia  que  no  la  he  podido  lavar  con  todo  el  J 
el  Spíritu  Santo  encima  del ,/ porque  no  me  vi 
en  figura  de  paloma  como  al  Conde  de  Haro, 
ñor,  y  á  los  otros  samaritanos  de  su  linage. 
Las  nuevas  que  ahora  más  regozijadas  a 


—   12    — 

toda  esta  Corte  son  de  la  venida  del  Turco,  que  si  de 
aquí  á  Navidad  camina  tanto  como  de  quatro  dias  acá 
le  hazen  caminar  estos  caballeros  del  otro  cabo  de 
León,  pasará  á  tener  la  ñesta  en  Galicia.  Anda  tan 
alegre  la  gente,  como  si  viniese  á  salvar  el  linaje 
humano;  mas  yo  le  mando  mal  año,  que  hombres 
entran  cada  dia  en  el  Consejo  de  la  Guerra  que  le 
harán  atestar  la  gauaneta. 

La  Reina  está  muy  buena,  y  tan  amiga  de  V.  S. 
como  suele. 

El  Conde  de  Benauente  tiene  negocios  en  casa 
del  Rey  y  en  casa  de  la  Reina  y  en  mi  casa:  los  unos 
son  de  hazienda,  y  los  otros  de  carne,  y  los  otros  de 
'  sangre.  Esta  es  de  almorranas,  porque  me  cupiese  á 
mi  la  más  ruin  parte;  mas  ninguna  envidia  tengo  á  su 
amiga,  porque  nunca  está  con  ella  una  hora  que  no 
venga  en  escocimiento  de  orina  por  un  dia.  £1  se  des- 
culpa mucho  á  su  amiga,  y  júrale  que  no  es  escoci- 
miento de  orina  sino  potra,  porque  todos  los  nublados 
le  hazen  mal.  Mas  diga  él  quantos  juros  quisiere  y 
haga  mucho  del  gallo,  que  qualquiera  de  los  dos  par- 
tidos impide  la  negociación,  sino  lo  remediase  todo 
el  Sr.  D.  Pedro  Girón  con  la  suya,  que  siempre  trae 
calcadas  unas  bragas  con  más  cerraduras  que  los  can- 
dados de  Hercules,  y  pártese  della  á  bragas  enxutas,  y 
hecha  media  dozena  de  piedras  cada  semana  por  el  su 
cañón  pedrero,  y  sobre  esto  atónito  penco  el  bobo  y 
muy  espantado  fj/V^,  porque  no  las  alcanza,  y  dize 
que  si  ama  no  viene,  les  yrá  bien  con  ellos  al  Duque 
de  Gandía,  que  come  catorce  perdizes  cada  dia,  y  á 
D.  Juan  de  Velasco,  que  desbanda  quantos  huertos 
hay  en  Zaragoza. 


—  23   — 

La  partida  del  Rey  depende  de  las  Cortes,  y  las 
Cortes  de  los  Síndicos ,  y  los  Síndicos  de  las  Univer- 
sidades, y  las  Universidades  de  los  Greuges,  y  los 
Greuges  del  Rey,  y  el  Rey  de  las  Cortes ,  y  las  Cortes 
de  los  Síndicos,  y  así  anda  la  rueda,  que  no  tiene  cabo. 
Ya  estaba  yo  con  estas  dilaciones  por  hechar  una  soga 
á  la  garganta,  sino  me  proueyera  Dios  de  una  muy 
buena  vindimia,  en  que  huuo  tantas  avenidas  de 
cámaras  por  flamencos  y  spañoles,  que  me  podrían  ellos 
dezir  lo  que  dezia  la  otra  á  su  rufián  quando  reñían: 
<Vellaco,  de  mi  culo  comes,  de  mi  culo  bebes. >  Por 
aquí  se  despachó  mi  asiento  con  el  Rey,  y  por  aquí 
entré  en  conocimiento  con  todos  los  extrangeros;  assí 
que  yo  entré  en  Palacio  por  la  puerta  falsa  de  Mosiur 
de  Xevres.  No  había  bastado  la  Reyna ,  ni  el  Conde, 
ni  los  Duques,  ni  todo  el  Consejo  para  ello;  quiso  Dios 
mostrar  que  todo  es  nada  quanto  procuramos,  y  todo 
es  suziedad,  y  cerróme  las  calles  públicas  y  todas  las 
puertas  y  los  muros,  y  hízome  entrar  por  do  no  cupiera 
un  bodoque. 

Suplico  á  V.  S.  que  mande  al  Licenciado  de  Al- 
ma9an  que  me  escriba  cómo  le  va  en  vuestra  casa, 
porque  hay  un  señor  en  esta  Corte  que  me  mata  por- 
que le  saque  de  ahí  y  le  lleve  á  la  suya.  En  verdad 
eUa  es  una  casa,  que  si  Dios  le  haze  merced  que  entre 
en  ella ,  aunque  viva  cient  años ,  nunca  le  faltará  laze- 
ria.  De  Caragoza  veintitrés  de  Noviembre  de  mil 
quinientos  diez  y  ocho. 


VIII. 


EL  DOCTOR    VILLALOBOS    AL   ALMIRANTE    DE    CASTILLA. 


(Zaragoza,  7  de  Diciembre  de  i5i8.) 


üNQüE  yo  no  he  catado  el  pulso  á  V.  S. ,  días  ' 
ha  que  conozco  como  teneys  mucha  gana  de  í 
maltratarme.  No  me  ayude  Dios  si  ella  no  es  \ 
para  conmigo  obra  de  ingratitud;  mas  hay  apetitos  cor- 
rutos  en  el  alma  también  como  en  el  cuerpo,  y  como 
los  unos  vienen  de  malos  humores,  los  otros  son  de 
malas  informaciones,  que  hazen  su  obra  do  hallan  dis- 
puesta la  materia. 

Aquellas  coplas  son  muy  buenas,  y  todo  cuan- 
to V.  S.  haze  es  sabroso  y  dulce;  por  esso  es  bien  que 
las  vean  todos ,  mas  no  conviene  que  les  mues- 
tre V.  S.  mi  carta,  porque  quien  la  viere  así  burlar  de 
los  amores,  y  supiere  que  V.  S.  es  enamorado,  luego 
conocerá  que  aquellas  coplas,  assí  crueles  y  vengativas, 
son  más  para  vengar  la  vejez  luxuriosa  del  señor  que 
para  defender  la  casta  juventud  de  la  señora. 

Cierto,  en  aquel  librillo  que  yo  tengo,  dedicado  al 


—  re- 
nombre de  V.  S.,  mejor  colación  os  doy  que  cena  me 
dieron  vuestras  coplas  la  noche  pasada;  mas  ya,  gra- 
cias á  Dios,  haueys  parido  lo  que  concebísteis;  tal  es 
lo  uno  como  lo  otro:  con^epit  dolorem  et  peperit  iniqui- 
tatem.  Bendito  sea  el  que  lo  sacó  á  puerto  de  claridad; 
descansado  estoy,  aunque  sea  vuestro  et  parto  y  se 
me  pasen  á  mí  los  entuertos. 

En  lo  que  toca  á  la  fee  y  creencia  que  yo  tengo, 
digo  que  tengo  y  creo  firmemente  que  V.  S.  nunca 
hace  conciencia  destas  cosas  que  dize,  aunque  son  muy 
graves  por  salir  de  boca  á  quien  se  debe  dar  gran  cré- 
dito y  autoridad.  La  misma  inclinación  halla  sus  des- 
culpas para  hazer  tiuiano  el  pecado;  y  por  eso,  quanto 
en  mí  es,  yo  lo  perdono  á  V.  S.;  y  si  todos  hazen  otro 
tanto,  podrase  llamar  general  indulgencia,  porque  son 
muchos  los  amenguados  y  pocos  los  escogidos. 

Mándame  V.  S.  que,  dexadas  todas  las  cosas, 
entienda  yo  solamente  en  mi  medicina.  Hallo  mi  en- 
tendimiento con  tantos  senos,  que  caben  en  él  en- 
voltorios de  cosas  diversas,  sin  que  las  unas  empachen 
á  las  otras;  mas  yo  quiero  tomar  de  aquí  adelante  el 
parecer  de  V.  S.;  y  para  reconocimiento  de  la  buena 
obra,  quiero  ofreceros  la  primera  recepta,  como  quien 
da  las  primicias  de  la  fruta  al  hazedor  della. 

Aquella  Señora  estaba  muy  ufana  con  mi  carta, 
porque  ella  la  mandó  hazer  así  para  burlar  de  los  ena- 
morados y  para  sacar  á  pla^a  lo  que  pide  en  todo  su 
seso,  como  quien  no  me  da  nada ,  y  hállanse  agravia- 
dos porque  no  les  concede  la  honra  y  la  onestidad  y 
la  vida  la  que  no  los  conoce  ni  los  verá  jamás  dentro 
á  tres  dias.  V.  S.  no  tuvo  entrada  ni  participación  en 
este  negocio,  y  tres  meses  antes  que  aquí  llegásedes, 


_  27  — 
era  ya  passada  la  razón  dello.  Tomastes ,  empero,  tan 
á pechos  la  injuria  de  la  injuriada,  y  hizistes  os  tan 
familiar  de  la  nunca  vista  ni  conocida,  que  se  deue  creer 
que  es  enfermedad  ésta  que  V.  S.  tiene  de  coplear:  es 
fluxo  de  coplas  como  de  cámaras ,  ó  es  puxo  en  que 
se  levantan  muchas  veces ,  y  no  hacen  nada. 

Este,  por  la  mayor  parte,  procede  de  ventosidades. 
Apártese  V.  S.  de  las  cosas  ventosas,  y  allegúese  a  las 
sustanciales  y  ma^i^as,  porque  éstas ,  aunque  son  me- 
dicinales y  desabridas,  huelen  muy  bien,  y  las  otras 
hieden.  V.  S.  sabrá  preparar  la  medicina  mejor  que 
nadie,  y  dándole  buen  sabor ,  la  hará  provechosa  para 
toda  la  república.  En  Carago^a ,  siete  de  Diziembre, 
mil  quinientos  diez  y  ocho. 


í 


IX. 


EL    DOCTOR    VILLALOBOS   AL    DüQUB    DE    GANDÍA. 


{Sin  fecha ) 


MANDA  V.  S.  que  yo  me  desocupe  un  rato 
para  ordenar  una  bula  en  que  trate  de  la 
redempcíon  de  los  captiuos,  que  representara 
la  far^a  que  tenéis  ordenada  para  delante  la  Reyna  y 
las  damas.  Ella  es  materia  muy  diferente  de  las  que 
tratan  los  libros  por  do  yo  estudio,  y  no  sé  cómo  acer- 
taré yo  en  ella;  mas  ya  he  hallado  un  buen  camino  para 
no  errar,  y  es  perdiendo  el  seso  quando  ordenare  la 
bula,  pues  que  V.  S.  le  ha  de  perder  quando  la  predi- 
caren; y  será  desta  manera : 

Este  es  el  traslado ,  sacado  del  latin  en  romance, 
de  la  bula  original,  otorgada  y  concedida  por  el  nuestro 
muy  Santo  Padre  León  quinto  dézimo,  para  la  re- 
dempcion  de  los  caualleros  captiuos  en  las  provincias 
de  la  iuuenta,  vil  y  viciosa  barbaria  y  la  caballería, 
cuyo  tenor  es  el  siguiente : 

León  quinto  dézimo,  obispo,  sieruo  de  los  sieruos 


IX. 


EL    DOCTOR    VILLALOBOS   AL    DUQUE    DE    GANDÍA. 


{Sin  fecha ) 


MANDA  V.  S.  que  yo  me  desocupe  un  rato 
para  ordenar  una  bula  en  que  trate  de  la 
redempcion  de  los  captiuos,  que  representará 
la  far^a  que  tenéis  ordenada  para  delante  la  Reyna  y 
las  damas.  Ella  es  materia  muy  diferente  de  las  que 
tratan  los  libros  por  do  yo  estudio,  y  no  sé  cómo  acer- 
taré yo  en  ella;  mas  ya  he  hallado  un  buen  camino  para 
no  errar,  y  es  perdiendo  el  seso  quando  ordenare  la 
bula,  pues  que  V.  S.  le  ha  de  perder  quando  la  predi- 
caren; y  será  desta  manera: 

Este  es  el  traslado ,  sacado  del  latín  en  romance, 
de  la  bula  original,  otorgada  y  concedida  por  el  nuestro 
muy  Santo  Padre  León  quinto  dézimo,  para  la  re- 
dempcion de  los  caualleros  captiuos  en  las  provincias 
de  la  iuuenta,  vil  y  viciosa  barbaria  y  la  caballeria, 
cuyo  tenor  es  el  siguiente : 

León  quinto  dézimo,  obispo,  sieruo  de  los  sieruos 


—  3o  — 

de  Dios,  á  todas  las  damas  piadosas  y  fíeles,  salud  y 
apostólica  bendición.  Sabed  que,  por  parte  de  muchos 
caballeros,  nos  es  hecha  relajón  cómo  el  tirano  Cupi- 
do, que  se  nombra  emperador  y  presidente  general  de 
las  letras  de  amor,  principe  de  las  provincias  de  la 
juuenta,  vil  y  viciosa  barbaria  y  la  caualleria,  duque 
de  Celosía  y  de  Bramantes,  señor  de  Brutania  y  de 
Cornualla,  infiel  y  enemigo  aduersarío  de  todo  cora- 
zón y  libertad  humana,  tiene  captiuos  prisioneros  mu- 
chos nobles  y  generosos  caballeros  en  muy  escuras  y 
horribles  prisiones,  do  ellos  padecen  tantas  opresiones, 
vexaciones  y  tormentos,  que  cada  uno  dellos  incurre 
gran  peligro  de  renegar  de  la  puta  perra  que  los  parió, 
si  la  diuina  misericordia  no  permite  alguna  limosna  y 
charidad  vuestra.  Y  porque  mas  seays  conmovidas  a 
compasión  y  dolor  de  estos  vuestros  próximos  aflixidos 
y  tristes,  se  darán  aquí  expresados,  y  se  darán  algunas 
de  las  maneras  y  formas  que  este  pérfido  enemigo 
tiene  en  aquellas  crueldades  y  ferocidades  que  contra 
ellos  usa. 

Primeramente,  él  les  muestra  las  damas  hermosas, 
de  agradable  postura  y  gracia,  y  mándales  que  las 
miren  con  mucha  atención,  y  á  ellas  que  les  echen  los 
ojos  graues,  pero  alegres,  mansos  y  favorables;  y  de 
los  ojos  hermosos  dellas  salen  cinco  rayos  de  claridad, 
que  casi  encandilan  y  ^iegan  los  sentidos  de  todos,  y 
en  el  cabo  de  cada  rayo  dellos  viene  puesto  un  anzue- 
lo, ceuado  con  gusanillos  verdes,  serpientes  muy  pon- 
zoñosas: y.  en  los  míseros  corazones  dellos  ponen  pól- 
uora  encendida  con  el  su  inextinguible  fuego  de  Vd- 
cano  y  de  la  concupi^ien^ia ,  porque  si  alguno  de  los 
escarmentados  no  quisiere  picar  con  el  anzuelo  y  rehu- 


.     —  3i  — 

sare  el  peligro,  la  fuerza  de  aquel  fuego  le  ponga  des- 
asosiego y  angustias,  turbaciones  y  oluidan^a,  para 
que,  cerradas  y  selladas  todas  las  puertas  de  la  razón 
por  do  él  podría  salvarse  y  acogerse,  y  abiertas  las 
ventanas  y  portillos  de  los  sentidos ,  por  do  él  pueda 
ser  combatido  y  lombardado,  él  se  viene  á  rendir  muy 
locamente  y  traga  el  anzuelo,  y  mételo  dentro  de  sus 
entrañas.  Aquellos  garfios  emponcoñados  trauan  del 
malauenturado  y  triste  coraron,  que  á  la  vez  siente 
por  entonces  la  furia  de  aquel  veneno,  porque  tal  es 
la  calidad  de  aquellos  gusanos  verdes ,  que  hazen  su 
obra  poco  a  poco,  sin  ser  sentida  ni  reconocida;  mas 
cuando  ya  se  apoderan  de  todas  las  potencias  y  fuer- 
cas  del  coraron,  y  le  tienen  preso  y  aherrojado,  haze 
bascas,  da  mil  vuelcos  dentro  del  cuerpo,  no  sosiega 
en  casa  ni  halla  remedio  fuera,  pierde  el  seso,  pierde 
el  sueño,  pierde  el  comer,  muere  por  ver  la  dama,  no 
se  la  muestran  cuando  él  quiere,  muestrángela  á  incier- 
tas horas,  no  para  que  goze  de  la  vista,  sino  para  re- 
verdecer y  avivar  la  virtud  de  la  poncoña:  y  la  dama 
cruel,  arma  y  ministerio  del  diablo  que  la  lleve  y  del 
tirano  susodicho,  como  siente  preso  y  rendido  el  caba- 
llero, muéstrale  los  ojos  turbios  así  como  eran  al  co- 
mienco  suaves;  muéstrale  el  rostro  torcido;  disimula  y 
haze  que  no  le  mira.  Con  estas  gotas  de  agua  se  en- 
ciende la  fragua  en  que  el  triste  es  quemado  y  abrasado 
muchas  veces  en  el  dia,  y  otras  le  reconoce  con  sem- 
blante y  humanidad  alegre.  Así  le  trae  fluctuando  de 
acá  para  allá,  dándole  mayores  penas  con  los  halagos 
que  con  los  tormentos,  y  curándole  las  llagas  para  tor- 
nallas  á  acrecentar,  recreándole  con  esperanca  para  que 
venga  más  furiosa  la  desesperación. 


—   32    — 

Y  ¿qué  más  haze  el  perverso  Príncipe  para  que  los 
mismos  presos  no  se  consuelen  ni  descansen  unos  con 
otros,  como  suelen  hacer  todos  los  aflixidos?  Siembra 
zizaña  y  discordia  entre  ellos,  rencores  y  odios  secre- 
tos; haze  á  la  dama  del  uno  que  mire  y  fauorezca  al 
otro,  y  preso  el  segundo  vuélvese  al  primero,  y  así 
hace  con  el  tercero  y  con  el  quarto.  De  lan^e  en  lan^e 
cres^e  la  confusión,  la  desorden  y  los  desatinos  de  tal 
manera,  que  ni  el  cora9on  que  lo  siente  lo  entiende, 
ni  la  lengua  humana  lo  puede  dar  a  entender. 

Por  tanto,  vista  la  razón  y  examinada  por  nos  en 
el  nuestro  concilio,  hallamos  aquí  muchos  inconvenien- 
tes, señaladamente  hay  dos  muy  graues :  el  uno  es  la 
desenfrenada  licencia  deste  tirano  y  su  desmedida 
crueldad  por  tan  nuevas  maneras  de  tormentos  exer- 
citada  en  estos  míseros  caualleros,  de  quien  tenemos 
gran  piedad;  el  segundo  es  la  desordenada  ingratitud 
y  diabólica  soberuia  de  las  damas:  y  porque  ellas  están 
engañadas  con  su  vana  elación  y  presunción,  nos 
plugo  de  retexer  y  inxerir  en  esta  bula  el  origen  y  na- 
cimiento dellas ,  porque  sepan  por  dotrina  de  la  Sa- 
grada Scriptura  cuánto  le  deben  y  cuan  poco  le  pagan 
al  hombre. 

Nuestro  Señor  Dios ,  en  los  principios  de  la  crea- 
ción, formó  la  mujer  de  una  costilla  del  hombre,  y 
sus  huesos  y  su  carne  prestado  lo  tiene  del  hombre,  y 
es  obligada,  por  pura  deuda  y  restitución,  de  dar  el 
cuerpo  al  hombre  quando  ge  lo  pidiere,  que  él  es  tal 
que  luego  se  le  volverá,  y  á  las  veces  doblado.  Y  pues 
la  carne  de  la  muger  es  una  con  la  del  hombre,  no  se 
debe  apartar  ni  hazer  agena,  que  así  lo  dixo  Adam  en 
el  Genisi:  <Esta  es  carne  de  mi  carne  y  hueso  de  mis 


—  33  — 

huesos>;  por  tanto  niega  el  hombre  á  su  padre  y  á  su 
madre,  y  pega  con  la  muger  y  hácense  una  misma 
carne.  Aquí  hay  lugar  de  gran  tentación  para  todo  fiel 
chrístiano. 

Tiene  sobre  sí  la  muger  otra  segunda  obligación: 
que  así  como  la  costilla  fue  hecha  para  guarda  y  am- 
paro del  cora9on,  que  le  defiende  de  los  incursos  y  en- 
cuentros mundanos,  así  la  muger,  hecha  de  la  costilla, 
debe  guardar  el  cora9on  del  hombre ,  no  aflegille ,  no 
lastimalle,  no  enchille  de  cuydados,  de  sobresaltos, 
de  tristezas,  de  ^elos  y  rauias  mortales ,  que  ya  no  es 
costilla  la  muger  del  hombre,  sino  costa  que  le  cuesta 
la  vida  y  la  hazienda  y  la  salvación.  Esta  es  una  in- 
gratitud tan  grande  de  las  damas  que  por  ella  deben 
ser  anatematizadas  y  malditas  por  la  Sede  apostólica. 

Qué  diremos  si  no  que  debe  la  muger  al  hombre 
todo  aquello  que  es  suyo  proprio  del  hombre,  y  tan 
suyo,  que  aun  Dios  Nuestro  Señor  no  quiso  tener  po- 
der ordinario  en  ello;  que  la  infinita  potencia  de  Dios 
crió  el  alma  del  hombre  con  una  voluntad  libertada, 
que  hiciese  de  sí  lo  que  quisiese  y  le  pluguiese;  y  la 
dama  tiene  poder  sobre  la  voluntad  del  caballero,  que 
él  no  tiene  más  ser  ni  más  voluntad  de  quanto  ella 
quiere  y  manda;  y  quanto  ella  más  ligado  y  más  preso 
le  tiene  el  albedrío,  y  quantos  más  premios  le  pone, 
tanto  él  se  tiene  por  más  bienaventurado? 

Con  todo  eso,  los  tratan  como  á  enemigos  las  ene- 
migas de  Dios;  córrenJos,  corridas  sean;  deséchanlos, 
desechadas  sean;  aféanlos,  feas  se  tornen;  acornéan- 
los,  cornudas  sean;  cánsanlos,  cansadas  se  vean;  tráen- 
los  debaxo  de  los  pies ,  debaxo  se  vean ;  maldízenlos, 
malditas  se  vean,  y  todas  las  maldiziones  dellos  vcn- 

3 


-^4-     . 
gan  sobre  ellas ,  si  luego  no  pusieren  por  obra  la  re- 
dempcion  destos  captiuos  caballeros. 

Por  tanto,  mouidos  con  entrañas  de  misericordia  y 
compasión,  concedemos  y  otorgamos  esta  bula  y  breue 
para  todas  las  damas  que  quisieren  usar  de  caridad 
con  sus  caballeros.  Gánanse  los  perdones  sin  dar  dine- 
ro, sino  un  sí,  y  una  joya  de  su  cuerpo,  qual  ellos  la 
pidieren;  y  porque  se  les  hará  vergonzoso  dezir  el  sí 
públicamente,  mandamos  á  nuestro  comisario  el  Re- 
verendo Arzobispo  de  Braga  que  tome  un  plato  en 
sus  manos  y  una  varita  puesta  en  él,  y  discurriendo 
por  todas  ellas  á  pedir  la  limosna,  la  dama  bendita  y 
limosnera  que  tocase  en  la  verga  es  tanto  como  si 
dixesse  sí,  y  le  son  concedidas  todas  las  gracias  de  la 
bula  y  breue.  Dada  en  Roma,  etc. 


X. 


EL    DOCTOR    VILLALOBOS    AL    ARZOBISPO   DE    SANTIAGO. 


{Barcelona y  20  de  Mar^o  de  iSiq.) 


UNA  carta  reciuí  de  V.  S.  que  fué  comencada 
en  el  aldea  por  Septiembre,  y  acabóse  en 
Salamanca  por  Noviembre,  y  vino  a  Barce- 
lona á  mis  manos  por  Hebrero,  el  año  de  la  fecha  no 
se  sabe,  mas  es  de  creer  que  fué  después  que  V.  S. 
vino  de  Roma,  porque  antes,  cuando  érades  Aldnso  de 
Bejar,  no  nos  scribíades  tan  perezosamente.  Después 
que  las  damas  vieron  la  carta,  sopláuanme  con  sonidos 
como  a  negro.  No  pude  vengarme  de  sus  mercedes, 
porque  todo  el  mal  y  daño  que  se  les  puede  hazer  es 
mucho  menos  de  lo  que  ellas  querrían;  ni  puedo  satis- 
facerme de  V.  S.,  porque  estays  tan  amparado  de 
todas  partes,  que  no  hay  quien  pueda  picaros  en 
la  hazienda,  ni  en  la  sangre,  ni  en  la  carne:  la  una 
guardáysla  vos,  la  otra  guárdaosla  Dios,  la  otra  guar- 
dóse ella  de  vos;  assí  que  V.  S.  ha  ganado  gentilmente 
honrra  conmigo  hasta  que  Dios  quiera  que  vengays  á 


—  Jó- 
la Corte  in  aternum  con  D.  García  de  Padilla ,  et  cum 
angelis  suis.  Entonces,  Señor,  podrircys  vuestra  sangre, 
y  combatiendo  yo  por  las  mañanas  y  el  Duque  de  Alúa 
por  las  noches ,  desataremos  presto  el  edificio  que  ha 
fundado  con  tanto  trabajo  el  Doctor  de  Oropessa. 

El  Rey,  nuestro  señor,  trata  en  esto  de  Imperio, 
porque  después  que  fallesdó  el  Emperador,  su  abuelo, 
todas  las  comunidades  de  Alemania  le  piden,  y  los 
electores  están  de  buen  propósito,  no  embargante  que 
la  competencia  del  Rey  de  Francia  es  grande,  porque 
suele  negociar  asegurando,  y  pone  mayor  diligencia 
donde  muestra  mayor  descuido;  siembra  sÍ9añas;  cor- 
rompe juezes  y  haze  otras  artes  que  son  del  mayo- 
razgo de  la  casa  de  Francia.  Mas  todo  esto  no  le 
bastará,  porque  los  alemanes  le  desaman  mucho,  y  el 
Rey,  nuestro  señor,  es  su  natural,  y  quiérenle  bien. 
Ora  véysle  aquí  Emperador  al  nuestro.  ¿  Si  será  por 
eso  mejor  ó  peor  para  nosotros  ?  Cierto  es  que  no  le 
veremos  más  en  Castilla,  y  que  cessarán  las  Cortes  y 
los  tratos  y  el  dinero;  mas  viuiremos  como  philósophos 
y  saluaremos  nuestras  almas,  porque  no  nos  tentará 
el  mundo,  que  estaremos  fuera  del ;  ni  el  diablo,  por- 
que no  querrá  dexar  la  Corte;  ni  seremos  tentados  de 
la  carne,  porque  todos  pereceremos  de  hambre. 

Las  nuevas  del  casamiento  de  la  Reyna  que  acá  se 
dizen,  allá  deben  andar  más  rezias,  porque  la  fama 
crece  de  boca  en  boca,  y  assí  dizen  della  que  mobilitate 
vigeí  viresque  adquirit  eundo.  Hasta  ahora  no  es  hecho, 
mas  hazerse  ha  plaziendo  á  Dios ,  porque  Mosiur  de 
Xevres  lo  negocia,  y  el  Rey  lo  ha  gana  y  la  Reyna 
también. 

De  las  damas  nos  faltaron  en  Carago^a  Doña  Ana 


-37- 
de  Cerbato,  que  era  la  luz  del  alúa,  y  Doña  Beatriz 
Icarte»  que  alumbraua  la  noche,  conviene  a  saber,  á 
D.  Pedro  de  Mendoza.  Assí  que  aquellas  á  quien  hizo 
Dios  dúo  luminaria  magna  y  luminar e  maius  ut  presseí 
nocíiy  entresacólas  y  quedamos  oscuras  con  solas  las 
erráticas;  y  ahora  también  se  nos  va  Doña  Speran^a, 
que  era  muy  buena  masa,  y  Doña  María  de  Men- 
doza, muy  buena  leuadura.  Hauremos  de  venir  de 
aquí  á  poco  á  quedar  royendo  en  los  cortezones  de 
Palafox :  esta  nunca  nos  faltará  hasta  la  hora  de  nues- 
tra muerte,  ni  aún  después  de  muertos,  si  hauemos 
de  yr  do  merecemos.  De  la  una  muerte  y  de  la  otra 
nos  libre  Dios.  De  Barcelona  veinte  de  Marzo  de 
mil  quatrocientos  diez  y  nueve. 


XI. 


BL    DOCTOR    VILLALOBOS    AL    ARZOBISPO    DE    SANTIAGO. 


*  {Barcelona,  8  de  Setiembre  de  iSig.) 


üiEN  esta  de  assíento  en  Salamanca,  aunque 
sea  tan  gran  señor  como  V.  S. ,  es  obligado 
de  importunar  con  cartas  á  los  de  la  Corte 
más  que  una  monja  encerrada,  porque  después  que 
hubiere  V.  S.  hablado  con  los  juristas  y  dixeren  que 
no  compete,  y  los  artistas  que  no  hay  vacuo,  y  los 
médicos  que  no  hay  digestión ,  y  los  caualleros  que  no 
es  buena  tierra  de  pan  lleuar,  no  queda  más  que  hazer 
por  todo  aquel  mes,  sino  es  cerrarse  en  una  cámara  y 
despachar  cartas  para  toda  la  Corte.  Y  por  esto  deuo 
estar  yo  muy  sentido,  siendo  tan  criado  y  servidor 
de  V.  S. ,  y  tan  buen  corredor  para  cambiar  y  vender 
todas  las  ropas  de  Palacio,  nunca  más  hauerse  acordado 
describirme,  después  que  me  embiastes  aquella  carta 
con  treynta  medias  mangas,  puntas  y  collar.  Yo  pro- 
meto á  V.  S.  que  si  no  tuviésedes  aquí  un  hombre 
tan  vigilante  y  tan  importuno  en  las  cosas  de  vuestro 


—  40  — 
servicio,  que  me  ha  sacado  de  mi  seso  para  que  pierda 
mi  autoridad  y  preheminencia ,  que  ya  tenia  determi- 
nado de  no  scribiros  en  toda  mi  vida.  Porque  sepa  V.  S. 
qué  cosa  es  saber  que  está  hombre  a  la  muerte  dos 
meses  al  arreo,  y  no  tener  cuydado  de  saber  si  es  vivo 
ó  muerto;  y  no  quiero  tocar  más  en  esta  materia, 
porque  á  las  veces  comienza  en  el  hombre  la  ra9on 
burlando,  y  en  el  proceso  della  se  enoja  de  quien  no 
estaba  enojado  sin  haber  entreuenido  menos  deméri- 
tos; desta  manera  me  ha  deshonrrado  la  Reyna  mu- 
chas veces  en  este  mundo. 

Y  porque  viene  á  propósito  hablar  de  su  Alteza, 
digo  que  nunca  el  Rey,  nuestro  señor,  t'rauajó  tanto 
por  ser  Emperador,  ni  Julio  César  por  ser  Monarca, 
cuanto  ella  trabaja  y  suda  por  no  ser  Reina;  y  no  em- 
bargante que  la  virtud  del  Rey,  su  marido,  bastaua 
para  hazer  Reynas  á  las  piedras  que  tocaua,  como  la 
piedra  de  los  alquimistas,  que  según  dize  D.  Almeri- 
que,  haze  oro  al  plomo  con  quien  se  mezcla,  con  todo 
esso,  la  Reyna  hubiera  ya  salido  largamente  con  su 
empresa ,  sino  fuera  por  unos  amores  que  el  Duque 
ha  tomado  en  su  casa.  Hasta  que  estos  se  acaben 
durará  la  far9a,  y  luego  quedarán  las  personas  en  sus 
proprias  dignidades. 

El  Rey,  nuestro  señor,  manda  ya  apercibir  todos 
los  aparejos  de  su  embarcada,  y  se  parten  muchos 
flamencos  para  su  tierra,  y  mañana  se  va  de  aquí 
Madama  de  Xevres  con  todas  las  señoras  y  damas  que 
hay  acá  de  Flándes.  Los  cathalanes  no  se  mueven  por 
eso  más  apriesa  en  despachar  sus  Cortes,  porque  no 
andan  passo  sin  espolada;  y  como  son  espantadizos,  a 
las  veces  tornan  atrás  todo  lo  que  han  andado. 


_  41   — 

Después  de  acabadas  las  cosas  de  aquí  y  las  de  Va- 
lencia, unos  dizen  que  su  Alteza  quiere  ver  a  Granada 
jr  á  Seuilla ;  otros  dizen  que  ha  de  embarcarse  en  la 
Coruña  el  verano  que  viene.  El  Rey  ha  dicho  lo  uno 
y  lo  otro,  en  caso  que  son  dos  cosas  incompatibles* 

Acá  no  hay  hombre  que  alcance  un  ducado:  los 
grandes  señores  y  los  chicos  todos  toman  dineros  a 
cambio,  y  pagan  en  tres  meses  do^e  por  ciento,  y  va 
la  cosa  estrechándose  de  tal  manera,  que  de  aquí  a 
poco  nos  hallarán  ciento  por  ciento.  El  Rey  tiene  más 
necesidad  que  todos  juntos. 

Esto  es  para  que  sepamos  que  el  acrecentamiento 
de  los  estados  y  la  corona  imperial  ha  de  crezer  la  mi- 
seria y  el  trauajo  de  su  Señor  y  la  envidia  de  sus  veci- 
nos, y  que  esta  sed  que  trahemos  se  satisface  mejor 
con  lo  poco  que  con  lo  mucho.  Yo  no  puedo  acabar 
conmigo  de  ser  alemán,  porque  ni  Dios  me  hizo  con 
aquel  fin,  cuando  me  ponía  la  color,  ni  me  parió  para 
eso  mi  madre.  Si  Spaña  no  basta  para  sustenerme, 
bastará  la  misericordia  de  Dios:  es  muy  corta  la  vida 
para  poner  sobrella  tan  gran  jornada,  y  es  muy  ruyn 
mercaduría  curar  calenturas  donde  no  hay  sino  nieves 
y  la  mar  coajada.  Vnos  compañeros  mios,  más  viejos 
que  yo,  andan  muy  regocijados  con  esta  partida,  mas 
si  ellos  no  son  locos,  yo  soy  necio,  y  por  esso  me 
quiero  quedar.  De  Barzelona  ocho  de  Septiembre  de 
mil  quinientos  diez  y  nueve  años. 


XII. 


£L  DOCTOR  VILLALOBOS   AL  ALMIRANTE    D£  CASTILLA. 


{Medina  de  Rioseco,  lo  de  Mayo  de  iSao.) 


BESO  las  manos  á  V.  S.  por  la  merced  y  buena 
esperanza  que  me  dio  con  su  carta:  nunca  Dios 
me  dé  lugar  para  que  la  sirua  sino  con  la  espada 
en  la  mano,  porque  quien  me  viere  esgrimir  con  ella 
vivirá  primero  más  años  que  Mathusalem. 

Algunas  persecuciones  pasamos  antes  que  tomáse- 
mos aquí  nuestro  asiento,  y  la  que  yo  sentí  más  graue, 
fué  de  sacar  de  rayz  mi  casa  de  Alúa,  y  despedirme  de 
la  buena  compañía  del  Duque.  El  se  marchó  con  pro- 
pósito de  apremiarme  y  forjarme  para  la  yda  de  Flan- 
des.  Si  Dios  no  socorre,  por  intercession  de  V.  S.,  mis 
fuerzas  no  serán  bastantes  para  defenderme.  Después 
acá  he  tenido  recuestas  y  tentaciones  de  muchas  par- 
tes, y  escúsome  de  todos  con  aquella  respuesta  que 
dio  Nuestro  Señor  Jesuchristo  á  la  Cananea:  Non  sum 
missus  nisi  ad  oues  qui  perierunt  domum  Isrrael.  No  la 
vuelvo  en  romance,  porque  no  piense  V.  S.  que  yo 
estoy  vengativo  de  las  coplas  de  Carago^a. 


—  44  — 

Pocas  noches  ha  que  se  quen^aron  dos  casas  a  pared 
y  media  de  la  mia ;  y  como  este  elemento  es  algo  sos- 
pechoso y  la  turbación  fué  grande,  de  poner  en  saluo 
los  niños  y  los  muebles  estuuo  muy  cerca  mi  muger 
de  mouer  lo  que  tenia  en  el  vientre.  Plugo  á  EMos  que 
con  beneñcio  de  la  noche,  que  fué  lluviosa  y  sosegada 
de  vientos,  se  atajó  presto  la  gran  flama,  de  manera 
que  no  nos  tocó :  ciertamente  no  era  ésta  la  fiesta  que 
nosotros  buscábamos. 

Las  nueuas  de  acá  son  que  el  Rey,  nuestro  señor, 
con  toda  la  nobleza  de  Spaña ,  está  en  los  postreros 
términos  del  Occidente,  los  unos  para  meterse  en  la 
mar  huyendo  de  nuestra  vista,  y  los  otros  para  echarse 
en  la  mar  de  desesperados  de  las  suyas.  Hanos  traydo 
Dios  á  tiempo  que  ninguna  consolación  se  halla ,  sino 
la  que  siempre  desechamos  y  aborrecemos,  y  es  el 
amor  y  uso  de  la  virtud ,  estimando  todas  las  cosas 
prósperas  y  aduersas  por  su  justo  valor  y  no  más,  y 
con  esto  cada  cual  se  contentará  de  sus  muros  adentro, 
y  no  andará  congojoxo  y  sudando  en  busca  de  tantas 
locuras  y  vanidades.  De  Medina  de  Ruyseco  diez  de 
Mayo  de  mil  quinientos  veinte. 


XIII. 


EL    DOCTOR    VILLALOBOS    A     DON    DIEGO    DE    GUEVARA, 

CLAVERO      DE      CALATRAVA. 


( ValladoUd,  7  de  Junio  de  i52o.) 


Q 


üANDo  el  Rey,  nuestro  Señor,  estaba  triun- 
fante en  Spaña,  sin  que  nadie  sospechase  su 
partida  para  Flándes,  estando  acá  v.  m. 
en  su  naturaleza,  en  tan  buen  lugar  puesto  que 
cualquiera  gran  Señor  negara  su  casa  por  llegar  á 
do  vos  alcansáuades ,  acordastes  de  menospreciallo 
todo  y  partiros  para  Flándes.  Todo  el  mundo  apelli- 
daua  contra  tan  gran  desuarío:  vuestros  enemigos  con 
mucha  ira,  y  los  otros  con  gran  risa,  disputaban  de  los 
motiuos  con  que  aceptaste  tan  mal  consejo. 

M  o  vistes  vuestra  casa  de  Barzelona  camino  de 
Bruselas  las  arcas  llenas  de  oro,  y  hasta  la  mitad  del 
camino  fuistes  acompañado  de  Monsiur  de  Xevres 
con  toda  la  flor  y  nobleza  de  Spaña;  y  de  allí  se  gastó 
vuestra  jornada  en  las  palmas  de  los  franceses,  sin 
embaraco  ni  contraste  de  la  fortuna.  Como  Uegastes 


-46- 
alia,  el  Rey,  nuestro  Señor,  fué  elegido  (^észTj  y  ga- 
nastes  gracias  de  la  elección,  como  si  fuéraddi  un  al^ 
man :  tras  esto  gozastes  de  la  yda  de  su  Magestad  allá 
y  de  su  presencia.  Si  estas  cosas  dispone  la  fortuna, 
ella  es  ciega  y  no  conoce  lo  que  hace;  y  si  Lis  haze 
Dios,  nosotros  somos  los  ciegos  que  no  conocemos  sus 
juycios.  Dígolo  porque  v.  m.  no  haze  tan  santa 
vida  que  'merezca  tantos  regalos,  porque  sabemos 
que  comeys  mejor  que  nadie,  y  bebéis  mas  vino  de 
Sant  Martin  que  una  puercasuera  ',  y  gozays  de  la 
humanidad  con  que  dura  la  humanidad,  y  assí  lleua- 
reys  hasta  la  postre  vuestra  carrera;  y  después,  con 
sola  una  hora  que  os  ocupeys  en  podar  la  ^epa,  que 
así  se  deue  llamar,  y  con  un  pimpollico  verde  que  se 
le  salga,  echareys  fruto  de  vida  perdurable;  y  Don 
Alonso  Tellez,  podreciendo  su  sangre  con  los  negocios 
ágenos,  perdiendo  todos  los  dias  el  sueño  y  el  comer 
por  mil  cosas  en  que  no  le  va  nada,  y  reuolviendo  con 
su  fantasía  tantas  veces  la  redondez  del  mundo  quantas 
vueltas  da  el  barril  en  la  rueda  del  cantarero,  cargado 
de  rosarios  y  envejecido  en  ayunos  y  abstinencias, 
todo  maltratado,  mal  dispuesto  y  barbudo,  vereys 
como  al  tiempo  de  la  cogeta,  ya  cuando  estén  las  espi- 
gas llenas  de  grano,  con  un  granito  del  diablo,  ó  con 
una  niebla  del  mundo,  se  le  quemará  todo,  y  darán 
con  la  paja  en  el  fuego.  Estos  son  los  juizios  escon- 
didos de  Dios:  passan  por  v.  m.  estas  buenas  ven- 
turas, que  no  hay  quien  os  diga  nada,  y  ando  yo  con 
tanto  estudio  y  trauajo  buscando  la  vida,  que  si  los 


I  No  conozco  esta  palabra  y  me  inclino  á  creer  que  es  error  de  copia, 
y  que  debe  leerse  puerca  suero,  con  lo  que  resultaría  clara  la  frtie:  cbe- 
beis  más  vino  de  Sant  Martin  que  una  puerca  suero.» 


—  47  — 
otros  no  adolecen,  yo  no  puedo  comer;  y  si  alcanzo 
á  la  mano  ^ient  ducados,  los  unos  dizen  que  me  lo 
prometió  Jesuchrísto  en  el  monte  Caluario,  y  los  otros 
me  leuantan  un  falso  testimonio,  con  que  todo  vaya 
en  hora  mala. 

La  república  de  Spaña  anda  trastornada:  juzgados 
Y  sentenciados  los  juezes,  y  hechos  juezes  los  juzga- 
dos; los  Señores  solos  son  los  vasallos,  y  las  comuni- 
dades son  los  Señores.  Hay  la  mayor  disensión  que 
nunca  se  vio,  en  la  mayor  conformidad  que  nunca  se 
oyó;  la  discordia  y  la  concordia  tan  juntas  y  tan  entre- 
texidas,  que  entre  sí  no  hazen  diferencia,  los  unos 
hijos  de  los  otros;  los  más  ruynes  de  los  pueblos  man- 
dan ahorcar  por  justicia  á  la  misma  justicia,  y  á  los 
que  tienen  voz  y  apellido  del  Rey;  y  como  tal  edificio 
va  sobre  flacos  y  falsos  cimientos,  es  forjado  que 
breuemente  perezca  hasta  que  no  quede  teja  sobre 
teja,  si  la  venida  del  Rey,  nuestro  Señor,  se  dilata. 

Aquí  anda  un  cauaUero  flamenco,  que  se  Uama 
Grupayn,  que  no  osa  mudarse  de  su  lugar ,  como  los 
niños  que  han  meado  en  la  cama,  hasta  que  se  seque; 
bebe  el  jarrazo  del  agua  que  le  haze  renegar  de  la  leche 
que  mamó;  y  por  parecer  castellano  da  muías  y  quanto 
tiene,  y  dize  que  no  cree  en  Dios  á  cada  paso.  Enviad- 
nos  acá  de  essos  flamencos  más  brauos,  que  en  ocho 
dias  apriendan  todo  esto  en  las  escuelas  de  la  Santa 
Comunidad  de  Castilla. 

Todos  estos  dias  estoy  muy  triste  y  muy  quebran- 
tado con  la  desastrada  muerte  de  nuestro  amigo  Jufre, 
que  padeció  su  cuerpo  martirios  muy  crueles,  y  corrió 
su  alma  peligro  de  otros  peores.  Era  hombre  de  todos 
oficios  y  maneras  de  hombres ,  y  así  todos  los  officios 


-48- 
y  linages  de  hombres  sin  ninguna  humanidad  lo  ma- 
taron; y  porque  del  todo  se  le  turbase  la  con^ien^ia, 
antes  que  muriese  vio  delante  sus  ojos  quemar  y  des- 
truir toda  su  hazienda,  porque  en  él  habia  cambiado 
la  fée  y  la  speran^a  y  la  caridad,  y  sin  dalle  espacio  de 
arrepentimiento,  ni  aliento  para  suspirar,  miembro 
por  miembro  le  cortaron  todo. 

Otras  nueuas  no  las  escribo,  porque  sí  hablo  contra 
el  Rey  seré  traydor,  y  si  contra  la  Comunidad  seré 
puto,  porque  ya  no  quieren  ahorcar  a  ninguno  sino  de 
los  pies,  y  si  hablo  contra  el  tiempo  sería  herege,  por- 
que es  delito  contra  el  primer  mandamiento,  y  no  fal- 
tará quien  me  lo  acuse.  En  Valladolid,  siete  de  Junio, 
mil  quinientos  veinte  años. 


I 


XIV. 


EL     DOCTOR    VILLALOBOS   A     LA    MARQUESA    DE    DÍNIA. 


(Medina  de  Rioseco^  i5  de  Agosto  de  iSao.) 


A  cinco  días  dcste  mes,  mi  mugcr,  criada  y 
servidora  de  V.  S.,  hizo  su  fin  de  la  misma 
manera  que  ella  lo  nego^iaua  en  la  vida,  y  por 
muy  arrebatada  que  le  vino  la  muerte,  no  la  pudo 
hallar  desapercibida  para  la  jornada,  porque  siempre 
andaba  á  punto  de  partir.  Morió  tan  gloriosamente, 
que  en  toda  esta  tierra  ha  dexado  espanto  y  dolor. 
Nuestro  Señor  con  su  muerte  hizo  dos  satisfaccio- 
nes, la  una  á  ella  y  la  otra  a  mí;  á  ella  le  dio  en  el  ^ielo 
por  sus  méritos  el  maior  galardón  y  deleite  que  se  puede 
pensar,  y  á  mí  en  la  tierra  por  mis  pecados  el  maior 
castigo  y  tormento  que  se  puede  sufrir;  la  señal  desto 
es  que  la  lleuó  en  la  maior  perfección  de  su  vida  y  en 
la  maior  disolución  de  la  mia.  Y  porque  yo  no  conoda 
ni  agradecía  á  Dios  la  muger  que  con  tal  merced  me 
hazia,  quítemela  desgraciadamente  viniendo  de  (¡Za- 
mora a  la  nueva  de  su  parto ,  habiendo  caminado  la 


—  5o  — 

noche  con  propósito  de  tomalla  entre  los  brazos  y 
hacelle  mil  regalos.  A  las  puertas  de  casa  me  dixeron 
como  la  mañana  de  antes  la  hauian  enterrado. 

Desta  nueua  ninguna  pena  sentí,  porque  ningún 
sentido  me  quedó  con  ellas ;  mas  ahora,  de  dia  en  dia, 
como  voy  cobrando  el  aliento,  assí  le  voy  perdiendo 
con  la  fuerza  del  dolor;  y  hago  mil  contemplaciones 
piadosas  de  los  enojos  y  agrauios  que  hize  a  la  corderita 
mansa,  y  de  los  trauajos  y  cuidados  en  que  la  ponía, 
y  de  otras  cosas,  que  ó  ellas  han  de  perderse  de  la 
memoria,  ó  la  memoria  se  perderá  con  ellas. 

Lo  que  a  V.  S.  demando  en  merced  y  limosna,  es 
que  encomiende  á  la  Señora  Doña  Ana  y  a  otras  bue- 
nas religiosas  la  bendita  alma  de  esta  vuestra  criada, 
que  ella  está  en  parte  do  lo  podrá  pagar  á  V.  S.  y  á  su 
casa,  la  cual  prospere  y  guarde  Dios  para  su  servicio. 
De  Medina  de  Rioseco  quince  de  Agosto  de  mil  qui- 
nientos veinte  años. 


XV. 


EL    DOCTOR  VILLALOBOS    k     DOSa     MARÍA    DE   TOLEDO, 

EN   LA    CORTE    DE   ALEMANIA. 


(Medina  deRiosecOj  ai  de  Enero  de  ¡bit.) 


EL  Otro  dia  me  dieron  una  carta  de  v.  m.:  por 
quantas  mercedes  en  ella  me  offre^eys,  no  me- 
receys  gracias,  porque  teneys  vi^io  de  hazer 
virtudes  como  los  otros  de  ser  pecadores.  Holgado  he 
que  no  haya  llegado  á.  manos  de  v.  m.  ninguna  carta 
de  las  mias,  porque  todo  quanto  se  escribe  con  mucha 
pasión,  contiene  en  sí  grandes  necesidades  '  y  pesa- 
dumbres. 

La  vida  que  de  un  mes  á  esta  parte  he  tenido  es 
andar  armado  cada  noche  por  la  ronda  desde  las  doce 
hasta  la  mañana,  porque  tenemos  cobrado  tan  gran 
miedo  a  la  Comunidad,  que  no  pensamos  que  anda  por 
los  caminos,  sino  que  vuela  su  exército  por  los  ayres, 
y  que  es  una  alimaña  encantada  que  traga  los  hombres* 


I    Tal  vez  deba  leerse  necedades. 


—   52    — 

vivos.  Ha  traydo  los  dias  passados  arrinconados  los 
Grandes  en  sus  barreras  que  le  dexan  todo  el  corro, 
sin  haber  quien  ose  echalle  una  vara,  y  trae  la  Santa 
Junta  un  Obispo  que  sus  hazañas  son  dinas  de  perpetua 
memoria.  Dos  dias  ha  que  no  se  desarma  ni  de  dia  ni 
de  noche,  y  duerme  una  hora  no  más  sobre  un  colchón 
puesto  en  el  suelo,  arrimada  la  cabera  al  almete;  come 
las  más  veces  cauallero  en  un  cauallo  saltador  que 
trae;  ármase  de  tantas  armas  que  el  peso  dellas  es 
incomportable;  ha  combatido  tres  ó  cuatro  fortalezas, 
y  él  es  el  primero  que  llega  á  poner  fuego  a  las  puer- 
tas; va  entonces  su  excelentísima  señoria  deuaxo  de 
un  carro,  y  sobre  el  carro  trillos  ó  puertas  en  que 
recibe  los  esquinazos;  pónese  á  gatas  con  todo  el  pesso 
y  ocupación  de  sus  armas ,  tirando  del  carro  más  que 
quatro  hombres;  y  á  cada  esquinazo  que  le  arrojan 
dize:  <¡Oxalas,  muchas  gracias  te  doy,  bendito  trillo!> 
y  si  es  puerta  dize:  <Dexa  á  essa  otra  puerta;>  pone 
su  fuego,  y  después,  por  desuiarse  presto  de  la  llama, 
toma  el  trillo  á  cuestas,  y  assí  vestido  en  pontifical, 
sale  afuera  y  santigua  la  fortaleza  con  su  artillería. 
Sus  congoxas  y  vascas  y  su  rifar  con  los  caualleros  y 
sus  enemistades  con  Dios  y  con  el  próximo,  que  es  la 
perfecta  charidad,  todo  ello  parece  de  la  librea  del 
infierno;  rescata  y  roba  por  los  lugares  y  házeles  en- 
tender que  les  da  la  vida  y  que  Dios  le  enuia  por  la 
saluacion  y  uniuersal  reparo  de  los  reynos. 

Tras  esto  se  sigue  Juan  de  Padilla  y  todas  las 
comunidades,  y  aunque  la  impresa  que  trae  es  pcruer- 
sa,  él  en  sí  es  buen  cauallero  y  enemigo  de  hazer  mal 
á  nadie.  A  estos  se  llega  toda  la  gente  dañada  y 
desesperada,  hombres  condenados,  ladrones,  rufianes 


—  53  — 

y  blasfemadores,  y  otro  qualquier  género  de  maluados 
y  endemoniados. 

Lo  que  se  puede  seguir  desta  tal  Junta,  a  la  cual 
ellos  llamaii  Sacrosanta,  v.  m.  lo  puede  ver  desde 
allá.  Todo  el  reyno  está  destruydo,  ningún  estado 
se  asegura  desta  persecución:  los  Grandes  no  tienen 
qué  comer,  todos  los  que  de  allí  baxan  no  lo  pueden 
ganar,  antes  lo  que  tienen  unos  lo  pierden  por  los 
caminos  á  manos  de  sus  enemigos ,  y  otros  lo  pierden 
en  las  yglesias,  do  lo  esconden,  á  manos  de  sus  amigos, 
porque  debaxo  del  altar  se  lo  hurtan.  Esto  passa  en 
las  villas  y  ciudades  deste  reyno,  que  no  hay  quien 
tenga  en  su  casa  una  cama  en  que  duerma :  tanto  es 
el  miedo  de  saquear,  que  huyen  los  de  un  lugar  á  otro 
lugar,  pensando  que  á  do  quiera  estarán  más  seguros 
que  alli  do  ellos  tienen  el  miedo;  y  á  do  van,  allá  les 
sigue  el  asombramiento  como  la  sombra,  y  vuéluense 
y  andan  en  deuaneo,  que  nunca  se  vio  tan  desasosegada 
y  tan  loca  vida. 

El  Almirante  nunca  entiende  sino  en  conciertos  y 
pazes,  y  para  esto  desuélase  y  haze  cartas  más  elegan- 
tes que  Séneca  y  Tulio,  las  quales,  leydas  en  pulpito 
á  la  gente  baxa  y  menuda,  que  son  los  que  ahora  tra- 
tan la  masa ,  entienden  los  primores  y  sutilezas  dellas 
como  las  ouejas  y  las  uacas  entendian  los  altos  ver- 
sos que  les  contaba  la  Sibila.  No  sé  cómo  puede  haber 
concierto  con  la  gente  que  nunca  lo  tuuo,  y  menos 
ahora,  que  viven  sin  el  yugo  del  Rey  y  sin  el  freno 
de  la  justicia,  cómo  se  podrán  someter  á  razón  los 
jornaleros  y  báruaros  que  nunca  tuuieron  uso  de 
razón  humana. 

Nunca  se  pueden  ganar  todos  los  votos  que  son 


-  54- 
infinitos,  ni  se  puede  hazer  nada  si  uno  desconsiente, 
maiormente  si  tiene  alto  el  tono  de  la  voz;  alguna 
vez  milagrosamente  acaece  que  se  conforman  todos 
Y  conocen  la  9eguedad  y  perdición  que  traen,  hallán- 
dose muy  fatigados  y  cargados  con  su  exérdto,  asn 
poft^ue  son  muy  malos  huéspedes  y  ladrones,  y  les 
cometen  muchos  estupros  y  violen9Ías  con  sus  mu- 
geres  y  hijas,  como  por  las  grandes  sisas  y  tributos 
que  pagan,  y  otras  miserias  que  padecen  innumera- 
bles; assí  que  se  conforman  y  hablan  de  paz,  y  quando 
ya  la  tienen  casi  concluida,  como  son  de  naturaleza 
inconstante  y  mudable ,  de  un  dia  para  otro  se  per- 
vierten y  contradizen. 

Ayúdanles  mucho  en  esta  confusión  las  predica- 
ciones de  algunos  religiosos  amigos  de  escándalos  y 
desouedien^ia ,  y  sobreuienen  los  satélites  del  dicho 
Obispo  y  sus  caualleros,  y  dizen  assi:  «¡O  pobres  de 
hombres  que  assí  os  quereys  tan  presto  cometer  '  y  fiar 
de  vuestros  capitales  enemigos ,  que  son  los  Grandes, 
sabiendo  muy  bien  que  son  vemno  y  ponzoña  mortal 
de  la  república,  y  que  dellos  ha  venido  todo  vuestro 
daño  y  perdición;  y  ahora  de  nuevo  quieren  con 
vuestra  sangre  crecer  sus  estados  y  alcanzar  las  gran- 
des dignidades  y  officios  para  sus  hijos;  y  quando  el 
Rey,  nuestro  señor,  no  quiera  mantener  ni  guardar 
los  capítulos  que  ellos  conciertan  '  ¿ante  quién  les  pedi- 
reys  la  fee  y  obligación  ^  que  se  oíTre^en?  Y  quando 
hayan  descabezado  ó  ahorcado  tres  ó  cuatro  mil  hom- 
bres de  vosotros,  ¿a  quién  se  quexaran  las  tristes  viu- 


I    Someter  parece  que  debiera  leerse. 

3    Concierten  (?}, 

3   A  que  le  ofrecen  (?). 


—  55  — 

das?  Y  después  desto  los  nobles  y  generosos  caua- 
Ueros  que  han  oluidado  sus  casas  y  patrimonios  por 
sostener  y  amparar  los  vuestros,  ¿á  dónde  los  quereys 
enviar  que  no  hay  en  el  mundo  Rey  ni  provincia 
que  les  valga?  Este  será  el  galardón  que  ellos  merecen 
por  seruiros,  y  pluguiese  á  Dios  que  sus  caberas 
pagasen  por  el  pueblo,  y  que  vosotros  quedásedes 
libres  y  no  esclauos  en  perpetua  servidumbre;  mas 
ellos  pássarán  por  el  cuchillo  de  su  santo  y  glorioso 
martirio,  y  se  ternan  por  muy  dichosos  en  morir  por 
la  patria  y  escapar  de  la  subjeccion  de  los  alemanes  y 
flamencos.»  A  esta  sazón  se  leuantan  quatro  ó  cincb 
escandalosos  del  pueblo,  y  con  lágrimas  en  el  rostro, 
que  apenas  pueden  hablar,  dizen:  «Señor,  esse  es  el 
Evangelio,  en  esse  creemos  y  por  él  queremos  morir; 
cada  uno  de  nosotros  dará  un  quinto  de  su  hazienda 
para  sostener  la  gente  de  guerra  y  los  caballeros  que 
nos  hacen  espaldas;  y  nuestras  cabecas  serán  las  prime- 
ras que  se  pierdan  por  libertad  común.»  Luego  toda  la 
otra  multitud,  dando  gritos,  responden  que  ellos  están 
prestos  para  hazer  lo  mismo,  y  assí  rehazen  de  nueuo 
el  exército  y  son  peores  que  antes  que  se  tratase  la  paz. 
Assí  que  esta  enfermedad  del  pueblo  no  tiene 
cura  sin  la  presencia  del  Rey;  y  si  ésta  se  tarda,  los 
miembros  están  tan  corruptos,  que  presto  llegará  el 
daño  á  la  cabeca.  Quando  vuestra  merced  tuuiere 
ociosidad  para  escribirme,  gran  merced  me  hará  con 
sus  cartas ,  y  si  éstas  no  se  pueden  hauer,  á  lo  menos 
haued  paciencia  con  las  mias ,  que  irán  allá  tan  espesas 
como  piedras  al  tablado.  De  Medina  de  Rioseco  vein- 
tidós de  Enero  de  mil  quinientos  veintiuno. 


XVI. 


£L    DOCTOR    VILLALOBOS    AL   OBISPO    DE    FALENCIA. 


{Sin  fecha,) 


ACÁ  estamos  espantados  cómo  en  estos  reynos 
hay  una  piedra  sobre  otra,  porque  un  hombre 
muy  loco  es  bastante  para  destruir  un  pueblo, 
¿pues  qué  sera  adonde  todos  los  pueblos  son  los  más 
desatinados  locos  de  atar  que  hay  en  el  mundo  ?  Ellos 
piden  por  sus  bocas  que  venga  luego  el  Rey,  nuestro 
señqr,  y  por  sus  obras  dessean  que  nunca  venga. 
Piden  que  su  Magestad  no  les  de  huéspedes  corteses 
y  nobles;  y  ahora  toma  cada  uno  por  su  voluntad 
media  dozena  de  soldados  en  su  casa,  que  le  comen  á 
discreción ,  y  se  echan  con  su  muger  y  con  sus  hijas, 
y  á  las  vezes  con  él  mismo.  Piden  que  su  Alteza  no 
saque  la  moneda  fuera  del  reyno,  y  ellos  no  la  con- 
sienten entrar  en  sus  villas  y  ciudades;  no  dexan  hauer 
tratos  y  mercadurías,  ni  quieren  que  nadie  gane  de 
comer,  ni  se  da  ni  se  toma  sino  en  picas  y  coseletes  y 
pólvora  con  las  otras  municiones.  Piden  a  su  Magestad 


—  58  — 

que  administre  justicia,  y  ellos  no  la  quieren  ver 
dentro  ni  fuera  de  los  muros,  antes  es  hauido  por  cosa 
execrable  y  abominable  el  nombre  de  justicia,  y  los 
juezes,  por  parte  de  juezes,  son  condenados  por  tray- 
dores ,  y  entre  ellos  tanto  es  alguno  mas  absoluto  go- 
bernador, quanto  es  más  disoluto  malhechor.  Piden 
al  Rey,  nuestro  señor,  que  eche  de  su  casa  diez  ó 
doze  Ofñciales,  porque  hay  sospecha  que  son  robado- 
res, aunque  dan  cada  un  año  estrecha  cuenta  de  sus 
cargos ;  y  ellos  crian  ahora  y  mantienen  veinte  mil  la- 
drones públicos ,  que  sin  dar  cuenta  a  nadie  roban  lo 
poblado  y  lo  despoblado,  y  despojan  por  las  aldeas  á 
los  pobres  labradores,  hasta  dexallos  encueros.  Y  esto 
es  bien  empleado,  porque  desnudo  el  villano,  con  las 
tripas  en  la  mano,  dize  que  <  ¡  Viva  la  Santa  Comu- 
nidad ! » 

Escogen  de  todos  los  pueblos  los  más  excelentes 
desorejados  y  blasfemadores  que  se  puedan  hallar  para 
enviar  á  su  exército;  destos  se  haze  la  Junta,  que  es 
la  Sancta  Sanctorum  destos ;  predican  en  los  púlfñtos 
y  por  las  plazas  el  santo  propósito  de  la  Santa  Junta, 
y  si  hay  alguno  que  no  esté  del  todo  ^iego  y  perdido 
como  todos,  y  los  quiere  poner  en  razón,  mátanle 
luego,  y  si  no  le  matan ,  no  le  escuchan  ó  no  le  en- 
tienden, y  al  cabo  responden:  <¡Viua  la  Santa  Comu- 
nidad ! »  No  sé  cómo  pueden  ser  santos  todos  juntos, 
siendo  cada  uno  dellos  herege  y  traydor  y  ladrón  y 
puto  y  cornudo  y  pobre,  ó  en  qué  hallan  que  es  santo 
el  cuerpo  que  se  compone  de  tan  vellacos  miembros. 

Si  Jufre  hablara  tan  comedidamente  como  yo 
ahora ,  no  le  maltrataran  en  Burgos  tan  descortesmen- 
te ,  que  á  pocas  le  huuieran  dado  una  bofetada ;  asá 


-59- 
que  estos  señores  santos  muy  mala  vida  nos  dan,  y 
peor  se  la  toman  para  sí. 

De  mi  puedo  dezir  á  V.  S.  que  de  puro  miedo  he 
perdido  el  sentido^  y  viene  la  cosa  tal,  que  ando 
armado  lo  mas  del  tiempo.  La  otra  noche,  á  las  dos 
horas  que  andaua  por  la  ronda,  en  la  ordenanza  de 
un  Capitán ,  y  porque  no  le  entendí  quando  me  dixo 
que  calase  la  pica,  llamóme  cabrón.  Digo  yo:  <Esso 
merezco  yo  por  dexar  mi  ofñcio  de  matar  y  tomar 
el  vuestro  en  que  me  maten;  cierto,  á  estas  tras- 
nochadas ganaua  su  hazienda  el  puto  de  mi  abuelo.» 
Yo,  señor,  no  tenia  culpa,  porque  cuando  él  me  dixo: 
<Cala  essa  pica»,  como  no  entiendo  bien  este  lenguaje 
de  guerra,  en  verdad  que  pensé  que  dezia:  <Caga  esa 
pica»;  y  este  ardid  de  guerra  hiziéralo  yo  entonces  de 
muy  buena  gana  porque  tenia  gran  miedo;  que  nos 
hauian  dicho  que  á  media  legua  Uegaua  ya  todo  el 
exército  de  la  Junta  con  tres  culebrinas  gruesas  y  un 
cañón  pedrero  y  un  Obispo  de  Camora  y  otros  diez 
tiros  medianos ,  y  no  nos  venia  socorro  de  Tordesillas, 
donde  estaba  el  Almirante  con  toda  la  gente.  Plugo  á 
Dios  que  fué  todo  mentira ,  y  assi  escapamos  aquella 
noche  de  tan  gran  peligro. 


XVII. 


£L  DOCTOR  VILLALOBOS  A   LA  SESoRA  DORa   FRANCISCA 

SARMIENTO. 


(Medina  de  Rioseco^  i8  de  Febrero  de  iSai.) 


TOMANDO  este  papel  para  escribir  á  V.  S.,  llegó 
aquí  de  camino  un  casamentero  conocido  mió, 
y  hablóme  de  achaque  de  casamiento.  Dame 
gran  priesa  para  que  luego  me  parta,  porque  hay  peli- 
gro en  la  tardanza  según  la  diligencia  que  otros  traen 
por  Ueuarla.  Defiéndome  del  con  dalle  á  entender 
que  no  me  puedo  determinar  sin  consultallo  primero 
con  V.  S. :  la  relación  del  negocio  es  ésta. 

Es  una  dueña  que  aún  no  llega  a  los  quarenta  años; 
tiene  de  renta  ochenta  cargas  de  trigo  y  doce  mil  ma- 
ravedises de  yerba,  con  otras  menudencias;  deue  hauer 
veynte  años  bienauenturados  que  ella  es  manceba  de 
un  clérigo  bien  honrado  y  gordo,  el  cual  (santa  gloria 
haya)  la  llamaba  sobrina,  y  le  dexó  ahora  esta  hazien- 
da.  Quanto  á  su  disposición,  es  verdad  que  ella  tiene 
una  rija  que  le  mana  siempre,  mas  de  todo  lo  otro 


—   62    — 

no  se  podría  pintar  una  imagen  tan  fea  ni  tan  vellaca. 
Sobre  esta  información  podra  V.  S.  darme  su  parecer 
para  que  despachemos  a  este  hombre  de  bien. 

Lo  otro  que  yo  entendia  scríbir  aquí ,  era  suplicar 
a  V.  S.  que  tomase  tan  de  veras  la  cobran^  de  mi 
libramiento,  que  mi  críado  venga  con  buen  recaudo 
de  los  dineros ;  que  si  vuestra  intercesión  no  me  vale, 
nunca  el  Almirante  me  hará  esta  merced  ni  otra  que 
valga  menos,  porque  en  saber  que  soy  de  su  tierra  le 
tengo  enhastiado,  y  esto  no  es  sino  por  su  gran  humil- 
dad, que  se  tiene  en  tan  poco,  que  todas  sus  cosas 
piensa  que  son  las  mas  ruynes  de  todas.  La  misma 
condición  tenia  el  Rey  de  Francia,  antecesor  deste, 
que  siendo  goloso  de  higos  verdes,  estaua  en  León  de 
Sur-le-rron  '  donde  los  hay  los  mejores  del  mundo, 
y  no  los  podía  comer  sino  le  juraban  que  llegauan  en- 
tonces de  Ñapóles  ó  de  Barcelona. 

El  Almirante  tiene  por  muy  buena  grangería  traer 
de  Cathalunia  para  Castilla  físicos  como  cuescos  de 
aluericoques ,  y  el  cirujano  ha  de  ser  de  Sicilia,  y  ha 
de  cerrar  todas  las  herídas  con  unos  poluos  de  estor- 
nudar que  tiene;  y  aunque  a  su  Señoría  hagan  enten- 
der que  los  Bachilleres  comunes  de  Castilla  tienen  mas 
letras  y  mejor  experíencia  que  los  excelentes  Doctores 
de  Cathalunia ,  en  ningún  caso  ha  de  aceptar  físico  ni 
cirujano  sino  fueren  orientales.  No  sé  qué  secreto  ha 
hallado  en  ellos,  sino  que  son  muy  excelentes  menti- 
rosos ,  y  assi  como  la  mentira  es  de  muy  buena  diges- 
tión y  no  empalaga  nada  en  el  vientre ,  asa  la  verdad 
es  dura  y  atraviésase  en  la  boca  del  estómago.  Y  á 


I    León  sobre  el  Ródano. 


—  63  — 

estos  cathalanes  hales  parecido  poco  mentir  de  lo  pas- 
sado  y  de  lo  pressente ,  y  por  esso  se  pican  todos  de 
astrólogos  para  poder  mentir  largamente  en  todo  lo 
que  está  por  venir  hasta  que  el  mundo  se  acabe. 

Esta  es  una  consideración  con  que  yo  estoy  muy 
consolado,  y  me  pessaría  si  entrasse  en  gracia  del  Al- 
mirante; ni  quiero  tampoco  seruir  á  la  Condesa  de 
Medina,  mi  señora,  porque  según  la  doctrina  de  San 
Pablo,  es  tanta  su  conversación  en  el  cielo  que  allá 
aguarda  todas  sus  cosas,  pensamientos,  cuydados, 
joyas  de  plata  y  de  oro,  y  mantequillas  de  León,  y  todo 
cuanto  le  traen,  que  no  podemos  alcanzar  cosa  dellas 
los  terrenales  que  somos,  por  mucho  que  saltemos. 

Assí  que.  Señora,  vista  y  examinada  la  complision 
destos  señores,  hallo  que  será  bien  cobrado  este  libra- 
miento del  Rey  por  vuestra  mano,  no  mouelles  más 
los  humores.  De  Rioseco  á  diez  y  ocho  de  Febrero 
de  mil  y  quinientos  y  veynte  y  uno. 


XVIII. 


EL   DOCTOR    VILLALOBOS   AL   ALMIRANTE   DE    CASTILLA. 


{Medina  de  Rioseco,  4  de  Abril  de  iSai.) 


EN  muchas  cartas  me  ha  prometido  y  plantado 
V.  S.  grandes  mercedes,  y  con  la  sequedad  desta 
primavera  no  han  prendido  ni  echado  fruto.  Di- 
zcn  que  cuando  V.  S.  promete  mucho,  es  menester 
buscar  otro  que  cumpla  las  promesas,  porque  entram- 
bas cosas  no  las  puede  hazer  uno  solo.  Yo  siruo  en 
vuestra  casa  por  todas  las  vías  y  fuerzas  que  mi  per- 
sona puede  bastar ;  la  paga  desto  otro  la  Ueuará ,  por- 
que tampoco  caben  en  uno  solo  entrambas  cosas. 

Tan  descansado  queda  V.  S.  después  de  hauerme 
scripto  sus  esclarecidas  razones,  cuanto  yo  quedo  des- 
pagado dellas  de  mis  negros  trauajos.  La  primera  uez 
son  dulces  al  paladar,  como  miel,  los  halagos  del  señor, 
mas  la  miel  sola  para  muchas  veces  no  vale  nada, 
porque  no  sólo  no  da  mantenimiento  al  cuerpo,  mas 
assí  haze  perder  al  cuerpo  su  propia  sustancia,  como 

yo  pierdo  todos  mis  méritos  con  la  dulzura  de  vuestras 

5 


—  66  — 

cartas ,  pues  en  ellas  se  consume  toda  la  satisfacción. 

De  aquí  adelante  mándeme  V.  S.  ásperamente, 
como  tirano,  y  seruiré  por  fuerza  con  maior  voluntad, 
porque  me  quedara  esperanza  y  recurso  á  vuestra  con- 
ciencia; y  no  me  mandeys  graciosamente  como  señor, 
porque  lo  hago  con  maior  libertad;  en  esso  tengo 
menos  voluntad ,  pues  veo  que  toda  la  buena  gracia 
es  palabra  gratis  data,  y  que  no  hay  ohrz  gratius  faciens. 

Yo  bien  claro  hablo,  mas  aprovéchame  tan  poco, 
quanto  es  poco  lo  que  se  me  da  por  ello,  por  lo  poco 
que  dura  lo  que  se  da,  y  quien  lo  da  y  el  que  lo  reci- 
be. De  Medina  de  Rioseco  á  cuatro  de  Abril  de  mil 
quinientos  veinte  y  uno. 


XIX. 


EL   ALMIRANTE    DE   CASTILLA    AL   DOCTOR    VILLALOBOS* 


{Medina  de  Rioseco,  i3  de  Abril  de  iSaS.) 


A  toda  Castilla  teneys  espantada ,  señor  Doctor, 
de  la  mudanza  que  haueys  hecho,  porque 
todos  los  médicos  cuentan  por  suma  felicidad 
viuir  con  el  Emperador  y  seruir  á  su  Magestad  con 
su  officio;  y  vos,  teniendo  tan  buen  lugar  en  la  Corte, 
tanta  cabida  con  todos  los  Grandes  y  tan  buen  salario 
en  la  casa  Real ,  haueros  salido  de  la  Corte  tan  deter- 
minado y  desterrado  de  vuestra  naturaleza,  donde  vos 
teneys  tantos  y  tan  buenos  feligreses,  por  viuir  en 
Estremad ura,  tierra  inculta  y  inhabitable,  aunque  sea 
en  casa  de  tan  gran  señor  y  tan  estimado  como  es  el 
Sr.  Marqués  de  Pliego,  cosa  es  cierto  de  gran  miste- 
rio, y  en  que  vos  soys  obligado  de  dar  á  todos  razón 
y  cuenta  de  tan  gran  nouedad,  para  no  caer  de  lástima 
en  que  por  vuestras  letras  y  discreción  érades  tenido. 
Si  fué  cosa  accidental  de  algún  enojo  ó  agrauio 


—  68  — 

que  re^ebistes,  mas  cerca  pudiérades  tomar  la  satis- 
facción ;  porque  si  vos  quereys  veniros  á  viuir  á  Va- 
llad olid,  que  es  el  riñon  de  vuestra  patria,  los  se- 
ñores que  están  en  esta  comarca,  y  yo  con  ellos,  os 
daremos  dozientos  mil  marauedises  de  salario;  y 
quando  os  hubiéremos  menester,  os  pagaremos  vues- 
tro trauajos  '  como  vos  sabeys  que  lo  solemos  hazer;  y 
por  ésta  quedo  por  fiador  de  lo  dicho,  y  os  doy  mi  fee 
de  lo  cumplir  como  aquí  digo.  Hecha  en  Medina  de 
Rioseco  a  quince  de  Abril  de  mil  quinientos  veinte  y 
cinco  años. 

Respondedme  también  á  essas  coplas,  porque 
quiero  ver  si  entre  los  pastores  haueys  también  per- 
dido el  metro  como  la  prosa. 

Aunques  plazer,  cauallero, 
que  os  alegre  tanto  el  troque, 
he  mucho  temor  que  os  toque 
la  influencia  del  luzero; 
que  de  la  vieja  querella 
que  no  teneys  oluidada, 
Córdoua  está  inflexionada 
y  vos  estay s  cerca  della. 

No  hagays  ahí  profesión , 
pues  que  no  basta  defensa , 
quando  se  prueua  la  ofensa 
de  la  Santa  Inquisición. 


I    Debe  decir,  y  diria  sin  duda  el  Almirante:  Mvuetro  trabajo»  ó  vntei^ 
tros  trabajos»;  probablemente  lo  primero. 


-69- 

La  vuelta  nada  os  empache , 
ni  el  descanso  ni  el  sosiego, 
que  he  temor  que  os  tome  el  fuego 
como  a  paja  el  azauache. 

Aunque  guarden  vuestra  ley 
los  señores  de  essa  casa , 
por  ser  todos  de  una  masa 
no  os  defenderán  del  Rey. 
La  tierra  de  promission 
que  en  esas  partes  hallastes , 
no  olvide  la  que  dexastes , 
que  acá  no  hay  Inquisición. 

Pues  su  merced  lo  merece , 
haze  en  ella  tan  gran  obra , 
que  de  la  sangre  que  os  sobra 
le  cumplays  la  que  fallece: 
de  vuestra  sangre  no  huya, 
que  será  dalle  la  vida , 
pues  en  ley,  es  tan  subida 
la  vuestra,  como  la  suya. 


XX. 


BL   DOCTOR   VILLALOBOS   AL   ALMIRARTB    DB  CASTILLA. 


{(^fra^  10  de  Mayo  de  i5a5.) 


MI  apartamiento  no  fué  cosa  súbita,  pues  que 
antes  que  rompiese  como  trueno,  derramé 
muchos  relámpagos  por  toda  España.  En  este  V 
tiempo  me  requirieron  los  señores  y  caualleros  de  Ca- 
rago^a  y  los  de  Valencia  para  que  assentasse  allá  mi 
casa ,  como  hombres  que  sin  escribírselo  yo  eran  aui- 
sados  del  agrauio  que  yo  recibía  en  la  Corte,  y  de  la 
voluntad  que  tenia  de  sacar  mis  huesos  de  la  ingraU 
patria. 

V.  S.  ni  los  Grandes  del  reyno  de  León  no 
pueden  en  este  caso  pretender  ignorancia,  pues  que 
entre  ellos  y  mí  pasaron  muchas  cartas  sobre  esta 
razón ;  y  para  más  cierta  información  de  todo,  yo  fui 
personalmente  á  visitar  al  Conde  de  Benauente,  que  á 
la  sazón  estaba  enfermo,  y  passé  por  casa  de  V.  S.  y 
presendahnente  os  notifiqué  como  yo  determinaba  de 
no  estar  en  la  Corte  por  físico,  donde  maestre  Ñaruso 


—  7a  — 
era  el  caudillo  de  todos  los  médicos  imperiales ,  man- 
cebo italiano  de  muy  pocas  letras  y  de  ninguna  expe- 
riencia, que  ha  pocos  dias  que  le  conocimos  mo^o  de 
don  Hernando  de  Castriote,  y  después  assentó  de 
viuienda  con  maestre  Luys,  físico  de  su  Majestad,  y 
ahora  exercita  la  prefatura  y  tiranía  de  la  mediana, 
tan  absolutamente  que  en  la  Cámara  de  su  Majestad 
no  entra  ni  sale  otro  médico  sino  aquel  que  le  obedece 
en  todos  sus  desuaríos .  Y  si  dellos  no  dependiesse  la 
vida  de  muchos  hombres,  yo  le  obedecerla,  porque 
soy  más  ruin  que  él ,  más  hacíaseme  con^ien^a  lison- 
jear á  un  hombre  de  poco  valor,  con  muerte  de  hom- 
bres muy  valerosos,  y  señaladamente  con  peligro  de 
la  vida  del  César,  á  quien  él  tuuo  por  sus  errores  en 
peligro  de  muerte  de  la  más  liviana  quartana  que  en 
estos  años  hauemos  visto. 

Todo  esto  supo  V.  S.  y  lo  ponderábades  más  que 
yo,  mas  por  esso  no  r^e  hablastes  palabra  de  assiento, 
ni  me  distes  esperanza  ni  consolación  ninguna;  y  pen- 
saba yo  que  aunque  V.  S.  no  tuuiera  necesidad  de 
mí,  acordándoos  que  yo  hauia  tenido  mucho  fauor 
con  el  bienauenturado  Rey  Cathólico,  y  viéndome 
ahora  tan  corrido,  me  recogiérades  en  vuestra  casa  con 
tanto  fauor  y  abundancia  que  no  sintiera  mis  adversi- 
dades; que  para  tales  cosas  como  éstas  habia  de  ser 
vuestra  casa  y  las  de  los  otros  Grandes,  porque  mu- 
riésemos en  los  ríos  dulces  los  que  venimos  huyendo  de 
las  ásperas  aguas  de  la  mar,  mas  parece  que  no  quereys 
comprar  los  buenos  esclauos  quando  se  os  ofrecen, 
sino  esperar  que  se  mueran  de  hambre  por  hauellos 
debalde ;  y  al  que  os  ha  menester,  por  el  mismo  caso 
le  desechays,  aunque  sea  muy  importante  y  proue- 


-  73  - 
choso  para  vuestro  serui^io;  que  es  tan  grande  el  miedo 
que  teneys  de  hazer  bien  á  nayde ,  que  por  no  caer  en 
este  peligro,  quereys  incurrir  en  daño  de  vuestras 
honrras  y  vidas. 

La  misma  consolación  hallé  en  casa  del  Conde  de 
Benauente,  y  entonces  dixe  como  San  Pablo:  <Pues 
que  estos  judíos  á  quien  principalmente  somos  veni- 
dos, no  nos  quieren  recibir,  vamos  en  busca  de  los 
gentiles.»  Con  esta  inclinación  passé  los  montes,  y 
vine  á  repastarme  a  las  dehesas  de  Stremadura,  do 
he  hallado  tan  buen  acogimiento  en  estos  señores,  que 
ya  no  podré  negalles  la  persona  y  la  vida,  specialmente 
ahora  que  tienen  de  mi  gran  necessidad.  Assí  que  no 
se  espante  V.  S.  de  mis  nouedades,  mas  espantaos  de 
vuestras  viejas  y  peruersas  costumbres,  que  quando 
sentís  que  se  llegan  á  vosotros ,  encerrays  las  manos  y 
encrespays  las  espinas  como  erizos,  de  manera  que 
gozando  de  nuestra  fruta,  nos  lastimays  con  vuestros 
aguijones.  Y  con  todas  estas  tachas  soys  mejor  que 
todos  los  otros,  y  por  esto  no  dejaré  de  reconocer  el 
vasallaje  y  seruicio  que  debo  a  V.  S.  do  quiera  que 
estuuierc.  De  Cafra  diez  de  Mayo  de  mil  quinientos 
veinticinco  años. 


XXI. 


RBSPUBSTA   DB  LAS  COPLAS. 


/\l  campo  de  Guadiana, 
hondón  de  toda  la  tierra ,      ^ 
vine  huyendo  de  la  guerra 
de  la  natura  italiana; 
vine  a  buscar  nueva  gente 
riberas  de  Portugal, 
porque  no  me  haga  mal 
aquel  gar9on  de  la  fuente  '. 

Y  si  Lucero  en  Judea 
las  doce  tribus  juzgare, 
Lusitania  nos  ampare, 
provincia  de  Galilea : 
y  también  si  en  aquel  suelo 
no  aprouecha  el  bien  viuir, 
no  puede  el  hombre  huyr 
de  so  la  capa  del  cielo. 


I  Narciso,  que  se  enamoró  de  sí  mismo  al  contemplarse  en  el  cristal 
de  una  fuente,  Villalobos  designa  de  este  modo  al  médico  itaUano  dd  Em- 
perador. 


-76- 
Aquí  hallo  la  razón 
de  aquellos  vuestros  calientes ; 
aquí  hallo  mil  parientes 
de  Rubén  y  Simeón. 
Aquí  ninguno  me  ofende 
y  todos  me  dan  fauor : 
qué  razón  esta ,  Señor , 
para  el  puto  que  la  entiende. 

Cincuenta  años  he  remado 
con  vientos  y  tempestades 
buscando  mil  vanidades ; 
ando  afligido  y  brumado 
y  echando  siempre  en  olvido 
los  saludables  senderos; 
por  brauos  despeñaderos 
voy  destro9ado  y  perdido. 

Tiempo  es  ya  de  recordar 
de  tan  gran  sueño  profundo, 
y  pues  que  nos  dexa  el  mundo 
comentémosle  a  dexar. 
Dexemos  la  levadura 
vieja  de  nuestra  maldad, 
y  de  nueva  humanidad 
hagamos  la  vestidura. 

(^esen  ya  nuestros  heruores 
como  de  mar  tempestuoso; 
busquemos  algún  reposo, 
^esen  ya  tantos  ardores; 
que  el  plazer  que  no  es  eterno 


—  77  — 
es  muy  liviano  sintomo  ^ 
y  es  más  pesado  que  el  plomo 
para  hundirse  en  el  infierno. 

Este  fué  mi  dispidiente 
en  buscar  este  otro  Norte , 
y  perder  el  de  la  Corte 
do  está  el  peligro  evidente, 
donde  hemos  visto  morir 
á  hombres  sabios  locas  muertes ; 
do  hemos  visto  mil  suertes 
todas  en  blanco  salir. 

Do  hemos  visto  que  al  que  tiene 
la  suerte  de  ser  priuado, 
viue  más  desconsolado 
que  aquel  que  nada  no  tiene; 
passa  los  dias  crueles 
tras  veynte  puertas  cerrado, 
porque  en  saliendo,  es  pillado 
de  los  hambrientos  lebreles. 

Unos  le  comen  los  ojos 
por  más  que  abaxe  las  cejas; 
muérdenle  otros  las  orejas 
con  importunos  enojos; 
unos  le  trauan  los  pies 
que  no  le  dexan  andar; 
otros  le  empujan  después 
quando  quiere  descansar. 


I    No  consta  esta  palabra  en  el  Diccionario;  ¿equifale  á  MintomM? 


-  78  - 
Quando  á  su  rincón  se  encierra 
y  aquestos  perros  le  dexan, 
fieras  vivoras  le  aquexan, 
invidia  le  hace  la  guerra; 
mil  temores  le  perturban 
al  oido  allá  en  su  silla, 
alli  Caríbdis  y  Scilla 
con  sus  golfos  le  trastumban. 

Si  aquesto  es  bueno,  Señor, 
de  su  bondad  desespero; 
no  me  espanteys  con  Luzero 
que  aunque  me  queme  es  mejor, 
que  el  quemado  á  sin  razón 
puede  haber  descanso  luego, 
y  estos,  caminando  en  fuego , 
parando,  no  ay  redempcion. 

O  clarísimo  Almirante, 
justo  padre  de  la  patria, 
huyamos  de  esta  idolatría  ' ; 
miremos  lo  de  adelante, 
y  pues  vemos  y  hemos  visto 
los  peligros  desta  nave, 
anclemos  en  Jesuchristo 
que  es  piedra  firme  y  suave. 


I    Nótese  la  acentuación  de  la  palabra  idolatría. 


XXII. 


ITRA    DEL   DICHO   DOCTOR    VILLALOBOS   CONTRA   LOS 

VANOS   PLACERES. 


di  el  placer  se  pasa  en  valde 
y  todo  se  va  corriendo» 
¿donde  estz  el  plazer?  tomalde  \ 
tomalde,  que  no  le  entiendo. 

Viene  y  vase  tan  apriesa 
que  no  hallo  en  qué  consiste; 
por  las  postas  atraviesa 
y  al  despedir  es  muy  triste. 
Si  es  relámpago,  miralde 
no  eche  rayo  en  el  estruendo: 
tal  es  el  plazer,  dexalde, 
dexalde,  que  no  le  entiendo. 


Esta  trasposición  de  letras  aún  la  usa  el  Tulgo  en  muchas  provin- 
s  de  Espa&u 


XXIII. 


OTRA    DEL  MISMO. 


£éL  pía: 


Lzer  nunca  es  estante 
ni  pueden  dezir  éste  es , 
porque  en  viéndole  delante 
se  vuelve  luego  al  revés. 

Es  manera  de  letargo 
que  adormece  con  sus  tiros, 
risa  llena  de  sospiros, 
fuera  dulce  y  dentro  amargo; 
es  mentiroso,  inconstante, 
y  es  tan  torpe  y  descortés 
que  á  quien  le  mira  delante 
se  vuelue  luego  al  reués. 


XXIV. 


OTRA    DEL   MISMO. 


Oí  en  hazer  lo  que  es  honesto 
gran  trauajo  se  recrece , 
miremos  todos  en  esto 
que  el  trauajo  pasa  presto 
y  la  virtud  permanece. 

Y  si  el  deleyte  muy  ciego 
nos  convida  á  la  maldad^ 
quédase  la  torpedad 

y  el  deleyte  vase  luego. 

Y  pues  tan  claro  es  aquesto 
como  el  sol  cuando  parece, 
¿porqué  cegamos  tan  presto 
en  dexar  lo  que  es  honesto 

si  algún  deleyte  se  ofrece? 


r 


XXV.' 

CONTRA    LOS   BIENES   DE    FORTUNA. 

Venga  ya  la  duhe  muerte 
con  quien  libertad  se  alcanza; 
quédese  á  Dios  la  esperani^a 
del  bien  que  se  da  por  suerte. 

Quédese  á  Dios  la  fortuna 
con  sus  hijos  y  priuados ; 
quédense  con  sus  cuidados 
y  con  su  vida  importuna: 

Y  pues  todo  se  convierte 
en  vana  y  triste  mudanza, 
quédese  á  Dios  la  esperanza 
del  bien  que  se  da  por  suerte. 


I 


I  Ella  canción,  con  su  gtosa ,  fonna  parte  del  libro  (xneralmenie  co- 
)ckJo  bajo  el  nombre  de  Problemas  de  VÍ¡\a¡obos,  y  en  U  edkjon  de 
:vil[a,  de  i583.  utd  insería  en  la  pAgina  i64,  pero  con  ci 
I  la  última  rEdondilla: 

Y  pues  alfin  se  conviene 
en  vanidad  ¡a  pujaitfa, 
quédese  i  Dios  la  eaperan^i 
del  bien  que  viene  por  luertc. 


^ 


XXVI. 


£L  ALMIRANTE   AL   DOCTOR    VILLALOBOS. 


i  üES  con  mal  os  va  a  la  mano 
nuestro  gran  Emperador, 
vos  deueys  señor  Doctor 
seruille  de  cortesano. 
Y  pues  de  vuestro  linaje 
os  ha  na^do  el  ultrage 
sabiendo  más  que  Aui^ena, 
mientras  la  casa  se  ordena 
le  deueis  seruir  de  paje. 

Bien  fuera  que  su  excellen^ia , 
si  físicos  castellanos 
en  su  mal  no  hallaua  sanos, 
los  tomara  de  prudencia; 
que  si  temió  que  un  gran  precio, 
según  scribe  Voecio 
hará  al  confeso  errar, 
debiérase  de  pensar 
qué  hará  al  villano  necio. 


XXVII. 


RESPUESTA   DEL   DOCTOR. 


LíA  santa  Comunidad 
I  que  huuo  curado  a  Castilla, 
como  es  gente  sin  mancilla 
1  cura  de  su  Majestad : 
los  físicos  italianos 
que  son  leales  y  sanos 
por  delante  y  por  detrás, 
son  cabera  y  son  compás 
de  los  maestros  castellanos. 

Mas  yo  porque  tuue  punta 
de  seruir  á  vuestro  lado, 
por  sospechoso  y  culpado 
no  soy  llamado  á  la  Junta. 
No  sé  si  al  Emperador 
por  confeso  el  confesor 
le  defiende  mi  presencia, 
recibámoslo  en  paciencia 
pues  que  le  place  al  Señor. 


—  90  — 
Y  si  vuestra  señoría 
de  tan  gran  mal  se  recela, 
volued  por  la  parentela, 
no  sufráis  descortesía. 
Y  pues  que  somos  nacidos 
de  grandes  Reyes  ungidos 
y  de  fuertes  Capitanes, 
no  nos  den  tantos  afanes 
que  turben  nuestros  sentidos. 

Si  el  físico  se  tomase 
para  hacer  generación, 
era  muy  justa  razón 
que  el  linaje  se  mirase; 
mas  para  ver  los  meados 
y  los  humores  dañados 
y  examinar  los  hedores, 
mirar  los  antecesores 
son  decretos  muy  sobrados. 

Galeno  é  Hipocras 
gentiles  fueron  por  cierto, 
y  con  ellos  hemos  muerto 
un  millón  de  hombres  y  más. 
Abiíjena  moro  es, 
Isac  y  Rabí  Moisés 
judíos  son  de  natura, 
mas  por  ende  su  scriptura 
no  fué  quemada  después. 

Nunca  hizo  en  sus  ouejas 
apartamiento  el  Señor, 


_  91  — 

esto  digo  al  confesor 
si  cupo  en  estas  consejas; 
y  si  hubo  allá  memorias 
de  trayciones  perentorias, 
jamás  en  nuestro  seruicio 
fué  hallado  aqueste  vi^io; 
busquen  todos  sus  historias. 


En  tiempo  de  las  Comunidades  scribió  el  Almi- 
rante al  Doctor  Villalobos  que  le  hiciese  buscar  una 
pie^a  de  raso  carmesí,  para  hazer  della  cruces  para 
poner  los  caualleros  sobre  las  armas.  Enviósela  el 
Doctor  con  esta  copla: 

Podeys  hacer  sin  rebelo 
cruz  y  señal  desta  tela, 
señal  para  vuestra  abuela 
y  cruz  para  vuestro  abuelo; 
con  una  destas  banderas 
hareys  la  tierra  temblar, 
con  la  otra  abrir  la  mar 
partida  en  doce  carreras. 


XXVIII. 


EL    DOCTOR   VILLALOBOS   AL   ALMIRANTE. 


L/E  gatilla  tiene  el  tono 
quando  más  alto  se  entona, 
de  la  cinta  arriba  es  mona, 
de  la  cinta  abaxo  es  mono; 
los  pies  de  macho  los  toma, 
las  piernas  son  de  vencejo, 
algo  tiene  de  conejo, 
mucho  tiene  de  paloma. 


XXIX. 


EL      DOCTOR     VILLALOBOS     AL     COMENDADOR     GRIEQO. 


{Madridy  Diciembre  de  i536.) 


MUY  noble  Señor:  El  licenciado  Acevedo,  mi 
sobrino,  me  dio  una  carta  de  v.  m.:  y  aunque 
el  romance  della  no  era  tan  primo  como  el  que 
pusistes  en  las  3oo,  la  sentencia  a  lo  menos  venia  bien 
clara.  Yo  habia  dexado  de  comunicar  aquella  obra ' 
con  V.  m.,  porque  casi  toda  ella  es  de  philosophía 
natural,  y  de  las  quatro  artes  liberales  que  úsala  demos- 
tración; y  porque  en  éstas  nunca  os  vi  dar  puntada, 
pensé  que  yua  fuera  de  vuestra  juridi^ion,  y  decliné 
á  otros,  que  son  tenidos  en  las  dichas  profesiones  por 
muy  aprobados;  mas  ahora  conozco  que  yo  fui  enga- 
ñado por  testimonio,  del  hombre  más  eminente  que 
hay  en  el  mundo,  que  soys  vos:  y  assí,  según  parece 
por  vuestra  letra ,  no  solamente  en  las  dichas  doctri- 
nas soys  fecundíssimo ,  mas  ante  el  ingenio  seráfico 

I    La  obra  á  que  se  alude  son  los  Comentarios  á  los  dos  prímeros 
libros  de  PUnio,  impresos  por  Miguel  de  Eguía  en  Alcalá  en  1524. 


-96- 

vuestro  todos  los  otros  entendimientos  (quamtunuunh 
que  doctissime  sint)  unos  llamays  indoctos,  otros  impe- 
ritos y  á  otros  asnos,  y  la  escriptura  de  Galeno  y  Aui- 
^ena  y  otras  desta  calidad»  hallays  erradas  y  aportilla- 
das por  tres  partes:  por  parte  de  los  autores,  y  de  los 
traductores  y  de  los  entendedores,  y  sin  sacar  excep- 
ción alguna,  toda  nuestra  profesión  condenays  por 
errada,  no  embargante  que  entre  nosotros  hay  algunos 
que,  aunque  no  entiendan  griego,  presumen  de  enten- 
der aquellas  obras  mejor  que  los  griegos,  como  ya  en 
muchas  cosas  lo  hauemos  sacado  y  sacaremos  á  luz, 
porque  aunque  el  traductor  se  errase  en  muchos  vo- 
cablos, y  por  dezir,  verui  gratia^  jovis,  dixcse  lbork, 
y  en  otras  partes  falte  renglón  entero,  y  en  otras  sobre; 
pero  sabemos  ya  las  materias  de  que  habla,  porque 
las  aprendimos  y  edifñcamos  sobre  cimientos,  no  de 
palabras  y  plumas,  sino  fundamentos  de  lógica  y  ele- 
mentos ma^i^os  y  sólidos  de  philosophía  y  las  otras 
artes.  Assi  que  sabemos  las  materias  de  que  trata  d 
texto,  y  aquellas  mismas  hauemos  leydo  por  el  mismo 
autor  en  aquellas  partes  donde  la  traducción  acertó  a 
no  ser  errada:  y  así,  cotejando  las  unas  con  las  otras, 
como  maestros  de  ^ifras,  sacamos  la  letra  en  limpio, 
mucho  mejor  que  el  griego,  que  no  entiende  sino  la 
lengua,  y  cuanto  a  la  sentencia  ninguna  cosa  le  entra 
de  los  dientes  adentro. 

Desta  manera  tengo  puestos  en  limpio  muchos  li- 
bros de  Galeno,  y  señaladamente  los  De  viriutihts 
naturalibus y  que  es  una  obra  de  muy  pocas  hojas:  y  á 
huuiere  algún  griego  que  por  su  original,  dentro  de 
seys  meses  la  entienda,  yo  me  obligo  por  ésta,  firmada 
de  mi  nombre ,  de  le  dar  cient  ducados,  y  por  dárselo 


^  97  - 
yo  á  entender  no  quiero  otra  ganancia  sino  que  no  nos 
maltraten:  porque  el  Spíritu  Santo  no  se  encierra  sólo 
en  las  varias  lenguas,  que  también  se  puso  en  las  pro- 
phedas  y  predicaciones,  y  en  otras  muchas  partes  (como 
haueis,  señor,  ley  do  si  pudistes  sufrir  paraiolam  hanc); 
asi  que  esto  es  lo  que  yo  pensaua  y  holgara  de  poner- 
me en  examen  contra  toda  Turquía,  en  las  obras  de 
Aristóteles  y  Theophastro  y  Platón  y  Plotiño  y  Ga- 
leno; mas  ahora  por  la  sentencia  de  v.  m.,  veo  que  en 
esto  y  en  todo  estamos  tan  errados  que  ninguna  otra 
consolación  nos  queda  sino  ser  assí  toda  la  uniuersidad 
del  mundo,  que  no  saluastes  perlados,  ni  los  del  Con- 
sejo, doctísimos  varones,  ni  oradores,  ni  philósophos 
facundíssimos ,  ni  al  Papa,  sino  al  que  no  tiene  capa 
que  soys  vos  (según  blasonáis  por  vuestra  carta)  en 
que  dezis  que  no  había  de  examinar  aquella  obra  sino 
vos,  que  soys  un  manjarroz  ^  con  la  capa  en  el  hom- 
bro, ques  tanto  como  dezir  que  penetrando  hasta  los 
abismos  y  volando  con  la  razón  hasta  los  cielos  más 
altos,  andays  por  acá  entre  nosotros  dissimulando 
hecho  manjarroz  con  la  capa  en  el  hombro;  assí  que, 
señor,  v.  m.  sólo  es  un  sol  en  la  tierra,  que  todas  las 
otras  luces  oscureceys;  soys  un  Júpiter  en  el  cielo, 
que  con  vuestros  rapidísimos  rayos  de  elocuencia  todo 
lo  fulminays  y  cubrís  de  niebla.  Mas  quiero,  señor, 
que  sepays  que  todos  los  que  fuéremos  huyendo  de 
la  persecución  que  v.  m.  nos  haze  en  la  publicación 
de  nuestras  misserias ,  tenemos  gran  refugio  en  dezir 
que  no  podeys  ser  buen  Juez  entre  nosotros,  porque 
no  somos  dioses  inmortales,  y  nuestras  obras  son  para 


I    Manjarroz ,  significará  hamhrientcl? 


-98- 
de  unos  entre  otros,  que  nos  entendemos  sicut  baUíi 
ialuoSj  Y  si  nos  habéis  de  juzgar  por  el  exemplar 
tan  excelso  de  vuestro  celestial  ingenio,  de  todo  lo  que 
no  fuere  vos  mismo,  haureys  abominación  é  indigna- 
ción. Yo  por  mí  mismo  digo:  h^ec  angelicum  vallo  mi 
motronicum  grecum  legercj  nollo  medicum  nesfium;  con 
esto  podremos  gozarnos  con  nosotros  de  nuestra  fama, 
y  renegando  de  Apolo  le  diremos  que  se  vaya  con 
sus  Musas  al  monte  Parnaso. 

Quanto  al  dolor  tan  grande  como  el  que  v.  m. 
muestra  de  la  jactura  '  de  mi  hazienda  y  de  mi  honrra, 
yo  pensé,  en  verdad,  que  ahora  comentábamos  nuestra 
amistad  de  nueuo ,  la  qual  yo  granjeaba  como  quien 
quita  de  su  heredad  los  espinos  y  la  ^izaña,  quam  su- 
perseminare  solet  minusculus  homo  y  como  dize  en  el  euan- 
gelio  desto.  Algunos  amigos  vuestros  me  hablan  avisa- 
do antes  que  la  obra  se  imprimiese  (dum  essé  placaium 
trepido  me  tu  capieiamusj,  porque  me  dezian  que  os  te- 
níades  por  un  Platón  en  las  tinieblas  de  Plinio  ',  y  que 
si  viésedes  entrar  claridad  en  vuestro  reyno,  hauíades 
de  salir  con  gran  furia  á  ha^er  otro  rebato  peor  que 
de  Proserpina;  assi,  como  esta  familiaridad  comen^ba 
ahora,  no  pensé  que  tan  familiares  éramos,  ni  pensé 
que  tan  claro  aviso  me  diérades  quando  ya  no  era  me- 
nester consolación,  mas  todavía  es  razón  besaros  las 
manos  por  cualquier  cosa  que  se  haga  sui  titulo  ne- 
cessitudinis y  y  quiero  consolaros  en  la  jactura  de  mi 
hazienda;  que  tengo  siempre  mil  ducados  sobrados 


I    Jactura,  voz  latina  que  significa  pérdida,  daño  ó  detrimento. 

3  El  maestro  Lcon  dice  en  el  prólogo  de  los  refranes  que  el  Coinenda- 
dor  habia  escrito  sobre  Plinio;  y  en  efecto,  esta  obra  y  otras  sobre  Meta  y 
Séneca  fueron  impresas.  Véase  número  i. 


—  99  — 
para  derramar  por  essas  calles  en  todo  lo  que  á  mi  me 
agradare,  y  estos  no  me  sobran  viviendo  por  ordinario, 
sino  teniendo  muy  buenas  muías  y  acémilas  y  muchos 
aforros  y  muchos  sclauos  y  sclauas ,  y  con  lo  que  su 
Majestad  me  manda  pagar  muy  bien  cada  año  tengo 
trescientos  mil  maravedises  de  salario.  Bien  sé  que 
direys  que  nunca  medre  quien  me  los  da.  En  lo  desta 
impresión  el  señor  licenciado  Vargas  ayudó  en  sus  dias 
con  cient  ducados,  y  dos  mercaderes  de  Sevilla,  que 
tienen  trato  en  Florencia  y  en  Roma,  tomaron  la  mitad 
de  la  obra  en  lo  que  costó.  A  mi  me  cabrá  doze  ó 
quinze  ducados;  poi*  estos  no  se  mese  v.  m.,  que  acá 
los  cumpliremos  cayendo  y  levantando.  Digo  cayendo 
enfermos  y  levantándolos  yo  aut  cum  contrario. 

Del  muy  amargo  y  lagrimoso  dolor  que  v.  m.  tie- 
ne de  la  cayda  de  mi  honrra,  no  sé  cómo  pueda  con- 
solaros. Nuestro  Señor  Jesuchristo,  por  los  méritos  de 
sus  plagas,  os  consuele  y  se  duela  de  vuestros  pecados. 
Mas  en  este  artículo  también  quiero  deziros  una  cosa: 
que  en  esto  de  la  honrra  no  hay  una  regla  general  á 
todos,  porque  la  honrra  del  pellegero  es  hazer  buenos 
puntos  en  la  ^amarra,  y  sobre  esta  razón  passan  ellos 
entre  sí  grandes  competencias  y  congojas.  Ninguna 
cosa  destas  toca  á  la  honra  de  un  cauallero  sino  aprove- 
charse bien  de  las  armas  y  muy  poco  de  las  palabras. 
En  esta  comparación  están  los  gramáticos  y  los  philó- 
sophos,  los  de  vuestro  triunvirato;  porque  no  puse 
bien  algunas  palabras  de  gramática  y  otras  que  tocan 
á  sus  florisandros  y  explandianes,  con  que  gozan  de  la 
niñez  siendo  viejos,  tiénenme  por  el  más  amenguado 
hombre  del  mundo;  yo  en  haber  cumplido  con  los 
philósophos  y  artistas  tanto  que  ellos  lo  entienden 


—    lOO  — 

bien,  aunque  lo  scríuiera  todo  báruaro,  no  se  me 
daua  nada;  porque  assí  lo  hazia  Plotino,  que  fué  teni- 
do por  más  excelente  hombre  que  Platón,  asi  que  es- 
tos no  miran  como  ninguna  sentencia  entienden  de 
quanto  está  scripto  fuera  del  verano,  y  están  descon- 
tentos de  mi  trauajo,  no  embargante  que  es  mucho 
mayor  el  que  tiene  el  uno  dellos  á  las  madrugadas, 
quando  ha  jugado  hasta  la  camisa  toda  la  noche;  con 
mi  insuficiencia  estoy  consolado  praesertím  que  por 
ella  me  hace  honrra  el  mundo  ingrato  y  desconocido, 
que  á  tal  hombre  dexa  andar  hasta  la  vejez  con  la  capa 
en  el  hombro. 

Por  esta  vez,  con  perdón  de  v.  m.,  no  tomaré 
su  consejo,  en  que  me  mandays  hazer  silen9Ío  en  la 
glosa  de  los  libros  siguientes;  tal  consejo  como  éste 
nunca  Dios  quiera  que  yo  se  lo  dé  á  v.  m.,  sino 
exhortaros  á  la  scriptura,  y  no  que  todo  sea  palabras, 
sino  doctrinas  sustanciales  y  sólidas,  porque  los  que 
dessean  ser  vuestros  discípulos  gozemos  de  los  hondos 
secretos  sacados  de  ese  piélago  inexausto  de  sabiduría, 
que  mucho  maior  y  más  generosa  virtud  seria  repre- 
hender á  los  otros  con  la  sublimidad  de  vuestra  doc- 
trina que  con  la  baxeza  de  la  suya,  porque  lo  primero 
es  mantener  y  lo  segundo  morder;  esto  pertenece  á 
las  fieras  y  aquello  á  los  inmortales;  y  pues  que  la 
sapiencia  expeculativa  os  hizo  en  nuestros  tiempos 
unigénito  suyo,  y  todo  el  resto  del  mundo  son  expu- 
rios  y  bastardos,  ingratitud  le  habéis  cometido  más 
de  cinquenta  años  arreo  en  no  hauemos  comunicado 
algunas  migajuelas. 

Esta  carta  es  del  más  verdadero  amigo  vuestro, 
que  las  lisonjas  con  que  cada  dia  os  tratan  amigos 


—    lOI    — 

vuestros  griegos,  que  juegan  ]as  vonitas  '  con  la  adu- 
lación como  con  pelota  de  viento,  y  son  tan  diestros 
en  el  juego,  que  nunca  se  les  cae  de  las  manos;  y 
apartándose  de  los  latinos  como  de  leproso,  hazen  es- 
quadron  por  si  todo  lleno  de  scopeteros,  matando  a 
diestro  y  á  siniestro,  sin  que  veamos  las  pelotillas  con 
que  nos  matan,  porque  ponen  inxertos  del  griego  con 
el  latín,  para  que  no  entendamos  ni  el  latín  ni  el  grie- 
go. Esta  desuentura  nunca  la  pagó  la  lengua  latína 
como  ahora  de  ser  ya  hecha  bárbara  y  manceba,  que 
cada  dia  le  da  la  griega  mil  rasguños  y  cuchilladas  por 
aquella  cara,  y  solia  ser  legítíma  y  muy  casta  muger, 
que  en  el  tíempo  que  florecian  en  Roma  el  latin  y  el 
griego,  no  andaba  la  triste  tan  herida  ni  desmelenada 
como  ahora,  porque  cuando  uno  de  aquellos  grandes 
oradores  ponia  una  palabra  con  caracteres  griegos,  ha- 
uia  muy  gran  vergüenza  como  que  cometiese  adulte- 
rio á  la  latina;  mas  ahora  por  más  hi  de  cornudo  se 
tiene  el  que  más  renglones  pone  de  latin  y  menos  de 
griego,  y  después,  vuelto  todo  en  latin,  es  descobrir 
las  vergüencas,  assí  que  fuera  mejor  dexallo  estar  cu- 
bierto con  su  ropa ,  que  no  que  hiciera  palacio.  Ya 
pluguiese  á  Dios  que  una  de  mil  partes  entendiésemos 
bien  de  lo  que  está  scripto  en  latin,  y  que  nuestro 
principal  intento  fuessen  los  buenos  conceptos  y  sen- 
tencias de  la  oración,  y  hablásemos  siquiera  en  roman- 
ce ó  en  vascuence  cum  honor is per fectione;  porque  todas 
las  sentencias  (como  mejor  sabeys),  de  los  barbaros 
vinieron  á  los  griegos  y  destos  á  los  latinos,  y  de  los 
griegos  y  latinos  se  voluieron  á  los  bárbaros;  assí  que 
caminan  las  sentencias  de  Oriente  á  Poniente  con  los 

I    Juegan  las  vonitas:  no  sé  qué  especie  de  juego  de  pelota  es  éste. 


—  loa  — 

lenguajes  como  en  bestias  de  posta,  sin  que  por  parte 
de  la  lengua  se  mude  un  punto  de  la  sustancia  de  la 
doctrina,  y  por  eso  no  ha  de  presumir  ninguno  de  la 
lengua  que  es  una  bestia,  sino  de  lo  que  va  encima  della, 
que  es  cosa  diuina  y  excelente  con  que  los  hombres 
participan  con  los  angeles  y  con  Dios;  y  esto  me  parece 
á  mí,  si  no  ando  desuariado  como  en  todo  lo  otro. 

Yo  no  puedo  estar  quexoso  de  mis  naturales  ciu- 
dadanos; y  porque  este  segundo  libro  de  Plinio  hasta 
ahora  nunca  se  leyó  todo,  porque  no  le  entendían  y 
muchos  lugares  del  se  llamaban  mostra  pliniana^  y  yo 
le  abrí  la  puerta  de  manera  que  aunque  hallen  algunos 
defectos  en  la  glosa,  como  en  todas  quantas  están 
scriptas,  por  ella  se  puede  vadear  el  libro  y  leerse 
todo  sin  quedar  una  palabra  por  entender,  y  con  tan 
buena  orden  en  tantas  y  tan  varías  cosas  como  la  tuvo 
Aristóteles  en  sus  doctrinas,  y  por  esta  misma  glosa  se 
comentó  á  leer  en  París  en  el  mes  de  Septiembre. 

Todo  esto  callarán  en  Castilla  mis  amigos  y  publi- 
carán por  pregón  la  falta  de  algunos  vocablos  y  histo- 
rías,  reprehensiones  por  cierto,  muy  pueriles  de  erro- 
res en  que  han  caido  todos  los  scriptores,  porque  des- 
pués de  viejos  se  descuidaron  de  aquellas  niñerías,  y 
assí  no  escapó  ninguno  de  ser  combatido  de  la  canalla 
de  su  tiempo.  Auicena  llamaba  mudos  á  los  que  presu- 
mian  mucho  y  no  escribian  nada,  qui  vitam  in  silentio 
transeunt:  y  por  esso  á  los  que  le  dezian  que  fuera  me- 
jor no  haber  hablado  que  haber  oydo  tantas  reprensio- 
nes, respondia:  Essa  ventaja  tienen  los  mudos,  que  es 
no  poder  oyr.  Y  es  verdad  que  los  que  no  pueden 
andar  en  perjuyzio  de  los  otros,  se  refríegan  y  arri- 
man á  ellos  como  muías  lerdas.  No  pudo  glosar  Nico- 


—  io3  — 

las  Peroso  en  el  prohemio  sino  una  hoja  del  prohemio, 
y  en  ella  fué  notado  de  tantos  errores  como  escriuió 
palabras.  Y  no  saben  reprehender  los  inflados  latinos 
honesta  y  moderadamente,  sino  con  tantos  truenos  y 
relámpagos,  que  no  parece  que  le  quiere  castigar  y 
dexarle,  sino  hundirle  debaxo  del  infierno:  señal  de 
ruines  luchadores,  que  de  puro  miedo  no  osan  soltarle, 
y  no  miran  que  el  que  scribió  sin  deuerles  nada  les  da 
quanto  tiene  y  quanto  por  su  trauajo  pudo  hauer.  Sino 
les  agrada  la  obra,  déxenla,  que  no  les  hazen  fuerza 
que  la  tomen,  y  si  les  agrada  déxenla  á  el  que  esta  en 
gracia:  á  un  zapatero  se  la  harían,  y  en  hazer  lo  con- 
trario pecan  grauemente,  y  mucho  más  cuando  des- 
pués de  passado  el  rio  que  era  innavegable,  puestos 
en  salvo,  dizen  mal  del  barquero. 

V.  m.  bien  léxos  va  de  todo  esto,  porque  de  mí  no 
decis  nada  sino*á  mí  mismo;  y  pues  haueys  usado  de 
esta  virtud  conmigo,  yo  seré  presto  muy  con  vos,  pla- 
ciendo á  Dios,  para  daros  cuenta  de  lo  passado  y  por- 
venir, y  para  hazer  á  los  estudiantes  de  Plinio  algunas 
lectiones  en  partes  donde  nunca  las  oyeron,  y  assí  en 
vuestra  presencia  seré  quizá  mejor  desengañado  que  lo 
estoy  ahora.  De  aquí  adelante  si  algunas  cartas  nos  scri- 
biéramos  en  latín,  lleuarme  heys  tanta  ventaja  en  la  su- 
blimidad de  la  elocuencia,  cuanta  es  del  ^ielo  ala  tier- 
ra; mas  yo  os  la  licuaré  tan  grande  en  el  entendimiento 
y  llaneza  del  sermón  quanto  es  de  la  tierra  al  cielo;  y 
pues  nos  hauemos  de  ver  en  la  pellegería  de  Salamanca, 
no  digo  más.  De  Madrid,  año  de  1S26  de  Diciembre  '. 

I     Sobrescripto 

Al  muy  sarnoso  estudiante, 

que  por  nombre,  saluo  honor, 

le  llaman  Comendador. 


XXX. 


EL    DOCTOR    VILLALOBOS   AL   ARZOBISPO  DB   TOLEDO  ' 


(Valencia,  17  de  Mayo  s.  a  *.) 


ILLMO.  Señor:  Después  que  el  otro  día  screuí  á 
V.  S.,  se  halló  esta  ciudad  preñada  de  tantos  jue- 
gos y  fiestas,  que  no  cabiéndole  en  el  vientre,  unos 
ha  parido  a  pares  y  aun  a  dieces,  y  otros  ha  mouido 
echados  antes  de  su  tiempo. 

El  primer  juego  de  los  principales  fué  el  jue- 
ves 14  deste  mes,  en  que  por  la  «mañana  se  quemaron 
trece  hombres  y  mugeres  con  otra  multitud  de  statuas, 
y  hubo  muchos  reconciliados,  y  aunque  ¿/  per  iocum 
factum  est  miseris  tamen  patientibus  serio  preuertebatur. 
Aquí  pagan  muy  bien  a  los  oficiales  que  se  introducen 


1  Sacada  de  una  copia  de  letra  del  siglo  xvi,  que  se  conserva  en  la 
Biblioteca  de  la  Real  Academia  de  la  Historia.— Col.  Salazar.— N— 44.— 
fol.  3 1 5. 

2  Indudablemente  esta  carta  es  de  17  de  Mayo  de  iSaS,  en  cuya  fecha 
estaba  el  Emperador  en  Valencia,  donde  le  prestaron  juramento  de  fideli- 
dad el  dia  4,  los  tres  Estados,  eclesiástico,  militar  y  real,  según  refiere 
Dormer  en  los  anales  de  Aragón. 


—  io6  — 

en  los  actos  de  los  juegos,  mas  yo  de  mala  gana  fuera 
persona  en  esta  scena. 

En  este  mismo  dia,  á  la  tarde,  hubo  un  gran  juego 
de  cañas,  en  que  su  Majestad  salió  el  más  esmerado 
jugador  de  todos  y  el  más  gentil  hombre.  No  falta 
sino  que  le  adoren  todas  las  damas  de  Valencia,  que 
son  tantas  y  tan  gentiles  como  adelante  verá  V.  S. 
quidquid  dicant  alterius  partís  assentatores. 

A  otro  día,  viernes,  se  hizo  aborso  de  la  procesión 
y  fiesta  del  Corpore  Christi^  en  que  hubo  tantas  repre- 
sentaciones y  tan  bien  hechas  que  no  se  podrían  scre- 
bir.  En  acabando  de  comer  se  comentaron  los  juegos. 
Su  Majestad  y  la  Reina  miraban  de  una  ventana, 
y  todas  las  otras  ventanas  miraban  á  ésta:  la  cosa  más 
adornada  y  pomposa  que  nunca  los  vivos  vieron.  En 
la  procesión  iba  innumerable  número  de  personas,  y 
muy  gran  cosa  de  reliquias  y  muy  gran  riqueza  de 
cosas  sagradas  de  oro  y  de  plata  y  de  piedras  preciosas. 
Acabóse  de  entrar  toda  la  procesión  en  la  Seu  de  noche, 
donde  se  cree  que  estarían  cien  mili  personas  y  dos 
millones  de  candelas  encendidas,  que  si  no  se  mirara 
con  tanta  apretura,  «pareciera  cosa  del  cielo. 

El  sábado  adelante  fué  la  fiesta  de  las  damas  de 
Valencia,  que  si  no  la  escureciera  la  nueva  de  Italia, 
que  llegó  entonces,  fuera  cosa  perclarisima  '.  Serían  más 
de  ciento  y  ochenta  damas  de  la  ciudad  las  que  se  jun- 
taron en  la  sala,  que  como  grandes  avenidas  de  ríos 
se  soruieron  y  derribaron  á  las  de  la  Reina.  Habría 
entre  ellas  ciento  cinquenta  ropas  de  brocado,  pelo  y 
de  oro  tirado,  y  de  ellas  hauia  tan  hermosas  que  no 

I    La  nueva  á  que  aquí  se  alude,  ñió  la  derrota  de  las  naves  que  man- 
daba Don  Hugo  de  Moneada,  en  las  aguas  de  Salerno. 


—  107  — 
se  puede  más  decir;  y  todas  á  una  mano  tan  dulces 
para  tractar  con  ellas,  que  no  parece  cosa  humana, 
sino  mas  adelante.  Danzarían  por  maravilla  setenta 
dellas,  y  duró  la  fiesta  desde  las  cinco  de  la  tarde  hasta 
la  media  noche,  y  mee  quien  pudiere. 

Deste  maravilloso  spectáculo  no  tomó  mucho  gusto 
el  Emperador,  porque  estaua  muy  sentido  de  la 
muerte  de  tantos  y  tales  criados  '.  De  esto  no  podemos 
decir  sino  que  es  ira  et  nitro  domini  in  transgressores 
et  utinam  seuiat  inconsentientes.  Allá  sabrá  más  por  es- 
tenso  V.  S.  cómo  pasó  todo  en  la  mar. 

A  lo  que  V.  S.  dice  en  el  fin  de  su  carta,  inquo  et 
festiuius  et  eleganter  sentís  y  quod  tan  melius  vales  quam 
nos  absumuSy  mihi  vestrae  huius  orationis  partes  et  recte 
videntur  et  vera  sunt;  si  tamen  perferam  non  assumeren- 
tur  nos  nec  tune  absumus  quando  melius  valeSy  alioqui  non 
descessuri  etiamsi  in  reddenda  valitudine  nobis  moriendum 
esset.  Gratular  ergo  et  saluti  tu¿e  a  qua  vita  dependet 
nostra^  et  indulgentissimi  patris  ccelestis  erga  te  dilectioni 
qui  te  morbo  non  afficiat  nisi  presentem  haber e  possis  me- 
dicinam. 

De  Valencia,  domingo  de  mañana,  diez  y  siete  de 
Mayo,  en  presencia  del  Secretario  y  de  Pedro  Gon- 
zález.— limo.  Señor,  las  manos  de  V.  S.  besa. — El 
doctor  de  Villalobos. 


I  Según  reñere  Sandoval  (Vida  del  Emperador),  en  esta  batalla,  ade- 
más de  Moneada  murieren:  Don  Hugo  Cesar  de  Feramosca,  Doq  Vernal 
de  Villa-Marin,  Don  Pedro  de  Córdova,  Luis  Guzman,  y  otros  muchos 
capitanes,  y  fueron  prisioneros  el  Marqués  del  Vasto,  el  de  Corata, 
Ascanio  Colonna  y  otros. 


XXXI. 


BL   DOCTOR  VILLALOBOS  AL  ARZOBISPO   DB  TOLBDO. 


(IfoiufOff »  19  d€  Jmio  #.«'.) 


ILLMO.  Señor:  Nunca  los  viuos  vieron  un  hombre  tan 
alegre  a  todas  horas  ni  tan  regocijado  como  esta  el 
Emperador  después  que  esta  desafiado  para  matar- 
se con  el  Rey  de  Francia,  ni  pudiera  yo  creer  que  en 
el  linage  de  los  hombres  habia  diferencia  de  uno  a  otro 
en  tan  gran  distancia  como  hay  en  este  caso  de  mi  a  su 
Magestad;  porque  no  tocándome  este  negocio  en  la 
persona,  de  pensallo  solamente  me  tiembla  la  paxarilla 
en  el  cuerpo.  Y  si  yo  vuiese  de  salir  a  la  batalla  con 
aquella  bestia,  por  Nuestro  Señor  que  me  metiese 
frayle  y  me  scondiese  en  las  cuevas  de  Seuilla  y  aun 


I    Copiada  de  la  original,  existente  en  It  Biblioteca  de  k  Real  Acade- 
mia de  la  Historia.— Col  Salazar.— N— 44,— fols.  Ssg  y  33o. 

Esta  carta  es  del  la  de  Junio  de  ibíS,  pues  consta  que  el  Emperador 
vino  de  Valencia  á  Monzón  á  tener  Cortes  de  Aragón,  Cataluña  j  Vale»- 
cia,  que  habia  convocado  para  i.*  de  Junio^Ty  d  7,  día  de  la  Trinidad»  IkfA 
el  heraldo  Guiena  con  el  cartel  de  desafio  diel  Rey  de  Francia.  Véaaa  San» 
doral,  Dormer  j  otros. 


—  no  — 

en  las  cuevas  y  cavernas  de  la  tíerra.  Y  teniendo  eU 
Emperador  en  esta  vida  todo  quanto  en  ella  se  puede 
desear,  de  ninguna  prosperidad  ni  dulzura  de  quantas 
posee  gusta  tanto  como  de  saber  que  esta  desafiado 
para  dexallas  todas  y  la  vida  con  ellas. 

¡Qué  prouidencia  de  Dios  tan  grande  para  que  no 
tengamos  invidia  los  unos  de  los  otros,  ni  queramos 
trocar  nuestros  estados  por  los  suyos!  Yo  certifico  a 
V.  S.,  sobre  mi  fe,  que  hasta  ora  yo  biuia  muy  des- 
contento con  ser  físico  con  las  condiciones  que  á  tal 
oficio  se  requieren;  y  agora  yo  quiero  más  tener  ell 
orinal  en  la  mano  yzquierda  quel  sceptro  imperial  en  la 
derecha,  porque  con  ell  orinal  está  ell  hombre  como 
con  ell  arco  en  la  mano,  que  á  quien  quiere  fcrir  ficre 
y  á  quien  quiere  matar  mata,  y  con  el  sceptro  está 
obligado  á  que  le  maten  tan  bien  como  á  matar. 

¡O  ferocíssimos  corazones  de  hombres,  que  no  se 
pueden  cevar  sino  con  sangre  de  hombres,  y  estos  que 
sean  Grandes,  Príncipes  y  Reyes!  Toda  mi  consola- 
ción es  contemplar  en  cómo  entre  tan  grandes  y  tan 
poderosos  señores  y  tan  capitales  enemigos,  no  se 
podrá  hallar  en  el  mundo  campo  seguro;  y  todo  su 
estudio  dell  Emperador  es  fantasear  cómo  se  pueden 
hazer  tablados  sobre  la  mar,  donde  aun  con  seguridad 
dentrambos  puedan  peligrar  entrambos,  y  tener  mane- 
ra como  nazcan  yervas  y  flores  encima  de  las  indoma- 
bles y  furiosas  ondas. 

Su  Majestad  come  y  duerme  mejor  que  nunca,  y 
engorda  y  tiene  lustre  de  un  dia  para  otro,  y  tiene  tan 
sabrosa  conuersa^ion  con  todos  nosotros,  que  ya  esta- 
mos enhadados  del  y  le  tenemos  por  inportuno.  Y  si 
la  cosa  no  ha  de  venir  á  las  manos.  Dios  Nuestro  Se- 


—  III  — 

ñor  sea  servido  en  que  siempre  biua  desafiado,  por- 
que toda  la  llaga  y  aspereza  se  escupa  en  ell  enemigo, 
y  los  miembros  que  somos  suyos  quedemos  libres  de 
las  malas  reumas  y  corrimientos. 

Esto  tengo  entendido  de  toda  la  estoria  del  desa- 
fío; lo  demás  remito  á  los  autores  de  la  corónica,  por- 
que las  palabras  de  los  carteles  y  las  razones  y  justifi- 
caciones de  las  partes  que  sean  asi  ó  que  sean  así,  que- 
rría más  un  maravedí. 

En  lo  de  las  Cortes  todos  dicen  q  ue  con  este  agui- 
jón correrán  más  ayna,  y  que  el  seruicio  será  más  lar- 
go que  nunca;  y  si  agora  con  este  calor  no  se  licuda  '  la 
massa  de  presto,  no  se  podría  dexar  de  corromperse 
con  las  dilaciones  acostumbradas. 

El  Conde  de  Benavente  anda  muy  fatigado  de  sus 
pasiones,  y  ya  tiene  dos  sangrías  aparte;  yo  no  estoy 
sin  rebelo  que  se  le  ha  de  hazer  allí  alguna  mala  cosa, 
porque  lo  tiene  muy  enconado  y  muy  diferenciado  de 
otros  hombres.  De  Mondón,  doze  de  Junio. — 
M.  Y.  S. — Las  yllustrisimas  manos  de  V.  S.  besa. — 
El  doctor  Villalobos  ^. 


1  Licuda,  líquida. 

2  En  el  sobrescrito. ^W  yllustríssimo  Señor  Arzobispo  de  Toledo,  raí 
señor. 


XXXII. 


EL     DOCTOR    VILLALOBOS    AL    DUQUB    DON    MANRRIQUB 

DB  LARA. 


( Vaiadolid^  10  de  Febrero  de  i53a) 


POR  qué  razón  la  Emperatriz  y  la  Marquesa  de 
Lombay  están  gordas,  y  todas  las  damas  han 
enflaquecido?  Porque  las  unas  huuieron  muy 
buen  verde,  y  las  otras  oliéronlo  y  no  se  lo  dieron. 

¿  Por  qué  razón  todos  los  casamientos  de  las  damas 
pararon  en  sólo  el  Marqués  de  Astorga  ?  Es  porque 
ellas  quedaron  muy  malas  de  contentar,  y  el  Empera- 
dor muy  escarmentado  de  prometer, 

¿  Por  qué  razón  el  Condestable  dize  que  tiene  mas 
gracia  que  el  Duque  de  Nájera?  Giuia  cacus  non  hene 
iudicat  de  cokribus. 

¿  Por  qué  razón  la  hermosura  de  la  Duquesa  de 
Frías  es  más  nombrada  que  las  otras  hermosuras  que 
son  maiores  que  ella?  Es  por  la  misma  razón  que  la 
pequeña  riqueza,  en  el  hombre  que  no  toca  en  ella,  es 
mucho  mayor  que  la  gran  riqueza  en  los  grandes 
gastadores. 


—  114  — 

¿  Por  qué  razón  el  Conde  de  Monterey  presume 
de  gentil  hombre?  Es  porque  nació  feo. 

¿Por  qué  razón  don  Juan  Manníque  de  Lara  no 
viene  á  la  Corte  ?  Por  no  enamorarse  otra  vez. 

¿  Por  qué  razón  don  Francisco  Manrrique  solo  está 
rico  entre  todos  los  Manrriques?  Porque  es  mucho 
maior  la  renta  que  el  gasto. 

¿Por  qué  razón  el  Duque  de  Nágera  engendra  más 
que  el  Condestable?  Porque  no  es  tan  frío. 

¿Por  qué  razón  el  Conde  de  Oñate  es  frío  y  habla 
mucho?  Porque  no  está  sano. 

¿  Por  qué  razón  el  Conde  de  Paredes  hizo  hijas  tan 
hermosas  ?  Porque  les  cupo  muy  poco  de  la  pie^. 

¿Por  qué  razón  el  Adelantado  de  Castilla  es  tan 
cuerdo?  Porque  trocó  las  costumbres  con  el  estado. 

¿Por  qué  razón  don  Hierónimo  de  Padilla  da  cuanto 
tiene  de  limosna  ?  Por  no  dexallo  á  otro  ninguno. 

Las  manos  de  mi  señora  la  Duquesa  beso.  De 
Valladolidy  diez  de  Febrero  de  mil  quinientos  treinta 
años. 


XXXIII. 

EL   DOCTOR    VILLALOBOS    Á    DON    ANTONIO   MANRRIQU£, 

DUQUE    DE    NÁJERA. 


{Ocaña,  26  de  Octubre  >.) 


YO  pensé  que  en  llegando  V.  S.  á  su  tierra,  luego 
perdiera  el  cacarear,  mas  paréceme  que  tan 
reciente  lo  tiene  ahora  como  en  la  Corte:  no  sé 
si  lo  haze  que  aun  dura  el  pan  de  la  boda.  Por  cierto 
la  partida  de  V.  S.  y  de  mi  señora  la  Duquesa  nos  ha 
hecho  gran  soledad  á  los  que  somos  seruidores  de  su 
casa,  y  no  tenemos  otra  consolación  sino  pensar  que 
estays  fuera  de  las  congoxas  y  sujec^iones  pasadas, 
que  era  gran  prisión  para  gente  tan  libre.  Plega  á 
Dios  que  por  muchos  años  gozeys  desta  exempcion, 
con  todos  los  bienes  que  della  se  pueden  seguir,  tem- 
porales y  espirituales.  Esto  postrero  es  porque  los 
sayones  de  vuestro  pariente  no  nos  acusen  de  mal  latín. 
La  Corte   esta  trasplantada  en  Ocaña,  donde  las 


I    Esta  carta  debe  ser  de  i33o,  por  las  noticias  que  contiene. 


—  ii6  — 

damas  pade9en  gran  apretura  de  aposento,  y  la  nuúor 
parte  de  la  Corte  también,  mas  las  personas  reales  creo 
que  se  hallaran -mejor  aquí  plaziendo  á  Dios.  Con  la 
venida  del  Conde  de  Benavente  y  del  Marqués  de  As- 
torga,  estamos  más  poblados  de  galanes  para  que  arri- 
men las  damas  por  essas  paredes;  mas  la  señora  doña 
Catalina  de  Mendoza,  virgen  esta  después  de  vuestra 
partida,  no  sé  si  lo  haze  por  guardar  á  V.  S.  la  debida 
lealtad,  ó  si  es  porque  quedó  flaca  y  muy  desganada 
de  la  quartana  doble  que  ha  tenido.  Del  Conde  de 
Benavente  están  todos  contentos,  porque  es  bien  en- 
tendido y  de  buen  trato  para  su  edad. 

De  Alemania  no  ha  venido  respuesta  ni  demanda 
más  ha  de  dos  meses,  y  han  venido  nuevas,  por  la  vía 
de  Sicilia  y  de  Roma  á  la  Emperatriz,  muy  largas. 
¿Quién  les  dixo  á  estos  que  no  sabia  la  Emperatriz 
estas  nueuas  de  su  marido  primero  que  ellos ,  para 
que  tuuiesen  atreuimiento  describille  cosas  que  hauia 
más  de  un  mes  que  eran  passadas?  Hay  gran  duda. 

Bien  sabemos  que  está  bueno  su  Majestad,  aunque 
tuvo  unas  recias  tercianas.  De  las  opiniones  luteranas 
y  de  otras  herejías,  son  reducidas  a  la  fée  muchas 
ciudades  de  Alemania  y  echados  fuera  los  herejes  " . 

Y  yo  iba  por  la  calle  ayer  tarde ,  y  topé  con  don 
Aluaro  de  Ayala,  gobernador,  y  preguntándole  por  su 
mujer,  dixe:  ¿Qué  tal  está  la  señora  mi  sobrina?  Díxo- 
me:  Qué  tai  ha  de  estar,  que  juro  á  Dios  que  me  juró 
en  una  ara  el  vellaco  del  vizcayno  que  la  hauia  caual- 
gado  esta  noche  diez  veces.  Digo:  ¿A  quién,  a  vuestra 


I  Dice  Sandovál  que  la  enfermedad  que  tuvo  el  Emperador,  ñié  una 
esqucnencia  ó  angina,  de  que  le  curó  su  médico  Nardso.  Libro  XVIII, 
pliego  5.* 


—  117  — 
mujer?  Dice:  Nó;  nunca>  madre  quien  me  parió,  que 
pensé  que  preguntabades  por  doña  Luisa,  que  se  veló 
ayer.  Digo:  Daquí  adelante  mirad  cómo  respondeys, 
que  en  verdad  no  me  quitarán  ya  de  la  cabeca  que  fué 
á  vuestra  mujer.  Dice:  No  me  digays  eso,  que  juro  á 
Dios  que  me  vaya  a  tornar  y  luego  me  voy  á  mi  casa 
á  saber  la  verdad.  Con  esto  me  dexó  y  se  va  corriendo, 
y  aunque  las  damas  no  entienden  el  cuento,  porque 
no  saben  qué  cosa  es  caualgar  mas  que  unas  bestias, 
ha  sido   tan   reydo  dellas,   que   pensaron  ahogarse. 

Ayer,  á  la  mesa  de  la  Emperatriz  doña  Cathalina  de 
Mendoza  vio  la  carta  de  V.  S.  y  regocijóse,  aunque 
anda  siempre  melancólica,  tomada  del  diablo,  y  dixo 
que  érades  mucho  más  gracioso  en  ausencia  que  en 
presencia.  Digo:  Todos  los  vinos  de  Navarrete  tienen 
eso,  que  son  mejores  cargados  que  al  tapón. 

No  me  dio  tanto  pesar  la  mouidura  de  la  señora 
doña  Luysa,  quanto  plazer  huue  de  su  preñez,  porque 
en  la  preñez  ganamos  una  criatura  y  una  habilidad 
para  otras  muchas,  plaziendo  á  Dios;  y  esta  misma 
nos  queda  ahora,  con  que  aunque  ellos  son  viejos, 
nuestro  Señor  suplirá  las  faltas,  maiormente  que  esta 
casta  de  las  palomas  es  muy  engendradora,  según  se 
ha  visto  por  todos  essos  palomares  de  Castilla  y  de 
Portugal. 

Al  Sr.  D.  Manrique  quisiera  scribir  y  no  acabar 
esta  carta  de  aquí  á  mañana,  tanta  es  la  gana  que 
tengo  de  hablar  con  vosotros ,  y  más  con  mi  señora  la 
Duquesa,  á  quien  yo  quiero  más  que  á  mi  vida;  mas 
danme  priesa  unas  ^doentes  de  paa^o>.  De  Ocaña, 
veintiséis  de  Octubre. 


XXXIV. 


EL     DOCTOR    VILLALOBOS    AL    DOCTOR    XÜAREZ,    SOBRE 
LA    VENIDA    DE   UN    HIJO   SUYO   SOLDADO. 


(Barcelona j  27  de  Abril  de  i53i.) 


SeSor  :  la  Reyna  de  Portugal  me  mandó  que  la 
escríbiese  todo  lo  que  acá  passaba  después  de 
llegado  el  Emperador,  nuestro  señor,  á  Barze- 
lona.  Yo  scribí  á  su  Alteza  lo  que  verá  por  el  treslado 
que  aquí  vá,  por  esto  no  diré  más  de  contar  una  cosa 
que  aconteció  en  mi  posada  la  noche  passada. 

Vínose  para  mí  un  negro  de  los  ladinos  con  una 
mano  cortada,  soldado  muy  platico,  y  con  él  otro  sol- 
dado hecho  mil  pedaijos,  que  aunque  no  era  etiope, 
estaba  tan  negro  y  tan  mal  parado  que  el  otro  negro 
parecia  un  alemán.  Hedían  mucho  entrambos;  cierto, 
á  mí  se  me  encresparon  todos  los  pelos  del  cerro  con 
el  horror  y  escándalo  que  me  hizieron  los  inusitados 
huéspedes.  Algunas  vezes  sospeché  que  me  querían 


—   I20  — 

matar,  otras  que  me  querían  robar,  porque  me  toma- 
ron solo,  que  estaban  cenando  mis  mo^os. 

El  negro  propuso  desta  manera :  Yo  y  éste  pobre 
compañero,  ha  nueve  años  que  andamos  juntos  ún 
apartar  cama  ni  mesa,  aunque  por  la  gracia  de  Dios 
pocas  camas  y  pocas  mesas  hauemos  ensuziado  en  todo 
este  tiempo,  specialmente  los  quatro  años  que  estuui- 
mos  en  un  algibe  en  poder  de  Barbarroja,  hasta  que 
Dios  envió,  al  Sr.  Andrea  Dona,  que  nos  libró  con 
otros  muchos  que  escaparon  en  aquella  jomada.  Yo 
vengo  á  V.  m.  para  que  por  intercesión  deste  señor 
compañero,  me  socorráis  para  cubrir  estas  negras  car- 
nes que  andan  padeciendo  tantos  años  con  esperan^i 
de  algún  buen  saco,  porque  hemos  sido  él  y  yo  tan 
dichosos ,  que  aunque  fuimos  en  el  saco  de  Roma  y 
en  la  entrada  del  castillo  de  Sant  Ángel,  nunca  pu(U- 
mos  alcan(^ar  pressa  que  valiese  diez  ducados;  y  assi 
andamos,  como  v.  m.  vee,  las  barrigas  de  fuera,  que 
aun  siquiera  la  muerte  no  ha  querido  dárnosla  IXos, 
porque  sabe  que  la  deseamos;  y  si  él  assí  nos  trata, 
juro  á  Dios  que  hauemos  de  matar  a  alguno  porque 
nos  maten  á  nosotros. 

Diziendo  esto  comentaron  los  ladrones  a  llorar,  y 
siempre  con  las  manos  apretando  las  empuñaduras  de 
las  espadas.  Yo,  la  verdad  que  os  diga^  con  grandísimo 
miedo  respondí:  Con  mi  pobreza  yo  holgaré  de  socor- 
reros en  vuestra  necesidad;  hacedme  llamar  essos  mo- 
^os  que  están  cenando  y  luego  se  hará  lo  que  dezis, 
mas  mejor  será  que  los  llame  yo.  Y  luego  comencé  á 
gritar:  ¡Mo^os,  mo^os,  mis  mo^os!  Vinieron  luego  y 
cierto  me  volvieron  el  alma  al  cuerpo. 

Entonces  dixe  al  negro:  Ahora  quiero  que  me 


—  lai  — 

digays  qué  méritos  tiene  este  soldado  más  que  vos, 
que  dezís  que  por  su  inter9esion  tengo  de  socorre- 
ros. Dize:  Este  señor  es  Lorenzo  de  Villalobos,  vues- 
tro hijo,  que  en  doce  años  que  ha  hecho  de  ausen- 
cia, los  cinco  ha  sido  soldado  y  los  quatro  captivo,  y 
en  todos  estos  nueve  años  hemos  sido  amigos  y  com- 
pañeros en  el  algibe,  Génoua,  Florencia  y  Roma,  por 
la  mar  de  venecianos  y  contra  turcos,  hasta  cerca  de 
Alexandría. 

Yo,  como  vi  que  mi  hijo  era  ya  africano  y  legas- 
tico  capitolino,  adriático  y  poloponehi^ino  y  assiático, 
di  gracias  á  Dios,  mas  no  podia  creher  que  era  él, 
porque  solia  tener  la  dispussi^ion  passadera.  Del  no 
pude  tomar  seña  ninguna,  porque  nunca  leuantaba 
los  ojos  del  suelo;  mas  tentando  mucho  con  preguntas 
al  negro,  entendí  del  que  hauian  venido  en  tanta  po- 
brera por  culpa  de  Lorenzo  en  lo  demás ,  y  yo  no  le 
pude  conocer,  porque  con  la  mala  vida  viene  muy 
corcouado,  que  no  lo  solia  ser,  y  tan  negro  como  un 
etiope,  y  en  esto  parece  moro,  y  trahe  la  spada  arrecha. 
Digo:  Caya  león,  y  en  esto  parece  christianillo ;  y 
trae  las  calcas  todas  rotas  por  el  culo ,  y  en  esto 
parece  puto;  y  trae  la  barba  muy  negra  y  muy  suzia, 
y  en  esto  parece  cabrón;  y  con  la  hambre  que  trae 
parece  perro;  y  tiene  un  dedo  de  la  mano  quemado  y 
viene  muy  necio;  assí,  que  sobre  todos  los  otros  tí- 
tulos es  también  Scéuola  y  es  Bruto. 

Assí  que ,  señor  Doctor,  de  aquí  adelante  no  os 
igualeys  conmigo,  que  no  teneys  vos  tal  hijo,  ni  aun 
el  puto  de  vuestro  linaje.  Perdone  V.  S.  que  hable 
el  hombre  con  passion  de  unos  cient  ducados  que  me 
costará  la  bienauenturada  venida  deste  hijo,  que  aún 


—    121   — 

también  si  miramos  la  cadena  que  tuuo  quatro  años  al 
pes9uezo  y  la  negrura  del  gesto,  le  podemos  dar 
título  de  Torcato  y  de  Albino,  y  pápate  esse  hongo. 
De  BarzeJona,  a  veintisiete  de  Abril  de  mil  quinientos 
treinta  y  un  años. 


XXXV. 


EL    DOCTOR   VILLALOBOS   AL    DUQUE. 


{Sin  fecha  K) 


DESPUÉS  que  recibí  una  carta  de  V.  S.,  no  he 
tenido  espacio  de  responder  á  ella,  porque 
Nuestro  Señor,  me  scribió  otra  por  ^ifras,  que 
aunque  más  prouechosa  (si  yo  lo  sé  conocer),  no  fue 
tan  graciosa  como  la  vuestra  para  mi  gusto,  porque 
las  cifras  eran  una  cólica,  la  más  cruel  del  mundo,  de 
un  grande  apostema  que  me  nació  dentro  de  la  tripa, 
el  cual  conocí  yo  y  curé  á  poder  de  sangrías  y  de  me- 
dicinas frías;  que  si  el  paciente  no  fuera  físico  tal  cual, 
siete  doctores  le  matauan  con  emplastos  calientes  como 
fuego.  Y  crea  V.  S.  que  para  esta  vez  me  aproucchó 
mucho  no  tener  buena  voluntad  al  dicho  fuego,  y 
tómame  ahora  la  maior  risa  del  mundo  de  mí,  que 

I  Casi  es  seguro  que  esta  carta  es  de  ñoes  de  i332  ó  principios  del  si- 
guiente año,  pues  se  habla  de  la  próxima  venida  del  Emperador  devuelta 
de  su  glorioso  viaje  por  Italia  y  Alemania,  después  de  la  dieta  de  Augusta, 
y  de  la  derrota  de  los  turcos  que  con  Solimán  habian  llegado  á  las  puer- 
tas de  Vicna. 


—   124  — 

quedo  muy  ufano  porque  escape  como  Fonseca,  que 
quinze  días  antes  que  muriese,  andando  ya  mas  muer- 
to que  ahora  lo  esta ,  me  contaba  de  una  gran  dolen- 
da  que  habia  escapado  y  de  la  gran  merced  que  Dios 
le  habia  hecho,  y  cómo  tenia  deternünado  de  no  san- 
grarse en  las  primaveras,  porque  dizen  que  vuelve  la 
sangre  cada  año  a  la  costumbre  de  las  sangrías. 

La  Emperatriz ,  nuestra  Señora ,  cum  prole  regia 
y  con  toda  su  casa  están  todos  buenos  a  Dios  gracias 
y  muy  contentos  con  la  venida  del  Emperador.  Creo 
yo  que  entre  las  casadas  que  tienen  alia  sus  maridos, 
haurá  para  el  verano  gran  tresquila  de  ganado. 

La  señora  doña  Catalina  tiene  deseo  de  saber  ú 
esta  V.  S.  algo  vejezuelo  después  que  se  partió  de 
acá ,  porque  dize  que  andábades  ya  a  borde,  y  a  mi 
me  parece  que  las  damas  no  miran  tanto  con  los  ojos 
la  vejez  en  el  rostro,  quanto  la  consideran  spirítual- 
mente  en  las  potencias  del  ánima,  porque  sus  merce- 
des son  muy  spirituales. 

La  señora  doña  Guiomar  (IXos  me  la  guarde, 
porque  es  honra  de  todo  nuestro  linaje),  esta  muy 
buena,  y  es  la  más  ilustre  dama  en  gesto  y  en  seso  y 
en  conuersa9Íon  que  se  ha  visto  jamás;  en  fin ,  ella  es 
hija  de  mi  señora  la  Duquesa;  y  si  no  fuese  en  per- 
juicio de  su  Señoría,  que  es  la  mejor  hembra  que  IXos 
ha  criado  en  nuestros  tiempos,  yo  juraría  que  ésta 
no  es  vuestra  hija,  porque  un  ángel  como  éste  nunca 
Dios  quiera  que  sea  hija  de  los  diablos.  A  mi  me 
tomaron  de  gran  príesa  para  scríbir  esta  carta,  por 
eso  no  diré  otras  cositas  de  por  casa. 


XXXVI. 


EL    DOCTOR    VILLALOBOS    A ' 


(Sin  fecha  ^) 


ILMo.  Sr.:  si  desde  acá  presumiesse  yo  de  dar  con- 
sejo ó  consolación  á  Y.  S.  para  sus  quartanas,  aún 
seria  más  necio  que  si  estando  presente  lo  hiciesse; 
y  si  sobre  esto  acae^iesse,  lo  que  spero  en  Dios  que 
será,  que  llegando  esta  carta  fuesen  quitadas  las  quar- 
tanas,  quedaría  tan  majadero  y  tan  frió  mi  consejo, 
que  no  se  podria  usar  del  sino  para  alimpiar  aquellas 
señoritas  que  suelen  curar  la  quartana  mejor  que  los 
doctores,  y  echalla  por  donde  ella  meresce. 

Después  que  Dios  me  hizo  tanta  merced  que  la 


1  De  una  copia  de  la  Colección  Salazar  (Bib.  de  la  R.  Acad.  de  la  His- 
toria.), N— 44,  fol.  3i5  V*.  Está  falta  del  final. 

2  Por  los  sucesos  de  que  en  esta  carta  se  habla ,  debe  ser  de  ñnes  del 
año  de  i333,  pues  en  este  año  el  Emperador  había  convocado  las  Cortes 
de  Aragón  y  Cataluña  para  el  iD  de  Mayo  en  Monzón,  la  Emperatriz 
tuvo  que  quedarse  en  Barcelona  por  estar  enferma,  y  vino  ya  en 
tiembre  á  Mozón. 


—    126   — 

Emperatriz  partiese  de  Marturel  y  viniesse  en  salvo 
á  poder  de  su  marido,  y  acordaron  sus  Majestades 
que  el  Príncipe  y  la  Infanta  no  entrasen  en  Mondón, 
con  temor  de  las  viruelas  que  allí  perseveran ,  manda- 
ron que  yo  sólo  viniesse  a  estar  con  ellos  en  este  lugar, 
que  es  dos  leguas  de  Mondón.  Y  porque  la  conver- 
sación del  Príncipe  es  muy  reposada,  fuéle  dado  por 
acompañado  el  Príncipe  de  Piamonte,  que  ni  el  muy 
viuo  abogue,  ni  el  aguja  de  marear,  ni  el  Doctor  de 
Melgar  quando  tenia  buen  juego,  nunca  fueron  tan 
desasosegados  como  el  mas  cuerdo  d estos  mis  señores; 
y  burlan  sus  Altezas  tan  pesadillamente  que  si  no  me 
moviesse  el  interese  que  spero  de  las  mercedes  que 
me  podrían  hacer,  si  quieren,  de  aquí  á  veinte  ó  treinta 
años,  yo  no  los  podría  sufrir.  Mas  pásasse  la  persona 
con  la  mocedad  estas  cosas,  por  tener  hecha  su  senara 
para  la  vejez;  y  otro  tanto  hacen  como  yo,  don  IXego 
Osorio  y  don  Iñigo  Manrique,  que  están  en  esta 
compañía  ó  en  esta  casa  de  orates ,  donde  no  se  sabe 
quáles  lo  son  más,  los  niños  por  natura  ó  los  viejos 
por  elección;  y  si  todos  lo  son  igualmente,  a  todos 
ellos  sobrepuja  el  físico  que  los  cura,  porque  le  podrían 
decir:  cura  te  ipsum. 

La  Emperatriz  vino  aquí  anoche  a  visitar  estos 
hijos  que  Dios  le  dio,  y  que  Dios  le  guarde;  y  cierto, 
su  Majestad  nunca  en  su  vida  estuvo  tan  gentil  dama 
como  el  dia  de  hoy.  Dios  la  dé  salud.  Vinieron  con 
ella  todas  las  damas ,  salvo  doña  Aldon^a  de  Toledo, 
que  a  la  hora  que  estaba  vestida  y  apretada  la  cintura, 
con  el  regocijo  de  la  partida  le  vino  tan  desapoderada 
calentura,  que  mal  de  su  grado  dio  con  ella  en  la  cama. 
Estas  otras  me  han  parecido  en  estremo  hermosas, 


—    127  — 

assí  porque  ellas  verdaderamente  lo  son,  como  porque 
ha  tres  semanas  que  yo  no  las  habia  visto;  que  también 
la  hermosura  muy  acostumbrada  es  enfadona ,  como 
dicen  las  portuguesas. 

Su  Majestad  se  ha  holgado  con  sus  hijos  como  lo 
manda  la  razón,  mas  con  todo  esso  los  dexará  esta 
noche,  porque  habet  aliam  Ugem  in  membris  suis  repug- 
nantem.  Quedará  sola  la  compañía  de  las  mujeres  tris- 
tisque  senectuSy  que  aquí  mora,  en  tanto  que  las  Cortes 
duraren. 

Y  porque  no  se  me  pase  de  la  memoria,  quiero 
contar  á  V.  S.  un  acto  que  pasé  con  la  Camarera 
mayor,  que  es  digno  de  memoria;  mas  ha  de  ser 
secreto,  porque  el  señor  pecador  quiere  que  lo  sea, 
que  se  cae  de  risa  cada  vez  que  le  vienen  a  la  memoria 
algunos  pasos  de  la  s^ena. 

Quando  partimos  de  Marturel  venia  la  Camarera 
muy  medrosa  de  la  conversación  del  Emperador,  pen- 
sando que  la  cópula  seria  causa  de  recayda,  y  dezia 
que  hauia  algunos  dodos  que  se  cuidauan  que  aquí  la 
^uzidade  nan  lies  faz  nojo  a  as  mulheres.  Esta  e  muyto 
gran  zobaria  que  aynda  lies  faz  mas  mal ,  y  quedan 
muyto  mas  quebrantadas,  porque  todo  carga  sobre 
sus  costas.  Con  esto  y  con  otras  cosas  que  supo  lá^ 
Marquesa  de  Lombay,  sintió  que  de  aquí  podrían  salir 
algunos  buenos  saínetes ,  y  concertó  conmigo  que  yo 
hablase  con  ella  y  le  agrauiase  más  el  negocio,  y  guar- 
dase bien  en  la  memoria  quantas  palabras  dixesse  y 
quantas  gesticulaciones  sobre  este  caso  hidesse,  porque 
las  tiene  muy  graciosas  quando  habla  con  passion. 


—    128  — 

Colloquitores :  Villalobos^  Camarera. 

Villalobos.  Yo  requiero  de  la  parte  de  Dios  a 
V.  m.,  que  auise  á  su  Majestad  que  se  defienda  desta 
obra  hasta  que  esté  muy  conualesdda,  porque  de  otra 
manera  podría  ser  que  le  costase  la  vida,  que  no  haze 
Dios  milagros  por  nosotros  cada  dia ,  y  es  menester 
que  nos  guardemos,  que  para  esso  nos  dio  razón  y 
entendimiento. 

Camarera.     ¿La  vida  Ue  costaría? 

Villalobos.     Sí,  por  cierto. 

Camarera.     Otro  que  sería  ja  boo. 

Villalobos.     ¿Quál  trueque? 

Camarera.     Dar  sua  vida  a  troque  de  merda.  Puu. 

Villalobos.  No  escupa  v.  m.  Respóndame  a  lo  que 
le  digo,  pues  que  va  en  ello  tanto  a  todos. 

Camarera.     E  vos  ¿por  qué  lie  nam  dizedes  esso? 

Villalobos.  No  me  meta  v.  m.  los  dedos  en  los  ojos, 
que  yo  no  tengo  culpa.  Ya  v.  m.  sabe  la  honestidad 
de  la  Emperatriz,  y  no  se  sufre  que  hombre  del  mundo 
osase  hablar  á  su  Majestad  en  esse  caso,  aunque  fuese 
el  Rey,  su  hermano.  Este  es  offício  de  v.  m.,  assi 
porque  sois  Camarera,  como  porque  le  críasteis  desde 
la  cuna. 

Camarera.  Palay  vos  muyto  pera  maa  co  el,  como 
He  falais  otras  zom barias  piores  y  dizeyle  a  verdade, 
que  si  ele  quer  meter  a  sua  muller  uha  faca  polo  corpo 
que  folgue  desto!  é  que  nam  lie  desengañe  ningueyn. 

Villalobos.  Yo  bien  ge  lo  diré  a  él,  mas  no  apro- 
uechará  nada,  si  le  toma  la  tentación. 

Camarera.     ¿Qué  é  esso? 


—   129  — 

Villalobos.     ¿Quál? 

Camarera.     Isso  da  tenta^am. 

Villalobos.  Es  un  romadizo  que  él  toma  a  manera 
de  corrimiento,  con  que  se  le  hincha  la  cabera  del 
,  adonde  corre,  como  este  puño. 

Camarera.  E  isso  corrimiento  ¿nam  tei  otro  reme- 
dio? Demo  eudo,  o  corrimiento  que  se  cura  con  tal 
^uzidade.  Pu,  pu. 

Villalobos.     Yo 


XXXVII. 


DON     ANTORIO     MANRIQUB,     DUQUE     DB     KÁJKRA, 
AL     DOCTOR    VILLALOBOS. 


SiRoR  Doctor,  nunca  pensé  que  tema  necesidad 
de  vos  hasta  que  ví  mi  hija  en  Pala^.  Soñó  el 
judío  de  vuestro  abuelo,  y  no  digo  padre,  que  i 
la  primer  calenturilla  que  le  venga  le  querreys  catar 
el  hígado  y  aun  el  ba^o.  Acordaos,  señor  Doctor,  que 
podría  ser  de  vuestra  sangre,  y  que  los  mejores  ami- 
gos que  en  este  mundo  teneys  somos  la  Duquesa  y 
yo,  e^epto  el  señor  cardenal  don  Alonso  Manrrique, 
inquisidor  general. 

t     No  hay  dato»  para  ñjsr  ni  aún  apraxinudarocDU  Ut  fechu  de  eiti 
carta  y  de  la  que  sigue,  que  es  retpuetta  í  ella,  mat  parece  potierior  A 


XXXVIII. 


RESPUESTA   DEL    DOCTOR    VILLALOBOS    k    LA    CARTA 

ANTERIOR. 


{Sin  f echa)  ^ 


NO  osaría  V.  S.  scríuirme  tales  motes  como 
estos,  si  no  tuuiese  tales  abogados  en  su  casa; 
assi  que  la  gran  confianza  de  los  deudos  mios 
que  teneys  debajo  de  vuestras  manos,  os  haze  ser  tan 
atreuido,  y  con  mucha  razón,  porque  éstas  mis  se- 
ñoras son  tales  que  por  su  contemplación  no  digo  a 
V.  S.  que  es  un  villanazo  de  Ocon,  mas  al  hi  de 
puta  puto  del  Luzero  perdonaría. 

Y  volviendo  al  tema  de  vuestra  muy  cuerda  y 
muy  deuota  epístola,  digo  que  yo  estaba  con  gran 
rezelo  que  la  señora  doña  Guiomar  habia  de  venir 
tan  bo^  dessas  montañas,  que  en  todo  lo  que  hifiese 
y  dixese  nos  hauia  de  poner  en  vergüenza:  y  es  cierto 
que  el  dia  prímero  que  entró  en  Palacio,  fué  luz 


I    No  encuentro  datos  ptrt  detennintr  la  iBcha  de  «ta  carta. 


—  i34  — 
y  espejo  de  todo  vuestro  linaje,  porque  allende  de  ser 
tan  gentil  dama  como  la  que  más  lo  es/  se  supo  tan 
bien  tratar  con  las  otras  damas  y  con  la  Emperatriz, 
y  tan  medida  en  el  callar  y  en  el  hablar,  y  todo 
ello  con  tan  buena  autoridad  y  gracia,  que  todos  echa- 
mos mil  bendiciones  al  vientre  en  que  anduuo,  que 
á  éste  sólo  se  deben  dar  las  gracias  mucho  más  que  al 
padre  que  la  engendró,  porque  si  algún  bien  saliere 
de  vuestra  casa,  á  nosotros  se  debe,  que  somos  genus 
electum  regale  sacerdotium^  y  no  á  vosotros  los  Manri- 
ques, quia  pars  diaboli  estis.  Perdóneme  mi  señor  el 
Inquisidor  maior  si  le  hago  poluo ,  que  otro  dia  me 
hará  él  á  mi  humo. 

En  lo  que  toca  la  salud  de  esta  señora  mi  sobrina, 
y  á  las  otras  cosas  de  su  serui^io,  yo  haré  lo  que 
deuo  muy  complidamente,  y  assi  lo  diga  V.  S.  á  mi 
señora  la  Duquesa ,  cuyo  merecimiento  tiene  robados 
los  coracones  de  los  hombres,  y  aun  la  voluntad  de 
£)ios.  No  escribo  á  su  señoría,  porque  hay  harto  para 
entrambos,  y  se  trata  de  cada  uno  como  merece. 


XXXIX. 


EL    DOCTOR    VILLALOBOS    AL    DOQUE    DE    NÁJERA. 


(Madrid,  7  de  Diciembre  '.) 


CON  la  carta  de  V.  S.  recibí  mucha  merced  an- 
tes que  la  abriese,  y  después  de  leyda  me  dio 
pena.  Por  cierto  tengo  que,  cesando  los  rigores 
del  tiempo  y  volviéndose  el  aire  plácido  y  sereno, 
V.  S.,  con  ayuda  de  Dios  y  con  las  experiencias  de 
la  medicina,  recibirá  bastantes  beneficios. 

Acá  me  hizieron  grandes  preguntas  por  la  salud 
de  V.  S.  el  Emperador  y  la  Emperatriz,  y  en  verdad 
que  la  dessean  mucho,  y  toda  la  Corte  y  las  damas  lo 
mismo,  que  nunca  vieron  hombre  tan  bien  quisto. 
Doña  Cathalina  me  preguntaba  mucho  qué  mal  tenia 
V.  S.;  yole  dixc  que  todo  era  en  las  partes  gagueras, y 
que  todo  lo  delantero  estaba  bueno:  dize  quál  sea  la 
tu  salud.  En  Madrid,  siete  de  Diciembre. 


I    No  es  posible  señalar  el  año  en  que  fué  escrita  esta  carta,  solo  que 
es  anterior  á  i539,  pues  se  habla  en  ella  de  la  Eraperatríz,  que  como 
sabe  murió  en  Toledo  en  Abril  de  dicho  año. 


XL 


BL    DOCTOR   VILLALOBOS  AL   SECRITARIO   SAMANO. 


{Medina  del  Campo^  3  de  Agosto  de  1542.) 


MUY  magnífico  señor:  Yo  he  dicho  en  este 
mundo  algunos  donayres,  mas  nunca  hize 
ninguno,  porque  dezir  y  hazer  no  es  para 
todos,  y  por  esso  acordé,  antes  que  muriese,  de  hazer 
un  donayre  de  que  se  ría  toda  la  gente,  y  mi  fée  sal- 
uando  honor,  cáseme  con  una  mo^a  fresca  y  forastera; 
conviene  á  saber,  hijadalgo,  que  la  tenian  para  meter 
monja;  y  cuando  ya  estaba  esperando  para  tragalla  la 
serpiente  del  Aldeanueua,  que  es  una  sepultura  viua 
de  las  vírgenes  y  mártires,  arremetí  como  un  Sant 
Jorge  y  líbrela  de  la  boca  del  dragón,  y  vengúeme  de 
una  hija  que  me  mataron  allí  de  hambre,  que  es  un 
género  de  muerte  la  más  rabiosa  de  todas.  Assi  que  yo 
me  vine  con  la  presa  para  mi  casa,  donde  la  mo^a  esta 
muy  seruida  y  regalada,  dando  gracias  a  Dios  por  la 
merced  que  la  hizo;  mas  no  es  posible  que  dure  mucho 
en  este  contentamiento,  viniéndole  algunas  vezes  el 
desseo  de  la  carne,  porque  yo  no  la  puedo  dar  carne. 


—  i38  — 

sino  pescado  ^ezial '  lleno  de  ventosidades;  y  ella  pas- 
sará  negra  vida  si  no  se  consuela  en  pensar  que  en 
Aldeanueva  no  la  dieran  carne,  ni  pescado,  ni  camisa, 
ni  sueño,  ni  servicio,  ni  libertad. 

Es  una  mujer  mesurada,  y  con  aquella  su  graue- 
dad  nunca  haze  sino  dezirme  en  secreto  mucho  mal 
de  los  confesos,  y  que  no  los  puede  ver  más  que  al 
diablo.  Yo  dígole  que  tiene  razón,  porque  son  tan  ju- 
díos el  dia  de  hoy  como  el  dia  que  nacieron.  En  este 
articulo  se  parece  mucho  a  v.  m.,  quando  deuancaba- 
des  con  la  calentura  y  me  rogábades  que  yo  solo  to- 
mase el  cargo  de  la  cura ,  porque  no.  os  fiábades  del 
Doctor  de  Alma^an  ni  de  hombre  que  fuese  confeso. 
Para  esta  inocencia  de  mi  mujer,  yo  he  mandado  á 
dos  amigos  que  la  desengañen  porque  no  se  destemjde 
tanto,  y  nunca  se  lo  han  osado  dezir;  mas  yo  la  desen- 
gañaré también  en  llegando  a  mi  casa,  plazíendo  í 
Dios,  que  ella  quede  corrida  de  lo  passado. 

También  he  menester  deraygalle  otra  necesidad 

muy  grande  que  tiene.  Piensa  que  es  en  mi  mano  al^ar 

la cada  vez  que  yo  quisiere,  y  que  si  la  tengo 

cayda  lo  hago  adrede,  porque  no  la  quiero  bien,  y 

por  esta  razón  le  vuelvo  siempre  las  espaldas;  y  le  he 

jurado  muchas  vezes  a  Dios,  que  lo  primero  no  es 

en  mi  mano,  y  que  yo  no  la  puedo  más  mancar  que  la 

oreja;  y  que  en  el  volver  de  las  espaldas,  es  verdad 

que  yo  lo  hago  á  sabiendas,  porque  parezcaníos  á 

unos  camafeos ,  que  tienen  de  un  cabo  esculpida  una 
donzella  hermosa  y  del  otro  la  muerte,  para  que  la 

juuentud  vea  en  lo  que  ha  de  parar. 

I    Cecial :=scco  y  curado  al  aire,  por  lo  que  dice  Covarrubias  en  su 
Tesoro,  que  esta  palabra  viene  de  cierno. 


-r-  i3g  — 

Estas  cosas  dígolas  yo  a  y.  m.  como  á  un  amigo 
que  no  le  puedo  encubrir  los  secretos  de  mi  coraron,  y 
por  esso  no  las  deue  reuelar  á  otro  ninguno.  Tras  esto 
se  sigue  que  mis  deudos  y  algunos  de  mis  amigos  me 
reprehenden  el  matrimonio.  A  los  deudos  yo  no  digo 
nada,  porque  son  unos  cabrones  y  quisieran  veerme 
la  casa  como  si  fuera  huerta  sin  guarda;  mas  al  amigo 
que  merecia  satisfacción ,  pregúntele :  Si  mi  mujer  la 
primera  fuera  viua,  ¿seria  yo  casado?  Dixo  que  sí. 
Digo:  ¿Pues  por  qué  me  culpáis  si  lo  soy  ahora?  Dixo: 
Hay  mucha  differencia  de  una  mujer  anciana  y  de 
autoridad  á  una  mujer  mo^a  y  regalada.  Digo:  Esso  es 
8Í  yo  quisiere  la  mujer  para  cobrar  con  ella  méritos  y 
ancianía,  mas  quiérola  para  holgarme  honestamente  con 
ella,  y  no  para  refregar  una  vejez  con  otra,  que  harta 
mala  ventura  para  un  hombre  es  tener  una  vejez  sen- 
zilla,  sin  que  la  tenga  de  dos  altos.  Bien  parece  que 
no  os  hauíades  de  echar  vos  con  la  otra  si  fuera  viua, 
mas  ahora  tratays  de  la  virtud  en  cuerpo  ageno. 

Yo  vi  echados  en  una  cama  al  señor  Licenciado 
Acuña  y  á  su  mujer,  y  parecióme  una  cosa  tan  fea, 
que  di  muchas  gracias  á  Dios  porque  mi  mujer  no  habia 
envejecido  en  mi  compañía.  Mal  por  mal,  más  me 
quiero  estar  á  par  desta,  que  no  he  asco  della,  y  si  ella 
lo  huuiere  de  mí,  suya  será  la  peor  parte.  Hay  mu- 
chos que  por  estar  bien  seruidos  dan  cient  ducados 
por  una  sclaua,  yo  alcancé  con  ésta  sclaua  y  dineros, 
y  sírueme  con  más  amor  y  piedad,  y  no  es  p)ecado 
tenella  en  la  cama;  y  cuanto  á  pagalle  la  deuda,  el  que 
la  debe  ha  quebrado  y  no  puede  ni  es  obligado  á  pagar 
más  de  lo  que  tiene. 

Ahora  juzgad  vos  cuál  es  mejor  vida,  ésta  ó  la 


—    I40   -r 

que  hasta  ahora  he  tenido,  suzia  y  saluajina,  en  poder 
de  galfarros  '  suzios  y  traydores,  y  en  poder  de  hijos 
que  están  en  continua  a^echan^a  á  ver  si  me  sale  el 
alma,  que  ya  la  querían  ver  fuera,  aunque  fuese  en 
las  uñas  del  diablo.  Yo  estoy  ahora  con  más  descanso 
que  nunca,  y  dexele  de  tomar  antes,  porque  para 
hombres  pobres  es  muy  trabajosa  vida  traer  mujer 
en  la  Corte,  assí  como  es  buena  estando  de  assiento. 
Y  lo  que  dizen  que  la  mujer  mo^a  acarrea  la  muerte 
al  hombre  viejo,  yo  hallo  por  mi  speríenda  que  no 
saben  lo  que  dizen,  porque  la  moza  no  haze  daño 
sino  al  mo9o,  porque  quiere  y  puede;  al  viejo  no  le 
puede  dañar  porque  no  quiere  y  menos  puede.  De  la 
pobre  paciente  es  de  hauer  compassion ,  que  se  vee  y 
se  dessea ;  mas  cuando  ella  se  quexare  yo  apelaré  para 
la  Priora  del  Aldeanueua,  que  la  hará  renegar  de  la 
leche  que  mamó. 

Aquí  se  acaba  la  historia  del  matrimonio  nueuo  en 
cuerpo  viejo,  enxerído  como  medias  mangas  y  collar. 
De  Medina  del  Campo,  tres  de  Agosto  de  mil  qui- 
nientos cuarenta  y  dos  años. 


I    Galfarro^  hombre  ocioso  y  de  mala  vida,  también  equivale  á  «i- 
guacil  6  corchete. 


XLI. 


EL  DOCTOR   VILLALOBOS  X    COBOS,  COMENDADOR  MAIOR 

DB    LEÓN. 


( Valladolid,  12  de  Setiembre,  sin  año  t.) 


MUY  Ilustre  señor:  Quando  en  Valladolid,  en 
casa  de  V.  S. ,  y  en  compañía  del  señor  don 
Juan  Manuel  estoy  arrepentido  y  siento  so- 
ledad del  regocijo  de  la  Corte,  ¿qué  haré  en  Valderas 
sino  echar  carne  de  una  encina  de  aquellas?  Y  no  es 
posible  otra  cosa,  por  que  los  diablos,  que  eran  allí 
mis  conocimientos,  se  vienen  acá  a  brincar  conmigo 
con  muchas  maneras  de  tentaciones. 


I    Dice  en  esta  carta  Villalobos,  que  tenia  setenta  años,  y  como  nadó 
en  1473,  resulta  que  la  escribió  en  1542  ó  i543. 

De  esta  carta  hay  otra  copia  además  de  la  del  Museo  Británico,  en 
la  Biblioteca  de  la  Real  Academia  de  la  Historia.  (Papeles  varios  de  Je- 
suitas,  T.  ii5,  fol.  36  y  37.)  El  texto  de  esta  última  diñeredetal  manen 
del  de  aquella,  que  por  esta  causa  se  inserta  á  continuación. 

EL  DOCTOR   VILLALOBOS  AL  COMENDADOR   MAYOR. 


(De  Valladolid,  la  de  Setiembre.  Sin  dfio.) 

Muy  ilustre  Señor:  Quando  en  Valladolid  en  casa  de  V.  S.  y  en  com- 
pañía del  señor  don  Juan  Manuel,  estoy  arrepentido  y  tiento  soledad  del 


—  142  — 
Viene  el  diablillo  de  la  primera,  y  dame  ^inquenta 
y  cinco  de  mano,  y  á  los  otros  otros  tantos;  y  como 
ellos  echan  el  resto,  hago  yo  de  la  bestia  en  esta  con- 
templación :  me  estoy  holgando  en  extremo;  y  como 
yo  veo  después  que  no  es  nada,  siento  la  pena  doblada 
y  querría  volverme  allá  á  probar  mi  ventura.  Viene 
luego  otro  diablo  muerto  de  risa ,  y  éste  es  el  autor 
de  las  buenas  conuersa9Íones,  y  muéstrame  la  cena  de 
V.  S. ,  con  la  mesa  llena  de  velas  y  platos,  con  todas 
aquellas  bocas  muertas  de  risa  y  de  lisonja ,  unos  gra- 
ciosos y  otros  frios,  otros  mudos  y  otros  noveleros,  y 
quién  allí,  fuera  del  juego,  nota  las  9egueras  que  se 
hazen,  y  gusta  mucho  dellas.  Yo,  entre  medias  de 
negociar  mis  miserias,  tenia  entre  algunos  n^o^ios 
mis  ciertos  solazes,  con  que  ahora  me  da  en  el  rostro 
este  vellaco  y  me  fatiga  mucho. 

regocijo  de  la  Corte,  ¿qué  haré  en  Valderas  sino  ahorcarme  de  una  encina? 
Todos  quantos  diablos  eran  allá  mis  conocidos,  se  bienen  acá  á  ju^etar 
conmigo,  é  pónenmc  delante  mili  tentaciones.  Ei  uno  me  da  cincuenta  y 
cinco  de  mano,  y  á  los  otros  otras  tantas,  y  como  etloi  echan  el  reato, 
hago  yo  de  la  bestia;  y  en  esta  contemplación  estoime  holgando  hatea  que 
beo  que  no  es  nada,  y  como  entonces  siento  la  pena  doblada,  querría 
volberme  allá  á  probar  mi  ventura.  Bicene  (asi)  luego  otro  diablo  muerto 
de  risa,  muéstrame  la  mesa  de  V.  S.  llena  de  velas  y  de  platos,  con  todas 
aquellas  bocas  llenas  de  risa  y  de  lisonja,  vnos  graciosos,  otros  irios,  otros 
mudos  y  otros  nouclcros;  y  entre  medias  de  negociar  mis  miserias,  como 
estaba  fuera  del  juego,  notaba  las  cegueras  de  los  otros,  y  tenia  aUí  algu- 
nas noches  mis  ciertos  solaces,  con  que  agora  me  da  en  rostro  este  vellaco 
y  me  fatiga  mucho.  Viene  otro,  y  dícemc  que  aquí  no  hay  esperanza  de 
remedio  para  mis  hijos,  y  allá  sy,  porque  vn  dia  tras  otro,  viéndome  el 
Emperador,  se  acordarla  de  darles  de  comer.  Este  no  se  vá  sin  respuesta, 
porque  yo  le  digo  que  bastó  esperar  hasta  los  setenta  años,  pues  que  hay 
muy  pocos  hombres  que  lleguen  á  ellos;  y  qiiando  á  este  paso  no  había- 
mos medrado,  escusndo  era  esperar  más.  A  esto  respondió  que  Fonseca, 
después  de  los  setentti,  esperó  la  vacante  de  la  Encomienda  mayor  y  salió 
con  ella;  y  el  Gran  Chanciller  esperaba  ser  Papa,  y  si  no  perdiera  ei  resollo 
al  medio  camino,  quiyá  saliera  con  su  propósito;  y  don  Diego  Osorío  es- 
peraba ser  Mayordomo  mayor  de  la  Emperatriz,  y  si  no  se  muriera  de 


-  143  - 
Viene  otro,  y  dízeme  que  no  hay  esperanza  de 
remedio  acá  para  mis  hijos,  y  allá  sí,  porque  un  dia 
tras  otro,  viéndome  el  Emperador,  se  acordaría  de 
dalles  de  comer ;  y  éste  no  se  va  sin  respuesta,  porque 
yo  le  digo  que  bastó  esperar  hasta  los  setenta  años, 
pues  hay  muy  pocos  hombres  que  lleguen  a  ellos;  y 
quando  á  este  plazo  no  hauíamos  medrado,  excusado 
era  esperar  más.  Replicó  el  diablo  que  Fonseca,  des- 
pués de  los  setenta,  esperó  la  vacante  de  la  enco- 
mienda maior,  y  salió  con  ella;  y  el  gran  Chanciller 
esperaua  ser  Papa,  y  en  medio  del  camino  perdió  el 
resuello;  y  D.  Diego  Ossorio  esperaua  ser  maiordomo 
maior  de  la  Emperatriz,  y  como  vio'  que  se  tardaua 
la  vacante,  murióse  de  viejo,  que  si  espera  un  poco 
más  todavía  la  llevara;  y  el  Obispo  de  Avila  esperaba 
la  vacante  de  Toledo,  y  D.  Luis  de  la  Cerda  el  casa- 
viejo  todavía  lo  fuera;  y  el  Obispo  de  Avila  esperó  la  vacante  de  Toledo; 
y  don  Luis  de  la  Cerda  el  casamiento  del  Príncipe,  por  ser  ayo  de  su  pri- 
mogénito. Viene  luego  otro  diablo  que  sute  (asi:  suele)  estar  de  morada 
eo  la  cámara  del  Emperador,  y  dice.  ¿Quándo  soñó  el  puto  de  vuestro 
abuelo  que  entrásedes  vos  en  la  cámara,  quedando  muchos  Grandes  fuera 
della,  y  que  su  Majestad  tuviese  por  bien  de  trabar  hablas  y  conversa- 
clones  con  vos,  siendo  quien  sois  y  él  siendo  vn  Monarca  tan  celebrado 
en  el  mundo,  que  los  que  vinieren  de  aquí  á  mil  años,  darán  mucho  pre- 
cio por  ver  su  ymágen  al  propio,  quanto  mas  si  le  pudiesen  ver  bibo  y 
tratarle  como  vos  ha^íades?  A  este  dígole  yo:  ¡Oh,  cómo  eres  vellaco  mun- 
danal !  Bien  veo,  bien  veo  ques  muy  gran  ñesta  tener  conrersacion  con 
su  Majestad,  mas  esto  es  para  quien  medra  con  ello;  á  mí  no  me  aprove- 
chaba nada,  porque  le  juro  á  Dios,  que  acabando  de  reyr  con  él,  si  llegaba 
á  pedirle  algo,  me  mostraua  vna  cara  tan  diferente  de  la  pasada,  con  vnos 
ojos  tan  turbios,  que  me  hacia  temblar  la  pajarilla  en  el  cuerpo,  y  cortá- 
bame tanto,  que  con  qualquier  respuesta  le  dexaba;  y  más  te  digo,  ques 
cosa  perdida  tener  amistad  con  el  Emperador,  por  quel  que  la  trata  él  mu- 
cho á  su  ventaja,  á  mí  me  costaba  el  cuerpo  haciéndole  mili  pedazos  en  ser- 
UÍ9Í0  de  sus  hijos,  y  costábame  el  alma  perdiéndola  con  muchas  turbaciones 
despíritu  y  grandes  turbulencias  y  angustias  de  corazón,  que  yo  sintia 
con  sus  dolent^ias,  y  á  él  no  le  costaba  syno  aquella  risa  y  aquel  pasa- 
tiempo con  que  me  Rebaba  del  ayre.  Quando  esto  oyó  el  diablo,  fuese  hu- 


l 


—  144  — 
miento  del  Principe  para  ser -ayo  de  su  hijo  nuuor. 
Viene  luego  otro  diablo  que  suele  estar  de  inorada 
en  la  Cámara  imperial,  ¿y  cuándo  soñó  d  puto  de 
vuestro  abuelo  que  entrásedes  vos  en  la  Cámara, 
quedando  muchos  Grandes  fuera  della,  y  que  S.  M. 
tuuiese  por  bien  de  trauar  hablas  y  conuersadones, 
siendo  vos  quien  soys  y  él  siendo  un  Monarcha  tan 
celebrado,  que  los  que  leyeren  su  historia  de  aquí 
á  mil  años  darán  mucho  por  ver  su  retrato,  quanto 
más  si  le  pudiesen  ver  vivo  y  tratarle  como  vos  hada- 
des?  A  éste  dígole  yo:  ¡Oh,  cómo  eres  vellaco  y  mun- 
danal!; bien  veo  que  es  muy  gran  fiesta  tener  conuer- 
sacion  con  el  Emperador,  mas  esto  es  para  quien  me- 
dra con  ella:  á  mí  no  me  aprovechaba  nada,  porque  le 
juro  á  Dios  que  acabando  de  reyr  con  S.  M.  en  amor 
y  compañía,  si  llegaba  á  pedille  algo,  me  mostraua  una 

yendo  para  don  Luis  de  Zúñiga,  y  don  Enrique  de  Toledo  j  los  oompt- 
ñeros.  Viene  otro  diablo  muy  mezquino,  y.dize:  ¿Qué  puedes  tú  ganu*  en 
Valderas  sino  vn  lecho  que  te  haga  mal  prouecho  y  vna  (estilla  de  fruts 
que  vale  dos  maravedises?  Igual  ganancia  era  la  de  la  Corte,  queauisen 
ella  para  gastar  y  jugar  como  un  Duque.  Digo:  Más  vale  el  dinero  que  acá 
dejare  de  jugar,  que  todo  lo  que  allá  ganaba;  y  verlo  as  en  lo  que  me  sobró 
quando  me  vine.  Demás  desto  en  Valderas  hay  buen  aparejo  para  ganar 
vna  heredad,  que  sobrepuja  á  todas  las  otras  gañanías;  ésta  es  el  alms, 
que  ya  el  tiempo  desta  vida  para  mí  es  muy  breue,  y  ávn  he  miedo,  que 
vengo  tarde  á  negociar  para  el  tiempo  de  la  obra  que  minea  se  acaba. 
Viene  otro  y  díñeme:  ¿No  se  te  acuerda  de  la  vida  que  tenias  en  Palado 
quando  vna  dama  hermosa  te  dejaba  y  otra  te  tomaba,  y  los  caualleros, 
porque  salias  de  entrcUaF»  todos  tenían  quenta  contigo,  j  quando  adole- 
(ian  luego  te  llamaban  y  te  pagaban  por  amor  de  amigaT  Digo:  Tú  no 
sabes  que  quando  yo  me  vine,  ya  no  había  damas,  por  que  las  vnas  se 
fueron  con  sus  maridos,  y  en  llegando  luego  concibieron  y  dejaron  de  ser 
damas;  y  á  las  otras,  por  sus  delitos  ó  malos  deseos,  les  ñieron  dadss  por 
cárceles  las  casas  de  sus  padres;  y  á  las  otras  lebaron  por  el  rabo  como 
gtttas  de  algalia  á  meter  en  la  gaula,  porque  caguen  mejor  algalia  les  dan 
á  comer  palominos  y  tortillas  de  huevos;  y  los  caualleros  que  difcs  que 
me  llamaban  y  me  pagaban  bien,  tal  sea  tu  vida;  antes  te  digo  que  en 
pago  de  las  curas  me  pedían  dineros  prestados.  Ya  era  pasado  el  tiempo 


-  145- 

cara  tan  diferente  de  la  passada,  con  unos  ojos  tan  tur- 
bios, que  me  hazia  temblar  la  paxarílla  del  cuerpo;  y 
páreseme  que  el  gesto  segundo,  cotejándole  con  el  pri- 
mero, era  de  mano  de  algún  aprendiz.  Y  más  te  digo, 
que  la  amistad  mia  con  S.  M.  era  mucho  a  su  ventaja, 
porque  á  mí  costábame  el  cuerpo,  haziéndole  en  la 
vejez  mil  pedazos  en  seruicio  de  sus  hijos,  y  costá- 
uame  el  alma  con  muchas  aflicciones  despíritu  y  gran- 
des turbulencias  y  angustias  de  coraron  que  sentia  con 
sus  dolencias,  y  a  él  no  le  costaba  sino  aquella  risa  y 
aquel  passatiempo  que  tomaba  conmigo.  Quando  esto 
oyó  el  diablo,  fuesse  huyendo  para  D.  Luis  de  Cúñiga 
y  D.  Enrique  de  Toledo  y  los  otros  sus  compañeros. 
Viene  otro  diablo  que  gobierna  la  física,  y  dize: 
¿Qué  puedes  tú  ganar  en  Valderas  sino  un  lechon  y 
buen  prouecho  te  haga,  y  una  cestilla  de  ubas  colgadas? 

con  que  medráuamos  con  los  cauallcros  por  amor  délas  damas,  desde  que 
murieron  el  Condestable  don  Bernardino  y  el  Duque  de  Alúa.  Estos, 
siendo  finos  enamorados,  eran  en  este  caso  cabezas  de  bandos,  y  cada  vno 
dellos  recogía  y  acaudillaba  á  los  que  eran  de  su  parte,  y  como  eran  übc- 
ralísimos,  ayudaban  largamente  á  los  que  no  podían  lleuar  adelante  la 
costa  de  los  amores,  y  andaba  la  cosa  tanto  sobre  porfía  de  quererse  aven- 
tajar los  vnos  sobre  los  otros,  que  las  damas  triunfaban  mucho  y  no  per- 
dían nada  los  que  se  allegaban  á  ellas.  Agora  no  habla  ya  sino  caualleros 
syn  cabezas,  como  estatuas  antiguas,  y  era  menester  pedir  para  ellos  como 
para  las  ánimas  de  purgatorio.  Tras  estos  todos  viene  el  mismo  Sactanás 
y  dice:  Quando  tú  estabas  en  la  Corte  todos  los  Grandes  de  España  te 
hacían  mucha  más  honra  de  la  que  tú  merecías,  y  tus  deudos  eran  hon- 
rados en  sus  tierras  por  amor  de  tí  y  preciábanse  de  ser  tus  parientes; 
agora,  metido  en  Valderas,  serás  tan  ruin  como  vno  dellos.  Este  vellaco 
me  hizo  llorar  toda  vna  madrugada,  porque  me  supo  dar  el  corte  por  la 
coyuntura,  que  somos  todos  tan  amani;ebados  con  esta  vanagloria,  que 
por  vn  puntillo  de  honra  pasamos  la  más  trabajosa  vida  del  mundo,  y  por 
allí  la  perdemos,  porque  en  viéndonos  pompositos  luego  nos  dicen  las  be- 
llaquerías, de  manera  que  entonces  compramos  la  honra  máscara  quando 
ella  vale  menos,  sino  curamos  della  nos  la  dan  de  balde;  ansí  que  yo  quedé 
muy  quebrantado  con  este  encuentro.  No  piense  V.  S.  que  son  fábulas 
las  desta  carta,  que  verdaderamente  pasó  por  mí  esto  todo,  aino  es  ver 

lo 


—  146  — 
y  ¿  quál  ganancia  era  la  de  la  Corte,  que  hauia  en  ella 
para  gastar  y  jugar  como  un  duque  y  andar  siempre 
con  la  bolsa  llena  de  ducados  ?  Digo:  Más  vale  el  dine- 
ro que  acá  dexaré  de  jugar,  que  todo  lo  que  allá  ga- 
naua,  y  verlo  eys  en  lo  que  me  sobró  quando  me  vine. 
Demás  desto,  en  Valderas  hay  buen  aparejo  para  ganar 
una  heredad  que  sobrepuje  á  todas  las  otras  ganan- 
cias, esta  es,  el  alma,  que  ya  el  tiempo  de  esta  vida 
para  mi  es  muy  breue,  y  aún  he  miedo  que  vengo 
tarde  a  negociar  para  el  tiempo  de  la  otra  que  nunca 
se  acaba.  Este  también  echó  á  huyr,  y  fuese  á  la 
Corte. 

Luego  vino  el  diablo  de  las  damas,  y  dize:  ¿No 
te  se  acuerda  de  la  vida  que  tenias  en  Palado?  Una 
hermosa  te  tomaba  y  otra  te  dexaba,  y  los  caballeros, 
porque  salias  de  entre  ellas ,  todos  tenian  cuenta  con- 
tigo y  te  daban  mil  abramos,  y  cuando  adolecían  luego 


la  cara  del  enemigo.  Mas  bien  se  conoce  ques  d!  en  las  turbadona  que 
me  pone,  porque  si  fuese  espíritu  bueno,  no  había  de  aooniejar  á  vn  Uuo 
que  tanta  experiencia  tiene  de  la  Corte  y  de  sus  peligros  y  trabajot,  que 
se  volviese  á  ella,  ni  yo  lo  haría  ya  si  no  perdiese  el  seso;  ántet  he  rea>- 
jido  mis  libros,  que  los  tenia  derramados  por  los  lugares  de  mi  peregrina- 
cion,  y  ahora  verá  V.  S.,  si  Dios  quisiere,  que  tan  gran  letrado  he  de 
salir  para  el  otro  mundo;  y  ¿un  creo  que  no  seré  tan  mal  hombre  como 
allá,  porque  acá  no  habrá  jugar,  no  habrá  souerbia,  ni  enuidia,  ni  mal- 
querencia, que  no  puedo  ser  agrauiado  de  otros  que  sepan  menos  que  yo, 
como  lo  era  en  la  Corte,  y  por  esto  no  podia  estar  en  perfecta  caridad  con 
mis  próximos,  ques  vna  cosa  más  peligrosa  para  el  alma  de  lo  que  la 
gente  piensa.  Físico  hay  en  la  Corte  que  quando  por  caso  halle  alguna 
cosa  para  dezir  primero  que  los  otros,  es  tanta  su  presunción,  que  piensa 
que  nunca  nadie  alcanzó  aquello,  porque  como  es  para  él  cosa  nueua^  cree 
que  lo  es  así  para  todos;  como  los  desarropados,  que  quando  alcan^n  Tn 
jubón  nucuo,  piensan  que  no  hay  otro  jubón  sino  el  suyo.  Este  es  vn  hom- 
bre muy  enamorado  de  sí  mismo,  y  todas  sus  cosas,  por  feas  que  sean, 
le  parecen  hermosas.  Cierto,  son  estos  sus  amores  muy  descansados  para 
él,  porque  los  alcanzará  cada  vez  que  quisiere  y  no  tiene  competidor  nin- 
guno. Estos  vestiglos  y  otros  tales,  echándome  mili  agraces  en  los  Ofos, 


—  147.— 
te  llamaban  y  te  pagaban  por  amor  de  amigo.  Digo: 
Tú,  vellaco,  no  sabes  que  cuando  yo  me  vine,  ya  no 
haüia  damas»  que  las  unas  se  fueron  con  sus  maridos, 
y  en  dándose  las  manos  conciuieron ,  y  luego  dexaron 
de  ser  damas,  y  á  las  otras  por  sus  delitos  y  malos 
desseos,  les  fueron  dados  por  cárceles  las  casas  de  sus 
padres,  y  á  las  otras  Ueuaron  por  los  rabos  como  gatos 
de  algalia  á  meter  en  la  jaola;  y  porque  saquen  me- 
jor algalia  les  dan  palominos  y  tortillas  de  huevos.  Y 
los  caballeros  que  dices  me  llamaban  y  me  pagaban 
bien,  tal  sea  tu  vida,  antes  te  digo  que  en  pago  de  la 
cura  me  pedian  dineros  prestados.  Ya  era  pasado  el 
tiempo  en  que  medráuamos  con  los  caualleros  por 
amor  de  las  damas,  desde  que  murió  el  Condestable 
D.  Bernardino  y  el  Duque  de  Alúa.  Estos,  siendo  finos 
enamorados ,  eran  en  este  caso  caue^as  de  bandos ,  y. 


hicieron  más  clara  la  vista  para  considerar  el  camino  de  la  salud.  De  Va- 
lladolid,  XII  de  Setiembre. 

Esto  que  agora  diré  se  me  oluidaba  en  el  tintero.  Yo  venia  pensando 
entrar  yeguas  de  casta  en  aquel  monte  de  ValderaSf  porque  soy  afícionado 
á  potros  de  buen  talle;  y  á  Nuestro  Señor  le  plugo  de  hacer  el  comien^, 
y  el  San  Jolian  buena  estrena,  y  hame  dado  vna  potra  muy  hermosa. 
Digo:  Señor,  potros  quena  yo,  que  no  melón  de  invierno.  No  ha  muchos 
dias  que  se  dixo  en  la  Corte  que  V.  S.  traba  otra;  pésame  porque  no  salió 
verdad,  quisiera  que  como  somos  grandes  amigos,  fuéramos  también  com- 
pañeros en  la  mercaduría,  aunque  sé  que  á  mi  señora  no  le  pluguiera  de 
la  granjeria  de  las  potrancas.  Siempre  temí  que  en  esto  habían  de  parar 
mis  vientos,  no  los  medre  Dios,  que  como  vieron  que  yo  los  echaba  del 
corral  á  gujinchones,  arremetieron  á  romper  las  barreras  y  huyeron 
al  montecillo,  y  después  encerráronse  todos  en  el  bolsón  del  valle,  por- 
que me  comprendiese  la  maldición  de  Nuñrica  de  Almeyda,  que  quando 
estaba  enojada  de  mí  nunca  me  dicia  sino  «á  malos  traques  mueras;»  y 
no  seria  cosa  muy  nueva,  que  mis  compañeros  Frías  y  Alfaro  desto 
mismo  murieron.  No  escribo  más  largo,  por  la  gran  prisa  que  me  da  este 
mensajero,  para  otro  dia  alargaré  mucho  más  la  mana  Las  manos 
de  V.  S.  besa:— El  Doctor  Villalobos. 


—  ,14»  — 
cada  uno  dellos  regia  y  acaudillaba  a  los  que  eran  de 
su  parte;  y  como  eran  liberalísimos,  ayudaban  larga- 
mente a  los  que  no  podian  llevar  adelante  la  costa  de 
los  amores;  y  andaba  la  cosa  tanto  sobre  porfía  de 
quererse  aventajar  los  unos  sobre  los  otros,  que  las 
damas  triunfaban  mucho,  y  no  perdian  nada  los  que 
se  llegaban  á  ellos.  Ahora  no  hauia  más  que  caualle- 
ros  sin  caberas,  como  estatuas  del  tiempo  viejo,  y  era 
menester  pedir  para  ellos  como  para  las  animas  del 
purgatorio.  Este  diablo,  también  huyó  dando  los  maio- 
res  sospiros  del  mundo. 

Tras  estos  todos  viene  el  mismo  Satanás ,  y  dize: 
Quando  estauas  en  la  Corte,  todos  los  Grandes  de  Es- 
paña te  hazian  mucha  más  honra  de  la  que  te  merecías, 
y  tus  deudos  eran  honrados  en  sus  tierras  por  amor 
de  tí,  y  preciábanse  de  ser  tus  parientes;  ahora  metido 
en  Valderas  serás  tan  ruyn  como  uno  dellos.  Este  ve- 
llaco  me  hizo  llorar  toda  una  madrugada,  porque  me 
supo  dar  el  corte  por  la  coyuntura,  que  somos  todos 
tan  amanceuados  con  esta  vanagloria,  que  por  un 
puntillo  de  honra  passamos  la  más  trauajosa  vida  del 
mundo,  y  por  alli  la  perdemos;  porque  en  viéndonos 
pompositos,  luego  nos  dizen  las  vellaquerias ,  de  ma- 
nera que  entonces  compramos  la  honra  máscara  cuando 
más  la  perdemos,  y  cuando  no  curamos  della  nos  la  dan 
de  valde.  Assi,  que  yo  quedé  muy  quebrantado  con 
este  encuentro;  y  no  piense  V.  S.  que  son  fábulas  las 
de  esta  carta,  que  verdaderamente  pasa  todo  esto  por 
mí,  sino  es  ver  la  cara  al  diablo.  Mas  bien  se  conoce 
que  es  él  en  las  turbaciones  que  me  pone,  porque  espí- 
ritu bueno  no  hauia  de  aconsejar  á  un  viejo  que  tanta 
experiencia  tiene  de  la  vida  y  peligros  de  la  Corte, 


—  149  — 
que  se  volviese  á  ella ,  ni  yo  lo  haría  ya  si  no  perdiese 
el  sesso,  antes  he  recogido  mis  libros,  que  los  tenia 
derramados  por  mil  partes,  y  ahora  verá  V.  S. ,  si 
Dios  quisiere,  que  tan  letrado  he  de  salir  para  el  otro 
mundo;  y  creo  que  no  seré  tan  mal  hombre  ni  tan  di- 
soluto como  allá,  porque  acá  no  habrá  jugar,  ni  ira, 
ni  soberuia,  ni  envidia  ni  mal  querencia,  porque  no 
puedo  ser  agrauiado  de  otros  que  sepan  menos  que  yo, 
como  lo  era  en  la  Corte ,  y  por  esto  no  podia  estar  en 
perfecta  charídad  con  mis  próximos,  que  es  una  cosa 
más  peligrosa  para  el  alma  de  lo  que  la  gente  piensa. 

Físico  hay  en  la  Corte,  que  cuando  por  caso  halla 
alguna  cosa  que  dezir  prímero  que  los  otros,  queda 
con  tanta  presunción  que  piensa  que  nunca  nadie  al- 
canzó aquello,  porque  como  es  para  él  cosa  nueua, 
créelo  que  es  assí  para  todos,  como  los  desarrapados 
que  cuando  alcancan  un  jubón  nueuo  piensan  que  no 
hay  otro  jubón  sino  el  suyo.  Este  es  un  hombre  muy 
enamorado  de  sí  mismo,  y  todas  sus  cosas,  por  feas 
que  sean,  le  parecen  hermosas.  Cierto,  son  estos  sus 
amores  muy  descansados  para  él,  porque  los  alcanzará 
cada  vez  que  los  quisiere,  y  no  tiene  competidor  nin- 
guno. Estos  vestiglos  y  otros  tales,  echándome  mil 
agraces  en  los  ojos,  me  hizieron  clarificar  la  vista  para 
considerar  el  camino  de  la  salud. 

Oluidáseme  una  cosa  que  ha  passado  por  mí,  de 
bienauenturada  recordación.  Yo  venia  pensando  en 
criar  yeguas  de  casta  en  el  monte  de  Valderas,  porque 
soy  aficionado  á  potros  de  buen  talle;  plugo  á  Nuestro 
Señor  de  hazer  el  comiendo,  y  hame  dado  una  potra 
de  ruyn  casta.  Digo:  Señor,  potros  querría  yo,  que  no 
melón  de  invierno. 


—  1 5o  — 

No  ha  muchos  dias  que  se  dijo  en  la  Corte  que 
V.  S.  criaua  otra;  a  mí  me  pesa  porque  no  salió  ver- 
dad, porque  quisiera,  como  somos  grandes  amigos, 
que  fuéramos  también  compañeros  en  la  mercadería, 
aunque  á  mi  señora  doña  María  no  le  pluguiera  de 
la  granjeria  de  las  potrancas.  Siempre  temí  que  en 
esto  hauian  de  parar  mis  vientos;  no  los  medre  Dios, 
que  como  vieron  que  yo  los  echaua  del  corral  á  guin- 
chones,  arremetieron  a  romper  las  barreras  y  huye- 
ron al  montezillo,  y  después  encerráronse  todos  en 
el  bolsón  del  valle,  porque  se  cumpliese  la  maldición 
de  Nufrica  del  Almeida,  que  quando  estaba  enojada 
de  mi,  nunca  me  dezia  sino  <á  malos  traques  mueras>; 
y  esto  no  será  cosa  muy  nueua ,  porque  mis  compa- 
ñeros Frias  y  Alfaro ,  Dios  los  perdone ,  desto  mismo 
murieron. 


XLII. 


£L    DOCTOR    VILALOBOS  AL    DUQUE   DON   MANRRIQUE 

DE  LARA. 


{Rioseco,  1 3  de  Agosto  de  1546.) 


ILMO.    Señor:    Desseo    mucho  la  salud  de  V.  S.,  | 
assí  por  ser  ella  muy  preciossa,  como  por  tener  un  1 
hombre  de  mi  tierra  con  quien  se  pueda  hablar,  que  / 
por  acá ,  si  no  fuese  el  Alrpirante ,  yo  no  los  entiendo  ( 
ni  ellos  á  mí,  assí  son  para  conmigo  sordos  y  mudos,  - 
y  yo  también  con  ellos ;  y  como  en  el  proceso  de  mis 
edades  se  me  han  muerto  dos  ó  tres  generaciones  con 
quien  yo  trataua,  tan  muerto  soy  para  los  que  quedan 
como  los  que  yo  he  visto;  y  aún  he  hecho  mejor, 
porque  ninguno  de  los  siete  durmientes  ha  hallado  tan 
trocado  el  mundo  y  los  edificios  y  las  monedas,  como 
yo  lo  he  hallado  ahora  acordándome  de  los  siglos  pa- 
sados. 

Murióse  el  Rey  con  toda  aquella  camarada;  mu- 
riéronse los  Grandes ;  murióse  la  moneda  y  los  que  la 
athesorauan;  muriéronse  los  Arzobispos  y  otros  Ar^o- 


—    l52    — 

bispos ,  y  los  arzobispados  con  ellos ;  y  ¿  quién  no  es 
muerto,  pues  se  murió  Perico  de  Ayala,  delicias  del 
linaje  humano,  y  el  bastardico,  y  ahora  Ménica,  y  no 
murió  D.  Miguel?  Muriéronse  las  damas  primas  y 
las  tor^uelas  '  y  las  ñestas  y  la  liberalidad  y  todos  los 
plazeres  y  toda  la  buena  simiente  de  las  virtudes,  y 
las  lumbres  de  la  razón,  porque  quien  lo  habia  de 
resucitar  todo,  por  nuestros  pecados  no  puede  estar 
sino  ausente  de  la  patria.  En  fin ,  toda  la  gentilleza  es 
muerta,  y  quien  se  crió  y  creció  en  ella  no  puede  con- 
servarse sin  heder  á  todos,  aunque  esté  hecho  tasajo 
y  cargado  de  sal ,  porque'  la  sal  que  solia  ser  buena, 
ahora  esta  tan  infutuada,  que  la  echan  fuera  para 
hollarla  con  los  pies. 

Aquí  me  dixeron  que  está  con  V.  S.  el  Doctor 
del  Águila,  de  que  he  holgado  mucho,  por  la  buena 
relación  que  oí  de  su  doctrina  y  de  su  juizio;  mas 
dixéronme  también  que  habia  requerido  al  Doctor 
León,  que  tiene  la  cáthedra  de  Alcalá,  y  desto  me 
pesó  mucho,  porque  no  se  puede  sufrir  en  compañía 
de  otro,  y  es  hombre  que  por  sostener  una  opinión, 
es  poco  para  él  matar  todos  los  enfermos  de  una  oto- 
ñada, y  aun  á  los  físicos,  porque  trae  debaxo  de  la 
loba  un  bracamante,  y  en  disputando  con  alguno 
nunca  quita  la  mano  de  la  empuñadura.  Yo  le  vi  leer 
una  vez  á  los  escolares,  y  era  tanto  el  heruor  y  el 
aceleramiento  con  que  leya,  que  no  pudo  sufrir  d  an- 
gostura de  la  cáthedra,  y  apeóse  della  en  mi  presencia 
y  vínose  con  tan  desordenado  ímpetu,  que  me  hizo 


I  Tor^uelas,  palabra  de  volatería,  se  aplica  al  halcón  que  sale  el  ter- 
cero del  nido,  porque  los  dos  primeros  empollados  por  el  halcón  suelen 
ser  hembras,  y  se  llaman  primas. 


—  i53  — 

temblar  la  paxarílla  en  el  cuerpo.  Quiso  Dios  que  no 
lo  hauia  conmigo,  porque  llegado  el  fin  de  la  carrera 
que  se  haze  entre  aquellos  bancos,  volvióse  por  el 
mismo  camino;  y  tanto  era  el  esgrimir  de  los  bracos 
que  unas  vezes  corría  y  otras  saltaua  con  los  ojos 
salidos  afuera,  echando  espumas  por  la  boca  como  los 
sacerdotes  de  la  cueua  de  Trophemio,  y,  cierto,  las 
cosas  que  dezia  no  eran  tan  diuinas  que  mereciesen 
aquellas  gesticulaciones.  Y  como  el  juyzio  que  es  me- 
nester para  curar  las  passiones  deue  ser  sin  passion  y 
andar  con  gran  sosiego  de  anima,  atentadamente  dis- 
^irniendo  entre  tantas  variedades  de  cosas  para  escoger 
lo  menos  malo,  parecióme  que  yo  no  osaría  curarme 
con  aquel  hombre. 

Assí  que,  señor,  pues  que  V.  S.  ha  tomado  los 
físicos  á  la  imagen  de  los  euangelistas,  el  buey  y  el 
hombre^ico  y  ahora  el  águila,  guárdese  del  león,  por- 
que nunca  volvió  del  propósito,  aunque  fuesse  errado, 
sino  semper  ante  faciem  suam  ambulabat  et  ubicumque  erat 
Ímpetus  spiritus^  illuc  grediebatur,  sin  esperar  el  voto 
del  compañero,  ni  otra  razón  por  buena  que  fuesse. 

Supplico  á  V.  S.  que  mande  á  su  Secretario  que 
haga  relación  con  los  que  vienen  á  la  feria  de  la  dis- 
pussicion  de  V.  S.,  porque  si  mi  facultad  bastasse 
para  ello,  nunca  cessarian  los  correos  que  me  diessen 
cada  día  nuevas  del  Duque  de  Nájera,  mi  señor,  y 
de  mi  señora  la  Duquesa,  á  quien  prospere  Dios  mu- 
chos años.  De  Rioseco,  trece  de  Agosto  de  mil  qui- 
nientos cuarenta  y  seis. 


XLIII. 


£L    DOCTOR   VILLALOBOS  AL   ALMIRANTE    DE   CASTILLA. 


(i2  ^£  Mayo  de  1549.) 


LMO.  Sr. :  Las  nueuas  de  la  Corte  son  éstas.  Anda 
en  ella  una  señora  que  se  llama  doña  Speran^a, 
.que  trae  perdida  la  maior  parte  de  los  cortesanos; 
y  aunque  ella  es  muy  gran  puta ,  que  á  todos  se  da, 
son  muy  pocos  los  que  alcanzan  lo  que  promete,  y 
estos,  si  son  gente  baxa>  no  tienen  qué  perder,  todos 
ganan  con  ella,  los  grandes  todos  pierden,  porque  vale 
mucho  menos  la  presa  que  esperan  que  lo  que  ellos 
despenden  de  su  patrimonio  tras  ella.  Esta  señora  anda 
siempre  preñada,  como  dizen  los  naturales  de  las  hem- 
bras de  los  conejos,  que  estando  preñadas  se  empreñan 
otra  y  otra  vez ;  y  así ,  los  galapos  que  traen  en  el 
vientre,  unos  comienzan  y  otros  demedian  despluma- 
dos, y  otros  están  enteros  con  su  pelo.  Assi  la  señora 
susodicha  trae  en  el  vientre  unas  speran^as  grandes,  y 
otras  menores,  y  otras  más  chicas,  y  éstas  dan  muy 
mala  huelga  á  los  que  viuen  con  su  madre  trayéndolos 


—  i56  — 

de  oficial  en  oficial,  y  de '  con  tantos  caminos  y  tan 

de  valde,  que  ningún  sosiego  ni  descanso  pueden  traer 
el  día  ni  la  noche. 

Yo  en  este  caso  mejor  librados  tengo  á  los  deses- 
perados y  porque  estos ,  a  lo  menos ,  gozan  de  lo  que 
tienen ,  sin  dar  sospiros  ni  vuelcos  en  la  cama  por  lo 
que  esperan;  y  aunque  V.  S.  hizo  esta  jomada  sola- 
mente por  seruir  á  su  Majestad  y  al  Príncipe,  sin 
otro  respecto  de  interese  ninguno,  después  desto  ha 
ceuado,  si  la  dicha  puta  vieja  acordare  de  traelle  sus- 
penso y  engañado,  mi  parecer  seria  que  desespere  y 
se  vuelva  á  su  casa.  Esto  es  lo  que  anda  en  la  Corte 
desde  Céssar  el  primero  hasta  Céssar  el  postrero,  á 
quien  Dios  guarde  muchos  años,  y  desde  un  Pedro 
hasta  un  piedra,  porque  Sili^eo  quiere  dezir  piedra,  á 
quien  dixo  su  Majestad :  Tu  eres  piedra  y  sobre  esta 
piedra  edificaré  la  mi  iglesia  de  Toledo  *. 

Las  nueuas  de  Medina  que  á  mí  me  han  acaecido 
con  mi  señora  la  Duquesa,  son  éstas.  Yo  lo  tengo 
merecido  á  Dios  por  el  pecado  de  la  soberuia ,  como 
la  státua  del  Nabucodonosor,  que  tenia  la  cabera  de 
oro  y  los  pies  de  hierro  y  lodo,  porque  quando  estaba 
en  la  Corte  ó  en  Valladolid ,  yo  presumía  que  era  el 
príncipe  de  la  medicina,  y  assí  todos  los  otros  docto- 
res en  nuestras  juntas  me  tenian  mucho  acatamiento, 
y  esto  desde  el  tiempo  de  los  Serenísimos  Reyes  Cathó- 
licos  hasta  el  tiempo  de  la  villa  de  Medina',  adonde 
he  venido  á  ser  las  hezes  y  el  deshecho  de  toda  la 
medicina. 

Yo  me  contentarla  de  andar  a  la  par  con  el  doctor 

I     Hay  un  claro  en  el  manuscrito. 

7    Juan  Martínez  Silíceo  fué  electo  Arzobispo  de  Toledo  en  i545. 


-  i57- 
López,  mas  precédeme  en  el  crédito  la  de  Trueba, 
y  la  bruxa  del  patio,  y  la  beata  h^chizera  del  hospital, 
y  la  saludadera  de  Santiago,  y  el  hombre  derrengado 
que  cura  el  mal  de  hijada  con  el  estiércol  de  ratones; 
y  quando  alguna  destas  están  en  la  Cámara,  no  me  de- 
xan  á  mi  entrar,  y  mandan  que  no  se  haga  nada  de  lo 
quel  doctor  Villalobos  dixere,  porque  ha  de  matar 
á  la  Duquesa  como  á  la  Emperatriz  '. 

Viniéronle  á  su  Señoría  unas  tercianas  antes  que 
pariese,  y  con  el  buen  parto  que  huuo  y  la  gran  pur- 
gación, no  fué  menester  hazelle  cosa  de  medicina,  sino 
curalla  con  sus  caldos  como  á  parida,  y  assi  se  le  qui- 
taron las  tercianas,  y  como  yo  no  era  bastante  para 
tanto  como  esto,  fué  llamado  Rodríguez. 

Esto  digo  á  V.  S.,  no  para  que  lo  remedie  de  allá, 
sino  porque  descansan  los  enfermos  en  quexarse  de 
sus  trabajos.  Una  cosa  no  dexaré  de  la  cámara:  des- 
mándesele la  parte  baxa  y  despidió  un  gran  viento. 
Dixo:  Pápate  ese  hongo,  y  como  vi  que  todo  era  viento 
salime  de  la  cámara.  No  es  muy  sabrosa  la  fruta  de 
postre  desta  carta,  mas  tales  manjares  hay  en  ella,  que 
puede  passar  por  buena.  Fecha  á  doce  de  Mayo  de 
mil  quinientos  cuarenta  y  nueve  años. 


^  Al  Marqués  de  Lombay,  yendo  á  ca^a,  se  le  per- 
dió un  gerifalte,  y  apartándose  de  sus  caladores  enbus- 

1  Nótese  esta  frase  de  Villalobos,  fundamento  de  la  opinión  acerca  del 
motivo  de  su  retirada  de  Palacio. 

2  Este  diálogo  no  debe  formar  parte  déla  carta  anterior,  y  por  su 
contexto  se  ve  claro  que  se  hubo  de  escribir  mucho  antes  que  ella,  pues 
el  año  de  1549  hacia  diez  que  había  muerto  la  Emperatriz,  y  algunos 
que  el  Marqués  de  Lombay  habia  entrado  en  la  Compañía  de  Jesús. 


—  i58  — 

ca  del  alcon,  donde  dando  voces  parecióle  que  le  res- 
pondían de  léxos ,  y  no  era  sino  la  rebenieradon  de 
sus  mesmas  vozes,  a  quien  los  poetas  llaman  Eco; 
y  como  yba  cansado,  acordó  reposar  alli  un  poco 
y  preguntar  á  qué  le  respondían  las  primeras  cosas 
que  le  viniesen  á  la  memoria,  y  como  andaua  algo 
doliente ,  acordóse  de  los  físicos.  Pongamos  una  M 
cuando  hablare  el  Marqués,  y  una  E  cuando  ha- 
blare Eco. 

M.  Los  doctores  de  Alfaro,  de  Melgar  y  de  Vi- 
llalobos, ¿qué  harán  ahora  sus  mercedes? 

E.     Cedes. 

M.  ¿Qué  han  dado  sus  Majestades  al  doctor 
Alfaro  después  de  tanta  vejez  y  fatiga  ? 

E.     Higa. 

M.  Si  es  aquella  que  trae  en  el  ojo,  ¿qué  cosa  es? 
porque  me  dizen  que  se  hizo  cuando  era  mo^o  de  estu- 
diar tanto  en  el  arte  de  Lebrija. 

E.     Rija. 

M.     ¿Y  qué  han  de  hazer  del  a  la  fin? 

E.     Fin. 

M.  Y  el  doctor  de  Melgar,  ¿  qué  quieren  hazer 
del?  decidlo  presto,  acabad. 

E.     Abad. 

M.  ¿Y  qué  pide  si  en  la  Abadía  de  San  Isidro 
hubiere  suspensión? 

E.     Pensión. 

M.  Y  después  que  todas  esas  cosas  acabare  de 
procurar,  ¿en  qué  ha  de  parar? 

E.     Arar. 

M.     ¿Y  qué  le  han  dado  á  Villalobos? 

E.     Lobos. 


-  i59  - 

Ai.  No  os  burleys  conmigo:  yo  os  pregunto  qué 
le  ha  dado  el  Emperador  en  esta  jornada. 

E.     Nada. 

M.  Pues  dezianme  que  su  Majestad  le  había  en- 
viado trescientos  ducados  de  pensión  para  su  hijo,  y 
que  este  correo  la  traxo. 

E.     Xo. 

Ai.  No  me  maravillo,  porque  el  Emperador  diz 
que  le  tiene  por  peor  que  Arriano. 

£.     Ya  no. 

Ai.  ¿  Pues  cómo  le  dexó  en  esta  consulta,  olvidóse 
ó  determinóse? 

E.     No  sé. 

Ai.  Si  es  porque  el  Emperador  cree  que  no  hay 
física,  y  por  esso  cuando  estaua  quartanarío  en  Valla- 
dolid,  envió  á  Villalobos  á  Estremadura  y  quedó 
Ponte  por  médico  de  los  principales;  y  como  el  dicho 
Ponte  era  hijo  de  un  molinero,  aprendió  muy  bien  a 
llevar  trigo  al  molino,  y  otras  experiencias  nó. 

E.     Asno. 

M.  La  ciencia  del  asno  es  llevar  trigo  al  molino, 
mas  ¿en  qué  pensays  que  trataba  su  padre  después 
que  dexó  el  molino? 

E.     Lino. 

M.  Es  verdad  que  trataba  en  lino,  y  las  más  de 
las  noches,  estando  borracho,  quemaba  las  manadas; 
y  aún  el  señor  su  hijo,  no  está  todas  horas  en  buen 
concierto. 

E.     Cierto. 

Ai.  Tan  cierto  como  vos  estays  ahí ,  aunque  yo  no 
sé  quién  soys;  querría  sauer  si  soys  hombre  ó  mujer, 
si  soys  persona  de  paz  ó  de  revuelta. 


—  i6o  — 

E.     Vuelta. 

M.  Ya  yo  os  entiendo,  dezís  que  soys  la  vuelta 
de  mis  ultimas  voces,  así  que  el  rechazo  de  mis  pala- 
bras es  respuesta  de  mis  preguntas.  Ya  yo  hauia  oido 
dezir  de  vos  en  las  fábulas  de  los  poetas,  mas  nunca 
pude  creer  que  fuéssedes  mujer,  porque  no  soys  nada 
prolixa ,  antes  respondey s  á  todo  lo  que  os  preguntan 
con  medias  palabras ,  y  áim  essas  tomays  prestadas; 
mas  dexemos  estas  philosophías  y  tornemos  a  nuestro 
Villalobos.  Yo  sé  que  Pedro  González  de  Mendo^i 
lleua  este  su  negocio  mucho  á  cargo ,  veamos  en  qué 
ha  de  romper? 

E.      Per. 

M.  Catad  ahí  una  gentil  resolución  de  negocios, 
mas  ¿qué  tal  quedará  de  esso  el  Arcediano  de  Toledo? 

E.     Ledo. 

M.     ¿Y  D.  Hurtado,  su  hermano,  que  dirá? 

E.     Dirá. 

M.  La  Emperatriz  ¿no  hará  algún  socorro  en  la 
tempestad  dessa  nao? 

E.     Nao. 

M.  Veamos:  en  estas  cosas  de  Villalobos  ¿ha 
hablado  la  Marquesa  de  Lombay? 

E.     Bay. 

M.     ¿Y  aprovechóle  alguna  vez? 

E.     Ez. 

M.  Amiga,  no  me  respondays  en  vascuence,  que 
ni  le  sé  ni  le  creo. 

E,      Creo. 

M.  Ahora  dexemos  á  Villalobos,  que  está  ya  tal 
que  presto  nos  dexará  á  nosotros.  Vamos  á  ver  las 
damas  si  han  gana  de  casarse ,  si  le  consultan  entre  sí. 


—  i6i  — 

E.     Sí.  , 

M.     Y  el  marido  ¿qué  tal  quieren  que  sea? 

E.     Que  sea. 

M.  No  basta  que  sea,  sino  que  ha  de  tener  alguna 
buena  propiedad. 

E.     Edad. 

M.     ¿De  viejo  ó  de  mo^o? 

E.     M090. 

M.  Y  esse  quieren  que  sea  tuerte  como  Sansón, 
rico  como  el  Conde  de  Benavente,  suelto  como  don 
Pedro  Guadix. 

E.     Dix. 

M.  Veamos:  ¿no  se  contentarán  que  sea  como  el 
Conde  de  Miranda,  apartado  de  vicios  y  buen  chris- 
tiano  ? 

E.     No. 

M.  ¿Qué  se  les  da  que  descuyde?  Tiénenlo  por 
señal  mortal? 

E.     Tal. 

M.  Hora  pues,  digan  ellas  lo  que  quisieran,  que 
yo  sé  que  cada  vez  que  habla  con  la  Emperatriz  es  á 
prouecho  de  algunas  dellas ,  y  algunas  vezes  lleua  de 
un  golpe  dos. 

E.     Pedos. 

M.     Qué  esperanza  vuestra  de  mi  gerifalte? 

E.     Falte. 

M.     Essa  es  la  que  á  mí  me  escueze,  que  de  todo 
esto  otro  me  quedaua  muy  poco  resabio. 
E,     Sabio. 

Después  que  el  Marqués  huuo  alternado  con  Eco,     j 
y  Eco  con  el  Marques ,  conoció  el  Marqués  que  por 

II 


—    102    — 

medianería  del  ayre  se  hazian  en  este  mundo  todas  las 
cosas;  y  que  pues  todo  es  ayre,  deuríamos  de  volar 
con  los  pensamientos  de  nuestros  deseos  en  mayor 
altura,  porque  en  aquella  ca^a  el  trauajo  es  menos  y 
el  deleyte  es  más,  y  la  presa  es  de  tanta  excelenda, 
que  ni  los  ojos  de  los  vicios  los  vieron,  ni  los  corazones 
humanos  lo  pudieron  comprehendcr. 


XLIV. 

EL    DOCTOR     VILLALOBOS    Á     DON    ALONSO    DE    FONSECA, 
ARZOBISPO     DE     SANTIAGO,     ENVIÁNDOLE     UN    DIÁLOGO 

QUE    LE    había    PEDIDO  '. 


{Sin  fecha ) 


ALLÁ  envió  el  dialogo,  como  lo  tiene  el  señor 
don  Gómez.  Si  V.  S.  lo  quiere  para  burlar 
de  mí,  dígalo  claro,  que  buen  compañero  soy 
para  acudir  y  rechazar.  La  otra  escaramuza,  como 
V.  S.  dice,  fué  más  trabada  que  la  primera,  porque 
con  la  quartana  el  paciente  no  estaba  muy  philósopho, 
y  con  el  vino  el  philósopho  no  estaba  muy  paciente. 

Aquellos  señoritos ,  como  son  buenos  despartido- 
res de  ruydos,  gustaron  mucho  más  de  las  veras  que 
de  las  burlas,  y  deseaban,  con  gran  charidad  que  hay 
en  ellos,  que  viniéssemos  á  las  greñas.  Y  porque  estas 
cosas  que  se  hacen  con  calor  y  con  gestos  y  meneos 
furiosos  son  graciosas  durante  la  far^a,  y  no  valen  na- 
da escriptas ,  no  las  encomendé  á  la  memoria,  y  por 
esso  no  las  envió  á  V.  S.  De  Valladolid,  etc. 

I  Publicada  en  el  libro  intitulado  Los  problemas  de  Villalobos,  Re- 
ñérese  al  «Diálogo  que  passó  entre  un  Grande  deste  Reyno  de  Castilla,  es- 
tando con  el  frió  de  la  quartana,  y  el  Doctor  Villalobos  que  estaba  alH 
con  él. i 


XLV. 


EL    DOCTOR    VILLALOBOS    AL     GENERAL    DE    LA     ORDEN 

Dt  SAN    FRANCISCO  ^ 


{Sin  fecha,) 


AQUÍ  arribaron  á  mi  posada  unos  religiosos  de 
vuestra  orden  que  venian  de  Francia  á  nego- 
ciar con  vuestra  Paternidad ,  y  antes  que  sc 
volviesen  a  la  provincia  Aquitania,  adonde  hicieron 
profesión,  anduvieron  con  vuestra  licencia  por  algunos 
lugares  de  todos  reinos,  visitando  sus  padres  y  her- 
manos, y  en  el  camino  pasaron  por  algunos  conventos 
de  su  orden,  donde  fueron  muy  maltratados  y  vitu- 
perados de  los  Perlados,  y  señaladamente  del  convento 


1  De  una  copia,  de  letra  del  siglo  xvi,  que  posee  el  Sr.  Sancho  Rajroo. 
A  la  cabeza  de  ella  se  lee:  «Copia  de  la  carta  que  el  doctor  Villalobos  invió 
al  General  de  los  frailes  de  San  Francisco,  porque  no  recibía  en  esta  santa  ^ 
orden  un  muy  docto  hombre,  sospechando  que  era  confeso.»  Este  general  ' 
de  la  orden  de  San  Francisco,  fué  sin  duda  el  Reverendo  Padre  Frajr 
Vicente  Lunel ,  natural  de  Barbastro ,  elegido  en  el  capitulo  general  de  la 
misma  celebrado  en  Niza  en  i535;  gobernó  la  orden  seis  años  cumplidos, 
y  solo  este  dato  existe  para  ñjar  la  fecha  de  esta  carta. 


—  i66  — 

de  Alba  fueron  echados  abiltadamente.  La  razón  que 
dio  por  sí  aquel  reverendo  Guardián,  fíié  porque  eran 
de  linaje  de  conversos,  y  que  el  Duque  de  Alba  no  era 
servido  que  los  tales  entrasen  en  los  conventos  de  su 
tierra ,  y  no  embargante  que  sobre  aquello  hubo  man- 
damiento en  contrario  de  vuestra  Paternidad,  ni  por 
su  parte  fué  obedecido  ni  por  la  vuestra  fué  castigado. 
Hay  por  este  reino  alguna  sospecha  de  que  vues- 
tra Paternidad  consiente  semejantes  insultos,  porque 
también  hemos  visto  que  una  ordenanza  que  ahora 
habéis  hecho  contra  los  conversos,  nunca  se  hizo  desde 
;  San  Francisco,  hasta  que  en  la  religión  suya  hubo  Ge- 
neral que  fuese  de  España.  Lo  que  os  ha  movido  a  tan 
feo  y  escandaloso  establecimiento  y  tan  contrario  á  la 
doctrina  evangélica,  las  razones  que  hay  en  contrario, 
todo  el  mundo  las  sabe,  y  porque  este  es  negocio  que 
toca  á  la  mayor  parte  de  la  nobleza  de  España,  acordé 
de  inviar  esta  petición  a  vuestra  Paternidad,  porque 
alegando  de  derecho  hablaré  algo  libertadamente  con- 
tra los  adversarios ,  no  se  dice  con  ánimo  dañado  lú 
para  injuriarlos,  sino  para  hacer  más  dará  mi  justicia, 
y  para  que  sepa  vuestra  Paternidad  cuáles  son  los  que 
debéis  constituir  por  jueces,  y  cuáles  son  los  adver- 
sarios ;  y  ñnalmente,  aquí  no  se  retratarán  los  buenos 
religiosos  de  vuestra  orden,  porque  estos  sabemos 
cierto  que  son  un  pilar  de  los  que  sostienen  la  Iglesia 
de  Dios,  y  los  que  siempre  se  ponen  entre  su  saña  y 
nuestros  pecados  para  detener  la  justicia  y  punidon 
de  Dios,  para  que  nos  espere  á  penitencia:  contra  los 
malos  y  fingidos  religiosos  hablaré,  á  los  cuales  también 
demando  perdón  de  lo  que  en  guarda  de  mi  derecho 
dijere. 


—  167  — 
En  los  tiempos  pasados  hubo  en  España  gran  diso- 
lución de  herejías  secretas  y  públicas,  y  andaba  la  furia 
de  ellas  y  el  riguroso  castigo  para  formar  '  la  religión 
cristiana,  y  nunca  tal  estatuto  hicistes,  porque  siempre 
hallastes  mucha  limpieza  en  vuestra  orden;  antes  en 
las  tablas  de  vuestro  navio  escaparon  muchos  del  nau- 
fragio de  la  Iglesia,  en  que  sus  padres  y  deudos  hablan 
padecido  ',  agora  que  por  la  miseración  divina  todos  los 
malhechores  han  acabado,  y  con  fuego  están  todos  los 
descendientes  y  nietos  purificados  y  limpios,  y  entre 
ellos  hay  excelentes  hombres  de  gran  ejemplo  y  doc- 
trina; y  estando  ya  hecha  tranquilidad  de  las  tempes- 
tades pasadas,  ¿por  qué  razón  se  habian  de  recentar 
las  llagas  viejas  contra  una  gente  que  tanto  os  ama  de 
corazón ,  y  de  quien  tal  limosna  y  caridad  habéis  re- 
cibido y  recibis?  A  todos  tenéis  atónitos  y  los  habéis 
puesto  sospechas  muy  feas  contra  los  ofendidos  y 
contra  los  ofensores.  Este  linaje,  que  así  anatematizáis 
y  cortáis  de  vuestro  consorcio,  os  pregunta  si  los  tenéis 
por  ñeles  ó  por  infieles ;  si  son  ñeles ,  porqué  habéis 
querido  ir  contra  el  mandamiento  del  buen  pastor  que 
mandó  en  su  testamento  que  todas  sus  ovejas  no  tu- 
viesen más  de  un  corral,  y  todas  debajo  de  un  pastor, 
y  manda  que  no  haya  excepción  de  personas,  porque 
como  dice  Santiago:  Si  autempersonam  accipitis peccatum 
operamini  redar guíi  a  lege  quasi  transgresores.  Vosotros 
hacéis  dos  corrales  y  hacéis  excepción  de  personas, 
como  lo  testifican  vuestros  establecimientos;  y  si  estos 
averiguadamente  son  infieles,  vosotros  ¿no  sois  por 
ventura  los  que  blasonáis  que  queréis  ir  á  tierra  de 

1  Reformar  ? 

2  Perecido  ? 


—  i68  — 

moros  á  predicar  la  fe  católica  y  ser  mártíres  por  la  fe 
de  Jesucristo,  á  quien  el  Espíritu  Santo  enseñaba  todos 
los  lenguajes  y  les  daba  gracia  que  fuesen  oidos  antes 
que  martirizados,  para  que  siempre  sacasen  de  muertes 
temporales  fruto  de  vidas  espirituales  y  perdurables? 
Mas  agora  que  no  hacéis  por  gracia  de  Espíritu 
Santo  todos  vuestros  secretos,  no  sabéis  arábigo,  y  la 
mayor  parte  no  sabe  latin,  aun  siquiera  para  decir  misa; 
y  algunos  hay  tan  torpes  y  tan  groseros,  que  ape- 
nas entienden  el  romance,  ¿qué  aprovecharía  morír  en 
tierra  de  moros,  pues  antes  de  ser  entendidos  ni  oidos, 
seríades  ahogados  de  aquellos  animales  brutos  incapa- 
ces, y  así  llevaríades  casi  tan  provechosa  empresa, 
como  si  os  anegásedes  en  la  mar?  Para  combatir  ios 
pecados  mejor  empresa  me  parece  a  mí  sería  predicar 
y  comunicar  la  fe  y  la  caridad  a  los  que  tenéis  vosotros 
acá  por  inñeles  y  condenados,  que  entienden  vuestro 
lenguaje  y  os  escucharán  sin  peligro  vuestro,  y  quie- 
ren por  su  voluntad  estar  con  vosotros  y  participar  de 
dia  y  de  noche  sometidos  al  yugo  de  vuestra  obedien- 
cia, pacientes,  con  ánimos  mansos  sometidos  alas  ad- 
versidades de  la  orden,  hombres  doctos  y  estudiosos 
capaces  de  cualquiera  disciplina.  Razón  era  que  confía- 
sedes   que  vuestra  buena    compañía  y  exemplo  les 
aprovecharía  mucho,   porque  a  los  libres   albedríos 
mucho  les  puede  enderezar  ó  torcer  la  costumbre  de 
los  compañeros;  y  si  esto  no  bastase,  aprovecharía  y 
obraría  la  gracia  de  Dios,  que  procura  de  salvar  a  todos 
los  hombres ,  y   para  esto  ayudaría  la  eficacia  de  la 
verdad,  la  llaneza  y  piedad,  y  en  venganza  '  los  mérítos 


I     Esto  C5  en  satisfacción. 


—  169  — 
de  San  Francisco  y  de  los  santos  religiosos  de  vuestro 
hábito,  que  fueron  y  son  muchos,  y  la  fuerza  de 
vuestra  religión,  y  finalmente  el  temor  de  la  deshonra 
y  castigos  temporales.  Todo  esto  habíades  de  confiar 
que  los  convertiria,  y  especialmente  tomando  los  man- 
cebos bon¿e  indoliSy  que  es  materia  dispuesta  para  los 
saludables  y  buenos  edificios;  como  hubiésedes  con- 
vertido uno  de  estos  que  tratáis  como  infieles,  gana- 
riades  aquella  ánima  para  la  gloria,  que  vale  más  que 
un  reino  temporal ,  y  hariades  grandes  placeres  á  los 
ángeles  que  tanto  gozo  recibieron  (supra  uno  peccatore 
panitentia  agente). 

Este,  que  es  tan  propio  oficio  de  vuestra  vida 
apostólica,  no  queréis  usar  del,  antes  algunos  man- 
cebos que  han  dexado  gruesos  patrimonios,  toman  la 
cruz  á  cuestas  por  seguir  á  Jesucristo  en  vuestro  há- 
bito, y  tenéyslos  en  vuestra  compañía  por  aprobados 
en  vida  y  costumbre;  y  si  á  cabo  de  algún  tiempo  se 
os  dice  que  son  hijos  de  conversos  ó  que  les  toca  algo 
de  este  linaje,  hecháyslos  deshonradamente,  no  les  valen 
lágrimas  ni  singultos,  ni  ponerse  de  rodillas  delante 
de  vosotros  con  piadosas  y  humildes  suplicaciones,  ni 
con  ansias  y  dolores  mortales ;  ni  les  valió  virtud ,  ni 
perseverancia,  ni  caridad,  ni  fé.  ¿Qué  pensáis  que  harán  / 
estos  sino  desesperar,  si  la  gracia  de  Dios  no  los  socor- 1 
re?  Todo  esto  acaesció  pocos  dias  há  en  el  convento^ 
de  Salamanca.  ¿Qué  ferocidad  tan  villana,  qué  cruel- 
dad de  fariseos  podria  en  nuestra  edad  ser  mayor  que 
ésta?  Así  que  en  lugar  de  sanar  y  cazar  almas,  que  se 
os  vienen  al  señuelo  hechas  ya  y  domadas,  las  perdéis; 
y  cuanto  en  vosotros  es,  todo  se  trabaja  porque  se 
tornen  judíos  ó  moros.  Esta  es  muy  capital  transgre- 


—  lyo  — 

sion  de  los  mandamientos  de  Dios  propíer  tradiciones 
ves  tras. 

Desean  mucho  saber  estos  que  tenéis  por  herejes, 
á  qué  pensáis  que  entran  en  vuestra  religión,  porque 
ellos  no  entran  á  ser  judíos,  porque  como  veis  no  es 
compañía  la  vuestra  idónea  para  exerdtar  tal  oficio; 
demás  de  esto,  todo  judío  tiene  por  condenado  al  que 
muere  confesando  el  Credo  por  la  boca,  y  al  que  muere 
besando  y  adorando  la  cruz ,  aunque  tenga  otra  cosa 
en  el  pensamiento,  y  al  que  vive  y  muere  recibiendo 
los  Sacramentos  de  la  Iglesia;  y  esto  todo  han  de  hacer 
en  vuestra  compañía  en  vida  y  en  muerte :  pues  pen- 
sando estos  que  van  á  perder  sus  almas,  ¿en  qué  pen- 
samiento cabe  que  vayan  en  busca  de  vuestros  jnojos 
y  á  sufrir  ignominias  de  sus  compañeros,  y  en  busca 
de  vuestra  hambre  y  frió,  y  á  hacerse  esclavos  de  vues- 
tros perlados,  pudiendo  andar  sueltos  a  su  placer  exer- 
citando  la  herejía  fuera  de  vuestras  casas  mucho  mejor 
que  dentro  de  ellas?  Tampoco  van  a  convertir  los 
frailes  á  la  inñdelidad,  porque  ninguno  se  osaría  fiar 
de  vosotros  en  tal  cosa,  y  para  esto,  como  sabéis,  me- 
jor aparejo  hallarían  fuera  de  la  orden.  No  entran  á 
comer  bien,  ni  á  vestir  ricamente,  antes  dexan  las  co- 
midas espléndidas  y  los  vestidos  de  viso  y  púrpura,  y 
se  van  á  comer  sopas  sucias  en  peores  vasijas  que  ar- 
tesones, y  se  visten  de  costales;  y  no  van  á  ser  libres, 
pues  están  á  obediencia  muchas  veces  de  sus  enemigos 
y  de  hombres  apasionados,  indignos,  idiotas,  villanos, 
expúreos,  brutos.  De  estos,  aunque  no  hay  muchos  en 
vuestra  religión,  tienen  principales  votos  en  ella,  por- 
que como  son  pertinacísimos  y  no  domables,  y  los 
sabios  que  sois  queréis    antes  sufrir  en  detrimento 


—  lyi  — 
d«  vuestras  almas,  que  no  se  publique  que  haya  escán- 
dalos y  discordias  entre  vosotros.  Los  susodichos  no 
van  á  holgazanear ,  pues  que  han  de  barrer  y  traer 
cai^s  acuestas ,  y  cabar  y  guisar  de  comer  '  y  lavar 
platos  y  rezar  las  horas  y  trasnochar  y  madrugar. 
No  van  á  procurar  beneficios  ni  dignidades,  porque  no 
las  hay  en  vuestra  orden,  y  más  fácilmente  las  ganarían 
fuera,  como  otros  lo  han  hecho,  con  méritos  y  letras 
y  favores;  apártanse  de  sus  padres  y  hermanos  y  pa- 
rientes, destiérranse  de  sus  patrias;  pues  luego  ¿á  qué  i 
se  puede  sospechar  que  entran  en  vuestras  casas  sino 
á  dexar  el  mundo  y  servir  á  Dios?  Creo  yo  que  si  uno 
de  éstos  alcanzara  San  Francisco  á  las  manos,  le  besara 
los  pies  y  le  pusiera  sobre  su  cabeza ,  y  con  él  fuera 
todo  su  deleite  y  descanso. 

Vosotros  decís  que  dexais  el  mundo  y  sus  vanas 
honras  y  bullicios ,  con  todos  los  otros  aparejos  del  in- 
fierno; y  pues  que  así  es  verdad,  ¿por  qué  se  consien- 
ten generales  bandos  y  enemistades  y  envidias,  que 
está  averiguado,  según  dicen,  que  si  algún  religioso 
de  la  parte  de  estos  conversos  sale  grande  hombre  de 
vida  y  humildad  y  predicación,  luego  los  vuestros  vi- 
llanos le  muerden  y  le  esconden  donde  nunca  parezca, 
y  á  las  veces  le  inj ungen  *  graves  penas?  ¿Qué  más 
harían  los  gentiles  en  tiempo  de  las  espar^iones? '  Y 
consentís  que  haya  entre  vosotros  linajes  como  entre 
las  rameras,  sino  que  es  muy  diferente  lo  de  ellas,  . 
que  sus  apellidos  son  nobles,  como  la  señora  Mendo- 


f    Véase  como  es  castizo  el  rótulo  que  todavía  vemos  en  los  figones  y 
que  dice  ese  guisa  de  comer.» 
1    De  injwigo,  imponer,  cargar. 
3    Esparciones  ¿persecuciones? 


—  172  — 
za,  la  señora  Osorio,  la  señora  Quiñones,  la  señora 
Guzman,  la  señora  Vivero,  mas  ios  frailes  no  se  pre- 
cian sino  de  fray  Juan  Redondo,  fray  Gil  Becerro, 
fray  Antón  Borrego,  fray  Bastian  Pascual;  y  final- 
mente, el  fraile  que  se  tiene  por  más  zafio  labrador, 
anda  coUeándose  '  entre  los  otros  tan  hinchado  como 
si  hubiese  gran  carestía  de  ellos  en  la  religión. 

Qué  podemos  decir  de  ios  malos  disdpulos  de  San 
Francisco,  ya  mal  de  su  grado  salen  con  ellas,  sino  que 
son  de  baja  suerte  y  pésima  generación  de  labradores, 
genimina  viperarum^  que  no  vinieron  á  la  religión  para 
conseguir  con  ella  el  principal  fin  á  que  la  enderezó  y 
encaminó  su  Maestro,  sino  para  escapar  de  la  ignomi- 
nia de  acemileros  y  alcanzar  la  honra  de. la  religión 
para  librarse  de  ser  pecheros  y  tributarios,  y  cobrar  la 
exempcion  de  frailes  por  huyr  el  trabajo  de  jornaleros 
y  bárbaros,  y  los  ardores  del  estío,  y  entrar  en  los  rc- 
fitorios  y  dormitorios  templados?  Y  pues  toman  la  reli- 
gión por  las  utilidades  y  preeminencias  temporales,  no 
I  son  discípulos  de  Jesucristo  más  son  fariseos  hipócritas; 
'  ■  estos  son  los  que  con  envidia  persiguen  a  Jesucristo, 
el  cual  dice:  Ciuod  vni  ex  minimis  meis  fecistis  mihi  fi- 
éis ti. 

Estos  no  quieren  que  haya  letrados  ni  hombres 
de  sustancia  en  la  orden;  estos  son  los  que  no  entien- 
den la  misa  que  dicen,  ni  los  psalmos  que  rezan:  antes 
pronuncian  grandes  capitales  errores  en  las  santas 
palabras  de  los  Evangelios,  donde  se  encierran  los  al- 
tos misterios;  estos  son  los  que  estiman  mucho  la  honra, 
porque  la  ganaron  con  el  hábito;  estos  son  los  puer- 


I     (^ollcándosc.  f\ir^HÍaido  el  cuello? 


-|73- 
eos  que  cebáis  en  la  religión,  bogadores  y  conquiría- 
dores  '  de  la  santa  orden,  gruñidores  y  glotones  y  llenos 
de  escándalo;  estos  son  los  infladores  y  soberbios  con- 
I  tra  quien  los  buenos  no  osáis  hablar,  porque  os  acon- 
tece con  ellos  como  con  el  tiempo  de  la  Comunidad; 
que  cien  caballeros  armados  y  diestros  no  osaban  aco- 
meter á  cincuenta  labradores  desarmados,  porque 
habian  miedo  que  se  levantarían  las  piedras  y  los  ele- 
mentos en  favor  de  la  canalla;  mas  luego  como  comen- 
zaron á  las  manos  con  ellos,  sin  lan^a  ni  espada  eran 
derríbados  los  villanos  comuneros,  y  caían  unos  sobre 
otros,  de  manera  que  el  escuadrón  se  tornaba  parva,  y 
el  caracol  se  hacia  gavilla,  porque  el  escuadrón  y 
caracol  se  tenian  por  injuriados  con  ellos ,  y  los  envia- 
ban, con  daños  de  sus  cabezas  á  las  parvas  y  á  las  ga- 
billas  donde  los  habian  sacado. 

Otro  tanto  haríades  vosotros  los  generosos  y  ver- 
daderos frayles,  si  quisiésedes  esforzaros  contra  vues- 
tra canalla,  tomando  delante  el  celo  de  la  fe  y  el  pen- 
dón en  San  Francisco  y  de  la  vida  evangélica,  y  assí 
arrancaríades  las  espinas  que  nacen  en  vuestra  here- 
dad, con  que  se  ha  ahogado  la  buena  simiente,  y  <:as- 
tigariades  los  maluados  y  enemigos  vuestros ,  que  os 
arrancan  el  buen  grano  y  sobresiembran  cizaña.  Por 
que  estos  terrestres  frayles  son  gigantes  hijos  de  la 
tierra,  que  pelean,  no  contra  Júpiter  (como  fingen  las 
fábulas),  sino  contra  las  cosas  espirituales  y  divinas,  y 
aman  tanto  á  la  dicha  madre,  y  ^  debaxo  de  ella  abs- 
conden  el  talento  que  les  fué  encomendado  para  que 


1  Este  nombre  es  derivado  del  verbo  latino  conquiro  que  significa 
buscar  con  ansia  ó  atisiar. 

2  Que? 


—  174  — 
ganasen  con  él,  por  que  son  tan  enemigos  de  U  ga- 
nancia,  que  quieren  antes  aventurar  el  caudal  de  su 
dueño. 

Contra  estos  habla  Jesucristo  por  Sanct  Mateo  en 
el  capítulo  23  las  palabras  siguientes,  las  cuales  se  di- 
rán en  romance  porque  las  entiendan  el  Guardian  de 
Alba  y  el  de  Valladolid:  <¡  Ay  de  vosotros,  escribas  y 
fariseos  hipócritas»  que  como  tengáis  profesión  de 
saber  la  ley  y  los  mandamientos  de  Dios,  por  do  pa- 
resce  que  teneys  la  entrada  y  la  Uabe  del  reyno  de  los 
cielos,  no  solamente  vosotros  no  entráis  allá,  mas  á  los 
que  quieren  entrar  les  cerrays  las  puertas,  teniendo 
por  oñcio  de  abrirlas;  impedís  la  entrada  á  los  que  vie- 
nen de  su  voluntad ,  teniendo  vosotros  por  oficio  el 
despertarlos  y  convidarlos  a  que  entren  quando  ellos 
cesasen:  todo  esto  nasce  de  tener  vosotros  por  fin  prin- 
cipal la  honra  y  los  intereses  y  pasiones  vuestras!  ¡Ay, 
ay  de  vosotros,  escribas  y  fariseos  hipócritas,  que  so 
color  de  religión  devoráis  y  tragáis  las  casas  de  las  viu- 
das, á  las  cuales  imponéis  tributos  con  falsa  especie  de 
santidad,  porque  simulays  hacer  por  ellas  graves  sa- 
crificios y  oraciones  en  público,  no  teniendo  vosotros 
dentro  del  ánimo  otro  respeto  sino  la  rapiña  que  ha- 
céis á  las  simples  mujercillas,  cuando  ellas  piensan  que 
estáis  hablando  con  Dios!  ¡Ay,  ay  de  vosotros,  escri- 
bas y  fariseos  hipócritas,  porque  andáis  por  tierras  y 
mares  para  traer  algún  hombre  á  la  profesión  de  la  ley, 
y  después  que  le  haueis  conquerido  terna  pernicio- 
sas y  peruersas  costumbres,  y  no  solamente  no  se  haze 
siervo  de  Dios  y  heredero  del  cielo,  mas  se  queda  peor 
que  antes,  y  más  obligado,  juntamente  con  vosotros, 
á  las  penas  del  infierno!  ¡Guiadores  de  ciegos  que,  pro- 


-  175  - 

feriéndoos  de  enseñar  á  los  otros,  no  entendéis  lo  que 
enseñáis,  y  encamináis  la  doctrina  á  vuestro  propio  in- 
terés! ¡  Ay  de  vosotros  que  en  las  ordenanzas  que  tocan 
á  vuestros  intereses  y  pasiones,  aunque  sean  de  poco 
provecho  para  la  verdadera  caridad  y  piedad,  allí 
cargáis  la  mano  y  haceys  las  execuciones  rigurosas,  y 
no  teneys  en  nada  aquello  en  que  va  mucho  á  la  ver- 
dadera religión,  y  de  quien  depende  la  justÍ9Ía  y  el 
juicio  y  la  misericordia  y  la  fe!  '>  Estas  y  otras  muchas 
pretensiones  son  dichas  en  aquel  capítulo  por  la  boca 
de  la  verdad,  que  nunca  puede  engañar  ni  mentir,  con- 
tra los  falsos  religiosos ,  que  se  dé  vuestro  loor  cada 
día  en  vuestros  refítoríos  por  que  cesase  ya  de  algu- 
nos corazones  la  vuestra  hipocresía  y  los  intereses  y 
pasiones  y  acepción  de  personas  y  otras  cosas  desta 
calidad,  que  en  los  seglares  parescerian  feas  y  vergon- 
zosas, y  en  gran  perjuicio  del  pueblo. 

A  lo  que  el  Guardian  de  Alba  decia  del  Duque, 
por  la  reuerencia  que  yo  debo  al  hábito  y  al  sacerdo- 
cio, que  aquel  tiene,  no  le  diré  que  miente,  y  vuestra 
Reverendísima  Paternidad ,  como  superior,  se  lo  debe 
de  decir  y  castigalle,  por  que  las  notas  de  sus  envidias  y 
pasiones  quiere  echar  á  las  cuestas  de  tan  cristianísimo 
señor,  pudiendo  llevar  sobre  las  suyas  esta  carga  y 
otras  mayores.  Lo  que  yo  sé  del  Duque  es  que  en  Alba 
hay  una  devota  cofradía  de  disciplinantes  de  la  Cruz, 
en  la  cual  los  cofrades  ordenaron  que  no  fuese  admi- 
tido ningún  confeso  á  ella.  Muchos  dixeron  que  fué 
induzimiento  del  Guardian,  y  no  creo  que  fué  sino  su- 
jestion  de  Satanás,  que  ha  gana  que  estos  se  acoten  y 

1    Esta  traducción  de  los  versículos  t3.®  y  siguientes  dd  capítulo  sS,  del 
Evangelio  de  San  Mateo,  no  es  litpral. 


—  176  — 

aflijan  por  su  amor,  que  es  envidioso  de  las  buenas 
obras.  En  ñn,  el  Duque  supo  el  estatuto,  y  con  gran 
enojo  lo  desbarató  y  mandó  que  aquellos  entrasen  en 
la  cofradía  si  quisiesen,  y  fuesen  en  ella  los  primeros 
y  preeminentes;  y  sé  que  un  alcalde  de  Castro-Nuño, 
muy  honrado,  hizo  atestiguar  falsamente  contra  un 
convertido  de  Alba;  y  como  el  Duque  fué  certificado 
dello,  por  quitar  de  trabajo  á  los  inquisidores  mandó 
tomar  su  alcalde  y  azotarle  públicamente  por  la  villa 
de  Alba. 

Este  señor  es  muy  temeroso  de  Dios  y  muy  celoso 
de  la  justicia,  y  su  generoso  ánimo  es  para  grandes 
Príncipes  y  no  para  tener  pasión  con  tan  rendidos 
competidores,  pues  que  saben  que  todos  le  sirven  de 
rodillas  con  más  amor  que  la  otra  gente,  cuando  es 
menester. 

Estas  quexas  se  representan  delante  de  vuestra 
Reverendísima  Paternidad  con  esperanza  que,  si  por 
vuestra  parte  no  se  remedia,  hay  recurso  al  Supremo 
Juez,  el  cual,  si  dilata,  será  por  que  quiere  haberse 
con  esta  nueva  gente  como  se  hubo  con  la  otra  en  la 
primitiva  Iglesia ,  cuando  les  dixo:  Tradet  enim  frater 
fratem  et  pater  filium  eí  insurgent  filii  in  par  entes  et  marte 
eos  affícient  et  exitis  odio  ómnibus  hominibus  propter  ña- 
men meum ,  qui  autem  perseuerauerit  usque  in  finem  hic 
saluus  erit. 

Desta  manera  quiere  Dios  confirmar  su  gracia  en 
los  nuevos  corazones,  y  así  estos  nuevos  religiosos 
mancebos  salen  muy  alegres  a  conspectu  concilii  quia 
digni  habiti  sunt  pro  nomine  Jesu  contumeliam  pati.  Allá 
se  avengan  aquellos  por  quien  en  vuestros  concilios  ha 
venido  el  escándalo. 


—  177  — 
Vuestra  Paternidad  los  debe  aconsejar  que  se  com- 
pongan con  Dios  lo  mejor  que  pudieren,  pues  tan  mal 
amenazados  los  tiene.  Vuestra  Reverendísima  Paterni- 
dad me  perdone  la  libertad  de  que  he  usado  en  esta 
petición,  que  dos  cosas  me  han  movido  a  ello:  la  vna, 
el  conocimiento  que  tengo  del  dicho  agravio ,  que  es 
mucho  más  de  lo  que  tengo  dicho  y  callase  por  la 
honra  de  la  religión;  la  otra  es  la  noticia  que  tengo 
de  la  humildad  y  mansedumbre  vuestra ,  con  la  cual 
soléis  curar  muchos  malos  estómagos»  y  por  esto  os 
he  descubierto  el  mió,  sometiéndome  en  todo  a  la  cor- 
rección de  la  Iglesia  y  a  la  corrección  y  enmienda  de 
vuestra  Reverendísima  Paternidad,  a  la  cual  nuestro 
Señor  Dios  ponga  para  su  Reino.  Amen. — El  doctor 
Villalobos. 


II 


XLVI. 


bl  doctor  villalobos  al  comendador   hernando 
nijEJez.  ' 


1 


MDY  noble  señor.  Después  que  ví  á  vuestra 
merced  en  Alcalá  de  Henares  en  vida  del 
Señor  Cardenal,  no  se  ha  ofrecido  ocasión  de 
más  veros  y  hablaros,  aunque  lo  he  deseado  mucho, 
así  por  otras  causas  como  por  pediros  por  merced  que 
antes  que  se  imprimiera  enmendárades  una  obra  mia 
que  he  hecho  sobre  el  segundo  libro  de  Plinio,  del 


r  Impreso  ya  todo  lo  anterior,  el  Sr.  D.  Pascual  de  Gayángos  me  ha 
permiildo  transcribir ,  de  un  tibro  manuscrito  de  su  rica  y  escogida 
Biblioteca,  las  dos  sigulenies  cartas,  copias  hechas  de  mano  del  Doctor 
Juan  Paez  de  Castro,  capellán  y  cronista  de  Felipe  11,  ñ  Ja»  que  sigue  «i 
dicho  manuscrito  otra  copia  incompleta  de  la  réplica  de  Villalobos  al  miimo 
Comendador,  inserta  en  la  página  rfi  de  este  tibro  en  toda  su  eitensióii, 
pudiendo  el  lector  ver  en  el  Apfindice  las  variantes  que  entre  una  y  otra 
se  han  notado.  Debían  por  lanío  estas  dos  cartas  preceder  &  lo  XXIX  de 
esta  colección. 

1  Como  ya  indicamos  en  la  carta  XXIX,  la  fecha  de  aquélla,  asi  como 
la  de  ¿sta  y  de  la  siguiente,  debe  ser  de  fines  del  año  de  i3i4.  pues  el  Co- 
mentario del  libro  í." de  Plinio  se  ncabóde  imprimir  en  Ali:alí,por  Miguel 
de  Eguia,  el  la  de  Octubre  del  miaino  año. 


—  i8o  — 

qual  vos  sois  catedrático  en  esa  Universidad,  de  la 
qual  obra  creo  que  del  doctor  Salaya  y  de  otros  habréis 
tenido  relación.  Yo  envió  a  ese  estudio  a  Alexandrc 
de  Cánovas  ciertos  volúmines  para  que  los  venda  y  dé 
uno  á  vuestra  merced.  Bien  sé  que  por  vuestra  in- 
tercesión no  valdrán  ellos  menos ,  y  asi  os  lo  pido  por 
merced,  y  que  me  escribáis  como  amigo  y  a  la  clara  lo 
que  de  la  obra  os  parece. — Nuestro  Señor  etc. 


XLVII. 


EL   COMENDAÜOR    HERNANDO    NoReZ    AL     DOCTOR 
VILLALOBOS.  ' 


Respuesta  á  la  carta  anterior. 

fSíi»  feeha.} 


MOV  noble  señor.  Vi  la  carta  de  vuestra 
merced  y  la  obra  sobre  Plínio;  y  pues  me 
mandáis  que  diga  mi  parecer  sobre  ella, 
cumpliré  vuestro  mandamiento ,  pero  diré  primero  lo 
que  Plutarcho  escribe  que  dixo  Phocyon  á  Antípatro, 
rey  de  Macedonia,  como  habréis,  señor,  leído:  Non 
potes  uti  me  aduiaíere  et  amico.  Así  que  diré  á  la  clara, 
como  á  amigo,  lo  que  siento. 

El  que  ha  de  entender  á  Plinio,  y  mostrarse  parte 
competente  para  escribir  sobre  él ,  ha  de  tener,  si  no 
meengaño,  estas  partes.  Ha  de  ser  mediano  phílósopho 
y  más  natural  que  moral,  pues  que  él  escnbió  historia 
natural,  y  philósopho  no  de  burlas,  ni  de  Joannes 


De  la  nisDiB  procedencia  que  li  a 


i 


—    l82    — 

Andres,|ni  de*  Versorio,  ni  Majoris^  ni  Coronel^  sino  phi- 
lósopho  aristotélico,  y  que  haya  visto  todas  sus  obras; 
pero  principalmente  ha  de  haber  leido  con  exacta  dili- 
gencia aquellos  nueve  libros  de  historia  animalium  y 
los  cinco  de  generatione^  y  los  quatro  de  parfibus  anima- 
lium^ Ítem  los  metheoros  y  los  problemas^  los  de  sensu  et 
sensilibus  con  los  otros  que  llamáis  parvos ;  item  los  de 
miranda  audiíione^  que  algunos  piensan  ser  de  Theo- 
phrasto,  y  otros  algunos  más  que  dexo  por  evitar 
verbosidad.  ítem,  ha  de  haber  leido  y  casi  decorado ' 
los  libros  de  Theophrasto  de  stirpibus,  y  los  seis  de  cau- 
sis plantarum^  que  han  de  ser  leidos  con  la  misma 
curiosidad  y  diligencia.  ítem,  ha  de  ser  comunal 
mathemático,  mayormente  astrólogo  y  arithmético. 
ítem ,  ha  de  haber  leido  grace  et  latine  todos  los  phi- 
lósophos,  oradores,  poetas,  historiographos ,  geógra- 
phos  y  scriptores  de  agricultura,  autores  ambigui  tituU 
que  en  entrambas  lenguas  duran  hasta  nuestros  tiem- 
pos; de  los  antiguos  hablo,  que  de  los  modernos 
ningún  caudal  hago. 

Sobre  todo  esto,  y  lo  más  principal,  ha  de  ser  gran 
latino  y  griego,  que  sepa  muy  bien  todos  los  rincones 
y  particularidades  de  entrambas  lenguas.  Quien  ovierc 
tenido  tanto  ocio,  copia  de  libros,  diligencia  y  gana 
de  saber,  que  esto  haya  visto,  como  fueron  en  nues- 
tros tiempos  Hermolao  Var,  Georgio  Miróla,  Baptista 
Guarino,  Georgio  Valla,  Politiano,  Nicolao  Leovi- 
ceno,  y  el  que  habia  de  decir  primero  que  todos, 
Virgilio  Marcello,  secretario  florentino,  y  añadiere 
sobre  esto  experiencia  de  muchas  cosas  de  la  mar  y 


2    Es  decir,  sabido  de  coro. 


_  i83  — 

de  la  tierra,  que  él  por  si  haya  experimentado  ó  sabido 
por  agena  relación,  tenerle  he  yo  á  este  por  suficiente 
para  poner  las  manos  en  tan  grave  y  trabajoso  autor. 
Los  otros  todos  parécenme  litigare  in  alieno  foro^ 
como  dice  Marcial. 

De  las  sobredichas  cosas  qué  parte  os  cabe,  señor, 
a  vos,  nadie  hay  que  mejor  lo  sepa  que  vos  mismo, 
que  pues  curáis  las  enfermedades  agenas,  de  creer  es 
que  no  ignorareis  las  vuestras.  Una  cosa  os  sé  decir; 
que  si  como  os  consejastes  con  los  que  decis  en  el 
principio  de  vuestra  obra,  el  Papa  Adriano,  los  del 
Consejo  Real,  el  Comendador  mayor  Hernando  de 
Vega,  el  licenciado  Vargas,  Pedro  Mártir  y  otros,  de 
los  cuales  unos  son  imperitos  destas  facultades  y 
per  consequens  ineptos  para  ser  jueces  en  ellas:  óvoi  xará 
tyív  iúpav;  hoc  est^  asini  adlyram;  otros,  grandes  señores 
que,  como  ellos  nunca  de  nadie  quieren  oir  verdad, 
tampoco  la  quieren  decir  á  nadie ;  así  que  si  como  os 
aconsejastes  con  estos,  os  aconsejárades  con  tal  mon- 
taraz '  como  yo,  que  no  tiene  que  perder,  sino  la  capa 
en  el  hombro,  no  oviera  padecido  vuestra  hacienda, 
ni  lo  que  más  es  de  doler,  vuestra  honra,  tanto  detri- 
mento. Paréceme  que  vuestra  merced  debe  sobre- 
seer en  lo  demás  que  decis  que  queréis  escribir  sobre 
el  dicho  autor,  ne  sit  quod  ait  Thucydides  xaxbv  xavÁ 
Oeparnt-ütiv  ^  id  est  ^  malum  malo  curare.  Otras  cosas  más 
que  pasé  acá  con  el  señor  licenciado  Azevedo  sobre 
el  caso,  por  no  ser  prolixo,  las  dexo  para  que  del 
las  sepáis,  y  perdóneme  si  he  sobrado  en  algo,  porque 


r    Esta  frase  aclara  las  de  la  carta  XXIX  de  Villalobos,  donde,  sin 
duda  por  error  de  copia,  se  dice  manjarra\^  en  lugtf  de  moiitertff. 


—  i84  — 
lo  uno  ser  yo  religioso  y  la  conciencia ,  y  lo  otro  d 
amistad  y  querer  cumplir  vuestro  mandado ,  fueron 
causa  que  escribiese  tan  claro  lo  que  sobre  d  n^;odo 
me  pareció. 


CARTAS  LATINAS. 


AD   LECTORES.' 


Epístolas  quasdam  iocosas  libuit  hic  insererc;  vt 
qui  ex  bello  pretérito  duodecim  congressionum 
defatigati  et  fastidiosi  remanserint :  alíquantulam 
recipiant  mentalem  recreationem.  Non  ergo  dijudicet 
eas  lector  ¡inmodestas.  Nam  de  morbis  in  qualibeC 
domo  contingentibus  referunt  hystorias  lepidas  atque 


Á  LOS  QUE  LEYEREN. 


Yo  quise  poner  aquí  ciertas  cartas  festivas ,  para  que  en 
su  lectura  hallase  alguna  recreación  e!  ánimo  fatigado  con 

el  enojo  de  las  pasadas  doce  disputaciones.  No  por  eso  se 
tema  que  sean  desvergonzadas,  pues  ellas  refieren  casos 
chistosos  y  divertidos  de  las  enfermedades  que  suelen  ocu- 
rrir en  las  familias!  aunque  sí  amonesto  á  los  lectores  que 


I  EsiBs  carus  latinas  se  imprimieron  por  primen  «ez  en  ti  libro  del 
doctor  VilUIobos,  litulado:  Con^eisiones:  vel  duodecim  prmdpiorum 
liber  Huper  edUus.  Cum  prÍ¡iÍlegio.—M  Bl.  JS  vuelto.  ^  ^  Expücit  ]ib«r 
duodecim  príncipiorum  qui  etiam  congrestíones  ippcllitur,  in  oppido  Hk* 
drid,  isslítente  caiholico  rege,,  martij  quintadecima  anno  xpi.  millesimo 
quingenicsimo  quarto  décimo.  ^  Ex  impresKÍone  Salmantina  per  hono- 
rabilcm  virum  Laurentium  de  Liom  dedeis.  Anno  domini  milleiímo  ijuiD- 
gentuimo  décimo  quarto.  1  Liut  Dea. 


—  i88  — 

facetas.  Hortor  quoque  lectores  ne  quis  audeat  e 
ad  sermonem  traducere  patríum.  Habet  enim  latinu 
eloquium  quandam  etiam  in  rebus  absurdis  moder 
tionem  et  honestatem :  quibus  quilibet  festiui  sermón 
absque  calumnia  per  médium  litteratorum  pertrans: 
possunt :  cum  tamen  eosdem  in  barbárica  lingua  pr 
ferré  esset  nefas.  Alias  quoque  epístolas  meas  quas 
vita  scripsi  amicis  et  optimatibus  viris  rcseruaui  eqv 
dem  ponendas  in  ñne  operis  mei :  in  que  seriem  Ari 
totelis  exposui  que  de  generatione  et  de  partibus  ar 
malium  disseruit.  Nunc  autem  suffidant  he  tanquai 
transacto  spectaculo  in  conuiuio  fructus  oblatus. 

ninguno  sea  osado  á  trasladarlas  al  patrio  idioma;  pues  tiei 
el  latino,  aun  para  los  propósitos  desatinados,  cierta  h 
nestidad  y  templanza  con  que  pueden  pasar  sin  censoí 
entre  los  ¡literatos  cualesquiera  sales  y  donaires  que  ser 
indigno  exponer  en  nuestro  vulgar  romance.  Otras  cart 
mías,  escritas  en  diversos  tiempos  á  los  amigos  y  á  los  Grai 
des,  reservé  para  el  fin  de  la  obra  en  que  expuse  las  docti 
ñas  de  Aristóteles  que  tratan  de  la  generación  y  de  las  part 
de  los  animales.  Sean,  pues,  las  primeras  á  modo  de  la  (iru 
que,  terminado  el  banquete,  se  presenta  en  las  mesas. 


EIUSDEM  DOCTORIS  EPISTOLE  QUEDAM 
FAMILIARES  DE  VITA  EIUS  ET  FORTUNA  PARUM 

TANGENTES. 


I. 


VENSRANDO     GSNITORI.     FRANCISCUS    DE      VILLALOBOS 
HUMILIS  FILIÜS.   SALÜTEM   PLURIMAM. 

(Í498.) 

EX  tua  salubérrima  epístola,  dilectissíme  mihi  pa- 
ter:  sex  accepi  conclusiones:  quarum  quinqué 
diriguntur  ad  me  velut  paterne  charitatis  con- 
silia :  quibus  vtar  in  prímis  cum  volare  indpio.  Sexta 
vero  incidentalis  est  quam  eduxisti  ex  arabum  sen- 
tentia.  Prima  itaque  sentit  conclusio  quod  medicus. 

ALGUNAS  EPÜSTOLAS  FAMIUARES  DEL  DOCTOR  VILLALOBOS,  QUE 
TOCAN  LIGERAMENTE  EN  SU  VIDA  Y  SUCESOS. 


I.— De  Francisco  de  Villalobos,  humilde  hijo,  ásu  vene- 
rado padre, — 1498. 

De  la  carta  de  vuestra  merced,  llena  de  saludables  avisos, 
he  venido  á  sacar,  muy  amado  padre,  seis  conclusiones, 
cinco  de  las  cuales  van  enderezadas  á  mí,  á  mañera  de 
consejos  del  paternal  cariño  que  han  de  guiar  los  primeros 
pasos  de  mi  carrera:  la  sexta,  que  sacasteis  de  la  doctrina  de 
los  árabes ,  es  incidental. 

Declara  la  primera  que  el  médico,  depuesto  todo  desea- 


—  190  — 

abiecta  procacitate:  suis  conciuibus  adeo  debet  fieri 
beniuolus  vt  etiam  in  sui  laborís  premium  minus  quam 
ipsi  sponte  soluerint  libenter  accipiat.  Secunda  cst  vt 
is  omnifaria  sit  vigilantissima  castitate  vallatus  qua  ab 
innumeris  libidinibus  quibus  vndiquaque  pulsaturac 
oppugnatur  gloriosus  euadat.  Tertía  cst  vt  non  fadlc 
proferat  circa  morbos  iudicium  máxime  prenosdcum 
veluti  rurales  medid  aut  anus  supersticiose  atque  ridi- 
cule  faciunt.  Quarta  quidem  est  quod  eo  sit  iugitcr 
studíosus  quo  indiuiduorum  infinitatem  vniuersaliuin 
premedítala  scientia  cautus  amplectatur.  Quinta  vero 
est  quod  alieni  honoris  in  qualibet  domo  sit  fideüs 
custos:  et  secretorum  que  sibi  reuelata  fuerint  sit 
profundissimus  irregressibilisque  puteas.  Vltima  dicit 
conclusio  medicinam  apud  árabes  artem  esse  fidclissi- 
mam.  Ecce  mi  pater  admonitiones  tuas  arctato  cálamo 
perstrinxi :  quibus  obediens  ego  daré  operam  magno- 

ro,  debe  hallarse  animado  de  tal  benevolencia  hacia  sus  con- 
ciudadanos, que  acepte  gustoso  menos  aún  de  lo  que  ellos  de 
su  grado  le  ofrecieren  en  premio  de  su  trabajo.  Es  la  segun- 
da que  viva  escudado  en  la  más  vigilante  y  perfecta  castidad, 
para  salir  con  victoria  de  los  ataques  y  asechanzas  con  que 
la  sensualidad  ha  de  hostigarle  por  todas  partes.  La  tercera. 
que  no  pronuncie  de  ligero  el  diagnóstico,  menos  aune!  pro- 
nóstico de  las  enfermedades,  como  suelen  hacerlo  los  médi- 
cos de  aldea  y  las  viejas  ridiculas  y  supersticiosas.  La  cuarta. 
que  se  consagre  con  tal  ardor  al  estudio,  que  su  maduro  sa- 
ber le  permita  abarcar  juiciosamente  la  inmensidad  de  los 
individuos  universales.  La  quinta,  que  sea  fiel  custodio  del 
honor  ajeno  en  todas  las  casas,  y  para  los  secretos  que  se  le 
confiaren,  á  manera  de  profundísimo  pozo,  del  que  nunca 
sale  lo  que  una  vez  cayó  en  él.  La  última  afirma  que  la  me- 
dicina es  arte  segurísima  entre  los  árabes. 

Tales  son,  padre  mío,  vuestras  amonestaciones,  reducidas 


—  191  — 
pere  moliar.  Attamen  si^  libet  vt  certior  fiam  aliquan- 
tisper  in  ipsis  immoremur.  Videor  cnim  mihi:  vt  in 
adolescentum  reuertar  exordia :  primam  esse  apud  me 
conclusionem  impossibilem :  secundam  necestariam: 
tertiam  possibilem  vt  in  paucis :  quartam  contingeiitem 
raro:  quintam  veram:  et  sextam  falsam  arÜtrabar 
antequam  ei  aquiesceres.  Primum  ergo  sic  dedudtur: 
etenim  minus  nihilo  impossibile  est.  condues  autem 
mei  pro  impenso  labore  corporí  lacerato  nihilum  sol- 
uunt:  quonam  ergo  modo  minus  acdpiam?  Sunt  nam- 
que  mihi  totius  incole  duitatis  vel  amid  vel  non  anúd: 
primos  profecto  titulo  charítatis  amiddeue  non  remu* 
nerare:  alteros  vero  non  accersire  opportet.  Sumut 
enim  hoc  in  pelagus  plurimi  velut  riuuli  confluentes 
medid :  quorum  cuique  apud  amicos  satis  est  laborare. 
Mihi  etiam  aduc  iuniori  et  ignoto  vitas  committere 
non  exiguum  cuiuslibet  sudoris  premium  extimant: 

á  breves  palabras.  Yo  procuraré  con  todo  ahinco  obedecerlas; 
pero  para  mayor  certidumbre  mía ,  plegué  á  vuestra  merced 
que  nos  detengamos  algún  tanto  en  su  examen. 

Paréceme ,  argumentando  á  modo  de  los  exordios  de  los 
jóvenes,  que  la  primera  conclusión  es,  por  lo  que  á  mf  toca, 
imposible;  la  segunda,  necesaria ;  la  tercera,  en  pocos  casos 
posible;  la  cuarta,  rara  vez  contingente;  la  quinta,  verdade- 
ra, y  en  cuanto  á  la  sexta,  teníala  por  falsa  hasta  veros  adop- 
tarla. 

Argumento  así  respecto  á  la  primera.  Es  imposible  imagi- 
nar menos  que  nada:  mis  conciudadanos  nada  me  dan  en 
recompensa  de  los  trabajos  que  fatigan  mi  cuerpo;  /luego 
cómo  he  de  aceptar  menos  de  lo  que  recibo?  Los  habitantes 
todos  de  esta  ciudad,  ó  son  mis  amigos,  ó  mis  contrarios;  los 
primeros,  á  título  de  cariño  ó  de  amistad,  no  parece  bien  que 
me  retribuyan,  y  los  segundos  es  natural  que  no  me  llamen; 
pues  venimos  á  ser  en  este  mar  los  médicos  á  modo  de  muí- 


—  192  — 

sed  tanto  magnum  quanto.vita  cunctís  muneríbos 
prefertur.  Promittunt  et  insuper  alii  totis  viribcs 
et  armis  se  perículis  oblaturos  et  alios  médicos  ocó- 
ssuros  plurimaque  commissuros  nefanda,  dum  rahi 
libitum  fuerit  et  in  solatium  acceptauero.  Quid  ergo 
ab  his  accipiam?  Secundum  vtique  probo.  Quomam 
me  castissime  viuere  necesitas  ipsa  cogít.  Miüier  emm 
quam  dedisti  mihi  adolescentulam  et  formosam  adeo 
radicaliter  totum  diuellit  humorem  vt  nil  reliquis  dis- 
tríbuendum  supersit.  Id  est.  nunc  Frandsce  fornicare 
si  potes:  qui  aduc:  hercule:  domi  non  suffidens  ¿  fas 
esset  collega  tibi  explorandus  erat.  Dedaratur  et  ter- 
tium.  Quippe  hac  nostra  in  etate  sunt  grabatulis  infir- 
morum  astantes  matrone  et  accuratissime  pretérita  re- 
ferentes :  et  importunissime  interrogantes  futura :  quas 
certe  sicut  preterí torum  relationem  in  minutisfimas 
partes  vsque  ad  fastidium  protractam  dilatare  iuuat: 
ita  venturorum  presagia  questiunculis  pertinadbus  in- 

titud  de  arroyos  afluentes,  á  cada  uno  de  los  cuales  le  basta 
con  trabajar  por  sus  amigos.  Y  á  mi,  todavía  Joven  y  sin 
nombre,  creen  otorgarme  recompensa  no  pequeña  de  cual- 
quier trabajo  con  poner  entre  mis  manos  sus  vidas,  y  tanto 
mayor^  cuanto  que  éstas  se  prefieren  á  todos  los  dones.  Pro- 
métenme  otros  que  arrostrarán  armados  y  con  todas  sus 
fuerzas,  los  peligros;  darán  muerte  á  los  demás  médicos,  y 
se  arrojarán  á  los  más  nefandos  delitos,  sólo  con  que  así  me 
plazca,  ó  con  que  quiera  aceptarlo  como  satisfacción.  De  és- 
tos ¿qué  voy  á  recibir? 

Pruebo  también  la  segunda,  diciendo  que  la  misma  ne- 
cesidad me  obliga  á  vida  castísima ,  pues  la  mujer  que  me 
disteis,  joven  y  hermosa,  tan  radicalmente  agota  toda  mi 
sustancia,  que  para  las  demás  nada  queda.  Debierais  antes 
decirme:  «Cumple,  Francisco,  si  puedes,  con  tus  deberes 
conyugales;»  pues,  por  Dios,  que  no  bastando  para  cumplir- 


—  193  — 

cessanter  querere  delectat :  vsque  adeo  vt  eas  subter- 
fugere  medico  sit  valde  diffícile  príusquam  incopsulte 
ludida  proferat  in  médium.  Hec  etiam  necessitas  inua- 
lescit  aliquo  interueniente  procerum  aut  nobili  femma: 
tune  enim  non  satis  est  velut  Esayas  prophetarc :  sed 
dígito  velut  Joannes  ostendere:  hoc  est  presdssum 
daré  iudidum  et  horam  et  punctum  omnis  euentus 
liquido  sermone  particularissimaque  sententia  prenun- 
dare:  alioquin  in  blasfemiam  prorsus  et  ignominiam 
inddere.  Condusio  ergo  si  possibilis  est  in  pauds  erit 
languentibus  miseris  ac  despectis.  Quartum  vero  a  me 
propositum  sic  exponitur.  Quoniam  cum  studere  nil 
aliud  sit  quam  mentem  litterís  ardenter  applicare:  fieri 
nequit  ínter  populorum  concursus  atque  ínextrícabíles 
curas  vrgentes  ánimos  frequentissime.  studium  ergo 
capessere  aut  domi  aut  in  deserto  quíetis  viris  dun- 
taxat  licebit.  sed  medico  raro  contingit  vt  valeat  adesse 

los,  iba  á  consultaros  si  me  sería  permitido  tomar  un  au- 
xiliar. 

Digo  respecto  al  tercero,  que  en  nuestros  días  rodean  lot 
camastros  de  los  enfermos  esas  comadres,  relatadoras  minu- 
ciosas de  lo  ocurrido,  é  importunísimas  preguntadoras  de  lo 
futuro,  las  cuales^  tanto  como  se  deleitan  en  alargar  hasta  el 
fastidio  con  los  más  insignificantes  detalles  la  relación  de  lo 
pasado,  se  complacen  en  hacer  interminables  y  porfiadas  pre- 
guntas respecto  á  lo  por  venir.  Y  esto  hasta  tal  extremo,  que 
se  hace  harto  difícil  al  médico  esquivarlas  sin  pronunciar  in- 
considerado juicio.  Crece  el  apuro  cuando  interviene  algún 
magnate  ó  noble  dama,  porque  entonces  no  basta  profetizar 
como  Esaías;  hay  que  señalar  con  el  dedo  como  Juan:  esto 
es,  emitir  decisivo  parecer,  y  pronosticar  en  lenguaje  co- 
rriente y  con  toda  particularidad  la  hora  y  el  punto  preciso 
de  cuanto  ha  de  ocurrir,  so  pena  de  caer  irremisiblemente 
en  blasfemia  é  ignominia.  Así,  pues,  la  conclusión,  de  ser  po* 

13 


—  194  - 
domui  vel  inesse  deserto:  ñeque  vt  quiete  degat.  in 
cuius  equidem  testimonium  omnes:  te  iudice:  médicos 
fíde  dignos  mihi  contestes  adduco.  Quintam  autem 
conclusionem.  nuUa  exceptione  apposita:  nullaque 
arctante  limitatione:  simpliciter  veram  et  approbandaní 
fateor.  Sed  vltimam  equidem  arbitraban  falsam.  Quan- 
doquidem  medicina  suos  subditos  inmenso  cum  labore 
ductatos  quassatos  corpore  atque  inopes  plerumque 
fallit.  ergo  non  fidelissima.  Nam  eius  conseruatiuuin 
régimen :  euacuationes  iterum :  digestiones :  alteratio- 
nes  et  alia  hoc  genere  vtilia  fore  non  infídor :  de  his 
tamen  modérate  loquendum  est.  Sed  medicina  que 
circa  contingentia  et  que  in  potestate  dei  et  nature 
omnino  sunt  posita  versatur:  tune  aperte  fallit  et  palam 
mentitur  dum  suis  experimentis  prósperos  et  indutñ- 

sible,  lo  será  en  algunos  pocos,  miserables  j  despreciados 
enfermos. 

Al  cuarto  punto  contesto  que,  como  el  estudio  otra  con 
no  sea  que  aplicur  ardientemente  la  inteligencia  á  las  letras, 
hácese  esto  imposible  entre  el  concurso  de  las  gentes  y  el  in- 
trincado laberinto  de  cuidados  con  que  tan  á  menudo  batalla 
el  espíritu.  Sólo  á  hombres  libres  de  toda  inquietud  es  licito 
entregarse  al  estudio  en  sus  casas  ó  en  el  desierto ;  pero  el 
médico  rara  vez  puede  permanecer  en  su  casa,  hallarse  en  el 
desierto  ó  disfrutar  de  tranquilidad;  y  sdanme  testigos»  y 
juez  vuestra  merced,  los  médicos  todos  dignos  de  fe,  confor* 
mes  con  mi  opinión. 

Declaro  sencillamente  que  la  quinta  conclusión  es  ver- 
dadera y  digna  de  completo  asentimiento,  sin  excepción  ni 
limitación  alguna. 

En  cuanto  á  la  última,  ciertamente  teníala  por  falsa,  pues 
si  la  medicina  deja  las  más  veces  chasqueados  á  sus  adeptos, 
después  de  hacerlos  pasar  grandes  trabajos,  de  destruir  sus 
cuerpos  y  de  sumirlos  en  la  miseria,  ¿cómo  llamarla  fidelísima? 


-  195- 

tatos  policitatur  effectus.  Preterea  quod  electuarijs 
quibusdam  et  confectionibus  attribuitur  fragilis  est 
effícatie  et  vt  ita  dixerim  vanum  quidem :  plus  enim 
confortat  offella  in  aquam  carnis  immersa  que  vtique 
preparata  reperitur  confectione  alkermes  non  nisi  in 
regia  vel  apud  magnates  inuenta.  ítem  in  vino  aromá- 
tico mollis  madefactus  pañis:  aerísue  frígida  venti- 
latió  plus  letificat  gemmis  preciosis  et  adamante:  plus- 
que  auro  et  smaragdo  aductis  ab  oriente,  ñeque  fran- 
gitur  lapis  intra  renes  medicine  virtute:  ñeque  a  iun- 
cturís  flemma  sicut  gassum  (?)  extrahitur.  omnia  nisi 
fallor  commentitia  hec  reliquis  post  primum  mendacem 
more  pecudum  currentibus:  succreuere.  Quandoque 
ergo  incerta  et  infidelis  est  medicina,   ñeque  in  hac 
vtique  lite  iudices  árabes  sunt  recipiendi  quoniam  in- 

No  niego  la  utilidad  de  su  régimen  higiénico,  ni  de  sus  prin- 
cipios evacuativos,  digestivos,  alterantes  y  otros  de  este  gé- 
nero; si  bien  no  deben  extremarse  sus  elogios;  pero  ocupán- 
dose en  cosas  contingentes  y  que  caen  enteramente  bajo  la 
mano  de  Dios  y  de  la  Naturaleza,  engaña  sin  rebozo  y 
miente  descaradamente  cuando  promete  de  sus  experiencias 
felices  y  seguros  efectos.  Además,  los  que  á  ciertos  electuarios 
y  compuestos  se  atribuyen  son  de  escasa  virtud,  y  por  de- 
cirlo así,  vanos;  pues  más  fortalece  la  albóndiga  mojada  en 
agua  de  carne,  la  cual  en  todas  partes  se  encuentra,  que  la 
preparación  del  alkermes  que  sólo  se  halla  en  los  alcázares  ó 
en  los  palacios  de  los  señores.  Lo  mismo  sucede  con  el  pan 
tierno  mojado  en  vino  generoso;  y  la  ventilación  del  aire 
fresco  alegra  más  que  las  piedras  preciosas  y  el  diamante,  y 
más  que  el  oro  y  las  esmeraldas  que  se  traen  del  Oriente.  Y 
ni  se  quiebra  la  piedra  en  la  vejiga  por  virtud  de  la  medici- 
na, ni  se  extirpa  el  tumor  de  las  articulaciones  como  se  ex- 
trae el  dardo.  Falsas  invenciones  todas ,  en  mi  sentir,  acre- 
ditadas por  los  que  á  modo  de  ovejas  corrieron  tras  el  primer 


—  196  — 

fideles  de  ñdelitate  arbitran  po 
coloribus  iudicare.  Vale.  Zamor 
Anno  Xpi.  millesimo  quadring 
octauo. 

charlatán.  Siendo,  pues,  la  medicini 
recusarse  en  esta  cuestión  el  testiir 
cuanto  los  infieles  pueden  conocer 
de  los  colores. 

Guarde  Dios  i  vuestra  merced. 

De  Zamora,  i  16  de  Agosto  de  i 


II. 


GONSALO      DE     MOROS     EGREGIO     MEDICINE     DOCTORI. 
FRANCISCUS   DE   VILLALOBOS.    S.    P. 


(i5oi.) 


EXPRESSAM  verborum  Plinij  sententíam  quam 
queris  a  me:  doctor  egregie:  optarem  quidem 
intelligere:  sed  si  dicam  intelligo  mentíar.  Fa- 
cillius  enim  esset  quosdam  illius  virí  conceptas:  nuUo 
suo  verbo  dictante:  prophetare  quam  sermonis  inac- 
cesibilem  sensum  explicare,  nec  is  etiam  si  reuixisset 
ab  inferis  planum  suimet  intellectum  expremere  va- 

//. — De  Francisco  de  Villalobos  al  egregio  Doctor 
m édico  Gon^a lo  de  Moros, — 1 5o  i . 

Bien  quisiera ,  doctor  insigne ,  comprender  el  sentido 
de  las  palabras  de  Plinio,  sobre  que  vuestra  merced  me 
consulta ;  pero  si  dijere  que  le  entiendo,  mentiría.  Más  fácil 
fuera,  en  efecto,  adivinar  algunos  conceptos  de  aquel  escritor, 
sin  texto  suyo,  que  explicar  el  impenetrable  sentido  de  sus 
frases;  ni  aunque  volviese  de  los  infiernos  lograría  hacer 
claramente  comprensible  su  pensamiento.  Hácenseme  insu* 


—  198  — 

luisset.  Ego  veré  iam  ferré  nequct 
modi  qui  volunt  suas  nobís  intentio 
per  ignotiora  verba :  nostrasque  de 
rebus  forte  innaníbus  et  in  sententi 
iUis  rebus  librorum  non  esset  adeo 
eis  operam  daré  vita  hominum  inte 
absque  alia  cura  degens  non  sufBdi 
tauit  Plinius  quod:  exacto  suo  di 
opere  hoc :  omnia  ceterorum  auctoi 
tinas  deleturus  esset:  omnia  enim  c 
bus  non  ineleganter  tractat.  et  beni 
propter  copiam  oppulentiamque  do 
extra  suum  librum  esset  querere 
apud  plerosque  vt  propter  sermoni 
penuriam  nihil  intra  ipsum  esset  inu 
quereris  illum  animam  esse  mortalí 

fribles  estos  hombres  que  se  propone 
sus  intenciones  expresadas  en  oscuro 
nuestra  inteligencia  con  cosas  por  de 
juicios,  cual  si  de  semejantes  materias 
cía  tal  de  libros,  que  para  estudiarlos  < 
cutera  de  un  hombre  libre  de  males  y  d( 
pensó  Plinio  que,  escrita  su  obra  de 
á  quedar  inútiles  todas  las  de  los  demás 
lo  abarca  y  de  todo  trata  con  eleganti 
luna,  pues  al  pretender  que  la  abundi 
doctrina  excusase  de  buscar  nada  fuera 
que  muchos,  i  causa  ■  dz  la  elegancia 
breza  del  fondo,  nada  más  pudieran  ei 
Duélese  vuestra  merced  de  que  1 
alma  es  mortal.  No  hallo  por  qué  se 


Je  Fr'.rler 


—  199  — 
est  quod  mireris  in  homine  presertím  hoc  qui  tantum 
sensibus  tríbuit  vt  minime  crederet  nisi  quod  eisdem 
discemere  posset.  quamobrem  nec  de  angelis  seu  inte- 
Iligentijs  mentíonem  fedt  cum  tamen  illa  non  esse 
sit  impossibile  demonstratum :  aut  motus  esset  sine 
mouente  dandus.  ñeque  etiam  de  ipso  Deo  virilius 
arbitratus  est  quam  illi  quos  deliramenta  atque  pueri- 
lia  sequutos  detestatur.  qui  etiam  exanimis  auctoritate 
Homeri  seducitur  vt  dum  cecus  cecum  duxisset  ambo 
in  foueam  ceciderint  vbianimamPlinius  inunortaliorem 
nunc  sentit  quam  desiderat:  quia  eterni  cruciatus  di- 
gnus digna  patitur  mentís,  nam  si  visu  etíam  ipso  con- 
templaretur  qualiter  motu  rapto  sol  ab  alio  corpore 
regitur:  aliam  molem  solé  digniorem  atque  potentío- 
rem  vtíque  iudicaret:  antequam  solem  deifícaret.  aduc 
autem  et  si  oculi  eius  discipulorum  Xpi.  qui  sua 
tune  etate  flagrabant  miraculosa  ostenta  cerneré  me- 

como  éste  que  concedió  tai  importancia  á  los  sentidos,  que 
sólo  daba  crédito  á  io  que  por  ellos  conocía ;  por  lo  cual ,  ni 
hizo  mención  de  los  ángeles  ó  inteligencias,  cuando  tan  im- 
posible es  demostrar  que  no  existen  como  suponer  movi- 
miento sin  motor;  ni  discurrió  acerca  del  mismo  Dios  con 
más  fuerza  de  raciocinio  que  aquellos  de  quienes  abomina 
por  adoptar  delirios  y  puerilidades,  para  venir  luego  él 
mismo,  falto  de  energía,  á  dejarse  seducir  por  la  autoridad 
de  Homero,  y  caer,  como  ciego  guiado  por  otro  ciego,  en  el 
abismo,  donde  ahora  conoce  que  el  alma  es  más  inmortal  de 
lo  que  quisiera,  pues  merecedor  de  eternos  suplicios,  pade« 
ce  los  que  sus  hechos  le  acarrearon.  Si  con  su  propia  vista 
hubiera  contemplado  cómo  el  sol  en  su  arrebatado  movi- 
miento es  regido  por  otro  cuerpo,  antes  que  deificar  á  aquél, 
seguramente  hubiera  imaginado  la  existencia  de  otra  mole 
más  sublime  y  poderosa  que  el  citado  astro ;  y  si  sus  ojos 
hubieran  sido  dignos  de  presenciar  los  estupendos  milagros 


—  loo  — 
ruissent  a  corruptís  certe  et  horreni 
lucem  redeuntibus  animam  permane 
porum  reassumptionem  pasúm  con 
quod  profecto  nemo  philosophorum 
quentium  infíciatus  est.  Et  eo  mag 
Plinius  vir  in  doctrinis  dissertus  ac  i 
diocris  indagator  quo  phílosophos  i 
qui  eñam  de  ípsa  natura  pluríma 
pluraque  mendada  ad  sensum  impo 
tuntur:  qui  non  modo  inter  sapient 
putandi  verum  etiam  si  nostro  aeuo 
derna  chantas  instolidorum  carcere 
duxisset.  quis  namque  sane  mentís  í 
nuam  origine  celesti  natam  non  fate 
cum  istorum  quedam  pars  sublu 
anima  et  perfectione  carentium  vt 
negare  non  poterit?  Enimuero  su[ 

que  en  sus  días  verificaban  los  discipulc 
bicra  podido  aprender  il  cada  paso  de  lo: 
dos  cadáveres,  vueltos  á  la  vida,  la  ir 
alma  y  la  resurrección  de  la  carne;  cosa 
merced  sabe .  no  ha  puesto  en  duda  nin¡ 
que  sensatamente  escribieron.  Y  es  tanto 
ciCín  Plinio.  hombre  por  otra  parte  de  | 
notable  observador  de  la  naturaleza,  por  ■ 
líos  tilásofos  que  sobre  ella  escribieron 
se  empeñaron  en  acreditar  multitud  d 
al  sentido  común,  A  los  tales,  no  sólo 
entre  los  sabios,  .sino  que,  á  vivir  en  c 
de  nuesiros  no  poco  avisados  contemp 
encerrado  en  las  cdrcelcs,  para  que  a 
locura.  <Quc  hombre  de  sano  ¡«icio  n 
alma,  libre  por  bu  celestial  oripcn,  I 
cuando  le  es  imposible  ncpar  la  indcsti 


—   20I    — 

que  inmedíate  orbis  lunam  deferentís  concauitatém  in- 
colit  impossibile  est  vt  corrumpatur:  quomodo  enim 
poterít  corrumpi  nisi  in  aliud  conuertatur  elementum? 
pars  autem  alteríus  elementi  vsque  ad  illum  ascenderé 
locum  nullatenus  valebit  quin  prius  conuerteretur  in 
ignem.  quamobrem  suprema  pars  elementaris  ignis 
incorruptibilis  erit :  et  maxime  conseruata  a  sempiterno 
contactu  ipsius  ceii :  syderisque  potentissimi  conserua- 
toris  Ínter  agentia  phisica.  Corpus  ergo  elementare 
corporum  imperfectissimum  incorruptibile  esse.  et 
animam  rationalem  corruptibilem  fore  ridiculosum  vi- 
detur:  presertim  cum  ipsa  eadem  anima  sit  superis 
affínis  et  propinqua  magls  quam  ille  ignis.  nam  quem* 
admodum  ceii  rectores  corporum  inferiorum  com- 
probantur  ita  et  substantie  incorporee  celos  mouentes 
inferiorum  animarum  rectores  gubematoresque  po* 
nuntur.  harum  autem  substantiarum  seu  angelorum 

parte  de  estos  cuerpos  sublunares ,  que  carecen  de  alma  y 
no  admiten  perfeccionamiento?  No  es  ciertamente  posible 
que  la  región  superior  del  fuego,  que  inmediatamente  llena 
el  espacio  del  círculo  conductor  de  la  luna ,  sea  corruptible; 
pues  ¿cómo  había  de  serlo  sin  convertirse  en  otro  elemento? 
Ahora  bien,  ninguna  parte  de  otro  elemento  podría  llegar 
hasta  allí  sin  transformarse  antes  en  fuego,  y  por  tanto,  la 
parte  superior  del  elemento  fuego  será  incorruptible,  y  es- 
pecialmente conservada  por  el  eterno  contacto  del  mismo 
cielo  y  del  potentísimo  astro  conservador  entre  los  agentes 
físicos.  Cosa  por  cierto  ridicula  sería  que  el  cuerpo,  el  más 
imperfecto  de  los  elementos  corpóreos,  fuera  incorruptible» 
y  que  no  lo  fuese  el  alma  racional ;  sobre  todo  cuando  esta 
misma  alma  es  más  añne  y  propincua  á  Dios  que  aquel 
fuego;  pues  así  como  está  averiguado  que  los  cielos  rigen  los 
cuerpos  inferiores,  así  se  admite  que  las  sustancias  incorpó* 
reas  que  mueven  los  cielos,  dirigen  y  gobiernan  las  almas 


—   202    — 

vicinitatem  anime  nostre  sortientes  tanto  efíicatius  ab 
eis  confouentur  et  conseruantur  quanto  angelí  celis 
efñcatiores  sunt  agentes  atque  fortiores:  et  quanto 
animarum  ad  eos  propinquitas  vicinitasque  veracior  cst 
quam  illa  que  ignis  ad  orbem  lune :  illa  enim  est  per 
accidens.  scilicet  per  quantitatem:  hec  vero  per  essen- 
tiam  nobilem  et  substantiam :  qua  vnus  ángelus  altcri 
propinquiordicitur  quam  angelis  celorum  corpora.  phi- 
losophice  igitur  posset  probare  vel  cognoscere  Plinius 
animas  esse  hominum  immortales.  Acdpe  ergo:  doctor 
insignis:  epistolam  hanc  corrigendam  aduersus  Plinium 
machinatam.  et  da  veniam  familiaritati.  nunquam  enim 
huiusmodi  concertationem  apud  alium  ausurus  sum. 
tecum  tamen  aperto  corde  conceptus  reticere  non 
valeo.  Problemata  que  ad  me  misistí  auidissime  sus- 
cepi:  gratias  ago.  pater  amantissime.  ceterum  de  visi- 


inferiores.  Nuestras  almas,  pues ,  por  influjo  de  la  vecindad 
de  aquellas  sustancias  ó  ángeles,  son  por  éstos  sostenidas  y 
conservadas  con  tanta  mayor  eficacia  cuanto  que  los  ángeles 
son  más  enérgicos  y  poderosos  agentes  que  los  cielos,  y 
cuanto  es  más  cierta  la  inmediación  y  cercanía  de  las  almas 
á  ellos  que  la  del  fuego  al  circulo  de  la  luna;  pues  aquella 
lo  es  por  accidente ,  es  decir,  por  cantidad ,  y  ésta  por  esen- 
cia noble  y  sustancia;  lo  que  hace  que  digamos  que  un  ángel 
está  más  cercano  á  otro  que  los  cuerpos  celestes  á  los  ángeles. 
Bien  pudo,  pues ,  Plinio  conocer  ó  probar  por  filosofía  que 
las  almas  de  los  hombres  son  inmortales. 

Reciba  vuestra  merced,  insigne  doctor,  debajo  de  su 
corrección  esta  epístola  dirigida  contra  Plinio,  y  perdone  el 
exceso  en  la  confian¿a;  que  si  nunca  con  otro  me  atrevería 
á  debate  semejante,  con  vuestra  merced  abro  mi  corazón  y 
me  es  imposible  callar  lo  que  pienso.  Recibí  con  gran  entu- 
siasmo los  problemas  que  me  enviasteis,  y  doy  gracias  á  mi 


—  2o3  — 
tatione  pauperis  miUtís  ac  nostra  conuíctu  quicquid 
dccreucris  faciatn.  Junij  vicésima.  Anno  quingenté- 
simo primo. 

amantisimo  p^dre.  Sobre  la  visita  del  pobre  i>oldado  y  sobre 
nuestro  convite,  har;:  lo  que  mandáredes. 
A  20  de  Junio  de  i  Soi  años. 


; 


III. 


GONSALO    DE   MOROS    MEDICINE    DOCTORI  CELEBRANDO. 
FRANCISCUS    DE   VILLALOBOS.  S.  P. 


(i5o7.) 


1LLUSTRISÍM1  comitis  mein  prímis  salutis  narrationem 
expostulas,  impossibile  est  quod  petis:  quod  enim 
non  est  enarrari  se  prohibet :  indefinibile  est :  inena- 
rrabile  est.  ipse  namque  profecto  neo  habet  ñeque 
habere  desiderat  valitudinem.  cumque  plurímis  abun- 
det  superfluis  euacuandis  nil  tamen  ita  superíluum 
hic  velut  medicum  video,  etenim  hypocraticas  vias 
ex  aduerso  adeo  libenter  errat  vt  pontem  a  tergo 

///. — De  Francisco  de  Villalobos  á  Gonzalo  de  Moros, 
célebre  Doctor  médico. — iboj. 

Desea  vuestra  merced,  ante  todo,  que  le  dé  noticias  de 
la  salud  del  ilustrísimo  Conde ;  y  esto  es  imposible,  porque 
lo  que  no  existe  escapa  á  toda  narración.  Ello  es  cosa  indefi- 
nible é  innarrable,  porque  ni  el  Conde  tiene  mejoría  ni 
quiere  tenerla;  y  aunque  en  él  hay  superabundancia  de  hu- 
mores, de  que  convendría  librarle,  nada  veo  aquí  más 
supérfluo  que  el  médico.  Deleitase  tanto  en  ir  contra  los  pre* 
ceptos  de  Hipócrates,  que,  como  suele  decirse »  de|a  corúulo 


—  2o6  — 

rumpat:  vt  aiunt  ne  fuge  vel  spcs  redeundi  su- 
persit:  quoniam  dum  ei  febris  cum  ímmodento 
inualescit  errore:  eumque  coníligit  vsque  ad  infcri 
portas  non  piget:  pudet:  aut  penitet  eum  medi- 
corum  regulis  deuiasse:  seque  omnino  contra  stímu- 
lum  calcitrasse;  sed  potius  hec  in  verba  prorumpit:  O 
flagrantissimum  atque  tartareum  incendium  et  o  men- 
dacissimum  Hypocratem  ac  meretriculam  Auicennam. 
deinde  clamitans  ait:  testor  Deum  predosissimamque 
Dei  genitricem  me  mediéis  non  crediturum  ñeque 
eorum  legibus  obtemperaturum:  sed  que  lilis  tre- 
menda fugiendaque  produntur  me  in  posterum  com- 
missurum.  Iterum  et  post  paulumper  Auicennam  allo- 
quitur  tanquam  feminam  inquiens:  quidnam  ais  tu 
canitula  sarracena:  viperamne  esse  funestam?  confi- 
ciatur  ergo  protinus  mihi  viperarum  cibus:  ego  cum 
tollam  et  bibam  per  immortalem  Deum.  hec  et  alia 

el  puente  á  sus  espaldas  para  no  conservar  esperanza  de 
huida  ó  de  vuelta;  pues  cuando  la  fiebre  se  le  agrava  con  sus 
excesos,  consumiéndole  hasta  ponerle  á  las  puertas  del  in- 
fierno, ni  se  duele,  ni  se  avergüenza,  ni  se  arrepiente  de  ha- 
ber violado  los  preceptos  de  los  médicos  y  dado  coces  contra 
el  aguijón,  sino  que  por  el  contrario,  exclama: — ¡Qué  arden- 
tísimo y  qué  infernal  fuego!  ¡Falsísimo  Hipócrates  y  mise- 
rable meretriz  Avicena! — Y  continúa  en  voz  alta  sus  lamenta- 
ciones:— Pongo  á  Dios  y  á  su  preciosísima  Madre  por  testi- 
gos de  que  ni  daré  fe  á  los  médicos,  ni  obedeceré  sus  man- 
datos, antes  haré  lo  que  ellos  condenan  como  funesto  y  acon- 
sejan se  evite. — Luego  vuelve  á  tomarla  con  Avicena,  y  cre- 
yéndola mujer,  encárase  con  ella,  y  dice:— ¿Por  qué  afirmas 
tú,  miserable  perra  sarracena,  que  la  víbora  es  dañosa?  Há- 
ganme al  punto  un  caldo  de  ellas,  que,  por  Dios  vivo,  voy  á 
bebérmele. — Estas  y  otras  muchas  injurias  de  este  género  vo- 
mita incesantemente  contra  los  médicos;  y  cuando  le  deci- 


—   207   — 

plura  in  hanc  sententíam  assiduo  clamore  contorquet 
in  médicos,  et  dum  aliqucxl  epulum  a  nobis  pronun- 
ciatur  exitiale  tune  sese  attoUit  erígitque  supra  lectum 
more  tremebundi  gigantis  et  radiantibus  oculis  vo- 
ceque  rauca  ac  horrendo  latratu :  ait :  quisnam  ex  au- 
toríbus  hoc  vobis  prodidit  xpianissimi?  at  vero  ego 
humilis  admodum  et  contractus  ore  trémulo  Auicen- 
nam  refero  tradidisse.  ad  hoc  autem  Ule  mihi :  o  ana- 
thema  et  tu  me  canibus  sarracenis  crediturum  admo- 
nes:  ego  te  ignibus  comburendum  tradam  per  euan- 
gelia  sacra. 

Hec  ergo  sunt:  reuerende  doctor:  que  in  promptu 
mihi  offeruntur  narranda  tibi:  preter  alia  plurima 
quorum  seriem  equidem  ad  hystoriam  potius  quam 
epistolam  pertinere  arbitror.  de  prenostico  vero 
astronomi  quo  meum  natum  fortunatissimum  medi- 
cum  futurum  recitas  si  quid  sentiam  interroges  dicam 

mos  que  tal  manjar  es  pernicioso,  incorpórase  y  se  levanta  en 
la  cama,  y  á  modo  de  espantable  gigante,  con  ojos  cente- 
lleantes, voz  ronca,  y  horrible  alarido,  exclama: — ¿Cuál  de 
vuestros  autores,  cristianos  nuevos,  os  lo  enseña? — Lleno  de 
humildad,  encogido  ,  y  con  voz  temblorosa ,  contéstele  que 
Avicena,  y  entonces  me  dice: — ¡Maldición!  ¿Y  eres  tú  quien 
me  aconseja  que  dé  crédito  á  los  perros  sarracenos?  ¡Por  los 
Santos  Evangelios  que  te  haga  entregar  á  las  llamas  para  que 
te  consuman! 

Esto  es,  honrado  doctor ,  lo  que  por  ahora  se  me  ofrece 
escribiros,  dejando  aparte  otras  muchas  cosas  que,  en  mi  sen- 
tir, más  son  para  historia  que  para  carfa.  Si  me  preguntareis 
mi  parecer  acerca  del  horóscopo  del  astrónomo,  según  el 
cual  decís  que  mi  hijo  ha  de  ser  médico  afortunadísimo, 
diría  á  vuestra  merced  qué  es  absolutamente  imposible  que 
cosas  incompatibles  concurran  en  un  mismo  sujeto.  Porque 
si  médico,  ^cómo   afortunadísimo?  Y  si  afortunadísimo» 


—  2o8  — 

incompatibilia  in  idem  coincidere  omnino  esse  impossi- 
bile.  Nam  si  medicus  non  fortunatíssimus :  si  fortuna- 
tissimus  non  medicus.  nec  alio  teste  indigemus  ab  eo 
quem  in  presentiarum  adduximus.  quomodo  enim 
fieri  fortunatus  potest  qui  assiduo  crudatu  corpore 
laborare  et  spiritu  angi  quotidie  cogitur?  Quilibet  enim 
artifex  quantumlibet  mechanicus  proprij  domicilij  non 
egreditur  limina  vt  suum  exerceat  opus  etiam  si  ad 
ducum  atque  potentium  necessitates  explendas  fieri  de- 
beat:  medicus  tamen  in  quantalibet  sublimitate  con- 
stitutus:  vellit:  noUit:  omnes  percurrere  domos:  per- 
qué cuneta  pauperum  debet  semper  euagari  tuguria. 
non  rígido  procellosoque:  non  tonitruis  pleno  atque 
fulmíneo  tempori  parcit.  ñeque  etiam  feruidas  ct  es- 
tuantes ñammas  puluerulentaque  vitat  incendia,  non 
trémulas  cauet  scalas  dubiorum  graduum  in  sursum 
perpendiculariter  erectas:  nec  lectulos  sórdidos  hu- 
leóme podrá  ser  médico?  Ni  para  probarlo  hace  falta  más 
testimonio  que  el  que  ya  aduje.  <;Cómo  puede  ser  afortuna- 
do el  que  cada  día  siente  destruido  su  cuerpo  por  incesante 
tormento,  y  trabajado  su  espíritu  por  indecible  angustia? 
Todo  artífice ,  hasta  el  mecánico,  no  pasa  para  trabajar  en 
su  menester  los  umbrales  de  su  domicilio,  aun  cuando  lo 
haga  por  encargo  de  duques  y  poderosos;  el  médico,  en 
cambio,  por  reputado  que  esté,  de  grado  ó  por  fuerza  tiene 
que  visitar  una  casa  tras  otra,  y  recorrer  sin  tregua  los  tugu- 
rios todos  de  los  pobres;  y  ni  los  hielos  ó  las  tormentas,  los 
truenos  ó  los  rayos  le  detienen ,  ni  se  guarda  de  las  polvare- 
das y  ardores  del  estío,  ni  le  arredran  las  movedizas  escaleras 
de  inseguros  y  enhiestos  peldaños,  ni  le  causan  asco  los  su- 
cios camastros  empapados  en  sudor  y  rebosando  mugre,  ni 
los  pestilentes  y  nauseabundos  olores  le  repugnan,  ni  el  mor- 
tífero contagio  le  espanta.  Con  esto,  no  consigue  escapar  á 
los  baldones  de  la  suerte ,  ni  eximirse  de  las  acusaciones  de 


—  ao9  — 
mentes  sudore  ac  ceno  delibutos  abominatur:  non 
execrandos  pestílentesque  dedignatur  olores,  ñeque 
mortalitatis  contagia  exhorresdt :  non  vtique  fortuitas 
fugare  valet  ignominias :  ñeque  homiddiorum  depe- 
Uere  notas,  et  ad  sununum  noctu  diuque  iu^ter  labo- 
rando aut  inopem  dudt  senectam  aut  íilios  pauperes 
ostetricesque  filias  superstites  relinquit.  Ex  his  ergo 
ac  ceteris  que  ností  astronomi  tui  apertum  videbis 
mendadum :  ignoscat  ille  conuidjs  quisquís  sit.  et  pre- 
fecto d  me  superi  faueant  ñeque  eousque  mecum 
fortuna  seuiat  ex  me  genitus  nunquam  erit  medicus 
nid  extra  meam  se  potestatem  erípiat  aut  nid  presdssa 
dt  vdut  a  texente  vita  mea.  dum  aduc  ordiar:  nunc 
enim  non  nid  trícesimum  ac  tertíum  annum  post  ter- 
gum  relinquo.  Vale.  Aprilis  vicésima  secunda  anno 
Xpi.  millesimo  quingentésimo  séptimo. 

homicida,  para  venir  al  cabo,  tras  incesante  trabajo  de  día  y 
de  noche,  á  consumir  su  yejez  en  la  pobreza,  y  á  dejar  á  sus 
hijos  en  la  miseria  y  á  sus  hijas  de  comadres. 

Por  éstas  y  por  las  demás  circunstancias  que  son  conoci- 
das de  vuestra  merced,  os  será  manifiesto  el  error  de  ese  astró- 
nomo. Perdone,  quien  quiera  que  él  sea,  las  injurias;  y  en 
cuanto  á  mí,  si  Dios  me  tiene  de  su  mano,  y  la  suerte  no  se 
ensaña  conmigo,  el  que  de  mí  nació  jamás  será  médico,  á 
no  emanciparse  de  mi  potestad,  ó  mientras  la  Parca  no  corte 
el  hilo  de  mi  vida,  que  hasta  ahora  sólo  deja  á  las  espaldas 
treinta  y  tres  años. 

Conserve  Dios  la  persona  de  vuestra  merced. 

22  de  Abril  de  1 607. 


u 


IV. 


VBNBRANDO  GENITORI.   FRANCISCUS   DB   VILLALOBOS 

HUMILIS   FILIUS   SALUTBM. 


(i5o7.) 

^RosPBRAM  illustrissimi  ducis  Federíd  valitudi- 
nem  te  meam  ob  causam  appríme  cupere  dids. 
gratias  ago  dilectíssime  mihi  pater.  at  qualiter 
succedat  me  interrogas,  de  hoc  certe  nihilum  hactenus 
boni  dijudicare  valeo.  innumeris  enim  morbis  ipsum 
circumuallatum  noueris.  hac  febres  nouelle  cum  vete- 
ribus  complícate  congrediuntur.  illac  autem  virtutb 
imbedllitas  cum  apetitus  deiectione  atque  nauseatiua 

IV .--Francisco  de  Villalobos,  humilde  hijo,  dsu  vene' 
rada  padre. — 1 507. 

Díceme  vuestra  merced  que  desea  mucho,  principal- 
mente por  mí,  la  mejoría  del  ilustrísimo  duque  don  F«- 
drique ;  y  yo  agradezco  á  mi  querido  padre  su  deseo.  Pre- 
gúntame luego  vuestra  merced  sobre  lo  futuro;  7  acercí  de 
esto  hasta  ahora  nada  bueno  puedo  pensar;  porque  habéis 
de  saber  que  le  asedian  infinitas  dolencias,  y  por  una  parte 
le  combaten  nuevas  fiebres,  complicadas  con  las  antigaas« 
por  otra  le  acechan  el  decaimiento  de  ñierxas » la  fidta  de 


—   212   — 

satietate  obsidionem  parat.  a  dextris  vero  et  a  sinistrís 
meatuum  obstructíones  menbrorumque  nobilium  du- 
rissime  opilationes  infestant :  hinc  ethica  istínc  insultat 
hydrops.  Iterum  et  profluuium  ventrís  indigestum 
corporis  edifícium  dissoluit  sitísque  validissima  atque 
inexorabilis  cruciat.  quid  multa?  ita  equidem  totum 
Corpus  tirannice  occupatum  ab  hoste  video  vt  quam 
in  arcem  anima  tuta  confugiat  non  fadle  introspidam: 
de  cetero  in  meam  salutem  magnam  ac  preferendam 
impenderé  curam  admones.  faciam  equidem  dum  tem- 
pus  adsit.  nunc  autem  quoniam  mihi  viuere  nefandum 
esset  alteri  vt  moriar  opportet.  Nos  enim  dum  alienas 
custodire  vitas  machinamur  interim  amittere  proprias 
non  dubitamus.  nostrum  quoque  obeundi  modum 
fugere  non  licet.  quippe  transfretantes  procellosum  in 
mare  summerguntur.  milites  vero  horrendo  truddan- 
tur   in  bello  atque  venatores  inter  nemorum  saltus 

apetito  y  el  nauseabundo  hastío;  por  ambas  le  acosan 
cruelmente  obstrucciones  de  las  vías  é  hinchazones  de 
sus  nobles  miembros ,  y  si  por  un  lado  le  ataca  la  fiebre 
ética,  por  otro  le  toma  la  hidropesía.  Además,  la  diarrea 
destruye  la  desordenada  trabazón  de  su  cuerpo,  y  una  ar- 
diente é  insaciable  sed  le  devora.  ¿Para  qué  he  de  decir  más? 
Baste  que  observo  al  enemigo  enseñoreándose  con  tal  tiranía 
del  cuerpo  todo,  que  no  veo  fácilmente  á  dónde  ha  de  refu- 
giarse el  alma  para  estar  segura. 

Por  lo  demás,  aconséjame  vuestra  merced  que  atienda 
ante  todo  al  cuidado  de  mi  salud.  Así  lo  haré  cuando  tenga 
tiempo  para  ello,  que  ahora,  como  mirar  por  mi  vida  sería 
criminal,  conviene  que  la  sacrifique  por  la  de  otro.  Nosotros 
los  médicos,  mientras  andamos  discurriendo  medios  para 
salvar  lasagenas,  no  vacilamos  en  perder  las  propias,  sin 
que  nos  sea  dable  escapar  á  nuestro  género  de  muerte;  pues 
si  los  navegantes  se  ahogan  en  los  borrascosos  mares,  los 


—   2X3   — 

lacerantur.  medici  tamen  feculentis  humoríbus  vapo- 
ríbusque  funestis  ingurgitatí  suffocamur:  pessimum 
genus  mortis  post  miserrímum  vite  genus.  Deinde.  mi 
pater:  in  concertationibus  nunquam  victoríam  aut  glo- 
ríam  sed  beniuolentían  ex  doctoríbus  querere  iubes. 
nos  vtique  ínter  nos  non  confligimus  sed  vnanimes 
egrum  de  malo  regimine  corrígere  tentamus  ab  eoque 
sedulo  victi  restamus.  Iterum  et  quid  me  pro  tanto 
labore  pariter  et  exilio  lucri  fecerim  expetis.  hactenus 
nihil  certe  preterquam  plurimas  noctes  gélidas  insom- 
nes capere:  nec  inter  diu  quietem  aut  respiratíonem 
excipere.  et  innumeris  pulicum  ac  dmicum  turbia 
escam  de  propria  carne  distribuere:  est  enim  curia  in 
exiguo  vicu  et  nos  angustíssimo  in  hospitio.  ítem  aS 
atro  et  infinito  muscarum  agmine  inportabiliter  obsi- 
deri.  pessimam  volucrem  obliuiosam  et  incastigabilem 
detestor.  preterea  inter  assiduas  animi  tristitias  mero- 

soldados  caen  sin  vida  en  la  horrible  guerra ,  y  los  cazadores 
perecen  desastradamente  en  lo  intrincado  de  las  selvas,  los 
médicos  sucumbimos  asfixiados  entre  densos  vapores  y  da- 
ñosas emanaciones;  pésimo  género  de  muerte  tras  una  vida 
miserabilísima.  Prcviéneme  después  vuestra  merced  que  en 
las  discusiones  con  los  doctores  nunca  busque  la  victoria  ó 
la  gloria,  sino  la  benevolencia.  Nosotros  no  luchamos  unos 
con  otros,  sino  que  unánimes  tratamos  de  corregir  de  su  mal 
régimen  de  vida  al  enfermo,  el  cual  frecuentemente  triunfa 
de  nosotros.  También  me  preguntáis  qué  ganancias  he  repor- 
tado de  mis  grandes  trabajos  y  de  mi  destierro.  Hasta  aquí 
ninguna  otra  sino  muchas  noches  pasadas  en  claro  y  con  frío, 
sin  hallar  por  el  día  respiro  ni  descanso,  y  teniendo  que  dar 
la  propia  carne  en  alimento  á  inmensas  nubes  de  pulgas  y 
mosquitos,  puesto  que  la  corte  asienta  en  mezquina  aldea,  y 
estamos  albergados  en  reducidísima  posada.  Luego  nos  en- 
vuelve negro  é  insoportable  enjambre  de  moscas,  insecto 


—  214  — 

rosque  íluctuari:  Ínter  medicine  impotentíam  et  patien- 
tis  impatientiam  drcumuolui.  hec  et  alia  id  genus  mea 
lucra  fuisse  scito.  rursus  darissimi  viri  Femandi  de 
Vega  vitam  fortunamque:  amantissime  pater:  scire  de- 
sideras  quandoquidem  parentis  eius  vetustissimam  te 
contraxísse  amiciciam  summopere  laudas,  ego  equidem 
non  noui  hominem.  peregrinus  enim  sum  in  curia,  et 
hec  ignoro,  quod  tamen  audiui  pauds  verbis  edisse- 
ram:  eam  fortunam  sortitum  esse  fertur  vt  apud  catho- 
licum  regem  nulli  secundus  extimetur.  et  eam  vitam 
constanter  assectatum  vt  eius  animus  prudentie:  tem- 
perantie:  fortitudinis  et  iusticie  nostro  aeuo  domid- 
lium  iudicetur.  Ter  me  illum  vidisse  memini  viri  as- 
pectum  philosophum:  sapientem  raramque  loquelam 
atque  sobrium  incessum  admirabar.  videbarque  mihi 
quendam  Fabium  Cunctatorem  Leliumue  ab  inferís 
transfugisse:    ceterum  de  meo  in  patriam   regressu 

que  detesto  por  olvidadizo  é  imposible  de  castigar.  Con  esto, 
fluctuar  entre  continuas  pesadumbres  y  aflicciones  de  espí- 
ritu ,  y  vivir  encerrado  entre  la  impotencia  de  la  medicina  y 
la  impaciencia  del  paciente.  Estas  y  otras  semejantes  han 
sido  mis  ganancias. 

Asimismo  desea  vuestra  merced  noticias  de  la  vida  y 
sucesos  del  dignísimo  varón  Hernando  de  Vega,  por  cuanto 
tenéis  en  mucho  la  antiquísima  amistad  que  con  su  padre  os 
une.  Yo,  á  la  verdad,  como  pasajero  en  la  corte,  ni  le  co- 
nozco, ni  sé  de  estas  cosas;  mas  diré  en  breves  palabras  lo 
que  he  oido.  Dicen  que  ha  sido  tan  afortunado,  que  se  le 
tiene  por  el  primero  en  el  favor  del  rey  Católico;  y  que  por 
su  constante  modo  de  vida  repútase  su  juicio  como  asiento 
de  la  prudencia ,  de  la  templanza ,  de  la  fortaleza  y  de  la 
justicia  en  nuestros  días.  Tres  veces  me  acuerdo  de  haber 
visto  á  aquel  sujeto,  cuyo  aire  de  filósofo,  sabia  y  poco  fre- 
cuente palabra,  y  noble  andar,  me  llenaban  de  admiración. 


—  IIÍ  — 

Deus  nouit  cuius  sunt  omnia.  Vale.  Septembns  vicc- 
^     ama  quinta  anno  Xpi,  miUesimo  quingentésimo  sep- 
dmo.  in  Sancta  Mana  de  Campo. 

pareciíndome  estar  viendo  á  otro  Fabio  Cunctator  ó  á  un 
nuevo  Lelio,  vuelto  de  los  inñernos. 

De  mi  regreso  á  ta  patria.  Dios,  en  cuya  mano  está  todo, 
■abrá  el  plazo  cierto.  Él  quede  con  vuestra  merced. 

De  Santa  María  del  Campo,  á  aS  de  Setiembre  de  1S07. 


i 


V. 


PRINCIPI     STRENUISSIMO     DOMINO    GARSIE    DE     TOLETO 

ILLUSTRISSIMI     DOMINI    FEDERICI    DUCIS    DS    ALBA     DI- 

LECTISSIMO  PRIMOGÉNITO.  SALÜTBM  PLURIMAM. 


(i3o8.) 


EPÍSTOLA M  tuaní  iocosis  vrbanitatíbus  plenam  ac- 
cepi  eamque  preclarissimo  patre  ac  omni  proce- 
rum  turba  circumstante  coram  legi:  cuius  morda- 
cissima  elegantía  omnes  in  risum  paríter  et  stuporem 
coegit:  at  vero  ego  solus  non  ridebam.  quem  omnia 
transñgebant  tela,  attamen  si  dijs  placet  inultus  non 

V. — Al  valeroso  Principe  Don  García  de  Toledo,  primo- 
génito del  Ilustrisimo  Señor  Don  Fadrique^  Duque  de 
Alba, — i5o8. 

Vuestra  carta,  llena  de  sabrosos  donaires,  llegó  á  mis 
manos,  y  la  leí  á  vuestro  ilustre  padre  y  al  cortejo  de  gran- 
des señores  que  le  rodeaban,  los  cuales,  á  un  tiempo  mismo 
rieron  sus  incisivos  y  elegantes  conceptos,  y  quedaron  es- 
tupefactos. Solo  yo,  en  quien  venían  á  clavarse  todos  los 
dardos,  no  me  reía;  pero  placiendo  á  Dios,  no  quedaré  sin 


—  ai8  — 
moriar.  Paterne  dispositionis:  fortissime  vir:  ex  meque- 
rís ' :  deinde  Hypocraten  Galenumque  detestarís.  De 
cetero  me  dei  parricidam  cálumniaris.  et  fidelium  cru- 
delissimum  hostem  proscríbis.  hec  in  summa  sunt 
iacula  quibus  fulminas,  ad  quorum  primum  hoc  vnum 
dicam  me  prophetam  non  esse.  si  cur  id  referam  in- 
terroges.  quia  non  paterne  imbecillitatís  presentem 
queris  statum :  sed  f uturi  atque  desideratássiini  obitus 
certum  celereque  presagium  me  predicturum  expos- 
tulas, hoc  vtique  verius  est  recentiusque  parríddium: 
non  quesitum  inuentumue  vltra  millesimum  quadrín- 
gentesimum  septuagesimum  annum.  O  funestum  de- 
siderium.  cum  pater  tibi  libentissime  dederít  esse:  tu 
eum  non  esse  ardentissime  cupis:  ille  te  vsque  ad  sy- 
dera  tollere  non  desinet:   tu  iUum  vsque  ad  bíferos 

venganza.  Vuecencia,  esforzado  señor,  me  pregunta  por  el 
estado  de  salud  de  su  padre,  y  luego  abomina  de  Hipócra- 
tes y  de  Galeno,  y  al  cabo  me  acusa  de  parricida  de  Dios, 
y  me  condena  como  cruelísimo  enemigo  de  los  fíeles.  Tales 
son,  en  suma,  las  acusaciones  que  contra  mí  lanza.  A  la  pri- 
mera le  respondo  que  yo  no  soy  profeta;  y  si  me  preguntare 
por  qué  lo  digo,  contestaré  que  porque  no  quiere  saber  de 
mí  el  estado  actual  de  postración  de  su  padre ,  sino  que  le 
pronostique  pronta  y  seguramente  su  futuro  y  ansiado  falle- 
cimiento. Este  sí  que  es  más  cierto  y  nuevo  parricidio, 
nunca  preguntado  ni  inventado  después  del  año  1470.  ¡Oh, 
funesto  deseo!  Vuestro  padre  os  dio  el  ser  muy  de  su  grado, 
y  vos  deseáis  ardientemente  que  le  pierda;  él  no  cesa  de  en- 
salzaros hasta  las  estrellas,  y  vos  no  dejais  de  deprimirle  hasta 
los  infiernos;  él  anhela  que  por  todas  partes  se  os  escuche,  y 
vos  ansiáis  que  no  sea  oido  en  ninguna.  Esta  perniciosa 


I     Hay  errata  en  esta  frase,  y  parece  que  debió  escribirse :  púUme  du^ 
positionis  statum  (ó  b\tn  presagium)  etc 


—  ai9  — 

summergere  non  cessabis.  Ule  te  vbique  audire  ardet: 
tu  illum  nusquam  audiri  flagras.  Pemitiosum  hoc  fla- 
gicium  adeo  tenadter  fíxum  est  precordijs  ossibüsque 
inheret  vt  iam  ipsa  consuetudo  peruersa  non  sit  altera 
sed  prima  et  principalis  natura  quod  geniti  parentibus 
ita  gratis  succenseant  sicut  genitores  ardenter  amare 
fílios  eadem  natura  cogit.  Deinde  Hypocratem  detes- 
taris  et  Galenum  calcitras  quasi  grauissimam  tibi  infe- 
rentes  iniuriam  ex  eo  quod  vitam  parentis  illesam 
vehementissime  custodire  moliuntur.  Sed  iam  illud 
in  vulnus  ferré  non  valeo  quod  in  me  infligere  tentas 
me.  scilicet.  fídelium  hostem  crudelem.  Napi  quis 
duce  fidelior?  quis  te  duds  inimicior?  Ad  cetera  tán- 
dem quid  referendum  nosti:  quippe  Redemptorem 
nostrum  ab  iudeis  falso  accusatum  et  a  paganis  prop* 
ter  scelera  nostra  inique  condemnatum  accepimus. 

infamia  se  encuentra  tan  profundamente  arraigada  en  las 
entrañas  y  pegada  á  los  huesos,  que  ya  esta  perversa  costum- 
bre no  es  segunda,  sino  primera  y  principal  naturaleza,  que 
hace  que  los  hijos  se  irriten  contra  los  padres,  con  tan  poco 
fundamento,  como  grande  es  el  ardor  con  que  la  misma  na- 
turaleza obliga  á  los  padres  á  amar  á  los  hijos. 

Abomina  vuestra  Excelencia  de  Hipócrates,  y  maltrata  á 
Galeno,  cual  si  os  infiriesen  la  mayor  injuria  con  procurar 
ardientemente  mantener  ilesa  la  vida  de  vuestro  padre.  Pero 
lo  que  no  puedo  llevar  en  paciencia  es  la  herida  que  vuestra 
Excelencia  trata  de  inferirme  llamándome  desapiadado  ene- 
migo de  los  fieles.  Pues  ¿quién  más  fiel  que  el  Duque?  ¿Y 
quién  más  enemigo  del  Duque  que  vuestra  Excelencia? 

Finalmente,  sabéis  bien  lo  que  debe  decirse  del  resto  de 
vuestra  carta,  pues  nos  consta  cómo  nuestro  Redentor  fué 
falsamente  acusado  por  los  judíos,  y  á  causa  de  nuestros 
pecados  inicuamente  condenado  por  los  paganos.  A  decir 
verdad,  ignoro  de  cuáles  es  vuestra  Excelencia;  elija,  pues» 


—   220 


Tu  vero  quorum  sis  nesdo:  elige  ergo.  bene  potes  et 
conuitia  portare  communia  non  egre  feras.  Vale. 
aprílis  quintadecima  anno  quingentésimo,  vüj. 

como  puede,  y  acepte  resignado  la  parte  que  en  los  pecados 
de  todos  le  corresponde. 

Viva  vuestra  Excelencia  muchos  años. 

Abril  1 3  de  iSoSaños. 


VI. 


REOERENDO    DOCTORI    DE    LA    PARRA    PROTHOMEOICO. 
FRANCISCUS    DE    VILLALOBOS.    P.    P. 


(i5o8.) 


DuM  nuper  a  te  digrederer  primitus  salamanticam 
petij :  portasque  ciuitatís  ingressus  egregium 
Bernardinum  meum  obuiam  habui:  qui  me  op- 
tatissime  amplexus  secumque  ducens  suam  in  domum 
iumento  desilire  coegit:  vbi  cum  eodem  ac  vxore  mo- 
desta quibusdamque  amicis  congratulantibus  milü 
tríduum  moras  feci.  quo  equidem  in  tempore  in  para- 
diso  mihi  epicúreo  quieuisse  visus  sum :  inter  ampias 

VI. — De  Francisco  de  Villalobos  al  honrado  doctor  de 
la  Parra,  protomédico. — i5o8. 

El  primer  lugar  á  donde  me  encaminé  después  de  sepa- 
rarnos, fué  Salamanca;  y  al  entrar  por  las  puertas,  salióme 
al  encuentro  mi  excelente  Bernardino,  el  cual,  abrazán- 
dome tiernamente  con  gran  anhelo,  me  llevó  consigo  y  me 
obligó  á  echar  pié  á  tierra  á  la  puerta  de  su  casa,  donde  en 
su  compañía  y  en  la  de  su  modesta  mujer  y  de  algunos 
amigos  que  vinieron  á  felicitarme,  me  detuve  tres  dfas.  Todo 


—    222   — 

dapes:  exquisitos  peregrinosque  cibos:  et  nonnulla 
vina  decennia  suauissime  fragrantia :  ac  omnia  genera 
camis  volatilium  et  quadrupedum  a  montuosis  sturnis 
fasianisque  vsque  ad  domesticorum  crura  salitorum 
non  certe  porcorum  sed  anserum :  iam  intelligis  quid 
pro  quo:  sic  enim  interdum  vtitur  apud  nostram  fami- 
liam.  quid  multa,  postquam  ventrem  valde  oneratum 
atque  epulis  vsque  ad  guttur  plenum  sensi  tune  recesa: 
et  Metinnam  pergens  dum  in  quodam  vicu  intermedio 
sisterem  oculos  attollens  ecce  video  vniuersum  orbem 
ruentem :  fugientes  arbores :  atque  circumgirari  tellu- 
rem  horrenda  quoque  in  aere  phantasmata  ac  rerum 
inaccessibiles  vmbras.  His  ego  perterritus  ncuissimam 
soeculi  diem  ratus  antequam  orís  limine  simbolum  apos- 
tolorum  iamiamque  egredientem  mitterem  stomachus 
iaculans  et  os  felle  et  aceto  ingurgitans  cunetas  dba- 
riorum  reliquias  magno  cum  discrimine  mentís  euo- 

este  tiempo  me  parece  haber  descansado  en  epicúreo  paraíso, 
entre  espléndidas  comidas,  raros  y  esquisitos  manjares,  algu- 
nos vinos  añejos  de  diez  años  y  de  suavísima  fragancia,  y 
todo  género  de  carnes  de  animales  y  volátiles,  desde  los  sil- 
vestres estorninos  y  los  faisanes,  hasta  los  pemiles  salados,  no 
ciertamente  de  los  puercos,  sino  de  los  domésticos  ansarones. 
Ya  entiende  vuestra  merced  el  quid  pro  quo,  que  así  se  acos- 
tumbra á  las  veces  entre  nosotros.  En  suma,  cuando  me  sentí 
con  el  vientre  bien  repleto,  y  atascado  de  comida  hasta  el 
cuello,  salí  de  allí  camino  de  Medina;  mas  al  detenerme  en 
cierta  aldea  intermedia,  levanto  los  ojos  y  veo  que  el  universo 
se  desploma,  que  los  árboles  huyen,  que  la  tierra  da  vueltas 
en  derredor  mío,  y  que  por  los  aires  vuelan  horribles  fantas- 
mas y  sombras  impalpables  de  los  objetos.  Sobrecogido  de 
espanto,  y  creyendo  llegado  el  fin  del  mundo,  traigo  á  mis 
labios  el  Símbolo  de  los  Apóstoles;  pero  antes  de  pronunciar 
la  primera  palabra,  con  el  estómago  levantado  y  la  boca 


—   223   — 

muere,  tune  equidem  magnos  boatus  et  sonos  more 
hird  conflabam:  nec  illam  desini  crepitantem  musicam 
quousque  toto  exonerato  ventre  villid  domidlium 
impleui.  inde  ergo  adminiculo  seruorum  assurgens  lee- 
tulum  arripui.  inuasit  me  rigor  et  hórrida  fractio  quem 
subsequuta  est  tertiana  quedam  ex  puris  cuius  equidem 
occasione  Metinne  commoratus  pharmacum  hauñ:  et 
euasi  deo  gratias.  Hinc  itaque  domum  profidscor  vU 
vxorem  crassam  reperí  sucd  plenam  et  pulcram  expec- 
tantem  nuptias  et  expetentem  non  modo  presentes  ac 
possibiles :  verum  etiam  cum  preteritis  futuras  vsque 
ad  impossibile:  obstupui.  heu  me  miserum  quo  pergam 
quoue  fugiam.  vndique  drcumstant  pericula:  vndique 
naufragia  cum  nuper  ob  repletionem  semanimis  enataui: 
nunc  autem  ob  inanitionem  timor  mortis  conturbat  me. 
opportebit  enim  ómnibus  sudare  medullis  totumque 
caloris  pabulum  antelucanis  absumere.  In  hoc  vtique 

rebosando  hiél  y  vinagre,  vomité,  á  punto  de  volverme  loco, 
los  restos  de  cuanto  había  comido.  Siguiéronse  grandes  mu- 
gidos, eructos  y  ruidos  como  de  macho  cabrio;  estrepitosa 
música  que  no  cesó  hasta  que ,  exonerado  completamente  el 
vientre,  dejé  bien  repleta  la  casa  del  rústico.  Luego,  levan- 
tándome con  ayuda  de  los  criados,  me  metí  en  la  cama,  y 
allí  me  acometió  horrible  frío  y  quebrantamiento  de  huesos, 
seguidos  de  una  franca  terciana  que  me  obligó  á  trasladarme 
á  Medina  y  apurar  la  farmacopea.  Al  fin  escapé  salvo,  á  Dios 
gradas. 

Marché  á  mi  casa,  y  hallé  á  mi  mujer  robusta,  llena  de 
vigor  y  hermosa ,  esperando  sus  bodas ,  y  pidiendo  no  sólo 
deudas  recientes  y  de  posible  pago,  sino  Us  atrasadas  y  las 
futuras  hasta  lo  imposible.  Quédeme  estupefacto.  ¡Ay  de  mí, 
desdichado!  exclamé;  ¿dónde  huiré  ó  adonde  me  encaminaré? 
Por  todas  partes  me  rodean  peligros  y  naufragios;  pues  ape« 
ñas  escapado  de  la  indigestión,  casi  exánime,  la  debilidad  me 


—    224    — 

cogitationum  conflictu  dum  essem  intra  me  dicebam. 
ego  hercule  plusquam  possim  non  laborabo:  eamusergo 
cubitum:  menbrum  enim  cuius  est  expeditiohec  statuet 
prefinietque  metham  vltra  quam  labor  irritus  crit.  Ita- 
que  bellum  ex  vtraque  parte  impetuose  committitur: 
sed  in  primo  congressu  cecidit  dux  generatiue  militie 
et  tune  virtutes  omnes  abierunt  terga  vertentes:  cgo 
autem  stertere  profundissime  cepi.  at  illa  tum  furibunda 
manus  in  me  violentas  atque  superbas  iniecit  inquiens: 
Nonne  pudet  prope  finem  biennij  hora  noctis  prima 
somnum  ñngere  vulpécula:  adeo  repente  me  fastidio 
habuisti  vt  similitudinem  stupendi  cadaueris  accipere 
preeligeres  quam  mihi  tu  o  expectatissimo  aduentui 
gratulanti  te  dulcis  et  vsitate  conuersationis  preberes. 
loquere  tantummodo  nil  tt  aliud  quicquam  peto:  ncc 
tibi  inherere  mihi  licebit  per  deum  atque  hominum 
fidem.  Ego  vero  cum  quid  referrem  nesciebam  pa- 

causa  temores  de  muerte,  como  quiera  que  va  á  serme  pre- 
ciso sudar  los  tuétanos  y  consumir  hasta  el  amanecer  todo  el 
calor  natural.  En  este  batallar  de  mis  pensamientos»  decía 
para  mí :  «Vive  Dios,  que  yo  no  he  de  trabajar  más  allá  de 
mis  fuerzas;  con  que  vamonos  á  la  cama,  que  ya  la  parte  á 
quien  tales  funciones  tocan  sabrá  definir  y  señalar  el  límite 
fuera  del  cual  todo  esfuerzo  es  perdido.»  Trábase  el  combate 
con  igual  ardor  por  ambas  partes;  mas  al  primer  encuentro. 
desmaya  el  general  de  la  hueste  generativa ,  y  con  esto  todas 
las  fuerzas  abandonan  el  campo,  volviendo  las  espaldas.  A 
poco  comencé  á  dar  fuertes  ronquido^,  y  entonces  mi  mujer, 
furiosa,  me  sacudió  con  violenta  ira  y  me  dijo:  «¿No  te  da 
vergüenza,  miserable  zorro,  de  venir  al  cabo  casi  de  dos  años, 
y  en  las  primeras  horas  de  la  noche  á  hacerte  el  dormido?  ¿Tan 
pronto  te  has  hastiado  de  mí  que  prefieres  tomar  la  aparien- 
cia de  un  rígido  cadáver  á  entregarte  á  la  dulce  y  acostum- 
brada conversación  con  tu  mujer,  que  se  regocijaba  de  tu 


—   225   — 

rumper  obmutui.  Illa  autem  a  tergo  asseuerantissinie 
stimulans  in  effrenatum  ac  indomitum  risum  me  pro- 
rumpere  coegit.  sed  illa  quid:  inquit:  rídes  inuerecunde: 
ludisne  me.  ego  autem  respondí,  non  ludo  certe  mu- 
lier  sed  rideo  quia  cum  iuste  accusatus  sim  excusalí 
nequeo  nisi  in  verum  ex  fído  cadauere  amuertan 
enimuero  labore  pretérito  iugiter  laceraius  apud 
egram  ducis  dispositionem :  plurimis  quoque  peregri- 
nationibus  admodum  fessus:  ac  tándem  precedenti 
morbo  extenuatus.  et  imbecillis  si  forte  modo  somnum 
quietemque  non  excipiam  quid  futurum  censes:  nisi  me 
in  repentinum  atque  inopinatum  tumulum  transferri. 
Tune  vtique  spiritu  sancto  cooperante  annuit  illa :  v^ 
niamque  petiuit.  De  cetero  nec  multum  inmioratus 
sum  apud  vxorem.  quatriduo  nanque  ibidem  exacto 
accersitus  domum  illustrissimi  comitis  Beneuenti  perre- 
xi:  eius  enim  primogénita  charissima  languescebat. 

anhelado  regreso?  Habla,  no  te  pido  otra  cosa,  pues  por  Dios 
y  por  los  hombres  te  juro  que  no  has  de  acercarte  á  mí.» 
Estábame  yo  callado,  no  sabiendo  qué  contestar,  y  entonces 
ella,  dándome  fuertes  empujones  en  las  espaldas,  me  hizo 
prorrumpir  en  desenfrenada  risa  que  no  era  dueño  de  conte- 
ner, i  ¿De  qué  te  ríes,  desvergonzado?  me  dijo,  ¿te  estás  bur- 
lando de  mí?» — i  No  me  burlo,  mujer,  le  contesté  yo,  pero 
me  río  de  que,  acusado  justamente,  no  puedo  excusarme» 
sin  convertirme  de  muerto  de  burlas  en  muerto  de  veras; 
pues  enteramente  abatido  con  la  pasada  fatiga  de  la  en- 
fermedad  del  Duque;  cansado  sobremanera  de  tanto  viaje,  y 
últimamente,  débil  y  extenuado  por  reciente  dolencia,  si  no 
logro  dormir  bien  y  reposar,  ¿qué  piensas  va  á  ser  de  mf  sino 
caminar  á  una  muerte  repentina  é  inesperada?»  Quiso  el 
Espíritu  Santo  que  con  esto  se  convenciera  y  me  pidiese 
perdón. 

No  estuve  mucho  tiempo  en  su  compañía»  porque  A  los 

15 


—   226  — 

hic  tamen  nihil  memoratu  dignum  mihi  contigisse  no- 
ueris  preter  nobilissime  puelle  dei  opera  valitudinem 
restitutam.  inde  dilectissimum  mihi  visitaui  parentem: 
eumque  moribundum  inueni:  perqué  senium  iamprí- 
dem  deñcientem.  quam  ob  causam  omnia  eius  bona  a 
domesticis  subrepta  predonibus  propter  absendam 
meam  intellexi.  sed  patrem  miser  obiturum  lamentans 
nil  de  patrimonio  curaui.  et  quoniam  morbus  incurabi- 
lis  erat  patiebatur  enim  in  etate  decrepita  omnium 
ferme  menbrorum  paralisim  atque  mollifícationem  ideo 
rebus  dispositis  et  patre  sororibus  commendato  meis 
inde  mestissimus  abscessi  absque  vlla  spe  reuidendi 
parentem.  domumque  reuertens  vxorem  cum  liberis: 
eumque  libris  ceterisque  supellectilibus  in  Mctinam 
transtuli  vbi  et  nunc  bene  valentes  deo  gratias:  rcspi- 
ramus:  in  Albam  disponente  deo  profecturi.  Nunccrgo 
doctor  insignis  opportune  vidcbis  qualiter  impetrata 

cuatro  días  me  llamaron  de  casa  del  ilustre  conde  de  Bena- 
vente,  cuya  hija  mayor,  á  quien  tanto  ama,  estaba  enferma. 
Nada  digno  de  nota  me  pasó  allí,  fuera  de  la  recuperación  de 
la  salud,  que  por  obra  de  Dios  consiguió  la  noble  doncella. 
Desde  allí  marché  á  visitar  á  mi  amado  padre.  Hállele 
moribundo,  y  como  ya  de  largo  tiempo  teníale  postrado  la 
vejez,  y  yo  había  estado  ausente,  advertí  que  la  casa  estaba 
saqueada  por  los  ladrones  domésticos;  mas  el  dolor  de  la 
próxima  muerte  de  mi  padre  hizo  que  para  nada  me  curase 
de  mi  patrimonio.  Así  que ,  conociendo  lo  incurable  de  su 
dolencia,  pues  que  á  su  decrépita  edad  se  une  una  parálisis 
casi  completa  y  un  reblandecimiento  de  los  tuétanos,  déjelo 
todo  arreglado  y  su  persona  encomendada  á  los  cuidados  de 
mis  hermanas,  con  lo  que  salí  de  aquella  casa  afligidkimo  y 
sin  esperanza  alguna  de  volverle  á  ver.  De  regreso  en  mi 
casa,  llevé  á  mi  mujer  y  á  mis  hijos,  con  los  libres  y  demás 
menaje,  á  Medina,  donde  al  presente,  á  Dios  gracias,  disfru- 


—   227   — 

inmensis  cum  laboríbus  seruitute  ab  illustríssimo  duce 
nro.  patríam:  patrem:  patrímonium:  pariter  et  liberta- 
tem  amissi.  ecce  nos  relinquimus  omnia  et  sequuti  su- 
mus  illum«  quid  ergo  erit  nobis.  de  te  equidem  nil  lo- 
quor.  tantum  enim  perdidisti  quantum  perderé  potuistí:. 
sola  nobis  superest  spes:  que  deteriorest  sepulcro  quip- 
pe  qui  semper  fallendo  et  assidue  crudando  in  tartán 
mittit  homines.  nunc  autem  premeditatum  consilium 
habeo  nris.  in  rebus.  est  enim  homini  mes:  vt  nosti: 
quod  quotiens  nihilum  acturus  est  apud  regem  pro 
his  qui  adorant  et  petunt  aliquid  ab  eo  totiens  hoc 
solum  respondet  aduerbium:  scilicet  bene:  ibi  vero  sub- 
intelligendum  est  male:  iterum  denique  supplicatus 
mouens  quidem  caput  more  annuentis  didt  optime.  id 
est  pessime.  singulos  ergo  nobis  laqueos  accipiendos 
duco.  cumque  nris.  in  supplicationibus  id  responsum 
dederit  scilicet  bene.  tune  vtique  coUis  admouendi  sunt 

tamos  salud,  y  nos  disponemos,  con  su  auxilio,  á  salir  para 
Alba  de  Tormes. 

Ahora  verá  vuestra  merced,  ilustre  doctor,  cómo  al  pedir 
con  tantos  trabajos  á  nuestro  ilustrísimo  Duque  la  servidum- 
bre, perdí  á  un  tiempo  patria,  padre,  fortuna  y  libertad. 
Todo  lo  dejamos  por  seguirle;  y  ahora  ¿qué  va  á  ser  de  no* 
sotros?  Nada  digo  de  vuestra  merced,  que  perdió  cuanto  po- 
dia  perder.  Sólo  nos  queda  la  esperanza,  peor  mil  veces  que 
el  sepulcro,  puesto  que  con  sus  eternas  ilusiones  y  constantes 
martirios  va  empujando  á  los  hombres  al  infierno.  Una  ma- 
dura resolución  tengo  adoptada  para  nuestros  asuntos.  Co- 
nocida os  es  la  costumbre  de  este  sujeto.  Siempre  que  se 
propone  no  hablar  al  Rey  en  favor  de  los  que  postrados  á 
sus  pies  le  piden  algo,  y  responde  este  único  adverbio:  Bien! 
debe  sobreentenderse.  Mal!;  y  cuando  cediendo  á  los  ruegot« 
mueve  la  cabeza  como  quien  otorga ,  y  dice:  Muy  bienff 
quiere  decir:  Muy  mal!  Creo,  pues,  que  debemos  proveemos 


—   228   — 

laquei.  sed  cum  dixcrit  optime  actum  est:  pcrij:  statim 
ergo  nos  suspendere  opportet  a  summitate  turrís  babel 
ne  forte  pedibus  attingamus  terram.  Plurimas  iam  face- 
tias  dixi:  deus  nos  in  prosperum  ducat  euentum.  Vale, 
julij  vicésima  tertía  anno.  m.  quingentésimo  octauo. 

cada  uno  de  una  cuerda,  y  cuando  conteste  á  nuestras  súpli- 
cas: Bien!,  echárnosla  al  cuello;  pero  cuando  diga:  Mu}" 
bien!,  entonces  se  acabó,  estamos  perdidos,  y  debemos  ir 
corriendo  á  colgarnos  en  lo  más  alto  de  la  torre  de  Babel, 
para  no  tocar  con  los  pies  al  suelo.  Dije  ya  demasiadas 
gracias.  ¡Quiera  el  Señor  sacarnos  con  ventura!  Él  os  dé  su 
bendición. 

23  de  Julio  de  i5o8  años. 


VIL 


ILLUSTRISSIMO    DNO    DNO    FEDERICO    DE    TOLETO    DOCI 
DE    ALBA    MARCHIONÍQUE    CAORIENSI    FRANCI8CUS 

DE    VILLALOBOS.    S.    P. 


(iSog.) 


N^OBiLEM  virginem  Annam  de  qua  auidissime 
querís  Ulustrissime  dux  quamque  ardes  in- 
mense  a  sua  iam  euasisse  tertiana:  tibi  quidem 
importuna  míhi  autem  inamena  et  onerosa  noueris. 
appetitus  preterea  hactenus  sibi  defectus  iam  inci¡ñt 
ciborum  in  gustu  irritan,  attamen  ego  camem  dun- 

VIL — De  Francisco  de  Villalobos  al  ilustre  Señor,  el 
Señor  Don  Fadrique  de  Toledo,  Duque  de  Alba  y  Marqués 
de  Coria. — iSog. 

Ha  de  saber  vuestra  Excelencia,  ilustrfsimo  Duque, 
que  la  noble  doncella  Ana  por  la  que  con  tanto  afán  me 
pregunta,  y  á  quien  tan  ardientemente  ama,  está  ym 
libre  de  su  terciana ,  que  si  á  vuestra  Excelencia  ha  cau- 
sado pesadumbre,  á  mí  no  me  ha  servido  de  solaz  ni  de 
descanso.  Comienza  á  recobrar  el  apetito  hasta  aquí  per- 
dido, y  á  hallar  sabor  en  los  manjares;  aunque  yo,  du- 


—  23o  — 

taxat  pullorum:  te  absenté:  illi  tríbuendam  iubeo.  sed 
cum  veneris  inclite  dux  licebit  ei  humana  carne  potirí. 
vtinam  sit  illa  dicta  nutríbiliorista.  antiquusenimgallus 
minoris  potentie  atque  virtutis  solet  esse  quam  puUus. 
Dnam  Beatricem  tenuit  hestema  die  febrís  quedam 
lenta  precedente  rigore  que  cum  iamque  decKnatura 
in  sudorem  cogeret  precepi  cam  pannis  opertam  iacerc. 
at  vero  illa  vt  se  credulam  consilijs  et  obsequentissi- 
mam  medicorum  legibus  prestaret  vix  ego  preceptum 
fínieram  dum  audiuit  tibiam  tubamque  clangentem 
procul  a  suo  recessu  vbi  tum  iacebat.  quibus  auditis 
protinus  e  lectulo  repentinum  arripuit  saltum:  totam- 
que  male  precinctam  se  obtulit  in  choream  et  ibi  con- 
cursans  ante  retroqué  rediens  dextrorsum  atque  sinis- 
trórsum velocissime  circumfertur.  perqué  totam  febris 
declinationem  pernicissime  tripudiauit  et  statim  quieuit 
incendium:  habeat  ergo  sibi  hypocrates  suos  sudores. 

rantc  vuestra  ausencia,  sólo  la  he  prescrito  carne  de  pollo; 
pero  cuando  vuestra  Excelencia  venga ,  podrá  tomar  carne 
de  hombre.  Y  ojalá  le  sea  más  nutritiva  que  la  otra,  porque 
el  gallo  viejo  suele  tener  menos  virtud  y  sustancia  que  el 
pollo. 

A  Doña  Beatriz  atacó  ayer  una  fiebre  lenta,  precedida  de 
trío,  y  cuando  ya  iba  cediendo,  y  empezaba  á  presentarse  el 
sudor,  mándela  que  se  acostase,  abrigándose  bien  con  mantas. 
Ella  sin  embargo,  para  probar  su  fe  en  los  consejos  y  su 
obediencia  á  los  preceptos  de  los  médicos,  no  bien  hube  aca- 
bado mi  receta,  cuando  oyendo  desde  su  alcoba  resonar  á  lo 
lejos  un  pífano  y  una  trompeta,  saltó  de  repente  de  la  cama, 
y  A  medio  vestir  fue  á  mezclarse  en  el  corro  de  los  que  bai- 
laban, donde  ya  avanzando,  ya  retrocediendo,  girando  en 
rapidísimas  vueltas  á  izquierda  y  derecha,  estuvo  bailotean- 
do con  gran  agilidad  de  piernas  mientras  le  duró  la  calentura, 
con  lo  que  al  punto  cesó  todo  el  ardor.  Allá  se  tenga,  pues. 


—    23l    - 

nos  autem  in  posterum  die  crisima  tripudia  comodiora 
egris  ministrabimus.  Martij  prima  anuo  quingentc- 
»mo  nono. 

Hipócrates  sus  sudores,  que  en  adelante  nosotros  recetaremos 
á  los  enfermos  en  los  días  de  crisis  bailes,  que  son  más 
cómodos. 

Primero  de  Marzo  de  i3o9  anos. 


^ 


VIII. 


REUERENDISSIMO   DNO.    COSME    DE   TOLETO   PLACBNTINO 
PRESULI    FRANCISCOS    DE  JTILLALOBOS.    S.    P. 


(i5o9.) 


LIBIDO  feruet  in  curia,  omnes  euim  sine  discrimine 
tenet  cupido  et  etates  vniuer^as  indiíFerenter 
captat.  frequentes  ludos:  préndente  venere: 
magna  cum  pompa  in  dies  exercent.  atque  nundine 
luxuríantis  mercis  instituuntur.  hic  autem  citherea  sola 
adoratur  dea:  cuius  leges  obseruantíssime  coluntur. 
primo  enim  omnis  cera  noctu  traditur  igni  sacrífícanda 
in  festiuitatibus  dee  celebrandis.  et  omnia  bonapossessa 
ac  questuose  vsuraríeque  explorata  in  omatu  seruo- 

VIII, — Francisco  de  Villalobos  al  Reverendísimo  Señor 
Don  Cosme  de  Toledo,  Obispo  de  Plasencia, — iSog. 

Toda  la  corte  está  devorada  por  el  ansia  de  placeres;  en 
todos  sin  excepción  reina  la  pasión  amorosa,  y  de  todas  las 
edades  indistintamente  se  enseñorea.  Celébranse  cada  día 
con  gran  pompa  multitud  de  juegos  á  que  preside  Venus, 
y  se  instituyen  ferias  de  lujosas  mercaderías.  No  se  adora 
aquí  otra  divinidad  sino  á  la  diosa  de  Citeres,  cuyas  leyes 
se  observan  con  escrupulosidad  suma ,  pues  en  su  honor  se 
quema  por  la  noche  toda  la  cera,  y  se  dilapidan  todos  los 
bienes  heredados  ó  adquiridos  por  el  interés  ó  la  usura,  en  la 
pompa  de  los  juegos  y  en  el  atavío  de  criados  y  de  cabalga* 


—  234  — 
rum  bestiarum  et  ludorum  dispcrguntur.  ítem  ct 
omnes  viri  sub  diuo  pemoctant  hy  mbrc  vel  gélido  rorc 
cadente,  atque  ínter  luctus  et  suspiría  cythcrcas  virgi- 
nes  implorant.  omnes  quoquc  per  dies  cxpcriuntur 
vires :  corporaque  passim  crudeliter  concuriuntur  ct 
in  sumptuosa  martiria  sponte  confluunt.  Prctcrca  om- 
nes alias  curas  ab  vniuersa  memoria  radicitus  euellunt. 
scilicet  domus:  familias:  negocia:  seipsos:  et  deum.  hcc 
autem  et  reliqua  id  generis  sunt  veneris  statuta  que 
quamquam  laboriosa  inportabiliaque  sunt  postremo 
tamen  ad  inferos  adducunt  animas,  infinitus  est  numc- 
rus  stultorum.  homines:  hercule:  videbis  in  curia  quos 
mérito  iam  in  rogum  portatos  arbitrabcris  quandoqui- 
dem  ex  corporibus  eorum  piares  iam  partes  vel  in 
fumum  absunt  vel  in  cinerem  redacte  sunt:  depilaos 
caluis:  euulsis  dentibus:  oculis  lacrimantibus  ct  con- 
tractis:  húmido  radicali  lapideo:  squallentibus  mcnbris 

duras.  Los  hombres  lodos  pasan  la  noche  al  raso,  sufriendo  la 
lluvia  ó  el  frío  de  las  madrugadas,  implorando  con  lágrimas 
y  suspiros  el  amor  de  las  vírgenes  de  Citeres.  Durante  el  dia 
todos  ejercitan  sus  fuerzas;  á  cada  paso  se  dan  terribles  en- 
cuentros, y  corren  alegres  á  suntuosos  martirios.  Con  esto, 
borran  enteramente  de  su  memoria  todo  otro  cuidado,  como 
la  casa,  la  familia,  los  negocios,  su  propia  persona  y  á  Dios 
mismo;  que  tales  son,  con  otras  semejantes,  las  leyes  vene'- 
reas,  las  cuales,  si  bien  son  penosas  é  insufribles,  al  cabo  dan 
con  las  almas  en  el  infierno.  Infinito  es  el  numero  de  los  ne- 
cios. Por  Dios,  que  habia  de  ver  en  la  corte  vuestra  ilustrísi- 
ma,  hombres  que  con  razón  juzgara  enterrados,  como  quiera 
que  varias  partes  de  su  cuerpo  ó  se  disiparon  en  humo  ó  se 
convirtieron  en  cenizas;  calvos,  desdentados,  con  ojos  lloro- 
sos V  consumidos;  el  húmedo  radical,  como  piedra;  de  miem- 
bros escuálidos  V  trémulos,  y  todo  el  cuerpo  encorvado;  pues 
estos  tales  toman  parte  sin  embargo  en  los  juegos,  alardeando 


—  235  — 

et  tremulis:  et  toto  corpore  circumAexo.  nihilominus 
tamen  ingrediuntur  in  ludum  vbi  se  nouicíos  appellari 
superbiunt.  nouicios  octogenarios  quisnam  vnquam 
vidit  presertim  in  legione  venérea,  nequeo  mihi  tem- 
perare quominus  aliqua  (nominatim  referam  quisquís 
sit  futurus  exitus.  dñs  Gar.  de  Toleto  ule  qui  scríbit 
contra  me  amaritudines  nunc  autem  in  carceríbus  cu- 
piditatis  ligatus  extenuatam  ardet  femellam :  et  stipu- 
lam  siccam  persequitur.  sed  equidem  etiam  solatíum 
quod  sibi  prebet  admiror :  ita  enim  inquit.  quamois 
amasie  nre.  pellis  consumptis  carnibus  adhereat  ossi* 
bus :  f ríuola  tamen  est  et  insulsa :  quibus  compedibus 
teneor  indissolubilis.  dñs  etiam  marchio  frater  eius 
incatenatus  est  in  excelsa  turrí:  eum  namque  gigantei 
cruciant  amores,  at  vero  eius  socius  et  affinis  vester: 
dum  inclinato  capite:  irriquisque  oculis  assidua  rapitur 
cogitatione :  hec  tándem  in  verba  prorumpit.  o  cunctis 

de  galanes.  ¿Quién  vio  jamás  donceles  de  ochenta  años,  sobre 
todo  en  la  legión  de  Venus? 

No  puedo  contener  mi  pluma  sin  citar  algunos  nombres» 
suceda  lo  que  suceda.  Don  García  de  Toledo,  aquel  que  tan 
desabridamente  escribe  contra  mi,  preso  en  la  cárcel  del 
deseo,  arde  en  amores  de  una  extenuada  jovenzuela,  y  corre 
tras  una  seca  pavesa.  Cierto  que  me  maravilla  el  consuelo 
que  ha  hallado  para  su  mal,  cuando  dice: — t  Aunque,  consu- 
midas  las  carnes,  el  pellejo  de  mi  dama  se  adhiera  á  sus 
huesos,  sin  embargo,  es  casquivana  é  insulsa  la  que  irremi- 
siblemente me  tiene  encadenado  en  sus  grillos.» 

El  Marqués,  su  hermano,  gime  prisionero  en  elevada 
torre,  pues  abrasan  sus  entrañas  gigantescos  amores.  Su 
compañero  y  deudo  vuestro,  cuando  con  la  cabeza  baja  y 
ojos  llorosos  se  entrega  á  su  constante  preocupación,  pro- 
rumpe  en  estas  palabras: — «¡Doy  á  todos  los  demonios  á  mi 
dama  que,  tan  sin  merecerlo  yo,  así  me  atpnnenta!»«— D^ 


—  236  — 

demonibus  commendo  dominam  meam :  que  ita  me 
torquet  inmeritum.  Sed  ego  generosissime  presul  hanc 
elicio  condusionem:  nam  cum  illa  sit  incredibOis  defor- 
mitatis  sequitur  ipsum  in  belzebub  ejicere  demonia. 
Franciscus  vero  Ule  tuus  paruam  puellam  candidulas 
tenellamque  amat  perdite.  valde  propinqui  sunt:  vis 
ne  scire  quam  prope :  quippe  illa  decennis  est :  ipse 
vero  septuagenarias,  ergo  non  plures  quam  sexagina 
annos  intermedios  computabis:  quos  quidem  illam 
progredi:  aut  illum  regredi  opportet:  antequam  copu- 
lentur.  Sexcenta  sunt  que  narrem  si  tempus  adsit.  dicto- 
rum  tamen  dicendorumque  summa  est  in  curia  pluerc 
aquas  quibus  homines  prudentes  incptire  fabulatur: 
fontemque  iordanis  hinc  scaturire:  quo  repuerascun: 
senes.  Vale  et  mihi  rescribas  obsecro.  Martíj  nona. 
Anno  quingentessimo  nono. 

lo  cual,  generoso  Prelado,  deduzco  este  argumento:  que 
siendo  ella  de  una  fealdad  increible ,  sigúese  que  él  lanza 
los  demonios  contra  Beicebú. 

Aquel  vuestro  amado  Francisco  está  perdidamente  ena- 
morado de  una  inocente  y  tierna  doncella,  de  condiciones  á 
las  suyas  tan  iguales  que,  por  si  tuvierais  curiosidad  de  saber 
cuánto  lo  son,  os  diré  que  ella  cuenta  diez  años  y  él  setenta; 
de  modo  que  sólo  hallareis  de  diferencia  entre  los  dos,  sesen- 
ta, que  ella  tiene  que  andar  ó  desandar  el,  si  alguna  vez  han 
de  reunirse.  Miles  de  casos  como  estos  podría  referiros,  si 
tuviera  tiempo.  Baste  que  la  sustancia  de  lo  que  se  dice  y 
de  lo  que  debe  decirse  es  que  en  la  corte  Hueven  aguas  con 
las  que  se  cuenta  que  los  hombres  sensatos  pierden  el  juicio. 
y  que  aquí  brota  la  fuente  del  Jordán  en  que  se  rejuvenecen 
los  viejos. 

Guarde  Dios  á  vuestra  Ilustrísima,  á  quien  suplico  me 
conteste . 

A  9  de  Marzo  de  iSoq  años. 


IX. 


DNO    COSME     DE    TOLETO    PLACENTINO    PRESULI 
FRANCISCUS   DE    VILLALOBOS.   S.    P. 


(l5lo,) 


N^EQüE  promissorum  euentum  expectandum: 
ñeque  pluñum  minarum  executíonem  tímen- 
dam  admoneo,  est  enim  humanis  in  animis 
adeo  inserta  innataque  libertatis  dulcedo:  vt  sponte 
cruciari  quam  coacte  mulceri  tolerabilius  sit.  ex  hac 
profecto  radice  innumerí  coalescunt  rami.  inde  est  vt 
cum  necessitas  est  pernoctare  somnum  compescere  non 

IX. —Francisco  de  Villalobos  al  Obispo  de  Plasencia, 
Don  Cosme  de  Toledo. — i5io. 

Es  parecer  mío  que  si  debe  confiarse  poco  en  el  cumpli- 
miento de  las  promesas ,  tampoco  debe  temerse  la  ejecución 
de  muchas  amenazas,  pues  es  tan  innato  y  está  tan  arrai- 
gado en  el  corazón  humano  el  dulce  sentimiento  de  la  li- 
bertad ,  que  se  nos  hace  más  llevadero  padecer  por  nuestro 
gusto  que  gozar  obligados.  Raiz  es  esta  de  donde  nacen 
multitud  de  ramas.  De  aquí  procede  el  que  si  tenemos 


—  238  — 

valemus :  qui  plurimas  noctes  insomnes  libenter  pcr- 
transire  solemus.  dumque  famem  aut  sitim  vniushort 
perpeti  iubemur:  molestissime  fcrtur:  quíbus  mtcnl^ 
niente  risu  aut  ludo  nil  ieiunio  facilius.  Et  cum  intn 
ciuitates  menia  propter  commissum  crimen  mdudi 
cogimur :  celos  rabie  mordemus :  quorum  voluntas 
pluribus  annis  campos  habuit  inuisos:  cumque  necesse 
sit  ad  eternam  salutem  peccata  fateri  patrem  sobrium 
et  secretarium  fidelem  alloqui  tedet:  qui  non  tantum- 
modo  commissa  scelera:  verum  etiam  falsa  et  com- 
menticia  proditoribus  sceleratisque  hominibus  profitcri 
non  ambigimus.  quid  multa:  hinc  ortum  plurima  faci- 
nora  atque  discrimina  vite  habuere.  et  inde  est  fuga 
virtutis  et  origo  malorum.  hinc  illud  odium  nascitur 
omnium  debitorum  aduersus  creditores:  quos  ludis  ct 
hystrionibus  ceterisque  vanis  in  rebus  aurum  gratis 
impenderé  delectat:  modestis  vero  ac  prudentibus  vi- 

que  trasnochar  nos  venza  el  sueño,  cuando  solemos  pasar 
muchas  noches  en  vela  por  nuestro  gusto;  y  que  cuando  se 
nos  ordena  resistir  el  hambre  ó  la  sed  durante  una  hora, 
á  duras  penas  lo  suframos,  siéndonos  ligero  el  ayuno  si  se 
tercia  el  juego  ó  la  risa.  Si  el  crimen  cometido  nos  obliga  á 
estar  encerrados  en  las  murallas  de  la  ciudad,  cogemos  el 
cielo  con  los  dientes  de  rabia;  y  hemos  pasado  largos  años 
sin  deseo  de  contemplar  la  campiña.  Para  conseguir  nuestra 
salvación  hócesenos  duro  confesar  nuestros  pecados  á  un  dis- 
creto sacerdote  o  á  un  fiel  amigo;  y  no  vacilamos  en  rcfenr 
á  traidores  y  malvados  no  sólo  los  delitos  cometidos,  sino 
los  falsos  á  inventados.  ¿Para  qué  más  ejemplos?  De  aquí 
nacieron  multitud  de  atentados  y  peligros  de  muerte;  de  aquí 
la  pérdida  de  las  virtudes  y  el  origen  de  los  males;  de  aquí 
el  odio  contra  los  acreedores  de  todo  deudor,  que  con  gusto 
derrocha  todo  su  dinero  en  el  juego,  con  histriones,  6  en  otras 
vanidades,  pero  á  quien  duele  pagar  el  debido  interés  á  pni- 


—  239  — 
ris  fenum  soluere  debitum  torquet.  et  quemadmodum 
iUe  qui  debet  terribilem  creditoris  congressum  exho- 
rret :  ita  qui  dedit  eius  cui  muñera  obtulit  recessum 
timet:  quare  alterum  blasfemijs  indignatíonibusque 
fugare,  alterum  autem  gratia  et  muneribus  retiñere 
conatur.  sic  itaque  magnorum  amicicia  ante  fortune 
splendorem  nacta  in  illa  status  mutatione  prescinditur. 
grauissima  enim  est :  non  valet  sursum  ascenderé,  as- 
cendentes quippe  dóminos  secundum  ánimos  et  afFec- 
tus  transforman  opportet :  vsque  adeo  vt  omnia  pre- 
térita odio  habeant:  domum.  scilicet.  iectum:  vasa: 
iumenta:  ornatus:  seruos:  et  tándem  amicos.  omnia 
enim  vsitata  spernentes  nobis  duntaxat  delectantur. 
velut  qui  carcere  atro  aut  morbo  longo  euadunt  qui- 
bus  omnia  que  tune  illis  grata  placebant  nunc  in  horro- 
rem  abominationemque  vertuntur.  Sed  rancores  et 
pretérita  odia  eorum  qui  fastigantur  ad  culmen  rote: 

denles  y  moderados  sujetos.  Y  tanto  como  al  que  debe  le 
espanta  el  terrible  encuentro  del  acreedor,  otro  tanto  teme 
el  que  dio  sus  bienes  la  fuga  del  primero,  por  lo  cual  éste  se 
esfuerza  en  ahuyentar  al  otro  con  blasfemias  y  malas  razones, 
y  el  último  en  retener  á  su  deudor  con  amabilidad  y  regalos. 
Así  la  amistad  contraida  con  los  poderosos  antes  de  su  en- 
cumbramiento, se  interrumpe  con  el  cambio  de  posición, 
pues  siendo  pesadísima,  no  puede  seguir  el  mismo  movi- 
miento ascendente;  y  los  que  se  encumbran  han  de  transfor- 
marse según  su  voluntad  y  afectos,  hasta  el  punto  de  aborre- 
cer todo  lo  pasado,  como  la  casa,  el  lecho,  la  vajilla,  la 
cabalgadura,  el  atavío,  la  servidumbre  y,  finalmente,  los  ami- 
gos, pues  desdeñando  cuanto  usaron,  sólo  con  nosotros  se 
complacen,  como  los  que  salen  de  oscuro  calabozo  ó  escapan 
de  grave  dolencia,  que  aborrecen  y  detestan  cuanto  antes  les 
agradaba.  Mas  los  odios  y  rencores  antiguos  de  los  que  suben 
á  lo  alto  de  la  rueda ,  por  cuanto  se  transforman  completa- 


—    240   

quoníam  in  alios  homines  penitus  conuertuntur:  suffh- 
gia  sunt  quibus  presens  beniuolentia  validior  fiat.  crgo 
minarum  acerbitatem  non  timendam  asseritur.  iara 
nosti  sacre  pater  quid  velim.  His  crgo  querelis  sepe 
stimulatus  atque  vulneratus  omnia  tua  promissa  abdico 
generosissime  presul  prorsusque  renuncio  ct  tcstor  me 
te  nusquam  vidisse.  hoc  tantum  scio  te  esse  episcopuin 
placentinum  virum  quidem  valde  tacitumum  cui 
semper  déficit  et  scribendi  materia  et  rescribendi  vo- 
luntas mihi  qui  frequentibus  et  sepissíme  iteratis  lit^ 
ris  tuum  interrumpere  silentium  nondum  valui.  ñeque 
tante  mutationis  causam  ex  te  quero  qui  me  nunquam 
noueris:  sed  tue  nobilissime  dispositionis  de  sanitate 
interrogo  qui  auide  te  noscere  cupio.  Vale.  lanuarij 
vicésima,  anno  quingentésimo  décimo. 

mente  en  otros  hombres^  vienen  á  ser  buenas  disposiciones  con 
que  se  robustece  el  afecto  reciente.  Luego  claro  se  muestra  que 
no  debe  temerse  el  rigor  de  las  amenazas.  Ya  sabe  vuestra 
Ilustrísima,  reverendo  padre,  mis  deseos.  Movido  pues,  v 
lastimado  frecuentemente  por  estas  quejas,  prescindo,  gene- 
roso Prelado,  de  todas  vuestras  promesas;  renuncio  á  ellas 
por  completo,  y  juro  no  haberos  visto  en  parte  alguna.  Sólo 
sé  que  sois  el  Obispo  de  Plasencia ,  sujeto  por  demás  tacitur- 
no, á  quien  siempre  falta  materia  para  escribir  y  voluntad 
para  contestarme  á  mí,  que  todavía  no  he  logrado  romper 
su  silencio  con  tantas  y  tan  repetidas  epístolas.  No  pregunto 
la  causa  de  tamaña  mudanza  en  vuestra  Ilustrísima,  que 
nunca  ha  de  conocerme ;  sólo  anhelo  saber  del  estado  de 
salud  de  tan  noble  sujeto,  á  quien  tanto  deseo  conocer. 

Nuestro  Señor  prospere  la  vida  de  vuestra   Ilustrísima. 

20  de  Enero  de  i5io  años. 


X. 


DNO  SÜO  DNO   COSME  DE   TOLETO  PLACBRTIRO  PRBSÜLI 
FRANCISCUS    DE   VILLALOBOS.    S.    P. 


(l3io.) 


ExpETis  me  generosissime  pater  status  fortune 
mee  narrationem  explicitam.  ego  vero  in  pri- 
mis  interrogationis  elementa  negó,  nec  enim 
fortunam  habeo:  nec  si  haberem  ipsam  tamen  in  statu 
sed  in  casu  precipitem  fore  concederem:  ñeque  iterum 
quid  sit  fortuna  intelligo.  nisi  sit  peccatum.  qui  enim 
non  peccat  fortune  non  subest:  sed  sobria  mediocri- 
tate  atque  paupertate  modesta  contentus  delectatur: 

m 

X, — Francisco  de  Villalobos  á  su  Señor,  el  Señor  Don 
Cosme  de  Toledo,  Obispo  de  Plasencia. ^i5io. 

Pídeme  vuestra  Ilustrísima,  generoso  Prelado,  una  mi- 
nuciosa narración  del  estado  de  mi  fortuna.  Empiezo  por  no 
reconocer  el  fundamento  de  la  pregunta ;  porque  ni  tengo 
fortuna,  ni  si  la  tuviera,  adtaiitiría  que  se  mantuviese  en  buen 
estado,  sino  en  camino  de  ruina.  Ni  entiendo  yo  qué  tea 
fortuna,  sino  es  pecado,  pues  el  que  no  peca,  no  arriba  á  la 
fortuna.  Este  sí  vive  contento  en  su  sobria  medianía  y  en 

l6 


—    24^    — 

non  timet  ruinam  ñeque  infamiam :  viuit  vtique  ató: 
secumque  loquitur  et  quiescit:  nec  possessis  perditís 
ñeque  vanis  cruciatur  expectatíonibus.  et  aduc  ipsa 
mors  quantumlibet  deformem  et  horrendam  in  pictu- 
ris  vides  apud  ipsum  supra  omnem  pulcritudinem 
mundi  valde  longe  conspicua  et  speciosa  est.  in  illo 
cnim  conflictu  cernitur  desiderata  victoria  contra  pe- 
ssimum  et  antiquum  hostem.  et  ab  eo  suisque  satclliti- 
bus  copiosa  de  tot  iniurijs  de  tot  laboríbus  et  miseríjs 
vindicta  capitur.  ibidem  dei  genitrix  realiter  ac  prescn- 
tialiter  videtur  sub  cuius  ductu  concursantes  virgines 
et  exultantes  sanctorum  omnium  exercitus  conspidun- 
tur.  et  demum  dei  humanitas  cum  totius  trinitatis 
indiuisibili  substantia  videtur  aduenire  circumdata 
angelorum  varietate  atque  inenarrabili  gloría:  ad  cuius 
sacrosanctas  manus  anima  ipsa  benedicta  euolare  vide- 
tur: expiata  ab  inmundicijs:  et  eluta  ab  his  sentinis:  a 

su  modesta  pobreza,  sin  temerá  la  ruina  ni  al  baldón,  y 
viviendo  sólo  para  sí,  habla  consigo  mismo  y  disfruta  de  des- 
canso. Ni  el  recuerdo  de  los  bienes  perdidos  le  atormenta, 
ni  le  angustia  el  anhelo  de  vanas  esperanzas;  y  hasta  la  mis- 
ma muerte,  por  deforme  y  horrible  que  se  la  pinte,  esa  sus 
ojos  resplandeciente  y  hermosa  sobre  todas  las  hermosuras 
del  mundo;  pues  en  aquel  trance  se  contempla  la  deseada 
victoria  contra  el  perverso  y  antiguo  enemigo,  y  se  alcanza 
de  él  y  de  sus  sate'lites  completa  venganza  de  tantas  injurias, 
de  tantos  trabajos  y  de  tantas  miserias.  En  aquel  punto  se  ve 
realmente  y  en  persona  á  la  Madre  de  Dios,  seguida  de 
alcores  coros  de  vírgenes  y  de  todo  el  regocijado  ejército  de 
los  santos;  y  últimamente  aparece  la  divinidad  humanada 
con  la  sustancia  indivisible  de  la  Trinidad,  rodeada  de  varie- 
dad de  dngeles  y  de  indecible  gloria,  á  cuyas  sacrosantas 
manos  parece  volar  la  misma  alma,  limpia  de  sus  manchas  y 
puriíicada  de  las  inmundicias  de  este  mundo,  libre  de  la 


—  243  — 

tetroque  et  caliginoso  carcere  liberata  et  omata  véate 
nuptíali  atque  pulcherrima.  vbinam  ergo  est  defonm* 
tas  hec  quam  indifFerenter  omni  mortí  asscríbunt: 
illaque  imago  stu  penda  quam  sitñ  defúngunt.  heu  heu 
me  miserum.  hec  enim  omnia  si  profunde  consíderassem 
nec  patrios  fines  excessissem  superbus:  ñeque  paternos 
honores  vilipendens  repulissem.  meus  erat  medicus 
pater  sua  quidem  in  etate  valde  celebratus :  qui  tutt 
et  áurea  mediocrítate  vtens  semper  exiguum  incolébat 
vicum.  et  vitam  serena  fronte  ad  extremum  vsque 
terminum  eius  tenui  victu  peregit:  et'intra  muros 
angusti  larís  indusus  nec  tela  metuebat  fortune :  nec 
erectas  mundi  machinas  trepidabat.  Sed  adeo  pruden- 
ter  constanterque  se  gerebat  vt  etiam  si  horrendum 
seculi  fínem  oculis  viderat  in  similitudine  tam  rídentis 
sua  iugiter  alacrítate  tranquillus  manserat.  Postremo 
autem  absque  pena  recessit  nobis  manifesta  ad  possi- 

oscura  y  tenebrosa  cárcel,  y  engalanada  con  nupcial  y  espíen* 
dida  vestidura.  ¿  Dónde  está,  pues,  esa  deformidad  que  átoda 
muerte  por  igual  se  atribuye,  y  esa  imagen  horrenda  que  de 
ella  se  forjan?  Desdichado  de  mí,. que  si  todas  estas  cosas' 
hubiera  reflexionado  atentamente,  ni  traspasara  soberbio  el 
umbral  paterno,  ni  hubiera  rechazado  desdeñoso  la  honra  al- 
canzada por  mi  padre.  Era  éste  médico,  en  su  tiempo  no 
poco  reputado;  habitaba  constantemente  en  reducida  aldea; 
no  pasando  nunca  de  segura  y  feliz  medianía ,  hizo  vida  fru- 
galísima ,  conservando  hasta  su  término  la  tranquilidad  del 
espíritu,  y  encerrado  entre  las  paredes  de  su  reducida  mora- 
da, ni  temía  los  tiros  de  la  suerte,  ni  le  espantaban  las  ma- 
quinaciones de  los  hombres.  Invariablemente  siguió  tan 
cuerda  y  juiciosa  conducta,  que  si  hubiese  presenciado  en 
imagen  el  terrible  fin  del  mundo,  hubiera  permanecido 
tranquilo  con  su  acostumbrada  sonrisa  en  los  labios.  Pasó 
al  cabo  de  esta  vida,  sin  darnos  muestra  alguna  de  pesar»  y  tvd 


_  244  — 
dendum  regnum  quod  sibi  paratum  erat  ab  inmensa 
clementia  redemptoris  nri.  cuius  equidem  funus  dura 
viuo  semper  eñt  lachrimabile  mihi.  ego  itaque  morís 
et  paterne  conditionis  oblitus  non  certe  vicum  incolui 
sed^-o^idum:  nec  oppidum  qualecunque  sed  ingentem 
ciuitatem:  ñeque  ciuitatem  denuo  sed  totum  nisus 
habitare  regnum  totumque  clima  regias  fores  ingressus 
sum.  vtque  medicus  essem  catholici  regís  laboraui: 
totisque  viribus:  inuito  rege:  insudaui.  ad  hec  autem 
ratio  clamabat  mihi:  quonam  vadis  Frandsce:  cur  dds 
perditum.  si  scires  vtique  exitialem  curie  pestem:  niá 
insanisses:  retro  cederes.  teñe  loco  pedem  et  contem- 
plare quanta  magnorum  et  conscriptorum  patrum 
limina  ambienda  sunt:  et  quanta  grauia  ac  indigna  fc- 
renda  quantumque  onus  humeris  portandum  blan- 
diendi.  scilicet.  fallendi:  mentiendi:  simulandi:  atque 
dissimulandi.  et  quantum  liuorem  actiuum  passiuumque 

á  poseer  el  reino  que  por  la  infinita  misericordia  de  nues- 
tro Redentor  le  estaba  reservadojSu  muerte  me  arrancará 
Idgrimas  mientras  viviere. 

Yo,  olvidando  el  modo  de  vida  y  el  carácter  de  m¡  padre, 
quise  habitar,  no  en  la  aldea,  sino  en  la  villa,  y  no  en  una 
cualquiera^  sino  en  ciudad  populosa.  Luego,  no  contento 
con  esto,  y  pretendiendo  ocupar  el  reino  y  la  región  toda, 
puse  el  pié  en  palacio,  trabajé  por  ser  médico  del  rey  Cató- 
lico, y  á  pesar  suyo,  gasté  todas  mis  fuerssas  en  el  empeño. 
Contra  esto  se  sublevaba  la  razón  diciéndome:  t¿Cómo  cor- 
res, Francisco,  á  tu  perdición?  Si  conocieras  el  pernicioso 
contagio  de  la  corte,  á  no  estar  loco,  hubieras  ya  retrocedido. 
Detente,  pues,  y  considera  cuántos  umbrales  de  magnates  y 
consejeros  habrás  de  pisar;  cuánta  ofensa  y  ultraje  te  será 
preciso  sufrir,  y  qué  peso  habrán  de  sobrellevar  tus  hombros 
de  adulaciones,  engaños,  falsedades  y  disimulo;  añade  á  esto 
el  envidiar  y  ser  envidiado,  y  los  frecuentes  viajes  y  amargoi 


—  245  — 

tolerandum.  quantas  peregrinatíones  et  acerba  queris 
exilia :  quibus  karissime  vxorís  ac  liberonun  molestas 
ierres  absentias :  et  quibus  fidelium  amicorum  iactura 
crudaberis.  nonne  etiam  prospids  quanta  medicorum 
turba  habitat  seu  vagat  in  curia:  vbi  non  primum:  nec 
secundum:  ñeque  tertium:  sed  postremum  inferioremr 
que  locum  occupabis.  aduc  autem  et  non  cogitas  quod 
nec  honorem  vt  vides  per  multos  distribuendum :  ñe- 
que etiam  ibi  diuitias  cumulare  valebis:  totus  enim 
impendes  quantum  inter  tot  tantosque  lucratus  fueris* 
que  ergo  phantasmata  sunt  hec  quibus  te  fallís:  que 
rerum  spedes  inanes  oculos  tuos  caligantes  et  obnu« 
bilatos  faciunt.  et  ad  summum  cur  super  uacuas  curas 
incumbís:  et  manifestam  ruinam:  exddiumque  aními 
atque  corporis  explorasti.  Sed  de  his  onmibus  nihil 
curaui  hominum  imprudentissimus :  attamen  mundi 
fallacis  tendiculis  illectus  a  via  leua  non  deflexi  que 

destierros  que  te  acarreas,  los  cuales  te  harán  penosísima  la 
ausencia  de  tu  casa,  de  tu  mujer  y  de  tus  hijos,  y  dolorosa  la 
pérdida  de  tus  amigos.  No  miras  tampoco  la  turba  de  médicos 
que,  ó  habitan  en  palacio  ó  le  frecuentan;  y  cómo  no  ocu- 
parás entre  ellos  el  primero,  ni  el  segundo,  ni  el  tercer 
lugar,  sino  el  último  y  más  humilde;  y  no  consideras  que  n 
alcanzarás  honores,  según  ves  por  muchos,  ni  lograrás  all 
acumular  riquezas,  pues  habrás  de  gastar  cuanto  ganares 
entre  tantos  y  tan  poderosos  señores.  ¿Qué  ilusiones  son» 
pues,  las  que  te  forjas.'^  ¿Qué  engañosas  apariencias  de  las 
cosas  oscurecen  y  anublan  tus  ojos?  Finalmente,  ¿p«r  qué  te 
preocupan  vanos  cuidados,  y  vas  á  buscar  la  perdición  segura 
del  alma  y  la  ruina  del  cuerpo? » 

De  ninguno  de  estos  avisos  me  curé,  yo  el  más  insensato 
de  los  hombres ;  antes  enredado  en  los  lazos  del  engañoso 
mundo,  no  me  aparté  de  la  vía  de  perdidón  en  que  ios 
malos  reciben  su  castigo  y  por  donde  caminan  á  los  infier» 


—   2^6    

malorum  exercet  penas  et  ad  impia  tártara  mitdt.  se 
itaque  iam  ego  curialis  regiusque  phisicus  mtumescens 
dedi  me  fabule  populi  meque  dígito  ostendebant.  Sed 
hujusmodi  miseri  status  inuidia  succreuit  in  pectoribus 
miserrimorum  atque  stultorum  hominum:  vsque  adeo 
vt  me  magum :  me  veneficum :  meque  incantatorcm 
predicaren t.  quasi  aliter  inpossibile  foret  ad  tantum  me 
fortune  iugum  ascenderé  potuisse.  hinc  indeergosus- 
pitione  nata  sacrís  auríbus  insusurauit  inquisitorum 
fama,  vnde  captus  et  in  carcerem  missus  optime  cus- 
toditus  fui :  non  sine  magno  merore  dilecte  vxoris :  ct 
amicorum  commiseratione.  ecce  nunc  gloría  mea  in 
puluerem  reducta  et  in  obprobrium  versa:  tam  repente 
vt  vix  credibile  esset.  multiplex  opinio  de  me  et  varia 
iudicia  Ínter  vulgus  spargebantur :  alij  enim  diccbant 
quia  demonium  habet:  et  familiarem  spirítum  in  anulo 
secum  ducit.  alij  vero  non  nisi  quia  circulator  ct  malc- 

nos.  Asi  que,  hinchado  de  vanagloria  por  mi  cualidad  de  corte- 
sano y  medico  del  Rey,  ofrecíme  al  ludibrio  de  la  plebe,  que 
me  señalaba  con  el  dedo.  Todavía  esta  mísera  condición  des- 
pertó la  envidia  en  el  pecho  de  hombres  por  demás  misera- 
bles y  necios,  hasta  llamarme  mago,  conocedor  de  filtros  y 
maleficios,  cual  si  de  otro  modo  me  hubiera  sido  imposible 
llegar  á  tan  alto  grado  de  fortuna.  De  aquí  surgió  la  sospe- 
cha, y  llegando  la  voz  á  los  sagrados  oidos  de  los  inquisi- 
dores, fui  preso  y  tenido  en  estrechísima  reclusión,  con  gran 
dolor  de  mi  amada  mujer  y  lástima  de  mis  amigos;  por 
donde  toda  mi  gloria  quedó  reducida  á  polvo  y  se  convirtió 
en  afrenta  tan  de  repente  que  apenas  pudiera  creerse.  Entre 
el  vulgo  corrian  de  mí  muchos  y  variados  juicios. — Tiene  el 
diablo  en  el  cuerpo,  y  lleva  un  familiar  en  el  anillo,  decían 
unos. — No,  replicaban  otros,  sino  que  es  charlatán  y  hechi- 
cero, que  por  medio  de  ciertos  pactos  y  contratos  con  los 
demonios  engaña  á  los  demás  y  gana  sus  voluntades.~-Estos 


—  247  — 
ficus  est:  quibusdamque  pactis  et  federíbus  demonum 
alios  sedudt  et  aliorum  beniuolentías  captat.  aüj  autem 
dicebant  quia  diuinator  est  et  futurorum  presagia 
atque  oracula  miraculose  scrípta  predidt.  plurimi  autem 
affirmabant  etiam  quia  ligare  potest  et  dissoluere.  fe- 
minasque  sibi  inuitas  aducere  noctu:  hec  et  alia  hoc 
genere  infinita  apud  rem  publicam  dbseminabantur.  et 
ego  interim  in  custodia  tenebar.  longum  esset  et  iname- 
num  inextricabiles  curas  et  mesticias:  caligínososque 
animi  pauores  illius  horride  solitudinis  narrare,  solí 
norunt  experti.  sed  hoc  post  tergum  demisso:  has  enim 
erumnas  speculari  refugit  mens:  in  fine  octoginta  die- 
rum:  dei  beneficentia  veritatisque  patrodnio  liberatus 
ethonoratus  euasi.  nunc  vtiquequodadpresensspectat 
dicam  me  predarissime  pater  deinceps  curiam  noUe  vt 
incolumis  ex  hac  valle  miseriarum  discedens  ad  cu- 
riam regis  eterni  aduolare  possim :  vbi  nullam  proce- 

afirmaban  que  era  adivino,  presagiaba  lo  futuro^  é  inter- 
pretaba los  oráculos  milagrosamente  escritos;  y  no  eran 
pocos  los  que  sostenían  que  era  dueño  de  ligar  y  desligar,  y 
hacer  que  las  mujeres  acudiesen  de  noche  contra  su  volun-  » 
tad  á  mi  llamamiento.  Estas  y  otras  muchas  cosas  de  este 
jaez  se  propalaban  entre  las  gentes,  mientras  yo  continuaba 
encarcelado.  Sería  largo  y  enojoso  referir  el  laberinto  de  cui- 
dados, las  tristezas  y  tenebrosos  espantos  de  aquella  horrible 
soledad,  sólo  conocidos  de  los  que  lo  han  pasado.  Mas 
dejando  atrás  esto^  pues  la  mente  se  resiste  á  examinar  tales 
sinsabores,  digo  que  al  cabo  de  ochenta  dias,  por  misericor- 
dia de  Dios,  y  patrocinio  de  la  verdad,  salTde  la  cárcel  libre 
y  con  honra.  Y  por  lo  que  hace  á  lo  presente,  diré,  ilustre 
Prelado,  que  para  en  adelante  renutKJo  Ji  Ja  cpj^ ,  á  fin  de 
que,  saliendo  incólume  de  este  valle  de  miserias ,  consiga 
volar  á  la  corte  del  Rey  eterno,  donde  ni  temeré  el  enojo  de 
los  grandes',  ni  retrocederé  ante  la  repulsa  de  los  picaros 


—  248  — 

rum  indignatíoncm:  nullamque  ianitorum  furdfcrum 
tímebo  repulsam.  ñeque  varios  fortune  casus  aut  fc- 
menta  metuam.  Sed  quia  impresentiarum  nondum  csr 
mihi  firma  sententía:  quo  pergam  quoue  pedem  figam: 
propositum  meum  hac  in  epistola  non  vídebis.  ad  aíiam 
ergo  spectat  fauente  deo:  Vale.  Octobris  decima,  anno 
xpi.  m.  quingentésimo  décimo. 

Impressum  Salmantice  et  exactissime  castigatum  ex  ex- 

pensis  venerabilis  viri  Laurentij  de  Licm  dedeis. 

Anno  domini  milUsimo  quingentésimo  décimo 

quarto.  decima  quinta.  Mensis  septembris. 

Laus  deo. 

porteros,  ni  me  arredrarán  los  varios  accidentes  n¡  las  ilusic- 
nes  de  la  fortuna.  Mas  por  cuanto  todavía  hoy  no  tengo  re- 
suelto á  dónde  me  encamine,  ni  en  dónde  me  establezca. 
esta  carta  no  revelará  á  vuestra  Excelencia  m¡  propósito,  sino 
otra,  si  á  Dios  place. 

Él  quede  en  vuestra  compañía. 

10  de  Octubre  de  c5io  años. 

Fué  impresa  y  fielmente  revisada  la  presente  obra  en 

Salamanca,  á  costa  del  honrado  sujeto  Lorew^o  de 

Lian  Dedeis,  año  del  Señor  de  mil  y  quinientos 

y  catorce,  á  quince  del  mes  de  Setiembre. 

Laus  Deo, 


xr. 


(S.  a.) 


TuüM  mihi  salubemmum  consilium,  illustrissime 
Princeps,  non  recuso;  iniquum  procul  dubio  et 
exitíale  certamen  esset  unius  imbecillis  et  iner- 
mis  tyronis  aduersus  dúos  et  fortes  et  armatos  mili- 
tes quorum  alter  materiam  belli  aptam  et  omataih 
apparat;  alter  vero  prestantissimam  inducit  formam, 
quam  Groeci  quidem  endelechiam,  nos  autem  spedem 
rationemve  appellare  consuevimus.    Diuerso  tamen 

XL — (Sin  año,) 

No  rechazo,  ilustre  Principe,  vuestro  saludable  aviso;  que 
inicua  y  desastrosa  había  de  ser  ciertamente  la  lucha  de  un 
de'bil  é  inerme  bisoño  contra  dos  fuertes  y  armados  guerre- 
ros, uno  de  los  cuales  dispone  adecuados  y  abundantes 
aprestos  de  guerra ,  y  el  otro  adopta  aventajadísima  forma, 
que  los  griegos  llaman  endelechia,  y  nosotros  solemos  decir 
apariencia  ó  razón.  En  esto,  sin  embargo,  sucede  muy  de 
otra  manera  que  en  las  cosas  de  la  naturaleza,  pues  en 


I  Sacada  de  una  copia,  de  letra  del  siglo  xvi,  que  se  conserva  en  la 
Biblioteca  de  la  Real  Academia  de  la  Historia,  Colección  Salazar,  N.  44^ 
folio  3i5  vuelto.  No  tiene  fecha,  ni  dice  á  quién  filé  dirigida.  Sólo  ae  lee 
al  principio  la  palabra  eiusdem,  con  relación  á  la  carta  anterior  del  mifino 
volumen,  manuscrito  que  también  es  de  Villalobof . 


—  25o  

modo  hic  fíeri  quam  in  naturalíbus  contingit,  namque 
apud  naturam  materia  prior  est  quas  vehemente: 
appetit  et  repente  quoerit  formam;  apud  te  veré,  sa- 
pientissime  proesul ,  prius  est  inuenire  rationem  adeo 
limatam,  concissam,  compendiosam ,  lepidam  et  subc- 
lem,  ut  etiamsi  Vergara  prudentissimus  et  elegantissi- 
mus  non  esset,  ipsa  per  se  sufficcret  et  orationem 
condere,  et  rudem  atque  rusticam  orationem  urbanam 
elegantemque  reddere.  Libenter  ergo  atque  ¡ngenue 
cedo  et  ex  benignitate  tanti  victoris  sola  mihi  salure 
concessa  in  perpetuam  me  tibi  seruitutem  tradere  es: 
consilium.  Vale. 

estas,  la  materia  es  la  primera  que  apetece  ansiosamente  y 
busca  al  punto  la  torma,  y  en  vuestra  Ilustrísima,  sapicnlí- 
simo  Prelado,  es  antes  que  todo  hallar  la  razón  tan  correcta, 
tan  lacónica ,  tan  compendiosa ,  tan  delicada  y  sutil ,  que 
aunque  no  existiera  el  discreto  y  elegantísimo  Vergara,  ella 
sola  bastaría  para  componer  el  discurso,  y  para  convertirle  de 
rudo  y  grosero  en  elegante  y  culto.  Me  rindo,  pues,  sincera- 
mente y  de  la  mejor  gana,  y  resuelvo  constituirme  en  perpe- 
tuo esclavo  de  vuestra  Ilustrísima,  con  sólo  que  la  magna- 
nimidad de  tan  ilustre  vencedor  me  otorgue  la  vida. 
Dios  conserve  la  de  vuestra  Ilustrísima. 


DIALOGO 

DE  VILLALOBOS  Y  SU  CRIADO. 


DIALOGO 

DE    VILLALOBOS    Y    SU    CRIADO' 
Fr,  Martin. — yUlalobos. — Bustamavle. 


I 


Fr.  Martin.  Bustamante  me  ha  rogado  mucho 
que  le  sea  buen  medianera  para  con  vos ,  y  si  yo  no 
me  engaño,  algo  parece  justa  su  petición. 

Villalobos.  ¿Cómo  puede  ser  que  pida  cosa  justa 
un  hombre  tan  injusto? 

Fr.  Martin.  Dice  que  él  ha  de  curar  aunque  no 
quiera  por  toda  aquella  tierra,  y  querría  que  le  diese- 
des  una  orden  con  que  no  curase  tanto  que  causase 
peligro  á  los  dolientes. 

yUlalobos.  Esa  orden  querría  yo  que  me  diese  á 
mí  Jesucristo. 


I  Ssc«do  de  una  copií.  i  b  que  al  parecer  bita  el  final,  de  letra  del 
(iglo  3TI.  que  se  coDserva  en  ta  Real  Academi*  de  la  Historia,  Colcecioa 
Salazar,  N,  44,  M.  3o6.  El  illulo  que  va  al  frente  de  este  diAlogo  lo  liemoa 
lomado  del  que  irae  la  copia  en  el  sobretcrilD,  puei  en  el  ptinapio  de 
iquilla  afilo  se  lee;  G.*y  liíttmtf  collación. 


—  254  — 

Fr.  Martin.  No  creo  que  se  me  acuerda  bien  lo 
que  él  me  dijo.  Venga  y  explique  su  demanda. 

Villalobos.  Bustamante,  ¿qué  es  aquello  que  has 
pedido  al  P.  Fr.  Martin  ?  que  no  hay  cosa  que  yo  no 
haga  por  aquella  santa  representación  de  anoche,  con 
que  nos  hiciste  caer  á  todos  de  rísa,  aunque  mejor  di- 
jera yo  ausentacion  que  representación,  porque  lo 
mejor  de  la  fiesta  no  fué  cierto  tu  presencia,  sino  tu 
zaguera. 

Bustamante.  Señor,  aquello  hicelo  yo  por  serviros, 
y  estoy  tan  corrido  dello,  que  no  he  de  parescer  de- 
lante de  la  gente,  y  por  eso  tenéis  obligación  de  hacer 
por  mí. 

Villalobos.     Ora  di  lo  que  quieres. 

Bustamante.  Acuerdóme  que  vino  una  vez  Juan 
Osorio  con  esta  misma  demanda. 

Villalobos.     Y  es. 

Bustamante.  Dijo  que  él  vivia  el  más  del  tiempo 
en  Mestajes  ',  que  es  una  aldea  suya  muy  ruin,  y  que 
adolescian  de  calenturas  y  de  otros  males  él  y  su  casa 
y  sus  labradores.  Pidió  que  en  tanto  que  venía  algún 
físico,  le  diésedes  alguna  orden  de  lo  que  habia  de 
hacer  que  aprovechase  algo  y  no  dañase,  y  dístesle 
por  escrito  una  regla  con  que  curaba  por  toda  aquella 
tierra,  y  en  Jorma  le  tenian  por  buen  médico. 

Villalobos.  Yo  soy  contento,  pues  que  ansí  como 
ansí  has  de  matar  hombres  de  darte  un  regimiento, 
con  que  no  mates  tantos,  y  téngote  por  tan  gran  asno, 
que  te  quiero  preguntar  si  sabes  conoscer  una  terciana. 


I     Sic.  ¿Será  Mes  tajas,  despoblado  sito  en  el  partido  judidtl  de  Lt 

Bañcza,  provincia  de  Leen? 


—  255  — 

No  digo  que  conozcas  las  causas  della,  que  esto  escu- 
sado  seria  pensailo;  pero  si  conocerás  qué  son  tercianas 
cuando  alguno  las  tuviere. 

Bustamante.  ¿  Yo  en  qué  diablos  lo  tengo  de  cono- 
cer? ¿Soy  yo  bachiller? 

Villalobos.  Pestilencia  mala  venga  sobre  ti  solo, 
porque  con  tu  muerte  serian  librados  de  pestilencia  de 
todos  aquellos  gobernadores  que  están  debajo  de  tu 
gobernación.  ¿Quién  hay  en  el  mundo  que  no  sepia 
que  la  terciana  sencilla  viene  al  tercero  dia,  de  manera 
que  un  dia  viene  frío  y  calentura,  y  otro  nó? 

Bustamante.  Eso  bien  lo  entiendo,  mas  pensé  que 
era  la  del  monte. 

Villalobos.     ¿Qué  cosa  es  la  del  monte,  Bustamante? 

Bustamante.     No  sé,  por  Dios. 

Villalobos.  \  Gentil  físico  es  este !  Ora  yo  te  quiero 
dar  tal  regla  en  la  terciana,  porque  quedes  siquiera 
tercianero  como  calderero,  y  por  aquí  te  irás  desasnan- 
do por  las  otras  enfermedades.  ¿Tú  sabes  por  ventura 
donde  está  el  pulso? 

Bustamante.  Bien  sé  que  lo  catan  en  la  muñeca, 
mas  no  sé  si  de  la  banda  de  dentro  ó  si  á  la  banda  de 
fuera. 

Villalobos.  Amuéstrame  ese  brazo  de  acémila  que 
tienes.  Este  es  el  pulso  que  dá  estos  latidos;  pon  los 
dedos  en  él;  apríeta  un  poco  más.  ¿  Sientes  agora  los 
latidos  ? 

Bustamante.     Cata,  cata  el  pulso. 

Villalobos.  Ese  era  el  pulso.  Plegué  á  Dios  que 
perdido  le  tengas  antes  de  mañana.  Pues  mira  bien; 
cuando  este  pulso  anduviere  despacio,  como  agora  ves 
que  anda  el  tuyo,  entonces  dirás  que  no  hay  calentura. 


—  256  — 
BustamanU.     ¿Y  anda  en  todos  los  hombres  de  una 


manera: 


J'i.lilcbcs.  Bien  pregunta  la  bestia.  No  anda  en 
todos  de  una  manera,  porque  en  los  muchachos  se 
mueve  más  apresuradamente,  y  en  los  viejos  mas 
fíacamente,  y  á  los  que  vienen  cansados  les  anda  mis 
á  menudo.  Mas  la  regla  que  has  de  tener  para  ver  si 
es  calentura  ó  no,  es  esta:  poner  las  manos  en  las  áenes 
V  en  la  garganta,  y  si  lo  hallares  templado,  no  hay 
calentura  aunque  ande  alterado  el  pulso,  y  si  lo  hallares 
ardiendo ,  cierta  es  la  calentura. 

Fr,  Mdrtin.  ;Y  si  un  hombre  ha  corrido  hasta 
subdar,  no  le  arderá  todo  eso?  Porque  me  parece  á  mí 
que  los  muy  cansados  se  ahogan  de  calor. 

/  illdlzhQS.  Es  verdad  que  sienten  gran  calor  dentro 
del  cuerpo,  mas  el  tacto  de  las  carnes  templado  le 
tienen ,  aunque  estén  subdando. 

F'\  .A/u'V;;;.     Eso  es  para  mí  cosa  nueva. 
/ V.Vj.'. /jj .     ¿  H asme  entendido ? 
fi;<j;.;;;.\;;;;c.     Enriendólo  tan  bien,  que  no  me  tro- 
caria  por  el  Dr.  Bustamante  mi  tio. 

/7.V.;,./:.f.  En  eso  razón  tienes,  porque  es  mayor 
asno  que  tú  y  acuerda  de  andar  siempre  en  competen- 
cias con  el  Doctor  de  la  Reyna,  que  es  el  ídolo  del 
Rey  nuestro  señor. 

Ir.  M.:n:K.  ¿Y  el  pulso  cómo  lo  conocerá  en  el 
pulso:  porque  hay  muchos  que  tienen  las  manos  y  la 
nariz  tria,  y  acaece  que  no  tienen  frió  de  azession. 

J'i'.'S.cbcs,  El  frío  es  peor  de  conocer  en  el  pulso; 
mas  yo  le  daré  una  regla  con  que  en  ninguna  manera 
le  engañe.  Primeramente,  el  pulso  se  encoge  tanto  con 
el  trio,  que  parece  que  anda  hormigueando,  y  quien 


—  2Sy  — 

conosce  aquel  pulso  cuando  está  sin  el  frío,  ligeramen- 
te conoscerá  la  diferencia.  Mas  porque  este  asno  ha 
menester  doctrina  más  palpable,  y  también  porque  á 
las  veces  acertará  con  persona  que  en  salud  tiene  el 
pulso  encoxido,  póngale  la  mano  en  la  frente  y  en  los 
pechos,  y  si  tiniendo  la  nariz  y  los  pies  fríos  ardieren 
las  partes  ya  dichas,  sepa  que  es  frió  verdadero. 

Fr.  Martin.  Por  cierto  que  no  me  pesa  á  mí  de 
saber  esa  regla,  y  aun  podrá  ser  que  á  muchos  físicos 
que  no  la  saben;  y  deseo  de  saber  la  causa  desto  que 
que  esté  un  hombre  temblando  con  el  frío,  y  que 
tenga  ardor  en  la  frente  y  en  los  pechos. 

Villalobos.  Cuenta  larga  es  menester  para  respon- 
der á  esa  pregunta  y  no  ' albeiteria;  mas  hablan- 
do en  suma,  sepa  V.  R.**  que  cuando  algún  humor 
corre  por  las  espaldas  y  por  los  morcillos,  hace  sen- 
tir frío,  aunque  el  humor  sea  caliente;  como  si  os 
echasen  por  las  espaldas  agua  ó  vino  caliente,  sentiría- 
des  luego  escalofríos;  y  aquel  mismo  que  corriendo 
hace  frío,  va  á  parar  en  algún  miembro  que  está 
dispuesto  para  recibirlo,  a  las  veces  en  el  estómago 
y  otras  en  los  ríñones  ó  en  otras  partes,  y  en  parando 
el  dicho  humor,  luego  se  enciende  y  hace  ardor  en  las 
carnes  que  están  más  cerca  del  corazón,  de  manera 
que  casi  comienzan  juntos  el  frío  y  la  calentura  y 
andan  en  compaña  alguna  parte  de  la  azession.  Y 
acontece  que  está  el  cuerpo  ardiendo  como  un  ti^on,  y 
no  osa  el  paciente  sacar  el  bra^o  ni  revolverse,  por- 
que luego  es  con  el  frío. 

Fr.  Martin.     Yo  estoy   satisfecho  sin  que  digáis 


I    Hay  en  el  manuscrito  dos  ó  tres  palabras  ilegibles. 

17 


—  258  — 

mas,  porque  en  buen  romance  y  en  pocas  palabras  me 
lo  habéis  dado  a  entender.  Y  agora  que  sé  adonde  vi 
á  parar  ese  humor,  fáltame  de  saber  de  qué  parte 
viene. 

Villalobos.  El  humor  que  hace  las  calenturas,  co- 
munmente sale  de  las  venas,  que  lo  echan  de  sí  como 
á  cosa  mala. 

Fr.  Martin.     ¿Y  cómo  lo  echan  de  sí? 

Villalobos.  Como  echan  el  sudor,  que  también  sale 
de  ella  por  unos  agujeritos  invisibles  que  llamamos 
poros.  Todo  el  cuerpo  está  lleno  dellos  para  ciertas 
necesidades  y  sola  natura  los  vee  con  su  grande  y 
maravillosa  providencia;  nosotros  no  los  podemos  ver 
sino  por  esta  conjuntura  que  vemos  recumar  el  sudor 
y  no  vemos  por  donde  sale.  Desta  manera  sale  aquel 
mal  humor  de  las  venas  y  vá  á  parar  adonde  tengo 
dicho,  y  corriendo  hace  frió,  y  parando  hace  calentura; 
y  tanto  dura  el  frió  cuanto  dura  el  correr  del  humor 
que  viene  poco  á  poco,  á  las  veces  viene  tan  vagarosa- 
mente, que  dura  el  frió  á  las  vueltas  tanto  como  las 
calenturas  casi,  porque  la  parte  que  vá  primera  comien- 
za primero  á  encenderse  y  hacer  calentura. 

Fr,  Martin.  En  mi  vida  nunca  oí  philosophía  tan 
subtil  y  tan  palpable,  y  si  de  aquí  adelante  yo  fuera  im- 
portuno en  el  preguntar,  vos  tenéis  la  culpa  en  el  res- 
ponder, porque  son  tan  sabrosas  las  respuestas,  que 
quedo  harto  y  satisfecho  con  ellas,  y  me  ponen  hambre 
para  cobdiciar  otras.  Ora  quiero  saber  con  qué  virtud 
echan  de  sí  las  venas  este  mal  humor. 

Villalobos.  Cada  uno  de  los  miembros  tiene  cuatro 
virtudes  naturales,  conviene  a  saber:  atractiva,  con  que 
atrae  á  sí  el  mantenimiento  que  há  menester  para 


—  259  — 
rehacerse;  la  segunda  es  retentiva,  con  que  detiene  en 
sí  el  mantenimiento  hasta  que  haga  en  él  digestión 
entera  yres^iba  de  la  substancia  que  le  conviene;  la 
tercera  digestiva,  con  que  digiere  el  manjar  que  en  sí 
retiene,  hasta  que  lo  va  convirtiendo  en  su  propia 
substancia;  la  quarta  expulsiva,  con  que  alanza  y  echa 
de  si  lo  que  le  sobra  é  no  le  conviene;  y  esta  quarta 
virtud  que  hace  al  propósito  y  a  pregunta,  quiero  de- 
clarar para  que  la  veáis  más  palpable,  y  para  esto  se 
debe  considerar  que  el  estómago,  después  que  se  man- 
tiene y  se  harta  del  manjar  que  tiene  dentro  de  sí,  claro 
está  que  lo  que  le  sobra  que  lo  echa  de  sí,  y  nosotros 
no  vemos  ni  sentimos  cómo  lo  echa,  pero  sabemos  que 
hoy  está  lleno;  y  si  no  comiésemos,  mañana  estaría 
vacío,  y  la  madre  que  tienen  las  mujeres,  echa  de  sí 
la  criatura  cuando  ya  no  conviene  que  esté  más  allá. 
Todo  esto  hace  natura  mediante  la  virtud  expulsiva 
natural  que  todos  los  miembros  de  el  animal  poseen; 
y  ansí  las  venas  echan  de  sí  el  humor  que  se  vá  corrom- 
piendo, y  el  celebro  echa  de  sí  las  reumas,  y  la  vejiga 
echa  de  si  las  orinas;  y  de  esta  manera  hacen  todas  las 
otras  partes.  ¿Entiéndeme  bien  V.  R.*?  Si  nó  dárselo 
hé  más  claro. 

Fr,  Martin.  Antes  estoy  corrido  y  encandilado  de 
tanta  claridad  que  basta  para  que  lo  entienda  un  niño. 

Villalobos.  ¿Pues  por  qué  os  habéis  parado  solícito 
y  pensativo? 

Fr.  Martin.  Porque  estoy  contemplando  en  la  om- 
nipotencia y  sabiduría  de  Dios  que  tanto  supo  hacer; 
y  con  todo  eso  presumía  un  asco  de  un  hombre  philó- 
sopho  de  limitar  el  poder  y  la  providencia  divina. 
Agora  me  queda  otra  demanda,  y  hela  preguntado 


—  26o  

muchas  veces  á  otros  doctores,  y  creo  que  ellos  me 
respondían  lo  cierto,  mas  yo  nunca  los  podía  entender, 
y  la  pregunta  es  esta.  Quando  en  la  terciana  ó  cola 
quartana  acaba  de  quitarse  la  una  calentura,  ¿í  áóoát 
queda  ascondida  la  otra  calentura  que  viene  despuesá 
su  hora  cierta  á  tercero  día  ó  quarto?  I^jrque  si  viene 
de  otras  partes  ó  de  otras  tierras  es  cosa  maravillosi 
de  pensar.  ¿Quién  lo  trae?  ¿Cómo  siempre  viene  á  un 
tiempo  y  á  un  mismo  enfermo  aunque  se  mude  de  un 
lugar  para  otro,  y  cómo  viene  con  tan  gran  conderb) 
que  paresce  que  tiene  propósito  y  que  sabe  lo  que 
hace,  y  en  verdad  que  creo  que  por  esto  la  ruda  gen- 
tilidad hace  templo  á  la  ñebre  y  la  adorauan  por  diosa? 
Y  si  no  viene  de  otra  parte  sino  que  queda  ascondida 
dentro  del  cuerpo,  ¿cómo  guarda  tan  gran  concierto 
t|uc  no  se  descubre  sino  á  hora  cierta,  la  una  al  tercero, 
1.1  otra  al  quarto  día? 

yUlaUbos.     ¿Quiere  decir  más  V.  R.'? 

Fr.  Mariüi.  No  hé  menester  decir  más  á  tan  buen 
entendedor. 

yUlalohs.  Ya  he  dicho  en  lo  pasado  queste  humor 
que  hace  la  terciana  ó  la  quartana,  comunmente  sale 
Je  las  venas  y  corre  por  los  miembros  hasta  parar  en 
unu  dcllos  que  tenga  capacidad  y  vasija  en  que  quepa, 
y  que  no  tenga  fuerzas  para  defenderse  del  y  echallo 
de  sí  como  lo  echan  los  otros  miembros  por  do  pasa;  y 
también  habéis  de  saber  que  ningún  humor  hace  calen- 
tura hasta  que  se  podrece,  porque  con  el  pudrimiento 
arde  como  un  muladar,  y  en  ardiendo,  echa  humos  de 
sí  que  suben  hasta  el  corazón;  y  como  el  corazón  es 
antro  donde  se  cria  todo  el  calor  y  se  reparte  por 
todu  el  cuerpo,  enciéndese  mucho  más  con  los  dichos 


—   26l   — 

humos,  que  son  una  kñm  muy  iqparexada  parm  in^ 
flamar  y  dar  mas  fíi^o  de  lo  ques  menester;  y  este 
fíi^o  envíalo  el  corazcm  a  todo  el  cuerpo  por  los 
pulsos,  que  todos  nascen  de  allí;  y  an»  todos  los 
miembros  padecen  calor  y  calentura,  de  manera  que 
el  humor,  no  hace  calentura  hasta  que  esté  podrido. 

Fr.  Martín.  Quando  estaba  este  humor  en  lu 
venas,  ¿porqué  no  hi^o  calentura? 

Villalobos.     Porque  aún  no  estaua  podrido. 

Fr.  Martín.  Si  no  estaua  podrido,  ¿porqué  lo 
echauan  de  sí? 

Villalobos.  Porque  estaua  tan  aparejado  para  cor^ 
romperse  que  natura  no  lo  podia  corregir  y  hada  tan 
gran  sinsabor  en  las  venas,  que  no  lo  pudiendo  sufrir, 
lánzanlo  de  sí  con  gran  furia ,  como  ha^e  el  estómago 
que  siente  dentro  de  sí  alguna  cosa  muy  contraria  i 
su  naturaleza  y  muy  enemiga  de  su  gusto,  que  i 
pesar  de  su  dueño  la  echa  de  sí  haciendo  gómitos  con 
grande  ímpetu  y  violencia,  como  acontesce  a  personas 
delicadas  quando  toman  alguna  purga,  ó  a  los  qus 
beben  alguna  ponzoña;  ansí  que  las  venas  con  su  inS' 
tinto  natural  sintiendo  el  humor  que  esta  k  punto  rfs 
dañarse  ques  disconviniente  para  su  íMMfñ  le  hi^ 
echarlo  fuera  antes  que  acabe  de  podrecer^r ,  y  Uh\m 
las  partes  por  do  pasa  también  lo  echan  amuf  k  un 
mal  huésped  herido  de  pestilencia^ 

Fr.  Martín.  Y  en  las  venas  ^  acontes»  4\u%  hiy 
humores  podridos  y  corruptM? 

Villalobos.  Sí  líOMCt^  \;ff^f\U€  tup  fm^imm  ¥4m 
ellos  para  alanzaDr/s  foera^ 

Fr.  Martín.     ;  Y  átfiáM^  ^i4¿  se  hMéf 

ViliaUbos.     Háccw  ttímümn  a/^MÍsmmí  ^|M#  Amu 


—   202   

hasta  que  sana  ó  muere  el  enfermo ;  y  si  este  humor 
es  cólera,  hácese  terciana  continua. 
\        Fr.  Martin,     Si  es  continua,  ¿porqué  la  llaman  ter- 


ciana ? 


Villalobos.  Porque  guarda  la  proporción  y  seme- 
janza de  terciana,  arreciándose  á  los  terceros  dias;  y 
si  es  flema,  hace  cotidiana  continua  que  sube  y  abaxa 
cada  dia;  y  si  es  melancolía  hácese  quartana  contínuí 
que  cresce  al  quarto  dia;  y  si  es  sangre,  es  continua 
todos  los  dias  por  igual. 

Fr.  Martin.  En  verdad  que  la  dotrína  es  muy 
dul^e;  mas  vengamos  á  la  pregunta  principal,  que 
es  saber  dónde  estaua  esta  calentura  que  tan  concerta- 
damente viene  á  sus  ciertos  planos. 

Villalobos.  La  calentura  no  está  naturalmente  en 
alguna  parte,  porque  cada  una  que  viene,  ella  misma 
quema  y  consume  el  humor  que  la  hace,  y  acabado 
de  quemar,  acábase  ella  como  se  acaba  el  fuego  quando 
la  leña  se  acaba  de  hacer  ceniza. 

Fr.  Martin.  Pues  si  el  humor  se  acaba,  ¿con  qué 
causa  vuelve  una  y  otra  calentura? 

Villalobos.  Con  el  mal  humor  que  queda  en  las 
venas. 

Fr.  Martin.     ¿No  decís  que  lo  echan  fuera  de  sí? 

Villalobos.  Echan  fuera  lo  que  está  más  aparexado 
para  corromperse,  mas  queda  allá  otro  que  no  les  di 
fatiga  hasta  que  se  llega  su  hora,  conviene  á  saber:  su 
tercero  ó  quarto  dia,  que  es  el  tiempo  de  su  corrup- 
ción, y  entonces  las  venas  échanlo  fuera  y  va  a  parar 
adonde  hace  otra  terciana  ó  quartana. 

Fr.  Martin.     Y  ésta  agora  sepamos,  ¿porqué 
tan  cierta  orden  de  tercero  ó  de  quarto  dia? 


—  263  — 

Villalobos.  Porque  á  todas  las  cosas  natura  les 
guarda  orden  y  planos  en  sus  corrupciones.  Vemos 
que  la  carne  de  la  vaca  dura  en  verano  ocho  ó  diez 
dias  sin  dañarse,  y  otro  tanto  diremos  de  la  carne  del 
pabo  y  del  águila;  y  el  perdigón  no  dura  un  dia  entero. 
Si  alguno  preguntase  porqué  tarda  más  la  carne  de 
vaca  que  la  del  perdigón  en  dañarse,  la  respuesta  esta 
en  pronto,  porque  el  perdigón  es  más  muelle  y  más 
delicada  carne,  y  las  causas  de  la  corrupción ,  que  son 
calor  y  humidad,  hallan  mayor  aparejo  en  él  para  impri- 
mir que  no  en  la  vaca.  Mas  presupuesto  que  la  carne 
de  la  vaca  dura  ocho  dias  en  la  despensa  en  dañarse, 
si  alguno  preguntase  porqué  son  ocho  dias  y  no  seis, 
ó  porqué  no  son  do^e,  esta  pregunta  sería  inútil,  como 
si  alguno  preguntase  porqué  tarda  el  Sol  en  hacer  su 
vuelta  diurna  veinte  y  quatro  horas  y  no  tarda  veinte 
y  seis  ú  treinta  horas;  ú  porqué  tarda  el  fuego  en 
quemar  una  vela  seis  horas  y  no  tarda  quatro  ú  diez. 
Y  volviendo  á  los  humores,  si  alguno  preguntare  por- 
qué se  corrompe  más  presto  la  cólera  que  la  melanco- 
lía ',  es  fria  y  seca,  que  son  calidades  que  contradicen 
á  las  causas  del  pudrimiento  que  son  calor  y  humida- 
des,  etc.  Pero  si  preguntare  porqué  la  cólera  tarda 
dos  dias  en  podrecerse,  y  no  tres  ó  cuatro,  la  pregunta 
sería  vana,  porque  cada  uno  de  los  cuerpos  corrupti- 
bles tiene  limitados  por  la  naturaleza  los  tiempos,  y 
las  tardanzas  de  sus  movimientos  y  corrupciones,  y 
también  tiene  dellas  las  calidades,  y  por  eso  no  pre- 
guntamos porqué  quema  el  fuego  y  porqué  enfría 
la  nieve. 


I    Alt  en  la  copia  manuscrita.  Parece  que  faltan  palabras  análogas  á 


—  264  — 

Fr.  Martin.  Ansí  que  la  cólera  acude  con  su  o- 
lentura  á  los  terceros  dias. 

Villalobos.     Ansí  paresce. 

Fr.  Martin.  ¿Y  la  cólera  es  siempre  de  una  mi- 
nera sin  que  haya  diferencias  en  ella? 

Villalobos.  Muchas  diferencias  y  diuersidades  tiene; 
porque  hay  una  ques  muy  pura,  y  otra  que  es  mis 
aguda  con  flema  más  subtil  y  más  gruesa,  y  otras  dis- 
tinciones que  no  es  menester  expresallas  aquí. 

Fr.  Martin.  ¿Y  todas  se  podrezen  á  un  mismo 
pla(jo? 

Villalobos.  Todas  vienen  á  podrecerse  casi  al 
tercero  dia,  pero  unas  vienen  más  presto  y  éstas  llama- 
mos anticipantes ,  porque  la  cólera  dellas  es  más  del- 
gada y  más  furiosa;  y  otras  vienen  más  tardías  y 
llámanse  ponientes,  porque  la  cólera  gruesa  tarda  más 
en  podrezerse;  pero  en  fín  las  unas  y  las  otras  no 
yerran  del  tercero  dia. 

Fr.  Martin.  Y  si  las  tercianas  tardan  en  sanar 
cinco  ú  seis  meses  y  la  quartana  dos  ó  tres  años,  como 
yo  lo  he  visto  en  un  religioso  de  nuestra  Orden,  ¿cómo 
es  posible  que  queda  en  las  venas  tanta  cantidad  de 
humor  que  baste  para  resistir  las  calenturas  de  todo 
este  tiempo? 

Villalobos.  Imposible  seria  aunque  las  venas  fue- 
sen odrinas. 

Fr.  Martin,  Pues  ¿cómo  duran  tanto  las  calen- 
turas? 

Villalobos.  Otra  dotrina  os  habré  de  leer  en 
que  tardéis  otro  poco.  Sabed  que  cada  dia  se  engen- 
dran en  el  hígado  y  en  todas  las  venas  todos  quatro 
humores. 


—  265  — 

Fr.  Martin.     ¿En  qué  manera? 

Villalobos.  Lo  que  se  come  con  lo  que  se  beue, 
cué9ese  en  el  estómago  como  en  una  olla;  y  luego  el 
estómago  toma  dello  la  rabión  que  vé  há  menester 
para  su  refección,  según  dice  Galeno;  y  ansí  es  la 
verdad  bien  probada  y  examinada  por  él ,  y  lo  que  le 
sobra  es  para  mantener  todos  los  miembros  del 
cuerpo. 

Fr.  Martin.  De  manera  que  el  estómago  primero 
recauda  para  si. 

Villalobos.  Como  de  su  trabaxo ,  como  los  bueyes 
que  andan  trillando. 

Fr.  Martin.  Cosa  de  San  Pablo  es  esa.  Diga  más 
adelante. 

Villalobos.  Lo  que  le  sobra  al  estómago  échalo  al 
hondón,  y  allí  los  otros  miembros  sus  vecinos  con  sus 
astillas  enuian  á  demandar  su  parte.  Las  tripas  lleuan 
para  sí  las  hezes  de  la  vianda  para  mantenerse  de  al- 
gún <jumo  y  substancia  que  va  con  ellas.  El  hígado  tie- 
ne unos  caños  delgados  que  calan  al  estómago  y  á  los 
intestinos  superiores,  y  éstos  chupan  como  unas  sangui- 
juelas el  9umo  y  substancia  de  la  vianda  que  esta  en  el 
hondón  del  estómago  y  en  la  parte  alta  de  los  intesti- 
nos, y  llévanlo  á  una  vena  muy  ancha  que  está  en  la 
concavidad  del  hígado ,  y  de  allí  se  reparte  todo  este 
^umo  por  todas  las  venillas  del  hígado,  que  son  infini- 
tas, y  en  ellas  hace  otro  cocimiento  segundo  para  tor- 
narse sangre,  y  en  este  cocimiento  hay  una  parte  que 
es  más  gruesa,  como  hezes  de  las  otras,  y  éste  es  el 
humor  melancólico;  hay  otra  parte  que  es  más  del- 
gada, como  espuma,  y  ésta  es  cóiera;  hay  otra  parte 
que  es  igual  y  0(iqi|j||y|||||^^  es  la 


sangre,  naturalíssimo  y  excoxido  nutrimento  de 
miembros;  hay  otra  parte  que  no  acaua  de  cocerse  1 
y  ésta  es  la  flema,  que  es  sangre  mal  cocida.  La  o 
paracion  de  esto  es  como  el  mosto  cuando  cuece  ei 
cuba,  porque  en  él  hay  una  parte  delgada  como  es 
ma,  y  ésta  se  sube  á  lo  alto;  hay  otra  parte  que 
las  hezes,  y  éstas  se  van  á  lo  hondo;  hay  otra  p; 
que  es  vino  perfecto,  y  hay  otra  que  no  acabó 
cocer  y  quédase  mosto;  y  sentímoslo  quando  be 
mos  vino  nueuo.  De  manera  que  todos  los  días 
hacen  en  el  hígado  los  quatro  humores,  y  cuando 
cuerpo  está  enfermo  por  pujanza  de  cólera  que  hay 
las  venas,  claro  esta  que  se  criará  en  éste  más  col 
que  en  los  otros  cuerpos,  y  de  ésta  se  ceuan  las  ten 
ñas;  y  si  está  enfermo  por  melancolía,  criará  cada 
más  melancolía  que  otros;  y  de  aquí  se  ceuan  las  qu 
tanas,  aunque  duran  treinta  años,  como  dicen  c; 
duraron  á  la  santa  Condesa  de  Haro;  y  la  causa  q 
dan  algunos  maldicientes  es  que  competía  con  la  Re) 
D.'  Isabel,  y  que  tenía  invidia  porque  la  Reyna  te 
más  parte  en  el  reyno  que  no  ella,  y  desto  se  le  qi 
maha  la  sangre,  y  se  le  alargaba  la  quartana. 

Fr.  Martin.  Todas  las  nieblas  habéis  derramac 
y  nunca  oí  tan  buen  proceso  de  medicina. 

Bustamante.  Maldita  !a  letra  que  yo  he  pxjdi 
entender,  sino  aquello  del  vino  nueuo,  y  he  holgs 
tanto  de  lo  oyr  que  pesó  cuando  iba  acauando. 

Villalobos.     Lo  primero  bien  lo  entendiste. 

Busiamante.     ¿Quál? 

l'illalobos.  De  cómo  has  de  conocer  si  hay  cal 
tura  y  si  es  terciana. 

Bustamante.     Eso  si. 


—  267  — 
Ulcbos.     Tórnelo  á  decir.   ¡Válgate  el  diablo! 
^  propósito  roznaste  agora? 
lamente.     Porque  bien  entendí  lo  que  dijistes  y 
catar  un  pulso  cotexándole  con  el  mió  para  ver 
*  calentura;  mas  no  lo  sabré  decir  más  que  un 
j  por  eso  acordé  de  roznar. 
íéüobos.     Respondistes  como  quien  tal  eres. 
Martin.     Agora  os  encomiendo  á  Dios  que 
bastáis  para  hacemos  á  todos  locos  de  risa. 
lalobos.     Quiérote  enseñar  confusamente  cómo 
e  curar  la  terciana  sencilla,  de  manera  que  no 
errores  de  que  puedan  acusarte.  Primeramente 
de  poner  en  dieta  delgada  siete  dias  arreo ,  que 
ma  sino  lechugas  ó  calabais  ó  borrajas  ó  espina- 
uisadas  con  aceite  y  vinagre,   y  puede  comer 
as-pasas  al  principio  y  peras  asadas,  unas  manca- 
la  postre ,  y  si  fuera  alguna  persona  flaca  acos- 
rada  á  tragar  mucha  carne  en  salud ,  porque  no 
tmaye  le  darás  una  presa  de  caldo  de  pollo  con 
lartillo  ó  medio  al  comer  y  al  i^enar,  su  dieta 
á  los  otros  '. 


18  doctrinas  expuestas  en  este  diálogo  no  sólo  son  idénticas,  sino 
mucha  parte  están  expresadas  con  las  mismas  palabras  que  usa 
)Os  en  el  Diálogo  de  las  fiebres  interpoladas  que  añadió  á  sus 
ñas  por  mandado  del  Obispo  de  Astorga. 


POESÍAS. 


I. 


Cscrivo  burlas  de  veras, 
Padezco  veras  burlando 

Y  ^ufro  dissimulando 
Mil  angustias  lastimeras, 
Que  me  hieren  lastimando; 

Y  con  risa  simulada 
Dissimulo  el  llanto  cierto, 
Que,  aunque  vea  al  descubierto 
Vuestra  burla  tan  burlada, 

Lo  que  siento  esté  cubierto. 


Y  no  porque  sienta  afrenta 
En  sentir  lo  que  hazeys^ 
Porque  en  lo  que  vos  podeys 
Es  justo  que  se  consienta 
Todo  lo  que  vos  quereys. 
Que  sea  salud  la  dolencia. 
La  desdicha  buena  suerte. 
Que  lo  flaco  sea  muy  fuerte. 
Que  sea  salvo  por  sentencia 
El  que  condenays  á  muerte. 


—  272  — 

Y  pues  ya  en  mi  mal  alcanza 
Que  soys  vos  quien  ordenays. 
En  las  heridas  que  days, 
Quando  mas  meteys  la  lan9a. 
Pienso  yo  que  me  curays. 

Yo  con  este  pensamiento. 
En  que  creo  que  no  mengano. 
Ningún  dolor  mes  estraño. 
Antes  quando  mas  tormento 
Tengo  por  menos  el  daño. 

Los  que  curan  con  primor , 
Viendo  mortal  la  herida 

Y  ell  esperanza  perdida, 
Quando  os  dan  mayor  dolor, 
Os  dizen  que  os  dan  la  vida. 

Y  por  esto  yo  en  mi  cura, 
Quando  siento  vuestra  mano, 
Veome  sano  y  ufano; 

Mas  veo  luego  mi  locura, 
Quando  veo  ques  sobre  sano. 

Y  buscando  algún  señal 

El  questá  en  estrecho  puesto. 
Para  saber  manifiesto 
Si  su  herida  es  mortal. 
Mira  al  que  le  cura  el  gesto; 
Assi  yo  en  mis  graves  males 
Que  después  que  os  vi  consiento. 
Ved,  cuytado,  lo  que  siento. 
Pues  no  mienten  las  señales 
En  vuestro  merecimiento. 


-273  - 
Pero  aunquestos  sean  testigo 
Que  la  verdad  me  matizen 

Y  jamas  se  contradicen, 
No  creo  deüos  lo  que  digo, 
Por  creer  lo  que  otros  dizen. 

Y  acordándome  que  os  vi. 
Pensando  siempre  en  que  os  veo. 
Ningún  señal  mortal  creo, 

Y  por  quedar  siempre  asst         ' 
Quedo  muerto  de  deseo. 


n. 


I 


A    ONA     PARTIDA. 

Ved  lo  que  os  duele  no  os  ver, 
Quen  la  partida 
La  esperanca  de  la  vida 
Es  el  bolver. 

Y  en  ausencia  tan  amarga 
Trayo  tan  perdido  juego, 
Que,  aunque  la  buelta  sea  luego, 
El  esperanza  es  ya  larga, 
Pues  ¿quien  podra  sostener 
Mal  tan  largo  en  corta  vida, 
Siendo  cierta  la  partida 
Y  no  el  bolver? 


^ 


—  274  — 

III. 

VILLANCICO. 

Mi  pesar  ya  no  es  pesar. 
Aunque  sé  ques  muy  crueJ, 
Sino  el  que  os  dó  yo  con  él. 

Esto  alcanca  solo  el  seso 
Con  el  peso  del  pesar. 
Vos  de  un  cabo  y  de  otro  el  peso 
Ser  obligado  a  tornar, 
Pues  tengo  de  que  pagar. 
Mi  pesar  no  mes  cruel 
Sino  el  que  os  dó  yo  con  el. 

Mas  pues  está  en  la  moneda 
En  que  haveys  de  ser  pagada. 
Poca  vida  es  la  que  queda 
Para  vivilla  penada; 
Pero  anda  recatada 
No  de  mi  pesar  cruel 
Sino  del  que  os  doy  con  el. 


IV. 


i'ARTIF.NDO,    PÜROIE   DFZIA    UNA   DAMA   SER    LO   QUE    DIZEN 
QUIEN    DK   M'S   AMORES  SE   ALGXA. 


Siendo  falto  mi  temor, 
Serafina,  de  quien  temo, 
Y  las  obras  de  dolor. 


-  ^^s- 

Que  vos  hazeis  en  estremo. 
Entonces  serán  de  amor, 
Y  porque  quien  del  se  alexa 
Nunca  halló  lo  que  dexa. 
No  dexaré  mi  tormento. 
Mas  del  pierdo  assi  la  quexa: 
Que  por  vos  soy  del  contento, 
Si  lo  soys  porque  lo  siento. 


:   LA   MISMA   SBÜORA. 


Atájese  esta  question. 
Aunque  mi  mal  no  se  ataje, 
I  Y  la  dissimulacion 
Quen  vos  halla  mi  mensaje 
Siga  vuestra  condición. 
E  pues  esta  es  quien  os  dexa, 
Dexáme  á  mí  sin  querella, 
Dexáme,  señora,  en  ella 

Y  morir  en  esta  quexa. 
Porque  vos  vivays  sin  ella. 

Pues  justo  es  que  padezca 
Desta  causa  esta  fatiga, 
Vuestra  voluntad  parezca 

Y  sed  vos  ya  quien  la  diga, 
Yo  seré  quien  la  obedezca. 


—  276  — 

y  esta  grande  merced  tanta 
Que  me  hareys  en  dezillo. 
Ya  os  la  sirvo  con  sufríllo. 
Vedes  aqui  mi  garganta. 
Descubrí  »  vuestro  cuchillo. 

■ 

Bien  sé  lo  que  ganaré 
Sentada  en  esta  sentencia, 
Pero,  si  alia  nos  veré, 
Ningún  cargo  de  consdencia 
Sé  cierto  que  llevaré. 
Pero  deste  bien  notorio 
Que  mi  voluntad  no  quiso. 
Vos  podeys  tomar  aviso. 
Que  quiero  mas  purgatorio. 
Señora,  que  parayso. 

VI. 

PARTIÉNDOSE. 

Pues  que  me  parto  sin  veros, 
No  sé  yo  que  pueda  ver, 
Pues,  en  quanto  pueda  ser, 
No  puede  ser  no  quereros 
Ni  que  me  podays  querer; 
Y  pues  esto  es  assi  cierto. 
Muy  cierto  será  el  concierto 
Entre  la  muerte  y  la  vida: 
Vos  con  la  muerte  servida, 
Yo  con  vida  por  vos  muerto. 


I    Sic:  por  descubrid. 


vn. 


sospecmjLndo  que  havu  h£cho  del  lo  que  duranoajite 

DE  su   AHIGA  Ó  SU  AMIGA  DÉl.. 

Durandarle,  Durandarie, 
Mas  yo  en  averte  mirado, 
Aun  por  tí  muerto  y  llagado. 
Seré  siempre  en  cualquier  parte 
Buen  cavalUro  prevado. 

To  te  ruego  que  hablemos 
Lo  que  sabes  que  callado, 
Ya  sin  mí  en  tí  trasportado, 
Como  viste  en  mis  estremos 
En  aquel  tiempo  passado. 

Ojiando  en  Justas  r  torneos 

Y  do  quier  que  te  has  hallado, 
Quando  mas  por  tí  penado, 
De  huyr  mis  devaneos 
Publicaste  tu  cuydado. 

Ojiando  venciste  á  los  moros 

Y  á  mi  de  mí  renegado, 

Y  aun  alia  estava  pagado 
De  ser  mi  muerte  y  mis  lloros 
En  campo  par  mi  aplazado. 


1 


—  278  — 

Y  agora  desconoscido^ 

Sin  conoscer  que  vó  errado 
Ni  conoscer  tu  pecado. 
Sin  yo  ha  vello  merescido. 
Di  y  ¿porqué  me  as  olvidado? 

Palabras  son  lisonjeras 
Las  que  a  mí  man  encumbrado. 
Pues  quedo  en  tierra  postrado 

Y  vos  con  ellas  enteras, 
Señora  y  de  vuestro  grado. 

Que  si  amor  quereys  comigo^ 
Es  sin  testigo  abonado 

Y  es  sobre  falso  dorado, 

Y  en  pensar  questo  es  testigo 
Teneyslo  muy  malpensado. 

Porque  amasteys  a  Gayferos 
Vi  quera  de  vuestro  grado, 

Y  por  esto  condenado 
Pensé  en  algo  mereceros, 
Qiuando  yo  fuy  desterrado. 

Y  por  no  sufrir  ultrage^ 
De  vos  y  de  mí  engañado, 
Yo  seré  de  mí  ultrajado, 
Porque  os  sirva  este  mensaje 
Moriré  desesperado. 


GLOSANDO :    MUERTO  QUEDA    DimANDARTE. 

Aunque  nuevas  de  pesar 
Sea  pesar  descubrillas 
A  do  engendran  mil  renziUas, 
Mas  de  placer  an  de  dar, 
Gran  plazer  será  dezillas, 
Quanto  mas  esta  ques  darte 
Que  la  diga  do  no  daña 
Antes  para  contentarte: 
Muerto  queda  Durandarle 
.■11  pif  duna  gran  montaña. 

Y  tan  grande  que,  aunque  al  pie, 
Es  do  la  vida  le  falta; 
El  murió  en  causa  tan  alta 
Que,  pues  no  muere  su  fe, 
Perpetua  vida  lesmalta 
Danos  esmaltes  tan  finos, 
Servicios  que  os  deseara 
Quen  su  alma  van  continos. 
Con  ¿I  queda  Montesinos 
Que  á  su  muerte  se  /¡aliara. 

Do  hallo  á  vos  causadora 
Della  y  de  su  perdición, 
Que,  aunque  fuese  su  pasión 
De  su  muerte  essecutora, 
Era  de  su  condición, 
Y  perdonar  los  despechos. 


—  28o  — 
Quen  vos  siempre  acá  hallava, 
Que  pues  ellos  perdonava 
DesarmaTtdok  los  peches 
T  el  coraron  le  socava. 

Y  en  él  toma  tal  aviso 
Que  su  desvalor  tal  es 
Quen  ver  que  no  le  queres 

Y  acordando  lo  que  os  quiso 
Se  te  cae  entre  los  pies. 

Y  aun  alia  en  la  tierra  yerma 
Por  vuestro  amor  le  dexara, 
Que  solo  lo  levantara 

Para  llevallo  á  Belerma 
Cerno  él  se  le  regara. 

Y  esto  no  por  bien  querer 
Lo  que  vos  no  haveys  querido, 
Pero  que  tengays  sabido. 

Si  en  vida  no  pudo  ser, 
Quen  la  muerte  os  ha  servido; 

Y  esto  del  conosciendo, 
Aunque  muerto  le  llorava, 
Mucha  embidia  del  haviendo. 
Palabras  Usía  diziendo 

Que  la  tierra  lastimava. 

Es  tan  grande  el  sentimiento 
De  tu  grave  malandanza 
Oue  me  obliga  á  la  venganza, 
Mas  ver  tu  contentamiento 
Me  ha  embotado  ya  la  tan^a; 


—    28l    — 

Que,  pues  la  muerte  no  es  parte 
Ni  lo  fué  tu  mal  sin  calma, 
Que  lo  perdones  sin  arte: 
/  Durandarte^  Durandarie, 
Dios  perdone  la  ¡u  alma ! 

Herde  quexa  de  tu  suerte, 
Si  en  vida  no  as  acertado 
Ni  á  Belerma  contentado, 
Demos  gracias  a  la  muerte, 
Pues  en  ella  lo  has  hallado; 
Y  con  este  bien  profundo 
Que  esfuerza  lo  que  desmaya 
Dios  te  dé  alia  bien  jocundo 
y  á  mí  saque  desle  mundo 
Para  que  contigo  vaya. 


i 


UN  CORTESANO,  ESTANDO  PENSATIVO,  FUE  PREGUNTADO 
rOR   3U   DAMA  QUE  ¿EN  QUÉ  PENSAUA?   Y  ÉL   LE  RESPONDIÓ 

ESTE  mote: 

Pienso  que  mi  pensamiento 
No  piensa  que  pienso  yo. 

Glosa. 

Si  por  pensar  enojaros 
Pensase  no  aborresceros, 
Pensaría  en  no  quereros 
Por  no  pensar  desamaros; 


—    282    

Mas  pensando  en  mi  tormento. 
Sin  pensar  por  donde  vó. 
Pienso  que  mi  pensamiento 
No  piensa  que  pienso  yo. 


X. 


AL   TIEMPO   BUENO. 


¡O  memoria  de  mi  vida. 
Como  me  causas  dolor. 
Dolor  que  nunca  se  olvida. 
Pena  muy  mas  que  crecida , 
Que  va  de  mal  en  peor ! 

Hallóme  de  angustias  Heno 
Por  la  gloria  en  que  me  vi. 
¡  Ay  de  mí  triste  que  peno! 
Tiempo  bueno,  tiempo  bueno, 
¿Quién  te  me  apartó  de  mí? 

Mis  placeres  fenecieron, 
Mi  descanso  se  perdió, 
Los  males  que  me  vinieron 
Tan  disforme  me  pusieron 
Que  no  me  conozco  yo. 

Pues  mi  bien  ya  lo  perdí , 
A  mí  mesmo  me  condeno. 
Señora,  ¿donde  estás,  di? 


—  283  — 
Quen  solo  pensar  en  ti 
Todo  plazer  mes  ageno. 

O  fortuna,  ¿donde  estás, 
Donde  hazes  tu  aposento 
Que  á  quien  mas  placeres  das, 
Le  maltratas  mas  y  mas 
Quando  vive  mas  contento? 

Yo  vi  mis  fueras  tan  sanas 
Quanto  nunca  se  pensaron, 
Son  ya  míseras  y  vanas. 
Tiempo  fué  y  oras  ufanas 
En  que  mis  días  se  gozaron. 

Todo  está  ya  demudado. 
Pues  el  tiempo  lo  mudó. 
Quanto  más  fui  prosperado 
Me  siento  muy  mas  turbado. 
Petuando  lo  que  passó. 

Las  gracias  que  s'emplearon 
En  mis  potencias  humanas 
Yo  sé  bien  que  se  acabaron 
Y  sé  quen  ellas  sembraron 
La  simiente  de  mis  canas. 

¿Quien  está  tan  vitorioso 
Que  no  sienta  algún  recelo? 
¿Y  quien  es  tan  poderoso 
Quel  re^o  tiempo  mañoso 
No  dé  con  él  en  el  suelo? 


-284- 


^u^    

Todas  las  cosas  passadas. 
Por  mas  que  fuesen  pwnosas. 
Con  las  presentes  pensadas. 
Medidas  y  compassadas 
Os  parecerán  sabrosas. 


¿Donde  para  sabiamente 
Sufrir  qualquiera  cuydado 
Aunque  mas,  mas  se  le  aumente? 
¿Quien  busca  mas  acídente 
De  lo  quel  tiempo  le  ha  dado? 

Yo  me  vi  con  al^^, 
Plazer  y  consoladon, 
Yo  me  vi  que  posseya 
Tanto  quanto  bien  quería 
Libre  de  toda  pasión; 

Yo  me  vi  muy  prosperado 
Bien  y  bien  y  bien  encima. 
De  plazeres  adornado; 
Yo  me  vi  ser  bien  amado 
Con  deseo  en  alta  cima. 

Veome  agora  quel  tormento. 
Dolor  y  penas  extrañas 
Tienen  ya  hecho  su  asiento 
En  el  mesmo  fundamento 
De  mis  abiertas  entrañas. 

Tanto  ha  hecho  en  mí  el  cuydado  - 
Quen  pensallo  siento  grima. 


—  285  — 
Y  de  verme  tan  trocado 
Contemplar  en  lo  pasado 
La  memoria  me  lastima. 

Soy  aquel  en  mi  penar 
Que  por  ell  agua  sosfúra 
Y,  si  la  pienso  alcanzar 
Con  mi  mucho  dessear, 
Mas  á  príessa  se  retirá. 

La  vida  no  me  consiente. 
La  muerte  de  sí  me  arroja. 
Vivo  en  este  inconviniente, 
Y,  pues  todo  me  es  ausente, ' 
No  sé  ya  questremo  escoja. 

Las  cosas  muertas  y  vivas 
Me  tienen  enemistad , 
Nocivas  y  no  nocivas 
Se  me  muestran  mas  esquivas 
Que  la  mesma  esquividad. 

Tiembla[n]  ya  como  la  hoja 
Mis  ojos  bueltos  en  fuente, 
Fuente  viva  que  me  moja; 
Bien  y  mal  todo  me  enoja. 
¡Cuytado  del  que  lo  siente! 


Tenga  buena  la  intend 
Quien  quiere  s^uir  boiui 
Y  en  lo  que  toca  i  razón 
No  siga  su  voluntad. 
Ni  tampoco  lo  vulgar. 
Pues  su  daño  conoscemos 
y  en  el  correr  á  parar 
Hagamos  lo  que  devenios 

Dexando  lo  ques  vedad 
Para  passar  esta  vida. 
Pues  la  carne  bien  regida 
Haze  al  dueño  concertado 
Que  la  bienaventuranza. 
Desde  la  culpa  de  Eva, 
Sin  passiones  no  se  alcanza 
Que  seria  cosa  nueva. 

Y  en  mundo  tan  infortu 

Sitramoi  \n  nii(í<!  míior 


-187- 
Teniendo  tal  resistencia 
Fin  aquello  que  sucede, 
Que  pueda  nuestra  paciencia 
Lo  que  la  carne  no  puede. 
Que,  aunque  vemos  questá  muerta, 
En  las  cosas  de  la  vida 
Eli  entrada  y  la  salida. 
Ambas  son  por  una  puerta. 


Como  morimos  nacemos, 
Gimiendo  por  permission 
Los  yerros  deste  mesón 
Do  gastamos  y  comemos; 
Sin  quedar  rico  ni  pobre, 
Desdel  cetro  al  hospital , 
Dulce,  agro  ni  salobre. 
Que  no  se  cate  por  sal. 


1 


Por  esso  deve  mirar 
El  nombre  de  Rey  qué  aclara: 
Do  se  verá  que  su  vara 
Por  nada  deve  doblar. 
Y  quel  pastor  al  señor 
Del  ganado  que  apacienta 
Ha  de  dar  estrecha  cuenta 
Desde  el  mayor  al  menor. 


Y  será  muy  contmentc. 
Casto,  franco,  verdadero. 
Mirando  que  de  la  gente 
Ha  de  ser  norte  y  luzero. 


—  288  — 

Y  debe  el  Rey  ser  esento, 
Tener  mucha  libertad. 

Con  concierto  y  mucho  tiento 
Contrastar  su  voluntad. 

E,  pues  [que]  es  superior, 
Debe  ser  nuestro  dechado. 
Ni  será  desgastador 
En  lo  que  toca  á  su  estado. 
En  cosas  de  candad , 
Si  quiere,  tienda  la  mano, 
Pues  el  juez  soberano 
Tiene  tanta  facultad , 

Que,  mirando  solo  á  él. 
Sin  respeto  mundanal. 
Acrecentará  su  caudal 
Como  el  ganado  de  Abel. 

Y  pues  vemos  quel  morir 
No  tiene  limitación, 

No  queramos  presumir 
Contra  su  juridicion. 

E  mirar  quel  gran  estado 
Kn  libertar  su  posada 
No  vive  mas  rest[r]ibado 
Quel  pobre  questá  sin  nada; 
Ni  sigan  su  voluntad 
En  cosas  que  son  de  viento. 
Pues  nuestra  sensualidad 
No  tiene  ningún  assiento. 


—  289  — 

Pues  los  grandes  han  de  ser 
En  ambas  vidas  sojuzgados, 
Deven  vivir  recatados, 
Por  conservar  su  poder, 
Sin  exceso,  sin  desorden 
De  cuenta,  peso  y  medida, 
Mirando  quen  muerte  y  vida 
Tanto  les  cumple  la  orden. 

Ni  por  cosas  de  añdon 
No  olviden  lo  intellecto,  m 

Y  aquello  que  es  de  preceto 

Y  de  tanta  obligación. 
Deve[n]  mirar  su  comiendo, 
No  extremarse  entre  la  gente, 

Y  que  un  pedazo  de  liento 
Ha  de  ser  su  expediente. 

Este  tal  no  excederá 
En  el  gasto  de  su  renta, 
Quando  temiere  la  cuenta 
Quen  muerte  se  sumará. 
Que  gran  copia  de  su  grado 

Y  mucha  tierra  á  montones 
No  se  tiene  sin  cuydzdo  / 

Y  graves  persecuciones. 

Que  si  el  estado  mayor 
No  tiene  quien  le  merezca. 
Mejor  libra  el  que  es  menor. 
Aunque  todo  le  fallezca. 


—  2qo  — 

Pues  estando  do  no  cabe 
Sin  cuerdamente  go2udlo. 
Es  tenello  y  no  gastallo 
Tesorero  de  su  llave. 

Y  no  queden  los  perlados 

Y  la  santa  religión, 

Y  aquellos  que  profession 
Hizieron  de  sus  estados 
Para  dar  de  su  recibo 
Buena  cuenta  y  de  su  vida, 
Porquestando  de  partida 

No  esté  quebrado  el  estribo. 

Ni  tener  donde  descargue 
El  descargo  de  su  cargo , 
Que  haze  el  dexo  tan  amargo. 
Por  más  que  el  tiempo  se  alargue. 

Y  mirar  que  lo  que  tienen 
Que  son  bienes  de  menores 

Y  deven  ser  curadores 

De  aquello  que  no  mantienen. 

A  los  estados  profanos 
Remitan  magnificencia , 

Y  no  despleguen  sus  manos 
Sino  en  cargos  de  conciencia; 
Y,  si  noble  condición 
Haze  franco  y  virtuoso. 
No  de  ve  ser  generoso 

Sino  en  cosas  de  devoción. 


—  29*  — 
£1  medico  cavallero, 
Ques  estado  mundanal. 
No  desgrane  como  azero 
Si  se  muda  el  temporal. 
La  bonanza  no  se  haga, 
No  se  sepa  conosccr 

Y  que  á  nadie  satisfaga 
El  mando  de  su  poder. 

Digamos  de  la  substancia 
Del  que  mucho  compra  y  vended 

Y  quantas  vezes  ofende 
La  sobra  de  su  ganancia; 
Quanto  más  quando  da  al  traste 
Lo  que  se  suele  soltar 

Como  agua  dalbañar 

Por  disfamia  ó  por  desastre. 

Quando  sallega  sin  tiento, 
No  sabiendo  para  qué, 
Pues  nuestro  contentamiento 
De  hondo  no  tiene  pie; 
Pues  vemos  quien  mal  alcanza 
Del  grado  que  aquí  s'encierra 
Que  no  para  su  abundancia 
Sin  un  pedazo  de  tierra. 

No  se  salve  el  oficial 
De  no  traer  á  montón 
Su  aguja  y  su  dedal 

Y  su  fragua  y  su  carbón, 


—  29*  — 

Y  los  otros  menestrales 

En  mil  tratos  de  otra  suerte. 

Si  viven  descomunales, 

¿  Qué  sentís  que  harán  en  muerte? 

No  se  sabiendo  esemir 
De  aquello  que  los  condena. 
En  9ufrir  ni  en  su  vivir 
No  les  veo  cosa  buena. 
Que  passan  tan  trabajados, 
Con  tan  immensa  fatíga, 
En  especial  los  menguados, 
Que  dellos  no  sé  que  diga. 

Pues  la  gente  jornalera 

Y  otra  baldía  ^n  trato. 

Si  son  malos  ¡quan  barato 
Dan  la  gloria  que  s'espera! 
Los  unos  en  impedir 
El  tiempo  de  su  labor, 

Y  otros  mil  en  no  sufrir 
Los  desgrados  del  señor. 

Los  cansados  labradores. 
Si  no  son  buenos,  ¿qué  harán, 
Viviendo  de  sus  sudores 

Y  escotando  assí  su  pan? 
Pues  su  vida  les  da  espacio 
A  passar  con  más  sosiego, 
Sin  chamuscarse  del  fuego 
En  los  cargos  del  palado. 


—   29$   — 


XU. 

GABRIEL  DIO  AL   ALNIKANTE,  SD  SSfíOR,  UK  MACHO, 

,  QUEDANDO  Á  PIE  EN   TORRE  DE  LOBATON,  ESCRIVIO  ESTA  CARTA 

AL   ADELANTADO,    HERMANO  DEL  ALMIRANTE,   PIIm£nDOLK 

UNA   CAVALOADUSA. 

Muy  magnifico  señor. 
Un  cantor, 

Questá  aqui  casado  en  Torre, 
Hstá  í  pié  por  su  dolor 
Y  sé  que  desto  se  corre 
Aunque  no  es  gran  corredor. 
E  sí  es  mengua  para  mí 
Verme  assi. 

Para  otrí  es  mas  empacho, 
Si  se  le  acuerda  del  macho 
Que  le  di. 

E  pues  no  tengo  en  qué  yr. 
Sin  mentir, 

Vuestra  Merced  lo  provea. 
No  demando  que  lo  vea, 
Ques  pedir 

Lo  que  no  podeys  cumplir. 
Si  no  vimere  animal 
Irracional, 

Venga,  señor,  la  respuesta. 
Pues  la  demanda  me  cuesta 
Este  mo^o  y  un  real. 


—  196  — 

Si  acá  se  pudiera  aver 
No  enojara, 

Pues  con  menos  se  pagara 
El  alquiler. 

£  con  esto  me  despido 
Mas  no  de  lo  suplicado. 
Porque  basta  lo  trobado 
Para  quatro  pies  que  pido. 
En  Torre  de  Lobaton, 
Hecha  el  primero  de  Octubre 
En  esta  casa  do  cubre 
La  muerte  mi  corazón  '. 


I  Esias  poesías  de  \il1alobos  fueron  publicadas  por  primera  vy 
/■:¡  Cancionero  general  de  obras  nuevas,  nunca  hasta  ahorj  11 
prfí.tjs  asi  pnr  el  arte  española  como  por  la  toacana.—Zanpat,  ? 
KstéKnnn.  JeNijcra.  ihby.  de  que  se  conoce  un  solo  ejcmplir.  ei-jsr 
en  la  bibliolfi;a  ducal  de  Wolfcnbiutcl.  reproducido  por  Mr.  Mo^c^Fl: 
en  su  obra  VEspagneau  XVI ei  -Vt-'Z/iiec/e.— Heilbronti.  t87<t 


—  295  — 


xu. 


GABRIEL  DiO  AL   ALXttAirTE,  Sü  SD«NI,  ÜH  HACSO, 

T,  QUEDANDO  Á  PIE  EX  TOUE  DE  LOBATOlf,  BlCKmO  ESTA  CA^TA 

AL  ADELANTADO,   HERMAJ»  DO.  ALMÜAIOV,  HDdlIDOLB 

CHA  CATALGAMnU. 


Muy  magnifico  señor. 
Un  cantor, 

Questa  aqui  casado  en  Torre, 
Esta  a  pié  por  su  dolor 
Y  sé  que  desto  se  corre 
Aunque  no  es  gran  corredor. 
E  si  es  mengua  para  mí 
Verme  assi, 

Para  otri  es  mas  empacho. 
Si  se  le  acuerda  del  macho 
Que  le  di. 

E  pues  no  tengo  en  qué  yr. 
Sin  mentir, 

Vuestra  Merced  lo  provea. 
No  demando  que  lo  vea, 
Qucs  pedir 

Lo  que  no  podeys  cumplir. 
Si  no  viniere  animal 
Irracional, 

Venga,  señor,  la  respuesta. 
Pues  la  demanda  me  cuesta 
Este  mo^o  y  un  real. 


—  196  -^ 

Si  acá  se  pucHera  aver 
No  enojara, 

Pues  con  menos  se  pagara 
El  alquiler. 

E  con  esto  me  despido 
Mas  no  de  lo  suplicado. 
Porque  basta  lo  trobado 
Para  quatro  pies  que  pido. 
En  Torre  de  Lobaton, 
Hecha  el  primero  de  Octubre 
En  esta  casa  do  cubre 
La  muerte  mi  corazón  '. 


I  Estas  poesías  de  VillaloboB  fueron  publicadas  por  prímera  vj 
El  Cancionero  general  de  obras  nuevas ,  nunca  haila  akor» 
pressas  asi  por  el  arte  española  como  por  la  toscana.^ZttMfptt. 
Esiébnn  G.  de  Nájera.  13^4:  de  que  te  conoce  un  solo  ejemplar,  eini 
en  Ib  biblioteca  ducal  de  Wolfcnbiutcl,  reproducido  por  Mr.  MorcM 
en  su  abra  L'Espagne  au  XV/ el  XVII  iiecle.—Heilbmnn,  1878. 


EL  SUMARIO  DE  LA  MEDECINA 

CON  ÜN  TRATADO 

SOBRE  LAS  pestíferas  BUUAS. 


PROHEMIUM\ 


CoNsiDERANTi  inquam  mihi  plura:  minime  aliud 
videtur  nisi  quod  medicandi  ars  in  salutem 
conferat  egrotantis.  quod  quidem  cuipiam 
mirum  forte  videtur.  eum  namque  improbitas  opi- 
nionis  credere  duxit  ipsam  inutilem  sanandis  extitisse 
corporibus.  plurimi  itaque  artem  excellentissimam 
hanc  ignorantes  vituperant.  hi  namque  sensibus  inex- 
perti:  ac  intellectu  obnubilati.  non  potentes  attingere 
ad  ea  que  medicina  promittit.  cum  non  solum  dispo- 
siciones corporis  doceat  exteriores  cognoscere.  ve- 
rum  etiam  interiores,  nec  tantum  presentía,  verum 
et  futura,  putant  equidem  reliquis  vt  sibi  eucnire.  vt 
summus   inquit   conciliator.    mentís  igitur  defectum 


I  Ha  servido  para  la  publicación  de  estos  dos  tratados  el  precioso  y 
acaso  único  ejemplar  que  conserva  en  su  selecta  biblioteca  el  Excelentí- 
simo Señor  Teniente  general  Marqués  de  San  Román.  Es  un  yolúmen 
impreso  en  letra  gótica,  ¿  dos  columnas;  consta  de  veintiocho  folios  sin 
numerar,  y  las  dimensiones  de  la  caja  de  imprenta  son  ©■,22Xo^,i5.  Im- 
preso en  Salamanca,  año  1498. 


—  3oo  — 

nobilissimc  computant  sciencie.  NonnuUi  vero  qi 
vulgus  producit  eandem  existimant  vanatn.  natu 
lia  minime  operari  putantes  cum  vnusquisque  i 
necnon  salutis  ab  inicio  creadonis  sibi  superíus  c 
titutum  compleat  periodum.  sanat  idcirco  dici 
quod  sanaturum  moriturumque  perit.  horum  ci 
fatuitas  satis  aperta  fugiat.  quos  enim  de  hoc  an 
gere  potuit  cum  herbas  atque  arbores  intueatur  q 
rum  ad  sensum  qualitates  corpus  alterant.  hec  cale 
ciendo  in  lapsum  corpora  ducunt.  illa  frigore  obi< 
lánguida  mortalia  in  pristinam  reducunt  salutem  c 
neo  minime  phebi.  febres  adurentes  noscitis  fieri.  ac 
que  eucrasia  hec  preseruando  has  remouendo  to 
venenum  quoque:  viuentia  reddere  mortua:  huic  ti 
ca  opponendo  viua  detinet  ista.  repletum  corpus:  i 
dicina  facit  inane,  et  vim  imbecillem  fomentum  cfi 
fortem.  quisquis  profunda  mente  vestigat  verum  q 
ignis  censeo  calefacit  inferius  videbit.  eiusque  flam 
sursum  leuitas  vehit.  et  aqua  in  frigus  id  calefací 
conuertit.  eiusque  deorsum  eam  grauitas  deprimit 
minus  cernet  quanta  viciosorum  hominum  pateat  ir 
mitas,  et  regulares  adipiscuntur  salutis  bonum  q 
appetunt.  hoc  namque  futurum  viuens:  si  se  in  igi 
proiicit  quis  dubitat  eum  in  cinerem  conucrti. 
pellumque  sumptum:  ad  inferos  ipsum  duxisse. 
hoc  si  faceré  nequit.  istorum  falsitas  arbitrium  peí 
cat  liberum.  Nihil  itaque  video  cur  dessentirc  quisp 
possit  medicinam  inter  omnes  excellentiorem  a 
computan,  vt  maior  ómnibus.  Hypo  dixit  in  lege.  t 
ex  parte  subiecti  quod  vnamquamque  nobilitat  artii 
ut  inquit  phisicus  de  anima  in  suo  principio,  cor 
namque  existit  humanum.  cui  omnia  prophetadia 


—  3oi  — 

generabilia  varíis  sortita  nominibus  subiiduntur.  tum 
etiam  necessitatis  mérito,  vitam  enim  viuentíbus  nobi- 
lioris  procurat.  cui  eorum  affectus  vehementíssime 
submittuntur.  de  consolatíone.  iü.  omne  namque  ani- 
mal salutem  tueri  elaborat:  mortem  pernidemque 
deuitat.  pulcra  etiam  et  decora  ars  sanatiua  dicatur. 
clara  micante  auro  flammasque  imitante  piropo,  est 
enim  sita  sublimibus  alta  colunnis  fugatiua  mali  puta 
senectutis  et  mortis  que  quidem  improba  et  contra 
naturam  dicuntur.  vt  ait  phisicus  celi.  ii.  et  mundi 
phisicorum.  v.  nec  non  in  libro  de  tabe.  qui  enim  sa- 
natiuam  ignorant  dietam  decens  est:  citius  quam  suam 
nature  rationem.  morí,  de  sanitatis  ga.  regi.  sexto. 
hec  resistit  debilitatque  superum  vires  satumi  frígus 
compescit  medicamine  calido.  Infrigidat  arte  radiosque 
apolinis  fulmina  et  martis  vulnera  cruorílenti  mucronis 
curat  et  remouet  pestem.  ad  malum  namque  impri- 
mendum  yle  indispositum  reddit.  quod  vnumquodque 
dispositum  secundo  de  anima,  requirít  agens  quodque. 
licet  enim  tempore  omnia  phi.  iiii.  senescant.  hec  se- 
nium  retardat  vt  tercio  ipse  tegni  significat  hali. 

Nihilominus  hec  quam  excellentissimam  fuldo  in 
tantum  est  vilipendium  deuenta.  ut  non  solum  medi- 
corum  fatui  imperíti  quoque  scolares  eam  vsurpare 
videntur  verum  et  in  alus  de  sperati  mecanids  victu 
carentes  se  médicos  expertissimos  interíorumque  cor- 
porum  speculatores  ínter  vulgus  fingentes.  eodem  me- 
dicaminis  modo  omnia  curare  promittunt.  nesdentes 
miseri  quod  sanis  corporibus.  hiis  quidem  dulda  illis 
vero  amara  conueniant.  egrí  etiam  quidam  leuius  qui- 
dam  vero  acríus  adiuuantur.  non  solum  itaque  in  vi- 
tuperíum  sciende  et  eius  canonice  sequadum  panem 


—  3o7,  

iustorum  rapiunt.  immo  vitas  miseras  innocentiiu] 
credulorum.  crudeliter  occidunt.  heu  quot  miscranc 
vulgares  hos  propter  similitudinem  insequuntur  qt 
sine  aliorum  penitencia  huius  penitentes  facti  aura  ce 
vesci  amplius  nequeunt:  et  tanquam  improuide  bdu 
alieno  stimulo  tristi  offerunt  morti.  quorum  magn 
spes  facinorum  machina  repentino  atque  insprcato  scp 
fine  destruitur  qui  ab  eis  non  morbi  sui  remedia  sus 
cipiunt.  sed  adhuc  contumacis  doloris  fomenta  que 
dam  sunt. 

Horum  atrocem  sceleratamque  mentem  mccui 
excogitans  dixi.  Si  idipsum  quod  eis  licere  creditu 
auferatur  magna  ex  parte  sceleratorum  hominum  pcn 
releuabitur.  huius  autem  aliquod  compleri  potcrit 
ipsis  considerantibus  nocumenta  que  suis  media 
minibus  cuicumque  egro  inferre  possint.  huius  ver 
noticiam  adimplere  nequeunt  si  vestigia  aliqua  medí 
cine  olfacere  non  vrgeantur.  Summarium  igitur  nw 
dicine  in  iingiia  sibi  nota  per  placidaque  verba  facer 
decreui.  que  et  isti  ignorantiam  atque  audaciam  suat 
erga  tantorum  que  nobilium  viuentium  aperto  in 
tueantur  visu.  et  illi  in  sciencia  parum  instructi:  capí 
tulorum  medicine  variorumque  morborum  memorial 
quoddam  obtineant.  quo  reddere  rationem  cius  quo 
in  promptu  eis  queratur  agnoscant:  et  cum  hac  mcdi 
cine  portione  aliam  complete  nosse  desiderent.  ali 
etiam  latino  sermone  carentes  terminorum  signifer 
notent:  artisque  seriem  conspiciant.  eorumque  animuí 
ferat  huic  subiacere  loquelle  ac  ipsorum  varia  hau( 
iniuste  apud  hoc  vertatur  solertia.  nobiles  quoqui 
viri  ac  generosi  aliqua  medicine  principia  prelibata  te- 
neant:    et   eius   optata   eiusque  odiosa    conspiciant; 


—  3o3  — 

videant  etíam  quaiis  mentís  integrítas  medico  iusit  vt 
quos  probos  improbosue  censuerint  et  quos  premio 
quosue  supplicio  dignos  arbitrantur. 

Et  si  ego  hoc  administrare  offidum  minime  queam 
hec  enim  angiporta  non  mihi  preuia  existunt  transuer- 
saque  ignauia  me  precipitare  faciat.  legentes  supplid- 
ter  queso  vt  hanc  oblatíonem  sine  molestia  redpiant. 
alia  namque  mea  quibus  studiosius  incedam  opera  pa- 
tefient.  in  eisque  romano  sermoni  adulteríum  non 
commitam  que  equidem  a  viribus  ómnibus  non  vide- 
buntur  deserta:  et  huius  operis  non  mihi:  sed  excellen- 
tiori  atque  ülustrí  domino  meo  marchioni  culpam  me 
cogentí  computent. 

Et  tu  que  perpetua  mundum  ratíone  gubernas  fili 
patris  pater:  et  vtriusque  spiritus:  da  fontem  lustrare 
sciencie:  da  luce  reperta.  da  luddum  fieri  intellec- 
tum  fulmine  tuo.  tu  o  quam  peperit  primo  absque 
imundicia  mater  cuius  nostri  fructus  animi  tulit  lan- 
guores qua  nil  pulcrius  in  térra  celisue  credendum  ex 
his  que  fecit  imensa  factoris  potentía.  preter  inquan 
ex  te.  solem  hominibus  ortum  da  gratíam  verbis:  ani- 
mique  sapientiam  infunde  et  his  ceptís  o  virgo  aspira 
meis.  vt  hoc  influxu  potens  vertatur  natura:  et  hoc 
fauore  opusculum  finem  attíngat. 


■^AAWW^^ 


\ 


EL  SUMARIO  DE  LA  MEDICINA 

BN  ROMAN9S 

TROUADO  POR  EL  LICENCIADO  DE  VILLALOBOS, 

ESTUDIANTE  EN  EL  ESTUDIO  DE  SALAMANCA, 

HECHO   k  CONTEMPLACIÓN  DEL    MOY    MAGNIHCO 

Y    YLUSTRE   SEI^OR    EL  MARQUES  DE  ASTORGA  SEGUNDO, 

AL   QUAL    DIZB: 

MUY  magtiiñco  y  ylustre  señor:  mucha  gana 
tenia  vuestra  ylustre  señoría  que  yo  sacasse 
el  trasunto  de  algunos  libros  de  medecina  de 
la  lengua  latina  en  romance,  porque  en  su  tierra  ay 
muchos  físicos  bien  expertos  y  letrados  en  ella  que  k 
estudiaron  en  otra  lengua,  y  como  esta  fuese  destos 
reynos  y  prouincias  rematada  quedáronse  los  dichos 
físicos  con  la  sciencia  en  la  voluntad  y  en  potencia  no 
mas,  faltándoles  el  principal  instrumento  con  que  la 
pudiesse  manifestar  y  reduzir  en  acto,  y  dexomelo 
demandar  vuestra  ylustre  señoría  conociendo  que  de 
solo  este  prouecho  se  podrían  muchos  y  no  peque* 
ños  inconuenientes  conseguir,  porque  vista  la  sdenda 
en  roman9e  no  solamente  la  vsarian  los  que  ocm  justa 


—  3o6  — 

razón  y  titulo  pudiessen  estando  bien  introduzú 
principiados  en  ella,  mas  aun  otros  muchos  cobi 
osadía  de  la  usurpar  y  tiranizar  pensando  que  n 
necessario  para  praticar  el  arte  y  poderse  aprout 
della,  mas  de  ver  aquellos  libros  que  contienen  i 
las  enfermedades  y  las  curas  dellas  por  estilo  asaz 
y  manifiesto. 

Grandissimo  error  verdaderamente  seria  de  c 
muchos  y  mas  peligrosos  errores  sucederían,  pe 
la  mayor  parte  de  nuestra  sciencia  en  sus  princ 
consiste,  que  son  como  el  conocimiento  de  las 
plexiones  de  los  humores  de  los  miembros  y  sus 
cipados  hechuras  y  anatomias  y  el  conocimiento  á 
potencias,  espritos  y  operaciones,  y  la  noticia  d 
enfermedades  y  sus  señales  con  pulsos  y  horinasy 
muchas  y  muy  graues  cosas,  cuia  noticia  solan 
se  alcanca  en  los  estudios  con  gran  trabajo  y  ( 
cicio,  que  como  podría  saber  por  aquellos  libros  < 
la  fiebre  de  humor  quien  no  supiesse  primero  que 
es  humor  é  sus  especies,  y  todas  las  otras  cosas 
presciencia  se  requiere ,  las  quales  muchas  diuer 
des  y  controuersias  hazen  en  las  curas,  tanto  que 
misma  passion  por  ser  en  complexiones  diuersas  j 
rios  tiempos  requiere  curas  quasi  contrarias;  por  ( 
fueme  forcado  de  buscar  medio  con  que  no  se  in 
riese  en  los  dichos  inconuenientes ,  y  vuestra  yli 
señoría  fuese  servido  en  lo  que  tenia  voluntad. 

Hize  vn  sumario  que  comprende  todas  las  ci 
medades  vniuersales  y  particulares,  según  que  las  ] 
Auicena,  con  el  cual  ligeramente  podra  quien  qi 
que  en  la  dicha  sciencia  tenga  principios,  acord 
de  las  pesquisas  que  deue  hazer  en  qualquiera  es 


—  3oj  — 

medad,  y  de  las  formas  con  que  la  cure;  tras  esto, 
cada  uno  de  los  físicos  de  vuestra  señoría  sabrá  buscar 
medecinas  simples  y  compuestas  apropiadas  al  intento, 
tomando  exemplo  y  semejanza  de  algunas  que  alH 
verá  expresadas,  puesto  que  no  tuuiessen  libro  algu- 
no, quanto  mas  que  los  tienen  avnque  no  perfectos, 
viendo  asimismo  por  allí  las  significaciones  de  los 
términos  y  nombres  de  enfermedades;  con  poco  que 
en  el  latin  se  les  trasluza  sabrán  buscar  qualquier  ca- 
pitulo y  entendello,  y  dende  conseguir  libremente  su 
effecto. 

ítem,  ^prouechará  el  dicho  sumario  á  todos  los 
fisicos  nouelos  y  algunos  de  los  ancianos  qne  curan 
sin  auer  bien  pertratado  y  passado  los  libros  de  la 
practica  de  Auicena  y  Galieno  y  los  otros,  de  manera 
que  primero  veen  las  enfermedades  en  los  pacientes 
que  en  los  libros.  Con  este  ternan  vna  noticia  y  memo- 
rial de  todas,  para  que  por  alli  se  acuerden  de  lo  que 
acullá  se  escriue  extensamente,  y  sepan  dar  cuenta  y 
razonar  de  qualquier  pasión  en  prompto  y  sin  estudio; 
sabrán  asimismo  la  orden  de  los  capítulos  de  Auicena, 
y  acordárseles  ha  qual  viene  tras  qual  y  que  se  contie- 
ne en  aquel:  singular  prouecho  es  este,  y  gran  estimulo 
para  traelles  á  estudiar  aquello  que  la  suma  les  sig- 
nifica. 

Otrosí,  es  muy  vtile  y  prouechoso  para  los  seño- 
res y  para  letrados  de  otras  facultades  que  quieren 
saber  algo  en  la  medecina  para  hablar  con  los  médicos, 
preguntar  y  experimentar,  y  también  si  estos  depren- 
den á  entender  el  dicho  sumario  alcan9aran  harto,  y 
aun  se  podran  por  algunos  dias  aprouechar  en  tanto 
que  viene  el  fisico  do  vuiere  falta  del. 


—  3o8  — 

Resciba  pues  vuestra  ylustre  señoría  esta  obra,  que 
si  ella  buena  no  fuere,  bien  sabe  que  el  fundamento 
suio  que  es  la  voluntad  y  gana  con  que  le  siruo  es  tal 
que  solo  á  Dios  deue  lo  que  della  falta,  al  qual  [d^ 
de  conseruar  y  prosperar  el  muy  magnifico  estado  de 
vuestra  ylustre  señoría  con  luenga  vida  por  largos 
tiempos. 

COMIENZA   LA    OBRA    TROCADA. 

OoN  mucha  instancia  el  Marqués  mi  señor, 
aquel  tan  ilustre  y  real  cauallero, 
se  muestra  auer  gana  da  questa  labor 
adonde  se  coja  lo  mas  de  la  flor 
de  la  medecina  en  estilo  ligero; 
por  esto  mouido  a  estudiar  en  la  sdenda 
me  hallo  afrontado  en  tan  áspera  via  , 
mas  todos  favores  y  toda  osadia 
que  quita  la  rustica  y  ruda  ynoscencia, 
me  pone  el  seruicio  de  su  señoría. 

Que  en  ver  yo  un  señor  y  de  tanta  excelencia 
mandarme  vna  cosa  por  graue  que  sea, 
la  gruesa  rudeza  se  torna  en  sapiencia, 
la  cruda  pereza  en  muy  gran  diligencia; 
y  el  muy  peruertido  querer  ya  desea 
porquel  del  mayor  y  mejor  rey  cristiano 
es  su  carnal  primo,  segund  que  sabemos, 
aqueste  es  Osorio  que  a  puesto  la  mano 
contra  hombres  y  diablos  y  todo  tirano, 
y  nunca  sus  armas  sin  sangre  las  vemos. 


—  Jo9  — 
Bien  basta  que  mire  el  que  quiere  sus  daños 
para  que  le  otorgue  la  mas  alta  ley, 
que  siendo  niñito  de  solos  doze  años, 
con  sus  lobos  vino  arramando  rebaños, 
armado  en  seruido  de  su  propio  rey; 
y  tal  daño  dieron  al  otro  pastor 
que  entraua  a  hurtar  en  los  hatos  ágenos, 
que  no  siendo  injusto  el  estoriador, 
dirá  marauillas  daqueste  señor, 
por  este  y  por  otros  mil  hechos  tan  buenos. 

Que  si  el  es  encargo  a  su  rey  natural 
por  altas  mercedes  que  del  resdbió, 
su  rey  les  encargo  porque  es  muy  leal 
y  en  siempre  guardar  la  corona  real 
afruentas  y  gloria  y  mercedes  ganó; 
y  callen  con  este  otros  muchos  señores 
y  en  toda  lealtad  le  conoscan  ventaja, 
y  dengela  en  armas  y  en  antecessores 
y  en  antigüedad  de  los  sus  seruidores 
tan  finos  que  siempre  leuantan  la  paja. 

O  quantos  hidalgos  su  casa  sostiene 
que  todos  son  suyos  de  padres  y  agüelos, 
pues  miren  la  casa  que  siempre  mantiene 
y  miren  los  antecessores  do  viene, 
que  su  gloria  y  fama  penetra  los  cielos; 
avn  hasta  en  los  físicos  ay  tal  concierto, 
que  son  de  su  casa  por  linea  y  succeso, 
mi  agüelo  del  suyo  fue  físico  experto, 
mi  padre  del  suyo  y  avn  suyo  es  por  cierto, 
yo  estoy  reseruado  a  seguir  tal  processo. 


—  3io  — 

Es  tan  liberal  y  assi  sabe  tratallos 
a  todos  los  hombres  de  suma  y  de  cuenta, 
que  siempre  les  da  de  vestir  y  cauallos, 
iaezes  y  muías,  y  plata  y  vasaUos; 
después  asimismo  se  pone  en  afruenta, 
no  quiero  volar  mas  por  tan  grande  altura 
que  faltan  mis  alas  y  quemóme  yo; 
remito  este  caso  a  su  propia  escritura, 
yo  quiero  tornarme  a  hazer  con  gran  cura 
aquello  que  su  señoría  mandó. 

Por  ende  la  gracia  diuina  yo  imploro 
y  a  aquel  de  quien  mana  suplico  humilmente 
que  como  alquemista  que  haze  tesoro 
de  piezas  de  plomo  tornándolas  oro, 
asi  mi  juicio  conuierta  en  prudente 
y  haga  que  en  poca  y  estrecha  escritura 
comprenda  las  sumas  daquesta  dotrina 
pues  tan  general  y  tan  gran  medicina 
metió  en  aquel  vientre  de  tanta  estrechura 
daquella  su  madre  gloríosa  diuina. 

Después  a  Esculapio  que  fue  el  primer  seno 
do  en  la  medecina  principio  se  ordena, 
después  a  Ypocras  aquel  claro  y  sereno, 
después  Archigenes,  después  Galieno, 
después  el  Rasis  y  después  Auicena, 
suplico  me  den  su  fauor  y  razón 
para  proceder  nel  comiendo  que  e  dado, 
y  en  sus  escrituras  me  muestren  el  vado 
por  donde  no  halle  muy  hondo  el  hondón 
y  pueda  passarme  sin  ser  ahogado. 


—  3ii  — 

Diffinicion  de  la  medecina. 

Y  digo  primero  que  la  medecina 
es  sciencia  por  quien  todas  disposiciones 
del  cuerpo  del  hombre  se  muestran  ayna, 
de  parte  que  sana  o  que  enferma  dotrina 
y  enseña  por  senso  y  por  claras  razones 
que  la  sanidad  se  deue  guardar, 
y  como  se  guarde  nos  muestra  cautela 
y  de  lo  contrario  se  auisa  y  recela 
diziendo  que  aquesto  se  deue  apartar 
y  como  se  aparte  descubre  y  reuela. 

De  eomplexione. 

Aquesta  nos  dize  que  la  complexión 
es  tal  qualidad  la  qual  viene  y  procede 
daquella  renzilla  y  acción  y  passion 
de  las  qualidades  que  contrarias  son 
quando  entre  las  tales  muy  poco  se  excede; 
asi  que  doquiera  que  en  este  comedio 
se  topan  y  encuentran  los  cuatro  elementos 
quebrantan  sus  fuerzas  y  aguzamientos, 
y  la  qualidad  que  asi  queda  en  el  medio, 
es  la  complexión  y  los  temperamentos. 

Ix.  miembros  de  complexión. 

Pero  como  sea  impossible  de  ser 
la  tal  qualidad  ygual  totalmente, 
a  uezes  se  halla  mas  humedescer, 
y  a  uezes  mas  seca  se  puede  hazer 
y  a  uezes  mas  fría,  también  mas  caliente, 
y  a  uezes  mas  húmida  y  firia  acontesce; 


—   3l2    

también  firia  y  seca  se  puede  hallar, 
y  seca  y  caliente  podra  resultar, 
y  húmida  y  calida  a  uezes  paresce, 
y  a  uezes  ygual  que  es  la  mas  singular. 

Qjuatro  humores  y  sus  complexiones. 

También  aquesta  arte  nos  muestra  y  nos 
y  da  la  noticia  de  nuestros  humores 
de  colera  y  (lema  y  de  melancolía, 
y  sangre  que  nutre  y  en  su  compañia 
se  mezclan  los  otros  y  son  accesores, 
y  destos  la  colera  es  calida  y  seca , 
la  sangre  es  caliente  con  mucha  humidad; 
es  húmido  el  flema  y  de  gran  frialdad 
la  malenconia  como  tierra  peca, 
pues  que  es  fria  y  seca  de  su  qualidad. 

Qjuatro  humidades. 

Mas  antes  que  passe  la  sangre  a  nutrir 
se  muda  primero  en  las  quatro  humidades, 
primero  se  muda  queriendo  salir 
de  las  venas  chicas  para  se  infundir 
por  todos  los  miembros  y  porosidades; 
segundo  se  muda  desques  infundida 
por  los  dichos  miembros  para  humedecellos; 
tercero  se  muda  desque  dentro  en  ellos 
en  los  lugar ej  os  do  ay  parte  perdida 
se  mete  a  cobralla  para  sostenellos. 

Prosigue  y  diuide  otra  vez  los  humores. 

Y  quarto,  se  muda  desque  en  tal  lugar 
se  embeue  en  el  miembro  y  se  toma  como  c 


'       —  3i3  — 

esto  es  por  cobrar  y  por  restaurar 
aquello  que  hizo  el  calor  ya  gastar 
y  el  ayre  y  mudanzas  del  mundo  cruel; 
y  a  uezes  son  sanos  y  son  naturales 
aquestos  humores  de  quien  he  hablado, 
y  a  uezes  alguno,  es  corrupto  y  dañado 
por  las  mutaciones  de  bs  animales; 
también  por  el  aire  corrupto  espirado. 

El  miembro  y  los  principales» 

Y  dize  que  el  miembro  es  un  cuerpo  tal 
compuesto  de  humores  por  su  comistión, 
y  deste  son  muchos  nel  cuerpo  humanal, 
mas  digo  que  entre  ellos  el  mas  principal 
según  el  filosofo,  es  el  cora9on, 
tras  este  el  celebro  do  están  los  sentidos, 
al  qual  sigue  el  higado  en  su  perfection, 
tras  este  los  miembros  de  generación; 
asi  que  son  quatro  los  mas  escogidos 
que  guardan  los  biuos  con  su  operación. 

Complexiones  de  los  principales  y  del  cuerpo  todo. 

Mas  el  coraron  es  muy  seco  y  caliente, 
es  frío  el  celebro  y  de  húmido  a  nombre, 
el  higado  es  calido  y  humedesdente, 
y  asi  compensados  se  queda  excediente 
en  calido  y  húmido  el  cuerpo  del  hombre 
por  quanto  en  los  dos  ay  excesso  en  calura 
y  solo  en  ell  uno  es  pujante  frialdad; 
Ítem  en  dos  ay  sobrada  humidad , 
y  solo  en  ell  uno  ay  exceso  en  secura, 
que  sobra  humidad  y  calor  ya  es  verdad. 


-3i4- 

Virtiuits. 

Y  aquestos  son  casas  y  r 
do  las  tres  virtudes  están  p 
que  en  el  coraron  están  las 
celebro  es  la  casa  de  las  aní 
el  hígado  es  casa  de  las  nut 
vital  es  aquella  por  quien  t 
y  por  la  nutríbile  nos  mant 
por  la  otra  sentimos,  tambí 
y  qualquiera  destas  despuc 
en  otras  especias  que  aquí 

Esprito  y  caler  ñ 

Y  destas  virtudes  su  pro 
y  aquel  que  las  trae  es  espi 
l'esprito  es  vn  cuerpo  delg 
que  en  el  coraron  tiene  hec 
nel  vientre  siniestro  mas  nc 
este  es  el  que  pulsa  en  los 
este  es  el  que  haze  alentar 
este  es  el  que  haze  mouer  ; 
este  es  el  que  trae  el  calor 
a  todos  los  miembros  para 

Enfermedad* 
Ya  puede  ocurrir  qualqi 
al  cuerpo  por  vna  de  dos  ii 
que  o  puede  venir  en  la  sir 
de  sola  vna  especie  de  mali 
o  ay  muchas  especies  en  ce 
la  simple  diuidola  en  tres  g 


—  3iS  — 

que  o  es  por  malicia  de  la  complexión, 
o  es  por  malicia  de  composición, 
o  es  de  apartarse  los  miembros  yguales 
y  hazerse  diuisa  su  continuación. 

De  las  enfermedades  compuestas. 

Compuesta  es  aquella  la  cual  se  compuso 
daquestas  especies  o  de  algunas  dellas 
de  son  que  en  vn  miembro  o  en  vn  cuerpo  nos 
el  daño  o  la  causa  que  a  ello  dispuso,        [puso] 
dos  destas  especies  o  tres  que  son  ellas 
enxemplo  si  en  mano  o  en  cabeca  o  en  pie 
nasció  vn  apostema  aqueste  en  verdad 
pecó  en  solución  de  la  continuidad 
y  en  la  complexión  gran  malicia  alli  fue 
y  en  composición  también  vuo  maldad. 

Diuide  la  malicia  de  la  complexión. 

Y  luego  me  fundo  sobrestá  razón 
primero  que  hable  de  mal  ni  dolor, 
que  toda  malicia  de  la  complexión 
por  quien  viene  daño  a  la  operación 
o  es  sin  humor  o  sera  con  humor; 
asi  que  el  celebro  si  es  concalescido, 
de  alguna  calor  que  alli  Tes  impidiente, 
o  es  sola  calor  la  que  alli  le  a  empescido , 
o  es  por  humor  alia  dentro  metido, 
que  haze  apostema  o  dolor  o  accidente. 

Las  señales  del  celebro  caliente  y  frio^  y  de  su  cura. 

Si  ay  calor  nel  celebro  su  conoscimíento 
está  en  velle  ardor  y  no  verle  encargado, 


—  3i6 
vi^a  y  congoxa  ay  en  si 
y  siente  en  lo  frío  muy  g 
y  piensa  mil  cosas  y  es  pi 
pero  si  está  frío  podrase  i 
por  otras  señales  contrarí 
la  cura  por  cierto  no  es  n 
las  cosas  contrarías  que  p 
el  frío  o  calor  que  alli  est 

Señales  y  cura  del  celeh 
Pero  si  el  celebro  vuo 
veraslo  en  el  poco  dormii 
si  tiene  humidad  abrá  luc 
dentrar  en  vn  sueño  que 
la  cura  es  como  esta  que 
mas  sí  este  tal  daño  en  la 
está  duplicado  de  dos  cali 
la  cura  y  señales  es  comp 
de  la  cura  y  señales  que 
y  están  aplicadas  a  simplí 

Señales  de  la  complexión  de 
Y  si  el  daño  procede  c 
y  es  como  colora  o  sangr 
ay  poca  graueza  y  ay  mi 
gran  sed  y  secura  y  cetri 
y  siendo  de  sangre  es  m: 
pero  sí  el  humor  fuere  fi 
señales  contrarias  abrás  c 
y  si  ay  apostema  en  el  di 
caliente  verás  graueza  y 
dolor,  calentura  y  agudc 


\ 


-3i7- 

Señales  de  apostema  frió  del  celebro^  y  de  su  cura 

en  general. 

Si  fuere  flemático  ay  sueño  y  duido, 
y  el  pulso  es  vndoso  y  graueza  mayor, 
y  si  es  malenconico  el  seso  es  perdido, 
cabera  pesada,  pulso  enduresddo, 
la  cura  daquestos  es  deste  tenor : 
primero,  si  sangre  te  daña  y  empide, 
de  parte  contraria  le  haz  la  sangría 
de  vena  cefálica  al  caso  se  pide, 
y  en  esto  el  capitulo  no  se  t^oluide, 
nel  libro  primero  de  flobotomia. 

Prosigue. 

Y  si  otra  materia  fue  aqui  malignante 
y  el  daño  no  fuere  si  no  en  la  cabera, 
aquesta  se  purgue  con  propio  euacuante; 
mas  si  en  todo  el  cuerpo  el  humor  es  pecante, 
en  todo  aya  cura,  no  en  sola  vna  pie^a: 
primero,  aplicando  lo  ques  lenitiuo; 
segundo,  purgando;  tercero  emplastrando; 
y  usar  en  los  cibos  el  que  es  digestí uo, 
que  haga  buen  chilo  no  euaporatiuo, 
y  en  tiempos  diuersos  diuersificando. 

De  soda. 

La  soda  es  por  cierto  dolor  capital , 
causado  por  causas  que  auemos  nombrado; 
su  cura  y  señales  dixe  en  general, 
pero  si  lo  quieres  ver  mas  especial, 
en  el  Auicena  lo  abras  espresado; 


—  3i8  — 

si  es  por  cualidad,  su  maldad  contrariar, 
con  potos  y  cibos  y  emplastros  y  vndones, 
si  es  sangre,  atraer,  ventosar  j  sangrar, 
si  humor  o  vapor,  digerir  y  purgar; 
y  en  esto  no  quiero  alargar  de  razones. 

De  emigranea^  y  de  su  cura. 

Emigranea  es  en  media  cabe^  vn  dolor 
de  dentro  del  cráneo  o  en  la  tela  de  fíiera, 
el  qual  a  las  vezes  se  causa  de  humor 
o  ventosidades  de  algún  vapor 
que  sube  de  miembros  daquella  ladera; 
la  cura  es  sangría  según  que  as  sabido, 
y  mas  en  la  fruente  si  vees  que  conuiene, 
y  púrgalo  al  tiempo  que  abras  conosddo 
que  quiere  venir  el  dolor  tan  crescido, 
y  vnta  y  emplastrale  al  tiempo  que  viene. 

De  5  ir  sen  o  frenesis. 

Frenesis  o  sirsen  nel  celebro  es  furor, 
su  causa  fue  colera  o  humor  muy  caliente 
y  es  vn  apostema  en  la  parte  anterior; 
da  fiebra  continua  y  secura  y  dolor, 
y  es  blanca  la  vrína  y  muy  loco  el  paciente, 
euacua  el  hunior  que  azalli  le  ocurrió, 
después  repercute,  resfria  y  mitiga 
el  fuerte  accidente  y  dolor  que  causó; 
después  le  resuelue  el  humor  que  quedó 
y  en  fin  esfor9arle  el  celebro  se  siga. 


-  3i9- 

De  lilargia. 
Litargia  nel  celebro  es  vn  frío  apostema' 
questá  entre  los  cascos  y  sesos  tuscido, 
su  causa  son  crudos  humores  y  (lema, 
da  liebre  continua  que  mucho  no  quema, 
y  echa  gran  sueño,  pereza  y  oluido; 
pnmero  le  sangren  sí  no  hay  impidientes, 
segundo  clisteres  agudos  le  den, 
tercero  le  embroquen  con  repercudentes, 
después  le  resuelvan  con  cale&dentes, 
y  en  ñn  le  digeran  y  pui^en  muy  bien. 

De  congelación. 
.  La  congelación  es  que  alguno  está  ekdo, 
sin  senso  y  sin  moto  espantado  adormido, 
los  ojos  abiertos  como  hombre  pintado, 
ni  oye  ni  vee,  y  asi  trasportado 
que  piensa  la  gente  que  al  cielo  es  ya  ido; 
la  causa  es  secura  y  muy  gran  frialdad, 
en  cuerpo  y  humor  y  grosseza  de  sprito, 
por  do  no  se  mueue  con  agilidad, 
y  asi  falta  el  moto  y  la  sensualidad 
y  en  la  litargia  su  cura  he  escrito. 

De  subeth  sahari. 
Subeth  saharí  es  composición 
de  la  frenesis  y  de  la  litargia, 
y  es  vn  apostema  que  tiene  mistión 
de  colora  y  Üema,  y  tos  desta  passion 
no  duermen  nt  velan  la  noche  ni  el  dia, 
y  asi  se  interpreta  subeth  saharí: 


—  3ao 

ques  sueño  que  vela;  y  p< 
su  cura  .y  señales  ya  las  e 
en  la  litargia  y  en  el  frene 
la  cura  daquellos  mesclad: 

De  subet. 
Subeth  es  un  sueño  qu 
y  viene  de  gran  henchtmii 
ios  cuales  retraen  la  virtu 
y  dan  a  la  parte  anterior  ( 
flemáticos  y  otros  cojmoso 
y  aquestos  st  suben  de  nü 
dcvcysios  purgar  el'  celeb 
primero  sangrando  si  fue; 
haziendo  ruido  y  clamore 
y  pónganle  olores  y  estén 

De  vigilia  y  s 
Vigilia  es  defecto  de  si 
que  o  viene  de  gran  cong 
o  viene  al  celebro  do  exc< 
o  de  indigestión  que  tiene 
o  de  captinoso  vapor  eleu 
si  liS  sin  humores  mala  qi 
aplica  el  contrario  como  a 
y  si  es  con  humores  tal  ei 
euacua  y  emplastra  aplica 
al  seco  celebro  questá  en( 

De  memoria  ce 

Memoria  corrupta  es  ^ 

con  quien  la  memoria  olu 


—    321    — 

y  viene  al  celebro  de  alguna  frialdad 
compuesta  con  húmido  o  con  sequedad 
de  humor  o  sin  él  en  la  parte  trasera; 
si  su  causa  fue  sequedad  y  calor, 
o  qualquier  qualidad,  ya  tu  sabes  la  cura; 
pero  si  conosces  flemático  humor, 
xarab  de  cantueso  digere  mejor, 
después  con  cochias  purgalle  procura. 

De  manja  y  melancolía. 

La  manja  es  locura  que  espritos  llamaron, 
do  piensan  que  hablan  almas  estrangeras; 
y  vino  este  yerro  porquellos  miraron 
que  algunos  manjacos  ya  profetizaron 
las  cosas  presentes  y  las  venideras; 
la  melancolía  desta  es  apartada 
porquesta  de  colera  adusta  se  haze, 
mas  la  otra  de  flema  ó  de  sangre  quemada, 
y  la  frenesis  no  es  entre  estas  contada, 
por  quanto  en  aquella  muy  gran  fiebre  yazc. 

De  cura. 

Desque  esté  el  humor  con  xarabes  digesto 
y  ayudas  do  entren  epitimo  y  sen, 
con  pildoras  indias  le  purguen  muy  presto, 
o  de  fumo  terre,  y  embroquen  tras  esto 
con  leche  de  hembra  al  paciente  muy  bien; 
repréndanle  siempre  su  loca  porfia, 
manjares  calientes  le  den  a  comer, 
y  denle  cordiales,  plazer  y  alegría, 
y  auisese  el  físico  en  no  dar  sangría, 
y  mas  nel  maniaco,  sin  gran  menester. 


tí 


—   322    

Del  tnal  de  amares  que  Auicena  llamo  ilisci  y  los  irugcs 

le  llaman  hereos. 

Amor  hereos  según  nuestros  autores 
es  vna  corrupta  imaginación 
por  quien  algún  hombre  se  aquexa  de  amores; 
y  en  este  ques  hito  de  los  trouadores, 
sin  ser  lisongero  diré  mi  razón: 
sabed  por  muy  cierto  quel  entendimiento 
jamas  no  se  mesda  en  aquestas  pendencias; 
la  imaginaliua  y  bestial  pensamiento, 
como  es  gran  potencia  y  padece  el  tormento, 
engaña  consigo  á  las  otras  potendas. 

'Prosigue. 

Esta  es  la  que  mueue  los  otros  sentidos 
para  que  no  tiren  sino  en  este  puesto, 
memoria  y  deseos  y  ojos  y  oydos 
a  todos  los  tiene  ya  tan  conuertidos 
que  todos  se  ocupan  en  no  mas  daquesto, 
que  el  tal  pensamiento  vencido  del  gesto 
a  todos  los  otros  sentidos  informa 
ser  lindo  y  gracioso  y  ornado  y  honesto, 
do  alguna  esperanza  se  muestra  tras  esto 
por  do  en  adquerirlo  se  deue  dar  forma. 

Prosigue, 

Y  el  entendimiento  después  que  alia  entró 
por  falsos  testigos  tan  falsa  sentencia, 
la  qual  por  injusta  contino  aprobó 
perdió  su  juyzio,  sus  fuerzas  perdió, 
perdió  su  razón,  su  consejo  y  prudencia; 


\ 


—  323  — 

helos  todos  ciegos  a  causa  de  vn  ciego 
ques  el  pensamiento  y  la  imaginatiua 
que  dio  al  corazón  tan  maldito  sosiego^ 
metiéndole  dentro  ardentissimo  fuego 
do  siempre  el  deseo  lo  atyza  y  lo  aviua. 

De  las  señales  que  se  muestran  quando  alguno 

está  enamorado. 

Verasle  al  paciente  perder  sus^  continos 
negocios  y  sueños,  comer  y  beuer, 
congoxas,  sospiros  y  mili  desatinos, 
desear  soledades  y  lloros  mesquinos, 
que  no  hay  quien  le  valga  ni  pueda  valer; 
perdida  la  fuerza,  perdido  el  color, 
y  quando  le  hablan  d'amor  luego  llora, 
y  el  pulso  es  sin  orden  y  mucho  menor, 
y  nunca  s'esfuer(ja  y  se  haze  mayor 
sino  quando  puede  mirar  su  señora. 

De  la  cura. 

El  medio  daquesto  no  esta  contenido 
si  no  en  distraelle  daquesta  locura 
de  su  pensamiento  questá  corrompido, 
y  aquesto  en  diez  partes  será  repartido 
y  en  ellas  se  pone  complida  la  cura: 
primero,  mandando  que  yaya  a  ca^ar; 
segundo,  que  pesque  do  hay  muchos  pescados; 
tercero,  que  siempre  se  ocupe  en  jugar, 
y  quarto,  ante  muchos  le  hagan  estar, 
y  quinto,  que  vaya  a  espaciarse  a  los  prados. 


-3l4 

Prosigí 
Y  sesto,  que  umgos  y 
y  hombres  prudentes  y  c 
con  sus  ortadones  le  hag 
los  muchos  peligros,  los  : 
y  acoten  y  aflijan  su  can 
seteno,  le  pongan  en  mu 
de  tratos  de  suma  y  en  n 
octauo,  le  aparten  con  gi 
daquella  señora,  como  ei 
se  apartan  los  hombres  d 

Prosigí 
Noueno,  alcahuetes  \t 
a  otras  señoras  por  mas  t 
dezeno,  le  hagan  casar  c 
después  vejezuelas  te  de 
á  que  le  desliguen,  que  1 
y  denle  á  comer  vn  sabn 
en  quien  mucha  sangre  ] 
y  tinto  con  blanco  le  dei 
que  siempre  hemos  viste 
caer  los  amantes  y  amor 

yérlig 
Vértigo  no  es  otro  m 
y  es  que  hay  nel  celebro 
o  sube  de  abaxo  como  v 
y  asi  lo  que  vee  el  pacie 
en  el  derredor  es  mouid 
la  cura  es  sangrar  la  cef: 


—  325  — 

si  sangre  y  edad  y  virtud  le  sintieres; 
después  nel  pescuezo  ventosa  es  muy  buena, 
y  si  hay  otro  humor,  digestiuos  le  ordena, 
después  purgatiuos,  y  mas  no  lo  esperes. 

De  incubo  ó  strangulaiar. 

£1  incubo  digo  ques  vna  pasdion 
con  quien  el  paciente  emmagina  en  su  sueño 
que  alguna  persona  le  da  cargazón, 
la  qual  le  quebranta  y  le  ahoga  en  tal  son, 
que  piensan  el  vulgo  ques  trasgo,  ques  dueño; 
la  causa  es  subir  algún  grueso  vapor 
quen  los  principales  encierra  el  esprito, 
y  asi  están  los  miembros  sin  senso  y  calor 
quebrados,  cansados,  que  no  hay  mouedor; 
la  cura  sabrás  por  aquello  que  he  escrito. 

De  epilensia. 

La  epilensia  es  la  gota  coral 
causada  de  gruesso  y  flemático  humor, 
que  cierra  las  vias  y  aquella  canal, 
por  do  la  motiua  virud  y  animal, 
les  viene  a  los  miembros  del  mas  superior; 
y  en  ser  tan  contrario  el  humor  y  dañado, 
le  huie  el  celebro  y  se  atropa  y  se  encierra, 
y  asi  queda  el  cuerpo  sin  senso  y  finado, 
y  súpito  cae  en  la  tierra  su  estado, 
y  espuma  le  sale  en  la  tal  cruda  guerra. 

De  la  cura. 

Primero  sangrar  si  ay  de  sangre  enchimiento, 
y  echarle  en  el  muslo  y  pescuezo  ventosas , 


—  3a6  - 

y  en  el  oximel  esquilitico  i 
hazer  digestión  y  hazer  afa 
en  estas  materias  muy  gru 
las  pildoras  fétidas  <  sueleí 
aquestas  materias  después 
las  de  lapis  lazuli  deues  de 
do  humor  malenconico  vie 
y  huye  del  apio  en  passion 

De  apopUxi 
Mas  la  apoplexia  es  el  r 
y  aquesta  diñere  de  la  ant< 
porquesta  es  aguda  y  mas 
que  mas  quita  el  senso  y  e 
questá  colocada  y  está  con: 
muy  gran  voz  aleando  se  c 
quando  esta  passíon  venirli 
ni  oye  ni  vee  ni  entiende  n 
de  agudas  agujas  picarse  ci 
asi  que  difieren  en  menos  j 

De  cura. 

Como  en  la  passada  le  sí 

si  alguna  abundancia  de  sai 

y  ambas  cefálicas  rompa  el 


t  PiliJoras  lútidnx  de  Mcsuc.  Según  Juv 
de  tudas  Ijh  medicinal  (^'alladolid.  Di^o  f 
su  compo^icinn  us  la  sif'uicnic:  Scrapini  a 
i:oloquintida;,  nrmí:!,  aloes,  cpithiiri,  «na  d 
lorum,  nkcbran,  nnn  draonng  dues;  kcstik 
momi,  «pictc,  croci.  cannruJ,  ana  Jracmam 
tuor;  zinzibcris,  drncniam  unam  ct  aeniisK 
ditolvantur  gumini  in  aqua  poiri,  et  tiat  tna 


—  327  — 

después  las  sofenas  y  aquesto  profiero 
do  gran  enchimiento  y  virtud  conoscieres, 
después  le  administren  agudo  clister, 
do  esté  coloquintida  epitimo  y  gera  ', 
y  en  el  paroxismo  deueis  proueer 
de  hazer  fregadones  y  emplastros  poner 
en  ese  celebro,  que  esfuerce  y  no  muera. 

Fen.  II. — De  las  passiones  de  los  neruios^  y  primero 

de  parlesia. 

Parálisis  es  ser  algún  miembro  toUido, 
do  no  va  el  espríto  sensual  ni  motiuo, 
por  opilación  entrel  vuo  venido, 
y  la  parte  trasera  del  miembro  subido ; 
humor  frió  y  húmido  es  desto  efectiuo, 
después  que  hizieres  alguna  apercion 
doze  o  treze  dias  con  sus  digestiuos, 
con  sus  apropiades  haz  euacuacion, 
después  con  el  oleo  costino  haz  vncion, 
después  haz  que  sude  con  calefactivos. 

De  spasmo  y  tethano. 

Spasmus  nel  miembro  es  un  encogimiento 
el  qual  le  ocurrió  de  la  parte  neruosa, 
do  el  neruio  se  encoge  aza  su  nacimiento, 
por  gran  sequedad  o  por  resfriamiento, 
o  gran  repleción  de  materia  viscosa ; 
y  quando  se  encoge  adelante  y  atrás, 
es  thetano  dicho  y  es  spasmo  perfecto , 


I    Gera:  sobre  \^%gera$  véase  Juvera,  o^.  ctt,  cap.  LXX,  fiük)  64. 


—  3a8  - 
mas  si  aza  vna  parte  s'eno 
spasmo  se  llama,  y  su  curs 
por  lo  sobre  dicho  ú  fuere 

De  tremer 
Tremor  es  temblar  algu 
con  miedo  o  flaqueza  daqi 
que  del  mouimiento  nos  es 
y  aquesta  sera  porque!  mié 
terna  grauedad  según  es  si 
a  ueces  luxuria  su  causa  s< 
y  el  mucho  beuer  y  tambii 
a  lo  primitiuo  el  contrarío 
en  flema  xarab  de  cantuess 
las  pildoras  fétidas  son  de 

De  stupor 
Stupor  es  estar  algún  m 
con  falta  de  senso  y  a  uezi 
frialdad  será  causa  o  venei 
o  gran  sequedad  o  humor 
que  opilan  el  miembro  y  d 
si  fuere  de  sangre  es  muy 
de  parte  contraría  después 
después  digestión  si  otro  1 
y  como  en  tremor  a  este  t 
si  es  causa  exterior  manda 

De  torturi 

Tortura  es^torcerse  el  g 

tirándose  un  cuero  y  el  oti 

porque  en  sus  lacertos  ay 


—  329  — 
que  boca  y  vn  ojo  aza  tras  lo  a  tornado; 
las  causas  de  spasmo  aqui  no  repitiendo, 
no  mueuas  humor  hasta  el  dia  seteno; 
mas  si  ay  sequedad  con  ayuda  le  ablanda 
después  digerir  y  purgarle  es  lo  bueno , 
y  fregale  el  rostro  según  Galieno, 
y  como  all  espasmo  curarse  le  manda. 

De  salto  que  se  llama  jectigacion. 

El  salto  si  quiera  la  jectigacion 
es  un  mouimiento  en  lacertos  y  cuero 
de  encogimiento  y  de  dilatación; 
y  tal  mouimiento  es  porque  ay  repleción 
de  humor  o  de  viento  o  vapor  muy  grossero; 
apártale  el  ocio  y  ventoso  manjar, 
asi  como  nabos,  legumbres  y  habas; 
después  de  purgado  le  haze  vaporar 
con  ruda  y  castóreos  que  es  muy  singular, 
ventosas  le  pon  si  con  otro  no  acabas. 

Fen.  III. — De  las  disposiciones  de  los  ojos  y  primero 
de  dolor  y  mala  complexión  en  los  ojos. 

De  humo  y  de  viento  les  viene  dolor, 
o  de  calidad  con  materia  y  sin  ella , 
si  ay  sangre  está  rúbeo  con  algún  tumor, 
citrino  es  si  hay  colora,  y  rubio  y  ardor; 
si  de  causa  exterior  es,  apártale  della; 
do  ay  sangre  sangrar  la  cefálica  vena, 
y  pon  defensiuo  en  maxillas  y  fruente, 
y  si  ay  otro  humor  dale  purga  muy  buena, 
con  ^umo  de  hinojo  les  laua  Auicena, 
vnguento  alcahiusay  diz  que  es  excelente. 


—  33o  - 

De  optaJmi 
La  vera  optalmia  vn  xp 
nascido  en  la  túnica  ques  i 
que  haze  que  corra  del  oj< 
humor  y  lagaña  que  clara 
y  haze  dolor  y  la  vista  da 
la  causa  daquesta  es  algún 
que  por  su  color  y  dolor  s 
y  la  que  no  es  vera  no  da 
por  cuanto  se  haze  de  cau 
mas  perturbación  en  la  vis 

De  cura. 
La  no  verdadera  ñ  es  c 
curarse  a  apartándole  lo  pi 
con  agua  rosada  se  laue  el 
y  el  albo  colirio  en  tal  casi 
y  el  ^umo  de  hinojo  es  res 
curarse  a  la  vera  con  gran 
poniendo  al  principio  sus  i 
sangrando  do  hay  sangre  i 
purgando  el  humor  de  qu' 
guardando  los  tiempos  y  < 

De  botor  en  la  conjuntitu 
Botor  son  vexigas  nel  b 
del  ojo,  de  humores  que  i 
y  a  ueces  aquestas  están  c 
en  la  conjuntiua,  y  a  vew 
están  en  la  comea,  lugar  i 
con  mucha  estrecheza  sea 


\ 


—  33i  — 

do  ay  sangre  sangrar  la  cefálica  vena, 
y  desque  ya  esté  del  humor  relaxado, 
con  agua  de  claras  de  hueuos  lauado 
sea  el  ojo  contino,  y  tutia  es  muy  buena. 

Di  vlceras  y  exituras  en  el  ojo  y  la  cornea. 

La  vlcera  o  sanies  siquier  exitura 
nel  ojo  de  seyte  maneras  contesce; 
humor  pungitiuo,  apostema  y  rotura 
son  causa  de  todas  y  en  todas  la  cura 
es  vna  en  especie  según  me  paresce 
en  purga  y  sangría  como  en  la  obtalmia , 
después  alimpiar,  desecarle  conuiene; 
cerusa  lauada  ematistes,  tutia 
en  poluo  o  colino  le  pon  cada  dia, 
preuistas  las  causas  del  mal  que  alli  tiene. 

De  la  cornea  y  sus  passiones. 

La  cornea  después  de  lo  blanco  paresce, 
y  es  vna  telilla  sola  conjuntiua, 
y  en  aquello  escuro  do  aquesta  fallesce 
la  comea  lo  cubre  y  al  senso  se  ofFre^e, 
y  en  esta  hay  passiones  y  hay  medecina; 
aquesta  padece  primera  passion 
que  son  las  vexigas  siquiera  viruelas; 
el  sicio,  acafran  y  acacia  le  son 
buenos  al  principio,  y  quando  hay  mas  razón 
con  purga  y  sangria  salud  le  reuelas. 

De  rotura  en  la  cornea  y  de  cáncer. 

Segundo  padece  la  cornea  rotura 
en  todas  o  algunas  de  sus  pielecitas. 


—  33i  ■ 
la  qual  le  da  turpe  y  inflai 
según  me  parece  administi 
de  vlceras  dicha  en  las  co[ 
tercero  padece  la  cáncer  li 
es  vn  apostema  de  adusta 
con  pildoras  indias  euacue 
y  en  los  lauatoños  su  curi 
con  la  de  las  lagas  seguid 

De  algarah  en  el 
Algarab  es  fistula  en  el 
causada  dalgun  apostema 
del  qual  fue  la  causa  por 
mayormente  fria,  mas  su  i 
qual  la  de  optalmia  que  ai 
y  cura  la  fístula  ya  conosc 
con  agua  y  vnguentos  mu 
miel  y  armoniac  '  les  es  ce 
y  ruda  y  balostias  y  púdia 
y  otros  colirios  de  incama 

De  adición  y  diminución  de  co 
y  de  aliarfi 
En  ellos  hay  carne  mer 
por  falta  o  por  sobra  de  s: 
cauterio,  incisión,  quando 
aloes  y  memíta  quando  es 
y  otros  colirios  de  incama 
el  altarfatt  es  vna  manchu 


I    Armoniaco 
por  Laguna,  cap.  CXIl,  p*g.  3)9. 


^ 


—  333  — 

nel  ojo  nascida,  bermeja  o  negrita, 
después  de  purgado  y  sangrado  tu  pela 
dellala  vn  palomo  y  echa  en  la  tela 
la  sangre  del  cabo  de  aquella  plumita.' 

De  las  lagrimas  que  corren  del  ojo. 

Las  lagrimas  vienen  por  enfermedad, 
sudando  en  el  ojo  sus  venas  locales 
por  descendimiento  de  aguosidad, 
y  a  uezes  es  calida  su  calidad, 
y  a  uezes  es  fría  según  sus  señales; 
después  de  sangrado,  si  sangre  le  empece, 
purgalle  de  aquella  humidad  con  cochias; 
tras  esto  los  desecatiuos  le  ofrece, 
y  en  su  regimiento  el  paciente  se  endresce 
huiendo  del  vino  humidad  maluasias. 

De  albugen  y  sebeU 

Albugen,  que  es  nube  en  la  cornea,  procede 
de  humores  subtiles  quando  ella  es  delgada, 
también  cicatriz  de  apostema  ser  puede; 
con  agua  caliente  ablandar  se  concede, 
y  el  poluo  muscino  Tes  cosa  probada; 
sebel  es  paniculo  en  la  conjuntiua, 
de  rubio  color  que  a  la  comea  alcanza; 
la  causa  daqueste  es  materia  sanguina, 
purgado  el  humor,  de  sangrar  determina, 
tras  esto  colirios  y  vnguentos  le  lan^a. 

De  vngula. 

La  vngula  es  una  telilla  cresciente 
nel  ojo,  y  es  fecha  de  muchas  maneras, 


—  334  — 
de  humor  gruesso  y  mucho  es  aqueste  acódente; 
cochias  le  purguen  tras  d  digerente, 
después  hazle  vnguentos  si  sanallo  esperas, 
esta  sola  cornia  la  vuea  y  es  tela 
que  sobre  la  vista  esta  continente, 
y  haze  agujero  por  do  la  mñuela 
se  muestra  y  traspare,  y  por  do  se  reuela 
al  ojo  la  cosa  que  tiene  presente. 

Las  enfermedades  de  la  niñuela^  y  primero  de  la  dihuaácn 
della^  que  se  llama  en  arauigo  aliniisar. 

Aquesta  contesce  destar  dilatada 
por  quanto  a  la  vuea  cresció  su  agujero, 
la  mucha  albugínea  la  tiene  ensanchada 
o  humor  o  calor  que  la  hizo  estirada, 
por  donde  rescibe  gran  daño  el  luzero; 
des  questé  purgado  le  da  v na  sangría 
do  gran  henchimiento  de  humores  le  vieres, 
con  agua  salada  memita  '  y  tutya 
le  laua  con  esta  asi  mismo  leíFria 
sin  purga  si  sola  calor  conoscieres. 

De  la  constricion  de  la  pupila  o  niñuela  del  ojo^ 
y  del  estrabo  so  o  tuerto. 

Estrechase  a  causa  de  alguna  secura 
o  sobre  la  vuea  es  humor  comprimente; 
si  es  sequedad  está  clara  su  cura, 
y  si  es  henchimiento  purgarle  segura, 
y  el  poluo  muscino  en  tal  caso  es  valiente; 
straboso  es  el  tuerto  que  tiene  encogido 


I    Memitha  ó  Glaucio.  Véase   Dioscórídes,  traducido   por   Laguna, 
capítulo  XCIV,  pág.  32Q. 


—  335  — 

vn  lacerto  del  ojo  y  el  otro  estirado, 
si  es  niño  hazelle  mirar  lo  luzido 
en  parte  contraria,  y  si  es  hombre  crescido 
curadle  aquel  ojo  por  miembro  espasmado. 

De  los  ojos  salidos  y  de  las  liendres  de  las  pestañas. 

A  uezes  se  salen  los  ojos  afuera 
por  puxo  o  humor  o  inflación  o  flaqueza; 
después  de  sangrado  purgadle  con  gera 
si  peca  de  flema,  y  con  venda  ligera 
se  ligue,  y  el  cibo  le  dad  a  escaseza; 
criar  las  pestañas  las  liendres  bien  cabe 
por  materia  pútrida  al  cuero  espelida, 
digesta  y  purgada,  los  parpados  laue 
con  agua  de  alumbre  y  de  sal,  desque  acabe 
d'abelle  expulgado  vna  mo^a  garrida. 

De  silac  y  de  pestañas  bueltas. 

Silac  en  el  párpado  es  vna  gordura 
muy  seca  de  humor  y  materia  nitrosa; 
sangrarle  y  purgarle  y  bañarle  es  su  cura; 
tras  esto,  templar  su  adustion  y  calura 
lauando  los  ojos  con  agua  de  rosa; 
a  uezes  los  párpados  son  trastornados, 
conuiene  a  saber,  lo  de  dentro  haza  fuera: 
las  causas  y  cura  es  como  en  los  passados , 
y  sean  en  cada  semana  purgados 
y  hazles  colirios  daquella  manera. 

De  la  flaqueza  de  la  vista. 

Flaqueza  de  vista  vendrá  por  humores 
o  por  calidades  o  malos  vezinos 


—  336 

a  las  calidades  sus  contr 
a  humores  sus  propios  e 
y  si  es  por  vejez  bueno: 
con  agua  caliente  abland 
do  ouiere  secura  de  hun 
y  en  causa  caliente  es  m 
la  ruda  y  hinojo  en  la  ci 
y  en  húmida  causa  es  m 

De  noctii 
Noctilupa  es  vista  de 
podiendo  con  ella  de  dia 
por  gruessa  sustanda  y 
del  ojo  o  de  humores  d( 
que  el  sol  solo  haze  diaf 
si  sangre  pecare  dale  vni 
y  purga  con  áureas  flem 
las  pildoras  indias  '  en  n 
y  tome  triaca  con  vino  3 
colirio  de  miel  y  de  hiél 

Z)í  encegimiento  áe  los  párf. 
A  uezes  los  farpados 
por  pasmo  o  gordura  de 
los  secos  cibados  y  humi 
pero  los  pasmados  y  los 
en  los  sobredichos  su  cu 
es  la  catarata  humidad  o 
questá  entre  la  cornea  y 
impide  la  vista:  si  cstz  c 

I    Pildoras  indias.  Juvera,  op.  cil.. 


\ 


—  337  — 
mosquitas  o  pelos  o  d  aire  turbado 
vee  el  ojo  al  comiendo  que  el  mal  le  ha  venido. 

De  la  cura  de  la  catarata. 

Con  la  gera  pigra  al  principio  purgar 
y  dar  subtiliantes  también  digerentes; 
pero  si  la  vista  comienza  a  turbar, 
purgar  muchas  vezes,  mengualle  el  manjar, 
de  vino  y  mugeres  le  huyan  las  mientes; 
huyr  cosa  húmida  y  cosa  cozida, 
la  hiél  en  tal  caso  se  halla  aprouada: 
y  quando  esperanza  ya  fuere  perdida, 
sacar  la  materia  que  alli  esta  metida 
con  punta  da  guia  en  lo  blanco  lan^a. 

De  las  otras  passiones  de  las  pestañas. 

Y  otras  passiones  suelen  padescer, 
las  quales  tan  breues  pone  el  Auicena 
que  mas  breuedad  no  les  puedo  poner 
en  el  repertorio,  y  aquerdo  a  hazer 
su  cuenta,  y  dexallas  como  él  las  ordena; 
padescen  gese  que  es  dificultad 
de  abrir  y  cerrar  por  humor  seco  y  gruesso: 
también  inflación  por  vapor  y  humidad 
padescen  gordura  de  vntuosidad, 
padescen  berruga  en  dos  modos  por  eso. 

Prosigue. 

Padescen  también  la  conglutinación, 
y  es  que  se  pegan  los  párpados  a  vna; 
padescen  prurito,  que  es  la  comezón , 
padescen  pelarse,  y  es  depilación. 


%% 


—  338  — 

por  agudo  humor  o  por  sama  alguna; 
padescen  también  las  pestañas  crespura, 
boluiendo  haza  Tojo  y  topando  con  él, 
y  padesce  el  perpado  llaga  y  fisura, 
y  padesce  grando  que  es  una  infladura 
como  vn  granezito  questa  puesto  en  él. 

Prosigue. 

Padescen  ordeolo,  y  es  una  hinchazón 
que  d'un  lagrimal  hasta  el  otro  alcanza; 
como  vn  grano  de  ordio  es  su  comparación, 
y  en  todas  aquestas  común  curación 
es  dar  la  sangría  si  hay  sangre  en  pujanza; 
tras  esto  hazer  digestión  al  humor 
mirando  quién  es  y  de  qué  calidad; 
cochias  y  áureas,  '  según  el  autor, 
euacuan  la  tíema,  y  tras  este  tenor 
azeytes  y  vngüentos  y  emplastos  le  dad. 

Fen.  IV. — De  las  passiones  de  los  oy dos ^  y  primero 

de  la  sordeza. 

Por  flacos  vezinos  ensorda  el  oydo; 
por  cris,  por  flaqueza  o  por.  su  complexión, 
o  por  gruesso  humor  en  la  entrada  tenido, 
o  está  en  aquel  neruio  do  vien  el  sentido: 
las  mas  veces  frío  es  desto  ocasión; 
aloes  coloquintida  pueden  purgar 


I    Pildoras  áureas.  Juvera,  op.  cit,  cap.  CXII,  folio  128.— Píldc 

cochias.  ídem,  id.,  cap.  CXVII,  folio  134, 


—  339  — 
y  pildoras  áureas  el  flema  digesto, 
do  hay  colora,  ^umo  de  rosas  mezclar, 
y  con  gera  pigra  es  bien  gargarizar, 
y  azeyte  estilar  nel  oydo  tras  esto. 

Del  dolor  de  oydos. 

Ya  suele  venir  al  oydo  dolor 
por  frío  ó  calor,  sin  materia  o  con  ella, 
o  por  apostema  o  coquito  o  tumor: 
y  si  es  de  frialdad,  halla  bueno  el  calor, 
y  si  es  con  materia  hay  graueza  con  ella; 
después  de  purgado  o  sangrado  al  sanguino, 
estila  al  oydo  en  la  causa  que  es  fría 
azeyte  de  ruda  y  azeyte  nardino, 
enforbio  y  castóreo  en  azeyte  costino  *, 
el  mijo  y  la  sal  donde  viento  se  cria. 

Prosigue  y  propone. 

En  causa  caliente  el  azeyte  rosado 
y  leche  de  dueña  que  hembra  parió, 
con  canfora  y  sándalos  sea  enplastrado 
debaxo  el  oydo,  y  en  mal  muy  sobrado 
en  su  cura  pongo  narcóticos  yo; 
de  purga  y  sangria  en  aquestas  passiones 
yo  quiero  una  regla  poner  general , 
por  quanto  no  andemos  doblando  razones 
en  lo  venidero,  mas  por  conclusiones 
sepamos  purgar  y  sangrar  qualquier  mal. 


I    Oleum  de  costo.  Juvcra,  op.  cit.,  cap.  CXCVIII,  fólk>  043. 


—  340 


De  la  forma  de  purgar  y  sai 
de  oydo. 

Cefálica  vena  do  sangr 
nel  mal  del  oydo  se  mam 
oximel  desquila  do  nema 
será  el  digestiuo,  y  sí  se 
con  el  de  cantueso,  podrí 
cochías  y  áureas  geralogc 
euacuan  la  Aema  y  en  sir 
turbit,  coloquintida  y  ga 
sus  purgas  mas  propias, 
comprendo  crudeza  y  la 

Prosigt 
A  colora  el  ^umo  de  r 
ruibarbo  y  los  mirabolan 
si  de  ambos  humores  el 
compon  tú  la  purga,  pU' 
el  simple  y  compuesto  p 
yten  do  está  melanconio 
xarabe  de  epítimo  es  bui 
elelx)ro  negro  es  el  su  p 
epítimo  y  pildoras  yndia 
las  de  lapis  lazuli  es  bue 

Del  liniío  y  sonido  que 

Tinito  y  ruido  contec 

como  es  de  molinos  o  di 

humores  ventosos  le  ha; 

de  golpe  o  flaqueza  pod 


—  34-1  — 
y  de  todos  estos  ay  claras  señales; 
tras  purga  y  sangría  si  vuiere  lugar, 
el  cibo  estrechando  donde  ay  henchúniento, 
azeyte  de  almendras  deueys  destíUar 
dentro  del  oydo,  y  después  sahumar 
^  con  betónica  y  sopo  laurel  calamento. 

De  la  sanie  y  podre  que  mana  del  oydo. 

La  sanies  o  podre  al  oydo  acontece 
de  llaga,  apostema  y  agudos  humores; 
si  es  roto  apostema  la  fiebre  descrece; 
si  purga,  el  celebro  ya  mengua,  ya  cresce; 
si  es  llaga  o  si  es  sarna,  no  ay  fuertes  dolores ; 
pimienta  y  mostaca  hará  estornudar 
después  de  purgado  y  estrecha  dieta; 
castóreo  y  encienso  es  bien  puluerízar, 
y  trosciscos  de  andronio  en  xarab  desatar 
y  echar  nel  oydo,  es  la  cura  perfecta. 

Del  fluxo  de  sangre  del  oydo  y  de  la  opilación  del. 

Si  fluxo  de  sangre  viniere  al  oydo 
por  sangre  abundante  y  por  vena  resgada, 
sangrarseha  del  lado  que  no  está  empesddo, 
acacia,  lanceola  y  llantén  esprímido 
echad  nel  oydo  con  agua  rosada; 
contesce  al  oydo  destar  opilado, 
por  todas  las  causas  que  viene  sordeza 
en  ella  y  tinito,  está  éste  curado; 
pero  si  está  dentro  gusano  lanzado, 
matalle  y  sacalle  con  mucha  destreza. 


-341 

De  apostema  en  la  r. 

Por  uno  de  los  qiiatro 
detras  de  la  oreja  prouíei 
vermejo  es  y  agudo  y  ce 
ú  es  colora  6  sangre,  y  e 
si  es  melancolía,  y  es  mu 
tras  la  euacuacion  no  po 
no  tienda  el  humor  a  lo  i 
enxundias  y  azeytes  pon 
pon  maduratiuos  y  resol 
y  al  frío  más  fuerte  le  p< 

Fen.  V. — De  las  passiones  di 
de  los  daños  del 
Altera  y  corrompe  y  a 
estar  opilado  su  propio  ii 
en  menos  y  mas  es  su  di 
jiero  el  buen  olor  por  ho 
es  que  ay  dentro  cáncer 
como  en  la  sordeza  haz  ] 
y  los  gargarismos  freque 
y  en  causa  caliente  en  aq 
azeyte  violado,  pero  en  i 
disuelue  castóreo  en  aze^ 


Del  fiuxo  de  satigr 

El  fluxo  de  sangre  de 
por  gran  henchimiento  ei 
o  tal  subtileza  la  sangre  < 
o  de  tal  dolor  y  passion  I 


—  343  — 
que  rasga  las  venas  del  naso  ya  llenas; 
sangrías  pequeñas  y  muchas  nel  dia 
le  haz  en  la  parte  contraria,  y  ventosas, 
después  la  cabeca  y  la  fruente  resfria, 
engruesa  la  sangre  y  consuelda  la  vía, 
y  dale  trosciscos  y  estípticas  cosas. 

Del  romadizo  ó  catarro. 

La  reuma  y  catarro  es  un  fluxo  de  humor 
que  a  nuestras  narizes  de  arriba  desciende; 
coriza  le  llama  también  el  autor, 
por  flaco  celebro  que  atrae  el  vapor 
y  algunas  materias  que  bien  no  díspende; 
quando  es  de  humor  calido  siente  amargura 
y  ardor  en  !a  fruente  y  en  eso  que  sale; 
y  si  es  de  humor  frió,  frialdad  y  espesura 
está  en  el  humor,  y  graueza  en  natura , 
y  dáñale  el  frió,  el  calor  mas  le  vale. 

De  su  cura. 

Xarab  de  papauer  en  causa  caliente, 
engruessa  el  humor  y  le  da  digestión, 
cefálica  rompe  do  ay  sangre  creciente ; 
.  con  ^umo  de  rosas  se  purgue  el  paciente 
la  colora,  y  hazle  alguna  enbrocacion 
con  hojas  de  salze,  nenúfar,  violetas, 
y  beua  agua  tepida  yendo  a  dormir; 
en  flema  son  pildoras  áureas  perfectas, 
después  gargarismo,  estornudos,  tabletas, 
sahumerios,  triaca,  le  hazcn  guarrir. 


—  344 

De  las  vkeras  de  las  narizes  y  < 

Contescen  les  vlceras  i 
de  humor  muy  agudo,  o 
la  purga  y  sangría  en  tu 
con  óleos  y  gomas  sean  i 
con  psilio  y  nenusar  sesf 
emorroydes  y  pólipo  al  r 
y  es  que  ay  dentro  del  v 
que  a  ueces  es  blanda  y 
otra  es  dura  y  negra,  qu 
y  a  ueces  por  cáncer  es  « 

De  las  causas  y  cura  de  lai 
La  blanda  es  de  flema  ' 
o  de  sangre  aguoso,  mas 
de  sangre  dañado  y  corr 
pero  en  los  humores  ay 
y  malenconia  do  el  cancí 
la  blanda  se  corte  y  echa 
del  poluo  de  afrodilos  ei 
pero  a  la  segunda  cauter 
después  con  vnguento  e 
y  la  euacu  ación  a  esto  pi 


k" 


Fen.   VI. — De  las  disposicione 
en  sus  enfertí 

De  los  daños  de  la  lengua  ei 

La  lengua  ya  pierde, 
o  gusta  en  k  cosa  contr 
y  habla  muy  mal,  o  no 


—  345  — 
todo  esto  o  le  viene  de  otro  lugar 
o  en  si  misma  tiene  apostema  o  humor; 
si  fuere  apostema  por  tal  le  curad, 
y  si  es  por  humor  desque  fuere  sacado 
en  causa  caliente  le  gargarizad, 
con  9U1A  de  cidra  y  granada,  o  echad 
majorana  y  saluia  do  flema  a  pecado. 

De  spasmo  y  de  perlesía  en  la  lengua^  y  del  tartamudo. 

Aquestos  le  hazen  hablar  grauemente , 
de  alguna  hynchazon  o  apostema  prouiene, 
o  de  litargia  que  el  neruio  mouiente 
le  spasma  y  le  daña  que  no  le  consiente 
su  lengua  mover  con  humor  que  alli  tiene; 
como  en  perlesía  sea  su  regimiento, 
o  asi  como  en  pasmo  será  su  remedio, 
y  el  gargarizar  mas  en  esta  consiento; 
también  tartamudo  ay  de  su  nascimiento 
y  deste  no  curo  que  no  Ueua  medio. 

De  la  grandeza  de  la  lengua  y  de  la  postema  della 

ránula  o  ranilla. 

A  ueces  las  lenguas  se  hazen  mayores 
por  sangre  o  por  flema  subtil,  y  es  muy  nota, 
también  se  aposteman  por  los  quatro  humores 
y  crian  ranilla  por  gruessos  vapores 
que  alli  hazen  vulto  como  una  auellota; 
en  todas,  después  de  lo  que  es  general, 
les  haz  gargarismos  y  haz  fregadones, 
y  mira  el  humor  de  que  peca  este  mal, 
y  en  el  apostema  su  cura  es  ygual 
de  los  apostemas  de  otras  regiones. 


—  346 

De  aifolay  vleeroi 
Aleóla  es  vtcera  en  le 
de  agudos  humores  y  aj 
si  colora  peca  amargor  1 
la  llaga  es  vermeja  do  sí 
si  es  flema  no  ay  sed  y  \ 
laualde  la  boca,  ú.  no  ay 
con  ^umo  de  rosa,  buglt 
de  psidia  y  balostias  haz 
y  do  esto  no  basta  hazec 
después  ablandalda  y  lai 

Del  hedor  de 
Las  causas  de  auer  et 
es  dientes  o  enzias  podr 
o  auer  en  el  estomago  p 
o  hazello  llaga  o  dañado 
o  de  las  narizes  se  ha  pa 
quando  es  de  otro  miem 
pero  si  estuuiere  la  enzi 
sangrar  y  purgar  el  hun 
si  es  diente  dañado,  arra 
lauar  con  pelitre  en  vins 

Fen.  v!i. — De  las  passiene. 
deldeli 


/ 


Por  causas  estrinsecas 
asi  como  frió  o  calor  o  [ 
por  frios  humores,  o  hi; 
por  ventosidad  o  aposte 


—  ^47  — 
o  porque  la  enzia  es  corrupta  y  dañada 
la  sangre  les  haze  el  dolor  pulsativo, 
la  flema  mas  manso  y  con  mucha  humidad, 
la  colora  agudo  y  mordicatíuo, 
la  malenconia  seco  y  granatiuo, 
mouible  y  pulsante  la  ventosidad. 

De  la  cura. 

Con  paños  calientes,  do  frío  empeciere, 
y  azeytes  de  ruda,  de  been  y  castor 
se  cure,  pero  do  calor  él  sintiere, 
con  oleo  de  salze  y  rosado  requiere; 
y  aquesto  es  do  no  ay  apostema  o  humor; 
do  ay  sangre  sangrar  y  después  ventosar, 
purgar  los  humores  como  as  ya  sabido, 
si  apostema  es  defender  madurar, 
y  con  gargarismo  y  fregando  gastar 
la  causa  del  daño  que  alli  está  metido. 

Del  diente  que  se  mueue  y  de  su  podrimiento  y  corrosión. 

Los  dientes  se  mueven  por  mucha  humidad 
que  afloxa  los  nervios  y  los  Ugamientos; 
si  sangre  abundare,  primero  sangrad, 
después  con  cochias  la  flema  purgad, 
después  con  estíptico  hazer  fregamientos; 
podrescense  y  roense  a  uezes  los  dientes; 
materias  podridas  son  causa  daquestas, 
desque  euacuardes  las  antecedentes, 
deueys  preseruar  de  los  putrefacientes 
con  mirra  y  endenso  y  otras  como  estas. 


De  todas  las  otras  passiones  dt 
en  suma,  cutas  curas  de 


También  les  contescí 
en  verde,  amarillo,  o  e 
alargase  el  diente  y  se  i 
y  cría  dentera  siquiera 
a  causa  de  humor  o  ma 
también  a  los  dientes  le 
que  rugen  y  rumian  de 
por  flaco  lacerto,  el  qu; 
daquellas  maxillas,  o  hi 
o  viene  a  los  niños  lom 

Prosii 
Y  a  uezes  se  tardan 
por  flaca  virtud  o  mate 
también  nascen  mas  de 
como  en  muchos  hombí 
nascerles  colmillo  encin' 
también  las  enzias  pade 
de  muelles  y  flacas  y  di 
y  vlceras,  llagas  y  aposi 
los  labios  padescen  taml 
Asuras,  también  emorrc 

Fen.  IX. — De  las  passione 
Suele  atrauesarse  en 
do  está  la  trachea  y  tan 
espina  o  pagita;  sacalda 
con  mano  o  tragando  ar 


—  349  — 
asi  mismo  vómitos  valen  aqui; 
y  si  sanguijuela  en  aqueste  lugar 
se  entró,  conoscerla  has  en  el  escaruamiento, 
y  en  la  biua  sangre  contino  manar; 
con  buena  assafetida  gargarizar, 
vinagre  y  mostaza  beuerle  consiento. 

De  squinancia^  que  es  sufocación. 

Squinancia,  por  cierto,  es  vn  mal  apostema 
que  impide  el  aliento  o  el  tragar,  o  las  dos, 
da  fiebre  que  a  uezes  es  fuerte  que  quema; 
sus  causas  son  sangre  o  colora  o  flema, 
y  gran  enchimiento  de  reuma  y  de  tos; 
no  tarde  el  sangrar  si  lo  quieres  ver  biuo, 
cefálica  luego,  y  después  de  la  lengua, 
y  haz  gargarismo  que  sea  defensiuo 
mezclando  con  él  algún  resolutiuo 
asi  como  miel  a  do  flema  no  mengua. 

Prosigue  la  cura. 

Cumo  de  cortezas  de  nuez  diamoron 
es  buen  gargarismo,  y  ^umo  de  llantén, 
después  dalle  ayudas  de  fuerte  atracion, 
ventosas  nel  cuello,  y  después  purgación, 
mirando  el  humor  que  alli  peca  muy  bien; 
y  con  lana  sucia  de  fuera  emplastar, 
y  azeite  de  oliua  o  de  manganilla, 
después  del  principio  deueis  madurar, 
abrir  asi  mesmo  y  mundificar, 
padesca  gran  hambre  si  puede  sufrilla. 


—  3So  — 

Del  apostema  de  la  vna^  y  del  caso  o  reluxación  deüa. 

La  vnilla  padesce  apostema  y  padece, 
caerse  y  llamárnoslo  relaxapon; 
donde  ay  apostema  dolor  se  recres^e, 
pero  si  es  cayda,  dolor  no  se  offrece, 
sino  impidimiento  de  su  operación; 
en  esta  conuiene  purgar  la  humidad 
después  de  sangrado  do  sangre  se  tema; 
y  quando  es  cayda,  el  lugar  le  lauad 
con  <^umos  y  poluos  destipticidad; 
la  otra  curalda  como  vn  apostema. 

Ven.  X. — De  las  passiones  del  pulmón  y  pecho^  y  primero 

de  asma. 

La  asma  es  passion  con  quien  el  paciente 
no  puede  escusar  el  aliento  ahogoso, 
como  hombre  corrido  y  cansado  assi  siente 
salir  el  aliento,  y  de  entrar  no  es  potente» 
o  entra  y  no  sale  si  no  trabajoso; 
algún  apostema  o  alguna  inflación, 
o  ventosidades  o  gruessos  humores, 
impiden  el  moto  del  pecho  y  pulmón, 
y  cierran  las  venas  y  poros,  que  son 
para  rescebir  aquel  ayre  y  vapores. 

De  la  cura. 

De  los  paroxismos  se  deue  guardar 
purgando  vna  vez  o  dos  en  el  mes; 
xarabe  de  squila  para  madurar 
la  flema,  y  con  garico  puede  purgar, 
e  diacalamento  tras  esto  vsarés; 


—  35i  — 

mirar  bien  la  causa  do  esta  prouiene, 
y  vsar  el  contrarío  en  el  cibo  y  dieta; 
y  si  desquinancia  o  de  otro  mal  viene, 
aqueste  se  cure,  y  en  lo  otro  esta  tienc^ 
la  cura  de  tos:  allí  ved  su  recebta. 

De  la  ronqueza  de  la  voz. 

Ronqueza  de  voz  de  clamor,  de  secura, 
de  humor,  de  catarro  y  de  sangre  procede, 
de  apostema  en  pecho  y  pulmón,  o  abertura, 
o  de  qualidad  que  perturba  y  obscura 
la  voz,  y  el  lacerto  mouerse  no  puede; 
si  de  otra  passion  mas  primera  ha  venido, 
aquesta  se  cure,  y  después  la  ronqueza; 
pero  si  es  humor  nel  lacerto  metido, 
con  propios  xarabes  será  digerido, 
y  desque  digesto  purgar  sin  pereza. 

Prosigue  la  cura. 

En  calido  y  seco  xarope  violado, 
regaliza  y  gomadraganto  alquetira  '; 
en  flema  aprouecha  xarope  esquilado, 
triaca,  diaprasio,  después  de  purgado, 
y  purgue  mas  vezes  sino  se  le  tira; 
dar  le  has  cañafistola  y  cumo  de  rosas 
y  los  tamarindios  do  colera  veas; 
después  diadraganto  y  similes  cosas; 
las  cenas  dexadas  le  son  prouechosas; 
no  beua  agua  cruda  si  bien  le  desseas. 


I     Goma  tragacanto  6  alquitira. 


Déla 

De  azedo  y  salado  y 
y  de  quantas  causas  ror 
procede  la  tos,  la  qual  i 
del  pecho  y  pulmón  po 
del  daño  y  fíematíco  hu 
si  viene  del  cibo,  vsar  1 
huyendo  la  causa  que  li 
y  aquello  que  he  dicho 
en  cura  de  tos  también 
y  en  ambas  passiones  si 

Delfiuxo  de  sangre  en  escu¡ 
Emoptoyca  es  vn  flu 
que  sale  en  escupo  arra 
por  ser  mucha  sangre  j 
que  vena  ha  rompido  e 
y  tiene  otras  causas  a  q 
tú  de  la  sofena  le  sangr 
y  de  la  basílica  dende  á 
con  áspera  cuerda  o  co 
le  ate  las  manos  y  pies 
y  el  pecho  aya  vncione 

Del  pleí 
Es  el  pleuresis  el  do 
y  es  vn  apostema  sobn 
mas  vezes  de  colora  ó 
con  aguda  fiebre  y  alie 
y  agudo  dolor  en  aque 


/ 


—  353  — 

la  tos  muy  continua,  y  el  pulso  serrino 
y  desordenado,  y  espeso  y  muy  duro, 
que  fiebre  ni  tos  no  la  tiene  contino; 
de  tal  dolor  falso  al  presente  no  curo. 

De  la  cura. 

De  parte  contraría  le  da  vna  sangría, 
después  en  la  parte  paciente  si  vieres 
questá  confirmado  en  el  tercero  dia, 
con  leues  ayudas  le  ablanda  y  resfria, 
y  purga  si  mas  henchimiento  sintieres; 
la  purga  sea  leue  y  do  no  ay  gran  calor, 
y  dale  xarope  que  ablande  y  madure, 
de  capilii  venerís  *  ó  otro  mejor, 
y  emplastra  después  de  aliuiado  el  humor, 
y  beua  vrdiate  ^  y  del  vino  no  cure. 

De  peripkmonia. 

Periplemonia  apostema  es  caliente 
de  sangre  flemático,  y  es  nel  pulmón; 
da  fiebre  terrible,  su  aliento  es  frecuente, 
como  que  se  ahoga,  y  contino  se  siente 
dolor  en  el  pecho  con  infiamadon; 
cargados  los  pechos,  y  gran  vermejura 
tiene  en  las  maxillas;  su  lengua  es  quemada: 
si  colora  peca  mayor  ahogura, 
y  mayores  congoxas  padesce  natura 
assi  en  el  dolor  como  en  fiebre  sobrada. 


1  Capilii  veneris,  yerba  llamada  vulgarmente  eulantríttO' 

2  Vrdiate.  Tisana  de  cet>ada. 

93 


—  354  — 

De  la  cura. 

Como  el  pleuresis  sera  este  curado, 
pero  los  saquitos  y  emplastros  y  unciones 
mas  fuertes  serán  que  en  dolor  de  costado, 
porque  este  apostema  esta  mas  apartado, 
no  vayan  quebradas  las  operaciones; 
iten,  si  del  pleuresis  ha  venido, 
por  via  de  termino  aquesta  passion; 
no  sangres  si  vieres  que  está  enflaquecido, 
e  si  ardor  y  fiebre  no  estíl  muy  crescido, 
ventosas  sin  sangre  do  duele  le  pon. 

De  las  llagas  del  pulmón ,  de  las  guales  se  pone  la  piisica. 

La  ptisica  es  llaga  en  pulmón,  a  la  qual 
acompaña  etica  e  gran  sequedad; 
de  ajo  y  pimienta  y  de  carnes  de  sal,  • 
de  humor  corrosivo  y  putredinal; 
de  tos  y  catarro  viene  esta  maldad; 
verasle  al  paciente  los  ojos  sumidos 
y  agudas  narices  con  ruynes  quexadas: 
la  tos  no  le  dexa,  ni  escupos  podridos, 
y  sobre  comer  los  calores  crecidos, 
la  fiebre  es  mansica  en  las  otras  vegadas. 

Pronostico  e  cura. 

Galieno  nos  dice,  Auicena  le  embida, 
que  el  ombre  que  tiene  los  honbros  aleados 
y  el  pecho  estrechuelo  y  garganta  salida, 
el  cuello  crescido  y  la  pierna  torcida. 


—  35S  — 

a  tísica  cierta  le  enbian  los  hados; 
su  cura  es  la  llaga  bien  mundificar 
y  de  las  materias  hazer  espulsion, 
después  desecar,  y  el  catarro  estoruar; 
tras  esto  ayudaUe  a  consolidar 
si  fuere  curable  la  dicha  passion. 

Prosigue  la  cura. 

Sangrando  y  purgando  al  principio,  n  viere 
que  hay  necesidad  y  virtud  nel  padmte, 
y  deue  ser  poco  el  manjar  que  comiere, 
e  muy  nutrítíuo,  que  asi  se  requiere 
a  estomago  flaco  en  muy  seco  doliente; 
xarabes  y  emplastros  e  gran  diligencia 
harán  desecar  a  la  llaga  si  sana; 
en  fiebre  ni  en  tos  no  es  de  echar  negliencia; 
son  muy  singulares  en  esta  dolencia 
la  leche,  aguamiel  y  la  buena  ptísana. 

De  empima. 

La  empima  es  vn  escupo  podrido 
que  sale  del  pecho  o  pulmón  porque  ay  llaga, 
o  algún  apostema  que  ya  está  rompido, 
o  humores  podridos  que  alli  an  descendido 
de  alguna  esquinancia  que  ya  se  deshaga; 
si  fuere  apostema,  sangrar  e  purgar, 
después  madurar  e  también  resoluer, 
tras  esto  a  la  llaga  es  de  mundificar, 
después  la  virtud  restaurar,  confortar, 
y  buen  regimiento  en  el  dbo  tener. 


/ 


Fen.  XI.  —  Délas  efísposicio. 

y  primero  pone  aquellas  coi 

de  la  complexio 

El  rey  de  los  míeml 

es  el  coraron,  y  el  mai 

y  su  complexión  genei 

y  en  particular  será  bii 

por  estas  señales  del  n 

hechura  de  pecho,  y  p 

y  por  aquel  vello  que 

también  por  el  cuero  t 

por  fuerza  y  costumbí 

se  alcanza  qual  es,  y  t 

Del  tremor  del  coraren 
Aqueste  padece  can 
y  es  cuando  se  dente  t 
como  que  quisiesse  ala 
o  las  qualidades,  o  alg 
que  llega  a  su  casa  a  q 
y  aquesto,  o  le  viene  [ 
o  por  algún  miembro  i 
assi  como  estomago  o 
celebro  o  el  higado,  o 
de  otro  o  de  si  aquestt 

De  las  . 

Señales  si  aquesta  pi 

serán  que  andan  el  pul 

la  sangre  o  vapor  las  n 

de  ser  causa  desto,  y  c 


-       -  357  - 
espesa  la  vrina  y  el  pulso  inflamado; 
si  humor  melanconíco  d  daño  hiziere 
será  el  pulso  duro  y  terna  gran  tristeza, 
ardor  demasiado  si  colera  fuere, 
y  mucha  humidad  quando  flema  empeciere 
como  que  nadasse,  y  ay  mucha  flaqueza. 

Prosigue  las  señales  y  pone  la  cura. 

Si  fuere  apostema  o  es  llaga  o  rotura, 
muy  presta  denuncian  la  muerte  al  paciente; 
si  fueren  lombrices  veras  su  letura, 
si  fuere  ponzoña,  ay  desmayo  y  quexura, 
V  si  es  calidad  mostrarlo  ha  su  accidente, 
la  diestra  basilica  mandan  sangrar 
si  sangre  empeciere,  pero  si  es  vapor 
será  la  siniestra  por  mas  appropiar , 
después  medicinas  cordiales  le  dar, 
conserva  de  rosa  y  buglosa  es  mejor. 

Prosigue. 

La  gera  roñni,  si  es  malenconia, 
le  purgue  después  que  estuuiere  digesto, 
si  fuere  de  colora,  esfuerza  y  resfria 
y  sus  propiedades  al  caso  le  embia, 
y  assi  en  cada  humor  según  tes  manifiesto; 
y  desque  sacada  la  causa  humoral, 
templar  el  destemple  de  su  calidad, 
y  siempre  le  da  medecina  cordial;   . 
diamargariton  '  es  al  caso  especial 
confectio  alkermes '  es  estremo  en  bondad. 


1  Diamargariton.  Véase  Juvera,  op,  dt»  Mió  i6f ,  cap.  l35i. 

2  Confectio  alchermes.  ídem,  id.,  ftlb  ifiB»  o^  Ha 


De  sinc 

El  sincopts  es  un  desi 
de  nuestras  virtudes  qu 
porque  aquel  espríto  qii 
se  gasta  y  resuelue  o  nc 
por  do  passe  al  cuerpo  i 
o  también  será  causa  la 
de  ayre  dañado  o  bocad 
resuelue  al  espríto  la  en 
opilase  a  causa  de  gran 
retraese  huyendo  el  vaj 

De  cu 
Si  es  por  calidad  que 
no  tiene  remeíÜo,  mas  i 
su  cura  se  reza  en  el  at 
e  la  ynanicion  será  resti 
y  en  cosas  cordiales  se 
e  si  por  ponzoña  el  desi 
triaca  diamusco  y  el  bu 
e  si  es  por  vapor  qne  d 
aquel  cura  luego  y  esft 
porque  no  reciba  el  vaf 

Prosigue  la  cura  quanto  n 

Y  en  la  hora  que  tiei 

nel  rostro  agua  fría  mo 

que  cierre  la  boca  y  nai 

(i)    Trátase  de  los  dos  contravena 

triaca  almizclida  y  el  electuario  mitríil 
íus  fúrmulas  las  Farmaeopeat. 


—  3Í9  — 
y  los  pies  y  bracos  ansi  ligarás, 
que  las  ligaciones  serán  dolorosas; 
y  hazle  comer  buenas  sopas  en  vino, 
fregar  pies  y  manos  tan  recio  que  sude, 
y  en  su  nariz  entre  algún  poluo  musdno, 
o  ámbar  o  almizque  que  sea  muy  fino, 
y  poluos  de  euforbio  para  que  estornude. 

Fen.  XII. — De  las  passiones  de  las  Mas^  e  primero 
de  la  minorado  de  la  leche  en  las  tetas  y  y  de  su  cura. 

A  las  tetas  falta  la  leche  por  quanto 
teman  calidad  de  secura  ó  calor, 
o  porque  la  sangre  y  gouiemo  no  e3  tanto, 
o  en  la  digestión  hay  flaqueza  y  quebranto, 
o  porquel  infante  no  es  buen  chupador; 
primero  se  purgue  el  humor  corrompido, 
también  rectifiqúese  la  digestión, 
gallinas,  perdices  y  huevo  soruido 
serán  sus  manjares,  y  el  miembro  guarido 
será  con  emplastro  y  con  embrocación. 

De  la  exuber ación  y  multitud  de  la  leche  y  de  su  cura^ 
e  de  la  corrupción  de  la  leche. 

Y  si  ay  mucha  leche  y  por  mucha  es  dañosa, 
sangrar  la  sofena  y  mengualle  el  manjar, 
embrocar  con  vinagre  y  azeyte  de  rosa, 
y  el  armoniac  dizen  ques  buena  cosa 
disuelto  en  vinagre  para  desecar; 
no  sobra  ni  mengua  pero  hase  dañado 
por  mala  materia  que  alli  se  mezcló, 


—  36< 
conoscese  en  essa  color 

a  tal  como  a  esta  despu 
con  muy  buen  gouierm 

De  la  caieaciot 
La  leche  en  las  tetas 
por  mucho  calor  que  d 
también  frialdad  la  han 
y  qualquiera  destas  con 
con  cosa  contraría  que 
assi  como  azeite  vtoladi 
o  con  verdolagas  en  caí 
y  si  es  causa  fría,  embt 
con  vino  y  con  agua  d( 
ysopo  y  eneldo  e  algur 

De  leí  apostema 
Apostema  en  tetas  d 
y  el  nombre  le  da  aque 
erisipela  es  si  de  colora 
y  zimia  si  es  Berna,  y  i 
de  sangre,  y  es  cáncer 
si  es  sangre,  primero  sí 
después  la  basílica  en  r 
la  repercussion  en  lo  Cí 
después  maduralle  y  qi 
abrilde  después,  y  tras 


/' 


^ 


Prosigue  la  cura  epom 

Y  si  es  de  otro  hum 
purgarle  después,  y  de 


—  36i  — 

y  en  los  apostemas  hablar  me  profiero 
la  cura  daquestos  en  suma,  y  no  quiero 
en  esto  al  presente  mas  metros  gastar; 
si  no  es  apostema  y  vlcera  es, 
con  yema  y  con  miel  deuen  mundificaile; 
después  las  agallas  y  nuez  de  ciprés, 
^umaque  y  balostias  '  en  vino  echares, 
y  desque  heruido  con  esto  laualle. 

Fen.  XIII. — De  las passiones  del  meriy  Jelesiomago, 
y  primero  pone  todas  las  enfermedades  del  meri. 

Meri  o  el  ysophago  es  el  tragadero, 
y  aqueste  no  puede  tragar  por  secura, 
o  que  ay  apostema  en  aquel  agujero, 
o  que  ay  gran  flaqueza  e  no  puede  ligero 
mouerse  el  lacerto,  o  que  ay  llaga  y  rotura; 
quando  es  de  secura  darás  al  paciente 
xarab  de  nenúfar,  xarab  violado, 
y  vnte  el  pescuezo  con  violado  vnguente; 
y  si  es  de  flaqueza  esforzar  el  doliente, 
y  con  diamoron '  será  gargarizado. 

Prosigue. 

Y  si  es  de  frialdad  o  humidad,  apliquemos 
sus  propios  contrarios  vntando  y  beuiendo, 
curar  los  estremos  con  otros  estremos; 
y  si  ay  apostema,  este  tal  curaremos 


I    Balaustia  llama  Plinio  á  la  flor  del  granada 
3    Diamoron  de  Nicolai  (v^ase  Juvera ,  folio  48^  cap.  53)  ea  d  jarabe 
de  moras. 


—  362  — 

primero  euacuando  y  repercudendo: 
si  vlceras  tíene  deuemos  curarlas 
con  cosas  estípticas  glutinatiuas, 
y  deue  el  paciente  de  gargarizarías , 
y  muy  de  vagar  le  conuiene  tragarlas, 
que  paren  y  obren  y  estén  permansiuas. 

De  las  enfermedades  del  estomago. 

Incurre  el  estomago  en  muchas  passiones 
comunes  y  similes  y  ofñdales; 
las  similes  son  las  malas  complexiones, 
que  son  diez  y  seys  por  las  sus  diuisiones, 
entre  materiales  y  no  materiales; 
comunes  serán  solución  y  rotura, 
que  a  todos  los  miembros  venir  son  possibles, 
pero  la  ofñcial  es  pecante  en  figura, 
en  sitio  y  grandeza,  y  enplasma  y  hechura 
que  trae  a  natura  passiones  sensibles. 

De  las  señales  de  las  complexiones  y  de  las  quantidades. 

Los  fumos  y  sed  significan  calor, 
y  la  indigestión  y  azedia  frialdad, 
e  si  hay  humidad,  el  escupo  es  mayor; 
la  sed  y  apetito  es  con  esta  menor, 
la  sed  y  aspereza  mostró  sequedad, 
e  si  es  con  materia,  el  sabor  sentiri 
de  qualquiera  humor  ó  vapor  que  se  apaña, 
graueza  y  hastio  y  vomito  avrá; 
pero  si  es  enplasma,  el  sentido  dirá 
qual  es  de  los  géneros  el  que  le  daña. 


—  363  — 

De  la  cura. 

Aplica  el  contrario  si  daño  humeroso 
con  las  qualidades  alli  no  se  assienta; 
si  es  calido,  dale  xarabe  acetoso, 
xarabe  de  asensios  '  es  muy  prouechoso 
do  hay  frío,  y  emplastros  de  asensios  y  menta; 
al  húmido  y  seco  de  suyo  se  entienda, 
e  donde  hay  materia  digesta  tesea, 
e  purga  la  flema  que  cría  o  desciende 
con  turbit  e  garíco  y  pildoras  dende 
ruibarbo  en  la  colora  y  escamonea. 

Prosigue. 

Eléboro  negro  y  epitimo  y  sen 
de  malenconia  serán  purgatiuos , 
después  de  purgado  esfor^alde  muy  bien, 
y  su  lectuario  apropiado  le  den, 
emplastros,  trosciscos  y  confortatiuos; 
si  en  dos  qualidades  su  excesso  pujó, 
conponles  la  cura  por  lo  sobrescríto, 
pero  si  all  estomago  llaga  ocurríó 
o  algún  apostema  se  alli  contropó, 
en  su  lugar  propio  diré  otro  poquito. 

De  la  flaqueza  del  estomago^  y  apetito. 

Flaqueza  d'estomago  en  su  apetito 
verná  de  la  causas  que  ya  dichas  son, 
y  en  lo  sobredicho  su  cura  he  escríto: 
los  vómitos  son  vn  remedio  bendito 


1    Ajenjo. 


—  364  — 
quando  esta  flaqueza  causó  repleción; 
también  serán  causas  daquesta  passion 
preñez  ó  lombrizes  o  mucha  tristura: 
curad  la  tristeza  con  consolación 
y  con  los  manjares  de  confortación; 
las  otras  curaldas  con  su  propia  cura. 

De  la  corrupción  del  apetito. 

A  uezes  el  nuestro  apetito  enflaque9et 
también  se  corrompe  y  dessea  carbones; 
de  humor  muy  dañado  y  podrido  recrece 
mayormente  frió,  y  quien  esto  padece 
comience  por  vomito  y  por  digestiones; 
y  aquesto  con  vn  oximel  se  hará, 
y  vse  estomáticas  pildoras  este, 
después  la  triaca  le  descoxará , 
y  confortatiuos  tras  esto  hará: 
lo  calido  estiptico  es  bueno  en  aqueste. 

Del  apetito  canino. 

Canino  apetito  es  vn  mal  dessear 
de  siempre  tragar  y  comer  como  perro: 
la  causa  es  gran  frió  que  atropa  el  manjar 
o  humor  malenconico  azedo  al  gustar, 
o  flema  acetoso  de  azedo  de  hierro; 
si  es  frió,  en  ayunas  le  deuen  dar  vino, 
ya  sabes  purgar  el  humor  que  dañare, 
y  coma  manjar  vntuoso  contino, 
el  buen  diarrodon '  para  este  es  muy  fino, 
y  es  mal  si  lo  azedo  y  lo  pontico  vsare. 


1    Diarhodon  Abates,  de  Nicolai.  Véase  Juvera,  op.ciU  fóHo  ibi,  ca- 
pítulo 129, 


—  365  — 

De  bolismo. 

Bolismus  es  hambre  quen  miembros  a  entrada 
estando  el  estomago  en  mucha  hartura; 
la  causa  es  tener  el  sentido  enbotado 
de  algunos  humores  en  que  está  forrado, 
o  de  qualidades  de  estraña  natura: 
curalde  con  cosa  caliente  olorosa 
como  ámbar  y  espica  y  xUaloes, 
el  vino  oloroso  diz  ques  buena  cosa, 
y  purgúese  aquella  materia  viscosa 
y  en  causa  caliente  contrario  harés. 

m 

De  la  hambre  sincopal. 

La  sincopal  hambre  es  vn  mal  y  passion, 
con  quien  no  comiendo  desmaya  el  paciente; 
la  causa  daquesta  es  buena  razón, 
flaqueza  d'estomago  y  gran  sensación; 
la  cura  es  como  esta  que  está  precedente, 
y  cata  no  tardes  de  dalle  el  manjar 
cuando  él  lo  pidiere,  con  su  vino  aguado: 
en  causa  caliente  esforzar  y  esfriar, 
y  quando  desmaya,  en  su  propio  lugar 
te  he  dicho  la  cura  del  ques  desmayado. 

De  la  sed. 

La  sed,  quando  vieres  que  no  es  natural, 
de  sol,  de  cansancio  y  de  vino  procede; 
también  de  secura  y  calor  desigual, 
también  de  materia  ques  putredinal, 
colérica  o  salsa,  que  de  ambas  ser  puede; 
tú  purga  la  cólera  o  flema  salada. 


—  366  — 

que  a  hecho  digesta  el  xarabe  acetoso; 
lo  húmido  y  frío  lechuga  y  granada, 
azeyte  violado  y  ptisana  colada, 
y  el  buen  vino  aguado  les  es  prouechoso. 

De  la  flaqueza  y  corrupción  de  la  digestión. 

Apocase  y  quitase  la  digestión, 
también  se  corrompe  dañando  el  manjar; 
diñeren  según  remission  y  intensión: 
la  causa  daquesto  es  la  gran  repleción 
que  nuestro  calor  haze  mortificar; 
también  calidades  serán  causa  destas, 
gastando  o  matando  la  dicha  calor, 
materias  o  ventosidad  alli  puestas; 
comer  muchas  vezes,  no  estando  digestas 
las  viandas  passadas  ni  hechas  humor. 

De  la  cura. 

Obserua  las  reglas  questan  contenidas 
en  la  fen  tercera  en  el  su  regimiento; 
si  son  calidades  serán  remouidas, 
y  siendo  materias  serán  resoluidas 
en  siendo  digestas,  q ueste  es  el  cimiento: 
xarabe  de  ysopo  y  el  de  calamento 
para  digestión  de  la  flema  darás, 
y  con  diaturbit  purgaras  con  buen  tiento, 
y  estiptico  azeyte  le  pon  en  vnguento, 
y  emplastros  de  almástiga  y  ámbar  harás. 

Prosigue. 

En  cólera  el  vomito  es  gran  medicina, 
y  su  digestión  con  xarab  de  granadas. 


—  367  — 
y  en  suero  de  cabras  desaten  ayna 
de  ^umo  de  rosa  o  diaprunis  muy  ñna 
y  su  cañañstola  bien  preparada, 
y  denle  triasandalos  para  templar, 
y  a9ucar  rosado  que  esfuerza  y  consuela; 
y  en  causa  flemática  deuen  le  dar 
alguna  triaca  después  del  purgar, 
y  diacalamento  y  gengibre  y  canela. 

De  la  dureza  del  estomago. 

A  uezes  dureza  all  estomago  viene 
de  humor  malenconico  o  de  frialdad; 
quando  es  por  humor,  azedia  allí  tiene, 
y  si  es  solo  frió  que  en  él  se  contiene, 
el  tacto  le  siente  y  descierne  en  verdad; 
hazelde  purgar,  desque  bien  se  digera, 
con  cosas  que  purguen  humor  tan  nociuo; 
después  trementina  y  enxundias  y  cera, 
bedelio  y  spica  e  los  desta  manera, 
le  hagan  emplastro  molliñcatiuo. 

De  eructuacion. 

La  eructuacion  es  rehueldo,  y  es  cosa 
de  ventosidad  quel  estomago  alanza 
por  indigestión  y  materia  ventosa, 
por  gran  repleción  o  por  flema  viscosa; 
pero  su  señal  el  sentido  la  alcan9a: 
si  ay  daños  estrinsecos  sean  remouidos, 
y  denle  muy  poco  manjar  no  ventoso; 
los  fríos  humores  serán  digeridos, 
y  con  gera  o  garico  bien  resoluidos; 
después  diacimino  es  marauilloso. 


—  368  — 

De  los  apostemas  del  estomago. 

Padesce  el  estomago  por  mal  humor 
algún  apostema  o  frío  o  caliente; 
si  es  calido,  punge  con  fuerte  dolor, 
da  ñebre  y  angustia,  congoxas  y  ardor; 
si  es  frió,  es  mas  manso  qualquier  accidente, 
y  allí  donde  duele  muy  duro  se  siente; 
y  quando  sospira,  el  dolor  mas  le  crece, 
y  donde  le  duele  tentar  no  consiente, 
por  miedo  del  dedo  que  no  le  atormente, 
tan  fuerte  dolor  a  los  neruios  se  oíFrece. 

De  la  cura. 

Dañosa  al  principio  es  la  euacuacion, 
y  es  buena  sangría  en  la  causa  caliente, 
y  con  cosas  frías  la  repercussion; 
después  ablandar  y  esforzar  la  región, 
después  aplicalle  algún  buen  resoluiente; 
si  es  frío,  xarabe  de  asensios  digera, 
y  con  gera  pigra  sea  mundificado, 
y  no  le  maduren  en  otra  manera 
sino  confortando  al  principio  siquiera; 
después  con  dialtea  sea  molificado. 

De  las  vlceras  del  estomago. 

De  algún  apostema  que  no  se  secó, 
o  humores  colerícos  mordicatiuos 
lestomago  de  vlcera  y  llaga  enfermó; 
también  podrá  ser  que  manjar  lo  causó, 
que  oruga  y  mostaza  son  vlceratiuos; 
daquestas  proceden  intensos  dolores. 


—  369  — 
y  mas  quando  come  manjar  acetoso; 
dar  luego  aguamiel  y  mundifícadores, 
después  los  trosctscos  y  desecadores, 
y  purga  que  ablande  Ves  muy  prouechoso. 

De  la  inflamación  del  estomago. 

También  all  estomago  viene  inflación 
por  gruesso  vapor  o  de  ventosidad, 
la  qual  se  engendró  por  ser  flaca  la  acción 
del  calor  natural  y  también  cibacion 
de  cibo  ventoso  e  superfluidad; 
por  quanto  de  ventosidad  se  cimienta 
la  cura  de  eructuacion  le  consiento, 
y  gasten  la  ventosidad  que  le  afruenta 
anís  y  hinojo  y  orégano  y  menta, 
y  dalde  buen  vino  y  diacalamento. 

Del  vomito  e  nausea. 

En  nausea  y  en  gomito  essa  diferencia, 
que  nausea  es  arcadas  sin  que  aya  expulsión, 
y  el  gomito  expele  sin  mas  resistencia; 
sus  causas  nespecia  tendrán  conueniencia, 
pero  en  mas  y  menos  es  su  división: 
el  mucho  beuer  y  la  muy  gran  comida, 
y  sobre  comer  la  pelota  jugar, 
gran  frió  o  calor  o  ponzoña  o  herida , 
y  colora  o  flema  all  estomago  yda, 
podran  ser  las  causas  sin  mas  alargar. 

De  cura. 

La  nausea  es  curada  assi  como  flaqueza, 
y  el  vomito,  quando  es  de  mucho  comer, 


—  3^0  — 

dexalde  salir,  que  natura  os  abeza 
que  no  quiere  carga  de  tanta  graueza, 
y  que  otra  vez  no  lo  deueys  de  hazer; 
pero  quando  fue  de  abundancia  de  humor, 
y  vierdes  que  no  s'enflaque^e  natura , 
dexalde  salir,  que  aquello  es  lo  mejor; 
mas  si  es  mucho  y  trae  flaqueza  y  dolor 
estiptico  cibo  y  emplastro  le  cura. 

Prosigue. 

En  causa  caliente  violetas  y  rosa, 
membrillos  y  peras,  coral,  bolo  armeno, 
balostias  y  psilia,  azedera  amoglosa, 
todo  hecho  en  emplastro  sera  buena  cosa; 
también  vn  bebrajo  daquestas  es  bueno, 
pero  en  causa  fria  vn  emplastro  harés 
de  almástiga,  encienso,  espinarde  y  canela, 
asensios  y  menta  e  de  nuez  de  ciprés, 
y  tales  manjares  y  emplastros  darés 
si  del  henchimiento  ya  no  se  rebela. 

De  singulto. 

Singulto  es  sollozo  el  qual  es  contracción 
que  estomago  haze  con  frió  o  calor, 
también  le  procede  de  mordicación 
que  hazen  humores,  por  cuya  expulsión 
natura  se  mueue  daqueste  tenor; 
darleys  a  comer  quando  es  por  vacuidad, 
mouelde  los  vómitos  si  ay  enchimiento, 
y  desque  digesto  y  purgado  esforzad, 
e  al  frió  castóreo  nel  vino  le  dad, 
y  de  oleo  de  asensios  le  hazed  un  vnguento. 


-37.  - 

Fen.  XIV. — De  ¡as  pass iones  del  hígada  e  primero 
de  la  malicia  de  su  complexión. 

El  hígado  enferma  en  la  su  complexión 
por  fría  o  caliente,  por  húmida  o  seca; 
la  calida  viene  de  calefacion, 
de  sol,  de  trabajos  o  de  cibacion, 
de  ajo  y  pimienta  y  de  quien  assi  peca; 
e  de  sus  contrarios  vendrá  frialdad, 
como  es  de  la  nieue  y  holgura  e  pescados; 
de  húmidas  cosas  le  viene  humidad, 
y  de  sus  contrarias  verná  sequedad, 
y  desto  está  mucho  en  los  metros  passados. 

De  las  señales. 
El  poco  apetito  es  señal  de  calor ; 
coléricos  vómitos,  sed  y  amargura; 
de  cosas  calientes  su  daño  es  mayor; 
contrario  daquestas  y  blanco  color 
o  verde  a  las  uezes  demuestran  friura; 
muy  seca  egestion  y  en  el  pulso  dureza, 
e  sed  y  amargor,  sequedad  certifican^ 
e  mas  quando  vieres  de  sangre  pobreza, 
y  rarefacion  en  el  cuerpo  y  tíaqueza; 
contrarios  daquesto  humidad  significan. 

De  la  cura. 
A  las  calidades  deueis  contrastar, 
pero  si  materia  sanguina  es  aquesta, 
alguna  sangría  le  deuen  de  dar; 
endiuía  y  triasandalos  deue  tomar , 


—  3y2  — 

xarabe  acetoso,  oxizacra  compuesta; 

si  es  cólera  pura  el  sangrar  dexaran , 

mas  con  tamarindios  templar  se  conuiene, 

en  flema  xarab  de  cantueso  darán, 

iten ,  con  agárico  le  purgaran ; 

y  aquesto  quienquiera  sabido  lo  tiene. 

De  la  fiaqueza  del  hígado^  que  llaman  epatica. 

Flaqueza  en  el  higado  es  de  opilación , 
o  fluxo  o  flaqueza  de  miembro  vezino, 
o  de  qualidades  que  ya  dichas  son; 
y  desta  flaqueza  la  demostración 
es  verle  el  color  buelto  en  verde  o  citrino: 
si  fuere  apostema  su  cura  sabrás; 
si  es  opilación  buscarás  su  lugar; 
si  es  por  sus  vezinos  sus  curas  veras; 
si  es  por  qualidades  ya  quedan  atrás; 
después  con  trosciscos  se  deue  esforzar. 

De  las  opilaciones  del  higado. 

Opilase  el  higado  con  frialdad , 
o  con  repleción  de  manjares  o  humores, 
o  por  apostema  o  por  ventosidad , 
y  a  uezes  se  opila  su  carnosidad, 
y  a  uezes  las  venas  de  sus  derredores; 
verás  la  color  del  paciente  perdida, 
y  aquella  región  muy  pesada  y  muy  dura , 
y  purga  materia  no  bien  digerida; 
la  vrina  blancaza  v  descolorida, 
y  poco  apetito  y  flaqueza  en  natura. 


—  373  — 

De  la  cura. 
Si  es  fria  la  causa  desopilarán 
la  cassia  y  el  gárico  y  cosas  calientes, 
el  apio  y  caparras  prouecho  harán; 
si  es  calida,  endivia  y  borrajas  darán, 
y  algunos  xarabes  templados  y  abrientes; 
y  si  es  opilada  la  gibbosidad , 
purgad  con  diuréticos  que  abran  la  vrina, 
pero  si  es  el  daño  en  la  concauidad, 
por  fluxo  de  vientre  el  humor  le  purgad, 
sangria  al  principio  en  tal  caso  es  maligtta. 

De  la  ventosidad  del  fisgado  y  del  dolor  del. 

Si  ventosidad  en  el  higado  está, 
conrtscese  por  la  eminencia  que  tiene; 
digesta  y  purgada  resueluase  ya, 
anis,  calamento  y  ysopo  lo  hará, 
espica  y  almástiga  al  caso  conuiene; 
pero  si  en  el  miembro  sintiere  dolor, 
será  por  humores  o  por  calidades, 
o  por  apostemas  o  algún  mal  tumor; 
ya  sabes  curar  quando  ay  daño  de  humor 
e  quando  dañaren  las  otras  maldades. 

De  los  apostemas  del  higado. 
Al  higado  viene  apostema  ventoso, 
o  duro  o  de  colora  o  flema  o  sanguino: 
fuere  de  colora  es  muy  doloroso; 
es  nema,  es  cargado  y  es  mas  porfióse; 
es  sangre,  haze  rúbeas  maxiUas  contino; 
es  ventosidad  es  mas  alto  y  inflado, 


—  374  — 
pero  quando  es  duro  en  el  tacto  se  siente; 
y  en  todos  el  diestro  ypocondrío  es  cargado 
y  d  uele ,  pero  quando  está  en  lo  gibado 
paresce  de  fuera  vna  luna  cresdente. 

De  la  cura. 

Si  fuere  sanguino  se  deue  sangrar 
de  aquel  mismo  lado  basilica  vena , 
e  con  cañañstola  lenificar, 
e  su  defensiuo  al  principio  aplicar; 
después  confortarle,  según  Auicena, 
con  oleo  rosado  y  con  oleo  mirtino, 
mezclando  con  estos  el  de  manganilla ; 
después  madurar,  resoluer  con  buen  tino; 
si  colora  es,  no  se  sangre  contino; 
mas  esta  es  su  cura  sin  mas  repetilla. 

Prosigue. 

Y  si  este  apostema  es  porque  ay  retención, 
de  Huxo  asueto  curalde  primero, 
si  es  duro,  hazelde  molificación, 
e  con  oximel  le  harés  digestión, 
e  purgue  después  con  epitimo  en  suero; 
si  es  flema  o  ventoso  huirán  defensiuos, 
sin  que  tengan  mezcla  de  algún  resoluiente, 
dale  apio  y  hinojo  y  desopilatiuos, 
darle  han  subtiiiantes  también  lenitiuos, 
e  la  purga  fuerte  este  tal  no  consiente. 

De  cacesia. 

Cacesia  es  la  disposición  que  antecede, 
y  a vn  es  de  vna  especie  con  la  ydropesia, 


-3yS- 
de  sus  mismas  causas  por  cierto  ser  puede: 
en  pies  hinchazón,  y  en  el  rostro  procede 
daquesta  passion,  y  gran  sed  todo  el  dia; 
tú  purga  el  humor,  si  hay  señal  manifiesta, 
con  purga  aromática,  y  el  miembro  templa, 
esfuercalo  y  abre,  por  la  orden  ques  puesta 
en  la  ydropesia,  y  pues  quella  y  aquesta 
son  tan  convenibles,  alli  la  contempla. 

De  la  ydropesia  y  sus  ¡res  especies. 
Es  la  ydropesia  vna  enfermedad 
de  fría  materia  e  aguosa  inflatiua 
en  todos  los  miembros  do  está  vacuidad, 
y  mas  en  el  vientre,  y  es  por  la  maldad 
del  higado  y  de  su  virtud  digestiva; 
llamóse  yposarca  la  especie  primera, 
de  flema  quen  miembros  ha  hecho  su  assiento; 
la  otra  es  asclites,  que  ha  hecho  minera 
de  agua  en  el  hondo  del  vientre  si  quiera; 
otra  es  timpanites,  ques  hecha  de  viento. 

De  la  yposarca  e  sus  causas  e  señales. 
La  sangre  flemosa,  según  que  yo  siento, 
que  va  en  la  yposarca  por  sus  miembros  ciertos, 
en  ellos  no  pega  ni  es  buen  nutrimento, 
y  queda  en  lo  hueco  daquestos  retento, 
do  haze  hinchazón  de  vnos  cuerpos  ya  muertos, 
y  assi  todo  el  cuerpo  en  aquesta  es  hinchado; 
las  otras  especies  nel  vientre  son  mas, 
un  hoyo  se  haze  en  el  miembro  apretado, 
y  desque  se  suelta,  a  su  ser  es  tornado, 
su  pulso  muy  ancho  y  muy  blando  verás. 


—  376  — 

De  asclites  y  de  sus  causas  y  señales. 

Eli  agua  que  suele  yr  a  los  reñones, 
virtud  no  apartándola  como  solía, 
por  higado  flaco  o  por  opilaciones, 
nel  vientre  se  encierra  en  sus  huecos  rencones, 
y  aquesta  es  asclites  de  la  ydropesia; 
si  de  vn  lado  al  otro  se  vuelue  el  paciente, 
hará  como  vn  cuero  do  está  floxo  el  vino, 
sus  miembros  son  flacos,  y  el  vientre  saliente; 
tan  flacos  no  están  como  en  el  subsequente, 
su  pulso  está  chico  y  frecuente  contino. 

De  timpanites  y  de  sus  señales  y  causas. 

Verná  timpanites  por  ser  corrompida 
virtud  digestiua  faltando  el  calor, 
o  por  la  materia  ser  mucha  y  crescida, 
conuiertese  en  viento  y  haze  manida 
nel  hueco  del  vientre,  eleuando  tumor; 
si  hieres  el  vientre  parece  atabales 
o  cuero  de  viento,  assi  haze  el  sonido; 
lombligo  es  muy  alto,  y  los  miembros  son  tales 
que  secos  parecen  al  sol  e  mortales, 
y  es  mas  quen  las  otras  su  pulso  cresddo. 

De  las  señales  comunes  a  todas^  y  de  la  cura, 

Pero  en  todas  tres  en  los  pies  son  hinchados, 
e  flaco  apetito  el  color  se  le  troca, 
los  parpados  altos,  los  ojos  inflados, 
gran  sed  y  secura,  y  de  aliento  apretados, 
y  en  causa  caliente  amargor  en  la  boca; 
en  todas  tres  tenga  muy  buen  regimiento, 


i 


-377- 
e  coma  muy  poco  manjar,  y  no  beua, 
y  siendo  su  causa  algún  fluxo  retento, 
aqueste  se  abra  sin  detenimiento, 
y  los  quartos  dias  vn  vomito  mueua. 

Prosigue  y  cura  en  ypesarcha. 
Y  para  el  estomago  y  la  opilación, 
xarabe  de  asensios  te  den  a  beuer, 
después  denle  purga  con  confortación 
de  spica  y  almástiga  y  gera  en  mistión, 
que  esfuercen  y  puedan  la  flema  atraer; 
con  pildoras  hechas  al  caso  purgar 
en  cada  semana,  le  es  gran  medicina, 
después  con  trosciscos  secar  y  esforzar, 
e  con  oximel  diacucurma  mezclar, 
es  aperitiuo  y  prouoca  la  orina. 

Prosigue  e  cura  en  ascliles. 
Con  el  ruibarbo  e  con  mirabolanos, 
mezclando  abridores  y  confortatiuos, 
son  para  purga  en  ascütes  muy  sanos, 
el  baño  e  sudor  y  exercicíos  mundanos 
en  su  hora  tomados  le  son  sanatiuos, 
las  pildoras  dich.^s  de  mezereon 
son  nesta  aprouadas  de  nuestros  autores: 
si  causa  caliente  hay  en  esta  passion, 
en  contemperar  trastornad  la  intención 
con  confortatiuos  y  con  abridores. 

Prosigue  y  cura  la  íimpaniles. 
Dar  agua  de  cndiuia  y  las  frias  amientes 
en  la  timpanites  aprueuo  por  bueno, 


castóreo,  estorac,  en  eznpla: 
e  mirra  arteimsa  son  marau 

Fen.  XV. — De  las  passiones  de  la  ¡ 
de  la  ictericii 

Ictericia  es  voluerse  dtrii 
o  muy  verde  o  negro  por  ir 
daqucstos  colores  colérico  i 
por  opilación  y  flaqueza  tnti 
la  colora  muda  su  propio  se 
que  en  vez  de  seguir  su  car 
del  hígado  al  ba^o  y  a  hiél, 
cada  vna  dará  su  color  por 
y  sed  e  amargura  e  calor  d< 
la  verde  y  citrina  son  de  un 

De  la  cura. 
Si  es  causa  caliente  en  la 


—  379  — 
y  suero  de  cabras  nel  daño  humoroso, 
y  emplastro  en  el  hígado  es  muy  prouechoso; 
aquel  de  fermento  diz  ques  afNropíado, 

Prosigue. 

Si  vuiere  apostema  deueysle  sangrar , 
esfriar,  confortar  y  vaziar  el  humor, 
y  la  opilación  deue  abrir  subtiliar 
después  de  sangrado  do  vuiere  lugar; 
tras  esto  purgalle  es  la  cura  mejor; 
si  es  negra  ictericia,  un  xarabe  le  den 
de  rayces,  tras  esto  conuiene  purgalie 
con  enblicos  indios,  epítimo  y  sen ; 
pero  si  apostema  tuuiere  el  espíen 
o  ques  opilado,  esto  es  bien  remedialle. 

De  la  malicia  de  la  complexión  del  ba^o. 

En  su  complexión  el  ba^o  adolece 
por  todas  las  causas  que  en  higado  as  vido; 
si  es  calida,  sed  y  dolor  se  le  offrece, 
si  es  fria^  tristeza  y  hastio  padece, 
y  si  es  con  materia  hay  graueza  y  rugido; 
sangralde,  si  sangre  este  daño  ha  traido 
la  vena  del  arca  del  ysquierdo  bra^o, 
purgad  si  otro  humor  alli  vuiere  empecido, 
y  en  todo  lo  otro  si  aueys  ya  sabido: 
la  cura  del  higado  es  cura  del  ba^o. 

De  los  apostemas  del  tafo. 

El  ba^o  si  tiene  apostema  caliente, 
la  sed  y  el  ardor  y  el  dolor  darán  muestra, 
si  es  frío,  graueza  y  dureza  allí  9Íeati», 


—  38o  — 

si  es  ventosidad  es  inflado  y  diente, 

si  es  flema,  está  floxo  y  dolor  no  demuestra: 

si  sangre  empeciere,  sangría  darés 

de  la  dicha  vena  y  sutil  regimiento, 

y  en  todas  las  cosas  que  hagan  después, 

e  si  otro  humor  fuere  que  medio  temes, 

del  higado  a  este  tomad  documento. 

De  las  opilaciones  del  bofo. 

Y  si  opilación  en  el  ba^o  se  ordena 
que  por  la  color  y  en  el  tacto  se  alcanza, 
do  hay  sangre,  sangrar  la  siniestra  sofena 
y  la  saluatela  en  tal  caso  es  gran  vena; 
y  si  hay  otro  humor,  con  la  purga  se  alanza; 
do  esté  diacartamo  epitimo  y  gera , 
polipodio,  agárico,  spica  y  buglosa 
e  aperítiuos  de  dentro  y  de  fuera 
como  escolopendria  y  simiente  abridera, 
rayz  de  alcaparra  y  almendra  amargosa. 

Prosigue. 

Xarab  de  rayzes  o  alguno  mejor 
harán  digestión  para  mas  bien  purgarle , 
y  desque  digesto  y  purgado  el  humor 
trosciscos  y  emplastros  y  vnguento  abridor 
le  deuen  hazer,  y  a  menudo  es  de  vntarle; 
donde  hay  causa  fria  abridores  calientes, 
do  fuere  caliente  los  frios  mezclar; 
el  higado  y  este  no  son  diferentes 
en  sus  curaciones,  sino  en  parar  mientes, 
ques  mas  noble  el  higado  y  mas  de  mirar. 


—  38i  — 

fíff.  XVI. — De  ¡as  passienes  de  las  intestinos; 
primero  del  fluxo  del  vientre. 

Del  cibo  y  del  poto  podría  ocurrir 
el  fluxo  de  vientre  y  de  malos  vezinos, 
y  el  qucs  de  vezinos  podeys  diuidir, 
que  o  de  mesaraycas  podrá  prouenir, 
o  hígado  o  ba^o  o  cahe9a  o  intestinos; 
y  por  abreuiar  en  manera  tan  varia, 
según  los  modernos  diuidolo  en  tres, 
que  o  es  disinteria,  lienteria  o  diaria, 
sin  e!  tenasmon  de  que  en  otra  sumaría 
y  de  la  colérica  escrito  veres. 

De  lienteria. 
Lienteria  es  vn  fluxo  y  es  intestíiiitl, 
que  tal  qual  se  come  y  se  beue  lo  espele, 
por  falta  que  abrá  de  calor  natural, 
e  la  retentiua  retiene  muy  mal ; 
su  causa  frialdad  o  enchímiento  ser  suele : 
si  es  frío,  curalde  con  calefactiuos 
y  confortatiuos  y  emplastros  v  vncion; 
mas  antes,  si  ay  flema,  dar  leys  digestiuos, 
tras  esto  los  vómitos  son  sanatiuos, 
y  purgas  y  ayudas  de  confortación. 

De  diaria. 
Diaria  es  vn  fluxo  do  salen  humores 
e  cibos  digestos  o  casi  digestos, 
y  desta  podrán,  según  nuestros  autores, 
todos  cinco  miembros  ser  sus  causadores. 


se  cura  en  los  otros,  y  esto 

De  disinteriú 

Y  la  disinteria  es  vn  fluX' 
con  vlcera  y  llagas  en  los  in 
de  flema  salada  .o  de  colora 
que  punge  y  deshuella  quali 
da  liebre  y  congoxa  e  doIor< 
y  en  antes  que  purgue  da,  < 
a  estomago  y  tripas  dolor  y 
y  en  esto  difiere  de  diaria  y 
y  si  con  la  sangre  viene  otri 
conusce  se  allojo  en  aquella 

De  cura. 

Sy  es  sangre  la  causa,  dei 
si  tiene  virtud  que  lo  pueda 
si  es  colora,  purgúese  antcl 


Prosigue  quanto  a  la  colora  y  quanto  al  fiema  salió. 
Bolo  armeno,  acacia  y  la  tierra  sellada 
y  la  gomarábica  y  yema  de  hueuo, 
buglosa  y.  poquistidos  y  agua  rosada, 
llantén  y  la  sangre  de  drago  majada, 
azeyte  rosado  y  de  cabra  algún  sebo, 
daquesto  se  haga  vn  cristel  mensurado, 
y  háganse  poluos  de  consolidar; 
pero  si  su  causa  es  el  flema  salado; 
después  que  los  quebulos  le  ayan  purgado, 
mestuer(;o  tostado  le  puede  esforzar. 

Prosigue. 
Xarab  de  membrÜIos  y  basÜicon, 
^umaque  y  tostado  coral  es  loado, 
y  coma  el  paciente  daquesta  passion, 
de  aues  assadas  por  confortación, 
el  poto  sea  poco  y^sea  azerado; 
tras  esto,  trosciscos  y  emplastros  harás 
de  cosas  que  al  caso  valer  se  presuma, 
en  todos  los  fluxos  asi  curarás; 
y  agora  no  esperes  que  yo  diga  mas,- 
pues  no  he  de  poner  el  traslado  en  la  suma. 

De  la  colérica  passion. 
Colérica  passio  es  vn  espelcr 
por  gomito  y  cámaras  todo  el  manjar, 
corrómpese  y  dañase  todo  el  poder 
de  la  digestiua  y  del  retener; 
con  esto  no  puede  el  manjar  restaurar, 
euacua  el  humor  que  a  la  vista  se  ofTrece 


por  d  mismo  gomiti 
después  adre^r  la  v 
y  como  en  el  fluxo  s 
y  en  su  gran  flaquei 

Del  i 
Nel  recto  yntestir 
y  llamase  puxo  en  el 
su  causa  es  gran  fri< 
o  Berna  salado  en  qt 
o  flema  muy  gtuessi 
después  de  ablandad 
con  pildoras  fétidas 
y  la  cañañstola  en  ce 
con  malua  y  bismali 
si  sobre  secura  este 

Pr 
Pero  si  prouiene  i 
hazerle  has  ayudas  ( 
y  ponle  vn  vnguent 
de  enxundias  de  ans 
y  el  voto  de  puerco 
si  es  llaga,  después  i 
almástiga  y  mirra  la 
e  si  es  apostema  de 
sofena  y  basílica  sea 
y  repercusiuos  desp 

Di  punch 

Punción  o  puntac 

verná  por  las  causas 


—  385  — 
que  cuando  se  opila  y  se  haze  maior 
es  ella  la  cólica,  e  por  el  autor 
la  cura  de  cólica  en  esta  conuiene; 
mirachia  es  punción  nel  mirach  situada 
de  algún  apostema  o  agudos  humores, 
en  estas  ya  dichas  está  considerada 
e  por  sus  señales  alli  está  curada, 
que  no  differe^en  sino  en  ser  maiores. 

De  cólica. 
La  cólica  en  el  intestino  colon 
en  las  partes  baxas  a  hecho  su  asiento; 
es  ella  en  las  hiezes  gran  induración, 
y  en  los  intestinos  grande  opilación; 
da  fuertes  dolores  y  graue  tormento: 
podrán  ser  sus  causas  frialdad  y  secura 
y  ventosidad  y  calor  que  deseca, 
o  algún  apostema  o  llaga  rotura 
que  abrán  hecho  humores  de  aguda  natura, 
o  hazelo  llema  viscosa  y  muy  seca. 

Di  la  cura. 
No  apliques,  si  fueren  las  causas  calientes 
los  calefactiuos  de  dentro  ni  fuera; 
mitiga  primero  dolor  y  accidentes, 
e  dale  cristeles  que  sean  lenientes, 
y  euacua  la  colora  en  buena  manera; 
si  vieres  que  tiene  tan  fuerte  el  dolor 
que  mitigatiuos  no  pueden  bastar, 
con  algún  narcótico  amansa  el  furor; 
e  si  ay  apostema  de  cálido  humor 
con  mezcla  de  sangre,  deueisle  sangrar. 


Pn 

Si  el  daño  es  de  fli 
de  anís,  fenogreco  y 
y  échale  ayuda  con  s 
de  la  cañañstola  y  su 
acá  en  yliaca  te  entie 
la  ventosidad  será  Ihi 
con  vaporaciones  y  a 
y  en  esto  no  cabe  ya 
y  si  algo  aquí  falta  d 
a  la  yliaca  en  los  mel 

De  U 
Yliaca  y  cólica  sot 
por  quanto  yliaca  es 
en  los  intestinos  que 
la  otra  en  los  baxos  < 
y  en  todo  lo  otro  mi 
la  causa  es  estar  mu] 
con  secas  materias  o 
o  con  frialdades,  y  ei 
por  todas  las  causas 
que  cólica  viene  que 

De  las  sei 
Las  señas  daquest 
en  los  yntesñnos  que 
purgar  por  la  boca  e 
salir  por  abaxo,  lo  qi 
congoxas,  vigilias  y  ¡ 
por  boca  y  por  baxo 


—  387  — 
!a  purga  y  cristel  Ic  dareys  sin  recelo, 
después  sobrel  vientre  poned  resoluientc 
ai  vierdes  que  el  mal  no  es  de  causa  caliente, 
de  cosas  calientes  en  un  ha^eruelo. 

Prosigue. 
La  sal  y  simiente  de  eneldo  y  de  lino 
y  mijo,  anis  y  panizo  y  auen:i 
tostados  en  teja  y  ruciados  con  vino 
y  la  dialtea  y  el  vnto  porcino 
encima  del  vientre,  son  cosa  muy  buena: 
después  de  esto  con  cañaüstola  echad 
algún  diacartamo  y  purgue  la  flema: 
si  es  causa  caliente  otramente  purgad; 
si  es  causa  sanguina,  primero  sangrad 
y  mas  quando  vierdes  que  tiene  apostema. 

De  las  lombrizes. 
Mirad  que  miraglo  de  nuestro  hazedor 
que  quando  en  natura  algún  cuerpo  podrece 
por  rectificar  su  hediondo  vapor 
que  all  ayre  no  dañe  y  corrompa  el  hedor, 
le  enviste  de  forma  en  la  qual  permanesce: 
y  assi  del  podrido,  del  agua  y  la  tierra 
s'engendran  culebras  y  moscas  sin  medio, 
y  el  flema  corrupto  que  al  cuerpo  s'encíerra 
la  humana  natura  adretjando  al  que  yerra 
le  haze  lombrizes  si  no  ay  más  remedio. 

De  su  diuision  v  señales. 
y  destas  abrá  tres  especies  sabidas, 
porque  hay  larga  y  ancha  y  redonda  lombriz, 


—  388  — 

las  señas  que  traen  son  muy  conosddas: 
de  noche  las  bocas  muy  humedecidas, 
de  día  secura  y  comer  de  nariz; 
hazerle  has  ayudas  de  cosas  calientes, 
de  garico  y  cártamo  y  de  calamento, 
epitimo,  asensios,  son  sus  malquerientes, 
y  gera  y  triaca;  pero  si  ardor  sientes, 
darle  has  verdolaga  y  vinagre  en  tormento. 

Fen.  XVII. — De  las  passiones  de  la  silla. 
De  las  emorroideSy  que  son  almorranas. 

De  las  emorroides  tres  especies  son, 
la  peor  de  las  quales  es  la  verrucal, 
de  humor  melanconico  es  su  emanación; 
la  otra  es  de  sangre  mas  mansa  passion, 
y  por  su  color  fué  su  nombre  moral; 
la  tercia  es  vual  de  purpureo  color, 
compuesta  de  sangre  y  de  melancolia, 
y  alguna  hay  que  hizo  flemático  humor, 
y  a  uezes  traen  fluxo  do  mana  liquor, 
y  a  uezes  son  sordas  y  tienen  porfía. 

De  la  cura. 

Primero  deueys  el  humor  digerir 
y  bedelías  pildoras  deue  de  vsar, 
hazelde  muy  buen  regimiento  seguir, 
y  viendo  ques  bueno  quererlas  abrir, 
sangrad  la  sofena  o  bañar  y  ablandar; 
pero  cosa  estíptica  deue  aplicar 
sí  aquel  fluxo  es  malo  y  se  deue  estreñir, 


—  389  — 
y  do  no  ay  mas  medio  y  las  quiere  cortar, 
con  hilo  de  seda  las  deue  de  atar, 
y  con  diaquilon  al  dolor  recurrir. 

Escujase  porqué  no  habla  de  las  oirás  enfermedades 
desíe  miembro. 


No  quiero  hablar  de  las  otras  passiones 
por  no  dar  al  metro  y  las  coplas  mas  mengua, 
que  son  manifiestas  en  sus  curaciones, 
y  esta  es  vna  habla  do  abrá  reprensiones, 
tan  suzios  lugares  tratar  con  la  lengua; 
por  ende  miraldas  en  nuestro  Auícena 
estas  seys  o  siete  passiones  que  callo, 
a  do  en  estudiallas  no  abreys  mucha  pena, 
porquel  assi  breues  alli  las  ordena, 
que  mas  breuedad  neste  estilo  no  hallo. 

Fen.  xviii. — De  las  passiones  de  los  reñones,  y  primero 
de  ¡a  mala  complexión  y  dolor  y  flaqueza  dellos. 

Como  otros  padescen  también  los  reñones 
mala  complexión  y  dolor  y  flaqueza; 
todo  esto  o  les  viene  porque  ay  soluciones, 
o  por  calidad  que  hay  en  estas  regiones, 
y  porque  ay  humor  o  apostema  o  dureza; 
quando  es  de  calor  y  sintiere  amargura, 
o  sed  en  la  boca  y  ardor  nel  lugar, 
comer  verdolaga  y  lechuga  es  su  cura, 
y  vnguento  violado  o  rosado  procura, 
que  par  los  reñones  es  muy  singular. 


-39= 

Prosi^ 
Y  si  es  con  materia  ) 
sangrad  la  del  arca  y  so 
ayuda  de  leche  de  ouej! 
si  sebo  de  cabras  con  el 
y  azeyte  rosado,  y  des[ 
ruibarbo  en  la  colora  y 
en  flema  el  agárico  y  el 
agripa  y  dialtea  son  mu 
en  las  causas  frías,  y  et 
según  lo  passado  curad 

Dt  les  apostemas 
También  apostema  1< 
en  lo  alto,  en  lo  baxo, 
por  gran  henchimiento 
natura  reglar  el  humor 
contropasse  y  hincha  d 
trae  fiebre  continua  coi 
dolor  nel  reñon  donde 
si  es  diestro,  el  dolor  a 
y  si  es  nel  izquierdo  ai 
es  blanca  la  vrina  quan 

Déla. 
En  causa  sanguina  s 
la  purga  en  la  colora  st 
deueys  cañafistola  en  s 
y  dalla  a  beuer  o  a  clis: 
quel  rezio  purgar  en  ts 
y  guarda  al  principio  n 


-39'   - 

por  dentro  y  por  fuera  harás  defensión, 
y  si  intoíerabics  serán  los  dolores, 
tiloiiio  y  narcóticos  son  valedores, 
madura  y  después  le  haz  resolución. 

Prosigue. 
Si  fuere  íiematicü  e!  tal  apostema, 
no  ay  tanto  dolor  y  ay  muy  gran  cargamiento 
después  de  digesta  y  purgada  la  Hema; 
emplastros  calientes  yo  tengo  por  tema, 
si  ay  dentro  laurel  que  harán  conpÜmiento, 
y  si  es  apostema  esclirotico  y  duro, 
este  es  malenconico  y  tiene  graueza, 
y  secas  las  piernas  como  etico  puro, 
y  muy  poca  vrina  el  color  tiene  obscuro; 
curad  como  al  higado  donde  ay  dureza. 

De  las  vUeras  de  los  reñones. 
Las  vlceras  nuestros  reñones  padecen 
de  humores  agudos  o  flema  salobre, 
ó  son  de  apostema  del  qual  no  guarecen, 
también  de  rotura  o  de  piedra  recresccn, 
o  de  complexión;  do  tal  obra  se  obre 
verás  que  echa  pelos  y  podre  en  la  orina, 
cortezas  bermejas  con  escozimiento; 
pero  si  son  blancas  cortezas  se  asigna 
ques  en  la  vexiga  la  llaga  maligna; 
la  cura  se  ordena  por  este  cimiento. 

De  la  cura. 
Donde  es  menester  comen<;ar  por  sangría 
y  darle  aguamiel  para  mundificar, 


^ 


podran  confortar  y  liin|Mar  po 
tras  esto  secar  y  encarnar  se  r 
con  bolo  y  espodio  en  su  lechi 

De  la  piedra  en  les  reñones  y  . 
La  piedra  se  cria  en  reñon  j 
de  gruessa  matetia  y  sobrada  i 
de  apostemación  podra  ser  qui 
o  de  alguna  llaga,  la  qual  cont 
I»  Tuertea  espulsiua  y  atraya  el 
el  qual,  retenido  en  vexiga  y  r 
y  siendo  terrestre  muy  gruess" 
contropasse  y  hazese  en  él  con 
gastando  calor  lo  subtil,  y  en  I 
se  engendran  las  piedras  y  el  ( 

De  la  cura. 
De  cibos  grosseros  se  deue 
como  ánsar  y  vaca  y  fruta  innr 
y  es  muy  prouechoso  contino 


—  3g3  — 

Di  las  medednoi  que  quebrantan  la  piedra. 

Rayzes  de  costo  y  assensos  y  altea, 
y  la  saxigragta  y  el  pentafilon , 
y  la  escolopendria  y  la  yerua  polea, 
bedelio  y  el  apio  que  montano  sea, 
casia  y  calamento  y  el  escordeon, 
rayzes  de  rubia,  raíz  de  laurel, 
cardo  y  carpobalsamo  y  goma  de  selua, 
simiente  de  rauano  y  raiz  de  athel, 
perexil  macedónico  junto  con  él, 
garuando  negrillo  con  estos  s'enbuelua, 

:.  XIX. — De  las  passienes  de  la  vexiga,  y  primero 
de  ¡a  piedra  en  ella. 
También  la  vexiga  padesce  passiones 
como  otro  cualquiera  de  los  oficiales; 
padesce  apostemas  y  opilaciones , 
y  vlcera  y  piedra,  y  también  incisiones , 
y  sobra  de  humor  complexiones  no  yguales: 
la  piedra  en  vexiga  se  cura  en  la  suerte 
que  hauemos  curado  la  piedra  passada, 
mas  la  mededna  daquesta  es  mas  fuerte 
por  quanto  es  mas  fria,  y  el  humor  conuierte 
en  mas  dura  piedra  y  muy  mas  congelada. 

De  los  apostemas  calientes  de  la  vexiga. 
Asi  que  padesce  apostema  caliente 
de  colora  mucha  o  materia  sanguina, 
el  qual  da  dolor  y  da  gran  fiebre  ardiente; 
desque  ayas  sangrado,  pon  repcrcuciente 
como  olio  rosado  y  azeyte  vnfancina, 


y  algunas  ayudas  le 
do  esté  cañañstola  y 
y  enbroca  con  cosa: 
y  repercusiuas  y  mi 
narcóticos  pon  en  di 

aceras 
La  vlcera  viene  i 
por  todas  las  causas 
de  alli  sus  señales  p 
de  azedo  y  salado  s< 
y  con  aguamiel  haz 
y  porque  deseque  y 
trescisco  allrelrengí 
y  blancos  colirios  de 
sarcocola  y  plomo  y 
después  stríngalle,  j 

Del  ardo 
A  uezes  conte^e 
como  si  vrinasen  vr 
por  quen  la  vexiga 
o  algún  apostema  o 
de  ser  muy  aguda  I 
purgalle  con  cosa  m 
si  vuiere  enchimient 
si  ay  podre,  con  cui 
y  es  bien  siringar  ca 
con  clara  de  hueuo 


al  vez  deba  leerse  trosiso 
n  Juver*.  fó\.  ípS. 


—  395  — 

De  la  distilacion  de  la  vrina  o  stranguria. 

Tenerse  la  vrina  se  Uama  estranguria» 
y  esto  es  quando  sale  goteando  y  poquita; 
si  no  sale  nada,  llamárnosla  suría, 
y  si  sale  a  ratos,  se  Uama  disuria; 
y  es  vna  la  cura  en  todas  escrita: 
aquesto  procede  de  alguna  frialdad, 
o  llaga  o  calor,  o  de  algún  apostema 
questá  en  la  vexiga,  o  en  su  vezindad, 
o  está  en  la  virtud  esta  enfermedad, 
o  es  por  humores  mayormente  flema. 

Pone  las  señales  e  la  cura^  en  la  qual  se  comprende 
I  dolor  y  el  podre  y  la  sangre  congelada ,  que  son  también 

'passiones  de  la  vexiga. 

Si  es  frió  la  causa,  en  la  vrina  ay  blancura, 
y  si  es  de  calor,  la  vrina  es  ardiente, 
si  es  piedra  o  si  es  llaga,  apostema  o  infladura, 
sus  señas  son  dichas,  y  aquellas  procura; 
si  humor  solo  es  causa,  en  la  vrina  se  siente, 
si  de  spasmo  es,  nel  lacerto  mouiente, 
o  si  es  apostema,  si  es  piedra,  si  es  Haga, 
sus  curas  son  dichas  en  lo  precedente; 
pero  si  dolor  es  la  vrina  inpidiente, 
con  algún  narcótico  el  tal  se  deshaga. 

Prosigue. 

Si  es  podre  que  opila  y  alli  se  entrepone 
con  una  siringa  le  mueuan  de  alli, 
y  si  es  humor  gruesso,  oximel  le  dispone, 


—  396  — 

después  diaturbit  en  la  purga  se  pone, 
triaca  y  diuréticos  valen  aquí; 
si  es  sangre  cuajada  de  arriba  venida^ 
sangrar  la  delKarca  y  después  la  sofena, 
y  estoruar  el  fluxo  segura  su  vida; 
pero  si  es  veruga  o  es  carne  añadida, 
la  molificante  siringa  es  muy  buena. 

Del  inuoluntario  salir  de  la  vrina^  que  se  llama  diam^ 

Diamne  es  salirse  la  vrína  sin  grado 
y  sin  voluntad  da  quel  que  la  echa, 
porque  aquel  lacerto  está  molificado, 
o  tiene  gran  frió  o  calor  muy  sobrado, 
o  porque  dureza  en  las  tripas  es  hecha; 
si  es  por  frialdad,  le  daréis  a  beuer 
estipticos  potos  que  sean  calientes, 
y  algunos  emplastros  le  deuen  poner 
para  confortar  y  hazer  retener 
a  aquellos  lacertos  que  están  impotentes. 

Prosigue  de  la  cura  y  de  los  que  se  vrinan  en  sueñi 

Los  kebulos  mirabolanos  tostados, 
la  mirra  y  olíbano  y  clauos  y  rosas, 
encienso,  arayhan,  corales  colorados, 
beuidos  son  buenos,  también  emplastrados 
metridato  y  triaca  son  muy  buenas  cosas: 
y  algunos  verás  orinarse  en  la  cama; 
a  niños  pequeños  viene  este  destemple, 
es  muy  ruin  passion  para  estar  con  la  dama, 
no  menos  aquesta  diamne  se  llama, 
y  su  cura  es  desta  y  allí  se  contemple. 


-3,7- 


Diabetes  es  mucha  y  muy  fuerte  espulsíon 
de  vrina,  que  tal  qual  la  beue  la  espele, 
porquen  los  ríñones  ay  calefacíon 
tan  grande  que  hazen  aquella  atracción; 
también  de  frialdad  y  Haqueza  ser  suele, 
de  mucha  calor  las  mas  vezes  se  cria; 
trosciscos  de  espodio  son  buenos  para  ella, 
la  sed  se  le  mate  con  mucha  agua  fria; 
y  vntalde  con  populeón  cada  dia, 
y  emplastros  estípticos  valen  en  ella. 

Prosigue  y  pene  de  la  multitud  de  la  vrina  capitule. 
Do  entren  membrillos  y  verga  pastor 
y  fariña  de  ordeo  y  azeyte  rosado, 
y  acacia  y  balostia,  vinagre,  alcanfor, 
y  pámpanos  verdes  Á  están  en  su  lior; 
y  denle  a  beuer  del  xarope  violado, 
y  si  es  fria  causa,  con  oleo  nardino 
y  azeyte  castor  los  reñones  le  vntad, 
y  emplastros  de  encienso  y  cortezas  de  pino, 
y  con  esta  cura  y  por  este  camino 
a  la  multitud  de  la  vrina  curad. 

Del  orinar  de  la  sangre. 
Por  ser  los  renones  con  mucha  flaqueza, 
conte9e  orinarse  la  sangre  en  la  orina, 
o  porque  la  sangre  es  de  gran  subdleza, 
o  porque  en  las  venas  ay  mucha  lleneza, 
o  viene  por  termino  en  fiebre  malina, 
por  llaga,  apostema  o  por  miembro  rasgado, 


d 


—  39*  — 

o  hígado  flaco  que  se  manifieste; 
después  que  le  tengas  dos  vezes  sangrado 
de  todo  lo  otro  ya  esta  relatado 
en  los  otros  metros  primeros  daqueste. 

Fen.  XX. — De  Lis  passiones  de  los  genitiuoi 
y  miembros  de  la  generación^  y  primero  del  poco  t 

y  facultad  de  líos.- 

Los  miembros  que  engendran,  por  muy 
se  cuentan,  y  son  de  gran  beneficio; 
también  estos  sienten  passiones  y  males, 
el  mas  lastimero  y  peor  de  los  quales 
es  falta  de  coito  y  no  vsar  bien  su  officio; 
la  causa  es  nel  miembro  y  la  sangre  frialda 
que  haze  menguar  apetito  y  esperma, 
o  calor  que  gasta  la  ventosidad, 
por  quien  resuscita  la  sensualidad, 
o  algún  miembro  noble  o  vezino  que  cnfci 

Prosigue  las  causas  y  pone  la  cura. 

Como  es  el  celebro  o  el  coraron 
de  los  quales  vienen  virtud  y  apetito, 
o  es  porque  entrellos  ay  opilación 
por  donde  a  los  miembros  de  generación 
no  passa  materia,  virtudes  ni  esprito; 
si  es  este  defecto  por  los  superiores, 
sus  señas  y  curas  ya  están  sobrescritas, 
y  si  es  porque  ay  falta  de  sangre  y  humor 
la  leche  y  los  hueuos  son  restauradores, 
el  vino  y  el  sueño  de  las  tardezitas. 


r 


-  399  — 

Prosigue. 
Si  es  por  frialdad,  de  qualquiera  manera 
metridato  y  triaca  en  ella  se  aprueua, 
y  el  diasatirion  en  aquesto  s'esmera, 
y  si  es  de  calores,  de  la  dormidera 
sacad  la  simiente,  y  en  vino  la  beua; 
los  pezes  salados,  anguilla  y  cecina 
despiertan  á  Venus,  con  puros  engaños 
mantienenia  vinos  de  Coca  y  Medina, 
paloma  y  perdiz,  codorniz  y  gallina, 
y  fresca  mochacha  de  diez  y  seys  años. 

De  gemorrea. 
Gomorrea  se  dice  cuando  vno  padece 
salirse  la  esperma  sin  su  voluntad, 
de  flaca  virtud  retentíua  recresce, 
o  de  la  espulsiua  que  se  enfortalesce 
a  causa  de  humores  o  de  calidad; 
estrecha  el  comer  en  aqueste  paciente, 
y  dale  manjares  que  apoquen  la  esperma, 
lentejas,  nenúfar,  en  causa  caliente, 
y  en  fria  agno  casto,  euforbio,  y  simiente 
de  ruda,  y  en  cama  muy  dura  se  duerma. 

De  priapismo. 
Priapismo  es  contino  la  verga  estar  tiesa 
sin  gana  de  coito,  su  causa  es  ventosa; 
la  poca  calor  será  causa  daquesta; 
si  mucha  humidad  estuviere  alli  puesta 
acerca  del  miembro  do  viene  tal  cosa; 
después  de  sangrado  la  vena  mediana. 


I 


—  400  — 

mouerle  algún  vomito  sobre  comer, 
y  sobre  el  reñon  vna  vndon  es  muy  sana 
con  populeón  cada  noche  y  mañana, 
y  fríos  bebrages  le  den  á  beuer. 

De  polución. 

Ya  suelen  los  hombres  hazer  polución 
soñando  que  se  echan  con  qualque  su  amiga; 
el  sueño  del  perro  es  aquesta  passion, 
que  sueñan  en  otra  la  empreñacion 
y  desque  despiertos  esta  en  su  barriga: 
las  causas,  las  señas,  la  cura  y  el  como 
daquesta  y  gomorrea  todos  es  vno, 
y  deuesle  a  este  poner  sobrel  lomo, 
sino  hay  impidiente,  una  plancha  de  plomo, 
y  agua  de  lentejas  le  den  en  ayuno. 

De  los  aluminados. 

Los  aluminados  padescen  dolencia 
de  ser  putos,  y  es  muy  absurda  y  muy  ciega, 
y  desta  en  Italia  diz  que  hay  pestilencia; 
y  en  nuestras  partidas,  si  no  hay  resistencia, 
en  algunos  buenos  y  honrados  se  pega: 
aquestos  desean  de  ver  y  palpar 
la  suzia  luxuria  de  otros  o  dellos, 
y  no  pueden  el  su  deseo  acabar 
sin  otros  encima;  deueislos  curar 
con  hambre  y  con  frío,  a<^otaIlos,  prendellos. 

De  los  apostemas  de  los  genitiuos. 

Si  viene  apostema  en  los  genitiuos 
conoscese  como  los  antepasados: 


—  40I  — 
si  es  calido,  sangra  y  pon  repercusiuos 
como  mucilages  refrígeratíuos 
y  vinagre  y  agua  y  azeyte  rosados, 
y  purgue  con  mechas  y  ayuda  d  humor, 
harina  de  hauas  y  miel  le  madure, 
y  el  diaquilon  será  resoluedor, 
y  si  es  frío  y  no  trae  fanto  dolor, 
sin  el  defensiuo  y  sangría  se  cure. 

De  la  hernia  y  sus  diuisiones. 

En  aquella  tela  sifac  que  se  extiende, 
y  los  intestinos  y  zirbo  el  circunda, 
contesce  rotura,  por  do  se  desciende 
el  zirbo  y  las  tripas,  y  todo  ello  pende 
hasta  las  vedijas,  do  en  hernia  se  funda; 
por  relaxacion  daquellos  dindinos 
do  se  hazen  camisas  a  los  genitales, 
se  baxan  el  zirbo  y  los  intestinos, 
do  se  haze  otra  hernia,  la  qual  trae  signos; 
y  aun  ay  otras  hernias  que  son  humorales. 

Prosigue  la  diuision  y  pone  la  cura. 

Ay  otras  aguosas  por  mucha  humidad 
que  se  entra  en  la  bolsa  daquestos  señores, 
mas  otras  se  hazen  de  carnosidad; 
ay  otras  rellenas  de  ventosidad, 
y  otras  de  venas  muy  gruessas  de  humores; 
la  hecha  dé  relaxacion  y  rotura, 
se  cure  con  cosas  muy  consolidantes, 
la  momia  y  consuelda  real  por  ventura 
son  cosas  probadas,  y  para  la  cura 
vn  tirabraguero  le  hagan  en  antes. 

16 


^  402  — 

Prosigue  la  cura. 

De  frutas  ventosas,  como  es  auellana, 
y  del  enchimiento,  se  aparte  contíno, 
y  deue  tomar  cada  tarde  y  mañana 
del  poluo  molido  de  v{deriana 
vna  drama  y  media  masado  con  vino, 
y  quando  las  tripas  abaxo  vinieren, 
se  deue  primero  amansar  el  dolor, 
después  adre^allas  lo  mas  que  pudieren, 
y  pónganle  emplastros  según  se  requieren, 
aquel  que  hizo  el  Guido  es  buen  consolador. 

Prosigue. 

Mas  otros  las  curan  abriendo  al  paciente 
y  cauterizándole  como  les  plaze; 
para  esto  se  busque  algún  hombre  prudente, 
experto  en  ell  arte  y  muy  gran  diligente, 
y  miren  la  hora  en  que  aquesto  se  haze; 
la  hernia  aguosa  y  también  la  ventosa 
se  curen  haziendolas  resolución, 
y  purguenle  desa  materia  humorosa; 
asi  como  en  la  ydropesia  carnosa, 
y  todo  su  ñn  será  desecación. 

De  las  vlceras  de  la  verga  y  los  genitiuos. 

Padesce  la  verga  y  los  sus  compañones 
postillas  y  vlceras  dentro  y  de  fuera; 
curad  vnas  y  otras  como  en  los  reñones, 
y  como  en  vexiga  en  sus  vlceraciones 
resfriar  y  limpiar  y  secar  se  requiera. 


—  4o3  — 

poniendo  al  principio  canforado  vnguento, 
después  el  vnguento  litargirío  o  verde; 
llaualle  con  agua  do  esté  cozimiento, 
daloes  y  tutia  y  los  deste  cuento, 
y  a  qualquiera  llaga  secarse  os  acuerde. 

De  las  passiones  de  la  madre. 

Fen.  XXI. — T  primero  de  la  esterilidad  y  difficuüad 
de  empreñar  por  culpa  del  esperma. 

La  causa  de  no  poder  empreñar 
la  madre  o  el  esperma  lo  habrán  causado, 
por  ser  muy  caliente  no  puede  engendrar, 
por  húmido  y  frió  no  puede  cuajar, 
por  seco  o  por  gruesso,  o  por  ser  muy  delgado; 
por  ser  mal  dispuesto  marido  o  muger, 
por  questá  borracho,  o  ques  niño  o  ques  viejo, 
o  no  ay  conueniencia  en  los  dos  para  ser 
la  generación  y  podríase  hazer 
de  qualquiera  dellos  con  otro  parejo. 

De  la  esterilidad  por  culpa  de  la  madre  o  matriz. 

Aculpa  la  madre  porque  ay  complexión, 
o  malos  humores  en  ella  metidos, 
o  porque  ay  defecto  de  su  purgación, 
o  porque  no  puede  hazer  atracion, 
ni  puede  tener  los  simientes  vnidos; 
o  tiene  en  los  labios  dureza  o  íloxeza, 
o  esperma  mas  tarde  quel  hombre  o  mas  presto, 
o  tiene  apostema  y  muy  poca  limpieza, 
o  no  está  bien  puesta  o  padesce  flaqueza, 
o  llaga  o  rotura  o  algo  como  esto. 


—  404  — 

De  la  cura. 

Sí  aculpa  el  esperma  en  el  concebín 
ya  es  dado  el  remedio  de  restaurallo, 
y  si  la  matriz  tiene  tal  nocumento, 
padesce  frialdad,  según  tu  pensamieni 
con  cosas  calientes  es  bien  remediallo; 
xarab  de  rayzes,  xarab  de  cantueso, 
harán  digestión  en  la  flemo»dad, 
geralogodion  euacua  lo  gruesso, 
y  con  tragectorio  vn  liquor  muy  espe 
do  esté  policaria  y  centaurea  le  echad. 

Prosigue. 

Y  en  el  tragectorio  o  la  mecha  si  vi 
poned  coloquintida  para  purgar, 
pero  si  calor  o  secura  empeciere, 

la  colora  o  sangre  sacar  se  requiere 
con  cosas  templadas,  tras  esto  templai 
acacia  y  poquistidos,  cuerno  ceruino, 
mezclados  con  ámbar  do  frió  le  empec 
en  secura  almendras  y  grana  de  pino, 
y  en  ventosidad  diacimino  fino, 
y  destos  emplastros  o  cibo  se  adresce. 

Del  regimiento  de  las  preñadas. 

Y  deues  regir  la  preñada  muger, 
con  buenos  manjares  y  muy  lenitíuos, 
ciruelas  y  caldo  delante  el  comer, 

y  vino  oloroso  y  muy  bueno  beuer; 


—  4^5  — 

huir  los  azedos  y  aperitiuos, 

y  huia  el  temor  y  la  yra  y  tristura, 

y  aparte  el  correr  y  el  saltar  aza  tras, 

y  sobre  comer  dale  pera  madura 

o  algún  buen  membrillo,  y  en  lugar  de  cura 

algún  diamargariton  le  darás. 

Regimiento  para  sacar  las  paries  o  el  aborto  maerto. 

La  dueña  en  el  parto  si  parias  no  echa, 
asi  que  dexó  alia  la  secundina, 
el  estornudar  para  esto  aprouecha, 
y  si  esto  no  basta  sacalda  con  mecha 
o  con  sahumerio  de  ruda  y  sauina; 
iten,  aristologia  majar, 
y  con  artemisa  y  sauina  y  mestuer^o, 
y  con  hiél  de  vaca  vna  mecha  mezclar, 
podreys  al  infante  abortiuo  sacar, 
y  parias  con  esta  poniéndole  esfuerzo. 

De  mola  que  llama  el  vulgo  preñez  de  trasgo. 

La  mola  es  nel  vientre  vna  grande  hinchazón 
que  haze  a  la  dueña  pensarse  preñada; 
por  quanto  en  las  tetas  sintió  repleción, 
también  le  a  dexado  la  su  purgación, 
y  mueuese  dentro  la  cosa  engendrada; 
la  causa  daquesto  es  que  ay  carne  criada 
del  mestruo  femineo  y  su  propia  simirnte, 
o  hazelo  el  mestruo  y  la  sangre  encerrada; 
curarseha  después  de  purgada  y  sangrada 
como  vn  apostema  muy  duro  eminente. 


—  4o6  — 

De  la  dificultad  y  trabajo  del  parte 

Por  ser  la  que  pare  gniessa  o  pcqu 
o  porque  el  que  nasce  esta  grande  o  i 
o  por  la  madriz  estar  seca  o  estrechue 
o  por  ser  el  tiempo  que  quema  o  que 
o  la  secundina  es  de  duro  compuesto; 
o  porqués  muy  simple  y  ruin  la  parte 
o  por  ser  enfermos  los  miembros  vczi 
por  todas  las  causas  daquesta  manera 
padesce  mal  parto,  y  no  es  mucho  qu< 
quien  pare  y  con  fuertes  dolores  conti 

De  la  cura. 

Por  ende  es  muy  bien  quando  el  pa 
regirla  con  caldos  y  blando  manjar, 
y  entrar  a  las  vezes  en  baño  es  muy  s 
también  recebir  sahumerio  liuiano, 
y  el  vino  oloroso  no  deue  dexar; 
y  quando  el  dolor  comentare  acusar, 
haz  que  unte  la  vulua  con  óleos  calien 
y  si  es  muger  gruessa,  mandarleas  ests 
de  bru(jos  pariendo,  y  sera  bien  cortar 
a  la  secundina  si  dura  la  sientes. 

De  la  superfluidad  de  los  mestruos  o  fluxo  ú 

de  la  madre. 

Yerna  sangre  hiuia  ques  fluxo  mest 
por  sangre  caliente  y  de  mucha  agude 
que  rompe  las  venas,  o  la  madre  es  ta 
que  tiene  apostema  o  enchimiento  hun 
o  sobra  en  calor  o  padesce  flaqueza; 


_  407  — 

si  está  con  la  sangre  mixtura  de  humor 
conoscese  desque  tomada  en  vn  paño, 
que  allí  cada  uno  dexó  su  color, 
y  si  es  apostema  trae  fiebre  y  dolor, 
y  si  es  de  calor,  manifiesto  es  su  daño. 

De  la  cura. 

Quando  es  de  espulsion  natural  o  enchimiento 
no  deue  cessar  si  flaqueza  no  viene, 
si  colora  peca  sacalle  el  cimiento 
con  mirabolanos  y  los  deste  cuento; 
si  es  Uaga  o  apostema,  capitulo  tiene 
la  flebotomia  do  sangre  abundare, 
y  alguna  ventosa  debaxo  la  teta; 
es  bueno  el  llantén  do  calor  dominare, 
estípticos  pon  do  flaqueza  dañare, 
y  dale  trosciscos  de  buena  recebta. 

De  las  vlceras  y  de  las  ragadías  de  la  tnadre. 

Ragadias  y  Uagas  a  la  madre  vienen 
por  todas  las  causas  quen  otras  e  puesto, 
las  mismas  señales  y  cura  aquí  tienen, 
mas  las  medecinas  daquesta  conuienen 
ser  secas,  no  muelles,  y  esto  es  manifiesto; 
con  paños  muy  limpios  se  limpien  primero» 
y  lauen  con  ^umo  de  rosa  o  llantén, 
y  con  aguamiel  mundifiquen  tercero, 
alumbre  las  laue  y  deseque  postrero, 
y  otros  como  esta  y  trosciscos  le  den. 


—  4o8  — 

Del  prurito  y  comezón  y  de  la  fistola  de  ¿a  % 
y  de  la  flaqueza  y  del  dolor  y  del  liquor  o  sper 

que  corre  della. 

Prurito  en  la  madre,  ques  comezón, 
como  el  priapismo  es  curado  se  cura; 
la  ñstola  cura  con  desecación, 
si  tiene  flaqueza  de  su  complexión, 
templando  y  purgando  se  esfuerza  y  segur 
si  tiene  dolor  será  causa  del 
alguna  passion  de  las  dichas  de  suso, 
qualqulera  que  fuere  curar  Tas  con  él, 
si  sale  liquor  desta  madre  cruel 
o  esperma,  su  ^ura  en  gomorrea  se  puso. 

De  la  retención  de  los  mestruos. 

Retención  de  mestros  es  enfermedad, 
esto  es  la  madriz  no  purgar  como  suele, 
por  su  propio  vicio  o  por  su  vezindad, 
por  quanto  es  n^el  higado  alguna  maldad, 
que  por  sus  señales  se  muestre  y  reuele; 
por  opilación  en  aquellos  senderos 
por  donde  a  la  madre  la  tal  sangre  yua, 
por  ser  poca  sangre  o  humores  grosseros, 
a  su  purgación  no  caminan  ligeros 
por  flaca  expulsiua  y  muy  gran  retentiua. 

De  la  cura. 

Quando  es  de  secura,  frialdad  o  calor, 
el  daño  y  lo  muestran  sus  notas  señales, 
o  si  es  apostema,  si  es  llaga  o  tumor. 


—  409  — 
o  si  es  poca  sangre,  o  si  es  mal  humor, 
ya  sabes  de  suso  curar  estos  males; 
si  es  de  opilación  o  que  esta  enduresdda, 
curar  con  sahumerios  y  calefacientes, 
y  en  desopilalle  consiste  su  vida, 
y  tras  la  rodilla,  si  ay  sangre  cresdda, 
se  sangre  según  los  dotores  presentes. 

Prosigue.         * 

Las  frías  simientes  do  ay  calefadon, 
y  algún  aromático  en  ellas  embudto, 
y  grama  y  esparrago  y  pentaíilon, 
y  vndon  resumptiua  do  ay  desecadon, 
y  los  baños  dulzes  y  el  sueño  le  sudto; 
oximel  esquilitico  en  flema  propina, 
y  pildoras  fétidas  para  purgalle, 
con  oleo  de  lilio,  de  ruda  y  sauina 
le  vnta  el  ombligo  y  la  vulua,  y  contina 
a  dalle  abridores  y  aromatizalle. 

De  los  daños  en  el  sitio  de  la  madre ^  y  primero  de  clausura 
y  de  la  precipitación  de  la  madre. 

Pero  si  la  madre,  por  carne  añadida, 
por  tela  o  por  llaga  padesce  clausura, 
y  es  questá  cerrada  y  no  tiene  salida, 
de  su  nasdmiento  o  de  nueuo  venida, 
abrirla  con  hierro  es  sola  su  cura; 
mas  si  está  salida  y  predpitada, 
lo  qual  Auicena  augmento  Uamó, 
si  a  poco  y  es  niña,  podrá  ser  curada 
echándole  ayudas,  después  fomentada 
con  lana  do  ^umo  de  acada  ae  echó. 


—  4IO  — 

Prosigue  la  cura  y  pone  capitulo  de  la  declinación 

de  la  madre. 

Y  emplastra  el  ombligo  con  nuez  de  ciprés, 
y  clauos  y  almástiga^  encienso  y  lapdano, 

y  espica  céltica  y  ligno  aloes, 
y  algún  aromático  a  olerle  darés, 
asi  como  ámbar  y  almizque  muy  sano; 
pero  si  la  madre  se  tuerce  aza  vn  lado, 
sangralle  del  otro  si  pujan  las  venas, 
y  si  ay  enchimiento,  sea  disterezado, 
y  con  oleo  de  herua  el  lugar  ablandado; 
después  la  destuerzan  parteras  muy  buenas. 

De  los  apostemas  de  la  madre. 

Postema  en  la  madre  si  calido  fuere, 
de  colora  o  sangre  por  cierto  sera, 
la  vena  dell^arca  y  sofena  si  vuiere 
pecado  la  sangre,  sangrar  se  requiere; 
si  es  colora  un  minoratiuo  le  da, 
y  algún  defensivo  le  pon,  quando  es  nueuo, 
de  rosas,  balostias  y  psidia  y  llantén, 
y  dentro  en  la  madre  vn  cristel  yo  le  aprueuo 
de  azeyte  rosado  y  de  clara  de  hueuo; 
después  del  estado  resueluase  bien. 

Prosigue  la  cura. 

Y  con  man<^anilla  se  haga  maduro, 
corona  de  rey  y  linaza  y  altea, 

y  yemas  de  hueuo  vn  emplastro  haz  puro; 
mas  si  es  apostema  esdirotico  y  duro. 


—  411  — 

con  óleos  y  enxundias  ablandado  sea; 
si  fuere  de  flema,  después  de  digesto 
le  purga,  y  ya  sabes  con  que  material; 
de  los  defensiuos  ya  te  es  manifiesto 
ser  malos  en  este,  mas  yo  te  amonesto 
que  luego  resuelua  y  madure  este  tal. 

De  la  prefocacion  de  la  madre. 

La  prefocacion  es  passion  con  quien  viene 
la  gota  coral  y  desmayos  mortales, 
por  cuanto  ell  esperma  y  la  sangre  se  tiene 
de  dentro  la  madre,  y  daquesto  prouiene 
luego  al  coraron  y  celebro  estos  males; 
que  así  retenido  ell  esperma  y  podrido, 
se  toma  en  ponzoña  y  enbia  vapor 
do  el  celebro  se  encierra  y  se  encoge  a  su  nido, 
y  del  coraron  el  espríto  deuido 
no  sale  aza  el  cuerpo  por  este  temor. 

De  la  cura. 

Curarse  ha  si  fuere  de  esperma  retento, 
y  es  virgen  o  biuda,  casando  la  enferma; 
si  quiere  ser  casta  quite  el  pensamiento 
de  hombres,  y  guárdese  aquel  regimiento 
questa  en  la  gomorrea,  y  euacue  ell  esperma; 
si  humores  dañados  aquello  causaren, 
purgalles  y  mundificar  su  veneno; 
pero  si  los  mestruos  no  se  purgaren 
y  con  su  ponzoña  tan  rezio  dañaren, 
ya  sabes  para  esto  bascar  lo  ques  bueno, 


—  4'^  — 

Prosigue  la  cura  quanto  a  la  presencia  del  paroxismo. 

Y  en  la  hora  que  aquel  paroxismo  le  vino, 
y  veys  quel  aliento  detiene  consigo, 
metelle  en  la  boca  vnas  sopas  en  vino, 
y  con  altas  vozes  le  llamen  contino; 
ventosas  le  pongan  enbaxo  ell  ombligo, 
y  pónganle  olores  agudos  y  horribles 
dentro  en  las  narizes,  y  enbaxo  suaues, 
y  atenía  con  ligaciones  terribles 
las  manos  y  pies,  y  serán  conuenibles 
para  este  lugar  fregaciones  muy  graues. 


Fen.  XXII. —  "De  laspassiones  que  vienen  en  las 

de  los  miembros^  y  primero  de  la  hernia. 

Agora  conuiene  que  reporte  yo 
la  fen.  veynte  y  dos  y  sus  enfermedades, 
adonde  Auicena  hablar  prometió 
de  aquellas  passiones  que  Dios  permitió 
los  miembros  tener  en  sus  extremidades; 
conuiene  saber  en  los  miembros  de  fuera, 
por  quanto  hasta  agora  hablo  en  los  de  dentro: 
primera  es  rotura,  o  es  hernia  si  quiera, 
la  qual  nel  si  tac  se  a  hecho  en  manera 
que  tripas  y  zirbo  salió  de  su  centro. 

Del  augmento  del  ombligo. 

Y  pues  que  e  hablado  ya  en  otro  lugar 
daquesta  passion,  cesara  en  la  presente, 
y  quiero,  según  Auicena,  hablar 
de  otra  passion  que  se  sude  causar. 


—  ^i3  — 

y  es  quando  d  ombligo  cresddo  se  siente; 
por  agua  o  por  viento  que  alli  se  t  metido, 
o  son  intestinos  porque  vuo  rotura, 
o  sangre  de  venas  que  alli  a  ocurrido, 
y  en  esta  no  ay  cura,  y  en  lo  otro  e  sabido 
que  solo  con  hierro  se  haze  su  cura. 

De  la  gibosidad  y  coreaba  de  la  espalda  opeeho^ 
o  de  alguno  de  los  lados. 

Contesce  hazerse  la  gibosidad 
por  quatro  razones  en  espalda  o  pecho: 
que  o  es  por  cayda  y  herida  o  humidad, 
o  por  apostema  o  por  ventosidad, 
y  a  uezes  se  haze  el  vn  lado  contrecho; 
si  es  por  humidad  o  se  hizo  por  viento, 
primero  purgar  la  materia  procuro, 
después  con  estiptico  emplastro  le  asiento 
la  giba,  y  si  fuere  de  apostemamiento, 
curalle  como  vn  apostema  muy  duro. 

De  las  varices  y  elefancía. 

Varices  son  venas  de  piernas  y  pies 
hinchadas  de  sangre  que  no  esta  dañada, 
que  en  ñn  arebientan  y  Uagan  después; 
si  es  en  los  pies  mismos,  defanda  es 
que  los  haze  gruessos  con  sangre  sobrada; 
quando  es  la  elefanda  maligna  y  llagada, 
si  el  pie  no  se  cortan  otra  cura  no  se; 
si  es  malenconia  o  si  es  flema  mezclada, 
purgallas,  y  el  vomito  es  cosa  appropiada; 
después  aya  emplastro  estiptico  el  pie. 


—  414  — 

Del  dolor  de  layjaday  del  dolor  de  la  espalda. 

Dolor  de  la  yjada  y  de  espalda  f>rouicne 
de  frió  o  de  viento  o  de  muy  cruda  flema, 
por  coito  o  trabajo  o  por  giba  que  tiene, 
por  flaca  madriz  o  reñones  le  viene, 
o  porquel  pulmón  ya  padesce  apostema; 
como  en  las  junturas  se  curan  aquestos, 
y  si  es  de  otro  miembro,  curalle  primero; 
las  purgas  y  emplastros  serán  manifiestos, 
y  usan  ponelles,  quando  es  frío  el  destos, 
estopas  sahumadas  de  endenso  y  romero. 

De  los  dolores  de  las  junturas^  como  artética^  sciatica^  eu 

La  ciragra  y  podagra,  artética  y  scia, 
y  qualquier  dolor  de  junturas  ser  puede 
de  flema  o  de  colora  o  melanoolia, 
o  sangre  o  de  ventosidad  que  se  cría 
alli  en  la  juntura  do  el  daño  procede; 
o  puede  venir  de  mistión  destos  tales, 
o  de  complexión  sin  materia  o  de  herencia, 
también  de  espulsion  de  los  mas  principales, 
y  junto  con  esto  auer  anchos  canales 
por  do  los  humores  van  sin  resistencia. 

De  las  señales  que  trae^  de  qualquier  humor  que  sea. 

Si  es  sangre,  verás  pulsación  nel  dolor, 
y  rubio  el  lugar  y  ques  hombre  sanguino, 
si  es  colora,  siente  congoza  y  ardor, 
si  es  flema,  no  muestra  en  el  cuero  color, 
y  ay  poca  calor  y  el  dolor  mas  contino; 
la  melanconia  el  dolor  a  ocultado. 


-4i5- 

y  el  miembro  enflaquesce,  pero  si  es  ventosa, 
el  miembro  estendido  el  dolor  remudado; 
mas  hora  le  daña  lo  que  a  aprouechado, 
y  agora  aprouecha  do  ay  mezcla  Rumorosa. 

De  sus  nomhres  y  cura. 

La  dragra  es  gota  en  las  manos  no  mas, 
la  podagra  en  pies  y  tobillos  recresce, 
y  quando  en  ell  anca  dolores  veras, 
sdatica  a  esta  passion  llamaras, 
artética  en  todas  junturas  contesce; 
y  son  apostemas  en  este  lugar, 
y  como  apostemas  se  curan  do  duelen; 
si  fuei^n  de  sangre  se  deuen  sangrar 
de  parte  contraria,  y  el  miembro  esfor9ar, 
pero  las  mas  vezes  de  flema  ser  suelen. 

Prosigue. 

La  colora  purguen,  según  Auicena, 
mas  redo  primero  y  después  leuemente, 
después  de  purgado  la  vndon  es  muy  buena, 
despodio  y  acacia  y  memita  y  berbena, 
viniendo  el  estado  mezdar  resoluiente; 
si  fueren  de  tíema,  según  sus  señales, 
hazer  digestión  en  los  primeros  dias; 
tras  esto  hermodatiles  en  estos  males, 
y  pildoras  dellos  son  muy  espedales, 
que  purgan  y  esfuercan  y  estrechan  las  vias. 

Prosigue. 

En  este  no  vale  la  repercusión, 
ni  menos  sangría  ni  estupefactiuos. 


—  4^6  — 

después  de  purgado  hazelde  vna  vncion 
muy  subtiliatiua  y  con  calcfadon, 
después  del  estado  sus  resolutíuos, 
y  asi  en  la  melancolia  curad; 
la  ventosidad  resolverla  sabes, 
y  en  fin,  destas  cosas  le  cauterizad, 
con  sarja  o  ventosa  el  humor  le  chupad, 
llagad  porque  purgue  y  soldalle  después. 

Fenesce  el  libro  tercero  de  Auicena  reportado  por 
el  dicho  licenciado. 

Sigúese  el  libro  quarto. 


LIBRO   QÜARTO. 

Fen.  I. — De  las  fiebres  ^  y  primero  pone  la  diffimáon 

de  la  fiebre. 

La  fiebre  es  estraño  calor  que  se  enciende 
en  el  cora9on  de  do  al  cuerpo  se  embia, 
mediante  el  esprito  y  la  sangre  desciende 
por  venas  y  arterias,  y  asi  el  cuerpo  ofFende, 
que  sus  naturales  acciones  desuia, 
y  nota  quel  cuerpo  tres  cosas  contiene: 
la  vna  es  los  miembros  y  corporeydad, 
la  otra  es  aquel  esprito  que  viene  . 
por  pulsos  y  alientos  y  el  alma  sostiene, 
la  otra  es  humores  y  toda  humidad. 


—  417  — 

Pone  la  diuision  de  la  fiehre  proporcionada  a  las  partes 

quel  cuerpo  humano  contiene. 

Y  asi  qualquier  fiebre  no  puede  hazer  mal 
sino  a  estas  tres  partes  do  quiera  que  acierta, 
si  inflama  el  espríto  efímera  es  tal, 
si  es  en  los  humores  se  llama  humoral, 
si  enciende  los  miembros  es  etica  cierta; 
de  suerte  quen  fiebre  tres  géneros  son: 
efímera  y  etica  y  fiebre  de  humor, 
mas  como  el  espríto  es  de  composición 
muy  clara  y  delgada,  la  su  inflamación 
es  fiebre  de  un  dia  y  de  poco  temor. 

De  las  causas  de  la  efimera  fiebre. 

Las  causas  daquesta,  si  yo  no  m'engaño, 
serán  exteriores  y  calefacientes, 
como  es  ayre,  abrígo,  o  sol,  o  es  el  baño, 
o  frió  que  encierra  el  calor  ques  estraño, 
o  vino  muy  puro  y  manjares  calientes; 
el  mucho  trabajo,  la  angustia  y  tristeza, 
el  mucho  dormir,  el  muy  gran  mouimiento, 
velar  o  reyr  o  la  mucha  pereza, 
la  yra,  vergüenza,  temor  y  flaqueza, 
harán  calentura,  y  el  gran  pensamiento. 

De  las  causas  de  la  efimera  que  están  dentro  del  cuerpo. 

También  hazen  fiebre  las  dispoñdones 
questan  dentro  el  cuerpo,  como  es  hambre  pura, 

«7 


—  4i8  — 

el  gran  enchimiento,  las  euacuaciones, 
hartura,  apostema  y  las  opilaciones, 
dolor  y  desmayo  y  en  poros  clausura; 
todas  estas  causas  harán  calentura 
que  enciende  el  esprito  quando  otro  no  pu( 
la  qual  quando  no  es  gouemada  con  cura, 
en  miembros  o  humores  posada  procura, 
o  quando  estas  causas  son  fuertes  y  excede 

Dé  las  señales  de  la  efimera. 

Eñmera  es  si  el  calor  es  liuiano 
y  tiene  buen  pulso  y  digesta  la  horína, 
y  suda  en  la  ñn  vn  sudor  de  hombre  sano; 
y  vino  de  sol  ó  exerdcio  mundano, 
o  causa  exterior  y  apartase  ayna, 
la  infamación  no  es  aguda  y  crescida; 
si  viene  dolor  de  cabe9a  es  pequeño, 
y  a  uezes  la  horína  es  vn  poco  teñida; 
Ítem,  con  vn  espeluzno  es  venida 
tal  fiebre,  y  con  vn  poquitico  de  sueño. 

De  la  cura. 

La  cura  será,  quando  fue  de  cnchimienti 
vazialle  con  vomito  o  con  vn  clister, 
si  tiene  azedia  dar  diacalamento, 
si  de  frialdad  el  sudor,  fregamiento 
y  vnciones  calientes  le  deuen  hazer; 
si  fue  de  otra  causa  de  las  que  e  nombrado 
la  causa  quitar  y  aplicar  el  contrario, 
resfriar  y  templar  con  xarope  violado, 
y  trias  vnciones  detrás  del  costado, 
y  en  pecho  y  cabeza,  y  este  es  el  sumario. 


—  419  — 

Enxemplo  quanto  a  la  cura  de  la  efimera  fcr  su  contrario. 

Y  quiero  poner  vn  exemplo  en  tal  via: 
si  viene  esta  fiebre  de  alguna  tristura , 

la  cura  en  contrarío  es  hazelle  alegría 
y  darle  cordiales  que  coma  aquel  dia, 
y  con  óleos  fríos  hazelle  la  vntura, 
según  esta  cura  y  por  esta  manera, 
será  todo  lo  otro  so  aquesto  incluso; 
pero  si  apostema  o  dolor  la  hiziera, 
la  cura  es  curalle  la  causa  prímera, 
lo  qual  en  los  metros  passados  se  puso. 

Capitulo  deputredine^  que  es  el  podrimiento  de  los  humores. 

Contesce  al  humor  la  putrefacion 
por  malos  manjares  y  do  orden  caresce, 
o  porque  en  el  cuerpo  ay  opilación 
que  impide  al  humor  hazer  respiración; 
y  asi  aquel  vapor  retenido  podresce, 
y  del  humor  pútrido  vn  vapor  emana 
que  va  al  coraron,  do  la  fiebre  se  afina; 
y  si  es  malenconico  hazen  quartana, 
pero  si  es  de  colora,  haze  terciana, 
cotidiana  de  flema,  y  de  sangre  contina. 

Prosigue. 

Y  qualquiera  destos  humores,  o  esta 
de  dentro  en  las  venas  o  fuera  dellas, 
si  es  dentro,  la  fiebre  continua  sera, 

si  es  fuera,  es  la  fiebre  como  es  dicho  ya, 
y  es  doble  o  senzilla  qualquiera  daquellas; 
la  que  no  es  continua  sera  interpolada. 


—  4^o  — 

y  gasta  el  humor  ya  quando  ella  se  apura, 
pero  la  calor  allí  queda  apegada 
en  essa  materia  que  está  incinerada, 
y  apañan  humor  para  mas  calentura. 

Capitulo  de  la  fiebre  colérica  y  sus  diuisiones. 

Y  pongo  vn  enxemplo  en  la  colora  asi: 
si  su  podrición  es  de  venas  remota, 
terciana  con- huelga  se  engendra  dalli, 
es  pura  si  colora  sola  está  aqui; 
do  av  mezcla  de  flema  llamárnosla  nota; 
si  dentro  en  las  venas  es  su  podrición, 
aHige  contino  sin  dar  huelga  al  hombre, 
y  si  es  en  las  venas  cerca  el  coraron, 
a  tal  como  aquesta  llamamos  causón, 
si  es  lexos,  terciana  continua  es  su  nombre. 

De  las  señales  de  qualquier  fiebre  colérica. 

Comienza  con  frió  y  con  fuerte  temblor, 
la  horina  es  vermeja,  que  tiende  aza  fuego, 
excepto  si  ay  mezcla  dalgun  otro  humor; 
trae  sed  y  dolor  de  cabera  y  furor, 
sin  sueííü,  con  yra  y  con  poco  sosiego, 
y  quando  es  continua  mayor  calor  siente 
de  tres  en  tres  dias,  y  se  manifiesta 
no  en  el  causón,  porque  está  mas  presente 
cerca  el  coraron,  y  qualquier  acidente 
es  muy  mas  furioso  y  mas  fuerte  que  en  esta. 

De  la  cura. 

Primero  en  los  dias  de  la  calentura 
no  deucs  mouer  ni  el  paciente  comer, 


—   421    — 

y  si  esta  terciana  es  de  colora  pura, 
resfriar  el  humor  y  purgalle  es  su  cura; 
xarabe  acetoso  le  den  a  beuer, 
ablándenle  el  vientre  cristeles  liuianos, 
y  desque  digesto  el  humor  sea  purgado 
con  su  cañañstola  y  mirabolanos, 
ruibarbo  y  también  tamarindio?  son  sanos, 
y  si  hay  flema  a  bueltas,  turbit  sea  mezclado. 

Prosigue. 
La  terciana  nota  se  cura  como  esa, 
según  ay  de  flema  asi  deues  mezclar, 
y  en  todas  mirar  si  la  orina  está  gruessa, 
y  en  dalles  sangría  sea  estonces  tu  priessa; 
pero  en  el  causón  ay  peligro  en  sangrar, 
aqueste,  y  continua  se  deuen  purgar, 
sin  mas  aguardar,  los  humores  digestos, 
y  luego  a  la  lengua  resfriar  y  ablandar, 
la  espalda  y  cabera  y  el  higado  untar 
con  populeón,  sandalino  y  como  estos. 

De  ¡afiebre  sanguina  y  sus  diuisiones. 
Pensó  Galieno  la  sangre  podrida 
conuertirsc  en  colora  su  podrimiento, 
que  fiebre  de  sangre  no  la  ay  corrompida; 
mas  esta  opinión  por  errada  es  auida 
no  alcanzo  porqué  ni  por  qual  fundamento, 
y  ay  fiebre  sanguina  de  sangre  ques  buena, 
mas  es  mucha  y  hinche  las  venas  do  es  puesta; 
por  donde  natura  en  estar  tan  rellena, 
se  ahoga  el  calor  y  se  inflama  y  da  pena; 
la  otra  es  el  sinocho,  y  sinocha  es  esta. 


4 


—  4^2   — 

Prosigue  en  diuidir  y  pone  las  señales. 

Si  augmastica  es,  hasta  el  fin  va  creciendo, 
por  ser  lo  podrido  mas  que  lo  gastado, 
y  si  es  peraugmastica  va  descreciendo, 
y  si  es  homotena  en  vn  ser  procediendo, 
con  sus  acidentes  va  hasta  el  estado; 
tal  fiebre  es  continua  y  pro[x>rcionada, 
con  rubias  mexillas  y  aprieto  de  aliento, 
la  venas  infladas,  la  habla  pesada, 
el  pulso  muy  lleno,  y  si  es  sangre  dañada, 
mas  fuerte  es  su  daño  en  calor  y  encimiento. 

De  la  cura  de  la  fiebre  de  sangre  no  corrompía 
que  se  llama  sinocha^  y  de  la  corrompida 
que  se  llama  sinocho. 

La  sinocha  sangra  de  mediana  vena 
hasta  que  desmaye,  según  los  autores, 
después  le  resfria,  según  Auicena, 
con  ^umo  de  azeda  granada,  ques  buena; 
y  auiendo  flaqueza  da  confortadores, 
después  con  ayudas  ablande  natura, 
do  esté  cañañstola,  prunas  y  mana, 
engruessa  el  humor  si  es  sutil  su  figura, 
si  es  gruesso,  adelgaza,  y  al  sinocho  cura 
asi  como  a  sinocha  y  como  a  terdana. 

De  la  flemática  cotidiana. 

La  fiebre  de  flema  viene  cada  dia, 
y  desta  ay  continua  y  ay  interpolada, 
de  quatro  maneras  de  flema  se  cria. 


—  4^3  — 

y  si  es  flema  vitrea  o  azeda  es  mas  fría, 

y  a  uezes  proviene  de  dulce  o  salada; 

en  esta  ay  gran  frío  y  pequeño  rígor, 

no  sed  ni  el  ardor  como  en  las  sobrescrítas; 

flemáticos  gomitos,  poco  sudor, 

ruin  digestión  y  blancazo  el  color, 

si  es  gruessa  o  delgada  asi  añades  o  quitas. 

De  las  fiebres  empialos  y  liparia. 

Ay  del  flema  vitreo  otra  fiebre  grosera, 
que  empialos,  según  dizen,  se  llama, 
que  es  fria  de  dentro  y  enciende  de  fuera, 
por  quanto  al  vapor  que  acá  sale  le  altera 
prímero  el  calor  y  asi  fuera  se  inflama; 
mas  ay  otra  fiebre  que  desta  es  contraría, 
que  fuera  resfria  y  de  dentro  escalienta, 
y  diole  Auicena  por  nombre  liparia, 
a  donde  el  calor  a  matería  tan  varía 
podresce,  y  por  esto  se  mete  en  su  centro. 

De  otra  especie  de  fiebre  flemática  compuesta 

de  las  dos  sobredichas  y  y  de  la  fiebre  diurna  y  notuma^ 

y  de  la  fiebre  sincopal  humorosa. 

Y  ay  otra  fiebre  daquestas  compuesta, 
por  quanto  el  humor  en  dos  partes  es  puesto; 
ay  otra  diurna  y  de  dia  viene  esta, 
noturna  de  noche  su  mal  manifiesta, 
ser  ambas  flemáticas  es  manifiesto; 
también  fiebre  ay  sincopal  humorosa 
con  quien  cuando  viene  desmaya  el  paciente, 


—  424  — 
por  gran  multitud  de  materia  viscosa 
y  estomago  flaco,  y  virtud  muy  astrosa, 
y  es  muy  peligrosa  y  peruersa  y  potente. 

Prosigue  y  pone  otra  fiebre  que  se  llama  siucopal  mitm:. 

Queriendo  esforcar  la  virtud  con  comer 
en  esta  tal  fiebre  acrescientas  el  daño; 
queriendo  el  humor  ponzoñoso  espeler, 
desmaya  y  no  puede  virtud  sostener; 
así,  que  en  qualquier  de  las  dos  ay  engaño; 
y  ay  otra  ñebre  también  sincopal 
minuta,  y  aquesta  de  colora  viene; 
aquesta  passada  es  mas  repledonal; 
mas  esta  es  mas  ñera  y  aguda  y  mortal, 
que  quatro  o  tres  dias  de  termino  tiene. 

La  cura  de  cualquiera  fiebre  flemaiica. 

Primero  en  natura  harás  lenicion 
a  qualquier  flemática  ñebre  que  vieres, 
y  hazle  de  gomitos  prouocacion, 
subtilia  el  humor  y  harás  incisión; 
y  desque  esto  hecho,  le  purga  si  quieres; 
oximel  diurético  es  subtiliatiuo 
y  la  cañañstola  es  ablandador, 
tras  esto  el  diacartamo  es  su  purgaciuo, 
si  es  flaco  ell  estomago,  vn  confortatiuo 
se  mezcle  en  la  purga  y  en  el  lamedor . 

Prosigue. 

Mezclad  con  lo  dicho,  si  es  flema  salado, 
de  cosas  que  a  colora  tengan  respecto; 
si  es  flema  acetoso  o  si  es  vidriado. 


—  4^5  — 

xarabe  de  asensios  se  mezcle  al  pasado  \ 
y  con  diaturbit  diasene  es  perfecto; 
y  esfuer9a  el  estomago  con  un  vnguento 
de  almástiga,  ysopo  y  asensios  y  menta; 
si  es  rúbea  la  vrina,  con  engrosamiento, 
no  es  malo  sangrar  si  le  vees  buen  aUento, 
triaca  y  trosciscos,  en  fin,  son  de  cuenta. 

La  cura  de  la  sincapal  humorosa  y  minuta. 

Deues  proceder  a  esta  fiebre  en  su*  cura 
de  purga  subtil  a  vn  poquito  mas  fuerte, 
hazer  fregaciones  contino  procura 
que  atrayan  abaxo  el  humor  de  la  altura; 
y  si  hay  gran  flaqueza,  el  remedio  es  la  muerte; 
la  ques  sincopal  y  minuta  llamada 
deueis  confortar  el  estomago  luego 
con  su  espodio  y  sándalos  y  agua  rosada; 
después  confortar  la  virtud  derrocada, 
dalle  agua  de  frutos  que  temple  aquel  fuego. 

De  quartana. 

Quartana  de  humor  malenconico  viene, 
y  aqueste  se  haze  de  adustos  humores; 
si  sangre  es  adusta,  la  orina  que  tiene 
es  rúbea,  y  tras  fiebres  de  sangre  prouiene; 
si  es  flema  es  mas  fria  y  de  menos  sudores; 


I  Este  verso  demuestra  que  las  palabras  xarabe  y  lamedor  son 
sinónimas,  y  en  Andalucía  se  usa  con  más  frecuencia  la  segunda  que  la 
primera. 


—  4^6  — 

si  es  colora  viene  con  frío  y  rígores, 
el  pulso  aquexoso,  el  paciente  importuno; 
si  es  malenconia  adusta,  dolores 
padece  en  el  ba^o,  y  durezas  mayores, 
la  orina  indigesta  y  sudor  no  nenguno. 

De  la  cura. 

Si  es  hecha  de  sangre  y  aun  ay  enchimi( 
no  dexes  de  dar  al  principio  sangría; 
con  pollo  y  borrajas  sea  su  regimiento, 
ayudas,  xaropes,  harán  linimento, 
xarabe  de  epitimo  haga  la  guia, 
no  euacues  humor  sin  que  sea  digerído; 
mas  da  cañañstola  en  minoratiuo, 
con  frió  y  con  húmido  sea  regido, 
el  higado  y  ba^o  sera  socorrido, 
y  a  estomago  pon  algún  confortatiuo. 

Prosigue. 

Y  purguenle  '  indios  y  epitimo  en  suer 
también  lapislázuli,  eléboro  prieto, 
y  mira  el  humor  de  quien  vino  primero, 
y  aqueste  sabido  ternas  tino  entero 
en  mezclar  la  purga  si  fueres  discreto; 
y  ponle  al  estomago  estomaricon, 
al  bacjo  desopilatiuo  el  vngüente, 
los  vómitos  hazen  muy  buena  atradon, 
y  de  la  ptisana  se  haga  mención; 
triaca  tras  purgas  es  muy  excelente. 


I     Está  sobreentendida  la  palabra  miraManoSy  que  son  de 
pecies:  québulos^  cetrinos^  índicos. 


—  4*7  — 

De  la  etica. 

Ya  sabes  que  la  etica  es  fiebre  raigada 
en  los  mismos  miembros,  y  el  cuerpo  deseca, 
es  etica  en  primera  especie  nombrada, 
si  es  en  la  segunda  humidad  colocada 
que  llaman  rudo,  el  qual  ya  se  seca; 
si  toca  en  el  cambio  tercera  humidad, 
es  etica  dicha  de  especie  segunda , 
si  seca  la  quarta  glutinosidad 
es  etica  tercia,  y  es  enfermedad 
de  quien  sin  remedio  la  muerte  redunda. 

De  sus  señales. 

t 

Dureza  en  el  pulso  te  doy  por  señal, 
y  no  ay  tal  calor  como  en  sinocha  ende, 
y  siempre  en  vn  ser  el  calor  es  ygual, 
mas  cuando  a  comido,  en  qualquier  tiempo  es  tal 
quel  pulso  le  cre^e  y  la  fiebre  se  extiende; 
los  de  la  segunda  están  ya  denegridos, 
la  orina  vntuosa  y  con  gran  residencia, 
nariz  afilada  y  los  ojos  sumidos, 
muy  ruines  quexadas,  cabellos  cresddos, 
y  corúas  las  vñas  con  gran  impotencia. 

De  la  cura. 

Su  cura  se  haze,  si  bien  lo  has  mirado, 
con  solo  esfríalles  y  humedescer, 
beuiendo  acetoso  y  xarab  violado, 
teniendo  su  cama  en  lugar  resfriado, 
y  vsar  verdolaga  y  lechuga  al  comer; 
y  azeyte  de  salzes  y  nenufarino. 


—  4íi8  — 

y  vnguento  violado  le  hagan  vncioní 
y  con  agua  dulce  se  bañe  contino, 
y  vse  la  leche  y  cangrejo  maríno, 
ptisana  y  muy  frías  las  odoraciones. 

De  la  etica  senectutis^  que  se  llama  ma 

Marasmo  aldubul  es  vna  secura 
quel  cuerpo  se  seca  y  en  etíca  viene, 
y  aquesta  consigo  no  trae  calentura, 
mas  es  frialdad  y  flaqueza  en  natura, 
que  no  atrae  sangre  con  que  se  manti 
la  cura  daquesta  es  con  cosas  caliente 
y  húmidas,  como  es  el  vino  y  la  leche 
en  carnes  y  en  yemas  de  hueuos  ten  r 
y  baños  y  vnciones  de  calefacientes, 
y  el  clisterizar  y  el  fregar  no  deseche. 

De  la  fiebre  pestilencial. 

A  uezes  all  ayre  empon9oña  y  podn 
aquello  que  all  agua  y  también  a  la  tiei 
no  en  cuanto  elemento  tal  daño  pades^ 
pero  por  mistión  de  vapores  recresce 
de  lagos  o  cuerpos  matados  en  guerra; 
también  esto  viene  de  alguna  iníluends 
y  constelación  de  planeta  dañoso; 
y  asi  a  nuestros  cuerpos,  que  tienen  pe 
de  pulso  y  aliento,  les  da  pestilencia 
aquel  resolgar  do  ay  vapor  [x>nzoñoso. 

De  las  señales. 

Si  es  seco  o  si  es  húmido  aqueste  vaj 
tal  es  la  passion  que  de  alli  se  defiere. 


—  429  — 

y  según  questa  el  cuerpo  dispuesto  en  vigor, 
''  o  tiene  Haqueza,  o  según  el  humor, 
i  añ  la  ponzoña  le  hyere  o  no  hyere; 
*  la  fiebre  es  mas  fuerte  de  dentro  que  fuera, 
ay  muy  grande  acezo  y  el  pecho  crescido, 
gran  sed,  gran  flaqueza,  congoxa  muy  fiera, 
gran  gomito,  hastío  y  sudor,  de  manera 
que  hyede,  y  a  uezes  el  huelgo  es  podrido. 

De  la  cura. 

Sangralle  si  es  sangre,  mas  si  otro  humor  es 
purgar  fuertemente  sin  mas  digestión, 
de  salzes  y  rosas  la  casa  enchirés, 
con  agua  y  vinagre  se  riegue  después, 
oler  cosas  frías  para  el  coraron, 
y  sobre  la  fruente  abrá  enbrocadon 
de  sándalos,  canfora  y  agua  rosada; 
socórrase  luego  con  gran  cibacion 
de  cosas  azedas  do  ay  desecación, 
y  beua  acetoso  y  agua  esfriada. 

De  la  preseruacion  de  la  pestilencia. 

Y  para  que  al  cuerpo  no  enpesca  este  mal, 
es  bien  preserualle  primero  que  venga, 
vsando  triaca,  ques  muy  especial, 
vsando  vinagre  y  limón  y  otro  tal, 
y  siempre  en  su  casa  vnas  pildoras  tenga 
que  hizo  Rasis,  que  contienen  tres  cosas 
que  aprueua  Auicena  tomar  cada  dia; 
adresce  su  ayre  con  muy  olorosas, 
como  ámbar  y  encienso  y  almizque  y  las  rosas, 
y  sándalos,  murta  y  vinagre  que  esfría. 


—  4^8  — 

y  vnguento  violado  le  hagan  vnciones, 
y  con  agua  dulce  se  bañe  contino, 
y  vse  la  leche  y  cangrejo  marino, 
ptisana  y  muy  frías  las  odoraciones. 

De  la  etica  senectutiSy  que  se  llama  marasmo. 

Marasmo  aldubul  es  vna  secura 
que)  cuerpo  se  seca  y  en  etíca  viene, 
y  aquesta  consigo  no  trae  calentura, 
mas  es  frialdad  y  flaqueza  en  natura, 
que  no  atrae  sangre  con  que  se  mantiene; 
la  cura  daquesta  es  con  cosas  calientes 
y  húmidas,  como  es  el  vino  y  la  leche; 
en  carnes  y  en  yemas  de  hueuos  ten  mientes, 
y  baños  y  vnciones  de  calefacientes, 
y  el  clisterizar  y  el  fregar  no  deseche. 

De  la  fiebre  pestilencial. 

A  uezes  all  ayre  emponzoña  y  podres^e 
aquello  que  all  agua  y  también  a  la  tierra 
no  en  cuanto  elemento  tal  daño  pades^e, 
pero  por  mistión  de  vapores  recresce 
de  lagos  o  cuerpos  matados  en  guerra; 
también  esto  viene  de  alguna  influencia 
y  constelación  de  planeta  dañoso; 
y  asi  a  nuestros  cuerpos,  que  tienen  potencia 
de  pulso  y  aliento,  les  da  pestilencia 
aquel  resolgar  do  ay  vapor  ponzoñoso. 

De  las  señales. 

Si  es  seco  o  si  es  húmido  aqueste  vapor, 
tal  es  la  passion  que  de  alli  se  defiere. 


—  4^9  — 
según  questá  el  cuerpo  dispuesto  en  vigor, 
o  tiene  Haqueza,  o  según  el  humor, 
asi  la  pon(joña  le  hyere  o  no  hyere; 
la  fíebre  es  mas  fuerte  de  dentro  que  fuera, 
ay  muy  grande  acezo  y  el  pecho  crescido, 
gran  sed,  gran  flaqueza,  congoxa  muy  ñera, 
gran  gomito,  hastio  y  sudor,  de  manera 
que  hyede,  y  a  uezes  el  huelgo  es  podrido. 

De  la  cura. 

Sangralle  si  es  sangre,  mas  si  otro  humor  es 
purgar  fuertemente  sin  mas  digestión, 
de  salzes  y  rosas  la  casa  enchirés, 
con  agua  y  vinagre  se  riegue  después, 
oler  cosas  frías  para  el  coraron, 
y  sobre  la  fruente  abrá  enbrocacion 
de  sándalos,  canfora  y  agua  rosada; 
socórrase  luego  con  gran  cibacion 
de  cosas  azedas  do  ay  desecación, 
y  beua  acetoso  y  agua  esfriada. 

De  la  pre  ser  nación  de  la  pestilencia. 

Y  para  que  al  cuerpo  no  enpesca  este  mal, 
es  bien  preserualle  primero  que  venga, 
vsando  triaca,  ques  muy  especial, 
vsando  vinagre  y  limón  y  otro  tal, 
y  siempre  en  su  casa  vnas  püdoras  tenga 
que  hizo  Rasis,  que  contienen  tres  cosas 
que  aprueua  Auicena  tomar  cada  dia; 
adresce  su  ayre  con  muy  olorosas, 
como  ámbar  y  encienso  y  almizque  y  las  rosas, 
y  sándalos,  murta  y  vinagre  que  esfria. 


—  4^0  — 

De  las  viruelas  y  el  sarampión. 

Morbilo  y  varióla  en  latino  hablar 
es  el  sarampión  y  viruelas  acá, 
de  ayre  corrupto  se  suelen  causar, 
también  por  la  sangre  heruir  y  apartar 
la  espuma  quel  mestruo  nel  vientre  le  da; 
mas  antes  que  vengan  se  vee  nel  dolor 
que  carga  detras  y  en  nariz  comezón, 
punción  en  los  miembros»  nel  sueño  temor, 
dolor  de  cabera  y  bermejo  el  color, 
ronqueza»  esperezos  y  fiebre  y  passion. 

De  la  cura. 

Antes  que  se  muestren  le  da  una  sangría, 
o  jarsa,  y  después  no,  sino  ay  gran  pujan9a, 
y  agua  de  ráizes  le  da  cada  dia, 
y  ^umos  azedos  con  mucha  osadia, 
guardarle  del  frío  que  encierra  do  alcanza, 
y  beua  dell  agua  de  apio  o  ceuada, 
y  coma  de  higos  y  pollo  y  los  tales; 
defiéndele  el  ojo  con  agua  rosada, 
con  canfora  y  croco  y  acacia  mezclada; 
abrirlas  después  y  curar  las  señales. 

De  ¡a  fiebre  del  apostema. 

La  fiebre,  a  quien  hizo  apostema,  no  sale 
de  efimera  o  pútrida  o  pestilencial, 
de  causas  y  señas  hablar  ya  no  cale 
y  si  es  podrimento  essa  cura  le  vale 
ques  dicha  en  la  fiebre  ques  putredinal; 
curando  pero  el  apostema  primero, 


—  4^1  — 

porqués  la  rayz  do  la  fiebre  floresce; 
la  cura  daqueste  veras  por  entero, 
según  sus  especias,  en  lo  venidero; 
no  beua  agua  fría  quien  esto  padesce. 

De  las  fiebres  compuestas. 

En  todas  las  fiebres  que  auemos  nombrado, 
de  unas  con  otras  ay  composición, 
y  a  uezes  son  dos  de  linaje  apartado, 
como  etica  a  quien  humoral  se  ha  juntado, 
y  a  uezes  entramas  d^un  genero  son, 
como  si  se  juntan  terciana  y  sanguina, 
o  terciana  doble  o  tresdoble  se  haze, 
o  fiebre  de  huelga  con  fiebre  contina; 
terciana  y  quartana  son  desta  dotrína, 
también  cotidiana  y  terciana  si  os  plaze. 

Del  emitriteo  y  sus  especies. 

Pequeña  emitrítea  es  si  la  cotidiana 
es  dentro  en  las  venas  y  terciana  fuera 
y  si  es  al  revés  emitrítea  es  mediana, 
si  es  fuera  terciana  y  está  la  quartana, 
en  venas  metida,  emitrítea  es  entera; 
pero  si  terciana  y  flemática  están 
de  fuera  las  venas  siendo  interpoladas, 
de  fiebre  compuesta  su  nombre  le  dan, 
y  aquí  mas  razones  no  se  gastarán, 
pues  son  todas  estas  ya  especificadas. 

Fenesce  lafen.  primera  de  fiebres. 


—  4^2    

Fen,  III. — De  los  apostemas^  y  primero  pone  la  dtf^tu 

de  apostema  y  su  diuision. 

Es  el  apostema  hinchazón  añadida 
de  humor  o  materia  ventosa  o  aguosa 
questa  en  la  substancia  del  miembro  embeuidi 
la  qual  haze  al  miembro  exceder  su  medida. 
y  contra  natura  se  haze  tal  cosa; 
y  a  uezes  es  bueno  el  humor  do  este  viene, 
y  a  uezes  podrido,  y  a  uezes  es  puro, 
y  a  uezes  mezclado,  y  aquel  nombre  tiene 
según  el  humor  que  alli  mas  le  sostiene, 
y  a  uezes  es  muelle,  y  a  uezes  es  duro. 

De  flemón. 

Flemón  apostema  es  sanguino  y  caliente, 
su  causa  es  de  sangre  auer  gran  enchimiento 
trae  muy  grande  ardor  y  dolor  muy  potente, 
y  gran  pulsación  y  febril  acidente; 
si  ay  mezcla  de  colora,  ay  mas  sentimiento; 
de  parte  contraria  al  principio  sangrar, 
después  de  la  misma  do  ay  gran  repleción; 
si  ay  colora,  luego  se  deue  purgar 
y  sus  defensiuos  deueis  aplicar; 
después  procuralle  la  maduración. 

Prosigue  la  cura. 

Defiéndase  luego  con  verga  pastor, 
acacia  y  llantén,  por  sus  ^umos  lo  digo, 
después  all  estado  pon  resoluedor, 
harina  de  trigo  y  la  yema  es  mejor. 


—  433  — 

y  azeyte  rosado  mezclado  consigo; 
y  quanto  la  declinación  mas  viniere, 
mas  rezios  pomas  los  molifícatiuos, 
y  en  todo  apostema  que  asi  procediere, 
a  este  tenor  de  curar  te  refiere, 
y  cura  después  con  sus  desecatiuos. 

De  erisipela  y  la  diferencia  del  afleman. 

Erisipela  es  vn  apostema  causado 
de  colora,  y  es  mas  caliente  y  mas  fuerte, 
y  muy  mas  bermejo  quel  antepasado, 
quell  otro  es  negrito,  verde  y  colorado, 
mas  hondo  y  de  quien  mas  materia  se  vierte; 
después  de  purgado  el  humor  abundante 
con  su  cañafístola  y  cumo  de  rosas, 
pornás  defensiuos  como  es  dicho  de  ante; 
y  desque  mostrare  el  color  denigrante, 
pon  molificantes  y  coma  frías  cosas. 

De  fórmica. 

Fórmica  en  el  cuero  es  centella  muy  biua, 
y  es  mas  que  erisipila  agudo  apostema, 
della  ay  corrosiua  y  no  corrosiua, 
y  qualquiera  dellas  es  ambulatiua; 
ay  otra  miliar  donde  ay  mezcla  de  flema; 
pues  que  esta  es  de  colora  y  la  antepasada 
por  su  misma  forma  de  cura  os  seguid, 
mas  no  humedescais  la  que  fuere  vlcerada, 
y  quando  la  colora  fuere  purgada, 
mezclad  en  fórmica  miliar  del  turbid. 

a8 


—  4^4  — 

De  la  pruna  y  huego  pérsico. 

El  pérsico  huego  y  ia  pruna  o  carbón, 
de  colora  son  venenosa  y  mas  gruessa, 
la  cual  roe  y  quema  con  vexigacion, 
y  el  miembro  ennegresce  con  su  combustión 
la  pruna,  y  muy  poca  humidad  ay  en  esa; 
su  cura  es  sangralle,  y  cuando  es  muy  malina, 
hasta  que  desmaye  le  sangra  Auicena, 
y  como  a  erisipila  hazer  determina; 
mas  no  sea  tan  fría  qualquier  medecina, 
ni  estiptica  tanto  ni  húmida  es  buena. 

De  esere. 

El  esere  es  pústula  y  chica  centella, 
y  es  con  comenzon  y  algo  rubia  esta  tal, 
y  vienen  angustias  de  noche  con  ella; 
la  que  no  es  tan  rubia  sera  causa  della 
el  flema,  y  la  otra  será  sanguina!, 
si  fuere  de  sangre,  después  de  sangrado, 
templando  la  colora  deues  purgar, 
será  ell  apostema  después  resfriado; 
pero  si  procede  de  flema  salado, 
turbit  con  los  mirabolanos  mezclar. 

De  estiomeno  y  ascachilos  y  cancrenay  y  la  diferencia 

en  ir  ellos. 

Herpestiomeno,  ascachilos,  cancrena 
son  putrefaciones  nel  miembro  por  cierto, 
cancrena  comenta,  según  Auicena, 
pero  en  ascachilos  es  hecha  ya  llena 


—  435  — 

la  putrefacion,  con  que  el  miembro  es  ya  muerto; 

herpestíomeno  es  daquestas  compuesta, 

do  es  hecha  y  se  haze  la  putrefacion, 

y  es  muy  mas  delgada  la  colora  desta , 

el  senso  y  calor  se  destruye  con  esta, 

y  hiede  y  destruye  el  color  y  facion. 

De  cura  y  de  carbúnculo. 

Quando  es  ya  la  putrefacion  comentada 
y  vees  podrescerse  la  carne  y  roer, 
con  bolo  y  vinagre  y  tierra  sigilada 
s^estorua ,  y  sino  sea  la  llaga  jarsada, 
tras  esto  impedille  de  mas  podrescer. 
Carbúnculo  es  vn  apostema  y  tumor 
de  sangre  muy  gruesa,  dañada  y  maligna, 
es  rúbeo  y  negrillo  en  mezclada  color, 
que  da  intolerable  y  terrible  dolor 
y  haze  vexiga  royente  y  dañina. 

Del  ántrax  que  Auicena  llamó  akhoboin. 

El  alchoboin  o  el  ántrax  también  es 
carbúnculo,  sino  ques  mas  pon9oñoso, 
de  su  misma  parte  sangrarle  deues, 
si  es  pestilencial  el  tiempo,  y  después 
purgar  si  ay  virtud  el  humor  tan  dañoso; 
y  hazle  al  principio  una  infrigidación 
de  espongía  mojada  en  su  agua  y  aceto; 
como  en  pestilencia  sea  su  cibacion, 
mas  no  repercutas  si  fué  de  expulsión 
de  algún  miembro  noble  o  es  de  humor  muy  infeto. 


—  +36  — 

De  los  apostemas  en  los  miembros  glandosos^ 
asi  como  encardio^  y  de  las  exituras. 

En  miembro  glandoso  apostemas  nociuos, 
como  ingrc  y  sobaco^  podrán  contesccr; 
en  estos  no  pongas  los  repercusiuos, 
mas  pon  al  principio  molifícatiuos 
después  de  euacuado,  y  después  resoluer. 
¿Sabéis  a  quien  llama  Auicena  exitura? 
A  aquel  apostema  do  ay  concavidad^ 
do  apaña  materia  que  viene  a  madura, 
do  es  para  curar  necessario  abertura; 
y  destos  en  el  libro  quarto  estudiad. 

De  vdimia. 

Udimia  o  la  ziniia  es  un  blanco  apostema 
ques  húmido  y  blando  y  no  hace  dolor, 
es  hecho  de  ventosidad  o  de  llema; 
primero  en  purgalle  comience  tu  tema 
después  de  digesto  el  flemático  humor; 
la  repercusión  que  al  principio  hizieres, 
sea  junta  con  cosa  que  seque  y  resuelua, 
asi  como  espongia  en  vinagre,  si  quieres, 
o  el  diaquilon,  y  tras  esto,  si  vieres 
que  ay  disposición,  se  madure  o  disuelua. 

■ 

De  ncdo  y  de  glándula  y  de  scrofula^  y  sus  differencias 

El  nodo  y  la  glándula,  ques  el  lobino, 
son  hechos  de  flema  ya  dura  y  contrita; 
la  cura  al  principio  es  fregallos  contino, 
romper  aquel  cuero,  do  están,  con  buen  tino; 


—  4^7  — 
tras  esto  sacallos  con  su  pielezica; 
del  nodo  la  escrófula  se  dífcre^e 
qucl  nodo  se  mueue,  la  escrófula  no, 
la  qual  muchas  uezes  nel  cuello  paresce, 
y  como  estas  otras  de  flema  recresce, 
sino  que  en  aquesta  mas  se  endúreselo, 

De  la  cura  de  ¡a  escrófula. 

En  su  regimiento  le  ordena  primero 
de  todo  flemático  cibo  esquiuando, 
como  agua  y  legumbres,  y  pato  y  cordero, 
y  desque  digesto  el  humor  por  entero, 
purgar  con  turbit,  y  do  ay  sangre,  sangrando; 
Ítem,  la  escrófula  molificar, 
también  resolver  con  algún  apropiado, 
es  el  diaquilon  a  esto  tal  singular, 
pero  si  quisierdes  mas  fuerte  emplastrar, 
el  Guido  o  Auicena  os  dará  buen  recado. 


De  sclirosis  que  /íuuena  llama  sephiros. 

Sclirosis  es  vn  apostema  muy  duro 
que  no  haze  dolor,  su  color  es  plomada; 
esto  es  cuando  es  malenconico  puro, 
si  av  mezcla  de  flema  el  color  no  es  obscuro, 
mas  como  el  del  cuerpo  y  su  cura  es  mezclada; 
después  de  purgado  pomas  medecina 
que  ablande  y  resuelua  el  humor  tan  maligno, 
asi  como  exundias  de  garca  o  g 
cañada  de  cieruo  y  también  vitulina, 
bedelio  y  el  galuano  y  el  serapino. 


—  438  — 

De  cáncer. 

El  cáncer  es  un  apostema  causado 
de  colora  adusta  o  de  melanconia, 
con  quien  el  colérico  humor  se  a  mezclado; 
en  este  ay  dureza  y  dolor  muy  sobrado» 
es  negro  y  redondo»  y  extiéndese  y  cria; 
ay  otro  vlcerado  que  fué  de  adustion 
de  sangre  y  de  colora»  el  qüal  es  calloso» 
y  duros  los  labios  con  denigración» 
este  es  mas  difñcile  en  su  curación» 
y  mas  si  emanó  del  que  no  es  vlceroso. 

De  la  cura. 

Primero  se  deue  sangrar  la  mediana 
si  sangre  abundare»  y  después  tomara 
de  epitímo  en  cada  quarta  mañana 
media  on9a  con  suero»  y  do  ay  virtud  sana» 
la  gera  de  eléboro  mas  obrara; 
y  al  cáncer  que  no  es  vlcerado  pomés 
vnguento  que  llaman  diapanphilogos» 
y  al  ques  vlcerado  deueis  socorrer 
cortándole  el  miembro  a  mas  no  poder, 
y  dexen  salir  harta  sangre»  por  I^os. 

De  la  vena  medeni  y  de  los  apostemas  ventosos. 

La  vena  medeni  es  una  pústula 
que  haze  vexiga  en  el  cuero»  la  qual 
contiene  vna  cosa  bermeja  y  negrilla 
que  anda  so  el  cuero  así  como  anguilla, 
y  algunos  dixeronla  ser  animal 
pues  n 'estas  partidas  aquesta  no  viene. 


—  4^9  — 
y  dize  Galieno  que  nunca  ia'vió, 
por  esso  no  escríuo  la  cura  que  tiene; 
pero  si  apostema  ventoso  prouiene, 
la  cura  de  vdimia  le  haria  yo. 

De  la  lepra. 

La  lepra  es  passion  muy  maldita  y  dañada, 
de  colora  adusta  o  de  melancolía, 
la  qual  por  los  miembros  esta  derramada, 
y  no  podresdda,  mas  es  conculcada, 
y  asi  les  podresce  y  corrompe  y  resfria, 
la  qual  haze  luego  bermejo  el  color, 
que  tiende  aza  negro,  y  la  voz  enronqueze, 
y  hidele  el  cuerpo  y  aliento  y  sudor, 
y  siente  en  el  sueño  tristeza  y  temor; 
su  pelo  y  cabello  se  pela  y  peresce. 

De  la  cura. 

Si  está  confirmada  no  puede  curarse, 
y  si  es  vlcerada  sanarse  no  espere, 
y  si  es  al  principio,  conuiene  sangrarse; 
después  la  materia  podra  adelgazarse 
con  algún  xarab  de  bisan^is,  si  vuiere, 
y  purgue  después  con  geralogodion, 
y  eléboro  negro  y  lapide  armeno, 
epitimo,  kebulos,  teodoricon, 
echados  en  pildoras  o  en  decocion, 
según  Auicena  y  según  Galieno. 

Prosigue  la  cura. 

Asi  que  se  purgue  vna  vez  en  el  mes, 
y  antes  que  coma  que  haga  exerdcio. 


_  440  — 

y  con  óleos  húmidos  se  unte  después, 
también  con  triaca  a  este  tal  fregares, 
y  biuora  coma,  ques  gran  beneficio; 
mas  preparada  según  los  autores, 
y  el  oleo  daquesta  valdrá  para  vntar; 
Ítem,  los  baños  le  son  valedores, 
la  leche  y  manjares  humedecedores, 
no  frios  ni  calidos  deue  de  vsar. 

Fen.  ív. — De  la  solución  del  continuo  y  conuiene  saber  ^  di 

qualquier  rotura  o  abertura  y  llaga  en  qualquier  miembro, 

y  primero  habla  del  vulno  y  de  la  differencia  entre  il 

y  V  le  era. 

El  vulno  de  vlcera  es  diferente, 
quel  vulno  es  nel  miembro  reciente  abertura 
que  avn  no  apaña  podre  ni  humor  impidiente; 
la  vlcera  es  llaga  do  ya  está  presente 
el  podre  o  humor  de  corrupta  natura: 
el  vulno  en  tomalle  la  sangre  es  su  cura 
después  que  salió  quantidad  necesaria, 
y  si  es  menester,  e  desangralle  procura; 
si  el  caso  lo  quiere,  hacerle  as  costura, 
después  defensiuo  es  la  cura  ordinaria. 

Remite  lo  que  queda  de  la  cura. 

Y  quiero  dexar  lo  de  los  cyrujanos, 
pues  no  han  menester  en  su  officio  sumario, 
mayormente  en  esto  do  hay  obra  de  manos, 
que  solo  en  costumbre,  si  no  son  liuianos, 
consiste  su  sciencia  y  está  su  inuentario; 
y  pues  que  las  vulneras  an  de  venir 
a  vlceras  luego,  alli  mirarás 


—  441    — 
aquello  que  al  caso  se  deue  sentir, 
por  do  al  libro  tercio  deueys  recurrir, 
también  adelante  veréis  algo  mas. 

De  cayda  o  forrada  entretalla  dura^  y  machucamiento 

de  carne. 

Si  alguno  ha  c^do  o  que  fué  aporreado, 
o  fué  entretallado,  o  su  carne  majada, 
de  parte  contraria  sea  luego  sangrado, 
y  con  leue  ayuda  sea  clisterizado, 
después  se  resuelua  la  sangre  cuajada; 
el  baño  y  sudor  y  calientes  vnciones 
valdrán  para  el  caso,  y  do  aquestos  no  bastan, 
ponelle  ventosas  y  escalpeladones, 
y  si  hay  sangre  muerta  en  profundas  regiones 
socrocios  y  emplastros  la  traen  y  gastan. 

De  la  quemadura  con  agua  o  fuego. 

Y  quando  algún  miembro  es  quemado  con  fuego 
o  agua  heruiendo  a  caydo  sobrél, 
con  lodo  muy  frió  le  resfrien  luego, 
llantén,  bolo  armeno  harán  gran  sosiego 
y  poluo  de  sándalos  junto  con  el; 
si  a  hecho  vexiga,  sea  luego  rompida, 
y  con  fría  cosa  se  cure  la  llaga; 
la  clara  de  hueuo  es  en  esto  escogida, 
y  el  vnguento  blanco,  con  tal  que  se  pida 
del  que  es  canforado,  y  mandar  que  se  haga. 

De  fluxo  de  sangre. 

El  fluxo  de  sangre  de  artería  o  de  vena 
sus  causas  son  dichas  n^el  libro  tercero; 


_  442  — 

si  es  fluxo  arterial  sale  sangre  muy  buena, 
con  salto,  y  purpurea,  según  Auicena; 
si  es  fluxo  venal  sale  humor  mas  grossero; 
a  parte  contraría  le  haz  llamamiento 
con  chicas  sangrías  y  algunas  ventosas, 
y  sobre  la  llaga  pon  restreñimiento 
con  poluo  de  murta,  y  haz  encarnamiento; 
y  en  fluxo  de  nares  veras  otras  cosas. 

De  ¡as  vlceras. 

La  vlcera  es  hecha  de  vulno  y  rutura, 
o  de  solución  de  la  continuidad, 
o  de  alguna  pústula  o  rota  exitura 
do  aquel  nutrímiento  que  envia  natura 
conuiertese  en  podre  y  superfluidad; 
pon  en  todas  vlceras  desecatiuos, 
sino  donde  ay  sangre  majada  y  atríta; 
vsar  do  ay  humores  sus  euacuatiuos, 
y  sangra  do  ay  sangre,  y  sean  tus  motiuos 
en  mundificar  la  materia  maldita. 

Prosigue  la  cura. 

Fomenta  la  llaga,  si  muy  dura  esta, 
con  agua  caliente  hasta  embermejecella, 
vnguento  do  yema  y  almástiga  va 
con  plomo  quemado  mundificara; 
balostias  y  alumbre  con  cera  ó  sin  ella; 
y  si  es  llaga  sórdida  do  ay  gruesso  humor, 
los  mundificantes  se  pongan  más  fuertes, 
la  miel,  ^umo  de  apio  y  los  deste  tenor, 
y  quando  se  limpia  y  se  haze  mejor, 
en  desecatiuos  tu  cura  conuiertes. 


_  443  — 

Fen.  V. — De  restauración^  y  hablo  de  dislocación 

y  quebradura. 

La  dislocación  es  desencasarse 
el  hueso  de  su  situación  natural; 
conuiene  con  agua  caliente  embrocarse, 
después  adre^arse  y  con  paño  ligarse, 
y  mójese  en  claras  de  huevo  este  tal; 
pero  si  algún  hueso  estuuiere  quebrado, 
como  es  la  canilla,  adiutorio  y  mufieca, 
después  que  á  su  propio  lugar  es  tomado, 
primero  se  entable,  después  sea  ligado, 
y  pon  defensiuos  según  Tumor  peca, 

Fen.  VI. — "De  los  venenos  y  ponzoñas. 

Qualquiera  ponzoña  contraria  y  maligna 
o  haze  aquel  daño  con  su  calidad, 
asi  como  arsénico  y  liebre  marina, 
o  sin  calidad  a  la  muerte  camina, 
como  es  el  napelo  con  su  propiedad; 
aquel  que  poncoña  ha  tomado  o  beuido, 
él  siente  vn  sabor  y  vn  olor  aborrihle, 
congoxas  y  arcadas  y  el  color  perdido, 
si  es  fría  ponzoña  esta  todo  adormido 
con  gran  frialdad,  perezoso,  inmouible. 

Prosigue  las  seríales  y  pone  la  cura. 

Gran  sed,  gran  congoxa,  gran  fiebre  y  ardor 
y  rabia  terna  si  ponzoña  es  caliente; 
do  no  siente  daño  de  frío  o  calor, 
mas  tiene  desmayo,  flaqueza  y  sudor, 
es  porque  con  su  propiedad  le 


con  agua  caliente  y  azeyte  cualquiei 
hazed  reuesar  al  que  tíene  el  venene 
si  el  vientre  debaxo  del  daño  se  altei 
echalde  una  ayuda  en  qualquiera  ma 
después  metridato  beuido  es  muy  bi 

Prosigue  la  cura. 

Y  si  la  ponzoña  se  siente  quemar, 
gran  golpe  de  leche  le  den  a  beuer, 
y  agua  esfriada  le  deuen  de  dar, 
con  sándalo  y  canfora  el  vientre  empl 
trosciscos  de  rosas  le  hagan  comer; 
si  es  frió  el  veneno,  tras  lo  vniuersal 
le  den  a  comer  muchos  ajos  y  vino, 
si  con  propiedad  a  causado  este  mal 
triaca  para  esto  es  muy  especial, 
y  con  sus  cordiales  le  esfuerza  contin 

De  la  ponzoña  del  perro  rabioso  o  otro  qualq 

de  aquella  manera. 

Si  algún  animal  enpon^oña  y  estrag 
o  perro  rabioso,  asi  le  curad: 
dexar  harta  sangre  salir  de  la  llaga; 
si  fuere  pequeña,  mas  grande  se  hags 
y  todas  sangrías  y  purga  dexad; 
metridato  y  triaca  en  bebrajo  le  dad, 
la  llaga  emplastrad,  desque  bien  desai 
con  ajo  y  cebollas,  y  desque  en  verda 
es  dentro  el  veneno,  dalla  le  sacad 
con  purgas,  y  asi  como  a  la  antepassa 


_  445  — 

*    Prosigue. 

Y  en  dias  quarenta  no  hagays  soldacion 
de  la  dicha  llaga,  y  ligad  fuertemente 
en  medio  daquesta  y  del  coraron , 
y  en  un  año  todo  le  dad  su  ración 
de  algún  bezariaco  o  triaca  potente; 
y  de  otras  pon9oñas  no  quiero  hablar, 
que  con  los  que  saben,  bastar  deue  aquesto, 
y  si  algún  dañado  y  perverso  vulgar 
con  armas  como  estás  quisiere  matar, 
no  quiero  hazergelo  aqui  manifiesto. 

Fen.  VII. — De  decoración^  que  es  de  ¡a  medecina  que  toca 

en  la  hermosura  y  ielleza. 

De  la  generación  del  cabello  y  de  la  depilación  del. 

Ya  nasce  el  cabello  de  un  vapor  fumoso 
cuajado  en  los  poros,  y  nasce  sobrellos, 
y  aquel  vapor  sube  de  un  cuerpo  vntuoso 
y  húmido  en  nuestro  alimento  y  viscoso; 
esta  es  la  materia  de  todos  cabellos, 
y  peíanse  a  causa  de  poco  vapor 
o  poca  humidad  de  quien  este  se  cria, 
o  falta  el  vapor  porque  falta  el  calor, 
o  el  poro  es  cerrado  o  se  hace  menor, 
asi  quel  cabello  no  halla  su  via. 

De  alopicia  y  tina. 

Mas  el  deraygarse  se  llama  alopida, 
porque  a  su  rayz  van  corruptos  humores 
que  con  su  maldad  se  destronca  y  descuida 


—  446  — 
y  cualquiera  humor  mostrara  su  malic 
nel  cuero,  que  alli  dexaran  siís  colores 
euacua  el  humor  o  la  sangre  que  sobr 
si  es  nueua  alopicia,  hazle  un  lauatori 
de  murta  y  de  yedra,  que  en  esto  mu 
y  con  linimiento  el  cabello  se  cobra 
compuesto  según  el  humor  acessorío. 

Para  mudar  el  cabello  de  la  forma  que  qu 

El  negro  hiusquiamo  le  estorua  el  i 
y  el  opio  y  la  rana  si  quieres  pelallo; 
y  si  lo  quisieres  mas  crespo  hazer, 
haz  feno  y  agallas  y  mirra  cozer, 
con  óleos  y  exundias  podras  allanallo; 
pero  si  quisieres  tardar  la  caneza, 
no  cesses  purgar  la  humidad  y  la  flem 
acacia  y  agallas  y  espica  y  corteza 
de  nuez  y  lapdano  harán  sin  pereza 
mancebo  al  cabello  y  aun  puesto  de  te 

Lexia  para  enrubiar  el  cabello^  y  de  vna  en 

que  se  llama  fúrfur. 

Ceniza  de  leña  y  sarmiento  en  lexia 
cantueso  cetrino  y  la  hyez  y  alastran, 
y  mirra  entre  muzes,  todo  esto  algún 
echado  en  el  agua,  por  cierto  haría 
a  qualquier  cabello  enrubiar  sin  afán: 
es  fúrfur  saluado,  y  es  vna  passion 
que  se  haze  en  el  cuero,  y  es  que  se  1 
la  cura  daquesta  tal  escoriación, 
es  con  mucilages  hazer  lenicion, 
y  azeyte  de  almendras  es  cosa  muy  sa 


—  447  — 

Para  hacer  el  gesto  hermoso  y  quitar  los  httfos 
de  las  viruelas  y  las  pecas. 

Quien  quiere  hazer  a  su  gesto  hermoso, 
costriña  la  sangre  que  venga  aza  él 
con  vino  y  manjar  muy  subtil  y  sabroso; 
el  higo  para  esto  es  muy  marauilloso, 
y  ell  agua  de  dátil  y  cibos  con  miel; 
y  si  de  viruelas  ay  hoyos  n^el  gesto, 
vntalde  con  queso  y  con  miel  y  con  sal, 
y  vnguento  cetrino  es  muy  bueno  para  esto; 
si  recas  o  paño  en  el  rostro  esta  puesto, 

colirio  de  mirra  aprouecha  a  este  mal. 

• 

De  morfea  y  alboras. 

La  blanca  morfea  es  de  /lema  salado, 
de  humor  melanconico  adusto  es  la  prieta, 
son  manchas  nel  cuero  que  le  an  afeado, 
pero  solo  al  cuero  el  color  an  mudado, 
dexando  la  carne  debaxo  perfeta; 
muy  blanca  es  la  mancha  que  haze  albaras, 
que  en  cuero  y  en  carne  da  su  turpitud, 
por  peor  que  las  otras  a  aquesta  ternas; 
quando  estas  vinieren,  gran  falta  dirás 
questá  en  el  asimilatiua  virtud. 

De  la  cura. 

En  negro  albaras  y  la  negra  morfea, 
si  sangre  abundare  se  deue  sangrar, 
después  muy  purgado  el  adusto  humor  sea, 
y  epitimar  do  la  mancha  se  vea. 


—  44»  — 
leche  trezna  y  cebolla  harán  vexigar; 
pero  en  la  ques  blanca,  la  sangre  estt 
y  purgúese  dése  flemático  humor, 
el  gomito  sobre  comerse  conceda, 
la  sangre  azal  cuero  traer,  si  ser  pue 
con  baños  y  vnciones  que  hagan  dolc 

De  sahafaU. 

El  sahafati  es  botor  y  postillas 
quen  rostro  y  cabeca  mas  suelen  ven 
son  rúbeas,  9umosas  y  a  uezes  sequi 
comienzan  muy  chicas  con  unas  punt 
las  nuncias  de  lepra  se  suelen  dezir; 
las  húmidas  vienen  de  aguda  húmida 
mala  y  corrosiua,  con  sangre  mezcla( 
gastó  lo  subtil,  quedó  viscosidad; 
las  secas  de  melanconia,  en  verdad, 
se  hazen,  o  colora  en  sangre  juntada 

De  la  cura. 

Sangría  es  primera  do  sangre  creso 
y  do  ay  humidad  sea  purgada  despu< 
también  la  postilla  fregar  se  requiere 
con  sal  y  vinagre,  pero  a  la  que  fuer 
antigua,  mas  fuertes  vnciones  harés; 
mas  en  la  ques  seca,  después  que  pu 
la  melancolia  y  la  sangre  aliuiare, 
muy  rezio  aquel  sahafati  fregares, 
hasta  que  se  sangre,  y  después  lauar 
con  sal  y  vinagre,  y  es  bien  si  sudare 


—  449  — 

De  los  empeines. 

Empeine  es  del  ^ahafati  compañero, 
que  casi  vna  causa  es  la  dambos  y  cura, 
mezclada  humidad  con  humor  muy  grossero; 
y  esta  es  corrosiua  que  rompe  aza  el  cuero, 
y  aquesta  se  gasta,  y  lo  gruesso  alli  tura; 
aqui  es  menester  en  materia  tan  gruessa, 
cortar,  subtiliar,  resolver  y  ablandar, 
por  cuanto  se  mezcla  subtil  con  espesa; 
la  goma  de  pino  y  vinagre  en  aquesa 
es  muy  buena  vncion,  con  espuma  de  mar. 

De  la  sarna  que  se  llama  scabies^  y  del  prurito. 

La  sarna  se  engendra  de  sangre  delgada 
mezclada  con  colora  y  melanconia, 
y  esta  es  sarna  seca  y  materia  ingrossada; 
ay  otra  con  mezcla  de  flema  salada, 
y  es  húmida  sarna  do  podre  se  cria, 
y  destos  humores  es  la  comezón, 
sino  quanto  son  mas  subtiles  y  menos, 
y  asi  no  hazen  sarna  ni  escoriación, 
mas  entre  dos  cueros  hazen  su  mansión, 
y  este  es  parayso  de  los  sarracenos. 

De  la  cura. 

Deueis  de  sangrar  si  el  humor  es  sanguino, 
y  purgue  el  humor  salado  y  adusto, 
epitimo  y  mirabolano  cetrino 
son  buenos,  y  denle  a  beuer  de  contino 
en  suero  aloes  si  fuere  hombre  robusto, 
y  purguenle  pildoras  de  fumo  terre, 

»9 


De  la  dtsuaaetony  de  ¡ 
La  desudacion  es  espeso 
que  bien  no  se  limpia,  y  at 
si  fuere  muy  mucho  sangr 
tras  esto  purgar  la  agudez; 
después  con  bañarse  y  fr^ 
es  la  planta  noctis  vna  com 
que  viene  en  la  noche  con 
por  ser  fría  la  noche  haze  c 
y  asi  en  los  vapores  ay  tal  i 
la  cura  es  como  en  la  passa 

De  las  verrugas  y  de  ¡as  hen 
Verrugas  se  hazen  de  sa 
o  melanconia  con  flema  mu 
primero,  si  ay  sangre,  en  s 
después  euaquar  la  húmida 
después  con  amargos  vntall 
si  el  cuero  se  hiende  y  pad< 
después  de  purgado  el  hun 


-4Sl- 

con  murta  y  alumbre  se  laue  después, 
y  cosa  olorosa  a  comer  le  darés, 
como  es  casialignea  y  espica  molido; 
los  piojos  se  crían  d'un  humor  podrido,  , 
al  qual  la  natura  así  pudo  adrei^ar, 
que  pudo  de  anima  ser  influido 
por  ser  subtiliado  y  ser  concalescido; 
como  ei  precedente  se  puede  curar. 

Del  panarizo  y  apostemas  de  las  vñas. 
Es  el  panarizo  apostema  caliente 
que  trae  a  la  vña  dolor  y  congoxa, 
si  el  cuerpo  está  lleno  euacuarse  consiente, 
y  pónganle  luego  algún  repercuciente; 
llantén  siempre  viua  el  dolor  mucho  ailoxa, 
balostias  y  psídia  y  acucar  rosado 
se  ponga  al  principio  por  repercusiuo; 
en  todo  lo  otro  ya  estas  informado, 
como  es  la  erisipila  o  flemón  curado, 
que  ya  soy  prolixo  en  lo  mas  que  ora  escríuo. 


^^^^P                       Quando  los  Príncipes  mi 
^^^K                     muy  quistos,  muy  juntos  ] 
^^^B                    que  quiso  que  fuesen  asi  v 
^^^H                      tan  sabios,  tan  fuertes  y  ta 
^^^H                    los  reys  don  I^ernaniio  y  di 
^^^H                    tenían  su  fama  muy  bien  d 
^^^H                     por  el  vniuerso,  do  ay  hoit 
^^^"                      y  toda  soberuia  tirana  dom 
y  toda  su  tierra  con  paz  gq 
destruidos  tiranos,  vassdlos 

En  tiempo  que  cstauan  i 
en  quien  permanezcan  acá 
muy  buenos  con  Kos  y  mi 
con  mucha  grandeza  en  el ; 
con  mas  esperanza  en  aqud 
estando  en  Madrid  en  aquí 
por  nueuos  pecados  de  qui 
prouino  de  Dios  general  mi 
por  toda  prouincia  y  por  ta 
que  nos  aicancamos  y^^ 

—  453  — 

muy  braua  y  con  quien  no  se  alcanza  vitoria; 
la  qual  haze  al  hombre  indispuesto  y  gibado, 
la  cual  en  mancar  y  doler  tiene  extremos, 
la  cual  escurece  el  color  aclarado; 
es  muy  gran  vellaca,  y  asi  a  comen9ado 
por  el  mas  vellaco  lugar  que  tenemos. 

Pone  la  opinión  de  los  teólogos  cerca  el  aduenimiento 

deste  mal. 

Dirán  los  teólogos  queste  mal  vino 
por  nueuos  pecados  de  las  cristiandades. 
¡O  gran  prouidencia  o  juizio  diuino, 
que  tan  propia  pena  executas  contino 
según  el  camino  de  nuestras  maldades; 
que  vista  la  cisma  y  la  gran  disensión 
de  tus  propios  hijos  y  tus  paniguados,, 
do  yglesia  y  seglares  con  pura  opinión 
de  apitonamiento  sin  otra  razón 
son  puestos  en  armas  tan  desordenados! 

Habla  en  persona  de  Dios. 

Dexiste  pues  vos:  No  queréis  pelear 
contra  infieles  porqués  mi  seruicio, 
y  aquellas  potencias  que  yo  os  quise  dar, 
quereislas  illicitamente  vsurpar 
stirpando  la  yglesia  y  dañando  su  offido; 
el  angelo  quiero  enbiar  percuciente, 
quen  estas  potencias  os  manque  y  os  hiera, 
que  braceo  ni  pierna  ni  miembro  mouiente 
os  dexe  que  en  armas  no  sea  impotente, 
con  crudos  dolores  de  mala  manera. 


—  4^4  — 

Responde  a  una  duda  que  a  lo  dicho  podría  haZi 

Y  en  ver  los  caudillos  que  mas  an  pccc 
daqueste  mal  saluos,  no  dubdes  en  esto, 
que  ya  desquel  ángel  se  va  desmandado 
no  mira  ni  cura  quien  es  mas  culpado, 
mas  hiere  al  que  halla  y  conosce  dispuesto 
que  quando  en  Egipto  Dios  quiso  matar 
a  los  mayorazgos  de  sus  enemigos^ 
las  casas  judaicas  mandó  señalar; 
que  si  esto  no  fuera»  también  fuera  a  dar 
el  ángel  combate  a  sus  propios  amigos. 

Segunda  respuesta^  y  concille. 

También  acontesce,  y  no  sé  yo  el  mist< 
pagar  las  ouejas  pecando  el  pastor; 
por  esto  en  pecado  del  gran  adulterio 
daquel  gran  profeta  que  hizo  el  salterio, 
murió  muy  gran  pueblo  biuiendo  el  Señoi 
y  en  ver  la  cizaña  ser  tan  general, 
y  aquesta  dolencia  en  cristiana  nación, 
y  en  ver  ques  muy  nueuo  lo  vno  y  lo  al, 
conuiene  saber  el  pecado  y  el  mal, 
confirmo  por  buena  la  dicha  opinión. 

Segunda  opinión  teologal. 

Algunos  dixeron  la  tal  pestilencia 
venir  por  luxuria  en  que  oy  peca  la  gente 
y  muéstrase  propia  y  muy  justa  sentencii 
qual  es  el  pecado  tal  la  penitencia, 
la  parte  pecante  es  la  parte  paciente; 
por  este  pecado  en  la  Sacra  Escritura 


-+5S  - 
al  rey  Pharaon  le  hallamos  tenella, 
por  quel  fué  vencido  de  gran  hermosura 
de  Sarra,  y  hirióle  Dios  en  su  natura 
daquesta  passion  o  de  otra  como  ella. 

Aprueba. 
Y  asi  hallareys  ya  los  mas  que  rehusan 
aqueste  pecado  beuir  sin  dolor, 
y  aquellos  que  aquesto  contino  mas  vsan 
daquesta  passion  por  miraglo  se  excusan, 
por  justa  sentencia  del  justo  Señor; 
también  hallareys  ya  los  hombres  tornados 
tan  castos,  que  no  osan  llegar  a  muger. 
¡O  alto  misterio,  que  somos  forjados 
hazer  penitencia  de  nuestros  pecados, 
pues  no  la  quesimos  de  grado  hazer! 

Pone  la  opinión  de  los  astrólogos  cerca  el  auetiimiento 
desta  passion. 

Astrólogos  dizen  que  por  conjunción 
de  Saturno  y  Mares  '  el  tal  daño  ha  sido; 
Saturno  es  señor  de  la  adusta  passion, 
y  Mars  de  los  miembros  de  generación, 
por  donde  este  mal  nel  comiendo  a  venido; 
y  en  hallarse  Mares  en  este  lugar 
tan  mal  con  Saturno,  enemigo  muy  fiero, 
quando  hora  tos  actos  queremos  vsar 
de  Venus  y  Mares,  vamos  a  mirar 
no  esté  allí  Saturno,  ques  mal  compañero. 


5k:  por  Harte. 


¥ 


—  456  — 


Pone  la  opinión  de  los  fisicos  cerca  lo  sol 

Los  médicos  dizen  que  fué  de  abi 
de  humor  melanconico  y  flema  saladt 
que  en  todos  los  miembros  a  hecho  i 
la  cual  se  fundó  en  vna  gran  destem 
que  al  higado  seco  y  caliente  a  toma 
y  aquesta  fundóse  del  ayre  dañado, 
y  malas  costumbres  y  mantenimientc 
y  junto  con  esto  lo  ya  processado, 
an  hecho  este  daño  ser  tan  porfiado, 
que  no  basta  cura  ni  buen  regimient 

Pone  la  opinión  de  un  dotor  cerca  el  ser 

destas  postillas. 

Vn  sabio  dotor  que  en  aquesto  ha 
dixo  estas  postillas  ser  el  sahfati, 
de  quien  Auicena  en  el  quarto  escrii 
la  causa  que  aquesto  dezir  le  mouió 
y  sus  persuasiones,  mostrars'an  aqui 
el  dize  que  aquel  sahfati  ya  nombra( 
conuienc  con  estas  en  vn  mismo  hur 
porqués  melanconico,  adusto,  quem; 
muy  gruesso  y  mezclado  con  flema  2 
que  haze  en  el  cuero  tan  gruesso  bo 

Prosigue. 

Y  es  en  su  comiendo  primero  con 
pequeño  y  muy  fixo  y  diuiso  en  lug 
de  rúbeo  color  es  también  como  aqi 


-457  - 
con  otras  señales  que  son  manifiestas 
en  el  libro  quarto,  si  bien  lo  estudiares; 
probars^a  esto  mismo,  pues  quellas  no  son 
ni  sarna  ni  lepra,  ni  de  otra  ralea 
de  aquellas  que  al  cuero  ayan  hecho  expulsión; 
asi  que  concluye  por  esta  induction 
ques  el  sahfati,  pues  no  ay  otro  que  sea. 

Repugna  la  dicha  opinión  por  muchas  razones. 

Demando  perdón  a  su  sdenda  y  bondad, 
y  ^go  que  aquestas  asi  no  conuienen; 
no  son  de  una  misma  materialidad, 
difieren  en  forma  y  en  su  propiedad, 
en  sitio  y  en  cura  y  color  que  ambas  tienen; 
y  pruebo  el  primero  por  tal  regla  y  norma 
que  humor  pudrescido  con  pestilencial , 
so  vn  genero  nunca  jamás  se  conforma, 
y  asi  diferesce  en  materia  y  en  forma 
la  fiebre  de  peste  con  fiebre  humoral. 

Pone  la  menor  do  infiere^  y  despídese  desta  razón. 

Mas  estas  postillas  él  mismo  concede 
ser  de  ayre  corrupto  y  ser  pestilenciales, 
pero  el  sahfati  contescer  siempre  puede, 
y  sin  infection  en  humores  procede, 
ni  las  sus  postillas  se  ponen  por  tales; 
y  si  él  respondiere  en  aquesta  razón 
que  del  sahfati  también  ay  pestilencia, 
no  quiero  altercar  en  su  replicadon 
por  ser  breue,  y  porque  esta  mi  probadon 
no  es  muy  manifiesta  y  probada  en  la  sdencia. 


consigue  la  torma  tan  eseí 
que  do  ella  se  halla  él  de 
mas  estas  muy  gran  diferí 
daquel  sahfati  en  propiedi 
con  estas  dolores  muy  fue 
en  todas  junturas,  y  al  pti 
al  miembro  que  haze  las  g 

Concluye  y  pone  a 
Pero  el  sahfati  no  tiene 
ni  algún  autor  k  apprQpi<i 
por  esto  daquesta  opinión 
y  por  mi  razón  necessario 
que  aquestas  difñeren  en  i 
asi  que  he  probado  U  foriS 
en  estas  dos  pústulas  ser  d 
asimismo  en  esto  está  dad| 
en  sus  propiedades  no  au 
y  aquestas  dos  pruebas  e; 

Come  diferescen  en  iifi{ 


—  4^9  — 
que  cuando  es  en  lo  alto,  en  lo  baxo  no  esta; 
mas  destas  de  agora  que  no  están  escritas, 
en  todas  las  partes  son  casi  infinitas, 
según  que  experiencia  mostrado  nos  ha. 

Como  diferescen  en  color  y  en  cura. 

Difiere  el  color,  según  dice  el  autor, 
que  en  el  sahfati  son  bermejas  postillas, 
y  destas  ay  blancas  y  con  bermejor, 
cetrinas  y  de  cenizienta  color, 
plomeñas  y  verdes  y  negras,  pardillas; 
iten,  aquellas  passiones  que  son 
diuersas  en  cura,  difieren  en  sí, 
mas  destas  postillas  la  su  curación 
que  dio  aquel  dotor,  tiene  gran  diuision 
de  la  que  Auicena  dio  en  el  sahfati. 

Pone  otro  argumento  contra  la  dicha  opinión. 

Iten,  arguyo  en  aquesta  manera, 
que  si  el  sahfati  por  aquestas  fué  puesto, 
el  nuestro  Auicena  menguado  escriuiera, 
pues  nel  libro  quarto  noticia  no  diera 
de  ciertos  bubones  que  nascen  nel  gesto, 
los  quales  le  hazen  embermegeddo 
de  mala  manera,  y  también  abubado; 
los  nuncios  de  lepra  mil  vezes  an  sido, 
según  que  alcanzamos  por  nuestro  sentido, 
asi  que  Auicena  no  ha  destos  hablado. 

Prosigue. 

Pues  mas  razón  es  de  dezir  y  afifirmar 
ques  el  sahfati  aqueste  gesto  buboso. 


—  460  — 

pues  del  se  podrá  con  verdad  predicar, 
que  no  que  se  diga  Auicena  hablar 
daquestas  postillas  tan  defectuoso, 
pues  n'el  no  appropió  aquel  dolor  y  gr 
quen  todas  junturas  dan  estas  postillas 
ni  puso  en  los  bracos  y  piernas  manqu< 
ni  los  durujones,  dolor  y  dureza, 
y  llagas  que  acuden  a  las  espinillas. 

Concluye  y  comienza  nueua  opinión. 

Ni  puso  hazer  su  comiendo  primero 
n'el  sexo  viril  o  en  el  ques  de  muger, 
ni  puso  tornarse  el  color  negro  y  fiero» 
ni  puso  otras  cosas,  por  donde  yo  infie 
aquestas  muy  gran  diferencia  tener; 
y  si  estas  se  escriuen  en  algún  lugar, 
lo  qual  yo  no  apruebo  ni  tengo  por  de 
en  ese  capitulo  deuen  destar 
de  sarna,  y  su  especie  en  el  nuestro  vu 
también  en  latin  le  llamamos  mal  muerl 

De  la  conuenioicia  de  aquella  scabie  con  estas 

Conuiene  con  estas  en  su  material, 
pues  se  haze  de  adustos  y  gruessos  huí 
y  no  menos  qu estas  es  crónico  mal, 
y  no  tiene  asiento  en  lugar  especial; 
también  n'esta  vienen  muy  gruesos  bot 
en  ella  se  hallan  diuersas  colores, 
según  las  materias  de  quien  se  compon 
manquezas,  angustias  y  graues  dolores 
en  los  superiores  y  en  sus  inferiores, 
según  que  en  aquestas  postillas  se  pone 


—  4^1   — 

Recita  dos  argumenios  quel  dicho  dotar  opuso 

a  esta  opinión. 

Contra  esto  el  dotor  sobredicho  argüyó, 
por  dos  diíFerencias  que  aquestas  dos  tienen, 
por  quanto  en  la  especie  de  scabie  halló 
ser  pruriginosa,  pero  en  estas  no, 
por  do  concluyo  que  las  dos  no  conuienen; 
segundo,  difíere  de  scabie  porque  es 
de  humor  mas  delgado  y  mas  penetratiuo, 
por  do  en  el  scabie  contíno  veres 
ser  muchas  postillas,  do  conduirés, 
su  diferecer  según  este  motiuo. 

Responde  al  primer  motiuo. 

Respondo  al  primero  que  la  come2u>n 
no  viene  a  la  especie  de  scabie  forzosa, 
mas  viene  según  que  en  ella  ay  admistion 
de  humores,  do  ay  sal  y  do  ay  mordicación; 
y  do  estos  no  vienen  no  es  pruriginosa, 
y  en  estas  postillas  lo  mismo  verás, 
do  ay  colora  en  mezcla  o  algún  flema  salso, 
las  tales  traerán  comezón  en  demás, 
y  algunos  no  cessan  rascarlas  jamás, 
el  senso  nos  muestra  que  aquesto  no  es  falso. 

Responde  al  segundo  motiuo  o  dificultad^  y  concluye. 

Respondo  asi  mismo  al  motiuo  segundo,  \ 

negándole  el  antecedente  do  infiere  *« 

por  quanto  esta  especie  en  la  qual  yo  me  fundo, 
de  muy  grueso  humor  es  si  lo  ay  en  el  mundo, 
que  en  esto  a  las  otras  especies  difiere; 


—  460  — 

pues  del  se  podra  con  verdad  predicar, 
que  no  que  se  diga  Auicena  hablar 
daqu  estas  postillas  tan  defectuoso, 
pues  n'el  no  appropió  aquel  dolor  y  graueza 
quen  todas  junturas  dan  estas  postillas, 
ni  puso  en  los  bracos  y  piernas  manqueza, 
ni  los  durujones,  dolor  y  dureza, 
y  llagas  que  acuden  a  las  espinillas. 

Concluye  y  comienza  nueua  opinión. 

Ni  puso  hazer  su  comiendo  primero 
n'el  sexo  viril  o  en  el  ques  de  muger, 
ni  puso  tornarse  el  color  negro  y  fiero, 
ni  puso  otras  cosas,  por  donde  yo  infiero 
aquestas  muy  gran  diferencia  tener; 
y  si  estas  se  escriuen  en  algún  lugar, 
lo  qual  yo  no  apruebo  ni  tengo  por  cierto, 
en  ese  capitulo  deuen  destar 
de  sarna,  y  su  especie  en  el  nuestro  vulgar, 
también  en  latín  le  llamamos  mal  muerto. 

De  la  conuenieffcia  de  aquella  scabie  con  estas  pústulas, 

Conuiene  con  estas  en  su  material, 
pues  se  haze  de  adustos  y  gruessos  humores, 
y  no  menos  questas  es  crónico  mal, 
y  no  tíene  asiento  en  lugar  especial; 
también  n^esta  vienen  muy  gruesos  botores, 
en  ella  se  hallan  diuersas  colores, 
según  las  materias  de  quien  se  compone, 
manquezas,  angustias  y  graues  dolores 
en  los  superiores  y  en  sus  inferiores, 
según  que  en  aquestas  postillas  se  pone. 


—  463  — 

)e  las  causas  desta  passiotty  y  primero  de  las  vniuersales 

y  equiuocas. 

La  causa  primera  daquesta  passion 
fué  mala  impression  de  los  cuerpos  celestes, 
que  hizo  en  ell  ayre  dañada  infecion 
por  do  en  nuestros  cuerpos  causó  corrupción, 
hallando  dispuestas  las  causas  terrestes; 
y  aquesto  prouino  de  algún  mal  compuesto 
y  costelacion  de  infortunos  planetas, 
y  aquesto  en  nuestra  arte  nos  es  presupuesto 
de  la  astrologia,  do  las  causas  desto, 
según  sus  principios,  no  son  muy  secretas. 

Las  causas  inferiores  y  extrínsecas. 

Las  causas  de  abaxo  son  ayre  dañado, 
y  el  ques  melanconico  mantenimiento, 
y  aquellos  que  crian  el  flema  salado, 
como  ajos  y  oruga  y  cebolla  y  pescado, 
cecinas,  legumbres  y  los  deste  cuento; 
flaqueza  en  los  cuerpos  de  vsar  con  muger, 
dispone  a  la  peste,  según  Auicena, 
la  gran  repleción  de  comer  y  beuer, 
la  yra  y  furores  y  poco  plazer, 
gran  frió  y  secura,  a  lo  mismo  se  ordena. 

De  las  causas  antecedentes  y  conjuntas. 

La  causa  interior  es  la  gran  quantídad 
de  humores  adustos  en  higado  y  venas, 
y  flema  salado  y  alguna  humidad 
que  haga  correr  con  su  subtilidad 


por  do  no  aprouecha  tnaldl 

Prosigue  y  propene  la  (nusa  t 

La  causa  es  también  la 
quel  daüo  de  dentro  aza  tk 
ayuda  el  error  de  la  asimili 
la  causa  conjunta  es  la  escd 
matena  que  haze  postilla  y 
la  causa  de  auer  en  juntuí 
es  bien  que  se  note  por  mU 
por  quanto  responde  a  la  di 
y  desta  no  hizo  mención  d 
avnque  era  obligado  de  no 


Las  c 


s  del  dolor  de 


Como  ay  en  las  venas  gi 
daquella  materia  que  digo 
no  haze  dolor  hasta  que  hl 
en  algún  lugar,  pero  en  él. 
apostema  el  miembro  y  le  1 


-  465  — 

Prosigue. 

Y  aquellos  que  pueden  al  cuero  alanfalla, 
alli  donde  la  echan  se  haze  postilla, 
si  al  cuero  no  pueden,  procuran  de  echalla 
al  ques  menos  noble,  y  aquel  no  tomalla 
si  puede,  y  si  no,  queda  en  él  la  manziUa, 
y  de  lance  en  lance  es  forjado  parar 
en  algún  lugar  que  no  pueda  mas  quella, 
pero  la  juntura  es  muy  flaco  lugar, 
y  es  frió  y  es  hueco  do  puede  apañar 
qualquiera  materia  y  en  si  retenella. 

Prosigue  y  concluye.  ^ 

Iten,  es  lexos  de  los  principales, 
y  es  poco  el  esprito  y  calor  que  le  viene; 
iten,  sus  motos  son  tantos  y  tales, 
que  atraen  el  humor  y  son  muy  materiales 
los  mantenimientos  de  que  se  mantiene; 
iten,  es  duro  y  de  poros  cerrado, 
por  do  no  se  haze  la  euentancion; 
también  es  de  nervios  y  cuerdas  poblado, 
do  el  senso  del  tacto  esta  fortificado, 
por  do  este  dolor  sigue  a  esta  passion. 

Las  causas  de  comentar  esta  passion  por  los  miembros 

vergonzosos. 

La  causa  por  questa  passion  comentó 
por  aquestos  miembros  que  son  vergon90sos, 
es  por  quanto  el  higado  en  ingres  echó 
algunos  encordios,  de  quien  se  escupió 
el  daño  en  aquestos  vezinos  famosos; 

3o 


—  464  — 

los  gruessos  humores  por  partes  agenas; 
y  a  uezes  daquesto  es  la  causa  humor  vno, 
y  a  uezes  de  muchos  es  hecha  mestura, 
mas  ueces  son  causa  los  muchos  quell  uno, 
asi  como  colora  y  flema  en  consuno, 
por  do  no  aprouecha  frialdad  ni  calura. 

Prosigue  y  propone  la  causa  del  dolor  de  junturas. 

La  causa  es  también  la  virtud  expulsiua, 
quel  daño  de  dentro  aza  el  cuero  lo  alan9a, 
ayuda  el  error  de  la  asimilatíua, 
la  causa  conjunta  es  la  escoríatiua, 
materia  que  haze  postilla  y  estanca; 
la  causa  de  auer  en  junturas  dolor 
es  bien  que  se  note  por  muy  singular, 
por  quanto  responde  a  la  duda  mayor, 
y  desta  no  hizo  mención  el  dotor 
avnque  era  obligado  de  no  la  callar. 

Las  causas  del  dolor  de  las  junturas. 

Como  ay  en  las  venas  gran  copia  y  medida 
daquella  materia  que  digo  espelerse, 
no  haze  dolor  hasta  que  haga  manida 
en  algún  lugar,  f>ero  en  el  ya  trayda 
apostema  el  miembro  y  le  haze  dolerse; 
y  desque  la  venas  en  los  miembros  echan 
aquesta  materia,  no  quieren  sufrilla, 
pero  de  su  daño  y  malicia  despechan, 
y  en  otros  mas  flacos  que  si  la  desechan 
y  algunos  al  cuero  podrán  sacudilla. 


-  465  — 

Prosigue. 
Y  aquellos  que  pueden  al  cuero  alancalla, 
aili  donde  la  echan  se  haze  postilla, 
si  al  cuero  no  pueden,  procuran  de  echalla 
al  ques  menos  noble,  y  aquel  no  tomalla 
si  puede,  y  si  no,  queda  en  él  la  manzilla, 
y  de  lance  en  lance  es  forijado  parar 
en  algún  lugar  que  no  pueda  mas  quella, 
pero  la  juntura  es  muy  flaco  lugar, 
y  es  frió  y  es  hueco  do  puede  apañar 
qualquiera  materia  y  en  sí  retenella. 

Prosigue  y  concluye,  ^ 

Iten,  es  lexos  de  los  principales, 
y  es  poco  el  esprito  y  calor  que  le  viene; 
iten,  sus  motos  son  tantos  y  tales, 
que  atraen  el  humor  y  son  muy  materiales 
los  mantenimientos  de  que  se  mantiene; 
iten,  es  duro  y  de  poros  cerrado, 
por  do  no  se  haze  la  euentancion; 
también  es  de  nervios  y  cuerdas  poblado, 
do  el  senso  del  tacto  está  fortificado, 
por  do  este  dolor  sigue  a  esta  passion. 

Las  causas  de  comentar  esta  passion  por  los  miembros 
vergonzosos. 
La  causa  por  questa  passion  comentó 
por  aquestos  miembros  que  son  vergon90sos, 
es  por  quanto  el  hígado  en  ingres  echó 
algunos  encordios,  de  quien  se  escupió 
el  daño  en  aquestos  vezinos  famosos; 


—  466  — 

y  son  muy  dispuestos  de  tal  recebir, 

por  ser  carne  tierna  y  que  presto  se  altere, 

si  no  es  de  escupido  es  porque  ha  de  occurrir 

la  horina  por  ellos,  do  puede  venir 

del  higado  humor  corrosiuo  que  vlcere. 

Prosigue  y  da  causa  porque  comienfa  a  parescer  el  m 
en  estos  miembros  tantos  dias  antes  que  venga. 

Por  quanto  a  este  mal  nel  comien9o  primen 
destemplase  el  higado  en  seco  y  caliente, 
do  se  haze  el  humor  tan  adusto  y  grossero, 
el  qual  n'el  principio  no  esta  tan  entero, 
y  el  higado  está  de  espelerlo  potente; 
que  viéndose  del  fatigado  y  dañado, 
alánzalo  luego  por  sus  albañares 
antes  que  en  las  venas  esté  derramado, 
por  do  en  estos  miembros  asi  a  comentado, 
muchos  dias  antes  que  en  otros  lugares. 

De  las  señales  que  se  muestran  quando  la  enfermedoá 

a  de  uenir. 

Mas  quando  en  tal  miembro  está  buba  o  Uagui 
mayormente  si  es  sin  dolor  y  está  dura, 
dolor  de  cabera  y  color  negrecita, 
espaldas  cargadas,  y  el  sueño  se  quita, 
y  aquello  que  sueña  es  en  loco  y  no  tura; 
en  labios  y  en  parpados  de  ojos  negrura, 
y  en  su  trabajar  perezoso  y  aflicto, 
y  tiene  la  vista  turbada  y  oscura; 
a  tal  como  a  este,  si  tienes  cordura, 
dirás  que  le  viene  la  sarna  de  Egipto. 


-4*7- 

De  las  señales  quando  la  passton  es  presente. 
Mas  quando  ya  vienen  las  negras  postillas, 
dan  luego  vn  dolor  de  junturas  terrible, 
primero  en  los  hombros,  después  en  rodillas, 
y  deltas  desciéndese  a  las  espinillas, 
y  en  sus  telas  haze  un  dolor  ímpassible; 
y  de  controparse  el  humor  en  aquellas 
gastando  lo  ques  mas  subtil  la  calor, 
vnos  duru jones  se  hazen  en  ellas, 
la  fruente  y  cabera  padesce  como  ellas 
de  secas  y  nodos  de  aquel  gruesso  humor. 

Las  señales  guando  viene  de  sangre  adusta. 
Si  fué  la  adustion  deste  humor  tan  maligno, 
de  sangre,  con  ellas  muy  gran  calor  tiene, 
las  palmas  y  plantas  le  queman  contíno, 
y  su  color  dellas  es  rúbeo,  sanguino; 
también  come<¡on  y  materia  les  viene; 
es  fuerte  el  dolor  y  no  es  muy  permanente, 
y  esfuérzase  mas  aza  las  madrugadas, 
y  crian  de  dentro  materia  caliente; 
an  gran  bermejura  y  calor  en  la  fruente, 
dolor  en  espaldas,  y  están  quebrantadas. 

Las  señales  quando  viene  de  colora  adusta. 

Si  colora  peca  ay  muy  poco  sosiego 
y  muy  mas  calor,  gran  dolor  no  durable, 
el  rostro  se  carga  de  pústulas  luego, 
y  vnas  vexiguitas  le  salen  de  fuego 
por  mano  y  muñecas,  de  ardor  espantable, 
y  costras  ardientes  en  palmas  y  en  pies, 


i 


—  468  — 
y  bubas  cetrinas  y  alguna  rabieta 
pequeñas  y  muchas,  y  comen  después^ 
y  en  su  complexión  ya  colérico  es, 
y  aza  el  mediodia  el  dolor  mas  le  aprieta. 

Las  señales  quando  viene  de  fiema  adusta. 

Si  de  flema  salso  fué  aquesta  adustion, 
no  ay  tan  gran  calor  ni  dolor  tan  mortal, 
son  grandes  postillas  y  con  comezón, 
y  todas  hendidas  y  ásperas  son, 
y  tienen  color  de  plomado  metal; 
y  si  es  flema  blanco,  tema  frialdad, 
en  pecho  y  cabera  muy  gran  carga  miento 
blancazas  postillas  con  mucha  humidad, 
dolor  mas  durable  en  menor  calidad, 
y  aza  medianoche  el  dolor  mas  sin  tiento. 

Las  señales  quando  viene  de  melancolia  adusi 

Pero  si  de  humor  melanconico  fuere 
aquesta  adustion,  son  mas  secas  y  frías, 
ser  grandes  y  sin  comezón  se  requiere, 
y  el  gesto  obfuscado  con  ellas  se  espere, 
y  en  su  curación  son  mas  que  otras  tardÍ2 
y  son  muy  pesadas,  no  tan  doiorosas, 
son  ásperas  mucho  y  salen  poquitas, 
y  aza  prima  noche  son  mas  aquexosas, 
y  traen  tristezas  y  ansias  llorosas, 
harán  seco  el  cuerpo  y  las  carnes  flaquitas 

Las  señales  quando  viene  de  mezcla  de  humores  a 

Mas  si  esta  adustion  acontesce  de  ser 
de  muchos  humores  alli  congregados. 


—  469  — 

mezclando  las  señas  darán  a  entender, 

a  quien  lo  que  e  dicho  quisiere  bien  ver, 

quien  son  !os  humores  que  aquí  son  mezclados; 

y  ias  mas  vegadas  es  desta  manera, 

que  aquesta  passion  de  diversos  es  hecha, 

alguna  es  de  flema  y  de  sangre  grossera, 

y  alguna  es  de  colora  con  compañera, 

y  en  tales  frialdad  ni  calor  no  aprouecha. 

Di  la  cura^  y  primero  pone  diuersas  opiniones  en  ella, 
las  quales  coníradize. 

En  ver  ta  passion  que  tan  queda  se  estaua, 
y  siendo  tan  mala  ser  tan  porfiosa, 
que  malo  ni  bueno  provecho  no  daua, 
la  gente  destonces  atónita  andaua, 
y  aun  entre  letrados  estaua  dudosa, 
algunos  dezian  quel  mucho  hartar 
a  estomago  y  vientre  de  quanto  pidiese, 
haria  mas  presto  al  paciente  sanar, 
y  que  enflaquecía  el  hazelle  apartar 
de  todo  dañoso  que  bien  se  supiesse. 

Daña  esta  opinión  y  otra  que  recita  luego. 

Aquestos  dezian  que  purga  y  sangría 
se  diese  en  el  jarro,  mas  no  en  la  persona, 
y  quel  buen  xarope  en  Medina  lo  auia, 
en  Coca  y  Arenas  y  cU  Andaluzia, 
y  a  estos  por  beudos  les  doy  la  corona; 
mas  otros  que  a  flsica  son  mas  vezinos, 
dezian  ser  buena  la  euacuacíon, 
las  purgas,  sangrías,  xaropes  continos 


¥ 


—  470  — 
y  el  poco  comer  ser  remedios  diuinos, 
y  aquesta  también  era  errada  opinión. 

Da  vna  notable  razón  contra  las  purgas  erradicatiuas. 

Quel  mucho  purgar  en  materia  como  esta^ 
al  higado  augmenta  calor  y  secura, 
do  el  daño  se  dobla,  cosa  es  manifiesta; 
también  la  materia  por  ser  indispuesta, 
no  euacua,  mas  mueuela  y  hazela  dura, 
que  para  purgarse  del  miembro  el  humor 
en  las  venas  chicas  a  luego  de  entrarse, 
y  destas  a  otra  y  a  otra  mayor, 
y  desta  va  al  higado  auiendo  vigor, 
y  deste  all  estomago  do  a  de  purgarse. 

Prosigue  y  concluye  contra  la  dicha  opinión. 

Pues  diga  este  fisico,  cómo  es  posible 
questando  el  humor  en  el  miembro  inuiscado, 
se  arranca  y  se  mete  por  vena  inuisible, 
subiendo  al  reues  de  la  sangre  nutrible, 
ques  ir  agua  arriba  y  sin  ser  subtiliado 
humor  tan  viscoso  y  tan  ingros3ado, 
que  engludo  paresce,  qual  fuerza  podra 
metelle  por  vn  tan  estrecho  horado, 
que  siempre  de  sangre  está  lleno  y  tapado, 
que  a  todos  los  miembros  del  higado  va. 

Recita  otra  forma  de  cura  vntando  las  junturas^ 

y  destruyela  también. 

Mas  otros  curaban  aquesta  passion, 
que  siempre  auian  sido  de  albardas  maestros, 
haziendo  de  azogue  y  de  vnto  vna  vndon 


—  471  — 
que  daua  al  dolor  muy  gran  mitígacion, 
y  aquesto  era  hecho  por  modos  siniestros, 
que  como  ell  azogue  es  mortificatiuo 
y  ell  vnto  ablandaua  aquel  cuero  encogido, 
haziase  el  azogue  mas  penetratiuo 
y  al  miembro  mataua  el  estupefactiuo, 
quitaua  el  dolor  destruiendo  el  sentido. 

Prosigue  y  destruye  otra  opinión  de  curar. 

Y  asi  yierays  luego  aquel  miembro  do  auia 
entrado  la  vncion,  no  tener  fuerza  alguna, 
mas  como  natura  de  noche  y  de  dia 
de  esprito  animal  a  este  tal  proueya, 
tomaba  el  sentido  y  dolor  todo  a  una; 
mas  otros  tenian  por  muy  aprobado 
curar  con  sudor  al  principio  del  mal, 
gastaba  el  sudor  el  humor  mas  delgado, 
que  daua  lo  gruesso  un  terrón  desecado, 
que  fuera  imposible  purgarse  este  tal. 

Pone  la  cura  según  la  regla  y  medios  mas  razonables 

y  experimentados. 

La  cura  mas  propia  que  aqui  poner  quiero 
sera  recogida  de  nuestros  autores, 
primero  al  humor  ceniziento  y  grossero 
deueis  digerir  y  tornalle  ligero, 
después  aplicalle  sus  euacuadores; 
mas  miren  primero  si  sangre  pecó, 
y  sángrese  luego  basilica  vena, 
de  parte  contraría  si  vn  hombro  dolió, 
si  duelen  los  dos  juntamente  mandó 
sangralle  ambos  bra^s  el  nuestro  Auicena. 


—  47^  — 

Prosigue. 

Y  el  de  fumoterre  xarope  le  dad, 
ques  muy  appropiado  en  humores  adustc 
y  do  ay  flema  salso  es  extremo  en  bondaí 
dos  on^as  de  un  golpe  sea  su  quanddad, 
mezclando  el  de  epítimo  en  hombres  robi 
por  queste  mas  gruessos  humores  alanza 
y  siempre  echa  mas  del  primero  que  dest 
con  dos  de  xarabe  tres  de  agua  le  lan^a; 
de  la  palomina  y  buglosa  en  templanza 

o  suero  do  colora  o  sangre  moleste. 

De  los  clisteres. 

Y  algunas  ayudas  le  echad  apropiadas 
do  cuezan  anis  y  ^intoria  y  hinojo, 
epítimo  y  cártamo,  y  pasas  mondadas, 
mancanilla,  violetas  y  prunas  mezcladas, 
sea  partes  yguales  echado  en  remojo; 

y  desque  cozido  y  colado  esto  tal, 
de  la  cassiafistola  echalde  on^  y  media, 
de  gera  y  bendita  vna  on^a  en  ygual, 
y  su  miel  y  azeyte  común  y  su  sal, 
aquesta  le  ablanda,  euacua  y  remedia. 

Del  minoraíiuo  que  se  deue  íomar  por  la  bo 

Passado  con  esto  ocho  dias  contínos, 
deueis  minoralle  con  tal  decocion, 
vna  on^a  de  mirabolanos  cetrinos, 
y  sendas  de  indios  y  kebulos  finos 
e  dos  de  ciruelas  con  esta  mixtión, 
y  sendas  de  epítimo  y  de  cantueso. 


-473  - 
e  de  tamaríndio  onca  y  media  será, 
e  de  palomina  vna  on^a  con  eso, 
e  vna  onca  de  passas,  y  cueza  todo  eso 
en  tres  iitiras  de  agua,  y  las  dos  gastará. 

Y  en  seys  on^as  desta  deueys  desatar 
vna  onca  de  la  cassiañstola  munda, 
de  buena  mañana  la  deue  tomar, 
y  en  muchas  vegadas  es  bien  de  la  vsar, 
pues  della  purgar  e  ablandarse  redunda; 
después  continuar  los  xarabes  de  suso 
hasta  que  ya  esté  el  humor  bien  digesto, 
y  vsar  las  ayudas  según  se  allí  puso, 
y  desque  algún  tiempo  os  durare  aqueste  vso 
purgad  fuertemente  el  humor  si  es  despuesto. 

Las  señales  de  la  digestión. 
Vereys  ques  digesto  el  humor,  en  que  ya 
el  fuerte  dolor  y  vigilias  le  afloxan, 
no  salen  mas  bubas  ni  el  higado  está 
con  tan  grande  ardor,  ni  la  fuerza  se  va; 
las  palmas  y  bubas  y  pies  se  descoxan, 
no  está  tan  delgada  y  tan  cruda  la  horina, 
y  sale  la  ypostaás  blanca  y  muy  buena, 
también  la  color  de  su  gesto  se  afína, 
también  su  egestion  sale  buena  y  contina, 
a  tal  como  aqueste  tal  purga  se  ordena. 

De  la  purga  erradicaíiua. 
De  pildoras  indias  tomad  quinze  granos, 
y  treynta  de  pildoras  de  palomina, 
y  diez  de  hermodatÜes  blancos  liuianos, 


—  474  — 
de  spica  y  almástiga  diez  granos  sanos; 
todo  esto  mezclado  es  muy  gran  medicina, 
y  con  su  xarabe  las  puede  massar, 
y  hazer  siete  pildoras  por  la  presente; 
mediada  la  noche  las  deue  tomar, 
y  el  físico  puede  amenguar  o  esforzar 
la  purga  según  la  virtud  del  paciente. 

Otra  forma  de  purga. 

O  purgúese  fuerte  daquesta  manera: 
de  kebulos  y  mirabolanos  y  prietos 
e  passas  tomar  sendas  on^as  siquiera, 
de  hojas  de  sen  de  cantuesos  qualquiera 
tomad  sendas  on^as  y  sean  perfectos, 
y  de  polipodio  seys  dramas  tomad, 
y  cinco  del  eupatorio  escogido» 
e  quatro  de  la  palomina  mezclad, 
todo  esto  en  tres  libras  de  suero  lo  echad 
e  gaste  las  dos  como  arriba  aueis  vido. 

Y  echad,  desque  aquesto  ya  fuere  colado, 
vna  on^a  de  epitimo  y  hierua  sin  llama, 
y  desque  heruiere  sera  luego  fregado, 
después  sea  colado  y  alli  desatado, 
de  eléboro  negro  escogido  vna  drama, 
e  de  cassiafístola  vna  on^a  mondada, 
y  echad  media  drama  de  agárico  bueno, 
y  si  la  quisierdes  mas  fortificada, 
echad  media  drama  muy  rectificada, 
según  Auemesue  de  lapide  armeno« 


-475- 

Como  tomará  la  triaca,  e  de  otra  forma  de  minoratiuo. 

Y  desque  ya  esté  derraygado  el  humor, 
darleys,  si  reliquias  quedaron  algunas, 

de  tres  en  tres  dias  triaca  mayor, 
y  tómela  en  suero,  porqués  el  mejor 
quanto  vna  auellana  beuida  en  ayunas, 
y  en  todos  los  tiempos  que  vuiere  manida 
d aquel  mal  humor  y  el  hartasse  ya, 
de  la  cassiafístola  ques  aborrida 
media  on^a  de  epítimo  sea  disoliiida 
en  suero  de  cabrás,  y  aquel  vsara. 

Para  corregir  el  hígado. 

Y  adresce  el  higado,  ques  el  cimiento 
en  criar  este  humor  tan  adusto  y  maligno, 
vntandole  con  el  violado  vnguento, 

o  con  el  rosado,  o  con  el  de  fermento, 

o  con  el  que  llaman  acá  sandalino; 

y  desque  estuuiere  todo  este  sermón 

compUdo  por  orden  y  regularmente, 

remedios  locales  dad  en  la  passion 

en  todas  las  bubas  haziendo  vna  vndon, 

yo  hallo  ques  muy  singular  este  vnguente. 

Ungüento  para  las  bubas. 

De  chimia  de  plata,  no  de  otros  metales, 
y  de  litargirio,  cerusa  y  calcanto, 
de  azogue,  aloes,  todo  partes  iguales, 
y  el  vnto  de  puerco  mezclad  a  estos  tales, 
y  azeyte  de  oleandro  y  vinagre  otro  tanto; 
será  todo  aquesto  en  mortero  majado, 


—  476  — 
y  con  del  azeyte  vn  poquito  mecello, 
después  del  vinagre  sera  vn  poco  echado, 
después  del  azeyte,  y  asi  sea  tratado 
hasta  que  se  haga  vn  vnguento  con  ello. 

Otro  vnguente  mas  fuerte. 

Y  si  otro  quisierdes  mas  fuerte  y  mas  fino, 
podéis  componelle  daqueste  tal  modo: 

de  ambos  arsénicos  sufre  citrino, 
de  eléboro  negro  y  de  goma  de  pino 
sean  partes  iguales,  y  mézclese  todo; 
con  esto  ceniza  de  ajos  majad, 
y  mirra  y  encienso,  aloes  y  neguilla, 
y  el  vnto  y  azogue  matado  mezclad 
con  agro  de  cidra  o  limón  lo  juntad 
y  azeyte,  y  ponelde  sobre  la  pustíUa. 

De  emplastros  para  las  junturas. 

Y  hazle  vn  emplastro  para  las  junturas 
de  estierco  y  manteca  de  vaca  con  miel, 

y  si  tu  conosces,  por  tus  congeturas, 

que  son  menester  muy  mas  fuertes  la  curas, 

hazerle  as  emplastro  mas  fuerte  que  aquel; 

recibe  quatro  on^as  de  la  trementina, 

y  quatro  de  nitre  de  Alexandria, 

de  euforbio  tres  dramas,  ques  gran  medecina, 

y  del  fenugreco  tornado  harina 

será  media  libra  en  su  compañía. 


y 


Con  esto  seys  dramas  echad  de  yreos, 
de  oppopanac  quatro  dramas  serán. 


—  477  — 
con  esto  seys  on^as  de  azeyte  aued  vea, 
y  hazed  un  emplastro,  que  mediante  Dios, 
todos  los  dolores  con  este  saldrán; 
y  si  lo  quisierdes  mas  fuerte  que  aquesto, 
mayor  quanddad  del  euforbio  echares, 
y  echad  armoniac  y  bedelio  con  esto, 
y  azeyte  vnfancino,  que  al  caso  es  dispuesto, 
y  todo  se  haga  en  emplastro  después. 

Y  M  otros  emplastros  quisierdes  o  vnciones, 
catad  a  Auicena  en  la  fen.  veynte  y  dos, 
adonde  se  escriue,  por  largas  razones, 
el  mal  de  junturas  y  sus  curaciones; 
allí  contemplad,  si  soys  físico  vos, 
y  quando  el  dolor  fuere  brauo  a  matar, 
mayormente  siendo  de  humores  calientes, 
narcótico  vnguento  te  aueis  de  aplicar; 
catad  a  Auicena  en  el  dicho  lugar, 
do  pone  remedios  y  muy  excelentes. 


De  ios  baños. 

Y  háganle  baños,  ya  en  declinación, 
de  su  manganilla  y  anís  y  hinojo, 
y  rosas,  violetas,  aquí  buenas  son, 
ruda  y  palomina  haya  tal  decocion, 
bismalua  y  las  maluas  y  el  apio  y  abrojo; 
y  báñese  nueve  o  diez  dias  arreo, 
y  échese  luego  en  la  cama  a  sudar; 
si  aquesto  se  haze  por  orden,  yo  creo 
que  aqueste  hombre  tal  complirá  su  deseo, 
por  queste  es  camino  de  presto  sanar. 


—  478  — 

Para  socorrer  el  iofo^  y  para  ¡as  llagas. 

Mirad  bien  el  ba^o  no  tenga  dureza, 
que  cuando  esta  tiene  se  tarda  el  dolor, 
y  si  la  tuuiere  curad  con  destreza, 
según  nel  capitulo  suyo  se  reza, 
para  esto  es  Tunguento  desopilador; 
y  miren  si  vlcera  alguna  le  viene, 
y  cúrela  luego  algún  buen  ^urujano» 
ya  sabe  la  causa  de  que  esta  prouiene, 
asi  mismo  sabe  la  cura  que  tiene, 
no  falta  sino  que  le  ponga  la  mano. 

Para  curar  las  durezas  y  rectificar  el  regimienío, 

Y  a  los  durujones  curad  como  nodos, 
o  como  apostema  esclirotico  duro, 
en  molificar  y  ablandallos  a  todos, 
después  resoluelles,  y  con  tales  modos 
se  lleua  el  paciente  muy  saluo  y  seguro; 
y  deue  guardarse  en  el  su  regimiento, 
porqués  el  cimiento  de  toda  su  cura, 
que  huya  manjares  de  mal  nutrimiento, 
que  huya  mugeres  y  mal  pensamiento, 
que  huya  la  ira,  furor  y  tristura. 

De  los  manjares  convenibles. 

Que  coma  gallina,  cabrito  y  ternera, 
faysanes,  perdizes  y  tórtolas  buenas, 
y  las  palomitas  son  desta  manera, 
y  aue  pequeña  que  no  sea  grossera; 
camero  de  vn  año  de  carnes  bien  llenas, 
y  yemas  de  hueuos  si  bien  frescas  son. 


—  479  — 
y  peces  de  rio  escamosos,  chiquitos, 
y  truchas  palmares  son  desta  intención, 
y  todo  manjar  de  subtíl  digestión, 
y  buen  nutrimento  como  los  escritos. 

Prosigue  y  da  fin. 

Y  el  vino  que  beua  sea  tinto  y  aguado 
con  agua  azerada,  ques  muy  singular, 
y  no  traya  el  cuerpo  contino  afanado, 
ni  menos  le  tenga  baldio  y  holgado, 
y  sobre  comer  no  se  deue  mudar; 
el  sueño  del  dia  se  deue  excusar, 
y  las  colaciones,  y  el  mucho  beuer, 
y  nunca  se  deue  el  paciente  hartar 
puesto  que  sea  muy  bueno  el  manjar, 
y  es  bien  pasearse  delante  el  comer. 

Fwíf. 


% 


Loores  y  gradas  te  do  yo.  Señor, 
que  enciendes  candela  do  falta  el  pauilo, 
que  en  tales  tinieblas  das  tal  resplandor, 
que  en  tan  juuenil  y  barbárico  estilo 
s'encierre  vna  suma  de  tanto  valor; 
y  pues  que  lo  hizo  tu  lumbre  y  fauor, 
no  sé  con  que  sirua  tan  gran  beneficio, 
sino  que  me  ofrcsco  por  tu  seruidor 
en  vida  y  en  muerte,  en  plazer  y  dolor, 
y  ofresco  la  obr?.  a  tu  nombre  y  seruicio. 


—  48o  — 

Y  no  des  lugar  a  la  enbidia  malina 
que  calle  lo  bueno  y  pregone  los  yerros; 
que  muchos  letrados  de  la  mededna, 
por  cuanto  concurren  en  vna  rapiña, 

se  muerden  asi  como  gatos  y  perros; 
que  por  remorderme  ya  en  vna  disputa 
el  juez  contra  mi  confirmó  tal  razón, 
que  igual  complexión  puntual  y  absoluta 
de  la  medecina  es  su  consideración, 
lo  qual  por  falsissimo  acá  se  reputa. 

Y  en  otra  disputa  el  juez  desigual, 
por  darme  la  mengua  afirmó  en  su  dezir 
quel  minimo  cuerpo  se  puede  partir, 
guardando  su  forma  y  su  ser  natural, 

lo  qual  por  muy  falso  se  deue  sentir; 
y  pues  que  los  sabios,  sabiendo  la  sciencia, 
por  ser  maldizientes  la  quieren  torcer, 
remitolo  todo  a  tu  sancta  clemencia, 
que  a  los  ponzoñosos  hará  resistencia, 
y  a  las  falsas  lenguas  hará  enmudescer. 

Fenesce  el  Sumario  de  la  Medecina  hecho  por  el 
licenciado  Francisco  López  de  Villalobos,  enmendado 
y  corregido  por  él  mismo.  Imprimido  en  la  dbdad  de 
Salamanca^  a  sus  espensas  de  Antonio  de  Barreda, 
librero.  Año  del  nascimiento  de  Nuestro  Saluador  de 
mili  ccccxc.  e  viii. 

Deo  gracias. 


FIN. 


í 


i 


ÍNDICE  DE  MATERIAS. 


PRÓLOGO. 

I.— Nacimiento,  patria,  origen  y  familia  de  Villalobos....  i 

II.— Estuclios  de  Villalobos. — Sus  pnmeras  obras 10 

ni.— Villalobos  médico  del  Rey  Católico i8 

IV.— Villalobos  médico  del  Emperador 18 

V.— Retirase  Villalobos  de  la  Corte 41 

VI.— Vuelve  Villalobos  á  la  C6rte 48 

VII. —  Villalobos  durante  ta   ausencia   del    Emperador, 

de  1 519  S  1 530 60 

VIII.— Sucesos  de  la  vida  de  Villalobos  después  de  Ib 

vuelta  del  Emperador,  en  1533 , 76 

IX.— Últimos  años  de  la  vida  de  Villalobos W 


OBRAS  DE  VILLALOBOS. 

OBRAS  aB^<TÍ^CAS. 

I.— El  «Sumario  de  Medicina»  y  el  «Tratado  sobre  las  pes- 
tíferas bubas» 109 

II. — Continuación  de  tas  obras  científicas  según  su  proba- 
ble orden  cronológico.— Las  «Congresiones,*  los  di&lo- 
gos  sobre  las  fiebres tiS 

III.— Lb  glosa  de  los  dos  primeros  libros  de  Plinio.— El 
«Tratado  de  cuerpos  naturales» 14$ 


Á 


Página!. 


OBRAS   LITERARIAS. 


IV.— Traducción  del  «Amphitríon»  de  Plauto,  el  «Tratado 

de  los  problemas  de  cosas  morales,»  etc 157 

V.— Canción  de  Villalobos,  con  su  glosa 202 

VI.— Bibliografía  de  las  obras  de  Villalobos. 216 


CARTAS  CASTELLANAS. 

I.— El  doctor  Villalobos  á  Jufre,  aposentador  de  S.  NL  ea 
Flandes.— Madrid,  8  de  Enero  de  1512 t 

II.— El  doctor  Villalobos  á  un  Grande  del  Reino. — Cala- 
tayud,  6  de  Octubre  de  151 5 5 

III. — El  doctor  Villalobos  al  mismo  Jufre. — Madrid^  18  de 
Marzo  de  1 517 • 9 

IV.— El  doctor  Villalobos  á  Diego  López  de  Ayala,  canó- 
nigo de  Toledo,  en  la  Corte  de>  Flándes.— Madrid,  7  de 
Julio  de  1 5 17 13 

V.— El  doctor  Villalobos  al  doctor  de  la  Reina. — Zara- 
goza, 6  de  Agosto  de  1518 15 

VI. — El  doctor  Villalobos  á  D.  Pedro  Laso  de  la  Vega.— 
(Sin  fecha.) 19 

VIL— El  doctor  Villalobos  al  Condestable  de  Castilla.— 
Zaragoza,  23  de  Noviembre  de  1518 ai 

VIII.— El  doctor  Villalobos  al  Almirante  de  Castilla. — Za- 
ragoza, 7  de  Diciembre  de  1518 25 

IX.— El  doctor  Villalobos  al  Duque  de  GandSa. — (Sin 
fecha.) 29 

X. — El  doctor  Villalobos  al  Arzobispo  de  Santiago. — Bar- 
celona, 20  de  Marzo  de  1519 35 

XI. — El  doctor  Villalobos  al  Arzobispo  de  Santiaga — Bar- 
celona, 8  de  Setiembre  de  1 519 39 

XII. — El  doctor  Villalobos  al  Almirante  de  Castilla. — 

Medina  de  Rioseco,  10  de  Mayo  de  1520 43 

XIII.— El  doctor  Villalobos  á  D.  Diego  de  Guevara,  cla- 
vero de  Calatrava. — Valladolid,  7  de  Junio  de  1520.. ...      45 
XIV. — El  doctor  Villalobos  á  la  Marquesa  de  Denia. — 
Medina  de  Rioseco,  1 5  de  Agosto  de  1 320 49 


—  483  — 

XV.— El  doctor  Villalobos  á  D.*  María  de  Toledo,  en  la 
Corte  de  Alemania.— Medina  de  Rioseco,  22  de  Enero 

de  1 521 51 

XVI.— El  doctor  Villalobos  al  Obispo  de  Palencia.— (Sin 

fecha.) 57 

XVII.— El  doctor  Villalobos  á  la  Sra.  D.*  Francisca  Sar- 
miento.— Medina  de  Rioseco,  18  de  Febrero  de  1521.. . .      61 
XVIII.^El  doctor  Villalobos  al  Almirante  de  Castilla.— 

Medina  de  Rioseco^  4  dé  Abril  de  1 521 65 

XIX.— El  Almirante  de  Castilla  al  doctor  Villalobos. — 

Medina  de  Rioseco,  15  de  Abril  de  1525 67 

XX.— El  doctor  Villalobos  al  Almirante  de  Castilla. — 

Zafra,  10  de  Mayo  de  1 525 jt 

XXI. — ^Respuesta  de  las  coplas 75 

XXII.— Otra  del  dicho  doctor  Villalobos  contra  los  vanos 

placeres 79 

XXIII.— Otra  del  mismo 81 

XXIV.— Otra  del  mismo 83 

XXV. — Contra  los  bienes  de  fortuna 85 

XXVI.— El  Almirante  al  doctor  Villalobos 87 

XXVII.— Respuesta  del  doctor 89 

XXVIII.— El  doctor  Villalobos  al  Almirante 93 

XXIX.— El  doctor  Villalobos  al  Comendador  griego. — 

Madrid,  Diciembre  de  1 526 95 

XXX. — El  doctor  Villalobos  al  Arzobispo  de  Toledo.— 

Valencia,  17  de  Mayo,  s.  a,  (1528?) 105 

XXXI.— El  doctor  Villalobos  al  Arzobispo  de  Toledo. — 

Monzón,  12  de  Junio,  s.  a.  (1528?) 109 

XXXII.— El  doctor  Villalobos  al  Duque  D.  Manrique  de 

Lara. — Valladolid,  10  de  Febrero  de  1 530 113 

XXXIII.— El  doctor  Villalobos  á  D.  Antonio  Manrique, 

Duque  de  Nájera. — Ocaña,  26  de  Octubre,  s.  a.  (1530?).     115 
XXXIV. — El  doctor  Villalobos  al  doctor  Xuaret,  sobre  la 
venida  de  un  hijo  suyo  soldado. — Barcelona,  27  de  Abril 

de  1 53 1 1 19 

XXXV. — El  doctor  Villalobos  al  Duque. — (Sin  fecha.-^ 

1532?) 123 

XXXVI.— El  doctor  Villalobos  á (Sin  fecha.— 1533?).  •     125 

XXXVII.— D.  Antonio  Manrique,  Duque  de  Nájera»  al  doc- 
tor Villalobos.— (Sin  fecha) 131 


—  484  — 

XXXVIII. — Respuesta  del  doctor  Villalobos  á  la  carta  i 

terior. — (Sin  fecha.) 

XXXIX.— El  doctor  Villalobos  al  Duque  de  Nájera.— M 

drid,  7  de  Diciembre 

XL. — El  doctor  Villalobos  al  Secretario  Samano. — Medi 

del  Campo,  3  de  Agosto  de  1 54a 

XLI. — El  doctor  Villalobos  á  Cobos,  Comendador  may 

de  León.—- Valladolid,  12  de  Setiembre,  s.  a 

XLII. — El  doctor  Villalobos  al  Duque  D.   Manrique  < 

Lara. — ^Rioseco,  1 3  de  Agosto  de  1 546 

XLIII.— El  doctor  Villalobos  al  Almirante  de  Castilla. 

1 2  de  Mayo  de  1 549 

XLIV. — El  doctor  Villalobos  á  D.  Alonso  de  Fonseca,  A 

zobispo  de  Santiago,  enviándole  un  diálogo  que  le  hab 

pedido. — (Sin  fecha.) 

XLV.— El  doctor  Villalobos  al  General  de  la  Orden  de  Si 

Francisco. — (Sin  fecha.) 

XLVI. — El  doctor  Villalobos  al  Comendador  Hemaní 

Nuñez.— (Sin  fecha.) 

XLVII. — El  Comendador  Hernando  Nuñez  al  doctor  \ 

llalobos. — (Sin  fecha.) 


CARTAS  LATINAS. 

Ad  lectores , 

1. — Venerando  genitori  Franciscus  de  Villalobos. — 1498. 
II. — Gonsalo  de  Moros,  egregio  medicinae  doctoríy  Frai 

ciscus  de  Villalobos. — 1 501 

III. — Gonsalo   de  Moros,   medicinas  doctorí  celebrandi 

Franciscus  de  Villalobos,  1 507 

IV. — Venerando  genitori  PVanciscus  de  Villalobos. — 150 
V. — Principi  strenuissimo  domino  Garsiae  de  Toleto,  illu 

trissimi  domini  Fcderici  ducis  de  Alba,  dilectissimo  pr 

mogenito  (Franciscus  de  Villalobos). — 1508 , 

VI.— Reverendo  doctori  de  la  Parra,  prothomedico,  Frai 

ciscus  de  Villalobos.  — 1508 

VII. — Illustríssimo  dno.  Federico  de  Tolete,  duci  de  Alb 

niarchionique   Cauricnsi,   Franciscus  de   Villalobos.- 

'509 


—  485  — 

Pig\ns. 
VIH.— Reuertndissimo  dno.  Cosme  de  Toleto,  planentíno 

presuli,  Franciscos  de  Vülalobos, — 1509 «33 

IX.— Dno.  Cosme  de  Toleto,  pUcentíno  presuli,  Franeis- 

cus  de  Villalobos. — 1510 137 

X. — Dno.  suo  dno.  Cosme  de  Toleto,  placentino  pretuli, 

Franciscus  de  Villalobos. — 1510. 141 

XI.-(Sin  dirección  ni  año.) a« 

DIÁLOGO  DE   VILLALOBOS    V  5U   CRIADO 33 1 


POESÍAS. 

I.— Escribo  burlas  de  veras 171 

II. — Canción.  A  una  partida tfi 

III.— Villancico >74 

iV. — Partiendo,  porque  deiia  una  dama  ser  lo  que  dlien: 

Quien  de  sus  amores  se  alexa ,.  S74 

V, — A  la  misma  señora S75 

VI.— Pariiéndose-  «76 

VII.— Sospechando  que  había  hecho  del  lo  que  Durandarte 

de  su  amiga,  ó  su  amiga  del 177 

VIII. — Glosando:  «Muerto  queda  Durandarte. > íj^ 

IX.— Un  cortesano,  estando  pensativo,  fué  preguntado  por 

su  dama  que  ¿en  qué  pensaba?  y  él  respondió  este  mote.  »8i. 

X.— Al  tiempo  bueno afii 

XI. — Otra  cana,  hablando  de  los  estados 386 

XII.— Gabriel  dio  al  Almirante,  su  señor,  un  macho,  y 

quedando  á  p¡£  en  Torre  de  Lobaton,  escribió  esta  carta. 

a!  Adelantado,  hermano  del  Almirante,  pidiéndole  una 

cabalgadura ajQ 


EL  SUMARIO  DE  LA  MEDECINA, 

CON     UN     TRATADO    SOBRE    LAS    FESxfFEBAS    BUDM. 

Prohemium S99 

Dedicatoria  al  Marqués  de  Astorga 305 

Comienza  la  obra  trouada 308 

Dininicion  de  la  medecina j....>  ]ll 


—  486  — 

De  complexiones 

Ix.  miembros  de  complexión.  • . 

Quatro  humores  y  sus  complexiones 

Quatro  humidades 

Prosigue  y  diuide  otra  vez  los  humores 

El  miembro  y  los  principales 

Complexiones  de  los  principales  y  del  cuerpo  todo 

Virtudes 

Esprito  y  calor  natural 

Enfermedades 

De  las  enfermedades  compuestas 

Diuide  la  malicia  de  la  complexión 

Las  señales  del  celebro  caliente  y  frío,  y  de  su  cura... 

Señales  y  cura  del  celebro  húmido  ó  seco 

Señales  de  la  complexión  del  celebro  con  humor 

Señales  de  apostema  frío  del  celebro,  y  de  su  cura  en 

neral 

De  soda 

De  emigranea,  y  de  su  cura 

De  sirsen  6  frenesis 

De  litargia 

De  congelación 

De  subeth  sahari 

De  subeth 

De  vigilia  y  sabara 

De  memoria  corrupta 

De  manja  y  melancolía 

De  cura , 

Del  mal  de  amores,  que  Auicena  llamó  ilisci  y  los  gríe| 

le  llaman  hereos 

De  las  señales  que  se  muestran  quando  alguno  está  ei 

morado , 

De  la  cura. 

Vértigo 

De  incubo  ó  strangulator , 

De  epilcnsia , 

De  la  cura 

De  apoplcxia 

De  cura 

Uc  las  pasiones  de  los  nervios  y  prímcro  de  parlesia.  . 


—  4»?  — 

PÍ<lMt. 

Be  spasmo  y  tetheno 337 

De  tremor 318 

De  slupor 3í8 

De  tortura 3^8 

De  salto  que  se  llama  iectígacion 319- 

De  las  disposiciones  de  los  ojos  y  primero  de  dolor  y  mala 

complexión  en  los  ojos 33(t 

De  optalmia 330 

De  cura 53* 

De  botoren  la  conjumiua  6  blanco  del  ojo 33» 

De  ulceras  y  eiti  turas  en  el  ojo  y  la  comea.... 33r 

De  la  cornea  y  sus  passioaes 331 

De  rotura  en  la  cornea  y  de  cáncer 331 

De  algarab  en  el  lagrimal 3 ja 

De  adición  y  diminución  de  carne  en  los  lagrimales,  y  de 

altarfati 33a 

De  las  lagrimas  que  corren  del  ojo 333 

De  albugen  y  sebel 333 

De  úngula 333 

Las  enfermedades  de  la  niñuela,  y  primero  de  la  dilata- 
ción della,  que  se  llama  en  arauigo  alintisar 334 

De  la  conslricion  de  la  pupila  ó  niñuela  del  ojo,  y  del  es- 

iraboso  ó  tuerto 334 

De  los  ojos  salidos  y  de  las  liendres  de  las  pestañas 335 

De  silac  y  de  pestañas  vueltas 33} 

De  la  flaqueza  de  la  vista.  335 

De  noclilupa 336 

De  encogimienio  de  los  parpados  y  de  la  catarata 336 

De  la  cura  de  la  catarata 337 

De  las  otras  passiones  de  las  pestañas 337 

De  las  passiones  de  los  oydos,  y  primero  de  la  sordeza.. . .  338 

Del  dolor  de  oydos 339 

De  la  forma  de  purgar  y  sangrar  en  cnalquíer  mal  de 

oydos 340 

Del  linilo  y  sonido  que  viene  á  los  oydos 340 

De  la  sanie  y  podre  que  mana  del  oydo 341 

Del  fiuxo  de  sangre  del  oydo,  y  de  la  opilación  del., .....  341 

De  apostema  en  la  raíz  de  la  oreja 341 

De  las  passiones  de  las  narÍKS,  y  prífnero  de  tos  daños  del 

adóralo , 34a 


—  486 


De  compleí 

Ik.  miembros  de  complexión.  . .  — 

Quairo  humores  y  sus  complexiones 

Q.uatro  humidades 

Prosigue  y  diuide  otra  vez  los  hume 

El  miembro  y  los  principales. 

Complexiones  de  los  principales  y  ¿ 

Virtudes 

EspHto  y  calor  natural 

Enfermedades 

De  las  enfermedades  compuestas. . . 
Diuide  la  malicia  de  Is  complexión. 
Las  señales  del  celebro  cahente  y  fe 
Señales  y  cura  del  celebro  húmido 
Señales  de  la  complexión  del  celebí 
Señales  de  apostema  frió  del  celebr 

De  soda 

De  emigranca,  y  de  su  cura 

De  sirsen  ó  frencsís 

De  litargia , 

De  congelación . 

De  subeth  sahari 

De  subeth 

De  vigilia  y  sabara 

De  memoria  corrupta 

De  manja  y  melancolía 

De  cura 

Del  mal  de  amores,  que  Auícena  lia 

le  llaman  hercos 

De  las  señales  que  se  muestran  quí 

morado 

De  la  cura 

De  incubo  ó  strangulator 

I)c  cpilcnsia 

Déla  cura 

De  apoplcxia , 

De  las  pasiones  Je  los  nervios  y  prii 


—  487  — 

De  spasmo  y  icihano , 337 

De  tremor •■•> 3*B 

Oe  stupor •■ •■•■ yA 

De  tortura jaB 

De  salto  que  se  llama  jcctigadon 319- 

De  las  disposiciones  de  los  ojos  y  primero  d«  dolor  y  mala 

complexión  en  los  o}os 319 

De  optalmia J]0 

De  cura 33» 

Debotorcn  la  conjuntíua  ó  blanco  del  ojo 336 

De  ulceras  y  exituras  en  el  ojo  y  la  comea..  ■ 331 

De  la  cornea  y  sus  passiones 331 

De  rotura  en  la  cornea  y  de  cáncer 331 

De  algarab  en  el  lagrimal , 332 

De  adición  y  diminución  de  carne  en  los  lagritnales,  y  de 

aliarfati 33a 

De  las  lagrimas  que  corren  del  ojo 333 

De  albugen  y  sebel 333 

De  úngula 33) 

Las  cnrermedndes  de  la  ninuela,  y  primero  de  la  dilata- 
ción della,  que  se  llama  en  arautgo  alintisar 334 

De  la  constricion  de  la  pupila  6  niñuela  del  ojo,  y  del  tsr- 

traboso  ó  tuerto 33f 

De  los  ojos  salidos  y  de  las  liendres  de  las  pestañas 335 

De  silac  y  de  pestañas  vueltas 335 

De  la  flaqueía  de  la  vista 335 

Ue  noctilupa 336 

De  encogimiento  de  los  parpados  y  de  la  catarata 336 

Déla  cura  de  la  catarata , 337 

De  las  otras  passiones  de  las  pestañas 337 

De  las  passiones  de  los  oydos,  y  primero  de  la  aordeía.. . .  336 

Del  dolor  de  oydos 339 

De  la  forma  de  purgar  y  sangrar  en  cualquier  mal  de 

oydos 340 

Del  linilo  y  sonido  que  viene  &  los  oydos 340 

De  la  sanie  y  podre  que  mana  del  oydo 341 

Del  fluio  de  sangre  del  oydo,  y  de  la  opilación  del 341 

De  apostema  en  la  raíz  de  la  oreja 34a 

De  las  passiones  de  las  narizes,  y  primero  de  los  da&os  del 

odorato yVL 


! 


^ 


—  490  — 

I 

Prosigue  e  cura  en  asclites 

Prosigue  y  cura  la  timpanites 

De  las  passiones  de  la  hiél  y  el  ba^o,  y  primero  de  la  icte- 
ricia  

De  la  malicia  de  la  complexión  del  ba^o 

De  los  apostemas  del  ba^o 

De  las  opilaciones  del  ba(¿o 

De  las  passiones  de  los  intestinos,  primero  del  fluxo  del 
vientre 

De  licenteria 

De  diaria 

De  disintcría 

Prosigue  quanto  á  la  colora  y  quanto  al  flema  sako 

De  la  colérica  passion 

Del  tenasmon 

De  punción  y  mirachia 

De  cólica 

De  la  yliaca 

De  las  lombrizes 

De  las  passiones  de  la  silla.  De  las  emorroides,  que  son 
almorranas 

Escusasc  por  qué  no  habla  de  las  cftras  enfermedades  deste 
miembro 

De  las  passiones  de  los  reñones,  y  primero  de  la  mala  com- 
plcxion  y  dolor  y  flaqueza  dellos 

De  los  apostemas  de  los  reñones 

De  las  ulceras  de  los  reñones 

De  la  piedra  en  los  reñones  y  en  la  vexiga 

De  las  mcdccinas  que  quebrantan  la  piedra. 

De  las  passiones  de  la  vexiga  y  primero  de  la  piedra 
en  ella 

De  los  apostemas  calientes  de  la  vexiga 

Ulceras  de  la  vexiga 

Del  ardor  de  la  urina 

De  la  distilacion  de  la  urina  o  stranguria 

Pone  las  señales  e  la  cura  en  la  qual  se  comprende  el  dolor 
y  el  podre  y  la  sangre  congelada,  que  son  también  pas- 
siones de  la  vexiga 

Del  inuoluntario  salir  de  la  urina,  que  se  llama  diamne.. 

Prosigue  de  la  cura,  y  de  los  que  se  urinan  en  sueño 


—  487  — 

Be  spasmo  y  tethano 337 

De  iremor JSS 

De  slupor. •  •  •  33S 

De  tortura <•>•  3^ 

De  salto  que  se  llama  jectigacion 339- 

De  las  disposiciones  de  los  ojos  y  primero  de  dolory  mala 

complexión  en  los  ojos jixt 

De  optalmia 330 

De  cura 330 

De  botor  en  la  conjuntiua  ó  blanco  del  ojo 33^ 

De  ulceras  y  exituras  en  el  ojo  y  la  comea 331 

De  tu  cornea  y  sus  passiones 331 

De  rotura  en  la  cornea  y  de  cáncer 331 

De  algarab  en  el  lagrimal 333 

De  adición  y  diminución  de  carne  en  los  la^^rimales,  y  de 

altarfali 33> 

De  las  lagrimas  que  corren  del  ojo 333 

De  albugen  y  sebel 333 

De  úngula 333 

Las  enfermedades  de  la  niñuela,  y  primero  de  la  dilata- 
ción dcUa.  que  se  llama  en  arauigo  alintisar 334 

De  la  constrícion  de  la  pupila  6  niñuela  del  0)0,  y  del  es- 

traboso  6  tuerto 334 

De  los  ojos  salidos  y  de  las  liendres  de  las  pestañas 335 

De  silac  y  de  pestañas  vueltas 335 

De  la  flaquera  de  la  vista 335 

De  noctilupa 336 

De  encogimienio  de  los  parpados  y  de  U  catarata 336 

De  la  cura  de  la  catarata 337 

De  las  otras  passioncs  de  las  pestañas 337 

De  las  passiones  de  los  oydos,  y  primero  de  la  sordesa.. . .  336 

Del  dolor  de  oydos 339 

De  la  forma  de  purgar  y  sangrar  en  cualquier  mal  de 

oydos Sft* 

Del  tinilo  y  sonido  que  viene  á  los  oydos 34a 

De  la  sanie  y  podre  que  mana  del  oydo J4I 

Del  Huxo  de  sangre  del  oydo,  y  de  la  opilación  del 341 

De  apostema  en  la  raíz  de  la  oreja 34* 

De  las  passiones  de  las  nadies,  y  primero  de  los  dafioi  del 


^ 


_.  492  — 

De  las  señales  que  trae,  de  qualquier  humor  que  sea 41^ 

De  sus  nombres  y  cura 41  ¡ 

De  las  fíebres,  y  primero  pone  la  difñnicion  de  la  fiebre.  4i( 
Pone  la  diuision  de  la  fíebre  proporcionada  á  las  partes 

quel  cuerpo  humano  contiene 41; 

De  las  causas  de  la  efímera  fíebre 41' 

De  las  causas  de  la  efímera  que  están  dentro  del  cuerpo.  41' 

De  las  señales  de  la  efímera 41I 

Enxemplo  quanto  á  la  cura  de  la  efímera  por  su  contrarío.  4i< 
Capitulo  de  putredine,  que  es  el  podrimiento  de  los  hu- 
mores   4i< 

Capitulo  de  la  fíebre  colérica  y  sus  divisiones. 4a( 

De  la  fíebre  sanguina  y  sus  divisiones 42 

De  la  cura  de  la  fíebre  de  sangre  no  corrompida,  que  se 

llama  sinocha,  y  de  la  corrompida  que  se  llama  sinocho.  42: 

De  la  flemática  cotidiana 42: 

De  las  fíebres  empialos  y  Uparía 42 ^ 

De  otra  especie  de  fíebre  flemática,  compuesta  de  las  dos 
sobredichas,  y  de  la  fíebre  diurna  y  notuma,  y  de  la  fie- 
bre sincopal  humorosa 42] 

Prosigue  y  pone  otra  fíebre,  que  se  llama  sincopal  mi- 
nuta   42^ 

La  cura  de  cualquiera  fíebre  flemática 414 

La  cura  de  la  sincopal  humorosa  y  minuta 421 

De  quartana 42j 

De  la  etica 42^ 

De  sus  señales 42' 

De  la  etica  senectutis,  que  se  llama  marasmo 42S 

De  la  fíebre  pestilencial 42I 

De  la  preservación  de  la  pestilencia 42( 

De  las  viruelas  y  el  sarampión 4^ 

De  la  fíebre  del  apostema 4y. 

De  las  fíebres  compuestas 431 

Del  emitriteo  y  sus  especies 431 

De  los  apostemas,  y  primero  pone  la  diffínicion  de  apos- 
tema y  su  división 43: 

De  ñemon 43: 

De  erisipela  y  la  diferencia  del  aflemon 433 

De  fórmica 43^ 

De  la  pruna  y  hucgo  pérsico 43^ 


49^  — 


P*>'M 


De  esere 434 

De  estiomeno  y  ascachilos  y  cancrena,  y  la  diferencia  entre 

ellos 434 

De  cura  y  de  carbúnculo 435 

Del  ántrax  que  Auicena  llamó  alchoboin 43 j 

De  los  apostemas  en  los  miembros  glandosos,  asi  como 

encordio,  y  de  las  eiituras 436 

De  udimia 4j6 

De  nodo  y  de  glándula  y  de  scrofula,  y  sus  diferencias . . .  ^6 

De  la  cura  de  lascrofula 437 

De  sclirosís,  que  Auicena  llama  sephiros 437 

De  cáncer 438 

De  la  vena  medeni  y  de  los  apostemas  vendosos 43S 

De  la  lepra 439 

De  la  solución  del  continuo,  coaviene  saber,  de  qualquier 
rotura  ó  abertura  y  llaga  en  qualquier  miembro,  y  pri- 
mero habla  det  vulno,  y  de  la  diferencia  entre  él  y  ul- 
cera   4*0 

De  cayda  ó  porrada  entretalla  dura,  y  macbucamienio  de 

carne 441 

De  la  quemadura  con  agua  ó  fuego 441 

De  ñuxo  de  sangre 441 

De  tas  ulceras 443 

De  restauración,  y  hablo  de  dislocación  y  quebradura., . .  443 

De  los  venenos  y  pom^onas. 443 

De  ia  ponzoña  del  perro  rabioso  ó  otro  cualquier  animal 

de  aquella  manera 44t 

De  decoración,  que  es  de  la  medecina  que  toca  en  la  her- 
mosura y  belleza 44; 

De  alopicia  y  liña 44; 

Para  mudar  al  cabello  de  la  forma  que  quisieren 446 

Lexia  para  enrubiar  el  cabello,  y  de  una  enfermedad  que 

se  llama  fúrfur 44S 

Para  hacer  el  gesto  hermoso  y  quitar  los  hoyos  de  las  ci- 
ruelas y  las  pecas 44^ 

De  morfea  y  albarás , 447 

De  sahafati 448 

De  los  empeines 44g 

Déla  sarna  que  se  llama  scabies,  y  del  prurito  449 

De  la  desudacion  y  de  planta  noctis 450 


r 


—  494  — 

De  las  verrugas  y  de  las  hendeduras  del  cuero. 

Del  hedor  de  los  sobacos  y  pies,  y  de  los  piojos 

Del  panarizo  y  apostemas  de  las  uñas. 

Sobre  las  contagiosas  y  malditas  bubas:  estoriay  mede- 

ciña 

Pone  la  opinión  de  los  teólogos  cerca  el  aduenimiento 

deste  mal 

Habla  en  persona  de  Dios 

Responde  á  una  duda  que  á  lo  dicho  podría  hacerse. 

Segunda  respuesta,  y  concluye 

Segunda  opinión  teologal 

Aprueba 

Pone  la  opinión  de  los  astrólogos  cerca  el  auenimiento 

dcsta  passion 

Pone  la  opinión  de  los  físicos  cerca  lo  sobredicho 

Pone  la  opinión  de  un  doctor  cerca  el  ser  y  nombre  destas 

postillas 

Repugna  la  dicha  opinión  por  muchas  razones 

Pone  la  menor  do  infícre  y  despídese  de  esta  razón 

Segunda  razón  y  argumento 

Concluye  y  pone  correlario 

Cómo  difcrescen  en  sitio  y  en  numero 

Cómo  difcrescen  en  color  y  en  cura 

Pone  otro  argumento  contra  la  dicha  opinión 

Concluye,  y  comienza  nueva  opinión 

De  la  conueniencia  de  aquella  scabie  con  estas  pustíllas.. 
Recita  dos  argumentos  quel  dicho  dotor  opuso  á  esta 

opinión 

Responde  al  primer  motivo 

Responde  al  segundo  motivo  6  dificultad,  y  concluye.... 
Comienza  á  hablar  en  la  passion  lo  que  le  paresce,  y  dice 

el  nombre  que  la  deuen  poner 

De  la  ditinicion  desta  enfermedad,  que  se  llama  sama 

egipciaca 

De  las  causas  desta  passion,  y  primero  de  las  universales  y 

equiuocas 

Las  causas  inferiores  y  extrínsecas 

De  las  causas  antecedentes  y  conjuntas 

Prosigue  y  propone  la  causa  del  dolor  de  junturas. 


—  495  — 

PiglnM. 

Las  causas  dd  dolor  de  las  junturas. i...  ^ 

Las  causas  de  comentar  esta  passion  por  los  miembros 

vcrgotii^osos 465 

Prosigue,  y  da  causa  por  qué  comienza  á  parescer  el  mal 

en  estos  miembros  tantos  dias  antes  que  venga 466 

De  las  señales  que  se  muestran  quaudo  la  enfermedad  ha 

de  venir. 466 

De  las  señales  quando  la  passion  es  presente 467 

l.as  señales  quando  viene  de  sangre  adusta 4^7 

l.as  señales  quando  viene  de  colora  adusta 467 

Las  señales  quando  viene  de  nema  adusta 468 

L.3S  señales  quando  viene  de  melancolia  adusta 4C8 

Las  señales  quando  viene  de  mezcla  de  humores  adustos.  468 
De  la  cura,  y  primero  pone  díuersas  opiniones  en  ella,  las 

quales  contradize 469 

Daña  esta  opinión  y  otra  que  recita  luego 41^ 

De  una  notable  razón  contra  las  purgas  erradicatiuas. . , .  470 

Prosigue,  y  concluye  contra  la  dicha  opinión 470 

Recita  otra  íorma  de  cura  untando  las  junturas,  y  destru- 
yela también 470 

Prosigue,  y  destruye  otra  opinión  de  curar 471 

Pone  la  cura  según  la  regla  y  medios  más  rasonabtes  y 

experimentados 471 

De  los  clisteres 47I 

Del  minora  tiuo  que  se  debe  tomar  por  la  boca 47S 

Las  señales  de  la  digestión 473 

De  la  purga  erradicatiua 473 

Otra  forma  de  purga 474 

Cómo  tomará  la  triaca,  e  de  otra  forma  de  mínoratiuo...  475 

Para  corregir  el  hígado 475 

Ungüento  para  las  bubas 475 

Otro  ungüente  más  fuerte 47$ 

De  emplastros  para  las  ¡unturas 476 

De  los  baños 477 

Para  socorrer  el  ba^o  y  para  las  llagas 476 

Para  curar  las  durezas  y  rectificar  el  regimiento 478 

De  los  manjares  convenibles 478 

Prosigue  y  dá  ñn 479 


\ 


ÍNDICE 


4 


NOMBRES  PROPIOS  Y  GEOGRÁFICOS' 


Abano  (Pedro).— isr.  líj. 

Abures  (ElDr,|.-ioñ. 

Acevedo  (El  licenciado).— 9 S.  1SS. 

Azcvedo  y   Zúñiga   (D.  Alonca  de). 
Conde  de  Monterey.— 64.  1 H. 
.    Acuña  (D.  Antonio  de),  Obiapn  de 
Zamora,— 36,  38.  Si,  S9, 

Acufia  (Kl  licenciado).— < 39. 

Acuña  (Ti.*  Luisa  de).— 61,  fl3. 

Acuña  y  de   Portugal   (D.  Juan  de], 
Duque  deCi¡on— 6r. 

Adelantado  (EI)deCaslilla.-V.Man- 
rique  (D.  Amonio). 

Adriana  (Kl  Dean  de  Lovaina  y  Car- 
den» I). -a  1,  3g,  5o,  188, 

Águila  (El  Dr  del).-9g,  100,  to5, 1  St. 


Aguil! 


;i  Dr.)-io6. 


Alba,  tugar.— lO,  3o,  (3, 
Alba  (El  Guardian  del.— nt. 
Alba  (El  Duque  de).-(i,  i3,  14.  I5. 
16.  a5,  3i,  3á.  48,  87,  96.  t57.  173, 

179. 181, 187,59. 1(7.  m,(7s.«n. 
119. 

Alba  de  Tormes. — 16,  M7. 
Alburqucrque  ( La   Duquesa  de)  — 

Alcalá  de  Henares,— 13,  100,  iio.lSI, 


Alcáísr  (Baltasar  dd),-8o. 
Aldeanueva.- 91,  (37,140. 
Aldereie  (El  Dr.)  -loC. 
Alemania.— 3o,  3i,  35,  JI6.  KS. 
AItaro(ElDr  Francisco  de).— 8>,  IM, 

21'.  119,  (6,  (SD,  ISR. 
Alfonso  X.-(6. 
Almazán  (El  Dr.).-t|i,  9?.  106,  1), 

138. 

Almeida  (D.  Esteban  de),  (.)bi(po  de 
Astori».— 4. 

AIrperique(D.>,— (0. 

Almirante  (El)  de  Castilla.-V.  Enri- 
que» (D.  Fadriquel. 

Alvares  (Fernando),  prolomédio). — 
iti,  líS. 

Alvarez  OESorio  (Juan),  señor  de  VÍ> 
llalobos  y  Castroverdc — 10. 

Alvareí  Ussorio  (D.  Pedro),  segutxfa 
Marques  de  Astorga.  Conde  de 
Traslamara.  señor  y  Conde  de  Vi- 
llalobos.- 3,  10,  11,13,16.61,61, 
7,),  109,  113,  M8.  SOS,  SOS. 

Anibcres.-5J. 

Ana.  noble  doncella.— 17.  ttS. 

Andrís  (Joannes).-45.  tSl 

Antonico  el  gigante.- 1^,  1t.  1C 


lo  9c  rc<l«ren  il  Prólogo  j  lot  ot: 


—  49»  — 


Aragón.— 20,  28. 

Aragón  y  Velasco  (D.*  Juliana  An- 
gela), Duquesa  de  Frías.~64,  443, 

Aranda  (El  Conde  de).— 28. 

Arenas.—  I  \ . 

Aristóteles.— 12,  5i,  121. 

'Astorga  (El  Marqués  de).— V.  Alvarez 
Ossorio  (D.  Pedro.) 

Astorga  (El  Obispo  de).— V.  Almeida 
(D   Esteban  de). 

Averroes.— I2Í. 

Avicena.— 6,  iii,  112,  116,  iip,  i3^ 
1 33,  1 38,  87,  90,  4  02,  206,  207,  807, 
840,822,  446.456,459. 

Avila  (El  Obispo  de).-4  4,  443. 

Ayala  (D.  Alvaro  de).— 71,  4  46. 

Ayala(D.  Pcdrode).— 46,  452. 

Badajoz.— 49,  55. 

Barcelona.— 21,  28,  3i,  5q,  76,  37.  44, 

45,  4  49,  422. 
Barreda  (Antonio  de).— loc),  480. 
Bcjar  (Alonso  de).- 35. 
Bcjar  (El  Duque  de).— 43. 
Bcnavcnte.— 2. 
Bena  vente  (El  Conde  de).— 13,  16,  25, 

28,  45,  174,22,74,73,444,  146,464. 
Bexalio  (El  Dr.  Andrés  de)  — io3. 
Bobadilla  (D.  Francisco  de).  Obispo 

de  Coria.— 52. 
Boecio.— 7. 
Bolonia.— 55. 
Borja  (D.  Francisco  de),  Marqués  de 

Lombay.— 80,  457. 
Boscan.— 48. 

Brioncs(El  aposentador)— 2. 
Bruselas.— 40,  45. 
Buitrapo.— 20. 
Burgos.— 33,  58. 

Cabra  (El  Dr.).-io6. 
Cácercs  y  Espinosa  (Pedro  de).— 137. 
Calabria  (El  Duque  de).— 170. 
Calatayud.-  20,  8. 
Camarera  (La)  de  la  Emperatriz.— 
4  27,  4  28. 


Canciller  (El  Gran).- 21?.  21;. 
Cánovas  (Alexandre  dci  —  f  ^^. 
Carlos  V  (El  Empcrad  r)- 2.  :: 

23,  24,  25,  aH.  ao,  3o.  3i.  ^i,  ^-. 

7Z»  79»   88,  90,  99,   1^5.   :v:. 

202,  227,  J,  J,  U,  13,  il.  M.  40. 

44,   46,    57.    67.   87,  406.  119, 

446,449,  428,443,436.159. 
Cartagena  (Dr.  Antonio  deJ.— 2? 
Cartagena  (Pedro  de).— 3.\ 
Cast¡glione( El  Conde  Balusari.- 
Castilla.— 4,  6,  7,  ao,  62.  67. 
Castilla  (D.'  Ana  de).- 104. 
Castriote  (D.  Hernando  dei.  Mar: 

de  Civita  de  S.  Ángel —4?.  Ti. 
Castro  (Jerónimo  de).— 33. 
Castro  (La  Duquesa  D.*  Guiomar 

Condesa  de  Paredes.—?.  S,  64. 

75.  424.  438. 
Castro-Nuño.»4  76. 
Catalina  (La  Infanta  D.*).— 4?. 
Cataluña  —20,  28,  62. 
Cauallos  (El  Dr.).— io5. 
Cerbato  (D.*  Ana  de).— 86. 
Cerda  (D.  Luis  de  la>.— 448. 
Céspedes  (El  Dr.).-ic6. 
Chinchilla.»2. 
Cisneros    (Fr.    Francisco    Jinn 

de).— V.  Jiménez  de  Cisneros. 
Clarinceo,  rey  de  armas  de  Frar 

co  I.-58. 
O>bo  (El  maestro  Diego  del)  — 
O>bos  (D.  Francisco  de  losL— ío, 

97.  <^«. 
Colon  (D.  Fernando).— 171. 
Comendador  gríef»)  (El).— V.  Pin 

no  (Hernán -Nuñez). 
0>ndcstable  (El)  de  Castilla.— V  I 

nandez  de  Velasco  (D.  Pedro). 
Córdoba.— 6,  68. 
Oirdova  (D.*  Francisca  de),  Duqi 

de  Sessa.— 164. 
Coronel.— 4g,  I8<. 
Coruña.— 3o,  44. 
Corzana  (El  Marqués  de  ItX— 3i 


—  499  — 


Denia  (La  Marquesa  de).— V.  Enrí- 

ríquez  (D.*  Francisca). 
Donato  (Leonardo).»78. 
Doria  (Andrea).~76, 1 20. 

Eguía  (Miguel  de).— 13, 49. 

Emperatriz  (La),  mujer  de  Carlos  V.- 
V.  Isabel  de  Portugal. 

Enrique  IV  de  Castilla.— 11. 

Enríquez  (D.  Fadrique),  Almirante 
de  Castilla.— 5,  6,  7,  i5,  a5.  26, 3o, 
38,  39.41,  44,  46,  loi,  173.  Í5.  48, 
58,  59.  6i,  65,  67,  71,  78,  87.  98. 
451, 155,195. 

Enriquez  (D.*  Francisca),  Marquesa 
de  Denia.— 34,  49. 

Enriquez  (D.'  Juana).— 11. 

Enríquez  (D.  Luis),  Almirante  de 
Castilla.— 101,  103. 

Enriquez  (D.*  María).- 25. 

Escalona  (El  Duque  de).— ói. 

Escobar  (Fr.  Luis  de).— 25,  46,  loi. 

Escoriaza  (El  Dr.  de).— 172, 180, 181, 
i85. 

Esperanza  (D.'),  personaje  figura- 
do.—loi,  87,  455. 

Espinosa  (Juan  de).— 164. 

Extremadura.— 49,  67,  159. 

Fabrício(El  Dr.).— 106. 
Falcon  (Maestre) —194. 
Felipe  (El  Príncipe  D.),  primogénito 

de  Carlos  V.— 56.  78.  104,  201,  228, 

126. 
Fernando  V  de  Aragón.— 9,  11,  i5. 

18,  19.  20,  21, 23,  34, 173, 201,  5,  72, 

151,214,244,246. 
Fernandez   Manrique  (Garci).—  ihy, 

1 58. 
Fernandez  de  Velasco  (D.  Pedro), 

Condestable  de  Castilla,  Duque  de 

Frías  y  Conde  de  Haro.— 5,  25,  32, 

64,66.96,187,21,113,147. 
Flándes— 22,  23,  3o,  40,  48,  45. 
Florencia.— 53. 
Fonseca  (D.  Alfonso  de).  Arzobispo 


de  Santiago  primero,  y  despuet  de 
Tolcdo.—aS,  29,  40, 49, 56,  57, 149, 
173,  321,  85,  89,  105, 109, 168. 

Fonseca,  Comendador  mayor.— -1 41. 

Fracastoro.— 48,  i25. 

Francisco  I,  Rey  de  Francia.— -sg,  33, 
49,  58.  i85,  337,  339.  86, 109. 

Frías  (El  Dr.).— 150. 

Frias  (La  Duquesa  de).— V.  Aragón  y 
Velasco  (D.*  Juliana  Angela). 

Fueotcrrabía.— 1 87. 

Galena-i3i,  i33.  i33,  i38,  90, 118, 
919,265,807,810. 

Galicia.— 3o,  3i. 

Gandía  (El  Duque  de).-M,  29. 

García  de  la  Huerta  (JerónimoX*— 
i5i. 

Gaskoin  (Dr.  Jorge).— 3. 

Genera!  (El)  de  la  Orden  de  San 
Francisco.— V.  Lune!  (P.  Fr.  Vi- 
cente). 

Genova,— 59,  76. 

Germana  (L41  Reina  D.').— 34,  35,  38, 
22,  28,  36,  40. 

Girón  (D.  Pedro).— 22. 

Gómez  (D.).- 168. 

González  de  Mendoza  (D.  Pedro).— 
84,  160. 

Granada.— 55.  41. 

Grupayn,  caballero  flamenco.— 47. 

Guadiana.— 75. 

Guadix  (D.  Pedro).— 161. 

Guarino  (Baptista).— 182. 

Guevara  (D.  Diego  de),  clavero  de 
Calatrava,  3i,  45. 

Guiana,  rey  de  armas  de  Fnn- 
cisco  I.— 58. 

Guiomar  (D.»).-V.  Castro  (D.»  Guio- 
mar  de). 

Guzman  (La  Sra.X— 171. 

Guzman  (D.  Juan  Alonso  de).  Duque 
de  Medinasidonia.— 43. 

Haro  (El  (>>nde  deX-6, 21. 
Haro  (La  Condesa  de).— Mtt. 


—  5oo 


Hcrrcra(ElDr.  de).— 15. 
Herrera  de  Pisuerga.— 37. 
Hierro  (El  Dr.  del).— 106. 
Hipócrates. '205,  206.  218,  219. 
Hurtado  (Martin).— 228. 

Icarte  (D.*  I^triz).— 37. 

Idiaquez  (D.  Juan  de).— 163. 

Inquilina  (El  Dr.)— 10b. 

Isabel  I  de  Castilla.— 35,  199,  266. 

Isabel  de  Portugil,  mujer  del  Empe- 
rador Carlos  V.— 8,  46,  49,  53,  56, 
59,  r»,  72,  76,  77,  78,  80.  88.  104, 
137,  202,  2o3,  227,  118,  116,  117, 
124,  126,  127,  12S,  134,  135,  157, 
161. 

Jiménez  de  Cisneros  (El  Cardenal 
Kr.  Francisco).— 22,  23,  220. 

Jordehumos^El  licenciado  de).  (Tor- 
dehumos?).— 16. 

Juana  (La  Rcyna  D.'),  madre  de  Car- 
los V\— 21,  29,  34. 

Jufre,  aposentador  del  Rey  en  Flán- 
dcs.— 5,  19,  21,  22,  24,  32.  33, 1 ,  9, 
13,  15,  58. 

Julián  (El  Dr.).-17. 

Laguna  (El  Dr.  Andrés).— io3. 
Lama  (D.*  Juana  de  la).— i<J5. 
Lara  (La  casa  y  castillo  de).— 33. 
Lara  (El  Duque  D.  Manrique  de).— 

113,  151. 
Las   Casas   (El    P.   Fr.    Bartolomé 

dc).-53. 
Laso  de  la  \'cga(D.  Pedro).— 19. 
Laxao  (El  Canciller).— 23. 
Lcbrija  (Antonio  de).— 158. 
Ledesma  (El  Dr.).— loí"). 
León  (El  Dr.)  —  loo.  lo^"),  220,  152. 
Lcon  XV,  personaje  imaginario.— 29. 
Lcon,   capital    del   Reino  del  mismo 

nombre  —63,  7L 
León  de  Francia.— 53. 
Leoviceno  (Nicolás).— 182. 
Lérida.— 20. 


Loaysa  (El  Cardenal  D.  d 

Lobera  de  Avila.— 100,  i>.>: 

Logroño.— 16. 

Lombay  (El  Marques  do. 

(D.  Francisco  de>. 
Lombay  (La  Marquesa  ¿i 

413.  427,  460. 
López,  primer  apellido  J 

llalobos.— 3,  3. 
López  (El  Dr.).— ¡o3,  lo^i, 
López  de  Ayala  (Diego)  - 
López  de  Corellas  (Alto 

i55. 
Lucero  (El  inquisidor;.— '~> 

75. 78.  1 33. 
Luis  (D.),  Principe  de  Port 

«77»  «79- 
Luis  (Maestre),  físico  deJ 

dor.— 43,  72. 

Luncl  (P.  Fr.  Vicente),  Gi 

Orden  de  San  Francisc 

165. 

Madrid.— 5,  20,  22,  4.  10.  i 

135,452. 
Madrigalejo.- 31. 
Majorís.— 182. 
Manrique  (D.  Alonso).  Can 

bispo  de  Sevilla  é  Inqi 

neraU— 62,  431, 134. 
Manrique  (D.  Antonio).  ¡ 

mayor  de  Castilla.— 68 

131,133. 
Manrique  (D.  Iñigo)  —126 
Manrique  de  Lara  (D.  Fr 

63,  114. 
Manrique  de   I^ra  (D.   . 

114. 
Manrique  de  Lara  (D.Rodr 

ere  de  Santiago'  y  Condi 

des.— 62,  67,  414. 
Manriques  (LosX— 8,  63. 1 
Manuel  (D.  Juan).— 94.  U1 
Marcello  (Virgilio).— 182. 
Marineo  Sáculo  (LúcioX— 4 


—  5oi  — 


Martínez  Silíceo  (El  Cardenal  Juan).— 

I03,  156. 
Mártir  de  Angleria  (Pedro).— 45,  49, 

5o»  483. 
Martorell.— 126,  137. 
Mayorga  (El  (}onde  de).— 63. 
Maximiliano  (El  Emperador).— 87. 
Medina  (La  Condesa  de).— 39,  68. 
Medina  (La  Duquesa  de).— loi,  io3* 
Medina  del  C^mpo.— 16,  qo,  93,  140, 

156.  222,  228. 
Medina  de  Rioseco.— 3o,  3i,  34,  3q* 

43, 101, 173, 44.  50, 55. 68,  66, 68, 158* 
Medina  de  Rioseco  (El  Duque  de).— 

173. 
Melgar  (El  Dr.  de).— 78,  83, 126, 158 
Mella  (Pomponio).— 53. 
Mendoza  (D.*  Ana  de).— 87. 
Mendoza  (D.'  Catalina  de).— 71,  73, 

73,   80.  116.  117.124.185. 
Mendoza  (D.  Pedro  de).— 34,  16,87. 
Ménica.— 152. 
Me8a(D.'  María  de).— 137. 
Miranda  (El  Conde  de).— 161. 
Miróla  (Georgio).— 182. 
Mojados.— 33. 

Moneada  (O.  Hugo  de  ).— 57,  106. 
Montaña  (El  Dr.).— 106. 
Montcrey  (El  Conde  de).— V.   Ace- 

vedo  y  Zúñiga  (D.  Alonso). 
Montpeller.— 194. 
Monzón.— 58,  77,  111,  126. 
Morejon  (El  Dr.).— 3. 
Moreno  (El  Dr.).— io5. 
Moros  (Dr.  Gonzalo  de).— 4.  li,  197, 

205. 
Muriez  (El  capellán).— Ó3. 
Muxica  (D.*  Mcncía  de).— 165. 

Nájera  (El  Duque  de)  D.  Antonio 
Manrique  de  Lara.— 7,  8,  60,  61, 
63,  65,66,  71,  72,  70,  88,  113.  114, 

Nájera  (El  Duque  de).  D.  Manrique 
de  Lara,— 98,  100,  153. 

Narciso  (El  Dr.)  Ponte.— 23,  43,  45, 
7J,  8f,  io5,  i36,  71.  75,  159. 


Navagiero  (Andrea).— 48. 
Navarrete(La  villa  de).— 60,  71,  79, 

117. 
Nufirica.— 160. 
Nufíez  (El  Comendador  Hernando).— 

179, 181. 

Ocafít.— 69, 115.117. 

Ocon.— 188. 

Olazaval  (D.*  Gracia  de).— 165. 

Oñate  (El  Conde  de).— V.  Vélez  de 

Guevara  (D.  Pedro). 
Oñate  (El  Conde  de)  D.  Ifíigo.*3f» 

114. 
Osorio  (D.  Diego).-126, 143. 
Osorío  (D.  Garcia).- 13. 
Osorio  (Juan).— 254. 
Osorno  (El  Conde  de).— 157,  i58. 

Padilla  (D.  Garda  de).— 86. 

Padilla  (D.  Jerónimo  de).— 114. 

Padilla  (Juan)L-62. 

Patencia  (El  Obispo  de).— 57. 

Paredes  (El  Conde  de).— V.  Manri- 
que de  Lara  (D.  Rodrigo). 

París.- 53,  54,  55. 

Parra  (El  Dr.  de  la).— 14,  i5,  221. 

Peñaranda  (El  Dr.).— 106. 

Pérez  de  Oliva  (Fernán).— ió8,  170, 

Peroso  (Nicolás).— 108. 

Piamonte  (El  Príncipe  de).— 126. 

Pinciano  (Heman-Nuñez),  llamado 
el  Comendador  griego-— 49,  5o,  5i, 
53,  53.  55,  94,  131,  145,  x5o,  asa, 
333.  95. 

Plasencia  (El  Obispo  de).— V.  Tole- 
do (D.  Cosme  de\ 

Platón.— 54. 

Plauto.— 30,  i57,  161. 

Plinio  Segundo  (C).— 13,  49,  5i.  Sa, 
145,  X47,  148,  149,  1 53,  181,  497» 
198,  199. 

Plotino.— 54. 

Policiano.— 182. 

Ponte  (EX  Dr.  Narciso).— V.  Naidao 
(El  Dr.). 


—  5o2  — 


Portugal.— 6,  75. 

Portugal  (La  Reina  deX  hermana  de 

Carlos  V.— 76,  77.  H9. 
Priego  (El  Marques  de).— 6,44, 49, 67. 

Quiñones  (La  Sra.).— 17*. 

Reina  {E\  Dr.  de  la).-33,  24,  46.  S66. 

Rcinoso  (El  Dr.).— 106,  220. 

Reyes  Católicos  (Los).— 2,  5, 11, 198, 

\  56.  459. 
Rivadavia.— H. 
Rixa  (Bernal  de  la).— 32. 
Roa  (La  villa  de)— 23. 
Rodríguez  (El  Dr.  Juan).— 106,  i35, 

1 36,  137,  157. 
Rodríguez  (Mari).— 174. 
Roma.— 53,  HO.  1Í1. 
Ruiz  de  la  Mota  (Garci).— 32. 
Ruiz  de  la  Mota  (D.  PedroX- 37. 

Sabuco  de  Nantes  (D.'  Oliva).— 148, 
153. 

Salamanca.— 10,  i5,  20,  55.  85,  89, 
169. 

Salaya(El  Dr.).-180. 

Samano  (El  Secretario  Juan  de).— 
8S,  90,  92,  187. 

Sandoval  y  Rojas  (D.  Bernardo  de), 
Marqués  de  Denia  y  Conde  de 
Lerma.- 34. 

San  Martin.— 11,  46. 

Santa  María  del  Campo.— 14,  215. 

Santa  María  de  las  Cuevas  y  con- 
vento de  Cartujos. — 55. 

Santa  Marta  (Condes  de). — 38. 

Santander.— 41. 

Santiago.— 11,  157. 

Santiago  (El  Arzobispo  de).— V.  Fon- 
seca  (D.  Alfonso  de). 

Sarmiento  (D.*  Franc¡sca),-38, 39,  61. 

Sarmiento  (D.*  María).— 164. 

Sbarroya  (Felipe).- 221. 

Sepúlveda  (Juan  Ginés  de).— 55. 

Sevilla.— 41,  109. 

Sicilia.- 62. 


SigOenza  (El  Obispo  de).— 43. 
Silvestre  (Gregorio).— 137. 
Soma  (La  Duquesa  de  la).— 48. 
Spc8(D/  Beatriz  deX— 10. 
Suarez  de    Figueroa  (D.  Cromez), 
Conde  de  Feria.— 35. 

Tarragona,  (El  Dr.).— 22a 

Tavera  (El  Cardenal  D.  Juan).— 
62.98. 

Téllez  (D.  Alonso).— 46. 

Tenebrero,  apodo  puesto  al  inqui- 
sidor Lucero.— 6. 

Toledo  (El  Reino  de).— 4. 

Toledo  (La  ciudad  de).— 2. 

Toledo  (D.*  Aldonza  de).— 426. 

Toledo  (El  Arzobispo  de).- V.  Fon- 
seca  (D.  Alfonso  de). 

Toledo  (D.  0>sme  ó  D.  Gómez  de). 
Obispo  dePlasenda.— 3,  i3,  17, 18, 
37,75,288,287,241. 

Toledo  (D.  Enrique  de).— 445. 

Toledo  (D.  García  de),  primogénito 
del  Duque  de  Alba.— 247, 235. 

Toledo  (D.*  María  de).— 34,  37, 51. 

Tordehumos  (El  licenciado  de).— 
V.  Jordehumos. 

Tcrdesillas.— 34,  38»  59. 

Toro  (La  ciudad  de).— 12. 

Toro  (Fr.  Alonso  de).— 64. 

Torre  de  Lobaton.— 295,  296. 

Torrella  (Gaspar).— x 25. 

Torrellas(El  Dr.).— 173,  174. 

Trastamara  (Conde  de).— V.  Alvarez 
Ossorio  (D.  Pedro). 

Treviño  (El  Conde  de).— 79. 

Trueba.— 457. 

Túnez.— 179. 

Urrea  (D.'  Aldonza  de).— 63. 

Valderas.  —  90,  94,  96,  97,  445,  146, 

448,449. 
Valdés  (Juan  de).— 204. 
Valencia.— 29,  56,  44,74,  406.  407, 
Valla.— (Georgio),— 4  82. 


—  5o3  — 


Valladolid.— 24,  56,  iO:i,  i8i,48,  H4, 
159. 

Vallés.-5i. 

Var  (Herroolao).— 182. 

Vargas  (El  licenciado).~5o»  53,  99, 
188. 

Vega  (El  Dr.).- 106. 

Vega  (D.  Hernando  de  la).  Comen- 
dador mayor. — 14,  5o,  188,  214. 

Velasco  (D.  Juan  de).— 22. 

Vélez  de  Guevara  (D.  Pedro),  Conde 
de  Ofiate.— 67. 

Vélez  de  Guevara  (D.  Pedro),  señor 
de  Salinillas.— 3i. 

Venecia.— 53. 

Versorío.— 49, 182. 

Villalar.-36. 

Villalobos,  pueblo.— '2,  3. 

Villalobos  (Señor  y  Conde  de).— 
V.  Alvarez  Ossorio  (D.  Pedro). 

Villalobos  (Lorenzo  de),  hijo  del  au- 
tor.—77,  83,  121. 

Villavrciosa  de  Asturias.— 23. 


Víllena  (El  Marqués  de).— 48. 
Vivar  del  Cid,  lugar.— 33. 
Vivero(LaSra).— 172. 

Xevrcs  (Mr.  ;dc).— 2?,  a5,  3i,  48,  t8« 

86,  45. 
Xevres  (Madama  de).— 40. 
Xuarez  (El  Dr.).— 72, 76,  77,  119. 

Yrure  (ElDr.)- 106. 

Zafra.— 3, 6, 46. 49^  78. 
Zamora,  3,  13,  i3, 34,  49, 496. 
Zaragoza.— 30,  33,  34. 35,  38,  3o,  76, 

3i3,  17.22,28,27,86,48,74. 
Zúñiga  (Alvaro  de),— 43. 
Zúñiga  (D.  Loisde).— 445. 
Zúñiga  y  Guzman  (D.*  TeresaX~43. 
Zúñiga  y  Sotomayor  (D.  FrancisooX 

Conde  de  Benalcázar.— 43. 
Zumel  (El  Dr.).— 34. 
Zurita  (Jerónimo  de).<->3o. 


SOCIEDAD 


BIBLIÓFILOS   ESPAÑOLES. 


Excmo.  Sr.  D.  Pascual  de  Gayángos. 

Excmo.  Sr.  D.  Braulio  Antón  Ramírez. 

Excmo.  Sr.  D.  José  Almirante. 

Excmo.  Sr.  D.  José  Fernandei  Jiménez, 

Excmo.  Sr.  D.  Mariano  Vergara. 

Excmo.  Sr.  D.  Francisco  Asenjo  Barbierí. 

llroo.  Sr.  D.  Santos  de  Isasa. 

Sr.  D.  Vicente  Vigrau. 

Excmo.  Sr.  D.  Miguel  Colmeíro. 

Excmo.  Sr.  D.  Manuel  Colmeíro. 

limo.  Sr.  D.  Juan  Facundo  Ríaño. 

Sr.  D.  Jacinto  Sarrasí. 

Sr.  D,  José  de  Castro  y  Serrano. 

Sr.  D.  Toribio  del  Campillo. 

Excmo.  Sr.  D.  Antonio  Cánovas  del  Castillo. 

Sr.  D.  Cándido  Bretón  Orozco. 

Sr.  D.  José  Maria  Octavio  de  Toledo. 

Sr.  D.  Manuel  Rico  y  Sínobas. 

Sr,  D.  Carlos  Castrobeza. 

Sr,  D.  Genaro  Alenda  Mira  de  Perccval. 

Sr.  D.  Anacleto  Buelta. 

Sr.  D.  Máximo  de  le  CantolU. 

Sr.  D.  Eugenio  Maffeí. 

Excmo.  Sr,  Marqués  de  la  Fuensanta  del  Valle. 
,    Sr.  D.  Francisco  Moya. 

La  Biblioteca  Nacional. 
.    Sr.  D.  Joaquín  de  Azpiazú  y  Cuenca. 


28. 


33. 


36. 


Excmo.  Sr.  D,  Vicenii 
Sr.  D.  Joaquín  Ceballc 
Sr.  D.  Sebastian  de  S( 
Excmo.  Sr.  Marqués  iJ 
Excmo.  Sr.  D.  Manuel 
Sr.  D.  Fermín  Hernán 
Excmo.  Sr.  D.  Rtcard( 
Sr.  D.  Mariano  ZabáH 
La  Biblioteca  del  Mi  ni 
Sr.  D.  Emilio  Rutz  de 

38.  Sr.  D.  Luis  Vidart. 

39.  Excmo.  Sr.  Conde  de 

40.  limo.  Sr.  D.  Félix  Gai 

41.  Sr.  D.  Francisco  M.  ^ 
41.    Sr.  D.  Ricardo  Ghacoi 

43.  Excmo.  Sr.  D.  Emilio 

44.  Excmo.  Sr.  Conde  de 

45.  Excmo.  Sr.  Marqués  d 

46.  Sr.  D.  Nílo  María  Fab 

47.  Excmo.  Sr.  D.  Luis  d( 
43.    limo.  Sr.  D.  Julián  Zu 

49.  Excmo.  Sr.  Marqués  d 

50.  Excmo.  Sr.  Marqués  d 

5 1 .  Excmo.  Sr.  D.  Justo  F 

52.  Sr,  D.  RamoD  López  I 

53.  Excmo.  Sr,  D,  Fermir 

54.  Excmo.  Sr.  Conde  de 
5¡.    Excmo.  Sr.  Duque  de 

56.  limo.  Sr.  D,  José  Ribi 

57.  Sr.  D.  Amos  de  Escalí 

58.  Excmo.  Sr.  D.  Ramón 

59.  limo.  Sr.  D.Juan  Uña 
fiO.  limo.  Sr.  D.  Joaquín  I 
6¡.  limo.  Sr.  D,  Lope  Gisl 
62.  El  Ateneo  de  Madrid. 
O3.  Sr.  D.  Juan  Mané  y  FI 
»")4.  Sr.  D.  Patricio  Aguirr 
C5.    Excmo.  Sr.  Marqués  ¿ 

66.  Sr,  D.  Mariano  Vazqu 

67.  Sr,  D.  Juan  Federico 
G3.     Excmo.  Sr.  D.  arios 


6a- 


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105. 
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108. 


Sr.  I).  Faiíaiar  Sen: 
L£  BiniíatES  xis 
5t.  I).  }qs¿  Oí 


lime  Sr.  L.  \lrnii^ 
Sr.  li.  rranngT  üt 
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Sr.  IV  rrHuziizr 
Sr.  I>.  ^iaxuiC-  R 
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EiiriDc.  Sr.  Aiamns^ 
Sr.  I;.  Liinc  Imán 
Sr.  I».  Anszi 


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L¿  BinlioiszL  of  i¿  Tesa.. 

Sr.  D.  Fcrnannr  r-n 

Sr.  D.  JDat  Ssm^A^zrr  ^  ler 

Sr.  D.  F^eoTt  ?v 

linic.  S".  1 .  ?: 

Freáeni  ^'.  Cdj 

Eicrn:..  S'.  Manniés  ot  P.rai 
Eicms.  S'   Aiirraiiff:  at  riit'.ii. 
Ex:::!»:.  S'.  Mariis  aí  ^- 
ExciDC.  S".  CDnat  at  " 
Sr.  D.  Qi'iDS  balL'^-] 

Exczjc.  S'  L.  /iiíir  Ví,^»-!^ 
Exc^iD.  S:-.  !•    3trr"j*L  f.yrijTirT 
Sr.  Cotí  de  dt  Tt^r-t  Penái. 
IIü:^.  Sr.  1>.  "^'xze^Zí:  át  ^  Fici^ 
Sr.  D.  Fé^ii  MetÍc  ¿5  Um'  7  t  Z.il3< 
Sr.  Mar^wés  ¿e  VsiiarTa 
Sr.  D.  Luis  de  la  Escosun. 
Sr.  Conde  dc'Agramonte. 
Sr.  D.  Manuel  Ordi. 
La  Biblioteca  del  Ministerio  de  Fomento. 
Sr.  D.  Mariano  Bosch  y  Arroyo. 
Sr.  D.  José  Sancho  Rayón. 
Ezcmo.  Sr.  Marqués  de  Casa  Loring. 
Femando  Arias  Saavcdra. 


lio.  Sr.  D.  Alfonso  Duran. 

111.  Sr.  D.  Enrique  Suender  y  Rodríguez. 

112.  Doctor  E.  Thebussen. 

113.  Excmo.  Sr.  Duque  de  Frías. 

114.  Sr.  Conde  de  San  Bernardo. 

115.  Excmo.  Sr.  D.  Eugenio  Montero  Rios. 

1 16.  Sr.  D.  José  Moltó. 

117.  limo.  Sr.  D.  Manuel  Ortiz  de  Pinedo. 

1 18.  Excmo.  Sr.  D.  Juan  Guillen  de  Buzaran 

1 19.  Sr.  D.  José  Antonio  de  Balenchana. 

120.  Sermo.  Sr.  Duque  de  Montpensier. 

121.  Serma.  Sra.  Condesa  de  París. 

122.  Sr.  D.  Marcial  Taboada. 

123.  Excmo.  Sr.  D.  Antonio  María  Fabié. 

124.  Sr.  Conde  de  Roche. 

125.  Sr.  D.  Juan  Martorell. 

126.  Excmo.  Sr.  D.  José  de  Fontagud  Gargollo 

127.  Excmo.  Sr.  D.  Fernando  Cotoner. 

128.  Sr.  D.  Enrique  Rouget  de  Lóseos. 

129.  Sr.  D.  Eugenio  de  Nava  Caveda. 

130.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Miravel. 

131.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Casa  Galindo. 

132.  Sr.  D.  Germán  Knust. 

133.  Sr.  D.  José  de  Palacio  y  Viteri. 

134.  Sr.  D.  J.  N.  de  Acha. 

135.  Sr.  D.Juan  Llordachs. 

136.  Sr.  D.  Juan  Gualberto  Ballesteros. 

137.  Sr.  D.  Pablo  Cuesta. 

138.  limo.  Sr.  D.  José  Ignacio  Miró, 

139.  Sr.  D.  Fernando  Nuñez  Arenas. 

140.  Sr.  D.  José  Llordachs. 

141.  Sr.  D.  Laureano  Pérez  Arcas. 

142.  Sr.  D.  Ramón  Sisear. 

143.  Sr.  Gerold,  de  Viena. 

144.  Sr.  D.  Juan  Martin  Fraqui. 

145.  Sr.  D.  Joaquín  Zugarramurdi. 

146.  Sr.  D.  Donato  Guio. 

147.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Morphy. 

148.  Excmo.  Sr.  D.  Segismundo  Moret. 

149.  Sr.  D.  Santiago  Pérez  Junquera. 

150.  Sr.  D.  Fidel  de  Sagarminaga. 

d 


51.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  San  Carlos. 

52.  Sr.  D.  Vicente  Poleró. 

53.  Excmo.  Sr.  D.  Salvador  de  Albacete. 

54.  Sr.  D.  Federico  Vhagon. 

55.  Sr.  D.  Benito  Perdiguero. 

56.  Excmo.  Sr.  D.  Francisco  Romero  y  Robledo. 

57.  Excmo.  Sr.  D.  Federico  Sawa. 

58.  Sr.  D.  Antonio  Pineda  Cevallos  Escalera. 

59.  La  Real  Academia  de  Bellas  Artes  de  San  Femando. 
[60.  Excmo.  Sr.  D.  Alejandro  Llórente. 

[61.  Sr.  D.  Gabriel  Sánchez. 

[62.  Sr.  D.  Santos  María  Robledo. 

163.  Sr.  D.  José  Jorge  Daroqui. 

164.  Sr.  D.  Pedro  Pablo  Blanco. 

[65.  Excmo.  Sr.  D.  Ricardo  Villalba  y  Peres. 

[66.  Sr.  D.  Eduardo  Corredor. 

[67.  Excma.  Sra.  Condesa  de  Oñate. 

[68.  Mr.  Eugene  Piot. 

¡69.  Sr.  D.  Luis  Masferrer. 

70.  Sr.  D.  José  Añilo. 

[71.  Sr.  D.  Francisco  Cuesta. 

72.  Sr.  D.  Mariano  Murillo. 

73.  Sr.  D.  Federico  Real  y  Prado. 
[74.  Sr.  D.  Felipe  Barroeta. 

75.  Sr.  Conde  de  Peñaranda  de  Bracamonte. 

76.  Sr.  D.  Enrique  García  de  Ángulo. 

77.  La  Biblioteca  de  la  Academia  del  E.  M.  del  Ejército. 

78.  La  Biblioteca  del  Ministerio  de  Marina. 

79.  Sr.  D.  Federico  Gillman. 
[80.  Sr.  D.  José  Moncerdá. 

[81.  limo.  Sr.  D.  Bienvenido  Oliver  y  Esteller. 

82.  Sr.  D.  Rafael  de  la  Escosura. 

[83.  Excmo.  Sr.  D.  Francisco  de  Cárdenas. 

84.  limo.  Sr.  D.  Víctor  Arnau  y  Lambea. 

85^  Excmo.  Sr.  D.  José  Nuñez  de  Prado. 

[86.  Exmo.  Sr.  D.  Antonio  Rodriguez  de  Cepeda. 

87.  Sr.  D.  Miguel  Guijarro  Rodrigo. 

88.  Sr.  D.  Miguel  Guijarro  Ocaña. 

[89.  Excmo.  Sr.  D.  José  Gutiérrez  de  la  Vega. 

[90.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Casa  Irujo. 

[91.  Sr.  D.  Miguel  Victoriano  Amer. 

e 


iga*  Sr.  D.  Leocadio  López. 

193.  La  Bibliotheque  Nationale  de  Parfs. 

194.  Excmo.  Sr.  Conde  de  Toreno. 

195.  Sr.  D.  Luis  María  de  Tro  y  Moxó. 

196.  Sr.  D.  Felipe  Iturbe. 

197.  La  Biblioteca  de  la  Dirección  del  Registro  Civil. 

198.  Sr.  D.  José  de  Oñate. 

199.  Excmo.  Sr.  D.  Feliciano  Herreros  de  Tejada. 

200.  Excmo.  Sr.  D.  Eduardo  F.  San  Román. 

201.  Sr.  D.  Francisco  Iravedra. 

202.  Sr.  D.  Pedro  Alvarez  de  Toledo  y  Acuña. 

203.  Sr.  D.  José  Canosa  y  Martines. 

204.  La  Biblioteca  Imperial  de  Strassburg. 

205.  Sr.  D.  Fernando  Holm. 

206.  Sr.  D.  Joaquin  Fontes  y  Contreras. 

207.  La  Biblioteca  del  Congreso  de  los  Diputados. 

208.  Sr.  D.  Antonio  Benitez  de  Lugo. 

209.  Mr.  J.  R.  Lowell. 

210.  Sr.  D.  Wenceslao  Ramírez  de  Villa-Urrutia. 

211.  Sr.  D.  Joaquin  Valera. 

212.  Sr.  D.  Luis  Carmena  y  Millan. 

213.  Sr.  D.  Emilio  Sánchez  Navarro. 

214.  Sr.  Vizconde  de  Bétera. 

215.  Sr.  D.  José  Lain  y  Guio. 

216.  Sr.  D.  José  Enrique  Serrano. 

217.  The  Earl  of  Ducie. 

218.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Viluma. 

219.  Sr.  D.  Carlos  Calderón. 

220.  La  Biblioteca  Real  de  la  Universidad  de  Bonn. 

221.  Sr.  D.  Clemente  Cortejen. 

222.  Sr.  D.  Miguel  Albarran. 

223.  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Trives. 

224.  Sr.  D.  Augusto  Echevarría. 

225.  Sr.  D.  Victorino  Arias  Lombana. 

226.  Excmo.  Sr.  D.  Saturnino  Alvarez  Bugallal. 

227.  Sr.  D.  Miguel  Ginesta. 

228.  Sr.  D.  Nazario  Calonje. 

229.  Sr.  Conde  de  Bañuelos. 

230.  Sr.  D.  Federico  Avecilla. 

231.  Sr.  D.  Urbano  Lolumo  y  Barrios. 

232.  Sr.  D.  Eugenio  Harzembusch  é  Hiríart. 

f 


133'  f^icmo.  Sr.  Conde  de  Zavetlá. 

134.  Sr,  D.  Manuel  María  Peralta, 

135.  Mr.  Richard  Young  Gibson,  Esq." 

136.  Sr.  D.  Luis  Tusquets. 

137.  Sr.  D.  Cirios  Marta  Ponie. 

138.  Sr,  D.  Luis  Navarro. 

139.  Sr.  Norman  Mac  CoU  Esq.« 

J40,  Sr.  D.  Enrique  María  Alvarez  y  Mariinci. 

141.  Sr.  D.  Marcelino  Menendez  Pelayo. 

241.  Librería  «Gutemherg.» 

143.  La  Biblioteca  de  la  Universidad  de  Barcelona. 

244.  Sr.  D.  Fernando  Palha. 

143.  Sr.  D.  Juan  Vidal. 

24(1.  Sr.  D.  Alonso  Mesia  de  la  Cerda, 

247.  Sr.  D.  Antonio  Pai  y  Mclia. 

248.  Sr.  D.  Francisco  Guillen  y  Robles. 

249.  Excmo.  Sr.  Conde  Sallem. 
230.  Sr.  D.  Saturio  Mariinez. 

251.  Sr.  Marqués  del  Bosch  de  Ares. 


.56. 

'SI- 
>58. 


a6o. 
aíi. 


274. 

276. 

277.    La  Sociedad  de  Bibliófilos  Españoles. 


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SEÑORES  SOCIOS  FALLECIDOS 

CUYA  8USCRICI0N  CONTINÜAIC  SUS  PARIBNTES  ó  HEREDEROS. 


S.  M.  EL  REY  D.  ALFONSO  XII. 

i{i  limo.  Sr.  D.  Ramón  Llórente  y  Lázaro. 

lie  limo.  Sr.  D.  Ramón  Miranda. 

1^1  Sr.  D.  Antonio  Martin  Camero. 

^  Sr.  D.  Marcos  Sánchez. 

)^  Sr.  D.  Juan  Rodriguez. 

ii<  Sr.  D.  Mariano  Fortuny. 

líi  Sr.  D.  Jorge  Ticknor. 

ijí  Sr.  D.  Pedro  Avial. 

^  Sr.  D.  Antonio  Novo. 

)i(  Sr.  D.  Rafael  Aguilar  y  Pulido. 

lií  Sr.  D.  José  Carranza  y  Valle. 

)i(  Excmo.  Sr.  D.  Joaquín  Ruiz  Cañábate. 

^  Excmo.  Sr.  D.  Eugenio  Moreno  López. 

iji  Excmo.  Sr.  D.  Cayetano  Rosell. 

iji  Excmo.  Sr.  D.  Francisco  Millan  y  Caro. 

>íi  Excmo.  Sr.  D.  José  de  Posada  Herrera. 

^  Sr.  D.  Mariano  Soríano  Fuentes. 

^  Excmo.  Sr.  D.  Severo  Catalina. 

^  Sr.  D.  Adolfo  Rivadeneyra. 

){(  Sr.  D.  José  de  Santucho  y  Marengo. 

){(  Sr.  D.  Juan  Manuel  Ranero. 

>í<  Excmo.  Sr.  Marqués  de  la  Torrecilla. 


\ 


JUNTA  DE  GOBIERNO. 


Vtcc-PRESíDENTe  . ...    Escmo.  Sr.  Marqués  de  la  Fuensanta  il 
Valle. — Alcaló,  49  duplicado,  4.'*. 

Tesorero Sr.  D.  José   Antonio  de   Balenchana.-^ 

Reina,  24,  bajo. 

Contador 

Secretario  primero.    Sr.  D.  José  Maria  Octavio  de  Toledo í- 

Pretil  de  los  Consejos,  5.  i." 
SicRETARto  SEGUNDO.    Excmo-  Sr.  D,    Antonio  María  Fabié. — 
San  Onofre,  5,  1." 

ÍEicmo.  Sr.  D.  Pascual  de  Gay^ngos. 
Sr.  D.  Mariano  Zabalburu. 
Excmo.  Sr.  D.  Francisco  Afcnjo  Barbicri. 
Sr.  D. 


LIBROS  PUBLICADOS 

POB  LA 

SOCIEDAD   DE  BIBLIÓFILOS  ESPAÑOLES, 


I.  Cartas  dc  Eugenio  Sal  azar,  por  D.  Pascual  de  Gayángoa. 
Tirada  de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

II.  Porsías  oc  D.  Francisco  db  Rioja,  por  D.  Cayetano  A.  de 
la  Barrera.  Tirada  de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

III.      RaLAClONtCS  DE  ALGUNOS  SUCESOS  DB  LOS  th-TIMOS  TlUfOS 

DEL  REINO  DE  Granada,  pof  D.  Emilío  Lafuente  Alcántara.  Tirada 
de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

IV.  Cinco  cartas  político-literarias  db  D.  Diego  SARMiBinD 
DE  Acuña,  Conde  de  Gondomar,  por  D.  Pascual  de  Gayángoa. 

Tirada  de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

V.  El  libro  de  las  aves  de  ca^a,  del  Canciller  Pedro  Loru 
DE  Avala,  con  las  glosas  del  Duque  db  Alburquerque.  Tirada 
de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

VI.  Tragedia  llamada  Josefina,  de  Micael  db  Carvajal,  por 
D.  Manuel  Cañete.  Tirada  de  300  ejemplares.  Gratis  para  io$ 

socios.  Agotada  la  edición. 

VII.  Libro  de  la  Cámara  Real  del  Príncipe  D.  Juan,  di 
Gonzalo  Fernandez  de  Oviedo,  por  D.  José  María  Escudero 
de  la  Peña.  Tirada  de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición, 

VIII.  Historia  de  Enrrique  fi  de  Oliua,  Rey  de  Iherusalbh, 
Emperador  de  Constantinopla  ,  por  D.  Pascual  de  Gayángoa* 
Tirada  de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

IX.  El  Crotalon  de  Christophoro  Gnophoso.  Tirada  de  )oo 

ejemplares.  Agotada  la  edición. 

X.  Don  Lazarillo  Vizcardi,  de  D.  Antonio  Exihbno,  por 
D.  Francisco  Asen  jo  Barbieri.  Dos  tomos.  Tirada  de  300  ejemplft- 

res.  Agotada  la  edición. 

XI.  Relaciones  de  Pedro  de  Gante,  por  D.  Pascual  de  Go- 
yángos.  Tirada  de  300  ejemplares.  Gratis  forft  las  socios.  Ag9* 
tada  la  edición. 


XII.  Tratado  de  las  batallas  y  ligas  de  los  ej£rc:tos  i-i 
Emperador  Carlos  V,  desde  i  52  i  hasta  1545,  por  Martin  Garcí 
Cereceda.  Tomos  i,  11  y  iii.  Tirada  de  300  ejemplares.  Agotai 
la  edición, 

XIII.  Memorias  del  Cautivo  en  la  Goleta  de  Túnez,  p^ 
D.  Pascual  de  Gayángos.  Tirada  de  300  ejemplares.  Agotada  I 
edición. 

XIV.  Libro  de  la  Jineta  y  descendencia  de  los  caballa 
GUZMANES,  por  D.  José  Antonio  de  Balenchana.  Tirada  de  3c 
ejemplares.  Agotada  la  edición, 

XV.  Viaje  de  Felipe  segundo  k  Inglaterra,  por  D.  Pascu; 
de  Gayángos.  Tirada  de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XVI.  Tratado  de  las  epístolas,  y  otros  varios,  de  Mose 
Diego  de  Valera,  por  D.  José  Antonio  de  Balenchana.  Tirad 
de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XVII.  Dos  obras  didácticas  y  dos  leyendas,  sacadas  de  m; 
nuscritos  de  la  Biblioteca  del  Escorial,  por  D.  Germán  Knus 
Tirada  de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XVIII.  Divina   retribución  sobre  la  caída  de   España  t 

TIEMPO    DEL    noble    ReY    D.    JuaN    EL    PRIMERO,    DEL     BaCHILLI 

Palma,  por  D.  José  María  Escudero  de  la  Peña.  Tirada  de  ye 

ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XIX.  Romancero  de  Pedro  de  Padilla,  por  el  Marqués  c 
la  Fuensanta  del  Valle.  Tirada  de  300  ejemplares.  Agotada  i 
edición. 

XX.  Hf.lacion  de  la  jornada  de  Pedro  de  Orsúa  á  Omagi 
Y  AL  Dorado,  por  el  Marques  de  la  Fuensanta  del  Valle.  TiraJ 
de  300  ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XXI.  Cancionero  General  de  Hernando  del  Castillo,  p( 
D.  José  Antonio  de  Balenchana.  Dos  tomos.  Tirada  de  3< 

ejemplares.  Agotada  la  edición. 

XXII.  OnRAS  DE  Juan  Rodríguez  de  la  Cámara  (ó  del  Pj 
dron),  por  D.  Antonio  Paz  y  Mélia.  Tirada  de  300  ejemplares. 

XXIII.  Kl  Pelegrino  curioso,  por  D.  Pascual  de  Gayángo 

Tirada  de  300  ejemplares. 

XXIV.  Cartas  de  Villalobos,  por  D.  Antonio  María  Fabi 

Tirada  de  300  ejemplares. 


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