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Full text of "Anales de la Academia de Ciencias Mdicas, Fsicas y Naturales de la Habana"

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-D. ANTONIO MESTRE y D. MARCOS DE J. MELERO. 


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ESTABLECIMIENTO TIPOGRAYICO DE SOLER, ALVAREZ Y COMPAÑIA 
1090 Eo calle de Riela, número 40. 
1889. 


ANALES 
NEAL ACADEMIA DE CENIAS MEDICAS, IAS Y NATURALES 


DE LA HABANA. 


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REVISTA CIENTIFICA. 


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DE LA 


HEAD ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATORALES 


DE LA HABANA. 


REVISTA CIENTIFICA. 


DIRECTORES, 


DR. D. ANTONIO MESTRE y D. MARCOS DE J. MELERO. 


TOMO IV. 


HABANA. 
IMPRENTA “LA ANTILLA,” 


CALLE DE CUBA NUMERO 01. . 


1867. 


6 


en recompensa de los afanes y desvelos que siempre habia de- 
mostrado por perpetuar y engrandecer ála Academia, 

Terminado su discurso, leyó el Secretario la reseña de las 
tareas que ocuparon á aquella durante el pasado año de 1866 
á 1867, analizando las diversas discusiones que se habian sus- 
- citado en el seno de la Corporacion, recorriendo los trabajos 
que se habian llevado por ella 4 efecto ó que habia recibido 
de otras personas, y dando á conocer sus ideas sobre la via que 
debe seguir la Academia para estudiar con esperanzas de un 
resultado cierto los asuntos que someta á su exámen. 

Concluida la lectura del Secretario, hizo el Dr. Mestre los 
Elogios de los tres miembros que habian fallecido: el Ldo. D. 
Jorge Ledo, miembro de número; D. Eusebio Jimenez y el Dr. 
D. Marco-Aurelio Rojas, ambos corresponsales, —conforme á lo 
dispuesto en los Estatutos de la Academia. 

Habiéndose acordado en una de las anteriores reuniones co- 
locar el retrato del Dr. Gutierrez en el salon de sesiones, tomó 
la palabra el Sr. Michelena para encomiar la fundacion, recor- 
dar cuanto debe el cuerpo á su infatigable promotor, y los de- 
rechos que indudablemente tiene adquiridos á la gratitud y 
al respeto de todos. 

Dispuesto tambien en los Estatutos, que se dé conocimien- 
to al público de las proposiciones elegida para los premios de. 
nuevo año académico, leyólas el Vice-Secretario, segun se in- 
sertan mas adelante. 

Y con esto quedó concluido el acto, habiendo asistido á él 
una numerosa concurrencia. 


Discurso DEL Dx. Don Nriconas José GUTIERREZ, PRESIDENTE 
DE LA ACADEMIA. 


Excmo. Sr., queridos colegas, Sres.—Hace hoy seis años que - 
celebramos la inauguracion de esta Real Academia de Cien- 
cias médicas, fisicas y naturales creada por disposicion So- 


/ 

berana, que alentó y aprobó así los esfuerzos de los que no so- 
lo esperaban de la institucion el adelantamiento de la ciencia 
médica en el pais, sino alcanzar tambien con ella la dignidad 
y merecimientos á que son acreedores los que se dedican al 
ejercicio de tan humanitaria profesion. En efecto, Sres., la Aca- 
demia debiera ser como el ara santa sobre la que viniera á 
ofrecerse en holocausto el fruto de nuestros estudios, de nues- 
tra experiencia, de nuestras lucubraciones: entónces ¡ah! testi- 
go el público de tanto afan, de tanta consagracion, no nos mi- 
raria en lo adelante como colegas de un gremio interesado, que 
como otros muchos trabajan solo para llenar las necesidades de 
la vida y acumular riquezas, sino como los mejores amigos de 
la humanidad, decididos por su salud y consuelo, y entregados 
con abnegacion, con amor, con entusiasmo, á mision tan noble 
y generosa como excitadora, en fin, de cordial estimacion y hon- 
ra perenne. 

Sin duda mucho ántes de erigirse esta Real Academia no 
faltaron profesores recomendables por su ilustracion, aprecia- 
bles por su talento y por sus tareas; pero apénas ó nada pudo 
aprovechar la ciencia de sus estudios, práctica y experiencia, 
porque poco ó nada comunicaron á sus compañeros: careciendo 
de medios y de oportunidad, ni trasmitieron á la posteridad 
en escritos sueltos ó en publicaciones especiales los resultados 
de sus investigaciones; y como el público por otra parte no po- 
dia estar al cabo de sus conocimientos por no haber institucio- 
nes donde se hicieran patentes, confundíalos el vulgo con los 
charlatanes y medía su opinion por el tamaño ó círculo de sus 
clientelas, 6 mas comunmente por el número mas ó ménos 
grande de las defunciones que en sus prácticas ocurrian, su- 
cediendo no pocas veces que la envidia y mal querer de algu- 
nos acrecentaban el cargo de las cifras mortuorias; gracias si 
alguna vez, y como queriendo embotar el dardo maligno de la 
injuria, ó hacer ménos profunda la herida, solian lanzar la fle- 
cha del descrédito acompañándola con esta aleve frase: “Tal 
Doctor es un sabio, pero sumamente desgraciado.” 

¿Seguirán aquellos dias? ¡Oh nó! La Real Academia empie- 
za ya á obtener el feliz éxito que de su creacion se prometian 
sus fundadores: mediante la redaccion de sus Anales, el pú- 


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blico está al corriente de sus trabajos en pro de la ciencia, y 
los profesores adquieren noticias satisfactorias de los adelanta- 
mientos que diariamente se alcanzan, y que sin esta publica- 
cion quedarian ignorados en la mayor parte. Así, con la lec- 
tura de interesantes memorias que se oyen en las sesiones pú- 
blicas y por las discusiones que vienen en pos y las ilustran, 
se va despertando la emulacion honrosa y el amor al bien de 
la ciencia, que si existian ántes, eran estériles ó inútiles. No 
así ahora con el campo abierto á esos vivos estímulos, que, se- 
guifán proporcionando á no dudarlo en lo adelante el crédito 
de la institucion y la estabilidad de sus auspicios. | 

No empero se han pasado estos seis años sin alternativas de 
gozo y contento, de ansiedad y sinsabores, respecto del progre- 
so y consolidacion de la Real Academia: los que de entre sus 
miembros han permanecido fieles 4 sus compromisos y han ali- 
mentado con celo y fervor su fidelidad á la ciencia y á la huma- 
nidad, han sostenido enérgicamente su bandera, rechazando 
con vigor las acometidas inexplicables de propios y extraños, 
que casi desde la infancia de la Real Academia han intentado 
con tenaz ahinco el perturbarnos: las deserciones se reempla- 
zaron inmediatamente, y los nuevos campeones cerrando las 
brechas de unos cuantos dias, han hecho imposible la repeticion 
de los asaltos. El pabellon que se enarbolara el 19 de Mayo de 
1861 ondea magestuoso aun, y los que militamos debajo de él 
no cedemos en valor, en fé y en entusiasmo á los que debajo 
del de la patria comun la sirven y la defienden. 

Complace el espectáculo, Sres., si recordais los trabajos que 
ocuparon á la Corporacion en el año anterior, expuestos por 
nuestro Secretario en la última sesion solemne. Si los comparais 
con los del que hoy termina y que oireis en la reseña de ellos, á 
que dará lectura inmediatamente, ya notareis como estos no han 
sido inferiores en número ni ménos interesantes que aqueilos, 
patentizándose así la verdad de lo que acabo de exponer, es 
decir, que en nada ha influido la lucha contra la marcha y vi: 
talidad de la institucion. 

Y aun hay mas para su porvenir: la reforma de sus Estabtu- 
tos, presentados al Gobierno hace algun tiempo, casi está en 
el último de los trámites que se creyeron necesarios para la 


9 


aprobacion que ha solicitado la Academia: lograda que sea se- 
gun es de esperarse, la Academia se encontrará con ámbito mas 
vasto donde extender sus estudios, sus investigaciones y tra- 
bajos, así como con mayor número de obreros que emplear en 
las tareas. 

Además, poseemos ya este local que nos ha cedido el Gobier- 
no conforme á lo dispuesto por nuestra augusta Soberana: ya 
hay lugar donde tener seguro el archivo y fijar la Secretaría, 
irformando un museo y una biblioteca, que pronto ha de pres- 
tar sus servicios, pues contamos con gran número de obras, de- 
bidas no solo á los Sres. académicos, sino á muchos profesores, 
y á otros tambien, que sin ser médicos, aman la ciencia y se 
interesan en su progreso. 

Mostrarémos sin embargo el sentimiento inexcusable de que 
el cuerpo de profesores de la Isla no haya correspondido al lla- 
mamiento de la Real Academia, que por medio de los progra- 
mas de proposiciones y premios no ha cesado de hacerle anual. 
mente en sus sesiones solemnes, para que con sus conocimien- 
tos y experiencia ilustren varios puntos de la ciencia en gene- 
ral y especialmente muchos oscuros todavía sobre nuestras en- 
fermedades endémicas, que nunca pierde de vista la institu- 
cion al redactar sus programas, persuadida como está de ser 
estos males los que en sus trabajos deben merecer la preferen- 
cia. —Lamenta el silencio, es verdad; pero así y todo, no se pet- 
mite la Academia atribuirlo á pereza de parte de los invitados, 
ni al olvido del deber que le impone al médico hacer cuanto 
en él esté por el progreso de la ciencia y para enriquecer sus 
conocimientos á tal grado que al perder el enfermo, puesto á 
su cuidado, pueda decir con tranquila conciencia, “no se murió 
por miignorancia:” inclínase mas bien la Academia á creer, que 
siendo árduas las cuestiones propuestas y necesitándose mucho 
estudio y larga experiencia para resolverlas, no era posible aco- 
meter la empresa con solo un año de plazo. En esta creencia se 
ha variado el programa de proposiciones formulando las que 
servirán para el año en que vamos á entrar, de tal modo que 
sin dejar de ser tan interesantes como las anteriores, sean sin 
embargo mas fáciles de resolver en corto tiempo. 


Sea tambien ocasion oportuna la presente para pagar un 
T, IV—2 


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justo tributo de obsequio y de pesar á la memoria de los miem 
bros que han dejado nuevos vacíos en la Academia en el dis- 
curso de este último año. Aun no consolados de las pérdidas 
que lamentamos en la postrera sesion solemne que tuvimos, nos 
ha arrebatado la muerte á nuestra estimacion y cariño en un 
tiempo demasiado corto á los académicos corresponsales D. 
Marco-Aurelio Rojas y D. Eusebio Jimenez, y al de número, 
nuestro amigo y discípulo, el Ldo. D. Jorge Ledo, que por sus 
conocimientos, por sus bellas cualidades de espíritu y de co- 
razon, por el afecto que profesaba á la Academia aun mucho 
ántes de pertenecer á ella, por los diferentes trabajos con copia 
de ciencia y de erudicion que presentó en varias sesiones, y 
por otros que habia emprendido aun entre los padecimientos 
del mal que le condujo al sepulcro, harán que se mantenga vi- 
vo en nuestra memoria y no cesemos de lamentar su pérdida 
para la ciencia, para sus amigos y para sus compañeros. 

Los dos estimados académicos corresponsales han poseido 
sin duda el secreto de perpetuar su recuerdo en alas de la opi- 
nion. Sí, debo decirlo—las virtudes, el saber, la filantropía, el 
amor á las ciencias y la perenne laboriosidad para propagar 
la ¡dustracion, harán vivir en el pueblo de Moron á D. Eusebio 
Jimenez, y la generacion presente agradecida le hará traspor- 
tar al porvenir, siempre respetado su nombre, siempre querida 
su fama:—el otro, D. Marco-Aurelio Rojas, génio emprende: 
dor, con grandes conocimientos y no comunes cualidades de es- 
píritu y de corazon, reveladas en sus obras y que realzan su 
memoria imperecedera, acompañada con el dolor de su muerte 
prematura, pues ha privado á la ciencia y á la humanidad de 
uno de sus mas escogidos servidores. ¡Ojalá que el elogio que 
va á hacerse de estos tres ilustres finados, no sirva solo para 
sabisfacer una deuda de honor á su sepulero, sino para alentar 
con tan bellos ejemplos el corazon y la virtud de los vivós! 

Mas ántes de concluir sean mis últimas palabras á vosotros 
queridos y estimados colegas, por tantas y tan marcadas de- 
mostraciones de benevolencia y amistad, no interrumpidas en 
los seis años que van corridos desde la creacion de este insti- 
tuto. En el puesto que me concedeis con tanto desprendimien- 
to, oidme:...... me lo concedeis tan solo, porque estais seguros 


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y penetrados de mis buenos deseos en pro de la ciencia que he 
ejercido por muchos años, siempre con amor, siempre con el 
mismo entusiasmo con que la abracé. Miro agradecido como un 
premio de vuestra mano el hallarme en la Presidencia, como una 
recompensa á los afanes y los desvelos que me costara la crea- 
cion de esta Real Academia y los que me cuesta aun hoy dia 
por perpetuarla y engrandecerla. No empero me ciega tanto 
el amor propio, que me juzgue acreedor á la singular distin- 
cion que acabais de dispensarme, pues debí creer quedaba su- 
ficientemente galardonado con la triple reeleccion con que me 
honrásteis en los bienios anteriores, sin necesidad de pasar á 
una cuarta, que ha venido á impedir, por otra parte, que turne 
entre vosotros todos honra tan señalada, 

Al hacer esta confesion con la ingenuidad propia de mi ca- 
rácter, os ruego que acepteis mi sincero y cordial reconocimien- 
to y que continueis dándole dias de brillo y esplendor con 
vuestra ciencia y laboriosidad á la Real Academia de Ciencias 
médicas, físicas y naturales erigida el dia 19 de Mayo de 1861. 


RESEÑA DE LAS TAREAS QUE HAN OCUPADO A LA RkEaL ÁcADE- 
MIA DE CIENCIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y NATURALES DE LA HABA- 
NA, DURANTE EL AÑO ACADÉMICO DE 1866 Á 1867; Por el 


Ldo. D. José Francisco Ruz. 


Excmo. Sr. y Sres.:—0Os felicito y me felicito de encontrar: 
nos todavía aquí reunidos el dia 19 de Mayo de 1867, que mar- 
ca el sexto aniversario de esta Academia. Hemos vivido y he- 
mos trabajado; hemos aspirado y hemos hecho cuanto ha sido 
posible para sostener este Cuerpo patriótico, que aunque mo- 
desto en sus formas, es un altar mas en donde se quema in- 
cienso en holocausto á la ciencia, No porque yo crea que nues- 
tra hora científica señala el mismo espacio de tiempo que indi- 
ca el cuadrante de la civilizacion; no porque yo crea que nues: 
tra pausada marcha pueda seguir el rápido movimiento con 


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que el progreso se adelanta en nuestros dias; sino porque he- 
mos aspirado y hemos trabajado, y aunque no actores de so- 
bresaliente mérito, no hemos sido espectadores indiferentes del 
incesante labor y el infatigable afan de marchar adelante, que 
es el mejor signo de la vida intelectual de los pueblos. 

Tambien os felicito de que asistamos al espectáculo que la 
medicina exhibe orgullosa en la época que atravesamos; por- 
que, como el eminente publicista "Phiers, amamos tanto nues: 
tro siglo como nuestra patria; pues sl la patria fué el lugar 
que Dios nos designó en el espacio, muestro siglo fué el lugar 
que nos designó en el tiempo. ' 

Los años que pasaron nos han dejado sus verdades en sus 
errores; pero nos pusieron sobre la obra; nos comunicaron el 
impulso, y con asombro hemos visto realizarse lenta, pero cons- 
tantemente, prodigios de adelanto. Examinad la órbita que 
hemos recorrido: fijad el punto de partida y el término que 
tocamos. Del feticismo y la alquimia, rodando los tiempos, na- 
cieron la física y la química. De las ideas vagas, esparcidas, 
sin forma ni cohesion de los tiempos primitivos; de los siste- 
mas especulativos; de las teorías arruinadas se elevan hoy fuer- 
tes y majestuosas la anatomía y la fisiología, que como tuve 
la honra de deciros en otra ocasion, avanzan á marchas forzadas, 
ganando triunfos dia por dia y hora por hora. Una nueva cien- 
cia se formula bajo el campo del microscopio, que nos enseña 
cuantas grandes verdades se escondian en lo-pequeño del áto- 
mo y de la célula. Y ahora, calculad los progresos de la pato- 
logía con los recursos que posee, con el espíritu de análisis y 
experimentación que la agita y que la impulsa. Es muy im- 
ponente y majestuoso el espectáculo de la ciencia-—el sob no se 
pone nunca en sus dominios: —por todas partes obreros y talle- 
res, productos y cambios. Marcha por un sendero mas recto; 
abandona las quimeras y los sueños; sacude el polvo de los 
sistemas caldos, y á todo el que se levanta le pide el fundamen- 
to 6 la prueba en la experimentación. En vez de agotar sus 
fuerzas tratando de vencer lo imposible, penetrando en lo in- 
finito de lo incógnito, estudia y analiza, compone y descompo- 
ne, interroga y escucha, generaliza con reserva, y concentran- 
do todas sus fuerzas, buscando mejores vias de investigacion 


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avanza mas, por lo mismo que avanzando ménos, el paso es 
mas seguro y el terreno mas firme. 

La medicina sigue el rumbo que le marca esta filosofía exac- 
ta y fecunda: rehace sus fundamentos, se levanta con mas or- 
denado sistema, y apoyándose en el armónico concurso de to- 
das las ciencias que le son feudatarias, asegura su imperio en 
el porvenir. No se lanza en el campo fácil de la especulacion, 
sino en el estudio árido y dificil de los hechos. Sí, señores, la 
fisiología y la anatomía, la química y la física, la lente y el 
reactivo, encierran la solucion, el complemento ó la prueba de 
todas las doctrinas. Porque si no se edifica con ellos, se edifica 
sobre arena y se construye en el aire. No es posible, se dirá, 
resolver toda incógnita con esta fórmula inflexible: es cierto, 
pero cuando estos recursos son impotentes 6 incompletos, no 
tenemos la misma fé científica en las demostraciones del racio- 
nalismo. Y entiéndase, que para nosotros está la razon ante 
todo, pero para que la razon busque y encuentre en esta via los 
elementos que sirvan para construir los cimientos de una cien- 
cia positiva y verdadera. ¿Qué es la medicina como ciencia na. 
tural, sino el estudio, la clasificacion y la descripcion de la en- 
fermedad? La enfermedad que no es mas que el trastorno físi- 
co, químico ó dinámico del organismo.—La materia y la fuer- 
za, el cuerpo y la propiedad; ahí es necesario trabajar, porque 
solo esta parte es accesible á nuestros medios de investigacion. 
S1 hay algo mas, no podemos saberlo; no podemos averiguar- 
lo, y caemos en el vampo de la hipótesis y de la abstraccion, 
de la duda y de la fantasía. 

Las academias que son centros de mútuo estímulo y trabajo 
deben seguir este derrotero. Y por eso la Academia de la Ha- 
bana, mas que ninguna otra, debe inspirarse en estos princi- 
pios, dando á sus debates y tareas el carácter positivo de la 
ciencia. 

Ocupémonos ahora de trazar la reseña del año que hoy ter- 
mina para nosotros. —Recojamos, para escribir su historia, las 
hojas sueltas que dejamos en cada sesion: recorramos y exami- 
nemos lo que hemos hecho, y al presentar los documentos pa- 
ra que nos juzguen, juzeuémonos á nosotros mismos y que 
nuestro ejemplo nos sirva de satisfaccion y estímulo, 4 fin de 


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que procuremos mejorarnos. La celebracion de un aniversario 
seria una fiesta mezquina, si no sirviese mas que para conmemo: 
rar una fecha. Hay algo mas importante y solemne en estas 
ceremonias científicas, y ya lo hemos dicho en idéntica ocasion. 
Hoy es el dia del exámen, el dia de la contricion, para arre- 
pentirnos ó alegrarnos con la satisfaccion de haber cumplido 
con nuestro deber. Al ver agrupadas, unidas y clasificadas 
nuestras obras, podemos comprenderlas en su conjunto, apre- 
ciarlas en sus detalles; deducir el aumento de vitalidad, la su- 
ma de progreso, el atraso Ó desfallecimiento de nuestras fuer- 
zas, para en todo caso, con sincera lealtad y profunda convic- 
cion, seguir nuestra marcha ó cambiar el rumbo. 

Se abrió el año académico que expira hoy con una de las 
cuestiones mas trascendentales é importantes; cuestion en que 
se mezclan los principios de la higiene pública con los intere- 
ses del comercio. Determinar si debian sustituirse las cuaren- 
tenas y cordones sanitarios por un sistema de ventilacion en los 
buques durante su travesía. El Sr. Fernandez de Castro trajo 
al seno de la Academia esta tésis, solicitando el celo y el inte- 
rés de sus compañeros, exponiendo sus opiniones con vasto 
acopio de erudicion y excelente criterio, procurando modesta: 
mente no penetrar en los dominios de la medicina. Todos los 
académicos contribuyeron al esclarecimiento de la verdad; unos 
en contra, y otros en favor de la tésis. Desde el momento se 
alistaron bajo la bandera del contagio los Sres. Michelena, Luz 
Hernandez y Galan, los cuales aceptaban las ideas del Sr. Fer- 
nandez, como preceptos útiles en todo tiempo, pero impoten- 
tes para oponerse 4 la propagacion de ciertas enfermedades 
epidémicas. El Sr. Galan, con una insistencia y una constan- 
cia digna de todo elogio, fué el esforzado defensor de los cor- 
dones y cuarentenas, llegando hasta sostener, que si habian si- 
do estos ineficaces, era porque no fuéron nunca bastante rígi- 
dos y severos. Habló de la historia de las epidemias, de la in- 
feccion y el contagio, del itinerario del cólera, relatando ejem- 
plos de su trasmision por el curso de los rios, la marcha de los 
ejércitos y las comunicaciones del comercio. Para defender las 
ideas del Sr Fernandez de Castro, pidieron la palabra los Sres. 
Zayas (D. Joaquin), Dumont, Havá y Secretario; combatieron 


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las teorías del contagio y por consiguiente los preceptos que 
de ellas derivan; sostuvieron que, era en otros recursos y en 
otras medidas donde debian buscarse los elementos necesarios 
para conjurar el peligro: que la experiencia habia demostrado 
la inutilidad de los cordones y cuarentenas, y la superioridad 
de la higiene en consonancia con los preciosos beneficios de la 
asistencia domiciliaria y la abnegacion de los médicos; que era 
indispensable no solo llevar consuelos y medicinas á los inva- 
didos, sino tambien derramar con mano pródiga socorros á las 
clases mas amenazadas.—El Sr. Havá manifestó que el cólera 
no habia seguido el curso de los rios, sino atacado á los hom- 
bres en los lugares en que vivian: que bajo la influencia epi- 
démica hacia mayores estragos allí donde se reunian peores 
condiciones higiénicas, y que por último, el terrible azote no 
habia sido detenido por las montañas mas altas, ni que era po- 
sible sujetar á ninguna regla su marcha irregular y devasta- 
dora.—El Sr. D. Ambrosio (+. del Valle disertó sobre.el mismo 
asunto, aconsejando quese tuviese mucha reserva para no 
aventurar opiniones demasiado decisivas acerca de problemas 
que no estén resueltos; agregando, que tal vez no estaba leja: 
no el dia en que los progresos de la química y del microscopio 
arrojasen suficiente claridad sobre estas oscuridades de la cien- 
cia, asegurando que el sistema propuesto por el Sr. Fernandez 
de Castro se habia ensayado sin éxito en la fragata Glotre. 
Esta discusion se promovió en el seno de la Corporacion. 
cuando preocupaba el ánimo de todos sus miembros el temor 
de una próxima invasion del cólera asiático, que habia asola- 
do la Europa, y que, salvando el Atlántico, visitaba la Amé:- 
rica.—Por este motivo despertó mayor interés y calor. Para 
darle todavía mas vida, el Gobierno previsor habia pedido una 
consulta, á fin de que este cuerpo formulase los consejos y pre- 
ceptos á que debia sujetarse la poblacion, dado el caso de que 
el funesto viajero tocase por tercera vez nuestras playas. Mu- 
chas sesiones empleó la Academia en discutir todos los puntos 
- que envuelve este complicado y nebuloso problema, en que se 
tocan la patología y la higiene, la administracion y el comer- 
cio. Nos complacemos en hacer constar, para honra de los tra- 
bajadores, que el litigio siguió una marcha metódica y severa, 


16 


en armonía con la gravedad del asunto que lo motivaba. To- 
das las cuestiones secundarias fuéron examinadas y juzgadas. 
El contagio y la infeccion, las cuarentenas y cordones sanita- 
rios, todo fué calurosamente defendido y enérgicamente com- 
batido. Tócale al Sr. Fernandez de Castro el lauro de haber 
inaugurado una discusion, cuyo mérito es inútil recomendar, 
y merece tantos mas elogios este académico, cuanto que sien- 
do ajeno á estos estudios especiales, demostró una vez mas su 
excelente buen sentido y la erudita moderacion con que siem- 
pre se ha distinguido en sus profundas disertaciones. La Aca- 
demia le es deudora de trabajos de reconocido mérito, y el Se- 
cretario experimenta suma complacencia al consignarlo. 
Llama dolorosamente la atencion que á pesar de la discor- 
dancia de las doctrinas y de las convicciones médicas todos es- 
tuvieron unánimes para condenar el punible abandono con que 
en nuestro pais se miran los preceptos de la ciencia en las apli- 
caciones 4 la Higiene, lamentando la importancia que suele 
darse á las exigencias del ornato, sacrificando rutinariamente 
lo útil á lo bello, lo indispensable 4 lo accesorio. La mas san- 
ta 6 imprescindible de las obligaciones del Estado, es la vigi- 
lancia, el cuidado, la prevision y el desinterés, con que deben 
dar la preferencia á todas las cuestiones que reclaman con el 
bienestar y la salud de las clases deseraciadas, que la desigual- 
dad ha colocado en el extremo de la escala social. El gobierno 
que cumple con esa mision, y logra disminuir la cifra de mor- 
talidad de una poblacion, ha hecho bastante para merecer el 
aplauso mas honroso que pueda tributarle un pueblo agrade- 
cido, Si la Academia no hubiese producido mas resultado que 
la redaccion de los consejos con que respondió al llamamiento 
de la Autoridad, ya habria dado lo bastante para poder decir 
hoy, que el año no se habia perdido. No porque querramos atrl- 
buirle una importancia científica que no tiene, sino por los be: 
neficios que pudo haber reportado á la comunidad. Tuvo el 
Secretario la honra de ejecutar la parte mas fácil de aquella 
obra, y los Sres. Mestre y Havá la de escribir lo mas difícil y 
lo mas necesario. El Sr. Mestre no necesita elogios, y en cuan- 
to al Sr. Havá hizo lo que todos esperaban de su talento. Pa- 
ra trazar los consejos que debian seguir nuestros campesinos, 


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era menester hacer algo nuevo; pues aunque los principios de 
la ciencia son universales, es indispensable estudiar las cosas 
de cerca para aplicarlos y modificarlos, segun las distintas con- 
diciones de clima y clases.--Si los Sres. Mestre y Havá espe- 
raban que sus nombres quedasen ocultos en la unidad colecti- 
va de la Academia, la justicia me impone el deber de decir 
que aquella obra les pertenece exclusivamente. Al cerrarse es- 
ta discusion, que marca un período del año, el Sr. Havá lanzó 
una proposicion nueva que espera su demostracion, tiene este 
compromiso pendiente, y al indicarlo de paso, se lo recorda- 
mos: —“Ll cólera a esla misma especie nosológica que 
el cólera esporádico.” 

Apénas concluyeron estos debates, y espe de algunos 
otros de carácter secundario sobre diversos puntos de Patolo- 
gía, Higiene y Medicina Legal, comenzó una nueva discusion 
no ménos trascendental y útil que la primera, pues giraba so- 
bre un tema lleno de interes, de actualidad y de enseñanzas 
prácticas, como es discutir y fijar el valor semiótico del micros: 
copio, comparándolo con los otros elementos generales de la 
clínica. Pero antes de empeñarnos en esta relacion, pensamos 
que seria oportuno recomendar con toda la eficacia de nuestra 
palabra, una idea emitida por el Sr. Censor acerca de la nece- 
sidad de establecer un Consejo Superior de Salubridad públi- 
ca, que no se limitase simplemente á redactar preceptos y es- 
cribir disertaciones, sino que tuviese á su cargo vigilar el exac- 
to cumplimiento de sus prescripciones, promoviendo, dirigien- 
do y distribuyendo los recursos que se pusiesen á su disposi- 
cion. Así se lograria la unidad, la armonía y el acuerdo de to- 
das las disposiciones, cuyo vigor 'se pierde con la separacion 
de sus elementos, y cuya fuerza se debilita á medida que se re- 
parte en los distintos resortes del mecanismo complicado que 
constituye la administracion. 

En una de las sesiones, nuestro colega el Sr. Galan hizo una 
curiosa comunicación acerca de un tumor juzgado canceroso, y 
que no era mas que un lipoma; asegurando que en todos estos 
casos debia recurrirse al microscopio, como el Juez mas abona: 
do de la exactitud del diagnóstico.—Los Sres. Valle, Michelena, 


Presidente y Secretario pidieron sucesivamente la palabra pa- 
T, Iy—8 


18 


ra combatir la doctrina del Sr. Galan y defender la superiori- 
dad de los caractóres clínicos sobre los signos microscópicos, 
esforzándose en demostrar que, á pesar de los indudables ade- 
lantos de la histología, todavía la lente no habia adquirido el 
grado de certeza que se proclamaba: que habia dado mucho, 
prometia mas, sin haber aun alcanzado semejante infalibilidad. 
——El Sr. Galan, con gran acopio de datos y argumentos, y con 
el talento y la instruccion que hemos sido los primeros en re- 
conocerle, sostuvo en un luminoso trabajo los fueros del mi- 
eroscopio y el prestigio de la histología, recorrió la historia en 
sus adelantos y demostró los innumerables servicios que dia- 
riamente nos presta en sus infinitas aplicaciones. --Sus antago- 
nistas redoblaron la energía de sus ataques, y el Secretario con 
hechos y razonamientos trató de responder á la sólida argu- 
mentacion del Sr. Galan. El Sr. Havá terció en el debate para 
indicar, que tanto los antagonistas como los defensores del mi- 
croscoplo habian exagerado sus opiniones, y que tenia la satis- 
faccion de advertir que en el curso de la polémica todos ha- 
bian modificado sus creencias, dejando al microscopio en el al. 
to lugar que le corresponde, sin.pedirle lo que todavía no pue: 
de darnos, pero sin negarle ninguna de las hermosas conquis- 
tas que ha logrado.—En esta ocasion, el Sr. D. Vicente A. de 
Castro hizo uso de la palabra para emitir sus opiniones no so- 
lo relativas al punto que se ventilaba, sino tambien acerca de 
la naturaleza y curabilidad del cáncer; refiriendo numerosos 
casos en que con las preparaciones de hierro, arsénico y cicu- 
ta las hubiera obtenido. Como siempre la palabra de este an- 
tiguo maestro fué demasiado fácil, demostrando la variedad de 
sus conocimientos; sin embargo, los Sres. Havá y Mestre p1- 
dieron los datos en que descansaba tan aventurada afirmativa, 
pues la experiencia de los mas insignes observadores le era 
contraria.—Pensamos que cuando se anuncian hechos tan ex- 
traordinarios, no debe creerse á nadie bajo la sola garantía de 
su palabra; es fácil equivocarse de muy buena fé: por eso la 
ciencia que no se edifica con datos confiados á la memoria, y au- 
torizada con el prestigio de un nombre sea cual fuere, los re- 
chaza para buscar en la experimentacion la verdad que se es- 
conde, siendo mas lógico pensar, que es mas posible en materias 


19 


de observacion el error en uno que én todos; tanto mas, cuanto 
que las preparaciones recomendadas como eficaces, habian sido 
desde largo tiempo consideradas como impotentes despues de 
haberse ensayado infinitas ocasiones. 

La tercera discusion que se ha promovido, y que probable- 
mente ocupará muchas sesiones venideras, es debida á la ini- 
ciativa de nuestro ilustrado compañero el Dr. Michelena. Sos- 
tiene el Sr. Michelena que todas las fiebres esénciales son efec- 
tos de una alteración especial de la sangre, no definida ni de- 
mostrada por nuestros medios groseros de investigacion, pero 
lógicamente deducida del estudio severo de los hechos, El que 
tiene la honra de dirigiros la palabra se colocó frente á frente 
para combatir la doctrina proclamada. La lucha no está mas 
que comenzada—hay una multitud de cuestiones íntimamente. 
ligadas con este complicado tema, —pero sl es permitido aven- 
turar una profecía sobre sus resultados, no vacilaremos en ase 
gurar que no será fecunda en conclusiones prácticas y positi- 
vas. Esa nebulosa tiene muy remoto orígen, y las oleadas del 
tiempo nos la ha traido sin luz ni solucion. La idea del Sr. Mi- 
chelena estárcomprendida enteramente en el humorismo que 
formuló el vasto genio de Galeno; desde entónces tuvo sus 
campeones y sus antagonistas, sin que hasta hoy sea posible 
decir si la verdad exclusiva está en el humorismo 6 en el sol;- 
dismo; 6 lo que es mas probable, en ninguno de los dos. Esto 
pertenece á la parte especulativa y mas tenebrosa de la cien- 
cia, y en nuestro humilde concepto fuera de los límites positi- 
vos de nuestros actuales medios de exploracion. Siempre lo 'he 
mos dicho; estas discusiones agotan y postran las fuerzas, y no 
sirven mas que para lucir los vuelos de la fantasía, las galas de 
la palabra, la sagacidad y los recursos del talento; no porque 
creamos que sea inútil saberlo, sino porque no podemos averi- 
guarlo, y porque miéntras no tengamos nuevos datos con que 
resolverlas, se pierde lastimosamente el tiempo en discutirlas, 

Terminada la breve relacion de las principales discusiones 
que nos han ocupado, refiramos los trabajos de la seccion de 
Medicina legal, que como siempre ha estado casi en sesion per- 


manente, evacuando informes y consultas en causas de envene- 
namientos, heridas, muertes y atentados contra el pudor. Con 


20 


esos trabajos á la vista podemos decir que la Academia ha he- 
cho lo suficiente para merecer la estimacion general. En el se- 
no de la Comision han venido á fundirse, apreciarse y purificar- 
se los datos ciertos Ó equivocados, recogidos en apartados lu- 
gares, y en cuyo desórden é insuficiencia parecen confundirse 
testigos y defensores, acusados y jueces. Mas de una vez he- 
mos suministrado los datos para condenar ó absolver á los 
reos, y siempre la justicia ha sido cumplidamente servida. El 
primer informe fué redactado por el Dr. Havá, en el cual hizo 
una larga y minuciosa disertacion de todos los hechos médico- 
legales relativos al homicidio de la parda Celestina Echeverría, 
demostrando que con los datos suministrados á la Academia no 
se podia asegurar la existencia del crímen. En las numerosas 
ocupaciones de esta Comision se han distinguido los trabajos 
del ilustrado académico á que nos referimos, tanto por su nú- 
mero como por su importancia. Con él comienza y con su non:- 
bre termina el libro de las actas de la Seccion de medicina 
legal. 

Siguen en órden cronológico dos informes del Dr. Mestre, 
uno referente á una causa formada contra un médico del Cuer- 
po de Sanidad Militar, y otro acerca de la muerte de un aslá- 
tico. En ambos escritos reveló el Sr. Mestre su excelente crite- 
rio y sólidos conocimientos. 

El laborioso Secretario de la Comision trajo á la Academia 
dos luminosos trabajos médico-legales relativos á presunciones 
de envenenamientos, —El Dr. Galan redactó un informe acet- 
ca de una causa por heridas múltiples, en que probó que la 
muerte debia atribuirse á falta de socorros y no á la gravedad 
de las lesiones. —El Dr. Miranda, á quien le abrió las puertas 
de la Academia una excelente Memoria sobre la anestesia local, 
tuvo despues como miembro de la Comision de Medicina Le- 
gal, oportunidad para que la Academia se felicitase de contar- 
lo en su seno, redactando un informe sobre una causa de res: 
ponsabilidad en el ejercicio de la medicina.—Por último debe- 
mos mencionar dos informes del Dr. Havá, relativo el primero 
á la muerte de D. Francisco Presno, y el segundo á un proce: 
so por crimen de pederastia. y 

Triste es confesar, que á pesar de la incansable insisfencia 


21 


con que en cada año señalamos los defectos de los testimonios 
periciales, las causas que los explican y los medios de evitarlos, 
se reproduzcan constantemente, sin que se ponga en planta la 
indispensable reforma, que de acuerdo piden la ilustracion de 
los tribunales, los fueros de la justicia, la vida y el bienestar 
de los ciudadanos, que esperan proteccion, apoyo y garantías 
de las luces de la ciencia, y el respeto de sus inviolables de- 
rechos. 

Aparte de las discusiones é informes de que hemos hecho 
memoria, la Academia cuenta con diversas comunicaciones y 
memorias, que por su interes é importancia debian detener en 
su exámen, pero cuya extension no permite encerrarlas en los 
estrechos límites de esta reseña. El Sr. Dumont, ese infatigable 
soldado de la ciencia que vino desde Francia á Méjico para es- 
tudiar la fiebre amarilla; que llegó despues á nuestras playas 
impulsado por el mismo deseo; y que partió de nuestro seno 
para ir, con riesgo de su vida, á observar el cólera que habia 
estallado en S. Thomas, ha enriquecido nuestro repertorio con 
dos obras que revelan las dotes de instruccion y talento que 
colocan á nuestro colega á la altura de un eminente profesor. 
Titúlase la primera ee morbosas, epidémicas y endémicas 
de la Isla de Cuba,” y la segunda “Estudios sobre la gente de 
color Ó razas humanas que no padecen la fiebre amarilla,” ter- 
minando por algunos capítulos consagrados á la Antropología 
y Patología comparada. Este título bastaria por sí solo para 
recomendar el libro, si en su lectura y exámen no se hallasen 
datos suficientes para asignarle un distinguido lugar. Comien- 
za con una revista cronológica y geográfica de la colonizacion 
en Cuba y concluye por una curiosa estadística de las colonias 
que encierra datos interesantes sobre muchas materias diferen- 
tes:-—Poblacion colona, longevidad, relativa y comparada.— 
Nacimientos. —Proporcion de las enfermedades en las razas 
africana, blanca y asiática.—Mortalidad y criminalidad com- 
parada.—Para ilustrar el texto acompañan la obra 28 foto- 
erafías, que sirven al estudio de la Antropología comparada, 
y que demuestran las modificaciones de la raza bajo la influen- 
cia del clima, las costumbres y la civilizacion. La naturaleza 
de estas prolijas y difíciles investigaciones recomiendan digna- 


29 
mente al autor, que ha necesitado poner á prueba su infatiga- 
ble constancia para recoger observaciones, documentos y datos 
esparcidos por todas partes sin órden ni clasificacion. Así se 
comprende el amor al estudio, y así se sirve 4la ciencia.—El Sr. 
Havá presentó igualmente una memoria concienzudamente me- 
ditada y ejecutada acerca de la vacunacion, y de la cual dió 
cuenta en un elocuente informe nuestro ilustrado amigo el Dr. 
La Calle.—Una memoria sobre anestesia local del Dr. Miranda 
y un informe relativo á su mérito por el Sr. D. Luis Cowley. 
—Una interesante observacion de obstetricia por el Sr. Galan. 
—Dos memorias del Dr. Munoz, residente en Paris, acerca una 
de las reglas que deben seguirse en los asilos destinados á los 
locos; referente la otra á la frecuencia en Cuba de la demencia 
paralítica.—Una memoria del Dr. Echeverría (de New-York) 
sobre la Parálisis refleja. —Otra del Dr. Groesmann.—Una me- 
moria del Dr. Roldan, que le valió el título de corresponsal: — 
“Consideraciones acerca de las fiebres amarilla y biliosa.”—Una 
observacion del Secretario, de otranueva operacion de talla pre- 
rectal, con objeto de servir á la estadística de este nuevo mé:- 
todo quirúrgico.—El Sr. D. Ambrosio G. del Valle, su memo- 
ria acerca del nuevo Cementerio.—El Sr. Aguirre un notable 
trabajo para demostrar la dificultad en determinar química- 
mente los alcaloides despues de una putrefacción avanzada. 
El Vice-Secretario refirió sus variados experimentos, la sinto- 
matología de algunos envenenamientos, recomendó este estu- 
dio, deseraciadamente muy abandonado entre nosotros, y lo 
útil que seria no dejar todo el cuidado al perito químico para 
resolver las dudas que se presenten.—Hl Sr. D. Fernando G. del 
Valle presentó dos casos: uno de espina bífida y pié eguino 
que dió márgen á una ligera discusion entre los Sres. Valle, 
Galan, Havá y Secretario; y otro de una deformidad de los 
miembros superiores, cuya nota fué remitida á Paris por el Dr. 
Dumont, habiendo allí sucedido una instructiva discusion: —la 
deformidad fué clasificada entre los Ectromelios de M. Greoftroy 
St. Hilarre.—El Sr. D. Justino V. Castro, que es uno de los aca- 
démicos á quienes su modestia impide á veces lucir su instruc- 
cion y su amor al estudio, leyó en distintas sesiones dos exten- 
sos informes, escrito uno para juzgar la Memoria en que los 


23 


Sres. Elcid y Dumont describen la epidemia de fiebres amari- 
lla y biliosa que reinó el año de 65 en la jurisdiccion de Cáx- 
denas, partido del Recreo: —otro recaido sobre un opúsculo 
acerca del cólera, con el cual su autor aspiraba al título de 
supernumerario. Ambos trabajos fueron unánimemente apro- 
bados.—En nuestra última sesion tuvimos el placer de escuchar 
un razonado informe del Sr. Mestre, juzgando una memoria so- 
bre la fiebre y la metritis puerperales; y de acuerdo todos con 
sus conclusiones, al abrir el Secretario el pliego cerrado que 
guardaba el nombre del candidato, apareció el del Sr. Dr. D. 
Raimundo Castro, ventajosamente conocido y estimado, y cuya 
colaboracion será sin duda en extremo provechosa. —Tenemos 
que felicitarnos, Sres., de las adquisiciones que hemos hecho; 
pero tambien tenemos que lamentar las pérdidas que sufrimos. 
Cada año la muerte ha separado de nuestro lado algunos de 
nuestros compañeros. Ayer lloramos al eminente José de la 
Luz, conmovidos con la elocuencia de Ramon Zambrana; des- 
pues lloramos á Zambrana, oyendo su elogio en los labios de 
Joaquin Zayas, ausente hoy por enfermedad en las orillas del 
Sena. Dentro de breves instantes el Sr. Mestre pronunciará el 
elogio del laborioso y entusiasta Ledo, y el del malogrado Mar- 
co-Aurelio Rojas, que pasó como una sombra fugaz por este re- 
cinto, obtuvo la única distincion que hasta hoy ha discernido 
la Real Academia, para ir á expirar tristemente en la ciudad 
de New-York dejándonos un melancólico recuerdo de su exis: 
tencia. —Honremos la memoria de nuestros compañeros de 
trabajo en esta periódica fiesta, paguemos nuestro doloroso 
tributo á los que duermen tranquilos en el fondo del sepulcro. 

Habeis visto cuales han sido las tareas de la Academia en 
veinte y cuatro sesiones que ha celebrado.—Por sus discusio- 
nes y sus informes podeis juzgar la altura en que se ha coloca- 
do, deduciendo la necesidad de su existencia de la importan- 
cia de los servicios que ha ofrecido. 

Es indudable que la ciencia ha realizado notables adelantos 
relativos en nuestra patria. Hoy que la enseñanza universita- 
ria se ha reformado con innegable prestigio; que vemos mu- 
chos profesores llenos de santo fervor, de instruccion y talento, 
iniciar la juventud en el estudio y en los trabajos sólidos; que 


24 


sus clínicas están desempeñadas por maestros jóvenes y distin- 
guidos, y de que son público testimonio las Conferencias del 
Dr. Giralt, que recogen y da» á luz dos desus discípulos; que 
las clases de Anatomía, Histología, Patología interna, Tera- 
péutica y otras corresponden dignamente á las esperanzas de 
los amantes del progreso; hoy esta Academia es un comple- 
mento, otro centro de labor y estímulo, otro puerto abierto al 
comercio de la inteligencia.—Cada uno exhibe y cambia sus 
productos: unos el oro, las maravillas de la industria, del arte 
y del talento; otros los frutos naturales de la tierra; pero todos 
concurren al mismo fin, si dan y reciben, llevan y traen, acre- 
centando con su actividad y su constancia las riquezas que ela- 
boran. | 

El gobierno, por su parte, contribuye eficazmente al presti- 
gio de este Cuerpo, sometiendo á su juicio y á su ilustracion 
decisiones de interés general. La Academia se felicita de esta 
confianza, aplaude que se ocurra á la ciencia para pedirle san- 
cion, y se promete servirle siempre que inspirado en estos prin- 
cipios trate de realizar el bien de la comunidad. 

Junto con esta reseña terminan las funciones de Secretario 
con que me honró el sufragio de mis compañeros, para ser sus- 
tituido por quien siempre debió haberme precedido. Al entrar 
en el sétimo año de nuestra vida, tenemos las mismas esperan- 
zas, y hacemos los mismos votos para que este Instituto, en el 
curso de los tiempos, pueda reflejar sobre sus fundadores algun 


rayo de la gloria que esté destinada á conquistar en el porve- 
- nir.—He dicho. 


Eroeros DE Los Sres. D. JorcE Leno, D. Eusesro JIMENEZ Y 
D. Marco-Aurento Rosas; por el Dr. D. Antonio Mestre. 


Durante el año que para la Academia acaba de transcurrir, 
ha tenido esta la desgracia de perder á tres de sus miembros 
distinguidos, —LeDo, Jimenez y Rosas, — que en vida la hon- 
raron con sus trabajos y su buen afecto, y á quienes hoy que 


25 


la tierra guarda sus restos, es justiciarendirles un tributo de pe- 
sar por su eterna separacion y un homenage de gratitud por 
aquello que hicieron en beneficio del Instituto.—Para una voz 
mas autorizada y elocuente seria sin duda ocasion propicia á 
enaltecer cual corresponde el valor de esas existencias, que sl 
no han ofrecido grandes y extraordinarios sucesos, capaces de 
conmover el ánimo siempre ávido de emociones, no por eso han 
dejado de prestar bellos y saludables ejemplos de moralidad y 
de instruccion, de inalterable constancia, de amor á sus seme- 
jantes, y hasta de abnegacion y de sacrificios; pero al que es- 
tas líneas traza no le toca sino relatar sencillamente los hechos, 
ajeno de toda pretension, y conforme se los dicta el sagrado é 
imperioso sentimiento del deber. 


Acababa de fundarse la Academia en 1861, gracias al civis- 
mo y á los reiterados esfuerzos del que entónces fué nombrado 
y ahora continúa siendo nuestro digno Presidente. El número 
de los miembros electos, segun los Estatutos, por el sufragio 
general de los hombres que de ciencia se ocupaban y se ocu- 
pan entre nosotros, era á todas luces demasiado corto, si se 
atiende al de aquellos que, con iguales títulos por lo ménos, 
no habian obtenido los beneficios del sufragio; y aunque los 
mismos Estatutos creaban la clase de supernumerarios con to- 
da latitud y con ciertas notables prerogativas, el desengaño y 
la desanimacion de los unos y el retraimiento natural en los 
otros habian hecho surgir para la naciente Sociedad el mas gra- 
ve compromiso. Cúpole á JoraGE Lzno la gloria de salvarla de 
tan angustiosa situacion.—Animado por los consejos y las 
amistosas invitaciones de algunas personas que deseaban ver 
ingresar lo mas pronto posible en la Academia, no tanto á al- 
tas capacidades, las cuales siempre escasean por todas partes, 
cuanto á hombres de conocimientos y de buena voluntad, 
amantes verdaderos del país, se decidió al fin Ledo á. optar al 
puesto de miembro supernumerario, presentando á ese efecto 
una memoria dirigida á demostrar la naturaleza nerviosa del 
cólera-morbo asiático, y apoyándose por un lado en el estudio 
de los síntomas y por otro en el resultado del tratamiento. Pre- 


ciso es confesarlo. Ni el asunto escogido por el autor de la me- 
T, Iy—4 


26 


moria, ni los datos que le sirvieron de fundamento podian de- 
jar satisfecha á la Comision encargada de examinar el trabajo, 
por grandes que hubieran sido los deseos y la aplivacion de 
aquel en llenar de la manera mas completa su cometido. La 
cuestion relativa á la naturaleza de las enfermedades es, en 
efecto, uno de los problemas mas elevados y complexos de la 
ciencia médica: ella permanece todavía irresoluble para cierto 
número de afecciones, cuyos elementos no son sino imperfecta- 
mente conocidos; y respecto del temible viagero del Ganges, 
aun hoy, á pesar de habérsele estudiado mejor bajo el punto 
de vista histológico y de las condiciones de su desarrollo y pro- 
pagacion, no seria dable descifrar con acierto el enigma que se 
propuso Jorge Ledo. Esto no obstante, la elocuente é inespera- 
da defensa que se*dejó oir con semejante motivo en el seno de 
esta Corporacion, si nó de las ideas emitidas en la memoria, sí 
de la aptitud de su autorá dicho nombramiento, infundieron en 
aquella la mas racional decision; y la salva de aplausos que 
acogló el deseado inyreso de Ledo, probó oportunamente las 
simpatías de que venia precedido.—No llegaba por cierto en los 
albores de la juventud, sino blanca en canas la cabeza, y en 
una edad en que el hombre suele perder el entusiasmo por 
ciertas cosas; no venia tampoco en busca de una reputacion que 
ya se habia formado como práctico entendido, sino en busca 
de trabajo y por amor á la ciencia. Otros muchos hubieran re- 
trocedido ante la idea y el temor de exponer su buena fama á 
un juicio desfavorable: él arrostró con valor el peligro, y al 
mismo tiempo que despertó en los que le sucedieron el apaga: 
do celo, abrió al entrar en esta Academia las puertas de la to- 
lerancia: tuvo, es cierto, que pasar por la roca Tarpeya ántes 
de subir al Capitolio (si me es permitida esta comparacion ); 
pero una vez en él, demostró superabundantemente que no en 
vano le habia favorecido la Academia. Yo no he debido silen- 
ciar esa escena de los primeros dias de nuestro Instituto; ni he 
querido permitir que las sombras de la duda se esparcieran so- 
bre ese rasgo tan característico en la vida de Ledo; convencido 
como estoy de que, á favor de su disputada iniciacion, ocupa- 
mos aquí un lugar algunos de sus amigos. 

Licenciado en la facultad de Medicina y Cirugía por la Jun- 


27 


ta Superior Gubernativa de esta Isla, en el año de 1885, fué 
admitido Ledo por la escasez de facultativos que se experimen- 
taba en este Apostadero para desempeñar la plaza de segun- 
do Profesor provisional en aquel mismo año. Separóse de su 
familia, y despues de algunos años de viages llenos de vicisitu- 
des, en el discurso de los cuales fué nombrado en 1837 por S. M, 
Segundo Médico-Cirujano de la Armada, para ascender al pri- 
mer puesto en 1847, mejorando su fortuna volvió al lado de los 
suyos y al seno de su patria. 

Compartiendo las horas de su vida entre la práctica y el es- 
tudio de las ciencias médicas, ocupando otros puestos impor- 
tantes, —como facultativo de la Real Cárcel, como médico de la 
Diputacion de Sanidad del puerto, como vacunador, y en la 
Clínica del Hospital de S. Francisco de Paula como auxiliar 
del Dr. Gutierrez, —á fuerza de trabajo y de inteligente cons- 
tancia llegó 4 adquirir crédito entre sus comprofesores y la con- 
fianza de muchas personas distinguidas; hasta que en 1856 se 
presentó á sufrir el grado de Ldo. en Medicina y Cirugía por la 
Real Universidad, obteniendo la mas alta y honrosa de las cali. 
ficaciones. Para aquel establecimiento de instruccion no era un 
desconocido: por algunos años habia sido Catedrático suplen- 
te en las asignaturas de Terapéutica, Materia médica y Arte de 
recetar, y habia ejercido su mision con honor, captándose la 
amistad y los elogios del Dr. D. Angel J. Cowley, que fué se- 
guramente una de nuestras notabilidades médicas mejor repu- 
tadas por su sabiduría. 

Jorge Ledo se dió á conocer entre nosotros por la via legít1- 
ma del trabajo y de la inteligencia: no necesito buscar muchas 
pruebas: esta Academia fué mil veces testigo de ello: aquí se 
multiplicaron sus fuerzas de un modo sorprendente, y aquí pu- 
dimos verle, sesion tras sesion, siempre dispuesto á tomar una 
parte activa en las múltiples tareas académicas. En las discu- 
siones que 4 menudo se han suscitado á consecuencia de al. 
gun punto doctrinal de la ciencia; en las mas sérias, por decit- 
lo así, relativas á asuntos de aplicacion inmediata, rara fué la 
ocurrencia en que permaneció mudo é impasible. Su rostro, 
lleno de animacion, reflejaba con la mayor fidelidad lo que pen- 
saba y sentia; á menudo vehemente, pero flexible á la voz de 


28 


la verdad, la razon logró siempre calmar aquel carácter franco 
y con frecuencia exaltado por los mas generosos arranques. Su 
entusiasmo en favor de este Instituto, su gran laboriosidad, la 
prontitud y el acierto con que desempeñaba los trabajos que 
á su eficacia é inteligencia se confiaban, hicieron elegirle Pre- 
sidente de la Comision de Medicina legal é Higiene pública, 
cuyo puesto delicado le grangeó el aplauso de todos, sirvién- 
dolo hasta que sus dolencias se lo estorbaron completamente. 

Su muerte ocurrió el 8 de Junio del pasado año, despues 
de largos meses de enfermedad; no le faltaron entónces las lá- 
grimas de una desolada esposa y de entristecidos hijos; tam- 
poco le faltó la asistencia de sus amigos médicos, y sobre todo 
de aquel que, en medio á las mas graves atenciones, le demos- 
tró siempre el mas leal afecto (1).—¡Triste situacion la del mé- 
dico que se contempla morir á los rudos ataques de un mal de- 
sastroso! ¡Y triste situacion tambien la del que asiste á la pér- 
dida de un buen amigo que su arte no acierta á salvar! 

El Elogio de Ledo entre nosotrós puede resumirse en esta 
breve y expresiva frase: —“La Academia le echa de ménos en 
su ausencia.” 


La vida de D. Eusesro Jimenez, miembro corresponsal de 
esta Academia, seria la lucha del hombre con la naturaleza, sl 
fuera posible que esta procediera alguna vez en sus actos contra 
sí misma:—es la historia, en la apariencia vulgar, de un hom- 
bre sencillo y oscuro, pero que pasa siempre por encima de los 
obstáculos que en todas partes se amontonan contra él, 

Nació en la ciudad de Puerto-Principe el año de 1803, no- 
tándosele á poco de nacer la terrible enfermedad del raquitis- 
mo que le acompañó hasta sus últimos dias, invalidándole el 
uso de sus miembros. Apénas iniciado en las primeras letras, 
el fallecimiento de su padre le impidió durante algun tiempo 
continuar su aprendizage, viéndose huérfano y desvalido en la 
necesidad de entregarse al oficio de tabaquero; pero su gran 
interés por adquirir conocimientos le permitió aprender solo 
la gramática castellana y el latin; valióse para esto de los li- 
bros prestados por otros jóvenes que, mas afortunados, podian 


(1) El Dr. D. Nicolas J. Gutierrez . 


v 29 


frecuentar el colegio. Sus progresos fueron rápidos, como lo 
son cas] siempre que la aplicacion es espontánea y nacida úni- 
camente del deseo de saber; y bien pronto este discípulo sin 
maestros fué maestro á su vez enseñando á tres ó cuatro niños 
desu familia, á la par que se ocupaba en el estudio de la música, 

A principios del año de 1823 se trasladó 4 Moron á casa de 
su hermano político D. Francisco Almanza, cirujano romancis- 
ta; y al hacerse cargo de la enseñanza de sus hijos, pudo seguir 
aprendiendo la cirugía, cuyos principios ya conocia por la obra 
de Martin Martinez. No tardó mucho en establecerse un cons- 
tante cambio de servicios entre ámbos, entre el práctico latino 
y el laborioso é incansable Jimenez, pues éste siguió los pasos 
de aquel con tanta eficacia y presteza, que al fin visitaba sus 
enfermos, les prescribia los remedios que juzeaba necesarios, 
practicaba las operaciones que el caso requeria, y, cosa todavía 
mas curiosa! él mismo preparaba los medicamentos recetados, 
porque Almanza le habia enseñado tambien algo de Farmacia, 
descifrándole juntamente los misterios de esasdos ciencias her- 
manas. Dábale Almanza la mitad de lo que él ganaba por los 
dos; y á fuerza de órden y de economía, de esas dos palancas 
que todo lo mueven, logró comprar una botica, colocándose 
así por uno y otro lado fuera de la ley. En un espíritu como 
el suyo lleno de actividad y de constancia, y en un corazon 
tan inclinado á la práctica del bien, encontraba sin duda le 
Medicina numerosas y arraigadas simpatías. Vióse entónces á 
Jimenez engolfarse con ahinco en los libros que pudo haber á 
las manos, relativos á la ciencia de Hipócrates, con el objeto 
de sacudir el ciego empirismo que le esclavizaba y alcanzar 
por distinta via nociones mucho mas exactas de la estructura 
del cuerpo humano, del modo como funcionan los organos, de 
los trastornos ó perturbaciones á que están expuestos, y de 
los medios de restituirlos al estado normal. Pero por grande 
que fuera su ciencia, —y no vacilamos en creer que sería mayor 
que la de algunos médicos con diploma, y en este concepto ni 
siquiera le hacemos un cargo par curar, sin tenerlo, álosqueen 
él querian depositar su confianza, —el resultado fué el que debió 
esperarse: la mala voluntad de los que perdian algo con su in- 
tervencion facultativa, y las disposiciones, casi siempre justas, en 


30 


esta materia formuladas y estatuidas, le forzaron á desprender- 
se de su botica y á separarse de sus queridos y atribulados en- 
fermos. La perdida fué en realidad para éstos, que eran la ma- 
yor parte del tiempo asistidos gratuitamente; porque en cuan- 
to á Jimenez, si abandonó el ejercicio de la medicina, no fué 
sino para dedicarse resueltamente al Comercio: y como se ha- 
llaba dotado de talento é imaginacion hubo de distinguirse 
muy luego como hombre versado en asuntos de contabilidad, 
segun el decir de algunas personas, si bien sus exiguos recur- 
sos le mantuvieron siempre opreso en un círculo de hierro, en 
el férreo círculo de la miseria; mas á influjos de la amistad y 
en virtud de su buen comportamiento se le nombró..... re- 
ceptor de Rentas Reales en aquel pequeño poblado. No le du- 
ró mucho su ventura: un pleito intempestivo acabó de arrui- 
nar al que ya lo estaba; y para atender á su subsistencia, tuvo 
en tan difícil situacion que volver de nuevo las ojos al Comer- 
cio, aunque esta vez al pormenor de algunos frutos del pais, — 
miéntras que por otro lado distraia sus penas y ampliaba sus 
conocimientos con la Astronomía y las Matemáticas, redon- 
deando asímismo los estudios literarios, filosóficos dsc. que 
ántes habia empezado en sus ratos de ocio; y á medida que 
lo verificaba, iba trasmitiendo las nociones adquiridas á cuan- 
tos querian recibirlas de sus labios. 

Escribió Jimenez siempre que pudo el resultado de sus vi- 
gilias y meditaciones, consignándolo bajo una forma didáctica 
en multitud de tratados que no han llegado á publicarse. La 
obra intitulada ”Del Hombre” está dividida en dos partes, 
destinada la primera al hombre físico y la otra al metafísico, 
y sentimos no poder presentar una idea de ella; pero en cuan- 
to á la memoria sobre un “Nuevo y lógico modo de ver, enten- 
der y colocar las ciencias”? que comunicó á esta Academia, de- 
bemos decir que no siempre la exactitud corresponde á la ori- 
ginalidad de las ideas: separando aquellas en naturales y ficti- 
clas Óó relativas á las obras del hombre, se comprende sin es- 
fuerzo que confunde el objeto de la ciencia con la ciencia mis- 
ma. Idéntica confusion parece existir en dicho trabajo entre 
la ciencia y el arte, mas no se la encuentra ciertamente en los 
pormenores, pues respecto de la Medicina, hay una parte que 


31 


con sumo acierto refiere á las Ciencias naturales, y otra como 
la Terapéutica y la Cirugía que se consideran en el grupo de 
las artísticas. A pesar de sus defectos el punto de vista objeti- 
vo predomina, y esto basta para decir que no fué perdido el 
tiempo que invirtió Jimenez en la Filosofía de las Ciencias. 

Murió necesariamente pobre, y aunque en sus últimos años 
fué solicitado para establecimientos de educacion en Cienfue- 
gos, Villaclara y Sancti-Spiritu, prefirió quedarse en su rincon, 
no legando mas que recuerdos imperecederos en el lugar de su 
residencia. 

Con la muerte de D. Eusebio Jimenez, acaecida en Moron 
á los 63 años de edad, perdió el pais un hombre honrado y 
verdaderamente útil á sus semejantes. En medio de la mayor 
escasez y falta de recursos, enfermo desde la cuna, supo sin 
embargo Jimenez reunir poco á poco y con mil contrariedades 
y trabajos un tesoro de instruccion que constantemente distri- 
buia entre los pobres de saber que se le acercaban. Los prime- 
ros rudimentos de la enseñanza, las bellas letras y las bellas 
artes, las lenguas modernas mas necesarias, las matemáticas 
puras y mixtas, la historia y la geografía, la filosofía, las cien- 
cias naturales _..- todo lo estudió, todo lo enseñó Jimenez con 
generosidad y eficacia.-—Este hombre singular, que tampoco 
se vIó libre de la calumnia ni de la persecucion, y que muchas 
ocasiones se privaba de lo mas indispensable para la vida por 
comprar los libros que necesitaba, este hombre sin maestros 
fué el maestro de muchos hombres: este médico sin título res- 
tableció la salud de muchos enfermos; este cuerpo inválido tu- 
vo fuerzas bastantes para contrarestar el mas cruel destino y 
para vencerlo.-—La Academia, que lo distinguió nombrándole 
socio corresponsal, conmemora hoy gustosa sus grandes méri- 
tos y sus numerosos sacrificios. 


Cual distinguido incógnito que de antemano se hiciera aguar- 
dar con la mayor ansiedad á causa de sus bellas prendas, des- 
pertando en todos el vivo deseo de conocerle, —tal apareció en- 
tre nosotros, en dia muy grato para la Academia, el inteli- 
gente, el instruido, el bueno de Marco-Aurento RóJAs. 

Miembro de una de las familias mas respetables de la ciu- 


32 


dad de Carácas, empezó y concluyó Rojas sus estudios médi- 
cos á muy temprana edad bajo los auspicios del sabio Dr. D. 
José María Vargas; y ya graduado en la facultad de Medici- 
na, á los 24 años, jóven y pobre partió para las ingratas 
llanuras del Apure á luchar con las fiebres que allí diezman 
las poblaciones. En S. Fernando ejerció su profesion con buen 
éxito durante dos ó mas años, pudiendo despues retornar á Ca- 
rácas y seguir á Europa, donde permaneció otros tres (1856, 
57 y 58) estudiando en las Universidades de Paris, Lóndres, 
Edimburgo y Dublin; dando pábulo á la insaciable 28 de sa- 
ber que desde pequeño habia manifestado, y enriqueciendo con- 
tinuamente su brillante y preclara inteligencia. A los que co- 
mo nosotros pudieron contemplar de cerca en la primera de di- 
chas Escuelas su laboriosa existencia, la severidad de sus há- 
bitos y suteson en los mas laudables propósitos, no les cau- 
sará sorpresa que haya dejado de aquella época diez y ocho 
volúmenes manuscritos, que permanecen inéditos, compren- 
diendo “Estudios científicos,” “Recuerdos de viages” dsc.—— 
Terminada su instruccion en esos centros copiosos de ciencia, 
trató de establecerse en su patria; pero las dificultosas circuns- 
tancias en que esta se hallaba le decidieron á fijarse en los 
Estados-Unidos. El clima de Nueva Orleans no le fué propicio, 
y á esto debimos que viniera á la Habana, é incorporando su 
título residiese luego cinco años en Cienfuegos, donde alcanzó 
muy grande y merecida fama. 

Fué por entónces cuando principiaron sus relaciones con es- 
ta Academia, de una manera tan honrosa para él como de gra- 
tísima impresion para los que se encontraron de repente en tan 
buena compañía. El concurso para los premios de 1863 habia 
señalado como objeto de estudio un asunto del mas vital inte- 
res: “Ensayo crítico sobre las fístulas véxico-vaginales y los 
métodos y procedimientos empleados para cúrarlas.” Finaliza 
do el plazo, dos memorias se habian presentado tratando de la 
misma materia y optando por consiguicnte á la misma recom- 
pensa: una de ellas no carecia de mérito; pero la otra llamó 
desde luego la atencion del jurado á que fué encomendado su 
exámen, como atrajo y cautivó despues la de todos los que han 
tenido la oportunidad de leerla. La inteligencia y la instruc. 


35 


cion del autor se dejaban traslucir desde las primeras páginas 
del “Ensayo”: extension y profundidad de conocimientos, vas- 
tísima erudicion, exactitud y buen juicio en las apreciaciones, 
concision y claridad en el estilo; —un modelo, en una palabra, 
que ofrecer á la juventud estudiosa y á los prácticos cirujanos 
de la Isla; una memoria digna del premio anunciado. Recibió- 
lo de manos de la primera Autoridad y lleno de la mas dulce 
emocion en una solemnidad como la presente. El laureado 
autor, totalmente desconocido hasta la apertura del pliego 
que encerraba su nombre, era Marco-Aurelio Rojas: fué pro- 
clamado miembro corresponsal de esta Academia, y su intere- 
sante trabajo vió la luz pública en el primer volúmen de los 
Anales, acompañado de una bella lámina explicativa que aquel 
tuvo la generosidad de donar á la Direccion del periódico.— 
Hasamos aquí constar con doloroso sentimiento, que ni ántes 
ni despues procuraron otros concurrir en esos certámenes cien- 
tíficos, á pesar que la Academia dé la mayor amplitud á 
los temas que propone; y agreguemos tambien que difícilmen- 
te será superado el Ensayo de Rojas. 

No habian transcurrido dos años sin que éste, trasladado de 
nuevo á los Estados-Unidos por causa de su salud, significase 
á la Academia su reconocimiento, dedicándole una obra que 
con el título de “El Reino animal” hizo imprimir lujosamen- 
teen Nueva York, con la intencion de vulearizar entre los jóve- 
nes de ámbos sexos las nociones de la ciencia zoológica, á que 
siempre se mostró muy afecto. Sirviéndole de punto de par- 
tida la célebre clasificacion de Cuvier, no se limita el autor á 
la parte puramente científica, sino que con amenas descripcio- 
nes y con breves é instructivos relatos se mantiene siempre 
despierta y halagada la atencion, coronando el cuadro las re- 
flexiones morales que en seguida se hacen, y que, por tan risue- 
ño camino, no pueden ménos de impresionar provechosamente 
á sus tiernos lectores. Como libro de instruccion primaria na- 
da deja que desear la obra de Rojas, llena su objeto y merece 
ser recomendada para texto de lectura. 

A su laboriosidad debemos tambien dos memorias relativas 
á las aguas salutíferas de Ciego Montero, en el partido de San- 


ta Isabel de las Lajas, ilustradas con la análisis química de al. 
T, IV—5D 


34 

gunos manantiales; y las cuales contienen los únicos datos cien- 
tíficos que acerca de dichas aguas se poseen. En la “Revue et 
Magazin de Zoologie,” periódico de Paris, insertó una descrip- 
cion en latin y frances de dos nuevas especies de coleópteros 
procedentes de Venezuela, llevando una de ellas el nombre de 
uno de los amigos mas fieles de su padre (Zieniotes Pazit). (1) 
La casa de Appleton de Nueva-York acaba de publicar su ver- 
sion castellana de los “Elementos de química de Youmans”; y 
es de sentirse que no lo verifique asimismo con “El Reino Vege- 
tal”, trabajo que dejó á su muerte enteramente terminado. 

A principios del año de 1865 separóse Rojas de sus nume- 
rosos amigos de Cienfuegos, para quienes su partida fué un mo- 
tivo de verdadero pesar: en él, efectivamente, se hallaban reu- 
nidas todas las cualidades del verdadero médico: talento, asi- 
duidad, instruccion y una afabilidad exquisita. Su carácter ale- 
ere y su amable trato, su cristiana caridad para con los desva- 
lidos, le ganaban las voluntades como por ensalmo en donde 
quiera que detenia su paso; los enfermos iban en busca suya; 
y no es de extrañarse que al llegar á la opulenta ciudad de 
New-York, conquistara casi inmediatamente una brillante po- 
sicion y se viera rodeado de una distinguida clientela y de las 
mayores simpatías. —Pero ah! en medio de tanta y tan ¡justa 
satisfaccion, en la plenitud de sus fuerzas y en la mitad de su 
vida, un funesto desastre le arrebató á la amistad y á la cien- 
cia. Habíanse presentado en New-York casos muy graves de 
fiebre escarlatina. Rojas logró salvar algunos enfermos, entre 
ellos á un hijo del general Paez, y todos hablaban de sus triun- 
fos. Allado de esas víctimas, á la muerte arrancadas por su 
heróica destreza, contrajo el terrible mal que el 17 de Junio 
de 1866 le condujo á la tumba, á los treinta y cinco años de 
edad, acabando de una vez para siempre con las mas bellas y 
las mas fundadas esperanzas. 

La muerte de Marco-Aurelio Rojas es la mejor apoteosis del 
médico: dista mucho de igualarla, por sublime y ponderadaque 
sea, la del militar esforzado que en servicio y honor de la pa- 
tria cierra por última vez los ojos, herido en lo mas noble del 


(1) Fueron sus padres el Sr. D. José María de Rojas y la Sra. D. % María de los Do- 
lores de Espaillat, nativos de la Isla de Santo Domingo. 


35 


pecho: harto cara hace éste pagar su desgracia, pues su sangre 
no se vierte sino en lagos de otra sangre y su cadáver reposa 
sobre un suelo sembrado de yertos enemigos. —Bien has muerto 
¡0h Marco-Aurelio! dando la salud y la vida, porque en la tier- 
ra de tu sepulcro ni se marchitan las flores de la amistad, ni se 
secan las lágrimas del dolor. Tambien esta Academia se compla- 
ce en conservar tu nombre al lado de los de sus mas dignos ser- 
vidores: que no es la muerte del individuo sino un eslabon roto 
en la inmensa cadena del género humano; cadena cuyos otros 
eslabones reproducen el que falta, estableciéndose de esta suer- 
te, por medio de la historia, un enlace perfecto y una solidari- 
dad inquebrantable. Así se prolonga la vida del átomo mas in- 
significante; y así, por pequeñas que parezcan las obras del hom- 
bre, su trabajo no será vano, durará acaso mas que el bronce— 
«re perenntus—inmortalizándose hasta cierto punto en la me- 
moria y en la consideracion de sus semej antes. —Realízense, en 
efecto, los inciertos deseos y las indefinidas esperanzas en algo 
útil y beneficioso, que s1 no se consigue legar al mundo aque- 
llas conquistas solo reservadas al genio, siempre habrá quienes 
recojan presurosos el recuerdo de las buenas acciones, hacién- 
dolas servir de ejemplo ensalzadas por el afecto y el agradeci- 
miento. 


Discurso PRONUNCIADO CON MOTIVO DE COLOCARSE EL RETRA- 
TO DEL Sr. Dr. D. NicoLas J. GUTIERREZ EN LA ACADEMIA 
DE CIENCIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y NATURALES DE QUE ES FUNDA- 
DOR Y DIGNO PrESIDENTE, por el Dr. D. Guillermo Michelena. 


No es esa falsa modestia, frecuente disfraz del orgullo, la que 
me hace anticipar á este elogio la confesion de mi insuficien- 
cia. Esta confesion tiene por objeto que me excusels al ver que 
el débil vuelo de mi espíritu no puede remontar lo bastante 
para presentar al Sr. Dr. D. Nicolas J. Gutierrez á la altura 
que él ha conquistado en las glorias científicas de esta tierra. 

Creí que esta fiesta Académica se haria como en familia y 
por eso pedí la palabra y he privado al Dr. Gutierrez de verse 


36 


tan honrado como merece, y he quitado á mis dignos compañe- 
ros una ocasion de probar sus elevados talentos. : 

Difícil es la empresa de elogiar, vivo aun y en su presencia, 
á un hombre en el cual se disputan á quien es mas grande, si el 
mérito ó la modestia; pero en la hora de la justicia no se mira 
si el culpable sufre porque lo acusan, ni tampoco si la modes- 
ta virtud sufre porque la ensalzan. Justicia se hace. 

La astuciosa envidia, bajo mil diferentes disfraces, se opone 
á que se honre en vida á los bienhechores de los hombres; pero 
los nobles corazones se gozan en ceñirles en la sien, palpitante 
aun, el laurel de los inmortales, diciéndoles: sacrificásteis por 
nosotros los años felices de la fuerza y del placer, y nosotros 
queremos aliviar las penas de vuestros últimosaños haciéndoos 
respirar los inciensos de nuestro reconocimiento. 

Que la sociedad no pague á sus bienhechores sino en la tum- 
ba el tanto de estimacion que les debe, es como el que los deu- 
dores de un hombre lo dejasen morir en la miseria y entrega- 
sen despues el dinero á su cadáver. 

Feliz aquel que en la noble carrera de la enseñanza alimen- 
ta y engrandece el espíritu y la ciencia de sus discípulos, y al 
cual éstos le dicen un dia con generoso orgullo: maestro, sabe- 
mos lo que os debemos, la gloria es vuestra, nosotros os ben- 
decimos. 

Esto pone el complemento á su vida: en posesion ya de esa 
única aspiracion de las grandes almas, pone un término al afan 
en que vivió, y espera en paz el momento de recibir tambien 
de Dios su premio por el modo con que llenó su mision sobre 
la tierra. 

No sé que me causa mas satisfaccion en este instante, si el 
ver á nuestro ilustre Presidente cogiendo el premio de sacrifi- 
cios, que tantos hemos hecho inútilmente, ó sl el generoso en- 
tusiasmo con que se lo acuerda esta ilustrada juventud médica, 
que siguiendo su ejemplo, trabaja en la misma senda y con el 
mismo fin. 

El Sr. Dr. D. Nicolás J. Gutierrez, primer Presidente de esta 
Academia, principia su discurso de instalacion con estas pala- 
bras: ideo por fin el momento que tanto ansiaba mi cora- 
ZONM, y por A que he anhelado tan largo tiempo.” —Y mas ade- 


31 


lante dice: —“Sí, señores, porque he temido morir ántes de ha- 
ber podido legar á mi patria una institucion útil, provechosa, 
necesaria, y ofrecer á la ciencia que abracé con fé y he ejerci- 
do con amor y entusiasmo, este homenaje de gratitud y de re- 
conocimiento.” | 

Esto quiere decir que no sentia morir, sino morirsin ser útil 
á la patria y á la ciencia; y esta idea, cuando sale del cora- 
zon, es sublime. Por fortuna no murió ántes de realizar su obra, 
y no morirá ántes de recibir, en frutos de estimacion, el pago 
de lo que sufrió por fundar este gimnasio de alta ciencia, en 
donde hombres instruidos, y ya con experiencia propia, vienen 
á pasar las teorías por el crisol de la razon, para fundar los jui- 
elos y conclusiones. | 

Aquí, la discusion y el franco comercio de las ideas produce 
la recíproca enseñanza. En las clases se forman los jóvenes ins- 
truidos y en las Academias los sabios; y es bien triste, sea di- 
cho de paso, que muchos jóvenes médicos, tan justamente or- 
gullosos de su saber, no vengan á esta Academia á 1ilustrarse 
y á ilustrarla con sa nombre y con sus luces. 

El templo de la gloria es muy grande y siempre caben en él 
todos los grandes méritos. Abrid hoy, de par en par, la puer- 
ta al querido compañero que se presenta con títulos tan le- 
gítimos; y mañana, los que sintais en el alma toda la luz y to- 
da la fuerza necesaria, emprended la senda de ese templo, sen- 
da de lucha sin tregua y sin piedad, en la cual, disputándose 
todos el mismo tesoro, son muchos los vencidos y pocos los ven- 
cedores,. 

Y no creais que en esas luchas solo encontrareis francos ada- 
lides y armas de buena ley: no, la emulacion, ensañando auda- 
ces medianías que tambien se lanzan tras la gloria, hará que 
os ataquen muchos, con insidia, en la oscuridad y con mil dis- 
fraces, hasta con el del afecto. Por eso causa admiracion el 
hombre que sobreponiéndose á todo, se hace un puesto en ese 
tan suspirado templo. 

Pero no os desaliente el terrible cuadro de esas luchas: sin 
luchas no hay victorias y sin victorias no hay glorias, y éstas 
están por fuerza en proporcion del obstáculo vencido. La glo- 
ria es la admiracion y ésta solo la infunde lo extraordinario. 


38 


¡Cómo desgarran y envenenan la humillacion y el desprecio, y 


eso todo medio parecerá bueno al apasionado rival que crea 
ver su humillacion en vuestra gloria... 

La gloria es una falaz deidad que viste de arrebol y que ex- 
hala aromas que deleitan y enloquecen, y que una vez respira- 
dos la razon y las pasiones se le rinden á tal grado que todo 
otro bien les repugna, y hasta el alma se goza en lo que sufre por 
eila. Entrad con valiente corazon por esa senda de luz y de fue- 
go: aunque solo sentireis espinas, no vereis sino flores: la hechi- 
cera deidad os hablará siempre el lenguaje de la esperanza. 
Entrad, cueste lo que costare, y legad el fruto de vuestros sa- 
erificios al mundo, que os desdeñaria sl, por un cobarde egois- 
mo, pasasels la efímera existencia en esa estéril oscuridad en 
que yace el comun de los hombres. 

Entrad, luchad y sufrid, y tal vez un dia los que queden 
de nosotros Ó nuestros hijos os sentarán en esa silla, hoy tan 
gloriosa, y os dirigwán las honrosas palabras que hoy escu- 
cha el que la ocupa. ¡Cuántos sacrificios habrá hecho él para 
merecer, que ante él mismo y sin abochornarnos, le ofrezcamos 
hoy los inciensos de la pública estimacion. Juzgad algo por lo 
que dice en su discurso de inauguracion.” “Poner los cimientos 
de este monumento, de gloria para la ciencia y de utilidad pa- 
ra el pais, es el objeto de la presente solemnidad. Tócame la 
suerte de colocar la primera piedra: piedra que he venido la- 
brando por largos años á impulsos de mi amor por el bien de 
la ciencia y de mis semejantes. Pero nunca prendió en mí la 
idea de ocupar en ella lugar tan distinguido. No eran posibles 
estas aspiraciones el año de 1826......” 

Ese generoso amor por la ciencia y por el hombre revela uno 
de esos grandes corazones, que anteponen el bien comun al su- 
yo propio. Algunas inteligencias mas soberbias que virtuosas 
estremecen y hasta espantan la sociedad para escalar la gloria; 
y otras, mas virtuosas que soberbias, trabajan y sufren en si- 
lencio por la sociedad, que al fin las conoce y las honra. A esta 
última especie pertenece el hombre modesto y laborioso que 
desde 1826 hasta 1861, es decir durante 40 años, estuvo tra- 
bajando por fundar esta Academia, que hoy se enorgullece de 


39 


reelegirlo para su Presidencia, porque refleja sobre ella todo el 
lustre y el respeto que ha alcanzado su nombre. El creó esta 
Academia al través de mil obstáculos, que venció sin romper- 
los ni estrellarse contra ellos, porque el gran poder de la razon 
es la habilidad y no la fuerza, y la cuestion es el éxito... 

El Sr, Dr. Gutierrez termina su discurso inaugural con estas 
palabras: “Pero como me inspiran entusiasmo y amor á la pro- 
fesion y á mis semejantes, tengo en ellos bastante fé, esperan- 
za tambien bastante, para creer que auxiliado de vosotros lle- 
gue un dia en el que la Real Academia de Ciencias Médicas 
Físicas y Naturales de la Habana no sea la menor entre las que 
figuran con crédito y orgullo en ámbos mundos. Con tan lison- 
jera esperanza, os repetiré las mismas palabras con que el in- 
mortal Jovellanos apostrofaba á los príncipes en el elogio del 
piadoso y buen Rey D. Cárlos TIL: “La posteridad os mira des- 
de léjos, observa vuestra conducta, escribe en sus memorias vues- 
tras acciones, y reserva vuestros nombres para la alabanza, el 
olvido, ó la execracion de los siglos venideros.” 

Al aplicaros el Presidente las palabras de Jovellanos, os di- 
ce bien claro: tambien de vosotros espera ó teme la posteridad, 
y tambien lleva cuenta de vuestras acciones, para acordaros la 
alabanza, el olvido ó la execracion. 

Yo me esforzaré por desenvolver esa tan sublime y trascen- 
dental sentencia de Jovellanos.—Dios mandó que la perfeccion 
humana, es decir la verdad y la justicia, no se alcanzasen sino 
combatiendo y sufriendo, y para alentar á tanto sacrificio, hizo 
tan dulce á la gloria y dió á ésta el poder de fascinar y de pro- 
ducir á su antojo las delicias ó el delirio. 

No oigais, jóvenes, la voz corruptora del oro. que, en nom- 
bre de una falsa razon, os ofrece la paz y los placeres: no, oid 
la voz de la humanidad que os pide esa posible perfeccion que 
solo pueden alcanzar los soldados de la verdad batallando con- 
tra el error. Obreros del porvenir, entrad con el alma entera 
por esas sendas del bien; la Providencia que todo lo compensa 
hace que nunca muera en la memoria de los hombres el que á 
ellos se consagra. 

El tiempo hunde, unas tras otras, las vulgares generaciones 
y el olvido borra hasta sus nombres: pero el tiempo no hace 


40 


sino engrandecer de mas en mas la memoria de esas almas su- 
blimes que se sacrifican por el bien de la humanidad, como 
Sócrates, Rousseau, Colon, Guttemberg, dic., duc., dze.: esos no 
mueren jamas; la al los conserva vivos en el templo de 
la inmortalidad. 

Los grandes méritos y servicios de los hombres se aprecian 
mal miéntras viven, porque se ven envueltos en sus humanas 
pequeñeces; pero con la muerte desaparecen el cuerpo y sus mi- 
serias, y mueren tambien la envidia y la adulacion, y sólo que- 
da en el mundo la memoria delos bienes ó de los males que 
hicieron á sus semejantes; y entónces se cumple la sentencia de 
Jovellanos: alabanza, olvido Ú execracion. 

Sócrates en una época de tinieblas y paganismo, declara que 
no hay sino un Dios, practica y enseña la santidad de la virtud, 
y filosofando tranquilamente sobre la inmortalidad con aleu- 
nos sabios que lo admiran, traga en paz el veneno que le man- 
dan los bárbaros que lo envidian. —Rousseau arrastra gimien- 
do una vida de miserias, enseñando las grandezas de la razon 
y buscando la fórmula de los humanos derechos. Huye de la 
sociedad, porque lo aflige el espectáculo del error y sus mise- 
rias, y la sociedad paga tanto dolor y amor declarándolo indo- 
lente y misántropo. 

Colon, genio sublime y santo, sueña y ofrece un mundo nue- 
vo, y declarado loco ántes de descubrirlo y ambicioso despues, 
sufre, ántes y despues, todo género de amarguras; pero conten- 
to con el juicio de Dios, muere tranquilo, aunque solo y aban- 
donado, sin mas riqueza que unos grillos y sin mas gloria que 
la de sus generosos y grandes sacrificios. —Pero esta América 
hermosa, tendida de un polo al otro, será el digno panteon de 
sus eternas glorias. 

Guttemberg, conociendo que los males del hombre son efecto 
de que su pensamiento es esclavo de su lenorancia, y que el 
único remedio está en darle al pensamiento toda la luz posi- 
ble, buscó un medio para que las ideas de los grandes pensa- 
dores no se extinguiesen en un pequeño círculo, sino que se 
difundiesen por el mundo todo y empapasen la humanidad to- 
da entera. —Desvivíase buscando en las ciencias esa llave de luz 
universal, cuando se encontró con un mísero sacristan que gra- 


41 


baba las iniciales de la mujer que amaba en cortezas de árbo- 
les que escondia entre papeles. Como prueba de amistad con- 
fióle el sacristan aquel secreto de su infortunado amor, y al 
ver Gutenberg las letras estampadas en el papel, vió tambien 
el secreto de la imprenta que buscaba, y en religioso estre- 
mecimiento exclamó:—“Humanidad, te salvaste y lo debes al 
amor y á la amistad.” 

La imprenta es la fuente de todo lo que engrandece y per- 
fecciona al hombre: para su perfecta accion solo le falta un len- 
guaje universal. —¿Qué serian las minas de oro enriqueciendo 
salvages y dando pábulo al vicio, sin la imprenta, esa mina 
de ideas y descubrimientos que enriquecen el alma, multipli- 
can los goces y el comercio, y santifican las leyes morales del 
hombre para consigo mismo, para con la sociedad y paracon 
Dios? Solo los que explotan la ignorancia y los que sufren la 
fiebre del oro, niegan que la imprenta perfecciona las indus- 
trias, las ciencias y la moral. La incipiente civilizacion, no es- 
timando el saber sino por lo que produce, dice: —tanto vales 
cuanto tienes; pero una mas perfecta civilizacion dirá un dia: — 
tanto vales cuanto sabes. 

Para llegar á ese triunfo de la razon cada siglo debe empe- 
ñarse en legar al siglo porvenir un grado de civilizacion supe- 
rior al que recibió de los siglos que ya pasaron, y Dios no 
acuerda el precioso don de una inteligencia superior, sino con 
la condicion de que la consagren á ese triunfo de la razon. 

Si todos los padecimientos que la falta de razon causa á la 
humanidad se fuesen representando en un cuadro unos tras 
otros ante los ojos de cada hombre, de seguro que apénas 
calmado el primer asombro, el corazon humano, naturalmente 
sensible, ahogaria sus pasiones y su egoismo, y no gozaria de 
tranquilidad hasta ver en ese mismo cuadro á sus semejantes 
ya felices, 

La historia, aunque terrible, es apénas una pálida sombra 
de las miserias y de los padecimientos del hombre; y el alma 
noble y valiente que alcanza á ver esa sombra, no da por ofren- 
da una estéril lágrima, sino esfuerzos y aun sacrificios, para que 
á esas negras sombras de la ignorancia y del crímen, sucedan 


las luminosas y santas sombras de la razon y de la virtud. 
T. IV—6 


42 


La humanidad al principio estaba envuelta en la mas abso- 
luta ignorancia, y la maldad y la desgracia consecuentes esta- 
ban en proporcion: despues la imprenta, único campo que fe- 
cunda las semillas del genio, ha esparcido por el mundo algu- 
na sabiduría, y el hombre es mas racional y mas dichoso; pero 
para llegar á su mayor perfectibilidad posible, sobre todo en 
lo moral, le falta por hacer infinitamente mas de lo que hasta 
hoy ha hecho. 

La regeneracion humana no pudiendo ser la obra de un 
hombre, ni de un siglo ni aun de muchos, solo exige á cada 
uno un óbolo, aunque el fruto del comun Ma no lo gocen 
sino remotas generaciones, así como nosotros gozamos hoy el 
fruto de los trabajos de Colon y de Gutenberg y de todos los 
genios útiles de los siglos pasados. ' 

Los espíritus mezquinos limitan su familia á ellos mismos y 
á sus hijos; pero las almas grandes saben que su familia es la 
humanidad toda entera, de todos tiempos Y lugares, y saben 
que se deben á ella. Dos en quien todo princi pia y termina, 
es el verdadero padre, y es padre de todos, sin excepcion. 
Y Dios pone por precio á la inteligencia que da, el que ella 
haga algo por el bien de los que sufren, y el que nada hace y 
se goza en la indolencia es un mal hermano y no paga su deu- 
da á Dios. 

En cuanto á los que aumentan el mal general ahogando los 
esfuerzos de la razon, como los Aldea los Cósme es, dic. 
basta comparar su haa suprema con la de los grandes biene: 
chores, Gutenberg, Colon, due, Aquellos dijeron, sin duda: 
Dios mio, abusé de la inteligencia que me diste para sacrificar 
- á mis semejantes, amigos y enemigos; —y éstos, tambien sin du- 
da dijeron: me sacrifiqué con gusto por el bien de mis seme- 
jantes, aunque tanto me maltrataron. ¡Y tal vez exista aun, en 
pa de racional, atea diga que mas valieron an y 


Bajo la forma lbs nada ha existido tan sabio, tan subli- 
me, ni tan santo como el divino Jesus, que se gozaba en su 
martirio, porque con él alcanzaba la redencion de sus verdu- 
gos. ¿Y quiénes se aproximaron mas á este tipo de inimitable 
perfeccion, los grandes carniceros que asolaron la antiguedad, 


43 


ó los descubridores del Nuevo-Mundo y de la difusion de la 
luz del alma? | 

Los Césares y Alejandros en vez de ofrecer un pan ó una 
idea á la afligida humanidad, le dan la pólvora y el acero, y 
por todo consuelo de su alma le hacen derramar su sangre. 

Comparadlos con Colon que dió á la humanidad, no un pan, 
sino un mundo, un fecundo paraiso, capaz de alimentarla á ella 
toda entera; y comparadlos con Gutenberea que dió, no una 
idea, sino una fuente de ideas, que corre y empapa á toda la 
humanidad, y que hace que la actual civilizacion no pueda ya 
sucumbir, como la anterior, á la invasion de los bárbaros. ¡La 
imprenta va poco á poco triunfando de la barbarie, y pronto 
no habrá bárbaros en la tierra! Y sin embargo, el genio inven. 
tivo de hoy brinda como progreso el torpedo, los monitores, 
los fusiles de aguja, los cañones de mil libras y otras máquinas 
de matar. Y hay quien diga que la razon se encuentra ya en 
su apogeo!...... ] 

Los poderosos, los señores de la tierra, no son grandes ni 
queridos, sino cuando siguiendo la ley providencial del progre- 
so, favorecen la ilustracion de sus pueblos. Por eso, y con ra. 
zon, dice el Dr. Gutierrez en su discurso inaugural. “La Aca. 
demia que hoy inauguramos, Sres., es un monumento que le- 
vanta la mano benéfica de nuestra Soberana. Grande es, sin 
duda, la deuda que hoy contraemos por tan señalado servicio: 
ella despertará en nuestros corazones puros sentimientos de 
amor y gratitud á la buena madre que lo dispensa y redobla- 
rá nuestro celo para corresponder dignamente á la noble é im. 
portante mision que nos impone.” 

Estas palabras de franca gratitud del Sr. Dr. Gutierrez para 
con la Soberana protectora de esta Academia, pueden tambien 
dirigirse á las dignas Autoridades que la representan en esta 
Isla y que vienen tan gustosas á tomar parte en las fiestas de 
la Ciencia. 

Terminaré, Sres,, diciéndoos, que cuando nuestro ilustre Pre- 
sidente os dice: “La posteridad contempla vuestras obras para 
acordaros segun ellas la alabanza, el olvido, 6 la execracion” no 
os excita á igualaros 4 Gutenberg, á Colon, á esos genios tan 
gigantes: no, solo os pide una idea, un esfuerzo en obsequio 


44 


de la Ciencia, que será siempre útil á los que de alguna mane- 
ra sufren; os excita solo á imitar glorias muy útiles aunque 
mas modestas, como las de Jenner, Harvey, Bartholin, Velpeau, 
Ricord, Rostan, Bouillaud, Nelaton, dsc., dsc., y mil otros que 
han ilustrado la ciencia médica, que es de suyo tan sagrada y 
tan difícil. Y yo creo, que la juventud estudiosa de esta tier- 
ra, no tiene que ir tan léjos para encontrar grandes modelos 
de ciencia y de moralidad. In esta misma ciudad se encuen- 
tran algunos, de los cuales solo me atreveré á indicar al hon 
bre que hoy nos proponemos honrar. Echemos una mirada so- 
bre la vida médica del Sr. Dr. Gutierrez. 

Por la brillantez de su primer exámen de anatomía se le 
acordó en premio, el que la Sociedad Económica costease sus 
estudios médicos en Europa: lo que la dicha Sociedad compen- 
só con el regalo de aleunas obras médicas. 

En Junio de 1821 fué recibido cirujano latino, y en 1822 
socio numerario de la Sociedad Económica, despues de una ex- 
celente memoria sobre la importancia de la química en la me- 
dicina. i 

En 1823 un brillante exámen le dió el título de Bachiller 
en Medicina, y en 1824 fué nombrado socio corresponsal de la 
Sociedad Médico-quirúrgica de Cádiz. 

En 1825 recibió el grado de Licenciado y Doctor en Medi- 
cina, y en 1827 fué nombrado Disector anatómico. 

En 1828 fué nombrado Cirujano del hospital de Caridad de 
mujeres, y Secretario de la seccion de educacion de la Real 
Sociedad Económica. 

En 1829, en union del Dr. Romay, impetró de S. M. la for- 
macion de esta Academia, lo que no se acordó sino mas tarde 
4 sus súplicas que repitió en union del ilustre Zambrana. En 
ese año fué nombrado Vice-Contador de la Real Sociedad Eco- 
nómica. 

En 1830 fué nombrado, por oposicion, Catedrático de Ana- 
tomía general de la Real Universidad. En el mismo año fué 
nombrado Inspector de las Escuelas del barrio de Belen. 

En 1831 enseñó la Anatomía descriptiva en el Hospital mi- 
litar, como suplente del Cirujano mayor. En 1833, nombrado 
en union del Dr. Abreu para hacer las autopsias de los coléri- 


45 


cos y la historia de aquella epidemia, hizo una memoria que 
se imprimió despues. Tambien en 1833 fué nombrado para la 
Junta de Sanidad y para la Inspeccion de los hospitales, cuar- 
teles y fortificaciones. 

En 1834 regaló al Museo anatómico, fundado por el Sr. D 
Alejandro Ramirez, muchas bellas preparaciones anatómicas, 
hechas en cera por su propia mano. En el mismo año fué nom- 
brado Vocal suplente de la Real Junta Superior de Medicina. 

En 1835 fué nombrado, en oposicion, Catedrático de Pato- 
logía general de la Real Universidad. 

Yn 1837 fué nombrado Socio corresponsal de la Sociedad 
frenológica de Paris. En el mismo año fué á Francia en comi- 
sion dada por el Excmo, Sr. Conde de Villanueva, para com- 
prar instrumentos para el Hospital militar; y estando en Paris 
fué fundador y socio de la Sociedad de Cuvier. 

En 1838 fué nombrado Cirujano mayor del Real Hospital 
militar de esta plaza, y en el mismo año fundó la biblioteca 
que hoy existe en el hospital militar. 

En 1839 abrió en el hospital militar un curso de operacio- 
nes en el cadáver, y un curso de clínica quirúrgica: uno y otro 
fueron lo primero de esa especie que se hacia en la Habana. 
En ese mismo año daba dos veces por semana un curso de 
partos. 

En 1840 fundó el Repertorio médico de Ja Habana, que re- 
dactó en union de los Sres. D. Luis Costales y del inolvidable 
Zambrana. En el mismo año, nuevos grandes regalos al Museo 
de preparaciones de cera; y esto y el cúmulo de sus anteriores 
servicios le merecieron la cruz de Cárlos IL 

De 1841 á 1842 ligó las dos arterias femorales, hizo la teno- 
tomía en un pié deforme, la ligadura de la iliaca interna acom- 
pañado por el Dr. D. José A. Valdés, y la talla hipogástrica 
auxiliado por el ilustrado Dr. Jorrin. Estas operaciones se ha- 
cian aquí por la vez primera. 

En 1842 fué nombrado Catedrático de Anatomía deseripti- 

1 general y patológica. 

En 1845 fué nombrado Médico-Cirujano honorario de Cá- 
mara.—En 1846 hizo la ligadura de la iliaca externa con 
éxito. 


46 


En 1850 fué nombrado para la formacion de hospitales pro- 
visionales para los soldados no atacados del cólera sino de 
otras enfermedades. 

En 1853 fué hecho socio corresponsal, y despues de mérito 
de la Academia quirúrgica Matritense. Y en 1954 fué nombra- 
do Gefe local del Cuerpo de Sanidad militar. 

En 1856 dió en el Liceo de esta ciudad un curso de Anato- 
mía al alcance de todos, que fué impreso y tomado por texto 
por algunos profesores. En el mismo año fué nombrado Vocal 
de la Inspeccion de Estudios. 

En 1860 fué declarado jubilado como Médico mayor del 
Cuerpo de Sanidad militar, y nombrado Regidor del Excmo. 
Ayuntamiento. 

En 1861 fué nombrado Vocal de la Junta de Gobierno de 
la Real Casa de Beneficencia, Vocal de la Junta de la Real Ca- 
sa, de dementes, Presidente de la Academia de Ciencias médi- 
cas y Vocal del Consejo de Administracion. 

En 1862 fué hecho Teniente de Alcalde 3."del Excmo. Ayun- 
tamiento; y en el mismo año fué nombrado Miembro de los 
Linneos de Roma. 

En 1865 fué nombrado socio de mérito de la Real Sociedad 
Económica y en 1866 socio de la Sociedad Económica de San- 
tiago de Cuba. Estamos en 1867. 

Se ve pues, que el Sr. Dr. Gutierrez ha pasado su vida ente- 
ra en un afan sin tregua de aprender y de enseñar, animado 
de la mas noble de las pasiones, que es la de perfeccionarse á 
sí mismo y la de ser útil á los demás. 

No se pasa un año, un mes, un dia, en que en la enseñanza 
ó en algo no sea útil ásu patria, y en que no esté pagando, 
con grandes servicios al Gobierno, los altos honores que él le 
acuerda. Yo se lo entrego, con su historia, al severo Jovellanos, 
y olgo su sentencia que dice: la posteridad no tiene para tí 
ni execracion ni olvido: tu vida entera, siempre útil, te ha al- 
canzado la alabanza. 

Nuestra ciencia médica, aunque tan oscura y tan confusa, 
ofrece ya sus albores matutinos; su sol saldrá y se levantará 
aunque lentamente, y un dia su luz será perfecta, porque la 
razon, conociendo mas profundamente sus propias leyes y las 


47 


de la naturaleza, resolverá sin duda los problemas fisiológicos 
y patológicos á favor de los grandes poderes analíticos de la 
química y de la razon, mal que pese á estrechos cráneos que 
miden por la suya la razon universal. 

Que ese retrato que hoy colocamos sirva de centro de union 
y de estímulo generoso, pues él representa dos cosas: primera, 
que la gloria científica es un hecho; y segunda, que puede lle- 
varse á ella por la hermosa senda del honor. 

El Sr. Dr. Gutierrez ha pospuesto siempre los medros y el 
orgullo personal al espíritu de confraternidad: todos lo quieren 
6 lo respetan; y fuera ya, por su posicion, de la condicion de 
émulo de los otros, ante él callan pasiones á que es extraño, y 
esto y la fé que se tiene en su saber y sobre todo en la lealtad 
de su razon, lo hacen el mejor vínculo de union y el mejor 
centro de los trabajos académicos. Limitado ya en su práctica 
á consultas, en. que médicos y dolientes lo desean, y maduro 
ya de razon y de ciencia, vive entregado á meditados estudios 
en su gabinete formado por un pequeño y precioso museo y 
una magnífica biblioteca. | 

Mucho y muy honroso hay sobre el Dr. Gutierrez; pero hay 
cosas que no pueden decirse de los que viven, y ménos aun si 
ellos nos están oyendo. Otros lo dirán un dia, cuando ya él no 
pueda oirlo, y entónces la extension del vacío que deje nos ha- 
rá conocer su tamaño. | 

Y yo, en nombre de los que represento en este instante, pi- 
do á la Providencia, que así como le concedió á él el que no 
muriese antes de fundar esta Academia, conceda hoy á ésta el 
que él viva aun largos años, para que alcance la gloria mayor 
de engrandecerla y dejarla consolidada. 


48 


PROGRAMA DE LOS PREMIOS QUE LA REAL ACADEMIA DE CIEN- 
CIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y NATURALES DE La HABANA HA ACOR- 
DADO PARA LOS AUTORES DE LAS MEJORES MEMORIAS QUE SE 
PRESENTEN EN EL CONCURSO DE 1867 Á 1868, SOBRE LAS PRO- 
POSICIONES SIGUIENTES: — 


SECCION DE MEDICINA Y CIRUGÍA. 
MEDICINA. 
1.2% Memoria acerca de una de las enfermedades endémi- 
cas de la isla de Cuba, que «se distinga por su carácter práctico. 


CIRUGÍA. 

2. Entre los métodos operatorios para curar la piedra en 
la vejiga urinaria, ¿debe la litotricia prevalecer sobre la lito- 
tomía? 

SECCIÓN DE FARMACIA. 

3. Estudio botánico, químico y farmacológico del 4/a- 
crancillo, 

SECCION DE CIENCIAS. 
CIENCIAS FÍSICAS, 

4, ¡Tienen algun valor científico las observaciones 0zo- 
nométricas hechas mediante el empleo del papel reactivo 
amido-iodurado de Schoenbein ó de James de Sedan y escalas 
cromáticas correspondientes? 


CIENCIAS NATURALES. 
9, — Ensayo de una historia natural médica de las plantas 
venenosas de la isla de Cuba. 


Habrá un premio para cada proposicion, consistente en la 
cantidad de doscientos escudos. 

Los que aspiren á esos premios podrán dirigir sus trabajos, 
acompañados de un pliego cerrado que contenga el nombre del 
autor, á la morada del Secretario (Jesus María, 26) hasta el 
1.2 de Marzo de 1868.-—Habana 19 de Mayo de 1867.-—El 
Secretario, Antonio MeEsTRE. 


ANALES 


DE LA 


REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA. 


o 


REVISTA CIENTIFICA. 


JULIO DE 1867. 


DeL LARINGOSCOPO CONSIDERADO PRACTICAMENTE; por el Ldo. 
D. Joaquin Zayas. 


(SESIONES DEL Y Y 23 DE Junto DE 1867.) 


Hace cerca de veinte años que el célebre cirujano inglés Lis- 
ton tuvo la idea de examinar las partes internas de la laringe. 
La idea nacida en Inglaterra fué acogida en Alemania. Túrck y 
Ozermak siguiendo las huellas de Liston y García hicieron co- 
nocer en Francia el resultado de sus trabajos; y en el dia la 
perseverancia de Moura-Bourouillou y de Faubel, la perfeccion 
de los instrumentos y la simplicidad de su manejo han venci- 
do las dificultades del laringoscopo y contribuido á su adop- 
cion como un instrumento indispensable y de uso diario. 

Este progreso realizado hace algunos años en el mundo cien- 
tífico, es apénas conocido en Cuba. Mi objeto es darlo á cono- 
cer á mis colegas de la Habana, y lo conseguiré si logro que 
alguno se decida á no rechazar este medio de investigacion án- 
tes de ensayarlo, porque me parece destinado á prestar servi- 
cios importantes á nuestros enfermos. 

P, 197 


50 


Al ocuparme del larin goscopo me propongo indicar solamen- 
te las reglas que deben seguirse para ver de la manera mas cla- 
ra las partes constituyentes del órgano de la voz y reconocer 
las enfermedades que pueden efectos No describiré todas 
las aplicaciones de este nuevo modo de exploracion, ni tampo- 
co los nuevos recursos terapéuticos realizados en el tratamien- 
to de las enfermedades de la laringe. Me bastará demostrar la 
posibilidad de dirigir directamente los remedios á una region 
inaccesible hasta hoy para nosotros, y de esta manera quedará 
demostrada la utilidad práctica del laringoscopo tan vivamen- 
te sentida por los Sres. Proussean y Belloc en su Tratado de tí- 
sis laríngea. 

Discípulo de una escuela en que la medicina está considera- 
da como una ciencia de observacion, y que debe á este princi- 
pio la mayor parte de su superioridad, he aprendido á conocer 
y á seguir la via que debe guiarnos en la investigacion de la 
ela y del progreso. 

La extremada benevolencia con que he sido tratado por mi 
distinguido maestro y amigo el Dr. Faubel; el desinteresado 
empeño que ha demostrado en mi aprendizaje, me han allana- 
do las dificultades inherentes á los primeros pasos. Gracias á 
su habilidad, á los conocimientos profundos que ha adquirido 
en los estudios laringoscópicos, gracias á su amable condescen- 
dencia, me he familiarizado con éste nuevo modo de diagnós- 
tico. 

Me es muy grato cumplir un gran deber, el de expresar aquí 
á mi amigo el Dr. Faubel mi gratitud, y cumplo este acto de 
justicia, declarando que debo á su bondad las observaciones 
que servirán para demostrar la utilidad del laringoscopo, y pa- 
ra inducir á los médicos Cubanos á que experimenten este me- 
dio de investigacion, cuyos resultados interesan á la ciencia y 
á la humanidad. 

1.—El laringoscopo es un pequeño espejo plano fijado al ex- 
tremo de un tallo metálico en un ángulo determinado. Sus di- 
mensiones son variables: el eje longitudinal de los espejos ovol- 
des es de diez y ocho á treinta milímetros: su mayor anchu- 
ra de doce á veinte. El diámetro de los redondos de trece á 
veinte y dos milímetros. Czermak y Faubel los prefieren ma- 

: 


ol 


yores, de catorce á veinte milímetros. Todos los observadores 
consideran los espejos grandes como superiores á los pequeños; 
sin embargo, cuando las amígdalas están hipertrofiadas es pre- 
ciso servirse de un pequeño espejo á fin de poderlo colocar de- 
tras de ellas, y cuando la epiglotis está muy inclinada hácia 
atras Ó es mal conformada deberá servirse de un pequeño es- 
pejo elíptico, cuyo tallo debe soldarse á una de sus extremida- 
des, á fin de poderlo colocar profundamente en la faringe, y 
poder aclarar las ataduras anteriores de las cuerdas vocales. 

El tallo del laringoscopo es de metal rígido, bastante flexi- 
ble para poderle dar las corvaduras necesarias. 

En los espejos redondos, elípticos ú ovales el lugar en que 
el tallo está soldado importa poco; pero en el cuadrangular es 
preciso soldarlo en uno de los ángulos. 

Los laringoscopos fabricados en Alemania tienen un ángulo 
de abertura de 130 4135 grados. Mr. Faubel se sirve de los 
que tienen una inclinacion solo de 120 porque son mas fáciles 
de aplicar. 

El largo del tallo del laringoscopo es de doce á quince cen- 
tímetros; y se fija 4 un pequeño mango de madera de siete cen- 
tímetros, que permite acortarlo y agrandarlo, 

IL— Aparato de claridad artificial.—Solamente describire- 
mos el de Mr. Faubel, que es el que ha servido para nuestros 
estudios, porque á la ventaja de impedir toda pérdida de luz 
reune la de su fácil manejo. 

Este aparato que se monta en una lámpara se compone de 
una lente bi-convexa ajustada á un círculo metálico: inferior: 
mente está guarnecido de una rodillera de acero que permite 
inclinarlo mas Ó ménos, y superiormente de un espejo plano 
que lo convierte en auto-laringoscopo. cuando el médico ó el 
enfermo mismo se examina la laringe. La lente bi-convexa per- 
mite servirse de este aparato colocado entre la luz de la lám- 
para y la boca del enfermo. El médico mira directamente ála 
boca, colocado detras de la lámpara, 

11.—Lmpleo metódico del laringoscopo.-—Despues de haber 
dirigido la luz de la lámpara al fondo de la boca con el apara- 
to que hemos descrito, el médico procede á la introduccion del 
espejo de la manera siguiente. Toma el laringoscopo en sus de- 


32 

dos como una pluma de escribir: tiene el cuidado de calentar 
en la lámpara el instrumento para darle la temperatura de la 
retroboca del enfermo, porque si nó el aire expirado empañaría 
muy pronto su superficie reflejante. Caliente el laringoscopo, 
limpia el espejo, y se lo aplica á la mejilla ó la mano para apre- 
ciar su temperatura, porque muy caliente quemaria la mucosa 
bucal, y frio se empañaría inmediatamente. Con un cierto há: 
bito se llega á conocer el grado de calor mas elevado que pue- 
de soportar el enfermo, y se puede entónces tener aplicado el 
instrumento dentro de la boca por largo tiempo sin que el es- 
pejo se empañe. 

En seguida se le recomienda al enfermo que abra bien la bo- 
ca, y que conserve la cabeza inmóvil. Otra condicion tan esen- 
cial como la inmovilidad de la cabeza es la direccion de ésta 
respecto al eje del tronco: es necesario que la cabeza se man- 
tenga en este eje, que quede bien recta, con lo que se consigue 
dar claridad al velo del paladar, sus pilares y la pared posterior 
de la faringe. | 

Entónces es cuando se introduce en la boca el espejo antes 
calentado, dirigiendo su superficie reflejante hácia abajo. En es- 
ta posicion el mango y el tallo del espejo quedan casi perpen- 
diculares á la lengua: se levanta lentamente el tallo, pero sin 
titubear, de modo que la superficie no reflejante se aproxime 
poco á poco al velo del paladar. Durante esta maniobra es ne- 
cesario tener el cuidado de no volver el espejo á la derecha ni 
á la izquierda; debe conservarse siempre en una posicion tal, 
que.el borde inferior quede paralelo á la lengua, y que por con- 
guiente los dos bordes laterales sean al contrario perpendicu- 
lares á este ó1gano. Entónces se rechaza el velo del paladar y 
la úvula con el dorso del instrumento inclinando el espejo há- 
cia la laringe. 

La colocacion del instrumento en el fondo de la boca debe 
hacerse en condiciones tales, que reciba los rayos incidentes y 
los refleje en la laringe, es decir, segun el eje vertical de este 
órgano; y como el objeto á que debemos dar luz por reflexion, 
la laringe, se encuentra situada entre la faringe y la base de la 
lengua, su eje vertical forma con la base de la lengua un ángu- 
lo recto, es decir, un ángulo casi de 90 grados. 


53 


Los rayos incidentes que parten de la lente penetran en 
el fondo de la boca paralelamente á la cara superior de la 
lengua. 

El espejo laríngeo que recibe estos rayos, debe para aclarar 
la laringe, reflejarlos siguiendo el eje vertical del órgano de la 
voz. Como los rayos incidentes y los rayos reflejos se encuen- 
tran en ángulo recto sobre la superficie del espejo, siendo igua- 
les los ángulos de reflexion y de incidencia, cada uno será de 
45 grados, es decir, igual á la mitad de un ángulo recto: lo que 
quiere decir que la superficie reflejante del laringoscopo debe 
estar inclinada á la vez á 45 grados sobre la superficie horizon- 
tal de la lengua y sobre el eje vertical de la laringe. Así pues, 
como lo ha hecho Mr. Faubel, se puede establecer como regla 
la siguiente: —La inclinacion del laringoscopo en el fondo de la 
boca debe ser de 45 grados. 

Para dar claridad á la laringe bastará colocar el laringosco- 
po en el fondo de la boca en una inclinacion de 45 grados, y 
aparecerá inmediatamente la imáxen larineoscópica. 

IV.—Imágen laringoscópica.—Con este nombre se compren- 
de la imágen de todas las partes constituyentes del aparato de 
fonacion representada en el espejo laríngeo. 

Haremos notar antes de describirla que esta imágen no es- 
tá invertida sino en un sentido, no en dos como lo pretenden 
los alemanes. Un ejemplo bastará 4 demostrarlo. Supongamos 
una ulceracion situada en la parte posterior de la cuerda vo- 
cal-1zquierda. Esta ulceracion aparecerá siempre en el espejo 
del mismo lado respecto del enfermo, es decir, del lado iz- 
quierdo. 

La imágen aparecerá invertida en el sentido ántero-posterior: 
lo que en la laringe está delante aparecerá en el espejo de- 
tras, ó mejor dicho, lo que está delante aparecerá en alto en 
el espejo. La epiglótis, por ejemplo, que está situada adelante 
en la laringe, aparecerá detras ó mas bien en alto en el espejo, 
miéntras que los cartílagos aritenoides que se encuentran en 
la parte posterior de la laringe, se verán hácia adelante, ó me- 
jor dicho, hácia abajo en el espejo. 

Aclarado este importantísimo particular, describiremos la 
imágen laringoscópica de arriba á bajo, 6 de detras á delante. 


d4 


Lo primero que se vé en la parte superior del espejo es la 
cara superior libre de la epiglótis, y de cada lado la foseta su- 
pra-epiglótica: despues, mas hácia abajo 6 adelante, el borde 
libre de la epiglótis diversamente conformado, mas Ó ménos 
levantado, dando nacimiento á derecha é izquierda 4 dos re- 
pliegues, el uno horizontal que se dirige hácia afuera llamado 
faringo-epiglótico; el otro dirigido hácia abajo y de detras ade- 
lante llamado aríteno-epiglótico. stos dos repliegues circuns- 
criben entre ellos y la faringe un espacio triangular profunda. 
mente excavado en forma de gotiera, dividido lateralmente por 
un repliegue transversal en dos fosetas, las fosetas naviculares 
del Dr. Petz. | 

Mas abajo, y en el centro entre los repliegues aríteno: 
epiglóticos aparece una abertura triangular, cuyo ápice divigi- 
do hácia arriba y adelante es formado por las cuerdas vocales 
inferiores ó verdaderas, 

Hácia afuera y por encima de las cuerdas vocales propia- 
mente dichas, se ven dos aberturas longitudinales, que son las 
entradas de los ventrículos de la laringe, y mas arriba las cuer- 
das vocales superiores ó falsas que se continúan hácia afuera 
con el repliegue aríteno-epiglótico. 

En la parte mas inferior y adelante se ven los cartílagos ari- 
tenoides coronados por los tubérculos de Santorini, y de cada 
lado y en el espesor mismo del repliegue aríteno-epiglótico los 
cartílagos de Wrisboure. 

Mas hácia abajo y detras se vé la parte mediana y posterior 
de los gotieras laterales de la fariuge que conduce al esófago. 

Tales son en el estado normal y abreviado las disposiciones 
de las diversas partes de la imágen laringoscópica. Agregare- 
mos que durante la inspiracion, en el momento en que las cuer- 
das vocales se separan, la imágen de la tráquea y de sus ani- 
llos aparece en el espejo á través de la abertura de la glótis. 

V.—Dificultades inherentes á los estudios laringoscópicos.— 
Hemos supuesto hasta el presente, que ninguna dificultad se 
ha opuesto á la aplicacion del laringoscopo: señalaremos ahora 
las principales que pueden encontrarse ordinariamente y el 
modo con que pueden evitarse. Las mas importantes son rela- 
tivas al enfermo. En el momento de introducir el laringosco- 


53 


po en la boca, el primer obstáculo con que se tropieza es la 
lengua. Pocos enfermos saben bajarla, y si se les exige depri- 
mirla haciendo una grande inspiracion, la elevan por el contra: 
rio contra la bóveda palatina. 

Muchos medios se han propuesto para obviar este inconve- 
niente, y construido una multitud de instrumentos; pero nin- 
euno llena el objeto. El mejor medio para conseguir la depre- 
sion de la lengua es hacer abrir la boca al enfermo delante de 
un espejo, á fin que él mismo vea como debe conducirse para 
ejecutar grandes inspiraciones descubriendo el fondo de la gar- 
ganta. | 
En lugar de servirnos de pinzas ó de depresores de la lengua 
conviene seguirel consejo de Mr. Semeleder. Se hace que el enfer- 
mo.saque fuertemente la lengua, se la tiene firme entre el ín- 
dice y el pulgar cubiertos con un lienzo fino, y de este modo se 
la mantiene fuera de la boca. El enfermo mismo puede tener” 
la entre sus dedos, y deberá hacerse así todo el tiempo que se 
invierta en las diversas operaciones que reclame su estado. 

Antes de introducir el espejo laríngeo conviene acostumbrar 
al enfermo á esta maniobra. Con la lengua sujeta y la boca 
bien abierta es necesario hacerle hacer grandes inspiraciones y 
expiraciones sin sacudidas, sin esfuerzos; en una palabra, ense- 
narlo á respirar amplia y naturalmente. 

En la generalidad de los enfermos el contacto del laringos- 
copo con el velo del paladar y la úvula se soporta generalmen- 
te bien desde el primer ensayo, siempre que el cirujano proce- 
da con destreza y sin titubear. Pero en algunos la sensibilidad 
exagerada de estos órganos determina náuseas y vómitos al 
mas simple contacto. Sin embargo, se logra combatir esta sus: 
ceptibilidad retirando ligeramente el espejo hácia adelante y 
haciendo respirar al enfermo. 

Se ha aconsejado para obtener la insensibilidad de la úvula 
y del velo del paladar las duchas simples ó medicamentosas 
en el fondo de la garganta; los gargarismos astringentes, los 
refrigerantes, en fin, el bromuro de potasio que tiene en estos 
Órganos la misma propiedad que en la uretra de hacerla insen- 
sible 4 la introduccion de la sonda. Como los efectos obteni- 
dos con estos diversos medios han sido insignificantes ó6 nulos, 


56 


se han abandonado en su mayor parte. Preciso es señalarlo: los 
esfuerzos de los vómitos provocados por la introduccion del la- 
ringoscopo, se deben las mas de las veces á la falta de destre- 
za del cirujano y á la pusilanimidad de los enfermos. 

El médico que quiera adquirir en poco tiempo la destreza y 
seguridad de mano que exige el manejo del laringoscopo, debe 
principiar por aplicárselo él mismo. Este es el modo mas segu- 
ro y rápido de vencer las dificultades en las primeras tentati- 
vas. Habituado á ver bien en sí mismo ayudado del auto-la- 
ringoscopo, y conociendo la posicion de la epiglótis, sus for- 
mas, sus movimientos; la disposicion de los cartílagos arite- 
noides y de las cuerdas vocales, así como las relaciones de es- 
tos Órganos entre sí, podrá distinguir fácilmente todas estas 
partes en los enfermos. 

Ademas de los obstáculos señalados hay otros que pueden 
oponerse á la introduccion del laringoscopo; tales son la hiper. 
trofia de las amígdalas y el volúmen de la 'úvula que viene á 
colocarse delante del espejo. Pueden remediarse con el espejo 
oval, con una nueva aplicacion, Ó por la excision de las partes 
hipertrofiadas. Pero no nos cansaremos de repetirlo: es casi 
siempre la falta de destreza del cirujano y la falta de calma del 
enfermo, lo que hace fracasar la aplicacion del laringoscopo. 

VL—OpseErvacioNEs.—1* Pólipo mucoso de la laringe des- 
conocido durante dos años. Histirpacion.—La jóven N. N. de 
23 años de edad, soltera y de buena constitucion, principió á 
toser en Febrero del 65, Algunos meses mas tar de la tos se ha- 
ce mas fuerte y penosa, las quintas mas repetidas; la voz pier- 
de su timbre, se hace mas grave. Este estado persiste por al- 
gun tiempo sin cambio favorable á pesar de los remedios em- 
pleados; por el contrario empeora, pues que se acompaña de 
dolor en la laringe, y la respiracion por momentos difícil, obli- 
ga á la enferma 4 etepender sus tareas. 

La alarma que produce á la familia y 4 la enferma los repe: 
tidos accesos de sofocacion que sufre, así como la persistencia 
de la tos,la determinan á consultar una celebridad médica de Pa- 
ris, que no encontrándole nada de anormal en los pulmones, ni 
antecedentes hereditarios de tubérculos, diagnostica una laringl- 
tis y durante un año la somete á los tratamientos mas activos, 


57 

Léjos de mejorar la enferma, se agrava sti estado á pesar del 
tratamiento seguido con regularidad; en vista de lo cual, el mé- 
dico la remite á Mr. Faubel para examinarla al laringoscopo. 

El dia 14 de Abril se presenta la enferma en la clínica de 
Mr. Faubel, y ademas de los informes verbales que recojimos 
y quedan expuestos, la enferma entrega una consulta de su mé- 
dico así redactada: “Pulmones sanos. —Tísis laríngea.—Tratamien- 
to: aceite de bacalao, dos cucharadas ántes de cada comida; ve- 
jigatorios volantes al cuello; fricciones de tintura de iodo; in- 
suflaciones de polvos alterantes dos veces por semana; alimen- 
tacion reparadora, vino de quina; hablar lo ménos posible.” 

Por la relacion de la enferma sabemos ademas que se le han 
aplicado ya varios cáusticos sobre la laringe, que se le han pues- 
to sanguijuelas, sometido á las inhalaciones de diversos líqui- 
dos pulverizados, que se le han hecho algunas cauterizaciones 
locales, que por dos años consecutivos ha estado á tomar las 
aguas en la estacion de Aguas Buenas dc. due., y que léjos de 
sentir el menor alivio se encuentra cada dia peor. 

En la actualidad se queja de la'tos, que es continua; que son 
mas repetidos los accesos dle sufocacion y tan prolongados al. 
gunos que teme ahogarse; la voz es nula, y apénas puede ha- 
blar porque “se fatiga inmediatamente. Su aspecto general es 
bueno, conserva casi sus carnes á pesar de comer muy poco por- 
que le cuesta trabajo el tragar: las menstruaciones conservan su 
regularidad, ni aumentadas ni disminuidas y la sangre de buen 
color. Las disestiones completas, el pulso normal, no tiene su- 
dores nocturnos y los pulmones examinados escrupulosamen- 
te aparecen con su sonoridad y los ruidos respiratorios sin la 
mas ligera alteracion. 

El exámen laringoscópico, fácil en esta enferma acostumbra- 
da á sufrir curaciones en la retro-boca, permite reconocer inme- 
diatamente la existencia de un grueso pólipo papilar implanta- 
do entre las dos cuerdas vocales inferiores y en la parte ante- 
rior de la laringe; cuyo tumor explica satisfactoriamente los 
síntomas experimentados por la enferma, la marcha de la en- 
fermedad, el resultado infructuoso del tratamiento empleado, 
el error de diagnóstico cometido, 


El Dr. Faubel procede inmediatamente á su extirpacion em- 
T, 1y—8 


58 


pleando sus pinzas, con las que logra arrancar toda la porcion 
del tumor flotante que por momentos viene á colocarse entre 
las cuerdas vocales, impide la introduccion del aire en los pul. 
mones y produce los accesos de sofocacion que con tanta razon 
temia la enferma, como que sin el laringoscopo estaba conde- 
nada á morir asfixiada. 

La extirpacion de estos tumores en general no produce nin- 
gun dolor; provoca un poco de tos y la hemorragia es insigni- 
ficante; sin embargo, obliga á aplazar la completa extirpacion 
que se verifica en mas ó ménos sesiones. Pero si por la sangre 
que impide ver claramente, el cirujano está obligado á no con- 
tinuar la operacion, como ha sucedido en este caso, debemos 
hacer constar que la porcion del pólipo extirpado ha permitido 
inmediatamente á la enferma respirar con toda libertad: la voz 
la ha recuperado en los sonidos graves, y para los agudos se 
conserva alterada. 

Abril 18.—La enferma no ha vuelto á tener accesos de so- 


focacion, su voz ha mejorado, y se somete gustosa á continuar 
su curacion. Mr. Faubel procede nuevamente á la extirpacion 
en presencia de aleunas personas, entre ellas el Sr. Landeta, y 
logra arrancar algunas porciones. 

“La tolerancia de esta enferma para soportar largo tiempo el 
laringoscopo y la introduccion de los instrumentos en la larin- 
ge, hace que Mr. Faubel me confíe la conclusion de la cura, y en 
dos sesiones con un solo dia de intervalo he logrado extirpar 
completamente el pólipo y sus implantaciones, no consiguién- 
dose por el exámen mas prolijo descubrir el mas leve vestigio.” 

La enferma se encuentra completamente curada; la tos ha 
desaparecido, la voz ha recobrado su timbre normal en los so- 
nidos agudos, y las cuerdas vocales inferiores funcionan satis- 
factoriamente. 

2% Os. —Afonía nerviosa demostrada por el exámen larin- 
goscópico.—Curacion instantánea por la electrizacion de las 
cuerdas vocales.—En la mañana del dia 10 de Febrero se pre- 
sentó en casa de Mr. Faubel una jóven de 15 años, cloro-ané- 
mica y bastante crecida para su edad, pero aun no menstruada. 
Su padre que la acompaña nos dice, que la niña ha perdido re- 
pentinamente la voz hace cuatro dias, despues de haber tenido 


59 
en la madrugada fria y húmeda del día seis un fuerte acceso 
de tos y sofocacion estando dormida, y despertándose azorada 
y clamando socorro. No puede hablar una sola palabra, la afo- 
nía es completa. 

El exámen laringoscópico demuestra que no existe inflama- 
cion, congestion ni deformacion de la laringe, y que las cuer- 
das vocales verdaderas están completamente paralizadas. Mr. 
Faubel le promete la curacion inmediata, instantánea, y para 
esto electriza directamente las cuerdas, lo que provoca un fuer- 
te acceso de tos. La enferma puede hablar en seguida. 

Algunos minutos despues de la primera electrizacion, la re- 
pibe, reproduciendo una quinta de tos violenta, y la curacion 
obtenida no se ha desmentido en dos meses. 

3* Ozs.—Alteracion notable de la voz, producida por el engro- 
samiento y enrojecimiento de las cuerdas vocales.—El Sr. N. 
N., Profesor de la Escuela Central, se vé obligado á suspender 
sus lecciones porque no puede hacerse entender, tan alterada 
tiene la voz. La ha perdido de una manera progresiva y en el 
espacio de dos meses, sin que sepa á qué causa atribuirlo. No 
sufre ningun dolor, no tiene tos, y su mal está limitado á esa 
incomodidad que le obliga á suspender su enseñanza. 

El exámen laringoscópico demuestra que las cuerdas vocales 
inferiores están engrosadas y rojas, que no se reunen exacta- 
mente como sucede en el estado normal cuando se pronuncian 
las vocales, y que el resto de la laringe está completamente sano. 

Mr. Faubel considera este enrojecimiento de las cuerdas vo- 
cales como un accidente frecuente en el clima de Paxis, de di- 
fícil curacion, y para conseguirla emplea solo las cauterizacio- 
nes con una disolucion concentrada de nitrato de plata, pero 
dirigidas y aplicadas únicamente á los puntos rojos. 

Las cauterizaciones asi empleadas dos veces por semana y 
con constancia han procurado la curacion completa del Sr. N. 
al cabo de tres meses, y en el dia dicho Profesor desempeña su 
asignatura sin que su voz haya perdido nada de su timbre y 
sonoridad. 

4* Ons.—Tisis laringea.— Ulceracion de la mucosa inter- 
aritenoidea, edema considerable de la glótis.— Accesos frecuen- 
tes de sofocacion.—Traqueotomia.—Mejoria*considerable.—La 


60 


Sra. N. N., natural y vecina de Nantes, de 50 años de edad, 
viene á Paris en el mes de Diciembre del 66 para hacerse tratar 
de su mal de garganta que hace cuatro años padece y que pro- 
gresa incesantemente. Consultado el Dr. Louis por indicacion 
de su médico, que reconoce la enfermedad principal limitada á 
la laringe y bastante avanzada, la remite al Dr. Faubel no so- 
lo para examinarla al laringoscopo sino para encargarlo de su 
asistencia. 

De la relacion de la enferma hemos sabido que siempre ha 
gozado de buena salud y que en su familia no ha habido tu- 
berculosos, pero que desde hace cuatro años en que tuvo una 
perfrigeracion principió á toser y á tomársele de vez en cuan- 
do la voz. Este mal al principio fué descuidado, pero desde 
hace dos años sigue y ha hecho con constancia y regularidad 
cuanto su médico le ha ordenado sin lograr otra cosa que ali- 
vios momentáneos, para en seguida aparecer una reagravacion 
sin causa conocida. 

El estado general de esta Sra. es grave. El enflaquecimiento, 
la palidez, la extenuacion de fuerzas, alteracion de la fisonomía 
tan notables en ella, parecen no dependen solo de la lesion lo- 
cal, sino mas bien de la insuficiencia de la alimentacion, pues 
segun dice hace cuatro meses que apénas puede comer, porque 
ademas del dolor agudo que le produce el paso del alimento 
por la faringe, se vé amenazada de asfixia. 

El dolor que es constante en la laringe se aumenta cuando 
habla; la voz está completamente perdida, la tos es continua y 
la expectoracion abundante es muco-purulenta. Ha tenido he- 
moptisis. La auscultación revela que en el ápice del pulmon 
derecho el aire penetra difícilmente, y en el izquierdo la exis- 
tencia de ligeros estertores secos. La sonoridad del pulmon de: 
recho está disminuida en un espacio muy limitado, miéntras 
que en el izquierdo solo aparece una falta de elasticidad. No 
tiene fiebre, ni sudores nocturnos. 

El exámen laringoscópico permite reconocer la ulceracion de 
toda la membrana inter-aritenoidea; la existencia de una mul. 
titud de tubérculos crudos en toda la mucosa que cubre las 
cuerdas vocales superiores, la inflamacion general de todas es- 
tas partes, y ademas el edema considerable de la glótis. 


61 


El Dr. Faubel, poco partidario de las cauterizaciones duran- 
te este período inflamatorio, prescribe á la enferma el aceite de 
bacalao, gárgaras con el clorato de potasa, emolientes, y aspi- 
raciones de vapores narcóticos. Una alimentacion suave, láctea, 
y el uso del vino de quina. 

Febrero 24 de 1867.—La enferma no mejora; su estado se 
agrava visiblemente y en los meses que la asiste el Dr. Faubel 
ha agotado todos los recursos, exasperándose el mal cada vez 
que emplea las cauterizaciones. La asfixia amenaza cada dia 
mas la vida de la enferma; la respiracion cada vez mas dificul- 
tosa está acompañada de un ruido especial (huélfago, cornage) 
y el exámen larineoscópico practicado en presencia del Profe- 
sor Nélaton demuestra la urgencia de la traqueotomía. 

“Mr. Nélaton, que aconseja no diferir esta operacion porque 
el edema cierra ya de un modo casi completo la entrada del 
atre en los pulmones, no puede admitirla en su servicio por 
carecer de cama. La enferma entra en el Hospital La Riboisiére 
el 25, y en la mañana del 27, por una condescendencia espe- 
cial de los Dres. Faubel y Gueniot encargado del servicio, le 
practiqué la operacion, que fué larga y difícil á causa de las nu- 
merosas venas que no pudiendo separarse fué necesario dividir 
y que necesitaron mas de treinta ligaduras.” 

Abril 15.—La traqueotomía ha producido en este caso el 
alivio mas considerable, la mejoría mas notable. Desde el mo- 
mento en que se colocó la cánula y que produjo al principio 
bastante tos, la enferma ha podido respirar bien y dormir mu- 
chas horas seguidas. La tos que es muy poca apénas molesta 
á la paciente; puede alimentarse y la nutricion ha ganado bas- 
tante. 

El exámen laringoscópico ha comprobado la mejoría que 
acusa la enferma. El edema de la glótis y la inflamacion de la 
mucosa han desaparecido: la ulceracion limitada se modifica 
favorablemente cof las cauterizaciones del nitrato de plata 
oportunamente indicadas ahora. 

Este hecho, reunido á los muchos que tiene consignados el 
Dr. Faubel en su Tratado de laringoscopia que pronto apare- 
cerá, pone de manifiesto dos particulares importantísimos: el 
primero, la necesidad absoluta del exámen laringoscópico para 


62 


establecer la oportunidad de la traqueotomía; y el segundo, lo 
irracional de las cauterizaciones en el período inflamatorio de 
las afecciones de la laringe, empíricamente empleadas por el 
Dr. Green de Nueva-York. 

52 Ops. — Grueso pólipo fibroso de la laringe: accesos de so- 
focacion.— Tentativas infructuosas de extirpacion.— Operacion 
fácilmente practicada con el magullador laríngeo.—El Sr. N. N. 
impresor, de 40 años de edad, ha perdido progresivamente la 
voz y experimentado en estos últimos seis meses, al principio 
dificultad para respirar y últimamente verdaderos ataques de 
sofocacion, pero á largos intervalos. Inspirándole serios temo- 
res su estádo, se decide á consultar al Profesor Trousseau, el 
cual le aconseja ver al Dr. Faubel para que lo asista, y éste 
aplicando el laringoscopo descubre un grueso pólipo de ancha 
base implantado sobre la cuerda vocal superior derecha. 

La poca movilidad de este tumor fijado sólidamente por su 
ancha implantacion á un lado de la laringe, como no impide 
constantemente la entrada del aire no pudiendo dislocarse con 
facilidad sino raras veces, explica como con tamaño tumor la 
asfixia es intermitente, así como tambien que la voz se recupe-: 
re por momentos cuando las cuerdas vocales inferiores recobran 
la libertad de movimientos. 

El Dr. Faubel ensaya sin fruto extirparlo repetidas ocasiones 
con los diversos instrumentos que posee. El pólipo resiste á 
todas las tracciones hechas con las varias pinzas que emplea: 
tampoco consigue nada con su kistótomo laríngeo ni con las 
tijeras de Czermak. 

“ln este estado y en vista de las tentativas desgraciadas y 
desconsoladoras que principian á producir el desaliento del en- 
fermo, se me ocurrió hacer construir un magullador aplicable á 
este enfermo. Fabricado á nuestra satisfaccion por el Sr. Galan- 
te, ha quedado justificado por el éxito completo de su aplica- 
cion. A la siguiente tentativa que hizo el Dr. Fauvel consiguió 
aplicar la cadena del instrumento en la misma base del tumor 
y cortarlo con suma facilidad y rapidez, no quedando sobre el 
punto de su implantacion mas que una ligera elevacion que na- 
da perjudica y que mas tarde podrá destruirse con las caute- 
rizacionées. 


63 


“El enfermo, que hemos visto algunos dias despues de opera- 
do, se considera completamente curado, y con el laringoscopo 
nos hemos asegurado de la perfecta cicatrizacion de la herida.” 

CowonusioN.—En los meses que hemos seguido la clínica del 
Dr. Faubel, las observaciones multiplicadas de los enfermos 
que han reclamado su asistencia y que hemos podido recoger, 
nos han convencido de las infinitas é interesantes aplicaciones 
del laringoscopo, hasta el grado de considerarlo como un ele- 
mento precioso del diagnóstico, que seria injusto no aceptar. 
Las observaciones que acaban de leerse dan de ello una prueba 
sin réplica. Su lectura convencerá á los ménos crédulos, y na- 
die podrá negar la utilidad de un instrumento que permite des: 
cubrir y diagnosticar los pólipos, las ulceraciones, las falsas 
membranas dsc. dsc., en una region en que el ojo mas ejercita- 
do nada puede descubrir sin su auxilio, 

Agreguemos para terminar, que el médico esclarecido de la 
causa de una afonía que le habrá sido imposible suponer sin 
un exámen directo, no se dejará gular como ha sucedido con 
frecuencia á prescribir medicamentos específicos, que no tienen 
otros resultados que los de alterar profundamente la economía; 
no empleará mas como el Dr. Green una sola medicacion para 
combatir estados patológicos diversos, ni emprenderá operacio- 
nes contraindicadas. 

Paris, 23 de Abril de 1867. 


OBSERVACION DE UN CASO DE REGENERACIÓN DEL HÚMERO, por 
el Lido. D. Justino Valdes Castro. 


(SESION DEL 23 DE Junio DE 1867.) 


Sres.:—La cuestion de la regeneracion de los huesos es un 
hecho hoy que no admite duda: transportada del dominio de 
la fisiología experimental á las aplicaciones clínicas, reclama 
por parte de los cirujanos multiplicar su número y variedades 


' 


64 


para extender los límites del arte y realizar la teoría del céle- 
bre Secretario perpetuo de la Academia de Ciencias de Paris, 
el Sr. Flourens, quien desde 1841 anunció que el hueso se for- 
ma por el periostio, que este forma á aquel, y que el hueso no 
es mas que el periostio osificado:--dea que la observacion viene 
confirmando, adquiriendo en la ciencia casi el derecho de do- 
micilio. Así es que cuando se trata de exponer hechos que la 
corroboren, importa mucho publicarlos para que no queden 
sombras de duda. 

Tengo el honor de presentar hoy á la Academia una obser- 
vacion que me parece curiosa bajo este aspecto. Se trata de la 
regeneración casi por completo del hueso húmero. No me de- 
tendré en molestar 4 V.85. con la exposicion detallada de la 
historia del caso que os he presentado y habeis visto, pudien- 
do apreciar el valor del hecho que he recogido en mi clínica, y 
que someto á la consideracion de la Academia, —porque sus 
pormenores no son indispensables al fin que me propongo. Os 
bastará saber que la observacion recae en lajóven D. % Flora 
Barrera, natural y vecina del pueblo de Regla, de edad de 20 
años, de temperamento linfático, estado soltera é hija de padres 
sanos y robustos, sin antecedentes de enfermedades de ningu- 
na clase. Esta jóven, á consecuencia de una caida sobre el hom- 
bro izquierdo hallándose jugando con otros bermanos y tenien- 
do entónces la edad de 7 años, sufrió una luxacion hácia ade- 
lante de la cabeza del húmero; luxacion que no fué reducida á 
tiempo, y que dió motivo á la formacion de un absceso en la 
articulación escápulo-humeral, cuya abertura espontánea se ve- 
rificó por la parte anterior y punto correspondiente al lugar 
ocupado por la cabeza luxada del hueso. Por espacio de cerca 
de tres años no se pudo conseguir agotar la abundante supu- 
ración que manaba de dicha parte, no obstante las indicacio- 
nes de varios profesores que vieroná la paciente, entre los cua. 
les se citan á los Dres. D. Antonio Nicasio Valdes, D. Fer- 
nando (Gonzalez del Valle, D. Manuel S. Bustamante, D. 
Estéban Gonzalez del Valle y nuestro digno Presidente el 
Dr. D. Nicolas J. Gutierrez, que tambien tuvo ocasion de ver 
y examinar á la enferma en union y por indicacion mia. Cuan- 
do me hice cargo de la asistencia de la referida jóven, lle- 


65 


vaba cerca de tres años de padecimiento. Habia un ancho seno 
fistuloso correspondiente á la cabeza del húmero, y que dando 
paso al estilete explorador, se perdia en lo interior de la cápsu- 
la y daba á conocer una verdadera cáries de la cabeza articu- 
lar del hueso, que estaba al descubierto; pero al parecer no se 
extendia:mas abajo de su cuello quirúrgico. Una abundante 
cantidad de pus acre, sanioso y fétido salia por el orificio fis- 
tuloso cada vez qne se movia el brazo en sentido de rotacion; 
cuyo pus manaba de la parte interna de la cápsula en relacion 
con la abertura externa fistulosa. Tanto esta parte como el resto 
del brazo estaban tumefactos, y los movimientos determinaban 
dolor; advirtiéndose desde el tercio superior al inferior del 
hueso un engrosamiento muy marcado, hasta el extremo de 

aparecer duplo. Por lo demas, la constitucion de la paciente 
era buena, sin revelar vicio alguno escrofuloso ni humoral. Es- 
ta enferma, como he dicho, habia sido tratada alternativamen- 
te por varios profesores por espacio de tres años cuando se so- 
metió á mi cuidado, sin conseguirse resultado favorable no obs- 
tante haberse empleado los medios recomendados en tales casos, 
y que omito por no ser difuso, así como los usados por mí en el 
transcurso de mas de 7 años, que la asistí con una constancia 
. ejemplar, y con una fé ciega de los padres hácia mis consejos, 
hasta que logró la naturaleza triunfar mas que la ciencia en la 
curacion, salvando un miembro tan necesario y que para algu- 
nos estaba perdido, como puede testificar nuestro Presidente, 
quien recordará me propuso las inyecciones con el ácido fosfó- 
rico, pronosticando desfavorablemente. 

En vano todo:-—cada dia se presentaba mas descubierta la 
cabeza del hueso, y como si la naturaleza se quisiese encargar 
de la curacion, fué separándola espontáneamente y aislando 
los tejidos de tal modo, que con facilidad y acompañado del 
Dr. D. Joaquin Roldan practiqué su reseccion mas abajo del 
cuello quirúrgico, valiéndome de una sierra de cadena, y cuya 
porcion huesosa os presento, destituida de sus eminencias arti- 
culares por haber sido destruidas por la cáries. 

Esta operacion nos hizo concebir la esperanza de que con 
ella terminaria el padecimiento de la jóven, por aquello de Su- 


blata causa tollitur effectus; pero nos engañamos; la herida que 
T, IVv—9 


66 


quedó en el lugar ocupado por la cabeza del húmero, léjos de 
cicatrizarse cubriendo el extremo superior del hueso, se ensan- 
chó mas, continuando la supuracion é indicando que la lesion 
huesosa se extendia á su totalidad. En efecto, no existia la sus- 
tancia medular, lo que daba á entender que estaba desprovista 
de su membrana ó sea periostio interno. Y como notase al po- 
co tiempo, que una pequeña porcion de la extremidad huesosa 
sobresalia, pronunciándose hácia fuera de la herida, lo que im- 
pedia la cicatrizacion, separé dicha parte con la misma sierra 
como podeis ver en la que en forma de birola os manifiesto. 
Desde entónces pude convencerme, que el engrosamiento del 
brazo no dependia del aumento de nutricion del hueso, sino de 
las partes blandas que le rodeaban, las que cada dia se separa- 
ban mas de él, aislándolo hasta el extremo de advertirse un 
erado de movilidad tal, que parecia que ya no estaba en rela- 
ciones, digámoslo así, amistosas con los tejidos; por lo que re- 
ecomendé, que en las curaciones diarias que se hacian inyectan- 
do el aceite de bacalao, se hiciesen tentativas de movimientos 
en el expresado hueso como para acabar de separarlo, toda vez 
que obraba ya como cuerpo extraño. Efectivamente, grande fué 
mi sorpresa al presentarme la madre de la jóven enferma á 
los pocos dias el resto del hueso, 6 mas bien dicho los dos ter- 
cios superiores del húmero; el que, observando su completa se- 
paracion, extrajo con suma facilidad, como puede hacerse con 
el acero de su vaina; y cuyo hueso igualmente tengo el gusto 
de presentar á la Academia.—Desde ese diasse fué cicatrizan- 
do la herida, y al poco tiempo solo quedaron tres pequeños se- 
nos fistulosos en el tercio medio é inferior, sostenidos por va- 
rias esquirlas huesosas que extraje, y que sin duda se produ- 
jeron á consecuencia de los movimientos que se hacian para 
desprender el hueso de sus ataduras, y que pueden apreciarse 
examinando la parte inferior del húmero; —quedando entera- 
mente buena hace tres años, y al cabo de once de padecimien- 
to.—Medidos ambos brazos desde la apófisis acrómion hasta la 
del olécranon, resulta tener el derecho, ó sea el sano, 12 pulga- 
das 7 líneas, miéntras que el izquierdo mide 11 pulgadas 4 lí: 
neas. De modo que hay un acortamiento de una pulgada tres 
líneas en el brazo cuyo húmero se ha regenerado,—Hoy, como 


67 


habeis podido examinar, la paciente se sirve bien de su brazo; 
lleva perfectamente la mano á la cabeza; se viste sola; aparta el 
codo del pecho á bastante distancia; no carece de fuerzas el 
miembro; no se advierte, cuando está cubierto el hombro con 
los vestidos, defecto físico notable entre ambos hombros, pues 
aunque hay ese pequeño acortamiento, apénas se nota á la sim- 
ple vista; y la jóven por último conserva hoy un miembro que 
con justos motivos se consideró perdido. 

Refleciones.—El hevho que acabo de referir es otro ejem: 
plo mas que viene á confirmar las ideas del Sr. Flourens acerca 
de la regeneracion de los huesos, de que ya la ciencia regis- 
tra multitud de casos. Pero aparte de esta regeneracion, lo 
mas admirable á mi juicio es el papel activo que ha repre- 
sentado la naturaleza, y á cuyos esfuerzos se debe la cura- 
cion. Como habeis podido observar, en nada ha intervenido 
la cuchilla del cirujano para disponer las partes á la reproduc- 
cion del hueso. En todas las resecciones subperiósticas, co- 
mo sabemos, el instrumento cortante tiene que obrar para el 
desprendimiento del periostio; en el presente caso la natura- 
leza ha hecho las veces del cirujano, conservando y alslando 
la membrana. Pero se me preguntará ¿cómo ha tenido lugar 
en el caso que nos ocupa?-——Indudablemente el periostio ex- 
terno del resto del hueso tambien participaba del padecimien- 
to; y como su inflamacion determina no solo su espesor, sino 
que separa los vínculos de adherencia, hallándose asímismo, 
como ya tengo manifestado anteriormente, destruida la mem- 
brana interna, puesto que no existia la sustancia medular, 
he aquí que el estado patológico de ambos periostios coadyu- 
vó á las tendencias favorables de la naturaleza, produciendo 
una flegmasía eliminadora, que cual espina de Van—Helmont 
habia sostenido la enfermedad de la jóven por tanto tiempo. — 
Denudado el hueso de sus periostios, é interrumpidas las co- 
municaciones vasculares, no podia ya gozar de vida, y como 
parte muerta era necesaria su expulsion. Pero esta no se verl- 
ficó hasta que el hueso de nueva formacion adquirió la suficien- 
te solidez para desempeñar sus funciones; así fué que pocos dias 
despues de haberse cicatrizado la herida, la paciente hacia uso 
de su brazo con bastante libertad; todo debido como he dicho 


68 


á la próvida naturaleza, que en su constante lucha con los agen- 
tes exteriores, y las mas veces internos, que sin cesar tienden 
á destruirla, tiene recursos para poderse regenerar y salir vic- 
toriosa en el combate. Si todos los profesores tuvieran siem- 
pre presentes los prodigiosos recursos de la naturaleza, cuya 
verdad no se le escapó al anciano de Cos al dejarnos trasmiti- 
do en forma de principio, que si el acero quirúrgico prudente- 
mente manejado es mil veces benéfico, y otras tantas único 
medio de poder salvar la vida de los enfermos, desgraciada- 
mente no es dado el poder regenerar los miembros que con él 
hayamos cortado, ¡cuántos de estos inutilados, y acaso cuántas 
víctimas no se evitarian! —El célebre Lisfranc, que era siempre 
muy prudente cuando se trataba de cortar, aconsejaba á sus 
discípulos que fuesen muy sobrios en el uso del cuchillo.—He 
aquí una leccion para ciertos impacientes cirujanos que obede- 
ciendo á una ciega rutina, prefieren muchas ocasiones, con tal 
de operar, correr los riesgos á que su precipitacion puede dar 
lugar, que á mantenerse en una prudente espectativa, si es que 
ya por su experiencia no desconocen los casos en que deben 
desplegarse una actividad y energía especiales, 


APUNTES HISTÓRICOS ACERCA DE LA INTRODUCCION Y PROPAGA- 
CION DE LA VACUNA EN LA ÍsLa DE CuBa; por el Ldo. D. Do- 
mingo Rosaín. 


IV.—( V. Anales, t. IIF págs. 150, 185 y 352.) 


Que el vírus que los vacunadores «propagaban era legítimo 
y preservativo, así lo confirmaron los hechos ante los cuales 
callan las teorías. El Dr. Rosain, la mañana del 14 de Diciem- 
bre de 1852, en union de Carrillo, Hondares y Rios, del inspec- 
tor del ramo Dr. Cowley, de otros profesores y varias personas, 
pasó á la calle de la Reina n. 107, donde estaba con viruelas 
el negrito Luciano, esclavo de la Sra, D. % Carlota Armente- 


69 

ros de Font, y lleno de confianza y fé en la vacuna inoculó en 
presencia de los ya citados 4 la negrita Genoveva de la Sra, 
Armenteros y á Bonifacio de D. % Josefa Figueroa de Meire- 
les, Estos dos inoéulados, que habian sido vacunadós con la va- 
cuna de vaca venida de Maryland, no contrajeron la viruela; y 
tampoco ofrecieron el mas leve síntoma de contagio seis indi- 
viduos que recibieron el preservativo tomado del grano llama- 
do antiguo y fueron sujetos á la prueba. —Oigamos al Dr. Hon- 
dares, que fué testigo de la eonstancia y abnegacion del Dr, 
Rosain cuando nos vimos precisados en 1853 á acudir á las prue- 
bas de inoculacion y contagio, de las que tanto partido sacó el 
Dr. Harder, que no solo se contentó con observar á los reva- 
cunados durante las epidemias, sino que ademas les inoculó la 
varicela saliendo todos libres de ella. “Por acuerdo y en pre- 
sencia del Dr. Cowley, inspector entónces de vacuna, se prac- 
 ticaron dichas pruebas en individuos vacunados recientemente, 
y otros que ya habian obtenido la vacuna fueron revacunados 
con ese objeto, para convencer á los que dudaban de la virtud 
preservadora de la vacuna. Las pruebas fueron concluyentes, 
pues ninguno de losinoculados experimentó el mas leve sínto- 
ma de contagio. Vencidas así la preocupacion y prevenciones, 
el pueblo acudió lleno de confianza á vacunarse. Familias en- 
teras se presentaron á preservarse, y la viruela detuvo su mor- 
tífera marcha ante la vacuna y revacuna, como es probable la 
detenga, ya que la indolencia la ha vuelto á proporcionar, si se 
acude en solicitud del preservativo. Rosain, hijo, hizo la esta- 
dística de esa epidemia, y con una ilimitada confianza en la ac- 
El preservadora de la vacuna, despues de revacunarse por el 

. Carrillo y por mí, —operacion que se hizo ejecutar en dis- 
Ps puntos de su cuerpo, la cual no produjo resultado, —se 
sometió en seguida á las pruebas de la inoculacion con el vírus 
varioloso, de las que salió sano y salvo, pues la vacuna que ad. 
quirió en su infancia por el sentido Dr. Sandoval, conserva- 
ba su eficacia preservadora.” 

Los siguientes datos no los creo desnudos de interes. Sels ve- 
ces me revacuné entónces; ya en años anteriores me habia su- 
jetado mi padre á la revacunacion, siendo el Dr. Romay uno 
de los que me revacunaron; continué despues revacunándome 


70 


todos los años y siempre sin resultado, haciendo presente que en 
los dedos de ambas manos me he revacunado; y un dia del mes 
de Agosto de 1857, en momentos de vacunar un niño, hubo de 
darme en la mano derecha penetrando la aguja, cargada del ví- 
rus que en aquel habia de emplear, en la yema del dedo pul- 
gar de mi mano izquierda, y desarrollándose un falso grano que, 
hasta el sétimo dia, tanto á Hondares y á Rios como á mí nos 
tuvo engañados, pues siguió la marcha de un grano legítimo: 
sobrevino á los tres dias calentura, se inflamaron las glándulas 
axilares, como se observa generalmente en los adultos cuando 
se vacunan, y el grano que ostentaba mi dedo no podia guar- 
dar mas conformidad con los legítimos; cuando Hondares se 
disponia al siguiente dia, octavo de mi incidencia, á vacunar 
de él, amaneció deprimido y enteramente seco. Mi padre con- 
servaba las cicatrices de las viruelas que sufrió en su infancia; 
y aunque Moreau dudaba que en esos casos se observase la ven- 
dadera vacuna, empero mi padre, vacunando una mañana á un 
hijo del Sr. Dr. D. Manuel G. del Valle, concluida la operacion 
y casi seca la aguja se hincó con ella en la yema del dedo pul- 
gar de su mano derecha, desarrollándose un grano legítimo que 
fué observado por el Dr. Romay. Este célebre facultativo re- 
conoció cinco señoras vacunadas por el Dr. Cózar, despues de 
haber tenido muchos años ántes el contagio varioloso, y sus 
granos vacunos fueron legítimos, lo que está conforme con lo 
que Jenner dijo: la viruela no preserva de la vacuna.—Romay 
cita tambien á un profesor de esta ciudad que habia tenido las 
viruelas: se vacunó en la mano siniestra, y le resultó un grano 
tan perfecto, que inoculó con su pus á varias personas; más en 
todas se presentó la falsa vacuna. Otro tanto sucedió con el 
virus tomado del grano que tuvo mi padre. Lo observado en 
estos casos es conforme con lo que Romay habia notado, que 
en los que ya han experimentado las viruelas, el grano vacuno 
que en estos se obtiene ¡inoculando su vírus á otros, produce 
la falsa. Tambien observó este ilustre sabio, que dicho vírus 
no solo puede producir un grano perfecto en algunos sugetos 
que han tenido anteriormente las viruelas, sino que causa una 
afeccion general. Ya el Dr, Odier refiere que habiendo pedido 
al Dr, Carró vírus vacuno, le remitió el que habia tomado del 


71 


grano de un hombre de 51 años, el cual aunque tuvo en su in- 
fancia las viruelas, quiso vacunarse y obtuvo todos los sínto- 
mas que anúncian la verdadera vacuna. Este vírus comunica- 
do por el profesor de Ginebra á 20 niños, á las siete horas se 
inflamaron las incisiones y todo el brazo, experimentaron fie- 
bre y algunos vómitos, pero todo calmó en 48 horas. Á mi pa- 
dre le molestó la fiebre algunos dias, y la inflamacion del dedo 
se extendió á la mano y al brazo, como á las axilas, no faltan- 
do los vómitos observados por el Dr. Odier. | 

Carrillo y Rosain solicitaron postillas de grano, en niños 
vacunados en años anteriores, y el Sr. D. Tomás de Juara acu- 
dió al llamamiento facilitando dos que conservaba de su hijo 
Ramon del año de 1837, y con la cual, preparada conveniente- 
mente, vacunó Hondares en la Sala Capitular; y no obstante 
los quince años que tenia de los cuatro vacunados, en dos se 
desarrolló el grano con caractéres de legítimo y el tercero obtu- 
vo falsa erupcion. Valencia hizo tambien su presente y fueron 
ensayadas por Rios sin éxito favorable. El Dr. Dupierris, se- 
cundando las miras de los vacunadores y en atencion ála pro- 
piedad que tienen las vacas de producir la vacuna, inoculó el 
pus varioloso en la ubre de una vaca, pero el resultado no cor- 
respondió á sus benéficas intenciones. Igual resultado consiguió 
Rios en las dos vacas en que hizo semejante ensayo.—Muchos 
profesores han creido que la viruela inoculada á la vaca modi- 
tica favorablemente el vírus y podia sustituir la vacuna cuan. 
do se careciera-de ella. En algunos pueblos de Inglaterra se 
conserva esa creencia; pero las recientes observaciones de los 
Sres. Chauveau, Viennois y Paul Meynet, presentadas ála Aca. 
demia de Ciencias Médicas de Lyon, han probado que querer 
producir la vacuna con la viruela sería seguir una quimera 
peligrosa. 

De Agosto del 52 á4 Julio de 53 que duró la epidemia, mu- 
rieron de viruelas no solo en la ciudad, sus hospitales y barrios 
extramuros, sí tambien en los pueblos de Jesus del Monte, Cer- 
ro y Casa Blanca, 1,770 individuos, suma insignificante ante 
la de 900 cadáyeres que se enterraron solamente en la iglesia 
de S. Felipe durante el año de 1804, Al mismo tiempo reinaba 
el cólera, del que mas se ocupaba la poblacion, y sin embargo 


12 


de la influencia que en los ánimos ejercia, del cólera solo mu- 
rieron 1,572 de Agosto de 1852 á Julio de 1853, miéntras la 
viruela se llevó 198 personas mas que aquella enfermedad. La 
misma epidemia quiso se preparasen á recibirla haciéndose, 
preceder de la varicela, que empezó á reinar en los meses de 
Abril al de Agosto del 52, cuyos casos se multiplicaban ata- 
cando de preferencia á los no vacunados, en quienes se desen- 
volvió la viruela bajo la influencia del miasma que lanzaban 
los africanos: estos trajeron consigo el gérmen de tan atroz y 
mortífera enfermedad y moraban en los Almacenes de Regla. 
El aire se encargó de esparcirlo en aquel pueblo, introducién- 
dolo en la ciudad, donde se sucedieron innumerables casos de 
viruela que sirvieron de castigo á los indolentes, y de gloria 
para los vacunados, quienes en lo general contrajeron la va- 
ricela y varioloides bajo la forma mas benigna, miéntras los 
que no habian recibido la benéfica influencia del vírus va- 
cuno soportaron la viruela con todas sus funestas consecuen- 
cias. El resultado victorioso de las pruebas y un simple aviso 
que los vacunadores de la Sala Capitular dieron al público 
llamándolos al banquete de vida con que lo invitaban, fueron 
bastante para que en tropel acudiesen á preservarse, quedando 
desde entónces en Cuba establecida la utilidad de las revacu- 
"naciones. Convencido el pueblo de su eficacia y de la no dege- 
neracion de la vacuna que se propagaba, familias enteras acu: 
dieron presurosas á recibir ese beneficio, siendo público y no: 
torio que en la Sala Capitular, donde esa operacion da princi 
pio á las once de la mañana, en aquellos dias comenzaba á las 
diez y se prolongaba hasta la una ó mas, sucediendo otro tanto 
en Guadalupe y Jesus María. Pasaron de 7,000 los vacunados 
en los lugares designados por el Gobierno, caleulándose en mil 
las vacunas practicadas en las casas particulares. ln cerca de 
4,000 revacunados sobre 500 adquirieron falso grano y 228 la 
legítima vacuna, miéntras el resto no tuvo la mas leve señal 
de aquella segunda operacion. 

Entre las muchas personas que acudian á la Sala Capitular 
en solicitud del preservativo, no pocas hubo en quienes se no- 
taban síntomas de invasion variolosa, y así febricitantes se va- 
cunaban con anhelo y confianza por estar convencidas de que 


13 « 


si llegaba á desarrollarse en ellos la legítima vacuna, esta sal- 
varia aquellas vidas expuestas á perecer; y citaremos entre los 
muchos casos una negrita de la hermana del Excmo. Sr. D. 
Ignacio Crespo, que fué vacunada bajo esas condiciones y al 
tercer dia se cubrió de viruelas, siguiendo á la par la vacuna 
su desarrollo y con cuyo vírus se vacunaron tres individuos sin 
que en estos se desarrollase sino solo legítima vacuna. Conser- 
vo una cicatriz en el dedo índice de la mano izquierda origina- 
da por el pus de una viruelienta: lo mismo observamos en D. 
Cárlos Valor y Coca que contrajo una viruela en la mano iz- 
quierda durante la asistencia de su esposa, que sucumbió á es- 
ta enfermedad; y otro tanto vimos en D. José Gomez, emplea- 
do en la Sala Capitular, advirtiendo que este individuo habia 
sufrido en su niñez las viruelas, cuyas indelebles cicatrices con- 
servaba. A no ser preservadora la vacuna que obtuvimos, Coca 
y yo hubiéramos contraido la viruela, pues nos encontramos en 
las condiciones mas favorables para ello. No dejaremos de 
anotar, que hubo individuos que por ocho y mas veces se so- 
metieron 4 la revacunacion, lo que presenció el Sr. Mayordo- 
mo de Propios, en aquel entónces D. R. P., que condujo á la 
Sala Capitular 4 señoritas de su familia y no pocas de su 
amistad con aquel objeto, las que fueron revacunadas por los 
cinco vacunadores dé aquel lugar y con vírus de distintos gra- 
nos sin que se hubiese. conseguido por segunda vez otra vacu- 
na; lo cual se observó en otros muchos. A estas citas agrega- 
riamos otras mag: pero basta con lo expuesto y con recordar lo 
que todos han visto, pues en rara casa dejó de haber un virue- 
liento y ya vimos residir con ellos en la misma pieza y en la 
propia cama á los vacunados sin que se les comunicara á estos 
las viruelas, no dejando duda que la vacuna que se tenia y pro- 
pagaba no habia perdido su legitimidad y eficacia. Llegóse 
hastapropalar la falsedad de que la vacuna en el negro pierde su 
virtud preservativa y que la inoculacion de grande á pequeño y 
de este á aquel modifica la vacuna. La mejor objecion que se les 
puede presentar á los que así se expresan, es conducirlos á los 
lugares donde este beneficio se propaga, y allí se verá que del 
grano vacuno que se desarrolla en los africanos, se vacuna con 


el vírus extraido de él á los blancos de todas edades, y á los 
T, 1y—10 


74 


ocho dias se vé reproducido en éstos otro grano tan legítimo 
y preservativo como el del negro donde se habia tomado. La 
censura se cebó hasta en las agujas que empleaban los vacuna- 
dores. En esos dias llegó de Inglaterra el Dr. D. José Villate, que 
habia desempeñado con entusiasmo una plaza de vacunador án- 
tes de su marcha á Europa, y quien regaló al Dr. Rosain una 
aguja de acero fabricada en Lóndres segun la forma de las que 
allí usan los vacunadores, que era exactamente la que emplea- 
ban los nuestros. Las de marfil, que junto con los cristales de 
Lóndres llevó el Dr. V. Castro al Sr. Alcalde primero, en nada 
mejoraban las que se usaban, y su misma pequeñez imposilita- 
ba su uso. El propio Dr. Villate aseguró que las llamadas 
agujas de marfil se empleaban en Lóndres para depósito de 
vírus. 

Antes de recibirse en esta ciudad la vacuna, y cuando diez: 
maban las poblaciones todas de la Isla aquellas epidemias de 
viruelas que con horror nos ban referido nuestros antepasados, 
la Sociedad Patriótica ofreció un premio de 400 pesos á quien 
encontrase en nuestras vacas la vacuna, y se pasó mas de un 
año sin' que el interés de esa suma, ni el bien de la humanidad 
hubieran conseguido se presentase uno solo de estos animales 
con los granos que tanto se anhelaban. La Junta de Sanidad de 
Cárdenas ofreció tres premios con iguales miras en 1852, y pos- 
teriormente el Excmo. Ayuntamiento propuso á la Junta Su- 
perior de Sanidad contribuyese con mil pesos para ese objeto; 
mas esta Corporacion, representante de la. salud pública y la 
primera siempre en cumplir esa suprema ley, desestimó por 
innecesario semejante desembolso, pues convencida se hallaba 
de no haber degenerado la vacuna que se probaba. Entónces 
y de por sí ofreció el Municipio 500 pesos al que presentase 
la vaca que en vano se solicitó en anterior época, y de las pre- 
sentadas ninguna llenó la condicion.—El Sr. D. Francisco Cal- 
deron y Kessel, regidor entónces, era quien aprontaba esa su 
ma con tan filantrópico fin. 

En Noviembre de 1854 se dió principio á la propagacion 
de la vacuna de Edimburgo que recibió en tubos el Sr. Mor- 
risson, del comercio de esta plaza, y los cuales puso á disposl- 
cion del Gobierno, quien los entregó á los Dres, Carrillo, Ro- 


75 


saln y Hondares, elegidos para su ensayo. El 29 del citado mes 
vacunaron en la Sala Capitular con dicha vacuna cuatro niños, 
adquiriendo tres de ellos un solo grano cada uno. y aunque po- 
co desarrollado, á causa sin duda de la estacion, presentaban 
todos los caractéres de la buena vacuna. Preparados estos gra- 
nos fluyó la linfa con abundancia y los diez que con ella se va: 
cunaron el 6 de Diciembre, octavo de la operacion, sirvieron 
para difundirla en los demas puntos de vacunación. La vacuna 
de Edimburgo que proporcionó aquel filantrópico vecino, conti- 
nuó propagándose basta quedar reemplazada en 1860 por ví: 
rus obtenido de una vaca del pais. 

Mas de 50 años 1ban transcurridos desde que en vano se so- 
licitó la vacuna en las vacas de la Isla. Penosísimos viajes hi- 
zo Romay á nuestras haciendas sin haberla conseguido, y no 
faltaban quienes asegurasen que era raro encontrarla en las va- 
cas del Nuevo Mundo, y que, en cuanto á las de Cuba, lo que 
solian ofrecer es lo que llaman gabarro. Está probado que las 
vacas de América suelen presentar en los pezones tubérculos que 
preservan á los ganaderos de la viruela, y el célebre naturalis- 
ta Humboldt dice, que en 1802 se inoculó la viruela á un ne- 
oro del marqués de Valle-Umbroso y no la contrajo; que al re- 
petirse la operacion aseguró el etiope, que no seria atacado de 
la viruela porque al ordeñar algunas vacas de la cordillera de 
los Andes habia tenido la erupcion que ellas padecian. Al Dr. 
Hondares le cupo en Cuba la gloria de ser el primero que to- 
mase la vacuna en su orígen. En la tarde del 17 de Marzo de 
1860 pasó el citado vacunador á la estancia del Sr. Flores So- 
tillo, 4 3 leguas de la capital, donde se encontraba una vaca 
con el legítimo cowpox, acompañándolo los vacunadores D. G. 
Bucelo, D. M. Roy y D. J. M. Govantes. Del exámen resultó 
que al rededor del pezon tenia granos ya secos, de 14 416 
dias, de los que se tomó una postilla para ensayarla y resolver 
entónces. El lúnes 19 del propio mes disolvió Hondares la pos- 
tilla, inoculando en Belen un párvulo de color, de seis meses 
de edad, nombrado Rafael y de la propiedad de D. A. Diaz. 
Al siguiente lúnes, 26, estaba en completo desarrollo el único 
grano que prendió en el mencionado párvulo, con todos los ca- 
ractóres de la verdadera vacuna. Con este se vacunaron una 


76 


niña hija del Sr. D. Juan A. Castro y la expósita Adela, obte- 
niendo cada una á los ocho dias cuatro granos, con cuyo virus 
se inocularon todos los que solicitaron ese dia el preservativo. 
De él se llenaron seis tubos, con los cuales se vacunó el dia 8 
de Abril enla Sala Capitular, y sucesivamente se fué difundien- 
do en todos los lugares en que se administra la vacuna. 
Olvidada la viruela se notó la falta de concurrencia en los 
puntos de propagacion del preservativo; indiferencia y aban- 
dono de que ella se ha aprovechado para reaparecer en Regla, á 
cuyo desarrollo se prestaban las pésimas condiciones higiénicas 
en que se encuentra ese vecindario. Mucha parte de esa pobla: 
cion se manifiesta resuelta á no vacunarse, mira con horror el 
preservativo, y aun llevan su terquedad y sin razon á darse al. 
gunos por ofendidos, acompañando á un lenguage descompasa- 
do indignas amenazas que soportó resignado el Dr. Hondares, 
aconsejándole la prudencia auxiliarse de la policía para vacu 
nar con segura libertad. En Diciembre de 1865 se pronunció 
la viruela en Regla, cuyos casos se aumentaron de una manera 
notable y mortífera que sembró la consternación, ahuyentan- 
do á cuantos por aquel pueblo transitaban, que ocupó hasta la 
atencion de los periódicos y que felizmente terminó el mes de 
Marzo de dicho año. Si mucha parte de sus vecinos se negaban 
á recibir el preservativo, haciendo inútil la constancia de los va- 
cunadores destinados al epidemiado pueblo, pues dolor causaba 
ver desierto el lugar de las vacunaciones, la mayoría de la po- 
blación con la sensatez que inspira la ilustracion entregaron 
sus hijos y domésticos á la vacuna y revacunacion, contribu- 
yendo así á que la epidemia respetase sus moradas y tocase 
pronto á su término. Propagado el mal por toda la poblacion, 
el 9 de Febrero del presente año de 66 se trasladó Hondares á 
Regla, vacunando á domicilio mas de 300 personas. Este facul- 
tativo, que vela propagarse la epidemia á Guanabacoa y que 
alguno que otro caso se presentaba ya en la Habana, y no pu- 
diendo olvidar que fué de Regla de donde pasó á la capital la 
viruela que en 1852 hizo tantas víctimas, intentó cuanto al 
círculo de sus atribuciones correspondia para salvar las pobla- 
ciones vecinas de tan horroroso mal. Al efecto llamó la aten- 
cion del Gobierno sobre la revacunacion del ejército, 4 la que 


17 


se procedió de seguida; y como en tales circunstancias ingresa- 
ron en el Depósito Central de Emancipados 274 negros, raza 
desgraciadamente predispuesta á la viruela y la cual nos hizo 
el terrible presente que en 1852 nos arrebató seres queridos, 
fueron vacunados y ninguno contrajo la viruela, no obstante 
haber casos de ella en los alrededores del edificio donde se al- 
bergaban los africanos. 

“El Decano de vacuna Dr. Hondares y los vacunadores se 
consagraron á propagar el preservativo, habiendo conseguido 
vacunar en los cinco primeros meses del año de 1866 en el radio 
de la capital 4,415 personas. Herederos delas virtudes que enal- 
tecieron á su ilustre corifeo en Cuba, llevan presente los va- 
cunadores que á Romay le abrieron paso, alcanzando culmi- 
nantes puestos en corporaciones científicas, literarias y econó- 
micas, así nacionales como extrangeras, no el favor que usur- 
pa, no la lisonja que envilece, sino el talento que conquista, las 
virtudes que dignamente se recomiendan y dignamente se 
acogén. 


Dy La ovarIoToMÍA. (]) 


En una discusion de la Academia de Medicina de Paris que 
será largo tiempo célebre (1856-1857), hablando Mr. Velpeau 
de la ovariotomía, se expresaba así:—“Es una horrible opera: 
cion que debe ser proscrita aun cuando fuesen reales las cura: 
ciones anunciadas.”—De 1857 41864 la práctica quirúrgica 
francesa ha seguido deacuerdo con la opinion de Mr. Velpeau, 
considerándose la ovariotomía como una operacion que sin duda 
podia dar algunos buenos resultados, pero que era demasiado 
riesgosa para ser admitida y recomendada. Desde hace algunos 
años las opiniones han cambiado; y ahora, segun el modo de 
pensar de gran número de cirujanos, la operacion está plena- 
mente justificada en los quistes multiloculares, sin que por eso 
deje de haber muchos disidentes que creen, que aquellos bue- 


(1) Este trabajo, que es sin duda de interés y actualidad, ha sido escrito en Paris pa- 
ra los “Anales,” 4 invitacion del apreciable Dr. D. Joaquin Zayas, á quien damos las 
gracias. 


78 


nos efectos no justifican las empresas temerarias, y que, para 
rechazar la operacion, se fundan: 1. % en que los quistes mul- 
tiloculares y areolares son las mas de las veces adherentes y 
muy difíciles de separar; 2. ? en que los quistes uniloculares, 
para los cuales es fácil la ovariotomía, pueden curarse por la 
puncion. Resulta en efecto de las estadísticas, que cuando se 
escogen los casos de quistes del ovario y se someten á la ovario- 
tomía las enfermas atacadas solamente de quistes unilocula- 
res poco voluminosos, se obtiene una proporcion considerable 
de casos favorables, curándose de este modo la mitad de las 
operadas; pero esas son precisamente las cireunstancias en que 
se logra la curacion mediante la puncion y la inyeccion ioda: 
da. Agreguemos que cuando una operacion de ovariotomía no 
es seguida de buen éxito, las enfermas mueren con suma rapt- 
dez y casi todas dentro de las veinte y cuatro horas que siguen 
á la operacion, miéntras que si la inyeccion iodada no se acon- 
paña de un éxito completo, á lo ménos la enferma no ha sido 
expuesta ála muerte y siempre es posible volver 4 practl- 
carla. 

En los quistes multiloculares el líquido es por lo comun vis: 
coso, hebroso: estos quistes, que no pueden abrirse con una 
sola puncion, no reciben sino poca mejoría de la inyeccion ioda- 
da, que entónces no ejerce su accion sobre las paredes, y es pre- 
ciso repetir las punciones muy á menudo, con frecuencia cada 
ocho ó cada quince dias, —siendo semejantes casos malos para 
la puncion, é igualmente poco favorables para la ovariotomía: 
en efecto, esos quistes son casi siempre adherentes en una gran 
extension, y están unidos tan íntimamente á los diversos ór- 
sanos, que la ablacion completa es imposible; por lo cual las 
estadísticas son mucho ménos favorables cuando los cirujanos 
no practican la ovariotomía sino en estos casos; pero entónces, 
bueno es decirlo, la responsabilidad del profesor se halla mu- 
cho ménos comprometida, si se atiende á que la puncion no ali- 
via notablemente á la enferma, y á que ésta deberá sucumbir 
en un término generalmente muy próximo. 

Hay una cuestion que, á nuestro parecer, se opondrá siem- 
pre á que la ovariotomía llegue á ser una operacion bien regu- 
lar; y es la incertidumbre del diagnóstico. “Confieso, me decia 


79 
no ha mucho el Dr. Maisonneuve, cirujano del Hótel- Dieu, que 
no sé la primera palabra del diagnóstico de los quistes del 
ovario. El año pasado hice la abertura del vientre para sacar 
un tumor enorme y fluctuante que creia ser un quiste del ova- 
rio: era un gran tumor fibroso que nacia del ángulo sacro-ver- 
tebral; me fué imposible extirparlo, y la enferma murió.....” 
—El diagnóstico de los tumores del ovario, como decia Mr. 
Maisonneuve, no está hecho; se conocen poco mas 6 ménos los 
tumores de la region; pero se está léjos de saber diagnosticar 
sus adherencias y relaciones, nociones sin embargo indispensa- 
bles para la práctica de la ovariotomía.—Referiré aleunos otros 
casos que prueban claramente á lo que se expone un cirujano 
que intenta esa formidable operacion. En 1865 un cirujano co- 
nocido, de los hospitales de Paris, practicó la ovariotomía: no 
habia quiste del ovario; la enferma tenia una ascitis á conse- 
“uencia de una enfermedad del hígado. En 1864 se hizo una 
ovariotomía en el boulevart Beaumarchais (Paris): el tumor 
era fibroso, pero blando y fluctuante como un quiste; verifica 
da la extirpacion, tuvo lugar la muerte dos horas despues. 
En Diciembre de 1866 extirpó Maisonneuve en el Hótel-Dieu 
un enorme tumor quístico abdominal, creyendo que se trataba 
de un quiste del ovario; y era una serie de quistes implanta: 
dos en todos los puntos del peritoneo. A estos pueden reúnit- 
se dos hechos que he observado recientemente, y que demues. 
tran el peligro que se corre en la ablacion de los quistes ová- 
ricos. En el mes y año que acabo de indicar, disequé una mu- 
jer que ofrecia un quiste ovárico unilocular: dicho quiste tenia 
próximamente el volúmen de una cabeza de adulto, y habia 
contraido tales adherencias con los órganos de la pélvis, que 
en el cadáver me fué imposible hacer su extirpacion sin cortar 
la mayor parte de la vejiga y sin quitar la matriz! ¡Qué posi- 
cion para el cirujano que hubiese tentado la ablacion durante 
la vida de la enferma! —En Noviembre de 1866 hice dibujar 
en mi anfiteatro un tumor quístico de la pélvis que hubiera si- 
do imposible extirpar: era un quiste muy voluminoso, forman- 
do una gran eminencia en el hipogastrio y la fosa ilíaca dere- 
cha; se habia creido en la existencia de un quiste del ovario, 
y si la enferma no hubiera sido muy anciana, tal vez se hubie- 


80 

se propuesto la ovariotomía: la autopsia demostró que el quis- 
te no dependia del ovario; se habia desarrollado muy por de- 
bajo de él, en el espesor del ligamento ancho, á la derecha, y 
era de naturaleza hidática; adheria á toda la cara lateral y an- 
terior de la matriz de una manera tan íntima, que para sacar 
la pieza anatómica me ví obligado á quitar el útero y una par- 
te del recto. Bien sé que casos de esta especie son raros; pero 
¿quién dirá al cirujano que no se le han de presentar? (1) 

Como quiera que sea, la cuestion de la ovariotomía aun no 
está resuelta, y es importante recoger con cuidado todos los 
hechos que se presenten. En Paris todavía no se cuenta con un 
solo buen resultado en los hospitales, donde se han practicado 


mas de treinta operaciones: en un caso cuya relacion daremos 
la enferma vivió seis semanas, sucumbiendo de peritonitis; 


prueba de que, para considerar á una enferma como curada, 
es necesario observarla despues bastante tiempo. Algunos ca- 
sos favorables han ocurrido en dicha ciudad en la práctica ci- 
vil, y referiremos uno que tenemos por cierto, habiendo visita- 
do expresamente á la operada (Me Ferrari). En Estrasbur- 
go, Mr. Koeberlé ha obtenido buen éxito cerca de diez veces 
en veinte operaciones; casi la mitad. ¿De qué dependen esas di- 
ferencias? Es probable que se trata de una cuestion de razas 
humanas, que todo lo domina; en Inglaterra la ovariotomía es 
favorable; tambien puede serlo en Alemania y Estrasburgo 
donde la raza es la misma; pero la raza resiste mas á los trau- 
matismos que la de los habitantes de Paris; y sin duda que la 
operacion, practicada en las negras, dará una gran proporcion 
de resultados prósperos. —Presentarómos ahora algunas obser- 
vaciones. 
(Continuará.) 


(1) El error de diagnóstico que consiste en tomar por un quiste del ovario un tumor 
implantado en el útero, ha permitido sin embargo salvar por la operacion á una enferma 
que de otro modo no hubiera sido sometida á ella. Una observacion de K«eberlé lo de- 
muestra perentoriamente.—LA REDACCION, 


$1 


CORRESPONDENCIA:-— T'RATAMIENTO DE LA SÍFILIS SIN MERCURIO. 
— ACCION CURATIVA DEL AMONIACO EN EL TÉTANO.—LA ELEC- 
PRICIDAD APLICADA A LA ENFERMEDAD DE Br1GHT.—FÓRMO- 
LAS CONTRA LA COQUELUCHE Y LA BLENORRAGIA. 


Paris 15 de Junio de 186%. 


Desde el mes de Febrero en que dirigí 4 Vds. mi última car- 
ta (1) hasta la fecha presente, algunos hechos notables se han 
producido en el círculo científico de esta capital. Pero no to. 
dos han ofrecido el interes suficiente que les hiciera dignos de 
comunicarse á los lectores de esos “Anales”; por eso he aplaza- 
do mi correspondencia para el presente mes. 

I.—Entre los asuntos que mas han ocupado la atencion de 
una parte notable del cuerpo médico de esta ciudad, se señala 
la discusion entablada en la Sociedad imperial de Cirugía acer- 
ca del empleo del mercurio en el tratamiento de la sífilis. El 
Dr. Dolbeau fué quien promovió esta discusion por una me- 
moria que leyó en la Sociedad y cuyo objeto era demostrar 
que el mercurio léjos de ser un remedio contra la sífilis, debe 
considerarse como en extremo peligroso y nocivo en el trata- 
miento de esta enfermedad, la cual es con frecuencia curable 
por los medios simplemente higiénicos, y á veces por los tóni- 
cos y reconstituyentes. Segun el Dr. Dolbeau, la reputacion 
que ha gozado hasta aquí el mercurio como remedio específico 
dela sífilis, es inmerecida. Se comprende fácilmente la agita- 
cion que deb16 producir en los espíritus la nueva opinion sos- 
tenida por el Dr. Dolbeau, y así podrá explicarse el interes 
que debian despertar las sesiones de la Sociedad de cirugía du- 
rante algunos dias. En efecto, varios miembros de la docta 
compañía han tomado sucesivamente parte en la famosa dis- 
cusion, y aunque los Dres. Perrin y Després han sostenido con 
talento y un gran fervor la proposicion del Dr. Dolbeau, otros 
hombres muy competentes han defendido la antigua creencia 
de un modo satisfactorio, y á nuestro juicio concluyente. Los 
Sres.¿V erneuil, Depaul y Panas fueron los campeones de la doc- 


(1) Véanse Anales t, II pág, 403, 
T, 1y-—1]1 


82 


trina tradicional y á ellos se han agregado algunas autorida- 
des de aquellas que mas imponen, tales como Velpeau y otros. 
En los periódicos tambien han aparecido algunos artículos re- 
lativos á esta cuestion, y precisamente en la "Union Médica” 
de ayer se ha publicado una carta del Dr. Bonnafont (antiguo 
médico principal de los ejércitos), en la cual se sostiene la opi- 
nion contraria á la del Sr. Dolbeau. El Dr. Bonnafont, ha- 
ciendo un estudio retrospectivo de la cuestion, cita 4 Estanis- 
lao Mittié como siendo el primero queen 1782 se pronunciara 
abiertamente en contra del mercurio, que hacia ya mas de dos 
siglos se empleaba en el tratamiento de las enfermedades de la 
piel y en las sifilíticas; pero los esfuerzos de Mittié fueron in- 
fructuosos. Mas tarde, cuando la medicina fisiológica invadió 
todos los ramos de la patología, el inercurio volvió á encontrar 
otros adversarios mas temibles. El profesor Desruelles fué uno 
de los primeros que se levantaron contra el pretendido especí- 
fico, y durante largos años fueron tratados los individuos afec- 
tados de venéreo por los medios higiénicos y las sustancias ve- 
getales. El método del ilustre profesor de Val-de-Gráce fué 
adoptado por un gran número de médicos, particularmente en 
el extrangero; pero en Paris las convicciones no pudieron ser del 
todo destruidas. Entónces fué cuando el Dr. Bonnafont comen- 
z6 á emplear el método de Mr. Desruelles en el Hospital de 
Dey en Alger. La sala de venéreos de este hospital reunia unos 
150 á 200 enfermos. Durante los primeros meses los resulta- 
dos obtenidos fueron en apariencia satisfactorios; pero despues 
se vieron las recidivas, que se hacian cada vez mas numerosas, 
y el entusiasmo del Dr. Bonnafont se trocó bien pronto en de- 
cepcion. Para fijar definitivamente su opinion acerca de a efi- 
cacia de ese método, el distinguido médico de Dey emprendió 
experimentos comparativos y sometió la mitad de sus enfer- 
mos al tratamiento antiflogístico y la otra mitad al uso del 
mercurio en píldoras, segun el método de Dupuytren, al cual 
asoció luego el ioduro de potasio. De este experimento resul. 
tó queen los enfermos de la segunda mitad la duracion del 
tratamiento y por lo tanto de la estancia del enfermo en el hos- 
pital, era de un cuarto ménos larga que en los primeros, y que 
las recidivas no alcanzaban la mitad de las que se producian 


33 


en los individuos sometidos á la medicacion antifiogística. El 
Dr. Bonnafont se convenció pues, de que el tratamiento espe- 
cífico tenia una accion realmente eficaz en las enfermedades si- 
filíticas, y que á él debia darse la preferencia. 

Excuso entrar en los detalles promovidos en el seno de 
la Sociedad imperial de Cirugía, por no dar demasiada exten- 
sion á esta carta; la importancia de la cuestion, que será sin du- 
da reconocida por los lectores de los “Anales”, despertará su- 
ficientemente el interes de estos para invitarles á tomar mas 
pormenores en los periódicos que han publicado las sesiones 
de esa Sociedad, y seguir atentamente la marcha de la expre- 
sada discusion. Nosotros procuraremos ponernos al corriente 
«dle los hechos que se produzcan respecto de ella, y comunica. 
remos oportunamente los resultados. 

I.—En uno de los periódicos científicos de esta capital se 
ha publicado recientemente una nota relativa á la accion cura- 
tiva del amoniaco en el tétano. Como esta afeccion es comun 
en la Isla de Cuba y ofrece tanta dificultad su curacion, no 
dejará de ser acogida con gran interes la presente noticia entre 
nuestros colegas de ese pais; y por tanto nos ha parecido con- 
veniente indicar algunos pormenores. 

El Dr. Mac-Auliff ha empleado en cuatro enfermos afecta- 
dos de esta temible néurosis el amoniaco al interior en dósis 
elevadas, y en los cuatro casos el éxito ha sido feliz. El Dr. 
Bertheau tambien ha obtenido un igual resultado en un tetá- 
nico tratado por el mismo método, 

Fundado en que los accidentes tetánicos se contienen á menu- 
do á beneficio de una abundante diaforesis espontánea, el céle- 
bre médico inglés pensó que auxiliando este esfuerzo de la na- 
turaleza por medio de un agente enérgico susceptible de pro- 
mover un fuerte sudor, se conseguiria el mismo resultado; y 
en este concepto prescribia una cucharada cada dos horas, 
(hasta cesacion de los accidentes), de la solucion siguiente: 


¡NUM uvs tiara ld ta 500 gramos. 
Amoniaco líquido... ---- 15 gramos, 
AMIA 5 gramos, 


Meézclese. 


84 


En el caso de tétano espontáneo á que hace referencia el Dr. 
Bertheau, el amoniaco fué administrado á la dósis de ocho gra- 
mos en 400 gramos de vehículo en las veinte y cuatro horas y 
durante cinco dias consecutivos, y luego 5 gramos en las vein- 
te y cuatro horas durante otros ocho dias, es decir que el en- 
fermo tomó en el espacio de trece dias S0 gramos de amonia- 
co. Es de notarse que á partir del momento en que fué admi- 
nistrado este remedio, aparecieron abundantes sudores, y el 
estado tetánico, que permaneció estacionario durante cuatro 
dias, fué luego mejorándose progresivamente hasta la curacion 
completa. 

Es innegable que el resultado aquí se debió á la accion sudo- 
rífica del amoniaco, ¿pero quién puede asegurar que el opio, Ó 
la morfina, por ejemplo, usados en altas dósis no hubieran teni 
do el mismo éxito en este caso, puesto que ademas de favore- 
cer la diaforesis calman el espasmo y en este sentido son do- 
blemente eficaces? No es nuestra intencion poner en duda de 
un modo absoluto la acelon curativa del amoniaco en el tétano; 
pues creemos que cinco ejemplos de buen éxito en una enfer- 
medad que se considera generalmente como incurable, consti- 
tuye ya una proporcion digna de notarse; pero sí nos parece 
que conviene mostrarse muy reservado en el juicio definitivo 
que, respecto á la eficacia curativa de tal Ó cual sustancia, de- 
be pronunciarse. 

El autor de la nota á que hacemos referencia aquí, da una 
eran importancia á la eficacia de los sudoríficos en el trata- 
miento del tétano, y en apoyo de esta creencia cita la observa- 
cion de un niño de diez años, que hallándose en la convale- 
cencia de una fiebre tifoidea, fué atacado de tétano espontáneo, 
y que curó á beneficio del calor húmedo. El Dr. Brissy propu: 
so este medio que habia sido empleado con buen éxito por un 
médico de marina, el cual ponia sus enfermos en la sentina ó 
bodega del buque. El niño fué pues colocado en una habita- 
cion bien cerrada; una gran caldera y muchas otras vasijas ]le- 
nas de agua hirviendo se pusieron en diferentes ¡puntos del 
cuarto, y UN espeso vapor se esparcia en toda la habitacion. A 
las cinco Ó seis horas de hallarse el enfermo en esta atmósfera 
incómoda, todos los accidentes tetánicos se disiparon como por 


85 


encanto, y solo quedó un poco de dolor y de fatiga en los miem. 
bros. (Prensa méd. belga mo 51). 

El autor del artículo de que se trata aconseja, á fin de per- 
feccionar los medios capaces de asegurar esa derivacion saluda- 
ble, el uso de los baños de vapor, 6 del Vaporarivm experl- 
mentado ya en el Hótel-Dieu de Paris por el profesor Prous: 
Sean. 

HIL.—En la “Union médica” del 11 del actual se ha in- 
sertado tambien una nota tomada de la “Gaceta médica de 
Lisboa” referente á un caso de anasarca sintomática de una 
enfermedad de Bright, en el cual el Dr. Alvarenga obtuvo un 
éxito notable á beneficio de la electricidad. La enferma acusa- 
ba dolores en la region lumbar; las orinas eran raras y muy 
cargadas de albúmina. Entrada en el hospital del Vesterro el 
25 de Abril de 1866, la enferma no fué tratada por la electri- 
cidad sino el 16 de Setiembre; hasta entónces los mil remedios 
usados habian sido infructuosos. Uno de los reóforos de la má- 
quina electro-magnética de Clark, cubierto de esponja, fué apli- 
cado en la region lumbar, miéntras que el otro recorria los di- 
versos puntos del abdómen.—Desde el 23 de Setiembre la 
enferma sintió algun alivio; la infiltracion se habia reabsorbi- 
do notablemente, las orinas se pusieron mas claras, ménos den- 
sas y ménos albuminosas, y cada dia mas abundantes- Así de 
60 onzas el dia 23, se elevan á 85 el 24 y á 120 el 26. Pero, 
suspendida la aplicacion de la electricidad 'al día siguiente, 
las orinas vuelven á disminun; de 100 onzas, caen á 80 el dia 
29,4 68 el 30 y 4 58 el 1.2 de Octubre, poniéndose cada vez 
mas densas, encendidas, alcalinas, dejando un gran depósito 
blancuzco y conteniendo mucha albúmina.—Aplicada de nue- 
vo la electricidad, la diuresis reaparece y con ella la mejoría 
que se presentó al principio. (El corazon habia vuelto á tomar 
su posicion normal, el vientre se hallaba bajo y blando, sin lí- 
quido, el hígado y él bazo voluminosos ) De suerte que, por 
tres veces, la agravacion y la mejoría coincidieron con la sus- 
pension y la aplicacion reiterada de la electricidad, demostrán- 
dose así de un modo perentorio la accion terapéutica y parti- 
cularmente diurética de este agente. 

No dudamos que seria samamente interesante el explicar el 


86 


modus operande de este medio, y que la resolucion de este pro- 
blema seria de gran importancia; pero á mas de creerla muy 
difícil, esa tarea nos llevaria demasiado léjos y nos obligaria á 
separarnos de nuestro objeto que es puramente el de indicar los 
hechos realizados. En el caso que nos ocupa, puede decirse que 
si difícil es 4 menudo determinar la causa de la infiltracion 
mas difícil es aun hacerla desaparecer. La electricidad ha po- 
dido destruiruna vez ese efecto; conviene saberlo para acudirá 
ella en los casos que nos parezcan prestarse á ese medio. Tal 
es la única reflexion que creemos deber hacer aquí. 

IV.—En calidad de postres, y para cerrar esta corresponden- 
cia puramente terapéutica, apuntaré aquí otros dos remedios 
—tambien empíricos— que recomiendan sus autores de un 
modo especial. El primero contra la coqueluche; el segundo 
contra la blenorragia. El Dr. Davreux dice haber curado, de 
25 niños afectados de coqueluche, 14 en el espacio de pocos 
dias á beneficio de la pocion siguiente: 


Agua gomosan ito 2101200 gramos: 

Extracto de acónito napelo..-.-.-.- 5 centígrs. 

Mona: de laurel esreso iia 4 gramos. 

Jarabe de ipecacuaNa.--.----- «1. 30 gramos. 
Méxclese. 


Una cucharadita de hora en hora para los niños de la pri- 
mera edad; dos eucharaditas, en los que pasen de 3 años. El 
uso de este remedio deberá continuarse sin interrupcion ocho 
6 diez dias. 

El Dr. Luc propone de preferencia á las inyecciones con el 
sub-nitrato de bismuto preconizadas por el Dr. Cossy, las in- 
yecciones amiláceas preparadas con el polvo impalpable de al. 
midon reducido á atol bastante claro para ser inyectado con 
agua 4 20” de calor. Empleadas en los casos de uretritis re- 
cientes y antiguas, estas inyecciones han dado excelentes resul- 
tados al Dr. Luc, y en tal proporcion que ya no usa otras. Hl 
profesor Michel de Estrasburgo, en su servicio especial de ve- 
néreos del hospital de esta ciudad, ha obtenido tambien los 
mejores efectos con las inyecciones amiláceas. La dósis es de 
cuatro por dia, despues que la irritacion local se ha calmado, 
6 al principio en la uretritis indolente. 


87 


En una próxima ocasion nos proponemos dar á los lecto- 
res de los Anales de esa Academia un análisis sucinto de la 
interesante memoria que acaba de publicar el Dr. Pidoux con 
este título: “Fragmentos acerca de la neumonía, la hemoptisis 
y la fiebre de los tisicos, consideradas en sí mismas y en sus 
relaciones con las aguas minerales de Bownes. ”En este traba- 
jo se encuentran indicados particulares interesantes, de los 
cuales creo que tomarán gustosos conocimiento nuestros colegas 
paisanos.—Tambien les pondremos al corriente acerca de lo 
que se halle expuesto en el palacio del Campo de Marte refe- 
rente á la ciencia médica. Persuadidos de que nuestra comuni- 
cación merecerá algun aplauso de nuestros compañeros de la 
Habana, nos esforzaremos por hacernos acreedores á él. 

Sres. Directores de los Anales. J. Joaquin Muñoz. 


RzEaAL ACcADEMIA:--NOMBRAMIEN TOS.—-COMISIONES PERMANENTES. 


—En sesion celebrada por la Academia el dia 5 de Mayo 
del presente año, bajo la presidencia del Dr. D. Nicolas J. Gu- 
tierrez, se procedió al nombramiento de los Académicos que 
Aci desempeñar los cargos oficiales de la Corporacion du- 
rante el bienio de 1867 á 1869, quedando la mesa constituida 
del modo siguiente: 

Presidente.—Dr. D. Nicolas J. Gutierrez. 

Vice-Presidente.—Ldo. D. José Francisco Ruz. 

Secretario.—Dr. D. Antonio Mestre. 

Vice-Secretario.—Dr. D. Fernando Valdés y Aguirre. 

Censor—Dr. D. José de la Luz Hernandez. 

Tesorero.—Dr. D. Joaquin Fabian de Aenlle. 

Bibhiolecario.—D. Márcos de J. Melero. 

En consecuencia de lo cual se acordó que se participaran 
dichos nombramientos al Gobierno, segun lo previenen los 
Estatutos. 

—En la sesion pública ordinaria del 9 de Junio próximo pa- 
sado, quedaron constituidas las Comisiones permanentes de la 
Academia, por el tiempo arriba indicado, dela manera quesigue: 

Comision 1*—(Trabajos y estudios anatómicos y fisiológi- 
cos). —D. Fernando y D. Ambrosio Gonzalez del Valle, D, An- 


88 


tonio Diaz Albertini, D. Maximiliano Galan, D. Raimundo 
Castro, D. Joaquin Zayas, 

Comision 2*—( Patología y Anatomía patológica, Terapéu- 
tica y Farmacología).—D. Justino Valdés Castro, D. José Fran- 
cisco Ruz, D. Joaquin Lastres, D. Melchor Herman Aschen- 
brenner, D. Luis M* Cowley, D. Tomas Mateo Govantes, D. 
Juan Bruno Zayas 

Comision 3%—(Aguas minerales).—D. José Atanasio Val- 
dés, D. Juan Gualberto Havá, D. Joaquin Fabian de Aenlle, 
D. Fernando Valdés Aguirre, D. Manuel Fernandez de Castro, 
D. Antonio Mestre, D. Manuel de Várgas Machuca. 

Comision 4*—( Medicina legal 6 Higiene pública).—D. José 
de la Luz Hernandez, D. José Francisco Ruz, D. Antonio Cay- 
ro, D. Federico Galvez, D. Antonio Mestre, D. Gabriel María 
García, D. Luis de La-Calle, D. Juan B. Landeta, D. Fernando 
Valdés Aguirre, D. Guillermo Michelena, D. Ramon Luis Mi- 
randa, D. Flor M* de Hita, D. Maximiliano Galan, D. Juan 
G. los A 


po 


Comisión 5%—(Farmacia).—La Seccion correspondiente: D. 
Joaquin F. de Aenlle, D. Fernando Valdés y Aguirre, D. Joa- 
quin Lastres, D. Cayetano Aguilera, D. Ramon M* de Hita. 

Comision 6a—(Física y Química).—D. Cayetano Aguilera, 
D. Alvaro Reynoso (ausente), D. Márcos de J. Melero, D. An- 
drés Poey (ausente), D. José Francisco Ruz, D. Manuel de 
Várgas Machuca. 

Comision 1*—( Historia natural, Anatomía comparada, Greo- 
logía y Paleontología). —D. Manuei Fernandez de Castro, D. 
Federico Galvez, D. Márcos de J. Melero, D. Luis M* Cowley. 

—En la misma sesion se dió cuenta de que, verificadas las 
elecciones en el seno de la Comision de Medicina legal é Hi- 
giene pública, fué electo Presidente el Dr. D. Guillermo Mi- 
chelena, que desde la muerte del Sr. D. Jorge Ledo habia des: 
empeñado el cargo interinamente; y reelecto Secretario el Dr. 
D. Gabriel M* García. 

Segun publicamos en el tomo II de los Anales, pág. 59, por 
disposicion del Excmo. Sr. Gobernador Superior Civil se ha- 
llan exentos del servicio médico de semana los facultativos que 
forman parte de la Comision de Medicina legal, 


ANALES 


— RBD ACADEMIA DE CIBNCIAS MEDICAS, PISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA, 


REVISTA CIENTIFICA. 


AGOSTO DE 1867. 


ENFERMEDADES DE LOS CRIOLLOS. — EPIDEMIA DE 1865 DE FIEBRE 
AMARILLA Y REMITENTE BILIOSA EN EL PARTIDO DEL RECREO, 
JURISDICCIÓN DE CARDENAS;-—po” los Sres. D. Enrique Du- 
mont y D. Ramon Hlcid. (Datos del Dr. Elcid.) 


I—Miéntras que los trabajadores de los ingenios eran ata- 
cados de la Hinchazon, la poblacion del partido del Recreo se 
encontraba bajo una influencia epidémica de muy distinta na- 
turaleza, Veíase reinando: “1.9 la fiebre amarilla en los foras- 
teros no aclimatados; 2. la fiebre amarilla en los forasteros 
al parecer aclimatados por una dilatada permanencia; 3.9 la 
fiebre amarilla 4no dudarlo en los hijos del pais,en los criollos 
mismos; y 4.2 la fiebre remitente biliosa en los forasteros y los 
criollos al mismo tiempo,” á fines del estío, en el otoño y á seis 
leguas de Cárdenas, el puerto mas cercano, y víctimas tambien 
de una epidemia de fiebre amarilla mas violenta que de ordi- 
nario. 

FIEBRE AMARILLA EN LOs CrIoLLOS-—He aquí una asercion 


bastante nueva, que el presente trabajo tiene por objeto justi- 
T1y—12 


90 


ficar, y patentizar así que en el campo los mismos indígenas es- 
tán sometidos á las variaciones de su idiosincrasia como los 
forasteros en su aptitud para aprovecharse de la aclimatacion. 
Si alcanzamos nuestro objeto habremos de este modo subver. 
tido una conviccion tradicional: “que la aclimatacion es adqui- 
rida por los criollos tambien por trasmision hereditaria, que es 
invariablemente adquirida individualmente y en igual grado 
por todo criollo residente de fijo en los paises cálidos infecta- 
dos del vomito,” y que todos los criollos son iguales ya residan 
en el litoral ó bien permanezcan algunas leguas tierra adentro. 
Al mismo tiempo se encontrará confirmado este pensamiento 
verdadero y consolador de un “límite de la zona vomítica.” 

IL—Así se va pues á establecer una clasificacion justificada 
claramente esta vez y que hace mucho tiempo hemos ambicio- 
nado demostrar. “Hay criollos y criollos”; y este término gené- 
rico exige en su interpretacion epidemiológica una division: es- 
pecies y variedades. 

En Méjico ya hemos encontrado “criollos de la costa desa. 
fiando la fiebre amarilla, criollos de tierras frias” que al venir 
de los parages elevados sucumben de la fiebre amarilla con mas 
seguridad todavía que los forasteros que desembarcan; y por úl- 
timo, sobre todo, “criollos de tierras templadas” que pueden es- 
tar al abrigo de la fiebre, cuya aclimatacion parece asegurada, 
pero que no deben fiarse con abandono. 

De la misma manera, “en las Antillas mayores es necesario 
á lo ménos admitir la primera y última variedad de criollos:” á 
falta de ciudades importantes situadas en alturas como son 
Puebla, Méjico y tantas otras ciudades de América estableci- 
das en las Cordilleras, existen sin embargo en Santiago de Cu- 
ba alturas muy elevadas y cafetales bastante poblados para 
que los criollos que allí habitan reclamen en provecho suyo los 
beneficios de criollos de las alturas, si no fuesen demasiado fre- 
cuentes sus relaciones con la costa vecina. 

T!11.—Como en la historia de la epidemia de Colon, encon. 
tramos en el Recreo la eterna lucha entre las fiebres amarilla 
y remitente biliosa: “se esfuerzan por todas partes en restringir 
el dominio de la primera en provecho de la segunda.” El miedo 
y el interes encuentran su cálculo en estas restricciones; pero 


91 


la verdad sale al parecer perjudicada. La Junta Superior de 
Sanidad ha negado la posibilidad de la fiebre amarilla en la 
jurisdiccion de Colon; la historia de la epidemia del Recreo 
se propone combatir esta negacion, y he aquí los hechos obser- 
vados por nuestro compañero Elcid, del Recreo, cuya compe- 
tencia es incontestable, toda la vez que durante mucho tiempo 
asistió enfermos de fiebre amarilla en el Hospital militar de 
la Habana; y los individuos atacados de “fiebres de color ama: 
rillo” en el interior de las tierras de Cuba, vienen á apoyar las 
interpretaciones de la epidemia de Colon hechas por los médi- 
cos de esta jurisdiccion. 

“Hay epidemias de fiebre amarilla en el interior de la Isla y 
pueden invadir á individuos aclimatados.”— En el día la inter- 
pretacion es mas audaz todavía y agrega: “la fiebre amarilla del 
interior de Cuba y de las Antillas puede atacar á los criollos.” 
Todavía afirma mas al decir: —Será necesario en adelante cesar 
de hacer el diagnóstico diferencial de la fiebre amarilla y de la 
remitente biliosa diciendo; es un criollo, luego la fiebre amari- 
lla no hay que suponerla: al contrario, es necesario suponerla, 
admitirla. “Existe el vomito negro de los criollos.” 

IV.—Esta asercion está fundada en hechos que discutiremos; 
pero antes de probar que “la fiebre amarilla alcanza á los crio- 
llos, podemos asegurar que los criollos que van adonde hay fie- 
bre amarilla no se exponen impunemente.” Los criollos criados 
en los ingenios, al dejar el campo para visitar la Habana, Ma- 
tanzas, Cárdenas, pueden contraer la fiebre amarilla; luego mue: 
ren al instante Ó en su domicilio pocos dias despues de su re- 
greso. 

Pudiéramos citar ejemplos que se oyen contar en los campos, 
en gran número, á diferentes administradores: muchos habian 
perdido un pariente, un amigo, un operario que se habia aven- 
turado á pasar á las poblaciones de las costas de Cuba y sin 
embargo se trataba de criollos. Esta muerte inesperada venla 
de golpe á demostrar que la fiebre amarilla tiene límites mar- 
cados, si no establecidos por lo ménos apreciables para el estu- 
dio; y tambien “que los criollos” de la Habana, Matanzas y Cár- 
denas están mas aclimatados que los criollos de los campos con- 
tra la fiebre amarilla. 


92 


Si es necesario precisar los ejemplos, se pueden encontrar en 
el cementerio del Recreo, donde se verá que en el verano de 
1862 murió una jóven de 15 años llamada Cármen Navarro, 
nacida en la jurisdiccion del Recreo, en el ingenio Concepcion, 
situado mas léjos de Cárdenas y de la costa que el mismo Re- 
creo, hácia la extremidad oriental de la jurisdicción y cerca del 
límite donde confina la jurisdiccion de Guamutas, segun se de- 
muestra por el exámen del plano anexo á este trabajo. 

Dicha jóven pasó á Cárdenas en lo mas fuerte del estío, es- 
tuvo algunos dias en fiestas y regresó al ingenio con todos los 
síntomas de la fiebre amarilla confirmada mas grave. Faltába- 
le al cuadro únicamente el vómito negro, pero fué reemplaza- 
do por una hemorragia uterina que la familia acogió como un 
augurio favorable y que vino á confirmar el diagnóstico y pre- 
saglar la muerte .. -- “El vómitonegro habia sido vaginal.” Es- 
ta eleccion de la hemorragia ofrece cierto valor para quitar al 
vómito su carácter y sus pretensiones respecto de la fiebre ama- 
rilla, y prueba que la hemorragia de esta enfermedad va dere- 
cho á lo mas fácil, á los tejidos cuya capa epitelial no opone 
una barrera, á los órganos cuyas tendencias fisiológicas son 
atraer las congestiones hemorrágicas. 

Si se dudara todavía de la similitud de esta hemorragia con 
el vómito estomacal, seria necesario decir que la fiebre fué per- 
fectamente continua, sin otra atenuación que la que condujo 
á la muerte al paciente; y la marcha rápida y todos los demas 
síntomas, lo mismo que la ineficacia de la quinina, han recha- 
zado el diagnóstico de fiebre remitente biliosa. 

La enfermedad de la jóven no fué trasmitida á ninguna otra 
persona, pero se podian citar todavía multitud de ejemplos 
análogos. El Sr. Elcid que debió asistir á la jóven criolla no 
vacila en declarar muy alto que se trataba de la fiebre amarilla 
cierta. 

V.—He aquí el órden de'hechos tales, como han sido obser- 
vados por nuestro distinguido compañero el Sr. Elcid. En una 
“primera serie” de hechos se colocan los “enfermos criollos” que 
han “muerto de la fiebre amarilla de los criollos.” Justifitare-- 
mos esta calificacion en el estudio diagnóstico delos síntomas. 

En una casa que hoy vemos todavía cerrada, abandonada por 


8 93 

los restos de la familia que la habitaba antes de la epidemia, 
y repudiada aun de todos los inquilinos que la creian infecta- 
da, el jefe de la familia y tres hijos suyos fueron atacados y 
murieron en el órden siguiente: dos sucumben inmediatamen- 
te; Ramon Medero, de 18 años de edad, el 26 de Setiembre al 
cabo de cinco dias de enfermedad; y Gavino Medero, de 22 años 
de edad, el mismo dia á los nueve. La tercera víctima fué el 
padre de dichos jóvenes D. Ramon Medero, de 52 años de 
edad, que murió el 28 de Setiembre al quinto dia de enferme- 
dad. La cuarta víctima fué eljóven Belen Medero, de 22 años, 
que murió el sétimo dia de su enfermedad, y el último de la 
familia el 1.2 de Octubre de 1865. La terminacion por la cu- 
racion no se observa jamas en estas clases de fiebre amarilla- 

Toda esta familia era enteramente criolla, jamas dejó el me- 
dio criollo y no buscó la enfermedad en ningun centro habita: 
do fuera del Recreo. 

Otros cuatro criollos vienen á colocarse aun en la misma se: 
rie: 1.2 Policarpo Rizo, muerto al cuarto dia, el S de Setiem- 
bre, y Francisco Rizo curado al sétimo dia; 2. 2 Gonzalez, dos 
hermanos, el primero cayó enfermo el 15 y murió á los cinco 
dias; el otro curó á los cinco dias solamente de enfermedad. 

En una “segunda serie de hechos” colocaremos los individuos 
que se asemejan mas á los criollos por su aclimatacion cierta, 
mas cierta que la de los criollos, pues que habian contraido la 
fiebre amarilla mucho despues de su llegada de Europa y an- 
tes de ser atacados de la epidemia del Récreo: queremos hablar 
de dos españoles. 

En estos dos europeos, Domingo Moriano, que moraba en 
el Recreo hacia cuatro años, y Juan Macías, de 35 años de 
edad, curados ambos, se observaron no los síntomas de la fie- 
bre amarilla, sino una serie de accesos muy marcados combati- 
dos con feliz resultado por la quinina y los polvos de Dower. 

El Sr. Elcid diagnostica dos casos de “fiebre remitente bi- 
liosa verdadera con íctero intenso.” 

Un punto de etiología interesante es que el español Domin- 
go Moriano habia asistido al joven Rizo que acabamos de co- 
locar en la primera serie de fiebres amarillas de los criollos- 
Los asistentes de dicho jóven habian sido numerosos y Moria- 


94 


no fué el único que cayó enfermo. De los dos hermanos Rizo, 
uno habia muerto, el otro curó; pero ambos habian presentado 
los mismos síntomas, la misma marcha continua, dc. “Es ne- 
cesario ver en el caso de Moriano un caso de fiebre amarilla 
de los criollos, que no puede ser fiebre amarilla en un español, 
porque él la habia contraido anteriormente.” ¿En vista de esto, 
un aclimatado expuesto á la fiebre amarilla modificaria sus ele- 
mentos en fiebre remitente biliosa? He aquí un parentesco en- 
tre la fiebre amarilla y la remitente biliosa que no sabríamos 
intentar sostener todavía. Pero si las premisas de nuestro silo- 
gismo son verdaderas, las consecuencias corren gran riesgo de 
adquirir algun fundamento, yla fiebre remitente vendrá una vez 
mas á acercarse á la fiebre amarilla, suministrando así un argu- 
mentonuevo á launidad en las enfermedades de amarillez. Hasta 
nueva ocasion dejaremos la separacion que hemos admitido, la 
distincion entre la fiebre amarilla y las fiebres remitentes b1- 
liosas, suponiendo que Domingo Moriano no contrajo su enfer- 
medad por trasmision emanada del jóven Rizo, sino por infec- 
cion adquirida en el manantial comun del mismo Recreo. Mo- 
riano cayó verdaderamente enfermo como los demas españo- 
les del Recreo que no han asistido enfermos. 

“En una tercera serie colocarémos los casos de fiebre amarilla 
legítima de los forasteros recien llegados” y que han sido ataca- 


dos en la misma epidemia del Recreo. 
Entre ellos es necesario citar un europeo llegado de España 


hacia poco tiempo, que vivia en el Hotel de Luis Prado donde 
estaba de sirviente. Fué el primer atacado de todos los enfer- 
mos del Recreo y al mismo tiempo que él el jóven criollo Poli- 
carpo Rizo, de 11 años de edad. 

No puede uno ménos que acercar las enfermedades de estos 
dos individuos pertenecientes ámbos á dos clases patológicas 
diferentes, el uno forastero y sin haber sufrido la influencia de 
la aclimatacion, y el otro criollo destinado al parecer á escapar 
á su misma influencia epidémica, y sin embargo ofreciendo los 
dos iguales síntomas, la misma fiebre continua, la misma de: 
presion del pulso, sin manifestarse mas que para anunciar en 
los dos casos el vómito negro acompañado solamente en el jo- 
ven forastero de placas petequiales en la piel. 


95 


Parece que el caso del criollo va á sostener una lucha mas 
larga contra esta fiebre amarilla: nada ofrece; ni la cualidad de 
presunto aclimatado, ni su mayor juventud, son bastantes á sal- 
varlo de una muerte mas rápida todavía que la del forastero: 
el criollo sucumbe á los cuatro dias y el español á los cinco. 

“La asimilacion de los criollos y de los forasteros no aclima- 
tados no puede ser mas evidente.” 

Otro europeo no aclimatado, vizcaino, que llevaba algunos 
meses en el pais, dependiente tambien de hotel en la morada 
de Mr. Juan Carole, y un tal Ignacio María Alduncin, de 18 á 
20 años, cayeron enfermos y murieron á los cinco dias en la mis- 
ma época con todos los signos de la fiebre amarilla. Nadie en 
presencia de estos casos, declara nuestro compañero Elcid, ha- 
bria dudado de la existencia de la fiebre amarilla; nadie hubie- 
ra podido establecer una separacion entre los fenómenos pre- 
sentados por aquellos dos forasteros no aclimatados y los ca- 
ractéres de la enfermedad de los hermanos Rizo y de la familia 
Medero. | 

“Una cuarta serie de las enfermedades comprende á los crio- 
llos que ofrecen lossíntomas de una fiebre remitente biliosa” bien 
caracterizada y que viene á marchar paralelamente conlas espe- 
cies precedentes de fiebre amarilla como para confirmar mejor 
su existencia. 

Aquí se colocan las enfermedades de: 

D. Federico Lara, criollo, carpintero de 35 años, vecino an- 
tiguo del Recreo, en el cual se observaron vómitos biliosos pro- 
longados, un hígado voluminoso y doloroso, evacuaciones alvi- 
nas biliosas, pulso frecuente con remision cotidiana por la no- 
che sin apirexia completa, pero que coincidia con una mejoría 
de todos los síntomas generales. 

Ningun acceso franco, ninguna apirexia parecida á una cu- 
racion. Tratamiento eficaz por los evacuantes primeramente y 
en seguida por la quinina: curacion en 5 dias. 

La mujer de D. Federico Lara habia precedido á este en ca- 
ma con los mismos síntomas y fué curada en el mismo tiempo 
con el mismo tratamiento. 

En fin, para tener mejor el derecho de afirmar los diagnósti- 
cos precedentes, se presenta una “quinta serie” donde se encuen- 


' 
26 . 


tran reunidos todos los casos dudosos que ofrecieron síntomas 
mal acusados, pertenecientes á la vez á todas las enfermedades 
de color amarillo que atacan á los forasteros europeos: como un 
tal Vallejo atacado de íctero y de fiebre continua, pero curado 
en cuatro dias por un método puramente expectante; y atacan- 
do tambien á criollos, como un tal Roque Gargallo, que tuvo 
una fiebre bastante continua, que disminuyó progresivamente 
hasta la curacion en cuatro dias, igualmente con algunas ma- 
nifestaciones biliosas en la conjuntiva, si no sobre toda la piel, 
y una reaccion biliosa en las orinas: curacion obtenida por la 
expectacion. 

YVL—_La tradicion del Recreo señala en años anteriores, 1858 
y 1862, dos epidemias semejantes á la de 1865 (1). “El Farma- 
céutico, los médicos de aquella época y la poblacion entera fué- 
ron unánimes en creer en el vómito negro” y en designarlo en 
voz alta con este nombre. Nosotros no invocarémos el apoyo 
de estas apreciaciones tan poco ciertas. Ya hemos hablado de 
una criolla, Navarro, muerta en esa época. 

En 1862, nuestro compañero Elcid fué testigo y actor de la 
epidemia, y ya la idea de fiebre amarilla de los criollos se habia 
como impuesto al diagnóstico y á las incertidumbres de nues- 
tro experimentado y concienzudo compañero. El debió asistir 
sucesivamente á criollos que presentaran todaslas señales de la 
fiebre amarilla desconocidas para un antiguo médico del Hos- 
pital militar de la Habana. Entre esos enfermos fué sobre todo 
sorprendido por la enfermedad de una hija de D, Juan Alfon- 
so, que tuvo íctero ligero con vómito negro, fiebre continua, y 
que se salvó sin la quinina, pero con el hierro. 

“Junto á estas fiebres amarillas de criollos vienen á colocarse 
casos incontestables é incontestados de fiebre amarilla” que ata- 
can “á los forasteros no aclimatados recien llegados.” Tal fué el 
caso deun enfermo llamado Faustino Alvarez, asturiano, sirvien- 
te de un almacen, de 15 años de edad, que vivió en Guanajayaba 
(Recreo). Nada faltaba en él para calificar el vómito negro es- 
ta vez mas verosímil é incontestablemente, pues que se trata- 


(1) Nuestro compañero no ha sido testigo de la primera que faé, dice el farmacénti- 
eo Medina, mucho mas grave que la de 1865. 


97 


ba de un forastero é inútilmente tratado por la quinina, aun- 
que se salvó. 

Por último, se han visto colocados entre estas especies fie- 
bres que atacan á los forasteros que llevan muchos años en la 
Isla, pero que ofrecen una enfermedad semejante en todo á las 
dos especies precedentes. 

Un tal Tortajada, policía, llegado habia seis años, curó á pe- 
sar del vómito borras de café y de antemano con todoslos signos 
de la fiebre amarilla. “Presentó sobre todo una hematuria in- 
teresante que vino á completar el vómito.” Ninguna remitencia 
en la fiebre. 

VIL—Hé aquí demasiadas epidemias, muchas víctimas, para 
una localidad despoblada ya y donde la poblacion está disemi- 
nada en una gran extension, donde difícilmente se encuentran 
“las causas.” Las comunicaciones con Cárdenas y con el Súcaro 
son fáciles y frecuentes; ellas “han permitido que mas de un ha- 
bitante del partido fuese á buscar la enfermedad en esas dos 
poblaciones, cuando no recibirla por el intermedio de los via- 
jeros.” 

Segun puede verse “en los mapas” una gran extension de la 
costa al Este de Cárdenas está cubierta de aguas que la tras- 
forman en vastos pantanos; y “como la brisa que sopla regular- 
mente del mar debe arrastrar consigo esos efluvios, se han in- 
clinado á considerar todas esas epidemias como de orígen pa-. 
lúdico,” pero la ineficacia de la quinina en mas de una serie 
justifica suficientemente una interpretacion etiológica diferen- 
te, á lo ménos en parte- 

Notemos con la mayor atencion que “esas epidemias del cam- 
po han coincidido con una energía mayor en las epidemias con- 
temporáneas de las fiebres de íctero de los centros populosos de 
las costas” y de allí la posibilidad de asimilarlas y considerar 
las epidemias del Recreo como propagaciones lejanas que se 
irradian de un foco mas intenso. 

“El período de la vida en que los pacientes han sido ataca- 
dos en mayor número no llega á la vejez, y este es uno de los 
caractéres distintivos de las epidemias de los paises cálidos, que 
siempre hemos visto respetar los ancianos mas todavía que á la 


tierna infancia,” como si para ser impresionado por un veneno 
T, 1y—18 


98 


aéreo una organizacion humana, tuviese necesidad bajo los tró- 
picos de la energía de reaccion y de la impresionabilidad que 
caracteriza la edad adulta; bajo los trópicos únicamente, pues 
que “vemos en Europa, en los asilos hospitalarios de los ancia- 
nos, al cólera diezmando esta poblacion pasajera.” 

El cementerio del Recreo ha sido acusado en 1865, pero no 
se hicieron las mismas acusaciones en 1858 ni en 1869; es ver- 
dad que las casas mas puestas á prueba fuéron las mas cerca: 
nas al cementerio, pero la marcha y el modo de propagacion 
de la epidemia son poco conciliables con esta interpretacion; 
porque las primeras casas atacadas estaban mas lejanas del ce- 
menterio que las que fuéron invadidas en último caso. Es mas 
probable que la epidemia se propagara del centro á la circun- 
ferencia y no de la circunferencia al centro si este hnbiese sido 
el cementerio. 

Es de notar muy particularmente que no tengamos una sola 
mujer que citar en la familia de Medero, en la familia Rizo, y 
que la única mujer de la epidemia de 1865 observada por el 
Sr. Elcid sea solamente atacada de una fiebre pi remiten- 
te biliosa bien caracterizada. 

Independientemente de las aguas estancadas que se notan 
en las costas, se puede y debe admitir que todas esas epidemias 
han coincidido con el depósito accidental de las aguas pluvia- 
les durante la estacion del estío. 

El terreno del partido del Recreo está compuesto de tierras 
coloradas muy porosas y bastante permeables. Es verdad que 
esta capa de tierra vegetal es por algunos puntos muy poco 
profunda y que prontoseencuentra una capa derocas calcáreas 
muy superficial para explicar como es que casi todos los pozos 
del Recreo no tienen mas de diez metros de hondo en su ma- 
yor profundidad. 

A las dos terceras partes de su extension el suelo está eleva- 
do con una ligera pendiente del $. al N. y sostenida por algu- 
nas puntas de rocas calcáreas que se reunen en dos puntos pa- 
ra formar colinas de poca extension con una tercera dirigida há- 
cia el N. donde se observa mas bien la tierra negra, mas imper- 
meabie que la colorada. Por último, en todo el litoral son tier- 
ras anegadas improductivas, 


99 


Los rios son numerosos, pero tan pequeños, tan pasajeros que 
solo merecen el nombre aquel en la estacion de las lluvias. Al. 
gunos nacen de los pantanos, otros los atraviesan para perder- 
se en el mar. El mas importante es el de San Anton que se 
distingue de los otros por el mayor número de pantanos que 
atraviesa. 

Los pantanos dignos de mencionarse son los de Guanajaya- 
bo que ocupan una extension de 625 metros y solo distan del 
Recreo una milla; los de Claudio Arce y de Miraflores al $, O., 
de 10 de 200 metros en largo y en aucho,.pero todos muy pro- 
fundos y bien sumergidos, de modo que forman verdaderamen- 
te otros tantos estanques. 

“Todas estas condiciones telúricas parecen acusar la natura- 
leza palúdea de las enfermedades epidémicas del partido;” pero 
sin negar que la fiebre amarilla puede desarrollarse donde ec- 
sistan pantanos y fiebres palúdeas, creemos tener el derecho de 
invocar nuestros anteriores estudios donde la presencia de los 
pantanos no ha excluido el desarrollo de la fiebre amarilla y 
la afirmacion de su naturaleza completamente distinta de las 
enfermedades palúdeas. La fiebre amarilla no necesita de in- 
fluencias cenagosas para desarrollarse, puede desarrollarse sin 
ellas. 

VIML.—Nos falta entre tanto sostener la interpretacion y el 
diagnóstico precedentes por el exámen crítico de los síntomas 
que han caracterizado la epidemia. 

“El pulso” merece el primer estudio, porque se atribuye con 
exageración una gran importancia á las oscilaciones del pulso, 
que puede presentar en la fiebre amarilla misma una verdade- 
ra serie de abatimientos y elevaciones, sin valor para afirmar 
la causa palúdea. Hay en el pulso de la fiebre amarilla mas le- 
gítima una regularidad que puede simular intermitencia de las 
enfermedades palúdeas remitentes; se puede notar en diversos 
momentos del dia en la fiebre amarilla mas legítima exagera- 
ciones en la frecuencia, seguidas repentinamente de una lenti- 
tud pasajera. Esta es una de esas manifestaciones atáxicas in- 
separables de las alteraciones profundas de la sangre, y como 
dicen los maestros en Semeiología circulatoria, se observa en- 
tónces una verdadera “locura del corazon,” no nacida nunca, 


100 


esta vez, de “alteracion de lossólidos, pero determinada poruna 
ataxia verdadera de los movimientos del corazon, ataxia inter- 
mitente como lo son todas.” Es pues el órden segun el cual se 
_encadenan esas ataxias del pulso el que es necesario observar, 
no siguiendo al enfermo mañana y noche, sino mediante exá- 
menes multiplicados en intervalos aproximados. A menudo las 
remisiones observadas por la mañana ó por la noche en la fie- 
bre amarilla examinadas en largos intervalos han sido inter- 
pretadas como remitencia. Se ha empleado desde entónces la 
quinina; y la curacion que ha podido hacerse por sí misma pa 
rece haber justificado la falsa interpretacion del pulso y de la 
naturaleza palúdea de la fiebre. 

El pulso de los enfermos clasificados en la primera serie, en 
la tercera fué examinado por nuestro celoso compañero con una 
abnegacion científica especial: á todas horas del dia y de la no- 
che el pulso de los criollos acusados de fiebre amarilla ha sido 
notado, reloj en mano. 

Con el fin de excluir la fiebre amarilla buscaba las variacio- 
nes del pulso, dejaba el lecho de un criollo para abordar el exá- 
men del pulso de un forastero no aclimatado acusado sin dis- 
puta, esta vez, de fiebre amarilla, y en los dos exámenes no se 
encontraba desde el principio hasta el fin de la enfermedad si- 
no irregularidades falsamente interpretadas algunas veces para 
constituir verdaderas remitencias. Despues de una medida de 
cien pulsaciones el pulso subia algunas veces, de repente, como 
pueden subir tanto de un golpe las palpitaciones de un cro- 
nómetro al cual se le hubiera roto la cuerda: así era, como aca- 
bamos de manifestarlo, el ejemplo de esa ataxia observada tan 
á menudo por nosotros y cuya interpretacion tan clara nos pa- 
rece. El verdadero abatimiento del pulso no se observaba sino 
al tercer dia. Si entónces viene una consulta, y el compañero que 
examina el pulso encontrara esta remision, juzga y concluye por 
la intermitencia quizá; pero que vuelva algunas horas despues 
y la materia negra vomitada le dará la verdadera significacion 
de esta pretendida remitencia. 

Despues de una serie de exámenes semejantes y de interpre- 
taciones tan concienzudas, es cuando nuestro compañero no ha 
temido aseverar que la epidemia de 1865 presentó verdaderos 


101 


casos de fiebre amarilla, clasificados segun el cuadro que nos: 
otros sostenemos aquí, y atacando seguramente á los mismos 
eriollos. 

“La coloracion amarilla de los enfermos” presentaba carac- 
téres distintivos importantes, y el Sr. Elcid ha señalado muy 
bien en sus registros “que el color de la piel de los criollos acu: 
sados de fiebre amarilla legítima era amarillo-pálido y no subido 
como en la fiebre llamada remitente-biliosa.” Este tinte aparecia 
muy tarde, del tercero al cuarto dia; es decir, que se distingui- 
rían difícilmente las dos enfermedades por la época del desar- 
rollo de los dos colores; pero en las deyecciones, su naturaleza 
venia á llenar este vacío. En efecto, las materias vomitadas por 
criollos acusados de fiebre amarilla eran al principio compues: 
tas de sustancias alimenticias y despues de bebidas. La apari- 
cion de los productos biliosos era tardía; del mismo modo el 
tubo digestivo presentaba caractéres especiales, la lengua no es- 
taba cubierta de costras amarillentas, sino que se conservaba 
blanca con los bordes de un rojo intenso. Las membranas cu- 
tánea y mucosas, en vez de cubrirse de depósitos de mucus y 
sudor, permanecian secas durante el primer período. El sabor 
que notaban los enfermos criollos no era amargo sino insípido 
y acompañado de sed ardiente. “Las evacuaciones no eran 
abundantes y de naturaleza biliosa, sino raras y mas bien reem- 
plazadas por la constipacion.” 

“Las hemorragias” aparecian al 3.9 Ó 4.9 dia, muy rara vez 
al 5.2, y siempre anunciadas por la depresion del pulso presa- 
giaban casi necesariamente la muerte. Las orinas han sido es- 
tudiadas atentamente en algunos casos mediante el fuego y el 
ácido nítrico, y en los criollos clasificados entre los individuos 
atacados de fiebre amarilla han presentado la reaccion album1- 
nosa. 

La marcha de la fiebre de los criollos fué bastante rápida, y 
hácia el 4. 2 dia, algunas veces el 5.9 y 6.% y mas á menudo 
el 8.2 á mas tardar, los enfermos calificados de fiebre amarilla 
de los criollos terminaban por la muerte. Esto no es decir que 
la terminacion favorable no se obtenia, pues el Sr. Elcid cuen- 
ta tres que habian tenido hemorragia por diferentes puntos y 
sobrevivieron. 


102 


En fin, “el tratamiento por la quinina, administrada á los crio- 
llos clasificados en la primera serie, no puede reclamar ninguna 
de esas curaciones y ha coincidido inútilmente con las termi- 
naciones mortales.” El hierro ha sido dichoso. 

¿Es posible, en presencia de una exposicion tan formal de los 
hechos, comparar esas fiebres de los criollos de la epidemia de 
1865 con las fiebres remitentes biliosas de los criollos ó de los 
aclimatados? ¿Hay una semejanza absoluta entre ese cuadro y 
el de la fiebre amarilla incontestable de los forasteros observa- 
dos en la misma epidemia y en el mismo lugar? Si se niega es- 
ta semejanza habria necesidad de resignarse á asimilar la fiebre 
amarilla mas pura á las fiebres remitentes biliosas, lo cual es 
imposible. | 

“Es preciso ya rebajar una parte de sus pretendidas víctimas 
criollas” á las fiebres biliosas; hay mucha distancia de esto á 
una asimilacion con la fiebre amarilla; al contrario “la separa- 
cion no está mejor establecida respecto de esta extension” mis- 
ma de la fiebre amarilla “á una clase de pretendidos aclimata- 
dos por derecho de nacimiento.” 

IX.—Veamos ahora como el estudio de estos hechos y sus 
conclusionescuadran con nuestros conocimientos y nuestras con- 
vicciones acerca de la existencia de un límite de la zona epidé- 
mica. Si los criollos pueden contraer la fiebre amarilla (y nues- 
tras convicciones están hoy ya robustecidas por las observacio- 
nes concienzudas de nuestro compañero) es prueba de que los 
habitantes del campo viven en un lugar mas puro que las cos- 
tas de los mares tropicales. “Los criollos de los campos no ten- 
drian la fiebre amarilla á algunas leguas del litoral si la zona 
que habitan tuviera el mismo grado de infeccion vomítica que 
la misma costa”. La diferencia está en proporcion de la vul. 
nerabilidad de los criollos. “Un forastero adquirirá con masse- 
guridad la fiebre amarilla que un criollo en el paraje en que 
los criollos la contraigan.” Fiebre amarilla contraida supone un 
envenenamiento agudo adquirido por el criollo en una locali- 
dad cuya atmósfera haya sido infectada de repente. 

El envenenamiento del criollo implica pues, por otra parte 
la idea de movilidad, de variacion anual de los límites de la 
zona epidéxnica, 


103 


Si la fiebre remitente biliosa naciese de la misma influencia 
miasmática ó de otra que la que da lo que queremos llamar 
“fiebre amarilla de los criollos,” esta encontraria sus razones de 
rareza, 6 mejor dicho de “exclusion, en la permanencia de la fie- 
bre remitente biliosa en el pais-” Pero la fiebre remitente bilio- 
sa es casi permanente en el Recreo, luego esta permanencia se- 
ria pues una razon mas para dudar que la epidemia de 1865 
sea una misma cosa, tan rara respecto de la epidemia de fiebre 
remitente biliosa, tan constante y tan comun. 

He aquí pues la utilidad mas segura que se puede obtener, 
respecto de los europeos, del estudio que precede: “cada vez que 
el conjunto de síntomas que acabamos de trazar, se observe en 
los criollos separadamente ó reunidos en número suficiente pa- 
ra constituir una epidemia, se deberá decir: los europeos no en- 
contrarán en este punto de las tierras tropicales sino condicio- 
nes insuficientes, muy insuficientes” de seguridad de aclimata- 
cion. Deben pues ir mas léjos y “retirarse todo lo posible del 
litoral, por lo ménos en la estacion del estío.” 

“Los límites en efecto no varían solamente segun la intensi- 
dad variable de las influencias epidémicas, sino tambien con 
las condiciones estacionales.” 

Resulta sobre todo del estudio de las epidemias del Recreo 
“que los criollos de los campos pueden ser considerados como in- 
termediarios entre el forastero aclimatado y el criollo de las 
costas.” “Las enfermedades de los cubanos mas alejados de la 
costa serán pues útilmente consideradas como avisos indirec- 
tos al europeo,” y un tratado de patología de los criollos de 
Cuba y de los mares tropicales seria una recopilacion de los 
mejores preceptos que pudieran dedicarse á los europeos que 
quieren vivir bajo los trópicos fuera de los límites de la zona 
epidémica de la fiebre amarilla (1). 

Recreo y Mayo 4 de 1866. 


(1) Vénnse en las Sesiones de la Real Academia, año Vil, pág. 19 y 26, elextracto y las 
conclusiones de un informe redactado por el Sr. D. Justino Valdés Castro, que publica- 
rémos Íntegro en otro número de los Anales, 


104 


DiscursO ACERCA DE LA NATURALEZA DE LAS FIEBRES ESENCIA- 
LEs; por el Dr. D. Fuillermo Michelena. 


(SESION DEL 28 DE JuLio nr 1867.) 


Sr. Presidente, Sres.:—He dicho, y espero probarlo, que las 
fiebres no son sino los efectos de modificaciones ó cambios en 
la composicion de la sangre. El Sr. Dr. Ruz en su discurso de 
aniversario dice, declarándose en negacion absoluta de esa idea, 
que es una nebulosa de orígen remoto, comprendida en el humo. 
rismo de Galeno y que viene sin luz ni solucion traida por las 
oleadas del tiempo. 

No es extraño que los tiempos pasados hayan dejado á esta 
grande idea sin luz ni solucion. Esa idea en su orígen no fué 
ni pudo ser sino la simple induccion de espíritus pensadores 
la ciencia no tenia aun los medios para probarla; pero hoy ya 
no es una induccion, sino la deduccion de los hechos que ofrece 
la fisiología química y experimental. 

En lo de que esta idea esté comprendida en el humorismo 
de Galeno hay algunas inexactitudes: la primera es que el hu- 
morismo no es de (Galeno, pues existia desde Hipócrates; la se- 
gunda es que para Galeno la fiebre no era una enfermedad hu- 
moral ó de la sangre, sino el efecto de un calor contra-natural 
encendido en los espiritus, que él admitia en nuestra organiza: 
zacion. (De Savignac, pag. 69.) 

El Sr. Dr. Ruz, como muchos otros, cree que Galeno era hu- 
morista: pero como Galeno admitia enfermedades de los sólidos, 
de los líquidos y de los espíritus, lo mismo que Hipócrates, es 
evidente, en rigor lógico, que aunque ellos mismos se declara- 
sen humoristas no lo eran. En definitiva, ellos no tenian ni po- 
dian tener un sistema racional, sino un sistema de ideas incohe- 
rentes, sacadas de hechos sin conexion, pues la luz de la fisio- 
logía no existiendo aun, no podia aclarar las oscuridades de la 
patología. | 

El microscopio y la química, que no han formalizado la apli- 
cacion á la medicina sino despues de pocos años, y la fisiología 


¿105 


experimental, casi enteramente nueva y limitada á Bernard y 
algunos otros, principian apénas á descubrir los fundamentos 
de las leyes generales de la Fisiología y de la Patología. 

Cuando Galeno, que nació 128 años despues de Cristo, los 
sistemas médicos debian fundarse en puras congeturas: la quí- 
mica estuvo en su estado embrionario de alquimia hasta el si- 
glo VI (Nysten Dicc?) ocupada solo en formar oro y en bus- 
car un remedio universal; y la anatomía estaba tan atrasada, 
que no fué sino en 1619 que Guillermo Harvey descubrió la 
circulacion de la sangre, y en 1540 que la preocupacion consin- 
tió la diseccion de cadáveres humanos en los anfiteatros, en los 
cuales Andres Vesalio destruyó los errores de ese mismo (Ga- 
leno, venerados durante trece siglos. (De Savignac, pág. 73.) 

La ciencia médica no tenia entónces datos suficientes para 
fundar sus dogmas, sus principios y Sus leyes generales, y por 
eso Eno y Galeno que quisieron O sistemas, an- 
ticiparon las conclusiones á las premisas, “y aunque se llamaron 
humoristas unas veces y otras naturistas, duc. duc., no fuéron en 
realidad nada, pues nada de ¿so podian ser estableciendo, como 
lo hacian, enfermedades de los sólidos, de los líquidos y de los 
espíritus. 

Ellos representaron la infancia de la ciencia, en la cual por 
desgracia casi estamos todavía; pero solo por la terquedad de 
la preocupacion, pues sobran hechos y razones para fundar un 
dogma racional, una teoría patológica natural y fecunda en ex- 
plicaciones y en aplicaciones prácticas, 

Curar sin conocer la naturaleza de lo que se cura es eviden- 
temente irracional é imposible. Y buscar la naturaleza de las 
enfermedades en esa oscura quimera que llaman vitalidad es, 
ni mas ni ménos, como buscar en un cuarto oscuro una cosa que 
no existe en él. 

Condenar el estudio de la naturaleza de las enfermedades y 
sobre todo de las fiebres, tan destructoras é insidiosas, es negar 
el gran poder de la razon humana, es cerrar la puerta al pro- 
greso de nuestra ciencia, es apagar la luz creyendo guiarse me- 
jor á oscuras, es botar la brújula en mares desconocidos. 

Miéntras la ciencia médica no establezca como su axioma fun- 


damental, que todo síntoma de enfermedad no es sino la anor- 
T, 1y—14 


106 


malidad de una funcion, y que esa anormalidad funcional no es 
sino el efecto de una anormalidad orgánica; —miéntras tanto 
todo progreso es imposible, porque la causa y naturaleza de 
las enfermedades permanecerá desconocida, y por supuesto la 
terapóutica será mas ó ménos empírica y la medicina no ten- 
drá títulos legítimos para llamarse ciencia. 

El Sr. Dr. Ruz, despues de llamar nebulosa la cuestion de 
cuál es la naturaleza de las fiebres, dice que “eso pertenece á 
la parte especulativa y tenebrosa de la ciencia; que eso está 
fuera de los límites positivos de nuestros actuales medios de ex- 
ploracion; que esas discusiones agotan y postran las fuerzas, y 
que miéntras no tengamos nuevos datos con que resolverlas se 
pierde lastimosameute el tiempo.” (1) | 

Atendiendo solo al interés de la cuestion y ála especial de: 
ferencia que profeso al Sr. Dr. Ruz por sus distinguidos mérl- 
tos, excuso el hecho, no muy explicable, de que, al mismo tiem- 
po que dice que la cuestion principia ahora, anticipe en público 
esa sentencia deprimente contra la cuestion, diciendo que ella 
solo sirve para lucir los vuelos de la fantasía y los recur- 
sos del talento. 

Léjos ya, lo que siento, de la edad de la fantasía, y siendo 
desde mi juventud tan decidido enemigo de todo lo ficticio é 
incomprensible, como decidido amigo de la clara razon natural, 
no he empleado nunca los recursos de mi inteligencia, cuales- 
quiera que ellos sean, sino en descubrir la verdad positiva de 
las cosas, tanto en medicina como en todo aquello en que he 
tenidoque formarme una opinion propia, una creencia cualquiera. 

Deseaba vivamente desdejóven encontrarme en el seno de 
una Academia, compuesta de hombresilustres y laboriosos, don- 
de satisfacer mis deseos de aprender. En ésta nada me queda 
que desear: los pocos miembros que la frecuentan, compitiendo 
en modestia y en saber producen, con sus trabajos, toda la luz 
necesaria para ilustrar á un hombre y para que éste se enorgu- 
llezca del puesto que le dan en ella. 

Por eso mees tan sensible que el Sr. Dr. Ruz diga que en esa 
cuestion se pierde lastimosamente el tiempo, olvidando sin du- 


(1) Anales, tomo IV. pág. 19. 


107 


da que yo dije y repetí muchas veces, que no proponía esa cues- 
tion sino únicamente para reanimar el espíritu tal vez cansado 
de esos pocos trabajadores, y ver si algunos dignos miembros 
que han abandonado esta Academia, volvian, atraidos por esa 
cuestion, á ofrecernos los frutos de sus talentos. 

Allanzarme solo á sostener una opinion contra todos, aunque 
seguro de su verdad, hacia un sacrificio á la Academia, estéril 
por lo ménos para mí; pero si hubiera temido que se dijese que 
esa cuestion le quitaba lastimosamente el tiempo, la habria re- 
tirado, pues cabalmente mi único objeto era que la Academia 
llenase su tiempo enalgo tan esencialmente útil, que bien pue- 
de decirse que la indicacion médica que no se funda en el co- 
nocimiento de la naturaleza de la enfermedad, es en rigor pu- 
ramente empírica.—Yo apelo en mi justa queja, no al público, 
ni aun á la Academia, sino á la propia razon del ilustrado jó- 
ven Ruz. 

Entremos en materia. El Sr. Dr. Kuz dice: “sostiene el Dr. 
Michelena que todas las fiebres esenciales son efecto de una 
alteracion especial de la sangre, no definida ni demostrada por 
nuestros medios groseros de investigacion; pero sí lógicamente 
deducida del estudio severo de los hechos. El que tiene la 
honra de dirigiros la palabra se colocó frente á frente para 
combatir la doctrina proclamada.” 

Mi proposicion es esta: “Las fiebres no son sino los efectos de 
modificaciones 6 cambios en la composicion de la sangre.” Y co- 
mo de ella se deduce, yo niego en absoluto la existencia de las 
supuestas fiebres esenciales, y por supuesto no pude formu- 
lar mi idea como él dice; pero esto no pasa sin duda de un er- 
ror involuntario y sin importancia. 

¿Pero no podria acaso deducirse de esa frase que el Sr. Dr. 
Ruz cree que hay enfermedades esenciales y que las fiebres 
son enfermedades de la vitalidad, y tanto mas cuanto que en 
el mismo parágrafo dice que no pueden explicarse ni por el so- 
lídismo ni por el humorismo? 

Al combatir el Sr- Dr. Ruz esta teoría de las fiebres, es, ú 
porque cree que otra es la teoría verdadera, en cuyo caso la 
discusion es necesaria; Ó porque cree que el conocimiento de 
la naturaleza de las fiebres es inútil en la ciencia y en la prác- 


108 


tica, lo que es imposible en un hombre de su capacidad; ó por- 
que cree que ese conocimiento está en absoluto fuera del al. 
cance humano, y eso seria matar las esperanzas de la ciencia 
y de la vida; ó es en fin porque cree, como lo dice, que el co- 
nocimiento de las fiebres pertenece á la parte tenebrosa de la 
ciencia y que está fuera del alcance de los actuales medios de 
exploracion. Sies esto último, solo diré que es sensible que su 
jóven y valiente inteligencia se acobarde ante la parte tene- 
brosa de la ciencia, que es la que esconde sus grandes leyes, 
y que ya hoy muchos han penetrado en esas oscuridades, por- 
que existen ya luces bastantes para distinguir una gran ley, 
sin la cual tanto la ciencia médica como la práctica carecen de 
fundamento. 

Esa gran ley es ésta. Todo síntoma de enfermedad no es si- 
no la anormalidad de una funcion; y esa anormalidad funcio- 
nal no es sino el efecto de una anormalidad orgánica que es 
preciso buscar. 

Jamas un cuerpo ni un átomo de la creacion toda, ni en su 
actividad ordinaria ni en sus mas espantosas convulsiones, han 
salido de las leyes de su organizacion; ni jamas tampoco un 
solo acto fisiológico Ó patológico ha salido de las leyes de nues- 
tra organizacion- Esa vitalidad y esas supuestas fuerzas sin 
materia, que dicen que se enferman, y que hacen buscar la en- 
fermedad fuera de la organizacion, esas quimeras son las que 
han ofuscado el espíritu y las que han sumido á la verdad 
médica en ese abismo tenebroso que creen algunos insondable. 
Dejaos de enfermedades vitales, de enfermedades dinámicas, 
no busqueis sino enfermedades orgánicas, y vereis como la ra- 
zon y la experimentacion pueden hoy ya fundar la teoría natu- 
ral de las fiebres y de las otras enfermedades. 

Sostendré mi tésis sin temor de que se postren mis fuerzas, 
haré ver que su verdad no está fuera de los límites de la ra- 
zon y de los datos que ya hoy ofrece la ciencia, y sobre todo 
haré ver que la práctica sin teorías y sin principios, fundada 
solo en el estudio empírico de los hechos, es dificil y peligro- 
sa, porque sin una clave o ley general cada caso es nuevo por 
sus variantes y no puede explicarse por los anteriores, y esté- 
ril para la enseñanza y para el progreso, porque las ciencias 


109 


no adelantan sino por el conocimiento de sus leyes gene- 
rales. 

Pues que se desconfía de is luz de la razon y que se cree que 
deben abandonarse las teorías y atenerse solo á los hechos, 
apelemos al juicio de grandes autoridades que, fundándose en * 
esos mismos hechos, establecen que la ciencia patológica solo 
sigue las leyes de nuestra organizacion, y que la enfermedad 
no es, como pretenden, una cosa que está fuera de las leyes de 
la naturaleza. Mr. de Savignac (Principios de Doctrina, págs. 65) 
dice así: “El queria, como Hipócrates, elevar la medicina á la 
dignidad de ciencia, porque toda ciencia tiene principios ó 
ella no existe, y estos principios se colocan á la cabeza de la 
ciencia, Ó al fin entre sus corolarios. Las nociones científicas 
han venido gradualmente traidas por sensaciones y por el aná- 
lisis; pero si por una generalización no puede sacarse un prin- 
cipio, la ciencia no tendrá razon de ser: suponerla seria un 
contrasentido. La simple lógica verbal prueba la necesidad de 
un principio. Vdes. ven todas las ciencias constituidas y reco- 
nocidas tales: todas ellas parten de principios. Remontando la 
corriente de las doctrinas, os encontrareis dos mil años atras, 
cara á cara con los frígidos sectarios de la escuela empírica: no 
hallareis en ella principios sino reglas, no hallareis una cien- 
cia sino un arte.” 

No cito aquí lo que el Dicc” de Nysten, de 1865, dice sobre 
la práctica médica sin doctrina alguna, porque emplea un len- 
guage demasiado fuerte que creo inoportuno. No hay para qué 
aglomerar citaciones: es de simple razon que sin doctrina y sin 
principios no hay ciencia posible, y hoy no hay un solo escritor 
médico que no establezca como una necesidad de nuestra cien- 
cia el que se fuerze la experimentacion, como dice Claudio Ber- 
nard, para reunir hechos ó fenómenos y formar por induccion 
leyes de las cuales se deduzca lógicamente el modo de hacer 
nuevos experimentos y obtener nuevos ROEbos. (Fisiología ex- 
perimental, 1855). 

Dos modos hay de avistar las ciencias: uno es contentándo- 
se con lo hecho, bueno ó malo, y gozando tranquilamente las 
conquistas del pasado; y otro es emprendiendo el llenar los 
vacíos de la ciencia y el corregir sus imperfecciones. Sé bien 


110 


que los hechos bien observados son lo único que hay de posi- 
tivo y fijo; pero tambien creo que esos hechos son inútiles, si 
de ellos no se deduce la ley de los dé su especie. Tambien sé que 
los principios y las teorías son abstracciones, cosas de pura ra- 
zon, y por supuesto controvertibles, oscuras á veces, y no siem- 
pre al alcance de todos. 

-Las leyes biológicas, tanto fisiológicas como patológicas son, 
por la gran complicidad de la organizacion, muy reacias á la 
experimentacion: pero tal es la necesidad que el espíritu sien- 
* te de ellas, que, buenas Ó malas las que existen, no hay un so- 
lo práctico que no se funde en una cualquiera para establecer 
sus indicaciones. ¿Y por qué pues, si esimposible practicar sin 
teorías y sin principios, se dice que se pierde lastimosamente el 
tiempo dilucidando la cuestion de saber cual es la verdadera 
teoría de las fiebres? 

Es extraño y sensible que un jóven tan inteligente y tan ávi- 
do de saber como el Dr. Ruz, condene la discusion sobre la na- 
turaleza de-las enfermedades, es decir. sobre qué es loque se cura, 
sin cuyo conocimiento es imposible que el práctico establezca 
una indicacion racional. El que no conoce el estado orgánico que 
causa una fiebre, por ejemplo, tiene por fuerza, digan lo que dije- 
ren, querecetar á ciegas. Cuando se conozva que los fenómenos ce- 
rebrales, nerviosos y otros, no son sino efectos de un cambio en 
la sangre, que es la verdadera y única causa de la fiebre, ¿qué 
se dirá de los remedios que se usan contra esos síntomas y que 
nada pueden hacer, porque no obran sobre la verdadera causa 
de ellos, que es el cambio de la sangre? Entónces no se tratará 
sino de eliminar el principio morbífico 6 de reconstituir la san- 
gre. 

La observacion clínica, sin brújula, sin ley general, suplirá 
sin duda y por fuerza, miéntras la ciencia de curar no resuelva 
la incógnita, el gran desideratum, que es saber qué es la en- 
fermedad, qué es lo quese cura. Los vitalistas, los que suponen 
una fuerza extraña á la organizacion, que la dirige, y que es esa 
fuerza la que se enferma, como esa fuerza está fuera de toda ob- 
servacion, ellos forjan la ciencia y sus teorías al libre capricho. 

Como su vitalidad no se puede disecar, ni someter al micros- 
copio ni á la química, ni á la experimentacion fisiológica, ellos, 


111 


fuera de la razon, fabrican su sistema con pura imaginacion, y 
no es sino para mas probar la falta de lógica que hacen autop- 
sias, y que hablan de microscopio y de química. Y es ese sue- 
no el que se ha sustituido, en la larga infancia de nuestra cien- 
cia, á la idea de que toda enfermedad, que no se expresa sino 
por la alteracion de una funcion, no es ni puede ser sino efecto 
de una alteracion en el órgano que produce esa funcion, que 
es lo que se deduce de la observacion de los hechos y de las 
leyes generales de la naturaleza. La idea del alma y de la in- 
mortalidad nada tienen que hacer con las enfermedades, pues 
que lo que se dice es que la organizacion es la que se enferma y 
no la vitalidad como pretenden los vitalistas. 

Veamos lo que sobre esto dice Cárlos Robin en la introduc- 
cion de su obra sobre los humores en 1867. “Las cuestiones que 
se refieren al estado en el cual se hallan, en el seno de los hu- 
mores, los principios que los componen, y las que se refieren 
á la correlacion de los líquidos con los sólidos, permanecen in- 
solubles, miéntras el espíritu no se ha fijado sobre la nocion de 
organizacion, sobre la naturaleza de la materia, fuera de la cual 
jamas se ha visto un solo acto de órden orgánico; porque segun 
la expresion de Cuvier, la vida supone el ser organizado, como 
el atributo supone el sujeto.—Pues que no existen, pues que 
no podrian existir fuerzas vitales, ó mas bien propiedades vita- 
les independientes de la materia organizada, por encima de 
ella 6 al lado de ella, nada es mas importante en fisiología y 
en patología, que saber lo que caracteriza esta materia, esté 
ella ó no dotada de formas elementales especiales. Las pro- 
piedades que le son inherentes son inconcebibles fuera de esa 
sustancia. Por consiguiente, estudiarlas sin conocer esa sus- 
tancia, no puede conducir, y no conduce en efecto, sino. á re- 
sultados ilusorios. Pues sin embargo, salvo raras excepciones, 
estas nociones fundamentales, sin las cuales no hay sino ilusion 
y confusion en la ciencia, son lo que ménos se ha estudiado.” 

Mas adelante Robin, despues de citar á Blainville y Chevreul 
que definen como él la organizacion, dice: “Hay mas de una la- 
guna que llenar en cuanto á las leyes segun las cuales se cum- 
ple esta asociacion de los principios inmediatos; pero estas la- 
gunas no dependen enteramente de los anatómicos; dependen 


112 


de que la química nos deja ignorar aun lo que son estas sus- 
tancias coagulables como compuestos químicos, su constitucion 
molecular y las funciones químicas que desempeñan.” Se refie- 
re á la sustancia coagulable de la sangre. 

En la pág. 29 de la introduccion dice: “La interpretacion de 
todos los fenómenos complexos normales y mórbidos que el ani- 
mal presenta á cada instante, reposa sobre el conocimiento de 
las leyes de la pesantez, de la luz, de la electricidad y de las 
afinidades químicas; todas propiedades elementales de la mate- 
ria bruta. Hay sin embargo investigadores que tratan de evitar 
el estudio de las propiedades elementales de la materia orga- 
nizada, para sustituirle por fáciles pero vanas hipótesis, porque 
creen imposible la determinacion precisa de las leyes de aque- 
llas propiedades;—y por una ilusion mas peligrosa aun, sl es 
posible, dicen que el conocimiento de esas propiedades es inú- 
til y de pura curiosidad, cuando ese conocimiento es para el na- 
turalista lo que los principios de física para el ingeniero, es 
decir, difíciles de adquirir, pero indispensables en la práctica 
del arte. La ignorancia de estas causas ha hecho que imaginen 
la fuerza vital, la fuerza medicatriz y una fuerza morbífica in- 
terior. Es un hecho capital: cada propiedad de órden vital tie- 
ne por condicion de existencia una Ó muchas propiedades de 
órden físico Ó químico, que si se modifican causan una modi- 
ficación proporcional de la propiedad de órden vital. (Pág. 30.) 
No es sino para suplir la ignorancia en este punto, que se ha 
imaginado esa fuerza vital independiente de la sustancia orga- 
nizada. Verémos pronto que esas quimeras no pueden resistir 
un solo instante al análisis fisiológico” 

Para todo esto el ilustre químico Robin entra en detalles 
analíticos, inoportunos aquí por ser muy extensos, y que V. $. $. 
podeis consultar. Solo he querido hacer ver que grandes maes- 
tros, autoridades que pesan mucho en la ciencia de hoy, pien- 
san como yo fundándose en hechos. 

Enlapág. 41 dice Robin en su introduccion: —“Es difícil com 
prender la razon que los fisiologistas han tenido para no con- 
siderar la clasificacion de los atributos dinámicos de la materia 
organizada, tal como la bosquejaron Bufton y Blainville y co- 
mo la ha formulado mas perfectamente A. Comte. Hemos di- 


115 


cho que esas propiedades son inmanentes á la sustancia orga- 
nizada, y quien dice inmanente, dice inseparable y por conse: 
cuencia del dominio de la observacion y de la experiencia. Esas 
propiedades están ahí, y no tienen nada de oculto ni de meta- 
físico.” 

No es pues que los problemas fisiológicos y patológicos es- 
tén fuera de los límites de nuestros medios de exploracion, es 
sí que para estudiar un problema y encontrar sus leyes se ne- 
cesita un gran trabajo de meditacion ó de experimentacion, y 
es mas cómodo explicarlo todo por una vitalidad, fuerza qui- 
mérica que estando fuera de la razon y de la naturaleza, deja 
á la imaginacion en plena libertad. 

En la pág. 44 dice Robin: —“El hombre, haciendo parte con 
los otros seres organizados de las capas superficiales del globo, 
las leyes que rigen los fenómenos del órden biológico, desde las 
de la nutricion hasta las de la inervacion y de la reunion de los 
hombres en grupos sociales, no tienen nada de contradictorio 
con los fenómenos generales del órden cosmológico.” 

Esto mismo lo he dicho yo en esta otra forma. El Creador, que 
todolo hahechocon un plan, ha dado á cada cuerpo una organi- 
zacion y una ley para que desempeñe la funcion á que está des- 
tinado, y el hombre tiene tambien y por fuerza su organizacion 
y la ley de esa organizacion, y existe tambien por necesidad una 
ley general para las relaciones de las propiedades y leyes or- 
gánicas de todos los cuerpos entre sí, que es la que sostiene la 
actividad del universo. Si lesgran ley que rige nuestra organi- 
zacion y nuestra vida no está formulada, al ménos es eviden- 
te que solo puede hallarse estudiando nuestra organizacion, y 
buscar fuera de ésta la explicacion de la salud y de las enfer- 
medades, es encadenar la ciencia y reducirla al estado de fábu- 
la. No se pierde pues el tiempo cuando se busca en la organi- 
zacion el cambio ó alteracion que causa las fiebres y las otras 
enfermedades. Se dice que la razon no alcanza: ¿cómo ha de al. 
canzar cuando se desconfía de ella y no se emplea ó se emplea 
en buscar una cosa queno existe? La lógica analítica, cuando se 
cultiva, es tan convincente como la lógica matemática, que no 
es poderosa sino porque ya posee la ley de la cantidad. 


Enla pág. 60 de la introduccion, Robin dice: —“Nada mas im- 
T, 1Iv—15 


114 


portante para el estudio de la patogenia que el conocimiento 
exacto del lazo que existe entre la sangre y los tejidos y en- 
tre la sangre y las influencias exteriores. De ahí la fácil trasmi- 
sion á la sangre de las alteraciones de los medios que nos ro- 
dean, y la trasmision de estas alteraciones de la sangre, á los 
tejidos y á los líquidos excretados. Los datos precedentes hoy fi- 
jados ya por la observacion y por la experiencia, nos prueban 
que las cuestiones de patogenia, que han tratado de resolver las 
hipótesis del humorismo, se ligan de hecho al conocimiento de 
la composicion de la sangre de una parte y al de la nutricion 
de otra. Las cuestiones que tocan al estado de las secreciones 
y exereciones no son sino consecuencias de las primeras. 
El conocimiento de la realidad reduce de mas en mas el 
campo de las hipótesis; porque el análisis de los hechos relati- 
vos á la constitucion y orígen delos líquidos de la economía, ha- 
ciéndonos conocer de mas en mas las causas de sus propiedades 
de órden físico, químico y orgánico, no deja asidero á la inter- 
vencion de entidades que se suponia venian á traerle tales ó 
cuales propiedades; y no lo deja tampoco á la idea de cualida- 
des ocultas que se les atribula.” | 

Dice en la pág. 62:—“En los análisis químicos de la primer 
mitad de este siglo no se ocupaban de las diferencias anatómi- 
cas y fisiológicas entre las secreciones y los humores constitu- 
yentes como la sangre y la linfa; —y ménos aun se trataba de las 
modificaciones isoméricas de los principios de tercer clase Ó coa- 
gulables, que tienen lugar en el seno mismo de esos líquidos. 
Y esta nocion nueva es la que ha dado las primeras indicacio- 
nes reales que ha poseido la ciencia sobre los modos de trasmi- 
sion de las alteraciones de los medios exteriores á la sangre y 
de esta á los sólidos (y ademas sobre la naturaleza de la viru- 
lencia de la sangre y de las secreciones, y sobre las causas de 
la ausencia de virulencia en las excreciones. )” 

ln la pág. 26 de su primer leccion sobre los humores dice: 
“Gracias á las relaciones moleculares incesantes y fáciles de los 
plasmas de la sangre con el exterior, gracias á los cambios enér- 
gicos que se operan entre el plasma y el exterior, las materias 
miasmáticas pueden ser introducidas en el plasma de la sangre, 
y como en este plasma las sustancias coagulables predominan, 


115 


y que estas sustancias coagulables son susceptibles de alterar- 
se con una gran facilidad, sin cambiar de composicion elemen- 
tal, es decir isoméricamente, ellas trasmiten el mismo órden de 
alteracion á los elementos anatómicos sólidos musculares, ner- 
viosos, glandulares, óseos, cartilaginosos, duc., elementos en re- 
lacion á los cuales los plasmas hacen el papel de medio, y con 
los cuales ellos hacen un cambio incesante de principios. De 
aquí resulta que desde queel plasma está así modificado, el con- 
junto de los tejidos puede ser alterado al cabo de algunas ho- 
ras. Esta alteracion puede ser tal que la muerte <obrevenga, es 
decir, que los actos propios de los elementos muscular, nervio- 
so, dsc., no pueden ejecutarse. Y á la autopsia no se halla nada 
y se dice que ha habido muerte sin lesion, porque no se ha sabido 
verla en donde ella está, porque no se ha recibido la ed ucacion 
experimental anatómica y fisiológica necesaria para compro- 
barla. Pero la lesion en este caso existe muy bien: ella es gene- 
ral, y es de las mas graves: solamente ella no es ni amarilla, ni 
roja, ni dura, ni blanda: ella existe mas allá de lo que alcan- 
zan los sentidos. Esnecesario para descubrirla emplear medios 
que no tenemos la costumbre de usar, y cuyo empleo, sin em- 
bargo, debe llegar á ser tan familiar como el uso del escalpelo.' 
Para comprender pues lo que son esas supuestas enfermedades 
sin lesion, es necesario saber bien que fuera y mas allá de las 
lesiones perceptibles directamente por la vista y por el tacto, 
existen lesiones invisibles, moleculares, que pueden ser pro- 
badas por otros medios. No es por el tacto ni por la vista que 
se prueba la existencia del oxígeno en la atmósfera, sino por 
otros medios. 

Robin en la pág. 48 de la introduccion dice: “Yo he demos: 
trado en otra parte que la terapéutica no era sino un empiris- 
mo grosero, si no ilusorio, sin las nociones precedentes; porque 
todo medicamento es un principio inmediato accidental que va 
á unirse temporalmente á los de la sangre, y despues á los de 
tal ó cual especie de elementos anatómicos, de manera que mo- 
difica la constitucion molecular y consiguientemente las pro- 
piedades inmanentes á esa constitucion. Estos principios inme- 
diatos accidentales toman el carácter y el nombre de venenosos 
cuando turban ó impiden la renovacion molecular y los actos 


J 


116 


de la sustancia organizada, fijándose de un modo estable á los 
principios inmediatos naturales. Cada sustancia tiene su accion 
propia, estable ó pasajera, favorable ó nociva á la constitucion 
y á la renovacion molecular de la sustancia organizada. Es ne- 
cesario estudiarlos experimentalmente lós unos y los otros sl 
se quiere tener una idea de su accion sobre el organismo; —pero 
este estudio es enteramente ilusorio si no se conocen primero 
los principios naturales orgánicos á los cuales van á unirse es- 
tos principios accidentales.” 

Robin págs. 77:—“Los plasmas son esas partes organizadas 
que representa la porcion fluida de los humores que circulan 
en vasos cerrados, como los vasos sanguíneos y los linfáticos. 
Su organización, que existe, ha sido frecuentemente negada y 
por eso tambien se han negado sus alteraciones tan frecuentes 
como importantes. Los plasmas se componen: 1.9 de sustan- 
cias orgánicas líquidas, coagulables, que forman su mayor par- 
te, como son la fibrina, la albúmina y la albuminosa: 2.9 de 
principios cristalizables de orígen orgánico, unos salinos, otros 
alcaloideos, grasosos y azucarados: 3.9 de principios cristaliza- 
bles de orígen mineral, unos gaseosos, otros salinos. Los plas- 
mas son organizados, pues que siguen constantemente el doble 
movimiento de composicion y descomposicion.” 

En la pág. 193, en el capítulo titulado “Estado de la san- 
gre en las enfermedades generales,” despues de indicar que mu- 
chos productos mórbidos y gran número de fenómenos patoló- 
gicos son debidos á la solidificacion de alguno de los principios 
inmediatos de la sangre, dice: “Las enfermedades llamadas in- 
fecciosas son efecto de modificaciones del plasma de la sangre. 
La infeccion pútrida es debida á la entrada en la sangre de 
ciertos productos de la putrefaccion del pus, como el sulfidrato 
de amoniaco, el hidrógeno sulfurado ú otros no bien determi- 
nados aun. Lo mismo sucede cuando se putrefacen materias 
acumuladas en el intestino. La penetracion en la sangre del 
hidrógeno sulfurado, sufidrato de amoniaco dzc., es análoga á 
la de la estricnina, del sublimado ó de otros venenos. Solo el 
orígen es diferente. Alteraciones de este órden son las que 
causa la respiracion de gases mefíticos. 'Todos estos casos se 
aproximan de los envenenamientos, de las intoxicaciones.” 


117 


En el capítulo siguiente, titulado “Infecciones miasmáticas 
de la sangre, pág. 195, dice: “Importa aproximar de este órden 
de modificaciones accidentales de la sangre, las modificaciones 
llamadas infeccion miasmática, debidas á la penetracion en la 
sangre, por la viarespiratoria, de sustancias orgánicas en disolu- 
cion en el vapordeaguadela atmósfera. Estas son ménos violen- 
tas, pero son mas difícilmente curablesquelas anteriores. Se sabe 
que en el aire alterado por miasmas, sea por pantanos ó por 
aglomeracion de individuos, si se recoge el vapor de agua que 
contiene ese alre, por la refrigeracion, se encuentra una pe- 
queña cantidad de sustancia coagulable albuminoidea, en via 
de putrefaccion y de una fetidez particular. Esta sustancia en 
contacto con la sangre normal ó con la fibra muscular sana 
violenta su putrefacción. Estos hechos, á pesar de su importan- 
cia, no han sido estudiados como merecen. Cuando estas sus- 
tancias penetran en la economía en cierta cantidad, ellas pro- 
ducen modificaciones de las sustancias coagulables de la san- 
gre; y estas modificaciones isoméricas determinan una tenden- 
cia á la putrefaccion. Las sustancias orgánicas de la sangre se 
hacen impropias á la asimilacion, y si se asimilan causan en los 
tejidos modificaciones análogas á las que ellas mismas han su- 
frido. De aquí el carácter general que presentan inmediata- 
mente las enfermedades debidas á esta causa, porque la san- 
ere habiendo sido modificada primitivamente, todos los ele-- 
mentos (toda la organizacion) á loscuales van á fijarse sus prin- 
cipios coagulables son modificados necesariamente.” 

Pág. 196:—“Para entender estos fenómenos seria necesario 
familiarizarse con el estudio de los principios inmediatos de la 
sangre, de los tejidos, y con las modificaciones isoméricas de 
que son susceptibles. Pero este estudio se ha desdeñado y por 
supuesto se ha interpretado mal este órden de enfermedades.” 

Pág. 199:—“Vemos porestas consideraciones cuán numerosas 
serán lasenfermedades que dependerán de modificaciones isomé:- 
ricas Ó delacomposicion íntima de las sustancias orgánicas de la 
sangre. La fiebre tifoidea, la viruela, la escarlatina, el cólera, 
la peste, el carbunco, la sífilis, duc. dzc., pudieran ser citados como 
ejemplo. Y tales son tambien las afecciones virulentas.” 

En la:misma pág. 199, en el capítulo titulado “Estado de la 


118 


sangre en el cólera y en las enfermedades por infeccion mias- 
mática,” dice Robin: “Es pues, como Vdes. ven, imposible de 
comprender nada sobre la naturaleza de las afecciones genera- 
les, que se creen sin lesion, cuando no se conocen experimen- 
talmente los caractéres de las sustancias orgánicas, sus propie- 
dades dominantes, su instabilidad y sus modos de alteracion 
por cambios isoméricos. Apoyemos estos datos con un ejemplo 
tomado delas modificaciones isoméricas de las sustancias coagu- 
lables de la sangre en el cólera. En la pág. 201, dice: “Jl có- 
lera, que es debido á que, por causa de modificaciones isomé- 
ricas en las sustancias orgánicas Ó coagulables de la sangre, 
éstas han perdido su propiedad de hidratacion.”_--.- 

En la misma pág. 201, dice: “Estas alteraciones tienen por 
consecuencia las perturbaciones de la nutricion, del sistema 
nervioso y del secretorio; y el trastorno es general porque la 
sangre trasmite su alteracion á todas las partes en que entra.” 
En el parágrafo siguiente, dice: “Estas lesiones primitivas se 
hacen sobre la composicion y estado molecular íntimo de los 
principios coagulables de la sangre, sobre la cantidad del plas- 
ma sanguíneo, sobre las proporciones desus diversos principios 
inmediatos constitutivos. Y estas son lesiones, que por ser mo- 
leculares, que por no ser visibles ni al ojo desnudo ni al micros- 
copio, que por no ser perceptibles sino á favor de la balanza, 
y lo que vale mas, á favor de la experiencia sobre los anima- 
les, que son el reactivo de estos agentes; estas lesiones, digo, no 
son por esto ménos positivas. Así pues, esas enfermedades que 
se pretende ser sin lesiones, porque estas no son observables del 
mismo modo que las otras, ofrecen sin embargo un conjunto de 
causas orgánicas perfectamente demostrables.” 

Bastan y sobran estas citaciones para probar que el gran quí- 
mico y fisiologista Cárlos Robin, miembro del Instituto y cate- 
drático de la Escuela de Medicina de Paris, establece dos cosas: 
primero, que las fiebres, supuestas esenciales ó sin lesion, reco- 
nocen por causa próxima modificaciones ó alteraciones en la 
composicion de la sangre, causadas por miasmas que penetran 
por la respiracion; y segundo, que la práctica enlas enfermeda- 
des, sin el conocimiento de su causa y naturaleza, no puede sa- 
lir del ciego y triste empirismo. Y cuando un hombre, en tan 


119 


alta posicion, aventura su gloria y su nombre lanzando esas 
ideas con un lenguage tan decidido, es porque encuentra en 
sus experimentos y en la ciencia actual bastantes datos para 
creer que la cuestion dela naturaleza de las fiebres debe y pue- 
de resolverse ya. Miéntras tanto el Sr. Dr- Ruz dice que esa 
cuestion está hoy fuera del alcance de la razon y de la ciencia 
y que se pierde lastimosamente el tiempo al discutirla, lo que 
solo puede explicarse, en un jóven tan deseoso de saber, supo- 
niendo que no ha hecho un estudio especial de esa cuestion. . 
. Bourhardat en su Anuario de 1866, pág. 353, dice: “Enume- 
racion y clasificacion de las enfermedades causadas por mias- 
mas específicos.” Y estas afecciones miasmáticas las divide en 
géneros y especies, en los cuales comprende la viruela, el sa- 
rampion, la escarlatina, el crup, la difteria, la disentería con- 
taglosa, la peste de Oriente, el typhus-fever, la fiebre amarilla, la 
fiebre tifoidea, el tífus contagioso de los animales, y el cólera. 

En la Gaceta de los hospitales de Paris, del 4 de Junio de 
1867, el Dr. Charcot en su artículo titulado “La medicina em. 
pírica y la medicina científica” dice: 1.2 Creo haber estableci- 
do que el método empírico es el vestíbulo forzoso de la ciencia: 
él debe quedar siempre de pié para servir de contraprueba á 
las especulaciones científicas; 2. 2 Hay un lado por el cual las 
ideas teóricas pueden y deben legítimamente introducirse en 
la Patología. Perfeccionada por la intervencion de procederes 
nuevos, la observacion clínica debe aliarse á las ciencias gene- 
rales y aproximarse de mas en mas á la fisiología para dar na- 
cimiento á una medicina verdaderamente racional. Pero se nos 
dirá: ¿para qué sirven esas grandes palabras y esas grandes 
ideas? ¿Esas tendencias científicas de que haceis tanto ruido, tle- 
nen acaso una influencia felizen la práctica del arte? ¿Curais mas 
enfermos que los que se curaban antes? Estaes, Sres., una cues- 
tion indirecta que seria fácil volver contra nuestros adversa- 
rios. Responderemos solo, con un distinguido maestro, que el 
arte sin la ciencia degenera pronto en rutina. El escepticismo 
banal que oponen tan gustosos á todos los progresos del espí- 
ritu humano, es una almohada cómoda para las cabezas pere- 
zosas; pero en laépoca en que vivimos ya no es tiempo de dor- 
mirse,” 


120 


¡Hasta cuándo dejar la medicina reducida á la condicion de 
arte, y limitar la luz del práctico á la que le da su propia ex- 
periencia!—Se dice que no se podrán establecer teorías sino 
cuando haya bastantes hechos en que fundarlas, ¿pero acaso en 
dos mil años no se han recogido bastantes? 

Vamos, arrojemos la almohada, y deduzcamos de esos hechos 
que sobran, la naturaleza y la ley de las enfermedades, pues sin 
esto solo serémos hombres de arte y no de ciencia. Casi causa 
rubor el que célebres autoridades digan que la teoría de la vi- 
talidad basta para explicar la naturaleza de la enfermedad y 
gular en su tratamiento. La vitalidad sola ó mezcladaá otrasideas 
ha imperado en la medicina desde su inicio: nada ha podido 
contra ella, y sin embargo ella no es, ante la verdad médica, si- 
no lo que la hoja de higuera para el pecado de Adan; oculta la 
vergúenza de la ciencia, suignorancia. Botemos ya esa hoja, que 
alterada por el tiempo:cae y deja ver lo que tapaba: botémos- 
la, que sobran .ricas telas con que vestir y engrandecer nuestra 
Ciencia. 

El vitalismo ha ido matando y enterrando unas tras otras 
todas las teorías médicas en el cementerio del pasado; pero la 
razon lógica y la experimentación lo están enterrando á él en 
ese mismo cementerio, donde apénas luce como esos fuegos 
fatuos que ya no queman y que revelan solo que allí yace 
algo que sufre la última descomposicion. La lógica es el alma 
de las ciencias: ella es la que de los hechos deduce los prin- 
cipios generales y de éstos deduce nuevos experimentos y he- 
chos que confirman ó destruyen los principios. 

¿Qué serian la observacion de los hechos naturales y aun 
los cálculos numéricos, si no fuera por la lógica, que no es en 
definitiva, sino una luz analítica inherente al espíritu para 
buscar la verdad? Se dice que hay ciencias de observacion y 
ciencias de razonamiento: que la verdad se busca en estas úl. 
timas por el análisis lógico y en las primeras por el análisis 
experimental; pero si la experimentacion no está dirigida por 
la lógica, arrastrará casi necesariamente al absurdo. 

En materia de verdades, de principios y de teorías la razon 
lo puede todo, y nada pueden sin ella todos los otros recursos 
del hombre, El Sr. Dr. Ruz, despues de echar una mirada lle- 


4 


121 


na de lúcida brillantez sobre la ciencia, dice que no se puede 
poner “fé científica en las demostraciones del racionalismo;” lo 
que prueba que la verdad del organicismo patológico no se ha 
presentado aun ante los ojos de ese jóven que con tanta avi- 
dez la busca. 

Y como en el mismo parágrafo dice el Sr. Dr. Ruz:—“La en- 
fermedad, que no es mas que un trastorno físico, químico ó di- 
námico del organismo,” es evidente que él admite enfermeda- 
des dinámicas, es decir de fuerzas sin materia, y como estas no 
existen y por supuesto la razon es impotente en su estudio, él 
pierde naturalmente la fé en el raciocinio. Este le prueba su 
poder diciéndole: “las enfermedades dinámicas no existen y por 
consiguiente no puedo analizarlas ni definirlas: si quieres cal. 
cular hasta donde alumbra mi luz, medita sobre lo que existe, 
sobre enfermedades orgánicas, y entónces verás como de en me- 
dio de esa confusa oscuridad brota la luz y comienzan á tomar 
forma y carácter de verdad una multitud de ideas que apénas 
ves hoy como sueños de cabezas visionarias.” 

Me permitirá esta ilustre Academia citar aquí, como á pro- 
pósito, algunos pensamientos de Víctor Hugo, pensamientos 
sublimes que conmueven al espíritu pensador y lo ponen or- 
gulloso de pertenecer á una humanidad que tan frecuentemen- 
te nos humilla y nos desgarra con sus extravíos ya tristes, ya 
terribles. 

A propósito de la Exposicion Universal en Paris, el magná- 
nimo expatriado, dice bajo otra forma lo que sigue. “Esta ex- 
posicion es el punto de cita de los grandes productos y de los 
grandes pensamientos del genio de la humanidad. Las reunio- 
nes de esta especie producen el acuerdo, la atraccion, el frote y 
el contacto fecundo, enderezan las desviaciones, y haciendo que 
todo converja funden los contrarios en la unidad y hacen que 
brote una brillante luz de la reunion de tantas chispas.” 

“Allí se confunden en uno solo los pueblos mas lejanos pa- 
ra confrontar sus productos y sobre todo sus utopias. Todo 
producto ha principiado por ser una quimera. ¡Veis ese grano 
de trigo, pues él era un absurdidad para los comedores de be- 
llotas!”-....- 


“Cada pueblo ofrece una extravagancia como enseña de su 
T, 1y-—16 


122 


porvenir, y la superposicion y la amalgama de todas esas ex- 
travagancias diversas componen para el ojo penetrante del pen- 
sador la confusa y lejana figura de grandes realidades.” 

“Los soñadores descubren la masa é inician el modelo que 
los pensadores principian por desdeñar y terminan al fin por 
pulirlo y reducirlo á una bella realidad. El trabajo inicial pa- 
rece siempre insensato, porque el imposible es la primera fave 
de lo posible.” 

“:(Qué inmensa cantidad de locuras se encuentran realizadas 
aquí! Condensad los sueños y tendreis realidades--_-_. Concen- 
tracion augusta de la utopía, semejante á la concentracion cós- 
mica que hace pasar el gas á líquido y el líquido á sólido!” _--- 

“Tomad el hecho mas algebraicamente positivo y remontad- 
lo de siglo en:siglo y llegareis á un profeta. ¡Qué vacío soña- 
dor Dd Papi! puién creyó que una marmita transforma- 
se el Universo? La Academia j juzga de tiempo en tiempo á los 
inventores. Siempre parecen estar en el error hoy y en la razon 
mañana”__-- 

“Y el mañana de una multitud de quimeras ha llegado, y 
son ellas las que constituyen las ricas maravillas que nos re- 
velan aquí la propiedad del Universo. Lo queos hubiera lleva- 
do á Charenton en el siglo pasado, en 1867 os da un lugar de : 
honor en la Exposicion Universal. 

“Las utopías de ayer son las industrias de hoy. Id y lo ve- 
reis—Y que es todo eso? Sueños condensados en hechos: ven- 
cido loque se creia imposible! __-- Continuad, pues, vosotroslos 
ciegos en negar, y vosotros los que veis en marchar adelante. -.- 
Esta reunion de naciones en 1867, es una convencion pacífica 
del genio, que suprime los obstáculos y aceita y pone en movi- 
miento la endentadura del divino mecanismo de la civilizacion. 
La grande esperanza de una próxima claridad es toda nuestra 
vida. Adelante, adelante, incendiaos en el progreso. Pueblos, 
vivid.” 

Tal es la traduccion algo libre, pero fiel, de las palabras de 
ese gran filósofo y poeta. El excita la razon al trabajo, haciendo 
ver que las maravillas de la exposicion no son sino los *trofeos 
del imposible vencido. ¿Y por qué, ála hora de tanta gloria 
para las ciencias, se ha de presentar la medicina envuelta to- 


123 


davía en los pañales infantiles del empirismo? ¿Por qué decir 
que se pierde lastimosamente el tiempo al buscar la causa y 
la naturaleza de las enfermedades, para dar á la medicina por 
base su gran verdad natural y constituirla en ciencia y hacer 
que se lance por la senda del progreso? La cuestion que he 
propuesto se reduce en definitiva á saber, qué es la enfermedad, 
qué son las fiebres, ¿y se pierde lastimosamente el tiempo en 
saber qué es lo que se cura? Así lo dijo el ilustrado jóven Ruz 
en público; y por supuesto constituyo al público en juez de la 
cuestion. 


Dg LA OVARIOTOMÍA.—OBSERVACIONES.—( V. pag. 77). 


Ovariotomía practicada er 12 de Julio de 1865, por el. Dr. E. 
Keberlé, de Estrasburgo.— Muerte.—LaSra. M---- partera en 
Phinau (Bajo-Rin ), de 72 años, ha enflaquecido, pero es de una 
constitucion muy fuerte y llena de energía. Menstruada hasta la 
edad de 53 años, jamas ha estado enferma; ha tenido seis emba- 
razos, habiendo abortado en los tres últimos; su madre murió á 

.la edad de 88 años y su abuela á la de 103. Hace cuatro años 
que se desarrolló á la derecha, en la pelvis, un tumor que no 
tardó en crecer rápidamente, y se acompañó de ascitis y de ede- 
ma en las extremidades inferiores. La enferma debió ser puncio- 
nada con motivo de la ascitis, primero con año y medio de inter- 
valo, luego cada dos meses, y en fin, en los últimos tiempos, cada 
cuatro semanas. La puncion suministraba cada vez de 15 417 
litros de una serosidad transparente, amarilio-verdosa. Bajo la 
influencia de la ascitis, un pequeño saco herniario inguinal situa- 
do ála derecha, de cuello muy estrecho, se habia dejado disten- 
der formando un tumor del volúmen de la cabeza de un niño, cu- 
yo líquido se podia hacer refluir fácilmente á la cavidad abdo- 
minal. El tumor ovárico tenia cerca de 25 centímetros de diá- 
metro, estaba provisto de un largo pedículo, y habia permaneci- 
do móvil hasta la penúltima puncion. Desde entónces, un mes 
ántes de la ovariotomía, se presentaron dolores intensos, irra- 
diándose por accesiones hácia el sacro, los riñones y el muslo 


124 


del lado izquierdo, sobre todo en el trayecto del nervio obtu- 
rador, en la articulacion coxo-femoral y en la de la rodilla. El 
pulso era pequeño, irregular, á 95. Habia timpanitis intesti- 
nal. La orina, cargada y en corta cantidad. Con la exploracion 
rectal y vaginal se provocaban dolores muy vivos del lado iz- 
quierdo en la parte inferior del tumor, el cual era igualmente 
muy sensible por encima de la ingle izquierda: existia una pe- 
ritonitis, y el tumor ovárico estaba probablemente inflamado 
y en via de supuracion en su base. La enferma se habia trasla- 
dado á Estrasburgo en esas malas condiciones, arrastrándose 
con trabajo, procurando soportar su dolor y suplicándome con 
instancia que la operara. Practiqué una puncion que dió salida 
á 9 litros de líquido ascítico turbio, purulento, y la enferma se 
sintió algo aliviada; pero la peritonitis, la fiebre héctica y el do- 
lor persistieron. á 
Aunque la ovariotomía ofreciese pocas probabilidades de 
éxito en tales condiciones, cedí sin embargo á la viva insisten- 
cia de la enferma, cuyos débiles recursos se agotaban á conse- 
cuencia de la duracion de su enfermedad; y la operacion tuvo 
lugar el 12 de Julio de 1865 en el convento de las hermanas 
de la Redencion, diez dias despues de la puncion. Incision de 
28 centímetros. El peritoneo se encontraba muy engrosado á 
causa de los depósitos fibrinosos. Evacuacion de $ litros de se: 
rosidad ascítica, primero clara, verdosa, despues turbia y mez- 
clada con falsas membranas. El quiste era multilocular, del pe- 
so de 7 kilógramos; provenia del ovario izquierdo; su base es- 
taba inflamada; una coleccion purulenta, formada en una de las 
cavidades, se habia abierto á la izquierda en la pelvis. Una an- 
tigua adherencia, encerrando vasos voluminosos, existia en el 
fondo del saco recto-vaginal; cuya adherencia junto con el pe- 
dículo fueron comprendidos cada uno en un asa de alambre por 
medio del aprieta-nudos. Aplicáronse unas pinzas á un vaso 
de otra adherencia á la matriz. La cavidad abdominal, ya lim- 
pia y desembarazada de la serosidad, de las seudo-membranas, 
del pus y de la sangre, fué cerrada por medio de cuatro pun- 
tos de sutura profunda y siete de sutura superficial. El ángulo 
_ inferior de la herida, que permaneció abierto, daba paso á los 
dos aprieta-nudos, á las pinzas y á un tubo de vidrio destina- 


125" 


do á mantener una salida libre á los líquidos. El saco hernia- 
rio de la ingle fué incindido: tenia cerca de medio centímetro de 
espesor y contenia muchas falsas membranas: despues de haber- 
lo desprendido hasta el cuello, apliqué sobre él dos pinzas pa- 
ra detener la hemorragia, é hice su excision. El orificio del cue- 
llo quedó al descubierto, dejándose en él un tubo de vidrio 
permanente. 

La operacion habia durado una hora. La pérdida de san- 
ere puede evaluarse en 100 gramos. Despues el pulso, que 
habia sido irregular y á 95 durante unos quince dias, se ele- 
vó poco á poco y cayó luego á 80. Por la noche sobrevinieron 
calambres uterinos, que ocasionaron dolores muy vivos en la 
pelvis, hácia el sacro, en el muslo izquierdo y en la pared ab- 
dominal. Las accesiones se hicieron cada vez mas frecuentes y 
violentas, á pesar de 3 centígramos de morfina, tomados al in- 
terior con media hora de intervalo. Las inhalaciones de cloro- 
formo hicieron cesar en seguida los calambres, así como el do- 
lor, y la operadase durmió. Por la ingle y por el ángulo inferior 
de la incision abdominal se verificaba un abundante flujo de 
serosidad. Al día siguiente el pulso era irregular, á 90; habia 
timpanitis intestinal; la respiracion era profunda y acelerada, 
y las orinas bastante coplosas. Dos lavativas purgantes no pro- 
dujeron efecto: prescribí 40 gramos de aceite de ricino; y en fin, 
otras dos lavativas de agua bis dieron salida á mucha ent 
dad de gases y de materias estercorales endurecidas, aunque la 
víspera de la operacion hubiese tenido la enferma evacuaciones 
diarreicas. Vino. Licow amoniacal anisado. Al tercer dia, púso- 
se el pulso mas débil, 4 130, mas irregular, filiforme; la disnea 
aumentó. Emision de 400 gramos de serosidad turbia de la ex- 
cavacion pelviana. La enferma tomó algunas tazas de vino: ca- 
liente y de caldo con yema de huevo. Se repuso muy notable- 
mente; el pulso llegó á 90; el zumbido de oidos que la moles- 
taba desapareció; la voz volvió á ponerse clara; el enfriamien- 
to que habia sido pronunciado, se disipó en gran parte; sin em- 
bargo, la disnea persistió, probablemente á consecuencia de coá- 
gulos fibrinosos en el corazon y en los vasos pulmonares. Hubo 
otras dos evacuaciones alvinas; pero la enferma, muy abatida, 
se enfrió de nuevo á pesar de todos los medios empleados, y su- 


126 


cumbió muy rápidamente, conservando todo su conocimiento 
hasta algunos minutos antes de su muerte, cincuenta horas des. 
pues de la operacion. 

Dos dias despues de la muerte fué practicada la autopsia. El 
cuerpo no estaba descompuesto, aunque el calor era de 30 4 33 
grados, como hubiera sucedido por una septicemia. En la ex- 
cavacion de la pelvis habia cerca de 50 gramos de serosidad roji- 
za. Dos asas intestinales se hallaban inflamadas en la fosa iliaca 
del lado derecho. No habia niexsudacion serosa, ni seudo-mem- 
branas en todo el resto de la cavidad peritoneal. Una lombriz 
habia subido por el esófago hasta la boca. El corazon contenia 
coágulos fibrinosos que se prolongaban en la arteria pulmonar. 

Reflexiones. —Aunque la enferma fuese de una edad muy 
avanzada, todavía era muy robusta antes del desarrollo de la 
ovaritis. Su estado general habia sido hasta entónces excelen- 
te, y ella seguia dedicada á su profesion hasta la víspera de ca- 
da puncion; sin embargo, enflaquecia rápidamente bajo la in- 
fluencia de la reproduccion incesante de la serosidad. Si se hu- . 
biera podido practicar un mes ántes la ovariotomía, hubiera te- 
nido lugar en condiciones mas favorables. La constitucion ro- 
busta de la enferma permitia esperar todavía por lo ménos unos 
29 años de existencia, como en sus padres. Laedad muy avan- 
zada no es una contraindicación para la ovariotomía sl el esta- 
do general es muy satisfactorio. Hay diversos ejemplos de en- 
fermas de 60 á 70 años, y aun mas, operadas con buen éxito. 

La enferma ha muerto de una simple peritonitis pelviana, á 
la que probablemente hubiera resistido á no estar tan debilita- 
da en los últimos tiempos por la peritonitis y por la ovaritis. La 
estimulacion alcohólica no habia sido activamente sostenida du- 
rante la segunda noche, y á consecuencia de la lentitud de la 
circulacion se produjeron depósitos fibrinosos en el corazon y 
en los pulmones, del mismo modo que se forman en el perío- 
do álgido del cólera y en todas las circunstancias en que se 
hallan muy debilitados los movimientos del corazon: por eso 
es que la dificultad de la circulacion y de la respiracion han 
persistido, no pudiendo sustraerse la enferma á la asfixia con- 
secutiva. ] 

El quiste de esta operada presentaba una particularidad no- 


127 


table. Una de sus cavidades ofrecia una abertura circular per- 
fectamente cicatrizada, por la cual el líquido que en ella se se- 
gregaba se derramaba en la cavidad peritoneal. 

Es muy arriesgado hacer la extirpacion de un tumor del ova- 
rio, cuando la enferma está atacada de peritonitis 6 de un prin- 
cipio de septicemia. Si la prudencia y el cuidado de su buena 
fama recomiendan á veces la abstencion al cirujano, por otra 
parte la enferma, destinada á una muerte inevitable, puede ser 
á veces salvada por una tentativa osada. Así es que Mr. Péan 
ha tenido la dicha de conseguir un buen resultado, aun en Pa- 
ris, en un caso desesperado con motivo de la ruptura de un quis- 
te supurado; que Mr. Keith ha hecho con feliz éxito la extrac- 
cion de un quiste que habia sido puncionado siete dias ántes, 
y cuyo contenido era asiento de una descomposicion pútrida; 
« que Mr. Daviers ha extirpado con fortuna un quiste, una de 
cuyas cavidades encerraba gases; miéntras que Mr. Wells ha 
fracasado en tres casos análogos (casos XXIML, XCVI, CVIL), 
como yo en esta observacion y como otros cirujanos: 

La existencia de la ascitis basta para agravar el pronóstico 
de una manera general. En 24 casos complicados de ascitis, 
operados por Mr. Wells, ha habido 16 muertes y 8 curacio- 
nes solamente. En tres casos complicados da ascitis, operados 
por Mr. Keith, ha habido 2 muertes y una curacion. En mi prác- 
tica, de 5 casos complicados de ascitis se cuentan dos muertes 
y tres curaciones, obteniéndose la última de estas con suma di- 


ficultad. (Obs. del Dr. Koberlé.) 


Obs. recogida en la clinica del Dr. Maisonneuve y convunt- 
cada por Mr. Millet.—El 31 de Octubre entró en el Hótel Dieu 
María Lemale, jornalera, de 42 años de edad, con un quiste del 
ovario. Desde los 12 años no ha cesado esta enferma de ofrecer 
un desarrollo considerable de la pared abdominal: en dicha épo- 
ca fué atacada de calentura intermitente, despues de cuyas ac- 
cesiones empezó su vientre á aumentar de volúmen, llegando á 
adquirir el de 90 centímetros, dimension enorme para una ni- 
ña de esa edad. Hace ya como cinco años que se dejaban sen- 
tir dolores bastante vivos que la obligaban á suspender sus 
trabajos y á hacer cama; y como su vientre alcanzase una cit- 


128 


cunferencia de 1”, 30 é impidiese á la enferma dedicarse á sus 
ocupaciones, se resolvió á entrar en el hospital á fin de que la 
Operasen. | 

En la visita de la mañana siguiente diagnosticó el Sr. Maison- 
nenuve un quiste del ovario probablemente multilocular, y com- 
probó un estado de debilidad muy grande, pérdida del apetito, 
enflaquecimiento excesivo; en fin, una serie de síntomas gene- 
rales que no permitian ningun presagio feliz respecto de la 
operacion. Despues de haber tratado de levantar las fuerzas de 
la enferma durante unos dias, practicó Mr. Maisonneuve la pun- 
cion el 8 de Noviembre y sacó 5 litros de un líquido albumi- 
noso; y desde entónces hasta el dia de la operacion no dejó la 
enferma de seguir mal, acusando malestar general, vomitando 
con frecuencia, tomando poco alimento y acabando por debili- 
tarse cada vez mas, de modo que no hubiera tardado en su- 
cumbir si la operacion, urgente en virtud de tales accidentes, 
se hubiese diferido por mas tiempo. Decidida á correr sus rles- 
gos, compareció la enferma el 30 de Noviembre en el anfiteatro, 
y allí en presencia de muchos médicos y cirujanos de los hos: 
pitales y de numerosos discípulos, fué operada de la manera sl- 
guiente:.—Sometida á los efectos del cloroformo, tan pronto 
como fué completa la anestesia incindió la pared abdominal el 
cirujano en una longitud de 18 á 20 centímetros. Descubierto 
el quiste, lo puncionó Mr. Maisonneuve y extrajo algunos litros 
de un líquido enteramente purulento. ll cirujano se esforzó en 
seguida por sacar á fuera la pared del quiste, lo que pudo ha- * 
cer sin grandes dificultades á causa de su no adherencia. Apli- 
cado el clamp, cortó el cirujano los pedículos del quiste y 
aproximó por medio de agujas los labios de la herida, tenien- 
do sin embargo cuidado de dejar una abertura para la salida 
de los líquidos, y cubriendo en seguida todo con hilas embebi- 
das de una solucion de ácido fénico en la proporcion de yw. Al 
examinarse el quiste, se comprobó la existencia de otro quis- 
te en el interior de la pared. Mr. Maisonneuve atribuyó la pre- 
sencia del pus en esos quistes á un trabajo inflamatorio provo- 
cado por la primera puncion, y explicó tambien de esta suerte 
todos los trastornos que han seguido á esta primera operacion. 

La enferma estuvo bien hasta el octavo dia despues de la 


129 


operacion, en cuya época se quitó el-clamp; pero por desgracia 
á partir de este momento hasta el 20 de Diciembre se manifes- 
taron los accidentes de la peritonitis: la enferma vomitaba, ya 
no tenia apetito, el vientre se abultaba, y en fin los cólicos vio- 
lentos resistian á todos los remedios que le fuéron dados. Des. 
pues recobró sus fuerzas, el apetito volvió y la herida se cica- 
trizó casl por completo. 

El 25 y los siguientes dias la mejoría siguió en aumento, pe- 
ro el vientre continuó muy voluminoso y doloroso á la presion. 
El 26 los dolores del vientre, que parecian haber disminuido 
algo, vuelven á aparecer, el vientre se pone enorme, los vómi- 
tos son incesantes y á la enferma le es imposible tomar nada. 

El 27 sucumbe á las 9 de la mañana. 

Autopsia practicada 24 horas despues de la muerte.—Los in- 
testinos, en extremo dilatados, se escapan al abrirse el abdó- 
men; están cubiertos de un gran número de falsas membranas 
é inyectados; en la parte inferior derecha del vientre, cerca de 
la fosa ilíaca, se encuentra una coleccion purulenta en quistes; 
el pedículo, fijado á la parte inferior de la herida; el ovario del 
lado opuesto al tumor se hallaba dilatado por un quiste que 
tenia el volúmen del puño. Si esta enferma se hubiera salvado 
de las consecuencias de la terrible operacion que sufrió, su en- 
fermedad habria recidivado en el otro ovario. 


Ovariotomia practicada en Noviembred: 1864por Mr. Péan. 
—0bs. comunicada por el mismo.-—M"* Ferrari, que vive en 
Paris, avenida de Clichy núm. 87, de 30 años de edad, italia- 
na, trigueña, de un temperamento nervioso, de constitucion bas- 
tante débil, con cinco hijos, echó de ver hace dos años próxi- 
mamente la presencia de un pequeño tumor móvil en la cavi- 
dad abdominal. Entónces fué cuaudo tuvo su último parto 
acompañado de graves dificultades; y á partir de dicha época 
la enferma habia experimentado varias veces dolores abdomi- 
nales, complicados de perturbaciones digestivas, disnea y fie- 
bre; accidentes que se hicieron cada vez mas notables, y mién- 
tras aumentaba el volúmen del vientre de un modo rápido, ha- 
bian aquellos adquirido tal grado de intensidad, que el estado 
caquéctico á que habian dado lugar hacia creer en la coinci- 

T. Iy—17 


130 


dencia de una tísis avanzada. La menstruacion, que siempre se 
habia efectuado bien, de seis meses atras se habia suspendido 
del todo.—La marcha de los accidentes no habia sido contra- 
riada por una punción que, practicada el mes de Setiembre de 
1864, habia dado salida á 15 litros de un líquido negruzco, vis- 
Coso y Muy espeso. 

Cuando fui llamado cerca de esta enferma, se la consideraba 
como perdida: el vientre era enorme; habia edema de la region 
hipogástrica y de los miembros pelvianos; el pulso excesiva- 
mente débil, daba 110 pulsaciones. El estado de anemia y de 
extenuacion en la enferma constitula una contraindicación sé- 
ria; no tenia yo el menor deseo de comprometer mi responsa: 
bilidad, y solo las súplicas de la familia y la conmiseracion 
que me inspiró su dolor hubieran podido vencer mis repuenan- 
cias y decidirme á una operacion que, es cierto, se presentaba 
como la única probabilidad de salvacion, pero no podia ser in- 
tentada sino en un caso desesperado.—El vientre media un 
metro 35” de circunferencia; estaba considerablemente disten- 
tido hasta los hipocondrios; su superficie, surcada de venas di- 
latadas, era bastante regular; la fluctuacion era evidente; á la 
percusion, la macidez y el estremecimiento ondulatorio se per- 
cibian con mucha claridad en toda la extension del abdómen, 
excepto en las regiones epigástrica y lumbar, donde la sonori- 
dad era manifiesta.—Al registro vaginal el descenso del útero 
parecia considerable, y se reconocia que el tumor llenaba la ca- 
vidad de la pelvis. Hubiera sido imposible, á no ser por los 
conmemorativos que permitian suponer que el tumor habia na- 
cido á la derecha, diagnosticar cual de los ovarios era el ataca- 
do; pero la naturaleza de los dolores experimentados anterior- 
mente podia hacer temer con justicia la existencia de adheren- 
cias epiploicas é intestinales bastante numerosas. 

Sometida la enferma á las inhalaciones del cloroformo, hice 
en la línea media una incision, empezando en medio del inter- 
- valo que separa el epigastrio del ombligo y extendiéndose has- 
ta el púbis. Despues de haber dividido sucesivamente, sobre 
la línea blanca, las diversas capas que forman la pared abdo- 
minal, y de haber ligado los numerosos vasos que fuéron inte- 
resados, incindí el peritoneo sobre la sonda acanalada. Al pun- 


131 


to fluyó cierta cantidad de serosidad peritoneal cetrina, apare- 
ciendo el quiste entre los labios de la herida, cubierto por el 
gran epiploon, el cual se hallaba enrollado sobre sí mismo y ad- 
heria íntimamente á las caras anterior y superior del tumor en 
una gran parte de su extension. 

La puncion del quiste fué hecha con un trocal de grueso ca- 
libre, y se mantuvo el tumor por medio de pinzas especiales 
miéntras se vaciaba, de tal suerte que ninguna porcion de lí. 
quido cayó en la cavidad peritoneal. Dicha puncion dió salida 
á cerca de 10 litros de líquido bastante homogéneo, denso, vis- 
coso, color de chocolate; el tumor se vació cas1 del todo, y solo 
quedaban algunos quistes muy pequeños, desarrollados en la 
pared de la bolsa principal. Entónces fué fácil juzgar la exten- 
sion é importancia de las adherencias del epiploon, y adquirí 
la certidumbre de que era imposible desprenderlas sin expo- 
nerse á desgarraduras que podian determinar un derrame de 
sangre considerable: he aquí el partido que me inspiró semejan- 
te complicacion; en vez de pretender ligar sucesivamente todos 
los vasos á medida que se fueran dividiendo, pasé al traves de 
las hojuelas del epiploon, cerca de la insercion del cólon trans- 
verso y en la porcion que servia, si asi puede hablarse, de ba- 
se á las partes epiploicas extendidas sobre el tumor, un doble 
hilo metálico, cuyos extremos dirigí en sentido opuesto para 
formar dos asas unidas, en cada una de las cuales apreté la mi- 
tad de las hojuelas epiploicas: la porcion adherente al tumor se 
encontró así separada del resto del epiploon por una doble li- 
gadura, debajo de la cual pude excindirla sin peligro. La por- 
cion asi ligada era tan voluminosa, que una de las dos ligadu- 
ras fué insuficiente, y tuve que aplicar otra para contener la 
hemorragia. El quiste aun adhería á diferentes porciones del 
intestino, al útero y al peritoneo parietal: estas adherencias fué- 
ron difíciles de romper, y eran tan vasculares que apliqué una 
ligadura sobre cada una de ellas ántes de dividirlas, lo que en 
parte pude hacer con el dedo y en parte con el bisturí. 

Entónces fué posible contornear el tumor, ya móvil, sacarlo 
afuera, reconocer y ligar en un lazo fuertemente apretado el pe- 
dículo, que era corto y media apénas un centímetro y medio 
de longitud. El clamp fué aplicado sobre el pedículo, inmedia- 


132 


tamente debajo de la ligadura, y toda la porcion exuberante del 
tumor fué excindida. Este tiempo de la operacion presentó sé- 
rias dificultades: varias veces bajo la influencia de los esfuerzos 
de los vómitos provocados por el cloroformo, se escapaban los 
intestinos al exterior, y en ese instante sobre todo fué muy di- 
fícil su reduccion. 

Despues de la ablacion del tumor, la sangre y la serosidad 
derramadas en la cavidad abdominal fuéron esponjeadas con 
el mayor cuidado, limpiándose las asas intestinales con la mis- 
ma minuciosa atencion; luego, habiendo adquirido la convice- 
cion de que no existia ningun peligro de hemorragia y que el 
ovario derecho estaba perfectamente sano, atraje el pedículo al 
ángulo inferior de la incision abdominal y procedi á la oclu- 
sion de lá herida. Salvo los hilos que habian servido para cer- 
rar los numerosos vasos abiertos en la superficie de la herida 
y que fuéron llevados hácia fuera, todas las ligaduras aplica- 
das sobre los vasos en el interior del abdómen, asi como las 
asas metálicas que habian servido para apretar el epiploon, 
fuéron dejadas en dicha cavidad, cerrándose completamente la 
herida con seis puntos de sutura en asas separadas de alambre, 
pasados en la pared abdominal á una distancia bastante gran-: 
de de los labios de la herida, y abrazando una porcion del pe- 
ritoneo parietal. En el intervalo de estos puntos de sutura, las 
partes de la herida que se encontraron abiertas fuéron cerra- 
das por medio de alfileres y de la sutura ensortijada;—de mo- 
do que la herida estaba cerrada en toda su extension, salvo en 
la parte inferior, que ocupaba el pedículo, sólidamente mante- 
nido por fuera á favor del clamp, y en la superficie de seccion 
habia sido cauterizada con el percloruro de hierro á 36.* 

La curacion no exigió ningun cuidado particular; cubrí la 
herida con una compresa mojada en agua, y se estableció una 
compresion metódica sobre las paredes laterales del vientre por 
medio de servilletas dobladas y mantenidas con un vendaje de 
cuerpo. ) 

La operacion habia durado dos horas; la enferma habia so- 
portado penosamente el cloroformo, y los esfuerzos del vómito 
que este habia determinado se renovaron muchas veces duran- 
te las 24 horas consecutivas á la operarion. No se empleó mas 


133 


que las bebidas alcohólicas y ligeramente estimulantes, y fué 
preciso vaciar la vejiga con el auxilio de la sonda. 

El segundo dia quejóse la enferma de algunos dolores ab- 
dominales, que pronto fuéron calmados por la aplicacion de 
vejigas con hielo. Los vómitos habian cesado, la sed era me- 
nor y el pulso habia bajado á 100. Ademas de las bebidas, al- 
gunos caldos fuéron fácilmente digeridos; y el enrso de la ori- 
na se habia restablecido. 

El tercer día quité los alfileres y modifiqué la sutura metá- 
lica, á fin de aflojarla un poco y de evitar que la hinchazon de 
las partes no produjeran su seccion. (Quitóse el nudo á las ex- 
tremidades de los alambres, y ácada una de ellas se la hizo pa- 
sar por un agujero practicado en medio de una pequeña clavi- 
ja, de manera que la sutura en asa quedó transformada en una 
sutura enclavijada. 

En los dias siguientes el estado de la enferma continuó me- 
jorando, el pulso osciló entre 100 y 80, y desde el tercero las 
evacuaciones ventrales, que se habian suspendido despues de 
la operacion, se restablecieron sin que fuese necesario recurrir 
al empleo de los evacuantes, Se prescribió un régimen alimen- 
ticio mas sustancial, al mismo tiempo que se continuaron las 
bebidas heladas y alcohólicas. —Desde los primeros dias estuvo 
cubierto el vientre de una gruesa capa de colodio; pero se ha- 
bia meteorizado considerablemente, y para favorecer la expul- 
sion de los gases, se Insistió en el empleo del yelo al exterior 
y de la compresion. Para combatir la putrefaccion del pedícu- 
lo, que empezó pronto á manifestarse, fuéron hechas las curas 
con el agua alcoholizada. 

A partir del 5.2 dia fué satisfactorio el estado general; la 
enferma pudo tomar alimentos sólidos; el vientre, aunque dis- 
tendido, se puso blando, y pudieron suprimirse las aplicacio- 
nes de hielo.—El 7.9 dia quité los alambres, que reemplacé 
por una sutura seca, mediante hilos elásticos mantenidos con 
cola seca en frio. El 8.9 cayó el clamp espontáneamente; la 
supuracion, que al influjo de las curaciones por el alcoho], nun- 
ca habia sido muy considerable y siempre habia ofrecido un 
buen carácter, siguió minoraudo desde entónces;—pero la en- 
ferma, que á cada instante se descubria y no permitia se sos: 


134 


tuviera al rededor suyo una temperatura suficientemente ele. 
vada (y el frio era muy riguroso), fué atacada de una bronqui- 
tis aguda que determinó esfuerzos de tos violentos y reitera- 
dos. A consecuencia de dichos esfuerzos se abrió el décimo 


dia la parte superior de la herida, que parecia sólidamente reu- 


nida, en una muy grande extension al través de la cual vinie- 
ron á formar hernia los intestinos. Por fortuna me encontré allí, 
y reduciendo las vísceras reapliqué nuevos puutos de suturas 
metálicas. Este accidente, que podia inspirar algunos temores, 
en nada influyó sobre el estado general de la operada, quien no 
se vió molestada sino por la afeccion brónquica, y en quien las 
reglas, suspendidas hacia ya seis meses, reaparecieron en bas: 
tante abundancia el 10.9 dia despues de la operacion; lo que 
consideré como un síntoma favorable. El trabajo de cicatriza- 
cion prosiguió con marcha regular, el vientre conservó su blan- 
dura y permanecio insensible á la presion; y las funciones di- 
gestivas se desempeñaban con regularidad. 

Con el auxilio de una temperatura suave y uniforme, y sin 
que se hiciera ninguna modificacion al régimen alimenticio; se 
curó la bronquitis en ocho dias por medio de algunas bebidas 
pectorales.—A los 18 dias estaba casi agotada la supuracion; 
quitáronse otra vez los alambres; y la cicatriz, convertida en 
lineal, habia disminuido en extremo de longitud.—A los 20 
dias, la convalecencia se hallaba bastante adelantada para que 
pudiera permitirse á la enferma el levantarse; —y transcurrido 
un mes reaparecieron las reglas por segunda ocasion, cumplién- 
dose desde entónces la funcion menstrual con una gran regu- 
laridad. 

La enferma, cuya salud se habia restablecido con toda fran- 
queza, fué presentada dos meses despues de la operacion, por 
Mr. Nélaton, á los numerosos alumnos que siguen su clínica, y 
que pudieron asegurarse de que la curacion era perfecta; —y 
cuando yo la presenté á la Academia de Medicina (25 de Ju- 
lio, 1865), muchos de los miembros presentes tuvieron á bien 
comprobar que tanto el estado general como el estado local de 
la operada no dejaban nada que desear. Desde esta época M.”* 
Ferrari ha engordado algo, y cada dia se entrega con la mayor 
facilidad á los trabajos manuales mas fatigosos; pero se ha pro- 


*»+ 


135 


ducido una eventracion considerable, apareciendo bajo la cica- 
triz un enorme tumor herniario. 

El exámen del tumor mostró que las paredes de los quistes 
eran muy gruesas en ciertos puntos, y por el contrario adelga- 
zadas en otros; que eran muy vasculares, y que esta vasculari- 
dad estaba constituida por una red sanguínea formada de venas 
desprovistas de válvulas y muy dilatadas, y de algunos tron- 
cos arteriales voluminosos, que enviaban un número bastante 
grande de ramificaciones hácia las partes adherentes. El tumor 
se hallaba formado por una bolsa considerable en cuyas paredes 
se habian desarrollado quistes adventicios. La trompa estaba bi- 
pertrofiada y colocada delante del tumor, que abrazaba en la 
mitad de su circunferencia; obliterada en una parte de su ex- 
tension. El quiste del ovario se hallaba confundido con el de 
la masa principal. 

El Sr. Ordoñez ha tenido la bondad de examinar el tumor al 
microscopio, y ha comprobado que las paredes de los quistes 
estaban formadas de dos capas fibrosas distintas, comunes á la 
mayor parte de los tumores que en otras ocasiones habia estu- 
diado: fáciles de aislar estas dos capas, una de ellas, exterior, 
estaba evidentemente constituida por una hoja del peritoneo y 
envolvia todo el tumor; la otra, interior, constitula la pared 
propia á cada una de las cavidades contenidas en la masa co- 
mun. Cada una de estas capas fibrosas parecia poseer un siste- 
ma independiente de vasos sanguíneos: la peritoneal encerra- 
ba los vasos destinados al aparato genital intra-abdominal, va- 
sos que estaban hipertrofiados, y entre ellos se encontraban mu- 
chos que parecian de nueva formacion: —la 2. % capa fibrosa, 
6 pared propia de los quistes, tenia muchos vasos sanguíneos 
que serpeaban en su superficie rodeando el quiste por todas 
partes; en seguida penetraban en el interior ¿iban á terminar- 
se de una manera digna de llamar la atencion, porque en ese 
modo de terminacion cree el Sr. Ordoñez haber descubierto la 
verdadera génesis de los quistes contenidos en su cavidad. En 
efecto, esos vasos sanguíneos, reducidos á las proporciones de 
los capilares de la 2.% y de la 3.% variedad, penetran en las 
cavidades quísticas: al nivel se terminan en borlas libres y no 
presentan sino una pared propia, delgada, elástica é hinchada 


136 


de distancia en distancia, constituyendo verdaderos rosarios. 
Estas pequeñas borlas vasculares flotan dentro de los quistes y 
se rodean de una capa que mas tarde es el orígen de una nueva 
cavidad. En algunos puntos de sus paredes, dichos capilares 
están cargados de granulaciones calcáreas compuestas de car- 
bonato y de fosfato de cal y de magnesia. Al nivel presentan 
una eran friabilidad y hasta desgarraduras que parecen atesti- 
guar que han sido el punto de partida de extravasaciones san- 
guíneas. 

En cuanto al líquido, contenta agua, albúmina, fibrina, una 
cantidad considerable de glóbulos sanguíneos en diferentes es- 
tados de descomposicion, y hematosina al estado de granula- 
ciones moleculares, que cristalizaban fácilmente por la apli 
cacion del éter sulfúrico. Tambien habia en él colesterina, mat- 
garina y sales calcáreas, fosfato y carbonato de cal y de magnesia. 


TABLA MORTUORIA DEL PRIMER SEMESTRE DE 1867 


Sres. Directores de los Anales.— Creo que no deben despreciarse para 
la ciencia los datos estadísticos de la mortalidad de la Habana, que me 
sirvieron para informar en el Excmo. Ayuntamiento en varios asuntos 
de policía urbana á cuya comision pertenezco. Si Vdes. le dan el valor 
que tienen, losincluyo para el periódico de la Academia de Ciencias Mé- 
dicas; uno se refiere al primer semestre del presente año, y el segundo 
es el résumen del último quinquenio. 

Soy de Vdes. afífmo. servidor.— Ambrosio (ronzalez del Valle. 


RAZA DE COLOR. 


RAZA BLANCA. 


Adul-| Adul- ¡PárvuPárvu- Adul- | Adul- Párvu- Párvu:| 
bos. tas. los. las. | Total. tos. tas. los. las. | Total. 
Enero..| 144 83 52 44 323 | Enero -| 102 59 24 25 210 
Feb*...| 120 57 52 57 286 | Feb0... 98 52 26 28 204 
Marzo .| 182 63 111 91 447 | Marzo..| 137 70 59 46 312 
Abril...| 212 64 70 IINALOA DEL AlAaT 56 47 43 257 
Mayo...| 224 73 17 44 | 118 | Mayo..| 91 67 32 390229 
Junio..| 263 65 15 Junio. . 43 202 
Suman.!| 1145 405 
RESUMEN -. MORTALIDAD DEL ULTIMO QUINQUENIO. 
MAPA E 76857 
Totallde blancos ts. ao on ZION 6971 | os mE 
Tem de role Edie 1494 a IS Lain dat A 
TI e LI 7326 : Da 
Totaligeneralo. iia. cet IATA US 7320 J 


Proporcion con la poblacion. 3'679p.8 
Habana y Junio 30 ee 1867, 


ANALES 


DE LA 


REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, PISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA. 


a 


REVISTA CIENTIFICA. 


SETIEMBRE DE 1867. 


REFLEXIONES SOBRE LA DISCUSION ACERCA DE LA PIEBRE AMARI 


LLA; por el Dr. D. Luis de la Calle. 
y (SESIONES DEL 22 DE MARZO Y 25 DE ABRIL DE 1863.) 


Interesados como el que mas en el progreso de una Acade- 
mia por tantos títulos destinada á ser el norte de la Medicina 
en nuestro pais, y en la creencia de que todos estamos moral. 
mente obligados, aun no formando parte de tan ilustre cor- 
poracion, á secundar en la forma y de la manera que sea com- 
patible con las facultades de cada uno, ese primer movimien- 
to científico que se hace sentir entre nosotros; con este conven- 
cimiento venimos á ofrecer, como humilde piedra para la gran 
obra que se ha emprendido, algunas reflexiones sobre la con- 
troversia aquí promovida acerca de la fiebre amarilla. 

Permítasenos empezar rindiendo nuestro pobre pero sincero 
aplauso al respetable Presidente que promovió el debate y á 
los otros distinguidos profesores que han hecho en él un nuevo 
brillante alarde de su instruccion y sus talentos. Atraidos por 

T. Iv—18 


138 


los esfuerzos de todos es por lo que hemos sido llevados al es- 
tudio de la cuestion; y si nos presentamos en la lid, no es por 
que nos consideremos dignos campeones de los que la vienen 
sosteniendo, nos arrastra únicamente á escribir nuestro amor á 
la ciencia y el convencimiento de que serán pródigos con nos- 
otros en indulgencia los que no la necesitan para sí. 

Tres son, Sres., las teorías que, sobre la naturaleza de la fie- 
bre amarilla, se han dividido la opinion de la Academia. La pri- 
mera por órden de exposicion, que podemos llamar palúdea, 
sostiene que las fiebres biliosa y amarilla son, así como las in- 
termitentes, efectos variados de la misma causa morbífica, del 
efluvio pantanoso. 

La segunda, que es en cierto modo una variante de la ante- 
rior, considera con Tommasini la fiebre amarilla como una 
gastro-enteritis, con la diferencia de creer que la inflamacion no 
es vulgar, segun pensaba el célebre médico italiano, sino de 
carácter específico y ligada bajo este aspecto á la influencia de 
ciertas emanaciones vegetales que en concepto de Savi y de Mr. 
Boudin son la causa de la accion palúdea: de manera que las 
condiciones de estancamiento de aguas y de materias orgáni- 
cas en via de descomposicion no intervendrian sino de un mo- 
do indirecto, favoreciendo el desarrollo de una vegetacion es- 
pecial, cuyas emanaciones son la verdadera causa de la intoxi- 
cacion de los pantanos. 

La tercera cree que las fiebres biliosa y amarilla no son nada 
de lo que estas dos teorías pretenden demostrar. 

Tratando nosotros de buscar en cual de estas opiniones se 
encontraba la verdad, hemos llegado á las conclusiones que va- 
mos á expresar con la claridad posible. 

La existencia de la gastro-enteritis, así como la de cualquie- 
ra otra flesmasia capaz de explicar satisfactoriamente la serie 
de fenómenos que constituyen la fiebre amarilla, se nos figura 
una hipótesis improbable. Todo lo que sabemos hasta el dia 
nos lleva á aceptar una opinion enteramente contraria. Los ob- 
servadores de mas nota declaran unánimemente que la mucosa 
intestinal se encuentra ¡lesa en la inmensa mayoría de los casos 
y que cuando, por excepcion, presenta huellas de flegmasia nun- 
ca es esta ni intensa ni extensa. La sangre, sl es cierto que en 


139 


el primer periodo va acompañada de un poco de plasticidad, 
bien pronto ofrece un estado completamente opuesto. En gene- 
ral de un color negruzco se halla bajo la forma de coágulos sin 
consistencia alguna, signos inequívocos de una notable disminu- 
cion en la cantidad proporcional de fibrina. Finalmente los tris- 
tesresultados delamedicacion antiflogística, por una parte, y por 
otra las razones que expondrémos al estimar las otras teorías, 
demuestran, en nuestro sentir, de una manera evidente cuanto 
dista el vómito negro de ser una enfermedad inflamatoria. Y 
con respecto á las emanaciones vegetales que imprimen á esta 
afeccion intestinal el sello de especificidad, observamos que sus 
defensores en este recinto no han hecho valer ni una sola razon 
en apoyo de su existencia. Leemos, sin embargo, en los autores 
quetratan dela materia, que esta teoría tiene por base una creen- 
cia popular que atribuye al anthoxantum odoratum, planta muy 
comun en el departamento de Bresse en Francia, así como al 
chara vulgaris y á algunas algas, la produccion de las fiebres 
intermitentes, efecto que segun A. de Humboldt, Lévy y la in- 
mensa mayoría de los higienistas debe explicarse por la pre- 
sencia del lodo que se halla á aquellas adherido ó por su putre- 
facción. Existen terrenos pantanosos, ya en estado de deseca- 
cion, dotados de la triste propiedad de producir, bajo el influ- 
jo de las aguas pluviales, emanaciones febrígenas, en ausencia 
de toda vegetacion palúdea. Tales son las marismas de la Tos: 
cana que, aun despues de la desaparicion de sus aguas estan- 
cadas y de encontrarse cubiertas por terrenos artificiales, con- 
tinúan siendo un foco de infeccion, miéntras la capa superpues- 
ta no ha llegado á adquirir un espesor suficiente y á ser bas- 
tante compacta para sustraer perfectamente el terreno pantano- 
so á las influencias atmosféricas. Agréguense á estas conside- 
raciones los innumerables argumentos que militan en favor de 
la existencia de los efluvios y nos convenceremos de que la teo- 
ría de las emanaciones vegetales como productoras de las fie- 
bres palúdeas no tiene muy sólido fundamento. Teoría que co- 
mo esta, sobre la naturaleza de la fiebre amarilla, estriba en dos 
hipótesis gratuitas, no creemos que pueda ser aceptada en la 
ciencia. 

La teoría palúdea, hemos dicho, considera las fiebres biliosa 


140 


y amarilla como grados diferentes de una misma enfermedad 
que reconoce por causa los efluvios pantanosos generadores de 
las fiebres intermitentes y se funda en las siguientes razones. 

La fiebre amarilla nunca ha reinado epidémicamente fuera 
de los trópicos, sino durante el otoño y el estío, esto es, en las 
estaciones en que son mas comunes las fiebres intermitentes y 
remitentes. 

No se ha presentado jamas en las localidades en donde es 1m- 
posible el desarrollo de estas pirexias. 

Cuando en las regiones equinocciales la fiebre amarilla diez- 
ma á los extrangeros no aclimatados, las fiebres periódicas se 
ceban generalmente en los naturales y en los antiguos resi- 
dentes. 

Los fenómenos meteorológicos que ejercen una influencia 
tan marcada en la marcha de la fiebre amarilla, se hacen sen- 
tir de una manera análoga sobre la de las fiebres periódicas. 

Los miasmas que dan lugar á estas últimas pueden ser tras- 
portados por los vientos, lo que tambien se verifica con respec- 
to á los que determinan el vómito negro, con la diferencia de 
que la accion de estos no se extiende á tanta distancia como 
la de aquellos. 

La experiencia ha demostrado que en las ciudades infecta- 
das por la fiebre amarilla, los lugares bajos y mal ventilados 
como las calles estrechas, los pisos inferiores, los entresuelos 
de las casas etc., son los puntos mas peligrosos. La observacion 
ha hecho ver que sucede lo mismo con respecto á las fiebres 
intermitentes. 

Es un hecho perfectamente conocido que los efluvios que 
producen las fiebres periódicas son infinitamente mas activos 
de noche que de dia.—Los de la fiebre amarilla poseen del 
mismo modo una accion extraordinaria durante la ausencia 
del Sol. 

En las regiones equinocciales la fiebre amarilla ataca casi ex- 
clusivamente á las personas no aclimatadas. Las fiebres de ac- 
cesiones invaden tambien de preferencia á los individuos que 
de los lugares salubres pasan á las localidades pantanosas. 

La fiebre amarilla escoge principalmente á los hombres ro- 
bustos que van de los paises setentrionales á los del mediodía. 


141 


“Lo mismo se observa en las fiebres intermitentes, como lo ha 
demostrado la ocupacion sucesiva de Italia, España, islas Jóni- 
cas, Morea y la de Argel por las tropas francesas. 

El individuo que ha contraido una fiebre periódica atenúa 
el efecto de la causa productora y acelera su restablecimiento, 
marchándose á un lugar salubre, fenómeno que se verifica 
igualmente en la fiebre amarilla, aunque de un modo ménos 
caracterizado; porque en este caso la intoxicacion palúdea es 
mas rápida y enérgica. | 

Todos los signos diferenciales que separan la fiebre amarilla 
y la biliosa de los paises cálidos, como el aspecto de los ojos, 
la naturaleza y el sitio de la cefalalgia, la ausencia de remisio- 
nes, la coloracion de la piel, la duracion de la enfermedad, el 
estado anormal del estómago, la naturaleza de las materias ar- 
rojadas en los vómitos, la inmunidad producida por el primer 
ataque, el tratamiento etc., son ilusorios. Si se compara una 
fiebre remitente benigna á una amarilla muy intensa se en- 
contrarán, sin duda, diferencias bien notables entre los sínto- 
mas de ámbas afecciones; pero pónganse en presencia una fie- 
bre remitente grave y una amarilla bevigna ó de mediana in- 
tensidad y desaparecerán completamente; pues hay un térmi- 
no en que estas dos afecciones se confunden de tal manera que 
no forman mas que una sola enfermedad ó, mejor dicho, el 
mismo estado bajo formas distintas y grados variados. 

¿Son suficientes, Sres., estas razones para probar que ámbos 
estados patológicos reconocen por causa el mismo agente mor- 
bígeno? ¿Basta, acaso, en Patología la relacion de coincidencia 
para establecer la de Identidad entre dos enfermedades? ¿No 
reinan simultáneamente en las costas de la América ecuatorial, 
bañadas por el mar caribe, la fiebre amarilla y la afeccion co- 
nocida con el nombre de cól¿co seco, enfermedades que no tie- 
nen ni el menor rasgo de semejanza? ¿No se desarrollan al 
mismo tiempo en los paises cálidos é insalubres la disentería y 
las fiebres intermitentes, estados que son completamente dis- 
tintos como lo: demuestran la completa independencia de sus 
respectivos focos generadores, los diferentes síntomas, las le- 
siones anatómicas distintas que los acompañan habitualmente 
y la ineficacia en la una del específico de las otras! 


142 


Esta coincidencia ademas no se observa sino en aquellos lu- 
gares en donde se encuentran reunidas casualmente las condi- 
ciones locales que presiden al desarrollo de las dos afecciones; 
pero no tiene lugar en todos los climas como deberia suceder 
si realmente existiese entre la topografía palúdea y la terrible 
pirexia la relacion de causalidad que se pretende sostener. 
Léjos de eso, el imperio de la fiebre amarilla en vez de ser ili- 
mitado como el de las fiebres intermitentes se halla circunscri- 
to á ciertas localidades bajas de la América intertropical ba- 
ñada por el Atlántico. Es de diaria observacion que solo ex- 
cepcionalmente se presentan algunos casos en el interior de 
las tierras, y en el mar léjos de las costas, los cuales se expli- 
can por la incubacion á veces prolongada ó por el trasporte en 
alas de las corrientes atmosféricas del miasma generador. 

Existen por otra parte diferencias notables entre estos 'es- 
tados morbosos. Las fiebres intermitentes van frecuentemente 
acompañadas ó seguidas de una alteracion particular de la 
sangre que se conoce con el nombre de caquexia palúdea, es- 
tado cuya existencia es completamente desconocida en el cua- 
dro de la fiebre amarilla. 

Las fiebres intermitentes presentan, sl no como carácter ana- 
tómico constante y capaz de explicar satisfactoriamente los fe- 
nómenos que las caracterizan, á lo ménos como lesion habitual 
el infarto y reblandecimiento del bazo. En la fiebre amarilla 
esta glándula se halla en perfecto estado de integridad; y es 
el hígado el que ofrece una alteracion de que hablarémos mas 
tarde. 

Las fiebres palúdeas se mantienen mas Ó ménos confinadas 
en los límites que les señalan las condiciones telúricas especia- 
les que las engendran. La fiebre amarilla si es cierto que reina 
generalmente como las endemias, eslo tambien que algunas 
veces, afectando la marcha de las enfermedades contagiosas, 
traspasa los diques quela contienen habitualmente y lleva la 
desolación á las mas apartadas regiones. 

Las fiebres'intermitentes tienen por carácter constante la 
tendencia de repetirse: el haberla padecido una vez es la cau- 
sa predisponente mas enérgica para ser de nuevo invadido. 
- La fiebre amarilla, por el contrario, es una enfermedad cuyo 


145 


primer ataque determina una inmunidad casi perfecta contra 
una segunda invasion. 

Las fiebres intermitentes son, como claramente lo indica su 
nombre, afecriones cuya marcha presenta una serie de accesio- 
nes separadas por un intervalo mas 6 ménos considerable, du- 
rante el cual desaparecen de ordinario los fenómenos que las 
acompañan. La fiebre amarilla es, por el contrario, una enfer- 
medad que tiene una marcha esencialmente continua. 

Por último, el tratamiento acaba de establecer la diferencia 
que existe entre estas afecciones. El sulfato de quinina es el es- 
pecífico de las fiebres palúdeas. La fiebre amarilla es comple- 
tamente refractaria á la accion del antiperiódico por exce- 
lencia. 

En cuanto á la pretendida semejanza entre los síntomas de 
les fiebres biliosa y amarilla, harémos observar en el cuadro. 
nosográfico algunos estados patológicos que sin embargo de ir 
acompañados de síntomas mas semejantes y de mayor impor- 
portancia que los que se citan en el anterior paralelo, son pro- 
ducidos por causas enteramente distintas. Una fiebre consecu- 
tiva al cateterismo uretral, la fiebre héctica y la que depende 
de la accion deletérea del efluvio pantanoso, se revelan por un 
cuadro de síntomas, que es casi el mismo para todos; y son, no 
obstante, estados patológicos de distinta naturaleza. 

Pero existen realmente entre estas dos pirexias diferencias 
notables, omitidas por los partidarios de la teoría que comba- 
timos y de tanta importancia en nuestro concepto, que léjos de 
demostrar su identidad tan decantada por Chervin, bastan pa- 
ra fallar la cuestion en un sentido contrario á las creencias de 
este infatigable observador. La fiebre amarilla, efectivamente, 
no se padece sino en ciertos y determinados lugares de los pal- 
ses intertropicales, como son, las fajas de tierra que se hallan 
comprendidas dentro del radio de la influencia marítima; mién- 
tras que la biliosa pertenece á todos los climas cálidos y reina 
del mismo modo en el interior de las tierras y en las orillas 
del mar. 

La fiebre amarilla solo se padece una vez, salvo rarísimas ex- 
cepciones: la biliosa, por el contrario, se repite frecuentemente. 

La fiebre amarilla elige sus víctimas entre los extrangeros y 


144 


personas no aclimatadas: la fiebre biliosa no respeta ni á pro 
pios ni á extraños. 

En cuanto á la relacion que existe entre la fiebre biliosa y 
las intermitentes palúdeas no nos atrevemos á formular una 
opinion decidida, aunque nos inclinemos á considerarlas como 
de la misma especie y aliente nuestro parecer el de muchos 
prácticos de nombradía; pues no se nos oculta que escritores no- 
ménos autorizados las separan como afecciones distintas. 

Por tanto llegamos á persuadirnos de que no tiene funda- 
mento la teoría que confunde estas dos enfermedades comoidén- 
ticas en el fondo. 

Pero ¿podrá deducirse lógicamente de las razones expuestas 
ante esta Academia que son enfermedades distintas? No lo pen- 
samos. Los que han levantado la voz en apoyo de estas ideas 
han conseguido poner de relieve la insuficiencia de la teoría 
que considera el vómito negro y las fiebres intermitentes co- 
mo efectos de una misma causa, pero nada mas que eso. Probar, 
en efecto, que no se ha demostrado la identidad de las dos afec- 
ciones expresadas, no es demostrar que son de orígen entera- 
mente distinto. Las razones invocadas nos parecen débiles y de 
consiguiente ineficaces para decidir una cuestion de este géne- 
ro. Nila sintomatología, ni la anatomía necroscópica, únicas 
fuentes que se han puesto á contribucion, presentan datos .ca- 
paces de ilustrar convenientemente este punto de Patología. 

Ninguna de las dos fiebres tiene síntoma patognomónico que 
sea capaz de caracterizarla, pues cada uno de los que las acom- 
pañan se observa del mismo modo en el curso de muchas 
otras enfermedades. El ¿ctero que indica no la presencia de la 
bilis en la sangre, como generalmente se cree, sino la de su ma- 
teria colorante, la biliverdina, que se deposita bajo la piel y las 
membranas mucosas y que revela el análisis en los líquidos de 
la economía, pertenece ú las dos fiebres de que nos ocupamos 
y ademas á las enfermedades siguientes: á la fiebre gástrica, 4 
la disentería, á un gran número de afecciones del hígado, al íc- 
tero espasmódico, á las congestiones hepáticas, dependientes de 
estados morbosos muy diferentes, á las hepatitis agudas y cró- 
nicas y á todos los estados patológicos que tienen por asiento 
el aparato excretor de la bilis. Este síntoma no tiene tampoco 


145 


el valor diagnóstico que sele atribuye por algunos. Su presen- 
cia, que no es constante en ninguna de las dos pirexias que se 
comparan, no hace que la afeccion sea mas grave en el caso con- 
trario. La intensidad de una coloración no está tampoco en ra: 
zon directa de la del mal. Presentándose, pues, en las dos en- 
fermedades que se trata de separar, no teniendo en ninguna de 
ellas sello alguno especial y pudiendo por último faltar en ám- 
bas, sin que se altere en nada la marcha, ni el carácter del es- 
tado morboso, se ve claramente que su valor es insignificante 
como síntoma característico. Las hemorragías que algunos con- 
sideran como el rasgo esencial de la fiebre amarilla, distan mu- 
cho de merecer la importancia clínica que se les quiere conce- 
der. No puede, en efecto, deducirse de su presencia, ni de su 
falta, la gravedad ni la benignidad del caso particular. Su can- 
tidad no tiene tampoco un valor pronóstico cierto, puesto que 
suele ser insignificante en casos mortales, y por el contrario 
considerable en otros que se terminan felizmente. Este síntoma 
no indica otra cosa que el abatimiento en la sangre de la can- 
tidad proporcional de fibrina, y tal alteracion no parece tener 
nada de exclusivo, de especial á la fiebre amarilla, pues la re- 
claman con los mismos títulos las siguientes enfermedades: el 
escorbuto, la púrpura hemorrágica, el tífus, la fiebre tifoidea, las 
formas graves y epidémicas de la viruela, del sarampion, de la 
escarlatina y de la difteria; la fiebre puerperal, las afecciones 
carbuncosas, el muermo y los lamparones, el íctero grave, algu- 
nas fiebres palúdeas, sobre todo del grupo de las biliosas, etc.; 
por consiguiente este síntoma es lo mismo que el anterior, in- 
significante para caracterizar la enfermedad. Las hemorragias 
dependen de la desfibrinacion sanguínea; pero no puede con- 
siderarse este estado como causa productora de la enfermedad 
y de sus síntomas. Esta alteracion de la sangre es, segun todas 
las probabilidades, efecto de una causa general de naturaleza 
especifica, que obra sobre toda la economía determinando una 
alteracion profunda, probablemente por el intermedio de la san- 
gre. Decir en qué consiste la alteracion sanguínea en este caso 
y cuál la causa que la determina, son problemas de imposible 
resolucion, por lo ménos en el estado actual del saber humano. 


La albuminuria, recientemente señalada, se encuentra en el 
T. Iy—19 


146 


mismo caso que el íctero y que las hemorragias; pertenece á 
muchas enfermedades distintas, como: la de Bright, la caquexia 
y algunas fiebres palúdeas, ciertas afecciones de la sangre y 
del centro circulatorio, algunas néurosis, y en fin, todas aque- 
llas en que se presenta la hematuria. 

Pero suponiendo que los síntomas de ámbos estados morbo- 
sos fuesen diferentes, no puede deducirse solo de su diversidad 
que dos enfermedades, cuya naturaleza se trata de: averiguar, 
son distintas en el fondo; pues nada tiene que hacer la forma 
con la esencia. ¡Cuántos estados patológicos caracterizados por 
síntomas diferentes son no obstante efectos de la misma causa 
morbífica! Las fiebres larvada, remitente y subcontinua, sepa- 
radas por fisonomías sintomáticas tan diferentes como las de las 
fiebres biliosa y amarilla ¿no son estados patológicos de la mis- 
ma especie? ¿El vértigo epiléptico no es en el fondo el mismo 
horroroso mal caduco, á pesar de su distinta forma? 

Ni es tampoco la sintomatología. la que puede servirnos por 
sí sola para hacernos conocer la naturaleza de las enfermeda- 
des. Seguramente nunca hubiéramos podido distinguir por es- 
te medio las sifilides en el vasto campo de las afecciones vul- 
gares de la piel, distincion de la mayor importancia que se de- 
bió á su frecuencia en los individuos afectados de sífilis y á los 
datos que ademas suministraron la marcha, el tratamiento, la 
inoculacion etc. La sintomatología no nos hubiera revelado 
probablemente nunca las diferencias que separan de las afec- 
ciones cutáneas, la sarna, el herpes tonsurante, el favus, la 
mentagra, la pelagra y el muquet, estados cuyas causas cono- 
cemos gracias al microscopio. La comparacion de los síntomas 
nunca tal vez nos hubiera hecho ver la comunidad de orígen 
entre los accidentes secundarios y terciarios de la sífilis, los 
cuales bajo el aspecto de estados distintos son en realidad una 
sola y misma afeccion. 

Vemos pues que los síntomas distintivos de lasfiebres biliosa 
y amarilla considerados separadamente son insuficientes para 
caracterizarlas. Reunidos entre sí adquieren alguna importan- 
cia, y pueden llegar á ser elementos preciosos para formular 
un diagnóstico diferencial entre grados diversos, entre varle: 
dades de una misma afeccion; pero no son bastante poderosos 


147 


para establecer una diferencia radical entre dos estados pato- 
lógicos. Todos los que han levantado la voz en esta Academia 
para tratar la cuestion presente han demostrado que existen 
algunas diferencias entre las fiebres de que tratamos, bajo el 
punto de vista de la sintomatología; pero no se ha logrado de- 
mostrar que son dos estados distintos en su naturaleza. En to- 
das las obras clásicas se insiste muy particularmente sobre el 
diagnóstico diferencial de las distintas expresiones de la mis- 
ma enfermedad. Entre los accidentes secundarios y terciarios 
de la sífilis, entre el muermo y los lamparones hay tanta dife- 
rencia, por lo ménos, como entre el vómito negro y la fiebre 
biliosa y son sin embargo manifestaciones del mismo estado 
patológico. De aquí deducimos nosotros.que la diversidad de 
síntomas dista mucho de alcanzar el fin que se proponian los 
que con notable espíritu de observacion han sabido hacerla 
resaltar. 

Con respecto á la anatomía patológica llegamos al mismo 
resultado. En efecto, las lesiones que el escalpelo nos demues- 
tra, no nos dan idea alguna de la naturaleza de estas fiebres; 
y por tanto son, como los caractéres sintomáticos, insuficientes 
para decidir la cuestion que se agita. Veamos, sin embargo, 
cuáles son esas lesiones. 

La fiebre biliosa va acompañada de alteraciones de algunas 
vísceras contenidas en la cavidad abdominal. El bazo presenta 
un volúmen exagerado y una disminucion notable de su con- 
sistencia. El hígado se halla siempre alterado en su color, vo- 
lúmen y consistencia. No ofrece el color que Stewardson con- 
sidera como característico de la fiebre remitente, sino un tinte 
amarillento y no el color anémico; el aumento de volúmen no 
es tampoco la hipertrofia parcial; ni la exageracion de consis- 
tencia la dureza señalada por Mr. Louis; caractéres que son 
casi constantes en la fiebre amarilla. 

Ultimamente, segun se ha dicho por un ilustrado miembro 
de esta Corporacion, el Dr. Clarck (de Lóndres) ha indicado 
como alteracion propia de esta fiebre, si no es infiel nuestra me- 
moria, la trasformacion fibrosa de los elementos que entran en 
la constitucion de la glándula, conclusion á Sue ha llegado en 
sus investigaciones microscópicas. El Dr. Griesinger que ha 


148 


estudiado la fiebre biliosa del Cairo, ha reconocido por medio 
del microscopio la presencia de una gran cantidad de grasa en 
estado libre ó dentro de las vesículas, que coincidia con la im- 
bibicion biliosa y la flacidez del hígado. 

En la fiebre amarilla Mr. Louis ha encontrado constante- 
mente el hígado en estado anémico con un color amarillo de 
paja: su volúmen casi siempre normal, y si algunas veces varía 
es ántes para aumentar que para disminuir: este aumento se 
observa comunmente circunscrito á uno de sus lóbulos, al de 
Espigelio. Su consistencia se halla exagerada y su cohesion 
disminuida. Su tejido está tan árido en general que, cuando se 
corta, no se ve salir sangre sino de los gruesos vasos. Al doc- 
tor Clarck (de Lóndres) pertenece el honor de haber reconoci- 
do, el primero, con ayuda del microscopio, las células hepáti- 
cas y descubierto en ellas la presencia de una materia grasa; 
alteracion á que impuso el nombre de Zegeneracion adiposa 
aguda del hígado. Mas tarde M. M. Bache y Laroche (de Fila- 
delfia) señalaron este carácter como propio de la fiebre amari- 
lla y diferencial entre esta y las otras pirexias. Pero los médi- 
cos de Lisboa en 1857 han ido mas léjos que sus predecesores, 
utilizando el análisis químico para extraer y pesar la grasa 
acumulada en la glándula. Esta alteracion es análoga á la que 
llaman los franceses fove gras y distinta de la que se ha des- 
crito en estos últimos tiempos con el nombre de atrofña 
aguda. 

¿Pueden considerarse, Sres., estas alteraciones orgánicas co- 
mo suficientes para decia la orave cuestion debatida ante es 
ta asamblea? ¿Nos enseñan algo estas lesiones anatómicas so- 
bre la naturaleza de las enfermedades á que acompañan? ¿Ex- 
plican por ventura esos datos necroscópicos, que no conocemos 
sino de un modo rudimentario, los accidentes que se observan 
durante la vida y la frecuente terminacion funesta de los esta- 
dos morbosos á que se atribuyen? De ningun modo. La tras- 
formacion adiposa del hígado no puede caracterizar la fiebre 
amarilla, si bien acompaña frecuentemente á este estado pato- 
lógico, porque se encuentra tambien en la fiebre biliosa, como 
lo ha demostrado Griesinger en el Cairo; porque se observa 
asimismo en el curso de otras enfermedades enteramente dis- 


149 


tintas, como la tísis tuberculosa, la peritonitis cancerosa, la 
cirrosis etc., y en fin, porque puede desarrollarse artificialmen- 
te mediante ciertos procederes higiénicos, 

(Continuard.) 


BREVES CONSIDERACIONSS SOBRE LA VACUNA EN LA ISLA DE CUBA; 


par el Dr. D. Juan E. Havá. 
(Finaliza.— V. Anales, t. III, pags. 270 y 433). 


2,% La vacuna cogida en las tetas de la vaca es superior á 
la vacuna ordinaria (2)—Muy poco se sabe de positivo en esta 
cuestion; pero se congetura, porque parece natural, que la pri- 
mera es superior á la segunda; sin embargo, la experiencia ha 
demostrado que individuos perfectamente vacunados con el 
vírus de la vaca han perdido igualmente la inmunidad adqui- 
rida por una primera vacunacion, y han padecido otra vez la 
pústula vaccinal inoculada con el vírus sacado de la vacuna 
secundaria que se emplea regularmente, y viceversa. De modo 
que es muy probable que la vacuna, como todas las enferme- 
dades virulentas, no sufra modificacion desfavorable en sus vit- 
tudes profilácticas, por las regeneraciones sucesivas que ha ex- 
perimentado y siga experimentando; y los hechos demuestran 
que hasta hoy la vacuna ha seguido presentando siempre la 
misma sintomatología, sin negar que el cow-pox posee cierta 
mayor energía en sus manifestaciones. De suerte que hipotéti- 
camente puede aceptarse como buena práctica renovar la va- 
cuna primitiva cada vez que sea posible, sin negarle á la se- 
cundaria su virtud reconocida. 

3.% ¿Es preciso renovar el vírus vacuno? La respuesta está 
envuelta en las ideas emitidas al tratar de la segunda cuestion. 
Cada vez que sea posible encontrar vacuna primitiva deberá 
ser preferida esta. 

4, % La mayor ó menor intensidad en los síntomas locales 
de la vacuna tiene un valor real (?)—La observacion ha demos: 
trado por numerosos hechos que no existe relacion alguna en- 


150 


tre la intensidad de los síntomas locales y la accion preservati- 
va; y que al contrario, los síntomas generales y principalmente 
la fiebre mas ó ménos alta es una garantía hasta cierto punto 
de la accion preservativa; á pesar de todo, estos fenómenos ge- 
nerales pueden existir sin que la accion preservativa se declare 
constante. El único medio de asegurarse de que una vacuna nor- 
mal ha sido verdaderamente útil, esadoptando el método de Bry- 
ce que consiste en hacer una segunda vacunacion seis dias des- 
pues de la primera; las pústulas que se produzcan deben recor- 
rer mas rápidamente sus diversos períodos y desecarse al mismo 
tiempo que las primeras. Este método es precioso en las circuns- 
tancias de reinar una epidemia, contrariamente á lo que. general. 
mente se cree en el pais, —hablamos de creencias vulgares; y es 
preciso que los profesores encargados de la vacuna procuren des- 
vanecer esos errores, y aceptar de una vez todo lo que la ciencia 
les brinda paraalivio de la humanidad condenada al sufrimien- 
to, mas por la lenorancia en que á menudo se la deja, que por la 
fatalidad natural que puede fácilmente contrarestarse. 

5, Es preciso vacunar muchas veces una misma persona, 
y en caso afirmativo cuántos años despues de la primera vacu- 
nacion deben efectuarse otras (?).—Es preciso vacunar y reva- 
cunar cuantas veces sean necesarias para producir una vez la 
pústula vaccinal, de suerte que si una tentativa es infructuosa, 
deberá procederse poco tiempo despues, y segun las circunstan- 
cias, á nuevas inoculaciones, hasta que se desarrollen todos los 
sintomas locales y generales que produce habitualmente la va- 
cuna. Está probado hasta la evidencia que las inoculaciones tre- 
petidas de vacuna son completamente inofensivas, y que despues 
de cierto tiempo de haber padecido la erupcion vaccinal con 
todos sus caractéres, hay un número pequeño de individuos que 
pierde el beneficio producido por la vacuna y está apto para 
adquirir la viruela, principalmente en tiempo de epidemia; pe- 
ro que la inoculación de la vacuna puede volver á dar un resul. 
tado satisfactorio preservándolo de nuevo. Las experiencias y 
observaciones que se han hecho demuestran que el período de 
tiempo en que pierde dicho número pequeño de individuos la 
virtud preservativa adquirida por una buena vacuna, varía en- 
tre los primeros diez á catorce años; por consigyiente, que es 


151 


necesario en tiempos normales revacunar despues de diez años, 
y que es prudente adelantarse en épocas de epidemia. 

Resueltas estas cuestiones de una manera tan sencilla como 
satisfactoria para la humanidad, y en vista de los detalles tan 
incompletos que presenta el Reglamento vigente en el pais pa- 
ra servir de guia á los vacunadores prácticos, pareceria indispen- 
sable que tratáramos de establecer aquí, aunque someramente, 
la sintomatología, el diagnóstico diferencial de la vacuna y de 
las diversas erupciones que pudieran confundirse con ella, así 
como el medio mas seguro de obtener buenos granos y hasta el 
mejor método de conservacion de este precioso virus; pero so- 
bre que nada de nuevo iríamos á agregar en este capítulo á lo 
establecido por la ciencia, no cumple á nuestro objeto entretener 
la atencion de la Academia en cosas tan conocidas. De suerte 
que continuarémos nuestras consideraciones sobre los documen. 
tos oficiales relativos á la vacuna. 

En vista de las conclusiones de la ciencia, no puede atribuir- 
se mas queá un punible abandono la aparicion de esas epide- 
mias que asolan hace-tiempo al pais, y tanto mas digno de crí- 
tica es este abandono, cuanto que para precaver de la viruela á 
un millon de habitantes se necesita en realidad desplegar muy 
pocos recursos, | 

La misma Junta de Sanidad ha presentido un medio hasta 
cierto punto mas conforme con la práctica sancionada en otros 
paises, para llenar el objeto que se propone la vacuna; y sin em- 
bargo se sigue y continúa el mal camino á pesar del convenci- 
miento que existe de su ineficacia. Hoy mismo en la Isla tene- 
mos la viruela haciendo estragos en muchas localidades y no 
vemos que se tomen las medidas aconsejadas por la ciencia, so- 
bre todo las que se expresan en la solucion á la 5. % cuestion 
propuesta por la Academia de Ciencias de Paris, la cual esta- 
blece que en tiempo de epidemia debe inocularse á todo el 
mundo inmediatamente como medio único capaz de contener 
los estragos. 

Pero la misma Junta de Sanidad estableciendo la division y 
subdivision de los vacunadores en contra de sus propios princi- 
pios, y creando privilegios en favor de los miembros que com- 
ponen el cuerpo de vacuna, y en contra de los demas profeso- 


152 


res que ejercen la medicina, ha contribuido poderosamente á ha- 
cer mas lenta la propasacion de esteimportante medio de salu- 
bridad pública. Y en efecto: crear muchas plazas de vacunadores 
con sueldos miserables, y prohibir hasta con onerosas multas la 
libre propagacion de la vacuna por los profesores que no sean 
del ramo, es sin duda alguna producir una reaccion indiferente 
por parte de muchos auxiliares, que tal vez darian mejor resulta- 
do explotando su propia utilidad, que aquellos que, sin mas res- 
ponsabilidad que esperar á los que vengan á pedir la vacuna á 
un punto señalado, se saben excusar con la falta de estímulo de 
las masas bastante ignorantes para no comprender el beneficio 
que se les brinda, aunque disculpables porque nadie se ocupa 
en demostrarles suabandono, por esos medios de persuasión que 
sin embargo explotan todos los dias eon tan buen resultado y 
con tanta proteccion un millon de charlatanes para mantenerlas 
en estado perpetuo de ignorancia. 

En nuestro pais no se escribe para el pueblo con el objeto de 
desvanecer sus errores, y estos mismos errores están sostenidos 
por una muchedumbre bastante respetable de individuos que, 
aunque pertenecientes á la profesion, y algunos hasta ejercien. 
do el ministerio de vacunadores, viven sin embargo llenos de 
preocupaciones científicas difíciles de destruir. 

Hay de estos profesores vacunadoresqueno vacunan en tiem- 
po de epidemia porque creen contribuir de este modo á propa- 
varla. Hay quienes sostengan, sin haber consultado la ciencia, 
porque de lo contrario seria imposible, que la revacunacion es 
perjudicial, fundados en no sé qué principios humoristas hace 
ya mucho tiempo desterrados. Hay quienes desconfiados de una 
práctica que cada dia se pervierte mas, acusan á la ciencia, sin in- 
vestigar las causas de las aparentes contradicciones, de hechos 
que bien interpretados servirian para apoyarla. Hay quienes 
desconociendo la poderosa influencia de la vacuna, niegan rotun- 
damente su accion preservadora, ú le achacan los males que 
afligen, sin esta causa 6 suponiéndola cierta, á la pobre huma- 
nidad. Y si tantas contradicciones se encuentran en los mismos 
que debieran servir de guia á la ignorancia, ¿cómo no han de 
encontrarse tan absurdas creencias, erigidas en principios incon- 
trovertibles, en las clases tan heterogéneas de nuestra Sociedad? 


153 


Pero aun suponiendo al cuerpo de vacunadores compuesto de 
hombres que estuvieran todos en posesion de la verdad cien- 
tífica; ¡cómo es posible que los encargados de propagar la va- 
cuna puedan llenar medianamente su cometido, si el trabajo 
que tuvieran que desempeñar absorbería casi el tiempo que 
deben dedicar al ejercicio de su profesion para buscar los me- 
dios indispensables de subsistencia? Y si la Junta Superior de 
Sanidad está convencida de que el mejor sistema de propagar 
la vacuna es la centralizacion de este ramo, como lo expresa en 
su artículo 15 del 6.9 capítulo ¿cómo es que desde 1858 has- 
ta la fecha, no ha podido dar un paso siquiera que realize una 
mejora que tan útil considera para la administracion y para la 
higiene pública? 

Es preciso decirlo, los vacunadores de los partidos rurales, 
en su mayor número, no hacen mas que tomar el sueldo sin 
prestar utilidad de ninguna especie; mas todavía, dejando á la 
administracion municipal y al gobierno en la errónea creencia 
de que el servicio de vacuna está bien desempeñado, á la vista 
de todo el pais que sabe lo contrario, y que ve la viruela ha- 
ciendo estragos en perjuicio de la poblacion y en desprestigio 
de la ciencia. 

Y no puede ser de otra manera, porque es completamente 
imposible que un profesor pueda atender este servicio en con- 
tra suya, llevándolo á domicilio, que es de la única manera que 
puede hacerse real y positivo, por una cuota que no pasa de 25, 
20 y 15 pesos mensales. Lo que pueden realizar esos profeso- 
res es lo que vemos, es decir, recibir en sus casas ó en algun 
punto público, señalado al efecto como previene el Reglamento, 
á los que por casualidad solicitan vacunarse, para aplazarlos 
para otro dia porque no tienen vacuna, miéntras la piden al 
vacunador de la cabecera. Este se las remite ó nó, por el cor- 
reo que la entrega ó no la entrega á tiempo. La vacuna expues- 
ta al calor, á4 la luz y otros agentes, se descompone; y tanto 
mas pronto cuanto que regularmente no se observan todos los 
requisitos que son indispensables para la conservacion (1). 


(1) En el pais se practica de dos modos la conservacion de la vacuna: se encierra en 
tubos capilares ó entre dos láminas planas de vidrio. El primer método segun nuestra 
opinion es malo para nuestro clima; la vacuna si no se pierde se desvirtúa mucho, porque 

T. 1y—20 


154 


Porque rara vez se envia el líquido viscoso, claro y transparen- 
te del 5.2 al 7.2 dia, sino que muy á menudo, por ser la cos- 
tumbre adoptada y aconsejada por la Junta de Sanidad, se re- 
mite vacuna del 8.9 al 9.2 y 10.9 dias, si no se mandan pol. 
vos de postillas caidas al 21; y entónces se pasan todavía algn- 
nos dias hasta que se aparece el que desea vacunarse; se le ino- 
cula, sale una vacuna falsa ó verdadera, ó no sale ninguna; los 
vacunados quedan conformes. No me prendió la vacuna, dicen, 
es señal de que no la necesito. Me salió la vacuna: cuando ella 
sale es porque el vírus era de buena semilla; y ¿cómo produci- 
ria otra cosa que no fuera vacuna? Me salió un grano, luego es 
vacuna. Y todo esto sin mas exámen. Sin contar que este exá- 
men daria muchas veces el mismo resultado, porque buen nú- 
mero de vacunadores de partidos rurales no saben una palabra de 
semejante diagnóstico. “Hemos visto, por nuestros propios ojos, lo 
que se llama visto” un oficio de uno de nuestros vacunadores de 
partido que pedia birus barioloso para vacunar á sus vecinos. Y 
sin embargo, sele abonaba su sueldo para que representara los 
intereses de la higiene pública, con todas las gracias, privilegios 
y emolumentos que honoríficamente se confieren á estos emplea. 
dos de tan alto cargo. Pero en cambio de la acusacion que prece- 
de, puedo citar con orgullo el pueblo de mi nacimiento, en el 
cual hace 25 años que se vacuna con regularidad: por esta razon 
cuando la Habana y Matanzas y todo el itinerario entre estas dos 
ciudades estaban sufriendo una grave epidemia de viruelas, en 
Giunes tan solo no existió, á pesar de haber tenido algunos ca- 
sos de transeuntes que hubieran podido contagiar la poblacion 
y su partido. Hoy mismo que la viruela hace estragos en la Ha- 
bana despues de haberlos hecho en Regla y Guanabacoa, hoy 


una burbuja de aire, que rara vez puede evitarse, es bastante para determinar en cual- 
quiera sustancia muerta la descomposicion orgánica ayudada poderosamente por la luz, 
el calor y la humedad; y aunque el aire no penetrara, los otros agentes son bastantes pa- 
ra la descomposicion. El segundo sistema es preferible sobre todo, si se deja secar el lí- 
quido vacuno en una corriente rápida de aire. Para mayor seguridad y para evitar en 
cuanto posible sea la accion de la luz y del calor, «consejamos que despues de pegar una 
tira de papel engomado que sujete las dos láminas de vidrio, se envuelva el vídrio en 
una pequeña hoja de papel español, y despues de un pedazo de franela blanca, fijándose 
el todo con algunas vueltas de hilo. Podemos asegurar que cada vez que hemos remitido 
á cierta distancia la vacuna, tomando vírus del 6% al 72 dia y poniendo poca cantidad y 
bien extendida, envasándola del modo dicho ha producido siempre el efecto deseado. 


155 


que el pueblo de Madruga rechaza la afluencia de familias que 
acostumbran bañarse en sus aguas sulfurosas, porque la viruela 
se ha estacionado allí hace ya largos meses, que las comunica- 
ciones son continuas entre estos pueblos y ciudades con Gúi- 
nes, nuestra poblacion se ha mantenido en su estado sanitario, 
á pesar de que en el hospital ha habido viruelas en militares 
llegados de la Habana, y á pesar de haberse tenido que deplo- 
rar esta cruel enfermedad en dos individuos, uno peninsular 
vacunado en su niñez, de 40 años de edad, que no habia sido 
revacunado, y otro en una familia distante de la poblacion, cu- 
ya familia, segun informes, nunca quiso aceptar la vacuna. Es- 
te motivo hubiera sido suficiente en la época en que atravesa- 
mos para que se hubiera hecho extensiva la viruela; pero en 
¡Gitines todo ha quedado así limitado este año, como sucedió en 
las pasadas epidemias cuando casi todas las poblaciones de la 
Isla tuvieron mucho que sufrir con la presencia de esta enfer- 
medad. Felizmente el vacunador de esta cabecera es un médi- 
co de una inmensa clientela adquirida con treinta y seis años 
de trabajo y de constancia, y en su continuas excursiones por 
el partido no olvida nunca llevar su vacunador bien provisto, 
De suerte que, gracias á esta doble circunstancia, puede asegu- 
rarse que en Gitines todo el mundo está preservado de la vi- 
ruela, 

Así es que del último libro de vacuna empezado en el se- 
gundo semestre de 1858 hasta el último de Diciembre de 18683 
se han vacunado: , 


En 1858, segundo semestre...--- 4 nL30 
A 315 
” 1860 22 2) NN Nr 265 
» 1861 »” eh) 2 TOO s16 
) 1862, , A 471 
y) 1868 2 bo) A RS 857 

2854 


De suerte que en cinco y medio años se ha vacunado un nú- 
mero de individuos por lo ménos igual al de nacidos en el 


156 


mismo tiempo, á pesar de tomarse estos datos de los últimos 
años quesiguen á veinte en que se viene haciendo el mismo ser- 
vicio, —sobre una poblacion que en su partido rural no pasa de 
6000 habitantes. 

Todos pueden hacer un cálculo aproximado con estos datos 
de los cuales resulta, que á igualdad de vacunados, en todos 
los partidos inclusa la Habana, y á proporcion de poblacion, si 
en todas partes se hubiera practicado la vacunacion con igual 
celo y constancia, en ningun punto de la Isla habria viruelas, 
ó la vacuna no era el preservativo de esta enfermedad. Porque 
suponiendo solo que en veinte y cinco años se hayan vacunado 
cada cinco años á 2000 individuos, este número hará un total 
en los veinte y cinco años de 10000 vacunados, y ninguna po- 
blacion de la Isla se ha duplicado, teniendo en cuenta la moz- 
talidad y los nacimientos, en este espacio de tiempo. 

Cábeme la honra de que sea el Dr. D. Francisco Havá, mi 
querido padre, el que haya realizado tan incomparable benefi- 
cio en favor del partido de su residencia; y permítaseme ren- 
dirle aquí este culto filial bien conquistado como una expresion 
dejusticia que merecen su celo y su constancia, atestiguada por 
cuantos le han visto y le ven continuamente en el desempeño 
de sus sagradas obligaciones como hombre y como profesor. 

En una cuestion de higiene pública como la que nos ocupa, 
no alcanzamos á explicarnos el privilegio que reza en favor de 
los hacendados en el artículo 13 del capítulo 1.9, en contra- 
diccion con el artículo 11 del capítulo 5.9 El primero de es: 
tos dos establece la facilitacion gratuita de vírus vacuno á los 
hacendados para que procedan á la inoculacion de sus siervos, 
siempre que el público no tenga que ser preferido por haber po- 
ca existencia del preservativo en poder de los vacunadores. No 
se ha calculado suficientemente que la vacuna no puede ser ob- 
jeto de ningun privilegio, y que cualquiera eselavo ó libre, blan- 
co Ó negro, puede ser causa de que se desarrolle una epidemia, 
por no estar vacunado con las garantías que son del caso. La 
mayoría de la poblacion, sobre todo en el campo, está compues- 
ta de siervos, y el punto de partida de casi todas las epidemias 
está en alguno de esos focos que gozan del privilegio de no es- 
tar suficientemente vigilados por lo mismo que debieran estar- 


157 


lo mucho mas. Pero la Junta de Sanidad tan severa para los 
médicos que no son vacunadores, confia en que los dueños de 
fincas tendrán cuidado de inocular á sus siervos, concediéndo- 
les ademas la ciencia suficiente para juzgar de todos los casos 
que se presenten; pues no se dice que un facultativo, vacuna- 
dor ¿ nó, sea quien deba hacer esta operacion y comprobar su 
resultado; ni se exigen certificaciones que acrediten que esos 
siervos quedan preservados; sino que basta un parte (que, entre 
parentésis, nadie manda ni nadie reclama como lo exige el ar- 
tículo 7. 2 del capítulo 6. 2 ) que deberá remitir el dueño de la 
finca á los Secretarios de las Juntas subalternas. 

Un médico no puede garantizar bajo su firma que tal indi- 
viduo vacunado por él ha quedado preservado de la viruela, 
en virtud de haber tenido la erupcion todos los caractéres de la 
verdadera vacuna (art. 3.2 cap. 59, y véase tambien el art, 
8.2, cap. 2.2 para el conocimiento de dichos caractéres), no 
puede un médico vacunar sino cuando haya causas justas que 
impidan la presentacion del que haya de ser vacunado en los 
puntos elegidos por el Gobierno (art. 2.9, cap. 5.9,) INCUR- 
RIENDO EN UNA MULTA DE CUATRO PESOS POR CADA CERTIFICACION 
INCOMPETENTE (art. 11 cap. 5.9,) y un hacendado en virtud de 
ser dueño de cuatrocientos, ó quinientos ó mas negros con sus 
respectivas crias, puede garantizar con su simple dicho, que ni 
siquiera es pericial, el resultado favorable 6 adverso que ha te- 
nido la vacuna en manos de sus mayordomos, enfermeros y ma- 
yorales. ¡Sublime inconsecuencia! Parece que la Excma. Junta 
de Sanidad marchaba en 58 á retaguardia de los amos de ne- 
gros, y suponia que nosotros los médicos nos conformariamos 
con marchar á su trasera. Por mi parte declaro solemnemente 
que he violado abiertamente estos artículos, y que en los últi- 
mos dos meses he incurrido trescientas cincuenta veces en la 
multa de cuatro pesos que debe aplicarse á los contraventores 
de tan sábias disposiciones; y en fin, que tendria á gran honor 
pagar tan onerosa multa, sl hubiera de servirme para probar 
que he salvado de una muerte probable á trescientos cincuenta 
individuos que vagaban sin vacunarse en medio de una pobla: 
cion apestada de viruela (Guanabaeoa.) 

-Mal sistema por cierto de evitar las epidemias de viruelas 


158 


tiene la Junta de Sanidad; mas bien parece que se quieren fo- 
mentar con estas licencias, importando solo salvar á los indivi- 
duos que frecuentan las Universidades, Colegios, Escuelas y 
Talleres, para cuya admision á ellos se necesita un certificado 
de vacuna (Art. 8.2, cap. 6.9;) y para mas prevision que una 
comision examine (art. 9. “cap. 6. 9 ) cada seis meses si dichos 
establecimientos cumplen con lo establecido. Para mayor como- 
didad de dichas comisiones, certifico aquí haber revacunado á 
todos los discípulos internos y muchos externos del Colegio 
normal de San Francisco en Guanabacoa, despues de haber per- 
dido tres escolares de viruelas confluentes, los cuales tenian to- 
dos sus certificados de vacuna en regla; y que sobre un núme- 
ro de cuarenta y cinco internos que me fué posible seguir ob- 
servando, se produjo en once de ellos una vacuna de primera 
calidad, como si nunca en su vida habieran estado vacunados, 
lo que supone el 224 por ciento de individuos vacunados ap- 
tos á contraer la viruela; y cuya cifra, superior á cuantas ob- 
servaciones se tienen hechas hasta la fecha, delata á la conside- 
racion pública el buen resultado que producen semejantes co- 
misiones de circunstancias para llenar el expediente. 

Se concede libertad á los siervos para padecer la viruela sin 
necesidad de pasaportes garantizados, sin responsabilidad de 
sus dueños, cuyo descuido Ó cuya ignorancia puede hacer na- 
cer tantos focos epidémicos como fincas grandes existen en la 
Isla. Con este método poco gana el público con la preferencia 
que le concede el artículo 13 del capítulo 1.9, la viruela pue- 
de presentarse sin obstáculos, y los hechos demuestran con su 
terrible elocuencia que si mucho hemos adelantado desde 1800 
á 1866, mucho, muchísimo nos queda que hacer para salvar 
nuestras cortas poblaciones de la funesta oposicion de las epi- 
demias que tan frecuentemente las desvastan. 

Pero la misma Junta de Sanidad conviene en ello; es preciso 
que los hombres escogidos en cuyas manos se ponga la salva: 
cion de nuestras poblaciones, no puedan ni deban ocuparse de 
otras cosas. Nómbrese un solo vacunador con un meritorio en 
cada cabecera, reúnanse los pequeños, inslenificantes y estériles 
sueldos que se pagan, y créese un solo sueldo digno del asun- 
to, para que la vacunacion se lleve 4 domicilio y al mismo 


159 


tiempo se ofrezca al público en lugares señalados, sin perjuicio 
de que eada profesor médico ó cirujano pueda ofrecer este be- 
neficio á sus clientes 6 á cualquiera que selo pida. Cesen esas 
prohibiciones extrañas é inusitadas en los pueblos civilizados; 
no se deshonre la ciencia, ni el hombre científico con tan re- 
pugnantes restricciones. Estamos seguros de que entónces cada 
profesor en el interes de su crédito, si no fuera por el interes 
mayor de brindar á la humanidad tan poderoso medio de sal- 
vacion, pondria todo su empeño en sostener el prestigio de la 
vacuna, dejándo prácticamente bien sentada la reputacion del 
específico. Y suponiendo que de la mejor buena fé se sufrieran 
algunas equivocaciones en el diagnóstico de la vacuna, siempre 
quedaria salvado este inconveniente teniendo el vacunador de 
la jurisdiccion en su mano, caso de duda, el modo de contra- 
probar la verdad con un medio tan sencillo como inocente, la 
revacunacion. 

Entiéndase bien que si nosotros abogamos por la centraliza- 
cion de la vacuna oficial, es porque nos parece que los Gobier- 
nos deben coadyuvar á la felicidad de los pueblos por todos 
los modos posibles que puedan ponerse en práctica; pero no se 
crea por esto que aceptamos la centralizacion de la vacuna de 
una manera absoluta como existe hoy en un cuerpo especialí- 
simo, cuyo celo ha sido infructuoso hasta la fecha, lo mismo en 
las ciudades que en los campos. Bastaria contar las dificulta- 
des que la práctica ha demostrado, tan solo para conseguir que 
los inoculados hoy vuelvan á presentarse al sétimo dia para 
que se tome razon del bueno ó mal resultado de la operacion, 
y nos convenceriamos de la falta de garantía que ofrecen las 
certificaciones dadas por los vacunadores. 

En la misma ciudad, entre cien individuos que se vacunan 
apénas habrá un décimo que se presente ¡y allí mismo hemos 
tenido ocasion de ver vacunadores que han tenido que pasar á 
domicilio para suplicar á los padres que les facilitaran al va- 
cunado y poder llenar hasta donde ha sido posible el encargo 
de vacunar á los que se han presentado! ¿Qué podemos esperar 
de los partidos rurales donde la distancia, las dificultades de 
trasporte, la exposicion á un sol ardiente y otras mil causas 
mas 6 ménos legítimas inhabilitan por completo, con la ausen- 


160 


cia del vacunado, el juicio que pudiera formar el vacunador 
sobre el bueno ó mal éxito de la inoculacion? , 

Así es que en la ciudad como en los campos, y en los cam- 
pos con mas frecuencia, las certificaciones de vacuna poco va- 
lor tienen. Y si bien es de presumirse, para consuelo de la ge- 
neralidad, que la mayoría de estas certificaciones tengan su 
sancion práctica, de la cual resulta preservada una inmensa 
cantidad de vacunados, no es ménos cierto que se aumentarán 
en mucho las posibilidades de contraer la viruela entre muchos 
individuos que sin estarlo se creen preservados; y. de aquí re- 
sulta forzosamente el descrédito constante de la vacuna en 
perjuicio de la poblacion y en desprestigio del Cuerpo oficial 
de Sanidad. 

Esta centralizacion, repetimos, que excluye á todos los pro- 
fesores, ménos á unos cuantos elegidos, bien ó mal remunera- 
dos, la rechaza la práctica con demostraciones bastante elo- 
cuentes. Con ella hemos visto á la viruela hacer grandes estra- 
gos; y estamos constantemente expuestos á vernos invadidos: 
de nnevo, si hemos de atenernos á los insignificantes esfuerzos 
de los vacunadores, á: la poca pericia de la mayoría y á la in- 
competencia del Reglamento oficial. 

Si á las consideraciones que preceden agregamos la impru- 
dencia de algunos profesores, que abandonando el apostolado 
de la doctrina sancionada y por la experiencia de ochenta años, 
divulgan todos las ideas extravagantes que han circulado en el 
mundo científico en contra de la vacuna, concluirémos por afir- 
mar, que todo está dispuesto para llevar y sostener la confusion 
de las masas 1gnorantes, dejándolas indefensas contra las epide- 
mias que reinan, y para reducir la ciencia en este punto á una 
apreciacion mezquina de hechos inconexos y contradictorios, cu- 
yas leyes parecen haber quedado en la mas impenetrable os- 
curidad. 

Sin embargo, “una est scientia et experientia” cuando se 
trata de vacuna, y los hechos observados en todos los paises lo 
atestiguan con una elocuencia que no han podido oscurecer los 
mas acérrimos detractores de su benéfica influencia. La influen- 
cia de la vacunacion y de la revacunacion es tal, que muchas 
veces han podido libertarse de una epidemia miles de indivi- 


161 


duos predispuestos, cortando completamente su rápida propa 
gacion por medio de la administracion del vírus preservador á 
todos los que habitaban el lugar. Segun el cálculo de Husson- 
la vacuna devuelve á los pueblos lodas aquellos que la viruela 
hubiera arrebatado; solamente en Francia, y en el espacio de 
un siglo, la vacuna puede salvar la vida á tres millones de hom- 
bres; y segun una justa apreciacion de Bousquet los casos de 
viruela forman la décima parte de la mortalidad general; la va. 
cuna, pues, disminuiria la mortalidad de un décimo de vícti. 
mas (Citas de Monneret, art. Vacuna.) 

Las hipótesis mas ó ménos atrevidas que han circulado y 
han acogido algunos cerebros bien organizados, pero extravia- 
dos á nuestro entender, pueden reducirse á dos. Una tiende á 
probar, apoyada en estadísticas mal interpretadas, que si la va- 
cuna ha contribuido á la desaparicion de la viruela, ha sido 
por otro lado causa del mayor número de individuos atacados 
por la fiebre tifoidea y por la tuberculizacion pulmonal; de 
suerte que, la necrología de un pueblo dado no ha cambiado 
en nada despues del descubrimiento de la vacuna. Pero dejan- 
do á un lado la parte hipotética que tiende á establecer como 
verdad probable la sustitucion de una enfermedad por. otra, 

opinion que no merece cuestionarse, porque de hacerlo caeria- 
mos en un circulo vicioso, atendiendo á la ausencia de datos ir- 
recusables para afirmar ó negar, parécenos que miéntras no se 
comprobara siquiera que las personas que padecen la viruela 
eran refractarias á latuberculizacion 6 á la inflamacion específica 
de las glándulas de Payer, no debiera siquiera ser objeto de con- 
sideracion una hipótesis que no tiene mas fundamento que una 
presuncion gratuita que nada parece demostrar. Y en efecto, los 
hechos dicen cada dia que no existe tal incompatibilidad entre 
esas enfermedades diversas. A pesar de todo, estas doctrinas 
erradas tienen sus apóstoles que quisieran verlas triunfar, y 
que no dudan sostener sus opiniones públicamente é inculcar 
en la generalidad la idea absurda de la ¿innecesidad de la va- 
cuna. 

Por absurda que sea una opinion puede obtar á los honores 
de la discusion; pero á la discusion vientífica en el seno de las 


Academias, y cuando mas á la de los libros clásicos destinados 
P. 1y—21 


162 


al efecto. Divulgarla equivale á cavar un abismo en el cual pue- 
den caer muchas víctimas inocentes. ¿Cómo puede un profesor 
aceptar la responsabilidad que sobre él recae, desde el momen- 
to en que aleja una familia de la práctica sancionada por la cien- 
cia y la deja abandonada en medio de una epidemia, pretextan- 
do que si es atacada por la viruela, esta horrible enfermedad pue- 
de salvarla de otras enfermedades ménos horribles, pero horri- 
bles todavía? 

El médico á nuestro entender no es mas que un intérprete 
fiel de la ciencia adquirida; y cuando un cliente le pide un con- 
sejo, no debe darle otro siño el que Ja ciencia ha establecido y 
declarado útil. Otro sistema de conducta seria absurdo y pre- 
tencioso, y como en él pudiera ir envuelta la desgracia de uno 
6 muchos individuos, es nuestra creencia que la divulgacion de 
toda doctrina que tienda francamente á establecer que la va- 
cuna es perjudicial por cualquier motivo no justificado para un 
caso dado, sobre todo si estamos en la actualidad atravesando 
por los temores de una epidemia, es un ejemplo grave de res- 
ponsabilidad en el ejercicio de la profesion, que debiera con- 
denarse por los tribunales civiles. Ningun profesor está auto- 
rizado para negar la ciencia adquirida, sustituyendo á esta un 
puro capricho insostenible ante los hechos, contra los intereses 
generales de la sociedad, á quien le importa preservar sus miem- 
bros de una epidemia desoladora. El médico que tal proceda sa- 
crífica al efímero deseo de ver triunfar sus opiniones la vi- 
da de infinitos séres, y este es un caso previsto por las le- 
yes con el nombre de ¿mprudencia temeraria, y que tiene sus 
penas señaladas segun las circunstancias que puedan atenuar ó 
agravar esta clase de delitos. Vengan esos profesores á depurar 
sus ideas en el crisol de la experiencia y no quieran pretensio- 
samente sepultar en el olvido las que tantos hombres han re- 
petido setenta años seguidos para fijar de una vez los pun- 
tos controvertibles que haya podido ofrecer el estudio de la va: 
cuna; y sisus trabajos y demostraciones ulteriores trajeran al. 
gun dia la luz suficiente para eclipsar la que han irradiado sus 
antecesores, y la que hoy mismo emerge de la ciencia práctica 
y teórica, —calga en buen hora el monumento levantado, y déje- 
se probado hasta la evidencia que es mas útil á la humanidad ser 


163 


despedazada por la viruela que conservada por la vacuna; y en- 
tónces, y solo entónces divulguen la nueva doctrina por el mun- 
do; pero miéntras esto no pueda suceder sean hombres de la 
ciencia y no le vuelvan las espaldas comprometiendo tantos y 
tan caros intereses. 

Habana, 24 de Mayo de 1866. 


Ruvista: — NUEVOS CASOS DE OVARIOTOMÍA. — FisTULAS TIRO- 
HIOIDEAS.—T'REPANACION DET CRÁNEO CON BUEN EXITO, ETC. 


I. En nuestra última comunicacion publicamos algunas ob- 
servaciones de ovariotomía (1). Despues se han hecho otras mu- 
chas operaciones de este género en Paris, y sin entrar hoy en por- 
menores circunstanciados acerca de ellas, debemos dar á conocer 
sus resultados. El Sr. Nélaton operó el 15 de Febrero á unajoó- 
ven que tenia un quiste enorme, de líquido viscoso, y multilo- 
cular. El quiste fué presentado en la Clínica, y la enferma cu- 
ró sin que hubiera ocurrido ningun accidente. Mr. Gosselin ope- 
ró en “La Piedad” á una enferma que siguió despues perfecta- 
mente. Mr. Giraldés, cirujano del hospital de niños, operó una 
muchacha de quince años, que ofrecia un quiste fetal del ova- 
rio; pero la operacion fué seguida de una peritonitis que hizo 
morir á la enferma al tercer dia de operada. Agreguemos que 
en el mismo mes de Febrero se operaron en Béziers dos enfer- 
mas con el mejor éxito, y que Mr. Nélaton recibió una carta 
de un práctico de provincia, anunciándole cuatro operaciones 
de ovariotomía y cuatro curaciones, habiendo visto Mr. Néla- 
ton á tres de las operadas. Por otra parte, Mr. Kceberlé de Es- 
trasburgo, que ha conseguido ya muy buenos resultados, ha 
operado á una enferma, viéndose obligado á separar no sola- 
mente el quiste sino la matriz; la enferma murió y Mr. Kceber- 
lé lo atribuye á una estrangulacion intestinal que se hubiera 
producido despues de la operacion; pero esta interpretacion no 


(1) Véase Anales, t. IV, pág. 123. 


164 


nos parece que deba ser admitida, y creemos francamente que 
este caso puede contarse en el número de las peritonitis consecu- 
tivas y mortales. Mr. Koeberlé siente vivamente no haber prac- 
ticado la puncion del intestino, que nos parece no gozar de nin- 
guna eficacia real: esta puncion no puede remediar nada; en 
primer lugar, los gases se reproducen inmediatamente; y en se- 
gundo lugar, 4 menudo aun cuando se haya verificado la ope- 
racion con las mas grandes precauciones, hay derrames de ma- 
terias líquidas en el peritoneo. Este derrame se produjo una vez 
en un caso en que practiqué la puncion á la vista de Mr. Né- 
laton; y lo mismo le resultó al Dr. D. J. Zayas despues de una 
operacion hecha segun todas las reglas del arte; practicada la 
puncion por el Dr. Zayas, hizo el Sr. Landeta la enterotomía 
y el enfermo sucumbió. 

El Dr. Maisonneuve, que es sin duda un diestro cirujano, es- 
pera todavía un buen resultado de quince operaciones de ova- 
riotomía que ha practicado desde hace 2 ó 3 años; y ese es el 
motivo por el cual ha buscado otro medio curativo, é introdu- 
ce ahora en los quistes del ovario flechas cáusticas de pasta de 
Canquoin. ¿Cuál será el porvenir de la cauterizacion aplicada 
al tratamiento de los quistes del ovario? Con Mr. Maisonneuve 
hemos visto en la sala del Hótel-Dieu á una enferma que ha si- 
do tratada de esa manera: la herida se ha cicatrizado y el tu- 
mor quístico es apénas accesible á la palpacion: es casi un buen 
éxito. 

Dos meses despues de aquel á que antes nos hemos referido, 
podia verse todavía que la estadística general era bastante sa- 
tisfactoria. Mr. Nélaton obtenia algunos buenos, pero tambien 
algunos malos resultados, siendo muy curioso de notar que la 
muerte sobreviene lo mismo en casos de operacion corta y muy 
fácil, que cuando esta es larga y complicada. El Dr. Gosselin 
practicó el 10 de Abril dicha operacion con motivo de un tumor 
voluminoso y que parecia sólido en gran número de puntos: la 
ovarlotomía no presentó grandes dificultades, solamente que 
fué necesario hacer una incision mayor que de costumbre. El 
tumor salió á pedazos; el peritoneo fué esponjeado con mucho 
cuidado y el clamp apretado sobre el pedículo: una sutura en- 
clavijada reunió los dos labios de la herida. La enferma fué ata- 


165 


<ada varias veces de síncopes despues de la operacion y fué im- 
posible alimentarla; á la mañana siguiente se puso fria como 
una enferma invadida del cólera; el pulso era muy pequeño y 
muy frecuente; el vientre, aunque muy poco abultado, estaba 
muy doloroso: dicho estado ha persistido durante algunas ho- 
ras, y la enferma acabó por morir. En la autopsia se encontró 
una viva inyeccion del peritoneo y un poco de derrame sero- 
purulento en la pelvis menor. Debemos decir para completar 
la observacion, que los productos contenidos en los quistes fué- 
ron reconocidos por cancerosos despues de la operacion, y que 
en la autopsia se han visto ganglios cancerosos delante de la 
columna vertebral. 

Todos los cirujanos de Paris son de parecer que en los casos 
de cáncer del ovario no debe practicarse la operacion; pero es 
en extremo difícil reconocer, ántes de la operacion, un cáncer 
del ovario. Muchos enfermos presentan tumores quísticos en- 
cerrando productos sólidos, materias grasas ó de otra natura- 
leza, que dan al tacto la misma sensacion que los tumores can- 
cerosos, y que bajo el punto de vista de la estructura íntima, 
son de una composicion muy diferente. 

En el mismo mes de Abril se practicó tambien la ovarioto- 
mía en Estrasburgo y en Tolosa, pero sin buen éxito, arrepin- 
tiéndose tal vez los cirujanos de haberla efectuado, pues en los 
dos casos los quistes eran uniloculares, y las enfermas hubie- 
ran podido ser tratadas simplemente por la puncion y la inyec- 
cion iodada. Mr. Kceberlé ha obtenido sin duda en aquella gran 
operacion muy bellos resultados, y ha llegado á sostener que la 
puncion de un quiste del ovario es tan grave como su extirpa- 
cion; lo que nadie podrá admitir, y lo que desgraciadamente 
han venido á desmentir los hechos. En la operacion practicada 
en Tolosa el líquido del quiste era rojizo, espeso, color de cho- 
colate. Seguramente no son esas buenas condiciones para la 
puncion; pero la inyeccion lodada cuenta con algunas curacio- 
nes, despues de locionar bien el quiste; y segun Mr. Nélaton, 
en el caso tan desgraciadamente operado en Tolosa el cirujano 
debió de preferir á la ovariotomía las inyecciones iodadas. 

Se ve pues que la gran cuestion del tratamiento quirúrgico 
de los quistes del ovario dista mucho de estar completamente 


166 


resuelta; y sobre todo de estarlo de la misma manera por to- 
dos los cirujanos. Es una cuestion de tal naturaleza que apa- 
siona la opinion, y la verdad se deja descubrir con lentitud: el 
mejor camino es no perder ninguna coyuntura para ilustrar el 
asunto, teniendo en cuenta todo lo aj la observacion nos va- 
ya Earle 

Terminarémos por hoy refiriéndonos á la operacion de ova- 
riotomía que, en los primeros dias del mes de Mayo, practicó 
Mr. Nélaton ayudado de su suplente el Dr. Houel y del Dr. 
Zayas. La enferma era jóven y sin ningun otro padecimiento: 
hacia un año que llevaba un quiste multilocular del ovario; el 
tumor aumentaba de volúmen, pero la salud general se man- 
tenia buena. No hubo signos de peritonitis, y la enferma se ha- 
llaba en las mejores condiciones. Verificóse la operacion en una 
casa de salud situada en la capital, y con buen éxito. Fué difi- 
eultosa, porque habia adherencias que costó gran trabajo divi: 
dir sin dar lugar á mucha pérdida de sangre. El quiste fué pun: 
cionado, extraido, y el clamp puesto sobre el pedículo. Una su- 
tura comprendiendo el peritoneo fué aplicada con la mayor pre- 
cision, y de este modo se cerró perfectamente la herida. “Todo 
continuó bien, y este es un triunfo mas que agregar á las ob- 
servaciones hoy bastante numerosas en Francia y en Inglaterra 
para que de algun tiempo acá ya no se las cuente. 

II. Las dos siguientes observaciones están tomadas en la 
Clínica de Mr. Nélaton: trátase de dos fístulas tiro-hioideas, que 
habiendo resistido una de ellas á todos los tratamientos por in- 
yecciones y cauterizaciones, logró sanarlas Mr. Nélaton median- 
te la extirpacion del trayecto fistuloso. 

Obs.—Enrique F---- vecino de Gros Caillou, de doce años, 
es un muchacho bien constituido, que no tuvo nunca otra enfer- 
medad capaz de explicar su actual padecimiento. Hace tres años 
que sus padres echaron de ver un pequeño tumor debajo de la 
mandíbula, exactamente situado en la línea media entre el car- 
tílago tiroides y el hueso hioides,-—el cual se desarrolló lenta- 
mente, aumentando poco á poco hasta tomar el volúmen de un 
huevo de paloma. Consultado entónces un médico de provincia, 
practicó una puncion del tumor y la incision dió salida á un 
liquido blanco, albuminoso, hebroso. El médico quiso can- 


167 


terizar el interior del quiste, pero los gritos del niño y sus mo- 
vimientos. se lo impidieron; quedándole á éste desde esa época 
una abertura fistulosa por donde sale un poco de líquido espeso, 
que se concreta á manera de postillas sobre los bordes de la 
abertura. 

Despues que se abrió el quiste no se ha hecho ninguna cau- 
terizacion, ninguna inyeccion de líquido irritante; y en la actua- 
lidad he aquí lo que se observa: entre el cartílago tiroides y el 
hueso hioides, por delante de la membrana tiro-hioidea, exacta- 
mente en la línea media, existe un pequeño orificio de bordes 
gruesos, callosos, que no deja penetrar sino un delgado estile- 
te. Por la palpacion se viene en conocimiento de que dicho ori- 
ficio se continúa con un tejido indurado, resistente, que se pler- 
de en lo profundo de la region. Introducido un estilete por el 
orificio, penetra %centímetros de profundidad y se detiene cual. 
quiera que sea la direccion que se le imprima. No hay por otra 
parte dolor ni incomodidad; el único inconveniente en la defor- 
midad y el pequeño flujo que se produce incesantemente por 
el orificio fistuloso. 

El 16 de Febrero de 1866, cloroformado el niño circunscribe 
Mr. Nélaton el orificio por medio de dos pequeñas incisiones 
formando un óvalo en el cual está comprendido el tumor: di- 
seca despues con cuidado todo el trayecto fistuloso como para 
separarlo en totalidad con los tejidos adyacentes. Durante es- 
ta diseccion fué abierta una vena, dando lugar á un derrame de 
sangre bastante considerable: los bordes de la pequeña herida 
fuéron reunidos con una tirita de diaquilon. Despues de la ope- 
ración no ha sobrevenido ningun accidente: la supuracion, al 
principio abundante, disminuyó poco á poco. El 23 de Febrero 
se hallaba la herida en el estado mas satisfactorio; su fondo, ya 
muy próximo á la superficie, estaba cubierto de mamelones car- 
nosos, y sin duda la curacion sería completa al cabo de algu- 
nos dias, ' 

Al examinar la fístula, despues de haber hendido su parte 
superior, se comprueba que su mitad anterior está formada de 
un tejido cicatricial blanquecino en su superficie lisa: la mitad 
posterior se halla constituida por una dilatacion que forma un 
verdadero fondo de saco. La superficie está tapizada por una 


168 


membrana con todo el aspecto de una mucosa, y recordando 
bastante bien la mucosa de la vexícula biliar por su coloracion 
y por los pliegues que en ellase observan. Esta superficie está 
como coarrugada; en ella se ven pliegues que dan lugar á surcos 
y á anfractuosidades numerosas. La pared del trayecto fistulo- 
so tiene medio milímetro de grueso, es resistente, elástica y só- 
lida. Su cara interna la cubre una mucosidad amarillenta y gra- 
nulosa. Rascando con la punta de un escalpelo la superficie del 
fondo del quiste y llevando al microscopio las partes despren- 
didas, se observa como elemento fundamental células prismá.- 
ticas de cilios vibrátiles. Estas células son muy prolongadas; su 
cola es muy larga y muy adelgazada. Por su superficie libre 
se terminan en un engrosamiento opaco que soporta cilios vi- 
brátiles. Debajo se ven algunas células alargadas, fusiformes, 
pero sin cilios vibrátiles. En su interior se distingue un conte- 
nido muy granuloso, y cerca de la cola un grueso núcleo con su 
nucleito. Entre estas células existen algunas granulaciones gra- 
sientas y hasta células de grasa. La pared que lleva esta capa 
epitelial está formada principalmente de tejido elástico y de 
manojos de tejido conjuntivo, sin que se encuentre ninguna 
glándula. , Í 

Obs.—Y-_--. empleado del paradero de Orleans, es un jóven 
que tenia en la region infra-hioidea una fístula semejante ú la 
anterior. Mr. Gosselin la habia dividido y cauterizado, y lo mis- 
mo habia hecho Bauchet. Atormentado por una afeccion que 
databa de mucho tiempo y contra la cual se habian ensayado 
en vano diversos tratamientos, reclamó el enfermo la asisten- 
cia de Mr. Nélaton, quien practicó la extirpacion completa de 
todo el trayecto fistuloso, El flujo persistió durante algun tiem- 
po, despues del cual el éxito fué definitivo. Hace ya tres años 
que la curacion se ha sostenido, como lo hemos podido compro- 
bar recientemente. 

Las dos observaciones que preceden se refieren á una enfer- 
medad muy rara, bien estudiada bajo el punto de vista de los 
síntomas por Boyer. Mr. Robin ha descubierto en los trayec- 
tos fistulosos el epitelio vibrátil. Difícil es darse cuenta de este 
producto patológico; pero lo que mas nos interesa es que se han 
curado con el tratamiento empleado por el profesor Nélaton. 


169 


IL. Zrepanacion del cráneo practicada con feliz éxito en un 
caso de fractura con hundimiento.—Santiago D_-.., de cator- 
ce años, fumista, entró el 15 de Setiembre del pasado año de 
66 en la sala de San Cristóbal, número 11, del hospital S. An- 
tonio. El enfermo recibió en la cabeza una tabla que cayó de 
“un tercer piso en el momento de su entrada, y se encuentra en 
la resolucion mas completa. Al través de una herida dal cuero 
cabelludo, situada en la region fronto-cerebral, se ve salir un 
poco de materia cerebral del tamaño de una avellana pequeña, 
perfectamente reconocible, y formada de las sustancias blanca y 
gris. Introducido el dedo en la herida, penetró á una profundi- 
dad de cerca de 2 centímetros, sintiéndose el cerebro al descu- 
bierto. Hay ademas una fractura de la extremidad inferior del 
radio, con una dislocacion que parece tener su asiento en la arti- 
eulacion del puño y que se reduce espontáneamente miéntras se 
la examina. 

El 16, en la visita de Mr. Broca, el coma se ha disipado al- 
go; el enfermo oye y responde, aunque con dificultad y lenti- 
tud. La mitad derecha del cuerpo está completamente paraliza- 
da del movimiento y de la sensibilidad. Existe contraccion en 
la mitad izquierda de la cara y algunos movimientos convulsi- 
vos en esta parte del cuerpo; el niño lleva sin cesar la mano iz- 
quierda á la cabeza. Vejiga con hielo permanente sobre es- 
ta. Los dias siguientes no hay ningun síntoma de inflamacion- 
cerebral. La hemiplegia derecha se disipa poco á poco y con- 
cluye por desaparecer casi del todo. Pero el 26 de Setiembre, 
al mismo tiempo que se formaba un absceso debajo de la he- 
rida que se habia cerrado, la parálisis reaparece, limitada al mo- 
vimiento y acompañada de hiperestesia en toda esta mitad del 
cuerpo. La contractura del lado izquierdo de la cara persiste 
desde que ocurrió el accidente, sin cambio alguno. 

Despues de abierto el absceso, los movimientos vuelven un 
poco en el brazo y la pierna, pero este lado permanece mucho 
mas débil que el otro; y 4 mediados de Octubre, ensayando las 
fuerzas del enfermito por el dinamómetro, compruébase que, 
miéntras hace 15 quilógramos con la mano izquierda, con mu: 
cha dificultad lega á hacer 3 con la mano derecha. —En presen- 


cia de esta hemiplegia persistente, sin ninguna mejoría, el Sr. 
T. IY—22 


170 


Broca propone entónces la cuestion del trépano, para quitar los 
fragmentos 0seos que, por la accion que ejercen en el cerebro, son 
muy probablemente la causa de dicha parálisis. El 20 de Octubre, 
el enfermo es de repente atacado de un dolor enla pierna izquier- 
da, bastante violento. para arrancarle un grito agudo, y acom- 
pañado de algunos movimientos convulsivos del miembro. El 
ataque fué de corta duracion y no se repitió hasta el 29 del 
mismo mes, en cuyo dia presentó el niño á las 2 y álas 8 de la 
mañana verdaderos ataques de epilepsia con grito inicial, con- 
vulsiones clónicas, espuma en la boca, pérdida de conocimiento: 
y llanto al recobrarlo. El 30 de Octubre nuevo ataque en el dia, 
habiendo durado casi 20 minutos. Las dos piernas son ataca- 
das de convulsiones, empezando por la derecha. El enfermo 
ha tenido ademas tres hemorragias nasales. Decídese la ope- 
racion del trépano para el dia siguiente. El'31 no hay otro 
ataque. 

Anestesiado el enfermo por el cloroformo, una incision cru- 
cial descubre el foco de la fractura. La sustancia cerebral for- 
ma una hernia del tamaño de una gran avellana: se halla ente- 
ramente descubierta; la dura-madre ha desaparecido á ese nivel 
y se detiene en la base del encefalocele. Sobre el borde de la 
herida mas próximo á la línea media, se siente mas bien que se 
ve, al través de una depresion del periostio, un fragmento de 
hueso que penetra bajo la bóveda craneal, y del queno es po- 
sible tocar sino una porcion muy pequeña; fragmento que se ha 
deslizado entre el hueso y la dura-madre, que ha desprendido, 
fijándose así de una manera sólida. Mr. Broca aplica entónces 
sobre esta parte de la bóveda ósea una corona de trépano, cu- 
yos dos tercios solamente comprenden el hueso-sano, y pone al 
descubierto una esquirla muy ancha que le cuesta gran trabajo 
el quitarla con el elevador. Esta esquirla tiene cerca de 3 cen- 
tímetros de largo para 1 centímetro y ¿ de ancho. Por debajo 
se siente una depresion muy evidente del cerebro. Despues de 
la operacion el inuchacho tiene todo su conocimiento, y respon- 
de con la mayor precision á las preguntas que se le hacen; pe- 
ro la contractura de la mitad izquierda de la cara, que habia 
desaparecido casi por completo, y ya no se_traducia sino por li- 
geros movimientos convulsivos, repitiéndose con raros interva- 


171 


los, reaparece de un modo permanente y tan intensa como los 
primeros dias. : 

Se cura la herida con hilas mojadas en agua fresca y fijadas 
con algunas vueltas de venda por encima; agua helada en per- 
manencia, Por la tarde el estado general es bueno, la inteligen- 
cia muy clara: —apetito. El 1. 2 de Noviembre por la noche nue- 
vo ataque epiléptico que duró 8 minutos. El estado general es 
excelente, apénas hay fiebre: apetito. El 3, ganglios dolorosos 
debajo de la oreja derecha: no hay mas ataques; el pulso está 
lleno y un poco acelerado; ningun síntoma del lado del cerebro. 
El 3, abultamiento doloroso del cuero cabelludo, del cuello y 
de los ganglios cervicales de ámbos lados. No hay síntomas ge- 
nerales, ni escalofríos, ni vómitos. Poca fiebre. Seis sanguijue- 
las detras de cada oreja. El 5, la erisipela ha desaparecido casi 
por completo; solo queda un ligero infarto ganglion:r y un po- 
co de dolor en la region parietal derecha; pero la herida segre- 
ga un pus seroso amarillo de ocre que exhala un olor fétido, 

El dia 7, haciendo progresos notables la herida de la sustan- 
cia cerebral, se decide Mr. Broca á ejercer una compresion bas- 
tante enérgica que no provoca ningun accidente; y bajo su in- 
fiuencia disminuye la hernia poco á poco y acaba por desapare- 
cer del todo. El 23 el enfermo anda, arrastrando la pierna dere- 
cha; la fuerza ha vuelto en el miembro superior, y al dinanóme- 
tro el niño hace 18 quilógramos con la mano derecha y 13 so- 
lamente con la izquierda. El 29 reaparicion de una erisipela que 
se declara por un escalofrío, fiebre intensa y una tumefaccion do- 
lorosa, en los ganglios parotideos del lado derecho y de todo el 
cuero cabelludo. La víspera se habia cauterizado, como otras 
ocasiones, con el nitrato de plata los botones carnosos. El 30 
de Noviembre, alguna ménos fiebre; los mismos dolores en la 
cabeza; ganglios infartados de ámbos lados. Seis sanguijuelas 
detras de cada oreja. 

La erisipela dasaparece al cabo de dos dias; y desde entón- 
ces la cicatrizacion ha marchado con gran rapidez. Hoy, 15 de 
Diciembre, el niño puede ser considerado como enteramente cu- 
rado. La herida está casi enteramente cerrada; el lado derecho ha 
recuperado todo su fuerza. La pierna derecha es tan sólida co- 
mo la izquierda. Solamente la depresion que existe «1 nivel de 


172 
la herida y los latidos del cerebro que levantan la cicatriz des- . 
cubren á la vista la operacion que ha experimentado el niño y 
la gran pérdida de sustancia Ósea que ha sufrido. 

IV. En el mes de Mayo del presente año ha perdido la ciru- 
gía dos hombres célebres: el S». Jobert de Lamballe, catedráti- 
co de Clínicaquirúrgica en la facultad de medicina de Paris, y el 
Dr. Follin, profesor agregado y cirujano de los hospitales.—El 
Sr. Follin es conocido particularmente por su Tratado de Patolo- 
gía quirúrgica, obra aun no concluida, que en estos últimos años 
ha alcanzado cierto éxito, teniendo la ventaja de dar á conocer 
en Francia algunas teorías muy conocidas en Alemania, pero 
generalmente ignoradas entre nosotros: es un tratado mas bien 
teórico que práctico, en el cual ocupan una gran parte la eru- 
dicion y la bibliografía, miéntras se observa que está muy des- 
cuidada la parte clínica y práctica, la única que sea verdadera 
mente quirúrgica y útil. El Sr. Follin se habia dedicado por mu- 
chotiempo á la oftalmología, y debe agradecérsele que haya pro- 
pagado entre los cirujanos el uso del oftalmoscopio, habiendo 
dado respecto á los trastornos de la refraccion y de la acomo- 
dacion una serie de lecciones que en Paris obtuviéron el mejor 
éxito, y que realmente han influido en los progresos que este 
ramo de la cirugía ha efectuado en los últimos años.— Mr. Jobert 
de Lamballe fué un hombre célebre en otro sentido. Nacido á 
fines del pasado siglo de una familia excesivamente pobre, ha- 
bia llegado en parte por su trabajo y sus obras, y en parte por 
una política hábilmente conducida, á conquistar en un tiempo 
la primera posicion quirúrgica de Francia poco mas ó ménos. 
Unido con los lazos de la amistad al emperador Napoleon II, 
habia visto abrirse ante él las puertas de la Facultad y del Ins- 
- tituto; pero sobre-excitada su inteligencia con sus múltiples 
ocupaciones, no tardó en alterarse, manifestándose en él los sig- 
nos de la parálisis general progresiva, que lo llevaron á una ca- 
sa de locos; y permaneció en semejante estado cerca de un año, 
sin que un solo instante se concibiera la idea de verle retornar 
á la salud. Jobert ha escrito una buena obra sobre las enfer- 
medades quirúrgicas del conducto intestinal, se ha ocupado con 
acierto de la anatomía patológica de las hemorroides, y fué el 
primero en demostrar con el escalpelo en la mano que los tu- 


173 


mores hemorroidales eran siempre producidos por várices de 
las venas rectales, debiendo por lo tanto ser separados en el es- 
tudio de los tumores erectiles con que habia cierta tendencia á 
confundirlos, Pero lo que mas ha contribuido á la gloria de Mr. 
Jobert, son sus trabajos relativos á las fístulas véxico-vaginales, 
enfermedad que ántes de él era reputada como incurable: pen- 
sando que en esas como en otras fístulas un avivamiento me- 
tódico unido á una buena sutura podrian llegará obliterarlas, 
tentó ese avivamiento y esas suturas y consiguió un feliz re- 
sultado en gran número de casos: enseñaba que siempre que 
los labios de la herida se hallasen tensos, era preciso hacer in- 
cisiones llamadas /2bcratrices, y cuyo objeto era hacer que des- 
apareciese dicha: tension. El tratamiento de las fístulas véxico- 
vaginales ha hecho despues de Jobert muy grandes adelantos 
y sus incisiones liberatrices han sido reconocidas las mas veces 
como inútiles por Marion Sims; pero puede decirse que, sin los 
trabajos de Jobert, tal vez no se hubiera ocupado nadie de una 
operacion que constituye por sí misma un verdadero título al 
reconocimiento de las enfermas. 

Algunos cirujanos se disputaron en Paris la herencia de Mr. 
Jobert en el Instituto, figurando principalmente Mrs. Nélaton 
y Julio Guérin. Mr. Guérin es célebre por sus trabajos relati- 
vos á las secciones subcutáneas, y ademas es el redactor de la 
Gaceta Médica, periódico muy generalmente estimado.—Mr. 
Nélaton, tan conocido por sus buenas lecciones clínicas, tan fe- 
liz en la práctica de las mas grandes operaciones, se atrajo la 
atencion del público por los servicios que prestó, algunos ha, al 
general Garibaldi, y mas recientemente á varios miembros de 
la familia imperial: tan práctico como sabio, de antemano les 
pareció á todos que seria el candidato afortunado, y así suce- 
dió en efecto, habiendo sido electo miembro de la Academia 
de Ciencias, cuyo nombramiento fué acogido con la mayor 
alegría por todos los cirujanos de la capital y sin duda pro- 
ducirá la misma impresion en el extrangero. El Dr. Zayas, de- 
seando que con este motivo se felicitase en una reunion de ami- 
gos al profesor Nélaton, invitó á una comida con el célebre 
profesor á Mr. Pajot, el hábil y elocuente catedrático de partos, 
al Dr. Houel, al Dr. Péan, conocido en Paris porsus bellos triun- 


ÓN 
fosenla ovariotomía, al Sr. Benjamin Anger, cirujano delos hos- 
pitales, y á cierto número de los representantes mas distingui- 
dos de las especialidades. Mr. Nélaton aceptó con gusto la in- 
vitacion que se le hizo, y contestando un toast del Sr. Pajot, 
dijo que su ambicion debia hallarse satisfecha, mas por las apre- 
ciaciones lisongeras de los asistentes que por los honores con 
que le colmaban sus compatricios y por los puestos que se le 
ofrecian. Sin duda que las circunstancias de esta reunion per- 
manecerán por mucho tiempo presentes en la memoria de to- 
das las personas que á ella concurrieron. 

Despues de las pérdidas arriba indicadas, noménos impor- 
tante ha sido la que acaba de sufrir la especialidad de las vías 
urinarias enla persona de 2”. Cíviale, uno de los inventores de 
la litotricia, cirujano del hospital Necker, muerto á la edad de 
75 años. Mr. Civiale es uno de los hombres que han alcanzado 
la mas alta reputacion y tambien la mayor fortuna; puesto que 
llegado á Paris en 1816 sin ninguna riqueza, poseía de cinco á 
seis millones de francos: es voz pública que no tendrá suceso- 
res en los hospitales y que la clínica especial consagrada á los 
calculosos será al fin suprimida (1). 

V. Entre las discusiones suscitadas en las sociedades sábias 
de Paris, las de la Sociedad de Cirugía son las únicas que me- 
rezcan ocuparnos. Dos cuestiones han estado á la órden del dia, 
la de la operacion del trépano en los casos de lesion traumáti- 
ca del cráneo y la del tratamiento de la sífilis.—Mr. Lefort, el- 
rujano de los hospitales y yerno del célebre Malgaigne, es el 
que ha dado lugar á la discusion sobre el trépano con un tra. 
bajo hecho en vista de documentos recogidos en Inglaterra. 
Mr. Lefort tenia la intencion de demostrar que el trépano, prac. 
_ticado en condiciones particulares, debia dar un gran número 
de curaciones; y en la discusion que sobrevino con motivo de 
su trabajo, Mrs. Legouest y Larrey han aducido numerosos do- 
cumentos de cirugía militar, segun las observaciones recogidas 
en Crimea y durante la guerra de Italia. Semejante discusion 
no ha dado nada de muy nuevo para la ciencia, y Mr. Velpeau 
ha podido decir con razon que hasta el presente nada se habia 


(1) Despues de escrita esta Correspondencia fallecieron en Francia los dos ilustres 
discípulos de Bretouneau: Trousseáu y Velpeau. 


175 


indicado que modificase el modo de ver expuesto en una tésis 
escrita, hace 30 años próximamente, por el sabio profesor. Sin 
embargo, ha quedado establecido que si Mr. Lefort habia reu- 
nido en Inglaterra un. gran número de buenos resultados, esto 
provenia de que en dicho pais se practicaba á menudo la ope- 
racion con mucha ligereza en heridos que habiendo caido sobre 
el cráneo no presentan sino pocos ó ningunos accidentes cere- 
brales.—Mr. Lefort ha creido decir algo nuevorelegando la ope- 
racion del trépano para los casos en que hay delirio y convul- 
siones; pero mucho tiempo atras se habia observado que en es- 
tos casos la operacion nunca daba buen -éxito por haber entón-. 
ces encefalitis. El trépano no es pues verdaderamente útil sino 
cuando un fragmento óseo ha penetrado bastante profundamen- 
te en la sustancia cerebral, y da lugar á síntomas como aturdi- 
mientos, dolores y parálisis localizadas. Es menester guardarse 
mucho de aplicarlo en un hundimiento de los huesos del crá- 
neo si no hay síntomas cerebrales; y un hecho interesante ob. 
servado por Alfonso Guérin ha venido á probar que el cráneo 
podia hundirse bastante en uno de sus puntos sin que el cere- 
bro pareciese sufrir. Este hábil cirujano presentó en efecto á 
la Sociedad de Cirugía, á un jóven que, al caer de un lugar ele- 
vado, habia tenido el frontal fuertemente hundido, de modo 

que con seguridad dañó al cerebro; y el cirujano que hubiera 

tratado en ese caso de sacar el fragmento hundido, habria co- 

metido una gran falta, pues el jóven enfermo se ha curado per- 
fectamente y del todo sin operacion. 

Bastante se ha hablado ya de las experiencias verificadas en 
los hospitales de Paris á fin de demostrar que la sífilis se cu- 
ra espontáneamente y que es un gran error el administrar á los 
enfermos el tratamiento mercurial (1). Armando Després, ciru- 
jano del hospital de mujeres venéreas de L'Ourcine, hace ya un 
año que ha suspendido las prescripciones mercuriales, no dan. 
do á sus enfermas sino el régimen tónico; y pretende que los 
chancros han curado tan rápidamente comoen las clínicas veci- 
nas en que los cirujanos daban mercurio.—De la discusion em- 
prendida ha resultado que los accidentes primitivos pueden en 


. 


(1) Véase Anales, t. IV, pág. 81. 


176 


verdad desaparecer muy á menudo en el mismo tiempo con ó: 
sin tratamiento específico; pero ¿quién se atreveria á decir que 
la sífilis está curada, y que uno, dos ó diez años despues, los 
enfermos tratados por este método singular no ofrecerán acci- 
dentes tanto mas graves cuanto que el vírus habrá permaneci- 
do mucho mas tiempo en la economía? Por lo demas no queda 
la menor duda de que los hechos mencionados por Després no 
han sido perfectamente observados. Mr. Lefort, que miéntras 
Després experimentaba en L'Ourcine lo efectuaba él en el hos- 
pital del Mediodía, ha venido á decirnos que los resultados ha- 
bian sido deplorables y ha invitado á los miembros de la So- 
ciedad para que fuesen á comprobar los desastrosos efectos de 
la expectacion, agregando que la humanidad le prohibia conti- 
nuar una experiencia que pagaban demasiado caro algunos en- 
fermos. Pres miembros de la Sociedad nada mas han prosegui- 
do sustentando la inutilidad del tratamiento mercurial, en tan- 
to que 38 cirujanos han protestado con violencia contra una 
práctica que es la negacion de lo que en terapéutica tenemos 
de mas cierto. Nosotros hubiéramos pasado en silencio esta dis: 
cusion, á no ser el ruido que ha armado, estudiándose tambien 
la misma cuestion en algunas sociedades médicas de provincia 
y particularmente en la de Burdeos; pero en esa capital no se 
ha encontrado mas que un jóven práctico que sostuviese la pe- 
ligrosa paradoja anunciada en Paris por Armando Despres.— 
Así pues, tanto en este asunto como tocante á la operacion del 
trépano, la opinion de la mayoría ha sido la de conservar en 
la práctica las ideas que corren en la ciencia. Y aunque Mr. Des- 
pres sostenga siempre que el mercurio es inútil y peligroso, 
despues de la viva discusion que ha tenido lugar debemos de- 
cir que hoy es el único de su opinion, absolutamente hablando, 
y que todos los prácticos le tienen á mal que emplee tanto ta- 
lento en defender una paradoja, causando un trastorno intem- 
pestivo en la parte mejor conocida y mas comprobada de la te- 
rapéutica.—BENJAMIN ANGER, Cirujano de los Hospitales de 
Paris. 


ANALES 


DE LA 


REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MENICAS, PISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA, 


REVISTA CIENTIFICA. 


OCTUBRE DE 1867. 


RrErLEXIONES SOBRE LA DISCUSION ACERCA DELA FIEBRE AMARI- 


LLA; por el Dr. D. Luis dela Calle. 
(Einaliza.— V. Anales, t. IV, pág. 137). 


En cuanto á la degeneracion fibrosa que se pretende ligar á 
la fiebre biliosa como su carácter anatómico, no se nos dice en 
que difiere de la que caracteriza la cirrosis del hígado. 

Por consiguiente las lesiones anatómicas que presentan las 
fiebres biliosa y amarilla pueden ser útiles cuando mas para es- 
tablecer un diagnóstico diferencial anatómico; pero no indicán- 
donos nada relativo á la naturaleza de estas pirexias, no pue- 
den ilustrar la cuestion que se debate. 

Por otra parte estas dos fiebres, las pirexias todas, se consi- 
deran en patología, no como afecciones localizadas en tal ó cual 
órgano, sino como estados morbosos en que los sólidos y los 
líquidos, toda la sustancia, se encuentra constantemente afec- 
tada desde el principio. La lesion primitiva tan ardientemente 
buscada, falta en ellas completamente, ó la que se descubre es 

T. 1y—28 


178 

de tan poca importancia con respecto á los desórdenes genera: 
les, que no es posible referir á ella la enfermedad. “Algunas de 
estas lesiones, —dice Mr. Monneret,—son causa de un gran nú- 
mero de síntomas; así el meteorismo y la diarrea se explican-en 
la gran fiebre tifoidea por la lesion de los folículos intestina- 
les: en la viruela, en la escarlatina, en el sarampion muchós 
síntomas deben referirse á la alteracion de la piel y de las mem- 
branas mucosas; pero cuán secundario es su papel si se le com- 
para al que hacen los trastornos de la sensibilidad, del movi- 
miento y de la sangre! El nombre de determinaciones morbosas 
impuesto por Cullen á estos efectos materiales de la enferme- 
dad, indica su grado de subordinacion: en la jerarquía de los 
fenómenos patológicos. Ademas, haciendo todas las concesio- 
nes imacinables á los localizadores, ellos mismos se ven forza- 
dos á reconocer que en un gran número de fiebres, la lesion, 
aunque evidente, no nos da ninguna idea de la naturaleza, ni de 
las causas de la enfermedad. ¿Qué nos revelan el bubon de la 
peste, las gangrenas delas fiebres carbonosas, las hemorragias de 
la fiebre amarilla y las congestiones de las fiebres palúdeas? 
Todo lo que se ha dicho con respecto á este punto ha sido dic: 
tado por teorías edificadas sobre la movible arena de las con- 
geturas. ¡Quién podrá, en efecto, dada la lesion, indicar los sín- 
tomas, señalar el sitio y la naturaleza de la alteracion orgáni- 
ca? Pónganse en presencia las lesiones materiales y los trastor- 
nos de las funciones y se verá cuan exiguo es el progreso que 
los estudios necroscópicos han comunicado á la piretología. 
Agréguese á esto que ha conducido á medicaciones deplorables 
y habrémos reducido á su justo valor las pretensiones exage- 
radas de la anatomía patológica.” 

Y la terapéutica ¿podrá hacernos conocer la naturaleza de 
las enfermedades, como pretende nn aforismo muy conocido? De 
vinguna utilidad puede sernos en el presente caso, pues que 
está todavía por conocer el tratamiento de las enfermedades 
que nos ocupan;—pero conocido que fuese el específico de am- 
bas, ¿sabemos acaso lo que son en esencia las fiebres intermi- 
tentes, porque estemos en posesion de un remedio que las cu- 
ra casi infaliblemente? ¿Qué significa para nosotros, que trata: 
mos de descubrir la naturaleza de la enfermedad sifilítica, el 


179 


éxito maravilloso de la medicacion mercurial? ¿Qué la preser- 
vacion de la viruela por medio de la vacuna? Absolutamente 
nada. ¿Cómo obran estos remedios para aniquilar en nuestro 
cuerpo el gérmen del mal? Nadie es capaz de responder á estas 
preguntas. Sabemos hoy sobre las enfermedades citadas lo mis- 
mo que se sabia ántes del descubrimiento de la quina, del mer- 
eurio y de la vacuna: esto es, que las fiebres palúdeas, la sífilis 
y la viruela son enfermedades generales que reconocen por cau- 
sa principios morbígenos específicos, de naturaleza desconocida, 
pero cuya existencia admitimos en vista de-la constante espe- 
cificidad de sus efectos; que el primero de ellos es probable. 
mente una emanacion telúrica, miéntras que los otros son pro. 
ductos patológicos engendrados en el seno del organismo vivo 
y nada mas. No conocemos de estos estados morbosos otra co- 
sa que las condiciones en que se presentan, é ignoramos com- 
pletamente el mecanismo de su desarrollo y el de la evolucion 
de los fenómenos que los caracterizan. Cuando por medio de 
los recursos con que cuenta el arte logramos detener definitiva- 
mente la marcha, destruimos en el individuo la aptitud para 
contraer estas enfermedades, obramos á ciegas ignorando, po- 
bres empíricos, como obra la causa morbífica en nuestra eco- 
nomía, cual es la lesion primera que ha determinado en el or- 
ganismo, y por último, de que manera actúa el agente terapéu- 
tico 6 profiláctico que hemos empleado. 

Ademas, si es cierto que el tratamiento nos revela la natu- 
raleza de las enfermedades y que son idénticas las de aquellas 
que ceden á la accion del mismo medicamento, parécenos, que 
para ser consecuentes con el principio, deberá tambien serlo 
la proposicion inversa, esto es, que los estados patológicos que 
se curan con medicamentos “diferentes son distintos en esencia, 
y esto realmente dista mucho de ser cierto. La disentería se tra- 
ta con el mismo buen éxito que una enteritis simple por las 
emisiones sanguíneas locales, los evacuantes y.el opto. El reu- 
matismo articular agudo cede al mismo tratamiento que una 
artritis blenorrágica y que una artritis traumática. Para que el 
tratamiento pudiera ser juez abonado en las cuestiones de esta 
especie seria preciso que fuese siempre una consecuencia del 
conocimiento esencial de la enfermedad, cosa que no es cierta. 


180 


La terapéutica no se funda en el conocimiento de la naturale- 
za ni en el de las causas primeras de las afecciones. La obser- 
vacion y la experiencia; —hé aquí sus únicos guias. El empiris- 
mo domina completamente el arte. Y tan ciertas son nuestras 
palabras que el corto número de los medicamentos, cuya ac- 
cion terapéutica puede llamarse segura, ha sido encontrado 
gracias á la casualidad. Uno de ellos, cuya importancia es tal 
en estos climas que sin su auxilio no podríamos casi ejercer la 
medicina, es un legado hecho al arte por los salvages de la 
América. ; 

Empero, tratándose no ya de averiguar la naturaleza de una 
afeccion, sino de establecer la identidad ó diferencia entre dos 
estados patológicos, podrá suministrarnos un dato precioso, si 
nos hiciera conocer el remedio específico de ambos estados, ú á 
lo ménos el de uno de ellos. Este no nos revelaria seguramen- 
te en qué consiste, cuál es la esencia de las fiebres biliosa ó ama- 
rilla; pero sí nos haria presumir que cediendo la una á un me- 
dicamento especial, reconoceria como causa un agente tambien 
especial y distinto del que preside al desarrollo de la otra. Pe- 
ro desgraciadamente no conocemos ni el de la una, ni el de la 
otra, —sl es que estos existen; pues no puede deducirse forzo- 
samente de la existencia de una afeccion específica la de su es- 
pecífico terapéutico, Para los que creen demostrado que la fie- 
bre biliosa es una afeccion idéntica á las fiebres intermitentes 
y que se cura con el sulfato de quinina, la cuestion está deci- 
dida; pero este es un punto todavía controvertible, y miéntras 
no se resuelva esta cuestion, nos parece que nada podremos 
deducir de la terapéutica en provecho de la que ocupa en este 
momento la atencion de la Academia. 

Acerca de la etimología de las fiebres biliosa y amarilla esta- 
mos en completa oscuridad. De ambas se admite generalmente 
sin embargo, que reconocen, si no por causa, á lo ménos como 
condiciones principales de su desarrollo, una elevada tempera- 
tura unida á la accion de la humedad. La circunstancia de ob- 
servarse endémivamente en determinados lugares de los paises 
cálidos, sobre todo en cierta época del año, hace presumir que 
puedan ser efecto de emanaciones telúricas, análogas á las que 
constituyen los efluvios venerales de las fiebres palúdeas; —pe- 


181 


ro de esto, —que puede decirse de todas las enfermedades en- 
démicas de los paises cálidos insalubres, —á una teoría acom- 
pañada de todas las garantías que se exigen en la ciencia y á 
saber si estas emanaciones son de la misma ó de distinta natu- 
raleza,—hay una inmensa distancia. 

Queda, sin embargo, demostrado por las razones anterior- 
mente expuestas que la fiebre amarilla no es de la misma na- 
turaleza que la fiebre biliosa;—que no reconoce por causa 
el efluvio generador de las fiebres palúdeas. ¿Pero—prueba 
esto al mismo tiempo que no sea una enfermedad de orígen 
miasmático? No lo creemos. Y no como un esfuerzo en apoyo 
de una identidad que no hemos aceptado, sino de una analo- 
oía que creemos fundada, vamos á exponer las razones que 
legitiman nuestro modo de ver en esta interesante cuestion 
de patología. 

La fiebre amarilla presenta grandes rasgos de analogía con 
algunas de las enfermedades endémicas de los paises cálidos, 
entre las cuales se presenta como tipo la fiebre intermitente pa- 
lúdea; analogías que nos llevan á pensar que, como ella, se en- 
cuentra ligada por razon de causalidad, no á las vicisitudes at- 
mosféricas, ni á los modificadores de la higiene, sino á las cir- 
cunstancias topográficas. Creemos pues, que pertenece á ese 
orupo de afecciones que reconocen por causa ciertos principios 
morbígenos de naturaleza específica, elaborados en circunstan- 
cias especiales de terreno, los cuales tomando por vehículo el 
aire atmosférico, ese vasto océano centro de todas las emana- 
clones terrestres, se introducen en nuestra economía con el aire 
que respiramos y van á inficionar la sangre, dando lugar á en- 
fermedades que son siempre idénticas. Estos miasmas no pue- 
den demostrarse materialmente á nuestros sentidos en el esta- 
do actual de nuestros conocimientos; pero su existencia se re- 
vela por la constante identidad de sus efectos. El hecho es in- 
vontestable con respecto á las fiebres intermitentes. Las rela- 
ciones que guardan constantemente con las manifestaciones 
morbosas y su carácter de limitacion nos hacen aceptar del mis- 
mo modo los focos generadores de las demas endemias de este 
género. 

La fiebre amarilla tiene un dominio circunscrito á determi- 


182 


nadas localidades, que son las costas americanas bañadas por 
el mar de las Antillas; —y así como respecto de las fiebres pa- 
lúdeas hemos aceptado la existencia de una causa particular 
en la atmósfera de los lugares en que se padecen estas habi- 
tualmente, del mismo modo esta limitacion nos hace presumir 
que existe tambien en el aire que se respira en esas riberas in- 
fectas, un principio morboso específico que imprime á su pato- 
logía el sello que la caracteriza. La relacion entre los pantanos 
y las fiebres intermitentes está perfectamente establecida: co- 
nocemos perfectamente las condiciones topográficas en que se 
elaboran los efluvios que las determinan y se concibe que po- 
damos á voluntad aumentar su frecuencia y gravedad, 6 al con- 
trario, hacerlas desaparecer de la superficie de la tierra. Des- 
eraciadamente no podemos decir todavía cuales son las condi- 
ciones en que se produce el principio generador del vómito ne- 
gro y nada podemos hacer en el terreno de su profilaxia; pero 
no por esta razon,es ménos evidente la influencia que en él ejer- 
ce la localidad. Estos focos en que se produce el principio de 
la fiebre amarilla, tienen, así como los pantanos, su esfera de 
accion, cuya actividad, lo mismo que la de aquellos, se ejerce 
en razon inversa de la distancia. A medida que nos alejamos 
de ellos se observa que su deletérea influencia va decreciendo, 
hasta que cesa, por último, completamente. Los marinos de to- 
das las naciones, que frecuentan estos mares, saben por propia 
experiencia, que manteniéndose en el mar, léjos de las costas, 
se libertan casi siempre de las enfermedades; y que son invadi- 
dos solo cuando desembarcan ó entran en los puertos de las i9- 
las y del vecino continente. Para contraer el vómito es nece- 
sario respirar el aire de la tierra, el aire que se halla alterado. 
por las emanaciones de la costa y que constituye la atmósfe- 
ra de las fajas de tierra comprendida en el radio de la influen- 
cla marítima, mas allá de la cual cesa tambien la enfermedad 
en esa direccion. La villa de Gúines, situada al nivel del mar 
y á cuatro leguas de la costa Sur, no es teatro habitual de sus 
terribles efectos, como tampoco ninguno de los otros puntos 
del interior de la Isla. Obsérvanse solamente en los extranje- 
ros recien llegados y sobre todo, segun informes de uno de los 
prácticos mas experimentados de aquella jocalidad,—despues 


133 


de algunos dias de viento Sur. Esta es una creencia universal: 
mente aceptada por nuestros compañeros del interior á pesar 
de algunos hechos aparentemente contradictorios. Durante una 
de las administraciones pasadas un cuerpo de tropa recien lle- 
gado de la Península fué literalmente diezmado por la fiebre 
amarilla á los pocos dias de llegar á San Antonio de los Ba- 
ños, á donde fué destinado por via de aclimatacion. Otro he- 
cho de esta especie tuvo lugar, si mal no recuerdo, por aquella 
misma época en la ciudad de Puerto-Príncipe. ¿Se dirá por es- 
to, con algunos observadores superficiales, que la fiebre amari- 
lla tiene tambien su cuna en el interior del pais? Prescindiendo 
del valor negativo que tiene para nosotros el corto número de 
hechos de esta clase, que registra la experiencia, ¿se demuestra 
por ventura en estos casos, que fué San Antonio ó Puerto-Prín- 
elpe y no otro punto, en donde estos individuos absorbieron 
el gérmen de la enfermedad? ¿Cómo se explica, si la hipótesis 
que combatinios es la expresion de la verdagd, que á los natu- 
rales del pais que gozan de una inmunidad casi absoluta, nun- 
ca desmentida en aquellos que permanecen constantemente en 
el interior, pueden sin embargo ser invadidos lo mismo que los 
extranjeros, si llegan por primera vez á la Habana durante el 
reinado de la epidemia? 

El baron de Humboldt refiere en su “Ensayo político sobre 
Nueva-España” que algunos de los habitantes de la ciudad de 
Méjico, que se proponen pasar á Europa, á pesar de permane- 
cer en Jalapa hasta el momento en que el buque va á darse á 
la vela y de atravesar con la mayor rapidez la ciudad de Ve- 
racruz, son atacados de la fiebre en los primeros dias de nave- 
gacion, así como los extranjeros que se dirigen á la capital y 
que encuentran en Veracruz carruajes listos para emprender en 
seguida el viaje al interior, no se libertan tampoco de un mo- 
do seguro; algunos experimentan los primeros síntomas de la 
fiebre en Jalapa ú en las montañas de Pileta, region de los ro- 
bles y pinos, á 1800 metros sobre el nivel del mar, en donde 
la fiebre amarilla es desconocida. 

Si se recuerda, ademas, que la fiebre amarilla, lo mismo que 
muchas otras enfermedades, va precedida de un período de in- 
cubacion que puede ser á veces considerable,—¿no parece mas 


184 


lógico admitir que los individuos atacados, así en los campos 
de Cuba como en el interior de Méjico, llevaban ya en su san- 
gre el gérmen de la enfermedad que absorbieron en el litoral, 
y cuya explosion no se verificó sino al cabo de algunos dias 
en lugares mas ó menos distantes de aquellos que todas las 
probabilidades señalan como los focos en que se elabora el 
principio generador del mal? 

La progresion decreciente de la influencia deletérea que es- 
tudiamos se observa así mismo en el sentido vertical. Los lu- 
gares elevados, —aun aquellos que se encuentran en las cerca- 
nías de las costas, —se hallan fuera del alcance de la fiebre ama- 
rilla. Los habitantes de la mesa central de la república mejica- 
na que viven á 2000 metros sobre el nivel del mar, contraen 
el vómito al llegar á Veracruz, con mas frecuencia que los mis- 
mos extranjeros. Las Antillas poseen alturas que gozan de una 
inmunidad casi completa. En Antigua, isla perteneciente á In- 
elaterra, reina, lo mismo que entre nosotros, la fiebre amarilla. 
Monk's hill, sin embargo, montaña situada á corta distancia 
de la mar, se encuentra libre de ella, miéntras que la enferme- 
dad hace inmensos estragos en el puerto inmediato, el havre in- 
glés. Esta feliz prerogativa de los lugares elevados se aprove- 
cha en algunos de estos paises en beneficio de la aclimatacion. 
Guadalupe posee un vasto establecimientó, colocado en las me- 
jores condiciones higiénicas, á cinco kilómetros del litoral y á 
quinientos metros sobre el nivel del Océano, el cual favorece 
de un modo notable, segun el decir de todos los prácticos que 
lo han visitado, la profilaxia y la convalecencia de la fiebre ama: 
rilla; miéntras que esta se ceba en la guarnicion del litoral. 

La estancia del Encero á 900 metros sobre el nivel del mar 
en la costa de Veracruz, señala el límite superior á donde al. 
canza el influjo de la fiebre amarilla. 

Por consiguiente, no puede contraerse la fiebre amarilla sino 
en la atmósfera que rodea las orillas del golfo mejicano y de 
las islas que forman el archipiélago de las Antillas. Pero si ob- 
servamos que no todos los paises, que la cuentan entre sus afec: 
ciones endémicas, se hallan sometidos 4 las mismas condiciones 
atmosféricas, y que la observamos en otros cuya meteorología 
es muy diferente, nos vemos forzados á buscar en otros agen- 


185 


tes que los de la meteorología la causa que rige esta manifes- 
tacion patológica. Esta reina casi todo el año en las costas del 
golfo mejicano y de las grandes Antillas: —en las de las peque- 
ñas solo se sufre cada cinco años poco mas ó ménos y bajo la 
forma epidémica:—y es completamente desconocida en todos 
los demas puntos de los paises intertropicales colocados en las 
mismas condiciones meteorológicas. Sin embargo, si es cierto 
que no podemos explicar el desarrollo de la fiebre amarilla por 
la accion sola de los meteoros, no puede negarse, por otra par- 
te, la notable influencia que ejercen estos en la elaboracion del 
principio morboso que le da nacimiento; y este es otro ras- 
go de semejanza que tiene con las fiebres palúdeas. Aquellas 
tampoco reconocen como causa el poder de los agentes que es: 
tudia la meteorología, pero estos contribuyen poderosa aunque 
secundariamente á su desarrollo. La fiebre amarilla, aunque 
en muestro pais existe todo el año para el extranjero no acli- 
matado, no adquiere su mayor energía sino cuando se encuen- 
tran reunidas en su apogeo la temperatura, la humedad y el 
estado eléctrico. Las fiebres ¡intermitentes son mas frecuentes 
y graves en los meses del otoño, esto es, durante la total ó par- 
cial desecacion de los pantanos. 

La fiebre amarilla, á semejanza de las palúdeas y demas en- 
demias, es un estado primitivo de la sangre, una afeccion ge- 
neral cuyo carácter anatómico habitual se halla localizado en 
una de las vísceras contenidas en la cavidad del abdómen. La 
fiebre amarilla es una enfermedad, cuya alteracion sanguínea 
está física y químicamente demostrada, cuya generalizacion es- 
tá perfectamente caracterizada desde el principio y cuya alte- 
racion organopática es constante. 

La especificidad de las causas que determinan estas enferme- 
dades, —carácter que se deduce legítimamente de la constante 
especificidad de sus efectos, —contribuye á demostrar su orí- 
gen telúrico y su naturaleza infecciosa. No pudiendo, en efec- 
to, explicarnos su desarrollo por la accion sola Ó combinada 
de los modificadores higiénicos y meteóricos, que en su calidad 
de causas generales no pueden producir sino efectos tambien 
generales, tenemos forzosamente que ir á buscar en las circuns- 


tancias topográficas especiales la fuente de esos principios mor- 
TP. 1Y—24 


186 


bosos su? generés. Aunque la naturaleza de estas causas nos sea 
desconocida, podemos separarlas unas de otras como distin- 
tas, fundándonos: en la independencia de sus focos generadores, 
en la distinta época del año en que alcanzan su máximum de 
energía,en la marcha especial de las afecciones que determinan, 
en las diferentes lesiones anatómicas que habitualmente las 
acompañan, y en fin en los diferentes medios terapéuticos á que 
ceden en general. Hemos visto las diferencias que separan ba- 
jo todos estos puntos de vista las fiebres palúdeas y la amari- 
lla, que son las que mas se aproximan. 

Todos los autores admiten unánimemente que la fiebre ama- 
rilla no se propaga en el lugar de su nacimiento, de individuo 
á individuo, sino por el intermedio del aire, lo cual hace que 
todos los habitantes de la localidad se hallen colocados en las 
mismas condiciones respecto del agente morbífico. Algunos ob- 
servadores piensan sin embargo que el hombre invadido de la 
enfermedad se convierte en un foco que á su vez la trasmite, 
bien directamente, bien por el intermedio de los vestidos etc., 
propiedad que explicaria las emigraciones que ha hecho á pal- 
ses lejanos de los focos generadores. En ambas opiniones que, 
por otra parte no se hallan en oposicion, se la considera como 
infecciosa primitivamente y por tanto se acepta la existencia 
del principio miasmático, de que hemos hecho mencion, prin- 
cipio siempre idéntico; porque idéntico es siempre tambien el 
efecto especial que determina en el organismo humano, bien se 
desprenda directamente del foco en que fué elaborado, bien de 
un individuo febricitante. La creencia de que el hombre enfer- 
mo es un foco contagioso no nos parece desprovista de funda- 
mento bajo el punto de vista teórico. No seria este el único 
ejemplo que nos ofreceria la patología de una enfermedad pro- 
pagándose á la vez porinfeccion y por contagio. En la evolucion 
de la viruela se produce el vírus varioloso, principio de incon- 
testada é incontestable realidad, si bien de naturaleza desconoci: 
da, el cual engendra la misma enfermedad á que debe su orígen 
por medio de la inoculacion. Este agente se encuentra al mismo 
tiempo en la atmósfera que rodea al enfermo con las mismas pro- 
piedades que posee cuando se presenta en el humor que gene- 
ralmente lo acompaña. El individuo que respira este aire con- 


187 


taminado contrae una enfermedad ¿déntica á la que desarrolla 
la lanceta. ' 

- Vemos, pues, que la infeccion y el contagio llegan á confun- 
dirae de tal manera que es imposible trazar entre estos dos mo- 
dos de propagacion un límite bien marcado. La viruela es, por 
decirlo así, una de las afecciones que constituyen el eslabon 
central, que reune los extremos formando una sola cadena. 
- En efecto, infeccion y contagio expresan la misma idea en 
patología, esto es, el paso de. un principio morboso de un 
foco cualquiera al organismo; este es' el hecho capital; lo 
demas, que la trasmision se haga por los absorbentes de 
la piel 6 á través de la mucosa pulmonar, es secundario; 
pues en ambos casos la enfermedad desarrollada es la 
misma. 

El vírus y el iniasma forman de consiguiente tambien una 
serie continua que no podria interrumpirse sino por una divi- 
sion arbitraria. Admitir una diferencia radical entre estos agen- 
tes fundándose en la propiedad inoculable, implicaria la creen- 
cia de que todos los vírus siguen el mismo camino al invadir 
la economía, lo cual está en desacuerdo con la experiencia. Unos 
como los de la vacuna, sífilis, rabia, etc., penetran por la piel 
y las membranas mucosas previamente desnudas de su envol. 
tura epitelial:—otros por la respiracion, como los del saram- 
pion y escarlatina; y otros, como el de la viruela; pueden ser 
absorbidos por entrambas vias. Los miasmas tampoco pene- 
tran únicamente por el árbol respiratorio: —existen casos en la 
ciencia que demuestran el desarrollo de las fiebres intermiten- 
tes por la ingestion en el conducto intestinal del agua de Jos 
pantanos.—Ambos principios morbosos son de naturaleza espe- 
cífica, de los cuales no conocemos, prescindiendo, bien enten- 
dido, de los efectos específicos que nos revelan su existencia, 
sino la sustancia que les sirve de vehículo. La del uno son los 
humores del cuerpo: —la del otro el aire atmosférico. El humor 
es para el vírus lo que el aire con respecto al miasma, es la 
atmósfera del vírus. 

Las enfermedades que determinan estos agentes y que se 
agrupan bajo el nombre de específicas tienen un sello especial 
indeleble que las distingue entre todas y que las acompaña en 


188 


toda su evolucion. La periodicidad, la caquexia, el carácter per- 
nicioso, la tendencia de repetirse y su curacion por la quinina 
forman los rasgos específicos de las fiebres palúdeas. La erup- 
cion de la piel y de las membranas mucosas, el desarrollo en 
esta de un principio que puede trasmitirse por la inoculacion ó 
por el aire, y la preservacion por la vacuna, son las que especia: 
lizan la viruela. Estas enfermedades ademas del sello especial 
que las distingue tienen un fondo comun á las demas afeccio- 
nes y bajo este aspecto ofrecen analogías notables con ellas. La 
sífilis y la viruela vafacompañadas de fenómenos flegmásicos 
que las hacen asemejarse á todas las que reconocen por base 
la inflamacion; pero estos tienen una marcha propia, especial, 
que los hace refractarios á la accion de los antiflogísticos y no 
ceden sino á un tratamiento tambien especial. Este carácter, 
la especificidad, no nos revela, es verdad, la naturaleza de las 
enfermedades, —lo cual, por otra parte, no podrémos alcanzar 
nunca, —pero sí nos indica la especie á que pertenece separán- 
dola de las otras con las cuales se confunde. Del descubrimien- 
to de este carácter importante de las enfermedades partió el 
solpe que derribó para siempre los edificios sistemáticos ele- 
vados por Brown y por Broussais;—y que hace imposible la 
reconstruccion en lo sucesivo de todo sistema dicotómico. La 
especificidad es por consiguiente una cuestion capital, y como 
dice el profesor Trousseau, si no se tiene en cuenta toda su im- 
portancia, verémos la terapéutica, entregada al mayor descon- 
cierto, dirigirse con una violencia inútil á enfermedades que no 
tienen de grave mas que la apariencia, y abandonar, por el 
contrario, á un tratamiento impotente otras que bajo una for- 
ma aparentemente benigna, ocultan la mas terrible gravedad. 
La especificidad no conduce forzosamente al descubrimiento de 
un remedio específico; pero lo sostenemos, es la única via que 
conduce á una terapéutica eficaz. 

Así pues, apoyándonos en estas razones creemos haber de- 
mostrado: 1.9 que la fiebre amarilla no es de la misma natu- 
raleza que la biliosa: 2.9 que tan poco depende del efluvio 
generador de las palúdeas: y 3.2, en fin, que es una enferme- 
dad específica, distinta de todas las demas, la cual reconoce por 
causa un principio morboso, elaborado, á semejanza del efluvio 


189 


pantanoso, en circunstancias topográficas que todavía no están 
perfectamente conocidas, pero que no son por eso ménos reales: 


DiscusioN RELATIVA Á LA NATURALEZA DE LAS FIEBRES, P07 el 


Dr. D. J. Francisco Huz. 


De las actas de la Academia extractamos á continuacion al- 
gunos párrafos, por hallarse en ellos consignada la respuesta 
del Dr. Ruz al discurso del Sr. Michelena, que no ha mucho 
publicamos en los Anales (t. IV, pág. 104). Comprendemos sin 
embargo, la gran diferencia que existe entre lo que ahora va- 
mos á trascribir y lo que hubieran tenido nuestros lectores sl 
el mismo orador hubiese dado al papel sus elocuentes y medi- 
tados conceptos. 


SesioN DEL 25 DE Acosro.—El Sr. Ruz de principio á la re- 
futacion de las ideas sostenidas por el Dr. Michelena en su 
último discurso acerca de la naturaleza de las fiebres, dirigien- 
do ántes una mirada retrospectiva al orígen de la cuestion.— 
En dos de las sesiones del anterio año académico el Dr. Mi- 
chelena expuso de palabra lo que pensaba en el asunto, aunque 
despues no le fuera posible responder y destruir las objeciones 
que entónces se le presentaron; y parece extraño á la verdad 
que no lo hiciera cuando era su oportunidad, y sí con motivo 
de la Reseña de los trabajos académicos leida en la última se- 
sion solemne, pudiendo decirse ahora que no es tanto la fuerza 
de los argumentos como la publicidad que han tenido lo que 
motivó la defensa del Dr. Michelena,—en la cual siente el Sr. 
Ruz que no siempre se hayan citado sus palabras textualmente. 

En tres partes puede dividirse el contenido del discurso que 
se rebate: en la 1.% se asegura que el humorismo no es de Ga- 
leno; en la 2.% se trata de combatir el vitalismo; y en la 3. * 
se habla de la alteracion de los líquidos en las enfermedades, y - 
se termina con las palabras de Víctor Hugo haciendo presente 
que la especulacion de hoy llegará á ser la verdad de mañana, — 


190 


lo que nunca será cierto, dice el Dr. Ruz, sino en tanto que 
esa especulacion se acompañe de la observacion y de la expe- 
riencia. El Sr. Ruz no se ha declarado en abierta oposicion de 
esa idea, como lo asegura el Dr. Michelena; pero sí ha recha- 
zado el punto de vista exclusivo en que dicho Sr. se ha colo- 
cado al sustentar que todas las fiebres son efectos de modifica- 
ciones ó cambios en la composicion de la sangre; y si el Dr. 
Michelena conviene que en los tiempos pasados se dejó á esa 
eran idea sin luz ni solucion, y que hoy está comprobada por 
los hechos que ofrece la fisiología química y experimental ¿có- 
mo es que no ha logrado demostrarla? 

Es cierto que el Dr. Ruz habia dicho, que semejante opinion: 

se halla comprendida enteramente en el humorismo que formu- 
16 el vasto genio de Galeno; pero este pensamiento lo modifica no- 
-tablemente el Sr. Michelena al replicar que el humorismo no 
es de Graleno, cosa en primer lugar muy distinta, y ademas na 
die ignora que aun cuando ese sistema tenga su orígen en la 
antigúedad mas remota, Galeno fué el primero que reunió los 
principios del humorismo en un cuerpo de doctrina, ligando á 
él tan estrechamente su nombre, que estas dos expresiones Hu- 
morismo y Galenismo han llegado á emplearse como sinónimas, 
segun puede verse en la obra de De Savignac consultada por" 
el Dr. Michelena. Lo mismo ha sucedido con Broussais, con 
Brown y hasta con Newton: el sistematizador ha dado su nom- 
bre al conjunto de ideas que sin duda le precedieron, pero que 
él solamente ha sabido hacer valer. 
' El Sr. Ruz trata en seguida de evidenciar algunas contra: 
dicciones en que ha incurrido el Dr. Michelena. La primera que 
llama su atencion es, que habiendo este aseverado que la idea 
que defiende es hoy ya la deduccion de los hechos que ofrece la 
fisiología experimental y química, agregue á muy poca distan- 
cia que “la fisiología experimental, casi enteramente nueva y 
limitada á Bernard y algunos otros, principia apénas á descu- 
brir los fundamentos de las leyes generales de la Fisiología y 
de la Patología.” Si lo último es la realidad ¿de qué manera ha 
logrado el Dr. Michelena dar tan sólida base á los principios 
que proclama? O la Fisiología experimental ha adelantado 6 
nó hasta el punto en que se quiere colocarla. 


191 


Otra contradiccion salta á la vista cuando despues de lo que 
se ha dicho acerca de la Fisiología experimental, principiando 
apénas á descubrir los fundamentos que se desean, y sobre que 
“el microscopio y la química no han formalizado la aplicacion 
á la medicina sino despues de pocos años” por una parte, —se 
asegura por otra que casi estamos todavía en la infancia de la 
ciencia solo por la terquedad de la preocupacion, cuando esta 
terquedad no sería posible en presencia de la verdad de los 
hechos, sino de las congeturas que puedan formarse antes de 
tiempo en virtud de incompletas observaciones. 

Manifiesta el Sr. Michelena que curar sin saber lo que se cu- 
ra es evidentemente irracional é imposible; pero el mismo Dr. 
Michelena ¿no indica que ese es el gran desideratum de la cien- 
cia de curar, y que miéntras tanto suplirá sin duda y por fuer- 
za la observacion clínica, sin brújula, sin ley general? Nueva 
contradiccion en sentir del Sr. Ruz. El Dr. Michelena va como 
todos en busca de ese desideratum, pero como todos tambien 
cura muchas veces sin saber la naturaleza de lo que se cura, y 
sin que deba por esto condenarse su modo de proceder. 

Al expresar el Sr..Ruz en su discurso del 19 de Mayo, que 
la cuestion suscitada por el Dr. Michelena pertenecia á la par- 
be especulativa y tenebrosa de la ejencia, decia que ínterin no 
tuviésemos nuevos datos con que"resolverlas, se pierde lasti- 
- mosamente el tiempo “en discutirlas,? cuyo último término sien- 
te el Dr. Ruz verlo suprimido en el trabajo del Sr. Michelena, 
pues él no condena el estudio, sino la discusion sobre datos 
que no se poseen y sobre cosas que todavía están fuera de nues- 
tros actuales medios de investigacion; y Robin, en una de las 
citas que ha presentado el Dr. Michelena, declara que hay mas 
de una laguna que llenar, en atencion á que la química nos 
deja ignorar aun lo que son esas sustancias coagulables, su 
constitucion yy sus funciones, Y miéntras que Robin se esfuer- 
za por estudiar las modificaciones que ocurren en el plasma de 
la sangre y sus relaciones moleculares con el exterior y con el 
conjunto de los tejidos, para poder sacar de aquí deducciones 
útiles á la ciencia médica, el Dr. Michelena sigue un rumbo en- 
teramente opuesto, sentando desde luego una premisa que se 
esfuerza en demostrar con los datos de Robin. El Sr. Michele- 


192 


na sostiene que la sangre debe alterarse primitivamente en to- 
das las fiebres; pero esto no lo puede probar con nuestros ac- 
tuales medios de investigacion, ni aun valiéndose de las citas 
de Robin, porque el Dr. Michelena lo ha dicho con pura espe- 
culacion, esto es, sin observacion ni experimentos. 

Por lo que hace á la cuestion del vitalismo, suscitada con 
motivo de haber empleado el Dr. Ruz el calificativo de esen- 
ciales al ocuparse de las fiebres, y de haber expresado que la 
enfermedad no es mas que el trastorno físico, químico ó dind- 
mico del organismo, deduciéndose de aquí segun el Dr. Miche- 
lena que el Sr. Ruz es vitalista puesto que admite las enferme: 
dades dinámicas, este último replica que la palabra esencial ha 
sido usada aun por los ménos vitalistas; despues de Broussais 
marcó un verdadero progreso, indicándose con ella, no que hay 
fiebres ú otras enfermedades sin modificaciones ó trastornos en 
los órganos, sino que dichas alteraciones, ó no son constantes, 
ó no bastan á explicar las enfermedades en que se encuentran, 
siendo 4 menudo mas bien que la causa el resultado de la evo- 
lucion morbosa. En cuanto al término “dinámico” aplicado á la 
enfermedad, recuérdese que ha sido importado de la ciencia fí- 
sica, donde se estudia el movimiento, las fuerzas que lo origi- 
nan y las leyes que lo regujan: en el organismo dotado de vida 
hay que distinguir, segun lo aconseja el mismo Robin, el estado 
Zinámico del estático, existiendo una gradacion entre las diver- 
sas actividades desde las físicas y químicas hasta las vitales 
que suponen aquellas. ¡Y se acusará á Robin de vitalista, por- 
que haya dicho “cada propiedad de órden vital,” cada activi- 
dad “vital” en mil lugares de sus obras; 4 Robin que es deci- 
didamente materialista? 

Respecto á la presuncion de que el Sr. Ruz tenga alguna 
otra teoría de las fiebres, este responde que pudiera ser que no 
la tuviese por ahora; pero en todo caso su doctrina seria que 
las fiebres no se explican hoy exclusivamente ni por el solidis- 
mo, ni por el humorismo, ni por ambos sistemas reunidos: no 
hay en su concepto enfermedades que sean verdaderamente lo- 
cales, tomando la palabra enfermedad en su acepcion mas ra- 
cional; y tanto los sólidos como los líquidos son capaces de al. 
terarse primitiva y secundariamente. 


193 


En la 3.% parte de su discurso es donde el Dr. Michelena 
ha aglomerado, por decirlo así, las pruebas que favorecen su 
tésis y las cuales encuentra sobre todo en las obra de Robin 
sobre los “humores.” En realidad Robin ha venido á decir lo 
que todos sabíamos; pero la demostracion es suya, y aquí está 
el mérito de su trabajo. Mas de lo que él expone y comprueba, 
de las alteraciones de la sangre que él examina y de la signi- 
ficacion que les da.—á la tésis del Sr. Michelena, cual es que 
todas las fiebres son siempre consecuencia de esas alteracio- 
nes, —la distancia es inmensa. Al Dr. Michelena se le dijo en 
su dia que la fiebre podia ser determinada por una perturba: 
cion moral, por la accion del aire, por un trastorno en la di- 
gestion, por el paso de una algalia en la uretra, etc. En esas 
fiebres de tan corta duracion, que por sí solas se curan, la alte- 
racion humoral no se demuestra ni se induce. En la calentura 
efémera, en el simple sínoco ¿qué alteracion han encontrado An- 
_dral y Gavarret, Becquerel y Rodier? Ellos parten de la observa- 
cion, el Sr. Michelena del racionalismo, deduciendo siempre de 
un dogma ó principio preconcebido: pero la razon no puede 
nunca sustituirse á la observacion y ála experiencia. Robin 
cambia la via de la investigacion, mas no el método: el Sr. Mi- 
chelena se encierra en la deduccion pura, lo que es un raciona- 
lismo condenable. La idea del Dr Michelena se puede encon- 
trar en Sydenham, en Willis, en Bellini, etc. Para Robin esto 
es insuficiente: para el Sr. Michelena el desideratum se trasfor- 
ma en hechoreal y efectivo. Hay pues violencia en prestar á 
- Robin la opinion que sostiene el Sr. Michelena. 

SESION DEL 8 DE SrtremBrE.—El Dr. Ruz continúa la refu- 
tacion de las ideas sustentadas por el Sr. Michelena en su dis- 
curso acerca de la naturaleza de las fiebres, manifestando án- 
tes la necesidad en que se vé de repetir ahora algúnos de sus 
argumentos anteriores por repetirse el adversario en sus asertos. 

El Dr. Michelena se sorprende sin motivo de que el Sr. Ruz 
se vuelva contra la razon; pero este cargo es injusto, pues el Dr. 
Ruz hace uso de la razon apoyada en los hechos para rechazar 
cuanto en la ciencia no tenga su punto de partida en la obser- 
vacion y la experiencia: él condena por lo tanto no la razon si- 


no el uso que de ella ha hecho el Dr. Michelena, su mala apli- 
T. IY—20 


194 


cacion, siendo preferible en concepto del Sr. Ruz seguir el ca- 
mino de la razon que trazarle alabanzas, pues mejor es siempre 
observar que especular. En materia de ciencias de observacion 
no cabe emplear el criterio de Descartes, que nos lleva á dar por 
cierto aquello que muchas veces pudiera llegar á serlo, pero 
que otras, y á pesar de todas las especulaciones, será demostra- 
do falso ó erróneo; criterio propio de las ciencias especulativas, 
no de las prácticas. No hay ciencia sin teoría, pero esta tiene 
que ser la que explique mayor número de hechos cimentándo- 
se en ellos, no la que los preceda y pretenda explicarlos todos: 
así los hechos permanecerán en efecto aislados miéntras los 
principios no los reunan, pero entre el racionalismo puro y el em- 
pirismo absoluto hay una distancia inmensa. No incurre el Dr. 
Ruz en el empirismo, como dice el Sr. Michelena, pues 4 lo que 
el primero se opone es solamente á que, cuando esos principios 
y esas leyes se ocultan á nuestros medios groseros de Investi- 
gacion, nos lancemos á la creacion de teorías imaginarias y á 
concepciones prematuras, hijas del racionalismo. En casos se- 
mejantes la verdadera filosofia está, no en formular leyes que 
todavía no es posible establecer, sino en fijar las condiciones en 
que se producen los fenómenos estudiados. En todo problema 
hay sombras y luz: abandonar todo lo que está destinado á vi- 
vir siempre en las sombras? detenerse en todo aquello que, ha- 
llándose en el crepúsculo, recibe sus rayos de la faz luminosa, 
porque seguir la via inversa es cambiar el camino de la cien- 
cia y el de la verdadera filosofía. 

Si el Dr. Michelena conviene en que Hipócrates y Galeno 
anticiparon las conclusiones á las premisas ¿como lanza una teo- 
ría cuando tambien confiesa que nos hallamos por desgracia en 
la infancia de la ciencia? Aquí se vé al racionalismo y á la pu- 
ra especulacion; y él lo presintió seguramente al declarar des- 
de el principio que seria solo de su opinion, y que esos cambios 
ocurridos en lasangre, y de que en su modo de pensar son efectos 
todas lasfiebres, no son ni definidos ni demostrados por nuestros 
mediosgroseros de investigacion. Despues ha recurrido á los tra- 
bajos de Robin, ¿con qué objeto? No para probar realmente su té- 
sis, sino para demostrar que hay alteraciones en la sangre. Estas 
alteraciones no son negadas por nadie, y á ellas se refieren es- 


195 


tudios muy importantes relativos 4 la cloro-anemia, á la enfer- 
medad de Brigth, á la diátesis úrica, etc.; mas existe una gran 
diferencia entre el humorismo antiguo y el humorismo moder- 
no: aquel supone, este demuestra; y mejor conocidas hoy las 
condiciones en que se desarrollan las diversas propiedades de 
órden físico, químico y orgánico de los líquidos en la economía, 
no es posible que persista un solo instante la tendencia á crear 
hipótesis que recuerdan las del hamorismo antiguo. Mas im- 
portante que crear una teoría es sin duda alguna señalar al ob- 
“servador aquellas incógnitas imposibles de resolver; y respecto 
de las enfermedades dichas humorales, ni los sólidos n1 los lí- 
quidos pueden reclamar exclusivamente la causa primitiva del 
mal. El Hipócrates inglés, continúa el Dr. Ruz, cansado de teo- 
rizar dice que dirigió todos sus esfuerzos á esclarecer el trata- 
miento de las enfermedades, bien convencido de que esto seria 
siempre mas útil que la brillantez de los raciocinios y las pompo- 
sas sutilezas que de nada sirven al médico, 6 que tanto le sir- 
ven como la música á un arquitecto en la construccion de un 
edificio. Y Chomel, despues de exponer los principales funda- 
mentos del humorismo y del solidismo, como de los otros sis- 
temas, -—agrega que es preciso saber ienorar lo que no nos es da- 
do saber, siendo toda discusion sobre cuestiones insolubles inú- 
til y peligrosa; inútil porque no puede conducir á ningun re- 
sultado satisfactorio; y peligrosa porque arrastra siempre al er- 
ror, pareciendo los datos positivos muy poco interesantes al la- 
do delas teorías sistemáticas y de las seductoras especulaciones. 

Para demostrar la proposicion del Dr. Michelena, colocán- 
dose en su punto de vista especial, era natural preguntarse, di- 
ce el Sr. Ruz: 1.2 ¿Hay ó nó una alteracion de la sangre en 
las fiebres? 2.9 ¿4 qué se debe? Y era natural contestar en los 
límites del racionalismo que, introduciéndose por ejemplo los 
miasmas en la sangre, la fiebre seria la consecuencia de su mo- 
dificacion. Pero esto es pura especulacion, un aserto sin pruebas. 
Colocándose empero en la via marcada por las ciencias experi- 
mentales, era preciso: 1.2 demostrar la existencia en todas las 
fiebres de esos cambios ó alteraciones de la sangre, y demos- 
trarla experimentalmente, es decir, física, química y clínica- 
mente. ¿Han sido impotentes estos primeros esfuerzos? Pues 


196 


abstenerse de concluir.—Pero suponiendo demostrada esa alte- 
racion del líquido sanguíneo, el 2. 2 problema que se ofrece es 
investigar la clase de alteracion que existe, en cantidad y en 
calidad.—Mas esto no basta; se necesita ademas averiguar: 
3.2 si dicha alteracion es constante, porque si no lo fuera, si 

tuviera el carácter de accidental ó transitoria, perderia inevita- 
-_blemente el valor que se quiere concederle como causa inme- 
diata y permanente de la fiebre.—Pero esto no es todavía sufi- 
ciente; es menester demostrar: 4. % que es proporcional esa al. 
teracion, pues si no guarda ninguna relacion con la grave- 
dad ó la benignidad de los trastornos que se observan, pierde 
gran parte de su importancia y debe desconfiarse de ella.—Ade- 
mas, una vez de acuerdo con estos antecedentes convendrá pro- 
bar: 5.2 si es primitiva ó secundaria de la fiebre. 

Se dirá que con los conocimientos que poseemos es un im- 
posible lo que se pide. El Sr. Ruz conviene en ello, y aconseja 
que miéntras tanto nos abstengamos de asegurar lo que no sa- 
bemos: él duda, es decir, que no afirma ni niega; el Dr. Miche- 
lena, por el contrario, en presencia de ese imposible no se ar- 
redra y sostiene su teoría. 

Resumiendo el Sr. Ruz recuerda cuales fueron sus primeras 
palabras: él dijo que esa cuestion era una nebulosa de origen 
remoto, y en efecto la cuestion relativa á la naturaleza de las 
enfermedades remonta á los primeros tiempos: traida sín luz ni 
solucion por las oleadas del tiempo, y en efecto solo el Sr. Mi- 
chelena puede encontrársela entre nosotros: que pertenecia á la 
parte especulativa y mas tenebrosa de la ciencia, y en efecto el 
Dr. Michelena admite lo primero, defendiendo que en materia 
de verdades, de principios y de teorías la razon lo puede todo, 
y nada pueden sin ella todos los otros recursos del hombre, 
sin que á pesar de esto nos haya podido sacar alguna luz en 
medio de las tinieblas que envuelven el problema: superior d 
nuestros actuales medios de exploracion, porque como lo aseve- 
ró el mismo Dr. Michelena, el microscopio, la química y la 
fisiología experimental principian apénas á descubrir los funda- 
mentos de las leyes generales de la Fisiología y de la Patologia. 
Dijo tambien el Dr. Ruz que miéntras no tengamos nuevos 
datos con que resolver esas cuestiones, se pierde lastimoxamen- 


197 
te el tiempo en discutirlas; y en efecto, tal es lo que acontece 
faltando la luz: la discusion presupone el estudio; busquemos 
primero la luz para llegar á la investigacion de la verdad. 

El Sr. Michelena asegura que cuando se conozca que los fe- 
nómenos cerebrales, nerviosos y otros no son sino efectos de . 
un cambio en la sangre, no se tratará sino de eliminar el prin- 
cipio morbífico y de reconstituir la sangre, consecuencia muy 
lógica de sus premisas, pero que encierra una idea inexacta, 
pues la accion de los evacuantes, por ejemplo, no puede consi- 
derarse siempre como eliminadora de tales agentes, ni demos- 
trarse que lo sea. La investigacion tiene pues que ser detalla. 
da y laboriosa; la induccion y la experimentacion deben darse 
la mano constantemente, haciéndose necesario arrojar esa al- 
mohada del racionalismo en que se duerme y se sueña, forján- 
dose las mas bellas teorías en el trabajo especulativo del ga- 
binete,—para entregarse al labor incesante de hoy, y en vez de 
agotar las fuerzas tratando de vencer lo imposible, concentrar- 
las todas para avanzar mas por lo mismo que avanzando mé- 
nos el paso es mas seguro y el terreno mas firme. Ni puede de- 
cirse que esto sea prejuzgar en una cuestion apénas iniciada, 
como lo indica el Dr. Michelena, pues si es cierto que la cues- 
tion empezaba para nosotros, no era en realidad nueva para la 
ciencia, 

Al finalizar el Sr. Ruz, manifiesta que para él la cuestion se 
halla: enteramente terminada, habiendo dicho todo lo que te- 
nia que decir en el asunto, en prueba de la atencion que le me- 
recen los talentos, el saber y el carácter del Dr. Michelena. 


EXTIRPACION DE UN TUMOR HIDATÍDICO VERIFICADA POR EL DOO- 
TOR DON J. GUILLERMO DIAZ.—(BSERVACION RECOGIDA POR EL 


Dr. D. Tomas A. Plasencia. 


D. Santos Rodriguez, natural de Asturias, de 18 años, soltero, 
_ labrador en su tierra 7 bodeguero desde que está aquí, robusto 
y bien constituido, vecino de la calle del Aguila núm. 144, en- 
tró en el hospital de S. Felipe y Santiaso de esta ciudad el 29 


198 


de Marzo del presente año, ocupando la cama número 46 de: 
San Cosme de donde salió, á peticion del paciente, el dia 4 de 
Julio para ingresar en la de San Rafael, en la que obtuvo el 
número 13. Hace un año que está en Cuba, ha padecido el vó- 
mito, y no ha tenido enfermedades venéreas, ni ha sufrido con. 
tuslones. ds 

El jóven Santos desde su entrada en el hospital ha sido ob. 
jeto de repetidos reconocimientos, que verificaron ya solos, ya 
reunidos, los Doctores D. Fernando Gonzalez del Valle, D. Fe- 
derico Horstmann, D. J. Guillermo Diaz, los Ldos. Zúñiga 
y Nuñez, el que suscribe y los numerosos alumnos de Clínica. 
Ofrecia un tumor del cual me ocuparé en otro lugar y en cuyo 
diagnóstico disentimos hasta que se hizo la puncion exploradora 
que desvaneció algunas dudas ó diferencias al mismo tiempo 
que daba lugar á otras, entre las cuales debo hacer men» 
cion especial de la presuncion del Dr. Horstmann, que fué con- 
firmada enel acto de la operacion y hubiera sido el diagnóstico 
si al hacerse el exámen microscópico no sele hubiese desviado 
de la verdad. Las opiniones estaban divididas al principio en- 
tre el lipoma y el quistoma, inclinando este último la balanza 
desde que el trocar explorador hizo que se derramase un líqui- 
do trasparente. No obstante, las hidátides no se diagnosticaron 
hasta el momento de la operacion. 

Señaló el Dr. Diaz el dia 8, álas 12 del dia, para la operacion, 
ála que asistieron los Sres. Bruzon, Cottilla, numerosos alum. 
nos de Medicina, la mayor parte de los últimos años, y el que 
suscribe. 

Este individuo ofrecia un tumor, que data desde seis años, 
en el dorso, hácia el lado izquierdo de la columna vertebral, 
que se extendia desde la sexta vértebra dorsal hasta la cuarta 
lumbar, alcanzando progresivamente las dimensiones siguien: 
tes: treinta centímetros de largo, veinte de latitud y doce de 
altura; piriforme con el vértice hácia abajo, indolente é inco- 
loro; hablamos del tumor en su estado normal, esto es, cubier. 
to por el tegumento. 

A la hora citada comenzó la operacion el Dr. Diaz sin usar 
el cloroformo, dando dos incisiones elípticas con el objeto de 
separar una cicatriz que ocupaba la part» media y en la direc- 


199 


cion del eje mayor del tumor. Separada la porcion del tegu- 
mento, que era cuando ménos inútil por la presencia del teji- 
do inodular, continuó interesando el tejido celular y las capas 
musculares hasta: dar con el saco, que fué disecado ora con el 
filo del bisturí, ora con el mango, ora con los dedos, quedando 
libre de las fuertes adherencias que le unian á los órganos cir- 
.cunvecinos, especialmente del lado de la columna vertebral, á 
la que le ataban vínculos mas resistentes, Se desprendió de ar- 
riba abajo, quedando solamente retenido por el cuello pro- 
longado ó pedículo, que fué preciso cortar, derramándose in- 
continenti unos bellos dai de quistes hidatídicos, de los 
que despues me ocuparé. 
El saco, colocado en la region que he designado, tenia por de- 
lante las coNtilles y mtisculos intercostales externos, por dentro 
los de la masa comun que Je separaban del cuerpo de las vér- 
tebras, no así de las apófisis transversas, á las que estaba liga- 
do por vínculos fibrosos muy resistentes; por detras los mús- 
culos serrato menor y dorsal ancho que le dividian de la piel. 
Su vértice se perdia en la profunda depresion correspondiente 
á la articulacion sacrolíaca. El grueso de sus paredes era como 
de seis milímetros, teniendo el aspecto de la vejiga de la orina, 
cuyo interior estaba tapizado por un epitelio liso y-blanco ma- 
te; á su exterior se adherian algunas fibras musculares, y pesó 
con su contenido seiscientos cincuenta gramos; su tamaño que- 
da expresado con decir que contenta CRES rs quistes, algunos 
de ellos, en número de doce, con trece centímetros de Abetente! 
rencia ó sea de las dadionds de un huevo de gallina de los 
que vulgarmente se llaman mal-paridos y álos rales se aseme- 
jaban porsu aspecto: los restantes iban decreciendo hasta alcan- 
zar el tamaño de una avellana, existiendo muchos mas que no 
se tómaron en cuenta por su pequeño tamaño. Dichos quis- 
tes, compuestos de una cubierta trasparente, tersa, de color opa- 
lino, y poco resistente, tenia de grueso como un milímetro, en- 
cerraban un líquido trasparente, incoloro y muy fluido que no 
se coagulá ni por el calor ni por el ácido nítrico. Al rodar los 
quistes por la mano determinaban una vibracion mas bien per- 
ceptible al tacto que al vido.—La operacion duró unos veinte 
minutos, 


200 


El dia primero de la operacion la fiebre era poca, habia sed, 
anorexia, dolores locales bastante intensos, y no pudo conciliar 
el sueño durante la noche. 

El dia dos el pulso está á 140 y existen los mismos síntomas 
que el dia de ayer, mas sudores copiosos. 

En los dias tres, cuatro y cinco el mismo estado. 

En los dias seis, siete y ocho van cediendo los síntomas lle- 
gando el pulso á 90. El seis se levantó el apósito para hacer la 
primera curacion, encontrándose la cicatriz adelantada. 

En los dias subsecuentes no presentó nada de particular á 
no ser un pequeño abceso por congestion en la extremidad in- 
ferior de la herida, que fué dilatado el doce, quedando termi: 
nado el trabajo de cicatrizacion el 22 de Agosto. Solo tengo 
que consignar que en los últimos dias tuvo el operado unos 
accesos de fiebre intermitente que cedieron á la quinina. 

El tratamiento á que ha estado' sometido es muy sencillo: 
curacion con cerato simple y una pocion compuesta de extrac- 
to tebáico en cantidad de cinco centígramos por cuatrocientos 
gramos de infusion de tilo á tomar por partes los cuatro pri- 
meros dias; en los siguientes algunos purgantes de citrato de 
magnesia, y alguna que otra tisana mas bien con el objeto de 
complacer al enfermo. 

Se le dió el alta el 26 de Agosto del corriente año, bueno: 
completamente. | 

Antes de terminar quiero solo llamar la atencion sobre la ne- 
cesidad de recurrir siempre que se pueda á todos los medios de 
diagnóstico con que cuenta la ciencia para alcanzar una nocion 
precisa de la afeccion que tratamos de combatir; y así es que 
en este caso se empleó el trocar explorador, consiguiéndose con 
él precisar el género. Se apeló tambien á ese otro recurso que 
tan bellos frutos arroja, al microscopio, y aquí con visos de ra- 
zon se dirá que léjos de ser útil fué perjudicial; pero sucedió 
en esta experiencia lo que en otros muchos casos, y en Medici. 
na especialmente, que se hizo mal uso de lo que es noto: 
riamente bueno, y así es que bajo ciertas condiciones no pue- 
de ménos que «parecer nocivo cuando su bondad está procla. 
mada y confirmada suficientemente. No debe valer pues este 
fiasco del microscopio para juzgársele inútil, porque aun lo mas 


201 


cierto y evidente, como es un corte de bisturí, suele dar 
lugar á que se deplore su misma irrecusable seguridad y efi- 
cacia. 


RevisTa QUIRÚRGICA; por el Dr. Benjamin Anger. 


L CowtuSION DEL ABDÓMEN.—MUERTE POR HEMORRAGIA.— 
El 17 de Octubre de 1866, entró en la sala de Santa Marta 
del Hótel-Dieu, clínica del Sr. profesor Laugier, el llamado 
M-_._-., de 31 años, empleado en el comercio. La víspera de su 
entrada se habia caido de un coche con tan poca fortuna, que 
una de las ruedas le pasó por el vientre, siendo atacado cuatro 
horas despues de dolores abdominales en extremo violentos. 
El 17 de Octubre, pasadas 16 horas de dicho accidente, apénas 
entró en la sala vomitó el enfermo con abundancia:su cara esta- 
ba contraida, el vientre meteorizado, muy doloroso, y el pulso á 
130 por minuto.— Prescripcion: Treinta sanguijuelas sobre el 
abdómen, cataplasma laudanizada, 10 centígramos de opio en 
píldoras. 

El 18, la noche ha sido bastante buena; el enfermo ha dor- 
mido cinco horas; pero ha tenido algunas náuseas sin vómitos. 
El pulso débil y deprimido, verdadero pulso abdominal, se 
mantiene siempre á 130; vientre meteorizado y doloroso. Mr. 
Panas, que reemplaza á Mr. Laugier, prescribe 20 centígr. de 
extracto gomoso de opio, y 5 centígr, de calomelanos á to- 
mar en seis píldoras, y fricciones sobre el abdómen con el un- 
gúento mercurial.—Durante el dia tiene el enfermo uno ó dos 
vómitos poco abundantes. El pulso aumenta de fuerza, y llega 
á 136 pulsaciones. Por la tarde se presenta el delirio. 

El 19, la noche ha sido mala, el enfermo ha vomitado varias 
veces, y los dolores de vientre son muy vivos.—Continuacion 
del tratamiento. 

El 21, una rubicundez erisipelatosa se manifiesta al rededor 
de las cisuras de las sanguijuelas en la region ilíaca derecha. 


Náuseas sin vómitos. El pulso está á 134.—Continuacion del 
T. 1y—26 


202 


tratamiento ya indicado, al que¡se- agrega Ungiamo de polvos 
de quina. 

El 22, el delirio que á intervalos se habia mostrado en los 
dias anteriores, se hace bastante violento para exigir el empleo 
de la camisa de fuerza. La erisipela se extiende hácia la region 
lumbar, pasando mas allá de la línea media.—Prescripcion: sus- 
péndese el uso de las píldoras; pocion con 30 centígr. de almiz- 
cle; lavativa con 30 gotas de láudano. | 

El 28, el delirio continúa; el vientre está siempre doloroso, 
aunque en grado menor que los dias precedentes; el enfermo 
es atacado de diarreas.—Pocion con 30 centígramos de almiz- 
cle y 25 centigr. de extracto gomoso de opio. 

El 25, el aldo ya menor durante el dia 24, ha cesado del 
todo. pe erisipela a El pulso cae á 95.—El enfermo co- 
me unas sopas. 

Del 28 al 31, el enfermo tiene una recrudecencia en las diar- 
reas, y al mismo tiempo se queja de un dolor muy vivo en la re- 
gion inguinal derecha.—Aplícanse en este punto 15 sangnijue- 
las, que producen un alivio momentáneo. La diarrea se contie- 
ne á infuencia de las lavativas laudanizadas. 

Los dias siguientes nuestro enfermo ofrece un tinte ictérico 
bastante marcado. Aunque el vientre se haya puesto blando 
é indolente en la mayor parte de su extension, la region ingui- 
nal derecha permanece dolorosa y es el asiento de una hincha. 
zon bastante marcada. El enfermo se siente sin embargo mejor 
bajo el punto de vista de su estado general: todos los dias to- 
ma una pocion con 4 gramos de extracto de quina, dos sopas, 
con un huevo ó un poco de pollo. 

El 7 de Noviembre reaparece la diarrea con bastante violen- 
cla y persiste durante tres dias.—El 9 el enfermo expele por 
el ano dos ó tres grandes coágulos sanguíneos, con sangre lí- 
quida en pequeña cantidad.—El 13, despues de dos dias de 
interrupcion, vuelve á presentarse la diarrea. El enfermo se 
siente muy débil, tiene la piel casi siempre madorosa, y su pul- 
so es muy frecuente. La tumefaccion dolorosa de que es aslen- 
to la region inguinal, se caracteriza cada vez mas; á la presion 
se siente una especie de tumor achatado paralelo al ligamento 
de Poupart, situado inmediatamente por encima, y ofreciendo 


203 


hácia su parte media un gorgoteo muy distinto que parece pro- 
ducido por una mezcla de gas y de líquido. Mr. Laugier diag- 

_nostica una perforacion del ciego, resultado de la contusion del 
abdómen y un absceso estercoral consecutivo. 

El 19, el enfermo tiene muchas deyecciones líquidas, una de 
las cuales se presenta mezclada con coágulos de sangre y con 
pus. 

El 21, Mr. Laugier practica al nivel de la parte media del ar- 
co de Falopio una incision, que da paso al pus mezclado de 
burbujas de gas y de materias estercorales. Una mecha acha- 
tada es introducida en la abertura. 

El 23, el enfermo se encuentra aliviado. Por la incision hecha 
tiene lugar un flujo incesante de materias estercorales. 

El 23, en su visita de la mañana, extrae Mr. Laugier por la 
incision pedazos de tejido celular gangrenado, que se despren- 
den en gran cantidad, y á cuya salida sigue una oleada de ma- 
terias estercorales que inundan la cama del enfermo.—Por la 
tarde el enfermo toma un baño de media hora. 

Los dias siguientes el enfermo va debilitándose á pesar de 
los tónicos que toma cada dia y de los alimentos que come con 
cierto gusto. 

El 28, á las 5 de la tarde, despues de haber comido un hue- 
vo con apetito, nuestro enfermo se sintió muy débil; se cubre 
de sudor; una mezcla de pus y de sangre se escapa en abun- 
dancia por la incision, y al cabo de un cuarto de hora era cadá- 
ver, sin que se hubiese podido hacer nada para contener la he- 
morragia. 

Autopsia—V erificada 84 horas despues de la muerte, con- 
firmó plenamente el diagnóstico.—El cuerpo se halla en un 
estado de descomposicion muy adelantada, pero que permite 
apreciar las graves lesiones de que es asiento el abdómen.—En 
el vacío derecho se hallaron vestigios de inflamacion peritoneal, 
consistentes en una coloración parda-oscura muy marcada; al- 
gunas de las asas mas anteriores del intestino delgado son de 
un rojo sombrío. Por otra parte, ni una gota de líquido derra- 
mado en la cavidad peritoneal, ni falsas membranas ni adhe- 
rencias. ! | 

Incindiendo en toda su longitud el borde externo del ciego 


204 


y del cólon ascendente, se llega á un vasto foco, y la cara pos- 
terior del ciego, destruida y mortificada, flota en el foco, limi. 
tado hácia arriba por el hígado, hácia adentro por la arteria y 
la vena ilíacas externas, intactas en su valna celulosa. La mor- 
tificacion se ha extendido al músculo psoas ilíaco, cuyos peda- 
zos, mezclados al tejido celular, nadan en medio del pus, de los 
coágulos y de las materias estercorales que llenan el foco.—La 
última porcion del intestino delgado, cuyo aspecto exterior he- 
mos descrito, siendo de un color rojo oscuro, es incindida en 
todo su largo. La mucosa se halla reblandecida, erodada en mu- 
chos puntos y por todas partes cubierta de sangre coagulada. 

Es imposible descubrir el orígen de la hemorragia que en 
un cuarto de hora se llevó al enfermo: todo conduce á creer que 
fué debida á la ruptura de una arteriola de la última porcion 
del intestino delgado, á juzgar por la sangre coagulada que á 
manera de un barniz cubre la superficie de este último. Este 
es un ejemplo mas de la flexibidad de las paredes abdomina- 
les, que les permite escapar á una violenta presion exterior, y 
trasmitir su efecto á las vísceras abdominales: despues del ac- 
cidente el herido ha podido levantarse, entrar en su casa su- 
hiendo una escalera, y solamente cuatro horas despues ha sen- 
tido dolores en el vientre. Está demostrado que el intestino 
delgado ó el grueso no han sido, ni cortados, ni desgarrados 
primitivamente, ni siquiera, muy probablemente, contundidos 
hasta el punto de ofrecer una escara de todo el espesor de la 
pared intestinal, porque esa escara, desde el 17 de Octubre, dia 
de la ocurrencia, ya se hubiera desprendido; por el contrario, 
desde el 28 de Octubre particularmente se ha manifestado un 
fenómeno á que debe concederse toda nuestra atencion, y es 
un vivo dolor en la fosa ilíaca derecha, á lo largo del ligamen- 
" to de Poupart; paralelamente á este ligamento, se ha formado 
al mismo tiempo un tumor ancho de dos traveses de dedo, al 
principio bastante resistente, muy pronto fluctuante. ¿Cuál es 
su causa? Yo lo creo debido á una perforacion del ciego. Si hu- 
biera sido primitivo, dicho absceso se hubiera formado mas pres: 
to, como este mismo año he visto un ejemplo de ello en un coche- 
ro que habia recibido una patada de caballo en el lado dere- 
cho é inferior del vientre: este hombre se encuentra hoy cura- 


205 


do, pero el absceso se habia formado en los ocho primeros dias 
de la contusion. La situacion del absceso á lo largo del ligamen- 
to de Poupart y de la cresta ilíaca, es un sitio de eleccion; de- 
pende de que la perforacion del ciego está por detrás, frente al 
punto en que se halla revestido por el peritoneo; las materias 
que salen del intestino, vertidas en el tejido celular de la fosa 
ilíaca, delante de la aponeurosis del músculo ilíaco, determinan 
la formacion del pus, y este líquido se adelanta en la direc- 
cion en que experimenta ménos resistencia. Aquí la perforacion 
ha sido consecutiva, siendo debida ála gangrena tardía del in- 
testino: laulceracion ha tenido lugarántes de la muerte, tan solo 
algunos dias hácia el 10 de Noviembre, época en que la diarrea 
reapareció sanguinolenta con salida por el ano de coágulos san- 
guíneos. Este absceso, una vez abierto, permanece mucho tiem- 
po fistuloso si el enfermo sobrevive, pues es en efecto difícil el 
obtener la cicatrizacion de dichos abscesos, porque no se puede 
llegar hasta el punto en que existe la perforacion sino por medio 
de inyecciones, que no siempre están indicadas. 

La exactitud del diagnóstico se demostró pocos dias des- 
pues; en efecto, el 21 de Noviembre fué abierto el absceso en la 
ingle por debajo del ligamento de Falopio, en la parte superior 
de la porcion crural de la ingle; dió salida á una gran canti- 
dad de pus seroso, parduzco, mezclado con escaras, muy fétido; 
desde el dia siguiente la diarrea cesó, lo que prueba á nuestro 
entender que era en gran parte suministrada por el líquido 
del foco gangrenoso, ó por lo ménos que las materias intesti- 
nales encontraron, á datar de la incision, una amplia via al ex- 
terior, cesando de recorrer el intestino grueso. La enorme can- 
tidad de serosidad intestinal verdosa y espumosa, que se escapa- 
ba por la herida de la ingle, hizo pensar tambien que la perfo- 
racion del ciego era muy ancha, lo que se demostró por la 
autopsia, segun se ha visto mas arriba; en realidad estas ma- 
terias eran mas bien la secrecion del intestino delgado que la 
del grueso. No existian las condiciones de los anos preternatu- 
rales susceptibles de ser tratados por la enterotomía y los pro- 
cedimientos autoplásticos; era mas bien un vasto absceso ester- 
coral fuera del peritoneo; se podia curar á la larga por la-estre- 
chez progresiva del trayecto fistuloso y la adherencia de los 


206 


botones carnosos que tapizan ese trayecto; se abrigaba alguna 
esperanza de obtenerlo mediante curaciones repetidas, los cui- 
dados de aseo y un buen régimen; ya el enfermo tenia algunas 
deyecciones endurecidas, comia con apetito y digeria bien, cuan- 
do fué arrebatado casi de súbito por una hemorragia intestinal 
que halló salida en el foco purulento y la herida exterior. 
Esta hemorragia se habia ya verificado por el ano, aunque mé- 
nos abundante, cuando algunos coágulos sanguíneos fueron ar- 
rastrados por las diarreas: la muerte fué demasiado rápida pa- 
ra que pudiera oponerse ningun tratamiento al flujo de sangre. 
Hemos pues tenido el pesar de perder á este enfermo; pero de- 
bemos hacer observar que aquella hemorragia exterior aumen- 
ta el interés de la observacion, de por sí tan notable, por ser 
un accidente tal vez único en la historia de las contusiones in- 
testinales en la época tardía en que se presentó. 

TL QuisreE HIpAtíDICO DE LA PELVIS.—En la clínica de Mr. 
Velpeau hemos observado un caso muy interesante de quiste 
hidático de la pelvis en un hombre de 33 años, cocinero. En el 
mes de Febrero último echó de ver el enfermo que en su vien- 
tre se formaba un tumor; al mismo tiempo que se producia es- 
ta tumefaccion en el hipogastrio, la defecacion se hacia difícil 
y la miccion llegó un dia á ser imposible, siendo la retencion 
de la orina la causa de que entrase en el hospital. —El exámen 
del abdómen nos permitió comprobar la existencia de un tumor 
voluminoso que levantaba la pared anterior del vientre entera- 
mente hácia abajo, no proeminando mas á la derecha que á la 
izquierda; cuyo tumor era fluctuante y acompañado de una ma- 
cidez absoluta. —Introducido el dedo en el recto, demuestra la 
existencia de un tumor sitúado cuando masá 4ó 5 centímetros 
del ano, fluctuante como el del hipogastrio, y era fácil de reco- 
nocer que se trataba de este mismo tumor, sentido en dos pun- 
tos de su superficie. 

El diagnóstico era en este caso muy difícil de establecer; pe- 
ro como el tumor parecia contener un líquido, y ademas las 
funciones de la vejiga y del recto se hallaban considerablemen- 
te estorbadas, Mr. Velpeau se decidió á practicar una puncion 
por el recto, operacion que fué hecha con un trocar curvo, sin 

“ocasionar ningun dolor y dando salida por la cánula á medio li.- 


207 

tro de agua cristalina: en el líquido se encontraban algunas vexí- 
culas hidáticas muy bien caracterizadas: eché en él algunas go- 
tas de ácido nítrico y no hubo ningun precipitado. Entónces fué 
fácil comprobar que el tumor pelviano habia desaparecido com- 
pletamente. El dia siguiente y los sucesivos salió por el ano 
un número considerable de membranas hidáticas: la vejiga re- 
cobró sus funciones; pero á pesar de esto el enfermo no siguió 
mejor, los dolores abdominales persistieron, una supuracion 
abundante se hacia camino por el recto, y poco á poco resultó 
un estado tal de debilidad que el pronóstico fué muy grave, su- 
cumbiendo en efecto 15 dias despues. 

Practicada la autopsia con cuidado y en nuestra presencia, 
se vieron fácilmente realizados todos los particulares del diag- 
nóstico por el exámen cadavérico: el recto se hallaba separado 
de la vejiga por una bolsa de paredes flojas y enteramente de- 
primidas; dichas paredes eran de 3 á 4 milímetros de grueso; 
las adherencias muy íntimas á la cara posterior de la vejiga y 
á la anterior del recto. Nos pareció imposible determinar cual 
hubiese sido el sitio de orígen del quiste, pero sin duda que se 
habia desarrollado en el tejido celular sub-peritoneal.—El híga- 
do estaba invadido por multitud de abscesos pequeños, y estas 
supuraciones hepáticas eran abscesos metastásicos. Como á las 
personas que efectuaban la autopsia, nos pareció tambien que 
esa trasmision al hígado debió haberse verificado por las rami- 
ficaciones de la vena porta. Examinados con atencion los otros 
órganos, no eran el asiento de ninguna lesion, estaban perfec- 
tamente sanos, aunque muy anémicos. 

III. HematocELE DEL CORDON ESPERMATICO.—Hemos tenido 
ocasion de observar en el hospital de la Piedad un caso muy 
interesante. Los hematoceles del cordon espermático son raros, 
y por lo tanto importa publicar la relacion de estos hechos.— 
El enfermo era de 28 años y tenia dos tumores en el escroto, 
uno á la derecha y el otro á la izquierda: este se hallaba situa- 
do en el trayecto del cordon á dos centímetros del testículo, del 
volúmen de una pequeña manzana, redondeado, fluctuante y 
trasparente; era un quiste seroso del cordon, y practicada la pun- 
cion con el trocar, seguida de una inyeccion iodada, curó, El otro 
tumor, situado á la misma altura, á la derecha, era mas volumi.- 


208 

noso, sintrasparencia, y provisto de una gruesa envoltura; sesen- 
tia fluctuacion en él, pero su falta de trasparencia hizo pensar 
que este segundo tumorencerraba, no serosidad, sino sangre; y en 
efecto, hecha la puncion salieron con trabajo, y á beneficio de 
presiones reiteradas, dos cucharadas de un líquido espeso de 
color de chocolate; mas habiéndose obstruido la cánula fué impo- 
sible practicar la inyeccion iodada; el quiste se inflamó, supu- 
ró, y un mes despues se abrió espontáneamente al nivel de la 
puncion; el pus contenido encerraba coágulos sanguíneos, 

Mr. Gosselin agrandó la abertura que se habia hecho espon- 
táneamente y vació el quiste, practicando así la extraccion de 
una gruesa membrana falsa, que aumentaba toda la pared del 
quiste: cuya falsa membrana estaba formada de capas estratifi- 
cadas, análogas á los cosgulos de los aneurismas. La existencia 
de una falsa membrana en un quiste del cordon es cosa muy 
rara para Mr. Gosselin, miéntras que es muy comun, segun se 
sabe, en los hematoceles de la túnica vaginal. —Incindido an- 
chamente el quiste, fué tratado como un absceso, y pasados dos 
meses salia el enfermo curado. 

Bueno era investigar el orígen de la sangre contenida en el 
quiste hemático del cordon; y Mr. Gosselin, en la leccion clínica 
en que habló de dicho enfermo, expuso las dos teorías que están . 
en presencia: en la primera se quiere que el derrame sanguíneo 
producido en el quiste sea el resultado de una contusion; en 
la otra opinion el derrame sanguíneo seria el resultado de la 
inflamacion de las paredes de un quiste seroso; la inflamacion 
daria lugar á la produccion de falsas membranas; desprendién- 
dose estas en un momento dado, resultarian rupturas de vasos 
y consecutivamente una hemorragia. Mr. Gosselin ha propues- 
to en el tratamiento de los hematoceles lo que llama la decor- 
ticacion, es decir, rascar la parte interna del quiste, para despe- 
gar de ellas las falsas membranas, Prefiere la decorticacion á la 
castracion en el caso de hematocele de la túnica vaginal y hace 
observar que no estando el testículo destruido por la enferme- 
dad, es preciso que lo respete el cirujano. —Este año ha tenido 
Mr Nélaton oportunidad de expresar su modo de pensar acer- 
ca de la castracion: él practica esta operacion; 1,2 porque la 
túnica vaginal se halla enferma, endurecida y debe supurar por 


209 


mucho tiempo, pues en razon de estas condiciones le es en 
extremo difícil retraerse sobre sí misma; 2, % porque, aunque el 
testículo exista todavía, está degenerado, atrofiado y no des- 
empeña ya sus funciones, no produciendo los espermatozoides: 
la castración cura mas pronto y separa un órgano que no po- 
dria servir mas al enfermo. 

IV. HemaAtocELE DEL CORDON ESPERMATICO EN UN SACO DE 
HERNIA EPIPLOICA.—En el hospital San Antonio, clínica de Mr. - 
Broca, hemos observado un tumor del cordon espermático en 
extremo interesante. Un hombre de 45 años notó de repente, 
despues de un esfuerzo, que en el escroto del lado izquierdo lle- 
vaba un tumor “del tamaño de un huevo de gallina próxima- 
mente. Inquieto con la existencia de dicho tumor, consultó á un 
práctico que diagnosticó un epiplocele y aconsejó al enfermo 
que nada hiciese. El tumor permanece durante un año sin au- 
mentar de volúmen y sin que ningun dolor se manifieste á su 
nivel: despues, al cabo de ese tiempo, se presenta cierta hincha- 
zon; el tumor se hace doloroso por momentos, y en fin la piel se 
pone roja. 

Mr. Broca examina al enfermo y practica en la parte declive 
del tumor, en un punto en que la fluctuación era muy clara, 
una puncion por medio del trocar. Esta puncion hace salir se- 
rosidad, habiendo penetrado el trocar en la túnica vaginal: el 
tumor disminuyó algo, pero toda la parte contenida en el cor- 
don no se movió, y fué mas fácil el limitarla. 

El enfermo no sufrió con motivo de esta primera puncion; 
pero poco á poco el líquido evacuado de la túnica vaginal se ha- 
bia reproducido, y al mismo tiempo el tumor situado en el cor- 
don parecia ablandarse algo. El cirujano creyó tener á la vista 
un cáncer, y segun él habria este comenzado en el epiploon her- 
niado; á todo azar se practicó una incision por debajo del ani- 
llo inguinal externo, la cual dió salida á dos vasos de sangre 
coagulada y mezclada con pus. Introducido el dedo en la inci- 
sion, reconoció con facilidad el interior del antiguo saco her- 
niario, Obliterado en su cuello y encerrando una masa epiploica 
hinchada, pero que aun podia.reconocerse perfectamente. 

Así pues, el tumor que se creia un cáncer del epiploon, no era 


otra cosa que un hematocele formado en un saco de hernia epi- 
T. IV—27 


210 


ploica obliterado en su cuello.—Encima del arco de Falopio se 
- sentia una cuerda dura, sobre cuya naturaleza se discutió un ins- 
tante, pero que bien evidentemente era el epiploon replegado 
y adherente al anillo. El enfermo siguió bien, mas la herida tar- 
dó algo en cicatrizarse. 

V. En el servicio clínico de Mr. Nélaton, donde casi siem- 
pre se encuentran casos muy interesantes, hemos visto un en- 
fermo con una hinchazon elefanciaca del dedo wedio y de la pal- 
ma de la mano; los huesos estaban manifiestamente hinchados, 
resultando un cortejo de síntomas no descritos en ninguna par- 
te.—Mr. Houel, que sirve de auxiliar al profesor Nélaton, nos 
enseñó un dia al Dr. Zayas y á mí un hombre con un trayecto 
fistuloso de la espalda, cuyo trayecto se hallaba incrustado de 
sales calcáreas, de suerte que si se introducia un estilete, se ob- 
tenia una sensacion que hacia creer en la existencia de un 
cuerpo extraño llevado del exterior.—Tambien hemos visto allí 
un enfermo que hacia 2 meses se habia presentado con un tu- 
mor enorme y ulcerado, ocupando la mejilla, el maxilar supe- 
rior y la region temporal del lado derecho. La enfermedad te- 
nia la fisonomía del cáncer. ¡Cosa digna de notarse! Todo ha 
desaparecido bajo el influjo del tratamiento por el ioduro de 
potasio. Es un nuevo caso que agregar á las observaciones de 
tumores sifilíticos simulando cánceres: lo que induce á menudo 
á error es que los enfermos niegan en gran número de casos el 
haber sido contaminados; algunos lo hacen de buena fé, pero 
otros extravían al cirujano, rechazando lo que consideran como 
una acusación, 


CoRRESPONDENCIA DE PaArIs:-—TRATAMIENTO DE LA SÍFILIS. 


En mi anterior carta (1) dí á los lectores de los “Anales” de 
esa Academia una sucinta noticia acerca de la discusion promovi- 
da en la Sociedad Imperial de Cirugía de esta ciudad, hácia el mes 
de Junio próximo pasado, referente al tratamiento de la sífilis por el 
mercurio, y prometí ponerlos al corriente de los hechos que, respec- 


(1) Véase Anales, t. IV, pág. 81. 


211 


to de esta cuestion interesante, se produjeran ulteriormente. El 
Dr. Diday vino expresamente de Lyon para tomar parte en la dis- 
cusión, á pesar de haber terminado su discurso poniendo en duda 
la competencia de la docta asamblea en asuntos de sifilografía y 
proponiendo en consecuencia la formacion de un Congreso de es- 
pecialistas que discutiera la cuestion y la resolviera definitivamen- 
te. La Sociedad protestó, como era de esperarse, contra la descor- 
tes pretension del ilustre corresponsal y rechazó la idea del con- 
greso, considérandose suficientemente autorizada para juzgar en el 
asunto. 

El Dr. Diday trató, sin embargo, de conciliar los partidos, dando 
una mano á los mercurialistas, y la otra á los naturistas. «Yo doy el 
«mercurio, dice el distinguido sifilógrafo de Lyon, en ciertos y de- 
«terminados casos, como tambien someto los enfermos á la simple 
expectacion en otras circunstancias. 

«No doy el mercurio para combatir el chancro, ya sea blando, ya 
«sea duro, á ménos que el carácter y la naturaleza de la indura- 
«cion me hagan presumir una fuerte explosion de accidentes secun- 
«darios, en cuyo caso prescribo el mercurio hácia la cuarta sema- 
«na de la existencia de la induracion chancroidea, quince dias poco- 
«mas Ó ménos ántes de la época probable de la aparicion de la ro- 
«seola. En los casos ordinarios espero á que la sífilis revele, segun 
«la forma de los accidentes secundarios, su naturaleza débil, me- 
«diana ó fuerte. Si la sífilis es débil, no doy el mercurio; si es fuer- 
«te, lo administro, pero en dósis moderadas y durante un corto tiem- 
«po, ocho Ú diez dias poco mas ó ménos: al interior, prescribo el 
«proto-ioduro á la dósis de quince centígramos al dia; al exterior, 
«una friccion por la tarde con ungiiento napolitano. Esto basta pa- 
«ra provocar, al cabo de ocho ó diez dias, un poco de estomatitis, 
«cuya aparicion es el signo de la impregnacion del organismo por 
«el mercurio. Entónces suspendo el tratamiento, reservándome, si 
«fuere necesario, el volverlo 4 emprender á cada recidiva de los 
«accidentes. Esta conducta difiere mucho de la de los mercurialis- 
«tas, que dan el mercurio durante dos, tres, cuatro meses, un año 
«9 dos. Así mitigado, el tratamiento mercurial es aceptado sin di- 
«ficultad y seguido con fidelidad por los enfermos. 

«El mercurio no previene las recidivas de los accidentes secun- 
«darios, y este es un hecho que todos aceptan hoy. Las recidivas 
»ofrecen particularidades que deben estudiarse; si los intervalos que 
«las separan son largos, si afectan las partes superficiales, si son pro- 
«vocadas por causas vulgares de evolucion, tales como las estacio- 
«nes, la primavera, los excesos alcohólicos, ke., el mercurio es inne- 


212 


«cesario. Si, al contrario, se reproducen á corto intervalo, sin causa 
«determinante; .si las sífilis cutáneas toman la forma de pápulas 
«fuertes, confluentes, muy prominentes, de pústulas, de escamas; 
«si los accidentes se presentan en los testículos ó en las partes pro- 
«fundas, es necesario dar el mercurio. En las escamas palmares y 
«plantares, en los tubérculos mucosos, el poder del mercurio es nu- 
«lo. Estas manifestaciones solo se cohiben á beneficio de las apli- ' 
«caciones tópicas. : 

«La naturaleza tiene, no obstante, una gran parte en la curacion 
«de la sífilis. Se ha negado el poder de la naturaleza medicatriz. 
«El Dr. Depaul ha emitido en apoyo de esta negacion dos argumen- 

«tos excelentes: ha citado los casos de aborto, de partos prematuros, 
«de niños que han nacido muertos, á consecuencia de trasmision al 
«producto de la concepcion de la sífilis del padre 6 de la madre. Se 
«han visto esos accidentes, despues de reproducirse muchas veces, 
«cesar al instante en que los parientes enfermos se han sometido á un 
«tratamiento mercurial bien dirigido. Esto es cierto, y seria digno 
«de severa crítica todo práctico que dejara de administrar el mer- 
«curio en semejantes circunstancias: pero no es ménos cierto que 
«aun en estos casos, la naturaleza ha revelado mas de una vez su 
«admirable fuerza medicatriz. Se ha visto en mujeres, cuyo producto 
«de la concepcion estaba viciado por la sífilis materna ó paterna, un 
«primer embarazo terminarse por el aborto, un segundo por el par- 
«to á término de un feto muerto, un tercero por el parto á término 
«de un feto vivo, pero que no ha subsistido sino pocas horas; en 
«un cuarto parto el niño enfermo ha podido ser disputado mas ó 
«ménos largo tiempo á la muerte; un quinto niño ha sido conserva- 
«do y ha vivido á fuerza de cuidados; en fin, un sexto ó un sétimo 
«niño ha nacido en buena salud. Segun esta serie de hechos, ha si- 
«¿o evidente que la sífilis de los parientes abandonada á ella misma 
«seguia una marcha descendente visible por la atenuación progre- 
«siva de los efectos del mal en el producto de las concepciones su- 
«Cesivas. 

«La misma observacion se ha hecho respecto á los niños recien- 
»acidos atacados de sífilis. El médico que no sometiera estas cria- 
«turas á un tratamiento mercurial seria sin duda culpable; pero no 
«es ménos cierto que se ha visto en estas circunstancias agravarse 
«la enfermedad, aun cuando se les haya dado mercurio, bajo la in- 
«Hfuencia de un mal régimen; miéntras que esos mismos niños han 
«curado rápidamente despues de la cesacion del tratamiento mer- 
»curial per la sola accion del cambio de régimen.» 

«La sífilis secundaria es eminentemente contagiosa, y la curacion 


215 


«es la regla. La sífilis terciaria, al contrario, no es contagiosa, pero 
«en cambios difíciimente curable. La sífilis empieza por 3er una 

«intoxicación y acaba por volverse una diátesis, que lo mismo que 
«la gotosa, la reumática, la herpética, ete. no se cura jamas si no 

«se establece una modificacion radical y prolongada de todas las 

«condiciones de la vida. El iodo, aun asociado al mercurio no es mas 
«que un paliativo. Una buena higiene física y moral es la verda- 
«dera base del tratamiento curativo de la sífilis. El matrimonio, 
«cuando es aceptado en tales condiciones por las familias, produce 

«excelentes efectos en la curacion de los enfermos atacados de sífi- 

«lis terciaria, á causa de la regularidad y quietud que introduce en 
«los hábitos de la vida.» Segun se vé en las precedentes líneas, la 
opinion del Dr. Diday respecto al tratamiento de la sífilis, no pue- 
de ser mas terminante. Ahora, tocante á la naturaleza de la enfer-. 
medad, el eminente sifilógrafo ha emitido una doctrina que, sin ser 
absolutamente nueva en la ciencia, puesto que ha habido quien 

atribuya la misma naturaleza á la mayor parte de las enfermedades, 
eslo sí, á nuestro juicio, en tanto que se la aplica á la sífilis: segun 

el Dr. Diday, esta enfermedad, lo mismo que todas las virulentas, 

es esencialmente parasitaria. Como los gérmenes de párasitas ve- 

getales y animales los agentes de las enfermedades virulentas tie- 
nen siempre un período de incubacion variable segun la especie; 

como estos gérmenes los virus tienen períodos alternativos de re- 
poso y de actividad, de esterilidad y de procreacion. Á esos perio- 

«los corresponden, sintomáticamente, las alternativas de detencion 

y de crecimientos sucesivos de las manifestaciones mórbidas.—El 

Dr. Diday invoca la ley de la facultad de reproduccion propia de 

los seres organizados, é invoca tambien el estudio de la evolucion 

de la sífilis, que confirma su asimilacion con la enfermedad parasita- 
ria, para dar un fundamento á esta nueva doctrina, y por último 
espera que en no lejano porvenir el microscopio suministrará la 

«demostracion perentoria de ella. 

Despues del Dr. Diday tomó la palabra el Dr. Alph. Guérin. Ocu- 
pándose solamente de la parte práctica del discurso de Mr. Diday, 
del cual no acepta las ideas teóricas relativas á la identidad de la 
sífilis y en general de las enfermedades virulentas con las parasi- 
tarias, Mr. Guérin hace notar la concesion hecha por Mr. Didayá 
los mercurialistas cuando declara que el mercurio le parece indis- 
pensable en los casos de sífilis fuerte, no obstante la contradiccion 
en que cae cuando dice, por un lado, que no debe darse el mercu- 
rio contra las placas mucosas y el chancro indurado, miéntras que 
por otro emplea ese remedio para combatir una sífilis de papulosa ó 


214 


pustulosa.—Tambien le critica el interpretar mal la accion del mer- 
envio en la sífilis. Segun el Dr. Guérin, este medicamento no solo 
obra contra las manifestaciones de la sífilis, sino mas bien atenuan- 
do la fuerza del vírus, adormeciéndole por decirlo así, y hacién- 
dole incapaz de revelar su accion. Mr. Guérin dice, al contrario 
de Mr. Diday, que si hay lesiones sifilicas refractarias al tra- 
tratamiento, la mayor parte dejan de nianifestarse cuando han sido 
bien tratadas, y que la sífilis puede desaparecer enteramente para 
no volver jamas. Admitir, como lo hace Mr. Diday, diversos gra- 
dos de sífilis, es segun Mr. Guérin admitir implícitamente que hay 
grados hastante débiles para no resistirse al mercurio, cuya eficacia 
contra las manifestaciones sifilíticas es reconocida por el ilustre si- 
filógrafo de Lyon.—Si Ricord ha dicho que la sífilis no se cura, hay 
un hecho en contradiccion con esa opinion y que es incontestable 
hoy, y es que la sífilis puede afectar dos veces al mismo sujeto. El 
chancro indurado ha sido observado en individuos que habian te- 
nido la sífilis, lo que es imposible miéntras la economía se halla 
invadida por la enfermedad; es necesario estar curado de un pri- 
mer ataque de sífilis, para poder contraer un nuevo chancro. La 
sífilis cura, sin duda alguna, pero es despues de un tratamiento 
prolongado: es necesario dar el mercurio durante muchos meses, 
dejar descansar el enfermo y volver 4 empezar el tratamiento, es- 
_tudiando con gran cuidado los efectos que el remedio produce en 
el estómago, en los intestinos, 4c., teniendo en cuenta el apetito 
del enfermo, el sueño, las fuerzas, €c. La larga duracion de este 
tratamiento ha conducido al Dr. Guérin á modificar un tanto sus 
ideas respecto á la administracion del mercurio; al proto-ioduro 
asociado con el opio da la preferencia; y para dejar al estómago 
el tiempo de descansar, usa de vez en cuando y en elase de ad- 
yuvante las fumigaciones de cinabrio. En general, el Dr. Gué- 
rin reserva el tratamiento mercurial externo para los casos en que 
la medicacion interna promueva trastornos intestinales de alguna 
importancia. Respecto á la cuestion de dósis, el distinguido médi- 
co de “Lourcine” cree que debe tomársela en gran consideracion. 
Bajo el punto de vista del resultado definitivo, las dósis fuertes no 
son mas eficaces que las dósis débiles: ni las unas ni las otras ponen 
al abrigo de las recidivas. Por eso es que, de un modo general, de- 
be darse la preferencia al método por extincion, que permite per- 
seguir el mal todo el tiempo necesario, sin provocar los accidentes 
á que da lugar infaliblemente el tratamiento rápido. En cuanto á 
la época mas oportuna para empezar el uso del mercurio, el Dr. 
Guérin cree que, puesto que la aparicion del chancro infectante es 


215 


el primer signo que denota la impregnacion, del vírus sifilítico en 
la economía, desde el instante en que dicho signo aparece debe 
darse el mercurio, sin esperar á que la erupcion de la roseola y de 
las placas mucosas se presente. La calificacion de preventivo dada 
á este tratamiento es, segun el Dr. Guérin, inaceptable. Mr. Ricord 
que, á pesar de las afirmaciones del Dr. Diday, no practica esa ex- 
pectacion que se pretende erigir en método de tratamiento, dice 
en sus Lecciones acerca del chancro: «Para mí la induracion es el 
«principio de la diátesis; el chancro duro no es mas que el primero 
«de los accidentes secundarios. En este concepto, debo administrar 
«y administro, en efecto, el mercurio desde el principio: una indura- 
«cion bien formulada me basta para prescribir el tratamiento ge- 
«neral: desde el primer dia en que puedojustificarla, ataco de fren- 
«te la diátesis.» : 

Segun el Dr. Guérin, la violencia de los accidentes se halla en 
razon directa del tiempo que ha transcurrido entre la infeccion y 
el principio del tratamiento. De esta suerte es como se ven producir 
las sífilis débil, mediana y fuerte. 

Pero el Dr. Diday declara tácitamente en algunos puntos de su 
discurso, que la administracion del mercurio retarda la aparicion 
de los accidentes secundarios; de donde parece deducirse lógica- 
mente, que el remedio atenúa estos accidentes, y en última conse. 
cuencia, que miéntras mas se anticipe el uso del medicamento, mas 
se retardará la aparicion de los accidentes secundarios. 

Ei sistema de la expectacion, agrega Mr. Guérin, haría inútil el 
saber distinguir el chancro infectante de los que no lo son, y fácil 
es decir los inconvenientes que de ello resultariían segun la opinion 
de los que, con Mr. Guérin profesan, que vo puede empezarse nun- 
ca el tratamiento demasiado temprano. 

El Dr. Guérin termina su luminoso discurso, recordando los re- 
sultados del tratamiento de la sífilis de los recien-nacidos por los 
baños de sublimado. Unos cuantos de estos baños bastan para cu- 
rar las placas mucosas de estas criaturas, por muy numerosas 
y anchas que sean. Jamas se producen en ellos, ni la salivacion 
ui los otros accidentes de la boca que el mercurio determina ordi- 
nariamente. Los niños tratados por este método, no solo curan 
pronto, sino radicalmente. Por desgracia noacontece lo mismo en 
los adultos. Mr. Guérin ha ensayado estos baños á la dósis de cua- 
renta gramos de sublimado en las mujeres de Lourcine sin obte- 
ner mejores resultados que con el tratamiento interno, al cual da 
la preferencia convencido de que, teniendo cuenta del estado de 
los órganos del enfermo, este método basta á conseguir el objeto 


216 


en la mayor parte de los casos y puede dirigirse de un modo mas 
riguroso. | ] 

Despues del Sr. Guérin, los Sres. Després y Le Fort hablan, el 
primero contra el mercurio, el segundo á favor, y en la misma se- 
sion; el presidente cierra la discusion.—La tésis presentada por el 
Dr. Doibeau no ha podido, sin duda, prevalecer en la opinion de 
los ilustres miembros de la docta asamblea; pero es necesario reco- 
nocer que, aun cuando algunos médicos distinguidos han tomado 
fuera de la arena parlamentaria una iniciativa directa en favor del 
mercurio, la gran apatía por parte de ciertas autoridades respecto al 
particular se ha interpretado como una expresion de duda, y esto 
ha enfriado los ánimos, dejándoios poco satisfechos, no obstante 
la brillante defensa hecha por los Sres. Verneuil, Depaul, Panas, 
Guérin y Lefort. Una deduccion puede sin embargo sacarse de las 
diferentes apreciaciones emitidas aun entre los campecnes de una 
misma secta acerca de la patogenia de la sífilis, y de las diversas 
fórmulas y métodos curativos de esta afeccion, y es que la cues- 
tion debe estudiarse de nuevo y mejor de lo que se ha hecho has. 
ta ahora. Tal es el resultado realmente útil, á nuestro juicio, de la 
discusion entablada en la “Sociedad de Cirugía” y respecto del cual 
las opiniones estarán todas acordes, debiendo agradecerse al Dr. 
Dolbeau el haberla suscitado, por que de ella tal vez procederán 
mas tarde nuevas luces que sirvan á la resolucion definitiva de cier- 
tas cuestiones de gran interes inherentes á esta especialidad. (1)— 
J. J. Muñoz. 


(1) Antes de terminar esta ya larga correspondencia, creo de mi deber rendir un 
justo honor á la memoria de una de las grandes glorias de la cirugía francesa, que acaba 
de eclipsarse para nunca mas volver, dedicándole dos palabras de sentido pésame. Pelpeau 
ha muerto!.... Esta dolorosa pérdida para la ciencia, para la práctica y para la ense- 
ñanza producirá una gran sensacion entre nuestros colegas de la Habana. No habrá uno 
solo que no conozca al ilustre finado por sus numerosas obras y utilísimos trabajos, ha- 
biendo sido algunos sus discípulos y entusiastas admiradores de su profundo saber y pro- 
digiosa habilidad en el arte operatorio. Ademas, el Dr Velpeau era miembro de méri- 
to de esa Academia, y en este concepto es un deber nuestro el tributar el homenage 
merecido ásu memoria, y consignar en las páginas de los Anales de dicha corporacion una 
fiel expresion del duelo profandamente sentido por todos los individuos que la compo- 
nen, y por toda la familia médica en Cuba.—Velpeau murió el día 25 del actual (Agosto) 
á consecuencia de una infeccion purulenta, determinada por una afeccion véxico-pros- 
tática, y que se complicó en el último período de una bronco-neumonía. Sus exequias 
tuvieron lugar el 26 en la Iglesia de Santo Tomás de Aquino. Todos los cuerpos oficiales 
á que perteneció el difunto habian enviado diputaciones numerosas. La Academia de 
Ciencias, la de Medicina, el Instituto, la Facultad, la Asistencia pública, el Congreso in- 
ternacional, etc. Un número considerable de médicos nacionales y extranjeros y multi- 
tud de estudiantes y otras personas seguian el entierro. El cadáyer fué enterrado en 
Montparnasse; se leyeron seis diseursos por los Sres. Nélaton. Gosselin, Richet. Husson,. 
Guyon y Longet. ' 


ANALES 


DE LA 


REAL ACADEMIA DE CINCAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA, 


NOVIEMBRE DE 1867. 


NoTAS SOBRE ALGUNAS PLANTAS VENENOSAS Ó MEDICINALES DE 
LA ISLA DE CUBA; por D. Francisco A. Saunvalle. 


(SESIONES DEL 8 DE SETIEMBRE Y 13 DE OCTUBRE DE 1867.) 


Señores: —Deseoso de contribuir en algo á los trabajos que, 
segun parece, están ocupando en este momento la atencion de 
la Academia, tengo el honor de remitirle una relacion de algu- 
nos experimentos que acabo de hacer con el Curamagiey y 
acompañar ademas unas notas sobre las plantas venenosas de 
la isla de Cuba, extractadas de los apuntes que estoy acopian- 
do desde hace años. 

Por incompleto que parezca este trabajo no dudo en presen- 
tarlo con la esperanza de que sea tal vez un estímulo para que 
otras personas, mas calificadas que yo para tratar esa materia, 
añadan sus observaciones á las mias y así lleguemos con el tiem- 
po á conocer algo mas no solo la clasificacion de las numerosas 
plantas de la Isla, sino las propiedades, los usos, los efectos fi- 


siológicos y la composicion química de la mayor parte de ellas, 
k T. Iv—28 


kl 


218 


La Academia no puede mirar con indiferencia una ciencia 
tan íntimamente ligada ála medicina y á la terapéutica. La 
Flora Cubana ofrece á sus investigaciones un campo vasto é 
inculto aun, y si algunos de sus distinguidos miembros se de- 
dicasen en sus momentos de ocio al análisis de las plantas de 
la Isla, que en su mayor parte poseen virtudes medicinales in- 
dicadas hasta ahora mas por tradiciones de personas, iliteratas 
de nuestros campos que por el fallo autorizado de los sabios, 
reportaria esto ála humanidad incalculables beneficios y basta: 
ria para inmortalizar la memoria de la Academia de Ciencias 
Médicas, físicas y naturales de la Habana. 

Habana, 6 de Setiembre de 1867.—P'rancisco A. Sauvalle. 


Curamagúey.—En la Vuelta de abajo, y creo que en las demas 
partes de la Isla, llevan este nombre dos bejucos de géneros y 
familias diferentes. La Marsdenia Clausa R. Br. vulgo: Cura- 
magúey, y algunos “Curamagúey blanco.” La Forsteronia Co- 
rymbosa Mey: vulgo, Curamagúey prieto y bejuco prieto; la 
primera de la familia de las APociNAcEas, la segunda de las 
ASCLEPIADEAS. Ambas plantas son muy venenosas; pero la 
blanca 6 Marsdenía es mas violenta. Refiriéndome para la des- 
eripcion botánica á los autores que han escrito sobre estas es- 
pecies, y particularmente al Dr. Grisebach, me limitaré á ha- 
cer un paralelo entre las dos y á señalar su aspecto y propie- 
dades. 

La Forsteronia Corymbosa ú Bejuco prieto tiene un tallo 
mas oscuro que el de la Marsdenia Clausa; en ámbas la corte- 
za es suberosa, pero las fisuras principales de esta en la Mars- 
denia son mas bien longitudinales y las de la segunda trans- 
versales. La Marsdenia da en Mayo una flor blanca; los hermo- 
sos corimbos punzó de la Forsteronia adornan las márgenes de 
nuestros bosques en Agosto. Esta produce un jugo lácteo ama- 
rillo que se coagula muy pronto en globulitos gomo-resinosos, 
duros y transparentes. La Marsdenia arroja una leche algo mas 
fluida y mas blanca, de un olor suave y agradable y que se so- 
lidifica ménos pronto. 

En mi último viaje al campo, deseando estudiar las propie- 
dades y el “modus operandi” del veneno contenido en la Mars. 


219 


denia Clausa, dispuse que se echara Curamagiey á unos perros 
jíbaros que abundan y hacen grandes estragos en un potrero 
mio al pié de las lomas. El mayoral mandó á cortar y se tra- 
jeron gajos de Marsdenia blanca, (no del bejuco prieto); se ras- 
pó la corteza 6 envoltura suberosa exterior; se separó de la par- 
te leñosa lo que quedaba de esa corteza, es decir, la mesoder- 
nis y el líber; se puso al sol un momento y muy pronto se achi- 
charró bastante para poder pulverizarse fácilmente en un mor- 
tero 6 con un martillo. (La Forsteronia se pulveriza difícilmen- 
te.) Con este polvo se salpicó la carnada, lo que se llama en 
el campo “salarla;” al anochecer se colgó en una vereda, paso 
habitual de los Jíbaros. Un perro excelente de la finca, pero 
cuyo “péché mignon” era, segun parece, la golosina, presenció 
toda la operacion con aparente indiferencia; pero á la madru- 
gada en cuanto se abrieron las puertas volvió al sitio, tomó 
parte en el banquete y poco despues regresó á casa arrastrándo- 
se con los síntomas bien conocidos del envenenamiento por el 
Curamagúey. Otro perro viejo, ciego que rondaba por allí, hubo 
de comer lo que habia arrojado el primero y pronto se presen- 
taron fenómenos iguales. De estos dos casos y de los informes 
que me dieron varias personas fidedignas del campo, pude de- 
ducir y anotar las observaciones siguientes. En el perro el ve- 
neno opera generalmente á los pocos momentos de haber comi- 
do el Curamagúey; es decir: se manifiestan síntomas parecidos 
á los del narcotismo, aunque en realidad no lo sean, entra el 
entorpecimiento, el animal parece azorado, los ojos espantados, 
flaquean las patas de atras y en seguida queda derrengado; tra- 
ta aun de arrastrarse con el cuarto delantero, saca la lengua 
como sediento, pronto cae sobre el costado sin poderse levan- 
tar á pesar de sus esfuerzos. Por gordo que sea enflaquece en 
apariencia; se presentan luego las convulsiones con quejidos re- 
petidos, empieza la agonía y concluye con la muerte. Segun la 
cantidad que hayan comido, suelen durar los perros de 44 8 
horas. En el caso citado del primer perro, el mayoral en cuanto 
conoció su estado le administró, sin consultarme, una fuerte 
dósis del vomitivo de Le Roy. El arrojar cuanto antes es sin 
duda la única salvacion del animal envenenado; pero creo que 
el vomitivo de Le Roy es de todos el ménos oportuno, pues 


220 


el alcohol que contiene contribuiria sin duda á disolver mas 
pronto la resina del Curamagiey y á diseminar el veneno por 
todo el sistema; así fué que murió el primer perro, miéntras 
que se salvó el segundo, al que se le habia administrado un co- 
cimiento fuerte de hojas de tabaco, El contraveneno de los Cu- 
ramagieyes es la decoccion fuerte de hojas de tabaco, el aceite 
6 la manteca mezclados con agua tibia y tomados interiormen- 
mente hasta producir vómitos repetidos, y luego la leche y 
otros emolientes. La gente del campo asegura, aunque no es 
presumible, que la corteza exterior de la planta es un antído- 
to de este veneno. 

Llama la atencion el fenómeno que se repite casi siempre 
en el perro envenenado por el Curamagitey y ha logrado sal- 
var la vida. Despues de la crisis, sus ojos denotan el espanto, 
el abatimiento, y, en cuanto recobra fuerzas suficientes, huye 
al monte, sl lo hay; desaparece por dos ó tres dias y vuelve 
hecho un esqueleto meneando el rabo y acariciandoá sus amos, 
Mueren tambien las aves que llegan á comer de la carne enve- 
nenada ó lo que arroje un animal que la hubiere tragado. El 
Curamagúey es veneno asímismo para las auras; pero estas 
tienen la propiedad de vomitar los alimentos á su antojo y así 
suelen la mayor parte escapar de la muerte, despues de pasar 
como una fuerte borrachera. 

Me han asegurado testigos oculares que en el gato envene- 
nado con Curamagúey los síntomas son diferentes en cuanto á 
que en lugar de derrengarse desde un principio como el perro, 
no cesa de dar saltos espantosos, que van disminuyendo hasta 
que pierden enteramente las fuerzas y mueren. 

Es evidente que este veneno ataca todo el sistema nervioso, 
aunque su accion se manifiesta principalmente en las funciones 
del sistema cerebro-espinal. La ansiedad, el espanto y por mo- 
mentos un estupor que no proviene, á mi parecer, de narcotismo, 
indican sin duda que el cerebro está afectado, miéntras que la 
derrengadura probaria que á la vez obra el veneno sobre la 
“medulla oblongata” ó sobre las cordones espinales. 

Ya tuve ocasion de citar un caso en que una puerca atacada 
de lombrices, derrengada y caida, en cuyo estado jamas llegan 
á salvarse, comió un dia por casualidad carne salpicada con 


221 


Curamagúey; se hicieron los remedios usuales y lograron sal. 
varla. A los pocos dias se levantó la puerca buena y sana de 
su primera enfermedad, considerada incurable, y siguió engor- 
dando rápidamente. Casos iguales se notaron en dos perros que 
padecian de unas lombrices chatas que los tenian aniquilados 
y resistian á todos los vermifugos. La raiz del Curamagitey, co- 
mo la de casi todas las plantas venenosas ó medicinales, pro- 
duce efectos mas violentos aun que el tallo; en este caso se em- 
plea igualmente la segunda corteza. 

En cuanto al Curamagúey de costa, AscLEPIADEA, Mischiera 
Sscandens DC., llamado tambien vulgarmente Huevo de toro 
por la hechura de su fruto, lo he visto administrar á un perro 
en gran cantidad sin alteracion notable en este; bien que se ci- 
tan ejemplos de haber tomado un perro, sin efecto nocivo, una 
fuerte dósis de las semillas de la Cabalonga, ZThevetia nerrifolia, 
Juss-, cuando todos saben que estas se usan generalmente pa, 
ra destruirlos. Tenemos otras 6 ó 7 especies del género Marsde- 
nia, algunas de ellas conocidas en el campo con el nombre vulgar. 
de “especie de Curamagiey.” Hay en la Isla muchas especies 
de otros géneros que se aproximan á las Marsdenias, como por 
ejemplo las Metastelmas y las Amphistelmas, que sin duda po- 
seen mas Ó ménos las mismas propiedades tóxicas; pero que 
nunca han sido analizadas ni experimentadas. 

Entre otras plantas venenosas de estas dos familias debe se- 
ñalarse la Strychnos GFragí, Grisebach: vulgo, Manca montero, 
que no ha sido analizada aun; pero debe sin duda participar 
de algunas de las propiedades de sus temibles congéneres que 
producen la nuez vómica, la estricnina, la brucina y el Curare. 

Pertenecen asímismo á las Apocíneas la Allamanda Cathar- 
tica L. vulgo, Jazmin de la tierra, —Barbero,—cuyo zumo es un 
purgante violento así como sus hojas; las Rawwmolfias, casi to- 
das mas ó ménos venenosas; la Zabernamontana Citrifolia, 
Jacq. vulgo Pegojo-Huevo de gallo, que da una leche cáustica; 
dicen sin embargo que esta y las hojas tomadas en baño poseen 
virtudes febrífugas. Dos Cumerarias, vulgo Maboas, entre ellas 
la latifolía L, árbol de regular altura que destila una leche 
venenosa y cáustica. El Veríum Oleander L, Rosa Francesa, 
venenosa en todas sus partes. Las Plumierias, Lirios. Tres es- 


222 


pecies de Forsteronia y diez y ocho ó veinte HKechites, rosas de 
sabana, clavelitos de sabana. La leche del Lchites biftora. Jacq. 
aplicada sobre la piel produce el efecto de un vejigatorio. Son 
tambien venenosas las especies de Jacq. torosa y suberecta. Las 
Asclepias Curasavica y Nivea L. únicas indígenas, vulgo Flor 
de calentura, cuyas raices eméticas pueden sustituir á la Ipe- 
cacuana. 

Las EurorBIacEas suplen tambien un gran contingente de 
plantas tóxicas en la Isla. En primera línea se debe mencionar 
al Hippomane Mancinella L, vulgo Manzanillo-Penipeniche. 
Han atribuido á este árbol propiedades nocivas exageradas y 
fabulosas. Muchos ereen, aun hoy, en Europa que se expone á 
una muerte segura el incauto viajero que pasara debajo de un 
Manzanillo ó tuviera la imprudencia de descansar á su sombra. 
En una finca que poseo en la costa del Norte de la Vuelta de 
Abajo hay parajes cuyos montes son casi exclusivamente de 
Hippomane-Mancinella, que allí llaman Penipeniche y llegan - 
á ser árboles de primera magnitud. He pasado muchas veces 
horas enteras á su sombra sin perjuicio alguno. Es muy gene- 
ralizada en la Isla la creencia de que la ciguatera de los peces y 
cangrejos proviene de alimentarse estos de las frutas del Manza- 
nillo. Personas muy versadas en la Historia natural sostienen 
aun esta opinion; pero las razones en que se apoyan carecen de 
fundamento. Como lo he dicho, tengo montes enteros de Man- 
zanillo en la finca que acabo de mencionar. En cierta época del 
año, en Setiembre, Octubre y Noviembre, estos frutos muy 
abundantes caen y forman una alfombra al pié de cada árbol: 
están pues incitando álos cangrejos, tan numerosos como ellos, 
y sin embargo no he reparado que se llevasen ni que comie- 
sen la manzanita que generalmente se pudre en el suelo. En 
ninguna ocasion he dejado de comer los cangrejos y jamas ha 
habido en mi casa desgracia alguna. Por lo que toca á los pe- 
ces creo que tambien es un error atribuir su ciguatera al fruto 
del Manzanillo. Efectivamente aunque el Hippomane crece ge- 
neralmente no léjos de la costa, es casi siempre en manglares 
ó lugares pantanosos y creo que será muy raro el fruto que 
llegue al mar. Por otro lado los peces ciguatos son casi to- 
dos de alta mar, peces con dientes que buscan su alimento so- 


223 


bre las rocas y los arrecifes. Anádase á lo que antecede que en 
la costa del Sur ó á lo ménos en una gran parte de ésta no hay 
ejemplo de ciguatera aunque no falten los Manzanillos, y ade- 
mas en la misma costa del Norte los peces ciguatos ó los que 
pasan por tales, lo son en casi todas las épocas del año, mién- 
tras que las manzanitas del Hippomane no se desprenden del 
árbol sino en ciertos meses. Seria de desear que este fenómeno 
que se nota en ciertos peces determinados llamara la atencion 
de los Sres. de la Academia de Ciencias naturales y médicas. 
Algunas análisis determinarian de una vez la naturaleza de 
un veneno que ha causado y causa á cada momento lamenta- 
bles desgracias. El jugo del Hippomane es cáustico y ejerce 
una accion poderosa sobre la piel y sobre el sistema entero; 
pues á menudo se me han hinchado horrosamente negros que 
al tumbar montes han puesto el hacha al Manzanillo. Sin em- 
bargo es preciso advertir que sus efectos no son constantes, y 
como sucede con el Gruao, hay personas á quienes no afecta y 
otras que ataca con mas ó ménos violencia, segun estén predis- 
puestas. Aseguran algunos que el remedio mas eficaz para es- 
ta hinchazon es la inmersion en la mar, y se dice que un vaso 
grande de agua de mar bebida en el acto basta para curar los 
que hubiesen tomado interiormente algunas partículas de es- 
ta planta; sl así fuera seria una nueva prueba de la sabiduría 
de la naturaleza que en casi todos los casos ha colocado el re- 
medio al lado del mal, el antídoto cerca del veneno, dotando 
al hombre de la inteligencia para descubrir estas propiedades 
y álos demas animales de instinto para conocerlas; y preciso es 
confesar que el hombre con su decantado saber queda en este 
caso muy atras de los animales irracionales. Las frutas del Man- 
zamillo tienen la hechura, el color y hasta el olor de una manza- 
nita; sé por experiencia que su pulpa blanca y lechosa no ejer- 
ce accion alguna sobre la piel. 

En la misma familia de las Euforbiáceas se hallan: la Phy/- 
lanthus nirur? L. que usan en el Brasil para combatir el “Dia- 
betes.” La Salvadera, Hura crepitans L. cuyas semillas, que 
tienen un gusto sabroso, son sumamente venenosas y drásticas; 
su leche es vexicante. Las Jatrophas y entre ellas la Curcas L. 
Piñon botija; sus hojas son rubefacientes y de sus semillas acres 


224 


y drásticas se saca un aceite purgante, excelente para alumbra- 
do y para la pintura. La Janipha manthot. Kth. Yuca dulce y 
agria. Esta última contiene un veneno tanto mas temible que 
se confunde fácilmente con la dulce. El principio deletéreo de 
la yuca agria es el acido hidrociánico, que se volatiliza por la 
accion del calor; su jugo tomado interiormente destruye la vida 
-en corto tiempo. La Jatropha multifida L. vulgo, Chayo.—Cas- 
taña purgante—nmuez vómica del pais;—una sola semilla es un 
purgante enérgico y como tal se usa con frecuencia en la Isla 
y en España; sus hojas son tambien purgantes. El Sapiím lau- 
ro-cerasum. Desf. Laurel cerezo. El Hayabacaná, Pera oppost- 
tifolía. Gris: produce esta un jugo lácteo Ó gomo-resinoso suma- 
mente cáustico. La gente del campo la emplea como vejigato- 
rio en lugar de las cantáridas cuando temen irritar la vejiga 6 
los pulmones. Su aplicacion es dolorosa, pues no se mitiga el 
ardor como con las cantáridas en cuanto se ha formado la am- 
polla; miéntras mas tiempo se deja sobre la piel mas duele y no 
se puede resistir arriba de 5 Ó 6 horas; no levanta ampolla y 
esta se forma solo al aplicar un ácido como zumo de limon ó 
vinagre. El pellejo se pone duro y solapado, grueso como cue- 
ro y tan negro que parece carbonizado. Es una de las plantas 
mas venenosas de la Isla; opera con la violencia y casi del mis- 
mo modo que las moxas, y si se deja aplicada por mucho tiem- 
po sobre la piel forma una úlcera honda. Sus propiedades mere- 
cen estudiarse. 

La mala cara 6 Plumbago Scandens L. de la familia de las 
Plumbagíneas opera del mismo modo que la Hayabacaná aun- 
que es ménos violento, y usado como vejigatorio tiene propie- 
dades iguales; pero no llega á formar llaga, 

(Continuard.) 


DiscusioN RELATIVA Á LA NATURALEZA DE LAS FIEBRES; por el 
Dr. D. Juan GQ. Havád. 


(SESION DEL 8 DE SETIEMBRE DE 1867.) 


A. no ser el compromiso que tengo contraido con la Acade- 
mia y con el mismo Sr. Michelena, no aceptaria el uso de la 


“a 


225 


palabra despues de la brillante disertacion que en dos sesiones 
sucesivas ha hecho oir nuestro ilustrado compañero el Sr. Ruz. 
Abundando en opiniones emitidas por él con una lucidez y un 
talento que me pesa no tener, y que cada vez admiro mas, me es- 
forzaré por secundarlo en el combate fácil que nos ha brindado 
el Sr. Michelena con su discurso leido en la sesion del 28 de 
Julio: » 

La primera parte la consagra el Sr. Michelena á demostrar 
al Sr. Ruz “que no se pierde el tiempo en la investigacion de 
la naturaleza de las fiebres;” cuando, si mal no recordamos, el 
Sr. Ruz dijo que se perdia, y es nuestra opinion que se pierde, 
en buscar a priori, por induccion ú ontolóyicamente, lo que no 
puede encontrarse sino 4 posteriori, por deduccion ó experímen- 
talmente. 

El Sr. Michelena, en este punto de doctrina, acusa al Sr. Ruz 
de vitalista porque acepta la clasificacion de fiebres esenciales; 
y él no puede admitirla, porque no debe suponer que exista 
enfermedad sin que traiga esta conjuntamente un órden de fe- 
nómenos sintomáticos que se refieren siempre á una organopa- 
tia. A nuestro modo de ver, el Sr. Ruz no se ha proclamado ni 
organicista ni. vitalista, y estariamos por creerle organicista, 
cuando le oimos pedir con tanto teson los hechos concretos en 
que descansa el Sr. Michelena, para poder demostrar, como se: 
propone, que todas las fiebres son efecto de una alteracion de 
la sangre, 6 bien de modificaciones ó cambios en la composi- 
cion de este líquido vivo. 

Si hasta hoy hemos tenido que aceptar la clasificacion de la 
escuela, porque nos faltaba justamente el estudio de estas mo- 
dificaciones 6 cambios que afirma el Sr. Michelena, forzoso era 
preguntarle en qué consistian esos cambios ó modificaciones 
que admite, para deducir de esos hechos sancionados una nue- 
va teoría de las fiebres primitivas; pero si de esos cambios ó 
modificaciones no se nos hace mas que hablar sin describirlos, 
urgente es seguir pidiéndolos ántes de aceptar la teoría especu- 
lativa del Sr. Michelena. Cuando se trae á la ciencia una teoría 
y se asegura que va á ser comprobada por los hechos, nada de 
mas lógico que exigir esos hechos que van á despejar la incóg- 


nita; pero si los hechos quese anuncian no aparecen, toda teoría 
T. IV—29 


226 


será mas Ó ménos ilusoria y no tendrá razon de existencia, sir- 
viendo solo, como dice muy bien el Sr. Ruz en su expresivo len- 
guage, para “lucir los vuelos de la fantasía ó los recursos del ta- 
lento.” Nosotros agregamos, que así se realizarán las tendencias 
del racionalismo puro; pero nunca las teorías racionales que pi- 
de la ciencia aceptando como principio fundamental la misma 
ley en que se apoya el Sr. Michelena. 

Examinemos. “Todo síntoma de enfermedad, dice, no es sl- 
no la anormalidad de una funcion, y esa anormalidad funcio- 
nal no es sino el efecto de una anormalidad orgánica que es pre- 
ciso buscar.” 

Pues si el Sr. Michelena al formular la ley asegura que no 
puede comprenderse la enfermedad sin causa orgánica que la 
motive, y si esta causa se esconde tantas veces á nuestras in- 
vestigaciones por minuciosas que sean, ¿cómo se presenta el Sr. 
Michelena á defender su teoría, sin haber encontrado, mas aun, 
sin haber buscado siquiera lo que tanto se esfuerza en demos- 
trar? Si todo su trabajo consiste en sacar una deduccion de una 
ley general, para aplicarla al estudio de las fiebres que se cla- 
sifican esenciales, nada nuevo tiene su teoría, todos aquí con- 
venimos en el principio. Pero sl resulta de la proposicion he- 
cha, que debe probarnos materialmente la verdad de su induc- 
cion, nada absolutamente ba realizado que pueda llevarnos al 
convencimiento de esa verdad. En tal virtud, no puede ménos 
que convencerse el Sr. Michelena de que tenemos mucha razon 
para dudar de sus demostraciones anunciadas, toda vez que 
ningun esfuerzo ha empleado para convencernos de que todas 
las fiebres son efectos de modificaciones Ó cambios en la com- 
posicion de la sangre. 

Pero el mismo Mr. Robin, á quien cita constantemente el Sr. 
Michelena, asegura que las sustancias coagulables del plasma 
de la sangre pueden alterarse con gran facilidad sín cambiar 
de composicion elemental, es decir, isoméricamente, y producir 
la muerte en pocas horas sin que en la autopsia pueda demos: 
trarse la modificacion. Robin acusa á nuestra actual ignorancia 
de este resultado negativo; y si estas no son sus propias pala- 
bras, es sin duda la idea del profundo sabio. Si no es por el 
tacto, ni por la vista que pueden demostrarse esas lesiones ¿n- 


227 


visibles, como las llama el mismo Robin, ¿cuáles son los medios 
que nos dirigirán 4 sa demostracion práctica? Sin duda alguna 
la reaccion orgánica contra los agentes hipotéticos que llama: 
mos miasmas, constituye la fiebre, la fiebre enfermedad orgáni- 
ca, porque es imposible que deje de ser orgánica desde 'el mo- 
mento en que vemos alteradas una ó mas funciones del orga- 
nismo; pero ¿es cierto, está demostrado, se aproxima siquiera á 
demostrar el Sr. Michelena que esa alteracion está precisamen- 
te en la sangre, 6 simplemente induce que debe de estar allí? 
Si lo primero, vengan los hechos en que el Sr. Michelena des- 
cansa para la afirmacion. Si lo segundo, le negamos el derecho 
de dar por cierto cosas que pueden ser tales, pero que ni á él, 
ni á Mr. Robin, ni á nadie le constan todavía. 

Consecuentemente el Sr. Michelena es antitésico consigo 
mismo, porque aceptando como verdadero el principio de la 
investigacion para llegar á la demostracion de que la anorma- 
lidad funcional en las fiebres corresponde á una anormalidad 
orgánica en la sangre, se contenta con presumir el órgano en- 
fermo sin buscarlo, como él mismo aconseja, y porque nos acu- 
sa de enemigos de la razon, cuando precisamente le apuramos 
para que nos enseñe el fundamento de sus razones clara y dis- 
tintamente. 

Pero la idea fundamental del Sr. Michelena está resumida 
en algunas palabras. “El Creador, dice, que todo lo ha hecho con 
un plan, ha dado á cada cuerpo una organizacion y una ley pa- 
ra que desempeñe la funcion á que está destinado. Si la gran 
ley que rige nuestra organizacion no está formulada, al ménos 
es evidente que solo puede hallarse estudiando nuestra orga. 
nizacion, y buscar fuera de esta la explicacion de la salud y de 
la enfermedad, es encadenar la ciencia y reducirla al estado de 
fábula.” 

Dejando á un lado el estilo ultra-cartestano que resplande- 
ce en estas frases, y que no queremos sirva de punto de parti- 
da para una acusacion anti-organicista, es evidente para el Sr- 
Michelena que la ley 6 las leyes de nuestra organizacion no es- 
tán formuladas todavía; mas aun, que es imposible encontrat- 
las sin estudiar perfectamente la máquina humana, punto de 
partida de toda ciencia y verdad. Lógicamente hablando, no 


228 


podemos ménos que relegar á la categoría de fábula, como el 
mismo Sr. Michelena lo aconseja, una teoría sobre las fiebres 
para cuya creacion no se han tenido en cuenta mas estudios que 
las deducciones racionales que puedan nacer del conocimiento de 
hechos mas ó ménos conocidos, pero de distinta especie. 

El Sr. Michelena deduce su teoría de las conquistas quím- 
eo-físicas que ha alcanzado Mr. Charles Robin estudiando los 
productos del organismo sano y enfermo, y principalmente de 
las modificaciones encontradas en los humores en un número 
relativamente pequeño de enfermedades febriles ó no febriles, 
como son: fiebre tifoidea, viruela, escarlatina, cólera, peste, cat- 
bunco, sífilis y otras afecciones virulentas; y Charles Robin, en 
una obra completamente nueva y en sumo grado analítica, pue- 
de haber llegado á demostrar todas ó gran número de las mo- 
dificaciones que experimenta la sangre viva en un organismo 
enfermo; pero el Sr, Michelena, que debió haber seguido el ca- 
mino trazado por el sabio, sometiendo á repetidos análisis físi- 
co-químicos la sangre de los individuos atacados de fiebres esen- 
ciales Ó primitivas, para demostrarnos, como era su intencion, 
la verdad de su doctrina ó la comprobacion en las fiebres de 
la doctrina de Robin, se ha considerado satisfecho con citarnos 
al gran micrógrafo en la Introduccion á su obra. Todos espe- 
ramos siempre con júbilo la aparicion de un trabajo de Robin, 
y bien puede este gran hombre, tan justamente célebre, levan- 
tar sobre sus numerosas investigaciones una de las teorías mas 
completas y que con mas justicia satisfacen al espíritu ávido 
de la verdad; pero el Sr. Michelena no construye sobre las mis- . 
mas bases, da por hecho lo que todavía no está mas que inicia- 
do, y en con afirmaciones inapelables en nombre de una 
ciencia por hacer. 

Así es que la demostracion que nos ha dado de la verdad 
que presenta, no podia ser mas contradictoria con los prinel- 
pios generales en que debia sustentarse. ¿Dónde está el micros- 
copio? ¿Qué se ha hecho de la balanza? ¿A dónde ha ido á pa- 
rar el reactivo? 

Para demostrar es preciso poseer un número suficiente de 
datos positivos, y esos datos, esos hechos no aparecen cuando 
se adelanta una idea de tanta magnitud como la que quiere 


229 


sostener el Sr. Michelena con las únicas armas de su indispu- 
table talento; y consecuentemente el Sr. Michelena, segun sus 
propias palabras, ha venido á encadenar la ciencia de las fiebres 
y á reducirla al estado de fábula, que era el abismo en que él 
no hubiera querido caer. 

H6 aquí la prueba. Nosotros que no sabemos lo que son las 
fiebres esenciales, aunque para algunas aceptamos la teoría del 
envenenamiento miasmático que la razon de los hechos nos afir- 
ma, esperamos todavía; pero no por nuestra actual ignorancia 
en ese punto debemos: siquiera hacernos solidarios del dilema 
que establece el Sr. Michelena en defensa de su teoría, sobre la 
incompetencia que deba asistirnos para intentar la curacion de 
dichas fiebres. Esa incompetencia de que se nos acusa es el 
abismo profundo del cual no puede salir el Sr. Michelena sino 
á condicion de dejar en él su teoría, porque sabe muy bien que 
la quinina ha curado, cura y curará las fiebres intermitentes y 
otras, á pesar de las innumerables doctrinas que archiva la cien. 
cia en sus legajos sobre esas enfermedades y su remedio; y sa- 
be tambien que otras fiebres esenciales se curan solas, ignoran: 
do el médico el cómo y el por qué de su aparicion y desaparicion. 

Una materia orgánica desconocida en su naturaleza se exha- 
la del fondo de un pantano, producto del trabajo incesante de 
composicion y descomposicion de la materia; la naturaleza de 
cuyo trabajo nos es desconocida. Esa materia orgánica recibe de 
sí misma ó de otras, no lo sabemos, una propiedad particular 
cuya naturaleza desconocemos, que llamamos propiedad mias: 
mática, cuyo reactivo es el organismo humano en cierto estado 
especial desconocido, que llamamos predisposición, cuya natu- 
raleza tambien desconocemos. La reaccion produce la fiebre por 
una accion sui-generis que suponemos són conocerla tampoco. La 
casualidad nos proporciona una sustancia que vemos y que to- 
camos, que no tiene virtud alguna contra la propiedad mias- 
mática ni fuera ni dentro del organismo, que es capaz de en- 
gendrar ella misma los miasmas productores de la fiebre siem- 
pre que se la ponga en condiciones propias para lograr el ob- 
jeto, y sin embargo, que modifica de cierto modo desconocido 
igualmente el organismo, destruyendo la enfermedad adquiri- 
da. Este es el hecho bruto. 


230 


Cómo se produce y en qué condiciones ese cuerpo? Cómo 
adquiere la propiedad miasmática? Qué es en sí esta propiedad? 
Qué es en sí la predisposicion orgánica? Qué es la fiebre? Cómo 
obra la quinina? Hé aquí otras tantas cuestiones insolubles has- 
ta hoy, que seria muy bueno resolver, que se enlazan mutua- 

- mente, que son eslabones de una misma cadena, ó mejor dicho, 
que son otros tantos círculos tangentes que ruedan sobre sus ejes 
y al rededor de un centro tan desconocido como ellos, que el 
espíritu de investigacion persigue incesantemente ayudado del 
Jente y el reactivo, y que no hemos podido alcanzar á pesar de 
los grandes esfuerzos que se han empleado para lograr el ob- 


Pero volvamos al Sr. Michelena. Al oir la proposicion que 
tiene por objeto la demostracion de todas esas interrogaciones 
científicas, crelmos que un número considerable de hechos ven- 
dria en comprobacion á sustituir la incógnita que nos oculta 
la verdad; pero no se nos han traido materiales científicos re- 
cogidos en la observacion constante y repetida, como pide la 
filosofía y exige la razon, sino deducciones fundadas sobre he- 
chos ajenos no siempre bien interpretados. De una cuestion 
práctica por excelencia ha hecho el Sr. Michelena una cuestion 
puramente teórica, de un estudio anatomo-patológico una di- 
sertacion ontológica; y seguramente el Sr. Michelena ha de per- 
mitirnos que aplicando las palabras consagradas en su ciencia 
favorita en su genuina expresion, acusemos de antitésico su traba: 
jo y llamemos antinómicas sus demostraciones: lo primero, por 
que acepta un principio y desenvuelve en la práctica el con- 
trario; lo segundo, porque recomendando en el estudio el mé- 
todo de los Bacones, desplega admirablemente todos los recur- 
sos de la escuela de Descartes. 

El Sr. Michelena de acuerdo con la teoría de Mr. Charles 
Robin, nuestro muy amado maestro y amigo, ha querido darle 
un giro material á lo que todavía es solo una hipótesis; mas 
aun, se ha comprometido á demostrar ante esta Academia, que 
la teoría de Robin está comprobada por los hechos, que las fie- 
bres son siempre producidas por modificaciones 6 cambios en 
la composicion de la sangre. 

Pero la teoría de Robin, cuando se trata de las fiebres dichas 


231 


esenciales, no es mas que la aceptacion del envenenamiento 
miasmático como causa primera. Demostrar de la manera mas 
terminante é inequívoca el modo de obrar del miasma en los 
elementos de la sangre, era lo que se proponia el Sr. Michele- 
na. Cuestion práctica de una gran trascendencia que abriria ca- 
mino amplio para resolver otras tan importantes como ella; y 
por esta misma razon es muy sensible que el Sr. Michelena 
haya abandonado este campo para internarse sin brújula en el 
de las especulaciones ontológicas, que debian separarlo á muy 
larga distancia del punto céntrico de la cuestion. 

Y sicomo dice el mismo Charles Robin, no hemos recibido 
todavía la educacion experimental anatómica y fisiológica para 
comprobar las alteraciones de los líquidos y sólidos del orga- 
nismo en muchas enfermedades y principalmente en las fiebres 
dichas esenciales, ¿por qué el Sr. Michelena no habia de traer- 
nos todos esos datos lenorados, y el medio de que se habia va- 
lido para llegar á poseerlos? ¿Por qué no haber dejado esas ge- 
neralidades fundamentales que todos acatamos aquí, para es- 
tudiar un solo hecho de comprobacion? El Sr. Michelena no 
podia negarnos el deseo de ver la confirmacion de su teoría en 
sus. propias y concienzudas observaciones. ¡ 

Unamujer, porejemplo, experimenta una impresion moral sú- 
bitamente; poco tiempo despues su piel aumenta de calor y está 
seca, el número de los latidos de la radical se eleva á 120 por 
minuto, la cabeza duele, una aberracion de sensibilidad la 
hace experimentar frio de vez en cuando; en dos palabras, 
tiene fiebre: ¡Deberémos encontrar en su sangre una causa 
anterior ó conjunta que se refiera á una alteracion orgánica 
de este líquido, y esta será y no otra la que ha producido la 
fiebre? 

Un hombre recibe una conmocion física al caer de su caballo, 
pocos momentos despues tiene fiebre. ¿La causa será una alte- 
racion orgánica de la sangre que ha precedido á la caida ó que 
se desarrolló en aquel momento? 

Otro individuo padece una coartacion uretral y pasa sin fie- 
bre muchos años; pero un dia se le antoja curar su estrechez, 
el cirujano introduce una sonda en la uretra; pocos momentos 
despues se enciende la fiebre. ¡Esta fiebre es el síntoma de una 


232 


alteracion de la sangre, y esta alteracion se demuestra por la 
presencia de algun miasma que furtivamente penetró en el or- 
ganismo? 

Cómo explicaria el Sr. Michelena esas fiebres de reaccion? 
Cómo explica las que vemos aparecer diariamente bajo.la in- 
fluencia de un enfriamiento repentino; esas fiebres que llama- 
mos fisiológicas, aunque á veces nos dan la muerte, que acom- 
pañan la erupcion de los dientes, la primera menstruacion, la 
aparicion de la leche, la menopausis? dic. Aceptemos con Bahia 
y el Sr. Michelena que las fiebres esenciales dichas palúdeas 
reconocen por causa próxima modificaciones ó alteraciones del 
organismo, causadas por miasmas que penetran por la respira- 
cion y otras vias abiertas á su pernicioso influjo; aceptemos que 
no hay remedio mejor para esta serle de enfermedades que la 
quinina; pero no localicemos sin estudio ó con estudios incom- 
pletos. Si no existen pruebas todavía, búsquelas en buen hora 
el Sr. Michelena con todos los que sacrifican su vida'á la inves- 
tigacion de una verdad, basado en principios tan elevados y 
de tanta importancia científica; sin duda alguna logrará algun 
dia despejar la incógnita, aclarar la nube, correr el a y nos 
enseñará toda la verdad de su teoría con hechos que nadie, ha 
encontrado todavía, Miéntras tanto, repetirémos con nuestro 
amigo el Sr. Ruz “que no podemos tener toda la confianza que 
desea el Sr. Michelena en las demostraciones del racionalismo.” 
La discusion seria puramente ontológica, nos perderiamos en 
los espacios imaginarios, el tiempo nos sorprenderia sin empe- 
zar un trabajo, y cuando hubiéramos caido sin remedio de las 
alturas á que nos hubiera llevado la discusion, tendríamos la 
pretension de estar subiendo todavía; ningun esfuerzo nos saca- 
ría entónces del abismo, todas las quimeras que soñáramos se- 
rian otras tantas profecías sancionadas con las frases del poeta 
que cita el Sr. Michelena, con una diferencia, sin embargo; que 
el poeta habló 4 posterioré para encumbrar las grandes ideas 
realizadas, y nosotros hablaríamos 4 prior?, como quiere el Sr. 
Michelena, para encumbrar las ideas no realizadas aun en el 
campo de la experimentacion pura, ó en el laboratorio de la 
observacion constante y repetida. 

Por esta razon sostenemos de nuevo que esta discusion de- 


235 


be posponerse hasta que el Sr. Michelena traiga los datos que 
prueben la verdad de su proposicion, ó bien que la modifique 
lo suficiente para que pueda ser aceptada sin controversias. 
Cualquiera de estos extremos se hace indispensable. El Sr. Mi- 
chelena puede optar por el segundo sin comprometer en lo mas 
mínimo sus creencias científicas. La Academia decidirá si exis- 
ten razones para posponer la discusion. 


CIRROSIS DEL BAZO.—OBSERVACION RECOGIDA EN EL HOSPITAL DE 
S. FELIPE Y SANTIAGO; por el Ldo. D. Pedro Alejandro Auber. 


El estudio de las enfermedades comunes es mas provechoso 
para el práctico que comienza su carrera, dice con mucha ra- 
zon el ilustre Graves en su obra de “Clínica médica,” que el de 
esas afecciones poco estudiadas aun y de las que, solamente á 
título de excepcion, encontrará algunos casos en el trascurso de 
su vida profesional. Estamos completamente de acuerdo con el 
distinguido facultativo irlandes respecto á este punto; pero tam- 
bien creemos que es un deber de todo médico el dar cuenta 
de aquellos hechos poco frecuentes que tiene ocasion de obser- 
var para que, mas tarde, de su recopilacion pueda deducirse la 
historia clínica de las afecciones. Consecuentes con este princi- 
plo, nos apresuramos á publicar la observacion que á continua- 
cion insertamos, por referirse á una enfermedad no muy cono- 
cida aun, la cirrosis del bazo. 

Desgraciadamente se ignoran por completo los antecedentes 
del enfermo, objeto de nuestra atencion. Ellos hubieran podido 
arrojar una vivísima luz sobre la patogenia de los signos que 
presenta, como lo harémos notar al exponer algunas conside- 
raciones acerca del caso que vamos á referir. 

El dia 2 de Agosto de 1867, entró á ocupar la cama núme- 
ro 17 de la sala de San Vicente en el Hospital de San Felipe 
y Santiago D. Pablo A.-.., natural dela Habana, de 54 años 
de edad, soltero, dependiente de una casa de comercio. Duran- 


te el primer mes de su permanencia en la sala, solo presentó el 
T. 1V-—30 


231 


cuadro sintomático de una enteritis crónica: numerosísimas diar- 
reas enteramente líquidas, tan violentas que ni aun le daban 
tiempo para ir al servicio. Precedidas y acompañadas de fuer- 
tes cólicos que despertaban la necesidad de defecar, aquellos 
desaparecian apénas se efectuaba la defecacion. La lengua se 
mantuvo siempre saburral; nunca tuvo vómitos y el apetito 
subsistió hasta los últimos dias de la enfermedad. La inmensa 
pérdida intestinal que experimentaba fué el gérmen de una ane- 
mia profunda que trajo consigo una depauperacion considera- 
ble de la economía. Toda la superficie cutánea presentaba un - 
tinte amarillo” terroso oscuro y en las extremidades inferiores 
se percibia una ligera infiltracion edematosa. Jamas hubo fie- 
bre y el exámen químico de la orina, practicado repetidas ve- 
ces por medio del calor y del ácido nítrico, no suministró nin- 
gun dato importante para la historia de la afeccion de que se 
vela acometido. 

Al cabo de un mes poco mas 6 ménos de su entrada en el 
Hospital, comenzó á presentarse un derrame seroso en la cavi- 
dad peritoneal, ascitis que llegó á adquirir proporciones extra- 
ordinarias. Nunca se tuvo ocasion de notar señal alguna de pa- 
decimientos en ninguna de las vísceras abdominales, exceptuan- 
do, por supuesto, las que denotaban los trastornos intestinales. 
Sin embargo: las considerables dimensiones que adquirieron, 
por causa del enorme derrame seroso que las distendia, las pare- 
des abdominales, que se presentaban tensas y relucientes y so- 
bre las cuales serpeaban, formando intricada red, las venas sub- 
cutáneas del vientre sumamente dilatadas; el marcado contras- 
te que ofrecia el aspecto del abdómen comparado con el de la 
cara demacrada y avejentada del enfermo, el cual presentaba 
ese tipo llamado por nuestro querido maestro el Dr. Giralt “ca- 
ra cirrótica” indujeron á este entendido profesor á diagnosti- 
car una cirrosis del hígado, consecutiva á la enteritis crónica. 
Cierto es que en la orina no se habia encontrado el depósito de 
urato ácido de amoniaco, tan constante en la cirrosis hepática; 
que la hidropesía habia comenzado por las extremidades infe- 
riores y no por el vientre como sucede generalmente en la men- 
cionada afeccion, así como faltaban tambien una lesion cardía- 
ca, los rastros de una sífilis anterior, los conmemorativos de 


Qt 


2: 
abusos de liquidos alcohólicos ó de intoxicacion palúdea que 
explicaran el desarrollo de la enfermedad que en aquel indivi- 
duo se habia presentado, acompañando á la enteritis. Estas ir- 
regularidades en el modo de aparecer de la cirrosis no podian 
pasar desapercibidas para el concienzudo profesor de Clínica 
médica, el cual estableció con ciertas reservas su diagnóstico, 
aunque al hacerlo tuvo presente un número bastante crecido 
de hechos confirmados por la autopsia y de los que se deduce 
que la cirrosis es muchas veces consecutiva ála enteritis crónica. 

El enfermo permaneció dos meses en la sala de San Vicen- 
te, sometido al uso del nitrato de plata y del jarabe de proto- 
ioduro de hierro de Dupasquier, sin que lograra obtener la 
mas pequeña mejoría, y finalmente el dia 3 de Octubre del pre- 
sente año, á la una de la mañana expiró. 

La autopsia que practicamos al dia siguiente, auxiliados por 
por dos de los alumnos del Dr. Giralt, dió por resultado lo 
siguiente: | 

Aspecto exterior.—Poca rigidez cadavérica en los miembros 
Hipóstasis en la parte posterior del tronco. Coloracion amari- 
lla terrosa de la piel. Vientre enormemente distendido. Edema 
de las extremidades inferiores. —Cavidad crancal. Meninges 
normales. Desarrollo hipostático de las vasos superficiales de 
los lóbulos occipitales. Ligero edema del cerebro. La pulpa ce- 
rebral se encuentra algo inyectada y un poco reblandecida.— 
Cavidad torácica. Alleiencos íntimas de los dos pulmones y 
del pericardio á la pleura parietal, asi como tambien del pul. 
mon izquierdo al diafragma. 

Los pulmones ofrecen un color de pizarra muy oscuro; el 1ó- 
bulo inferior está carnificado y no crepita; en el superior hay 
crepitacion, percibiéndose ademas en el vértice pulmonar la di- 
latacion enfisematosa de algunos ¿nfundibula; tanto en el pul. 
mon izquierdo como en el derecho, la superficie de seccion es 
húmeda, lisa y de ella fuye una gran cantidad de un líquido 
sanguinolento, de color rojo negruzco y mezclado con gran can- 
tidad de espuma brónquica. Léjos de sobrenadar en el agua 
se van al fondo de la vasija. Existe una gran cantidad de mu- 
cosidades viscosas en los bronquios, cuya mucosa, tanto en los 
gruesos como en los de mediano calibre, presenta fajas de un 


236 


tinte rojo oscuro, paralelas á la direccion del tubo respiratorio, 
producidas por imbicion cadavérica y entre cuyos intersticios 
se conserva sana la mucosa. Las arterias y venas pulmonares 
sanas. No hay tubérculos. 

El corazon está ligeramente disminuido de volúmen. Percí. 
bense placas Isha en la cara anterior de los dos ventrícu- 
los. Las paredes del izquierdo se han hipertrofiado á expensas 
de su cavidad y los dos orificios que en él se encuentran están 
sanos, lo mismo que las válvulas que los cierran. La parte exter- 
na del ventrículo derecho se halla cubierta por una capa bas- 
tante gruesa de grasa, la que incindida deja ver que sus pare- 
des, de un color de hoja seca, están flácidas y temblorosas. Los 
orificios ventriculares, sanos. No hay coágulos en el interior de 
los ventrículos, así como tampoco en la aorta, cuya porcion to- 
rácica se ha conservado en estado normal. Las venas coronarias 
cardiacas muy inyectadas. Aurículas y pericardio normales. 

Cavidad abdominal.—Contiene unos 2,000 gramos de una 
serosidad de un color amarillo claro. Se observa un engrosa 
miento de las dos hojas del peritoneo, sin que existan adheren, 
cias entre ellas, y una inyeccion poco marcada de los epiploones- 
principalmente del mayor. En la porcion peritoneal, cuyo es: 
pesor está muy aumentado, que rodea la cara convexa del hí- 
gado, se presentan una multitud de falsas membranas, de mas 
de dos pulgadas de longitud por una de ancho, que unen las 
vísceras al diafragma, duras, resistentes y ligeramente elásticas. 

Lacápsula de Glisson está tambien muy engrosada. Estrecha- 
mente enlazada con el peritoneo hepático, se desprende con su- 
ma dificultad y solo se consigue arrancarla en menudos frag: 
mentos. 

El hígado se encuentra ligeramente disminuido de volúmen. 
Sus dimensiones son: 14 traveses de dedo en su diámetro tras- 
versal; 3, diámetro ántero-posterior; y 8, diámetro vertical. Ex. 
teriormente su color es ceniciento claro. Léjos de existir gra- 
nulaciones de ninguna clase, su parte externa está sumamente 
lisa é igual. En las paredes de la superficie de seccion solo se 
observan las diminutas granulaciones normales. Interiormente 
el órgano posee un a rojo amarillento oscuro. El parénqui- 
ma hepático, bastante endurecido, se deja desgarrar con difi- 


a 


237 


eultad. El calibre de la vena porta parece algo disminuido, úni- 
ca álteracion que en ella aparece. La vejiga de la hiel conten- 
drá unos 40 gramos aproximadamente de una bilis de color de 
yema de huevo y viscosa, y tanto aquella como sus conductos, 
eístico y colédoco, se encuentran en estado normal, 

El bazo presenta numerosas adherencias con el epiplon gas- 
tro-esplénico, á mas de las normales, y con el diafragma, al cual 
lo reunen multiplicadas neo-membranas, de unas tres pulgadas 
de longitud, de un color blanco agrisado y ya vascularizadas 
La víscera está enormemente atrofiada, ofreciendo á lo sumo 3 
traveses de dedo en su mayor diámetro. lxteriormente presen- 
ta un aspecto granitoideo y un color blanco ceniciento marmó- 
reo 6 mejor dicho punteado. En su superficie externa se encuen- 
tra una multitud de granulaciones sumamente pequeñas, no al. 
canzando las mayores el tamaño de la cabeza de un alfiler, ir- 
regulares y diseminadas por toda la parte exterior del órgano. 
La cápsula propia que lo reviste, muy engrosada, se desprende 
con bastante trabajo del parénquina esplénico, el cual está su- 
mamente resistente á la presion y se desgarra con dificultad. 
Las paredes de la superficie de seccion, muy secas, revelan el 
mismo estado granuloso en el interior del órgano y presen” 
tan un color rojo negruzco. 

El de la superficie externa de los intestinos deleados se 
aproxima mucho al de las hojas secas. En toda la extension del 
tubo intestinal, se perciben tres estrecheces circulares en forma 
de anillo, de las cuales dos se encuentran situadas en el yeyu- 
no y una en el íleon. El calibre general del órgano está muy 
disminuido, pero donde se hace mas marcada esta disminucion 
es al nivel de las estrecheces que hemos indicado, en cuyo pun- 
to apénas podria introducirse el dedo meñique. Las dos túnicas 
externas se hallan tan reblandecidas que se desgarran casi por 
completo al extraer el intestino, contrastando con la resistencia 
que opone la mucosa. Esta está en contacto con una materia vis- 
cosa, de consistencia feculenta, de un color amarillo pálido en la 
porcion duodenal y tanto mas verdosa cuanto mas nos aproxi- 
mamos á la válvula de Bauhin. La indicada sustancia ha comu- 
nicado su color 4 la mucosa intestinal, la que presenta algunos 
equímosis diseminados en toda la extension de los vasos sub- 


238 


mucosos, los cuales ofrecen un aspecto arborescente. Al nivel 
de las estrecheces se perciben bridas cicatriciales ligeramente 
levantadas, que se irradian de la estrictura á las partes circun- 
vecinas. No hay ulceraciones ni tampoco vestigio de alteracio- 
nes en las válvulas conniventes. El estómago, los intestinos 
gruesos, los ganglios mesentéricos, el páncreas, los riñones, los 
uróteres y la vejiga están en estado normal. 

La médula espinal no fué extraida. 

El exámen microscópico reveló que: las falsas membranas es- 
taban formadas por tejido conjuntivo, constituido por fibras su- 
mamente finas y onduladas, que desaparecen bajo la accion del 
ácido acético, y fibras elásticas mucho mas gruesas que las an- 
teriores. Esta misma disposicion afecta la cápsula propia del ór- 
gano, percibiéndosa ademas en la preparacion gruesos trabécu- 
los esplénicos, tambien de naturaleza conjuntiva y que parten 
de aquella. Hállanse estos mismos trabéculos, pero mucho mas 
delgados, diseminados con una profusion extraordinaria, en las 
mas diminutas porciones del parénquima del bazo, donde la 
simple vista es insuficiente para descubrirlos. En una delgada 
laminilla de la pulpa esplénica, colocada bajo el campo del mi- 
eroscopio, apénas se perciben los espacios que dejan entre sí 
sus mallas y en muchos puntos donde estos espacios debian es- 
tar ocupados por la sustancia del bazo, solo se presentan fajas, 
relativamente bastante anchas, de tejido conjuntivo, que ha ex- 
pulsado de su lugar natural al lodo esplénico. Las células pa- 
renquimatosas han perdido, por regla general, la regularidad de 
sus contornos, presentándose'mas ó ménos prolongadas unas, 
otras poligonales. Tienen un color rojo negruzco tan oscuro que 
son casi enteramente opacas, por cuyo motivo no es fácil ver lo 
que pasa en su interior. Sin embargo, parece que la pared celu- 
lar rodea unas granulaciones amorfas casi enteramente negras y 
que son, bien glóbulos rojos en via de transformacion, ó bien 
verdaderas masas plgmentarias, 

Por regla general, el número de células es muy inferior al 
de núcleos libres que tambien se encuentran en la preparacion. 
No nos ha sido dado descubrir lo que Kólliker llama células 
granulosas incoloras. 

La aridez de estos detalles se vé disculpada por la impor- 


239 


tancia de la necesidad de un exámen bastante minucioso, y por 
fortuna el inmenso auxilio que el inicroscopio presta á la ana. 
tomía patológica ha venido á confirmar las ideas que los carac- 
téres macrográficos que ofrecia el bazo del enfermo número 17 
nos sugirieron. Efectivamente; 'en este caso se trata de una cir- 
rosis esplénica, esto es, una inflamacion intersticial crónica de 
la citada víscera, caracterizada por la proliferación del tejido 
conjuntivo que constituye su armazon. Raras son las ocasiones 
que se presentan de observar en el mencionado órgano este fe- 
nómeno patológico que con tanta frecuencia aparece en otros 
óreanos de la economía, si hemos de dar crédito á las teorías 
del célebre representante de la escuela micrográfica alemana, 
el gran Virchow. Nada hay sin embargo en su estructura, que 
se oponga á su produccion. 

El bazo es una glándula vascular constituida por una cubier- 
ta fibrosa y serosa y un parénquima blando compuesto princl- 
palmente de tabiques sólidos (+rabéculos esplénicos ) dispuestos 
en forma de redes, y de una sustancia roja (pulpa esplénica) 
encerrada en las mallas de los trabéculos. En la pulpa espléni- 
ca se encuentra ademas un gran número de corpúsculos parti- 
culares, de color blancuzco (corpúsculos del bazo) (Kólliker.) 
Los trabéculos anteriormente mencionados, que están consti- 
tuidos por el mismo tejido que forma la cubierta propia, es 
decir, por tejido conjuntivo, nacen de la cara interna de aque- 
lla y penetran ramificándose en el interior del órgano. Aho. 
ra bien; en virtud de un movimiento inflamatorio desperta. 
do en esta trama intersticial, y cuya patogenia tratarémos de 
explicar mas tarde, la sustancia conectiva que la forma ha pa- 
sado por un trabajo hiperplásico, el cual ha dado por resulta- 
do la proliferacion de esta misma sustancia, constituyendo lo 
que se denomina c1770s%s. 

Este trabajo mórbido no puede verificarse silenciosamen- 
te en el organismo; siempre deja tras sí las huellas de 
su paso y en el cadáver se revela por tres clases de le- 
siones constantes que son: la induracion y la tenaz rigidez 
del parénquima; trastornos profundos en la circulacion capilar 
del órgano, á consecuencia de la obliteracion de los vasillos 
que lo recorren y alimentan, por masas conjuntivales que los 


240 


comprimen y ahogan como pudiera hacerlo una ligadura; y fi- 
nalmente, la destruccion de la mayor parte de los elementos 
anatómicos funcionales, por la misma causa antes expuesta, es- 
to es, por la multiplicacion de una sustancia que anteriormen- 
te no existia sino en proporciones determinadas, y que para 
ocupar un puesto en un órgano que no le brinda suficiente es- 
pacio donde hacerlo con libertad, tiene que abrirse paso á vi- 
va fuerza, como lo consigue oprimiendo y destruyendo los ele- 
mentos constitutivos normales. 

Estas tres clases de lesiones aparecen en el bazo del in- 
dividuo objeto de nuestra observacion. Al hacer la des: 
eripcion de los signos que presentaba su cadáver, dijimos 
que el bazo se hallaba tan endurecido y resistente que cos- 
taba mucho trabajo desgarrar su parénquima con los de- 
dos. Estos caractéres bastan para indicar que allí existia una 
esclerosis de la víscera, una de las consecuencias de las cirrosis. 
Los vasos estaban comprimidos y obliterados; esto es induda- 
ble; y por último, la deformacion y alteracion de las células de 
la pulpa esplénica, unidas á su desaparicion en muchos de los ' 
puntos donde normalmente se encuentran, así como tambien á 
las granulaciones que en, su superficie y trama se encontraron, 
al completar los caractéres necroscópicos de la cirrosis, indican 
á las claras que á esta clase de alteracion es á la que se debe 
la lesion anátomo-patológica que se descubrió en el bazo. 

Pero como no hay efecto sin causa, dice un antiguo axioma- 
debemos ahora tratar de inquirir cual es el orígen mas ó mé- 
nos probable de la cirrosis esplénica en el caso que estudiamos 
y qué relacion guarda esta con los síntomas observados du- 
rante la vida del enfermo. Por de pronto harémos notar que en 
la observacion existe un gran vacio muy difícil de llenar y de 
“una importancia considerable, pues pudiera ponernos en cami- 
no de explicar fácilmente la patogenia de la afeccion. 

No son únicamente la sífilis, el alcoholismo ó las alteracio- 
nes cardiacas, las afecciones que dan lugar á la aparicion de la 
cirrosis en el hígado; tambien'el miasma palúdeo desempeña 
un papel importante en su produccion, como está probado en 
la actualidad hasta la evidencia. La intoxicacion marenmática 
ejerce una accion palpable sobre el bazo así como sobre el hí- 


241 


gado; y aun con mas frecneucia en aquel que en este (excepto 
en la Isla de Cuba en que por regla general se observa la pro: 
porcion inversa). Así pues parece muy lógico pensar que en 
igualdad de circunstancias la misma causa que origina la pro- 
liferacion cirrótica del tejido conjuntivo hepático, puede pro- 
ducir idénticos resultados en el que forma la trama del pa- 
rénquima esplénico. Mas en este caso faltan por completo los 
antecedentes palúdeos, y por consiguiente hay que descubrir 
otra causa que satisfaga nuestra curiosidad; ¿y ú qué buscarla 
muy léjos, si el exámen de los órganos contenidos en el abdó- 
men del enfermo número 17, nos está revelando claramente 
cual pudo ser el elemento etiológico de la cirrosis que tenemos 
á la vista? 

Junto con las lesiones anátomo-patológicas de una enterltis 
crónica se perciben tambien los signos que revelan evidente- 
mente la existencia de una peritonitis crónica generalizada que 
ha dado orígen á una peri-hepatitis y á una peri-esplenitis, co- 
mo lo demuestran las falsas membranas que unen íntimamen- 
te al hígado y al bazo con las partes circunvecinas. Las conexio- 
nes que tienen entre sí el peritoneo que rodea al bazo y la cáp- 
sula fibrosa propia del órgano son tan estrechas, que.en el hom- 
bre se hace imposible el separarlas; no tiene pues nada de ex- 
traño que la fleymasía peritoneal se haya comunicado ála mem- 
brana que envuelve el parénquima esplénico, propagándose 
mas tarde de aquella á los mas pequeños trabéculos. 

Aun pudiéramos invocar con ciertos visos de razon otra cau- 
sa productora; la enteritis crónica que tambien se observa en 
este caso, basándonos para ello, por analogía, en el número ya 
bastante considerable de hechos que ha reunido el Dr. Giralt, 
en los que se ha encontrado una cirrosis hepática consecutiva 
á una enteritis crónica. 

Sin embargo, nos hallamos mas inclinados á conceder á la 
propagacion de la flesmasía peritoneal el papel principal en la 
produccion de la cirrosis esplénica en el caso que nos ocupa. 

Réstanos solamente ver la relacion que guardó la alteracion 
del bazo con los síntomas que se presentaron durante el tras- 
curso de la enfermedad. A nuestro modo de ver no existe nin- 
guna y la cirrosis fué tan latente como la peritonitis que la 

. T. IY—31 


242 


produjo. Las diarreas abundantísimas, los cólicos frecuentes 
y precediendo á aquellas, la anemia profunda y sus consecuen- 
clas, el edema de las extremidades inferiores y la ascitis, no 
son sino trastornos producidos por la inflamacion de los intes- 
tinos delgados. Deslindados ya todos estos fenómenos del cua- 
dro sintomático de la cirrosis, no nos queda mas que la dilata- 
cion considerable delas venas subcutáneas del vientre, que 
con tanta frecuencia se presenta en la cirrosis del hígado y que 
por analogía pudiera aparecer en la del bazo. Pero este signo 
no indica mas que una compresion de la porta ó de una de las 
venas cavas, y la enorme cantidad de serosidad contenida en 
el abdómen del desgraciado Abalos explica suficientemente 
cual pudo ser la causa que dificultó la circulacion en los vasos 
indicados. 

Por todo lo expuesto se ve que la falta absoluta de síntomas 
disculpa perfectamente el error de diagnóstico que se cometió. 
“Por lo tanto dirémos con el Dr. Giralt que en este caso la cul. 
pa no se debe achacar al hombre, sino á la insuficiencia de la 
ciencia.” 


ExTIRPACION DE UN TUMOR SUPRA-PAROTIDEO (DIAGNÓSTICO OSCU- 
RO), PRATICADA por el Dr. D. José Fuillermo Diaz.—OBsER- 
VACION RECOGIDA por el Ldo. D. Emiliano Nuñez. 


Doña Josefa Mendez, natural de Madrid, de 42 años de edad, 
de estado casada, de constitucion débil, linfática-nerviosa, y 
cuyos órganos desempeñan con perfeccion sus funciones, nos 
asegura repetidas veces no haber padecido sus padres de ma.- 
nifestacion alguna que nos hiciera temer la existencia de una 
de las diátesis cancerosa, turberculosa ó escrofulosa; que jamas 
ha padecido ella de enfermedades graves, aunque siempre se 
ha visto y se ve aquejada de una notable irritabilidad nerviosa. 

El tumor que se presentaba en la region supra-parotidea 1z- 
quierda como del tamaño de una gran naranja de China, pir- 
forme, se encontraba limitado superiormente por el lóbulo de 
la oreja, al cual dirigia violentamente hácia fuera; posterior- 


243 


mente llegaba al borde anterior del músculo trapecio; por la 
parte inferior exactamente hasta la mitad de la extension late- 
ral del cuello; y no pasaba por la anterior de la rama vertical 
del maxilar inferior y tercio posterior de su rama horizontal: — 
piel de un color rojo intenso que á la presion del dedo desapa- 
recia dando lugar á una palidez que tan pronto como cesaba 
aquella desaparecia á su vez, volviéndose á presentar la colo- 
racion roja; —calor aumentado —inmovilidad absoluta—dolores 
agudos no continuos y sin aumentar por la presion. 

El tumor que comenzó hace quince años, siendo del tamaño 
de una avellana, sin cambio de coloracion de la piel, ni movi- 
miento, ni dolores, espontáneos ni producidos, y cuyo desarro- 
llo se ha verificado paulatinamente, no presentando sino hasta 
los últimos momentos los dolores cada vez mas agudos, así co- 
mo el cambio de coloracion en la piel; —fué examinado por un 
gran número de profesores médicos, emitiéndose diversas Opi- 
niones sobre su naturaleza y tratamiento á que debia someterse, 
y creyendo un corto número de ellos que los únicos medios que 
brindaban aleuna esperanza eran los quirúrgicos; pero abste- 
niéndose de emplearlos por temor á las consecuencias que en el 
momento de la operacion pudieran presentarse. 

El Dr. D. J. Guillermo Diaz, despues de un detenido exá- 
men en el cual usó el trocar explorador, que no dió paso á nin- 
guna materia, creyó que se trataba de-un tumor guistico cuya 
naturaleza íntima era muy difícil asegurar; y en esto estaba con 
la ciencia, pues bien sabida es toda la oscuridad que rodea el 
diagnóstico de los tumores. El Sr. Diaz comprendió que á pe- 
sar de los riesgos á que exponian los medios quirúrgicos, eran 
los únicos que podian librar á la paciente de su molesta enfer- 
medad. Lo expuso así á ella pidiéndole sin embargo una con- 
sulta que se verificó con los Doctores D. Fernando G. del Va- 
lle, D. Nicolas J. Gutierrez, D. Antonio Diaz Albertini y Don 
Juan B. Landeta, que opinaron conforme con el cirujano encar- 
gado. En esta consulta se volvió á usar el trocar explorador 
que dió paso esta vez á una pequeñísima cantidad de sangre 
negruzca y espesa. 

Señalado el dia 13 del mes de Setiembre para la operacion, 
se procedió á ella en la casa de la paciente, calle del Aguaca- 


244 


te número 126, asistiendo los Doctores D. Fernando G. del Va- 
lle, D, Nicolas J. Gutierrez, D. Juan B. Landeta, Don Antonio 
Diaz Albertini, D. Tomas A. Plasencia, Edo. D. Julio Zúñiga, 
eran número de estudiantes de medicina y el que ha recogido 
esta observacion; proponiéndose entónces como medio preven- 
tivo de una hemorragia pasar un cordonete por la arteria ca- 
rótida con el objeto de establecer rávidamente la ligadura; Ó 
bien ejecutar la operacion en dos tiempos, usándose en el pri- 
mero los instrumentos cortantes y en el segundo los compreso- 
res, y valiéndose para esto del magullador (écraseur) de Chas- 
salgnac. Admitido esto último comenzó el Dr. D. J. Guiller- 
mo Diaz la operacion estableciendo en la union del lóbulo de 
la oreja una pequeña incision horizontal que dirigida hácia ar- 
riba penetrase por detras del citado lóbulo separándolo com- 
pletamente y conservándolo para la buena conformacion de la 
parte; despues hizo partir de la parte media de esa incision 
otra vertical hácia abajo y adelante, por ser esta la direccion 
del diámetro mayor del tumor, y pasando del límite de éste 
continuó lneso disecando los colgajos, unas veces con el filo 
del bisturí, otras con el mango del mismo y otras con los de- 
dos, presentándose en algunos puntos fuertes adherencias. 
Ayudado por las asistentes, que ora comprimian las boquillas 
arteriales, ora dirigian el tumor á uno ú otro lado, dzc., llegó 
el Dr. Diaz á desprender completamente el tumor por toda su 
redondez. Se aplicó entónces el magullador (écraseur) sobre 
un pedículo del grueso como de tres centímetros, y dando dos 
golpes cada minuto se llegó á separar el tumor. En toda la 
operacion solo perdió la enferma una mínima cantidad de 
sangre. 

A medida que el magullador iba verificando la compresion 
pasaba por los intersticios del saco una sustancia que mas 
despues, cuando se abrió el tumor, se vió era análoga á la que 
lo constituia, muy parecida al tejido propio del testículo, de 
un color oscuro y presentando en algunos puntos pequeños 
focos que contenian una sangre negruzca.—Despues se estable. 
ció la curacion, dándose por terminado el acto. 

Hrámen microscópico practicado por el Dr. D. Maximiliano 
Galan.-—El tumor, del tamaño como de una naranja aunque 


245 


de forma un poco ovoideo, está constituido principalmente de 
dos partes: una membrana de envoltura de naturaleza fibrosa 
y un contenido del cual nos ocuparémos despues. La membra- 
na fibrosa está unida á este último por un tejido laminoso 6 
conjuntivo de mallas flojas, ménos en algunos puntos de su 
circunferencia, donde no es posible separarla sin desgarramien- 
to. La parte del tumor contenida en la cavidad formada por 
la membrana fibrosa está constituida en sus dos tercios por un 
tejido blando, rojizo, cuyo aspecto es bastante semejante al de 
la glándula parótida, aunque este color y su poca consistencia 
indicaban á la simple vista que habia allí una alteracion pato- 
lógica. 

El tercio restante del neoplasma en una de sus extremida- 
des está constituido por un tejido de un blanco mate rosado, 
dándole un aspecto que se puede hacer palpable con el adjeti- 
vo encefaloide, sobre todo si se añade que aunque bastante 
denso era muy friable. Es esta parte del tumor la que estaba 
íntimamente unida á la membrana quística que lo envolvia. 
Separada completamente de este tercio, en la extremidad opues- 
ta del producto patológico, pero tocando siempre ú la mem 
brana fibrosa, se encontraba una porcion de sustancia del ta- 
maño de un chícharo y con los otros caractéres que acabamos 
de apyntar, | 

Ey la parte que parecia ménos alterada, es decir, en los dos 
tergíos del tumor se ven fondos de sacos glandulares, formados 
pár células, sin que sea posible distinguir en ninguno de ellos 

Aa membrana propia que los limita y que sin duda alguna ha 
desaparecido. Al decir ninguno de ellos, no estamos de un to: 
do conforme á la verdad, porque aunque difícilmente, se en- 
contraba aleuno que otro tubo glandular con su membrana, 
si bien es verdad que ésta se hallaba en esos casos excepciona- 
les cuando no rota en alguno de sus puntos, muy distendida 
por el gran número de células que los llenaba de una manera 
completa. Las células en uno y otro caso no solo habian 
aumentado en número (hipergénesis) sino tambien en volú- 
men (hipertrofia), aunque esta última alteracion, y por lo que 
tocaá la variedad célula completa, era bien poco notable.— 
Es verdad que la cantidad que existia de stas era bien pe- 


346 


queña relativamente al gran número de núcleos libres que se 
veian. Tanto estos como aquellos, y mas estos que aquellos, se 
encontraban llenos de finas granulaciones que les hacian perder 
mucho de su transparencia. Abundaban granulaciones grasas 
en la materia amorfa; algunas que otras cólulas adiposas y muy 
pocas fibras elásticas fexuosas que parecian ser los restos de 
los conductos excretores. Se veian aleunos que otros fragmen- 
tos oscuros de naturaleza inorgánica, sin duda alguna calcáreos, 

En el tercio del tumor de aspecto encefaloide se encuentra 
ademas de lo que se ha apuntado en el exámen anterior las cé- 
lulas tan mal llamadas cancerosas, es decir, elementos epitelia- 
les de la variedad célula y de la variedad núcleo, considerable- 
mente hipertrofiados, llenos de granulaciones oscuras y en to- 
do alterados en su forma y ensus otras propiedades físicas, Se 
encuentran fragmentos de los conductos excretores de la glán- 
dula en estado normal: —ademas esta preparacion se distinguía 
de la anterior por una gran cantidad de materia amorfa y por 
lo fácil que era hallar restos de vasos capilares. 

Segun este exámen microscópico, el tumor que se ha someti- 
do á nuestro exámen es un epitelioma glandular constituido 
como lesion anatómica por la hipergénesis y por la hipertrofia 
del epitelio que tapiza normalmente los fondos de sacos glan- 
dulares. Estos tumores repululan á menudo, recidivan ¿2 situ 
muchas veces y se generalizan á menudo. 

Erxrámen microscópico practicado por el Lido. D. Pedro. A. 
Auber.—Xl tumor ofrece una superficie de seccion lisa y bri- 
llante, de consistencia muy débil, se deja desgarrar fácilmente 
con los dedos. En una pequeña porcion de su superficie presen- 
ta un color análogo al de la leche y en la mayor parte de su 
extension esta coloración se asemeja ála del tejido muscular. 
Cuando se practican incisiones en el tumor fluye un líquido 
blanco rojizo que se mezcla con el agua enulsionándose con 
ella: una gota de este jugo deja ver con auxilio del microsco- 
pio una multitud de células notables por la multiplicidad de 
sus formas; unas redondeadas, otras mas ó ménos regularmen- 
te poligonales; muchas de ellas fusiformes, en tanto que otras 
se encuentran unidas entre sí por su extremidad caudal y próxi- 
mas á dividirse por fisiparidad. El número de núcleos que 


247 


contienen varían de uno á cuatro, muy brillantes; en el inte- 
rior de algunos de ellos se observa un nucleolo. El tamaño 
de las células es tambien variable; aunque no hemos podi- 
do medir su diámetro por carecer de micrómetro, se nota fá- 
cilmente que unas son mayores que otras. Tratadas por el áci- 
do acético se disuelve la pared celular, y junto con la materia 
eranulosa contenida en su interior, se escapan los núcleos que 
van á reunirse con otros muchos que vagan libremente en el 
campo del, microscopio. Percibense ademas una multitud de 
elobulinos muy análogos á los nucleolos. En el juzo recogido 
de la parte que ofrecia el color del tejido muscular se encuen- 
tran tambien numerosos glóbulos rojos sanguíneos, ya bastan- 
te alterados, y algunos grupos de cristales de hematoidina.—HKl 
estroma del tumor es bastante escaso y está constituido por 
fibras onduladas de tejido conjuntivo, muy finas. 

La curacion empleada ha consistido solamente en el uso del 
cerato simple y de una pocion anti-espasmódica. No se ha pre- 
sentado mas que ligera fiebre con malestar. En los primeros 
dias la cicatrizacion se verificaba con rapidez; pero sobrevinie- 
ron fuertes estremecimientos nerviosos que produjeron la se- 
paracion de una parte de la cicatriz, dando lugar á inflamacion 
de los bordes con flujo de un líquido sanioso;—se empleó la 
cauterizacion con el nitrato de plata; pero á pesar de esto ha 
continuado fluyendo el líquido, siempre sanioso, sin adelantar 
la cicatrizacion, observándose últimamente la reproduccion de 
la afeccion cancerosa en la misma cicatriz, aunque no la repro- 
duccion del tumor. 

Este hecho viene 4 rendir un homenage al progreso del mi- 
eroscopio. 


CONGRESO MÉDICO INTERNACIONAL; por el Dr. D. J. Joaquin 


Muñoz. 


Uno de los acontecimientos de mayor actualidad referente á 
nuestra profesion y acerca del cual debo dar cuenta á los lectores 
de los “Anales” de esa Academia, es la reunion ó Congreso inter- 


248 


nacional que se ha celebrado en esta capital en los dias 16, 17, 19, 
20 del actual, terminándose el 28, y al que han concurrido, como era 
de suponerse, un gran número de médicos tanto nacionales como 
extranjeros. El sillon dela presidencialo ocupaba elilustre Bouillaud. 
Entre los sabios extranjeros se notaban, los Dres. Virchow, Halla, 
Lambl, de Meric £.—La Facultad de Paris estaba representada por 
su decano y algunos catedráticos; Gavarret, Denonvilliers, y otros. 
La sesion del 16 se abrió con una alocucion calorosa del Sr. Presi- 
dente, en la que se indica el objeto del Congreso, su utilidad y su 
importancia para el progreso de la ciencia; se señala esta fiesta 
internacional como la manifestacion evidente de los adelantos cum- 
plidos y de la confraternidad médica, y en fin se traza el orígen y las 
diferentes fases de ella, tomando por punto de partida los congresos 
de Rouen, Lyon y Burdeos. Despues de señalar los esfuerzos he- 
chos por el gobierno, por la prensa periódica y por los particulares 
en favor de la realizacion de esta solemnidad, emite con una viva 
expresion el deseo de verla continuar de año en año y de un pais 
á otro, para perpetuarse así indefinidamente. 

Despues de esta alocucion que fué muy aplaudida, se pasó á la 
formacion de la mesa. El Dr. Bouillaud queda de presidente, y se 
nombran los vice-presidentes; los delegados de los gobiernos y de 
las sociedades científicas extranjeras fuéron llamados por su órden. 
Despues de estos preliminares, los trabajos comienzan en el órden 
fijado por el programa—Primera cuestion: Anatomía y fisiologia 
del tubérculo. El Dr. Villemin (profesor de Val de Gráce) ocupa la 
tribuna y lee un trabajo intitulado: Del tubérculo y de los procesos 
análogos, que tiende á demostrar que Ja granulacion gris está bajo 
la influencia de la misma causa que la neumonía llamada caseosa, 
y que, contrariamente á la doctrina alemana, una y otra no sou 
“mas que evoluciones sucesivas de una misma enfermedad. El Dr, 
Viilemin entra en largos detalles para demostrar la exactitud de 
“su aserto.—Mr. Jaccoud (secretario del Congreso) lee, en nombre 
del Dr. Sangalli de Pavía un trabajo que aboga en favor de la 
naturaleza inflamatoria de la granulacion tuberculosa, que se halla 
aislada ó bien infiltrada segun la extension del estímulo. La hipe- 
remia local es el primer efecto. Los hechos indicados en la me- 
moria del Dr. Sangalli son muy curiosos y dignos de estudiarse 
detenidamente. —Referente á la misma materia se producen otros 
dos trabajos; uno del profesor Crocg de Bruselas, el otro del Dr. 
Lebert de Breslau; despues de lo cual comienza la discusion, en la 
que toman parte M. M. Hérard, Villemin, Lebert, Crocq, Mougeot, 
Gourdin y Bertet. Excuso entrar aquí en los pormenores de esta 


249 


discusion por no prolongar demasiado mi carta: diré solo que todos 
los oradores se han encontrado acordes en el fondo de la doctrina 
para formar un todo de las diferentes lesiones anatómicas atribuidas 
al tubérculo segun Laennec. 

La sesion del 17 debia abrirse con la lectura de un interesante tra- 
bajo del Dr. Brown Séquard, de New-York, intitulado Nuevas conside- 
raciones acerca delos signos de las enfermedades cerebrales; pero hallándo- 
seaccidentalmente ausente el autor, el secretario lee una nota del Dr. 
Ramirez de Madrid relativaá una nueva operacion para el tratamiento de 
losabscesos del higado, que consiste en la puncion del foco purulento sin 
tratarde provocaránteslasadherencias de este con las paredes tóraco- 
abdominales, segun se practica generalmente. sta operacion es, 
segun el autor, enteramente inofensiva.—El Dr. Galezowski lee 
una nota interesante acerca de las alteraciones de la retina y de la 
coroides en la diátesis tuberculosa. El autor disputa la prioridad de la 
aplicacion del oftalmoscopio en el diagnóstico de las enfermedades 
del cerebro y de la médula al Dr. Bouchut que, como se sabe, es el 
primero que haya dado á esta idea un principio de realizacion. El 
Dr. Galezowski divide todas las alteraciones de la vista en los 
tísicos, en tres formas: 1.2 trastornos nutritivos de la retina; 
2.2 neuritis y perineuritis consecutivas á las meningitis tubercn- 
losas; 3.2 coroiditis tuberculosas. Los primeros deben atribuirse 
á los trastornos de la circulacion resultantes de las alteraciones 
auatómicas y funcionales sufridas en los pulmones y el corazon. 
Los segundos son debidos, unas veces á la compresion intra» 
craneal y ála interrupcion de la circulacion por trombosis de los 
vasos del nervio óptico; otras veces, á la propagacion de la infla- 
macion de la sustancia del nervio hácia la vaina interna y el 
tejido intersticial. La coroiditis tuberculosa se halla caracterizada 
por granulaciones miliares de la misma forma y composicion que 
los tubérculos de los demas órganos €. 4. —El Dr. Bouchut cree ser 
el primero que en 1862 haya presentado observaciones conclu- 
yentes de aplicacion del oftalmoscopio á la semiología de las 
enfermedades nerviosas. En cuanto á los tubérculos de la co- 
roides y de la retina, dice que es una afeccion muy rara; que 
ámenudo las granulaciones que se advierten en las membranas del 
ojo son constituidas (segun el exámen de Mrs. Ch. Robin y 
Ordoñez) por núcleos fibro-plásticos, debidos á la degeneracion 
regresiva de los elementos normales de esos tejidos.—El Dr. 
Bouchut expone el resultado de sus observaciones oftalmoscópicas 
relativas á este particular, y en algunos puntos se halla de acuerdo 
con el Dr. Galezowski. 

T. IV—32 


250 


La cuestion de la tuberculosis esdiscutida bajo el punto de vista 
de la anatomía patológica en la sesion del 16 y fué continuada en 
la del sábado por la tarde, bajo el punto de vista del tratamiento. 
Pero digámoslo bien pronto, para que el desencanto haga ménos 
efecto; la mayoría de los miembros del Congreso que tomaron parte 
en la discusion ha proclamado la necesidad de rayar del tratamien- 
to de la tuberculosis toda medicacion activa, y de no tomar, en 
adelante, los agentes de la terapéutica de esta enfermedad sino 
entre los modificadores de la higiene. El Dr. Gourdin, de Paris, 
confiesa que seducido por las tentativas hechas por el Dr. Green 
en América, ensayó las inyecciones de nitrato de plata en los 
bronquios de los tísicos afectados de cavernas en los pulmones, 
sin haber obtenido otro beneficio que la disminucion en la cantidad 
de la expectoracion. Todos los enfermos han muerto. El aceite 
mineral de petróleo administrado bajo la forma de perlas, no ha dado 
al Dr. GSourdin mejores resultados.—Kl Dr. Marchal (de Calvi) se 
pronunció en contra de las medicaciones que deuomina ofensivas en 
el tratamiento de la tisis pulmonar, y en cuyo número coloca la fer- 
ruginosa, la sulfurosa, laiodada (la peor detodas) y quizá tambien la 
quina. El hierro, el azufre y el iodo provocan, segun Mr. Marchal 
(de Calvi), las hemorragias brónquicas. En la higiene ó es donde 
deben buscarse los medios mas racionales de paliar el mal: el cam- 
bio de clima ofrece á menudo algunas probabilidades de curacion 
y es, para este médico, el recurso por excelencia que conviene 
poner en práctica.—El Dr. Auzias- Turenne atribuye al ajo una 
virtud especial contra la tísis; tres cabezas de este precioso bulbo, 
una á la mañana, medio-díia y tarde, constituyen la medicacion 
mas inofensiva y útil de esta terrible enfermedad. 

El Dr. O' Leary (de Irlanda) sostiene que las inhalaciones de 
vapores de iodo esparcidos en el atmósfera de un aposento, pro- 
curan algunas ventajas á los tísicos. 

El profesor Markowits (de Bucharest) cree que si el hierro, el 
lodo y el azufre son medios incendiarios en la tísis aguda ó galo- 
pante y en la hemorraágica, sus buenos efectos son innegables en la 
forma crónica (“torpide”). El vutor prefiere las inhalaciones de ¡odo 
4 las preparaciones ¡odadas, administradas al interior. 

El Dr. Lombard (de Ginebra) rechaza las medicaciones activas, 
considerándolas como susceptibles de provocar el desarrollo de la 
tísis pulmonar y acelerar su marcha; recomienda la higiene, un 
buen régimen, buena alimentacion y buen clima. La misma 
opinion es formulada por el profesor Halla (de Praga). 

Sesion del 19 de Agosto.—Presidente, Mr. Bouillaud. —Un numeroso 


251 


auditorio asiste á la apertura de la sesion. La correspondencia con- 
tiene varios trabajos relativos á la cuestion de) día. Uno del profe- 
sor Sangalli intitulado «Della tuberculose e de suot rappori colla scro- 
fola e colla inflammazione, 1 vol. de 282 pág. Pavía 1865.—Una tésia. 
sostenida recientemente en la facultad de Paris por el Dr. Ronus- 
tan, acerca de la Inoculabilidad de la tisis. 

El Dr. Empis toma la palabra para reclamar sus derechos en fa- 
vor de la Granulia, de la cual hace una especie mórbida distinta. 

El Dr. Cornil se ocupa de nuevo de la anatomía patológica de la 
tuberculosis, cuyo punto esencial y fundamental es el desarrollo 
de la granulacion gris que constituye el tubérculo verdadero. líxcu- 
so transcribir aquí la larya exposicion del Dr. Cornil, segura- 
mente interesante, porque de ella podrá el lector tomar una com- 
pleta idea en los periódicos científicos de Paris que la han publi- 
cado ¿n extenso. : 

El Dr. Bakody (de Pesth) presenta un grau número de diseños 
fotográficos de exámenes microscópicos de lesiones tuberculosas. 
Este autor ha eneontrado la prueba del desarrollo simultáneo de 
las granulaciones tuberculosas y de los productos inflamatorios que 
provienen de proliferacion, la hiperplasia epite!lial en el ápice de 
los pulmoves, que es sobre todo en donde se aglomeran las masas 
- celulares y se hace difícil su expulsion á causa del débil movimiento 
respiratorio de esta parte de los pulmones. El estancamiento de dic- 
has masas puede provocar la proliferacion celular propia del tubér- 
culo en el tejido conjuntivo de los alvéolos, dc. 

El Dr. Seco y Valdor (de Madrid) cree en la transmision de la tí- 
sis por la cohabitacion, y cita varios hechos observados por él. 

El Dr. Lombard (de Ginebra) presenta el cuadro citado en una 
alocucion precedente, en el cual indica las diferentes proporciones 
de oxígeno contenido en el aire que se respira á diferentes alturas. 
El autor señala algunos ejemplog y declara que esta dieta respira- 
toria es, segun él, un medio no solo preventivo, sino curativo de 
la tuberculizacion pulmonar. 

El Dr. Friedrieck, de acuerdo con el Dr. Cornil acerca de 
este punto, á saber, que las granulaciones grises se desarrollan 
frecuentemente sobre el trayecto de los vasos en el pulmon, 
niega sin embargo que suceda lo mismo en la piía-madre por ejem- 
plo, en cuyo punto se vé la célula dividirse y subdividirse para 
formar agregados. 

Se da cnenta de un trabajo del Dr. H. Bowdietch (de Boston) in- 
titulado «Consumption in Massachusets», en el cual se demuestra que 
en las 325 ciudades del Estado, la tísis reina de un modo desigual; 


252 


que ciertos Ingares se hallan completamente exentos; que las lo- 
calidades y habitaciones están mas expuestas en razou de la hume- 
dad del suelo. Esta causa parece al autor definitivamente estable- 
cida segun numerosas estadísticas, y 4 posteriori segun la mejoría 
delos enfermos al principio del mal, obtenida por el cambio de lugar. 

Se da cuenta de otra memoria del Dr. W. CuunifF (de Ontario) 
intitulada: «De la tuberculosis en los diversos lugares del Canadd. y de 
su influencia en la mortandad general.» Este trabajo trata de la fre- 
cuencia de la tisis en las diferentes razas que forman la poblacion 
del Canadá; pero nada de bien notable se halla expuesto en él. 

El Dr. Marmisse toma la palabra y expone los hechos principa- 
les relativos á sus «Investigaciones estadisticas acerca de la tisis pulmo- 
nar considerada como causa de defunciones en la ciudad de Burdeos.» 
Este trabajo se halla basado en 4,829 atestados de defunciones es- 
peciales tomadas en 36,000. El autor examina detalladamente es- 
tos atestados segun la edad, el sexo, el estado civil y de fortuna, y 
la profesion del sujeto, segun las estaciones «c. 

El Dr. Sarraméa (de Burdeos) lee un trabajo acerca «de la profi- 
laxis de la tuberculosis.» Segun el autor, las habitaciones oscuras y 
mal-sanas, entorpeciendo la hematosis sobre todo durante el sueño, 
y una alimentacion insuficiente ó mala, son las causas que mas 
particularmente contribuyen á la produccion de la tisis pulmonar. 
En los niños sobre todo estas causas tienen una accion grandísima. 
Para los que tienen una predisposicion hereditaria, el Dr. Sarra- 
méu recomienda la gimnasia, el fósforo á la dosis de un milígramo 
al dia, los baños, las fricciones, el masaje, la hidroterapia y sobre 
todo la habitacion de los climas especiales. 

El Dr. Drapsy (de Cracovia) hace notar que miéutras los aldea- 
nos de su pais se hallan por lo comun exentos de la tísis, los ju- 
díos son propensos á padecer de ella; y á tal punto, que puede pro- 
nosticarse la extincion dela raza dgutro de dos ó tres generaciones. 
Los malos alimentos parecen serexclusivamentela causade esto. La 
carue y cualquier otro alimento sustancial es para ellosfruta prohi- 
bida. El matrimonio que seefectúaá los 16 y 18 años, puedetambien 
contribuir á esta gran mortalidad. Los baños de suero empleados 
en la Galicia austriaca, en Hungría y en la Besarabia, lo mismo 
que los hipofosfitos á altas dosis y la electricidad positiva, le han 
parecido mas eficaces que el hierro, el iodo y el azufre. 

El Dr. Jaccoud lee, en nombre del Dr. Homan (de Cristia- 
nia), unos «apuntes acerca de la extension de la enfermedad tuberculosa 
en Noruega.» Segun la estadística oficial de 1853 4 1863, 7,792 de- 
funciones en 57,869 Ó bien sea 134 por 1,000, fueron atribuidas á 


253 


la tisis pulmonar. El autor cree que el clima no ejerce influencia 
esencial en el desarrollo de esta enfermedad. La sífilis, que se ha- 
lla muy generalizada en ese lugar, parece tener mayor participio, 
lo mismo que la afeccion endémica del pais llamada spedalskhed, 
cuyo predominio puede modificar todos los cálculos respecto á la 
cuestion de causas. 

Influencia de los climas, de las razas y de las diferentes condiciones de 
la vida en la menstruacion en los diversos lugares.—Tal es como se 
halla formulada en el programa de la sesion, la segunda cuestion 
que debe ventilarse. Jos trabajos relativos á esta materia se redu- 
cen á simples resúmenes é investigaciones bibliográficas. Los doc- 
tores Lagneau (hijo) y Joulin leen á sus turnos dos memorias refe- 
rentes á este asunto, de las cuales resulta, que la menstruacion apa- 
rece en las regiones frias á la edad de diez y seis años, en las tem- 
pladas á los 15 ú 14, en las cálidas á los 12. 

En un «Estudio acerca de la menstruacion en las mujeres de Rouen y 
del departamento del Sena inferior, el profesor Leudet demuestra que 
la primera menstruacion en Rouen aparece á la edad de 14 años 
9/10, miéntras que en Paris aparece mas temprano y en 'Polon mas 
tarde; que esta funcion se manifiesta mas temprano en las muje- 
res de la ciudad que en las del campo, y lo mismo acontece res- 
pecto de las mujeres de la clase media con relacion á las de la cla- 
se pobre, particularmente las obreras de los grandes establecimien- 
tos industriales: éstas menstruan mas tarde que aquellas. 

Tocante á la fecundidad, 1,207 mujeres han dado 3,148 hijos, á 
saber: 


134 mujeres dela clase ric2...oom.o.mmmo..... 271 hijos 
ISS TS CAMPO NA II 1845: 
190 id. de la «clase obrera...0...0ococ caco... 2,582 1d. 


El Dr. 7:lt (de Lóndres) envía una memoria acerca «De la influen- 
cia del clima y de la raza en la menstruacion;» y el Dr. Robert Corvie 
remite otro. trabajo «acerca de la duracion del menstruo, y de sus rela- 
ciones con la ancianidad en las islas de Shetland.» De este último tra- 
bajo resulta que si bien la primera menstruacion en los habitantes 
de esas islas escocesas aparece á la misma edad que en los otros 
lugares del Reino-Unido, la edad crítica, fijada de 45 4 46 años en 
todas las posesiones inglesas, no se presenta ordinariamente sino 
de los 48 á los 54 años; y en término medio, de los 50 4 los 51 años. 
Los habitantes de estas islas llegan, por lo comun, á una avanzada 
edad. Si bajo este punto de vista se les compara con los naturales 


254 


de la Escocia, se vé que existe una diferencia notable. He aquí las 
cifras indicadas: | 


Islas Shetland. Escocia. 


De setenta años..¿...o.ocuonmonscio.: 09/00: DP. S 18,251 pS 
De ochenta id ...... O .. 20,00 — 7,00 — 
De noventa...... a 08 1,05 —— 
De noventa y cincoá ciento cin- 

Cova ias. idad .. 2,68 — 0,29 — 


El Dr. Corvie cree encontrar una relacion directa entre la dura- 
cion del flujo catamenial y la ancianidad. | 

El Dr. Vogt (de Cristiania) expone algunas consideraciones acer- 
ca de las épocas en que aparece y cesa definitivamente el menstruo 
en los diferentes lugares de la Noruega. 

El Dr. Jaye (de Cristiania) presenta una estadística relativa al 
mismo particular, y de la cual resulta que: en 2,691 mujeres, el 
término medio de la primera menstruacion ha sido álos16 años. Los 
intervalos de las épocas en 1,437 han sido, término medio, de tres 
semanas en el Norte y cuatro en el Sur. La duracion del flujo.en 
1,437 ha sido de tres dias y siete horas. La edad crítica, examinada 
en 391 mujeres casadas, se ha presentado á los 49 años. 

El Dr. Lieven presenta una estadística relativa á 1000 mujeres 
y de la cual resulta, que la primera mebstruacion ha aparecido, 
en el mayor número, á la edad de 16 á417 años. Los intervalos han 
sido de cuatro semanas en la mitad de los casos. La duracion 
ordinaria del flujo, ha sido de siete dias. 

El Dr. Mayer (de Berlin) remite al Congreso una Estadistica de 
la menstruacion en la Alemania septentrional y central, que comprende 
6000 observaciones tomadas del año de 1853 al de 1866. La edad 
media de la primera menstruacion ha sido de 15, 84 y de 15, 19 en 
las 3000 mujeres de las clases superiores, y de 16, 50 en las pobres. 
Esta edad ha sido de 15, 98 en las 4339 mujeres de las ciudades, 
y de 15, 20 en las 1061 mujeres del campo, sin que este órden 
sufriese mudanza alguna por la sub-division de los pobres y de los 
ricos en las ciudades y en los campos. 

Con cifras equivalentes y con la misma certeza, resuelve suce- 
sivamente el autor las cuestiones relativas á la influencia de la 
latitud y de la longitud, la temperatura media del año, la altura, 
el color del rostro, la talla, la constitucion, la fecundidad, los 
intervalos de las épocas menstruales, su duracion, su abundancia, 
la edad crítica, €., €. La obra del Dr. Mayer es, seguramente, la 


255 


mas completa que se haya presentado al Congreso respecto de este 
particular, y la que, por esta razon y vista la¿importancia de la 
materia, se hace realmente digna de una mencion especial. 

Sesion del 20 de Agosto.—Presidencia de Mr. Bouillaud.—Ei Dr. 
Bole (de Castel-Sarraziu) presenta algunas consideraciones acerca 
de la fiebre remitente que reina en esta localidad, cuya situacion 
explica hasta cierto punto la existencia al estado endémico de dicha 
enfermedad. Rodeada de pantanos y de aguazales, una atmósfera 
de efluvios la envuelve y de aquí la constitucion médica particular 
de esa ciudad. “Sin embargo de esto, dice el Dr. Bole, este lugar 
no ha sido nunca visitado por el cólera; y, en los veinte años que 
llevo de práctica, no he observado un solo caso de fiebre tifoidea.” 
La única enfermedad reinante en esta localidad, es la fiebre remi- 
“tente. La influencia es tal, que en todos los demas estados patoló- 
gicos se descubre el signo que la caracteriza. Los traumatismos, 
lasoperacionesquirúrgicassufren estainfluenciainevitable. La remi- 
sion constituye el carácter propio deesta fiebre; pero dicho carácter 
no es siempre fácil de reconocerse, sobre todo cuando se muestra 
durante la noche, por cuya razon se ha confundido esta fiebre con 
la tifoidea. El Dr. Bole ha tenido ocasion de verificar este hecho 
en diferentes veces que ha pasado la noche al lado de los enfermos 
para sorprender el fenómeno de la remision que no habia podido 
descubrirse hasta entónces. El autor recomienda el sulfato de qui- 
nina como el remedio mas seguro de esta enfermedad, y por consi- 
guiente de todas las demas de Castel-Sarrazin. 

La comunicacion del Dr. Bole dió motivo á una interesante 
exposicion verbal hecha por el Dr. Pantaleoni (de Roma). Durante 
veinte y cinco años en Koma y siete en Nice, este médico ha tenido 
frecuéntes ocasiones de observar la fiebre remitente, forma mórbida 
que domina la patología italiana. En los campos de Roma, la 
fiebre remitente es en extremo comun y presenta dos formas 
distintas; 1.9 la gástrica que es siempre benigna; 2.2 la nerviosa, 
que es generalmente grave y corresponde á la enfermedad llamada, 
ya fiebre pútrida, ya fiebre atáxica, adinámica €. Esta forma difiere 
de la fiebre tifoidea por la ausencia de los sintomas abdominales, 
zurrido íleo-cecal, diarrea, meteorismo, dolor, €. Tambien hay 
ausencias de las manchas rosadas particulares. 

Independientemente de esto, la fiebre remitente ofrece varios 
de los estados organopáticos y de los fenómenos mórbidos de la 
fiebre tifoidea: la alteracion de la sangre y del sistema nervioso, 
las hemorragias por todas las vias, principalmente por la piel y 
las membranas mucosas, los diversos trastornos de las acciones 


256 


nerviosas que aparecen desde el principio de la enfermedad. La 
sequedad de la lengua es generalmente un síntoma grave y de mal 
augurio.—El exámen necroscópico no ha sido practicado por. el 
Dr. Pantaleoni mas que diez veces. En ningun caso se ha encon- 
trado la lesion de las placas de Peyer ú de los folículos de 
Brunner; ni tampoco la perforacion intestinal. El autor ha ob- 
servado un poco de reblandecimiento de las mucosas, el infarto 
del bazo, la inyeccion del cerebro, sobre todo el reblandecimiento 
del corazon. 

La causa de la fiebre nerviosa es probablemente de orígen 
palúdeo: el sulfato de quinina á altas dosis es el remedio mas eficaz, 
casi infalible. El Dr. Pantaleoni lo ha dado á menudo con buen 
éxito hasta 40 gramos repartidos durante todo el curso de la 
enfermedad. 

El profesor Giovani Polli (de Milan) da lectura á un trabajo 
intitulado: “Del tratamiento de las enfermedades debidas d un fermento 
morbido, por los sulfitos y los hiposulfitos de magnesia y de soda.” 
Desde el año de 1857 el Dr. Polli se ocupa de la cuestion de las 
enfermedades ocasionadas por los fermentos introducidos ó desar- 
rollados espontáneamente en la economía viva, y de los medios 
de remediarlas. De todas las sustancias que tienen Ja propiedad 
de descomponer y de destruir los fermentos, el ácido sulfúrico es 
la mas activa; pero como no puede empleársela en el estado natural, 
el Dr. Polli pensó que los compuestos alcalinos ó terrosos y los 
derivados de esa sustancia, podrian llenar la indicacion. Los nu- 
merosos ensayos que ha hecho este médico desde el año de 1860, 
le han dado la conviccion de que esta hipótesis tenia algun funda- 
mento. Los experimentos que practicó en los animales, en los 
cuales inyectaba líquidos en putrefaccion, sangre, pus, etc., y que 
trataba en seguida por Jos sulfitos é hiposulfitos, le dieron exce- 
lentes resultados. 

Antes de aplicar estas sustancias á la curacion de las enferme- 
dades producidas por los fermentos, Mr. Polli empezó por expe- 
rimentar en sí mismo su accion, á fin de determinar las dosis á que 
podian administrarse sin inconveniente. De esa suerte ha encon- 
trado que la dosis de 10 á 15 gramos de sulfito de magnesia ú de 
soda por dia, eun dos y tres tomas, no ofrece ningun inconveniente 
en un adulto. Despues de cada toma, debe beberse un poco de 
agua pura ó azucarada. 

Por último, numerosos ensayos clinicos hechos en enfermos 
atacados de fiebres eruptivas, intermitentes palúdeas, tifus y fiebres 
tifvideas, fiebre por reabsorcion pútrida, fiebres puerperales, podre- 


257 


dumbre de hospital, picadas anatómicas de., le han demostrado que 
los sulfitos y los hiposulfitos ejercen en la mayor parte de estas en- 
fermedades la mas feliz influencia. El Dr. Polli ha recogido mas 
de mil hechos favorables á la medicacion que propone. De estos 
hechos resulta que los sulfitos, aplicados al tratamiento de las fie- 
bres palúdeas, tienen, entre otras, propiedades curativas iguales y 
aun superiores á las de la quinina. Las curaciones de las llagas y 
heridas, hechas con la solucion compuesta de una parte de sulfito 
de soda para cinco ó seis partes de agua, dan tambien los mejores 
resultados. En fin algunos médicos veterinarios han aplicado este 
remedio con buen éxito en el muermo, la enfermedad antracoides 
de los animales €c. 

El profesor Crocq, de Bruselas, no participa del mismo entusias- 
mo que el Dr. Polli: niega desde luego la existencia de los fer- 
mentos morbosos en el organismo; y en el caso de que existieran, 
pone en duda que sean accesibles en el interior de la economía á 
los agentes capaces de descomponerlos. Habiendo empleado los 
sulfitos en muchos casos de los indicados por Mr. Polli, el Sr. Croq 
no lia obtenido con ellos ni buenos ni malos resultados. 


(Continuard.) 


CONSEJOS HIGIÉNICOS PARA PRESERVARSE DEL CÓLERA Y MEDIOS DE 
COMBATIR SU INVASION; por la Real Academia de Ciencias médicas, 
fisicas y naturales de la Habana (1). 


GOBIERNO SUPERIOR CIVIL DE LA ÍsLa DE CUBA.—DIRECCION DE 
ADMINISTRACION. —El Tllmo. Sr. Gobernador Corregidor Presiden- 
te del Excmo. Ayuntamiento de esta Capital, en 23 de de Mayo úl- 
timo dice al Excmo. Sr. Gobernador Superior civil lo siguiente: 

«Excmo. Sr.—Cumpliendo el Excmo. Ayuntamiento de mi pre- 
sidencia uno de sus mas principales deberes, apenas se desarrolló 
epidéemicamente en nuestra Metrópoli el terrible cólera morbo 
asiático, inició el oportuno expediente para adoptar las medidas 
precautorias que aconseja la cievcia, con el fin de hacer ménos sen- 


41) Nos ha parecido que la publicacion de este trabajo, —redactado por los Sres. Ruz, 
Mestre y Havá, discutido y aprobado por la Academia,—era oportuna no solo por la cir- 
cunstancia de existir el cólera entre nosotros, sino por el hecho de haber servido de 
fundamento á la Instruccion popular que acaba de distribuir el Excmo. Ayuntamiento. 

T. IV-—39 


258 


sibles los estragos de esa cruel enfermedad, si nos invade, ya que 
una dolorosa experiencia ha demostrado que no hay pais que se libre 
de sus horrores, ni distancia que no salve en busca de víctimas. 

Pero la escasez de recursos en que se encontraban las Árcas mu- 
nicipales: —la marcha lenta de la enfermedad en su reciente excur- 
sion por Europa: —la esperauza que alentó el Cuerpo Capitular, en 
vista de que á pesar del frecuente y casi diario contacto de los pai- 
ses epidemiados con los vecinos Estados-Unidos, no se habia ex- 
tendido á ellos el temible azote que condujeron algunas embarca- 
ciones, en cuyos tripulantes se vebó:—la bouudad de la temperatu- 
ra que hasta hace poco reinaba en esta ciudad, y que segun el jui- 
cio de profesores autorizados alejaba por entónces el temor de una 
próxima invasion, junto con el deseo de no alarmar al público, que 
con facilidad se preocupa, fueron causa de que en los acuerdos so- 
bre dichas medidas precautorias se marchara con alguna lentitud. 

Mas arbitrados los recursos necesarios de acuerdo con los mayo- 
res contribuyentes, que fueron aprobados por V. E.: venida la es- 
tacion calorosa en que se exacerban las enfermedades endémicas, 
y tanto se presta al desarrollo de la epidémicas, me pareció conve- 
niente no dilatar mas un asunto de importancia vital para esta ciu- 
dad, y ordené continuara el exámen y propuesta de las medidas 
preventivas que convendrá adoptar; y entre otros particulares se 
acordó por el Cuerpo Capitular elevar á V. E. la presente comu- 
nicacion para que su Superior Autoridad se digne, si lo tiene á 
bien, estimular el celo de la Academia de Ciencias médicas, á fin 
de que redacte una Instruccion popular que contenga los consejos 
más adecuados para preservarse de la enfermedad y socorrer la 
diarrea precursora conocida hoy con el nombre de premonitoria; 
en el concepto de que el Excmo. Ayuntamiento sufragará los cos- 
tos de impresion de dicha memoria y la circulará profusamente pa- 
ra que á todos alcancen los benéficos resultados que de ella se es- 
pera obtener. Y, cumpliendo dicho acuerdo, lo pongo en el cono- 
cimiento de V. E. para la resolucion de su Snperior agrado.» 

Lo que, por disposicion del Excmo. Sr. Gobernador Superior 
civil traslado á V. S. para que por esa Ilustre Corporacion se re- 
dacte y remita á esta Superioridad la memoria á que se contrae la 
preinserta comunicacion, sirviéndose V. S. disponer que este ser- 
vicio se evacue con la premura que exige la importancia del asun- 
to que lo motiva. 

Dios guarde á V.S. muchos años. Habana 28 de Junio de 1866. 
— Juan de Ariza.=Sr. Presidente de la Academia de Ciencias mé- 
dicas, físicas y naturales. 


259 


Excmo. Sr.—Al responder la Real Academia de Ciencias médicas, 
físicas y naturales de la Habana al humanitarjo encargo que el Hustre 
Ayuntamiento le ha dirigido, tiene la honrosa satisfaccion de haber 
eumplidocon un deberde grandísima importancia; pero experimenta 
al raismo tiempo una profunda pena, considerando que delas dos con- 
diciones fundamentales que determinan la salubridad de un pais, 
falta entre nosotros la primera, lamas general é indispensable; aque- 
lla que en sus distintas relaciones con la Administracion, encierra 
la solucion de todos los problemas que garantizan la sociedad contra 
las infinitas causas de mortalidad que la amenazan, y que degra- 
dando y empobreciendo al individuo físico, amenguan y envilecen 
tambien al individuo moral:—nos referimos á la Higiene Pública. 

En la dolorosa espectativa con que este público aguarda la fu- 
nesta llegada del cólera morbo, que ya extiende su lúgubre som- 
bra por el vecino continente, el Gobierno, inspirado por un piado- 
so sentimiento, digno del mayor encomio, procura por cuantos 
medios están á su alcance oponer á la marcha devastadora del in- 
visible enemigo los reenrsos que puedan detener sus pasos ó dismi- 
nuir el número de sus víctimas. Con ese propósito se han dictado 
ya varias disposiciones, y para ese fin el Excmo. Ayuntamiento 
pide á la Ciencia que formule los preceptos higiénicos que han de 
ilustrar al público durante la epidemia. Para llenar ese objeto la 
Real Academia no ha tenido mas que recoger y recomendar traba- 
jos ya sancionados por otras instituciones, y cuya benéfica utilidad 
ha sido evidentemente comprobada por la experiencia mas conti- 
nuada. Pero la Academia no hubiera desempeñado compietamen- 
te su tarea, si al elevar su respuesta no se hubiese extendido un 
tanto, acompañándola de saludables advertencias; —que si todo 
hombre honrado tiene la obligacion de contribuir con sus luces y 
su buena voluntad al servicio de los otros, prestando su coopera- 
cion, espontánea y hasta oficiosa, al celo y vigilancia de los Go- 
biernos, ¿qué mucho, pues, que las Academias, que para tales fi. 
nes han sido creadas, se permitan en circunstavcias como las pre- 
sentes, ocuparse en consideraciones generales que tanto interesan 
á la comunidad? ¿Cómo no encarecer una vez mas todavía, la im- 
prescindible necesidad de satisfacer las exigencias de la Higiene 
Pública, sin las cuales la Higiene privada no puede brin dar ni pre- 
ceptos seguros, ni resultados completos? 

Si es cierto que la patología y la terapéutica del cólera presen- 
tan desconsoladores postulados «ul espíritu investigador de la cien- 
cia; si es cierto que nuestras obras de defensa, débiles é impo- 
tentes, han sido las mas veces holladas por el misterioso via- 


260 


jero del Gánjes, verdad es tambien que los sabios preceptos de 
la Higiene por una parte y los recursos del arte por otra, em- 
pleados con energía, oportunidad y conocimiento, han disminuido 
en una inmensa proporcion los estragos del azote. En ese sentido 
los consejos que hemos redactado son bastantes, pero no suficien- 
tes para dejarnos por lo ménos la consoladora conviccion de haber 
empleado con ardor y perseverancia los recursos todos que se co- 
nocen para defender los pueblos contra las enfermedades endémi- 
cas y epidémicas; recursos que ellos tienen motivos para esperar, 
y derecho para pedir á los gobiernos que los rigen y patrocinan. 
El que tienda una mirada sobre nuestra capital y cuente una 
por una todas las multiplicadas cuusas de insalubridad que nos ro- 
dean, y entre las cuales vivimos, de seguro quedará pasmado al 
contemplar el inmenso combustible que hacinado y esparcido por 
todas partes no aguarda mas qué la chispa para producir el fuego ex- 
terminador, y ¡cuánta angustia no producirá en el ánimo de sus mo- 
radores pensar que arde ya átres dias de la Habana en la ciudad de 
Nueva-York! ¡A tres dias de la Habana! qué breve jornada para un 
viajero que en muy corto tiempo pudiera circunseribir nuestro glo- 
bo en un círculo de muerte!... La Habana es un vasto foco pestilen- 
cial: bien puede decirse que muy pocas veces se ha consultado á la 
ciencia para mejorar las malas condiciones en que respiran sus ha- 
bitantes, y todos los expedientes que con este fin se han iniciado 
duermen tranquilos y relegados en el fondo de los archivos. Ni ce- 
menterios y hospitales, ni mercados y rastros, ni cloacas y calles, ni 
plazas, ni canales, ni desecamiento de pantanos, ni acueductos, ni 
limpieza, ni riego, ni ventilacion, ni nada, llenan las ménos severas 
exigencias de la Higiene, y si el influjo de estas causas no está toda- 
vía bien determinado en la fisonomía patológica del lugar, no por 
eso deja de adivinarse el papel mortífero que pueden desempeñar 
eu los sombrios tiempos de las epidemias. La-Academia comprende 
que noes fácil, ni siquiera posible, cambiar repentinamente los ma- 
los elementos que señalamos: esto será el producto lento, del tiem- 
po y del trabajo; no obstante, todavía son realizables ciertas mejo- 
ras, quela Academia se contenta con apuntar, aplazando su estudio 
completo para el dia en que la Administracion tenga á bien con- 
sultarla. Entre la indiferencia contemplativa del mal, y el desar- 
rollo de un vasto programa de higiene, irrealizable por su misma 
magnitud, es indispensable, es urgente buscar una solucion con- 
veniente, un termino posible, dictando órdenes y preceptos, y ha- 
ciendo algunos vobles esfuerzos para amenguar aquello mismo 
que no podemos destruir, sin esperar que la inminencia del peli- 


261 


gro nos haga pensar en la necesidad del remedio. En todas las en- 
fermedades, sean cuales fueren su gravedad y sus incógnitas, son 
siempre útiles y salvadores los recursos de la ciencia, ya para pre- 
venirlas, ya para combatirlas y curarlas. Esta verdad es bien fácil 
de hacer comprender en la esfera de los principios; pero difícil de 
hacer sentir á esos seres desgraciados que viven en la ignorancia 
y el abandono, burlándose de los sabios consejos, 6 careciendo de 
los medios indispensables para seguirlos; es menester hacer des- 
cender hasta ellos, y á pesar de su oposicion, la luz que puede ilu- 
minarlos y los consuelos que la caridad derrama en los corazones 
afligidos.—Que sepan lo que el arte conquista, lo que la Higiene 
atesora, y la elevada cifra á que asciende el número de víctimas 
arrancadas á la muerte, cuando se combaten oportunamente los 
signos precursores que presagian generalmente la explosion del 
cólera. 

En este sentido la Academia opina que para hacer fructuosos, 
sus consejos y sus indicaciones; para impedir que queden estampa- 
dos y muertos sobre el papel que los reproduce, es condicion, de 
absoluta necesidad, el consorcio de los diversos medios que he- 
mos indicado:—que haya médicos que penetren en todas partes, 
vigilando el exacto cumplimiento de las medidas sanitarias decre- 
tadas, buscando las circunstancias predisponentes generales é in- 
dividuales para combatirlas y llevando al seno de todos los infortu- 
nados no solo medicamentos y consejos, sino esperanzas, consuelos 
y alimentos. Solo así, uniendo la actividad y la perseverancia, la 
ciencia y la caridad, podrán obtener los moradores de la Habana la 
proteccion y el amparo de que han menester en esos dias de luto 
y consternación general. La ignorancia y el abandono, el decai- 
miento del ánimo, el hambre y la desnudez, son los compañeros 
inseparables de las epidemias y forman el negro cortejo de la 
muerte. 

El establecimiento de comisiones sanitarias para ¡a inspeccion y 
asistencia pública, si es un deber de la sociedad en épocas norma- 
les, es una ley imperiosa y necesaria de salud general, cuando se 
gime bajo los golpes de una epidemia. Solo ellas pueden de ante- 
mano preparar y dirigir los consejos de la ciencia y los beneficios 

“de la caridad, haciendo que una y otra no se hagan inútiles y es- 
tériles por falta de unidad, de concierto y oportunidad eu sus tra- 
bajos. 

En resúmen: bien pueden reducirse los consejos que hemos for- 
mulado á cuatro puntos importautes.—Medidas de saneamiento y 
limpieza general.—Higiene y régimen privado.—Juutas de inspec- 


262 


cion sanitarias. —Recursos y amparo vo solo á los enfermos sino 
á todos aquellos cuya miseria no les permita seguir nuestros pre- 
ceptos. 


I.—Al lado de los preceptos de la Higiene pública están los con- 
sejos de la Higiene privada; y al lado de las medidas que saben apli- 
car los Gobiernos ilustrados para el bienestar y la salud de los pue- 
blos, se hallan tambien las que en su particular deben poner en 
práctica los individuos, con ventaja propia, y áfin de no hacer 
aquellas hasta cierto punto ineficaces é ilusorias. Unas y otras son 
solidarias y es menester que marchen estrechamente unidas, pues 
su separacion no llegará á dar sino resultados incompletos y tras 
ellos los estragos de la muerte. Así, miéntras que de una parte se 
verán saneadas las poblaciones, segados los focos pestilentes, vigi- 
lado el abastecimiento de los alimentos y bebidas, prevenidas 
en fin, en cuanto posible sea, las causas mas generales de la enfer- 
medad, de la otra se verá á todo buen ciudadano cooperando gus- 
toso al cumplimiento exacto de las disposiciones que se dictaren y 
llevando sus mas imperiosos deberes; refrenando éstos: sus vicios 
y enderezando aquellos sus hábitos por el camino recto de la Mo- 
ral y de la Higiene. 

La Academia no aspira á la originalidad en un trabajo del gé- 
nero de éste, en queá la verdad seria muy difícil alcanzarla; y 
teniendo á la vista las Instrucciones redactadas por sábias Corpo- 
raciones y por hombres competentes, á las veces se ha servido has- 
ta de sus mismas expresiones, cuando un cambio inútil y preten- 
sioso hubiera podido quitarles algo de su claridad y precision. 

Los consejos higiénicos que deben seguirse en tiempo de cólera 
se dirigen: 1.9 4 las personas que, gozando de salud, desean po- 
nerse en las mejores condiciones para precaverse del mal durante 
la epidemia; 2.9 á las que ofrecen algunos de los trastornos que 
generalmente preceden al cólera; y 8.2 á aquellas en quienes la 
enfermedad está todavía en su principio. 

Pero ántes conviene dejar aquí proclamadas estas tres verdades: 

1.2 La práctica rigorosa de las medidas higiénicas mas senci- 
llas obtiene resultados tan benéficos, que es imperdonable el olvi- 
darlas: la negligencia y el descuido han producido víctimas innu- 
merables, cebándose el mal sobre todo en las personas que no 
siguen sino de un modo imperfecto las prescripciones de la 
Higiene. 


2.2  Miéntras reina la epidemia, toda persona atacada de diar- 


263 


reas que acuda inmediatamente al médico, tiene noventa y nueve 
probabilidades de curacion contra una; mas si «guarda tan solo vein- 
te y cuatro horas, corre peligro de ver su digrrea transformada en 
cólera, reduciéndose entónces esas probabilidades por término me- 
dio á una por cada dos. —(Malgaigne). 

3,2 En cuanto Á remedios específicos, es menester que el pú- 
blico se penetre de que hasta ahora no hay ninguno que lo preser- 
ve nó lo cure con seguridad del cólera, y que el sórdido interes y el 
charlatanismo están siempre prontos á especular sobre la creduli- 
dad y la ignorancia. Prestándose la menor confianza á los que se 
anunciau y decantan como tales, se descuidan las precauciones ver- 
daderamente eficaces. 

Cuerpo sano y limpio y ánimo tranquilo y alegre son eficaces 
preservativos de las epidemias. 

En efecto: una de las circunstancias mas favorables para la sa- 
lud es siempre, y sobre todo en épocas de epidemia, la tranquilidad 
del ánimo, siendo muy malos antecedentes el miedo y 'el pavor. La 
vida ocupada y moderadamente activa por un lado, y por otro la 
consideracion de que es posible evitar el mal y contrarestarlo con 
buen éxito en su principio, deberán infundir esa serenidad de es- 
pírita que tanto necesitan ciertas personas. 

Los afectos del ánimo, con especialidad los deprimentes, á me- 
nudo contribuyen á la produccion del mal, y hay por lo tanto que 
evitarlos Ó remediarlos si es posible:—los quehaceres propios de 
cada persona, las distracciones, las relaciones sociales y el ejemplo 
saludable de los mas animosos son los medios de conseguir ese ob- 
jeto. Para aquellos que permanecen cerca de los coléricos, no hay 
nada que levante el ánimo como la actividad y solicitud emplea- 
das en la asistencia de los pobres enfermos, ni tampoco hay nada 
como el ánimo levantado para impedir y embotar los golpes del 
azote destructor. 

El aseo del cuerpo exige el mayor cuidado y atencion: lavarse pa- 
ra mantener la piel limpia y mudarse la ropa interior tantas veces 
como sea necesario, á fin de que aquella funcione normalmente y 
de que el hombre no inficione el mismo aire que respira, son pre- 
ceptos que no deben olvidarse. 

La salubridad de las habitaciones es cosa en extremo importante. 
Son preferibles las piezas espaciosas y altas, no las reducidas y si- 
tuadas en parajes bajos y oscuros; la humedad y la falta de aire de- 
ben evitarse. 

Para corregir, en lo que cabe, los defectos de construccion que 
se notan en muchas de las nuestras, convendrá guardar la mayor 


264 


limpieza, ventilar los aposentos frecuente ó constantemente, y evi- 
tar la aglomeracion de individuos en una misma habitacion, sobre 
todo para dormir. 

No se dejará permanecer en las casas las orinas, las deposicio- 
nes, los montones de estiércol, de basuras, los desperdicios de le- 
gumbres, frutas, restos de comida, etc.; nada que de cualquier mo- 
do altere la pureza del aire. 

Se limpiarán diariamenté las caballerizas, los traspatios, los cuar- 
tos de los criados y las cocinas. 

Las aguas sucias se verterán lo mas pronto posible, teniendo cui- 
dado de que no se detengan y formen charcos tanto en el interior 
como en el exterior de las casas. 

El hacinamiento de toda una familia en cuartos estrechos y en 
comunidad con los animales domésticos, debe evitarse lo mas que 
se pueda. 

Allí donde por mas ó ménos tiempo se hubiesen reunido mu- 
chas personas, renuévese el aire por completo, tan luego como ce- 
se la reunion, cualquiera que sea la hora. 

No se criarán en las casas, 4 ménos de ser muy espaciosas y á pro- 
pósito para ello, animales que puedan descomponer el aire con sus 
exhalaciones, como cerdos, curieles, conejos, palomas, gallinas, dc. 

Cuando en algun local se perciba mal olor, ademas de ventilar- 
lo se pondrá en él una vasija con agua clorurada: lo mismo se prac- 
ticará si el lugar comun despidiese gases fétidos; desatascándose 
tambien les sumideros que en gran número de casas requieren la 
mas escrupulosa vigilancia. 

Los comunes y letrinas se conservarán continuamente tapados y 
con el mayor aseo. 

La mala construccion de nuestras letrinas, ordinariamente co- 
munes de todas las inmundicias, que las convierte en acusadores 
perennes de la insalubridad doméstica, exige su limpieza para con- 
servar pura la atmósfera de los vecinos.—De igual manera es de 
recomendarse que cese el punible abuso de acometerlas á las cloa- 
cas, cuyo fin higiénico no se ha llenado, y por el contrario sus pes- 
tilentes tragantes vomitan la muerte sobre la via pública. 

Es muy útil blanquear ó dar frecuentes lechadas á las casas, ras- 
paudo ántes las paredes si así lo pidiesen su estado de suciedad y 
prolongado abandono. 

La habitacion donde hubiere algun enfermo de cólera se desin- 
fectará cuando ménos una vez al dia, poniendo 5 ó 6 onzas de hi- 
poclorito de cal (cloruro) en cantidad suficiente de agua para for- 
mar una lechada, sobre la cual se echará un poco de vinagre, y pa- 


265 


seando esta mezcla por el cuarto, así que se desprendan las prime- 
ras burbujas de gas; ó por medio del ácido hiponítrico. 

Importa mucho evitar los efectos del enfriamiento y la supresion 
consiguiente de la transpiracion cutánea; con cuyo objeto conven- 
drá vestirse siempre con arreglo á la temperatura atmosférica, y 
abrigarse lo suficiente para sentir mas bien calor que fresco. 

Se procurará igualmente no exponerse á las corrientes de aire 
resguardarse del aire frio de las mañanas y del sereno de las no- 
ches, y no humedecerse los piés; no siendo inútil recordar que al 
lavarse el cuerpo, al bañarse y aun al cambiar de vestidos se de- 
berán tomar las precauciones que todos conocen. 

Las personas impresionables 4 la accion del frio y de la, hume- 
dad harán bien en llevar al rededor del vientre una faja de lienzo 
6 de franela segun la estacion. 

Es muy comun en verano el acostarse á dormir con las ventanas 
abiertas, y esta costumbre, á menudo necesaria en la Habana á cau- 
sa del calor, no está exenta de peligros, puesto que expone duran- 
te el sueño á las variaciones de temperatura tan frecuentes por la 
noche. Para obviar este inconveniente y permitirá la vez la indis- 
pensable renovacion del aire en los aposentos, es de aconsejarse 
por lo ménos que las personas se acuesten fuera de la direccion de 
las corrientes de aire, dejando entreabiertos alguna ventana ó pos- 
tigos, sobre todo en los cuartos inmediatos al de dormir, con las 
puertas de comunicacion abiertas. 

En general durante la epidemia, sin abandonar uno sus ¿areas 
habituales, debe evitarse todo trabajo excesivo, ya corporal, ya men- 
tal, concediendo al descanso y al sueño las horas necesarias, pues 
las fatigas del cuerpo, el ejercicio prolongado de la inteligencia, 
las vigilias la incontinencia, y la vida desarreglada, son en extre- 
mo perjudiciales. 

El ejercicio al aire libre y por sitios elevados y secos, es princi- 
palmente necesario para los que habitan en casas reducidas, bajas 
y húmedas. 

Un régimen conveniente de alimentos y bebidas es tambien el pre- 
cepto higiénico mas importante de observar, como que, segun se 
ha dicho, «la sobriedad es la madre de la salud, y la salud la ma- 
dre del bienestar.» La alimentacion será moderada, sana, regular y 
convenientemente sustancial. A 
Cualquier cambio en una alimentacion á que se está habituado 
puede tener malos resultados. 

Nadie tomará, ni aun en pequeña cantidad, un alimento ú bebi- 
da que ordinariamente siente mal á su estómago. 

T. IYy—34 


270 


des, y olvidara dirigir su vozá esa clase laboriosa y útil que habi- 
ta nuestros Campos. 

Cada pueblo tiene sus costumbres y los consejos higiénicos que 
á cada uno se dirijan, han de deducirse de esas costumbres, para 
que produzcan todo el fruto que es de desearse en circunstancias 
tan excepcionales como las que trae una epidemia. En tal concepto, 
puede asegurarse que los pueblos de campo son casi iguales á los 
de la ciudad, y que siguiendo estrictamente las reglas que hemos 
establecido para los que habitan en ésta, aquellos pueblos recibirán 
sin duda alguna considerables beneficios en los momentos del pe- 
ligro; y aunque los habitantes del campo pueden y deben, indivi- 
dualmente considerados, seguir los mismos preceptos, no están de 
mas algunos consejos que se refieren á las circunstancias particu- 
lares que les rodean. 

Desgraciadamente la arquitectura rural del pais no ha sido so- 
metida hasta el presente á reglas generales convenientes, como su- 
cede con la arquitectura: de las poblaciones: esta verdad es sufi- 
ciente para prever que el capricho de los habitantes ha decidido 
del modo de construir esas habitaciones, demostrando la observa- 
cion constante, que para lograr tan necesario objeto se han adop- 
tado los mas deplorables sistemas. 

En efecto, las casas de nuestros campesinos son húmedas, son 
desabrigadas; en un pequeño espacio de tierra y bajo un techo 
mal cubierto, viven aglomerados mas individuos de los que debie- 
ran para que estas casas fueran saludables; están ademas expuestas 
á todos los rigores del calor de mediodía, y á todas las influencias 
de la baja temperatura de la noche, y estas transiciones son de mal 
resultado. 

Por lo regular existe un criadero de puercos en las inmediacio- 
nes de ia vivienda y en pésimo estado de limpieza, foco perpetuo 
de emanaciones nocivas, y rara es la de estas casas que no tiene en 
su patio un pequeño platanal que sirve de lugar comun á todas las 
inmundicias, manteniéndose así la humedad, y en vez de un aire 
puro y sano, una atmósfera mas Ú ménos corrompida. 

Todo esto deberá evitarse con mucho cuidado. Las habitaciones 
son húmedas, porque los pisos, que debieran ser mas elevados que 
el terreno de que hacen parte, son, al contrario, mas bajos, algu- 
nas veces hasta una vara. Nada mas fácil, en muchos puntos don- 
de abunda la piedra, y es hasta un obstáculo á la preparacion del 
cultivo, que rellenar estos lugares bajos poniendo encima de la 
piedra una capa de arena Ú cascajo y nunca de tierra vegetal; y en 
los lugares donde no exista piedra siempre sobran palmas en las 


al 


cercanías para hacer un piso mas saludable. La Academia aprove- 
cha este momento para dar este consejo que deben poner en prác- 
tica en todas circunstancias los que fabrican en el campo. Ni la 
naturaleza del suelo, ni la de las paredes, ni la del techo son indi- 
ferentes para la salud; muchos lugares reputados enfermizos ge 
harian saludables si las casas estuvieran construidas para Jibertar- 
se de esas causas destructoras. 

Alejar los criaderos de puercos y otros de las habitaciones, es 
una medida muy eficaz para hacer mas puro el aire que ha de res- 
pirarse. 

Lo mismo puede lograrse limpiando los platanales Cercanos, y 
procurando por to de algunos surcos mas ó ménos profundos, 
segun los casos, alejar de esos puutos las aguas que se estancan y 
se secan con dificultad. 

El hombre que trabaja en el campo debe salir abrigado con su 
chaqueton, y no emprender sus tareas hasta que los rayos del sol 
naciente hayan levantado de la tierra las neblinas y con ellas las 
emanaciones nocivas que contienen. La humedad del suelo puede 
evitarla, poniendo en los zapatos una plantilla de un género de lana 
como la balleta, ó bien algunas hojas de maiz, que estén secas. 

Miéntras se trabaja, el cuerpo se agita y el sudor es mas ó mé- 
nos constante: no convendria que al terminar la tarea, se pusiera 
á descansar y á enfriar el sudor en el aire, sino que debe irse á la 
casá y mudarse la ropa mojada en un lugar abrigado. Cuando ha- 
ya viento de agua, y baje el calor, y se sienta el cuerpo con ese 
fresco que desagrada inmediatamente despues de haber experimen- 
tado mucho calor, deberá ponerse el chaqueton, y si el calor se 
hace esperar, no hay inconveniente en activarlo con un ligero tra- 
go de aguardiente aguado. 

El aislamiento en que regularmente se encuentra el agricultor 
sitiero de la Isla es muy propicio para evitar el ataque de la epi- 
demia. Tenga especial cuidado de no abandonar su domicilio sino 
cuando sea necesario á su trabajo, de no frecuentar la poblacion 
inmediata si está infectada, de nu estacionarse en las tabernas, de 
no dar crédito á las noticias exageradas que propagan ignorantes ó 
perversos especuladores, de mantener en su familia la mayor tran- 
quilidad de espíritu, de que haya la mayor limpieza en las habita- 
ciones y en las personas; y disminuirá de mas en mas las probabi- 
lidades de una desgracia entre los suyos. 

Al menor síntoma de diarrea ó vómitos, acuda á buscar el re- 
medio eficaz y consultar el régimen que deberá seguir su enfermo; 
por regla general ha de adoptar la dieta absoluta miéntras se in- 


268 


completa de alimentos; agua de arroz, sola ó con adicion de goma 
arábiga, infusiones calientes de té ó salvia, de flor de tila, de man- 
zanilla; pequeñas lavativas del mismo cocimiento de arroz ó sim- 
plemente de agua natural con almidon crudo; meterse en cama 
para favorecer con el auxilio de aquellas infusiones la traspiracion 
cutánea, | 

En semejantes circunstancias la prescripcion de vomitivos y 
purgantes ú otros medicamentos, no debe hacerse sin la anuencia 
deun facultativo, porque puedeserseguida de graves complicaciones. 

Los individuos atacados de diarreas deben alejarse con el mas . 
escrupuloso cuidado de la proximidad de los coléricos y de las 
materias por ellos excretadas, absteniéndose de visitar los hospi- 
tales, de entrar en las salas mortuorias y de asistir á los enter- 
ramientos. : 

Es de absoluta necesidad aun para las personas sanas el evitar la 
peligrosa influencia+de las materias evacuadas por los coléricos, 
sacándolas inmediatamente de los aposentos, desinfestándolas por 
medio de una solucion de sulfato de hierro ó por los cloruros, ó 
bien enterrándolas en las casas de campo, léjos de ellas. 

La observacion de un gran número de hechos tiene demostrado, 
que miéntras mas pronto y mas en su principio se administren los 
oportunos remedios, mayores serán tambien las probabilidades de 
curacion.—Evitando las indigestiones, los resfriados, la mala in- 
fluencia del miedo y otros afectos del ánimo «sc. dc., se precave 
uno contra la diarrea; combatiendo ésta eficazmente, se previene 
el desarrollo de la enfermedad; pero á pesar de todo el cólera puede 
invadir al individuo, y por lo tanto conviene indicar sus principa- 
les síntomas y los recursos con que deben combatirse en el seno 
de las familias. 

TIT.—Una sensacion de cansancio corporal profundo y súbito; cólicos, 
molestia y opresion angustiosa en la boca del estómago; sed exa- 
gerada, diarreas incoloras, blanquecinas y semejantes al agua de arroz, 
conteniendo algunos grumos; náuseas y vómitos de la misma natu- 
raleza, alteración muy marcada de las facciones; enfriamiento del 
cuerpo y de la lengua; calambres en las piernas ó en los brazos; 
«disminucion y aun supresion de la orina; tinte azuloso de los labios 
y cara: —tales son los fenómenos con que se declara la enfermedad. 

Tan pronto como se presentan algunos de ellos, si el enfermo no 
“puede ser asistido en su casa, debe trasladársele inmediatamen- 
te 4 uno de los hospitales designados por la autoridad; en el 
caso contrario, ínterin llega el médico convendrá hacer lo que 


sigue: 


269 


Si acabase de comer, se favorecerá la expulsion de las materias 
mo digeridas, dándole á beber vasos de agua tibia. 

Excitar la piel, colocando junto á los miembros y sobre todo á 
los piés y entre las piernas y muslos botellas de agua caliente, 
saquillos llenos de arena ó de salvado tambien caliente, 6 ladrillos 
calentados y envueltos en paños. 

Rodear al enfermo de cobertores que leden calor y selo Cable. 

Se le darán por mucho tiempo friegas. con un pedazo de paño ó 
franela caliente y seca, ó con un cepillo suave, en las extremidades 
y álo largo del espinazo, pudiendo aumentarse su accion excitante 
con aguardiente simple ó alcanforado, ó con agua de Colonia, y 
siendo HLejON que las fricciones sean hechas por dos personas dis- 
puestas 4 cada lado del enfermo con el cuidado de no descubrirlo. 
Con las fricciones secas se combatirán tambien los calambres. 

Hacerle tomar cada media hora una taza de infusion caliente de 
tila, té, yerba-buena ó agua azucarada á falta de otra cosa, adicio- 
nada de un poco de aguardiente. 

Si los vómitos aumentasen se administrará entónces y en lugar 
de las bebidas indicadas el agua gaseosa Ó pedacitos de hielo, pa- 
seando al mismo tiempo sinapismos sobre los muslos y piernas, los 
brazos y boca del estómago. 

Siempre será útil colocar el enfermo en un cuarto separado para 
que esté en mejores condiciones de salubridad y de asistencia. 

En la convalecencia seguirán los enfermos la mas estricta obser- 
vacion de las reglas preservativas al principio expuestas. 

En caso de fallecimiento, convendrá hacer en la habitacion fumi- 
gaciones con el ácido hiponítrico, ó bien se purificará el cuarto 
conservando por varios dias una ó dos vasijas que contengan agua 
clorurada. 

IV.--Las reglas higiénicas establecidas en lasanteriores líneas, son 
las que la Ciencia posee como la expresion mas. exacta de lo que 
ha venido enseñando la experiencia, apoyada en investigaciones 
profundas y desnudas completamente del espíritu de teorías. Que- 
den las hipótesis para ser discutidas en las Academias y en las pu- 
blicaciones científicas. La Academia, invitada para ilustrar á las 
masas con los consejos sanos que preceden, cree haber cumplido, 
trascribiendo en lenguaje sencillo y al alcance de todas las inteli- 
gencias, lo que la ciencia puede brindar de mas cierto. Las verda- 
des estampadas en este trabajo deben constituir la base en que des- 
canse la tranquilidad pública, si la desgracia quiere que llegue á 
aparecer en nuestras playas la epidemia: pero seria incompleto, si 
solo se limitara á hablar con los habitantes de las grandes ciuda- 


266 


La cantidad demasiado grande de los alimentos y los excesos en 
las bebidas alcohólicas suelen acarrear desarreglos en la digestion, 
que en tiempos comunes no presentan muchos inconvenientes, pe- 
ro que en los de cólera son una de las causas mas poderosas de su 
invasion. 

Por las mañanas temprano no se deberá salir enteramente en 
ayunas, sino tomar ántes una taza de café solo ó con leche, de infu- 
sion de hojas de naranjo ó de té, £c.; en una palabra, lo que sea de 


costumbre. 
No deben pasar muchas horas de una comida á otra, siendo muy 


conveniente que los alimentos, ademas de ser sanos, sean tomados 
á las mismas horas y en la misma cantidad próximamente. 

Por punto general, despues de las comidas no convendrá dormir, 
sino mas bien hacer algun ejercicio. 

El que haya sufrido alguna emocion fuerte, alguna contrariedad, 
procurará que su comida sea parca y de muy fácil digestion. 

Siendo la diarrea el síntoma precursor mas comun en la invasion 
del cólera, no deberán usarse aquellos alimentos ó bebidas que 
relajan el vientre, y será bueno abstenerse de los que en cualquier 
época son irritantes ó difíciles de digerir. 

La buena leche, el pan de buena calidad, bien cocido y no 
caliente, las carnes de vaca y ternera, los huevos frescos, los 
pescados blancos, el arroz, las papas, los fideos y demas pastas, etc., 
son excelentes alimentos. Al contrario, las carnes duras, las ahu- 
madas, las sustancias cargadas de grasa, condimentadas con pi- 
cantes 6 especias, los tomates, los pepinos, los pimientos, los en- 
curtidos, las ensaladas, los pescados fuertes como el salmon, los 
salados, los escabeches, los pasteles, las frutas sobre todo verdes y 
pasadas y entre ellas los melones, los aguacates etc., son en lo ge- 
neral mas ó menos dañosos. Las viandas, las legumbres y en 
generallos alimentos vegetales exigen suma precaucion y estómagos 
fuertes. 

Es preciso que el agua que se beba sea de buena calidad, siendo 
preferible la del Acueducto bien filtrada por medio del carbon á la de 
ñlgibes y pozos. 

Las personas acostumbradas á las bebidas alcohólicas deberán 
usarlas con mucha moderacion y siempre despues de las comidas. 

No es bueno apagar la sed cuando se está sudando: toda bebida 
fria, ácida y sobre todo helada, tomada en los momentos en quese 
siente calor es peligrosa; y entónces es mejor hacer uso en lugar 
de agua pura, del agua con vino, rom ó aguardiente, ó de infus. on 
de café. 


267 


Las aguas gaseosas preparadas con polvos son purgantes cuando 
quedan las sales en la bebida, y debe uno abstenerse de ellas. 

El chocolate es pesado para muchos estómagos. 

La cerveza y la cidra de buena calidad son bebidas convenientes, 

En tésis general debe aconsejarse en la eleccion de los alimentos 
y de las bebidas, que se tenga por norma la costumbre de cada 
uno y lo que cada uno haya encontrado bueno y útil para su estó- 
mago, teniendo gran cuidado de evitar las indigestiones y todo lo 
que pueda alterar las funciones del estómago y de los intestinos. 

La diseminación en tiempo de epidemias es una condicion de 
salubridad. 

Declarado el cólera en una ciudad 4 en un barrio populoso, la 
separacion y el alejamiento de los focos de infeccion se hallan 
racionalmente aconsejados, no solo para bien de los que pueden 
apartarse temporalmente de dichos focos, sino asimismo en proye- 
cho de los que se quedan;—pues destruida ó disminuida la aglo- 
meracion de personas, no cabe duda que se mejoran las condicio- 
nes higiénicas, se presta menos alimento al mal, y se contribuye de 
esta manera 4 su rápida extincion. Pero este partido no debe to- 
marse á impulsos del miedo y del espanto, sino con la posible 
serenidad y como una medida de prudente preservacion; cuidán- 
dose ademas de que la vuelta á los lugares ya abandonados por la 
epidemia no se verifique inmediatamente, en cuyo caso retornando 
muchos á la vez, no seria extraño que concurriesen algunas condi- 
ciones muy capaces de determinar su reaparicion. 

La condicion mas favorable es la permanencia en el campo, 
evitando la proximidad de los pantanos y de los lugares húmedos 
y mal ventilados. El regreso no deberá efe ctuarse, si es posible, 
ántes de los veinte dias de haber desaparecido la enfermedad, y se 
tendrá la precaucion de hacer ántes ventilar las habitaciones, lim- 
piarlas, blanquearlas de nuevo; de purificarlas en una palabra. 

M.—Puede asegurarse que, salvo raras excepciones, por brusca 
que sea la invasion del cólera, este es sin embargo precedido de sig- 
nos precursores que pueden hacer temer su desarrollo; y como que 

“el mas comun de ellos es la diarrea, aunque sea muy ligera, por lo 
regular acompañada de borborigmos ó ruidos de tripas, con dolor 
de vientre ó sin que este exista, bastará hacerla ceder en el mo- 
mento en que aparece para prevenir la enfermedad;—lo cual se 
consigue á veces con medios muy sencillos, de que se echará mano 
miéntras llega el médico: 4 éste siempre se debe avisar lo mas 
pronto posible. 

Dichos medios son los siguientes: disminucion y aun abstinencia 


272 


forma con su médico.—No está de mas repetirle que no dé crédi- 
to á los charlatanes de buena ó mala fé que suelen pulular por los 
campos imponiendo sus panaceas clandestinas. 

Aunque mucho han adelantado nuestros hacendados, principal- 
mente con el uso de útiles y maquinarias con que hacer mas pro- 
ductivas sus fincas, y aunque por esta razon el trabajo del esclavo 
es mucho menor hoy de lo que era en épocas pasadas, sin embar- 
go, todavía deja mucho que desear la higiene de nuestros ingenios. 
Una cantidad considerable de enfermerías no responde todavía á 
los preceptos mas comunes y mas fáciles de ponerse en planta; así 
es que los enfermos están en circunstancias de localidad inferiores 
á las de la mayoría de nuestros campesinos, porqueá la humedad, 
á la falta general de limpieza, á la presencia de chiqueros, y otras cau- 
sas, reunen la poderosa de la aglemeracion, tan frecuente en tiem- 
pos comunes, principalmente al principio y fin de las moliendas; y 
esta circunstancia agrava sobremanera el cúmulo de las malas á 
que están sometidos esos seres. 

La mayor parte de los negros de ingenio se alimenta perfecta- 
mente: las excepciones á esta regla son pocas; pero como quiera 
que desgraciadamente existen, forzoso es advertir que una alimen- 
tacion reparadora es indispensable, y que hombres que tienen que 
trabajar, luchando constantémente con los agentes atmosféricos 
que tienden á debilitarlo, deben estar bien nutridos. 

La cantidad de carne que regularmente se les acuerda, la harina 
de maiz, que se les hace comer en abundancia, y en algunas fincas 
el pan de trigo en calidad de extra, responde satisfactoriamente á 
las exigencias de una buena y completa nutricion. 

En tiempo de epidemia de cólera las cantidades que estén en uso 
en cada finca, deben hacerse comer á horas fijas, y hacer compren- 
der á los SOsacOS que siendo suficientes, exponen su vida usando 
subrepticiamente de bebidas pesadas á horas inconvenientes. 

La Academia recomienda la mayor vigilancia de parte de los se- 
ñores administradores, y muy particularmente en la casa de crio- 
los, donde por lo regular existen lombricientos y otros enfermos 
del tubo intestinal que están expuestos á la epidemia. 

Es muy frecuente variar los alimentos que acompañan al tasajo, 
y sucede que el plátano sustituye al buniato, y éste al maiz; lo me- 
jor será que miéntras dure un peligro cercano, es decir, en caso de 
que la epidemia se declare por los alrededores, no varíe el régimen 
alimenticio de la finca. 

Desgraciadamente sucede todavía que en la mayoría de los in- 
genios se mantiene la disciplina entre los esclavos con el ominoso 


m6) 


2 O 


iustrumento que llaman cuero; la Academia aconseja la omision 
de esos castigos, siempre de malas consecuencias, pero mas en las 
desoladoras circunstancias en que es preciso sustituir á4 todo terror, 
toda confianza y tranquilidad de espíritu. 

Las tareas deberán ser, por la misma razon, mas cortas y ménos 
penosas desde el momento que aparezca por las cercanías un caso 
de la enfermedad. Entónces los siervos deberán salir al levantarso 
el sol, alimentándose primero, 6 á lo ménos naciéndoles tomar al- 
guna bebida caliente, aromática ó aleoholizada, la cual puede repe- 
tírseles por la noche. 

Se tendrá excesivo cuidado en que no salga ningun trabajador 
que tenga la menor indisposicion de vientre; y al que en tal caso 
se encontrase se le pondrá en las mejores condiciones de observa- 
cion, tomándose con él las precauciones que hemos señalado para 
los individuos que tienen la diarrea premonitoria, de la cual se ha 
hablado ántes. ¡ 

Esta clase de enfermos debe ocupar un lugar separado del que 
les corresponda á los que tengan ya el cólera confirmado. La obser- 
vacion que sobre ellos se ejerza, será de dos á cuatro dias, segun 
los casos; y no volverán al trabajo sino cuando pueda asegurar el 
médico que están fuera del peligro que les amenazaba. Esta precau- 
cion es de sumo interés, y la práctica ha sancionado su incompa- 
rable utilidad. 

La Academia espera que el buen juicio de los señores hacenda- 
dos hará mucho en obsequio de la generalidad del pais, con solo 
el hecho de atender mucho 4 las necesidades de las dotaciones. 

Aseo general, habitaciones abrigadas donde no haya aglomera- 
cion de individuos, buena alimentacion, ropas suficientes, método 
en los trabajos, es lo que se necesita para lograr tan deseado objeto. 

Estando, ú debiendo estar, las grandes fincas bajo la vigilancia 
de profesores entendidos, rogamos encarecidamente á nuestros 
compañeros, que procuren hacer adoptar por los señores dueños y 
administradores cuantas prescripciones higiénicas juzguen conve- 
nientes y haya consignado la ciencia ó la experiencia, teniendo en 
cuenta las area de cada localidad y las costumbres ere 
das en cada finca; y si á pesar de todo la epidemia se declara, no 
olviden que elúnico medio que existe de disminuir considerable- 
mente el número de víctimas, es el de combatir pronto y eficaz- 
mente la diarrea premonitoria, para enyo fin aconsejarán constan- 
temente la mas estricta vigilancia. 

En resúmen, nadie debe considerarse sustraido á la causa gene- 
ral desconocida que domina en tiempos de epidemia; pero todo el 


P 


T, 1V—35 


274 


múndo debe creer en la posibilidad que existe de modificar la in- 
fluencia de esta misma causa poderosa, en los efectos que regular- 
mente determina, si nos ponemos en circunstancias opuestas á las 
que la experiencia ha demostrado ser nocivas, Como en un incen- 
dio perecen á menudo los mas intrépidos y en un naufragio los mas 
cobardes; así, en tiempos de cólera, los mas temerarios y los pusi- 
lánimes son atacados y perecen en mayor número, mientras que 
los mas prudentes y serenos en medio del conflicto, se salvan de 
la influencia perniciosa, Ó se curan del ataque que no han podido 
precaver. | 


SECCION OFICIAL. 


REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y NATURALES. —Ln 
virtud de haberse elevado á cincuenta los socios de número de esta 
Real Academia, segun el artículo 5.2 de su vigente Reglamento in- 
terino, y eumpliendo lo acordado por dicha Corporacion, se pone en 
conocimento de los Sres. Profesores en Medicina y Cirugía, Farma- 
cia y Veterinaria, y de las personas dedicadas á las Ciencias Físicas 
y Naturales, que existen las vacantes que á continuacion se ex- 
presan: 

En la seccion der Medicina, Cirugía y Veterinaria; sícte, de las cua- 
les tres son correspondientes á la última clase indicada. 

En la seccion de Farmacia: dos. 

En la seccion de Ciencias Físicas y Naturales, nueve. Conforme 
al artículo 9.2 del citado Reglamento: las vacantes de socios de 
número serán provistas por eleccion en personas domiciliadas en 
esta ciudad, admitiéndose á este fin porla mesa durante los quince 
dias siguientes al anuncio oficial de las vacantes las propuestas que 
para Académicos se presenten por los miembros de la Corporacion 
¿ las solicitudes de los que aspiren á esas.plazas. Terminado el pla- 
zo pasarán las propuestas ó las solicitudes documentadas á la sec- 
cion á que correspondan las vacantes, con el objeto de que presen- 
te á la Academia en el espacio de quince dias una lista en que figu- 
ren los candidatos por el órden de sus respectivos méritos. De esta 
lista se dará conocimiento á los Académicos con la debida oportu- 
nidad, y en seccion de Gobierno convocada al efecto tendrá lugar la 
eleccion, mediante votacion secreta y por mayoría de votos. Para 
que sea válida esta votacion, se requiere á lo ménos la asistencia de 
la mitad de los socios numerarios, únicos que podrán tomar parte 
en ella. 

Las propuestas ó solicitudes documentadas, relativas á las actua- 
les vacantes, pueden dirigirse desde esta fecha hasta el 15 de No- 
viembre próximo á la morada del Secretario general, calle de Je- 
sus María número 26, 

Habana, 30 de Octubre de 1867.—El Secretario general, Antonio 
Mestre. 


ANALES 


DE LA 


AA) ACADEANA DI CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA, 


REVISTA CIENTIFICA. 


Y 


DICIEMBRE DE 1867. 


DiscusioN ACERCA DE LA FIEBRE AMARILLA.--)¿scurso del Ldo. 
D. Antonio Cayro. 


(SESION DEL 12 DE ENERO DE 1862.) 


Uno de vosotros ha dicho el dia de la gran fiesta, que el su- 
dor nuestro no debia ser pedi > sinc dado: he aquí el mio, pues. 
Vengo al sagrado recinto de Ciencia, cargado con el fardo 
de mis propias experiencias, cual incansable viagero que en pe- 
nosas excursiones ya le asalta la duda, ya lo abruman los des- 
engaños. Las amarguras que he pasado en mi peregrinacion 
datan desde mi aprendizage médico. Antes de ahora, en vano 
me he afanado buscando el árbol que me diera sombra, á mí 
que venia rendido de cansancio y sediento de ciencia. Por fin 
lo encontré. Esta Real Academia simboliza el árbol de la cien- 
cia y de la fé, porque aquí hay creencias, y veo bajo su espeso 
follage otros peregrinos como yo. He llegado tarde, lo confie- 
so, y tal vez os canse el relato de mi historia; pero vuestra be- 
névola atencion me dirá lo contrario, si así no fuere. Los que 

T. 1V-—36 


276 ' 


ántes han hablado, no dejaron nada que desear en sus precio- 
sos escritos. ll mio, por el contrario, es, pobre carece de un es- 
tilo sublime; pero si os remitis á su fondo encontrareis deduc- 
ciones sacadas de los hechos que he presenciado: es pues el 
eco de mi práctica. Debo manifestar tambien, que cuando me 
inscribí en el número de los que pidieron la palabra para im- 
pugnar la Memoria que sobre la fiebre amarilla leyó nuestro 
digno Presidente, no lo hice con el ánimo de hablar alto para 
hacerme oir, ni ménos dar pruebas de profundo saber. No. 
En ese momento sentí que se difundia en mis venas el fuego 
sagrado del entusiasmo y confieso que perdí la conciencia de 
mi debilidad intelectual; me incorporé tambien para estudiar 
tan importante cuestion, porque es de tal valor para esta Cor- 
poracion, cuanto que en ella se interesan la suerte y la exis- 
tencia de todo aquel que viene á residir entre nosotros. Y tan 
es así, que si evocais los recuerdos de otros tiempos, vereis á 
casi todas las instituciones científicas, á cual mas interesadas, 
expidiendo de su seno sabios, que diseminados por todos los 
puntos del orbe donde se presentara tan cruel azote, seguian 
paso á paso todas sus evoluciones sin temor á la muerte, 4 quien 
-tambien interrogaban, tornando despues á aquellos focos de 
ciencias cargados con los materiales de sus observaciones, pre- 
sentando el sacrificio á la faz del mundo en sus escritos 1n- 
mortales. 

Si tan ilustres varones interesados por la humanidad rindie- 
ron culto en el altar de la Ciencia ¿habríamos nosotros de mi * 
rar con culpable indiferencia tan importantísima cuestion? No; 
porque el ilustrado Presidente que rige los destinos de esta 
Academia, ha sido el primero que nos ha dado el ejemplo con- 
sienándonos un trabajo reconocido como don precioso, porque 
no es tan solamente una manifestacion de cariño, sí que tam- 
bien la ratificacion de la promesa que nos hizo al constituirse 
entre nosotros. 

Ese trabajo es el fruto de las observaciones recogidas en el 
transcurso desu vida médica, es un manantial fecundo de emu- 
lacion; y suficientes testigos de esta verdad son los señores, 
que ántes que yo, en la lid aparecieron. El llamamiento que 
ha dirigido al instituto es de un valor sin tasa: vale por su na- 


277 


turaleza, vale por su trascendencia, vale por ser la base del 
edificio en que intervienen muchos Sbrahos; y que á no dudar- 
lo, ni los rendirán las fatigas que en el Mole camino de 
lás probabilidades tienen que sufrir, ni tendrán otro orgullo, 
otra esperanza, otra gloria, que el haber sido útiles á la hu- 
manidad. 

Señores, cualquiera que sea la suerte que le quepa á la Me- 
moria presentada por nuestro Presidente, al terminar la dis- 
cusion babrá tenido el mérito indisputable de haber dado oca: 
sion al estudio, único camino que conduce al templo de la 
verdad. En ese trabajo, como habeis tenido ocasion de verlo, 
ha consignado nuestro Presidente que la fiebre amarilla es 
una variedad de la biliosa de los paises cálidos, y para vigori- 
zar su aserto, ha suministrado las pruebas que él ha creido mas 
concluyentes. Veamos si ha logrado su objeto. 

TI. No es solo el Sr. Gutierrez quien ha considerado á la fie- 
bre amarilla como de naturaleza biliosa: Pringle, Lind, Mose- 
ley, Pinel, Rubini, Pommasini, Towne, Hillary, Rush y Cher- 
vin; éste, reasumiendo á los anteriores, ha pretendido en once 
conclusiones presentar las pruebas de la identidad de ámbas 
afecciones; otros, como Deveze, la han creido de naturaleza 
inflamatoria; algunos, de naturaleza mista; otros, puramente 
nerviosa. Currie la presenta como variedad notable del sínoco; 
Macbride, de la pútrida; Waren, de la maligna; Chisholm, de 
la pestilencial; Sauvages, del tifus; el mayor número asignán- 
dole como causas el calor y los miasmas. Llama la atencion, 
dice Boisseau, que esta enfermedad haya sido sucesivamente 
identificada con todos los géneros conocidos de fiebres conti. 
nuas, exceptuando uno, la fiebre mucosa; lo que viene á probar 
que no ha habido sistema médico que no la haya prohijado 
desde su primera irrupcion, ni constitucion médica que no le 
haya impreso su elemento inicial. 

Esas constituciones han casi formado las doctrinas médicas; 
y las enfermedades, en la época de su dominacion, han toma 
do sus formas elementales. No es preciso ir á los tiempos de 
Galeno, en que las enfermedades que padecian los romanos 
eran de naturaleza inflamatoria, ni á los tiempos de Stoll que 
vió favorecida su doctrina por la constitucion biliosa que do: 


278 


minaba entónces. No hace mucho que poseidos de la doctrina 
de Broussais, y cuando se podia definir la Medicina diciendo 
que era el estudio de la irritacion, derramábamos la sangre á 
torrentes, no solo en las enfermedades esténicas, sino en las de 
naturaleza dudosa, sin exceptuar tampoco las asténicas, ni las 
de elementos nervioso, soportando mas ó ménos el grave peso 
de estas indicaciones, hijas de una doctrina favorecida por las 
condiciones de una constitucion médica que actuaba sobre la 
sangre, aumentando continuamente sus elementos reparadores. 

Atravesando, pues, la fiebre amarilla los campos de gloria 
de la escuela fisiológica, en cuyo tiempo el primer período, 6 
sea el de reaccion, era la manifestacion de ura plétora, verda- 
dera plétora, por estar la sangre provista de mas glóbulos y fi- 
brina, y en el cual las crísis hemorrágicas eran el término favo - 
rable de esa fiebre, no era extraño que los partidarios acérrimos 
de aquella doctrina la considerasen como de naturaleza inflama- 
torla. 

Así debia suceder, hasta que cambiando el carácter de la 
constitucion por la intervencion de causas desconocidas, la 
aparicion de un nuevo azote habia de alterar la marcha gra- 
duada de la endémica, haciéndola retroceder á su primitivo 
origen, revistiéndola de su verdadero tipo, y obligándola á 
traspasar sus límites estacionales. 

Esta línea divisoria fué trazada el año de 1833 por el inol- 
vidable cólera epidémico: desde entónces de año en año, y de 
un modo desapercibido para algunos, desde su primera apari- 
cion hasta la segunda en el año de 1850, concluyó el formida- 
ble muro que nos separa de aquellos tiempos. 

Sí, señores; desde que tan terrible viajero abandonando á su 
patria, Tessora, se extendió por el mundo y llegó hasta nos- 
otros sembrando cadáveres á su paso, sin que se opusieran á 
su peregrinacion sangrienta, ni las temperaturas frias y secas, 
ni las cálidas y húmedas, ligero en su marcha como la luz, y 
certero en las tinieblas como la ciega fatalidad, cambiaron las 
condiciones favorables á nuestra existencia, y los que nacieron 
Jéjos de nosotros temen venir á las hospitalarias riberas que ese 
genio devorador ha convertido en insondable sepulero. 

¿Quien ignora que ántes de la aparicion del cólera el tra- 


279 

tamiento de la fiebre amarilla era el mas sencillo en la genera- 
lidad de los casos? El plan antiflogístico, mas Ó ménos enér- 
gico, puesto en práctica por los partidarios de la escuela fisio- 
lógica, asociado con la medicacion evacuante, prefiriendo el 
aceite de almendras, solo 6 mezclado con el zumo de limon. 
A tanto llegó la benignidad del mal, que el mayor número de 
los atacados no llamaba al médico, porque les bastaba dirigir- 
se á las casas destinadas á recibir los individuos enfermos, don- 
de una mujer les administraba el aceite, consumiendo tres 6 
cuatro libras. Y no se me arguya recordándome que en la épo- 
a á que aludo no existieran las causas que nos rodean, entre 
las cuales se presenta en primer término el aumento de pobla- 
cion, las cloacas sin desagúe al már, ni los basureros inmedia- 
tos á la poblacion, los extensos muelles, el sin número de al. 
macenes de comestibles; porque entónces habia tambien den- 
tro de los muros de la Ciudad cuarteles llenos de soldados, la 
Cárcel en los bajos de la casa de Gobierno, el Asilo de Reco- 
gidas, los hospitales Real y de Caridad sin la policía que hoy 
tienen; calles intransitables por los pantanos; el mismo barrio 
de Jesus María, cuyo piso en su mayor parte fué formado con 
fango sacado de la bahía y basuras llevadas allí por los carros 
de la Ciudad y sus suburbios; el arroyo que pasando por el ma- 
tadero viene tinto en sangre á desaguar en la bahía, forman- 
do ántes por ámbos lados del Puente de Chavez verdaderos 
estanques de materia putrefacta; la parte inferior del barrio de 
Carraguao que se encuentra en un terreno bajo y pantanoso: 
en una palabra, todo lo que pertenece á la naturaleza existia, 
como existe hoy, mas ó ménos desfigurado ó hermoseado por 
la mano del hombre; pero lo que faltaba era una constitucion 

médica desfavorable y la disposicion individual. 
se pesar de estar rodeados de agentes de destruccion vivía- 
mos sin temores; y cuando llegaba 4 nuestro oido la noticia 
de un individuo afectado de calentura maligna ó pútrida, mas 
que atribuirla á la accion de algun principio séptico despren- 
dido de tantos focos de infeccion, los médicos se remitian á las 
terminaciones de las inflamaciones del tubo digestivo, si eran 
Broussaistas; y los opuestos á esta doctrina se referian á los 
humores pecantes. El pueblo tambien tomaba parte, y atri- 


280 


buia aquellas enfermedades á desórdenes en el régimen, ya por 
haberse trasladado los enfermos de una habitacion á otra, ya 
porque éstos, esquivando la vigilancia de sus asistentes, toma- 
ban el agua á la temperatura ordinaria. Tal era la rareza de 
estas enfermedades, que, como acabo de exponer, cada cual te- 
nia el derecho de suponerle un orígen. 

Pero en medio de esta bienandanza se presenta el cólera, 
invade la Capital, de aquí se dirige á la parte del Sur, donde 
hace los mas horribles estragos, no solo en las poblaciones, sl- 
no en las fincas de campo, dejando reducidas á la nada dota- 
ciones de esclavos. Caprichoso en su marcha, perdonó su furia 
la costa del Norte, donde muy raro fué el parage que visitó, 
librándose tambien los lugares poco sanos y los que al parecer 
estaban llamados á servirle de pasto; siéndole, por último, tan 
indiferentes las localidades elevadas como los profundos valles. 
Cuando todos creian que habia desaparecido para siempre, se 
presentaba de nuevo con la misma saña; testigo la Habana, 
que despues del Te Deum, lo vió ejercer su influencia destruc- 
tora sobre cuanto á su paso se encontraba. 

Aparece nuevamente en el año de 1850, y recordalels, se- 
ñores, que venia revestido de otras formas. En el año de 1833, 
cuando al estado de algidez sucedia la reaccion, se podia espe- 
rar una terminacion favorable; en 1850 la reaccion era funesta 
y sucumbian los mas con síntomas tifoideos; lo que manifiesta 
claramente que dos epidemias estacionarias, sin cambiar la 
expresion sintomática que las caracteriza, pueden imprimirse 
recíprocamente sus respectivas fisonomías. 

Pero ¿esta nueva forma reconoceria por causa la misma des- 
conocida que ocasionaba el cólera? ¿Seria un nuevo principio 
que vino á residir entre nosotros? ¿O el resultado de una com- 
binacion efectuada por aquella causa desconocida con los prin- 
cipios ocultos que aquí existian? Los hechos que voy á presen- 
tar á la Academia y de los cuales fuí testigo ocular, creo serán 
suficientes para probar que eran de distinta naturaleza. 

Como he manifestado ya, la costa del Norte fué la que sufrió 
ménos, pues fué muy raro el parage invadido. Dejando el ca- 
rácter epidémico con que se nos dió á conocer, tomó el espo- 
rádico y quedó entre nosotros bajo esta forma, hasta tal pun- 


281 


to, que algunas enfermedades propias del pais se vieron re- 
vestidas de los mismos síntomas, es decir, en cuanto á aquellos 
mas principales, sin que el curso y duracion de ellas sufriera 
ningun cambio en sus caractéres particulares. 

Transcurridos seis años, y cuando apénas nos acordábamos 
del cólera, se presentó una invasion tifoidea en Sierra Morena, 
situada en la parte Norte de nuestra Isla; hacienda que, como 
todos saben, en el año de 1839 se efectuó en mayor escala su 
demolicion, que habia empezado el año anterior, y donde fue- 
ron á avecindarse multitud de propietarios procedentes de di- 
versos puntos céntricos de la Isla. Se practicaron desmontes 
considerables, porque el mayor número de inmigrantes destina- 
ban los terrenos al cultivo de la caña, ingresando tambien nu- 
merosas dotaciones de esclavos. Semejante época fué la mas 
calorosa y abundante en lluvias que los antiguos vecinos de 
aquellas cercanías recordaran. 

Esta hacienda, que tiene por límite una costa fangosa y ane- 
gadiza, se encuentra atravesada por el rio que lleva su nombre, 
y que se interrumpe por varios puntos en tiempo seco, forman- 
do receptáculos de un agua descompuesta. Estas condiciones 
perniciosas unidas al exuberante acopio de sustancias vegeta- 
les en descomposicion producido por el desmonte, dió lugar, á 
que apénas se inició la estacion eu que debieran cesar las 1lu- 
vias, semejante conjunto de agentes nocivos reaccionaron con 
tal intensidad que muy contado fué el individuo que escapó 
á la influencia del tifus que allí se presentó. Los atacados caian 
como heridos por el rayo, perdido el conocimiento; un estado 
delirante, manifestándose unas veces por la alegría y otras por 
la desesperacion y la rabia, los dominaba por espacio de dos 
6 tres dias, á lo cual sucedia una postracion suma; casl todos 
vomitaban ya una sustancia amarillenta, ya los líquidos que 
les administraban, en especial el agua, porque lased era inex- 
tinguible en aquellos infelices. En unos habia cefalalgia vio- 
lenta, pulso desenvuelto y duro; en otros estupor, insensibili- 
dad general; en algunos, íctero, mejillas inyectadas, descompo- 
sicion de las facciones; en el mayor número, pulso pequeño y 
frecuente; la lengua, que al principio era blanquizca, en el cur- 
so de la enfermedad llegaba hasta ponerse negra, como igual- 


282 


mente los dientes; sucumbian en el primer septenario, y los 
que llegaban al segundo ó pasaban de éste, presentaban paró- 
tidas. La raza africana esclava que en aquel punto se encon- 
traba, fué la única que se libertó del azote de esta fiebre. Re- 
cuerdo que la disentería que dió principio entre los individuos 
de aqueila, desapareció por completo, y fué el año de mejores 
condiciones para ellos. 

Los Profesores de Medicina D. Pedro Gumeli, D. Ignacio 
Miranda, D. Manuel García, D. Tomás Valdes, fueron invadi- 
dos de la enfermedad, aaa á consecuencia de ella el úl. 
timo de dichos Sres. en el ingenio “Aténas” de los Sres. Moli- 
ner y Echarte. Entónces fué, cuando consultado el Sr. D. Fer- 
nando Gonzalez del Valle, envió á aquel punto para sustituir 
al desgraciado Valdes, al Ldo. D. Francisco Javier Pons, y á 
su llegada no habia un solo médico que no estuviese á los nea 
des del sepulcro 6 atravesando una convalecencia penosa. El 
Sr. Pons, que tantas víctimas arrancó á la muerte en aquella 
época y uno de los primeros que descubrió el mérito del sul- 
fato de quinina administrado en altas dósis, cuando todavía 
predominaba la doctrina del Val-de-Grace, falleció hace tres 
años, víctima de una disentería adquirida en el mismo lugar. 

Al siguiente año volvió á aparecer, aunque no con tanta in- 
tensidad, en el mismo punto y se dirigió por la costa hácia el 
Este al pueblo de Sagua la Grande, continuando por la misma 
hácia el Oeste por la via de Felipe, cuya hacienda habia algu- 
nos años que estaba demolida y poblada, lindando con Sierra 
Morena. Invadió tambien á los vecinos de la hacienda de San- 
ta Clara, Hato-Nuevo, Lagunillas, Cárdenas, y por último Ma- 
tanzas. Desde entónces se sabe que raro es el individuo que va 
á domiciliarse á tales puntos, que no sea invadido ó por esta 
misma fiebre ó por la intermitente, que quizas dejó para siem- 
pre el grado de simplicidad que presentaba ántes de la epidemia. 

En la Capital empezaron los médicos á resentirse de esa 
nueva constitucion médica, notando las complicaciones que pre- 
sentaban aun las enfermedades mas benignas del pais, 

Desde el año de 1842 hasta el de 1846 la fiebre amarilla se 
hacia refractaria á los tratamientos ya citados; el regimiento 
de Cantabria sufrió bajas de consideracion. Sucesivamente, 


283 


hasta el año 1850, fué haciéndose mas insidiosa la endémica y 
empezaron á dudar, unos de su naturaleza inflamatoria, otros de 
su naturaleza biliosa; porque el plan antiflogístico dejó de ser 
el absoluto tratamiento y el aceite de almendras dulces y de- 
mas evacuantes se hicieron inútiles, como remedios cuya efica- 
cia hasta entónces nadie tuvo motivo para poner en duda. 

Resumiendo lo que llevo expuesto, diré que la fiebre ama- 
villa, como las demas enfermedades de nuestro clima, miéntras 
duró una constitucion médica franca y de elemento conocido, 
habian de presentarse modificadas por su influencia, y entón- 
ces, á juzgar por el género de tratamiento, debia considerarse la 
fiebre amarilla de naturaleza biliosa é inflamatoria: el cólera 
epidémico fué quien primero vinoá desequilibrar la marcha 
uniforme de nuestra salubridad. En el mismo lugar donde no 
se presentó el año de 1833, apareció una invasion tifoidea, la 
cual formó definitivamente el foco de donde irradiaron esos 
principios morbígenos que han llegado hasta la Capital, pre- 
sentando esas complicaciones que hacen inseguros los trata- 
mientos, y que mas de una vez han puesto en conflicto á los 
Profesores de Medicina. 

Queda por lo tanto demostrado, que la causa desconocida 
que reside entre nosotros desde el año de 1839, ha fijado defi- 
nitivamente su estabilidad en toda la Isla. 

(Contínuard.) 


Notas SOBRE ALGUNAS PLANTAS VENENOSAS Ó MEDICINALES DE 
LA ISLA DE CUBA; por D. Francisco A. Sauvalle. 


(Continúa.—NV. Anales, t. 1 pag. 217.) 


Volviendo á las Eurorsráceas, cuyas propiedades son tan 
variadas como su aspecto, y de las que debemos siempre des- 
confiar, recordaré el Ricinus communis L. Higuereta, de cu- 
yas semillas se extrae el aceite de higuereta 6 Palmacristi, uno 


de los purgantes mas generalizados. Muchos autores pretenden 
T. 159 


284 


que su virtud cáustica yace tan solo en el embrion; pero cual. 
quiera puede convencerse que tan acre es el albúmen como el 
embrion. Este aceite acabado de exprimir tiene un gusto sua- 
ve y agradable; pero en contacto con el aire se enrancia muy 
pronto. Varias especies de la Phyllanthus, (Panetelas) pasan 
por ejercer una accion directa sobre los riñones. La Huphorbia 
Canariensis L. vulgo Cardon, exótica, pero muy propagada, 
es un purgante drástico muy violento. Su leche es cáustica y 
las hincaduras de sus púas son en extremo enconosas. He co- 
nocido un individuo á quien la leche del Cardon habia hecho 
una llaga viva, aunque el Manzanillo ni el Guao le producian 
ningun efecto. La Euphorbia antiquorum, L. Corona de la Rel- 
na, posee las mismas propiedades. La KLuphorbia Puúulifera 
L. y la Postrata. Ait: vulgo Golondrina, Yerba de la niña. 
Todas estas plantas hechas cataplasmas se aplican en el Brasil 
sobre las mordeduras de las serpientes; su jugo cáustico se en- 
plea para curar las aftas de la boca, y contener la sangre de 
las heridas. La Wuphorbia Hippericifolia L, Yerba de la ni- 
ña en la Vuelta de Arriba, con las hojas astringentes y algo 
narcóticas: se usan en el Brasil para combatir las diarreas, di- 
senterías y las úlceras sifilíticas. 

Repasaré ahora las. demas familias y entresacaré de ellas 
aquellos géneros ó especies indígenas, venenosos ó sospechosos. 

Las RANUNCULÁCEAs están representadas en nuestra Isla por 
el Ranunculus Cubensis, Gris., y tres especies de Clematis, 
Cabellos de ángel; contienen un principio acre y cáustico que 
no es ni ácido ni alcalino, tan vólatil que en muchos casos des- 
aparece con solo secarlos al aire Ó ponerlos en infusión en agua: 
los ácidos, el azúcar y los alcoholes aumentan su actividad, 
miéntras que el agua debilita su fuerza. En algunas especies 
tienen propiedades narcóticas. Á esta familia pertenecen el 
Helleborus niger L, y el Aconitum napellus que suministran 
el eléboro y el acónito, exóticos ámbos. 

El Anomospermum axliflorum. Gris. Chicharroncillo y las 
Pachy¿gone Cubensis. Gris: y Domingensis. Eichl. (Cocculus, 
DC.) son plantas sospechoss. 
PAPAVERÁCEAS. Tenemos en Cuba el Cardo Santo, Argemo- 


pa 


ne Mexicana L, y la Bocconia frutescens L. Palo amarillo; aun- 


285 


que las flores del primero sean pectorales y somniferas, sus se- 
millas son vomi-purgativas y el jugo de ámbas es cáustica. 

CAPPARIDACEAS.---Las U/eomes, vulgo Volatines y Volantines, 
son mas que sospechosas y las hojas de muchas aplicadas so- 
bre el cútis son vexicantes y cáusticas; sin embargo estas mis- 
mas hojas cocinadas se pueden comer sin-peligro, porque por 
la coccion se volatiliza el principio acre que contienen. La raiz 
del Capparis Cinophallophora L, Alcaparro— ---- de perro— 
es un emenagogo poderoso. 

El Guaguaci—Lotía ternsteemioides Gr: BIxryAcee, única 
Letia conocida hasta ahora en la Isla; pues las descritas bajo 
este nombre por Richard pertenecen mas bien á las Samidá- 
ceas, géneros T'hiodia y Zuelania. Hecha una incision en el 
tronco del Guaguací corre una resina muy aromática que se 
solidifica al aire. Es un purgante drástico muy fuerte y bas: 
tante usado en el campo; es superior para la cura de las bubas, 
gomas y lamparones. He conocido una persona ya anciana que 
con este purgante se curó de un asma crónico é inveterado. 
Tambien se recomienda en el tratamiento del pasmo (tétano.) 

VroLacras.—Las raices de Jonidium Strictum (Gris., y sin 
duda las de las otras tres especies de Jonidios de esta Antilla, 
así como las de la Violeta de nuestros jardines, son eméticas y 
tomadas á la dósis desde media onza hasta una produce los mis- 
mos efectos que la ipecacuana. Sus flores son pectorales. 

Nrcracíneas.—Mirabilis Jalapa L. Maravilla.—Esta boni- 
ta planta, llamada en algunas partes Jalapa falsa, tiene unas 
raices drásticas cuyas propiedades son análogas á las de la Jala- 
pa verdadera. 

GUTIFEREAS.—La resina del Calophyllum Calaba Jacq: Ocu- 
je, se conoce en Europa con el nombre de Bálsamo María, Bál. 
samo Calaba. La REheedía aristata, Gr: Manajú, cuya resina 
merece estudiarse así como la de la Leheedia Ruscifolia. Gris. 
Manajucillo. Un vecino mio en el campo suele administrar es- 
ta resina á sus esclavos atacados del pasmo y me asegura no 
haber jamas perdido ninguno. Es tan comun en los negros y 
aun en los blancos esta terrible enfermedad que no vacilo en 
transcribir la receta tal como me la dieron. Se administra al 
enfermo inmediatamente cinco granos de resina de Manajú des- 


286 


leida en dos cucharadas de aceite de comer caliente; cada ter- 
cer dia se repite la misma dósis hasta que haya tomado cuatro. 
Por agua comun cocimiento de tilo. Dos veces al dia unturas 
de aceite de comer y polvos de la píldora de Ugarte en todo 
el espinazo, debajo de los brazos y en la barriga. En el inter- 
medio de uno de los dias que no toma el Manajú, se le dará 
purgante de Le Roy, ó sinó despues del décimo dia. Por ali- 
mento caldo de gallina. 

MrLraceas.—úuarca trichiloides. L. Yamao, árbol cuyas 
propiedades tóxicas han sido muy exageradas por casi todos 
los autores. Es tan poco venenoso que las reses comen con 
gusto sus hojas y retoños. La gomo-resina que trasuda, se dice 
ser vomi-purgativa. La Portesía glabra Gris: (Trichilia Ha- 
vanensis Jacq.) Ciguaraya, es un árbol mediano que tambien 
merece la atencion de los facultativos. He sabido de algunos 
casos de reumatismo y uno de parálisis parcial curgdos con 
baños preparados con las hojas de este árbol y la corteza del 
Tengue, Peppigia Procera Prl. Se emplea tambien con buen 
éxito en las gonorreas un cocimiento de un pedazo de la raiz 
con unos gajos de la Yerbita lechosa rastrera; se toma una ta- 
za con una cucharada de ginebra tres veces al dia por nueve 
dias; al cuarto principia á purgar con abundancia; al décimo 
se toma un purgante. 

A las Ruraceas—pertenece la Picramnta pentandra. Sw. 
Aguedita, árbol de segunda magnitud, febrífugo por excelen- 
cia, cuyo uso se está generalizando. 

ero cad —Fihus Metopium L, y Ox: ymetopiwn, Gris: 
Guao de costa; fuye de su corteza una gomo-resina vomipurgan- 
te. Las Cs dentata, Jacq: Plat yphylla, R.é Ilicifolia, 
Sw. Guaos. Arboles y arbolitos, tan sumamente venenosos pa- 
ra algunos, que á veces pareceria confirmarse lo que se ha es- 
crito de ellos sobre el peligro de pasar debajo de su sombra. 
Despiden efectivamente un olor fétido y desagradable y no se- 
ria extraño que esas emanaciones fuesen deletéreas. Como mu: 
chas otras personas que conozco, he padecido gravemente y va- 
rias veces del Guao, y sin embargo tal era el miedo que le te- 
nia y tales las precauciones que tomaba cuando trepaba algu- 
na loma á donde abundaban, que casl aseguraria no haber to. 


cado las matas. El Guao en las lomas áridas es mucho mas 
violento que el de los llanos. Como lo he dicho ya, los efectos 
nocivos de este árbol no son constantes; dependen del tempe- 
ramento, de la idiosincracia de los individuos; hermanos é hi- 
jos mios tocan y hasta se frotan el cuerpo con las hojas y ga- 
jos sin inconveniente alouno. Los negros generalmente son in- 
sensibles al Gruao; se usa mucho su tronco incorruptible para 
cercas: los negros los cortan, rayan y cargan los estantes sobre 
sus hombros desnudos sin sufrir incomodidad. Mal viene lo 
que tantos escritores han propagado falsamente, que en las Co- 
lonias usaban del Guao para imprimir sobre la piel de cada 
esclavo los nombres de sus amos! 

La cáscara de la nuez ó pericarpio del Marañon, Anacardium 
occidentalis L, que pertenece á la misma familia, encierra un 
acelte sumamente cáustico. 

PorrgoNacrEas.—Son casi todas tónicas. El género Zi heum 
de esta familia produce el Ruibarbo, exótico. 

PrrerRAcEAS.—Plantas aromáticas, excitantes, antiespasmó- 
dicas, tónicas astringentes ó vulnerarias, algunas rubefacientes. 
Las dos especies de Caisimon, Potomorphe umbellata y Poto-. 
morphe peltata Miq: son excelentes en las hinchazones de los 
testículos; algunos alivian sus dolores de cabeza con parches 
en las sienes de las hojas untadas con sebo. El platanillo de 
Cuba, Artanthe, es una de las plantas que en esta Isla prestan 
mas utilidad á la humanidad; es un remedio eficaz para curar 
llagas inveteradas y úlceras de mala índole, de que tanto pa- 
decen los negros de nuestos campos; surte tambien buen efec- 
to en las hemorragias producidas por heridas, las de la nariz, 
las uterinas y las pulmonares. En el campo se emplea bastan- 
te en la cura de las gonorreas. No debe confundirse con otro 
platanillo de Cuba ó platanillo de monte, Canna indica L, de 
la familia de las Cannáceas y que algunos usan del mismo mo- 
do que las anteriores para la curacion de las llagas, sea que 
vayan errados porla semejanza del nombre, sea que efectiva- 
mente posee jguales virtudes. Grisebach describe como indíge- 
nas de Cuba el -4rtanthe adunca Miq: que es el mas comun, y 
ademas la Seabra Miq: la Verucosa Gris: la Swartzíana Mig: 
y la geniculata Mig: Tengo en mi herbario otras especies que 


288 


no corresponden á ninguna de las que ha clasificado. Las Lu- 
ckeas, Pimienta de la a son estimulantes, y aplicadas ex- 
teriormente, sus hojas son resolutivas. 

Ley al numerosísima familia presenta las ma- 
yores anomalías tanto en sus caractéres botánicos como en sus 
propiedades. Zephrosias: Conozco dos especies y una variedad. 
Ienoro su nombre vulgar; sus raices son purgativas. Algunas de 
las Orotalarias, vulgo Maromeras-Cascabelillos, tienen hojas 
eméticas y purgantes. Las semillas de las Clitorias en general 
son purgativas y las raices vomitivas. Mucuna urens D. O., 
bejuco Jairel.—Ojo de Buey; Mucuna pruriens D. O. Pica-pica; 
Mucuna altissíima D. C., Pica-pica. El bejuco Jairel es un pode- 
roso especifico contra la hidropesía. He visto curas asombrosas 
de personas ya adelantadas, casi desahuciadas, deshincharse en 
pocos dias y curarse radicalmente con solo tomar á pasto un cocl- 
miento ó una infusion de la corteza y del leño de este bejuco. Di- 
cen que las tres especies gozan de igual virtud; supongo que así 
debe ser, pero no me consta. lístos bejucos producen unas 
vainas cubiertas de una multitud de pelitos cerdosos, muy fi- 
nos, que en cuanto tocan al cútis producen un dolor vivísimo 
y un escozor intolerable; sin embargo, esos mismos pelos mez- 
clados con almibar ó manteca se administran interiormente has- 
ta á los niños sin inconveniente alguno y obran como vermífu- 
go muy poderoso. Los pelos contienen tanino; se supone que 
su accion sobre la piel es enteramente mecánica y que no ata- 
can las membranas de los intestinos por estar estas resguarda- 
das por la secrecion mucosa. 

Ecostaphyllum Brownei Pers: y Monetaria D. O. vulgo Pén- 
dola. Sus flores, retoños y semillas son eméticas. Andira ¿ner- 
mis Kth. Yaba: los efectos fisiológicos de este árbol son ca- 
tárticos, eméticos y narcóticos. Se cuentan varios casos de 
envenenamientos por haberse empleado durmientes ú horco- 
nes de Yaba en algibes; como tambien de individuos que per- 
dieron la vista á “consecuencia del humo de esta leña. Es un 
antielmíntico muy poderoso. Se da en decoccion, que se hace 
con una onza de la corteza hervida en dos botellas de agua 
hasta reducirlas á una, administrando una cucharada grande 
para los adultos y una de café álos niños; tambien se suele 


289 


tomar en polvo. El antídoto en caso de una dósis excesiva es 
el zamo de limon. Tenemos ademas de la Andira inermis, la 
microcarpa Gris, Yaya amarilla; la Cubensis de Benth: y la Re 
tusa de Kth. Las Guilandinas Bondus L, Guacalote amarillo, 
cuyas semillas son eméticas. 

Las Cassias—Entre ellas la Cañafistola, con propiedades mas 
ó ménos laxantes conocidas de todos. 

Las Acacias son casi todas astringentes; una de las que po- 
see esa virtud en mayor grado es el Pathecolobium filicifoldum 
Benth: Moruro prieto, habiles arborea de W.) 

CoNNARACEAS.—- Zéourea glabra Kth. No le conozco nombre 
vulgar; abunda en el partido de las Pozas, Vuelta Abajo; es 
un veneno cáustico, drástico, violento y sin duda tendrá la 
misma propiedad la Zvourea frutescens Aubl. 

CHRYSOBALANEAS.—Uhrysobalanus Icaco L.—Icaco.---Las ho- 
jas y las raices son sumamente astringentes. Algunas mujeres 
emplean éstas como tambien el Moruro prieto contra la relaja- 
cion de las partes sexuales, por cuyo motivo este último se co- 
noce en el ic el denominativo obsceno de aprie- 


Tuywmenzas.—Linodendron Lagetta Gris.—Guana. 

Daplmopsis Cuacacou Wr.:—Guacacoa.—Lagetta Valenzue- 
lana K, y Lintearia Lam: —Daguilla.—Dicen todos los au- 
tores que estas matas son venenosas y la corteza vexicante; 
sin embargo muchas veces me he entretenido en separar la Da- 
guilla de su parte leñosa; hasta he mascado el curioso y her- 
moso encaje que se saca del líber, sin haber experimentado in- 
comodidad alguna. 

CuUCURBITACEAS.-—Momórdica Balsámica L.—Cunde-amor.— 
Los frutos y casi toda la planta contienen segun los autores un 
veneno muy activo; muchas veces, sin embargo, he comido el 
fruto sin envenenarme. La Lujfa acutangula Roxb; Estropa- 
Jo; posee las mismas propiedades, pero con ménos violencia. 
Debe ser un veneno poco activo, pues muchos comen sus fru 
tos cuando verdes; y despues de secos los emplean en el campo 
para lavar los platos y demas usos de una esponja ó estro- 
pajo. 

Parayacras.—La Carica Papaya L, Papaya.—Su leche, su 


290 


raiz y semillas, son vermifugos muy poderosos y su uso muy 
comun. No hace mucho me aseguró un amigo haber conocido 
un individuo atacado de tísis pulmonar, que se habia aliviado 
y curado con solo comer varias veces al. dia durante algun tiem- 
po las Papayas salcochadas. 

PasirLORACEAas.-—La raiz de la Passiflora quadrangularis L, 
Granadilla, es un veneno narcótico violento. 

Turweracras.—Zurnera ulmifolia L.-—Mari-Lope.——Planta 
pectoral, tónica y estimulante. He empleado muchas veces y 
con el mejor resultado en las debilidades ó contracciones de 
los músculos una frotacion de la Mari-Lope, mezclando el zumo 
de sus hojas y tallos con sebo de carnero, ó fritos en el mismo 
sebo. Mentzelía aspera L, y Homalium racemosun Jacq: pur- 
gantes drásticos y depurativos, antisifilíticos. 

ARISTOLOQUIACEAS. 


Las raices de las numerosas -Aristolo- 
chias son casi todas emenagogas excitantes. 
Rusraceas.—Familia numerosísima en Cuba como en toda 
la superficie del globo. Se compone de árboles y de yerbas, 
de plantas apreciadas unas por la hermosura de sus flores, otras 
por sus virtudes medicinales. Citaró únicamente algunas de 
estas últimas. Aunque tengamos en la Isla muchas plantas de 
la tribu de las Cinchóneas, no tenemos ninguna verdadera 
Cinchona. El género que mas se asemeja á ésta es el Macror- 
nemáam, cuya única especie indígena es la Oubenseé de Gris: y 
el Ohimarrhis cymosa de Jacq: Las Huostemmnas que antes ha- 
cian parte de las Cinchonas, como por ejemplo la Lirostemma 
Joribundum Reem. vulgo Chinchona. Exostemma Cariboaum, 
Rom: (¿Cerillo segun La Yunta?) Quina. Macagua de costa, 
Se cuentan en la Isla mas de doce especies, asemejándose á es- 
tas las Portlandias, el Calycophyllum Candidissimum, D. O. 
Dagame; la Zerdinandea Stellata Gris.—Encospe—y algunas 
Rondeletias. La corteza de la raiz de la Manettia Coccinea. W: 
puede emplearse como emético. Las Oldenlandias, así como la 
Spigelia anthelmia L, son vermiífugas. La Morinda Royoc L 
Piña raton, (no la de cerca,) muchas de nuestras numerosas 
Psychotrias, (Taburetes, Tapa caminos, Lengua de vaca,) par- 
ticipan de esta virtud febrífuga, antielmíntica y á veces eméti. 
ca. Las raices delas Palicoureas, de la GFeophylla reniformis 


291 


Don, de las Borreras y Spermacoces se pueden usar como vo- 
mitivos. A esta familia de las Rubiáceas pertenece el café, 
Coffea Arabica L: el veneno lento de Voltaire. 

(Continuará.) 


A a 


DocuMENTOS RELATIVOS AL CÓLERA EN La HaABaANa. (1867.) 


N? 1.—Gobierno Político de la Habana.—Habiendo ocurrido 
en el inmediato pueblo de Casa-Blanca defunciones que han 
dado ocasion para que se sospeche y hasta se crean ocasiona- 
das por la influencia colérica que desgraciadamente reina en 
diferentes puntos de Europa, y siendo necesario aclarar esta 
cuestion en la que nadie es competente sino la ciencia, ruego 
á V. S.que inmediatamente nombre una Comision del seno de 
la Academia quetan dignamente preside, para que poniéndose 
de acuerdo con los Profesores de Sanidad local que hasta aho- 
ra han entendido en dicho asunto, procedan al estudio de la 
naturaleza de la enfermedad y me informen con la posible 
prontitud de la clasificacion que hagan de ella. Dios guarde 
4 V.S.muchos años.—Habana 20 de Octubre de 1867.—Gutier - 
rez de la Vega.—Sr. Presidente de la Academia de Ciencias mé- 
dicas de la Habana. 


N*? 2,—Real Academia de Ciencias médicas, fisicas y natu- 
rales de la Habana.—De órden del Sr. Presidente y á indica 
cion del Excmo. Sr. Gobernador Político se ha nombrado una 
Comision académica, de que V.S. forma parte en union de los 
Dres. D. Joaquin Zayas y D. Ramon Luis Miranda, para que 
poniéndose de acuerdo con la Junta local de Sanidad, estu- 
dien los casos de defuncion que acaban de ocurrir en Ca- 
sa-Blanca, carenero de Samá, precedidos de vómitos y diarreas, 
trasladándose V. S. hoy á las ocho de la mañana al muelle de 
Caballería.—Lo que me apresuro á participar á V. $. con el ca- 
rácter de urgente y á fin de que próximamente pueda la Co- 
mision dar cuenta de su encargo en el seno de la Academia. 
Dios guarde á V. S. muchos años.—Habana, Octubre 20 

T. IV—38 


de 1567.—El Secretario, Antoni Mestre.—Sr. Dr. D. Luis Ma- 
ría Cowley. 

NOTA.—Una comunicacion semejante fué dirigida á los 
Dres. Zayas y Miranda. 


N? 3.—Primer informe de la Comiston.—(Sesion del 27 de 
Octubre.) —Con el objeto de dar cumplimiento á lo dispuesto 
por el Excmo. Sr. Gobernador Político en oficio dirigido por 
órden de V. $. el dia de la fecha, debo manifestarle que la Co- 
mision académica oyendo al Sr. Facultativo del carenero y á 
los Sres. profesores de la Junta local de Sanidad, quienes hi- 
cieron la relacion de lo observado en los siete individuos in- 
vadidos, habiendo fallecido cinco de elios y practicádose la 
autopsia en dos, acordó suscribir de acuerdo con los Sres. pro- 
fesores ya mencionados y con la Comision nombrada por la 
Real Universidad, el acta que á continuacion traslado: 
“Reunidos los Sres. Profesores que al 


Sr. Decano de la Facultad de | a sj? 
márgen se expresan, con objeto de emitir 


medicina, Dr. D. Fernan” 


do G. del Valle. su informe acerca de la enfermedad que 
,; Dr. D. Félix Giralt. | 04 , 
A se ha presentado en el primer carenero 
» . ) Federico Horstmann he 5 , 
» +» » Joaquin Zayas. de los Sres. sobrinos de Samá, Carreras y 


» 9 Luis María Cowley. Compañía, expusieron estos de conformi- 
» 3 » Ramon L.Miranda,| 
"7 RafaelCowley. | dad, que no les es posible establecer el 
31 1 + Rafael Cortés. | ad hasta tanto que no se exami- 
alo Zúnica: | 
a E -——! nen los alimentos que han usado los in- 
as atacados y que se supone tomaron del desecho de un 
buque; asímismo necesitan examinar las piezas anatómicas de 
los que fallecieron, y los vómitos y diarreas que han sido re- 
cogidos; sin olvidar como condicion indispensable el estudio del 
curso y terminacion de los que aun se encuentran invadidos.” 
Dios guarde á V. S. muchos años.—Habana y Octubre 20 
de 1867.—Dr, R. L. Miranda.——Sr. Presidente de la Real Aca 


demia de Ciencias médicas, físicas y naturales de la Habana. 


N* 4,—Segundo informe de la Comision.—(Sesion del 27 de 
Octubre.) —Sres. Académicos: el 20 del presente mes tuveel ho- 
nor de dirigir un oficio al Sr. Presidente de nuestra Corporacion, 
acompañándole una copia del acta hecha en ese dia y autorizada 


293 


por los Sres. Profesores nombrados por la Facultad de medicina 
de nuestra Real Universidad, porlos dela Junta local de Sanidad 
y porlos Sres. D. Joaquin Zayas, D. Luis María Cowley y el que 
tiene el honor de dirigiros hoy la palabra, nombrados en 
comision por esta Real Academia con el objeto de determinar 
la enfermedad de que habian sido invadidos bruscamente varios 
negros del carenero de los Sres. Sobrinos de Samá, Carreras y 
Compañía en Casa Blanca; y cumpliendo con lo dispuesto la 
Comision académica tiene el honor de poner en conocimiento 
de V. V.S.$. lo que ha hecho y observado. 

Constituidas las diferentes Comisiones desde el 20 del pre- 
sente por la mañana hasta el 23 por la tarde, repetidas veces 
se dirigieron al lugar de la invasion, ansiosas de descubrir la 
verdad, teniendo en cuenta los antecedentes que les fueron 
suministrados por los Sres. Facultativos que observaron los 
primeros negros invadidos, de los cuales habian fallecido el 19 
cinco; examinaron detenidamente á los nuevos atacados, discu- 
tieron largamente sobre los diversos fenómenos observados y 
las causas que podian determinarlos, formulando entónces el 
diagnóstico de la enfermedad aparecida en Casa Blanca. 

Los primeros negros invadidos estuvieron cargando carbon 
abordo del vapor francés Guyane procedente de Nueva-Orleans, 
donde se dijo habian comido carne salada, atribuyéndose á esta 
causa la enfermedad que repentinamente les atacó; así es que 
la Comision académica considera importante señalar los carac- 
téres físicos de dicha carne, que encontraron en una lata debajo 
del catre de uno de los negros que fallecieron, como tambien 
el resultado del exámen microscópico y del análisis químico. 

La carne se hallaba cubierta de una capa blanquecina pro. 
ducida probablemente por la humedad, desprendiéndose de 
ella cierto mal olor; parecia ser de vaca y estaba salada con 
cloruro de sodio; cortada por capas su color era semejante al 
del jamon, su consistencia normal, no desprendiéndose entónces 
ningun mal olor, lo que indica que la descomposicion solamente 
se verificó en la superficie. Nuestro ilustrado compañero Don 
Manuel de Várgas Machuca, comisionado para practicar los 
análisis de esta carne y de las vísceras extraidas de los negros 
que habian fallecido en Casa Blanca, en presencia del que tiene 


294 


el honor de ocupar la atencion de V. V. S. S. dió de comer á 
un perro de mediana talla, primero una onza de la carne y á 
la hora onza y media, sin que hubiésemos observado en el 
animal el menor fenómeno que fijase nuestra atencion; al dia 
siguiente continuó sin novedad y del mismo modo los sucesivos. 

El exámen microscópico destruyó por completo la idea 
emitida en la primera junta que tuvimos en la Capitanía del 
Puerto, de que podia ser la triquinosis lacausa determinante de 
la enfermedad, idea que fué rechazada por la mayoría de los 
Profesores que ú ella concurrieron; tampoco se encontraron 
parásitos vegetales y sí pequeñas cristalizaciones con los carac- 
téres que le son propios al cloruro de sodio. 

El Sr. de Várgas Machuca hace veinte y cuatro horas que 
está haciendo atravesar por los líquidos provenientes de la 
destruccion de la materia orgánica una corriente de hidrógeno 
sulfurado, sin que hasta la fecha ningun precipitado acuse la 
presencia de materias sospechosas. (1) 

Séanos permitido ántes de pasar mas allá, manifestar á 
V. V. S.5S., que ademas de los Sres. que fuéron comisionados 
para estudiar la enfermedad de Casa Blanca, concurrieron al 
lugar referido algunos profesores, entre los cuales se encontraban 
nuestro digno Presidente y los Sres. Presas, Catalá, Redondo 
etc., como tambien los jóvenes Agramonte, Schweyer y otros 
estudiantes de medicina, quienes recogieron varias observacio- 
nes que, por no tenerlas el que habla y hallarse los principales 
datos de la enfermedad consignados en el informe dirigido el 
23 del corriente al Excmo. Sr. Gobernador político, la Comision 
académica ha ¡juzgado oportuno poner en conocimiento de 
V. V. $. $. la copia de dicho informe, que á continuacion y al 
pié de la letra dice así: 


Excmo. Sr. Gobernador Político.-—Los que suscriben, Profeso- 
res en medicina y cirugía nombrados en comision para determi- 
nar la enfermedad que ha invadido á varios negros del Carenero 
de los Sres. sobrinos de Samá, Carreras y Compañía, situado en 


(1) Despues de leido este informe en la Real Academia de ciencias médicas el 27 
de Octubre, el resultado obtenido del análisis de la carne y de las vísceras, hecho por 
dicho Sr., corrobora la ausencia de toda sustancia tóxica mineral ú orgánica. 


295 


Casa Blanca, tienen el honor de participar á V. E. que despues 
«le un exámen concienzudo y de una larga discusion, han creido 
y creen segun su leal saber y entender que la enfermedad de que 
han sido atacados es el cólera morbo. 

En efecto, Excmo. Sr., los antecedentes que se nos han sumi- 
nistrado por el Dr. D. Rafael A. Cowley, médico del estableci- 
aniento, y los que nosotros hemos podido recoger, así como 
la invasion, el cuadro sintomático, la marcha, la duracion, la 
terminacion del mal, y por último, las lesiones necroscópicas, 
confirman la opinion que acabamos de emitir y que hemos 
formulado despues de las legítimas dudas que asaltaron al Dr. 
Cowley en vista de la anómala fisonomía de la enfermedad. 

Se trata de unos negros jóvenes casl todos, robustos, que go- 
zando de plena salud y usando de alimentos de buena calidad, 
«comieron segun se nos dice, abordo del vapor francés Guyane, 
algunos pedazos de carne salada y cocida con frijoles. Uno de 
ellos se siente invadido bruscamente del mal y muere á las po- 
«cas horas, sin habérsele hecho ningun tratamiento; caen en 
seguida otros cinco y sucumben cuatro de ellos con la misma 
rapidez. Al dia siguiente nuevas invasiones con síntomas aná- 
logos, las que se han repetido hasta esta fecha completando 
el número de quince, de los cuales han muerto siete, quedando 
los otros en el Hospital de Belot, donde han sido trasladados 
por órden de V. E., uno muy grave, dos en estado alarmante, 
y cinco en via de curacion. 

Los síntomas que han ofrecido los enfermos sometidos á nues- 
tro estudio son bien característicos, y forman un cuadro idén- 
tico al que exponen los autores clásicos de Patología interna, 
con variaciones, es cierto, porque en la práctica no encontra- 
mos jamas enfermedades que combatir, sino individuos enfer- 
mos, y cada cual ofrece un modo particular de ser, ya sele es- 
tudie fisiológica, ya patológicamente. Por otra parte, la histo- 
ria de todas las epidemias demuestra que una misma enfer- 
medad al invadir las poblaciones reviste formas caprichosas, 
que varían al infinito con las circunstancias individuales y de 
localidad, á tal punto que el cuerpo profesional de todos los 
paises ha vacilado ante el diagnóstico de las dichas epidemias. 
Los enfermos de Casa-Blanca han presentado unos mayor gra- 


296 


vedad que otros, sobre todo el nombrado Juan, invadido al 
avemaría de hoy, cuyos síntomas recogidos cinco ó seis horas 
despues de la invasion son característicos. Es un negro bien 
constituido, de unos 60 años de edad, habitualmente sano, y 
segun nos refiere, con voz apagada y algo ronca, fué atacado 
al avemaría de hoy de abundantes diarreas y aleunos vómi- 
tos, sin el menor dolor en ninguna parte del cuerpo. A las 10 
de la mañana lo encontramos acostado y cambiando incesante- 
_mente de posicion, con los miembros abandonados y sacando 
á cada instante la cabeza fuera de la cama como si quisiera vo- 
mitar. La cara estaba contraida y de color ceniciento; los ojos 
ligeramente hundidos, con gran inyeccion de las conjuntivas. 
La lengua húmeda, rojiza por los bordes y cubierta de una 
capa blanquecina formada por el subnitrato de bismuto; sed 
intensa. La piel fria, madorosa, sin elasticidad, con arrugas en 
las manos y en los piés. El pulso no existia en la radial, ni en 
la humeral; los latidos del corazon muy lentos y lejanos al oi- 
do explorador. No existian calambres, pero sí se quejaba mu- 
cho de dolores en el vientre, sobre todo en la region epigástri- 
ca, los cuales aumentaban por la presion. No pudimos exami- 
nar-los vómitos, pero sí las diarreas que eran abundantes, líqui- 
das, serosas y casi sin color. Nada pudimos saber con respecto 
á las orinas. 

El cuadro general sintomático que resulta de los otros inva- 
didos es el siguiente: vómitos y deyecciones dolorosas y repe- 
tidas; los primeros formados por materias semi-digeridas y por 
un liquido acuoso, y las segundas por un líquido amarillento, 
seroso, con partículas excrementicias en algunos de ellos y su- 
mamente fétidas las mas de las veces. Estos fenómenos se re- 
petian á menudo y fatigaban grandemente á los enfermos. El 
vientre se encontraba casi normal, ni flácido, ni contraido, ni 
dilatado, ni retraido, excepto en uno de los que murieron án- 
tes de nuestra primera visita, que se verificó el veinte del cor- 
riente, y que segun nos informó el Ldo. Zúñiga presentó con- 
tracciones violentas de los músculos abdominales. En todos 
los enfermos esta region ha estado dolorosa 4 la presion por 
ligera que ésta haya sido. En los intermedios de los vómitos 
y diarreas los enfermos permanecen en decúbito dorsal con los 


297 


1niembros abandonados, ó se agitan incesantemente buscando 
una posicion que los alivie del gran malestar y de los violen- 
tos dolores que refieren al vientre, los cuales se fijan principal. 
mente en la region umbilical en los momentos de la diarrea. 
La piel conserva en unos su calorificacion y en otros está fres- 
ca ó helada, en unos madorosa y en otros bañada por un su- 
dor abundante y pegajoso; en algunos estaba coarrugada la de 
los dedos de las manos y de las piés. El pulso radial peque- 
ño, blando, filiforme, depresible, late de noventa á ciento diez 
veces por minuto, guardando ritmo y relacion con los latidos 
cardiacos. La respiracion es lenta ó suspirosa segun el estado 
del enfermo. La sed viva, la ansiedad extremada, la mirada 
vaga, torpe, y el oido embotado, así como lentas y lal oriosas 
las respuestas, y la voz mas ó ménos apagada. El globo ocu- 
lar ofrece un aspecto casi normal, está brillante. y la conjunti- 
va muy inyectada; hay ojeras en todos. La nariz algo afilada; 
la boca entreabierta: en una palabra, las facciones descompues- 
tas. La lengua mas ó ménos seca, cubierta de una capa amari- 
lla y negruzca que puede abribuirse á los vómitos biliosos y á 
la administracion del subnitrato de bismuto. La orina parece 
normal en su calidad, pero está disminuida. Jl color de la piel 
es algo terroso y la frialdad se nota principalmente en las ma: 
nos y los antebrazos, los piés y las piernas; hay calambres 
mas ó ménos intensos en los miembros y en el tronco, y algu- 
nos presentaron verdaderas convulsiones tetánicas. Todos pa- 
recen tener conciencia desu gravedad.—Casi todos estos indi- 
viduos han sido invadidos en la segunda mitad de la noche, 
circunstancia que señalan los autores como propia del cólera 
morbo. Respecto á la marcha continua y exacerbante, á la du- 
racion de cortas horas, ó de pocos dias, dos ó tres, pues Ro 
que invadido el primer dia murió el veinte y dos á la una de 
la tarde, á la terminacion anómala de la enfermedad, pues unas 
veces reviste la forma fulminante, otras la lenta, y á veces be- 
nigna á despecho del subnitrato de bismuto, del opio, del bi- 
sulfato de quinina, del alcohol, y de otros agentes medicamen.- 
tosos; respecto á estos puntos, repetimos, todos los autores que 
hemos consultado vienen acordes en asimilar la enfermedad 
«le Casa-Blanca con el cólera morbo. 


298 


Las lesiones anátomo-patológicas encontradas en las dos au- 
topsias practicadas por los Sres. Redondo, Catalá, Cowley y Zú- 
ñiga, y en la que verificaron en el negro Roque los profesores; 
que suscriben, suministrarian datos de gran valor si la ciencia 
hubiera dicho su última palabra acerca Me las alteraciones pro- 
pias de este mal- Los distinguidos profesores Gravier, Chau- 
ffard y Hoefter señalan como alteraciones de la mucosa gastro 
intestinal, la inyeccion, rubicundez, engrosamiento, reblande- 
cimiento y á veces ulceracion y gangrena. Tambien se señalan: 
en dichos autores y otros mas el enflaquecimiento del cadáver, 
la perdida de elasticidad cutánea, la vacuidad de los vasos ar- 
teriales y la replecion de los venosos, el infarto del hígado y 
del bazo, y otros fenómenos que seria prolijo enumerar, la ma- 
yor parte de los cuales constan en la relacion de estas autopsias. 

Estas consideraciones parecen suficientes para fundar de una 
manera sólida el diagnóstico de cólera morbo que hemos exmi- 
tido. Sin embargo, hay dos puntos que no debemos pasar en 
silencio: primero la gran dificultad que existe en el diagnósti- 
co entre un cólera asiático y un cólera esporádico, cuando es- 
te se atavia con los funestos caractéres de grave y epidémico. 
Tan es así que en los casos mortales del europeo no son bas- 
tantes el enfriamiento de la piel, la cianosis, el rápido enflaque- 
cimiento, la voz apagada, el pulso frecuente y despues imper- 
ceptible, los calambres, la anuria, la ansiedad y el sentimiento 
de opresion para distinguirlo del asiático: únicamente se dife- 
rencia en estos casos por el aspecto de los vómitos y las diar- 
reas; las del terrible viagero del Ganjes son grumosas, blanque- 
cinas, como cocimiento de arroz. 

El segundo punto se refiere á la influencia que se ha queri- 
do atribuir á las carnes saladas, que han comido algunos de es- 
tos individuos. El microscopio, manejado por los Dres. D. M. 
Várgas Machuca, D. Sebastian Alfredo de Morales y D. Joa- 
quin Barnet, ha dado el golpe de gracia á los diagnósticos de 
triquinosis y de intoxicaciones por parásitos vegetales. 

Quedaba aun la septicemia por descomposicion de las carnes; 
pero en estos casos solo debe considerarse la ingestion de d7- 
chas sustancias como el punto de partida probable de la afee- 
cion colérica, con tanta mas razon cuanto que de los invadidos 


299 


ayer y hoy consta que tres de ellos no han comido de la tal 
carne. 

Nada mas natural, Excmo. Sr., que lo que ha pasado entre 
nosotros. La primera aparicion de una epidemia en todos los 
paises y en todos los tiempos ha sido atribuida á envenena. 
mientos. ¿Que tiene pues de extraño que al averiguar que al- 
gunos negros comieron de la carne salada del vapor francés, se 
sospechase que era la causa determinante de todos los fenóme- 
nos observados? 

Como consecuencia de todo lo expuesto, diremos que la 
enfermedad que ha invadido á los negros del Carenero de Ca- 
sa-Blanca es el cólera morbo. Varios enfermos han ofrecido el 
cuadro del cólera esporádico; el último atacado en la madru- 
gada del veinte y dos, el del cólera asiático; y algunos una for- 
ma anómala de la misma enfermedad. 

Al comunicar á V. E. el resultado de este estudio, que deja 
en nosotros una triste impresion, nos cabe la esperanza de que 
merced á las acertadas medidas que se han tomado y sin duda 
continuarán adoptándose, la enfermedad de que se trata limi- 
te sus funestos estragos y su fuerza de accion á la localidad 
en que ha aparecido; esperanza tanto mas aceptable, si se tiene 
en cuenta lo acaecido en la última epidemia de Paris, en la 
cual las invasiones del cólera disminuian con el descenso de 
la temperatura. 

Es cuanto tenemos que exponer por ahora en cumplimiento 
de la comision conferida por órden de V. E. á la Facultad de 
medicina y cirugía de la Real Universidad, á la Real Acade- 
mia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales y á la Junta Lo- 
cal de Sanidad.-——Habana 23 de Octubre de 1867.—Dres. Ría- 
mon Luis Miranda.—Joaquin Zayas. —Luis Maria Cowley.— 
Dres. Félix Firalt.—Fernando E. Valle.— Federico Horstmann. 
—Dres. Hafael Cortés. —Julio Zúniga.—Rafael Cowley. 


Despues de lo expuesto agregaremos que el Sr. Redondo 
nos ha facilitado una copia de la certificacion que en union del 
Sr. Catalá dió como médico de semana ála Autoridad; y en- 
contrándose allí la descripcion de las dos autopsias que 


practicaron, creemos interesante hacer un extracto de ella fi- 
T. IV-—39 


300 


jándonos tan solo en las alteraciones principales que encontra- 
ron y son las siguientes: en el negro Pablo señalan en el hábi- 
to exterior edema en las partes posteriors del tronco y en las 
extremidades inferiores. Abierta la cavidad craneal encontra- 
ron la masa encefálica reblandecida, derrame sanguíneo en la 
cavidad de los ventrículos laterales, congestion en el plexus 
coroides y gran cantidad de líquido cefalo-raquídeo. En el 
tórax los pulmones congestionados, el pericardio contenia una 
eran cantidad de serosidad, las venas coronarias como varicosas, 
las cavidades derechas del corazon contenian sangre negra y 
coagulada. ln la cavidad abdominal los epiplones gastro-cóli- 
co y gastro-hepático como contraidos y apergaminados, el ex- 
terior de Jos intestinos de un color rosado subido, el estómago 
de color oscuro y en su superficie algunas venas varicosas. 
Abierto el estómago lo encontraron lleno de un líquido blan- 
quecino en medio del cual sobrenadaban algunos grumos blan- 
quecinos, la mucosa reblandecida en toda su extension y en 
el cárdias se hallaba una equímosis bastante extensa, y en algu- 
nos puntos como ulcerada; ei cólon estaba lleno de un líquido 
parecido al del estómago y la mucosa fogosada; el hígado au- 
mentado de volúmen, como tambien el bazo que se reducia 
con facilidad á papilla; la vejiga contenia como quince gramos 
de orina. | 

La autopsia del nesro Ciriaco practicada por los mismos 
Sres. da los siguientes resultados: edema en la parte posterior 
del tronco y extremidades. Abierto el cráneo encontraron las 
mismas alteraciones descritas en el anterior; lo mismo sucede 
con los órganos contenidos en la cavidad torácica y en la abdo- 
minal; los epiploones como en el anterior, y el estómago conte- 
niendo un líquido negruzco y sustancias alimenticias, particu- 
larmente pedazos de carne sin digerir; la mucosa reblandecida, 
inyectada, con equímosis del tamaño de la palma de la mano 
y en algunos puntos pequeñas ulceraciones; el cólon contenia 
en toda su extension un líquido negruzco; el hígado aumentado 
de volúmen, el bazo congestionado y reblandecido, la vejiga 
llena de orina, los riñones normales. 

En la autopsia que la Comision practicó el veinte y tres del 
presente en el negro Roque observó al exterior la gran con- 


301 


traccion en que se hallaban los músculos; las piernas estaban 
en flexion sobre los muslos y estos sobre el abdómen; del 
mismo modo se encontraban los dedos de las manos en una 
fuerte flexion, como tambien los antebrazos sobre el brazo, 
existiendo una gran rigidez cadavérica; dicho sea de paso que 
este negro durante la vida tuvo violentos y dolorosos valam- 
bres en el tronco y las extremidades; las uñas de las manos y 
de los piés se hallaban moradas, la piel que cubria los dedos 
de las manos estaba llena de pliegues; no existia edema en 
ninguna parte del cuerpo. 

Abiertas las tres cavidades encontramos con ligeras diferen- 
cias lo observado en las autopsias descritas anteriormente, fi- 
jando particularmente nuestra atencion la notable inyeccion 
que existia al exterior del paquete intestinal donde se veian 
dibujados hasta los capilares mas pequeños, principalmente los 
del sistema venoso; en la parte interna del estómago y de los 
intestinos existia un líquido espeso de color ceniciento, y en 
diferentes puntos del primero se hallaban algunas pequeñas 
equímosis; la mucosa en su estado normal, la vejiga de la ori- 
na contraida y con muy poco líquido, los ganglios mesentéri- 
cos infartados y el riñon presentaba confundidas las diferentes 
sustancias que lo componen.—Habana 27 de Octubre de 1867. 
—Dr. Ramon Luis Miranda. | 


N* 5.— (Gobierno Político de la Habana.—Agradecido este 
Gobierno de los trabajos verificados por esa Academia en la 
memoria redactada sobre los .casos del cólera morbus, ocurrl- 
dos en Casa-Blanca, Carenero de Samá, he acordado dar á V. $. 
para que lo haga así á Jos dignos miembros de ese Instituto 
las mas expresivas gracias, haciéndolo en particular á los 
tres individuos que contribuyeron á la mencionada me- 
morla, 

Al propio tiempo ruego á V.S. encarecidamente se digne 
remitirme á la mayor brevedad todos los datos que puedan 
ilustrar el asunto con el fin de evitar el desarrollo de tan ter- 
rible mal, y una copia de cuantos acuerdos científicos tenga 
respecto al mismo particular. Dios guarde á V. S. muchos 
años. —Habana 29 de Octubre de 1867.—Qutierrez de la Ve- 


302 


ga.—Sr. Presidente de la Academia de Ciencias médicas, físi- 
y naturales de la Habana. 


Teoría Y TRATAMIENTO DEL CÓLERa; por el Dr. D. Juan G. 


Havd. 
(SESION DEL 24 DE NOVIEMBRE DE 1867.) 


Independientemente de toda consideracion genésica mas 6 ménos 
probable, el cólera esuna enfermedad violenta que consiste en pérdi- 
das continuas, abundantes, que pudiéramos llamar súbitas, de lí- 
quidos del organismo exhalados por la mucosa del estómago y de los 
intestinos. 

Las consecuencias que necesariamente trae esta deplecion brus- 
ca de los líquidos que fisiológicamente tienen en suspension los 
elementos orgánicos que han de servir á los fenómenos de nutri- 
cion, constituyen los síntomas obligados de la enfermedad. 

Los fenómenos de fisiología patológica por su órden de fatalidad 
orgánica, son los siguientes: 

Primero.—Abatimiento de fuerzas. 

. 2 —Decaimiento de la excitacion nerviosa. 

. 2 —Decaimiento de la circulacion arterial. 

2 —Replecion del sistema venoso. 

2 —Dificultad en la circulacion capilar. 

2 —Dificultad en la exosmosis y endosmosis pulmonal. 

o —Dificultad creciente de la hematosis. 
o 


. 2 —Entfriamiento progresivo. 
. “ —Suspension de las secreciones. 

10.—Asfixia lenta. 

11.—Insensibilidad general. 

12.—Muerte. 

Este órden de acontecimientos se sucede constantemente baju el 
imperio de la pérdida continua de líquidos abandonados por el or- 
ganismo, y de la imposibilidad creciente en reponerlos. De suerte 
que un colérico, en último andlisis, es un individuo que se seca, 

La pérdida de líquidos: hé aquí el fenómeno característico de la 
enfermedad. Cuando esta pérdida es paulatina y permite al orga- 
nismo reponerla de algun modo, la enfermedad es menos grave. 


o 0m-Sd OH 010nN 


303 


Cuando la pérdida es súbita y los fenómenosproducidos tienen lu- 
gar sin que sea posible reponerla, la gravedad es inminente. 

En el primer caso, los coléricos pueden resistir porque se hace 
todavía posible la circulacion capilar, y por consiguiente la he- 
matosis. 

En el segundo caso, la circulacion capilar se extingue y la hema- 
tosis no es posible para que pueda ser entretenida la vida, miéntras 
«desaparece la causa que gravita sobre el organismo, sea cual fuera. 

En el primer caso, la curacion empieza en el momento que la 
circulacion general da señales de restablecerse por la presencia de 
nuevos líquidos, porque entónces la calorificacion será una conse- 
«cuencia fisiológica, y no un resultado material. 

En el segundo caso, la vida se extingue en un estado completo 
de asfixia á consecuencia dela falta de circulacion, aunque la calorifi- 
cación materialse experimente. Muy pocas son las enfermedades que 
presentan estos caractéres sintomáticos importantes, y por consi- 
guiente la nosología es en extremo pobre. El cólera epidémico y el 
-cóleraendémico completan el cuadro. Lo único que separa dife- 
renciapdo estas dos enfermedades, es el mayor grado de intensidad 
de la primera comparado con el menor grado de intensidad de la 
segunda. En todas las enfermedades sucede lo mismo considera- 
«das bajo la forma endémica y la forma epidémica. Las observacio- 
nes de la primera forma serán siempre ménos graves. El catarro 
simple-es la misma especie nosológica que el catarro epidémico,: 
la fiebre biliosa la misma especie nosológica que el vómito negro, 
la disentería simple la misma especie nosológica que la disentería 
epidémica, cualquiera que sea su forma. 

En la disentería, por ejemplo, lo vemos 4 menudo en nuestro 
pais: considerada endémicamente, esta enfermedad hace muy po- 
-cas víctimas, de rareza se citará un caso de muerte ocurrido; la 
dieta, algunas bebidas mucilaginosas, algun purgante salino ú oleo-' 
so, dan cuenta de la enfermedad en pocos dias. Al contrario, la 
disentería grave epidémica es una de las enfermedades mas mortí- 
feras que se conocen, cualesquiera que sean las circunstancias bajo 
cuyas influencias desconocidas tome esta forma. Para ella se apu- 
ra la terapeútica casi sin resultado, y mata sin embargo de todo 
en el breve tiempo de tres á siete dias, Raro se salva sin atrave- 
sar por una convalecencia penosa y sujeta á recaidas frecuentes. 

De la misma manera el cólera: cuando viste el carácter epidémi- 
co, es una de las enfermedades mas mortíferas que existen; mién- 
tras que en su forma endémica es casi siempre curable. La natu- 
raleza misma de la enfermedad no cambia por esta razon. Ningun 


304 


sintoma patognomónico diferencia la una de la otra, á no ser el 
grado de intensidad, circunstancia que se observa, como hemos di- 
cho, en todas las afecciones, segun que se consideren epidémica ó 
endémicamente. | 

Los caractéres generales á estas dos enfermedades son idénticos 
y consecuentemente la especie nosológica no puede ser distinta. 

1.2 —Se pueden manifestar en cualquiera estacion y en cual- 
quier clima. 

2. 2 —Casi siempre empiezan por un trastorno en la digestion. 
3. 2 --La mayor parte de las veces son precedidas de pródromos. 
4, —Vómitos repetidos se presentan en ámbas. 

5. 2—La diarrea es comun á las dos. 

6. 2 —Los líquidos exhalados por el intestino son los mismos. 
7.2 —La debilidad general las acompaña. 

8. 2 —El enfriamiento general les pertenece. 

9,“ —Las contracturas musculares dolorosas les son frecuentes. 

10.—La decadencia de la circulacion les es comun. 

- 11.—La disminucion de secreciones les es proporcional á la vio- 
lencia. 

12.—La sed les es compañera inseparable. 

Dos períodos bien marcados caracterizan las dos enfermedades: 
uno, período de pérdidas constantes; otro, período de reparacion 
de los elementos líquidos separados del organismo: es decir, perío- 
do de enfriamiento progresivo, que puede llegar hasta la destruc- 
cion del individuo; y período de calorificacion progresiva, que pue- 
de igualmente traer la salud ú ocasionar la muerte, por complica- 
ciones independientes de la enfermedad que ha pasado. 

Suceden fenómenos iguales en algunos estados producidos arti- 
ficialmente por la ingestion y absorcion de algunas sustancias co- 
nocidas; por ejemplo, por la presencia del tártaro emético en la 
economía; y una vez producida la emetizacion los síntomas que se 
presentan son los del cólera. Los emetizados pueden sucumbir á 
la violencia del envenenamiento por la pérdida considerable de lí- 
quidos y las consecuencias que necesariamente tiene que soportar 
el organismo; pero, en este caso, la causa conocida de la enferme- 
dad separará siempre la intoxicacion emética del cuadro nosoló- 
gico del cólera. 

Para los que creen que explican suficientemente la separacion 
del cólera epidémico y del cólera esporádico, asignándoles causas 
hipotéticas diferentes, es claro que aceptada la diversidad de cau- 
sas, la separacion es inevitable. ¿Pero sabe alguno cual sea la cau- 
sa del cólera, ya se considere epidémico, 6 esporádico, 6 endémico? 


305 


Husta hoy que sepamos no existen mas que congeturas, la verdad 
está oculta, y no son los datos imaginarios los que deben ser la base 
de una clasificacion racional, sino aquellos que se conocen y pue- 
den ser estudiados por todos. 

Es cierto que el cólera asiático epidémico presenta virtualmente 
síntomas que no se ven en nuestro cólera endémico; ¿pero, varía 
la naturaleza misma de la sintomatología? Volviendo al término 
de comparacion que hemos elegido, ¿podrá asegurarse que la disen- 
tería epidémica es especie nosológica distinta de la disentería sim- 
ple, porque en aquella el movimiento febril sea mucho mas inten- 
so que en ésta? En la misma proporcion de intensidad encontra- 
mos nosotros el enfriamiento relativamente inmenso, aunque ter- 
mométricamente muy pequeño, entre el cólera asiático epidémico 
y el cólera endémico. En la disentería simple se cuentan cuatro ó 
seis deposiciones acompañadas de cólicos y de tenesmo, durante 
las veinte y cuatro horas; en la disentería epidémica grave, el nú- 
mero de deposiciones mucoso-sanguinolentas es tres ó cuatro ve- 
ces mayor, el tenesmo y los cólicos adquieren un grado de violen- 
cia considerable. Lo mismo sucede en el cólera: en la forma espo- 
rádica simple el número de deyecciones es menor, los vómitos son 
ménos frecuentes; miéntras que, en la forma epidémica grave, es- 
tos dos fenómenos se multiplican de un momento á otro; pero en 
ámbos casos la naturaleza misma del síntoma no varía, la calidad 
de la pérdida es igual; en el epidémico grave, el agua y algunas 
sales constituyen toda la pérdida, salen en mayor cantidad y se re- 
paran con mas dificultad; en el otro el agua sale mas paulatinamen- 
te, da treguas á la reparacion, y las secreciones del intestino y sus 
anexos no pueden suprimirse, la bílis puede encontrarse y las mu- 
cosidades intestinales se pueden seguir elaborando en sus folículos; 
la sangre, en una palabra, puede todavía circular, y los fenómenos 
generales de la nutricion no se acaban por completo. 

El argumento que sirve á separar estas dos enfermedades basa- 
do en que el cólera epidémico grave es endémico en Asia, de don- 
de no salió hasta la epidemia de Jesora en 1817, y no se conoció 
en Europa y América sino de 1830 á 1833, es contradictorio é in- 
concluyente, porque-á nadie se le ha ocurrido suponer que el bocio 
de los Alpes, esporádico en muchos lugares de la tierra, no sea la 
misma enfermedad que el bocio nuestro, tan solo porque en los 
Alpes sea epidémico. Nadie ha supuesto que las terribles epide- 
mias de fiebre amarilla que han reinado en Barcelona y Filadelfia, 
dejaran de pertenecer á la misma enfermedad, nosológicamente ha- 
blando, que la que se conoce con el mismo nombre y que observa- 


306 


mos anualmente, de forma mas ó ménos grave; ni que la fiebre: 
amarilla de Enero y Febrero, deje de ser la misma especie que la 
que se observa en Julio y Agosto, porque esta sea mas grave ge- 
neralmente, y aquella ménos grave en la mayoría de los casos. Las 
fiebres perniciosas ú simples de las lagunas pontinas, no son espe- 
cies nosológicas distintas de las mismas fiebres consideradas en 
Cuba ó en la costa de Malabar ó en las riberas del Congo, aunque 
en unos lugares revistan una forma que no se observe en otros, 6 
sean aquí mas graves y allá mas fáciles de curar. Cada una de es- 
tas enfermedades será siempre igual á sí misma en cualquiera pun- 
to del globo que se la considere; y si el cólera asiático es endémi- 
co en aquellas comarcas y á veces reina epidemicamente, recorde- 
mos que el cólera endémico de Europa reinó epidémicamente en 
Londres en 1669 y en 1676, á pesar de ser poco comun esa enfer- 
medad en los paises setentrionales, y muy comun en todo el me- 
diodía de Europa, segun el atestado de las obras mas antiguas. Del 
mismo modo, las epidemias de Asia nunca habian salido de allí ni 
revestido allí mismo la forma terrible con que apareció entre nos- 
otros. En fin, nadie podrá afirmar, sin engaño, que la sífilis de la 
horrorosa epidemia de 1794, no fuera la misma sífilis de hoy, y tal 
vez de la sífilis que pudo confundirse ántes con un número mas ó 
ménos crecido de otras enfermedades parecidas. Y si la ciencia no 
admite esas diferencias en la nosología, ¿como puede sostenerse 
que el cólera asiático no sea la misma enfermedad que el cólera de 
todos los paises, ó viceversa? Apoyado en sutilezas especiosas, co- 
mo las que sirven á sostener tal diferencia, pudo Mr. Dumont, 
nuestro laborioso colega, creer de la mejor buena fé que el beri-beri, 
descubierto por mí en los ingenios de Cuba, era una especie noso- 
lógica distinta, enteramente nueva en la ciencia. 

Se ha sostenido tambien que la cianosis es un distintivo carac- 
terístico del cólera epidémicc, y que no se encuentra en el cólera 
endémico; y si no en absoluto, la inmensa mayoría de las veces es- 
te fenómeno no se nota en el cólera de todos los paises y sí en el 
cólera asiático. Pero reflexionemos un poco en el valor de ese sín- 
toma, y veremos que la cianosis no es particular á ninguna enfer- 
medad, que es un resultado del estado patológico general que pue- 
de encontrarse en muchas terminaciones fatales de muchas ende- 
mias. La cianosis, pues, no puede ser un distintivo real del cólera, 
si bien positivo de una muerte por axfixia: no es como el íctero 
de la fiebre amarilla, ni como el color bronceado de la enfermedad de 
Adisson, ni como la presencia de la albúmina en la de Bright, ni co- 
mo el estertor crepitante y el esputo sanguinolento de la neumonía. 


307 

Aclarado este punto importante, entremos á explicar la verda- 
lera, única y posible teoría del cólera. 

Bajo una accion que llamarémos miasmática á falta de otro tér- 
mino, los elementos sólidos de la san gre que normalmente existen 
suspendidos en una gran cantidad de agua, pierden la propiedad 
fisiológica de hidratacion. Desde este momento el organismo en- 
fermo tiende á separar por exosmosis el agua que constituía el ve- 
hículo natural de esos elementos, y el fluido nutritivo aumenta de 
densidad haciéndose.mas difícil su circulacion. Las arterias con- 
servan sus movimientos, pero el líquido que las recorre pasa en mé- 
nos cantidad y llega á ellas superando obstáculos cada vez mas 
erandes. Los órganos centrales de la inervacion no pueden recibir 
su estimulante natural en la misma proporcion ni con las mismas 
condiciones plásticas, y de aquí las perturbaciones forzosas de la 
inervación. La circulacion venosa no puede seguir su Curso, y con- 
secuente con la pérdida de líquidos efectuadas por el intestino, la 
regurgitacion de elemenutos sólidos en estos vasos es necesaria. 
Por la misma razon la circulacion capilar se efectúa muy incom- 
pletar ente y con mucha dificultad, y por consiguiente, la sangre 
ya modificada recibe una nueva modificacion del ácido carbóni- 
co que se aglomera y queda en disolucion. La circulacion pulmo- 
nal que no recibe de sus afluyentes sangre bastante, da por re- 
sultado la exosmosis de una pequeña cantidad de ácido carbónico 
y la endosmosis de una cortísima porcion de oxígeno. Los coléri- 
cos devuelven el aire que aspiran casi en el mismo estado ó muy 
poco modificado. No es cierto como se ha dicho que el aire expi- 
rado por un colérico contenga mas oxigeno que el aire de la atmós- 
fera que ha respirado. Lo cierto es que habiendo funcion pulmo- 
nar en un grado muy inferior á la normal, la modificacion del aire 
debia ser muy poca. El corazon está en las mismas circunstancias 
que en la dilatacion de sus cavidades, relativamente á la cantidad 
de sangre que recibe, que es proporcionalmente muy poca, y de: 
aquí la flacidez de sus paredes, la debilidad de sus contraccio- 
nes, y la ausencia de impulsion de sus latidos que se sienten pro- 
fundamente sin modificacion alguna en sus ruidos naturales. La 
sangre, en fin, conservando la composicion normal de todos sus 
principios inmediatos no modificados, ni química, ni anatómica- 
mente considerados, está en un estado semi-sólido de consistencia 
gelatinosa; no le falta mas que elagua necesaria para volver á cir- 
calár y volver á ser el mismo finido nutritivo que era antes de la 
modificacion experimentada por su deshidratacion. 

En semejantes circunstancias seria imposible que el curso de las 

T. IV—40 


308 


secreciones y excreciones pudiera seguir su marcha, no recibiendo 
el sistema glandular correspondiente á cada una los líquidos nor- 
males de donde han de salir aquellas. En semejantes circunstan- 
cias, la calorificacion no es posible, sino en la pequeña escala que 
permite una endosmosis pulmonar muy pobre y una hematosis in- 
completa en todos sentidos. En semejantes circunstancias, el sis- 
tema muscular cae bajo la dependencia de su contractilidad pura- 
mente orgánica, y las contracturas dolorosas del colérico tienen el 
mismo motivo que la rigidez cadavérica comun. Este síntoma es 
constante cada vez que por un motivo ú otro se detiene ó amen- 
gua la circulacion capilar en estos órganos del movimiento; y no 
bajo la accion nerviosa particular del centro correspondiente, que 
por el contrario está deprimida, sino por la propiedad independien- 
te de este centro que tiene:en sí la fibra de que tratamos, como le 
sucecdleria si se separara momentáneamente del cuerpo de un ani- 
mal, solo que en este caso la musculina, la gelatina y otros elemen- 
tos semi-sólidos concretándose, hacen el papel de excitante mecá- 
nico. Por último, en semejantes circunstancias, la temperatura del 
cuerpo tiende á equilibrarse con la temperatura de la atmósfera, 
en la imposibilidad fisiológica de hacer calor, y la vida se extingue. 

El tubo intestinal se encuentra completamente vacio de materias 
fecales, de bílis, de gases, y solo está ocupado por los líquidos que 
ha abandonados la sangre exosmosados por la mucosa y por las 
villosidades de esta membrana. La maceracion de estos tejidos, 
que apéuas calienta la vida, hace que se desprenda por placas el 
epitelio. La observacion demuestra que los liquidos arrojados por 
la boca y por el ano, nada tieven de las producciones normales del 
intestino; el jugo gástrico, el jugo pancreático, la bilis, las muco- 
sidades elaboradas normalmente por lainmensa cantidad de folícu- 
los intestinales no existen. Toda secrecion, en efecto, está parali- 
zada. En cambio se ven algunas materias solubles normales en la 
sangre, como son los cloruros, los sulfatos, los fosfatos, los lactatos 
alcalinos, y una pequeña cantidad de una materia orgánica, la cual 
constituye los copos blancos que se observan en suspension, y dan 
al líquido su aspecto característico de agua de arroz. 

Contrariamente á lo que asegura Mr. Becquerel, y que el mundo 
médico repite en contra de la opinion tan acreditada y anterior de 
los sabios profesores Andral y Gavarret, los líquidos que compo- 
nen la diarrea y el vómito de los coléricos no contienen albúmina 
sensible á los ácidos concentrados, ó al bi-cloruro de mercurio, ó 
al calor, 6 á todos estos agentes reunidos. 

El líquido filtrado abandona los pocos materiales no solubles 


309 


compuestos de epitelio intestinal, y raras veces se encuentran al- 
gunos grumos mucosos suspendidos. El agua en último resultado 
constituye la pérdida del organismo. 

Los elementos sólidos de la sangre ó los normalmente líquidos 
no han recibido alteracion alguna en su composicion normal, que 
pueda ser demostrada por los reactivos químicos 6 por el micros- 
copio; pero la balanza, esa tercera potencia de investigacion ana- 
lítica, demuestra perfectamente bien que los elementos de la san- 
gre han perdido en peso la cantidad de agua necesaria para que 
puedan llenar la accion fisiológica importante á que está destinado 
el fluido nutritivo. 

Es que los principios de la tercera clase, que son la albúmina y 
la fibrina, como lo ha demostrado Mr. Charles Robin, no circulan 
en la sangre porque estén disueltos en ella, sino por la propiedad 
.que poseen de dilatarse hasta una extrema division apoderándose 
de la mayor cantidad de agua posible, único modo que tienen de 
penetrar en los tejidos. £n el cólera estos son los principios cons- 
titutivos que pierden momentáneamente la facultad de absorber 
agua, y entónces tienden cada vez mas á concentrarse, abandonan- 
do aquella en que estaban distendidos, sin que por esta razon cam- 
bien de composicion. 

Es este un fenómeno isomérico, segun Mr. Charles Robin, que 
se efectúa en el cólera por la presencia de un miasma que penetra 
en el torrente circulatorio. El mismo sabio habia dicho ántes que 
los elementos congéneres se comunicaban mutuamente las propie- 
dades que habian recibido, y que de esta manera obraban los vírus 
y los venenos. Recuerdo que en otra ocasion traje por priraera vez 
á la Academia la teoría de que el miasma no era una entidad ma- 
terial tangible, sino una propiedad que se desarrollaba en la mate- 
ria orgánica en ciertos estados particulares desconocidos. Mi teo- 
ría, pues, no es igual á la de M. Robin que admite las entidades 
materiales del miasma y del vírus. Siempre saltará á mi espíritu 
la consideracion de que estando todos los hombres sumergidos en 
la misma atmósfera que mantiene en suspension ó disolucion esos 
rmiasmas, solo cincuenta entre mil reciben esa modificacion isomé- 
rica de los elementos de la sangre, y novecientos cincuenta sopor- 
tan esta causa .de perturbacion profunda sin modificaciones apre- 
ciables Ó con algunas indiferentes ó poco sensibles, que pueden 
achacarse á otras mil causas. Por esta razon no puedo aceptar la en- 
tidad miasma, sino una propiedad que despierta en el organismo 
un estado de predisposion desconocido. 

Pero este mismo hecho lo encontramos reproducido en muchas 


310 


otras enfermedades cuya causa bipotética es todavía mas probable. 
El miasma palúdico no comunica á todos los organismos la propie- 
dad de vibrar, si nos es permitida la expresion, bajo la influencia 
de la fiebre intermitente simple; así como estas vibraciones pato- 
lógicas se presentan en otros súbitamente con todos los caractéres 
que determinan las fiebres perniciosas mas violentas. 

Hay pues un estado anterior del organismo que favorece esa ac- 
cion; pero este estado desconocido se modifica tan favorablemente, 
que podemos hacer de una de las enfermedades mas violentas y 
mortíferas que afligen la especie humana, una de las mas fáciles de 
alejar y hasta de combatir en su principio. De suerte que, si la te- 
rapéutica es incapaz de brindarnos un específico como es la quini- 
na de las fiebres palúdeas, nos brinda el medio casi seguro de ale- 
jar el mal en su principio, con medicaciones tan sencillas como 
inocentes; y la higiene, esa terapéutica adelantada, que es la mejor 
de todas, porque precaver es inmersamente mas satisfactorio que 
remediar, ha dado pruebas bien concluyentes para afianzar en la 
humanidad la conviecion profunda de su legítima presciencia. 

En efecto, supuesto el primer período de una fiebre simple in- 
termitente, no existe medio alguno, ni higiénico, ni terapéutico, 
capaz de evitar el acceso completo. Supuesta la primera fiebre de 
la viruela, del sarampion, de la escarlatina, la manifestacion de es- 
tas enfermedades es inevitable. El médico tiene que ser especta- 
dor de la enfermedad, si bien le es dado asistir al enfermo para 
modificar el organismo y conducirlo á la salud. La lucha es forzo- 
sa, la medicina no puede hacer mas que combatir síntomas, provo- 
car perturbaciones favorables que tiendan á sacar el organismo del 
conflicto obligado en que se encuentra, sosteniendo en cuanto es 
posible la fuerza de resistencia orgánica, interrumpiendo las ondas 
patológicas que amenazan por momentos la vida del enfermo. 

Tratando Mr. Graves sobre las apariciones del catarro epidémi- 
co conocido con el nombre de gripe, no duda en afirmar, «que los 
«desastres causados p or esta enfermedad son mayores que los cau- 
«sados por el cólera; y la razon es sencilla, agrega, la gripe ataca 
«sin distincion á todas las clases sociales, miéntras que los estragos 
«de la enfermedad asiática se limitan á ciertas clases.» (Pág. 550, 
Clínica med. tom. 1.) Nosotros nos atrevemos á dar otra explicacion, 
y es que la gripe es fatal despues de su aparicion, y el cólera casi 
siempre puede detenerse en su primer período. Esta afirmacion en que 
están de acuerdo tantos prácticos eminentes, es el consuelo mejor 
que puede acariciar la sociedad en presencia del azote destructor. 

¿Y que viene á serunaenfermedad tan grave en sí, cuya marcha, 


311 


por excepcion, depende de nosotros sujetar? ¿Hay razon para con- 
siderar el cólera tan mortífero como aparece á primera vista? No lo 
creemos; partidarios ó no del contagio ó de la infeccion, afirman- 
tes ó no de la accion miasmática, el hecho positivo é innegable es 
«que cualquiera que sea en sí la naturaleza oculta del cólera epidé- 
-mico, nos produce los mismos síntomas del endémico, y es tan fá- 
cil evitar esta enfermedad como aquella. 

En presencia de esta verdad, el pánico no tiene motivos de exis- 
“tencia entre los hombres que saben dominar sus pasiones y sujetar- 
las hasta donde lo requiere una higiene demostrada útil, modifica- 
da solamente segun las circunstancias de localidad y de individua- 
lidad. Ni las orillas de los rios, ni los terrenos bajos, ni las cum- 
bres de los montes, ni las temperaturas mas ó ménos elevadas, ni 
la direccion de los vientos, ni las ciudades mas ó ménos pobladas, 
imprimen carácter especial á la marcha ó á la mortalidad del cóle- 
ra epidémico. Todas estas son circunstancias que el hombre puede 
cambiar ó evitar y que la higiene le previene. Triste es que no se 
escuche la ciencia, porque esas prescripciones generales no debie- 
ran dejar de existir en pueblos que se llaman civilizados, y que 
contribuyen con el producto de su trabajo á la mayor suma de fe- 
licidad posible; y el cólera, ni otra epidemia cualquiera, debiera 
encontrar una sociedad de hombres tan preparada á recibir un hués- 
ped que tan caro nos cuesta y tantas lágrimas nos hace derramar. 

Como quiera que sea, pasemos á considerar el cólera á la cabe- 
«cera del enfermo. 

Clínicamente hablando, el cólera tiene tres períodos bien carac- 
terizados. . 

Primer período: de invasion.—Seguudo período: de enfriamien - 
to progresivo, ó mejor: de deshidratacion continua.—Tercer período: 
de calorificacion, ó mejor: de hidratación continua ó de reparacion. 

Invasion. Sintomatologia: pesadez de cuerpo, sensacion de de- 
bilidad general, cefalalgia ligera, mareo, disgusto por los alimen- 
tos, ernctaciones que corresponden casi siempre á una perturbacion 
de la digestion próxima anterior, dolores de vientre, borborigmos, 
vómitos de las materias ingeridas, en diversos estados segun el pe- 
ríodo de la digestion en que se expelen, diarrea excrementicia bi- 
liosa. Desde el momento en que, durante una epidemia de cólera, 
estos sintomas se presentan, podemos asegurar que rara vez, sin un 
tratamiento formal, y la suma de precanciones de que vamos á ocu- 
parnos, dejará de pasar la enfermedad á su segundo período. 0 

Harémos notar de paso que estos síntomas no son los de la diar- 
rea dicha premonitoria: esta última es la diarrea comun, durante la 


312 


cual está el individuo en la mejor aptitud para contraer los sínto- 
mas del cólera; pero como hemos dicho ya, toda la terapéutica de 
_la enfermedad epidémica pudiera limitarse á perseguir este primer 
período en cualquiera persona y en cualquier lugar que se presen- 
tara. La práctica ha demostrado su gran utilidad en todos los pai- 
ses; y teóricamente hablando, considerando por un lado que la in- 
mensa mayoría de los atacados no recibe tratamyento alguno en es- 
te primer período del cólera, y por otro, el número de individuos 
que se atiende y escapa ántes de entrar en el segundo período á 
consecuencia del tratamiento del primero, —pudiera asegurarse. que 
si la inmensa mayoría se encontrara en el segundo caso, la morta- 
lidad del cólera disminuiria de un número igual al de enfermos que 
empezaran el tratamiento en esas circunstancias favorables. 

Siempre que el vómito precede á la diarrea, hay todavía lugar 
de impedir esta última. Ese síntoma aparece regularmente des- 
pues de las comidas en el curso de la digestion estomacal. El es- 
tómago conserva en mas ó ménos cantidad restos de alimentos. 
Conviene, pues, no dejar esta causa mecánica, y el mejor medio 
de librarse de ella es provocar el vómito una 6 muchas veces con 
la ingestion de agua tibia á grandes dósis (1). A veces esta sim- 
ple práctica produce una perturbacion favorable que detieve la en- 
fermedad. Pero el remedio de este síntoma es el láudano á la dó- 
sis de cinco á quince gotas tomadas de una vez en una cucharada 
de agua fresca. El abrigo, el reposo y la dieta son indispensables. 
Si sobreviene sed, deberá hacerse uso del agua; pero en pequeñas 
dósis y fria, hasta que se apacigíie este sintoma. Si el agua se sigue 
vomitando, deberá repetirse la cantidad de láudano hasta cierto 
tiempo,—una, dos, ó tres horas, —segun lo3 casos, hasta que cese 
completamente este sintoma. 

Cuando los primeros fenómenos son precedidos por la diarrea, 
los dolores del vientre etc., el láudano á la misma dósis, mas ú mé- 
nos repetida, segun la intensidad del flujo y su frecuencia, tal vez: 
alguna lavativa laudanizada inmediatamente despues de haber 
evacuado, para que pueda ser retenida el mayor tiempo posible, y 
la dieta acuosa,——bastan la mayoría de las veces (2). 


—— -— 


(1) Cuando despues de haber ingerido algunos alimentos, de cualquier clase que sean 
y en cualquiera cantidad, se siente perturbada la digestion al extremo de que se excite 
epigastralgia, eructaciones, repugnancia, sentimiento de plenitud, no debe esperarse un 
momento, ni apelar á medios que hagan posible la digestion; lo mejor y mas expeditiyo 
es tomar algunos vasos de agua tibia para arrojar, porque si no llegan á producirse es- 
pontáneamente los vómitos, de seguro la mala digestion produce la diarrea, habiendo he- 
cho pasar al estómago por un trabajo penoso del cual será mas difícil triunfar. 

(2) Existen personas que padecen habitualmente diarrea al menor cambio de tem- 


313 


Cuando en estos casos de vómitos y diarrea producidos ó no por 
una indigestion simple anterior, el lándano no produce todo el efec- 
to que se desea, y la diarrea de excrementicia y biliosa, pasa á ser 
serosa ó tiende siquiera 4 tomar este carácter, no debe esperarse 
un momento, el láudano ya no hará efecto, aceptemos la práctica 
seguida por Mr. Monneret en la última epidemia de Paris (1866), 
y administremos dos ó tros gramos de subnitrato de bismuto (1) 
cada hora, hasta cesacion de los accidentes. 

En apoyo de nuestra teoría sobre la propiedad que recibe el or- 
ganismo de modificarse patológicamente, podemos decir qué el 
láudano, que no tendria accion contra la presencia del miasma co- 
lérico supuesto, pone al organismo en las circunstancias de no se- 
guir modificándose bajo la.influencia de la propiedad miasmática. 
De suerte que, en el primer período del cólera, siendo todavía po- 
sible la absorcion de un medicamento, y no estando perturbada 
de un todo la nutricion, puede modificarse el organismo favora- 
blemente á la salud con algunas gotas del líquido anodino (2). 


peratura, ó á consecuencia de una excitacion sentimental. Noto aquí, que en las mujeres 
la época menstrual influye mucho en la produccion de la hipersecrecion intestinal. Y es- 
tas personas están mas expuestas á contraer la colerina ó primer período del cólera, 
No dudo aconsejarles un régimen alimenticio muy suave, y les haria tomar diariamente, 
segun precepto de Valleix, de tresá cinco gotas de láudano al acostarse. 

(1) El subnitrato de bismuto tan útil, hecho sancionado, en todos los períodos del 
«cólera, lo es en efecto á consecuencia de su propia inutilidad como agente terapéutico. 
La accion de esta sustancia es absorber los gases intestinales en la diarrea comun ó en 
la timpanitis sin diarrea, y este objeto no podia buscarse en una enfermedad en la cual 
el intestino está materialmente vacío de gases pero el subnitrato de bismuto posee una 
virtud mecánica, que todos habrán observado en la lengua de los individuos sometidos 
á su uso. Este polvo inerte se adhiere á la mucosa intestinal formándole así una capa 
protectora, libra al epitelio de la maceracion, y tal vez opone alguna resistencia á la 
exosmosis intestinal. Bajo este punto de vista el subnitrato de bismuto es un medica- 
mento precioso que merece tomar un preferente lugar en el tratamiento del cólera. En 
efecto, las membranas mucosas desprovistas de epitelio absorben con mucha dificultad; 
provistas de este elemento anatómico absorben con una rapidez extraordinaria. He te- 
nido ocasion de dejar probada esta asercion, siguiendo la observacion de los enfermos 
á quienes he dado bismuto durante el primer período del cólera; y he visto constante- 
mente que despues de 24 á 36 horas de vómitos y diarreas acuosas, el subnitrato de bis- 
muto sale en forma de polvo negro de súlfuro de este metal, en las primeras evacuacio- 
nes excrementicias que siguen ála reaccion. 

(2) Ninguna infusion aromática ó astringente puede ser tan eficaz, en caso de con- 
cederles á estas medicaciones algun valor, y declaro no encontrarles ninguno, como en 
igualdad de circunstancias lo seria el láudano. Y encuentro altamente ridículo, en un 

* pais como el nuestro, en donde el opio anda en todas las manos y se pasea por todas 
partes sin disfraz de ninguna especie, que esta preciosa preparacion no pueda estar con 
mejores títulos en todos los domicilios, en todas las cantinas, en todos los lugares que 
son frecuentados por muchas personas. Esta práctica daria mejores resultados, que la 
facultad que se le acuerda al público de poder comprar en todas las farmacias esa cole- 
vina desatada de remedios secretos preventivos y curativos, que ya empieza á invadir 


314 


Segundo periodo, periodo de deshidratacion continua. La sin- 
tomatologia de este período es la mas importante y la que consti- 
tuye la mayor gravedad para el enfermo.—Vómitos acuosos, diar- 
reas albinas, sed, destilacion de agua por la piel en relacion con 
la absorcion natural de esta membrana, fenómeno exosmótico que: 
nada tiene de comun con la secrecion del sudor; ausencia de se- 
creciones, algidez, concentracion extrema del pulso, calambres en. 
las extremidades, la contractura orgánica no deja de existir por-- 
que el enfermo no la sienta, angustia indefinible, decadencia ex- 
trerna, expiracion del aire respirado casi en el mismo estado, cia- 
nosis, enflaquecimiento extraordinario. 

Ante este cuadro de síntomas extremos que se suceden con vio- 
lencia, era imposible que el hombre del arte no echara mano á 
cuantos cuerpostiene consignados la materia médica en su larguísi-- 
mo catálogo, para convertirlos, unotras otro, en recurso terapéutico- 
del cólera. Los experimentos mas atrevidos se han llevado 4cabo con 
la esperanza de lograr la cesacion de la diarrea y del vómito, y pa- 
ra volver el calor á los infelices coléricos. Pero todo ha sido in- 
fructuoso. La terapéutica nada ha alcanzado dirigiéndose sistemá- 
ticamente contra la enfermedad ó contra alguno de sus síntomas 
virtuales. Es preciso proceder de otra manera. El empirismo ra- 
zonado de nuestros dias será siempre el triunfo legítimo de la 
ciencia contra las pretensiones mas ó ménos atrevidas del dogma- 
tismo infuso. La observacion y la experiencia ayudadas del análi- 
sis físico y químico, del microscopio y de la balanza; hé aquí los. 
únicos elementos de salvacion, los únicos recursos científicos para 
establecer el analogismo y el epilogismo racionales, que han de po- 
nernos en el buen camino y basarnos en una creencia sólida para 
brindarnos despues un método posible, seguro y eficaz de comba- 
tir esos fenómenos diversos, que se encadenan y se enlazan mu- 
tuamente, y que están sometidos á la misma causa orgánica, fisio- 
lógicamente demostrable. 

En efecto, ¿para qué buscar por ahora las causas mas ó ménos 
posibles de la enfermedad? ¿Qué nos importa este conocimiento, 
cuando lo que nos proponemos combatir son los efectos de esa cau- 
sa, sea cual fuera? Busquemos en medio de esos síntomas el que 
puede ser considerado como causa de los que le suceden, y com- 
batamos de frente, si es posible, ese primer eslabon de la cadena.. 


las 32 y 42 páginas de los periódicos, y cuyos anuncios debieran hacer suprimir las au- 
toridades, siquiera por respeto á la humanidad en las presentes circunstancias, ya que 
tantas y tan señaladas pruebas se han dado siempre de no respetar las leyes vigentes so- 
bre un particular de tan incomparable importancia. 


%s 


315 


«Lo que distingue el cólera de cualquiera otra enfermedad,» di- 
ce equivocadamente Mr. Monneret, en un libro publicado el año 
pasado en Paris durante una epidemia de cólera, «es esa propen- 
sion constante del organismo á la algidez;» y de este hecho real y 
positivo, parece partir para explicarse los dernas fenómenos por 
este. Pero la algidez es una consecuencia forzosa del miserable es- 
tado de la circulacion; y el mismo estado de la circulacion, una 
consecuencia forzosa de la pérdida de líquidos; y esta pérdida, una 
consecuencia forzosa de la deshidratacion de algunos elementos 
de la sangre. De suerte que, partir del fenómeno algidez, es ir á 
parar por analogismo á la terapéutica de la medicacion excitante, 
idea que puede adelantarse desde el momento que le vemos apo- 
yar el valor de este sobre los demas síntomas, é idea que vemos 
confirmada en las páginas consugradas al tratamiento. En efecto: 
calentar al enfermo con botellas de agua hirviendo, con sacos de 
arena caliente y hacerle fricciones estimulantes, hé aquí la tera- 
péutica pobre y contradictoria ademas, á que podia llegarse con 
esa premisa: contradictoria, porque el calor léjos de ser provecho- 
so, es altamente nocivo; porque está perfectamente probado que 
la facultad de producir este agente vital en el organismo animal 
se aumenta, al contrario, por el frio y viceversa. El organismo de 
un colérico debilitado por la falta de circulacion capilar, no pue- 
de tener mas calor que el que haga producir el resto de hematosis 
que le queda. Si por otro lado esta última accion se debilita 
por la excitacion del agente poderoso, es evidente que todos los 
fenómenos asfíxicos del segundo período del cólera van á aumen- 
tar tambien, y que la muerte, léjos de alejarse, se aproxima mas 
y mas. 

La medicacion excitante general cualquiera que sea la forma en 
que se use dará el mismo resultado. Para abreviar en cuanto sea 
posible este trabajo, quemas tarde puede tomar otras proporciones 
con la crítica racional de todos los métodos empleados hasta el dia, 
diremog que todos son completamente inútiles, y que muchos de 
ellos son perjudiciales, por cuanto que á la entrada del tercer pe- 
ríodo, período de salvacion para el enfermo, muchos pudieran con- 
tribuir á precipitar un término fatal por estados que no produciria 
el cólera'abandonado á las fuerzas de la naturaleza. 

Todo el mundo sabe que la absorcion es muy difícil en el perío- 
do álgido del cólera; pero no igualmente difícil para todas las sus- 
tancias. Muchos aseguran que no existe absolutamente; pero esto 
es un error y bastarian las leyes físicas para probar que la absor- 
cion es todavía posible en el cadáver. Pero sin necesidad de tocar 

T, Iy—4] 


316 


extremos, aseguramos que el fenómeno exosmótico de la pérdida de li- 
quidos puede compensarse con otro endosmótico de ganancia de liquidos, 
y que esta compensacion es tanto mas posible y se efectúa en tanta mayor 
cantidad, cuanto mas adelantado está el periodo digido y la cianosis mas 
generalizada. Que en órden de sucesion del fenómeno, al principio de este 
período hay muy poca absorcion, á la mitad de él hay mas absorcion, y 
al fin hay mucha mas todavía. Y la cuestion de endosmosis en este caso 
como en cualquiera otro obedece á las leyes inmutables del fenómeno, que 
están subordinadas dá la densidad mayor 4 menor de los liquidos y dá la 
presion que estos liquidos soportan. 

Es imposible hacer penetrar, por el estómago de un colérico, en 
la circulacion general, una emulcion, un jarabe, una sustancia só- 
lida suspendida ó no en un líquido cualquiera que sea. Hs imposi- 
ble hacer penetrar una disolucion de sales, una agua cargada de 
sustancias extractivas, en suma yn producto cualquiera, mas den- 
so que el líquido filtrado que sale por exosmosis de las paredes 
del tubo intestinal; pero puede hacerse entrar en el organismo una can- 
tidad bastante de agua tan pura de sales como sea posible. «La absor- 
cion intestinal, dice Mr. Ch. Robin, (204, Humores normales y mór- 
bidos del cuerpo del hombre, 1867,) disminuye gradualmente, sin 
cesar por completo, para el agua y otros líquidos cargados de sus- 
tancias en disolucion; pero tiende á cesar por completo para los 
alimentos y para los medicamentos representados por líquidos de 
una densidad considerable, á consecuencia de la cantidad de ma- 
terias que tienen en disolucion.» 

Empfíricamente hablando, el fenómeno orgánico mas importan- 
te del cólera es la pérdida constante de agua, que no es otra cosa 
el líquido que sale por la piel y por la superficie intestinal. Analó- 
gicamente hablando, reponer este líquido en el organismo debiera 
ser toda la indicacion posible contra la enfermedad en el período 
de deshidratacion. Epilógicamente hablando, el resultado de esta 
práctica habia de ser proporcionar, por lo ménos, una reaccion 
suave, fácil y sin exposiciones que pudieran tener su punto de par- 
tida en otra medicacion, probado que es casi imposible, si no del 
todo, que pase al organismo hasta la entrada del tercer período, es 
decir, cuando ya no tiene objeto que la motive. 

Cualquiera que sea la causa del cólera, en la mayoría de las ve- 
ces llega un momento.en que esta causa se extingue. Mantener 
el organismo eu circunstancias de que sea posible la vida hasta es- 
te momento decisivo, debe de ser la aspiracion del hombre cientí- 
fico, y al médico, á la cabecera de su enfermo, no le es permitida 
otra conducta. Introducir agua por todos los medios que estén en 


317 


nuestro poder, es el medio único y racional que puede darnos el 
mayor número de éxitos. Cuando asistimos desde el principio un 
cólerico, la mayor parte de las ocasiones con dos ó tres cucharadas 
de agua destilada cada diez minutos es bastante. Cuando llega- 
mos muy tarde, que ya la absorcion, aunque en aumento, no debe 
considerarse bastante, porque la sangre se coagula ántes de reci- 
bir la necesaria, que la muerte está muy próxima, que la asfixia 
es inminente; en una palabra, que la cianosis es general, no que- 
da mas recurso que abrir las venas é inyectar agua á la tempera- 
tura interna del colérico; agua tan pura como se haga posible, para 
que sea mas pronta su eficacia y cumpla mejor con el objeto quenos 
proponemos. Ninguna sustancia sólida necesita el organismo, allí 
están todos los tejidos esperando el agua que les ba arrebatado la 
causa morbosa, para empezar de nuevo la sucesion de fenómenos 
normales. Nada sé ha perdido de mas: algunas sales que se repa- 
ran pronto y que no son momentáneamente indispensables á la vi- 
da; si se agregaran al agua, seria para dificultar la hidratacion y 
la accion se 'obtendria con ménos rapidez. 

Agua destilada pura á pequeñas dósis repetidas, 4 la temperatu- 
ra ordinaria, ó tal vez á una temperatura inferior, como ha demos- 
trado la práctica ser mejor. Agua fresca en la piel miéntras la reac- 
cion no se presente. Baño templado cuando la reaccion aparece. 
Jnyeccion de agua en las venas á la temperatura del colérico. He 
aquí el tratamiento que me parece estar llamado á formular para 
siempre:la terapéutica del cólera. 

Tercer período, de hidratacion continua ó de reparacion. Sin- 
tomatologia. He visto el calor aparecer por la cara 6 irse genera- 
lizando poco á poco conjuntamente con la aparicion de las secre- 
ciones y con la presencia del pulso. Los tejidos cianosados van to- 
mando poco á poco su coloración normal. Lo he observado prime- 
mero al rededor de los ojos, en la nariz, en los labios, despues en 
las uñas. Aparece la orina la mayor parte de las veces albumino- 
sa. Recordamos la doctrina de Grisolle sobre la albuminuria que 
se contirma aquí; es un hecho necesario á la congestion del riñon 
por una sangre muy rica en elementos sólidos y pobre en agua. 
Una alteracion pasajera de la funcion de nutricion. Las nuevas 
deyecciones vienen cargadas de bilis y de mucosidades intestinales. 
He observado un sudor ligero humedecer la piel á una temperatu- 
ra baja todavía, sin ser fria. La caloracion aumenta y el pulso se 
desarrolla. No he visto esas reacciones bruscas en los casos que 
he tratado, y al contrario, lentas, continuas y exentas de com- 
plicaciones. Siempre he notado el sueño y un ligero estado de con- 


318 


gestion cerebral. Algunos fenómenos nerviosos, como la exalta- 
cion al despertar, un Jigero subdelirio. 

Las indicaciones son: baño templado, agua á pequeñas dósis re- 
petidas, alimentos líquidos. Tratar las complicaciones por los mé- 
todos ordinarios. 

Es evidente, Señores, que no me he propuesto hacer uv trabajo 
completo sobre el cólera, sino defender, exponiendo superficial- 
mente, una teoría de la enfermedad y un tratamiento, que me 
parecen confirmarse con las últimas adquisiciones de la ciencia. De 
este trabajo surgirán cuestiones prácticas que me propongo seguir 
bajo el punto de vista del estudio de los hechos. 

No he pasado expresamente por alto las diversas formas del có- 
lera. Pudieran hacerse algunas objeciones á la teoría tomando por 
tipo la forma que dicen seca, para probar que en ella no habia 
pérdida de líquidos y que el individuo atacado sucumbia fulmi- 
nantemente. La objecion no es tan séria como parece, si se proba- 
ra que los elementos de la sangre podian perder su agua de hidra- 
tacion rápidamente, y ofrecer un obstáculo tan momentáneo á la 
circulacion, que la muerte fuera la consecuencia inmediata por as- 
fixia, sin dar lugar á la exosmosis de los líquidos. Esto está por 
demostrar para confirmacion de la teoría que sustentamos; aunque, 
en todos los cadáveres pertenecientes á coléricos que han sucum- 
bido violentamente sin vómitos ni diarrea, se han encontrado lí- 
quidos característicos, mas ó ménos abundantes, en el estómago y 
en los intestinos. : 

En resúmen: de lo expuesto en este trabajo se deduce: 

1.2 —Que el cólera endémico y el cólera epidémico, esporádi- 
co ó asiático son de una misma especie nosológica. 

2, 2 —Que los recursos que nos brinda la higiene pública y pri- 
vada, disminuyen considerablemente los estragos de las epidemias, 
haciendo esta enfermedad ménos frecuente y mas curable. 

3, 9.—Que nosotros no admitimos la entidad miasma, sino una 
propiedad que adquieren las materias orgánica y organizada en 
ciertas circunstancias desconocidas, y por tanto, que no basta la 
presencia del cólera para determinar la epidemia, es preciso tam- 
bien que los organismos se hallen preparados para recibir esa in- 
fluencia. 

4,2 —Que siendo posible la absorcion de sustancias medicinales 
en el primer período del cólera, podemos modificar favorablemen- 
te el organismo destruyendo la enfermedad en su principio. 

5.2 -—Que no siendo posible la absorcion de sustancias medici- 
nales. en el segundo período del cólera, debemos poner el organis- 


319 


mo en circunstancias de que se extinga la causa de la enfermedad, 
sosteniendo constantemente la fluidez de la sangre. 

6.  —Que extinguida esta causa, es necesario reponer los líqui- 
dos perdidos, y combatir los accidentes que pueden haber resultado. 


Notas relativas á algunos puntos concernientes d la higiene privada en. 
tiempo de epidemia. 

1. * —«El cólera lo padece quien quiere contraerlo,» decia cons- 
tantemente ásus discípulos el sabio Dr. D. Agustin E. de Abren, uno 
de los hombres excepcionales que en materia de cólera ha prece- 
dido á los descubrimientos posteriores de la ciencia; y me cabe la 
satisfaccion de consignarlo una vez mas, porque, por lo ménos 
conjuntamente con Jules Guérin y con los prácticos ingleses, en- 
señó en la Habana el método sancionado hoy, de perseguir la diar- 
rea premonitoria. El Dr. Abreu hacia de esta práctica el único y 
rigoroso medio de prevenir á ciencia cierta un número mayor de 
casos de cólera. El testimonio de sus discípulos afirmará siempre 
esta verdad; y el Dr. D. Joaquin Zayas que se encuentra entre 
nosotros puede darsobre este asunto, en prueba del profundo aprecio 
y distincion que todos protesamos al práctico habanero, el mas deci- 
dido apoyo, cuando haya conocer en esta Academia el tratamiento 
que el Dr. Abreu empleaba contra la enfermedad que nos ocupa. 

2,5 —Como quiera que sea, y aun en las malas circunstancias 
de higiene pública en que solemos encontrarnos, todavía las medi- 
das preventivas contra el cólera suelen salir triunfantes sin el au- 
xilio de la terapéutica, que debe reservarse para combatir los sínto- 
mas precursores de la enfermedad. Si las primeras medidas nada 
tienen de particular contra el cólera y son las prácticas generales 
á que debe estar sujeta toda sociedad de hombres; las que se re- 
ficren al individuo son de una importancia real en presencia de la 
epidemia. En efecto, nadie ¡enora el papel importante que hace 
la alimentacion en estas cireunstancias excepcionales. Prohibirse 
cada uno aquellos alimentos á que no está acostumbrado, hacer 
uso con moderación de aquellos que puede digerir siempre con fa- 
cilidad: hé aquí, el punto capital de la cuestion. El que observa 
esta práctica, el que procura no perturbar la digestion, el que se 
abriga moderadamente para no exponerse á una de las causas mas 
comunes de perturbacion intestinal, cual es el enfriamiento pro- 
longado parcial ó general; el que no ingiere otros alimentos hasta 
que la digestion de los anteriores no esté hecha; el que hace uso 
de una buena agua potable, como son generalmente las nuestras; 
el que vive, en una palabra, con lo necesario para mantener las 


A s 


320 


fuerzas, miéntras pasa la influencia epidémica, debe estar seguro 
de que el cólera, esa enfermedad tan terrible, pasará desapercibida 
para él. La práctica de estos consejos y la conviccion de estas ver- 
dades, irá demostrando á todo el mundo que el cólera puede te- 
nerse siempre á distancia; y el mas pusilánime de los hombres per- 
derá por completo todo temor. Este último sentimiento no puede 
nacer mas que de la desconfianza reinante. Los hombres morige- 
rados en sus costumbres no pueden tener miedo. Quede el miedo 
para aquellos débiles é imprudentes que tienen la justificacion de 
sus temores en la falta de valor para someterse á lo que recomien- 
da y sostiene la ciencia, que es la suma de experiencia acumulada 
para servirnos de guia en el conflicto. 

3. % —Toda causa de debilidad general debe evitarse. La suma 
de trabajo para cada uno debe ser proporcionada á su resistencia. 
El descanso debe estar en la misma relacion. Los actos fisiológicos 
normales tienen por objeto, unos: acumular materiales; y otros: 
gastar estos mismos materiales; de suerte que toda pérdida exce- 
siva Ó brusca debe cuidadosamente prevenirse. Los goces y satis- 
facciones naturales, léjos de amenguar la actividad orgánica, cuan- 
do se efectúan con órden, no pueden acarrear males de ninguna 
especie; y al contrario, el deseo de alcanzarlos y el temor de sa- 
tisfacerlos es una causa deprimente que todos estamos en la nece- 
sidad de alejar: unos llenando sus deseos; otros templándolos, se- 
gun las circunstancias de cada cual. 

4. 2 —Es una creencia muy generalizada, que durante las epide- 
mias de cólera es útil acostumbrarse al uso de los alcohólicos. Ma- 
lísima práctica la de ir en pos de la excitación intestinal para ex- 
ponerse á conquistar trastornos qne puedan ser causas ocasionales 
de la enfermedad. Esta vena del gusto no debiera abrirse con tan- 
ta insistencia por los partidarios de estas bebidas. Por otro lado, 
las que se expenden en Cuba están mas ó ménos alteradas por la 
falsificación y el fraude, que en todos tiempos han explotado des- 
de otros climas los mercados de nuestra Isla. Las infusiones de 
café 6 de té que usamos en las comidas la generalidad de los cuba- 
nos, es bastante para prepararse una buena digestion. Nos atreve- 
mos á aconsejar á los que no estén acostumbrados ya al uso de los 
alcohólicos ó de los vinos malísimos que circulan, que se abstengan 
de esas bebidas con las “cuales, invariablemente, experimenta- 
rán desarreglos á que no estaban sujetos, y que achacan á la in- 
fluencia epidémica, cuando ésta, al contrario, les está respetando á 
pesar de esas perturbaciones adquiridas por la novísima costumbre. 
Tambien de paso, aconsejarémos á los que beben que moderen el 


321 


hábito adquirido, porque esa excitacion continua del estómago, y 
esa actividad renovada 4 que someten artificialmente el organis- 
mo, no pueden traer mas que la dispepsia en el órgano, y la deca- 
dencia en el estado fisiológico normal por un trabajo mayor que 
proporciona tantas mas pérdidas, cuanto que ménos principios nu- 
tritivos se pueden acumular, si el estómago rechaza otros alimen- 
tos de mas utilidad. Esta práctica puede ser útil en los rigorosos 
inviernos de otros paises, porque allí es necesario fabricar mucho 
calor y estas bebidas, fisiológicamente hablando, no están destina- 
das normalmente á ningun otro objeto. En nuestro clima, pues, 
no solo es innecesaria, sino que tambien perjudicial. El vino bue- 
no y la cerveza en las comidas, son bebidas sanas; pero el vino 
bueno no existe en nuestros mercados; y si existe, la inmensa ma- 
yoría no lo puede pagar; felizmente tampoco lo necesita. La cer- 
veza es la bebida mas comun y barata en todos los paises del Nor- 
te; no sabemos que anomalía inexplicable mantiene el alto precio 
que tiene en nuestro comercio. 

5. —Conviene combatir una preocupacion bastante generaliza- 
da en el pais, y que lo ha estado ántes en todas partes. El uso del 
agua buena y potable en las comidas y fuera de ellas es de necesi- 
dad fisiológica imprescindible; y no, como suponen muchos mal 
informados, un medio del cual debemos abstenernos. Otros creen 
que este precioso líquido, inofensivo bajo todos conceptos, debe 
sometérsele á la ebullicion ántes de usarse, y es práctica que se si- 
gue en algunas familias, sin tener presente que una de las circuns- 
tancias mas recomendables, es que el agua ha de tener en disolu- 
cion una gran cantidad de aire mas oxigenado todavía que el aire 
atmosférico; y la ebullicion que la despoja de esta cualidad y de una 
cantidad notable de sales, desnaturaliza el líquido y lo hace entónces 
nocivo. Desaparecen así las virtudes que hacen potable el agua y no 
puede favorecerentóncesuna digestion rápida y buena, quees loque 
desea conseguir cada persona. Es pues absurda esta práctica. El agua 
perturba cuando se toma sin necesidad y á grandes dósis durante el 
período de la digestion; el agua es el mejor digestivo cuando se to- 
ma en las comidas en la cantidad necesaria, ó se usa fuera del pe- 
ríodo de la digestion en la cantidad que habitualmente consume 
cada individuo en épocas normales. Preciso es tener el cuidado de 
no beberla cuando está el cuerpo en sudor á consecuencia de agi- 
tacion anterior. En cuanto á la necesidad de filtrar las aguas, es un 
punto en que todo el mundo está de acuerdo. La mejor filtracion 
es hacer pasar el agua por una capa espesa de carbon bien pilado 
y bien lavado y otra capa de arena fina. El carbon queda lavado en 


322 * 


dos ó tres dias de filtracion. Las aguas procedentes de este lavado 
no son buenas, porque tienen en disolucion las sales que contiene 
. el carbon vegetal que es el que debe usarse. Las aguas que consu- 
me la Habana procedentes del rio Almendares, sobre todo en la 
estacion presente, son inmejorables. Los aljibes que fueron cura- 
dos ántes de la estacion pluvial que hemos atravesado, no pueden 
estar en mal estado, y al contrario sus aguas deben ser superiores 
para las personas que habitualmente consumen esta especie. Las 
aguas de los pozos de la Habana son malas. Las de la Zanja es- 
tán envenenadas con la suma constante de inmundicias que va á 
parar á ellas: nadie debe beberlas ni siquiera filtradas. 

6. % —En fin, por regla general, dos comidas al dia son útiles y 
necesarias. Los alimentos deben ser los mas sencillos. La carne, 
los huevos, las aves, y en general las sustancias animales, excepto 
la leche, deben ser poco cocidas, sazonadas con sal, manteca bue- 
na y alguna pequeña cantidad de pimienta. Las otras especies aro- 
máticas, como el comino, el clavo, el culantro «c., no convienen. 
Los alimentos vegetales deben estar muy bien cocidos; el pan y el 
arroz son los mejores. Seria muy conveniente que las harinas no 
fueran libradas al consumo público ántes de sufrir una inspeccion 
que pudiera garantizar su buena calidad, sobré todo, cuando des- 
de el año pasado está alarmado el público con las acusaciones que 
recaen sobre los depósitos existentes de este polvo alimenticio, y 
que, á pretexto de libertad comercial y de principios económicos 
mal aplicados á nuestra localidad, venimos perjudicándonos mu- 
cho en nuestros intereses higiénicos y económicos. Las exageracio- 
nes libre-cambistas debieran suprimirse en tiempo de epidemia 
como una consecuencia del principio general que relega las inno- 
vaciones para mejores oportunidades, pidiendo para todos la salud | 
que es la suprema ley, cualquiera que sea el medio de alcanzarla, 
porque no existen intereses por respetables que sean, superiores á 
log que tiene derecho á reclamar la comunidad para librarse de una 
epidemia. 


NOMBRAMIENTOS.—Han ingresado últimamente en la Academia: 
—en la Seccion de Medicina, Cirugía y Veterinaria, los Sres. Don 
Félix Giralt, D. Joaquin G. Lebredo y D. Federico Horstmann; Don 
Antonio Llorente, D. Joaquin Ramirez y D. Ramon Delrieu:—en 
la Seccion de Ciencias físicas y naturales, los Sres. D. Francisco 
de Albear, D. Manuel J. Presas, D. José Ruiz de Leon, D. Claudio 
André, D. Rafael A. Cowley, D. Francisco María Navarro y Don 
José Eduardo Ramos. —La Academia ha hecho sin duda una va- 
liosa adquisicion. 


ANALES  - 


DE LA 


READ ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA, 


REVISTA CIENTIFICA. 


ENERO DE 1868. 


DiscustoN ACERCA DE LA FIEBRE AMARILLA.-— Discurso del Ldo. 
D. Antonio Cayro. 


(Continúa.—V. Anales, t. YV., pág. 275.) 


U.—Cuando guiados por los cuadros de síntomas pretende- 
mos Clasificar las enfermedades, generalmente nos exponemos 
á cometer errores de diasnóstico, porque no todos los acciden- 
tes que presentan tienen un valor estimativo; y mas que acer- 
carnos á su verdadera naturaleza, nos desviamos para incurrir 
en la desesperante duda á que conduce un método engañoso. Es- 
ta verdad incontestable la encontramos corroborada en el ter- 
reno de la etiología, en el que no podemos admitir que sin el 
conocimiento de las causas sea dado llegar á una perfecta cla- 
sificacion, ni á un tratamiento seguro. 

En el primer caso, si simplificáramos nuestros medios de in- 
vestigacion partiendo de' lo conocido á lo desconocido, obten- 
dríamos resultados mas satisfactorios, porque vendria en nues- 
tra ayuda la analogía, cuando ménos, y ésta nos relacionaria si 


no con la esencia, con la cosa misma. 
T. 1y—42 


324 


En el segundo caso, sl no creyéramos que siempre las causas 
de las enfermedades existen fuera de nosotros, sin concederle 
ninguna intervencion en la produccion de ellas al organismo, 
estamos seguros que no se hubiera multiplicado el número de 
aquellas hasta el infinito. 

Por olvidar el papel importante que desempeña nuestra or- 
ganizacion, á cada paso incurrimos en errores. ¿Pero qué con- 
secuencia podemos sacar cuando á un mismo foco de infeccion 
se le atribuyen diversos principios, y que cada uno determina * 
una accion diferente, como por ejemplo, que el agente que pro- 
duce la fiebre intermitente no sea el que dé lugar á la fiebre 
amarilla? 

Si por el método analógico hemos llegado en muchos casos 
al conocimiento de la verdad, principalmente en las ciencias 
de observacion ¿por qué abandonar aquella antorcha? Si en el 
presente caso, colocados entre las causas que producen la fiebre 
amarilla y el hombre, tenemos conocimiento de este que está 
vinculado en aquellas y las mismas lo están con otras que Co- 
nocemos y que impresionan visiblemente la organizacion de 
aquel ¿por qué prescindir del precepto que nos lleva á partir de 
lo conocido á lo desconocido, único medio de averiguar la 
verdad? 

El hombre, pues, ese conjunto de órganos y funciones que la 
anatomía analíticamente nos ha hecho conocer y que la s Es: 
sis nos pone de manifiesto por la fisiología, es el que, por uno 
ú otro método, debemos estudiar en todos los estados de la vi- 
da, porque es lo único que en la oscuridad de algunos puntos de 
la ciencia, puede prestarnos los auxilios para conseguir nuestro 
objeto. El conocimiento de la organizacion del hombre, como 
el de los modificadores de su existencia, son una fuente imago- 
table, si no de certidumbre, á lo ménos de probabilidades, de 
donde podemos deducir conclusiones, no tan solo de la natura- 
leza de las enfermedades, sino quizá alguna vez hasta de las 
causas oscuras que las producen. 

Hoy que la Fisiología, ese importante ramo de la Medicina, 
de la Historia general y de la Filosofía, ampliando y desenma- 
rañando el camino de la naturaleza, intenta descubrir todos 
sus misterios, valiéndose de los recursos de la Patología, de la 


325 


Física y de la Química, para darnos á conocer mejor los fenó- 
menos de la vida; hoy, pues, podemos con mas regularidad aco- 
meter la importante cuestion que nos ocupa, apoyándonos en 
los métodos analógico y experimental. 

Si comparamos los cuadros de síntomas de las primeras epi- 
demias, como la peste y el tífus, con los de la fiebre amarilla, 
nos convencerémos de que esta enfermedad es una variedad de 
aquellas; que no ha desmentido desdesu primera aparicion, pues 
solo algunas excepciones, como la mayor ó menor duracion, es 
lo que sin duda ha influido en las terminaciones críticas, El 
signo que distingue á la primera, como son bubones, ántrax, 
que rara vez vemos en la segunda, y mas rara aun en la última, 
solo nos explica una diferencia, y es la de género, especie y 
variedades. Pero, si como es de presumir, fijamos la atencion 
en las terminaciones de unas y otras, verémos la lucha que en 
semejantes circunstancias tiene que sostener el organismo afec- 
tado, ya presentando hemorragias críticas ó tumores formados 
á expensas de la misma sangre, que, no pudiendo verterse siem- 
pre y en tiempo oportuno para una terminacion favorable, tie- 
ne que infiltrarse en los tejidos, dando lugar á esas colecciones 
purulentas, que ya bajo la forma de abscesos glandulares ú otros 
tumores de naturaleza maligna, como el ántrax, Ó diversos 
exantemas, deciden de la suerte de los enfermos. 

Dejando aparte las minuciosas descripciones que de esas en- 
fermedades nos presentan los médicos de la antigiedad y des- 
nudos de todo género de prevenciones, penetremos en los cua- 
dros nosológicos, separando los obstáculos que nos impidan lle- 
gar á una perfecta clasificacion; analizemos los principales sín- 
tomas siempre consecuentes con los sistemas del organismo 
afectado, reconocidos por sa marcha invasora, que forman su 
verdadera fisonomía y á los cuales no ha bastado el transcurso 
de los siglos para alterarlos; y nos convencerémos plenamente 
que, uno ha sido el orígen, como uno el principio, que modifica- 
do mas ó ménos por las condiciones de localidad é individuali- 
dad, nos ha hecho apreciar como diferente lo que en el órden 
general de la naturaleza, y en el fondo, es el mismo objeto, 
prescindiendo de su mayor ó menor duracion, por la identidad 
de sus causas y por los resultados en la vida y en la muerte. 


326 


En prueba de esta verdad, consúltese la historia de las epi- 
demias desde el año 390 antes de la era cristiana hasta el na- 
cimiento de Jesucristo, descrita por Plutarco y Tito Livio, lle- 
guemos al siglo VI y veamos las primeras descripciones que * 
sobre la peste hicieron Procopio y Evagrio, y desde entónces 
siglo por siglo, hasta el XUL en que aparecieron escritos mas 
perfeccionados sobre la materia, estudiemos hasta llegar al pre- 
sente en que por los años de 1817 á 1819 se terminó la histo- 
ria de esta enfermedad; examinemos los cuadros de síntomas 
que presentó en Asia, Africa, Europa, y entónces todos con- 
vendrán en que sus caractéres principales fuéron solo imodifi- 
cados por la individualidad y las causas locales. La misma his- 
toria nos señala en la América parajes donde hubo epidemias 
que guardaron la mas estrecha analogía con la peste; lo que 
prueba que este terrible azote dominó en casi todo el orbe, y 
que en muchos puntos ha quedado, sin duda, bajo la forma en- 
démica, modificado por la localidad y las constituciones mé- 
dicas, ; 

Los síntomas genéricos con que se presentaba eran los si- 
guientes: algunas veces .la enfermedad abria la escena con la 
muerte, cuando no, con una calentura ardiente y continua, muy 
raras veces con remisiones y precedida de calofríos; pulso fuer- 
te ó débil; dolor de cabeza precedido de vértigos en la inayoría 
de los casos, fuerte, obtuso, general ó parcial; algunos experi- 
mentaban repentinamente una pérdida completa de las fuerzas, 
aunque no era un fenómeno constante; sensacion quemante en 
la region precordial y demas partes internas, sensacion que ex- 
perimentaban algunos en la parte externa del cuerpo, siendo 
mas frecuente ó una ligera frialdad, ó un calor suave; sudores 
en cierto número de casos; algunos presentaban la cara hin- 
chada y roja en sumo grado, en unos casos como barnizada con 
un cuerpo graso, en otros sin alteracion visible; ojos brillantes 
y salientes, enrogecidos, amarillos, lacrimosos, empañados ó pá- 
lidos, con abatimiento de los párpados superiores, epístaxis fre- 
cuentes; olor de la boca fétido; sed inextingible en unos casos, 
y nula en otros; apetito, los mismos fenómenos; lengua ya blan- 
ca, ya roja, en unos casos verdosa, en otros negra, seca ó res- 
quejebrada y algunas veces desviada; tialismo y aftas precedi- 


327 


«los de infartos de las encías, esputos de sangre, dolor en la re- 
gion de los riñones, en la espalda y en los miembros; vómitos 
biliosos ó sanguinolentos; estreñimiento de vientre unas veces 
y otras diarreas amarillas, negras, cenicientas, sanguinolentas 
y fétidas; tension del abdómen, hipo, cardialgia, cólico, orina 
ardiente y sanguinolenta; algunas veces contracción en las ex- 
tremidades, convulsiones y desfallecimiento. La enfermedad 
terminaba su marcha á las tres ó cuatro horas en algunos ca-. 
sos, en otros á las veinticuatro ó cuarenta y ocho horas; «lgu- 
nas veces, á los cinco, seis, ocho, ómas dias. En una época in- 
«leterminada se complicaba con bubones, ántraces, diferentes 
e£xantemas. 

Este cuadro de síntomas que he tomado de las descripciones 
hechas por los antiguos escritores, es tambien el retrato fiel del 
tifus, cuyas causas son igualmente tan antiguas como el géne- 
ro humano y al que muchos consideran como la misma peste 
«que en los primitivos tiempos de la Historia desolara gran 
parte del Asia, Africa y Europa. Es el mismo cuadro que en el 
siglo XVI, bajo el nombre de calenturas pestilenciales nos lo 
describieron en España, Italia, Alemania y Holanda; que en 
el siglo XVII fué fruto de la guerra de los tre2mta años, y que á 
fines del mismo reapareció en aquellos puntos con el nombre de 
epidemia regiomontana y cuyas descripciones pueden verse en las 
disertaciones académicas sobre la historia general del tífus por 
Hoffmann, Borsieri, Wedelius, Haller y otros escritores. Es la 
enfermedad que, descrita por Olivier, apareció en las islas de 
Nantucket y de Nueva Inglaterra; la que Bucchanan ha descri- 
to con el nombre de typhus fever y que se presentó en Baltimo- 
re en 1738; la aparecida en Boston por los años de 1817 á 
1818 descrita por Gamages; y la que, sin duda, en el siglo XI 
obligó á los Tolztecas á emigrar hácia el Sur, segun nos lo re- 
fiere el Baron de Humboldt en su Ensayo Politico sobre Nueva 
España. 

Comparado este cuadro con el de las fiebres biliosas, cuyo 
primitivo orígen no he podido encontrar, y á las que las teo- 
rías médicas han hecho sufrir numerosas transformaciones, di- 
fiere, Como se vé, por su causa, por su marcha y por sus termi- 
naciones. Pero como donde debemos buscar la filiacion verda- 


328 


dera es en las grandes epidemias, dirémos que la de Lausana 
descrita por Tissot fué atribuida por este autor á un humor pú- 
trido-bilioso que irritaba el estómago, y que se asemeja tambien 
á la epidemia de fiebres biliosas anómalas de Tectlemburgo, 
lo mismo que á las que con leves alteraciones se experimentan 
en los paises cálidos. 

Como Tissot la dividió en tres clases, segun los grados de 
intensidad de la fiebre, se vé que siempre habia tres ó cuatro 
dias prodrómicos hasta que se presentaba un calofrío que du- 
raba una ó muchas horas, al cual seguia la reaccionque se pro- 
longaba hasta el siguiente dia; que cesaba algunas veces sin 
evacuacion sensible y otras con sudor, cubriéndose la lengua 
de una costra amarillenta, repitiendo este paroxismo todos los 
dias y á diferentes horas: ésta era sin duda una fiebre intermi- 
tente biliosa, lo mismo que las que en tiempo de la epidemia 
se presentaban en los niños, mujeres y ancianos. 

La segunda clase era ebodeaiad como la primera por cuatro 
ó mas dias de malestar, inapetencia, calofríos, como en el pri- 
mer caso, despues calor; pulsaciones, cien por minuto; dolor de 
cabeza mas intenso, náuseas, vómitos amarillentos: cuando és- 
te período terminaba por sudores se hacía mas grave el paroxis- 
mo. La apirexia nunca era completa, cuyo carácter servia para 
distinguir esta forma de la primera y que por lo regular, segun 
refiere Tissot, un tratamiento inoportuno la convertia en la 
tercera. 

¿Esta presentaba un aspecto distinto de las anteriores. Al sé- 
timo ú octavo dia venian los síntomas agravantes y entónces 
aparecian los que los autores nos presentan en las fiebres de 
los paises cálidos cuando llegan á su mayor intensidad, ó como» 
dice Pinel, su terminacion en pútrida: boca seca, DUSTOdN y 
amarga, cefalalgia muy intensa; dolores contusivos en los bra- 
zos, en los riñones y en las extremidades abdominales; dolor 
en el epigastrio, sed inextinguible, náuseas y vómitos de mate- 
ria amarilla y abundante; diarrea amarilla y abundante; lengua 
cubierta de una capa amarilla muy gruesa; pulso acelerado; piel 
seca; transpiración nula; calor acre ó donticante: insomnio, ó: 
sueño perturbado por ensueños penosos; delirio intenso. Y sl 
agregamos á este cuadro de síntomas, los que segun Tinck se- 


329 


presentaban en la epidemia de Tectlemburgo al terminar la 
enfermedad, señalarémos las convulsiones tetánicas, el color 
negro de la lengua, aftas, sudores frios, cara Ínpocrática, 

Expuestos, como habeis visto, los cuadros de síntomas de es- 
tas enfermedades sin haberlos dividido en períodos y atendien- 
do solamente al objeto que me propongo, que es presentarlos 
reunidos para compararlos mas adelante con las fiebres biliosas 
de estos climas y la fiebre amarilla, no solo no habré molesta- 
do la atencion de la Academia, sino que es lo suficiente para 
probar la analogía que existe entre las fiebres de los tiempos 
rémotos y las de los actuales. 

Dijimos en otro lugar que semejantes enfermedades debian 
considerarse como individuos de la misma especie, porque las 
modificaciones que han sufrido por el transcurso de los siglos, 
no han traspasado los límites que les estaban señalados por la 
naturaleza; que á la manera de seres organizados distribuidos 
por la superficie del globo se han propagado como variedades 
emanadas de un solo tipo; que los caractéres que les dieron esa 
forma primitiva no se desmienten jamas; como variedades, sin 
duda pueden acomodarse á la influencias que ejercen tanto las 
causas internas como las externas; pero al cabo, cuando por la 
intervencion de causas que ignoramos, se encuentran en las con- 
diciones de su procedencia, vuelven á su orígen y se revisten 
con su verdadero tipo. 

Tomando en consideracion estos antecedentes, veamos sl la 
fiebre amarilla en su marcha, síntomas y terminacion puede ser 
considerada como émula de la peste y del tífus, y por lo tanto 
una variedad de estas afecciones, pues hay mayor cúmulo de ra- 
zones para identificarlas, que las que tener pueden los que con- 
sideran la fiebre amarilla como variedad de la biliosa de los 
paises cálidos, 

La fiebre amarilla, á juzgar por la historia, ha tenido su cu- 
na en las Américas; otros la creen importada á estas del Asia 
á la llegada de los primeros europeos. Como quiera que sea la 
raza bronceada de ámbas Américas estaba sujeta á una enfer- 
medad conocida con el nombre de malharahualt que obligó á los 
mejicanos en el siglo XVI á abandonar la antigua capital, en- 
fermedad que tambien atacaba á los europeos y la que sin du- 


33U 


da contribuyó á que emigraran los tolztecas hácia el Sur; la que: 
desde 1545 hasta 1762 atacó casi exclusivamente á los indíge-- 
nas y que fué tal la infiuencia que ejerció, que alcanzó hasta 
la mesa ó llano central, que como todos saben, se eleva 1200,, 
ó 1300 metros sobre el nivel del mar. 

Los principales síntomas con que se daba á conocer, eran las 
hemorragias por la boca y la nariz, y el color amarillo antes ó* 
despues de la muerte. Este hecho nos autoriza para creer que 
si no era la verdadera fiebre amarilla, seria una especie de tf- 
fus del que aquélla pudiera ser una variedad; porque allí don+ 
de el termómetro se mantieneá 10 ó 12 grados del centígrado 
solo pueden desarrollarse los tífus y no la fiebre biliosa de los 
paises cálidos Y como esto es verdad, queda por tierra una de 
las conclusiones de Mr, Chervin donde dice: que el tífus icte- 
rodes no puede presentarse sino en las localidades donde sea 
capaz de desarrollarse la fiebre biliosa. 

No he encontrado un solo hecho que me pruebe que la fie- 
bre biliosa de los paises cálidos se presenta bajo la forma ept 
démica en los parajes en que la temperatura es de 13” y sí la 
fiebre amarilla. Dígalo Benjamin Rush, que describió la fiebre 
amarilla que reinó en Filadelfia en los meses de Noviembre y 
Diciembre y la de Gibraltar descrita por Aréjula, acaecida en 
1813. Esta es una prueba que viene á poner en conflicto otra 
de las conclusiones de Mr. Chervin, donde asegura que la fie- 
bre amarilla no ha reinado fuera de los trópicos, sino en el es- 
_tío y el otoño. 

Para probar Moreau de Jonnés la naturalidad americana de- 
la fiebre amarilla, dice, que de 542 irrupciones que se han ve: 
rificado en 325 años se cuentan 92 en la América del Norte, 
19 en la del Sur, 110 en las Antillas, 136 bajo la zona tórrida,, 
138 en la templada, 43 en Europa y 4 en Africa. 


(Contiínuard. y 


331 


NotTAs SOBRE ALGUNAS PLANTAS VENENOSAS Ó MEDICINALES DE 
LA ISLA DE CUBA; por D. Francisco A. Saunalle. 


Pinaliza.-——V. Anales, t. YV., púg. 283. 
, pag 


SYNANTEREAS Ó CompuEsTas.—Hay entre ellas aleunas cu- 
yas virtudes son muy apreciables é importantes en la medicina. 
De este número son: la Vernonia Habanensis. D. C. Rompe- 
saragiey macho; 

Vernonia Cubensis Gris. Rompe saragiey morado. 

Los afamados alexitéricos, Hupatorium Ayapanoides Gris: 
—especie de Ayapana y las varias especies de Mikunmias.— 
Guacos.—El Seneccio plumbeus Gris: —Retama árbol; la Veu- 
roleena lobata. KR. B: Retama arbusto y las Plucheas.—Salvias 
del pais, son aromáticos, tónicos; se emplean en el campo co— 
mo digestivos y hasta en baños para fortalecer y estimular. 

Lorerraceas.—Las plantas de esta familia tienen casi todas 
un jugo lechoso sumamente cáustico y que corroe la piel. To- 
madas interiormente producen vómitos y la muerte. Entre 
ellas figura el Revienta-caballos, Zsotoma longiftora Prl: tan 
comun en nuestros prados y que mata á los carneros, á las va- 
cas y á los caballos que por descuido llegan á comerla. 

PLUMBAGINEAS.—Su único representante en la Isla es el 
Plumbago ¡Scandens L.—Mala cara, de la que ya he hablado 
como vexicante. 

SoLANAcEAs.—Toda planta de esta familia inspira descon- 
fianza y casi repuenancia á primera vista.—Esto se debe sin 
duda al olor nauseabundo que exhalan las hojas de la mayor 
parte de ellas; sin embargo, si bien es verdad que algunos de 
los géneros destilan un veneno activo, no lo es ménos que mu- 
chos otros nos suministran alimentos preciosos y asradables. 
Las propiedades narcóticas que poseen algunos de los miem- 
bros de esta familia se debe á la presencia de los álcalis ve- 
getales; pero el narcotismo que producen la Belladona y el 
Estramonio, es diferente del que cauga el opio. Entre los gé- 


neros toxíferos de las Solanáceas tenemos en la Isla la Solan 
T. Iv—43 


392 


dra longiflora Tuss:—Chamico, Datura ceratocaula. Ort.:— 

Chamico silvestre, y el Suaveolens H y B. Flor de campana. El 

Chamico se ha usado con buen éxito en las neuralgias, en los 

reumatismos y en la enterodinia, En el tratamiento del asma es- 

pasmódico se recomienda generalmente fumar cigarrillos de las * 
flores del Chamico y aspirar el humo; pero puedo asegurar que 

en mis largos padecimientos de esa cruel enfermedad, he ensa- 

yado este remedio varias veces sin haber jamas experimentado 

alivio. El Dr. Bree en el Diario médico-físico de Lóndres, tomo 

XXVI, asegura haber probado el uso de estos cigarros sobre 82 

asmáticos, y que en 58 casos no habia producido ningun efecto 

permanente, y que en los otros 24 habia sido perjudicial al 

enfermo. A esta familia pertenece el Tabaco, Vicotiana Taba 

cum L; y no siendo indígena me abstengo de citarla entre las 

plantas venenosas. No me creerian muchos en el campo, si les 

dijera que tanto la hoja, como la raiz, las semillas y hasta el 
humo del tabaco encierran un veneno de los mas enérgicos, 

casi igual en violencia al ácido prúsico. El Solanum nigrum 

L: y Solanum nodiflorum Jacq.—Yerba Mora, son narcóticos; 

se emplean tambien como resolutivos, así como el Solunum 
Scabra V: vulgo agicon. El Verbascifolium L.—Tabaco cimar- 
ron; el Zorvum L.—Prendedera ó Pendejera- El Cestrum noc- 
turnum L.—Galan de noche, y el Cestrum diurnum L. Galan 
de dia son venenos narcótico-acres sumamente activos. 

Las BiexowyIaceEas.—Son notables principalmente por la 
hermosura de sus flores y la calidad de sus maderas; sin em- 
bargo el Pithecoctennum Aubletú, Splitg: Bejuco perdiz, es su- 
dorífico, vulnerario y alexitérico. La corteza del Zécoma pen- 
taphylla D. C. Roble yugo, Roble blanco, es febrífuga y algu- 
nos pretenden que es antídoto del Hippomane. En esta fami- 
lia colocan algunos las Crescentias, aunque segun otros deben 
pertenecer á las Solanáceas. Lo cierto es que no corresponden 
exactamente á ninguna de las dos. Las pulpas de las frutas de 
la Crescentía Oujete L, Gúira, y de la Acuminata H. B. y K. 
Gúira cimarrona, son vulnerarias, astringentes y del zumo de 
las mismas se hace el afamado lamedor de Gúira, tan preconiza- 
do en las Antillas francesas contra la tísis. En la Crescentia 
cucurbitina L. Magúira, la carne ó tripa del fruto, cuya cásca- 


333 


ra no tiene la fuerza ni la resistencia de las otras dos especies, 
es sumamente venenosa. 

Las Acawraceas.—Tienen propiedades eméticas casi al igual 
de la ipecacuana, y se usan á veces en lugar de ella, como por 
ejemplo las 4tuellias GFeminiflora Ktbh., con su variedad Ca- 
nescens Gris; la Pantculata, L., la Diffusa Gris, y la Tube 
rosa L, 

CowvoLvuLAcras.—Las ruices Ó tubérculos de una gran 
parte de las plantas que componen esta familia dan un jugo 
lechoso, acre y purgante, de poco ó ningun uso que yo sepa. 

Las VERBENACEAS no tienen propiedades conocidas. El Vi: 
tex 6 árbol casto, tenia, segun parece, en tiempo de Plinio y de 
Dioscórides, la virtud de preservar la castidad de las mujeres, 
y las sacerdotizas de Céres reposaban sobre lechos cubiertos 
de las hojas de estas matas; pero hoy, ó estos árboles han per- 
dido su virtud, Ó nuestras señoras no necesitan de tales pre- 
servatlvos. 

Aroideas.—Sus rizomas cuando frescos contienen un prin- 
cipio acre-estimulante, tan volátil que se evapora entera: 
mente por la coccion, volviéndose así algunas especies un ali- 
mento sano, como por ejemplo el Xanthosoma Sagittifolium 
Sch. Malanga. La .Arisaema atrorubens Bl., y la Andromycia 
Cubensis R., Malanguilla, Malanga cimarrona, Sahumalla, que 
hace mucho: daño en nuestros potreros. Los cerdos que han 
comido de estos rizomas cáusticos, se hinchan, se les ataca el 
cerebro y mueren echando espuma por la boca. El Anthurium 
venosum Gris, es el Bejuco lombriz, vermífugo. El Philoden- 
dron Ciementis Wr., Macusey.—En algunas especies de este gé- 
nero, como por ejemplo el Philodendron hederaceum, Schl., y 
Phalodendron Wrightis, Gris; son tan caústicas las raices Ó 
rizomas que aplicados á la piel forman un vejigatorio en pocos 
momentos. La Pistía Occidentalis, Bl. y la Commutata Schl.: 
Lechuguillas de Laguna, hacen tal vez excepcion. 

Lrrrackas.—Pertenece á esta familia (segun algunos á las 
Amarilídeas), el Pancratium Caribeum L.—Lirio San Jua- 
nero, con cuyos bulbos se prepara un vomitivo inocente y sua- 
ve. El Pancratium angustifolíum Roem: Lirio San Juanero 
del pinar, tendrá sin duda la misma propiedad. Los bulbos 


334 


del Crinum erubescens Ait., Lirio, pasan tambien por ser emé- 
ticos. 

Esmmaceas.—Son de esta familia las Smilas que suminis- 
tran la Zarzaparrilla; las 6 Ó 7 especies que crecen en la Ísla, 
podrian en gran parte substituir á esta. Smilaz Syphilitica R. 
Zarza del Brasil. Smilaz Oblongata Sw., Raiz de China; son 
indígenas. 

Brownniacras:—La Bromelia Pinguin L Piña-raton, cuy os 
frutos son vermífugos. No conozco las propiedades de Le Tol 
landsias; sin embargo, se cree generalmente que la Zollandsia 
polystachya L. Flor. del alre, es venenosa. 

EscrramivEas.—Zeencalmia occidentalis, Gris, Cojate, y la 
Amena R. Cojatillo, Costus ruber W. muela Santa, todos 
muy recomendables para el pecho y contra el asma. Canna 
indica L. Platanillo de Monte; mencionado anteriormente. 

Hoxecos.—Esta familia criptógama es muy abundante en la 
Isla. Aquí como en todas las partes del globo se complacen ios 
hongos en los lugares húmedos, en lo sombrío de los montes, 
sobre los troncos podridos, debajo de las piedras, en la oscurl- 
dad de los sótanos; se hallan á veces hasta debajo de la epi- 
dermis y del líber de los árboles; algunos se desenvuelven en 
la superficie de los líquidos ó vegetan flotando sobre las aguas; 
otros brotan del cuerpo de animales ó insectos muertos, dando 
lugar á que el vulgo crea que estos despues de la muerte se 
transforman en vegetales, como por ejemplo la araña peluda y 
la abispa que se convierten, segun muchos, en matas de gua- 
yaba y de Gía. 

Generalmente sobre los árboles mas viejos y mas gruesos es 
donde se crian los mayores hongos; sus fibras penetran á veces 
hasta dentro de la parte leñosa y aniquilan las matas cuando 
se acumulan en ellas. Los hay tan diminutos que solo se des- 
cubren con el auxilio de fuertes microscopios; sin embargo, 
estos átomos invisibles destruyen los árboles mas frondosos, 
asolan los campos, arruinan las cosechas de distritos enteros; 
sus innumerables é invisibles esporas transportadas por el aire 
influirán mas de una vez sobre nuestro sistema, y no seria ex- 
traño que de allí proviniesen muchas enfermedades y epide- 
mias cuyas causas escapan á la penetracion de los facultativos. 


335 


Algunos de nuestros hongos son de las mismas especies que 
se hallan en Europa y otros continentes; pero hasta ahora no 
se ha hecho, que yo sepa, análisis, descripcion ó estudio +algu- 
no de los que crecen en Cuba. Por este motivo no puedo se- 
nalar por sus nombres las especies venenosas, mucho ménos 
sabiendo que en Europa se comen en ciertos “puntos hongos, 
rechazados en otros como perniciosos. Como regla general es 
bueno desconfiar de todos; pues, aun aquellos que habitual. 
mente se comen, suelen causar graves accidentes cuando se 
marchitan ó principian á descomponerse, y la misma especie 
de que se alimenta impunemente un individuo, produce en 
otros efectos deletéreos. Contienen casi todos los hongos un 
principio acre y volátil, y á veces una sustancia oscura, vene- 
nosa, llamada amanitina.--No existen caractéres anatómicos 
absolutos que sirvan de guia para distinguir los buenos de los 
malos, ni se les conoce antídoto seguro. En casos de envene- 
namiento lo primero es tratar de extraer cuanto ántes el vene- 
no del estómago ó de los intestinos por medio del émetico y 
del agua caliente, administrando luego el aceite de palma cris- 
ti y los emolientes. El vinagre, el zamo de limon ú otros áci- 
dos, y sobre todo la ebullicion y coccion disminuyén y destru- 
yen á veces las cualidades perniciosas de los hongos. 

Sin embargo, á pesar de todo lo que acabo de manifestar, 
debo confesar que he comido en la Isla “Champignones” tan 
sabrosos como los mejores de Europa y que hay muchas clases 
de que podemos alimentarnos impunemente. En algunas fin- 
cas los negros son muy aficionados al Nonñon ó Llonllon, 
como llaman al hongo, y comen sin recelo todos los que cre- 
cen sobre las raices podridas de los naranjos. Estos tienen la 
hechura de un quitasol; la película blanca del sombrerillo 
se separa con facilidad; son rosados por debajo cuando fres- 
cos y luego pasan á carmelita oscuro. Asimismo comen in- 
distintamente todos los que salen sobre las raices del Gruaná- 
bano, del Mango, de las Casuarinas y de la Higuereta. Estos 
últimos son mucho mayores que los demas, y se comen en bo- 
ton. Son tambien comestibles los que se crian sobre los tron- 
cos podridos de! Aguacate, del Jobo, de la Ceiba, del Mango y 
“del Guanábano. En las Palmas podridas recogen otros exce- 


356 


lentes que se dan en racimos; son blancos y de hechura de- 
abanico; pero se han de usar cuando muy nuevos y frescos, : 
porque luego se ponen duros y apergaminados, : 

Temo ya haber abusado de la paciencia de V., SS; así conclui-- 
ré esta larga nomenclatura con algunas observaciones gene- 
rales. 

Antiguamente la Botánica consistia casi exclusivamente en 
el estudio de los vegetales y de sus aplicaciones. Estudiábanse 
las plantas para hallar en ellas nuevos remedios, nuevos vene- 
nos, nuevos antídotos. Apénas se ocupaban de la clasificacion 
metódica y se puede decir que la ignoraban hasta que apare- 
cieron los hermanos Bauhin, Tournefort y el inmortal Linneo. 
Hoy al contrario la Botánica generalmente se limita demasia- 
do á. definiciones y clasificaciones, á sobrecargar la memoria de 
nombres griegos y latinos, indispensables sin duda, pero que: 
no debieran excluir el estudio de la naturaleza de las plantas, . 
de su aplicacion á la ciencia, á las artes, á la industria, y so- 
bre todo de sus efectos sobre el sistema animal. 

La Botánica ha llegado á tomar tan vasta expansion, se ha 
engrandecido de tal modo, que no basta ya la vida entera de 
un solo individuo para abarcar todos los diferentes ramos que 
la constituyen. El Botánico no puede estar recorriendo el glo- 
bo para descubrir y coleccionar plantas y al mismo tiempo 
entregarse á los ensayos químicos y á los trabajos asiduos y 
minuciosos del laboratorio; puede difícilmente adquirir un co- 
nocimiento perfecto y práctico de la Fitología, de la Histolo- 
cía, de la Botánica comparada, de la ARE, de la indus- 
trial y médica, de la Patología y Fisiología vegetal, de la Glo- 
sología, de la Taxonomía, etc., etc; no debiera ignorar ni la 
química, ni aun la medicina. No es dable, pues, á una misma 
capacidad individual poseer tantos y tan variados corrocimien- 
tos; así es que vemos tantos distinguidos botánicos restringir- 
se á las monografías de determinadas familias. Esta ciencia, 
que muchos esa como árida y estéril, ha llegado á ser 
tan complicada, encierra tantas ea cata una de 
ellas una ciencia de por sí, que así como las grandes empresas. 
industriales requieren para llevarse á efecto la asociacion 
de capitales, del mismo modo para adelantar, perfeccionar y 


337 

sacar utilidad de la Botánica se hace indispensable una aso- 
ciacion intelectual de capacidades. Así, y solo así, se conse- 
guirán, sobre todo entre nosotros, grandes resultados é impor- 
tantes beneficios á la humanidad. ¿Y quién mejor pudiera 
cooperar á esa grande y benemérita obra que los químicos y 
los médicos que tantos auxilios sacarian de las plantas de es- 
ta Isla? Penetrado de lo que antecede, concluyo cono he prin- 
cipiado apelando de nuevo al amor de la ciencia, de la huma- 
nidad y de la gloria que anima sin duda á los señores de la Aca- 
demia. Si cada uno de los muchos profesores de reconocida 
capacidad que la componen se propusiese hacerse cargo del 
estudio de las virtudes y composicion química de una sola fa- 
milia, diré mas, de dos ó tres géneros cada año, muy pronto 
sus tareas llamarian la atencion del mundo científico, y sobre 
la Academia de Ciencias médicas, físicas y naturales de la Ha. 
bana recaeria la honra de haber creado una Terapeútica vege- 
tal exclusivamente Cubana. 


DoouMENTOS RELATIVOS AL CÓLERA EN LA HABANA. (1567--68.) 
(Continria—V. Anales, t. IV. pag. 291.) 


N* 6%--—Comunicaciones hechas en la Academia por el 
Dr. D. R. L. Miranda. 1?—(Sesion del 10 de Noviembre de 
1867.)-—Habiendo frecuentado el Dr. Miranda los hospitales 
de San Felipe y Santiago y el de San Juan de Dios, le ha sido 
facilitado por los señores facultativos encargados de las salas 
de coléricos el siguiente apunte estadístico que, á pesar de consi- 
derarlo incompleto, solo tiene por objeto indicar el movimien- 
to que ha existido en dichos hospitales de la enfermedad rei- 
nante. El Dr. Miranda hace observar que la mayor parte de 
los individuos atacados del cólera en San Felipe y Santiago 
se encontraban en ese hospital tratándose de otras enferme- 
dades, principalmente crónicas, y que habiendo en la sala de 


338 
coléricos un francés, llegado á la Habana el 18 de Octubre 
próximo pasado en el vapor Louisiane procedente de Vera- 
cruz y atracado al muelle de Casa Blanca, le refirió que fué: 
invadido de la enfermedad que en la actualidad padecia, po- 
cos dias despues de su llegada á esta ciudad; que abordo no 
hubo ninguna novedad durante el viaje á pesar de haber mas 
de cien individuos; que los alimentos eran sanos y bien condi- 
mentados; y que en la ciudad de donde habian salido no exis- 
tia otra enfermedad mas que la fiebre amarilla. | 

En San Felipe y Santiago entraron desde el 3 de No- 
viembre hasta el 9 del mismo mes 37 individuos, de los cuales. 
fallecieron 22, quedaban 13 y salieron curados 2 

En San Juan de Dios han entrado desde el 30 de Octubre 
hasta el 10 de Noviembre á las 9 de la mañana 70 individuos 
de los cuales fallecieron 28 y quedaban 42, 

En Bélot entraron desde el 4 de Noviembre hasta el 9 del 
nismo mes 4, de los cuales falleció 1 y quedaban 3. 

El total de los individuos invadidos en estos tres hospita- 
les es de 111, de los cuales han fallecido de siendo la propor- 
cion en la mortandad de 45 y 945,000 p.S 

2% Comunicacion. — Sesion del 24 de Nora )—La 
presente nota estadística tomada de los datos oficiales, y 
que mas tarde será presentada á esta Academia con todos los 
requisitos que exige esta clase de trabajos, solamente tiene por 
objeto: 12 poner al corriente á esta ilustrada Corporacion del 
alta y baja del cólera, desde el dia de su aparicion entre nos- 
otros, el 19 de Octubre, hasta el 23 del corriente mes inclusi- 
ve; 22 demostrar á los incrédulos que desgraciadamente la en- 
fermedad diagnosticada en Casa Blanca por los pretendidos 
alarmistas continúa haciendo sus estragos, confirmándose ca- 
da dia mas las deducciones hechas en el informe del 23 de 
Octubre próximo pasado. 

Durante los ocho primeros dias el cólera estuvo estaciona- 
do en Casa Blanca, haciendo su invasion en esta ciudad el 27, 
y desde ese dia 1 el 6 de Noviembre los atacados fueron 
en pequeña escala, subiendo el 7 á 21 y aumentando progresiva- 
mente hasta el 15 en que llegaron á 98; disminuyendo despues 
y siendo las invasiones diarias entre 50 y 70; desgraciadamen- 


339 


te el 22 han vuelto á subir á 81 y el 23 á 101, maximum de 
las invasiones que hemos tenido hasta el presente. 

Los invadidos en los diferentes barrios y hospitales de es- 
ta ciudad, desde el 19 de Octubre hasta el 23 del presente 
mes inclusive, ascienden á 1191, de los cuales han fallecido 585, 
siendo la proporcion en la mortandad de 49 y 118,000 p.2 

32 Oomunicacion.—(Sesion del 8 de Diciembre de 1867.) — 
Desde el 24 de Noviembre hasta el 7 del presente mes inclu- 
sive fueron atacados del cólera en esta ciudad 827 personas, de 
las cuales fallecieron 482, habiendo llegado el maximum de las 
invasiones el 25 del pasado á 106 y manteniéndose despues 
por término medio entre 40 470 por dia. 

_Sumados los nuevos invadidos y los fallecidos con los de 
la anterior relacion hacen un total de 2018 atacados y 1247 
fallecidos, siendo la proporcion en la mortandad de 52 y 
8707000 p.S 

4*  Comunicacion.—(Sesion del 22 de Diciembre de 1867.) 
—Desde el 8 del presente mes hasta el 21 inclusive han sido 
atacados del cólera en esta ciudad 320 individuos, de los cua- 
les han fallecido 180, habiendo disminuido el número de in- 
vasiones diarias, manteniéndose por término medio entre 20 á 
30, bajando el 18 á 19 y el 19 á 9; sin embargo, el número de 
fallecidos se encuentra en la misma proporcion poco mas 6 
ménos que en nuestras anteriores relaciones. 

Sumados los nuevos invadidos y los fallecidos con los de 
nuestra última comunicacion á esta Academia, dan un total 
de 2338 atacados y 1247 fallecidos, siendo la proporcion ge- 
neral en la mortandad de 53 y 122000 p.S 

Ademas haremos notar que el cólera comenzó en Casa Blan- 
ca en la raza africana, que ha atacado despues á las otras ra- 
zas y que hasta el presente el mayor número de invadidos son 
de raza blanca, siguiendo despues la africana y en menor es- 
cala la asiática, y predominando las invasiones de todas las ra- 
zas en el sexo masculino. 

57  Comunicacion.—(Sesion del 12 de Enero de 1868.) — 
En la última sesion tuve el honor de anunciar á V. V.S.$, el 
descenso tan notable que se observaba ya en el cólera; pero re- 


pentinamente el dia tres del presente mes, coincidiendo con 
T. Iy—44 


340 


una densa neblina, esta terrible enfermedad en su marcha des- 
tructora y caprichosa se presenta en todos los barrios de esta 
ciudad, burlándose hasta de aquellos donde las condiciones 
higiénicas eran ménos favorable para su desarrollo, y respetan- 
do solamente al de San Lázaro, donde no hubo un solo inva- 
dido y donde dias anteriores habia hecho grandes estragos. 
Durante ese dia fueron atacados 324 individuos, maximum de 
invasiones que hemos tenido hasta el presente; disminuyeron 
los casos los dias 4, 5 y 7, en que fueron atacados mas de 100. 
por dia, y el 10 bajaron á 50. | 

Desde el 22 de Diciembre próximo pasado hasta el 10 del 
presente mes inclusive, han sido atacados del cólera 1239 in- 
dividuos, habiendo fallecido 727, que sumados á los anterio- 
res de que dí cuenta á V. V.S. $. en la última sesion, dan un 
total de 3567 invadidos y 1968 fallecidos; siendo la propor- 
cion general en la mortandad desde el 19 de Octubre hasta el 
10 del presente mes el 55 172000 p.S 

N* 7.—Comunicaciones, sobre el cólera, hechas en la Acade- 
mia por el Dr. D. Luis M? Cowley. 17—(Sesion del 24 de No- 
viembre de 1867.) —Sala de coléricos en el hospital de San Fe- 
lipe y Santiago.—(Datos suministrados por el Dr. D. Eduar- 
do F. Cottilla.) —/nvadidos desde el tres al 24 de No- 


vembrer ion A O AS, A SS 
Muertos en este período de dias.------.- mo 47 
Caubados poa 0o. LED yla Ad e lO 


Refleciones.—Ausencia de calambres—reacciones tifoideas 
—predominio de los vómitos. 

En algunos de los curados—marcada intermitencia de los 
fenómenos mórbidos. 

Tratamiento: —En la forma álgida, exclusion de todos los 
agentes que vienen llamándose específicos; uso de los excitan- 
tes, 

En el 22 período, inutilidad del bismuto, triunfo del opio. 

Para combatir los vómitos rebeldes despues de establecida 
la reaccion: —eficacia del extracto de belladona. 

Como medicacion rubefaciente, buen resultado de la aplica- 
cion de ajos machacados. Proporcion 52000 p.2 

2%  Comuntcacion.—Hospital provisional de San Juan de 


341 


Dios.—(Observaciones de los Drs. García y Bab¿.)—(Sesion 
del 24 de Noviembre de 1867.) 
Invadidos desde el 31 de Octubre hasta hoy 24 de No- 


VIEIRA A A 259 
Muertos en este período de dias. -_-- AOS ME e 
CANA 1 a A 
TUCU TENCID EONUAVEA ON A e RIO 


Proporción, el 31 p.S 

Refleviones.—Ansencia de calambres en general, pero cons- 
tantes en la raza negra y mucho mas frecuente é intensos en 
los chinos que en los blancos. Vómitos frecuentes, lo mismo que 
las diarreas. 

Hora de invasion, la segunda mitad de la noche. 

Diarreas prodrómicas cas1 constantes. 

Causas de la enfermedad, casi siempre un ingesta. 

En general la algidez no es completa. 

Vómitos abundantes y pocas diarreas, duracion larga del 
enfermo relativamente. ; 

Por el contrario, diarreas abundantes y vómitos poco fre- 
cuentes, duracion muy corta. 

Anuria en casi todos los casos. 

Presencia de la albúmina en el vómito y diarrea, muy vatla- 
ble; falta por lo general, presentándose y desapareciendo en 
el mismo enfermo. 

Sentimiento de opresion y calor debajo del apéndice xifoide, 
constante. 

Tratamiento en la forma álgida, excitante difusible. 

Tanato de quinina. o de Després.—Píldoras de Gra- 
ves.—Láudano de Sydenham. 

Para combatir los calambres, inyecciones subcutáneas de 
morfina seguidas de buen éxito. 

Para dombatis los vómitos, vejigatorios al epigastrio; po- 
cion de Riverio y opio. 

En el período algido se están empleando las sabanas empa- 
padas en agua fria al parecer con buen resultado, pues el nú. 
mero de casos no es suficiente para juzgar de esta medicacion. 
Proporcion 52000 p.S 
N? s.—Nota enviada á la Real Academia de Ciencias Médicas 


342 


de la Habana, sobre el movimiento del cólera en el hospital pro- 

visional de ¡San Fuan de Dios, por los facultativos del mismo. 

—Comprende desde su fundacion el 30 de ¡Setiembre hasta las 

12 de la noche del día 7 de Diciembre de 1867.—(Sesion del 
8 de Diciembre de 1867.—1* Comunicacion del Dr. García.) 

Entrados 341, á saber: 253 de cólera, 47 de colerina, 35 de 
enfermedades diversas, 5 cuyos antecedentes se han perdido y 
1 sospechoso de envenenamiento. De los 253 coléricos 45 cu- 
raron, 183 murieron; hubo además 1 que se suicidó. Propor- 
cion entre curados y muertos: 1974 p.S 

De los 253 coléricos 217 eran varones y. 36 hembras, de 
modo que la relacion entre unos y otras escomo 162 es 4 1.— 
Los varones han sido todos adultos. —De las 36 hembras 33 
eran adultas y 3 párvulas: estas últimas fallecieron todas. 

Hombres.—De los 217, 58 eran blancos, 85 asláticos, 65 ne- 
gros, 4 pardos y 5 de raza americana ó cobriza. 

De los 58 blancos 12 curaron, 41 murieron, 4 existen y 1 
se suicidó:-—proporcion de curados, 2264 p.S 

De los 85 asiáticos, 13 curaron, 58 murieron y 14 existen: 
proporcion 18'31 p.S 

De los 65 negros, 13 curaron, 50 murieron y 2 existen: pro- 
porcion, 2063 p.S 

De los 4 pardos, 1 curó y 3 murieron: proporcion, 25 p.S 

Delos 5 de raza cobriza, 1 curó y 4 murieron: proporcion, 
20 D= 

En resúmen: de los 217 varones atacados de cólera curaron 
40, murieron 156, 1 se suicidó y existen 20: proporcion, 
2041 p.S 

Mujeres.—De las 36 mujeres, 6 eran blancas, 26 negras y 
4 pardas. 

De las 6 blancas, 1 curó y 5 murieron: proporcion: 164 p.S 

De las 26 negras 2 curaron, 21 murieron y 3 existen: pro- 
porcion, 870 p.S 

De las 4 pardas 1 curó, 2 murieron y 1 existe: proporcion, 
3333 p.S 

En resúmen: de las 36 mujeres atacadas de cólera, 5 cura- 
ron, 27 murieron y 4 existen: proporcion, 1613 p.S 

Tenemos, pues, que la proporcion de curaciones ha sido de 


345 


2203 en la raza blanca, de 1831 en la asiática, el 17'44 p.S 
en la africana, el 2857 p.2 en la mixta y el 20 en la cobriza. 


De 213 casos de estado conocido, 204 eran solteros, 6 casa- 
dos y 3 viudos. y 
De 234 casos de origen conocido, 33 eran naturales del pais 
y 201 estraños á él. 
En 225 casos cuya procedencia es conocida, tenemos: 
104 del barrio de la Punta. 3 de la Ceiba. 


15 del de Paula. 3 de Guadalupe. 
14 del de Tacon. 3 de San Leopoldo. 
13 dei del Príncipe. 2 de San Lázaro. 
11 del Angel. . 2 de Colon. 
10 de San Francisco. 2 de San Juan de Dios. 
7 de Santa Teresa. 2 de Villanueva. 
5 fueron invadidos en este 
mismo hospital. 1 de Arroyo Naranjo. 
5 de Pueblo Nuevo. 1 de Marte. 
4 del Horcon. 1 de Monserrate. 
4 de San Felipe. 1 de Chavez. 
3 del Cristo. 1 del Vedado. 
3 de Santa Clara. 1 de Jesus María. 
3 de San Isidro. 1 de San Nicolas. 


Duracion de la enfermedad. 


Hombres. 
4 entraron muertos. 25 vivieron ménos de 1 dia. 
5 vivieron ménos de 2 horas. 76 mas de 1 dia. 
46 vivieronménosde12 horas 


Mujeres. 
2 entraron muertas. 6 ménos de 1 dia. 
3 vivieron ménos de2 horas. 9 mas de 1 dia. 
8 ménos de 12. 
De modo que la duracion ha sido en lo general mas corta 
en la mujer. 
Observaciones.—Entre los enfermos curados del cólera ha y 


344 


1 que llegó atacado á la vez de viruela confluente, la cual de-- 
tuvo su marcha miéntras existió el cólera, habiendo seguido 
su curso tan pronto como el enfermo entró en reaccion. El en- 
fermo murió. 

Cólera seco: ha habido 2 casos rápidamente mortales. 

Los vómitos y diarreas de color de vino se han presentado 
en 5 casos, 3 de los cuales terminaron por la muerte, y 2 por 
la curacion. | | 

Reaccion.—MHa sido tifoidea en 4 casos, 3 de los cuales ter- 
minaron por la curacion. 

Meníngea en 45, 17 curados. 

Neumónica en 5, tres curados. 

Por peritonitis en 2 casos, ámbos muertos. 

Por fiebres intermitentes, 9:-8 curados. 

Con amigdalitis en 2 casos, existentes. 

Franca en 9 casos, curados. 

Por donde se ve que la reaccion meníngea es la mas fre- 
cuente y al mismo tiempo la mas grave, si se exceptúa la pe- 
ritonítis, de la que solo han existido dos casos terminados por la 
muerte. : 

Tratamientos.—Por la hidroterapia han sido tratados 7 en- 
fermos en el período álgido: 3 han sido envueltos en sabanas 
de agua helada; en 2 de ellos hubo que suspender el trata- 
miento por los agudos dolores que determinaba en la parte 
anterior del pecho: el otro entró en reaccion; pero ésta fué 1n- 
completa: 2 fueron envueltos en sábanas empapadas en agua 
á la temparatura normal; ámbos murieron sin entrar en reac- 
cion, habiéndose precipitado en 1 de ellos la muerte; 1 fué 
sometido 4 los baños frios de inmersion, envolviéndolo, des- 
pues de bien seco, en sábanas calientes, y administrándole los 
excitantes al interior: murió sin entrar en reaccion.—En 1 en- 
ferma se emplearon los baños de agua á la temperatura nor- 
mal y las afusiones frias á la cabeza. Se presentó una reaccion 
muy fugaz é incompleta, y la enferma murió. 

6 enfermos en el período álgido fueron sometidos á los vo- 
mitivos de ipecacuana, 5 de ellos murieron al poco tiempo (2 
á las 6 horas,) habiéndose salvado el otro, en el cual se varió 
la medicacion. 


345 


91 enfermos fueron sometidos á las píldoras de Graves: 2 se 
salvaron. 

Por el tanato de quinina fueron tratados 17 enfermos: 1 
curó. 

Por el subnitrato de bismuto han sido tratados 30 enfermos: 
en casi todos se ha disipado la diarrea, la cual ha sido reem- 
plazada por los vómitos cuando no existian éstos, y que han 
aumentado en frecuencia en el caso contrario. En todos se ha 
suspendido el tratamiento. 

En 1 enfermo se emplearon las sábanas empapadas en una 
fuerte decoccion de mostaza: murió sin entrar en reaccion. 

2 enfermos fueron sometidos á una preparacion particular, 
cuya base parecia ser el aguardiente de guaco: ámbos murieron. 

3 fueron sometidos á otra preparacion, cuya base parecia 
ser el bálsamo de Guatemala: en uno se suspendió el trata- 
miento, reemplazándolo por el opio y los excitantes difusivos: 
los tres murieron. 

Por el sulfato de cobre, segun la fórmula de Lisle, fué tra- 
tado un enfermo: esta medicacion determinó vómitos muy 
frecuentes, los fenómenos generales se hicieron mas graves, sin 
que podamos afirmar que fuese debido al tratamiento, y la 
enfermedad terminó por la muerte. 

Por las cucharadas de Desprez fueron tratados 5 enfermos: 
todos murleron. 

2 enfermos fueron sometidos al elíxir anticolérico de Ballo- 
veras, y ámbos terminaron por la muerte. 

Al tanino y el láudano, á altas dósis, fueron sometidos 7 
enfermos: 5 murieron y 2 curaron. 

Al vino de Málaga con canela fueron sometidos 5 enfermos: 
3 murieron y 2 curaron. 

Por la trementina se han tratado 8 enfermos de los mas 
graves: Y Curaron. 

En los demas casos se emplearon los opiados y excitantes al 
interior, prefiriéndose entre los primeros el láudano y entre 
los segundos el acetato de amoniaco; y los excitantes y revul. 
sivos al exterior. j 

Para combatir el calambre se emplearon en 16 casos, en que 
no cedió á los medios comunes, las inyecciones subcutáneas de 


316 


morfina, (5 á 10 milígramos de sal:) en todos ha disminuido 
su intensidad rápidamente, desapareciendo por completo des- 
pues de un tiempo variable. 

Para combatir las diarreas, cuando son muy excesivas, se: 
emplearon en 2 casos las compresas heladas á las plantas de 
los piés: en 1 sin resultado, pues el enfermo murió rápidamen- 
te: en el otro desaparecieron al punto, siendo reemplazadas por 
fenómenos cerebrales. 

-Los vómitos y el hipo, cuando han sido pertinaces, han si- 
do combatidos con buen éxito por los vejigatorios en la re- 
gion epigástrica, curados con morfina, y las perlas de éter.— 
Habana, Diciembre 8 de 1867.—L£do. Juan M. Babé.—Dr. 
Gabriel, Maria García. 

29% — Estado del movimiento de enfermos en el hospital provisio- 
nal de San Juan de Dios, en la quincena que empieza el dia 

7 a las 12 de la noche del 21 de Diciembre; por los Drs. Ba: 

bé y Farcia.—(Sesion del 22 de Diciembre de 1867.) 

A las 12 de la noche del 7, existian 24 enfermos del cóle- 
ra, de los cuales 15 curaron, 3 murieron y 6 quedan aun. Pro- 
porcion de curados 83, 33 p.S 

De los 24 existentes, 4 eran blancos, 14 asláticos y 2 ne- 
gros; total 20 varones: 3 negras y una parda, total 4 mujeres. 

De los 4 blancos, 2 curaron, 1 murió y 1 existe. 

De los 14 chinos, 10 curaron, 1 murió y 3 existen. 

De los 2 negros, 1 curó y 1 existe. 

De modo que de los 20 varones, 13 curaron, 2 murieron y 
5 existen. Proporcion de curados 76, 47 p.S 

De las 3 negras existentes, 2 curaron y una murió. 

La parda restante, existe aun. Proporcion de curadas 66, 
66 p.S 0 

De las 12 de la noche del dia 7 á las 12 de la noche del 21 
de Diciembre han entrado 57 enfermos. 


COJERCOS 2 cnica Los dl 37  Alcoholismo........ Eon 73M: 
Coleninasas Eisnado Jn Disle ti ds a A Ae 1 
Fiebres palúdeas....... ela 1; Disenterias. ibm, io 
Idem perniciosas.......... ... 2 Enterítis catarral.....oiemm.. 9 
Meninas aan eds Miseria ceso IRA OSOS EO0O ll 
Idem tuberculosa ada) seno a —— 


PoOtaroa. qien fed a o 


347 


De los 'Í casos de colerina, en uno siguió su curso el cólera. 
Uno estaba complicado de una tísis en tercer período. 
El caso de fiebre palúdea estaba complicado de mielitis. 
Uno de los dos enfermos de fiebre perniciosa fué invadido 
del cólera en la convalecencia de la fiebre. 
De suerte que pueden contarse 39 entradas de cólera: 27 
varones y 12 hembras. Relacion entre varones y hembras 9: 1. 
Varones—De los 27 varones, 19 salieron y 8 existen. 
De los 19 varones que saicron, 15 muertos y 4 curados. 
Proporcion de curados 20 p.2 
De los 19 varones que salieron, 6 eran blancos, 3 asiáticos, 
9 negros y uno de raza mixta. 
ue: los 6 blancos, 3 curaron y 3 murieron. Proporcion 
50 p.3 
De los 3 asiáticos todos murieron. Proporcion 3 p.= de 
muertos. 
De los ha negros, 8 murieron y 1 curó. Proporción de curados, 
11, 11 p.2 
Hembras —De las 9 que han salido, 7 muertas. Proporcion 
22 p.3 
De las 9 mujeres, 3 eran blancas, 5 negras, y 1 de raza 
mixta. 
De las 3 blar-as, 2 curaron y 1 muríó. Proporcion 66, 
66 p.S 
De las 5 negras, todas murieron. Proporcion 100 p.3 de 
muertos. 
La de raza mixta niurió. Proporcion 100 p.S de muer- 
tos.—Proporcion general de curados: 91, 43 p.S | 
£dad.—Los 19 varones eran adultos. Las 9 hembras, 7 
adultas y 2 párvulas: una murió y la otra curó. 
Pupúas.—De los 28 enfermos salidos, en 23 se observó el 
estado de las pupilas, estando en 17 casos dilatadas, en 3 con- 
traidas y 3 normales. 
Constitucion.—De los 15 varones muertos, en 8 era fuerte, 
en 5 débil y en 2 no se observó. | 
De los 4 varones cúirados, en 2 era fuerte y en 2 débil. 
De las 7 mujeres muertas, en 1 era fuerte, y en 6 débil 


En las dós curadas eta débil. 
T. IV-—45 


a 


348 


Naturalidad.—De los 28 enfermos salidos, 11 eran natura 
les del país y 17 extraños á él. 0 

Estado.—18 varones solteros y 1 casado. 9 mujeres todas 
solteras. 


Procedencia, 

Barrio de Paula. .....oóm... 7 Idem del Angel........ dd d 
Tdem de la Punta............. 4 Idem de la Ceiba... «ooo... 1 
Idem del CristO.........oooo.o 4 Idem de San Francisco..... 1 
Tdéña: de, VolOnepistaes: 1 ¿2 Idem del Corrolass feto ist + 
Muelle de caballería (mar).. 1 Idem de los Siti08............ 1 
Barrio de San Felipe......... 1 Idem de Chavez isaoo jogonoo Ao 
Idem del Arsenal.......s..o.. 1 Idem de Pueblo Nuevo..... 1 
Idem del Templete...... . 2. 

a IS ero ea 28 

Profesion. 

MarinerdaEessartoa eaojess tds sen el e DADAQRETO. ec eprasaaanas e... 1 
Sin profesion. ...cmomocosomo 4 JOPnaleros..s.ooocmmmoss+ssrcosscs 3 
Dependiente.......... Aia ww ¿1 COGINerO8S,..:..poo.. e jo 2 
Panadero. vescoaoces lease sdas > a idad ia Alo A pen 1 
Lavanderas .......... eee 3 Caleser0S.....o ...-.. Also 08 2 
Trabajadores ...cocomommoososm». 4 Labrador...» A SA 
SIVIentaS... conssecooomcar caceria, O DOMO A cdo de EOS 1 

Dota dass. EC. 28 

Pródromos. 


De los 19 hombres salidos, han podido averiguarse en 12 y 
de ellos; 


Fenómenos nerviosos é in- Ídem intestinales............. 4 
testinales ..... (ii idos: 1 Sin pródroMO8..cormoomomcmm.*..o 2 
Idem nerviogo8......... «pastel 3 e 

Coba cueElaa A 10 


En uno sobrevino la enfermedad en el curso de una ente: 
rítis. | 

En uno fué precedida de fiebre efímera. 

De las 9 mujeres: 2 presentaron pródromos intestinales; 4 
no tuvieron pródromos y 3 no dieron antecedentes. 


349 


Causas. 
Malas condiciones higiéni- Mamar de colérica.... ....... 1 
Cas... 20 ds ri... e od ¿Dormir :comecolérico.so.os.s) A 
Ayitacionsrdives vob dedicar lo TOgesta s smibo rpmodinacóndcaco is y Y 
TOA toas e mai tio DN CAB coo rbria 0% 
Mojadura de agua salada.... 1 Sin antecedentes.....o.oomo.... 9 


Mota A A. OS 


Hora de invasion. 


Madrugada y primeras ho- do 5 el der prat ES 
ras de la mañana............ 11 Sin antecedentes. ......lo.... A 8 
TAE o co. .n.o 6 a 


Potts arto ny 28 


Duracion. 
Mas de un dla. cala ed o MOPAS bas cacdays ¿ocaso L 
TAO PAD sc a0s ose os A OPA O ION E $ 
Ii A A So os Med PRE 


e O 


Fieaccion.—Meníngea en 4 casos; 1 curó, 3 murieron. 

Franca en 4 casos, curados. 

Tifoidea, 6 con fenómenos tifoideos en 2 casos: uno curó; 
uno murió. 

Neumónica en 1 caso, terminado por la muerte. 

12 murieron sin entrar en reaccion. 

Incompleta en 2 casos, ámbos mortales. —2 murieron á su en: 
trada, por lo que se ignora si hubo reaccion; 1 presentó desde 
su invasion fenómenos cerebrales graves, se le aplicaron san- 
ouljuelas detrás de las orejas, fricciones mercuriales al mismo 
punto, vegijatorios á las extremidades inferiores, pero murió á 
las 8 horas. 

Tratamiento.—Hubo un caso del que puede decirse que solo 
la higiene bastó para triunfar de la enfermedad.  . 

Un caso de curacion de una niña de 7 meses por: el bismuto 
asociado al calor exterior. 

Por el frio al interior y el calor al exterior exclusivamente, 
fueron tratados 3 enfermos: los tres murieron, 2 sin entrar en 


350 


reaccion, y uno con reaccion neumónica. Este plan parece ser 
eficaz como medio auxiliar, pero inútil como plan general. 

Por el guaco fueron tratados dos enfermos; ámbos murie- 
ron en la reaccion. En uno fué incompleta la reaccion y en el 
otro meníngea. 

Tres fueron tratados por el ajo al interior y exteriormente. 
Dos murieron sin entrar en reaccion—y uno curó; la reaccion 
fué franca. 

Por el opio, éter, y amoniaco, fueron tratados 14;—3 cura- 
ron y 11 murieron á saber: 7 en el período álgido y 4 en el de 
reaccion. En dos de los muertos en el período álgido, se empleó 
en los últimos momentos la trementina. 

A una enferma, en quien se sospechó en los primeros momen- 
tos una fiebre perniciosa, se le administró la quinina y murió 
á las dos horas y media. j 

Vómitos. —Diez ácidos —9 de los cuales contehian copos 
en suspension—y uno sin copos. 
- Tratados por el calor y ácido nítrico despues de filtrados, 
solo se manifiesta la albúmina en un caso, 

Siete eran neutros, todos con copos en suspension, á saber: 
1 albuminoso, y 6 sin albúmina. 

Diarreas.—YTodas contenian copos en suspension, 7 eran 
ácidas, 6 de las cuales contenian albúmina y una nó. 

Sels eran neutras; 5 albuminosas y una nó. 

- Los copos tanto de los vómitos como, de las diarreas, han 
sido recogidos en el papel de filtro, introducidos en agua fuer- 
temente acidulada y caliente, observándose que unas veces se 
disolvian por completo,—otras en parte solamente y otras no 
se disolvian. Cuando se disolvian, saturada de amoniaco el 
agua en que habian sido disueltos hasta dejarla alcalina y 
calentada, volvian á presentarse los copos. Lo que prueba que 
estos unas veces son albuminosos, otras mucosos y otras mix- 
tos. | 

Orina.—Dos orinas examinadas, eran ácidas y sin albú- 
mina. 

En casi todos los enfermos ha habido anuria. 

Inyecciones subcutáneas.—Solo en dos casos se ha hecho uso 
de la inyeccion subcutánea de morfina cuando los calambres ha- 


351 


bian resistido 4 los demas tratamientos: en ámbos la disminu- 
cion del calambre ha sido rápida, desapareciendo despues por 
completo, para volverseá presentar mas tarde aunque con mé. 


nos intensidad.—Habana y Diciembre 22 de 1867.—Ldo, Juan 
M. Badé. 


DyrL cóLiomA Y SU TRATAMIENTO; por el Ldo. D. Joaquín 
Ziiyas. 


y E! : 
(SESION DEL 22 DE DICIEMBRE DE 1867.) 


- Cuando los miembros de esta Corporacion animados del noble 
deseo de disputar víctimas á la enfermedad que nos aflige, vienen 
á referirnos las luchas que han sostenido, los triunfos alcanzados, 
las derrotas sufridas, los tratamientos empleados, mi deber es ex- 
poner en este lugar las ideas de un ilustre maestro, el Dr. D. 
Agustin E. de Abreu, y sobre todo dar á conocer á mis colegas el 
tratamiento sencillo que empleaba contra el cólera aquel médico 
distinguido. 

DUO sagaz, observador concienzudo, el Dr. Abreu fué el pri- 
mero, algunos años ántes que Mr. Guérin yulgarizara la impor- 
tancia de la diarrea premonitoria, que enseñó en este pais verda- 
des relativas á la enfermedad que nos ocupa; verdades cuyo valor 
pude comprobar desde la epidemia de 1850, época en que como 
todos los médicos de la Habana, excepto el Dr. Abreu, me encon- 
traba ante la aparicion del cólera sin ideas fijas. Esta circunstan- 
cia porque hemos pasado todos, es la misma que coloca á los mé- 
dicos de hoy en ese estado de tentativa preliminar de que habla 
Sydenham, que los arrastra á practicar la medicina empírica á la 
aparicion de una nueva enfermedad, provocando en muchos una 
recrudecencia de la fiebre experimental. En la época á que me 
refiero todo lo ensayé. Con el Anuario de Bouchardat del año de 
1849 4 la vista, empleé los diversos tratamientos que mas se ruco- 
mendaban para curar el cólera, y en un número considerable de 
enfermos pude apreciar el valor de cada medicacion. Los resul- 
tados fueron desastrosos, miéntras que en el servicio del Dr. Abreu 
el tratamiento que usaba le daba curaciones asombrosas. Cerca 
de seiscientos enfermos fueron asistidos en el hospital Militar du- 
rante la epidemia de 1850; todos en el período álgido, pues que 
nos los enviaban de los cuarteles cuando la enfermedad se habia 


352 


completamente desarrollado; muchos en tan mal estado que mo- 
rian en una ó dos horas; y sin embargo, el tratamiento del Dr. 
Abreu dió al fin de la epidemia las dos terceras partes de curados 
en la totalidad de los invadidos; incluyendo. en la mortalidad el 
número de enfermos que perdimos con los diversos medicamen- 
tos que ensayamos. 

Estas razones unidas á la confirmacion posterior que he adquiri- 
do en las dos últimas epidemias acerca del valor real del trata- 
miento del Dr. Abreu, y que los últimos adelantos de la ciencia 
justifican de la manera mas completa, me obligan á someterlo á la 
atencion de los ilustrados miembros de la Academia, reclamando 
el honor para mi querido maestro, y bastándome la satisfaccion 
de haber contribuido á consignar este acto de justicia: —justicia 
que será el primer homenaje que se rinda á la memoria de aquel 
elínico eminente y modesto que fué el maestro de todos, y que 
sirva para que la juventud de hoy pueda estimar las excelentes do- 
tes de aquel talento distinguido, oyendo por mi conducto las ideas 
de aquel que há muchos años descansa en el sepulcro. 

TI.—El cólera morbo, como todas las enfermedades epidémicas, 
está sometido en su desarrollo á leyes uniformes, que en todas 
partes han sido las mismas. En su marcha el espectáculo ofreci- 
do en el mas grande como en el mas pequeño teatro ha sido siem- 
pre el mismo. Como todas las enfermedades específicas, el cólera 
lo mismo que las viruelas, la peste, la fiebre amarilla, en la inmen- 
sa mayoría de casos no se desarrolla en los individuos sometidos 
á la influencia epidémica sino despues de un desarreglo del régi- 
men, siendo de observacion constante que en las enfermedades 
miasmáticas los excesos en los alimentos, en las bebidas, las emo- 
ciones morales vivas, las grandes fatigas, la humedad, etc., tienen 
una influencia muy marcada en sus manifestaciones. En todos 
los casos ha existido una causa general, una intoxicacion de toda 
la economía; pero esta intoxicación es insuficiente, su accion es 
latente, y probablemente los individuos habrian podido aniquilar- 
la por la fuerza de resistencia fisiológica, si no hubiera sobreveni- 
do una causa perturbadora, una causa cualquiera, que rompiendo 
el equilibrio ha destruido el conjunto de esfuerzos que la econo- 
mía oponia á la sustancia tóxica, y provocado la aparicion del 
estado patológico. De esta manera racional interpretaba el Dr. 
Abreu la influencia de las diversas causas ocasionales acerca de la 
aparicion del cólera. De aquí su primera proposicion:—“El cóle- 
ra puede casi siempre evitarse.” 

Como todas las enfermedades específicas el cólera morbo pre- 


358 


senta periodos determinados, y por poca que sea su intensidad y 
el grado de su desarrollo, esta enfermedad pasa por una serie de 
faces perfectamente caracterizadas ántes de llegar á su terminacion 
feliz 6 desgraciada. ! 

Un gran número de observadores entre los que podemos citar 4 
Mr. Bouillaud y Dalmas han admitido solo dos períodos para la 
descripcion de los síntomas de la enfermedad: el primero, que com- 
prende el estado álgido, cianótico, asfíxico; el segundo, que corres- 
ponde á la reaccion: los otros con Mr. Gendrin han admitido cua- 
tro ó cinco períodos: el 1.2 de invasion; el 2.9 período de estado 
ó cianótico; el 83,2 período de extincion ó asfíxico; el 4. 2 período 
de coccion ó de reaccion; y por último el período de las crisis, de 
las metástasis de la enfermedad. Estos diversos métodos de expo- 
sicion tienen entre sí mucha analogía, y no podria ser de otro mo- 
do, porque están basados en la observacion rigurosa de los hechos. 
Sin embargo, pueden hacérseles algunos reproches: —los unos por 
ser muy limitados reunen en la misma descripcion una multitud 
de accidentes que no sobrevienen simultáneamente, sino que tie- 
nen lugar en tiempos mas ó ménos lejanos; los otros por compren- 
der en una descripcion general la historia de algunas variedades, 
y la mayor parte de ellos por no admitir en la historia del cólera 
los fenómenos prodrómicos que se observan en la generalidad de 
los casos. Para evitar estos inconvenientes hemos creido con el 
Dr. Abreu, que seria mejor dividir las perturbaciones funcionales 
que caracterizan la enfermedad en tres períodos principales, que 
son: 1.2 período de la diarrea, 2. período álgido y 3.9 período 
de curacion ó de reaccion. 

Evidentemente existen fenómenos prodrómicos que indican un 
cambio operado en la economía, y que importa mucho conocer, 
porque el médico puede entónces prestar grandes servicios, y nun- 
ca deberá descuidarlos en tiempo de epidemia si no quiere exponer 
á sus enfermos á contraer el cólera. Consisten en los vértigos, la 
cefalalgia, laxitudes, dolores vagos, sensibilidad en el vientre, es- 
calofríos, cuya duracion puede ser de uno á quince dias. 

El primer período, el de la diarrea, que es el mas importante de 
todos, ha dado lugar á controversias infinitas. Los unos lo han ne- 
gado, miéntras que los otros, sosteniendo que existia constante- 
mente, han llegado á hacer de ella una enfermedad diferente, la 
colerina ó diarrea premonitoria; y se concibe cuanta importancia 
damos á este período, pues que es durante su curso cuando se tiene 
la casi seguridad de detener los progresos de la enfermedad y de 
precaver sus graves efectos. Es evidente que en cierto número de 


354 

_ Casos, es muy difícil determinar con precision si existe ó nó tn. pe: 
ríodo de invasion; pero esto no hace que la dificultad sea insolu- 
ble. El trastorno principal que lo domina por completo y que lo 
constituye es casi solo la diarrea, que puede manifestarse en indi- 
viduos atacados de otros males de las vias digestivas, ó en los afec; 
tados de enfermedades de otros órganos, lo mismo que en las per: 
sonas en el mas perfecto estado de salud. En los individuos de la 
primera especie es muy difícil distinguir lo que pertenece á la en- 
fermedad primitiva, de lo que depende de la intoxicacion colérica; 
pero en los de la segunda la dificultad es menor, atendido á que 
los fenómenos no pasan en el mismo teatro y pueden distinguirse los 
unos de los otros; y en fin, la observacion atenta deloquese produce 
en los últimos, en los que los fenómenos aparecen eon «toda sú 
simplicidad, bastará en mi concepto para darnos las nociones mas 
precisas, permitiéndonos llegar á la determinacion exacta de este 
período. 

La diarrea colérica, segun el Dr. Abreu, se compone de evacua- 
ciones al principio biliosas, de color amarillento, algunas veces 
oscuras y otras negruzcas, y aunque por lo general no presentan 
su color característico sino despues de pasados uno ó muchos dias; 
sin embargo, no es posible confundirla con cualquiera otra diarrea. 
Antes de esta transformacion de la diarrea, tiene caractéres tan 
precisos, que á pesar del color bilioso que la asemeja á cualquiera 
otra diarrea, permiten reconocerla al médico experimentado. 

En prinrer lugar, son líquidas, como de agua coloreada y muy 
abundantes. En segundo lugar, son precedidas de una simple ne- 
cesidad no dolorosa de evacuar; su expulsion es brusca, sin es- 
fuerzos, casi como la orina: despues de su expulsion no queda dolor, 
cólicos ni tenesmo; el alivio es completo y no deja el menor mal 
estar en el vientre. En tercer lugar, el enfermo se ve fatigado por 
ruidos de tripas continuos, muy sonoros, que á veces se oyen á dis- 
tancia y que aumentan en el momento de evacuar. La mano apli- 
cada sobre el abdómen lo encuentra suave, las mas de las veces 
indolente, percibiendo en todas sus partes la sensacion de un 
grueso y abundante zurrido. En general tienen un olor particu- 
lar que Mr. Bonillaud compara al espermático. Tales son los ca- 
ractéres que distinguen la diarrea colérica cualquiera que séa el 
color de la evacuacion, que se encuentran reunidos las mas de las 
veces, y que conserva todo el tiempo que dura la diarrea colérica. 

Para completar el cuadro del primer período nos bastará decir, 
que á la diarrea descrita se unen las náuseas, los vómitos, unas 
veces incoloros y otras biliosos; que las diarreas se hacen mas y 


305 


mas frecuentes y copiosas; que las materias que las contituyen son 
cada vez mas blancas; que sobrevienen vértigos, ruidos de oidos, 
la titubeacion, la descomposicion de la fisonomía, y por último los 
calambres y el enfriamiento. del cuerpo. En una palabra, en el pri- 
mer período del cólera los fenómenos que lo constituyen tienen 
su asiento en el tubo digestivo. ; 

El segundo período, que principia con los calambres y el enfria- 
miento general, es seguido de la pérdida del pulso, de la cianosis, 
de la alteracion de la voz, de la fyudicion de la grasa, la inquietud, 
la sensacion de calor interno insoportable, la sed, la supresion de 
la orina, la asfixia, etc. Este período tan grave, cuya duracion me- 
dia es de veinte y cuatro horas, ofrece al médico probabilidades 
de curacion. De intento lo hemos limitado á sus caractéres princi- 
pales, para en su oportunidad demostrar que solo pertenecen al có- 
Jera, y que no es posible atribuirlos á otra enfermedad, á ménos 
de proceder con una imperdonable falta de atencion, ó por igno- 
rancia. 

Cuando por el abandono de los enfermos, ó cuando por un mal 
tratamiento empleado en el primer período la enfermedad se agrava 
y pasa al período álgido, si los enfermos no mueren, los sintomas 
disminuyen con igual rapidez de intensidad y de violencia. En 
este último caso, se observa la disminucion de la diarrea y la vuel- 
ta del calor del centro á la circunferencia, la disminucion de la 
cianosis, la turgencia de la cara, la aparicion del pulso. La boca 
se humedece, la sed disminuye, los calambres cesan, la piel recu- 
pera su elasticidad, y la curacion tiene lugar si la reaccion es fran- 
ca y continua. Todo entra en el órden, las secreciones se restable- 
cen, y la convalecencia principia, á ménos que un mal tratamiento, 
enfermedades anteriores óÓ sustancias tóxicas administradas en el 
período álgido provoquen congestiones, inflamaciones ó verdade- 
ros envenenamientos. 

l.—¿El cólera puede ser confurdido con otras afecciones? A la 
cabecera del enfermo nos parece que el error no es posible para un 
médico atento y de experiencia. Sin embargo, como el error lo 
consideran algunos posible, y miembros de esta Corporacion die- 
ron ejemplo de pensarlo así cuando se leyó el informe presentado 
por la Comision encargada de estudiar la evfermedad de Casa- 
Blanca, me ha parecido conveniente, vista la importancia de que 
el médico no equivoque el diagnóstico, y para justificar á la Comi- 
sion, que debo insistir en el diagnóstico diferencial del cólera y de 
las otras enfermedades que presentan fenómenos de semejanza. 
Así dejaré demostrado lo que enseñaba mi ilustre maestro el Dr. 

T. 1v—A46 


356 


Abreu, “Que el cólera se diagnostica con certeza en el primero y segun- 
do períodos”, y que si la Comision diagnosticó bien, no fué ligera, 
ni alarmó á la poblacion declaravdo que la enfermedad de Casa- 
Blanca era el cólera, fué porque al estudiar los eufermos sometidos 
á su observacion tuvo presentes los caractéres peculiares de las en- 
fermedades que tienen algunos puntos de semejanza con el cólera 
morbo, y por exclusion llegó al conocimiento de que de ninguna 
de ellas se trataba. 

Al describir los síntomas del primer a me he limitado 4 
exponer los caractéres que presenta la diarrea colérica, considerán- 
dolos como suficientes para el diagnóstico, así como para demos- 
trar una de las proposiciones que tuve la honra de leer en esta 
Academia. Ocupándome ahora de presentar los caractéres diferen- 
ciales de las demas enfermedades que pudieran equivocarse con 
el cólera, quedará completo el cuadro de los fenómenos de l primer 
periodo. 

La piel en el primer periodo del cólera presenta siempre cierto 
grado de humedad que no se observa en las inflamaciones del tu- 
bo digestivo; la lengua se conserva limpia, húmeda y sin rubicun- 
dez, lo que segun los patólogos en general no sucede en la gas- 
tro-enteritis; las irritaciones gastro-intestinales no determinan en 
lo general el estado profundo de debilidad, los trastornos morales 
que se observan en el primer período del cólera. Ademas la diar- 
rea tiene caractéres bien diferentes. 


EN EL CÓLERA: EN LA ENTERITIS: : 
La diarrea es acuosa. .......o.. Diarreas fecales, biliosas y mé- 
nos frecuentes. á 
Indolente, sin teresmo. ....... Tenesmo, vientre sensible al 
tacto, sin gorgoteo. 
Se acompaña de zurrido....... Nada de pródromos. « 
El vientre suave y sin dolor á 
[APTOSIO MU satan coca No hay postracion de fuerzas ni 


cambios en la piel. 
Es precedida de pródromos y 
solo ocasiona la debilidad .. En general se acompañan de 
fiebre. 
Tiene un olor particular esper- 
mático. (Bouillaud.) ......... Fetidez. 


La peritonitis, los envenenamientos y la fiebre perniciosa son las 
enfermedades que presentan fenómenos parecidos á los del cólera y 


397 


con quienes pudiera confundírseles. La peritonítis da lugará un dolor 
agudo muy superficial y que ocupa casi todo el vientre, ocasiona las 
mas de las veces la constipacion y no da jamas lugar á los calam- 
bres horribles que se observan en el cólera morbo; su marcha es 
mas lenta. TT ¿ 

Los envenenamientos por sustancias irritantes se dice que pue- 
den ser confundidos con el cólera; pero á pesar de la autoridad de 
los hombres mas recomendables, no creemos que pueda admitirse 
semejante confusion, fundándonos en los caractéres siguientes, pa- 
ra distinguir el efecto producido por los venenos irritantes. En es- 
tos casos, los enfermos experimentan una sensacion deconstriccion, 
de ardor, de calor en la faringe y en el esófago que no se observa 
en el cólera; la diarrea falta muchas veces, y cuando existe, son 
espumosas-y sanguinolentas; los calambres son muy raros, el abdó- 
meestá tumefacto, yen general los caractéres de una violenta infla- 
macion del tubo digestivo suceden á la administracion de las sus- 
tancias tóxicas; de manera que si se quieren apreciar con rigorosa 
atencion estos diversos fenómenos, es imposible confundirlos con 
los que pertenecen al cólera, 

La fiebre perniciosa álgida no presenta el carácter distintivo del 
cólera morbo, que es la propension constante del organismo á la 
algidez. En la fiebre perniciosa existe un aumento real de la tem- 
peratura, aunque el enfermo diga experimentar en todo el cuer- 
po un frio intenso. En el cólera no existe esta sensacion; 
por el contrario, el calor que acusan los enfermos es penoso 
incómodo, abrasador, y sin embargo, la disminucion del calor hu- 
mano se demuestra con los instrumentos de precision. De este sig- 
no nos hemos valido el Dr. Giralt y el que tiene el honor de diri- 
giros la palabra para diagnosticar una fiebre de forma colérica gra- 
vísima en un enfermo, en quien el sulfato de quinina empleado nos 
dió la mejor demostracion. 

IN.—Tratamiento.—Antes de examinar este punto relativo á la 
historia del cólera, conviene repetir que, aunque la enfermedad sea 
específicase combate con medios comunes. Dejamos áun lado aque- 
llos casos que por su rapidez éivtensidad terminan casi súbitamente, 
no solo porque son superiores á todo recurso, sino porque se presen- 
tan en una proporcion inmensamente rara, —para ocuparnos en dis- 
cutir lo que sea verdaderamente práctico y ventajoso. Todos con- 
vienen en que el cólera es una enfermedad general, pero cuya ma- 
nifestacion se hace ante todo por el tubo intestinal. Las evacuacio- 
nes frecuentes y abundantes: este signotiene una gran importancia— 
19. porque es inicial y fácil de combatir—2*9. porque de él de- 


358 


pende la mayor parte de los fenómenos que vienen mas tarde 4 
constituir la triste y espantosa fisonomía del mal, sumándose con 
la afeccion general que domina todo el organismo. Es indudable 
que puede compararse el cólera con uba herida que produce una 
hemorragia: la pérdida del finido ocasiona la frialdad, el vértigo, 
el síncope y la muerte: cohibir la sangre no es curar la herida, pe- 
ro es remediar el accidente que urrebata al enfermo en pocos ins- 
tantes. Moderar la diarrea no es modificar el estado general que 
produce el cólera; pero si es remediar un accidente que en pocas 
horas arrebata á los enfermos, dando tiempo á que la causa se eli- 
mine 6 extinga su accion. Todas las causas morbosas, como las sus- 
tancias tóxicas, se eliminan ó se extinguen, sl las lesiones no ata- 
can funciones ú órganos indispensables á la vida. El médico en 
presencia de un colé rico está como delante de un envenenado que 
ha absorbido una sustancia funesta: pasó la hora del contra-veneno y 
no puede hacer mas que modificar los efectos producidos en el or- 
sanismo, tratando de moderar aquellos que son mas amenazadores. 
Por eso importa tanto suprimir la diarrea y por eso, como esto es 
asi siempre posible, decia el Dr. Abreu: “El cólera puede eusi 
siempre curarse.” Para esto es preciso ó encontrar un antídoto co- 
mo la quinina en las fiebres palúdeas, que aniquila la potencia del 
veneno introducido en la economía y en contacto con los órganos, 
ó bien encontrar un remedio que los haga insensibles á este con- 
tacto incapacitándolos para sentirsu influencia, ó expulsando el ve- 
neno, 0 bien como hemos dicho, sosteniendo el enfermo para que 
pueda llegar la hora de la eliminacion, ó la extincion de su influen- 
cia morbosa: —salvar el enfermo de un conflicto inmediato. Estos 
procederes nos darran.el mismo resultado; veamos pues, si entre 
los agentes de la materia médica encontramos algun medio para 
llenar la indicación. 

Hemos señalado los fenómenos característicos del primerperiodo, 
apreciando su valor, é insistido acerca de la mportancia que la 
diarrea adquiere por su frecuencia, y agregaremos la benignidad 
aparente que hace que la generalidad de los enfermos y muchos 
médicos no le presten la atencion debida. 

Llamaraos con instancia la atencion sobre estos primeros sínto- 
mas, porque señalando la inminencia de la gravedad permite evi- 
tarla. 

Debemos esta conviecion al resultado de nuestra experiencia pro- 
pia, adquirida en tres epidemias, á lade mi querido maestro el Dr. 
Abreu, y hoy puede decirse ála de todos los médicos; y tan pro- 
funda es que no creo exagerar diciendo, que en el período de invasion 


359 


«Tel cólera el médico puede las mas de las veces, si obra con rapi- 
dez y energía, destruir e! gérmen de la enfermedad haciéndola a- 
bortar. Las personas que en el curso de una epidemia experimentan 
algunos de los fenómenos que hemos señalado en el primer período 
deben inmediatamente reclamar los cuidados del médico, si quieren 
que llegue 4 tiempo, porque los momentos son preciosos; en algunas 
horas el mal recorre todas sus faces y es preciso contar los minutos. 

En 1850, como no estaba bien fijo sobre la verdadera significacion 
de la diarrea, tomándola por una enfermedad distinta, la colerina, 
le opusimos todos los tratamientos sin conseguir detener la mar- 
cha del mal; pero mejor instraidos sobre el valordel signo en cues- 
ticn, me determiné por consejos del Dr. Abreu á tratar la diarrea 
principalmente por el opio y sobre todo porel láudano, que en es- 
ta enfermedad merece bien el nombre de heróico que su ilustre in- 
ventorle habia dado. 

Sentimos no poder presentar la nota exacta de todos los casos 
de diarrea mas ó ménos revestidos de la forma especia! del cólera, 
y considerados con razon por las cireunstancias como la primera 
manifestacion de esta enfermedad que hemos detenido con dicho 
medicamento, impidiendo sus graves consecuencias. Pero acépte- 
se 6 no la medicación opiada, lo cierto es que con ella se puede 
detener el cólera como lo afirmaba el Dr. Abreu, y que en el dia 
es el solo medicamento que recomienda el mayor número de mé- 
dicos en el primer periodo ó sea la colerina.—La dieta y el abrigo 
completan la indicacion. 

Preciso es confesar que en algunos casos excepcionales no basta 
el opio para la curacion; entónces es conveniente, sobre todo en 
los individuos robustos aplicar, sanguijuelas al ano con el doble 
tin de combatir la piétora abdominal, que sostiene la diarrea, y la 
congestion cerebral producida por el opio. Esta emision sangní- 
nea la vimos producir los mejores resultados en la práctica del Dr. 
Abren, y desde entónces no hemos titubeado un solo momento en 
aplicarla todas las veces que,en veinte y cuatro ó cuarenta y ocho 
horas no hemos conseguido contener la diarrea con el lándano. 
Tambien usaba el Dr. Abren econ ¡enales resultados los alcohóricos 
unidos al opio en los invadidos del cólera dnrante el curso de oros 
padecimientos y siempre en los débiles de espíritu, llenos de miedo, 
en quienes no lograba reanimar el ánimo «on el razonamiento. Los 
alcohólicos, me decia, “son de grande utilidad en estos enfermos, 
porque excitan el cerebro ligeramente y contribuyen poderosa- 
mente á destruir los efectos deprimentes del miedo, que tanto In- 
Bujo tiene en el desarrollo de la enfermedad.” 


360 


Para completar el tratamiento de este período debemos añadir 
que los eufer_nos se someterán á la dieta mas rigorosa, que es pre- 
ciso que permanezcan en cama y se conserven abrigados. 

2.2 periodo.—Durante el período álgido debe dirigirse el trata- 
miento 4 provocar una reaccion: esta es la indicación racional. El 
medio mas seguro de conseguirlo es empleando el hielo. En la 
Jucha en que el organismo oprimido por la violencia del mal pierde 

á cada instante sus medios de resistencia, el arte tiene mucho que 
hacer; es preciso que supla por decirlo así á la naturaleza, que pa- 
rece abandonarlo, proporcionando los recursos de que dispone á la 
intensidad del mal, que varía sobre todo en razon de la duracion 
de la algidez, y medir la dósis de la estimulacion al grado de la 
depresion del enfermo,—-El hielo aplicado constantemente al inte- 
terior segun lo recomendaba Abreu, es, no solo el medio mas po- 
deroso que conocemos para despertar la reaccion, sino el solo apli- 
cable en este período: pero deberá insistirse en el empleo de otros 
medios externos de calorificacion, que contribuyen poderosamen- 
te á reanimar el calor vital, punto muy importante en el trata- 
miento de este período. El hielo al interior, el calor exteriormente, 
están principalmente destinados á reanimar la energía de la circu- 
lacion y de la calorificacion, cuyas lesiones son las mas importantes. 

Pero á pesar del cuidado que debe emplearse en vigilar el estado 
de estas dos funciones, no deberá perderse de vista los otros tras- 
tornos, cuya persistencia contribuye á aniquilar las fuerzas del en- 
fermo. Así se moderará el vómito administrando el agua de Seltz 
en cantidad proporcionada á lased que experimente el enfermo. 
Los calambres necesitan las frotaciones, los sinapismos Q; y para 
combatir la constriccion precordial y la disnea se aplicarán 
con ventajas las cataplasmas muy calientes al pecho ó un grande 
sivapismo de mostaza. 

Cuando la reaccion principia, sí se presentan signos de conges- 
tion cerebral es conveniente aplicar sanguijuelas detrás de las ore- 
jas. Sila reaccion es incompleta y ofrece alternativas de aparecer 
y desaparecer, las perlas de éter son eficacisimas para regularizarla. 

Tales son lus medios que empleaba el Dr. Abreu para curar el 

« «ólera y que en nuestra humilde posicion aconsejamos como la me- 
jor. Pero téngase presente que cada minuto que se pierda quita 
una esperanza de curacion, que durante este corto período de- 
berá vigilarse con pasion al enfermo á fin de no perder ninguna de 
las ventajas quese hayan podido obtener. ¡Cuántas veces en efecto 
por un momento perdido en la administracion de los remedios he- 
mos visto el éxito desvanecido! De ello nos suministró una prueba 


361 


concluyente el Sr. García al hacernos conocer la estadística de los 
hospitales destinados á la asistencia de los coléricos. 

Los medicamentos mas enérgicos que se han empleado contra 
el cólera morbo en el período álgido han producido los resultados 
mas desastrosos; y así debió ser, porque en el período álgido la 
absorción como la circulacion están suspendidas hasta el grado que 
puede inpunemente inyectarse en los vasos las sustancias mas e- 
nórgicas y'solubles sin que pasen al torrente de la circulacion. Ásí 
se explica de una parte la inutilidad, la inocencia de estas sustan- 
cias, y por otra el peligro en el momento en que se establece la reac- 
cion. Todas las pretendidas curaciones que los médicos ignorantes 
de la fisiología patológica del cólera han atribuido á este tratamien- 
to se deben á la naturaleza. 

Antes de concluir las observaciones referentes al tratamiento 
creemos útil recomendar como un precepto invariable la perseve- 
rancia en el uso del opio y la dieta en el que hemos llamado pri- 
mer período del cólera. Tres casos pueden suceder—1*. que se 
suprima la diarrea—20. que se modifique—39 . que continúe en 
la misma forma ó aun mas abundante y frecuente. En los dos pri- 
meros casos no insistimos, porque el éxito por sí solo es bastante 
para inspirando confianza que el práctico persista: es solo en el ter- 
cer extremo en donde se necesita la conviccion para no desmayar 
ni desistir cambiando ta! vez la medicacion. Hemos visto que á pesar 
de la ineficacia aparente del remedio se evita la explosion del mal 
hasta que llega el momento de laeliminacion 6 extincion total y el 
enfermo se salva. Muchas veces en presencia de una fiebre perni- 
ciosa las sales de quinina no modifican a p arentemente la intensl- 
dad de los accesos, pero tienen el mal encudenado sin permitirle 
que desplegue todas sus fuerzas, hasta que llega el instante del 
triunfo. Lo mismo sucede con el opio: la diarrea subsiste, el me- 
dicamento parece ineficaz porque sus virtudes se limitan á detener 
su fuerza latente. Es como una fuerza opuesta á otra, cuyo resulta- 
do es igual á la diferencia de intensidad, y esto es bastante. Su- 
pongamos la causa colérica representada en sua maximum: por 100 
y la eficacia del opio por 50: la enfermedad quedará reducida á la 
mitad: disminuid su accion, y vereis proporcionalmente aumen- 
tar la del remedio hasta igualarla ó sobrepasarla, y esa serie 08 
explicará perfectamente los varios resultados que la práctica pre- 
senta, desde aquellos en que parezca inútil para conjurar la muer- 
te, hasta aquellos en donde sus efectos beneficiosos sean casi ins» 
tantáneos. Su infalibilidad no es posible y el progreso de la terapéu- 
tica consistirá siempre en encontrar la menor cifra de mortalidad, 


que 


ou 


IV.-—Tratamiento preservativo.—Ev presencia de un mal desco- 
nocido en su esencia, que parece en su marcha separarse de las 
enfermedades regulares para herirá sus víctimas cou la rapidez 
de un rayo, y matarlo á la manera de los venenos mas violentos, 
la medicina se ha encontrado desarmada. Sus procederes ordina- 
rios han sido débiles contra este envenenamiento de nuevo géne- 
ro, y ha buscado en vano medios específicos dotados de un poder 
eurativo igual: el espíritu ha realizado prodigios y hemos visto'sutr- 
gir una multitud de remedios lreróicos que no han sobrevivido á 
la prueba. Y así debió suceder, porque las tentativas hechas las 
mas de las veces al azar y sin indicacion racional alejaron las in- 
vestigaciones de la sola via que nos parece positiva, la profilaxis. 

La peste, el tifus, las viruelas, y todas las enfermedades epidé- 
micas y covtágiosas, cuya historia se encuentra en los anales de los 
siglos pasados, han ejercido largo tiempo desvastaciones mas ter- 
ribles que las del cólera morbo: las victimas han sido mas nume- 
rosas, y sin embargo, en el dia estos enfermos inspiran pocos te- 
mores. ¿Depende esto acaso de que se hayan encontrado especifi- 
cos contra esas enfermedades? ¿La ciencia cuenta para curarlas 
de otros medios mas seguros que delos que disponia Sydenham? 
No: este gran médico sabia combatirlas tan bien como nosotros. Pe- 
ro si el tratamiento curativo ha hecho pocos progresos, la profilaxis 
los ha hecho inmensos. Se han estudiado eon cuidado, con celo, 
con pasion, las cansas, las leyes de comunicacion y propagacion 
de estas enfermedades; las influencias que las favorecen y que les 
son contrarias, y gracias á estas investigaciones hechas á ve- 
ces con peligro de la vida, gracias al concurso de la ciencia, 
de la abnegacion y de la eivilizacion, se ha llegado no á conocer 
nuevos medios para combatirlas, pero sí á conocer los de evitar- 
las y precaverlas. 

Creemos que ha llegado la época de decir lo mismo respecto al 
cólera. El mal una vez declarado es terrible: empleemos los me- 
dios para no tenerlo. Para conseguirlo no titubeemos en colocar 
en primera línea el tratamiento profiláctico. Darlo 4 conocer para 
que se ponga en práctica es nuestra mision, nuestro primer deber. 

Desgraciadamente su aplicacion es muy difícil pura la genera- 
lidad de los pueblos: la ignorancia á que se les condena, la degra- 
dacion moral en que se les mantieue, los incapacita para compren- 
der la utilidad de los consejos sencillos, racionales y científicos; y 
ciegos creyentesen las virtudes de las drogas secretas, niéganse á 
hacer nada cuando es tiempo de evitar el peligro para aceptarlo 
todo cuando ya es tarde. 


363 


Para establecer la profilaxis del cólera de una manera comple- 
ta y conveniente seria preciso comprender no solo los medios que 
permiten sustraer la economía á lainfluencia del mal, sino los que 
una vez principiada la influencia deja sentir sus efectos, reve- 
lándose por trastornos preliminares, que son fáciles de detener 
autes de hacerse peligrosos, 

Fieles á nuestro plan de exponer las ideas del Dr. Abren, nos li- 
mitaremos en el tratamiento preservativo á deducir las conse- 
cuencias de los hechos bien observados, que indiquen de una mane- 
re precisa y cierta la via que deberá seguirse en la direccion de la 
proíilaxis del cólera, que es susceptible de aplicacion y ha sido 
planteado en todas sus partes en la finca de mi ilustrado y distin- 
guido amigo el Sr. Dr. Domingo G. de Arozarena con los resul- 
tados mas satisfactorios. 

En las circunstancias ordinarias, la sola predisposicion recono- 
cida son las enfermedades del tubo digestivo; así cuando reina el 
cólera las personas atacadas de estas afecciones, cualquiera que 
sea su naturaleza, deberán duplicar su atencion en el tratamiento 
de sus males y en la higiene que ellos exijan. Los individuos que 
sufran de dispepsia, de enfermedades orgánicas del estómago, de 
los intestinos, de tísis €. deberán seguir el tratamiento apropiado 
á sus males, evitando con el mayor cuidado el uso de purgantes y 
vomilivos, sometiéndose á un régimen muy severo, si no quieren ser 
de preferencia atacados del cólera. | 

La observacion ha demostrado que la administracion de los 
purgantes, de los vomitivos para combatir otros males ó la consti- 
pacion, el abuso de la copaiba y de la cubeba, ha sido seguido con 
frecuencia é inmediatamente de la aparicion de la diarrea espe- 
cial: será pues prudente renunciar á estos remedios en tiempo de 
cólera, reservándolos solo para los casos indispensables; pero con la 
precisa condicion de vigilar atentamente los accidentes que pue- 
dan determinar á fin de remediarlos al instante. La prudencia del 
médico será en estos casos el contrapeso obligado de las necesida- 
des que pueda encontrar en la práctica. 

Por la experiencia y por la práctica en grande escala seguida en 
las naciones que marchan á la cabeza de la civilizacion, la lngla- 
terra y los Estados Unidos de America, hemos aprendido á cono- 
cer toda la importancia que tienen en el desarrollo del cólera y 
otras enfermedades epidémicas las causas ocasionales. Las infhuen- 
cias de estas causas pueden comprenderse en cuatro órdenes; los 
ingestas, las emociones morales, el enfriamiento súbito y las fati- 
gas. Estas causas son mas poderosas en los individuos atacados 

Tr, 1Y—47 


364 


de la diarrea que en los demas; pero es de observacion constante 
que todo lo que dificulta la digestion, que todo lo que provoque 
las indigestiones ó las diarreas obra como causa del cólera. De 
donde concluimos, que durante la epidemia es preciso evitar to- 
dog los alimentos de difícil digestion, los que provoquen la diar- 
rea y sobre todo aquellos que por experiencia se sabe que hacen 
siempre mal. Los alimentos groseros que dejan muchos residuos, 
los de digestion lenta, los acuosos y ácidos que se prescriben 
en medicina para provocar la libertad del vientre, ó deberán evi- 
tarse ó se tomarán con la mayor reserva. 

En general se prescriben las carnes asadas, y se hace bien; por- 
que se sabe que estas sustancias se asimilan rápidamente y la ob- 
servacion ha demostrado, que las personas que hacen un uso con- 
veniente de ellas han sido excepcionalmente atacadas del cólera; 
miéntras que se ha reconocido que la ingestión de carnes duras 
como el jamon, el tasajo de que hacen uso las dotaciones de las 
fincas y una gran parte de la poblacion, ha sido seguida de ac- 
cidentes. Por consiguiente la eleccion de las carnes no es indife- 
rente, y las que sean de digestion difícil deben proscribirse. 

Igualmente se ha comprobado que el uso de los alimentos to- 
mados en gran cantidad y mal cocidos ha sido seguido de las 
manifestaciones coléricas, por lo que deberá aconsejarse que los 
alimentos sean tomados con moderacion y bien cocidos. 

La mayor parte de los médicos han señalado como una causa 
poderosísima en las manifestaciones del cólera el abuso de las be- 
bidas alcohólicas, y sobre todo en las clases desvalidas de la pobla- 
cion que hacen generalmente uso de vinos falsificados; hecho per- 
fectamente demostrado en los trabajos de la Comision del Sena, y 
en el siguiente curioso documento tomado de la Sociedad de Tem- 
planza de New-York. De 336 coléricos, habia 195 borrachos, 185 
bebedores, 5 sobrios y 3 que se ignoraban sus costumbres. 

Las otras tres órdenes de influencias, las emociones morales 
bruscas, el enfriamiento súbito y las fatigas bastará indicarlos para 
deducir las disposiciones que reclaman. Sin embargo, como es re- 
conocida la tendencia del cólera á hacer explosion mas bien en la 
noche que durante el dia, y como la noche es para todos los mias- 
mas el momento en que el organismo está mas dispuesto á sentir 
su accion, creemos que debe evitarse con cuidado la exposicion al 
frio y á la humedad, sobre todo en las horas del sueño, y abstener- 
se de todo trabajo prolongado ó de asistir á espectáculos que excl- 
ten los órganos digestivos y el sistema nervioso, porque en tiemn- 
po de epidemia se despierta, como decia el Dr. Abreu, una nueva 


365 


susceptibilidad, y los excesos, los desórdenes del régimen que en 
tiempos ordinarios solo producen un ligero mal estar, son suficien- 
tes para atraer sobre los imprudentes el rayo colérico. 

¿Habrá necesidad de hablar de las habitaciones húmedas, estre- 
chas y mal ventiladas donde se agrupa la poblacion miserable de 
las grandes ciudades, y muchas familias que sin carecer de me- 
dios viven en las condiciones mas perniciosas preocupándose poco 
de la salud? ¿Será necesario demostrar como las tristes condiciones 
en que viven sirven de pasto á Jas epidemias? Nadie las ignora, y 
el hacerlo nos haria traspasar los límites de este trabajo. Debemos 
solamente agregar que estas habitaciones mal distribuidas reunen 
muchas circunstancias que favorecen la explosion del cólera, y de 
aquí la razon y el por qué las invasiones y la mortalidad son ma- 
yores eu los barrios pobres é insalubres. 

Los medios profilácticos en semejantes circunstancias son evi- 
dentes, pero de difícil aplicacion. A los gobiernos, á las clases ri- 
cas corresponde hacer desaparecer estos tristes reductos donde la 
indigencia incuba la enfermedad. En Austria durante la epide- 
mia de 1832 el cólera se cebaba con furor en los suburbios de Vie- 
na, miéntras que respetaba los barrios aristocráticos; las personas 
ricas cedieron á los indigentes una parte de sus vastos y suntuo- 
sos palacios y el cólera fué vencido. 

Las visitas á domicilio se establecieron en Inglaterra con el fin 
de precaver las consecuencias de la apatía y del abandono de las 
poblaciones, donde se acordó adelantarse á la enfermedad, bus- 
cándola de casa en casa, espiando sus primeros síntomas para com- 
batirlos. Sus efectos se encuentran detallados en el informe sobre 
el cólera de 1848 á4 1849 y en las publicaciones ulteriores de la 
Junta General de Salubridad. “Hay, dice Mr. Tardien en el infor- 
me que hemos citado, una multitud de hechos en que el espíritu 
mas escéptico podrá con dificultad desconocer la influencia de es- 
tas medidas.” Y para no fatigar por largo tiempo la atencion de 
mis oyentes, limitaré mis citas al pequeño número de ejemplos 
que se encuentran en el Diccionario de Iligiene Pública, artícu- 
lo Cólera. En la cindad de Dumfries de 10.000 habitantes, 250 ha- 
bian fallecido antes que el sistema fuera establecido; tres dias se 
emplearon en organizarlo, y en estos tres dias el número de inva- 
didos fué sucesivamente de 37, de 30y de 23 y el de los muertos 
de 7, 6 y 5. En los tres dias siguientes el número de atacados des- 
cendió á 8, 4 y 2: el de muertos á 6, 5 y 4. Tres dias mas tarde la 
epidemia habia concluido. 

Observaciones análogas se han hecho en otros lugares. En Glas. 


366 


- cow se asistieron 13,139 casos de la diarrea prodrómica; de ellos 
1,000 presentaron el carácter colérico y de este número considera- 
ble solo 27 terminaron por el período álgido. 

En Lóndres los visitadores socorrieron 43,737 casos de diarreas; 
978 con las apariencias del agua de arroz, y de estos casos numero- 
sos solo 58 resistieron al tratamiento y pasaron al segundo período. 

En las quince ciudades de Iuglaterra en que el método preserva- 
tivo fué aplicado de una manera completa, de aaa 000 socorridos 
solo 250 tuvieron el segundo período. 

En los Estados-Unidos y en la Baviera, que adoptaron las medi- 
das preventivas de la Inglaterra, los resultados fueron análo- 
gos, y muy satisfactorios. Munich en 1847 gozó de la inmuni- 
dad mas completa desde el momento, dice Mr. Laségue, que 
se plantearon. Tales ejemplos tienen mas autoridad que los 
preceptos. 

Inútil nos parece entrar en mas largos detalles; nos basta haber 
indicado el fin; los medios de conseguirlo varian segun la diversi- 
dad de circunstancias; la dificultad consistirá en hacerlos ejecutar. 
Corresponde á los gobiernos plantearlos, á las clases ricas y per- 
sonas ilustradas secundarlos, á los médicos dictarlos. En presen- 
cia de las diticultades numerosas que deben encontrarse para lo- 
erar estos resultados, nadie debe retroceder: el deber de las auto- 
ridades es socorrer las necesidades de las clases desvalidas en todos 
tiempos, y particularmente en las épocas de calamidades públicas: 
los ricos tampoco deben rehusar los sacrificios de todos géneros que 
reclaman tales acontecimientos. “En la obligacion incesante, dice 
el Sr. Monlau, de vigilar la salud de los pueblos, deberán inquirir 
con predileccion las causas de insalubridad para destruirlas y con- 
jurar sus peruiciosos efectos; remediar las calamidades públicas, 
facilitando á las clases necesitadas los auxilios de que carecen; re- 
primiendo los abusos y mejorando las condiciones fisica y moral 
de las poblaciones. Ha llegado para los Gobernantes (dice Laurent) 
un tiempo en que la condicion sine qua non de su existencia como 
poder, debe ser la ejecucion de todo cuanto produce el bien estar, 
y lasalud fisica, moral é intelectual de las clases todas de la so- 
ciedad.” 

¡Entre nosotros qué medidas se han tomado desde hace dos a- 
ños que nos amenazaba el cólera? ¿Qué se ha hecho despues que 
lotenemos para conjurarlo, precaverlo y extinguirlo? Nada. [1] Y 


[1] Aquí se hace sin duda referencia á la reunion de profesores que tuvo lugar en el 
aula magna de la Real Universidad, y que fué promovida por el Dr. D. Rafael A. 
Cowley para que en ella se tratara de las visitas á domicilio. 


367 


«Rigo nada, porque todo lo que se ha hecho ha sido incompleto, in- 
-eficaz, y por lo tanto inútil. En semejantes condiciones no debísmos 
mi podiamos aceptar las visitas 4 domicilio. Esta medida altamente 
humanitaria, que tantos beneficios ha procurado, entre nosotros 
habria servido solo para revelar al mundo nuestra impotencia hasta 
para hacer el bien, y léjos de acreditarla la hubiéramos ridiculizado. 
Si en lugar de los malos consejos impresos que con el título de pre- 
«servativos se han circulado en la poblacion, se hubieran tomado 
las medidas convenientes desde la época en que nos amenazó la 
epidemia, y con la debida anticipacion se hubieran ocupado del 
saneamiento de los barrios mas expuestos á sus estragos; si se hu- 
biera empleado el mayor esmero en la limpieza de la Ciudad, favo- 
reciendo por todos los medios la abundancia y buena calidad de las 
aguas, quitando el lodo y las inmundicias que aumentan la impu- 
reza del aire; y si 4 imitacion de las autoridades prusianas se hu- 
bieran mejorado las condiciones de las clases pobres por la distri- 
bucion de alimentos de buena calidad, etc., etc., evitando la aglo- 
meracion en ciertos lugares, diseminando la poblacion en edificios 
construidos con la capacidad necesaria y bien ventilados, como lo 
habia anunciado y pedido la Academia en el preámbulo de los 
Consejos que una Comision redactó para responder á la consulta 
pedida por el Gobierno, y en donde el Sr. Ruz dijo: “sin esperar 
que la inminencia del peligro nos haga pensar en los recursos de 
que debemos valernos,”--si en lugar de recomendar el uso del 
-agua hecha indigesta, de los alcohólicos y de los desinfectantes que 
son mas peligrosos que útiles, se hubieran adoptado medidas de 
reconocida utilidad, no nos hubiéramos presentado á rechazar las 
visitas á domicilio, ni aceptado con tanta resignacion las críticas 
que se nos prodigaron, las calificaciones con que nos honraron, las 
injurias con que nos regalaron, mil veces preferibles al ridículo, en 
que aceptándolas, hubiéramos colocado la Corporacion respetable 
á que tenemos la honra de pertenecer. Gracias á la Providencia, 
gracias á la benignidad con que se ha presentado el cólera entre 
nosotros, no tendrémos grandes pérdidas, que si nó, en las pésimas 
condiciones higiénicas del pais, unidas á la falta de medidas que 
hemos señalado, por mediana que hubiera sido la intensidad de la 
epidemia, el número de atacados habria sido inmenso yel de la 
mortalidad extraordinario. 

Hemos terminado el análisis de las influencias consideradas por 
el Dr. Abreu como causas favorecedoras del cólera, y si nos hemos 
extendido tanto acerca de este punto, es porque encontramos po- 
-cas enfermedades de cuya etiología se posea un número de docu- 


368 

mentos tan preciosos, y porque entre las enfermedades epidémicas: 
el cólera debe figurar como una de las mas graves. En efecto, no- 
se encuentra en la historia calamidad que le sea comparable mas- 
que la peste negra, que en el siglo XIV invadió la Europa y en 
diez y seis años hizo perecer las cuatro quintas partes de sus habi- 
tantes. Pero llegamos á una de las cuestiones mas difíciles y con- 
trovertidas. ¿El cólera debe ser considerado cemo una afeccion 
contagiosa? El Dr. Abreu se colocaba en las filas de los anticonta- 
gionistas. : 

Por mi parte confieso que sobre este particular no acepto la dis- 
cusion por considerarla inútil é interminable. Me bastará decir 
que las medidas de cuarentenas, lazaretos y cordones sanitarios, 
emanadas de las opiniones emitidas sobre la propiedad contagiosa 
del cólera, han sido en todas partes ineficaces para detener la mar- 
cha de la enfermedad: de ellas puede decirse lo que de los ejércitos 
permanentes—Nunca han salvado á ninguna nacion: solo han ser- 
vido para arruinarlas. 

Dos consecuencias importantes se deducen de lo que acabamos 
de exponer: la primera, que en las circunstancias ordinarias, la 
causa desconocida que produce el cólera y sobre la que no posee- 
mos aun ningun específico, no basta las mas de las veces para de- 
terminar el conjunto de fenómenos que constituyen un ataque co- 
lérico: la segunda es, que en la inmensa mayoría de casos se nece- 
sita ademas la adicion de un modificador al que damos el nom. 
bre de causa accidental, que está bajo el imperio de nuestra vo- 
luntad, bajo la influencia de nuestro poder. Así se encuentran jus- 
tificadas las reglas que la higiene indica como preservativas,—al 
mismo tiempo que el valor científico de las doctrinas del Dr. 
Abreu, que he tenido la honra de exponer y ahora resumo en 
las proposiciones siguientes: 

1,8 El cólera puede casi siempre evitarse. 

2.5. El cólera puede casi siempre curarse. 

3.  EnJa inmensa mayoría de casos la cansa específica del có- 
lera esimpotente para desarrollar la enfermedad; se necesita ade- 
mas una causa accidental, un desórden higiénico para provocarla. 

4,8 La mala calidad, el abuso de los alimentos y de las bebi- 
das son las causas ocasionales mas frecuentes del cólera. 

5. La aglomeracion de individuos, la falta de limpieza, la res- 
piracion de un aire viciado, el poco abrigo y la humedad deben co- 
locarse en el número de las causas ocasionales del cólera. 

6. La enfermedad tiene tres períodos perícctamente determi- 
nados. El primero, de la diarrea, presenta caractéres peculiares que 


369 


permiten distinguirlo de todos los padecimientos del tubo digesti- 
“vo; y noes una enfermedad distinta como algunos lo, han creido, 
Jlamándolo colerina ó diarrea premonitoria.—Muchas veces está 
precedida de pródromos. 

7.% El cólera en el periodo álgido no puede confundirse con 
«ninguna enfermedad. 

8.53 El período de la reaccion es el de la curacion. 

9,2 El cólera no tiene una marcha, un curso fatal; puede dete- 
nerse ó curarse en el primer período. 

10. El opio, el abrigo, la dieta, y en algunos casos las sangui- 
_Juelas aplicadas al ano ó los alcohólicos, bastan en la inmensa ma- 
yoría de casos para detener la enfermedad é impedir que pase al 
segundo período. 

11. El frio al interior y el calor al exterior es el tratamiento 
racional del segundo período, el que la ciencia justifica y la obser- 
vacion confirma. 

12. Los vomitivos y purgantes son perjudiciales y peligrosos 
en el primer período; inútiles en el segundo. 

I3. Los excitantes y sustancias tóxicas administradas en el se- 
gundo período, ademas de ser inútiles son peligrosas; porque si el 
enfermo no tienela suerte de vomitarlas complican la reaccion y 
á veces producen verdaderos envenenamientos. 

11. Excepcionalmente se presentan individuos en quienes la 
diarrea, aunque no muy frecuente, es excesivamente larga, y que se 
vacían rápidamente. Estos enfermos, cualquiera que sea el trata- 
miento que se emplee, mueren en el periodo álgido. 

15. El cólera no es contagioso. 


'CLIMATOLOGIA DE LA HABANA EN 1867.— Estudios recogidos .en el Ob- 
servatorio del Real Colegio de Belen. 


Sres. Directores de los Anales. * 


En mi propósito de recoger las pacientes observaciones meteo- 
rólogicas de esta ciudad, envío á Vdes. las del presente año. La 
grave autoridad de donde emanan, la precision de los instrumentos 
de la fisica moderna son bastantes para el crédito que busca la cien- 
cia en sus trascendentes aplicaciones. Cuando lo que se estudia en 
la atmósfera, en el suelo y en las aguas concuerda, -—como no puede 
ménos de ser,—con los fenómenos que á los médicos nos toca estu- 
diar, habrémos llenado nuestra alta mision higiénica de salvar ó ate- 


370 

nuar los funestos resultados de las endemias y epidemias que de vez. 
en cuando afligen á la humanidad. Bajo un cielo que ha generado 
tanta electricidad hemos vivido el presente año, y las abundantes: 
lluvias y agua evaporada que han sobrepujado á años anteriores nos 
dan razon bastante para creer el estado mal sano de la poblacion, 
en donde por otra parte, sea dicho de paso, se descuida tanto la sa- 
lubridad de las habitaciones, que es una de las causas de la insalu- 
bridad pública;—y nos explica la saña de la viruela y el cólera allí 
donde se han abandonado los consejos de la higiene. Testigos he- 
mos sido de la viruela y el cólera en los barrios de San Lázaro, 
Pueblo Nuevo y Cerro, donde se marcan con el dedo el Cemente- 
rio, la zanja real y terrenos completamente embasurados de no muy 
remotos tiein4pos terraplenados, que en fuerte actividad han remo- 
vido sus efluvios á causa de los fenómenos que en la atmósfera se 
han observado en el presente año.— Diciembre 31 de 1867. — Dr. 
Ambrosio Gonzalez del Valle. 


BAROMETRO EN MILIMETROS Y A 0 DE TEMPERATURA. 


InviErxN0. [PRIMAVERA.| VERANO, | OroÑo. |EN EL AÑO. 


Altura máxima observada en..| 76950 (a)| 764/27 (a)| 76465 (a)| 76589 (a)| 76950 (a) 


1 O ON 75232 (b)| 75453 (b)| 75432 (b)| 755'51 (b)| 75232 (b) 
A 76281 760721 76028 76042 76093 
Diferencias extremas......... 1718 974 1033 1038 1728 
(a (a). k (a). (a) > Pd 
| , » £ A 
Fechas de las observaciones ) 11 febrero.| 7 ubril. | 28julio. ¡5 noviemb.¡11 febrero. 


(b) (b) (b) (b) (b) 
[| 20 enero. | 21 abril. _6 junio 9 octubre.| 20 enero. 


TERMOMETRO CENTIGRADO. 


INVIERNO. [PRIMAVERA.| VERANO. OrofÑo. ¡EN EL AÑO. 


— 


Temperatura máxima........| 297 (a)] 344 (a) 35% (a) 327 (a] 356 [a] 
To IAS E 123 (db) 187 (b) 236 (bj 196 [b]] 123 [b] 
a e AAA SS 233 269 28% 269 264 
Diferencias extremas........ 17'4 167 120 131 2313 
f (a) (a) [a]. [a] [a]. 
Pecho de las OBe oracion Os ¿| 2 enero. | 19 mayo. 17 julio. |5 octubre.| 17 julio. 
echas de 1as oOpservacio e : (b) (b) [b] [b] (b] 


¡| 7 enero, | 10 mayo. | 3junio. [19 novbre.| 7 enero. 
ld ERCrO, ICAO MANO co Juo: MA DO OSLO 


__ TENSION DEL VAPOR EXPRESADO EN mm. 


LivrERNO. | Primavera) VERANO. | Oroño. ¡EN EL AÑO. 


_— A A 


Tension Máxima....... NA 2538 (a)] 24'12(a]| 2674 [a] 25'16 (a] 2674 [a] 
IB 7752 (b) 9'33[b]| 17'62[b]| 1108[b]| 7'52 [b] 
Td meda REO e De 1605 1812" 2176 1986 1895 
(a) [a] [a]. [a] la]. 
8 febrero. | 26 mayo. | 11 junio. (12 octubre.| 11 junio. 


- Ñ j 
echas de las obeervaciones. + 


si] 


(b) [(b] (b] [b] [b] 


18 enero. | 13 abril. 15 agosto.113 novbre. 18 enero. 


371 
HUMEDAD RELATIVA. 


INVIERNO. [PRIMAVERA.| VERANO. OtroSÑo. |ENELAñÑo. 


Humedad máxima............ 95 96 WIOA 95 96 

A O ae! 44 34 48 53 34 

MI ISE US 698 76'1 TO?2 | 741 
” EVAPORACION. 

Evaporacion máxima..... ... 102 872 TO 78 1072 

ld minima Mo e iS 15 05 02 072 

EDUCA odo CAE | 359 50 40 42 43 


Total de agua evaporada en el año 1561,3. 
CANTIDAD DE AGUA CAIDA EN mm. 


Número de dias de lInyia..... 16 20 51 36 VAS 
Total de agua caida.......... 1298 398*1 7199 AUS SADO 
Cantidad máxima en un dia... 213 [aJ]  69%8[aj| 842 [a]j 50% [a]J| 842 [a] 
; PO a iaa a ¡Pa 
¿ ' la] [a] La] E A AE 51 
Dia de mas lluvia ............ 26 enero. | 25 mayo. | 17 julio. |7 setiemb.| 17 julio. 


VIENTOS REINANTES. 
| 


INVIERNO. PRIMAVERA. VERANO. | OroXo. 


N..902 5715658: 1. | ¡N::89957".43'” E. |N. 979 37" 8”” S, E. | N295 MUSEO: 2 E). 


NOTA.—Posicion geográfica del Observatorio: Latitud N. 2328" 14”*5.—Longitud 76? 
9” 42'S al Oeste de San Fernando. —Áltura sobre el nivel del mar 19.” 297. 


SECCION OFICIAL, 


Real Academia de Ciencias médicas, físicas y naturales.—De con- 
formidad con el art. 68 del vigente Reglamento interino, com- 
prendido en las “Disposiciones transitorias,” los Sres. 1D). Guillermo 
Michelena, D. Juan G. Havá, D. Ramoa L. Miranda y D. Rai- 
mundo Castro, —de académicos supernumerarios han pasado des- 
de ei 1.2 de Setiembre del presente año á lacategoría de numera- 
rios en la Seccion de Medicina y Cirugía. 

En sesion celebrada el dia 22 de Setiembre, fué nombrado miemn- 
bro corresponsal el Dr. D. Alfonso Amussat; (Paris) y en 13 de Oc- 
tubre socios de mérito el profesor A. Nélaton (Paris) y el Dr. D. 
Fernando Gonzalez del Valle, —prévios los requisitos señalados en 
el Reglamento. 

De acuerdo con el mismo art. 68, los Sres. D. Francisco A. Sau- 
valle y D. Felipe F. Rodriguez, que optaron á ser académicos ántes 
de la aprobacion concedida á los nuevos Estatutos,—oido el infor- 
me de la Comision respectiva, que los juzgaba idóneos para ocu- 
par dicho puesto en la clase entónces existente de supernumera- 
rios, determinó la Academia que fuesen desde luego considerados 
de número; el Sr. Sauvalle en la seccion de Ciencias físicas y natu- 


T. IV-—-48 


372 


rales y el Sr. Rodriguez en la de Medicina y Cirugía. (Sesiones del 
13 y del 16 de Octubre de 1367.) 

Con arreglo álos artículos 82, 40 y 41, habiendo procedido la 
Academia á la eleccion de un Secretario de Correspondencia nacio- 
nal y extrangera, recayó dicho nombramiento, hecho el 13 de Oc- 
tubre, en el Dr. D. Juan G. Hava. 

En virtud de la ausencia prolongada del Sr. Vice-Secretario Dr. 
D. Fernando Valdés y Aguirre, fué elegido para desempeñar in- 
terinamente su empleo el Dr. D. Luis María Cowley, en sesion ce- 
lebrada el dia 24. de Noviembre. 

Por renuncia del Sr. Tesorero Dr. D. Joaquin F. Aenlle, funda- 
da en el mal estado de su salud y en sus multiplicadas ocupacio- 
nes, —fué electo Tesorero de la Corporacion el Dr. D. Ramon L. 
Miranda en 27 de Noviembre próximo pasado. 

A consecuencia de la convocatoria publicada eu 30 de Octu- 
bre para la provision de las vacantes de socios” de número, con 
arreglo al tenor del art. 9.2 del citado Reglamento, —fueron nom- 
brados en sesion de gobierno del 27 de Noviembre los señores que 
4 continuacion se expresan: 

Seccion de Medicina, Cirugia y Veterinaria. 

Dr. D. Félix Giralt, catedrático de Clínica médica en la Real 
Universidad etc. 

Dr. D. Joaquin G. Lebredo, catedrático del Instituto de segun- 
da enseñanza, etc. 

Dr. D. Federico Horstmann, catedrático de Clínica quirúrgica 
en la Renl Universidad etc. 

D. Antonio Llorente, profesor Veterinario de 1.% clase, etc: 

D. Joaquin Ramirez, socio de número de la Academia Central 
de Veterinaria de Madrid, etc. 

D. Ramon Delrien, profesor Veterinario de la Escuela de To- 
losa (Francia) etc. 

- Seccion de Ciencias físicas y naturales. 

D. Francisco de Albear, Coronel del Real Cuerpo de Ingenieros, 
miembro corresponsal de la Academia de Ciencias de Madrid «., «. 

Ldo. D. Claudio Andre, catedrático de Física y Química de las 
Escuelas profesionales, ete. 

D. José Ruiz de Leon, Ingeniero de Minas de primera clase etc. 

Ldo. D. Manuel J. Presas, miembro de la Sociedad entomoló- 
gica, de Francia, socio fundador y numerario dela Seccion de 
Ciencias del Liceo de Matanzas, etc. 

Ldo. D. Francisco María Navarro, catedrático interino del Ins- 
tituto de segunda enseñanza (1866); etc. 

D. José E. Ramos, Dr. en Medicina y Cirugía, laureado por la 
Real Universidad. 

Dr. D. Rafael A. Cowley, catedrático auxiliar de Fisiología en 
la Real Universidad. 

Habana y Diciembre 1.2 de 1867.—El Secretario general, 4An- 
tonio Mestre. 


ANALES 


DE LA 


. 


READ ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA, 


REVISTA CIENTIFICA. 


FEBRERO DE 1868. 


Discurso DE INAUGURACION DE LA SECCION DE MÉDICINA VETERÍ: 
NARIA EN LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y 
NATURALES DE LA HABANA; LEIDO por Don Joaquin Ramirez 
y Huispe: 


(SestoN DEL 22 DE DICILMBRKE DE 1867.) 


Señores: —n este solemne dia, ante un coricurso respetable 
tiene el honor de inaugurar la apertura de la seccion de Medi- 
cina veterinaria en la Real Academia de ciencias médicas, físi- 
cas y naturales de esta capital el ménos digno de cuantos con 
sus elocuentes labios pudieran hacerlo; pero á este acto tan ho- 
norífico como grave para mi débil capacidad nunca me hubiera 
atrevido sino convencido que cumple á mi deber, tanto por ha- 
ber obtenido el honroso nombramiento de vocal en dicha sec- 
- cion, como tambien por el deseo de animar á otros profesores 
“cuyas plumas mejor cortadas darian rasgos mas perfectos; pero 
antes de continuar séame lícito congratularme y dar las gracias 
á los distinguidos señores que se han dignado aprobar mi nom- 
bramiento. 


Si admirable es á la verdad la distinguida proteccion que las 
T. 1V-—49 


374 


sábias autoridades han sabido dispensar en todo tiempo por el 
bien del pais, particularmente en lo concerniente al cultivo de - 
las artes y ciencias, no lo es ménos la noble emulacion que dis- 
tingue altamente á los Sres. vocales y Presidente de esta Real 
Academia, pues de nada servirian las sábias disposiciones de 
jos gobiernos si no hubiese hombres capaces de comprenderlas, 
y que á costa de grandes trabajos é intereses llevasen á cabo 
tan benéficos proyectos. 

Antes de entrar de lleno sobre los beneficios de utilidad pú- 
blica, que puede reportar la instalacion de la seccion de Vete- 
rinaria en esta Reul Academia, haré una ligera reseña de la 
marcha que ha seguido la ciencia de veterinaria desde la anti- 
gúedad hasta nuestra época. 

De cuantas ciencias se conocen, ninguna es á la verdad mas 
útil, necesaria y agradable al hombre, que aquella que en el 
último resultado tiene por objeto la conservacion de su existen- 
cia; pero como áaquel ser privilegiado de la naturaleza no le bas- 
ta vivir y conservarse á sí mismo, sino que le es absolutamen- 
te indispensable cuidar de todos cuantos medios necesita para 
llevar á cabo esta conservacion, y siendo el primero, el mas esen- 
cial, aquel sin el cual no puede subsistir de modo alguno, como 
sucedería si careciese y olvidase el cuidado de los animales do- 
mésticos, resulta por una consecuencia precisa que la ciencia 
mas interesante para él es la Medicina humana, ocupando un se- 
gundo lugar la Veterinaria, aun cuando ambas se dirijan á un 
mismo fin, pero que los objetos de sus estudios son diversos: sin 
embargo, los adelantos de la una han influido notablemente en 
la otra, y los retrasos y opiniones erróneas emitidas por los au- 
tores de la primera han ocasionado grandes conmociones en la 
segunda y viceversa. Estos dos ramos de una misma ciencia no 
marcharon con igual paso al grado de perfeccion en que ahora 
se encuentran. La medicina humana mas interesante para el 
hombre llamó la primera su atencion, miéntras que los mudos 
animales, incapaces de manifestar con palabras lo que interior- 
mente sentian, y de protestar contra la insuficiencia de los me- 
dicamentos, quedaron entregados al cuidado de los curanderos 
que se trasmitian el formulario de sus recetas y el secreto de 
sus misteriosos ensalmos. 


375 


Este fué el estado que tuvo por muchos siglos la ciencia de 
que tratamos en las naciones antiguas sin exceptuar á los Grie- 
gos ni los Romanos. Bastaría leer los escritos de Columela, 
Varron, Caton y demas agrónomos de la antigua Roma para 
convencerse de esta verdad; y aun cuando Vejecio fué digno de 
una honrosa excepcion, nunca mereció el título de Hipócra- 
tes de la medicina veterinaria, pues confesaba que ningun tra- 
bajo habia hecho por sí en cuanto á las observaciones, pues ha- 
bia escrito lo que otros habian ya dicho. 

Desde este escritor que vivió en el siglo IV de la era cristia- 

na hasta la resurreccion de las letras en el Occidente, ningun 
vestigio hay de que en aquellos tiempos se hubiese cultivado 
con fruto la medicina veterinaria, y para encontrarlo es preci- 
so venir á una época mas cercana á la nuestra. 

Si es glorioso para una nacion haber adelantado á las otras 
en el estudio de las ciencias útiles, con razon puede envanecer- 
se la España de haber sido la primera que conoció la utilidad 
de esta parte de la medicina y la necesidad de cultivarla y per- 
feccionarla. En efecto, cuando el Rey D. Alfonso V de Aragon 
se hallaba entendiendo sobre la conquista del reino de Nápoles 
en el siglo XV, mandaba ya á su mayordomo D. Manuel Diaz 
que juntase á los mas hábiles mariscales y que hiciesen un li- 
bro que contuviese el resultado de sus conferencias. Así se hi- 
zo y de órden del Rey se sacaron muchas copias del libro de 
Diaz, que estaba escrito en lemosino, y se distribuyeron entre 
los aficionados; cuyo escrito no trataba mas que de las enfer- 
medades de los mulos y los caballos. 

Con el auxilio de la imprenta, que en aquel siglo se introdujo 
en España; publicó en Toledo Martin Martinez Dampies en 
1.107 una traduccion en castellano de aquella obra. Es pues 
indudable que esta es la obra mas antigua de veterinaria que 
posee la Europa moderna; y tal vez sino hubiese sido por el 
ilustrado celo del Rey D. Alfonso de Aragon, la Veterinaria 
permaneceria aun sin el carácter de ciencia, así como hoy es 
debido á la influencia de la ilustre y distinguida corporacion 
de esta Real Academia el que la medicina veterinaria en esta 
parte del nuevo mundo sea conocida, pues el rango con que se 
la distingue contribuirá á que esparza su luz y ud servirá 


376 


de estímulo para la aplicacion de los profesores, y á que los 
jóvenes que no puedan seguir otra carrera superior no se 
desdeñen en aceptar tan honrosa como útil profesion. 

Los reyes católicos D. Fernando y D* Isabel miraron 
tambien la Veterinaria con la atencion que se merecia, y 

. contribuyeron infinito á su progreso fundando un tribunal para 
examinar á todos los mariscales que aspirasen al título de 
profesores. 

Desde entónces empezaron los veterinarios españoles, y á su 
ejemplo algunos extranjeros, 4 publicar diferentes obras sobresu 
profesion, : 

El impulso dado á la Veterinaria en el siglo XVI no se 
amortiguó por las vicisitudes que experimentó el estudio de las 
ciencias útiles en algunos períodos de los dos siglos siguientes, 
pues del mismo modo continuaron los españoles escribiendo 
obras de veterinaria ya por albéitares Ó ya por profesores de 
medicina humana. 

Si nos proponemos examinar los escritos de aquella época 
con «toda la severidad de la crítica, sería fácil encontrar en 
todos ellos errores que en el dia se graduarian de absurdos; 
pero la justicia exige que nos hagamos cargo del tiempo en que 
se escribieron y de cuán poco adelantadas estaban entónces las 
ciencias auxiliares á toda buena medicina: sin embargo, se 
encuentran en las obras de los albeitares de aquellos tiempos 
excelentes descripciones de algunas enfermedades, métodos 
curativos muy racionales, y recetas de ciertos medicamentos 
que aun en el dia tienen el mérito de específicos. El descu- 
brimiento de la circulacion de la sangre bastó para inmorta- 
lizar el nombre de Francisco de la Reina. En la obra de 
Ramirez habia láminas en las cuales se explicaba con mucha 
claridad el modo de aplicar el cauterio actual en las diferentes 
regiones del cuerpo de los animales. Paracuellos hace una 
descripcion muy exacta de la hernia intestinal. Borges fué el 
inventor del ungiiento fuerte de cantáridas que en veterinaria 
se mira como un específico para curar muchas enfermedades- 
Conde describe con mucha exactitud las enfermedades epizo- 
óticas; y por último, Calvo, Arredondo, y casi todos los albéita- 
res antiguos españoles aventajahan á los demas de Europa en 


317 


la aplicacion de muchas plantas medicinales, cuyos conoci- 
mientos heredaron de-los árabes. 

En el siglo XVII continuó el mismo celo por hacer pro- 
gresar dicha ciencia, como lo prueban multitud de obras que 
en aquella época se escribieron. 

En el año 1762 se abrió en Francia en la villa de Leon la 
primera Escuela de medicina veterinaria, y tres años despues 
se fundó otra semejante en el pueblo de Alfort inmediato á 
Paris. Estas fuéron las primeras escuelas que se establecieron, 
que fué un paso decisivo para la ciencia y que le aseguraba 
los rápidos progresos que ha hecho y un nombre inmortal al 
veterinario Francisco Bourgelat fundador de ellas. 

En toda la Europa se conoció inmediatamente la utilidad de 
semejantes establecimientos, y al poco tiempo se vieron 
escuelas de medicina veterinaria en todas las naciones. 

El Rey nuestro señor D. Cárlos 1, animado por su ardiente 
celo y deseoso de fomentar en España el estudio de todas las 
ciencias, envió inmediatamente á Paris á los profesores vete- 
rinarios D. Bernardo Rodriguez y á D,. Segismundo Malat 
para que se enterasen del estado que tenia la ciencia veterina- 
ria en aquel pais. Entretanto continuaba en fomento la cien- 
cia, pues la Sociedad económica de Amigos del Pais proponia 
frecuentemente premios para el que presentase la mejor me- 
moria de veterinaria. 

De vuelta de Francia los indicados profesores presentaron 
al gobierno el plan de una Escuela de veterinaria y sin tardan- 
za se dieron las providencias necesarias para ponerla en 
ejecucion, 

En el año 1793, en medio de los horrores de la guerra que 
en aquella época teniamos con la Francia, se abrió la Escuela 
de veterinaria en Madrid, época en que empezó á prosperar 
mas y mas la medicina veterinaria de España: pero cuando se 
completó la obra recuperándose el tiempo perdido, fué por la 
distinguida proteccion que le dispensó nuestro augusto sobera- 
no D. Fernando VIT, á cuya real munificencia se debe que la 
escuela de veterinaria de Madrid y el plan de Estudios se 
modificasen, como fundasen de nuevo; por manera que si las 
fatales circunstancias en que se vió la nacion española en los 


378 

primeros años de este siglo, dieron lugar á que se detuviera 
en algun tanto el progreso que en España debió seguir dicha 

ciencia, pues miéntras los veterinarios extranjeros seguian 
pacíficamente fomentando los estudios y observando tranquila- 
mente las enfermedades de los animales domésticos, á la par 
que los españoles se hallaban distraidos de las tareas de su 
profesion por el sagrado deber de defender con las armas los 
derechos de su Rey y la independencia de su patria, siendo 
precisamente en aquel período de tiempo en que la medicina 
veterinaria llegó á ponerse en otras naciones de Europa al 
nivel de las ciencias mas adelantadas, —todo se remedió, porque 
llegó la época en que los asiduos trabajos de los catedráticos 
de la escuela de Madrid, Risueño, Santos, Casas, San Pedro, 
Estanona y algunos otros inmortalizaron sus nombres dando á 
luz las inmejorables obras de veterinaria y regularizaron su 
estudio. 

Hoy en la Península española hay cuatro Escuelas de veteri- 
naria: una de primera clase en Madrid y las tres restantes en 
Córdoba, Zaragoza y Leon. Ademas existen dos Academias, la 
una sucursal en Barcelona y la otra en Madrid. 

Constituida la seccion de Veterinaria en esta Real Academia, 
es una nueva era de progreso para la Medicina veterinaria, á 
la par que una medida de utilidad pública: así es que el Gobier- 
no Superior civil encontrará en esta Real Academia cuantas 

“noticias necesite para las medidas administrativas de policía 
sanitaria é higiene pública aun cuando se refieran á los animales 
domésticos; los datos para saber por qué medios y en qué cir- 
cunstancias se comunican las enfermedades de un animal á otro 
y aun al hombre; en qué casos, cuándo y cómo se puede hacer 
uso sin inconveniente delas carnes, leche ó desperdicios de los 
que se hallen acometidos de alguna enfermedad. 

El gobierno militar podrá adquirir los consejos que le ilumi- 
nen sobre las buenas circunstancias higiénicas que deben tener 
las localidades para apacentar el ganado de los institutos mon- 
tados del ejército: del mismo modo para la eleccion de caballos, 
ya sean para aplicar sus servicios á trasportar ginetes á cente- 
nares de leguas sin que el hambre ni la sed los haga detener 
en su infatigable carrera; ó bien caballos de alta talla, constitu- 


319 


cion fuerte, aunque con marcha mas lenta, pero que en un ata- 
que hábilmente calculado deshagan y pulverizen las murallas 
de apiñados batallones. 

Por último, el hacendado, el ganadero y el público en gene- 
ral tendrán quien los auxilie para cortar los progresos de una 
epizootia, como en la buena direccion de la cria de sus ganados 
defectos ó bellezas que pueden trasmitirse por la generacion y 
cruzamiento de las razas. 

Señores: termino mis reflexiones que en nada pueden haber 
aumentado las luces de los ilustrados señores que al constituir- 
se en esta Real Academia fueron guiados por los nobles senti- 
mientos de virtud. Solo me resta decir que los estudiosos pro- 
fesores veterinarios dirijan á esta Real Academia sus observa- 
ciones, consulten lo que juzguen conveniente y nos ayuden con 
sus luces á la dilucidacion de las diferentes cuestiones; pues si- 
guiendo exactamente la senda que nos han trazado los profe- 
fesores de medicina humana, como las demas eminentes capa- 
cidades que componen esta Real Academia, ellos irán delante 
guiando la antorcha de las ciencias, y nos ayudarán á gran- 
gearnos la estimacion y confianza pública; pero nunca perda- 
mos de vista que el antídoto de todos nuestros males ha de ser 
principalmente el estudio.—He dicho. 


DisCURSO DE CONTESTACION AL SR. Ramirez, lerdo én la misma 
sesion por el Edo. D. Antonio Cayro. 


Sres.—Las palabras que acaba de dirigirnos el Sr. Ramirez, 
hoy que queda inaugurada la Seccion de Veterinaria en esta 
Real Academia, no pueden ménos de producir y excitar en 
nosotros mas de una idea, ya que en ellas ha abrazado la par- 
te histórica de ese ramo de la Medicina, su conveniencia y 
necesidad universal, su'adopcion y reglamentacion en nuestro 
pais, los progresos que desde el siglo pasado ha hecho en 
España, y los muchos bienes que en esta Isla habia de arras- 
trar, puesto que se abren las puertas á una profesion, no ménos 


380 


digna que las demas que ennoblecen al hombre estudioso ei 
su vida pública y privada. No cabe agregar cosa alguna á esa 
científica reseña, ni esta seria oportunidad de discusiones que 
solo pudieran concretarse á la mayor ó menor exactitud de los 
datos recogidos por los autores consultados al elucúubrar ese 
apreciable trabajo. En las sesiones de esta Real Academia 
diariamente se presentan consultas judiciales y del Gobierno 
que pueden contraerse áesa materia, y entónces con los he- 
chos que se recomienden y hayan dado ocasion al exámen, 
con los principios de la ciencia, reguladores de toda aplicacion 
práctica y concluyente, será distinto el camino que se trace y 
se recorra, mayor la utilidad del resultado. Porque ¿qué im- 
porta para el doliente la época del descubrimiento del medio 
que haya de emplearse para su curacion? La historia de las 
ciencias solo sirve de iniciacion, de introduccion para compren= 
der sus sucesivos progresos y la adelantada inteligencia de los 
que contribuyeron á la propagacion de ellas; pero esto es se- 
cundario, si se vuelven los ojos 4 que ni con los nombres de 
los sabios, ni con la fijacion del dia en que se abrió una cáte- 
dra se obtiene éxito alguno á la cabecera del enfermo ó al 
combatir una epizootia. 

La historia es con frecuencia el manantial mas fecundo de 
las mas complicadas cuestiones. Las rivalidades de los hom- 
bres, sus errores, las intenciones que los dominen al escribirla, 
son otros tantos inconvenientes que salen al encuentro á todas 
las historias escritas y por escribir. Ademas de esto el discer- 
nimiento del escritor, la pureza de las fuentes en que haya 
bebido, y los estragos del tiempo impiden que se acepten to- 
dos los escritos, porque tambien, como decia el célebre Bacon, 
semejante el tiempo á un rio caudaloso, los objetos de mayor 
gravedad los esconde en su fondo, dejando sobrenadar los mas 
ligeros.—Un punto ha tocado el Sr. Ramirez en su apreciable 
trabajo que viene corroborando lo que acabamos de emitir: 
“El descubrimiento, dice, de la circulacion de la sangre bastó 
para inmortalizar el nombre de Francisco de la Reina.” 

Sin embargo, se atribuye el descubrimiento de la circulacion 
de la sangre á Harvey, médico inglés, y se coloca la invencion 
en 1.628: algunos autores se la disputan. Jansson de Almeloven 


381 


en un Tratado de las invenciones nuevas, impreso en 1684, 
refiere varios lugares de Hipócrates para justificar que la co- 
noció. Walleus, epist. ad Barth, pretende que no solo fué cono- 
cida por Hipócrates, sino por Platon y Aristóteles. Dícese 
tambien que los médicos chinos la enseñaban cuatrocientos años 
ántes que se hablase de ella en Europa.—Algunos hay que 
remontan hasta Salomon este particular, creyendo encontrar 
vestigios de él en el capítulo 12 del Eclesiástico. Bernardino 
Genga, en un tratado de Anatomía escrito en italiano, refiere 
pasages de Realdus Columbus y de Andrés Cesalpino, con los 
cuales pretende mostrar que admitian la circulacion largo tiem- 
po ántes que Harvey, añadiendo que Fra-Paolo Sarpi, famoso 
veneciano, habiendo considerado la estructura de las válvulas 
en las venas, su construccion y otras varias experiencias, infi- 
rió en aquellos tiempos la circulacion.-—Leoniceus añade que 
Fra-Paolo no se atrevió á publicar su descubrimiento por mie- 
do á la Inquisicion, y que solo comunicó su secreto á Aquapen- 
dente, quien despues de su muerte colocó el libro que habia 
compuesto en la biblioteca de San Márcos, donde estuvo mu- 
cho tiempo oculto; y que Aquapendente descubrió este secreto 
á Harvey, que estudiaba con él en Padua, publicándolo á su re- 
greso á Inglaterra y atribuyéndose su gloria; pero la mayor 
parte de estas pretensiones son fabulosas.-——Mr Jorge Ent ha 
hecho ver que Paolo recibió la primera nocion que tenia de la 
circulacion de la sangre, del libro que Harvey habia hecho so- 
bre ella, el cual llevó 4 Venecia el embajador de Inglaterra 
enseñándoselo; y que entónces, habiendo hecho algunos extrac- 
tos de él, que llegaron á manos de sus herederos, muchas per- 
sonas creyeron que el descubrimiento, cuya historia se encon- 
traba entre sus papeles, le pertenecia. 

Esta es la historia: la expresion de hechos mas Ó ménos ave- 
riguados. La historia es el punto de partida desde donde la : 
inteligencia toma vuelo para llegar á un punto llamado Ver- 
dad.—Pero ¿la mejor crítica, una imparcialidad de hielo, una 
constancia infatigable nos ponen por último en evidencia con 
la verdad?-—La verdad objetiva no es de la historia: la verdad 
subjetiva es del escritor, la verdad filosófica es la duda del que 
estudia, reflexiona y no le rinde homenage al nombre del his- 

T. IV-—50 


382 


toriador, niá los ciegos prosélitos que le sigan á ojos cer- 
rados. is 

Y no se crea que despreciamos los estudios históricos; los 
estimamos en lo que valen, los consultamos en su caso, sin ol- 
vidar que el conocimiento de la historia de una ciencia no es 
el conocimiento de la ciencia misma: esto es lo que al principio 
sostuvimos, esto lo que parece demostrado. 

La verdad objetiva es la circulacion misma: la verdad sub- 
jetiva, la convencional, allá se agita entre los escritores de mu- 
chas naciones. ¿Puede resolverse la cuestion?-—El albéitar de 
Búrgos y el médico de los Estuardos aguardan impasibles en 
sus silenciosos sepulcros una decision:cuyo término jamas lle- 
gará: la ciencia marcha sin embargo, la ciencia continuará sin 
que nadie se atreva á demarcar la meta que la detenga: el .pro- 
greso de la inteligencia humana es indefinido é indefinible.— 
De todo esto se delucen dos hechos de mucha importancia y 
son: que movimiento y circulacion no son cosas iguales: no 
hay circulacion sin movimiento; pero es comun el movimiento 
sin la circulacion. La antigúedad veia el movimiento; mas no 
habia sintetizado la circulacion, porque todavía la anatomía y 
la fisiología, que esla anatomía continuada, no habian hecho 
los progresos de que despues hizo caudal la Medicina para por 
último fijar muchos principios que solo habia entrevisto.-—En- 
tónces no se conocian los vasos capilares, que como sabemos, 
establecen una circulacion libre entre las arterias y las venas: 
no se sabia que las arterias contuvieran sangre: segun los cono- 
cimientos de aquella época la sangre no se movia sino en las 
venas, y las arterias no contenian mas que aire, lo cual les hi- 
zo dar su nombre: consecuente con estas ideas el movimiento 
de la sangre no debia consistir mas que en un cambio de lugar 
alternativo en dos sentidos, hácia adelante y hácia atras: mo- 
vimiento y no circulacion. De esta manera, sin duda, lo com- 
prendió Hipócrates, y los demas lo comprendieron tambien 
con él, 

Francisco de la Reina, muy posterior á esos médicos, pudo 
advertir el movimiento, porque si hubiera tenido la inspira- 
cion y demostrádola, por él se hubiera empezado la revolucion 
de la Medicina, y su nombre en lugar del de Harvey hubiera 


383 


resonado en el mundo, preconizándose en las Enciclopedias y 
en las obras desde entónces publicadas. Esto es todo lo que en 
mi concepto puede documentarse con relacion al punto históri- 
co invocado.—Dignos son de todo encomio los apuntes traidos 
por el Sr. Ramirez en el discurso inaugural que acabamos de 
oir y á que voy contrayéndome: un profesor que así conoce la 
historia. de su ciencia, necesariamente debe estar familiarizado 
con ella, caminar á la par de los adelantos modernos, y sentir- 
se animado de las competentes fuerzas para observar con 
mayor asiduidad, para proponer todo lo que sirva para enri- 
quecer los sistemas prohijados por la practica mas adelantada, 
consiguiendo los triunfos mas envidiables. 

La Veterinaria no es mas que la Medicina aplicada en to- 
das sus partes á los animales que el hombre tiene empleados 
en sus trabajos, en su alimentacion, y de que saca partido tam- 
bien para su auxilio en diversos actos de la vida.—El buey, el 
caballo, el perro, la oveja €c. han llegado 4 hacérsele indispen- 
sables: ellos representan cantidades que pueden formar una 
fortuna, y su conservacion es del resorte de la Economía, de 
los intereses materiales, que nadie desprecia en ninguna parte. 
Ellos, pues, corresponden al reino animal, que es uno de los 
tres que constituyen la naturaleza: ellos son materia organiza- 
da, y de este modo se comprende que incluyen órganos y fun- 
ciones, órganos y funciones sujetos á casi todas las alteracio- 
nes é irregularidades que se observan en el género humano.— 
De aquí la necesidad de conocer la estructura de ellos, las se- 
ñales de su estado de salud, los fenómenos de sus enfermeda- 
des, los medicamentos apropiados para combatirlas, los medios 
mejores para conservarlos sanos y las operaciones practicables 
en el caso de tener que operarlos.-—Hé aquí como la Veteri- 
naria se nos presenta como una ciencia dividida en varios ra- 
mos cada uno de los cuales demanda especiales estudios. -—Des- 
pues de esto no pueden omitirse otros muchos conocimientos 
como los que se refieren al clima, á las estaciones, y á otras 
muchísimas circunstancias que seria largo enumerar. Todo es- 
to llamó la atencion de los sabios; los Gobiernos los secunda- 
ron y de aquí el estudio reglamentado de los animales, la ins- 
titucion de Escuelas, y por último la ciencia. Las enfermeda- 


384 


des en el hombre y en los animales son tan antiguas como la 
existencia de aquel y de estos: el primer hombre que enfermó 
fué su propio médico; el primer pastor fué el primer veterina- 
rio. La Medicina y la Veterinaria empezaron por el empiris- 
mo para llegar al punto en que hoy se encuentran: esto excu- 
sa demostraciones, y si nos ocupáramos de ellas nos dilataría- 
mos mucho mas de lo que es nuestro propósito. 

Pues bien, ya que la Real Academia tiene la satisfaccion 
de contar hoy en su seno con los ilustrados profesores que com- 
ponen la nueva Seccion, á esta toca promoyer en el círculo 
de sus atribuciones todo lo que crea concurrente para la difu- 
sion de los conocimientos de su objeto en todas sus relaciones. 
Y no se crea que con esta indicacion intento señalarle con el 
dedo el camino que haya de seguir: amante como el que mas. 
de todo progreso científico, las ideas que he emitido me han 
conducido forzosamente á esta conclusion. La Seccion en par- 
ticular y la Real Academia tambien estimarán en lo que vale 
una recomendacion cuyo fundamento no es mas que la expre- 
sion de lo que todos sentimos y deseamos con ardor ver con- 
sumado. 


APUNTES PARA LA FLORA CuBANa; por D. Tomás Gonzalez y 


Delgado. 


(PRESENTADOS Á LA REAL ACADEMIA EN SESION DEL 22 DE DICIEMBRE 
DE 1867.) 


INTRODUCCION. 


Hace algun tiempo que se viene sintiendo la imperiosa ne- 
cesidad de adelantar el estudio de nuestra Flora. Casi hasta el 
presente siglo puede decirse que no bastó lo rico y variado de 
su vegetacion para que yaciera en el olvido, no sin grave per- 
juicio para la ciencia y aun para el pais mismo, que hoy la- 
menta la falta de una terapéutica especial, y quizas envidiable, 
suficiente á responder de una manera halagijeña á las exigen- 
cias del arte de curar; y esto que á primera vista parecerá ex- 


385 


traño, mo lo es, sobre todo entre nosotros donde el genio del 
mercantilismo todo lo atropella, y donde la ciencia, ocupando 
un puesto secundario, ha tenido que luchar mucho para lograr 
sacudir el yugo que la oprimia, gracias al decidido empeño de 
unos cuantos beneméritos patricios, que desviados del torrente 
general y consagrado al estudio los mejores dias de su vida, 
han llegado á forjarle un bello porvenir, mas bello aun desde 
que los hombres de ciencia nos lo han hecho concebir muy de 
cerca, al reunirse para formar una Corporacion que marcara en 
lo adelante la senda segura de elevarla á un alto puesto. 

No se diga por esto que toda la Flora tropical ha corrido la 
misma suerte: la mayor parte ha sido visitada por multitud de 
sabios extrangeros que bajo la apacible sombra de sus mages- 
tuosas selvas, han robado á sus profundidades sus mas valiosos 
tesoros y revelado á la ciencia sus mas recónditos misterios. — 
Jacquin, Poeppig, Linden, Kunth, el gran Humboldt, fuéron 
los únicos que no olvidaron nuestra Antilla: la Botánica cuba- 
na tiene para ellos un grato recuerdo que guard ar y multipli- 
cados beneficios que agradecer; pero, á pesar de esto, muchas 
plantas quedaron aun desconocidas, porque sus residencias en 
nuestro suelo fueron demasiado cortas, y sus estudios limita- 
dos al estrecho campo que pudo ofrecerle esta circunstancia. 
Botánicos hijos del mismo suelo hoy interrogan mas despacio 
á su elegante Flora: de ellos, pues, y de sus discípulos, junta- 
mente con los medios suministrados por el colector americano 
Mr. Wright á sabios como Grisebach, Eaton y Sullivan, la 
Flora de Cuba debe esperar muchísimo. 

Empero la tarea es grande, y necesario es que todos en co- 
mun cooperen al mejor fin: los hombres de saber por una par- 
te; los pobres de ciencia por la otra. Se nos preguntará acaso 
de qué manera podrán estos últimos verificarlo? En breve con- 
testarán nuestros trabajos.—Al publicarlos tan solo nos ha 
movido el deseo de rendir este pequeño tributo á la ciencia, 
destinado, si no á engrandecerla, por lo ménos á proporcionar 
alguna utilidad á los que en mejores condiciones de conoci- 
miento y material, se han lanzado á explorar la lozana y exu- 
berante vegetacion de nuestros campos. 

Dichos trabajos, que bajo el título de “Apuntes para la Flora 


386 


Cubana” hemos tenido el honor de presentar y la honra de 
que se aceptaran por la ilustre Academia que rige los destinos 
científicos de nuestro pais, se compondrán de una serie de ar- 
tículos que llevan por objeto enumerar y revisar todas las 
plantas dadas de una manera bien fija como de la Isla de Cu- 
ba en las obras descriptivas de botánica que se hallan á nues- 
tra disposicion, ya que no podamos hacerlo, como bien quisié- 
ramos, en todas las generales como Prodromus, Systemas, Spe- 
cies, etc. y en las particulares como Floras, Catálogos y publi- 
caciones diversas; porque para ello se necesitaria el recurso de 
una buena biblioteca, y entre nosotros, como nadie ignora, es 
ramo este bastante descuidado, escaseando sobremanera en las 
pocas que existen las obras científico-naturales. Esta revista, 
entre otras muchas ventajas, hará conocer algunas especies que 
efectivamente habiten nuestra Isla y que por su rareza ú otras 
circunstancias se hayan escapado al escrutinio de los herbo- 
rizadores. 

Al presente compilamos las citadas por Cavanilles, Sprengel 
y Augusto Píramo De-Candolle, para continuar mas tarde con 
las dadas por Alfonso''De-Candolle, Duby, Decaisne, Benth, 
Choisy, Nees de Esenberck, Schauer, Boissier, Augusto E. R. 
Grisebach, Dunal, Moquin-Tandon, Meisner y Miller. Aunque 
disponemos de las Floras de Descourtilz, Chaumeton, Poiret 
y Tussac, no hemos podido efectuar en ellas igual trabajo, por 
hallarse la patria de las plantas indicadas de una manera ge- 
neral y no con la precision que deseamos: las obras de Hum- 
boldt, Bonpland y Kunth han quedado en el mismo caso, por- 
que las especies de estos autores están todas reproducidas con 
el mismo habitat en el Prodromus de De-Candolle, sobre el 
cual recae una de nuestras revistas. 

Entre las obras que examinamos actualmente se encuentran 
algunas que nos han dado bien poco fruto; tal es, por ejemplo, 
la de Cavanilles titulada /cones et Descriptiones plantarum, la 
cual despues de revisada en sus seis tomos en folio, nos ha ve- 
nido á dar una sola especie: no así la “Descripcion de las plan- 
tas que D. Antonio Josef Cavanilles demostró en las lecciones 
públicas de 1801 y 1802,” que en su reducido volúmen nos 
ha mostrado quince. 


387 


C. Sprengel en su Systema vegetabiléum no ha estado parco 
en especies cubanas: encuéntranse con el dictado de Cuba, Ha- 
vana, etc. mas de ciento sesenta plantas. Aquí adver pet 
de paso, en lo que refiere á este autor, como nos hemos abste- 
nido, siguiendo el parecer de Poey, de incluir muchas, cubanas 
tal vez, pero citadas de una manera general como de las Anti- 
llas, de la América tropical, etc., y otras como parásitas de ve- 
getales que viven en la Isla; v. g.: Sphaeria palmicola Fries, 
in fructibus Cocdes nuciferae; Iirineum Calabae Kunze, in fol- 
is Calophyllii Calabac; etc. En lo primero nos hubiera resul- 
tado lo que 4 muchos naturalistas que han llenado de confusion 
nuestra Ictiologia y Entomologia, citando como de Cuba, por 
el solo hecho de habitar en las Antillas, peces ajenos ánues- 
bros mares é insectos extraños á nuestro suelo. Respecto de lo 
segundo, no estamos suficientemente ilustrados para decidir; 
y por otra parte son tan pocas las señaladas de ese modo, que 
quedan anotadas con añadir á las antedichas parásitas las si- 
guientes: Sphaeria Tunae Spreng., Sph. Cacti Schw., Uredo se- 
getum Pers. (Carbo et Maydis D. C.) 

El Prodromus Systematis naturalis Regni vegetabilis de 
De-Candolle es la obra que presenta mas abundancia de mate- 
rial. En la parte que corresponde á Mr. Augusto, las patrias de 
las especies que nos ocupan son, Ó copiadas de Humboldt, 
Bonpland, Kunth, Poeppig y Jacquin, ó comunicadas por el 
botánico D, Antonio de la Ossa y el Sr. D, Ramon de la Sa- 
gra: en ámbos casos así se expresa. En la que toca á su hijo 
Mr. Alfonso, hay que agregar ademas las de la coleccion de 
Linden, y en los tomos publicados últimamente las de la de 
Wright, con especificacion de los números de este colector botá- 
nico.—Aunque con rareza, se designan en esta obra algunos 
nombres vulgares, muchos de ellos mal ortografiados. 

Permítasenos de paso protestar contra una práctica antilógi- 
ca en su forma, censurable en su fondo, fatal en sus consecuencias; 
práctica desgraciadamente arraigada entre todos los botánicos 
y algunos otros naturalistas, desechada al presente por los en- 
tomólogos y malacozoólogos y que esperamos verla por comple- 
todesterrada en todos los ramos de Historia Natural; á saber: 
referir el nombre del autor al género, agrupamiento artificial, 


388 


variable, sujeto á la voracidad de esa legion de monografistas 
que lo despedazan hoy al infinito para dar el trabajo: de tener 
que reconstruirlo mañana; y no á la especie, entidad real, el ser 
en sí, invariable, que es y será tambien mañana. ¿Qué razon 
hay para escribir Tecoma stans Juss., Pharbitis Nil Chois., 
Poeppigia procera Presl: no seria mas razonable Tecoma stans 
E., Pharbitis Nal L., Poeppigia procera Poepp., por no haber si- 
do Jussieu el autor de la voz específica stans, Choisy el de la 
voz Nil, Presl el de la procera? Evidentemente que sí; pero un 
espíritu que nos abstenemos de ealificar no lo ha querido así. 
“Todo el que sabe,—dice Poey,--que la especie es la unidad 
zoológica (la unidad botánica en este caso), siempre invariable, 
no vacilará al resolver esta cuestion: mi opinion particular va- 
le poco, pero responderé con las palabras de un profundo natu- 
ralista, el Dr. D. Lud. Pfeiffer, que dice: Vomen auctoris adjeci 
absque ullo respectu generis. Genera enim sunt artificialia, ct 
sententiae auctorum de eorum entensione valde dhiscrepantes; 
species autem naturales, quare proprictas ¿llvus qui primus ín 
scientiam cas introduxit.”-—Sectarios nos declaramos por tan- 
to de la escuela que admite el conocido aforismo del natura- 
lista cubano: Vomen auctoris ad speciem perpeluam refertur, 
nec ad variabile genus; lo cual nos ha sido indispensable con- 
signar, para evitar la confusion que pudiera resultarle «ul que 
viese en nuestras Revistas el autor de una planta distinto al 
que lleva en la obra á que lo remitimos. Para mayor claridad, 
inmediatamente despues del autor de la especie, colocarémos el 
del género con que fué descrita por él. 

Terminamos: á continuacion aparecerán sucesivamente los 
artículos mencionados, atendiéndose para sus publicaciones al 
órden cronológico de autores. 

Las clasificaciones serán las mismas que las empleadas por 
cada uno, con lo cual creemos llenar un deber y ofrecer mayor 
comodidad álos que hayan de valerse ulteriormente de nues- 
tros apuntes. 

En cada especie, despues de la cita del autor, se hallarán otras 
que intercalamos de nuestra parte para confirmar de esa manera 
la legitimidad de la patria; quedando elegidos para el efecto, co- 
mo autoridades muy válidas por haber trabajado sobre la Flo- 


389 


ra cubana, A. Grisebach, Aq. Richard y C. Montagne, sin dejar 
por esto de servirnos de otros en determinadas ocasiones. Igual- 
mente damos en cada una el nombre con que se conoce entre el 
vulgo, é indicamos á la ligera algunas de sus propiedades, 
usos y particularidades mas importantes. 


REVISTA DE LAS PLANTAS CITADAS COMO DE LA ISLA DE CUBA 
POR CAVANILLES. 


III. TRIANDRIA. 


Genus Cenchrus, Lin. 


C. ECHINATUS L., Spec. plant., vol. TV, p. 314.—Habana: Cavan., 
Descrip. de las plant., p. 302, n. 733. Cuba: Grisebach, Catal. plant. 
cubens., p. 234. Crescit ubique in locis cultis et arenosis insulae Cubae: 
Ag. Rich.; in Hist. Sagrae, Flor. Cub., edit. hisp., UL, p. 310. 

Planta comun á las otras Antiilas, bastante vulgar y conocida 
por la particularidad de sus frutos erizados que se prenden al cal- 
zado, vestidos, etc. del que transita por los campos donde existe; 
sirve solo como yerba de pasto.—Vulgo cubano: Guisasillo. 


V. PENTANDRÍA. 


Genus Ípomoca, Lin, 


Í. HETEROPHYLLA ORTEG., Dec., 1, p. 9.—Cuba: Cavan., loco cita- 
lo, p. 99, núm. 246; Griseb., loco citato, p. 205. Orescit in insula Cu- 
ba (sec. clar. Chois.): Aq. Rich., loco citato (nomine Pharb. heterophyl- 
lae), U, p. 129. In Cuba: Chois. (nomine Pharb. heteroph.), in De- 
Cand., Prodrom., IX, p. 344, num. 19. 

Mantenida como /pomoea por Grisebach: colocada en el género 
Pharbitis, Choisy, por la generalidad de los autores. 

1. sINuATA L., Convolvulus, Mantis. plant., 204 (in Cavan., sinuata 
Orteg., Dec., 7, p. 84).—Isla de Cuba: Cavan., loc. cit., p. 100, núm. 
247; Griseb., loc. cit. (nomine Ipomoeae dissectae), p. 201. Crescit in 
insula Cuba: Aq. Rich., loc. cit., UL, p. 131. 

Grisebach da la especie con el nombre de Zpomoea dissecta; mién- 

T. 1v—51 


390 


tras que Choisy la considera legítima y lleva la dissecta á su sinoni- 
mia. Crece igualmente en las demas Antillas y parte del Conti: 
nente. Colmeiro se inclina á creer que sea ésta una de las plantas, 
abundante en Cianido hídrico, con que se prepara el licor denomi- 
nado Noyó.—Vulgo cubano: Bejuco de indio. 


Genus Datura, Lin. 


D. CERATOCAULA ORTEG., Dec., 1,p. 11.—Isla de Cuba: Cavan., 
loc. cit., p. 103, núm. 258. Crescit in insula Cuba: Aq. Rich., loc. cil., 
IL, p. 119. In insula Cuba: Dunal, in De-Cand., Prodrom., XUL, sec. 
tio prior, p. 544 num. 18. 

Especie no muy comun. Usanse el alcoholaturo, extracto y de- 
cocto de las hojas: los dos primeros en ciertas afecciones nerviosas, 
el último contra la ciática.—Vulgo cubano: Chamico silvestre. 


Genus Cerbera, Lin. 


C. Tueveria L., Spec. plant., vol. 1, p. 591.-——Isla de Cuba: Cavan, 
loc. c., p. 108, núm. 270; Griseb. (nomine Thevetiae nerúfoliae), loc. C., 
170. Crescit in insula Cuba: Aq. Rich. (nomine Thevet. nerúf.), loc. c., 
UL p. 88. | 

Es hoy Thevetia nerúfolia Juss; planta cuya corteza, hojas y semi- 
llas poseen un jugo latescente venenoso, reputado drástico y 'emé- 
tico en dósis convenientes. Las hojas y semillas machacadas se em- 
plean contra las mordeduras de Jos ofidios, para curar las úlceras 
malignas y moderar las inflamaciones hemorroidales: estas últi- 
mas son emulsivas. En algunos puntos del Continente se sirven 
de su leño, frutos y partes herbáceas para embriagar los peces de 
los rios, y los primitivos habitantes ahuecaban la testa de la semi- 
lla para formar collares, cuyo ruido parecia gustarles mucho, espe- 
cialmente en sus danzas.—Vulgo cubano: Cabalorga. 


Genus Solanum, Lin. 


S. FICIFOLIUM ORTEG., Dec., 9, p. 116.—Isla de Cuba: Cavan., 
l. c., p. 113, núm. 285; Griseb. (nomine Solani torvi), l. c. Crescit in 
insula Cuba: Aq. Rich. (nomine Sol. torv.), l. c., UL, p. 124. 

Es el Solanum torvum Swartz; planta silvestre bastante comun. 
Empléase la raiz como diurética, lo mismo que las hojas, cuyo de- 
cocto se dice tener algun éxito en la anasarca.—Vulgo cubano: 
Pendejera. 


391 


Genus Heliotropium, Lin. 


H. CURASSAVICUM L., Spec. plant., vol. L, p. 381.—Habana: Cavan., 
l. c., p. 361, núm. 848. Insula Cuba: Griseb., l. c., p. 211. Crescit in 
diversis insulae Cubae regionibus, in locis cultis: Aq. Rich., 1. c., IL, 
p. 116. 

Especie extendida 4 las Antillas y gran parte del Continente. 
La planta toda se reputa emoliente, y no debe confundirse con el 
Heliophytum indicum L., de propiedades médicas diversas.-—Vulgo 
cubano: Alacrancillo de mar. : 


Genus Capsicum, Lin. 


C. MICROCARPUM DC. (non Cavan.), Cat. hort. bot. monsp., p. 86.— 
Habana: Cavan., l. c., p. 871, núm. 868. 

El autor da la especie como nueva, y dice que se conoce entre 
nosotros con el nombre de Agihuahuas. Buscándola en los autores 
posteriores, solo encontramos un €. microcarpum D. C., que á nues- 
tro modo de ver es la misma planta; en efecto, léese en la diagnó- 
sis y descripcion de Cavanilles: «caule frutic0sO ...oooocoommmmmon.. folíis 
ovato-acuminatis: baccis minimis, rubris.» «Hojas de dos pulgadas de 
largo, y sus peciolos cortos. Nacen las flores, ó solitarias, ó de dos 
en dos en las dicotomias, sostenidas por pedúnculos derechos y 
engrosados cerca del cáliz. Este tiene cinco dientes agudos y 
AMA PA :las bayas son rojas; tienen cuatro líneas 
de largo y línea y media de ancho.»-——Léese en la descripcion que 
da Dunal del C. microcarpum D C.: «frutescens, foliis ovatis acumina- 
Uria a a calyce 5-fido, laciniis teretiusculis subulatis pa- 
A O Folia 24-83 poll. longa........ Sp ds Petioli 8--10 
lin. longa. Pedunculi solitarii gemini ternique, apice subincrassati. Bac- 
ca 4-5 lin. longa, 2% lin. lala,....oooommmmomos.»...o. . rubra.» (De-Cand., 
Prodrom., XIII, sectio prior, p. 420, num. 26.) 

Ahora bien: para decidir sobre cual de los dos debe ir á la sino- 
nimia, no hay mas que tener presente que De-Candolle nombró la 
especie por primera vez en su Catalogus plantarum horti botanic 
monspeliensis, 1813, y Cavanilles en la obra citada, 1827. Hay que 
tener en cuenta para vindicacion del segundo, que cuando él des- 
cribió la planta fué en su Curso de 1802, pero que el resultado 
- de ese curso no se dió á luz hasta el año de 1827, época en que el 
primero la habia ya dado á conocer. 

Respecto del nombre vulgar no hay mucha conformidad, Grise- 


392 


bach refiere la planta que nuestro vulgo llama A7-guaguao, al C, 
baccatum L., que para otros es el Aji-agujeta; Colmeiro aplica igual 
denominacion al C. conoides Mill, y los mas le hacen corresponder 
al Co microcarpum DC.: pudiera suceder que el tal nombre se aplica- 
se á dos ó tres especies. 


VI. HEXANDRIA. 


Genus Agave, Lin. 


A. sPICATA CAVAN., Descrip. de las p!l., p. 454, núm. 1009.—Ha- 
bana?: Cavan., loc. cit. Insula Cuba: Griseb., l. c., p. 250. Crescit cir- 
ca Havanam; Aq. Rich., l. c., IL, p. 261. 

El autor no asigna á la Habana como patria sino con duda; pe- 
ro la hemos visto confirmada en Grisebach y Richard. Es uno de 
nuestros Magueyes: ignoramos si recibe del vulgo algun dictado 
particular. 2 


XI, POLYANDRIA. 
Genns Argemone, Lin. 


A. MEXICANA L., Spec. plant., vol. 11, p. 575.—Habana: Cavan., 
l. c., p. 482, núm. 1053. Insula Cuba: Griseb., l. c., p. 5. Crescit fre- 
quentissime insulae [ Cubae] stationibus: Aq. Rich., l. c., 1, p. 28. 

Especie comunísima que presenta una variedad albiflora. Esta 
planta produce un jugo gomo-resinoso amarillento, cánstico, anti- 
herpético, que seco y pulverizado es un fuerte estornutatorio. Las 
semillas poseen propiedades eméticas, son muy útiles en ciertas 
afecciones del pecho y constituyen el alimento preferido de algu- 
nas palomas: las hojas, en el concepto de muchas personas, riva- 
lizan con la Quina en sus propiedades febrífugas, y seria de desear 
que nuestros médicos estudiaran este particular. —Vulgo cubano: 
Cardosanto. | 


XII. MONADELPHIA. 
Genus Malva, Lin. 
M. LEPROSA ORTEG., Dec., 8, p. 95.—Isla de Cuba; Cavan., l. c., p. 


172, núm. 425; Griseb., l. c., p. 24, sp. +. Crescit in insula Cuba: Aq. 
Rich., 2. c., £ p. 41. 


393 


Especie mal conocida, citada por Richard bajo la autoridad de 
Mr. Augusto De Candolle, y de la cual tenia tan poco conocimien- 
to, segun indica, que ignoraba hasta que perteneciese al género 
Malva. Grisebach veinte años despues, todavía le antepone el sig- 
no de oscuridad. 


XITT. DIADELPHIA. 


Genus Clitoria, Lin. 


C. sPEcIOSA CAVAN., Descrip. de las plant., p. 182, núm. 448.— 
Habana [J. Guio]: Cav., l. c. 

Bonita especie, no mencionada por Grisebach ni por Aq. Ri- 
chard, tal vez porque hayan resuelto esta pregunta que á cerca de 
ella hace Augusto De Candolle: An forte Clitoria Plumieri2; pero 
ello es que ninguno de los dos la hace aparecer en la sinonimia de 
la Centrosema Plumieri Turp. Nosotros la hemos visto en el Jardin 
Botánico de esta ciudad, con el nombre de «Clitoria speciosa Cavan. 
——Vulgo: Frijol de olor», denominacion vulgar quetambien le asig- 
nan Cavanilles y Colmeiro. Algunos en dicho establecimiento no 
la conocian sino por el dictado general de Conchitas. 


Genus Psoralea, Lin. 


P. MUTABILIS CAVAN., [con. et Descript. plant., vol. IV, p. 65, n. 
435, tab. 394.-——Habitat in insula Cuba: Cav., l. c. 
Véase Parosela mutabilis Cavan. 


Genus Parosela (*), Cavan. 


P. MUTABILIS CAVAN., Descrip. de las plant., «p. 186, núm. 457.— 
Habana: Cavan., !. c. Habitat in insula Cuba: Id., Icon. et Descrip. 
plant., vol. IV, p. 65, n. 435 [nomine Psoraleae mutab.], Insula Cuba: 
Griseb., l. c., p. 69 [nomiíne Daleae mutab.]. Crescit in insula Cuba: 
Aq. Rich., l. c., £, p. 178 [nomine Daleae mutab.]. 

Es la especie anterior, colocada por su mismo autor en este gé- 
nero, no aceptado por los botánicos 4 causa de estar basado en 
caractéres de poco valor. En el dia se incluye en el Dalea, Lin., 
nombrándose á la especie mutabilis Willdenow, lo cual parece ser 


(*) Casi todos los autores escriben Parosella: creemos mas conveniente conservar 
la ortografía de Cavanilles, porque, segun él mismo declara, este nombre es la anágra- 
ma de Psoralea. 


394 


inexacto en cuanto al nombre y en cuanto al autor: nos esplicare 
mos. La primera vez que se dió á conocer lo fué por Gomez Orte- 
ga [Dec., 8, p. 32.] que le impuso el de Dalea obovatifolia; mas tar- 
de Cavanilles la describió sucesivamente, primero como una Pso- 
ralea [ Icon., l. c.], luego como una Parosela [ Desc., l. c.], en ámbos 
casos llevando á su antecesor á la sinonimia y, sin una razon plau- 
sible, mudando en mutabilis el nombre que diera aquel á la espe- 
cie; Willdenow despues en su Linnaei Species plantarum, tom.3.9, 
pág. 1339, vuelve 4 considerarla como una Dalea, admitiendo el 
. cambio efectuado por aquel autor: todos los botánicos han estado- 
escribiendo desde entónces Dalea mutabilis Willd., que en todo ca- 
so, siguiendo el principio consignado en nuestra introduccion, de- 
beria ser D. mutabilis Cavan., pero que, á pesar de todo, desecha- 
mos tambien, respetando, como se debe, el derecho de prioridad 
que asiste 4 Gomez Ortega. 


XIV. SYNGENESIA. 
Genus Eupatorium, Lin. 


E. CANESCENS ORTG., Dec., 3, p. 34.—Isla de Cuba: Cavan,, l. C., pa 
191, núm. 470; Griseb., l. c., p. 148 [nomine Khuniae rosmarinifoliae]. 
Crescit in insula Cuba: Aq, Rich., l.c., 11, p. 38 [nomine K. rosmari- 
nif]. 

Es la K. rosmarinifolia Vent.; especie de un color general blan- 
quecino, á la cual conviene por lo tanto la voz canescens, no Con» 
servada por ser mas antigua la de rosmarinifolia, que tambien ex- 
presa uno de sus caractéres; porque en efecto, sus hojas son linea- 
res, sentadas, algo parecidas á las del Rosmarinus officinalis L. 


XV. CRYPTOGAMIA. 
(enus Meniscium, Schreb. 


M. SERRATUM CAVAN., Descrip. de las plant., p. 548, núm. 1156. 
—Habana: Cavan., l. c., p. 549. 

El autor dice haber recibido la especie de la Habana por con» 
ducto de D. José Guio. Entre los helechos, solo menciona Grise- 
bach en su Catálogo, los M. reticulatum Sw. et angustifolium Willd. 


Forman un total de diez y seis especies, de las cuales solo una 
es probable que no sea de Cuba. 


395 


Obras de Cavanilles que se citan: /cones et Descriptiones planta- 
rum, -VL, in fol.,—Matriti, 1791-1800; Descripcion de las plantas 
que D. Antonio Josef Cavanilles demostró en las lecciones públi- 
cas de 1801-1802, L, en 8.“ ,-—Madrid,--1827. 


[ Cantinuarán]. 


DiscusioN ACERCA DEL COLERA.—DISCURSO DEL LbDo. D. J. Francié: 
co Ruz. 


(SEsION DEL 8 DE DICIEMBRE DE 1867.) 


Sres: —El dia que tuvimos la honra de oir la lectura de la me- 
moria del Sr. Havá acerca del cólera, experimentamos una viva 
satisfaccion, y aplaudimos á pesar de hacer muy radicales reser- 
vas sobre las doctrinas que se sustentaban. Aplaudimos el talen- 
to y sagacidad, la exposicion clara, el entusiasmo con que nuestro 
amigo contribuye al movimiento y la vida de la Academia. Pero 
junto con la voz del elogio espontáneo y sincero, se mezcló la de 
la murmuracion, que dentro y fuera de este recinto es hija de ri- 
validades mezquinas ó antipatías injustificables. Por fortuna no 
nos encontramos en ninguno de estos bandos, porque nos alegra, 
en vez de entristecernos, los lauros que el talento conquista en to- 
das partes. Unos dijeron, “eso es de Robin;” otros agregaron, “que 
no habian menester de lecciones.” Yo nunca diria que una me- 
moria que tiene sus fundamentos en las investigaciones de Robin, 
Bernard, Brown Séquard, c. deja de ser original. Las ciencias son 
solidarias; la division del trabajo es una consecuencia forzosa que 
impone la multiplicidad de los objetos que estudia, porquees pre- 
ciso que unos investiguen y otros apliquen. ¡Bienaventurados los 
que pueden sobre trabajos ajenos edificar trabajos propios, y Dios 
nos libre de aquellos que en todo son originales! 

La idea de la deshidratacion de los principios inmediatos en el 
cólera, la explicacion de sus principales síntomas, en una palabra la 
fisiología patológica pertenece al ilustre Mr. Robin (maestro de 
sabios). De su trabajo tomó Havá la idea primitiva que servia de 
comprobacion á una opinion que ya habia reflexionado, y escribió 
su memoria, en la cual ni está todo lo que ha escrito Robin, pues 
nuestro compañero se ha separado en muchos puntos culminantes. 


306 


En su excelente obra sobre los humores del organismo, consagra 
el histólogo de la Escuela de Paris siete páginas al estudio de las 
alteraciones de la sangre en el cólera y en las enfermedades por in- 
feccion miasmática. sas siete páginas no son, como hemos dicho, 
mas que de fisiología patológica; de modo que la patología, discu- 
sion de la naturaleza, clasificacion, comparacion, crítica, aplica- 
ciones terapéuticas y profilácticas, todo es de Havá.——A los que 
no necesitan lecciones los felicitamos, pero en cambio les suplica- 
mos que nos hagan oir las suyas, pues no nos avergonzamos de con- 
fesar que con ellos deseamos ilustrarnos.-—Esta es la oportunidad 
de señalar un vicio constitucional de la Academia. Fué un vírus 
que se le inoculó en el primer dia de su existencia, yo no diré 
por quien, y que constituye hoy una enfermedad diatésica. Si es 
nuevo un trabajo no puede ser bueno, porque no lo ha dicho nadie 
ántes; y si no es nuevo, no tiene mérito, porque es la repeticion de 
lo que todos han dicho. Absurdo ó plagió: ved aquí los dos térmi- 
nos de ese espantoso dilema con que nuestra injusticia apaga el 
entusiasmo y mata entre nosotros el amor á las discusiones acadé- 
micas. Los que han envejecido en la ciencia acusan de ligeros é 
imprudentes á los jóvenes que siguen ardorosos la marcha progre- 
siva de la ciencia; y estos, á su vez, reaccionan contra el espíritu in- 
diferente y estático de los viejos. Terminada esta digresion que 
Vds. me perdonarán por ser breve, voy á principiará examinar 
el trabajo del Sr. Havá; advirtiendo desde luego, que nuestro 
amigo ha sido decidido, que ha asentado categóricamente su doc- 
trina sin vacilacion ni reservas. Esta actitud franca y leal por su 
parte, hará mas desembarazada y precisa la impugnacion, y por 
consiguiente, la discucion mas metódica. 

La memoria puede dividirse de esta manera:—Definicion; suce- 
sion de los síntomas; naturaleza de la enfermedad; exposicion de 
la teoría; exámen de los síntomas. Idea sobre el miasma; conside- 
raciones pronósticas, terapéuticas y profilácticas. (1) 

Definicion.—“Independientemente de toda consideracion genésica 
“mas ó ménos probable, el cólera es una enfermedad violenta que 
“consiste en pérdidas continuas, abundantes, que pudiéramos lla- 
“mar súbitas, de líquidos del organismo exhalados por la mucosa 
“del estómago y de los intestinos.” De las dos condiciones lógicas 
que son la brevedad y exactitud, ha sacrificado el Sr. Havá la mas 
importante á la mas secundaria. Por ser breve no ha sido exacto. 
Definir es distinguir una cosa entre otras, y seguramente el cóle- 


(1) Véase Anales, t. IV, pág. 302. 


397 

ra no se distinguiria de un envenenamiento por el emético, de los 
efectos de un drástico violento, segun la definicion que objeta- 
mos. Y tan cierto es esto, que en la página 5 el mismo autor agre- 
ga, “que solo la idea de la causa sirve para hacer el diagnóstico 
diferencial de 4mbos estados.” Pero el Sr. Havá dirá, que no se co- 
noce la causa del cólera y poreso ha dicho independientemente de to- 
da consideracion genésica, y yo le responderia: 1.2 que la ignoran- 
cia de la causa es ya un signo distintivo; 2.2 quexzun con ausencia 
de este dato etiológico, todavía es posible la diferencia, teniendo 
en cuenta los caractéres clínicos de la diarrea en el cólera y los de 
los distintos envenenamientos; 38.2 que aun á falta de ellos, toda- 
vía hay profundas diferencias en la sintomatología general. Para 
que la definicion hubiera sido exacta se debió fijar todo lo que po- 
dia servir para distingnir. 

Ocupémonos de lo que el autor llama fenómenos de fisiología 
patológica por órden de su fatalidad orgánica, para demostrar que 
nies consecuente con su doctrina, ni con la clínica. Cuando im- 
pugnemos la teoría, nos esforzarémos en probar lo segundo para 
evitar enojosas repeticiones. 

Dice el Dr. Havá, “que bajo la accion de una causa desconocida 
“los elementos sólidos de la sangre pierden la propiedad fisiológica 
“de hidratacion. Que desde ese instante el organismo tiende á se- 
“parar el agua que constituye el vehículo natural de esos elemen- 
“tos. Que la sangre se hace mas densa y su circulacion mas difí- 
“cil.” Luego el decaimiento de la circulacion arterial debe ser ló- 
gicamente el primer fenómeno de fisiología patológica y no el ter- 
cero como está en el cuadro del Sr. Havá. “La Bra no estimula 
en proporcion nien calidad los centros nerviosos,” luego el de- 
caimiento de la excitacion nerviosa que está bien colocado en el 
segundo término, debe producir el abatimiento de las fuerzas como 
su consecuencia inmediata, siendo el tercer fenómeno que el Dr. 
Havá coloca el primero. Basta lo expuesto para evidenciar el desa- 
cuerdo de la teoría con la sucesion de Jos síntomas. El Sr. Havá 
diria que todo es simultáneo; y yo le responderia, primero: —que 
la simultaneidad debilitaria la teoría, puesto que es preciso que fal- 
ten los líquidos para que exista la causa generadora;—segundo, 
que no sou simultáneos; tercero, que analizando la fisiología pa- 
tológica debió principiar en lo primero en su órden de fatalidad. 

Sostiene el 'Sr. Havá que lo único que separa el cólera epidémi- 
co del esporádico es el mayor 6 menor grado de intensidad, y 
agrega que en todas las enfermedades sucede lo mismo: que el 
catarro simple es la misma especie nosológica que el catarro epi- 

T, I1y-—92 


398 


démico; la fiebre biliosa la misma que el vómito negro; la disen- 
tería simple la misma que la disentería epidémica. Me conviene an- 
te todo decir, que yo no vengo á sostener que sean distintas, sino 
que las razones que se dan para asegurar que son idénticas son 
insuficientes. 

No es la mayor % menor intensidad del mal lo que constituye 
las diferencias. Con ese criterio no habria clasificacion posible; 
volveriamos á la dicotomía de Brown y de Broussais, negando una 
de las grandes conquistas del inmortal Bretonneau. Distingue al 
catarro simple la sintomatología, la marcha, el pronóstico y el tra- 
tamiento. Producen el primero el enfriamiento súbito, la hu- 
medad y los cambios. atmosféricos. Tiene dos períodos, el de exci- 
tacion Ó febril y el de secrecion con que termina. Es siempre be- 
nigno, salvo complicaciones ajenas á la enfermedad, y se cura con 
el reposo, la dieta y los sudoríficos. El catarro epidémico, gripa 
ó influenza, constituye una de las epidemias que han sido mas 
desvastadoras; es contagioso; la lesion local no es mas que la ex- 
presion de un estado particular de todo el organismo: de aquí su 
tendencia á generalizarse;--se acompaña de fenómenos graves-- 
su marcha es incierta y el tratamiento varía segun sus manifesta- 
ciones. * No es la mayor intensidad lo que distingue la fiebre bilio- 
sa del vómito negro, porque á veces es mas funesta la biliosa que 
la amarilla y otras mas la amarilla que la biliosa, lo que depende 
de las constituciones médicas y epidémicas, ó en otros términos, de 
una modificacion en sus causas obrando sobre el organismo y no 
del organismo modificando las causas. Las diferencias que sepa- 
ran la disentería endémica de la epidémica, las circunstancias es- 
peciales en que nacen una y otra, la sintomatologia, y sobre todo 
el carácter contagioso indican que es una enfermedad que forma 
especie, y si es especial indica que la causa es específica. La di- 
sentería catarral no es la misma que la disentería que diezma los 
campamentos y las naves, que sigue al hombre y que el hombre 
lleva al seno de poblaciones que gozaban de un estado sanitario 
perfecto. La disentería endémica suele sin ser epidémica ser mortal; 
Inego no es la mayor 6 menor intensidad lo que constituye las di- 
ferencias, sino la especificidad de la causa. Sin salir del cólera, ¿la 
sola diferencia que separa el endémico del epidémico consiste en 
la intensidad? ¿Cuál es mas grave? El asiático, y sin embargo 
muchas veces sucede lo contrario. Siempre que una enfermedad 
endémica se hace epidémica es infinitamente mas funesta, se dirá, 
sin que por esto cambie de naturaleza. Examinemos primero: inva- 
de mayor número, respeta ménos las clases elevadas, su intensidad 


399 


es mayor y suele hacerse contagiosa, teniendo una duracion marca- 
da. Con un aumento en cantidad del principio mórbidose pretende” 
ráexplicar esta diferencia. Pero esa doctrina es inaceptable, porque 
sl la disentería endémica y el catarro simple dependen de cansas 
comunes, el carácter contagioso nos obliga lógicamente á suponer 
una causa especial á la epidemia. No hay contagio sin un elemen- 
to material transportado de un modo ú otro. Luego si esto es cier- 
to, no es un incremento de las causas generales, sino una modifi- 
cacion peculiar la que imprime su sello Si un ejército diezmado 
por la disentería la lleva á una ciudad, es evidente que no puede 
llevar un pedazo de atmósfera en ciertas condiciones de humedad, 
electricidad, calor, presion etc., esto es inadmisible, sino un gér- 
men, como una semilla del vegetal que guarda el embrion del ár- 
bol futuro. Ya tendremos oportunidad mas tarde de volver á to- 
car este punto de Patologia general cuando nos ocupemos de lo 
que el Sr. Havá llama propiedad miasmática. 

“Los caractéres generales son idénticos; la especie nosológica no puede 
“ser distinta.” 

No son los caractéres generales los que establecen la identidad 
nosológica, sino los caractéres particulares. Unos mismos caracté- 
res generales tienen todas las fiebres y no son idénticas. La Pato- 
logía general pugna contra esta doctrina. Siguiendo este falso cri- 
terio no hubiéramos nunca llegado á establecer las especies noso- 
lógicas. £n un capítulo general se tratan las pirexias bajo el título 
Generalidades de las fiebres; pero para circunscribir mejor nuestra 
impugnacion pongamos un ejemplo. Doce curactéres generales 
tienen segun el Sr. Havá el cólera esporádico y el asiático: 

1.2 Se pueden manifestar en cualquiera estacion y en cualquie- 
ra clima. 

2. Casi siempre empiezan por un trastorno de la digestion. 

3.2 La mayor parte de las veces son precedidos de pródro- 
m108. 

4,9 Los vómitos repetidos se presentan en ámbos. 

5.2 La diarrea es comun á los dos. 

6.2 Los líquidos exhalados son los mismos. 

7.2 La debilidad general los acompaña. 

8.2 El enfriamiento les pertenece. 

y. 2 Las contracturas dolorosas les son frecuentes. 

10. La decadencia de la circulacion les es comun. 

11. La disminucion de las secreciones es proporcional á la vio- 
lencia. 

12. La sed les es compañera inseparable. 


400 


Veamos ahora si hay todavía mas semejanzas entre otras enfer- 
medades enteramente distintas. | 

Escarlatina—Sarampiou—Viruelas. ] 

1.2 Se pueden manifestar en cualquiera estacion, clima, clase, 
sexo y edad. 

2.2 Todas tienen un período de incubacion. 

3.2 Tienen un período de invasion, erupcion y desecacion. 

4. La fiebre se presenta en todas. 

5.9 El contagio les es comun. 

6.2 La sed y los vómitos les pertenecen. 

7.2 La cefalalgia, el cansancio, la disminucion de las secreciones 
las acompañan. 

8.2 Suelen tener las mismas complicaciones. 

9.2 Tienen una duracion marcada y fatal. 

10. Son discretas ó confluentes. 

11. Son comunes ó epidémicas. 

12. La forma epidémica es mas grave. 

13. Se tratan de la misma manera, 6 mejor dicho, no se tratan 
de ninguna manera. 

14. En su intervencion el médico no puede yugular la enfer- 
medad. 

15. Una vez adquiridas se obtiene la inmunidad. 

16. Son inoculables. | 

Si el Sr. Havá con doce caractéres generales, ehtre los cuales 
hay algunos discutibles, se apoya para sostener la identidad del 
cólera, con los diez y seis que acompañan las fiebres eruptivas de- 
be sostener la identidad de la escarlatina, del sarampion y de la 
viruela. ' 

No se dirá que la angina escarlatinosa, el catarro morbiloso, la 
erupcion pustulosa de la viruela, la pápula y la mancha, y la dese- 
cacion especial de la escarlatina son signos distintivos y que esta- 
blecen las diferencias de la especie nosológica. El carácter de la 
diarrea y la cianosis son dos signos, segun los autores clásicos, que 
establecen una radical diferencia entre los cóleras; y así como el 
Sr. Havá no ha querido tenerlos en consideracion, nos autoriza pa- 
ra pasar por encima de las diferencias de las fiebres eraptivas. To- 
davía mas; existen las mismas semejanzas en el cólera infantil y 
estoy seguro que no se le creerá de la misma especie nosolóyica. 

Respecto á. la cianosis, dice el Sr. Havá, que falta muchas veces 
en el cólera epidémico: que no es particular d ninguna enfermedad: que 
es un resultado del estado patológico general: que puede encontrarse en 
muchas terminaciones fatales de muchas endemias: que no puede ser un 


401 


distintivo real del cólera, si bien positivo de la asfixia: que no es como 
el. ¿etero en la fiebre amarilla, la albúmina en la enfermedad de Bright; 
ni como el estertor crepitante y el esputo sanguinolento en la neumonía - 
Aceptamos la comparacion establecida para probar que la ciano” 
sis tiene el mismo, ó mas valor diagnóstico que el que sistemática 
mente se pretende asignarle á la ictericia, la albúmina en la orina, 
etc.—El íctero ni es particular á la fiebre amarilla, ni se presenta 
siempre; la albúmina existe en la transformacion grasosa del ri- 
ñon; el estertor crepitante acompaña algunas enfermedades del 
pulmon, el edema por ejemplo, y el esputo ni es constante ni ex- 
elusivo. Si la cianosis indica solo asfixia, el íctero solo indica an- 
mento de la secrecion biliar ú obstáculo á su curso, la albúmina 
dificultad á la circulacion, ó hiperemia renal; el esiertor crepitante y 
esputo de sangre congestion, apoplegía pulmonar. De modo que 
por las mismas razones que se excluye la cianosis en el cólera de- 
ben exclnirse los signos con que se aspira á determinar otras en- 
fermedades. El Sr. Havá no puede negarlo: lo combatimos con 
sus propios argumentos. Pero reflexionemos un instante: —Desde 
largo tiempo se ha dicho que no hay signos patognómicos; yo me 
atreveria á agregar que no puede haberios. Los signos son como 
los detalles dela fisonomía, como las sílabas de las palabras (Trons- 
seau). Es necesario unir para constituir el individuo, ó formar la 
palabra, porque siendo comunes: á cosas distintas, solamente el 
conjunto puede designar el objeto: por eso si no hay signos, ni ras- 
gos, ni sílabas que sirvan para definir, hay cuadros, fisonomias y 
valabras, que distinguen las enfermedades, los individuos y las 
cosas. El organismo tiene un número limitado de órganos y fun- 
ciones que constituyen un conjunto armónico. Cada funcion, está 
enlazada íntimamente con las otras; se relacionan, se influyen, se 
modifican reciprocamente: por eso la alteracion de un órgano ó de 
uu fluido se traduce por trastornos mas Óó ménos gencrales, se- 
gun la importancia general del papel que desempeña; por eso los 
signos son comunes y vagos; por eso'se necesita tanta sagacidad, 
la experiencia y el estudio para ordenarlos, agruparlos y clasificar” 
los; por eso el diagnóstico es muchas veces difícil y algunas ve- 
ces imposible (judicium difficile); por eso la cianosis aislada 
indica asfixia; por eso el íctero indica aumento ú obstáculos al 
curso de la bilis, albúmina hiperemia renal, el esputo congestion 
pulmonal; por eso la cianosis acompaña enfermedades tan distin- 
tas como el cólera y la asfixia resultado comun á muchos estados 
patológicos diversos; por eso el íctero se observa desde la simple he- 
patalgia hasta el cáncer, desde aquellas enfermedades que tienen su 


402 


asiento en esa misma glándula ó á su alrededor, hastaaquellas en 
que no es mas que un resultado de una perturbacion mas general; 
por eso la albúmina y el esputoson tan frecuentes y significan esta- 
-dog patológicos, causas ó efectos tan opuestos. 

Así pues, la cianosis unida á otros caractéres es un signo positi- 
vo del cólera asiático; no porque falte muchas ocasiones deja de 
tener un inmenso valor su existencia, tanto mas cuanto que no se 
manifiesta nunca en el esporádico. La cara está pálida y terrosa 
y no azulosa. (Monneret, Fabre, Chomel £c.) Terminado este parti- 
cular podemos concluir diciendo: que las razones presentadas por 
el Sr. Havá para sostener la identidad del cólera endémico y el 
epidémico son insuficientes, y que hasta nueva órden quedará es- 
ta cuestion envuelta en la misma oscuridad, de que inútilmente ha 
pretendido sacarla el talento de nuestro colega. Conviene, advertir 
que es bastante secundaria bajo el punto de vista práctico.—Pase- 
mos á la teoría. Sres.: vosotros habeis oido con suma atencion la 
lectura del Sr. Havá y confío en vuestra memoria para no fati- 
garos con las repeticiones inútiles. Dije al comenzar, que esa 
teoría no estaba de acuerdo con la clínica, y antes de ensayar 
demostrarlo, cuento con vuestra indulgencia para tener otra di- 
gresion. 

H.—Casien nuestros dias hanacido una nueva Escuela que procu- 
rando inmortales conquistas remueve en sus fundamentos todas las 
viejas creencias; destruye y edifica, abre nuevas vias de investiga- 
cion, y promete legítimamente todavía mas de lo mucho que has- 
ta ahora nos ofrece. En sus progresos están vinculadas todas las 
esperanzas de crear una ciencia ordenada, segura, consistente, de 
donde nazca la verdadera experiencia, y 4 donde vengan á buscar 
sancion todas las doctrinas. Esta Escuela es la histológica: basta 
decir que ha creado la biología, el estudio de la vida desde la célu- 
la hasta los mas complicados organismos, para descubrir todo lo 
que pasa en la intimidad de loselementos y de sus propiedades; sin 
embargo, á pesar desus reservas y su parquedad por las teorías, sue- 
le crear las suyas con profusion, las cuales sontanto mas peligro- 
sas, cuanto que basadas en análisis mas precisos y directos se impo- 
nen ála inteligencia con mayor aparato de exactitud. En sus obras 
de on suelte echar abajo las enseñanzas tradicionales de 

la Clínica. No nos parece que esta via exclusiva esté exenta de 

graves inconvenientes. Es preciso no divorciar estos dos poderosos 
instrumentos de la razon científica, sino rectificar el uno por el otro; 

es decir, que se complementen. Es útil hacer que marchen paralelos 

en su evolucion, para constituir el sistema, que es el punto de vista | 


403 


general y la razon de una ciencia; hipotético y ficticio, en tanto que no es 
sino una mera concepcion del espiritu; positivo y real cuando representa 
la naturaleza misma de las cosas. La clínica suministra el hecho 
con toda su fuerza brutal, como dice el fisiólogo del Colegio de 
Francia, y no debemos torturarlo para hacerlo entrar en la teoría, 
sino buscar la teoría que mejor lo explique sin falsearlo ni excluir- 
lo. La teoría que no satisfaga esta condicion, no es buena, no es 
completa y está predestinada á degenerar en aquel absolutismo 
dogmático que vive poco tiempo. Veamos si la teoría del Sr. Ha- 
vá se acomoda á este criterio; veamos si la clínica del cólera en- 
cuentra fácilmente su explicacion; y al terminar este exámen, que- 
dará cumplido nuestro propósito, cuando dijimos que no estaba 
lógicamente deducida y confirmada en el terreno de los hechos. 
Hay casos de cólera, que se ha convenido en llamar seco, por no 
estar acompañados de esas pérdidas que constituyen para el Sr. 
Havá el primero y mas importante de los fenómenos orgánicos de 
la enfermedad. Los autores mas competentes así lo aseguran. Dal- 
mas dice, que en Rusia los soldados no tenian mas tiempo que de- 
positar el arma y acostarse para expirar. Si en las autopsias se han 
hallado líquidos (agua) en los. intestinos, siempre ha sido en una 
cantidad bastante limitada; de modo que siempre queda esta 
verdad clínica, brutal; que la intensidad del cólera no está en 
razon directo de la pérdida, y ya esta conclusion bastaria por 
sí sola para destruir una teoría que hace partir la enfermedad y 
los síntomas en la falta de agua. Si aquella teoría es evidente, la 
proporcionalidad debe ser su resultado, y los síntomas deben es- 
tar en razon directa de la falta de agua para tener en buen estado 
de circulacion los principios de la tercera clase (albúmina, fibri- 
na). En presencia de las grandes pérdidas y del estado de la san- 
gre, que es su consecuencia, Havá formuló su doctrina, y al es- 
tudiarla é ilustrarla, se encontró con la gran autoridad de Robin, 
que partiendo de la propiedad de dicas de los principios in- 
mediatos, hace derivar los trastornos todos de un cambio isoméri- 
co de las sustancias coagulables de la sangre, en virtud de una ac- 
cion miasmática, En este fundamento ámbos están conformes, 
aunque para explicar la sintomalogía se separen despues, como 
trataremos de demostrar mas adelante. Para el Sr. Havá, el abati- 
miento de las fuerzas y de la excitacion nerviosa, el enfriamiento 
progresivo, Ja asfixia, la cianosis, los calambres, etc., todo de- 
pende de la dificultad que la sangre mas densa encuentra para cir- 
cular, no pudiendo excitar los centros nerviosos, ni oxigenarse en 
el pulmon, ni descargar el ácido carbónico, ni suministrar á los ór- 


404 


ganos el liquido que sedientos le piden con apremiante urgencia. 
Dedúcese que miéntras mayor sea la pérdida, mas densa será la 
sangre, mas intensos y rápidos los fenómenos coléricos. Pues bien; 
si con escasa exosmosis intestinal la algidez y la cianosis llegan á 
su máximum, como acontece en los casos fulminantes, ¿cómo po- 
drán explicarse por aquella teoría?, y cuando por el contrario con 
muy grandes pérdidas aquellos dos signos faltan, ¿cómo puede ex- 
plicarse por aquella teoría?—Llega un período de reaccion: el ca- 
lor aumenta; el pulso se desarrolla, y sin embargo, el líquido no 
ae ha recuperado en el organismo, y la sangre con la misma den- 
sidad llega y pasa por los capilares; y hay oxigenacion en el pul- 
mon, y se levantan las fuerzas. Si la teoría es cierta, no solo la 
reaccion deberá ser proporcional á la pérdida, sino aun pudiera 
verificarse sin la introduccion del elemento que falta. Y ¿qué en- 
seña la clínica? Léjos de comprobarlo lo niega. ¿Qué significa pues 
este desacuerdo?-—que hay algo mas, porque ios hechos así lo in- 
dican; algo que ignoramos, y mas vale contentarse con la ignoran- 
cia que aceptar una teoría, que para explicar una enfermedad, ne- 
cesita acomodarla á sus exigencias (pour le besoin de la cause.) 

Para explicar la reaccion, dice Robin que las combinaciones, entre 
lo que queda de principios del plasma de la sangre y la sustancia de los 
elementos anatómicos, toman cada vez mayor incremento, una energía 
puramente química; sin embargo, esta cicunstancia no influye para 
romper la ley de proporcionalidad entre las causas y los efectos. 
Se arguye que los capilares, llenos de sangre, toman por reabsorcion 
de los tejidos mas de lo que ellos mismos pueden suministrar, en virtud 
de la necesidad de recuperar lo que han perdido, y que semejante conflicto 
es causa de algidez. Luego tanto la algidez como la reaccion, sean 
cuales fuesen sus explicaciones fisiológicas, debian ser proporcio- 
nales á esos cambios, que á su turno reconocen por única causa la 
falta de líquidos enel organismo; porque, como dice Havá, el colérico 
es un individuo que se seca: Siesto es verdad, la intensidad del cóle- 
ra depende de la meyor ó menor cantidad de líquidos perdidos. 
Vosotros los que me escuchais, sabeis como responde la Clínica 4 
esta teoría. Habeis visto suma algidez y pocas pérdidas; y tambien 
habeis visto lo contrario. Habeis visto reacciones francas, soste- 
nidas despues de copiosas deyecciones y vómitos, y tambien habeis 
visto lo contrario. Por eso otros buscan la explicacion en otra par- 
te; por eso al lado de la teoría de Havá, está la de la influencia 
nerviosa vaso-motriz de Bernard. | 

Por eso ha sido preciso ir mas allá y suponer la modificacion 
primitiva del sistema ganglionar que tiene bajo su dominio los fe- 


405 


nómenos de la nutricion, absorcion, circulacion, calorificacion, etc. 
La teoría se acomodaria mejor, si la clínica reprodujera fotográfi- 
camente el cuadro que ha trazado el Sr. Havá; pero tal como la 
ha enunciado en su memoria es insuficiente, porque no explica las 
diferencias de forma y marcha. En la ciencia no pueden existir 
dos teorías diferentes para explicar fenómenos idénticos, sino bajo 
condicion; es decir, á reserva de que ulteriores trabajos dén la pre- 
ferencia á alguna de las dos, 6 á ninguna. Si como hemos dicho 
al lado de la que impugnamos puede vivir su rival, es evidente 
que ninguna, hoy por hoy, ha alcanzado el grado de certeza indis- 
pensable para admitirla como una verdad adquirida, porque la ver- 
dad es despótica, y excluye todo cuanto no sea ella misma. No 
queremos extendernos demasiado, seguros de que la réplica de 
nuestro ilustrado amigo nos obligará á volver sobre estos puntos 
de doctrina en el curso del debate. 

No nos parecerá inoportuno examinar la interpretacion que de 
algunos síntomas del cólera ha hecho el Dr. Havá, el calambre por 
ejemplo. Robin piensa que la disminucion de la cantidad del 
plasma sanguíneo, el estancamiento y aglutinacion de los glóbulos 
rojos en los capilares, los trastornos de la renovacion molecular 
son en los músculos, corazon, cerebro, pulmones, causas de pertur- 
baciones diversas, que en la fibra muscular se traducen por con- 
tracciones dolorosas, independientes de la accion del sistema ner- 
vioso regulador, y determinadas por un estado anormal de la fibra 
misma que se contrae, como acontece en el enfriamiento. Para el 
Dr. Havá tienen el mismo motivo que la rigidez cadavérica. No pode- 
mos aceptarlo. La rigidez cadavérica depende en verdad de la 
condensacion de la musculina y gelina; pero un músculo rígido 
por esta razon no puede contraerse; precisamente por eso la con- 
tractilidad dura en el cadáver hasta que llega la rigidez: es decir, 
que la una concluye cuando la otra termina, y no comprendemos 
como pueda ser causa de un efecto aquella que lo destruye. Si en 
el colérico se condensan aquellas dos sustancias, deben, debieran 
no presentarse los calambres. Ademas, la rigidez es progresiva, 
continua; la contraccion es intermitente. La contraccion se presen- 
ta en muchos estados, sin que pueda invocarse aquella explicacion. 
Yo acepto que en el cadáver del colérico la concretacion se haga 
mas pronto; por eso acepto con Robin, que la rigidez cadavérica 
se anticipe y sea mas pronunciada, perojamas que en el vivo 
determine el calambre. 

El Dr. Havá asegura, sin análisis, que la diarrea no contiene 
mas que agua, y algunos cloruros, sulfatos etc. Para Robin, el 

T, IV-—08 


406 


análisis ha encontrado ademas de algunos principios cristalizables 
en disolucion, cierta cantidad de sustancias orgánicas no coagula- 
bles del plasma, azoadas, análogas á la diastasa. (Ba udrimont). 
La exigencia de la teoría ha forzado el talento de nuestro; com- 
pañero á formular una idea que estamos seguros que un solo ins- 
tante de reflexion no le hubiera permitido, Tomar el fenómeno 
virtual para la teoría, y una analogía para la terapéutica, es hacer 
recular la ciencia á sus tiempos primitivos; ni ese es siquiera el 
empirismo aceptable y aceptado: partir de la analogía sin otros 
fundamentos, no debe consentirse sino como un recurso del racio- 
cinio en la experimentacion biológica y terapéutica; seguir otra 
senda es caer en un error lamentable de método. ¿Qué sistema 
médico filosófico puede levantarse sobre ese cimiento? Si en todas 
las enfermedades tomamos Jos fenómenos virtuales para fundar 
las teorías, y buscamos una analogía para instituir la terapéuti- 
ca, de seguro echamos abajo todo el edificio. Prescindir de los fe- 
nómenos virtuales en fisiología y en patología, para estudiar las 
propiedades de la materia orgánica y sus alteraciones, que son los 
reales, es el camino que sigue hoy la ciencia, y el que ha trazado 
al Sr. Havá la escuela que pretende seguir. El fenómeno visible de 
la muerte por el curare, es la dulce transicion de un sueño apa- 
cible á un sueño eterno. Claudio Bernard, uno de los gefes de la 
nueva Escuela, estudia, experimenta, investiga y llega á asentar por 
medio de una demostracion matemática, que la muerte por el cu- 
rare era el paso de un sueño lleno de torturas y sufrimientos al 
sueño eterno. El curare destruye la facultad motriz, obrando di- 
rectamente sobre las raices de los nervios motores; la sensibilidad 
se conserva y la muerte sobreviene por asfixia á consecuencia de la 
parálisis de los músculos inspiradores: este es el hecho real. Ved 
cuanta diferencia existe entre la ciencia y el hecho virtual. 
Pasemos á la terapéutica. ¿Cuáles hubieran sido aquí las inspi- 
raciones de la analogía? Impedir el sueño por los excitantes.—KRe- 
sultado: muerte infalible. ¿Qué aconseja la ciencia? Sostener la vida 
por la respiracion artificial hasta la eliminacion del veneno. Mas to- 
davía. Albuminuria y diabetes sacarina.—Fenómenos virtuales: pér- 
dida de azúcar y albúmina.—Teoría patológica: los síntomas y las le- 
siones orgánicas son resultado de la falta de dos elementos indispen- 
sables en el organismo.—Analogía terapéutica: prescribir albúmina 
y azúcar álos enfermos. La eficacia de estas indicaciones, vosotros 
la conoceis.—¿Qué ha hecho la ciencia? Estudiar la fisiologia; averi- 
guar donde se forman aquellos principios, las condiciones que con- 
gurren, las influencias que las aumentan ó disminuyen, las lesiones 


407 


orgánicas que las caracterizan, y todo para buscar una vía segura 
á la terapéutica, para que hoy Óó mañana los trabajos comenzados 
dén su fruto, Ó sirvan, para enseñán donos nuestra ignorancia, 
obligarnos á emprender análisis mas minuciosos y sagaces. Solo 
este conocimiento puede crear una terapéutica científica: —Estudio 
de las propiedades de los elementos orgánicos, y comparacion entre los 
principios inmediatos accidentales, ó medicamentos introducidos volun- 
tariamente en el organismo y los principios sobre los cuales van d obrar 
(Robin). Havá reduce el cólera á esta fórmula—Feuómeno virtual — 
pérdida de líquido—Analogía terapéutica—dar agua. ¡Qué dice 
la ciencia? 1.2 Cambio isomérico de los principios orgánicos de 
la tercera clase—alteracion consecutiva de la nutricion proporcio- 
nal á la intensidad de la modificacion: 2.2 Perturbacion de las 
funciones de nutricion y calorificacion: 3. 2 Exosmosis intestinal 
—densidad de la sangre, dificultad de la circulacion, calambres, 
cianosis, congestiones orgánicas etc., (Robin) —Terapéntica: 1.9 
Modificacion si es posible del organismo para hacerlo insensible 
á las causas, 0 sostenerlo hasta que se elimine ó se extinga: 2.9 
Sostener por medios artificiales la calorificacion, estimular la nutri- 
cion abatida: impedir si es posible la pérdida intestinal: combatir 
los fenómenos que la acompañen: 3.2 Vigilar la reaccion y diri- 
giria hasta donde alcancen vuestros recursos, —He aquí la diferen- 
cia que existe entre los fenómenos virtuales y los fenómenos reales: 
entre la analogía y la ciencia; entre Havá y Robin.—De paso 
recordaremos al Sr. Havá que en óptica foco virtual es lo mismo 
que foco imaginario. 

TIT.—Hemos dicho que las ideas de Havá y las de Robin son 
distintas y que las modificaciones del primero respecto á la obra 
del segundo, no siendo exactas, no pueden constituir la teoría 
del cólera ni la explicacion de sus fenómenos patológicos. La doc” 
trina de Robin es mas completa, mas profundamente científica" 
Havá ha dicho, que el colérico es un individuo que se seca; que la 
pérdida de agua es la causa que produce todos los trastornos con- 
secutivos—exosmosis intestinal, —algidez, cianosis, calambres, «ec. 
Para Robin la pérdida es secundaria, y ántes que ella, es efecto la 
enfermedad de un cambio isomérico en los principios de la tercer 
clase, y por consecuencia—perturbaciones correlativas en los fenómenos 
de cambios nutritivos entre los principios de la sangre y todos los tejidos; 
que esta perturbacion es d su turno causa de otros trastornos de las pro- 
piedades de los tejidos; necesariamente generales desde el instante en que 
provienen de una alteracion de la sangre que la trasmite á todos los puntos 
d donde se dirige. De modo, que para el ilustre fisiólogo, esas altera- 


408 


ciones moleculares constituyen la lesion primitiva, que no por ser 
invisibles son ménos demostrables. Havá ha partido del fenómeno 
secundario, grosero, visible para fundar su teoría; por eso ha dicho 
que el colérico es un individuo que se seca, y por eso es imposible que 
pueda nunca acomodar su hipótesis con la clínica. En la teoría de 
Robin la diversidad de forma y marcha del cólera encuentran su 
explicacion, porque basta el cambio isomérico para que la sangre 
produzca un trastorno radical en la nutricion íntima de los tejidos, 
que explique los fenómenos prodrómicos y diversas manifestaciones 
coléricas, entre las cuales la pérdida de líquidos, ni es la mas 
primitiva ui la mas importante, aunque á su vez disminuyendo el 
plasma sanguíneo, y produciendo el estancamiento de los glóbulos 
en los capilares ocasione en los músculos, encéfalo y pulmones 
otros trastornos que se traducen—por los calambres, las conges- 
tiones reaccionales é inflamaciones de aquellas vísceras. Téngase 
presente lo que dice el mismo Robin: que esas alteraciones no son 
espontáneas mi primitivas. Ahora que tratamos de las congestio- 
nes internas, rectificaremos una opinion del Dr. Havá, que nos 
parece en contradiccion con la física y la fisiología. Asegura nues- 
tro colega—**que procurar la reaccion por el calor externo es un medio 
contraproducente, porque el calor léjos de ser provechoso es altamente no- 
civo; porque está perfectamente probado que la facultad de producir este 
agente se aumenta por el frio y vice versa””—La física demuestra que los. 
cuerpos tienden á ponerse en equilibrio de temperatura, y un in- 
dividuo que está frio puede fisicamente calentarse, colocándolo en 
una atmóefera de temperatura mas elevada. La fisiología nos en- 
seña, que efectivamente el frio aumenta la facultad de producir 
calórico; pero el Dr. Havá ha olvidado la condicion del fenómeno. 
Para producir ese aumento de la facultad calorífera, es indispen- 
sable que se conserve la facultad de reaccionar, que es precisamen- 
te la que está abatida en el colérico. El Sr. Havá sabe, que el uso 
del frio está sujeto á una multitud de preceptos; preceptos que de- 
penden de la mayor ó menor facilidad para la reaccion.—En los 
individuos débiles la sustracción del calórico debe ser corta y fu- 
gaz para que la reaccion sea posible; porque el frio continuado les 
quita por completo la facultad de reaccionar, siendo en ese caso 
nocivo y contraproducente. Cuando la circulacion es lánguida, 
el Sr. Havá sabe que al uso del frio debe preceder en muchos 
casos la calorificacion, para despertar la reaccion;—que cuando 
los individuos no pueden reaccionar por el estado de debilidad 
general, es indispensable hacer seguir la calorificacion al uso del 
frio fugaz, para ayudar al organismo á desenvolver un calor, que 


409 


por sí solo no tiene energía para producir.—En un colérico álgi- 
do, en donde la hematosis y la nutricion son tan incompletas, 
la calorificacion tiene que ser artificial, puesto que las fuerzas na- 
turales de su produccion están tan gravemente comprometidas. 
Por eso opinamos con todos los prácticos, y con el Dr. Abreu, que 
los medios de calorificacion externos son los únicos recursos útiles 
y posibles en ese período de la enfermedad. Si nos faltase una 
autoridad irrecusable tendriamos la de Robin, que dice: “la reple- ' 
cion en los capilares pulmonales 6 encefálicos, indica ciertamente. 
la necesidad de atraer la sangre d otros puntos por medio de un agente 
fisico.”-——Podemos resumir nuestra opinion del modo siguiente:— 
El frio produce calor en virtud de la reaccion que provoca; y sien- 
do precisamente la reaccion lo que falta, no puede buscarse por 
un medio que presupone una circunstancia que no existe. 
Tiene el Sr. Havá una pretension que no estamos dispuestos á 
acordarle. “Dice que el miasma no es una entidad material tangible, 
sino una propiedad que se desarrolla en la matería orgánica; que su teo- 
ría noes igual á la de Robin que admite la entidad material del miasma 
y del virus.” No permita Dios que yo vaya á despertar del sueño 
en que felizmente duerme la discusion interminable que suscitó 
entre nosotros la palabra MIasma. No trato mas, que demostrar 
que el Dr. Havá sustituye un término á otro sin uba nueva idea. 
Para todo el mundo el miasma y el vírus no tienen otra signifi- 
:acion etiológica que la de las propiedades que se les asigna. La 
materia no es estudiada sino por sus propiedades; las propiedades 
son inherentes á ella, y solo por las propiedades podemos conocer- 
la. Para nosotros la propiedad no es tangible, y admitimos con 
Havá que vírus y miasmas representan dos propiedades que ad- 
quiere la materia en ciertos estados particulares desconocidos. Ro- 
bin, si admite la entidad material, es porque ella representa la 
propiedad miasmática Ó virulenta; de modo que la opinion de 
Havá no es distinta de la de todo el mundo. Le sorprende al 
Dr. Havá que solo 50 entre 1,000 sean susceptibles de impresionar- 
se bajo la influencia de aquellas causas, y deduce que no hay un 
vírus, sino una propiedad que despierta en el organismo un estado 
de predisposicion desconocida. Aute todo la sífilis, la rabia, Ja 
viruela, el muermo etc. no despiertan en el organismo un estado de 
predisposición, sino la sífilis, la rabia, el muermo, la viruela ete. Si 
50 individuos entre 1,000 solo son impresionados por la causa, 
esto en nada destruye la idea de que el vírus ó el miasma sea una 
entidad material que tenga una propiedad conocida. El alcohol, 
que es una materia, tiene como tal sus propiedades. En unos, una 


410 


cantidad dada no produce efectos sensibles; en otros los produce 
pasajeros, y en otros produce la embriaguez completa. Y no por 
eso se negará que es materia;—que tiene propiedades, y que pro- 
duce la borrachera y no un estado de predisposicion desconocido en el 
organismo. Lo mismo acontece con todas las enfermedades, con los 
medicamentos y con los venenos. 

La palabra predisposicion desconocida, trae un elemento oscuro 
para complicar un estudio fácil. Entre la accion de. una causa y 
sus efectos hay una serie de condiciones desconocidas, que hacen 
que los hechos se contradigan aparentemente; pero los hechos no 
se contradicen jamas. Introducida una sustancia dotada de una 
propiedad cualquiera en el organismo, su efecto es siempre idénti- 
eó, aunque sus manifestaciones exteriores digan lo contrario; y no 
porque desconozcamos esas incógnitas de la experimentacion bio- 
lógica, estamos autorizados para negar las propiedades inherentes 
á la materia, queriendo dar al organismo una autocracia que no 
tiene. La enfermedad específica lleva siempre el sello de su facul- 
tad generadora á pesar de las diferencias orgánicas. En las enfer- 
medades comunes, le damos mas importancia al organismo que á 
las causas; y en las diátesis mas al organismo, porque en el mis- 
mo orgauismo están el gérmen latente ólas condiciones orgánicas 
de su evolucion. Pretender, sin embargo, en el estado actual de 
la ciencia, resolver estos oscuros problemas, es una tarea difícil y 
peligrosa. No podemos desposeer al organismo de toda autonomía, 
como dice Pidoux; pero se hace difícil comprender trastornos es- 
pontáneos fisiológicos, puesto que toda modificacion que se opera 
en él tiene su determinacion fuera de él. sa que llamamos pre- 
dispósicion, no es muchas veces mas que el efecto orgánico y des- 
conocido de causas externas. La reaccion patológica puede modi- 
ficarse segun otra multitud de circunstancias cuya naturaleza es 
mas ó ménos hipotética; pero de la aceptacion de estos principios 
no podemos deducir con nuestro excelente amigo, que las sustan- 
cejas miasmáticas, ó mejor, para hablar en su estilo, las propiedades 
miasmáticas solo despierten predisposiciones desconocidas. 

Clínicamente el Sr. Havá divide el cólera en tres periodos: 1.9 
Invasion; 2.92 Enfriamiento progresivo, 6 mejor de deshidrata- 
cion continua; 35. 2 Hidratacion continua ó de reparacion. No va- 
mos á discutir la division; le acordamos el derecho de aceptar 
tres períodos, como Dalmas dos, como Gendrin seis. Pero sí que- 
remos discutir un punto muy esencial relativo al tercer período. 

¿Por qué el Sr. Havállama á este período dé hidratacion continua 
y de reparacion? ¿De dónde obtiene el organismo el agua que ne- 


411 


cesita, cuando segun la doctrina que se proclama no solo el plas- 
ma casi se ha agotado, sino que por reabsorción todos los líquidos 
de-los tejidos han sido empleados para satisfacer la enorme pér- 
dida de la exsomosis intestinal? Para el sabio Robin las cosas pa- 
san de distinta manera; y en este caso, como en otros, se revela 
que el Sr. Havá no conocia el trabajo de aquel fisiológico, al con 
cebir su memoria. En efecto; lejos de anunciar la reparacion, el 
fenómeno puramente físico de la reaccion indica el fin de los cam- 
bios moleculares, regulares ó nutritivos entre la sangre y los tejidos, y pre- 
sagia el momento en que van á cesar los fenómenos orgánico-vilales; es 
decir, á la muerte. 

La hidratacion continua marca mejor el período álgido. Oigamos 
al mismo Robin. “Los capilares toman entónces por reabsorción dá los 
tejidos mas de lo que ellos mismos pueden suministrarles, d consecuencia 
de su tendencia d llenarse por donde quiera que encuentran condiciones 
convenientes, tendencia que aumenta la disminucion del plasma; disminu- 
cion debida tambien á la pérdida exosmótica que se verifica en la super- 
ficie intestinal, en vez de la absorcion que debia verificarse” y esta es 
causa del abatimiento de la temperatura. Luego, si cuando cesan los 
capilares de tomar líquido á los tejidos, las combinaciones quími- 
cas entre los principios del plasma y la sustancia de los elementos 
anatómicos toman mayorincremento, y esto es la causa de la reac- 
cion, claramente se infiere que léjos de ser efecto de una hidrata- 
cion, que va á principiar, marca el último acto de la deshidrata- 
cion que concluye. De lo expuesto se infiere, que Havá ha trocado 
la fisiología patológica de los períodos del cólera, Lo que él llama 
la reaccion Ó reparacion no es debida á una nueva hidratacion, si- 
no á combinaciones químicas entre los principios que quedan del 
plasma y los tejidos. Es un nuevo órden de fenómenos, y no una 
reparacion de la falta que ha sufrido el organismo. 


(Continuard.) 


TABLA MORTUORIA DEL 2? SEMESTRE DL 1867. 


Sres. Directores de los Anales. — Para completar el cuadro que se publicó en el núnes 
ro correspondiente al.mes de Agosto último, remito á Vdes. el del 22 semestre con el re- 
súmen general del año, y la diferencia adversa comparada con el de 1866, advirtiendo que 


los meses de Noviembre y Diciembre comprenden las inbumaciones de los que han falle 


412 


coo cólera, cuyo número aun no se ha fijado con exactitud.—Dr. Ambrosio Gonzalez 
el Valle. y 


RAZA BLANCA. RAZA DE COLOR. E 
al 
: ; di Y ; 4 e SE 
Z Z 2 <S 2 E iS = 
2 E E : £ ES S <= Ñ 
Ec os A E e E 
ES = , Z ES 3: = dz: S 
IS a ds A a ode 
Julio... 1 316165 | 87 58.1 526 Julio OU 69 4£| 257 | 783 
Agosto. 271 | 71 E Agosto.| 76 |' 60 37 | 211] 686 
Stbre ..| 187 | 67 Stbre..| 71 | 59 20.1 177 | 515 
Otbre...| 213 | 41 Otbre...| 81 | 52 87 | 199 | 540 
Novbre| 508 | 125 Novbre| 450 | 213 48 762 1 1586 
Dbre...| 374 | 106 Dbre./| 239 | 162 32 | 480) 1134 
Total.| 1869 | 475 Total.| 1007 


RESUMEN DEL 22 SEMESTRE. | COMPARACION. 


Toral de mblancos o SI acts 7320 
Idemidercolo NE RAS 2086 
« A A 9000 
RESUMEN DEL ]2 
== Resultado adverso...... 1680 
Morada planos 2332 
[demide col A 1424 


Total general...... 9000 
Proporcion con la póblacion. 4446 p.83 


Hasta aquí el registro tal como se empezó en la entrega á que me he contraido; pero 
como las observaciones meteorológicas están arregladas á las Estaciones, —que determi- 
nan las constituciones médicas, —permítanme agrupar en ese mismo órden la siguiente 
tabla de las inhumaciones verificadas en el Cementerio general y en el de los Quemados 
durante el año meteorológico corrido de Diciembre 1.2 de 1566 á Noviembre 30 de 1867. 


mc! 


RAZA BLANCA. RAZA DE COLOR. 
e e E a e S £ EZ 
A AO 22 (| es 
ESTACIONES. [38 | 3 |2|£| 2 | ESTACIONES. | | |2/|2]|2£ 
+ IN O A ES 77 E A O ES 
yd) qosecouas 455| 219| 152| 159/ 985] Invierno..........| 298] 188] 74| 73] 633 
Primavera ........| 629] 206| 268| 212/1315] Primavera ....... 344| 198| 140| 132] S14 
WEXCIVO Ss robonasos 859] 210|.248| 164|14S1] Verano .......... 245| 201] 138| 118| 702 
QOioño SU E (O 6231 341] 112| 110/1186 
Suma por edades y Suma por edades y 
EX eta 2868| 876] 861] 71515320] sexos .......... 1510| 928] 464| 43313335 


RESUMEN. 
En invierno........ 1618 
MBA cra 2129 
VICIO 2183 
ES RODOO ¿el 2725 


Total 6D0 


NOTA.—En este cuadro se han distribuido los 235 cadáveres inhumados en el Cemente- 
rio de los Quemados de Marianao, 


ANALES 


DE LA 


REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA, 


€ — — 


REVISTA CIENTIFICA. 


MARZO DE 1868. 


DiscusioN ACERCA DE LA FIEBRE AMARILLA.—Di¿scurso del Ldo. 
D. Antonio Cayro. 


(Finaliza.-—V. Anales, t. YV., pág. 323.) 


Y ya que de Mr. Chervin se trata, no le dejemos de la 
mano hasta que no analicemos las nueve conclusiones restan- 
tes en que se apoya para identificar las fiebres amarilla y bi- 
liosa de los paises cálidos. Dice la tercera: “Cuando en las re- 
eiones equinocciales arrebata á las personas no aclimatadas, 
las fiebres de acceso atacan generalmente á los criollos y á los 
antiguos residentes.” Simpatizo con esta conclusion por el so- 
lo hecho de no decir Mr. Chervin que tambien se vean ataca- 
dos de la amarilla; y mas conforme quedo al ver que las con- 
sidera de distinta naturaleza y no una variedad. Dice la cuar- 
ta: “Que los fenómemos meteorológicos que ejercen una in- 
fiuencia tan notable en el curso de la fiebre amarilla, la ejer- 
cen tambien en las fiebres de acceso.” Efectivamente que sí, 


porque siendo aquella un tífus, bien puede presentarse en to- 
P. TY-—54 


414 


das las estaciones, salvo que como sucedió hace años miéntras 
la constitucion médica fué favorable, entró en el número de 
las estacionales; y es muy concluyente que ahora que ha reco- 
nocido sus primeras condiciones, se presente en la época en 
que reinan las periódicas. Dice la quinta: “Los miasmas trans- 
portados por los vientos pueden desarrollar ámbas enfermeda.- 
des.” Semejante conclusion nos pone en un conflicto, porque 
Mr. Chervin no nos dice hasta donde llegan los miasmas para 
constituir una y otra fiebre y si son diferentes aquellos; lo que 
sí es cierto, que léjos de la costa se presentan fiebres periódi- 
cas, y la amarilla rara vez. Y entiéndase que á pesar de estar 
señalado como término seis leguas, hasta cuya extension se di- 
ce que llega la influencia de las costas, sabemos que á doble 
distancia se presentan esas pirexias, á no ser que Mr. Chervin 
crea que allí tambien por el hecho de desarrollarse unas se 
presenten tambien las otras, cosa que la experiencia desmien- 
te. Dice la sexta: “Los lugares bajos, encajonados y mal ven- 
tilados, las calles estrechas, los corredores y callejones sin sa- 
lida, suelen ser invadidos por una y otra afeccion.” Sabido es 
que todos los parages que no se hallan al abrigo de buenas con- 
diciones higiénicas, están expuestos á ser teatro de toda clase 
de enfermedades. Dice la séptima: “Los miasmas productores 
de ámbas enfermedades tienen mayor actividad de noche que 
de dia.” En esta conclusion ha sido bastante nimio Mr. Cher- 
vin, pues aparte del trabajo que le hubiera costado ponernos 
de manifiesto esa accion de los miasmas sin que jamás logra- 
ra su objeto, todo el mundo sabe que cuando se aleja la luz es 
mas rápida la absorcion y esto mas bien que conclusion es el 
recuerdo de una ley. Dice la octava: “Que la fiebre amarilla 
lo mismo que las de acceso, atacan con preferencia á los no acli- 
matados.” Las segundas invaden á los aclimatados y no acli- 
matados; la primera á estos últimos. Y esto es tan cierto, que 
en los años que llevo de práctica solo he visto en los aclima- 
tados la fiebre gástrica biliosa, en la mayoría de los casos fu- 
nesta, señalando con preferencia á los que en la estacion del 
calor vienen del campo. Dice la novena: “Que invade con par- 
ticularidad á los sujetos vigorosos y robustos que se trasladan 
de los climas setentrionales á los meridionales.” Esta es una 


415 


verdad incontestable. Dice la décima: “Los que han contral- 
do la fiebre amarilla y las de acceso, aceleran su restableci- 
miento dejando el lugar pantanoso en que habitan.” En cuan- 
to á la primera es indudable que, entrando en la convalecen- 
cia, el cambio de lugar si no es un requisito indispensanble in- 
fiuiria notablemente en el restablecimiento; con respecto á las 
segundas se curan en la mayoría de los casos con esa transl- 
cion cuando no han sido suficientes los medios especiales de 
curacion: en la primera no influye el cambio de lugar durante 
la enfermedad; y he aquí el signo diferencial mas poderoso. 
Dice la undécima y última: “Que se asemejan mucho los ca- 
racteres que pertenecen á estos dos órdenes de fiebres, como 
por ejemplo, el color de los ojos, el asiento y naturaleza de la 
cefalalgia, la ictericia, la duracion del mal, el estado morboso 
del estómago, la naturaleza de las materias vomitadas, la in- 
munidad que se adquiere con el primer ataque y el éxito del 
tratamiento.” Solo tres particulares de esta conclusion impug- 
naré, porque reservo los demás para cuando tenga que presen- 
tar á nuestro Presidente las pruebas de la no identidad de las 
fiebres amarilla y biliosa de los trópicos. 

La fiebre amarilla se juzga próspera Ó adversamente, del 
quinto al séptimo dia en la mayoría de los casos; las de ac ceso 
hasta seis, ocho Ó mas meses: las fiebres de acceso repiten mu- 
chas veces; la fiebre amarilla cuándo? De esta podemos decir 
que se adquiere la inmunidad con el primer ataque. 

Cuando habla Mr. Chervin del tratamiento, se referirá á la 
quinina? Dudo si cuando he usado en la fiebre amarilla la qui- 
na, habré curado esta enfermedad ó habré estado tan velado 
como Mr. Chervin sobre el particular. 

Dije al empezar esta segunda parte, que no siempre los sín- 
tomas que presenta una enfermedad eran bastantes para juzgar 
de su naturaleza y asiento; pues algunos accidentes que pre- 
sentan en la vida y en la muerte ó son efectos secundarios, in- 
dispensables en el curso de muchas enfermedades, ó signos fí- 
sicos demostrados por el poderío que adquieren las fuerzas fí- 
sicas al apoderarse de las vitales. Por ejemplo: yo veo un hom- 
bre con el íctero, y guiado por este signo concluyo diciendo 
que es la presencia de la bílis en la sangre la que determina 


416 


este color, y mas firme estaré en mi propósito si vomita ó eva- 
cua bílis. Puedo equivocarme; primero, porque este hombre 
quizás esté padeciendo la fiebre amarilla y este color no de- 
penda de la presencia de aquel humor en la sangre; y puede 
estar sometido á la influencia de la medicacion evacuante y 
obligado el hígado á desembarazarse de esa secrecion, sin pa- 
decer en.su textura orgánica, ni haber nada que altere aquella, 
y hacerme entónces formar una deduccion falsa. Esto puede 
acontecer en lo referente á la vida, que despues de la muerte 
tambien se asignan nombres segun los accidentes que se pre- 
sentan. Tan es así, que la peste del siglo XIV dedujo él nom- 
bre del color negro que se veia en los afectados; la de Digne 
en 1629, tomó su nombre del color azul púrpura que presen- 
taba la piel; el tífus icterodes adquirió ese nombre por el co- 
lor amarillo, y que á no dudarlo habrá servido tambien para 
darle el epíteto de biliosa. 

Réstame, por lo tanto, demostrar las razones en que me fun- 
do para negar la identidad de las fiebres amarilla y biliosa de 
los paises cálidos, y para probar que aquella no es otra cosa 
que una variedad del tífus; pero ántes me ocuparé del estudio 
de las causas que se suponen productoras de la fiebre ama- 
rilla. 

T[I.—Antes de principiar el exámen de las causas asignadas 
por nuestro Presidente como productoras de las fiebres amarilla 
y biliosa de los paises cálidos, tenemos necesidad de recordar que 
no es él quien ha pagado tributo á ese deseo que nos impele 
constantemente á buscar el orígen oscuro de ciertos fenóme- 
nos morbosos. Quien quiera que se tome la pena de consultar 
el multiplicado número de escritos que sobre la fiebre amari- 
lla han visto la luz, encontrará que son tantas las causas que 
se le señalan á esta enfermedad, como autores han pretendido 
explicar su produccion. 

En el número de aquellas, figuran comunmente circunstan- 
cias puramente locales, una excesiva humedad, los inmensos 
bosques que se encuentran en ciertos parajes y tambien la des- 
nudez casi absoluta de vegetacion y de cultivo, la calidad par- 
ticular del suelo ó las aguas de que se empapa, la accion de 
ciertos vientos, la elevacion de temperatura, el tránsito de 


417 

una localidad fria á una caliente, los cambios bruscos de tem- 
peratura, los pantanos formados por la mezcla de las aguas 
dulce y salada, los focos de putrefaccion de las riberas maríti- 
mas, la accion simultánea del calor y los miasmas, y multitud 
de otras causas que tampoco han recibido la sancion de la ex- 
periencia. Segun Silbermann, la existencia de la planta mari- 
na llamada sargazo, flotante sobre una inmensa extension del 
Océano Atlántico, por la considerable superficie que presenta 
á la evaporación y descomposicion al sol ardiente de la zona 
ecuatorial, puede ser la causa de la frecuencia y del incremen- 
to que ha tomado la fiebre amarilla. Cree este autor, que di- 
cha planta se extiende ya fuera de los límites racionales, pro- 
duciendo emanaciones nocivas desde que los adelantos de la 
navegacion y las especulaciones europeas lanzaron de estas re - 
giones la multitud de manatíes, que alimentándose de dicha 
- planta reducian anualmente su desarrollo. 

Este largo catálogo de causas productoras de una sola enfer- 
medad, no nos sorprende, porque hay en etiología un capítulo 
que trata de las causas ocultas, de aquellas á que se deben 
la endemias y epidemias, ó que producen ciertas enfermedades 
que sobrevienen sin motivos apreciables. 

La causa material productora de las endemias podrá tal vez 
existir en la atmósfera ó en los pantanos; pero ni la física ni 
la química á- pesar de sus esfuerzos han podido descubrir el 
principio morbígeno. 

Sydenham confiesa con la mayor ingenuidad, que despues 
de haber pasado muchos años estudiando para llegar á la ex- 
plicacion de las causas de las enfermedades endémicas y epidé.- 
micas, encontró que habia perdido su tiempo; y Van—Swieten, 
al cabo de diez años de estar practicando investigaciones sobre 
las variaciones atmosféricas, ciertos fenómenos físicos, las en- 
fermedades dominantes y el número de enfermos, concluyó sus 
observaciones lamentándose, como el anterior, del poco fruto 
que habia obtenido. ] 

Nuestro Presidente, siguiendo las huellas de algunos auto- 
res, nos asegura que el calor y los miasmas son las causas pro- 
ductoras de la fiebre amarilla. Para probar lo insostenible de 
semejante doctrina, basta recordar que cuando la fiebre ama: 


418 


rilla desolaba á Gibraltar, Cádiz y Filadelfia, el centígrado 
acusaba solamente trece grados; faltaba, pues, el calor, falta- 

ban los miasmas; Gibraltar no tenia, donde reinaba la enfer- 
- medad, ni pantanos, ni focos marítimos, 

Pero ya que la cuestion de los miasmas agitada hoy en el 
seno de nuestra Academia y en el periodismo, ha surgido de 
la iniciada por nuestro digno Presidente sobre la pretendida 
identidad de la fiebre amarilla y la biliosa de los paises cáli- 
dos, vamos á emitir nuestras opiniones sobre el particular. 

Bajo el nombre de miasmas comprenden algunos autores, 
no solo las emanaciones que despiden los cuerpos de los indi- 
viduos enfermos, amontonados en parajes donde falta la ven- 
tilacion y el aseo, sino tambien los efluvios de los hombres sa- 
nos cuando se encuentran colocados bajo estas mismas condi- 
ciones y tambien las emanaciones de las sustancias vegetales 
y animales en putrefaccion. En otros autores hemos visto que 
la palabra miasma es una voz de orígen griego, que significa, 
segun los mas acreditados lexicógrafos, mancha, suciedad, y de 
la cual se valen para denominar los corpúsculos morbíficos ó 
vírus aniwados, que, como aseguran algunos, viajan por la at- 
mósfera, y para señalar ciertos productos volátiles de los pan- 
tanos, lagunas, marismas, cloacas, parajes bajos y cenagosos. 

El célebre químico Mr. Chevreul dice, que como la atmós- 
fera tiene tanta influencia en la existencia del hombre y de los 
animales, en todos tiempos han ido á buscar en ella la causa 
de muchas enfermedades que atacan á la vez á un gran núme- 
ro de individuos; pero que las investigaciones practicadas pa- 
ra descubrir alguna sustancia material á la cual pudiera atri- 
buírsele la causa de ciertas enfermedades, no han dado ningun 
resultado positivo. | 

Un estimable colega nuestro tambien ha preguntado como 
nosotros: ¿(Jué son miasmas? ¿Cual es su naturaleza? ¿Cual 
es su composicion? Y no encontrando, por mas que lo deseaba, 
solucion al problema, exclama: 41 llegar aquí debemos confesar 
gue todavía ignoramos la composicion intima de los miasmas y 
que solo se sabe la accion deletérea que tienen sobre nuestra eco- 
nomia; á lo cual objetamos que ni aun eso está probado. Y si 
no está probado que los miasmas, cuya naturaleza no se cono- 


+19 
ce, determinan síntomas por el transporte de sus moléculas . 
hácia algun órgano, que van á ejercer su accion sobre ciertas 
vísceras, no debe admitirse semejante doctrina, porque no es 
posible establecer ningun dato patológico ni terapéutico fun- 
dado solamente en presunciones. 

Si no se ha podido demostrar que los miasmas penetran en 
las venas y son lleyados por todo el sistema arterial, no se pue- 
de concluir que introducidos en el organismo por el pulmon 
vayan á parar al hígado, á los órganos de la digestion, dc. Si 
la sangre se altera al mezclarse con los miasmas, tal altera- 
cion no se ha comprobado aun. 

Los miasmas, pues, no se conocen; y esta verdad en que están 
conformes todos los hombres de ciencia, implica la necesidad de 
alejar todo sistema que no esté basado sobre hechos constan- 
tes, atendiendo á que semejantes sistemas, es verdad que sir- 
ven algunas veces para hacer brillar la dialéctica de quienes 
los sostienen, pero que quizás en sus aplicaciones pudieran ser 
perjudiciales ó cuando ménos inútiles. 

Si las causas endémicas fuesen tóxicas, estamos persuadidos 
que nadie se aclimataria con ellas. El hombre es cosmopolita 
como es omnívoro; puede respirar el aire y comer impunemen- 
te las producciones de todos los climas: pero el ácido prúsico, 
la estricnina, la nicotina, matan en todos los climas. Si admiti- 
mos los miasmas tendrémos tambien que aceptar que no pue- 
den ser idénticos los que producen olores tan variados y opues- 
tos, que causan enfermedades diferentes: en Egipto la peste, 
en las Antillas el vómito, en la India el cólera, en Italia las 
fiebres perniciosas, aquí el escorbuto, allí la disentería. 

Nosotros, en vez de pensar con nuestro Presidente que el 
calor y los miasmas son causas generadoras de la endemia, de- 
cimos: siempre que existan pantanos, cloacas ú otros receptá- 
culos de materias orgánicas en putrefaccion, habrá produccion 
de sustancias nocivas, capaces de engendrar toda especie de 
enfermedades. La cantidad y cualidades de tales productos y 
por lo tanto sus efectos en el organismo, variarán bajo el in- 
flujo de multitud de circunstancias que nos abstenemos de ave- 
riguar. Querer saber si dependen del hidrógeno protocarbona- 
do, sulfurado ó fosforado, del ácido carbónico, del ázoe, del amo- 


420 


niaco ó de un fermento, aquellos efectos, es perderse en un la. 
berinto de hipótesis. Demostrar la absorcion de los miasmas, 
cuánto tiempo permanecen en la economía, si se fijan aquí ó 
allí, qué estragos hacen, cuándo, cómo y por dónde se elimi- 
nan, hé aquí lo que en la actualidad es difícil por no decir im- 
posible. Por lo tanto, vale mas dejar un vacío en la ciencia 
que llenarlo con un error, ó lo que es igual, con una suposi- 
cion. Y por último, ¿qué le importa á la Medicina que ciertas 
enfermedades dependan del aire, de la temperatura, ó que de- 
ban su orígen á agentes desconocidos, si lo esencial es conocer 
á fondo el carácter de aquellas y al hombre, para poder com- 
batirlas? 

La Medicina, dice Cotugni, no admite mas que dos cono- 
cimientos puros, que son, el de los males y el de los remedios. 
Si el primero no está fundado en los hechos será un sueño, un 
empirismo. El conocimiento de los medios capaces de destruir 
tal ó cual causa de las enfermedades, exige veracidad y prue- 
bas; éstos son los dos primeros pasos y quizás los únicos que 
pueden conducir la Medicina á su verdadera perfeccion. 

Si cada uno de los productos de la putrefaccion, ó todos reu- 
nidos, son capaces de ocasionar enfermedades y la muerte ¿por 
qué ir en busca de esas causas ocultas llamadas miasmas, cuan- 
do tenemos tantas visibles y tangibles? Sin embargo, no 
creemos estar en el caso de que preguntándonos cómo podemos 
vivir en semejantes condiciones, tengamos que contestar lacó- 
nicamente como los infelices habitantes de las Lagunas Ponti- 
nas: ¡muriendo! porque la capital de la reina de las Antillas 
no es la campiña de Roma con su séroco y su aría cattiva, ni 
tenemos marismas como Toscana, ni pantanos como los de So- 
loña. 

Colocados, pues, entre los que creen en la existencia de los 
miasmas y los que dudan de ella, permítasenos inclinarnos del 
lado de los últimos; porque la duda racional, como ha dicho 
un apreciable colega nuestro, es la antesala obligada de la 
verdad. 

Quede por lo tanto terminado el particular de las causas y 
pasemos á ocuparnos del punto capital de la discusion. 

Siendo en nuestro concepto la fiebre amarilla un tífus, vea- 


421 


mos si los síntomas que presenta tienen analogía con los que 
hemos descrito anteriormente, y sila fiebre biliosa que consti- 
tuyó las epidemias de Tissot y de Tinck la tiene tambien con 
la fiebre biliosa de los paises cálidos. 

La fiebre amarilla se sabe que tiene una invasion rápida, 
regularmente por la tarde y por la noche. Abren la escena unos 
violentos dolores de cabeza, que tienen su principal asiento 
en las regiones frontal, temporal y orbitaria, y en los lomos y 
las articulaciones; al mismo tiempo los ojos se ponen encarna- 
dos, lacrimosos y brillantes, y la cara algunas veces pálida, se 
anima mas ó ménos; no tardan en sucederse frios vagos, algunas 
veces muy pronunciados, ó en otros casos temblores, 6 una espe- 
cie de constriccion en la piel por un calor intenso, seco y mordi- 
cante: este calor se siente algunas veces en las partes internas del 
cuerpo, principalmente en la region precordial y en este caso 
las extremidades están las mas veces frias. El pulso es ordi- 
nariamente frecuente, vibrabte, y al mismo tiempo duro, si el 
enfermo es jóven y robusto. Se observan algunas veces latidos 
en la region del corazon y del epigastrio. La sed casi siempre 
en relacion con el grado de calor, falta sin embargo algunas 
veces. En ciertos casos, presenta la lengua en su parte media 
una capa blanquecina, miéntras que sus bordes se conservan 
limpios; en otros, está roja y húmeda, muy encarnada y seca, 
cubierta algunas veces, así como los dientes y labios, de un 
moco abundante y amarillento que pasa muy pronto á negro. 
La respiracion se hace anhelosa y entrecortada, á veces con 
frecuentes suspiros. El aire respirado es caliente y muchas ve- 
ces fétido. La region epigástrica está tirante, resistente y do- 
lorida al tacto. La orina es rara, colorada, quemante y algu- 
nas veces se encuentra en su estado normal; las cámaras están 
suprimidas las mas de las veces. El sueño es agitado. Este es- 
tado dura 24 Ó 48 horas, y muy rara vez mas tiempo. 

Muy pronto el estado de la respiracion, de la lengua y del 
calor se agrava, 6 persiste, disminuyendo este último síntoma, 
y la alteracion de la cara anuncia la extremada gravedad de 
la enfermedad. Desaparece la rubicundez, y en la mayoría de 
los casos es reemplazada por el color amarillo. El dolor de ca- 


beza termina ó se disminuye, al paso que los vértigos se an: 
T. IY—55 


422 


mentan. El enfermo despues de haber experimentado náuseas, 
arroja por el vómito materias de diverso color y naturaleza, 
unas veces blanquecinas y ácidas, otras transparentes é insí- 
pidas, ó bien biliosas y amargas. Tendencia al vómito, de tal 
manera que los enfermos se resisten á tomar los líquidos que 
se les dan, prefiriendo privarse de ellos. Preceden á la expul. 
sion de las materias fecales, fuertes dolores al rededor de la re- 
gion umbilical, y á veces son líquidas, mucosas, espumosas, 
membraniformes, gredosas, amarillas, verdes, negras y sangul- 
nolentas. Se presentan hemorragias por la nariz, encías, len- 
gua, intestinos, vias urinarias. La piel presenta equímosis, 
ofreciendo la mas veces el tinte ictérico. En el primer período, 
reconocida la orina, el mayor número presenta la albúmina en 
este líquido; en el último período, todos en mas ó ménos can- 
tidad. Los ojos:anuncian el estupor, las pupilas á veces están 
dilatadas, otras contraidas, y algunas en estado normal; los 
párpados en algunos casos están cerrados, en muchos equimo- 
sados 6 rodeados de equímosis. El pulso es comunmente débil, 
la respiracion es lenta, estertorosa, en algunos casos acelerada. 
Sobrevienen vómitos cada vez mas frecuentes, ya de sangre 
pura, ya de materia negra ó parduzca. Las diarreas se aseme- 
Jan á las materias arrojadas por el vómito, son fétidas, cada- 
verosas é involuntarias. En la mayoría de los casos hay supre- 
“sion de la orina. En otros sobrevienen inflamaciones de la piel 
ya erisipelatosas, ya flegmonosas, hipo, salto de tendones, gri- 
tos, gemidos, y la constriccion de la faringe es un síntoma bas- 
tante comun; algunos han presentado parótidas. 

Este es un cuadro de síntomas que en la práctica civil y de 
hospitales ha presentado la fiebre amarilla. 

Si desnudos de todas prevenciones lo comparamos con el de 
la biliosa de los paises cálidos, encontrarémos signos diferen- 
ciales muy marcados. Es verdad que algunas veces, tanto en 
su marcha como en su terminacion, presenta esta última algu- 
nos puntos de contacto con aquella, como sucede en otras mu- 
chas, cuando pasan al estado atáxico ó adinámico; pero anó- 
malamente, como sucedió con la epidemia de Tectlembhurgo 
descrita por Tinck. Siempre que se nos presenta la fiebre bi- 
liosa, la vemos precedida de pródromos; la amarilla al contra- 


423 


rio, repentinamente: en la primera vómitos y diarreas de la 
misma naturaleza; en la segunda muy rara vez: la duracion de 
la amarilla muy rara vez pasa del primer septenario; la de la 
biliosa se extiende á dos y tres septenarios: ningun medio de 
curacion conocido y fundado para obtener un buen éxito en el 
tífus icterodes; para la fiebre biliosa los hay casi siempre. Por 
último, las necroscopias presentan signos notablemente dife 
rentes en una y otra enfermedad. 

Si se quiere convertir la fiebre amarilla en la biliosa de los 
paises cálidos, que los vómitos de la primera sean de bilis siem- 
pre, que su duracion se extienda á dos Ó mas septenarios, que 
no presente las hemorragias que la hacen mas bien acreedora 
al título de fiebre hemorrágica que de amarilla: en una pala- 
bra, si se desea para un pronóstico feliz que en la primera el 
pulso no descienda desde cien Ó mas pulsaciones hasta sesen- 
ta, cuarenta, y descreciendo hasta su extincion completa, que 
tome la celeridad de la biliosa; así como cuando queramos 
llegar á una terminacion favorable en la primera, quisiéramos 
darle al pulso la lentitud de la segunda,—transformadas de es- 
te modo, podrá ser la una variedad de la otra. ¿Y qué razon 
pudieran tener los Sres. Fournier y Vaidy, á quienes tanto res- 
peto profesa el Sr. Gutierrez, para no ocuparse de la importan- 
te circunstancia del pulso en la fiebre biliosa? Quedó trunco 
el paralelo y este vacío solo presenta muy de bulto la diferen- 
cia esencial que resulta entre las dos enfermedades. 

Pero nuestro digno Presidente, para explicar el por qué de 
esa diferencia en la invasion, cree que consiste en la mas ó mé- 
nos aptitud del organismo al recibir el agente séptico, que en 
los muy aclimatados, favorecidos por el hábito, hasta que no 
aumenta en cantidad y calidad no influye en su salubridad; 
pero no tarda en ser así cuando se ven invadidos en la endé- 
mica, introduciéndose sorda y lentamente, desenvolviendo un 
aumento de circulacion y por consiguiente congestiones en los 
órganos parenquimatosos, secreciones y evacuacion abundan- 
te en las glándulas y membranas: preparado de este modo el 
organismo al estallar la fiebre, ha de presentar por ámbas vias 
mas cantidad de bilis á virtud del trabajo preparatorio que 
constituyen sus pródromos. 


424 


En los forasteros, por el contrario, sorprendidos en el me. 
jor estado de salud, la accion de las causas es fuerte y pertur- 
badora, y no estando esos órganos modificados por su influen- 
cia, como sucede en los primeros, se contraen sobre sí mismos, 
negándose á admitir la sangre que les envía el corazon, y por 
esta razon no han tenido lugar de preparar sus secreciones en 
abundancia; explicando por este hecho que entónces los flui- 
dos segregados tienen que ser absorbidos por la sangre para ir 
á presentar esa sufusion amarilla de la piel que es constante 
en el vómito negro y que falta algunas veces en la biliosa, y 
que concluye como manifestando que en el primer caso ha ha- 
bido una irritacion secretoria, y en el segundo un exceso de in- 
flamacion. 

A juzgar por lo expuesto, nuestro Presidente admite que la 
fiebre amarilla es de naturaleza inflamatoria como la biliosa; 
y creemos que para probar la no identidad basta manifestar 
que la primera no participa de ese elemento sino á expensas 
de las condiciones particulares de la constitucion médica que 
domina. 

Recuérdese que en la parte descriptiva dijimos que la cons- 
titucion médica actuaba sobre la sangre, aumentando sus ele- 
mentos reparadores, habia verdadera plétora; hoy, por condi- 
ciones diversas, el período de reaccion no se hace á expensas 
de mayor número de glóbulos y fibrina, sino por expansion, y 
no podemos darle otro nombre que el de plétora falsa. Antes 
se sacaba la sangre en demasía por aquellas circunstancias fa- 
vorables, y el organismo soportaba el exceso y se curaban los 
enfermos; pues bien, ni entónces ni ahora era de elemento in- 
flamatorio. No porque una enfermedad presente un aumento 
de vitalidad podemos colocarla en el número de las inflamato- 
rias; díganlo las plétoras caquécticas: en estas, como todos sa- 
bemos, pobre en cualidad el líquido reparador, presenta unas 
reacciones que nos obligan á prescindir de todo y se emplea la 
flebotomía en algunos casos por temor de que el exceso de can- 
tidad comprometa á un órgano importante. Y al decir pléto- 
ra caquéctica entiéndase que me refiero á la producida por la 
sobreestimulacion de los vasos, porque perteneciendo su túni- 
ca interna al número de las serosas, tiene que presentar mayor 


425 


secrecion que la que basta para lubrificarlos en el estado fisio- 
lógico. 

¿Cómo puede producirse una inflamacion en el hígado, re- 
sistiéndose esta víscera á admitir la sangre que habia de irri- 
tarla y congestionarla para producir ese efecto? Si se me argu- 
ye que cuando sobreviene el estado espasmódico acude ese lí. 
quido en mayor cantidad á él, entónces no será una inflama- 
cion, sino una apoplegía; y como las necroscopias nos hacen 
advertir la presencia de ella en todos los órganos, convendré- 
mos por este hecho, en que no solo en el hígado, sino en to- 
dos los demás habrá la supuesta inflamacion. 

Pero un estado espasmódico puede encadenar las fuerzas se- 
cretorias, es verdad; pero no admito que la sangre reabsorba 
la bílis entónces, y que la manifestacion de este fenómeno sea 
la coloracion amarilla de la piel, porque esta no es debida á la 
presencia de aquel fluido segregado. Siempre que vemos una 
extravasacion de sangre en la piel, no tarda en presentarse el 
color amarillo, debido á la separacion del suero de la sangre, 
el cual presenta ese color por la existencia de un principio lla- 
mado por Franz-Simon hemafeina, el que da lugar á ese cam- 
bio de color. Los ancianos que en estado de salud tienen la 
piel amarilla ¿deben por ventura ese accidente á la bílis? Y 
prescindiendo de esta enfermedad, en la ictericia, ¿será debido 
el color á la presencia de la bílis? 

Algunos químicos, entre ellos Mr. Thenard, á quienes se les 
proporcionó sangre de ictéricos suponiendo que contenia bilis, 
aseguran no haber descubierto ninguno de los materiales de 
esta secrecion; que era sangre normal cuyo suero se encontra- 
ba coloreado por la pequeña cantidad de materia amarilla que 
en esta enfermedad se extravasa por todo el cuerpo. 

Mr. Magendie, tratando de averiguar la accion de la bílis en 
la sangre, observó que introduciendo en un perro de mediana 
estatura seis y siete gramos de bílis, el animal moria, en cuyo 
caso el suero no tomaba ese color amarillo que se comunica á 
la piel, y la conjuntiva permanecia blanca; á lo cual debemos 
agregar que no se advertia en la sangre el gusto de bílis, cuan- 
do es bien sabido que una pequeña cantidad de esa sustancia, 
comunica su sabor á una porcion bastante regular de agua. 


426 


Recordemos de paso que Mr. Autenrieth observó tambien que 
en el hombre se vuelve tambien amarillo el suero de la sangre 
en enfermedades que están muy léjos de ser biliosas. 

Atendiendo á estas razones, y siendo la fiebre amarilla esen- 
cialmente hemorrágica, ¿por qué dudar que el íctero que se 
presenta en la vida y en la muerte no sea debido á esas con- 
diciones de la sangre? 

Comparemos el cuadro de síntomas de la fiebre amarilla con 
las antiguas enfermedades que bajo el nombre de peste y tÍ- 
fus nos describieron los antiguos y encontraremos las suficien- 
tes pruebas para creer que aquella es un tífus 6 una variedad 
de la peste, por su marcha, síntomas y terminaciones. Las ne- 
croscopias de estas enfermedades no nos han dado á cono- 
cer otra cosa que las alteraciones de la sangre, que en todos 
los órganos se presentaba disuelta, y por esta razon en unos 
puntos aparecia el color negro, en otros el rojo, causa por qué 
en los tiempos en que no habia alcanzado el adelanto de hoy 
la anatomía patológica, fueron reputados esos signos como los 
de la gangrena y las inflamaciones. Aun no hace mucho tiem- 
po que algunas doctrinas apasionadas creyeron lo mismo. 

Cuando estudiamos la fiebre amarilla en la Clínica médica 
del hospital militar de nuestra Plaza, en las repetidas autop- 
sias que verificamos en presencia del Dr. D. Vicente A. de 
Castro, jefe de la Sala, y en el tiempo que puede decirse que 
servia de línea divisoria de la doctrina de Broussais y las de 
nuestros dias, buscábamos aquellos signos de inflamacion y no 
hallábamos mas que imbibiciones en todos los órganos, que 
despues de despojarlos de la sangre infiltrada en sus tejidos 
no nos presentaban huellas, como el reblandecimiento que 
siempre se ha reputado como uno de los caracteres de una in- 
flamacion que existia. 

Uno de los órganos que ha llamado mas la atencion es el 
hígado, por las alteraciones variables que ha presentado tanto 
en su color como en su volúmen, apareciendo unas veces páli- 
do, otras anémico, otras ingurgitado considerablemente de san- 
ore. En muchas ocasiones su volúmen era normal, pero en las 
mas de las veces era de un color amarillo bien pronunciado, 
color que, como es peculiar á su secrecion, se notaba en este Ór. 


427 


gano como quizás lo estaria en otros órganos secretorios, en 
los que si no se notaba consiste en que carecian de color. 

Pero de cualquier modo, como es una triple funcion la que 
en el organismo desempeña el hígado, como segregador de la 
bilis, como receptáculo de las cavidades derechas del corazon 
y como elaborador del azúcar, tiene que padecer secundaria- 
mente en los grandes conflictos del organismo. Véase como 
padece, principalmente en los envenenamientos en general, 
pues bien sabido es que siempre en las autopsias judiciales es 
importante el estudio de este órgano, aunque no por esto pre- 
tendemos concluir que todos los venenos tengan una accion 
electiva hácia él. 

Considerando, pues, que hemos llegado al término de nues- 
tra tarea, creemos haber probado: 

Que no son idénticas las fiebres amarilla y biliosa de los 
paises cálidos: que si en ciertas épocas han podido identificar- 
se estas afecciones, dependió sin duda de la influencia ejercida 
por la constitucion médica; pero que al cambiar esta volvió 
cada cual á revestirse de sus primitivas formas. 

Que la fiebre amarilla, mas bien que variedad de la bilios: 
de los paises cálidos, es un tifus ó una variedad de la peste. 

Que la fiebre amarilla se prueba que difiere ostensiblemente 
de la biliosa comparando en ámbas su marcha, síntomas, tra- 
tamiento terapéutico y necroscopias, 

Que la fiebre amarilla se ha revestido con las formas de las 
epidemias que nos han invadido. 

Que los cuadros de síntomas no son siempre un medio se- 
guro para llegar á una perfecta clasificacion. 

Que no conociendo en el estado actual de la ciencia la natu- 
raleza de las causas productoras de la endemia, se hace nece- 
sario estudiar al hombre, si posible es, desde que sale de su 
país, porque bien pudiera suceder que el orígen del mal no re- 
sida absolutamente entre nosotros. 

Que tanto Mr. Chervin como todos los que han pretendido 
identificar las fiebres amarilla y biliosa, han incurrido en erro- 
res graves, 

Que no hay ningun fundamento para atribuir al calor y á 
los miasmas la produccion de la fiebre amarilla, porque esta 


428 


se ha presentado tambien donde el termómetro no señalaba 
mas de trece grados centígrados y donde no existian pantanos 
ni focos marítimos, y por consiguiente no habia miasmas. 

A todo lo expuesto solo tenemos que agregar que el traba: 
jo presentado á la Academia por nuestro ilustrado y digno 
Presidente, á la vez que una marcada expresion de afecto há: 
cia esta corporacion y de estímulo por la ciencia, tiene el in- 
disputable mérito de haber promovido el estudio y la discu- 
sion sobre un particular en que están interesados el País, la 
Ciencia y la Humanidad.—He dicho. 

Habana 11 de Enero de 1862. 


DiscusioN ACERCA DEL CÓLERA— Discurso del Ldo. D. José 
Francisco Ruz. 


(Finaliza.—V. Anales, t. IV. pag. 395.) 


Terminados estos particulares indispensables en el largo curso 
de este debate, vamos á analizar el tratamiento propuesto por el 
Sr. Havá. No nos detendremos en la proposicion que dice que 
la absorcion es todavía posible en el cadáver. Hacemos el honor á nues- 
tro compañero de pensar, que ha querido referirse á la imbibicion 
y álos fenómenos de endosmosis y exosmosis; porque la absorcion, 
tal como debe entenderse, es una funcion que presupone la vida 
delos tejidos; que principia en verdad con aquellos actos fisicos, 
pero continua con otros actos puramente vitales. 

Habiendo definido el colérico un individuo que se seca, nada mas 
natural y lógico que establecer como su corolario terapéutico— 
Mojar al individuo que se seca. Pero el Sr. Havá dice que analógica- 
mente hablando, cree oportuno el tratamiento, y nosotros vamos á 
intentar demostrar, que así como partió del hecho visible, virtual, 
grosero de la exosmosis intestinal, para formar la teoría del cóle- 
ra, ha partido tambien de una falsa analogía.—Aceptemos por un 
instante la teoría misma que venimos combatiendo. Los princi- 
pios inmediatos pierden su facultad de hidratacion y la enferme- 
dad comienza. El tratamiento racional debia consistir en volver 
á la albúmina y á la fibrina la propiedad que han perdido. Esto 


429 


no es posible, se dirá: demos, sin embargo, al enfermo el elemen- 
to que pierde. Y ¿cómo pretendeis que el organismo acepte y apro- 
veche el agua que le suministrais cuando abandona á aquella con 
quien tenia contraidos mas estrechos vínculos; con aquella que te- 
nia hasta derecho de domicilio?—No obstante, demos agua, repite 
todavia Havá, porque llega un instante en que se extingue la cau- 
3a, y entónces el organismo la utilizará ventajosamente; de modo 
que esto quiere decir: —demos agua aunque inútilmente hasta que 
llegue el instante de que no lo sea. Y ese instante, ¿cuándo princi- 
pia?—en la reaccion:-—entónces ya noes necesaria, porque es in- 
dispensable en ese estado obrar de distinta manera; de modo que 
en último resultado el agua parece indicada en la teoría cuando 
en la práctica ya no tiene aplicacion.—¡La inyeccion en las venas! 
Efectivamente, las experiencias parece que acarician un instante 
la ilusion de nuestro compañero. Aseguran eminentes prácticos que 
en algunos casos la inyeccion ha provocado una reaccion instan- 
tánea, casi resurreccion. Pero estos efectos han sido pasageros, y 
los resultados definitivos de las experiencias, negativos. La mis- 
ma rapidez de los efectos parece indicar quela inyeccion es mas bien 
causa de estimulo sobre el organismo, porque se presentan antes 
que los principios inmediatos hayan tenido tiempo de fijar el lí- 
quido que han perdido; y se extinguen precisamente cuando aquel 
fenómeno debiera hacerse general en todos los vasos. 

“El fenómeno orgánico mas importante del cólera es la pérdida cons- 
tante de agua: —reponer el liquido debiera ser toda la indicacion posible 
en el período de deshidratacion.”” Afortunadamente esta conclusion 
terapéutica la deduce el Sr. Havá analógicamente. Eso es muy bello 
para ser verdad, exclamaria cualquiera que no fuera tan optimista 
como aparece nuestro ilustrado académico. Hemos visto que an- 
tes de la exosmosis intestinal existen las alteraciones de los cambios 
nutritivos entre el plasma y los tejidos anatómicos, debidas á «la 
perturbacion isomérica de la fibrina y de la albúmina; sabemos que 
la falta de agua viene despues á complicar y aumentar las dificul- 
tades de la circulacion, hematosis, €c. Luego no empíricamente co- 
mo dice Havá, sino científicamente el fenómeno orgánico mas impor- 
tante del cólera es esa alteracion isomérica de que hemos hablado. Lue- 
go la única indicacion posible, no analógica sino lógicamente, debie- 
ra ser volver á aquellos principios la facultad perdida, de la cual 
la exosmosis no es mas que un fenómeno consecutivo.-——Suponed 
una hemorragia por herida de un vaso: antes que restituir analó- 
gicamente la sangre que se pierde, convendria mejor hacer una li- 
gadura.--Si esta no bastase y fuese enorme la pérdida, podria en- 

T. Iv—56 


430 


sayarse la trasfasion.--Seriamos muy injustos si no acordáramos 
una gran ventaja al tratamiento propuesto por el Dr. Havá, excep- 
to en lo relativo d la inyeccion por las venas.-—Esta ventaja consiste 
en su inofensiva inutilidad.--—En efecto; á un colérico álgido no 
se le administran en ese caso sustancias tan enérgicas y de accion 
tan desconocida que no permitan siquiera la curacion espontánea 
de los enfermos.-—La inyeccion en las venas no debe tampoco es- 
tar tan imperiosamente prescrita por el Sr. Havá. El ha dicho: 
“Aseguramos que el fenómeno exosmótico de la pérdida de líqui- 
dos puede compensarse con otro endosmótico de ganancia; y que 
esta compensacion es tanto mas posible cuanto mas adelantadas 
esten la ciánosis y la algidez.” 

La terapéutica, Sres., que solo busque sus inspiraciones en la fi- 
sica y en la química, será como la fisiología que solo vea en el or- 
ganismo leyes y fenómenos semejantes á los que presenta la ma- 
teria inorgánica.—-—Si; la Escuela fisico-química se impone como dan- 
do una gran precision y seguridad á los estudios biológicos; con- 
diciones que está muy léjos de haber realizado siempre en sus 
aplicaciones. Es preciso no negar su importancia; pero es indis- 
pensable limitar su ambicion.--La materia organizada reconoce por 
condicion de existencia una ó muchas propiedades que divide con la ma- 
teria inorgánica: en toda funcion hay fenómenos mecánicos, físicos, quí- 
micos, detrás de los cuales se oculta algo de especial al ser viviente, y que 
constituye las propiedades vitales.” (1) 

Yase ucerca la hora de terminar esta ya fatigosa discusion.-—Me 
perdonareis todavía que me ocupe de otra opinion del Sr. Havá, 
que es en extremo importante bajo el punto de vista práctico, para 
que no me acordeis uu poco de benevolente atencion.—Despues 
de trazar los síntomas del primer período (invasion) del cólera, 
agrega el Sr. Havá que no son los de la diarrea dicha premonitoria: 
esta última es la DIARREA COMUN durante la cual está el individuo en 
la mejor aptitud para contraer los sintomas del edlera. 

Si alguna verdad fecunda se ha demostrado en la ciencia, es 
precisamente la, que establece que la diarrea premonitoria no es la 
diarrea comun, y que constituye el primer fenómeno de la influen- 
cia epidémica: 6 mejor dicho, el primer grado de la enfermedad; 
pues, como dice Guérin, el cólera es mas bien el fin que el prin- 
cipio. 


(1) Como el Dr. Michelena pudiera llamarme vitalista, entiéndase que la palabra vital 
no la tomo en el sentido de Van-Helmont, Barthez, Stall y otros, como arqueo, fuerza, 
agente, principio, etc., sino como la actividad especial que tiene la materia organizada, dis- 
tinta de la bruta, —actividad que no niega ningun fisiólogo hoy. 


431 


Siempre bajo el imperio de las epidemias, y del cólera en parti- 
cular, se observan modificaciones y caracteres que es preciso estu- 
diar para discutir este punto y escribir con exactitud la historia. 

Como las enfermedades, la epidemia tiene sus pródromos, su in- 
vasion, su aumento, su estado, su decadencia y su muerte. Presa- 
gian la invasion del mal asiático una tendencia marcada á las afec- 
ciones del tubo intestinal en los individuos sanos, y una tenden- 
cia 4 formar complicaciones semejantes en las enfermedades co- 
munes; en todas sus faces sucesivas estas influencias se hacen mas 
evidentes. La diarrea premonitoria no es pues la diarrea comun, 
sino un efecto de la causa general. En todas las epidemias acon- 
tece lo mismo: hay casos cuya intensidad varía desde aquellos 
que parecen mas simples hasta los mas rápidamente funestos; y 
si alguna cosa verdaderamente útil se ha dicho aquí, es que la 
diarrea premonitoria es una diarrea colérica que se acompaña de 
caracteres clínicos táciles de reconocer.—Havá asegura que los sig- 
nos del primer período no son los de la diarrea premonitoria; que 
esta última solo pone al individuo en aptitud de contraer la en- 
fermedad.—$S1 no entendemos mal, pensamos que llamarla diarrea 
comun, es negar que sea especial al cólera, que es precisamente lo 
que todos aceptan como una verdad que la experiencia ha puesto 
fuera de duda. La diarrea comun es cualquier flujo intestinal que 
depende de causas comunes: —la premonitoria, por el contrario, 
es efecto de la influencia epidémica. 

Por lo que hemos dicho, nos parece que nadie dudará de las no- 
tables diferencias que existen entre la doctrina de Mr. Robin y la 
del Sr. Havá.—El eminente histólogo ha hecho en nuestro huril- 
de concepto un excelente trabajo de fisiología patológica, investi- 
gando con su penetrante sagacidad las lesiones primitivas del có- 
lera, y la'correlacion que existe entre ellas y los fenómenos conse- 
entivos que constituyen su sintomatología. Hasta hoy nadie ha 
hecho un trabajo mas completo: es un cuerpo en donde todo se ex- 
plica, todo se liga, no hay discordancias ni contradicciones. Parte 
de un hecho que la experimentacion demuestra, como es la altera- 
cion isomérica de los principios de la tercer clase, y sobre esta ba- 
se que le sirve de centro vienen á agruparse todos los signos de 
ese mal que ha permanecido incógnito desde largo tiempo. Ll que 
recuerde los principios de la histología y las propiedades de los 
elementos anatómicos, comprenderá el exacto rigorismo con que 
procede aquel sabio 4 quien la ciencia es deudora de tan pro- 
fundas y trascendentales investigaciones. Ojalá que el Sr. Havá 
hubiera sido ménos original, y así marchando al lado de aquel sa- 


432 


bio se hubiera encargado de enseñarnos lo que muchos ignoran. 
Los que murmuraron diciendo que las ideas del Sr. Havá eran de 
Robin se convencerán ahora que solo ignorando los trabajos del 
micrografo pudieran ser tan injustos con nuestro compañero. 

De la discusion crítica que hemos hecho pueden deducirse las si- 
guientes conclusiones: 

1? El trabajo del Sr. Havá es una nueva prueba de su habili- 
dad y de su talento; recomendable por su forma clara, por la dis- 
cusion que promueve y por la enseñanza que encierra. 

2% Quesu fundamento anátomo-patológico pertenece 4 Mr, 
Robin; pero las deducciones, la comparacion, las aplicaciones tera- 
péuticas sou del Sr. Havá. 

3% Que partiendo ambos de un mismo fundamento, el Sr. Ha- 
vá se separa de Robin, y al separarse pierde en vez de ganar. 

4% Que la definicion no es exacta; ni la sucesion de los sínto- 
mas, ni su explicacion, son consecuentes con las teorías de Robin, 
con la suya propia, ni con la clínica. 

5% Que no ha probado que el cólera asiático y el esporádico 
sean la misma especie nosológica, y que dejándose arrastrar por 
la semejanza ha llegado á la identidad. 

6% Que la interpretacion comparativa, fisiológica y clínica de 
la cianosis no está legítimamente fundada. 

72 Que en su modo de considerar la accion miasmática susti- 
tuye un término á otro; pero no envuelve ninguna idea original. 

8*% Que el Sr. Havá refiere toda la sintomatología á la exosmo- 
sis intestinal, miéntras que para Robin esta es ya un fenómeno 
secundario á perturbaciones de la nutricion molecular de los te- 


Jidos. 
9% Que no sou proporcionales los sintomas del primero y se- 


gundo períodos con la pérdida exosmótica, ¿o mismo que el período 
de reaccion, que impropiamente llama de hidratacion contínua, ne- 
gando ideas que Robin ha establecido. 

10* Que la teoría del Sr. Havá es insuficiente para explicar las 
distintas formas que la clínica nos enseña. 

11? Que la diarrea premonitoria no es la diarrea comun, y que 
en la del cólera confirmado el análisis químico y microscópico ha 
encontrado sustancias orgáuicas del plasma azoadas análogas á la 
diastasis. 

12% Que ha confundido la imbibicion, endosmosis y exosmosis 
con la absorcion, asegurando que esta última es posible en el ca- 
dáver. 

13% Que así como partió del hecho visible de la pérdida de 


433 


agua para fundar su teoría, se funda en el mismo para formular su 
tratamiento. 

142 Que el colérico, mas que agua necesita que se devuelva á los 
principios inmediatos de la sangre la facultad que han perdido, y 
que la administracion del agua parece justificada en la teoría cuan- 
do ya en la práctica no se necesita. 

15% Que la proscripcion que hace de la calorificacion está en 
desacuerdo con la física y la fisiología, olvidando que el frio au- 
menta la facultad de producir calor cuando la de reaccionar no es- 
té muy disminuida ó perdida. 


NoTa.—Este trabajo es mucho mas extenso que la disertacion oral que se pronunció 
en la Real Academia. Su autor al publicarlo se ha valido de las notas de aquel discurso; 
pero juzga oportuno manifestar con sinceridad que hay muchas y radicales diferencias. 
Cuando habló en la Academia pensaba que el Dr. Havá estaba en todo conforme con Mr. 
Robin; pero al revisar los trabajos del histólogo francés encontró que la argumentacion 
que habia empleado debia dirigirse solamente contra su colega Havá, pues solo este últi- 
mo es responsable de las opiniones particulares que defiende.—Así pues, ha sustituido 
siempre al nombre de Robin el de Havá, y hasta se ha servido de la obra del primero pa- 
ra inpugnar la del segundo.—Conviene al interés del debate y á la lealtad del amigo 
<onsignarlo en este lugar. 


LA FLORA MÉDICA DE CUBA. 


I.—Discurso del ¡Sr. D. Francisco A. Sauvalle.—Al ocu- 
par por primera vez un asiento en esta Real Academia 
en su última sesion, parecia natural, Señores, que les ma- 
nifestara mi agradecimiento: pero hallé á los Sres. académicos 
profundamente engolfados en una cuestion que mas que nin- 
guna otra puede con propiedad llamarse de importancia vita? 
y creí poco oportuno reclamar entónces su atencion para cum- 
plir con una simple formalidad de poco interés para V. SS. 

Hoy que el tiempo se ha encargado de la solucion del pro- 
blema que ocupaba en aquel dia á la Academia, séame permi- 
tido, Señores, dar á V. SS. y al Sr. Presidente las mas expre- 
slvas gracias por el honor que se han servido conterir- 
me y que en mi concepto no merezco. No soy, Señores, sino 
un simple aficionado, amante de las ciencias y del estudio; lo 
único que puedo ofrecer es buena voluntad y un vivo deseo 


434 


de mostrarles mi agradecicimiento, coadyuvando con V. $$, al 
progreso de la Academia. 

He visto, Señores, en el nuevo Reglamento que uno de los 
principales objetós que se propone la Academia es trabajar en. 
la formacion de la Flora médica de Cuba. Este trabajo, que al- 
gunos juzgarán de poca importancia y secundario, puede sin 
embargo conducir á grandes resultados y está destinado tal 
ves á dar á la Academia su mayor realce; pues no se le ocul- 
tará á nadie que en las demás ciencias, á pesar del gran núme- 
ro de profesores de notoria capacidad de que se compone, á pe- 
sar de las profundas y elocuentes tésis que en ella se sostie- 
nen, será siempre difícil distraer la atencion del mundo cien- 
tífico fijada en las academias europeas en donde brillan los lu- 
ceros de la ciencia. No así la Terapéutica vegetal cubana; nos 
ofrece esta un vasto campo, inculto aun, patrimonio exclusi- 
vo nuestro, que no puede ser explotado sino por nosotros 
mismos y es, sl puedo espresarme así, una ciencia indígena co- 
mo las plantas que han de servir á nuestros experimentos. 
Los sabios de todas las naciones envidiarán nuestros descubri- 
mientos y seguirán con interés hasta nuestros ensayos. 

Me tocará quizás la satisfaccion de allanar algunas de las 
dificultades que pudieran presentarse á los que emprendan esa 
grandiosa obra, pues tengo ya adelantada una “Silvia” de la 
Isla de Cuba, trabajo que ocupa hace años mis ratos de ocio; 
además un tratado de Botánica al alcance de todos, adaptado 
casi exclusivamente á las plantas conocidas hasta el dia en es- 
ta Antilla. Pongo tambien á la disposicion de los Sres. aca- 
démicos que quisieran consultarlo, un herbario casi completo 
de estas plantas indígenas. En fin, señores, será para mí un 
verdadero placer cada vez que mis cortos conocimientos me 
permitan tomar parte en las honrosas tareas de la Real Aca- 
demia y si puedo contribuir, por poco que sea, á hacer efecti- 
vo el proyecto iniciado por V. SS.—“la formacion de la Flora 
médica de Cuba.” 

Con este motivo someto á la consideracion de la Academia 
la conveniencia de disponer desde luego lo conducente para 
la realizacion de este pensamiento. Bastaria para ello que cier- 
to número de socios, el mayor que fuera posible, aceptase el 


435 


compromiso de encargarse cada uno de ellos del análisis y del 
estudio así de las propiedades como de la aplicacion á la me- 
dicina y aun á la industria ó economía doméstica, de una de- 
terminada planta; obligándose á dar cuenta á la Academia del 
resultado de sus investigaciones, v. g. dentro del término de 
un año. Con esta marcha insensible llegariamos á levantar 
una obra digna de pasar á la posteridad y en la que quedaria 
grabado en caractéres indelebles el nombre de los que la ini- 
ciaron y que no dudaron en sacrificar alguna parte de un tiem- 
po precioso en obsequio de esta Academia, de su País, de la 
Ciencia y de la Humanidad. —(Sesion del 10 de Noviembre 
de 1867.) 

1.— Informe de la Comision nombrada para lu Flora mé: 
dica de Cuba.—Señores:—La Comision nombrada por V. S$S. 
en la última sesion de esta Real Academia para promover la 
formacion de la FLorA MÉDICA DE-CuBa, ha comprendido que 
antes que todo debia trazarse un plan metódico y sintético pa- 
ra que los estudios aislados de cada uno de los señores que vo- 
luntariamente ofrecieron su cooperacion, viniesen luego á for- 
mar un conjunto uniforme y sistemático. Este plan, base de la 
obra, hubiera necesitado mayores conocimientos que los que 
poseemos y sobre todo un estudio mas detenido; pero hemos 
considerado cuan importante era iniciar sin demora ese gran 
pensamiento y satisfacer el deseo de dar principio á sus tareas 
que anima á los Sres. académicos que en la última sesion aco- 
gieron la idea con tanto y tan laudable entusiasmo. Con este 
motivo nos determinamos á someter de una vez á la Acade- 
mia este bosquejo con algunas indicaciones que modifica- 
das ó ampliadas por V. SS. podrán servir de “Plan de Es- 
tudios.” 

La Botánica, como V. SS. lo saben, es la ciencia de los vege- 
tales; es la parte de la Historia natural que trata del conoci- 
miento de las plantas. 

Generalmente se divide en: 

Anatomía vegetal, ó la ciencia de la estructura de las plantas. 

Organografía, 6 descripcion de los órganos exteriores. 

Taxonomía, ó clasificacion de los vegetales, 

Fisiología y Patología vegetal, 6 el conocimiento de las le- 


436 


yes que rigen las funciones vitales de las plantas y de los 
desarreglos que sobrevienen en estas funciones, 

Fitografía, que encierra la Botánica descriptiva y la Sinoni- 

mia botánica. 

Geografía botánica y la 

Botánica aplicada, ó sea la Botánica médica y la económica 

6 industrial. 

La Botánica aplicada, que enseña á conocer la relacion que 
existe entre el reino vegetal y el animal, sobre todo entre aquel 
y la especie humana, es la única que debe ocuparnos en la ac- 
tualidad; pues en cuanto á los demás ramos que de por sí re- 
quieren estudios especiales y profundos, se encargarán de ellos 
los Sres. de la Seccion de Botánica, dejando así á los demás 
señores mas tiempo para las complicadas investigaciones in- 
dispensables para llevar á cabo nuestro propósito: “la creacion 
de la Flora médica de Cuba.” 

Los principios elementales de todos los vegetales son el car- 
bono, el hidrógeno, el oxígeno y á veces el ázoe. Nos bastará, 
descomponiendo las diferentes partes de las plantas, examinar 
y estudiar las varias sustancias que se hallan en cada una, y 
determinar la composicion química de estas. 

Las sustancias que con mas frecuencia se encuentran en los 
vegetales son la goma y mucílago, la fécula ó almidon, el azú- 
car, la albúmina, el glúten, cautchuc, tanino, materias colo- 
rantes, extracto, sustancias neutras y alcalinas á que deben los 
vegetales en gran parte sus propiedades y que suelen llevar 
nombres que indican las plantas en donde existen, como la ab- 
sentina, la glicirricina, la digitalina etc. y entre los alcaloides 
la brucina, la aconitina, la quinina, la estricnina, la atropna, 
etc. etc.; la cera, resinas y gomo-resinas, alcanfor, aceites fijos y 
esenciales, fibra leñosa, ácidos y entre estos el oxálico, cítrico, 
tártrico, benzoico, acético, málico, agállico y prúsico 6 hidrociá- 
nico, el láctico y otros muchos. Contienen á veces, pero no 
pueden considerarse como productos vegetales el silicio, alú- 
mina, cal, magnesia, así como algunos pocos óxidos metálicos 
y varios compuestos salinos. 

Parael fin que nos proponemos convendráseguirel órden adop- 
tado en los demás tratados de Materia médica y terapéutica. 


437 


A cuyo efecto se principiará por la descripcion botánica de 
la familia á que pertenece la planta que le haya tocado á ca- 
da uno, sus caractéres genéricos y específicos y sus sinonimias 
científicas y vulgares: todo lo cual, como ya se ha dicho, cor- 
responderá á la Seccion botánica de la Academia; se procede- 
rá en seguida á la 

Historia de la planta, verbi-gracia, su orígen, los autores que 
han escrito sobre ella, la etimología de sus nombres latinos 
ó6 vulgares, las virtudes empíricas que se le atribuyen. 

Caractéres específicos, cuando se observaran algunos que no 
concordasen con los descritos por los autores 6 hubieran 
sido omitidos por ellos. 

Hábitos de la planta. La parte de la Isla en donde se encuen- 
tra; los terrenos altos, llanos ó anegadizos que prefiere, el 
mes en que florece y en que maduran sus frutas. 

Descripcion física, Ó sea todo lo relativo á la apariencia de 
la planta, su tamaño, su corteza, el olor que despide, el 
color y tamaño de la flor y de la fruta. ( 

Composicion. El resultado del análisis de la planta, de su 
corteza, de sus raices, de su resina Ó goma y de las demás 
partes que se hubieran estudiado. 

Efectos fisiológicos sobre el hombre y sobre los animales. Si 
la planta es venenosa describir el “modus operandi,” los 
órganos que afecta etc. etc. 

Usos y aplicacion á la Medicina ó á la economía doméstica. 

Administracion. Dósis en que debe ó puede emplearse en 
las enfermedades; las tinturas, los extractos, ungúentos 
que se preparan con ellos etc. 

Antídotos y contra-venenos. 

Darémos á continuacion una lista de algunas de las plantas 

que en nuestra opinion merecen estudiarse con preferencia. (1) 

Este estudio léjos de ser árido ofrece al hombre ilustrado un 
atractivo tan poderoso que en algunas imaginaciones ardien- 
tes ha legado con frecuencia á convertirse en verdadera pasion. 
La contemplacion de la naturaleza ensancha el corazon; todo 
lo que nos rodea adquiere un carácter de sublimidad y nos 
procura un placer intelectual que eleva el alma. Si se conside. 


[1] Véase página 440. A 
7 


T. 1V-—5 


438 


ra bajo el punto de vista filosófico, hay pocas ciencias cuyos 
beneficios materiales son mas patentes; los descubrimientos 
que en ella se hacen tienden todos al provecho de la humani.- 
dad, á aumentar nuestros goces, á proveer á nuestras necesida- 
des, aliviar nuestras dolencias y prolongar nuestra vida. 

Los señores académicos en la última sesion han demostra- 
do por su entusiasmo noble y espontáneo que no necesitan 
estímulo cuando se trata del adelanto de las ciencias ó del pro- 
greso de esta Academia; pero para que nuestros comunes es: 
fuerzos sean mas fructuosos, creemos oportuno recordarles la. 
conveniencia de excitar el celo de sus amigos, socios de nú- 
mero ó de mérito, corresponsales ó simples aficionados, invi- 
tándoles á seguirnos en este florido sendero de investigaciones 
que nos conducirá sin duda á interesantes descubrimientos en 
una Isla como la nuestra, privilegiada por la naturaleza, cuya 
vegetacion es tan rica, cuyas producciones vegetales, casi todas 
aromáticas, desde la humilde yerba hasta los fastuosos mo- 
narcas de nuestros bosques, nos hacen sospechar en ellas vir- 
tudes preciosas que nunca han sido estudiadas por personas 
competentes, aunque adivinadas y empleadas á veces con asom- 
broso éxito por ignorantes curanderos que recorren nuestros 
campos y rivalizan con los mismos facultativos. 

El proyecto que nos ocupa se ejecutaria dificilmente por una 
sola persona; pero con el auxilio de los distinguidos profesores 
de que se enorgullece esta Academia, veremos en muy breves 
dias reunirse las monografías ofrecidas y creada como por en- 
canto la “Flora médica de Cuba.”—Dr. Manuel Vargas Machu- 
ca.—Dr. Luis M. Cowley.—.Dr. Felipe E. Rodriquez.—Prancis- 
co A. Sauvalle, ponente. (Sesion del 8 de Diciembre de 1868). 

Tl1.— Apuntes para la Flora médica de Cuba.—YEn un artí- 
culo sobre la “Ciguatera” publicado por uno de nuestros dis- 
tinguidos consocios en el Repertorio Cubano, tomo Il, pág. 38, 
se indica como contraveneno usado por los pescadores una 
planta indígena llamada “Jabilla” que se dice de la familia de 
las Leguminosas. El Sr. D. Felipe Poey ha padecido sin duda 
un error en cuanto á la designacion de la familia; y como pu- 
diera este error ocasionar graves desgracias, creo conveniente 
que se dé publicidad á la rectificacion. 


439 


Varias plantas llevan en la Isla el nombre de Jabilla, Javilla 
6 Habilla, entre ellas la Salvadera, Hura crepitans L, que léjos 
de ser un contraveneno posee propiedades deletéreas muy ac- 
tivas. Otras con el mismo nombre vulgar pertenecen efectiva- 
mente á la familia de las Leguminosas y de allí el error en que 
ha incurrido el Sr. Poey. 

Los pescadores en nuestras costas suelen, con éxito mas ó 
ménos satisfactorio, emplear como contraveneno de la ciguate- 
ra una planta iudígena llamada vulgarmente Javilla; pero que 
no es por cierto Leguminosa. La Javilla que se administra á 
veces en emulsiones para combatir la ciguatera, ó como hacen 
algunos, mezclándola con los mismos alimentos para preser- 
varse del envenenamiento, es la Feuillea Cordifolia L, y pertene- 
ce á la familia de las “Cucurbitáceas.”— Es la Lianecontrepoison, 
noíx de serpens de las Colonias francesas. En la América Cen- 
tral y en la Meridional se llama, como aquí, Javilla, y se usa 
contra las mordeduras de las serpientes y como antídoto del 
manzanillo ú otros venenos vegetales. Sus semillas rinden un 
aceite amargo, vomi-purgante, vermiífugo, propio para el alum- 
brado, y queseenrancia difícilmente. Estas semillas ó almendras 
son sumamente amargas; peladas y bien molidas se aplican so- 
bre las heridas que cicatrizan eficazmente. Se recomiendan tam- 
bien fricciones del aceite Ó del extracto alcohólico para comba- 
tir los reumatismos crónicos y las contracciones nerviosas. 

Sus caractéres genéricos y específicos son los siguientes: 

Feuillea Cordifolia L, Cucurbitaces. Flores dioicas (Dioecia 
pentandria L.) Flores ¿ — cáliz campanulado con 5 divisio- 
nes, corola enrodada, 5 lobos, amarilla, con pedúnculos largos, 
colocados en racimos; estambres 5 fértiles con otros tantos esté- 
riles, Flor 2 solitaria, ovario seminfero de 3 celdas multi-ovula- 
das, coronado con 5 estilos, estigmas 5. Fruto (Pepon ó Baya) 
grueso, esférico, trilocular, polisperma, indehiscente rodeado de 
una cáscara dura, diám.: 2 4 6” Placentacion central, semillas 
comprimidas, orbiculares, algo ondeadas, color de ceniza por 
fuera, interiormente blancas, diám.: 14 492 y 24 pulgadas. Bejuco 
trepador con zarcillos solitarios, axilares. Hojas alternas, enteras, 
gruesas, algo carnosas, acorazonadas, mas anchas que largas, 

dám.: 3 4 4”, glabras en sus dos caras. —Mrancisco A. Sauvalle. 


440 


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CONGRESO MÉDICO INTERNACIONAL; por el Dr. D. J. Joaquin 
Muñoz. ' y 
(Continúa.—V. Anales, t. IV. pág. 247.) 


Del tratamiento dela nefritis albuminosa.—La medicacion recomen- 
dada por el Dr. Crocq solo se aplica á la forma parenquimatosa de es- 
ta enfermedad, en la cual admite este médico tres periodos, 1. * de 
congestion, 2. 2 de exudacion, 3. de transformacion ó de degene- 
racion grasienta ó fibrosa. En el primero y segundo períodos del 
mal es cuando el medicamento propuesto por este autor obra de un 
modo realmente eficaz. El agente principal de dicha medicacion es 
el ioduro de potasio; pero debe empleársele en dósis suficientemen- 
te elevadas. Así conviene empezar por dos ó tres gramos en las 
veinte y cuatro horas; y aumentar luego un gramo cada dos ó tres 
dias hasta llegar á tomar 10, 15 y 20 gramos. La tolerancia de este 
remedio en la nefritis albuminosa es segun el Dr. Crocq grandí- 
sima. Debe sin embargo no pasarse de este límite. Si la mejoría 
empieza á notarse hácia la dósis de 8 gramos, por ejemplo, conven- 
drá continuarla hasta el fin del tratamiento sin ir mas allá. Puede 
, Asociarse á este medicamento el ioduro de hierro, el tanino, el per- 
cloruro de hierro segun las indicaciones. Si sobreviene la diarrea, 
se la combatiría con el subnitrato de bismuto. 

El Dr. Lallement (de Charleville) leeuna memoria acerca del Tra- 
tamiento de la fiebre tifoidea. El autor desconfía de la medicacion eva- 
cuante y del sulfato de quinina,—prefiriendo el método de la san- 
gría, propuesto por el profesor Bouillaud. 

La sesion se terminó por una serie de experimentos de somatos- 
copia y de esplanenoscopia hechos en un perro y un gato por el Dr. 
Milliot (de Kiew.) Este médico, guiado por los resultados que ob- 
tuvo el profesor Fonssagrives (de Mompeller) en la iluminacion 
artificial de la cavidad bucal por medio de los tubos luminosos de 
Gaissler, y que aplicó al diagnóstico de las enfermedades de la bo- 
ca y de los dientes, intentó aplicar la misma idea á la investigacion 
de las cavidades esplánnicas.—El Dr. Milliot hasustituido á los tu- 
bos de Gaissler otros tubos de vidrio de variadas dimensiones con- 
teniendo en su interior un hilo de platino torcido que comunica 
con los electrodes de un aparato de Middeldorf, orígen de la luz 
eléctrica destinada á esta clase de iluminacion. Estos tubos se in- 
troducen á un tiempo por el ano en el recto, y por la boca hasta el 
estómago de los animales. El autor cree posible, cuando se propor- 


443 


cionan suficientemente los aparatos y procederes, llegar un dia á 
practicar esta introduccion en el hombre, y á esclarecer por este 
medio el diagnóstico de los tumores de la gavidad abdominal, re- 
conocer lasascitis, los quistes del ovario, cuyo diagnóstico preciso es 
de una utilidad tan evidente cuando se trata de practicar la ovario- 
tomía. Esta iluminacion intra-abdominal podrá hacerse á la vez 
por el ano y por la vagina. El autor cree tambien que por este me- 
dio llegará á diagnosticarse las enfermedades del intestino íleon, 
tumores diversos, etc., de la vejiga, cálculos, etc. 


Sesion del 21 de Agosto de 1867.— Presidencia del Dr. Bovillaud. 

De los accidentes generales que ocasionan la muerte despues de las ope- 
raciones quirúrgicas.—Tal es la cuestion inscrita en el programa de 
esta sesion,—El profesor Bourgade (de Clermont-Ferrand) lee una 
memoria relativa á esta materia, en la cual los hechos que resaltan 
pueden reunirse en las proposiciones siguientes: 1.9 Los acciden- 
tes generales que pueden producir la muerte despues de las opera- 
ciones quirúrgicas, no se observan generalmente en los campos; 
miéntras que se presentan con frecuencia en las ciudades y ca- 
si habitualmente en los hospitales, etc. 2.2 Aun en estas últimas 
condiciones, no se les ve aparecer sino muy raras veces despues 
del uso de los cauterios; y al contrario son muy frecuentes des- 
pues del empleo del instrumento cortante. 3.2 Cuando se desar- 
rollan por completo estos accidentes, son casi siempre mortales. 
Esta última proposicion demuestra la necesidad no solo de comba- 
tirlos despues de su aparicion, sino de prevenirlos; pero la profila- 
xis descansa esencialmente en la etiología. La inocuidad casi abso- 
luta de las operaciones hechas en los campos, y la inocuidad habi- 
tual que se obtiene por los cauterios aun en los hospitales en me- 
dio de la aglomeracion de individuos, demuestran que en estas úl- 
timas condiciones locales es donde se desarrolla la causa que ejerce 
en la curacion de las llagas y heridas una influencia funesta, 
Miasma ó fermento, poco importa, esta causa ejerce su accion en 
la llaga expuesta al contacto del aire. Basado en este principio, el 
Dr. Bourgade se propone dar dá las llagas producidas por el instru- 
mento cortante, el mismo carácter inofensivo de que gozan las producidas 
por los cauterios; y este problema cree haberlo resuelto el autor por 
medio de planchuelas empapadas en la solucion de percloruro de 
hierro á 30 pura. El Dr. Bourgade ha empleado este método en 59 
operados (amputaciones diversas delos miembros, ablaciones del se- 
no, extirpaciones de tumores voluminosos, etc.) Una sola vez, ha visto 


444 


sobrevenir una erisipela del brazo; se trataba de la amputacion de un tu- 
mor del seno. En los demas casos, el éxito ha sido completo. El Dr. 
Bourgade establece puescomo precepto general el usoinmediato (en 
todos los casos) del percloruro de hierro sobre toda llaga consecuti- 
vaá una operacion quirúrgica, cuando no seintenta la reunion inme- 
diata. Los accidentes consecutivos que cree poder prevenir por este 
método son las infecciones purulenta y pútrida, la flebitis, la angio- 
leucitis, la osteomielitis y las hemorragias consecutivas. 

El profesor Barbosa, (de Lisboa) lee un trabajo intitulado: Vota 
estadistica de las grandes operaciones practicadas en el hospital de San 
José en Lisboa, durante los últimos años. Las operaciones que com- 
prende esta estadísticason amputaciones de miembros, reseccio- 
nes, tallas, herniotomías, ligaduras de arterias, traqueotomía, am- 
putaciones del pene, extirpaciones de tumores, operaciones de obs- 
tetricia. De la extensa y minuciosa exposicion que hace el autor, re- 
ferente;—1.9 á la mortalidad de las operaciones quirúrgicas en el 
hospital de San José de Lisboa comparada á la de los hospitales en 
los otros paises; 2.9 4 las causas que determinan esta mortandad; 
3.2 á la influencia que pueden tener en estas causas la raza, el eli- 
ma, el régimen, los métodos de tratamiento, la higiene general, ete., 
concluye que: los resultados de las operaciones practicadas en 
el hospital de San José de Lisboa han sido generalmente superio- 
res á los obtenidos en los hospitales de los otros paises, particular- 
mente de Francia. Que en 243 amputaciones de los miembros, por 
ejemplo, practicadas en San José de Lisboa durante estos últimos 
doce años, no habido mas que 59 muertos, de los cuales 35 sola- 
mente deben atribuirse á la operacion. Las causas que determina- 
ron ia muerte, son: infeccion puralenta, 19 veces; erisipela y gan- 
grena del muñon, 10 veces; agotamiento nervioso, 3 veces; tétano 
y eclampsia 2 veces; osteomielitis, 1 vez. Los otros 18 casosde muer- 
te fueron debidos á las malas condiciones higiénicas locales, á es- 
tados caquécticos anteriores, y en finá causas accidentales. Respecto 
á la influencia de la raza en los resultados de las operaciones, el 
autor la cree del todo nula. No así piensa tocante á la influencia 
climatérica, á la cual concede un gran valor. El clima de Lisboa le 
parece esencialmente favorable, porsu dulzura excepcional, al buen 
éxito de las operaciones. Lo mismo cree respecto de las condicio- 
nes higiénicas de las salas de operados, que debieran estar comple- 
tamente separadas de los hospitales destinados al tratamiento de las 
demas enfermedades y colocadas en el campo en las mejores con- 
diciones de situacion, de capacidad, de buen aire, de exposicion de 
luz y de temperatura. Tocante á la época en que debe practicarse 


445 


la operacion, el autor piensa que las estaciones son indiferentes; y 
en cuanto á la eleccion del momento en las lesiones traumáticas 
conviene operar ántes que la inflamacion se desarrolle 4 despues 
que los síntomas agudos hayan declinado, etc. El Dr. Barbosa exi- 
ge, como condicion esencial al éxito de las operaciones, el buen 
régimen de los enfermos, buena alimentacion, carnes, vino, ke.; 
los paseos al aire libre en jardines y otros lugares arbolados.—El 
autor termina indicando algunos preceptos relativos á los métodos 
y procederes operatorios y de curaciones. 

El profesor (Gosselín lee un trabajo intitulado: “Profilaxis de la 
erisipela y de la infeccion purulenta en las salas de cirugía.” La profi- 
laxis de la erisipela indicada por el Dr. Gosselin tiene su funda- 
mento en que dicha enfermedad nace no solo de condiciones par- 
ticulares al individuo ó condiciones atmosféricas generales tales 
como el frio y la humedad, sino tambien de influencias desconoci- 
das como las que presiden al desarrollo de las epidemias, de la in- 
feccion y del contagio. La aereacion de las salas habia ya produ- 
cido resultados favorables á este cirujano cuando á esta medida 
agregó el aislamiento de los enfermos atacados de erisipela, obte- 
niendo entónces una disminucion por mitad en el número de estos. 
Habiéndose averiguado que la erisipela se presenta con mayor fre- 
cuencia en las mujeres que en los hombres y confirmádolo á el Dr. 
Gosselin indica á mas de las anteriores precauciones, la de evi- 
tar en las mujeres los modos de tratamiento que exponen mas á 
esta complicacion; prefiriendo por ejemplo los cáusticos ó cauterios 
al bisturí para la ablacion de las lupias y para la extirpacion de los 
cánceres del seno; y absteniéndose de abrir los abeesos postpuer- 
perales de las mamas, que abandonados á sí mismos se curan fá- 
cilmente. 

En cuanto á la profilaxis de la infeccion purulenta, Mr. Gosse- 
lin convencido de que esta consiste mas bien en los cuidados que 
se dan á los enfermos, que en la ejecucion y eleccion de los proce- 
deres operatorios, ha procurado rodear sus amputados de cierto 
número de precauciones minuciosas tomadas antes, durante y des- 
pues de las operaciones. Asi pues: 1.9 zereacion, la mas perfecta 
posible; 2.2 gran cuidado de preparar el moral de los enfermos á 
la operacion cuando la naturaleza del mal no reclama una ampnu- 
tacion inmediata; 3. supresion del dolor por los anestésicos; 4. 9 
ligadura minuciosa de todas las arterias; 5.9 gran cuidado de no 
provocar los sufrimientos durante las curaciones; renunciar á los 
procederes de la reunion inmediata, á los aglutinantes, suturas, 
vendajes. «c.; colocar los muñones sobre una sábana doblada en 

T. IV —58 


446 


cuatro formando cojin y cubierta con un gran pedazo de tafetan 
engomado, á fin de impedir la contaminacion de la cama: una an- 
cha compresa cuadrada empapada en agua fria ó tibia, segun la 
estacion, algunas veces de agua alcoholizada se coloca sobre la 
cara anterior del muñon y sobre la llaga, y dispuesta de tal modo 
que pueda retirársela y renovarla sin mover la parte enferma; 6.9 
adopcion para los operados de una cama mecánica, por medio de 
la cual pueda levantárseles cuando sea necesario, sin hacerles su- 
frir; 7. alimentacion suficiente y, cuanto mas posible sea, al gus- 
to de los enfermos; prescripcion de vino y aun de alcohólicos,, 
aguardiente, ron, á dósis moderadas, dos copitas al dia. —Gracias 
á este conjunto de cuidados higiénicos, el Dr. Gosselin ha llegado 
á obtener, respecto á la infeccion purulenta y á la erisipela, resul- 
tados, sino completamente satisfactorios, al ménos mejores que los 
que habia obtenido eu los primeros años de su práctica en los hos- 
pitales. 

El profesor Labat (de Burdeos) da lectura á una nota intitula- 
da: “De los medios de evitar los accidentes que pueden complicar las 
llagas.” Se consigue prevenir estos accidentes segun el autor: 1.9 
no intentando la reunion completa sino cuando la llaga es poco 
profunda; que la textura de los labios es uniforme y pueda aque- 
lla mantenerse en contacto tanto en el fondo como en sus bordes; 
que los tejidos no estén demasiado extendidos; 2.9 disponer los 
colgajos de modo que el derrame de los líquidos se haga fácil- 
mente; que dichos colgajos se apliquen bien uno sobre otro; 3. 9 
evitar todas las condiciones que propendan á la alteracion de los 
productos, y el contacto de estos productos alterados con la em- 
bocadura de las venas; 4.“ favorecer el derrame de los líquidos 
por medio del drenage ó de cualquier otro sistema apropiado á ese 
efecto; 5. no descuidar el hacer una contra-abertura desde el prin- 
cipio, para conseguir el fácil derrame de los líquidos acumulados; 
6. evitar el uso de todo medio de reunion irritante, sobre todo 
en las regiones muy provistas de linfáticos. 7. 9 En las llagas anfrac- 
tuosas ó contusas no reunidas, evitar laacumulacion de los líquidos 
en el fondo de las anfractuosidades, rellenando esas cavidades con hi- 
las; 8.2 dejar las llagas, cuanto posible sea, en la inmovilidad ab- 
soluta; evitar las curaciones dolorosas 6 demasiado repetidas; 9. 9 
abstenerse de lociones de agua pura sobre la llaga desnuda, por el 
contrario el alcohol, previniendo la alteracion de las materias or- 
gánicas, puede ser muy ventajoso; 10 siempre que se tema ver 
aparecer la reabsorcion purulenta, dar la ergotina á la dósis de 2 4 


3 gramos desde el primer dia, y continuar los dias siguientes 


1 


447 


todo el tiempo que dure el peligro; ordinariamente diez ó doce 
dias. 


Sesiones del 23 y del 26 de Agosto de 1867.—Presidencia de Mr. Boui- 
llaud.—Lecturas y discusion acerca de la profilaxis de las enferme- 
dades venéreas. 

¿Es posible el proponer d. los diversos gobiernos algunas medidas efi- 
caces para impedir la propagacion de las enfermedades venéreas? Tal 
es la segunda parte de la cuestion en el programa del Congreso, y 
cuyo conjunto fué tratado con grandes detalles por un cierto nú- 
mero de miembros de la docta asamblea pertenecientes á diversas 
nacionalidades. Entre la multitud de trabajos presentados, los 
mas notables fueron los del Dr. Rollet (de Lyon) y del Dr. Jeannel 
(de Burdeos). Estos honorables miembros, que han hecho acerca 
de esta materia numerosas investigaciones y profundos estudios, 
expusieron el mas completo conjunto de medidas que deben to- 
marse para la profilaxis de las enfermedades venéreas. El Dr. 
Crocq presenta, como modelo que debe seguirse, el reglamento de 
la prostitucion en la ciudad de Bruselas. 

El Dr. Meric [de Lóndres] siente que en Inglaterra la propaga- 
cion de las enfermedades venéreas se halle favorecida por el exceso 
de respeto á la libertad individual. 

El Dr. Seitz [de Munich] habla de la reglamentacion de la pros- 
titucion en Baviera. 

El Dr. Mougeot [de Bar-sur-Aube] propone un conjunto de 
medidas administrativas y de medios profilácticos que cree mas 
á propósito para impedir la propagacion de las enfermedades ve- 
néreas. 

El Dr. Le-Fort hace una disertacion oral muy interesante é ins- 
tructiva acerca de las condiciones de la prostitucion re glamentada 
y de la prostitucion clandestina en la ciudad de Paris. 

El Dr. Berchou [cirujano de marina] lee una nota relativa á los 
reglamentos que se hallan en vigor en la marina al efecto de im- 
pedir en los marinos que sean los agentes de propagacion de las en- 
fermedades venéreas. 

En la corta discusion que siguió á la lectura de estas diversas me- 
morias, tomaron parte los Sres. Drysdale [de Lóndres] Galligo 
[de Florencia] Markowitz [de Bucharest], Viennois [de Lyon], 
Gourdin y G. Lagneau [de Paris]. 

La importancia de esta cuestion merece que se señalen aquí al- 
gunos particulares expuestos por los honorables miembros cuyos 
trabajos interesantes figuran en la presente discusion. 


448 


El profesor Jeannel [de Burdeos], en su luminosa memoria que 
citamos arriba, propone entre otras las tres medidas siguien- 
tes: 1.2 “Admitir el principio de la responsabilidad de las muje- 
res públicas y de las dueñas de casas destinadas á estas mujeres; 
imponerles solidariamente el pago de los gastos de enfermedad y 
de la asistencia en el hospital; 2. someter las prostitutas á la 
autoridad de los médicos de epidemias y del inspector general de 
servicios sanitarios; 3. hacer obligatoria, en todos los marinos, 
la visita Ó reconocimiento médico en el momento de la partida y 
en el de la llegada.” 

El Dr. Mougeot quiere tambien que las amas de casas de prosti- 
tutas sean responsables pecuniariamente de la salud de las muje- 
res que emplean. Para asegurar esta responsabilidad, cada dueña 
de casa deberá dar una fianza proporcionada al valor locativo del 
inmueble en explotacion: cada vez que una de las mujeres que es- 
tán á sus órdenes sea reconocida enferma, se deducirá del depósito 
una multa proporcionada á la fianza. 

Las multas serán triplicadas en caso de que se disimule el nú- 
mero de las mujeres, ó que se sustralya dicho número en la visita 
reglamentaria. Esta visita tendrá lugar dos veces por semana. 

Respecto á las prostitutas que habitan en cuartos y que viven 
por su cuenta, los propietarios de las casas en donde habitan, se- 
rán responsables, ya sea de la fianza, ya sea de las multas. Se dis- 
minuirán cuanto posible sea el número de estas mujeres, para ha- 
cerlas entrar en las casas de este género; pues la experiencia ha 
demostrado al Dr. Mougeot, que las mujeres de casas públicas se 
enferman con ménos frecuencia que las otras. 

Toda mujer pública reconocida enferma será inmediatamente 
secuestrada, á ménos que sea casada y que su marido la reclame, 
ó que sea madre de familia y sostenimiento de esta; en todos estos 
casos, le bastará presentarse en el dispensario [1] tres veces por se- 
mana. 

Como anexos á estas medidas administrativas, el Dr. Mougeot 
propone medios profilácticos, tales como ciertos líquidos ácidos ú 
alcalinos, el ácido fénico, el éter amílico. «c., que son propios, se- 
gun este médico, para la destruccion de los parásitos que constitu- 
yen los principios activos de las enfermedades virulentas. 

El Dr. Rollet [de Lyon] toma por base de su interesante trabajo 
los dos principios siguientes: 1.9 la pluralidad de las enfermeda- 
des venéreas; 2.2 el contagio de la sífilis secundaria. El autor 


[1] Lugar destinado á dar consultas médicas gratuitas, 


449 


abraza la cuestion en su mas lata acepcion, y á mas de entrar en 
consideraciones importantes respecto á la profilaxis de la sífilis 
por los órganos genitales, estudia el conjunto de los medios pro- 
filácticos segun que la sífilis tiene por orígen los parientes, las 
nodrizas, la vacuna, la circuncision, y'en fin, otros medios acci- 
dentales. 

Respecto á la sífilis por los órganos genitales, el principio de las 
visitas Ó reconocimientos médicos regulares debe aplicarse, no so- 
lamente á las prostitutas sino tambien á los hombres, especialmen- 
te á los soldados de mar y de tierra, así como á los individuos que 
entran en servicio de la marina mercante. El autor insiste mucho 
en la hospitalizacion de los venéreos. Reclama para estos los re- 
cursos de la asistencia pública, de la asistencia mutua por medio 
de los dispensarios y la distribucion gratuita de los medicamentos. 
La sífilis congénita tiene por tratamiento preventivo el proto-iodu- 
ro de mercurio administrado al padre y á la madre Respecto á la 
profilaxis de la sífilis de las nodrizas y de los niños de pecho, el 
autor insiste principalmente en la práctica de criar el niño sifilítico 
con nodrizas afectadas de la misma enfermedad. La sífilis vacci- 
nal encuentra en la vacuna animal su preservativo principal. La 
profilaxis de la sífilis circuncisial será la supresion de la succion 
del prepucio despues de la circuncision. 

El autor concluye pidiendo la concentracion del servicio sanita- 
rio en manos de un inspector general encargado de asegurar su 
fiel ejecucion. 

El profesor Crocq presenta al Congreso el reglamento de la pros- 
titucion en la ciudad de Bruselas, cuyas bases son las siguientes: 
visitas reiteradas á menudo [cada tres dias] á las mujeres inscritas 
en el registro de las prostitutas; reconvencion de las prostitutas que 
no vienen á la visita; recompensa para las que no dejan nunca de pre- 
sentarse. Enviar al hospital las que presentan la menor alteracion 
sospechosa de las partes genitales; prohibicion á los médicos visi- 
tadores de asistir las prostitutas en sus domicilios. Respecto á los 
militares, cada hombre que entra como sifilitico en los hospitales, 
es interrogado acerca del orígen de su mal, acerca del lugar en 
que ha contraido este, y acerca de la mujer que le ha enfermado; 
recompensas á los soldados que declaran oportunamente su enfer- 
medad; sumario levantado á cada interrogatorio, enviado á la po- 
licía que procede sin demora á la perquisicion de la mujer acusada. 

El Congreso internacional de higiene pública celebrado en 
Bruselas en 1852 ha propuesto además las siguientes medidas: 
1.92 interdiccion de toda prostitucion no reglamentada; 2.9 res- 


450 


-ponsabilidad de los que tuviesen casas de prostitucion; 3.9 inter- 
diccion de la prostitucion de menores hasta una edad determinada, 
y colocacion de los delincuentes en establecimientos de correc- 
cion hasta una edad determinada; 4.% severas penas contra las 
personas culpables de facilitar ó de favorecer la corrupcion de los 
menores; 5.9 una tutela especial en favor de los niños cuyos pa- 
rientes Ó vigilantes hubiesen favorecido su corrupcion. 

El Dr. Crocq cree que estas proposiciones son dignas de poderse 
presentar á la aceptacion de todos los gobiernos. 

El Dr. Auzias-Turenne se pronuncia en contra de las preceden- 
tes medidas, considerándolas como contrarias á la libertad y á la 
dignidad humanas. Segun este médico, dichas medidas, que se 
han tomado en vista de la seguridad de los hombres sin tener en 
cuenta la abyeccion, el envilecimiento y la degradacion en que su- 
mergen á la desgraciada prostituta, no solo son contrarias á todo 
principio de libertad individual, sino que revelan un espíritu de 
injusticia y de poca equidad. El Dr. Auzías-Turenne niega ade- 
más que pueda conseguirse el objeto con que se han establecido 
esas medidas tan severas tomadas contra las prostitutas. Segun 
este médico todos los medios pretendidos profilácticos son inefica- 
ces: la simple inspeccion no basta á distinguir un flujo sifilítico de 
un flujo ne-sifilítico; por tanto las visitas Ú reconocimientos son 
á menudo inútiles. La sola medida capaz de detener la propaga- 
cion de las enfermedades venéreas es la sifilizacion artificial y me- 
tódica. 

El Dr. Le-Fort cree que la cuestion de la prostitucion se pre- 
senta bajo dos puntos de vista distintos: uno social, otro médico y 
administrativo. Respecto del primero seria conveniente ver qué 
influencia han tenido en el desarrollo de la prostitucion, por un 
lado la disminucion del salario de las mujeres y la sustitucion de 
los hombres á las mujeres en trabajos anteriormente ejecutados 
por estas; por otro lado, en los hombres, el atraso sufrido en el 
matrimonio por diversas causas, entre otras, por la conscripcion y 
el servicio militar. El punto de vista médico se complica siempre 
con el administrativo y recíprocamente; médicos y administrado- 
res debieran tener siempre esto presente, á fin de que, en un mu- 
tuo acuerdo, puedan llegar los unos á proponer medidas real- 
mente prácticas, y los otros á realizar mejoras eficaces. La ciudad 
de Paris puede considerarse, segun el Dr. Le-Fort, como el foco 
de la prostitucion europea. Su única rival es la ciudad de Ham- 
burgo. La prostitucion en Paris se divide en dos grandes clases: 
la prostitucion legal, colocada bajo la vigilancia de la Prefectura 


451 


de policía, y la prostitucion clandestina. Las mujeres inscritas en 
la Prefectura de policía se subdividen en dos secciones: 1.% las 
mujeres de casas públicas; 2. % las mujeres aisladas, llamadas tam- 
bien mujeres en cuarto, €c. El número de casas de tolerancia era 
en Parisen Agosto de 1867 de 167, repartidas en los diversos bar- 
rios de la capital, y contenian solo 1,306 mujeres; el número de 
mujeres aisladas se eleva á 2,545, lo que forma un total de 3,851 
mujeres que ejercen actualmente en Paris la prostitucion legal. 
En cuanto al número de las prostitutas clandestinas, es incalenla- 
ble y puede variar, segun datos aproximativos, de 30 4 50,000. A 
esta clase innumerable de prostitutas se agregan las sirvientas de las 
vinaterías de los afueras de la ciudad, €c. ¿Qué papel representan 
en la propagacion de las enfermedades venéreas las prostitutas le- 
gales y las clandestinas? El autor confiesa que es imposible calcu- 
lar de un modo preciso entre las prostitutas clandestinas la propor- 
cion de las enfermas relativamente á la cifra de las sanas, porque 
el número de esta clase de prostitutas no puede avaluarse exacta- 
mente. Lo mas que puede decirse verdaderamente es que la pros- 
titucion clandestina debe tener la mayor parte de influencia en la 
propasgacion de las enfermedades venéreas, porque la mujer aisla- 
da que se enferma continúa su comercio y multiplica el número de 
sus víctimas hasta el momento en que se la arresta; miéntras que 
la mujer de casa pública, desde el instante en que se la reconoce 
enferma, se la retira de la circulacion. La prostitucion claudesti- 
na en Paris, ha llegado al mayor límite posible; constantemente 
se ha desarrollado á expensas de la prostitucion legal, cuyos esta- 
blecimientos han disminuido sucesivamente de número, desde el 
año de 1845 en que alcanzaban la cifra de 233, hasta en 1866 en 
que bajaron á 167. Este resultado, digno seguramente de la aten- 
cion de los economistas, de los médicos y de los administradores, 
es precisamente contrario al que, segun la opinion de todos, debie- 
ra intentarse conseguir. Suprimir, si es posible, la prostitucion 
clandestina es lo que se trata de obtener. Pero esto ofrece dificul- 
tades. Para inscribir una mujer en los registros de la policía es ne- 
cesario prenderla en la via pública ó en su casa; justificar el fla- 
grante delito; emplear medidas coercitivas, violar el domicilio, sin 
cometer error, lo cual es muy dificil, porque no siempre puede de- 
- terminarse el ¡ímite que separa la galantería de la prostitucion 
clandestina. Los agentes encargados de efectuar la arrestacion 
están por lo comun desprovistos de los signos aparentes de sus 
funciones; las mujeres sorprendidas resisten, tienen ataques de 
norvios, hailan á su rededor protectores 4 veces de elevada esfera 


452 


que las reclaman, €c. A pesar de estas dificultades, la policía ha 
podido arrestar, en el espacio de seis años, de 1860 á 1866, 13,818 
mujeres sospechosas, de las cuales 1,549 solamente han podido re- 
gistrarse; 7,277 fueron reclamadas por sus parientes, como me- 
nores. 

El Dr. Le-Fort quisiera que se pronunciase legislativamente la 
supresion de la jurisdiccion paterna en las mujeres menores que 
fuesen arrestadas varias veces por delito de prostitucion clandes- 
tina. Tambien quisiera que se suprimiesen las mujeres públicas 
aisladas; al ménos que se las prohibiese el pasearse por las calles, 
en donde son, para los transeuntes, una excitacion permanente al 
relajo y á la corrupcion, En fin, el Dr. Le-Fort desearia que se 
crease una comision compuesta de médicos, de administradores, 
de economistas y de legisladores, que estuviese encargada de dis- 
entir y profundizar todas las cuestiones relativas á la reglamenta- 
cion de la prostitucion. El orador termina pidiendo la creacion de 
hospitales bien vastos para venéreos y la abolicion de la medida 
establecida por la Prefectura del Sena, en virtud de la cual se exi- 
ge á todo individuo seis meses de permanencia en Paris para ser 
admitido en los hospitales; medida deplorable que priva á los su- 
getos atacados de venéreo de cuidados indispensables, y que per- 
mite se hagan estos sugetos unos agentes mas ó menos activos de 
contaminacion. 

El Dr. Drysdale [de Lóndres] cree con el Dr. Auzías Turenne, 
que ese sistema de vigilancia, que todas esas medidas de que se 
acaba de hablar, no le parecen tener otro efecto que el de envilecer 
á las mujeres y degradarlas; y por otra parte no está muy con- 
vencido de que tales medios sean bien poderosos para impedir la 
propagacion de las enfermedades venéreas. La impunidad que se 
concede á los hombres á pesar de la gran parte que tienen de res- 
ponsabilidad en el contagio venéreo, es segun el orador inmere- 


Otra pérdida acaba de experimentar la cievcia. Rayer ha muerto el dia 10 de Setiembre 
á consecuencia de una congestion de las meninges. No necesito indicar aquí los títulos 
que acreditan al ilustre finado para rendir á su memoria el homenage de nuestro respe- 
tuoso pésame. ¿Quién entre la mayóría de los médicos de todos los paises no conoce hoy 
esa gran figura médica úe nuestra época, que desaparece? Bastará apuntar este triste acon- 
tecimiento para despertar en el corazon de todos los que se han dedicado á la ciencia 
médica un justo pesar. Rostan, Trousseau, Velpeau, Rayer, han sido sucesivamente arre- 
batados á la ciencia en el espacio de algunos meses; no puede ser mas legítimo el duelo 
en que queda el cuerpo médico francés por tan irreparables pérdidas, ni puede ser este 
duelo mas profundo para la ciencia, la práctica y la enseñanza en este privilegiado pais. 


ANALES 


DE LA 


REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA, 


áí——_— 


REVISTA GIENTIFICA. 


====== 4 


ABRIL DE 1868. 


IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA BOTÁNICA MÉDICA Y PRINCIPAL: 
MENTE EL DE LAS PLANTAS MEDICINALES INDÍGENAS. —/)¿5CUrS0 
de recepcion por el Dr. D. José E. Ramos, leido en la sesion 
publica ordinaria del día 23 de Febrero de 1868. 


El autor de la Naturaleza tanto manifiesta 
su grande y misterioso poder sembrando mun 
dos en los inmensos espacios de la nada, como 
haciendo germinar la imperceptible simiente 
en la polvorosa superficie de la tierra. 


SRES.: 


Sensible es decirlo, pero entre nosotros se halla enteramente 
abandonado el estudio, tan importante, de la Historia natural; 
apénas existen unos pocos individuos que se dedican á ella y 
entre éstos la mayor parte aficionados, lo que quiere decir que 
mas la cultivan por diversion ó entretenimiento que con un fin: 
mas elevado ó de utilidad general. —Todavía mas doloroso me 
es señalar algunas de las causas de semejante abandono y del 
poco entusiasmo que se observa en nuestra juventud en una 

T. Iv—09 


454 


ciencia tan interesante y necesaria.—Basta echar una ojeada 
por nuestro Museo de historia natural y por nuestro Jardin 
botánico para encontrar inmediatamente las principales causas. 
del mal que deploramos. 

Los esfuerzos de los profesores, cada uno en su ramo «cot- 
respondiente, no son suficientes para suplir la falta que tenemos 
de un Museo de historia natural completo y un Jardin zoológi- 
co y botánico, no como el que tenemos que mas bien debté- 
ramos llamarlo jardín de errores. | 

Ahora podemos calcular los obstáculos insuperables que 
habrán tenido y tendrán que vencer aquellos pocos que se han 
dedicado á ese estudio con tan escasos y malos elementos. 

El estudio de la Botánica le es al médico, en mi humilde 
concepto, de mas utilidad que la Zoología y Mineralogía, 
puesto que la mayor parte de los agentes que emplea diaria- 
mente en su práctica proceden del reino vegetal. 

Al cumplir con uno de los artículos del Reglamento de esta 
Real Academia, que exige la lectura de un discurso que trate 
de alguna materia análoga á la seccion á que cada cual 
pertenezca, yo como miembro de la de Historia natural, ningu- 
na me ha parecido de mas oportunidad que la que paso á 
desarrollar en la propósicion siguiente: “Importancia del 
estudio de la Botánica médica y principalmente el de las 
plantas medicinales indígenas.” 

Tres reinos se dividen el estudio de la Naturaleza y ofrecen 
un vasto campo á las meditaciones del filósofo; pero no todos 
brindan el mismo atractivo. 

La Zoología que estudia á los animales, incluso al hombre, 
la obra maestra de la creacion, nos es del mayor interés; pero 
¡cuántas dificultades encontramos á cada paso, cuántos disgus-. 
tos vienen á entibiar nuestro celo! Necesitamos á cada momen- 
to tocar, disecar cadáveres, respirar miasmas pútridos, manejar 
sustancias peligrosas. Necesitamos sacrificar y sacar de las 
sombras de la muerte luces para los fenómenos de la vida. 

La Mineralogía estudia sustancias inertes tambien útiles; 
pero duras y frias como sus mármoles, mudas como sus rocas; 
la mayor parte de las veces necesitamos hacer difíciles, costosas 
y no siempre productivas exhumaciones. ; 


455 


La Botánica, por el contrario, no presenta ninguno de estos 
inconvenientes y ofrece al que la cultiva, como dice Chau- 
meton, una carrera sembrada de flores, 

La Botánica reune en el grado mas eminente lo útil y lo 
agradable.—El desierto de Sahara con sus oasis es Un rasgo 
elocuente de esta verdad. 

En la serie inmensa de vegetales que se hallan esparcidos 
con sábia profusion en la superficie de la tierra, los unos 
producen raices, hojas, frutos que sacien nuestra hambre, 
apaguen nuestra sed, cicatricen nuestras heridas, calmen nues- 
tros sufrimientos; otros encantan nuestra vista con sus brillantes 
é inimitables colores, y suaves perfumes exhalan otros. 

No es solo la curiosidad la que nos atrae hácia las plantas: 
el interés de nuestra propia conservacion nos impone la ley de 
conocerlas. Así la Botánica ha tenido en todos tiempos admi- 
radores, historiadores y aun mártires. 

Los pueblos de la mas remota antigúedad llegaron á conocer 
cierto número de plantas que clasificaron como útiles Ó como 
agradables, si bien, y esto se comprenderá fácilmente, nunca 
pudieron ser objeto de un estudio especial, entre aquellos 
hombres primitivos que al buscar las propiedades medicinales 
de las plantas, fiaban á la experiencia sus análisis.—Sprengel 
enumera setenta especies, cuyos nombres se encuentran en los 
libros de los hebreos, entre las que, no sin fundamento, se ha 
creido hallar bastante relacion con las conocidas hoy dia. Los 
poemas de Homero citan un número tambien considerable, y 
las obras de Medicina atribuidas á Hipócrates hacen mencion 
de cerca de ciento cincuenta plantas nficínales, lo que supone 
necesariamente algunos conocimientos en Botánica. Aristó- 
teles, 4 quien puede llamarse con justicia el fundador de las 
ciencias naturales, escribió una obra sobre las plantas, obra 
cuyo solo título ha llegado hasta nuestros dias y de cuya pér- 
dida puede consolarnos hasta cierto punto la que poseemos de 
su discípulo Theofrasto. Su “Historia de las plantas” está 
dispuesta bajo el mismo plan que la “Historia de los animales” 
de Aristóteles; prueba evidente de que ese primer tratado de 
botánica: que conocemos, ha sido tomado de los escritos y se- 
guido las mismas ideas del ilustre filósofo de Estagira. 


456 


En el libro VI de su obra trata de los arbustos y sub-ar- 
bustos y de las flores de jardin: en el siguiente, de las legumbres 
ú hortalizas y de algunos vegetales campestres: en el VII de 
los cereales y de las plantas leguminosas, donde se vé que el 
maiz era ya conocido. En fin, en el tomo IX menciona los ju- 
gos que nutren las plantas, tales como la mirra, el incienso, 
la goma, pez d., hablando tambien de algunas aromáticas, par- 
ticularmente de las canelas y de muchas plantas medicinales, 
por ejemplo, el eléboro. El número de las especies señalado 
por Theofrasto se eleva á cerca de cuatrocientas y entre ellas 
se encuentra una cantidad considerable de árboles selváticos, 
muchos árboles frutales, easi todas las legumbres, los cereales 
y algunos vegetales de la India que no se han hallado, sino 
despues del siglo XV. 

Puede considerarse, pues, á Theofrasto como el fundador de 
de la Botánica. Despues de su muerte. á pesar de los pumerosos 
discípulos que dejó formados, quedó casi abandonada la ciencia 
de los vegetales, no sobresaliendo por consiguiente en ella 
ninguno de los que eran llamados á conservarla. La escuela de 
Alejandría no produjo tampoco ni un solo naturalista distin 
guido. 

El talento práctico de los romanos se inclinó con preferen- 
cia á la agricultura, desdeñando la botánica propiamente di- 
cha. Tuvieron sin embargo algun conocimiento de los vegeta- 
les, como lo prueba el poema de las Geórgicas, 

Cuatro siglos despues de Theofrasto apareció Dioscórides, 
natural de Cilicia, y que fué, bajo el imperio de Neron, médi- 
co de los ejércitos romanos; ha sido señalado por Cuvier como 
el botánico mas completo de la antigúedad. Describe cerca de 
seiscientas plantas, pero solo pueden reconocerse sus especies 
en ciento cincuenta de ellas. Atribuye á muchas una multitud 
de propiedades exageradas; imaginarias por lo comun, como la: 
práctica ha venido á demostrarlo. Esto no obstante, Plinio le 
ha copiado textualmente en un gran múmero de pasajes, y Ga- 
leno le prodiga los mayores elogios. A esto se debe sin duda, 
que hasta la época del renacimiento de las letras, es decir, du- 
rante un período de mas de quince siglos, la obra de Dioscóri- 
des ha sido considerada como la obra clásica y de texto en to- 


457 


das las escuelas de Medicina. Consiguió los honores de la im- 
presion desde 1495; y los turcos y los moros que la han tra- 
ducido no tienen hoy otro libro de medicina. Puede decirse 
con verdad que es tambien la obra de Botánica mas extendida 
en las bibliotecas del Occidente. 

Aparece despues Plinio, el cual nos ha dejado en su Historiana- 
tural una vasta compilacion que atestigua su ardienteamor al tra- 
bajo, pero no el talento analítico de un observador, ni el rigu- 
roso espíritu de exámen de un sabio. Además se vé que cono- 
cia mal la lengua griega, y de ahí, que su libro sea ménos 
útil delo que debia ser, atendido á que debe considerarse co- 
mo una de las obras mas preciosas de la antigúedad. 

La Botánica con relacion ála medicina empieza en el libro XX 
y la materia Médica puramente vegetal ocupa ella sola ocho 
libros. 

Durante la edad media se perdió en Occidente la ciencia 
de los vegetales, Ó al ménos no se hicieron mas descubrimien- 
tos. El pequeño número de hombres instruidos que podian 
ocuparse en objetos de esta naturaleza se limitaron ú leer á 
Plinio 6 á Dioscórides. p 

En Oriente, entre los árabes, fué donde la botánica encon- 
tró un refugio; pero en esas regiones no fué cultivada sino ba-, 
jo el punto de vista que dice relacion con la medicina. Al ex- 
plorar paises desconovcidos á los antiguos, hicieron los árabes 
preciosos descubrimientos. Antes de ellos solo se conocian 
purgantes violentos, tales como el eléboro y otros drásticos, de 
la misma especie, de suerte que á los orientales se debe el co- 
nocimiento de la caña fístola (Cassia Fistula L), del sen (Cas- 
sia Oboata Collv., C. lanceolata Forsk dc.) y del tamarindo 
(Tamarindus indica L y occidentalis Geertn,) que con otros 
han verificado una verdadera revolucion en la medicina. Dé- 
bese tambien á ellos el empleo del azufaifa (Zizyphus vulga- 
ris Lam) y del mirabolano québulo (Terminalia Chebula 
Gertn). 

El primero de los médicos árabes que publicó una obra 
completa, Rhazes Abbeker Meahmed-Rhazi, inspector del hos- 
pital de Bagdad, habla extensamente en ella de los vegetales 


útiles de la India, de la Persia y la Siria, que no habian cono- 
cido los antigúos. 


458 


—Hácia el año 1002, Serapion el jóven, de sobrenombre Ag- 
eregator, escribió una obra que tituló, “De Simplicibus;” en 
la que trata, siguiendo á Dioscórides, de las plantas de la Gre- 
cla y de las que se han observado mas tarde en el suelo indiano. 

Avicena estudió la botánica de la Bactriana y de la Sogdia- 
na, regiones fértiles en plantas medicinales, donde crece el assa- 
fetida, que él hizo conocer primero. 

Antonio Brasavola, discípulo de Leoniceno y de Monardo, 
llegó á ser el primer botánico de su época. Nacido en 1500 de 
una familia noble de Venecia, ejerció la medicina, primero en 
Francia donde fué médico de Francisco I quien le dió el so- 
brenombre de Musa, sobrenombre que él adoptó firmando sus 
obras con el nombre de Antonius Musa. Despues fué médico 
del emperador Cárlos V. y luego de Enrique UT y de Leon X 
llegando así á gozar de gran fama y de una consideracion sin 
ejempla en toda Europa.—Estableció en una península forma- 
da por el Po, un jardin botánico, donde reunió todas las 
plantas notables que habia descubierto en sus excursiones y 
de este modo puede decirse que Brasavola fué el fundador y 
poseedor del primer jardin botánico que ha existido en los 
tiempos modernos. Murió en 1555 dejando una obra impresa 
en Roma en 1536 con el título de “Exámen omnium simplicium 
medicamentorum.” 

En Francia, el primer botánico que citan los escritores de 
aquel pais, es Juan Ruel, en latin, Ruellvus, (médico) natural 
de Soissons donde nació en el año de 1479. ) 

El primero de los botánicos alemanes, fué Othon Brunfel ó 
Brunsfels natural de Maguncia y maestro de escuela en Estras- 
burgo, hasta que practicados sus estudios de medicina pasó 
á ejercerla á Roma. Su obra se titula: “Herbarum vivos Icones' 
y se publicó en 1530 en dos volúmenes en folio. En ella están 
clasificadas las plantas sin ningun órden, pero esta obra es no- 
table por ser la primera en que las láminas presentan propiedad 
y útilestudio. Están grabadas sobre madera, porque hasta fines 
del siglo XVII no se empezó á grabar en cobre así en Botánica 
como en Zoología. 

Las conquistas de los portugueses en la India proporciona- 
ron á los médicos la investigacion de las producciones vege- 


459 


tales de aquella region; y como ya las plantas medicinales y 
las aromáticas estaban usándose hacia muchos siglos, las pri- 
meras investigaciones se dirigieron naturalmente ála adquisi- 
cion de esas plantas y de esos aromas, Ó al ménos á la de los 
vegetales que las suministraban. Garcia da Horto ó da Jar- 
din, profesor de medicina en Lisboa, donde nació en 1,500, 
comenzó este estudio pasando á las Indias en calidad de mé:- 
dico de los establecimientos de su pais. En la isla donde se 
eleva hoy Bombay, como capital de los establecimientos in- 
gleses que pertenecia entónces al Portugal, formó Garcia un 
jardin botánico en el que reunió todas las plantas de la India 
útiles para la medicina. Hízolo asunto de una obra que imprl- 
mió en Goa en 1563, y que lleva por título: “Diálogos sobre 
los simples y las drogas de la India.” Por esta obra aprendie- 
ron los médicos europeos cuales eran las plantas que suminis- 
traban las drogas de que se servian hacia mucho tiempo sin 
conocer su orígen. Contiene la descripcion del alóe (Aloe sue- 
cotrina Lam. A. vulgaris Lam dc. ), del asafétida (Ferula assa- 
fétida. L. 6 Narthex assafetida. Falcon), del benjuí (Styrax 
Benzoin Dryand) de la canela (Laurus Cinnamomunm L.), del 
alcanfor (Laurus Camphora. Lin. 6 Camphora officinarum 
Nees.) del betel (Piper Betle Lin.), de la nuez moscada (My- 
ristica fragrans Humb), el clavo de especia (Caryopbyllus 
aromaticus Lin.) dec. en una palabra, de una infinidad de pro- 
ducciones que hasta entónces no habian sido estudiadas en el 
estado de su naturaleza. 

Uno de los discípulos de Garcia, Cristóbal Acosta, español 
y cirujano en Burgos, publicó mas tarde una obra sobre el 
mismo asunto titulada: “Tratado de las drogas y medicinas 
de las Indias orientales, con sus plantas.” In ella hizo cono- 
cer la célebre sensitiva (Mimosa pudica L.) 

Las primeras plantas que llamaron la atencion de los euro- 
peos en América fueron,segun Garcia, la piña (Ananassa sati- 
va Lindley), el maíz (Zea mays L.), el tabaco (Nicotiana ta- 
bacum L.) el ñame, (Dioscorea alata L. y D. sativa Lin.), el 
Amyris balsamifera L. y la Ceiba (Eriodendron anfractuo- 
sum D, C.) La conquista de Tierra-Firme extendió mucho es- 
te género de cunocimientos. 


460 
ei 


Desde aquella época han sido muchos los botánicos, tanto 
europeos como americanos, que se han ocupado de las plantas 
de América; pero entre estos han habido pocos que hayan es- 
tudiado con especialidad las medicinales. En las Antillas y 
con particularidad en la Isla de Cuba echamos de ménos una 
Flora médica escrita con el suficiente caudal de observacion y 
conocimientos como lo exige una obra de esta naturaleza. 

Descourtils, '"Tussac, Lindley, Poupée, Desportes, dxc., es 
cierto que han publicado buenas floras de plantas medicinales 
de las Antillas; pero en ellas notamos que casi todos se ocu- 
pan, mas de las de Santo Domingo que de las de Cuba, Rena- 
to de Grosourdy publicó en 1864 una obra en 4 tomos titula: 
da “El médico botánico criollo” donde en mi pobre concepto 
no ha hecho mas que recopilar todo lo que sobre la materia 
encontró en los autores arriba mencionados, habiendo pocas 
observaciones originales que merezcan toda la confianza que 
exigen experiencias de esta naturaleza y principalmente con 
ciertas plantas de propiedades dudosas que pudieran muy bien 
ocasionar casos desgraciados, que vendrian á comprometer, en 
los momentos mas críticos, el buen éxito de una obra tan útil 
y necesaria para el pais como lo seria la de la “Flora médica 
Cubana.” 

No existe otro pais, dice Descourtilz, que mas que las An- 
tillas ofrezca al hombre en el estado de salud mayor número 
de plantas destinadas á conservársela 6 á restituírsela en caso 
que la haya perdido. Ningun pais por consiguiente es mas 
digno de una fora médica particular... - 

Todos los años se publican en Europa un sin número de 
obrus de esta naturaleza; mas todavía, se escribe constante- 
mente sobre la flora de los paises mas cercanos á las regiones 
polares y ¿será posible que nosotros, teniendo un rico y vasto 
campo bajo los trópicos y á nuestras puertas, tengamos que 
mendigar al extranjero costosas plantas medicinales que, me- 
jores que esas, son holladas en nuestros bosques por el paso de 
las bestias? 

No, Sres., la hora de la regeneracion ha sonado y todos vos- 
otros contribuireis con vuestros vastos y profundos conoci- 
mientos á la formacion de una obra que llevará á la posteridad 


461 


los nombres de todos los que tomen parte en ella y hará épo- 
ca en la Historia científica de la Isla de Cuba. 

Demostrada la utilidad é importancia del estudio de la 
Botánica médica, pasemos á ocuparnos en esta segunda 
parte de las principales plantas medicinales indígenas y 
de algunas de las exóticas, aclimatadas en nuestro pais, 
colocándolas, segun sus propiedades, en cada una de las me- 
dicaciones correspondientes; siguiendo al efecto en la distribu- 
cion de estas, el órden que siguen en su obra de Terapéntica 
y Materia médica los Sres. Trousseau y Pidoux, y prefiriendo 
esta clasificacion solo por ser la mas conocida entre nosotros. 

Las medicaciones son las siguientes: —1.9% Tónica.—2.“ 
Alterante.— 3.2 Trritante.—4.2 Antiflogística.—5. Eva- 
cuante.—6. 2 Excitadora.—7. 2 Estupefaciente.—8S. 2 Anties- 
pasmódica.— 9. 2 Excitante.—10* Contraestimulante.— 11* 
Antihelmíntica.—1? Medicacion tónica.—Estudia en ella los 
medicamentos analépticos ó reconstituyentes, los astringentes 
y los amargos 6 neurosténicos.—A. Entre los primeros solo 
existen dos en la obra del Sr. Trousseau y ambos del reino 
mineral que son el hierro y el manganeso; sin embargo de que 
muchos autores, yentre estos A. Bossu, colocan además las sus- 
tancias alimenticias y en este caso podemos decir que en nues- 
tro pais existe un gran número de plantas alimenticias que 
por lo ménos sirvan de coadyuvantes á aquellos dos cuerpos 
que por otra parte no tienen representantes en el reino vege- 
tal.—B. Entre los astringentes de orígen vegetal coloca aquel 
la bistorta, la gayuba, la encina, dic. que podemos sus- 
tituir ventajosamente con muchas plantas de nuestro pais, 
por la gran cantidad de tanino que contienen; entre estas po- 
demos citar el mangle colorado (Rhizophora Mangle L), el 
uvero de playa (Coccoloba uvífera Jacq, nivea Jacq y otros), 
el moruro prieto (Pithecolobium filicifolium Benth), el caimi- 
to (Chrysophyllum caimito L), la jagua (Genipa americana 
L), la guanábana (Anonamuricata L), el anon (Anona squa- 
mosa L), el caobo (Swietenia Mahagoni L), la ratania de las 
Antillas (Krameria Ixina L?), el guayabo (Psidium pomife- 
rum L y P. pyriferum L), el granado (Punica granatum L.), 
el hicaco (Chrysobalanus icaco L.), el palo de Campeche (Hce- 


T. 1v-—60 


462 


matoxyllon Campechianum L) y otras muchas que, como es- 
tas, tienen el principio astringente en toda la planta. 

C. Entre los amargos ó neurosténicos podemos colocar al- 
gunas falsas quinas como son: el Cerillo (Exostemma Cari- 
boum Rom y Schult.), la Clavellina de rio (Exostemma lon- 
gifloram Rom y Schult), el Cinchona (Exostemma floribun- 
dum Rom y Schult) No dudamos que existan en nuestros 
bosques algunas especies del género Cinchona ó'verdaderas 
quinas, pudiendo por otra parte intentarse en nuestro suelo el 
cultivo tan valioso de estas últimas. 

Tenemos además la cuasia (Quassla amara L.), el palo blan- 
co (Simaruba glanca D. C.), la genciana de las Antillas (Eus- 
toma exaltatum Gris.), la genciana de Cuba (Schultesia ste- 
nophylla Mart. 6 Exancum Cubense Poepp.), el escudo de la 
Habana (Scutellaria Havanensis Jacq. ), el mangle gris ó yana 
(Conocarpus erectus L.), la escoba amarga [ Parthenium Hys- 
terophorus L. |, la bija ó achiote [ Bixa Orellana L.], la agri- 
monia de Cuba [Teucrium Cubense L.|, muy usada en nues- 
tros campos, el aroma amarillo [| Acacia Farnesiana Willd. ], 
el junco marino ó espinillo [ Parkinsonia aculeata Plum], la 
aguedita [Picramnia pentandra Sw. |, la angustura verdadera 
[Galipea Cusparia St. Hill.], las cuales contienen, casi todas, 
el principio activo en la corteza.—2. % Medicacion alterante. 
El Sr. Trousseau no cita ninguna sustancia de orígen vegetal, 
sin embargo de existir plantas marinas, y algunas de nuestras 
costas, que por contener una gran cantidad de iodo, podemos 
hacer uso de ellas en ciertos casos y son: la barrilla de las An- 
tilias [Batís marítima L], toda la planta contiene una gran 
cantidad de iodo y bromo; una especie de fuco [Fucus vesicu- 
losus L. | el fuco sargazo [Sargassum bacciferum Ag. |, el sar- 
gazo de las Antillas [Sargassum Esperi Ag. S. Filipéndula 
Ag. |, el peregil ó verdolaga de playa |[Sesuvium Portulacas- 
trum L. y revolutifolum Ort.], el sabe-leccion [| Lepidium vir- 
ginicum L.|, el berro de costa de Cuba, [Cakile Cubenesis 
Kunth.] y otras. 

3—Medicacion irritante.—Nos ocuparemos sucesivamente 
de las plantas rubefacientes, vexicantes y cáusticas. 

A .—KRubefacientes. —Pueden usarse como tales: las hojas y 


463 


raices del flechero | Sagittaria lancifolia L. y S. obtusa Wild. ), 
las semillas y aun las hojas del caisimon | Potomorphe umbe- 
llata Mig. y P. peltata. Miq.|, las hojas del platanillo de 
Cuba [Artanthe adunca Miq.|, del chichicate. [ Urtica baccí- 
fera LJ], del Jatropha urens L.], del cabello de ángel | Cle- 
matis Havanensis Kth. |, del Polygonum acre. Kth, de la ruda 
[ Ruta graveolens L2], las semillas de la mostaza [Sinapis ni- 
gra L. el Sr brassicata L. S. integrifolia W.], Jas hojas del Dry- 
maria cordata W., los pelos que cubren las vainas de la pica- 
pica [ Mucuna pruriens D. C.], la ceboila del ajo [ Allium sa- 
tivum L.] dc. 

B.—Vexicantes.—Todas las partes verdes de la flor del pato 
[ Aristolochia grandiflora Sw. |, las raices y hojas de la mala 
cara | Plumbago scandens L], las cortezas del palo de encaje 
ó daguilla | Lagetta lintearia Lam. |, y del torvisco de las An- 
tillas [ Daphnopsis caribeea Gr.|, las gomo-resinas del car- 
don [ Euphorbia Canariensis—L. |, delaflor de Pascua| Euphor- 
bia punicea Sw.], del Echite biflora Jacq; las partes verdes 
del volatin[Cleome pentaphylla L. 6 Gynandropsis pentaphylla 
D.C. y G. triphylla D. C.]las semillas del guacalote [ Guilandina 
Bonduc. L.], las hojas del ben [Moringa pterigosperma 
Goertn. | doc. 

C.—Cáusticas.—Las hojas y raices del Dieftenbachia Segui- 
ne—Sch? el jugo lechoso del Euphorbia linearis Retz., del ma- 
mey colorado [Lucuma mammosa Gcerta y L. Bonplandii 
Kth. |, las hojas del guao [Comocladia ilicifolia Sw. C. inte- 
erifolia Jacq. C. dentata Jacq. ], la nuez del marañon | Ana- 
cardium occidentale L.|, el jugo del Cissus cáustica 'Puss. la 
pulpa de los frutos del Caryota urens L. 

4—Medicacion antiflogística.—Comprende los medicamen- 
tos emolientes y temperantes.—A. Emolientes.—Las hojas y 
raices del llanten comun [Plantago major L.], de la borraja 
[ Borrago officinalis L.], del aguinaldo amarillo [ Ipomoea um- 
bellata Mey], del quimbombó [ Hibiscus esculentus L.], la 
corteza hojas y raices de la guácima [Guazuma tomentosa H. 
y B. y G. polybotria Cav.], las hojas y raices de diversas es- 
pecies de malvas [Malvas. Waltherias d:c]., y en general de 
esta familia [ Malváceas |, las hojas y raices del pico de aura 


464 


[Martynia diandra Glox|, de la verdolaga [ Portulaca olera- 
cea L. var. parvifolia Haw. |, de la verdolaga de Cuba [ Clay- 
tonia perfoliata Donu|, de la prodigiosa [Bryophyllum Caly- 
cinum Salisb.], del bledo comun [Euxolus caudatus Moq.], 
del canutillo [Com melina communis L. |, la tuna brava [Opun- 
tia vulgaris Mill. ], la blanca [ Opuntia coccinellifera Mi11].—B. 
Temperantes.—Los frutos del melon de agua 6 zandía | Cucur- 
bita citrullus L. ], de la granadilla [ Passiflora quadrangula- 
ris L.], los frutos maduros del azufaifo de las Antillas [Zyzy- 
phus iguanea L.], de la grosella de las Antillas [Averrhoa Bi: 
limbi E] dic. 

5%—Medicacion evacuante. —Comprende los medicamentos 
A. de accion vomitiva.—B. de accion purgante. 

A.—Vomitivos.—Aunque en nuestro pais no existen las 
verdaderas ipecacuanas, sin embargo podemos citar algunas 
especies del género Cephaelis y Psychotria que tienen las 
mismas propiedades, aunque en menor grado; tales son: las 
raices del Cephaelis tomentosa Willd? y C. muscosa Sw, del 
canserillo [ Psychotria virgata R. y Pav.], de los tapa—cami- 
nos [Psychotria uliginosa Sw.—P. chimarrhoides D. C.—P. 
brachiata Sw.—P. nutans Sw. ], y otras muchas que crecen y se 
multiplican de una manera prodigiosa en nuestros campos cer- 
rando en pocos dias los caminos ó senderos abandonados, ra- 
zon por la que llevan este nombre. 

Las raices del ítamo real [ Pedilanthus tithymaloides Poit.—P. 
padifolius Poit.—P. angustifolius Poit. —P. linearifolius Gris], 
lasde la flor de calentura [ Asclepias curassavica L. y A. nivea 
L.], del salta-perico [ Dipteracanthus strepens Le-Conte ó 
Ruellia strepens L. ], de la violeta silvestre [Tonidium linea- 
tum Ging. mss.], del Hybanthus Havanensis H. B. y K., de 
la sensitiva [Mimosa pudica L.], las semillas del cardo santo 
[Argemone mexicana L.], los bulbos del lirio San Juanero 
| Pancratium Caribeum L.] y otras. 

B.—Purgantes.—Existen algunas plantas que pin esta 
propiedad en grado débil ó laxantes y otras en grado enér- 
gico Ó drásticos. 

Entre las primeras citaremos el palma-cristi que se extrae 
de las semillas del Ricinus communis L., el aceite que contie- . 


465 


nen las semillas del nogal de la India (Aleurites Moluccana 
de Willd.) 

Las raices del piña-raton (Morinda royoc L.,) la corteza de 
la raiz y flores de la majagua (Hibiscus tiliaceus L. 6 Pari- 
tium elatum Don), la pulpa contenida en los frutos Ó vainas 
de la caña fístula (Cassia Fistula L. y C. grandis Pers.) y 
del tamarindo (Tamarindus indica L.), las hojas del sen de la tier- 
ra [Cassia bicapsularis L. C. ligustrina L. C. obtusifolia], y 
otras muchas. | 

Entre los drásticos colocaremos el jugo concreto de distintos 
aloes, acíbar, [Aloe spicata L. A. perfoliata L. dzc.], el de la 
flor de pascua. [Euphorbia punicea Sw.], las semillas del pi- 
ñon botija [Satropha curcas L. ó Curcas purgans Med. ], del €. 
frailecillo [Jatropha gossypifolia L.], del Jatropha multifida 
L., de la salvadera [Hura crepitans L.J, las raices de la mara- 
villa 6 D. Diegode noche[ Mirabilis jalapa L.], del Ipomea tu- 
berosa L. L ternata Jacq., el jugo concreto del maboa [Came- 
raria latifolia L. y C. angustifolia L.], muy peligroso, los fru- 
tos y raices del estropajo. [Luffa acutangula Ser. y L. pur- 
gans Kth.], del gúiro amargo (Lagenaria vulgaris Ser); el zumo 
de las hojas de la balsamina ó cunde-amor [Momordica balsa- 
mina L.], es sumamente activo: tres dracmas ó media cuchara- 
da dadas á tomar á un perro grande, le sobrevino la muerte en 
12 horas con todos los fenómenos generales producidos por 
los venenos irritantes; tiene tambien una accion irritante lo- 
cal muy marcada. La gomo-resina del guaguasí [Laetia apeta- 
la Jacq. L. longifolia Rich. y Zuelania leetioides Rich.], del 
yaití [Excecaria lucida Sw.], del Copey [Clusia rosea L.] 
posee propiedades drásticas análogas á la gutagamba [Cambo- 
gia Gutta L. ó Mangostana Cambogia Grertn.] A la dósis de 
30 6 40 centígramos purga violentamente. La del Yamao 
[Guarea trichilioides L.], mas bien debemos colocarla entre 
los venenos irritantes; sin embargo, nuestro apreciable amigo 
el Sr. D. F. A. Sauvalle asegura que aunque la gomo-resina de 
esta planta posee propiedades drásticas, no así sucede con las 
hojas y renuevos tiernos, que con frecuencia sirven de pasto á 
los animales. 

6%—Medicacion excitadora.—En nuestro pais pueden reem- ' 


466 


plazar, aunque con ménos ventaja á la nuez vómica y al haba 
de San Ignacio, las hojas y semillas de la cabalonga [Cerbera 
thevetia L.], de accion dudosa, y la gomo-resina del lechero 
[Exceecaria laurocerasus Miller] de propiedades tambien poco 
estudiadas. 

72—Medicacion estupefaciente.—En nuestro pais no existe 
ninguna especie vegetal que pueda reemplazar al opio y á la 
belladona en sus indicaciones ter apéuticas; sin embargo hare- 
mos mencion de algunas de la misma familia que poseen pro- 
piedades análogas y en débil grado; tales son: las hojas y fru- 
tos del cardo santo. [Argemone mexicana L.], el jugo lechoso 
de los tallos de la lechuga de hortaliza [Lactuca sativa L.| 
que, aunque exótica, se ha naturalizado en nuestro pais; las 
de la lechuga de la tierra [Sonchus palidus Willd.], las hojas 
y frutos de diversas especies de solanos del chamico morado 
[Datura stramonium L.], del floripondio [Datura suaveolens 
H. B.], de la yerba mora [Solanum oleraceum Dun.], de la be- 
rengena cimarrona [Solanum torvum Sw], del gúirito cimar- 
ron [Solanum mammosum L.], del tabaco [Nicotiana taba- 
cum L.], del azucarito [Paullinia Cururú L* y P. pinnata 
L.], [1] las semillas del mamey colorado [Lucuma mammosa 
Geertn], del sapote [Sapota Achras Mill] y otras de la familia 
de las Sapotáceas que contienen tambien en sus s semillas una 
gran cantidad de ácido cianhídrico. 

8”—Medicacion antiespasmódica. —Existen en la Isla un 
gran número de plantas que pueden reemplazar, y casi con 
igual ventaja, á la valeriana, asafétida, opopónaco dc. de que 
habla el Sr. Prousseau: entre aquellas merecen particular men- 
cion: el alcanforero [Laurus Camphora 12] que aunque origl- 
nario del Japon, se encuentra, segun Descourtilz, en los bos- 
ques de las Antillas. 

Tanto el modo de extraccion del alcanfor como su accion 
fisiológica y terapéutica se hallan consignados en las obras de 
Materia médica y terapéutica, razon por lo cual, tanto esta 
sustancia como otras muchas que he indicado en este trabajo, 
solo me he contentado con colocarla en su medicacion corres- 


[1] Con tres frutos de esta planta preparó Cl. Bernard un extracto y con él ha matado 
ranas que presentaron síntomas muy semejantes á los del curare. 


467 


pondiente. Mencionaremos además las hojas y flores del na- 
ranjo agrio [Citrus vulgaris Risso], de la murraya [Murraya 
exótica L.], del capulí [Muntingia Calabura L.], las raices del 
toston [Boerhaavia diffusa Sw.], del anamú [Petiveria allia- 
cea L.], de la yerba hedionda [Cassia occidentalis LJ, las 
semillas del almizclero [Hibiscus abelmoschus L.], de la yerba 
buena [Mentha rubra L.] y en general de casi todas las 
plantas de la familia de las Labiadas. 

9% —Medicacion excitante.—El Sr. Trousseau la divide en 
excitante generales y especiales: entre las primeras cita un 
gran número de plantas, la mayor parte naturales del Antiguo 
Continente y que nosotros podemos reemplazar con las si- 
guientes: las hojas y raices de la yerba limon [Andropogon 
Schaonathus L.], los rizomas del genjibre [Zingiber officinale 
Rosc.], los frutos de la vainilla [Vanilla aromatica Gr.], la 
corteza del canelero [Laurus Cinnamomum L.], la del boniato 
del pinar [Phosche montana Gr.], las hojas de la escabiosa de 
las Antillas [Capraria biflora L.], la de las feligranas [Lantana 
Camara L.—nivea L.—crocea Jacq.], las hojas y raices del 
Orozuz de Cuba [Lippia dulcis Trevir.], las semillas del café 
[ Coffea arabica L.], las hojas de la salvia, albahaca; poleo de 
las Antillas y otras labiadas de propiedades excitantes incon- 
testables. Las hojas y semillas del eneldo [Anethum feenicu- 
lum L.], del perejil [Apium petroselinum L.] y otras Umbelí- 
feras. Las hojas y frutos de la pimienta de Jamaica [Myrtus 
pimenta L.], del clavo de especia [Caryophillus aromaticus L. ] 
y otras de la familia de las Mirtáceas. 

El mismo autor [arriba mencionado] divide los excitantes 
especiales en A. Sudoríficos.—B. Diuréticos.—C. Emenago- 
gos y D. Balsámicos. 

A.—Sudoríficos.—Podemos emplear como tales: las raices 
de distintas especies de zarzaparrillas que crecen espontáneá- 
mente en todas las Antillas [Smilax Havanensis Jacq. $. 
pseudochina L. duc.], las raices del maguey [Agave America- 
na L.], las de la pringa-moza [Tragia volúbilis L.], las flores 
del sauco blanco (Sambucus nigra L.], (1) aunque exótica cre- 


— — 


[1] Será el S. Virginiana Sn? 


468 


ce espontáneamente y en gran abundancia en toda la Isla. La 
corteza y leño del guayacan [Guayacum officinalis L.] y otras 

B.—Diuréticos.—Podemos usar come tales: las partes ver- 
des del rabo de zorra [Andropogon Antillarum D.], la de la 
pata de gallina [Leptochloa domingensis Lk.], (1) las rai- 
ces del platanillo de Cuba [Canna Indica L.], las del caisimon 
[Pothomorphe peltata Miq.], las del anamú [ Petiveria allia- 
cea L.], las hojas y raices de la yerba de la niña [Phyllanthus 
Niruri L. y Ph. Carolinensis Walt.], las de vejiga de perro 
[Physalis pubescens R. Br.], las de la ortiga blanca ó chichi- 
cate. [Urtica baccifera L.], la de la ortiguilla | Urtica urens L. |, 
antihemorrágico poderoso, las raices del sauco amarillo (Teco- 
ma stans L.), las del bejuco de berraco (Chioccoca racemosa 
Jacq.), las flores y hojas de la guacamaya francesa (Cassla 
alata L.), y otras muchas. 

C—Emenagogos.—Haremos mencion de los principales que 
son: las raices de algunas aristoloquias (Aristolochia anguicida 
Jacq. A. trilobata L., A. bilobata L. dc.), los renuevos tiernos 
del aguacatero (Persea gratissima Geertn.), las hojas de la ruda 
(Ruta graveolens L?), las ralces de la P__.. de perro (Cappa- 
ris cynophallophora L.), todas las partes verdes de la san- 
guinaria (Alternanthera achiranta R. Br.), las sumidades flor1- 
das del romerillo (Bidens leucanthus W.), de la manzanilla 
de América (Chrysantellum procumbens Rich.), las hojas y 
flores del árbol del paraiso (Melia sempervirens Sw?) y otras 
muchas. 

D—Balsámicos.—Entre estos podemos citar los bálsamos 
del Perú y de Tolú (Myrospermum peruiferam D. C. y M. to- 
luiferum Rich.), la goma ó resina ánime (Hymensea Courbaril 
Lin.), la del algabarrobo de las Antillas, (Calliandra Saman 
Gr.), del almácigo [Bursera gummifera Jacq.], del palo cochino 
[ Hedwigia balsamífera Sw.], de la cuaba [Amyris balsamíifera 
L.], del copal de Cuba [Icica Copal Rich.], del básamo ó resina 
de copaiba [Copaifera officinalis JSacq?], del quiebra-hacha. [Co- 
paifera hymenexfolia Moric.] del pino de tea [Pinus occidentalis 
Sw. y P. Taeda Aiton.], del sabina ó6 enebro criollo [Juniperus 
Virginiana L.], del Podocarpus Purdieanus Hooker, dac. 


(1) Grisebach considera esta especie como una variedad del L. virgata P. B. 


469 


10%—Contraestimulantes. —En nuestro pais existen pocas 
plantas que puedan suplir á la digital, al cólchico y otras que 
coloca el Sr. Trousseau en esta medicacion; sin embargo el Sr. 
Grosourdy apoyado en las observaciones de nuestro colega Dr. 
Michelena de Caracas, asegura haber encontrado un succedáneo 
de la primera en las hojas del yagruma hembra [Cecropia pel. 
tata L. y C. palmata W]. 

“Este último ha observado que bajo la influencia de esa 
sustancia los latidos del corazon se vuelven mas lentos de una 
manera notable y tanto mas pronunciada cuanto mas tiempo 
se haya seguido su empleo y entónces el que está sometido á 
su accion fisiológica se vuelve muy lento en sus movimientos 
sin presentar ningun trastorno en el tubo digestivo.” 

11%--Antihelmíntica.—En esta medicacion podemos colocar 
un gran número de plantas indígenas de propiedades incontes- 
tables; habiendo, por otra parte, otras que aun necesitan un 
estudio mas detenido por razon del principio sospechoso que 
contienen. Tales son entre las primeras las raices de la cala- 
guala (Polypodium Pliyllitidis L. ?), las de la doradilla 
(Asplenium pellucidum L.), los frutos de la piña de raton de 
cercas (Bromelia Pingúin L.), las hojas y raices del apasote 
(Chenopodium anthelminticam y Ch. ambrosioides L.), las 
raices del granado (Punica granatum L.), los pelos que cubren 
las vainas de la pica-pica (Mucuna pruriens KR. Br.), el jugo 
lechoso de la papaya cimarrona [Papaya Posoposa Morales. | 
y del palo amarillo [Bocconia frutescens L.] Entre los segundos 
citarémos la corteza, la madera y el fruto de la yaba [Andira 
inermis Kth. y A. racemosa Lam], las raices y corteza del 
árbol del paraiso [Melia sempervirens N. 2] d. 

Antes de terminar permitidme que, tanto á nuestro digno 
Presidente como á todos los Sres. Académicos que votaron 
para mi eleccion, os dé las mas expresivas gracias por el alto 
honor que me habeis dispensado, elevándome á un puesto que 
haré lo posible por conservar incólume, no olvidando la res- 
ponsabilidad que he contraido para con la ciencia, para con 
vosotros y para con la patria.——He dicho. 


T. 1Iv—6l 


470 


Discusion SOBRE EL CÓLERA.—Por el Dr. D. Juan G. Hará. 


(SESION DEL 26 DE ENERO DE 1868.) 
Sres.: 


I.—Trato de contestar á los argumentos que el Dr. Ruz se 
ha servido oponer á mi memoria titulada “Zeoría y tratamien- 
to del. Cólera,” pero ántes, séame permitido pagar hasta cierto 
punto la deuda de gratitud que he contraido con un opositor 
que da principio á su elocuente disertacion tributándome elo- 
gios y defendiendo mi entidad científica, insignificante por 
demás, contra las murmuraciones que provocó la lectura de 
mi trabajo en alguno que otro miembro de esta Corporacion. 

No me pertenece decidir hasta que altura tiene razon mi 
amigo y opositor el Dr. Ruz; pero, si la rivalidad produce á 
veces pasiones mezquinas en hombres exaltados por el fana- 
tismo de su autonomía, será siempre un consuelo encontrar 
quienes puedan dar tantos ejemplos del entusiasmo contrario, 
como mas de una ocasion lo ha demostrado la gran mayoría 
de los que tenemos el honor de pertenecer á esta Academia. 
El Sr. Ruz debe tener la satisfaccion de haber alcanzado esta 
perfeccion, porque situado por encima de las preocupaciones 
vulgares, ha ido rectamente á su fin, y ha sabido distinguir 
entre el aprecio que debe á sus amigos y el respeto mayor que 
le impone la verdad científica. 

Efectivamente, el Dr. Ruz tiene razon: yo no he venido á 
sorprender á la Academia con un trabajo de Mr. Charles Ro- 
bin, que sl así hubiera sido lo hubiera advertido á todos, y 
mi memoria, por pertenecer á un hombre tan eminente, hu- 
biera sin disputa arrancado el aplauso de los mas encopetados 
murmuradores. No existe tampoco una comunidad de ideas 
que pudiera ser nunca el objeto de un reclamo. Las ciencias 
son solidarias como dice muy bien el Sr. Ruz, y yo tenia y 
tengo el derecho de servirme de ellas como todos los hombres 
que cultivan su inteligencia, aunque declaro que mas gloria 


471 


me cabria divulgando simplemente las ideas de Robin, prime- 
ro entre los sabios, que exponiendo mi pobre talento á los 
azares de una lid, en la cual miro el triunfo de mas léjos que 
ninguno de los que con mas títulos que yo, y mejor dotados 
por la naturaleza, han tenido y tienen la benevolencia de es: 
cuchar mi desautorizada palabra. 

La teoría de la hidratacion primitiva de los principios de 
la tercera clase para servir álos importantes fenómenos de nu- 
tricion general como hecho anatómico y fisiológico, y la teoría 
de la deshidratacion de estos mismos elementos como causa 
de todos los fenómenos patológicos del cólera, pertenecen ex” 
clusivamente al eminente Mr. Charles Robin; y yo no he os- 
curecido esta verdad en ningun lugar de mi memoria. 'Tampo- 
co partí directamente de este hecho, como pude efectuarlo, 
porque yo ignoraba ese descubrimiento científico. Todo mi 
trabajo tenia por punto de partida el fenómeno mas virtual 
del cólera, cual es, la pérdida de líquidos exosmosados por la 
membrana mucosa del estómago y de los intestinos. La coin- 
cidencia de este hecho con la debilidad general, con la depre- 
sion del pulso, conla baja de la temperatura, con la estagnacion 
sanguínea en los capilares y la concentracion del fluido nutri- 
tivo, hechos conocidos desde que se conoce el cóler«, me llevó 
al estudio de la enfermedad bajo el punto de vista fisiológico, 
y adquirí la conviccion, cada vez mas profunda, de que el fe- 
nómeno importante del cólera era la pérdida indicada; y como 
consecuencia de esta conviccion, la necesidad de reponer en 
el organismo el líquido perdido. 

Antes que Mr. Robin presentara al mundo científico su teo- 
ría completa, Mr. Piorry y otros prácticos eminentes se ha- 
bian detenido á considerar la deshidratacion, sin que pudiera 
nadie decir que Mr. Robin plagió á Mr. Piorry, como no pue- 
de aventurarse que yo haya plagiado ni á Mr. Piorry ni á Mr. 
Robin. Lo cierto es que en la lectura de este último sabio, 
que debo á mi distinguido amigo el Dr. D. Joaquin Zayas, 
encontré la confirmacion de mis convicciones y la explicacion 
histológica que jamás hubiera descubierto por mí mismo; pero 
que tampoco he tenido la debilidad de atribuirme, como su- 
ponen los que llevan la exageracion de sus miras hasta aceptar 


472 


sistemáticamente cualquiera de los extremos del horrible dile- 
ma “absurdo 6 plagio.” Si lo primero, están en la obligacion de 
tomar franca y lealmente la palabra contra mí, como les acon- 
seja muy bien el Sr. Ruz; si lo segundo, dejarlo sin demostra- 
cion es encubrir á un pícaro á quien no se deben considera: 
ciones de ninguna especie. 

Aclarado este particular, á veces enojoso, reitero á mi exce- 
lente amigo el Dr. Ruzmis expresivas gracias por las palabras 
lisonjeras con que se sirve tratarme, y por la defensa noble 
que espontáneámente ha hecho de mi persona y carácter. Pro- 
testo así mismo creer, y me complazco en reconocerlo, que to- 
dos los que me escuchan son hombres de progreso que no han 
bajado jamás al terreno de las rivalidades mezquinas; y que 
ese vicio señalado por el Dr. Ruz, no puede constituir una es- 
pecie estable, ni siquiera entre los poquisimos que compongan 
el número de los que lo han sostenido. Honor á cada uno sin 
distinciones, para que la reciprocidad de respeto eleve la dig- 
nidad de todos. Honor á todos para levantar cada vez mas la 
importancia de esta Academia. Con estos principios por divi: 
sa, paso á ocuparme de responder á los argumentos que ha 
dirigido contra mi memoria el Dr. Ruz. 

11.—Comprendo la gran dificultad que experimenta todo 
individuo cuando quiere definir breve y exactamente una en- 
fermedad. Sea dicho de paso, no he leido una sola definicion 
del cólera que pueda satisfacer medianamente el desíderatum 
universal. Todas las que he podido consultar son mas ó mé: 
nos incompletas, y en todas he notado que para formularlas se 
han tomado los principales fenómenos del cólera, eligiendo 
cada autor los que le parecian mas característicos. Así, ha di- 
cho la mayoría, que el cólera era una enfermedad suz generis, 
y empleo esta palabra para expresar la génesis mas Ó ménos 
hipotética que cada uno le asigna, aunque muchos prescinden 
de toda idea de causa; cuya enfermedad presenta vómitos y 
diarreas mas Ó ménos acuosas que han comparado al agua de 
arroz en su aspecto blancuzco; enfriamiento, sed, supresion de 
orinas, concentracion de pulso, calambres, enflaquecimiento 
rápido, pérdida de la voz, coloracion ciánica, dic. Y en efecto 
que mi definicion es un cróquis si se compara con estos retra- 


473 ' 


tos del cólera; pero no puedo aceptar el argumento que tiene 
por objeto no admitir distinciones entre el envenenamiento 
por el emético y el cólera, tomando en sentido absoluto' mi de- 
finicion, como parece haberlo hecho el Dr. Ruz, porque la dis- 
tincion estará perfectamente establecida precisamente con no 
aceptar en mi definicion el elemento genésico. Si por el con- 
trario definiera el envenenamiento por el emético y no contara 
con su causa obligada é invariable, entónces la confusion seria 
necesaria; pero yo no he definido esos estados patológicos sino 
el otro, y no creo haber dicho mal, cuando aseguro mas ade. 
lante que solo la idea de la causa sirve para hacer el diagnós. 
tico diferencial, porque esta verdad no excluye en manera al. 
guna los demás fenómenos que puedan separar estas dos en” 
fermedades consideradas de cualquiera otra manera. . 

Tampoco me parece exacto que la anotacion de una causa, 
tratándose del cólera, Óó el hecho de hacer constar que se 
ignora, pueda dar alguna luz á la definicion, porque los incon- 
venientes que señala el Dr. Ruz, no quedarian obviados con 
esta última confesion Ó con cualquiera de las suposiciones hi- 
potéticas que sirven de causa á la enfermedad. Y si la lgno: 
rancia de la causa es ya un sienó distintivo, acepte el 
Sr. Ruz que al desprenderme de toda consideracion genésica 
es porque la ignoro, y quedará satisfecha su objecion, anulando 
al propio tiempo su areumento. 

Para que hubiese tenido en cuenta los caractéres clínicos de 
la diarrea colérica y los de los distintos envenenamientos en mi 
definicion, hubiera necesitado mas espacio que el que consagran 
los autores á la sintomatología y al diagnóstico diferencial; y 
no asegurando que la diarrea colérica se acompañaba de tenes- 
mo, ni de dolores de vientre, ni que era excrementicia, ni 
mucosa, ni biliosa, ni sanguinolenta etc., le daba los caractéres 
negativos que le corresponden: porque la diarrea de los enve. 
nenamientos puede acompañarse de esos fenómenos, aunque 
solo cuando ademas de la accion general que es la que propia- 
mente constituye el envenenamiento, existe tambien conjunta: 
mente la accion mecánica directa del veneno sobre el tubo 
intestinal. La distincion, pues, no podia ser ni mas caracterís- 
tica ni mas exacta. “Pérdidas súbitas de liquidos del organismo 


474 


exosmosados por la mucosa intestinal” Las secreciones de las 
glándulas no se exosmosan por la mucosa intestinal. La san- 
gre no' se exosmosa por la mucosa intestinal. Las glándulas 
tienen todas sus conductos que se abren en puntos conocidos 
del intestino. Los glóbulos de la sangre son demasiado inso- 
lubles para atravesar las membranas sin lesion anterior de 
éstas. La albúmina y la fibrina aunque en disolucion, ó exten- 
sion segun Robin, no pueden salir si se concretan cada vez 
mas. De suerte que no habia confusion posible. La única 
pudiera achacarse á no haberse usado la palabra exosmosar, y 
sí la palabra exhalar, debiéndolo y siendo aquel mi ánimo, aun- 
que siempre se empleó en fisiología esta última palabra, desde 
Bichat, para expresar la misma idea, ántes que Dutrochet hu- 
biera descubierto las leyes de la endosmosis y de la exosmosis. 
Conste pues esta enmienda que hago á mi definicion, y conti- 
núo respondiendo á los argumentos que me ha opuesto nues- 
tro excelente colega el Dr. Ruz. 

Con estas consideraciones, no me parece que deban quedar 
dudas sobre la exactitud de mi definicion, y al contrario, que 
cabria sobrada razon al Sr. Ruz si yo hubiera tenido por ob- 
jeto describir cualesquiera de los estados patológicos que pu- 
dieran confundirse con el cólera, y hubiera olvidado las dis- 
tinciones de que me habla. Y tanta mayor razon me asiste, 
cuanto que la mayoría de autores que he podido consultar, no 
definen los envenenamientos en particular, sino que el conoci- 
miento de la causa toma el lugar de la definicion, bastando la 
de envenenamiento para todos los casos. Así, se dice, que 
“envenenamiento es el estado patológico que resulta de la 
introduccion de un agente, que sin obrar mecánicamente, des- 
truye el organismo ó pervierte sus funciones;” y en seguida, se 
sigue al estudio de la accion de cada veneno sin mas defini- 
ciones. Por el contrario, algunos estados patológicos que 
dependen de la accion del veneno, se definen á veces haciendo 
abstraccion de la causa que se supone conocida. Ejemplos: el 
cólico de plomo, la parálisis saburnina, el temblor mercurial, 
el delirium tremens, que constituyen enfermedades indepen- 
dientes de los que pueden llamarse propiamente envenena- 
mientos por las sales de plomo, ó por las de mercurio, ó por el 


475 


alcohol, aunque la causa sea igual á la que produce aquellas 
enfermedades, que ya no pertenecen á la accion inmediata del 
veneno, sino á las modificaciones orgánicas y funcionales su. 
fridas que persisten, aun despues de haber sido eliminada. 

En cuanto á la diarrea mas ó ménos abundante producida 
por una enteritis ó una hipersecrecion simple del intestino, 
cualquiera que sea su causa y bajo cualquiera forma, nos 
presentará siempre como elementos indispensables los diversos 
productos del intestino mas ó ménos modificados en cantidad 
y en calidad, 6 los productos de las ulceraciones ó inflamacio- 
nes específicas de que pueden ser afectadas estas vísceras por 
enfermedades muy diversas; y todo esto nada tiene de comun 
con la exosmosis de agua por la mucosa intestinal. En todos 
estos casos la cloro-anemia y la hidroemia acompañan muy á 
menudo la pérdida; en el cólera sucede lo contrario. Y por 
la misma razon de que reconocemos en los envenenamientos 
por el tártaro emético á dósis refractas, por el arsénico en 
pequeña dósis repetidas, por ciertos vegetales de la gran familia 
de los hongos, por la accion de ciertos moluscos y aun de 
ciertos peces, síntomas análogos á los que produce la anhi- 
droemia, nos hemos separado, al definir el cólera, de toda con- 
sideracion genésica, evitando así toda confusion que pudiera 
debilitar lo importancia de nuestra definicion, y salvándola de 
las objeciones que la observacion clínica debia oponerle con 
el estudio de estos últimos envenenamientos, los cuales no se 
diferenciarian del cólera si no tuvieran causas tan conocidas 
como particularísimas á cada una de esas especies distintas. 

IT.—El Dr. Ruz asegura que existe inconsecuencia, y por 
tanto, contradiccion entre la teoría que sostenemos y el órden 
de fatalidad orgánica en que colocamos los fenómenos de fisio- 
logía patológica que se observan en el cólera; y confesamos 
sinceramente que le dariamos la razon de su argumento, si, en 
conciencia, no existieran motivos poderosos para dejarlo sin 
el valor que le atribuye. En efecto, el Dr. Ruz encuentra ne- 
cesario, supuesta la lesion primitiva de la sangre que ha de- 
mostrado Robin y que me ha servido de punto de apoyo para 
afianzar mis ideas, que la circulacion decaiga primero, porque 
a sangre arterial está modificada, y nosotros no percibimos 


476 

tal necesidad. Esa alteracion perturbará mas Ó ménos profun- 
damente la nutricion general; y por esta razon, como la expre- 
sion de esas perturbaciones puede ser abatimiento de fuerzas, 
y este es síntoma de cólera, le colocamos primero. Todavía no 
existe el decaimiento obligado de la circulacion arterial, es 
preciso, de fatalidad fisiológica indisputable, que decaiga la 
excitacion nerviosa, porque los órganos centrales de la circu- 
lacion están sometidos fatalmente al dominio de la inervacion, 
y no pudiera deprimirse aquella funcion sin estarlo primero 
esta. Por otro,lado, no existe razon para considerar que sean 
siquiera simultáneos estos fenómenos, porque la sangre no ha 
perdido todavía mas que en calidad, y no suficiente cantidad 
de líquidos acuosos para que no pueda circular. El decaimien- 
to de la circulacion arterial es primeramente un hecho de fi- 
siología patológica, despues un fenómeno de necesidad mecáni- 
ca, debido por un lado á la falta de excitación nerviosa, y por 
otro á la dificultad creciente, aunque paulatina, de la mayor 
densidad que va tomando la sangre; y á medida que el orga- 
nismo experimenta las consecuencias van, haciéndose mas di- 
fíciles sus funciones, por efectos que á su turno son causas de 
mayores trastornos. : 

Considerar que la sangre por el hecho innegable de su des- 
hidratacion comenzante, no ha de poder seguir su curso mas 
ó mónos libremente, hubiera sido crear en este líquido del or- 
ganismo una accion vital que no posee; y no habiendo nosotros 
supuesto esa accion, el Dr. Ruz no puede ponernos en contra- 
diccion con la doctrina que sostenemos, ni en contradiccion 
con las leyes que rigen invariablemente los fenómenos fisioló- 
gicos: lo cual hubiera sucedido, si en primer lugar hubiera apa- 
recido el decaimiento de la circulacion arterial. 

Empezamos asegurando el fenómeno de la deshidratacion, 
el aumento consecuente de la densidad de la sangre, y la di- 
ficultad mas consecuente todavía de la circulacion, porque esta 
es la relacion que existe entre la causa productora y el efecto 
producido. Los órganos centrales de la inervacion no son los 
que primitivamente se afectan, reciben sí conjuntamente la 
modificacion de nutricion; pero son los primeros que dan el 
aviso al organismo. De lo contrario, la percepcion de la deca- 


477 


dencia general no tendria efecto. La alteracion de la sangre 
pasa desapercibida por sí misma en el primer momento, y se- 
ria imposible asegurarla partiendo de un dato objetivo como 
seria la decadencia de la circulacion arterial, porque tal vez 
pudiera existir el fenómeno contrario, sin que ni lo uno ni lo 
otro probara por sí la afirmacion ó la negacion de la teoría. 

Los fenómenos de fisiología patológica son los síntomas, y 
estos están fatalmente sometidos álas leyes de vitalidad orgá- 
nica. Si la sangre no estuviera modificada, como hemos acep- 
tado con Mr. Robin, el abatimiento de fuerzas explicado por 
las perturbaciones de nutricion no tendria motivo. Al llegar 
á la explicacion de la teoría nos separamos de toda considera- 
cion fisiológica, y entramos á estudiar por órden de sucesion 
los fenómenos de anatomía—patológica; y entónces, no pode: 
mos empezar, á ménos de contradiccion, por otro hecho que 
no sea el de .la deshidratacion de los elementos sólidos de la 
sangre; y no porque hayamos seguido en uno y otro caso la 
verdadera sucesion de los fenómenos, abstraccion hecha de 
la simultaneidad de todos, puede acusársenos de contradiccion. 

En prueba de que nuestro modo de ver es exacto, pudiéramos 
afirmar que todos los autores siguen el mismo enc que hemos 
seguido en el estudio de la enfermedad. En efecto: la fisiolo- 
gia patológica no está rigurosamente colocada sobre la anato- 
mía patológica. El primer síntoma de la faringitis diftérica 
no es la produccion 4'emblée de la falsa membrana, aunque 
sea esta la que caracteriza anatómicamente la enfermedad. La 
fiebre, las perturbaciones nerviosas, la congestion y la inflama- 
cion de la mucosa, tal vez, el infarto ganglionar preexisten. 
Del mismo modo en el cólera, los fenómenos de fisiología pa- 
tológica por su órden de fatalidad orgánica, pueder. empezar 
por el abatimiento de fuerzas, por el decaimiento de excitacion 
nerviosa, ántes que la circulacion se deprima, y no por esta 
razon dejará de tener el fenómeno su punto de partida en la 
deshidratacion de los elementos de la sangre y en la exosmosis 
de líquidos por la membrana mucosa del estómago y de los 
intestinos. 

El Sr. Ruz estimará en lo que en sí vale nuestra aclaracion. 


No nos compete combatir, sino defendernos contra sus obser- 
T. 1v.—62 


478 


vaciones, que estimamos mucho, porque sin ellas el nuevo es- 
tudio que venimos haciendo no hubiera tenido lugar de existir. 

IV.—El Sr, Ruz no ha querido contradecirnos en nuestra 
afirmacion relativa á la unidad de especie nosológica que hace 
del cólera, endémico ó epidémico, una misma enfermedad: solo 
ha procurado demostrar que los argumentos que hemos pre- 
sentado son insuficientes para determinar una conviccion de- 
cidida sobre el particular. Niega abierta y francamente que 
sea la intensidad de la enfermedad la que constituya la dife- 
rencia. No olvidemos un momento que el estudio que hacemos 
es puramente nosológico, y que tratamos de una enfermedad 
casi su¿ yeneris. El problema que me propuse fué saber si el 
cólera esporádico era la misma especie que el cólera epidémi- 
co; como el catarro simple era la misma especie que el catarro 
epidémico; como la disentería simple era la misma especie que 
la disentería epidémica, dc., de. 

Estoy muy léjos de creer que existan dos formas de enfer- 
medad iguales á una tercera, aun siendo de la misma especie, 
si estudiamos la cuestion clínicamente; y esta es la razon del 
principio que dice: “no hay enfermedades, sino individuos en- 
fermos” 

Pero empieza el Sr. Ruz su argumentacion estudiando los 
síntomas, el diagnóstico, la etiología, el tratamiento, 4c., de 
cada una de las formas de la enfermedad, como si hubiera yo 
negado estas diferencias en alguna parte; y concluye por afir- 
mar que todos estos caractéres constituyen elementos para 
considerar esas variedades, y principalmente el cólera endé- 
mico y el epidémico, como otras tantas especies. No negamos 
al Sr. Ruz el derecho que le asiste para expresar sus ideas con 
tal acopio de materiales útiles como sobrado talento para in- 
terpretar los fenómenos patológicos de la manera que lo hace; 
pero hemos de recordarle siempre que la cuestion es puramen- 
te de clasificacion, y que al hacer nuestro estudio, no hemos te- 
nido en cuenta otras bases que las que acepta la ciencia hasta 
el punto que ha llegado en nuestros dias. No he hecho mas 
que conformarme con las leyes de la clasificacion, y basado en 
ellas, como verdades establecidas, he podido aplicarlas al es- 
tudio nosológico del cólera, 


479 


No discuto si la disentería esporádica es la misma especie 
nosológica que la disentería epidémica grave ó benigna, por- 
que estoy seguro que en la ciencia está decidida esta cuestion 
á mi favor. La especie nosológica no varia. La disentería pue- 
de tomar todas las formas imaginables, bien sea que la causa 
productora unas veces sea mas intensa que otras, como parece 
afirmar el Dr. Ruz; bien sea que la misma causa encuentre en 
el individuo predisposiciones especiales que modifiquen la en- 
fermedad haciéndola en unos grave y en otros simple, como 
me inclino á creer. De todos modos la discusion no tenia mo- 
tivo de ser en este sentido, porque la ciencia está hecha sobre 
este particular. No hay un autor moderno de los que pueden 
consultarse en la biblioteca de un médico, que admita dos di- 
senterías de distinta especie: todas las formas de que habla el 
Sr. Ruz no constituyen bajo ningun concepto esa diferencia; y 
su equivocacion consiste en haber tomado las variedades por 
otras tantas especies. Así es que la disentería puede ser be- 
nigna, grave, endémica, epidémica, atáxica, adinámica, pútri- 
da, inflamatoria, crónica, reinar en las prisiones, en los campa- 
mentos, Qc., Gc., y no por estas particularidades dejar de ser 
siempre la misma enfermedad. Así, nosolóxicamente hablando, 
en la clase de las inflamaciones específicas, del órden de las que 
tienen su sitio en la mucosa gastro-intestinal, del género de 
las que producen el ablandamiento y la ulceracion en el apa- 
rato glandular del intestino, no existen mas que dos especies: 
primera, la fiebre tifoidea; segunda, la disentería. (V. Monne- 
ret, Nosol. tom. 2 páginas 391 y 352). 

Fijado este punto, fácil será probar al Sr. Ruz que hablando 
del cólera esporádico y del cólera epidémico, bien pudimos 
decir que los caractéres generales de ambos estados patológi- 
cos eran idénticos, y por consiguiente, que la especie nosoló- 
gica no podia ser distinta. En efecto: existe una clase de en- 
fermedades que se las llama 4/y¿das, de cuyos caractéres gene- 
rales no nos hemos ocupado al tratar del cólera, y en esta cla- 
se de enfermedades no existen mas que dos especies únicas: 
1* especie, cólera morbo epidémico: 2% especie, esclerema de los 
recien-nacidos (Mon. loc. cit. p. 71). Esta clase de enfermeda- 
des es la mas pobre que existe en especies nosológicas. Esto 


480 


dicho con todo el rigor científico que nos parece llevar en la 
discusion, encontramos que la especie cólera morbo epidémico 
tiene una sola y simple variedad, y esta es el cólera morbo es- 
porádico. Examinando esta cuestion notamos descritos los ca- 
ractéres que distinguen al primero; y al llegar al segundo, ve- 
mos estas únicas palabras que textualmente copiamos: “tiene 
los mismos caractéres de la primera especie, pero mitigados; 
muy pequeña disminucion de temperatura. (Mon. loc. cit. pág. 
71). Caractéres de la especie, dice Monneret, “decaimiento 
general y parcial de la temperatura, cianosis general, convul- 
siones dolórosas ó calambres, diarrea y vómitos continuos, las 
materias que se expelen son serosas y blancuzcas.” Este es el 
cuadro particular de la especie: de suerte que si buscando los 
puntos de contacto que tienen entre sí las dos únicas varieda- 
des de esta enfermedad, yo encuentro doce caractéres genera- 
les, es decir, comunes á las dos formas, entre los cuales se en- 
cuentran todos los que asigna á la especie en su obra de Noso- 
logía un autor tan clásico como Monneret,—ménos la cianosis 
—para llegar á la misma conclusion, no creo haberme separa- 
do un momento de la senda trazada por la ciencia, y léjos de 
ello, estoy en el terreno legítimo de la clasificacion, del cual 
se separa completamente el Dr. Ruz, extraviado por los sende- 
ros mas opuestos, haciéndose justamente inaceptable su doctrina, 
hasta tanto que un estudio especial no venga á echar por tierra 
el edificio construido, para levantar otro basado en principios 
diferentes de los que, hoy por hoy, están aceptados por la sana 
filosofía. 

Hechas estas aclaraciones indispensables, y que sometemos 
al elevado criterio del Dr. Ruz, estamos seguros que no ha de 
sostener en pié el símil que establece para demostrar la pre- 
tendida vaguedad de nuestro cuadro de caractéres que militan 
á favor de la unidad de especie nosológica del cólera esporádi- 
co y del cólera epidémico; porque en esos doce caractéres ge- 
nerales ó comunes á las dos formas que estudiamos, se encier- 
ra cuanto pudiera decirse para establecer la especie nosológica 
que es nuestro objeto; miéntras que los diez y seis que expone 
el Sr, Ruz no solo no sirven para unir en una misma las espe- 
cies escarlatina, sarampion, viruela, sino que ni siquiera podria 


481 


distinguirse una sola de esas enfermedades. Para que el Sr. 
Ruz hubiera hecho un cuadro que pudiera compararse, era 
preciso, de precision nosológica, que hubiera procedido de la 
manera siguiente: 

Escariatina—Sarampion.— Viruela.—1. * —Caractéres ge- 
nerales correspondientes á la clase de inflamaciones específicas 
—2.2 Orden de las inflamaciones de esta clase que ocupan 
especialmente la piel—3.9 género de estas flegmasias en que 
solo existe una simple hiperemia:—1.% especie, sarámplon; 
2.*% especie, escarlatina—4. género de estas flegmasias que 
son supurativas y plásticas: 1.% especie, viruela; 2.% especie, 
vacuna, (Mon. loc. cit). 

Ya vé el Sr. Ruz que no hay confusion posible; pero si yo 
quisiera demostrarle que la viruela discreta es la misma espe- 
cie nosológica que la viruela confluente, ó la viruela hemor- 
rágica, ó la viruela esporádica, ó la viruela epidémica etc., etc., 
no haria mal en afirmar que los caractéres generales de estas 
cinco formas, consideradas por el Sr. Ruz como otras tantas 
enfermedades, son idénticos, y consecuentemente, que la es- 
pecie nosológica no puede ser distinta. 

Además de lo expuesto note el Sr. Ruz que los doce carac- 
téres generales que asigno se refieren á especie; miéntras que 
en su símil se refieren á la clase de enfermedad, y ya hemos 
hecho resaltar las diferencias que existen entre estos dos tér- 
minos de la clasificacion; de suerte que sus diez y seis carac- 
téres son inadmisibles y no ha llegado con ellos á destruir un 
solo elemento del argumento en que me fundo. 

Persiste el Sr. Ruz en creer que yo niego las diferencias 
entre el cólera epidémico y el cólera endémico; yo tambien con 
los autores clásicos las admito; pero no se trata de esta cues- 
tion secundaria, se trata de fijar la especie; y hé aquí la equi- 
vocacion del Sr. Ruz: que él cree que la variedad determina 
especies, y la nosologia cree que no es bastante; y yo me he 
esforzado en demostrar que estoy en este punto de acuerdo con 
la generalidad de los autores, y de acuerdo con el gran nú- 
mero de prácticos, que fundándose en apreciaciones no demos- 
tradas, ni demostrables muchas, quieren hacer de una dos es- 
pecies. Por eso dije que para los que creen que explican satis- 


482 


factoriamente la separacion del cólera esporádico y del cólera 
epidémico, asignándoles causas hipotéticas diferentes, es claro 
que aceptada la diversidad de causas, la separacion es inevi- 
table. El Sr. Ruz parece ser de los que pertenecen á este últi- 
mo número; pero mi argumento es decisivo, “no son los datos 
arbitrarios los que deben ser la base de la clasificacion racio- 
nal, sino aquellos que se conocen y pueden ser apreciados por 
todos.” Yo trato del cólera, y expresamente lo hago indepen- 
dientemente de toda consideracion genésica mas ó ménos pro- 
bable. 

Y para probar al Sr. Ruz que la discusion sobre este punto 
tenia una utilidad verdadera, salvando por mi parte la confu- 
sion que existe en la ciencia sobre el particular, voy á poner- 
le delante una contradicción del mismo autor que me sirve de 
tipo en el estudio nosológico que hemos venido haciendo, por- 
que ella favorece en alto grado las apreciaciones del Sr. Ruz, 
“En la causa apreciable de las enfermedades vemos excelentes 
caractéres específicos. Esta proposicion es tan evidente que 
nos bastará citar los ejemplos siguientes: Delirio.—1.* espe- 
cie, alcohólico.-——2, % saturnino.—3. * quínico.— Vómito.-—1. * 
especie, náutico.—2.% de las mujeres en gestacion.—Veural- 
gia.—1. * especie, periódica Ó de quinina.—2.*% continua.— 
3. esencial. —4, % sintomática. Otras veces, sigue Monneret, 
una causa que no se manifiesta sino por sus efectos—miasmá- 
tico, epidémico, endémico, contagloso—exige la formacion de es- 
peciesparfectamente caracterizadas: ejemplo, Cólera: 1. % espe- 
cie, esporádico.--2. % epidémico.” [Nosol. tom. 1 pág. 110]. Pero 
estas generalidades las abandona el autor al llegar á la clasi- 
ficacion, y solo funda una clase de enfermedades álgidas que 
divide en dos especies: 1. Lólera, 2. % esclerema.-—Y ha he- 
cho, á nuestro entender, perfectamente. Pero Monneret al es- 
tudiar los fenómenos que pueden servir para apoyar una cla- 
sificacion, tiene que contar con que todos pueden servir de base 
para fundar la especie, dejando campo abierto á todas las teo- 
rías. Es innegable, sin embargo, que la tendencia de la cien- 
cia moderna no está por la division y subdivision de las espe- 
cies, como la antigua escuela, sino que tiende cada dia mas á 
encerrar en una todas las variedades. En prueba de lo injusti- 


483 ' 


ficado que resulta el pasaje que hemos copiado de la obra de 
Monneret, podemos advertir que la division del cólera en una 
especie epidémica y otra esporádica, es completamente arbi- 
traria; porque la primera forma, si por ella entendemos como 
quiere el Sr. Ruz, la que la generalidad de las veces se termil- 
na por cianosis, se observa á menudo esporádicamente; y la 
segunda forma ha reinado epidémicamente, dando lugar á de- 
sastrosas catástrofes desde el tiempo de Hipócrates. 

De lo expuesto deducimos nosotros que la nosología no pue- 
de ser completa miéntras no desaparezcan tantos elementos de 
contradiccion y trabajemos todos partiendo de los mismos prin- 
cipios fundamentales. | 

Hacemos notar otra vez al Sr. Ruz, que hablando de espe- 
cies nosológicas determinadas, cuando decimos que la cianosis 
no es tan esencial al cólera como lo es el estertor crepitante y 
el esputo sanguinolento á la neumonia, ó la albuminuria á la 
enfermedad de Bright, ó la coloracion bronceada á la enferme- 
dad de Adisson, queremos afirmar que la determinacion de la 
especie no necesita de aquel síntoma, como estas enfermeda- 
des necesitan del suyo; y es abandonar esta cuestion por com- . 
pleto, y no refutarla en lo mas mínimo, devolvernos conside- 
raciones ajenas á la discusion. Por esta razon no podemos ha- 
cer la confesion á que aspira el Dr. Ruz, de que se nos comba- 
te con nuestros propios argumentos, miéntras no nos probará 
que existe neumonia sin esputo sanguinolento y estertor crepi- 
tante, enfermedad de Bright sin albuminuria, enfermedad de 
Adisson sin coloracion bronceada de la piel, como nosotros he- 
mos procurado probar que la cianosis no es necesaria á la de- 
terminacion de la especie nosológica de que venimos ocupán- 
donos. Y parécenos que el Dr. Ruz no puede ménos de con- 
fesar la confusion en que ha caido, al suponernos en un terreno 
en que ni hemos entrado, ni era del estudio que nos propu- 
simos. 

Las excelentes ideas con que el Dr. Ruz matiza esta brillan- 
te parte de su discurso han despertado en nosotros esta vez, 
como en muchas otras, el mas sentido entusiasmo y las mas 
vivas simpatías por su elocuente y enérgico lenguage; y cree- 
mos como él, que el diagnóstico de las enfermedades necesita 


484 


poner á contribucion todas las funciones del organismo que son 
solidarias del estado patológico, y cuantos signos, por comunes 
que sean, aparezcan en el curso de las enfermedades, para co- 
nocerlas, distinguirlas clínicamente y no confundirlas jamás; 
pero todo esto se refiere precisamente al diagnóstico y tiene 
poca semejanza con las necesidades de la clasificacion nosoló- 
gica. Esta última prescinde de toda esta análisis, utilísima á 
la cabecera de los enfermos, para sintetizar; é imitando el len- 
guage pintoresco que tan oportunamente le prestaá la cuestion 
el Dr. Ruz, el nosólogo debe construir la especie con un solo 
rasgo, como al naturalista le basta la presencia del pulgar 
opuesto en una mano para fundar la especie homo sapiens, y 
distinguirla de todas las demás especies zoológicas, indepen- 
dientemente de las facultades intelectuales y de todos los de- 
más caractéres. Y el hombre será blanco ó negro, rojo ó ama- 
rillo, vivirá en los bosques como el salvage de la Nueva Zelan- 
dia, ó en las ciudades pobladas como el americano del Norte, 
será estúpido y feroz, ó social y civilizado, manso y progresis- 
ta, vestirá de guerrero ó de cortesano, rey ó vasallo, libre ó es- 
clavo; y siempre será la misma especie natural. De igual ma- 
nera la especie nosológica puede y debe constituirse con el 
carácter invariable, patognomónico, constante; y nosotros cree- 
mos que la ciencia ganaría mucho si adoptara este sistema se- 
guro, y abandonara de una vez y para siempre las nociones ar- 
bitrarias que no distinguen sino confunden. 

En tal concepto no puedo aceptar con Monneret el nombre 
genérico de enfermedades álgidas para fundar dos especies, 
porque hay muchas otras en las cuales se observa la algidez; 
y ménos todavía estoy dispuesto á incluir el esclerema en el 
mismo género á que pertenece el cólera. El edema del recien- 
nacido siempre es sintomático de una lesion visceral, ó bien la 
consecuencia de «una causa externa difícil de apreciar, pero no: 
ménos real. Mas bien adoptaria la idea general que atribuye 
el cólera á un envenenamiento, y en la clase de estos crearia 
un nuevo órden, construyendo un cuadro nosológico de la si- 
guiente manera: 


485 


CLASE DE ENVENENAMIENTOS. 


ORDEN DE AQUELLOS QUE SE ACOMPAÑAN DE ÁNHYDROHEMIA. 

(1% especie, CÓLERA 
(accion miasmática.) 

12% id., AMANITHEMIA 

3 (accion delos hongos.) 

32 1d., IcHTHYOHEMIA 

Cigualera. 

' (accion de ciertos peces) 

) 

1 


Género «le los que se deben á la accion de 
una propiedad orgánica especial........ ' 


4% EMETICOHEMIA 

(accion del emético.) 

5% ARSENICOHEMIA 

(accion del arsénico.) 
L Se., €c. 

Creemos tener en este cuadro todos los elementos funda- 
mentales.—1. la causa general que constituye la clasc.— 
2.2 el síntoma característico demostrable por la fisiología y 
la anatomía patológica que constituye elórden.—3. 2 la causa 
particular á cada género.—4. ? la causa particular á cada especie. 

En la pág. 15 de su segundo tomo dice Monneret: “la colo- 
racion azulosa de la piel, ó la cianosis, acompaña casi constan- 
temente al enfriamiento. Se encuentra cada vez que la sangre 
no atraviesa libremente los sistemas capilares de la piel, ó 
cuando no ha recibido una cantidad suficiente de oxígeno, ó 
cuando no ha podido abandonar su ácido carbónico.” Cual- 
quiera de estas circunstancias se encuentra en muchos estados 
patológicos para que podamos hacer de la cianosis un distinti- 
vo de una forma del cólera, que estableciera, por esta única ra- 
zon, una especie nosológica determinada. 

En muchos estados caquécticos acompañados de diarrea se 
observa la cianosis, á veces semanas enteras ántes de la muer- 
te. Muchas afecciones del corazon y de los gruesos vasos, del 
pulmon, del cerebro y de la médula espinal tambien la presen- 
tan, aparte de las veces que causas externas ó envenenamien- 
tos especiales dan por resultado su aparicion. Cuando escribi- 
mos estos renglones se nos llama á la cabecera de un enfermo 
y le encontramos cubierto de un sudor frio, el pulso muy con- 


centrado, la cara descompuesta, la respiracion estertorosa, en 
T. 1V-—03 


- 
Género de los que se deben á la accion de 
una propiedad inorgánica especial ...... 


486 


un letargo completo; la cianosis es general, la pupila inmóvil 
está contralda en sumo grado; dos horas ántes habia ingerido 
una enorme cantidad de láudano; la sangre que produjo una 
sangría copiosa era negra, muy líquida; su temperatura, por lo 
que podia apreciar el tacto, era inferior al calor de la mano 
del operador al salir de la vena. De suerte que podemos repe- 
tir como afirmamos que la cianosis no es característica del có- 
lera, y ahora podemos agregar que el enfriamiento tampoco; y 
el cólera debe poderse distinguir de la misma manera que se 
distingue otra cualquiera enfermedad, sin necesidad de esperar 
la presencia de un signo que puede no existir, y que cuando ' 
existe nv iedica mas que la mayor gravedad, es decir, la 1n- 
tensidad de la enfermedad en su sintomatología y en su mar- 
cha, como en otros estados indica exactamente lo mismo: el 
conflicto del organismo en sus funciones de respiracion y de 
circulacion. 

La edad, el sexo, el clima, el estado fisiológico anterior, im- 
primen á la enfermedad un sello de intensidad relativo, que en 
nada varía la determinacion de la especie. Aceptar el modo 
de ver del Dr. Ruz para determinar tantas especies distintas 
como formas, es justamente retrogradar á los tiempos primiti- 
vos y desconocer los verdaderos principios de la ciencia mo- 
derna. En efecto: admiítase para cada variedad de fiebre ti- 
foidea, por ejemplo, las ideas del Dr. Ruz, y tenemos que ha- 
cerle caer forzosamente en toda la nosologia anterior á Louis, 
«admitiendo con Pinel los órdenes de fiebres meningo-gástricas, 
ataxo-adinámicas, adinámicas etc., quecada uno sedivide en mu- 
chos géneros, y cada género en muchas especies. Pero bien sabe el 
Sr. Ruz que todo ese lujo de órdenes, géneros y especies, ha sido 
reducido por Louisá una sola especie quepudierasalir dela gran 
clase de las fiebres y pasar á engrosar el pequeño número de 
inflamaciones específicas, gracias á los trabajos anátomo-pato- 
lógicos; y que hoy, todas aquellas fiebres de Pinel se encuen- 
tran, cuando mas, comprendidas en la fiebre tifoidea y el tifus, 
únicas especies nosológicas distintas, no faltando autores que 
consideren estas dos enfermedades como variedades de una 
misma. Y ¿á cuántas especies no ha venido á reducirse el nu 
meroso grupo de anginas malignas aceptado por los antiguos, 


487 


ántes que Bretonneau estudiara esas formas é hiciera un solo 
género y una sola especie nosológica que podia existir en la 
faringe, en la laringe, en cualquiera otra mucosa y en la piel, y 
que hoy, gracias á esos trabajos importantes, conocemos con el 
nombre de difteria? 

No se crea, sin embargo, que hemos traido á la discusion la 
gigante sombra de Pinel, desconociendo sus principios nosoló- 
gicos que son la base de la ciencia de la clasificacion en Medi- 
cina; hemos hecho asistir á Pinel en este debate para hacer 
notar que con iguales fundamentos nos debemos poner hoy 
en nuestra época, como ól supo ponerse en la suya, del lado 
de los que sostienen el progreso en el órden de los descubri- 
mientos que nos pertenecen. La anatomia y la fisiologia son 
las fuentes que han de brindar á la clasificacion nosológica los 
principales elementos de construccion para que cada dia se 
perfecciones mas. No creemos nosotros que la clasificacion es 
imposible y por tanto innecesaria en Medicina; y al contrario 
que puede ser exacta y completa cada vez que los estudios que 
deban servirle de base sean suficientes. 

La idea de Broussais es la moderna, á ella estamos afiliados, 
y sin desdeñar cuantos dates nos pueda ofrecer el estudio co- 
nocido ó siquiera hipotético de las causas en las enfermeda- 
des, nos alejamos á veces con toda intencion para caer, con 
mas probabilidades de encontrar la verdad, en brazos de la 
anatomía y de la fisiología patológicas. Por esta razon hemos 
definido el cólera independientemente de toda consideracion 
genésica. Por eso hemos construido la teoría de esa enferme- 
dad sobre los fenómenos sintomáticos que mas notamos en 
ella. Por eso la confirmamos con las alteraciones que podemos 
descubrir en los sólidos y líquidos del organismo. Y, por eso 
en fin, encontramos una nueva confirmacion, la mas elocuente 
de todas, en las novísimas conquistas histológicas que sostie- 
nen el pedestal levantado por Mr. Charles Robin para servir 
de base en lo sucesivo á cuantas investigaciones se hagan so- 
bre el cólera. Por la misma razon no podemos admitir dos es- 
pecies donde la ciencia bien aplicada no encuentra mas que 
una. Por eso hemos eliminado del estudio nosológico del cóle- 
ra dos síntomas como la algidez y la cianosis que no podian 


488 


convenir á la fundacion de una clase. Por eso, entre las dos 
formas del cólera, no hemos podido distinguir mas que un gra- 
do mas ó ménos intenso de violencia en los fenómenos anáto- 
mo-fisiológicos que caracterizan la enfermedad. 

Así, esperamos de la franca lealtad de nuestro verdadero 
amigo el Dr. Ruz, que nos dará la razon cuando tome de nuevo 
la palabra para responder á los cargos que le resultan de 
nuestra defensa necesaria y obligada. 

No queremos fatigar hoy por mas tiempo la benévola aten- 
cion de la Academia, y suplicamos á todos sus miembros y 
muy particular y afectuosamente al Dr. Ruz, que debiendo 
prolongarse este debate, nos la sigan prestando en la próxima 
sesion. 


PATOGENIA. 


Causa de las fiebres palúdeas.—La influencia del terreno pantanoso en el desarrollo de 
las calenturas intermitentes, remitentes y seudo-continuas, es una verdad de todos reco- 
nocida y aceptada, y los trabajos de los micrógrafos no dejan por otra parte la menor 
duda acerca de los efectos producidos por los vegetales inferiores en la salud del hombre 
y de los animales: pero al Dr. J. H. Salisbury, de los Estados-Unidos, se debe el estudio 
mas importante, que se haya publicado en estos últimos tiempos, respecto de la estrecha 
relación que existe entre las fiebres intermitentes y las algas inferiores, cuales son cier- 
tas especies de palmelle, cuyos espórulos darian lugar á aquella afeccion introducién- 
dose en nuestro organismo por las vias respiratorias. Segun sus análisis, las células al- 
goideas que emanan de dichas plantas se encuentran en abundancia distribuidas en las 
capas inferiores de la atmósfera de los distritos pantanosos ínterin prevalecen las fiebres 
indicadas, y se descubren en las secreciones salivales y bucales y en la expectoracion de 
los enfermos que las sufren, no hallándose nunca ningun caso de fiebre intermitente allí 
donde no se observan squellas plantas, así como por el contrario no hay localidad habi- 
tada en que existan éstas y no se presenten las diversas manifestaciones del paludismo 
en la correspondiente proporcion. - 

Los resultados obtenidos por el Dr. Salisbury son la confirmacion de lo que habia ya 
notado Mr. Hannon, catedrático de Botánica en la Universidad de Bruselas, cuando en 
1843 llenaba las ventanas de su alcoba de platos con anterias, oscilarias, confervas, de., 
y al comunicar sus investigaciones al sabio profesor C. Morren, éste le decía :—'““Andese 
V. con mucho cuidado en la época de su fructificacion, porque los espórulos de las algas 
dan la fiebre intermitente, y yo la he experimentado cada vez que he querido estudiarlas 
muy de cerca.” —Mr. Hannon no siguió su consejo, en virtud de que cultivaba sus algas 
en agua pura y noen la de los pantanos donde las habia cogido, atribuyendo la accion 
febrífera al agua y no á los vegetales; pero un mes despues, al fructificar las plantas, fué 
atacado de fiebre durante seis semanas como antes habia sucedido á otros. ; 

Comprobada la fons el origo de la calentura intermitente en el sentido expresado,—la 
cuestion adquiere mas importancia todavía para nosotros bajo el punto de vista de la 
fiebre amarilla, pues si como indicaba no ha mucho “The London Lancet,” la tendencia de 
los hombres de ciencia es en la actualidad considerar dicha enfermedad como de orígen 
palúdeo, en dicho caso los experimentos del Sr. Salisbury abren una nueva via á las in- 
vestigaciones etiológicas, digna de ser explorada por los que practican en los paises ata- 
cados de la fiebre amarilla. —Además ¿cuál seria entónces la accion de la quinina y de 
sus preparados? Acaso estos medicamentos contrarían mas Ó ménos enérgicamente el 
desenvolvimiento de los espórulos que han penetrado en el cuerpo humano.—[ Annual of 
scientific discovery, Boston.] 


ANALES 


DE LA 


REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES 


DE LA HABANA, 


—— 


REVISTA CIENTIFICA. 


MAYO DE 1868, 


Discustox ACERCA DEL CÓLERA.—Por el Dr. D. Juan G. Havá. 
(Continúa.—V. Anales, t. YV. pág. 470.) 


V.—Simpatizamos altamente con los principios que estable- 
ce el Dr. Ruz al hablar de las teorías en Medicina, y le felici- 
tamos por el elogio justo y merecido que tributa á la Histo- 
logía y ála Fisiología experimental, aunque nos parece severo 
cuando dice que esta escuela moderna, representante legítimo 
del progreso en Medicina, “suele crear con profusion teo- 
rías tanto mas peligrosas, cuanto que basadas en investigacio- 
nes mas precisas, se imponen á la inteligencia con mayor apa- 
rato de certeza.” 

Léjos de mí la pretension de querer explicarlo todo satis- 
factoriamente conciliando extremos á veces inconciliables; pero 
si la teoría basada en la Anatomía y en la Fisiología, es la 
que satisface mas las exigencias de la ciencia moderna ¿por 
qué no aceptarla, aunque sea con sus interrogaciones, si por 
otro lado reconocemos que es el único camino que puede con- 
ducirnos mas pronto á la verdad? 

Aceptamos con el Dr. Ruz que la Clínica nos muestra el 

T. IV—64 


490 


hecho bruto tal como se presenta: ¿podrá el Sr. Ruz presen- 
tarnos un solo ejemplar de lo que sus autores entienden por 
cólera seco? ¿No es mas clerto y pugna ménos con la Anato- 
mía y la Fisiología, considerar que esos hechos brutos van des- 
apareciendo á medida que la observacion se hace mas profun- 
da? Aceptándolos ¿no caemos en las exageraciones á que á me- 
nudo nos arrastran las consideraciones misteriosas sobre pun- 
tos oscuros desconocidos en la Clínica? 

En cuanto á mí, confieso que las palabras de Dalmas me 
seducen poco: ellas serán mas Ó menos poéticas; pero nada nos 
prueba que los hechos á que se refieren pasaran de una mane- 
ra tan rápida, que inmediatamente salte á la imaginacion, que 
aquellos soldados, que no tenian mas tiempo que el de soltar 
el arma y espirar, murieran á consecuencia del que dicen có: 
lera seco. 

Los autores contemporáneos á Dalmas han hecho mas: han 
levantado la estadística, en la cual se encuentran los datos re- 
lativos á la. duracion de la enfermedad, que, término medio, 
ha concluido por la muerte en cuarenta á sesenta boras, y solo 
se cuenta un número pequeñísimo, de individuos en quienes 
el cólera hizo todos sus estragos en ménos de seis horas. En 
este pequeño número pudiéramos incluir todos los casos que 
se han llamado fulminantes, aunque esta palabra metafórica 
esté muy léjos de poderse aplicar á la enfermedad que nos 
ocupa, y sin embargo, no hemos visto que estén señalados por 
la ausencia del vómito y la diarrea característicos, sino por la 
excesiva violencia de estos síntomas. 

A pesar de que el Sr. Ruz acepta la forma seca del cólera, 
no le queda mas remedio que convenir en que las autopsias 
han demostrado siempre la presencia de líquidos en el estó- 
mago y en los intestinos; y para salvar esta contradiccion, agre- 
ga que la cantidad ha sido bastante limitada, deduciendo de 
aquí, á nuestro entender demasiado pronto, que la intensidad 
del cólera no está en razon directa de la pérdida de líquidos. 

Sin que nos atrevamos á afirmar por ahora lo contrario, nos 
parece que el hecho en bruto, sin análisis, no constituye una 
objecion para nuestra teoría. 

La deplecion brusca de sangre puede matar violentamente 


491 


' 
á un individuo, sin necesidad de que sea excesiva la pérdida; 
y otra deplecion de sangre paulatina, aunque doble en canti- 
dad, no perturbar profundamente las funciones del organismo. 
Y al contrario, una congestion brusca de una víscera puede 
ocasionar repentinamente la muerte, y otra mayor paulatina 
ser compatible con la vida. Las consecuencias de estos hechos 
brutos varian ademas por las circunstancias particularísimas 
al estado que actualmente presente el individuo sobre quien 
recae la accion del trastorno ocurrido; y no siempre ha de en- 
contrarse la relacion constante que se busca entre las causas 
y los efectos. Hay organismos que resisten las violencias mas 
considerables; y existen otros, virtualmente dotados de mayor 
resistencia, en los cuales la energía se agota sin que pueda ex- 
plicarse el fenómeno; y estos hechos no prueban, ni en contra 
ni en pro de una teoría que tan sólidos fundamentos tiene á 
su favor. 

Nosotros pues, no podemos aceptar con la liberalidad que 
lo hace el Sr. Ruz la forma seca del cólera, Los autores clási- 
cos al hacer mencion de estos casos, lo hacen mas para esclare- 
cer los hechos, negando su existencia á esta forma, que para 
ocuparse de un asunto que no les merece el mas pequeño cré- 
dito. Para todos los que han visto de cerca el cólera en las 
clínicas, no existe esa forma, y no hay una observacion autén- 
tica que pueda acreditar en la ciencia este modo de conside- 
rar la gnfermedad. La mayor ó menor violencia que en su len- 
guage pintoresco atribuye Dalmas á la epidemia que diezmó 
las tropas francesas, no puede venir corroborar un hecho 
completamente desprovisto de sancion clínica. De suerte que 
el argumento del Sr. Ruz queda destruido por sí mismo, sin 
que sea necesario prolongar mas la discusion. El hecho bruto 
no existe, y siguiendo su propio consejo no lo forjarémos tam- 
poco expresamente para explicarlo, arreglándolo á las necesi- 
dades de la teoría que sustentamos. No podrá decirse que no 
contábamos con esta objecion, porque al final de nuestro tra- 
bajo la señalamos sin estudio, llamando á nuestro socorro la 
teoría de Robin, aunque sin las reservas que posteriormente 
nos ha hecho tomar la negacion de la forma seca del cólera. 

VI.—El Dr. Ruz en una sesion solemne, memorable, esta- 


e 


492 

bleció como fundamento de los progresos que aguardaban á 
la Medicina, “que la Anatomía y la Fisiología, la Química y 
la Física, la lente y el reactivo, encierran la solucion, el com- 
plemento ó la prueba de todas las doctrinas.” Nosotros acep- 
tamos, en defensa de las ideas que sustentamos, todos los tér- 
minos de esta fecundísima síntesis; y afirmamos que nuestra 
teoría está de acuerdo con la Fisiología y con la Anatomía, 
que la Química favorece sus conclusiones, que la Física le pres- 
ta su apoyo, que la lente y el reactivo están de acuerdo en 
concederle el triunfo sobre las otras; que con esos auxiliares 
poderosos ha de dar la solucion, el complemento ó la prueba 
de su excelencia y ha de combatir victoriosamente todas las 
objeciones que se la hagan, bien entendido que al hablar con 
tanta seguridad, contamos con las demostraciones irrecusables 
del eminente sabio Mr. Charles Robin. 

La enfermedad, como dijo tambien el Dr. Ruz, “no es mas 
que el trastorno físico, químico ó dinámico del organismo.” 
Los trastornos físicos, químicos ó dinámicos que se experimen- 
tan en el cólera han sido nuestro guia al formular las bases 
científicas que han servido de apoyo á nuestro trabajo. Nos 
felicitamos pues, de haber llenado el programa hasta donde 
era posible y dependia de nosotros. 

Las ideas teóricas de Dalmas sobre el cólera pueden redu- 
cirse á estas negaciones antipáticas por excelencia: “No hay, 
no puede haber teoría del cólera; todo es misterio y tinieblas 
en esta enfermedad: ante este cuadro de síntomas el hombre 
de la ciencia se somete y se resigna; el punto de partida, su 
correlacion, el carácter de esta enfermedad, todo se nos esca- 
pa y nos deja absortos.” Sin embargo, Dalmas se pronuncia, 
mas que por ninguna otra teoría, por aquella que hace consis- 
tir los fenómenos fisiológicos del cólera en las pérdidas intes- 
tinales. “Ciertamente, dice, esta explicacion no es incompleta 
en todos sus puntos, y es imposible suponer que pueda ope: 
rarse tan pronta separacion de la serosidad de la sangre sin 
que todo el organismo se resienta.” Pero existe un argumento 
de Dalmas, sacado de las analogías, por el cual las hemorragias 
y superpurgaciones accidentales producen tan grandes pérdi- 
das como las que se observan en el cólera y no vemos por es- 


493 

ta razon establecerse la cianosis ni otros fenómenos de esa en- 
fermedad. Y, preguntamos nosotros, ¿la calidad de la pérdida 
se ha tenido en cuenta al formular la objecion? ¿Sabia Dal. 
mas que aquella pérdida consistia principalmente en agua y 
algunos otros principios solubles de la sangre? No, para Dal. 
mas lo que se perdia era la serosidad de la sangre; de, suerte 
que no tuvo, no pudo tener en cuenta el cambio que la san- 
gre en masa debia experimentar en su calidad, á pesar de los 
análisis que existian y que olvidó seguramente al refutar esa 
idea. Lecanu y otros habian demostrado que la sangre de un 
colérico tenia doble densidad poco mas 6 ménos que la sangre 
de un individuo sano. La sangre normal tiene treinta y dos 
partes de serosidad por veinte y siete de coágulo; miéntras que 
la de un colérico para la misma cantidad de serosidad tiene 
sesenta y seis de coágulo: mucho mas del doble. Y sin em- 
bargo, no tiene en cuenta ni la accion mecánica del líquido 
mas espeso, que no puede llegar hasta las ramificaciones capi- 
lares del pulmon y del sistema glandular, para explicar la fal- 
ta de hematosis y la ausencia de secreciones, y por consiguien- 
te la imposibilidad de hacer calor y las modificaciones pro- 
fundas que han de resultar á la inervacion y á la nutricion: ni 
tampoco observa que la calidad de la sangre está modificada 
justamente en sus proporciones; y escoge Dalmas, para expli- 
carse la falta de oxigenacion, la simple disminucion de algu- 
nas sales, á cuya presencia se atribuia entónces directamente 
la absorcion del oxígeno. 

Mil partes de sangre contienen setecientas setenta y nueve 
de agua; de suerte que si los elementos sólidos han aumenta: 
do la masa de coágulo, de mas del doble del estado normal, se 
ha perdido tambien mas del doble de la cantidad de agua ne- 
cesaria al estado fisiológico del fluido nutritivo. Pero no es so- 
lo la pérdida, es tambien la imposibilidad momentánea de re- 
ponerla lo que constituye el peligro inminente y la violencia 
de los síntomas que se observan. Si Dalmas hubiera compa- 
rado estas pérdidas con las que se notan en otras enfermeda- 
des, tal vez hubiera tenido mas peso su objecion. En la dia- 
betes la pérdida de.agua es inmensa, en la poliuria es mayor 
todavía, y sin embargo, los síntomas del cólera no se presen- 


494 


tan; pero la facilidad de reponer el líquido perdido da cuenta 
satisfactoria del fenómeno. 

Si estos enfermos no absorbieran lo que beben copiosamen- 
te, los fenómenos del cólera se reproducirian sin remedio, en 
el mismo órden: de fatalidad orgánica en que sobrevienen. En 
las comparaciones de Dalmas no existe la menor analogía. En 
una hemorragia la sangre pierde todos sus elementos en la 
misma proporcion, mas ó ménos, y el individuo muere por 
anemia; la cianosis no solamente seria imposible, sino contra- 
dictoria, fisiológicamente hablando, y bastaria la presencia del 
síntoma para asegurar que un individuo no ha muerto de he- 
motragla. 

VIL—Las experiencias de Bernard [| Mr. Claude] sobre la 
accion del gran simpático, por el intermedio de los nervios 
vaso-motores, en el aumento y disminucion de la circulacion; 
la regurgitacion de los capilares, que coincide con la excita- 
cion, produciendo la contractilidad; 6 bien, el aumento de ca- 
lorificacion en el primer caso, y la disminucion en el segundo, 
aplicadas á la formacion de una teoría del cólera, es hasta don- 
de puede levantarse el talento en las deducciones posibles; 
pero nada prueba la verdad de estas aplicaciones; y al contra- 
rio, todo tiende á desmentir semejante asercion, que no pueden 
salvar de la crítica justa y científica, mi la verdad de las expe- 
riencias que le han servido de base, ni el nombre del eminen- 
te fisiólogo que invoca el Dr. Ruz para defenderla. Ni la con- 
gestion de los capilares, ni la deplecion de estos vasos han pro- 
ducido jamas la anhydrohemia. En el primer caso la formacion 
de productos patológicos pertenece 4 secreciones normales, 
aumentadas ó alteradas, Ó á otras que se elaboran en órganos 
nuevos, como la membrana piogénica, cuyas funciones son pa- 
sageras. En el segundo caso la falta de circulacion capilar y la 
ausencia de calorificacion podrán traer á la larga el esfacelo. 
De todos modos, ¿cómo explicar una enfermedad tan violenta 
haciéndola partiv de la excitacion de un nervio que puede mu- 
tilarse como en las experiencias de Bernard, y excitarse direc- 
tamente con corrientes eléctricas poderosas, sin determinar en 
la generalidad de las funciones efectos sensibles? ¿Cómo expli- 
car un efecto tan extraordinario y directo como emanado de 


495 


un cordon nervioso cuya actividad es tan sorda que responde 
en las experiencias fisiológicas á las excitaciones mas bruscas ó 
á las mutilaciones mas completas, con algunas manifestacio- 
nes que á veces no se traducen por los mismos fenómenos por 
poco que se varie la modalidad del individuo en quien se ope- 
ra? Así sabemos que el sanglio celiaco extirpado ó magullado 
produce el aumento de vascularizacion y calorificacion del pe- 
ritoneo, cuando no se ha cloroformizado el animal; pero esta 
accion no se produce cuando el animal ha sido anestesiado du- 
rante la operacion. ¿Qué prueba puede sacarse de esta expe- 
riencia contradictoria sobre la accion vaso-motriz, sino que el 
gran simpático puede directa ó indirectamente contribuir, pe- 
ro que en manera alguna puede considerársele como motor 1m- 
portante de estos fenómenos? En otro animal sometido al clo- 
roformo préviamente, se extirpa un ganglio solar y se dislace- 
ra otro; no háy peritonitis, el animal cura rápidamente y sl- 
gue cumpliendo sus funciones como si esos ganglios existie- 
ran. En fin, en muchos puntos del gran simpático pueden ha- 
cerse mutilaciones de todas especies desde la excitacion hasta 
el magullamiento y la extirpacion, sin provocar perturbación 
alguna en la circulacion de los órganos que están en relacion 
con esos puntos. La seccion de ambos grandes esplánicos no 
ha producido efecto apreciable de ninguna especie. De suerte 
que todo lo positivo que se conoce sobre el gran simpático se 
refiere á la accion incontestable del ganglio oftálmico sobre 
la retraccion de la pupila, la secrecion de humor acuoso y la 
sensibilidad de la córnea, fenómenos que se determinan siem- 
pre que se actúa sobre el gran simpático en cualquier punto; 
aunque el hecho no es tan particular que no haya habido un 
curiel que presentara el fenómeno contrario, es decir, que lé.- 
jos de contraerse la pupila se notó la dilatacion. En fin, en los 
animales fuertes y sanos la seccion del gran simpático produce 
la inyeccion de la cara, y en los debilitados por cualquier causa 
los fenómenos son “excesivamente manifiestos.” (Bernard.) 

La extirpacion de los ganglios cervicales superiores é:infe. 
riores ha determinado derrames considerables en la pleura y 
en el pericardio, pero no siempre, pues en uno de los conejos 
operados se extirparon todos estos ganglios sin modificaciones 


496 


de ninguna especie, y resistió este animal la destruccion de 
los neumogástricos, resultando entónces la congestion del pul- 
mon, y la muerte seis horas despues. Las pleuras contenian 
una pequeña cantidad de serosidad, sin que se hubiera nota: 
do inflamacion de esta membrana. Mr. Brown Séquard, des- 
pues de haber excitado con un aparato eléctrico el nervio gran 
simpático, ha notado que esta excitacion determina los efectos 
contrarios á la destruccion del nervio, es decir, que la circula- 
cion de los capilares disminuye y el calor de las partes se de- 
bilita. De estos hechos Brown Séquard ha deducido que en 
las experiencias primeras, destruida la accion del gran simpá- 
tico en los nervios vaso-motores y por consiguiente paraliza- 
dos éstos, los vasos se distienden recibiendo mas sangre some- 
tida al impulso del corazon y entónces la calorificacion crece 
y las propiedades de los tejidos aumentan su actividad. Por 
el contrario la excitacion galvánica aumenta la accion de los 
nervios vaso-motores; de aquí, contractilidad, disminucion de 
calibre, poca afluencia de sangre, disminucion de nutricion de 
la parte, disminucion de calorificacion y por consiguiente dis- 
minucion de actividad funcional en los tejidos, 

Apliquemos todos estos datos al estudio teórico del cólera. 
Primer fenómeno: aumento de actividad nerviosa en el gran 
simpático. Segundo: aumento de contractilidad en los vasos. 
Tercero: disminucion de calibre de estos mismos vasos. Cuar- 
to: penetrabilidad dificultosa de la sangre. Quinto: dificultad 
en la nutricion. Sexto: disminucion de temperatura. Sétimo: 
decaimiento de la accion nerviosa general. Octavo: dificultad 
en los movimientos del corazon. Noveno: dificultad en la en- 
dosmosis y exosmosis pulmonar. Décimo: dificultad en la he- 
matosis. Undécimo: asfixia lenta. Duodécimo: muerte. Pero 
señores, quién que no tenga una voluntad muy fácil puede 
aceptar semejante sucesion de hechos? ¿Cómo explicar la pri- 
mera y colosal contradiccion de esta teoría cuando notemos 
que la circulacion se va amenguando de la periferia al centro, 
y que si es verdad que los capilares de la periferia no tienen 
sangre, en cambio los capilares centrales están materialmente 
regurgitados al extremo de que la circulacion está detenida 
por el aumento de elementos sólidos? ¿El gran simpático ten- 


497 


drá una accion diametralmente opuesta cuando se trata de los 
capilares centrales? ¿No hay aquí una contradiccion que hace 
inadmisible la teoría? ¿Las inyecciones forzadas no hacen per- 
meables las últimas ramificaciones, y no se mantiene este esta- 
do hasta tanto que la nuevo pérdida vuelva á concretar el lí- 
quido nutritivo? 

Pero separándonos un tanto de estas consideraciones ¿por 
qué se nos combate con una teoría cuyo fundamento no es 
mas que una hipótesis? En ninguna parte hemos encontrado 
probada esa funcion especial del sistema ganglionar que ten- 
dria por objeto producir las funciones de nutricion, es decir, 
circulacion, respiracion, asimilacion; y al contrario, experien- 
cias muy positivas que prueban que la nutricion de los tejidos 
es independiente del sistema nervioso; y mas todavía, que la 
nutricion de los huesos desprovistos de nervios se aumenta de 
tal modo que el resultado es una hipertrofia muy considera- 
ble (Béraud. tom. 1.92 74): experiencias que nos parecen 
muy concluyentes, despues de haber pasado por la vista las 
mutilaciones de que puede ser objeto el sistema ganglionar 
del gran simpático, sin mas fenómenos que el aumento de nu- 
tricion de algunas regiones, ó la indiferencia de su influencia 
en otros casos. 

De suerte que toda la teoría que se nos opone con el nom- 
bre de Bernard, que jamsa ha formado una teoría sobre el có- 
lera, descansa en una simple apreciacion de Brown Séquard, 
sobre los fenómenos inconstantes, dudosos y tardíos que sue- 
len producirse cuando se excita por la electricidad el nervio 
gran simpático; y en ninguna manera podemos considerar 
como antagonista de una teoría fisiológica, anatómica, histoló- 
gica, física, química, apoyada por la lente y el reactivo, soste- 
nida por la balanza, otra que su mismo autor presenta como 
posible, apoyado en una hipótesis de Brown Séquard sobre 
una funcion desconocida todavía, á pesar de tantas y tan re 
petidas experiencias, la mayor parte de ellas negativas ó indi- 
ferentes : 

Las experiencias de Bernard, de Nysten, de Longet, Muller, 
Brodie, Collard, Panizza, citados por Béraud, confirman la no 
intervencion del sistema nervioso en los fenómenos de la ab- 

T. 1V-—65 


498 


sorcion; y la teoría de este importante fenómeno de nutricion 
sin el cual esta seria imposible, atestigua aquella independen- 
cia entre el sistema nervioso y la nutricion de los tejidos. 

Por el contrario, segun las experiencias de los mismos fisió- 
logos parece demostrado que los nervios cerebro-raquidianos 
y el gran simpático presiden á las secreciones de las glándulas, 
y la experiencia de Bernard sobre el par vago del gran simpá- 
tico, comprueba que la secrecion de jugo gástrico cesa por 
completo despues de la seccion de este nervio. Consecuente- 
mente, si la excitacion del gran simpático produce el cólera, 
¿cómo explicarnos el hecho de que las secreciones estén sus- 
pendidas en esta enfermedad, si al contrario debieran estar 
aumentadas? ¿De qué manera, preguntamos á nuestro turno, 
- conciliar estos extremos divergentes? 

Mr. Marey que es el autor de este ensayo de teoría, como 
él lo llama, va á respondernos. Las excitaciones del gran sim- 
pático producen la contraccion de los capilares, la sangre no 
puede penetrar con facilidad en ellos y las secreciones no pue- 
den efectuarse. ¿Pero, de qué manera explicar los fenómenos 
de replecion capilar interna, cuando todo el sistema debiera 
estar sometido á la misma influencia? sto es lo que no puede 
responderse. En esta teoría la pérdida de líquidos es indife- 
rente, secundaria. ¿Se explicaria por la presion en que debe es- 
tar el líquido sanguíneo á consecuencia de la contraccion vascu- 
lar? Para Marey la cianosis seria producida por esta causa, que 
impidiendo que el curso de la sangre sea lo suficiente rápido 
le deja el tiempo necesario para hacerse completamente veno- 
sa. Pero para que este fenómeno se experimente es preciso, de 
precision fisiológica, que haya habido cambios moleculares 
en que se haya elaborado el ácido carbónico; ¿cómo explicar- 
los en la ausencia de secreciones, si estas por excepcion ya no 
responden á la excitacion del gran simpático? 

Limitémosnos á aceptar por ahora que la influencia vaso- 
motriz pertenezca al gran simpático, y que la excitacion de 
este sistema produce la contractilidad vascular; pero no pue- 
de aceptarse que esta causa pueda dar lugar al encadenamien- 
to de fenómenos que se notan en el cólera; porque en todo 
caso esta accion podria á lo sumo explicar la algidez en el pri- 


499 


mer período de las fiebres intermitentes; pero nunca la pérdi- 
da de líquidos y la exosmosis por las paredes de los capilares 
intestinales, dilatados hasta la resurgitacion, como lo ha de- 
mostrado el estudio necrológico del cólera hasta el extremo de: 
que la enfermedad ha sido considerada por algunos, Mr. Boni-- 
llaud el primero, como una inflamacion gastrointestinal, lo- 
cual echa por tierra el ensayo de teoría de Mr. Marey. 

VI. —Dice el Sr. Ruz: “En el período de reaccion el ealor: 
aumenta y hasta sobrepasa la cifra del estado normal, y sin: 
embargo, el agua no se ha recuperado en el organismo. Si la 
teoría es cierta la reaccion deberá ser proporcional á la pérdi- 
da, y la clínica léjos de comprobarlo lo desmiente. ¿Qué sig- 
nifica esta contradiccion?” 

Vamos á responder primero, que esa contradiccion no exis- 
te, que las leyes fisiológicas no están en pugna con nuestra 
teoría del cólera, que la clínica no contradice. La reaccion efec- 
tivamente es proporcional á la pérdida para cada organismo 
en particular, es decir, que á mayor intensidad de los sínto- 
mas, mayor trastorno en las funciones, mayor alteracion de los 
caractéres anatómicos de la sangre, considerados bajo el punto 
de vista de la falta de líquidos. Mayor acumulacion por tanto 
de materiales que debian haber sido expulsados por las secre- 
ciones modificadas por el sistema glandular, y por tanto ma- 
yor cantidad de glóbulos oxidables que no han recibido la 
accion de la hematosis. Por consiguiente, en el período de 
reaccion, cuando la sangre puede rehacer parte de la cantidad 
de agua que le falta, tomándola por absorcion de la que llega 
al estómago del exterior, por reabsorcion de la que los 
demas tejidos contienen y este líquido empieza á circular de 
nuevo, las funciones del pulmon aumentan considerablemente, 
el ácido carbónico acumulado se exosmosa en gran cantidad, 
el oxígeno penetra en proporcion, la hematosis capilar se acti- 
va, las secreciones siguen la misma progresion y á medida que 
el agua va pasando á los vasos por absorcion Ó reabsorcion, 
los centros nerviosos reciben un estímulo nuevo que reacciona 
á su turno sobre la actividad orgánica, y las fuentes del calor 
animal, es decir, el producto de las combinaciones que se efec- 
túan normalmente en el organismo en las funciones de nutri- 


500 


cion, asimilacion y desasimilacion, se abren de nuevo con una 
suma de productos tan activa que supera la cifra normal. He 
aquí el por qué satisfactorio y fisiológico del aumento de calor 
en el período de reaccion; y he aquí como ni la clínica ni la teoría 
se contradicen un solo instante. La sucesion de fenómenos es 
fatal, de fatalidad orgánica indestructible. Por eso coincide la 
vuelta de la circulacion general con la actividad de la respira- 
cion, y la vuelta del calor con la actividad de las secreciones. 

No olvidemos un momento que la calorificacion es un resul- 
tado de los fenómenos íntimos de asimilacion y desasimilacion 
nutritivas. Miéntras estas funciones de nutricion no podian 
efectuarse por falta «de circulacion capilar, era imposible la 
produccion del calor.— Ahora se efectúan: la calorificacion 
vuelve poco á poco primero, rápidamente luego, hasta alcan- 
zar la cifra noruial; despues mas rápidamente hasta pasar la 
cifra normal: la fiebre se ha encendido: es que el organismo no 
podia volver inmediatamente á la normalidad de sus funcio- 
nes sin oscilaciones mas Ó ménos extendidas. 

La sangre que ha perdido el agua, ha perdido tambien al- 
gunas propiedades y ha adquirido otras; antes de rehacerse el 
fluido nutritivo con todas las condiciones fisiológicas que le 
son inherentes, no puede haber salud completa, la fiebre es 
necesaria. Todas las funciones se activan con este objeto, y la 
duracion de la reaccion es proporcional al tiempo que necesi- 
te el organismo para equilibrarse en las de asimilacion y des- 
asimilacion. Este es el conflicto obligado que forzosamente se 
ha de empeñar, y que puede traer el restablecimiento comple- 
to 6 producir la muerte por complicaciones independientes de 
la enfermedad que ha pasado. 

La algidez como la reaccion, sea cual fuere su explicacion 
fisiológica, tiene que ser proporcional á esos cambios molecu- 
lares suspendidos, que son las fuentes del calor; y como no 
existe fisiológicamente ninguna otra fuente poderosa de calo- 
rificacion, es evidente, que al verlo aparecer, hemos de consi- 
derar este fenómeno como emanado de su causa orgánica fun- 
cional. La algidez se explica perfectamente por la ausencia ó 
la presencia del agua en el plasma de la sangre, y tiene que 
ser proporcional á la pérdida. 


501 


Admitiendo que sea cierto que en la clínica se observa la 
algidez suma despues de pérdidas cortas, y las reacciones fran- 
cas y sostenidas despues de una copiosa exosmosis, pregunta- 
mos: para afirmarlo ¿se han estudiado las condiciones orgáni- 
cas particularísimas al individuo, para que pueda asegurar sin 
reserva de ninguna especie, lo que constituye una pérdida pe- 
queña en uno y una pérdida grande en otro? No lo creemos. 
El hecho clínico en bruto no puede considerarse haciendo abs- 
traccion del individuo enfermo actualmente y del estado fisio- 
lógico anterior. Y clínicamente hablando, sabe muy bien el 
Dr. Ruz que la resistencia no es igual para todos, ni el grado 
de actividad orgánica puede medirse con la ley de proporcio- 
nalidad con que mide la teoría del cólera. ¿No sabe el Sr. Ruz 
que una neumonia sin fiebre, y sin grandes aparatos sintomá- 
ticos mata á un anciano de ochenta años, y otra febril con los 
síntomas mas agudos perdona á un jóven de veinte? 

(Continuará.) 


Frora Cuñana.—Por D. Francisco A. Sauvalle. 


Xx (Sesion DEL 10 DE Mayo DE 1868.) 

we En el Repertorio Físico Natural de la isla de Cuba, tom. 2.9, 
pág. 217, el Sr. Ldo. D. Manuel Presas, hoy apreciable compa- 
ñiero nuestro, ha publicado un interesante artículo dando cuen- 
ta de los experimentos hechos por el Sr. Coronel de Artillería 
D. Nicolas Valdés y Fernandez sobre las maderas de la Ísla, 
experimentos de un mérito incuestionable que nos hacen sen- 
tir el corto número de especies á que se limitaron. 

Preciosos datos nos suministra el Sr. Valdés acerca de la 
flexion, de la resistencia á la presion y tension, así como de la 
elasticidad de las maderas que ha estudiado; pero en cuanto 
á la clasificacion botánica de los árboles él mismo se lamenta 
de haberle faltado tiempo para dedicarse á ella. Aun en los 
nombres vulgares creo que el Sr. Valdés ha admitido algunos 
que no son usuales en los campos y sean denominaciones ar- 


502 


bitrarias Ó caprichosas de nuestros yuajiros ó de operarios en 
los talleres. De allí proceden muchas erratas que ha corregido 
en parte el Sr. Presas: pero, inducido tambien en error, sin 
duda por la confusion de los nombres vulgares entre sí y de 
la poca claridad de las designaciones del Coronel Valdés, que- 
dan vigentes algunas que conviene rectificar. Hallar el nom- 
bre científico de una planta únicamente por el nombre vulgar 
indicado por algunos autores ó por la descripcion de su made- 
ra era una tarea dificil é imposible en una isla en donde las 
denominaciones vulgares várian en cada jurisdiccion de tal 
modo que la misma especie lleva á menudo infinitas sinoni- 
mias, aplicándose á veves á unárbol un nombre que en otro 
punto se da á otro de familia muy distinta. 

Me permitiré, pues, hacer algunas observaciones acerca de 
las clasificaciones presentadas en la referida memoria del Sr. 
Presas. 

Cree el Sr. Presas (folio 221) que el Acana corresponde al 
género Sapota; que es Sapota Acana Morales y no Bassia al- 
bescens, como lo indiqué en la clasificacion de algunas pocas 
maderas cuyo peso especifico publiqué en el mismo Reperto- 
rio. Al adoptar para el Acana el género Bassia descansé en la 
muy respetable autoridad del Dr. Grisebach á quien se habia 
remitido muestra del Acana de la Vuelta—A bajo. Confieso que 
yo tambien me inclinaba al género Sapota: pero en cuanto su- 
pe que el Dr. Morales, cuya opinion es para mí de mucho peso, 
repudiaba para el Acana el género Bassia y la especie albes- 
cens, sometí la duda á otros botánicos eminentes tanto de Eu- 
ropa como de los Estados-Unidos y hace pocos dias llegó á mis 
manos la contestacion de Profesores de la Universidad de 
Cambridge que, con muestras á la vista, creen motivada la cla- 
sificacion de Grisebach y se adhieren á ella. Me abstengo de 
toda disertacion sobre el particular, ya que el Dr. Morales se 
ocupa en este momento, segun parece, de la redaccion de una 
Memoria en la que ofrece fijar la legítima determinacion del 
Acana. 

Pasando en seguida al Jobo, manifiesta el Sr. Presas que se 
adhiere á la clasificacion de Linneo Spondias Myrobalanus y 
desecha la de Muacfadyen Sp. graveolens. En este género mas 


503 


que en ningun otro resalta la confusion que resulta de las si- 
nonimias. El Spondias Myrobalanus de L. es S. lutea de Lam. 
y S. Monbin de Jacq.; el Spondias Monbin de L. es el Myro- 
bolanus de Jacq., y el purpurea de Lam. El Spondias purpu- 
rea Lam. es el S. Monbin de Gceeertn y Myrobalanus fructu- 
purpúreo de Sloan. Spondias lutea de L. es S. Monbin Jacq, 
S. Cytherea Tuss. y Myrobalanus Mey. Spondias purpúrea L. 
es el Myrobolanus de Jacq. y el lutea de Macf. El Sr. Col- 
meiro en su excelente tratado de Botánica dice equivocada- 
mente que la Ciruela amarilla de Cuba y el Jobo son sinóni- 
mos en esta Isla. Tanta confusion me indujo á adoptar la de- 
terminacion de Macfadyen, botánico de mucho mérito que vl- 
vió largo tiempo en Jamaica y que en su “Flora of Jamaica” 
dice que el “Hog plum” de esa Isla es el Jobo de Cuba y la 
denomina Spondias graveolens Macf. Sin embargo veo que los 
autores modernos y entre ellos Grisebach clasifican al Jobo de 
Spondias lutea L. y á la Ciruela Campechana colorada de Sp. 
purpurea cuyo carácter específico es el de tener el fruto pur- 
púreo ó amarillo: debemos pues creer que el adjetivo latino 
purpúrea procede del color, no de la drupa, sino de la flor, que 
en ambas ciruelas es rosada tirando á purpúreo; miéntras que 
en el Jobo es amarillo verdoso; de consiguiente, la ciruela colo- 
rada y la amarilla serian de la misma especie, ó cuando mas la 
segunda seria una variedad de la primera, fructu luteo. No co- 
nozco al Jobito que cita el Sr. Presas como Spondias Monbin. 
He visto solo el Jobo comun de nuestros potreros, otro de fruto 
muy grande que llaman Jobo de Africa y el Spondias dulcis 
W., Pomme de Cythere de los franceses, cultivado en algunas 
pocas fincas. l Spondias Myrobalanus y el Monbin segun Lin- 
neo se diferencian en que el tallo de este último es achatado 
así como el peciolo comun; flores de color amarillo verdoso; 
árbol de diez piés de alto: miéntras que el Myrobalanus tiene 
el tallo y peciolos comunes redondos, flores amarillo verdoso; 
hojas lustrosas, acuminadas, árbol de 30 piés de alto. 

En cuanto al Erythroxylum Presasianum Mor., padece el 
Sr. Presas un error al decir que la he clasificado de E. obova- 
tum Macf. La especie de Arabo de que se trata en mi lista de 
pesos específicos es, sin que quepa duda, el E. obovatum, nom- 


504 ' 


brada por Richard E. affine. Conozco nueve especies de Eri- 
throxylum llamados en la Isla unos Arabo, otros Jibá y Si- 
banicú. Hay segun parece otra especie Presasiana que no he 
visto aun ni descrita; pero no es la de cuya madera tomé el 
peso específico. Esta misma observacion se aplica al Ficus 
elliptica Kth. y á la Guácima tomentosa. 

Clasificada la Yanilla por el Dr. Grisebach en vista de las 
muestras remitidas de aquí y colocada por él en el género Pi- 
crodendron, no me atreveria á pronunciarme contra tan com- 
petente autoridad sin el prévio apoyo ó la sancion de algu- 
nos de los maestros de la ciencia. Esta planta tiene los carac: 
téres de diversas familias sin concordar enteramente con nin- 
guna. Hooker y Bentham, enterados ya de la opinion de Gri- 
sebach y á pesar de elia, colocan el Picrodendron en las Sima- 
rubeas, como lo habia hecho ántes Planchon, autor del género. 
El Sr, Presas cree con el Sr. Valdés que la Yanilla es Schmi- 
delia Cominia; lo que es un error. La Schmidelia Cominia Sw. 
es el Palo de Caja, árbol mediano comun en la Isla y muy 
diferente de la Yanilla. Grisebach conoce y ha descrito am- 
bos; no podia confundir, ni ha confundido el uno con el otro. 
Richard con mas fundamento la clasificó de Schmidelia Ma- 
crocarpa. Creo que por muchos de sus caractéres, la Yanilla 
se asemeja mas á las Schmidelias que á las Juglandaceas. En 
efecto, no tiene la disposicion de las hojas de éstas; sus tres 
hojuelas se parecen mas á las de la generalidad de las Sapin- 
daceas: no despiden, ni sns tallos, ni su corteza, ni sus hojas 
el olor fuerte y peculiar de las Juglandaceas: está desprovisto 
del principio colorante negro |[tanino] de éstas. La drupa ca- 
rece del sarcocarpio de las nueces. La nuez de las Juglanda- 
ceas tiene los cotiledones arrugados; mióntras que en la Yani- 
lla son cerebriformes. Es bueno tener presente que en la cos- 
ta del Sur los pescadores y hasta los carpinteros de ribera sue- 
len llamar la Yanilla, “Yana” y vice-versa, 

Con ménos razon puede el Sr. Presas asignar al Picroden- 
dron el trivial de Nogal silvestre. Nuestro Nogal silvestre, 
Nogal criollo, es muy diferente del Picrodendron. Es un ver- 
dadero Juglans, y es el mismo que describe Grisebach y de: 
nomina Juglans insularis Gris. Richard menciona el Juglans 


505 


Cinerea L. Pudiera haber dos ó tres especies indígenas; pues el 
Dr. Gundlach me remitió, hace tiempo, de la Vuelta-Arriba 
una muestra de Nogal con hojas y frutos mucho mayores que 
los de la Vuelta-A bajo; pero no habiendo visto la flor no pu- 
do definirse como especie nueva Ó variedad. 

Sigue la lista de las clasificaciones del Coronel Valdés, rec- 
tificada por el Sr. Presas, á la que me permitiré añadir algu- 
nos comentarios. | | 
Aguacatillo.—ln la Vuelta-A bajo hay dos árboles que lle- 

van este nombre, el Alchornea latifolia Sw. Euphorbia- 

ces y el Oreodaphne leucoxylon Ns. Lauracee. El Nectan- 
dra leucancha á que alude el Sr. Presas es Bontato-aguaca- 
tilo; | 

Cuaba blanca.—Es efectivamente Amyris sylvatica; pero de 
Richard y no el sylvatica de Jacquin. Es sinónimo del A. 
balsamifera de L. 

Majagúa.—Grisebach y muchos autores colocan este árbol en 
el género Paritium de St. Hil. y no en el de Hibiscus L. 
Es verdad que Bentham y Hooker tratan de refundir el 
género Paritium en el de Hibiscus; pero al mismo tiempo 
dejan consignados, al describir el género Hibiscus, que es 
“Genus vastum, á varús auctoribus in sectiones vel genera 
plura dividitur. Insigniora sunt sequentia: Ketmia, Abel. 
moschus, Bombycella, Paritium, etc.”, y siendo efectivamen- 
te el género Hibiscus tan vasto parece casi necesaria esa 
subdivision. 

Pegojo.—El mas comun en la parte occidental es Tabernse 
montana Citrifolia, llamado tambien Huevo de Gallo. Sin 
embargo se encuentra igualmente, aunque con ménos fre- 
cuencia, el laurifolia, que abunda en Haití. 

Sapote negro..—Es sin duda el Diospyros laurifolia R. El Dios- 
pyros virginiana L. que cita el Sr. Presas es un árbol fru- 
tal muy conocido en los Estados-Unidos, que los ingleses 
llaman “Persimon.” Hay algunas matas cultivadas en la 
Ísla; pero muy pocas. 

Cigua.—Empleo la C con preferencia á la S, porque en un 
principio hasta hace poco su nombre botánico era Nectan- 
dra-Cgua, cambiado hoy segun Grisebach, en Nectandra 

T. 1Iv—66 


506 


Willdenowiana Nees. El Sr. Colmeiro lo escribe del mismo 
modo con una € y no con S. Por igual motivo creo que se 
debe emplear la C en Ceiba y Ciguaraya. 

A fojas 224 reproduce el Sr. Presas un grupo de árboles 
del Coronel Valdés con cuya clasificacion dice que se confor- 
ma. El Sr. Presas ha querido sin duda ser indulgente. Por 
ejemplo: —El Diospyros Ebenum así como el Melanoxylon son 

de las Indias; el nuestro es D. tetrasperma. El Ebano Real y 
Ebano carbonero de esta Isla son, en mi opinion, ambos de la 
misma especie, y la diferencia del color mas subido en algu- 
nos individuos, así como la propiedad que tienen otros de des- 
teñirse, provienen del terreno que habitan. 

El Pinus occidentalis, creo igualmente que no existe en la 
Isla; pues este pertenece á la seccion de los de 5 hojas, miéntras 
que las dos especies de Cuba (tal vez tres) son de 2 y 3 ho- 
jas en cada manuojillo. Sobre este particular pronto quedaré- 
mos plenamente ilustrados; pues el Sr. Dr. D. Sebastian A. 
Morales se ha dedicado al estudio de este género y no tarda- 
rá sin duda en dar una monografía de los Pinos de la Isla que 
pondrá fin á todas las dudas. 

La Baría de Cuba flor blanca, es Cordia gerascanthoides 
Kunth. La elliptica es de Haití. Es posible que la que sirvió 
para los experimentos del Sr. Valdés fuera de Santo Domingo. 

Los Sres. Valdés y Presas se han visto confusos con las si- 
nonimias vulgares, al clasificar el Carey de Costa. Tenemos en 
la Isla el Bejuco Carey de la Vuelta-Arriba, el mismo que en 
la Vuelta-Abajo se llama Bejuco de Guara, Tetracera volubi- 
lis L. que no debe confundirse con lo que en la Vuelta—Arri- 
ba conocen por Bejuco-Guara y es en la parte occidental “Be- 
juco colorado,” Davilla rugosa Poir. Tambien es indígeno el 
Carey que Richard llama equivocadamente Cordia sebeste- 
na, siendo Cordia angiocarpa R., especie de Vomitel y árbol 
de segunda magnitud. Ademas los ebanistas suelen dar el 
nombre de Carey á varias maderas de vetas, sin cuidarse del 
que en nuestras selvas llevan. Creo, como el Sr. Presas, que el 
Carey á que alude el Coronel Valdés no puede ser ni Tetracera 
que es un bejuco, ni Millera que es una yerba y á pesar del 
aserto del Dr. Grosourdy, que no ha recorrido y no conoce los 


507 

campos de la isia de Cuba, en ninguna parte he oido llamar 

Carey al Vaca-buey, Curatella americana L. 

Majagua blanca.—La del Coronel Valdés puede ser la majagua 
comun, Paritium elatum Don. que algunos llaman majagua 
blanca, azul, veteada, segun el color de su madera: pero si 
fuera la Grewia mexicana DC. hoy Belotia Grewifolia R. 
su nombre vulgar seria majagua 6 majagúilla macho, llamada 
tambien, y con mas propiedad, “Guasimilla.” El género Be- 
lotia léjos de ser desdeñado por los modernos, como asevera 
el Sr. Presas, ha sido confirmado por Grisebach así como 
por Bentham y Hooker en sus respectivas obras, las mas 
modernas conocidas. (La Thespesia populnea, Corr. se lla- 
ma generalmente Majagua de la Florida.) 

Palo Mulato.—5e conocen en la Isla dos especies pertenecien- 
tes ambas al género Hirtella; la triandra Sw. y la glandu- 
losa Spreng. Rosacexz. Algunos lo llaman Icaco de aura. 
Es mas probable que éste sea el á que aquí se refiere el Coro- 
nel Valdés; pues el Palo Mulato de Grosourdy debe ser de 
otra de las Antillas; no la conozco en Cuba y siendo segun 
él, “Penthaclethra” (es Pentaclethra) pertenece á las legu- 
minosas, familia tan fácil de conocer que no hubiera queda- 
do en duda el Sr. Valdés, 

La Mucuna urens DC. no es Pica-pica, sino Ojo de Buey, Be- 
juco Jairel. La Pica—pica es Mucuna pruriens DOC. 

Azulejo.—Es difícil adivinar á cual se refiere el Coronel Val. 
dés; pues hay diez especies que llevan este nombre vulgar 
aunque de diferentes familias y géneros. 

Bajo la autoridad del Dr. Gundlach afirman que el Lechu- 
ga de Baracoa es el Lechero ó Lechoso de Cuba, Bayamo y 
otros puntos, el Piniche de Trinidad y Piñi-piñi de Cárdenas; 
que de consiguiente debe ser el Eloeodendron attenuatum R. 
Todo está bien, ménos la consecuencia. No puede ser Eloeo- 
dendron porque este género pertenece á las Celastrineas y no 
tiene nada de lechoso, ni de venenoso. El error del Sr. Presas 
proviene de que en Cárdenas hay un Piñi-piñi que efectiva- 
mente es Blceodendron: pero el Piniche de Trinidad, el Piñi- 
que y Piñi-piñi de la parte oriental de que se trata es Taber- 
neemontana y su sinónimo en la Vuelta-A bajo es Huevo de 


508 


Toro. En algunos puntos llaman tambien Piñi-piñi.al Ja- 

gúey macho. 

El Lirio Morado no debe ser Plumieria obtusa L., porque esta 
última especie tiene las flores blancas. ¿Será la purpurea de 
R. y P? Sin embargo esta es un matojo. La obtusa L. es “Li- 
rio de costa.” 

Tortuga.—Hay un bejuco de este nombre de la tribu de las 
Bauhinias que es Schnella heterophylla Benth. 

El Sr. Presas ha prescindido de algunos otros errores que 
subsisten aun en las clasificaciones hechas por el Coronel Val- 
dés en la obra que estamos analizando. Por ejemplo: 
Algarrobo.—Segun Valdés, es Algarrobia, familia de las Mi- 

mosas, El género Algarobia, creado por Bentham y supri- 

mido luego por Bentham y Hooker, pertenece á la familia 
de las Leguminosas, sub orden Minosexw. No tiene repre- 
sentante en la isla; todas sus especies son de la América 

Septentrional. Nuestro Alearrobo es segun Grisebach, Ca- 

lliandra Saman, aunque me parece asemejarse mas al géne- 

ro Pithecolobium. | 

Ayúa.—Segun Valdés, Zanthoxylon Ternatum Sw. Lo que no 
puede ser: pues el Zanthoxylum Ternatum de Swartz es un 
matojo pequeño, generalmente sin puas, que crece á la ori- 
lla del mar. Nuestra Ayúa es Z. Clava Herculis L. 

Chicharron.—El que se usa generalmente para camones de 
carreta, trapiches, ruedas de molino, no es el Chicharronia 
intermedia KR. Es Chuncoa chicharronia Gr., árbol de pri- 
mera magnitud. El Chicharronia intermedia que segun R. 
es un arbusto, 6 árbol pequeño, será nuestro Chicharron 
amarillo, Chuncoa Arbuscula de Gris, 6 segun Morales, 
Gimbernatia oblonga, R. y P. 

Hueso.—Conozco ocho especies de Hueso, unas Xylosmas, 
otras Drypetes: pero ninguna que ni remotamente se parez- 
ca á Tabernsemontana. 

Jocuma.—Segun Valdés, Sideroxylon pallidum Spr. Es el 
Sideroxylon mastichodendron Jacq.—Bumelia pallida de 
Swartz. 

Lengua de Vaca.—Segun Valdés, Algiphila? Es uu error sin 
duda. La única eegiphila descrita hasta ahora como indí- 


509 


gena de Cuba es la elata Sw. [ Macrophylla de R.] conoci- 
da aquí por Guairo Santo. Las Lenguas de Vaca que co- 
nozco son la Ixora floribunda Gr. y varios arbustos, espe: 


cies del género Psychotria. El Sr. Colmeiro dice, que la 


Lengua de Vaca de Cuba es Syderoxylon floribundum de 
la familia de las Sapotaceas! Dificil seria explicar un error 
tan grande sino recordáramos que durante mucho tiempo 
se conoció á la Lengua de Vaca por la clasificacion de Ri- 
chard que la denominó Siderodendron fleribundum. El Sr. 

Colmeiro ha confundido la palabra Siderodendron con la 

de Syderoxylon y así hace figurar en la familia de las Sapo- 

teceas una planta que es Rubiacea. 
La Lebiza es Lauracea: pero no es Laurus, como dice el Sr. 

Valdés. ¡ 
Macurije.—Segun Grisebach no es Cupania Puan sales, sInO 

Ratonia upetall Gris. Sapindacez. 

Manajú.—No es Grarcinia Cornea sino Rheedia aristata Gr. 
Moruro.—Dice el Sr. Valdés que en algunas partes se llama 

Sabicú por lo parecido de la madera. Si acaso algunos con- 

funden estas dos maderas, no pasa de ser ignorancia por 

parte de aquellos que no saben distinguir una de la otra y 

no se deduce de eso que sean Sinónimos. El Moruro que 

era ántes Acacia Arborea es hoy Pithecolobium filicifolium 

Benth. 

Sabicú.—Segun Grisebach es Leucena formosa Gr. 

Antes de la publicacion de la Memoria del Sr. Presas ha- 
bia leido la obra del Coronel Valdés y me habia llamado la 
atencion el ver figurar en ella muchos nombres que me eran 
desconocidos. Tengo recopilado mas de mil nombres vulgares 
de árboles y arbustos de la Isla de Cuba. Creia que pocos me 
faltaban; pero cada dia veo aparecer nuevos árboles ó á lo mé- 
nos nuevos nombres con el sentimiento en muchos casos de 
haber quedado infructuosos todos mis esfuerzos para hallar 
las especies designadas. Mi propia experiencia me hace creer 
que mas de una vez el Sr. Valdés así como los Sres. Lanier, 
Pichardo y otros han sido engañados por los rótulos que acom- 
pañarian las muestras que les fuéron remitidas. La mayor 
parte de nuestros campesinos no se ocupan de los árboles que 


A 


510 


les rodean; muy al contrario, parecen tener para ellos una mar- 
cada antipatía. Generalmente conocen el nombre de muy po- 
cas plantas y sin embargo jamás se les interpelan en vano, y 
jamás les falta un nombre para satisfacer á los curiosos. Ade- 
más las muestras suelen venir con nombres tan estropeados 
que difícil es á veces adivinarlos. Recuerdo que hace muchos 
años, cuando principié mi coleccion, tuve largo tiempo en ella 
un cubo de madera remitido, por persona que se decia compe- 
tente, y llevaba el letrero de “Ají blanco;” solo algunos años des- 
pues, cansado ya de buscar un individuo de esta especie, vine 
á conocer que mi Ají blanco era sencillamente la Jia blanca. 

Añádense á estos inconvenientes, otros aun mayores. La Bo- 
tánica entre nosotros está en su infancia. Nos hallamos des- 
provistos de todos los auxilios que requieren hasta los botá- 
nicos mas eminentes, que con frecuencia se ven en el caso de 
consultarse con otros profesores, de recorrer las obras que con 
profusion les brindan las Bibliotecas públicas y privadas y de 
acudir á los herbarios de otros compañeros 6 del Gobierno 
para comparar especies dudosas. Aquí, por desgracia, nuestra 
Biblioteca carece de la mayor parte de las obras botánicas de 
algun mérito. Ni la Universidad, ni la Real Sociedad patrió- 
tica, ni la de los Amigos del Pais, ni la Económica han culi- 
dado hasta ahora de reunir en herbario las plantas del pais. 
Las colecciones que existen en Cuba son pocas y, salvo algunas 
excepciones, mal clasificadas, se deben á la curiosidad ó al amor 
de la ciencia de unos pocos aficionados, esparcidos en diferen- 
tes puntos de la Isla, 

No tenemos siquiera Jardin Botánico. En la Martinica, en 
Guadalupe, "Trinidad y otras islas vecinas, que en importancia 
y riqueza no pueden compararse con la Reina de las Antillas, 
ostentan con orgullo jardines botánicos de gran mérito que 
encierran todas las plantas indígenas. En ellos se introducen, 
aclimatan y propagan, en provecho del pais, los vegetales úti- 
les, las flores y las frutas del orbe entero. El deseo de todo 
viajero al llegar por primera vez á una ciudad es el de visitar 
su Museo y su Jardin Botánico. El Museo nacional dela Ha- 
bana es notable únicamente por su ausencia. Nuestro primer 
Jardin Botánico, creado por el Intendente D. Alejandro Ra. 


511 


mirez, de grata memoria, y planteado por el Sr. La Ossa, se 
vendió á la Empresa de ferro-carriles de la Habana y hace 
veinte años que está surcado solamente por las locomotoras de 
dicha empresa.—Lo que en la Habana se sigue llamando “El 
Botánico,” preciso es decirlo, es mas bien una mengua para la 
ciudad, un perjuicio para la ciencia y nos expone al ridículo 
para con los extranjeros de alguna instruccion que lo visitan 
con el objeto de conocer nuestras flores, nuestros árboles fru- 
tales y estudiar nuestras plantas. ¿Qué impresion les habrá 
causado; qué idea habrán formado del adelanto de las cien- 
cilasen Cuba al ver en nuestro Jardin Botánico una acumula- 
cion desordenada de árboles, adornados con rótulos colocados 
á la ventura y á despecho del sentido comun? He visto, y mu- 
chos otros como yo habrán notado, uno de nuestros Jagiteyes, 
un Ficus, clasificado de “Populus alba” porque el vulgo lo ha 
llamado 4/amo por la semejanza de sus hojas á las del Ala. 
mo del Norte y de Europa, que es Populus. Un Aleurites tri- 
loba, Euphorbiaceee, rotulado “Juglans cinerea:” Juglandaceze, 
porque su nombre trivial es VVogal de la India. Dos Almen- 
dros del Orinoco, iguales de un todo y situados á pocas varas 
de distancia el uno del otro, cada cual con su letrero, clasifi- 
cando al uno de Terminalia que es un Combretacea y hacien- 
do del otro, á pesar de ser la misma cosa, un Laplacea curtya- 
na, Ternstreemiaces. Tales desatinos y otros que me abstengo 
de citar, solo pueden atribuirse á una profunda ignorancia: á 
ménos que el “colocador de rótulos” impulsado por el deseo de 
aumentar el número de las plantas del jardin, haya acudido 
á este medio fácil y que tiene por lo ménos el mérito de la 
originalidad, para enriquecer su catálogo. ¡Qué escuela para 
los estudiantes! Y si es verdad el aforismo de nuestro ilustre 
amigo el Sr. D. Felipe Poey, citado por el Sr. Presas “Vale 
mas ignorancia que error”: cuánto mas deplorable es la com- 
binacion del error, de la ignorancia y del desatiento? 

He creido deber llamarla atencion sobre estos últimos hechos 
que á los ojos de algunos parecerán solo ridículos: pero cuya 
significacion filosófica no se ocultará á V. SS. y nos hace poco 
favor. Asi conviene que en todos tiempos conste la protesta 
de la Academia de Ciencias; y tal vez contribuya nuestra voz 


512 


ála reforma de lo que se titula “Jardin Botánico de la Haba- 
na,” y propenda á sacar una institucion tan útil del completo y 
lamentable estado de abandono en que se halla, para elevarla 
al nivel de las de la misma clase que florecen ya en muchas de 
las vecinas Antillas. Para lograr este resultado seria indispen- 
sable sobre todo, confiar su direccion á personas animadas del 
deseo, no de disfrutar de un destino mas ó ménos' lucrativo, 
sino á hombres especiales, versados en la Flora Cubana, capa- 
ces de instruir y guiar á nuestros jóvenes estudiantes de Me- 
dicina que traten de penetrar los arcanos de la naturaleza, 
comprendiendo que la Medicina es hija de la Botánica, que á 
ella debe mucha parte de sus adelantos, y que está, sin duda 
alguna, destinada á prestarla mayores servicios aun. (1) 

La creacion de la Academia, cuya instalacion está llamada 
á hacer época en la historia de Cuba, no tuvo por objeto solo 
el adelanto de los académicos en las Ciencias Médicas, Físicas 
y Naturales: su mision la mas elevada, la mas patriótica, la 
mas noble es la de despertar en todos los corazones cubanos el 
amor á esa ciencia, de combatir los errores y las preocupacio- 
nes y de difundir los conocimientos científicos por toda nues- 
tra Isla. 

Ya V. S. S. se han hecho acreedores á la gratitud pública, 
probando que en casos necesarios sabian sacrificarse al bien 
de la humanidad. Esta Academia abriga profesores beneméri- 
tos que en la fuerza de las epidemias, cuando el pánico se hubo 
apoderado de todos los ánimos, no temieron arrostrar la muer- 
te para socorrer á sus semejantes. Vuestra tarea no ha termi- 
nado aun. El pais espera algo mas de V. $. S. Para que vues- 
tra aureola sea completa os corresponde desde luego consagra- 


(D Despues de escrito lo que antecede he sabido que habia llegado á esta capital 
por el último correo, el Dr. D. Antonio Blanco y Fernandez, profesor distinguido de 
Botánica, si juzgamos por un curso completo de esa ciencia que publicó en Madrid en 
el año de 1859. Apenas hubo desembarcado el Sr. Blanco, ocupó la prensa para la 
mentar la decadencia del arbolado en la Isla de Cuba é indicar los medios de remediar 
tan grave mal. Debemos felicitarnos de haber recaido el nombramiento de Director de 
las escuelas especiales, n persona tan competente, que tan pronto ha conocido las ne- 
cesidades del pais y desea remediarlas: pues haciendo parte de las atribuciones del Sr. 
Blanco la direccion del Jardin Botánico, no se ocultará á su buen criterio que allí es 
donde debe empezar la reforma; que es ese el verdedero centro de donde debiera irra- 
diar la luz de los conocimientos botánicos, asi teóricos como prácticos y comprenderá 
la urgencia de una pronta y completa reorganizacion de nuestro Jardin Botánico. 


513 


ros, con fervorosa fé, al apostolado de las ciencias en Cuba. 
Preciso es que de este santuario surja la luz cuyos rayos ilumi- 
nen la isla entera y disipen las tinieblas que aun la cubrieran; 
preciso es que á la par de los demás pueblos trabajen al triun- 
fo del entendimiento sobre la materia, al progreso de la civili- 
zación y de todos los ramos del saber humano. Unamos nues- 
tros esfuerzos; pues, así como la union hace la fuerza, engendra 
tambien la ciencia. Los obstáculos no deben desalentarnos. 
Nuestra historia es la de todas las demás academiás. Las que 
hoy envidiamos han principiado como nosotros: sus fundado- 
res han luchado como estamos luchando: han tenido que ven- 
cer las mismas dificultades que hoy nos parecen obstáculos im- 
superables: la mayor parte de ellas se han hallado sin fondos, 
sin local para abrigarse, desprovistas de todos recursos y con 
frecuencia perseguidas por la ignorancia ó el fanatismo. Sus 
primeras sesiones se celebraron muchas veces en miserables 
guardillas; luego en los salones de aleuna que otra persona pu- 
diente que se dignaba dar hospitalidad á la Ciencia. Poco des- 
pues las municipalidades concedieron los locales necesarios y 
con el tiempo todos los Gobiernos, todos los Ayuntamientos 
conocieron la necesidad de consignar en sus presupuestos can- 
tidades no pequeñas para el sostenimiento de las Academias. 
Y han sido ampliamente remunerados; pues, á nadie se le ocul- 
ta que las naciones que hoy llevan la vanguardia de la civili- 
zacion, deben este resultado principalmente á la proteccion 
que han dispensado á las ciencias. Afortunadamente vivimos 
en un siglo mas esclarecido. Léjos de nosotros está ya la épo- 
ca en que los sabios se premiaban con calabozos y hogueras y 
si en tiempos anteriores el inmortal Colon se vió cubierto de ca- 
denas, hoy se trata hasta de su beatificacion. Post tenebras lux! 

El Excmo. Sr. Capitan General que en la actualidad nos go- 
bierna no negará su alta proteccion á una Academia colocada 
bajo su inmediata dependencia; que ha prestado y puede pres- 
tar servicios importantes al Gobierno. Aun resuenan gratas 
en nuestros oidos las halagúeñas y muy elocuentes palabras 
que á nombre de S. M. la Reina nos dirigió hace poco el 
Excmo. Sr. Gobernador Político. 


La concesion que recientemente hemos alcanzado de un nue- 
T. 1v.—67 


14 


vo local para las sesiones de la Academia comprueba la buena 
disposicion de nuestras autoridades hácia ella: pero las gran- 
des reparaciones que exigia el salon designado se elevan á tan 
crecida suma que, á pesar de la derrama que se promovió y 
llevó á efecto entre los sócios, á pesar de la eficacia poco co- 
mun de nuestro tesorero, el Dr. D. Ramon L, de Miranda, di- 
fícil será cubrir el presupuesto con las mezquinas entradas de 
la Corporacion, reducidas á la corta subvencion que percibe del 
Gobierno y á la cantidad aun mas corta á que asciende la pension 
mensual que satisfacen los académicos. Es indispensable, pues, 
arbitrar recursos y pensar en el porvenir de la Academia. 

Las circunstancias especiales por las que estamos atravesan- 
do no nos permiten aspirar á mayor asignación por ahora; 
pero todo hace creer que no apelariamos en vano á la ilustra- 
cion del Excmo, Sr. Gobernador Superior Civil y que acoge- 
ria con agrado toda instancia que tuviera por objeto dar ma- 
yor lustre á esta corporacion, dotar á la Habana de una Biblio- 
teca esencialmente científica de que carece la isla y de un 
Museo nacional dedicado con especialidad á los productos 1n- 
dígenos. Bajo este amparo lograriamos fácilmente y tal vez 
sin gravar al Erario, los recursos necesarios para llevar á cabo 
nuestro propósito. 

Entre los varios arbitrios á que pudiéramos aspirar con el 
beneplácito del Excmo. Sr. Capitan General, la primera idea 
que se asoma, aunque no muy nueva por cierto, es la de un 
Bazar. Promovido con esta intencion, patrocinado por nues- 
tras autoridades y por las numerosas relaciones de los que cons- 
tituyen esta corporacion, el éxito no pudiera ser sino satisfac- 
torio. Creo, así mismo, que cuando se trata de un fin notoria- 
mente patriótico, seria justificada la promocion de una suscri- 
cion, no para la Academia, sino para el especial objeto de la 
creacion de una Biblioteca y de un Museo, no dudando que to- 
dos los amigos del Pais, de la Ciencia y de la civilizacion acu- 
dan á nuestro llamamiento. Aun mas: propondria que se ceolo- 
cara en nuestro salon una losa de mármol en la que se gravá- 
ra el nombre de los diez ó mas patricios ilustrados que en ob- 
sequio del pais hubiesen contribuido con mayores sumas para 
la fundacion y el sostenimiento de la Biblioteca y del Museo 


515 


de ciencias Naturales; consignando de este modo al agradeci- 
miento de sus conciudadanos y legando á la posteridad la me- 
moria de los que, obedeciendo á la santa voz de la patria re- 
celosa de su porvenir, que es el porvenir de nuestros hijos, 
vengan á cooperar con la Academia en la noble mision del 
desarrollo intelectual en Cuba, 

La ampliacion indispensable del local no creo ofrezca sérias 
dificultades. Los muy respetables Padres que nos han dado la 
hospitalidad y ocultan sus virtudes en el inmenso Convento 
de San Agustin, se reducen, segun tengo entendido, al corto 
número de siete “¡rari nantes in gurgite vasto!” Comprenderán 
que no les causaria ni perjuicio ni estorbo, la cesion que nos 
hiciesen de la parte baja de un edificio calculado para una nu- 
merosa congregacion, ó siquiera algunos de los salones altos 
que ocupan, ó mejor dicho, que no pueden ocupar. Accederian 
sin duda, á una indicacion de S. E. con tanto mas gusto cuan- 
to que no dejarian de conocer el beneficio que reportaria al 
pais esa condescendencia. Las R. P. Jesuitas, los P. Escolapios, 
los de la congregacion de San Vicente de Paul han consegui- 
do vastos monasterios para establecer sus colegios, ¿podrá re- 
husarse un modesto recinto á la Academia de Ciencias de la 
Habana? El ilustrado Jefe que hoy nos gobierna no desprecia 
jamás ocasion aleuna de dar impulso á los intereses asi mate- 
riales como intelectuales de Cuba; confiemos, pues, en su mas 
eficaz amparo que dispensará sin duda á una Academia que, 
con desasimiento de todo interés y de todo lucro, trabaja en 
la propagacion de las ciencias en la Isla y procura establecer 
bibliotecas y museos de acceso fácil y gratuito para los'indi- 
viduos de todas clases que se dediquen á los estudios y deseen 
instruirse. 


APUNTES HISTÓRICOS SOBRE LA INTRODUCCION Y PROPAGACION DE 
LA VACUNA EN LA ÍsLa DE CuBa.—Por el Ldo. D. Domingo 
Rosaín. 

V.—(LPinaliza.—V. Anales, t. YV. pag. 68.) 


Los vacunadores, ciudadanos útiles á la humanidad y á la 
patria consagrados á la conservacion del método de Jenner, 


516 


necesitan perpetuarlo en nuestros hijos y domésticos. Ellos no 
solo lo han propagado en los luzares á donde el Gobierno los ha 
consignado, sino que tambien se han espontaneado á vacunar en 
distintas y lejanas poblaciones. Ya en 1852 y 53, tanto en Co- 
lon como en el Mariel y Guanajay, vacuné por acuerdo del Dr. 
Cowley; y en 1864 otros facultativos llevaron á Artemisa y á 
los dos primeros pueblos citados el eficaz preservativo, con el 
mas distinguido celo. 

El Acta honorífica que hizo extender el Sr, Gobernador de 
San Antonio de los Baños, es el mas solemne testimonio de la 
gratitud con que esa Autoridad y vecindario recibieron al De- 
cano de vacuna Dr. Hondares y á los vacunadores M. Roy y 
P. Machado, desempeñando este último las funciones de Secre- 
tario en aquella solemnidad. 

Al lado de los facultativos ilustrados y benéficos que auxi- 
liaron al Dr. Romay, debemos consignar á la posteridad los 
nombres de los profesores que los acompañaron en tan huma- 
na propaganda. Distinguióse por su celo, instruccion nada vul- 
gar, genio laborioso y observador el Dr. D. José Joaquin Na- 
-varro, que vacunó en Cuba, Holguin, Cobre y el Caney, com- 
probando con varios ensayos en una Memoria, que la postilla 
del grano vacuno pulverizada y humedecida con agua fria pro- 
duce la verdadera pústula á los 80 dias despues de haberse des- 
prendido del grano. D. Enrique D. Paez, D. José Caridad, D. 
Baltasar Segura, D, Nicolas Salazar vacunaron en Cuba, reci- 
biendo D. Tadeo Maldonado instrucciones del Dr. Rolland, 
quien le entregó cristales con vírus para que lo propagase en 
Holguin, de donde en seis niños la condujo á Bayamo, comuni- 
cándola á Jiguaní y las Tunas. En el propio Bayamo D. Ma- 
nuel A. Bustillos y D. Francisco Montero. En Cienfuegos D. 
José M. Carbonell y D. M. Silveira. En Trinidad D. Tomás 
Recio. En Puerto-Príncipe D. Felipe S. de Moya y D. Pedro 
N. Armauza. En Sancti-Spíritus D. José M. Castañeda, D. Do- 
mingo V. Morales, D. Miguel Meneses, D. Joaquin Zepeda y 
D. Juan N. Rodriguez. En Villaclara D. Andrés J. de Parra, 
D. Joaquin Estrada, D. José M* Beitia, D. Manuel Mendoza 
y D. Miguel Bolanger. En Remedios D. José L. Valdés, D. 
Manuel R. Ortiz y D. José M. Rojas. En Matanzas D. Anto- 


517 

nio Cañizares, D. Manuel Calvez, 1). José Galvez y D. José 
Pambrun. En Corralillo D. Juan N. Prados. En Nueva Filipi- 
na D, Enrique García. En Bejucal D. Nicolás Sacquet, D. Re- 
migio Conde y D. Rafael Adelo Masa, cuyo profesor en 14 de 
Abril de 1815 introdujo la vacuna en Isla de Pinos, donde la 
propagó D. Andrés Acosta. En Caraballo y Jibacoa D. José 
M. Valdés. En Guanes D. Francisco Muñoz. En San José de 
las Lajas D. Manuel Cañizares. En Batabanó D. Blas Ariza. 
En Jaruco D. Basilio García y D. Manuel Michelena. En Gua- 
nabacoa D. Francisco Romero. En Santa María del Rosario D. 
Benito Morales. En el Calvario D. Vicente Meza. En el Cano 
D. José Trujillo. En Regla D. Lorenzo Hernandez. En Alquí- 
zar D. Juan Corres. En Carraguao la difundieron D. Antonio 
Miyaya y D. Antonio Gonzalez. En Casa Blanca D. Diego Ji- 
menez; brillando en Jesus del Monte por su entusiasmo D. José 
de Luna, D. Mariano Rodriguez, D. Francisco Ayala; y 1). 
Juan P. Alech llevó de la Habana el vírus 4 Panzacola y 
Mobila. 

Al lado de estos facultativos deben colocarse los nombres 
de dos ministros del altar, que penetrados de la predileccion 
que por la vacuna tuvo su Prelado Espada, consiguieron que 
la viruela no se propagase en los lugares de su residencia, por 
la compasión y caridad con que se presentaron á preservar á 
sus vecinos y feligreses con toda la confianza de hombres ilus- 
trados. Tales fuéron el Pbro. D. Nicolas de la Madrid, capellan 
del Hospital de Gúines, que vacunó en 1819 personalmente á 
sus vecinos, logrando por este medio,no se propagara la virue- 
la; y á cuyo benéfico sacerdote la Junta Central de la vacuna 
le significó su gratitud y le autorizó para que continuase va. 
cunando. Y en el propio año el Pbro. D. José Piñeiro, Cura de 
Guatao, vacunó á sus feligreses, consiguiendo que la epidemia 
se circunscribiese á un corto número de invadidos. 

Los bozales que eran casi siempre los que, entre los muchos 
males que introducian en el pais, nos traian esas epidemias, no 
olvidando que fué un criado de Pánfilo Narvaez quien intro- 
dujo las viruelas en América, como para prevenir á los ameri- 
canos en contra del reprobado comercio de carne humana; esos 
bozales la propagaron en los siguientes años. En 1806 entraron 


518 


en el puerto de la Habana tres buques con ese cargamento, que 
traian algunos negros infestados de esa enfermedad. Aunque 
se prohibió desembarcasen, haciéndolos anclar distante de la 
bahía y vacunándose el resto de la tripulacion, logró introducir- 
se en el Hospital de San Juan de Dios un jóven anglo-ameri- 
cano con viruelas, de las cuales falleció, y lo que fué bastante 
para que se comunicase esta dolencia á varias personas, de las 
que murieron tres. Felizmente la concurrencia á las vacunacio- 
nes fué extraordinaria en aquellos dias, lográndose por este 
medio se contuvieran los progresos de la viruela y quedando re- 
ducida á una pequeña parte de aquel barrio. En el mes de Oc- 
tubre de 1807, otro buque que entró en la Habana con bozales 
traia dos con viruelas; y tomadas las anteriores medidas, vacu- 
nándose los sanos, quedando á bordo los enfermos hasta su 
completo restablecimiento, se evitó su propagacion en la ciu- 
dad. Estas precauciones no tuvieron tan feliz éxito en 1808, en 
que trajeron la viruela de Charleston unos bozales y de la 
cual perecieron 16 personas. Llevóse entónces á efecto lo dis- 
puesto en Real órden de 15 de Abril de 1785, que exigia fue- 
sen conducidos los viruelientos distantes de las poblaciones, eli- 
giéndose para ese objeto la casa llamada de Carmona, situada 
fuera del barrio de Guadalupe, quedando prohibido el desem- 
barco de ¿bozales miéntras no estuviesen preservados de las 
viruelas, y vacunándose en su consecuencia á bordo. Habiéndose 
desarrollado las viruelas en 1814 en el depósito de Cimarrones 
por un negro que en él las introdujo, y sin embargo de cuanto 
se intentó para impedir su propagacion, se trasmitieron al barrio 
de San Nicolas. En 1815 volvió á presentarse la enfermedad en 
32 vecinos de la Habana, en 14 en un cafetal de Alquízar, re- 
sultando de los informes que se tomaron, eran negros bozales 
los que las habian introducido; y á fin de cortar el abuso que 
se cometia, vendiéndolos sin estar vacunados, se determinó que 
ningun bozal podia venderse hasta los diez dias despues de va- 
cunado. Desde el año de 1816 que se difundió la viruela en los 
barrios extramuros, de donde se comunicó á la capital, y la 
cual cesó en 1818, solo en 1831 se presentaron algunos casos 
en la Habana y en 1832 hubo 21 invadidos en el pueblo de la 
Esperanza, jurisdiccion de Villaclara, de los que fallecieron dos. 


519 


Introducida la vacuna en 1804, hasta el año de 1805 no se 
presentó la viruela, que contrajeron 18 marineros de la fragata 
Pomona, los cuales fueron trasladados al Hospital del Arsenal, 
y solo la experimentaron algunas personas que habian rehusa- 
do vacunarse, continuando ese desarrollo que dejamos trazado. 
En el mes de Enero de 1809 se deservolvió en las inmediacio- 
nes de San Juan de los Remedios, preservando ilesa la vacuna 
á esta ciudad, como tambien se conservó libre de la viruela la 
capital cuando en 1812 la sufrió Puerto-Príncipe, de donde se 
propagó á Bayamo y otros pueblos próximos á la Habana. 

Ya hemos hablado de la viruela que sufrió Regla y mencio- 
narémos la que atravesó la barriada de San Lázaro á fines de 
1866. Apénas la enfermedad hizo sus primeras víctimas, acu- 
dió el Sr. D. Juan M. Reyes al Dr. Hondares, Decano de la 
Junta Central de la Vacuna, solicitando 4 nombre de sus veci- 
nos, que en su mayoría no habian recibido el preservativo, lle- 
vase á domicilio el vírus benéfico, por la imposibilidad en que 
se hallaban de llevar sus hijos y domésticos á los lugares de 
inoculacion. Hondares, digno heredero de los sensibles senti- 
mientos que enaltecieron al Dr. Romay, con ese entusiasmo 
que lo distingue por difundir la vacuna accedió á la invitacion 
logrando que la viruela se limitase á dicho barrio. 

Poco hubiera conseguido el Dr. Hondares sin el eficaz y es- 
pontáneo auxilio que le prestó D. Juan M. Reyes, quien con 
toda la fé de un hombre ilustrado, y con una filantropía dig- 
na de todo elogio, persuadió á sus vecinos de la eficacia del 
vírus vacuno, venció la repugnancia que manifestaban al pre- 
servativo, y él mismo cargaba los párvulos, cual padre cariño- 
so, levándolos á recibir tan inmenso beneficio. 

La viruela, que hacia no ménos estragos en Matanzas que 
en el resto de la Isla, su mortífera y feroz marcha empezó á 
declinar luego que la vacuna se difundió en aquella ciudad y 
pueblos limítrofes, y á no ser la epidemia que sufrió en 1893, 
se hallaba en ella olvidada dicha enfermedad. El Dr. D. Po- 
más Pintado, vacunador de Matanzas en dicha época, desple- 
gó en tan azarosos dias su distinguido celo y probó la eficacia 
preservadora de la vacuna. Ella puso término á la epidemia 
que hizo no pocas víctimas, No bastó aquella sorpresa que 


520 


diera la viruela á los indolentes llenándolos de llanto y amar- 
gura; persisten en su descuido y reaparece para sembrar la 
consternacion, llevando no pocos al sepulcro y dejando en mu-- 
chos sus huellas en esas deformes cicatrices. En vano la vacu-- 
na se extendió á todos los barrios de Versalles y Pueblo-Nue- 
vo; apénas se presentaron á recibir el vírus benéfico; espera- 
ron que la viruela se pronunciase con todos sus horrores para 
acudir con el anhelo y confianza con que despues solicitaron 
el preservativo, viéndose la Autoridad impulsada á ordenar 
que la vacuna fuese forzosa, cual se hace en Prusia, Inglaterra 
y otros paises. 

Si el Dr. Sandoval, constante y eficaz en la propagacion de 
la vacuna, en 1833 remitió al Gobernador de Matanzas 52 cris- 
tales con virus, acompañados de varios ejemplares de la Me- 
moria que redactó para ejecutar esa operacion, el Dr. Honda- 
res no se contentó con proporcionar el vírus en tubos, sino que 
personalmente se presentó en Matanzas donde inoculó con 
ellos varias personas, auxiliándolo el Dr. Casals y el que esto 
escribe. Todos los vacunados obtuvieron legítimo grano, que 
en nada mejoraba á los que propagaba el Dr. Sosvilla, vacu- 
nador de Matanzas. 

Pasan de 7,000 las vacunas practicadas en Matanzas por los 
distintos facultativos que en aquellos dias se dedicaron á di- 
fundir el preservativo. La epidemia de viruelas dió principio 
á fines de 1866, declinando en Febrero del presente año y ha. 
biendo perecido mas de mil personas. Declarada Matanzas 
epidemiada en Octubre del citado año, fueron invadidos 5,618 
individuos, en su inmensa mayoría no vacunados, y los que 
habian obtenido el preservativo casi todos se salvaron. 

El Dr. Casals no solo auxilió á la Comision que se estableció 
en el Liceo de Matanzas con el objeto de difundir la vacuna, sino 
tambien en Pueblo-Nuevo, Yumurí, la Cumbre, vacunando 
ademas á domicilio en la ciudad, donde vacunó 187 individuos, 
desarrollándose en 150 vacuna legítima, la que propagó en 
los soldados del Regimiento de Nápoles en quienes la enferme- 
dad empezaba á desarrollarse, La vacuna detuvo la marcha de 
la viruela, que contrajeron los militares estando de guardia en 
el Hospital de Caridad infestado de la epidemia, y la cual no 


521 


se propagó en el Cuartel. 175 soldados obtuvieron grano, es. 
tando el resto vacunado en su infancia. Nombrado Casals va- 
cunador del barrio del Teatro, donde habia 27 atacados, consi- 
guió no pasase de ese número, vacunando con la mayor cons: 
tancia. Testigo de la abnegacion de los profesores matanceros 
y á los que no pocas veces acompañamos en tan humana pro- 
paganda, creemos que á su perseverancia y al eficaz auxilio que 
recibieron del Liceo se debió el completo exterminio de la vi- 
ruela en Matanzas. 

La viruela que infestaba la ciudad de Matanzas logró pe- 
netrar en varias poblaciones vecinas, conducida por indivi- 
duos que de aquella ciudad pasaron infestados á los lugares 
donde despues se presentó la enfermedad, siendo ellos los pri- 
meros casos en quienes la viruela se desarrolló. En Cabezas y 
en el ingenio “Cármen” pasaron de 51 los invadidos, habiendo 
perecido 29. Ninguno estaba vacunado. En Santa Ana, Saba- 
nilla y la Cidra pocos fuéron los atacados, debiendo á la vacu- 
na su salvacion y la no propagacion de la viruela. En Ceiba 
Mocha, á cuatro leguas de Matanzas, fué el primer caso D. To- 
más Gomez Manrique, que diariamente y por su ejercicio iba 
á esta ciudad, de donde vino contagiado en circunstancias de 
no estar sus vecinos vacunados, como tampoco lo estaba D. To- 
más, que salvo de su viruela confluente, quedando preservados 
los de las fincas inmediatas que en seguida se vacunaron. En 
aquellos lugares hubo otro caso de éxito favorable, y á una 
legua de la Mocha se presentó la enfermedad en un negro ar- 
riero, que la contrajo en Matanzas á donde iba la mayor parte 
de los dias. En el punto que llaman S. Francisco de Paula se 
desarrolló la viruela en una jóven no vacunada que la adqui- 
rió en la epidemiada ciudad. En Ceiba Mocha fuéron vacu- 
nados en aquellos dias 2,618 personas, y de 615 revacunados 
en ninguno se desarrolló segundo grano. 

En Bemba fué conducida la viruela por uno que vino de 
Matanzas ya calenturiento, del cual se propagó á unos pocos 
no vacunados, preservándose el resto de la poblacion que fué 
inmediatamente vacunada. Colon 6 Nueva-—Bermeja, que su- 
frió la viruela en 1864 de una manera funesta y no obstante 


su diaria comunicacion con Bemba y Matanzas se preservó va- 
T. IV-—68 


522 


cunándose todo el vecindario, como el de S. José de los Ramos 
y la Macagua, difundiéndose el preservativo en las dotaciones 
de los ingenios, los que no han contado caso alguno de virue- 
la. Empero, Colon contó un invadido en las afueras del pue- 
blo, caso que debemos consignar. Este individuo, que llevaba 
seis meses colocado en un ingenio inmediato á dicha pobla- 
cion, sin caso alguno de viruela á su inmediacion, bien distan- 
te la finca de Bemba y de Matanzas, y de cuyos lugares tampo- 
co habia venido ninguna persona al ingenio citado, fué inva- 
dido de fiebre; y trasladado al pueblo de Colon donde no exis- 
tia la viruela, al siguiente dia se declaró la erupcion viruela 
confluente, de la que salvó. Ningun otro caso se presentó ni en 
el ingenio, ni en el pueblo. Cómo adquirió la viruela, por don- 
de le vino, otro se encargará de explicarlo, bastando á nosotros 
decir que á no haber estado preservada la poblacion lo posible 
hubiera sido que en muchos se desenvolviera la viruela. 

El Dr. Hondares, á quien no noscansarémos de citar siempre 
que hablemos de vacuna, considerando nuestra proximidad á 
Matanzas, la constante y diaria comunicacion que média entre 
esa ciudad y la de la Habana y las muchas familias que á esta 
se trasladaron con motivo de la epidemia que allí reinaba, lo 
que tal vez fué causa de algunos casos de viruela de éxito fu- 
nesto que se presentaron en esta ciudad, manifestó al público 
la necesidad en que estaba de vacunar y revacunar á sus hijos 
y domésticos; y llevando su sagrada mision mas allá de los lí- 
mites de sus facultades, se comprometió con sus compañerosá 
vacunar en sus propias casas á los que por circunstancias inevi- 
tables no podian concurrir 4las localidades en donde se adminis: 
tra diariamente el vírus vacuno, en las que dispuso permanecie- 
ran los vacunadores una hora mas de las señaladas. El pueblo 
correspondió á tan humanitario llamamiento, habiéndose vacu- 
nado 17,152 individuos. Personalmente vacunaron el Dr Hon- 
dares y sus compañeros en el Presidio departamental, Correc- 
cional, Casa de Dementes, Asilo de San José, Depósito de 
Emancipados, Beneficencia y en varias Escuelas Municipales y 
colegios particulares. Este vacunador ansioso de encontrar el 
legítimo cow-pox, apénas tuvo aviso de haberse presentado con 
éluna vaca en Guanabacoa se trasladó á dicho lugar, encontran- 


523 


do en los pezones de aquel rumiante tres pequeños tubérculos, 
de forma irregular, que suelen presentarse en nuestras vacadas 
y creemos que esto eslo que llaman generalmente en nues: 
tros campos “vacuna de vaca.” 

Las medidas que se tomaron no pudieron ser mas eficaces 
y la Providencia Divina premió los esfuerzos intentados por 
el Dr. Hondares con el loable fin de salvar á sus semejantes 
de la horrible enfermedad de las viruelas, en cuya desaparl- 
cion tanto se interesó el Dr. Romay que preservó de la virue- 
la 311,382 individuos en el espacio de 31 años que habian 
corrido desde 1804 en que se introdujo la vacuna hasta 1836, 
en cuya fecha decia Romay á la Sociedad Patriótica: que su 
edad y varias atenciones de que no podia desentenderse “me- 
recen que cumplidos ya treinta y uno de Secretario y cuarenta 
y cuatro de socio, sea eximido de aquel encargo. No por eso 
dejaré de concurrir á las sesiones de un Cuerpo que tanto me 
ha distinguido y he mirado con predileccion. Ni faltaré tam- 
poco en las Casas Capitulares para vacunar al pueblo.” Agra- 
decida la Corporacion acordó que propusiera Romay los me- 
dios para aliviarle en lo posible, considerando justo no recar- 
garle por mas tiempo con un trabajo de suyo penoso; pero que 
debia conservar en el honorífico destino de Secretario funda- 
dor al ilustrado compatriota que ha contribuido á la introduc- 
cion y propagacion de tan acreditado preservativo. Reconoci- 
da la Sociedad á los esclarecidos servicios de Romay varias 
veces quiso elevarlo al puesto de Director, y aunque siempre 
su modestia lo rehusaba, al fin lo aceptó á los cincuenta años 
de establecida aquella sábia Corporacion; á cuya organizacion 
concurrió con todo el vigor de la juventud y con el mas ardien- 
te patriotismo, y en la que una nueva generacion, como el pro- 
pio Romay decia, excitada por la mas afectuosa benevolencia, 
le colocó en el mismo lugar que ocuparon Peñalver, Espada y 
Ramirez. 

Terminarémos consignando el número de vacunados en la 
ciudad de la Habana en el primer semestre de 1867. 


Vacunados en la Beneficencia. -------- 408 
Idem en el Presidio Correccional. .-.-.-- 1,026 


524 


Idem en la Fábrica de la Honradez... 105 
Idem en las Escuelas particulares... --- 384 
der 1d "Municipaleso. 265_ 2120222 s.. 2,756 
Idem en la Cárcel. CU. MA: AYEOS 844 
Idem en la Casa de Dementes..-.-.---- 456 
Idem Depósito de Emancipados.------ 300 
Idem Asilo de San José... 202 
Idem en las Parroquias... --oo====-=-- 9,393 
Idem en las casas de los Vacunadores.- 1,278 

Potalfns, 14-00 00 ee 17,152 


NUEVA IRRUPCION DEL CÓLERA EN LA CÁRCEL DE La HABANA EN 
1868.— MEDIDAS ADOPTADAS POR EL GOBIERNO PoLftIcO EL 18 
DE ABRIL PRÓXIMO PASADO, Á PROPUESTA DEL ConcEJAL Doc- 
TOR D. Ambrosio Gr. DEL VALLE NUESTRO COLEGA ACADÉMICO. 


Los Anales que hace meses se ocupan de poner al corriente 
á sus lectores de la epidemia desde que apareció en Octubre 
de 1867 en el caserío de Casa—Blanca, divulgando ademas las 
luminosas discusiones de la Academia, tienen ahora nuevo mo- 
tivo para consignar las providencias que se han dictado contra 
la peste que insidiosamente tendia como á desenvolverse en la 
Real Cárcel, donde tantos elementos podian propagarla con 
inminente peligro del vecindario; pero merced á la accion de 
]a higiene realizada allí 4 propuesta en forma del Dr. Gonzalez 
del Valle y por voto favorable del Municipio, nos asiste la sa. 
¿isfaccion de anunciar que ningun caso mas ha ocurrido, y con 
tan plausible noticia pasamos á publicar las medidas recomen- 
dadas en el informe, que en muy breve espacio de tiempo re- 
dactó y entregó al Gobierno nuestro amigo Gonzalez del 
Valle.—Mayo 14 de 1868. 


Excmo. é lllmo. Sr. Gobernador Presidente del Excmo. Ayun- 
tamiento. 
La comision honrosa de pasar á examinar las causas que dan 
motivo á algunos casos de Cólera Morbo, presentados última- 
mente en la Real Cárcel, la he desempeñado en la tarde de 


525 


ayer, pocos instantes de haber recibido la atenta comunica. 
cion de V. E. L, y paso brevemente á dar cuenta de ella. 

Los enfermos del cólera que se registran hoy, á contar del 
15 del mes próximo pasado, han sido diez con seis defuncio- 
nes, ocurriendo el mayor número de las invasiones mas recien- 
tes en la “Galera de San Ramon” que la ocupan ciento diez y 
ocho asiáticos. 

Los otros casos se presentaron tambien en la “Galera de los 
Angeles,” que encontré desocupada con una lechada reciente- 
mente dada y en via de asear sus suelos. 

No se limitó la investigacion á estos lugares, donde ha apa- 
recido el mal, pues haciéndola extensiva al resto del estableci- 
miento, que de paso sea dicho, se encuentra aseado y atendido, 
noté que las galeras “San Cristóbal,” “San Antonio” y “San 
Manuel” se hallan ocupadas por mas de 130 presos, incapaces 
de poder moverse:con libertad y ménos concebir que puedan 
caber acostados en los salones que á lo mas no pueden medir 
cada uno 150 metros planos, razon por la cual se observa y 
siente un grado elevado de temperatura á causa de tanta aglo- 
meracion de individuos en tan desproporcionados recintos. 

En el mismo caso se encuentran los asiáticos de la galera 
“San Ramon” donde con mas saña se enseñorea enfermedad 
tan trasmisible en raza tan predispuesta. 

El pan que allí se reparte es bueno, y V. E. I. siempre avi- 
sado, acertadamente ha dispuesto que se reparta media libra 
de carne fresca con la racion y se redoble la mayor vigilancia 
en el buen servicio de la higiene. 

Toca pues al que habla en mérito de la relacion anterior pro- 
poner á V. E. L las medidas perentorias y urgentes, que por 
la enfermedad y la estacion que le es muy propicia, conviene 
plantear. 

1.2 Que los ciento diez y ocho asiáticos de la galera de 
“San Ramon” se diseminen, pasando de ellos cuarenta á la de 
los “Angeles” que es mas reducida, conservando el resto en la 
misma de “San Ramon.” 

2,2 Que diariamente salgan de las galeras á los patios 
tres horas de mañana y dos por la tarde, fumigando las gale- 
ras, antes de recogerse, con vapores nitrosos, cerrándolas por 


526 


media hora, miéntras los vapores se difunden en esos salones, 
para lo cual se verterán dos onzas de ácido nítrico en un pla- 
to donde se halle colocada una planchita de cobre puro del ta- 
maño de un peso. | 

3.2 Que á la letrina que se encuentra en la rinconada de 
la “galera de los Angeles,” se le echen todos los dias por la 
tarde á las 7 dos cubos de agua, donde se disuelvan dos li- 
bras de caparrosa, con una tacita de cal comun. 

4,2 (Queen todas las galeras se coloque una pipa con 
agua, donde se eche medio cubo de carbon, para tenerlas clari- 
ficadas y á salvo de las descomposiciones que experimentan 
las aguas sin movimiento y sin accion lumínica; celándose que 
ningun preso la beba de noche ni al levantarse de mañana. 

5.2 Que todos beban para desayunarse, para el almuerzo, 
para la comida y al recogerse, una taza de té caliente, que muy 
bien y con ventaja suple á los vinos que allí puedan darse. 

6.2 Que por ningun motivo se permitan introducir en el 
Establecimiento cantinas ambulantes de comidas, procedentes 
de Cantinas y fonduchos, que, so pretexto de proveer por me- 
dio ó un real de plata, venden á los encarcelados carnes ó hí- 
gados descompuestos hábilmente preparados para ocultar con 
la sazon el mal que se pudiere descubrir (1). 

7.2 y último. Que es imprescindible que V. E. 1. eficaz- 
mente ponga de su parte para que se trasladen los presos de 
otras jurisdicciones á sus respectivas cárceles; y que de las ga- 
leras “San Antonio,” “San Manuel” y “San Cristóbal,” se sa- 
quen cien hombres, trasladándolos á las fortalezas, miéntras 
duran las circunstancias actuales, porque V. E. L sabe sobra- 
damente los perniciosos efectos que sobre estos desgraciados 
y los pobres enfermos del hospital y de la ciudad, produce el 
domicilio de esta enfermedad tan mortífera y tan rápida en su 
propagacion. 

El que habla, concluye su honrosa comision, y no duda que 
V. E. L suplirá con sus superiores luces las omisiones que 
acerca de tan delicado asunto se le encomendara.—Habana 17 
de Abril de 1868.—Dr. Ambrosio Gonzalez del Valle. 


(1) Este artículo se modificó en el Cabildo, permitiéndose prévia inspeccion facul- 
tativa. 


527 


INDICE ALFABÉTICO 


DE LAS 


MATERIAS CONTENIDAS EN EL TOMO 


ACADEMIA.—Sesion solemne del 19 de Mayo de 1867......... 
—Discurso del Dr. D. Nicolas J. Gutierrez en dicha sesion... 
—Reseña de las tareas que han ocupado á la Academia du- 
rante el año de 1866 á 67, por el Ldo. D. Francisco Ruz... 
—Discurso pronunciado al colocarse en la Real Academia el 
retrato de su Fundador y Presidente; por el Dr. D. Gui- 
MARIS EIA AER NN A A 
—Nombramiento para los cargos oficiales durante el bienio 
A A O O O O 
—Comisiones permanentes para dicho bienio.. 
—Plazas vacantes en las diversas Secciones de ía icsdimia 
—Nombramientos hechos para dichas vacantes... oo... 
— ETS UOH DERIOTONTOS ...ococcoonnnas ocaso caco asista es 


BLENORRAGIA.—Inyecciones amiláceas, por el Dr. Luc... .. 
Br1GHT.—Enfermedad de—Aplicacion de la electricidad en 
dicha afeccion; por el Dr. Alvarenga.......ooomococcnonornocnm... 


Crmros1s del bazo.—Observacion recogida en el Hospital de 
San Felipe y Santiago; por el Ldo. D. Pedro A. Auber...... 
CLIMATOLOGÍA de la Habana en 1867.—Estudios recogidos en 
el Observatorio del Real Colegio de Belen, precedidos de al- 
gunas reflexiones por el Dr. D. Ambrosio Gonzalez del Valle. 
CÓLERA MORBO.—Consejos higiénicos para preservarse del 
cólera y combatir su invasion, redactados por una Comi- 
sion de la Academia [Dres. Ruz, Mestre y Havá)............. 
—Documentos relativos al cólera en la Habana [1867-68].— 
Comunicaciones del Gobierno Político.—Informes de la 


ÍV: 


Páginas. 


274 
322 
371 

86 


85 


233 


369 


15%) 
O 
-] 


528 


Comision nombrada para examinar los casos ocurridos en 
Ca ee inicio cc os po nesoo ee obaae Ba 
—Teoría y tratamiento del cólera; por el Dr. D. Juan G. 
Havas A E CRD MA cocida 
—Apuntes estadísticos y marcha general de la epidemia; 
porel Dr. D. Ramon L. Miranda ...oomonoarnconoccconcnononoonnos 
—Datos comunicados á la Academia por el Dr. D. Luis M. 
o eaten 


—Movimiento de enfermos en el Hospital provisional de $.. 


Juan de Dios; por los Dres. D. Gabriel M. García y D. 
Juan:ME. BOM de. Edo as dl o Ls E: 
—Del cólera y su tratamiento, por el Dr. D. Joaquin Zayas. 
—Discusion acerca del cólera.—Discurso del Dr. D. José 
Francisco Ruz, con referencia á las opiniones del Sr. Havá. 
-—Discusion académica.—Respuesta á las observaciones del 
Sr. Ruz; por el Dr. D. Tan EIHaVA ii des 
—Nueva irrupcion del cólera en la Cárcel de la Habana en 
1868.-—Medidas propuestas por el Dr. D. Ambrosio Gton- 
SUE MA O A ia ma anal dda aa ejes 
CoNtusION del abdómen.—Muerte por hemorragia:—Caso 
observado en la clínica de Mr. Laugier...........ooooommomesc»o» 
CoqueLucHEe.—Fórmula empleada para combatirla por el 
Dir: DAVIES A Ad Alea een eE a aio clas 
CorRESPONDENCIA de Paris.—Por el Dr. D. José Joaquin Mu- 
DIA edo CES 
—Congreso médico-internacional; por el misMO....... ..o..o. 
Eroa1os de los Sres. D. Jorge Ledo, D. Eusebio Jimenez y 
D. Marco Aurelio Rojas, académicos fallecidos; por el Dr. 
D. Antonio Mestre 
INERADA SOT BURN loa iio ccobecanaodenled nos rta canos fasrde lesa oscon 
. Esrapística.—Tabla mortuoria del primer semestre de 1867; 
por el Dr. D. Ambrosio Gonzalez del Valle... A 
—Tabla mortuoria del segundo semestre de 1867, el ál Dr. 
A. G. del Valle 


e... o... b. ooo prrncorcoonon ooo. o... ne. sonoo eo oo 


roo onososoorr»pnssrns e... o oborss . o. ..M...ooonoonsorsss... 


FreBRes.—Discurso acerca de la naturaleza de las fiebres, 
portel"DriDsGuillermop Michelena 305 DO II a 
—Discusion sobre el mismo asunto; por el Dr. D. José aa: 
CisCoOMU E Mol IS AITIOAd SUPIAIEAS Ile dss iS RA ele 
—Discusion sobre dicho asunto; por el Dr. D. Juan E. asa 
FIEBRE AMARILLA.—Epidemia de 1865 de fiebre amarilla y 

remitente biliosa en el partido del Recreo, jurisdiccion de 


Cárdenas; por los Dres. D. o Dumont y D. Ramon 
BElcid 


Ono. corso. oran... oo. o. o. roporrororssospn$ crsrssrssrvorro co cir... 


Fáginas. 


302 


346 
351 


395 y 428 


470 y 489 


86 


81, 210 
247 y 442 


529 


Páginas. 


—-Reflexiones sobre la discusion relativa á la fiebre amari- 
rilla; por el Dr. D. Luis de AA E AA 137 y 177 
—PDiscusion acerca de la fiebre amarilla; por el Dr. D. An- y 275, 
tonio CAyrO.....oo.oo A A A ! 323 y 413 
FIEBRES PALUDEAS.—Su etiogenia, segun el Dr. Salisbury... 488 
—Fiebre remitente de Castel-Sarrazin, por el Dr. Bole...... 205 


—Fiebre remitente de Roma, por el Dr. Pantaleoni ........... 255 
FísTULAS TIRO-HIOIDEAS.—-Observaciones tomadas en la clí- 
nica de Mr. Nélaton.. E: ARA A o 


217, 


283 y 331. 


Fora CUBANA.—Notas sobr lea aia venenosas ó 
medicinales de la isla de Cuba; por D. Francisco A. Sau- 


—Apuntes para la Flora Cubana.—kRevista de las plantas 
citadas como dela isla de Cuba por ati por D. To- 


más Gonzalez y Delgado....oomoocoococonenoccnaccnononcnncnnoronncannos 384 y 389 
—Discurso inaugural del Sr. D. Francisco A. Sauvalle........ 433 
—Informe de la Comision de la Flora Cubana; Pone lei 

Sr. D. Francisco A. Sauvalle....oco.ommoooomo eonorooconncaraccnnanos 435 
—Clasificacion botánica de algunas plantas indígenas que 

convendria estudiar entre nosotros; por el mismo........... 440 


—Apuntes para la “Flora Médica de Cuba;” por el mismo... 438 y 501 : 
—Importancia del estudio de la Botánica Médica y princi- 
palmente el de las plantas medicinales indígenas; por el 


Dr. D. José Eduardo RamoS....coooonoovrorcorocnnnonncanncnaninones 453 
HzumarocELE del cordon espermático.—Observacion recogi- 

da en la clínica de Mr. GFosselil.....oooconoonorononnncinanoninanas: 207 
—en un saco de hernia epiploica; observado en la clínica de 

O O O 209 
Jimenez, D. Eusebio.—Su Elogio en la AcadeMid....ommosoo..o 28 . 
Larincoscopo.— [Del] considerado prácticamente; por el 

Dr. D. Joaquin ZayOS..ooococcococnononnnonenncannarccnancanareninnnns 49 
Lebo, Sr. D. Jorge.—Su Elogio leido en la e decaa sai 24 
MEDICINA VETERINARIA. —Discurso de inauguracion del Sr. 

D. Joaquin Ramirez .ooonmoococnocnoncconanonencononnccccncanannannans 373 
—Discurso de contestacion al Sr. Ramirez, por el Ldo. D. 

ANLONIO CONO. ada dal e ancianos 379 


MexstTruAcIioN.—Influencia de los climas, de las razas y de 
las diferentes condiciones de la vida en la menstruacion.. 253 


Necrorocía.—Follin, Jobert de Lamballe, Civiale, Velpeau y ) 172, 
RAN e Uco ados iee vano dedadaso eucroncancas ae PO 


. 


4 


530 


NEFRITIS ALBUMINOSA,—Su mejor tratamiento segun el 
E A o 


OrTALMOSCOPO: sus aplicaciones á la semiología de las enfer- 
medades nerviosas, por el Dr. BouchUl..oooooomonnonmmmommmsm.o 
OPERACIONES QUIRURGICAS.—Accidentes generales que oca- 
“sionan la muerte despues de practicadas; por el Dr. 


BOUurgade. somo. A Ac is 
“—Nota estadistica, por dl Dr. Barbosa de Lisboa.......o....... 
—Profilaxis de la erisipela y de la infeccion purulenta en 

las salas de Cirugía, por Mr. Gosselilaccocaooomoonroreormm... > 
—De los medios de evitar los accidentes que pueden col 

car las llagas, por el Dr. Labal..mocormacircconenencranianes eos 


Ovarioromía, De la—segun las observaciones de Maison- 
'neuve, Keberlé, Nélaton, etc., por el Dr. Benjamin An- 
JO cales OS A a cdo e 


PremI0s.-—Programa para el concurso de 1867. á 1868...... 


QUISTE HIDATIDICO de la pélvis.—Clínica de Velpean......... 


REGENERACION DEL HUMERO.-—Caso observado por el Dr. D. 


Justino Valdés CastlO....o..oo.or.. A O OS sb 
REVISTA QUIRURGICA escrita para los Anales, por el Dr. 
Benjamin Ange. ..omomo..o Sn A 
Rosas, D. Marco Aurelio.—Su Elogio en la Academia......... 


SírILIs.—Su tratamiento sin necesidad de los preparados 


mercuniales; a... ive a E E E EE ON o td 
—Profilaxis de las enfermedades venéreas. ....ommmom... e 
—Discusion sobre el tratamiento de la sífilis............oooo.... 
SOMATOSCOPIA, por el Dr. Milli0t....oomooomomo.o Da ISA bo 


SULFITOS É HIPOSULFITOS alcalinos en el tratamiento de las 


enfermedades debidas á un fermento morboso, por el 


y VDE BO ds obio ira ; 
TÉTANO.—Accion curativa del amoniaco en esta enfermedad, 
porter MacA ITA > ofensa nel MOS 
TREPANACION del cráneo Meca con Celia éxito por el Dr. 
BFOCOMIS ala OCRE so 4 a ESrdos d0Sa 0 LP ee o 
doin sobre ha Lrepanacion. is qbls cen deb Els e 1 SURG 


TuBercuLo.—Anatomia y Fisiología.—Discusion en el Con- 
greso medico nternacional.....0o.. teves nas soeoicotte nono leete 
—Alteraciones de la retina y de la coroides en la diátesis 
tuberculosa, por el Dr. GalezowskKt.....oomosor»oo. oros» le UA 


pa 


249 
443 
444 
145 
446 
di 
128, 197, 
129 y 163 


48 


201 


81 
ddr. 
175 y 210 
442 


249 


531 


Páginas. 


Tumor Hipaí1c0 extirpado por el Dr. D. J. Guillermo Diaz. 


—Observacion recogida por el Dr. D. Tomás A. Plasencia. 
TUMOR sIrILÍTICO simulando UN CÁNCET ....ococoncconnorenotarono. 


TUMOR SUPRA—PAROTIDEO de diagnóstico oscuro, operado DOF 
el Dr. D. José Guillermo Diaz.—Observacion recogida por 


el Ldo. D. Emiliano Nuñez.... 


VaAcuna.—Apuntes relativos á su introduccion y propaga- 
cion en la isla de Cuba; por el £do. D. Domingo Rosain... 
—Breves consideraciones sobre la vacuna en la isla de Cuba; 
por el Dr. D. Juan G. HaVd..oomcocccoononconnconnoncacnnncnnnc. o.» 


...o...... 


....... ........o. e. 


68 y 515 


149. 
% 


ERRATAS NOTABLES. 


Pág. 145 línea 4 dice: una coloracion 


iS 
199 
7 OT 
218 
” 221 
» 221 
> 25 
ara 
» 285 
» 286 
» 288 
Ll 288 
» 289 
” 290 
5 378 
Mb. 386 
» 390 
”» 401 
» 404 
y 445 
» 487 
o 464 
» 464 


” 


30 
33 
18 


” 


” 


la etimología de las fiebres, 
tenia 

la primera 

la segunda 
Sscandens 
Gragit 
radical 
Tessora 
ternstemoides 
Guarca 
Eulkeas 
Ecostaphyllum 
Yaya 
Terdinandea 
Estanona 
Benth 

estas 


-en la transformacion 


aun pudiera 

á el Dr. Gosselin 
Oboata 
Anonamuricata 
Donu 


FIN DEL TOMO CUARTO. 


léase. su coloracion. 


,) 


la etiología $c. 
que tenia. 
ésta. 
aquella. 
Scandens. 
Gragyi. 
radial. 
Yessora. 
ternstremioides. 
Guarea. 
Enckeas. 
Ecastophyllum. 
Yaba. 
Ferdinandea. 
Estarrona. 
Bentham. 
las. 
sin la transformacion. 
aun no pudiera. 
el Dr. Gosselin. 
obovata, 
Anona muricata. 
Don. 


de 
AS 


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