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HARVARD
COLLEGE
LIBRARY
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ALGUNAS OBRAS
PEL OOCTOH
FRANCISCO LÓPEZ DE VILLALOBOS.
1
Imprenu 4t Miguil Giniita, Cunpoman«t, 8.
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a
ALGUNAS OBRAS,,
DEL DOCTOR
FRANCISCO LÓPEZ DE VILLALOBOS.
publIcalai
LA SOCIEDAD Vi?, BIBLIÓFILOS ESPAÑOLES.
MAOHll)
MDCCCLXXXVI
HARVARD COLLEGE LfBRARY
FROM THE LIBRARY OF
FERNANDO PALHA
DECEMBER 3, 1928
NOm.
244.
Sr. D. Fernando Palhii
PRÓLOGO.
rf»»»»»»^»^^»
I.
NACIMIENTO, PATRIA, ORÍOEN Y FAMILIA
D£ VILLALOBOS.
El cuidado de esta edición de las obras inéditas y raras
de Villalobos no debió correr á cargo de quien esto escribe,
sino del Sr. D. Bonifacio Montejo y Robledo, de buena
memoria, que había consagrado al estudio de Villalobos lar-
gos y sin duda fructíferos trabajos; pero después de aceptar
el encargo de nuestra sociedad, sintió escrúpulos de incom-
petencia, porque el Sr. Montejo habia estudiado á Villalobos
como médico, y más especialmente como sifilógrafo, y para
la obra que iba á publicarse era lo principal estudiarlo como
literato y aun como poeta; no sé por qué creyeron mis
compañeros que yo sería á propósito para desempeñar este
encargo, pues no paso de ser un mero aficionado, así á las
ciencias déla vida, como á la amena literatura: no pude,
á pesar de mis reparos, lograr que me excusaran de este
trabajo, y otros muchos que sobre mí han cargado en los
— 2 —
Últimos años, han sido parte para que se retrase más de lo
justo la publicación de este volumen de nuestra colección,
del cual vá á poderse decir con mucha razón, por las que
ya dejo apuntadas, que ha salido á luz t tarde y con daño.t
Ni siquiera he podido, para compensar en algo tales
inconvenientes, consagrar al desempeño de mi tarea el
tiempo y la paciencia que hubieran sido menester, porque el
asunto, si no se reduc^ á la mera impresión del manuscrito
copiado del que existe en el Museo Británico, se presta, ó,
por mejor decir, convida á largas investigaciones y á comen-
tarios muy extensos; pues Villalobos ocupó lugar muy á
propósito en la Corte para conocerla y dárnosla á conocer
en época tan interesante y gloriosa para España como fueron
los reinados de los señores Reyes Católicos D. Fernando y
D.* Isabel, y de su insigne nieto el Emperador Carlos V.
Además, la vida del famoso médico despierta grandísima
curiosidad que no satisfacen las breves noticias de Morejon
y de Chinchilla, las que dan. en su traducción de Ticknor
los Sres. Vedia y Gayangos, ni las más extensas que se con-
tienen en la obra que consagró á Villalobos el Dr. Jorge
Gaskoin (i), gracias á los datos que generosamente le pro-
porcionó el Dr. Montejo.
Felizmente las cartas halladas en el Museo Británico y
las latinas que están al fin de las Congrestones, hasta ahora
no estudiadas, dan gran luz sobre Villalobos; y si á tales
elementos, y á otros que he logrado allegar, se uniera la habi-
lidad de que carezco, se podria dar á conocer á nuestro céle-
bre físico con tanta exactitud como á un personaje contem-
poráneo.
Es ya sabido que Villalobos no nació en Toledo, como
dijo Nicolás Antonio; y aunque no de una manera directa,
muchos indicios demuestran que vio la primera luz en la
provincia de Zamora , en tierra de Benavente , y casi con
seguridad en el pueblo de Villalobos, de que tomó el ape-
llido, que unió al de López, patronímico de su familia.
(i) Tlie medical works of Francisco Lope^ de Villalobos. The
celebrated court physician ofSpain^ efe— London, MDCCCLXX.
— 3 —
En efecto, en una de las primeras coplas del Sumario de
Medicina, hecho por mandado del segundo Marqués de
Astorga, dice Villalobos dirigiéndose á este magnate:
«Aun hasta en los ñsicos ay tal concierto,
que son de su casa por línea y suceso.
Mi agüelo del suyo fué ñsico experto.
Mi padre del suyo, y aun suyo es por cierto;
^o estoy reservado á seguir tal proceso.»
El segundo Marqués de Astorga, D. Pedro Alvarez
Ossorio, era además tercer Conde de Trastamara y señor y
Conde de Villalabos, el señorío de este último pueblo era
muy antiguo en su casa, y por tanto es verosímil que tuvie-
ran la suya en él los antecesores de Villalobos, físicos de
aquellos señores , y que, según costumbre de Castilla, para
distinguirse de los muchos que en ella tenian y usaban el
patronímico de López, añadirían que eran del lugar de
Villalobos.
Confirma estos indicios, hasta el punto de producir el
más completo y racional convencimiento, lo que dice Villa-
lobos en la carta (i) de i5 de Octubre de iSio, dirigida á
D. Cosme (ó D. Gómez) de Toledo, Obispo de Plasencia;
lamentándose de haber dado oidos á la ambición, exclama:
«¡Desdichado de mí, que si todas estas cosas hubiera reflexio-
nado atentamente, ni traspasara soberbio el umbral paterno,
ni hubiera rechazado desdeñoso la honra alcanzada por mi
padre. Era éste médico en su tiempo no poco reputado,
habitaba constantemente en reducida aldea, no pasando
nunca de segura y feliz medianía. Hizo vida frugalísima,
conservando hasta su término el ánimo sereno, el espíritu
tranquilo, y encerrado entre las paredes de su pequeña
morada, ni temia los tiros de la suerte, ni le espantaban las
maquinaciones de los hombres. Constantemente siguió tan
cuerda conducta, que si hubiera presenciado en imagen el
fin del mundo, hubiera permanecido tranquilo con su acos-
tó Esta carta es la X de las que están al fin de las Congresiones.
— 4 —
tumbrada sonrisa en los labios. Pasó al cabo de esta vida sin
darnos muestra alguna de pesar, y fué á poseer el Reino
que por la infinita misericordia de nuestro Redentor le
estaba reservado. Su muerte me arrancará lágrimas mientras
viviere.!
De este bello retrato que hace de su padre Villalobos se
deduce la condición modesta y feliz de su familia, y si vivió
siempre en pequeña aldea, como lo era y todavía lo es el
lugar que dio su nombre á nuestro físico y á sus predeceso-
res y sucesores, es claro que no pudo menos de ver en él la
luz primera. Todavía se infiere con más claridad que no era
del Reino de Toledo, sino de Castilla la Vieja, de la siguiente
digresión que se lee al principio del diálogo de las fiebres
interpoladas que mandó añadir á los Problemas D. Esteban
de Almeida, Obispo de Astorga: he aquí las palabras de
Villalobos, que no necesitan comentario:
tYo trabajaré aquí en declarar y allanar esta materia por
el más claro lenguaje castellano que yo pueda, y no será el
de Toledo, aunque allí presumen que su habla es el dechado
de Castilla, y tienen mucha ocasión de pensarlo así por la
gran nobleza de caualleros y damas que allí viuen. Mas deuen
considerar que en todas las nasciones del mundo la habla del
arte es la mejor de todas. Y en Castilla los curiales no dicen
«hacien» por thacian.» ni «comien» por «comian,» y assí
en todos los otros verbos que son de esta conjugación; ni
dicen «albaceha,» ni «atmutacen,» ni «atayforico» (i), ni otras
palabras moriscas con que los toledanos ensucian y ofuscan la
polideza y claridad de la lengua castellana. Esta digression
he hecho aquí, aunque es fuera de propósito, porque las
damas de Toledo no nos tengan de aquí adelante por
gofios. •
El año del nacimiento de nuestro médico lo determinó
con exactitud el Dr. Montejo, deduciéndolo de la carta
latina (2) dirigida al Dr. Gonzalo de Moros el 22 de Abril
(1) Diminutivo de ataifor, escudilla de cobre. Véase Dozy, Gtosaair^
des mots espaf^noh et portugais derivé de V árabe, pág. 309.
(2) Es la 111 de las que van al fín de las Congresiones.
— 5 —
de 1 507, en la que dice, vertidas las palabras al castellano:
«Perdone quienquiera que él sea las injurias, y en cuanto
á mí, si Dios me tiene de su mano y la suerte no se ensaña
conmigo, el que de mí nació jamás será médico, á no eman-
ciparse de mi potestad ó mientras la Parca no corte el hilo
de mi vida, que hasta ahora sólo deja á las espaldas treinta
y tres años.» Si el de iSoy tenia treinta y tres años Villa-
lobos, es claro que nació de 1473 á 1474. Esta fecha se con-
firma con otras indicaciones del mismo Villalobos, así, por
ejemplo, en las coplas dirigidas desde Zafra al Almirante en
10 de Mayo de i525, dice':
•Cincuenta años he remado
con vientos y vanidades.»
No se necesita ser muy aritmético para deducir que si
habia vivido ya cincuenta años el de i525, debió nacer
Villalobos, lo más tarde, en 1473, como antes se dice.
Aunque hasta ahora nadie lo habia indicado, resulta evi-
dente del más somero estudio de las obras de Villalobos, que
éste era de familia de judíos, y es de presumir que lo fué él
mismo, pues le llaman, y él se reconoce, confeso; es decir,
que habia profesado la religión mosaica. Nadie ignora que
en España, durante la Edad Media especialmente, era la
Medicina una de las profesiones que con mayor predilección
ejercian los judíos; y también es cosa sabida que en muchos
casos, los que pertenecian á esta raza, si bien cristianos en
la apariencia, continuaban en secreto fieles á su antigua reli-
gión; y esto fué mucho más general que antes, después de
decretada la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos,
siendo posible que la familia de Villalobos, y aun él mismo,
no se convirtieran hasta después de aquel suceso. Las prue-
bas de que Villalobos era judío son tantas, que sería muy
prolijo aducirlas todas: en la carta dirigida á Jufre desde
Madrid el 18 de Marzo de i5i8, dice: «Muchos golpes crue-
les me diste y con ninguno me sacaste sangre sino cuando
me la descubriste. « En otra carta dirigida al Condestable de
Castilla el 25 de Noviembre del mismo año, dice: t que
yo no puedo negar á V. S. esta maldita naturaleza que
— 6 —
saqué de su tierra, y tan sucia, que no la he podido lavar
con todo el Jordán y el Spíritu Santo encima del, porque no
me vino á mí en figura de paloma como al Conde de Haro
y á los otros samaritanos de su linaje.» Pero todavía resulta
esta circunstancia más clara en las coplas que dirigió el
Almirante á Villalobos cuando éste se retiró de la Corte
en i32S, en las cuales, por hallarse cerca de Córdoba,
le dice:
«He mucho temor que os toque
la influencia del Lucero. •
A lo que contestó Villalobos desde Zafra el lo de Mayo
del mismo año de i525:
«Y si Lucero en Judea
las doce tribus juzgare,
Lusitania nos ampare,
provincia de Galilea.»
La persecución del inquisidor Lucero en Córdoba contra
los judaizantes es famosa, y de ella trata con extensión don
Juan Antonio Llórente en su Historia de la Inquisición,
y es, además, sabido que con motivo de aquellos sucesos se
refugiaron en Portugal muchos judíos de Castilla. Como
Villalobos al salir de la Corte se fué á las tierras del Marqués
de Priego, cerca de Córdoba, el Almirante amenaza entre
veras y burlas á Villalobos con la persecución del cruel
inquisidor, á quien por sus hechos pusieron el apodo de
Tenebrero. El mismo Almirante , en otra poesía dirigida á
Villalobos, y aludiendo á que su linaje habia sido causa de
que sufriera el desaire que le determinó á abandonar la
Corte , dice :
•Y pues de vuestro linaje
os ha nacido el ultraje
sabiendo más que Avicena,
mientras la casa se ordena
le deueis servir de paje.»
— 7 —
A lo cual contestó con harta razón Villalobos:
•Si el físico se tomase
para hacer generación ,
era muy justa razón
que el linaje se mirase.»
Se ha dicho antes que Villalobos consintió el calificativo
de confeso, y en prueba de ello véase lo que en los versos
del Almirante^ citados antes, dice este magnate:
«Que si temió que un gran precio,
según escribe Voecio,
hará al confeso errar. »
A esto sólo contesta Villalobos lo siguiente:
«Nunca hizo en sus ovejas
apartamiento el Señor;
esto digo al confesor
si cupo en estas consejas,
y si hubo allá memoria
de traiciones perentorias,
jamás en nuestro servicio,
fué hallado aqueste vicio;
busquen todas sus historias.»
La calidad y origen judío de Villalobos, aunque le pro-
dujera algunos inconvenientes^ no dejó de tener para él
grandes ventajas, porque los de esta raza emparentaron, espe-
cialmente por las mujeres, con los magnates más esclarecidos
de Castilla, y quizá esto explique el favor que desde muy
joven alcanzó en la Corte el famoso médico, que presumía
ser pariente de ellos: en una carta dirigida al Duque de
Nájera, que aunque no tiene fecha, por su contexto parece
ser de fines de i532 ó principios del año siguiente; hablando
déla hija de este personaje, dice: «La Sra. D.^ Guiomar
(Dios me la guarde, porque es honra de iodo nuestro linaje.
— 8 —
está muy buena, etc.;» y en otra carta al mismo Duque, y
hablándole también de su hija, se expresa en estos términos:
«Y volviendo al tema de vuestra muy cuerda y muy devota
epístola, digo que yo estaba con gran recelo que la señora
D.' Guiomar habia de venir tan bo^al dessas montañas, que
en todo lo que hiciese y dixese nos habia de poner en ver-
güenza, y es cierto que el dia primero que entró en Palacio
fué luz y espejo de todo vuestro linaje, porque allende de
ser tan gentil dama como la que más lo es, se supo también
tratar con las otras damas y con la Emperatriz, y tan medida
en el callar y en el hablar, y todo ello con tan buena autori-
dad y gracia, que todos echamos mil bendiciones al vientre
en que anduvo, que á éste sólo se deben dar las gracias
mucho más que al padre que la engendró, porque si algún
bien saliese de vuestra casa, d nosotros se debe, que somos
genus electum regale sacerdotium, y no á vosotros los
Manriques, quia pars diaboli estis. Perdóneme mi señor el
Inquisidor mayor si le hago polvo, que otro dia me hará
él á mí humo. En lo que toca á la salud de esta señora mi
sobrina, etc.»
En una de las cartas latinas puestas al fin de las Congre-
siones dá noticia Villalobos de haber sido acusado y preso
porque sus émulos atribulan á hechicerías y á sortilegios
su favor en la ^Córte, y no es muy aventurado suponer, en
vista de lo que en la carta de que se han copiado algunos
conceptos dice del Inquisidor, que fué su orígen judío la
causa de la persecución que sufrió. De todos modos es curioso
é interesante el contenido de esta carta latina, porque dá
noticia de un grave incidente de su vida, de que hasta ahora
no habia hablado ninguno de sus biógrafos; hé aquí sus
palabras:
«De ninguno de estos avisos me curé, yo el más insensato
de los hombres; antes, enredado en los lazos del engañoso
mundo, no me aparté de la vía de perdición en que los malos
reciben castigo y por donde caminan á los infiernos. Así que,
hinchado de vanidad por mi calidad de cortesano y médico
del Rey, ofrecíme al ludibrio de la plebe, que me señalaba
con el dedo. Todavía esta misera condición despertó la en-
— 9 —
▼idia en el pecho de hombres por demás miserables y necios
que me llamaron mago conocedor de filtros jr maleficios,
cual si de airo modo me hubiera sido imposible alcanzar
tan alto grado de fortuna. De aquí surgió la sospecha, j^
llegando la vof d los sagrados oidos de los inquisidores^
fui presoy tenido en estrechísima cárcel con gran dolor de
mi amada mujer y lástima de mis amigos, por donde toda
mi gloria quedó reducida á polvo y se convirtió en afrenta
tan de repente que apenas se pudiera creer. Entre el vulgo
corrian sobre mí muchos y variados juicios. — tTiene el diablo
en el cuerpo y lleva un familiar en el anillo,» decian unos. —
tNo, replicaban otros, sino que es charlatán y hechicero, que
por medio de ciertos pactos y contratos con los demonios,
engaña á los demás y gana sus voluntades.» — Estos afirmaban
que era adivino y presagiaba lo futuro é interpretaba los
oráculos milagrosamente escritos, y no eran pocos los que
aseguraban que era dueño de ligar y desligar y de hacer
que las mujeres acudiesen de noche contra su voluntad á mi
llamamiento. Estas y otras muchas cosas de este jaez se propa-
laban entre las gentes mientras yo seguia encarcelado. Seria
largo y enojoso referir el laberinto de cuidados, las tristezas
y tenebrosos espantos de aquella horrible soledad, sólo cono-
cida de los que la han sufrido. Mas dejando atrás esto, pues
la mente se me resiste á examinar tales sinsabores, digo que
al cabo de ochenta dias, por misericordia de Dios y patro-
cinio de la verdad, salí de la cárcel libre y con honra.»
Estas pruebas y otras muchas que fácilmente se encon-
trarán examinando las obras de Villalobos y entre todas sus
cartas castellanas y latinas, demuestran el origen judío del
insigne doctor, circunstancia que, si le produjo contrarieda-
des y grandes amarguras, fué origen de sus relaciones con los
magnates de Castilla, lo cual, juntamente con su extraordi-
nario mérito, le elevó, joven todavía, al codiciado puesto de
médico del Rey Católico D. Fernando, á quien asistió, como
se verá luego, hasta su último suspiro.
— lO —
II
ESTUDIOS DE VILLALOBOS. — SUS PRIMERAS OBRAS.
Sin duda las relaciones de su familia proporcionaron á
Villalobos la protección de los Grandes^ en especial la del
Marqués de Astorga, pues, como vá dicho y resulta de
una de las primeras coplas del Sumario de Medicina, los
antecesores de Villalobos fueron médicos de los del Mar-
qués, y aquéllos, según la cláusula del testamento de Juan
Alvarez Osorio, señor de Villalobos y Castroverde, otor-
gado en este último lugar á 25 de Agosto de 1477. que
insertó el Sr. Gástelo y Serra en su discurso inaugural de la
Academia de Medicina del año de 1868, solian costear los
estudios de algunos jóvenes en la insigne Universidad de
Salamanca.
En ella estudió también Villalobos, pues asi lo declara
en el Sumario, donde se llama ^estudiante en el estudio
de Salamanca;! y por los antecedentes expuestos y por el
elogio que hace del Marqués de Astorga en dicha obra,
es de inferir que allí viviese á expensas de este magnate,
del que dice:
«Que en ver yo un Señor y de tanta escelencia
Mandarme una cosa por grave que sea,
La gruesa rudeza se torna en sapiencia,
La crvda pereza en muy gran diligencia,
Y el muy pervertido querer ya desea.
Por quél, del mayor y mejor Rey cristiano
Es su carnal primo, segund que sauemos;
— II —
Aqueste es Osorio que ha puesto la mano
Contra hombres y diablos y todo tirano,
Y nunca sus armas sin sangre las vemos.
Bien basta que mire el que quiere sus daños
Para que le otorgue la mas alta ley,
Que siendo niñito de solos doce años
Con sus lobos vino arramando rebaños
Armado en servicio de su propio Rey.
Y tal daño dieron al otro pastor
Que entraba á hurtar en los hatos ágenos,
Que no siendo injusto al estoriador,
Dirá maravillas de aqueste Señor
Por este y por otros mil hechos tan buenos.»
En efecto, D. Pedro Alvarez Osorio, segundo Marqués
de Astorga y tercero de Trastamara, era hijo de D.* Leonor
Enriquez, hermana de D.^ Juana Enriquez, madre del Rey
Católico, y sucedió en esta casa á su padre el primer Mar-
qués de Astorga, de edad de doce años, «á tiempo que suce-
dió la muerte del Rey don Henrique Quarto, que fué causa-
dora de grandes guerras y diferencias entre los Reynos de
Castilla y Portugal sobre la sucesión de ellos, diuidiéndose
los caualleros dellos en grandes bandos y parcialidades, acu-
diendo el Marqués á la parte y servicio de los Reyes Católicos
don Fernando y doña Isabel, juntando en sus tierras buen
número de hombres de armas y ginetes con más de dos mil
infantes, en edad tan floreciente, que sólo tenia catorce años,
y se fué con ellos al real que estaua sobre Toro, donde se
hallaua este Católico Príncipe, del cual fué graciosamente
recibido, agradeciéndole mucho el servicio que le hacía en
tal ocasión, donde dentro de pocos dias se dio la batalla.
Y escriben los que tratan destas materias, que el escuadrón
que primero arremetió fué el de la gente del Marqués, por ser
el mayor, juntándose luego con el del Duque de Alúa; ambos
dieron en el cuerpo de la batalla de los Portugueses, que los
desbarataron, vencieron y ganaron la honra desta victoria, y
>■
12 —
el Marqués quedó, aunque de tierna edad, engolosinado del
gusto deste suceso, que no quería quitarse las armas para
comer ni dormir, hasta que el Rey le dijo que ya no eran
menester, que las guardase para otra ocasión; y así, en todas
las que adelante se ofrecieron para la pacificación de los
Reynos contra Moros, y en otras, se halló el Marqués, siempre
con su gente y persona, y últimamente en las del Rey no de
Granada, donde tuvo felicísimos sucesos.» Esto dice López
de Haro en su Nobiliario^ y aunque el cronista Pulgar cuenta
de modo muy diferente el suceso de la batalla de Toro, con-
viene en que á ella asistió «D. García de Osorio con la gente
del Marqués de Astorga, su sobrino» (i), y debe darse fé á
las coplas del Sumario, cuyo sentido resulta claro con estas
indicaciones, sirviendo para comprobar el curioso hecho his-
tórico á que en ellas se alude.
De la extensión y aprovechamiento de los estudios de
Villalobos dan amplísimas pruebas sus obras, en las que
demuestra que era consumado humanista y que se dedicó
también á la filosofía, revelándose en todos sus escritos la
gran importancia que daba á esta ciencia y el conocimiento
profundo que tenía de las doctrinas de Aristóteles, algunas
de cuyas obras tradujo y comentó, según él mismo declara,
como luego veremos. Con tal preparación escribió su Suma-
rio de Medicina, que publicó cuando apenas contaba veinti-
cuatro años, en el de 1498, y, como se sabe, en este libro iban
inclusas las Coplas sobre las pestíferas buvas, que dan
señaladísimo lugar á Villalobos en la historia de la Medicina.
En este mismo año la ejercia ya en Zamora, según clara-
mente resulta de la carta latina fechada en esta ciudad á 16
de Agosto y dirigida á su padre en respuesta á la que éste le
escribió dándole consejos sobre el ejercicio de su profesión,
y de esa misma carta aparece que ya en aquel año estaba
casado, pues habiéndole recomendado su padre la castidad
como una de las virtudes que deben resplandecer en el médico
que practica su arte, le contesta con el espíritu burlón que
(1) Crónica de los Reyes Católicos. Valencia; Moníbrte, pá^ 86.
— i3 —
reina en machos de sus escritos: •Secundum utique probo.
Domine me castissime vivere necessitas ipsa cogiu Mulier
enim quam dedisti mihi adolecentulam etformosam radU
calem totum divellit humorem tU nihil reliquet distribuen-
dum sumpsiL Et nunc Francisce fornicare si potest, qui
adtic, hercule, domi non suficiens, si fas esset collega tibi
explorandum erat.r^
Aunque la primera carta latina dirigida al Dr. Gonzalo
de Moros en el año de iSoí no expresa el lugar en que fué
escrita, es racional suponer que aquel año tenia Villalobos
todavía su domicilio habitual en Zamora, y que allí, además
del ejercicio de su profesión, se dedicaba á los estudios que
ya le debiah haber conquistado justo renombre entre físicos
y literatos, pues la carta á que se alude es contestación á una
consulta que le habia hecho aquel doctor sobre la inteligen-
cia de unas palabras de Plinio, autor que comentó, y que .
sin duda era ya en iSoí objeto especial de su estudio, aunque f
el privilegio para imprimir este libro lleva la fecha del i3 de
Agosto de 1524, y en este mismo año fué impreso en Alcalá
por Miguel de Eguía.
Confirma esta inducción lo que dice Villalobos en la carta
á D. Cosme de Toledo, de i5 de de Octubre de ib 10, antes
citada: tYo, olvidando el modo de vida y el carácter de mi
padre, quise hacerlo, no en la aldea, sino en la ciudad, y no
en una cualquiera, sino en lugar populoso;» éralo, sin duda,
Zamora en aquel tiempo, sobre todo comparada con los demás
lugares de Castilla, como lo es aún en el nuestro, y más toda-
vía en el de Villalobos.
Ya en el año de i5o7 deberla formar parte nuestro físico
de la familia del Duque de Alba, y por esta circunstancia
debió intimar sus relaciones con los demás Grandes del
Reino: así, la primera carta de esa fecha que forma parte de
las que van al fin de las Congresiones, tiene por objeto dar
noticias al Dr. Gonzalo de Moros de la salud del ilustrisimo
Conde, que es casi seguro que era el de Benavente. De esta
carta resulta además que, cuando menos, en aquella fecha
tenía ya un hijo Villalobos, del que, consultado el horós-
copo por un astrólogo, habia dicho que seria afortunadísimo
— 14 —
médico, á lo cual replica Villalobos con su acostumbrado
donaire, que si habia de ser médico no podría ser afortunado,
y si era afortunado no podia ser médico, por los muchos
trabajos y miserias que éstos tienen que sufrir en su ingrato
oficio, y que, por tanto; él no habia de consentir que tal
profesión abrazase nadie que bajo su potestad estuviese: esta
carta ha servido para fijar la edad de Villalobos, como al
principio se ha dicho, pues al escribirla en 1S07 tenia ya
(f cumplidos treinta y tres años.
La otra carta, que es la IV entre las latinas, está fechada
en Santa María del Campo á 25 de Setiembre de 1S07,
y es respuesta á otra en que su padre le habia manifes-
tado grandes deseos, para su buen concepto de médico,
de que mejorara la salud del Duque de Alba, D. Fadrique,
que, según la respuesta de Villalobos, debia estar por enton-
ces en gravísimo y peligroso estado. También le habia pre-
guntado su padre qué ganancias habia alcanzado por sus
trabajos y por su destierro, palabra que con toda claridad
indica que en aquella fecha habia Villalobos salido de su
patria y ordinario domicilio para acompañar, sin duda, al
Duque, su señor, el cual por entonces seguia á la Corte; pero
todavía no era médico de ella Villalobos, pues habiéndole
pedido su padre noticias de la vida y sucesos de Hernando
de la Vega, con cuyo padre tuvo el de Villalobos antiquísima
amistad, le contestaba: tYo, á la verdad, como pasajero en
la Corte, ni le conozco ni sé de estas cosas.» No tardó, sin
embargo, mucho en alcanzar tan anhelado puesto, y sin duda
se refiere á sus pretensiones el siguiente párrafo de la carta
escrita el 23 de Julio de i5o8 al Dr. de la Parra, proto-
médico (i), en el cual se confirma además que era entonces
médico del Duque de Alba. Hé aquí dicho párrafo: t Ahora
verá Vmd., ilustre doctor, cómo al pedir con tantos traba-
jos á nuestro ilustrísimo Duque la servidumbre, perdí á un
tiempo patria, padres, fortuna y libertad. Todo lo dejamos
por seguirte, y ahora, ¿qué vá á ser de nosotros? Nada digo
(i) Es la VI de las latinas que van al fin de las Congresiones,
-- i5 —
de Vmd.y que perdió cuanto podia perder. Sólo nos queda
la esperanza, peor mil veces que el sepulcro, puesto que
con sus eternas ilusiones y constantes martirios vá empujando
los hombres al infierno. Una madura resolución tengo adop-
tada para nuestros asuntos. Conocida os es la costumbre de
este sujeto. Siempre que se propone no hablar al Rey en
favor de los que, postrados á sus pies, le piden algo, y res-
ponde este único adverbio, Bien, debe sobreentenderse Mal;
y cuando, cediendo á los ruegos, mueve la cabeza como quien
otorga y dice Muy bien, quiere decir Muy mal. Creo, pues,
que debemos proveernos de una soga, y cuando conteste á
nuestras súplicas Bien, echárnosla al cuello; pero cuando
diga Miiy bien, entonces se acabó, estamos perdidos y debe-
mos ir corriendo á colgarnos en lo más alto de la Torre de
Babel para no tocar con los pies al suelo.» El Duque era
primo del Rey D. Fernando, y por los grandes servicios que
le habia prestado en todas las vicisitudes de su vida, aun
antes de ocupar el Trono, compartia el mayor grado de
favor é influencia con su pariente el Almirante D. Fadrique;
por tanto, es racional suponer que lo que le pedia Villalobos
para el Rey era que le hiciese su médico; y como logró su
deseo, es asimismo natural suponer que debió este puesto,
además de su mérito, á la poderosa intercesión de este mag-
nate. Antes de ocuparlo, y ya formando parte de la fami-
lia del Duque, Villalobos anduvo, como se ha dicho, en su
compañía, y esto se confirma en otros pasajes de la carta
de que hemos tomado lo que antecede. Infiérese de ella que
curado de sus dolencias el Duque de Alba, y deseoso Villalo-
bos de ver á su familia, emprendió un viaje cuyas peripecias
refiere al Dr. Parra á quien dice: oEl primer lugar adonde me
encaminé después de separarnos fué Salamanca, y al entrar
por las puertas salióme al encuentro mi excelente Bernar-
dino, que abrazándome tiernamente, me llevó consigo y me
obligó á echar pié á tierra á la puerta de su casa, donde, en
su compañía y la de su buena mujer y de algunos amigos,
me detuve tres dias;» que pasó sin duda Villalobos recordando
sus buenos tiempos de estudiante y tratado por su huésped
á cuerpo de rey; los excesos de la comida le produjeron unal
— i8 —
III.
VILLALOBOS MÉDICO DEL REY CATÓLICO.
Puede tenerse por seguro que Villalobos alcanzó el puesto
de médico del Rey Católico lo más tarde en 1 509, pues de
que ya lo era en i5io dá testimonio irrecusable la carta de
10 de Octubre de este año, dirigida también al Obispo de
Plasencia, que es la última de las latinas puestas al fin de
las Congresiones; se ha hecho mención de ella para aducir
una prueba de la calidad de confeso de nuestro médico,
y sin duda por la persecución que esta circunstancia le pro-
dujo, y principalmente por su carácter, que, bajo aparien-
cias de alegre y festivo, era profundamente melancólico,
ya en aquella fecha tenía pensamiento de abandonar la Corte,
pues decia al Obispo al final de esta carta: «Y por lo que
hace á lo presente, diré, ilustre Prelado, que para en adelante
renuncio á la Corte, á fin de que, saliendo incólume de este
valle de miserias, consiga volar á la del Rey Eterno, donde
ni temeré el enojo de los grandes ni retrocederé ante la
repulsa de los picaros porteros, ni me arredrarán los varios
accidentes ni las ilusiones de la fortuna. Mas por cuanto
todavía no tengo resuelto á dónde me encamine ni en dónde
me establezca, esta carta no lo revelará á V. E., sino otra, si
á Dios place.» Parecia, pues, que sería cosa inmediata la reti-
rada de Villalobos á algún lugar pequeño y apartado para
imitar la conducta de su padre; mas por de pronto no cumplió
semejante resolución, aunque constantemente reinaba en su
mente aquel pensamiento, cosa muy ordinaria en los que
— 19 —
viven en la Corte, y que explicó con su habitual elegancia
Rioja diciendo:
«Fabio, las esperanzas cortesaiias
Prisiones son do el ambicioso muere
Y donde al más astuto nacen canas. •
No murió en ellas Villalobos, pero sí le nacieron canas^
porque, contra lo que dicen la mayor parte de sus biógrafos,
no se retiró definitivamente de la Corte hasta una edad
avanzada.
La serie de las cartas latinas de Villalobos termina con la
de I o de Octubre de i5o9, y las castellanas empiezan por
la dirigida á Jufre, Aposentador del Rey en Flándes, escrita
en Madrid el 8 de Enero de i5i2; que entonces estaba
Villalobos en la Corte lo demuestra el texto de esta saladí-
sima epístola, escrita toda ella de burlas en estos términos:
«Las nuevas de acá son que en la primera semana de Di-
ciembre, á las diez horas del dia, aparecieron aquí muchas
estrellas alrededor de la luna. Algunos astrólogos dijeron que
era señal que los cristianos habían de cercar á los moros; otros
dijeron que se habian de descubrir muchos tesoros y cosas
secretas; otros que vendrá el Rey y se juntarán á él todos los
Grandes. Yo dije en aquella consulta que no era sino que
en esta Corte nos hacen ver las estrellas á mediodía.» No
revela esta carta el más leve deseo de abandonar la Corte,
aunque la última frase copiada indica que no era todo satis-
facciones la vida de los que estaban al lado del Rey. Villa-
lobos, según todos los indicios, continuó en su puesto, aun-
que sin duda cada accidente de su fortuna despertara en él
la idea de abandonarlo, no sólo para vivir tranquilo, sino
para consagrarse con más espacio á sus aficiones científicas
y literarias.
Los cuidados propios de su cargo, que ya por entonces
debían ser muy graves por el estado de la salud del Rey
Católico, y los continuos viajes á que le obligaba la movi-
lidad de la Corte, no impedían á Villalobos consagrarse al
estudio, como lo prueba la circunstancia de que en el año
— 20 —
de 1 5 14 acabó de escribir las Congresiones, á cuyo final se
lee lo siguiente: nExplictt liber duodecim principiorum qm
ettam Congresiones epellatur in oppido Madrid assistente
Caiholico Rege, martii quinta decima anno Christi milie-
simo quingeniessimo quarto décimo, » Este libro fué impreso
el mismo año en Salamanca, como se verá más adelante.
Al siguiente terminó la traducción de la comedia de Planto
titulada Amphitrion, según resulta de la carta dirigida A un
Grande del Reino, que vá impresa al ñn de ella en las varias
ediciones que existen, siendo de notar que, según su contexto,
en aquella fecha persistía en su pensamiento de abandonar la
Corte, pues dice asi al principio de ésta, que es una de sus
más elegantes cartas: a Muy magnífico señor: Con las livian-
dades de Júpiter, como con las plumas de gallo, he pescado
aquí galanes como truchas para metellos en la santa doctrina
del amor virtuoso, y maguer que ellos sé congojarán de salir
de sus piélagos, no deja por eso de ser buena pesca. Esto les
doy en pago de cuantas mercedes y favores en esta Corte
me hacen, porque estoy de voluntad, si Dios quisiere, de
dejallos muy presto, E si la grave enfermedad del Rey,
nuestro Señor, no me detuviese, que seria mal caso dejar
á S. A. en tan gran necesidad, ya me hauria yo arribado en
algún puerto y remanso donde escapase de los peligrosos
golfos y tempestades deste mar.» Esta carta se escribió en
Calatayud el 6 de Octubre de i5i5, donde el Rey D. Fer-
nando fué para asistir á las Cortes de Aragón, que, por
cierto, le negaron los servicios de ellas solicitados para las
graves atenciones del Reino, y, como dice Zurita, t partió el
Rey de Calatayud para Madrid, entrado el mes de Octubre
con todo el descontentamiento y desagrado que se puede
pensar de sus subditos y naturales, á quien él tanto hauia
amado y favorecido, y fué por Buytrago por correr monte,
y la Reyna se vino á Zeragoza, y de aquí pasó al Principado
de Cataluña para asistir á las Cortes que se hauian convocado
á los catalanes para la ciudad de Lérida. Su partida fué muy
arrebatada de aquella ciudad de Calatayud para volverse á
Castilla, con tanto desgrado de los aragoneses, padeciendo
mucho tormento de una tan graue y larga dolencia, y teniendo
— 21 —
tan presente la muerte, se pareció mucho con la que hizo el
Rey Don Hernando, su agüelo, de Barcelona, cien años antes,
estando para espirar, con el mismo sentimiento y queja de
los catalanes, en tanto extremo, que declararon bien el uno
y el otro, en cuanto más estimaban ser Gobernadores de
aquellos Reynos que con aquella libertad de los subditos
reinar en los suyos.»
Sabido es que el Rey Católico murió en Enero del año
siguiente de i5i6 en la aldea de Madrigalejo, en medio
de las dificultades que ofrecía la situación de España y sin
abandonar hasta el último instante los negocios públicos;
es de suponer que Villalobos le acompañó hasta el último
trance de la vida, y que, muerto el Rey, siguió á la Corte,
pues en ella se hallaba el 17 de Marzo de iSiy, según la
carta dirigida á Garci-Jufre desde Madrid en dicha fecha.
Esta carta, escrita en burlas menos el párrafo final y algunos
conceptos, empieza de este modo: «Vuestra carta fué vista
por los señores del Consejo Real. 9 Y más adelante dice:
«Las nuevas de acá son que tenemos todos tanta sed con
la venida del Rey , que con todo cuanto de allá yiene
quedamos tan satisfechos como vos lo estaríades en un buen
banquete con un jarro de agua fria. Van Embajadores y
vienen Embajadores, y el Rey estáse quedo.» Era grande,
en efecto, el ansia con que se esperaba en Castilla la venida
del Príncipe D. Carlos, por las dificultades que nacian del
estado de su madre D.^ Juana y de las disposiciones que con
este motivo había dictado en su testamento su abuelo el Rey
Católico D. Fernando. Sin duda Villalobos, en aquella inte-
rinidad, conservaba la posición de médico de Palacio, y esto
explica el último párrafo de esta carta á Jufre, á quien dice:
«Un negocio tengo allá en poder del Sr. Thesorero: pídoos
por merced que hagáis á su merced memoria del, y perdo-
nadme, por amor de Dios y por la santa cuarentena en que
estamos, la descortesía de hablaros en seso, porque la nece-
sidad me hace salir fuera de términos.» De dineros debia
ser ésta, que expresa repetidas wccqs Villalobos, el cual,
quizá por su naturaleza judía, daba no pequeña importancia
á los bienes terrenales, y sin duda el negocio á que aquí alude
K
— 22 —
consistiria en el pago de su estipendio como médico de los
Reyes; cualquiera que fuese su índole, es lo cierto que tardó
en resolverse, lo cual se explica, así por la confusión en que
andaban por entonces las cosas de la Corte y las del Reino,
como por las dificultades que nacian de la ausencia del que ya
todos llamaban Rey D. Carlos, de la gran distancia á que se
hallaba de Castilla y de lo largo y penoso de las comunica-
ciones en aquella época. Esto explica el contexto de la carta
de 7 de Julio del mismo año de i5 17, dirigida por Villalobos
también desde Madrid — donde se estableció la Corte durante
esta especie de interinidad por los Gobernadores el Cardenal
Cisneros y el deán de Lovayna Adriano — á Diego López de
Ayala, canónigo de Toledo, que era uno de los enviados á
Flándes para acelerar la venida del Rey, y sin duda para
explorar sus disposiciones y propósitos respecto al régimen y
gobierno de España; de esa carta se deduce, y más clara-
mente todavía de otras, que, á pesar de su constante pensa-
miento de retirarse de la Corte, Villalobos no abandonaba
sus asuntos, pues dice en esta carta: «Ya he prouado al señor
Thes^rero, que es hombre de seso; después díme á passar
tiempo con Jufre, que es hombre de burlas; ahora tentaré
á Vmd., que es hombre de seso y de burlas; á la postre
escribiré á un flamenco de esos que ni son para en seso ni
para enburlas , y así habré discurrido por todas las especies
de la suficiente división sin sacar la conclusión.» Y al fin
de esta carta, que contiene otras noticias interesantes rela-
tivas al estado de la Nación y de la Corte, dice: tUn me-
morial envió á Vmd. : si aquello se puede hacer , vos lo
haréis, y si no lo hacéis, no se puede hacer. Cualquiera de
estos partidos será mejor para mí que vivir suspenso en
vida tan corta, por lo que ha de quedar acá después que allá
se partiere.» Es de inferir que el objeto de este memorial
fuese la petición de continuar en su cargo, pues otros aná-
logos hicieron por entonces muchos de los que los ejercían
en la Corte, y todos ellos estaban con la natural zozobra
porque temian que con la venida del Rey y de los flamencos,
que eran sus familiares y favoritos, habia de haber en esto
grandes mudanzas.
— 23 —
Como se sabe, el Rey D. Carlos I de España llegó á sus
Estados ea Setiembre de iSiy, desembarcando en Villavi-
ciosa de Asturias, acompañado de los españoles que habian
ido á Flándes, del famoso Xeures, del Canciller Laxao y
demás flamencos, que fueron causa de tanto disgusto, y á la
larga, de tan graves disensiones en el Reino; la comitiva
caminó muy despacio, y, según las personas de aquel tiempo
á que se refiere Sandoval (i), con el propósito de que el Rey
no viera al Cardenal Cisneros, ya muy enfermo, y á quien
los médicos presagiaban próxima muerte; no consta si Villa-
lobos acompañó á Cisneros en este último viaje, pero de la
carta que dirigió al doctor de la Reina desde Zaragoza el 6 de
Agosto de 1 5 18, resulta que continuó después de la venida del
Rey al lado de la Corte y solicitando su continuación en ella;
así se infiere claramente, no sólo del texto de otras cartas
de Villalobos, sino de los sucesos que por entonces ocurrie-
ron en España. Según la opinión más generalmente recibida,
el Cardenal Cisneros, que ya estaba gravemente enfermo,
murió de la pena que le produjo la carta que le dirigió el
Rey y que entendió que era una despedida cortés de su
servicio; suceso de gran trascendencia que tuvo lugar en la
villa de Roa el domingo 8 de Diciembre de iSij, porque es
de suponer que si el Cardenal no hubiese muerto, hubiera
contrarestado en el ánimo del Monarca la perniciosa influen-
cia de los flamencos.
Llegó por estos dias D. Carlos con su comitiva á Mojados,
donde recibió á los del Consejo Real, confirmándolos en sus
oficios; pero no hizo lo mismo con los de la Cámara, esto
es, con la servidumbre del Rey Católico, porque, á pesar de
que lo solicitaban vivamente, se oponian á ello por todos los
medios los que desde Flándes venian con el nuevo Monarca
ocupando aquellos puestos; hay motivos para suponer que el
principal entre los médicos lo tenía ya Narciso, en quien llegó^
á poner D. Carlos toda su confianza, y parece probable que
mientras Villalobos no consiguió volver á su cargo, ejercería
(i) Vida del Emperador Carlos V,
— 24 —
el de médico de la Reina viuda D/ Germana; por esto debió
estar en la Corte durante su permanencia en Valladolid, donde
se reunieron las Cortes de Castilla, que después de muchas
dificultades y debates — en los que alcanzó gran fama el doctor
Zumel defendiendo los derechos de aquel Reino — reconocie-
ron y juraron por Rey á D. Carlos.
Terminadas las Cortes de Valladolid, fué el Rey á Zara-
goza para celebrar las del Reino de Aragón, acompañándole
muchos Grandes y principales caballeros, llegó en los primeros
dias del mes de Abril de i5i8, «llevando consigo á la Infanta
D.*^ Leonor, su hermana, y á la Reina D/ Germana» (i). En
la comitiva iba, sin duda, Villalobos, que en 6 de Agosto
escribía desde Zaragoza al doctor de la Reina una carta que,
con lo que vá dicho, tiene fácil explicación, sobre todo el
siguiente párrafo:
«Aquí nos andamos Jufre y yo mano sobre mano, y el
otro dia me sacaron de seso que fuese á Palacio á solicitar
un negocio mió, y topé á la puerta de la sala con Antonico
el Gigante, que me estorbaua la entrada. Yo pensé que acaso
se me ponia delante, porque no era aquel su oficio, y procuré
de colarme dentro; enojóse Antonico, y púsome el hierro
del langon á la boca del estómago haciéndole temblar; y con
ojazos torcidos y un espantoso bramido, me amenazaba de
tal manera, que ya pensaba yo que estaba á la garganta del
cangervero. Apenas le hube bien entendido, quando arrebaté
de un tramo á la escalera y baxé por ella no tan disimulada-
mente que no me vieran ir trompicando algunos conocidos
mios; y díxome Pedro de Mendo<;a: tAsí es el mundo, señor
doctor:» y otras cosas me dixeron, mas no veamos pesar, que
yo no les entendí; tanta era mi ansia de tomar la muía.» Es
decir, que el médico y el aposentador de D. Fernando no
tenian por entonces ocupación en la nueva Corte, y que
Villalobos, que antes gozaba entrada franca en Palacio, era
ahora rechazado por los porteros, dando motivo á que le
recordaran las vicisitudes de la fortuna.
(i) Sandoval, obra citada, pág. 139. t. L
— 25 —
No duró, sin embargo, mucho el disfavor del ilustre y
gracioso físico, porque según cuenta en carta dirigida al
Condestable de Castilla, también desde Zaragoza, el 23 de
Noviembre de aquel año, ya en esta fecha habia vuelto á su
cargo con la ocasión siguiente. «Ya estaba yo con estas dila-
cioDes(dice Villalobos) por echar una soga á la garganta,
sino me proveyera Dios de una muy buena vindimia, en que
hubo tantas avenidas de cámaras por flamencos y españoles,
que me podrían ellos dezir lo que dezia la otra á su ruñan
quando reñian: tVellaco, de mi culo comes, de mi culo
bebes. » Por aquí se despachó mi asiento con el Rey, y por
aquí entré en conocimiento con todos los extranjeros; así,
que yo entré en Palacio por la puerta falsa de Mosiur de
Xeures. No habia bastado la Rey na (D.* Germana), ni el
Conde (de Benavente), ni los Duques (el de Alba entre
otros), ni todo el Consejo para ello; quiso Dios mostrar que
todo es nada quanto procuramos y todo es suziedad, y cer-
róme las calles públicas y todas las puertas y los muros,
y hizome entrar por do no cupiera un bodoque.» En medio
de las burlas de esta caria, infiérese que la pericia de Villa-
lobos como médico le valió entrar en la cámara del Rey
D. Carlos, por haber devuelto la salud al más íntimo de sus
favoritos.
La carta que también desde Zaragoza escribió Villalobos
al Almirante de Castilla el 7 de Diciembre de este mismo
año de i5i8, es por varios conceptos muy interesante.
Era D. Fadrique Enriquez el magnate más ilustrado de su
época, y no sólo tenía gran afición á la poesía, sino que se
consagraba al culto de las musas, como ya podia deducirse de
las famosas preguntas que dirigió á Fr. Luis D'Escobar y á
que éste dio contestación , así como á otras^ de donde resultó
el curioso libro titulado Quatrocientas respuestas á otras
tantas preguntas, etc. , de que se han hecho varias ediciones,
aún no bien estudiadas por nuestros bibliógrafos. Hubiérase
podido creer que las preguntas eran supuestas para motivar
las contestaciones, pero con las noticias que Villalobos dá en
esta carta y con las coplas de que se hablará luego, resulta
demostado que el Almirante cultivaba la poesía castellana
— 26 -
de tal modo, que dio motivo á que en la carta de que se vá
hablando, le dijera en su peculiar estilo el gracioso físico:
«Tomaste, empero, tan á pechos la injuria de la injuriada, y
hizistes os tan familiar de la nunca vista ni conocida, que se
deue creer que es enfermedad ésta que V. 5. tiene de
coplear; esfluxo de coplas como de cámaras, 6 es puxo en
que se leuantan muchas veces y no hacen nada.»
Antes, sin embargo, y ocupándose en esta misma carta
de las coplas que le habia enviado el Almirante, dice
Villalobos: «Aquellas coplas son muy buenas, y todo
cuanto V. S. haze es sabroso y dulce; por esso, es bien
que las vean todos, mas no conviene que les muestre V. S. mi
carta, porque quien le viere así burlar de los amores y supiese
que V. S. es enamorado, luego conocerá que aquellas coplas
assí crueles y vengativas, son más para vengar la vejez
luxuriosa del señor, que para defender la casta juventud de
la señora.» Viva curiosidad despiertan estas alusiones, pero
no es fácil satisfacerla. ¿De qué señora se hablaba en estas
coplas del Almirante? Pero es mayor aún la que producen
estas palabras de Villalobos que siguen á las que van tras-
critas. «Cierto; en aquel librillo que yo tengo dedicado al
nombre de V. S. , mejor colocación os doy que cena me
dieron vuestras coplas la noche pasada.» Ninguna de las
obras que se conocen de Villalobos, especialmente las que se
sabe que son anteriores al año de i5i8, en que fué escrita
esta carta, vá dirigida al Almirante de Castilla. El Sumario
de Medicina, impreso en 1498, fué dedicado al Marqués de
Astorga. Las Congref iones , al proto- médico Fernando
Álvarezen i5i4, y el Amphitrion, publicado al año siguiente
de i5i5, termina con la carta A un Grande del Reino, cuyo
nombre se calla, de quien no se hace elogio alguno, y que
nada indica que fuese el Almirante; parece pues, indudable,
que Villalobos alude en este pasaje á otra obra que se des-
conoce y que se ignora si llegó á imprimirse.
Muy notable es también el párrafo de la carta de que se
trata, en que Villalobos dice de sí mismo:
«Mándame V. S. que, dexadas todas las cosas, entienda
yo solamente en mi medicina. Hallo mi entendimiento con
— '^1 —
tantos senos, que caben en él envoltorios de cosas diversas
sin que las unas empachen á las otras, » Este juicio que de
su inteligencia hace Villalobos, aunque no modesto, es tan
justo como lo demuestra la variedad de asuntos que trató en
sus obras, y como debia suponerse en quien no sólo era
dator en medicina, sino también en artes, que, según la
nomenclatura de aquel tiempo, equivale á lo que ahora
llamamos filosofía en su sentido más lato.
— 28 —
IV.
VILLALOBOS MÉDICO DEL EMPERADOR.
Después de muchas dificultades y alborotos, pues llegó
el caso de que pelearan en las calles de Zaragoza las gentes
de los Condes de Benavente y Aranda, las Cortes de Aragón
juraron y recibieron por Rey á D. Carlos, y terminadas
aquellas diligencias, partió el Rey para Barcelona con el
mismo objeto á principios del año de j5i9, en cuya ciudad
\ encontramos á Villalobos ya en su calidad de médico de la
cámara del Rey, según varias cartas suyas escritas en aquella
ciudad, la primera en 20 de Marzo de dicho año, dirigida
al Arzobispo de Santiago, que luego lo fué de Toledo, don
Alfonso Fonseca, hijo del famoso Patriarca de Antioquía,
Arzobispo también de Santiago. En esta carta, llena de inte-
resantes noticias de la Corte, se dice que el Rey se ocupaba de
su elección de Emperador de Alemania, que tuvo lugar el 2li
de Junio de este año, y también del casamiento de la Reina
D.*^ Germana, que todavía no se habia hecho, pero que
no tardó en verificarse en aquella misma ciudad, donde
el dia antes de la fecha de la carta, aunque en ella no se
dice, se celebró Capítulo de la Orden del Toisón, entrando
en ella varios Grandes del Reino.
Aún mayores dificultades que las de Aragón y Castilla
opusieron las Cortes de Cataluña para jurar y reconocer por
Rey á D. Carlos, y los catalanes al principio se mofaban
de la docilidad de castellanos y aragoneses; pero al fin se
vencieron todos los inconvenientes y se sometieron los que
repugnaban aquellos actos, fundándose en las razones ya
— 29 —
sabidas, esto es, en que D.* Juana, que aun vivía, era la
propietaria de todos los Reinos que formaban la Monarquía.
Estando D. Carlos en Barcelona recibió la noticia de su
elección de Emperador de Alemania, y juntamente con ella
la súplica de que se trasladara cuanto antes á sus nuevos
Estados y tomara posesión de ellos, por el peligro, así de
trastornos interiores en Austria, que no tardaron en produ-
cirse, como de los planes y malquerencia del Rey de Francia
Francisco I, que habia sufrido el desaire de no ser elegido
Emperador, aunque lo solicitó ardientemente. Por esta causa,
según dice Villalobos en otra carta dirigida al mismo Arzo-
bispo de Santiago desde Barcelona el 8 de Setiembre de i520,
tel Rey, nuestro Señor, manda ya apercibir los aparejos de
su embarcada y se parten muchos flamencos para su tierra.»
Con esta ocasión instaron á Villalobos para que formase
parte de la comitiva; pero él no consintió en ello, como
consta de los siguientes conceptos del fin de la carta á que
se vá haciendo referencia: «Yo no puedo acabar conmigo
de ser alemán, porque ni Dios me hizo para aquel fin cuando
me ponía la color, ni me parió para eso mi madre. Si Spaña
no basta para sustentarme, bastará la misericordia de Dios: 1
es muy corta la vida para poner sobre ella tan gran jornada, ^
y es muy ruin mercaduría curar calenturas donde no hay
sino nieves y la mar cuajada. Unos compañeros mios más
viejos que yo están muy regocijados con esta partida; mas si
ellos no son locos, yo soy necio, y por esso me quiero
quedar.»
En esta segunda carta, dirigida, como se ha dicho, desde
Barcelona el 8 de Setiembre de i5i9 al Arzobispo de San- 1
tiago, dá noticia Villalobos de haber sufrido una larga
y peligrosa enfermedad en aquel año» en los siguientes tér-
minos: tYo prometo á V. S. que si no tuviésedes aquí un
hombre tan vigilante y tan importuno en las cosas de vuestro
servicio, que me ha sacado de mi seso para que pierda mi
autoridad y preheminencia, que yo tenía determinado no
escribiros en toda mi vida. Porque sepa V. S. qué cosa
es saber que está hombre á la muerte dos meses al arreo y no
tener cuidado de saber si es vivo ó muerto. » En esta misma
-3o-
carta dice Villalobos: tDespues de acabadas las cosas de aqui
y las de Valencia, unos dicen que S. A. quiere ver á Granada
y á Sevilla; otros dicen que ha de embarcarse en la Coniña.
El Rey ha dicho lo uno y lo otro, en caso que son dos cosas
incompatibles.»
Terminadas las Cortes de Cataluña, D. Carlos, á pesar
de sus propósitos, no pudo celebrar las de Valencia, y los
valencianos no quisieron tenerlas sin que él personalmente
asistiera á ellas, y ya á principios del año siguiente de 1620
volvió de Barcelona á Castilla, donde empezaban los anun-
cios de las Comunidades; para resolver las graves cuestiones
pendientes convocó las de este Reino para Santiago, pues
habia mandado reunir la armada que le habia de llevar
á Alemania, en la Coruña.
Ya estaba en Galicia el Emperador electo, á donde no le
acompañó Villalobos, cuando, con fecha 10 de Marzo de 1 520,
escribió éste desde Medina de Rioseco al Almirante de Cas-
tilla, y del contexto de esta carta resulta que resistió todas
las instancias que se le hicieron para ir á Alemania.
«Algunas persecuciones, dice, pasamos antes que tomá-
semos aqui nuestro asiento, y la que yo sentí más graue fué
de sacar de rayz mi casa de Alúa y despedirme de la buena
compañía del Duque. Él se marchó con propósito de apre-
miarme y forjarme para la yda de Flándes. Si Dios no socorre
por intercesión de V. S., mis fuerzas no serán bastantes para
defenderme. Después acá he tenido recuestas y tentaciones
de muchas partes; excusóme de todos con aquella respuesta
que dio Nuestro Señor Jesuchristo á la Cananea: •Non sum
mtssus ntsi ad oues qui parierunt domun Isrrael. » No la
vuelvo en romance, porque no piense V. S. que yo estoy
vengativo de las coplas de Qarago^a.»
Esta alusión á las coplas del Almirante es una prueba
de que en ellas, lo mismo que en las que antes se han citado
del propio autor, éste recordaba á Villalobos su origen judío,
el cual se venga del agravio devolviéndoselo á D. Fadrique,
á quien con más claridad recordó en otras ocasiones que
también él descendia de la familia de Abraham. Por otra
parte, se infiere de lo que dejamos antes copiado que Villa-
— 3i —
lobos se habia considerado hasta entonces, y sin duda lo era,
familiar del Duque de Alba, por lo que mantenía su casa
en el pueblo de este nombre; y aunque de lo que vá copiado
puede inferirse que se habia establecido de asiento en Medina
de Rioseco, esto no impidió que hiciera después de la fecha
de la carta varios viajes á diferentes sitios; en ella dá noticia
de un peligro á que habia estado expuesta su familia, en
estos términos: tPocas noches há que se quemaron dos casas
á pared y media de la mia, y como este elemento es algo
sospechoso y la turbación fué grande, de poner en salvo los
niños y los muebles, estuuo muy cerca mi mujer de mouer
lo que tenia en el vientre.» De donde se infiere, además, que
Villalobos tuvo numerosa descendencia de su primer matri-
monio.
Por último, en esta misma carta anuncia el próximo
viaje del Emperador electo desde Galicia á Alemania, pues
dice: tLas nuevas de acá son que el Rey, nuestro Señor,
con toda la nobleza de Spaña, está en los postreros términos
de Occidente, los unos para meterse en la mar huyendo de •
nuestra vista, y los otros para echarse en la mar desesperados
de la suya.»
No habia trascurrido un mes déla carta anterior, cuando
en 7 de Junio de i52oescribia Villalobos desde Valladolid
al clavero D. Diego de Guevara, una carta interesantí-
sima por varios conceptos. £1 clavero de Calatrava, que
tal oficio desempeñaba D. Diego, era hijo segundo del primer
señor de Salinillas, D. Pedro Vélez de Guevara, que lo era á
su vez del Conde Oñate (D. Iñigo), quien fundó para aquél
ese mayorazgo y casa (i). López de Haro dice que don
Diego de Haro casó con una señora alemana, de quien tuvo,
entre otros hijos, á D.*^ Juana, que casó con el Marqués de la
Corzana. Del tenor de esta carta resulta que este señor salió
de Barcelona acompañando á Xeures y que permaneció en
Alemania mientras estuvo allí el Emperador, en cuyo tiempo
contrajo, sin duda, el matrimonio de que habla Salazar.
Pero lo más notable de esta carta es la mención y juicio
(i) Nobiliario de López de Haro, tomo I, ]>ág. 5oo.
— 32 —
que ya se hace en ella de las Comunidades y de las revueltas
que por entonces habia, no sólo en Castilla, sino en casi toda
la Península, de las cuales pinta Villalobos el siguiente cuadro:
tLa república de Spaña anda trastornada: juzgados y
sentenciados los jueces, y hechos jueces los juzgados; lot
señores solos son los vasallos, y las Comunidades son los
señores. Hay la mayor disensión que nunca se vio, en la
mayor conformidad que nunca se oyó; la discordia y la con-
cordia tan juntas y entretexidas, que entre sí no hacen
diferencia los anos hijos de los otros; los más ruynes de los
pueblos mandan ahorcar por justicia á la misma justicia y á
los que tienen voz y apellido del Rey, y como tal edificio
vá sobre flacos cimientos, es forzado que brevemente perezca
hasta que no quede teja sobre teja, si la venida del Rey se
dilata.»
Sin duda influia en el ánimo de Villalobos, para trazar
tan negra pintura, el espectáculo de los desordenas y de las
atrocidades que entonces se cometieron: entre otras víctimas
de aquellos tumultos, lo fué con muy especiales circuns-
tancias el aposentador del Rey Católico Garci-Juirey gran
amigo y corresponsal de Villalobos, como antes se ha visto,
el cual, por estas causas, escribe, en la carta de que se vá
hablando, á este propósito estas significativas palabras:
• Todos estos dias estoy muy triste y muy quebrantado
con la desastrada muerte de nuestro amigo Jufre, que padeció
su cuerpo martirios muy crueles y corrió su alma peligro de
otros peores.» La ocasión de esta atrocidad y sus circunstan-
cias, dignas de ser conocidas, las refiere Sandoval (i) tomán-
dolas de una relación de la Comunidad de Burgos, donde em-
pezaron los tumultos en el mes de Junio de este año de 1S20;
siendo el cabeza de los amotinados el cuchillero Bernal de
la Rixa. Después de haber acometido los amotinados la casa
del Condestable (2) y la del procurador que habia sido de la
ciudad en las últimas Cortes, Garci-Ruiz de la Mota, se diri-
(1) Vida del Emperador Carlos V,
(3) Es la famosa casa llamada del Cordón, que todavía existe en
Burgos, aunque en grave peligro de ser demolida*
— 33 —
gieron á la de Jufre, según resulta del siguiente relato:
lY con el mismo ímpetu fueron y derribaron la casa de un
aposentador del Rey llamado Garci-Jofre, el cual, aunque
era natural de Francia, auia mucho que servia al Rey
Católico y al Emperador. Estaua casado y auezindado en
aquella ciudad. Contra el cual, indignados solamente porque
el Emperador le auia confirmado la tenencia de la casa y
castillo de Lara, que Burgos pretendia ser suya, y se la pi-
dieron, y él dijo que tenia aquel castillo por el Rey, que no
lo podia dar sino á él, fueron para le matar. Y no paró en
esto la fiíria popular comenzada contra él, porque auiendo
el triste Jofre halládose allí aquel dia, que yua con el Emba-
lador del Rey de Francia, como Jofre vio que le derribauan
las casas, fuese para Lara diziendo que esperaua en Dios de
tomar venganza y de hazer sus casas muy mejores con los
dineros de los Marranos que se las derribauan, y de sus
huesos auia de hazer los cimientos, y la cal auia de amasar
con su sangre. Sabido esto en la ciudad (que se lo dijo un
carbonero á quien Jofre lo dixo en el camino) embiaron tras
el secretamente á cierta gente de á cauallo, y alcanzáronle
en un pequeño lugar, Viuar del Cid, tres leguas de Burgos,
y allí lo prendieron, sacándolo de una iglesia; y el cura sacó
el Santo Sacramento, rogándoles que por aquel Señor en
quien creyan le perdonasen, mas no aprovechó; antes le
hirieron junto al altar. Acudieron algunos caualleros á ver
si lo podian librar de sus manos, y los que más hizieron
fueron Gerónimo de Castro y Pedro de Cartagena. Y Pedro
de Cartagena, que era muy valiente y discreto cauallero,
comen<;ó á burlarse con ellos y desafiarlos á luchas y saltos,
y con esto los entretuuo para que allí no hizieren pedazos al
pobre Jofre, mas no bastó, y Iraxéronlo preso á Burgos, y
metiéronle en la cárcel; en la cual, á golpes y heridas, lo
mataron luego, y atado de los pies lo llevaron al suelo de
su casa, dándole de estocadas. Y uno le dio una por entre
los huesos, y no pudiendo sacar la espada, puso el pié sobre
él como si fuera un perro, y tiró de la espada. Y assí muerto,
le trageron arrastrando por las calles, y lo ahorcaron colgán-
dole de los pies y la cabera abaxo. »
-34-
Aun no habian pasado dos meses después de escrita esta
carta, cuando tuvo Villalobos la desgracia de perder á su
mujer, que murió de parto en Rioseco durante la ausencia
de su marido, que se hallaba en aquella ocasión en Zamora,
ciudad que consideró siempre como su patria. De este triste
suceso dio noticia Villalobos á la Marquesa de Denia en carta
fechada en Rioseco el i5 de Agosto de i52o. Era esta señora
de la ilustre familia del Almirante de Castilla, se llamaba
D." Francisca Henriquez y era prima hermana del Rey Cató-
lico D. Fernando, que la casó con D. Bernardo de Sandoval
y Rojas, segundo Marqués de Denia y primer Conde de
Lerma, el cual, justamente en la época á que este suceso se
reñere, combatió y venció al ejército de la Comunidad que
se habia apoderado de Tordesillas, donde estaba retraída la
Reina D.^ Juana al cuidado de los Marqueses de Denia. los
cuales tenian del Emperador aquel encargo de tan gran con-
fianza. En medio del tono jovial y hasta chocarrero que
tienen ordinariamente las cartas de Villalobos, forma notable
contraste el que reina en ésta que dirigió á la Marquesa de
Denia, á quien dice: «A cinco dias de este mes mi mujer,
criada y servidora de V. S., hizo su fin de la misma manera
que ella lo negociaba en vida, y por muy arrebatada que
le vino la muerte, no la pudo hallar desapercibida para la
jornada, porque siempre andaba á punto de partir. Murió tan
gloriosamente, que en toda esta tierra ha dejado espanto
y dolor Y porque yo no conocia ni agradecía á Dios
la merced que con tal mujer me hacía, quitómela degracia-
damente viniendo de Zamora á la nueva de su parto, habiendo
caminado la noche con propósito de tomalla entre los brazos
y hacelle mil regalos. A la puerta de la casa me dixeron como
la mañana de antes la habian enterrado.»
La ternura de sentimientos y la pena que estas palabras
demuestran son uno de los rasgos del complicado é intere-
sante carácter de Villalobos, festivo en el trato de las gentes,
melancólico y tierno en el fondo de su alma.
Desde la misma villa de Medina de Rioseco, que era por
entonces su residencia ordinaria, escribió Villalobos con
fecha 22 de Enero del año de 1 52 1 «á D.* María de Toledo, en
- 35 —
la Corte de Alemania, 9 y, aunque no de un modo seguro,
puede creerse que esta señora era hija del primer Duque
de Alba, D. García Alvarez de Toledo, y de D.^ María
Enríquez, porque, como resulta de cuanto vá dicho, no sólo
era Villalobos familiar muy íntimo del Duque de Alba, sino
que por su medio y conducto tenía estrechas relaciones y
quizá parentesco con la larga y esclarecida familia de los
Enriquez. Esta señora, que fué dama de la Reina Católica
D.* Isabel, casó con el segundo Conde de Feria, D. Gómez
Suarez de Figueroa (i), magnate que acompañó mucho al
Emperador, de quien fué muy favorecido.
Villalobos dá en esta carta extensa noticia del estado de
Castilla, donde las Comunidades estaban en el momento
de mayor poder, que, por otra parte, fué tan efímero, aunque
á los que presenciaban los sucesos les causara grandísimo
temor, como lo demuestran estos conceptos del atribulado
físico:
«La vida que de un mes á esta parte he tenido es andar
armado cada noche por la ronda desde las doce hasta la
mañana, porque tenemos cobrado tan gran miedo á la Comu-
nidad, que no pensamos que anda por los caminos, sino que
vuela su exército por los aires y que es una alimaña encantada
que traga los hombres vivos Ha traido los dias pasados arrin-
conados los Grandes en sus barreras, que le dexan todo el
coso sin haber quien ose echalle una vara, y trae la Santa
Junta un Obispo que sus hazañas son dinas de perpetuar
memoria. Dos dias há que no se desarma ni de dia ni de
noche, y duerme una hora no más sobre un colchón puesto
en el suelo, arrimada la cabera al almete; come las más veces
cauallero en un cauallo saltador que trae; ármase de tantas
armas, que el peso dellas es incomportable; ha combatido
tres ó cuatro fortalezas, y él es el primero que llega á poner
fuego á las puertas; vá entonces su excelentísima señoría
delNixo de un carro, y sobre el carro trillos ó puertas en que
recibe los esquinazos; pónese á gatas con todo el peso y
ocupación de sus armas, tirando del carro más que quatro
(1) Nobiliario de López de Haro, lib. IV, pág. 222 del tomo I.
— 36 —
hombres; y á cada esquinazo que le arrojan, dice: «¡Ojalá!
muchas gracias te doy, bendito trillo.» Y si es puerta, dice:
«Dexa essa, á otra puerta.» Pone su fuego, y después, por
desuiarse presto de la llama, toma el trillo á cuestas, y asi
vestido en pontifical, sale fuera y santigua la fortaleza con
su artillería. Sus congoxas y vascas y su furor con los caua-
Ueros y sus enemistades con Dios y con el próximo, que es
la perfecta charidad, todo ello parece de la librea del infierno;
rescata y roba por los lugares, y háceles entender que les dá
la vida y que Dios le envia por la saluacion y universal
reparo del Reyno.»
No es halagüeño este retrato del Obispo de Zamora, como
hecho por pincel enemigo; pero de todas suertes, dá idea
de lo que era un Prelado guerrero, como hubo muchos, hasta
que con la conquista de Granada fueron arrojados los moros
del Reino; y si bien Acuña fué tal vez el último Obispo que
manejó las armas en Castilla, todavía, por desgracia, en otros
tiempos ha habido eclesiásticos que las han empuñado para
terciar en otras discordias civiles, revelando más condiciones
de soldados que de ministros de una religión de paz y de
mansedumbre.
Toda esta carta es interesantísima, y sin duda la escribió
Villalobos para que llegasen á noticia del Emperador las
grandes perturbaciones y la ruina d& Castilla; por eso dice
al fin de ella lo siguiente: «Assí que esta enfermedad del
pueblo no tiene cura sin la presencia del Rey; y si ésta tarda,
los miembros están tan corruptos, que presto llegará el daño
á la cabe(;a.»
No fué necesaria la presencia del Emperador para que,
rehechos los Grandes del Reino, que aún no habian perdido
sus hábitos guerreros, formasen ejército más disciplinado que
el de la Comunidad, que no era sino una muchedumbre
confusa, como lo probó la rota de Villalar, á que se siguió
luego la conclusión de aquellos tumultos, que si hubiera sido
posible convertir en ordenada y enérgica protesta, tal vez
hubieran salvado las libertades públicas, aunque era muy
difícil en aquellas circunstancias evitar el creciente desarrollo
del poder real, que habia ya sojuzgado á los Grandes convir-
-37-
tiéadolos en dóciles instrumentos de su política, y que anuló
también la influencia de las ciudades y villas, que decla-
rándose enemigas de los caballeros, facilitaron el triunfo de
la Monarquía, que no tuvo después límite alguno en el ejer-
cicio de su autoridad omnipotente.
El temor que las Comunidades inspiraban á los partidarios
déla Monarquía y de la Corte, fué, sin embargo, grandísimo,
Y de él dá pruebas evidentes, no sólo la carta de Villalobos
de que se ha dado noticia, sino otra del mismo sin fecha,
dirigida al Obispo de Falencia; los sucesos que en ella se
narran indican claramente que debió escribirse en el mismo
año de i52i, y probablemente después de la que dirigió
á D.^ María de Toledo, aunque por aquellos mismos dias,
pues en ella habla también el físico en términos burlescos
de su miedo y de sus ocupaciones militares. Por otra parte,
ayuda á determinar esta fecha la circunstancia de que el
Obispo de Falencia, á quien la carta de que se habla vá diri-
gida, no pudo ser otro sino D. Pedro Ruiz de la Mota, de la
ilustre familia de Burgos, de este apellido, de cuya ciudad
era natural el Obispo, según González Dávila (i), quien dice
de él que fué maestro en Sagrada Teología, eminente predi-
cador y del Consejo del Emperador Maximiliano, limosnero
del Emperador Carlos V y de su Consejo de Estado; sirvióle
en Flándes, en Alemania y España; presentóle para el Obis-
pado de Badajoz; de esta Sede fué promovido para la de
Falencia, y de ella tomó posesión en 22 de Agosto de i52o,
probablemente por procurador, porque se infiere que en
aquella época estaba con el Emperador en Alemania, pues
volvió en su compañía y desembarcó con él tocado de una
calentura lenta que le vino siguiendo hasta llegar á Herrera
de Pisuerga, del Obispado de Palencia, donde le esperaba
la muerte, que le llevó á mejor vida en 3o de Setiembre
de 1 522. Como á D.* María de Toledo, dá noticia Villalobos
á este Prelado del estado de Castilla, y para poner en su punto
la narración, termina su carta en estos términos:
tDe mí puedo decir á V. S. que de puro miedo he perdido
(I) Teatro EclesidsticOy tomo 11, pág. 182.
— 38 -
el sentido, y viene la cosa tal, que ando armado lo más del
tiempo. La otra noche, á las dos horas que andaba por la
ronda en la ordenanza de un capitán, y porque no le entendí
bien quando me dixo que calase la pica, llamóme cabrón.
Dije yo: «Esso merezco yo por dexar mi oficio de matar y
tomar el vuestro, que me maten; cierto, á estas trasnochadas
ganaua su hacienda el puto de mi abuelo ;• y este ardid
de guerra hiciéralo yo de muy buena gana, porque tenía gran
miedo; que nos hauian dicho que á media legua Uegaua ya
todo el exército de la Junta con tres culebrinas gruesas y un
canon pedrero y un Obispo de Qamora y otros diez tiros
medianos, y no nos venía socorro de Tordesillas, donde
estaba el Almirante con toda la gente.» Como se vé, el
Obispo Acuña era el terror de los enemigos de la Comu-
nidad y le cuenta Villalobos entre las piezas de artillería de
su ejército.
Viudo Villalobos todavía de buena edad y en estado de
fortuna envidiable, aunque con frecuencia se quejaba de su
mala suerte, era natural que le asediasen los que por incli-
nación, por interés ó por miras piadosas se dedican á con-
certar bodas. Esto resulta claramente de la carta picana y
desvergonzada que escribió Villalobos en 1 8 de Febrero
de 1 521 á la Sra. D.*^ Francisca Sarmiento, que sin duda
pertenecia á la ilustre casa de los Condes de Santa Marta,
del Reino de Galicia, la cual se enlazó con las principales
de Castilla; á esta señora decia con su natural donaire Villa-
lobos: tTomando este papel para escribir á V. S., llegó aquí
de camino un casamentero conocido mió y hablóme de
achaque de casamiento. Dame gran priesa para que luego
me parta, porque hay peligro en la tardanza, según la dili-
gencia que otros traen por llevalla. Deñéndome del con
dalle á entender que no me puedo determinar sin cónsul-
tallo primero con V. S.» No era este, sin embargo, el ver-
dadero objeto de la carta, sino un medio de provocar la risa
de la señora y mover su ánimo para lo que más adelante
expresa Villalobos en estos términos:
«Lo otro que yo entendia escribir aquí era suplicar
á V. S. que tomase tan de veras la cobranza de mi libra-
-39-
miento, que mi criado venga con buen recaudo de los dine-
ros, que 6i vuestra intercesión no me vale, nunca el Almi-
rante me hará esa merced ni otra que valga menos, porque
en saber que soy de su tierra le tengo enhastiado, y esto no
es sino por su gran humilad, que se tiene en tan poco, que
todas sus cosas piensa que son las más ruines de todas. • Sin
duda este libramiento debia proceder de sus salarios de
médico de Palacio, y como el Almirante habia quedado,
en unión con el Condestable y el Cardenal Adriano, encar-
gado de la gobernación del Reino durante la ausencia del
Emperador, debia intervenir más ó menos directamente en
los asuntos de Hacienda; Villalobos tenía, como se ha visto
y se verá después, con este magnate íntimas relaciones; pero
siempre habla de él en tono agridulce y le pinta como hombre
tacaño, poco amigo de hacer favores y de tal condición, que,
como suele suceder de ordinario, despreciaba las cosas y las
personas de su tierra, por lo cual, según refiere Villalobos
en esta misma carta, prefería á los de Castilla los médicos
catalanes, de cuyo saber y pericia tenía muy menguada idea
el físico castellano. También se muestra en esta carta des-
contento de la Condesa de Medina, y dice que no quiere
encargarle su negocio porque está toda empleada en ejerci-
cios religiosos. Estas razones alega Villalobos para que doña
Francisca Sarmiento ponga gran diligencia en la cobranza
de su crédito; pero tales estaban por entonces las cosas en
Castilla y tal era la escasez de dineros que en ella se sentia
y de lo que el Tesoro público sufria más que los particula-
res, que es de suponer que no lograse Villalobos el inme-
diato cobro de sus salarios. Así se infiere de la carta que
en 4 de Abril de este mismo año de i52i escribió, también
desde Medina de Rioseco, al Almirante de Castilla, y que
parece respuesta á alguna de este magnate en que se discul-
paría de no haber satisfecho las reclamaciones del físico,
pues éste le dice: «En muchas cartas me ha prometido y
plantado V. S. grandes mercedes, y con la sequedad de esta
primavera no han prendido ni echado fruto. Dizen que
quando V. S. promete mucho, es menester buscar otro
que cumpla las promesas, porque entrambas cosas no las
— 40 —
puede hacer uno solo. Yo sirvo en vuestra casa por todas
las vías y fuerzas que mi persona puede bastar; la paga de
esto otro la Ueuara, porque tampoco caben en uno solo
entrambas cosas. Tan descansado queda V. S. después de
hauerme scripto sus esclarecidas razones, como yo quedo
despagado de mis negros trauajos.i»
La carta inserta en los Problemas, con la cual envió
V/Villalobos desde Valladolid al Arzobispo D. Alonso Fonseca
^el «diálogo que passó entre un Grande de este Reyno de
Castilla, estando con el frío de la quartana, y el Dr. Villa-
lobos,» fué sin duda escrita antes de Abril del 1324, pues
en esta fecha D. Alfonso de Fonseca dejó de ser Arzobispo
de Santiago por haber tomado, como se ha dicho, posesión
de la mitra d¿ Toledo, á que le elevó el Emperador Carlos V
por sus méritos y por la influencia de su poderosa familia.
— 41 —
V.
RETÍRASE VILLALOBOS DE LA CORTE.
En la correspondencia que se conserva y conoce de Villa-
lobos hay, después de la carta dirigida al Almirante, un
paréntesis de cuatro años que no es difícil de llenar, y en los
cuales no parece probable que sufriera grandes vicisitudes
el insigne físico del Emperador; vuelto éste de Alemania,
desembarcó en Santander el i6 de Julio de i522, y con su
presencia y su hábil y prudente política, devolvió la tran-
quilidad á estos Reinos, iniciándose entonces una época de
paz interior que ha sido la más larga que desde sus orígenes
ha gozado España. La unión entre sus naturales y los Prín-
cipes de la Casa de Austtia fué tan estrecha, que durante dos
siglos los españoles consideraron como suyas las causas que
eran peculiares de aquellos Príncipes, y sabido es que lucha-
ron con indomable valor durante dos siglos en todas las
regiones de Europa, defendiendo los derechos patrimoniales
de la dinastía austríaca, en mucha parte no sólo distintos,
sino opuestos, á los verdaderos intereses nacionales. La gloria
del poderoso Emperador Carlos V ofuscó á España, que
llegó bajo su reinado al apogeo de su poder y grandeza,
pues no sólo parecia que la victoria era su esclava, sino que
mientras asentaba su poder en Europa se extendia el terri-
torio de la Monarquía por el Nuevo Mundo, sometiendo á su
cetro en aquel continente los Imperios de Méjico y del Perú,
más grande cada uno de ellos que la Europa entera.
Es, pues, de suponer que Villalobos, desde el año de 1 522
hasta el de i525, ejerció su oficio en la Corte y alcanzó en
— 42 —
ella gran valimiento por su saber, por sus letras, y, sobre
todo, por sus donaires, que, como se infiere con entera cla-
ridad de las cartas de que se hablará luego, eran muy del
gusto del Emperador y de los Grandes de su Corte, aunque
Villalobos afirma con repetición que no le fueron de gran
provecho. En tales circunstancias y tan favorables, sufrió
Villalobos una contrariedad, en la que es de suponer que oo
tuviera poca parte su carácter: fué el caso que el Emperador
dio preferencia como médico, sobre los demás de su cámara,
á un joven de nación italiana y conocido bajo el nombre
de Narciso; según la opinión de Villalobos, era este moco de
pocas letras y de menos pericia en la medicina, y, sin em-
bargo, ganó la confianza del César, fenómeno frecuente en
el ejercicio de esta profesión, en el cual no son siempre
el saber y la experiencia lo que constituye el crédito de los
médicos, sino el capricho y hasta la moda, de lo cual se han
visto y se ven cada dia ñ'ecuentes y de ordinario tristísimos
casos por las consecuencias que esto puede tener para los
pacientes. Era natural que esta preferencia injusta ofendiese
vivamente á un hombre como Villalobos, de claro enten-
dimiento, de gran valer en su facultad y en quien no res-
plandecia la humildad, ni siquiera la modestia, como se
deduce de lo que se ha referido de una de las cartas dirigidas
al Almirante, en que le dice que tenia en el entendimiento
muchos senos en que cabian envoltorios de diversas cosas,
contestando á aquel magnate, que le habia dicho que sólo
entendiese en la medicina.
Es de suponer que con motivo de una enfermedad que
padeció el Emperador en el año de 1 524, ocurrieron graves
diferencias entre Narciso y Villalobos acerca del tratamiento
á que habia de someterse al ilustre enfermo, á lo que alude
Sandoval (i) en estos términos: «El Emperador, como arriba
se ha visto, estaua en Valladolid al tiempo que el Rey de
Francia se puso sobre Pavía, y teniendo aviso de lo que sus
capitanes hauian acordado, y aprouándolo, escribió luego al
Infante Archiduque de Austria, su hermano, para que ayudase
(I) Vida del Emperador Carlas V, lib. Xil, pág 618.
— 43-
y^Tortciese la venida, de los alemanes. Visto que los vene-
cimoB querían estar A la mira y que el Papa se inclinaua á la
piite francesa, embió á dar la mejor orden que pudo para que
de Ñipóles y de España su campo fuese socorrido de dinero.
Y vá hilo otros proveymientos necessarios. Y puesto en
estol agriado9^ le sobrevino una penosa enfermedad de
jÉartanas, para remedio de la qual pareció d los médicos
pit no era huen lugar Valladolid, y por su consejo acordó
k reverte á Madrid, como lo hijo; y antes de su partida
embió á la Infanta D.* Catalina, su hermana, á Portugal para
cddnr las bodas con el Rey, como estaua concertado.
Ueuáronla á la ciudad de Vadajoz D. Aluaro de Zúñiga,
Duque de Vejar, y el Obispo de Sigüenza, donde llegaron
á It acompañar D. Juan Alonso de Guzman, Duque de
Mcdina-Sidonia, y D. Francisco de Zúñiga y Sotomayor.
Conde de Venalcá^ar, que después fué Duque de Vejar por
ser casado con D.* Teresa de Zúñiga y de Guzman, sobrina
del Duque de Vejar. Y llegaron á Vadajoz los Infantes de
Portugal y otros señores y caualleros de aquel Reyno á la
receñir, á los quales fué entregada y se effectuó aquel
casamiento. Y fué una de las excelentes Reynas que tuvo
en su tiempo el mundo. Partida la Reyna, el Emperador
vino d Madrid, donde tuvo la Pascua de Navidad j^ fin del
año ( 1 524) con no pequeño enojo de su enfermedad^ gran
cuidado de la guerra de Italia, proueyendo para ello todo
lo posible. »
Este enojo sería causa muy principal de las disputas y
diferencias de los médicos, porque sabidos son los que pro-
duce una enfermedad larga en cualquier familia, y mucho
más tratándose de paciente tan ilustre y cuya vida era tan
preciosa. Sin duda estas circunstancias motivaron la resolu-
ción que tomó Villalobos de retirarse de la Corte con gran \
sorpresa de los que la formaban, como expresa el Almirante ^
en carta que le escribió desde Medina de Rioseco el 1 5 de
Abril de i525, en la cual le dice: «A toda Castilla teneys
espantada, señor doctor, de la mudanza que haueis hecho,
porque todos los médicos cuentan por suma felicidad viuir
con el Emperador y seruir á S. M. con su oñcio, y vos,
— 44 —
teniendo tan buen lugar en la Corte, tanta cabida con todos
los Grandes y tan buen salario en la Casa Real, hauerot
salido de la Corte tan determinado y desterrado de vuestra
naturaleza, donde vos teneys tantos y tan buenos feligreses,
por viuir en Extemadura, tierra inculta é inhabitable, aunque
sea en casa de tan gran señor y tan estimado como es el señor
Marqués de Pliego, cosa es, cierto, de gran misterio, y en que
vos estáis obligado de dar á todos razón y cuenta de tan gran
novedad para no caer de la estima en que por vuestras letras
y discreción érades tenido.»
Como se vé en esta carta, un personaje tan insigne como
lo era el Almirante, dá testimonio del alto concepto que en
su tiempo alcanzó Villalobos, especialmente como médico,
pues á él debia que en su patria, esto es, en Castilla, tuviera
tantos y tan buenos feligreses; sin duda en su calidad de tal,
y también por sus letras y discreción, por lo que «tenía tan
buen lugar en la Corte y tanta cabida con todos los Grandes,»
de donde resulta que carece de fundamento la especie vertida
por algunos escritores de que Villalobos fué desgraciado en
el ejercicio de su profesión y no logró en ella gran concepto
ni resultados halagüeños.
La carta del Almirante de que se vá hablando ofrece una
prueba más de que Villalobos no era del Reino de Toledo,
como alguien ha dicho, y es tan directa y concluyente, que no
debe omitirse: refiriéndose aquel magnate á la retirada de
Villalobos á Extremadura, dice: «Si fué cosa accidental de
algún enojo ó agravio que re<^ebistes, más cerca pudiérades
tomar la satisfacción, porque si vos queréis veniros á vivir
á Vailadoiid, que es el riñon de vuestra patria, los seño-
res que están en esta comarca, y yo con ellos, os daremos
doscientos mil maravedís de salario.» Valladolid era ya por
entonces, tanto ó más que Burgos, la verdadera capital de
Castilla la Vieja, como lo prueba el haberse reunido muchas
veces en ella las Cortes de aquel Reino bajo el reinado del
Emperador Carlos V.
Dio cumplida respuesta Villalobos á la carta del Almirante
en otra muy desenfadada, y casi pudiera decirse insolente,
fecha en Zafra il lo de Mayo de i525: dice en ella que su
-45-
resolución no fué tan súbita ni tan desconocida de la gente,
pues la habían sabido los caballeros de Zaragoza y de Valen-
cia» que le requirieron para que estableciese allá su casa;
nueva y concluyente demostración del universal y favorable
concepto que alcanzaba Villalobos en todos los Reinos de
España: mostrándose además quejoso y agraviado de los de
su patria, después de decir lo que antecede, añade en su res-
puesta: «Usía ni los Grandes del Reino de León no pueden
en este caso pretender ignorancia, pues que entre ellos y mí
pasaron muchas cartas* sobre esta razón, y para más cierta
información de todo, yo ñií personalmente á visitar al Conde
de Benavente, que á la sazón estaba enfermo, y pasé por casa
de V. S., y presencialmente os notifiqué cómo yo determi-
naba no estar en la Corte por físico, donde Maestre Narciso
era el caudillo de todos los médicos imperiales, mancebo
italiano de muy pocas letras y de ninguna experiencia, que
há pocos dias que le conocimos mo<;o de D. Hernando de
Castriote (i); después assentó de viuienda con Maestre Luys,
físico de S. M., y ahora exercita la prefatura y tiranía de la
medicina tan absolutamente, que en la Cámara de S. M. no
entra ni sale otro médico sino aquel que le obedece en todos
sus desvarios. Y si de ellos no dependiesse la vida de muchos
hombres, yo le obedecería, porque soy más ruin que él, mas
hacíaseme conciencia lisonjear á un hombre de poco valor,
con muerte de hombres muy valerosos, y señaladamente con
peligro de la vida del César, á quien él tuuo, por sus errores,
en peligro de muerte de la más liviana quartana que en estos
años hauemos visto.» Estas últimas palabras están confirma-
das por lo que antes se ha trascrito acerca de la enferme-
dad que sufrió el Emperador á fines de 1524, referida por
Sandoval, y de la que habla P. M. de Angleria en carta diri-
gida al Arzobispo lusentino desde Valladolíd en el mes de
Agosto (2), siendo muy de notar que ningún biógrafo de
(1) Marqués de Civita de Sant'Angel, que murió en la batalla de Pa-
vía, según algunos, á manos del mismo Rey Francisco I. Oviedo le dedica
d diálogo 58, batalla 3/ de la 2.' quinquagena.
(3) La referida carta empieza con estas palabras: MQuartana pressum
ha^emus Ccesarem, Tristis est curia. Parum negotiatur,9
-46-
Villalobos baya dado noticia de este suceso de su vida, mien-
tras casi todos suponen que se retiró de la Corte con motivo
de la muerte de la Emperatriz, sin que exista razón alguna
para suponerlo, y, por el contrario, todo indica que siguió en
ella años después de aquel triste suceso, retirándose al cabo
definitivamente por su propia voluntad, y tan bienquisto del
Emperador y de los Grandes como lo fué siempre el ilustre
físico.
En la carta de que se vá haciendo referencia repite Villa-
lobos sus quejas contra el Almirante y sus acusaciones de
poco generoso, pues le dice: tMas parece que no queréis com-
prar los buenos esclavos cuando se os ofrecen, sino esperar
que se mueran de hambre por hauellos de balde;» aunque
al fin de la carta reconoce que el Almirante, con todas estas
tachas, es mejor que los otros, y que por eso no dejaría de
reconocer el servicio y vasallaje que le debia. Es digno de
notarse que el autor de las Quatrocientas respuestas al
Almirante, en la que dio á la pregunta de éste, que lleva el
número 279, sobre lo que debia hacer para enmendar su vida
y dar buena cuenta á Dios, le dice:
«Y en saber lo que deueys
tal diligencia se Ueue
qual vemos que la poneys
en la renta que tenéis
y en cobrar lo que se os deue.
Que no es de justa consciencia
olvidar lo que deuemos
y ponello en negligencia
buscando con diligencia
deudas viejas que cobremos.»
De seguro que si D. Fadrique hubiera sido un maniroto,
como suelen serlo los grandes señores, no hubiera sido nece-
sarío que Fr. Luis D'Escobar le diese este consejo, sino tal
vez el opuesto.
Unida á la carta de Zafira iban varias coplas en que Villa-
lobos contestaba á las que el Almirante le habia dirigido con
_ 47 —
la suya; de todas se ha hecho mención para demostrar el orí-
gen judío de Villalobos, pero una de ellas confirma también lo
que se ha dicho acerca del año de su nacimiento, pues dice:
« Cincuenta añas he remado
con vientos y tempestades
buscando mil vanidades.»
Y como esto se escribió en el año de i525, resulta que
empezó á remar en el proceloso mar de esta vida terrena
hacia el de 1474.
-48-
VI
VUELVE VILLALOBOS A LA CORTE.
Pronto cesó el enojo que determinó la retirada de Villa-
lobos de la Corte, pues sin que se sepa la ocasión ni el motivo,
se le vé de nuevo en ella en el año de i526. Sin duda coad-
yuvarían al mismo fin las gestiones de los Grandes y el
arrepentimiento de Villalobos, que echaria muy de menos
el trato de los cortesanos en su retiro de Zafra, porque
á su edad y con la cultura de su entendimiento, no le
podia ser muy agradable la conversación de los rústicos en
una época en que ya florecian en la Corte de Castilla muy
peregrinos ingenios, asistiendo en ella, además de los natu-
rales, otros insignes literatos extranjeros. Precisamente coin-
cide con la breve ausencia de Villalobos y con su vuelta á
Palacio el estar acreditado como Embajador cerca de la
persona del Emperador el célebre Andrea Navagiero, que
representaba á la República de Venecia, á quien por cierto
dedicó Fracastoro su poema Sífilis, posterior á las famosas
Coplas sobre las pestíferas bubas, de Villalobos. También
se hallaba entonces en España, como Nuncio del Papa, el
Conde Baltasar Castiglione, autor del renombrado libro
titulado El Cortesano y que tradujo maravillosamente á
nuestra lengua Boscan, quien residia en aquellos dias entre
los palaciegos como ayo del que fué luego Gran Duque de
Alba, según consta en la carta á la Duquesa de la Soma,
que vá al frente de las poesías á la italiana de Roscan, com-
puestas, según él mismo dice, siguiendo las indicaciones de
Navagiero. Contábanse entre otros, en el séquito del gran
-49 -
Monarca, Lucio Marineo Sículo, Pedro Mártir de Angleria y
otros insignes humanistas españoles y extranjeros, y es claro
que quien lo era tan entusiasta como Villalobos, habia de echar
en las dehesas de Extremadura muy de menos aquella culta
y áuQ reñnada sociedad, compuesta, además, de grandes
Príncipes y magnates, por lo que á este propósito dice Sando-
val en su Vida del Emperador, que la Corte de España era
la más concurrida y magnífica de aquel tiempo, y para darle
aún mayor esplendor, estaba entonces prisionero en Madrid
el Rey Francisco I de Francia, siendo el giayor^ trofeo de la_
gloriosa victoria alcanzada en Pavía por las armas imperiales!
Aunque para ello no exista ningún dato, es de presumir
que cuando el Arzobispo de Toledo, con otros magnates y
lucidísimo acompañamiento, marchó á Badajoz á recibir á la
Infanta D/ Isabel de Portugal, que á ruego de las Cortes de
Castilla fué la única esposa del Emperador Carlos V, acudiera
desde Zafra el Marqués de Priego á formar parte del brillante
séquito que para honrar á la futura Emperatriz se reunió en
aquella ciudad, y que con él fuese Villalobos, quien, olvida-
dos sus agravios, volvería á ser médico de Palacio, pues como
se verá luego, la Emperatriz Isabel le mostró en adelante
particular afecto, siendo el físico de su maLjpr confianza.
Sea de esto lo que fuere, es lo cierto que en Diciembre
de 1 526 Villalobos escribió desde Madrid al Comendador
griego Hernan-Nuñez Pinciano una de las cartas más inte-
resantes y curiosas de cuantas se conservan del ilustre mé-
dico. Habia éste publicado en 1524 unos Comentarios á los
dos primeros libros de Plinio, que fueron impresos en Alcalá
por Miguel de Eguía, y habia enviado un ejemplar de su obra
al famoso helenista pidiéndole su parecer sobre ella. El Co-
mendador, severísimo Aristarco, contestó en los términos más
acerbos y descorteses á Villalobos, y haciendo alarde de una
erudición que tiene mucho de pedantesca, le decia: «El que
ha de entender á Plinio y mostrarse parte competente para
escribir sobre él, ha de tener, si no me engaño, estas partes:
ha de ser mediano philosopho y más natural que moral, pues
que él escribió historia natural, y philosopho no de burlas ni
de Joanes Andrés, ni de Versorio ni de Coronel, sino philoso-
d
\
— 5o —
pho aristotélico, y que haya visto todas sus obras Sobre
todo esto, y lo más principal, ha de ser gran latino y griego,
que sepa muy bien todos los rincones y particularidades de
entrambas lenguas Délas susodichas cosas, ¿qué parte os
toca, señor, á vos? Nadie hay que mejor lo sepa que vos mis-
mo, que pues curáis las enfermedades agenas, de creer es que
no ignoráis las vuestras. Una cosa os sé decir: que si como
os consejaste con los que decís en el principio de vuestra
obra, el Papa Adriano, los del Consejo Real, el Comendador
mayor Hernando de la Vega, el Licenciado Vargas, Pedro
Mártir y otros, de los cuales unos son imperitos de estas fa-
cultades, y per consequens ineptos para ser jueces en ellas,
Ovot xara Ti]v >.upauy hoc est asifii üd lyram , otros grandes
señores, que, como ellos, nunca de nadie quieren oir verdad,
tampoco la quieren decir á nadie; así que, si como os aconse-
jasteis con éstos os aconsejáredes con tal montaraz como yo,
que no tiene que perder sino la capa en el hombro, no oviera
padecido vuestra hacienda, ni lo que más es de doler, vuestra
honra, tanto detrimento.» Parece achaque inherente á los que
hacen profesión de gramáticos esta destemplanza y acrimonia
en los juicios, y esta soberbia y vanidad por lo que saben,
que hizo famosos en la antigüedad á Aristarco y á Apolonio
Discolo, y que no ha dejado de tener en España dignos repre-
sentantes, de los que quizá no hayan sido los últimos don
Antonio Puigblanch y D. Bartolomé José Gallardo.
No era hombre Villalobos que llevase con paciencia tales
insultos, y contestó á ellos como vá dicho, desquitándose con
razón, sin duda, pero con poca mansedumbre y con menos
modestia, dando con esto ocasión á hacer públicas interesan-
tes noticias de su vida y escritos. Empieza su carta recha-
zando y negando la competencia de Hernan-Nuñez en la
materia, después de hacer notar que el romance de su carta
no era tan primo como el que habia puesto en el Comentario
6 Glosa de los trescientos refranes, dícele luego que habia
dejado de comunicarle su obra, porque casi toda ella era de
filosofía natural y de las cuatro artes liberales que usa la
demostración; y como en esto no le habia visto nunca dar
puntada , pensó que iba fuera de su jurisdicción; pero sar-
— 5i —
cásticamente confiesa que se ha equivocado, y que no sólo
es, según de si mismo dice, en dichas doctrinas facundísimo,
mas ante su ingenio seráfico, á todos los demás entendimien-
tos (quantunque doctissimi sint) á unos llamaba indoctos, á
otros ineptos y á otros asnos, y entrando en el fondo del
asunto, sostiene Villalobos que para entender un autor, si ha
sido vertido en otras lenguas, no es necesario conocer la
suya, y que los errores y omisiones de traductores y copistas
los suple y enmienda el que domina la materia á que la obra
se refiere: opinión excesiva, pues si no es de absoluta nece-
sidad, nadie puede negar que la crítica filológica es gran
auxilio para la inteligencia de cualquier escrito, y en la época
presente — más que en la de Villalobos, en que ya empe-
zaron estos estudios — se les dá gran importancia, pues estu-
vieron, como los demás, muy abandonados en la Edad Media,
en cuya época se conocía á Aristóteles por las exposiciones
de Averroes, y á Hipócrates y á Galeno por las de Avicena;
pero Villalobos era, á pesar de sus estudios y de su entendi-
miento, hombre de su época, y siguiendo lo que en ella se
creía, dice en la respuesta á Hernan-Nuñez:
•Desta manera tengo puestos en limpio muchos libros de
Galeno, y señaladamente los de Virtutibus naturalibus, que
es una obra de muy pocas hojas; y si hubiere algún griego
que, por su original, dentro de seis meses la entienda, yo me
obligo por ésta, firmada de mi nombre, de le dar cient duca-
dos, v No ha llegado hasta ahora á encontrarse esta obra de
Villalobos, que sería interesantísima para la historia de la
medicina patria, porque quizá fuese el primer intento hecho
en ella para sacudir el yugo de la medicina arábiga, anun-
ciando el movimiento hipocrático, de que Valles fué, sin
duda, el más ilustre representante. Por lo demás, es sabido
que la mayor parte de los textos latinos y griegos que desde
el descubrimiento de la imprenta empezaron á publicarse,
estaban corrompidos hasta el punto de que algunas obras,
muy especialmente la Historia natural de Plinio, los libros
de Aristóteles sobre las partes de los animales, y otros, resul-
taban casi del todo ininteligibles , y justamente es gloria de
nuestra patria que en ella, poco después que en Italia, em-
— 52 —
pezaran , aunque sin los elementos necesarios, á hacerse las
correcciones de esos textos, habiéndolas hecho Heman-Nuñez
muy interesantes al mismo Plinio y á Pomponio Mella, si
bien no se publicaron sino mucho después de la fecha de esta
carta (i), por lo que, rechazando Villalobos el consejo que
le daba el Comendador de que no prosiguiera su trabajo de
cementar á Plinio, le dice: aPor esta vez, con perdón de vuesa
merced, no tomaré su consejo, en que me mandays hazer
silencio en la glosa de los libros siguientes; tal consejo como
este nunca Dios quiera que yo $e lo dé á Vmd., sino exhor-
taros á la scriptura, y no que todo sea palabras, sino doctrinas
sustanciales y sólidas^ porque los que deseamos ser vuestros
discípulos gozemos de los hondos secretos sacados de ese
po^o inexhausto de sabiduría, que mucho mayor y más
generosa virtud sería reprehender á los otros con la su-
blimidad de vuestra doctrina que con la baxeza de la suya,
porque lo primero es mantener y lo segundo morder: esto
pertenece á las fieras y aquello á los inmortales, y pues que
la sapiencia especulativa os hizo en vuestros tiempos unigé-
nito suyo, y todo el resto del mundo son expurios y bastardos,
ingratitud le habéis cometido más de cincuenta años arreo
en no hauernos comunicado algunas migajuelas.»
( I ) La primera edición de la obra de Hernan-Nuñez es como sigue:
Portada grabada en madera (en folio menor), y en el centro el escudo
de armas del Obispo Bobadilla.
Observationes-Fredenandi Pintiani Professoris utriusque lingus éí
humanorum studiorum in indita Academia Salmanticensi, in loca obscura,
aut deprauata historis naturalis C. Plinii cum retractationibus quorundam
locorum geographis Pomponii Melae. Locisque alus non paucis in diversiis
utriusque- lingus auctoribus, vel castigatis vel expositis a nemine hactenus
animadversis.
Impresss in urbe clarissima Salmatica in ofñcina eximii virí Joanis
Giuntae. Jussu et impensis Reuerendissimi in Christo patrís & illustrisimi
antistitis. D. Francisci Bobadilis. Episcopi Cauriensis. Archidiocani Tole-
tani &.* Anno MDxliiij mense lanuario. Cum privilegio nequis exudataut
vendat.
A la vuelta una advertencia.
Sigue en la segunda hoja una carta del autor al Obispo de Coria, Bo-
badilla, que ocupa dos hojas , á la que sigue la respuesta de Bobadilla al
Pinciano, que ocupa la hoja siguiente.
— 53 —
Como arriba se ha visto, Hernan-Nuñez se manifestaba
en su carta condolido de que Villalobos hubiese gastado su
dinero en la impresión de su Comentario á Plinio, y para
tranquilizarlo en este punto, el médico del Emperador le
dice: t Y quiero consolaros de la jactura de mi hacienda, que
tengo siempre mil ducados sobrados que derramar por esas
calles en todo lo que á mí me agradare, y éstos no me sobran
viviendo por ordinario, sino teniendo muy buenas muías y
acémilas y muchos aforros y muchos sclavos y sclavas, y con
lo que S. M. me manda pagar muy bien, cada año tengo
trescientos mil maravedís de salario. Bien sé que direys que
nunca medre quien me los dá.9 Aunque en esto haya alguna
jactancia, en el fondo no puede menos de ser exacto, pues no
babia de mentir Villalobos en cosas que debia saber todo el
mundo, y, por tanto, á pesar de sus lamentaciones y de lo que,
apoyados en ella, han dicho algunos, el Emperador pagaba
espléndida y puntualmiente á Villalobos, no obstante los apu-
ros del Erario, y éste vivía, no ya con holgura, sino con mag-
nificencia y con todo el aparato de un señor de la Corte.
No son menos interesantes, sobre todo para los literatos
y aficionados á libros, las noticias que acerca de la publica-
ción del Comentario d Plinio se dan en esta carta; á renglón
seguido se lee en ella: «En lo de esta impresión el Licenciado
Vargas ayudó en sus dias con cient ducados, y dos mercaderes
de Sevilla que tienen trato en Florencia y en Roma tomaron
la mitad de la obra en lo que costó. A mí me cabrá doce
ó quince ducados; por éstos no se mese Vrad., que acá los
cumpliremos cayendo y levantando. Digo cayendo enfermos
y levantándolos yo: awícwm contrario.» Las comunicaciones
literarias eran ya muy frecuentes entre españoles, italianos,
franceses y flamencos, hasta el punto de que se reproducían ó
se imprimían por primera vez obras españolas en Roma, en
Venecia, en Ambéres, en León de Francia y en París, y tam-
bién era frecuente que grandes señores ó personas que, sin
serlo, tenían afición á las letras, costeasen las ediciones en todo
ó en parte, como en esta ocasión lo hizo el Licenciado Vargas.
No había de dejar sin réplica Villalobos lo tocante á su
honra, y sobre esto dice:
I
-54-
tDel muy amargo y lacrimoso dolor que Vmd. tiene de
la cayda de mi honrra, no sé cómo pueda consolaros. Nuestro
Señor Jesuchristo, por los méritos de sus plagas, os consuele
y se duela de vuestros pecados. Mas en este artículo también
quiero deziros una cosa: que en esto de la honrra no hay una
regla general á todos, porque la honrra del pellejero es hacer
buenos puntos en la gamerra, y sobre esta razón passan ellos
entre sí grandes competencias y congoxas. Ninguna cosa
destas toca á la honrra de un cauallero, sino aprouecharse
bien de las armas y muy poco de las palabras. En esta com-
paración están los gramáticos y los philosophos: los de
vuestro triunvirato; porque no puse bien algunas palabras
de gramática y otras que tocan á sus Florisandros y Explan-
dianes, con que gozan de la niñez siendo viejos, tiénenme
por el más amenguado hombre del mundo; yo en haber
cumplido con los philosophos y artistas, tanto, que ellos lo
entiendan bien, aunque lo escriuicra todo bárbaro no se me
daria nada, porque assí lo hazía Plotino, que fué tenido por
más excelente hombre que Platón; así que éstos no miran
cómo ninguna sentencia entienden de cuanto está scrípto
fuera del verano, y están descontentos de mi trauajo, no
embargante que es mucho mayor el que tiene el uno dellos
á las madrugadas quando ha jugado hasta la camisa toda la
noche; con mi insuficiencia estoy consolado prcesertim, que
por ella me hace honrra el mundo ingrato y desconocido,
que á tal hombre deza andar hasta la vejez con la capa en el
hombro.» Y abundando en estas consideraciones, dice Villa-
lobos más adelante:
tYo no puedo estar quezoso de mis naturales ciudada-
nos, porque este segundo libro de Plinio hasta ahora nunca
se leyó todo, porque no le entendían, y muchos lugares del
se llamaban mostra pleniana, y yo abrí la puerta de manera
que, aunque hallen algunos defectos en la glosa, como en
todas cuantas están scriptas, por ella se puede vadear el libro
y leerse todo sin quedar una palabra por entender, y con tan
buena orden en tantas y tan varias cosas como la tuvo Aris-
tóteles en sus doctrinas, y por esta misma glosa se comentó á
leer en París en el mes de Septiembre.! Mucho deben ale-
— 55 —
grarse los aficionados á las letras de que no fuera en estas
noticias y apreciaciones modesto Villalobos, como no lo suelen
ser los que las cultivan, pues por su propio testimonio vemos
que mereció alto aprecio de sus contemporáneos dentro y
fuera de España, siendo una de las mayores honras á que un
hombre de ciencia ó de letras podia aspirar en aquel tiempo,
que sus doctrinas se aceptasen por la Universidad de París,
que con las de Bolonia y Salamanca eran los tres grandes focos
de donde irradiaba la luz de la ciencia por todo el mundo.
Concluye Villalobos esta carta anunciando á Hernan-
Nuñez que se verán muy pronto, que tratarán ampliamente
estas materias, y que haria á los estudiantes de Plinio algu-
nas lecciones en partes donde nunca las oyeron, siendo muy
de notar el siguiente rasgo de injusta soberbia y desmedida
presunción de Villalobos: «De aquí adelante (dice al Comen-
dador), si algunas cartas nos escribimos en latin, Ueuarme
heys tanta ventaja en la sublimidad de la eloqüencia quanta
es del cielo á la tierra; mas yo os la Ueuaré tan grande en el
entendimiento y llaneza del sermón quanta es de la tierra al
cielo, y pues nos hauemos de ver en la pellegería de Sala-
manca, no digo más.» No hemos podido encontrar rastro de
la especie de certamen á que en esta carta se alude, pero no
hay nada que indique que Villalobos dejase de ir á Sala-
manca, centro á que acudían ya por entonces todos los que
aspiraban á que fuesen aceptadas sus doctrinas científicas,
exponiéndolas y discutiéndolas ante el concurso de ilustres
catedráticos y alumnos que mantenían allí vivo el entusiasmo
científico. Justamente por aquel tiempo, ó poco más adelante,
el insigne P. Las Casas procuraba que se examinasen en
Salamanca sus doctrinas sobre los indios, materia que tan
vivamente discutió con Juan Ginés de Sepúlveda y con otros
teólogos y filósofos.
Ya se ha dicho que probablemente Villalobos se uniria al
séquito que acompañó á la futura Emperatriz de Badajoz á
Sevilla, donde se celebró el matrimonio del César; apoya
esta conjetura una alusión al convento de cartujos de Santa
María de las Cuevas, cerca de aquella ciudad, que hace en
una de sus cartas. La Corte fué luego á Granada á pasar el
— 56 -
verano, y de allí, á fines del año, á Valladolid, donde llega-
ron los Emperadores después de un viaje muy lento, sin duda
por el estado interesante en que ya estaba D.* Isabel. A prin-
cipios del siguiente de 1527 nació allí el Principe D. Felipe,
y en el siguiente de 1 528 la GSrte se trasladó á Valencia,
porque, como antes se ha dicho, no habia sido jurado don
Carlos Rey de aquel Reino por haber tenido que precipitar
su viaje para tomar posesión del Imperio en i52i, desde
cuya fecha tantos y tan importantes sucesos habian estorbado
que se cumpliese este requisito, como se hizo al fin el 4 de
Mayo de i528. Con este motivo se celebraron en la ciudad
conquistada por el Cid y por el Rey D. Jaime grandes fiestas,
y para dar noticia de ellas escribió Villalobos desde Valencia
en 17 del mismo mes al Arzobispo de Toledo D. Alfonso de
Fonseca, que lo fué antes de Santiago, según se dijo al escri-
bir sobre otras cartas que le habia dirigido siendo Fonseca
Prelado de la iglesia compostelana, ocupada sucesivamente
por tres individuos de esta familia, lo que dio lugar á que el
Cardenal Cisneros, cuando los Reyes Católicos trataban de
conferir aquel cargo á este D. Alonso, dijera con su santa
libertad que lo mejor sería declarar la iglesia de Santiago
feudo de los Fonsecas; pero como esta familia era muy pode-
rosa y habia prestado grandes servicios en tiempos difíciles á
D. Fernando y D.* Isabel, y como continuaron teniendo sus
individuos gran favor en la Corte, el Emperador, después del
breve Pontificado del flamenco Croix, elevó á la Silla primada
de España á D. Alfonso, digno además de tan alto puesto por
sus calidades , entre las que brillaban su amor á las letras y
su protección á los que las cultivaban, lo cual explica muy en
favor suyo las relaciones que siempre mantuvo con Villalo-
bos, y que fueron tan intimas como demuestran las tres dedi-
catorias del Comentario al segundo libro de Plinto, dirigida
á este ilustre Prelado. En la primera de ellas cuenta Villalobos
que hablando en Burgos con el Arzobispo Fonseca, éste le
manifestó su predilección por Plinio y el deseo de que se
aclarasen sus lugares oscuros; Villalobos dijo que él lo habia
intentado, pero quesus ocupaciones en la Corte, que por su
pobreza no podia abandonar, le impedian consagrarse á estas
-57-
tareas; más adelante fué huésped del Arzobispo, y en aquella
ocasión emprendió el trabajo que por este motivo le dedica.
La carta en que Villalobos daba noticia al Arzobispo Fon-
seca de las fiestas celebradas en Valencia, está fecha, como
se ha indicado, en esta ciudad el 17 de Mayo; la primera de
que habla es un auto de fé, y acerca del asunto dice:
tEl primer juego de los principales fué el jueves 14 de este
mes, en que por la mañana se quemaron i3 hombres y mu-
jeres con otra multitud de státuas, y hubo muchos recon-
ciliados, y aunque id per jocum factum est, miseris tamen
patíentibus serio preuertebatur. Aquí pagan muy bien á
los oficiales que se introducen en los actos de estos juegos,
mas yo de mala gana fuera persona en esta scena.» Son de
notar en estas palabras las que dedica en idioma latino á los
que padecian aquel tormento que se ofrecia en espectáculo
al público, y además la última frase, que sin duda le fué ins-
pirada por el recuerdo de la persecución que él mismo sufrió
de parte de la Inquisición y del temor de que pudiera volver
á ser victima de ella á causa de su origen judío (i).
Aquella misma tarde hubo juego de cañas, en que el Em-
perador tomó parte y salió el más esmerado jugador de todos,
y el más gentil hombre , por lo cual no faltaba sino que las
damas de la ciudad le adorasen; éstas brillaron en el baile que
hubo dos dias después, hasta el punto de oscurecer á las de la
Corte: y la fiesta hubiera sido preclarísima si no la hubiera
oscurecido la noticia que llegó de Italia del desastre de la
armada que mandaba O. Hugo de Moneada en las aguas
de Salerno, donde murió este Capitán y otros tan ilustres
como César de Feramosca, D. Vernal de Villa-Marin, D. Pe-
dro de Córdoua , Luis Guzman y otros muchos, y fueron
prisioneros el Marqués del Vasto, el de Corata, Antonio
Colonna, sin contar los menos ilustres (2).
(ij En el año de i855 se publicó, por la Redacción del periódico titula-
do El Crisol Médico, un opúsculo titulado: Biografías de médicos per-
seguidos por la Inquisición f en que por primera vez, y fundándose en la
carta inserta al fín de las Congresiones^ dirigida á D. G>sme de Toledo,
se dá noticia de la persecución de Villalobos.
(2} Sandoval, Vida del Emperador Carlos V.
- 58 —
El Emperador fué en este año á Monzón á tener Cortes
del Reino de Aragón que había convocado para aquella villa
el I .° de Junio, y Villalobos, que sin duda tenía encargo del
Arzobispo de darle cuenta de lo que ocurriese, le escribió
el 12 de dicho mes, y la carta está casi toda dedicada al fa-
moso desafío que hizo el Rey Francisco al Emperador, y del
que tanto se ha hablado y escrito desde que vinieron á España
los reyes de armas Guiana y Clarinceo, portadores del car-
i tel con que el Rey de Francia trató de lavar, no la injuria
que habia recibido , sino la mancha que sobre su honra de
caballero habia echado él mismo, faltando á los más solemnes
compromisos y á su palabra de honor, á pesar de haber dicho
al Emperador, en el coloquio que ambos tuvieron paseando
por los campos de lUescas, que si no cumplía lo pactado en la
capitulación de Madrid, sería lache et mechant, por lo cual,
cuando supo el Emperador que no otorgaba lo ofrecido, dijo
en Sevilla á los Embajadores del Rey que éste lo había hecho
lachement et mechan temen t.
La carta de Villalobos es muy interesante, por que dá
testimonio del carácter magnánimo y sereno del Emperador
en estos términos: «limo. Señor: Nunca los vivos vieron un
hombre tan alegre á todas horas, ni tan regocijado como está
el Emperador después que está desafiado para matarse con el
Rey de Francia; ni pudiera yo creer que en el linaje de los
hombres habia diferencia de uno á otro en tan gran distancia
como hay en este caso de mí á S. M., porque no tocándome
^ este negocio en la persona, de pensallo solamente me tiembla
< la paxarilla en el cuerpo, y si yo uviese de salir á la batalla
I con aquella bestia, por Nuestro Señor que me metiese fraile
y me escondiese en las Cuevas de Sevilla y aun en las cuevas
y cavernas de la Tierra.» Ya se ha dicho que aquí alude Vi-
llalobos al famoso convento de Cartujos de Santa María de
las Cuevas, que fundó el Cardenal Mena en la orilla derecha
del Guadalquivir, en lugar muy ameno y muy cercano á las
ruinas de la antigua Italia, y en cuya iglesia tuvo su primera
sepultura el gran descubridor del Nuevo Mundo, Cristóbal
Colon.
Para completar la idea del estado psicológico, como ahora
-59-
se llama, del Emperador flespues del famoso desafío, conviene
citar uno de los últimos párrafos de esta carta, que dice así:
cSu Majestad come y duerme mejor que nunca y engorda y
tiene lustre de un dia para otro, y tiene tan sabrosa conver-
sación con todos nosotros, que ya estamos enhadados del y le
tenemos por importuno. Y si la cosa no ha de venir á las
manos. Dios Nuestro Señor sea servido en que siempre viva
desafiado, porque toda la llaga y aspereza se scupa en el
enemigo, y los miembros que somos suyos quedemos libres
de las malas reumas y corrimientos.» Las Cortes marchaban
con su acostumbrada lentitud, hija principalmente de las
dificultades que siempre habia en otorgar los servicios pedi-
dos, y que eran tan necesarios para sostener las guerras, que
apenas cesaron un momento en aquel glorioso reinado: fué
uno de estos breves períodos de paz el que siguió á las gran-
des victorias alcanzadas en Italia, especialmente después que
se ajustó con Francia el tratado de Cambray; pero ya empe-
zaban las alteraciones de Alemania, y el Emperador, que
habia residido siete años continuos en Castilla, era vivamente
reclamado por sus subditos del Imperio, que esperaban que
su presencia bastaria para aquietar á los revoltosos y dar splu-
cioQ satisfactoria á las graves dificultades políticas y religiosas
que entonces empezaron á suscitarse.
El Emperador determinó acudir á tales urgencias, y ya
que los asuntos de Italia parecían definitivamente resueltos,
acordó emprender su viaje á aquella Península y proceder
luego á su solemne coronación como Emperador de Alema-
nia, á cuyo fin, arregladas las cosas de Castilla y dejando al
frente del Gobierno á la Emperatriz, partió de Barcelona
el 28 de Julio de 1529 con numeroso y lucidísimo acompa-
ñamiento de Grandes y caballeros, y llegó á Genova el 12 de
Agosto siguiente.
— 6o —
VIL
VILLALOBOS DURANTE LA AUSENCIA DEL EMPERADOR
DE I 529 Á I 53o.
Desde Valladolid, donde residia la Corte en ausencia del
Emperador, escribió Villalobos en 10 de Febrero de 1 53o una
salidísima carta al Duque de Nájera: lo era entonces D. Anto-
nio Manrique de Lara, segundo Duque de dicho título, que
fué persona de las más ilustres de su tiempo, no ^lo por per-
tenecer á una de las familias más antiguas y poderosas de Cas-
tilla, sino por sus cualidades y por los grandes servicios que
prestó á la Nación y á sus Monarcas desde fines del siglo xv
hasta el año de i535, en que falleció en su villa de Navarrete
la noche del i3 de Diciembre (i). En premio de sus méritos
obtuvo grandes distinciones, y entre ellas la de ser elegido
caballero del Toisón en el Capítulo de la Orden que celebró
el Emperador en Barcelona en 1 5 18. La carta de Villalobos,
escrita en burlas, aunque no contiene noticias de carácter
general y público, las dá en cambio interesantísimas de los
personajes de la Corte, en términos harto libres y desen-
fadados; así empieza diciendo sin ninguna salutación ni
preámbulo:
«¿Por qué razón la Emperatriz y la Marquesa de Lombay
están gordas y todas las damas han enflaquecido? Porque las
unas hubieron muy buen verde, y las otras oliéronlo y no se
lo dieron.»
(I) Salazar, Historia de la Casa de Lara, lib. VIII, pág, 173,
tomo XX.
— 6i -
Fácil es comprender el sentido de esta especie de charada;
si se recuerda que la Emperatriz, al separarse del Empera-
dor, habia quedado en cinta, habiendo dado á luz pocos meses
adelante al Infante D. Fernando, que vivió poco tiempo.
Este suceso se celebró con grandes fiestas en Bolonia, donde
residia entonces el Emperador; jugáronse cañas á uso de
España y sacaron cuadrillas el Marqués de Astorga y el
Duque de Escalona; justaron cuatro dias arreo italianos»
flamencos y españoles, y lucieron en una y otra fiesta riquí-
simas invenciones (i).
Es de suponer que la Marquesa de Lombay estaria en el
mismo estado interesante que la Emperatriz, y que las otras
damas no se hallaban en el mismo caso, teniendo muchas,
si no todas ellas, ausentes sus maridos, que habian acompa-
ñado al Emperador en su viaje á Italia y á Alemania.
No necesita comentario lo que sigue en la carta de Villa-
lobos:
«¿Por qué razón (dice) todos los casamientos de las damas
pararon en sólo el del Marqués de Astorga? Es porque ellas
quedaron muy malas de contentar y el Emperador muy
escarmentado de prometer.!
En la época á que pertenecen estos sucesos, los Reyes
eran los casamenteros de los Grandes, disponiendo sus matri-
monios como lo estimaban conveniente, y el no obedecerlos
en este punto era cosa grave y de trascendencia, como lo
demostró lo ocurrido justamente al Duque de Nájera, á quien
esta carta iba dirigida, y que refiere Sandoval en estos tér-
minos:
«Daré fin á este libro contando un caso que en este
año (1529) uviera de poner en cuidado y vandos los mejores
de Castilla, por ser notable y por lo que debo á los Mar-
queses (Duques) de Nájera. Doña Luysa de Acuña fué hija
y sucesora de D. Henrique de Acuña, Conde de Valencia,
Alcayde de las torres de León, nieto de D. Juan de Acuña
y de Portugal, Duque de Gijon, á quien mató con una porra
(i) Sandoval, Historia del Emperador Carlos V, lib. XVIII, pár-
rafo 4.*, pág. 74, tomo XX.
— 62 —
D. Juan de Robles, su cuñado. Pretendieron casar con ella
D. Manrique de Lara, el Marqués de Astorga y el Conde de
Mayorga, primogénito de Benavente. Sobre esta pretensión
huuo entre estos caualleros y sus parientes muchas pesa-
dumbres, y por ataxarlas mandó el Emperador que traxesen
á O.* Luysa á su palacio hasta que se determinase con quién
hauia de casar. I>espues escribió á D. Juan Tabera (que ya
era Cardenal), Presidente de Castilla, desde ^Barcelona á 26
de Julio, año de 1529, que la depositassen en un monasterio
donde más segura estuviese. Hízose el depósito en Santo
Domingo el Real de Toledo, y estando allí depositada por el
mes de Agosto de 29, ó, según otros dicen, siendo trayda á
instancia de la Priora, que la pidió á la Emperatriz por tres
ó cuatro dias para tenerla en el Monasterio. D. Alonso
Manrique, Arzobispo de Sevilla, Cardenal y Inquisidor
general, hijo de D. Rodrigo Manrique, Maestre de Santiago
y Conde de Paredes, persona, demás de ser de tan alta san-
gre, que hauia hecho señalados servicios á los Reyes, desseaua
que D. Manrique casase con O.* Luisa. Para esto concertó
que D. Manrique y un capellán llamado Muriez fuesen muy
de mañana al locutorio de las monjas. Dixo también á don
Rodrigo de Abalos, su sobrino, capellán mayor de la capilla
de los Reyes nuevos, que le esperase á la puerta del locutorio.
Poco después llegó el Arzobispo, y llamando con los artejos
de la mano en la puerta del locutorio, se abrió y cerró, sin
que nadie viese, de los que acompañauan al Arzobispo, quién
le abría ni cerraua. Luego mandó á su caudatario diesse la
falda á D. Rodrigo, y entróse dentro. Estaua aderezado un
altar en el locutorio por la parte de fuera, y las rejas se qui-
taron de manera que pudo salir O.* Luisa. Dijo el capellán
misa y velólos en presencia del de Seuilla y de D. Rodrigo,
que tenia una fuente con las arras. Hecho esto, el Arzobispo
se volvió á su casa, y dizen que lleuó los novios consigo.
La Emperatriz sintió esto grandemente, y el Emperador. El
Arzobispo perdió el de Toledo, que vacó presto, por esta
razón. Otros dizen que porque negoció mejor D. Joan Tabera
con D. Francisco de los Couos, que pretendia el Adelanta-
miento de Cazorla.»
— 63 —
Para completar este cuadro de las costumbres de aquel
tiempo, conviene reproducir lo que sobre este mismo suceso
refiere Salazar, que además dá idea de la magnificencia del
Duque de Nájera, á quien dirigió varias cartas Villalobos
sobre los sucesos de la Corte de Castilla por el año de 1 529
á i53o.
«A estos años corresponde lo que del Duque D. Antonio
dixo la Emperatriz D.* Isabel, y anda impfeso en la Floresta
española, pues como estando S. M. y Carlos V en Toledo,
pasase el Duque á visitarlos con grande acompañamiento de
deudos y domésticos adornados de riquísimas libreas, la
Emperatriz, que gustó de ver su entrada, dixo á los que le
acompañauan: Mds viene el Duque á que le veamos que
á vernos.
•Recreciósele grande disgusto el año de 1329 con el
casamiento que el Conde D. Manrique, su hijo, celebró con
D.* Luisa de Acuña, hija y heredera del Conde de Valencia,
porque no sólo fueron extrañas las circunstancias de esta
boda, pero las hacía más gravosas el estar el Conde capitu-
lado antes. con D.* Aldonza de Urrea, su prima hermana,
hija de los Condes de Aranda, y tener ya un hijo en aquella
señora. Por este suceso estuvieron presos muchos meses
D. Rodrigo y D. Bernardino, hijos del Duque; fueron des-
terrados de la Corte el Cardenal D. Alonso Manrique, Ar-
zobispo de Sevilla, y la Duquesa de Nájera: y el Duque, des-
pués de dos años de asistencia en la Corte para la solicitud
de este negocio, no hallando que la Emperatriz, estando
ausente Carlos V., lo determinaua por gouierno, ni que el
Consejo de Castilla, á quien se sometió el exceso de sus hijos,
tomaua resolución por justicia, embió á Alemania á D. Juan
Manrique, su hijo, y á D. Francisco, su hermano, después
Obispo de Orense, para que, valiéndose de una instrucción
que les dio, supiesen la voluntad del Emperador. Esta dili-
gencia facilitó la libertad de D. Rodrigo y D. Bernardino,
y cometiéndose á los jueces eclesiásticos lo que tocaba al
matrimonio del Conde con D.* Aldonza de Urrea, pudo el
Duque bolverse á su casa, donde le hallamos en Nájera á 2
de Noviembre de iS32, dotando en el Monasterio de Santa
-64-
Maria la Real de aquella ciudad, la memoria perpetua de
que todos los sacerdotes que dijesen misa en el altar mayor,
fuesen obligados á decir un responso sobre la sepultura del
Duque D. Pedro, su padre, y de D. Manrique, su hermano,
que es cerca de dicho altar. Lo cual dice que habia de ser
por servicio de Dios y descanso de las almas de dicho Duque
y de la Duquesa Guiomar de Castro, y de sus abuelos y her-
manos: y á ello se obligaron el Abad y monjes de aquella
casa, y lo aprobó el M. Rdo. Sr. D. Fr. Alonso de Toro,
Abad de San Benito de Valladolid» (i).
No suele Villalobos ser en sus escritos muy benévolo con
las mujeres, aunque hizo un elogio especial de ellas como en
descargo de su conciencia, y buena prueba es de esto lo que
dice en la carta á que se vá haciendo referencia:
«¿Por qué razón la hermosura de la Duquesa de Frias es
más nombrada que las otras hermosuras? Es por la misma
razón que la pequeña riqueza en el hombre que no toca en
ella es mucho mayor que la gran riqueza en los hombres
gastadores.»
La Duquesa de Frias á que se refíere Villalobos no puede
ser otra sino D.* Juliana Angela de Aragón y Velasco, mujer
de D. Pedro Fernandez de Velasco, cuarto Condestable de
Castilla, tercer Duque de la ciudad de Frias, quinto Conde
de Haro y Camarero mayor del Rey, que durante esta ausen-
cia del Emperador habia quedado por Capitán general del
Reino. Este matrimonio, en que los cónyuges eran primos
hermanos, no tuvo sucesión, y quizá á esto alude Villalobos
al decir lo que dice de la hermosura de la Duquesa:
«¿Por qué razón (dice Villalobos en esta misma carta) el
Conde de Monterey presume de gentil hombre? Es porque
nació feo.t
Trátase aquí de D. Alonso de Acevedo y Zúñiga, tercer
Conde de Monterey, señor del Estado de Viedma y Ulloa,
que, cuando se escribió esta carta, estaba en Bolonia acompa-
ñando al Emperador, á quien siguió á Alemania; hallándose
en el socorro de Viena; era uno de los magnates más ricos y
(i) S alazar y Castro, Casa de Lara, tomo 11, Ub. VIII, pág. 175.
— 65 —
ostentosos de la Corte (i)* y por eso, sin duda, dice Villalobos
que presumía de gentil hombre; que fuese feo no consta en
las crónicas del tiempo; pero sin duda lo sería cuando Villa-
lobos hace notar esta circunstancia.
No es difícil determinar quiénes fueron D. Juan y don
Francisco Manrique de Lara, de quienes habla Villalobos en
esta curiosa carta, diciendo del primero:
t¿Por qué razón D. Juan Manrique de Lara no viene á la
Corte? Por no enamorarse otra vez. »
Y del segundo:
«¿Por qué razón D. Francisco Manrique sólo está rico
entre los Manriques? Porque es mucho mayor la renta que el
gasto.»
Tengo por cierto que ambos eran hijos de ganancia del
Duque D. Pedro, llamado el Fuerte, y, por tanto, hermanos
bastardos del Duque de Nájera, á quien la carta vá dirigida,
pues consta que D. Pedro tuvo hijos de varias mujeres, y
entre ellos menciona López de Haro, en su Nobiliario, á don
Alvaro, D. Luis, D. Felipe, D. Jorge, D. Juan, D. Claudio
Clavero de Alcántara, D. García, Canónigo y Tesorero de
Toledo, D.* Ana, D.* Catalina y D.* Inés.
Don Francisco fué Obispo de Salamanca y de Sigüenza, y
González Dávila dá de él estas noticias:
tNació en el año r5o3, en la muy noble villa de Nájera;
fueron sus padres D. Pedro Manrique de Lara, primer Duque
de Nájera, y D.* Guiomar de Castro. Crióse en la casa de su
tío el Cardenal de Burgos. Leuantóse en Castilla el alboroto
de las Comunidades, y D. Francisco fué con 3oo hombres á
defender los Estados de su padre; y en su defensa se mostró
valeroso y prudente. El Emperador le mandó dejar la espada
y que tomase el hábito clerical, y le dio título de Capellán
mayor de la Capilla Real de Granada. Y en el tiempo que
residió en su Corte le mandó que le dijese misa, por la buena
presencia que tenía y devoto modo de decirla. Con este título
le envió á Francia á tratar de pazes con el Rey Francisco.
Asentólas, y vuelto á España, le presentó para el Obispado
(i) Nobiliario de López de Haro, tomo I, lib. V, pág. 577.
— 66 —
de Orense en el año i S42, y asistió en el Concilio de Trento,
y donó á su iglesia la cabeza de Santa Constanza y ornamen-
tos para el servicio de sus altares. Gouernando su Sede ganó
sentencia contra la ciudad de Orense, de ser el Obispo, y los
que le sucediesen verdaderos señores de la ciudad, y sus
términos en las jurisdicciones civil y criminal, y manda al
Consejo, Justicia y Regidores de la ciudad no perturben este
derecho, so graves penas. Siendo Obispo de Orense, acom-
pañó al Rey de Bohemia, D. Fernando, desde España hasta
Alemania, y dejándole en su Corte, pasó al Concilio de
Trento. Bolvió á España, y desta iglesia fué promovido para
la de Salamanca; y ñié el último Obispado que presentó el
Emperador antes que renunciase el Imperio y las Coronas, y
tomó su posesión en 1 1 de Junio de i556. Recibió en Laredo
á la Reyna María de Ungría, y á la Reyna Leonor de Fran-
cia, y las acompañó hasta Valladolid. En el govierno de
su obispado fué marauilloso Prelado. No huuo necesidad en
todo él que no la socorriese la misericordia de su piadosa
mano. En persona visitaua las casas de muchos pobres, y
ninguno dexó de participar del fruto de sus limosnas. En el
año de i36o, en 1 3 de Abril, fué promouido para la de
SigÜenza, de que tomó posesión en 6 de Agosto, y llegando
á Toledo á besar la mano al Rey, murió en esta ciudad
en 1 1 de Noviembre del 1 36o, en cincuenta y siete de su
edad, y diósele á su cuerpo sepultura en el convento de San
Juan de los Reyes, de religiosos Franciscos.»
Aunque cuando se escribió esta carta todavía no era don
Francisco Manrique Obispo de Orense, era ya Capellán mayor
de Reyes en la Catedral de Granada, pues con esta calidad
fué á tratar las paces con Francia, que se ajustaron en Agosto
de 1 329, y sin duda gozaba pingües beneficios eclesiásticos que
le producían las rentas de que habla Villalobos, más grandes
que sus gastos, porque siendoclérígo no podían ser tantas como
las de un caballero de alta alcurnia asistente en la Corte.
Termina Villalobos en esta carta la serie de los Manri-
ques, diciendo:
«¿Por qué razón el Duque de Nájera engendra más que
el Condestable? Porque no es tanfrío.»
-67-
Además, y como se ha visto por los hijos legítimos y bas-
tardos que tuvo su padre el Duque D. Pedro, le venía de casta
á D. Antonio el ser prolífico.
Continuando su curiosa enumeración de magnates y caba-
lleros, dice Villalobos:
«¿Por qué razón el Conde de Oñate e% frió y habla mucho?
Porque no está sano.»
Era este Conde de Oñate cD. Pedro Velez de Gueuara,
segundo Conde de Oñate, señor de la casa de Gueuara y otros
vasallos, en quien tuvo fin el señorío del valle de Lénis;
sucedió al Conde D. Iñigo, su abuelo, en la casa y señorío de
Oñate; sirvió, antes de gozar de su casa y Estados, á los
Reyes Católicos y á los Reyes D. Phelipe I y D.* Juana, y
al Emperador D. Carlos, su hijo, Rey de las Españas, en las
alteraciones de estos Reinos, con mucho valor, y en las demás
ocasiones de su tiempo, como se escriue en la primera parte
de la Crónica de este Príncipe, fól. 210; casó con D.* Mencía
de Velasco, hija de D. Iñigo Fernandez de Velasco, Condes-
table de Castilla, y de la Duquesa D.* María de Touar, su
mujer. Marquesa propietaria de Verlanga.t El dar por razón
de hablar mucho este Conde de Oñate, que no estaba sano,
indica, al parecer, que no gozaba de su cabal juicio, ó quizá
que chocheaba, como vulgarmente se dice.
Picana es la cuestión que propone Villalobos y que
resuelve en estos términos:
t¿Por qué razón el Conde de Paredes hizo hijas tan her-
mosas? Porque les cupo muy poco de la pieza.»
Hablase aquí de D. Rodrigo Manrique de Lara, tercer
Conde de Paredes, á quien dedica Salazar el cap. VI del
libro X de su obra sobre la Casa de Lara, y en él dice que
ya en un privilegio dado por los Reyes Católicos en 1482 le
llaman Conde de Paredes de Nava; tuvo las encomiendas de
Alhambra y Solana en la Orden de Santiago y siguió el par-
tido del Rey Católico en las diferencias que tuvo con su yerno
D. Felipe el Hermoso. En tiempo de las Comunidades se
unió con su gente al ejército de los Gobernadores en Medina
de Rioseco, y tomó parte en las operaciones, que terminaron
con la derrota y sumisión de los comuneros; después de estos
— 68 —
sucesos hizo su habitación contínua en Villa-Palacios y Vi-
Uaverde; murió en aquella villa el 6 de Enero de iS36 y fué
sepultado en el monasterio de San Francisco, de Villaverde;
casó dos veces: la primera con D.* Isabel Fajardo, y la segunda
con D.*^ Ana de Jaén, que después se llamó Manrique, criada
de su casa, aunque de noble y limpio origen; de ambos
matrimonios tuvo muchos hijos y otros naturales, y las hijas,
cuya hermosura pondera Villalobos, fueron D.* Leonor Man-
rique, que casó con D. Luis de Guzman, cuarto señor de la
Algava; D.* Luisa y D.^ Isabel, que fueron religiosas en el
convento de Calabazanos; D.^ Mencía, que casó con D. Luis
de Vich, señor de las baronías de Laurin y Matada en el
reino de Valencia, Camarero del Emperador, y D.* Magda-
lena, que casó el año de ib34 con D. Francisco de Monroy,
Conde de Deleitosa. Estas fueron hijas de D. Pedro y de
D.* Isabel Fajardo, de quien, entre hembras y varones, tuvo
nueve hijos; en su segunda mujer, D.* Ana, tuvo otros seis,
y entre ellos á D.^ Juana Manrique, que casó con el capitán
Jerónimo Aliaga, que fué uno de los conquistadores del Perú;
además de estos i5 hijos legítimos llegó á tener hasta 32,
y de los i7 bastardos fueron hembras D/ Mariana, D.* Fran-
cisca, D/ Aldonza, D/ Margarita, D/ Luisa, D/ Inés y
D.* Catalina; casi todas ellas fueron religiosas, y la última
casó con Diego Ruiz de Solís, Comendador de Villanueva de
la Fuente en la Orden de Santiago, Visitador general de la
provincia de Castilla y Gobernador del Campo de Montiel.
Tal fué la larga descendencia de este verdadero Patriarca^
que además tuvo la gracia de engendrar hijas muy her-
mosas, según nos dice Villalobos, que continúa su carta de
este modo:
a¿Por qué razón el Adelantado de Castilla es tan cuerdo?
Porque trocó las costumbres con el estado.»
Ejercia á la fecha de esta carta el Adelantamiento mayor
de Castilla D. Antonio Manrique, sobrino del Duque de
Nájera, de su mismo nombre y apellido, que fué Adelantado
porque se casó con D.* Luisa de Padilla, señora de las villas
de Santa Gadea, Soto-Palacios, Coruña, Calatañazor, Villo-
veta y otras, en cuya casa habia vinculado esta alta dignidad
-69-
el Rey D. Enrique IV; los herederos de ella, que tomaron el
apellido de Padilla con preferencia al de Manrique, fueron
más adelante Condes de Santa Gadea. Sin duda D. Antonio
Manrique habia sido mozo alegre y ligero antes de celebrar
este matrimonio, mediante el cual no sólo mudó de estado en
la acepción que ordinariamente tiene esta frase, sino por
haber adquirido el que tan alta dignidad le daba. Según
Salazar, fué de los pocos Grandes que concurrieron á las
últimas Cortes generales de Castilla celebradas en i538, y
ano de los doce primeros Diputados que el martes 6 de
Diciembre nombró por votos el brazo de la nobleza para
eicaminar las proposiciones de aquellas Cortes. A 25 de Julio
de 1542 le escribió el Emperador desde Monzón, diciéndole
que tuviese prestas 20 lanzas de hombres de armas, los
mejores que hubiese en su casa y tierra, pagados por cuatro
meses, para enviarlos á la parte que se le avisase; pues, aun-
que otras veces habia servido y podia servir con mayor
número, S. M. queria reducirlo á aquél para su mejor
apresto; y estando todos sus subditos obligados á interesarse
en la defensa de sus Reinos , tocaba esto señaladamente al
Adelantado por ser principal parte en ellos. En efecto, en
esta época el Emperador se disponía á la guerra de Alema-
nia, que tan gloriosamente concluyó, y por ir él en persona
tenían, según fuero y costumbre, obligación de acompañarle
los Grandes, títulos y caballeros de Castilla.
Vivía aún el Adelantado D. Antonio Manrique en el año
de i55o, en que D." Inés Carrillo de Acuña hizo su testa-
mento dejándole cierto legado; pero, según Salazar, falleció
antes en i56o(i).
Esta es, en resumen, la biografía de los personajes de que
habla Villalobos en su carta de 10 de Febrero de i53o, diri-
gida al Duque de Nájera.
Otra carta de Villalobos al mismo Duque aparece fechada
en 26 de Octubre, y por los sucesos que en ella se refieren
es evidente que fué escrita en ese día del mismo año de 1 53o.
Hablase en ella de la llegada á Ocaña, á donde se habia
(1) Salazar, Casa de Lara, lib. XI, cap. IV.
— 70 —
trasladado la Corte, del Conde de Benavente y del Mar-
qués de Astorga, el cual había acompañado al Emperador
á Italia. Sabido es que á fines del año anterior de 1&29
Carlos V ajustó una paz universal, en que entraron casi todos
los Principes cristianos, quedando sólo excluidos de ella los
luteranos y Florencia; después de esto, y en virtud de la
reconciliación y amistad con el Papa Clemente VII, que tan
enemigo habia sido hasta entonces del Emperador, se verificó
la ceremonia de la coronación en Bolonia con una solemni-
dad y magnificencia extraordinarias el 22 y 23 de Febrero.
Terminadas las cosas de Italia, se disponía el Emperador á
marchar á Alemania, y en 7 de Marzo mandó volver á España
al Marqués de Astorga y al Duque de Escalona, enviando
con ellos al Condestable de Castilla cartas en que daba cuenta
de todo lo sucedido (i). Lo largo y penoso del viaje y las
detenciones del camino explican que el Marqués de Astorga
no llegara hasta fines de Setiembre ó principios de Octubre
á Ocaña, y que en esta fecha diera noticia del suceso Villa-
lobos al Duque de Nájera. Hablase también en esta carta
de la enfermedad del Emperador como de cosa ya pasada,
y, en efecto, no se sabe que el César tuviera en aquel año más
dolencia que la que padeció en Bolonia antes de la corona-
ción, sobre la cual dice Sandoval: «Dióle al Emperador estos
dias una enfermedad de esquinancia, de que se vio bien fati-
gado, y se tuvo algún temor de su salud, no tanto por ser la
enfermedad muy peligrosa, quanto por ser mal heredado de
padre y abuelo. Pero con el fauor divino y con la ayuda del
Dr. Narciso guareció pronto de ella.» No califica del mismo
modo la enfermedad Villalobos, el cual dice: «Bien sabemos
que está bueno S. M., aunque tuvo unas fuertes tercianas;!
pero como no le asistió en esta dolencia, y estaba tan lejos
el paciente, no podia tener de ella más noticias que las que
le suministraban los familiares del Emperador, y es de creer
que fuera una afección de la garganta y de las vías respira-
torias, que reconocía por causa su temperamento humoral
hereditario, porque en varias de las cartas que en este mismo
í I) Sandoval , Ub. XIX, párrafo i3.
— 7» —
año de i53o escribió desde Roma al Emperador el Cardenal
García de Loaysa (i), su confesor, le dice qtie se le oye el
fecho desde lejos, y que, por lo tanto, se prive de comer
pescados y otros manjares que le eran dañosos, consejo que
nunca siguió el Emperador, cuyos desórdenes en la comida
fueron parte muy principal de sus enfermedades y de su
muerte, como se prueba por la relación de su residencia en
Yuste, donde falleció.
Dos veces habla Villalobos en esta carta de D.* Catalina
de Mendoza, en términos que hacen suponer que mantenia
con el Duque de Nájera, ya anciano, relaciones más que
amistosas, pues dice primero: «Mas la Sra. D/ Catalina de
Mendoza virgen está después de vuestra partida; no sé si lo
hace por guardar á V. S. la debida lealtad, ó si es porque
quedó flaca y muy desganada de la quartana doble que ha
tenido;» y más adelante añade: «Ayer, á<ia mesa de la Empe-
ratriz, D.* Catalina de Mendo<;a vio la carta de V. S. y rego-
cijóse, aunque anda siempre melancólica, tomada del diablo,
y dijo que érades más gracioso en ausencia que en presencia.
Digo: Todos los vinos de Navarrete tienen eso, que son mejo-
res cargados que al tapón.» Por este tiempo residia el Duque
de Nájera en su villa de Navarrete, donde murió, como se ha
dicho, el año de i535, y sospecho que esta D.* Catalina es la
misma que con gran encarecimiento recomienda á sus hijos
en el testamento que otorgó en aquel lugar y año.
No es para reproducido el cuento de que es héroe don
Alvaro de Ayala, y que se contiene en esta carta, por su
extraordinario desenfando, si bien lo contó á las damas de
Palacio Villalabos, y «aunque no lo entendian, porque no
saben qué cosa es caualgar más que unas bestias, fué tan
reido de ellas, que pensaron ahogarse.» Y por cierto que el
cuento de que se trata recuerda la aventura del vizcaino
referida por Cervantes en el Quijote en el lenguaje atribuido
á ambos personajes, porque Ayala y el escudero de las señoras
del coche eran paisanos.
(I) Colección de cartas del Cardenal García de Loysa, publicadas por
Heine. Berlín, 1848.
— 72 —
Es casi seguro que la carta dirigida al Dr. Xuarez desde
Barcelona tiene errada la fecha, pues por los sucesos á que
se refiere no pudo ser escrita en el año de i53i, sino en el
de 1 533, como se demostrará luego, siendo sin duda anterior,
aunque quizá no mucho, la dirigida al Duque de Nájera sin
lugar ni año de fecha, pues en ella se habla de la venida del
Emperador como de cosa aun no acontecida, y en la dirigida
al Dr. Xuarez como de suceso ya realizado: en aquélla dá
Villalobos noticia al Duque de una enfermedad que habia
sufrido, en estos términos:
«Después que recibí una carta de V. S. no he tenido espa-
cio de responder á ella, porque nuestro Señor me escribió
otra en cifras, que, aunque más provechosa (si yo lo sé cono-
cer), no fué tan graciosa como la vuestra para mi gusto, por-
que las cifras eran una cólica la más cruel del mundo, de un
grande apostema que me nació dentro de la tripa, el cual
conocí yo y curé á poder de sangrías y de medicinas frías
que si el paciente no fuera físico tal cual, siete doctores le
matarian con emplastos calientes como el fuego, t Aparte del
interés que esto tiene para las teorías médicas del tiempo, y
para la terapéutica que en él se usaba, resulta de lo que vá
copiado que á fines de 1 532 ó principios del siguiente año
padeció grave dolencia Villalobos, y que debió ser en este
tiempo, se prueba porque en la misma carta dice más ade-
lante: «La Emperatriz, nuestra Señora, cum prole regia, y
con toda su casa están todos buenos, á Dios gracias, y muy
contentos con la venida del Emperador. Creo yo que entre
las casadas que tienen allá sus maridos haurá para el verano
gran tresquila de ganado.»
Sabido es que además de los Grandes, títulos y caballeros
que fueron en el año de 1529 con el Emperador á Italia y á
Alemania, cuando el César determinó ir en socorro de Viena
salieron de España otros muchos á tomar parte en aquella
gloriosa empresa, y entre ellos fueron los maridos de muchas
damas de Palacio, que volvieron con el Emperador cuando
éste regresó á Barcelona el mes de Abril de i533.
Vuelve Villalobos á hablar en esta carta de D.* Catalina,
que es la misma señora de que se ocupa en la fechada en
i
— 73-
Oaha,y dice de ella: «La Sra. D/ Catalina tiene deseo de
saber siesta V. S. algo vejezuelo después que se partió de
id, porque dize que andábades ya á borde, y á mí me parece
que las damas no miran tanto la vejez en el rostro quanto
la consideran spiritualmente en las potencias del ánima, por-
que sus mercedes son muy espirituales.» No podia ser mozo
ni parecerlo el Duque de Nájera, á quien, como se ha visto,
llamaban ya Duque los Reyes Católicos en 1482 y que murió
de edad avanzada en i535, es decir, sólo dos ó tres después
de la fecha probable de esta carta. En cuanto á la manera
de juzgar la vejez que atribuye Villalobos á las damas, el
lector curioso la comprenderá sin comentarios.
Ya se hizo mención del último párrafo de esta carta al
tratar del origen judío de Villalobos, que habla en él de la
segunda hija del Duque de Nájera, D.*^ Guiomar, á quien,
como se verá luego, habian enviado á Palacio para asistir en
la Corte, como era propio de su jerarquía. Esta señora, que
á la fecha de la carta debia ser muy joven, casó en 1 542 con
D. Antonio Manrique de Lara, quinto Conde de Paredes de
Nava, señor de las villas de Bienservida, Riopal, Cotilla,
Villapalacios y Villaverde, con quien los Duques D.* Juana
de Cardona y D. Manrique de Lara, madre y hermano de esta
señora, capitularon este casamiento en Nájera á 9 de Julio de
dicho año, asignándole en dote siete quentosy ochocientos
mil maravedís, en que se incluian los dos quentos de que
Carlos V y la Emperatriz D/ Isabel, su mujer, le hicieron
merced. Falleció la Condesa D.* Guiomaren Paredes á 28 de
Julio del año siguiente de i543, y fué su hija única doña
Inés Manrique, sexta Condesa de Paredes. Villalobos hace
de esta señora repetidos elogios, pues en la carta de que se
vá hablando dice de ella: aLa Sra. D.* Guiomar (Dios me la
guarde, porque es honra de nuestro linaje) está muy buena,
y es la más ilustre dama en gesto y en seso y en conversa-
ción, que se ha visto jamás.»
De estas frases se deduce que antes de esta carta habia
recibido Villalobos la que el Duque de Nájera le escribió en
estos términos: tSeñor doctor, nunca pensé que tenía nece-
sidad de vos hasta que vi mi hija en Palacio. Soñó el judío
— 74 —
de vuestro abuelo, y no digo padre, que á la primer calen-
turilla que le venga le querreys catar el hígado y aun el ba^.
Acordaos, señor doctor, que podría ser de vuestra sangre, y
que los mejores amigos que en este mundo tenéis somos
la Duquesa y yo, excepto el Cardenal D. Alonso Manrique,
Inquisidor general.» Ya hemos visto á este famoso Prelado,
que además de Inquisidor general era ya Cardenal y Arzo-
bispo de Sevilla, haciendo en Toledo el año de 1629 el
casamiento clandestino de su sobrino el Conde de Treviño
con D.* Luisa de Acuña , y al decir el Duque de Nájera que
tenia gran amistad á Villalobos^ le dá á entender que por su
cargo de Inquisidor general le libraba de las persecuciones
del Santo Oficio. Por no alargar este capitulo se omiten las
noticias de D. Alonso Manrique, que fué uno de los más
ilustres y famosos personajes de su tiempo, el cual, habiendo
estado á punto de ser Arzobispo de Toledo, murió cargado
de años en su metrópoli de Sevilla el 28 de Setiembre
de iS38 (i), donde el año antes el venerable Contreras, en
un sermón apologético de San Ildefonso, aludiendo á las
liviandades de la juventud del Arzobispo, le dijo: «Vos,
Alonso y el Alonso, lo que vá de Alonso á Alonso.»
A esta carta contestó Villalobos con otra no menos salada
que la del Duque, quien tenia gran concepto de gracioso,
en estos términos:
a No osaría V. S. escribirme tales motes como estos si
no tuviese tales abogados en su casa, assi que la gran con-
fianza de los deudos mios, que teneys debajo de vuestras
manos, os haze ser tan atrevido, y con mucha'razon, porque
estas mis señoras son tales, que por su contemplación no
digo á V. S. que es un villanazo de Ocon; mas al hi de puta,
puta, puto de Luzero perdonarla.! Ya se sabe que este Lu-
cero fué el famoso inquisidor de Córdoba, y el agravio que
hizo á Villalobos fué, sin duda, su prisión, de que se ha
hecho mérito al hablar de la carta latina dirigida al Obispo
(1) Véase, entre out>8 autores, ¿ Salazar, Casa de Lara, cap. XVII,
libro X, pág. 446, y ¿ Ortiz de Zúñiga, Anales de Sevilla, afio de i5a4
y tiguientes.
-75-
de Plasencia, D. Cosme de Toledo, el ro de Octubre de i5ia
Después de este gracioso exordio, toda la respuesta al
Duque de Nájera está consagrada á su hija D.* Guiomar, j
es su texto tal como sigue:
•Y volviendo al tema de vuestra muy cuerda y muj
deuota epístola, digo que jro estaba con gran rebelo que la
señora Guiomar habia de venir tan bo^ dessas montanas,
que en todo lo que hiciese y discese nos hauia de poner en
▼ergQenza: y es cierto que el dia primero que entró en
Pdacio fué luz y espejo de todo vuestro linaje, pwque
allende de ser tan gentil dama como la que más lo es, se
supo tan bien tratar con las otras damas y con la Empera-
triz, y tan medida en el callar y en el faaUar, y todo ello con
Un buena autoridad y grada, que todos echamos mil bendi-
ciones al vientre en que anduvo.» Conx> se vé, en esta carta
sólo se habla de la Emperatriz, pwque sin duda duraba aún
la ausencia del Emperador, y, por lo tanto, así como las dos
de que últimamente se ha hablado, son anteriores al mes de
Abril de i333.
-76-
Vlll.
SUCESOS DE L.\ VIDA DE VILLALOBOS DESPUÉS
DE LA VUELTA DEL EMPERADOR, EN 1 533.
De todo lo expuesto se infiere claramente que la carta
dirigida por Villalobos al Dr. Xuarez desde Barcelona
el 27 de Abril, es del año de i333, y no del 3i, como dice
el manuscrito de que se ha copiado, pues la Emperatriz
dispuso su viaje para fin de Febrero de i533; llegó al mo-
nasterio de Santa Fé, de religiosos Bernardos, distante poco
más de una legua de Zaragoza, el martes 4 de Marzo, entró
en la ciudad el dia siguiente, haciéndosele solemnísimo re-
cibimiento, y salió para Barcelona el 17 del mismo mes (i).
A dar cuenta de todos estos sucesos y de la llegada á la
Corte dedicó Villalobos un escrito á que alude en la refe-
rida carta, en los siguientes términos:
«Señor: La Rcyna de Portugal me mandó que la escri-
biese lo que acá pasaba después de llegado el Emperador,
nuestro Señor, á Barcelona. Yo escribí á S. A. lo que verá
por el traslado que aquí vá; por esto no diré más de contar
una cosa que aconteció en mi posada la noche pasada, t Lás-
tima que no se encuentre este traslado en que referiría Villa-
lobos la gloriosa vuelta del Emperador después de su corona-
ción y de su triunfo sobre los turcos, vuelta que, como ya se
ha dicho con repetición, tuvo lugar en el mes de Abril
de 1 533, viniendo de Genova, donde fué muy obsequiado por
el Príncipe de Amalfi, Andrea Doria.
( 1 ) Dormer, A n ales de A ragon.
— 7J —
Sin duda el Dr. Xuarez era médico de la Reina de Por-
tugal . hermana de Carlos V, y el suceso que le refiere Vi-
llalobos consiste en que la noche antes de escribirle habia
llegado á su casa, estropeado y roto, un hijo suyo con un
oegro, su compañero de aventuras y prisiones; pues según
de la carta se infiere, el hijo de Villalobos, llamado Lorenzo,
en doce años de ausencia, cinco habia sido soldado y cuatro
cautivo. La descripción que de él hace Villalobos es chistosa:
tYo no le pude conocer (dice), porque con la mala vida viene
muy corcovado, que no lo solia ser, y tan negro como un
etiope, y en esto parece moro; y trahe la spada arrecha. Digo:
Caya, león, y en esto parece cristianillo, y trae las calzas
todas rotas por el culo, y en esto parece puto, y trae la barba
muy negra y muy sucia, y en esto parece cabrón, y con la
hambre que trae parece perro, y tiene un dedo de la mano
quemado, y viene muy necio; assí que, sobre todos los otros
títulos, es también Scévola y es Bruto.»
Por lo que se vé, Villalobos logró que este hijo no fuese
médico; pero siendo soldado no alcanzó grandes prosperida-
des, pues al fin de esta carta dice que le costaría unos cien
ducados la bienaventurada venida de este hijo.
A poco de llegar el Emperador á Barcelona adoleció gra-
vemente la Emperatriz, y como el César tenía convocadas las
Cortes del Reino de Aragón para el mes de Mayo en la villa
de Monzón, dejó, por lo que luego veremos, al cuidado de
Villalobos á la ilustre enferma en Barcelona, y se trasladó
á Monzón , donde por diferentes causas se fué prorogando
hasta Julio el principio de aquella Asamblea, de que dá larga
noticia Dormer en sus Anales de Aragón. Mejoró la salud
de la Emperatriz; pero, aún no del todo convalecida, marchó
á reunirse con su marido, de lo cual dá cuenta con intere-
santes detalles Villalobos en una carta sin fecha , y que no
consta á quién fuese dirigida, en la cual dice lo siguiente:
«Después que Dios me hizo tanta merced que la Empe-
ratriz partiese de Martorell, acordaron SS. MM. que el Prín-
cipe y la Infanta no entraran en Monzón con temor de las
viruelas que allí perseveran, y mandaron que yo solo viniese
á estar con ellos en este lugar, que es dos leguas de Monzón.
-78-
Y porque la c(mversacion del Príncipe es noy reposada,
fuéle dado por acompañado el Príncipe de Piamonte, que
ni el muy vivo azogue, ni el aguja de marear, ni el doc-
tor de Melgar cuando tiene buen juego, nunca fueron tan
desasosegados como el más cuerdo de estos señores.» El Prín-
cipe de que habla Villalobos era D. Felipe, que apenas tenia
á la sazón seis años, y ya era notable su conversación, por lo
reposada^ indicio de su carácter reservado y solemne de que
tanto hablan en sus relaciones los diferentes Embajadores
venecianos que le conocieron en su largo reinado; entre
ellos, Leonardo Donato cuenta, en su reladon al Senado, d
siguiente dicho del Embajador de Francia: cEl Rey es tal»
Jr que aunque tuviese un gato dentro de las bragas, no se mo-
^ vería ni mostraria alteración alguna. •
Dice luego en esta carta Villalobos que la Emperatriz
habia ido al pueblo donde estaban los Príncipes, y con ellos
el físico, y nota que si bien tS. M. se ha holgado con sus
hijos como lo manda la razón, mas con todo eso los dezará
esta noche, porque habet aliam legem in membrís suis
repugnatem. Quedará sola la compañía de las mujeres tris-
tisque senectus^ que aquí mora mientras duraren las Cortes.»
Claro está que esa ley no era otra que la de acompañar al
Emperador su esposo; por cierto que la carta concluye con
una anécdota que no deja de tener relación con esa ley,
ocurrida con la camarera de la Emperatriz, que confirma lo
que se ha dicho de la enfermedad que ésta habia padecido,
aunque tratando materias muy delicadas, que no ponian, sin
embargo, obstáculo á la desenfadada pluma de Villalobos:
«Cuando partimos de Martorel (dice) venia la camarera
muy medrosa de la conversación del Emperador , pensando
que la cópula sería causa de recaidas.t Después de esto, no
hay que extrañar el sesgo y los términos de la conversación
sostenida sobre el particular entre la camarera y el físico,
reproducida por éste al final de la carta, conservando en
ella hasta las frases portuguesas que usó la camarera, quien
vio confirmados sus temores, pues la Emperatriz recayó varias
veces en sus dolencias, según resulta de estas noticias que
nos dá Sandoval. «Estuvo muy mala la Emperatriz este año.
— 79 —
y el Emperador con harto cuidado de su salud, como parece
por las cartas que escribió al Condestable desde Mondón á 20
de Julio y á 22 y á 3o; y á 14 (debe ser á 4) de Agosto estaua
con mejoría, y á 6 de Agosto le acudió vna terciana sobre
mucha flaqueza, y á 10 estaua mejor, y á 17 estaua para
ponerse en camino, que todo parece así por las cartas que se
escribían al Emperador, y él escribía al Condestable de
Castilla! (f).
A fines de este año de i533 y terminadas las Cortes de
Monzón, el Emperador fué desde Barcelona á Alcalá de
Henares con la Emperatriz. Como antes habia muerto el Papa
Gemente VII, que olvidando su reconciliación con el César
habia vuelto á confederarse con el Rey de Francia Francisco I,
pudo el Emperador volver su atención al peligro con que
amenazaba Barbaroja, apoderado de Túnez y de la Goleta, á
España y á Italia, pues los franceses favorecían sus piráti-
cas empresas. A este fin se dispuso la expedición que con
tanta gloria de las armas españolas pasó á África, dirigida
personalmente por Carlos V. Durante los largos preparativos
de esta campaña, escribió, sin duda, Villalobos la breve carta
al Duque de Nájera fechada en Madrid el 7 de Diciembre,
casi seguramente del año de i534, pues dice en ella á este
magnate: «Con la carta de V. S. recibí mucha merced antes
que la abriese, y después de leyda me dio pena. Por cierto
tengo que, cesando los rigores del tiempo y volviéndose el
aire plácido y sereno, V. S., con ayuda de Dios y con las expe-
riencias de la medicina, recibirá bastantes beneficios.» Acertó
en su pronóstico Villalobos, pues el Duque de Nájera hubo
de aliviarse de sus dolencias, si bien le duró poco la mejoría;
pues según refiere Salazar envió á su hijo el Conde de Tre-
viño y á sus hermanos á asistir al Emperador en la conquista
de Túnez en el año de i535, aballándose ya tan postrado á
una larga y prolija enfermedad, que acabó susdias en Navar-
rete la noche del sábado i3 de Diciembre.» La carta á que
pertenece el párrafo que se ha copiado no puede menos de
(i) Vida del Emperador Carlos K, párrafo 12, lib. XX, tomo II, pá-
^na 178.
■^ 8o —
ser del año anterior, pues en Diciembre del año de 1 531
estaba el Emperador en España, y en dicha carta, volvic
Villalobos, después de las sentidas frases con que la empi
á su tono alegre y picaresco, dice:
«Acá me hicieron grandes preguntas por la salud de V
el Emperador y la Emperatriz, y en verdad que la de
mucho, y toda la Corte, y las damas lo mismo, que ni
vieron hombre tan bienquisto. D/ Catalina me pregun
mucho qué mal tenía V. S., y yo le dixe que todo era ei
partes gagueras, y que todo lo delantero estaba buei
Como se vé, vuelve Villalobos en esta carta á sus pica
alusiones á los vínculos que existian entre el Duque
Nájera y D.* Catalina.
Al fin del MS. de las cartas de Villalobos, que se cons
en el Museo Británico, hay un curioso diálogo entre el I
qués de Lombay y el Eco, que contiene noticias intere
tes referentes á Villalobos, las cuales se refieren á é\
anterior á la muerte de la Emperatriz, ocurrida en Toleí
año de i539; dicho diálogo va precedido de una explica
que dice:
tAl Marqués de Lombay, yendo á ca^a, se le perdi<
gerifalte, y apartándose de sus caladores en busca del hal
dando voces parece que le respondian de lejos, y no era
la reverberación de sus mismas voces, á quien los p<
llaman Eco; y como iba cansado, acordó reposar allí un ]
y preguntar, á (ver) qué le respondian, las primeras (
que le viniesen á la memoria, y como andaba algo dolí
acordóse de los físicos. Pongamos una M cuando hal
el Marqués, y una f cuando hablare Eco.»
No sabemos que antes de Villalobos usara ningún e
tor español de este artificio, pero después de él el regoci
poeta Baltasar del Alcázar escribió su diálogo entre un §
y el Eco, empleando el mismo procedimiento.
El Marqués de Lombay, de quien se vale Villalobos
expresar sus quejas de los pocos favores que le haciai
Emperadores, es el famosísimo D. Francisco de Borja,
acompañó el cadáver de la Emperatriz desde Toledo á
nada, y de quien se cuenta que el sentimiento que le c
— 8i -^
la muerte de aquella señora y el estrago hecho por ella eil
su bellísimo cuerpo motivaron su resolución de retirarse del
mundo y de entrar en la Compañía de Jesús , de que fué
General, donde brilló por las virtudes, que le valieron ser
contado en el número de los Santos que hoy veneramos en
los altares. Esta tradición, que ni desmiente ni confirma
la historia^ ha producido el bellísimo Romance del Duque
de Rivas, en que se refiere, y ha inspirado á otros muchos
artistas, entre los cuales se debe contar el autor del cuadro
que vimos en la última Exposición de Bellas Artes cele-
brada en Madrid en la primavera del año de 1884.
En la explicación que se ha copiado dice Villalobos que
el Marqués se acordó de los ñsicos porque andaba doliente,
y aunque pudo estarlo más de una vez, no hay razón para
asegurar que no ñiera durante esta misma dolencia cuando
ocurrió lo que refiere Cienfuegos en la Vida de San Fran*
cisco de Borja en estos elegantes párrafos:
«Asistía en su enfermedad al Marqués aquel famoso médico
del Emperador, el Dr. Villalobos, bien conocido por sus
donaires y por sus aciertos, pues entretenía los males con su
genio salado, otro tanto como los aliviaba con las máximas f
de Galeno. Tomó el pulso al enfermo un dia, después de
muchos meses, que duraba rebelde á todos los remedios la
cuartana, y reconoció que aquel humor funesto y misterioso,
nunca bien entendido, estaba ya casi agotado; y preguntó al
Marqués qué le ofrecia si le diese una alegre noticia de que
aquella seria la última cuartana. Respondió el Marqués con
generosidad de señor, dejando á su arbitrio la elección de
aquella alhaja que fuese más de su agrado: estaba á vista el
aparador con rica vajilla, edificio vistoso que empezaba á
levantarse con cuatro fuentes de plata, en que el arte excedía
á la naturaleza, y eran como las primeras piedras labradas de
aquella torre de plata y oro que sirve de ostentación á la
vanidad. Y mirando hacia la vajilla, dijo que se contentaba
con uno de aquellos platos. Asintió el Marqués gustoso, y
hubiera ofrecido bizarramente toda la vajilla dorada si el
médico no tuviese en pedir la templanza que en las demás
acciones de su vida. Volvió al cuarto dia á la hora que solia
— 82 —
repetir la cuartana, y halló en el semblante del Marqués toda
la alegría con que se asoma la salud á la cara. Luego que el
Marqués le vio entrar por la sala, dijo: — cParéceme, doctor
Villalobos, que habéis ganado el plato, porque siento en mi
disposición la verdad de vuestro vaticinio.» — Llegó á recono-
cer el pulso, y halló que, aunque era imperceptible la calen-
tura, habia algunas cenizas calientes de su llama* al modo
que humean por algún tiempo las ruinas del edificio que asoló
un incendio; y si bien se escondía entre las venas la cuartana,
tanto, que fuera difícil al más perito reconocer que estaba
viva, aunque espiraba, por no faltar á la legalidad y á la inte-
gridad de su profesión, instándole el Marqués que no le dila-
tase tan apacible noticia, hizo donaire de un suspiro, y usando
oportunamente de un equivoco con aquella sentencia del
filósofo, que se hizo ya axioma del vulgo, exclamó: — •Ami-
cus plato, sed magis árnica veritas. Yo, señor, perdí el
plato; porque aunque la cuartana es tan débil y el calor tan
tibio que apenas se deja rastrear por el tacto; pero, en fin, es
alguna, que no pudiera ocultar el médico sin llevar en el plato
á su casa una mentira.!
«Celebró mucho el Marqués la prontitud de esta agudeza,
y mucho más aquella fidelidad tan exacta: mandó luego
que le llevasen á su casa dos de aquellos platos, admirado
de que ni el deseo de ver cumplido su pronóstico, ni el
interés, le moviesen á disimular un hecho que estaba tan
oculto y tan vecino al otro extremo; y mucho más admi-
rado, y aun confundido, de ver tan escrupulosa la verdad
en Palacio» (i).
Volviendo al diálogo entre el Marqués de Lombay y el
Eco, después de preguntar por las mercedes que haria el Em-
perador á los doctores Alfaro y Melgar, dice:
•Ai. ¿Y qué han dado á Villalobos?
E, Lobos.
M. No os burléis conmigo; yo os pregunto qué le ha
dado el Emperador en esta jornada.
E. Nada.
(i) Oeofuegos, Vida de San Francisco de Borja.
- 83 —
M. Pues dezíanine que S. M. le había enviado 3oo duca-
dos de pensión para su hijo, y que este correo los traxo.
E. Xo.»
Parece probable, y en todo caso es verosímil, que el hijo
de que aquí se habla fuera aquel Lorenzo que se presentó á
Villídobos estropeado y roto, y con un dedo quemado, en Bar-
celona» en compañía de un negro, después de doce años de
ausencia, de los cuales cinco habia sido soldado; y que la
pensión no otorgada se pidiera por su padre en premio de
aquellos servicios; si así ñiera podria también suponerse con
verosimilitud que la jornada de que se hace mención fué
la ida de la Corte á esperar al Emperador el año de i533, á
lo que dá mayores probabilidades lo que luego se dice de la
Emperatriz; pero antes el Marqués, en su diálogo con Eco,
replica en estos términos:
ttAf. No me maravillo, porque el Emperador diz que le
tiene por peor que Mariano.
E, Ya no.
M. Pues cómo le dexó en esta consulta, ¿olvidóse ó de-
terminóse?
E. No sé.
M, Si es porque el Emperador cree que no hay física, y
por eso cuando estuvo quartanario en Valladolid envió á Villa-
lobos á Extremadura, y quedó Ponte por médico de los prin-
cipales; y como el dicho Ponte era hijo de un molinero,
aprendió á llevar trigo al molino y otras experiencias no.
E. Asno.
M. La ciencia del asno es llevar trigo al molino; mas
<en qué pensays que trataba su padre después que dexó el
molino?
E. Lino.
M. Es verdad que trataba en lino, y las más de las no-
ches, estando borracho, quemaba las manadas; y aun el
señor su hijo no está á todas horas en buen concierto.
E. Cierto.
M, Tan cierto como vos estays ahí, aunque yo no sé
quién soys; querría saber si soys hombre ó mujer, si soys
persona de paz ó de revuelta.»
-84-
Ya se ha referido la historia del voluntario destierro
de Villalobos de la Corte y su breve residencia en Extrema-
dura, por celos del físico Narciso, cuyo apellido, por lo que
\ aquí se vé, era Ponte, lo cual está de acuerdo con su origen
Utaliano. No olvidaba, sin duda, Villalobos su resentimiento
con este antagonista y émulo, y aprovechó los recursos que le
ofrecia el diálogo con el Eco para llamarle asno, y además nos
dá la noticia que, por la pasión que hacia él tenia no puede
parecer fidedigna, de que el médico favorito del Emperador,
Narciso Ponte, era hijo de un molinero que después se dedicó
á comerciar en lino, y que lo mismo el padre que el hijo
solían embriagarse: dichas estas cosas por vía de episodio,
vuelve Villalobos á tratar de sus propios asuntos por boca del
Marqués, el cual dice:
uM. Mas dexemos estas filosofías y tornemos á nuestro
Villalobos. Yo sé que Pedro González de Mendoza Ueua este
negocio mucho á su cargo; veamos en qué ha de romper.
E, Per.
M, Catad ahí vna gentil resolución de negocios; mas
¿qué tal quedará de esso el Arcediano de Toledo?
E. Ledo.
M. Y D. Hurtado, su hermano, ¿qué dirá?
E. Dirá.»
Estos Mendozas eran, sin duda, hijos ó nietcs del gran
Cardenal de España D. Pedro González de Mendoza, que
los tuvo de varias mujeres: de D/ Mencía de Lemos tuvo al
Marqués del Zenete, D. Luis, que usó los apellidos de su
padre Gonjalej de Mendoza, y á D. Diego, que se llamó
Hurtado de Mendoza; por la época en que el diálogo debió
escribirse, se infiere que el D. Hurtado*de que habla es Don
Diego, primer Conde de Melito, que después de las' guerras
de Granda y de Ñapóles se estableció en Toledo, donde
murió el año de i536, fué abuelo de la famosa Princesa de
Eboli D.* Ana de Mendoza y de la Cerda, mujer de Ruy
Gómez de Silva (i); y si esto es así, como todo contribuye á
(i) Salazar, Crónica del Gran Cardenal»
— 85 —
indicarlo, el curioso diálogo que analizamos debe haber sido
escrito antes de este año de i536.
Continúa tratándose en él de las pretensiones y quejas de
Villalobos, que dice por boca del Marqués:
•M. La Emperatriz, ¿no hará algún socorro en la tem-
pestad de essa nao?
E. Nad (no, en portugués).
M. Veamos: en estas cosas de Villalobos, ¿ha hablado la
Marquesa de Lombay?
E. Bay (sí, en vascuence).
M. Y aprovechóle alguna vez.
f. Ez (no, en vascuence).
M. Amiga, no me respondas en vascuence, que ni le sé
ni le creo.
E. Creo.
M. Ahora dexemos á Villalobos, que está ya tal, que
presto nos dexará.»
Otra vez se manifiesta el propósito de abandonar la Corte,
que al fin realizó Villalobos^ como luego veremos.
El diálogo se ocupa después de los casamientos de las
damas de palacio y de las condiciones que éstas apetecian en
los que hubieran de ser sus maridos, y concluye con estas
notables palabras inspiradas en los sentimientos místicos de
Villalobos:
«Después que el Marqués hubo alternado con Eco, y Eco
con el Marqués, conoció el Marqués que por medianería del
ayre se hazian en este mvndo todas las cosas, y que, pues
todo es ayre, deueriamos de volar con los pensamientos de
nuestros deseos en mayor altura, porque en aquella caqa el
trauajo es menos, el deleyte más, y la presa es de tanta exce-
lencia, que ni los ojos de los vicios la vieron, ni los corazo-
nes humanos la pudieron comprehender.»
Notable es, por varios conceptos, la carta que dirigió
Villalobos tal General de la Orden de San Francisco, porque
no recibia en esta Santa Orden un muy docto hombre, sos-
pechando que era confeso. » Su tono difiere del que ordina-
riamente emplea en las demás cartas, sin duda por la mate-
ria que en ella trata, con gran elevación y con espíritu más
— 86 —
propio de los tiempos modernos, que de aquél en que \
el famoso físico, quien combate victoriamente las preocí
ciones que en él reinaban contra los descendientes d<
judíos, á pesar de haber dado en Castilla á la Iglesia
Estado varones tan insignes como los famosos Santa Mai
Cartagena. El calor con que abogaba Villalobos por los
fesos se explica porque, según todos los datos y noticias
en este estudio se han aducido, haciéndolo defendía su pr
causa.
La carta de que vamos hablando no tiene lugar ni
de fecha; pero en ella se dice: «Hay por este Reyno al{
sospecha de que V. P. consiente semejantes insultos; poi
también hemos visto que una ordenanza que ahora hs
hecho contra los conversos, nunca se hizo desde San F
cisco hasta que en la religión suya hubo General
fuese de España.* Con este dato se pone en claro qi
carta de que se trata fué dirigida al Rmo. P. Fr. Fran<
Lunel, natural de Barbastro (i) en el Reyno de Aragón,
fué electo cuadragésimonono General en el Capitulo ¿
Orden celebrado en Niza en i535, y gobernó hasta el
de 1 540. Fué el P. Lunel varón de mucha virtud y ciei
y de tan gran humildad, que siendo ya de los más eminc
de su Orden, se empleaba sin afectación en los menesi
mecánicos, barriendo el convento y fregando las escudi
Por razón de su mérito el Emperador Carlos V le envi
Concilio de Trento, donde le eligieron Presidente de t
los teólogos, alcanzándole la muerte en aquella ciuds
año de iSSo, donde se le dio sepultura en el convento ¿
Orden. De todo esto se deduce que la carta al General di
Franciscanos se escribió, sin duda, entre los años de
y 1 540, pero no puede precisarse más su fecha. Pocas not
biográficas se pueden sacar de ella, porque no caben e
espíritu ni conducían á su objeto; pero en cambio los retí
que contiene de los malos frailes, y los argumentos que a*
contra sus ridiculas vanidades, especialmente la de ser
(1) Cuarta parte de la Crónica de N. P. San Francisco^ por
Antonio Dt^, parte 3.*, cap. IV.
-87-
tianos viejos, son verdaderamente admirables, bastando esta'
carta para colocar á Villalobos entre los primeros escritores
castellanos. Merece, por otra parte, especial mención lo que
en ella se dice del gran Duque de Alba, muy joven, sin duda,
cuando la carta se escribió, aunque ya habia alcanzado gran
gloria como soldado en el sitio de Fuenterrabía y en el so-
corro de Viena; porque lo que de él cuenta Villalobos revela
ya el carácter enérgico y severo de que dio tantas pruebas en
su larga vida; hé aquí las palabras del físico: «Lo que yo sé
decir del Duque es que en Alba hay una devota cofradía de
disciplinantes de la Cruz, en la cual los cofrades ordenaron
que no fuese admitido ningún confeso á ella. Muchos dixeron
que fué inducimiento del Guardian, y no creo que fué sino
sugestión de Satanás, que há gana que éstos se agoten y
aflijan por su amor, que es envidioso de las buenas obras.
En el Duque supo el estatuto, y con gran enojo lo desbarató
y mandó que aquéllos entrasen en la cofradía si quisiesen, y
fuesen en ella los primeros y preeminentes; y sé que un
alcalde de Castro-Nuño, muy honrado, hizo atestiguar falsa-
mente contra un convertido de Alba; y como el Duque fué
certificado dello, por quitar de trabajo á los inquisidores,
mandó tomar su alcalde y azotarle públicamente por la villa
de Alba.»
Al fin de la carta confirma Villalobos lo que los cronistas
de la Orden de San Francisco dicen de la humildad del Padre
Fr. Vicente Lunel, pues exponiendo los motivos que le habian
inducido á escribirle, dice: «Dos cosas me han movido á ello:
la una el conocimiento que tengo del dicho agravio, que es
mucho más de lo que tengo dicho y cállase por la honra de
la Religión; la otra, la noticia que tengo de la humildad j'
mansedumbre vuestra, con la cual soléis curar muchos estó-
magos, y por esto os he descubierto el mió, sometiéndome en
todo á la corrección de la Iglesia y á la corrección y enmienda
deV. P.»
— 88 —
IX.
ÚLTIMOS AÜOS DE LA VIDA DE VILLALOBOS.
Después de la última carta de Villalobos al Duque de
Nájera, que, como se ha demostrado, fué escrita en 7 de
Diciembre de i534, y de la que dirigió al General, que no
pudo menos de serlo después de i535, hay en las que se
conservan del insigne físico una laguna de más de seis años,
pues la dirigida al Secretario Samano, cuya fecha consta, es
de 7 de Agosto de 1542. En este espacio de tiempo ocurrie-
ron graves sucesos, y uno entre ellos tristísimo, que influyó
grandemente en la vida de nuestro físico; la muerte de la
\ Emperatriz. La mayor parte de los que han escrito sobre
Villalobos afirman que este suceso le hizo caer en desgracia
con el Emperador, pero no hay fundamento alguno para ase-
gurarlo, aunque sin duda contribuyó á que realizase, si bien
no inmediatamente, el pensamiento que desde su primera
juventud le asediaba de vivir retirado de la Corte, consa-
grado á sus estudios y á la santificación de su vida. Así lo
dice él mismo en la introducción á la glosa de aquella can-
ción suya que empieza:
t Venga ya la dulce muerte.»
Véanse sus palabras:
aQuando aquella muy bienaventurada hembra, la Empe-
ratriz, nuestra Señora, se fué huyendo de las lágrimas y con-
golas desta vida, y se acogió á los placeres y descansos que
agora tiene, yo quedé tan triMe y tan descontento del mundo,
que deseaua (si Dios fuese servido) morirme en aquella sazón
-89-
con su buena gracia. Y como esto no se alcanza hasta que
sea llegada la hora y los términos que tiene constituidos el
Señor de la vida y de la muerte, quédeme embeuecido con-
templando en los amores de la deseada muerte. Porque ya
tenía aborrecida la vida, con quien yo hauia estado abarraga-
nado tanta multitud de años, tan mal gastados y tan mal
empleados, como han pasado por mi. Que verdaderamente,
si agora hiciese (como dizen) palacio y mostrase los vergon-
906OS actos que en presencia de Dios he hecho por todo el
discurso de mis edades, yo quedarla tan confuso, que nunca
más osaría parecer delante de las gentes. Así que, estando
arrebatado en la dicha contemplación, acordé, como buen
enamorado, de buscar con toda diligencia las mejores formas
que yo pudiese para alcanzar la presa; conviene saber, una
sosegada y dulce muerte, de que abaxo hablaré más larga-
mente. E paréceme que tal joya como esta no se vende públi-
camente en la Corte, sino es en algunos rincones della, apar-
tados de toda conversación y palacio, y tan escondidos, que
son muy pocos los oficiales que los pueden hallar para sus
señores. Y como yo tenía larga experiencia de los heruores
y ansias que allí andan en las cosas del mundo, y de las tibie-
zas y menosprecios en las cosas del cielo, y auiá pasado por
mí muchas cópetencias y rancores con mis próximos, y gra-
des inuidias de verlos yr deláteros y primeros, y quedarme
repagado y postrero sin culpa mia; y otras infinitas pertur-
baciones que tiranizan y toman de su parte á la voluntad, y
roban el imperio y señorío de la razo, y haze de lo dulce
amargo y de lo amargo dulce, como los malos y viciosos
humores, que perturban el sentido del gusto, determiné de
buscar otra morada, dóde, con menos estropiezos^ pudiese
caminar por camino más llano y más seguro á la mi muy
amada y muy deseada muerte. Porque ya la jornada es muy
breve, y la bestia en que voy, quáto más vieja y más can-
sada, tato corre mejor las postas para llegar al cabo. Y assí,
có licecia y gracia de S. M., vine á hazer mi assiento fuera
de la Corte. Y escreui estos versos, que por parecer muy
cópendiosos y prouechosos para los hóbres que son como yo,
les di la siguiente glosa.»
— 90 —
Como se vé, la retirada que al fin hizo Villalobos de la
Corte fué voluntaria, y no impuesta, sino consentida por el
Emperador; además, no la llevó á cabo Villalobos el año
de 1539, inmediatamente después de la vida del Emperador,
sino algunos después, según claramente resulta de la glosa
de los versos de esta misma canción, que dicen:
«Quédese á Dios la esperanza
del bien que se dá por suerte,»
w
en la cual se leen estas palabras: t Y como yo anduve en la
Corte hasta los setenta años, y entendí las cosas del mundo,
hablé conmigo de esta manera.» Ahora bien; si, como queda
demostrado, Villalobos nació del año de 1472 á 1473, no
cumplió los setenta años hasta el de 1542 ó 43, esto es, tres
ó cuatro después de la muerte de la Emperatriz, y, por
tanto, permaneció en la Corte todo ese tiempo después de
aquel doloroso suceso, no obstante la honda impresión que
produjo en su ánimo, y que sólo fué un motivo de los
varios que le impulsaron á realizar su deseo.
Sin duda cumplió su propósito Villalobos en 1542, pues
de la carta dirigida el 3 de Agosto de dicho año al Secretario
Samano (i) se infiere que ya en aquella fecha estaba retirado
de la Corte, y probablemente establecido en Valderas, aun-
que la carta está fecha en Medina del Campo; dá en ella
noticia de haberse casado en segundas nupcias, y toda está
consagrada á este objeto, empezando por las siguientes pala-
bras, que dan idea del tono en que está escrita: «Muy magnf-
( I ) En el archivo del Sr. Marqués de Alcañices hay un Diálogo corres-
pondiente á la batalla 3.* de la quinquagena 3 *,de Gonzalo Fernandez de
Oviedo, en que se trata del Secretario Johan de Samano.
Fué paje del Secretario Conchillos, y le sucedió en el oficio de Secre-
tario de Indias por nombramiento del Emperador Carlos V; filé caballero
de la Orden de Santiago y señor del palacio y casa del Prado de los
marroquines en Samano; fué Notario mayor del Reino de León; se hizo
rico con sus oficios y compró al Conde de Salvatierra D. Anastasio de
Ayala, que habia sido comunero, los lugares de Semijana, MoríUas, Mor-
nijana; labró un barrio en Valladolid, donde tuvo su casa cerca de la Chao-
díleria; se casó dos veces y tuvo muchos hijos.
— 9> —
fico Señor: Yo he dicho en este mundo algunos donayres,
mas nunca hize ninguno, porque dezir y hazer no es para
todos, y por esso acordé antes que muriese de hazer un
donayre de que se ría toda la gente, y fué sainando honor;
cáseme con una mo9a fresca y forastera.» El estilo burlesco
de esta carta daría motivo á sospechar que el segundo casa-
miento de Villalobos fué una mera invención suya para decir
donaires, si no contuviera tantos y tan curiosos detalles, que
desde luego indican que el matrimonio fué real y positivo;
entre otros, las circunstancias en que la boda se hizo, «cuando
ya estaba esperando para tragalla (á su mujer) la serpiente
de Aldeanueva, que es vna sepultura viva de vírgenes y de
mártires;» esto es, un convento de religiosas donde dice que
le mataron de hambre á una hija suya, y arrebatándole
aquella presa, se vengó de tan triste suceso.
Con razón dice Villalobos que su casamiento haria reir
á toda la gente; pues aunque todavía no habia publicado sus
Problemas, muchos de los opúsculos contenidos en este
libro eran conocidos, como lo prueba la carta del Dr. Alma-
zan que vá al fin de la obra, fecha en Madrid el 23 de Junio
de 1 539. Y no puede darse contradicción mayor que la que
existe entre el hecho de casarse Villalobos á los setenta años,
y lo que dice en el tratado segundo de aquella obra «del
viejo que se casa,» resumido en el metro XIX, que es como
sigue:
«Porque se casa de gana
un viejo con mil dolores,
y que sufra sus hedores
una mo^a limpia y sana.
Quando refrescar presume
el vicio, que es del demonio,
por consumir matrimonio
su triste vida consume. »
Villalobos es en esto, como en otras muchas cosas, espejo
fiel de la mísera naturaleza humana, y no de un carácter
rígido é inflexible, que cumple y realiza en su vida las ideas
— 92 —
y principios que formula su entendimiento; así le hemos visto
predicando el menosprecio del mundo y de sus grandezas, y
anhelando al propio tiempo las distinciones y favores de la
Corte, como él mismo confiesa en la glosa de la canción de
que se ha dado noticia; y ahora le vemos casándose en la
vejez, después de haber dicho estas palabras: tGran locura
es la del viejo que se casa con mujer mo^a , porque hace
locura quando se casa, y haze otras muchas después de
casado.» Lo más curioso es que, si bien de un modo bur-
lesco, refuta en la carta á Samano lo que habia dicho sobre
el asunto en los Problemas; asi, por ejemplo, se lee en este
opúsculo: «De manera que el pobre novio haurá de procurar
con todas las fuerzas que tiene, y que no tiene, de consumir
el matrimonio, pagando el débito á la muger que toma, y
no pagándole la tercia parte de la deuda; no consumirá el
matrimonio, sino á sí mismo y á su vida mortal;» á lo cual
contesta el mismo Villalobos en la carta á Samano: «Y lo que
dicen que la muger mo^a acarrea la muerte al hombre viejo,
yo hallo, por mi experiencia, que no saben lo que dicen, por-
que la moqa no hace daño sino al mo^o, porque quiere y
puede; al viejo no le puede dañar, porque no quiere y menos
puede. » ¡Cuan cierto es que el corazón y el entendimiento del
hombre son abismos insondables, llenos de contradiccicjies,
de oscuridades y de dudas, y su vida un tejido de luchas
entre la razón y los apetitos!
Según ya se ha indicado, á la fecha de esta carta habia
dejado la Corte Villalobos, aunque, sin duda, poco tiempo
antes, pues así se explica el siguiente párrafo de ella:
«Ahora juzgad vos cuál es mejor vida: ésta ola que hasta
ahora he tenido, suzia y salvajina, en poder de gabarros
suzios y traidores, y en poder de hijos que están en continua
asechanza á ver si me sale el alma, que ya la querían ver
fuera, aunque fuese en las uñas del diablo. Yo estoy ahora
con más descanso que nunca; y dexéle de tomar antes, por-
que para los hombres pobres es muy trabajosa vida traer
muger en la Corte, assicomo es buena estando de assiento, >
Se hizo antes mención de esta carta, porque contiene
una prueba más de que Villalobos era confeso, y tan clara y
-93-
evidente» como que él mismo lo declara; y al propio tiempo
dá noticia de que también lo era el Dr. Almazan, famoso
médico de su tiempo y amigo de Villalobos, á quien escribió
la carta laudatoria de los Problemas de que antes se ha
hablado. En efecto, refiriéndose á su nueva esposa, dice:
«Es una muger mesurada, y con aquella su gravedad
Dunca haze sino decirme en secreto mucho mal de los con-
fesos, y que no los puede ver más que al diablo. Yo dígole
que tiene razón, porque son tan judíos el dia de hoy como
el dia que nacieron. En este articulo se parece mucho á Vmd.
quando descansaua con la calentura y me rogábades que yo
solo tomase el cargo de la cura, porque no os fiábades del
doctor Alma^an, ni de hombre que fuese confeso. Para esta
inocencia de mi muger yo he mandado á dos amigos que la
desengañen, porque no se destemple tanto, y nunca se lo
han osado decir; mas yo la desengañaré también, en llegando
á mi casa^ plaziendo á Dios que ella quede corrida de lo
pasado.» Dedúcese además de este párrafo que Villalobos,
estando en Medina del Campo, donde lo escribía, no estaba
en su casa, sino en camino para ella, y por eso se ha dicho
antes que, retirado de la Corte, se fué á vivir de asiento á
Valderas,
Sin duda desde este pueblo hacia frecuentes excursiones
á distintos lugares, según lo demuestra el principio de la
carta dirigida de Valladolid al Comendador mayor de León,
Francisco de los Cobos, Secretario, como Samano, del
Emperador Carlos V; y aunque sólo está fechada en 1 2 de
Setiembre, sin duda fué escrita después del año de i543,
pues repite, como en otras, que habia estado en la Corte
hasta los setenta años. De esta interesante y curiosa carta
se conservan dos copias: una en el Museo Británico, y otra
en el archivo de la Real Academia de la Historia, y si bien
entre ambas existen muchas variantes, son sólo de impor-
tancia literaria, pues dicen en el fondo lo mismo, y confir-
man el juicio que brevemente hemos expresado acerca del
carácter de Villalobos, el cual refiere de un modo pintoresco
las luchas de su espíritu entre su deseo de vivir retirado y
las seducciones de la Corte. La carta empieza asi: «Muy
— 94 —
ilustre señor: Quando en Valladolid, en casa de V. S. )
compañía del Sr. D. Juan Manuel (i), estoy arrepentid
siento soledad del regocijo de la Corte, ¿qué haré en Vi
ras, sino ahorcarme de una encina? Todos quantos dia
eran allá mis conocidos, se vienen á juguetear conmi|
ponerme delante mil tentaciones. «Después de esto enun
con su natural gracejo todas las sugestiones que le hacen
diablos para que vuelva á la Corte, y entre ellas una
debia ser para Villalobos de gran ñierza, á saber, la fort
de sus hijos, sobre lo cual dice:
«Viene otro y dízeme que no hay esperftfa de reo»
acá para mis hijos, y allá sf, porque un dia tras otro, vi
dome el Emperador, se acordarla de dalles de comer; y
no se vá sin respuesta, porque yo le digo que bastó esp
hasta los setenta años; pues hay muy pocos hombres
lleguen á ellos, y cuando á este plazo no hauiamos medra
excusado era esperar más. Replicó el diablo que Fons
después de los setenta, esperó la vacante de la encomie
maior y salió con ella; y el gran Chanciller esperaui
Papa, y en medio del camino perdió el resuello; y
Diego Ossorio esperaua ser Maiordomo de la Emperatrí
como vio que se tardaua la vacante murióse de viejo, qi
espera un poco más todavía la llevara; el Obispo de A
esperaua la vacante de Toledo, y D. Luis de la Cerda el c
miento del Príncipe para ser ayo de su hijo maior. • Dt
cese de lo dicho que Villalobos no alcanzó para sus I
los favores que del Emperador pretendía, y aunque
fuese así, no basta para acusar á Carlos V de poco gene
con su físico, el cual confiesa, como se ha visto en su c
al Comendador Hernan-Nuñez Penciano, todo lo contrari
en esta misma dirigida á Cobos otra de las sugestiones qi
hace el diablo para que vuelva á la Corte, es como sigu(
«Viene otro diablo que gobierna la ñsica, y dize: c¿
puedes tú ganar en Valcíeras, sino un lechon, que I
(i) D. Juan Manuel fué caballero del Toisón y señor de Cévioo
Torre y Belroonte de Campos. Salazar de Mendoza, Crónica del Can
Ta»era^ pág. 121.
-95-
prorecbo te haga, y una cestilla de uvas colgadas? ¿Y quál
ganancia era la de la Corte, que hauia con ella para gastar y
jugar como un duque, y andar siempre con la bolsa llena de
ducados?» No niega en su respuesta Villalobos esto, sino que
responde: «Digo: más vale el dinero que acá dejaré de jugar,
que todo lo que allá ganaba, y veslo ahí en lo que me sobró
cuando me vine.» Ya sabemos, por confesión propia hecha en
la carta á Heman-Nuñez, que Villalobos vivia espléndida y
lujosamente, y si además jugaba, £ácil es comprender que
no bastaran sus salarios en la Corte, y sus ganancias como
médico de los Grandes, para hacerse rico y dejar pingüe
herencia á sus hijos; era, no obstante su origen judio, poeta
y hombre de letras Villalobos, y es sabido que con estas
condiciones no suele ir junta la avaricia, ni siquiera la par-
simonia, y por eso acompaña de ordinario la pobreza á los
que cultivan las musas.
El cuadro que en esta carta pinta Villalobos, de la vida
galante de la Corte de Carlos V, es digno de contem-
plarse:
cLuégo vino (dice Villalobos) el diablo de las damas y
dice: «¿No te se acuerda de la vida que tenias en palacio? Una
hermosa te tomaba y otra te dejaba, y los caballeros, porque
salias de entre ellas, todos tenian cuenta contigo y te daban
mil abrazos, y cuando adolecían luego te llamauan y te paga-
uan por amor de amigo.» Estas frases traen á la memoria
que habia sido Nuncio del Papa en aquella Corte el autor
del Cortesano, y que este libro, que tradujo en i533 Boscan,
andaba en manos de los. caballeros castellanos que formaban
la Corte, y era el código á que ajustaban su vida; sin em-
bargo, Villalobos, como todos los viejos, era laudator tem-
ports actí, y en este mismo párrafo dice: tYa era pasado el
tiempo en que medráuamos con los caballeros por amor de
las damas, desde que murió el Condestable D. Bernardino y
el Duque de Alba. Estos, siendo finos enamorados, eran en
este caso cabezas de bandos, y cada vno dellos regia y acau-
dillaba á los que eran de su parte, y como eran generosisi^
mos, ayudaban largamente á los que no podian llevar ade-
lante la costa de los amores, y andaba la cosa tanto sobre
-96-
porfía de quererse aventajar los vnos á los otros, que las
damas triunfaban mucho y no perdian nada los que se lle-
gaban á ellas. » El Condestable de Castilla de que aquí se
habla, como ya se ha dicho, era D. Bernardino Fernandez de
Velasco, tercer Conde de Haro, Camarero mayor del Rey y
primer Duque de Frias; quien fué además tres veces Capitán
general de Castilla y Virey del Reino; el Duque de Alba,
que competia con él como cabeza y jefe de uno de los bandos
de los enamorados, no era el Gran Duque D. Femando Al
varez de Toledo, que sobrevivió á Villalobos, y que no se
sabe que se distinguiera por sus ostentosos galanteos, á pesar
de que era discípulo de Boscan, sino su abuelo D. Fadrique,
de quien dice López de Haro, confirmando el juicio de
Villalobos, que fué generosísimo señor y de grande casa y
autoridad; su hijo primogénito D. García no llegó á heredar
el título, porque murió antes que su padre en la isla de los
Gelves, donde hizo cosas de famoso capitán, peleando con
sobrado ánimo contra los moros, por lo que sucedió en la
casa su hijo D. Fernando.
Enumera Villalobos en esta carta, como la última y la
más poderosa razón que le hacía echar de menos la Corte, la
consideración que á él y á sus deudos daba el puesto y el
favor que alcanzó en ella, y esto revela un nuevo aspecto de
su carácter, pues á pesar de su intermitente misticismo, y
del desprecio de las grandezas humanas de que tanto habla
en todos sus escritos, en esta carta, y estando ya consagrado,
como dice, á granjear la salvación de su alma, se expresa en
estos significativos términos:
«Tras éstos todos viene el mismo Satanás y dice: «Quando
estañas en la Corte todos los Grandes te hai^ian mucha más
honra de la que tu merecias, y tus deudos eran honrados en
sus tierras por amor de tí, y preciábanse de ser tus parientes;
ahora, metido en Valderas, serás tan ruyn como vno dellos.
Este vcUaco me hizo llorar toda una madrugada, porque
supo dar el corte por la coyuntura » A pesar de tales y
tantos recuerdos y tentaciones, manifiesta Villalobos su deci-
sión de continuar en el retiro, pues dice á Cobos: cY no
piense V. S. que son fábulas las de esta carta, que verdade-
— 97 —
ramente pasa esto por mi, sino es ver la cara del diablo; mas
bien se conoce que es él en las turbaciones que roe pone,
porque espíritu bueno no habia de aconsejar á un viejo que
Un gran experiencia tiene de la vida y peligros de la Corte»
que se volviese i ella, ni yo lo baria ya si no perdiese el
sesso; antes he recogido mis libros, que los tenía derramados
por mil partes, y ahora verá V. S. qué tal letrado he de salir
para el otro mundo.» Esto último es prueba de que el amor
de Villalobos á las ciencias y á las letras sobrevivió á todas
sus vicisitudes, y que á ellas dedicó sus últimos años, pues
como se verá luego, ya retirado en Valderas, en el año de 1 544
dio al público el libro que lleva el título de Problemas, á
que debe el honroso lugar que ocupa en la historia de la
literatura castellana.
Al final de esta carta, según una de sus copias y según la
otra en forma de postdata, dá Villalobos noticia de la enfer-
medad que probablemente le Uevaria al sepulcro; y á pesar
de que como físico no podia desconocer su gravedad mayor
en aquel tiempo que en éste, lo hace en estos regocijados
términos: «Oluidóseme una cosa que ha passado por mí
de bienaventurada recordación: yo venía pensando en criar
yeguas de casta en el monte de Valderas, porque soy aficio-
nado á potros de buen talle; plugo á Nuestro Señor hazer el
comienzo, y hame dado una potra de ruyn casta. Digo: Señor,
potros querria yo, que no melón de invierno.» Así habla
Villalobos de la hernia, que en su edad no podría menos de
causarle grandes molestias.
Habrá, sin duda, quien note que en esta carta dá Villalo-
bos al Secretario Cobos el tratamiento de Señoría, mientras
que sólo dá el de Merced á Samano, y esto, sin duda, no es
casual ni arbitrario, sino que se explica porque Cobos, á más
de ser Comendador mayor de León en la Orden de Santiago,
era á la fecha de la carta Adelantado de Cazorla, y habia
alcanzado bulas del Pontífice para que se perpetuaran en
su casa los estados que formaban el Adelantamiento, con
lo cual fué origen y principio de una de las ilustres familias
de este Reino, que se unió muy pronto con las más antiguas
y aristocráticas. Por cierto que todos los escritores, aun
k
-98-
el mismo Salazar , panegirista del Cardenal Tavera, dicen
que corrió muy válido el rumor de que éste alcanzó el Ar-
zobispado de Toledo, que creyó obtener el Cardenal don
Alonso Manrique, porque ofreció á Cobos dicho Adelanta-
miento; Salazar, como era de suponer, no dá crédito á estos
dichos de la Corte, que de ser ciertos presentarían á Tavera
como reo del delito de simonía; pero lo cierto es que, así
Samano como Cobos, sacaron grandes provechos del ejerci-
cio de sus elevados cargos, en especial el segundo, de cuyo ca-
rácter hace una pintura poco halagüeña en su Historia de
las Indias el P. Las Casas, porque sin haber residido en
ellas, era uno de los que tuvieron mayores repartimientos de
indios, que le producían cuantiosas rentas.
Aunque más breve que otras, no es menos interesante la
carta que escribió Villalobos al Duque de Nájera el 12 de
Agosto de 1646; lo era éste desde i536 D. Manrique de Lara,
hijo de D. Antonio, de quien se ha dado larga noticia, por
ser gran amigo y uno de los más asiduos corresponsales de
Villalobos. £1 Duque D. Manrique nació en el año de i S04;
muy joven aún le envió su padre en socorro de los caballeros
de su familia á Álava, donde se habian refugiado persegui-
dos por los comuneros que capitaneaba el Conde de Salva-
tierra; estuvo en la campaña de Túnez con el Emperador, á
quien acompañó también en la guerra de Güeldres; allí
enfermó el año de i545, por lo que le mandó el Empera-
dor á curarse en Flándcs, viniendo después á convalecer á
España; además, ya se ha referido su casamiento con doña
Luisa de Acuña, hecho con circunstancias tan notables por
su tio el Cardenal Arzobispo de Sevilla D. Alonso Manri-
que, suceso que cuenta, en su Crónica del Cardenal Tavera,
Salazar, de donde lo tomó Fr. Prudencio de Sandoval para
su Vida de Carlos V, Por último, el Duque D. Manrique
murió en su villa de Valencia el 12 de Enero de ¡558 (i). La
carta que le dirigió Villalobos en 12 de Agosto se esclarece
teniendo en cuenta la dolencia contraida en la guerra de
(I) Salazar y Castro, Casa de Lara, lib. VIH. cap. IX, tomo II, pá-
ginas 181 y siguientes.
— 99 —
Aiemama, tporque le hizo mucho daño andar armado y dor-
mir al descubierto, porque el Emperador lo hacía así,» según
dice Sandoval en la obra tantas veces citada. Aún no estaría
del todo sano el Duque, cuando Villalobos empieza su carta
en estos téiminos: «limo. Señor: Deseo mucho la salud
de V. S- assí por ser ella muy preciosa, como por tener un
hombre de mi tierra con quien se pueda hablar. • Después de
esto, cuenta elocuentemente Villalobos la situación en que
se hallan los que alcanzan el privilegio tan ansiado y tan
triste de prolongar su vida, diciendo: «Y como en el proceso
de mis edades se me han muerto dos ó tres generaciones con
quien yo trataba, tan muerto soy para los que quedan, como
los que yo he visto.» Enumera luego las personas y las cosas
que habian dejado de existir, con palabras llenas de melan-
colía. «Murióse el Rey (dice) con toda aquella camarada;
muriéronse los Grandes; murióse la moneda y los que la ate-
soraban; muriéronse los Arzobispos y otros Arzobispos y los
Arzobispados con ellos; y ¿quien no es muerto, pues se murió
Perico Ayala, delicias del linaje humano, y el bastardico, y
ahora Ménica? ¿y no murió D. Miguel? Muriéronse la damas
primas y las torzuelas, y las fiestas y la liberalidad y todos
los placeres, y toda la buena simiente de las virtudes, y los
hombres de la razón, porque quien lo hauia de resucitar todo,
por nuestros pecados no puede estar sino ausente de la
patria.» No hay para qué decir que estas palabras se refie-
ren al Emperador, á quien con tanta pena veian sus subditos
españoles lejos de estos Reinos sosteniendo una gigantesca
lucha que, si bien fué fecunda en gloria para las armas espa-
ñolas, no lo fué para el bien y prosperidad interior de la
patria, víctima de aquel extraordinario esfuerzo, que no bastó
á asegurar, ni siquiera á conservar por mucho tiempo, el
inmenso poder que logró alcanzar la Casa de Austria.
El estado valetudinario del Duque le obligaba á recurrir
á los físicos, y por eso Villalobos trata de ellos en esta carta
en términos muy interesantes y curiosos para los que estu-
dian las costumbres de Castilla en el reinado de Carlos V.
tAquí me dixeron (escribe Villalobos) que está con V. S. el
Dr. del Águila, de que he holgado mucho por la buena
— 100 —
relación que oí de su doctrina y de su juicio; mas dixéronme
también que habla requerido al Dr. León, que tiene U cáte-
dra de Alcalá, y desto me pesó mucho, porque no se puede
sufrir en compañía de otro, y es hombre que por sostener una
opinión e9poco para él matar todos los enfermos de una oto-
ñada y aún á los físicos, porque trae debaxo de la loba un
bracamante, y en disputando con alguno, nunca quita la
mano de la empuñadura. Yo le vi leer una vez á los escola-
res, y era tanto el hervor y el aceleramiento con que leya,
que no pudo sufrir la angostura de la cátedra, y apeóse de
ella en mi presencia y vínose con tan desordenado ímpetu,
que me hizo temblar la paxarilla en el cuerpo. Quiso Dios
que no lo habia conmigo, porque llegado al fin de la carrera
que se hace entre aquellos bancos, volvióse por el mismo
camino; y tanto era el esgrimir de los brazos, que unas veces
corría y otras saltaba, con los ojos salidos fuera, echando es-
pumas por la boca como los sacerdotes de la cueva de Ero-
phemio.» Digno es del pincel de Velazquez este retrato del
Dr. León, el cual, asi como el Dr. del Águila, está compren-
dido en la lista que pone Lobera de Avila después del pró-
logo de su Regimiento de Sanidad de los ilustres y doctísi-
mos médicos de su tiempo, en la que se dice que el Dr. León
era catedrático en Alcalá, y el Dr. del Águila médico de la
Cámara del esclarecido Príncipe nuestro Señor; esto es, del
que fué luego Rey D. Felipe II de este nombre.
El final de esta carta confirma lo que ya se ha dicho
acerca del estado de salud del Duque D. Manrique, á quien
escribe Villalobos: «Suplico á V. S. que mande á su secre-
tario que haga relación, con los que vienen ala feria, de
la disposición de V. S., porque si mi facultad bastase para
ello, nunca cesarían los correos que me diessen cada dia
nuevas del Duque de Náxera, mi señor, y de mi señora la
Duquesa» (i).
(r) Kn Medina de Rioseco, por concesión de 1477, ^ celebraban do«
ferias, una el 6 de Abril y otra el 18 de Setiembre; á los que habían de
ir á esta segunda se refiere Villalobos, que escribe el rs de Agosto, y esto
prueba que hacía larga residencia en aquella villa, como la habia hecho
años atrás, según se inQere de sus cartas.
— lOI —
La última carta que se conoce escrita por Villalobos es
de 2 de Mayo de 1 549, y aunque no cita el lugar en que está
fecha, se infiere que también se escribió en Medina de Rio-
seco, donde habia ido á asistir á la Duquesa de Medina, mu-
jer del Almirante de Castilla, á quien la carta vf dirigida.
No era ya éste el famoso autor de las Cuatrocientas pregun-
tas que falleció en el año de 1 538, el dia 9 de Enero» con
quien Villalobos tuvo, como se ha visto, correspondencia, sino
su hijo el limo. Sr. D. Luis Enriquez, á quien dedicó Fran-
cisco de Alfaro la edición de las Preguntas del Almirante
y de las Respuestas que dio á ellas Fr. Luis de Escobar, que
si bien guardó el anónimo, diciendo sólo que era fraile menor,
reveló su nombre en los versos acrósticos que forman la
invocación ó prólogo de la Letanía de quinientos proverbios
y avisos, que forma la parte se . ta de esta curiosísima y aún
00 bien estudiada obra; véanse los acrósticos:
«Fé, esperanza y caridad,
Rey de tus siervos christianos,
á tí levanto mis manos
y toda mi voluntad.
Lo que por mi poquedad,
vergüenza me es demandallo,
yo me atrevo á suplicallo
sólo por tu gran bondad.
Dame en esta letanía
el decir y el entender,
según siempre es menester
cada hora y cada dia.
O santa Virgen María,
bendita, ruega por mí,
alúmbreme Dios por tí.
Reina y abogada mia.»
Empieza la carta de Villalobos á D. Luis Enriquez en
estos notables términos: tilmo. Señor: Las nueuas de la
Corte son estas. Anda en ella una señora, que se llama
D.' Speran9a, que trae perdida la mayor parte de los corte-
— 102 —
sanos, y aunque ella es muy gran puta que á todos se dá, son
muy pocos los que alcanzan lo que promete, t De esta ma-
nera picaresca expresa Villalobos el mismo pensamiento
que con tanta elegancia expuso luego Rioja en su epístola
moral diciendo:
«Fabio, las esperanzas cortesanas
prisiones son do el ambicioso muere,
y donde al más astuto nacen canas;
y el que no las limase ó las rompiere,
ni el nombre de varón ha merecido,
ni subir al honor que pretendiere.»
Temia Villalobos que el Almirante fuese también víctima
de las esperanzas cortesanas, y le dice: «Aunque V. S. hizo
esta jornada solamente por servir á S. M. y al Príncipe, sin
otro respecto de interese ninguno, después de esto ha cenado;
si la dicha puta vieja acordare de tracUe suspenso y enga-
ñado, mi parecer es que desespere y se vuelve á su casa.»
No es fácil averiguar qué pretensiones tendría en la Corte el
año de 1649 el Almirante, aunque puede suponerse quesería
el ejercicio de los cargos que desempeñaron sus antepasados,
y que tan gran importancia les daban; pero es lo cierto que,
no obstante su parentesco con la Casa Real, después de la
muerte del Almirante D. Fadrique, sus sucesores no ocupa-
ron en la Corte el lugar que aquél y sus antecesores tuvie-
ron en ella.
La alusión que en este párrafo de la carta se hace al Car-
denal Silíceo, sin duda no tiene más objeto que el servir de
pretexto á estos conceptos: «Esto es, dice Villalobos, lo que
pasa en la Corte desde César el primero hasta César el pos-
trero, y desde un Pedro hasta una piedra, porque Silíceo
quiere decir piedra, á quien dijo S. M.: «Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia de Toledo, t En efecto,
en el año de 1 545 fué electo Arzobispo de Toledo Juan Mar-
tineZ| preceptor del Príncipe D. Felipe, que se llamaba Gui-
jarro, y latinizó su apellido usando el de Siliceo.
El cuadro que de las costumbres de la época nos traía
— io3 —
Villalobos después al hablar de la enfermedad de la Duquesa
de Medina, demuestra que siempre es la humanidad victima
de sus preocupaciones y de su ignorancia» y en lo que á la
Medicina se refiere, ni las clases más elevadas ni las perso-
nas más instruidas se libran de las consecuencias de esos
achaques de nuestra naturaleza; véase á este propósito lo que
dice Villalobos en esta carta:
•Las nuevas de Medina, que á mf me han acaecido con
mi señora la Duquesa, son estas: Yo le tengo merecido á Dios,
por el pecado de la soberbia, como la statua del Nabucodo-
nosor, que tenía la cabeza de oro y los pies de hierro y lodo,
porque cuando estaba en la Corte ó en Valladolid, yo pre-
sumía que era el principe de la Medicina, y assi todos los
otros doctores en nuestras juntas me tenian mucho acata-
miento, y esto desde el tiempo de los Sermos. Reyes Cathó-
iicos hasta el tiempo de la villa de Medina, adonde he venido
á ser las hezes y el desecho de toda la Medicina, t
tYo me contentaría de andar á la par con el Dr. López,
mas precédeme en el crédito la de Trueba, y la bruxa del
patio, y la beata hechicera del hospital, y la saludadora de
Santiago, y el hombre derrengado que cura el mal de ijada
con el estiércol de ratones; y quando alguna destas están en
la cámara, no me dexan á mí entrar, y mandan que no se
hag^ nada de lo que el Dr. Villalobos dixere, porque ha de
matar á la Duquesa como á la Emperatriz.»
La ocasión y el tono en que dice aquí Villalobos que
desde el tiempo de los Reyes Católicos presumía ser el rey
de la Medicina, y que los demás doctores le tenian mucho
acatamiento, es una prueba concluyente en contra de los
que han afirmado que no gozó gran concepto como físico.
Por lo demás, ya se vé que entonces, como ahora, los char-
latanes y los empíricos tenian gran prestigio entre el vulgo
y aun entre los que no pertenecen á él, porque, como hemos
oído decir á un doctor famoso de nuestros tiempos, en
medicina todo el mundo es vulgo; por esto, y porque los
que sufren apelan á todos los recursos para recobrar la salud,
tienen gran éxito los específicos y los remedios secretos que
explotan con mayor ó menor luibilidad algunos que en Es-
— I04 —
paña, y más todavía fuera de ella, han labrado grandes fortu-
nas á costa de la humanidad doliente.
Pero lo más interesante de esta carta es el final del pár-
rafo que hemos copiado, pues en él aparece que era creencia
general que Villalobos habia matado d la Emperatri^f, lo
cual no tiene más valor ni mayor importancia que los que se
debe atribuir al juicio harto común que atribuye al médico
que asiste á la última dolencia la muerte del enfermo, sin que
sea tan frecuente que se atribuya la cura á su acierto. Villa-
lobos, con su exterioridad festiva, que encubria de ordinario
la amargura y tristeza de su espíritu, solia hacer chacota
de esa creencia vulgar, y sin duda por eso se cuenta de él la
siguiente anécdota: lEl Dr. Villalobos, estando la Corte en
Toledo, entró en vna yglesia á oir misa, y púsose á rezar en
un altar de la Quinta Angustia, y á la sazón que él estaba
rezando pasó junto á él una señora de Toledo, que se llamaba
D.* Ana de Castilla, y como le vio scomien^a á decir: «Qui-
táme de cabe este judío, que matóá mi marido ;• porque
le hauia curado en una enfermedad, de la qual murió Un
mo^o llegóse al Or. Villalobos muy de prisa, y díiole: tSeñor,
por amor de Dios que vays, que está mi padre muy malo, á
verle. • Respondió el Dr. Villalobos: «Hermano, ¿vos no veys
que aquélla que vá allí, vá vituperándome y llamándome
judío, porque maté á su marido; (y señalando al altar): 7 ésta
que está aquí, está llorando y cabizbaja, porque dice que le
maté á su hijo; y queréis vos que vaya ahora á matar á
vuestro padre?» Otra anécdota, que además se refiere al
temor, de que tan frecuente alarde hacía Villalobos, por lo
que se le podria llamar fanfarrón del miedo, se funda tam-
bién en el concepto que generalmente se tiene de los médi-
cos, á quienes suele el vulgo llamar mata-sanos. Hé aquí la
anécdota, que por referirse al Príncipe D. Felipe y á las con-
diciones de su espíritu, ofrece especial interés: tEl Príncipe
D. Felipe, siendo pequeño, corrian unos toros en la Corre-
dera de Valladolid, y como arremetiese un toro tras un hom-
bre, frontero á la ventana do él estaua, houo miedo y estre-
mecióse. La Emperatriz, muy congoxada, dixo: «Por cierto
que temo que este niño ha de ser cobarde.» Respondió el
— io5 —
Dr. Villalobos: cNo tenga V. M. miedo, que en verdad quando
yo era pequeño, que era el mayor judihuelo de la villa, de
cada cosa temia, y ahora ya veis lo que hago, que no dexo
nadie que no mate.»
No tiene más fundamento que este 1q que se refiere á la
muerte de la Emperatriz, y, como ya se ha demostrado, no
influyó aquel suceso en la posición de Villalobos en la Corte,
sin que haya tampoco motivos para creer que se valiera de
aquella desgracia el Dr. Andrés Laguna para deshancar á
su compañero; pues no se encuentra prueba alguna directa ni
indirecta de que existieran celos profesionales entre el tra-
ductor de Dioscórides y el autor de los Problemas, y de
seguro algún rastro de ellos se encontraría en los escritos de
éste, como los dejó de su lucha con el médico preferido del
Emperador, Narciso Ponte t (i).
Cuando Villalobos escribió esta carta al Almirante de
Castilla D. Luis Enriquez, si su fecha es exacta, y no hay
razón alguna para ponerla en duda, tenia el famoso físico la
avanzada edad de setenta y cinco ó setenta y seis años, y es
de presumir que muriese á poco. No se ha podido hasta ahora
encontrar prueba ninguna directa del dia y año de su muerte,
pero hay un indicio, cuyo valor se deja al juicio de los lecto-
res, de que muriese en este año de 1549. Ya se ha dicho
antes que el famoso Dr. Lobera de Avila, de Avila, al pié del
prólogo de su Regimiento de Sanidad, dirigido Al estu-
dioso lector, pone una lista de «los ilustres y doctísimos
médicos de nuestro tiempo,» en la que figuran los siguientes:
«Doctor <;auallos, protomédico de su magestad.
» Doctor andrés de bexalio, médico de su magestad.
•Doctor del águila, médico de la cámara del esclarecido
principe nuestro señor.
«Doctor moreno, médico de la cámara del esclarecido
príncipe nuestro señor.
(i) El Dr. Laguna, natural de Segovia, estudió en esta ciudad, y des-
pués en Salamanca y en París, de donde volvió en i536; fué catedrático
de Alcalá y acompañó al Emperador durante su larga residencia en Ale-
mania de 1342 en adelante.— Colmeiro, La Botánica y los botánicos
españoles.
— io6 —
» Doctor abarca, médico de su magestad y de la cámara de
la esclarecida rey na de bohemia.
«Doctor francisco de almazán, médico de su magestad.
tDoctor montaña, médico de su magestad.
»Doctor yrure, médico de su magestad.
9 Doctor pero lopez, médico de su magestad.
»E1 doctor ledesma, médico de la sancta inquisición,
teniente de protomédico.
•Doctor rodriguez, cathedrático en ualladolid.
tEl Doctor peñaranda, cathedrático de philosophia en
ualladolid.
nDoctor céspedes, cathedrático en ualladolid.
tDoctor león, cathedrático en alcalá.
tDoctor vega, <:athedrático en alcalá.
•Doctor reinoso, cathedrático en coimbra.
tDoctor alderete, cathedrático en salamanca.
» Doctor del hierro, médico en sevilla.
«Doctor cabra, médico en sevilla.
«Doctor inquiiina, médico en córdoba.
«Doctor aguilar, médico en toledo.
•Doctor fabricio, médico en segovia.
"Doctor vega, médico en avila. •
Como se vé, no consta en esta lista el Dr. Villalobos, y
como el privilegio para la impresión del Regimiento de
Sanidad está tdado en la villa de Valladolid á i8 dias del
mes de Diciembre, año del nacimiento de nuestro Salvador
Jcsu-Christo de 1549 años,» es probable que en esta fecha
habría ya fallecido Villalobos, pues sólo asi se explica la
omisión de tan ilustre físico en la lista formada por Lobera
de Avila, aunque éste dice que no los pone todos por evitar
prolixidad.
OBRAS DE VILLALOBOS.
OBRAS científicas.
I.
EL SUMARIO D£ MEDICINA Y EL TRATADO SOBRE
LAS PESTÍFERAS BUBAS.
Ya se ha dicho que el primer libro que publicó Villalo-
bos fué el Sumario de Medicina, con un tratado sobre las
pestíferas bubas, impreso en Salamanca, por Antonio de
Barreda, en 1498, cuando tenía el autor no más que veinti-
cuatro años. En el prólogo latino que le precede explica
Villalobos los motivos que le movieron á escribirlo, que no
fué sólo complacer á su protector el Marqués de Astorga, á
quien la obra vá dirigida, sino procurar algún remedio á los
males que causaba la ignorancia de muchos de los médicos
de su tiempo y la falta de ellos en casos de enfermedad;
por lo cual lo compuso en romance trovado. Para juzgar con
acierto esta otra, así como las demás de carácter científico del
autor, sería menester emplear largo espacio y una suma de
conocimientos muy superior á la que posee el que esto
escribe; ante todo era necesario determinar con precisión el
estado de las ciencias en general, y en particular de las mé-
dicas en la época de Villalobos, y esto no sólo en España,
sino en el resto de Europa, cosa harto difícil y larga; pues á
fines del siglo xv, y principio del siguiente, fué cuando se
inició con extraordinario vigor aquel impulso de la vida inte-
lectual en Occidente, que se conoce con el nombre de Rena-
— no —
cimiento, protegido en especial por los Pontífices, y que
tuvo su principal centro en Italia. Mediante los Estados
que en aquella península poseía la Corona de Aragón, este
impulso se comunicó muy pronto á España, y no sólo porque
muchos de sus naturales acudian de antiguo á completar
su educación en la insigne Universidad de Bolonia, sino
también porque vinieron por aquel tiempo á España italia-
nos tan ilustres como Pedro Mártir de Angleria, Lucio
Marineo Sículo y P. Mártir Rizo, que se naturalizaron en
estos Reinos y ejercieron en ellos cargos públicos importan-
tes, habiendo tratado de nuestras cosas en libros tan curiosos
como las Décadas de orbe novo y las Cosas memorables de
España.
Sabido es que el carácter dominante del Renacimiento, á
que nos vamos refiriendo, así en las ciencias como en las
letras y en las artes, consistió principalmente en la infusión
en la civilización cristiana de nuevos elementos de la anti-
güedad griega y romana; los escritores clásicos fueron enton-
ces objeto de una verdadera pasión en todos los órdenes del
conocimiento; los amantes de la filosoña emprendieron con
ardor el estudio de las obras aristotélicas, empezando por
depurar los textos tan corrompidos en los manuscritos que
de ellas se conservaban; lo mismo se hizo con los de los auto-
res latinos, ayudando á estos trabajos de erudición de una
manera eficadísima la imprenta, que acababa de inventarse,
y que, después de los libros sagrados, se empleó con gran
actividad en la reproducción de las obras de griegos y lati-
nos, que con gran afán se buscaban por todas partes, espe-
cialmente en las bibliotecas de los antiguos monasterios de
Europa y de Asia; los jurisconsultos se consagraban con afán
al estudio de los Fondéelas desde que se descubrió el manus-
crito de Amalfí, y los médicos al de las obras de Hipócrates,
y especialmente á las de Galeno.
En España, esta corriente científica se mezcló, quizá más
que en otra parte, con la que traia su origen de fines del
siglo XI, y que influyó, sin duda, de un modo eficacísimo en
aquel primer renacimiento intelectual del Occidente en el
siglo XIII que produjo en Italia á Dante, á Petrarca, á Santo
— III —
Tomás, 7 entre nosotros á D. Alonso X y á los sabios que flo-
recieron en su reinado.
Después de las grandes catástrofes que sufrió Europa
desde el cuarto al sétimo siglo de nuestra Era, sucedió una
época de tinieblas, en la que pareció que el Occidente habia
retrocedido á los tiempos de antigua barbarie anteriores á la
civilización greco-latina; pero como la obra de la civilización
jamás se interrumpe, los gérmenes de ella, que parecian
extinguidos en Europa, brotaron en Oriente bajo el domi-
nio de los califas árabes, y más todavía durante la dinastía
persa de los descendientes de Mahoma; como los sectarios
del Profeta extendieron su dominación á España, la civiliza-
ción, que llamaremos musulmana, tuvo uno de sus principa-
les focos en nuestra Península, y Córdoba primero y Toledo
después, alcanzaron en el siglo xn la supremacía intelectual
de Europa, viniendo á estudiar á sus escuelas muchos letra-
dos de las demás naciones.
Dos ilustres sabios, persa el uno y español el otro, repre-
sentaron más especialmente la civilización islámica. Ibn-
Sina, llamado vulgarmente Avicena, é Ibn-Roch, que se
conoce con el nombre de Averroes, ambos fueron filósofos,
médicos y jurisconsultos.
Avicena nació en Afchana, cerca de Bukhara, el año
de 988, y murió en io3ó; fué de un saber universal; como
filósofo profesó la doctrina peripatética, y en Medicina siguió
especialmente á Galeno; su obra principal en esta ciencia fué
el Cánofiy dividido en cinco partes, que tratan: la primera, de
generalidades de la ciencia; la segunda, de materia médica;
la tercera, de enfermedades particulares; la cuarta, de enfer-
medades comunes á diversos órganos ó regiones, y la quinta,
de la farmacopea.
Después del Canon, la obra más importante de Medicina
que escribió es su compendio en verso, cuyo original lleva
el nombre de Ardju^a, derivado del del mttxo Redje:^; tam-
bién se llama Mendhouma, es decir, poema, y en las nacio-
nes latinas Conticum. El Canon fué traducido al latin por
Gerardo de Cremona y por Almago, y se publicó en Roma
con el texto árabe.
— 112 —
Mr. G. Dugat hace el siguiente juicio de Avicena (i):
tDice Cbahrastani: Toda la ca^a está en el vientre del
onagro (2), hablando de Ibn-Sina, que es el mayor de los
filósofos árabes, como el onagro es la mayor pieza de caza.
Toda la filosoña árabe está en sus obras, y cuando llegue-
mos á comprenderlo bien conoceremos la filosofía árabe; mas
para esto sería menester que nos fuesen asequibles todos sus
escritos, y se sabe que desgraciadamente algunos se han per-
dido porque fueron saqueados y destruidos por los ortodoxos,
y los que quedan están diseminados en las bibliotecas de Eu-
ropa y de Oriente.
blbn-Sina empezó su vida como todos los que han alcan-
zado gran fama por un trabajo excesivo. Devorado por la
sed ardiente de conocerlo todo, adelantó muy pronto á su
primer maestro, que vino á ser, en cierto modo, su discípulo;
á los diez y ocho años sabía cuanto se podia saber en su
época: ciencias exactas, ciencias especulativas, artes y bellas
letras. Sus obras no bajan de ciento siete, de diferentes dimen-
siones, sin contar diversos escritos que no se pueden clasificar
rigurosamente.»
No debe juzgarse ligeramente la filosofía de Ibn-Sina:
espíritu tan poderoso no podia ser un plagiario ni ir á remol-
que de ninguna escuela, aun cuando fuese la de Aristóteles;
no olvidemos que emprendió por sí mismo el estudio de las
ciencias, y sólo conociendo bien sus principales obras se
podrá penetrar su íntimo pensamiento; se dice vulgarmente
que su filosoña es en la esencia peripatética, pero no se han
distinguido hasta ahora lo bastante los elementos que hay en
ella extraños á la doctrina de Aristóteles, y que le son per-
sonales y propios. Aparte de sus obras enciclopédicas, tales
como el Chefa y el Nedja, en que sigue el plan de Aristó-
teles y de su libro La justicia, El Infaf, en que comenta
todas las obras del Stagirita, escribió obras originales, como
(r) Histoire des Philosophes et des Theologicus musulmans, Pt-
rís, 1878.
(3) Sobre este proverbio véase el libro de Abd-cl-Kader, traducido
por G. Dugat; pág. ?36.
— ii3 —
La filosofía oriental. La Filosofía celeste j El libro de las
discusiones^ en el que trata las cuestiones metafísicas pro-
puestas por su discípulo Bahmiar, y otras dirigidas á El
Biruni. Su última obra, El libro de las indicaciones, Kitab
el Jcharat, uno de los más importantes, ha sido objeto de
numerosos comentarios. Sobre la filosofía de Ibn-Sina puede
consultarse lo que Munck ha dicho en su Miscelánea de filo-
sofía drabey judia (i): las investigaciones de este sabio bas*
tan para conocer en general algunos de sus aspectos.
»Dice Munck que Ibn-Sina ha hecho frecuentes concesio-
nes á las ideas de su tiempo, pero no precisa su índole y natu-
raleza, t Aunque parece, dice Munck, que Ibn-Sina hace con-
ceslones^á los Motecallemin;» y en otra parte: «Aunque haya
hecho numerosas concesiones á las ideas de su época, • mon-
sieur Renán ha adoptado esta opinión, pero nuestro filósofo
no vivia en una época de libre examen. Funcionario de la
Administración de los Príncipes Samanidas, que fueron sus
protectores; servidor del Príncipe Bouide, que tenía ideas
expansivas y de tolerancia, compuso algunas obras relativas
á la religión musulmana, y comentó algunas suras del Coran;
escribió un tratado sobre la ascensión de Mahoma al cielo,
Miradj, y Hdji Kalfa afirma que Ibn-Sina demuestra en él
que la ascensión fué posible, sin duda ésta es una concesión
á una creencia popular; mas para juzgar el libro sería nece-
sario conocerlo, pues nada fútil ha debido salir de su pluma.
Por lo demás, atacó á los Motecallemin en sus escritos, y ha
demostrado con frecuencia lo falso de sus razonamientos, así
como su ignorancia; por ejemplo, cuando contradicen la defi-
nición que dan los geómetras del punto que no admite
división.
•Munck dice también en su Miscelánea (2) que Ibn-Sina
acepta la inspiración profética, y parece que de este modo
indica que admite también la revelación. Pero Ibn-Sina trata
de la profecía como filósofo y psicólogo, y no como musul-
mán creyente; véase lo que acerca de esto dice el ortodoxo
(i) Véanse las páginas 356 y siguientes de la obra citada,
(a) Pág. 365.
— 114 —
Ibn-Kaldun: «No debe darse ninguna importancia á las pala-
bras de Ibn-Sina cuando rebaja el profetismo al nivel de la
visión y dice que es acto de la imaginación que envia una
imagen al sentido común, i
«De esto se deduce cuan imprudente es formar juicios
sobre un filósofo como Ibn-Sina antes de estudiarle con
atención. Cuando le vemos, celoso de las prerogativas de la
razón y de la ciencia, tratar como lo hace á los astrólogos y
á los mágicos de su época, demostrando lo vacío y absurdo
de sus investigaciones, no se puede decir que halague las
preocupaciones de su tiempo; no se recata para demostrar lo
vano de la astrología que no se funda en ninguna demos-
tración, y que hace depender la felicidad ó la desgracia de
los hombres de la influencia de las estrellas. «No hay en
este mundo, dice Ibn-Sina, ni felicidad ni desgracia abso-
luta, y cada cual está descontento de lo que Dios le ha
dado, menos de la razón. • También es opuesto á los par
tidarios de la alquimia, «que quieren alcanzar la riqueza sin
trabajo y sin fatiga, convirtiendo el cobre en plata y la plata
en oro.»
tIbn-Sina no era tal que hiciese concesiones de ninguna
suerte en el terreno de los principios; era, sí, prudente, y para
que pasaran sus escritos filosóficos, los principiaba y los ter-
minaba con invocaciones á Dios y á Mahoma, y les ponia
títulos extravagantes para no llamar la atención de los orto-
doxos (i). Donde podrian hallarse concesiones, es en frases
como las siguientes:
«El mejor movimiento es la oración; el reposo más ejem-
plar, el ayuno; la beneficencia más útil, la limosna; el mere-
cimiento más puro, el sufrimiento, y el primer conocimiento,
el conocimiento de Dios (2). Recomienda que no se olviden
las instituciones legales, y que se glorifiquen las tradiciones
divinas, y dice que el mejor acto es el que procede de una
(i) Por ejemplo, la epístola de año nuevo, Ez-vicala, Cn-Niruzia, diri-
gida á un amigo, á quien dice ba}o este título fótil que el regalo más
noble que poília hacerse era un libro de filosofía.
(2) Su testamento dirigido á Ibn-Abul-Katr el Sufi.
— ii5 —
intención pura; la mejor intención la que procede de la
ciencia, j que ía filosofía es la madre de las virtudes.
»Ibn-Sina era músico y poeta al par que filósofo, médico,
matemático y gramático; todas sus obras llevan la marca de
su garra de león; no fué vulgar en nada.t (i)
Bafo muchos aspectos, es semejante á Ibn-Sina el famoso
andaluz Ibn-Rosche vulgarmente conocido bajo el nombre
de Averroes, que nació hacia el año 1120 de nuestra Era y
que cultivó también todos los ramos de la ciencia, tal como
se conocía en su tiempo y con arreglo á la doctrina de Aris-
tóteles, siendo su célebre Comentario el texto fundamental
del peripatetismo, no sólo entre los árabes y judios, sino
también entre muchos cristianos del Occidente y habiéndose
prolongado el influjo de sus doctrinas hasta los tiempos mo-
dernos en la escuela de Pádua. Mr. Renán ha escrito, bajo el
título de Averroesy el averroismoy un libro interesante sobre
la persona y el sistema del famoso filósofo; pero la verdad es
que aún no están bastante estudiadas en su conjunto las
escuelas filosóficas y médicas de los árabes, y por tanto no se
pueden determinar con exactitud las analogías y diferencias
que existen entre los filósofos y médicos árabes; sin embargo,
que entre Avicena y Averroes existen relaciones científicas
de gran importancia, es evidente, no sólo porque ambos
eran aristotélicos y galenistas, sino porque consta que una
de las obras más conocidas de Averroes es su Comentario al
poema de Ibn-Sina, el cual, como se ha dicho, es un resu-
men de la Medicina, que sin duda sirvió de modelo para
escribir el suyo á Villalobos.
Sabido es que la Medicina árabe reinó sin rival en toda
Europa, no sólo durante la Edad Media, sino años después
de haberse iniciado el renacimiento, y en testimonio de esta
verdad, no hay sino examinarlas Ordenam^as de la Univer-
sidad de Salamanca, hechas en el año de i56i, que contie-
nen un plan completo y detallado de los estudios que en ella
se hacian, y en lo que se refiere á la enseñanza de la medí»
ciña, se establece lo siguiente:
(I) Dugat. Histoire des phUosiphes et theologiens árabes.
~ ii6 -
TÍTULO XIII.
DE LO QUB HAN DB LEER LOS CATHEDRÁTICOS DE MBDICIlfA.
« I . En la Cáthedra de Prima de Medicina, está señalado
que se lea el primer año la Fen, primera de Auicena. Y es
justo que en los dos meses primeros hasta Nauidad, se lean
los tres capítulos de las tres doctrinas hasta llegar á la doc-
trina cuarta de humoribus exclusive.
»2. ítem, desde principio de Enero hasta todo Febrero,
se deuen leer los capítulos de la quarta doctrina , que son de
humoribus el vno y el otro de qualitate generationis eorum.
•3. ítem, de membris, que es la doctrina quinta, se lea
hasta Pascua de flores.
»4. ítem, se lea la doctrina sexta, hasta el fin de toda la
Fen.: lo cual se lea todo hasta sant Juan.
»5. En el segundo año, se lea la Fen. primera del quarto
de Auicena : los dos primeros meses, hasta Nauidad, se lea
todo el tratado primero, dexando de leer lo de Ephimeris que
no se suele leer.
)*6. ítem, desde Enero hasta Antruejo, ó principio de la
segunda semana de Quaresma, se lean siete capítulos arreo,
sin dexar ninguno del tractado segundo.
97. ítem, hasta Pascua de flores se lean todos los capítu-
los de correctione accidentium.
»8. ítem, hasta sant Juan se lea los capítulos más prácti-
cos que se suelen leer, como de cura tertiane con la esencia
y señales, y defebri sanguinis, y de signis, y de cura^ y
de causone y de las fiebres flemáticas, y quartanas, y pesti-
lenciales y de variolis.
•9. En el tercero año está asignada la Fen, segunda del
primero ; déuense leer ocho capítulos de la primera doctrina
hasta Nauidad.
• 10. ítem , desde Enero hasta principio de Quaresma se
lea de la segunda doctrina y tercera, los más principales ca-
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pitillos ad vota audientíum , que tengan tanta lectura como
lo que antes se dijo.
. >i I . ítem , toda la Quaresma se lea de pubibus^ y desde
Pascua hasta sant Juan de urinis.
>i2. Y en el quarto año se ha de leer la cuarta Fen. del
primero de Auicena, y hanse de leer hasta Nauidad los tres
capítulos primeros , y hasta principio de Quaresma diez y
sífete capítulos , y el capítulo vigésimo de phlebototnía hasta
Pascua de flores, y todo lo que resta de la Fen. , hasta sant
JuaD : y si algo quedare de leer que no se pueda auer acabado
en este año ó en los pasados, acábelo el sustituto y sea obli-
gado á ello.
>i3. En la cáthedra de vísperas se léala primera de
Aphorismos, hasta Nauidad, y la segunda hasta Pascua de
flores , y la tercera hasta sant Juan.
114. En el segundo año se lea la quarta hasta Quaresma,
y la quinta hasta Pascua de flores, y seita y séptima hasta
sant Juan.
» c 5. En el tercero año lea el primero todo del Techni, y
del segundo, hasta de cerebro exclusive; y hasta Quaresma
lea hasta de testiculis inclusive , y hasta Pascua lea la mitad
de lo que queda, y hasta sant Juan la otra mitad.
» 16. En el cuarto año lea hasta Nauidad , que llegue al
texto venereorum vero, y hasta Quaresma lea hasta el texto
Curatio quidem cutn habet modum , y hasta Pascua hasta el
texto Si cum ulcere, esta primera, que es texto Arábigo,, y
acabe el libro todo hasta sant Juan.
917. En la cáthedra de la mañana, de diez á once, se lea
el primero de Crisibus hasta Nauidad , y todo lo que resta
hecho tres partes , lea la una parte hasta Quaresma y la otra
hasta Pascua, y la otra hasta sant Juan.
1 1 8. El segundo año todo el primero libro de pronósticos
lea hasta Nauidad, y el segundo hasta Pascua de flores, y el
tercero todo hasta sant Juan.
• 19. El tercero año lea el primero libro de victus ratione
hasta Nauidad , y el segundo hasta Quaresma , y el tercero
hasta Pascua de flores, y el quarto hasta sant Juan.
• 20. En la cáthedra de la tarde se lea el nono ad Alman-
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sorem; la, mitad del libro hecho cuatro partes, y cada dos
meses lea cada cuarta parte : de manera que para Nauidad
lea la primera cuarta parte de la mitad de todo el libro, y la
segunda cuarta parte basta Quaresma , y la tercera hasta Pas-
cua de flores, y lo que resta ^ hasta sant Juan se acabe. Y de
la mesma manera se baga el segundo año, que se ha de leer
la otra mitad del nono sobredicho.
>2i. En el tercero año lea hasta Nauidad tres libros pri-
meros del Méthodo, ó á lo menos más que dos , y hasta Qua-
resma otros dos libros, de manera que haya leido cinco, y
hasta Pascua de flores lea dos, y hasta sant Juan acabe el nono
por lo menos. En el cuarto año, todo lo que falta para cum-
plimiento de todo el Méthodo, se haga quatro partes , y cada
dos meses acabe cada parte , de forma que hasta Nauidad lea
la primera de quatro partes de todo lo que ouiere de leer en
todo el año : y hasta Quaresma lea la segunda parte dellos,
y la tercera parte lea hasta Pascua, y acabe todo el libro
hasta sant Juan.
»22. ítem, ordenamos que desde sant Juan hasta vacacio-
nes, quando el rector tomare votos para nombrar sustitutos
con acuerdo del cathedrático de prima de Medicina, nombre
lo que ha de leer y passar en la tal sustitución aquel año.
CÁTHEDRA DE ARATOMÍA.
» I . Estatuimos y ordenamos que el cathedrático de Ana-
tomía haga seys Anatomías universales enteras desde el dia
de sant Lucas hasta sant Juan, vnade solos los músculos, otra
de solas las venas , otras de sólo huesos , otra de solos nier-
uos y dos enteras de todo el cuerpo humano. Y en el dicho
tiempo haga doze particulares; dos de cabeza, dos de ojos,
dos de ríñones, dos de coraron, dos de músculos y venas del
brazo y dos de músculos y venas de la pierna. Las seys ge-
nerales se han de hacer en la casa de la Anatomía edificada
á este fin , y las doze particulares , ó en el hospital del estu-
dio ó en el general de Medicina, no gastando en ellas más
que hora y media á la hora de la cáthedra de Anatomía.
Más las Anatomías universales empegarse han en saliendo
— 119 —
de lecaon de Prima hasta la tarde antes de lection de víspe-
m, de manera que nunca se pierda de leer en la cáthedra
de Prima y de Vísperas.
93. ítem, que por causa del olor en las Anatomías uni-
versales no excederá de dos ó tres días en ellas, sólo tratando
el uso y el nombre , y alegando precisamente donde la trata
Galeno y Vesalio, y lo demás que quisieren, declarando lo
más llegado á razón.
»3. ítem , que baya de hauer de salario de su cátbedra
desde sant Lucas hasta vacaciones , leyendo una lection, y
pasando según el rector por sant Lucas, le asignare diez y
seys mil marauedís de salario, y por cada Anatomía uni-
versal que hiziere, dos mil marauedís, y por cada disección
particular mil marauedís. Y solamente se le paguen las que
constare hauer hecho perfecta y cumplidamente.
>4. ítem , quedando de la universidad prouision real y
recaudos bastantes, sea obligado el dicho cathedrático á po-
ner diligencia para hauer cuerpos humanos do se hagSl las
dichas disecciones, y no pudiendo hauerse lo que fuere
leyendo en su lección y cáthedra , lo vaya mostrando en las
estampas y figuras de Vesalio, para que se entienda lo que
se va leyendo. Y entre año haya algunas veces conclusiones
de Anatomía , á las cuales se halle presente el dicho cathe-
drático.
Nótase ya en este plan de enseñanza médica el infiujo del
método de observación directa; pero se vé el predominio que
en ella tenía la enseñanza meramente especulativa y la in-
fluencia que aún conservaba la Medicina árabe, y en espe-
cial la de Avicena, cuyo Canon fué, como su nombre indica,
el fundamento doctrinal de toda la ciencia. Si tal era el es-
tado de los conocimientos médicos en Europa en i56o, fácil
es comprender cuál sería en 1498, cuando Villalobos escribió
el Sumario. Sin embargo, una de las circunstancias que le
distinguen entre los médicos de su tiempo, es su carácter
original y una desconfianza notabilísima del valor científico
délas teorías médicas reinantes, especialmente de las doc-
trinas de los árabes , como lo demuestra la carta escrita á su
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padre en el mismo año de 1498, en que publicó el Sumario.
Era esta carta respuesta á otra que, siguiendo el método esco-
lástico, resumió en seis conclusiones, de las cuales la última
se refiere á la Medicina, en cuya ciencia, según se infiere de
la refutación que de ella hace Villalobos, su padre se mues-
tra partidario convencido y entusiasta de las doctrinas de los
escritores árabes , y sobre este asunto dice Villalobos lo si-
guiente, que parece escrito por un médico filósofo de nues-
tros dias:
« En cuanto á la última conclusión, téngola seguramente
por falsa , pues si la Medicina engaña al médico y á los pa-
sientes haciéndoles pasar grandes trabajos, destruyendo sus
cuerpos y sumiéndolos en la miseria, ¿cómo llamarla fidelísi-
ma? No niego la utilidad de sus preceptos higiénicos ni de
sus métodos evacuativos, digestivos, alterantes y otros aná-
logos; pero no deben extremarse sus elogios, pues ocupán-
dose esta ciencia en cosas contingentes y que caen bajo el
poder de Dios y de la naturaleza, engaña sin rebozo y miente
cuando promete de sus experiencias felices y seguros efectos;
los que á ciertos electuarios y compuestos se atribuyen , son
de escasa virtud y casi pudiera decirse vanos, pues más for-
talece la albóndiga mojada en caldo, la cual en todas partes
se encuentra, que la preparación del alkermes, que sólo se
halla en los alcázares ó en los palacios de los señores, y lo
mismo sucede con el pan tierno mojado en vino generoso; la
ventilación del aire fresco conforta más que las piedras pre-
ciosas y el diamante , y más que el oro y las esmeraldas que
se traen del Oriente. No se rompe la piedra en la vejiga por
la virtud de los medicamentos , ni se estirpa el tumor de las
articulaciones como se extrac el dardo de la herida; todas
estas son, en mi sentir, falsas invenciones acreditadas por los
que corren detrás de los charlatanes como los carneros de
Panurgo. Siendo, pues, la Medicina infiel é insegura, debe
recusarse el testimonio de los árabes, por cuanto los infieles
pueden conocer la fidelidad , como el ciego les colores. »
Todo este párrafo, que debiera escribirse con letras de oro,
demuestra que Villalobos pertcnecia á aquella generación
de sabios que iniciaron el segundo renacimiento clásico, y
— 121 —
si bien todavía no habia olvidado las enseñanzas de Avicena
ni las de Averroes, daba la preferencia á las de los autores
griegos y latinos, aunque no era helenista y trataba con
desden á los gramáticos de su tiempo, como se ha visto en la
carta que dirigió á Hernán Nuñez Pinciano en 1 626; en ella
misma nos dá un testimonio directo de que se habia consa-
grado al estudio de los escritores griegos, pues dice al famoso
Comendador que ttenía puestos en limpio muchos libros de
Galeno, especialmente el De virtutibus naturalibus,9 y más
adelante añade que tholgara ponerse en examen contra toda
Turquía en las obras de Aristóteles, y Theofrasto, y Platón,
y Plotino, y Galeno. »
Como ya se ha dicho, las doctrinas de la filosofía arábiga
tuvieron en Occidente su principal centro en la escuela de
Pádua, donde se prolongó el reinado científico de Averroes
hasta mediados del siglo xvii. Uno de los sabios más célebres
de esa escueta fué Pedro Abano, que murió en i3i5, y que
escribió el libro titulado Conciliator diferentiarum philoso-
phorum et medicorum , fundamento de las doctrinas médicas
de Pavía, que ampliaron luego Zimara y Tomitano. Aunque
Abano no conocía el Colliget ni las otras obras especiales de
Medicina de Averroes, la suya está sacada de los libros filoso-
fíeos del sabio andaluz , y como alcanzó tan grande autoridad
entre los médicos, fué conocida por Villalobos; pero éste no
era de sus sectarios y consagró uno de los doce principios de
su obra titulada Congresiones , á combatir las doctrinas de
Abano, si bien defendiendo á Avicena, cuyas teorías, así
filosóficas como médicas, se acercaban más á las de los griegos
que las de Averroes, y mucho más que las de los averroistas
de la 'escuela de Pádua. La conclusión ó principio en que
trata Villalobos del libro de Pedro de Abano, ó aponense, es
el noveno, y lleva por epígrafe De ultione avicence. La
materia á que se refiere Abano es el origen del dolor, y
combate la teoría de Avicena que defiende Villalobos , apo-
yándose justamente en el texto de Galeno, que, según afirma
nuestro físico, no habia interpretado bien el doctor Patavino.
Todo lo dicho y lo que fácilmente pudiera deducirse de
las obras de Villalobos • confirma lo que hemos manifestado
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sobre sus ideas en orden á las ciencias de la naturaleza en
general, y en particular á las de la vida, de que es un ramo
especial la Medicina; pero nos llevaría muy lejos de nuestro
propósito analizar dichas obras, bastando con que indiquemos
que las teorías de Villalobos, acerca de lo que los aristotélicos
llamaban física, y los modernos^i/o^q/íía de la naturaleza,
están expuestas en los primeros tratados de los Problemas
que llevan por epígrafes: Del sol. Venus y Mercurio y De
la luna; ambos ajustados al tratado de Coelo, de Aristóteles;
en el De los cuatro elementos; en el Del fuego; y en el Del
aire y tierra^ agua. Estas teorías, en el fondo son las
mismas que sirven de fundamento al Comentario del segundo
libro de la Historia natural de Plinio. La filosofía médica
de Villalobos está especialmente expuesta en la obra titulada
Congresiones vel duodecim principiorum liber; en El
diálogo de las fiebres enterpoladas ; en el que ahora por
primera vez se publica entre Villalobos y su vriado; en el
del calor natural , y claro es que en el Sumario de Medicina,
que no obstante su carácter eminentemente práctico, consagra
las primeras coplas, que forman una verdadera introducción,
á las generalidades ó principios especulativos.
Si queremos calificar en dos palabras á Villalobos como
médico, podríamos decir que era humorista en patología, y
polifarmaco en terapéutica > y que aun cuando su elevado
entendimiento y sus estudios filosóficos le hicieron desde
muy temprano considerar con desdén y desconfianza la espe-
culación y el empirismo que reinaban y reinaron después de
su vida en el arte de curar, todavía no pudo alcanzar los
resultados que la anatomía y la fisiología experimental han
producido en las ciencias de la vida que tan gran desarrollo
han alcanzado en nuestra época, merced á los trabajos de
Claudio Bernard, de Wirchow y de Dubois-Raymond, de
Pasteur y de otros ilustres doctores.
En el Sumario describe Villalobos los cuatro humores,
y con la doctrina del frió, del calor, de la sequedad y de la
humedad, y según las combinaciones de estas entidades,
explica las dolencias que después enumera, así como los
medicamentos apropiados para su curación; porque el Suma'^
— 123 —
no es á la vez una patología, una terapéutica y una farma-
copea, puestas al alcance de los profanos, muy parecidas en
lo esencial á las que se contienen en la Sevillana medicina^
del médico del Rey D. Pedro de Castilla, Juan de Aviñon,
publicada por Monardes, y no muy diferentes de las que
informan, como ahora se dice, el Regimiento de la salud, del
Dr. Lobera de Avila, médico del Emperador Carlos V; pues
ks tres obras, inspiradas en los mismos principios, tienen
idéntico objeto, que es poner la Medicina al alcance de todos.
Si bajo el aspecto científico el Sumario de Medicina tiene
un interés meramente histórico, no sucede lo mismo como
obra literaria, pues es quizá el primer ejemplar que se produjo
en la literatura castellana de un poema didáctico (i); ya se
ha dicho que sin duda sugirió á Villalobos la idea de escri-
birlo el Canticum de Avicena, y por esto es testimonio de la
influencia de la poesía arábiga en la nuestra. El Sr. Ticknor
no hace mención de esta obra de Villalobos en el cap. V de
la 2.' época de su Historia de la literatura^ y la hace de las
Cuatrocientas respuestas, de Luís de Escobar, que califica
de obra didáctica, cuando su carácter predominante es moral
y ascético, y de las Trescientas cuestiones naturales con
sus respuestas, por Alonso López de Corellas; ambos escritos
son muy posteriores al poema médico de Villalobos, y sólo
el segundo es de índole análoga á éste, aunque más parecido
todavía á los Problemas del mismo Villalobos, así por la
forma y términos en que se hacen las preguntas, como por
que Corellas, además de la respuesta en verso, la amplía en
prosa y en forma de comentario.
El Sumario de medicina es anterior á la época en que
empezó á reinar el gusto italiano en la poesía castellana, así
es que está escrito en coplas de arte mayor, y en el estilo
que solian emplear para ellas los poetas anteriores á Garci-
laso; la materia de este poema no se presta á las galas de la
(i) El maestro Diego del Cobo escribió un poema de que se conserva
parte en la sección de manuscritos de la Biblioteca Nacional con este
título: «El segundo tratado de la cirujfa rimada,» y según los versos con
que coocluye, se acabó de escribir esta obra el 3o de Mayo de 141 2.
— 124 —
forma ni á los arrebatos de la imaginación; pero no se puede
desconocer que la obra de Villalobos se ajusta á las condi-
ciones del género á que pertenece, y no se le debe tampoco
negar la gloria de haber sido entre los españoles el primero
que intentó popularizar la medicina, combatiendo de este
modo la pedantería, que suele ser achaque tan general en
los que se dedican á su estudio y su ejercicio, y sin duda
debió tener presente esta producción de Villalobos Sorapan
de Reinos, al escribir su Medicina en refranes vulgares.
Por todas estas consideraciones se ha resuelto reimprimir
en el volumen XXIV de la colección de los Bibliófilos el
Sumario de Medicina, pues su rareza es ya tal, que sólo exis-
te, que se sepa, el ejemplar que posee el Sr. Marqués de San
Román, y el que, según manifiesta el Sr. Jorge Gaskoin, se
conserva en el Museo Británico^ porque si bien éste habla
en su libro sobre Villalobos, de un ejemplar que exbtia en
la biblioteca del Sr. Marqués de la Romana, incorporada ya
en la Nacional, y de otro que habia en este establecimiento,
según las noticias que le comunicó el Dr. Montejo, han sido
inútiles las tentativas que se han hecho para encontrarlo.
Como las coplas sobre las pestíferas bubas forman parte
del volumen en que se contiene el Sumario^ no hemos que-
rido suprimirlas para dar idea exacta de tan raro libro, aun-
que han sido varias veces reimpresas, especialmente por el
Sr. Morejon en el apéndice III de su Historia bibliográfica^
y por el Sr. Chinchilla en su Historia de la medicina espa-
ñola, además á este tratado debe principalmente Villa-
lobos la fama de que goza como médico, sobre todo en el
extranjero.
Sería muy largo, y además fuera de lugar, exponer cuanto
se relaciona con el asunto de las bubas; basta decir que la
enfermedad á que se refiere y su tratamiento, constituyen hoy
una de las pocas especialidades ó monografías bien estudia-
das y constituida casi con carácter científico. Desde su apa-
rición en el año de 1493 se han consagrado á su estudio mu-
chos médicos, y se han escrito y se escriben cada dia muchas
obras acerca del asunto, empezando por la cuestión relativa
á su origen, teniéndose ya por indudable que la sífilis fué
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importada en Europa por los primeros descubridores de Amé-
rica, según ha demostrado con entera claridad y con gran
copia de datos el Dr. Montejo en la Memoria que leyó en el
Congreso de Americanistas, celebrado en Madrid en 1881, é
impresa en las actas de aquella reunión científica.
Villalobos fué uno de los que primero trataron de la sífi-
lis (i), y aunque sobre su naturaleza y caracteres no sean hoy
aceptables sus opiniones, y aunque no haya prevalecido el
nombre de sarna egipciaca que propuso para esta. enfer-
medad, y sí el de sífilis que le dio Fracastoro en su poema
sobre la misma dolencia, escrito treinta años después del
de Villalobos^ éste describió con admirable exactitud todos
los síntomas del padecimiento, haciendo notar que el chancro
era, por decirlo así, su primer momento, y que después de
un período más ó ménOs largo aparecían los síntomas llama-
dos secundarios y terciarios, postillas, dolores^ durujones y
úlceras.
En cuanto al plan curativo que para tan grave mal pro-
pone , no podia menos de ser el que para las enfermedades
análogas se usaba en su tiempo, y especialmente los evacua-
tivos; sin embargo, se ha notado por los que han estudiado
con detenimiento el Tratado sobre las pestíferas bubas, que
si bien en las primeras coplas habla en contra del uso del
abogue, luego lo emplea en la confección de alguna de las
recetas que se recomiendan para curar ciertos síntomas de esta
terrible dolencia.
No seríamos justos si al hablar de las coplas de Villalobos
que forman el Tratado sobre las pestíferas bubas, no hicié-
ramos mención especialísima del discurso inaugural de la
Academia de Medicina de Madrid leidoen 1868 por el señor
Gástelo y Serra , discurso que tiene por objeto la exposición
crítica de los tres poemas á que ha ciado materia la sífilis, á
saber: las coplas castellanas de Villalobos^ el poema latino
dividido en tres libros , de Fracastoro, de que ya se ha hecho
( I ) Poco antes escribió también sobre esta dolencia el famoso valen-
daño Gaspar Torrella, que fué Obispo y médico del Papa, su tratado De
pudendagra seu de morbo gálico.
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mencicn , y el que escribió en francés á mediados de este siglo
Mr. Barthelemy , literato ajeno á los estudios médicos, por
lo cual este poema lleva notas del Dr. Giraudeaux de Saint-
Gervais, y tiene por principal objeto combatir el uso del
mercurio en la curación de esta enfermedad, recomendando
el del Rob de Lafecteur, específico que perdió todo su pres-
tigio desde que el Dr. Le Canu , catedrático de la Escuela
de Farmacia de París, publicó un estudio sobre este medica-
mento, descubriendo que en su composición no entrabt
ninguna sustancia eficaz, y su objeto no era más que explotar
la ignorancia de los pacientes, como sucede con casi todos
los específicos; y, por otra parte, la ciencia médica tiene hoy
el mercurio y sus sales, especialmente las de cloro y iodo,
por el verdadero remedio de la sífilis , como ya sostuvo el
Dr. Bañares en su Apología del mercurio, aunque puedan
coadyuvar á la curación de tan rebelde dolencia los sudorí-
ficos y evacuativos ; pero ya hemos dicho que no es nuestro
ánimo tratar con extensión las cuestiones de medicina que
surgen al examinar las obras de Villalobos, si bien no pode-
mos menos de decir algo acerca de ellas, y por lo qué á la
sífilis se refiere, reconocer la gloria que le cabe en haber
sido el primero que trató este asunto con acierto, afirmando
que era una dolencia nueva, no conocida hasta su tiempo,
según manifiesta explícitamente en la tercera copla del Tra-
tado de las bubas, que dice así:
«Fué una pestilencia no vista jamás
en metro, ni en prosa, ni en sciencia, ni historia,
muy mala y perversa, y cruel sin compás,
muy contagiosa y muy sucia en demás ,
muy brava y con quien se alcanza vitoria;
la qual hace al hombre indispuesto y gibado,
la qual en mancar y doler tiene extremos ,
la qual escurece el color adcerado;
es muy gran bellaca, y asi a comentado
por el más bellaco lugar que tenemos.»
Ya indicamos antes, que si bien Villalobos incurrió, al
tratar de la sífilis, en los errores que eran consecuencia natural
— 127 —
de las doctrinas médicas reinantes en su tiempo, atribuyendo
esta dolencia á alteraciones de los humores que suponia elabo-
rarse en el hígado, y, por consiguiente, no llegó á conocer que
saor^n era la inoculación de un virus especial; partiendo
de su primera manifestación describió la dolencia y sus
evoluciones de un modo tan exacto, que, como dice con
razoo el Sr. Gástelo en el discurso antes citado, nada han
podido añadir en este punto los antiguos sifiliógrafos ni aun
los modernos, entre los cuales debe colocarse en primer tér-
mino al fiamofio Jbon Hunter, pues á su lado no pueden
ocupar sino lugar secundario Ricord, Fournier y otros que
han seguido y siguen en sus escritos las doctrinas que, inspi-
radas sin duda en las observaciones de Villalobos, expuso en
«as obras el célet»'e cirujano inglés.
El cuadro de la sífilis está magistral y definitivamente
trazado en la copla trigésimaoctava , que es como sigue :
«Mas quando en tal miembro esta buba ó llaguita,
mayormente si es sin dolor y está dura ,
dolor de cabeza y color negrecita,
espaldas cargadas y el sueño se quita
y aquello en que sueña es en loco y no tura,
en labios y en párpados de ojo negrura
y en su trabajar perezoso y aflito
y tiene la vista turbada y escura,
á tal como á este, si tienes cordura,
dirás que le viene la sarna de Egito.»
En cuanto al régimen curativo propuesto por Villalobos,
ya se ha dicho lo bastante , y como sólo una larga experiencia
y muchas tentativas inútiles podian descubrir el camino y
los remedios más adecuados, sería exigir lo imposible, que
á los cinco ó seis años de haber aparecido la sífilis y de pre-
senciar sus horrorosos estragos, hubiera acertado con ellos el
insigne físico.
— 128 —
II.
CONTINUACIÓN DE LAS OBRAS CIENTÍFICAS
;S£GUN SU PROBABLE ORDEN CRONOLÓGICO.
LAS <CONGR£SIONES,> LOS DIÁLOGO! SOBRE LAS FIEBRES.
En el año 1 5 14 dio Villalobos á la estampa una obra de
Medicina que, á diferencia del Sumario y del Tratado sobre
las bubas f tiene un carácter exclusivamente teórico; esta
obra lleva el siguiente epígrafe bajo el escudo de armas de
los Reyes Católicos, que ocupa la mayor parte de la portada:
• Congresiones: vel duodecim principiorum
liber nuper editas,^
En el verso de la misma portada, se lee:
• Operis pr(Bmium.9
« Liber duodecim principiorum quem nuper composuit
Franciscus de Villalobos, artium et medicine doctor et
medicus catholici principis. Ferdinandi hispaniarum et
utriusque sicilie regis omnis a^vi regum invictissimi feli-
citer incipit, »
Sigue á estas lineas la dedicatoria de la obra en estos
términos:
^Fammosisimo doctori Fer diñando Alvare^ hispama-
rum et siciliarum prothomedico Franciscus Villalobos. »
Este recuerda al protomédico que en sus conversaciones
se habia quejado de la incuria y ociosidad de los médicos
— 129 —
españoles que no discutian ni publicaban obras científicas
sobre su facultad, y Villalobos, siguiendo tal indicación, dice
que se lanzó á la palestra sosteniendo los principios y doc-
trinas que en el libro se contienen , aun á riesgo de suscitar
contradicciones y críticas. Terminada la dedicatoria expone
el plan de la obra en estos términos:
• Conttnet opus hoc dúos tractatus, in primo principia
disputanda simpliciter ac nude ponentur cum introductione
quandam per singulo principio inteligendo ad philosophos
directa, qui nondum medicinan vocabulis operam dedere. In
secundo vero principia ipsa probata et verificata consu-
mabunturw (i).
A esta explicación del método sigue el primer tratado,
que empieza con la enunciación de los doce principios,
seguido cada uno de una explicación brevísima, en esta
forma :
« Tractatus primus :
principium primum de materia nutritionis.i>
« Omnes humores naturales cum sanguine materia sunt
nutrimenti membrorum, solus enim sanguis omnia nutriré
membra non valet.»
No hay para qué decir cuan diferente es la doctrina hoy
reinante sobre las funciones de nutrición, ni que el error de
Villalobos consiste en la teoría humoral de su tiempo, según
la cual habia cuatro, por decirlo así, primitivos y de igual
importancia.
<tDe prior itate membrorum compositorum:
principium secundum.i>
a Membrorum animalis tempore atque nobilitate sunt
priora composita simplicibus. »
(i) Contiene esta obra dos tratados: en el primero se ponen pura y
simplemente los principios que se examinan, con ciertas introducciones
para la inteligencia de cada principio, dedicada á los ñlósotbs que aún no
conocen los términos ó vocablos de la Medicina; en el segundo se prueban
y verifican los mismos principios.
— i3o —
Para comprender este principio es menester considerar
lo que se entendía en tiempo de Villalobos por miembros
simples y compuestos, que casi equivale á lo que hoy deno*
minamos órganos y aparatos, y en tal supuesto, el principio
tomado de la metafísica escolástica, es insostenible, pues la
embrologia moderna enseña que todo organismo empieza por
una célula; de lo que á la nobleza se refíere, nada hay que
decir sino que es un concepto inaplicable al organismo.
9 De excelencia spirítus: príncipium tertíum.9
vSpirítus qui in cor de hominis est et ab eo per alia
membra difunditur: formaliter animatum esse perfectioni
excelentiorique moduquam reliquas humani corpori partes
in presente principio asseveramus. n
En las introducciones relativas á este principio expone
Villalobos lo que entiende por spiritUj diciendo que es un
cuerpo tenuísimo é invisible , el cual se divide en tres espe-
cies , que son el espíritu vital , que reside en el corazón , de
donde se difunde por las venas á los demás miembros; el
espíritu animal, que tiene su asiento en el cerebro y se distri-
buye por los nervios , y el espíritu natural , que existe en el
hígado y preside á las funciones de nutrición. Este concepto
del spiritu y su división, que corresponde al concepto de la
vida, tai como lo admitian los aristotélicos, reinó por mucho
tiempo en la Medicina; pero hoy la tendencia positivista
dominante en la ciencia lo rechaza, si bien no puede menos
de admitir que la materia orgánica tiene cualidades especiales
y propias , que no bastan á explicar las físicas y químicas,
que son peculiares de la materia inorgánica. La vida, digan
lo que quieran los positivistas, es un quid irreductible, y.
según los principios de la filosofía hegeliema, un momento de
la idea, el superior en el mundo de la naturaleza que abarca y
comprende, y, por lo tanto, destruye, con virtiéndolos en otro
nuevo, los momentos anteriores, idea que ya expresaron en
cierto sentido otras escuelas, diciendo, aunque con diferente
forma que el hombre era un micro-cosmos. Por lo demás, es
notable que en el estado actual de la ciencia, lo que antes se
— i3i —
IhmalNi spiritu animal » inherente á la sustancia medular, sea
idéntico á lo que denominó Fleurens^fífWo nérveo^ así como
la irritabilidad 9 que es la manifestación general de la vida,
corresponde en cierta manera á la noción aristotélica del
spriiu que forma y anima el organismo.
cZ)e temperamento spiritu:
principium quartum.9
^Cúmplexio spirítus humani cuiuslibet mixti comple-
xione temperatior existit ac magis ad médium reducía
Ínter extrema qualitatum primarum. »
Aplica aqui Villalobos al spiritu la doctrina de los tempe-
ramentos, y como ésta es tan conocida, nada diremos sobre
este principio.
•De prioritate musculorum in motu voluntario:
principium quintum. »
• Positionem Averrois in quinto sustinemus principio in
qua tenet musculum esse prius mobilem motu voluntario
quam nervus priusque in se recipere virtutem animalem
voluntarle motivam, »
Este principio es inadmisible á pesar de la autoridad de
Averroes que en su defensa se alega , pues ya no hay quien
dude de que el movimiento voluntario y aun los involunta-
rios son determinados por las corrientes nerviosas.
•De comunitaie soluiionis continuitatis :
principium sextum.n
t^Membris consimilibus et membris organicis apud
médicos equaliter debetur continuitatis solutio: nec primo
simplicibus quam compositis aut compositis quam simplici-
bus convenire potest.9
Este principio es antecedente necesario de la teoría del
dolor, que, como se verá luego, es quizá la parte más intere-
sante de las Congresiones , pues en ella defiende Villalobos
la doctrina de Avicena contra lo que en su Conciliator
sostenía el famoso Pedro Abano, oponense.
— l32 —
«JDe eucraíisima veris constítutionem:
príncipium vn.»
aPositionem Galeniin séptimo principio defendimus in
qua tenet constitutiones continentis in veré absolute fieri
temperatisimam. 9
El fundamento de este principio consiste en la teoría de
las estaciones del año; según la doctrina de Galeno, reinante
todavía en tiempo de Villalobos, el verano era seco y caliente,
el otoño caliente y húmedo, el invierno frió y húmedo, y en
la primavera se equilibraban estas cualidades, por lo que se
decia que su constitución era eucratisima,
*De única et inmediata doloris causa:
principium octavum.^
« Única et inmediata doloris causa solutio continuitatis
est. Malitia vero complexionis in quantum talis non est
causa doloris, 9
Este principio está íntimamente enlazado con el siguiente:
«Z)e ultione Avicenne:
principium nonum,»
<tln illa diferentia septuagésima sexta qua redarguit
Avicenam conciliator contradicit sensui sibi ipsi et veritati,
absque modestia et sine ratione improperat Avicenam me-
dicinales doctrine (\) prothomagistrum: ac demum inad-
vcrtenter exponit liter'am Galeni, »
En el capítulo único de la introducción referente á este
principio dá noticia Villalobos de la obra titulada el Conci-
liador, del famoso Pedro de Abano, que, como hemos dicho,
fué el primero y más ilustre representante de las doctrinas
avcrroistas de la escuela de Pádua, en lo que á la Medicina
se reñere. Dice Villalobos que la obra de P. de Abanóse divide
(i) Se advierte que se ha conservado la ortografía de los textos latinoit,
por lo que se notará que muchas veces se ponen en lugar de los diptongos
las vocales que expresan el sonido de v3stos; v. gr.: e en lugar de ct.
— i33 —
en doscientos diez capítulos que se llaman diferencias, en
que se exponen las opiniones y doctrinas médicas , anali-
zándolas y juzgándolas, y era como un manantial cuyas
aguas se habian difundido por todas las escuelas. Sin negar
el mérito del autor afirma que Avicena le aventaja como un
gran monarca á un soldado estrenuo y famoso; por donde se
vé que Villalobos, á pesar de lo que dice en la carta dirigida
ásu padre en 1498 sobre la Medicina árabe, era partidario
de su representante más ilustre, aunque no tanto de sus suce-
sores ni aun del mismo Galeno, como se verá luego, si bien
procuraba conciliar las opiniones de éste con las del famoso
Ibn-Sina (i).
El examen de la teoría del dolor, expuesta por Villalobos
conforme á la doctrina de Avicena, exigiría un espacio que
no podemos aquí dedicarle; diremos, sin embargo, que el
concepto de la enfermedad y del dolor en su manifestación
ordinaria, tal como lo exponen muchos médicos modernos, y
como lo expresó Heghel en su Filosofía de la naturaleza,
concuerdan de un modo notable y digno de atención con la
doctrina de Avicena; pues la teoría de la enfermedad á que
se alude consiste en la separación ó independencia de una
función, esto es, en el desequilibrio y falta de armonía entre
lasque en conjunto constituyen la vida.
(i) tConciliator est quídam líber ínter médicos celebratus qui continet
ducenta decem capitula que diferentie apellantur, in eis enim omnes dis-
cordie et opiniones de quibus in medicina versatur: et adhuc in parte phi-
losophie naturalis: composuit autem hoc volumen quídam Petrus appo-
nensis patavinus civis et preclarus doctor in omnígena doctrina eruditi-
simus, ut aparet in discursu eiusdem operis, in quo quídem aparuít in
prímis portas medicinalíum disputationum ab istoque fonte profluent
amnes plurímí quibus universe medicine schole irriguntur: ab eo enim
omnes moderni doctores hausere doctrinas plures ejusque vestigia olta-
cere et anímum atque audatiam scríbendi ab eodem obtinuere. Quando
cumque in omni loco omnique materia unum invenies dimicatem quos-
dam quidem fugantem alios autem vulnerantem, plurisnusque laceran-
tem; devastantemque et predam insectatem, que nulli peperit hic est
Petrus opponensis ve! de Abano, sea tanto eo maior fuit noster Avicena,
quanto optirous monarcha prevalebit strenuo atque famoso militi ut in
progresu probationis principii noni apparebíL^Con^reítonej, fól. IV.»
- i34 -
•De virtute humiáitatis:
principium decimwn.^
•Non est minoris virtutis ponenda humiditas in corpori"
bus elementorum; sed forte mayor est quan siccitas eorum. •
Villalobos explica en el capitulo único de la introducción
relativa á este principio lo que debe entenderse por hume-
dad, que es, lo mismo que la sequedad, una cualidad pasiva
de los cuerpos, siendo las activas de éstos el calor y el frió, y
añade que la humedad es inherente al aire, la sequedad á la
tierra, el calor al fuego y la frialdad al agua; como se vé,
estos son conceptos de la filosoña de la naturaleza, tal como
se comprendía esta ciencia desde los tiempos de Aristóteles.
hasta que Bacon y Descartes abrieron nuevos caminos para
el estudio del universo.
•De humiditates gradu actione:
principium undecimum.»
La introducción relativa á este principio tiene dos capí-
tulos, en que explica Villalobos la doctrina de los grados en
Medicina, que, como es sabido, eran cuatro, según la propor-
ción de las calidades ó los elementos de los cuerpos.
a De efficatia Avicenne contra Galenum in capitulo
defebre sanguinis: principium duodecimum,»
Como hemos de ocuparnos más adelante de la materia de
ñebres, al examinar los tratados que á ella dedicó Villalo-
bos, sólo diremos ahora que, según antes indicamos, nuestro
físico se muestra más partidario de Avicena que de Galeno,
cuya doctrina defcndia Abano en el Conciliador, á quien se
complace en refutar Villalobos, siendo de. notar estas pala-
bras en el Diálogo del calor natural: «Y esta es la opinión de
Galeno, aunque diga otra cosa el Conciliador y otros esca-
ramufadores de las cátedras»»
Los doce principios, que mejor debieran llamarse propo-
siciones ó conclusiones, después de expuestos y explicados
sumariamente en el primer tratado de las Congresiones, se
desenvuelven y demuestran á la manera escolástica en el
— i35 —
segundo; basta con lo dicho para que se forme idea de esta
obm de Villalobos, interesante para el estudio del desarrollo
de las doctrinas médicas en España.
Con fundamento expresó Villalobos el temor de suscitar
contradictores á las doctrinas por él sostenidas en las Con-
gresiones^ y la noticia de uno de ellos ha llegado felizmente
basta nosotros. Fué éste el famoso médico portugués Joan
Rodriguez, quien escribió, en contestación á Villalobos, un
opúsculo con el siguiente título, en caracteres rojos encer-
rados en una ancha orla, que ocupa toda la portada de la
obra impresa:
•Excelentissimi Joannis Roderici sacre Cesar ee impe-
ratrtcis medid peritissimi tractatus contra sex conclusio-
nes XII prindpiorum Francisci de Villalobos, sacre Cesa-
ree Maiestates Medid una cum aliis conclusionibus noua-
rum fantasiarum nunc, ab eodem Joanne Roderico in lucem
ediditis.»
Al verso de la primera página está la dedicatoria del
opúsculo al primer protomédico del Rey D. Juan III de
Portugal, Dr. Diego López, y en el folio siguiente (a ii) em-
pieza la refutación de las seis conclusiones de Villalobos en
intrincada forma escolástica. Los seis principios que im-
pugna el médico portugués son los siguientes, según el orden
en que los examina y discute: «Z)e prioritate membrorum
compositorum; de excelentia spiritus; de temperamento spi-
ritus; de prioritate musculorum in motu voluntario; de
única et inmediata doloris causa, y de virtute humiditates. »
Concluye este opúsculo rogando el Dr. Joan Rodriguez
al protomédico del Rey de Portugal que le acepte como
pequeño obsequio, pues sus ocupaciones y falta de salud no
le han consentido hacer obra más lata, y fecha el escrito el i S
de Agosto de i525, en Zafra, de los estados del Marqués de
Feria, donde dice que le habia convenido pasar algún tiempo
por negocios particulares suyos; y, como antes se ha dicho,
consta que en lo de Mayo de este mismo año residía Villa-
lobos en Zafra; pues en esa fecha escribió desde aquella ciu-
dad al Almirante de Castilla, de donde es natural inferir que
— i36 —
ambos médicos residian juntos en este pueblo el año de iSiS,
y tal vez á esta circunstancia se deba, muy príncipalmeoleí
que Joan Rodríguez escribiera el tratado de que vamos diodo
noticia.
En el rarísimo ejemplar impreso que examinamos ágoe
inmediatamente á la impugnación de Villalobos el otro trt-
tado de que hace mención la portada antes trascrita, j
que consta de cinco conclusiones originales del médico por-
tugués, quien dedica su opúsculo al protomédico del Empe-
rador Carlos V, rival de Villalobos y causa de que se reti-
rara éste de la Corte y viviera alejado de ella, aunque por
poco tiempo, en Zafra, como familiar y médico del Marqués
de Priego; nos referimos á Narciso Ponte, de quien nos
hemos ocupado en la primera parte de este trabajo. Todas
estas coincidencias son curiosísimas, aunque no tengan
grande importancia. El Dr. Rodriguez, como era natural,
prodiga á Narciso grandes elogios, no sólo por su pericia mé-
dica, sino por su ingenio y buena conversación, recordán-
dole los agradables coloquios que entre ambos pasaban
cuando estaban juntos en la Corte del Emperador, pues
según refiere el médico portugués, se habia ausentado de ella
á ruego de la Emperatriz, para ir á Turin á asistir al parto
de la Duquesa de Saboya, y en aquella ciudad fecha esta
dedicatoria después del parto de la Duquesa á 3 de Abril
de 1 526. £1 opúsculo se imprimió en Turin en este mismo
año el 26 de Mayo en casa de Pedro Pablo de París, según
se lee en su Colofón; pero hay muchos motivos para creer
que estas fechas están equivocadas, porque, como se verá
luego, Joan Rodriguez acompañó á la Emperatriz D.* Isabel
cuando vino á casarse con Carlos V á principio de i526; de
seguro entonces fué cuando conoció y trató á Narciso, y,
por tanto, no es verosímil que en Abril de aquel año estu-
viese ya en Turin asistiendo á la Duquesa de Saboya; por
otra parte, de esta señora, hermana de D.* Isabel é hija del
Rey de Portugal D. Manuel, no se sabe que tuviese hijos
en 1 526, y consta que dio á luz uno en i528, por lo que es
de suponer que en este año fué cuando escribió Joan Rodri-
guez su opúsculo y la dedicatoria á Narciso. Las cinco con-
— 117 —
pítalos ai vota audientium, que tengan tanta lectura como
lo que antes se dijo.
. » 1 1 . ítem , toda la Quaresma se lea de pulsibus^ y desde
Pascua hasta sant Juan de urinis.
» 1 2. Y en el quarto año se ha de leer la cuarta Fen. del
primero de Auicena , y hanse de leer hasta Nauidad los tres
capítulos primeros , y hasta principio de Quaresma diez y
sibte capítulos , y el capítulo vigésimo de phlebotomta hasta
Pascua de flores, y todo lo que resta de la Fen. , hasta sant
Juan : y si algo quedare de leer que no se pueda auer acabado
en este año ó en los pasados, acábelo el sustituto y sea obli-
gado á ello.
»i3. En la cáthedra de vísperas se léala primera de
Aphorismos, hasta Nauidad, y la segunda hasta Pascua de
flores , y la tercera hasta sant Juan.
» 14. En el segundo año se lea la quarta hasta Quaresma,
y la quinta hasta Pascua de flores, y sexta y séptima hasta
sant Juan.
• 1 5. En el tercero año lea el primero todo del Techni, y
del segundo, hasta de cerebro exclusive; y hasta Quaresma
lea hasta de testiculis inclusive , y hasta Pascua lea la mitad
de lo que queda, y hasta sant Juan la otra mitad.
»i6. En el cuarto año lea hasta Nauidad , que llegue al
texto venereorum vero, y hasta Quaresma lea hasta el texto
Curatio quidem cum habet modum , y hasta Pascua hasta el
texto Si cum ulcere, esta primera, que es texto Arábigo,, y
acabe el libro todo hasta sant Juan.
• 17. En la cáthedra de la mañana, de diez á once, se lea
el primero de Crisibus hasta Nauidad, y todo lo que resta
hecho tres partes , lea la una parte hasta Quaresma y la otra
hasta Pascua, y la otra hasta sant Juan.
» 1 8. El segundo año todo el primero libro de pronósticos
lea hasta Nauidad , y el segundo hasta Pascua de flores, y el
tercero todo hasta sant Juan.
» 19. El tercero año lea el primero libro de victus ratione
hasta Nauidad , y el segundo hasta Quaresma , y el tercero
hasta Pascua de flores , y el quarto hasta sant Juan.
•20. En la cáthedra de la tarde se lea el nono ad A Imán-
— i38 —
debe contarse entre los castellanos por haber escrito sus
obras en nuestra lengua y porque residió constantemente en
España desde que vino á ella con su padre en i526 hasta que
falleció en Granada en 1 570, desempeñando el oficio de pri-
mer organista en la catedral de la ínclita ciudad del Dauro.
Las fechas que hemos citado confirman lo que hablamos
dicho en la biografía de Villalobos; pues aparece casi con
evidencia que éste y Juan Rodriguez irian á reunirse en Ba-
dajoz con el cortejo que acompañó á D.^ Isabel desde la
Frontera de Portugal hasta Sevilla, donde se celebró su
matrimonio con el Emperador, que allí residirian ambos
médicos todo el tiempo que permaneció la Corte en la capi-
tal de Andalucía, acompañándole después á Granada y últi-
mamente á Valladolid; en estos viajes y residencias, los
insignes físicos conocerían y tratarían á los poetas, literatos.
Embajadores y Grandes que tanto brillo daban á la Corte del
Emperador; así se explica que, como dice Cáceres en su dis-
curso, «siendo Silvestre de casi catorce años, vino en servi-
cio de D. Pedro, Conde de Feria, do la sazón florecía entre los
poetas españoles Garci Sánchez de Badajoz.» aunque, por lo
que ya se ha dicho, eran anteriores las relaciones del padre
de Silvestre con la casa de Feria.
Además del Sumario de Medicina^ del Tratado sobre
las bubas y de las Congresiones, deben contarse entre las
obras, especialmente médicas, de Villalobos, el Didlogqjíe
las fiebres interpoladas, que forma parte de los Problemas^
y el Diálogo entre Villalobos y su criado^ que ahora por
primera vez se publica: ambos tratan de la misma materia,
y, como se ha dicho, son en gran parte reproducción el uno
del otro; por lo que se refiere á las doctrinas que en ellos se
sustentan, casi es excusado decir que son los de Galeno y
Avicena sobre las fiebres^ asunto capital en Medicina y
objeto de las especulaciones de los médicos antiguos y mo-
dernos. En tiempo de Villalobos no se habia suscitado aún
la célebre cuestión de las fiebres esenciales y sintomáticas, y
se admitia generalmente la teoría de que la fiebre era
resultado áéi podrimiento de los humores; fundado en ella
Villalobos, en su Diálogo de las fiebres enterpoladas expone
Olla hipótesis ingeniorfsima, y de que se muestra muy orgu«
lioto, para explicar la periodicidad de las fiebres, y aunque
iioysea inadmisible , tiene gran interés para el estudio de
las doctrinas médicas » especialmente en España , donde en
érta como en otras ciencias, brillaron nuestros sabios durante
d sig^ XVI. y los Villalobos, los Servet, los Gómez Pereira
j las Valift, por no citar otros nombres, ocupan altísimo
lugar en la historia de la Medicina. Véase cómo explica
Villalobos, con su admirable estilo, el misterioso fenómeno de
la intermitencia de las fiebres:
«Ya he dicho en lo passado que este humor que haze la
terciana ó la quartana, comunmente sale de las venas y
corre por los miembros hasta parar en alguno dellos que
tenga capacidad y vasija en quien quepa, y que no tenga
fuerzas para defenderse del y echarlo fuera como lo echa
los otros miembros por do passa. Y también auemos de saber
que ningún humor no haze calentura hasta que se podresce,
porque con el pudrimiento arde como un muladar, y ardiendo
echa humos podridos de sí. que suben hasta el coraron.
Y como el coraron es un horno donde se cria toda la calor
que se reparte por el cuerpo, enciéndese mucho más con los
dichos humos, que son una leña muy aparejada para infla-
marse y dar más fuego de lo que es menester. Y este fuego
extiéndese desde el coraron, generalmente por todos los otros
miembros del cuerpo, porque vá por los pulsos . que todos
nascen en el coraron, y se reparten por todo el cuerpo, y
assí todos los miembros padescen grande ardor y calentura.
De manera que el humor no haze calentura hasta que sea
podrido.
»A. Quando estaua este humor en las venas, ¿por qué no
hazia calentura?
• V. Porque aún no estaua podrido.
»i4. Si no estaua podrido, ¿por qué lo lan(;auan fuera
de si?
» V. Porque estaua tan aparejado para corromperse, que
natura no lo podia corregir, y con aquella mala qualidad
hazia tan gran sinsabor en las venas, que no lo pudiendo
sufrir lan^vanlo fuera de si con gran furia, como haze el
— 140 —
estómago quando siente de sí alguna cosa muy contraria á su
naturaleza, y muy enemiga de su condición , que á pesar de
su dueño, la echa de sí haziendo vómitos con gran ímpetu
y violencia, como acontece á muchas personas delicadas
cuando toman purga , ó á los que beuen ponzoña. Assí que
las venas, con su instinto natural, sintiendo el humor que
está á punto de dañarse y que es disconueniente á su natura,
echánlo fuera antes que acabe de dañarse , y todas las otras
partes por do passa también lo echan como á mal huésped
que viene herido de pestilencia.
•i4. Y en las venas ¿no acontece algunas veces que haya
humores podridos y corruptos?
» V. Sí acaesce, porque no pudieron más que ellos para
lanzarlos.
»i4. Y destos ¿qué se haze?
»F. Házese la calentura continua, que dura hasta que
sane ó muera el enfermo, y si este humor es cólera, házese
terciana continua.
9 A. Si es continua, ¿por qué la llaman terciana?
« V. Porque guarda la proporción y semejanza de ter-
ciana, arreciándose á los terceros dias. Y si es flegma, házese
cotidiana continua, que sube y abaja cada dia. Y si es melan-
cholía, házese quartana continua, que cresce al quarto dia.
Y si es sangre, está siempre en una igualdad.
•A, La doctrina es dulce, mas pasemos más adelante.
Sepamos: ¿dónde estaua la calentura de la terciana, quándo
se quitó y cómo viene tan concertadamente á sus plazos?
nV. La calentura, en la hora de la huelga, no está actual-
mente en ninguna parte. Porque cada una que viene, ella
misma quema y consume el humor que la haze. Y acabado
de quemar, acábase ella , como se acaba el fuego cuando la
leña se haze ceniza.
•A. Si el humor se acaba, ¿por qué razón buelue otra y
otra calentura?
» V. Buelue por razón del mal humor que queda en las
venas.
»i4. ¿Pues no decís que lo echan fuera de sí, y que no lo
consienten quedar allá?
— 121 —
si bien todavia no había olvidado las enseñanzas de Avicena
ni las de Averroes» daba la preferencia á las de los autores
griegos y latinos, aunque no era helenista y trataba con
desden á los gramáticos de su tiempo, como se ha visto en la
carta que dirigió á Hernán Nuñez Pinciano en 1 5^6 ; en ella
misma nos dá un testimonio directo de que se habia consa-
grado al estudio de los escritores griegos, pues dice al famoso
Comendador que ctenía puestos en limpio muchos libros de
Galeno, especialmente el De virtutibus naturalibus,» y más
adelante a&ade que tholgara ponerse en examen contra toda
Turquía en las obras de Aristóteles , y Theofrasto» y Platón,
y Plotino, y Galeno.»
Como jra se ha dicho, las doctrinas de la filosofía arábiga
tuvieron en Occidente su principal centro en la escuela de
Pádua, donde se prolongó el reinado científico de Averroes
hasta mediados del siglo xvu. Uno de los sabios más célebres
de esa escueta fué Pedro Abano, que murió en i3i5, y que
escribió el libro titulado ConciUator diferentiarum philos<y-
phorum et medicorum , fundamento de las doctrinas médicas
de Pavía, que ampliaron luego Zimara y Tomitano. Aunque
Abano no conocia el Colliget ni las otras obras especiales de
Medicina de Averroes, la suya está sacada de los libros filosó-
ficos del sabio andaluz, y como alcanzó tan grande autoridad
entre los médicos, fué conocida por Villalobos; pero éste no
era de sus sectarios y consagró uno de los doce principios de
su obra titulada Congresiones , á combatir las doctrinas de
Abano, si bien defendiendo á Avicena, cuyas teorías, así
filosóficas como médicas, se acercaban más á las de los griegos
que las de Averroes, y mucho más que las de los averroistas
de la 'escuela de Pádua. La conclusión ó principio en que
trata Villalobos del libro de Pedro de Abano, ó aponense, es
el noveno, y lleva por epígrafe De ultione avicence. La
materia á que se refiere Abano es el origen del dolor, y
combate la teoría de Avicena que defiende Villalobos , apo-
yándose justamente en el texto de Galeno, que, según afirma
nuestro físico, no habia interpretado bien el doctor Patavino.
Todo lo dicho y lo que fácilmente pudiera deducirse de
las obras de Villalobos , confirma lo que hemos manifestado
_ ,42-
que en ella están comprendidos, modificados y anulados, no
es ni puede considerarse como el conjunto de funciones, lú
como la fuQpion única y total de la misma vida, por lo cual
la hipótesis ó teoría que trate de explicar la salud y la enfer-
medad como una fermentación, sei^ incompleta, y, por lo
tanto, falsa, pues no comprenderá la totalidad de los fenómenot
normales que constituyen la vida, ni todos y cada uno de los
anormales, que son la enfermedad; la manifestación más
completa de ésta es la fiebre , por lo que algunos filósofos la
han llamado la enfermedad pura ó la enfermedad por exce-
lencia , y ya Hipócrates en su libro de las Epidemias^ en sus
Aforismos y en sus Pronósticos, consideró la fiebre como
una afección esencial que puede complicarse con todas las
enfermedades y complicarlas todas. En efecto, la fiebre es el
esfuerzo total de la vida para reducir á la unidad una ó varias
funciones anormales del organismo, concepto que formuló
con entera precisión y claridad nuestro Gomeif Pereira , de
quien sin duda lo tomaron varios médicos, entre otros Haller,
quien definió la fiebre diciendo que nest ipsa naturas instru-
mentum quo partís ptiris ab impuris recemit,* definición
menos filosófica que la de Gómez Pereira, y en su fondo
idéntica al concepto que de la fiebre expone Villalobos en el
diálogo de que hemos copiado los anteriores trozos.
No han llegado á nosotros las demás obras de Medicina
de que el mismo Villalobos dá noticia en varios de sus escritos,
entre las cuales es de sentir la pérdida, más que de otras,
de una de que habla en su Diálogo del calor natural en estos
términos. «En latin tengo, escripto esto y otras cosas, en un
tratado que se dice De potentia vitaii. Mas los impresores de
España no quieren imprimir libros de latin si el mismo autor
no pone la costa de su casa. Y como yo no soy librero, tengo
por pesadumbre trabajar en el estudio de la obra y gastar la
hacienda en el provecho de los que no lo han de agradecer.
Antes espero que aura muchos rapazes que mordiéndome
quieran ganar honra conmigo.» De estas palabras se infiere
que no son sólo de estos tiempos la falta de afición al estudio,
la mordacidad de la crítica y la escasez de lectores para los
libros serios , mayormente si están escritos en latin. También
-143-
se sabe que tradajo y coineotó VülaloJM» Tariot libras de
Gileiio 7 de otros autores, de que dá nocida en su carta á
fldnan-Nuñez Pinciano.
El Diálogo del calornatiaral^ aunque no es estrictamente
00 tratado de Medicina, tiene con esta ciencia estrecUnma
idacion, y por eso daremos aquí sucinta noticia de la opinión
de Villalobos sobre tan importante y misterioso asunto.
Bueno es recordar el papel que en la Medicina galénica y en
b de los árabes, reinante hasta los tiempos modernos, hacen
d calor y el Crio, la sequedad y la humedad, y, por tanto,
entre los médicos de aquellas escuelas el problema del calor,
llamado por ellos, natural, era de la mayor importancia; la
opinión de Villalobos no difiere de las de los fikSsofbs arísto-
tdiccs, entre los que él mbmo se cuenta, pues en este diálogo,
discutiendo las opiniones y teorías relativas á la digestión,
dice: «Mas nosotros responderemos por otro camino más
conforme á la vía de los peripatéticos, pues que somos de su
vando;* y en armonía con las doctrinas de esta escuela, expone
Villalobos la teoría del calor natural en estos términos:
tSabed que la causa principal de este calor es el ánima, que
haze todas las obras mediante los instrumentos que tiene
para venir en los actos segundos , porque primeramente ella
da ser al cuerpo para que sea lo que es; y tras esto, es causa
de todas las operaciones que se hazen en el cuerpo, y esto se
llama acto segundo. El instrumento que ella tiene para
engendrar esta calor en el corazón y en el espíritu que está
dentro del y de todos los pulsos, es el incesante movimiento
que hace el mismo coraron y los pulsos que nascen del,
porque todo movimiento, como está dicho, es causa de calor
actual, no solamente en los animales, sino también en los
inanimados.» Como se vé, el fenómeno vital de que se trata
no es para Villalobos más que una aplicación del principio
motus est causa caloris, que, según los descubrimientos
de la moderna termo-dinámica, podria también formularse
diciendo calor est causa motus, porque como dicen con
Grove todos los físicos modernos, existe una unidad superior
de todas las fuerzas físicas ; pero es lo cierto que ellas solas
no bastan para explicar el calor natural, como no bastan
— «44 —
para explicar los demás fenómenos de la vida, por lo que
tampoco basta á explicar aquel fenómeno la oxigenación de
la sangre, asimilada por los fisiólogos modernos á la combus-
tión: el movimiento orgánico, la oxigenación, las fermenta-
ciones y secreciones que se verifican en el organismo, contri-
buyen á la producción del calor, efecto y manifestación de
la vida, que, como hemos dicho, abraza y comprende todos
los momentos anteriores y los varios fenómenos que consti-
tuyen la esfera de la naturaleza; por lo demás, la importancia
del calor en el organismo es tal, que con razón se ha dicho:
El calor es la viday el frío la muerte.
-.45-
III.
LA GLOSA DE LOS DOS PRIMEROS LIBROS DE PLINIO.
EL TRATADO DE CUERPOS NATURALES.
J
Al dar noticia de las interesantes cartas que mediaron
entre Francisco López de Villalobos y Hernan-Nuñez Pin-
ciano, hemos hablado de los comentarios latinos que aquél
escribió sobre los dos primeros libros de la Historia natural
de C. Plinio Segundo, comentarios fundados en las doctri-
nas peripatéticas sobre la filosofía de la naturaleza, expues-
tas luego en lengua castellana en los tratados que forman la \
primera parte de los Problemas* La obra del escritor latino
tuvo hasta los tiempos modernos una gran importancia, y
sufrió, más que otras de la antigüedad, las consecuencias de
los errores cometidos por los amanuenses ó copistas; fueron
aquéllos tantos y tan notables, que hacian el texto en muchos
lugares oscuro y hasta ininteligible, habiendo dado lugar á
que esas frases se conocieran con el nombre de monstra pli-
niana. Con este motivo fué objeto la obra que nos ocupa,
desde muy antiguo, de numerosos comentarios gramaticales
los más, y algunos que pueden llamarse filosóficos; Villalobos,
en la advertencia al lector que precede á los suyos, manifiesta
un desdén poco justificado hacia los primeros, y expresa su
propósito de explicar el texto de Plinio á la luz de la filosofía
natural.
Ni aun los adelantos de la crítica moderna han bastado
para depurar el texto de Plinio, que probablemente fué
siempre incorrectísimo y oscuro, como no podia menos de
suceder, dada la manera como el autor latino escribió su obra,
— 146 —
que no es más que un centón de las de infinito número de
autores griegos y latinos, que habian escrito sobre muy diver-
sas materias, y de los que dá noticia al final de cada libro,
llegando su número á dos mil, según el testimonio de su
sobrino Plinio el menor en una de las dos curiosísimas cartas
que éste escribió sobre la vida de su ilustre y famoso deudo.
Lo que en ella dice de la actividad intelectual de su tío, si
bien puede creerse exagerado, desde luego revela la afición de
Plinio al estudio y su insaciable curiosidad científica; pues
en medio de las atenciones de los importantes cargos públicos
que desempeñó, y del cuidado que consagraba á cultivar la
amistad del Emperador, dedicaba largas horas á la lectura,
haciendo siempre extractos y comentarios que escribia con
gran rapidez, según se refiere en las cartas á Marco, á que
antes aludimos, en las que dice Plinio el joven que su tio le
dejó ciento sesenta comentarios, escritos de letra muy menu-
da por una y otra parte, y según éste le refirió, cuando aun
no eran tantos en número, siendo Gobernador de España
pudo venderlos á Largio Licinio en 400.000 sextercios.
La antigua autoridad de Plinio ha disminuido mucho en
los tiempos modernos, pero no es justa la crítica severa que
han hecho algunos escritores contemporáneos de la única
obra suya que ha llegado hasta nosotros; pues en la carta á
que nos referimos se dá noticia de otras muchas que escribió
sobre muy diferentes materias. Cuando menos, es menester
convenir en que sin la Historia natural careceríamos de la
noticia de muchos autores y de muchos libros, de que sólo
por su conducto la tenemos; y, por otra parte, sería absurdo
juzgar á un escritor de la antigüedad con el criterio de las
ideas y de los conocimientos modernos. Mr. Litré, que es uno
de los últimos traductores de Plinio, después de exponer el
juicio que de él hicieron Bufón, Cuvier y Blainville, enco-
miástico con exceso el primero, prudente y comedido el del
gran naturalista de la época napoleónica, y harto injusto y
severo el del último, manifiesta el suyo, que es hoy el gene-
ralmente admitido. Según el sabio francés, Plinio adolece,
en cuanto á las doctrinas fundamentales y filosóficas, de los
defectos propios de los escritores que viven en épocas de
— 147 —
transición; esto es, de inseguridad y vacilación en sus opinio-
nes, de io que es testimonio evidente el cap. VII del Ub. 11^
que trata de Dios; en él, siguiendo las doctrinas de la escuela
aocrática, sostenidas por' platónicos y aristotélicos, y tal vez
¡afluido por el cristianismo, ridiculiza el politeísmo, que no
sólo convertía en dioses, personificándolas, las fuerzas de
la naturaleza y seres reales ó supuestos, sino las cala»
midades, plagas y dolencias que suelen afligir á la humani-
dad, recordando con este motivo el templo que se habia
levantado en Roma á la fiebre; pero al mismo tiempo resulta
confusa é indeterminada la idea de Dios; pues por una parte
parece que acepta su intervención eficaz en todas las cosas»
por otra niega su omnipotencia, y, por último, al final de
este interesante capítulo, dice: n^Per quem declarant haud
dubie natura potentiat id quoque esse quod Deum voca-
muSf9 que es la fórmula más clara y concreta del más abso-
luto naturalismo.
En cuanto á lo que propiamente constituye lo que hoy
llamamos ciencias naturales, no fué Plinio, sin embargo de
sus viajes y de su permanencia en diversas regiones de la
tierra, como Aristóteles, un observador atento de los seres
naturales; porque como ya hemos indicado , su carácter pre-
dominante era la erudición; conocia las cosas, no por la
observación directa, sino por los libros, y falto además de las
doctrinas que podian servirle de guía, admite sin reparo lo
mismo los hechos ciertos y comprobados que las invenciones
más absurdas, hijas de la extravagente fantasía de escritores
antiguos, ó de personas indoctas que de ellas les daban noticia.
De los treinta y siete libros que se conservan de esta obra,
sólo algunos tratan de minerales, plantas y animales; la
astronomía, la geografía, las artes mecánicas y bellas son
objeto muy principal de este trabajo enciclopédico, y en
estas materias dominan las teorías v los conocimientos del
tiempo en que escribía Plinio; ya hemos dicho que su estilo
es oscuro y confuso, á lo que contribuye, no sólo la rapidez
con que, sin duda ninguna, redactaba sus obras, sino su
afectado laconismo y el uso del lenguaje figurado, que es tan
impropio de las materias científicas.
— 148 —
El primer libro de la Historia natural es un prefacio ó
introducción dirigida al Emperador Vespasiano, en el que
menciona los principales autores de que tomó los elementos
de su obra, indicando, además, los asuntos á su parecer más
curiosos que en ella trata; el libro segundo contiene las teo-
rías generales sobre la naturaleza, y es el que tiene más carác-
ter científico, como fácilmente se deduce de los epígrafes
que se suelen ponerá los ciento doce capítulos de que consta,
y que no se enumeran por no alargar extraordinariamente
^ste escrito, bastando á nuestro propósito indicar que el pri-
mero es como sigue: An finitus sit mundus an unus; y en
él, consecuente Plinio con sus doctrinas naturalistas, asevera
del mundo numen esse credi par est eternum, inmensum,
ñeque genitum, ñeque interiturum unquam; y el último,
que trata de armónica mundi ratiOj según la cual la tierra
que habitamos nonagesiman sextam millessimam totius
mundi partem fecit. Basta con lo dicho para que se com-
prenda el gran interés que tiene la exposición literal y los
comentarios de Villalobos á este segundo libro de Plinio, pues
de su estudio aparece cuál era el estado de las ciencias de la
naturaleza en España al principio del siglo xvi, cuando aún
no habian causado las doctrinas de Galileo y de Copémico la
profunda revolución que echó las bases de la moderna cos-
mología, y mucho antes de que Bacon hiciera prevalecer para
estos ramos del saber el método experimental á que se deben
los adelantos que son legítimo título de orgullo de esta
última época de la historia. Todavía para Villalobos, como
para los sabios de Europa de su tiempo, el concepto general
del mundo es tal como lo expone D.^ Oliva Sabuco de Nan-
tes en los siguientes términos: «Pues imagina (Sr. Veronio)
un huevo de avestruz, grande, redondo, con tres claras y
once cascaras. En este huevo la yema pequeña redonda es la
tierra, y la primera clara pequeña que la cerca es el agua
(que toda la cercaba), y la segunda clara mayor es el aire, y
la tercera, muy más mayor, es el fuego. La primera calcara
es el primer cielo, y la segunda es el segundo cielo, etc.; y
estos cuatro elementos son la materia de todas las cosas de
este mundo, y de esta materia toman sus varías formas todos
— M9 —
los mixtos que tienen cuerpo, y toman su forma las que tie-
nen la parte vegetativa, como plantas; y de esta materia toman
su forma las que tienen vegetativa y sensitiva, como anima-
les; y de esta segunda forma de elementos, y tercera de ani«
males, toma su forma el cuerpo del hombre natural, todo lo
que tocaá la vegetativa, porque la intelectiva y racional (que
es el alma) tomó del cielo. Del elemento del aire está lleno
todo lugar; ninguno puede estar vacio en tanto que el agua
sube arriba; si le quitas el aire á una paja ó canon sorbién-
dola hacia arriba, y el plomo ó tierra subirá también si le
quitan el aire circunstante» (i).
Estas hipótesis rectificadas, ó, mejor dicho, refutadas por
la ciencia moderna, son las que informan, como ahora se
dice, las glosas de Villalobos al libro segundo de Plinio, al
cual precede una introducción, dividida en seis capítulos, que
ofrece un interés particular para nuestra historia científica y
literaria; el encabezamiento de esta curiosa introducción es
como sigue:
•Evpositio liieralis in Plinium veronensem Francisci
de Villalobos medid divi Charo li cesar is Augusti romano-
rum, Hispanorum et utriusque Sicilia^ invictissimi regís et
insularum occeani occidentalis et vastissimi continentis
usque ad alteram ierras faciem imperatoris portentissimi.
Feliciter incipit.
Operis prefatio in sex capitula divissa,
Ilustrissimo principi et reverendissimo presuli domino
Alfonso de Fonseca Toleiano Archiepiscopo atque Hispa-
niarumprimati Franciscas de Villalobos artium medicine
profesoris S. P.
Capitulum primum.9
En este capítulo refiere Villalobos cómo el Arzobispo
Fonseca despertó en su ánimo el deseo de emprender esta
(i) Nueva filosofía déla naturalei^a del /tom^r^.— Coloquio en que
se trata de la compostura del mundo como está.
— i5o —
obra de los comentarios de Plinio, por virtud de una conver-
sación que pasó entre ambos en Burgos; el Arzobispo se ma-
nifestó admirado de que no hubiera alguien en España que
aclarara las obscuridades de Plinio, nacidas de su concesión
y elegancia, á lo que respondió Villalobos que él lo baria
de buena gana, sino se lo impidiera su pobreza, que le obli-
gaba á vivir en medio del bullicio de la Corte y á andar con
ella vagabundo; y si además pudiera proporcionarse los
libros necesarios para su trabajo. Sin duda lo intentó á poco.
á pesar de sus circunstancias, pues dice que cuando fué más
adelante huésped del Prelado, revisó el manuscrito del primer
libro y emprendió los comentarios del segundo, que le dedica.
ítem ad eundem hispaniarum prímatenti (Cap. II.)
Dice Villalobos que para ejercitar los ánimos dormidos
de nuestra España, resolvió abrir las puertas de Plinio, cer-
radas durante tantos siglos, y que, obstruidas por el tiempo,
hicieron al abrirse gran ruido, descubriéndose y saliendo
á la luz del sol los ricos tesoros que encerraban , de los que
desde entonces podrían gozar los aficionados al estudio. De
estas frases, que no dan idea exacta de las grandilocuentes y
pretenciosas del texto latino , se infiere que Villalobos estaba
satisfecho y aun orgulloso de su trabajo, y así se explica el
efecto que debió producirle la cruel y desdeñosa critica«que
de él hizo Hernan-Nuñez Pinciano en la carta de que antes
hemos dado noticia , así como de la respuesta de Villalobos,
que como solia rendir culto á las musas, revela en ella el
genus irritabile vatuum,
Benevolis lectoribus. (Cap. III.)
Manifiesta en él Villalobos que no acepta todas las opi-
niones de Plinio, el cual dice que expone breve y compen-
diosamente las ideas de los antiguos. Esta salvedad, más que
á las doctrinas científicas que se contienen en la Historia
natural y las cuales se apartan muy poco de las que reinaban
en la época de Villalobos, se refieren á lo que en esta obra se
relaciona con los dogmas del Cristianismo; y la protesta del
ilustre físico tiene fácil explicación si se recuerda que habia
— i5i —
sido acusado de nigromante y de judio, y perseguido por la
Inquisición. Dice además Villalobos en este capítulo, que su
objeto es sólo aclarar el texto de Plinio, y que aunque se
proponía comentarlo todo, como la obra era larga y la vida
breve» publica los dos libros que tenía esclarecidos aun sin
haberlos corregido del todo, para que otros pudieran conti-
nuar y perfeccionar el trabajo comenzado, por lo cual pide
que los estudiosos lo corrijan (sine calumnia) en las márgenes.
Circa traduccionem Plinii in sermonis vulgaris
qidbus iam barbarus factus est. (Cap. IV.)
Villalobos dice en este capítulo que ha visto una traduc-
ción de Plinio en idioma toscano, y que ha oido decir que
se estaba haciendo otra de esta lengua á la española , y con
este motivo advierte que, como en la versión toscana se con
servan y aun aumentan las oscuridades y los errores del
texto de Plinio, si en la española se corrigen y esclarecen
algunos con arreglo á sus comentarios, sin nombrarlo se
cometerá un hurto y denunciará al traductor ante los jueces.
No hemos podido averiguar si llegó á hacerse la traducción
española de Plinio de que habla Villalobos, y casi se puede
afirmar que á lómenos no llegó á imprimirse, pues, como se
sabe, sólo se conoce en nuestra lengua la que publicó Jeró-
nimo García de la Huerta, médico y familiar del Santo Oficio,
con escolios y anotaciones, en 1624.
De modo in presentí, explanatione servando. (Cap. V.)
Expone Villalobos en este capítulo el método que ha se-
guido en su obra, y que consiste en poner primero de mani-
fiesto el pensamiento oscuro del autor; después procede á la
explicación literal, y si alguna palabra del texto no es de
origen latino, y de lengua que él ignora, la explica según su
sentido; para mayor claridad, divide en párrafos los capítulos
y comenta separadamente cada uno de ellos.
De presentís voluminis subjetís enarrandis. (Cap. VI.)
Este capítulo, como su texto indica, contiene una enume-
ración de las materias que se contienen en el segundo libro
— l52 —
de Plinio, y Villalobos las ordena y expone con acierto en
estos términos: «Trátase en general del cielo, del mundo y de
su plenitud, y especialmente de las estrellas, de los elementos,
de los cuerpos que se engendran en el aire y de los efectos y
casos admirables de todas las cosas, y al hacerlo dá noticias
de la teología platónica, de la antigua astrología, de las mate-
máticas, y principalmente de filosofía natural. Este libro se
puede dividir en tres partes: en la primera se trata del cielo
y de los elementos en general, también de las estrellas, y acci-
dentalmente de Dios; en la segunda se habla del aire y de
todo lo perteneciente á él, y en la tercera se discurre de la
tierra y de las cosas anexas á ella, como el agua y el fuego
que en la tierra existen.
Ya hemos dicho que los asuntos comprendidos en el
segundo libro de Plinio y explicados por Villalobos en sus
Comentarios, son en parte objeto de la primera división de los
Problemas, que, como dice su autor, contienen dos tratados:
el primero es de cuerpos naturales, que comprende seis
metros con sendas glosas; en aquéllos están formuladas en
verso, á manera de problemas, las cuestiones que luego en
éstas se dilucidan . y que se refieren al sol y á la luna y á los
principales planetas, á los cuatro elementos, al fuego, al aire
y á la tierra; el sexto metro trata del Paraíso terrenal, y
tiene por objeto combatir la opinión de los que tdixeron que
el Paraíso terreno que Dios crió para el hombre en los prin-
cipios de la creación del mundo, estaba en una montaña tan
alta, que quasi alcanzaba al cielo de la luna.»
Estos problemas, que tratan de cuerpos naturales, están
planteados en la siguiente forma :
METRO PRIMERO.
¿Por qué el Sol, desde su esphera
haze un dia natural
menor que otro, jque es su igual ,
siendo todo una carrera?
¿Y por qué sus compañeros
Mercurio y Venus, con él
— i53 —
delanteros y ^agüeros ,
tan poco se apartan del ?
No hay para qué decir que los actuales conocimientos
astronómicos destruyen las explicaciones dadas por Villa-
lobos, así de la revolución diurna de la tierra como de la
posición relativa de Mercurio y Venus.
METRO SEGUNDO.
¿Por qué la Luna, dotada
de belleza y señorío,
no tiene de su natío
claridad, sino emprestada?
Y se hace en todos meses
quarta y media , y toda entera
por una y otra ladera ,
con otros mil entremeses.
Lo mismo que de los anteriores puede decirse de estos
problemas, debiendo sólo advertir que Villalobos participa
de las opiniones de su tiempo sobre el influjo de la luna,
materia todavía oscura y dudosa.
METRO TERCERO.
¿Por qué los quatro elementos,
siendo grandes enemigos,
en un cuerpo están amigos,
abracados y contentos?
¿Y por qué el fuego no enciende
todo el orbe por mil modos,
pues es mayor y se extiende ,
y es más potente que todos?
Como se vé, aquí se trata de la teoría aristotélica de los
elementos y de la doctrina de los mixtos ^ de que se hace
mención en el fragmento de D.* Oliva Sabuco, que hemos
copiado.
— 124 —
forma ni á los arrebatos de la imaginación; pero no se puede
desconocer que la obra de Villalobos se ajusta á las condi-
ciones del género á que pertenece, y no se le debe tampoco
negar la gloria de haber sido entre los españoles el primero
que intentó popularizar la medicina, combatiendo de este
modo la pedantería, que suele ser achaque tan general en
los que se dedican á su estudio y su ejercicio, y sin duda
debió tener presente esta producción de Villalobos Sorapan
de Reinos^ al escribir su Medicina en refranes vulgares.
Por todas estas consideraciones se ha resuelto reimprimir
en el volumen XXIV de la colección de los Bibliófilos el
Sumario de Medicina, pues su rareza es ya tal, que sólo exis-
te, que se sepa, el ejemplar que posee el Sr. Marqués de San
Román, y el que, según manifiesta el Sr. Jorge Gaskoin, se
conserva en el Museo Británico^ porque si bien éste habla
en su libro sobre Villalobos, de un ejemplar que existia en
la biblioteca del Sr. Marqués de la Romana, incorporada ya
en la Nacional, y de otro que habia en este establecimiento,
según las noticias que le comunicó el Dr. Montejo, han sido
inútiles las tentativas que se han hecho para encontrarlo.
Como las coplas sobre las pestíferas bubas forman parte
del volumen en que se contiene el Sumario ^ no hemos que-
rido suprimirlas para dar idea exacta de tan raro libro, aun-
que han sido varias veces reimpresas, especialmente por el
Sr. Morejon en el apéndice III de su Historia bibliográfica^
y por el Sr. Chinchilla en su Historia de la medicina espa-
ñola, además á este tratado debe principalmente Villa-
lobos la fama de que goza como médico, sobre todo en el
extranjero.
Sería muy largo, y además fuera de lugar, exponer cuanto
se relaciona con el asunto de las bubas; basta decir que la
enfermedad á que se refiere y su tratamiento, constituyen hoy
una de las pocas especialidades ó monografías bien estudia-
das y constituida casi con carácter científico. Desde su apa-
rición en el año de 1493 se han consagrado á su estudio mu-
chos médicos, y se han escrito y se escriben cada dia muchas
obras acerca del asunto, empezando por la cuestión relativa
á su origen, teniéndose ya por indudable que la sífilis fué
— i55 —
la tierra y las aguas dulces que en ella abundan están
dispuestas para la existencia de los hombres ; y sin duda en
vista del espectáculo que ofrecia el mundo en su tiempo con
el descubrimiento de América, dice: «Aunque ya la ingratitud
y la avaricia han crecido tanto que está tan poblada quasi la
mar de hombres como de peces, y en ella nascen y en ella
mueren, y no perdonan los golfos, ni los estrechos, ni otros
monstruos marinos, ni los rigores del tiempo, ni las tempes-
tades, ni los cielos notos, ni los ignotos, ni el polo Ártico, ni
el polo Antartico, todo lo rodean, todo lo ciñen por arriba y
por abajo con muerte de los otros y de sí mismos, y con
estragos y crueldades nunca oidas, como más largamente se
dirá adelante, y finalmente, todos acaban en el agua y comien-
zan en el niego, que nunca se acaba.»
Ya se ha dicho que el metro sexto, que tan poca relación
tiene con los cuerpos naturales ^ se refiere al lugar en que
estaba el Paraíso, y puede considerarse como una transición
á las cosas morales de que tratan los problemas sucesivos, y
su texto es el siguiente :
METRO SEXTO.
¿Por qué hay opinión alguna
del Paraíso terrenal ,
que diga que es quasi igual
en altura con la luna?
Y que si Adam no cayera
de aquel lugar soberano,
con un buen salto que diera
la alcanzara con la mano.
Para demostrar la analogía, en cuanto á la forma, de estos
metros con las preguntas del licenciado Alfonso López de
Corellas, que sin duda tuvo aquéllos presente ^ pues él
publicó las suyas en 1546, véanse algunas de ellas:
I.* La primera es por qué son
los hombres de alta figura.
— i56 —
2.* Y por qué es de carne dura
el hombre de ingenio grueso.
3.* Por qué el furioso en exceso
es de cabecea pequeña.
4.* Por qué de lo que uno sueña
se nota la complescion (i).
Ya se ha dicho también que análoga forma tienen las
famosas preguntas del Almirante^ «de las cuales la tercia
parte es de preguntas de dubdas naturales.»
( I ) Trescientas preguntas de cosas naturales,^., 1 346.
- i57-
OBRAS LITERARIAS.
IV.
TRADUCCIÓN DEL AMPHITRION DE PLAUTO, EL TRATADO
DE LOS PROBLEMAS DE COSAS MORALES» ETC.
' La primera obra literaria de que se tiene noticia debida
á la pluma de Francisco López de Villalobos, es la traducción
y glosas de la comedia llamada Amphitrion del famoso poeta
latino Plauto. Los bibliógrafos españoles afirman que fué
impresa en el año de i5i5, aunque ninguno de ellos asegura
haber visto esta edición, que tampoco nosotros hemos logrado
encontrar; pero ya aparece formando parte del volumen
impreso en Zamora en i543, que contiene la primera edición
de los Problemas.
No puede dudarse que esta obra fué escrita antes de i5i5,
pues en su proemio, dirigido á D. Garci-Fernandez Man-
rique, se lee lo siguiente: «Si esta comedia no tubiesse auto-
ridad, deue ser tenida en mucho por parte de Vmd., á quien
es dirigida y recomendada, por tres partes que hay en
vos, que cualquier dellas es materia de muy alta poesía.
La primera es vuestra cxcellente genealogía. Que por la
parte del Sr. Conde de Osorno, á quien Dios dé salud,
cuyo hijo primogénito vos sois por línea derecha, descen-
déis del muy esclarecido tronco de los Reyes de España
y de la antigua y noble sangre de los godos. Y por la parte
de la Sra. Condesa, vuestra madre, hija del Sr. D. Gar-
cialuares de Toledo, illustrísimo Duque Dalua, venís de
los Emperadores de Constantinopla, de cuya rayz vino á
■V
— i54 —
METRO QUARTO.
¿Y por qué el fuego de acá
alumbra todo lo oscuro,
y no dá luz el de allá ,
siendo más neto y más puro?
¿Y por qué el fuego engendramos,
cada hora que queremos ,
y cuando agua no hallamos,
sin agua nos quedaremos?
La explicación que dá Villalobos del primer problema,
es digna de notarse, dice ad : «Y fué necesario que el fuego,
en su esfera, fuese invisible, porque su sutileza y transparencia
es tan celestial, que la vista corporal no la puede juzgar, ni
cae debaxo de su jurisdicción material,» opinión que recuerda
la de Heghel, que al tratar de la luz y de su visibilidad, dice
cque la luz pura es la obscuridad pura,» y que, por consi-
guiente, para hacerse visible es menester el contraste y
oposición de la luz y de las tinieblas.
METRO Qunrro.
¿Por qué el aire y la tierra
nunca pelean los dos,
habiéndolos hecho Dios,
contrarios de buena guerra?
¿Y por qué el agua del mar
no es más potable y mejor,
pues la hizo el Hacedor,
y la puso en su lugar?
No dá Villalobos explicación de lo que, según la doctrina
de los elementos, no podia tenerla, esto es, de que la tierra
y el aire no obraran como el agua y el fuego. Por lo que
respecta á la condición del agua del mar, dice que es salada
porque su objeto es servir de habitación á los peces, asi como
— i55 —
la tierra y las aguas dulces que en ella abundan están
dispuestas para la existencia de los hombres; y sin duda en
vista del espectáculo que ofrecia el mundo en su tiempo con
el descubrimiento de América, dice: «Aunque ya la ingratitud
y la avaricia han crecido tanto que está tan poblada quasi la
mar de hombres como de peces, y en ella nascen y en ella
mueren, y no perdonan los golfos, ni los estrechos, ni otros
monstruos marinos, ni los rigores del tiempo, ni las tempes-
tades, ni los cielos notos, ni los ignotos, ni el polo Ártico, ni
el polo Antartico, todo lo rodean, todo lo ciñen por arriba y
por abajo con muerte de los otros y de sí mismos, y con
estragos y crueldades nunca oidas, como más largamente se
dirá adelante, y finalmente, todos acaban en el agua y comien-
zan en el fuego, que nunca se acaba.»
Ya se ha dicho que el metro sexto, que tan poca relación
tiene con los cuerpos naturales ^ se refiere al lugar en que
estaba el Paraíso, y puede considerarse como una transición
á las cosas morales de que tratan los problemas sucesivos, y
su texto es el siguiente:
METRO SEXTO.
¿Por qué hay opinión alguna
del Paraíso terrenal ,
que diga que es quasi igual
en altura con la luna?
Y que si Adam no cayera
de aquel lugar soberano,
con un buen salto que diera
la alcanzara con la mano.
Para demostrar la analogía, en cuanto á la forma, de estos
metros con las preguntas del licenciado Alfonso López de
Corellas, que sin duda tuvo aquéllos presente, pues él
publicó las suyas en 1546, véanse algunas de ellas:
i.^ La primera es por qué son
los hombres de alta figura.
— i6o —
Como dice VíUalobos, la traslación del original, fuera de
las supresiones indicadas, está fielmente hecha con arreglo al
texto entonces conocido y después muy perfeccionado» espe-
cialmente con vista de los fragmentos descubiertos hacia el
año de 1840 por ú célebre bibliotecario de la vaticana^ Angelo
Maí, que han servido de base á las ediciones críticas de Plauto,
hechas en Alemania, donde se profesa tan fervoroso culto al
cómico latino, que justamente la obra traducida por Villa-
lobos fué representada en su primitiva lengua el año de 1844
en el teatro de Berlín, por los estudiantes de la Universidad,
ante la Corte y los profesores de aquélla, sirviendo de inter-
medios algunas odas de Horacio puestas en música para este
efecto.
Aunque el original en ésta como en las demás obras dra-
máticas de griegos y latinos, no tenía las divisiones que hoy
se usan, Villalobos repartió el Amphitríon en escenas que
marcan el curso de los sucesos, y al principio de cada una
expone el que en ella se desenvuelve; además la ilustra con
extensas glosas, en que más que explicaciones históricas y
mitológicas, abundan las reflexiones morales y aun las mís-
ticas; no pertenece, por cierto, á este género la última glosa;
pero como revela la índole del ingenio de' Villalobos, y su
espíritu de observación, la pondremos aquí por muestra de
las demás. » Allí donde dice: No me pesa de partir los bienes
con Júpiter, etc., nota tque los muy esforzados son la gente
del mundo que con mejor paciencia sufre el cuerno, y que
más presto han gana de satisfacerse con cualquiera excusa-
ción que les den; y de aquí viene que sus mujeres se atreven
á ellos mucho más que á los ruynes hacen sus mujeres. La
razón dello es que los generosos ánimos contra las cosas
flacas no quieren tener fortaleza, y desdéñanse de hacer mal
á la mujer; como los feroces lebreles de Irlanda, no quieren
satisfacer sus sañas contra los pequeños gozques, maguer que
de sus ladridos sean importunamente perseguidos. Mas los pu-
silánimes, como se les dobla el ánimo contra la cosa vencida,
son sus mujeres así temerosas y sojuzgadas de ellos como lo
son las ovejas delante del hambriento lobo. Pero si éstos
aciertan con mujer matrera y varonil, fáltales el corazón y
— i6i —
sufren los cuernos á ojo, sin que osen hablar en ello. De
cualquiera cosa destas podríamos muchos ejemplos de la
historia alegar, sí nuestra intención no fuese no poner hastío
á los lectores. Así que á Amphitrion luciéronle entender que
era Dios del cielo el que se echaua con su -mujer, siendo el
más yellaco hombre y el más dissoluto y adúltero y el más
bestial nigromántico que jamás ouo.» En consonancia con
el espíritu de esta glosa, está la apostilla ó explicación de la
escena final de la comedia, que dice: «Hácense las amistades
entre Júpiter y Amphitrion, y vayase el diablo para ruyn.»
«El cumplimiento de la comedia sacado de otro original»
con que pone fin Villalobos á su versión, á pesar de aquel
epígrafe, ni es de la pluma de Planto ni cabe en el plan de
la comedia, ni en las ideas reinantes en su época, y me inclino
á creer, aunque sin haber hecho las necesarias investigacio-
nes, que es una adición del mismo Villalobos para completar
lo referente á la fábula de Hércules, que, como se sabe,
mató en la cuna las serpientes enviadas por Juno para ven-
garse de la infidelidad de Júpiter, y me fundo para creerlo
asi, en primer lugar, en lo que de la pasión de los celos se
dice en esta añadidura, idéntico á lo que expone Villalobos
en las Sentencias que siguen á la comedia, y en segundo^ en
el corte y accidentes át farsa villanesca que tiene la escena
donde el desvergonzado Socías se permite las más picantes
chanzonetas con Alcumcna y con sus esclavas, que en castigfo
le aporrean en presencia de sus dueños.
Las sentencias que sirven de comentarios al Amphitrion
de Planto forman un tratado sobre el amor, asunto que en
tiempo de Villalobos tenía una importancia superior á la que
se le dá en el nuestro, y que sirvió de materia no sólo á obras
literarias, sino á escritos filosóficos como la exposición del
Diálogo de Platón, El convite hecho por Marcilio Fescino,
el cual refiere que fué ocasión de su obra el propósito que
realizó Lorenzo de Médicis de renovar el Banquete, á cuyo
fin dispuso Francisco Bandino celebrar uno con regio apa-
rato el 7 de Noviembre, á que fueron convidados nueve pla-
tónicos, en la Villa de Cartegi, los cuales eran M. Antonio
del Agli, Obispo de Fiésole; el maestro Ficino, médico;
k
— l62 —
Cristóbal Landino, poeta; Bernardo Nuti, retorico; Tomás
Benci, Juan Cavalcanti y los hermanos Cristóbal y Carlos
Marsupini, hijos del poeta Carlos.
Las doctrinas de Villalobos no están inspiradas en las
ideas platónicas, aunque quizá algo influyeran aquéllas en lo
que dice en el cap. IX de estas Sentencias, que trata del
«muy excelente y soberano amor,» pero, como este epí-
grafe indica, el espíritu dominante en este capítulo es el mis-
ticismo cristiano, que tan alta expresión tuvo en los escritos
de Santa Teresa. Para dar idea de las Sentencias de Villalo-
bos bastará poner aquí los epígrafes de los diez capítulos en
que están divididas: tDel amor en general»» cap. I. tCómo
el amante se conuierte y transforma en la cosa amada,» capí-
tulo II. «De la diuision del amor,* cap. III. tDe la gran
perdición y total destruicion del amante vicioso,» cap. IIII.
«Cómo el amante se torna de naturaleza de bestia,» cap. V.
tCómo el amador es loco de atar,» cap. VI. «De los celos,»
capítulo VII. cCómo el celoso es loco de atar»» capítulo
VIII. tDel muy excellente y soberano amor,» cap. IX.
tFin de la obra y recomendación de las mujeres»» cap, X, el
cual es tan breve como digno de ser notado, porque no siem-
pre sale bien librado el bello sexo en los juicios que de él hace
en otros escritos el ingenioso físico. Hé aquí el texto del
que examinamos: tAvemos vituperado el amor vicioso del
hombre á la mujer, lo mismo amonestamos á ellas que se
guarden dellos: que mayor daño les viene, porque son más
delicadas, y concurren en ellas más circunstancias de perdi*
cion. Mas de amor honesto y virtuoso ellas son dignas, y
merecedoras de ser amadas por muchas prerrogativas y gra-
cias de que fueron dotadas. Primeramente porque son cria-
turas de Dios, capaces de razón y de entendimiento como
los hombres, hechas de su misma masa á la imagen y seme*
janza de su Hazedor^ otrosí por la gran hermosura que les
fué dada, que debaxo del cielo no ay cosa tan deleytable
para la vista de los ojos, y para dar gracias al maestro de
tales imagines como es ver una mujer muy hermosa y
bien apuesta, ca resplandesce más en ellas la belleza por su
len^a y esquiuidad: porque las cosas vistas y como-
— i63 —
nicacbís pocas veces deleytan más la vista, por ser más nue-
uas, que se miran con mayor deseo, como dice el Aristóteles
en el lo de la Ethica. Tienen assimismo inclinación natural
á las cosas de Dios, y exercitan los oficios diuinos sin can-
sancio ni fatiga, antes resciben en ello recreación y con-
suelo, y por esto las llamó la Yglesia linaje denoto. Tienen
también mucha obediencia y mansedumbre, que donde son
compañeras se hazen sieruas compradas por precio, y sufren
los insultos de los hombres y los de la fortuna con gran
paciencia. ítem, son muy moderadas en comer y beuer, y
sentirlo has si mantienes veynte hombres y veynte mujeres:
no ay borracherías entre ellas, ni bodegones; no ay juegos,
ni blasfemias, ni juramentos sacados de las entrañas y tuéta-
nos de la Fé Cathólica; no ay homicidios, ni robos, ni otros
enormes pecados que á cada paso cometen los hombres.
Otrosí, la castidad halló en ellas espaciosa morada, y cono-
cerlo has en una cosa; que si en una gran ciudad ay diez
mujeres erradas, de aquellas se habla por los cantones, de
aquellas se hazen los corros por las pla(;as, como de cosa
nueua y monstruosa; mas de los hombres con quien erraron
no dizen nada, siendo en ellos mayor la culpa, así como en
cualquiera escándalo el agresor y acometedor tiene mayor
culpa que el acometido y perseguido; y aun estas mujeres
erradas, con toda su infamia, son más honestas y más reco-
gidas que los hombres honestos del pueblo. Y esto no lo hazc,
sino que quisieron ellas tomar para sí la observancia y regla
de la virtud tan estrecha, que los pecados que son veniales
y liuianos en los hombres, los hizieron en sí muy graues y
muy mortales, y ellos tomaron la vida tan ancha, que un
ladrón muy maluado y muy borracho osa decir en medio
desa pla<;a que él no es hombre que ha de hazer cosa que no
deua, y sobre esta razón no duda de matarse con otros dos,
y dan con él en el infierno: y dicen luego los que le llenan á
enterrar, que juran á Dios que hizo bien, ¿para qué es la
vida? y que dan al diablo la vida que no se pone al tablero
por la honra. Y sale otro más fiero de entre ellos, y dize: no,
no: esa raya se la Dios del casco, que hago voto á Dios la
vida y el alma pierda cient vezes si me tocan en la honra en
— 164 —
tanto como este pelito; y saca el pelito de la capa, que ap¿nas
le falla, y sóplalo. ¿Parécete agora que es bien ancha regla la
destos vellacos, que piensan que hazen lo que deben en
hurtar y en ser profanos y viciosos de todo género de peca-
dos? Y sí una mujer tuerce el ojo, ella misma há vergüenza
de parecer entre las otras. Y no embargante todo lo susodi-
cho, y mucho más que se podría dezir, no ha faltado quien
murmurasse de todas las mujeres en general, y escríuiese
juycios y sentencias contra sus honras. En verdad me pare-
cen sentencias vanas sin fundamentos de razón, y de jueces
apasionados, porque alguna dellas no respondió á sus desor-
denadas y torpes demandas. Y no es de marauillar, que aun
á Dios reprehenden y maltratan, porque los tiempos y otras
cosas que crió no responden á sus locas voluntades para hen-
chir sus hambientas y tragonas auaricias. Que la Diuina
Providencia cura de nosotros como un padre muy piadoso
cura de sus niños, cumpliendo con todas sus necesidades, y
no satisfaciendo á todas sus peticiones, porque son inocentes
y no saben lo que piden; esto no les agrada á los que tienen
mucha pasión de lo que desean y poco cuidado de la gouer-
nacion del mundo. Assí que á las mujeres entonces las mal-
tratan más quando menos culpa tienen; y la ponzoña que
conciben de una sola, derrámanla sobre todas. Qué vileza tan
grande, ofender á quien no se defiende, y alargar mucho la
lengua en injuriar á quien no responde por sí.»
Este panegírico de la mujer tal vez sugiriera la idea del
que hizo Joan de Spinosa en su q Diálogo en laude las muje-
res,» intitulado Gincecepcenos, dividido en cinco partes (i),
obra curiosísima en la cual, además de tratarse muy por
extenso la materia con el apoyo de la autoridad de las Sagra-
das Escrituras de los Santos Padres y de los filósofos anti-
guos, se hace una larga enumeración de las mujeres famosas
de todos les tiempos, y entre ellas de las españolas que vivian
cuando escribía el autor, quien cita entre ellas á la Duquesa
deSessa, D.* Francisca de Córdova; á D.* María Sarmiento,
(i) Impreso en Milán en la oñcina de Michel Ttni en el aík> del
Señor i38o.
— i65 —
su cuñada; á D.' Gracia de Olazaval y D.* Menda de
Múzica, &ta mujer y aquélla madre de D. Juan de Idiaquez;
i la mujer del Gran Duque de Alva, D. Fernando Alvarez
de Toledo; á la Duquesa de Alburquerque, señora de Medi-
naceli, D/ Juana de la Lama. Contra la opinión vulgar y
maldiciente, encomian, lo mismo Villalobos que Spinosa, la
castidad y el recato de la mujer, y por cierto que es digno de
notarse que la ciencia confirme plenamente este juicio, sobre
el cual puede leerse la obra del famoso Darwing, titulada
De ¡a selección sexual^ donde se demuestra que es ley común
en toda la escala animal que el impulso erótico sea peculiar
7 característico del macho, mientras que la hembra es de
ordinario repulsiva ó indiferente en la función sexual: en
este mismo espíritu está tratado por Villalobos, en su Resu-
men de medicina, el mal de amores, al cual dedica las siguien-
tes curiosísimas coplas:
Del mal de amores que Auicena llamó ilisci y los griegos
le llaman hereos.
Amor hereos, según nuestros autores,
es una corupta imaginación
por quien algún hombre se aquexa de amores;
y en éste, que es hito de los trouadores,
sin ser lisongero diré mi razón:
sabed por muy cierto quel entendimiento
jamás no se mésela en aquestas pendencias;
la imaginatiua y bestial pensamiento,
como es gran potencia y padece el tormento,
engaña consigo á las otras potencias.
Prosigue.
Esta es la que mueue los otros sentidos
para que no tiren sino en este puesto,
memoria, y deseos, y ojos y oydos,
á todos los tiene ya tan conuertidos,
que todos se ocupan en no más daquesto,
— i66 —
que el tal pensamiento vencido del gesto,
á todos los otros sentidos informa
ser lindo, y gracioso, y ornado y honesto,
do alguna esperanc^a se muestre tras esto
por do en adquirirlo se deue dar forma.
Prosigue,
Y el entendimiento después que allá entró
por falsos testigos tan falsa sentencia,
la qual por injusta contino aprobó,
perdió su juizio, sus fuerzas perdió,
perdió su ra^on, su consejo y prudencia;
helos todos ciegos, á causa de un ciego,
ques el pensamiento y la imaginatiua
que dio al corazón tan maldito sosiego,
metiéndole dentro ardentíssimo fuego
do siempre el deseo lo atyza y lo aviua.
De las señales que se muestran cuando alguno
está enamorado.
Verásle al paciente perder sus continos
negocios y sueños, comer y beuer,
congoxas, sospiros y mili desatinos,
desear soledades y lloros mesquinos,
que no hay quien le valga ni pueda valer;
perdida la fuerza, perdido el color,
y quando le hablan d*amor, luego llora,
y el pulso es sin orden y mucho menor,
y nunca se esfuerza y se haze mayor
sino cuando puede mirar su señora.
De la cura.
El medio daquesto no está contenido
sino en distraelle daquesta locura
de su pensamiento questá corrompido.
— 167 —
7 aquesto en diez partes será repartido,
7 en ellas se pone cumplida la cura:
primero mandando que vaya á cagar;
segundo, que pesque do hay muchos pescados;
tercero, que siempre se ocupe en jugar;
y quarto» ante muchos le hagan estar,
7 quinto, que vaya á esparcirse á los prados.
Prosigue.
Y sesto, que amigos y nobles parientes
y hombres prudentes y de autoridad,
con sus ortaciones le hagan presentes
los muchos peligros, los inconuenientes,
y agoten y aflijan su carnalidad;
seteno, le pongan en muy gran pendencia
de tratos de suma, y en mucho cuidado;
octano, le aparten con gran diligencia
daquella señora, como en pestilencia
se apartan los hombres del ayre dañado.
Prosigue.
Noueno, alcahuetes le hagan querer
á otras señoras por más distraello;
dezeno, le hagan casar con muger,
después vejezuelas le deuen traer
á que le desliguen, que bien saben dello,
y denle á comer vn sabroso manjar
en quien mucha sangre y sustancia s'engierra,
y tinto con blanco le deuen aguar,
que siempre hemos visto del emborrochar
caer los amantes y amores en tierra.
Del contexto de estas coplas aparece que el mal de amores
es peculiar al hombre, de quien únicamente en ellas se trata,
y los remedios que para curarlos se recomiendan, sólo al hom-
bre pueden aplicarse. Por otra parte, el aspecto patológico
— i68 —
con que se presenta el amor en ellas, coincide de un modo
digno de atención con la manera de concebirlo y explicarlo
que tiene el famoso filósofo Schopenhauer en su Tratado sobre
el amor, las mujeres j' el matrimonio^ lleno de profundas
observaciones, aunque campea en ellas el negro pesimismo,
que es el espíritu de todas sus obras. No trata el solterón
egoista y atrabiliario de Francfort con ternura á las mujeres,
les niega casi su naturaleza racional, apoyándose, por cierto,
en lo que dice Juan Huarte en su Examen de ingenios para
las ciencias; pero basta decir que considera natural la poli-
gamia, alegando para ello el opúsculo De concubinatu^ de
ThomasiuSy para que se comprenda que el erotismo no puede
ser, en su concepto, calidad dominante en la mujer.
Hemos dado á estas observaciones más extensión de la
que tal vez alguno crea necesaria; pero nos servirá de dis-
culpa lo interesante de la materia y el tratar tan de propó-
sito de ella Villalobos, con ocasión de la comedia de Planto,
aunque no tiene esta obra el amor por principal objeto.
Después de Villalobos, otros escritores han vertido más ó
menos fielmente al castellano el Amphitrion (i); pero la
traducción más conocida, si tal nombre merece, es la de
Fernán Pérez de Oliva, hecha con el objeto que manifiesta
en el prólogo que le puso, y que dice así:
«Muestra de la lengua castellana en el nacimiento de
Hércules, ó comedia de Amphitrion, tomado el argumento
de la latina de Plauto.»
El maestro Fernán Perej de Oliva,
d su sobrino Agustin de Oliva.
«Suelen los hombres, entre los cuidados que para la vida
son necesarios, tomar otros para su recreación; y así, unos
plantan, otros edifican y hacen otros semejantes exercicios.
Mas todo este cuidado he yo puesto en adornarte á tí de letras
y virtudes. Si tal saliere el fruto qual es la diligencia que yo
( 1 ) Tengo entendido que el Sr. Heredia posee un ejemplar de una tra-
ducción impresa con caracteres góticos, que no es la de Villalobos ni la de
Pérez de Oliva.
— 169 —
porné, iquH deleyte de los otros será al mió comparable?
Ninguno yerdaderamente, porque ni edificios ni jardines ni
otras cosas semejantes son tan deleytables de ver, como de
oir el sabio, ni tan provechosas para quien las tiene, como el
virtuoso para todo el pueblo. Principalmente que la sangre
me lo demanda y el esperanza que de tí tengo me lo acon-
sejó. Plega á Dios que con buenas obras tú me lo merezcas
y que sea el provecho que hicieres igual á mi deseo. El prin-
cipio de aqueste mi propósito he querido tomar de lo que tú
me parece que has primero menester, digo, usar bien de la
lengua en que naciste. Porque sabrás que en el hombre dis-
creto es parte muy principal de la prudencia saber bien su
lengua natural. Y demás desto, ella es la atadura de las amis-
tades, testigo del saber y señal de la virtud. Las quales cosas
fundamento son de vida ilustre, como experimentado espero
que sabrás. Esto se suele hacer por arte que requiere ingenio
más maduro que no el tuyo. Agora en exemplos quiero mos-
trarte el fruto della, porque gustado primero, con mayor
deseo la procures. Y aquesto haré no en cosas muy graves,
que tu ingenio sobrepujen y fatiguen, sino en cosas claras de
entender, aunque no serán tan fáciles de imitar, las quales
te serán suaves leyendo y anotando provechosas. Hete, pues,
escrito el nacimiento de Hércules, que primero escribieron
griegos y después Planto en latin. Y helo hecho no sola-
mente á imitación de aquellos autores, pero á conferencia de
su invención y sus lenguas, porque tengo yo en nuestra cas-
tellana confianza que no se dexará vencer. Léelo con dili-
gencia, porque las comedias antes escritas fueron fuentes de
la eloqüencia de Marco Tulio, que mucho amó á su familiar
Terencio, y á los otros que en semejante estilo escribieron.
Si exemplo de tan grande fuerza no te mueve, la razón tam-
bién te lo mostrará. Porque el estilo de de(;ir en comedia es
tan diverso como los movimientos de los hombres. A veces
vá tibio, y á veces con hervor, unas con odio y otras con
amor, graves algunas veces, y otras gracioso; unas veces como
historia, otras como razonamiento y otras veces es habla
familiar. Así que de todas maneras exercita la lengua con
tanta suavidad, que es cosa muy dañosa y digna de gran
— 170 —
reprehensión enjerir vileza en ello. Vileza llamo representa-
ción de alguna cosa, que en pensarla con placer se corrompa
la pura limpieza del ánimo. Aquesto digo contra algunos que
no piensan deleytar, si no dicen suciedades. Las quales yo te
viedo no solamente á la lengua, mas también á los oidos.
Porque solo el pensamiento, mueve mucho, incitando al
deleyte que consigo trae. General amonestación es esta, no
pienses que es una, porque no hay vicio en el hombre que
no sea con su consentimiento al vicio, sino por considera-
ción á su deleyte. Recibe, pues, este don que por respeto
tuyo también recibirán los otros tus iguales. Agora te provoco
con esta dulce lición al amor de las letras; quando deste
amor bien preso te tuviere, te daré cosas de mayor severidad.»
No tuvo, pues, el maestro Oliva propósito de llevar á la
escena la comedia de Plauto, sino meramente dar una lección
práctica de retórica á su sobrino, y al propio tiempo demos-
trar que la lengua castellana era apta para el desarrollo de
una fábula dramática; por esto usó el literato cordobés con
gran libertad de la obra del cómico latino, que apenas siguió
en su imitación, dando más importancia al nacimiento de
Hércules que al engaño que Júpiter hizo á Amphitrion y á
Alcumena, que es el verdadero argumento de la obra de
Plauto. Sobre las dos versiones de ella, hechas por Villalobos
y Pérez de Oliva, emite el Sr. Schack, en su Historia de la
literatura dramática española, un juicio no del todo con-
forme con lo que resulta del estudio de estas obras que hemos
consignado antes: tVillalobos, médico de cámara de Fer-
nando el Católico y de Carlos V, dice Schack, vertió en prosa
corriente castellana, en 1 5 1 3, el Amphjrtryon latino, en verso,
y, al parecer, con el objeto de que se representase, supri-
miendo ó compendiando diversas escenas, para concentrar
más el interés de la acción dramática. La misma senda em-
prendió después Fernán Pérez de Oliva, de Córdoba, cate-
drático de filosofía y teología en Salamanca, tradudendo
también, hacia i53o, en prosa castellana, varios dramas anti-
guos. Pero con la Electra de Sófocles (á la que tituló Aga-
menón vengado), con la Hecuba de Eurípides y el Amphjr-
tryon de Plauto usó de mayor libertad que con este último
— 171 —
Villalobos. No sólo abrevió el original, sino le hizo algunas
adiciones, por lo común poco atinadas, y que entorpecen el
curso de la Cábula, y no lo aceleran como las de su predece-
9or, El diálogo de Oliva, cuando no traduce fielmente, ado-
lece de expresiones metafóricas é hinchadas que, como prue-
ban muchas imitaciones de la Celestina, comenzaron á
emplearse en este tiempo» (i). Nada diremos del juicio que
merece al crítico alemán el estilo del retórico cordobés, y que
consiste principalmente en el propósito de imitar los giros
de la lengua latina, no siempre propios de la índole del cas-
tellano; pero lo que no puede menos de notarse es el error
de hecho en que incurre Schack, quien si hubiera leido y
entendido bien lo que dicen Villalobos y Pérez de Oliva,
hubiera visto que ni uno ni otro tuvieron el propósito de
adaptar á la escena española el Amphitrion de Plauto.
Tampoco estuvo acertado Schack al afirmar que el Amphi-
tirón de Pérez de Oliva fué escrito hacia el año de i53o,
pues en el Registrum librorum de D. Fernando Colon consta
que el autor le regaló un ejemplar de esta comedia, impresa
suelta en Sevilla el año de i525, y Salva poseía otro, que des^
cribe en su Catálogo, en el que también dá noticia de una
traducción distinta de las de Villalobos y Pérez de Oliva,
impresa en Toledo en casa de Juan de Ayala el año i554. ^^
sabemos con qué fundamento dice Salva que es una taracea
de las dos anteriores versiones, pero nos parece este juicio
poco verosímil.
Ya se ha dicho que es general entre los Bibliófilos la
creencia de que se publicó aparte la comedia de Amphi-
trion^ y de todas suertes está demostrado que Villalobos la
tradujo antes del año de i5i5; pero esta obra es una de las
que contiene el libro titulado Problemas desde su primera
edición en el que se contienen además otras escritas evi-
dentemente antes que los dos tratados, que en realidad son
los que llevan el referido nombre de Problemas. Ya hemos
hablado, al tratar de las obras científicas de Villalobos, de los
(i ) Páginas 207 y 3o8 dd tomo I original de la Historia de Schack.
— 172 —
Diálogos de las fiebres interpoladas y del calor natural,
que están en ese caso, y ahora, al ocuparnos de las morales y
literarias, debemos notar que sucede lo mismo con el que
«passó entre un Grande deste Reino de Castilla estando con
el frió de la quartana, y el Dr. Villalobos, que estaba allí
con él, en presencia de sus hijos y de la noble juventud de su
v^ casa,» el cual fué, sin duda, escrito antes del año de 1524,
porque precede á esta obra una carta en que le pedia copia
de ella á su autor don Alonso de Fonseca, Arzobispo de San-
tiago, y es cosa sabida que este famoso Prelado, tan amigo de
Villalobos, filé trasladado de la Silla compostelana á la de
Toledo, primada de España, en el citado año de 1524; por
cierto que dicha carta contiene un juicio de Villalobos, como
escritor, que ha confirmado la posteridad y que era general
entre las personas de ingenio y letras de su tiempo. Dice así el
Arzobispo Fonseca: «Pocos dias há que el Sr. D. Gómez me
mostró un diálogo vuestro, en que muy claramente vi que
nuestra lengua castellana excede á todas las otras en la gracia
y dulzura de la buena conversación de los hombres, porque
en pocas palabras comprehedistes tantas diferencias de donay-
res, tan sabrosos motes, tantas delicias, tantas flores, tan agra-
dables demandas y respuestas, tan sabias locuras, tan locas
veras, que son para dar alegría al más triste hombre del
mundo etc.;» por donde se vé que era tal la afición que
se tenía á las regocijadas ocurrencias de Villalobos, que sus
escritos corrían de mano en mano, antes de imprimirse,
entre las personas de buen gusto.
Lo primero que se ocurre al leer este diálogo es pregun-
tar quién sería el Grande que sirve de interlocutor á Villalo-
bos; y según se dice en la carta del doctor de Escoriaza, que
vá al fin de la obra, fué el Duque de Alba, D. Fadrique,
abuelo del famoso D. Fernando Alvarez de Toledo, y no
éste, que no tenía hijos capaces de asistir á aquella escena en
el tiempo en que probablemente ocurrió; sin embargo, por
el espíritu y por la forma de los conceptos que le atribuye
Villalobos, y más todavía por el incidente del diálogo en que
habla el Duque de los favores que habia hecho á Villalabos,
pudiera creerse que el Grande que buscamos no puede ser
— 173 —
ano el Almirante de Castilla, Duque de Medina de Rioseco,
el cual dice á Villalobos en el lugar á que aludimos:
•D. La razón es buena; y sin ella está clara la verdad de
lo que aueis dicho: en mi seso estoy de hazeros mercedes,
como os las be hecho, más por vuestra buena razón que por
la física.
•Z). (Aparte.) Tal salud os dé Dios como me auejrs hecho
las mercedes, y aun como me las haréis.
9Z). ¿Qué estáis gruñendo entre dientes? etc.»
Este pasaje recuerda los de las cartas al Almirante que
hemos copiado, en que Villalobos se queja de la ruindad de
aquel magnate y de lo poco que habia hecho en su obsequio;
7 aunque Villalobos estaba quejoso^ por los mismos motivos,
de otros personajes, y muy particularmente del Emperador,
de ninguno tanto como de D. Fadrique Enriquez; además,
en este mismo diálogo, contestando Villalobos al Duque, que
le proponía que dejase el servicio del Rey para entrar al suyo,
le contestó: tYo, señor, no vivo con el Rey por lo que él me
dá, sino por loque me puede dar sin poner nada de su bolsa;
y viviendo yo con él, V. S. puede ahorrar el salario que me
habia de dar y seruirse de mí, queya sabemos que nunca os
apartareis del Rey si la muerte no os aparta.^ Ahora bien;
el Almirante, como tan cercano pariente de D. Fernando el
Católico y de D. Carlos, gozó de la intimidad y favor de
ambos como ningún otro magnate, y por eso sin duda dice
Villalobos que era cosa sabida que no se apartaría del Rey
sino lo apartaba la muerte; sin embargo, el Duqye contestó
á Villalobos que estaba resuelto á retirarse á su casa para
mirar por síy velarse; y así lo hizo el Almirante Duque,
muriendo, como ya se ha dicho, retirado de la Corte en su
villa de Medina de Rioseco.
Sea lo que quiera de estas conjeturas que sometemos al
juicio de los críticos, el diálogo de que nos ocupamos con-
tiene entre otras agudezas la que se refiere al Dr. Torre-
Has, del que dice Villalobos: aY de mí también tiene envidia,
porque huelga el Rey de hablar conmigo. Y un dia, riendo
Su Alteza mucho de un cuento que yo le contaba de las damas,
no lo pudo sufrir Torrellas, y dixo al Rey: tYo, señor, soy
— 174 —
doctor y maestro, y como me doy á las cosas de la specula*
cion, no me curo destas gracias, que son cosas de chocarreros. »
El Rey, afrontándose mucho por amor de mí, echóme los
ojos, y volvíme á Torrellas y díxele: «Amaéstreme Vmd. á
ser necio, pues que soys maestro, y no seré gracioso por no
enojar á Vmd.» Fué tanta la risa de todos y tanto su corri-
miento, que se salió huyendo de la cámara» (i).
El cuento de la ayuda aplicada por la dueña Mari Rodrí-
guez al Conde de Benavente, aunque no nada limpio, es muy
gracioso y está referido con el desenfado que caracteriza á
Villalobos, quien se complace en pintar al vivo cuadros
que las costumbres modernas no consentirían exponer á la
vista de los lectores.
El Tratado de las tres grandes, incluso también en el
libro de los Problemas, fué escrito antes que éstos, según
declara expresamente en el prólogo que le puso, dirigido,
como todo el volumen, al Príncipe D. Luis de Portugal, que
dice así:
«En la obra pasada de Las tres interrogaciones (serení-
simo Príncipe) se pusieron muchas artes y costumbres de la
vida humana. Y verdaderamente si yo tuuiera la casa de mi
entendimiento tan ancha y tan espaciosa que cupieran en
ella todas las cosas que he visto en esta Corte de Castilla; y
en las que han pasado de once años á esta parte, yo vuiera
emprendido, con el favor de V. A., de hazer un gran volu-
men por estimarlo tan claro como el passado, que fuera
como un espejo en que se pudieran mirar todos los cortesa-
nos, conoscer cada uno por él sus fealdades y defectos, para
que así vistos y reconocidos se enmendasen y curasen dellos.
Ñfás la dicha casa es tan angosta que apenas puedo yo caber
dentro della para entenderme á mí mesmo, y corregirme de
tantos errores como las mundanas costumbres me han hecho
adquirir^ que florescen más en la Corte que en otras partes.
Y son tan pestilenciales y tan contagiosas, que con sola la
habla se pegan de unos en otros, y no perdonan edades, ni
(i) El Torrellas de esta anécdota era hermano del Obispo y médico dd
Papa de que antes hemos hablado y no menos fiímoio que éste.
-175-
hábítof, ni hombres, ni mujeres, todo lo manzillan y todo lo
tienen en su negra color. De manera, señor^ que solamente
escriuí para enuiar á V. A. lo que en mi propio ejemplar y
dechado halle para que otros lo vean y escarmentados no se
descuiden (como yo) para alcanzar hasta la vejez con las
ignorancias y delictos de la juventud. Después de haber
escripto aquello y puesto el diálogo para recreación de los
leyentes, hallé dentro de mis envoltorios vnos papeles de mi
letra, que contenían este tractado que se sigue, Y como me
pareció del metal de todo lo otro, quise lo juntar con ello.
Llámase el tratado De las tres grandes; conuiene saber: de
la gran parlería, de la gran porña y de la gran risa, todas
ellas son grandes tomándolas cada una por sí, mas á todas
no supe darles nombre apropiado, porque tienen parte de
enfermedad, y parte de locura, y parte con necedad, y parte
de liuiandad y de otras sabandijas y coxixos participan de
tal manera, que nombre apropiado que fuese común á todas
tres no se hallaua. Porque si las llamasen enfermedades,
cierto es que se agrauaria totalmente la locura; si locuras,
quexaríase la necedad, y si necedades, haríase injuria á la
liuiandad, y si liuiandades, enojaríanse las otras; aunque son
compañeras son tan mal avenidas, que á cada una dellas les
pesa del bien de las otras. Llámense, pues, Las tres grandes,
porque quede comentado el nombre para que lo acabe cada
uno á su voluntad. Tractado es de que algunos no se descon-
tentan. Si á V. A. no le parece así, por eso es bien que vaya
puesto en el cabo; mándelo quitar, pues que la obra es suya,
y acá no la daremos á los impresores. =Vale. 9
Demuestran las palabras de Villalobos que hemos subra-
yado, que éste habia escrito el Tratado de las tres grandes
antes que los Problemas, y si se hubieran de interpretar
estrictamente sus conceptos, hasta parece que lo habia olvi-
dado, pues necesitó ver que estaba de su letra y que era del
mismo metal que lo recien escrito, para reconocerlo por suyo,
como lo es, sin duda, y por cierto de lo más exquisito y per-
fecto que salió de su pluma y ha llegado á nosotros; las Tres
grandes son la gran parlería, la gran porfía y la gran
risa, y Villalobos retrata estos vicios ó pasiones» como él
— 176 —
las llama, de mano maestra: el tipo del estudiante hablador
de Valladolid es tal, que sin duda ha servido de modelo á
todos los que de esta manía existen en nuestro teatro y en
general en nuestra literatura; y el remedio que empleó Villa-
lobos para curarle es ingeniosísimo, como lo es también la
teoría de las causas de esta pasión; aunque fundada en las
ideas médicas de su tiempo, hoy mismo no puede negarse
que el espíritu y el cuerpo y sus mutuas relaciones originan
esta cualidad, como casi todas las que son propias del hom-
bre, pues no hay quien ignore que el estado físico en que nos
encontramos influye de un modo notable en nuestra facundia
ó en nuestra taciturnidad, sin que la voluntad baste siempre
á dominar esa influencia.
La gran porfía, que vulgarmente se conoce con el nom-
bre de espíritu de contradicción, está observada y descrita
con gran profundidad y acierto, despertando natural curio-
sidad el señor en quien Villalobos se fijó para su estudio, y
al cual demostró su flaqueza, haciéndole firmar de su mano
las cosas que porfiaba, resultando que no con intervalo de
dias, sino de horas , habia defendido las más contradicto-
rias. ¿Quién sería este personaje atrabiliario? No es posible
saberlo, pero todos encontramos cada dia en el mundo mu-
chos que se le parecen y que por irresistible impulso ó por
hacer gala de ingenio, defienden con calor el pro y el contra
de todas las cosas, sin otro motivo más que el placer de con-
tradecir la opinión de sus interlocutores.
La gran risa dice Villalobos que es de dos maneras:
natural ó verdadera y falsa, y al tratar de esta última pre-
senta un cuadro de la Corte y de los cortesanos, que es digno
del pincel de tan gran artista. cNo tiene causas naturales, dice
Villalobos, ni procede de humor ninguno (la falsa risa), antes
es puramente pasión moral. Porque los hombres de Corte,
como son más conversables y más ociosos que la otra gente,
tienen en gran precio ser donosos, y es lisonja entre ellos
reyrse los unos de lo que dicen los otros, con condición que
se lo paguen en lo mismo, y algunos hay que quando no
acuden con la risa á lo que ellos dixeron, ríense ellos. Otros
hay que antes que comiencen á contar el donaire, se ríen
— 177 —
de antemano, y otros que en tanto que lo dicen se caen de
risa. Esto es convidar á risa á los oyentes como si dixesen:
Yo bebo á tos, y para que se sepa que es cosa de reyr y que
no sean necios. Y éstos, por la mayor parte, quedan después
del donayre tristes y frios, salvo si son príncipes ó grandes
priuados, porque éstos en comentando á reyr hazen á todos
k» otros caerse de risa, unos sobre las arcas, y otros sobre
los bancos; otros sobre los hombros de sus compañeros; otros
llorando de risa, que sus ojos se tornan fuentes perenales;
otros juran que les duelen las ancas; otros que se les desen-
cajan las quijadas. Y creólo, porque las baten por fuerza y
contra su voluntad. Otros hay que rien y paran, y después
tornan á rehacer la risa con otro rebenton, para dar á enten-
der que la detuuieron por fuerza, y que se les tornó á soltar.
Porque se vea cuántos brinquillos y cuántos joguezuelos
tiene madama lisonja.»
Los dos tratados que forman los Problemas fueron escri-
tos por Villalobos después de las obras de que hasta aquí
hemos dado noticia; varias son las pruebas que se pueden
aducir en apoyo de esta opinión, y la primera de todas es el
prólogo de la obra dirigida al Infante D. Luis de Portugal,
cuñado del Emperador, prólogo que se ha suprimido en
algunas ediciones de esta obra, especialmente en la de 1574,
y que literalmente es de este tenor:
Al muy altoy muy esclarecido Príncipe y señor, el señor
Infante D, Luysde Portugal, etc.
PRÓLOGO.
f Reciba V. A. debaxo de su guarda y amparo este librillo,
que vá intitulado y dedicado ásu nombre, porque si V. A. le
fauoresce. todos auran miedo de decir mal del por no enojar
á quien aman. La razón que hay para que V. A. sea tan
generalmente amado y querido de todos, díganla los que han
tratado más que yo la Real conuersacion y generosa huma-
nidad de V. A. Lo que yo alcan(;o es que son necessarios
/
-178-
grandes méritos para que vn Príncipe sea muy amado de los
que no son sus vasallos ni sus conoscídos, y lo que claramente
puedo saber es que, haziendo el inuictissimo César, vues-
tro hermano, en tiempo tan contrarío aquella muy peligrosa
jornada contra los Turcos y Carthaginenses, Vuestra Alteza,
de su proprio motiuo y voluntad, se ofresció á los inmensos
trabajos de la expedición, sufriendo aduersidades y discrimi-
nes por mar y por tierra, y ofresciendo con alegre ánimo la
vida en la más dudosa guerra que entre los hombres jamás
se aya visto; acabó V. A. su viaje, sin querer otras gracias
ni otra honra más de la que forzosamente se deue á tan loa-
bles determinaciones, y no fué por cierto digno de tener en
tan poco el fructo de vuestro trabajo (que no importasse
gran parte de la victoria), porque fué tanto el plazer y la con-
fianza que V. A. con su llegada puso á toda la nobleza de la
juuentud de España y á la grande armada de los caualleros
y hidalgos de Portugal, que bastaua para poner gana de
pelear á los que no la Ueuassen, y acrescentarlo á los que
como buenos caualleros la tenian; y esto, á la verdad, es lo
que encamina después de Dioslas grandes victorias en poder
de vn capitán más que de otro. Assí que, dexando aparte el
que no tiene comparación entre los nascidos, que es el Em-
perador, nuestro señor, cuyo ánimo fué fecho para tomar las
empresas impossibles á los hombres y salir con ellas, cuyas
memorables hazañas nunca serán acabadas de loar de sus
chrónicas; dejando, pues, esto para en su lugar, digo que
Su Majestad y toda la honra de España deuen mucho á Vues-
tra Alteza por la presteza con que llegó oportunamente á la
dicha jornada, y por el aliento que dio á toda la gente con
su yda, y por el grande ánimo que todos sintieron en él, á
las coyunturas más preciadas y de mayores peligros, y por la
muy agradable compañía que V. A. hizo en sus trabajos á la
majestad del César, y por las muchas gentilezas y liberalida-
des que vsó con todos, y por las pocas gracias que quiso res-
cebir de actos tan graciosos, y tan dignos de grandes alaban-
zas, antes fué V. A. huyendo de la honra que merescíades
con tanta presteza, como cuando la venistes á buscar. Esto
es lo que todos sabemos; en lo demás (como digo), yo me
— 179 —
reporto á los que han comunicado á V. A. más que yo. Por
estas razones, y porque he sabido que V. A., en las horas de
la necessidad, ha holgado alguna vez dé leer mis burlas,
acordé de intitular esta obra á vuestro nombre. Contiene
diuersas reprehensiones en muchos estados y condiciones de
hombres en estilo más palanciano que pesado, y hay doctrinas
morales y auisos que no son de menospreciar. No se alegan
autoridades, aunque van muchas miserias en la obra, porque
estas allegaciones más son para mostrarse el hombre bien
ley do, que para la claridad de la escriptura, y por esto se
hizo en lenguaje llano, sin rhetórica ni affection alguna. No
la he consentido imprimir hasta que V. A. mande que sea
corregida por algún hombre docto de sus familiares; Vues-
tra Alteza perdone el atreuimiento, pues que Dios agradesce
mucho á los que offrescen poco, si no pueden más. Lo mejor
de la obra (si algo tiene de bueno) es la glosa, los metros son
como compendios y sumarios de lo que en ella se trata.
Reciba V. A. lo que más le agradare, y á mí me reciba en el
número de sus criados y familiares; pues que lo soy por obli-
gación y lo tengo de ser por mi voluntad, esto poco que me
queda de vida.»
Hablase aquí como de cosa pasada de la jornada del Em-
perador á Túnez, la cual se verificó en el año de i535.
El P. Sandoval confirma lo que dice Villalobos de la oportu-
nidad y presteza con que vino á lomar parte en ella el Infante
D. Luis de Portugal, pues dice que en Mayo de dicho año,
en la ciudad de Barcelona, estando ya casi lodo aprestado
para darse á la vela el Emperador, quiso que se hiciese una
solemne procesión, sacando el Santísimo Sacramento, la cual
salió de la Iglesia Mayor y el Emperador llevó una vara del
palio sin querer cubrir la cabeza; el Infante D. Luis de Por-
tugal, que por la posta había llegado á la ciudad, llevó la
otra, el Duque de Calabria la tercera, y la cuarta el Duque
de Alba (i).
Villalobos, con una modestia de que no siempre dio prue-
bas, dice que no se resolveria á imprimir su libro hasta
(i) Sandoval, Vida del Emperador Carlos V, 1. 11, lib. XXII, pág. 7.
— i8o —
que S. A. mandase que fuera corregido por algún hombre
docto de sus familiares; no sabemos si el Infante daria á
alguien este encargo, pero es lo cierto que antes de imprimir
su libro Villalobos le mandó al Dr. Descoriaza; es de presu-
mir que esto lo haria no mucho después de terminar los Pro-
blemaSf y el doctor le escribió desde Valladolid á 23 de Junio
de 1 539 la siguiente carta:
t Yo he visto los Problemas y los otros tratados que Vmd.
me escribió, y estuve tan lejos de importunarme con la pro-
lijidad de su escritura, que antes me pesaua en el alma
quando se me yva acabando. Porque dexadas aparte las gra-
cias que pasastes con el Sr. Duque de Alúa, tan dulces y tan
rechazadas de la una parte á la otra, que en éstas yo confieso
mi liuiandad, que quienquiera que me las viere leer me
tuuiera por loco, según era la risa y los visajes que yo hacia
en todos los pasos que van allí tan bien tratados. Mas aun en
lo que toca á la filosofía natural y á los principios de la medi-
cina, lo hiziste tan sabroso, que me quitaste todo el hastío
que yo tenía en estas sciencias, porque siendo ellas de suyo
tan ásperas y tan puestas en pleyto, les distes una muy palan-
ciana y muy buena conuersacion, con una claridad y unos
testimonios traydos hasta el sentido, que ningún mathemá-
tico puede prouar sus figuras con ciertas demostraciones que
las que allí están puestas. Espánteme de ver la razón por
donde el elemento del fuego no puede inflamar al ayre que
está incluso dentro del, y por donde no puede alumbrar.
Porque si yo fuese muy ambicioso, no puedo dezir que las
he visto en otra parte, y si fuese muy envidioso no las puedo
contradezir. Y aquellas materias de las fiebres periódicas y
del calor natural, y de la virtud vital, ¿quién las vio tan decla-
radas y con tantos secretos como allí reuelastes? Perdóneme
Vmd., que en verdad, ego non tetanti faciembam ni alcanzo
cuándo estudiastes aquello, ni adonde lo hallastes con aquella
copia y con aquel estilo y brevedad y llaneza y sotileza que
allí haueis puesto. Yo suplico á Vmd. que tome mi parecer
en esto y lo encomiende á la impresión, que, en verdad, ello
hará mucho en la honra de la medicina quando vieren los
que no son médicos que tan bien fundados tiene sus edifi-
— i8i —
cíos, y que no son fábulas ni patrañas las cosas que en ellas
se tratan. Y porque esta mi carta se escribió de priesa, por
ser ageno el mensajero, recibiré gran merced que luego sea
rasgada, porque no venga á noticia de los que no son tan
amigos mios, como lo esVmd., de quien yo puedo fiar todos
mis bienes y mis males. — De Madrid á veynte y tres de
Junio de MDXXXIX años.»
El Dr. Descoriaza juzga en su carta más especialmente el
primer tratado de los Problemas, en que se habla de cosas de
filosofía natural, y los dos diálogos del calor y de las fiebres
interpoladas, porque éstas eran las materias propias de su
profesión, y no sólo su juicio es laudatorio, sino muy fundado,
siendo de notar que hace especialísima mención de los dos
puntos más ingeniosos que en esta parte de la obra se contie-
nen, á saber: la explicación de la intermitencia de las fiebres
y el relativo á las cualidades del fuego elemental, usando
con buen gusto de la figura preterición para celebrar las gra-
cias del Diálogo que pasó entre un Grande de Castilla y el
doctor Villalobos, y dando por sin duda que dicho Grande
era el Duque de Alba, afirmación que no destruye nuestras
conjeturas por las razones que antes hemos alegado; pero lo
que pueda echarse de menos en las breves líneas del doctor
Descoriaza, lo encontrará el lector en la siguiente
Carta de un Padre collegialy regente en Sancta Teología
en el insigne collegio de Sanct Gregorio de Valladolidj
de la Orden de los predicadores, dirigido al Sr. Dr. Vi-
llalobos, autor de la presente obra,
f El Padre rector deste nuestro collegio me mandó leer
este libro de Vmd., y aunque al principio yo rescibí alguna
pesadumbre en ello, porque no sabía la qualidad de la obra
ni conoscia el auctor della, pensaua sería como otras muchas
scripturas que vienen á ser examinadas á este collegio, en
las cuales se gasta tiempo y se sufre en acabarlas de leer no
pequeña importunidad. Y cstaua á la sazón tan ocupado en
mis lecciones y continuo excrcicio de estudio, que de nccesi-
— l82 —
dad me habia de dar gran desabrimiento y pena cualquier
otro nueuo embarazo. Con todo esso comencé á hazer lo que
me maudauan, y fuéme paresciendo tan bien á mí y á otros
mis compañeros (que juntamente oyan lo que yo yua leyendo)
la escriptura, las preguntas y respuestas, la gracia de los diá-
logos, el ingenio de las cosas^ el lenguaje y explicación
dellas, finalmente el rhetórico artificio en disputarlas, de
arte, que al cabo de la lección quedó assi el lector como los
oyentes, sin ningún fastidio y cansancio, antes con muy
sabroso dexo; que entendí bien que no es éste de los libros
que se hallan á cada rincón, sino de los muy raros y estima-
dos que suelen por dicha salir de quando en quando. Yo bien
osaría afirmar de cuantos Padres oyeron el libro, que nin-
guno dexó de proponer de hauerlo, en pudiendo, á las manos,
y de mí digo ciertamente que no lo dexaria por ninguna
cosa. Porque hallo en él muy buenas doctrinas, y juntamente
eran recreación y deleyte en verlas, que son cosas, como
saben bien los que han leydo muchos libros, que con difi-
cultad se hayan en ellos. Yo me daua por muy satisfecho del
tiempo que empleé en leer la obra de Vmd. y del trabajo
que pasé en ello, y falta que á otras mis ocupaciones hize
con el fruto y recreación que de la lectura oue, y me tenía
por muy pagado con mucha demasía. Pero porque no me
fuesse alabando del lance, mándame el Padre rector, en pago
de la buena obra que del libro reccbimos, que yo escriba
aquí mi parecer y censura del. Por cierto que mi parecer es
muy corto para poner la lengua en una escriptura que tan
largamente merece ser alabada, y bien sé que no se podrá
dignamente loar el libro, sino alguno que alcanzase el inge-
nio y elegancia castellana que en él se contiene, de las qua-
las dos cosas sé yo bien que estoy muy lejos. Y la mejor
manera de alabar la obra sería para mí referirme á lo que en
ella se trata, y á lo que arriba he dicho, do tengo escripto
mi parecer sin pensar que tomaba argumento tan desigual á
mis pocas fuerzas. Con todo eso, si no puedo escapar sin dezir
una palabra, como de paso, por cumplir con la obediencia,
lo que siento es que el censor de la obra presente hauia de
ser uniuersal en muchas sciencias^ y tener experieacia de
— i83 —
cosas varias, porque el libro es muy erudito y vario. Digo
que hauia de ser philósopho, poeta, theólogo, médico, sol-
dado, cauallero, cortesano; para todas suertes de personas
tiene escogidas sentencias y particulares avisos, gracias y
donayres muy á propósito. En cada qual destas profesiones
tome cada uno y encarezca lo que hace á su caso, que si no
me engaño, bien hay en qué meter la mano. En lo que yo
podría tener voto es en las cosas de philosophia y materias
de vicios y virtudes que en el libro se contienen. Todo me
paresce que está resuelto por el cabo, y que ygualmente ansí
en los Problemas como en los Diálogos, compiten ingenio,
eloquencia, gracia y donayre, pero sobre todo grande expli-
cación y facilidad, con la qual cosas muy ocultas y delicadas
de philosophia haze palpables al sentido. Si alguno piensa
que esto se dize por encarecimiento, lea el diálogo entre el
señor doctor y Azeuedo, y verá tomar con la mano al médico
ingenioso, lo que antes con el entendimiento no podía bien
alcaiiqar. No quiero dezir en particular quan cristianamente
diga mal de algunos vicios, que hazen grande estrago en las
personas, do una vez hazen assiento, como es la auaricia, la
ambición, la lisonja y otras semejantes, quan bien se enoja
con ellos y los dissuade con fuert^a y muchas razones viuas
y chirtianas. Porque esto sería alargar mucho la carta, que
ya se vá haziendo prolixa; yo me refiero á los que vieren la
obra, y oso affirmar que qualquier hombre de ingenio se
satisfará mucho della y la tendrá, como es razón, en gran pre-
cio.— Nuestro Señor quede con Vmd.»>
Las alabanzas de estas cartas no son exageradas; por for-
tuna no habia llegado el período de nuestra literatura en que
se recomendaban con grandes hipérboles, en sonetos y can-
ciones puestas al principio de ellas, las obras más baladíes, y
así como la posteridad ha corroborado el juicio que del mérito
de Villalobos hicieron sus contemporáneos, hoy ni siquiera
se recuerda el nombre de tantos como se calificaron de insig-
nes poetas, de profundos filósofos y de sapientísimos doctores
en la época de nuestra decadencia literaria; por esto sería de
desear que se hiciera una edición completa y correcta de las
obras castellanas de Villalobos, pues la de los Problemas, que
— i84 —
se contiene en el tomo de la Biblioteca de Autores españo*
les, de Rivadeneyra, que lleva el titulo de Curiosidades
bibliográficas^ es poco manejable y no está al alcance de
todos, siendo seguro que no hallarian menos placer que los
benditos frailes del colegio de Valladolid, que tan afanosos
se mostraban de poseer el libro de Villalobos, á mediados del
siglo XVI, los que ahora pudieran saborear sus agudezas y el
gallardo y castizo estilo en que están escritas.
Pero no es este el único ni el principal mérito del ilustre
físico, quien, aparte del que le pertenecía en su tiempo por
su saber en filosofía natural y en los diversos ramos que cons-
tituyen la Medicina, tiene otro que es permanente, que no
corre el peligro de hacerse anticuado y que hoy alcanza el
mismo valor que cuando Villalobos escribía; aludimos á su
profundo espíritu de observación, y á sus atinados juicios
acerca de los vicios y virtudes de los hombres, siendo lo que
llaman los franceses un gran moralista que se puede compa-
rar, sin desventaja, con el autor del Pantagnuely Rabellais,
y con la Brouyere, cuya obra los Caracteres se recuerda al
leer algunos pasajes de los Problemas, escritos muchos años
antes que aquélla.
Sería tarea muy larga exponer las observaciones á que se
prestan las treinta y tres glosas del tratado segundo, que habla
de las costumbres humanas, empezando por la que se refiere
á las malas artes del diablo que sirve de natural proemio á
las consideraciones morales de Villalobos, pues sin llegar al
dualismo de los maniqueos, el genio del mal, aunque sólo se
le considere como una personificación de los instintos de la
pura animalidad, no puede menos de tener gran influjo,
si bien no decisivo, pese á la doctrina determinista en boga,
en las acciones de los hombres.
Las dos coplas ó metros que tratan de los soldados, y la
que habla de los que huyen en la batalla, tienen extensas
glosas dignas de atención y de estudio por varios conceptos:
la primera especialmente es un elocuentísimo alegato en
contra de la guerra, de la que dice Villalobos que «es una
granjeria del diablo para ganar mucho en poco tiempo,» aña-
diendo que tel padre y la madre que engendran la guerra.
— i85 —
son el soberbio ánitno y la desenfrenada avaricia, las herma-
nas de ellas mayores á quien ella obedece son la yracundia y
la envidia;» el apólogo que finge Villalobos cuando dentro
de la cámara del entendimiento entran en consejo las cuatro
perturbaciones susodichas, no sólo es ingeniosísimo, sino de
una verdad moral resplandeciente, y como dato curioso para
formar idea de lo que era y del modo de reunir un ejército
en los tiempos de Villalobos, es de gran provecho la enume-
ración prolija de lo que se necesitaba entonces para empren-
der una campaña.
Para demostrar los inconvenientes de la guerra, la razón
convocada al consejo de las cuatro perturbaciones que la pro-
ponen, cita, por vía de ejemplo, loque aconteció entre el Rey
de Francia y el Emperador Carlos V. «No há muchos años,
dice, que el Rey de Francia debia al Emperador dos millones
de escudos, y sus letrados y confessores determinaron que no
los deuia pagar, y assí lo hiziera ni no tuuiera empeñados y
captiuos á sus hijos por el dicho oro. Al Emperador informa-
ron sus letrados y confessores que se deuia pagar, porque el
otro le auia mouido guerra injustamente, y fué preso en ella,
y con todos aquestos escudos no pagaua lo que el Emperador
por su causa auia perdido. Si el Rey de Francia tomara el
consejo que yo le daua, él pagara en buena concordia los
dichos escudos, y holgara en su casa sin perder más. No
quiso sino creeros á vosotras, y embió un grande exército
sobre Ñapóles, donde perdió de su casa más de seis millones
de escudos, y todo el thesoro de Francia, y toda la nobleza
de la juuentud con todos sus capitanes, y al cabo vino á pagar
los dos millones que deuia con otras circuntancias muy gran-
des.» Alúdese aquí, sin duda, á la campaña de i538 en el
reino de Ñapóles, que terminó con la huida de los franceses,
que tenian puesto cerco á aquella ciudad, después de la muerte
de Lutrech el 23 de Agosto de aquel año, suceso que fué un
inmenso desastre para las armas de Francisco I. y como Villa-
lobos dice que no habia muchos años que aquello habia acon-
tecido, se demuestra que los Problemas fueron escritos poco
antes del año iSBp, en que los envió en consulta al doctor
Descoriaza.
— i86 —
Después de haber hablado tan mal de la guerra y pintado
tan al vivo sus horrores, creyó sin duda alguna Villalobos
que era menester decir algo en defensa del Emperador que
tantas habia sostenido; y en efecto, termina esta interesante
glosa con las siguientes palabras: tBien conocerán todos los
que esto leyeren que ninguna destas cosas se dicen contra
nuestro invictísimo César, pues en las guerras que hasta agora
ha seguido, siempre ha sido prouocado, y en todas las jorna-
das ha tenido justíssima y santíssima causa, como es defen-
sión de la fé y de la patria, y assi Dios, con manifiestos y
evidentes milagros, se ha mostrado de su parte.» La historia,
con su fallo imparcial, cada dia corrobora este juicio de los
contemporáneos del César, pues los celos producidos por su
poder y grandeza, fueron la verdadera causa de las guerras
que tuvo que sostener, sin que bastaran sus victorias á ase-
gurar por mucho tiempo el predominio que la Casa de Aus-
tria alcanzó de resultas de varias circunstancias que no depen-
dieron de la ambición personal de aquellos Príncipes, sino de
haber reunido en sus sienes tantas coronas por virtud del
derecho hereditario entonces vigente.
El metro IX, que es el segundo, que trata de las cosas
de la guerra, se ocupa de las asonadas y motines, tan frecuen-
tes en los ejércitos de la época de Villalobos, y de las malas
costumbres de la soldadesca. Al leer la glosa de este metro,
vienen involuntariamente á la memoria las turbulencias
militares que tuvieron por remate el saco de Roma, y que
sin duda inspiraron las dolorosas exclamaciones que ponen
fin á esta glosa, á la que sigue el metro en que se habla de
ios que huyen de la batalla, en el cual no sólo se afea la
cobardía, sino que además se demuestra que en la guerra
corren mayor peligro los que huyen que los que combaten.
Estas consideraciones recuerdan los alardes de cobardía que
hace Villalobos en algunas de sus cartas, señaladamente en
las que se habla de los sucesos de las Comunidades, y acor-
dándose sin duda de que en aquellos lances y en otros no
brilló por su heroismo, dice Villalobos: «;0h, quántos caua-
Ueros veo de los que leerán esta obra, que han de decir que
no sé lo que me digo, y que hablo y disputo en lo que no
-i87-
sé, y que hablo desde la ventana, y no como hombre que ha
de poner las manos en la massa, y que doy á los otros la
doctrina que no tomaré para mí, y que ellos me vieron ya
mirando la batalla desde un cerro alto, y que era tan grande
el miedo que yo tenía, que se me hacía el cerro más llano que
la palma de la mano. Y que me concertaua con una mujer
enamorada que allí estaua, que si viniesen los franceses al
cerro se pusiese ella de rodillas delante de mí, como que se
confessaua; porque los enemigos perdonassen al falso peni-
tente y al más falso confesor. Y también dirán que una noche
passando yo por una calle estrecha se me pusieron al encuen-
tro dos caualleros y me preguntaron quién era yo; yo, díxeles
luego mi nombre. Preguntáronme cómo se llamaua mi padre,
y díxelo; y assí hiziera de mi agüelo y mi visagüelo. A lo pri-
mero respondo que es verdad, que yo me hallé en aquel cerro,
mas también vi passar por allí huyendo dos caualleros que
no osaron parar donde yo estaua, hasta que les di bozes que
boluiesen, que ya los nuestros auian desuaratado á los fran-
ceses. Y si alguna couardía yo hize en esta jornada, fué no
descubrir quién eran, porque me amenazaron si lo dijese
que me cortarían la cabera. Y digo que yo hablo por lo que
he visto con fundamentos de philosophia moral y natural; y
no ay tal juez como el que está fuera del negocio, porque
juzgará sin pasión. A lo segundo digo que no tengo yo por
couardía dezir la verdad por escusar un par de cuchilladas
por la cara; peor fuera huyr y licuarlas en la nuca. Y esto
baste para declaración del metro passado.»
Despierta natural curiosidad el lance de que en las ante-
riores líneas habla Villalabos, y aunque es difícil averiguar
la batalla que presenció desde un cerro, nos inclinamos á
creer que fuera alguno de los incidentes del memorable sitio
de Fuenlerrabía, que en el año de 1524 pusieron las tropas
de Castilla, al mando del Condestable Fernandez de Velasco,
quien logró tomar la plaza, que defendieron con gran tena-
cidad los franceses. Esta guerra fué por entonces muy seña-
lada, y en ella hizo sus primeras armas el gran Duque de
Alba, cuyos biógrafos aseguran que allí aprendió del Con-
destable el difícil arte de la guerra, en que luego brilló tantp;
— i88 —
su bizarría hizo que, desobedeciendo á su abuelo, saliese á
escondidas de su casa, con otros caballeros, para tomar parte
en aquella campaña; el Condestable aplacó el enojo de don
Fadrique, y es de suponer que éste enviase á Villalobos á
cuidar de la salud de su nieto y heredero. Para creerlo así nos
fundamos en que consta que Villalobos no acompañó á Car-
los V en el viaje que hizo á Alemania para tomar posesión
de la dignidad imperial, permaneciendo en Castilla durante
su ausencia, en la cual tuvo lugar el principio de la guerra
de Fuenterrabía; y como en el pasaje de que nos ocupamos
se dice que la batalla que vio desde el cerro era entre caste-
llanos y franceses^ claro es que Villalobos no pudo presenciar
combates entre éstos sin salir de España, como no fuese en
la ocasión que vá indicada, y que debió ser una de las varias
salidas que durante el cerco hicieron los franceses sitiados en
Fuenterrabía.
Nada hay que decir de la mujer enamorada con que pa-
rece que se concertó Villalobos para fingirse confesor, pues es
sabido que en aquella época, más que en el dia, solian seguir
á los ejércitos muchas desgraciadas, que se conocian en aquel
tiempo con el nombre de mujeres enamoradas, no tanto por-
que lo estuviesen de los soldados que componian las huestes
cuanto porque hacian granjeria y oficio del amor, aunque
se profane este nombre aplicándolo á las que en las mance-
bías y en los ejércitos satisfacian los apetitos carnales; pero
es lo cierto que en Castilla la palabra meretriz solia tradu-
cirse usando el eufemismo de mujer enamorada.
En cuanto á los dos caballeros que vio pasar huyendo
Villalobos desde el cerro, hasta que les dio voces diciéndoles
que los franceses iban desbaratados, ni aun después del
tiempo trascurrido quiso el físico publicar su ignominia,
cuando ya no debía, sin duda alguna, temer sus amenazas
de muerte.
El otro lance, que consistió en que unos perdonavidas
detuvieron á Villalobos de noche en una calle y le hicieron
decir su nombre y el de sus padres, es un rasgo de costum-
bres que han llegado hasta nosotros, pues aún se usan bro-
mas y provocaciones de esa especie en algunos pueblos, y
— 189 —
00 se necesita ser muy viejo para haberlas visto, usadas en
algunas ciudades de estos reinos.
El metro siguiente, que lleva el número XI, habla de
los caballeros, y empieza Villalobos en su glosa por estu-
diar las causas de la decadencia de su poder, atribuyéndola,
con gran acierto, fundándose en el ejemplo de la antigua
Roma, á la importancia que habia adquirido la dignidad
Real, sobre lo cual dice textualmente: «Por esta razón, los
Grandes de nuestros tiempos se hallan algo escuros con la
venida de nuestro felicísimo Augusto, no porque tiraniza la
claridad de la fama como los otros, ni porque toma para sí
los cultos divinos, sino porque sus esclarecidas hazañas
sobrepujan tanto á las facultades humanas, que todo lo de
los otros hombres paresce poco cotejado con ellas. Assí que
no me maravillo dellos, aunque no sean tan valerosos ni tan
generosos como sus predecesores, de gloriosa memoria, que
tampoco lo fueran éstos, si agora vivieran.» Villalobos parece
recordar con cierta pena aquellos tiempos en que los mag-
nates de Castilla oscurecian con su poder y con su fausto á
los monarcas, porque sin duda no presenció los atentados que
cometieron en los tristes reinados de D. Juan II y D. Enri-
que IV, poniendo el reino en espantosa anarquía; los Reyes
Católicos empezaron á refrenarlos, y Carlos V, convirtiéndo-
los en una aristocracia palatina, acabó con su importancia,
echando los cimientos del poder absoluto de la Monarquía,
porque la mayor parte de los Grandes no unieron, como en
Inglaterra en el reinado de Juan Sintierra, su causa á la de
las ciudades y villas, pudiendo haberlo hecho cuando las
Comunidades, y sin duda, si hubieran dirigido aquel mo-
vimiento, hubiesen afianzado para siempre las libertades
políticas del reino, pero las ideas de lealtad yac fidelidad al
Rey prevalecieron en aquella ocasión, que no volvió á ofre-
cerse semejamente en larguísimos años.
Tratan los metros siguientes, que llevan los números XII
y XIII, de los casamientos, y en ellos se tocan, con gran
acierto, los inconvenientes que se siguen de hacerlos obede-
ciendo al apetito carnal ó á la avaricia, siendo de notar que
el concepto caballeresco del amor habia producido ya ese
culto á la mujer, que casi fué una idolatría, como resulta de
estas palabras de Villalobos: tLa razón es ésta: que ellas
quedan muy regaladas y presuntuosas de los servicios pasa-
dos, que no se contentaban ellos con decirles que eran sus
señoras y que las habian de servir como esclavos y morir por
ellas; mas dicenles que son sus diosas y que para ellos
no hay otro dios ni en el cielo ni en la tierra, y que si se
mueren, no quieren yrse donde dios estuviere, sino donde
ellas están. Y como ellas salen acostubradas desta adoración
tan loca y tan vana, piensan todavía que son diosas y sufren
con mucha molestia la subjeccion que es anexa al matri-
monio.»
Lo que dice Villalobos de los que se casan por dinero
prueba que ni es de hoy la raza de perseguidores de dotes, á
quienes otros llaman coburgos, por los ventajosos casamien-
tos que han solido hacer los pobres príncipes alemanes de
esc nombre, pues sobre el particular dice el físico moralista:
•Y es tanta la hambre que los hombres tienen de haber dine-
ros, que á los que estuvieren per casar les parecerá bien lo
que aquí digo, y tras esto, en ofreciéndoles hazienda, toma-
rán por mujer al diablo en fígura de cabrón, y aun le darán
la paz adonde las bruxas la dan: con su pan se lo coman, y
buen prouecho les haga.»
Trata Villalobos muy sobre peine, en los metros XIV, XV
y XVI, de los vicios de los prelados y de los frailes, sin duda
porque le imponia prudente reserva el recuerdo de haber
sido castigado, ó, á lómenos, perseguido, por la Inquisición;
pero si en las glosas es breve, en los metros es enérgico y
claro, diciendo en el XIV :
•;Y por qué en la gerarchía
de la Iglesia, un buen prelado
quiere mayor obispado,
si le basta el que tenía?
¿Por qué quieren precedencia,
pues qués menor el mayor,
y el que se hace menor
será de más excelencia ? »
— 191 —
y en el XV:
«¿Por qué tratan de ambiciones,
por qué los pobres desdeñan,
y á sus ouejas ordeñan
y trasquilan sus bellones?»
«¿Por qué no adornan altares,
por qué tan mucho litigan,
por qué tan poco castigan
á los sus corregulares?»
Y aunque con razón dice en la glosa que testa copla se
puede aplicar á muy pocos prelados de nuestra España, por-
que la Cesárea Majestad los escoge á ellos para las dignidades,
y no á las dignidades para ellos, y los pasa primero por el
cribo para que salga el grano limpio;» pudiendo afirmarse
sin lisonja, como decia Villalobos: «Y de verdad, yo creo que
desde San Ildefonso acá, nunca nuestra nación floreció tanto
de buenos obispos como agora.» Las reprensiones que con-
tienen las coplas se fundan, sin duda, en el recuerdo de los
prelados ambiciosos é inquietos, más amigos de manejar la
lanza del guerrero que el báculo del pastor, que no fueron
raros á fines del siglo XV; y aunque algunos, como los
Mendozas y Acevedos, prestaron grandes servicios á los
Reyes Católicos y á la patria, es lo cierto que sus costumbres
no eran las más á propósito para la edificación de sus dioce-
sanos, ni las que deben brillar en los sucesores de los após-
toles de Jesucristo.
Vá dirigido el metro XVI contra los malos frailes, y
dice la glosa que son muy pocos los religiosos á quien toca,
«después que los Católicos Reyes, de felicísima recordación,
hicieron reformar las Ordenes y recogerse á la santa obser-
vancia;» pero reconoce Villalobos que habia algunos frailes
idiotas, indoctos y soberbios que se preciaban de ser villanos y
de traer bandos y parcialidades; conceptos que recuerdan los
de la enérgica y valiente carta que escribió al General de los
Franciscanos, de que antes hemos dado amplia noticia: tam-
bién critica la codicia de algunos frailes, de los que dice:
— 192 —
a Y ellos, si tienen algo de lo ageno, no hay justicia ni razón
arbitraria que baste para sacárselo de las manos. Y dicen
luego que ellos no defienden causa propia, sino la hacienda
de Nuestra Señora, como si Nuestra Señora fuese servida de
hurtar ó de robar lo ageno.»
Los abogados, que en tiempo de Villalobos se llamaban
más generalmente letrados, dan materia al metro XVII,
reprendiendo en él á los que defienden causas injustas, vicio
que no se ha extinguido, por desgracia, pues es de nuestros
dias una anécdota característica de los abogados trapaceros.
Cuéntase que un deudor se presentó á un abogado andaluz
y le dijo: Yo confieso que debo la cantidad que se me recla-
ma, pero no quisiera pagarla; ^habrá medio de conseguir mi
deseo?» A lo que contestó el abogado, señalando á la librería
que adornaba su despacho: «Todos esos libros se han escrito
para no pagar.» Al achacar á la vanidad el poco escrúpulo
de los abogados, dá Villalobos estos curiosos datos del traje
de los de su tiempo, a Por ser abogados, y tener causas, y traer
mangas y jubón de raso carmesí, y chapeos con aun borla
pingante sobre el collar; por estas y otras insignias, engólfanse
en los pleitos injustos ;» de donde se infiere que no era el
rojo, como hoy, el color característico de la facultad de juris-
prudencia.
Sirve de transición el metro XVIII para los siguientes,
que tratan de los viejos, pues empieza hablando de la manía
de pleitear que éstos suelen tener, y termina por los que andan
enamoradas «faltando la herramienta.»
Del metro XIX y de la extensa glosa en que se explica,
que trata del viejo que se casa, hablamos al examinar la
salpimentada carta de Villalobos, en que dá cuenta de su
segundo matrimonio. Según lo minuciosamente que trata el
asunto, no parece sino que procura persuadirse de los incon-
venientes del matrimonio^ para rechazar la idea de contraerlo
á sus años, y ya se sabe que en esta lucha venció en el físico
el apetito á la razón, prueba evidente de la debilidad humana
aun en los que presumen de rígidos censores y estrictos mo-
ralistas. Ya se ha dicho que la glosa de este metro es de las
más extensas, y á la par de las más saladas; sirva de ejemplo
— 193 —
el siguiente cuadro, que lo es también de las costumbres de
su tiempo: habla de la imposibilidad en que el viejo casado
está de tener su pensamiento en Dios, y dice: «Este precepto,
oi él lo podrá cumplir, ni ella, especialmente quando viere
al mancebo con una barba luenga y entornadas las puntas
della para adelante, que de esto traen ellos gran cuidado de
poner la barba que parezca que amenaza dar cornadas: y
quando le viere todo harpado y la cal(;a tra(;ada, con los
muslos descubiertos y con otras insignias de ferocidad que
aquí no se declaran.»
El metro XX vá contra la vieja que se pinta y afeita,
y la glosa empieza con esta observación, que confirma la
experiencia de todos los tiempos. «Las mujeres que quando
eran mo<;as fueron hermosas y se preciauan dello,. nunca
después pueden tragar la vejez, nunca pueden creer que son
viejas. Por tanto, para encubrir los defectos de la cara, que
han hecho los muchos dias, que se van como un soplo, y los
muchos tratos que ellas han dado siempre al cuero del rostro,
que aunque fuera un cuero de un cabrón le tuvieran ya esti-
rado y ensangrentado, para cubrir, como digo, sus defectos,
acuerdan de aluziarse y pintarse, como si aquello pudiese
revocar la juventud y como si por allí se engañase la vista
de los hombres.»
De los mimos y dengues que hacen las viejas de que trata
el metro anterior, para parecer niñas, habla el siguiente, y en
su glosa dice Villalobos que se podría fundar y demostrar el
dogma de la inmortalidad del alma «en la verdura que tiene
el ánimo de un viejo, que si no fuesse por la vergüenza y
por la grita que todos le darían, más liviandades haria un
viejo vicioso, que todos los mancebos, y si las ánimas fueran
perecederas como los cuerpos, enuejescerian ellas también
como ellos, y cessarian todos los apetitos juntamente con el
húmido radical y con el calor natural y con todas las poten-
cias naturales.»
Concluye la materia de la vejez en el metro XXII
en términos que revelan lo mal que llevaba la suya Villa-
lobos, no muy conforme con las consideraciones de Cicerón
en su tratado de senectutCy ni con lo que la religión enseña,
//
— 194 —
pues dice: «Como no vive el viejo en otra cosa, sino en
sentir las penas y cansancios del cuerpo y del ánima, y las
tristezas, y vuelcos, y congoxas y muertes de hijos y de otros
que duelen más que hijos, y ninguna cosa gozan de lo que
la gente llama vivir. Considerando todo esto y otros incon-
venientes que aquí no se di^en, no sé por qué razón no
ruegan todos á Dios que los defienda y los guarde de la
vejez.»
Villalobos combate en el metro XXIII la costumbre de los
lutos, que cree contraria á la razón y á la fé católica; á los
muertos claro es que no les aprovechan, y de los vivos dice
que « ni es consolación auer gran pesar, ni es descanso ni
salud andar cargados de luto hediendo á tinta, y andando
teñidos y sucios con ella.i Estas razones no han prevalecido
hasta ahora, y aun después de lo dicho por Villalobos^ los
lutos eran rigurosísimos y tan molestos como él indica, pues
usábanse hasta fines del siglo xvi, en señal de él, los capi-
rotes y sayos de bayeta, que eran una pesada y hedionda
carga.
En los metros siguientes trátase dé los físicos, y en la
glosa del primero de ellos, que es el XXIV, parece inspirado
en el dicho latino medice cira ie ipsuniy pues tratando del
físico doliente dice Villalobos: «Yo vi en Montpeller un físico
que llamauan maestre Falcon, y era tan sordo que no podia
oir campanas ni trompetas, y todos los que ensordecían por
aquellas tierras, se venían á curar con él, porque dezian que
conoscia bien la enfermedad y esto parescia á ellos que bas-
taua, aunque boluiessen á sus casas mucho más sordos que
quando salieron dcUas.» El dato biográfico de Villalobos que
se contiene en esta anédocta, es interesante, pues habla del
único viaje de que se tiene noticia que hiciese Villalobos
fuera de los reinos que en su tiempo formaban la monarquía
española; no puede ni aun aproximadamente determinarse
la época en que lo hizo, pues no es fácil averiguar cuándo
floreció en Montpeller el físico sordo, maestre Falcon, cuyo
apellido, que tal vez sería Falcó, parece catalán; pero no sería
temerario suponer que Villalobos hiciera su excursión á
Montpeller en alguna de las diversas veces que estuvo en
— igS r-
Cataluña formando parte de la Corte del Emperador ó de los
Reyes CatólicoSi-
Las malas artes de los físicos vanagloriosos dan materia
á los metros XXV y XXVI; este vicio y las rivalidades y divi-
siones que entre la clase médica produce, son de todos los
tiempos, y todavía hoy podria decirse con Villalobos: «¿No
sería mejor que hiciesen tal unión con los otros médicos que
la Medicina fuese un cuerpo y no muchos pedamos, y que se
biziese fuerte, pues hay tantos fuera della que la combaten?»
Por lo demás, los cuadros que pinta de las disputas y de las
trapacerías de los médicos, recuerdan los que trazó Mo-
lliére en su Malade imaginaise y en la farsa de Mr. de Pour-
ceaugnac.
Los metros siguientes, desde el XXVII hasta el XXXI inclu-
sive, tratan de diferentes formas de la vanidad, y especial-
mente de la que se disfraza con el nombre de honra, que en
lenguaje vulgar llamamos puntillo^ y que cada cual pone
en cosa distinta, de donde resultan con frecuencia absurdos
y ridiculeces como los que aparecen en la anécdota que refiere
Villalobos en la glosa del metro XXXI. «Y por cierto yo soy
testigo (dice) de un azemilero mancebo que tenía, que conos-
ciéndole por muy vano, le quise tentar y roguéle que se casase
con una hija mia, y respondióme que lo hiziera de buena
voluntad por hazerme plazer; mas ¿con qué cara volveria á
su tierra sabiendo allá sus parientes que era casado con mi
hija? Digo: oTú lo haces como hombre que tiene sangre en el
ojo, mas yo te certifico que no entiendo esta tu honra ni la
mia.» Destos móntruos engendra el Diablo infinitos.» Para
comprender bien el sentido de esta anécdota es menester
recordar que Villalobos era de origen judío y que á pesar de
su situación en la Corte, su azemilero, que sin duda era de
alguna familia noble de las. montañas de Asturias ó de León,
ó á lo menos cristiano viejo, temía que los suyos le deshon-
rasen si se casaba con la hija de un confeso perseguido por
la Inquisición y tal vez por ella castigado.
Repréndese en el metro XXXII el vicio de la gula, que se
habia extendido mucho en Castilla por aquel tiempo, pues
empieza con estas palabras:
— 196 —
t¿Por qué la gente se ha dado
al muy sobrado comer?»
De donde puede inferirse que los tudescos que vinieron
con el Emperador, introdujeron costumbres contrarias á la
renombrada sobriedad de los castellanos; de Carlos V se sabe
que era muy amigo de los manjares especiados y picantes.
Villalobos dice con razón que no hay mejor salsa que el
hambre, por lo cual hablando de las tres cosas en que con-
siste el deleite de la comida, afírma que la de su proceso y
medio tes que las viandas sean escogidas y de muy agradables
sabores. Desta gozarían mejor los Reyes y señores si no les
faltase la primera, que es la hambre, con quien hauian de
comentar; mas por cuanto comen sobre hartura é indigestio-
nes, yo me atengo á los morteros de ajos con azeite y á los
repollos que salen de la olla echando vapores de suavidad, y
al pan del labrador con que hinche toda la boca sin dexar en
ella cosa vacía.» Este cuadro recuerda el admirable de las
bodas de Camacho, que con tan diestro pincel trazó Cervan-
tes en su Quijote.
La avaricia es la materia del metro XXXIII, y en su glosa,
para demostrar hasta qué extremos lleva ese abominable
vicio, dice Villalobos: tContaré aquí un incomparable exem-
plo de avaricia que acaeció en León estando yo allí: Vendió
un hombre común cient hanegas de trigo á dos reales cada
una en el mes de Mar^o, y después encarecióse tanto el pan,
que vino á valer por Mayo á ducado la hanega; él rescibió
desto tanto dolor, que acordó de ahorcarse de una viga, y
para esto fué á comprar una soga. Llevándola á su casa pare-
cióle áspera á la garganta, y volvió á trocarla por un cordel
más liso y más suave, y daua un maravedí sobre la soga á
trueque del cordel; el cabestrero no queria menos de tres
maravedís y anduuo quatro meses arreo altercando sobre si
daria un maravedí ó tres maravedís, hasta que el cabestrero
se importunó un dia y le dixo: «¿Para qué diablos dais tantas
vueltas sobre dos maravedís? Si os aueys de ahorcar con este
cordel, ¿qué más monta un maravedí que tres? ¿Si que no
aueis de llevar con vos dos maravedís?» Dixo el hombre: «No
— 197 —
lo digáis burlando, que para eso lo quiero, porque esta soga es
muy áspera para la garganta; dadme vos el cordel y si no me
ahorco con él, yo os daré un real.» Dixo el cabestrero: aCon
esa condición yo os lo doy;» y así se llevó el cordel y se des-
partieron muertos de risa el uno del otro. Dende á dos horas
vino la nueva al cabestrero y por toda la ciudad, como el
hombre era ahorcado.» No hay motivo para dudar de la
veracidad de Villalobos, pero es lo cierto que ni á Plauto ni
á Molliére se les ocurrió cosa semejante al proceder del avaro
leonés para poner de relieve este vicio.
El ansia de crecer en su estado y honra, es materia del
metro XXXIV, y en la glosa se recomienda y ensalza en estos
términos la medianía: • Quienquiera que tuviere mediano
estado no desee tenerlo mayor, sino sepa que no se desea
descanso, sino trabajo, ni desea plazer, sino enojo.» Rioja
expresa el mismo concepto en aquellos conocidos versos de
su epístola:
•Una mediana vida yo posea,
un estilo común y moderado
que no lo note nadie que lo vea.»
En esta glosa hay una indicación curiosa de lo que pasaba
en Castilla en las familias poderosas, pues haciéndose cargo
de los que disculpan su ambición con el deseo de favorecer
á sus hijos, hace esta consideración: «Y si alguno dixere que
no lo desea sino para remediar á todos sus hijos, está enga-
ñado, que sólo el hijo mayor podrá remediar, los otros así
como así han de pasar necesidad, aunque sean hijos de
un rey.»
Del metro XXXV dice Villalobos: «Esta copla vá contra
los sophislas, que es un género de hombres que ni ellos quie-
ren saber cosa ninguna ni quieren consentir que otro lo sepa.»
Y por cierto que es digno de notarse lo que luego añade sobre
los estériles ejercicios de la dialéctica meramente formal, que
es como sigue: «Desde el tiempo de Platón y mucho antes
andan estos egipcianos por el mundo y se quexauan dellos
todos los filósofos de substancial y sana doctrina; agora, de
— 198 —
pocos años acá, vá cesando la furia destos nominales^ y se
dan todos á la realidad de la verdad, y aunque los varones
doctos entienden y saben estos sophismas y se aprouechan
dellos para que no les echen zancadilla, pero no los usan
porque los estudiantes no gasten su vida en estas sotilezas
que son muy primas, como telas de araña, y no se puede
hacer dellas toca, ni camisa, ni otra cosa de provecho.» De
esto se inñere que, contra la opinión generalmente recibida
en España, se sintió en ella el influjo, desde antes de mediar
el siglo XVI, de la nueva tendencia de) espíritu científico, y
que ya se reconocia la vanidad de las disputas interminables
á que se dedicaban los degenerados discípulos de la filosofía
escolástica.
Tratan los metros XXXVI y XXXVII: el primero, de los
médicos, y el segundo, de los abogados que se suponen posee-
dores de toda la ciencia y creen que no hay quien se les
aventaje en la que profesan; el metro XXXVIII se refiere al
corregidor de condición dura y cruel, del que dice:
tY era tanta su alegría,
quando las horcas poblana,
que á sus deudos convidaua
á las fiestas de aquel dia.»
La glosa que á esta copla pone Villalobos, tiene un valor
histórico digno de ser notado. «En tiempo de los Reyes
Cathólicos, de gloriosa memoria, dice, hauia tanta severidad
en los jueces, que ya parescia crueldad, y era entonces nece-
sario, porque aún no estañan apaciguados del todo estos
reynos ni acabados de domar en ellos los soberuios y tinmos
que hauia, y por eso se hacian muchas carnecerías de hom-
bres y se corlauan pies y manos, y espaldas y cabezas, sin
perdonar ni disimular el rigor de la justicia. Y quando los
juezes hazian estas cosas, teniendo principal intento á la paci-
ficación y bien universal de la república, pesándoles del daño
particular de sus próximos, tolerable era; mas si holgauan
de hallar ocasiones para hazer esas terríficas y espantables
anatomías, porque lo supiese la Reina, y porque los tuuiesse
— 199 —
•
por grandes hombres de aquel officio, y por hacer entender
que ellos dauan authoridad al Consejo Real, y finalmente lo
encaminauan todo á su interese propio; en tal caso como
este, ellos no podian ser buenos juezes y corrían gran peli-
gro de su daño y perdición. Y assí acaesció que algunos des-
tos murieron malas muertes, differenciadas de las otras, en
que páresela que nuestro Señor daua á entender acá el enojo
que dellos tenia. Agora, gracias á Dios, no hay nada desto,
porque tenemos un César, en cuyo tiempo ha florescido la
paz en estos reynos de España y fructificado de. tal manera,
que se ha extendido por todo el orbe christiano. Y junto con
esto, es piadoso y oluida las injurias y perdona muchos delic-
tos capitales, porque no piensa que de allí se puede seguir
atrevimiento contra la Real Majestad. Esto le viene á él de
muy animoso corazón y de muy inuencible y generoso ánimo.
Y juntamente con esto, tiene un Consejo que demanda estre-
cha cuenta á los juezes, y castígalos muy bien si hacen
desórdenes, y los alcaldes no discrepan cosa alguna de la vir-
tud heroyca de sus superiores. Y assí anda toda la armonía
déla justicia tan bien concertada, que desde el más alto
tiple al más bajo contra, no ay destemple ninguno.»
La severidad de la Reina Católica fué, en efecto, tal como
de las palabras de Villalobos resulta, y sus consecuencias salu-
dables para la patria, tales como indica; en apoyo de todo
esto, puede citarse lo que ocurrió en Sevilla, donde entró
D.* Isabel en 25 de Julio de 1477: durante largos años, la
ciudad habia sido víctima de la verdadera guerra civil que
sostenían el Duque de Medina -Sidonia y el Marqués de
Cádiz; los asesinatos, violencias y robos eran continuos y
espantosos, y para castigar aquellos desmanes, la Reina, que
llegó sin acompañamiento de soldados y sin más recursos
que el esplendor de su autoridad, constituyó tribunal que
ella misma presidia en su palacio, y decretó grandes castigos,
imponiendo la pena de muerte, sin contemplaciones, á los
facinerosos que habían asolado la ciudad y su tierra, causando
hondo temor en todos tanta severidad, hasta que el Obispo
de Cádiz, Gobernador de la diócesis, en audiencia solemne
que pidió á la Reina, impetró, acompañado de ambos Cabíl-
— 200 —
dos y de eclesiásticos y varones virtuosos, la Real clemencia.
D.' Isabel escuchó la súplica «entre benigna y severa, y por
entonces no condescendió con las palabras, difiriendo la res-
puesta (i); pero al cabo otorgó perdón general, y desde
aquella época reinó una larga paz, que contribuyó mucho á
la extraordinaria prosperidad que en lo sucesivo gozaron la
ciudad y tierra de Sevilla.»
El metro XXXIX compara la solercia de los animales en
saberse curar de sus males, con la ignorancia del hombre, y,
por tanto, es un paralelo entre el instinto y la razón, que dá
origen á muy elocuentes consideraciones, inspiradas en el
ascetismo casi pesimista que reina en la mayor parte de los
escritos de Villalobos, quien termina la extensa glosa de este
metro en los siguientes términos: «Y aun después que los
hombres son ya mancebos, y aun viejos, ignoran lo que con-
viene para curarse de sus flaquezas y enfermedades en ausen-
cia del médico, y éste asimismo á las veces es tal, que sería
mejor estar sin él. Y para esto yo tenia pensado de poner
aqui muchos remedios con que, en ausencia del médico, se
pudiesen los hombres curar de qualquiera enfermedad que
tuuiessen, aunque no la conosciessen. Mas por no acabar
esta colación con tan ruines bocados, como son los de la
Medicina, quedará reservada la ordenación de esto para un
tratado singular que dellos haré, plaziendo á Dios, que será
no menos provechoso para la república que dañoso para los
indoctos médicos, porque tengan cuidado de aqui adelante
de estudiar en el arte que tanto importa para el bien común.»
No se sabe si Villalobos llevaria adelante este pensamiento,
que, como hemos visto, es el mismo que inspiró su Sumario
de medicina en romance trovado; pero sea de esto lo que
fuese, se vé claro que era en el ilustre físico idea fija la de
popularizar la Medicina, quitándole el carácter arcano y mis-
terioso que todavía tratan de conservarle algunos charla-
tanes.
Aunque de las palabras que dejamos copiadas parece que
el metro XXXIX debiera, sin ser el último del segundo tra-
(I) Zúñiga, Anales de Sevilla^ pág. 3Si .
— 201 —
udo de los Problemas^ después de él siguen dos con este
epígrafe: Estas dos coplas siguientes son dirigidas al Prin'
cipe nuestro señor. La materia de ellas es la lisonjay men-
tira, que suelen vivir en los palacios, y que tan íntimo enlace
tienen. El Príncipe á quien se dirige Villalobos, como
resulta de las glosas que pone á los metros, es el primogé-
nito del Emperador, que reinó luego con el nombre de Fe-
lipe II; muy mozo era cuando escribia esta obra Villalobos,
y tal vez lo que aquí dice haya servido de fundamento á los
que afirman que fué su médico; pero todo indica, según
hemos procurado demostrar, que, siéndolo del Emperador,
se retiró de la Corte y murió ausente de ella antes que don
Felipe ocupara el trono. Los consejos morales, que, para que
huyese de aquellos vicios, le dá Villalobos, van unidos al
elogio del' Emperador, de quien afirma que fué siempre
enemigo de la lisonja y de la mentira; de este vicio dice,
poniendo fin al segundo tratado: «De todas estas burlas van
fuera los Reyes de España de muchos años acá, y más que
todos la Majestad del César, vuestro padre, que desde niño
le plantaron esta disciplina en el pecho, y siempre ha perse-
uerado en ella hasta guardar verdades en daño y perjuicio
suyo á los más mentirosos hombres que hay en el mundo, que
son los Reyes moros. Por este exemplo se gobierne V. A., y
de esta ropa se vista, y verá quán bien paresce con ella á Dios
y al mundo.» Entre los Reyes de España de que habla Villa-
lobos, no se ha de contar á D. Fernando V, bisabuelo de
D. Felipe, del cual dice Guiciordeni: «En una palabra, es un
Rey muy notable y con muchas y grandes prendas, y sólo se
le acusa, sea ó no cierto, de no ser liberal ni buen guardador
de su palabra» (i). Además, según una anécdota muy cono-
cida, D. Fernando se jactaba de haber engañado varias veces
al Rey de Francia.
(i) Colección de libros de antaño, tomo VIII; Viajes por España^
página 214.
— 202 —
V.
CANCIÓN DE VILLALOBOS, CON SU GLOSA
De los diferentes escritos que forman el volumen gene-
ralmente conocido bajo el nombre de Problemas, cl último
que salió déla pluma de Villalobos es la glosa de la Canción^
de que vamos á ocuparnos; pues según en su biografía hemos
hecho notar, dice en ella: «Como yo anduve en la Corte hasta
los setenta años;» ahora bien, hemos demostrado con un con-
junto de datos, que constituyen prueba plena y acabada, que
Villalobos nació en el año de 1473; por lo tanto, cumplió
los setenta de su edad en i543, fecha en que publicó la colec-
ción de sus escritos, impresa en Zamora. Tal vez la canción
fué anterior algunos años á la glosa, que por el calor que en
ella se nota, parece haber brotado espontánea de la pluma
del ilustre físico, como una elocuente improvisación inspirada
por los sentimientos que se revelan en las palabras con que la
principia, y que, según hemos dicho, han inducido á error á
la mayor parte de sus biógrafos, quienes dan por seguro que
Villalobos cayó en desgracia del Emperador por la muerte
de su esposa D.^ Isabel, y que de resultas de esto se retiró
despechado de la Corte, cuando en realidad vivió en ella algu-
nos años después de aquel suceso, aunque le inspirara tristes
pensamientos y fuera motivo para que se renovase en su
ánimo el que siempre tuvo de vivir apartado de las agitacio-
nes de la vida palaciega, consagrado á sus estudios y á sus
meditaciones religiosas. De todas maneras es digno de aten-
— loS —
don que la muerte de la Emperatriz produiera electos seme-
jantes en d Duque de Gandk j en sa &ico t amijro Villalo-
bos: coincideiicia que se explica por las extraordinarias cali-
dades de aqoella ilastre Princesa, en quien briUart^n la más
admiraUe hermosura y tui extraordinaria fbrlaleza de espi-
rim, que, según se cuenti, ni siquiera los agudos dolores
del parto le arrancaron un lamento, cuando dio á luz á su
prínx^énito D. Felipe. La muerte de tan poderosa soberana
7 de tan extraordinaria mujer en k plenitud de la vida, y en
medio de las felicidades mundanas, era muy á proposito para
recordar, como recordó Villalobos, las palabras sobre la vani-
dad de las cosas terrestres con que terminó Salomón su libro
inmortal, y para que formulase sus pensamientos en la can-
ción á que dio su nombre, donde se elevó, quizá por única
vez, á la verdadera poesía, aunque no tanto como Jorge Man«
fique en la que ha hecho célebre su nombre, habiendo entre
ambas un fondo común formado por las ideas religiosas, que
fueron el alma de la civilización española. El poeta caballero
había dicho con inefable melancolía:
c Recuerde el alma adormida,
avive el seso y despierte
contemplando
como se pasa la vida,
como se viene la muerte
tan callando.»
No muchos años después, el insigne físico, con análogo
sentimiento, escribe:
«Venga ya la dulce muerte
con quien libertad se alcan(;a,
quédese á Dios la esperan<;a
del bien que se dá por suerte.
Quédese á Dios la fortuna
con sus hijos y privados,
quédense con sus cuidados
y con su vida importuna.
— 204 —
Y pues al fin se convierte
en vanidad la pujan(;a,
quédese á Dios la esperanza
del bien que viene por suerte.»
La explicación que nos dá Villalobos de las fuentes de su
inspiración, es tan interesante como puede verse en los pri-
meros párrafos de la glosa de la causación, que por contener
preciosos datos biográficos, copiamos en la primera parte de
este escrito.
No creemos que nos ciegue el amor que produce el estu-
dio de las obras de un autor, al afirmar que el comentario
que puso Villalobos á su canción es uno de los más acabados
modelos de elocuencia que hay en nuestra lengua; y esto
parece más notable cuando se considera que es anterior á las
obras de Fr. Luis de Granada, á las del maestro Fr. Luis
de León, á las de Mariana, á las de Cervantes y á las de los
demás escritores que, según la opinión general, llevaron
nuestra lengua al grado supremo de su perfección y belleza;
sólo pueden compararse con los grandilocuentes períodos del
sabio médico los que por el mismo tiempo escribieron Juan
y Alfonso de Valdés, siendo muy de notar ciertas analogías
que, no sólo en cuanto á la forma^ sino también en cuanto
al fondo, existen entre las ideas místicas de Villalobos y las de
Juan de Valdés (i). Ya se ha dicho que, á diferencia del que
suele usar Villalobos en los otros escritos castellanos, el estilo
de estas glosas no sólo no es alegre ni picaresco, sino que brilla
por su majestad severa y por su profunda melancolía, reve-
lando una faz de su carácter que, según ya hemos hecho notar,
aparece como el fuego oculto entre cenizas desde las prime-
ras cartas que de él se conservan escritas en su mocedad, y
cuando ya era famoso por su ingenio picante, hasta el punto
de que, como hemos visto, se le tuviera entre sus contem-
(i) Véanse los tratados publicados por Bcehiner, Bonn, 1880, pues
es sabido que no se ha hallado el original de las ciento die:{ consideracio-
nes íntegras y tales como se publicaron en italiano.
— 205 —
poráneos por el hombre más chocarrero y de burlas que
habia en Castilla. La glosa de la canción es como sigue:
«Venga ya la dulce muerte,
con quien libertad se alcanza.»
«Dos géneros hay de muerte. La una es dulce, la otra es
amarga. La primera y la más principal de estas dos muertes
es aquella por cuyo medio se van todos los vivientes de la
subjection y servidumbre á la muy verdadera libertad: esta
es la muerte que es buena para los justos. ^
vQuantas servidumbres y yugos tenga el hombre en este
mundo, cada uno, si quisiere pensar en ello, lo verá en sí
mismo. Porque desde que nacemos somos cautivos y subjetos
á las necesidades del mundo adonde venimos; conviene saber:
á la hambre, á la sed, á los grandes frios y á las grandes calo-
res, á las enfermedades y dolores, y á las veces á los tiranos
y naturales, y á las veces á los tiranos y malos jueces, á las
pasiones de la carne y á sus concupiscencias. Y, finalmente,
<á quién no servimos? Servimos á la tierra, que fué hecha para
nuestro servicio; servimos lo labrado en ella para que nos dé
de comer; servimos á los animales que nos fueron dados por
esclavos. Porque, ¿quién no cura de su caballo? ¿quién no le
dá la comida? ¿quién no le frega y le rasca y le alimpia? Y á
las veces se haze esto en tanto extremo, que si no fuese por
la crisma, querria más ser el caballo que su dueño. ítem, ser-
vimos á los bueyes y á los otros ganados, y también somos
subjectos á los peligros y destemplancjas y corrupciones de la
tierra, y del agua, y del ayre, y á los terremotos, y á las tem-
pestades del mar. y á los truenos y rayos y relámpagos del
fuego. Y somos subjetos á las guerras y tumultuaciones y
dissensiones del linaje humano. Y, en fin, ¿á quién no somos
nosotros subjectos? pues que hasta las moscas y las chinches
nos ofenden y no podemos defendernos de ellas, ni de las
pulgas, ni de las langostas, ni de los otros cocos y gusanos
de los huertos,/ y otros muchos y muy diversos géneros de
animales semejantes á ellos. Y, sobre todo, somos esclavos del
pecado, porque quien hace el pecado es el esclavo del pe-
":f
— 2o6 —
cado y esclavo de todos los diablos que le tientan y le persi-
guen. De todas estas subjectiones y servidumbres, y de otras
muchas que por evitar prolijidad y hastío no se ponen aquí,
de todas ellas nos libra la dulce muerte susodicha; que en ver-
dad, los que huyen de ella y los que no andan tras ella son
ingratos de sus beneficios, y no la conocen ni saben bien pon-
derar ni estimar el valor que tiene; pues que con ser muerte,
nos quita la mortalidad y nos hace vivir de asiento con un
señor que servirle no es servidumbre, sino reynar para siempre
y no de cualquiera reyno, sino del mismo reyno suyo, y gozar
perpetuamente del mismo señor y de todo cuanto él tiene
como verdadero Rey nuestro. Así que esta es la muerte que
se debe pedir á Dios, y comprársela con obras de amor, por-
que esta es la moneda que él más quiere, que sin ella, cierto
es que todas ]as otras monedas son falsas y no valen nada.
Que si le amamos de corazón limpio á él y á todas sus cosas,
desamando y despreciando lo que no es él, ni por él, no hay
hacienda ni bienes en todo el universo mundo que sean tan
grandes, y por estimados que sean puedan comparar con
aquéllos y darlos á trueque de la buena muerte. Y mirad qué
compra tan sin engaño es ésta, que el mismo vendedor os
dará tanta ayuda de costa para comprarla joya, que quasino
poneys nada de vuestra casa, porque si os vé comenzar con
algún buen respeto á contratar con él, de su casa pone todo
lo demás, por confirmarse con vos en buena y verdadera
confederación y amistad. Y en este punto se engañan infini-
tas ciudades y reynos y naciones, y gran multitud de prínci-
pes y señores de la tierra que no tienen por delito ni ofensa
de Dios quererse mal unos á otros. Y es tanto como no que-
rer bien & Dios, que manda que nos amemos unos á otros,
como él nos ama á nosotros. Agora no se hace así, pues que
por el interese, ó por un humo de honrra y de cuidados ven-
gativD». iiuicrc mal el hermano al hermano, y procura la
nuici te el hijo ni padre y aun el padre al hijo. Cierto, no es
buena moneda esta para comprar con ella la buena muerte
y la libertad susodicha.»
« Ay otro género de muerte y esta es muy amarga quando
llega, y dcxa mucho mayor amargura después de venida.
porque es de lodo en todo cootiaiu á la que está dicha. Esta
es la muerte de los roalareiitmdos que miierai en serricio
del díaMo. Este es un tirano que no les dá descanso de los tnn
bajos que pasaron por €L en estarida, ni les dá libertad de las
servidumbres y subjectiones que turieron en ella, ante los
lleva de unos trabajos livianos á otros tan grandes y de tan
crueles tormentos, que no basta la lengua humana, ni la es-
críptura de todos los tfieólogos que hablaron en esto, para
poderlos explicar. Porque las crueldades del Turco, y los
tormentos que inventó Falaris, y los de Silla, y Mario, y
Ñero, y otros tyranos, si los uvo peores que éstos, no eran
tormentos, sino halagos y baños de agua rosada, en compa-
ración de las crueldades que haze el diablo á sus servidores
en remuneración y paga de lo mucho que trabajaron en su
servicio. Que verdaderamente la vida de los viciosos, con
toda su prosperidad, es muy trabajosa en este mundo. ¿Qué
trabajos se pueden comparar á los del avaro? ¿Qué trabajos y
peligros pasan los enamorados y carnales por un momento
de pla<;er con muy largo arrepentimiento? ¿Qué trabajos son
los del invidioso y ios del celoso? ¿Qué trabajos son los de la
honrra y ambición, que un punto de sosiego no dexan á su
dueño? Sino véase por los que andan en vandos sobre esta
negra honrra, que por sostenerla, la derriban mil ve<;es con
mil trayciones y fealdades hechas en servicio de la honrra.
De manera que los postes con que la piensan sostener son
tiros de artillería que dan con ella en tierra, son unas minas
con que la hunden debaxo de tierra, en daño suyo y de todos
sus descendientes. Y todos estos trabajos y otros infinitos
con que aíiijen y quebrantan sus cuerpos los malos hombres,
no son nada en comparación de las bascas y congojas morta-
les que sienten dentro de sus pensamieutos. Porque como el
ánima humana (por mala que sea) es de un metal celestial y
divino, á las veces adevina el gran mal, ó bien que le está
aparejado. Y por esto los malos padecen acá grandes congo-
jas de espíritu y grandes fuegos en sus pensamientos sin saber
la causa, y es que su ánima prophetiza su perdición. Y que
sean mayores los trabajos del pensamiento que los del cuerpo,
manifiestamente se paresce en esto. Que ninguno por cavar
— 208 — .
y remar, ni por otros afanes, por grandes que sean, se deses-
peran; y muchos hombres y mujeres, por una congoja 6
triste pensamiento, se dan crueles muertes, unos despeñán-
dose, otros dándose de estocadas, otros ahorcándose, otros en
agua y otros en fuego. Porque es tan grande la pasión del
ánima, que cualquiera muerte tienen en muy poco por acabar
la tormenta que padescen. Los malos padescen muchos de
estos trabajos, según que cada uno verá en sí mismo. ¡Quánto
reposo y quánto descanso trae dentro de su espíritu quando
haze lo que deue! ¡Y qué tempestades y bueltas de fortuna
siente quando haze lo que no deve! Este de todas las cosas
há miedo, sino á Dios; y el otro á ninguna cosa teme, sino
á Dios. Y por cuanto el temor de Dios es sosiego y seguridad
de todos los otros temores, por esta razón se paresce el con-
tentamiento del bueno y el descontentamiento del malo. De
quien dize el propheta que su corazón no tiene más sosiego
que la mar quando está herviendo con las grandes tempesta-
des. Cor impii sicut marefervens quod quiescere non valet.
Esta es la paga que dá el diablo á sus vasallos en esta vida
quando más le sirven. Pues, ¿qué será lo de la tierra quando
los lleva, no libertados, sino cautivos, y los aposenta, no como
acá, en palacios muy ricamente labrados y muy regalada-
mente servidos, sino en la más escura y más hedionda cárcel
que nunca fué ni será? Y los pages no serán muy hermosos
mancebos, sino muy espantables cabrones. Y los manjares
serán, no pavos nuevos, ni perdices gordas, ni tórtolas ceva-
das; sino muchos y muy crueles dolores y tantos géneros de
tormentos, quantos no puedan caber en las fantasías huma-
nas. Y de todo esto doy por testigo á los tantos theólogos que
tratan de esta razón, como hombres llenos de Dios, inspira-
dos por el espíritu sancto, que los dexa dezir una cosa por
otra. Assí que la canción no pide á Dios en mi nombre tal
muerte como esta, para escapar de las molestias y trabajos
de la Corte, que no sería buena grangería huyr el hombre
las moscas y acogerse á los leones hambrientos; mas pide la
otra muerte que es dulce y dá descanso y libertad, y limpia
todas las lágrimas y tristezas de los que van agraviados desta
vida. Que para los que mejor negocian en ellas es tal, que el
— 209 —
bien mayor que ella tiene es lo que todos tienen por mal,
conviene saber: ser breve y acabarse presto, sino que no lo
eotendemos ni lo sabemos gozar, i Dice más:
tQuédese á Dios la esperanza
del bien que se dá por suerte.»
«Después que he pedido á Dios la muerte, que es buena y
preciosa delante su acatamiento, comiendo á despedirme del
mundo. Y principalmente de la Corte, que es el corazón del
mundo, donde todos los otros miembros y partes de la repú-
blica se gobiernan y rigen. Donde la esperanza del medrar
trae á los hombres borrachos y encantados, sufriendo traba-
jos y peligros mortales por mar y por tierra, y á las vezes es
más lo que distribuyen de sus interesses y del patrimonio
que ya posseen, que lo que esperan y nunca lograrán. Que
ciertamente no sirven allí los hombres al Rey porque es Rey y
Señor suyo, digno de ser acatado y servido, sino por la grande
esperan<;a que tienen de los bienes y mercedes que están es-
perando de su gran liberalidad. Y á estos llamo yo bienes
que se dan por suerte, porque vienen como quando echan
suertes, que á pocos acierta la joya, y toda la otra multitud
se queda en blanco. Y es de saber que la mayor parte de los
bienes de fortuna no consiste en méritos humanos ni en obras
de naturaleza, sino en las opiniones de las gentes; v. gr., si
un mercader es más dichoso que su vez! no, es por la opinión
de la gente que se aficiona á su casa y quieren darle los
prouechos antes que al otro, y lo mismo aconlesce en los
officiales. Y un capitán de quien se tiene mejor concepto
y mayor confianza, será más dichoso en la guerra que otro,
porque los suyos pelearon con mayor voluntad y tendrán
menos miedo, y los contrarios le temen y pelean de mala
gana. Assí que también esta fortuna buena consiste en las
opiniones, y por esto se dan con mucha razón todas las gra-
cias del triunfo al capitán; aunque no es más de un hombre
solo, que no puede en ninguna manera vencer por sí solo
con sus proprias fuerzas, sino con las agenas. ítem, las merce-
des y favores que dan los Príncipes comunmente, son bienes
m
— 210 —
que bienen como suertes, porque se dan por la opinión de
los que hazen las informaciones, que algunas vezes se pueden
engañar. Y como los Príncipes no son dioses, sino hombres,
quédanse algunas veces los que más han merecido con menos
premio, y los que merescen ser ahorcados los vemos puestos
en la cumbre de la senda. Y permite Dios estas cosas, porque
consisten en el libre aluedrio de los hombres; al cual no quiere
forjar, porque con él merezcan y desmerezcan. Y como yo
anduve en la Corte hasta los setenta años, y entendí las cosas
del mundo, hablé comigo desta manera: Yo he servido hasta
la muerte, porque ya lo que queda de vivir no es vida, sino
para sentir las penas y passiones que la edad trae consigo; y
he trabajado, no en hazer gapatos de viejo á los pobres labra-
dores, sino en procurar la salud á los más altos y mejores
Príncipes que ay en el mundo. Y esto hize con todo mi estu-
dio, passando muchas noches en sospiro y sin sueño, y otras
echando estos huessos secos sobre las alhombras. Y sabiendo
todo esto Sus Majestades como testigos de vista, nunca uvo
lugar para que yo medrasse en su casa; ni dieron siquiera de
comer para un hijo, que es la cosa que más ligeramente pue-
den hazer. Esto no ha venido sino por una de dos causas, ó
por entrambas, conviene saber: que ó yo no lo merezco, aun-
que pienso que sí, ó qui(;a los que hazen las informaciones en
las consultas olvídanme á mí y acuérdanse de otros que tie-
nen á la mano, á quien yo por ventura precedo en servicios
y en ancianía. Y no há lugar la esperanza de estos bienes
íbrtuytos, porque está combatiéndome la muralla quien no
consiente que goze yo de ellos, que la muerte me tiene mi-
nados todos los cimientos del edifício, y la fortaleza tiene
aportillada y batida por muchos lugares. Porque los ojos ya
quasi no veen, ni oyen las orejas, y la barba cana está toda
por el suelo, que no ay un diente para comer, aunque agora
me lo diessen. Y pues que así es, yo determino de darme á
partido, con que me dexen salir la persona libremente, aun-
que vaya desnudo como salí del vientre de mi madre, y des-
pídeme del mundo y de sus vanas esperanzas. Porque ya de
aquí adelante no se pueden llamar espéranos, pues no dan
tiempo para gozar lo que se espera. Y concluyo, que nos
vamos de aquí; y venga ya la dulce muerte, con quien liber-
tad se alcanza; quédese á Dios la esperaui^a del bien que se
dá por suerte. » Dize más:
tQuédese á Dios la fortuna
con sus Hijos y privados.»
tEsta es la segunda parte de la canción, en que se declara
quién son aquellos que reparten estos bienes de fortuna, y en
quién ponen toda la esperaui^a los que andan en la Corte.
Y despidome de importunarlos más, en razón de la dicha
esperanza, por esperar en otro señor, con quien ellos pueden
vivir, y en otros bienes más verdaderos y de muy mayor
estima. Y es la verdadera y virtuosa esperanza, que muchas
veces viene á los desesperados del mundo, porque vistas sus
falacias y sus iniquidades, huyen y declinan sus jurisdiccio-
nes y apela de la tierra al cielo, y de los hombres á Dios,
porque saben que allí no hay accepcion de personas, y que
cada vno vale por su precio, y si él quiere será estimado en
mucho más de lo que vale; y tal desesperación como ésta, es
de inestimable fructo, como dicho es. Y la esperan(;a, de
quien van huyendo, es de incompotable afán, porque nos
trae burlados y afanados por lodo el discurso de nuestras eda-
des. Ella nos haze subir en los hombros una piedra muy
pesada, cient mil vezes, á la cumbre de una gran montaña.
Ella nos haze, con la gran sed, llegar el agua del rio fresco
á la boca, sin que pueda entrar en ella una gota de agua.
Ella nos trae trasportados y olvidados de Dios y del infierno
y de la muerte. Ella nunca nos dá un punto de reposo, y de
tal manera corremos tras ella, como sino oviesse otro bien en
el cielo ni en la tierra más de lo que ella pretende. Y es el
bien que espera tal, que aún después de alcan^^ado no ay
descanso con él, porque luego se fijen otras y otras esperan-
zas peores y de mayores trabajos que la primera, y dexamos
á Dios que se nos dá con los bravios abiertos, y que sus bienes
son tales, que teniéndolos paran allí todos los deseos y las
esperant^as. Porque no hay más bien que dessear, ni más bien
que se pueda esperar. Y volviendo á la declaración de los
— 2IÍ —
versos, es de saber que los hijos de la fortuna son los gran-
des señores y los príncipes del mundo, porque éstos son
heredados de sus bienes. Y los privados de la fortuna son los
que gobiernan sus Estados y andan siempre al lado de los
dichos sus hijos; á los unos y á los otros tienen ojo los que
andan por medrar. Éstos traen la rueda de la anoria, para
vaziar á los unos y henchir á los otros. Y en fin, aunque el
Príncipe sea mayor que Octaviano, y más liberal que Ale-
xandro, serán pocos los que alcanzarán la presa, porque el
vniverso no es bastante para henchir la hambre y la avaricia
de los que pretenden sus dones y mercedes. Y muy peores
son de satisfazer y de contentar los que han medrado que los
desmedrados, y por esta causa es grande la multitud de las
esperanzas que salen en vazío. Y porque la mia era una des-
tas, acordé, aunque tarde, de no seguir más la empressa; y
á más no poder me vine, con licencia de S. M., á hazer mi
assiento de vivienda con Dios; y assí me despido de andar
más al remo en la galera de la fortuna, y de importunar más
á los Príncipes y señores del mundo. Y porque sepan todos
que, bien mirado todo, no es más holgado el estado de la
grandeza y prosperidad que el estado de la pobreza, y que
por esto no debemos de anhelar ni trafagar tras esta espe-
peran^a.o Dice adelante la canción:
c Quédense con sus cuydados
y con su vida importuna. »
«Los grandes cuydados que siempre tienen los poderosos
Príncipes, ellos solos, que los padescen de dia y de noche,
los conoscen y los pueden explicar, porque la experiencia
les enseñará y les dará copia de vocablos para darlos á enten-
der. Que, ciertamente, los hombres que son de mediano
estado, no entienden el bien que tienen si desean ser gran-
des Príncipes, porque en su estado no tienen acuestas la
carga de todo un reino ó de muchos reinos; ni diversas len-
guas y naciones; ni los han de defender y morir por ellos;
ni los ha de gobernar en igualdad y justicia; ni han de ser
portunados de todos ellos y de cada uno por sí; ni ha de
— 2l3 —
sentir mortales fatigas con las competencias de los enemi-
gos injustos y malos; ni les Fadran un millón de perros de
Oriente y Occidente y de todas las partidas del mundo, con
cartas y con temores horribles; ni padescen sueños y fantas-
mas de furias infernales; ni han de dar cuenta á su reputa-
ción ni á Dios de cada cosa y parte de éstas; antes comen á
sus mesas con buena gana, y duermen en sus camas con
sossiego de espíritu, y levántanse, sin andar pidiendo nada á
sus vezinos, para defender los hogares y las mujeres y hijos.
Estos tales, si bien lo entienden, más bienandantes son en
esta vida que lo fué Alejandro y Julio César, quando hazian
temblar el mundo. Y pues que assí es, no les ayamos invidia,
ni les demos más enojos ni más importunidades: basta dexar-
los con sus cuidados y con sus importunidades. Tras esto, la
canción concluye diziendo que ya que todas las prosperidades
del mundo fuessen agua limpia, sin tener mezcla de fatigas
y trabajos incomportables, al cabo cabo todo para en una
gran vanidad y un sueño, que en despertando halla que todas
son nada quantas torres de viento hazía. Y por esso, el Rey
sabio, que hauia gustado y gozado de los bienes y deleytes
del mundo más que todos los nascidos, sin hauer contraste
ni revés en todo quanto sus ojos deseaban, estando en medio
de todas sus prosperidades, dio por sentencia definitiva que
lodo era una vanidad llena de vanidades, y que ninguna cosa
hauia en la vida del hombre que tuviesse ser ni substancia,
sino el temor de Dios y el guardar sus mandamientos, por-
que esto hace al hombre ser hombre y capaz de razón. Y para
esto fué criado, y no para las otras cosas. Y esto dura con él
para siempre, y le defiende del rigor del juizio, para que den
á Dios buena cuenta de sus obras. Y con esto el dicho Rey
cierra su libro, y conforme á esto, nuestra canción concluye.
Que, pues, al fin se convierte en vanidad la pujan(;a. Para
mayor declaración de estos versos, que son la tercera parte
de la canción, diré aquí lo que vi en Zaragoza, estando en
ella S. M., antes que se casasse. Murió allí el gran Chanci-
ller de un paroxismo de apoplexia, que súbitamente le vino.
Este era vn hombre que, después de S. M., mandaba todos
sus reinos y le obedescian todos los principados y magistra-
— 214 —
dos de ellos. Y estando assí dando el alma á cuya era, estaba
la cama cercada de sus criados, entre los cuales estaba un
mo(;o barbero y otros mo<;os de despensa, que en poco tiempo
hauian ganado con su favor muchos millares de ducados; y
acaso durmióse vno de ellos, sobre las almohadas del gran
Chanciller, muy abierta la boca y con gran ronquido. Y los
otros quitan la cruz de los pechos del gran Chanciller, y
pénenla con gran diligencia sobre el otro que se dormia; y
reventando todos de risa, comienzan á cantarle un responso.
Yo espantado, contemplando en aquella horrible visión de
aquel malaventurado y de aquellos bienaventurados, digo:
Ninguna cosa se huelga hoy de la potencia y prosperidad
que ayer tuvo, ni se le dá vn maravedí por toda aquella
pujanza, ni se enoja del poco acatamiento que éstos le tienen,
ni de la poca guarda que hay en sus puertas, porque todos
entramos quantos queremos, sin que haya quien nos dé con
el puño en los pechos. Ayer temblaba la tierra delante del,
hoy le pueden dar éstos cient papirotes en la nariz, sin que
él ni otro ninguno les diga que hazen mal. Ayer le hauian
invidia los más prósperos, y hoy no se trocarian por él los
más míseros. Sigúese que toda su pujanza brevíssimamente
se convirtió en humo y en vanidad. Y lo mismo se puede
juzgar de la felicidad de Pompeo y de Octaviano, y de
Trajano. y de todos los otros hijos de la fortuna. Y con tanto,
me despido della; y no solamente me despido de sus bie-
nes, mas aun de la esperan(;a dellos me aparto, con propó-
sito de no importunar á ninguno sino á Dios, rogándole por
la vida de S. M., porque en mi pobre retraymiento me man-
tiene, para que pueda llevar adelante esta sancta y descan-
sada empresa.» •
Es cosa digna de notarse que Villalobos empieza y acaba
su vida literaria escribiendo en verso, pues lo primero que
salió de su pluma fué el Sumario de Medicina en romance
trovado, y ya hemos dicho que puede considerarse como su
última obra la Canción, con su glosa, de que acabamos de
hablar, lo cual prueba, que si no era poeta en el sentido más
alto de esta palabra, á lo menos conservó toda su vida amor
vehementísimo á la poesía, y buscó en ella desahogo ó con-
-" 2l5 —
suelo en todas las peripecias de su agitada existencia. El señor
Morel-Fatio, en su erudito y curioso libro titulado España en
los siglos XVI j^ XVII, le trata, á nuestro juicio, con extremada
severidad al juzgarle como poeta, y en efecto, las poesías de
Villalobos que contiene el Cancionero de Zaragoza, publi-
cadas por el literato francés, y que hemos reproducido, no
son de gran mérito; pero las que ahora por primera vez se
publican tomadas del MS. del Museo Británico, merecen, en
nuestro concepto, juicio más benévolo, sin duda porque su
carácter epigramático es más conforme con el genio del autor;
los versos enviados desde Zafra al Almirante, y el epigrama
con que acompañó la tela encarnada para hacer las cruces con
que se distinguieron los que iban á combatir á los comuneros,
son saladísimos, y, por otra parte, no se puede disputar á
Villalobos la gloria de ser, en el orden cronológico, como
hemos demostrado, el primero de los poetas didácticos cas-
tellanos cuyas obras se han publicado.
— 2l6 —
VI.
BIBLIOGRAFÍA DE LAS OBRAS DE VILLALOBOS.
Según hemos dicho varías veces en el curso de este escrito,
la primera obra que Villalobos dio á la estampa fué el Suma-
rio de Medicina en romance trovado, impreso por Antonio
de la Barreda en 1498; el Sr. D. Antonio Hernández More-
jon, en su Historia bibliográfica de la Medicina espa-
ñola (i), dice acerca de este curioso libro. «El Tratado de las
enfermedades de las bubas, por Villalobos, debe colocarse,
según la expresión de Astruc, entre las cosas deseadas de la
Medicina. Así es que el libro de las bubas y su Sumario se
han hecho tan raros ya, que no es extraño que el erudito
Astruc no lo conociera, cuando Villalba, diligente investiga-
dor de nuestra literatura antigua, no pudo verlos, y este es el
motivo que me ha obligado á reimprimirlos.
i>He debido á la benevolencia de mi buen amigo don
Ignacio Ruiz de Luzuriaga el poder copiarlo de un ejem-
plar (acaso el único que ha quedado en España), que guarda
cuidadosamente en su exquisita y numerosa librería.»
Como la obra de Morejon se publicó después de su muerte,
no sería justo culparle por los errores y por la confusión que
se notan en esta breve noticia. El Sumario, con el Tratado
de las pestíferas bubas, forman un solo volumen, y, por
lo tanto, no son dos libros, sino uno solo, y en la obra
de Morejon se ha reimpreso y forma el apéndice III del
tomo I únicamente el Tratado de las pestíferas bubas, por
(1) Toxnol, pág. 317.
— 217 —
lo cual hemos resuelto reimprimir ahora ambas obras, que,
como se ha dicho, forman el volumen impreso por Antonio
de la Barreda el año de 1498. El Sr. Montejo dio noticia á
M. Jorge Gaskoin de tres ejemplares de este curioso libro,
7 supone éste, en el que escribió sobre Villalobos, de que ya
hemos hablado, que existe uno en la Biblioteca Nacional
y otro en la que estaba en el Ministerio de Fomento, pro-
cedente del Sr. Marqués de la Romana. Las diligencias que
hemos hecho para examinar estos dos ejemplares han sido
infructuosas; ambos debian existir hoy en la Biblioteca Na-
cional, donde se trasladó hace ya tiempo la del Marqués de la
Romana; pero es lo cierto que no se han podido encontrar,
y aunque desgraciadamente ha habido en los últimos años
algunas sustracciones fraudulentas de libros preciosos en
aquel establecimiento, no quisiéramos creer que entre ellos
han sufrido esta triste suerte los ejemplares del Sumario, y
suponemos que estarán meramente extraviados dentro del
estrecho local donde hoy se aloja la Biblioteca con las malas
condiciones que sabemos los aficionados á los estudios lite-
rarios, siendo, por lo tanto, urgentísimo que terminen cuanto
antes las obras de la nueva, que se construye en el paseo de
Recoletos. De resultas de lo que dejamos dicho, hoy puede
decirse que no existe en España más ejemplar del Sumario
que el que posee el Excmo. Sr. Marqués de San Román en
su escogida librería, y con su acostumbrada generosidad nos
lo ha facilitado para esta reimpresión, por lo cual le manifes-
tamos nuestra gratitud en nuestro propio nombre y en el de
los aficionados á nuestra literatura y á nuestra historia cien-
tífica; hé aquí la descripción de tan curioso libro. Es un
volumen impreso en letra gótica á dos columnas: consta
de 28 folios sin numerar, y las dimensiones de la caja de
imprenta son 0,22 milímetros de alto por 0,1 5 de ancho;
impreso en Salamanca, año 1498.
La segunda obra de Villalobos, que sepamos que se dio á
la prensa, es el libro de las Congresiones, del cual no habia
tenido noticia ninguno de sus biógrafos hasta que la dio
D. Ildefonso Martinez y Fernandez en los números del Bole-
tín de Medicina, C/ri/^/a^ Farmacia correspondientes al 14
V
— 2l8 —
y 21 de Marzo de i852, y M. Gaskoin publicó, en el libro
que ya hemos citado, las que le comunicó el Sr. Montejo,
quien las adquirió del Sr. Sancho Rayón, poseedor del único
ejemplar hasta hoy conocido, y que procedía de la biblioteca
de Gallardo. Forman las Congresiones parte de un volumen
en que además se contiene la glosa de Plinio, de que luego
hablaremos, y el opúsculo de Juan Rodríguez, de que hemos
hecho mención al examinar las Congresiones; éstas constan
de 38 hojas en folio menor, impresas en caracteres góticos.
Ocupan las armas reales la mitad de la primera plana del
primer folio, y debajo de ellas se lee:
í Congresiones vel duodecim
principiorum liber nuper editus,
Cum privilegio.
Al verso del folio XXXVIII, y en su parte inferior, se vé
el siguiente colofón:
í Explicit liber duodecim principiorum qui etiam
congressiones appellatur in oppido Madrid assisten-
te catholico rege, martii quintadecima anno xpi mil-
lessimo quingetessimo quarto décimo.
\ Ex impressione Salmantina per honorabi-
lem virun Laurentii de Liom dedeis anno
domini millessimu quingetessimo décimo quarto,
5 Laus deo.
En el recto del folio siguiente, marcado por error con los
caracteres li, está la dedicatoria ad lectorem de las cartas
latinas, de que se ha dado extensa noticia, que concluyen al
recto del folio Xliiij con este colofón:
í Impressum Salmantice & exactissime castigatum ex ex-
pensis venerabilis viri Laurentii de Liom dedeis an-
no domini millesimo quingetessimo décimo quarto^ déci-
ma quinta. Afensis septembris.
j Laus deo.
— 219 —
Ya hemos dicho que la comedia Amphitrion^ de Plauto,
traducida por Villalobos, según la opinión de algunos litera-
tos y bibliógrafos, fué impresa suelta antes de qué formara
parte del volumen que empieza con los Problemas, Moratin,
en sus Orígenes del teatro, cita una edición de Zaragoza,
de i5i5, y Salva, en el catálogo de su biblioteca, dice que le
parece que era del mismo traductor una que vio de Alcalá*
Arnao Guillen de Brocar, en 4.®, impresa en caracteres góti-
cos en 1 5 17.
Sólo dos ejemplares hemos logrado ver de las Glosas
de Villalobos á los dos primeros libros de la Historia natu-
ral de Plinio; el uno en la Biblioteca Nacional, que tiene la
signatura 5-3- 1; y el otro, que forma parte del volumen
del Sr. Sancho Rayón de que ya hemos dado noticia: nin-
guno de los dos es completo; pero con ambos se puede for-
mar idea exacta de las peculiaridades de este libro, que son
notables.
Empieza por un terno señalado con asteriscos y por un
cuaderno con manecillas; el recto de la primera hoja lo ocupa
la portada en esta forma:
INITIUM SAPIENTiE TIMOR DOMINI.
(ARMAS DEL ARZOBISPO D. ALFONSO FONSECA.)
1 GLOSSA LITERALIS IN PRIMUM ET
SECUNDUM NATURALIBÜS HISTORIE LIBROS.
En el verso empieza una dedicatoria con estas palabras:
Ad lector em,
^ Francisci de Villalobos artium ac medicine
doctor is proemium Plinii glossa incipit
Ejusdem ad lectorem.
— 220 —
Esta dedicatoria llega hasta la mitad del recto del ter-
no *II, y al verso empieza la tabla de los capítulos del libro
segundo (el primer libro de Plinio no tiene divisiones), que
termina en la hoja *III, en cuyo verso empieza el texto y las
glosas del libro primero, que llegan hasta el fin del cuader-
no W^m , y termina con las palabras:
1 Deo grafías.
El libro segundo, además de estar formado de cuadernos
señalados con letras desde la il á la 5, está foliado desde
el I al CWl, al que sigue una hoja sin numeración, en cuyo
recto está el privilegio, y al verso un elogio latino en verso,
de Felipe Sbarroya; sigue una hoja en blanco, y á ella otra
en que se contiene una fé de erratas con el epígrafe:
Operis castigationes,
á que sigue una dedicatoria especial:
í Insigni doctori de Cartagena Complulensi collegio
[cathedram medi-
cine primam ascendenti^ medico atqüe philosofo eminentsi-
[mo^ S. P.
Como se indica en esta dedicatoria, el Dr. Antonio de
Cartagena fué con los doctores Tarragona, León y Reinoso
los encargados por el Cardenal Cisneros de establecer la
enseñanza de la Medicina en la Universidad de Alcalá; no
se sabe, aunque es de presumir, que pertenecia á la familia
de los célebres Obispos D. Pablo y D. Alfonso de Santa María
ó de Cartagena, judíos de origen como Villalobos.
En el folio I empieza el prefacio del libro segundo de la
obra, con este epígrafe:
^ EXPOSITIO LITERALIS EN PLINUM VEBONENSEN.
Francisci Villalobos medid diui choroli cesaris Augusti
[Romanorum
Hispaniarum & utriusque Sicilice invictissimi ¿l insularum
[ocea-
ni occidentalis & vastissimi contínentis usque ad alteram
ierre faciem imperatoris potentissimi feliciter incipit
— 221 —
Este prefacio, como ya hemos dicho, está dividido en seis
capítulos, y dedicado al
t ILUSTRISSIMO PBINCIPI ¿L BRVEBENDISSIMO PBESULI.
Dñd Alfonso de Fonseca archiepiscopo atque hispaniarum
primaii Franciscus de Villalobos artium medicineque pro-
[fesoris, S. P,
El texto y la glosa empiezan al verso del folio II, y ter-
minan, como hemos dicho, en la hoja que sigue sin numero
al folio CVI, con este colofón:
í Commentarium in natura lem Plinii historiam Francisci
de Villalobos medid Imperatorii: opus quidem preclarum
ac luculentum nostra tempestate nunc primo editum ceteris
incognitum: Feliciter expliciuntur, Absolutum compluti in
amplissima officina Michaelis de Guia viri
ingenionisimi ac in típica arte solertis-s-
simi. Anno dómini Miles simo quin-
gentesimo vigésimo quarto
Idibus Octobrir.
* * *
Al dorso de esta hoja, que, como vá dicho, no está
foliada, se lee el elogio de Sbarroya á Villalobos, impreso en
caracteres latinos, y es como sigue:
Philippi Sbarroya in operis
commendationem Carmen.
Si eternus debetur bonos & sécula famam
Perpetuam tribuunt atque indelebile nomen
Aesionio euveni qui primus in equora classem
Duxerit immensumque rudi resecauerit audax
Puppe fretum & coelo consulto lintea ventis
Incertis pandenda dedit certoque relicto
Litore, inexpertum tentaverit iré per altum.
— 222 —
Et rábidas lignis parere coegerit undas
Nulla tuis ausis equales témpora laudes
Concedent Francisce tibi nec fama valebit
ínclita condigno tua gesta extoUere cantu.
NuUus adhuc magni espumosa per equora Plinii
Ausus erat vexisse ratem. sed litora circum
Spectabant trepidi tetros in sidera fluctus
Surgere & horrendis misceri flátibus equor.
Nubibus obductis d cum sua sidera coelum
Conderet, insani timuere pericula ponti
Máxima & horrisonis nova carbasa pandere ventis.
At tu, cui facinus soli tot sécula tantum
Servarunt, tantumque decus tüa fatatulere,
Primus inaccessum viri resecare carina
Ausus es oceanum & rabiem superare profundi
Indomitasque diu tot tempestatibus vndas
Frondiferis cogis nunc primum cederé remis
Et moiem sentiré novam, fluctusque furentes
Obuia mirari curuate pondera navis.
Nunc igitur freta lata patent que, maximus olim
Plinius obstruxit tantisque tumescere iussit
Aestibus, ¿L rabidis pertingere fluctibos ether.
Per uia iam navis discunt parere serenum
Et sua detectis coelum dat nubibus astra.
Securam nunc ergo ratem committite ventis
Et primus docuit qui tantum ñaue profundum
Findere, perpetuos grati referamus honores
Quando sola bonos nunque moritura labores
Gloria viuenti per sécula nomine pensat.
No hay para qué notar la influencia de Horacio en este
elogio, en que se compara á Villalobos con Jason; lo único
que diremos es que probablemente no contribuiría poco este
desmesurado elogio á que escribiera Hernan-Nuñez la carta
insolente y acrimoniosa de que hemos dado noticia que diri-
gió al comentador de Plinio, y que tal vez le movió á hacer
las correcciones, que fueron impresas mucho después del
— 223 —
texto, y que concluyen con estas palabras, que parecen diri-
gidas al Comendador griego, quien, como se ha visto, decía
que, entre otras cosas, se necesitaba saber la lengua del Ática
para entender á Plinio, por lo cual dice Villalobos al fín de
sus Castigationes:
í Similiter et infolio 53 suntventorum nonnulla nomina
greca in suis casibus non debite posita: quia tamen de sen-
tentia nihil mutant: ideo ea grecis corrigenda relinquo.
Aunque tenemos por cierto que debieron imprimirse
algunos otros libros de Villalobos en su tiempo, no hay de
ello noticia, y después de estas glosas de Plinio hay un
período de diez y nueve años, hasta el de i543, en que se
imprimieron por vez primera los Problemas, de que se cono-
cen las ediciones siguientes:
Villalobos (Francisco de).
í Libro intilulado los Pro \ blemas, de Villalobos , que
tra I ctan de cuerpos naturales y mo | rales. Y dos diálogos de
medi I ciña, y el Tratado de las tres \ grandes. Y una Can-
ción, y I la comedia de Amphytrion. \ MDxliii.(Alfin.) ^ Fué
impresso el presente libro d*l doctor Villalobos. Conuiene
saber, los Pro \ blemas. Y los Diálogos, Y el Tratado de las
tres grandes. Y la comedia de Amphytri \ on, quetraduxo el
dicho auctor: en la magnífica, noble y antiquíssima ciudad
d'Zamo | ra. Por elhonrrado varón Juan Picardo, impressor
de libros, vezino d' la dicha | ciudad. A costa y expensas del
virtuoso varón Juan Pedro Mussetti, mer | cader de libros,
vezino de Medina del Campo. Acabóse á nueue di | as del
mes de Febrero. Año del nascimiento d' nuestro Salua | dor
Jcsu Christo de M. D.xliij. Años.
FóL— 1. g.-LXXXVIll h\ foK en todo-sign. A— L~á
dos col. — sin recl. — con muchas equivocaciones en la fol*. —
todos los cuadernos de 8 h.
Port. (Dentro de una orla el escudo de armas de Portugal,
sobre el a Con priuilegio imperial» — y debajo el título y fecha
arriba copiados.)— t Prólogo. í tAl muy alto y muy esclare-
— 224 —
cido príncipe y señor, el señor infante don Luys de Portu-
gal.»— tTabla de los metros y capítulos contenidos en este
libro.» — Texto. — Nota final.
La comedia Amphytrion empieza en la h. 7.* de la sig-
natura H, tiene port. orí. dentro de la cual un escudo de
armas imperiales, y debajo este tít. \ tLa comedia del Plauto,
Ha I mada Amphytrion^ que tra | duzia el doctor Villalo-
bos. I La qual glosó él en algunos | passos obscuros. Agora
nue I vamente impressa: vista y | emendada por el mismo |
author. Año. M. | D.xliii.»
Además de lo que se indica en la port. principal, contiene
después de la canción una «carta del doctor Descoriaza »
Madrid á veynte y tres de Junio d' MDXXXjx. Años. —
y otra de «vn padre collegial y regente en santa theología
en el insigne collegio de sant Gregorio de Valladolid, de la
orden de los predicadores » (sin fecha), ambas dirigidas
al autor.
Libro I intitulado Los Proble \ mas de Villalobos , que
tractan de | cuerpos naturales y morales. | Y dos diálogos d'
medicina: y el Tractado de las tres \ grandes: y una Can \
cionj y la come | dia de Am \ phytrion. \ * | MDxliiij.
(Al fin.) í Fué impresso el presente libro del doctor | Villa-
lobos. Conuiene saber: los Problemas: y los Diálogos: y el |
Tractado de las tres grandes: y la comedia de Amphytrion
que I traduxo el dicho auctor: en la muy noble y leal ciudad
de I Qarago^a, encasa de GeorgeCoci: á expensas de | Pedro
Bernuz, y Bartholomé de Nágera. | Acabóse a quinze dias
dU mes de Enero. | Año de nuestro Saluador Jesu Chri | sto:
de mil y quinientos y | quarenta y qua | tro.
Fol.— 1. g. — LXXII h». fol". más dos al principio sin nume-
rar.— sign. A — M — á dos col. — sin red. — todos los cuad*. son
de 6 h". menos el M, que tiene 8.
Port. orlada, y en el centro el tít. en rojo y negro: en la
parte supr. un escudito con la cifra del impresor y en la infe-
— 225 —
ríor otro con la cifra en rojo (¿de Pedro Bemuz? — y.^ Ded.—
Tabla.— Texto (Fól. I, sig. Aüj.- Colofón— v/ de la últ. h. E.
del i.
La comedia Amphy'tríon empieza en el fól. L. tiene en
la port. un gran E. de a. i. y debajo el sig. tít. t «La come-
dia del Planto, llamada Ampkytrion: \ que traduzia el doc-
tor Villalobos. La qual glosó él | en algunos passos obscuros:
nueuamente impressa | y emendada por el mismo author.
Gmtiene esta 2.* ed**. lo mismo que la i/»
Libro intitulado | Los Problemas de Villalo | bos , que
trata de cuerpos | naturales y morales. Y | dos diálogos d*
medí I ciña , y el Tratado de \ las tres grandes: 7 | una
Canción: y la | Comedia | d' Am \ phf^on \ % | MDL.
(Al fin.) Fué impreso el presente libro del | doctor Villalo-
bos en la muy noble y muy | leal ciudad de Seuilla, por
Christo I ual Aluarez. Acaben á tre | ynta de Octubre. De
mil I y quinientos y cin | quenta años.
Fól. — 1. g. (redonda para las anotaciones de la Comedia,
titulillos y primera linea de algunos encabezamientos) —
LXVII h«. fol*. (la ült. dice equivocadamente Ixx) más 3 al
principio sin numerar. — Sign. A, b-i. — Todas de 8 h'. menos
la i, que tiene 6 sin red.
Port. (Frontis y en el centro el título: en la parte supe-
rior del frontis esta leyenda: tFortuna devame la vida, —
pves que mverte me convida.)— v. sub. — Al muy alto y muy
esclarecido príncipe y señor, el infante D. Luys de Portu-
gal, zc. Prólogo. — Tabla de los metros y capítulos conteni-
nidos en este libro, p. sub. — Texto, (fól I., sign. Aiiij) —
Nota final.
Contiene lo mismo que las ediciones anteriores. No tiene
portada especial para la Comedia Amphxtrion, que empieza
en el fól. XLVI.
— 226 —
Port. orí. — V. sub. — Lie. para imprimir esta obra por
una sola vez, concedidas á Hernan-Perez» vezino de la villa
de Monesterio: Madrid, 23 Octubre de iSjB. — E. de a. grab.
en mad. (¿de D. Diego Nuñez-Perez?) — Ded. del impresor al
illustre Sr. Diego Nuñez-Perez. — ^Texto. — Port. de la Come-
dia «La Come | dia de Plavto — ^llamada Amphjrtrion,9 que
tra I duzia el doctor Villalobos. La qual | glossó en algunos
passos obscuros: nueuamente impressa y emen | dada por el
mesmo | author. (E. del i.) Con licencia. | En Sevilla. | En
casa de Hefnando Diaz, en la | calle de la Sierpe. Año
de I M.DrLXXIIII. — Texto.— p. sub. — «Prólogo sobre cier-
tas sentencias del auctor.» — Sentencias. — Carta (al infante de
Portugal?); Calatayud, 6 Octubre i5i5. — Tabla. — Nota final.
— 227 "~
APÉNDICE.
. Terminado é impreso nuestro anterior trabajo, hemos
encontrado en la colección de Salazar los siguientes docu-
mentos que se refieren á Villalobos, y que confirman cuanto
acerca de este personaje hemos dicho; están incluidos en el
tomo de esta preciosa colección, que se refiere á nuestro
ilustre historiador Jerónimo Zurita, el cual era hijo del doc-
tor d*Alfaro, protomédico del Emperador, y por tanto com-
pañero de Villalobos; también publicamos la carta dirigida
por Carlos V al Dr. d*Alfaro, para que fuese á curar al Rey
de Francia Francisco I durante su prisión en Madrid.
EL REY.
«Doctores, vi vuestras letras y tengos en seruií^io el cui-
dado que tenéis de la salud de la Emperatriz, y porque de su
indispos¡v;ion tengo la pena é congoxa que es razón, aunque
sé que es demasiado encomendaros su servicio y su cura,
todavía os mando y encargo mucho que hagáis en ello lo
que deueis, y lo que haríades con mi misma persona; pues
en la verdad en más terne esto, y mayor seruicio resqebiré,
como confío que lo haréis, y cada dia me avisad de su mejo-
ría. De ^arago<;a álII de abril de quinientos é veinte é nueve
— 228 —
años. — Yo EL Rey. — Por mandado de S. M., Francisco de
ios Cofco5.— (En el sobrescrito: Por el Rey á los doctores
d^Alfaro é Villalobos, sus físicos.)»
Bib. de la R. Acad. de la Hist^CoI. Salazar.— A.— no.— fól. i4.-»OriginaI.
o Copia testimoniada de un poder otorgado ante Alonso
de Sepúlveda, en la ciudad de Toledo, estando en ella Sus
Majestades, á cuatro dias del mes de Abril de i534 años, para
reclamar de Martin Hurtado el resto de lo que debia al doc-
tor d*Alfaro, en virtud del contrato celebrado con éste en su
nombre y en el del Dr. Villalobos, cediéndole una cédula de
merced á ellos concedida para sacar de Castilla y entrar en
Portugal lo.ooo fanegas de trigo.»
Col. Salazar.— A.- no.— fol. 17.
EL REY.
a Nuestros médicos: Por la que vá con ésta, os doy las gra-
cias del trabajo que haueys passado en curar de la salud del
Príncipe; después llegó vuestra letra de XXI del passado, y
he holgado mucho de saber que huuiesse tantos dias que
estaua syn calentura, aunque ya le tenía por libre y sano con
lo que primero scriuistes, y no hauia entendido que le
hubiese vuelto; plazerá á Dios, que desta vez lo quede para
mucho tiempo, y porque sé el cuidado que tenéis de lo que
para esto es menester, no os lo recomiendo más. De Moremo
— 229 —
á XV de noviembre de MDXXXV. — Yo el Rey.— Por
mandado de S. M., Jaques. --{En el sobrescrito: Por el
Rey á sus médicos.)»
Col. Salazar.— A.— lio.— fól. i5.
EL REY.
«Doctor dalfaro, nuestro médico, porque el christianf-
simo Rey de francia, está con alguna indisposycion, yo vos
mando que luego, como ésta veays, todas cosas dexadas, os
partays y vays á la villa de madrid, donde está, y le cureys
todo el tiempo que fuere menester, como lo haríades á mi
Real persona, que en ello seré servido; y yros eys á alarcon,
que le tiene en guarda, que él os guiará cómo lo aueys de
hazer: del bosque de segovia cinco de setiembre de dXXV
años. — Yo EL Rey.— (En el sobrescrito dice: Por el Rey. —
Al doctor dalfaro, su médico.)
Bib. de la Real Acad. de la Híst.— Col. Salazar.— A.— iio.— fól. i3.
Es .'original.
CARTAS CASTELLANAS.
EL DOCTOR. VILLALOBOS X JDFR.E, APOSENTADOR
DE SD MAJESTAD EN FLÁMDES.
[Madrid, 8 de Enero de tSia.)
PAGARÁ V. m. dos reales de porte, y, después
que ayais leydo la carta, por vos y por ella
no me daría medio real.
Acá nos dizen que medrays poco y que no pri-
uays nada, y estoy espantado de tan gran novedad,
porque todos los puertos por do suele ir la priuan^a
tenéis tomados; vos soys castellano y soys franges;
soys muy cuerdo y muy loco; soys diligente y floxa-
rron; soys cuidadoso y descuidado; soys amigo de
buenos y amigo de ruynes; soys hombre y diablo; soys
templado en comer y en beber, y soys un cuero de
vino; soys gentil hombre, burgés y mercader y ofHcíal
y pagés '. Pues la priban^a, que suele andar por uno
Probablemenie deberd leerae page.
destos caminos, cómo se os va? Cosa imposible parece,
sino es que se quiere acabar el mundo, y múdanse los
cursos de la naturaleza.
Dízenme que dezis muchos donayres, y que no
hay quien los tome; en verdad os digo que ellos son
malos de hallar y andan muchos en busca dellos ; y si
después de hallados se pierden, más querría que se
me acedase el vino en el estómago; perdone v. m.
porque hablo en vino.
Las nueuas de acá son que en la semana primera
de Diziembre, á las diez horas del dia, parecieron aquí
muchas estrellas al derredor de la luna. Algunos
astrólogos dixeron que era señal que los chrístianos
habían de cercar á los moros ; otros dixeron que se
habian de descubrír muchos tesoros y cosas secretas;
otros que vendrá el Rey y se juntarán á él todos los
Grandes. Yo dixe en aquella consulta que no era sino
que en esta Corte nos hazen ver las estrellas k me-
diodia.
El aposentador Bríones, vuestro compañero en
armas, nunca quiso aposentar á los físicos, porque dixo
que ya no eran menester. Ellos lo hicieron con él más
liberalmente, que adoleció y curaron del siete físicos, y
en siete dias le aposentaron en Santa Cruz, ante el al-
tar de Nuestro Señor Jesuchristo; y fué tanta la príesa
de ponelle en la posesión de su posada, que á duras
penas le dexaron confesar. Diéronle una muy estrecha
camarita; mas una buena purga se lleva en el cuerpo,
con que hará media dezena si es hombre para ello.
Los tiempos suc<^eden de tal manera, que os doy
por consejo que, á la mayor furía que podays, os ven-
gáis luego acá, y como seays llegado, en el mismo dia
*
— 3 —
os partireys por las postas camino de Flandes, y luego
incontineiití os bolued acá, y después allá y después
acá, y assí hareys hasta que os muráis , porque no es-
teys allá con deseos de acá , ni acá con deseos de allá;
y porque veays cómo el un deseo y el otro atormea-
tan y no aprovechan ; y para que sepays cómo cual-
quiera de los dos partidos es trabajoso, porque quiere
Nuestro Señor que tan gran buenaventura como sería
la venida del Rey, no se alcance sin algunas tribula-
ciones.
Hasta ahora no haueys perdido nada en estaros
allá, porque aún no están todos los vinos hechos ; de
aquí adelante es vuestro perder , porque se ha cogido
ogaño en España más vino que nunca fué de tiempos
inmemoriales acá; tanto que en muchos lugares daban
á los vendimiadores la mitad de lo que cogian, y no se
hallaron vasijas do tanta multitud cupiese. Y comien-
zan ya á salir los vinos cada uno con su invención;
unos vienen rascador^itos, que os hacen cerrar los ojos
y amoxinar las orejas; otros dulces y conversables, que
os hazen morir de risa ; otros graues y ásperos , que
os paran atónito y embelesado; otros muy cerrados
intrínsecos, que hazen de vos un majadero; otros cla-
ros y de buenas entrañas, que se os entran hasta el
coraron; otros cabezudos, que os darán con la cabera
por essas paredes; otros humosos brauosos, que os
harán renegar de la puta borracha que os parió, ha-
blando con acatamiento; otros donzeles y corteses,
que no os dirán peor de vuestro nombre, no son sino
unos orates; holgamos con su conversación porque son
graciosos y no ay placer sino do ellos están, y si vos
no estays ahora con esta farca arrebatado en contem-
— 4 —
pladon, todo quanto di^en de los beatos es burla.
Más nuevas ay, que se quedarán para otra carta,
porque quedeys ahora con la boca dulce. Nuestro Se-
ñor os dé lo que deseays, que si acá venis , á buen
barato lo haureys. De Madrid ocho de Enero de mil
quinientos doze años.
II.
EL DOCTOR VILLALOBOS Á UN GRANDE DEL REINO ^
{Calatayudy 6 de Octubre de i5i5.)
MUY. magnífico Señor : Con las liuiandades de
Júpiter como con las plumas de gallo, he
pescado aquí galanes como truchas para me-
tellos en la sancta doctrina del amor virtuoso; y ma*
guer que ellos se congoxarán en salir de sus piélagos,
no dexa por eso de ser buena la pesca. Esto les doy
en pago de quantas mercedes y fauores en esta Corte
me hacen, porque estoy de voluntad, si Dios quisiere,
de dexallos muy presto. E si la graue enfermedad del
Rey, nuestro Señor, no me detuviesse, que seria mal
caso dexar á S. A. en tan gran necessidad, ya me auría
yo arribado en algún puerto y remanso donde escapase
de los peligrosos golfos y tempestades deste mar; que
en verdad, si toda la Corte es bullicio y turbación y
I Publicada al fin del libro intitulado Los Problemas de Villalobos.
— 6 —
desasosiego, los que hacen la Corte, que son los que
residen en ella, turbados andarán y bulliciosos y desa-
sosegados; y no queráis mayor vengan9a de los que mal
quisierdes, porque paresce que comen, y no comen,
pues no toman gusto ni sabor en el manjar; paresce
que duermen, y no duermen, que mil vueltas dan en
las camas; paresce que ríen, y no ríen, que no les viene
la rísa del placer que sienten, mas dan aquellas arca-
das y singultos mortales, para hacer palacio y buena
conversación; paréscete que hablan, y no hablan, por-
^ que en su habla no declaran su concepto, sino la
lisonja, y lo que al otro ha de agradar, las cautelas,
las falacias, los engaños y las ypocresías.
En fin, que es ya tanto el miedo que todos tienen
de decir verdad, que escogen, huyendo della, meterse
por los peligros antes que con ella ampararse dellos.
El pobre dice que es ríco, y si torna á ser ríco, dice
que es pobre; de manera que no huye de parescer
pobre ni rico, sino de confesar la verdad. Paresce que
oyen missa, y no la oyen, porque no entienden lo que
dicen , ni lo que se dice , ni a quién se cHce. Paresce
que se confíessan, y no se confiessan, porque de la
más liuiana cosa que tratan llevan más cuidado y ma-
yor agonía que de todas cuantas oíFensas hicieron á
Dios.
Assí que todos los actos de su vida son por este
tenor; de manera que paresce que viuen, y no viuen;
corren deshalentados , rebentando por las yjadas, tras
una liebre, atraviessa otra y dexan la primera, atra-
viessa otra y dexan la segunda, y atraviessa otra y
dexan la tercera; al cabo no toman ninguna y quedan
hechos pedamos. £ si por gran dicha, uno entre mil
alcanza la liebre que los otros levantaron, el que la
mata no la come, sino pan duro y de dolor, atado con
cadenas de príuan^ y metido en la ceguedad y em-
beuecimiento del fauor, vasqueando y gruñendo por
salir á ca^ar; y los que ca^an con ellos cómense las
liebres, que son sus herederos y sucessores. Estos
go^an de la ca^a , y meten sus galgos en las tinieblas
exteriores, donde son los aullidos y regañar de los
dientes.
Auemos visto esta burlería, no en uno, sino en
diez; no en diez, sino en ciento. Burlamos de los que
assí mueren y no escarmentamos, antes auemos invidia
de sus vidas. Y los mismos que mueren , burlaron ya
y chiflaron de otros que murieron primero que ellos
en la misma locura. Este es el juego de los negros que
van en carnes, que cada uno se cae de risa de la feal-
dad del otro. •
Assí que esta enfermedad de los cortesanos bien
paresce desde agora en lo que ha de parar; señales
mortales tiene; trabado tiene el infierno, que en ella
veréis las entradas y vueltas del. De manera que
cuando allá entrare el desuenturado podrá decir: ¡Oh
casa triste y escura, con cuanto dolor y trabajo te
hallé, y cuánto fuera mejor no hallarte! En el camino
te vi muchas veces y pudiera desuiarte si quisiera;
agora querría y no puedo. ¡Oh ciega y engañosa mer-
caduría, que solamente porque cuestas cara engañas
y sollicitas á los compradores para que no te dexen
pensando que vales algo, y las cosas de valor despre-
cian porque son barato !
Plega á Dios y á su Sancta Madre que me guien y
me pongan en camino llano, por donde pueda passar
— 8 —
esta breue carrera con pocos estropie^os, y á v. m.
haga muy gran señor, con tal condición que sea para
servicio suyo y descanso vuestro. Amen. De Cala-
tayud en seis de Octubre de mU quinientos quince
años.
III.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL MISMO JUFRE.
(Madrid, i8 de Mar^o de iSiy.)
VUESTRA carta fué vista por los Señores del
Consejo Real, y fué con solemnidad ley da
ante la Majestad de la Serenísima Reina , y á
la Señora Camarera con las damas. Fueron festejados
con mucha risa vuestras borracherías y olavides ',
pues de todos que andan trasquilándome en concejo,
y no lo sabian, en mi casa entendila toda, yjdixe entre
mí: este noble señor conmigo habla; parece que me
responde; el romance es de puro castellano, la retórica
es de toscano , la prolixidad de siciliano , la venganza
de marrano,] los disparates de Jufre; así, que gran
consulta y conjunción de diuersos votos deuia estar
presente quando me escribistes, ó vos teneys muchas
fariñas y soys compuesto de diuersas maneras.
I En estas palabras hay sin duda errores y omisiones que las hacen
ininteligibles.
— lO —
Examinando los capítulos de vuestra santa epístola,
en cada uno d ellos me mudábades muchos propósitos:
digo, theólogo es éste, no es sino a9emilero; philósopho
I es, mas antes es veodo; buena pascoa te dé Dios, mala
: muerte mueras.
Ora mirad quánta fuerza teneys en vuestro officio,
que tomamos acá por pasatiempo de mirar el gesto al
que lee vuestra carta , porque haze tantos visages y
locuras quantas vezes vos meays cada dia y quantas
haceys luchar á la razón con el cuero y days con ella
patas arriba.
Muchos golpes crueles me distes, y con ninguno
me sacastes sangre, sino cuando me la descubrístes.
Algunas notables moralidades hallé sembradas y ahoga-
das entre las espinas de vuestros desvarios. Amena-
zaisme con ser aposentador; querría mas un maravedí,
porque tan ocioso vivireys por acá con ese cargo,
como los monteros en la mar y como los marineros en
la montaña, y como los pescados en el campo y como
los galgos en el río. Una higa para vos, que ya son
proveydas todas las possadas de Bruselas y de Madrid.
Soys vos aposentador de Trinópoli ó de LaudÍ9Ía , y
vsurareys dello quando el Rey, nuestro Señor, con-
quistare la Tierra Santa , y en el campo de Josaphá.
Las nuevas de acá son , que tenemos todos tanta
sed con la venida del Rey, que con todo quanto de
allá viene quedamos tan satisfechos como vos lo esta-
ríades en un buen banquete con un jarro de agua fria.
Van embaxadores y vienen embaxadores, y d Rey
estase quedo.
La Señora Doña Beatriz de Spe3 se os encomienda
mucho» y por su fatiga os dexa descriuir , que tiene
— II —
(Dios nos guarde) después que entró cuaresma, tanto
pujamiento de carne en los muslos, que le haze estar
el cuero muy estirado y muy luzio; y aunque su mer-
ced come y duerme bien, tiene esta flaqueza: que
cuando esta harta, nunca puede comer con gana, y des-
pués que se levanta de la cama, no duerme hasta que
se torna a echar, sino es algunas vezes quando arrima
la cabera; y en tener todo el rostro blanco y colorado,
es señal que debe estar llena de cóleras.
Aquí ay ahora muy grandes bandos, y tan traua-
dos que no se podrán atajar aunque venga el Rey,
porque el Conde Don Hernando defiende el partido
de los vinos de Riuadauia y de Santiago. Acá tenemos
por mejores los de San Martin y Arenas. Hágoos
saber que cada dia pelean y ay muchos cuerpos que
hauríays lástima de verlos por ahí tendidos, echando
espumarajos por las bocas. Véngase v. m. á departir
este ruydo, y descargarán todos sobre vos como sobre
el asno del cura. Este bocadillo os guardé para la
postre, porque siempre acabeys de leer mis cartas.
Un negocio tengo allá en poder del Señor Theso-
rero: pídoos por merced que hagáis á su merced me-
moria del , y perdonadme por amor de Dios y por la
santa quarentena, en que estamos, la descortesía deí
hablaros en seso, porque la necesidad me hace salir
fuera de términos. En Madrid diez y ocho de Mar^o
de mil quinientos diez y siete años.
IV.
EL DOCTOR VILLALOBOS Á DISCO LOPBZ DE AYALA,
CANÓNIGO DB TOLEDO, EN LA CORTE DE FLÁNDES.
{Madrid, 7 de Julio de 1317.)
YA he prouado al Sr. Thesorero que es hombre
de seso; después díme á passar tiempo con
Jufre que es hombre de burlas ; ahora tentaré
á V. m. que es hombre de seso y de burlas: á la
postre scribiré á un flamenco de essos que ni son para
en seso ni para en burlas, y asi habré descurrido por
todas las especies de la suficiente división sin sacar la
conclusión.
Todos dizen que venis , mas ninguna señal de las
que suelen pre9eder á la venida del Señor hemos visto
por acá, porque ni el Marqués de Villena se mueve
para el recibimiento, aunque de allá le dan priesa que
lo haga , ni estos frayles nos amonestan para ello; de
manera que pues los coxos no andan ni los pobres
evangelizan, si será éste el año en que haueis de venir,
an aliud expectamus.
— 14 —
Yo no estoy ahora tan gracioso como es menester
para ganar la voluntad de v. m., porque con las hon-
das corrientes que de allá vienen y con los maestros de
la obra que acá son, ha hecho en nuestras partes tal
vuelta la rueda de la fortuna, que nos ha vaciado las
vasijas para henchirlas del otro lado, y anda el artificio
de tal manera fabricado que ni las dauijas hazen ruido,
ni se quebrantan en piezas los arcaduzes, ya no valen
nada los amenazadores ni los guerreros, los frailes
ganan el juego como á la primera, do los sietes valen
más que los caballeros ni las otras figuras.
Ya me voy haziendo también negociador como el
bastardico, que nunca está bien sino con los muertos,
y siempre anda en bando con los presentes, y haze
asonadas contra los que le han de aprovechar. Yo solia
ser gran servidor de v. m. quando no valíades nada
con el Rey, y yo si ; ahora que haueys mostrado por
mil testimonios el valor de vuestra persona y teneys
autoridad en Flándes y en Spaña, si no me envia-
redes á rogar que os encargase mis negocios , no me
acordaua si érades nacido, y he quitado la habla al
Cardenal y al Obispo de Avila, porque después de
Dios me pueden hazer y deshazer.
Un memorial envió á v. m. ; si aquello se puede
hazer, vos lo hareys, y si no lo hazeys, no se puede
hazer. Qualquiera destos partidos sera mejor para mí
que vivir suspenso en vida tan corta por lo que ha de
quedar acá después que allá se partiere. En Madrid á
siete de Julio de mil quinientos diez y siete.
V.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL DOCTOR DE LA REYNA.
{Zaragoza, 6 de Agosto de i5i8.)
PUES que V. m. se ha hecho gracioso, morirse
quiere; porque mudar costumbre (como dizen)
es á par de muerte. Esto no lo hace sino la sed
insaciable que tenéis de amontonar en vos solo las
haziendas y las prerrogativas de todos los físicos.
Esta que tenia yo describir donayres, ya me la haueis
soruido con esa boca de infíemó; no falta sino que
tomeys también al Doctor de Herrera la casilla y el ma-
juelo, que ya él andaua quexándose que le robáuades
su sudor. Poco medrará v. m. con el Rey, y mal
año tenéis con Gebres, que asi lo hazemos todos los
graciosos, porque melones ni donayres por estableci-
miento real no han de entrar por la puerta de la cade-
na adentro.
Aquí nos andamos Jufre y yo mano sobre mano»
y el otro dia me sacaron de seso que fuese a pala-
cio á solicitar un negocio mió, y topé a la puerta de
la sala con Antonico el Gigante, que me estorbaua
— i6 —
la entrada. Yo pensé que acaso se me ponía delante
porque no era aquel su oficio, y procuré de colarme
dentro; enojóse Antonico y púsome el hierro del lan-
9on á la boca del estómago haciéndole temblar, y con
los ojazos torcidos y un espantoso bramido me ame-
nazaba de tal manera , que ya pensaba yo que estaba
á la garganta del can ^eruero. Apenas le hube bien
entendido, quando arrebaté de un tranco á la escalera,
y baxé por ella no tan dissimuladamente, que no me
vieran ir trompicando algunos conocidos mios; y
dixome Pedro de Mendo9a : Assi es el mundo, Señor
Doctor; y otras muchas cosas me dixeron, mas no
veamos pesar que yo no les entendí: tanta era mi
ansia de tomar Ja muía. Duróme más de ocho días,
que no se me quitaba de delante los ojos la fantasma
de Antonico. Assi que, señor, créame v. m., y no seays
gracioso, sino scríbid de aquí adelante vuestros dos
rengloncillos cargados y llenos de frialdades, porque
como dize Perico de Ayala , no se ha de igualar con-
migo un hecha- piedras. Y porque viene sobre habla,
la Rey na dize que por no venir acá, lebantays lo de
las piedras que hechastes, como el Doctor Alfaro la
potra de Logroño. El dicho Doctor besa las manos
de V. m. por la memoria que de él se haze en vuestra
carta , mas también os envia á avisar que no vengays
por acá sin haber muy bien pasado el Almagesto y
las Tablas del Rey D. Alonso, porque no es en su
mano sufrir de otros. Paré9eme que se pica v. m.
un poquito de nómina , como el Licenciado de Jorde-
humos ' : en tan buena edad os toman las súmulas como
I Tordehumof?
— 17 —
al Doctor Julián la música que aprende ahora. Terne-
^itos son los pimpoUitos para florecer en ellos las artes
liberales. Comience v. m., pues assi es, a tomar amo-
res, y hagamos un par de coplitas porque se junte del
todo la cabera de la edad con la cola : ya sabéis lo que
dizen al que se haze rosca. Otras cosas tenia para scrí-
bir que se quedarán para otra carta, porque son en
seso y no hay aqui lugar para ellas. En Carago^a á
seis de Agosto de mil quinientos diez y ocho años.
VI.
EL DOCTOR VILLALOBOS Á DON PEDRO LASO DB LA VEGA.
{Sin fecha,)
OTRO mejor historiador quisiera yo que bus-
cara V. m. para dalle á entender las cosas
de la Corte, porque no las puede entender
sino quien las vee, ni las puede relatar sino quien
las oye ; que no basta la vista para dar á entender lo
que se entiende si no aprende nuevos vocablos el
relator.
Aqui hay castellanos y flamencos, y cada uno
dellos trabaja por perder su naturaleza, y no puede
cobrar la del otro; querrían comunicarse y no pueden,
porque son tan diferentes animales como caballos y
asnos. Las mujeres se pueden participar de la una
na^on á la otra, porque la matería dellas siempre fué
dispuesta para recibir en sí differentes formas. Gobier-
nan los flamencos y negocian los castellanos. Los unos
no entienden las calidades y méritos de los que nego-
cian; los otros no aceptan la hora ni el camino por do
— 20 —
se halla el despacho: assí los unos de importunados y
los otros de agraviados se quexan todos, y cada cual
tiene justa querella y justa excusación.
También hay aquí novedades en los amores, por-
que las flamencas quedan muy re9agadas en la inteli-
gencia dellos, que aún no pueden entender lo que las
quieren sus servidores, y las castellanas van muy
delanteras, que lo entienden y pasan adelante á los
términos del matrimonio. Quieren casarse por hazer lo
que ellos quieren, aunque ellos no quieran; asi que
las unas por cagueras y las otras por delanteras, no
se pueden alcancar sin quedar el alcan^ador alcan9ado
del pié a la mano.
El Rey, nuestro señor, trata de amores con la
Señora Doña Fulana; á los terceros dias la viene á
ver; y entre estos y éstas no hay más memoria que si
nunca la viera. Es una derecha terciana de Mayo, en
que creo yo que los frios afligen más á la paciente que
las calenturas. No se criaron en tanta dieta los dolien-
tes españoles, ni la souerana y excelente virtud y mo-
deración del Rey podrá ser manjar deleitoso á tan
desordenados apetitos como los nuestros.
VIL
£L DOCTOR VILLALOBOS AL CONDESTABLE DE C/
[Zaragoza, 2Í de Noviembre de i5i8.)
TODOS los rios vienen á la mar, y la ma
está llena, porque van grandes y viene
des y el Condestable está quedo. Crey(
mos que V. S. espera dos cosas, que se caseí
mas y que venga el Turco, por huyr de la uní
do el coraron no manda las carnes y hallarse ei
do se hazen los miembros de acero.
Lo que por acá siento, no lo quiero dezir,
tengo mucha gana de ser privado; mas si V.
de asiento en su tierra, hágamelo saber y se
hemos algunas cartas, que*yo no puedo negar
esta maldita naturaleza que saqué de su tierr
suzia que no la he podido lavar con todo el J
el Spíritu Santo encima del ,/ porque no me vi
en figura de paloma como al Conde de Haro,
ñor, y á los otros samaritanos de su linage.
Las nuevas que ahora más regozijadas a
— 12 —
toda esta Corte son de la venida del Turco, que si de
aquí á Navidad camina tanto como de quatro dias acá
le hazen caminar estos caballeros del otro cabo de
León, pasará á tener la ñesta en Galicia. Anda tan
alegre la gente, como si viniese á salvar el linaje
humano; mas yo le mando mal año, que hombres
entran cada dia en el Consejo de la Guerra que le
harán atestar la gauaneta.
La Reina está muy buena, y tan amiga de V. S.
como suele.
El Conde de Benauente tiene negocios en casa
del Rey y en casa de la Reina y en mi casa: los unos
son de hazienda, y los otros de carne, y los otros de
' sangre. Esta es de almorranas, porque me cupiese á
mi la más ruin parte; mas ninguna envidia tengo á su
amiga, porque nunca está con ella una hora que no
venga en escocimiento de orina por un dia. £1 se des-
culpa mucho á su amiga, y júrale que no es escoci-
miento de orina sino potra, porque todos los nublados
le hazen mal. Mas diga él quantos juros quisiere y
haga mucho del gallo, que qualquiera de los dos par-
tidos impide la negociación, sino lo remediase todo
el Sr. D. Pedro Girón con la suya, que siempre trae
calcadas unas bragas con más cerraduras que los can-
dados de Hercules, y pártese della á bragas enxutas, y
hecha media dozena de piedras cada semana por el su
cañón pedrero, y sobre esto atónito penco el bobo y
muy espantado fj/V^, porque no las alcanza, y dize
que si ama no viene, les yrá bien con ellos al Duque
de Gandía, que come catorce perdizes cada dia, y á
D. Juan de Velasco, que desbanda quantos huertos
hay en Zaragoza.
— 23 —
La partida del Rey depende de las Cortes, y las
Cortes de los Síndicos , y los Síndicos de las Univer-
sidades, y las Universidades de los Greuges, y los
Greuges del Rey, y el Rey de las Cortes , y las Cortes
de los Síndicos, y así anda la rueda, que no tiene cabo.
Ya estaba yo con estas dilaciones por hechar una soga
á la garganta, sino me proueyera Dios de una muy
buena vindimia, en que huuo tantas avenidas de
cámaras por flamencos y spañoles, que me podrían ellos
dezir lo que dezia la otra á su rufián quando reñían:
<Vellaco, de mi culo comes, de mi culo bebes. > Por
aquí se despachó mi asiento con el Rey, y por aquí
entré en conocimiento con todos los extrangeros; assí
que yo entré en Palacio por la puerta falsa de Mosiur
de Xevres. No había bastado la Reyna , ni el Conde,
ni los Duques, ni todo el Consejo para ello; quiso Dios
mostrar que todo es nada quanto procuramos, y todo
es suziedad, y cerróme las calles públicas y todas las
puertas y los muros, y hízome entrar por do no cupiera
un bodoque.
Suplico á V. S. que mande al Licenciado de Al-
ma9an que me escriba cómo le va en vuestra casa,
porque hay un señor en esta Corte que me mata por-
que le saque de ahí y le lleve á la suya. En verdad
eUa es una casa, que si Dios le haze merced que entre
en ella , aunque viva cient años , nunca le faltará laze-
ria. De Caragoza veintitrés de Noviembre de mil
quinientos diez y ocho.
VIII.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL ALMIRANTE DE CASTILLA.
(Zaragoza, 7 de Diciembre de i5i8.)
üNQüE yo no he catado el pulso á V. S. , días '
ha que conozco como teneys mucha gana de í
maltratarme. No me ayude Dios si ella no es \
para conmigo obra de ingratitud; mas hay apetitos cor-
rutos en el alma también como en el cuerpo, y como
los unos vienen de malos humores, los otros son de
malas informaciones, que hazen su obra do hallan dis-
puesta la materia.
Aquellas coplas son muy buenas, y todo cuan-
to V. S. haze es sabroso y dulce; por esso es bien que
las vean todos , mas no conviene que les mues-
tre V. S. mi carta, porque quien la viere así burlar de
los amores, y supiere que V. S. es enamorado, luego
conocerá que aquellas coplas, assí crueles y vengativas,
son más para vengar la vejez luxuriosa del señor que
para defender la casta juventud de la señora.
Cierto, en aquel librillo que yo tengo, dedicado al
— re-
nombre de V. S., mejor colación os doy que cena me
dieron vuestras coplas la noche pasada; mas ya, gra-
cias á Dios, haueys parido lo que concebísteis; tal es
lo uno como lo otro: con^epit dolorem et peperit iniqui-
tatem. Bendito sea el que lo sacó á puerto de claridad;
descansado estoy, aunque sea vuestro et parto y se
me pasen á mí los entuertos.
En lo que toca á la fee y creencia que yo tengo,
digo que tengo y creo firmemente que V. S. nunca
hace conciencia destas cosas que dize, aunque son muy
graves por salir de boca á quien se debe dar gran cré-
dito y autoridad. La misma inclinación halla sus des-
culpas para hazer tiuiano el pecado; y por eso, quanto
en mí es, yo lo perdono á V. S.; y si todos hazen otro
tanto, podrase llamar general indulgencia, porque son
muchos los amenguados y pocos los escogidos.
Mándame V. S. que, dexadas todas las cosas,
entienda yo solamente en mi medicina. Hallo mi en-
tendimiento con tantos senos, que caben en él en-
voltorios de cosas diversas, sin que las unas empachen
á las otras; mas yo quiero tomar de aquí adelante el
parecer de V. S.; y para reconocimiento de la buena
obra, quiero ofreceros la primera recepta, como quien
da las primicias de la fruta al hazedor della.
Aquella Señora estaba muy ufana con mi carta,
porque ella la mandó hazer así para burlar de los ena-
morados y para sacar á pla^a lo que pide en todo su
seso, como quien no me da nada , y hállanse agravia-
dos porque no les concede la honra y la onestidad y
la vida la que no los conoce ni los verá jamás dentro
á tres dias. V. S. no tuvo entrada ni participación en
este negocio, y tres meses antes que aquí llegásedes,
_ 27 —
era ya passada la razón dello. Tomastes , empero, tan
á pechos la injuria de la injuriada, y hizistes os tan
familiar de la nunca vista ni conocida, que se deue creer
que es enfermedad ésta que V. S. tiene de coplear: es
fluxo de coplas como de cámaras , ó es puxo en que
se levantan muchas veces , y no hacen nada.
Este, por la mayor parte, procede de ventosidades.
Apártese V. S. de las cosas ventosas, y allegúese a las
sustanciales y ma^i^as, porque éstas , aunque son me-
dicinales y desabridas, huelen muy bien, y las otras
hieden. V. S. sabrá preparar la medicina mejor que
nadie, y dándole buen sabor , la hará provechosa para
toda la república. En Carago^a , siete de Diziembre,
mil quinientos diez y ocho.
í
IX.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL DüQUB DE GANDÍA.
{Sin fecha )
MANDA V. S. que yo me desocupe un rato
para ordenar una bula en que trate de la
redempcíon de los captiuos, que representara
la far^a que tenéis ordenada para delante la Reyna y
las damas. Ella es materia muy diferente de las que
tratan los libros por do yo estudio, y no sé cómo acer-
taré yo en ella; mas ya he hallado un buen camino para
no errar, y es perdiendo el seso quando ordenare la
bula, pues que V. S. le ha de perder quando la predi-
caren; y será desta manera :
Este es el traslado , sacado del latin en romance,
de la bula original, otorgada y concedida por el nuestro
muy Santo Padre León quinto dézimo, para la re-
dempcion de los caualleros captiuos en las provincias
de la iuuenta, vil y viciosa barbaria y la caballería,
cuyo tenor es el siguiente :
León quinto dézimo, obispo, sieruo de los sieruos
IX.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL DUQUE DE GANDÍA.
{Sin fecha )
MANDA V. S. que yo me desocupe un rato
para ordenar una bula en que trate de la
redempcion de los captiuos, que representará
la far^a que tenéis ordenada para delante la Reyna y
las damas. Ella es materia muy diferente de las que
tratan los libros por do yo estudio, y no sé cómo acer-
taré yo en ella; mas ya he hallado un buen camino para
no errar, y es perdiendo el seso quando ordenare la
bula, pues que V. S. le ha de perder quando la predi-
caren; y será desta manera:
Este es el traslado , sacado del latín en romance,
de la bula original, otorgada y concedida por el nuestro
muy Santo Padre León quinto dézimo, para la re-
dempcion de los caualleros captiuos en las provincias
de la iuuenta, vil y viciosa barbaria y la caballeria,
cuyo tenor es el siguiente :
León quinto dézimo, obispo, sieruo de los sieruos
— 3o —
de Dios, á todas las damas piadosas y fíeles, salud y
apostólica bendición. Sabed que, por parte de muchos
caballeros, nos es hecha relajón cómo el tirano Cupi-
do, que se nombra emperador y presidente general de
las letras de amor, principe de las provincias de la
juuenta, vil y viciosa barbaria y la caualleria, duque
de Celosía y de Bramantes, señor de Brutania y de
Cornualla, infiel y enemigo aduersarío de todo cora-
zón y libertad humana, tiene captiuos prisioneros mu-
chos nobles y generosos caballeros en muy escuras y
horribles prisiones, do ellos padecen tantas opresiones,
vexaciones y tormentos, que cada uno dellos incurre
gran peligro de renegar de la puta perra que los parió,
si la diuina misericordia no permite alguna limosna y
charidad vuestra. Y porque mas seays conmovidas a
compasión y dolor de estos vuestros próximos aflixidos
y tristes, se darán aquí expresados, y se darán algunas
de las maneras y formas que este pérfido enemigo
tiene en aquellas crueldades y ferocidades que contra
ellos usa.
Primeramente, él les muestra las damas hermosas,
de agradable postura y gracia, y mándales que las
miren con mucha atención, y á ellas que les echen los
ojos graues, pero alegres, mansos y favorables; y de
los ojos hermosos dellas salen cinco rayos de claridad,
que casi encandilan y ^iegan los sentidos de todos, y
en el cabo de cada rayo dellos viene puesto un anzue-
lo, ceuado con gusanillos verdes, serpientes muy pon-
zoñosas: y. en los míseros corazones dellos ponen pól-
uora encendida con el su inextinguible fuego de Vd-
cano y de la concupi^ien^ia , porque si alguno de los
escarmentados no quisiere picar con el anzuelo y rehu-
. — 3i —
sare el peligro, la fuerza de aquel fuego le ponga des-
asosiego y angustias, turbaciones y oluidan^a, para
que, cerradas y selladas todas las puertas de la razón
por do él podría salvarse y acogerse, y abiertas las
ventanas y portillos de los sentidos , por do él pueda
ser combatido y lombardado, él se viene á rendir muy
locamente y traga el anzuelo, y mételo dentro de sus
entrañas. Aquellos garfios emponcoñados trauan del
malauenturado y triste coraron, que á la vez siente
por entonces la furia de aquel veneno, porque tal es
la calidad de aquellos gusanos verdes , que hazen su
obra poco a poco, sin ser sentida ni reconocida; mas
cuando ya se apoderan de todas las potencias y fuer-
cas del coraron, y le tienen preso y aherrojado, haze
bascas, da mil vuelcos dentro del cuerpo, no sosiega
en casa ni halla remedio fuera, pierde el seso, pierde
el sueño, pierde el comer, muere por ver la dama, no
se la muestran cuando él quiere, muestrángela á incier-
tas horas, no para que goze de la vista, sino para re-
verdecer y avivar la virtud de la poncoña: y la dama
cruel, arma y ministerio del diablo que la lleve y del
tirano susodicho, como siente preso y rendido el caba-
llero, muéstrale los ojos turbios así como eran al co-
mienco suaves; muéstrale el rostro torcido; disimula y
haze que no le mira. Con estas gotas de agua se en-
ciende la fragua en que el triste es quemado y abrasado
muchas veces en el dia, y otras le reconoce con sem-
blante y humanidad alegre. Así le trae fluctuando de
acá para allá, dándole mayores penas con los halagos
que con los tormentos, y curándole las llagas para tor-
nallas á acrecentar, recreándole con esperanca para que
venga más furiosa la desesperación.
— 32 —
Y ¿qué más haze el perverso Príncipe para que los
mismos presos no se consuelen ni descansen unos con
otros, como suelen hacer todos los aflixidos? Siembra
zizaña y discordia entre ellos, rencores y odios secre-
tos; haze á la dama del uno que mire y fauorezca al
otro, y preso el segundo vuélvese al primero, y así
hace con el tercero y con el quarto. De lan^e en lan^e
cres^e la confusión, la desorden y los desatinos de tal
manera, que ni el cora9on que lo siente lo entiende,
ni la lengua humana lo puede dar a entender.
Por tanto, vista la razón y examinada por nos en
el nuestro concilio, hallamos aquí muchos inconvenien-
tes, señaladamente hay dos muy graues : el uno es la
desenfrenada licencia deste tirano y su desmedida
crueldad por tan nuevas maneras de tormentos exer-
citada en estos míseros caualleros, de quien tenemos
gran piedad; el segundo es la desordenada ingratitud
y diabólica soberuia de las damas: y porque ellas están
engañadas con su vana elación y presunción, nos
plugo de retexer y inxerir en esta bula el origen y na-
cimiento dellas , porque sepan por dotrina de la Sa-
grada Scriptura cuánto le deben y cuan poco le pagan
al hombre.
Nuestro Señor Dios , en los principios de la crea-
ción, formó la mujer de una costilla del hombre, y
sus huesos y su carne prestado lo tiene del hombre, y
es obligada, por pura deuda y restitución, de dar el
cuerpo al hombre quando ge lo pidiere, que él es tal
que luego se le volverá, y á las veces doblado. Y pues
la carne de la muger es una con la del hombre, no se
debe apartar ni hazer agena, que así lo dixo Adam en
el Genisi: <Esta es carne de mi carne y hueso de mis
— 33 —
huesos>; por tanto niega el hombre á su padre y á su
madre, y pega con la muger y hácense una misma
carne. Aquí hay lugar de gran tentación para todo fiel
chrístiano.
Tiene sobre sí la muger otra segunda obligación:
que así como la costilla fue hecha para guarda y am-
paro del cora9on, que le defiende de los incursos y en-
cuentros mundanos, así la muger, hecha de la costilla,
debe guardar el cora9on del hombre , no aflegille , no
lastimalle, no enchille de cuydados, de sobresaltos,
de tristezas, de ^elos y rauias mortales , que ya no es
costilla la muger del hombre, sino costa que le cuesta
la vida y la hazienda y la salvación. Esta es una in-
gratitud tan grande de las damas que por ella deben
ser anatematizadas y malditas por la Sede apostólica.
Qué diremos si no que debe la muger al hombre
todo aquello que es suyo proprio del hombre, y tan
suyo, que aun Dios Nuestro Señor no quiso tener po-
der ordinario en ello; que la infinita potencia de Dios
crió el alma del hombre con una voluntad libertada,
que hiciese de sí lo que quisiese y le pluguiese; y la
dama tiene poder sobre la voluntad del caballero, que
él no tiene más ser ni más voluntad de quanto ella
quiere y manda; y quanto ella más ligado y más preso
le tiene el albedrío, y quantos más premios le pone,
tanto él se tiene por más bienaventurado?
Con todo eso, los tratan como á enemigos las ene-
migas de Dios; córrenJos, corridas sean; deséchanlos,
desechadas sean; aféanlos, feas se tornen; acornéan-
los, cornudas sean; cánsanlos, cansadas se vean; tráen-
los debaxo de los pies , debaxo se vean ; maldízenlos,
malditas se vean, y todas las maldiziones dellos vcn-
3
-^4- .
gan sobre ellas , si luego no pusieren por obra la re-
dempcion destos captiuos caballeros.
Por tanto, mouidos con entrañas de misericordia y
compasión, concedemos y otorgamos esta bula y breue
para todas las damas que quisieren usar de caridad
con sus caballeros. Gánanse los perdones sin dar dine-
ro, sino un sí, y una joya de su cuerpo, qual ellos la
pidieren; y porque se les hará vergonzoso dezir el sí
públicamente, mandamos á nuestro comisario el Re-
verendo Arzobispo de Braga que tome un plato en
sus manos y una varita puesta en él, y discurriendo
por todas ellas á pedir la limosna, la dama bendita y
limosnera que tocase en la verga es tanto como si
dixesse sí, y le son concedidas todas las gracias de la
bula y breue. Dada en Roma, etc.
X.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL ARZOBISPO DE SANTIAGO.
{Barcelona y 20 de Mar^o de iSiq.)
UNA carta reciuí de V. S. que fué comencada
en el aldea por Septiembre, y acabóse en
Salamanca por Noviembre, y vino a Barce-
lona á mis manos por Hebrero, el año de la fecha no
se sabe, mas es de creer que fué después que V. S.
vino de Roma, porque antes, cuando érades Aldnso de
Bejar, no nos scribíades tan perezosamente. Después
que las damas vieron la carta, sopláuanme con sonidos
como a negro. No pude vengarme de sus mercedes,
porque todo el mal y daño que se les puede hazer es
mucho menos de lo que ellas querrían; ni puedo satis-
facerme de V. S., porque estays tan amparado de
todas partes, que no hay quien pueda picaros en
la hazienda, ni en la sangre, ni en la carne: la una
guardáysla vos, la otra guárdaosla Dios, la otra guar-
dóse ella de vos; assí que V. S. ha ganado gentilmente
honrra conmigo hasta que Dios quiera que vengays á
— Jó-
la Corte in aternum con D. García de Padilla , et cum
angelis suis. Entonces, Señor, podrircys vuestra sangre,
y combatiendo yo por las mañanas y el Duque de Alúa
por las noches , desataremos presto el edificio que ha
fundado con tanto trabajo el Doctor de Oropessa.
El Rey, nuestro señor, trata en esto de Imperio,
porque después que fallesdó el Emperador, su abuelo,
todas las comunidades de Alemania le piden, y los
electores están de buen propósito, no embargante que
la competencia del Rey de Francia es grande, porque
suele negociar asegurando, y pone mayor diligencia
donde muestra mayor descuido; siembra sÍ9añas; cor-
rompe juezes y haze otras artes que son del mayo-
razgo de la casa de Francia. Mas todo esto no le
bastará, porque los alemanes le desaman mucho, y el
Rey, nuestro señor, es su natural, y quiérenle bien.
Ora véysle aquí Emperador al nuestro. ¿ Si será por
eso mejor ó peor para nosotros ? Cierto es que no le
veremos más en Castilla, y que cessarán las Cortes y
los tratos y el dinero; mas viuiremos como philósophos
y saluaremos nuestras almas, porque no nos tentará
el mundo, que estaremos fuera del ; ni el diablo, por-
que no querrá dexar la Corte; ni seremos tentados de
la carne, porque todos pereceremos de hambre.
Las nuevas del casamiento de la Reyna que acá se
dizen, allá deben andar más rezias, porque la fama
crece de boca en boca, y assí dizen della que mobilitate
vigeí viresque adquirit eundo. Hasta ahora no es hecho,
mas hazerse ha plaziendo á Dios , porque Mosiur de
Xevres lo negocia, y el Rey lo ha gana y la Reyna
también.
De las damas nos faltaron en Carago^a Doña Ana
-37-
de Cerbato, que era la luz del alúa, y Doña Beatriz
Icarte» que alumbraua la noche, conviene a saber, á
D. Pedro de Mendoza. Assí que aquellas á quien hizo
Dios dúo luminaria magna y luminar e maius ut presseí
nocíiy entresacólas y quedamos oscuras con solas las
erráticas; y ahora también se nos va Doña Speran^a,
que era muy buena masa, y Doña María de Men-
doza, muy buena leuadura. Hauremos de venir de
aquí á poco á quedar royendo en los cortezones de
Palafox : esta nunca nos faltará hasta la hora de nues-
tra muerte, ni aún después de muertos, si hauemos
de yr do merecemos. De la una muerte y de la otra
nos libre Dios. De Barcelona veinte de Marzo de
mil quatrocientos diez y nueve.
XI.
BL DOCTOR VILLALOBOS AL ARZOBISPO DE SANTIAGO.
* {Barcelona, 8 de Setiembre de iSig.)
üiEN esta de assíento en Salamanca, aunque
sea tan gran señor como V. S. , es obligado
de importunar con cartas á los de la Corte
más que una monja encerrada, porque después que
hubiere V. S. hablado con los juristas y dixeren que
no compete, y los artistas que no hay vacuo, y los
médicos que no hay digestión , y los caualleros que no
es buena tierra de pan lleuar, no queda más que hazer
por todo aquel mes, sino es cerrarse en una cámara y
despachar cartas para toda la Corte. Y por esto deuo
estar yo muy sentido, siendo tan criado y servidor
de V. S. , y tan buen corredor para cambiar y vender
todas las ropas de Palacio, nunca más hauerse acordado
describirme, después que me embiastes aquella carta
con treynta medias mangas, puntas y collar. Yo pro-
meto á V. S. que si no tuviésedes aquí un hombre
tan vigilante y tan importuno en las cosas de vuestro
— 40 —
servicio, que me ha sacado de mi seso para que pierda
mi autoridad y preheminencia , que ya tenia determi-
nado de no scribiros en toda mi vida. Porque sepa V. S.
qué cosa es saber que está hombre a la muerte dos
meses al arreo, y no tener cuydado de saber si es vivo
ó muerto; y no quiero tocar más en esta materia,
porque á las veces comienza en el hombre la ra9on
burlando, y en el proceso della se enoja de quien no
estaba enojado sin haber entreuenido menos deméri-
tos; desta manera me ha deshonrrado la Reyna mu-
chas veces en este mundo.
Y porque viene á propósito hablar de su Alteza,
digo que nunca el Rey, nuestro señor, t'rauajó tanto
por ser Emperador, ni Julio César por ser Monarca,
cuanto ella trabaja y suda por no ser Reina; y no em-
bargante que la virtud del Rey, su marido, bastaua
para hazer Reynas á las piedras que tocaua, como la
piedra de los alquimistas, que según dize D. Almeri-
que, haze oro al plomo con quien se mezcla, con todo
esso, la Reyna hubiera ya salido largamente con su
empresa , sino fuera por unos amores que el Duque
ha tomado en su casa. Hasta que estos se acaben
durará la far9a, y luego quedarán las personas en sus
proprias dignidades.
El Rey, nuestro señor, manda ya apercibir todos
los aparejos de su embarcada, y se parten muchos
flamencos para su tierra, y mañana se va de aquí
Madama de Xevres con todas las señoras y damas que
hay acá de Flándes. Los cathalanes no se mueven por
eso más apriesa en despachar sus Cortes, porque no
andan passo sin espolada; y como son espantadizos, a
las veces tornan atrás todo lo que han andado.
_ 41 —
Después de acabadas las cosas de aquí y las de Va-
lencia, unos dizen que su Alteza quiere ver a Granada
jr á Seuilla ; otros dizen que ha de embarcarse en la
Coruña el verano que viene. El Rey ha dicho lo uno
y lo otro, en caso que son dos cosas incompatibles*
Acá no hay hombre que alcance un ducado: los
grandes señores y los chicos todos toman dineros a
cambio, y pagan en tres meses do^e por ciento, y va
la cosa estrechándose de tal manera, que de aquí a
poco nos hallarán ciento por ciento. El Rey tiene más
necesidad que todos juntos.
Esto es para que sepamos que el acrecentamiento
de los estados y la corona imperial ha de crezer la mi-
seria y el trauajo de su Señor y la envidia de sus veci-
nos, y que esta sed que trahemos se satisface mejor
con lo poco que con lo mucho. Yo no puedo acabar
conmigo de ser alemán, porque ni Dios me hizo con
aquel fin, cuando me ponía la color, ni me parió para
eso mi madre. Si Spaña no basta para sustenerme,
bastará la misericordia de Dios: es muy corta la vida
para poner sobrella tan gran jornada, y es muy ruyn
mercaduría curar calenturas donde no hay sino nieves
y la mar coajada. Vnos compañeros mios, más viejos
que yo, andan muy regocijados con esta partida, mas
si ellos no son locos, yo soy necio, y por esso me
quiero quedar. De Barzelona ocho de Septiembre de
mil quinientos diez y nueve años.
XII.
£L DOCTOR VILLALOBOS AL ALMIRANTE D£ CASTILLA.
{Medina de Rioseco, lo de Mayo de iSao.)
BESO las manos á V. S. por la merced y buena
esperanza que me dio con su carta: nunca Dios
me dé lugar para que la sirua sino con la espada
en la mano, porque quien me viere esgrimir con ella
vivirá primero más años que Mathusalem.
Algunas persecuciones pasamos antes que tomáse-
mos aquí nuestro asiento, y la que yo sentí más graue,
fué de sacar de rayz mi casa de Alúa, y despedirme de
la buena compañía del Duque. El se marchó con pro-
pósito de apremiarme y forjarme para la yda de Flan-
des. Si Dios no socorre, por intercession de V. S., mis
fuerzas no serán bastantes para defenderme. Después
acá he tenido recuestas y tentaciones de muchas par-
tes, y escúsome de todos con aquella respuesta que
dio Nuestro Señor Jesuchristo á la Cananea: Non sum
missus nisi ad oues qui perierunt domum Isrrael. No la
vuelvo en romance, porque no piense V. S. que yo
estoy vengativo de las coplas de Carago^a.
— 44 —
Pocas noches ha que se quen^aron dos casas a pared
y media de la mia ; y como este elemento es algo sos-
pechoso y la turbación fué grande, de poner en saluo
los niños y los muebles estuuo muy cerca mi muger
de mouer lo que tenia en el vientre. Plugo á EMos que
con beneñcio de la noche, que fué lluviosa y sosegada
de vientos, se atajó presto la gran flama, de manera
que no nos tocó : ciertamente no era ésta la fiesta que
nosotros buscábamos.
Las nueuas de acá son que el Rey, nuestro señor,
con toda la nobleza de Spaña , está en los postreros
términos del Occidente, los unos para meterse en la
mar huyendo de nuestra vista, y los otros para echarse
en la mar de desesperados de las suyas. Hanos traydo
Dios á tiempo que ninguna consolación se halla , sino
la que siempre desechamos y aborrecemos, y es el
amor y uso de la virtud , estimando todas las cosas
prósperas y aduersas por su justo valor y no más, y
con esto cada cual se contentará de sus muros adentro,
y no andará congojoxo y sudando en busca de tantas
locuras y vanidades. De Medina de Ruyseco diez de
Mayo de mil quinientos veinte.
XIII.
EL DOCTOR VILLALOBOS A DON DIEGO DE GUEVARA,
CLAVERO DE CALATRAVA.
( ValladoUd, 7 de Junio de i52o.)
Q
üANDo el Rey, nuestro Señor, estaba triun-
fante en Spaña, sin que nadie sospechase su
partida para Flándes, estando acá v. m.
en su naturaleza, en tan buen lugar puesto que
cualquiera gran Señor negara su casa por llegar á
do vos alcansáuades , acordastes de menospreciallo
todo y partiros para Flándes. Todo el mundo apelli-
daua contra tan gran desuarío: vuestros enemigos con
mucha ira, y los otros con gran risa, disputaban de los
motiuos con que aceptaste tan mal consejo.
M o vistes vuestra casa de Barzelona camino de
Bruselas las arcas llenas de oro, y hasta la mitad del
camino fuistes acompañado de Monsiur de Xevres
con toda la flor y nobleza de Spaña; y de allí se gastó
vuestra jornada en las palmas de los franceses, sin
embaraco ni contraste de la fortuna. Como Uegastes
-46-
alia, el Rey, nuestro Señor, fué elegido (^észTj y ga-
nastes gracias de la elección, como si fuéraddi un al^
man : tras esto gozastes de la yda de su Magestad allá
y de su presencia. Si estas cosas dispone la fortuna,
ella es ciega y no conoce lo que hace; y si Lis haze
Dios, nosotros somos los ciegos que no conocemos sus
juycios. Dígolo porque v. m. no haze tan santa
vida que 'merezca tantos regalos, porque sabemos
que comeys mejor que nadie, y bebéis mas vino de
Sant Martin que una puercasuera ', y gozays de la
humanidad con que dura la humanidad, y assí lleua-
reys hasta la postre vuestra carrera; y después, con
sola una hora que os ocupeys en podar la ^epa, que
así se deue llamar, y con un pimpollico verde que se
le salga, echareys fruto de vida perdurable; y Don
Alonso Tellez, podreciendo su sangre con los negocios
ágenos, perdiendo todos los dias el sueño y el comer
por mil cosas en que no le va nada, y reuolviendo con
su fantasía tantas veces la redondez del mundo quantas
vueltas da el barril en la rueda del cantarero, cargado
de rosarios y envejecido en ayunos y abstinencias,
todo maltratado, mal dispuesto y barbudo, vereys
como al tiempo de la cogeta, ya cuando estén las espi-
gas llenas de grano, con un granito del diablo, ó con
una niebla del mundo, se le quemará todo, y darán
con la paja en el fuego. Estos son los juizios escon-
didos de Dios: passan por v. m. estas buenas ven-
turas, que no hay quien os diga nada, y ando yo con
tanto estudio y trauajo buscando la vida, que si los
I No conozco esta palabra y me inclino á creer que es error de copia,
y que debe leerse puerca suero, con lo que resultaría clara la frtie: cbe-
beis más vino de Sant Martin que una puerca suero.»
— 47 —
otros no adolecen, yo no puedo comer; y si alcanzo
á la mano ^ient ducados, los unos dizen que me lo
prometió Jesuchrísto en el monte Caluario, y los otros
me leuantan un falso testimonio, con que todo vaya
en hora mala.
La república de Spaña anda trastornada: juzgados
Y sentenciados los juezes, y hechos juezes los juzga-
dos; los Señores solos son los vasallos, y las comuni-
dades son los Señores. Hay la mayor disensión que
nunca se vio, en la mayor conformidad que nunca se
oyó; la discordia y la concordia tan juntas y tan entre-
texidas, que entre sí no hazen diferencia, los unos
hijos de los otros; los más ruynes de los pueblos man-
dan ahorcar por justicia á la misma justicia, y á los
que tienen voz y apellido del Rey; y como tal edificio
va sobre flacos y falsos cimientos, es forjado que
breuemente perezca hasta que no quede teja sobre
teja, si la venida del Rey, nuestro Señor, se dilata.
Aquí anda un cauaUero flamenco, que se Uama
Grupayn, que no osa mudarse de su lugar , como los
niños que han meado en la cama, hasta que se seque;
bebe el jarrazo del agua que le haze renegar de la leche
que mamó; y por parecer castellano da muías y quanto
tiene, y dize que no cree en Dios á cada paso. Enviad-
nos acá de essos flamencos más brauos, que en ocho
dias apriendan todo esto en las escuelas de la Santa
Comunidad de Castilla.
Todos estos dias estoy muy triste y muy quebran-
tado con la desastrada muerte de nuestro amigo Jufre,
que padeció su cuerpo martirios muy crueles, y corrió
su alma peligro de otros peores. Era hombre de todos
oficios y maneras de hombres , y así todos los officios
-48-
y linages de hombres sin ninguna humanidad lo ma-
taron; y porque del todo se le turbase la con^ien^ia,
antes que muriese vio delante sus ojos quemar y des-
truir toda su hazienda, porque en él habia cambiado
la fée y la speran^a y la caridad, y sin dalle espacio de
arrepentimiento, ni aliento para suspirar, miembro
por miembro le cortaron todo.
Otras nueuas no las escribo, porque sí hablo contra
el Rey seré traydor, y si contra la Comunidad seré
puto, porque ya no quieren ahorcar a ninguno sino de
los pies, y si hablo contra el tiempo sería herege, por-
que es delito contra el primer mandamiento, y no fal-
tará quien me lo acuse. En Valladolid, siete de Junio,
mil quinientos veinte años.
I
XIV.
EL DOCTOR VILLALOBOS A LA MARQUESA DE DÍNIA.
(Medina de Rioseco^ i5 de Agosto de iSao.)
A cinco días dcste mes, mi mugcr, criada y
servidora de V. S., hizo su fin de la misma
manera que ella lo nego^iaua en la vida, y por
muy arrebatada que le vino la muerte, no la pudo
hallar desapercibida para la jornada, porque siempre
andaba á punto de partir. Morió tan gloriosamente,
que en toda esta tierra ha dexado espanto y dolor.
Nuestro Señor con su muerte hizo dos satisfaccio-
nes, la una á ella y la otra a mí; á ella le dio en el ^ielo
por sus méritos el maior galardón y deleite que se puede
pensar, y á mí en la tierra por mis pecados el maior
castigo y tormento que se puede sufrir; la señal desto
es que la lleuó en la maior perfección de su vida y en
la maior disolución de la mia. Y porque yo no conoda
ni agradecía á Dios la muger que con tal merced me
hazia, quítemela desgraciadamente viniendo de (¡Za-
mora a la nueva de su parto , habiendo caminado la
— 5o —
noche con propósito de tomalla entre los brazos y
hacelle mil regalos. A las puertas de casa me dixeron
como la mañana de antes la hauian enterrado.
Desta nueua ninguna pena sentí, porque ningún
sentido me quedó con ellas ; mas ahora, de dia en dia,
como voy cobrando el aliento, assí le voy perdiendo
con la fuerza del dolor; y hago mil contemplaciones
piadosas de los enojos y agrauios que hize a la corderita
mansa, y de los trauajos y cuidados en que la ponía,
y de otras cosas, que ó ellas han de perderse de la
memoria, ó la memoria se perderá con ellas.
Lo que a V. S. demando en merced y limosna, es
que encomiende á la Señora Doña Ana y a otras bue-
nas religiosas la bendita alma de esta vuestra criada,
que ella está en parte do lo podrá pagar á V. S. y á su
casa, la cual prospere y guarde Dios para su servicio.
De Medina de Rioseco quince de Agosto de mil qui-
nientos veinte años.
XV.
EL DOCTOR VILLALOBOS k DOSa MARÍA DE TOLEDO,
EN LA CORTE DE ALEMANIA.
(Medina deRiosecOj ai de Enero de ¡bit.)
EL Otro dia me dieron una carta de v. m.: por
quantas mercedes en ella me offre^eys, no me-
receys gracias, porque teneys vi^io de hazer
virtudes como los otros de ser pecadores. Holgado he
que no haya llegado á. manos de v. m. ninguna carta
de las mias, porque todo quanto se escribe con mucha
pasión, contiene en sí grandes necesidades ' y pesa-
dumbres.
La vida que de un mes á esta parte he tenido es
andar armado cada noche por la ronda desde las doce
hasta la mañana, porque tenemos cobrado tan gran
miedo a la Comunidad, que no pensamos que anda por
los caminos, sino que vuela su exército por los ayres,
y que es una alimaña encantada que traga los hombres*
I Tal vez deba leerse necedades.
— 52 —
vivos. Ha traydo los dias passados arrinconados los
Grandes en sus barreras que le dexan todo el corro,
sin haber quien ose echalle una vara, y trae la Santa
Junta un Obispo que sus hazañas son dinas de perpetua
memoria. Dos dias ha que no se desarma ni de dia ni
de noche, y duerme una hora no más sobre un colchón
puesto en el suelo, arrimada la cabera al almete; come
las más veces cauallero en un cauallo saltador que
trae; ármase de tantas armas que el peso dellas es
incomportable; ha combatido tres ó cuatro fortalezas,
y él es el primero que llega á poner fuego a las puer-
tas; va entonces su excelentísima señoria deuaxo de
un carro, y sobre el carro trillos ó puertas en que
recibe los esquinazos; pónese á gatas con todo el pesso
y ocupación de sus armas , tirando del carro más que
quatro hombres; y á cada esquinazo que le arrojan
dize: <¡Oxalas, muchas gracias te doy, bendito trillo!>
y si es puerta dize: <Dexa á essa otra puerta;> pone
su fuego, y después, por desuiarse presto de la llama,
toma el trillo á cuestas, y assí vestido en pontifical,
sale afuera y santigua la fortaleza con su artillería.
Sus congoxas y vascas y su rifar con los caualleros y
sus enemistades con Dios y con el próximo, que es la
perfecta charidad, todo ello parece de la librea del
infierno; rescata y roba por los lugares y házeles en-
tender que les da la vida y que Dios le enuia por la
saluacion y uniuersal reparo de los reynos.
Tras esto se sigue Juan de Padilla y todas las
comunidades, y aunque la impresa que trae es pcruer-
sa, él en sí es buen cauallero y enemigo de hazer mal
á nadie. A estos se llega toda la gente dañada y
desesperada, hombres condenados, ladrones, rufianes
— 53 —
y blasfemadores, y otro qualquier género de maluados
y endemoniados.
Lo que se puede seguir desta tal Junta, a la cual
ellos llamaii Sacrosanta, v. m. lo puede ver desde
allá. Todo el reyno está destruydo, ningún estado
se asegura desta persecución: los Grandes no tienen
qué comer, todos los que de allí baxan no lo pueden
ganar, antes lo que tienen unos lo pierden por los
caminos á manos de sus enemigos , y otros lo pierden
en las yglesias, do lo esconden, á manos de sus amigos,
porque debaxo del altar se lo hurtan. Esto passa en
las villas y ciudades deste reyno, que no hay quien
tenga en su casa una cama en que duerma : tanto es
el miedo de saquear, que huyen los de un lugar á otro
lugar, pensando que á do quiera estarán más seguros
que alli do ellos tienen el miedo; y á do van, allá les
sigue el asombramiento como la sombra, y vuéluense
y andan en deuaneo, que nunca se vio tan desasosegada
y tan loca vida.
El Almirante nunca entiende sino en conciertos y
pazes, y para esto desuélase y haze cartas más elegan-
tes que Séneca y Tulio, las quales, leydas en pulpito
á la gente baxa y menuda, que son los que ahora tra-
tan la masa , entienden los primores y sutilezas dellas
como las ouejas y las uacas entendian los altos ver-
sos que les contaba la Sibila. No sé cómo puede haber
concierto con la gente que nunca lo tuuo, y menos
ahora, que viven sin el yugo del Rey y sin el freno
de la justicia, cómo se podrán someter á razón los
jornaleros y báruaros que nunca tuuieron uso de
razón humana.
Nunca se pueden ganar todos los votos que son
- 54-
infinitos, ni se puede hazer nada si uno desconsiente,
maiormente si tiene alto el tono de la voz; alguna
vez milagrosamente acaece que se conforman todos
Y conocen la 9eguedad y perdición que traen, hallán-
dose muy fatigados y cargados con su exérdto, asn
poft^ue son muy malos huéspedes y ladrones, y les
cometen muchos estupros y violen9Ías con sus mu-
geres y hijas, como por las grandes sisas y tributos
que pagan, y otras miserias que padecen innumera-
bles; assí que se conforman y hablan de paz, y quando
ya la tienen casi concluida, como son de naturaleza
inconstante y mudable , de un dia para otro se per-
vierten y contradizen.
Ayúdanles mucho en esta confusión las predica-
ciones de algunos religiosos amigos de escándalos y
desouedien^ia , y sobreuienen los satélites del dicho
Obispo y sus caualleros, y dizen assi: «¡O pobres de
hombres que assí os quereys tan presto cometer ' y fiar
de vuestros capitales enemigos , que son los Grandes,
sabiendo muy bien que son vemno y ponzoña mortal
de la república, y que dellos ha venido todo vuestro
daño y perdición; y ahora de nuevo quieren con
vuestra sangre crecer sus estados y alcanzar las gran-
des dignidades y officios para sus hijos; y quando el
Rey, nuestro señor, no quiera mantener ni guardar
los capítulos que ellos conciertan ' ¿ante quién les pedi-
reys la fee y obligación ^ que se oíTre^en? Y quando
hayan descabezado ó ahorcado tres ó cuatro mil hom-
bres de vosotros, ¿a quién se quexaran las tristes viu-
I Someter parece que debiera leerse.
3 Concierten (?},
3 A que le ofrecen (?).
— 55 —
das? Y después desto los nobles y generosos caua-
Ueros que han oluidado sus casas y patrimonios por
sostener y amparar los vuestros, ¿á dónde los quereys
enviar que no hay en el mundo Rey ni provincia
que les valga? Este será el galardón que ellos merecen
por seruiros, y pluguiese á Dios que sus caberas
pagasen por el pueblo, y que vosotros quedásedes
libres y no esclauos en perpetua servidumbre; mas
ellos pássarán por el cuchillo de su santo y glorioso
martirio, y se ternan por muy dichosos en morir por
la patria y escapar de la subjeccion de los alemanes y
flamencos.» A esta sazón se leuantan quatro ó cincb
escandalosos del pueblo, y con lágrimas en el rostro,
que apenas pueden hablar, dizen: «Señor, esse es el
Evangelio, en esse creemos y por él queremos morir;
cada uno de nosotros dará un quinto de su hazienda
para sostener la gente de guerra y los caballeros que
nos hacen espaldas; y nuestras cabecas serán las prime-
ras que se pierdan por libertad común.» Luego toda la
otra multitud, dando gritos, responden que ellos están
prestos para hazer lo mismo, y assí rehazen de nueuo
el exército y son peores que antes que se tratase la paz.
Assí que esta enfermedad del pueblo no tiene
cura sin la presencia del Rey; y si ésta se tarda, los
miembros están tan corruptos, que presto llegará el
daño á la cabeca. Quando vuestra merced tuuiere
ociosidad para escribirme, gran merced me hará con
sus cartas , y si éstas no se pueden hauer, á lo menos
haued paciencia con las mias , que irán allá tan espesas
como piedras al tablado. De Medina de Rioseco vein-
tidós de Enero de mil quinientos veintiuno.
XVI.
£L DOCTOR VILLALOBOS AL OBISPO DE FALENCIA.
{Sin fecha,)
ACÁ estamos espantados cómo en estos reynos
hay una piedra sobre otra, porque un hombre
muy loco es bastante para destruir un pueblo,
¿pues qué sera adonde todos los pueblos son los más
desatinados locos de atar que hay en el mundo ? Ellos
piden por sus bocas que venga luego el Rey, nuestro
señqr, y por sus obras dessean que nunca venga.
Piden que su Magestad no les de huéspedes corteses
y nobles; y ahora toma cada uno por su voluntad
media dozena de soldados en su casa, que le comen á
discreción , y se echan con su muger y con sus hijas,
y á las vezes con él mismo. Piden que su Alteza no
saque la moneda fuera del reyno, y ellos no la con-
sienten entrar en sus villas y ciudades; no dexan hauer
tratos y mercadurías, ni quieren que nadie gane de
comer, ni se da ni se toma sino en picas y coseletes y
pólvora con las otras municiones. Piden a su Magestad
— 58 —
que administre justicia, y ellos no la quieren ver
dentro ni fuera de los muros, antes es hauido por cosa
execrable y abominable el nombre de justicia, y los
juezes, por parte de juezes, son condenados por tray-
dores , y entre ellos tanto es alguno mas absoluto go-
bernador, quanto es más disoluto malhechor. Piden
al Rey, nuestro señor, que eche de su casa diez ó
doze Ofñciales, porque hay sospecha que son robado-
res, aunque dan cada un año estrecha cuenta de sus
cargos ; y ellos crian ahora y mantienen veinte mil la-
drones públicos , que sin dar cuenta a nadie roban lo
poblado y lo despoblado, y despojan por las aldeas á
los pobres labradores, hasta dexallos encueros. Y esto
es bien empleado, porque desnudo el villano, con las
tripas en la mano, dize que < ¡ Viva la Santa Comu-
nidad ! »
Escogen de todos los pueblos los más excelentes
desorejados y blasfemadores que se puedan hallar para
enviar á su exército; destos se haze la Junta, que es
la Sancta Sanctorum destos ; predican en los púlfñtos
y por las plazas el santo propósito de la Santa Junta,
y si hay alguno que no esté del todo ^iego y perdido
como todos, y los quiere poner en razón, mátanle
luego, y si no le matan , no le escuchan ó no le en-
tienden, y al cabo responden: <¡Viua la Santa Comu-
nidad ! » No sé cómo pueden ser santos todos juntos,
siendo cada uno dellos herege y traydor y ladrón y
puto y cornudo y pobre, ó en qué hallan que es santo
el cuerpo que se compone de tan vellacos miembros.
Si Jufre hablara tan comedidamente como yo
ahora , no le maltrataran en Burgos tan descortesmen-
te , que á pocas le huuieran dado una bofetada ; asá
-59-
que estos señores santos muy mala vida nos dan, y
peor se la toman para sí.
De mi puedo dezir á V. S. que de puro miedo he
perdido el sentido^ y viene la cosa tal, que ando
armado lo mas del tiempo. La otra noche, á las dos
horas que andaua por la ronda, en la ordenanza de
un Capitán , y porque no le entendí quando me dixo
que calase la pica, llamóme cabrón. Digo yo: <Esso
merezco yo por dexar mi ofñcio de matar y tomar
el vuestro en que me maten; cierto, á estas tras-
nochadas ganaua su hazienda el puto de mi abuelo.»
Yo, señor, no tenia culpa, porque cuando él me dixo:
<Cala essa pica», como no entiendo bien este lenguaje
de guerra, en verdad que pensé que dezia: <Caga esa
pica»; y este ardid de guerra hiziéralo yo entonces de
muy buena gana porque tenia gran miedo; que nos
hauian dicho que á media legua Uegaua ya todo el
exército de la Junta con tres culebrinas gruesas y un
cañón pedrero y un Obispo de Camora y otros diez
tiros medianos , y no nos venia socorro de Tordesillas,
donde estaba el Almirante con toda la gente. Plugo á
Dios que fué todo mentira , y assi escapamos aquella
noche de tan gran peligro.
XVII.
£L DOCTOR VILLALOBOS A LA SESoRA DORa FRANCISCA
SARMIENTO.
(Medina de Rioseco^ i8 de Febrero de iSai.)
TOMANDO este papel para escribir á V. S., llegó
aquí de camino un casamentero conocido mió,
y hablóme de achaque de casamiento. Dame
gran priesa para que luego me parta, porque hay peli-
gro en la tardanza según la diligencia que otros traen
por Ueuarla. Defiéndome del con dalle á entender
que no me puedo determinar sin consultallo primero
con V. S. : la relación del negocio es ésta.
Es una dueña que aún no llega a los quarenta años;
tiene de renta ochenta cargas de trigo y doce mil ma-
ravedises de yerba, con otras menudencias; deue hauer
veynte años bienauenturados que ella es manceba de
un clérigo bien honrado y gordo, el cual (santa gloria
haya) la llamaba sobrina, y le dexó ahora esta hazien-
da. Quanto á su disposición, es verdad que ella tiene
una rija que le mana siempre, mas de todo lo otro
— 62 —
no se podría pintar una imagen tan fea ni tan vellaca.
Sobre esta información podra V. S. darme su parecer
para que despachemos a este hombre de bien.
Lo otro que yo entendia scríbir aquí , era suplicar
a V. S. que tomase tan de veras la cobran^ de mi
libramiento, que mi críado venga con buen recaudo
de los dineros ; que si vuestra intercesión no me vale,
nunca el Almirante me hará esta merced ni otra que
valga menos, porque en saber que soy de su tierra le
tengo enhastiado, y esto no es sino por su gran humil-
dad, que se tiene en tan poco, que todas sus cosas
piensa que son las mas ruynes de todas. La misma
condición tenia el Rey de Francia, antecesor deste,
que siendo goloso de higos verdes, estaua en León de
Sur-le-rron ' donde los hay los mejores del mundo,
y no los podía comer sino le juraban que llegauan en-
tonces de Ñapóles ó de Barcelona.
El Almirante tiene por muy buena grangería traer
de Cathalunia para Castilla físicos como cuescos de
aluericoques , y el cirujano ha de ser de Sicilia, y ha
de cerrar todas las herídas con unos poluos de estor-
nudar que tiene; y aunque a su Señoría hagan enten-
der que los Bachilleres comunes de Castilla tienen mas
letras y mejor experíencia que los excelentes Doctores
de Cathalunia , en ningún caso ha de aceptar físico ni
cirujano sino fueren orientales. No sé qué secreto ha
hallado en ellos, sino que son muy excelentes menti-
rosos , y assi como la mentira es de muy buena diges-
tión y no empalaga nada en el vientre , asa la verdad
es dura y atraviésase en la boca del estómago. Y á
I León sobre el Ródano.
— 63 —
estos cathalanes hales parecido poco mentir de lo pas-
sado y de lo pressente , y por esso se pican todos de
astrólogos para poder mentir largamente en todo lo
que está por venir hasta que el mundo se acabe.
Esta es una consideración con que yo estoy muy
consolado, y me pessaría si entrasse en gracia del Al-
mirante; ni quiero tampoco seruir á la Condesa de
Medina, mi señora, porque según la doctrina de San
Pablo, es tanta su conversación en el cielo que allá
aguarda todas sus cosas, pensamientos, cuydados,
joyas de plata y de oro, y mantequillas de León, y todo
cuanto le traen, que no podemos alcanzar cosa dellas
los terrenales que somos, por mucho que saltemos.
Assí que. Señora, vista y examinada la complision
destos señores, hallo que será bien cobrado este libra-
miento del Rey por vuestra mano, no mouelles más
los humores. De Rioseco á diez y ocho de Febrero
de mil y quinientos y veynte y uno.
XVIII.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL ALMIRANTE DE CASTILLA.
{Medina de Rioseco, 4 de Abril de iSai.)
EN muchas cartas me ha prometido y plantado
V. S. grandes mercedes, y con la sequedad desta
primavera no han prendido ni echado fruto. Di-
zcn que cuando V. S. promete mucho, es menester
buscar otro que cumpla las promesas, porque entram-
bas cosas no las puede hazer uno solo. Yo siruo en
vuestra casa por todas las vías y fuerzas que mi per-
sona puede bastar ; la paga desto otro la Ueuará , por-
que tampoco caben en uno solo entrambas cosas.
Tan descansado queda V. S. después de hauerme
scripto sus esclarecidas razones, cuanto yo quedo des-
pagado dellas de mis negros trauajos. La primera uez
son dulces al paladar, como miel, los halagos del señor,
mas la miel sola para muchas veces no vale nada,
porque no sólo no da mantenimiento al cuerpo, mas
assí haze perder al cuerpo su propia sustancia, como
yo pierdo todos mis méritos con la dulzura de vuestras
5
— 66 —
cartas , pues en ellas se consume toda la satisfacción.
De aquí adelante mándeme V. S. ásperamente,
como tirano, y seruiré por fuerza con maior voluntad,
porque me quedara esperanza y recurso á vuestra con-
ciencia; y no me mandeys graciosamente como señor,
porque lo hago con maior libertad; en esso tengo
menos voluntad , pues veo que toda la buena gracia
es palabra gratis data, y que no hay ohrz gratius faciens.
Yo bien claro hablo, mas aprovéchame tan poco,
quanto es poco lo que se me da por ello, por lo poco
que dura lo que se da, y quien lo da y el que lo reci-
be. De Medina de Rioseco á cuatro de Abril de mil
quinientos veinte y uno.
XIX.
EL ALMIRANTE DE CASTILLA AL DOCTOR VILLALOBOS*
{Medina de Rioseco, i3 de Abril de iSaS.)
A toda Castilla teneys espantada , señor Doctor,
de la mudanza que haueys hecho, porque
todos los médicos cuentan por suma felicidad
viuir con el Emperador y seruir á su Magestad con
su officio; y vos, teniendo tan buen lugar en la Corte,
tanta cabida con todos los Grandes y tan buen salario
en la casa Real , haueros salido de la Corte tan deter-
minado y desterrado de vuestra naturaleza, donde vos
teneys tantos y tan buenos feligreses, por viuir en
Estremad ura, tierra inculta y inhabitable, aunque sea
en casa de tan gran señor y tan estimado como es el
Sr. Marqués de Pliego, cosa es cierto de gran miste-
rio, y en que vos soys obligado de dar á todos razón
y cuenta de tan gran nouedad, para no caer de lástima
en que por vuestras letras y discreción érades tenido.
Si fué cosa accidental de algún enojo ó agrauio
— 68 —
que re^ebistes, mas cerca pudiérades tomar la satis-
facción ; porque si vos quereys veniros á viuir á Va-
llad olid, que es el riñon de vuestra patria, los se-
ñores que están en esta comarca, y yo con ellos, os
daremos dozientos mil marauedises de salario; y
quando os hubiéremos menester, os pagaremos vues-
tro trauajos ' como vos sabeys que lo solemos hazer; y
por ésta quedo por fiador de lo dicho, y os doy mi fee
de lo cumplir como aquí digo. Hecha en Medina de
Rioseco a quince de Abril de mil quinientos veinte y
cinco años.
Respondedme también á essas coplas, porque
quiero ver si entre los pastores haueys también per-
dido el metro como la prosa.
Aunques plazer, cauallero,
que os alegre tanto el troque,
he mucho temor que os toque
la influencia del luzero;
que de la vieja querella
que no teneys oluidada,
Córdoua está inflexionada
y vos estay s cerca della.
No hagays ahí profesión ,
pues que no basta defensa ,
quando se prueua la ofensa
de la Santa Inquisición.
I Debe decir, y diria sin duda el Almirante: Mvuetro trabajo» ó vntei^
tros trabajos»; probablemente lo primero.
-69-
La vuelta nada os empache ,
ni el descanso ni el sosiego,
que he temor que os tome el fuego
como a paja el azauache.
Aunque guarden vuestra ley
los señores de essa casa ,
por ser todos de una masa
no os defenderán del Rey.
La tierra de promission
que en esas partes hallastes ,
no olvide la que dexastes ,
que acá no hay Inquisición.
Pues su merced lo merece ,
haze en ella tan gran obra ,
que de la sangre que os sobra
le cumplays la que fallece:
de vuestra sangre no huya,
que será dalle la vida ,
pues en ley, es tan subida
la vuestra, como la suya.
XX.
BL DOCTOR VILLALOBOS AL ALMIRARTB DB CASTILLA.
{(^fra^ 10 de Mayo de i5a5.)
MI apartamiento no fué cosa súbita, pues que
antes que rompiese como trueno, derramé
muchos relámpagos por toda España. En este V
tiempo me requirieron los señores y caualleros de Ca-
rago^a y los de Valencia para que assentasse allá mi
casa , como hombres que sin escribírselo yo eran aui-
sados del agrauio que yo recibía en la Corte, y de la
voluntad que tenia de sacar mis huesos de la ingraU
patria.
V. S. ni los Grandes del reyno de León no
pueden en este caso pretender ignorancia, pues que
entre ellos y mí pasaron muchas cartas sobre esta
razón ; y para más cierta información de todo, yo fui
personalmente á visitar al Conde de Benauente, que á
la sazón estaba enfermo, y passé por casa de V. S. y
presendahnente os notifiqué como yo determinaba de
no estar en la Corte por físico, donde maestre Ñaruso
— 7a —
era el caudillo de todos los médicos imperiales , man-
cebo italiano de muy pocas letras y de ninguna expe-
riencia, que ha pocos dias que le conocimos mo^o de
don Hernando de Castriote, y después assentó de
viuienda con maestre Luys, físico de su Majestad, y
ahora exercita la prefatura y tiranía de la mediana,
tan absolutamente que en la Cámara de su Majestad
no entra ni sale otro médico sino aquel que le obedece
en todos sus desuaríos . Y si dellos no dependiesse la
vida de muchos hombres, yo le obedecerla, porque
soy más ruin que él , más hacíaseme con^ien^a lison-
jear á un hombre de poco valor, con muerte de hom-
bres muy valerosos, y señaladamente con peligro de
la vida del César, á quien él tuuo por sus errores en
peligro de muerte de la más liviana quartana que en
estos años hauemos visto.
Todo esto supo V. S. y lo ponderábades más que
yo, mas por esso no r^e hablastes palabra de assiento,
ni me distes esperanza ni consolación ninguna; y pen-
saba yo que aunque V. S. no tuuiera necesidad de
mí, acordándoos que yo hauia tenido mucho fauor
con el bienauenturado Rey Cathólico, y viéndome
ahora tan corrido, me recogiérades en vuestra casa con
tanto fauor y abundancia que no sintiera mis adversi-
dades; que para tales cosas como éstas habia de ser
vuestra casa y las de los otros Grandes, porque mu-
riésemos en los ríos dulces los que venimos huyendo de
las ásperas aguas de la mar, mas parece que no quereys
comprar los buenos esclauos quando se os ofrecen,
sino esperar que se mueran de hambre por hauellos
debalde ; y al que os ha menester, por el mismo caso
le desechays, aunque sea muy importante y proue-
- 73 -
choso para vuestro serui^io; que es tan grande el miedo
que teneys de hazer bien á nayde , que por no caer en
este peligro, quereys incurrir en daño de vuestras
honrras y vidas.
La misma consolación hallé en casa del Conde de
Benauente, y entonces dixe como San Pablo: <Pues
que estos judíos á quien principalmente somos veni-
dos, no nos quieren recibir, vamos en busca de los
gentiles.» Con esta inclinación passé los montes, y
vine á repastarme a las dehesas de Stremadura, do
he hallado tan buen acogimiento en estos señores, que
ya no podré negalles la persona y la vida, specialmente
ahora que tienen de mi gran necessidad. Assí que no
se espante V. S. de mis nouedades, mas espantaos de
vuestras viejas y peruersas costumbres, que quando
sentís que se llegan á vosotros , encerrays las manos y
encrespays las espinas como erizos, de manera que
gozando de nuestra fruta, nos lastimays con vuestros
aguijones. Y con todas estas tachas soys mejor que
todos los otros, y por esto no dejaré de reconocer el
vasallaje y seruicio que debo a V. S. do quiera que
estuuierc. De Cafra diez de Mayo de mil quinientos
veinticinco años.
XXI.
RBSPUBSTA DB LAS COPLAS.
/\l campo de Guadiana,
hondón de toda la tierra , ^
vine huyendo de la guerra
de la natura italiana;
vine a buscar nueva gente
riberas de Portugal,
porque no me haga mal
aquel gar9on de la fuente '.
Y si Lucero en Judea
las doce tribus juzgare,
Lusitania nos ampare,
provincia de Galilea :
y también si en aquel suelo
no aprouecha el bien viuir,
no puede el hombre huyr
de so la capa del cielo.
I Narciso, que se enamoró de sí mismo al contemplarse en el cristal
de una fuente, Villalobos designa de este modo al médico itaUano dd Em-
perador.
-76-
Aquí hallo la razón
de aquellos vuestros calientes ;
aquí hallo mil parientes
de Rubén y Simeón.
Aquí ninguno me ofende
y todos me dan fauor :
qué razón esta , Señor ,
para el puto que la entiende.
Cincuenta años he remado
con vientos y tempestades
buscando mil vanidades ;
ando afligido y brumado
y echando siempre en olvido
los saludables senderos;
por brauos despeñaderos
voy destro9ado y perdido.
Tiempo es ya de recordar
de tan gran sueño profundo,
y pues que nos dexa el mundo
comentémosle a dexar.
Dexemos la levadura
vieja de nuestra maldad,
y de nueva humanidad
hagamos la vestidura.
(^esen ya nuestros heruores
como de mar tempestuoso;
busquemos algún reposo,
^esen ya tantos ardores;
que el plazer que no es eterno
— 77 —
es muy liviano sintomo ^
y es más pesado que el plomo
para hundirse en el infierno.
Este fué mi dispidiente
en buscar este otro Norte ,
y perder el de la Corte
do está el peligro evidente,
donde hemos visto morir
á hombres sabios locas muertes ;
do hemos visto mil suertes
todas en blanco salir.
Do hemos visto que al que tiene
la suerte de ser priuado,
viue más desconsolado
que aquel que nada no tiene;
passa los dias crueles
tras veynte puertas cerrado,
porque en saliendo, es pillado
de los hambrientos lebreles.
Unos le comen los ojos
por más que abaxe las cejas;
muérdenle otros las orejas
con importunos enojos;
unos le trauan los pies
que no le dexan andar;
otros le empujan después
quando quiere descansar.
I No consta esta palabra en el Diccionario; ¿equifale á MintomM?
- 78 -
Quando á su rincón se encierra
y aquestos perros le dexan,
fieras vivoras le aquexan,
invidia le hace la guerra;
mil temores le perturban
al oido allá en su silla,
alli Caríbdis y Scilla
con sus golfos le trastumban.
Si aquesto es bueno, Señor,
de su bondad desespero;
no me espanteys con Luzero
que aunque me queme es mejor,
que el quemado á sin razón
puede haber descanso luego,
y estos, caminando en fuego ,
parando, no ay redempcion.
O clarísimo Almirante,
justo padre de la patria,
huyamos de esta idolatría ' ;
miremos lo de adelante,
y pues vemos y hemos visto
los peligros desta nave,
anclemos en Jesuchristo
que es piedra firme y suave.
I Nótese la acentuación de la palabra idolatría.
XXII.
ITRA DEL DICHO DOCTOR VILLALOBOS CONTRA LOS
VANOS PLACERES.
di el placer se pasa en valde
y todo se va corriendo»
¿donde estz el plazer? tomalde \
tomalde, que no le entiendo.
Viene y vase tan apriesa
que no hallo en qué consiste;
por las postas atraviesa
y al despedir es muy triste.
Si es relámpago, miralde
no eche rayo en el estruendo:
tal es el plazer, dexalde,
dexalde, que no le entiendo.
Esta trasposición de letras aún la usa el Tulgo en muchas provin-
s de Espa&u
XXIII.
OTRA DEL MISMO.
£éL pía:
Lzer nunca es estante
ni pueden dezir éste es ,
porque en viéndole delante
se vuelve luego al revés.
Es manera de letargo
que adormece con sus tiros,
risa llena de sospiros,
fuera dulce y dentro amargo;
es mentiroso, inconstante,
y es tan torpe y descortés
que á quien le mira delante
se vuelue luego al reués.
XXIV.
OTRA DEL MISMO.
Oí en hazer lo que es honesto
gran trauajo se recrece ,
miremos todos en esto
que el trauajo pasa presto
y la virtud permanece.
Y si el deleyte muy ciego
nos convida á la maldad^
quédase la torpedad
y el deleyte vase luego.
Y pues tan claro es aquesto
como el sol cuando parece,
¿porqué cegamos tan presto
en dexar lo que es honesto
si algún deleyte se ofrece?
r
XXV.'
CONTRA LOS BIENES DE FORTUNA.
Venga ya la duhe muerte
con quien libertad se alcanza;
quédese á Dios la esperani^a
del bien que se da por suerte.
Quédese á Dios la fortuna
con sus hijos y priuados ;
quédense con sus cuidados
y con su vida importuna:
Y pues todo se convierte
en vana y triste mudanza,
quédese á Dios la esperanza
del bien que se da por suerte.
I
I Ella canción, con su gtosa , fonna parte del libro (xneralmenie co-
)ckJo bajo el nombre de Problemas de VÍ¡\a¡obos, y en U edkjon de
:vil[a, de i583. utd insería en la pAgina i64, pero con ci
I la última rEdondilla:
Y pues alfin se conviene
en vanidad ¡a pujaitfa,
quédese i Dios la eaperan^i
del bien que viene por luertc.
^
XXVI.
£L ALMIRANTE AL DOCTOR VILLALOBOS.
i üES con mal os va a la mano
nuestro gran Emperador,
vos deueys señor Doctor
seruille de cortesano.
Y pues de vuestro linaje
os ha na^do el ultrage
sabiendo más que Aui^ena,
mientras la casa se ordena
le deueis seruir de paje.
Bien fuera que su excellen^ia ,
si físicos castellanos
en su mal no hallaua sanos,
los tomara de prudencia;
que si temió que un gran precio,
según scribe Voecio
hará al confeso errar,
debiérase de pensar
qué hará al villano necio.
XXVII.
RESPUESTA DEL DOCTOR.
LíA santa Comunidad
I que huuo curado a Castilla,
como es gente sin mancilla
1 cura de su Majestad :
los físicos italianos
que son leales y sanos
por delante y por detrás,
son cabera y son compás
de los maestros castellanos.
Mas yo porque tuue punta
de seruir á vuestro lado,
por sospechoso y culpado
no soy llamado á la Junta.
No sé si al Emperador
por confeso el confesor
le defiende mi presencia,
recibámoslo en paciencia
pues que le place al Señor.
— 90 —
Y si vuestra señoría
de tan gran mal se recela,
volued por la parentela,
no sufráis descortesía.
Y pues que somos nacidos
de grandes Reyes ungidos
y de fuertes Capitanes,
no nos den tantos afanes
que turben nuestros sentidos.
Si el físico se tomase
para hacer generación,
era muy justa razón
que el linaje se mirase;
mas para ver los meados
y los humores dañados
y examinar los hedores,
mirar los antecesores
son decretos muy sobrados.
Galeno é Hipocras
gentiles fueron por cierto,
y con ellos hemos muerto
un millón de hombres y más.
Abiíjena moro es,
Isac y Rabí Moisés
judíos son de natura,
mas por ende su scriptura
no fué quemada después.
Nunca hizo en sus ouejas
apartamiento el Señor,
_ 91 —
esto digo al confesor
si cupo en estas consejas;
y si hubo allá memorias
de trayciones perentorias,
jamás en nuestro seruicio
fué hallado aqueste vi^io;
busquen todos sus historias.
En tiempo de las Comunidades scribió el Almi-
rante al Doctor Villalobos que le hiciese buscar una
pie^a de raso carmesí, para hazer della cruces para
poner los caualleros sobre las armas. Enviósela el
Doctor con esta copla:
Podeys hacer sin rebelo
cruz y señal desta tela,
señal para vuestra abuela
y cruz para vuestro abuelo;
con una destas banderas
hareys la tierra temblar,
con la otra abrir la mar
partida en doce carreras.
XXVIII.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL ALMIRANTE.
L/E gatilla tiene el tono
quando más alto se entona,
de la cinta arriba es mona,
de la cinta abaxo es mono;
los pies de macho los toma,
las piernas son de vencejo,
algo tiene de conejo,
mucho tiene de paloma.
XXIX.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL COMENDADOR GRIEQO.
{Madridy Diciembre de i536.)
MUY noble Señor: El licenciado Acevedo, mi
sobrino, me dio una carta de v. m.: y aunque
el romance della no era tan primo como el que
pusistes en las 3oo, la sentencia a lo menos venia bien
clara. Yo habia dexado de comunicar aquella obra '
con V. m., porque casi toda ella es de philosophía
natural, y de las quatro artes liberales que úsala demos-
tración; y porque en éstas nunca os vi dar puntada,
pensé que yua fuera de vuestra juridi^ion, y decliné
á otros, que son tenidos en las dichas profesiones por
muy aprobados; mas ahora conozco que yo fui enga-
ñado por testimonio, del hombre más eminente que
hay en el mundo, que soys vos: y assí, según parece
por vuestra letra , no solamente en las dichas doctri-
nas soys fecundíssimo , mas ante el ingenio seráfico
I La obra á que se alude son los Comentarios á los dos prímeros
libros de PUnio, impresos por Miguel de Eguía en Alcalá en 1524.
-96-
vuestro todos los otros entendimientos (quamtunuunh
que doctissime sint) unos llamays indoctos, otros impe-
ritos y á otros asnos, y la escriptura de Galeno y Aui-
^ena y otras desta calidad» hallays erradas y aportilla-
das por tres partes: por parte de los autores, y de los
traductores y de los entendedores, y sin sacar excep-
ción alguna, toda nuestra profesión condenays por
errada, no embargante que entre nosotros hay algunos
que, aunque no entiendan griego, presumen de enten-
der aquellas obras mejor que los griegos, como ya en
muchas cosas lo hauemos sacado y sacaremos á luz,
porque aunque el traductor se errase en muchos vo-
cablos, y por dezir, verui gratia^ jovis, dixcse lbork,
y en otras partes falte renglón entero, y en otras sobre;
pero sabemos ya las materias de que habla, porque
las aprendimos y edifñcamos sobre cimientos, no de
palabras y plumas, sino fundamentos de lógica y ele-
mentos ma^i^os y sólidos de philosophía y las otras
artes. Assi que sabemos las materias de que trata d
texto, y aquellas mismas hauemos leydo por el mismo
autor en aquellas partes donde la traducción acertó a
no ser errada: y así, cotejando las unas con las otras,
como maestros de ^ifras, sacamos la letra en limpio,
mucho mejor que el griego, que no entiende sino la
lengua, y cuanto a la sentencia ninguna cosa le entra
de los dientes adentro.
Desta manera tengo puestos en limpio muchos li-
bros de Galeno, y señaladamente los De viriutihts
naturalibus y que es una obra de muy pocas hojas: y á
huuiere algún griego que por su original, dentro de
seys meses la entienda, yo me obligo por ésta, firmada
de mi nombre , de le dar cient ducados, y por dárselo
^ 97 -
yo á entender no quiero otra ganancia sino que no nos
maltraten: porque el Spíritu Santo no se encierra sólo
en las varias lenguas, que también se puso en las pro-
phedas y predicaciones, y en otras muchas partes (como
haueis, señor, ley do si pudistes sufrir paraiolam hanc);
asi que esto es lo que yo pensaua y holgara de poner-
me en examen contra toda Turquía, en las obras de
Aristóteles y Theophastro y Platón y Plotiño y Ga-
leno; mas ahora por la sentencia de v. m., veo que en
esto y en todo estamos tan errados que ninguna otra
consolación nos queda sino ser assí toda la uniuersidad
del mundo, que no saluastes perlados, ni los del Con-
sejo, doctísimos varones, ni oradores, ni philósophos
facundíssimos , ni al Papa, sino al que no tiene capa
que soys vos (según blasonáis por vuestra carta) en
que dezis que no había de examinar aquella obra sino
vos, que soys un manjarroz ^ con la capa en el hom-
bro, ques tanto como dezir que penetrando hasta los
abismos y volando con la razón hasta los cielos más
altos, andays por acá entre nosotros dissimulando
hecho manjarroz con la capa en el hombro; assí que,
señor, v. m. sólo es un sol en la tierra, que todas las
otras luces oscureceys; soys un Júpiter en el cielo,
que con vuestros rapidísimos rayos de elocuencia todo
lo fulminays y cubrís de niebla. Mas quiero, señor,
que sepays que todos los que fuéremos huyendo de
la persecución que v. m. nos haze en la publicación
de nuestras misserias , tenemos gran refugio en dezir
que no podeys ser buen Juez entre nosotros, porque
no somos dioses inmortales, y nuestras obras son para
I Manjarroz , significará hamhrientcl?
-98-
de unos entre otros, que nos entendemos sicut baUíi
ialuoSj Y si nos habéis de juzgar por el exemplar
tan excelso de vuestro celestial ingenio, de todo lo que
no fuere vos mismo, haureys abominación é indigna-
ción. Yo por mí mismo digo: h^ec angelicum vallo mi
motronicum grecum legercj nollo medicum nesfium; con
esto podremos gozarnos con nosotros de nuestra fama,
y renegando de Apolo le diremos que se vaya con
sus Musas al monte Parnaso.
Quanto al dolor tan grande como el que v. m.
muestra de la jactura ' de mi hazienda y de mi honrra,
yo pensé, en verdad, que ahora comentábamos nuestra
amistad de nueuo , la qual yo granjeaba como quien
quita de su heredad los espinos y la ^izaña, quam su-
perseminare solet minusculus homo y como dize en el euan-
gelio desto. Algunos amigos vuestros me hablan avisa-
do antes que la obra se imprimiese (dum essé placaium
trepido me tu capieiamusj, porque me dezian que os te-
níades por un Platón en las tinieblas de Plinio ', y que
si viésedes entrar claridad en vuestro reyno, hauíades
de salir con gran furia á ha^er otro rebato peor que
de Proserpina; assi, como esta familiaridad comen^ba
ahora, no pensé que tan familiares éramos, ni pensé
que tan claro aviso me diérades quando ya no era me-
nester consolación, mas todavía es razón besaros las
manos por cualquier cosa que se haga sui titulo ne-
cessitudinis y y quiero consolaros en la jactura de mi
hazienda; que tengo siempre mil ducados sobrados
I Jactura, voz latina que significa pérdida, daño ó detrimento.
3 El maestro Lcon dice en el prólogo de los refranes que el Coinenda-
dor habia escrito sobre Plinio; y en efecto, esta obra y otras sobre Meta y
Séneca fueron impresas. Véase número i.
— 99 —
para derramar por essas calles en todo lo que á mi me
agradare, y estos no me sobran viviendo por ordinario,
sino teniendo muy buenas muías y acémilas y muchos
aforros y muchos sclauos y sclauas , y con lo que su
Majestad me manda pagar muy bien cada año tengo
trescientos mil maravedises de salario. Bien sé que
direys que nunca medre quien me los da. En lo desta
impresión el señor licenciado Vargas ayudó en sus dias
con cient ducados, y dos mercaderes de Sevilla, que
tienen trato en Florencia y en Roma, tomaron la mitad
de la obra en lo que costó. A mi me cabrá doze ó
quinze ducados; poi* estos no se mese v. m., que acá
los cumpliremos cayendo y levantando. Digo cayendo
enfermos y levantándolos yo aut cum contrario.
Del muy amargo y lagrimoso dolor que v. m. tie-
ne de la cayda de mi honrra, no sé cómo pueda con-
solaros. Nuestro Señor Jesuchristo, por los méritos de
sus plagas, os consuele y se duela de vuestros pecados.
Mas en este artículo también quiero deziros una cosa:
que en esto de la honrra no hay una regla general á
todos, porque la honrra del pellegero es hazer buenos
puntos en la ^amarra, y sobre esta razón passan ellos
entre sí grandes competencias y congojas. Ninguna
cosa destas toca á la honra de un cauallero sino aprove-
charse bien de las armas y muy poco de las palabras.
En esta comparación están los gramáticos y los philó-
sophos, los de vuestro triunvirato; porque no puse
bien algunas palabras de gramática y otras que tocan
á sus florisandros y explandianes, con que gozan de la
niñez siendo viejos, tiénenme por el más amenguado
hombre del mundo; yo en haber cumplido con los
philósophos y artistas tanto que ellos lo entienden
— lOO —
bien, aunque lo scríuiera todo báruaro, no se me
daua nada; porque assí lo hazia Plotino, que fué teni-
do por más excelente hombre que Platón, asi que es-
tos no miran como ninguna sentencia entienden de
quanto está scripto fuera del verano, y están descon-
tentos de mi trauajo, no embargante que es mucho
mayor el que tiene el uno dellos á las madrugadas,
quando ha jugado hasta la camisa toda la noche; con
mi insuficiencia estoy consolado praesertím que por
ella me hace honrra el mundo ingrato y desconocido,
que á tal hombre dexa andar hasta la vejez con la capa
en el hombro.
Por esta vez, con perdón de v. m., no tomaré
su consejo, en que me mandays hazer silen9Ío en la
glosa de los libros siguientes; tal consejo como éste
nunca Dios quiera que yo se lo dé á v. m., sino
exhortaros á la scriptura, y no que todo sea palabras,
sino doctrinas sustanciales y sólidas, porque los que
dessean ser vuestros discípulos gozemos de los hondos
secretos sacados de ese piélago inexausto de sabiduría,
que mucho maior y más generosa virtud seria repre-
hender á los otros con la sublimidad de vuestra doc-
trina que con la baxeza de la suya, porque lo primero
es mantener y lo segundo morder; esto pertenece á
las fieras y aquello á los inmortales; y pues que la
sapiencia expeculativa os hizo en nuestros tiempos
unigénito suyo, y todo el resto del mundo son expu-
rios y bastardos, ingratitud le habéis cometido más
de cinquenta años arreo en no hauemos comunicado
algunas migajuelas.
Esta carta es del más verdadero amigo vuestro,
que las lisonjas con que cada dia os tratan amigos
— lOI —
vuestros griegos, que juegan ]as vonitas ' con la adu-
lación como con pelota de viento, y son tan diestros
en el juego, que nunca se les cae de las manos; y
apartándose de los latinos como de leproso, hazen es-
quadron por si todo lleno de scopeteros, matando a
diestro y á siniestro, sin que veamos las pelotillas con
que nos matan, porque ponen inxertos del griego con
el latín, para que no entendamos ni el latín ni el grie-
go. Esta desuentura nunca la pagó la lengua latína
como ahora de ser ya hecha bárbara y manceba, que
cada dia le da la griega mil rasguños y cuchilladas por
aquella cara, y solia ser legítíma y muy casta muger,
que en el tíempo que florecian en Roma el latin y el
griego, no andaba la triste tan herida ni desmelenada
como ahora, porque cuando uno de aquellos grandes
oradores ponia una palabra con caracteres griegos, ha-
uia muy gran vergüenza como que cometiese adulte-
rio á la latina; mas ahora por más hi de cornudo se
tiene el que más renglones pone de latin y menos de
griego, y después, vuelto todo en latin, es descobrir
las vergüencas, assí que fuera mejor dexallo estar cu-
bierto con su ropa , que no que hiciera palacio. Ya
pluguiese á Dios que una de mil partes entendiésemos
bien de lo que está scripto en latin, y que nuestro
principal intento fuessen los buenos conceptos y sen-
tencias de la oración, y hablásemos siquiera en roman-
ce ó en vascuence cum honor is per fectione; porque todas
las sentencias (como mejor sabeys), de los barbaros
vinieron á los griegos y destos á los latinos, y de los
griegos y latinos se voluieron á los bárbaros; assí que
caminan las sentencias de Oriente á Poniente con los
I Juegan las vonitas: no sé qué especie de juego de pelota es éste.
— loa —
lenguajes como en bestias de posta, sin que por parte
de la lengua se mude un punto de la sustancia de la
doctrina, y por eso no ha de presumir ninguno de la
lengua que es una bestia, sino de lo que va encima della,
que es cosa diuina y excelente con que los hombres
participan con los angeles y con Dios; y esto me parece
á mí, si no ando desuariado como en todo lo otro.
Yo no puedo estar quexoso de mis naturales ciu-
dadanos; y porque este segundo libro de Plinio hasta
ahora nunca se leyó todo, porque no le entendían y
muchos lugares del se llamaban mostra pliniana^ y yo
le abrí la puerta de manera que aunque hallen algunos
defectos en la glosa, como en todas quantas están
scriptas, por ella se puede vadear el libro y leerse
todo sin quedar una palabra por entender, y con tan
buena orden en tantas y tan varías cosas como la tuvo
Aristóteles en sus doctrinas, y por esta misma glosa se
comentó á leer en París en el mes de Septiembre.
Todo esto callarán en Castilla mis amigos y publi-
carán por pregón la falta de algunos vocablos y histo-
rías, reprehensiones por cierto, muy pueriles de erro-
res en que han caido todos los scriptores, porque des-
pués de viejos se descuidaron de aquellas niñerías, y
assí no escapó ninguno de ser combatido de la canalla
de su tiempo. Auicena llamaba mudos á los que presu-
mian mucho y no escribian nada, qui vitam in silentio
transeunt: y por esso á los que le dezian que fuera me-
jor no haber hablado que haber oydo tantas reprensio-
nes, respondia: Essa ventaja tienen los mudos, que es
no poder oyr. Y es verdad que los que no pueden
andar en perjuyzio de los otros, se refríegan y arri-
man á ellos como muías lerdas. No pudo glosar Nico-
— io3 —
las Peroso en el prohemio sino una hoja del prohemio,
y en ella fué notado de tantos errores como escriuió
palabras. Y no saben reprehender los inflados latinos
honesta y moderadamente, sino con tantos truenos y
relámpagos, que no parece que le quiere castigar y
dexarle, sino hundirle debaxo del infierno: señal de
ruines luchadores, que de puro miedo no osan soltarle,
y no miran que el que scribió sin deuerles nada les da
quanto tiene y quanto por su trauajo pudo hauer. Sino
les agrada la obra, déxenla, que no les hazen fuerza
que la tomen, y si les agrada déxenla á el que esta en
gracia: á un zapatero se la harían, y en hazer lo con-
trario pecan grauemente, y mucho más cuando des-
pués de passado el rio que era innavegable, puestos
en salvo, dizen mal del barquero.
V. m. bien léxos va de todo esto, porque de mí no
decis nada sino*á mí mismo; y pues haueys usado de
esta virtud conmigo, yo seré presto muy con vos, pla-
ciendo á Dios, para daros cuenta de lo passado y por-
venir, y para hazer á los estudiantes de Plinio algunas
lectiones en partes donde nunca las oyeron, y assí en
vuestra presencia seré quizá mejor desengañado que lo
estoy ahora. De aquí adelante si algunas cartas nos scri-
biéramos en latín, lleuarme heys tanta ventaja en la su-
blimidad de la elocuencia, cuanta es del ^ielo ala tier-
ra; mas yo os la licuaré tan grande en el entendimiento
y llaneza del sermón quanto es de la tierra al cielo; y
pues nos hauemos de ver en la pellegería de Salamanca,
no digo más. De Madrid, año de 1S26 de Diciembre '.
I Sobrescripto
Al muy sarnoso estudiante,
que por nombre, saluo honor,
le llaman Comendador.
XXX.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL ARZOBISPO DB TOLEDO '
(Valencia, 17 de Mayo s. a *.)
ILLMO. Señor: Después que el otro día screuí á
V. S., se halló esta ciudad preñada de tantos jue-
gos y fiestas, que no cabiéndole en el vientre, unos
ha parido a pares y aun a dieces, y otros ha mouido
echados antes de su tiempo.
El primer juego de los principales fué el jue-
ves 14 deste mes, en que por la «mañana se quemaron
trece hombres y mugeres con otra multitud de statuas,
y hubo muchos reconciliados, y aunque ¿/ per iocum
factum est miseris tamen patientibus serio preuertebatur.
Aquí pagan muy bien a los oficiales que se introducen
1 Sacada de una copia de letra del siglo xvi, que se conserva en la
Biblioteca de la Real Academia de la Historia.— Col. Salazar.— N— 44.—
fol. 3 1 5.
2 Indudablemente esta carta es de 17 de Mayo de iSaS, en cuya fecha
estaba el Emperador en Valencia, donde le prestaron juramento de fideli-
dad el dia 4, los tres Estados, eclesiástico, militar y real, según refiere
Dormer en los anales de Aragón.
— io6 —
en los actos de los juegos, mas yo de mala gana fuera
persona en esta scena.
En este mismo dia, á la tarde, hubo un gran juego
de cañas, en que su Majestad salió el más esmerado
jugador de todos y el más gentil hombre. No falta
sino que le adoren todas las damas de Valencia, que
son tantas y tan gentiles como adelante verá V. S.
quidquid dicant alterius partís assentatores.
A otro día, viernes, se hizo aborso de la procesión
y fiesta del Corpore Christi^ en que hubo tantas repre-
sentaciones y tan bien hechas que no se podrían scre-
bir. En acabando de comer se comentaron los juegos.
Su Majestad y la Reina miraban de una ventana,
y todas las otras ventanas miraban á ésta: la cosa más
adornada y pomposa que nunca los vivos vieron. En
la procesión iba innumerable número de personas, y
muy gran cosa de reliquias y muy gran riqueza de
cosas sagradas de oro y de plata y de piedras preciosas.
Acabóse de entrar toda la procesión en la Seu de noche,
donde se cree que estarían cien mili personas y dos
millones de candelas encendidas, que si no se mirara
con tanta apretura, «pareciera cosa del cielo.
El sábado adelante fué la fiesta de las damas de
Valencia, que si no la escureciera la nueva de Italia,
que llegó entonces, fuera cosa perclarisima '. Serían más
de ciento y ochenta damas de la ciudad las que se jun-
taron en la sala, que como grandes avenidas de ríos
se soruieron y derribaron á las de la Reina. Habría
entre ellas ciento cinquenta ropas de brocado, pelo y
de oro tirado, y de ellas hauia tan hermosas que no
I La nueva á que aquí se alude, ñió la derrota de las naves que man-
daba Don Hugo de Moneada, en las aguas de Salerno.
— 107 —
se puede más decir; y todas á una mano tan dulces
para tractar con ellas, que no parece cosa humana,
sino mas adelante. Danzarían por maravilla setenta
dellas, y duró la fiesta desde las cinco de la tarde hasta
la media noche, y mee quien pudiere.
Deste maravilloso spectáculo no tomó mucho gusto
el Emperador, porque estaua muy sentido de la
muerte de tantos y tales criados '. De esto no podemos
decir sino que es ira et nitro domini in transgressores
et utinam seuiat inconsentientes. Allá sabrá más por es-
tenso V. S. cómo pasó todo en la mar.
A lo que V. S. dice en el fin de su carta, inquo et
festiuius et eleganter sentís y quod tan melius vales quam
nos absumuSy mihi vestrae huius orationis partes et recte
videntur et vera sunt; si tamen perferam non assumeren-
tur nos nec tune absumus quando melius valeSy alioqui non
descessuri etiamsi in reddenda valitudine nobis moriendum
esset. Gratular ergo et saluti tu¿e a qua vita dependet
nostra^ et indulgentissimi patris ccelestis erga te dilectioni
qui te morbo non afficiat nisi presentem haber e possis me-
dicinam.
De Valencia, domingo de mañana, diez y siete de
Mayo, en presencia del Secretario y de Pedro Gon-
zález.— limo. Señor, las manos de V. S. besa. — El
doctor de Villalobos.
I Según reñere Sandoval (Vida del Emperador), en esta batalla, ade-
más de Moneada murieren: Don Hugo Cesar de Feramosca, Doq Vernal
de Villa-Marin, Don Pedro de Córdova, Luis Guzman, y otros muchos
capitanes, y fueron prisioneros el Marqués del Vasto, el de Corata,
Ascanio Colonna y otros.
XXXI.
BL DOCTOR VILLALOBOS AL ARZOBISPO DB TOLBDO.
(IfoiufOff » 19 d€ Jmio #.«'.)
ILLMO. Señor: Nunca los viuos vieron un hombre tan
alegre a todas horas ni tan regocijado como esta el
Emperador después que esta desafiado para matar-
se con el Rey de Francia, ni pudiera yo creer que en
el linage de los hombres habia diferencia de uno a otro
en tan gran distancia como hay en este caso de mi a su
Magestad; porque no tocándome este negocio en la
persona, de pensallo solamente me tiembla la paxarilla
en el cuerpo. Y si yo vuiese de salir a la batalla con
aquella bestia, por Nuestro Señor que me metiese
frayle y me scondiese en las cuevas de Seuilla y aun
I Copiada de la original, existente en It Biblioteca de k Real Acade-
mia de la Historia.— Col Salazar.— N— 44,— fols. Ssg y 33o.
Esta carta es del la de Junio de ibíS, pues consta que el Emperador
vino de Valencia á Monzón á tener Cortes de Aragón, Cataluña j Vale»-
cia, que habia convocado para i.* de Junio^Ty d 7, día de la Trinidad» IkfA
el heraldo Guiena con el cartel de desafio diel Rey de Francia. Véaaa San»
doral, Dormer j otros.
— no —
en las cuevas y cavernas de la tíerra. Y teniendo eU
Emperador en esta vida todo quanto en ella se puede
desear, de ninguna prosperidad ni dulzura de quantas
posee gusta tanto como de saber que esta desafiado
para dexallas todas y la vida con ellas.
¡Qué prouidencia de Dios tan grande para que no
tengamos invidia los unos de los otros, ni queramos
trocar nuestros estados por los suyos! Yo certifico a
V. S., sobre mi fe, que hasta ora yo biuia muy des-
contento con ser físico con las condiciones que á tal
oficio se requieren; y agora yo quiero más tener ell
orinal en la mano yzquierda quel sceptro imperial en la
derecha, porque con ell orinal está ell hombre como
con ell arco en la mano, que á quien quiere fcrir ficre
y á quien quiere matar mata, y con el sceptro está
obligado á que le maten tan bien como á matar.
¡O ferocíssimos corazones de hombres, que no se
pueden cevar sino con sangre de hombres, y estos que
sean Grandes, Príncipes y Reyes! Toda mi consola-
ción es contemplar en cómo entre tan grandes y tan
poderosos señores y tan capitales enemigos, no se
podrá hallar en el mundo campo seguro; y todo su
estudio dell Emperador es fantasear cómo se pueden
hazer tablados sobre la mar, donde aun con seguridad
dentrambos puedan peligrar entrambos, y tener mane-
ra como nazcan yervas y flores encima de las indoma-
bles y furiosas ondas.
Su Majestad come y duerme mejor que nunca, y
engorda y tiene lustre de un dia para otro, y tiene tan
sabrosa conuersa^ion con todos nosotros, que ya esta-
mos enhadados del y le tenemos por inportuno. Y si
la cosa no ha de venir á las manos. Dios Nuestro Se-
— III —
ñor sea servido en que siempre biua desafiado, por-
que toda la llaga y aspereza se escupa en ell enemigo,
y los miembros que somos suyos quedemos libres de
las malas reumas y corrimientos.
Esto tengo entendido de toda la estoria del desa-
fío; lo demás remito á los autores de la corónica, por-
que las palabras de los carteles y las razones y justifi-
caciones de las partes que sean asi ó que sean así, que-
rría más un maravedí.
En lo de las Cortes todos dicen q ue con este agui-
jón correrán más ayna, y que el seruicio será más lar-
go que nunca; y si agora con este calor no se licuda ' la
massa de presto, no se podría dexar de corromperse
con las dilaciones acostumbradas.
El Conde de Benavente anda muy fatigado de sus
pasiones, y ya tiene dos sangrías aparte; yo no estoy
sin rebelo que se le ha de hazer allí alguna mala cosa,
porque lo tiene muy enconado y muy diferenciado de
otros hombres. De Mondón, doze de Junio. —
M. Y. S. — Las yllustrisimas manos de V. S. besa. —
El doctor Villalobos ^.
1 Licuda, líquida.
2 En el sobrescrito. ^W yllustríssimo Señor Arzobispo de Toledo, raí
señor.
XXXII.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL DUQUB DON MANRRIQUB
DB LARA.
( Vaiadolid^ 10 de Febrero de i53a)
POR qué razón la Emperatriz y la Marquesa de
Lombay están gordas, y todas las damas han
enflaquecido? Porque las unas huuieron muy
buen verde, y las otras oliéronlo y no se lo dieron.
¿ Por qué razón todos los casamientos de las damas
pararon en sólo el Marqués de Astorga ? Es porque
ellas quedaron muy malas de contentar, y el Empera-
dor muy escarmentado de prometer,
¿ Por qué razón el Condestable dize que tiene mas
gracia que el Duque de Nájera? Giuia cacus non hene
iudicat de cokribus.
¿ Por qué razón la hermosura de la Duquesa de
Frías es más nombrada que las otras hermosuras que
son maiores que ella? Es por la misma razón que la
pequeña riqueza, en el hombre que no toca en ella, es
mucho mayor que la gran riqueza en los grandes
gastadores.
— 114 —
¿ Por qué razón el Conde de Monterey presume
de gentil hombre? Es porque nació feo.
¿Por qué razón don Juan Manníque de Lara no
viene á la Corte ? Por no enamorarse otra vez.
¿ Por qué razón don Francisco Manrrique solo está
rico entre todos los Manrriques? Porque es mucho
maior la renta que el gasto.
¿Por qué razón el Duque de Nágera engendra más
que el Condestable? Porque no es tan frío.
¿Por qué razón el Conde de Oñate es frío y habla
mucho? Porque no está sano.
¿ Por qué razón el Conde de Paredes hizo hijas tan
hermosas ? Porque les cupo muy poco de la pie^.
¿Por qué razón el Adelantado de Castilla es tan
cuerdo? Porque trocó las costumbres con el estado.
¿Por qué razón don Hierónimo de Padilla da cuanto
tiene de limosna ? Por no dexallo á otro ninguno.
Las manos de mi señora la Duquesa beso. De
Valladolidy diez de Febrero de mil quinientos treinta
años.
XXXIII.
EL DOCTOR VILLALOBOS Á DON ANTONIO MANRRIQU£,
DUQUE DE NÁJERA.
{Ocaña, 26 de Octubre >.)
YO pensé que en llegando V. S. á su tierra, luego
perdiera el cacarear, mas paréceme que tan
reciente lo tiene ahora como en la Corte: no sé
si lo haze que aun dura el pan de la boda. Por cierto
la partida de V. S. y de mi señora la Duquesa nos ha
hecho gran soledad á los que somos seruidores de su
casa, y no tenemos otra consolación sino pensar que
estays fuera de las congoxas y sujec^iones pasadas,
que era gran prisión para gente tan libre. Plega á
Dios que por muchos años gozeys desta exempcion,
con todos los bienes que della se pueden seguir, tem-
porales y espirituales. Esto postrero es porque los
sayones de vuestro pariente no nos acusen de mal latín.
La Corte esta trasplantada en Ocaña, donde las
I Esta carta debe ser de i33o, por las noticias que contiene.
— ii6 —
damas pade9en gran apretura de aposento, y la nuúor
parte de la Corte también, mas las personas reales creo
que se hallaran -mejor aquí plaziendo á Dios. Con la
venida del Conde de Benavente y del Marqués de As-
torga, estamos más poblados de galanes para que arri-
men las damas por essas paredes; mas la señora doña
Catalina de Mendoza, virgen esta después de vuestra
partida, no sé si lo haze por guardar á V. S. la debida
lealtad, ó si es porque quedó flaca y muy desganada
de la quartana doble que ha tenido. Del Conde de
Benavente están todos contentos, porque es bien en-
tendido y de buen trato para su edad.
De Alemania no ha venido respuesta ni demanda
más ha de dos meses, y han venido nuevas, por la vía
de Sicilia y de Roma á la Emperatriz, muy largas.
¿Quién les dixo á estos que no sabia la Emperatriz
estas nueuas de su marido primero que ellos , para
que tuuiesen atreuimiento describille cosas que hauia
más de un mes que eran passadas? Hay gran duda.
Bien sabemos que está bueno su Majestad, aunque
tuvo unas recias tercianas. De las opiniones luteranas
y de otras herejías, son reducidas a la fée muchas
ciudades de Alemania y echados fuera los herejes " .
Y yo iba por la calle ayer tarde , y topé con don
Aluaro de Ayala, gobernador, y preguntándole por su
mujer, dixe: ¿Qué tal está la señora mi sobrina? Díxo-
me: Qué tai ha de estar, que juro á Dios que me juró
en una ara el vellaco del vizcayno que la hauia caual-
gado esta noche diez veces. Digo: ¿A quién, a vuestra
I Dice Sandovál que la enfermedad que tuvo el Emperador, ñié una
esqucnencia ó angina, de que le curó su médico Nardso. Libro XVIII,
pliego 5.*
— 117 —
mujer? Dice: Nó; nunca> madre quien me parió, que
pensé que preguntabades por doña Luisa, que se veló
ayer. Digo: Daquí adelante mirad cómo respondeys,
que en verdad no me quitarán ya de la cabeca que fué
á vuestra mujer. Dice: No me digays eso, que juro á
Dios que me vaya a tornar y luego me voy á mi casa
á saber la verdad. Con esto me dexó y se va corriendo,
y aunque las damas no entienden el cuento, porque
no saben qué cosa es caualgar mas que unas bestias,
ha sido tan reydo dellas, que pensaron ahogarse.
Ayer, á la mesa de la Emperatriz doña Cathalina de
Mendoza vio la carta de V. S. y regocijóse, aunque
anda siempre melancólica, tomada del diablo, y dixo
que érades mucho más gracioso en ausencia que en
presencia. Digo: Todos los vinos de Navarrete tienen
eso, que son mejores cargados que al tapón.
No me dio tanto pesar la mouidura de la señora
doña Luysa, quanto plazer huue de su preñez, porque
en la preñez ganamos una criatura y una habilidad
para otras muchas, plaziendo á Dios; y esta misma
nos queda ahora, con que aunque ellos son viejos,
nuestro Señor suplirá las faltas, maiormente que esta
casta de las palomas es muy engendradora, según se
ha visto por todos essos palomares de Castilla y de
Portugal.
Al Sr. D. Manrique quisiera scribir y no acabar
esta carta de aquí á mañana, tanta es la gana que
tengo de hablar con vosotros , y más con mi señora la
Duquesa, á quien yo quiero más que á mi vida; mas
danme priesa unas ^doentes de paa^o>. De Ocaña,
veintiséis de Octubre.
XXXIV.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL DOCTOR XÜAREZ, SOBRE
LA VENIDA DE UN HIJO SUYO SOLDADO.
(Barcelona j 27 de Abril de i53i.)
SeSor : la Reyna de Portugal me mandó que la
escríbiese todo lo que acá passaba después de
llegado el Emperador, nuestro señor, á Barze-
lona. Yo scribí á su Alteza lo que verá por el treslado
que aquí vá, por esto no diré más de contar una cosa
que aconteció en mi posada la noche passada.
Vínose para mí un negro de los ladinos con una
mano cortada, soldado muy platico, y con él otro sol-
dado hecho mil pedaijos, que aunque no era etiope,
estaba tan negro y tan mal parado que el otro negro
parecia un alemán. Hedían mucho entrambos; cierto,
á mí se me encresparon todos los pelos del cerro con
el horror y escándalo que me hizieron los inusitados
huéspedes. Algunas vezes sospeché que me querían
— I20 —
matar, otras que me querían robar, porque me toma-
ron solo, que estaban cenando mis mo^os.
El negro propuso desta manera : Yo y éste pobre
compañero, ha nueve años que andamos juntos ún
apartar cama ni mesa, aunque por la gracia de Dios
pocas camas y pocas mesas hauemos ensuziado en todo
este tiempo, specialmente los quatro años que estuui-
mos en un algibe en poder de Barbarroja, hasta que
Dios envió, al Sr. Andrea Dona, que nos libró con
otros muchos que escaparon en aquella jomada. Yo
vengo á V. m. para que por intercesión deste señor
compañero, me socorráis para cubrir estas negras car-
nes que andan padeciendo tantos años con esperan^i
de algún buen saco, porque hemos sido él y yo tan
dichosos , que aunque fuimos en el saco de Roma y
en la entrada del castillo de Sant Ángel, nunca pu(U-
mos alcan(^ar pressa que valiese diez ducados; y assi
andamos, como v. m. vee, las barrigas de fuera, que
aun siquiera la muerte no ha querido dárnosla IXos,
porque sabe que la deseamos; y si él assí nos trata,
juro á Dios que hauemos de matar a alguno porque
nos maten á nosotros.
Diziendo esto comentaron los ladrones a llorar, y
siempre con las manos apretando las empuñaduras de
las espadas. Yo, la verdad que os diga^ con grandísimo
miedo respondí: Con mi pobreza yo holgaré de socor-
reros en vuestra necesidad; hacedme llamar essos mo-
^os que están cenando y luego se hará lo que dezis,
mas mejor será que los llame yo. Y luego comencé á
gritar: ¡Mo^os, mo^os, mis mo^os! Vinieron luego y
cierto me volvieron el alma al cuerpo.
Entonces dixe al negro: Ahora quiero que me
— lai —
digays qué méritos tiene este soldado más que vos,
que dezís que por su inter9esion tengo de socorre-
ros. Dize: Este señor es Lorenzo de Villalobos, vues-
tro hijo, que en doce años que ha hecho de ausen-
cia, los cinco ha sido soldado y los quatro captivo, y
en todos estos nueve años hemos sido amigos y com-
pañeros en el algibe, Génoua, Florencia y Roma, por
la mar de venecianos y contra turcos, hasta cerca de
Alexandría.
Yo, como vi que mi hijo era ya africano y legas-
tico capitolino, adriático y poloponehi^ino y assiático,
di gracias á Dios, mas no podia creher que era él,
porque solia tener la dispussi^ion passadera. Del no
pude tomar seña ninguna, porque nunca leuantaba
los ojos del suelo; mas tentando mucho con preguntas
al negro, entendí del que hauian venido en tanta po-
brera por culpa de Lorenzo en lo demás , y yo no le
pude conocer, porque con la mala vida viene muy
corcouado, que no lo solia ser, y tan negro como un
etiope, y en esto parece moro, y trahe la spada arrecha.
Digo: Caya león, y en esto parece christianillo ; y
trae las calcas todas rotas por el culo , y en esto
parece puto; y trae la barba muy negra y muy suzia,
y en esto parece cabrón; y con la hambre que trae
parece perro; y tiene un dedo de la mano quemado y
viene muy necio; assí, que sobre todos los otros tí-
tulos es también Scéuola y es Bruto.
Assí que , señor Doctor, de aquí adelante no os
igualeys conmigo, que no teneys vos tal hijo, ni aun
el puto de vuestro linaje. Perdone V. S. que hable
el hombre con passion de unos cient ducados que me
costará la bienauenturada venida deste hijo, que aún
— 121 —
también si miramos la cadena que tuuo quatro años al
pes9uezo y la negrura del gesto, le podemos dar
título de Torcato y de Albino, y pápate esse hongo.
De BarzeJona, a veintisiete de Abril de mil quinientos
treinta y un años.
XXXV.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL DUQUE.
{Sin fecha K)
DESPUÉS que recibí una carta de V. S., no he
tenido espacio de responder á ella, porque
Nuestro Señor, me scribió otra por ^ifras, que
aunque más prouechosa (si yo lo sé conocer), no fue
tan graciosa como la vuestra para mi gusto, porque
las cifras eran una cólica, la más cruel del mundo, de
un grande apostema que me nació dentro de la tripa,
el cual conocí yo y curé á poder de sangrías y de me-
dicinas frías; que si el paciente no fuera físico tal cual,
siete doctores le matauan con emplastos calientes como
fuego. Y crea V. S. que para esta vez me aproucchó
mucho no tener buena voluntad al dicho fuego, y
tómame ahora la maior risa del mundo de mí, que
I Casi es seguro que esta carta es de ñoes de i332 ó principios del si-
guiente año, pues se habla de la próxima venida del Emperador devuelta
de su glorioso viaje por Italia y Alemania, después de la dieta de Augusta,
y de la derrota de los turcos que con Solimán habian llegado á las puer-
tas de Vicna.
— 124 —
quedo muy ufano porque escape como Fonseca, que
quinze días antes que muriese, andando ya mas muer-
to que ahora lo esta , me contaba de una gran dolen-
da que habia escapado y de la gran merced que Dios
le habia hecho, y cómo tenia deternünado de no san-
grarse en las primaveras, porque dizen que vuelve la
sangre cada año a la costumbre de las sangrías.
La Emperatriz , nuestra Señora , cum prole regia
y con toda su casa están todos buenos a Dios gracias
y muy contentos con la venida del Emperador. Creo
yo que entre las casadas que tienen alia sus maridos,
haurá para el verano gran tresquila de ganado.
La señora doña Catalina tiene deseo de saber ú
esta V. S. algo vejezuelo después que se partió de
acá , porque dize que andábades ya a borde, y a mi
me parece que las damas no miran tanto con los ojos
la vejez en el rostro, quanto la consideran spirítual-
mente en las potencias del ánima, porque sus merce-
des son muy spirituales.
La señora doña Guiomar (IXos me la guarde,
porque es honra de todo nuestro linaje), esta muy
buena, y es la más ilustre dama en gesto y en seso y
en conuersa9Íon que se ha visto jamás; en fin , ella es
hija de mi señora la Duquesa; y si no fuese en per-
juicio de su Señoría, que es la mejor hembra que IXos
ha criado en nuestros tiempos, yo juraría que ésta
no es vuestra hija, porque un ángel como éste nunca
Dios quiera que sea hija de los diablos. A mi me
tomaron de gran príesa para scríbir esta carta, por
eso no diré otras cositas de por casa.
XXXVI.
EL DOCTOR VILLALOBOS A '
(Sin fecha ^)
ILMo. Sr.: si desde acá presumiesse yo de dar con-
sejo ó consolación á Y. S. para sus quartanas, aún
seria más necio que si estando presente lo hiciesse;
y si sobre esto acae^iesse, lo que spero en Dios que
será, que llegando esta carta fuesen quitadas las quar-
tanas, quedaría tan majadero y tan frió mi consejo,
que no se podria usar del sino para alimpiar aquellas
señoritas que suelen curar la quartana mejor que los
doctores, y echalla por donde ella meresce.
Después que Dios me hizo tanta merced que la
1 De una copia de la Colección Salazar (Bib. de la R. Acad. de la His-
toria.), N— 44, fol. 3i5 V*. Está falta del final.
2 Por los sucesos de que en esta carta se habla , debe ser de ñnes del
año de i333, pues en este año el Emperador había convocado las Cortes
de Aragón y Cataluña para el iD de Mayo en Monzón, la Emperatriz
tuvo que quedarse en Barcelona por estar enferma, y vino ya en
tiembre á Mozón.
— 126 —
Emperatriz partiese de Marturel y viniesse en salvo
á poder de su marido, y acordaron sus Majestades
que el Príncipe y la Infanta no entrasen en Mondón,
con temor de las viruelas que allí perseveran , manda-
ron que yo sólo viniesse a estar con ellos en este lugar,
que es dos leguas de Mondón. Y porque la conver-
sación del Príncipe es muy reposada, fuéle dado por
acompañado el Príncipe de Piamonte, que ni el muy
viuo abogue, ni el aguja de marear, ni el Doctor de
Melgar quando tenia buen juego, nunca fueron tan
desasosegados como el mas cuerdo d estos mis señores;
y burlan sus Altezas tan pesadillamente que si no me
moviesse el interese que spero de las mercedes que
me podrían hacer, si quieren, de aquí á veinte ó treinta
años, yo no los podría sufrir. Mas pásasse la persona
con la mocedad estas cosas, por tener hecha su senara
para la vejez; y otro tanto hacen como yo, don IXego
Osorio y don Iñigo Manrique, que están en esta
compañía ó en esta casa de orates , donde no se sabe
quáles lo son más, los niños por natura ó los viejos
por elección; y si todos lo son igualmente, a todos
ellos sobrepuja el físico que los cura, porque le podrían
decir: cura te ipsum.
La Emperatriz vino aquí anoche a visitar estos
hijos que Dios le dio, y que Dios le guarde; y cierto,
su Majestad nunca en su vida estuvo tan gentil dama
como el dia de hoy. Dios la dé salud. Vinieron con
ella todas las damas , salvo doña Aldon^a de Toledo,
que a la hora que estaba vestida y apretada la cintura,
con el regocijo de la partida le vino tan desapoderada
calentura, que mal de su grado dio con ella en la cama.
Estas otras me han parecido en estremo hermosas,
— 127 —
assí porque ellas verdaderamente lo son, como porque
ha tres semanas que yo no las habia visto; que también
la hermosura muy acostumbrada es enfadona , como
dicen las portuguesas.
Su Majestad se ha holgado con sus hijos como lo
manda la razón, mas con todo esso los dexará esta
noche, porque habet aliam Ugem in membris suis repug-
nantem. Quedará sola la compañía de las mujeres tris-
tisque senectuSy que aquí mora, en tanto que las Cortes
duraren.
Y porque no se me pase de la memoria, quiero
contar á V. S. un acto que pasé con la Camarera
mayor, que es digno de memoria; mas ha de ser
secreto, porque el señor pecador quiere que lo sea,
que se cae de risa cada vez que le vienen a la memoria
algunos pasos de la s^ena.
Quando partimos de Marturel venia la Camarera
muy medrosa de la conversación del Emperador, pen-
sando que la cópula seria causa de recayda, y dezia
que hauia algunos dodos que se cuidauan que aquí la
^uzidade nan lies faz nojo a as mulheres. Esta e muyto
gran zobaria que aynda lies faz mas mal , y quedan
muyto mas quebrantadas, porque todo carga sobre
sus costas. Con esto y con otras cosas que supo lá^
Marquesa de Lombay, sintió que de aquí podrían salir
algunos buenos saínetes , y concertó conmigo que yo
hablase con ella y le agrauiase más el negocio, y guar-
dase bien en la memoria quantas palabras dixesse y
quantas gesticulaciones sobre este caso hidesse, porque
las tiene muy graciosas quando habla con passion.
— 128 —
Colloquitores : Villalobos^ Camarera.
Villalobos. Yo requiero de la parte de Dios a
V. m., que auise á su Majestad que se defienda desta
obra hasta que esté muy conualesdda, porque de otra
manera podría ser que le costase la vida, que no haze
Dios milagros por nosotros cada dia , y es menester
que nos guardemos, que para esso nos dio razón y
entendimiento.
Camarera. ¿La vida Ue costaría?
Villalobos. Sí, por cierto.
Camarera. Otro que sería ja boo.
Villalobos. ¿Quál trueque?
Camarera. Dar sua vida a troque de merda. Puu.
Villalobos. No escupa v. m. Respóndame a lo que
le digo, pues que va en ello tanto a todos.
Camarera. E vos ¿por qué lie nam dizedes esso?
Villalobos. No me meta v. m. los dedos en los ojos,
que yo no tengo culpa. Ya v. m. sabe la honestidad
de la Emperatriz, y no se sufre que hombre del mundo
osase hablar á su Majestad en esse caso, aunque fuese
el Rey, su hermano. Este es offício de v. m., assi
porque sois Camarera, como porque le críasteis desde
la cuna.
Camarera. Palay vos muyto pera maa co el, como
He falais otras zom barias piores y dizeyle a verdade,
que si ele quer meter a sua muller uha faca polo corpo
que folgue desto! é que nam lie desengañe ningueyn.
Villalobos. Yo bien ge lo diré a él, mas no apro-
uechará nada, si le toma la tentación.
Camarera. ¿Qué é esso?
— 129 —
Villalobos. ¿Quál?
Camarera. Isso da tenta^am.
Villalobos. Es un romadizo que él toma a manera
de corrimiento, con que se le hincha la cabera del
, adonde corre, como este puño.
Camarera. E isso corrimiento ¿nam tei otro reme-
dio? Demo eudo, o corrimiento que se cura con tal
^uzidade. Pu, pu.
Villalobos. Yo
XXXVII.
DON ANTORIO MANRIQUB, DUQUE DB KÁJKRA,
AL DOCTOR VILLALOBOS.
SiRoR Doctor, nunca pensé que tema necesidad
de vos hasta que ví mi hija en Pala^. Soñó el
judío de vuestro abuelo, y no digo padre, que i
la primer calenturilla que le venga le querreys catar
el hígado y aun el ba^o. Acordaos, señor Doctor, que
podría ser de vuestra sangre, y que los mejores ami-
gos que en este mundo teneys somos la Duquesa y
yo, e^epto el señor cardenal don Alonso Manrrique,
inquisidor general.
t No hay dato» para ñjsr ni aún apraxinudarocDU Ut fechu de eiti
carta y de la que sigue, que es retpuetta í ella, mat parece potierior A
XXXVIII.
RESPUESTA DEL DOCTOR VILLALOBOS k LA CARTA
ANTERIOR.
{Sin f echa) ^
NO osaría V. S. scríuirme tales motes como
estos, si no tuuiese tales abogados en su casa;
assi que la gran confianza de los deudos mios
que teneys debajo de vuestras manos, os haze ser tan
atreuido, y con mucha razón, porque éstas mis se-
ñoras son tales que por su contemplación no digo a
V. S. que es un villanazo de Ocon, mas al hi de
puta puto del Luzero perdonaría.
Y volviendo al tema de vuestra muy cuerda y
muy deuota epístola, digo que yo estaba con gran
rezelo que la señora doña Guiomar habia de venir
tan bo^ dessas montañas, que en todo lo que hifiese
y dixese nos hauia de poner en vergüenza: y es cierto
que el dia prímero que entró en Palacio, fué luz
I No encuentro datos ptrt detennintr la iBcha de «ta carta.
— i34 —
y espejo de todo vuestro linaje, porque allende de ser
tan gentil dama como la que más lo es/ se supo tan
bien tratar con las otras damas y con la Emperatriz,
y tan medida en el callar y en el hablar, y todo
ello con tan buena autoridad y gracia, que todos echa-
mos mil bendiciones al vientre en que anduuo, que
á éste sólo se deben dar las gracias mucho más que al
padre que la engendró, porque si algún bien saliere
de vuestra casa, á nosotros se debe, que somos genus
electum regale sacerdotium^ y no á vosotros los Manri-
ques, quia pars diaboli estis. Perdóneme mi señor el
Inquisidor maior si le hago poluo , que otro dia me
hará él á mi humo.
En lo que toca la salud de esta señora mi sobrina,
y á las otras cosas de su serui^io, yo haré lo que
deuo muy complidamente, y assi lo diga V. S. á mi
señora la Duquesa , cuyo merecimiento tiene robados
los coracones de los hombres, y aun la voluntad de
£)ios. No escribo á su señoría, porque hay harto para
entrambos, y se trata de cada uno como merece.
XXXIX.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL DOQUE DE NÁJERA.
(Madrid, 7 de Diciembre '.)
CON la carta de V. S. recibí mucha merced an-
tes que la abriese, y después de leyda me dio
pena. Por cierto tengo que, cesando los rigores
del tiempo y volviéndose el aire plácido y sereno,
V. S., con ayuda de Dios y con las experiencias de
la medicina, recibirá bastantes beneficios.
Acá me hizieron grandes preguntas por la salud
de V. S. el Emperador y la Emperatriz, y en verdad
que la dessean mucho, y toda la Corte y las damas lo
mismo, que nunca vieron hombre tan bien quisto.
Doña Cathalina me preguntaba mucho qué mal tenia
V. S.; yole dixc que todo era en las partes gagueras, y
que todo lo delantero estaba bueno: dize quál sea la
tu salud. En Madrid, siete de Diciembre.
I No es posible señalar el año en que fué escrita esta carta, solo que
es anterior á i539, pues se habla en ella de la Eraperatríz, que como
sabe murió en Toledo en Abril de dicho año.
XL
BL DOCTOR VILLALOBOS AL SECRITARIO SAMANO.
{Medina del Campo^ 3 de Agosto de 1542.)
MUY magnífico señor: Yo he dicho en este
mundo algunos donayres, mas nunca hize
ninguno, porque dezir y hazer no es para
todos, y por esso acordé, antes que muriese, de hazer
un donayre de que se ría toda la gente, y mi fée sal-
uando honor, cáseme con una mo^a fresca y forastera;
conviene á saber, hijadalgo, que la tenian para meter
monja; y cuando ya estaba esperando para tragalla la
serpiente del Aldeanueua, que es una sepultura viua
de las vírgenes y mártires, arremetí como un Sant
Jorge y líbrela de la boca del dragón, y vengúeme de
una hija que me mataron allí de hambre, que es un
género de muerte la más rabiosa de todas. Assi que yo
me vine con la presa para mi casa, donde la mo^a esta
muy seruida y regalada, dando gracias a Dios por la
merced que la hizo; mas no es posible que dure mucho
en este contentamiento, viniéndole algunas vezes el
desseo de la carne, porque yo no la puedo dar carne.
— i38 —
sino pescado ^ezial ' lleno de ventosidades; y ella pas-
sará negra vida si no se consuela en pensar que en
Aldeanueva no la dieran carne, ni pescado, ni camisa,
ni sueño, ni servicio, ni libertad.
Es una mujer mesurada, y con aquella su graue-
dad nunca haze sino dezirme en secreto mucho mal
de los confesos, y que no los puede ver más que al
diablo. Yo dígole que tiene razón, porque son tan ju-
díos el dia de hoy como el dia que nacieron. En este
articulo se parece mucho a v. m., quando deuancaba-
des con la calentura y me rogábades que yo solo to-
mase el cargo de la cura , porque no. os fiábades del
Doctor de Alma^an ni de hombre que fuese confeso.
Para esta inocencia de mi mujer, yo he mandado á
dos amigos que la desengañen porque no se destemjde
tanto, y nunca se lo han osado dezir; mas yo la desen-
gañaré también en llegando a mi casa, plazíendo í
Dios, que ella quede corrida de lo passado.
También he menester deraygalle otra necesidad
muy grande que tiene. Piensa que es en mi mano al^ar
la cada vez que yo quisiere, y que si la tengo
cayda lo hago adrede, porque no la quiero bien, y
por esta razón le vuelvo siempre las espaldas; y le he
jurado muchas vezes a Dios, que lo primero no es
en mi mano, y que yo no la puedo más mancar que la
oreja; y que en el volver de las espaldas, es verdad
que yo lo hago á sabiendas, porque parezcaníos á
unos camafeos , que tienen de un cabo esculpida una
donzella hermosa y del otro la muerte, para que la
juuentud vea en lo que ha de parar.
I Cecial :=scco y curado al aire, por lo que dice Covarrubias en su
Tesoro, que esta palabra viene de cierno.
-r- i3g —
Estas cosas dígolas yo a y. m. como á un amigo
que no le puedo encubrir los secretos de mi coraron, y
por esso no las deue reuelar á otro ninguno. Tras esto
se sigue que mis deudos y algunos de mis amigos me
reprehenden el matrimonio. A los deudos yo no digo
nada, porque son unos cabrones y quisieran veerme
la casa como si fuera huerta sin guarda; mas al amigo
que merecia satisfacción , pregúntele : Si mi mujer la
primera fuera viua, ¿seria yo casado? Dixo que sí.
Digo: ¿Pues por qué me culpáis si lo soy ahora? Dixo:
Hay mucha differencia de una mujer anciana y de
autoridad á una mujer mo^a y regalada. Digo: Esso es
8Í yo quisiere la mujer para cobrar con ella méritos y
ancianía, mas quiérola para holgarme honestamente con
ella, y no para refregar una vejez con otra, que harta
mala ventura para un hombre es tener una vejez sen-
zilla, sin que la tenga de dos altos. Bien parece que
no os hauíades de echar vos con la otra si fuera viua,
mas ahora tratays de la virtud en cuerpo ageno.
Yo vi echados en una cama al señor Licenciado
Acuña y á su mujer, y parecióme una cosa tan fea,
que di muchas gracias á Dios porque mi mujer no habia
envejecido en mi compañía. Mal por mal, más me
quiero estar á par desta, que no he asco della, y si ella
lo huuiere de mí, suya será la peor parte. Hay mu-
chos que por estar bien seruidos dan cient ducados
por una sclaua, yo alcancé con ésta sclaua y dineros,
y sírueme con más amor y piedad, y no es p)ecado
tenella en la cama; y cuanto á pagalle la deuda, el que
la debe ha quebrado y no puede ni es obligado á pagar
más de lo que tiene.
Ahora juzgad vos cuál es mejor vida, ésta ó la
— I40 -r
que hasta ahora he tenido, suzia y saluajina, en poder
de galfarros ' suzios y traydores, y en poder de hijos
que están en continua a^echan^a á ver si me sale el
alma, que ya la querían ver fuera, aunque fuese en
las uñas del diablo. Yo estoy ahora con más descanso
que nunca, y dexele de tomar antes, porque para
hombres pobres es muy trabajosa vida traer mujer
en la Corte, assí como es buena estando de assiento.
Y lo que dizen que la mujer mo^a acarrea la muerte
al hombre viejo, yo hallo por mi speríenda que no
saben lo que dizen, porque la moza no haze daño
sino al mo9o, porque quiere y puede; al viejo no le
puede dañar porque no quiere y menos puede. De la
pobre paciente es de hauer compassion , que se vee y
se dessea ; mas cuando ella se quexare yo apelaré para
la Priora del Aldeanueua, que la hará renegar de la
leche que mamó.
Aquí se acaba la historia del matrimonio nueuo en
cuerpo viejo, enxerído como medias mangas y collar.
De Medina del Campo, tres de Agosto de mil qui-
nientos cuarenta y dos años.
I Galfarro^ hombre ocioso y de mala vida, también equivale á «i-
guacil 6 corchete.
XLI.
EL DOCTOR VILLALOBOS X COBOS, COMENDADOR MAIOR
DB LEÓN.
( Valladolid, 12 de Setiembre, sin año t.)
MUY Ilustre señor: Quando en Valladolid, en
casa de V. S. , y en compañía del señor don
Juan Manuel estoy arrepentido y siento so-
ledad del regocijo de la Corte, ¿qué haré en Valderas
sino echar carne de una encina de aquellas? Y no es
posible otra cosa, por que los diablos, que eran allí
mis conocimientos, se vienen acá a brincar conmigo
con muchas maneras de tentaciones.
I Dice en esta carta Villalobos, que tenia setenta años, y como nadó
en 1473, resulta que la escribió en 1542 ó i543.
De esta carta hay otra copia además de la del Museo Británico, en
la Biblioteca de la Real Academia de la Historia. (Papeles varios de Je-
suitas, T. ii5, fol. 36 y 37.) El texto de esta última diñeredetal manen
del de aquella, que por esta causa se inserta á continuación.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL COMENDADOR MAYOR.
(De Valladolid, la de Setiembre. Sin dfio.)
Muy ilustre Señor: Quando en Valladolid en casa de V. S. y en com-
pañía del señor don Juan Manuel, estoy arrepentido y tiento soledad del
— 142 —
Viene el diablillo de la primera, y dame ^inquenta
y cinco de mano, y á los otros otros tantos; y como
ellos echan el resto, hago yo de la bestia en esta con-
templación : me estoy holgando en extremo; y como
yo veo después que no es nada, siento la pena doblada
y querría volverme allá á probar mi ventura. Viene
luego otro diablo muerto de risa , y éste es el autor
de las buenas conuersa9Íones, y muéstrame la cena de
V. S. , con la mesa llena de velas y platos, con todas
aquellas bocas muertas de risa y de lisonja , unos gra-
ciosos y otros frios, otros mudos y otros noveleros, y
quién allí, fuera del juego, nota las 9egueras que se
hazen, y gusta mucho dellas. Yo, entre medias de
negociar mis miserias, tenia entre algunos n^o^ios
mis ciertos solazes, con que ahora me da en el rostro
este vellaco y me fatiga mucho.
regocijo de la Corte, ¿qué haré en Valderas sino ahorcarme de una encina?
Todos quantos diablos eran allá mis conocidos, se bienen acá á ju^etar
conmigo, é pónenmc delante mili tentaciones. Ei uno me da cincuenta y
cinco de mano, y á los otros otras tantas, y como etloi echan el reato,
hago yo de la bestia; y en esta contemplación estoime holgando hatea que
beo que no es nada, y como entonces siento la pena doblada, querría
volberme allá á probar mi ventura. Bicene (asi) luego otro diablo muerto
de risa, muéstrame la mesa de V. S. llena de velas y de platos, con todas
aquellas bocas llenas de risa y de lisonja, vnos graciosos, otros irios, otros
mudos y otros nouclcros; y entre medias de negociar mis miserias, como
estaba fuera del juego, notaba las cegueras de los otros, y tenia aUí algu-
nas noches mis ciertos solaces, con que agora me da en rostro este vellaco
y me fatiga mucho. Viene otro, y dícemc que aquí no hay esperanza de
remedio para mis hijos, y allá sy, porque vn dia tras otro, viéndome el
Emperador, se acordarla de darles de comer. Este no se vá sin respuesta,
porque yo le digo que bastó esperar hasta los setenta años, pues que hay
muy pocos hombres que lleguen á ellos; y qiiando á este paso no había-
mos medrado, escusndo era esperar más. A esto respondió que Fonseca,
después de los setentti, esperó la vacante de la Encomienda mayor y salió
con ella; y el Gran Chanciller esperaba ser Papa, y si no perdiera ei resollo
al medio camino, quiyá saliera con su propósito; y don Diego Osorío es-
peraba ser Mayordomo mayor de la Emperatriz, y si no se muriera de
- 143 -
Viene otro, y dízeme que no hay esperanza de
remedio acá para mis hijos, y allá sí, porque un dia
tras otro, viéndome el Emperador, se acordaría de
dalles de comer ; y éste no se va sin respuesta, porque
yo le digo que bastó esperar hasta los setenta años,
pues hay muy pocos hombres que lleguen a ellos; y
quando á este plazo no hauíamos medrado, excusado
era esperar más. Replicó el diablo que Fonseca, des-
pués de los setenta, esperó la vacante de la enco-
mienda maior, y salió con ella; y el gran Chanciller
esperaua ser Papa, y en medio del camino perdió el
resuello; y D. Diego Ossorio esperaua ser maiordomo
maior de la Emperatriz, y como vio' que se tardaua
la vacante, murióse de viejo, que si espera un poco
más todavía la llevara; y el Obispo de Avila esperaba
la vacante de Toledo, y D. Luis de la Cerda el casa-
viejo todavía lo fuera; y el Obispo de Avila esperó la vacante de Toledo;
y don Luis de la Cerda el casamiento del Príncipe, por ser ayo de su pri-
mogénito. Viene luego otro diablo que sute (asi: suele) estar de morada
eo la cámara del Emperador, y dice. ¿Quándo soñó el puto de vuestro
abuelo que entrásedes vos en la cámara, quedando muchos Grandes fuera
della, y que su Majestad tuviese por bien de trabar hablas y conversa-
clones con vos, siendo quien sois y él siendo vn Monarca tan celebrado
en el mundo, que los que vinieren de aquí á mil años, darán mucho pre-
cio por ver su ymágen al propio, quanto mas si le pudiesen ver bibo y
tratarle como vos ha^íades? A este dígole yo: ¡Oh, cómo eres vellaco mun-
danal ! Bien veo, bien veo ques muy gran ñesta tener conrersacion con
su Majestad, mas esto es para quien medra con ello; á mí no me aprove-
chaba nada, porque le juro á Dios, que acabando de reyr con él, si llegaba
á pedirle algo, me mostraua vna cara tan diferente de la pasada, con vnos
ojos tan turbios, que me hacia temblar la pajarilla en el cuerpo, y cortá-
bame tanto, que con qualquier respuesta le dexaba; y más te digo, ques
cosa perdida tener amistad con el Emperador, por quel que la trata él mu-
cho á su ventaja, á mí me costaba el cuerpo haciéndole mili pedazos en ser-
UÍ9Í0 de sus hijos, y costábame el alma perdiéndola con muchas turbaciones
despíritu y grandes turbulencias y angustias de corazón, que yo sintia
con sus dolent^ias, y á él no le costaba syno aquella risa y aquel pasa-
tiempo con que me Rebaba del ayre. Quando esto oyó el diablo, fuese hu-
l
— 144 —
miento del Principe para ser -ayo de su hijo nuuor.
Viene luego otro diablo que suele estar de inorada
en la Cámara imperial, ¿y cuándo soñó d puto de
vuestro abuelo que entrásedes vos en la Cámara,
quedando muchos Grandes fuera della, y que S. M.
tuuiese por bien de trauar hablas y conuersadones,
siendo vos quien soys y él siendo un Monarcha tan
celebrado, que los que leyeren su historia de aquí
á mil años darán mucho por ver su retrato, quanto
más si le pudiesen ver vivo y tratarle como vos hada-
des? A éste dígole yo: ¡Oh, cómo eres vellaco y mun-
danal!; bien veo que es muy gran fiesta tener conuer-
sacion con el Emperador, mas esto es para quien me-
dra con ella: á mí no me aprovechaba nada, porque le
juro á Dios que acabando de reyr con S. M. en amor
y compañía, si llegaba á pedille algo, me mostraua una
yendo para don Luis de Zúñiga, y don Enrique de Toledo j los oompt-
ñeros. Viene otro diablo muy mezquino, y.dize: ¿Qué puedes tú ganu* en
Valderas sino vn lecho que te haga mal prouecho y vna (estilla de fruts
que vale dos maravedises? Igual ganancia era la de la Corte, queauisen
ella para gastar y jugar como un Duque. Digo: Más vale el dinero que acá
dejare de jugar, que todo lo que allá ganaba; y verlo as en lo que me sobró
quando me vine. Demás desto en Valderas hay buen aparejo para ganar
vna heredad, que sobrepuja á todas las otras gañanías; ésta es el alms,
que ya el tiempo desta vida para mí es muy breue, y ávn he miedo, que
vengo tarde á negociar para el tiempo de la obra que minea se acaba.
Viene otro y díñeme: ¿No se te acuerda de la vida que tenias en Palado
quando vna dama hermosa te dejaba y otra te tomaba, y los caualleros,
porque salias de entrcUaF» todos tenían quenta contigo, j quando adole-
(ian luego te llamaban y te pagaban por amor de amigaT Digo: Tú no
sabes que quando yo me vine, ya no había damas, por que las vnas se
fueron con sus maridos, y en llegando luego concibieron y dejaron de ser
damas; y á las otras, por sus delitos ó malos deseos, les ñieron dadss por
cárceles las casas de sus padres; y á las otras lebaron por el rabo como
gtttas de algalia á meter en la gaula, porque caguen mejor algalia les dan
á comer palominos y tortillas de huevos; y los caualleros que difcs que
me llamaban y me pagaban bien, tal sea tu vida; antes te digo que en
pago de las curas me pedían dineros prestados. Ya era pasado el tiempo
- 145-
cara tan diferente de la passada, con unos ojos tan tur-
bios, que me hazia temblar la paxarílla del cuerpo; y
páreseme que el gesto segundo, cotejándole con el pri-
mero, era de mano de algún aprendiz. Y más te digo,
que la amistad mia con S. M. era mucho a su ventaja,
porque á mí costábame el cuerpo, haziéndole en la
vejez mil pedazos en seruicio de sus hijos, y costá-
uame el alma con muchas aflicciones despíritu y gran-
des turbulencias y angustias de coraron que sentia con
sus dolencias, y a él no le costaba sino aquella risa y
aquel passatiempo que tomaba conmigo. Quando esto
oyó el diablo, fuesse huyendo para D. Luis de Cúñiga
y D. Enrique de Toledo y los otros sus compañeros.
Viene otro diablo que gobierna la física, y dize:
¿Qué puedes tú ganar en Valderas sino un lechon y
buen prouecho te haga, y una cestilla de ubas colgadas?
con que medráuamos con los cauallcros por amor délas damas, desde que
murieron el Condestable don Bernardino y el Duque de Alúa. Estos,
siendo finos enamorados, eran en este caso cabezas de bandos, y cada vno
dellos recogía y acaudillaba á los que eran de su parte, y como eran übc-
ralísimos, ayudaban largamente á los que no podían lleuar adelante la
costa de los amores, y andaba la cosa tanto sobre porfía de quererse aven-
tajar los vnos sobre los otros, que las damas triunfaban mucho y no per-
dían nada los que se allegaban á ellas. Agora no habla ya sino caualleros
syn cabezas, como estatuas antiguas, y era menester pedir para ellos como
para las ánimas de purgatorio. Tras estos todos viene el mismo Sactanás
y dice: Quando tú estabas en la Corte todos los Grandes de España te
hacían mucha más honra de la que tú merecías, y tus deudos eran hon-
rados en sus tierras por amor de tí y preciábanse de ser tus parientes;
agora, metido en Valderas, serás tan ruin como vno dellos. Este vellaco
me hizo llorar toda vna madrugada, porque me supo dar el corte por la
coyuntura, que somos todos tan amani;ebados con esta vanagloria, que
por vn puntillo de honra pasamos la más trabajosa vida del mundo, y por
allí la perdemos, porque en viéndonos pompositos luego nos dicen las be-
llaquerías, de manera que entonces compramos la honra máscara quando
ella vale menos, sino curamos della nos la dan de balde; ansí que yo quedé
muy quebrantado con este encuentro. No piense V. S. que son fábulas
las desta carta, que verdaderamente pasó por mí esto todo, aino es ver
lo
— 146 —
y ¿ quál ganancia era la de la Corte, que hauia en ella
para gastar y jugar como un duque y andar siempre
con la bolsa llena de ducados ? Digo: Más vale el dine-
ro que acá dexaré de jugar, que todo lo que allá ga-
naua, y verlo eys en lo que me sobró quando me vine.
Demás desto, en Valderas hay buen aparejo para ganar
una heredad que sobrepuje á todas las otras ganan-
cias, esta es, el alma, que ya el tiempo de esta vida
para mi es muy breue, y aún he miedo que vengo
tarde a negociar para el tiempo de la otra que nunca
se acaba. Este también echó á huyr, y fuese á la
Corte.
Luego vino el diablo de las damas, y dize: ¿No
te se acuerda de la vida que tenias en Palado? Una
hermosa te tomaba y otra te dexaba, y los caballeros,
porque salias de entre ellas , todos tenian cuenta con-
tigo y te daban mil abramos, y cuando adolecían luego
la cara del enemigo. Mas bien se conoce ques d! en las turbadona que
me pone, porque si fuese espíritu bueno, no había de aooniejar á vn Uuo
que tanta experiencia tiene de la Corte y de sus peligros y trabajot, que
se volviese á ella, ni yo lo haría ya si no perdiese el seso; ántet he rea>-
jido mis libros, que los tenia derramados por los lugares de mi peregrina-
cion, y ahora verá V. S., si Dios quisiere, que tan gran letrado he de
salir para el otro mundo; y ¿un creo que no seré tan mal hombre como
allá, porque acá no habrá jugar, no habrá souerbia, ni enuidia, ni mal-
querencia, que no puedo ser agrauiado de otros que sepan menos que yo,
como lo era en la Corte, y por esto no podia estar en perfecta caridad con
mis próximos, ques vna cosa más peligrosa para el alma de lo que la
gente piensa. Físico hay en la Corte que quando por caso halle alguna
cosa para dezir primero que los otros, es tanta su presunción, que piensa
que nunca nadie alcanzó aquello, porque como es para él cosa nueua^ cree
que lo es así para todos; como los desarropados, que quando alcan^n Tn
jubón nucuo, piensan que no hay otro jubón sino el suyo. Este es vn hom-
bre muy enamorado de sí mismo, y todas sus cosas, por feas que sean,
le parecen hermosas. Cierto, son estos sus amores muy descansados para
él, porque los alcanzará cada vez que quisiere y no tiene competidor nin-
guno. Estos vestiglos y otros tales, echándome mili agraces en los Ofos,
— 147.—
te llamaban y te pagaban por amor de amigo. Digo:
Tú, vellaco, no sabes que cuando yo me vine, ya no
haüia damas» que las unas se fueron con sus maridos,
y en dándose las manos conciuieron , y luego dexaron
de ser damas, y á las otras por sus delitos y malos
desseos, les fueron dados por cárceles las casas de sus
padres, y á las otras Ueuaron por los rabos como gatos
de algalia á meter en la jaola; y porque saquen me-
jor algalia les dan palominos y tortillas de huevos. Y
los caballeros que dices me llamaban y me pagaban
bien, tal sea tu vida, antes te digo que en pago de la
cura me pedian dineros prestados. Ya era pasado el
tiempo en que medráuamos con los caualleros por
amor de las damas, desde que murió el Condestable
D. Bernardino y el Duque de Alúa. Estos, siendo finos
enamorados , eran en este caso caue^as de bandos , y.
hicieron más clara la vista para considerar el camino de la salud. De Va-
lladolid, XII de Setiembre.
Esto que agora diré se me oluidaba en el tintero. Yo venia pensando
entrar yeguas de casta en aquel monte de ValderaSf porque soy afícionado
á potros de buen talle; y á Nuestro Señor le plugo de hacer el comien^,
y el San Jolian buena estrena, y hame dado vna potra muy hermosa.
Digo: Señor, potros quena yo, que no melón de invierno. No ha muchos
dias que se dixo en la Corte que V. S. traba otra; pésame porque no salió
verdad, quisiera que como somos grandes amigos, fuéramos también com-
pañeros en la mercaduría, aunque sé que á mi señora no le pluguiera de
la granjeria de las potrancas. Siempre temí que en esto habían de parar
mis vientos, no los medre Dios, que como vieron que yo los echaba del
corral á gujinchones, arremetieron á romper las barreras y huyeron
al montecillo, y después encerráronse todos en el bolsón del valle, por-
que me comprendiese la maldición de Nuñrica de Almeyda, que quando
estaba enojada de mí nunca me dicia sino «á malos traques mueras;» y
no seria cosa muy nueva, que mis compañeros Frías y Alfaro desto
mismo murieron. No escribo más largo, por la gran prisa que me da este
mensajero, para otro dia alargaré mucho más la mana Las manos
de V. S. besa:— El Doctor Villalobos.
— ,14» —
cada uno dellos regia y acaudillaba a los que eran de
su parte; y como eran liberalísimos, ayudaban larga-
mente a los que no podian llevar adelante la costa de
los amores; y andaba la cosa tanto sobre porfía de
quererse aventajar los unos sobre los otros, que las
damas triunfaban mucho, y no perdian nada los que
se llegaban á ellos. Ahora no hauia más que caualle-
ros sin caberas, como estatuas del tiempo viejo, y era
menester pedir para ellos como para las animas del
purgatorio. Este diablo, también huyó dando los maio-
res sospiros del mundo.
Tras estos todos viene el mismo Satanás , y dize:
Quando estauas en la Corte, todos los Grandes de Es-
paña te hazian mucha más honra de la que te merecías,
y tus deudos eran honrados en sus tierras por amor
de tí, y preciábanse de ser tus parientes; ahora metido
en Valderas serás tan ruyn como uno dellos. Este ve-
llaco me hizo llorar toda una madrugada, porque me
supo dar el corte por la coyuntura, que somos todos
tan amanceuados con esta vanagloria, que por un
puntillo de honra passamos la más trauajosa vida del
mundo, y por alli la perdemos; porque en viéndonos
pompositos, luego nos dizen las vellaquerias , de ma-
nera que entonces compramos la honra máscara cuando
más la perdemos, y cuando no curamos della nos la dan
de valde. Assi, que yo quedé muy quebrantado con
este encuentro; y no piense V. S. que son fábulas las
de esta carta, que verdaderamente pasa todo esto por
mí, sino es ver la cara al diablo. Mas bien se conoce
que es él en las turbaciones que me pone, porque espí-
ritu bueno no hauia de aconsejar á un viejo que tanta
experiencia tiene de la vida y peligros de la Corte,
— 149 —
que se volviese á ella , ni yo lo haría ya si no perdiese
el sesso, antes he recogido mis libros, que los tenia
derramados por mil partes, y ahora verá V. S. , si
Dios quisiere, que tan letrado he de salir para el otro
mundo; y creo que no seré tan mal hombre ni tan di-
soluto como allá, porque acá no habrá jugar, ni ira,
ni soberuia, ni envidia ni mal querencia, porque no
puedo ser agrauiado de otros que sepan menos que yo,
como lo era en la Corte , y por esto no podia estar en
perfecta charídad con mis próximos, que es una cosa
más peligrosa para el alma de lo que la gente piensa.
Físico hay en la Corte, que cuando por caso halla
alguna cosa que dezir prímero que los otros, queda
con tanta presunción que piensa que nunca nadie al-
canzó aquello, porque como es para él cosa nueua,
créelo que es assí para todos, como los desarrapados
que cuando alcancan un jubón nueuo piensan que no
hay otro jubón sino el suyo. Este es un hombre muy
enamorado de sí mismo, y todas sus cosas, por feas
que sean, le parecen hermosas. Cierto, son estos sus
amores muy descansados para él, porque los alcanzará
cada vez que los quisiere, y no tiene competidor nin-
guno. Estos vestiglos y otros tales, echándome mil
agraces en los ojos, me hizieron clarificar la vista para
considerar el camino de la salud.
Oluidáseme una cosa que ha passado por mí, de
bienauenturada recordación. Yo venia pensando en
criar yeguas de casta en el monte de Valderas, porque
soy aficionado á potros de buen talle; plugo á Nuestro
Señor de hazer el comiendo, y hame dado una potra
de ruyn casta. Digo: Señor, potros querría yo, que no
melón de invierno.
— 1 5o —
No ha muchos dias que se dijo en la Corte que
V. S. criaua otra; a mí me pesa porque no salió ver-
dad, porque quisiera, como somos grandes amigos,
que fuéramos también compañeros en la mercadería,
aunque á mi señora doña María no le pluguiera de
la granjeria de las potrancas. Siempre temí que en
esto hauian de parar mis vientos; no los medre Dios,
que como vieron que yo los echaua del corral á guin-
chones, arremetieron a romper las barreras y huye-
ron al montezillo, y después encerráronse todos en
el bolsón del valle, porque se cumpliese la maldición
de Nufrica del Almeida, que quando estaba enojada
de mi, nunca me dezia sino <á malos traques mueras>;
y esto no será cosa muy nueua , porque mis compa-
ñeros Frias y Alfaro , Dios los perdone , desto mismo
murieron.
XLII.
£L DOCTOR VILALOBOS AL DUQUE DON MANRRIQUE
DE LARA.
{Rioseco, 1 3 de Agosto de 1546.)
ILMO. Señor: Desseo mucho la salud de V. S., |
assí por ser ella muy preciossa, como por tener un 1
hombre de mi tierra con quien se pueda hablar, que /
por acá , si no fuese el Alrpirante , yo no los entiendo (
ni ellos á mí, assí son para conmigo sordos y mudos, -
y yo también con ellos ; y como en el proceso de mis
edades se me han muerto dos ó tres generaciones con
quien yo trataua, tan muerto soy para los que quedan
como los que yo he visto; y aún he hecho mejor,
porque ninguno de los siete durmientes ha hallado tan
trocado el mundo y los edificios y las monedas, como
yo lo he hallado ahora acordándome de los siglos pa-
sados.
Murióse el Rey con toda aquella camarada; mu-
riéronse los Grandes ; murióse la moneda y los que la
athesorauan; muriéronse los Arzobispos y otros Ar^o-
— l52 —
bispos , y los arzobispados con ellos ; y ¿ quién no es
muerto, pues se murió Perico de Ayala, delicias del
linaje humano, y el bastardico, y ahora Ménica, y no
murió D. Miguel? Muriéronse las damas primas y
las tor^uelas ' y las ñestas y la liberalidad y todos los
plazeres y toda la buena simiente de las virtudes, y
las lumbres de la razón, porque quien lo habia de
resucitar todo, por nuestros pecados no puede estar
sino ausente de la patria. En fin , toda la gentilleza es
muerta, y quien se crió y creció en ella no puede con-
servarse sin heder á todos, aunque esté hecho tasajo
y cargado de sal , porque' la sal que solia ser buena,
ahora esta tan infutuada, que la echan fuera para
hollarla con los pies.
Aquí me dixeron que está con V. S. el Doctor
del Águila, de que he holgado mucho, por la buena
relación que oí de su doctrina y de su juizio; mas
dixéronme también que habia requerido al Doctor
León, que tiene la cáthedra de Alcalá, y desto me
pesó mucho, porque no se puede sufrir en compañía
de otro, y es hombre que por sostener una opinión,
es poco para él matar todos los enfermos de una oto-
ñada, y aun á los físicos, porque trae debaxo de la
loba un bracamante, y en disputando con alguno
nunca quita la mano de la empuñadura. Yo le vi leer
una vez á los escolares, y era tanto el heruor y el
aceleramiento con que leya, que no pudo sufrir d an-
gostura de la cáthedra, y apeóse della en mi presencia
y vínose con tan desordenado ímpetu, que me hizo
I Tor^uelas, palabra de volatería, se aplica al halcón que sale el ter-
cero del nido, porque los dos primeros empollados por el halcón suelen
ser hembras, y se llaman primas.
— i53 —
temblar la paxarílla en el cuerpo. Quiso Dios que no
lo hauia conmigo, porque llegado el fin de la carrera
que se haze entre aquellos bancos, volvióse por el
mismo camino; y tanto era el esgrimir de los bracos
que unas vezes corría y otras saltaua con los ojos
salidos afuera, echando espumas por la boca como los
sacerdotes de la cueua de Trophemio, y, cierto, las
cosas que dezia no eran tan diuinas que mereciesen
aquellas gesticulaciones. Y como el juyzio que es me-
nester para curar las passiones deue ser sin passion y
andar con gran sosiego de anima, atentadamente dis-
^irniendo entre tantas variedades de cosas para escoger
lo menos malo, parecióme que yo no osaría curarme
con aquel hombre.
Assí que, señor, pues que V. S. ha tomado los
físicos á la imagen de los euangelistas, el buey y el
hombre^ico y ahora el águila, guárdese del león, por-
que nunca volvió del propósito, aunque fuesse errado,
sino semper ante faciem suam ambulabat et ubicumque erat
Ímpetus spiritus^ illuc grediebatur, sin esperar el voto
del compañero, ni otra razón por buena que fuesse.
Supplico á V. S. que mande á su Secretario que
haga relación con los que vienen á la feria de la dis-
pussicion de V. S., porque si mi facultad bastasse
para ello, nunca cessarian los correos que me diessen
cada día nuevas del Duque de Nájera, mi señor, y
de mi señora la Duquesa, á quien prospere Dios mu-
chos años. De Rioseco, trece de Agosto de mil qui-
nientos cuarenta y seis.
XLIII.
£L DOCTOR VILLALOBOS AL ALMIRANTE DE CASTILLA.
(i2 ^£ Mayo de 1549.)
LMO. Sr. : Las nueuas de la Corte son éstas. Anda
en ella una señora que se llama doña Speran^a,
.que trae perdida la maior parte de los cortesanos;
y aunque ella es muy gran puta , que á todos se da,
son muy pocos los que alcanzan lo que promete, y
estos, si son gente baxa> no tienen qué perder, todos
ganan con ella, los grandes todos pierden, porque vale
mucho menos la presa que esperan que lo que ellos
despenden de su patrimonio tras ella. Esta señora anda
siempre preñada, como dizen los naturales de las hem-
bras de los conejos, que estando preñadas se empreñan
otra y otra vez ; y así , los galapos que traen en el
vientre, unos comienzan y otros demedian despluma-
dos, y otros están enteros con su pelo. Assi la señora
susodicha trae en el vientre unas speran^as grandes, y
otras menores, y otras más chicas, y éstas dan muy
mala huelga á los que viuen con su madre trayéndolos
— i56 —
de oficial en oficial, y de ' con tantos caminos y tan
de valde, que ningún sosiego ni descanso pueden traer
el día ni la noche.
Yo en este caso mejor librados tengo á los deses-
perados y porque estos , a lo menos , gozan de lo que
tienen , sin dar sospiros ni vuelcos en la cama por lo
que esperan; y aunque V. S. hizo esta jomada sola-
mente por seruir á su Majestad y al Príncipe, sin
otro respecto de interese ninguno, después desto ha
ceuado, si la dicha puta vieja acordare de traelle sus-
penso y engañado, mi parecer seria que desespere y
se vuelva á su casa. Esto es lo que anda en la Corte
desde Céssar el primero hasta Céssar el postrero, á
quien Dios guarde muchos años, y desde un Pedro
hasta un piedra, porque Sili^eo quiere dezir piedra, á
quien dixo su Majestad : Tu eres piedra y sobre esta
piedra edificaré la mi iglesia de Toledo *.
Las nueuas de Medina que á mí me han acaecido
con mi señora la Duquesa, son éstas. Yo lo tengo
merecido á Dios por el pecado de la soberuia , como
la státua del Nabucodonosor, que tenia la cabera de
oro y los pies de hierro y lodo, porque quando estaba
en la Corte ó en Valladolid , yo presumía que era el
príncipe de la medicina, y assí todos los otros docto-
res en nuestras juntas me tenian mucho acatamiento,
y esto desde el tiempo de los Serenísimos Reyes Cathó-
licos hasta el tiempo de la villa de Medina', adonde
he venido á ser las hezes y el deshecho de toda la
medicina.
Yo me contentarla de andar a la par con el doctor
I Hay un claro en el manuscrito.
7 Juan Martínez Silíceo fué electo Arzobispo de Toledo en i545.
- i57-
López, mas precédeme en el crédito la de Trueba,
y la bruxa del patio, y la beata h^chizera del hospital,
y la saludadera de Santiago, y el hombre derrengado
que cura el mal de hijada con el estiércol de ratones;
y quando alguna destas están en la Cámara, no me de-
xan á mi entrar, y mandan que no se haga nada de lo
quel doctor Villalobos dixere, porque ha de matar
á la Duquesa como á la Emperatriz '.
Viniéronle á su Señoría unas tercianas antes que
pariese, y con el buen parto que huuo y la gran pur-
gación, no fué menester hazelle cosa de medicina, sino
curalla con sus caldos como á parida, y assi se le qui-
taron las tercianas, y como yo no era bastante para
tanto como esto, fué llamado Rodríguez.
Esto digo á V. S., no para que lo remedie de allá,
sino porque descansan los enfermos en quexarse de
sus trabajos. Una cosa no dexaré de la cámara: des-
mándesele la parte baxa y despidió un gran viento.
Dixo: Pápate ese hongo, y como vi que todo era viento
salime de la cámara. No es muy sabrosa la fruta de
postre desta carta, mas tales manjares hay en ella, que
puede passar por buena. Fecha á doce de Mayo de
mil quinientos cuarenta y nueve años.
^ Al Marqués de Lombay, yendo á ca^a, se le per-
dió un gerifalte, y apartándose de sus caladores enbus-
1 Nótese esta frase de Villalobos, fundamento de la opinión acerca del
motivo de su retirada de Palacio.
2 Este diálogo no debe formar parte déla carta anterior, y por su
contexto se ve claro que se hubo de escribir mucho antes que ella, pues
el año de 1549 hacia diez que había muerto la Emperatriz, y algunos
que el Marqués de Lombay habia entrado en la Compañía de Jesús.
— i58 —
ca del alcon, donde dando voces parecióle que le res-
pondían de léxos , y no era sino la rebenieradon de
sus mesmas vozes, a quien los poetas llaman Eco;
y como yba cansado, acordó reposar alli un poco
y preguntar á qué le respondían las primeras cosas
que le viniesen á la memoria, y como andaua algo
doliente , acordóse de los físicos. Pongamos una M
cuando hablare el Marqués, y una E cuando ha-
blare Eco.
M. Los doctores de Alfaro, de Melgar y de Vi-
llalobos, ¿qué harán ahora sus mercedes?
E. Cedes.
M. ¿Qué han dado sus Majestades al doctor
Alfaro después de tanta vejez y fatiga ?
E. Higa.
M. Si es aquella que trae en el ojo, ¿qué cosa es?
porque me dizen que se hizo cuando era mo^o de estu-
diar tanto en el arte de Lebrija.
E. Rija.
M. ¿Y qué han de hazer del a la fin?
E. Fin.
M. Y el doctor de Melgar, ¿ qué quieren hazer
del? decidlo presto, acabad.
E. Abad.
M. ¿Y qué pide si en la Abadía de San Isidro
hubiere suspensión?
E. Pensión.
M. Y después que todas esas cosas acabare de
procurar, ¿en qué ha de parar?
E. Arar.
M. ¿Y qué le han dado á Villalobos?
E. Lobos.
- i59 -
Ai. No os burleys conmigo: yo os pregunto qué
le ha dado el Emperador en esta jornada.
E. Nada.
M. Pues dezianme que su Majestad le había en-
viado trescientos ducados de pensión para su hijo, y
que este correo la traxo.
E. Xo.
Ai. No me maravillo, porque el Emperador diz
que le tiene por peor que Arriano.
£. Ya no.
Ai. ¿ Pues cómo le dexó en esta consulta, olvidóse
ó determinóse?
E. No sé.
Ai. Si es porque el Emperador cree que no hay
física, y por esso cuando estaua quartanarío en Valla-
dolid, envió á Villalobos á Estremadura y quedó
Ponte por médico de los principales; y como el dicho
Ponte era hijo de un molinero, aprendió muy bien a
llevar trigo al molino, y otras experiencias nó.
E. Asno.
M. La ciencia del asno es llevar trigo al molino,
mas ¿en qué pensays que trataba su padre después
que dexó el molino?
E. Lino.
M. Es verdad que trataba en lino, y las más de
las noches, estando borracho, quemaba las manadas;
y aún el señor su hijo, no está todas horas en buen
concierto.
E. Cierto.
Ai. Tan cierto como vos estays ahí , aunque yo no
sé quién soys; querría sauer si soys hombre ó mujer,
si soys persona de paz ó de revuelta.
— i6o —
E. Vuelta.
M. Ya yo os entiendo, dezís que soys la vuelta
de mis ultimas voces, así que el rechazo de mis pala-
bras es respuesta de mis preguntas. Ya yo hauia oido
dezir de vos en las fábulas de los poetas, mas nunca
pude creer que fuéssedes mujer, porque no soys nada
prolixa , antes respondey s á todo lo que os preguntan
con medias palabras , y áim essas tomays prestadas;
mas dexemos estas philosophías y tornemos a nuestro
Villalobos. Yo sé que Pedro González de Mendo^i
lleua este su negocio mucho á cargo , veamos en qué
ha de romper?
E. Per.
M. Catad ahí una gentil resolución de negocios,
mas ¿qué tal quedará de esso el Arcediano de Toledo?
E. Ledo.
M. ¿Y D. Hurtado, su hermano, que dirá?
E. Dirá.
M. La Emperatriz ¿no hará algún socorro en la
tempestad dessa nao?
E. Nao.
M. Veamos: en estas cosas de Villalobos ¿ha
hablado la Marquesa de Lombay?
E. Bay.
M. ¿Y aprovechóle alguna vez?
E. Ez.
M. Amiga, no me respondays en vascuence, que
ni le sé ni le creo.
E, Creo.
M. Ahora dexemos á Villalobos, que está ya tal
que presto nos dexará á nosotros. Vamos á ver las
damas si han gana de casarse , si le consultan entre sí.
— i6i —
E. Sí. ,
M. Y el marido ¿qué tal quieren que sea?
E. Que sea.
M. No basta que sea, sino que ha de tener alguna
buena propiedad.
E. Edad.
M. ¿De viejo ó de mo^o?
E. M090.
M. Y esse quieren que sea tuerte como Sansón,
rico como el Conde de Benavente, suelto como don
Pedro Guadix.
E. Dix.
M. Veamos: ¿no se contentarán que sea como el
Conde de Miranda, apartado de vicios y buen chris-
tiano ?
E. No.
M. ¿Qué se les da que descuyde? Tiénenlo por
señal mortal?
E. Tal.
M. Hora pues, digan ellas lo que quisieran, que
yo sé que cada vez que habla con la Emperatriz es á
prouecho de algunas dellas , y algunas vezes lleua de
un golpe dos.
E. Pedos.
M. Qué esperanza vuestra de mi gerifalte?
E. Falte.
M. Essa es la que á mí me escueze, que de todo
esto otro me quedaua muy poco resabio.
E, Sabio.
Después que el Marqués huuo alternado con Eco, j
y Eco con el Marques , conoció el Marqués que por
II
— 102 —
medianería del ayre se hazian en este mundo todas las
cosas; y que pues todo es ayre, deuríamos de volar
con los pensamientos de nuestros deseos en mayor
altura, porque en aquella ca^a el trauajo es menos y
el deleyte es más, y la presa es de tanta excelenda,
que ni los ojos de los vicios los vieron, ni los corazones
humanos lo pudieron comprehendcr.
XLIV.
EL DOCTOR VILLALOBOS Á DON ALONSO DE FONSECA,
ARZOBISPO DE SANTIAGO, ENVIÁNDOLE UN DIÁLOGO
QUE LE había PEDIDO '.
{Sin fecha )
ALLÁ envió el dialogo, como lo tiene el señor
don Gómez. Si V. S. lo quiere para burlar
de mí, dígalo claro, que buen compañero soy
para acudir y rechazar. La otra escaramuza, como
V. S. dice, fué más trabada que la primera, porque
con la quartana el paciente no estaba muy philósopho,
y con el vino el philósopho no estaba muy paciente.
Aquellos señoritos , como son buenos despartido-
res de ruydos, gustaron mucho más de las veras que
de las burlas, y deseaban, con gran charidad que hay
en ellos, que viniéssemos á las greñas. Y porque estas
cosas que se hacen con calor y con gestos y meneos
furiosos son graciosas durante la far^a, y no valen na-
da escriptas , no las encomendé á la memoria, y por
esso no las envió á V. S. De Valladolid, etc.
I Publicada en el libro intitulado Los problemas de Villalobos, Re-
ñérese al «Diálogo que passó entre un Grande deste Reyno de Castilla, es-
tando con el frió de la quartana, y el Doctor Villalobos que estaba alH
con él. i
XLV.
EL DOCTOR VILLALOBOS AL GENERAL DE LA ORDEN
Dt SAN FRANCISCO ^
{Sin fecha,)
AQUÍ arribaron á mi posada unos religiosos de
vuestra orden que venian de Francia á nego-
ciar con vuestra Paternidad , y antes que sc
volviesen a la provincia Aquitania, adonde hicieron
profesión, anduvieron con vuestra licencia por algunos
lugares de todos reinos, visitando sus padres y her-
manos, y en el camino pasaron por algunos conventos
de su orden, donde fueron muy maltratados y vitu-
perados de los Perlados, y señaladamente del convento
1 De una copia, de letra del siglo xvi, que posee el Sr. Sancho Rajroo.
A la cabeza de ella se lee: «Copia de la carta que el doctor Villalobos invió
al General de los frailes de San Francisco, porque no recibía en esta santa ^
orden un muy docto hombre, sospechando que era confeso.» Este general '
de la orden de San Francisco, fué sin duda el Reverendo Padre Frajr
Vicente Lunel , natural de Barbastro , elegido en el capitulo general de la
misma celebrado en Niza en i535; gobernó la orden seis años cumplidos,
y solo este dato existe para ñjar la fecha de esta carta.
— i66 —
de Alba fueron echados abiltadamente. La razón que
dio por sí aquel reverendo Guardián, fíié porque eran
de linaje de conversos, y que el Duque de Alba no era
servido que los tales entrasen en los conventos de su
tierra , y no embargante que sobre aquello hubo man-
damiento en contrario de vuestra Paternidad, ni por
su parte fué obedecido ni por la vuestra fué castigado.
Hay por este reino alguna sospecha de que vues-
tra Paternidad consiente semejantes insultos, porque
también hemos visto que una ordenanza que ahora
habéis hecho contra los conversos, nunca se hizo desde
; San Francisco, hasta que en la religión suya hubo Ge-
neral que fuese de España. Lo que os ha movido a tan
feo y escandaloso establecimiento y tan contrario á la
doctrina evangélica, las razones que hay en contrario,
todo el mundo las sabe, y porque este es negocio que
toca á la mayor parte de la nobleza de España, acordé
de inviar esta petición a vuestra Paternidad, porque
alegando de derecho hablaré algo libertadamente con-
tra los adversarios , no se dice con ánimo dañado lú
para injuriarlos, sino para hacer más dará mi justicia,
y para que sepa vuestra Paternidad cuáles son los que
debéis constituir por jueces, y cuáles son los adver-
sarios ; y ñnalmente, aquí no se retratarán los buenos
religiosos de vuestra orden, porque estos sabemos
cierto que son un pilar de los que sostienen la Iglesia
de Dios, y los que siempre se ponen entre su saña y
nuestros pecados para detener la justicia y punidon
de Dios, para que nos espere á penitencia: contra los
malos y fingidos religiosos hablaré, á los cuales también
demando perdón de lo que en guarda de mi derecho
dijere.
— 167 —
En los tiempos pasados hubo en España gran diso-
lución de herejías secretas y públicas, y andaba la furia
de ellas y el riguroso castigo para formar ' la religión
cristiana, y nunca tal estatuto hicistes, porque siempre
hallastes mucha limpieza en vuestra orden; antes en
las tablas de vuestro navio escaparon muchos del nau-
fragio de la Iglesia, en que sus padres y deudos hablan
padecido ', agora que por la miseración divina todos los
malhechores han acabado, y con fuego están todos los
descendientes y nietos purificados y limpios, y entre
ellos hay excelentes hombres de gran ejemplo y doc-
trina; y estando ya hecha tranquilidad de las tempes-
tades pasadas, ¿por qué razón se habian de recentar
las llagas viejas contra una gente que tanto os ama de
corazón , y de quien tal limosna y caridad habéis re-
cibido y recibis? A todos tenéis atónitos y los habéis
puesto sospechas muy feas contra los ofendidos y
contra los ofensores. Este linaje, que así anatematizáis
y cortáis de vuestro consorcio, os pregunta si los tenéis
por ñeles ó por infieles ; si son ñeles , porqué habéis
querido ir contra el mandamiento del buen pastor que
mandó en su testamento que todas sus ovejas no tu-
viesen más de un corral, y todas debajo de un pastor,
y manda que no haya excepción de personas, porque
como dice Santiago: Si autempersonam accipitis peccatum
operamini redar guíi a lege quasi transgresores. Vosotros
hacéis dos corrales y hacéis excepción de personas,
como lo testifican vuestros establecimientos; y si estos
averiguadamente son infieles, vosotros ¿no sois por
ventura los que blasonáis que queréis ir á tierra de
1 Reformar ?
2 Perecido ?
— i68 —
moros á predicar la fe católica y ser mártíres por la fe
de Jesucristo, á quien el Espíritu Santo enseñaba todos
los lenguajes y les daba gracia que fuesen oidos antes
que martirizados, para que siempre sacasen de muertes
temporales fruto de vidas espirituales y perdurables?
Mas agora que no hacéis por gracia de Espíritu
Santo todos vuestros secretos, no sabéis arábigo, y la
mayor parte no sabe latin, aun siquiera para decir misa;
y algunos hay tan torpes y tan groseros, que ape-
nas entienden el romance, ¿qué aprovecharía morír en
tierra de moros, pues antes de ser entendidos ni oidos,
seríades ahogados de aquellos animales brutos incapa-
ces, y así llevaríades casi tan provechosa empresa,
como si os anegásedes en la mar? Para combatir ios
pecados mejor empresa me parece a mí sería predicar
y comunicar la fe y la caridad a los que tenéis vosotros
acá por inñeles y condenados, que entienden vuestro
lenguaje y os escucharán sin peligro vuestro, y quie-
ren por su voluntad estar con vosotros y participar de
dia y de noche sometidos al yugo de vuestra obedien-
cia, pacientes, con ánimos mansos sometidos alas ad-
versidades de la orden, hombres doctos y estudiosos
capaces de cualquiera disciplina. Razón era que confía-
sedes que vuestra buena compañía y exemplo les
aprovecharía mucho, porque a los libres albedríos
mucho les puede enderezar ó torcer la costumbre de
los compañeros; y si esto no bastase, aprovecharía y
obraría la gracia de Dios, que procura de salvar a todos
los hombres , y para esto ayudaría la eficacia de la
verdad, la llaneza y piedad, y en venganza ' los mérítos
I Esto C5 en satisfacción.
— 169 —
de San Francisco y de los santos religiosos de vuestro
hábito, que fueron y son muchos, y la fuerza de
vuestra religión, y finalmente el temor de la deshonra
y castigos temporales. Todo esto habíades de confiar
que los convertiria, y especialmente tomando los man-
cebos bon¿e indoliSy que es materia dispuesta para los
saludables y buenos edificios; como hubiésedes con-
vertido uno de estos que tratáis como infieles, gana-
riades aquella ánima para la gloria, que vale más que
un reino temporal , y hariades grandes placeres á los
ángeles que tanto gozo recibieron (supra uno peccatore
panitentia agente).
Este, que es tan propio oficio de vuestra vida
apostólica, no queréis usar del, antes algunos man-
cebos que han dexado gruesos patrimonios, toman la
cruz á cuestas por seguir á Jesucristo en vuestro há-
bito, y tenéyslos en vuestra compañía por aprobados
en vida y costumbre; y si á cabo de algún tiempo se
os dice que son hijos de conversos ó que les toca algo
de este linaje, hecháyslos deshonradamente, no les valen
lágrimas ni singultos, ni ponerse de rodillas delante
de vosotros con piadosas y humildes suplicaciones, ni
con ansias y dolores mortales ; ni les valió virtud , ni
perseverancia, ni caridad, ni fé. ¿Qué pensáis que harán /
estos sino desesperar, si la gracia de Dios no los socor- 1
re? Todo esto acaesció pocos dias há en el convento^
de Salamanca. ¿Qué ferocidad tan villana, qué cruel-
dad de fariseos podria en nuestra edad ser mayor que
ésta? Así que en lugar de sanar y cazar almas, que se
os vienen al señuelo hechas ya y domadas, las perdéis;
y cuanto en vosotros es, todo se trabaja porque se
tornen judíos ó moros. Esta es muy capital transgre-
— lyo —
sion de los mandamientos de Dios propíer tradiciones
ves tras.
Desean mucho saber estos que tenéis por herejes,
á qué pensáis que entran en vuestra religión, porque
ellos no entran á ser judíos, porque como veis no es
compañía la vuestra idónea para exerdtar tal oficio;
demás de esto, todo judío tiene por condenado al que
muere confesando el Credo por la boca, y al que muere
besando y adorando la cruz , aunque tenga otra cosa
en el pensamiento, y al que vive y muere recibiendo
los Sacramentos de la Iglesia; y esto todo han de hacer
en vuestra compañía en vida y en muerte : pues pen-
sando estos que van á perder sus almas, ¿en qué pen-
samiento cabe que vayan en busca de vuestros jnojos
y á sufrir ignominias de sus compañeros, y en busca
de vuestra hambre y frió, y á hacerse esclavos de vues-
tros perlados, pudiendo andar sueltos a su placer exer-
citando la herejía fuera de vuestras casas mucho mejor
que dentro de ellas? Tampoco van a convertir los
frailes á la inñdelidad, porque ninguno se osaría fiar
de vosotros en tal cosa, y para esto, como sabéis, me-
jor aparejo hallarían fuera de la orden. No entran á
comer bien, ni á vestir ricamente, antes dexan las co-
midas espléndidas y los vestidos de viso y púrpura, y
se van á comer sopas sucias en peores vasijas que ar-
tesones, y se visten de costales; y no van á ser libres,
pues están á obediencia muchas veces de sus enemigos
y de hombres apasionados, indignos, idiotas, villanos,
expúreos, brutos. De estos, aunque no hay muchos en
vuestra religión, tienen principales votos en ella, por-
que como son pertinacísimos y no domables, y los
sabios que sois queréis antes sufrir en detrimento
— lyi —
d« vuestras almas, que no se publique que haya escán-
dalos y discordias entre vosotros. Los susodichos no
van á holgazanear , pues que han de barrer y traer
cai^s acuestas , y cabar y guisar de comer ' y lavar
platos y rezar las horas y trasnochar y madrugar.
No van á procurar beneficios ni dignidades, porque no
las hay en vuestra orden, y más fácilmente las ganarían
fuera, como otros lo han hecho, con méritos y letras
y favores; apártanse de sus padres y hermanos y pa-
rientes, destiérranse de sus patrias; pues luego ¿á qué i
se puede sospechar que entran en vuestras casas sino
á dexar el mundo y servir á Dios? Creo yo que si uno
de éstos alcanzara San Francisco á las manos, le besara
los pies y le pusiera sobre su cabeza , y con él fuera
todo su deleite y descanso.
Vosotros decís que dexais el mundo y sus vanas
honras y bullicios , con todos los otros aparejos del in-
fierno; y pues que así es verdad, ¿por qué se consien-
ten generales bandos y enemistades y envidias, que
está averiguado, según dicen, que si algún religioso
de la parte de estos conversos sale grande hombre de
vida y humildad y predicación, luego los vuestros vi-
llanos le muerden y le esconden donde nunca parezca,
y á las veces le inj ungen * graves penas? ¿Qué más
harían los gentiles en tiempo de las espar^iones? ' Y
consentís que haya entre vosotros linajes como entre
las rameras, sino que es muy diferente lo de ellas, .
que sus apellidos son nobles, como la señora Mendo-
f Véase como es castizo el rótulo que todavía vemos en los figones y
que dice ese guisa de comer.»
1 De injwigo, imponer, cargar.
3 Esparciones ¿persecuciones?
— 172 —
za, la señora Osorio, la señora Quiñones, la señora
Guzman, la señora Vivero, mas ios frailes no se pre-
cian sino de fray Juan Redondo, fray Gil Becerro,
fray Antón Borrego, fray Bastian Pascual; y final-
mente, el fraile que se tiene por más zafio labrador,
anda coUeándose ' entre los otros tan hinchado como
si hubiese gran carestía de ellos en la religión.
Qué podemos decir de ios malos disdpulos de San
Francisco, ya mal de su grado salen con ellas, sino que
son de baja suerte y pésima generación de labradores,
genimina viperarum^ que no vinieron á la religión para
conseguir con ella el principal fin á que la enderezó y
encaminó su Maestro, sino para escapar de la ignomi-
nia de acemileros y alcanzar la honra de. la religión
para librarse de ser pecheros y tributarios, y cobrar la
exempcion de frailes por huyr el trabajo de jornaleros
y bárbaros, y los ardores del estío, y entrar en los rc-
fitorios y dormitorios templados? Y pues toman la reli-
gión por las utilidades y preeminencias temporales, no
I son discípulos de Jesucristo más son fariseos hipócritas;
' ■ estos son los que con envidia persiguen a Jesucristo,
el cual dice: Ciuod vni ex minimis meis fecistis mihi fi-
éis ti.
Estos no quieren que haya letrados ni hombres
de sustancia en la orden; estos son los que no entien-
den la misa que dicen, ni los psalmos que rezan: antes
pronuncian grandes capitales errores en las santas
palabras de los Evangelios, donde se encierran los al-
tos misterios; estos son los que estiman mucho la honra,
porque la ganaron con el hábito; estos son los puer-
I (^ollcándosc. f\ir^HÍaido el cuello?
-|73-
eos que cebáis en la religión, bogadores y conquiría-
dores ' de la santa orden, gruñidores y glotones y llenos
de escándalo; estos son los infladores y soberbios con-
I tra quien los buenos no osáis hablar, porque os acon-
tece con ellos como con el tiempo de la Comunidad;
que cien caballeros armados y diestros no osaban aco-
meter á cincuenta labradores desarmados, porque
habian miedo que se levantarían las piedras y los ele-
mentos en favor de la canalla; mas luego como comen-
zaron á las manos con ellos, sin lan^a ni espada eran
derríbados los villanos comuneros, y caían unos sobre
otros, de manera que el escuadrón se tornaba parva, y
el caracol se hacia gavilla, porque el escuadrón y
caracol se tenian por injuriados con ellos , y los envia-
ban, con daños de sus cabezas á las parvas y á las ga-
billas donde los habian sacado.
Otro tanto haríades vosotros los generosos y ver-
daderos frayles, si quisiésedes esforzaros contra vues-
tra canalla, tomando delante el celo de la fe y el pen-
dón en San Francisco y de la vida evangélica, y assí
arrancaríades las espinas que nacen en vuestra here-
dad, con que se ha ahogado la buena simiente, y <:as-
tigariades los maluados y enemigos vuestros , que os
arrancan el buen grano y sobresiembran cizaña. Por
que estos terrestres frayles son gigantes hijos de la
tierra, que pelean, no contra Júpiter (como fingen las
fábulas), sino contra las cosas espirituales y divinas, y
aman tanto á la dicha madre, y ^ debaxo de ella abs-
conden el talento que les fué encomendado para que
1 Este nombre es derivado del verbo latino conquiro que significa
buscar con ansia ó atisiar.
2 Que?
— 174 —
ganasen con él, por que son tan enemigos de U ga-
nancia, que quieren antes aventurar el caudal de su
dueño.
Contra estos habla Jesucristo por Sanct Mateo en
el capítulo 23 las palabras siguientes, las cuales se di-
rán en romance porque las entiendan el Guardian de
Alba y el de Valladolid: <¡ Ay de vosotros, escribas y
fariseos hipócritas» que como tengáis profesión de
saber la ley y los mandamientos de Dios, por do pa-
resce que teneys la entrada y la Uabe del reyno de los
cielos, no solamente vosotros no entráis allá, mas á los
que quieren entrar les cerrays las puertas, teniendo
por oñcio de abrirlas; impedís la entrada á los que vie-
nen de su voluntad , teniendo vosotros por oficio el
despertarlos y convidarlos a que entren quando ellos
cesasen: todo esto nasce de tener vosotros por fin prin-
cipal la honra y los intereses y pasiones vuestras! ¡Ay,
ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que so
color de religión devoráis y tragáis las casas de las viu-
das, á las cuales imponéis tributos con falsa especie de
santidad, porque simulays hacer por ellas graves sa-
crificios y oraciones en público, no teniendo vosotros
dentro del ánimo otro respeto sino la rapiña que ha-
céis á las simples mujercillas, cuando ellas piensan que
estáis hablando con Dios! ¡Ay, ay de vosotros, escri-
bas y fariseos hipócritas, porque andáis por tierras y
mares para traer algún hombre á la profesión de la ley,
y después que le haueis conquerido terna pernicio-
sas y peruersas costumbres, y no solamente no se haze
siervo de Dios y heredero del cielo, mas se queda peor
que antes, y más obligado, juntamente con vosotros,
á las penas del infierno! ¡Guiadores de ciegos que, pro-
- 175 -
feriéndoos de enseñar á los otros, no entendéis lo que
enseñáis, y encamináis la doctrina á vuestro propio in-
terés! ¡ Ay de vosotros que en las ordenanzas que tocan
á vuestros intereses y pasiones, aunque sean de poco
provecho para la verdadera caridad y piedad, allí
cargáis la mano y haceys las execuciones rigurosas, y
no teneys en nada aquello en que va mucho á la ver-
dadera religión, y de quien depende la justÍ9Ía y el
juicio y la misericordia y la fe! '> Estas y otras muchas
pretensiones son dichas en aquel capítulo por la boca
de la verdad, que nunca puede engañar ni mentir, con-
tra los falsos religiosos , que se dé vuestro loor cada
día en vuestros refítoríos por que cesase ya de algu-
nos corazones la vuestra hipocresía y los intereses y
pasiones y acepción de personas y otras cosas desta
calidad, que en los seglares parescerian feas y vergon-
zosas, y en gran perjuicio del pueblo.
A lo que el Guardian de Alba decia del Duque,
por la reuerencia que yo debo al hábito y al sacerdo-
cio, que aquel tiene, no le diré que miente, y vuestra
Reverendísima Paternidad , como superior, se lo debe
de decir y castigalle, por que las notas de sus envidias y
pasiones quiere echar á las cuestas de tan cristianísimo
señor, pudiendo llevar sobre las suyas esta carga y
otras mayores. Lo que yo sé del Duque es que en Alba
hay una devota cofradía de disciplinantes de la Cruz,
en la cual los cofrades ordenaron que no fuese admi-
tido ningún confeso á ella. Muchos dixeron que fué
induzimiento del Guardian, y no creo que fué sino su-
jestion de Satanás, que ha gana que estos se acoten y
1 Esta traducción de los versículos t3.® y siguientes dd capítulo sS, del
Evangelio de San Mateo, no es litpral.
— 176 —
aflijan por su amor, que es envidioso de las buenas
obras. En ñn, el Duque supo el estatuto, y con gran
enojo lo desbarató y mandó que aquellos entrasen en
la cofradía si quisiesen, y fuesen en ella los primeros
y preeminentes; y sé que un alcalde de Castro-Nuño,
muy honrado, hizo atestiguar falsamente contra un
convertido de Alba; y como el Duque fué certificado
dello, por quitar de trabajo á los inquisidores mandó
tomar su alcalde y azotarle públicamente por la villa
de Alba.
Este señor es muy temeroso de Dios y muy celoso
de la justicia, y su generoso ánimo es para grandes
Príncipes y no para tener pasión con tan rendidos
competidores, pues que saben que todos le sirven de
rodillas con más amor que la otra gente, cuando es
menester.
Estas quexas se representan delante de vuestra
Reverendísima Paternidad con esperanza que, si por
vuestra parte no se remedia, hay recurso al Supremo
Juez, el cual, si dilata, será por que quiere haberse
con esta nueva gente como se hubo con la otra en la
primitiva Iglesia , cuando les dixo: Tradet enim frater
fratem et pater filium eí insurgent filii in par entes et marte
eos affícient et exitis odio ómnibus hominibus propter ña-
men meum , qui autem perseuerauerit usque in finem hic
saluus erit.
Desta manera quiere Dios confirmar su gracia en
los nuevos corazones, y así estos nuevos religiosos
mancebos salen muy alegres a conspectu concilii quia
digni habiti sunt pro nomine Jesu contumeliam pati. Allá
se avengan aquellos por quien en vuestros concilios ha
venido el escándalo.
— 177 —
Vuestra Paternidad los debe aconsejar que se com-
pongan con Dios lo mejor que pudieren, pues tan mal
amenazados los tiene. Vuestra Reverendísima Paterni-
dad me perdone la libertad de que he usado en esta
petición, que dos cosas me han movido a ello: la vna,
el conocimiento que tengo del dicho agravio , que es
mucho más de lo que tengo dicho y callase por la
honra de la religión; la otra es la noticia que tengo
de la humildad y mansedumbre vuestra , con la cual
soléis curar muchos malos estómagos» y por esto os
he descubierto el mió, sometiéndome en todo a la cor-
rección de la Iglesia y a la corrección y enmienda de
vuestra Reverendísima Paternidad, a la cual nuestro
Señor Dios ponga para su Reino. Amen. — El doctor
Villalobos.
II
XLVI.
bl doctor villalobos al comendador hernando
nijEJez. '
1
MDY noble señor. Después que ví á vuestra
merced en Alcalá de Henares en vida del
Señor Cardenal, no se ha ofrecido ocasión de
más veros y hablaros, aunque lo he deseado mucho,
así por otras causas como por pediros por merced que
antes que se imprimiera enmendárades una obra mia
que he hecho sobre el segundo libro de Plinio, del
r Impreso ya todo lo anterior, el Sr. D. Pascual de Gayángos me ha
permiildo transcribir , de un tibro manuscrito de su rica y escogida
Biblioteca, las dos sigulenies cartas, copias hechas de mano del Doctor
Juan Paez de Castro, capellán y cronista de Felipe 11, ñ Ja» que sigue «i
dicho manuscrito otra copia incompleta de la réplica de Villalobos al miimo
Comendador, inserta en la página rfi de este tibro en toda su eitensióii,
pudiendo el lector ver en el Apfindice las variantes que entre una y otra
se han notado. Debían por lanío estas dos cartas preceder & lo XXIX de
esta colección.
1 Como ya indicamos en la carta XXIX, la fecha de aquélla, asi como
la de ¿sta y de la siguiente, debe ser de fines del año de i3i4. pues el Co-
mentario del libro í." de Plinio se ncabóde imprimir en Ali:alí,por Miguel
de Eguia, el la de Octubre del miaino año.
— i8o —
qual vos sois catedrático en esa Universidad, de la
qual obra creo que del doctor Salaya y de otros habréis
tenido relación. Yo envió a ese estudio a Alexandrc
de Cánovas ciertos volúmines para que los venda y dé
uno á vuestra merced. Bien sé que por vuestra in-
tercesión no valdrán ellos menos , y asi os lo pido por
merced, y que me escribáis como amigo y a la clara lo
que de la obra os parece. — Nuestro Señor etc.
XLVII.
EL COMENDAÜOR HERNANDO NoReZ AL DOCTOR
VILLALOBOS. '
Respuesta á la carta anterior.
fSíi» feeha.}
MOV noble señor. Vi la carta de vuestra
merced y la obra sobre Plínio; y pues me
mandáis que diga mi parecer sobre ella,
cumpliré vuestro mandamiento , pero diré primero lo
que Plutarcho escribe que dixo Phocyon á Antípatro,
rey de Macedonia, como habréis, señor, leído: Non
potes uti me aduiaíere et amico. Así que diré á la clara,
como á amigo, lo que siento.
El que ha de entender á Plinio, y mostrarse parte
competente para escribir sobre él , ha de tener, si no
meengaño, estas partes. Ha de ser mediano phílósopho
y más natural que moral, pues que él escnbió historia
natural, y philósopho no de burlas, ni de Joannes
De la nisDiB procedencia que li a
i
— l82 —
Andres,|ni de* Versorio, ni Majoris^ ni Coronel^ sino phi-
lósopho aristotélico, y que haya visto todas sus obras;
pero principalmente ha de haber leido con exacta dili-
gencia aquellos nueve libros de historia animalium y
los cinco de generatione^ y los quatro de parfibus anima-
lium^ Ítem los metheoros y los problemas^ los de sensu et
sensilibus con los otros que llamáis parvos ; item los de
miranda audiíione^ que algunos piensan ser de Theo-
phrasto, y otros algunos más que dexo por evitar
verbosidad. ítem, ha de haber leido y casi decorado '
los libros de Theophrasto de stirpibus, y los seis de cau-
sis plantarum^ que han de ser leidos con la misma
curiosidad y diligencia. ítem, ha de ser comunal
mathemático, mayormente astrólogo y arithmético.
ítem , ha de haber leido grace et latine todos los phi-
lósophos, oradores, poetas, historiographos , geógra-
phos y scriptores de agricultura, autores ambigui tituU
que en entrambas lenguas duran hasta nuestros tiem-
pos; de los antiguos hablo, que de los modernos
ningún caudal hago.
Sobre todo esto, y lo más principal, ha de ser gran
latino y griego, que sepa muy bien todos los rincones
y particularidades de entrambas lenguas. Quien ovierc
tenido tanto ocio, copia de libros, diligencia y gana
de saber, que esto haya visto, como fueron en nues-
tros tiempos Hermolao Var, Georgio Miróla, Baptista
Guarino, Georgio Valla, Politiano, Nicolao Leovi-
ceno, y el que habia de decir primero que todos,
Virgilio Marcello, secretario florentino, y añadiere
sobre esto experiencia de muchas cosas de la mar y
2 Es decir, sabido de coro.
_ i83 —
de la tierra, que él por si haya experimentado ó sabido
por agena relación, tenerle he yo á este por suficiente
para poner las manos en tan grave y trabajoso autor.
Los otros todos parécenme litigare in alieno foro^
como dice Marcial.
De las sobredichas cosas qué parte os cabe, señor,
a vos, nadie hay que mejor lo sepa que vos mismo,
que pues curáis las enfermedades agenas, de creer es
que no ignorareis las vuestras. Una cosa os sé decir;
que si como os consejastes con los que decis en el
principio de vuestra obra, el Papa Adriano, los del
Consejo Real, el Comendador mayor Hernando de
Vega, el licenciado Vargas, Pedro Mártir y otros, de
los cuales unos son imperitos destas facultades y
per consequens ineptos para ser jueces en ellas: óvoi xará
tyív iúpav; hoc est^ asini adlyram; otros, grandes señores
que, como ellos nunca de nadie quieren oir verdad,
tampoco la quieren decir á nadie ; así que si como os
aconsejastes con estos, os aconsejárades con tal mon-
taraz ' como yo, que no tiene que perder, sino la capa
en el hombro, no oviera padecido vuestra hacienda,
ni lo que más es de doler, vuestra honra, tanto detri-
mento. Paréceme que vuestra merced debe sobre-
seer en lo demás que decis que queréis escribir sobre
el dicho autor, ne sit quod ait Thucydides xaxbv xavÁ
Oeparnt-ütiv ^ id est ^ malum malo curare. Otras cosas más
que pasé acá con el señor licenciado Azevedo sobre
el caso, por no ser prolixo, las dexo para que del
las sepáis, y perdóneme si he sobrado en algo, porque
r Esta frase aclara las de la carta XXIX de Villalobos, donde, sin
duda por error de copia, se dice manjarra\^ en lugtf de moiitertff.
— i84 —
lo uno ser yo religioso y la conciencia , y lo otro d
amistad y querer cumplir vuestro mandado , fueron
causa que escribiese tan claro lo que sobre d n^;odo
me pareció.
CARTAS LATINAS.
AD LECTORES.'
Epístolas quasdam iocosas libuit hic insererc; vt
qui ex bello pretérito duodecim congressionum
defatigati et fastidiosi remanserint : alíquantulam
recipiant mentalem recreationem. Non ergo dijudicet
eas lector ¡inmodestas. Nam de morbis in qualibeC
domo contingentibus referunt hystorias lepidas atque
Á LOS QUE LEYEREN.
Yo quise poner aquí ciertas cartas festivas , para que en
su lectura hallase alguna recreación e! ánimo fatigado con
el enojo de las pasadas doce disputaciones. No por eso se
tema que sean desvergonzadas, pues ellas refieren casos
chistosos y divertidos de las enfermedades que suelen ocu-
rrir en las familias! aunque sí amonesto á los lectores que
I EsiBs carus latinas se imprimieron por primen «ez en ti libro del
doctor VilUIobos, litulado: Con^eisiones: vel duodecim prmdpiorum
liber Huper edUus. Cum prÍ¡iÍlegio.—M Bl. JS vuelto. ^ ^ Expücit ]ib«r
duodecim príncipiorum qui etiam congrestíones ippcllitur, in oppido Hk*
drid, isslítente caiholico rege,, martij quintadecima anno xpi. millesimo
quingenicsimo quarto décimo. ^ Ex impresKÍone Salmantina per hono-
rabilcm virum Laurentium de Liom dedeis. Anno domini milleiímo ijuiD-
gentuimo décimo quarto. 1 Liut Dea.
— i88 —
facetas. Hortor quoque lectores ne quis audeat e
ad sermonem traducere patríum. Habet enim latinu
eloquium quandam etiam in rebus absurdis moder
tionem et honestatem : quibus quilibet festiui sermón
absque calumnia per médium litteratorum pertrans:
possunt : cum tamen eosdem in barbárica lingua pr
ferré esset nefas. Alias quoque epístolas meas quas
vita scripsi amicis et optimatibus viris rcseruaui eqv
dem ponendas in ñne operis mei : in que seriem Ari
totelis exposui que de generatione et de partibus ar
malium disseruit. Nunc autem suffidant he tanquai
transacto spectaculo in conuiuio fructus oblatus.
ninguno sea osado á trasladarlas al patrio idioma; pues tiei
el latino, aun para los propósitos desatinados, cierta h
nestidad y templanza con que pueden pasar sin censoí
entre los ¡literatos cualesquiera sales y donaires que ser
indigno exponer en nuestro vulgar romance. Otras cart
mías, escritas en diversos tiempos á los amigos y á los Grai
des, reservé para el fin de la obra en que expuse las docti
ñas de Aristóteles que tratan de la generación y de las part
de los animales. Sean, pues, las primeras á modo de la (iru
que, terminado el banquete, se presenta en las mesas.
EIUSDEM DOCTORIS EPISTOLE QUEDAM
FAMILIARES DE VITA EIUS ET FORTUNA PARUM
TANGENTES.
I.
VENSRANDO GSNITORI. FRANCISCUS DE VILLALOBOS
HUMILIS FILIÜS. SALÜTEM PLURIMAM.
(Í498.)
EX tua salubérrima epístola, dilectissíme mihi pa-
ter: sex accepi conclusiones: quarum quinqué
diriguntur ad me velut paterne charitatis con-
silia : quibus vtar in prímis cum volare indpio. Sexta
vero incidentalis est quam eduxisti ex arabum sen-
tentia. Prima itaque sentit conclusio quod medicus.
ALGUNAS EPÜSTOLAS FAMIUARES DEL DOCTOR VILLALOBOS, QUE
TOCAN LIGERAMENTE EN SU VIDA Y SUCESOS.
I.— De Francisco de Villalobos, humilde hijo, ásu vene-
rado padre, — 1498.
De la carta de vuestra merced, llena de saludables avisos,
he venido á sacar, muy amado padre, seis conclusiones,
cinco de las cuales van enderezadas á mí, á mañera de
consejos del paternal cariño que han de guiar los primeros
pasos de mi carrera: la sexta, que sacasteis de la doctrina de
los árabes , es incidental.
Declara la primera que el médico, depuesto todo desea-
— 190 —
abiecta procacitate: suis conciuibus adeo debet fieri
beniuolus vt etiam in sui laborís premium minus quam
ipsi sponte soluerint libenter accipiat. Secunda cst vt
is omnifaria sit vigilantissima castitate vallatus qua ab
innumeris libidinibus quibus vndiquaque pulsaturac
oppugnatur gloriosus euadat. Tertía cst vt non fadlc
proferat circa morbos iudicium máxime prenosdcum
veluti rurales medid aut anus supersticiose atque ridi-
cule faciunt. Quarta quidem est quod eo sit iugitcr
studíosus quo indiuiduorum infinitatem vniuersaliuin
premedítala scientia cautus amplectatur. Quinta vero
est quod alieni honoris in qualibet domo sit fideüs
custos: et secretorum que sibi reuelata fuerint sit
profundissimus irregressibilisque puteas. Vltima dicit
conclusio medicinam apud árabes artem esse fidclissi-
mam. Ecce mi pater admonitiones tuas arctato cálamo
perstrinxi : quibus obediens ego daré operam magno-
ro, debe hallarse animado de tal benevolencia hacia sus con-
ciudadanos, que acepte gustoso menos aún de lo que ellos de
su grado le ofrecieren en premio de su trabajo. Es la segun-
da que viva escudado en la más vigilante y perfecta castidad,
para salir con victoria de los ataques y asechanzas con que
la sensualidad ha de hostigarle por todas partes. La tercera.
que no pronuncie de ligero el diagnóstico, menos aune! pro-
nóstico de las enfermedades, como suelen hacerlo los médi-
cos de aldea y las viejas ridiculas y supersticiosas. La cuarta.
que se consagre con tal ardor al estudio, que su maduro sa-
ber le permita abarcar juiciosamente la inmensidad de los
individuos universales. La quinta, que sea fiel custodio del
honor ajeno en todas las casas, y para los secretos que se le
confiaren, á manera de profundísimo pozo, del que nunca
sale lo que una vez cayó en él. La última afirma que la me-
dicina es arte segurísima entre los árabes.
Tales son, padre mío, vuestras amonestaciones, reducidas
— 191 —
pere moliar. Attamen si^ libet vt certior fiam aliquan-
tisper in ipsis immoremur. Videor cnim mihi: vt in
adolescentum reuertar exordia : primam esse apud me
conclusionem impossibilem : secundam necestariam:
tertiam possibilem vt in paucis : quartam contingeiitem
raro: quintam veram: et sextam falsam arÜtrabar
antequam ei aquiesceres. Primum ergo sic dedudtur:
etenim minus nihilo impossibile est. condues autem
mei pro impenso labore corporí lacerato nihilum sol-
uunt: quonam ergo modo minus acdpiam? Sunt nam-
que mihi totius incole duitatis vel amid vel non anúd:
primos profecto titulo charítatis amiddeue non remu*
nerare: alteros vero non accersire opportet. Sumut
enim hoc in pelagus plurimi velut riuuli confluentes
medid : quorum cuique apud amicos satis est laborare.
Mihi etiam aduc iuniori et ignoto vitas committere
non exiguum cuiuslibet sudoris premium extimant:
á breves palabras. Yo procuraré con todo ahinco obedecerlas;
pero para mayor certidumbre mía , plegué á vuestra merced
que nos detengamos algún tanto en su examen.
Paréceme , argumentando á modo de los exordios de los
jóvenes, que la primera conclusión es, por lo que á mf toca,
imposible; la segunda, necesaria ; la tercera, en pocos casos
posible; la cuarta, rara vez contingente; la quinta, verdade-
ra, y en cuanto á la sexta, teníala por falsa hasta veros adop-
tarla.
Argumento así respecto á la primera. Es imposible imagi-
nar menos que nada: mis conciudadanos nada me dan en
recompensa de los trabajos que fatigan mi cuerpo; /luego
cómo he de aceptar menos de lo que recibo? Los habitantes
todos de esta ciudad, ó son mis amigos, ó mis contrarios; los
primeros, á título de cariño ó de amistad, no parece bien que
me retribuyan, y los segundos es natural que no me llamen;
pues venimos á ser en este mar los médicos á modo de muí-
— 192 —
sed tanto magnum quanto.vita cunctís muneríbos
prefertur. Promittunt et insuper alii totis viribcs
et armis se perículis oblaturos et alios médicos ocó-
ssuros plurimaque commissuros nefanda, dum rahi
libitum fuerit et in solatium acceptauero. Quid ergo
ab his accipiam? Secundum vtique probo. Quomam
me castissime viuere necesitas ipsa cogít. Miüier emm
quam dedisti mihi adolescentulam et formosam adeo
radicaliter totum diuellit humorem vt nil reliquis dis-
tríbuendum supersit. Id est. nunc Frandsce fornicare
si potes: qui aduc: hercule: domi non suffidens ¿ fas
esset collega tibi explorandus erat. Dedaratur et ter-
tium. Quippe hac nostra in etate sunt grabatulis infir-
morum astantes matrone et accuratissime pretérita re-
ferentes : et importunissime interrogantes futura : quas
certe sicut preterí torum relationem in minutisfimas
partes vsque ad fastidium protractam dilatare iuuat:
ita venturorum presagia questiunculis pertinadbus in-
titud de arroyos afluentes, á cada uno de los cuales le basta
con trabajar por sus amigos. Y á mi, todavía Joven y sin
nombre, creen otorgarme recompensa no pequeña de cual-
quier trabajo con poner entre mis manos sus vidas, y tanto
mayor^ cuanto que éstas se prefieren á todos los dones. Pro-
métenme otros que arrostrarán armados y con todas sus
fuerzas, los peligros; darán muerte á los demás médicos, y
se arrojarán á los más nefandos delitos, sólo con que así me
plazca, ó con que quiera aceptarlo como satisfacción. De és-
tos ¿qué voy á recibir?
Pruebo también la segunda, diciendo que la misma ne-
cesidad me obliga á vida castísima , pues la mujer que me
disteis, joven y hermosa, tan radicalmente agota toda mi
sustancia, que para las demás nada queda. Debierais antes
decirme: «Cumple, Francisco, si puedes, con tus deberes
conyugales;» pues, por Dios, que no bastando para cumplir-
— 193 —
cessanter querere delectat : vsque adeo vt eas subter-
fugere medico sit valde diffícile príusquam incopsulte
ludida proferat in médium. Hec etiam necessitas inua-
lescit aliquo interueniente procerum aut nobili femma:
tune enim non satis est velut Esayas prophetarc : sed
dígito velut Joannes ostendere: hoc est presdssum
daré iudidum et horam et punctum omnis euentus
liquido sermone particularissimaque sententia prenun-
dare: alioquin in blasfemiam prorsus et ignominiam
inddere. Condusio ergo si possibilis est in pauds erit
languentibus miseris ac despectis. Quartum vero a me
propositum sic exponitur. Quoniam cum studere nil
aliud sit quam mentem litterís ardenter applicare: fieri
nequit ínter populorum concursus atque ínextrícabíles
curas vrgentes ánimos frequentissime. studium ergo
capessere aut domi aut in deserto quíetis viris dun-
taxat licebit. sed medico raro contingit vt valeat adesse
los, iba á consultaros si me sería permitido tomar un au-
xiliar.
Digo respecto al tercero, que en nuestros días rodean lot
camastros de los enfermos esas comadres, relatadoras minu-
ciosas de lo ocurrido, é importunísimas preguntadoras de lo
futuro, las cuales^ tanto como se deleitan en alargar hasta el
fastidio con los más insignificantes detalles la relación de lo
pasado, se complacen en hacer interminables y porfiadas pre-
guntas respecto á lo por venir. Y esto hasta tal extremo, que
se hace harto difícil al médico esquivarlas sin pronunciar in-
considerado juicio. Crece el apuro cuando interviene algún
magnate ó noble dama, porque entonces no basta profetizar
como Esaías; hay que señalar con el dedo como Juan: esto
es, emitir decisivo parecer, y pronosticar en lenguaje co-
rriente y con toda particularidad la hora y el punto preciso
de cuanto ha de ocurrir, so pena de caer irremisiblemente
en blasfemia é ignominia. Así, pues, la conclusión, de ser po*
13
— 194 -
domui vel inesse deserto: ñeque vt quiete degat. in
cuius equidem testimonium omnes: te iudice: médicos
fíde dignos mihi contestes adduco. Quintam autem
conclusionem. nuUa exceptione apposita: nullaque
arctante limitatione: simpliciter veram et approbandaní
fateor. Sed vltimam equidem arbitraban falsam. Quan-
doquidem medicina suos subditos inmenso cum labore
ductatos quassatos corpore atque inopes plerumque
fallit. ergo non fidelissima. Nam eius conseruatiuuin
régimen : euacuationes iterum : digestiones : alteratio-
nes et alia hoc genere vtilia fore non infídor : de his
tamen modérate loquendum est. Sed medicina que
circa contingentia et que in potestate dei et nature
omnino sunt posita versatur: tune aperte fallit et palam
mentitur dum suis experimentis prósperos et indutñ-
sible, lo será en algunos pocos, miserables j despreciados
enfermos.
Al cuarto punto contesto que, como el estudio otra con
no sea que aplicur ardientemente la inteligencia á las letras,
hácese esto imposible entre el concurso de las gentes y el in-
trincado laberinto de cuidados con que tan á menudo batalla
el espíritu. Sólo á hombres libres de toda inquietud es licito
entregarse al estudio en sus casas ó en el desierto ; pero el
médico rara vez puede permanecer en su casa, hallarse en el
desierto ó disfrutar de tranquilidad; y sdanme testigos» y
juez vuestra merced, los médicos todos dignos de fe, confor*
mes con mi opinión.
Declaro sencillamente que la quinta conclusión es ver-
dadera y digna de completo asentimiento, sin excepción ni
limitación alguna.
En cuanto á la última, ciertamente teníala por falsa, pues
si la medicina deja las más veces chasqueados á sus adeptos,
después de hacerlos pasar grandes trabajos, de destruir sus
cuerpos y de sumirlos en la miseria, ¿cómo llamarla fidelísima?
- 195-
tatos policitatur effectus. Preterea quod electuarijs
quibusdam et confectionibus attribuitur fragilis est
effícatie et vt ita dixerim vanum quidem : plus enim
confortat offella in aquam carnis immersa que vtique
preparata reperitur confectione alkermes non nisi in
regia vel apud magnates inuenta. ítem in vino aromá-
tico mollis madefactus pañis: aerísue frígida venti-
latió plus letificat gemmis preciosis et adamante: plus-
que auro et smaragdo aductis ab oriente, ñeque fran-
gitur lapis intra renes medicine virtute: ñeque a iun-
cturís flemma sicut gassum (?) extrahitur. omnia nisi
fallor commentitia hec reliquis post primum mendacem
more pecudum currentibus: succreuere. Quandoque
ergo incerta et infidelis est medicina, ñeque in hac
vtique lite iudices árabes sunt recipiendi quoniam in-
No niego la utilidad de su régimen higiénico, ni de sus prin-
cipios evacuativos, digestivos, alterantes y otros de este gé-
nero; si bien no deben extremarse sus elogios; pero ocupán-
dose en cosas contingentes y que caen enteramente bajo la
mano de Dios y de la Naturaleza, engaña sin rebozo y
miente descaradamente cuando promete de sus experiencias
felices y seguros efectos. Además, los que á ciertos electuarios
y compuestos se atribuyen son de escasa virtud, y por de-
cirlo así, vanos; pues más fortalece la albóndiga mojada en
agua de carne, la cual en todas partes se encuentra, que la
preparación del alkermes que sólo se halla en los alcázares ó
en los palacios de los señores. Lo mismo sucede con el pan
tierno mojado en vino generoso; y la ventilación del aire
fresco alegra más que las piedras preciosas y el diamante, y
más que el oro y las esmeraldas que se traen del Oriente. Y
ni se quiebra la piedra en la vejiga por virtud de la medici-
na, ni se extirpa el tumor de las articulaciones como se ex-
trae el dardo. Falsas invenciones todas , en mi sentir, acre-
ditadas por los que á modo de ovejas corrieron tras el primer
— 196 —
fideles de ñdelitate arbitran po
coloribus iudicare. Vale. Zamor
Anno Xpi. millesimo quadring
octauo.
charlatán. Siendo, pues, la medicini
recusarse en esta cuestión el testiir
cuanto los infieles pueden conocer
de los colores.
Guarde Dios i vuestra merced.
De Zamora, i 16 de Agosto de i
II.
GONSALO DE MOROS EGREGIO MEDICINE DOCTORI.
FRANCISCUS DE VILLALOBOS. S. P.
(i5oi.)
EXPRESSAM verborum Plinij sententíam quam
queris a me: doctor egregie: optarem quidem
intelligere: sed si dicam intelligo mentíar. Fa-
cillius enim esset quosdam illius virí conceptas: nuUo
suo verbo dictante: prophetare quam sermonis inac-
cesibilem sensum explicare, nec is etiam si reuixisset
ab inferis planum suimet intellectum expremere va-
//. — De Francisco de Villalobos al egregio Doctor
m édico Gon^a lo de Moros, — 1 5o i .
Bien quisiera , doctor insigne , comprender el sentido
de las palabras de Plinio, sobre que vuestra merced me
consulta ; pero si dijere que le entiendo, mentiría. Más fácil
fuera, en efecto, adivinar algunos conceptos de aquel escritor,
sin texto suyo, que explicar el impenetrable sentido de sus
frases; ni aunque volviese de los infiernos lograría hacer
claramente comprensible su pensamiento. Hácenseme insu*
— 198 —
luisset. Ego veré iam ferré nequct
modi qui volunt suas nobís intentio
per ignotiora verba : nostrasque de
rebus forte innaníbus et in sententi
iUis rebus librorum non esset adeo
eis operam daré vita hominum inte
absque alia cura degens non sufBdi
tauit Plinius quod: exacto suo di
opere hoc : omnia ceterorum auctoi
tinas deleturus esset: omnia enim c
bus non ineleganter tractat. et beni
propter copiam oppulentiamque do
extra suum librum esset querere
apud plerosque vt propter sermoni
penuriam nihil intra ipsum esset inu
quereris illum animam esse mortalí
fribles estos hombres que se propone
sus intenciones expresadas en oscuro
nuestra inteligencia con cosas por de
juicios, cual si de semejantes materias
cía tal de libros, que para estudiarlos <
cutera de un hombre libre de males y d(
pensó Plinio que, escrita su obra de
á quedar inútiles todas las de los demás
lo abarca y de todo trata con eleganti
luna, pues al pretender que la abundi
doctrina excusase de buscar nada fuera
que muchos, i causa ■ dz la elegancia
breza del fondo, nada más pudieran ei
Duélese vuestra merced de que 1
alma es mortal. No hallo por qué se
Je Fr'.rler
— 199 —
est quod mireris in homine presertím hoc qui tantum
sensibus tríbuit vt minime crederet nisi quod eisdem
discemere posset. quamobrem nec de angelis seu inte-
Iligentijs mentíonem fedt cum tamen illa non esse
sit impossibile demonstratum : aut motus esset sine
mouente dandus. ñeque etiam de ipso Deo virilius
arbitratus est quam illi quos deliramenta atque pueri-
lia sequutos detestatur. qui etiam exanimis auctoritate
Homeri seducitur vt dum cecus cecum duxisset ambo
in foueam ceciderint vbianimamPlinius inunortaliorem
nunc sentit quam desiderat: quia eterni cruciatus di-
gnus digna patitur mentís, nam si visu etíam ipso con-
templaretur qualiter motu rapto sol ab alio corpore
regitur: aliam molem solé digniorem atque potentío-
rem vtíque iudicaret: antequam solem deifícaret. aduc
autem et si oculi eius discipulorum Xpi. qui sua
tune etate flagrabant miraculosa ostenta cerneré me-
como éste que concedió tai importancia á los sentidos, que
sólo daba crédito á io que por ellos conocía ; por lo cual , ni
hizo mención de los ángeles ó inteligencias, cuando tan im-
posible es demostrar que no existen como suponer movi-
miento sin motor; ni discurrió acerca del mismo Dios con
más fuerza de raciocinio que aquellos de quienes abomina
por adoptar delirios y puerilidades, para venir luego él
mismo, falto de energía, á dejarse seducir por la autoridad
de Homero, y caer, como ciego guiado por otro ciego, en el
abismo, donde ahora conoce que el alma es más inmortal de
lo que quisiera, pues merecedor de eternos suplicios, pade«
ce los que sus hechos le acarrearon. Si con su propia vista
hubiera contemplado cómo el sol en su arrebatado movi-
miento es regido por otro cuerpo, antes que deificar á aquél,
seguramente hubiera imaginado la existencia de otra mole
más sublime y poderosa que el citado astro ; y si sus ojos
hubieran sido dignos de presenciar los estupendos milagros
— loo —
ruissent a corruptís certe et horreni
lucem redeuntibus animam permane
porum reassumptionem pasúm con
quod profecto nemo philosophorum
quentium infíciatus est. Et eo mag
Plinius vir in doctrinis dissertus ac i
diocris indagator quo phílosophos i
qui eñam de ípsa natura pluríma
pluraque mendada ad sensum impo
tuntur: qui non modo inter sapient
putandi verum etiam si nostro aeuo
derna chantas instolidorum carcere
duxisset. quis namque sane mentís í
nuam origine celesti natam non fate
cum istorum quedam pars sublu
anima et perfectione carentium vt
negare non poterit? Enimuero su[
que en sus días verificaban los discipulc
bicra podido aprender il cada paso de lo:
dos cadáveres, vueltos á la vida, la ir
alma y la resurrección de la carne; cosa
merced sabe . no ha puesto en duda nin¡
que sensatamente escribieron. Y es tanto
ciCín Plinio. hombre por otra parte de |
notable observador de la naturaleza, por ■
líos tilásofos que sobre ella escribieron
se empeñaron en acreditar multitud d
al sentido común, A los tales, no sólo
entre los sabios, .sino que, á vivir en c
de nuesiros no poco avisados contemp
encerrado en las cdrcelcs, para que a
locura. <Quc hombre de sano ¡«icio n
alma, libre por bu celestial oripcn, I
cuando le es imposible ncpar la indcsti
— 20I —
que inmedíate orbis lunam deferentís concauitatém in-
colit impossibile est vt corrumpatur: quomodo enim
poterít corrumpi nisi in aliud conuertatur elementum?
pars autem alteríus elementi vsque ad illum ascenderé
locum nullatenus valebit quin prius conuerteretur in
ignem. quamobrem suprema pars elementaris ignis
incorruptibilis erit : et maxime conseruata a sempiterno
contactu ipsius ceii : syderisque potentissimi conserua-
toris Ínter agentia phisica. Corpus ergo elementare
corporum imperfectissimum incorruptibile esse. et
animam rationalem corruptibilem fore ridiculosum vi-
detur: presertim cum ipsa eadem anima sit superis
affínis et propinqua magls quam ille ignis. nam quem*
admodum ceii rectores corporum inferiorum com-
probantur ita et substantie incorporee celos mouentes
inferiorum animarum rectores gubematoresque po*
nuntur. harum autem substantiarum seu angelorum
parte de estos cuerpos sublunares , que carecen de alma y
no admiten perfeccionamiento? No es ciertamente posible
que la región superior del fuego, que inmediatamente llena
el espacio del círculo conductor de la luna , sea corruptible;
pues ¿cómo había de serlo sin convertirse en otro elemento?
Ahora bien, ninguna parte de otro elemento podría llegar
hasta allí sin transformarse antes en fuego, y por tanto, la
parte superior del elemento fuego será incorruptible, y es-
pecialmente conservada por el eterno contacto del mismo
cielo y del potentísimo astro conservador entre los agentes
físicos. Cosa por cierto ridicula sería que el cuerpo, el más
imperfecto de los elementos corpóreos, fuera incorruptible»
y que no lo fuese el alma racional ; sobre todo cuando esta
misma alma es más añne y propincua á Dios que aquel
fuego; pues así como está averiguado que los cielos rigen los
cuerpos inferiores, así se admite que las sustancias incorpó*
reas que mueven los cielos, dirigen y gobiernan las almas
— 202 —
vicinitatem anime nostre sortientes tanto efíicatius ab
eis confouentur et conseruantur quanto angelí celis
efñcatiores sunt agentes atque fortiores: et quanto
animarum ad eos propinquitas vicinitasque veracior cst
quam illa que ignis ad orbem lune : illa enim est per
accidens. scilicet per quantitatem: hec vero per essen-
tiam nobilem et substantiam : qua vnus ángelus altcri
propinquiordicitur quam angelis celorum corpora. phi-
losophice igitur posset probare vel cognoscere Plinius
animas esse hominum immortales. Acdpe ergo: doctor
insignis: epistolam hanc corrigendam aduersus Plinium
machinatam. et da veniam familiaritati. nunquam enim
huiusmodi concertationem apud alium ausurus sum.
tecum tamen aperto corde conceptus reticere non
valeo. Problemata que ad me misistí auidissime sus-
cepi: gratias ago. pater amantissime. ceterum de visi-
inferiores. Nuestras almas, pues , por influjo de la vecindad
de aquellas sustancias ó ángeles, son por éstos sostenidas y
conservadas con tanta mayor eficacia cuanto que los ángeles
son más enérgicos y poderosos agentes que los cielos, y
cuanto es más cierta la inmediación y cercanía de las almas
á ellos que la del fuego al circulo de la luna; pues aquella
lo es por accidente , es decir, por cantidad , y ésta por esen-
cia noble y sustancia; lo que hace que digamos que un ángel
está más cercano á otro que los cuerpos celestes á los ángeles.
Bien pudo, pues , Plinio conocer ó probar por filosofía que
las almas de los hombres son inmortales.
Reciba vuestra merced, insigne doctor, debajo de su
corrección esta epístola dirigida contra Plinio, y perdone el
exceso en la confian¿a; que si nunca con otro me atrevería
á debate semejante, con vuestra merced abro mi corazón y
me es imposible callar lo que pienso. Recibí con gran entu-
siasmo los problemas que me enviasteis, y doy gracias á mi
— 2o3 —
tatione pauperis miUtís ac nostra conuíctu quicquid
dccreucris faciatn. Junij vicésima. Anno quingenté-
simo primo.
amantisimo p^dre. Sobre la visita del pobre i>oldado y sobre
nuestro convite, har;: lo que mandáredes.
A 20 de Junio de i Soi años.
;
III.
GONSALO DE MOROS MEDICINE DOCTORI CELEBRANDO.
FRANCISCUS DE VILLALOBOS. S. P.
(i5o7.)
1LLUSTRISÍM1 comitis mein prímis salutis narrationem
expostulas, impossibile est quod petis: quod enim
non est enarrari se prohibet : indefinibile est : inena-
rrabile est. ipse namque profecto neo habet ñeque
habere desiderat valitudinem. cumque plurímis abun-
det superfluis euacuandis nil tamen ita superíluum
hic velut medicum video, etenim hypocraticas vias
ex aduerso adeo libenter errat vt pontem a tergo
///. — De Francisco de Villalobos á Gonzalo de Moros,
célebre Doctor médico. — iboj.
Desea vuestra merced, ante todo, que le dé noticias de
la salud del ilustrísimo Conde ; y esto es imposible, porque
lo que no existe escapa á toda narración. Ello es cosa indefi-
nible é innarrable, porque ni el Conde tiene mejoría ni
quiere tenerla; y aunque en él hay superabundancia de hu-
mores, de que convendría librarle, nada veo aquí más
supérfluo que el médico. Deleitase tanto en ir contra los pre*
ceptos de Hipócrates, que, como suele decirse » de|a corúulo
— 2o6 —
rumpat: vt aiunt ne fuge vel spcs redeundi su-
persit: quoniam dum ei febris cum ímmodento
inualescit errore: eumque coníligit vsque ad infcri
portas non piget: pudet: aut penitet eum medi-
corum regulis deuiasse: seque omnino contra stímu-
lum calcitrasse; sed potius hec in verba prorumpit: O
flagrantissimum atque tartareum incendium et o men-
dacissimum Hypocratem ac meretriculam Auicennam.
deinde clamitans ait: testor Deum predosissimamque
Dei genitricem me mediéis non crediturum ñeque
eorum legibus obtemperaturum: sed que lilis tre-
menda fugiendaque produntur me in posterum com-
missurum. Iterum et post paulumper Auicennam allo-
quitur tanquam feminam inquiens: quidnam ais tu
canitula sarracena: viperamne esse funestam? confi-
ciatur ergo protinus mihi viperarum cibus: ego cum
tollam et bibam per immortalem Deum. hec et alia
el puente á sus espaldas para no conservar esperanza de
huida ó de vuelta; pues cuando la fiebre se le agrava con sus
excesos, consumiéndole hasta ponerle á las puertas del in-
fierno, ni se duele, ni se avergüenza, ni se arrepiente de ha-
ber violado los preceptos de los médicos y dado coces contra
el aguijón, sino que por el contrario, exclama: — ¡Qué arden-
tísimo y qué infernal fuego! ¡Falsísimo Hipócrates y mise-
rable meretriz Avicena! — Y continúa en voz alta sus lamenta-
ciones:— Pongo á Dios y á su preciosísima Madre por testi-
gos de que ni daré fe á los médicos, ni obedeceré sus man-
datos, antes haré lo que ellos condenan como funesto y acon-
sejan se evite. — Luego vuelve á tomarla con Avicena, y cre-
yéndola mujer, encárase con ella, y dice:— ¿Por qué afirmas
tú, miserable perra sarracena, que la víbora es dañosa? Há-
ganme al punto un caldo de ellas, que, por Dios vivo, voy á
bebérmele. — Estas y otras muchas injurias de este género vo-
mita incesantemente contra los médicos; y cuando le deci-
— 207 —
plura in hanc sententíam assiduo clamore contorquet
in médicos, et dum aliqucxl epulum a nobis pronun-
ciatur exitiale tune sese attoUit erígitque supra lectum
more tremebundi gigantis et radiantibus oculis vo-
ceque rauca ac horrendo latratu : ait : quisnam ex au-
toríbus hoc vobis prodidit xpianissimi? at vero ego
humilis admodum et contractus ore trémulo Auicen-
nam refero tradidisse. ad hoc autem Ule mihi : o ana-
thema et tu me canibus sarracenis crediturum admo-
nes: ego te ignibus comburendum tradam per euan-
gelia sacra.
Hec ergo sunt: reuerende doctor: que in promptu
mihi offeruntur narranda tibi: preter alia plurima
quorum seriem equidem ad hystoriam potius quam
epistolam pertinere arbitror. de prenostico vero
astronomi quo meum natum fortunatissimum medi-
cum futurum recitas si quid sentiam interroges dicam
mos que tal manjar es pernicioso, incorpórase y se levanta en
la cama, y á modo de espantable gigante, con ojos cente-
lleantes, voz ronca, y horrible alarido, exclama: — ¿Cuál de
vuestros autores, cristianos nuevos, os lo enseña? — Lleno de
humildad, encogido , y con voz temblorosa , contéstele que
Avicena, y entonces me dice: — ¡Maldición! ¿Y eres tú quien
me aconseja que dé crédito á los perros sarracenos? ¡Por los
Santos Evangelios que te haga entregar á las llamas para que
te consuman!
Esto es, honrado doctor , lo que por ahora se me ofrece
escribiros, dejando aparte otras muchas cosas que, en mi sen-
tir, más son para historia que para carfa. Si me preguntareis
mi parecer acerca del horóscopo del astrónomo, según el
cual decís que mi hijo ha de ser médico afortunadísimo,
diría á vuestra merced qué es absolutamente imposible que
cosas incompatibles concurran en un mismo sujeto. Porque
si médico, ^cómo afortunadísimo? Y si afortunadísimo»
— 2o8 —
incompatibilia in idem coincidere omnino esse impossi-
bile. Nam si medicus non fortunatíssimus : si fortuna-
tissimus non medicus. nec alio teste indigemus ab eo
quem in presentiarum adduximus. quomodo enim
fieri fortunatus potest qui assiduo crudatu corpore
laborare et spiritu angi quotidie cogitur? Quilibet enim
artifex quantumlibet mechanicus proprij domicilij non
egreditur limina vt suum exerceat opus etiam si ad
ducum atque potentium necessitates explendas fieri de-
beat: medicus tamen in quantalibet sublimitate con-
stitutus: vellit: noUit: omnes percurrere domos: per-
qué cuneta pauperum debet semper euagari tuguria.
non rígido procellosoque: non tonitruis pleno atque
fulmíneo tempori parcit. ñeque etiam feruidas ct es-
tuantes ñammas puluerulentaque vitat incendia, non
trémulas cauet scalas dubiorum graduum in sursum
perpendiculariter erectas: nec lectulos sórdidos hu-
leóme podrá ser médico? Ni para probarlo hace falta más
testimonio que el que ya aduje. <;Cómo puede ser afortuna-
do el que cada día siente destruido su cuerpo por incesante
tormento, y trabajado su espíritu por indecible angustia?
Todo artífice , hasta el mecánico, no pasa para trabajar en
su menester los umbrales de su domicilio, aun cuando lo
haga por encargo de duques y poderosos; el médico, en
cambio, por reputado que esté, de grado ó por fuerza tiene
que visitar una casa tras otra, y recorrer sin tregua los tugu-
rios todos de los pobres; y ni los hielos ó las tormentas, los
truenos ó los rayos le detienen , ni se guarda de las polvare-
das y ardores del estío, ni le arredran las movedizas escaleras
de inseguros y enhiestos peldaños, ni le causan asco los su-
cios camastros empapados en sudor y rebosando mugre, ni
los pestilentes y nauseabundos olores le repugnan, ni el mor-
tífero contagio le espanta. Con esto, no consigue escapar á
los baldones de la suerte , ni eximirse de las acusaciones de
— ao9 —
mentes sudore ac ceno delibutos abominatur: non
execrandos pestílentesque dedignatur olores, ñeque
mortalitatis contagia exhorresdt : non vtique fortuitas
fugare valet ignominias : ñeque homiddiorum depe-
Uere notas, et ad sununum noctu diuque iu^ter labo-
rando aut inopem dudt senectam aut íilios pauperes
ostetricesque filias superstites relinquit. Ex his ergo
ac ceteris que ností astronomi tui apertum videbis
mendadum : ignoscat ille conuidjs quisquís sit. et pre-
fecto d me superi faueant ñeque eousque mecum
fortuna seuiat ex me genitus nunquam erit medicus
nid extra meam se potestatem erípiat aut nid presdssa
dt vdut a texente vita mea. dum aduc ordiar: nunc
enim non nid trícesimum ac tertíum annum post ter-
gum relinquo. Vale. Aprilis vicésima secunda anno
Xpi. millesimo quingentésimo séptimo.
homicida, para venir al cabo, tras incesante trabajo de día y
de noche, á consumir su yejez en la pobreza, y á dejar á sus
hijos en la miseria y á sus hijas de comadres.
Por éstas y por las demás circunstancias que son conoci-
das de vuestra merced, os será manifiesto el error de ese astró-
nomo. Perdone, quien quiera que él sea, las injurias; y en
cuanto á mí, si Dios me tiene de su mano, y la suerte no se
ensaña conmigo, el que de mí nació jamás será médico, á
no emanciparse de mi potestad, ó mientras la Parca no corte
el hilo de mi vida, que hasta ahora sólo deja á las espaldas
treinta y tres años.
Conserve Dios la persona de vuestra merced.
22 de Abril de 1 607.
u
IV.
VBNBRANDO GENITORI. FRANCISCUS DB VILLALOBOS
HUMILIS FILIUS SALUTBM.
(i5o7.)
^RosPBRAM illustrissimi ducis Federíd valitudi-
nem te meam ob causam appríme cupere dids.
gratias ago dilectíssime mihi pater. at qualiter
succedat me interrogas, de hoc certe nihilum hactenus
boni dijudicare valeo. innumeris enim morbis ipsum
circumuallatum noueris. hac febres nouelle cum vete-
ribus complícate congrediuntur. illac autem virtutb
imbedllitas cum apetitus deiectione atque nauseatiua
IV .--Francisco de Villalobos, humilde hijo, dsu vene'
rada padre. — 1 507.
Díceme vuestra merced que desea mucho, principal-
mente por mí, la mejoría del ilustrísimo duque don F«-
drique ; y yo agradezco á mi querido padre su deseo. Pre-
gúntame luego vuestra merced sobre lo futuro; 7 acercí de
esto hasta ahora nada bueno puedo pensar; porque habéis
de saber que le asedian infinitas dolencias, y por una parte
le combaten nuevas fiebres, complicadas con las antigaas«
por otra le acechan el decaimiento de ñierxas » la fidta de
— 212 —
satietate obsidionem parat. a dextris vero et a sinistrís
meatuum obstructíones menbrorumque nobilium du-
rissime opilationes infestant : hinc ethica istínc insultat
hydrops. Iterum et profluuium ventrís indigestum
corporis edifícium dissoluit sitísque validissima atque
inexorabilis cruciat. quid multa? ita equidem totum
Corpus tirannice occupatum ab hoste video vt quam
in arcem anima tuta confugiat non fadle introspidam:
de cetero in meam salutem magnam ac preferendam
impenderé curam admones. faciam equidem dum tem-
pus adsit. nunc autem quoniam mihi viuere nefandum
esset alteri vt moriar opportet. Nos enim dum alienas
custodire vitas machinamur interim amittere proprias
non dubitamus. nostrum quoque obeundi modum
fugere non licet. quippe transfretantes procellosum in
mare summerguntur. milites vero horrendo truddan-
tur in bello atque venatores inter nemorum saltus
apetito y el nauseabundo hastío; por ambas le acosan
cruelmente obstrucciones de las vías é hinchazones de
sus nobles miembros , y si por un lado le ataca la fiebre
ética, por otro le toma la hidropesía. Además, la diarrea
destruye la desordenada trabazón de su cuerpo, y una ar-
diente é insaciable sed le devora. ¿Para qué he de decir más?
Baste que observo al enemigo enseñoreándose con tal tiranía
del cuerpo todo, que no veo fácilmente á dónde ha de refu-
giarse el alma para estar segura.
Por lo demás, aconséjame vuestra merced que atienda
ante todo al cuidado de mi salud. Así lo haré cuando tenga
tiempo para ello, que ahora, como mirar por mi vida sería
criminal, conviene que la sacrifique por la de otro. Nosotros
los médicos, mientras andamos discurriendo medios para
salvar lasagenas, no vacilamos en perder las propias, sin
que nos sea dable escapar á nuestro género de muerte; pues
si los navegantes se ahogan en los borrascosos mares, los
— 2X3 —
lacerantur. medici tamen feculentis humoríbus vapo-
ríbusque funestis ingurgitatí suffocamur: pessimum
genus mortis post miserrímum vite genus. Deinde. mi
pater: in concertationibus nunquam victoríam aut glo-
ríam sed beniuolentían ex doctoríbus querere iubes.
nos vtique ínter nos non confligimus sed vnanimes
egrum de malo regimine corrígere tentamus ab eoque
sedulo victi restamus. Iterum et quid me pro tanto
labore pariter et exilio lucri fecerim expetis. hactenus
nihil certe preterquam plurimas noctes gélidas insom-
nes capere: nec inter diu quietem aut respiratíonem
excipere. et innumeris pulicum ac dmicum turbia
escam de propria carne distribuere: est enim curia in
exiguo vicu et nos angustíssimo in hospitio. ítem aS
atro et infinito muscarum agmine inportabiliter obsi-
deri. pessimam volucrem obliuiosam et incastigabilem
detestor. preterea inter assiduas animi tristitias mero-
soldados caen sin vida en la horrible guerra , y los cazadores
perecen desastradamente en lo intrincado de las selvas, los
médicos sucumbimos asfixiados entre densos vapores y da-
ñosas emanaciones; pésimo género de muerte tras una vida
miserabilísima. Prcviéneme después vuestra merced que en
las discusiones con los doctores nunca busque la victoria ó
la gloria, sino la benevolencia. Nosotros no luchamos unos
con otros, sino que unánimes tratamos de corregir de su mal
régimen de vida al enfermo, el cual frecuentemente triunfa
de nosotros. También me preguntáis qué ganancias he repor-
tado de mis grandes trabajos y de mi destierro. Hasta aquí
ninguna otra sino muchas noches pasadas en claro y con frío,
sin hallar por el día respiro ni descanso, y teniendo que dar
la propia carne en alimento á inmensas nubes de pulgas y
mosquitos, puesto que la corte asienta en mezquina aldea, y
estamos albergados en reducidísima posada. Luego nos en-
vuelve negro é insoportable enjambre de moscas, insecto
— 214 —
rosque íluctuari: Ínter medicine impotentíam et patien-
tis impatientiam drcumuolui. hec et alia id genus mea
lucra fuisse scito. rursus darissimi viri Femandi de
Vega vitam fortunamque: amantissime pater: scire de-
sideras quandoquidem parentis eius vetustissimam te
contraxísse amiciciam summopere laudas, ego equidem
non noui hominem. peregrinus enim sum in curia, et
hec ignoro, quod tamen audiui pauds verbis edisse-
ram: eam fortunam sortitum esse fertur vt apud catho-
licum regem nulli secundus extimetur. et eam vitam
constanter assectatum vt eius animus prudentie: tem-
perantie: fortitudinis et iusticie nostro aeuo domid-
lium iudicetur. Ter me illum vidisse memini viri as-
pectum philosophum: sapientem raramque loquelam
atque sobrium incessum admirabar. videbarque mihi
quendam Fabium Cunctatorem Leliumue ab inferís
transfugisse: ceterum de meo in patriam regressu
que detesto por olvidadizo é imposible de castigar. Con esto,
fluctuar entre continuas pesadumbres y aflicciones de espí-
ritu , y vivir encerrado entre la impotencia de la medicina y
la impaciencia del paciente. Estas y otras semejantes han
sido mis ganancias.
Asimismo desea vuestra merced noticias de la vida y
sucesos del dignísimo varón Hernando de Vega, por cuanto
tenéis en mucho la antiquísima amistad que con su padre os
une. Yo, á la verdad, como pasajero en la corte, ni le co-
nozco, ni sé de estas cosas; mas diré en breves palabras lo
que he oido. Dicen que ha sido tan afortunado, que se le
tiene por el primero en el favor del rey Católico; y que por
su constante modo de vida repútase su juicio como asiento
de la prudencia , de la templanza , de la fortaleza y de la
justicia en nuestros días. Tres veces me acuerdo de haber
visto á aquel sujeto, cuyo aire de filósofo, sabia y poco fre-
cuente palabra, y noble andar, me llenaban de admiración.
— IIÍ —
Deus nouit cuius sunt omnia. Vale. Septembns vicc-
^ ama quinta anno Xpi, miUesimo quingentésimo sep-
dmo. in Sancta Mana de Campo.
pareciíndome estar viendo á otro Fabio Cunctator ó á un
nuevo Lelio, vuelto de los inñernos.
De mi regreso á ta patria. Dios, en cuya mano está todo,
■abrá el plazo cierto. Él quede con vuestra merced.
De Santa María del Campo, á aS de Setiembre de 1S07.
i
V.
PRINCIPI STRENUISSIMO DOMINO GARSIE DE TOLETO
ILLUSTRISSIMI DOMINI FEDERICI DUCIS DS ALBA DI-
LECTISSIMO PRIMOGÉNITO. SALÜTBM PLURIMAM.
(i3o8.)
EPÍSTOLA M tuaní iocosis vrbanitatíbus plenam ac-
cepi eamque preclarissimo patre ac omni proce-
rum turba circumstante coram legi: cuius morda-
cissima elegantía omnes in risum paríter et stuporem
coegit: at vero ego solus non ridebam. quem omnia
transñgebant tela, attamen si dijs placet inultus non
V. — Al valeroso Principe Don García de Toledo, primo-
génito del Ilustrisimo Señor Don Fadrique^ Duque de
Alba, — i5o8.
Vuestra carta, llena de sabrosos donaires, llegó á mis
manos, y la leí á vuestro ilustre padre y al cortejo de gran-
des señores que le rodeaban, los cuales, á un tiempo mismo
rieron sus incisivos y elegantes conceptos, y quedaron es-
tupefactos. Solo yo, en quien venían á clavarse todos los
dardos, no me reía; pero placiendo á Dios, no quedaré sin
— ai8 —
moriar. Paterne dispositionis: fortissime vir: ex meque-
rís ' : deinde Hypocraten Galenumque detestarís. De
cetero me dei parricidam cálumniaris. et fidelium cru-
delissimum hostem proscríbis. hec in summa sunt
iacula quibus fulminas, ad quorum primum hoc vnum
dicam me prophetam non esse. si cur id referam in-
terroges. quia non paterne imbecillitatís presentem
queris statum : sed f uturi atque desideratássiini obitus
certum celereque presagium me predicturum expos-
tulas, hoc vtique verius est recentiusque parríddium:
non quesitum inuentumue vltra millesimum quadrín-
gentesimum septuagesimum annum. O funestum de-
siderium. cum pater tibi libentissime dederít esse: tu
eum non esse ardentissime cupis: ille te vsque ad sy-
dera tollere non desinet: tu iUum vsque ad bíferos
venganza. Vuecencia, esforzado señor, me pregunta por el
estado de salud de su padre, y luego abomina de Hipócra-
tes y de Galeno, y al cabo me acusa de parricida de Dios,
y me condena como cruelísimo enemigo de los fíeles. Tales
son, en suma, las acusaciones que contra mí lanza. A la pri-
mera le respondo que yo no soy profeta; y si me preguntare
por qué lo digo, contestaré que porque no quiere saber de
mí el estado actual de postración de su padre , sino que le
pronostique pronta y seguramente su futuro y ansiado falle-
cimiento. Este sí que es más cierto y nuevo parricidio,
nunca preguntado ni inventado después del año 1470. ¡Oh,
funesto deseo! Vuestro padre os dio el ser muy de su grado,
y vos deseáis ardientemente que le pierda; él no cesa de en-
salzaros hasta las estrellas, y vos no dejais de deprimirle hasta
los infiernos; él anhela que por todas partes se os escuche, y
vos ansiáis que no sea oido en ninguna. Esta perniciosa
I Hay errata en esta frase, y parece que debió escribirse : púUme du^
positionis statum (ó b\tn presagium) etc
— ai9 —
summergere non cessabis. Ule te vbique audire ardet:
tu illum nusquam audiri flagras. Pemitiosum hoc fla-
gicium adeo tenadter fíxum est precordijs ossibüsque
inheret vt iam ipsa consuetudo peruersa non sit altera
sed prima et principalis natura quod geniti parentibus
ita gratis succenseant sicut genitores ardenter amare
fílios eadem natura cogit. Deinde Hypocratem detes-
taris et Galenum calcitras quasi grauissimam tibi infe-
rentes iniuriam ex eo quod vitam parentis illesam
vehementissime custodire moliuntur. Sed iam illud
in vulnus ferré non valeo quod in me infligere tentas
me. scilicet. fídelium hostem crudelem. Napi quis
duce fidelior? quis te duds inimicior? Ad cetera tán-
dem quid referendum nosti: quippe Redemptorem
nostrum ab iudeis falso accusatum et a paganis prop*
ter scelera nostra inique condemnatum accepimus.
infamia se encuentra tan profundamente arraigada en las
entrañas y pegada á los huesos, que ya esta perversa costum-
bre no es segunda, sino primera y principal naturaleza, que
hace que los hijos se irriten contra los padres, con tan poco
fundamento, como grande es el ardor con que la misma na-
turaleza obliga á los padres á amar á los hijos.
Abomina vuestra Excelencia de Hipócrates, y maltrata á
Galeno, cual si os infiriesen la mayor injuria con procurar
ardientemente mantener ilesa la vida de vuestro padre. Pero
lo que no puedo llevar en paciencia es la herida que vuestra
Excelencia trata de inferirme llamándome desapiadado ene-
migo de los fieles. Pues ¿quién más fiel que el Duque? ¿Y
quién más enemigo del Duque que vuestra Excelencia?
Finalmente, sabéis bien lo que debe decirse del resto de
vuestra carta, pues nos consta cómo nuestro Redentor fué
falsamente acusado por los judíos, y á causa de nuestros
pecados inicuamente condenado por los paganos. A decir
verdad, ignoro de cuáles es vuestra Excelencia; elija, pues»
— 220
Tu vero quorum sis nesdo: elige ergo. bene potes et
conuitia portare communia non egre feras. Vale.
aprílis quintadecima anno quingentésimo, vüj.
como puede, y acepte resignado la parte que en los pecados
de todos le corresponde.
Viva vuestra Excelencia muchos años.
Abril 1 3 de iSoSaños.
VI.
REOERENDO DOCTORI DE LA PARRA PROTHOMEOICO.
FRANCISCUS DE VILLALOBOS. P. P.
(i5o8.)
DuM nuper a te digrederer primitus salamanticam
petij : portasque ciuitatís ingressus egregium
Bernardinum meum obuiam habui: qui me op-
tatissime amplexus secumque ducens suam in domum
iumento desilire coegit: vbi cum eodem ac vxore mo-
desta quibusdamque amicis congratulantibus milü
tríduum moras feci. quo equidem in tempore in para-
diso mihi epicúreo quieuisse visus sum : inter ampias
VI. — De Francisco de Villalobos al honrado doctor de
la Parra, protomédico. — i5o8.
El primer lugar á donde me encaminé después de sepa-
rarnos, fué Salamanca; y al entrar por las puertas, salióme
al encuentro mi excelente Bernardino, el cual, abrazán-
dome tiernamente con gran anhelo, me llevó consigo y me
obligó á echar pié á tierra á la puerta de su casa, donde en
su compañía y en la de su modesta mujer y de algunos
amigos que vinieron á felicitarme, me detuve tres dfas. Todo
— 222 —
dapes: exquisitos peregrinosque cibos: et nonnulla
vina decennia suauissime fragrantia : ac omnia genera
camis volatilium et quadrupedum a montuosis sturnis
fasianisque vsque ad domesticorum crura salitorum
non certe porcorum sed anserum : iam intelligis quid
pro quo: sic enim interdum vtitur apud nostram fami-
liam. quid multa, postquam ventrem valde oneratum
atque epulis vsque ad guttur plenum sensi tune recesa:
et Metinnam pergens dum in quodam vicu intermedio
sisterem oculos attollens ecce video vniuersum orbem
ruentem : fugientes arbores : atque circumgirari tellu-
rem horrenda quoque in aere phantasmata ac rerum
inaccessibiles vmbras. His ego perterritus ncuissimam
soeculi diem ratus antequam orís limine simbolum apos-
tolorum iamiamque egredientem mitterem stomachus
iaculans et os felle et aceto ingurgitans cunetas dba-
riorum reliquias magno cum discrimine mentís euo-
este tiempo me parece haber descansado en epicúreo paraíso,
entre espléndidas comidas, raros y esquisitos manjares, algu-
nos vinos añejos de diez años y de suavísima fragancia, y
todo género de carnes de animales y volátiles, desde los sil-
vestres estorninos y los faisanes, hasta los pemiles salados, no
ciertamente de los puercos, sino de los domésticos ansarones.
Ya entiende vuestra merced el quid pro quo, que así se acos-
tumbra á las veces entre nosotros. En suma, cuando me sentí
con el vientre bien repleto, y atascado de comida hasta el
cuello, salí de allí camino de Medina; mas al detenerme en
cierta aldea intermedia, levanto los ojos y veo que el universo
se desploma, que los árboles huyen, que la tierra da vueltas
en derredor mío, y que por los aires vuelan horribles fantas-
mas y sombras impalpables de los objetos. Sobrecogido de
espanto, y creyendo llegado el fin del mundo, traigo á mis
labios el Símbolo de los Apóstoles; pero antes de pronunciar
la primera palabra, con el estómago levantado y la boca
— 223 —
muere, tune equidem magnos boatus et sonos more
hird conflabam: nec illam desini crepitantem musicam
quousque toto exonerato ventre villid domidlium
impleui. inde ergo adminiculo seruorum assurgens lee-
tulum arripui. inuasit me rigor et hórrida fractio quem
subsequuta est tertiana quedam ex puris cuius equidem
occasione Metinne commoratus pharmacum hauñ: et
euasi deo gratias. Hinc itaque domum profidscor vU
vxorem crassam reperí sucd plenam et pulcram expec-
tantem nuptias et expetentem non modo presentes ac
possibiles : verum etiam cum preteritis futuras vsque
ad impossibile: obstupui. heu me miserum quo pergam
quoue fugiam. vndique drcumstant pericula: vndique
naufragia cum nuper ob repletionem semanimis enataui:
nunc autem ob inanitionem timor mortis conturbat me.
opportebit enim ómnibus sudare medullis totumque
caloris pabulum antelucanis absumere. In hoc vtique
rebosando hiél y vinagre, vomité, á punto de volverme loco,
los restos de cuanto había comido. Siguiéronse grandes mu-
gidos, eructos y ruidos como de macho cabrio; estrepitosa
música que no cesó hasta que , exonerado completamente el
vientre, dejé bien repleta la casa del rústico. Luego, levan-
tándome con ayuda de los criados, me metí en la cama, y
allí me acometió horrible frío y quebrantamiento de huesos,
seguidos de una franca terciana que me obligó á trasladarme
á Medina y apurar la farmacopea. Al fin escapé salvo, á Dios
gradas.
Marché á mi casa, y hallé á mi mujer robusta, llena de
vigor y hermosa , esperando sus bodas , y pidiendo no sólo
deudas recientes y de posible pago, sino Us atrasadas y las
futuras hasta lo imposible. Quédeme estupefacto. ¡Ay de mí,
desdichado! exclamé; ¿dónde huiré ó adonde me encaminaré?
Por todas partes me rodean peligros y naufragios; pues ape«
ñas escapado de la indigestión, casi exánime, la debilidad me
— 224 —
cogitationum conflictu dum essem intra me dicebam.
ego hercule plusquam possim non laborabo: eamusergo
cubitum: menbrum enim cuius est expeditiohec statuet
prefinietque metham vltra quam labor irritus crit. Ita-
que bellum ex vtraque parte impetuose committitur:
sed in primo congressu cecidit dux generatiue militie
et tune virtutes omnes abierunt terga vertentes: cgo
autem stertere profundissime cepi. at illa tum furibunda
manus in me violentas atque superbas iniecit inquiens:
Nonne pudet prope finem biennij hora noctis prima
somnum ñngere vulpécula: adeo repente me fastidio
habuisti vt similitudinem stupendi cadaueris accipere
preeligeres quam mihi tu o expectatissimo aduentui
gratulanti te dulcis et vsitate conuersationis preberes.
loquere tantummodo nil tt aliud quicquam peto: ncc
tibi inherere mihi licebit per deum atque hominum
fidem. Ego vero cum quid referrem nesciebam pa-
causa temores de muerte, como quiera que va á serme pre-
ciso sudar los tuétanos y consumir hasta el amanecer todo el
calor natural. En este batallar de mis pensamientos» decía
para mí : «Vive Dios, que yo no he de trabajar más allá de
mis fuerzas; con que vamonos á la cama, que ya la parte á
quien tales funciones tocan sabrá definir y señalar el límite
fuera del cual todo esfuerzo es perdido.» Trábase el combate
con igual ardor por ambas partes; mas al primer encuentro.
desmaya el general de la hueste generativa , y con esto todas
las fuerzas abandonan el campo, volviendo las espaldas. A
poco comencé á dar fuertes ronquido^, y entonces mi mujer,
furiosa, me sacudió con violenta ira y me dijo: «¿No te da
vergüenza, miserable zorro, de venir al cabo casi de dos años,
y en las primeras horas de la noche á hacerte el dormido? ¿Tan
pronto te has hastiado de mí que prefieres tomar la aparien-
cia de un rígido cadáver á entregarte á la dulce y acostum-
brada conversación con tu mujer, que se regocijaba de tu
— 225 —
rumper obmutui. Illa autem a tergo asseuerantissinie
stimulans in effrenatum ac indomitum risum me pro-
rumpere coegit. sed illa quid: inquit: rídes inuerecunde:
ludisne me. ego autem respondí, non ludo certe mu-
lier sed rideo quia cum iuste accusatus sim excusalí
nequeo nisi in verum ex fído cadauere amuertan
enimuero labore pretérito iugiter laceraius apud
egram ducis dispositionem : plurimis quoque peregri-
nationibus admodum fessus: ac tándem precedenti
morbo extenuatus. et imbecillis si forte modo somnum
quietemque non excipiam quid futurum censes: nisi me
in repentinum atque inopinatum tumulum transferri.
Tune vtique spiritu sancto cooperante annuit illa : v^
niamque petiuit. De cetero nec multum inmioratus
sum apud vxorem. quatriduo nanque ibidem exacto
accersitus domum illustrissimi comitis Beneuenti perre-
xi: eius enim primogénita charissima languescebat.
anhelado regreso? Habla, no te pido otra cosa, pues por Dios
y por los hombres te juro que no has de acercarte á mí.»
Estábame yo callado, no sabiendo qué contestar, y entonces
ella, dándome fuertes empujones en las espaldas, me hizo
prorrumpir en desenfrenada risa que no era dueño de conte-
ner, i ¿De qué te ríes, desvergonzado? me dijo, ¿te estás bur-
lando de mí?» — i No me burlo, mujer, le contesté yo, pero
me río de que, acusado justamente, no puedo excusarme»
sin convertirme de muerto de burlas en muerto de veras;
pues enteramente abatido con la pasada fatiga de la en-
fermedad del Duque; cansado sobremanera de tanto viaje, y
últimamente, débil y extenuado por reciente dolencia, si no
logro dormir bien y reposar, ¿qué piensas va á ser de mf sino
caminar á una muerte repentina é inesperada?» Quiso el
Espíritu Santo que con esto se convenciera y me pidiese
perdón.
No estuve mucho tiempo en su compañía» porque A los
15
— 226 —
hic tamen nihil memoratu dignum mihi contigisse no-
ueris preter nobilissime puelle dei opera valitudinem
restitutam. inde dilectissimum mihi visitaui parentem:
eumque moribundum inueni: perqué senium iamprí-
dem deñcientem. quam ob causam omnia eius bona a
domesticis subrepta predonibus propter absendam
meam intellexi. sed patrem miser obiturum lamentans
nil de patrimonio curaui. et quoniam morbus incurabi-
lis erat patiebatur enim in etate decrepita omnium
ferme menbrorum paralisim atque mollifícationem ideo
rebus dispositis et patre sororibus commendato meis
inde mestissimus abscessi absque vlla spe reuidendi
parentem. domumque reuertens vxorem cum liberis:
eumque libris ceterisque supellectilibus in Mctinam
transtuli vbi et nunc bene valentes deo gratias: rcspi-
ramus: in Albam disponente deo profecturi. Nunccrgo
doctor insignis opportune vidcbis qualiter impetrata
cuatro días me llamaron de casa del ilustre conde de Bena-
vente, cuya hija mayor, á quien tanto ama, estaba enferma.
Nada digno de nota me pasó allí, fuera de la recuperación de
la salud, que por obra de Dios consiguió la noble doncella.
Desde allí marché á visitar á mi amado padre. Hállele
moribundo, y como ya de largo tiempo teníale postrado la
vejez, y yo había estado ausente, advertí que la casa estaba
saqueada por los ladrones domésticos; mas el dolor de la
próxima muerte de mi padre hizo que para nada me curase
de mi patrimonio. Así que , conociendo lo incurable de su
dolencia, pues que á su decrépita edad se une una parálisis
casi completa y un reblandecimiento de los tuétanos, déjelo
todo arreglado y su persona encomendada á los cuidados de
mis hermanas, con lo que salí de aquella casa afligidkimo y
sin esperanza alguna de volverle á ver. De regreso en mi
casa, llevé á mi mujer y á mis hijos, con los libres y demás
menaje, á Medina, donde al presente, á Dios gracias, disfru-
— 227 —
inmensis cum laboríbus seruitute ab illustríssimo duce
nro. patríam: patrem: patrímonium: pariter et liberta-
tem amissi. ecce nos relinquimus omnia et sequuti su-
mus illum« quid ergo erit nobis. de te equidem nil lo-
quor. tantum enim perdidisti quantum perderé potuistí:.
sola nobis superest spes: que deteriorest sepulcro quip-
pe qui semper fallendo et assidue crudando in tartán
mittit homines. nunc autem premeditatum consilium
habeo nris. in rebus. est enim homini mes: vt nosti:
quod quotiens nihilum acturus est apud regem pro
his qui adorant et petunt aliquid ab eo totiens hoc
solum respondet aduerbium: scilicet bene: ibi vero sub-
intelligendum est male: iterum denique supplicatus
mouens quidem caput more annuentis didt optime. id
est pessime. singulos ergo nobis laqueos accipiendos
duco. cumque nris. in supplicationibus id responsum
dederit scilicet bene. tune vtique coUis admouendi sunt
tamos salud, y nos disponemos, con su auxilio, á salir para
Alba de Tormes.
Ahora verá vuestra merced, ilustre doctor, cómo al pedir
con tantos trabajos á nuestro ilustrísimo Duque la servidum-
bre, perdí á un tiempo patria, padre, fortuna y libertad.
Todo lo dejamos por seguirle; y ahora ¿qué va á ser de no*
sotros? Nada digo de vuestra merced, que perdió cuanto po-
dia perder. Sólo nos queda la esperanza, peor mil veces que
el sepulcro, puesto que con sus eternas ilusiones y constantes
martirios va empujando á los hombres al infierno. Una ma-
dura resolución tengo adoptada para nuestros asuntos. Co-
nocida os es la costumbre de este sujeto. Siempre que se
propone no hablar al Rey en favor de los que postrados á
sus pies le piden algo, y responde este único adverbio: Bien!
debe sobreentenderse. Mal!; y cuando cediendo á los ruegot«
mueve la cabeza como quien otorga , y dice: Muy bienff
quiere decir: Muy mal! Creo, pues, que debemos proveemos
— 228 —
laquei. sed cum dixcrit optime actum est: pcrij: statim
ergo nos suspendere opportet a summitate turrís babel
ne forte pedibus attingamus terram. Plurimas iam face-
tias dixi: deus nos in prosperum ducat euentum. Vale,
julij vicésima tertía anno. m. quingentésimo octauo.
cada uno de una cuerda, y cuando conteste á nuestras súpli-
cas: Bien!, echárnosla al cuello; pero cuando diga: Mu}"
bien!, entonces se acabó, estamos perdidos, y debemos ir
corriendo á colgarnos en lo más alto de la torre de Babel,
para no tocar con los pies al suelo. Dije ya demasiadas
gracias. ¡Quiera el Señor sacarnos con ventura! Él os dé su
bendición.
23 de Julio de i5o8 años.
VIL
ILLUSTRISSIMO DNO DNO FEDERICO DE TOLETO DOCI
DE ALBA MARCHIONÍQUE CAORIENSI FRANCI8CUS
DE VILLALOBOS. S. P.
(iSog.)
N^OBiLEM virginem Annam de qua auidissime
querís Ulustrissime dux quamque ardes in-
mense a sua iam euasisse tertiana: tibi quidem
importuna míhi autem inamena et onerosa noueris.
appetitus preterea hactenus sibi defectus iam inci¡ñt
ciborum in gustu irritan, attamen ego camem dun-
VIL — De Francisco de Villalobos al ilustre Señor, el
Señor Don Fadrique de Toledo, Duque de Alba y Marqués
de Coria. — iSog.
Ha de saber vuestra Excelencia, ilustrfsimo Duque,
que la noble doncella Ana por la que con tanto afán me
pregunta, y á quien tan ardientemente ama, está ym
libre de su terciana , que si á vuestra Excelencia ha cau-
sado pesadumbre, á mí no me ha servido de solaz ni de
descanso. Comienza á recobrar el apetito hasta aquí per-
dido, y á hallar sabor en los manjares; aunque yo, du-
— 23o —
taxat pullorum: te absenté: illi tríbuendam iubeo. sed
cum veneris inclite dux licebit ei humana carne potirí.
vtinam sit illa dicta nutríbiliorista. antiquusenimgallus
minoris potentie atque virtutis solet esse quam puUus.
Dnam Beatricem tenuit hestema die febrís quedam
lenta precedente rigore que cum iamque decKnatura
in sudorem cogeret precepi cam pannis opertam iacerc.
at vero illa vt se credulam consilijs et obsequentissi-
mam medicorum legibus prestaret vix ego preceptum
fínieram dum audiuit tibiam tubamque clangentem
procul a suo recessu vbi tum iacebat. quibus auditis
protinus e lectulo repentinum arripuit saltum: totam-
que male precinctam se obtulit in choream et ibi con-
cursans ante retroqué rediens dextrorsum atque sinis-
trórsum velocissime circumfertur. perqué totam febris
declinationem pernicissime tripudiauit et statim quieuit
incendium: habeat ergo sibi hypocrates suos sudores.
rantc vuestra ausencia, sólo la he prescrito carne de pollo;
pero cuando vuestra Excelencia venga , podrá tomar carne
de hombre. Y ojalá le sea más nutritiva que la otra, porque
el gallo viejo suele tener menos virtud y sustancia que el
pollo.
A Doña Beatriz atacó ayer una fiebre lenta, precedida de
trío, y cuando ya iba cediendo, y empezaba á presentarse el
sudor, mándela que se acostase, abrigándose bien con mantas.
Ella sin embargo, para probar su fe en los consejos y su
obediencia á los preceptos de los médicos, no bien hube aca-
bado mi receta, cuando oyendo desde su alcoba resonar á lo
lejos un pífano y una trompeta, saltó de repente de la cama,
y A medio vestir fue á mezclarse en el corro de los que bai-
laban, donde ya avanzando, ya retrocediendo, girando en
rapidísimas vueltas á izquierda y derecha, estuvo bailotean-
do con gran agilidad de piernas mientras le duró la calentura,
con lo que al punto cesó todo el ardor. Allá se tenga, pues.
— 23l -
nos autem in posterum die crisima tripudia comodiora
egris ministrabimus. Martij prima anuo quingentc-
»mo nono.
Hipócrates sus sudores, que en adelante nosotros recetaremos
á los enfermos en los días de crisis bailes, que son más
cómodos.
Primero de Marzo de i3o9 anos.
^
VIII.
REUERENDISSIMO DNO. COSME DE TOLETO PLACBNTINO
PRESULI FRANCISCOS DE JTILLALOBOS. S. P.
(i5o9.)
LIBIDO feruet in curia, omnes euim sine discrimine
tenet cupido et etates vniuer^as indiíFerenter
captat. frequentes ludos: préndente venere:
magna cum pompa in dies exercent. atque nundine
luxuríantis mercis instituuntur. hic autem citherea sola
adoratur dea: cuius leges obseruantíssime coluntur.
primo enim omnis cera noctu traditur igni sacrífícanda
in festiuitatibus dee celebrandis. et omnia bonapossessa
ac questuose vsuraríeque explorata in omatu seruo-
VIII, — Francisco de Villalobos al Reverendísimo Señor
Don Cosme de Toledo, Obispo de Plasencia, — iSog.
Toda la corte está devorada por el ansia de placeres; en
todos sin excepción reina la pasión amorosa, y de todas las
edades indistintamente se enseñorea. Celébranse cada día
con gran pompa multitud de juegos á que preside Venus,
y se instituyen ferias de lujosas mercaderías. No se adora
aquí otra divinidad sino á la diosa de Citeres, cuyas leyes
se observan con escrupulosidad suma , pues en su honor se
quema por la noche toda la cera, y se dilapidan todos los
bienes heredados ó adquiridos por el interés ó la usura, en la
pompa de los juegos y en el atavío de criados y de cabalga*
— 234 —
rum bestiarum et ludorum dispcrguntur. ítem ct
omnes viri sub diuo pemoctant hy mbrc vel gélido rorc
cadente, atque ínter luctus et suspiría cythcrcas virgi-
nes implorant. omnes quoquc per dies cxpcriuntur
vires : corporaque passim crudeliter concuriuntur ct
in sumptuosa martiria sponte confluunt. Prctcrca om-
nes alias curas ab vniuersa memoria radicitus euellunt.
scilicet domus: familias: negocia: seipsos: et deum. hcc
autem et reliqua id generis sunt veneris statuta que
quamquam laboriosa inportabiliaque sunt postremo
tamen ad inferos adducunt animas, infinitus est numc-
rus stultorum. homines: hercule: videbis in curia quos
mérito iam in rogum portatos arbitrabcris quandoqui-
dem ex corporibus eorum piares iam partes vel in
fumum absunt vel in cinerem redacte sunt: depilaos
caluis: euulsis dentibus: oculis lacrimantibus ct con-
tractis: húmido radicali lapideo: squallentibus mcnbris
duras. Los hombres lodos pasan la noche al raso, sufriendo la
lluvia ó el frío de las madrugadas, implorando con lágrimas
y suspiros el amor de las vírgenes de Citeres. Durante el dia
todos ejercitan sus fuerzas; á cada paso se dan terribles en-
cuentros, y corren alegres á suntuosos martirios. Con esto,
borran enteramente de su memoria todo otro cuidado, como
la casa, la familia, los negocios, su propia persona y á Dios
mismo; que tales son, con otras semejantes, las leyes vene'-
reas, las cuales, si bien son penosas é insufribles, al cabo dan
con las almas en el infierno. Infinito es el numero de los ne-
cios. Por Dios, que habia de ver en la corte vuestra ilustrísi-
ma, hombres que con razón juzgara enterrados, como quiera
que varias partes de su cuerpo ó se disiparon en humo ó se
convirtieron en cenizas; calvos, desdentados, con ojos lloro-
sos V consumidos; el húmedo radical, como piedra; de miem-
bros escuálidos V trémulos, y todo el cuerpo encorvado; pues
estos tales toman parte sin embargo en los juegos, alardeando
— 235 —
et tremulis: et toto corpore circumAexo. nihilominus
tamen ingrediuntur in ludum vbi se nouicíos appellari
superbiunt. nouicios octogenarios quisnam vnquam
vidit presertim in legione venérea, nequeo mihi tem-
perare quominus aliqua (nominatim referam quisquís
sit futurus exitus. dñs Gar. de Toleto ule qui scríbit
contra me amaritudines nunc autem in carceríbus cu-
piditatis ligatus extenuatam ardet femellam : et stipu-
lam siccam persequitur. sed equidem etiam solatíum
quod sibi prebet admiror : ita enim inquit. quamois
amasie nre. pellis consumptis carnibus adhereat ossi*
bus : f ríuola tamen est et insulsa : quibus compedibus
teneor indissolubilis. dñs etiam marchio frater eius
incatenatus est in excelsa turrí: eum namque gigantei
cruciant amores, at vero eius socius et affinis vester:
dum inclinato capite: irriquisque oculis assidua rapitur
cogitatione : hec tándem in verba prorumpit. o cunctis
de galanes. ¿Quién vio jamás donceles de ochenta años, sobre
todo en la legión de Venus?
No puedo contener mi pluma sin citar algunos nombres»
suceda lo que suceda. Don García de Toledo, aquel que tan
desabridamente escribe contra mi, preso en la cárcel del
deseo, arde en amores de una extenuada jovenzuela, y corre
tras una seca pavesa. Cierto que me maravilla el consuelo
que ha hallado para su mal, cuando dice: — t Aunque, consu-
midas las carnes, el pellejo de mi dama se adhiera á sus
huesos, sin embargo, es casquivana é insulsa la que irremi-
siblemente me tiene encadenado en sus grillos.»
El Marqués, su hermano, gime prisionero en elevada
torre, pues abrasan sus entrañas gigantescos amores. Su
compañero y deudo vuestro, cuando con la cabeza baja y
ojos llorosos se entrega á su constante preocupación, pro-
rumpe en estas palabras: — «¡Doy á todos los demonios á mi
dama que, tan sin merecerlo yo, así me atpnnenta!»«— D^
— 236 —
demonibus commendo dominam meam : que ita me
torquet inmeritum. Sed ego generosissime presul hanc
elicio condusionem: nam cum illa sit incredibOis defor-
mitatis sequitur ipsum in belzebub ejicere demonia.
Franciscus vero Ule tuus paruam puellam candidulas
tenellamque amat perdite. valde propinqui sunt: vis
ne scire quam prope : quippe illa decennis est : ipse
vero septuagenarias, ergo non plures quam sexagina
annos intermedios computabis: quos quidem illam
progredi: aut illum regredi opportet: antequam copu-
lentur. Sexcenta sunt que narrem si tempus adsit. dicto-
rum tamen dicendorumque summa est in curia pluerc
aquas quibus homines prudentes incptire fabulatur:
fontemque iordanis hinc scaturire: quo repuerascun:
senes. Vale et mihi rescribas obsecro. Martíj nona.
Anno quingentessimo nono.
lo cual, generoso Prelado, deduzco este argumento: que
siendo ella de una fealdad increible , sigúese que él lanza
los demonios contra Beicebú.
Aquel vuestro amado Francisco está perdidamente ena-
morado de una inocente y tierna doncella, de condiciones á
las suyas tan iguales que, por si tuvierais curiosidad de saber
cuánto lo son, os diré que ella cuenta diez años y él setenta;
de modo que sólo hallareis de diferencia entre los dos, sesen-
ta, que ella tiene que andar ó desandar el, si alguna vez han
de reunirse. Miles de casos como estos podría referiros, si
tuviera tiempo. Baste que la sustancia de lo que se dice y
de lo que debe decirse es que en la corte Hueven aguas con
las que se cuenta que los hombres sensatos pierden el juicio.
y que aquí brota la fuente del Jordán en que se rejuvenecen
los viejos.
Guarde Dios á vuestra Ilustrísima, á quien suplico me
conteste .
A 9 de Marzo de iSoq años.
IX.
DNO COSME DE TOLETO PLACENTINO PRESULI
FRANCISCUS DE VILLALOBOS. S. P.
(l5lo,)
N^EQüE promissorum euentum expectandum:
ñeque pluñum minarum executíonem tímen-
dam admoneo, est enim humanis in animis
adeo inserta innataque libertatis dulcedo: vt sponte
cruciari quam coacte mulceri tolerabilius sit. ex hac
profecto radice innumerí coalescunt rami. inde est vt
cum necessitas est pernoctare somnum compescere non
IX. —Francisco de Villalobos al Obispo de Plasencia,
Don Cosme de Toledo. — i5io.
Es parecer mío que si debe confiarse poco en el cumpli-
miento de las promesas , tampoco debe temerse la ejecución
de muchas amenazas, pues es tan innato y está tan arrai-
gado en el corazón humano el dulce sentimiento de la li-
bertad , que se nos hace más llevadero padecer por nuestro
gusto que gozar obligados. Raiz es esta de donde nacen
multitud de ramas. De aquí procede el que si tenemos
— 238 —
valemus : qui plurimas noctes insomnes libenter pcr-
transire solemus. dumque famem aut sitim vniushort
perpeti iubemur: molestissime fcrtur: quíbus mtcnl^
niente risu aut ludo nil ieiunio facilius. Et cum intn
ciuitates menia propter commissum crimen mdudi
cogimur : celos rabie mordemus : quorum voluntas
pluribus annis campos habuit inuisos: cumque necesse
sit ad eternam salutem peccata fateri patrem sobrium
et secretarium fidelem alloqui tedet: qui non tantum-
modo commissa scelera: verum etiam falsa et com-
menticia proditoribus sceleratisque hominibus profitcri
non ambigimus. quid multa: hinc ortum plurima faci-
nora atque discrimina vite habuere. et inde est fuga
virtutis et origo malorum. hinc illud odium nascitur
omnium debitorum aduersus creditores: quos ludis ct
hystrionibus ceterisque vanis in rebus aurum gratis
impenderé delectat: modestis vero ac prudentibus vi-
que trasnochar nos venza el sueño, cuando solemos pasar
muchas noches en vela por nuestro gusto; y que cuando se
nos ordena resistir el hambre ó la sed durante una hora,
á duras penas lo suframos, siéndonos ligero el ayuno si se
tercia el juego ó la risa. Si el crimen cometido nos obliga á
estar encerrados en las murallas de la ciudad, cogemos el
cielo con los dientes de rabia; y hemos pasado largos años
sin deseo de contemplar la campiña. Para conseguir nuestra
salvación hócesenos duro confesar nuestros pecados á un dis-
creto sacerdote o á un fiel amigo; y no vacilamos en rcfenr
á traidores y malvados no sólo los delitos cometidos, sino
los falsos á inventados. ¿Para qué más ejemplos? De aquí
nacieron multitud de atentados y peligros de muerte; de aquí
la pérdida de las virtudes y el origen de los males; de aquí
el odio contra los acreedores de todo deudor, que con gusto
derrocha todo su dinero en el juego, con histriones, 6 en otras
vanidades, pero á quien duele pagar el debido interés á pni-
— 239 —
ris fenum soluere debitum torquet. et quemadmodum
iUe qui debet terribilem creditoris congressum exho-
rret : ita qui dedit eius cui muñera obtulit recessum
timet: quare alterum blasfemijs indignatíonibusque
fugare, alterum autem gratia et muneribus retiñere
conatur. sic itaque magnorum amicicia ante fortune
splendorem nacta in illa status mutatione prescinditur.
grauissima enim est : non valet sursum ascenderé, as-
cendentes quippe dóminos secundum ánimos et afFec-
tus transforman opportet : vsque adeo vt omnia pre-
térita odio habeant: domum. scilicet. iectum: vasa:
iumenta: ornatus: seruos: et tándem amicos. omnia
enim vsitata spernentes nobis duntaxat delectantur.
velut qui carcere atro aut morbo longo euadunt qui-
bus omnia que tune illis grata placebant nunc in horro-
rem abominationemque vertuntur. Sed rancores et
pretérita odia eorum qui fastigantur ad culmen rote:
denles y moderados sujetos. Y tanto como al que debe le
espanta el terrible encuentro del acreedor, otro tanto teme
el que dio sus bienes la fuga del primero, por lo cual éste se
esfuerza en ahuyentar al otro con blasfemias y malas razones,
y el último en retener á su deudor con amabilidad y regalos.
Así la amistad contraida con los poderosos antes de su en-
cumbramiento, se interrumpe con el cambio de posición,
pues siendo pesadísima, no puede seguir el mismo movi-
miento ascendente; y los que se encumbran han de transfor-
marse según su voluntad y afectos, hasta el punto de aborre-
cer todo lo pasado, como la casa, el lecho, la vajilla, la
cabalgadura, el atavío, la servidumbre y, finalmente, los ami-
gos, pues desdeñando cuanto usaron, sólo con nosotros se
complacen, como los que salen de oscuro calabozo ó escapan
de grave dolencia, que aborrecen y detestan cuanto antes les
agradaba. Mas los odios y rencores antiguos de los que suben
á lo alto de la rueda , por cuanto se transforman completa-
— 240
quoníam in alios homines penitus conuertuntur: suffh-
gia sunt quibus presens beniuolentia validior fiat. crgo
minarum acerbitatem non timendam asseritur. iara
nosti sacre pater quid velim. His crgo querelis sepe
stimulatus atque vulneratus omnia tua promissa abdico
generosissime presul prorsusque renuncio ct tcstor me
te nusquam vidisse. hoc tantum scio te esse episcopuin
placentinum virum quidem valde tacitumum cui
semper déficit et scribendi materia et rescribendi vo-
luntas mihi qui frequentibus et sepissíme iteratis lit^
ris tuum interrumpere silentium nondum valui. ñeque
tante mutationis causam ex te quero qui me nunquam
noueris: sed tue nobilissime dispositionis de sanitate
interrogo qui auide te noscere cupio. Vale. lanuarij
vicésima, anno quingentésimo décimo.
mente en otros hombres^ vienen á ser buenas disposiciones con
que se robustece el afecto reciente. Luego claro se muestra que
no debe temerse el rigor de las amenazas. Ya sabe vuestra
Ilustrísima, reverendo padre, mis deseos. Movido pues, v
lastimado frecuentemente por estas quejas, prescindo, gene-
roso Prelado, de todas vuestras promesas; renuncio á ellas
por completo, y juro no haberos visto en parte alguna. Sólo
sé que sois el Obispo de Plasencia , sujeto por demás tacitur-
no, á quien siempre falta materia para escribir y voluntad
para contestarme á mí, que todavía no he logrado romper
su silencio con tantas y tan repetidas epístolas. No pregunto
la causa de tamaña mudanza en vuestra Ilustrísima, que
nunca ha de conocerme ; sólo anhelo saber del estado de
salud de tan noble sujeto, á quien tanto deseo conocer.
Nuestro Señor prospere la vida de vuestra Ilustrísima.
20 de Enero de i5io años.
X.
DNO SÜO DNO COSME DE TOLETO PLACBRTIRO PRBSÜLI
FRANCISCUS DE VILLALOBOS. S. P.
(l3io.)
ExpETis me generosissime pater status fortune
mee narrationem explicitam. ego vero in pri-
mis interrogationis elementa negó, nec enim
fortunam habeo: nec si haberem ipsam tamen in statu
sed in casu precipitem fore concederem: ñeque iterum
quid sit fortuna intelligo. nisi sit peccatum. qui enim
non peccat fortune non subest: sed sobria mediocri-
tate atque paupertate modesta contentus delectatur:
m
X, — Francisco de Villalobos á su Señor, el Señor Don
Cosme de Toledo, Obispo de Plasencia. ^i5io.
Pídeme vuestra Ilustrísima, generoso Prelado, una mi-
nuciosa narración del estado de mi fortuna. Empiezo por no
reconocer el fundamento de la pregunta ; porque ni tengo
fortuna, ni si la tuviera, adtaiitiría que se mantuviese en buen
estado, sino en camino de ruina. Ni entiendo yo qué tea
fortuna, sino es pecado, pues el que no peca, no arriba á la
fortuna. Este sí vive contento en su sobria medianía y en
l6
— 24^ —
non timet ruinam ñeque infamiam : viuit vtique ató:
secumque loquitur et quiescit: nec possessis perditís
ñeque vanis cruciatur expectatíonibus. et aduc ipsa
mors quantumlibet deformem et horrendam in pictu-
ris vides apud ipsum supra omnem pulcritudinem
mundi valde longe conspicua et speciosa est. in illo
cnim conflictu cernitur desiderata victoria contra pe-
ssimum et antiquum hostem. et ab eo suisque satclliti-
bus copiosa de tot iniurijs de tot laboríbus et miseríjs
vindicta capitur. ibidem dei genitrix realiter ac prescn-
tialiter videtur sub cuius ductu concursantes virgines
et exultantes sanctorum omnium exercitus conspidun-
tur. et demum dei humanitas cum totius trinitatis
indiuisibili substantia videtur aduenire circumdata
angelorum varietate atque inenarrabili gloría: ad cuius
sacrosanctas manus anima ipsa benedicta euolare vide-
tur: expiata ab inmundicijs: et eluta ab his sentinis: a
su modesta pobreza, sin temerá la ruina ni al baldón, y
viviendo sólo para sí, habla consigo mismo y disfruta de des-
canso. Ni el recuerdo de los bienes perdidos le atormenta,
ni le angustia el anhelo de vanas esperanzas; y hasta la mis-
ma muerte, por deforme y horrible que se la pinte, esa sus
ojos resplandeciente y hermosa sobre todas las hermosuras
del mundo; pues en aquel trance se contempla la deseada
victoria contra el perverso y antiguo enemigo, y se alcanza
de él y de sus sate'lites completa venganza de tantas injurias,
de tantos trabajos y de tantas miserias. En aquel punto se ve
realmente y en persona á la Madre de Dios, seguida de
alcores coros de vírgenes y de todo el regocijado ejército de
los santos; y últimamente aparece la divinidad humanada
con la sustancia indivisible de la Trinidad, rodeada de varie-
dad de dngeles y de indecible gloria, á cuyas sacrosantas
manos parece volar la misma alma, limpia de sus manchas y
puriíicada de las inmundicias de este mundo, libre de la
— 243 —
tetroque et caliginoso carcere liberata et omata véate
nuptíali atque pulcherrima. vbinam ergo est defonm*
tas hec quam indifFerenter omni mortí asscríbunt:
illaque imago stu penda quam sitñ defúngunt. heu heu
me miserum. hec enim omnia si profunde consíderassem
nec patrios fines excessissem superbus: ñeque paternos
honores vilipendens repulissem. meus erat medicus
pater sua quidem in etate valde celebratus : qui tutt
et áurea mediocrítate vtens semper exiguum incolébat
vicum. et vitam serena fronte ad extremum vsque
terminum eius tenui victu peregit: et'intra muros
angusti larís indusus nec tela metuebat fortune : nec
erectas mundi machinas trepidabat. Sed adeo pruden-
ter constanterque se gerebat vt etiam si horrendum
seculi fínem oculis viderat in similitudine tam rídentis
sua iugiter alacrítate tranquillus manserat. Postremo
autem absque pena recessit nobis manifesta ad possi-
oscura y tenebrosa cárcel, y engalanada con nupcial y espíen*
dida vestidura. ¿ Dónde está, pues, esa deformidad que átoda
muerte por igual se atribuye, y esa imagen horrenda que de
ella se forjan? Desdichado de mí,. que si todas estas cosas'
hubiera reflexionado atentamente, ni traspasara soberbio el
umbral paterno, ni hubiera rechazado desdeñoso la honra al-
canzada por mi padre. Era éste médico, en su tiempo no
poco reputado; habitaba constantemente en reducida aldea;
no pasando nunca de segura y feliz medianía , hizo vida fru-
galísima , conservando hasta su término la tranquilidad del
espíritu, y encerrado entre las paredes de su reducida mora-
da, ni temía los tiros de la suerte, ni le espantaban las ma-
quinaciones de los hombres. Invariablemente siguió tan
cuerda y juiciosa conducta, que si hubiese presenciado en
imagen el terrible fin del mundo, hubiera permanecido
tranquilo con su acostumbrada sonrisa en los labios. Pasó
al cabo de esta vida, sin darnos muestra alguna de pesar» y tvd
_ 244 —
dendum regnum quod sibi paratum erat ab inmensa
clementia redemptoris nri. cuius equidem funus dura
viuo semper eñt lachrimabile mihi. ego itaque morís
et paterne conditionis oblitus non certe vicum incolui
sed^-o^idum: nec oppidum qualecunque sed ingentem
ciuitatem: ñeque ciuitatem denuo sed totum nisus
habitare regnum totumque clima regias fores ingressus
sum. vtque medicus essem catholici regís laboraui:
totisque viribus: inuito rege: insudaui. ad hec autem
ratio clamabat mihi: quonam vadis Frandsce: cur dds
perditum. si scires vtique exitialem curie pestem: niá
insanisses: retro cederes. teñe loco pedem et contem-
plare quanta magnorum et conscriptorum patrum
limina ambienda sunt: et quanta grauia ac indigna fc-
renda quantumque onus humeris portandum blan-
diendi. scilicet. fallendi: mentiendi: simulandi: atque
dissimulandi. et quantum liuorem actiuum passiuumque
á poseer el reino que por la infinita misericordia de nues-
tro Redentor le estaba reservadojSu muerte me arrancará
Idgrimas mientras viviere.
Yo, olvidando el modo de vida y el carácter de m¡ padre,
quise habitar, no en la aldea, sino en la villa, y no en una
cualquiera^ sino en ciudad populosa. Luego, no contento
con esto, y pretendiendo ocupar el reino y la región toda,
puse el pié en palacio, trabajé por ser médico del rey Cató-
lico, y á pesar suyo, gasté todas mis fuerssas en el empeño.
Contra esto se sublevaba la razón diciéndome: t¿Cómo cor-
res, Francisco, á tu perdición? Si conocieras el pernicioso
contagio de la corte, á no estar loco, hubieras ya retrocedido.
Detente, pues, y considera cuántos umbrales de magnates y
consejeros habrás de pisar; cuánta ofensa y ultraje te será
preciso sufrir, y qué peso habrán de sobrellevar tus hombros
de adulaciones, engaños, falsedades y disimulo; añade á esto
el envidiar y ser envidiado, y los frecuentes viajes y amargoi
— 245 —
tolerandum. quantas peregrinatíones et acerba queris
exilia : quibus karissime vxorís ac liberonun molestas
ierres absentias : et quibus fidelium amicorum iactura
crudaberis. nonne etiam prospids quanta medicorum
turba habitat seu vagat in curia: vbi non primum: nec
secundum: ñeque tertium: sed postremum inferioremr
que locum occupabis. aduc autem et non cogitas quod
nec honorem vt vides per multos distribuendum : ñe-
que etiam ibi diuitias cumulare valebis: totus enim
impendes quantum inter tot tantosque lucratus fueris*
que ergo phantasmata sunt hec quibus te fallís: que
rerum spedes inanes oculos tuos caligantes et obnu«
bilatos faciunt. et ad summum cur super uacuas curas
incumbís: et manifestam ruinam: exddiumque aními
atque corporis explorasti. Sed de his onmibus nihil
curaui hominum imprudentissimus : attamen mundi
fallacis tendiculis illectus a via leua non deflexi que
destierros que te acarreas, los cuales te harán penosísima la
ausencia de tu casa, de tu mujer y de tus hijos, y dolorosa la
pérdida de tus amigos. No miras tampoco la turba de médicos
que, ó habitan en palacio ó le frecuentan; y cómo no ocu-
parás entre ellos el primero, ni el segundo, ni el tercer
lugar, sino el último y más humilde; y no consideras que n
alcanzarás honores, según ves por muchos, ni lograrás all
acumular riquezas, pues habrás de gastar cuanto ganares
entre tantos y tan poderosos señores. ¿Qué ilusiones son»
pues, las que te forjas.'^ ¿Qué engañosas apariencias de las
cosas oscurecen y anublan tus ojos? Finalmente, ¿p«r qué te
preocupan vanos cuidados, y vas á buscar la perdición segura
del alma y la ruina del cuerpo? »
De ninguno de estos avisos me curé, yo el más insensato
de los hombres ; antes enredado en los lazos del engañoso
mundo, no me aparté de la vía de perdidón en que ios
malos reciben su castigo y por donde caminan á los infier»
— 2^6
malorum exercet penas et ad impia tártara mitdt. se
itaque iam ego curialis regiusque phisicus mtumescens
dedi me fabule populi meque dígito ostendebant. Sed
hujusmodi miseri status inuidia succreuit in pectoribus
miserrimorum atque stultorum hominum: vsque adeo
vt me magum : me veneficum : meque incantatorcm
predicaren t. quasi aliter inpossibile foret ad tantum me
fortune iugum ascenderé potuisse. hinc indeergosus-
pitione nata sacrís auríbus insusurauit inquisitorum
fama, vnde captus et in carcerem missus optime cus-
toditus fui : non sine magno merore dilecte vxoris : ct
amicorum commiseratione. ecce nunc gloría mea in
puluerem reducta et in obprobrium versa: tam repente
vt vix credibile esset. multiplex opinio de me et varia
iudicia Ínter vulgus spargebantur : alij enim diccbant
quia demonium habet: et familiarem spirítum in anulo
secum ducit. alij vero non nisi quia circulator ct malc-
nos. Asi que, hinchado de vanagloria por mi cualidad de corte-
sano y medico del Rey, ofrecíme al ludibrio de la plebe, que
me señalaba con el dedo. Todavía esta mísera condición des-
pertó la envidia en el pecho de hombres por demás misera-
bles y necios, hasta llamarme mago, conocedor de filtros y
maleficios, cual si de otro modo me hubiera sido imposible
llegar á tan alto grado de fortuna. De aquí surgió la sospe-
cha, y llegando la voz á los sagrados oidos de los inquisi-
dores, fui preso y tenido en estrechísima reclusión, con gran
dolor de mi amada mujer y lástima de mis amigos; por
donde toda mi gloria quedó reducida á polvo y se convirtió
en afrenta tan de repente que apenas pudiera creerse. Entre
el vulgo corrian de mí muchos y variados juicios. — Tiene el
diablo en el cuerpo, y lleva un familiar en el anillo, decían
unos. — No, replicaban otros, sino que es charlatán y hechi-
cero, que por medio de ciertos pactos y contratos con los
demonios engaña á los demás y gana sus voluntades.~-Estos
— 247 —
ficus est: quibusdamque pactis et federíbus demonum
alios sedudt et aliorum beniuolentías captat. aüj autem
dicebant quia diuinator est et futurorum presagia
atque oracula miraculose scrípta predidt. plurimi autem
affirmabant etiam quia ligare potest et dissoluere. fe-
minasque sibi inuitas aducere noctu: hec et alia hoc
genere infinita apud rem publicam dbseminabantur. et
ego interim in custodia tenebar. longum esset et iname-
num inextricabiles curas et mesticias: caligínososque
animi pauores illius horride solitudinis narrare, solí
norunt experti. sed hoc post tergum demisso: has enim
erumnas speculari refugit mens: in fine octoginta die-
rum: dei beneficentia veritatisque patrodnio liberatus
ethonoratus euasi. nunc vtiquequodadpresensspectat
dicam me predarissime pater deinceps curiam noUe vt
incolumis ex hac valle miseriarum discedens ad cu-
riam regis eterni aduolare possim : vbi nullam proce-
afirmaban que era adivino, presagiaba lo futuro^ é inter-
pretaba los oráculos milagrosamente escritos; y no eran
pocos los que sostenían que era dueño de ligar y desligar, y
hacer que las mujeres acudiesen de noche contra su volun- »
tad á mi llamamiento. Estas y otras muchas cosas de este
jaez se propalaban entre las gentes, mientras yo continuaba
encarcelado. Sería largo y enojoso referir el laberinto de cui-
dados, las tristezas y tenebrosos espantos de aquella horrible
soledad, sólo conocidos de los que lo han pasado. Mas
dejando atrás esto^ pues la mente se resiste á examinar tales
sinsabores, digo que al cabo de ochenta dias, por misericor-
dia de Dios, y patrocinio de la verdad, salTde la cárcel libre
y con honra. Y por lo que hace á lo presente, diré, ilustre
Prelado, que para en adelante renutKJo Ji Ja cpj^ , á fin de
que, saliendo incólume de este valle de miserias , consiga
volar á la corte del Rey eterno, donde ni temeré el enojo de
los grandes', ni retrocederé ante la repulsa de los picaros
— 248 —
rum indignatíoncm: nullamque ianitorum furdfcrum
tímebo repulsam. ñeque varios fortune casus aut fc-
menta metuam. Sed quia impresentiarum nondum csr
mihi firma sententía: quo pergam quoue pedem figam:
propositum meum hac in epistola non vídebis. ad aíiam
ergo spectat fauente deo: Vale. Octobris decima, anno
xpi. m. quingentésimo décimo.
Impressum Salmantice et exactissime castigatum ex ex-
pensis venerabilis viri Laurentij de Licm dedeis.
Anno domini milUsimo quingentésimo décimo
quarto. decima quinta. Mensis septembris.
Laus deo.
porteros, ni me arredrarán los varios accidentes n¡ las ilusic-
nes de la fortuna. Mas por cuanto todavía hoy no tengo re-
suelto á dónde me encamine, ni en dónde me establezca.
esta carta no revelará á vuestra Excelencia m¡ propósito, sino
otra, si á Dios place.
Él quede en vuestra compañía.
10 de Octubre de c5io años.
Fué impresa y fielmente revisada la presente obra en
Salamanca, á costa del honrado sujeto Lorew^o de
Lian Dedeis, año del Señor de mil y quinientos
y catorce, á quince del mes de Setiembre.
Laus Deo,
xr.
(S. a.)
TuüM mihi salubemmum consilium, illustrissime
Princeps, non recuso; iniquum procul dubio et
exitíale certamen esset unius imbecillis et iner-
mis tyronis aduersus dúos et fortes et armatos mili-
tes quorum alter materiam belli aptam et omataih
apparat; alter vero prestantissimam inducit formam,
quam Groeci quidem endelechiam, nos autem spedem
rationemve appellare consuevimus. Diuerso tamen
XL — (Sin año,)
No rechazo, ilustre Principe, vuestro saludable aviso; que
inicua y desastrosa había de ser ciertamente la lucha de un
de'bil é inerme bisoño contra dos fuertes y armados guerre-
ros, uno de los cuales dispone adecuados y abundantes
aprestos de guerra , y el otro adopta aventajadísima forma,
que los griegos llaman endelechia, y nosotros solemos decir
apariencia ó razón. En esto, sin embargo, sucede muy de
otra manera que en las cosas de la naturaleza, pues en
I Sacada de una copia, de letra del siglo xvi, que se conserva en la
Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Colección Salazar, N. 44^
folio 3i5 vuelto. No tiene fecha, ni dice á quién filé dirigida. Sólo ae lee
al principio la palabra eiusdem, con relación á la carta anterior del mifino
volumen, manuscrito que también es de Villalobof .
— 25o
modo hic fíeri quam in naturalíbus contingit, namque
apud naturam materia prior est quas vehemente:
appetit et repente quoerit formam; apud te veré, sa-
pientissime proesul , prius est inuenire rationem adeo
limatam, concissam, compendiosam , lepidam et subc-
lem, ut etiamsi Vergara prudentissimus et elegantissi-
mus non esset, ipsa per se sufficcret et orationem
condere, et rudem atque rusticam orationem urbanam
elegantemque reddere. Libenter ergo atque ¡ngenue
cedo et ex benignitate tanti victoris sola mihi salure
concessa in perpetuam me tibi seruitutem tradere es:
consilium. Vale.
estas, la materia es la primera que apetece ansiosamente y
busca al punto la torma, y en vuestra Ilustrísima, sapicnlí-
simo Prelado, es antes que todo hallar la razón tan correcta,
tan lacónica , tan compendiosa , tan delicada y sutil , que
aunque no existiera el discreto y elegantísimo Vergara, ella
sola bastaría para componer el discurso, y para convertirle de
rudo y grosero en elegante y culto. Me rindo, pues, sincera-
mente y de la mejor gana, y resuelvo constituirme en perpe-
tuo esclavo de vuestra Ilustrísima, con sólo que la magna-
nimidad de tan ilustre vencedor me otorgue la vida.
Dios conserve la de vuestra Ilustrísima.
DIALOGO
DE VILLALOBOS Y SU CRIADO.
DIALOGO
DE VILLALOBOS Y SU CRIADO'
Fr, Martin. — yUlalobos. — Bustamavle.
I
Fr. Martin. Bustamante me ha rogado mucho
que le sea buen medianera para con vos , y si yo no
me engaño, algo parece justa su petición.
Villalobos. ¿Cómo puede ser que pida cosa justa
un hombre tan injusto?
Fr. Martin. Dice que él ha de curar aunque no
quiera por toda aquella tierra, y querría que le diese-
des una orden con que no curase tanto que causase
peligro á los dolientes.
yUlalobos. Esa orden querría yo que me diese á
mí Jesucristo.
I Ssc«do de una copií. i b que al parecer bita el final, de letra del
(iglo 3TI. que se coDserva en ta Real Academi* de la Historia, Colcecioa
Salazar, N, 44, M. 3o6. El illulo que va al frente de este diAlogo lo liemoa
lomado del que irae la copia en el sobretcrilD, puei en el ptinapio de
iquilla afilo se lee; G.*y liíttmtf collación.
— 254 —
Fr. Martin. No creo que se me acuerda bien lo
que él me dijo. Venga y explique su demanda.
Villalobos. Bustamante, ¿qué es aquello que has
pedido al P. Fr. Martin ? que no hay cosa que yo no
haga por aquella santa representación de anoche, con
que nos hiciste caer á todos de rísa, aunque mejor di-
jera yo ausentacion que representación, porque lo
mejor de la fiesta no fué cierto tu presencia, sino tu
zaguera.
Bustamante. Señor, aquello hicelo yo por serviros,
y estoy tan corrido dello, que no he de parescer de-
lante de la gente, y por eso tenéis obligación de hacer
por mí.
Villalobos. Ora di lo que quieres.
Bustamante. Acuerdóme que vino una vez Juan
Osorio con esta misma demanda.
Villalobos. Y es.
Bustamante. Dijo que él vivia el más del tiempo
en Mestajes ', que es una aldea suya muy ruin, y que
adolescian de calenturas y de otros males él y su casa
y sus labradores. Pidió que en tanto que venía algún
físico, le diésedes alguna orden de lo que habia de
hacer que aprovechase algo y no dañase, y dístesle
por escrito una regla con que curaba por toda aquella
tierra, y en Jorma le tenian por buen médico.
Villalobos. Yo soy contento, pues que ansí como
ansí has de matar hombres de darte un regimiento,
con que no mates tantos, y téngote por tan gran asno,
que te quiero preguntar si sabes conoscer una terciana.
I Sic. ¿Será Mes tajas, despoblado sito en el partido judidtl de Lt
Bañcza, provincia de Leen?
— 255 —
No digo que conozcas las causas della, que esto escu-
sado seria pensailo; pero si conocerás qué son tercianas
cuando alguno las tuviere.
Bustamante. ¿ Yo en qué diablos lo tengo de cono-
cer? ¿Soy yo bachiller?
Villalobos. Pestilencia mala venga sobre ti solo,
porque con tu muerte serian librados de pestilencia de
todos aquellos gobernadores que están debajo de tu
gobernación. ¿Quién hay en el mundo que no sepia
que la terciana sencilla viene al tercero dia, de manera
que un dia viene frío y calentura, y otro nó?
Bustamante. Eso bien lo entiendo, mas pensé que
era la del monte.
Villalobos. ¿Qué cosa es la del monte, Bustamante?
Bustamante. No sé, por Dios.
Villalobos. \ Gentil físico es este ! Ora yo te quiero
dar tal regla en la terciana, porque quedes siquiera
tercianero como calderero, y por aquí te irás desasnan-
do por las otras enfermedades. ¿Tú sabes por ventura
donde está el pulso?
Bustamante. Bien sé que lo catan en la muñeca,
mas no sé si de la banda de dentro ó si á la banda de
fuera.
Villalobos. Amuéstrame ese brazo de acémila que
tienes. Este es el pulso que dá estos latidos; pon los
dedos en él; apríeta un poco más. ¿ Sientes agora los
latidos ?
Bustamante. Cata, cata el pulso.
Villalobos. Ese era el pulso. Plegué á Dios que
perdido le tengas antes de mañana. Pues mira bien;
cuando este pulso anduviere despacio, como agora ves
que anda el tuyo, entonces dirás que no hay calentura.
— 256 —
BustamanU. ¿Y anda en todos los hombres de una
manera:
J'i.lilcbcs. Bien pregunta la bestia. No anda en
todos de una manera, porque en los muchachos se
mueve más apresuradamente, y en los viejos mas
fíacamente, y á los que vienen cansados les anda mis
á menudo. Mas la regla que has de tener para ver si
es calentura ó no, es esta: poner las manos en las áenes
V en la garganta, y si lo hallares templado, no hay
calentura aunque ande alterado el pulso, y si lo hallares
ardiendo , cierta es la calentura.
Fr, Mdrtin. ;Y si un hombre ha corrido hasta
subdar, no le arderá todo eso? Porque me parece á mí
que los muy cansados se ahogan de calor.
/ illdlzhQS. Es verdad que sienten gran calor dentro
del cuerpo, mas el tacto de las carnes templado le
tienen , aunque estén subdando.
F'\ .A/u'V;;;. Eso es para mí cosa nueva.
/ V.Vj.'. /jj . ¿ H asme entendido ?
fi;<j;.;;;.\;;;;c. Enriendólo tan bien, que no me tro-
caria por el Dr. Bustamante mi tio.
/7.V.;,./:.f. En eso razón tienes, porque es mayor
asno que tú y acuerda de andar siempre en competen-
cias con el Doctor de la Reyna, que es el ídolo del
Rey nuestro señor.
Ir. M.:n:K. ¿Y el pulso cómo lo conocerá en el
pulso: porque hay muchos que tienen las manos y la
nariz tria, y acaece que no tienen frió de azession.
J'i'.'S.cbcs, El frío es peor de conocer en el pulso;
mas yo le daré una regla con que en ninguna manera
le engañe. Primeramente, el pulso se encoge tanto con
el trio, que parece que anda hormigueando, y quien
— 2Sy —
conosce aquel pulso cuando está sin el frío, ligeramen-
te conoscerá la diferencia. Mas porque este asno ha
menester doctrina más palpable, y también porque á
las veces acertará con persona que en salud tiene el
pulso encoxido, póngale la mano en la frente y en los
pechos, y si tiniendo la nariz y los pies fríos ardieren
las partes ya dichas, sepa que es frió verdadero.
Fr. Martin. Por cierto que no me pesa á mí de
saber esa regla, y aun podrá ser que á muchos físicos
que no la saben; y deseo de saber la causa desto que
que esté un hombre temblando con el frío, y que
tenga ardor en la frente y en los pechos.
Villalobos. Cuenta larga es menester para respon-
der á esa pregunta y no ' albeiteria; mas hablan-
do en suma, sepa V. R.** que cuando algún humor
corre por las espaldas y por los morcillos, hace sen-
tir frío, aunque el humor sea caliente; como si os
echasen por las espaldas agua ó vino caliente, sentiría-
des luego escalofríos; y aquel mismo que corriendo
hace frío, va á parar en algún miembro que está
dispuesto para recibirlo, a las veces en el estómago
y otras en los ríñones ó en otras partes, y en parando
el dicho humor, luego se enciende y hace ardor en las
carnes que están más cerca del corazón, de manera
que casi comienzan juntos el frío y la calentura y
andan en compaña alguna parte de la azession. Y
acontece que está el cuerpo ardiendo como un ti^on, y
no osa el paciente sacar el bra^o ni revolverse, por-
que luego es con el frío.
Fr. Martin. Yo estoy satisfecho sin que digáis
I Hay en el manuscrito dos ó tres palabras ilegibles.
17
— 258 —
mas, porque en buen romance y en pocas palabras me
lo habéis dado a entender. Y agora que sé adonde vi
á parar ese humor, fáltame de saber de qué parte
viene.
Villalobos. El humor que hace las calenturas, co-
munmente sale de las venas, que lo echan de sí como
á cosa mala.
Fr. Martin. ¿Y cómo lo echan de sí?
Villalobos. Como echan el sudor, que también sale
de ella por unos agujeritos invisibles que llamamos
poros. Todo el cuerpo está lleno dellos para ciertas
necesidades y sola natura los vee con su grande y
maravillosa providencia; nosotros no los podemos ver
sino por esta conjuntura que vemos recumar el sudor
y no vemos por donde sale. Desta manera sale aquel
mal humor de las venas y vá á parar adonde tengo
dicho, y corriendo hace frió, y parando hace calentura;
y tanto dura el frió cuanto dura el correr del humor
que viene poco á poco, á las veces viene tan vagarosa-
mente, que dura el frió á las vueltas tanto como las
calenturas casi, porque la parte que vá primera comien-
za primero á encenderse y hacer calentura.
Fr, Martin. En mi vida nunca oí philosophía tan
subtil y tan palpable, y si de aquí adelante yo fuera im-
portuno en el preguntar, vos tenéis la culpa en el res-
ponder, porque son tan sabrosas las respuestas, que
quedo harto y satisfecho con ellas, y me ponen hambre
para cobdiciar otras. Ora quiero saber con qué virtud
echan de sí las venas este mal humor.
Villalobos. Cada uno de los miembros tiene cuatro
virtudes naturales, conviene a saber: atractiva, con que
atrae á sí el mantenimiento que há menester para
— 259 —
rehacerse; la segunda es retentiva, con que detiene en
sí el mantenimiento hasta que haga en él digestión
entera yres^iba de la substancia que le conviene; la
tercera digestiva, con que digiere el manjar que en sí
retiene, hasta que lo va convirtiendo en su propia
substancia; la quarta expulsiva, con que alanza y echa
de si lo que le sobra é no le conviene; y esta quarta
virtud que hace al propósito y a pregunta, quiero de-
clarar para que la veáis más palpable, y para esto se
debe considerar que el estómago, después que se man-
tiene y se harta del manjar que tiene dentro de sí, claro
está que lo que le sobra que lo echa de sí, y nosotros
no vemos ni sentimos cómo lo echa, pero sabemos que
hoy está lleno; y si no comiésemos, mañana estaría
vacío, y la madre que tienen las mujeres, echa de sí
la criatura cuando ya no conviene que esté más allá.
Todo esto hace natura mediante la virtud expulsiva
natural que todos los miembros de el animal poseen;
y ansí las venas echan de sí el humor que se vá corrom-
piendo, y el celebro echa de sí las reumas, y la vejiga
echa de si las orinas; y de esta manera hacen todas las
otras partes. ¿Entiéndeme bien V. R.*? Si nó dárselo
hé más claro.
Fr, Martin. Antes estoy corrido y encandilado de
tanta claridad que basta para que lo entienda un niño.
Villalobos. ¿Pues por qué os habéis parado solícito
y pensativo?
Fr. Martin. Porque estoy contemplando en la om-
nipotencia y sabiduría de Dios que tanto supo hacer;
y con todo eso presumía un asco de un hombre philó-
sopho de limitar el poder y la providencia divina.
Agora me queda otra demanda, y hela preguntado
— 26o
muchas veces á otros doctores, y creo que ellos me
respondían lo cierto, mas yo nunca los podía entender,
y la pregunta es esta. Quando en la terciana ó cola
quartana acaba de quitarse la una calentura, ¿í áóoát
queda ascondida la otra calentura que viene despuesá
su hora cierta á tercero día ó quarto? I^jrque si viene
de otras partes ó de otras tierras es cosa maravillosi
de pensar. ¿Quién lo trae? ¿Cómo siempre viene á un
tiempo y á un mismo enfermo aunque se mude de un
lugar para otro, y cómo viene con tan gran conderb)
que paresce que tiene propósito y que sabe lo que
hace, y en verdad que creo que por esto la ruda gen-
tilidad hace templo á la ñebre y la adorauan por diosa?
Y si no viene de otra parte sino que queda ascondida
dentro del cuerpo, ¿cómo guarda tan gran concierto
t|uc no se descubre sino á hora cierta, la una al tercero,
1.1 otra al quarto día?
yUlaUbos. ¿Quiere decir más V. R.'?
Fr. Mariüi. No hé menester decir más á tan buen
entendedor.
yUlalohs. Ya he dicho en lo pasado queste humor
que hace la terciana ó la quartana, comunmente sale
Je las venas y corre por los miembros hasta parar en
unu dcllos que tenga capacidad y vasija en que quepa,
y que no tenga fuerzas para defenderse del y echallo
de sí como lo echan los otros miembros por do pasa; y
también habéis de saber que ningún humor hace calen-
tura hasta que se podrece, porque con el pudrimiento
arde como un muladar, y en ardiendo, echa humos de
sí que suben hasta el corazón; y como el corazón es
antro donde se cria todo el calor y se reparte por
todu el cuerpo, enciéndese mucho más con los dichos
— 26l —
humos, que son una kñm muy iqparexada parm in^
flamar y dar mas fíi^o de lo ques menester; y este
fíi^o envíalo el corazcm a todo el cuerpo por los
pulsos, que todos nascen de allí; y an» todos los
miembros padecen calor y calentura, de manera que
el humor, no hace calentura hasta que esté podrido.
Fr. Martín. Quando estaba este humor en lu
venas, ¿porqué no hi^o calentura?
Villalobos. Porque aún no estaua podrido.
Fr. Martín. Si no estaua podrido, ¿porqué lo
echauan de sí?
Villalobos. Porque estaua tan aparejado para cor^
romperse que natura no lo podia corregir y hada tan
gran sinsabor en las venas, que no lo pudiendo sufrir,
lánzanlo de sí con gran furia , como ha^e el estómago
que siente dentro de sí alguna cosa muy contraria i
su naturaleza y muy enemiga de su gusto, que i
pesar de su dueño la echa de sí haciendo gómitos con
grande ímpetu y violencia, como acontesce a personas
delicadas quando toman alguna purga, ó a los qus
beben alguna ponzoña; ansí que las venas con su inS'
tinto natural sintiendo el humor que esta k punto rfs
dañarse ques disconviniente para su íMMfñ le hi^
echarlo fuera antes que acabe de podrecer^r , y Uh\m
las partes por do pasa también lo echan amuf k un
mal huésped herido de pestilencia^
Fr. Martín. Y en las venas ^ acontes» 4\u% hiy
humores podridos y corruptM?
Villalobos. Sí líOMCt^ \;ff^f\U€ tup fm^imm ¥4m
ellos para alanzaDr/s foera^
Fr. Martín. ; Y átfiáM^ ^i4¿ se hMéf
ViliaUbos. Háccw ttímümn a/^MÍsmmí ^|M# Amu
— 202
hasta que sana ó muere el enfermo ; y si este humor
es cólera, hácese terciana continua.
\ Fr. Martin, Si es continua, ¿porqué la llaman ter-
ciana ?
Villalobos. Porque guarda la proporción y seme-
janza de terciana, arreciándose á los terceros dias; y
si es flema, hace cotidiana continua que sube y abaxa
cada dia; y si es melancolía hácese quartana contínuí
que cresce al quarto dia; y si es sangre, es continua
todos los dias por igual.
Fr. Martin. En verdad que la dotrína es muy
dul^e; mas vengamos á la pregunta principal, que
es saber dónde estaua esta calentura que tan concerta-
damente viene á sus ciertos planos.
Villalobos. La calentura no está naturalmente en
alguna parte, porque cada una que viene, ella misma
quema y consume el humor que la hace, y acabado
de quemar, acábase ella como se acaba el fuego quando
la leña se acaba de hacer ceniza.
Fr. Martin. Pues si el humor se acaba, ¿con qué
causa vuelve una y otra calentura?
Villalobos. Con el mal humor que queda en las
venas.
Fr. Martin. ¿No decís que lo echan fuera de sí?
Villalobos. Echan fuera lo que está más aparexado
para corromperse, mas queda allá otro que no les di
fatiga hasta que se llega su hora, conviene á saber: su
tercero ó quarto dia, que es el tiempo de su corrup-
ción, y entonces las venas échanlo fuera y va a parar
adonde hace otra terciana ó quartana.
Fr. Martin. Y ésta agora sepamos, ¿porqué
tan cierta orden de tercero ó de quarto dia?
— 263 —
Villalobos. Porque á todas las cosas natura les
guarda orden y planos en sus corrupciones. Vemos
que la carne de la vaca dura en verano ocho ó diez
dias sin dañarse, y otro tanto diremos de la carne del
pabo y del águila; y el perdigón no dura un dia entero.
Si alguno preguntase porqué tarda más la carne de
vaca que la del perdigón en dañarse, la respuesta esta
en pronto, porque el perdigón es más muelle y más
delicada carne, y las causas de la corrupción , que son
calor y humidad, hallan mayor aparejo en él para impri-
mir que no en la vaca. Mas presupuesto que la carne
de la vaca dura ocho dias en la despensa en dañarse,
si alguno preguntase porqué son ocho dias y no seis,
ó porqué no son do^e, esta pregunta sería inútil, como
si alguno preguntase porqué tarda el Sol en hacer su
vuelta diurna veinte y quatro horas y no tarda veinte
y seis ú treinta horas; ú porqué tarda el fuego en
quemar una vela seis horas y no tarda quatro ú diez.
Y volviendo á los humores, si alguno preguntare por-
qué se corrompe más presto la cólera que la melanco-
lía ', es fria y seca, que son calidades que contradicen
á las causas del pudrimiento que son calor y humida-
des, etc. Pero si preguntare porqué la cólera tarda
dos dias en podrecerse, y no tres ó cuatro, la pregunta
sería vana, porque cada uno de los cuerpos corrupti-
bles tiene limitados por la naturaleza los tiempos, y
las tardanzas de sus movimientos y corrupciones, y
también tiene dellas las calidades, y por eso no pre-
guntamos porqué quema el fuego y porqué enfría
la nieve.
I Alt en la copia manuscrita. Parece que faltan palabras análogas á
— 264 —
Fr. Martin. Ansí que la cólera acude con su o-
lentura á los terceros dias.
Villalobos. Ansí paresce.
Fr. Martin. ¿Y la cólera es siempre de una mi-
nera sin que haya diferencias en ella?
Villalobos. Muchas diferencias y diuersidades tiene;
porque hay una ques muy pura, y otra que es mis
aguda con flema más subtil y más gruesa, y otras dis-
tinciones que no es menester expresallas aquí.
Fr. Martin. ¿Y todas se podrezen á un mismo
pla(jo?
Villalobos. Todas vienen á podrecerse casi al
tercero dia, pero unas vienen más presto y éstas llama-
mos anticipantes , porque la cólera dellas es más del-
gada y más furiosa; y otras vienen más tardías y
llámanse ponientes, porque la cólera gruesa tarda más
en podrezerse; pero en fín las unas y las otras no
yerran del tercero dia.
Fr. Martin. Y si las tercianas tardan en sanar
cinco ú seis meses y la quartana dos ó tres años, como
yo lo he visto en un religioso de nuestra Orden, ¿cómo
es posible que queda en las venas tanta cantidad de
humor que baste para resistir las calenturas de todo
este tiempo?
Villalobos. Imposible seria aunque las venas fue-
sen odrinas.
Fr. Martin, Pues ¿cómo duran tanto las calen-
turas?
Villalobos. Otra dotrina os habré de leer en
que tardéis otro poco. Sabed que cada dia se engen-
dran en el hígado y en todas las venas todos quatro
humores.
— 265 —
Fr. Martin. ¿En qué manera?
Villalobos. Lo que se come con lo que se beue,
cué9ese en el estómago como en una olla; y luego el
estómago toma dello la rabión que vé há menester
para su refección, según dice Galeno; y ansí es la
verdad bien probada y examinada por él , y lo que le
sobra es para mantener todos los miembros del
cuerpo.
Fr. Martin. De manera que el estómago primero
recauda para si.
Villalobos. Como de su trabaxo , como los bueyes
que andan trillando.
Fr. Martin. Cosa de San Pablo es esa. Diga más
adelante.
Villalobos. Lo que le sobra al estómago échalo al
hondón, y allí los otros miembros sus vecinos con sus
astillas enuian á demandar su parte. Las tripas lleuan
para sí las hezes de la vianda para mantenerse de al-
gún <jumo y substancia que va con ellas. El hígado tie-
ne unos caños delgados que calan al estómago y á los
intestinos superiores, y éstos chupan como unas sangui-
juelas el 9umo y substancia de la vianda que esta en el
hondón del estómago y en la parte alta de los intesti-
nos, y llévanlo á una vena muy ancha que está en la
concavidad del hígado , y de allí se reparte todo este
^umo por todas las venillas del hígado, que son infini-
tas, y en ellas hace otro cocimiento segundo para tor-
narse sangre, y en este cocimiento hay una parte que
es más gruesa, como hezes de las otras, y éste es el
humor melancólico; hay otra parte que es más del-
gada, como espuma, y ésta es cóiera; hay otra parte
que es igual y 0(iqi|j||y|||||^^ es la
sangre, naturalíssimo y excoxido nutrimento de
miembros; hay otra parte que no acaua de cocerse 1
y ésta es la flema, que es sangre mal cocida. La o
paracion de esto es como el mosto cuando cuece ei
cuba, porque en él hay una parte delgada como es
ma, y ésta se sube á lo alto; hay otra parte que
las hezes, y éstas se van á lo hondo; hay otra p;
que es vino perfecto, y hay otra que no acabó
cocer y quédase mosto; y sentímoslo quando be
mos vino nueuo. De manera que todos los días
hacen en el hígado los quatro humores, y cuando
cuerpo está enfermo por pujanza de cólera que hay
las venas, claro esta que se criará en éste más col
que en los otros cuerpos, y de ésta se ceuan las ten
ñas; y si está enfermo por melancolía, criará cada
más melancolía que otros; y de aquí se ceuan las qu
tanas, aunque duran treinta años, como dicen c;
duraron á la santa Condesa de Haro; y la causa q
dan algunos maldicientes es que competía con la Re)
D.' Isabel, y que tenía invidia porque la Reyna te
más parte en el reyno que no ella, y desto se le qi
maha la sangre, y se le alargaba la quartana.
Fr. Martin. Todas las nieblas habéis derramac
y nunca oí tan buen proceso de medicina.
Bustamante. Maldita !a letra que yo he pxjdi
entender, sino aquello del vino nueuo, y he holgs
tanto de lo oyr que pesó cuando iba acauando.
Villalobos. Lo primero bien lo entendiste.
Busiamante. ¿Quál?
l'illalobos. De cómo has de conocer si hay cal
tura y si es terciana.
Bustamante. Eso si.
— 267 —
Ulcbos. Tórnelo á decir. ¡Válgate el diablo!
^ propósito roznaste agora?
lamente. Porque bien entendí lo que dijistes y
catar un pulso cotexándole con el mió para ver
* calentura; mas no lo sabré decir más que un
j por eso acordé de roznar.
íéüobos. Respondistes como quien tal eres.
Martin. Agora os encomiendo á Dios que
bastáis para hacemos á todos locos de risa.
lalobos. Quiérote enseñar confusamente cómo
e curar la terciana sencilla, de manera que no
errores de que puedan acusarte. Primeramente
de poner en dieta delgada siete dias arreo , que
ma sino lechugas ó calabais ó borrajas ó espina-
uisadas con aceite y vinagre, y puede comer
as-pasas al principio y peras asadas, unas manca-
la postre , y si fuera alguna persona flaca acos-
rada á tragar mucha carne en salud , porque no
tmaye le darás una presa de caldo de pollo con
lartillo ó medio al comer y al i^enar, su dieta
á los otros '.
18 doctrinas expuestas en este diálogo no sólo son idénticas, sino
mucha parte están expresadas con las mismas palabras que usa
)Os en el Diálogo de las fiebres interpoladas que añadió á sus
ñas por mandado del Obispo de Astorga.
POESÍAS.
I.
Cscrivo burlas de veras,
Padezco veras burlando
Y ^ufro dissimulando
Mil angustias lastimeras,
Que me hieren lastimando;
Y con risa simulada
Dissimulo el llanto cierto,
Que, aunque vea al descubierto
Vuestra burla tan burlada,
Lo que siento esté cubierto.
Y no porque sienta afrenta
En sentir lo que hazeys^
Porque en lo que vos podeys
Es justo que se consienta
Todo lo que vos quereys.
Que sea salud la dolencia.
La desdicha buena suerte.
Que lo flaco sea muy fuerte.
Que sea salvo por sentencia
El que condenays á muerte.
— 272 —
Y pues ya en mi mal alcanza
Que soys vos quien ordenays.
En las heridas que days,
Quando mas meteys la lan9a.
Pienso yo que me curays.
Yo con este pensamiento.
En que creo que no mengano.
Ningún dolor mes estraño.
Antes quando mas tormento
Tengo por menos el daño.
Los que curan con primor ,
Viendo mortal la herida
Y ell esperanza perdida,
Quando os dan mayor dolor,
Os dizen que os dan la vida.
Y por esto yo en mi cura,
Quando siento vuestra mano,
Veome sano y ufano;
Mas veo luego mi locura,
Quando veo ques sobre sano.
Y buscando algún señal
El questá en estrecho puesto.
Para saber manifiesto
Si su herida es mortal.
Mira al que le cura el gesto;
Assi yo en mis graves males
Que después que os vi consiento.
Ved, cuytado, lo que siento.
Pues no mienten las señales
En vuestro merecimiento.
-273 -
Pero aunquestos sean testigo
Que la verdad me matizen
Y jamas se contradicen,
No creo deüos lo que digo,
Por creer lo que otros dizen.
Y acordándome que os vi.
Pensando siempre en que os veo.
Ningún señal mortal creo,
Y por quedar siempre asst '
Quedo muerto de deseo.
n.
I
A ONA PARTIDA.
Ved lo que os duele no os ver,
Quen la partida
La esperanca de la vida
Es el bolver.
Y en ausencia tan amarga
Trayo tan perdido juego,
Que, aunque la buelta sea luego,
El esperanza es ya larga,
Pues ¿quien podra sostener
Mal tan largo en corta vida,
Siendo cierta la partida
Y no el bolver?
^
— 274 —
III.
VILLANCICO.
Mi pesar ya no es pesar.
Aunque sé ques muy crueJ,
Sino el que os dó yo con él.
Esto alcanca solo el seso
Con el peso del pesar.
Vos de un cabo y de otro el peso
Ser obligado a tornar,
Pues tengo de que pagar.
Mi pesar no mes cruel
Sino el que os dó yo con el.
Mas pues está en la moneda
En que haveys de ser pagada.
Poca vida es la que queda
Para vivilla penada;
Pero anda recatada
No de mi pesar cruel
Sino del que os doy con el.
IV.
i'ARTIF.NDO, PÜROIE DFZIA UNA DAMA SER LO QUE DIZEN
QUIEN DK M'S AMORES SE ALGXA.
Siendo falto mi temor,
Serafina, de quien temo,
Y las obras de dolor.
- ^^s-
Que vos hazeis en estremo.
Entonces serán de amor,
Y porque quien del se alexa
Nunca halló lo que dexa.
No dexaré mi tormento.
Mas del pierdo assi la quexa:
Que por vos soy del contento,
Si lo soys porque lo siento.
: LA MISMA SBÜORA.
Atájese esta question.
Aunque mi mal no se ataje,
I Y la dissimulacion
Quen vos halla mi mensaje
Siga vuestra condición.
E pues esta es quien os dexa,
Dexáme á mí sin querella,
Dexáme, señora, en ella
Y morir en esta quexa.
Porque vos vivays sin ella.
Pues justo es que padezca
Desta causa esta fatiga,
Vuestra voluntad parezca
Y sed vos ya quien la diga,
Yo seré quien la obedezca.
— 276 —
y esta grande merced tanta
Que me hareys en dezillo.
Ya os la sirvo con sufríllo.
Vedes aqui mi garganta.
Descubrí » vuestro cuchillo.
■
Bien sé lo que ganaré
Sentada en esta sentencia,
Pero, si alia nos veré,
Ningún cargo de consdencia
Sé cierto que llevaré.
Pero deste bien notorio
Que mi voluntad no quiso.
Vos podeys tomar aviso.
Que quiero mas purgatorio.
Señora, que parayso.
VI.
PARTIÉNDOSE.
Pues que me parto sin veros,
No sé yo que pueda ver,
Pues, en quanto pueda ser,
No puede ser no quereros
Ni que me podays querer;
Y pues esto es assi cierto.
Muy cierto será el concierto
Entre la muerte y la vida:
Vos con la muerte servida,
Yo con vida por vos muerto.
I Sic: por descubrid.
vn.
sospecmjLndo que havu h£cho del lo que duranoajite
DE su AHIGA Ó SU AMIGA DÉl..
Durandarle, Durandarie,
Mas yo en averte mirado,
Aun por tí muerto y llagado.
Seré siempre en cualquier parte
Buen cavalUro prevado.
To te ruego que hablemos
Lo que sabes que callado,
Ya sin mí en tí trasportado,
Como viste en mis estremos
En aquel tiempo passado.
Ojiando en Justas r torneos
Y do quier que te has hallado,
Quando mas por tí penado,
De huyr mis devaneos
Publicaste tu cuydado.
Ojiando venciste á los moros
Y á mi de mí renegado,
Y aun alia estava pagado
De ser mi muerte y mis lloros
En campo par mi aplazado.
1
— 278 —
Y agora desconoscido^
Sin conoscer que vó errado
Ni conoscer tu pecado.
Sin yo ha vello merescido.
Di y ¿porqué me as olvidado?
Palabras son lisonjeras
Las que a mí man encumbrado.
Pues quedo en tierra postrado
Y vos con ellas enteras,
Señora y de vuestro grado.
Que si amor quereys comigo^
Es sin testigo abonado
Y es sobre falso dorado,
Y en pensar questo es testigo
Teneyslo muy malpensado.
Porque amasteys a Gayferos
Vi quera de vuestro grado,
Y por esto condenado
Pensé en algo mereceros,
Qiuando yo fuy desterrado.
Y por no sufrir ultrage^
De vos y de mí engañado,
Yo seré de mí ultrajado,
Porque os sirva este mensaje
Moriré desesperado.
GLOSANDO : MUERTO QUEDA DimANDARTE.
Aunque nuevas de pesar
Sea pesar descubrillas
A do engendran mil renziUas,
Mas de placer an de dar,
Gran plazer será dezillas,
Quanto mas esta ques darte
Que la diga do no daña
Antes para contentarte:
Muerto queda Durandarle
.■11 pif duna gran montaña.
Y tan grande que, aunque al pie,
Es do la vida le falta;
El murió en causa tan alta
Que, pues no muere su fe,
Perpetua vida lesmalta
Danos esmaltes tan finos,
Servicios que os deseara
Quen su alma van continos.
Con ¿I queda Montesinos
Que á su muerte se /¡aliara.
Do hallo á vos causadora
Della y de su perdición,
Que, aunque fuese su pasión
De su muerte essecutora,
Era de su condición,
Y perdonar los despechos.
— 28o —
Quen vos siempre acá hallava,
Que pues ellos perdonava
DesarmaTtdok los peches
T el coraron le socava.
Y en él toma tal aviso
Que su desvalor tal es
Quen ver que no le queres
Y acordando lo que os quiso
Se te cae entre los pies.
Y aun alia en la tierra yerma
Por vuestro amor le dexara,
Que solo lo levantara
Para llevallo á Belerma
Cerno él se le regara.
Y esto no por bien querer
Lo que vos no haveys querido,
Pero que tengays sabido.
Si en vida no pudo ser,
Quen la muerte os ha servido;
Y esto del conosciendo,
Aunque muerto le llorava,
Mucha embidia del haviendo.
Palabras Usía diziendo
Que la tierra lastimava.
Es tan grande el sentimiento
De tu grave malandanza
Oue me obliga á la venganza,
Mas ver tu contentamiento
Me ha embotado ya la tan^a;
— 28l —
Que, pues la muerte no es parte
Ni lo fué tu mal sin calma,
Que lo perdones sin arte:
/ Durandarte^ Durandarie,
Dios perdone la ¡u alma !
Herde quexa de tu suerte,
Si en vida no as acertado
Ni á Belerma contentado,
Demos gracias a la muerte,
Pues en ella lo has hallado;
Y con este bien profundo
Que esfuerza lo que desmaya
Dios te dé alia bien jocundo
y á mí saque desle mundo
Para que contigo vaya.
i
UN CORTESANO, ESTANDO PENSATIVO, FUE PREGUNTADO
rOR 3U DAMA QUE ¿EN QUÉ PENSAUA? Y ÉL LE RESPONDIÓ
ESTE mote:
Pienso que mi pensamiento
No piensa que pienso yo.
Glosa.
Si por pensar enojaros
Pensase no aborresceros,
Pensaría en no quereros
Por no pensar desamaros;
— 282
Mas pensando en mi tormento.
Sin pensar por donde vó.
Pienso que mi pensamiento
No piensa que pienso yo.
X.
AL TIEMPO BUENO.
¡O memoria de mi vida.
Como me causas dolor.
Dolor que nunca se olvida.
Pena muy mas que crecida ,
Que va de mal en peor !
Hallóme de angustias Heno
Por la gloria en que me vi.
¡ Ay de mí triste que peno!
Tiempo bueno, tiempo bueno,
¿Quién te me apartó de mí?
Mis placeres fenecieron,
Mi descanso se perdió,
Los males que me vinieron
Tan disforme me pusieron
Que no me conozco yo.
Pues mi bien ya lo perdí ,
A mí mesmo me condeno.
Señora, ¿donde estás, di?
— 283 —
Quen solo pensar en ti
Todo plazer mes ageno.
O fortuna, ¿donde estás,
Donde hazes tu aposento
Que á quien mas placeres das,
Le maltratas mas y mas
Quando vive mas contento?
Yo vi mis fueras tan sanas
Quanto nunca se pensaron,
Son ya míseras y vanas.
Tiempo fué y oras ufanas
En que mis días se gozaron.
Todo está ya demudado.
Pues el tiempo lo mudó.
Quanto más fui prosperado
Me siento muy mas turbado.
Petuando lo que passó.
Las gracias que s'emplearon
En mis potencias humanas
Yo sé bien que se acabaron
Y sé quen ellas sembraron
La simiente de mis canas.
¿Quien está tan vitorioso
Que no sienta algún recelo?
¿Y quien es tan poderoso
Quel re^o tiempo mañoso
No dé con él en el suelo?
-284-
^u^
Todas las cosas passadas.
Por mas que fuesen pwnosas.
Con las presentes pensadas.
Medidas y compassadas
Os parecerán sabrosas.
¿Donde para sabiamente
Sufrir qualquiera cuydado
Aunque mas, mas se le aumente?
¿Quien busca mas acídente
De lo quel tiempo le ha dado?
Yo me vi con al^^,
Plazer y consoladon,
Yo me vi que posseya
Tanto quanto bien quería
Libre de toda pasión;
Yo me vi muy prosperado
Bien y bien y bien encima.
De plazeres adornado;
Yo me vi ser bien amado
Con deseo en alta cima.
Veome agora quel tormento.
Dolor y penas extrañas
Tienen ya hecho su asiento
En el mesmo fundamento
De mis abiertas entrañas.
Tanto ha hecho en mí el cuydado -
Quen pensallo siento grima.
— 285 —
Y de verme tan trocado
Contemplar en lo pasado
La memoria me lastima.
Soy aquel en mi penar
Que por ell agua sosfúra
Y, si la pienso alcanzar
Con mi mucho dessear,
Mas á príessa se retirá.
La vida no me consiente.
La muerte de sí me arroja.
Vivo en este inconviniente,
Y, pues todo me es ausente, '
No sé ya questremo escoja.
Las cosas muertas y vivas
Me tienen enemistad ,
Nocivas y no nocivas
Se me muestran mas esquivas
Que la mesma esquividad.
Tiembla[n] ya como la hoja
Mis ojos bueltos en fuente,
Fuente viva que me moja;
Bien y mal todo me enoja.
¡Cuytado del que lo siente!
Tenga buena la intend
Quien quiere s^uir boiui
Y en lo que toca i razón
No siga su voluntad.
Ni tampoco lo vulgar.
Pues su daño conoscemos
y en el correr á parar
Hagamos lo que devenios
Dexando lo ques vedad
Para passar esta vida.
Pues la carne bien regida
Haze al dueño concertado
Que la bienaventuranza.
Desde la culpa de Eva,
Sin passiones no se alcanza
Que seria cosa nueva.
Y en mundo tan infortu
Sitramoi \n nii(í<! míior
-187-
Teniendo tal resistencia
Fin aquello que sucede,
Que pueda nuestra paciencia
Lo que la carne no puede.
Que, aunque vemos questá muerta,
En las cosas de la vida
Eli entrada y la salida.
Ambas son por una puerta.
Como morimos nacemos,
Gimiendo por permission
Los yerros deste mesón
Do gastamos y comemos;
Sin quedar rico ni pobre,
Desdel cetro al hospital ,
Dulce, agro ni salobre.
Que no se cate por sal.
1
Por esso deve mirar
El nombre de Rey qué aclara:
Do se verá que su vara
Por nada deve doblar.
Y quel pastor al señor
Del ganado que apacienta
Ha de dar estrecha cuenta
Desde el mayor al menor.
Y será muy contmentc.
Casto, franco, verdadero.
Mirando que de la gente
Ha de ser norte y luzero.
— 288 —
Y debe el Rey ser esento,
Tener mucha libertad.
Con concierto y mucho tiento
Contrastar su voluntad.
E, pues [que] es superior,
Debe ser nuestro dechado.
Ni será desgastador
En lo que toca á su estado.
En cosas de candad ,
Si quiere, tienda la mano,
Pues el juez soberano
Tiene tanta facultad ,
Que, mirando solo á él.
Sin respeto mundanal.
Acrecentará su caudal
Como el ganado de Abel.
Y pues vemos quel morir
No tiene limitación,
No queramos presumir
Contra su juridicion.
E mirar quel gran estado
Kn libertar su posada
No vive mas rest[r]ibado
Quel pobre questá sin nada;
Ni sigan su voluntad
En cosas que son de viento.
Pues nuestra sensualidad
No tiene ningún assiento.
— 289 —
Pues los grandes han de ser
En ambas vidas sojuzgados,
Deven vivir recatados,
Por conservar su poder,
Sin exceso, sin desorden
De cuenta, peso y medida,
Mirando quen muerte y vida
Tanto les cumple la orden.
Ni por cosas de añdon
No olviden lo intellecto, m
Y aquello que es de preceto
Y de tanta obligación.
Deve[n] mirar su comiendo,
No extremarse entre la gente,
Y que un pedazo de liento
Ha de ser su expediente.
Este tal no excederá
En el gasto de su renta,
Quando temiere la cuenta
Quen muerte se sumará.
Que gran copia de su grado
Y mucha tierra á montones
No se tiene sin cuydzdo /
Y graves persecuciones.
Que si el estado mayor
No tiene quien le merezca.
Mejor libra el que es menor.
Aunque todo le fallezca.
— 2qo —
Pues estando do no cabe
Sin cuerdamente go2udlo.
Es tenello y no gastallo
Tesorero de su llave.
Y no queden los perlados
Y la santa religión,
Y aquellos que profession
Hizieron de sus estados
Para dar de su recibo
Buena cuenta y de su vida,
Porquestando de partida
No esté quebrado el estribo.
Ni tener donde descargue
El descargo de su cargo ,
Que haze el dexo tan amargo.
Por más que el tiempo se alargue.
Y mirar que lo que tienen
Que son bienes de menores
Y deven ser curadores
De aquello que no mantienen.
A los estados profanos
Remitan magnificencia ,
Y no despleguen sus manos
Sino en cargos de conciencia;
Y, si noble condición
Haze franco y virtuoso.
No de ve ser generoso
Sino en cosas de devoción.
— 29* —
£1 medico cavallero,
Ques estado mundanal.
No desgrane como azero
Si se muda el temporal.
La bonanza no se haga,
No se sepa conosccr
Y que á nadie satisfaga
El mando de su poder.
Digamos de la substancia
Del que mucho compra y vended
Y quantas vezes ofende
La sobra de su ganancia;
Quanto más quando da al traste
Lo que se suele soltar
Como agua dalbañar
Por disfamia ó por desastre.
Quando sallega sin tiento,
No sabiendo para qué,
Pues nuestro contentamiento
De hondo no tiene pie;
Pues vemos quien mal alcanza
Del grado que aquí s'encierra
Que no para su abundancia
Sin un pedazo de tierra.
No se salve el oficial
De no traer á montón
Su aguja y su dedal
Y su fragua y su carbón,
— 29* —
Y los otros menestrales
En mil tratos de otra suerte.
Si viven descomunales,
¿ Qué sentís que harán en muerte?
No se sabiendo esemir
De aquello que los condena.
En 9ufrir ni en su vivir
No les veo cosa buena.
Que passan tan trabajados,
Con tan immensa fatíga,
En especial los menguados,
Que dellos no sé que diga.
Pues la gente jornalera
Y otra baldía ^n trato.
Si son malos ¡quan barato
Dan la gloria que s'espera!
Los unos en impedir
El tiempo de su labor,
Y otros mil en no sufrir
Los desgrados del señor.
Los cansados labradores.
Si no son buenos, ¿qué harán,
Viviendo de sus sudores
Y escotando assí su pan?
Pues su vida les da espacio
A passar con más sosiego,
Sin chamuscarse del fuego
En los cargos del palado.
— 29$ —
XU.
GABRIEL DIO AL ALNIKANTE, SD SSfíOR, UK MACHO,
, QUEDANDO Á PIE EN TORRE DE LOBATON, ESCRIVIO ESTA CARTA
AL ADELANTADO, HERMANO DEL ALMIRANTE, PIIm£nDOLK
UNA CAVALOADUSA.
Muy magnifico señor.
Un cantor,
Questá aqui casado en Torre,
Hstá í pié por su dolor
Y sé que desto se corre
Aunque no es gran corredor.
E sí es mengua para mí
Verme assi.
Para otrí es mas empacho,
Si se le acuerda del macho
Que le di.
E pues no tengo en qué yr.
Sin mentir,
Vuestra Merced lo provea.
No demando que lo vea,
Ques pedir
Lo que no podeys cumplir.
Si no vimere animal
Irracional,
Venga, señor, la respuesta.
Pues la demanda me cuesta
Este mo^o y un real.
— 196 —
Si acá se pudiera aver
No enojara,
Pues con menos se pagara
El alquiler.
£ con esto me despido
Mas no de lo suplicado.
Porque basta lo trobado
Para quatro pies que pido.
En Torre de Lobaton,
Hecha el primero de Octubre
En esta casa do cubre
La muerte mi corazón '.
I Esias poesías de \il1alobos fueron publicadas por primera vy
/■:¡ Cancionero general de obras nuevas, nunca hasta ahorj 11
prfí.tjs asi pnr el arte española como por la toacana.—Zanpat, ?
KstéKnnn. JeNijcra. ihby. de que se conoce un solo ejcmplir. ei-jsr
en la bibliolfi;a ducal de Wolfcnbiutcl. reproducido por Mr. Mo^c^Fl:
en su obra VEspagneau XVI ei -Vt-'Z/iiec/e.— Heilbronti. t87<t
— 295 —
xu.
GABRIEL DiO AL ALXttAirTE, Sü SD«NI, ÜH HACSO,
T, QUEDANDO Á PIE EX TOUE DE LOBATOlf, BlCKmO ESTA CA^TA
AL ADELANTADO, HERMAJ» DO. ALMÜAIOV, HDdlIDOLB
CHA CATALGAMnU.
Muy magnifico señor.
Un cantor,
Questa aqui casado en Torre,
Esta a pié por su dolor
Y sé que desto se corre
Aunque no es gran corredor.
E si es mengua para mí
Verme assi,
Para otri es mas empacho.
Si se le acuerda del macho
Que le di.
E pues no tengo en qué yr.
Sin mentir,
Vuestra Merced lo provea.
No demando que lo vea,
Qucs pedir
Lo que no podeys cumplir.
Si no viniere animal
Irracional,
Venga, señor, la respuesta.
Pues la demanda me cuesta
Este mo^o y un real.
— 196 -^
Si acá se pucHera aver
No enojara,
Pues con menos se pagara
El alquiler.
E con esto me despido
Mas no de lo suplicado.
Porque basta lo trobado
Para quatro pies que pido.
En Torre de Lobaton,
Hecha el primero de Octubre
En esta casa do cubre
La muerte mi corazón '.
I Estas poesías de VillaloboB fueron publicadas por prímera vj
El Cancionero general de obras nuevas , nunca haila akor»
pressas asi por el arte española como por la toscana.^ZttMfptt.
Esiébnn G. de Nájera. 13^4: de que te conoce un solo ejemplar, eini
en Ib biblioteca ducal de Wolfcnbiutcl, reproducido por Mr. MorcM
en su abra L'Espagne au XV/ el XVII iiecle.—Heilbmnn, 1878.
EL SUMARIO DE LA MEDECINA
CON ÜN TRATADO
SOBRE LAS pestíferas BUUAS.
PROHEMIUM\
CoNsiDERANTi inquam mihi plura: minime aliud
videtur nisi quod medicandi ars in salutem
conferat egrotantis. quod quidem cuipiam
mirum forte videtur. eum namque improbitas opi-
nionis credere duxit ipsam inutilem sanandis extitisse
corporibus. plurimi itaque artem excellentissimam
hanc ignorantes vituperant. hi namque sensibus inex-
perti: ac intellectu obnubilati. non potentes attingere
ad ea que medicina promittit. cum non solum dispo-
siciones corporis doceat exteriores cognoscere. ve-
rum etiam interiores, nec tantum presentía, verum
et futura, putant equidem reliquis vt sibi eucnire. vt
summus inquit conciliator. mentís igitur defectum
I Ha servido para la publicación de estos dos tratados el precioso y
acaso único ejemplar que conserva en su selecta biblioteca el Excelentí-
simo Señor Teniente general Marqués de San Román. Es un yolúmen
impreso en letra gótica, ¿ dos columnas; consta de veintiocho folios sin
numerar, y las dimensiones de la caja de imprenta son ©■,22Xo^,i5. Im-
preso en Salamanca, año 1498.
— 3oo —
nobilissimc computant sciencie. NonnuUi vero qi
vulgus producit eandem existimant vanatn. natu
lia minime operari putantes cum vnusquisque i
necnon salutis ab inicio creadonis sibi superíus c
titutum compleat periodum. sanat idcirco dici
quod sanaturum moriturumque perit. horum ci
fatuitas satis aperta fugiat. quos enim de hoc an
gere potuit cum herbas atque arbores intueatur q
rum ad sensum qualitates corpus alterant. hec cale
ciendo in lapsum corpora ducunt. illa frigore obi<
lánguida mortalia in pristinam reducunt salutem c
neo minime phebi. febres adurentes noscitis fieri. ac
que eucrasia hec preseruando has remouendo to
venenum quoque: viuentia reddere mortua: huic ti
ca opponendo viua detinet ista. repletum corpus: i
dicina facit inane, et vim imbecillem fomentum cfi
fortem. quisquis profunda mente vestigat verum q
ignis censeo calefacit inferius videbit. eiusque flam
sursum leuitas vehit. et aqua in frigus id calefací
conuertit. eiusque deorsum eam grauitas deprimit
minus cernet quanta viciosorum hominum pateat ir
mitas, et regulares adipiscuntur salutis bonum q
appetunt. hoc namque futurum viuens: si se in igi
proiicit quis dubitat eum in cinerem conucrti.
pellumque sumptum: ad inferos ipsum duxisse.
hoc si faceré nequit. istorum falsitas arbitrium peí
cat liberum. Nihil itaque video cur dessentirc quisp
possit medicinam inter omnes excellentiorem a
computan, vt maior ómnibus. Hypo dixit in lege. t
ex parte subiecti quod vnamquamque nobilitat artii
ut inquit phisicus de anima in suo principio, cor
namque existit humanum. cui omnia prophetadia
— 3oi —
generabilia varíis sortita nominibus subiiduntur. tum
etiam necessitatis mérito, vitam enim viuentíbus nobi-
lioris procurat. cui eorum affectus vehementíssime
submittuntur. de consolatíone. iü. omne namque ani-
mal salutem tueri elaborat: mortem pernidemque
deuitat. pulcra etiam et decora ars sanatiua dicatur.
clara micante auro flammasque imitante piropo, est
enim sita sublimibus alta colunnis fugatiua mali puta
senectutis et mortis que quidem improba et contra
naturam dicuntur. vt ait phisicus celi. ii. et mundi
phisicorum. v. nec non in libro de tabe. qui enim sa-
natiuam ignorant dietam decens est: citius quam suam
nature rationem. morí, de sanitatis ga. regi. sexto.
hec resistit debilitatque superum vires satumi frígus
compescit medicamine calido. Infrigidat arte radiosque
apolinis fulmina et martis vulnera cruorílenti mucronis
curat et remouet pestem. ad malum namque impri-
mendum yle indispositum reddit. quod vnumquodque
dispositum secundo de anima, requirít agens quodque.
licet enim tempore omnia phi. iiii. senescant. hec se-
nium retardat vt tercio ipse tegni significat hali.
Nihilominus hec quam excellentissimam fuldo in
tantum est vilipendium deuenta. ut non solum medi-
corum fatui imperíti quoque scolares eam vsurpare
videntur verum et in alus de sperati mecanids victu
carentes se médicos expertissimos interíorumque cor-
porum speculatores ínter vulgus fingentes. eodem me-
dicaminis modo omnia curare promittunt. nesdentes
miseri quod sanis corporibus. hiis quidem dulda illis
vero amara conueniant. egrí etiam quidam leuius qui-
dam vero acríus adiuuantur. non solum itaque in vi-
tuperíum sciende et eius canonice sequadum panem
— 3o7,
iustorum rapiunt. immo vitas miseras innocentiiu]
credulorum. crudeliter occidunt. heu quot miscranc
vulgares hos propter similitudinem insequuntur qt
sine aliorum penitencia huius penitentes facti aura ce
vesci amplius nequeunt: et tanquam improuide bdu
alieno stimulo tristi offerunt morti. quorum magn
spes facinorum machina repentino atque insprcato scp
fine destruitur qui ab eis non morbi sui remedia sus
cipiunt. sed adhuc contumacis doloris fomenta que
dam sunt.
Horum atrocem sceleratamque mentem mccui
excogitans dixi. Si idipsum quod eis licere creditu
auferatur magna ex parte sceleratorum hominum pcn
releuabitur. huius autem aliquod compleri potcrit
ipsis considerantibus nocumenta que suis media
minibus cuicumque egro inferre possint. huius ver
noticiam adimplere nequeunt si vestigia aliqua medí
cine olfacere non vrgeantur. Summarium igitur nw
dicine in iingiia sibi nota per placidaque verba facer
decreui. que et isti ignorantiam atque audaciam suat
erga tantorum que nobilium viuentium aperto in
tueantur visu. et illi in sciencia parum instructi: capí
tulorum medicine variorumque morborum memorial
quoddam obtineant. quo reddere rationem cius quo
in promptu eis queratur agnoscant: et cum hac mcdi
cine portione aliam complete nosse desiderent. ali
etiam latino sermone carentes terminorum signifer
notent: artisque seriem conspiciant. eorumque animuí
ferat huic subiacere loquelle ac ipsorum varia hau(
iniuste apud hoc vertatur solertia. nobiles quoqui
viri ac generosi aliqua medicine principia prelibata te-
neant: et eius optata eiusque odiosa conspiciant;
— 3o3 —
videant etíam quaiis mentís integrítas medico iusit vt
quos probos improbosue censuerint et quos premio
quosue supplicio dignos arbitrantur.
Et si ego hoc administrare offidum minime queam
hec enim angiporta non mihi preuia existunt transuer-
saque ignauia me precipitare faciat. legentes supplid-
ter queso vt hanc oblatíonem sine molestia redpiant.
alia namque mea quibus studiosius incedam opera pa-
tefient. in eisque romano sermoni adulteríum non
commitam que equidem a viribus ómnibus non vide-
buntur deserta: et huius operis non mihi: sed excellen-
tiori atque ülustrí domino meo marchioni culpam me
cogentí computent.
Et tu que perpetua mundum ratíone gubernas fili
patris pater: et vtriusque spiritus: da fontem lustrare
sciencie: da luce reperta. da luddum fieri intellec-
tum fulmine tuo. tu o quam peperit primo absque
imundicia mater cuius nostri fructus animi tulit lan-
guores qua nil pulcrius in térra celisue credendum ex
his que fecit imensa factoris potentía. preter inquan
ex te. solem hominibus ortum da gratíam verbis: ani-
mique sapientiam infunde et his ceptís o virgo aspira
meis. vt hoc influxu potens vertatur natura: et hoc
fauore opusculum finem attíngat.
■^AAWW^^
\
EL SUMARIO DE LA MEDICINA
BN ROMAN9S
TROUADO POR EL LICENCIADO DE VILLALOBOS,
ESTUDIANTE EN EL ESTUDIO DE SALAMANCA,
HECHO k CONTEMPLACIÓN DEL MOY MAGNIHCO
Y YLUSTRE SEI^OR EL MARQUES DE ASTORGA SEGUNDO,
AL QUAL DIZB:
MUY magtiiñco y ylustre señor: mucha gana
tenia vuestra ylustre señoría que yo sacasse
el trasunto de algunos libros de medecina de
la lengua latina en romance, porque en su tierra ay
muchos físicos bien expertos y letrados en ella que k
estudiaron en otra lengua, y como esta fuese destos
reynos y prouincias rematada quedáronse los dichos
físicos con la sciencia en la voluntad y en potencia no
mas, faltándoles el principal instrumento con que la
pudiesse manifestar y reduzir en acto, y dexomelo
demandar vuestra ylustre señoría conociendo que de
solo este prouecho se podrían muchos y no peque*
ños inconuenientes conseguir, porque vista la sdenda
en roman9e no solamente la vsarian los que ocm justa
— 3o6 —
razón y titulo pudiessen estando bien introduzú
principiados en ella, mas aun otros muchos cobi
osadía de la usurpar y tiranizar pensando que n
necessario para praticar el arte y poderse aprout
della, mas de ver aquellos libros que contienen i
las enfermedades y las curas dellas por estilo asaz
y manifiesto.
Grandissimo error verdaderamente seria de c
muchos y mas peligrosos errores sucederían, pe
la mayor parte de nuestra sciencia en sus princ
consiste, que son como el conocimiento de las
plexiones de los humores de los miembros y sus
cipados hechuras y anatomias y el conocimiento á
potencias, espritos y operaciones, y la noticia d
enfermedades y sus señales con pulsos y horinasy
muchas y muy graues cosas, cuia noticia solan
se alcanca en los estudios con gran trabajo y (
cicio, que como podría saber por aquellos libros <
la fiebre de humor quien no supiesse primero que
es humor é sus especies, y todas las otras cosas
presciencia se requiere , las quales muchas diuer
des y controuersias hazen en las curas, tanto que
misma passion por ser en complexiones diuersas j
rios tiempos requiere curas quasi contrarias; por (
fueme forcado de buscar medio con que no se in
riese en los dichos inconuenientes , y vuestra yli
señoría fuese servido en lo que tenia voluntad.
Hize vn sumario que comprende todas las ci
medades vniuersales y particulares, según que las ]
Auicena, con el cual ligeramente podra quien qi
que en la dicha sciencia tenga principios, acord
de las pesquisas que deue hazer en qualquiera es
— 3oj —
medad, y de las formas con que la cure; tras esto,
cada uno de los físicos de vuestra señoría sabrá buscar
medecinas simples y compuestas apropiadas al intento,
tomando exemplo y semejanza de algunas que alH
verá expresadas, puesto que no tuuiessen libro algu-
no, quanto mas que los tienen avnque no perfectos,
viendo asimismo por allí las significaciones de los
términos y nombres de enfermedades; con poco que
en el latin se les trasluza sabrán buscar qualquier ca-
pitulo y entendello, y dende conseguir libremente su
effecto.
ítem, ^prouechará el dicho sumario á todos los
fisicos nouelos y algunos de los ancianos qne curan
sin auer bien pertratado y passado los libros de la
practica de Auicena y Galieno y los otros, de manera
que primero veen las enfermedades en los pacientes
que en los libros. Con este ternan vna noticia y memo-
rial de todas, para que por alli se acuerden de lo que
acullá se escriue extensamente, y sepan dar cuenta y
razonar de qualquier pasión en prompto y sin estudio;
sabrán asimismo la orden de los capítulos de Auicena,
y acordárseles ha qual viene tras qual y que se contie-
ne en aquel: singular prouecho es este, y gran estimulo
para traelles á estudiar aquello que la suma les sig-
nifica.
Otrosí, es muy vtile y prouechoso para los seño-
res y para letrados de otras facultades que quieren
saber algo en la medecina para hablar con los médicos,
preguntar y experimentar, y también si estos depren-
den á entender el dicho sumario alcan9aran harto, y
aun se podran por algunos dias aprouechar en tanto
que viene el fisico do vuiere falta del.
— 3o8 —
Resciba pues vuestra ylustre señoría esta obra, que
si ella buena no fuere, bien sabe que el fundamento
suio que es la voluntad y gana con que le siruo es tal
que solo á Dios deue lo que della falta, al qual [d^
de conseruar y prosperar el muy magnifico estado de
vuestra ylustre señoría con luenga vida por largos
tiempos.
COMIENZA LA OBRA TROCADA.
OoN mucha instancia el Marqués mi señor,
aquel tan ilustre y real cauallero,
se muestra auer gana da questa labor
adonde se coja lo mas de la flor
de la medecina en estilo ligero;
por esto mouido a estudiar en la sdenda
me hallo afrontado en tan áspera via ,
mas todos favores y toda osadia
que quita la rustica y ruda ynoscencia,
me pone el seruicio de su señoría.
Que en ver yo un señor y de tanta excelencia
mandarme vna cosa por graue que sea,
la gruesa rudeza se torna en sapiencia,
la cruda pereza en muy gran diligencia;
y el muy peruertido querer ya desea
porquel del mayor y mejor rey cristiano
es su carnal primo, segund que sabemos,
aqueste es Osorio que a puesto la mano
contra hombres y diablos y todo tirano,
y nunca sus armas sin sangre las vemos.
— Jo9 —
Bien basta que mire el que quiere sus daños
para que le otorgue la mas alta ley,
que siendo niñito de solos doze años,
con sus lobos vino arramando rebaños,
armado en seruido de su propio rey;
y tal daño dieron al otro pastor
que entraua a hurtar en los hatos ágenos,
que no siendo injusto el estoriador,
dirá marauillas daqueste señor,
por este y por otros mil hechos tan buenos.
Que si el es encargo a su rey natural
por altas mercedes que del resdbió,
su rey les encargo porque es muy leal
y en siempre guardar la corona real
afruentas y gloria y mercedes ganó;
y callen con este otros muchos señores
y en toda lealtad le conoscan ventaja,
y dengela en armas y en antecessores
y en antigüedad de los sus seruidores
tan finos que siempre leuantan la paja.
O quantos hidalgos su casa sostiene
que todos son suyos de padres y agüelos,
pues miren la casa que siempre mantiene
y miren los antecessores do viene,
que su gloria y fama penetra los cielos;
avn hasta en los físicos ay tal concierto,
que son de su casa por linea y succeso,
mi agüelo del suyo fue físico experto,
mi padre del suyo y avn suyo es por cierto,
yo estoy reseruado a seguir tal processo.
— 3io —
Es tan liberal y assi sabe tratallos
a todos los hombres de suma y de cuenta,
que siempre les da de vestir y cauallos,
iaezes y muías, y plata y vasaUos;
después asimismo se pone en afruenta,
no quiero volar mas por tan grande altura
que faltan mis alas y quemóme yo;
remito este caso a su propia escritura,
yo quiero tornarme a hazer con gran cura
aquello que su señoría mandó.
Por ende la gracia diuina yo imploro
y a aquel de quien mana suplico humilmente
que como alquemista que haze tesoro
de piezas de plomo tornándolas oro,
asi mi juicio conuierta en prudente
y haga que en poca y estrecha escritura
comprenda las sumas daquesta dotrina
pues tan general y tan gran medicina
metió en aquel vientre de tanta estrechura
daquella su madre gloríosa diuina.
Después a Esculapio que fue el primer seno
do en la medecina principio se ordena,
después a Ypocras aquel claro y sereno,
después Archigenes, después Galieno,
después el Rasis y después Auicena,
suplico me den su fauor y razón
para proceder nel comiendo que e dado,
y en sus escrituras me muestren el vado
por donde no halle muy hondo el hondón
y pueda passarme sin ser ahogado.
— 3ii —
Diffinicion de la medecina.
Y digo primero que la medecina
es sciencia por quien todas disposiciones
del cuerpo del hombre se muestran ayna,
de parte que sana o que enferma dotrina
y enseña por senso y por claras razones
que la sanidad se deue guardar,
y como se guarde nos muestra cautela
y de lo contrario se auisa y recela
diziendo que aquesto se deue apartar
y como se aparte descubre y reuela.
De eomplexione.
Aquesta nos dize que la complexión
es tal qualidad la qual viene y procede
daquella renzilla y acción y passion
de las qualidades que contrarias son
quando entre las tales muy poco se excede;
asi que doquiera que en este comedio
se topan y encuentran los cuatro elementos
quebrantan sus fuerzas y aguzamientos,
y la qualidad que asi queda en el medio,
es la complexión y los temperamentos.
Ix. miembros de complexión.
Pero como sea impossible de ser
la tal qualidad ygual totalmente,
a uezes se halla mas humedescer,
y a uezes mas seca se puede hazer
y a uezes mas fría, también mas caliente,
y a uezes mas húmida y firia acontesce;
— 3l2
también firia y seca se puede hallar,
y seca y caliente podra resultar,
y húmida y calida a uezes paresce,
y a uezes ygual que es la mas singular.
Qjuatro humores y sus complexiones.
También aquesta arte nos muestra y nos
y da la noticia de nuestros humores
de colera y (lema y de melancolía,
y sangre que nutre y en su compañia
se mezclan los otros y son accesores,
y destos la colera es calida y seca ,
la sangre es caliente con mucha humidad;
es húmido el flema y de gran frialdad
la malenconia como tierra peca,
pues que es fria y seca de su qualidad.
Qjuatro humidades.
Mas antes que passe la sangre a nutrir
se muda primero en las quatro humidades,
primero se muda queriendo salir
de las venas chicas para se infundir
por todos los miembros y porosidades;
segundo se muda desques infundida
por los dichos miembros para humedecellos;
tercero se muda desque dentro en ellos
en los lugar ej os do ay parte perdida
se mete a cobralla para sostenellos.
Prosigue y diuide otra vez los humores.
Y quarto, se muda desque en tal lugar
se embeue en el miembro y se toma como c
' — 3i3 —
esto es por cobrar y por restaurar
aquello que hizo el calor ya gastar
y el ayre y mudanzas del mundo cruel;
y a uezes son sanos y son naturales
aquestos humores de quien he hablado,
y a uezes alguno, es corrupto y dañado
por las mutaciones de bs animales;
también por el aire corrupto espirado.
El miembro y los principales»
Y dize que el miembro es un cuerpo tal
compuesto de humores por su comistión,
y deste son muchos nel cuerpo humanal,
mas digo que entre ellos el mas principal
según el filosofo, es el cora9on,
tras este el celebro do están los sentidos,
al qual sigue el higado en su perfection,
tras este los miembros de generación;
asi que son quatro los mas escogidos
que guardan los biuos con su operación.
Complexiones de los principales y del cuerpo todo.
Mas el coraron es muy seco y caliente,
es frío el celebro y de húmido a nombre,
el higado es calido y humedesdente,
y asi compensados se queda excediente
en calido y húmido el cuerpo del hombre
por quanto en los dos ay excesso en calura
y solo en ell uno es pujante frialdad;
Ítem en dos ay sobrada humidad ,
y solo en ell uno ay exceso en secura,
que sobra humidad y calor ya es verdad.
-3i4-
Virtiuits.
Y aquestos son casas y r
do las tres virtudes están p
que en el coraron están las
celebro es la casa de las aní
el hígado es casa de las nut
vital es aquella por quien t
y por la nutríbile nos mant
por la otra sentimos, tambí
y qualquiera destas despuc
en otras especias que aquí
Esprito y caler ñ
Y destas virtudes su pro
y aquel que las trae es espi
l'esprito es vn cuerpo delg
que en el coraron tiene hec
nel vientre siniestro mas nc
este es el que pulsa en los
este es el que haze alentar
este es el que haze mouer ;
este es el que trae el calor
a todos los miembros para
Enfermedad*
Ya puede ocurrir qualqi
al cuerpo por vna de dos ii
que o puede venir en la sir
de sola vna especie de mali
o ay muchas especies en ce
la simple diuidola en tres g
— 3iS —
que o es por malicia de la complexión,
o es por malicia de composición,
o es de apartarse los miembros yguales
y hazerse diuisa su continuación.
De las enfermedades compuestas.
Compuesta es aquella la cual se compuso
daquestas especies o de algunas dellas
de son que en vn miembro o en vn cuerpo nos
el daño o la causa que a ello dispuso, [puso]
dos destas especies o tres que son ellas
enxemplo si en mano o en cabeca o en pie
nasció vn apostema aqueste en verdad
pecó en solución de la continuidad
y en la complexión gran malicia alli fue
y en composición también vuo maldad.
Diuide la malicia de la complexión.
Y luego me fundo sobrestá razón
primero que hable de mal ni dolor,
que toda malicia de la complexión
por quien viene daño a la operación
o es sin humor o sera con humor;
asi que el celebro si es concalescido,
de alguna calor que alli Tes impidiente,
o es sola calor la que alli le a empescido ,
o es por humor alia dentro metido,
que haze apostema o dolor o accidente.
Las señales del celebro caliente y frio^ y de su cura.
Si ay calor nel celebro su conoscimíento
está en velle ardor y no verle encargado,
— 3i6
vi^a y congoxa ay en si
y siente en lo frío muy g
y piensa mil cosas y es pi
pero si está frío podrase i
por otras señales contrarí
la cura por cierto no es n
las cosas contrarías que p
el frío o calor que alli est
Señales y cura del celeh
Pero si el celebro vuo
veraslo en el poco dormii
si tiene humidad abrá luc
dentrar en vn sueño que
la cura es como esta que
mas sí este tal daño en la
está duplicado de dos cali
la cura y señales es comp
de la cura y señales que
y están aplicadas a simplí
Señales de la complexión de
Y si el daño procede c
y es como colora o sangr
ay poca graueza y ay mi
gran sed y secura y cetri
y siendo de sangre es m:
pero sí el humor fuere fi
señales contrarias abrás c
y si ay apostema en el di
caliente verás graueza y
dolor, calentura y agudc
\
-3i7-
Señales de apostema frió del celebro^ y de su cura
en general.
Si fuere flemático ay sueño y duido,
y el pulso es vndoso y graueza mayor,
y si es malenconico el seso es perdido,
cabera pesada, pulso enduresddo,
la cura daquestos es deste tenor :
primero, si sangre te daña y empide,
de parte contraria le haz la sangría
de vena cefálica al caso se pide,
y en esto el capitulo no se t^oluide,
nel libro primero de flobotomia.
Prosigue.
Y si otra materia fue aqui malignante
y el daño no fuere si no en la cabera,
aquesta se purgue con propio euacuante;
mas si en todo el cuerpo el humor es pecante,
en todo aya cura, no en sola vna pie^a:
primero, aplicando lo ques lenitiuo;
segundo, purgando; tercero emplastrando;
y usar en los cibos el que es digestí uo,
que haga buen chilo no euaporatiuo,
y en tiempos diuersos diuersificando.
De soda.
La soda es por cierto dolor capital ,
causado por causas que auemos nombrado;
su cura y señales dixe en general,
pero si lo quieres ver mas especial,
en el Auicena lo abras espresado;
— 3i8 —
si es por cualidad, su maldad contrariar,
con potos y cibos y emplastros y vndones,
si es sangre, atraer, ventosar j sangrar,
si humor o vapor, digerir y purgar;
y en esto no quiero alargar de razones.
De emigranea^ y de su cura.
Emigranea es en media cabe^ vn dolor
de dentro del cráneo o en la tela de fíiera,
el qual a las vezes se causa de humor
o ventosidades de algún vapor
que sube de miembros daquella ladera;
la cura es sangría según que as sabido,
y mas en la fruente si vees que conuiene,
y púrgalo al tiempo que abras conosddo
que quiere venir el dolor tan crescido,
y vnta y emplastrale al tiempo que viene.
De 5 ir sen o frenesis.
Frenesis o sirsen nel celebro es furor,
su causa fue colera o humor muy caliente
y es vn apostema en la parte anterior;
da fiebra continua y secura y dolor,
y es blanca la vrína y muy loco el paciente,
euacua el hunior que azalli le ocurrió,
después repercute, resfria y mitiga
el fuerte accidente y dolor que causó;
después le resuelue el humor que quedó
y en fin esfor9arle el celebro se siga.
- 3i9-
De lilargia.
Litargia nel celebro es vn frío apostema'
questá entre los cascos y sesos tuscido,
su causa son crudos humores y (lema,
da liebre continua que mucho no quema,
y echa gran sueño, pereza y oluido;
pnmero le sangren sí no hay impidientes,
segundo clisteres agudos le den,
tercero le embroquen con repercudentes,
después le resuelvan con cale&dentes,
y en ñn le digeran y pui^en muy bien.
De congelación.
. La congelación es que alguno está ekdo,
sin senso y sin moto espantado adormido,
los ojos abiertos como hombre pintado,
ni oye ni vee, y asi trasportado
que piensa la gente que al cielo es ya ido;
la causa es secura y muy gran frialdad,
en cuerpo y humor y grosseza de sprito,
por do no se mueue con agilidad,
y asi falta el moto y la sensualidad
y en la litargia su cura he escrito.
De subeth sahari.
Subeth saharí es composición
de la frenesis y de la litargia,
y es vn apostema que tiene mistión
de colora y Üema, y tos desta passion
no duermen nt velan la noche ni el dia,
y asi se interpreta subeth saharí:
— 3ao
ques sueño que vela; y p<
su cura .y señales ya las e
en la litargia y en el frene
la cura daquellos mesclad:
De subet.
Subeth es un sueño qu
y viene de gran henchtmii
ios cuales retraen la virtu
y dan a la parte anterior (
flemáticos y otros cojmoso
y aquestos st suben de nü
dcvcysios purgar el' celeb
primero sangrando si fue;
haziendo ruido y clamore
y pónganle olores y estén
De vigilia y s
Vigilia es defecto de si
que o viene de gran cong
o viene al celebro do exc<
o de indigestión que tiene
o de captinoso vapor eleu
si liS sin humores mala qi
aplica el contrario como a
y si es con humores tal ei
euacua y emplastra aplica
al seco celebro questá en(
De memoria ce
Memoria corrupta es ^
con quien la memoria olu
— 321 —
y viene al celebro de alguna frialdad
compuesta con húmido o con sequedad
de humor o sin él en la parte trasera;
si su causa fue sequedad y calor,
o qualquier qualidad, ya tu sabes la cura;
pero si conosces flemático humor,
xarab de cantueso digere mejor,
después con cochias purgalle procura.
De manja y melancolía.
La manja es locura que espritos llamaron,
do piensan que hablan almas estrangeras;
y vino este yerro porquellos miraron
que algunos manjacos ya profetizaron
las cosas presentes y las venideras;
la melancolía desta es apartada
porquesta de colera adusta se haze,
mas la otra de flema ó de sangre quemada,
y la frenesis no es entre estas contada,
por quanto en aquella muy gran fiebre yazc.
De cura.
Desque esté el humor con xarabes digesto
y ayudas do entren epitimo y sen,
con pildoras indias le purguen muy presto,
o de fumo terre, y embroquen tras esto
con leche de hembra al paciente muy bien;
repréndanle siempre su loca porfia,
manjares calientes le den a comer,
y denle cordiales, plazer y alegría,
y auisese el físico en no dar sangría,
y mas nel maniaco, sin gran menester.
tí
— 322
Del tnal de amares que Auicena llamo ilisci y los irugcs
le llaman hereos.
Amor hereos según nuestros autores
es vna corrupta imaginación
por quien algún hombre se aquexa de amores;
y en este ques hito de los trouadores,
sin ser lisongero diré mi razón:
sabed por muy cierto quel entendimiento
jamas no se mesda en aquestas pendencias;
la imaginaliua y bestial pensamiento,
como es gran potencia y padece el tormento,
engaña consigo á las otras potendas.
'Prosigue.
Esta es la que mueue los otros sentidos
para que no tiren sino en este puesto,
memoria y deseos y ojos y oydos
a todos los tiene ya tan conuertidos
que todos se ocupan en no mas daquesto,
que el tal pensamiento vencido del gesto
a todos los otros sentidos informa
ser lindo y gracioso y ornado y honesto,
do alguna esperanza se muestra tras esto
por do en adquerirlo se deue dar forma.
Prosigue,
Y el entendimiento después que alia entró
por falsos testigos tan falsa sentencia,
la qual por injusta contino aprobó
perdió su juyzio, sus fuerzas perdió,
perdió su razón, su consejo y prudencia;
\
— 323 —
helos todos ciegos a causa de vn ciego
ques el pensamiento y la imaginatiua
que dio al corazón tan maldito sosiego^
metiéndole dentro ardentissimo fuego
do siempre el deseo lo atyza y lo aviua.
De las señales que se muestran quando alguno
está enamorado.
Verasle al paciente perder sus^ continos
negocios y sueños, comer y beuer,
congoxas, sospiros y mili desatinos,
desear soledades y lloros mesquinos,
que no hay quien le valga ni pueda valer;
perdida la fuerza, perdido el color,
y quando le hablan d'amor luego llora,
y el pulso es sin orden y mucho menor,
y nunca s'esfuer(ja y se haze mayor
sino quando puede mirar su señora.
De la cura.
El medio daquesto no esta contenido
si no en distraelle daquesta locura
de su pensamiento questá corrompido,
y aquesto en diez partes será repartido
y en ellas se pone complida la cura:
primero, mandando que yaya a ca^ar;
segundo, que pesque do hay muchos pescados;
tercero, que siempre se ocupe en jugar,
y quarto, ante muchos le hagan estar,
y quinto, que vaya a espaciarse a los prados.
-3l4
Prosigí
Y sesto, que umgos y
y hombres prudentes y c
con sus ortadones le hag
los muchos peligros, los :
y acoten y aflijan su can
seteno, le pongan en mu
de tratos de suma y en n
octauo, le aparten con gi
daquella señora, como ei
se apartan los hombres d
Prosigí
Noueno, alcahuetes \t
a otras señoras por mas t
dezeno, le hagan casar c
después vejezuelas te de
á que le desliguen, que 1
y denle á comer vn sabn
en quien mucha sangre ]
y tinto con blanco le dei
que siempre hemos viste
caer los amantes y amor
yérlig
Vértigo no es otro m
y es que hay nel celebro
o sube de abaxo como v
y asi lo que vee el pacie
en el derredor es mouid
la cura es sangrar la cef:
— 325 —
si sangre y edad y virtud le sintieres;
después nel pescuezo ventosa es muy buena,
y si hay otro humor, digestiuos le ordena,
después purgatiuos, y mas no lo esperes.
De incubo ó strangulaiar.
£1 incubo digo ques vna pasdion
con quien el paciente emmagina en su sueño
que alguna persona le da cargazón,
la qual le quebranta y le ahoga en tal son,
que piensan el vulgo ques trasgo, ques dueño;
la causa es subir algún grueso vapor
quen los principales encierra el esprito,
y asi están los miembros sin senso y calor
quebrados, cansados, que no hay mouedor;
la cura sabrás por aquello que he escrito.
De epilensia.
La epilensia es la gota coral
causada de gruesso y flemático humor,
que cierra las vias y aquella canal,
por do la motiua virud y animal,
les viene a los miembros del mas superior;
y en ser tan contrario el humor y dañado,
le huie el celebro y se atropa y se encierra,
y asi queda el cuerpo sin senso y finado,
y súpito cae en la tierra su estado,
y espuma le sale en la tal cruda guerra.
De la cura.
Primero sangrar si ay de sangre enchimiento,
y echarle en el muslo y pescuezo ventosas ,
— 3a6 -
y en el oximel esquilitico i
hazer digestión y hazer afa
en estas materias muy gru
las pildoras fétidas < sueleí
aquestas materias después
las de lapis lazuli deues de
do humor malenconico vie
y huye del apio en passion
De apopUxi
Mas la apoplexia es el r
y aquesta diñere de la ant<
porquesta es aguda y mas
que mas quita el senso y e
questá colocada y está con:
muy gran voz aleando se c
quando esta passíon venirli
ni oye ni vee ni entiende n
de agudas agujas picarse ci
asi que difieren en menos j
De cura.
Como en la passada le sí
si alguna abundancia de sai
y ambas cefálicas rompa el
t PiliJoras lútidnx de Mcsuc. Según Juv
de tudas Ijh medicinal (^'alladolid. Di^o f
su compo^icinn us la sif'uicnic: Scrapini a
i:oloquintida;, nrmí:!, aloes, cpithiiri, «na d
lorum, nkcbran, nnn draonng dues; kcstik
momi, «pictc, croci. cannruJ, ana Jracmam
tuor; zinzibcris, drncniam unam ct aeniisK
ditolvantur gumini in aqua poiri, et tiat tna
— 327 —
después las sofenas y aquesto profiero
do gran enchimiento y virtud conoscieres,
después le administren agudo clister,
do esté coloquintida epitimo y gera ',
y en el paroxismo deueis proueer
de hazer fregadones y emplastros poner
en ese celebro, que esfuerce y no muera.
Fen. II. — De las passiones de los neruios^ y primero
de parlesia.
Parálisis es ser algún miembro toUido,
do no va el espríto sensual ni motiuo,
por opilación entrel vuo venido,
y la parte trasera del miembro subido ;
humor frió y húmido es desto efectiuo,
después que hizieres alguna apercion
doze o treze dias con sus digestiuos,
con sus apropiades haz euacuacion,
después con el oleo costino haz vncion,
después haz que sude con calefactivos.
De spasmo y tethano.
Spasmus nel miembro es un encogimiento
el qual le ocurrió de la parte neruosa,
do el neruio se encoge aza su nacimiento,
por gran sequedad o por resfriamiento,
o gran repleción de materia viscosa ;
y quando se encoge adelante y atrás,
es thetano dicho y es spasmo perfecto ,
I Gera: sobre \^%gera$ véase Juvera, o^. ctt, cap. LXX, fiük) 64.
— 3a8 -
mas si aza vna parte s'eno
spasmo se llama, y su curs
por lo sobre dicho ú fuere
De tremer
Tremor es temblar algu
con miedo o flaqueza daqi
que del mouimiento nos es
y aquesta sera porque! mié
terna grauedad según es si
a ueces luxuria su causa s<
y el mucho beuer y tambii
a lo primitiuo el contrarío
en flema xarab de cantuess
las pildoras fétidas son de
De stupor
Stupor es estar algún m
con falta de senso y a uezi
frialdad será causa o venei
o gran sequedad o humor
que opilan el miembro y d
si fuere de sangre es muy
de parte contraría después
después digestión si otro 1
y como en tremor a este t
si es causa exterior manda
De torturi
Tortura es^torcerse el g
tirándose un cuero y el oti
porque en sus lacertos ay
— 329 —
que boca y vn ojo aza tras lo a tornado;
las causas de spasmo aqui no repitiendo,
no mueuas humor hasta el dia seteno;
mas si ay sequedad con ayuda le ablanda
después digerir y purgarle es lo bueno ,
y fregale el rostro según Galieno,
y como all espasmo curarse le manda.
De salto que se llama jectigacion.
El salto si quiera la jectigacion
es un mouimiento en lacertos y cuero
de encogimiento y de dilatación;
y tal mouimiento es porque ay repleción
de humor o de viento o vapor muy grossero;
apártale el ocio y ventoso manjar,
asi como nabos, legumbres y habas;
después de purgado le haze vaporar
con ruda y castóreos que es muy singular,
ventosas le pon si con otro no acabas.
Fen. III. — De las disposiciones de los ojos y primero
de dolor y mala complexión en los ojos.
De humo y de viento les viene dolor,
o de calidad con materia y sin ella ,
si ay sangre está rúbeo con algún tumor,
citrino es si hay colora, y rubio y ardor;
si de causa exterior es, apártale della;
do ay sangre sangrar la cefálica vena,
y pon defensiuo en maxillas y fruente,
y si ay otro humor dale purga muy buena,
con ^umo de hinojo les laua Auicena,
vnguento alcahiusay diz que es excelente.
— 33o -
De optaJmi
La vera optalmia vn xp
nascido en la túnica ques i
que haze que corra del oj<
humor y lagaña que clara
y haze dolor y la vista da
la causa daquesta es algún
que por su color y dolor s
y la que no es vera no da
por cuanto se haze de cau
mas perturbación en la vis
De cura.
La no verdadera ñ es c
curarse a apartándole lo pi
con agua rosada se laue el
y el albo colirio en tal casi
y el ^umo de hinojo es res
curarse a la vera con gran
poniendo al principio sus i
sangrando do hay sangre i
purgando el humor de qu'
guardando los tiempos y <
De botor en la conjuntitu
Botor son vexigas nel b
del ojo, de humores que i
y a ueces aquestas están c
en la conjuntiua, y a vew
están en la comea, lugar i
con mucha estrecheza sea
\
— 33i —
do ay sangre sangrar la cefálica vena,
y desque ya esté del humor relaxado,
con agua de claras de hueuos lauado
sea el ojo contino, y tutia es muy buena.
Di vlceras y exituras en el ojo y la cornea.
La vlcera o sanies siquier exitura
nel ojo de seyte maneras contesce;
humor pungitiuo, apostema y rotura
son causa de todas y en todas la cura
es vna en especie según me paresce
en purga y sangría como en la obtalmia ,
después alimpiar, desecarle conuiene;
cerusa lauada ematistes, tutia
en poluo o colino le pon cada dia,
preuistas las causas del mal que alli tiene.
De la cornea y sus passiones.
La cornea después de lo blanco paresce,
y es vna telilla sola conjuntiua,
y en aquello escuro do aquesta fallesce
la comea lo cubre y al senso se ofFre^e,
y en esta hay passiones y hay medecina;
aquesta padece primera passion
que son las vexigas siquiera viruelas;
el sicio, acafran y acacia le son
buenos al principio, y quando hay mas razón
con purga y sangria salud le reuelas.
De rotura en la cornea y de cáncer.
Segundo padece la cornea rotura
en todas o algunas de sus pielecitas.
— 33i ■
la qual le da turpe y inflai
según me parece administi
de vlceras dicha en las co[
tercero padece la cáncer li
es vn apostema de adusta
con pildoras indias euacue
y en los lauatoños su curi
con la de las lagas seguid
De algarah en el
Algarab es fistula en el
causada dalgun apostema
del qual fue la causa por
mayormente fria, mas su i
qual la de optalmia que ai
y cura la fístula ya conosc
con agua y vnguentos mu
miel y armoniac ' les es ce
y ruda y balostias y púdia
y otros colirios de incama
De adición y diminución de co
y de aliarfi
En ellos hay carne mer
por falta o por sobra de s:
cauterio, incisión, quando
aloes y memíta quando es
y otros colirios de incama
el altarfatt es vna manchu
I Armoniaco
por Laguna, cap. CXIl, p*g. 3)9.
^
— 333 —
nel ojo nascida, bermeja o negrita,
después de purgado y sangrado tu pela
dellala vn palomo y echa en la tela
la sangre del cabo de aquella plumita.'
De las lagrimas que corren del ojo.
Las lagrimas vienen por enfermedad,
sudando en el ojo sus venas locales
por descendimiento de aguosidad,
y a uezes es calida su calidad,
y a uezes es fría según sus señales;
después de sangrado, si sangre le empece,
purgalle de aquella humidad con cochias;
tras esto los desecatiuos le ofrece,
y en su regimiento el paciente se endresce
huiendo del vino humidad maluasias.
De albugen y sebeU
Albugen, que es nube en la cornea, procede
de humores subtiles quando ella es delgada,
también cicatriz de apostema ser puede;
con agua caliente ablandar se concede,
y el poluo muscino Tes cosa probada;
sebel es paniculo en la conjuntiua,
de rubio color que a la comea alcanza;
la causa daqueste es materia sanguina,
purgado el humor, de sangrar determina,
tras esto colirios y vnguentos le lan^a.
De vngula.
La vngula es una telilla cresciente
nel ojo, y es fecha de muchas maneras,
— 334 —
de humor gruesso y mucho es aqueste acódente;
cochias le purguen tras d digerente,
después hazle vnguentos si sanallo esperas,
esta sola cornia la vuea y es tela
que sobre la vista esta continente,
y haze agujero por do la mñuela
se muestra y traspare, y por do se reuela
al ojo la cosa que tiene presente.
Las enfermedades de la niñuela^ y primero de la dihuaácn
della^ que se llama en arauigo aliniisar.
Aquesta contesce destar dilatada
por quanto a la vuea cresció su agujero,
la mucha albugínea la tiene ensanchada
o humor o calor que la hizo estirada,
por donde rescibe gran daño el luzero;
des questé purgado le da v na sangría
do gran henchimiento de humores le vieres,
con agua salada memita ' y tutya
le laua con esta asi mismo leíFria
sin purga si sola calor conoscieres.
De la constricion de la pupila o niñuela del ojo^
y del estrabo so o tuerto.
Estrechase a causa de alguna secura
o sobre la vuea es humor comprimente;
si es sequedad está clara su cura,
y si es henchimiento purgarle segura,
y el poluo muscino en tal caso es valiente;
straboso es el tuerto que tiene encogido
I Memitha ó Glaucio. Véase Dioscórídes, traducido por Laguna,
capítulo XCIV, pág. 32Q.
— 335 —
vn lacerto del ojo y el otro estirado,
si es niño hazelle mirar lo luzido
en parte contraria, y si es hombre crescido
curadle aquel ojo por miembro espasmado.
De los ojos salidos y de las liendres de las pestañas.
A uezes se salen los ojos afuera
por puxo o humor o inflación o flaqueza;
después de sangrado purgadle con gera
si peca de flema, y con venda ligera
se ligue, y el cibo le dad a escaseza;
criar las pestañas las liendres bien cabe
por materia pútrida al cuero espelida,
digesta y purgada, los parpados laue
con agua de alumbre y de sal, desque acabe
d'abelle expulgado vna mo^a garrida.
De silac y de pestañas bueltas.
Silac en el párpado es vna gordura
muy seca de humor y materia nitrosa;
sangrarle y purgarle y bañarle es su cura;
tras esto, templar su adustion y calura
lauando los ojos con agua de rosa;
a uezes los párpados son trastornados,
conuiene a saber, lo de dentro haza fuera:
las causas y cura es como en los passados ,
y sean en cada semana purgados
y hazles colirios daquella manera.
De la flaqueza de la vista.
Flaqueza de vista vendrá por humores
o por calidades o malos vezinos
— 336
a las calidades sus contr
a humores sus propios e
y si es por vejez bueno:
con agua caliente abland
do ouiere secura de hun
y en causa caliente es m
la ruda y hinojo en la ci
y en húmida causa es m
De noctii
Noctilupa es vista de
podiendo con ella de dia
por gruessa sustanda y
del ojo o de humores d(
que el sol solo haze diaf
si sangre pecare dale vni
y purga con áureas flem
las pildoras indias ' en n
y tome triaca con vino 3
colirio de miel y de hiél
Z)í encegimiento áe los párf.
A uezes los farpados
por pasmo o gordura de
los secos cibados y humi
pero los pasmados y los
en los sobredichos su cu
es la catarata humidad o
questá entre la cornea y
impide la vista: si cstz c
I Pildoras indias. Juvera, op. cil..
\
— 337 —
mosquitas o pelos o d aire turbado
vee el ojo al comiendo que el mal le ha venido.
De la cura de la catarata.
Con la gera pigra al principio purgar
y dar subtiliantes también digerentes;
pero si la vista comienza a turbar,
purgar muchas vezes, mengualle el manjar,
de vino y mugeres le huyan las mientes;
huyr cosa húmida y cosa cozida,
la hiél en tal caso se halla aprouada:
y quando esperanza ya fuere perdida,
sacar la materia que alli esta metida
con punta da guia en lo blanco lan^a.
De las otras passiones de las pestañas.
Y otras passiones suelen padescer,
las quales tan breues pone el Auicena
que mas breuedad no les puedo poner
en el repertorio, y aquerdo a hazer
su cuenta, y dexallas como él las ordena;
padescen gese que es dificultad
de abrir y cerrar por humor seco y gruesso:
también inflación por vapor y humidad
padescen gordura de vntuosidad,
padescen berruga en dos modos por eso.
Prosigue.
Padescen también la conglutinación,
y es que se pegan los párpados a vna;
padescen prurito, que es la comezón ,
padescen pelarse, y es depilación.
%%
— 338 —
por agudo humor o por sama alguna;
padescen también las pestañas crespura,
boluiendo haza Tojo y topando con él,
y padesce el perpado llaga y fisura,
y padesce grando que es una infladura
como vn granezito questa puesto en él.
Prosigue.
Padescen ordeolo, y es una hinchazón
que d'un lagrimal hasta el otro alcanza;
como vn grano de ordio es su comparación,
y en todas aquestas común curación
es dar la sangría si hay sangre en pujanza;
tras esto hazer digestión al humor
mirando quién es y de qué calidad;
cochias y áureas, ' según el autor,
euacuan la tíema, y tras este tenor
azeytes y vngüentos y emplastos le dad.
Fen. IV. — De las passiones de los oy dos ^ y primero
de la sordeza.
Por flacos vezinos ensorda el oydo;
por cris, por flaqueza o por. su complexión,
o por gruesso humor en la entrada tenido,
o está en aquel neruio do vien el sentido:
las mas veces frío es desto ocasión;
aloes coloquintida pueden purgar
I Pildoras áureas. Juvera, op. cit, cap. CXII, folio 128.— Píldc
cochias. ídem, id., cap. CXVII, folio 134,
— 339 —
y pildoras áureas el flema digesto,
do hay colora, ^umo de rosas mezclar,
y con gera pigra es bien gargarizar,
y azeyte estilar nel oydo tras esto.
Del dolor de oydos.
Ya suele venir al oydo dolor
por frío ó calor, sin materia o con ella,
o por apostema o coquito o tumor:
y si es de frialdad, halla bueno el calor,
y si es con materia hay graueza con ella;
después de purgado o sangrado al sanguino,
estila al oydo en la causa que es fría
azeyte de ruda y azeyte nardino,
enforbio y castóreo en azeyte costino *,
el mijo y la sal donde viento se cria.
Prosigue y propone.
En causa caliente el azeyte rosado
y leche de dueña que hembra parió,
con canfora y sándalos sea enplastrado
debaxo el oydo, y en mal muy sobrado
en su cura pongo narcóticos yo;
de purga y sangria en aquestas passiones
yo quiero una regla poner general ,
por quanto no andemos doblando razones
en lo venidero, mas por conclusiones
sepamos purgar y sangrar qualquier mal.
I Oleum de costo. Juvcra, op. cit., cap. CXCVIII, fólk> 043.
— 340
De la forma de purgar y sai
de oydo.
Cefálica vena do sangr
nel mal del oydo se mam
oximel desquila do nema
será el digestiuo, y sí se
con el de cantueso, podrí
cochías y áureas geralogc
euacuan la Aema y en sir
turbit, coloquintida y ga
sus purgas mas propias,
comprendo crudeza y la
Prosigt
A colora el ^umo de r
ruibarbo y los mirabolan
si de ambos humores el
compon tú la purga, pU'
el simple y compuesto p
yten do está melanconio
xarabe de epítimo es bui
elelx)ro negro es el su p
epítimo y pildoras yndia
las de lapis lazuli es bue
Del liniío y sonido que
Tinito y ruido contec
como es de molinos o di
humores ventosos le ha;
de golpe o flaqueza pod
— 34-1 —
y de todos estos ay claras señales;
tras purga y sangría si vuiere lugar,
el cibo estrechando donde ay henchúniento,
azeyte de almendras deueys destíUar
dentro del oydo, y después sahumar
^ con betónica y sopo laurel calamento.
De la sanie y podre que mana del oydo.
La sanies o podre al oydo acontece
de llaga, apostema y agudos humores;
si es roto apostema la fiebre descrece;
si purga, el celebro ya mengua, ya cresce;
si es llaga o si es sarna, no ay fuertes dolores ;
pimienta y mostaca hará estornudar
después de purgado y estrecha dieta;
castóreo y encienso es bien puluerízar,
y trosciscos de andronio en xarab desatar
y echar nel oydo, es la cura perfecta.
Del fluxo de sangre del oydo y de la opilación del.
Si fluxo de sangre viniere al oydo
por sangre abundante y por vena resgada,
sangrarseha del lado que no está empesddo,
acacia, lanceola y llantén esprímido
echad nel oydo con agua rosada;
contesce al oydo destar opilado,
por todas las causas que viene sordeza
en ella y tinito, está éste curado;
pero si está dentro gusano lanzado,
matalle y sacalle con mucha destreza.
-341
De apostema en la r.
Por uno de los qiiatro
detras de la oreja prouíei
vermejo es y agudo y ce
ú es colora 6 sangre, y e
si es melancolía, y es mu
tras la euacuacion no po
no tienda el humor a lo i
enxundias y azeytes pon
pon maduratiuos y resol
y al frío más fuerte le p<
Fen. V. — De las passiones di
de los daños del
Altera y corrompe y a
estar opilado su propio ii
en menos y mas es su di
jiero el buen olor por ho
es que ay dentro cáncer
como en la sordeza haz ]
y los gargarismos freque
y en causa caliente en aq
azeyte violado, pero en i
disuelue castóreo en aze^
Del fiuxo de satigr
El fluxo de sangre de
por gran henchimiento ei
o tal subtileza la sangre <
o de tal dolor y passion I
— 343 —
que rasga las venas del naso ya llenas;
sangrías pequeñas y muchas nel dia
le haz en la parte contraria, y ventosas,
después la cabeca y la fruente resfria,
engruesa la sangre y consuelda la vía,
y dale trosciscos y estípticas cosas.
Del romadizo ó catarro.
La reuma y catarro es un fluxo de humor
que a nuestras narizes de arriba desciende;
coriza le llama también el autor,
por flaco celebro que atrae el vapor
y algunas materias que bien no díspende;
quando es de humor calido siente amargura
y ardor en !a fruente y en eso que sale;
y si es de humor frió, frialdad y espesura
está en el humor, y graueza en natura ,
y dáñale el frió, el calor mas le vale.
De su cura.
Xarab de papauer en causa caliente,
engruessa el humor y le da digestión,
cefálica rompe do ay sangre creciente ;
. con ^umo de rosas se purgue el paciente
la colora, y hazle alguna enbrocacion
con hojas de salze, nenúfar, violetas,
y beua agua tepida yendo a dormir;
en flema son pildoras áureas perfectas,
después gargarismo, estornudos, tabletas,
sahumerios, triaca, le hazcn guarrir.
— 344
De las vkeras de las narizes y <
Contescen les vlceras i
de humor muy agudo, o
la purga y sangría en tu
con óleos y gomas sean i
con psilio y nenusar sesf
emorroydes y pólipo al r
y es que ay dentro del v
que a ueces es blanda y
otra es dura y negra, qu
y a ueces por cáncer es «
De las causas y cura de lai
La blanda es de flema '
o de sangre aguoso, mas
de sangre dañado y corr
pero en los humores ay
y malenconia do el cancí
la blanda se corte y echa
del poluo de afrodilos ei
pero a la segunda cauter
después con vnguento e
y la euacu ación a esto pi
k"
Fen. VI. — De las disposicione
en sus enfertí
De los daños de la lengua ei
La lengua ya pierde,
o gusta en k cosa contr
y habla muy mal, o no
— 345 —
todo esto o le viene de otro lugar
o en si misma tiene apostema o humor;
si fuere apostema por tal le curad,
y si es por humor desque fuere sacado
en causa caliente le gargarizad,
con 9U1A de cidra y granada, o echad
majorana y saluia do flema a pecado.
De spasmo y de perlesía en la lengua^ y del tartamudo.
Aquestos le hazen hablar grauemente ,
de alguna hynchazon o apostema prouiene,
o de litargia que el neruio mouiente
le spasma y le daña que no le consiente
su lengua mover con humor que alli tiene;
como en perlesía sea su regimiento,
o asi como en pasmo será su remedio,
y el gargarizar mas en esta consiento;
también tartamudo ay de su nascimiento
y deste no curo que no Ueua medio.
De la grandeza de la lengua y de la postema della
ránula o ranilla.
A ueces las lenguas se hazen mayores
por sangre o por flema subtil, y es muy nota,
también se aposteman por los quatro humores
y crian ranilla por gruessos vapores
que alli hazen vulto como una auellota;
en todas, después de lo que es general,
les haz gargarismos y haz fregadones,
y mira el humor de que peca este mal,
y en el apostema su cura es ygual
de los apostemas de otras regiones.
— 346
De aifolay vleeroi
Aleóla es vtcera en le
de agudos humores y aj
si colora peca amargor 1
la llaga es vermeja do sí
si es flema no ay sed y \
laualde la boca, ú. no ay
con ^umo de rosa, buglt
de psidia y balostias haz
y do esto no basta hazec
después ablandalda y lai
Del hedor de
Las causas de auer et
es dientes o enzias podr
o auer en el estomago p
o hazello llaga o dañado
o de las narizes se ha pa
quando es de otro miem
pero si estuuiere la enzi
sangrar y purgar el hun
si es diente dañado, arra
lauar con pelitre en vins
Fen. v!i. — De las passiene.
deldeli
/
Por causas estrinsecas
asi como frió o calor o [
por frios humores, o hi;
por ventosidad o aposte
— ^47 —
o porque la enzia es corrupta y dañada
la sangre les haze el dolor pulsativo,
la flema mas manso y con mucha humidad,
la colora agudo y mordicatíuo,
la malenconia seco y granatiuo,
mouible y pulsante la ventosidad.
De la cura.
Con paños calientes, do frío empeciere,
y azeytes de ruda, de been y castor
se cure, pero do calor él sintiere,
con oleo de salze y rosado requiere;
y aquesto es do no ay apostema o humor;
do ay sangre sangrar y después ventosar,
purgar los humores como as ya sabido,
si apostema es defender madurar,
y con gargarismo y fregando gastar
la causa del daño que alli está metido.
Del diente que se mueue y de su podrimiento y corrosión.
Los dientes se mueven por mucha humidad
que afloxa los nervios y los Ugamientos;
si sangre abundare, primero sangrad,
después con cochias la flema purgad,
después con estíptico hazer fregamientos;
podrescense y roense a uezes los dientes;
materias podridas son causa daquestas,
desque euacuardes las antecedentes,
deueys preseruar de los putrefacientes
con mirra y endenso y otras como estas.
De todas las otras passiones dt
en suma, cutas curas de
También les contescí
en verde, amarillo, o e
alargase el diente y se i
y cría dentera siquiera
a causa de humor o ma
también a los dientes le
que rugen y rumian de
por flaco lacerto, el qu;
daquellas maxillas, o hi
o viene a los niños lom
Prosii
Y a uezes se tardan
por flaca virtud o mate
también nascen mas de
como en muchos hombí
nascerles colmillo encin'
también las enzias pade
de muelles y flacas y di
y vlceras, llagas y aposi
los labios padescen taml
Asuras, también emorrc
Fen. IX. — De las passione
Suele atrauesarse en
do está la trachea y tan
espina o pagita; sacalda
con mano o tragando ar
— 349 —
asi mismo vómitos valen aqui;
y si sanguijuela en aqueste lugar
se entró, conoscerla has en el escaruamiento,
y en la biua sangre contino manar;
con buena assafetida gargarizar,
vinagre y mostaza beuerle consiento.
De squinancia^ que es sufocación.
Squinancia, por cierto, es vn mal apostema
que impide el aliento o el tragar, o las dos,
da fiebre que a uezes es fuerte que quema;
sus causas son sangre o colora o flema,
y gran enchimiento de reuma y de tos;
no tarde el sangrar si lo quieres ver biuo,
cefálica luego, y después de la lengua,
y haz gargarismo que sea defensiuo
mezclando con él algún resolutiuo
asi como miel a do flema no mengua.
Prosigue la cura.
Cumo de cortezas de nuez diamoron
es buen gargarismo, y ^umo de llantén,
después dalle ayudas de fuerte atracion,
ventosas nel cuello, y después purgación,
mirando el humor que alli peca muy bien;
y con lana sucia de fuera emplastar,
y azeite de oliua o de manganilla,
después del principio deueis madurar,
abrir asi mesmo y mundificar,
padesca gran hambre si puede sufrilla.
— 3So —
Del apostema de la vna^ y del caso o reluxación deüa.
La vnilla padesce apostema y padece,
caerse y llamárnoslo relaxapon;
donde ay apostema dolor se recres^e,
pero si es cayda, dolor no se offrece,
sino impidimiento de su operación;
en esta conuiene purgar la humidad
después de sangrado do sangre se tema;
y quando es cayda, el lugar le lauad
con <^umos y poluos destipticidad;
la otra curalda como vn apostema.
Ven. X. — De las passiones del pulmón y pecho^ y primero
de asma.
La asma es passion con quien el paciente
no puede escusar el aliento ahogoso,
como hombre corrido y cansado assi siente
salir el aliento, y de entrar no es potente»
o entra y no sale si no trabajoso;
algún apostema o alguna inflación,
o ventosidades o gruessos humores,
impiden el moto del pecho y pulmón,
y cierran las venas y poros, que son
para rescebir aquel ayre y vapores.
De la cura.
De los paroxismos se deue guardar
purgando vna vez o dos en el mes;
xarabe de squila para madurar
la flema, y con garico puede purgar,
e diacalamento tras esto vsarés;
— 35i —
mirar bien la causa do esta prouiene,
y vsar el contrarío en el cibo y dieta;
y si desquinancia o de otro mal viene,
aqueste se cure, y en lo otro esta tienc^
la cura de tos: allí ved su recebta.
De la ronqueza de la voz.
Ronqueza de voz de clamor, de secura,
de humor, de catarro y de sangre procede,
de apostema en pecho y pulmón, o abertura,
o de qualidad que perturba y obscura
la voz, y el lacerto mouerse no puede;
si de otra passion mas primera ha venido,
aquesta se cure, y después la ronqueza;
pero si es humor nel lacerto metido,
con propios xarabes será digerido,
y desque digesto purgar sin pereza.
Prosigue la cura.
En calido y seco xarope violado,
regaliza y gomadraganto alquetira ';
en flema aprouecha xarope esquilado,
triaca, diaprasio, después de purgado,
y purgue mas vezes sino se le tira;
dar le has cañafistola y cumo de rosas
y los tamarindios do colera veas;
después diadraganto y similes cosas;
las cenas dexadas le son prouechosas;
no beua agua cruda si bien le desseas.
I Goma tragacanto 6 alquitira.
Déla
De azedo y salado y
y de quantas causas ror
procede la tos, la qual i
del pecho y pulmón po
del daño y fíematíco hu
si viene del cibo, vsar 1
huyendo la causa que li
y aquello que he dicho
en cura de tos también
y en ambas passiones si
Delfiuxo de sangre en escu¡
Emoptoyca es vn flu
que sale en escupo arra
por ser mucha sangre j
que vena ha rompido e
y tiene otras causas a q
tú de la sofena le sangr
y de la basílica dende á
con áspera cuerda o co
le ate las manos y pies
y el pecho aya vncione
Del pleí
Es el pleuresis el do
y es vn apostema sobn
mas vezes de colora ó
con aguda fiebre y alie
y agudo dolor en aque
/
— 353 —
la tos muy continua, y el pulso serrino
y desordenado, y espeso y muy duro,
que fiebre ni tos no la tiene contino;
de tal dolor falso al presente no curo.
De la cura.
De parte contraría le da vna sangría,
después en la parte paciente si vieres
questá confirmado en el tercero dia,
con leues ayudas le ablanda y resfria,
y purga si mas henchimiento sintieres;
la purga sea leue y do no ay gran calor,
y dale xarope que ablande y madure,
de capilii venerís * ó otro mejor,
y emplastra después de aliuiado el humor,
y beua vrdiate ^ y del vino no cure.
De peripkmonia.
Periplemonia apostema es caliente
de sangre flemático, y es nel pulmón;
da fiebre terrible, su aliento es frecuente,
como que se ahoga, y contino se siente
dolor en el pecho con infiamadon;
cargados los pechos, y gran vermejura
tiene en las maxillas; su lengua es quemada:
si colora peca mayor ahogura,
y mayores congoxas padesce natura
assi en el dolor como en fiebre sobrada.
1 Capilii veneris, yerba llamada vulgarmente eulantríttO'
2 Vrdiate. Tisana de cet>ada.
93
— 354 —
De la cura.
Como el pleuresis sera este curado,
pero los saquitos y emplastros y unciones
mas fuertes serán que en dolor de costado,
porque este apostema esta mas apartado,
no vayan quebradas las operaciones;
iten, si del pleuresis ha venido,
por via de termino aquesta passion;
no sangres si vieres que está enflaquecido,
e si ardor y fiebre no estíl muy crescido,
ventosas sin sangre do duele le pon.
De las llagas del pulmón , de las guales se pone la piisica.
La ptisica es llaga en pulmón, a la qual
acompaña etica e gran sequedad;
de ajo y pimienta y de carnes de sal, •
de humor corrosivo y putredinal;
de tos y catarro viene esta maldad;
verasle al paciente los ojos sumidos
y agudas narices con ruynes quexadas:
la tos no le dexa, ni escupos podridos,
y sobre comer los calores crecidos,
la fiebre es mansica en las otras vegadas.
Pronostico e cura.
Galieno nos dice, Auicena le embida,
que el ombre que tiene los honbros aleados
y el pecho estrechuelo y garganta salida,
el cuello crescido y la pierna torcida.
— 35S —
a tísica cierta le enbian los hados;
su cura es la llaga bien mundificar
y de las materias hazer espulsion,
después desecar, y el catarro estoruar;
tras esto ayudaUe a consolidar
si fuere curable la dicha passion.
Prosigue la cura.
Sangrando y purgando al principio, n viere
que hay necesidad y virtud nel padmte,
y deue ser poco el manjar que comiere,
e muy nutrítíuo, que asi se requiere
a estomago flaco en muy seco doliente;
xarabes y emplastros e gran diligencia
harán desecar a la llaga si sana;
en fiebre ni en tos no es de echar negliencia;
son muy singulares en esta dolencia
la leche, aguamiel y la buena ptísana.
De empima.
La empima es vn escupo podrido
que sale del pecho o pulmón porque ay llaga,
o algún apostema que ya está rompido,
o humores podridos que alli an descendido
de alguna esquinancia que ya se deshaga;
si fuere apostema, sangrar e purgar,
después madurar e también resoluer,
tras esto a la llaga es de mundificar,
después la virtud restaurar, confortar,
y buen regimiento en el dbo tener.
/
Fen. XI. — Délas efísposicio.
y primero pone aquellas coi
de la complexio
El rey de los míeml
es el coraron, y el mai
y su complexión genei
y en particular será bii
por estas señales del n
hechura de pecho, y p
y por aquel vello que
también por el cuero t
por fuerza y costumbí
se alcanza qual es, y t
Del tremor del coraren
Aqueste padece can
y es cuando se dente t
como que quisiesse ala
o las qualidades, o alg
que llega a su casa a q
y aquesto, o le viene [
o por algún miembro i
assi como estomago o
celebro o el higado, o
de otro o de si aquestt
De las .
Señales si aquesta pi
serán que andan el pul
la sangre o vapor las n
de ser causa desto, y c
- - 357 -
espesa la vrina y el pulso inflamado;
si humor melanconíco d daño hiziere
será el pulso duro y terna gran tristeza,
ardor demasiado si colera fuere,
y mucha humidad quando flema empeciere
como que nadasse, y ay mucha flaqueza.
Prosigue las señales y pone la cura.
Si fuere apostema o es llaga o rotura,
muy presta denuncian la muerte al paciente;
si fueren lombrices veras su letura,
si fuere ponzoña, ay desmayo y quexura,
V si es calidad mostrarlo ha su accidente,
la diestra basilica mandan sangrar
si sangre empeciere, pero si es vapor
será la siniestra por mas appropiar ,
después medicinas cordiales le dar,
conserva de rosa y buglosa es mejor.
Prosigue.
La gera roñni, si es malenconia,
le purgue después que estuuiere digesto,
si fuere de colora, esfuerza y resfria
y sus propiedades al caso le embia,
y assi en cada humor según tes manifiesto;
y desque sacada la causa humoral,
templar el destemple de su calidad,
y siempre le da medecina cordial; .
diamargariton ' es al caso especial
confectio alkermes ' es estremo en bondad.
1 Diamargariton. Véase Juvera, op, dt» Mió i6f , cap. l35i.
2 Confectio alchermes. ídem, id., ftlb ifiB» o^ Ha
De sinc
El sincopts es un desi
de nuestras virtudes qu
porque aquel espríto qii
se gasta y resuelue o nc
por do passe al cuerpo i
o también será causa la
de ayre dañado o bocad
resuelue al espríto la en
opilase a causa de gran
retraese huyendo el vaj
De cu
Si es por calidad que
no tiene remeíÜo, mas i
su cura se reza en el at
e la ynanicion será resti
y en cosas cordiales se
e si por ponzoña el desi
triaca diamusco y el bu
e si es por vapor qne d
aquel cura luego y esft
porque no reciba el vaf
Prosigue la cura quanto n
Y en la hora que tiei
nel rostro agua fría mo
que cierre la boca y nai
(i) Trátase de los dos contravena
triaca almizclida y el electuario mitríil
íus fúrmulas las Farmaeopeat.
— 3Í9 —
y los pies y bracos ansi ligarás,
que las ligaciones serán dolorosas;
y hazle comer buenas sopas en vino,
fregar pies y manos tan recio que sude,
y en su nariz entre algún poluo musdno,
o ámbar o almizque que sea muy fino,
y poluos de euforbio para que estornude.
Fen. XII. — De las passiones de las Mas^ e primero
de la minorado de la leche en las tetas y y de su cura.
A las tetas falta la leche por quanto
teman calidad de secura ó calor,
o porque la sangre y gouiemo no e3 tanto,
o en la digestión hay flaqueza y quebranto,
o porquel infante no es buen chupador;
primero se purgue el humor corrompido,
también rectifiqúese la digestión,
gallinas, perdices y huevo soruido
serán sus manjares, y el miembro guarido
será con emplastro y con embrocación.
De la exuber ación y multitud de la leche y de su cura^
e de la corrupción de la leche.
Y si ay mucha leche y por mucha es dañosa,
sangrar la sofena y mengualle el manjar,
embrocar con vinagre y azeyte de rosa,
y el armoniac dizen ques buena cosa
disuelto en vinagre para desecar;
no sobra ni mengua pero hase dañado
por mala materia que alli se mezcló,
— 36<
conoscese en essa color
a tal como a esta despu
con muy buen gouierm
De la caieaciot
La leche en las tetas
por mucho calor que d
también frialdad la han
y qualquiera destas con
con cosa contraría que
assi como azeite vtoladi
o con verdolagas en caí
y si es causa fría, embt
con vino y con agua d(
ysopo y eneldo e algur
De leí apostema
Apostema en tetas d
y el nombre le da aque
erisipela es si de colora
y zimia si es Berna, y i
de sangre, y es cáncer
si es sangre, primero sí
después la basílica en r
la repercussion en lo Cí
después maduralle y qi
abrilde después, y tras
/'
^
Prosigue la cura epom
Y si es de otro hum
purgarle después, y de
— 36i —
y en los apostemas hablar me profiero
la cura daquestos en suma, y no quiero
en esto al presente mas metros gastar;
si no es apostema y vlcera es,
con yema y con miel deuen mundificaile;
después las agallas y nuez de ciprés,
^umaque y balostias ' en vino echares,
y desque heruido con esto laualle.
Fen. XIII. — De las passiones del meriy Jelesiomago,
y primero pone todas las enfermedades del meri.
Meri o el ysophago es el tragadero,
y aqueste no puede tragar por secura,
o que ay apostema en aquel agujero,
o que ay gran flaqueza e no puede ligero
mouerse el lacerto, o que ay llaga y rotura;
quando es de secura darás al paciente
xarab de nenúfar, xarab violado,
y vnte el pescuezo con violado vnguente;
y si es de flaqueza esforzar el doliente,
y con diamoron ' será gargarizado.
Prosigue.
Y si es de frialdad o humidad, apliquemos
sus propios contrarios vntando y beuiendo,
curar los estremos con otros estremos;
y si ay apostema, este tal curaremos
I Balaustia llama Plinio á la flor del granada
3 Diamoron de Nicolai (v^ase Juvera , folio 48^ cap. 53) ea d jarabe
de moras.
— 362 —
primero euacuando y repercudendo:
si vlceras tíene deuemos curarlas
con cosas estípticas glutinatiuas,
y deue el paciente de gargarizarías ,
y muy de vagar le conuiene tragarlas,
que paren y obren y estén permansiuas.
De las enfermedades del estomago.
Incurre el estomago en muchas passiones
comunes y similes y ofñdales;
las similes son las malas complexiones,
que son diez y seys por las sus diuisiones,
entre materiales y no materiales;
comunes serán solución y rotura,
que a todos los miembros venir son possibles,
pero la ofñcial es pecante en figura,
en sitio y grandeza, y enplasma y hechura
que trae a natura passiones sensibles.
De las señales de las complexiones y de las quantidades.
Los fumos y sed significan calor,
y la indigestión y azedia frialdad,
e si hay humidad, el escupo es mayor;
la sed y apetito es con esta menor,
la sed y aspereza mostró sequedad,
e si es con materia, el sabor sentiri
de qualquiera humor ó vapor que se apaña,
graueza y hastio y vomito avrá;
pero si es enplasma, el sentido dirá
qual es de los géneros el que le daña.
— 363 —
De la cura.
Aplica el contrario si daño humeroso
con las qualidades alli no se assienta;
si es calido, dale xarabe acetoso,
xarabe de asensios ' es muy prouechoso
do hay frío, y emplastros de asensios y menta;
al húmido y seco de suyo se entienda,
e donde hay materia digesta tesea,
e purga la flema que cría o desciende
con turbit e garíco y pildoras dende
ruibarbo en la colora y escamonea.
Prosigue.
Eléboro negro y epitimo y sen
de malenconia serán purgatiuos ,
después de purgado esfor^alde muy bien,
y su lectuario apropiado le den,
emplastros, trosciscos y confortatiuos;
si en dos qualidades su excesso pujó,
conponles la cura por lo sobrescríto,
pero si all estomago llaga ocurríó
o algún apostema se alli contropó,
en su lugar propio diré otro poquito.
De la flaqueza del estomago^ y apetito.
Flaqueza d'estomago en su apetito
verná de la causas que ya dichas son,
y en lo sobredicho su cura he escríto:
los vómitos son vn remedio bendito
1 Ajenjo.
— 364 —
quando esta flaqueza causó repleción;
también serán causas daquesta passion
preñez ó lombrizes o mucha tristura:
curad la tristeza con consolación
y con los manjares de confortación;
las otras curaldas con su propia cura.
De la corrupción del apetito.
A uezes el nuestro apetito enflaque9et
también se corrompe y dessea carbones;
de humor muy dañado y podrido recrece
mayormente frió, y quien esto padece
comience por vomito y por digestiones;
y aquesto con vn oximel se hará,
y vse estomáticas pildoras este,
después la triaca le descoxará ,
y confortatiuos tras esto hará:
lo calido estiptico es bueno en aqueste.
Del apetito canino.
Canino apetito es vn mal dessear
de siempre tragar y comer como perro:
la causa es gran frió que atropa el manjar
o humor malenconico azedo al gustar,
o flema acetoso de azedo de hierro;
si es frió, en ayunas le deuen dar vino,
ya sabes purgar el humor que dañare,
y coma manjar vntuoso contino,
el buen diarrodon ' para este es muy fino,
y es mal si lo azedo y lo pontico vsare.
1 Diarhodon Abates, de Nicolai. Véase Juvera, op.ciU fóHo ibi, ca-
pítulo 129,
— 365 —
De bolismo.
Bolismus es hambre quen miembros a entrada
estando el estomago en mucha hartura;
la causa es tener el sentido enbotado
de algunos humores en que está forrado,
o de qualidades de estraña natura:
curalde con cosa caliente olorosa
como ámbar y espica y xUaloes,
el vino oloroso diz ques buena cosa,
y purgúese aquella materia viscosa
y en causa caliente contrario harés.
m
De la hambre sincopal.
La sincopal hambre es vn mal y passion,
con quien no comiendo desmaya el paciente;
la causa daquesta es buena razón,
flaqueza d'estomago y gran sensación;
la cura es como esta que está precedente,
y cata no tardes de dalle el manjar
cuando él lo pidiere, con su vino aguado:
en causa caliente esforzar y esfriar,
y quando desmaya, en su propio lugar
te he dicho la cura del ques desmayado.
De la sed.
La sed, quando vieres que no es natural,
de sol, de cansancio y de vino procede;
también de secura y calor desigual,
también de materia ques putredinal,
colérica o salsa, que de ambas ser puede;
tú purga la cólera o flema salada.
— 366 —
que a hecho digesta el xarabe acetoso;
lo húmido y frío lechuga y granada,
azeyte violado y ptisana colada,
y el buen vino aguado les es prouechoso.
De la flaqueza y corrupción de la digestión.
Apocase y quitase la digestión,
también se corrompe dañando el manjar;
diñeren según remission y intensión:
la causa daquesto es la gran repleción
que nuestro calor haze mortificar;
también calidades serán causa destas,
gastando o matando la dicha calor,
materias o ventosidad alli puestas;
comer muchas vezes, no estando digestas
las viandas passadas ni hechas humor.
De la cura.
Obserua las reglas questan contenidas
en la fen tercera en el su regimiento;
si son calidades serán remouidas,
y siendo materias serán resoluidas
en siendo digestas, q ueste es el cimiento:
xarabe de ysopo y el de calamento
para digestión de la flema darás,
y con diaturbit purgaras con buen tiento,
y estiptico azeyte le pon en vnguento,
y emplastros de almástiga y ámbar harás.
Prosigue.
En cólera el vomito es gran medicina,
y su digestión con xarab de granadas.
— 367 —
y en suero de cabras desaten ayna
de ^umo de rosa o diaprunis muy ñna
y su cañañstola bien preparada,
y denle triasandalos para templar,
y a9ucar rosado que esfuerza y consuela;
y en causa flemática deuen le dar
alguna triaca después del purgar,
y diacalamento y gengibre y canela.
De la dureza del estomago.
A uezes dureza all estomago viene
de humor malenconico o de frialdad;
quando es por humor, azedia allí tiene,
y si es solo frió que en él se contiene,
el tacto le siente y descierne en verdad;
hazelde purgar, desque bien se digera,
con cosas que purguen humor tan nociuo;
después trementina y enxundias y cera,
bedelio y spica e los desta manera,
le hagan emplastro molliñcatiuo.
De eructuacion.
La eructuacion es rehueldo, y es cosa
de ventosidad quel estomago alanza
por indigestión y materia ventosa,
por gran repleción o por flema viscosa;
pero su señal el sentido la alcan9a:
si ay daños estrinsecos sean remouidos,
y denle muy poco manjar no ventoso;
los fríos humores serán digeridos,
y con gera o garico bien resoluidos;
después diacimino es marauilloso.
— 368 —
De los apostemas del estomago.
Padesce el estomago por mal humor
algún apostema o frío o caliente;
si es calido, punge con fuerte dolor,
da ñebre y angustia, congoxas y ardor;
si es frió, es mas manso qualquier accidente,
y allí donde duele muy duro se siente;
y quando sospira, el dolor mas le crece,
y donde le duele tentar no consiente,
por miedo del dedo que no le atormente,
tan fuerte dolor a los neruios se oíFrece.
De la cura.
Dañosa al principio es la euacuacion,
y es buena sangría en la causa caliente,
y con cosas frías la repercussion;
después ablandar y esforzar la región,
después aplicalle algún buen resoluiente;
si es frío, xarabe de asensios digera,
y con gera pigra sea mundificado,
y no le maduren en otra manera
sino confortando al principio siquiera;
después con dialtea sea molificado.
De las vlceras del estomago.
De algún apostema que no se secó,
o humores colerícos mordicatiuos
lestomago de vlcera y llaga enfermó;
también podrá ser que manjar lo causó,
que oruga y mostaza son vlceratiuos;
daquestas proceden intensos dolores.
— 369 —
y mas quando come manjar acetoso;
dar luego aguamiel y mundifícadores,
después los trosctscos y desecadores,
y purga que ablande Ves muy prouechoso.
De la inflamación del estomago.
También all estomago viene inflación
por gruesso vapor o de ventosidad,
la qual se engendró por ser flaca la acción
del calor natural y también cibacion
de cibo ventoso e superfluidad;
por quanto de ventosidad se cimienta
la cura de eructuacion le consiento,
y gasten la ventosidad que le afruenta
anís y hinojo y orégano y menta,
y dalde buen vino y diacalamento.
Del vomito e nausea.
En nausea y en gomito essa diferencia,
que nausea es arcadas sin que aya expulsión,
y el gomito expele sin mas resistencia;
sus causas nespecia tendrán conueniencia,
pero en mas y menos es su división:
el mucho beuer y la muy gran comida,
y sobre comer la pelota jugar,
gran frió o calor o ponzoña o herida ,
y colora o flema all estomago yda,
podran ser las causas sin mas alargar.
De cura.
La nausea es curada assi como flaqueza,
y el vomito, quando es de mucho comer,
— 3^0 —
dexalde salir, que natura os abeza
que no quiere carga de tanta graueza,
y que otra vez no lo deueys de hazer;
pero quando fue de abundancia de humor,
y vierdes que no s'enflaque^e natura ,
dexalde salir, que aquello es lo mejor;
mas si es mucho y trae flaqueza y dolor
estiptico cibo y emplastro le cura.
Prosigue.
En causa caliente violetas y rosa,
membrillos y peras, coral, bolo armeno,
balostias y psilia, azedera amoglosa,
todo hecho en emplastro sera buena cosa;
también vn bebrajo daquestas es bueno,
pero en causa fria vn emplastro harés
de almástiga, encienso, espinarde y canela,
asensios y menta e de nuez de ciprés,
y tales manjares y emplastros darés
si del henchimiento ya no se rebela.
De singulto.
Singulto es sollozo el qual es contracción
que estomago haze con frió o calor,
también le procede de mordicación
que hazen humores, por cuya expulsión
natura se mueue daqueste tenor;
darleys a comer quando es por vacuidad,
mouelde los vómitos si ay enchimiento,
y desque digesto y purgado esforzad,
e al frió castóreo nel vino le dad,
y de oleo de asensios le hazed un vnguento.
-37. -
Fen. XIV. — De ¡as pass iones del hígada e primero
de la malicia de su complexión.
El hígado enferma en la su complexión
por fría o caliente, por húmida o seca;
la calida viene de calefacion,
de sol, de trabajos o de cibacion,
de ajo y pimienta y de quien assi peca;
e de sus contrarios vendrá frialdad,
como es de la nieue y holgura e pescados;
de húmidas cosas le viene humidad,
y de sus contrarias verná sequedad,
y desto está mucho en los metros passados.
De las señales.
El poco apetito es señal de calor ;
coléricos vómitos, sed y amargura;
de cosas calientes su daño es mayor;
contrario daquestas y blanco color
o verde a las uezes demuestran friura;
muy seca egestion y en el pulso dureza,
e sed y amargor, sequedad certifican^
e mas quando vieres de sangre pobreza,
y rarefacion en el cuerpo y tíaqueza;
contrarios daquesto humidad significan.
De la cura.
A las calidades deueis contrastar,
pero si materia sanguina es aquesta,
alguna sangría le deuen de dar;
endiuía y triasandalos deue tomar ,
— 3y2 —
xarabe acetoso, oxizacra compuesta;
si es cólera pura el sangrar dexaran ,
mas con tamarindios templar se conuiene,
en flema xarab de cantueso darán,
iten , con agárico le purgaran ;
y aquesto quienquiera sabido lo tiene.
De la fiaqueza del hígado^ que llaman epatica.
Flaqueza en el higado es de opilación ,
o fluxo o flaqueza de miembro vezino,
o de qualidades que ya dichas son;
y desta flaqueza la demostración
es verle el color buelto en verde o citrino:
si fuere apostema su cura sabrás;
si es opilación buscarás su lugar;
si es por sus vezinos sus curas veras;
si es por qualidades ya quedan atrás;
después con trosciscos se deue esforzar.
De las opilaciones del higado.
Opilase el higado con frialdad ,
o con repleción de manjares o humores,
o por apostema o por ventosidad ,
y a uezes se opila su carnosidad,
y a uezes las venas de sus derredores;
verás la color del paciente perdida,
y aquella región muy pesada y muy dura ,
y purga materia no bien digerida;
la vrina blancaza v descolorida,
y poco apetito y flaqueza en natura.
— 373 —
De la cura.
Si es fria la causa desopilarán
la cassia y el gárico y cosas calientes,
el apio y caparras prouecho harán;
si es calida, endivia y borrajas darán,
y algunos xarabes templados y abrientes;
y si es opilada la gibbosidad ,
purgad con diuréticos que abran la vrina,
pero si es el daño en la concauidad,
por fluxo de vientre el humor le purgad,
sangria al principio en tal caso es maligtta.
De la ventosidad del fisgado y del dolor del.
Si ventosidad en el higado está,
conrtscese por la eminencia que tiene;
digesta y purgada resueluase ya,
anis, calamento y ysopo lo hará,
espica y almástiga al caso conuiene;
pero si en el miembro sintiere dolor,
será por humores o por calidades,
o por apostemas o algún mal tumor;
ya sabes curar quando ay daño de humor
e quando dañaren las otras maldades.
De los apostemas del higado.
Al higado viene apostema ventoso,
o duro o de colora o flema o sanguino:
fuere de colora es muy doloroso;
es nema, es cargado y es mas porfióse;
es sangre, haze rúbeas maxiUas contino;
es ventosidad es mas alto y inflado,
— 374 —
pero quando es duro en el tacto se siente;
y en todos el diestro ypocondrío es cargado
y d uele , pero quando está en lo gibado
paresce de fuera vna luna cresdente.
De la cura.
Si fuere sanguino se deue sangrar
de aquel mismo lado basilica vena ,
e con cañañstola lenificar,
e su defensiuo al principio aplicar;
después confortarle, según Auicena,
con oleo rosado y con oleo mirtino,
mezclando con estos el de manganilla ;
después madurar, resoluer con buen tino;
si colora es, no se sangre contino;
mas esta es su cura sin mas repetilla.
Prosigue.
Y si este apostema es porque ay retención,
de Huxo asueto curalde primero,
si es duro, hazelde molificación,
e con oximel le harés digestión,
e purgue después con epitimo en suero;
si es flema o ventoso huirán defensiuos,
sin que tengan mezcla de algún resoluiente,
dale apio y hinojo y desopilatiuos,
darle han subtiiiantes también lenitiuos,
e la purga fuerte este tal no consiente.
De cacesia.
Cacesia es la disposición que antecede,
y a vn es de vna especie con la ydropesia,
-3yS-
de sus mismas causas por cierto ser puede:
en pies hinchazón, y en el rostro procede
daquesta passion, y gran sed todo el dia;
tú purga el humor, si hay señal manifiesta,
con purga aromática, y el miembro templa,
esfuercalo y abre, por la orden ques puesta
en la ydropesia, y pues quella y aquesta
son tan convenibles, alli la contempla.
De la ydropesia y sus ¡res especies.
Es la ydropesia vna enfermedad
de fría materia e aguosa inflatiua
en todos los miembros do está vacuidad,
y mas en el vientre, y es por la maldad
del higado y de su virtud digestiva;
llamóse yposarca la especie primera,
de flema quen miembros ha hecho su assiento;
la otra es asclites, que ha hecho minera
de agua en el hondo del vientre si quiera;
otra es timpanites, ques hecha de viento.
De la yposarca e sus causas e señales.
La sangre flemosa, según que yo siento,
que va en la yposarca por sus miembros ciertos,
en ellos no pega ni es buen nutrimento,
y queda en lo hueco daquestos retento,
do haze hinchazón de vnos cuerpos ya muertos,
y assi todo el cuerpo en aquesta es hinchado;
las otras especies nel vientre son mas,
un hoyo se haze en el miembro apretado,
y desque se suelta, a su ser es tornado,
su pulso muy ancho y muy blando verás.
— 376 —
De asclites y de sus causas y señales.
Eli agua que suele yr a los reñones,
virtud no apartándola como solía,
por higado flaco o por opilaciones,
nel vientre se encierra en sus huecos rencones,
y aquesta es asclites de la ydropesia;
si de vn lado al otro se vuelue el paciente,
hará como vn cuero do está floxo el vino,
sus miembros son flacos, y el vientre saliente;
tan flacos no están como en el subsequente,
su pulso está chico y frecuente contino.
De timpanites y de sus señales y causas.
Verná timpanites por ser corrompida
virtud digestiua faltando el calor,
o por la materia ser mucha y crescida,
conuiertese en viento y haze manida
nel hueco del vientre, eleuando tumor;
si hieres el vientre parece atabales
o cuero de viento, assi haze el sonido;
lombligo es muy alto, y los miembros son tales
que secos parecen al sol e mortales,
y es mas quen las otras su pulso cresddo.
De las señales comunes a todas^ y de la cura,
Pero en todas tres en los pies son hinchados,
e flaco apetito el color se le troca,
los parpados altos, los ojos inflados,
gran sed y secura, y de aliento apretados,
y en causa caliente amargor en la boca;
en todas tres tenga muy buen regimiento,
i
-377-
e coma muy poco manjar, y no beua,
y siendo su causa algún fluxo retento,
aqueste se abra sin detenimiento,
y los quartos dias vn vomito mueua.
Prosigue y cura en ypesarcha.
Y para el estomago y la opilación,
xarabe de asensios te den a beuer,
después denle purga con confortación
de spica y almástiga y gera en mistión,
que esfuercen y puedan la flema atraer;
con pildoras hechas al caso purgar
en cada semana, le es gran medicina,
después con trosciscos secar y esforzar,
e con oximel diacucurma mezclar,
es aperitiuo y prouoca la orina.
Prosigue e cura en ascliles.
Con el ruibarbo e con mirabolanos,
mezclando abridores y confortatiuos,
son para purga en ascütes muy sanos,
el baño e sudor y exercicíos mundanos
en su hora tomados le son sanatiuos,
las pildoras dich.^s de mezereon
son nesta aprouadas de nuestros autores:
si causa caliente hay en esta passion,
en contemperar trastornad la intención
con confortatiuos y con abridores.
Prosigue y cura la íimpaniles.
Dar agua de cndiuia y las frias amientes
en la timpanites aprueuo por bueno,
castóreo, estorac, en eznpla:
e mirra arteimsa son marau
Fen. XV. — De las passiones de la ¡
de la ictericii
Ictericia es voluerse dtrii
o muy verde o negro por ir
daqucstos colores colérico i
por opilación y flaqueza tnti
la colora muda su propio se
que en vez de seguir su car
del hígado al ba^o y a hiél,
cada vna dará su color por
y sed e amargura e calor d<
la verde y citrina son de un
De la cura.
Si es causa caliente en la
— 379 —
y suero de cabras nel daño humoroso,
y emplastro en el hígado es muy prouechoso;
aquel de fermento diz ques afNropíado,
Prosigue.
Si vuiere apostema deueysle sangrar ,
esfriar, confortar y vaziar el humor,
y la opilación deue abrir subtiliar
después de sangrado do vuiere lugar;
tras esto purgalle es la cura mejor;
si es negra ictericia, un xarabe le den
de rayces, tras esto conuiene purgalie
con enblicos indios, epítimo y sen ;
pero si apostema tuuiere el espíen
o ques opilado, esto es bien remedialle.
De la malicia de la complexión del ba^o.
En su complexión el ba^o adolece
por todas las causas que en higado as vido;
si es calida, sed y dolor se le offrece,
si es fria^ tristeza y hastio padece,
y si es con materia hay graueza y rugido;
sangralde, si sangre este daño ha traido
la vena del arca del ysquierdo bra^o,
purgad si otro humor alli vuiere empecido,
y en todo lo otro si aueys ya sabido:
la cura del higado es cura del ba^o.
De los apostemas del tafo.
El ba^o si tiene apostema caliente,
la sed y el ardor y el dolor darán muestra,
si es frío, graueza y dureza allí 9Íeati»,
— 38o —
si es ventosidad es inflado y diente,
si es flema, está floxo y dolor no demuestra:
si sangre empeciere, sangría darés
de la dicha vena y sutil regimiento,
y en todas las cosas que hagan después,
e si otro humor fuere que medio temes,
del higado a este tomad documento.
De las opilaciones del bofo.
Y si opilación en el ba^o se ordena
que por la color y en el tacto se alcanza,
do hay sangre, sangrar la siniestra sofena
y la saluatela en tal caso es gran vena;
y si hay otro humor, con la purga se alanza;
do esté diacartamo epitimo y gera ,
polipodio, agárico, spica y buglosa
e aperítiuos de dentro y de fuera
como escolopendria y simiente abridera,
rayz de alcaparra y almendra amargosa.
Prosigue.
Xarab de rayzes o alguno mejor
harán digestión para mas bien purgarle ,
y desque digesto y purgado el humor
trosciscos y emplastros y vnguento abridor
le deuen hazer, y a menudo es de vntarle;
donde hay causa fria abridores calientes,
do fuere caliente los frios mezclar;
el higado y este no son diferentes
en sus curaciones, sino en parar mientes,
ques mas noble el higado y mas de mirar.
— 38i —
fíff. XVI. — De ¡as passienes de las intestinos;
primero del fluxo del vientre.
Del cibo y del poto podría ocurrir
el fluxo de vientre y de malos vezinos,
y el qucs de vezinos podeys diuidir,
que o de mesaraycas podrá prouenir,
o hígado o ba^o o cahe9a o intestinos;
y por abreuiar en manera tan varia,
según los modernos diuidolo en tres,
que o es disinteria, lienteria o diaria,
sin e! tenasmon de que en otra sumaría
y de la colérica escrito veres.
De lienteria.
Lienteria es vn fluxo y es intestíiiitl,
que tal qual se come y se beue lo espele,
por falta que abrá de calor natural,
e la retentiua retiene muy mal ;
su causa frialdad o enchímiento ser suele :
si es frío, curalde con calefactiuos
y confortatiuos y emplastros v vncion;
mas antes, si ay flema, dar leys digestiuos,
tras esto los vómitos son sanatiuos,
y purgas y ayudas de confortación.
De diaria.
Diaria es vn fluxo do salen humores
e cibos digestos o casi digestos,
y desta podrán, según nuestros autores,
todos cinco miembros ser sus causadores.
se cura en los otros, y esto
De disinteriú
Y la disinteria es vn fluX'
con vlcera y llagas en los in
de flema salada .o de colora
que punge y deshuella quali
da liebre y congoxa e doIor<
y en antes que purgue da, <
a estomago y tripas dolor y
y en esto difiere de diaria y
y si con la sangre viene otri
conusce se allojo en aquella
De cura.
Sy es sangre la causa, dei
si tiene virtud que lo pueda
si es colora, purgúese antcl
Prosigue quanto a la colora y quanto al fiema salió.
Bolo armeno, acacia y la tierra sellada
y la gomarábica y yema de hueuo,
buglosa y. poquistidos y agua rosada,
llantén y la sangre de drago majada,
azeyte rosado y de cabra algún sebo,
daquesto se haga vn cristel mensurado,
y háganse poluos de consolidar;
pero si su causa es el flema salado;
después que los quebulos le ayan purgado,
mestuer(;o tostado le puede esforzar.
Prosigue.
Xarab de membrÜIos y basÜicon,
^umaque y tostado coral es loado,
y coma el paciente daquesta passion,
de aues assadas por confortación,
el poto sea poco y^sea azerado;
tras esto, trosciscos y emplastros harás
de cosas que al caso valer se presuma,
en todos los fluxos asi curarás;
y agora no esperes que yo diga mas,-
pues no he de poner el traslado en la suma.
De la colérica passion.
Colérica passio es vn espelcr
por gomito y cámaras todo el manjar,
corrómpese y dañase todo el poder
de la digestiua y del retener;
con esto no puede el manjar restaurar,
euacua el humor que a la vista se ofTrece
por d mismo gomiti
después adre^r la v
y como en el fluxo s
y en su gran flaquei
Del i
Nel recto yntestir
y llamase puxo en el
su causa es gran fri<
o Berna salado en qt
o flema muy gtuessi
después de ablandad
con pildoras fétidas
y la cañañstola en ce
con malua y bismali
si sobre secura este
Pr
Pero si prouiene i
hazerle has ayudas (
y ponle vn vnguent
de enxundias de ans
y el voto de puerco
si es llaga, después i
almástiga y mirra la
e si es apostema de
sofena y basílica sea
y repercusiuos desp
Di punch
Punción o puntac
verná por las causas
— 385 —
que cuando se opila y se haze maior
es ella la cólica, e por el autor
la cura de cólica en esta conuiene;
mirachia es punción nel mirach situada
de algún apostema o agudos humores,
en estas ya dichas está considerada
e por sus señales alli está curada,
que no differe^en sino en ser maiores.
De cólica.
La cólica en el intestino colon
en las partes baxas a hecho su asiento;
es ella en las hiezes gran induración,
y en los intestinos grande opilación;
da fuertes dolores y graue tormento:
podrán ser sus causas frialdad y secura
y ventosidad y calor que deseca,
o algún apostema o llaga rotura
que abrán hecho humores de aguda natura,
o hazelo llema viscosa y muy seca.
Di la cura.
No apliques, si fueren las causas calientes
los calefactiuos de dentro ni fuera;
mitiga primero dolor y accidentes,
e dale cristeles que sean lenientes,
y euacua la colora en buena manera;
si vieres que tiene tan fuerte el dolor
que mitigatiuos no pueden bastar,
con algún narcótico amansa el furor;
e si ay apostema de cálido humor
con mezcla de sangre, deueisle sangrar.
Pn
Si el daño es de fli
de anís, fenogreco y
y échale ayuda con s
de la cañañstola y su
acá en yliaca te entie
la ventosidad será Ihi
con vaporaciones y a
y en esto no cabe ya
y si algo aquí falta d
a la yliaca en los mel
De U
Yliaca y cólica sot
por quanto yliaca es
en los intestinos que
la otra en los baxos <
y en todo lo otro mi
la causa es estar mu]
con secas materias o
o con frialdades, y ei
por todas las causas
que cólica viene que
De las sei
Las señas daquest
en los yntesñnos que
purgar por la boca e
salir por abaxo, lo qi
congoxas, vigilias y ¡
por boca y por baxo
— 387 —
!a purga y cristel Ic dareys sin recelo,
después sobrel vientre poned resoluientc
ai vierdes que el mal no es de causa caliente,
de cosas calientes en un ha^eruelo.
Prosigue.
La sal y simiente de eneldo y de lino
y mijo, anis y panizo y auen:i
tostados en teja y ruciados con vino
y la dialtea y el vnto porcino
encima del vientre, son cosa muy buena:
después de esto con cañaüstola echad
algún diacartamo y purgue la flema:
si es causa caliente otramente purgad;
si es causa sanguina, primero sangrad
y mas quando vierdes que tiene apostema.
De las lombrizes.
Mirad que miraglo de nuestro hazedor
que quando en natura algún cuerpo podrece
por rectificar su hediondo vapor
que all ayre no dañe y corrompa el hedor,
le enviste de forma en la qual permanesce:
y assi del podrido, del agua y la tierra
s'engendran culebras y moscas sin medio,
y el flema corrupto que al cuerpo s'encíerra
la humana natura adretjando al que yerra
le haze lombrizes si no ay más remedio.
De su diuision v señales.
y destas abrá tres especies sabidas,
porque hay larga y ancha y redonda lombriz,
— 388 —
las señas que traen son muy conosddas:
de noche las bocas muy humedecidas,
de día secura y comer de nariz;
hazerle has ayudas de cosas calientes,
de garico y cártamo y de calamento,
epitimo, asensios, son sus malquerientes,
y gera y triaca; pero si ardor sientes,
darle has verdolaga y vinagre en tormento.
Fen. XVII. — De las passiones de la silla.
De las emorroideSy que son almorranas.
De las emorroides tres especies son,
la peor de las quales es la verrucal,
de humor melanconico es su emanación;
la otra es de sangre mas mansa passion,
y por su color fué su nombre moral;
la tercia es vual de purpureo color,
compuesta de sangre y de melancolia,
y alguna hay que hizo flemático humor,
y a uezes traen fluxo do mana liquor,
y a uezes son sordas y tienen porfía.
De la cura.
Primero deueys el humor digerir
y bedelías pildoras deue de vsar,
hazelde muy buen regimiento seguir,
y viendo ques bueno quererlas abrir,
sangrad la sofena o bañar y ablandar;
pero cosa estíptica deue aplicar
sí aquel fluxo es malo y se deue estreñir,
— 389 —
y do no ay mas medio y las quiere cortar,
con hilo de seda las deue de atar,
y con diaquilon al dolor recurrir.
Escujase porqué no habla de las oirás enfermedades
desíe miembro.
No quiero hablar de las otras passiones
por no dar al metro y las coplas mas mengua,
que son manifiestas en sus curaciones,
y esta es vna habla do abrá reprensiones,
tan suzios lugares tratar con la lengua;
por ende miraldas en nuestro Auícena
estas seys o siete passiones que callo,
a do en estudiallas no abreys mucha pena,
porquel assi breues alli las ordena,
que mas breuedad neste estilo no hallo.
Fen. xviii. — De las passiones de los reñones, y primero
de ¡a mala complexión y dolor y flaqueza dellos.
Como otros padescen también los reñones
mala complexión y dolor y flaqueza;
todo esto o les viene porque ay soluciones,
o por calidad que hay en estas regiones,
y porque ay humor o apostema o dureza;
quando es de calor y sintiere amargura,
o sed en la boca y ardor nel lugar,
comer verdolaga y lechuga es su cura,
y vnguento violado o rosado procura,
que par los reñones es muy singular.
-39=
Prosi^
Y si es con materia )
sangrad la del arca y so
ayuda de leche de ouej!
si sebo de cabras con el
y azeyte rosado, y des[
ruibarbo en la colora y
en flema el agárico y el
agripa y dialtea son mu
en las causas frías, y et
según lo passado curad
Dt les apostemas
También apostema 1<
en lo alto, en lo baxo,
por gran henchimiento
natura reglar el humor
contropasse y hincha d
trae fiebre continua coi
dolor nel reñon donde
si es diestro, el dolor a
y si es nel izquierdo ai
es blanca la vrina quan
Déla.
En causa sanguina s
la purga en la colora st
deueys cañafistola en s
y dalla a beuer o a clis:
quel rezio purgar en ts
y guarda al principio n
-39' -
por dentro y por fuera harás defensión,
y si intoíerabics serán los dolores,
tiloiiio y narcóticos son valedores,
madura y después le haz resolución.
Prosigue.
Si fuere íiematicü e! tal apostema,
no ay tanto dolor y ay muy gran cargamiento
después de digesta y purgada la Hema;
emplastros calientes yo tengo por tema,
si ay dentro laurel que harán conpÜmiento,
y si es apostema esclirotico y duro,
este es malenconico y tiene graueza,
y secas las piernas como etico puro,
y muy poca vrina el color tiene obscuro;
curad como al higado donde ay dureza.
De las vUeras de los reñones.
Las vlceras nuestros reñones padecen
de humores agudos o flema salobre,
ó son de apostema del qual no guarecen,
también de rotura o de piedra recresccn,
o de complexión; do tal obra se obre
verás que echa pelos y podre en la orina,
cortezas bermejas con escozimiento;
pero si son blancas cortezas se asigna
ques en la vexiga la llaga maligna;
la cura se ordena por este cimiento.
De la cura.
Donde es menester comen<;ar por sangría
y darle aguamiel para mundificar,
^
podran confortar y liin|Mar po
tras esto secar y encarnar se r
con bolo y espodio en su lechi
De la piedra en les reñones y .
La piedra se cria en reñon j
de gruessa matetia y sobrada i
de apostemación podra ser qui
o de alguna llaga, la qual cont
I» Tuertea espulsiua y atraya el
el qual, retenido en vexiga y r
y siendo terrestre muy gruess"
contropasse y hazese en él con
gastando calor lo subtil, y en I
se engendran las piedras y el (
De la cura.
De cibos grosseros se deue
como ánsar y vaca y fruta innr
y es muy prouechoso contino
— 3g3 —
Di las medednoi que quebrantan la piedra.
Rayzes de costo y assensos y altea,
y la saxigragta y el pentafilon ,
y la escolopendria y la yerua polea,
bedelio y el apio que montano sea,
casia y calamento y el escordeon,
rayzes de rubia, raíz de laurel,
cardo y carpobalsamo y goma de selua,
simiente de rauano y raiz de athel,
perexil macedónico junto con él,
garuando negrillo con estos s'enbuelua,
:. XIX. — De las passienes de la vexiga, y primero
de ¡a piedra en ella.
También la vexiga padesce passiones
como otro cualquiera de los oficiales;
padesce apostemas y opilaciones ,
y vlcera y piedra, y también incisiones ,
y sobra de humor complexiones no yguales:
la piedra en vexiga se cura en la suerte
que hauemos curado la piedra passada,
mas la mededna daquesta es mas fuerte
por quanto es mas fria, y el humor conuierte
en mas dura piedra y muy mas congelada.
De los apostemas calientes de la vexiga.
Asi que padesce apostema caliente
de colora mucha o materia sanguina,
el qual da dolor y da gran fiebre ardiente;
desque ayas sangrado, pon repcrcuciente
como olio rosado y azeyte vnfancina,
y algunas ayudas le
do esté cañañstola y
y enbroca con cosa:
y repercusiuas y mi
narcóticos pon en di
aceras
La vlcera viene i
por todas las causas
de alli sus señales p
de azedo y salado s<
y con aguamiel haz
y porque deseque y
trescisco allrelrengí
y blancos colirios de
sarcocola y plomo y
después stríngalle, j
Del ardo
A uezes conte^e
como si vrinasen vr
por quen la vexiga
o algún apostema o
de ser muy aguda I
purgalle con cosa m
si vuiere enchimient
si ay podre, con cui
y es bien siringar ca
con clara de hueuo
al vez deba leerse trosiso
n Juver*. fó\. ípS.
— 395 —
De la distilacion de la vrina o stranguria.
Tenerse la vrina se Uama estranguria»
y esto es quando sale goteando y poquita;
si no sale nada, llamárnosla suría,
y si sale a ratos, se Uama disuria;
y es vna la cura en todas escrita:
aquesto procede de alguna frialdad,
o llaga o calor, o de algún apostema
questá en la vexiga, o en su vezindad,
o está en la virtud esta enfermedad,
o es por humores mayormente flema.
Pone las señales e la cura^ en la qual se comprende
I dolor y el podre y la sangre congelada , que son también
'passiones de la vexiga.
Si es frió la causa, en la vrina ay blancura,
y si es de calor, la vrina es ardiente,
si es piedra o si es llaga, apostema o infladura,
sus señas son dichas, y aquellas procura;
si humor solo es causa, en la vrina se siente,
si de spasmo es, nel lacerto mouiente,
o si es apostema, si es piedra, si es Haga,
sus curas son dichas en lo precedente;
pero si dolor es la vrina inpidiente,
con algún narcótico el tal se deshaga.
Prosigue.
Si es podre que opila y alli se entrepone
con una siringa le mueuan de alli,
y si es humor gruesso, oximel le dispone,
— 396 —
después diaturbit en la purga se pone,
triaca y diuréticos valen aquí;
si es sangre cuajada de arriba venida^
sangrar la delKarca y después la sofena,
y estoruar el fluxo segura su vida;
pero si es veruga o es carne añadida,
la molificante siringa es muy buena.
Del inuoluntario salir de la vrina^ que se llama diam^
Diamne es salirse la vrína sin grado
y sin voluntad da quel que la echa,
porque aquel lacerto está molificado,
o tiene gran frió o calor muy sobrado,
o porque dureza en las tripas es hecha;
si es por frialdad, le daréis a beuer
estipticos potos que sean calientes,
y algunos emplastros le deuen poner
para confortar y hazer retener
a aquellos lacertos que están impotentes.
Prosigue de la cura y de los que se vrinan en sueñi
Los kebulos mirabolanos tostados,
la mirra y olíbano y clauos y rosas,
encienso, arayhan, corales colorados,
beuidos son buenos, también emplastrados
metridato y triaca son muy buenas cosas:
y algunos verás orinarse en la cama;
a niños pequeños viene este destemple,
es muy ruin passion para estar con la dama,
no menos aquesta diamne se llama,
y su cura es desta y allí se contemple.
-3,7-
Diabetes es mucha y muy fuerte espulsíon
de vrina, que tal qual la beue la espele,
porquen los ríñones ay calefacíon
tan grande que hazen aquella atracción;
también de frialdad y Haqueza ser suele,
de mucha calor las mas vezes se cria;
trosciscos de espodio son buenos para ella,
la sed se le mate con mucha agua fria;
y vntalde con populeón cada dia,
y emplastros estípticos valen en ella.
Prosigue y pene de la multitud de la vrina capitule.
Do entren membrillos y verga pastor
y fariña de ordeo y azeyte rosado,
y acacia y balostia, vinagre, alcanfor,
y pámpanos verdes Á están en su lior;
y denle a beuer del xarope violado,
y si es fria causa, con oleo nardino
y azeyte castor los reñones le vntad,
y emplastros de encienso y cortezas de pino,
y con esta cura y por este camino
a la multitud de la vrina curad.
Del orinar de la sangre.
Por ser los renones con mucha flaqueza,
conte9e orinarse la sangre en la orina,
o porque la sangre es de gran subdleza,
o porque en las venas ay mucha lleneza,
o viene por termino en fiebre malina,
por llaga, apostema o por miembro rasgado,
d
— 39* —
o hígado flaco que se manifieste;
después que le tengas dos vezes sangrado
de todo lo otro ya esta relatado
en los otros metros primeros daqueste.
Fen. XX. — De Lis passiones de los genitiuoi
y miembros de la generación^ y primero del poco t
y facultad de líos.-
Los miembros que engendran, por muy
se cuentan, y son de gran beneficio;
también estos sienten passiones y males,
el mas lastimero y peor de los quales
es falta de coito y no vsar bien su officio;
la causa es nel miembro y la sangre frialda
que haze menguar apetito y esperma,
o calor que gasta la ventosidad,
por quien resuscita la sensualidad,
o algún miembro noble o vezino que cnfci
Prosigue las causas y pone la cura.
Como es el celebro o el coraron
de los quales vienen virtud y apetito,
o es porque entrellos ay opilación
por donde a los miembros de generación
no passa materia, virtudes ni esprito;
si es este defecto por los superiores,
sus señas y curas ya están sobrescritas,
y si es porque ay falta de sangre y humor
la leche y los hueuos son restauradores,
el vino y el sueño de las tardezitas.
r
- 399 —
Prosigue.
Si es por frialdad, de qualquiera manera
metridato y triaca en ella se aprueua,
y el diasatirion en aquesto s'esmera,
y si es de calores, de la dormidera
sacad la simiente, y en vino la beua;
los pezes salados, anguilla y cecina
despiertan á Venus, con puros engaños
mantienenia vinos de Coca y Medina,
paloma y perdiz, codorniz y gallina,
y fresca mochacha de diez y seys años.
De gemorrea.
Gomorrea se dice cuando vno padece
salirse la esperma sin su voluntad,
de flaca virtud retentíua recresce,
o de la espulsiua que se enfortalesce
a causa de humores o de calidad;
estrecha el comer en aqueste paciente,
y dale manjares que apoquen la esperma,
lentejas, nenúfar, en causa caliente,
y en fria agno casto, euforbio, y simiente
de ruda, y en cama muy dura se duerma.
De priapismo.
Priapismo es contino la verga estar tiesa
sin gana de coito, su causa es ventosa;
la poca calor será causa daquesta;
si mucha humidad estuviere alli puesta
acerca del miembro do viene tal cosa;
después de sangrado la vena mediana.
I
— 400 —
mouerle algún vomito sobre comer,
y sobre el reñon vna vndon es muy sana
con populeón cada noche y mañana,
y fríos bebrages le den á beuer.
De polución.
Ya suelen los hombres hazer polución
soñando que se echan con qualque su amiga;
el sueño del perro es aquesta passion,
que sueñan en otra la empreñacion
y desque despiertos esta en su barriga:
las causas, las señas, la cura y el como
daquesta y gomorrea todos es vno,
y deuesle a este poner sobrel lomo,
sino hay impidiente, una plancha de plomo,
y agua de lentejas le den en ayuno.
De los aluminados.
Los aluminados padescen dolencia
de ser putos, y es muy absurda y muy ciega,
y desta en Italia diz que hay pestilencia;
y en nuestras partidas, si no hay resistencia,
en algunos buenos y honrados se pega:
aquestos desean de ver y palpar
la suzia luxuria de otros o dellos,
y no pueden el su deseo acabar
sin otros encima; deueislos curar
con hambre y con frío, a<^otaIlos, prendellos.
De los apostemas de los genitiuos.
Si viene apostema en los genitiuos
conoscese como los antepasados:
— 40I —
si es calido, sangra y pon repercusiuos
como mucilages refrígeratíuos
y vinagre y agua y azeyte rosados,
y purgue con mechas y ayuda d humor,
harina de hauas y miel le madure,
y el diaquilon será resoluedor,
y si es frío y no trae fanto dolor,
sin el defensiuo y sangría se cure.
De la hernia y sus diuisiones.
En aquella tela sifac que se extiende,
y los intestinos y zirbo el circunda,
contesce rotura, por do se desciende
el zirbo y las tripas, y todo ello pende
hasta las vedijas, do en hernia se funda;
por relaxacion daquellos dindinos
do se hazen camisas a los genitales,
se baxan el zirbo y los intestinos,
do se haze otra hernia, la qual trae signos;
y aun ay otras hernias que son humorales.
Prosigue la diuision y pone la cura.
Ay otras aguosas por mucha humidad
que se entra en la bolsa daquestos señores,
mas otras se hazen de carnosidad;
ay otras rellenas de ventosidad,
y otras de venas muy gruessas de humores;
la hecha dé relaxacion y rotura,
se cure con cosas muy consolidantes,
la momia y consuelda real por ventura
son cosas probadas, y para la cura
vn tirabraguero le hagan en antes.
16
^ 402 —
Prosigue la cura.
De frutas ventosas, como es auellana,
y del enchimiento, se aparte contíno,
y deue tomar cada tarde y mañana
del poluo molido de v{deriana
vna drama y media masado con vino,
y quando las tripas abaxo vinieren,
se deue primero amansar el dolor,
después adre^allas lo mas que pudieren,
y pónganle emplastros según se requieren,
aquel que hizo el Guido es buen consolador.
Prosigue.
Mas otros las curan abriendo al paciente
y cauterizándole como les plaze;
para esto se busque algún hombre prudente,
experto en ell arte y muy gran diligente,
y miren la hora en que aquesto se haze;
la hernia aguosa y también la ventosa
se curen haziendolas resolución,
y purguenle desa materia humorosa;
asi como en la ydropesia carnosa,
y todo su ñn será desecación.
De las vlceras de la verga y los genitiuos.
Padesce la verga y los sus compañones
postillas y vlceras dentro y de fuera;
curad vnas y otras como en los reñones,
y como en vexiga en sus vlceraciones
resfriar y limpiar y secar se requiera.
— 4o3 —
poniendo al principio canforado vnguento,
después el vnguento litargirío o verde;
llaualle con agua do esté cozimiento,
daloes y tutia y los deste cuento,
y a qualquiera llaga secarse os acuerde.
De las passiones de la madre.
Fen. XXI. — T primero de la esterilidad y difficuüad
de empreñar por culpa del esperma.
La causa de no poder empreñar
la madre o el esperma lo habrán causado,
por ser muy caliente no puede engendrar,
por húmido y frió no puede cuajar,
por seco o por gruesso, o por ser muy delgado;
por ser mal dispuesto marido o muger,
por questá borracho, o ques niño o ques viejo,
o no ay conueniencia en los dos para ser
la generación y podríase hazer
de qualquiera dellos con otro parejo.
De la esterilidad por culpa de la madre o matriz.
Aculpa la madre porque ay complexión,
o malos humores en ella metidos,
o porque ay defecto de su purgación,
o porque no puede hazer atracion,
ni puede tener los simientes vnidos;
o tiene en los labios dureza o íloxeza,
o esperma mas tarde quel hombre o mas presto,
o tiene apostema y muy poca limpieza,
o no está bien puesta o padesce flaqueza,
o llaga o rotura o algo como esto.
— 404 —
De la cura.
Sí aculpa el esperma en el concebín
ya es dado el remedio de restaurallo,
y si la matriz tiene tal nocumento,
padesce frialdad, según tu pensamieni
con cosas calientes es bien remediallo;
xarab de rayzes, xarab de cantueso,
harán digestión en la flemo»dad,
geralogodion euacua lo gruesso,
y con tragectorio vn liquor muy espe
do esté policaria y centaurea le echad.
Prosigue.
Y en el tragectorio o la mecha si vi
poned coloquintida para purgar,
pero si calor o secura empeciere,
la colora o sangre sacar se requiere
con cosas templadas, tras esto templai
acacia y poquistidos, cuerno ceruino,
mezclados con ámbar do frió le empec
en secura almendras y grana de pino,
y en ventosidad diacimino fino,
y destos emplastros o cibo se adresce.
Del regimiento de las preñadas.
Y deues regir la preñada muger,
con buenos manjares y muy lenitíuos,
ciruelas y caldo delante el comer,
y vino oloroso y muy bueno beuer;
— 4^5 —
huir los azedos y aperitiuos,
y huia el temor y la yra y tristura,
y aparte el correr y el saltar aza tras,
y sobre comer dale pera madura
o algún buen membrillo, y en lugar de cura
algún diamargariton le darás.
Regimiento para sacar las paries o el aborto maerto.
La dueña en el parto si parias no echa,
asi que dexó alia la secundina,
el estornudar para esto aprouecha,
y si esto no basta sacalda con mecha
o con sahumerio de ruda y sauina;
iten, aristologia majar,
y con artemisa y sauina y mestuer^o,
y con hiél de vaca vna mecha mezclar,
podreys al infante abortiuo sacar,
y parias con esta poniéndole esfuerzo.
De mola que llama el vulgo preñez de trasgo.
La mola es nel vientre vna grande hinchazón
que haze a la dueña pensarse preñada;
por quanto en las tetas sintió repleción,
también le a dexado la su purgación,
y mueuese dentro la cosa engendrada;
la causa daquesto es que ay carne criada
del mestruo femineo y su propia simirnte,
o hazelo el mestruo y la sangre encerrada;
curarseha después de purgada y sangrada
como vn apostema muy duro eminente.
— 4o6 —
De la dificultad y trabajo del parte
Por ser la que pare gniessa o pcqu
o porque el que nasce esta grande o i
o por la madriz estar seca o estrechue
o por ser el tiempo que quema o que
o la secundina es de duro compuesto;
o porqués muy simple y ruin la parte
o por ser enfermos los miembros vczi
por todas las causas daquesta manera
padesce mal parto, y no es mucho qu<
quien pare y con fuertes dolores conti
De la cura.
Por ende es muy bien quando el pa
regirla con caldos y blando manjar,
y entrar a las vezes en baño es muy s
también recebir sahumerio liuiano,
y el vino oloroso no deue dexar;
y quando el dolor comentare acusar,
haz que unte la vulua con óleos calien
y si es muger gruessa, mandarleas ests
de bru(jos pariendo, y sera bien cortar
a la secundina si dura la sientes.
De la superfluidad de los mestruos o fluxo ú
de la madre.
Yerna sangre hiuia ques fluxo mest
por sangre caliente y de mucha agude
que rompe las venas, o la madre es ta
que tiene apostema o enchimiento hun
o sobra en calor o padesce flaqueza;
_ 407 —
si está con la sangre mixtura de humor
conoscese desque tomada en vn paño,
que allí cada uno dexó su color,
y si es apostema trae fiebre y dolor,
y si es de calor, manifiesto es su daño.
De la cura.
Quando es de espulsion natural o enchimiento
no deue cessar si flaqueza no viene,
si colora peca sacalle el cimiento
con mirabolanos y los deste cuento;
si es Uaga o apostema, capitulo tiene
la flebotomia do sangre abundare,
y alguna ventosa debaxo la teta;
es bueno el llantén do calor dominare,
estípticos pon do flaqueza dañare,
y dale trosciscos de buena recebta.
De las vlceras y de las ragadías de la tnadre.
Ragadias y Uagas a la madre vienen
por todas las causas quen otras e puesto,
las mismas señales y cura aquí tienen,
mas las medecinas daquesta conuienen
ser secas, no muelles, y esto es manifiesto;
con paños muy limpios se limpien primero»
y lauen con ^umo de rosa o llantén,
y con aguamiel mundifiquen tercero,
alumbre las laue y deseque postrero,
y otros como esta y trosciscos le den.
— 4o8 —
Del prurito y comezón y de la fistola de ¿a %
y de la flaqueza y del dolor y del liquor o sper
que corre della.
Prurito en la madre, ques comezón,
como el priapismo es curado se cura;
la ñstola cura con desecación,
si tiene flaqueza de su complexión,
templando y purgando se esfuerza y segur
si tiene dolor será causa del
alguna passion de las dichas de suso,
qualqulera que fuere curar Tas con él,
si sale liquor desta madre cruel
o esperma, su ^ura en gomorrea se puso.
De la retención de los mestruos.
Retención de mestros es enfermedad,
esto es la madriz no purgar como suele,
por su propio vicio o por su vezindad,
por quanto es n^el higado alguna maldad,
que por sus señales se muestre y reuele;
por opilación en aquellos senderos
por donde a la madre la tal sangre yua,
por ser poca sangre o humores grosseros,
a su purgación no caminan ligeros
por flaca expulsiua y muy gran retentiua.
De la cura.
Quando es de secura, frialdad o calor,
el daño y lo muestran sus notas señales,
o si es apostema, si es llaga o tumor.
— 409 —
o si es poca sangre, o si es mal humor,
ya sabes de suso curar estos males;
si es de opilación o que esta enduresdda,
curar con sahumerios y calefacientes,
y en desopilalle consiste su vida,
y tras la rodilla, si ay sangre cresdda,
se sangre según los dotores presentes.
Prosigue. *
Las frías simientes do ay calefadon,
y algún aromático en ellas embudto,
y grama y esparrago y pentaíilon,
y vndon resumptiua do ay desecadon,
y los baños dulzes y el sueño le sudto;
oximel esquilitico en flema propina,
y pildoras fétidas para purgalle,
con oleo de lilio, de ruda y sauina
le vnta el ombligo y la vulua, y contina
a dalle abridores y aromatizalle.
De los daños en el sitio de la madre ^ y primero de clausura
y de la precipitación de la madre.
Pero si la madre, por carne añadida,
por tela o por llaga padesce clausura,
y es questá cerrada y no tiene salida,
de su nasdmiento o de nueuo venida,
abrirla con hierro es sola su cura;
mas si está salida y predpitada,
lo qual Auicena augmento Uamó,
si a poco y es niña, podrá ser curada
echándole ayudas, después fomentada
con lana do ^umo de acada ae echó.
— 4IO —
Prosigue la cura y pone capitulo de la declinación
de la madre.
Y emplastra el ombligo con nuez de ciprés,
y clauos y almástiga^ encienso y lapdano,
y espica céltica y ligno aloes,
y algún aromático a olerle darés,
asi como ámbar y almizque muy sano;
pero si la madre se tuerce aza vn lado,
sangralle del otro si pujan las venas,
y si ay enchimiento, sea disterezado,
y con oleo de herua el lugar ablandado;
después la destuerzan parteras muy buenas.
De los apostemas de la madre.
Postema en la madre si calido fuere,
de colora o sangre por cierto sera,
la vena dell^arca y sofena si vuiere
pecado la sangre, sangrar se requiere;
si es colora un minoratiuo le da,
y algún defensivo le pon, quando es nueuo,
de rosas, balostias y psidia y llantén,
y dentro en la madre vn cristel yo le aprueuo
de azeyte rosado y de clara de hueuo;
después del estado resueluase bien.
Prosigue la cura.
Y con man<^anilla se haga maduro,
corona de rey y linaza y altea,
y yemas de hueuo vn emplastro haz puro;
mas si es apostema esdirotico y duro.
— 411 —
con óleos y enxundias ablandado sea;
si fuere de flema, después de digesto
le purga, y ya sabes con que material;
de los defensiuos ya te es manifiesto
ser malos en este, mas yo te amonesto
que luego resuelua y madure este tal.
De la prefocacion de la madre.
La prefocacion es passion con quien viene
la gota coral y desmayos mortales,
por cuanto ell esperma y la sangre se tiene
de dentro la madre, y daquesto prouiene
luego al coraron y celebro estos males;
que así retenido ell esperma y podrido,
se toma en ponzoña y enbia vapor
do el celebro se encierra y se encoge a su nido,
y del coraron el espríto deuido
no sale aza el cuerpo por este temor.
De la cura.
Curarse ha si fuere de esperma retento,
y es virgen o biuda, casando la enferma;
si quiere ser casta quite el pensamiento
de hombres, y guárdese aquel regimiento
questa en la gomorrea, y euacue ell esperma;
si humores dañados aquello causaren,
purgalles y mundificar su veneno;
pero si los mestruos no se purgaren
y con su ponzoña tan rezio dañaren,
ya sabes para esto bascar lo ques bueno,
— 4'^ —
Prosigue la cura quanto a la presencia del paroxismo.
Y en la hora que aquel paroxismo le vino,
y veys quel aliento detiene consigo,
metelle en la boca vnas sopas en vino,
y con altas vozes le llamen contino;
ventosas le pongan enbaxo ell ombligo,
y pónganle olores agudos y horribles
dentro en las narizes, y enbaxo suaues,
y atenía con ligaciones terribles
las manos y pies, y serán conuenibles
para este lugar fregaciones muy graues.
Fen. XXII. — "De laspassiones que vienen en las
de los miembros^ y primero de la hernia.
Agora conuiene que reporte yo
la fen. veynte y dos y sus enfermedades,
adonde Auicena hablar prometió
de aquellas passiones que Dios permitió
los miembros tener en sus extremidades;
conuiene saber en los miembros de fuera,
por quanto hasta agora hablo en los de dentro:
primera es rotura, o es hernia si quiera,
la qual nel si tac se a hecho en manera
que tripas y zirbo salió de su centro.
Del augmento del ombligo.
Y pues que e hablado ya en otro lugar
daquesta passion, cesara en la presente,
y quiero, según Auicena, hablar
de otra passion que se sude causar.
— ^i3 —
y es quando d ombligo cresddo se siente;
por agua o por viento que alli se t metido,
o son intestinos porque vuo rotura,
o sangre de venas que alli a ocurrido,
y en esta no ay cura, y en lo otro e sabido
que solo con hierro se haze su cura.
De la gibosidad y coreaba de la espalda opeeho^
o de alguno de los lados.
Contesce hazerse la gibosidad
por quatro razones en espalda o pecho:
que o es por cayda y herida o humidad,
o por apostema o por ventosidad,
y a uezes se haze el vn lado contrecho;
si es por humidad o se hizo por viento,
primero purgar la materia procuro,
después con estiptico emplastro le asiento
la giba, y si fuere de apostemamiento,
curalle como vn apostema muy duro.
De las varices y elefancía.
Varices son venas de piernas y pies
hinchadas de sangre que no esta dañada,
que en ñn arebientan y Uagan después;
si es en los pies mismos, defanda es
que los haze gruessos con sangre sobrada;
quando es la elefanda maligna y llagada,
si el pie no se cortan otra cura no se;
si es malenconia o si es flema mezclada,
purgallas, y el vomito es cosa appropiada;
después aya emplastro estiptico el pie.
— 414 —
Del dolor de layjaday del dolor de la espalda.
Dolor de la yjada y de espalda f>rouicne
de frió o de viento o de muy cruda flema,
por coito o trabajo o por giba que tiene,
por flaca madriz o reñones le viene,
o porquel pulmón ya padesce apostema;
como en las junturas se curan aquestos,
y si es de otro miembro, curalle primero;
las purgas y emplastros serán manifiestos,
y usan ponelles, quando es frío el destos,
estopas sahumadas de endenso y romero.
De los dolores de las junturas^ como artética^ sciatica^ eu
La ciragra y podagra, artética y scia,
y qualquier dolor de junturas ser puede
de flema o de colora o melanoolia,
o sangre o de ventosidad que se cría
alli en la juntura do el daño procede;
o puede venir de mistión destos tales,
o de complexión sin materia o de herencia,
también de espulsion de los mas principales,
y junto con esto auer anchos canales
por do los humores van sin resistencia.
De las señales que trae^ de qualquier humor que sea.
Si es sangre, verás pulsación nel dolor,
y rubio el lugar y ques hombre sanguino,
si es colora, siente congoza y ardor,
si es flema, no muestra en el cuero color,
y ay poca calor y el dolor mas contino;
la melanconia el dolor a ocultado.
-4i5-
y el miembro enflaquesce, pero si es ventosa,
el miembro estendido el dolor remudado;
mas hora le daña lo que a aprouechado,
y agora aprouecha do ay mezcla Rumorosa.
De sus nomhres y cura.
La dragra es gota en las manos no mas,
la podagra en pies y tobillos recresce,
y quando en ell anca dolores veras,
sdatica a esta passion llamaras,
artética en todas junturas contesce;
y son apostemas en este lugar,
y como apostemas se curan do duelen;
si fuei^n de sangre se deuen sangrar
de parte contraria, y el miembro esfor9ar,
pero las mas vezes de flema ser suelen.
Prosigue.
La colora purguen, según Auicena,
mas redo primero y después leuemente,
después de purgado la vndon es muy buena,
despodio y acacia y memita y berbena,
viniendo el estado mezdar resoluiente;
si fueren de tíema, según sus señales,
hazer digestión en los primeros dias;
tras esto hermodatiles en estos males,
y pildoras dellos son muy espedales,
que purgan y esfuercan y estrechan las vias.
Prosigue.
En este no vale la repercusión,
ni menos sangría ni estupefactiuos.
— 4^6 —
después de purgado hazelde vna vncion
muy subtiliatiua y con calcfadon,
después del estado sus resolutíuos,
y asi en la melancolia curad;
la ventosidad resolverla sabes,
y en fin, destas cosas le cauterizad,
con sarja o ventosa el humor le chupad,
llagad porque purgue y soldalle después.
Fenesce el libro tercero de Auicena reportado por
el dicho licenciado.
Sigúese el libro quarto.
LIBRO QÜARTO.
Fen. I. — De las fiebres ^ y primero pone la diffimáon
de la fiebre.
La fiebre es estraño calor que se enciende
en el cora9on de do al cuerpo se embia,
mediante el esprito y la sangre desciende
por venas y arterias, y asi el cuerpo ofFende,
que sus naturales acciones desuia,
y nota quel cuerpo tres cosas contiene:
la vna es los miembros y corporeydad,
la otra es aquel esprito que viene .
por pulsos y alientos y el alma sostiene,
la otra es humores y toda humidad.
— 417 —
Pone la diuision de la fiehre proporcionada a las partes
quel cuerpo humano contiene.
Y asi qualquier fiebre no puede hazer mal
sino a estas tres partes do quiera que acierta,
si inflama el espríto efímera es tal,
si es en los humores se llama humoral,
si enciende los miembros es etica cierta;
de suerte quen fiebre tres géneros son:
efímera y etica y fiebre de humor,
mas como el espríto es de composición
muy clara y delgada, la su inflamación
es fiebre de un dia y de poco temor.
De las causas de la efimera fiebre.
Las causas daquesta, si yo no m'engaño,
serán exteriores y calefacientes,
como es ayre, abrígo, o sol, o es el baño,
o frió que encierra el calor ques estraño,
o vino muy puro y manjares calientes;
el mucho trabajo, la angustia y tristeza,
el mucho dormir, el muy gran mouimiento,
velar o reyr o la mucha pereza,
la yra, vergüenza, temor y flaqueza,
harán calentura, y el gran pensamiento.
De las causas de la efimera que están dentro del cuerpo.
También hazen fiebre las dispoñdones
questan dentro el cuerpo, como es hambre pura,
«7
— 4i8 —
el gran enchimiento, las euacuaciones,
hartura, apostema y las opilaciones,
dolor y desmayo y en poros clausura;
todas estas causas harán calentura
que enciende el esprito quando otro no pu(
la qual quando no es gouemada con cura,
en miembros o humores posada procura,
o quando estas causas son fuertes y excede
Dé las señales de la efimera.
Eñmera es si el calor es liuiano
y tiene buen pulso y digesta la horína,
y suda en la ñn vn sudor de hombre sano;
y vino de sol ó exerdcio mundano,
o causa exterior y apartase ayna,
la infamación no es aguda y crescida;
si viene dolor de cabe9a es pequeño,
y a uezes la horína es vn poco teñida;
Ítem, con vn espeluzno es venida
tal fiebre, y con vn poquitico de sueño.
De la cura.
La cura será, quando fue de cnchimienti
vazialle con vomito o con vn clister,
si tiene azedia dar diacalamento,
si de frialdad el sudor, fregamiento
y vnciones calientes le deuen hazer;
si fue de otra causa de las que e nombrado
la causa quitar y aplicar el contrario,
resfriar y templar con xarope violado,
y trias vnciones detrás del costado,
y en pecho y cabeza, y este es el sumario.
— 419 —
Enxemplo quanto a la cura de la efimera fcr su contrario.
Y quiero poner vn exemplo en tal via:
si viene esta fiebre de alguna tristura ,
la cura en contrarío es hazelle alegría
y darle cordiales que coma aquel dia,
y con óleos fríos hazelle la vntura,
según esta cura y por esta manera,
será todo lo otro so aquesto incluso;
pero si apostema o dolor la hiziera,
la cura es curalle la causa prímera,
lo qual en los metros passados se puso.
Capitulo deputredine^ que es el podrimiento de los humores.
Contesce al humor la putrefacion
por malos manjares y do orden caresce,
o porque en el cuerpo ay opilación
que impide al humor hazer respiración;
y asi aquel vapor retenido podresce,
y del humor pútrido vn vapor emana
que va al coraron, do la fiebre se afina;
y si es malenconico hazen quartana,
pero si es de colora, haze terciana,
cotidiana de flema, y de sangre contina.
Prosigue.
Y qualquiera destos humores, o esta
de dentro en las venas o fuera dellas,
si es dentro, la fiebre continua sera,
si es fuera, es la fiebre como es dicho ya,
y es doble o senzilla qualquiera daquellas;
la que no es continua sera interpolada.
— 4^o —
y gasta el humor ya quando ella se apura,
pero la calor allí queda apegada
en essa materia que está incinerada,
y apañan humor para mas calentura.
Capitulo de la fiebre colérica y sus diuisiones.
Y pongo vn enxemplo en la colora asi:
si su podrición es de venas remota,
terciana con- huelga se engendra dalli,
es pura si colora sola está aqui;
do av mezcla de flema llamárnosla nota;
si dentro en las venas es su podrición,
aHige contino sin dar huelga al hombre,
y si es en las venas cerca el coraron,
a tal como aquesta llamamos causón,
si es lexos, terciana continua es su nombre.
De las señales de qualquier fiebre colérica.
Comienza con frió y con fuerte temblor,
la horina es vermeja, que tiende aza fuego,
excepto si ay mezcla dalgun otro humor;
trae sed y dolor de cabera y furor,
sin sueííü, con yra y con poco sosiego,
y quando es continua mayor calor siente
de tres en tres dias, y se manifiesta
no en el causón, porque está mas presente
cerca el coraron, y qualquier acidente
es muy mas furioso y mas fuerte que en esta.
De la cura.
Primero en los dias de la calentura
no deucs mouer ni el paciente comer,
— 421 —
y si esta terciana es de colora pura,
resfriar el humor y purgalle es su cura;
xarabe acetoso le den a beuer,
ablándenle el vientre cristeles liuianos,
y desque digesto el humor sea purgado
con su cañañstola y mirabolanos,
ruibarbo y también tamarindio? son sanos,
y si hay flema a bueltas, turbit sea mezclado.
Prosigue.
La terciana nota se cura como esa,
según ay de flema asi deues mezclar,
y en todas mirar si la orina está gruessa,
y en dalles sangría sea estonces tu priessa;
pero en el causón ay peligro en sangrar,
aqueste, y continua se deuen purgar,
sin mas aguardar, los humores digestos,
y luego a la lengua resfriar y ablandar,
la espalda y cabera y el higado untar
con populeón, sandalino y como estos.
De ¡afiebre sanguina y sus diuisiones.
Pensó Galieno la sangre podrida
conuertirsc en colora su podrimiento,
que fiebre de sangre no la ay corrompida;
mas esta opinión por errada es auida
no alcanzo porqué ni por qual fundamento,
y ay fiebre sanguina de sangre ques buena,
mas es mucha y hinche las venas do es puesta;
por donde natura en estar tan rellena,
se ahoga el calor y se inflama y da pena;
la otra es el sinocho, y sinocha es esta.
4
— 4^2 —
Prosigue en diuidir y pone las señales.
Si augmastica es, hasta el fin va creciendo,
por ser lo podrido mas que lo gastado,
y si es peraugmastica va descreciendo,
y si es homotena en vn ser procediendo,
con sus acidentes va hasta el estado;
tal fiebre es continua y pro[x>rcionada,
con rubias mexillas y aprieto de aliento,
la venas infladas, la habla pesada,
el pulso muy lleno, y si es sangre dañada,
mas fuerte es su daño en calor y encimiento.
De la cura de la fiebre de sangre no corrompía
que se llama sinocha^ y de la corrompida
que se llama sinocho.
La sinocha sangra de mediana vena
hasta que desmaye, según los autores,
después le resfria, según Auicena,
con ^umo de azeda granada, ques buena;
y auiendo flaqueza da confortadores,
después con ayudas ablande natura,
do esté cañañstola, prunas y mana,
engruessa el humor si es sutil su figura,
si es gruesso, adelgaza, y al sinocho cura
asi como a sinocha y como a terdana.
De la flemática cotidiana.
La fiebre de flema viene cada dia,
y desta ay continua y ay interpolada,
de quatro maneras de flema se cria.
— 4^3 —
y si es flema vitrea o azeda es mas fría,
y a uezes proviene de dulce o salada;
en esta ay gran frío y pequeño rígor,
no sed ni el ardor como en las sobrescrítas;
flemáticos gomitos, poco sudor,
ruin digestión y blancazo el color,
si es gruessa o delgada asi añades o quitas.
De las fiebres empialos y liparia.
Ay del flema vitreo otra fiebre grosera,
que empialos, según dizen, se llama,
que es fria de dentro y enciende de fuera,
por quanto al vapor que acá sale le altera
prímero el calor y asi fuera se inflama;
mas ay otra fiebre que desta es contraría,
que fuera resfria y de dentro escalienta,
y diole Auicena por nombre liparia,
a donde el calor a matería tan varía
podresce, y por esto se mete en su centro.
De otra especie de fiebre flemática compuesta
de las dos sobredichas y y de la fiebre diurna y notuma^
y de la fiebre sincopal humorosa.
Y ay otra fiebre daquestas compuesta,
por quanto el humor en dos partes es puesto;
ay otra diurna y de dia viene esta,
noturna de noche su mal manifiesta,
ser ambas flemáticas es manifiesto;
también fiebre ay sincopal humorosa
con quien cuando viene desmaya el paciente,
— 424 —
por gran multitud de materia viscosa
y estomago flaco, y virtud muy astrosa,
y es muy peligrosa y peruersa y potente.
Prosigue y pone otra fiebre que se llama siucopal mitm:.
Queriendo esforcar la virtud con comer
en esta tal fiebre acrescientas el daño;
queriendo el humor ponzoñoso espeler,
desmaya y no puede virtud sostener;
así, que en qualquier de las dos ay engaño;
y ay otra ñebre también sincopal
minuta, y aquesta de colora viene;
aquesta passada es mas repledonal;
mas esta es mas ñera y aguda y mortal,
que quatro o tres dias de termino tiene.
La cura de cualquiera fiebre flemaiica.
Primero en natura harás lenicion
a qualquier flemática ñebre que vieres,
y hazle de gomitos prouocacion,
subtilia el humor y harás incisión;
y desque esto hecho, le purga si quieres;
oximel diurético es subtiliatiuo
y la cañañstola es ablandador,
tras esto el diacartamo es su purgaciuo,
si es flaco ell estomago, vn confortatiuo
se mezcle en la purga y en el lamedor .
Prosigue.
Mezclad con lo dicho, si es flema salado,
de cosas que a colora tengan respecto;
si es flema acetoso o si es vidriado.
— 4^5 —
xarabe de asensios se mezcle al pasado \
y con diaturbit diasene es perfecto;
y esfuer9a el estomago con un vnguento
de almástiga, ysopo y asensios y menta;
si es rúbea la vrina, con engrosamiento,
no es malo sangrar si le vees buen aUento,
triaca y trosciscos, en fin, son de cuenta.
La cura de la sincapal humorosa y minuta.
Deues proceder a esta fiebre en su* cura
de purga subtil a vn poquito mas fuerte,
hazer fregaciones contino procura
que atrayan abaxo el humor de la altura;
y si hay gran flaqueza, el remedio es la muerte;
la ques sincopal y minuta llamada
deueis confortar el estomago luego
con su espodio y sándalos y agua rosada;
después confortar la virtud derrocada,
dalle agua de frutos que temple aquel fuego.
De quartana.
Quartana de humor malenconico viene,
y aqueste se haze de adustos humores;
si sangre es adusta, la orina que tiene
es rúbea, y tras fiebres de sangre prouiene;
si es flema es mas fria y de menos sudores;
I Este verso demuestra que las palabras xarabe y lamedor son
sinónimas, y en Andalucía se usa con más frecuencia la segunda que la
primera.
— 4^6 —
si es colora viene con frío y rígores,
el pulso aquexoso, el paciente importuno;
si es malenconia adusta, dolores
padece en el ba^o, y durezas mayores,
la orina indigesta y sudor no nenguno.
De la cura.
Si es hecha de sangre y aun ay enchimi(
no dexes de dar al principio sangría;
con pollo y borrajas sea su regimiento,
ayudas, xaropes, harán linimento,
xarabe de epitimo haga la guia,
no euacues humor sin que sea digerído;
mas da cañañstola en minoratiuo,
con frió y con húmido sea regido,
el higado y ba^o sera socorrido,
y a estomago pon algún confortatiuo.
Prosigue.
Y purguenle ' indios y epitimo en suer
también lapislázuli, eléboro prieto,
y mira el humor de quien vino primero,
y aqueste sabido ternas tino entero
en mezclar la purga si fueres discreto;
y ponle al estomago estomaricon,
al bacjo desopilatiuo el vngüente,
los vómitos hazen muy buena atradon,
y de la ptisana se haga mención;
triaca tras purgas es muy excelente.
I Está sobreentendida la palabra miraManoSy que son de
pecies: québulos^ cetrinos^ índicos.
— 4*7 —
De la etica.
Ya sabes que la etica es fiebre raigada
en los mismos miembros, y el cuerpo deseca,
es etica en primera especie nombrada,
si es en la segunda humidad colocada
que llaman rudo, el qual ya se seca;
si toca en el cambio tercera humidad,
es etica dicha de especie segunda ,
si seca la quarta glutinosidad
es etica tercia, y es enfermedad
de quien sin remedio la muerte redunda.
De sus señales.
t
Dureza en el pulso te doy por señal,
y no ay tal calor como en sinocha ende,
y siempre en vn ser el calor es ygual,
mas cuando a comido, en qualquier tiempo es tal
quel pulso le cre^e y la fiebre se extiende;
los de la segunda están ya denegridos,
la orina vntuosa y con gran residencia,
nariz afilada y los ojos sumidos,
muy ruines quexadas, cabellos cresddos,
y corúas las vñas con gran impotencia.
De la cura.
Su cura se haze, si bien lo has mirado,
con solo esfríalles y humedescer,
beuiendo acetoso y xarab violado,
teniendo su cama en lugar resfriado,
y vsar verdolaga y lechuga al comer;
y azeyte de salzes y nenufarino.
— 4íi8 —
y vnguento violado le hagan vncioní
y con agua dulce se bañe contino,
y vse la leche y cangrejo maríno,
ptisana y muy frías las odoraciones.
De la etica senectutis^ que se llama ma
Marasmo aldubul es vna secura
quel cuerpo se seca y en etíca viene,
y aquesta consigo no trae calentura,
mas es frialdad y flaqueza en natura,
que no atrae sangre con que se manti
la cura daquesta es con cosas caliente
y húmidas, como es el vino y la leche
en carnes y en yemas de hueuos ten r
y baños y vnciones de calefacientes,
y el clisterizar y el fregar no deseche.
De la fiebre pestilencial.
A uezes all ayre empon9oña y podn
aquello que all agua y también a la tiei
no en cuanto elemento tal daño pades^
pero por mistión de vapores recresce
de lagos o cuerpos matados en guerra;
también esto viene de alguna iníluends
y constelación de planeta dañoso;
y asi a nuestros cuerpos, que tienen pe
de pulso y aliento, les da pestilencia
aquel resolgar do ay vapor [x>nzoñoso.
De las señales.
Si es seco o si es húmido aqueste vaj
tal es la passion que de alli se defiere.
— 429 —
y según questa el cuerpo dispuesto en vigor,
'' o tiene Haqueza, o según el humor,
i añ la ponzoña le hyere o no hyere;
* la fiebre es mas fuerte de dentro que fuera,
ay muy grande acezo y el pecho crescido,
gran sed, gran flaqueza, congoxa muy fiera,
gran gomito, hastío y sudor, de manera
que hyede, y a uezes el huelgo es podrido.
De la cura.
Sangralle si es sangre, mas si otro humor es
purgar fuertemente sin mas digestión,
de salzes y rosas la casa enchirés,
con agua y vinagre se riegue después,
oler cosas frías para el coraron,
y sobre la fruente abrá enbrocadon
de sándalos, canfora y agua rosada;
socórrase luego con gran cibacion
de cosas azedas do ay desecación,
y beua acetoso y agua esfriada.
De la preseruacion de la pestilencia.
Y para que al cuerpo no enpesca este mal,
es bien preserualle primero que venga,
vsando triaca, ques muy especial,
vsando vinagre y limón y otro tal,
y siempre en su casa vnas pildoras tenga
que hizo Rasis, que contienen tres cosas
que aprueua Auicena tomar cada dia;
adresce su ayre con muy olorosas,
como ámbar y encienso y almizque y las rosas,
y sándalos, murta y vinagre que esfría.
— 4^8 —
y vnguento violado le hagan vnciones,
y con agua dulce se bañe contino,
y vse la leche y cangrejo marino,
ptisana y muy frías las odoraciones.
De la etica senectutiSy que se llama marasmo.
Marasmo aldubul es vna secura
que) cuerpo se seca y en etíca viene,
y aquesta consigo no trae calentura,
mas es frialdad y flaqueza en natura,
que no atrae sangre con que se mantiene;
la cura daquesta es con cosas calientes
y húmidas, como es el vino y la leche;
en carnes y en yemas de hueuos ten mientes,
y baños y vnciones de calefacientes,
y el clisterizar y el fregar no deseche.
De la fiebre pestilencial.
A uezes all ayre emponzoña y podres^e
aquello que all agua y también a la tierra
no en cuanto elemento tal daño pades^e,
pero por mistión de vapores recresce
de lagos o cuerpos matados en guerra;
también esto viene de alguna influencia
y constelación de planeta dañoso;
y asi a nuestros cuerpos, que tienen potencia
de pulso y aliento, les da pestilencia
aquel resolgar do ay vapor ponzoñoso.
De las señales.
Si es seco o si es húmido aqueste vapor,
tal es la passion que de alli se defiere.
— 4^9 —
según questá el cuerpo dispuesto en vigor,
o tiene Haqueza, o según el humor,
asi la pon(joña le hyere o no hyere;
la fíebre es mas fuerte de dentro que fuera,
ay muy grande acezo y el pecho crescido,
gran sed, gran flaqueza, congoxa muy ñera,
gran gomito, hastio y sudor, de manera
que hyede, y a uezes el huelgo es podrido.
De la cura.
Sangralle si es sangre, mas si otro humor es
purgar fuertemente sin mas digestión,
de salzes y rosas la casa enchirés,
con agua y vinagre se riegue después,
oler cosas frías para el coraron,
y sobre la fruente abrá enbrocacion
de sándalos, canfora y agua rosada;
socórrase luego con gran cibacion
de cosas azedas do ay desecación,
y beua acetoso y agua esfriada.
De la pre ser nación de la pestilencia.
Y para que al cuerpo no enpesca este mal,
es bien preserualle primero que venga,
vsando triaca, ques muy especial,
vsando vinagre y limón y otro tal,
y siempre en su casa vnas püdoras tenga
que hizo Rasis, que contienen tres cosas
que aprueua Auicena tomar cada dia;
adresce su ayre con muy olorosas,
como ámbar y encienso y almizque y las rosas,
y sándalos, murta y vinagre que esfria.
— 4^0 —
De las viruelas y el sarampión.
Morbilo y varióla en latino hablar
es el sarampión y viruelas acá,
de ayre corrupto se suelen causar,
también por la sangre heruir y apartar
la espuma quel mestruo nel vientre le da;
mas antes que vengan se vee nel dolor
que carga detras y en nariz comezón,
punción en los miembros» nel sueño temor,
dolor de cabera y bermejo el color,
ronqueza» esperezos y fiebre y passion.
De la cura.
Antes que se muestren le da una sangría,
o jarsa, y después no, sino ay gran pujan9a,
y agua de ráizes le da cada dia,
y ^umos azedos con mucha osadia,
guardarle del frío que encierra do alcanza,
y beua dell agua de apio o ceuada,
y coma de higos y pollo y los tales;
defiéndele el ojo con agua rosada,
con canfora y croco y acacia mezclada;
abrirlas después y curar las señales.
De ¡a fiebre del apostema.
La fiebre, a quien hizo apostema, no sale
de efimera o pútrida o pestilencial,
de causas y señas hablar ya no cale
y si es podrimento essa cura le vale
ques dicha en la fiebre ques putredinal;
curando pero el apostema primero,
— 4^1 —
porqués la rayz do la fiebre floresce;
la cura daqueste veras por entero,
según sus especias, en lo venidero;
no beua agua fría quien esto padesce.
De las fiebres compuestas.
En todas las fiebres que auemos nombrado,
de unas con otras ay composición,
y a uezes son dos de linaje apartado,
como etica a quien humoral se ha juntado,
y a uezes entramas d^un genero son,
como si se juntan terciana y sanguina,
o terciana doble o tresdoble se haze,
o fiebre de huelga con fiebre contina;
terciana y quartana son desta dotrína,
también cotidiana y terciana si os plaze.
Del emitriteo y sus especies.
Pequeña emitrítea es si la cotidiana
es dentro en las venas y terciana fuera
y si es al revés emitrítea es mediana,
si es fuera terciana y está la quartana,
en venas metida, emitrítea es entera;
pero si terciana y flemática están
de fuera las venas siendo interpoladas,
de fiebre compuesta su nombre le dan,
y aquí mas razones no se gastarán,
pues son todas estas ya especificadas.
Fenesce lafen. primera de fiebres.
— 4^2
Fen, III. — De los apostemas^ y primero pone la dtf^tu
de apostema y su diuision.
Es el apostema hinchazón añadida
de humor o materia ventosa o aguosa
questa en la substancia del miembro embeuidi
la qual haze al miembro exceder su medida.
y contra natura se haze tal cosa;
y a uezes es bueno el humor do este viene,
y a uezes podrido, y a uezes es puro,
y a uezes mezclado, y aquel nombre tiene
según el humor que alli mas le sostiene,
y a uezes es muelle, y a uezes es duro.
De flemón.
Flemón apostema es sanguino y caliente,
su causa es de sangre auer gran enchimiento
trae muy grande ardor y dolor muy potente,
y gran pulsación y febril acidente;
si ay mezcla de colora, ay mas sentimiento;
de parte contraria al principio sangrar,
después de la misma do ay gran repleción;
si ay colora, luego se deue purgar
y sus defensiuos deueis aplicar;
después procuralle la maduración.
Prosigue la cura.
Defiéndase luego con verga pastor,
acacia y llantén, por sus ^umos lo digo,
después all estado pon resoluedor,
harina de trigo y la yema es mejor.
— 433 —
y azeyte rosado mezclado consigo;
y quanto la declinación mas viniere,
mas rezios pomas los molifícatiuos,
y en todo apostema que asi procediere,
a este tenor de curar te refiere,
y cura después con sus desecatiuos.
De erisipela y la diferencia del afleman.
Erisipela es vn apostema causado
de colora, y es mas caliente y mas fuerte,
y muy mas bermejo quel antepasado,
quell otro es negrito, verde y colorado,
mas hondo y de quien mas materia se vierte;
después de purgado el humor abundante
con su cañafístola y cumo de rosas,
pornás defensiuos como es dicho de ante;
y desque mostrare el color denigrante,
pon molificantes y coma frías cosas.
De fórmica.
Fórmica en el cuero es centella muy biua,
y es mas que erisipila agudo apostema,
della ay corrosiua y no corrosiua,
y qualquiera dellas es ambulatiua;
ay otra miliar donde ay mezcla de flema;
pues que esta es de colora y la antepasada
por su misma forma de cura os seguid,
mas no humedescais la que fuere vlcerada,
y quando la colora fuere purgada,
mezclad en fórmica miliar del turbid.
a8
— 4^4 —
De la pruna y huego pérsico.
El pérsico huego y ia pruna o carbón,
de colora son venenosa y mas gruessa,
la cual roe y quema con vexigacion,
y el miembro ennegresce con su combustión
la pruna, y muy poca humidad ay en esa;
su cura es sangralle, y cuando es muy malina,
hasta que desmaye le sangra Auicena,
y como a erisipila hazer determina;
mas no sea tan fría qualquier medecina,
ni estiptica tanto ni húmida es buena.
De esere.
El esere es pústula y chica centella,
y es con comenzon y algo rubia esta tal,
y vienen angustias de noche con ella;
la que no es tan rubia sera causa della
el flema, y la otra será sanguina!,
si fuere de sangre, después de sangrado,
templando la colora deues purgar,
será ell apostema después resfriado;
pero si procede de flema salado,
turbit con los mirabolanos mezclar.
De estiomeno y ascachilos y cancrenay y la diferencia
en ir ellos.
Herpestiomeno, ascachilos, cancrena
son putrefaciones nel miembro por cierto,
cancrena comenta, según Auicena,
pero en ascachilos es hecha ya llena
— 435 —
la putrefacion, con que el miembro es ya muerto;
herpestíomeno es daquestas compuesta,
do es hecha y se haze la putrefacion,
y es muy mas delgada la colora desta ,
el senso y calor se destruye con esta,
y hiede y destruye el color y facion.
De cura y de carbúnculo.
Quando es ya la putrefacion comentada
y vees podrescerse la carne y roer,
con bolo y vinagre y tierra sigilada
s^estorua , y sino sea la llaga jarsada,
tras esto impedille de mas podrescer.
Carbúnculo es vn apostema y tumor
de sangre muy gruesa, dañada y maligna,
es rúbeo y negrillo en mezclada color,
que da intolerable y terrible dolor
y haze vexiga royente y dañina.
Del ántrax que Auicena llamó akhoboin.
El alchoboin o el ántrax también es
carbúnculo, sino ques mas pon9oñoso,
de su misma parte sangrarle deues,
si es pestilencial el tiempo, y después
purgar si ay virtud el humor tan dañoso;
y hazle al principio una infrigidación
de espongía mojada en su agua y aceto;
como en pestilencia sea su cibacion,
mas no repercutas si fué de expulsión
de algún miembro noble o es de humor muy infeto.
— +36 —
De los apostemas en los miembros glandosos^
asi como encardio^ y de las exituras.
En miembro glandoso apostemas nociuos,
como ingrc y sobaco^ podrán contesccr;
en estos no pongas los repercusiuos,
mas pon al principio molifícatiuos
después de euacuado, y después resoluer.
¿Sabéis a quien llama Auicena exitura?
A aquel apostema do ay concavidad^
do apaña materia que viene a madura,
do es para curar necessario abertura;
y destos en el libro quarto estudiad.
De vdimia.
Udimia o la ziniia es un blanco apostema
ques húmido y blando y no hace dolor,
es hecho de ventosidad o de llema;
primero en purgalle comience tu tema
después de digesto el flemático humor;
la repercusión que al principio hizieres,
sea junta con cosa que seque y resuelua,
asi como espongia en vinagre, si quieres,
o el diaquilon, y tras esto, si vieres
que ay disposición, se madure o disuelua.
■
De ncdo y de glándula y de scrofula^ y sus differencias
El nodo y la glándula, ques el lobino,
son hechos de flema ya dura y contrita;
la cura al principio es fregallos contino,
romper aquel cuero, do están, con buen tino;
— 4^7 —
tras esto sacallos con su pielezica;
del nodo la escrófula se dífcre^e
qucl nodo se mueue, la escrófula no,
la qual muchas uezes nel cuello paresce,
y como estas otras de flema recresce,
sino que en aquesta mas se endúreselo,
De la cura de ¡a escrófula.
En su regimiento le ordena primero
de todo flemático cibo esquiuando,
como agua y legumbres, y pato y cordero,
y desque digesto el humor por entero,
purgar con turbit, y do ay sangre, sangrando;
Ítem, la escrófula molificar,
también resolver con algún apropiado,
es el diaquilon a esto tal singular,
pero si quisierdes mas fuerte emplastrar,
el Guido o Auicena os dará buen recado.
De sclirosis que /íuuena llama sephiros.
Sclirosis es vn apostema muy duro
que no haze dolor, su color es plomada;
esto es cuando es malenconico puro,
si av mezcla de flema el color no es obscuro,
mas como el del cuerpo y su cura es mezclada;
después de purgado pomas medecina
que ablande y resuelua el humor tan maligno,
asi como exundias de garca o g
cañada de cieruo y también vitulina,
bedelio y el galuano y el serapino.
— 438 —
De cáncer.
El cáncer es un apostema causado
de colora adusta o de melanconia,
con quien el colérico humor se a mezclado;
en este ay dureza y dolor muy sobrado»
es negro y redondo» y extiéndese y cria;
ay otro vlcerado que fué de adustion
de sangre y de colora» el qüal es calloso»
y duros los labios con denigración»
este es mas difñcile en su curación»
y mas si emanó del que no es vlceroso.
De la cura.
Primero se deue sangrar la mediana
si sangre abundare» y después tomara
de epitímo en cada quarta mañana
media on9a con suero» y do ay virtud sana»
la gera de eléboro mas obrara;
y al cáncer que no es vlcerado pomés
vnguento que llaman diapanphilogos»
y al ques vlcerado deueis socorrer
cortándole el miembro a mas no poder,
y dexen salir harta sangre» por I^os.
De la vena medeni y de los apostemas ventosos.
La vena medeni es una pústula
que haze vexiga en el cuero» la qual
contiene vna cosa bermeja y negrilla
que anda so el cuero así como anguilla,
y algunos dixeronla ser animal
pues n 'estas partidas aquesta no viene.
— 4^9 —
y dize Galieno que nunca ia'vió,
por esso no escríuo la cura que tiene;
pero si apostema ventoso prouiene,
la cura de vdimia le haria yo.
De la lepra.
La lepra es passion muy maldita y dañada,
de colora adusta o de melancolía,
la qual por los miembros esta derramada,
y no podresdda, mas es conculcada,
y asi les podresce y corrompe y resfria,
la qual haze luego bermejo el color,
que tiende aza negro, y la voz enronqueze,
y hidele el cuerpo y aliento y sudor,
y siente en el sueño tristeza y temor;
su pelo y cabello se pela y peresce.
De la cura.
Si está confirmada no puede curarse,
y si es vlcerada sanarse no espere,
y si es al principio, conuiene sangrarse;
después la materia podra adelgazarse
con algún xarab de bisan^is, si vuiere,
y purgue después con geralogodion,
y eléboro negro y lapide armeno,
epitimo, kebulos, teodoricon,
echados en pildoras o en decocion,
según Auicena y según Galieno.
Prosigue la cura.
Asi que se purgue vna vez en el mes,
y antes que coma que haga exerdcio.
_ 440 —
y con óleos húmidos se unte después,
también con triaca a este tal fregares,
y biuora coma, ques gran beneficio;
mas preparada según los autores,
y el oleo daquesta valdrá para vntar;
Ítem, los baños le son valedores,
la leche y manjares humedecedores,
no frios ni calidos deue de vsar.
Fen. ív. — De la solución del continuo y conuiene saber ^ di
qualquier rotura o abertura y llaga en qualquier miembro,
y primero habla del vulno y de la differencia entre il
y V le era.
El vulno de vlcera es diferente,
quel vulno es nel miembro reciente abertura
que avn no apaña podre ni humor impidiente;
la vlcera es llaga do ya está presente
el podre o humor de corrupta natura:
el vulno en tomalle la sangre es su cura
después que salió quantidad necesaria,
y si es menester, e desangralle procura;
si el caso lo quiere, hacerle as costura,
después defensiuo es la cura ordinaria.
Remite lo que queda de la cura.
Y quiero dexar lo de los cyrujanos,
pues no han menester en su officio sumario,
mayormente en esto do hay obra de manos,
que solo en costumbre, si no son liuianos,
consiste su sciencia y está su inuentario;
y pues que las vulneras an de venir
a vlceras luego, alli mirarás
— 441 —
aquello que al caso se deue sentir,
por do al libro tercio deueys recurrir,
también adelante veréis algo mas.
De cayda o forrada entretalla dura^ y machucamiento
de carne.
Si alguno ha c^do o que fué aporreado,
o fué entretallado, o su carne majada,
de parte contraria sea luego sangrado,
y con leue ayuda sea clisterizado,
después se resuelua la sangre cuajada;
el baño y sudor y calientes vnciones
valdrán para el caso, y do aquestos no bastan,
ponelle ventosas y escalpeladones,
y si hay sangre muerta en profundas regiones
socrocios y emplastros la traen y gastan.
De la quemadura con agua o fuego.
Y quando algún miembro es quemado con fuego
o agua heruiendo a caydo sobrél,
con lodo muy frió le resfrien luego,
llantén, bolo armeno harán gran sosiego
y poluo de sándalos junto con el;
si a hecho vexiga, sea luego rompida,
y con fría cosa se cure la llaga;
la clara de hueuo es en esto escogida,
y el vnguento blanco, con tal que se pida
del que es canforado, y mandar que se haga.
De fluxo de sangre.
El fluxo de sangre de artería o de vena
sus causas son dichas n^el libro tercero;
_ 442 —
si es fluxo arterial sale sangre muy buena,
con salto, y purpurea, según Auicena;
si es fluxo venal sale humor mas grossero;
a parte contraría le haz llamamiento
con chicas sangrías y algunas ventosas,
y sobre la llaga pon restreñimiento
con poluo de murta, y haz encarnamiento;
y en fluxo de nares veras otras cosas.
De ¡as vlceras.
La vlcera es hecha de vulno y rutura,
o de solución de la continuidad,
o de alguna pústula o rota exitura
do aquel nutrímiento que envia natura
conuiertese en podre y superfluidad;
pon en todas vlceras desecatiuos,
sino donde ay sangre majada y atríta;
vsar do ay humores sus euacuatiuos,
y sangra do ay sangre, y sean tus motiuos
en mundificar la materia maldita.
Prosigue la cura.
Fomenta la llaga, si muy dura esta,
con agua caliente hasta embermejecella,
vnguento do yema y almástiga va
con plomo quemado mundificara;
balostias y alumbre con cera ó sin ella;
y si es llaga sórdida do ay gruesso humor,
los mundificantes se pongan más fuertes,
la miel, ^umo de apio y los deste tenor,
y quando se limpia y se haze mejor,
en desecatiuos tu cura conuiertes.
_ 443 —
Fen. V. — De restauración^ y hablo de dislocación
y quebradura.
La dislocación es desencasarse
el hueso de su situación natural;
conuiene con agua caliente embrocarse,
después adre^arse y con paño ligarse,
y mójese en claras de huevo este tal;
pero si algún hueso estuuiere quebrado,
como es la canilla, adiutorio y mufieca,
después que á su propio lugar es tomado,
primero se entable, después sea ligado,
y pon defensiuos según Tumor peca,
Fen. VI. — "De los venenos y ponzoñas.
Qualquiera ponzoña contraria y maligna
o haze aquel daño con su calidad,
asi como arsénico y liebre marina,
o sin calidad a la muerte camina,
como es el napelo con su propiedad;
aquel que poncoña ha tomado o beuido,
él siente vn sabor y vn olor aborrihle,
congoxas y arcadas y el color perdido,
si es fría ponzoña esta todo adormido
con gran frialdad, perezoso, inmouible.
Prosigue las seríales y pone la cura.
Gran sed, gran congoxa, gran fiebre y ardor
y rabia terna si ponzoña es caliente;
do no siente daño de frío o calor,
mas tiene desmayo, flaqueza y sudor,
es porque con su propiedad le
con agua caliente y azeyte cualquiei
hazed reuesar al que tíene el venene
si el vientre debaxo del daño se altei
echalde una ayuda en qualquiera ma
después metridato beuido es muy bi
Prosigue la cura.
Y si la ponzoña se siente quemar,
gran golpe de leche le den a beuer,
y agua esfriada le deuen de dar,
con sándalo y canfora el vientre empl
trosciscos de rosas le hagan comer;
si es frió el veneno, tras lo vniuersal
le den a comer muchos ajos y vino,
si con propiedad a causado este mal
triaca para esto es muy especial,
y con sus cordiales le esfuerza contin
De la ponzoña del perro rabioso o otro qualq
de aquella manera.
Si algún animal enpon^oña y estrag
o perro rabioso, asi le curad:
dexar harta sangre salir de la llaga;
si fuere pequeña, mas grande se hags
y todas sangrías y purga dexad;
metridato y triaca en bebrajo le dad,
la llaga emplastrad, desque bien desai
con ajo y cebollas, y desque en verda
es dentro el veneno, dalla le sacad
con purgas, y asi como a la antepassa
_ 445 —
* Prosigue.
Y en dias quarenta no hagays soldacion
de la dicha llaga, y ligad fuertemente
en medio daquesta y del coraron ,
y en un año todo le dad su ración
de algún bezariaco o triaca potente;
y de otras pon9oñas no quiero hablar,
que con los que saben, bastar deue aquesto,
y si algún dañado y perverso vulgar
con armas como estás quisiere matar,
no quiero hazergelo aqui manifiesto.
Fen. VII. — De decoración^ que es de ¡a medecina que toca
en la hermosura y ielleza.
De la generación del cabello y de la depilación del.
Ya nasce el cabello de un vapor fumoso
cuajado en los poros, y nasce sobrellos,
y aquel vapor sube de un cuerpo vntuoso
y húmido en nuestro alimento y viscoso;
esta es la materia de todos cabellos,
y peíanse a causa de poco vapor
o poca humidad de quien este se cria,
o falta el vapor porque falta el calor,
o el poro es cerrado o se hace menor,
asi quel cabello no halla su via.
De alopicia y tina.
Mas el deraygarse se llama alopida,
porque a su rayz van corruptos humores
que con su maldad se destronca y descuida
— 446 —
y cualquiera humor mostrara su malic
nel cuero, que alli dexaran siís colores
euacua el humor o la sangre que sobr
si es nueua alopicia, hazle un lauatori
de murta y de yedra, que en esto mu
y con linimiento el cabello se cobra
compuesto según el humor acessorío.
Para mudar el cabello de la forma que qu
El negro hiusquiamo le estorua el i
y el opio y la rana si quieres pelallo;
y si lo quisieres mas crespo hazer,
haz feno y agallas y mirra cozer,
con óleos y exundias podras allanallo;
pero si quisieres tardar la caneza,
no cesses purgar la humidad y la flem
acacia y agallas y espica y corteza
de nuez y lapdano harán sin pereza
mancebo al cabello y aun puesto de te
Lexia para enrubiar el cabello^ y de vna en
que se llama fúrfur.
Ceniza de leña y sarmiento en lexia
cantueso cetrino y la hyez y alastran,
y mirra entre muzes, todo esto algún
echado en el agua, por cierto haría
a qualquier cabello enrubiar sin afán:
es fúrfur saluado, y es vna passion
que se haze en el cuero, y es que se 1
la cura daquesta tal escoriación,
es con mucilages hazer lenicion,
y azeyte de almendras es cosa muy sa
— 447 —
Para hacer el gesto hermoso y quitar los httfos
de las viruelas y las pecas.
Quien quiere hazer a su gesto hermoso,
costriña la sangre que venga aza él
con vino y manjar muy subtil y sabroso;
el higo para esto es muy marauilloso,
y ell agua de dátil y cibos con miel;
y si de viruelas ay hoyos n^el gesto,
vntalde con queso y con miel y con sal,
y vnguento cetrino es muy bueno para esto;
si recas o paño en el rostro esta puesto,
colirio de mirra aprouecha a este mal.
•
De morfea y alboras.
La blanca morfea es de /lema salado,
de humor melanconico adusto es la prieta,
son manchas nel cuero que le an afeado,
pero solo al cuero el color an mudado,
dexando la carne debaxo perfeta;
muy blanca es la mancha que haze albaras,
que en cuero y en carne da su turpitud,
por peor que las otras a aquesta ternas;
quando estas vinieren, gran falta dirás
questá en el asimilatiua virtud.
De la cura.
En negro albaras y la negra morfea,
si sangre abundare se deue sangrar,
después muy purgado el adusto humor sea,
y epitimar do la mancha se vea.
— 44» —
leche trezna y cebolla harán vexigar;
pero en la ques blanca, la sangre estt
y purgúese dése flemático humor,
el gomito sobre comerse conceda,
la sangre azal cuero traer, si ser pue
con baños y vnciones que hagan dolc
De sahafaU.
El sahafati es botor y postillas
quen rostro y cabeca mas suelen ven
son rúbeas, 9umosas y a uezes sequi
comienzan muy chicas con unas punt
las nuncias de lepra se suelen dezir;
las húmidas vienen de aguda húmida
mala y corrosiua, con sangre mezcla(
gastó lo subtil, quedó viscosidad;
las secas de melanconia, en verdad,
se hazen, o colora en sangre juntada
De la cura.
Sangría es primera do sangre creso
y do ay humidad sea purgada despu<
también la postilla fregar se requiere
con sal y vinagre, pero a la que fuer
antigua, mas fuertes vnciones harés;
mas en la ques seca, después que pu
la melancolia y la sangre aliuiare,
muy rezio aquel sahafati fregares,
hasta que se sangre, y después lauar
con sal y vinagre, y es bien si sudare
— 449 —
De los empeines.
Empeine es del ^ahafati compañero,
que casi vna causa es la dambos y cura,
mezclada humidad con humor muy grossero;
y esta es corrosiua que rompe aza el cuero,
y aquesta se gasta, y lo gruesso alli tura;
aqui es menester en materia tan gruessa,
cortar, subtiliar, resolver y ablandar,
por cuanto se mezcla subtil con espesa;
la goma de pino y vinagre en aquesa
es muy buena vncion, con espuma de mar.
De la sarna que se llama scabies^ y del prurito.
La sarna se engendra de sangre delgada
mezclada con colora y melanconia,
y esta es sarna seca y materia ingrossada;
ay otra con mezcla de flema salada,
y es húmida sarna do podre se cria,
y destos humores es la comezón,
sino quanto son mas subtiles y menos,
y asi no hazen sarna ni escoriación,
mas entre dos cueros hazen su mansión,
y este es parayso de los sarracenos.
De la cura.
Deueis de sangrar si el humor es sanguino,
y purgue el humor salado y adusto,
epitimo y mirabolano cetrino
son buenos, y denle a beuer de contino
en suero aloes si fuere hombre robusto,
y purguenle pildoras de fumo terre,
»9
De la dtsuaaetony de ¡
La desudacion es espeso
que bien no se limpia, y at
si fuere muy mucho sangr
tras esto purgar la agudez;
después con bañarse y fr^
es la planta noctis vna com
que viene en la noche con
por ser fría la noche haze c
y asi en los vapores ay tal i
la cura es como en la passa
De las verrugas y de ¡as hen
Verrugas se hazen de sa
o melanconia con flema mu
primero, si ay sangre, en s
después euaquar la húmida
después con amargos vntall
si el cuero se hiende y pad<
después de purgado el hun
-4Sl-
con murta y alumbre se laue después,
y cosa olorosa a comer le darés,
como es casialignea y espica molido;
los piojos se crían d'un humor podrido, ,
al qual la natura así pudo adrei^ar,
que pudo de anima ser influido
por ser subtiliado y ser concalescido;
como ei precedente se puede curar.
Del panarizo y apostemas de las vñas.
Es el panarizo apostema caliente
que trae a la vña dolor y congoxa,
si el cuerpo está lleno euacuarse consiente,
y pónganle luego algún repercuciente;
llantén siempre viua el dolor mucho ailoxa,
balostias y psídia y acucar rosado
se ponga al principio por repercusiuo;
en todo lo otro ya estas informado,
como es la erisipila o flemón curado,
que ya soy prolixo en lo mas que ora escríuo.
^^^^P Quando los Príncipes mi
^^^K muy quistos, muy juntos ]
^^^B que quiso que fuesen asi v
^^^H tan sabios, tan fuertes y ta
^^^H los reys don I^ernaniio y di
^^^H tenían su fama muy bien d
^^^H por el vniuerso, do ay hoit
^^^" y toda soberuia tirana dom
y toda su tierra con paz gq
destruidos tiranos, vassdlos
En tiempo que cstauan i
en quien permanezcan acá
muy buenos con Kos y mi
con mucha grandeza en el ;
con mas esperanza en aqud
estando en Madrid en aquí
por nueuos pecados de qui
prouino de Dios general mi
por toda prouincia y por ta
que nos aicancamos y^^
— 453 —
muy braua y con quien no se alcanza vitoria;
la qual haze al hombre indispuesto y gibado,
la cual en mancar y doler tiene extremos,
la cual escurece el color aclarado;
es muy gran vellaca, y asi a comen9ado
por el mas vellaco lugar que tenemos.
Pone la opinión de los teólogos cerca el aduenimiento
deste mal.
Dirán los teólogos queste mal vino
por nueuos pecados de las cristiandades.
¡O gran prouidencia o juizio diuino,
que tan propia pena executas contino
según el camino de nuestras maldades;
que vista la cisma y la gran disensión
de tus propios hijos y tus paniguados,,
do yglesia y seglares con pura opinión
de apitonamiento sin otra razón
son puestos en armas tan desordenados!
Habla en persona de Dios.
Dexiste pues vos: No queréis pelear
contra infieles porqués mi seruicio,
y aquellas potencias que yo os quise dar,
quereislas illicitamente vsurpar
stirpando la yglesia y dañando su offido;
el angelo quiero enbiar percuciente,
quen estas potencias os manque y os hiera,
que braceo ni pierna ni miembro mouiente
os dexe que en armas no sea impotente,
con crudos dolores de mala manera.
— 4^4 —
Responde a una duda que a lo dicho podría haZi
Y en ver los caudillos que mas an pccc
daqueste mal saluos, no dubdes en esto,
que ya desquel ángel se va desmandado
no mira ni cura quien es mas culpado,
mas hiere al que halla y conosce dispuesto
que quando en Egipto Dios quiso matar
a los mayorazgos de sus enemigos^
las casas judaicas mandó señalar;
que si esto no fuera» también fuera a dar
el ángel combate a sus propios amigos.
Segunda respuesta^ y concille.
También acontesce, y no sé yo el mist<
pagar las ouejas pecando el pastor;
por esto en pecado del gran adulterio
daquel gran profeta que hizo el salterio,
murió muy gran pueblo biuiendo el Señoi
y en ver la cizaña ser tan general,
y aquesta dolencia en cristiana nación,
y en ver ques muy nueuo lo vno y lo al,
conuiene saber el pecado y el mal,
confirmo por buena la dicha opinión.
Segunda opinión teologal.
Algunos dixeron la tal pestilencia
venir por luxuria en que oy peca la gente
y muéstrase propia y muy justa sentencii
qual es el pecado tal la penitencia,
la parte pecante es la parte paciente;
por este pecado en la Sacra Escritura
-+5S -
al rey Pharaon le hallamos tenella,
por quel fué vencido de gran hermosura
de Sarra, y hirióle Dios en su natura
daquesta passion o de otra como ella.
Aprueba.
Y asi hallareys ya los mas que rehusan
aqueste pecado beuir sin dolor,
y aquellos que aquesto contino mas vsan
daquesta passion por miraglo se excusan,
por justa sentencia del justo Señor;
también hallareys ya los hombres tornados
tan castos, que no osan llegar a muger.
¡O alto misterio, que somos forjados
hazer penitencia de nuestros pecados,
pues no la quesimos de grado hazer!
Pone la opinión de los astrólogos cerca el auetiimiento
desta passion.
Astrólogos dizen que por conjunción
de Saturno y Mares ' el tal daño ha sido;
Saturno es señor de la adusta passion,
y Mars de los miembros de generación,
por donde este mal nel comiendo a venido;
y en hallarse Mares en este lugar
tan mal con Saturno, enemigo muy fiero,
quando hora tos actos queremos vsar
de Venus y Mares, vamos a mirar
no esté allí Saturno, ques mal compañero.
5k: por Harte.
¥
— 456 —
Pone la opinión de los fisicos cerca lo sol
Los médicos dizen que fué de abi
de humor melanconico y flema saladt
que en todos los miembros a hecho i
la cual se fundó en vna gran destem
que al higado seco y caliente a toma
y aquesta fundóse del ayre dañado,
y malas costumbres y mantenimientc
y junto con esto lo ya processado,
an hecho este daño ser tan porfiado,
que no basta cura ni buen regimient
Pone la opinión de un dotor cerca el ser
destas postillas.
Vn sabio dotor que en aquesto ha
dixo estas postillas ser el sahfati,
de quien Auicena en el quarto escrii
la causa que aquesto dezir le mouió
y sus persuasiones, mostrars'an aqui
el dize que aquel sahfati ya nombra(
conuienc con estas en vn mismo hur
porqués melanconico, adusto, quem;
muy gruesso y mezclado con flema 2
que haze en el cuero tan gruesso bo
Prosigue.
Y es en su comiendo primero con
pequeño y muy fixo y diuiso en lug
de rúbeo color es también como aqi
-457 -
con otras señales que son manifiestas
en el libro quarto, si bien lo estudiares;
probars^a esto mismo, pues quellas no son
ni sarna ni lepra, ni de otra ralea
de aquellas que al cuero ayan hecho expulsión;
asi que concluye por esta induction
ques el sahfati, pues no ay otro que sea.
Repugna la dicha opinión por muchas razones.
Demando perdón a su sdenda y bondad,
y ^go que aquestas asi no conuienen;
no son de una misma materialidad,
difieren en forma y en su propiedad,
en sitio y en cura y color que ambas tienen;
y pruebo el primero por tal regla y norma
que humor pudrescido con pestilencial ,
so vn genero nunca jamás se conforma,
y asi diferesce en materia y en forma
la fiebre de peste con fiebre humoral.
Pone la menor do infiere^ y despídese desta razón.
Mas estas postillas él mismo concede
ser de ayre corrupto y ser pestilenciales,
pero el sahfati contescer siempre puede,
y sin infection en humores procede,
ni las sus postillas se ponen por tales;
y si él respondiere en aquesta razón
que del sahfati también ay pestilencia,
no quiero altercar en su replicadon
por ser breue, y porque esta mi probadon
no es muy manifiesta y probada en la sdencia.
consigue la torma tan eseí
que do ella se halla él de
mas estas muy gran diferí
daquel sahfati en propiedi
con estas dolores muy fue
en todas junturas, y al pti
al miembro que haze las g
Concluye y pone a
Pero el sahfati no tiene
ni algún autor k apprQpi<i
por esto daquesta opinión
y por mi razón necessario
que aquestas difñeren en i
asi que he probado U foriS
en estas dos pústulas ser d
asimismo en esto está dad|
en sus propiedades no au
y aquestas dos pruebas e;
Come diferescen en iifi{
— 4^9 —
que cuando es en lo alto, en lo baxo no esta;
mas destas de agora que no están escritas,
en todas las partes son casi infinitas,
según que experiencia mostrado nos ha.
Como diferescen en color y en cura.
Difiere el color, según dice el autor,
que en el sahfati son bermejas postillas,
y destas ay blancas y con bermejor,
cetrinas y de cenizienta color,
plomeñas y verdes y negras, pardillas;
iten, aquellas passiones que son
diuersas en cura, difieren en sí,
mas destas postillas la su curación
que dio aquel dotor, tiene gran diuision
de la que Auicena dio en el sahfati.
Pone otro argumento contra la dicha opinión.
Iten, arguyo en aquesta manera,
que si el sahfati por aquestas fué puesto,
el nuestro Auicena menguado escriuiera,
pues nel libro quarto noticia no diera
de ciertos bubones que nascen nel gesto,
los quales le hazen embermegeddo
de mala manera, y también abubado;
los nuncios de lepra mil vezes an sido,
según que alcanzamos por nuestro sentido,
asi que Auicena no ha destos hablado.
Prosigue.
Pues mas razón es de dezir y afifirmar
ques el sahfati aqueste gesto buboso.
— 460 —
pues del se podrá con verdad predicar,
que no que se diga Auicena hablar
daquestas postillas tan defectuoso,
pues n'el no appropió aquel dolor y gr
quen todas junturas dan estas postillas
ni puso en los bracos y piernas manqu<
ni los durujones, dolor y dureza,
y llagas que acuden a las espinillas.
Concluye y comienza nueua opinión.
Ni puso hazer su comiendo primero
n'el sexo viril o en el ques de muger,
ni puso tornarse el color negro y fiero»
ni puso otras cosas, por donde yo infie
aquestas muy gran diferencia tener;
y si estas se escriuen en algún lugar,
lo qual yo no apruebo ni tengo por de
en ese capitulo deuen destar
de sarna, y su especie en el nuestro vu
también en latin le llamamos mal muerl
De la conuenioicia de aquella scabie con estas
Conuiene con estas en su material,
pues se haze de adustos y gruessos huí
y no menos qu estas es crónico mal,
y no tiene asiento en lugar especial;
también n'esta vienen muy gruesos bot
en ella se hallan diuersas colores,
según las materias de quien se compon
manquezas, angustias y graues dolores
en los superiores y en sus inferiores,
según que en aquestas postillas se pone
— 4^1 —
Recita dos argumenios quel dicho dotar opuso
a esta opinión.
Contra esto el dotor sobredicho argüyó,
por dos diíFerencias que aquestas dos tienen,
por quanto en la especie de scabie halló
ser pruriginosa, pero en estas no,
por do concluyo que las dos no conuienen;
segundo, difíere de scabie porque es
de humor mas delgado y mas penetratiuo,
por do en el scabie contíno veres
ser muchas postillas, do conduirés,
su diferecer según este motiuo.
Responde al primer motiuo.
Respondo al primero que la come2u>n
no viene a la especie de scabie forzosa,
mas viene según que en ella ay admistion
de humores, do ay sal y do ay mordicación;
y do estos no vienen no es pruriginosa,
y en estas postillas lo mismo verás,
do ay colora en mezcla o algún flema salso,
las tales traerán comezón en demás,
y algunos no cessan rascarlas jamás,
el senso nos muestra que aquesto no es falso.
Responde al segundo motiuo o dificultad^ y concluye.
Respondo asi mismo al motiuo segundo, \
negándole el antecedente do infiere *«
por quanto esta especie en la qual yo me fundo,
de muy grueso humor es si lo ay en el mundo,
que en esto a las otras especies difiere;
— 460 —
pues del se podra con verdad predicar,
que no que se diga Auicena hablar
daqu estas postillas tan defectuoso,
pues n'el no appropió aquel dolor y graueza
quen todas junturas dan estas postillas,
ni puso en los bracos y piernas manqueza,
ni los durujones, dolor y dureza,
y llagas que acuden a las espinillas.
Concluye y comienza nueua opinión.
Ni puso hazer su comiendo primero
n'el sexo viril o en el ques de muger,
ni puso tornarse el color negro y fiero,
ni puso otras cosas, por donde yo infiero
aquestas muy gran diferencia tener;
y si estas se escriuen en algún lugar,
lo qual yo no apruebo ni tengo por cierto,
en ese capitulo deuen destar
de sarna, y su especie en el nuestro vulgar,
también en latín le llamamos mal muerto.
De la conuenieffcia de aquella scabie con estas pústulas,
Conuiene con estas en su material,
pues se haze de adustos y gruessos humores,
y no menos questas es crónico mal,
y no tíene asiento en lugar especial;
también n^esta vienen muy gruesos botores,
en ella se hallan diuersas colores,
según las materias de quien se compone,
manquezas, angustias y graues dolores
en los superiores y en sus inferiores,
según que en aquestas postillas se pone.
— 463 —
)e las causas desta passiotty y primero de las vniuersales
y equiuocas.
La causa primera daquesta passion
fué mala impression de los cuerpos celestes,
que hizo en ell ayre dañada infecion
por do en nuestros cuerpos causó corrupción,
hallando dispuestas las causas terrestes;
y aquesto prouino de algún mal compuesto
y costelacion de infortunos planetas,
y aquesto en nuestra arte nos es presupuesto
de la astrologia, do las causas desto,
según sus principios, no son muy secretas.
Las causas inferiores y extrínsecas.
Las causas de abaxo son ayre dañado,
y el ques melanconico mantenimiento,
y aquellos que crian el flema salado,
como ajos y oruga y cebolla y pescado,
cecinas, legumbres y los deste cuento;
flaqueza en los cuerpos de vsar con muger,
dispone a la peste, según Auicena,
la gran repleción de comer y beuer,
la yra y furores y poco plazer,
gran frió y secura, a lo mismo se ordena.
De las causas antecedentes y conjuntas.
La causa interior es la gran quantídad
de humores adustos en higado y venas,
y flema salado y alguna humidad
que haga correr con su subtilidad
por do no aprouecha tnaldl
Prosigue y propene la (nusa t
La causa es también la
quel daüo de dentro aza tk
ayuda el error de la asimili
la causa conjunta es la escd
matena que haze postilla y
la causa de auer en juntuí
es bien que se note por mU
por quanto responde a la di
y desta no hizo mención d
avnque era obligado de no
Las c
s del dolor de
Como ay en las venas gi
daquella materia que digo
no haze dolor hasta que hl
en algún lugar, pero en él.
apostema el miembro y le 1
- 465 —
Prosigue.
Y aquellos que pueden al cuero alanfalla,
alli donde la echan se haze postilla,
si al cuero no pueden, procuran de echalla
al ques menos noble, y aquel no tomalla
si puede, y si no, queda en él la manziUa,
y de lance en lance es forjado parar
en algún lugar que no pueda mas quella,
pero la juntura es muy flaco lugar,
y es frió y es hueco do puede apañar
qualquiera materia y en si retenella.
Prosigue y concluye. ^
Iten, es lexos de los principales,
y es poco el esprito y calor que le viene;
iten, sus motos son tantos y tales,
que atraen el humor y son muy materiales
los mantenimientos de que se mantiene;
iten, es duro y de poros cerrado,
por do no se haze la euentancion;
también es de nervios y cuerdas poblado,
do el senso del tacto esta fortificado,
por do este dolor sigue a esta passion.
Las causas de comentar esta passion por los miembros
vergonzosos.
La causa por questa passion comentó
por aquestos miembros que son vergon90sos,
es por quanto el higado en ingres echó
algunos encordios, de quien se escupió
el daño en aquestos vezinos famosos;
3o
— 464 —
los gruessos humores por partes agenas;
y a uezes daquesto es la causa humor vno,
y a uezes de muchos es hecha mestura,
mas ueces son causa los muchos quell uno,
asi como colora y flema en consuno,
por do no aprouecha frialdad ni calura.
Prosigue y propone la causa del dolor de junturas.
La causa es también la virtud expulsiua,
quel daño de dentro aza el cuero lo alan9a,
ayuda el error de la asimilatíua,
la causa conjunta es la escoríatiua,
materia que haze postilla y estanca;
la causa de auer en junturas dolor
es bien que se note por muy singular,
por quanto responde a la duda mayor,
y desta no hizo mención el dotor
avnque era obligado de no la callar.
Las causas del dolor de las junturas.
Como ay en las venas gran copia y medida
daquella materia que digo espelerse,
no haze dolor hasta que haga manida
en algún lugar, f>ero en el ya trayda
apostema el miembro y le haze dolerse;
y desque la venas en los miembros echan
aquesta materia, no quieren sufrilla,
pero de su daño y malicia despechan,
y en otros mas flacos que si la desechan
y algunos al cuero podrán sacudilla.
- 465 —
Prosigue.
Y aquellos que pueden al cuero alancalla,
aili donde la echan se haze postilla,
si al cuero no pueden, procuran de echalla
al ques menos noble, y aquel no tomalla
si puede, y si no, queda en él la manzilla,
y de lance en lance es forijado parar
en algún lugar que no pueda mas quella,
pero la juntura es muy flaco lugar,
y es frió y es hueco do puede apañar
qualquiera materia y en sí retenella.
Prosigue y concluye, ^
Iten, es lexos de los principales,
y es poco el esprito y calor que le viene;
iten, sus motos son tantos y tales,
que atraen el humor y son muy materiales
los mantenimientos de que se mantiene;
iten, es duro y de poros cerrado,
por do no se haze la euentancion;
también es de nervios y cuerdas poblado,
do el senso del tacto está fortificado,
por do este dolor sigue a esta passion.
Las causas de comentar esta passion por los miembros
vergonzosos.
La causa por questa passion comentó
por aquestos miembros que son vergon90sos,
es por quanto el hígado en ingres echó
algunos encordios, de quien se escupió
el daño en aquestos vezinos famosos;
— 466 —
y son muy dispuestos de tal recebir,
por ser carne tierna y que presto se altere,
si no es de escupido es porque ha de occurrir
la horina por ellos, do puede venir
del higado humor corrosiuo que vlcere.
Prosigue y da causa porque comienfa a parescer el m
en estos miembros tantos dias antes que venga.
Por quanto a este mal nel comien9o primen
destemplase el higado en seco y caliente,
do se haze el humor tan adusto y grossero,
el qual n'el principio no esta tan entero,
y el higado está de espelerlo potente;
que viéndose del fatigado y dañado,
alánzalo luego por sus albañares
antes que en las venas esté derramado,
por do en estos miembros asi a comentado,
muchos dias antes que en otros lugares.
De las señales que se muestran quando la enfermedoá
a de uenir.
Mas quando en tal miembro está buba o Uagui
mayormente si es sin dolor y está dura,
dolor de cabera y color negrecita,
espaldas cargadas, y el sueño se quita,
y aquello que sueña es en loco y no tura;
en labios y en parpados de ojos negrura,
y en su trabajar perezoso y aflicto,
y tiene la vista turbada y oscura;
a tal como a este, si tienes cordura,
dirás que le viene la sarna de Egipto.
-4*7-
De las señales quando la passton es presente.
Mas quando ya vienen las negras postillas,
dan luego vn dolor de junturas terrible,
primero en los hombros, después en rodillas,
y deltas desciéndese a las espinillas,
y en sus telas haze un dolor ímpassible;
y de controparse el humor en aquellas
gastando lo ques mas subtil la calor,
vnos duru jones se hazen en ellas,
la fruente y cabera padesce como ellas
de secas y nodos de aquel gruesso humor.
Las señales guando viene de sangre adusta.
Si fué la adustion deste humor tan maligno,
de sangre, con ellas muy gran calor tiene,
las palmas y plantas le queman contíno,
y su color dellas es rúbeo, sanguino;
también come<¡on y materia les viene;
es fuerte el dolor y no es muy permanente,
y esfuérzase mas aza las madrugadas,
y crian de dentro materia caliente;
an gran bermejura y calor en la fruente,
dolor en espaldas, y están quebrantadas.
Las señales quando viene de colora adusta.
Si colora peca ay muy poco sosiego
y muy mas calor, gran dolor no durable,
el rostro se carga de pústulas luego,
y vnas vexiguitas le salen de fuego
por mano y muñecas, de ardor espantable,
y costras ardientes en palmas y en pies,
i
— 468 —
y bubas cetrinas y alguna rabieta
pequeñas y muchas, y comen después^
y en su complexión ya colérico es,
y aza el mediodia el dolor mas le aprieta.
Las señales quando viene de fiema adusta.
Si de flema salso fué aquesta adustion,
no ay tan gran calor ni dolor tan mortal,
son grandes postillas y con comezón,
y todas hendidas y ásperas son,
y tienen color de plomado metal;
y si es flema blanco, tema frialdad,
en pecho y cabera muy gran carga miento
blancazas postillas con mucha humidad,
dolor mas durable en menor calidad,
y aza medianoche el dolor mas sin tiento.
Las señales quando viene de melancolia adusi
Pero si de humor melanconico fuere
aquesta adustion, son mas secas y frías,
ser grandes y sin comezón se requiere,
y el gesto obfuscado con ellas se espere,
y en su curación son mas que otras tardÍ2
y son muy pesadas, no tan doiorosas,
son ásperas mucho y salen poquitas,
y aza prima noche son mas aquexosas,
y traen tristezas y ansias llorosas,
harán seco el cuerpo y las carnes flaquitas
Las señales quando viene de mezcla de humores a
Mas si esta adustion acontesce de ser
de muchos humores alli congregados.
— 469 —
mezclando las señas darán a entender,
a quien lo que e dicho quisiere bien ver,
quien son !os humores que aquí son mezclados;
y ias mas vegadas es desta manera,
que aquesta passion de diversos es hecha,
alguna es de flema y de sangre grossera,
y alguna es de colora con compañera,
y en tales frialdad ni calor no aprouecha.
Di la cura^ y primero pone diuersas opiniones en ella,
las quales coníradize.
En ver ta passion que tan queda se estaua,
y siendo tan mala ser tan porfiosa,
que malo ni bueno provecho no daua,
la gente destonces atónita andaua,
y aun entre letrados estaua dudosa,
algunos dezian quel mucho hartar
a estomago y vientre de quanto pidiese,
haria mas presto al paciente sanar,
y que enflaquecía el hazelle apartar
de todo dañoso que bien se supiesse.
Daña esta opinión y otra que recita luego.
Aquestos dezian que purga y sangría
se diese en el jarro, mas no en la persona,
y quel buen xarope en Medina lo auia,
en Coca y Arenas y cU Andaluzia,
y a estos por beudos les doy la corona;
mas otros que a flsica son mas vezinos,
dezian ser buena la euacuacíon,
las purgas, sangrías, xaropes continos
¥
— 470 —
y el poco comer ser remedios diuinos,
y aquesta también era errada opinión.
Da vna notable razón contra las purgas erradicatiuas.
Quel mucho purgar en materia como esta^
al higado augmenta calor y secura,
do el daño se dobla, cosa es manifiesta;
también la materia por ser indispuesta,
no euacua, mas mueuela y hazela dura,
que para purgarse del miembro el humor
en las venas chicas a luego de entrarse,
y destas a otra y a otra mayor,
y desta va al higado auiendo vigor,
y deste all estomago do a de purgarse.
Prosigue y concluye contra la dicha opinión.
Pues diga este fisico, cómo es posible
questando el humor en el miembro inuiscado,
se arranca y se mete por vena inuisible,
subiendo al reues de la sangre nutrible,
ques ir agua arriba y sin ser subtiliado
humor tan viscoso y tan ingros3ado,
que engludo paresce, qual fuerza podra
metelle por vn tan estrecho horado,
que siempre de sangre está lleno y tapado,
que a todos los miembros del higado va.
Recita otra forma de cura vntando las junturas^
y destruyela también.
Mas otros curaban aquesta passion,
que siempre auian sido de albardas maestros,
haziendo de azogue y de vnto vna vndon
— 471 —
que daua al dolor muy gran mitígacion,
y aquesto era hecho por modos siniestros,
que como ell azogue es mortificatiuo
y ell vnto ablandaua aquel cuero encogido,
haziase el azogue mas penetratiuo
y al miembro mataua el estupefactiuo,
quitaua el dolor destruiendo el sentido.
Prosigue y destruye otra opinión de curar.
Y asi yierays luego aquel miembro do auia
entrado la vncion, no tener fuerza alguna,
mas como natura de noche y de dia
de esprito animal a este tal proueya,
tomaba el sentido y dolor todo a una;
mas otros tenian por muy aprobado
curar con sudor al principio del mal,
gastaba el sudor el humor mas delgado,
que daua lo gruesso un terrón desecado,
que fuera imposible purgarse este tal.
Pone la cura según la regla y medios mas razonables
y experimentados.
La cura mas propia que aqui poner quiero
sera recogida de nuestros autores,
primero al humor ceniziento y grossero
deueis digerir y tornalle ligero,
después aplicalle sus euacuadores;
mas miren primero si sangre pecó,
y sángrese luego basilica vena,
de parte contraría si vn hombro dolió,
si duelen los dos juntamente mandó
sangralle ambos bra^s el nuestro Auicena.
— 47^ —
Prosigue.
Y el de fumoterre xarope le dad,
ques muy appropiado en humores adustc
y do ay flema salso es extremo en bondaí
dos on^as de un golpe sea su quanddad,
mezclando el de epítimo en hombres robi
por queste mas gruessos humores alanza
y siempre echa mas del primero que dest
con dos de xarabe tres de agua le lan^a;
de la palomina y buglosa en templanza
o suero do colora o sangre moleste.
De los clisteres.
Y algunas ayudas le echad apropiadas
do cuezan anis y ^intoria y hinojo,
epítimo y cártamo, y pasas mondadas,
mancanilla, violetas y prunas mezcladas,
sea partes yguales echado en remojo;
y desque cozido y colado esto tal,
de la cassiafistola echalde on^ y media,
de gera y bendita vna on^a en ygual,
y su miel y azeyte común y su sal,
aquesta le ablanda, euacua y remedia.
Del minoraíiuo que se deue íomar por la bo
Passado con esto ocho dias contínos,
deueis minoralle con tal decocion,
vna on^a de mirabolanos cetrinos,
y sendas de indios y kebulos finos
e dos de ciruelas con esta mixtión,
y sendas de epítimo y de cantueso.
-473 -
e de tamaríndio onca y media será,
e de palomina vna on^a con eso,
e vna onca de passas, y cueza todo eso
en tres iitiras de agua, y las dos gastará.
Y en seys on^as desta deueys desatar
vna onca de la cassiañstola munda,
de buena mañana la deue tomar,
y en muchas vegadas es bien de la vsar,
pues della purgar e ablandarse redunda;
después continuar los xarabes de suso
hasta que ya esté el humor bien digesto,
y vsar las ayudas según se allí puso,
y desque algún tiempo os durare aqueste vso
purgad fuertemente el humor si es despuesto.
Las señales de la digestión.
Vereys ques digesto el humor, en que ya
el fuerte dolor y vigilias le afloxan,
no salen mas bubas ni el higado está
con tan grande ardor, ni la fuerza se va;
las palmas y bubas y pies se descoxan,
no está tan delgada y tan cruda la horina,
y sale la ypostaás blanca y muy buena,
también la color de su gesto se afína,
también su egestion sale buena y contina,
a tal como aqueste tal purga se ordena.
De la purga erradicaíiua.
De pildoras indias tomad quinze granos,
y treynta de pildoras de palomina,
y diez de hermodatÜes blancos liuianos,
— 474 —
de spica y almástiga diez granos sanos;
todo esto mezclado es muy gran medicina,
y con su xarabe las puede massar,
y hazer siete pildoras por la presente;
mediada la noche las deue tomar,
y el físico puede amenguar o esforzar
la purga según la virtud del paciente.
Otra forma de purga.
O purgúese fuerte daquesta manera:
de kebulos y mirabolanos y prietos
e passas tomar sendas on^as siquiera,
de hojas de sen de cantuesos qualquiera
tomad sendas on^as y sean perfectos,
y de polipodio seys dramas tomad,
y cinco del eupatorio escogido»
e quatro de la palomina mezclad,
todo esto en tres libras de suero lo echad
e gaste las dos como arriba aueis vido.
Y echad, desque aquesto ya fuere colado,
vna on^a de epitimo y hierua sin llama,
y desque heruiere sera luego fregado,
después sea colado y alli desatado,
de eléboro negro escogido vna drama,
e de cassiafístola vna on^a mondada,
y echad media drama de agárico bueno,
y si la quisierdes mas fortificada,
echad media drama muy rectificada,
según Auemesue de lapide armeno«
-475-
Como tomará la triaca, e de otra forma de minoratiuo.
Y desque ya esté derraygado el humor,
darleys, si reliquias quedaron algunas,
de tres en tres dias triaca mayor,
y tómela en suero, porqués el mejor
quanto vna auellana beuida en ayunas,
y en todos los tiempos que vuiere manida
d aquel mal humor y el hartasse ya,
de la cassiafístola ques aborrida
media on^a de epítimo sea disoliiida
en suero de cabrás, y aquel vsara.
Para corregir el hígado.
Y adresce el higado, ques el cimiento
en criar este humor tan adusto y maligno,
vntandole con el violado vnguento,
o con el rosado, o con el de fermento,
o con el que llaman acá sandalino;
y desque estuuiere todo este sermón
compUdo por orden y regularmente,
remedios locales dad en la passion
en todas las bubas haziendo vna vndon,
yo hallo ques muy singular este vnguente.
Ungüento para las bubas.
De chimia de plata, no de otros metales,
y de litargirio, cerusa y calcanto,
de azogue, aloes, todo partes iguales,
y el vnto de puerco mezclad a estos tales,
y azeyte de oleandro y vinagre otro tanto;
será todo aquesto en mortero majado,
— 476 —
y con del azeyte vn poquito mecello,
después del vinagre sera vn poco echado,
después del azeyte, y asi sea tratado
hasta que se haga vn vnguento con ello.
Otro vnguente mas fuerte.
Y si otro quisierdes mas fuerte y mas fino,
podéis componelle daqueste tal modo:
de ambos arsénicos sufre citrino,
de eléboro negro y de goma de pino
sean partes iguales, y mézclese todo;
con esto ceniza de ajos majad,
y mirra y encienso, aloes y neguilla,
y el vnto y azogue matado mezclad
con agro de cidra o limón lo juntad
y azeyte, y ponelde sobre la pustíUa.
De emplastros para las junturas.
Y hazle vn emplastro para las junturas
de estierco y manteca de vaca con miel,
y si tu conosces, por tus congeturas,
que son menester muy mas fuertes la curas,
hazerle as emplastro mas fuerte que aquel;
recibe quatro on^as de la trementina,
y quatro de nitre de Alexandria,
de euforbio tres dramas, ques gran medecina,
y del fenugreco tornado harina
será media libra en su compañía.
y
Con esto seys dramas echad de yreos,
de oppopanac quatro dramas serán.
— 477 —
con esto seys on^as de azeyte aued vea,
y hazed un emplastro, que mediante Dios,
todos los dolores con este saldrán;
y si lo quisierdes mas fuerte que aquesto,
mayor quanddad del euforbio echares,
y echad armoniac y bedelio con esto,
y azeyte vnfancino, que al caso es dispuesto,
y todo se haga en emplastro después.
Y M otros emplastros quisierdes o vnciones,
catad a Auicena en la fen. veynte y dos,
adonde se escriue, por largas razones,
el mal de junturas y sus curaciones;
allí contemplad, si soys físico vos,
y quando el dolor fuere brauo a matar,
mayormente siendo de humores calientes,
narcótico vnguento te aueis de aplicar;
catad a Auicena en el dicho lugar,
do pone remedios y muy excelentes.
De ios baños.
Y háganle baños, ya en declinación,
de su manganilla y anís y hinojo,
y rosas, violetas, aquí buenas son,
ruda y palomina haya tal decocion,
bismalua y las maluas y el apio y abrojo;
y báñese nueve o diez dias arreo,
y échese luego en la cama a sudar;
si aquesto se haze por orden, yo creo
que aqueste hombre tal complirá su deseo,
por queste es camino de presto sanar.
— 478 —
Para socorrer el iofo^ y para ¡as llagas.
Mirad bien el ba^o no tenga dureza,
que cuando esta tiene se tarda el dolor,
y si la tuuiere curad con destreza,
según nel capitulo suyo se reza,
para esto es Tunguento desopilador;
y miren si vlcera alguna le viene,
y cúrela luego algún buen ^urujano»
ya sabe la causa de que esta prouiene,
asi mismo sabe la cura que tiene,
no falta sino que le ponga la mano.
Para curar las durezas y rectificar el regimienío,
Y a los durujones curad como nodos,
o como apostema esclirotico duro,
en molificar y ablandallos a todos,
después resoluelles, y con tales modos
se lleua el paciente muy saluo y seguro;
y deue guardarse en el su regimiento,
porqués el cimiento de toda su cura,
que huya manjares de mal nutrimiento,
que huya mugeres y mal pensamiento,
que huya la ira, furor y tristura.
De los manjares convenibles.
Que coma gallina, cabrito y ternera,
faysanes, perdizes y tórtolas buenas,
y las palomitas son desta manera,
y aue pequeña que no sea grossera;
camero de vn año de carnes bien llenas,
y yemas de hueuos si bien frescas son.
— 479 —
y peces de rio escamosos, chiquitos,
y truchas palmares son desta intención,
y todo manjar de subtíl digestión,
y buen nutrimento como los escritos.
Prosigue y da fin.
Y el vino que beua sea tinto y aguado
con agua azerada, ques muy singular,
y no traya el cuerpo contino afanado,
ni menos le tenga baldio y holgado,
y sobre comer no se deue mudar;
el sueño del dia se deue excusar,
y las colaciones, y el mucho beuer,
y nunca se deue el paciente hartar
puesto que sea muy bueno el manjar,
y es bien pasearse delante el comer.
Fwíf.
%
Loores y gradas te do yo. Señor,
que enciendes candela do falta el pauilo,
que en tales tinieblas das tal resplandor,
que en tan juuenil y barbárico estilo
s'encierre vna suma de tanto valor;
y pues que lo hizo tu lumbre y fauor,
no sé con que sirua tan gran beneficio,
sino que me ofrcsco por tu seruidor
en vida y en muerte, en plazer y dolor,
y ofresco la obr?. a tu nombre y seruicio.
— 48o —
Y no des lugar a la enbidia malina
que calle lo bueno y pregone los yerros;
que muchos letrados de la mededna,
por cuanto concurren en vna rapiña,
se muerden asi como gatos y perros;
que por remorderme ya en vna disputa
el juez contra mi confirmó tal razón,
que igual complexión puntual y absoluta
de la medecina es su consideración,
lo qual por falsissimo acá se reputa.
Y en otra disputa el juez desigual,
por darme la mengua afirmó en su dezir
quel minimo cuerpo se puede partir,
guardando su forma y su ser natural,
lo qual por muy falso se deue sentir;
y pues que los sabios, sabiendo la sciencia,
por ser maldizientes la quieren torcer,
remitolo todo a tu sancta clemencia,
que a los ponzoñosos hará resistencia,
y a las falsas lenguas hará enmudescer.
Fenesce el Sumario de la Medecina hecho por el
licenciado Francisco López de Villalobos, enmendado
y corregido por él mismo. Imprimido en la dbdad de
Salamanca^ a sus espensas de Antonio de Barreda,
librero. Año del nascimiento de Nuestro Saluador de
mili ccccxc. e viii.
Deo gracias.
FIN.
í
i
ÍNDICE DE MATERIAS.
PRÓLOGO.
I.— Nacimiento, patria, origen y familia de Villalobos.... i
II.— Estuclios de Villalobos. — Sus pnmeras obras 10
ni.— Villalobos médico del Rey Católico i8
IV.— Villalobos médico del Emperador 18
V.— Retirase Villalobos de la Corte 41
VI.— Vuelve Villalobos á la C6rte 48
VII. — Villalobos durante ta ausencia del Emperador,
de 1 519 S 1 530 60
VIII.— Sucesos de la vida de Villalobos después de Ib
vuelta del Emperador, en 1533 , 76
IX.— Últimos años de la vida de Villalobos W
OBRAS DE VILLALOBOS.
OBRAS aB^<TÍ^CAS.
I.— El «Sumario de Medicina» y el «Tratado sobre las pes-
tíferas bubas» 109
II. — Continuación de tas obras científicas según su proba-
ble orden cronológico.— Las «Congresiones,* los di&lo-
gos sobre las fiebres tiS
III.— Lb glosa de los dos primeros libros de Plinio.— El
«Tratado de cuerpos naturales» 14$
Á
Página!.
OBRAS LITERARIAS.
IV.— Traducción del «Amphitríon» de Plauto, el «Tratado
de los problemas de cosas morales,» etc 157
V.— Canción de Villalobos, con su glosa 202
VI.— Bibliografía de las obras de Villalobos. 216
CARTAS CASTELLANAS.
I.— El doctor Villalobos á Jufre, aposentador de S. NL ea
Flandes.— Madrid, 8 de Enero de 1512 t
II.— El doctor Villalobos á un Grande del Reino. — Cala-
tayud, 6 de Octubre de 151 5 5
III. — El doctor Villalobos al mismo Jufre. — Madrid^ 18 de
Marzo de 1 517 • 9
IV.— El doctor Villalobos á Diego López de Ayala, canó-
nigo de Toledo, en la Corte de> Flándes.— Madrid, 7 de
Julio de 1 5 17 13
V.— El doctor Villalobos al doctor de la Reina. — Zara-
goza, 6 de Agosto de 1518 15
VI. — El doctor Villalobos á D. Pedro Laso de la Vega.—
(Sin fecha.) 19
VIL— El doctor Villalobos al Condestable de Castilla.—
Zaragoza, 23 de Noviembre de 1518 ai
VIII.— El doctor Villalobos al Almirante de Castilla. — Za-
ragoza, 7 de Diciembre de 1518 25
IX.— El doctor Villalobos al Duque de GandSa. — (Sin
fecha.) 29
X. — El doctor Villalobos al Arzobispo de Santiago. — Bar-
celona, 20 de Marzo de 1519 35
XI. — El doctor Villalobos al Arzobispo de Santiaga — Bar-
celona, 8 de Setiembre de 1 519 39
XII. — El doctor Villalobos al Almirante de Castilla. —
Medina de Rioseco, 10 de Mayo de 1520 43
XIII.— El doctor Villalobos á D. Diego de Guevara, cla-
vero de Calatrava. — Valladolid, 7 de Junio de 1520.. ... 45
XIV. — El doctor Villalobos á la Marquesa de Denia. —
Medina de Rioseco, 1 5 de Agosto de 1 320 49
— 483 —
XV.— El doctor Villalobos á D.* María de Toledo, en la
Corte de Alemania.— Medina de Rioseco, 22 de Enero
de 1 521 51
XVI.— El doctor Villalobos al Obispo de Palencia.— (Sin
fecha.) 57
XVII.— El doctor Villalobos á la Sra. D.* Francisca Sar-
miento.— Medina de Rioseco, 18 de Febrero de 1521.. . . 61
XVIII.^El doctor Villalobos al Almirante de Castilla.—
Medina de Rioseco^ 4 dé Abril de 1 521 65
XIX.— El Almirante de Castilla al doctor Villalobos. —
Medina de Rioseco, 15 de Abril de 1525 67
XX.— El doctor Villalobos al Almirante de Castilla. —
Zafra, 10 de Mayo de 1 525 jt
XXI. — ^Respuesta de las coplas 75
XXII.— Otra del dicho doctor Villalobos contra los vanos
placeres 79
XXIII.— Otra del mismo 81
XXIV.— Otra del mismo 83
XXV. — Contra los bienes de fortuna 85
XXVI.— El Almirante al doctor Villalobos 87
XXVII.— Respuesta del doctor 89
XXVIII.— El doctor Villalobos al Almirante 93
XXIX.— El doctor Villalobos al Comendador griego. —
Madrid, Diciembre de 1 526 95
XXX. — El doctor Villalobos al Arzobispo de Toledo.—
Valencia, 17 de Mayo, s. a, (1528?) 105
XXXI.— El doctor Villalobos al Arzobispo de Toledo. —
Monzón, 12 de Junio, s. a. (1528?) 109
XXXII.— El doctor Villalobos al Duque D. Manrique de
Lara. — Valladolid, 10 de Febrero de 1 530 113
XXXIII.— El doctor Villalobos á D. Antonio Manrique,
Duque de Nájera. — Ocaña, 26 de Octubre, s. a. (1530?). 115
XXXIV. — El doctor Villalobos al doctor Xuaret, sobre la
venida de un hijo suyo soldado. — Barcelona, 27 de Abril
de 1 53 1 1 19
XXXV. — El doctor Villalobos al Duque. — (Sin fecha.-^
1532?) 123
XXXVI.— El doctor Villalobos á (Sin fecha.— 1533?). • 125
XXXVII.— D. Antonio Manrique, Duque de Nájera» al doc-
tor Villalobos.— (Sin fecha) 131
— 484 —
XXXVIII. — Respuesta del doctor Villalobos á la carta i
terior. — (Sin fecha.)
XXXIX.— El doctor Villalobos al Duque de Nájera.— M
drid, 7 de Diciembre
XL. — El doctor Villalobos al Secretario Samano. — Medi
del Campo, 3 de Agosto de 1 54a
XLI. — El doctor Villalobos á Cobos, Comendador may
de León.—- Valladolid, 12 de Setiembre, s. a
XLII. — El doctor Villalobos al Duque D. Manrique <
Lara. — ^Rioseco, 1 3 de Agosto de 1 546
XLIII.— El doctor Villalobos al Almirante de Castilla.
1 2 de Mayo de 1 549
XLIV. — El doctor Villalobos á D. Alonso de Fonseca, A
zobispo de Santiago, enviándole un diálogo que le hab
pedido. — (Sin fecha.)
XLV.— El doctor Villalobos al General de la Orden de Si
Francisco. — (Sin fecha.)
XLVI. — El doctor Villalobos al Comendador Hemaní
Nuñez.— (Sin fecha.)
XLVII. — El Comendador Hernando Nuñez al doctor \
llalobos. — (Sin fecha.)
CARTAS LATINAS.
Ad lectores ,
1. — Venerando genitori Franciscus de Villalobos. — 1498.
II. — Gonsalo de Moros, egregio medicinae doctoríy Frai
ciscus de Villalobos. — 1 501
III. — Gonsalo de Moros, medicinas doctorí celebrandi
Franciscus de Villalobos, 1 507
IV. — Venerando genitori PVanciscus de Villalobos. — 150
V. — Principi strenuissimo domino Garsiae de Toleto, illu
trissimi domini Fcderici ducis de Alba, dilectissimo pr
mogenito (Franciscus de Villalobos). — 1508 ,
VI.— Reverendo doctori de la Parra, prothomedico, Frai
ciscus de Villalobos. — 1508
VII. — Illustríssimo dno. Federico de Tolete, duci de Alb
niarchionique Cauricnsi, Franciscus de Villalobos.-
'509
— 485 —
Pig\ns.
VIH.— Reuertndissimo dno. Cosme de Toleto, planentíno
presuli, Franciscos de Vülalobos, — 1509 «33
IX.— Dno. Cosme de Toleto, pUcentíno presuli, Franeis-
cus de Villalobos. — 1510 137
X. — Dno. suo dno. Cosme de Toleto, placentino pretuli,
Franciscus de Villalobos. — 1510. 141
XI.-(Sin dirección ni año.) a«
DIÁLOGO DE VILLALOBOS V 5U CRIADO 33 1
POESÍAS.
I.— Escribo burlas de veras 171
II. — Canción. A una partida tfi
III.— Villancico >74
iV. — Partiendo, porque deiia una dama ser lo que dlien:
Quien de sus amores se alexa ,. S74
V, — A la misma señora S75
VI.— Pariiéndose- «76
VII.— Sospechando que había hecho del lo que Durandarte
de su amiga, ó su amiga del 177
VIII. — Glosando: «Muerto queda Durandarte. > íj^
IX.— Un cortesano, estando pensativo, fué preguntado por
su dama que ¿en qué pensaba? y él respondió este mote. »8i.
X.— Al tiempo bueno afii
XI. — Otra cana, hablando de los estados 386
XII.— Gabriel dio al Almirante, su señor, un macho, y
quedando á p¡£ en Torre de Lobaton, escribió esta carta.
a! Adelantado, hermano del Almirante, pidiéndole una
cabalgadura ajQ
EL SUMARIO DE LA MEDECINA,
CON UN TRATADO SOBRE LAS FESxfFEBAS BUDM.
Prohemium S99
Dedicatoria al Marqués de Astorga 305
Comienza la obra trouada 308
Dininicion de la medecina j....> ]ll
— 486 —
De complexiones
Ix. miembros de complexión. • .
Quatro humores y sus complexiones
Quatro humidades
Prosigue y diuide otra vez los humores
El miembro y los principales
Complexiones de los principales y del cuerpo todo
Virtudes
Esprito y calor natural
Enfermedades
De las enfermedades compuestas
Diuide la malicia de la complexión
Las señales del celebro caliente y frío, y de su cura...
Señales y cura del celebro húmido ó seco
Señales de la complexión del celebro con humor
Señales de apostema frío del celebro, y de su cura en
neral
De soda
De emigranea, y de su cura
De sirsen 6 frenesis
De litargia
De congelación
De subeth sahari
De subeth
De vigilia y sabara
De memoria corrupta
De manja y melancolía
De cura ,
Del mal de amores, que Auicena llamó ilisci y los gríe|
le llaman hereos
De las señales que se muestran quando alguno está ei
morado ,
De la cura.
Vértigo
De incubo ó strangulator ,
De epilcnsia ,
De la cura
De apoplcxia
De cura
Uc las pasiones de los nervios y prímcro de parlesia. .
— 4»? —
PÍ<lMt.
Be spasmo y tetheno 337
De tremor 318
De slupor 3í8
De tortura 3^8
De salto que se llama iectígacion 319-
De las disposiciones de los ojos y primero de dolor y mala
complexión en los ojos 33(t
De optalmia 330
De cura 53*
De botoren la conjumiua 6 blanco del ojo 33»
De ulceras y eiti turas en el ojo y la comea.... 33r
De la cornea y sus passioaes 331
De rotura en la cornea y de cáncer 331
De algarab en el lagrimal 3 ja
De adición y diminución de carne en los lagrimales, y de
altarfati 33a
De las lagrimas que corren del ojo 333
De albugen y sebel 333
De úngula 333
Las enfermedades de la niñuela, y primero de la dilata-
ción della, que se llama en arauigo alintisar 334
De la conslricion de la pupila ó niñuela del ojo, y del es-
iraboso ó tuerto 334
De los ojos salidos y de las liendres de las pestañas 335
De silac y de pestañas vueltas 33}
De la flaqueza de la vista. 335
De noclilupa 336
De encogimienio de los parpados y de la catarata 336
De la cura de la catarata 337
De las otras passiones de las pestañas 337
De las passiones de los oydos, y primero de la sordeza.. . . 338
Del dolor de oydos 339
De la forma de purgar y sangrar en cnalquíer mal de
oydos 340
Del linilo y sonido que viene á los oydos 340
De la sanie y podre que mana del oydo 341
Del fiuxo de sangre del oydo, y de la opilación del., ..... 341
De apostema en la raíz de la oreja 341
De las passiones de las narÍKS, y prífnero de tos daños del
adóralo , 34a
— 486
De compleí
Ik. miembros de complexión. . . —
Quairo humores y sus complexiones
Q.uatro humidades
Prosigue y diuide otra vez los hume
El miembro y los principales.
Complexiones de los principales y ¿
Virtudes
EspHto y calor natural
Enfermedades
De las enfermedades compuestas. . .
Diuide la malicia de Is complexión.
Las señales del celebro cahente y fe
Señales y cura del celebro húmido
Señales de la complexión del celebí
Señales de apostema frió del celebr
De soda
De emigranca, y de su cura
De sirsen ó frencsís
De litargia ,
De congelación .
De subeth sahari
De subeth
De vigilia y sabara
De memoria corrupta
De manja y melancolía
De cura
Del mal de amores, que Auícena lia
le llaman hercos
De las señales que se muestran quí
morado
De la cura
De incubo ó strangulator
I)c cpilcnsia
Déla cura
De apoplcxia ,
De las pasiones Je los nervios y prii
— 487 —
De spasmo y icihano , 337
De tremor •■•> 3*B
Oe stupor •■ •■•■ yA
De tortura jaB
De salto que se llama jcctigadon 319-
De las disposiciones de los ojos y primero d« dolor y mala
complexión en los o}os 319
De optalmia J]0
De cura 33»
Debotorcn la conjuntíua ó blanco del ojo 336
De ulceras y exituras en el ojo y la comea.. ■ 331
De la cornea y sus passiones 331
De rotura en la cornea y de cáncer 331
De algarab en el lagrimal , 332
De adición y diminución de carne en los lagritnales, y de
aliarfati 33a
De las lagrimas que corren del ojo 333
De albugen y sebel 333
De úngula 33)
Las cnrermedndes de la ninuela, y primero de la dilata-
ción della, que se llama en arautgo alintisar 334
De la constricion de la pupila 6 niñuela del ojo, y del tsr-
traboso ó tuerto 33f
De los ojos salidos y de las liendres de las pestañas 335
De silac y de pestañas vueltas 335
De la flaqueía de la vista 335
Ue noctilupa 336
De encogimiento de los parpados y de la catarata 336
Déla cura de la catarata , 337
De las otras passiones de las pestañas 337
De las passiones de los oydos, y primero de la aordeía.. . . 336
Del dolor de oydos 339
De la forma de purgar y sangrar en cualquier mal de
oydos 340
Del linilo y sonido que viene & los oydos 340
De la sanie y podre que mana del oydo 341
Del fluio de sangre del oydo, y de la opilación del 341
De apostema en la raíz de la oreja 34a
De las passiones de las narizes, y primero de los da&os del
odorato yVL
!
^
— 490 —
I
Prosigue e cura en asclites
Prosigue y cura la timpanites
De las passiones de la hiél y el ba^o, y primero de la icte-
ricia
De la malicia de la complexión del ba^o
De los apostemas del ba^o
De las opilaciones del ba(¿o
De las passiones de los intestinos, primero del fluxo del
vientre
De licenteria
De diaria
De disintcría
Prosigue quanto á la colora y quanto al flema sako
De la colérica passion
Del tenasmon
De punción y mirachia
De cólica
De la yliaca
De las lombrizes
De las passiones de la silla. De las emorroides, que son
almorranas
Escusasc por qué no habla de las cftras enfermedades deste
miembro
De las passiones de los reñones, y primero de la mala com-
plcxion y dolor y flaqueza dellos
De los apostemas de los reñones
De las ulceras de los reñones
De la piedra en los reñones y en la vexiga
De las mcdccinas que quebrantan la piedra.
De las passiones de la vexiga y primero de la piedra
en ella
De los apostemas calientes de la vexiga
Ulceras de la vexiga
Del ardor de la urina
De la distilacion de la urina o stranguria
Pone las señales e la cura en la qual se comprende el dolor
y el podre y la sangre congelada, que son también pas-
siones de la vexiga
Del inuoluntario salir de la urina, que se llama diamne..
Prosigue de la cura, y de los que se urinan en sueño
— 487 —
Be spasmo y tethano 337
De iremor JSS
De slupor. • • • 33S
De tortura <•>• 3^
De salto que se llama jectigacion 339-
De las disposiciones de los ojos y primero de dolory mala
complexión en los ojos jixt
De optalmia 330
De cura 330
De botor en la conjuntiua ó blanco del ojo 33^
De ulceras y exituras en el ojo y la comea 331
De tu cornea y sus passiones 331
De rotura en la cornea y de cáncer 331
De algarab en el lagrimal 333
De adición y diminución de carne en los la^^rimales, y de
altarfali 33>
De las lagrimas que corren del ojo 333
De albugen y sebel 333
De úngula 333
Las enfermedades de la niñuela, y primero de la dilata-
ción dcUa. que se llama en arauigo alintisar 334
De la constrícion de la pupila 6 niñuela del 0)0, y del es-
traboso 6 tuerto 334
De los ojos salidos y de las liendres de las pestañas 335
De silac y de pestañas vueltas 335
De la flaquera de la vista 335
De noctilupa 336
De encogimienio de los parpados y de U catarata 336
De la cura de la catarata 337
De las otras passioncs de las pestañas 337
De las passiones de los oydos, y primero de la sordesa.. . . 336
Del dolor de oydos 339
De la forma de purgar y sangrar en cualquier mal de
oydos Sft*
Del tinilo y sonido que viene á los oydos 34a
De la sanie y podre que mana del oydo J4I
Del Huxo de sangre del oydo, y de la opilación del 341
De apostema en la raíz de la oreja 34*
De las passiones de las nadies, y primero de los dafioi del
^
_. 492 —
De las señales que trae, de qualquier humor que sea 41^
De sus nombres y cura 41 ¡
De las fíebres, y primero pone la difñnicion de la fiebre. 4i(
Pone la diuision de la fíebre proporcionada á las partes
quel cuerpo humano contiene 41;
De las causas de la efímera fíebre 41'
De las causas de la efímera que están dentro del cuerpo. 41'
De las señales de la efímera 41I
Enxemplo quanto á la cura de la efímera por su contrarío. 4i<
Capitulo de putredine, que es el podrimiento de los hu-
mores 4i<
Capitulo de la fíebre colérica y sus divisiones. 4a(
De la fíebre sanguina y sus divisiones 42
De la cura de la fíebre de sangre no corrompida, que se
llama sinocha, y de la corrompida que se llama sinocho. 42:
De la flemática cotidiana 42:
De las fíebres empialos y Uparía 42 ^
De otra especie de fíebre flemática, compuesta de las dos
sobredichas, y de la fíebre diurna y notuma, y de la fie-
bre sincopal humorosa 42]
Prosigue y pone otra fíebre, que se llama sincopal mi-
nuta 42^
La cura de cualquiera fíebre flemática 414
La cura de la sincopal humorosa y minuta 421
De quartana 42j
De la etica 42^
De sus señales 42'
De la etica senectutis, que se llama marasmo 42S
De la fíebre pestilencial 42I
De la preservación de la pestilencia 42(
De las viruelas y el sarampión 4^
De la fíebre del apostema 4y.
De las fíebres compuestas 431
Del emitriteo y sus especies 431
De los apostemas, y primero pone la diffínicion de apos-
tema y su división 43:
De ñemon 43:
De erisipela y la diferencia del aflemon 433
De fórmica 43^
De la pruna y hucgo pérsico 43^
49^ —
P*>'M
De esere 434
De estiomeno y ascachilos y cancrena, y la diferencia entre
ellos 434
De cura y de carbúnculo 435
Del ántrax que Auicena llamó alchoboin 43 j
De los apostemas en los miembros glandosos, asi como
encordio, y de las eiituras 436
De udimia 4j6
De nodo y de glándula y de scrofula, y sus diferencias . . . ^6
De la cura de lascrofula 437
De sclirosís, que Auicena llama sephiros 437
De cáncer 438
De la vena medeni y de los apostemas vendosos 43S
De la lepra 439
De la solución del continuo, coaviene saber, de qualquier
rotura ó abertura y llaga en qualquier miembro, y pri-
mero habla det vulno, y de la diferencia entre él y ul-
cera 4*0
De cayda ó porrada entretalla dura, y macbucamienio de
carne 441
De la quemadura con agua ó fuego 441
De ñuxo de sangre 441
De tas ulceras 443
De restauración, y hablo de dislocación y quebradura., . . 443
De los venenos y pom^onas. 443
De ia ponzoña del perro rabioso ó otro cualquier animal
de aquella manera 44t
De decoración, que es de la medecina que toca en la her-
mosura y belleza 44;
De alopicia y liña 44;
Para mudar al cabello de la forma que quisieren 446
Lexia para enrubiar el cabello, y de una enfermedad que
se llama fúrfur 44S
Para hacer el gesto hermoso y quitar los hoyos de las ci-
ruelas y las pecas 44^
De morfea y albarás , 447
De sahafati 448
De los empeines 44g
Déla sarna que se llama scabies, y del prurito 449
De la desudacion y de planta noctis 450
r
— 494 —
De las verrugas y de las hendeduras del cuero.
Del hedor de los sobacos y pies, y de los piojos
Del panarizo y apostemas de las uñas.
Sobre las contagiosas y malditas bubas: estoriay mede-
ciña
Pone la opinión de los teólogos cerca el aduenimiento
deste mal
Habla en persona de Dios
Responde á una duda que á lo dicho podría hacerse.
Segunda respuesta, y concluye
Segunda opinión teologal
Aprueba
Pone la opinión de los astrólogos cerca el auenimiento
dcsta passion
Pone la opinión de los físicos cerca lo sobredicho
Pone la opinión de un doctor cerca el ser y nombre destas
postillas
Repugna la dicha opinión por muchas razones
Pone la menor do infícre y despídese de esta razón
Segunda razón y argumento
Concluye y pone correlario
Cómo difcrescen en sitio y en numero
Cómo difcrescen en color y en cura
Pone otro argumento contra la dicha opinión
Concluye, y comienza nueva opinión
De la conueniencia de aquella scabie con estas pustíllas..
Recita dos argumentos quel dicho dotor opuso á esta
opinión
Responde al primer motivo
Responde al segundo motivo 6 dificultad, y concluye....
Comienza á hablar en la passion lo que le paresce, y dice
el nombre que la deuen poner
De la ditinicion desta enfermedad, que se llama sama
egipciaca
De las causas desta passion, y primero de las universales y
equiuocas
Las causas inferiores y extrínsecas
De las causas antecedentes y conjuntas
Prosigue y propone la causa del dolor de junturas.
— 495 —
PiglnM.
Las causas dd dolor de las junturas. i... ^
Las causas de comentar esta passion por los miembros
vcrgotii^osos 465
Prosigue, y da causa por qué comienza á parescer el mal
en estos miembros tantos dias antes que venga 466
De las señales que se muestran quaudo la enfermedad ha
de venir. 466
De las señales quando la passion es presente 467
l.as señales quando viene de sangre adusta 4^7
l.as señales quando viene de colora adusta 467
Las señales quando viene de nema adusta 468
L.3S señales quando viene de melancolia adusta 4C8
Las señales quando viene de mezcla de humores adustos. 468
De la cura, y primero pone díuersas opiniones en ella, las
quales contradize 469
Daña esta opinión y otra que recita luego 41^
De una notable razón contra las purgas erradicatiuas. . , . 470
Prosigue, y concluye contra la dicha opinión 470
Recita otra íorma de cura untando las junturas, y destru-
yela también 470
Prosigue, y destruye otra opinión de curar 471
Pone la cura según la regla y medios más rasonabtes y
experimentados 471
De los clisteres 47I
Del minora tiuo que se debe tomar por la boca 47S
Las señales de la digestión 473
De la purga erradicatiua 473
Otra forma de purga 474
Cómo tomará la triaca, e de otra forma de mínoratiuo... 475
Para corregir el hígado 475
Ungüento para las bubas 475
Otro ungüente más fuerte 47$
De emplastros para las ¡unturas 476
De los baños 477
Para socorrer el ba^o y para las llagas 476
Para curar las durezas y rectificar el regimiento 478
De los manjares convenibles 478
Prosigue y dá ñn 479
\
ÍNDICE
4
NOMBRES PROPIOS Y GEOGRÁFICOS'
Abano (Pedro).— isr. líj.
Abures (ElDr,|.-ioñ.
Acevedo (El licenciado).— 9 S. 1SS.
Azcvedo y Zúñiga (D. Alonca de).
Conde de Monterey.— 64. 1 H.
. Acuña (D. Antonio de), Obiapn de
Zamora,— 36, 38. Si, S9,
Acufia (Kl licenciado).— < 39.
Acuña (Ti.* Luisa de).— 61, fl3.
Acuña y de Portugal (D. Juan de],
Duque deCi¡on— 6r.
Adelantado (EI)deCaslilla.-V.Man-
rique (D. Amonio).
Adriana (Kl Dean de Lovaina y Car-
den» I). -a 1, 3g, 5o, 188,
Águila (El Dr del).-9g, 100, to5, 1 St.
Aguil!
;i Dr.)-io6.
Alba, tugar.— lO, 3o, (3,
Alba (El Guardian del.— nt.
Alba (El Duque de).-(i, i3, 14. I5.
16. a5, 3i, 3á. 48, 87, 96. t57. 173,
179. 181, 187,59. 1(7. m,(7s.«n.
119.
Alba de Tormes. — 16, M7.
Alburqucrque ( La Duquesa de) —
Alcalá de Henares,— 13, 100, iio.lSI,
Alcáísr (Baltasar dd),-8o.
Aldeanueva.- 91, (37,140.
Aldereie (El Dr.) -loC.
Alemania.— 3o, 3i, 35, JI6. KS.
AItaro(ElDr Francisco de).— 8>, IM,
21'. 119, (6, (SD, ISR.
Alfonso X.-(6.
Almazán (El Dr.).-t|i, 9?. 106, 1),
138.
Almeida (D. Esteban de), (.)bi(po de
Astori».— 4.
AIrperique(D.>,— (0.
Almirante (El) de Castilla.-V. Enri-
que» (D. Fadriquel.
Alvares (Fernando), prolomédio). —
iti, líS.
Alvarez OESorio (Juan), señor de VÍ>
llalobos y Castroverdc — 10.
Alvareí Ussorio (D. Pedro), segutxfa
Marques de Astorga. Conde de
Traslamara. señor y Conde de Vi-
llalobos.- 3, 10, 11,13,16.61,61,
7,), 109, 113, M8. SOS, SOS.
Anibcres.-5J.
Ana. noble doncella.— 17. ttS.
Andrís (Joannes).-45. tSl
Antonico el gigante.- 1^, 1t. 1C
lo 9c rc<l«ren il Prólogo j lot ot:
— 49» —
Aragón.— 20, 28.
Aragón y Velasco (D.* Juliana An-
gela), Duquesa de Frías.~64, 443,
Aranda (El Conde de).— 28.
Arenas.— I \ .
Aristóteles.— 12, 5i, 121.
'Astorga (El Marqués de).— V. Alvarez
Ossorio (D. Pedro.)
Astorga (El Obispo de).— V. Almeida
(D Esteban de).
Averroes.— I2Í.
Avicena.— 6, iii, 112, 116, iip, i3^
1 33, 1 38, 87, 90, 4 02, 206, 207, 807,
840,822, 446.456,459.
Avila (El Obispo de).-4 4, 443.
Ayala (D. Alvaro de).— 71, 4 46.
Ayala(D. Pcdrode).— 46, 452.
Badajoz.— 49, 55.
Barcelona.— 21, 28, 3i, 5q, 76, 37. 44,
45, 4 49, 422.
Barreda (Antonio de).— loc), 480.
Bcjar (Alonso de).- 35.
Bcjar (El Duque de).— 43.
Bcnavcnte.— 2.
Bena vente (El Conde de).— 13, 16, 25,
28, 45, 174,22,74,73,444, 146,464.
Bexalio (El Dr. Andrés de) — io3.
Bobadilla (D. Francisco de). Obispo
de Coria.— 52.
Boecio.— 7.
Bolonia.— 55.
Borja (D. Francisco de), Marqués de
Lombay.— 80, 457.
Boscan.— 48.
Brioncs(El aposentador)— 2.
Bruselas.— 40, 45.
Buitrapo.— 20.
Burgos.— 33, 58.
Cabra (El Dr.).-io6.
Cácercs y Espinosa (Pedro de).— 137.
Calabria (El Duque de).— 170.
Calatayud.- 20, 8.
Camarera (La) de la Emperatriz.—
4 27, 4 28.
Canciller (El Gran).- 21?. 21;.
Cánovas (Alexandre dci — f ^^.
Carlos V (El Empcrad r)- 2. ::
23, 24, 25, aH. ao, 3o. 3i. ^i, ^-.
7Z» 79» 88, 90, 99, 1^5. :v:.
202, 227, J, J, U, 13, il. M. 40.
44, 46, 57. 67. 87, 406. 119,
446,449, 428,443,436.159.
Cartagena (Dr. Antonio deJ.— 2?
Cartagena (Pedro de).— 3.\
Cast¡glione( El Conde Balusari.-
Castilla.— 4, 6, 7, ao, 62. 67.
Castilla (D.' Ana de).- 104.
Castriote (D. Hernando dei. Mar:
de Civita de S. Ángel —4?. Ti.
Castro (Jerónimo de).— 33.
Castro (La Duquesa D.* Guiomar
Condesa de Paredes.—?. S, 64.
75. 424. 438.
Castro-Nuño.»4 76.
Catalina (La Infanta D.*).— 4?.
Cataluña —20, 28, 62.
Cauallos (El Dr.).— io5.
Cerbato (D.* Ana de).— 86.
Cerda (D. Luis de la>.— 448.
Céspedes (El Dr.).-ic6.
Chinchilla.»2.
Cisneros (Fr. Francisco Jinn
de).— V. Jiménez de Cisneros.
Clarinceo, rey de armas de Frar
co I.-58.
O>bo (El maestro Diego del) —
O>bos (D. Francisco de losL— ío,
97. <^«.
Colon (D. Fernando).— 171.
Comendador gríef») (El).— V. Pin
no (Hernán -Nuñez).
0>ndcstable (El) de Castilla.— V I
nandez de Velasco (D. Pedro).
Córdoba.— 6, 68.
Oirdova (D.* Francisca de), Duqi
de Sessa.— 164.
Coronel.— 4g, I8<.
Coruña.— 3o, 44.
Corzana (El Marqués de ItX— 3i
— 499 —
Denia (La Marquesa de).— V. Enrí-
ríquez (D.* Francisca).
Donato (Leonardo).»78.
Doria (Andrea).~76, 1 20.
Eguía (Miguel de).— 13, 49.
Emperatriz (La), mujer de Carlos V.-
V. Isabel de Portugal.
Enrique IV de Castilla.— 11.
Enríquez (D. Fadrique), Almirante
de Castilla.— 5, 6, 7, i5, a5. 26, 3o,
38, 39.41, 44, 46, loi, 173. Í5. 48,
58, 59. 6i, 65, 67, 71, 78, 87. 98.
451, 155,195.
Enriquez (D.* Francisca), Marquesa
de Denia.— 34, 49.
Enriquez (D.' Juana).— 11.
Enríquez (D. Luis), Almirante de
Castilla.— 101, 103.
Enriquez (D.* María).- 25.
Escalona (El Duque de).— ói.
Escobar (Fr. Luis de).— 25, 46, loi.
Escoriaza (El Dr. de).— 172, 180, 181,
i85.
Esperanza (D.'), personaje figura-
do.—loi, 87, 455.
Espinosa (Juan de).— 164.
Extremadura.— 49, 67, 159.
Fabrício(El Dr.).— 106.
Falcon (Maestre) —194.
Felipe (El Príncipe D.), primogénito
de Carlos V.— 56. 78. 104, 201, 228,
126.
Fernando V de Aragón.— 9, 11, i5.
18, 19. 20, 21, 23, 34, 173, 201, 5, 72,
151,214,244,246.
Fernandez Manrique (Garci).— ihy,
1 58.
Fernandez de Velasco (D. Pedro),
Condestable de Castilla, Duque de
Frías y Conde de Haro.— 5, 25, 32,
64,66.96,187,21,113,147.
Flándes— 22, 23, 3o, 40, 48, 45.
Florencia.— 53.
Fonseca (D. Alfonso de). Arzobispo
de Santiago primero, y despuet de
Tolcdo.—aS, 29, 40, 49, 56, 57, 149,
173, 321, 85, 89, 105, 109, 168.
Fonseca, Comendador mayor.— -1 41.
Fracastoro.— 48, i25.
Francisco I, Rey de Francia.— -sg, 33,
49, 58. i85, 337, 339. 86, 109.
Frías (El Dr.).— 150.
Frias (La Duquesa de).— V. Aragón y
Velasco (D.* Juliana Angela).
Fueotcrrabía.— 1 87.
Galena-i3i, i33. i33, i38, 90, 118,
919,265,807,810.
Galicia.— 3o, 3i.
Gandía (El Duque de).-M, 29.
García de la Huerta (JerónimoX*—
i5i.
Gaskoin (Dr. Jorge).— 3.
Genera! (El) de la Orden de San
Francisco.— V. Lune! (P. Fr. Vi-
cente).
Genova,— 59, 76.
Germana (L41 Reina D.').— 34, 35, 38,
22, 28, 36, 40.
Girón (D. Pedro).— 22.
Gómez (D.).- 168.
González de Mendoza (D. Pedro).—
84, 160.
Granada.— 55. 41.
Grupayn, caballero flamenco.— 47.
Guadiana.— 75.
Guadix (D. Pedro).— 161.
Guarino (Baptista).— 182.
Guevara (D. Diego de), clavero de
Calatrava, 3i, 45.
Guiana, rey de armas de Fnn-
cisco I.— 58.
Guiomar (D.»).-V. Castro (D.» Guio-
mar de).
Guzman (La Sra.X— 171.
Guzman (D. Juan Alonso de). Duque
de Medinasidonia.— 43.
Haro (El (>>nde deX-6, 21.
Haro (La Condesa de).— Mtt.
— 5oo
Hcrrcra(ElDr. de).— 15.
Herrera de Pisuerga.— 37.
Hierro (El Dr. del).— 106.
Hipócrates. '205, 206. 218, 219.
Hurtado (Martin).— 228.
Icarte (D.* I^triz).— 37.
Idiaquez (D. Juan de).— 163.
Inquilina (El Dr.)— 10b.
Isabel I de Castilla.— 35, 199, 266.
Isabel de Portugil, mujer del Empe-
rador Carlos V.— 8, 46, 49, 53, 56,
59, r», 72, 76, 77, 78, 80. 88. 104,
137, 202, 2o3, 227, 118, 116, 117,
124, 126, 127, 12S, 134, 135, 157,
161.
Jiménez de Cisneros (El Cardenal
Kr. Francisco).— 22, 23, 220.
Jordehumos^El licenciado de). (Tor-
dehumos?).— 16.
Juana (La Rcyna D.'), madre de Car-
los V\— 21, 29, 34.
Jufre, aposentador del Rey en Flán-
dcs.— 5, 19, 21, 22, 24, 32. 33, 1 , 9,
13, 15, 58.
Julián (El Dr.).-17.
Laguna (El Dr. Andrés).— io3.
Lama (D.* Juana de la).— i<J5.
Lara (La casa y castillo de).— 33.
Lara (El Duque D. Manrique de).—
113, 151.
Las Casas (El P. Fr. Bartolomé
dc).-53.
Laso de la \'cga(D. Pedro).— 19.
Laxao (El Canciller).— 23.
Lcbrija (Antonio de).— 158.
Ledesma (El Dr.).— loí").
León (El Dr.) — loo. lo^"), 220, 152.
Lcon XV, personaje imaginario.— 29.
Lcon, capital del Reino del mismo
nombre —63, 7L
León de Francia.— 53.
Leoviceno (Nicolás).— 182.
Lérida.— 20.
Loaysa (El Cardenal D. d
Lobera de Avila.— 100, i>.>:
Logroño.— 16.
Lombay (El Marques do.
(D. Francisco de>.
Lombay (La Marquesa ¿i
413. 427, 460.
López, primer apellido J
llalobos.— 3, 3.
López (El Dr.).— ¡o3, lo^i,
López de Ayala (Diego) -
López de Corellas (Alto
i55.
Lucero (El inquisidor;.— '~>
75. 78. 1 33.
Luis (D.), Principe de Port
«77» «79-
Luis (Maestre), físico deJ
dor.— 43, 72.
Luncl (P. Fr. Vicente), Gi
Orden de San Francisc
165.
Madrid.— 5, 20, 22, 4. 10. i
135,452.
Madrigalejo.- 31.
Majorís.— 182.
Manrique (D. Alonso). Can
bispo de Sevilla é Inqi
neraU— 62, 431, 134.
Manrique (D. Antonio). ¡
mayor de Castilla.— 68
131,133.
Manrique (D. Iñigo) —126
Manrique de Lara (D. Fr
63, 114.
Manrique de I^ra (D. .
114.
Manrique de Lara (D.Rodr
ere de Santiago' y Condi
des.— 62, 67, 414.
Manriques (LosX— 8, 63. 1
Manuel (D. Juan).— 94. U1
Marcello (Virgilio).— 182.
Marineo Sáculo (LúcioX— 4
— 5oi —
Martínez Silíceo (El Cardenal Juan).—
I03, 156.
Mártir de Angleria (Pedro).— 45, 49,
5o» 483.
Martorell.— 126, 137.
Mayorga (El (}onde de).— 63.
Maximiliano (El Emperador).— 87.
Medina (La Condesa de).— 39, 68.
Medina (La Duquesa de).— loi, io3*
Medina del C^mpo.— 16, qo, 93, 140,
156. 222, 228.
Medina de Rioseco.— 3o, 3i, 34, 3q*
43, 101, 173, 44. 50, 55. 68, 66, 68, 158*
Medina de Rioseco (El Duque de).—
173.
Melgar (El Dr. de).— 78, 83, 126, 158
Mella (Pomponio).— 53.
Mendoza (D.* Ana de).— 87.
Mendoza (D.' Catalina de).— 71, 73,
73, 80. 116. 117.124.185.
Mendoza (D. Pedro de).— 34, 16,87.
Ménica.— 152.
Me8a(D.' María de).— 137.
Miranda (El Conde de).— 161.
Miróla (Georgio).— 182.
Mojados.— 33.
Moneada (O. Hugo de ).— 57, 106.
Montaña (El Dr.).— 106.
Montcrey (El Conde de).— V. Ace-
vedo y Zúñiga (D. Alonso).
Montpeller.— 194.
Monzón.— 58, 77, 111, 126.
Morejon (El Dr.).— 3.
Moreno (El Dr.).— io5.
Moros (Dr. Gonzalo de).— 4. li, 197,
205.
Muriez (El capellán).— Ó3.
Muxica (D.* Mcncía de).— 165.
Nájera (El Duque de) D. Antonio
Manrique de Lara.— 7, 8, 60, 61,
63, 65,66, 71, 72, 70, 88, 113. 114,
Nájera (El Duque de). D. Manrique
de Lara,— 98, 100, 153.
Narciso (El Dr.) Ponte.— 23, 43, 45,
7J, 8f, io5, i36, 71. 75, 159.
Navagiero (Andrea).— 48.
Navarrete(La villa de).— 60, 71, 79,
117.
Nufirica.— 160.
Nufíez (El Comendador Hernando).—
179, 181.
Ocafít.— 69, 115.117.
Ocon.— 188.
Olazaval (D.* Gracia de).— 165.
Oñate (El Conde de).— V. Vélez de
Guevara (D. Pedro).
Oñate (El Conde de) D. Ifíigo.*3f»
114.
Osorio (D. Diego).-126, 143.
Osorío (D. Garcia).- 13.
Osorio (Juan).— 254.
Osorno (El Conde de).— 157, i58.
Padilla (D. Garda de).— 86.
Padilla (D. Jerónimo de).— 114.
Padilla (Juan)L-62.
Patencia (El Obispo de).— 57.
Paredes (El Conde de).— V. Manri-
que de Lara (D. Rodrigo).
París.- 53, 54, 55.
Parra (El Dr. de la).— 14, i5, 221.
Peñaranda (El Dr.).— 106.
Pérez de Oliva (Fernán).— ió8, 170,
Peroso (Nicolás).— 108.
Piamonte (El Príncipe de).— 126.
Pinciano (Heman-Nuñez), llamado
el Comendador griego-— 49, 5o, 5i,
53, 53. 55, 94, 131, 145, x5o, asa,
333. 95.
Plasencia (El Obispo de).— V. Tole-
do (D. Cosme de\
Platón.— 54.
Plauto.— 30, i57, 161.
Plinio Segundo (C).— 13, 49, 5i. Sa,
145, X47, 148, 149, 1 53, 181, 497»
198, 199.
Plotino.— 54.
Policiano.— 182.
Ponte (EX Dr. Narciso).— V. Naidao
(El Dr.).
— 5o2 —
Portugal.— 6, 75.
Portugal (La Reina deX hermana de
Carlos V.— 76, 77. H9.
Priego (El Marques de).— 6,44, 49, 67.
Quiñones (La Sra.).— 17*.
Reina {E\ Dr. de la).-33, 24, 46. S66.
Rcinoso (El Dr.).— 106, 220.
Reyes Católicos (Los).— 2, 5, 11, 198,
\ 56. 459.
Rivadavia.— H.
Rixa (Bernal de la).— 32.
Roa (La villa de)— 23.
Rodríguez (El Dr. Juan).— 106, i35,
1 36, 137, 157.
Rodríguez (Mari).— 174.
Roma.— 53, HO. 1Í1.
Ruiz de la Mota (Garci).— 32.
Ruiz de la Mota (D. PedroX- 37.
Sabuco de Nantes (D.' Oliva).— 148,
153.
Salamanca.— 10, i5, 20, 55. 85, 89,
169.
Salaya(El Dr.).-180.
Samano (El Secretario Juan de).—
8S, 90, 92, 187.
Sandoval y Rojas (D. Bernardo de),
Marqués de Denia y Conde de
Lerma.- 34.
San Martin.— 11, 46.
Santa María del Campo.— 14, 215.
Santa María de las Cuevas y con-
vento de Cartujos. — 55.
Santa Marta (Condes de). — 38.
Santander.— 41.
Santiago.— 11, 157.
Santiago (El Arzobispo de).— V. Fon-
seca (D. Alfonso de).
Sarmiento (D.* Franc¡sca),-38, 39, 61.
Sarmiento (D.* María).— 164.
Sbarroya (Felipe).- 221.
Sepúlveda (Juan Ginés de).— 55.
Sevilla.— 41, 109.
Sicilia.- 62.
SigOenza (El Obispo de).— 43.
Silvestre (Gregorio).— 137.
Soma (La Duquesa de la).— 48.
Spc8(D/ Beatriz deX— 10.
Suarez de Figueroa (D. Cromez),
Conde de Feria.— 35.
Tarragona, (El Dr.).— 22a
Tavera (El Cardenal D. Juan).—
62.98.
Téllez (D. Alonso).— 46.
Tenebrero, apodo puesto al inqui-
sidor Lucero.— 6.
Toledo (El Reino de).— 4.
Toledo (La ciudad de).— 2.
Toledo (D.* Aldonza de).— 426.
Toledo (El Arzobispo de).- V. Fon-
seca (D. Alfonso de).
Toledo (D. 0>sme ó D. Gómez de).
Obispo dePlasenda.— 3, i3, 17, 18,
37,75,288,287,241.
Toledo (D. Enrique de).— 445.
Toledo (D. García de), primogénito
del Duque de Alba.— 247, 235.
Toledo (D.* María de).— 34, 37, 51.
Tordehumos (El licenciado de).—
V. Jordehumos.
Tcrdesillas.— 34, 38» 59.
Toro (La ciudad de).— 12.
Toro (Fr. Alonso de).— 64.
Torre de Lobaton.— 295, 296.
Torrella (Gaspar).— x 25.
Torrellas(El Dr.).— 173, 174.
Trastamara (Conde de).— V. Alvarez
Ossorio (D. Pedro).
Treviño (El Conde de).— 79.
Trueba.— 457.
Túnez.— 179.
Urrea (D.' Aldonza de).— 63.
Valderas. — 90, 94, 96, 97, 445, 146,
448,449.
Valdés (Juan de).— 204.
Valencia.— 29, 56, 44,74, 406. 407,
Valla.— (Georgio),— 4 82.
— 5o3 —
Valladolid.— 24, 56, iO:i, i8i,48, H4,
159.
Vallés.-5i.
Var (Herroolao).— 182.
Vargas (El licenciado).~5o» 53, 99,
188.
Vega (El Dr.).- 106.
Vega (D. Hernando de la). Comen-
dador mayor. — 14, 5o, 188, 214.
Velasco (D. Juan de).— 22.
Vélez de Guevara (D. Pedro), Conde
de Ofiate.— 67.
Vélez de Guevara (D. Pedro), señor
de Salinillas.— 3i.
Venecia.— 53.
Versorío.— 49, 182.
Villalar.-36.
Villalobos, pueblo.— '2, 3.
Villalobos (Señor y Conde de).—
V. Alvarez Ossorio (D. Pedro).
Villalobos (Lorenzo de), hijo del au-
tor.—77, 83, 121.
Villavrciosa de Asturias.— 23.
Víllena (El Marqués de).— 48.
Vivar del Cid, lugar.— 33.
Vivero(LaSra).— 172.
Xevrcs (Mr. ;dc).— 2?, a5, 3i, 48, t8«
86, 45.
Xevres (Madama de).— 40.
Xuarez (El Dr.).— 72, 76, 77, 119.
Yrure (ElDr.)- 106.
Zafra.— 3, 6, 46. 49^ 78.
Zamora, 3, 13, i3, 34, 49, 496.
Zaragoza.— 30, 33, 34. 35, 38, 3o, 76,
3i3, 17.22,28,27,86,48,74.
Zúñiga (Alvaro de),— 43.
Zúñiga (D. Loisde).— 445.
Zúñiga y Guzman (D.* TeresaX~43.
Zúñiga y Sotomayor (D. FrancisooX
Conde de Benalcázar.— 43.
Zumel (El Dr.).— 34.
Zurita (Jerónimo de).<->3o.
SOCIEDAD
BIBLIÓFILOS ESPAÑOLES.
Excmo. Sr. D. Pascual de Gayángos.
Excmo. Sr. D. Braulio Antón Ramírez.
Excmo. Sr. D. José Almirante.
Excmo. Sr. D. José Fernandei Jiménez,
Excmo. Sr. D. Mariano Vergara.
Excmo. Sr. D. Francisco Asenjo Barbierí.
llroo. Sr. D. Santos de Isasa.
Sr. D. Vicente Vigrau.
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limo. Sr. D. Juan Facundo Ríaño.
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Excmo. Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo.
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Sr. D. José Maria Octavio de Toledo.
Sr. D. Manuel Rico y Sínobas.
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Sr. D. Anacleto Buelta.
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Excmo. Sr, Marqués de la Fuensanta del Valle.
, Sr. D. Francisco Moya.
La Biblioteca Nacional.
. Sr. D. Joaquín de Azpiazú y Cuenca.
28.
33.
36.
Excmo. Sr. D, Vicenii
Sr. D. Joaquín Ceballc
Sr. D. Sebastian de S(
Excmo. Sr. Marqués iJ
Excmo. Sr. D. Manuel
Sr. D. Fermín Hernán
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Sr. D. Mariano ZabáH
La Biblioteca del Mi ni
Sr. D. Emilio Rutz de
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41. Sr. D. Ricardo Ghacoi
43. Excmo. Sr. D. Emilio
44. Excmo. Sr. Conde de
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46. Sr. D. Nílo María Fab
47. Excmo. Sr. D. Luis d(
43. limo. Sr. D. Julián Zu
49. Excmo. Sr. Marqués d
50. Excmo. Sr. Marqués d
5 1 . Excmo. Sr. D. Justo F
52. Sr, D. RamoD López I
53. Excmo. Sr, D, Fermir
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5¡. Excmo. Sr. Duque de
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fiO. limo. Sr. D. Joaquín I
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»")4. Sr. D. Patricio Aguirr
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67. Sr, D. Juan Federico
G3. Excmo. Sr. D. arios
6a-
70-
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74-
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102.
103.
104.
105.
106.
107.
108.
Sr. I). Faiíaiar Sen:
L£ BiniíatES xis
5t. I). }qs¿ Oí
lime Sr. L. \lrnii^
Sr. li. rranngT üt
ELxcmz:. Sr MaraiKs^
Sr. IV rrHuziizr
Sr. I>. ^iaxuiC- R
5r. 1>. IsLaoTí: oc
EiiriDc. Sr. Aiamns^
Sr. I;. Liinc Imán
Sr. I». Anszi
L- T
1». 2>aJTano- at
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L¿ BinlioiszL of i¿ Tesa..
Sr. D. Fcrnannr r-n
Sr. D. JDat Ssm^A^zrr ^ ler
Sr. D. F^eoTt ?v
linic. S". 1 . ?:
Freáeni ^'. Cdj
Eicrn:.. S'. Manniés ot P.rai
Eicms. S' Aiirraiiff: at riit'.ii.
Ex:::!»:. S'. Mariis aí ^-
ExciDC. S". CDnat at "
Sr. D. Qi'iDS balL'^-]
Exczjc. S' L. /iiíir Ví,^»-!^
Exc^iD. S:-. !• 3trr"j*L f.yrijTirT
Sr. Cotí de dt Tt^r-t Penái.
IIü:^. Sr. 1>. "^'xze^Zí: át ^ Fici^
Sr. D. Fé^ii MetÍc ¿5 Um' 7 t Z.il3<
Sr. Mar^wés ¿e VsiiarTa
Sr. D. Luis de la Escosun.
Sr. Conde dc'Agramonte.
Sr. D. Manuel Ordi.
La Biblioteca del Ministerio de Fomento.
Sr. D. Mariano Bosch y Arroyo.
Sr. D. José Sancho Rayón.
Ezcmo. Sr. Marqués de Casa Loring.
Femando Arias Saavcdra.
lio. Sr. D. Alfonso Duran.
111. Sr. D. Enrique Suender y Rodríguez.
112. Doctor E. Thebussen.
113. Excmo. Sr. Duque de Frías.
114. Sr. Conde de San Bernardo.
115. Excmo. Sr. D. Eugenio Montero Rios.
1 16. Sr. D. José Moltó.
117. limo. Sr. D. Manuel Ortiz de Pinedo.
1 18. Excmo. Sr. D. Juan Guillen de Buzaran
1 19. Sr. D. José Antonio de Balenchana.
120. Sermo. Sr. Duque de Montpensier.
121. Serma. Sra. Condesa de París.
122. Sr. D. Marcial Taboada.
123. Excmo. Sr. D. Antonio María Fabié.
124. Sr. Conde de Roche.
125. Sr. D. Juan Martorell.
126. Excmo. Sr. D. José de Fontagud Gargollo
127. Excmo. Sr. D. Fernando Cotoner.
128. Sr. D. Enrique Rouget de Lóseos.
129. Sr. D. Eugenio de Nava Caveda.
130. Excmo. Sr. Marqués de Miravel.
131. Excmo. Sr. Conde de Casa Galindo.
132. Sr. D. Germán Knust.
133. Sr. D. José de Palacio y Viteri.
134. Sr. D. J. N. de Acha.
135. Sr. D.Juan Llordachs.
136. Sr. D. Juan Gualberto Ballesteros.
137. Sr. D. Pablo Cuesta.
138. limo. Sr. D. José Ignacio Miró,
139. Sr. D. Fernando Nuñez Arenas.
140. Sr. D. José Llordachs.
141. Sr. D. Laureano Pérez Arcas.
142. Sr. D. Ramón Sisear.
143. Sr. Gerold, de Viena.
144. Sr. D. Juan Martin Fraqui.
145. Sr. D. Joaquín Zugarramurdi.
146. Sr. D. Donato Guio.
147. Excmo. Sr. Conde de Morphy.
148. Excmo. Sr. D. Segismundo Moret.
149. Sr. D. Santiago Pérez Junquera.
150. Sr. D. Fidel de Sagarminaga.
d
51. Excmo. Sr. Marqués de San Carlos.
52. Sr. D. Vicente Poleró.
53. Excmo. Sr. D. Salvador de Albacete.
54. Sr. D. Federico Vhagon.
55. Sr. D. Benito Perdiguero.
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58. Sr. D. Antonio Pineda Cevallos Escalera.
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[61. Sr. D. Gabriel Sánchez.
[62. Sr. D. Santos María Robledo.
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[66. Sr. D. Eduardo Corredor.
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[68. Mr. Eugene Piot.
¡69. Sr. D. Luis Masferrer.
70. Sr. D. José Añilo.
[71. Sr. D. Francisco Cuesta.
72. Sr. D. Mariano Murillo.
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76. Sr. D. Enrique García de Ángulo.
77. La Biblioteca de la Academia del E. M. del Ejército.
78. La Biblioteca del Ministerio de Marina.
79. Sr. D. Federico Gillman.
[80. Sr. D. José Moncerdá.
[81. limo. Sr. D. Bienvenido Oliver y Esteller.
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[83. Excmo. Sr. D. Francisco de Cárdenas.
84. limo. Sr. D. Víctor Arnau y Lambea.
85^ Excmo. Sr. D. José Nuñez de Prado.
[86. Exmo. Sr. D. Antonio Rodriguez de Cepeda.
87. Sr. D. Miguel Guijarro Rodrigo.
88. Sr. D. Miguel Guijarro Ocaña.
[89. Excmo. Sr. D. José Gutiérrez de la Vega.
[90. Excmo. Sr. Marqués de Casa Irujo.
[91. Sr. D. Miguel Victoriano Amer.
e
iga* Sr. D. Leocadio López.
193. La Bibliotheque Nationale de Parfs.
194. Excmo. Sr. Conde de Toreno.
195. Sr. D. Luis María de Tro y Moxó.
196. Sr. D. Felipe Iturbe.
197. La Biblioteca de la Dirección del Registro Civil.
198. Sr. D. José de Oñate.
199. Excmo. Sr. D. Feliciano Herreros de Tejada.
200. Excmo. Sr. D. Eduardo F. San Román.
201. Sr. D. Francisco Iravedra.
202. Sr. D. Pedro Alvarez de Toledo y Acuña.
203. Sr. D. José Canosa y Martines.
204. La Biblioteca Imperial de Strassburg.
205. Sr. D. Fernando Holm.
206. Sr. D. Joaquin Fontes y Contreras.
207. La Biblioteca del Congreso de los Diputados.
208. Sr. D. Antonio Benitez de Lugo.
209. Mr. J. R. Lowell.
210. Sr. D. Wenceslao Ramírez de Villa-Urrutia.
211. Sr. D. Joaquin Valera.
212. Sr. D. Luis Carmena y Millan.
213. Sr. D. Emilio Sánchez Navarro.
214. Sr. Vizconde de Bétera.
215. Sr. D. José Lain y Guio.
216. Sr. D. José Enrique Serrano.
217. The Earl of Ducie.
218. Excmo. Sr. Marqués de Viluma.
219. Sr. D. Carlos Calderón.
220. La Biblioteca Real de la Universidad de Bonn.
221. Sr. D. Clemente Cortejen.
222. Sr. D. Miguel Albarran.
223. Excmo. Sr. Marqués de Trives.
224. Sr. D. Augusto Echevarría.
225. Sr. D. Victorino Arias Lombana.
226. Excmo. Sr. D. Saturnino Alvarez Bugallal.
227. Sr. D. Miguel Ginesta.
228. Sr. D. Nazario Calonje.
229. Sr. Conde de Bañuelos.
230. Sr. D. Federico Avecilla.
231. Sr. D. Urbano Lolumo y Barrios.
232. Sr. D. Eugenio Harzembusch é Hiríart.
f
133' f^icmo. Sr. Conde de Zavetlá.
134. Sr, D. Manuel María Peralta,
135. Mr. Richard Young Gibson, Esq."
136. Sr. D. Luis Tusquets.
137. Sr. D. Cirios Marta Ponie.
138. Sr, D. Luis Navarro.
139. Sr. Norman Mac CoU Esq.«
J40, Sr. D. Enrique María Alvarez y Mariinci.
141. Sr. D. Marcelino Menendez Pelayo.
241. Librería «Gutemherg.»
143. La Biblioteca de la Universidad de Barcelona.
244. Sr. D. Fernando Palha.
143. Sr. D. Juan Vidal.
24(1. Sr. D. Alonso Mesia de la Cerda,
247. Sr. D. Antonio Pai y Mclia.
248. Sr. D. Francisco Guillen y Robles.
249. Excmo. Sr. Conde Sallem.
230. Sr. D. Saturio Mariinez.
251. Sr. Marqués del Bosch de Ares.
.56.
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a6o.
aíi.
274.
276.
277. La Sociedad de Bibliófilos Españoles.
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SEÑORES SOCIOS FALLECIDOS
CUYA 8USCRICI0N CONTINÜAIC SUS PARIBNTES ó HEREDEROS.
S. M. EL REY D. ALFONSO XII.
i{i limo. Sr. D. Ramón Llórente y Lázaro.
lie limo. Sr. D. Ramón Miranda.
1^1 Sr. D. Antonio Martin Camero.
^ Sr. D. Marcos Sánchez.
)^ Sr. D. Juan Rodriguez.
ii< Sr. D. Mariano Fortuny.
líi Sr. D. Jorge Ticknor.
ijí Sr. D. Pedro Avial.
^ Sr. D. Antonio Novo.
)i( Sr. D. Rafael Aguilar y Pulido.
lií Sr. D. José Carranza y Valle.
)i( Excmo. Sr. D. Joaquín Ruiz Cañábate.
^ Excmo. Sr. D. Eugenio Moreno López.
iji Excmo. Sr. D. Cayetano Rosell.
iji Excmo. Sr. D. Francisco Millan y Caro.
>íi Excmo. Sr. D. José de Posada Herrera.
^ Sr. D. Mariano Soríano Fuentes.
^ Excmo. Sr. D. Severo Catalina.
^ Sr. D. Adolfo Rivadeneyra.
){( Sr. D. José de Santucho y Marengo.
){( Sr. D. Juan Manuel Ranero.
>í< Excmo. Sr. Marqués de la Torrecilla.
\
JUNTA DE GOBIERNO.
Vtcc-PRESíDENTe . ... Escmo. Sr. Marqués de la Fuensanta il
Valle. — Alcaló, 49 duplicado, 4.'*.
Tesorero Sr. D. José Antonio de Balenchana.-^
Reina, 24, bajo.
Contador
Secretario primero. Sr. D. José Maria Octavio de Toledo í-
Pretil de los Consejos, 5. i."
SicRETARto SEGUNDO. Excmo- Sr. D, Antonio María Fabié. —
San Onofre, 5, 1."
ÍEicmo. Sr. D. Pascual de Gay^ngos.
Sr. D. Mariano Zabalburu.
Excmo. Sr. D. Francisco Afcnjo Barbicri.
Sr. D.
LIBROS PUBLICADOS
POB LA
SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS ESPAÑOLES,
I. Cartas dc Eugenio Sal azar, por D. Pascual de Gayángoa.
Tirada de 300 ejemplares. Agotada la edición.
II. Porsías oc D. Francisco db Rioja, por D. Cayetano A. de
la Barrera. Tirada de 300 ejemplares. Agotada la edición.
III. RaLAClONtCS DE ALGUNOS SUCESOS DB LOS th-TIMOS TlUfOS
DEL REINO DE Granada, pof D. Emilío Lafuente Alcántara. Tirada
de 300 ejemplares. Agotada la edición.
IV. Cinco cartas político-literarias db D. Diego SARMiBinD
DE Acuña, Conde de Gondomar, por D. Pascual de Gayángoa.
Tirada de 300 ejemplares. Agotada la edición.
V. El libro de las aves de ca^a, del Canciller Pedro Loru
DE Avala, con las glosas del Duque db Alburquerque. Tirada
de 300 ejemplares. Agotada la edición.
VI. Tragedia llamada Josefina, de Micael db Carvajal, por
D. Manuel Cañete. Tirada de 300 ejemplares. Gratis para io$
socios. Agotada la edición.
VII. Libro de la Cámara Real del Príncipe D. Juan, di
Gonzalo Fernandez de Oviedo, por D. José María Escudero
de la Peña. Tirada de 300 ejemplares. Agotada la edición,
VIII. Historia de Enrrique fi de Oliua, Rey de Iherusalbh,
Emperador de Constantinopla , por D. Pascual de Gayángoa*
Tirada de 300 ejemplares. Agotada la edición.
IX. El Crotalon de Christophoro Gnophoso. Tirada de )oo
ejemplares. Agotada la edición.
X. Don Lazarillo Vizcardi, de D. Antonio Exihbno, por
D. Francisco Asen jo Barbieri. Dos tomos. Tirada de 300 ejemplft-
res. Agotada la edición.
XI. Relaciones de Pedro de Gante, por D. Pascual de Go-
yángos. Tirada de 300 ejemplares. Gratis forft las socios. Ag9*
tada la edición.
XII. Tratado de las batallas y ligas de los ej£rc:tos i-i
Emperador Carlos V, desde i 52 i hasta 1545, por Martin Garcí
Cereceda. Tomos i, 11 y iii. Tirada de 300 ejemplares. Agotai
la edición,
XIII. Memorias del Cautivo en la Goleta de Túnez, p^
D. Pascual de Gayángos. Tirada de 300 ejemplares. Agotada I
edición.
XIV. Libro de la Jineta y descendencia de los caballa
GUZMANES, por D. José Antonio de Balenchana. Tirada de 3c
ejemplares. Agotada la edición,
XV. Viaje de Felipe segundo k Inglaterra, por D. Pascu;
de Gayángos. Tirada de 300 ejemplares. Agotada la edición.
XVI. Tratado de las epístolas, y otros varios, de Mose
Diego de Valera, por D. José Antonio de Balenchana. Tirad
de 300 ejemplares. Agotada la edición.
XVII. Dos obras didácticas y dos leyendas, sacadas de m;
nuscritos de la Biblioteca del Escorial, por D. Germán Knus
Tirada de 300 ejemplares. Agotada la edición.
XVIII. Divina retribución sobre la caída de España t
TIEMPO DEL noble ReY D. JuaN EL PRIMERO, DEL BaCHILLI
Palma, por D. José María Escudero de la Peña. Tirada de ye
ejemplares. Agotada la edición.
XIX. Romancero de Pedro de Padilla, por el Marqués c
la Fuensanta del Valle. Tirada de 300 ejemplares. Agotada i
edición.
XX. Hf.lacion de la jornada de Pedro de Orsúa á Omagi
Y AL Dorado, por el Marques de la Fuensanta del Valle. TiraJ
de 300 ejemplares. Agotada la edición.
XXI. Cancionero General de Hernando del Castillo, p(
D. José Antonio de Balenchana. Dos tomos. Tirada de 3<
ejemplares. Agotada la edición.
XXII. OnRAS DE Juan Rodríguez de la Cámara (ó del Pj
dron), por D. Antonio Paz y Mélia. Tirada de 300 ejemplares.
XXIII. Kl Pelegrino curioso, por D. Pascual de Gayángo
Tirada de 300 ejemplares.
XXIV. Cartas de Villalobos, por D. Antonio María Fabi
Tirada de 300 ejemplares.
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